Los Sacramentos

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LOS SACRAMENTOS

Todos los hombres buscan la felicidad, incluso los ms perversos buscan la


felicidad en lugares incorrectos, pero ellos lo hacen porque son felices de
ese modo incorrecto, una felicidad aparente. Ahora bien, Cmo se llega a la
felicidad?
Es una buena pregunta, y la respuesta es muy simple, por el Camino, fjense
que no es un simple camino. Ac se hace una comparacin, para llegar a
cualquier lado hay que planear un camino, buscar una ruta, ver el mapa,
averiguar cual es nuestra ruta.

Jn. Cap. 14: Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al


Padre si no es por m.
El camino es Cristo. Tengo que buscarlo, tengo que encontrarlo. Tengo que
amarlo y conocerlo, ser una persona de Fe.
Pero adems de un camino necesito un transporte, viajo en auto, micro,
avin, etc. Sigue con el tema de voy a Mar del Plata en auto.
Mi transporte es la Iglesia (el pueblo en camino hacia la felicidad). No
puedo ir hacia la Iglesia, porque yo soy la Iglesia. Hay una pertenencia
cordial a la Iglesia misionera.
Para mi transporte necesito combustible, para el auto necesito nafta o
gasoil, etc.
Mi combustible es la Gracia (luz y fuerza, la vida de Dios en m).
Pero necesito conseguir este combustible, la nafta la consigo en las
estaciones de servicio.
Mis estaciones de servicio son la oracin y los sacramentos, que son fuente
de Gracia. Dnde los encuentro? En todos los lugares importantes de mi
vida.
El hombre es cuerpo y alma:
* Vida (sentido del cuerpo) Sacramentos (sentido del alma)
* Nacimiento Bautismo
* Madurez Confirmacin
* Comida Eucarista
* Mdico Penitencia
* Servicio Sacerdocio / Matrimonio (vocaciones, vocare, llamar.. a ser
feliz)
* Mdico especialista para enfermedades crnicas o de ancianos Uncin
de los enfermos.

En cualquier cosa hay que distinguir la realidad en s misma y su mensaje.


Quizs como cosa sea irrelevante, pero su mensaje le da un valor
inestimable (pensemos, por ejemplo, en el rbol de Guernica). Qu
incapacidad para comprender la vida denota Sartre cuando todo lo que ve
en la eucarista es que en las iglesias, a la luz de los cirios, un hombre
bebe vino delante de mujeres arrodilladas
Tambin hay sacramentos divinos: el hombre que tiene una profunda
experiencia de Dios lo encuentra, como San Francisco de Ass, en todas
partes: en el pjaro que canta sobre una rama, en la hormiga que arrastra
su comida, en el fuego y hasta en la hermana muerte. Como deca San
Ireneo, en relacin con Dios nada est vaco; todo es signo suyo
Los siete sacramentos
De entre todos los signos de Dios que hay en el mundo, uno se destaca
luminosamente: Jess de Nazaret. El pudo decir de s mismo: El que me ha
visto a m, ha visto al Padre (Jn 14, 9). Todo en Jess pareca apuntar ms
all de las apariencias. Frecuentemente San Agustn, despus de
proclamar un fragmento del Evangelio, se diriga a quienes le oan diciendo:
Hemos odo el hecho; busquemos ahora su misterio6. Por eso, ya desde
San Agustn, se ha convertido en lugar comn afirmar que Cristo es
sacramento de Dios7. Pero tras la Pascua el mismo Cristo ha dejado de ser
accesible a nuestra experiencia directa, lo cual sera especialmente grave si
con su desaparicin quedara bloqueado el camino de encuentro con Dios.
Sin embargo, vimos en el captulo 15 que ahora es la Iglesia quien da
cuerpo a Cristo Resucitado.
La diversificacin de la sacramentalidad de la Iglesia se debe precisamente
a que Dios quiere salir al encuentro del hombre en sus experiencias
fundamentales: el nacer (bautismo) y el pasar a la vida adulta
(confirmacin), el enamoramiento (matrimonio) y la consagracin al servicio
de la comunidad cristiana (orden), la cotidianidad de la vida creyente

