Conversaciones Con Cortázar
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[Fragmentos]
Llegu con dificultad a la prosa. A los ocho aos yo ya escriba poemas y, como siempre
tuve obediencia a los ritmos, al sonido rimado de las palabras y de las cosas, esos poemas,
espantosos como contenido, perfectamente cursis, inocentes y sin ninguna importancia,
estaban perfectamente medidos y perfectamente rimados. Sin saber que un endecaslabo era
un verso de once slabas, escriba sonetos en endecaslabos, absolutamente infalibles como
ritmo y rima.
Se lo puedo asegurar porque mi madre guard un famoso cuaderno con esos poemas que
nunca me quiso dar pero que me dej mirar hace como quince aos y pude comprobar lo
que le digo; contenido: totalmente nulo, de un nio de nueve anos que se enamor de una
compaerita de juegos, soneto al cumpleaos de su ta, descripcin del patio de la casa...
Pero desde el punto de vista de la versificacin, perfectos. Es decir que haba una captacin
muy evidente del ritmo.
Por eso la prosa, al principio, me presentaba dificultades. Quise empezar una novela y me
tranqu; no poda avanzar. Escribir en prosa me resultaba, cmo decirle?: grosero; no
encontraba el balanceo del verso. Yo tena que escribir -con toda la ingenuidad que pudiera
tener aquella novela-: "el carruaje se detuvo a la puerta del castillo, coma, y fulanita de tal,
descendi. punto". Y eso era duro, no tena el ritmo del verso.
Cmo se produce ese pasaje a la prosa?
-Con dificultad, como le deca. En la adolescencia hubo una especie de paridad: la prosa
empez a aumentar en volumen y, al mismo tiempo, segua escribiendo poemas.
Y, como sucede siempre, uno se hace con el trabajo: la literatura se hace haciendo literatura.
Alcanc cierto dominio formal y descubr lo que me faltaba descubrir: que la prosa tiene un
ritmo propio, que no son ni endecaslabos ni dcimas, ni nada que se le parezca. Desde ese
momento me encontr escribiendo la prosa con fluidez.
Pienso tambin que lo que me ayud fue el aprendizaje, muy temprano, de lenguas
extranjeras y el hecho de que la traduccin, desde un comienzo, me fascin. Si yo no fuera
un escritor sera un traductor. Lo fui y lo soy todava, a veces, para la Unesco.
La traduccin me resulta fascinante como trabajo paraliterario o literario en segundo grado.
Cuando uno traduce, es decir, cuando no tiene la responsabilidad del contenido del original,
su problema no son las ideas del autor porque l ya las puso all; lo que uno tiene que hacer
es trasladarlas y, entonces, los valores formales y los valores rtmicos, que est sintiendo
latir en el original, pasan a un primer plano. Su responsabilidad es trasladarlos, con las
diferencias que haya, de un idioma al otro. Es un ejercicio extraordinario desde el punto de
vista rtmico.
Yo le aconsejarla a cualquier escritor joven que tiene dificultades de escritura, si fuese
amigo de dar consejos, que deje de escribir un tiempo por su cuenta y que haga
traducciones; que traduzca buena literatura, y un da se va a dar cuenta que l puede escribir
con una soltura que no tena antes.
palabra) era una experiencia que un joven escritor sensible tena no solamente que recibir
sino que aceptar y seguir.
Seguir sin imitar. Ese es el asunto. Eso es lo que hizo que a m, por suerte, no me tocara ser
un borgista. Porque usted ve lo que pas con los que, en vez de seguir la leccin del
maestro, lo imitaron. El resultado fue una plaga de borgistas de los cuales nadie se acuerda
hoy.
La gran leccin de Borges no fue una leccin temtica, ni de contenidos, ni de mecnicas.
Fue una leccin de escritura. La actitud de un hombre que, frente a cada frase, ha pensado
cuidadosamente, no qu adjetivo pona, sino qu adjetivo sacaba. Cayendo despus en
cierto exceso que era el de poner un nico adjetivo de tal manera que usted se caiga un
poco de espaldas. Lo que a veces puede ser un defecto.
Pero, originalmente, la actitud de Borges frente a la pgina, es la actitud de un Mallarm:
de una severidad extrema frente a la escritura y de no dejar ms que lo medular.
-Sus frecuentaciones de la literatura anglosajona deben haber influido tambin en esa
formacin de sobriedad, de rigor en la escritura.
-S, pienso que s. Incluso una cierta literatura francesa.
-No la espaola, en todo caso.
