Los Cuentos Vagabundos - Ana María Matute
Los Cuentos Vagabundos - Ana María Matute
Los Cuentos Vagabundos - Ana María Matute
del cuento y del paisaje, no poda ser de otro modo. Mi abuela deca, luego, que la nia de
nieve creci hasta los siete aos. Pero lleg la noche de San Juan. En el cuento, la noche de
San Juan tiene un olor, una temperatura y una luz que no existen en la realidad. La noche de
San Juan es una noche exclusivamente para los cuentos. En el que ahora me ocupa tambin
hubo hogueras, como es de rigor. Y mi abuela me deca: Todos los nios saltaban por
encima del fuego, pero la nia de nieve tena miedo. Al fin, tanto se burlaron de ella, que se
decidi. Y entonces, sabes qu es lo que le pas a la nia de nieve? S, yo lo imaginaba
bien. La vea volverse blanda, hasta derretirse. Desaparecera para siempre. Y no apagaba
el fuego?, preguntaba yo, con un vago deseo. Ah!, pero eso mi abuela no lo saba. Slo
saba que los ancianos campesinos lloraron mucho la prdida de su pequea nia.
No hace mucho tiempo me enter de que el cuento de la Nia de Nieve, que mi abuela
recogiera de labios de la suya, era en realidad una antigua leyenda ucraniana. Pero qu
diferente, en labios de mi abuela, a como la le! La nia de nieve atraves montaas y ros,
calz altas botas de fieltro, zuecos, fue descalza o con abarcas, visti falda roja o blanca,
fue rubia o de cabello negro, se adorn con monedas de oro o botones de cobre, y lleg a
m, siendo nia, con justillo negro y rodetes de trenza arrollados a los lados de la cabeza. La
nia de nieve se ira luego, digo yo, como esos pjaros que buscan eternamente, en los
cuentos, los fabulosos pases donde brilla siempre el sol. Y all, en vez de fundirse y
desaparecer, seguir viva y helada, con otro vestido, otra lengua, convirtindose en agua
todos los das sobre ese fuego que, bien sea en un bosque, bien en un hogar cualquiera, est
encendindose todos los das para ella. El cuento de la nia de nieve, como el cuento del
hermano bueno y el hermano malo, como el del avaro y el del tercer hijo tonto, como el de
la madrastra y el hada buena, viajar todos los das y a travs de todas las tierras. All a la
aldea donde no se conoca el tren, el cuento caminando.
El cuento es astuto. Se filtra en el vino, en las lenguas de las viejas, en las historias de los
santos. Se vuelve meloda torpe en la garganta de un caminante que bebe en la taberna y
toca la bandurria. Se esconde en los cruces de los caminos, en los cementerios, en la
oscuridad de los pajares. El cuento se va, pero deja sus huellas. Y aun las arrastra por el
camino, como van ladrando los perros tras los carros, carretera adelante.
El cuento llega y se marcha por la noche, llevndose debajo de las alas la rara zozobra de
los nios. A escondidas, pegndose al fro y a las cunetas, va huyendo. A veces pcaro, o
inocente, o cruel. O alegre, o triste. Siempre, robando una nostalgia, con su viejo corazn
de vagabundo.
FIN