(eucarista) e incluso el fracaso (penitencia) y la lucha contra la enfermedad


(uncin).
Relacionado con lo anterior est el problema de la institucin de los
sacramentos por Cristo. El Concilio de Trento defini que los sacramentos
de la Nueva Ley fueron instituidos todos por Jesucristo Nuestro Seor15.
Sin embargo, los protestantes justificaron la limpieza que hicieron de
sacramentos y sacramentales afirmando que en la Escritura nicamente
consta con certeza la institucin por Cristo del bautismo (Id y bautizad ... )
y de la eucarista (Haced esto en memoria ma). Dejando aparte ahora
que el Nuevo Testamento habla tambin de otros sacramentos, conviene
aclarar que la institucin por Cristo de los siete sacramentos no necesita
apoyarse en otras tantas frases del Jess histrico que nos hayan sido
conservadas en los Evangelios. Cuando Cristo instituy la Iglesia -que como
hemos visto es el sacramento primordial -instituy por eso mismo los
sacramentos particulares en que se densifica su sacramentalidad.
Los signos sacramentales no son unos signos cualesquiera que hayan sido
declarados arbitrariamente instrumentos de salvacin, sino que gozan de un
poder evocador intrnseco: la inmersin bajo el agua es signo expresivo de
una vida que se acaba para que empiece otra, el pan y el vino compartidos
son signo de fraternidad, etc.
Por desgracia, una mentalidad legalista preocupada exclusivamente por
salvar los mnimos necesarios para que el sacramento fuera vlido ha ido,
poco a poco, destruyendo los signos: bautismo mediante unas gotas de
agua (escasas) sobre la cabeza, en vez del gesto mucho ms expresivo de
la inmersin; pan que no parece pan; copa que no pasa de mano en mano...
Los signos empleados hoy han perdido en general su eficacia evocadora;
por s mismos dicen poco y exigen ser explicados. Pero, claro, tener que
explicar un signo equivale a reconocer tcitamente que ya no es signo.
Quita la palabra: qu es el agua sino agua? Pero se junta la palabra al
elemento y se hace sacramento, que es como una palabra visible19.
Pero la palabra es necesaria no para explicar el signo, sino para hacer
presente la salvacin que el signo invoca. De hecho, esta eficacia misteriosa
de los sacramentos es lo ms grande de ellos, pero tambin lo que ms
cuesta admitir. Es fcil comprender su eficacia pedaggica, pero mucho ms
difcil creer en su eficacia salvfica. Esta eficacia, como dice San Ambrosio,
se explica nicamente por la palabra poderosa de Dios:
Orden el Seor y se hizo el cielo; orden el Seor y se hizo la tierra;
orden el Seor y se hicieron los mares; orden el Seor y se engendraron
todas las criaturas. Mira, pues, cun eficaz es la palabra de Dios. Si tan
poderosa es su palabra que por ella comienza a ser lo que antes no era,
cunto ms ha de serlo para hacer que las cosas que ya eran sean y se
cambien en otra cosa20.
Los sacramentos, la magia y el seguimiento de Cristo
Naturalmente, esto ocurre por una promesa libre de Dios, no porque el rito
mismo le haga violencia (lo que sera pura magia). Entre las ms
decadentes podra citarse la pintoresca conviccin que se extendi durante
la Edad Media de que quienes vean alzar la sagrada hostia no perderan la
vista en ese da ni se moriran de repente. Los excomulgados, que tenan