-Cuando me hablan de eso siempre tengo vergenza porque mi ignorancia de la literatura
espaola es realmente enciclopdica. Conozco algunos clsicos pero estoy muy lejos de
haber ledo, de literatura espaola, lo que he ledo de literatura francesa y anglosajona. Las
razones son difciles de encontrar, tanto como saber por qu a usted le gusta ms el verde
que el azul.
-Hay cierta retrica hispnica que no parece ir con sus gustos.
-S, pero tampoco hay que olvidar que en la literatura espaola hay escritores que han
trabajado con una enorme economa de medios, aunque no abunden, es verdad. Pero, en fin,
podra haberlos elegido.
En la Argentina haba elegido a Borges. Pero en el momento en que Borges era el maestro
del rigor estilstico usted abra La Nacin o La Prensa y se encontraba con esos chorros de
facundia espaola, con las interminables pginas de Azorn y de Julin Maras, y de toda
esa gente, que llenaba y llenaba cuartillas, sin que se supiera realmente bien para qu.
Yo tena, claro, un movimiento de espanto frente a esto y me echaba atrs.
Pero lo que no le en prosa, lo le en poesa. Siento un gran amor y les debo mucho, no slo
a los clsicos de la poesa espaola, sino a los poetas llamados "de la Repblica",
empezando por la llegada imperial de Garca Lorca a Buenos Aires, que provoc en todos
nosotros un "lorquismo" desaforado.
Junto a l empec a leer y me le todo Salinas, Cernuda, Aleixandre, Guilln, Alberti y se
me quedan otros. Toda esa generacin extraordinaria de poetas que, cada uno a su manera,
son muy econmicos, no pueden ser acusados de frondosos. En conjunto son grandes
poetas, un poco como los grandes poetas anglosajones -y no hago una comparacin directaporque hacen una poesa esencial, medular, tan lejos de la poesa romntica espaola del
siglo anterior.
Paralelamente yo cumpla un trabajo similar con la poesa francesa. Nunca me interes -la
le por razones histricas y por cario- la poesa de Vctor Hugo, de Alfred de Musset, de
Vigny (aunque sea el ms moderado de todos) porque la encontraba excesivamente
recargada. A la poesa francesa la empec a leer de Beaudelaire en adelante. Es decir, una
poca en que se produce el mismo proceso que luego se dar en Espaa, en el 36: una
poesa de concisin, de esencia.
-No parece raro que toda esa formacin de que me habla, sus opciones y preferencias
literarias, lo hayan hecho desembocar bastante naturalmente en el cuento.
-S, creo que tiene razn. Me lleva por buen camino cuando dice eso. Justamente todo esto
de que hemos hablado, y que yo nunca haba hablado con nadie de esta forma un poco
orquestal en que lo estamos haciendo, lleva al puente que usted acaba de tender.
Era bastante lgico que despus de esa eleccin de economa y de rigor que yo practiqu
porque estaba en m practicarla, el cuento, como forma literaria, me llamara antes que
cualquier otra forma, como la novela o el teatro. El cuento responda efectivamente a ese
tipo de literatura y de poesa que yo califico de econmica.
-El aprendizaje del cuento cmo lo hace?
-Nunca aprend a escribir cuentos. Podra repetirle la "boutade" de Picasso (sin ninguna
vanidad): "yo no busco, encuentro". Yo encontr al cuento.
CAPTULO II
-Usted comenz a escribir y estuvo largos aos, como diez, sin publicar. Por qu?
-Por severidad; una autocrtica tremenda. Haba publicado Los reyes de manera un poco
clandestina y privada, y slo tres aos despus apareci Bestiario.
Debo haber pecado de vanidad porque me haba fijado una especie de techo, de nivel muy
alto para empezar a publicar, y tena suficiente sentido autocrtico como para leer lo que iba
escribiendo y darme cuenta que estaba por debajo.
Yo quem una novela de seiscientas pginas, por ejemplo. Que hoy lamento haber quemado
porque s que haba cosas lindas en esa novela y me gustara haberla conservado como
documento personal, autobiogrfico. Era una novela muy sentimental pero en las que haba
situaciones dramticas y extremas, largas discusiones, que hoy quisiera saber cmo haba
solucionado. No me queda sino una idea muy general.
Que un muchacho joven, en las condiciones de los argentinos de esa poca que se
apresuraban demasiado a publicar, se niegue a hacerlo, es prueba o bien de una gran
vanidad o de un gran rigor. Verdaderamente prefiero haber pecado de vanidad que de
facilidad.
El da que consider que haba tocado ese plafond que yo mismo me haba marcado,
entregu los cuentos de Bestiario. Antes de Bestiario podra haber publicado dos libros de
cuentos que se quedaron por ah (cuentos que haba escrito cuando era profesor en el
campo, en Bolvar y en Chivilcoy), aquella novela inmensa, dos novelitas cortas, algunos
ensayos, un montn de textos -y muchsimos poemas, pero ese es otro captulo- y todo eso
me negu a publicarlo.
-Qu le reprochaba a aquellos cuentos?
-Sus defectos de estructura; me quedaban flecos que no consegua eliminar; haba all un
romanticismo latente del que no poda librarme y del que no me librar nunca, aunque hoy
lo tenga ms controlado y en mi juventud desbordara demasiado. Pero sigo siendo un
sentimental y un romntico.
-Como creo que lo es el Oliveira de su Rayuela. Algo frecuente en Amrica Latina, esto de
ser romntico. No es algo malo en s mismo, qu cree usted?
-Le contestara por la negativa: creo que el hecho de no ser romntico limita mucho una
creacin literaria; lo deja a uno frente a un mundo mucho ms seco, mucho ms
esquemtico. No ser romntico puede ser utilsimo para un ensayista, para un satrico, para
un investigador de problemas literarios, no para un creador.
-Pero la frontera es muy sutil entre sentimiento y sensiblera.
-Y eso es lo que un joven que no tiene suficiente autocrtica, informacin, un olfato que le
pueda indicar que algo no anda bien, puede pasarse por alto.
Yo senta, sin saber muy bien por qu, que mis primeros cuentos no funcionaban y en vez
de quedarme lamentndolo me pareca ms lgico meterlos en un cajn o tirarlos.
Hasta que un buen da apareci un cuento que en mi opinin andaba, ese trajo otros
-algunos que andaban, otros que no- y otros que en su mayora comenzaron a andar. Fue
cuando los di a la publicacin.
-Cmo se le presenta hoy la idea de un cuento?
-Igual que hace cuarenta aos; en eso no he cambiado un pice. De pronto a m me invade
eso que yo llamo una "situacin", es decir que yo s que algo me va a dar un cuento.
Hace poco, en julio de este ao, vi en Londres unos posters de Glenda Jackson -una actriz
que amo mucho- y bruscamente tuve el ttulo de un cuento: "Queremos tanto a Glenda
Jackson". No tena ms que el ttulo y al mismo tiempo el cuento ya estaba, yo saba en
lneas generales lo que iba a pasar y lo escrib inmediatamente despus.
Cuando eso me cae encima y yo s que voy a escribir un cuento tengo hoy, como tena hace
cuarenta aos, el mismo temblor de alegra, como una especie de amor; la idea de que va a
nacer una cosa que yo espero que va a estar bien.
-Qu concepto tiene del cuento?
-Muy severo: alguna vez lo he comparado con una esfera; es algo que tiene un ciclo
perfecto e implacable; algo que empieza y termina satisfactoriamente como la esfera en que
ninguna molcula puede estar fuera de sus lmites precisos.
Un cuento puede mostrar una situacin y tener un inters anecdtico pero para m no es
suficiente; la esfera tiene que cerrarse. Lo que no quiere decir que niegue la posibilidad de
cuentos admirables -como algunos de Katherine Mansfield- que no responden a mi nocin
del cuento pero que me gustan mucho; simplemente yo no los hubiera escrito as.
-Qu distancias, qu diferencias hay entre aquellos primeros cuentos publicados y los
ltimos, este ltimo sobre Glenda Jackson que acaba de escribir?
-Tengo la impresin de no haber avanzado un solo centmetro en materia de cuentos.
Incluso este cuento sobre Glenda Jackson creo que responde al mecanismo de algunos
cuentos muy tempranos mos. Ms, le dira de un cuento indito que nunca quise publicar
porque me pareci demasiado mecnico. Y entre ese primer cuento y ste que he escrito
ahora en Londres hay treinta y cinco aos de distancia.
Esta es una afirmacin que puede parecer vanidosa. Cualquiera puede deducir de ella que
ya mis primeros cuentos eran los mejores que poda hacer.
No es exactamente eso: en algunos planos creo que que he ganado terreno. Como le deca, a
partir de "El perseguidor" hay un avance en la persecucin de lo humano, los personajes no
son utilizados como marionetas con fines exclusivos de mecnica fantstica sino que viven
una vida independiente y cuando hay un elemento fantstico ese elemento no se cumple a
expensas de la humanidad de los personajes sino que incluso incide y entra en su
humanidad.
Pero desde un punto de vista absoluto de ejecucin de un cuento y de su mecanismo, creo
que los primeros cuentos no son inferiores ni superiores al ltimo que escrib.
-De todas maneras hay una evolucin bastante evidente.
-S, pero si se quiere buscar una evolucin a lo largo de la cincuentena de cuentos que llevo
escritos, habra que buscarla en otro lado y no en la estructura global del cuento.
-Dnde?
-Quizs los cuentos posteriores tienen un contenido sicolgico, una proyeccin humana,
una complejidad ms grande que los primeros.
En la primera serie de cuentos de Bestiario la complejidad es casi siempre de orden
patolgico. Son aberraciones, son excepciones a las reglas. Piense en "Circe", en
"Bestiario", en "Cefalea", son cuentos donde lo fantstico se da en situaciones marginales
de vida que slo le pueden ocurrir a una persona en un milln.
En cambio en este ltimo libro que acabo de publicar -Alguien que anda por ah- creo que
los personajes viven situaciones que, con algunas variantes lgicas, podran ser vividas por
mucha gente. Es decir, que la relacin entre personajes y lectores -como eventuales
protagonistas- es mayor ahora que al comienzo.
Y mis cuentos llamaron la atencin al comienzo porque trataban casos marginales, un tanto
aberrantes.
-Bueno, es una vena que usted no ha abandonado del todo...
-Es verdad. Hay un lado morboso en mi imaginacin como cuentista. Eso lo s. Es una
cuestin que habra que estudiar sicoanalticamente y que a m, personalmente, se me
escapa.
-Alguna vez me habl del efecto sicoteraputico de alguno de sus cuentos; que, escribirlos
le ayud a curarse de ciertas fobias.
-Claro, es el caso de "Circe", por ejemplo. Yo tena una pequea neurosis, muy
desagradable, que consista en el temor de encontrar bichos en la comida y tena que mirar
cuidadosamente cada bocado antes de llevrmelo a la boca, lo que le estropea a cualquiera
un buen almuerzo y que adems crea problemas de incomodidad personal muy grandes.
Escrib el cuento -y en eso soy formal: el cuento no fue escrito con la conciencia del
problema- lo termin, sin que se me cruzara por la cabeza que ese era un problema personal
paralelo al mo. Me di cuenta del resultado porque despus de escrito el cuento un buen da
me encontr comiendo un puchero a la espaola sin mirar lo que coma y muy contento y
entonces asoci las dos cosas y me di cuenta que haba hecho una especie de autoterapia al
volcar en el personaje ms que morboso del cuento todo el asco, toda la mecnica de la
presencia de los insectos en la comida.
-Se han hecho investigaciones sicoanalticas sobre sus cuentos; hay una bibliografa
abrumadora sobre el tema, qu piensa usted?
-No conozco ms que una parte de esa bibliografa y la parte que conozco creo que contiene
investigaciones que a veces han sido hechas con mucho talento y mucha inteligencia.
Ha habido indagaciones sicoanalticas de mis cuentos, tanto en la lnea freudiana como en
la lnea jungiana y las dos son igualmente fascinantes. Sobre todo en la lnea jungiana que
me parece que se adapta mucho ms al universo de la creacin literaria.
Esos autores de tesis o de monografas han visto lo que al principio yo no vea; es decir, la
repeticin, la recurrencia de ciertos temas, la presencia de ciertas constantes.
-Por dnde empezamos?; por el tema del doble? -aparece ya en un cuento tan temprano
como "Lejana", de Bestiario; la volvemos a encontrar en "Los pasos en las huellas", de
Octaedro.
-S, hay en m una especie de obsesin del doble Viene de la lectura temprana de Doctor
Jekyll and Mister Hyde, de Stevenson, de "William Wilson", de Edgar Allan Poe, o toda la
literatura alemana que est habitada por el tema del doble?
No creo que se trate de una influencia literaria. Cuando yo escrib ese cuento que usted cita,
"Lejana", entre 1947 y 1950, estoy absolutamente seguro -y en ese sentido tengo buena
memoria- esa nocin de doble no era, en absoluto, una contaminacin literaria. Era una
vivencia.
El tema del doble aparece ya con toda su fuerza en ese cuento. Usted recordar que se trata
de una "pituca" de Buenos Aires que por momentos tiene como una especie de visin de
que ella no solamente est en Buenos Aires sino tambin en otro pas muy lejano donde es
todo lo contrario: una mujer pobre, una mendiga. Poco a poco se va trazando la idea de
quin puede ser esa mujer y finalmente va a buscarla, la encuentra en un puente y se
abrazan. Y es ah que se produce el cambio en el interior del doble y la mendiga se va en el
maravilloso cuerpo cubierto de pieles, mientras la "pituca" se queda en el puente como una
mendiga harapienta.
El tema del doble es una de las constantes que se manifiesta en muchos momentos de mi
obra, separados por perodos de muchos aos. Est en "Una flor amarilla" -donde el
personaje se encuentra con un nio que es l mismo en otra etapa- un cuento escrito veinte
aos despus de "Lejana", est, como usted dice, en "Los pasos en las huellas" y, de alguna
manera, est tambin en "La noche boca arriba".
Y est tambin en Rayuela. Quizs los casos ms ilustres de dobles en su obra sean los de
Oliveira/Traveler y La Maga/Talita.
-Aqu le voy a decir algo que no pretendo que nadie me crea porque al decirlo, doy la
impresin de ser un perfecto estpido -cosa que no me inquieta demasiado- y es que cuando
termin Rayuela no tena la menor idea de que esa vivencia del doble exista en la novela.
Es verdad que, hacia el final del libro, Oliveira lo llama doppelgnger a Traveler, siente que
hay una especie de repeticin: eso lo acepto. Pero de lo que no me di cuenta en absoluto -y
despus vinieron los lectores y los crticos a decrmelo- es que en la figura de Talita yo
repeta a La Maga.
Cuando Oliveira regresa de Pars busca a La Maga en Montevideo y no la encuentra. Llega
a Buenos Aires y encuentra a Traveler y a Talita y de ninguna manera ve a La Maga en
Talita, como no se ve a s mismo en Traveler. Pero en toda la larga serie de episodios del
circo, de la vida en comn que llevan, la escena del tabln, etc., es evidente que el tema
est latiendo en el libro pero sin que yo me d cuenta, sin ninguna premeditacin.
La evidencia estalla al final y ya entonces ni Oliveira ni yo mismo podemos negarlo. Hay
un momento dado en que esa otra pareja: Traveler/Talita se vuelven por un momento
Oliveira/La Maga, vistos desde Oliveira, sin que lo sean en absoluto. Es decir que una vez
ms el tema del doble, con esos matices especiales, se da nuevamente.
-Si no se trata de una "contaminacin literaria" cmo explicar esa insistencia con que el
doble se aparece en su obra?
-Jung podra hablar de una especie de arquetipo porque no se olvide que los dobles -no s si
explcitamente en el sistema de Jung pero, en todo caso en las cosmogonas, en las
mitologas del mundo- el doble, los personajes dobles, los mellizos ilustres: Rmulo y
Remo, Cstor y Plux, los dioses dobles, son una de las constantes del espritu humano
como proyeccin del inconsciente convertida en mito, en leyenda.
Pareca que el hombre no se acepta como una unidad sino que, de alguna manera, tiene el
sentimiento de que simultneamente podra estar proyectado en otra entidad que l conoce
o no conoce pero existe. Me pregunto -ponindome a inventar un poco- si aquellas fantasas
de Platn sobre los sexos no tienen tambin un poco que ver con esto. Platn se preguntaba
por qu hay hombres y mujeres y sostena que, originalmente haba uno solo que era el
andrgino, que luego se dividi en dos. El amor sera, simplemente, la nostalgia que
tenemos todos de volver al andrgino. Cuando buscamos a una mujer estamos buscando a
nuestro doble, queremos completar la figura original. Estos temas reaparecen en mltiples
cosmogonas y mitologas, y siguen habitando en nosotros.
-Usted me deca que el doble, para usted, es una vivencia antes que nada. Puede ponerme
un caso?
-Una vez yo me desdobl. Fue el horror ms grande que he tenido en mi vida, y por suerte
dur slo algunos segundos. Un mdico me haba dado una droga experimental para las
jaquecas -sufro jaquecas crnicas- derivada del cido lisrgico, uno de los alucingenos
ms fuertes. Comenc a tomar las pastillas y me sent extrao pero pens: "me tengo que
habituar".
Un da de sol como el de hoy -lo fantstico sucede en condiciones muy comunes y
normales- yo estaba caminando por la rue de Rennes y en un momento dado supe -sin
animarme a mirar- que yo mismo estaba caminando a mi lado; algo de mi ojo deba ver
alguna cosa porque yo, con una sensacin de horror espantoso, senta mi desdoblamiento
fsico. Al mismo tiempo razonaba muy lcidamente: me met en un bar, ped un caf doble