prohibido entrar en los templos, se dedicaban a hacer agujeros en sus


muros para no verse privados de efectos tan maravillosos
Que los sacramentos obran ex opere operato da la seguridad de que Dios
estar presente en la cita; pero una cita no es eficaz nada ms que cuando
los dos interesados estn presentes. De lo contrario se repite el drama de la
encarnacin: Vino a los suyos y los suyos no le recibieron (Jn 1, 11). As,
pues, los sacramentos no dispensan de seguir a Cristo, sino que, como
decamos al final del captulo anterior, celebran la vida dedicada a seguir a
Cristo y, precisamente por eso, evitan el estancamiento del creyente. Como
dice San Len Magno, hay que completar en la propia vida lo que la
celebracin del sacramento inicia
FundamentosBblicos
1-Bautismo:
Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra; id pues, ensead a
todas las naciones, bautizndolas en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espritu Santo. (Mt. 28, 18-19).
2-Confirmacin:
Al enterarse los apstoles que estaban en Jerusaln de que Samaria haba
aceptado la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan. Estos bajaron y
oraron por ellos para que recibieran al Espritu Santo; pues todava no haba
descendido sobre ninguno de ellos; nicamente haban sido bautizados en
nombre del Seor Jess. Entonces les imponan las manos y reciban al
Espritu Santo. (Hech. 8, 15-17; 19, 5-6).
3-Reconciliacin:
Despus de la Resurreccin estaban reunidos los apstoles con las puertas
cerradas por miedo a los judos se les aparece Jess y les dice: La paz con
vosotros. Como el Padre me envo, tambin yo los envo. Dicho esto, sopl
sobre ellos y les dijo: Recibid al Espritu Santo. A quienes perdonis los
pecados, les quedaran perdonados; a quienes se los retengis, les quedan
retenidos. (Jn. 20, 21-23)
4-Eucarista:
Despus, tomo el pan y, dando gracias, lo parti y se lo dio, diciendo:Esto
es mi cuerpo, que es entregado por ustedes. Hagan esto en memoria ma.
Despus de la Cena, hizo lo mismo con la copa. Dijo:Esta copa es la alianza
nueva sellada con mi sangre, que va a ser derramada por ustedes. (Lc. 22,
19-20)
5-Orden
sacerdotal:
La paz con vosotros. Como el Padre me envo, tambin yo los envo. Dicho
esto, sopl sobre ellos y les dijo: Recibid al Espritu Santo. A quienes
perdonis los pecados, les quedaran perdonados; a quienes se los retengis,
les quedan retenidos. (Jn. 20, 21-23) Hagan esto en memoria ma. (Lc 22,
19)
6-Matrimonio:
No habis ledo, como l que cre al hombre al principio, lo hizo varn y
mujer? Y dijo: por ello dejar a su padre y a su madre, y los dos se harn
una
sola
carne.
(Mt.
19,
4-5).
Lo que Dios uni, que no lo separe el hombre. (Mt. 19, 6).

7-Uncin de los enfermos:


que en Su nombre. impondrn las manos sobre los enfermos. (Mc.
16,
17-18).
Sanad a los enfermos! (Mt. 10, 8).
Estn los sacramentos en la Biblia? Veamos:
BAUTISMO: Mt, 28, 19; Mc 16, 16; Jn 3, 5.
CONFIRMACION: Hch 8, 17 y 19, 6
EUCARISTIA: Mt 26, 26; Mc 14, 22; Lc 22, 19; 1Cor 11, 23-26
CONFESION: Mt 18, 18; Jn 20, 23
UNCION DE LOS ENFERMOS: Mc 6, 12-13; St 15, 14-15
ORDEN SACERDOTAL: Lc 22, 19; 1Cor 11, 25-26; 1Tm 4, 14; 5, 22; 2Tm 1, 6
MATRIMONIO: Mt 19, 6; Ef 5, 31-32.

Relato verdadero
Newman (1944)

del

prisionero

Claudio

La siguiente historia verdadera de Claudio Newman ocurri en Misisipi USA


en 1944. El relato fue narrado por el Padre O'Leary, un sacerdote de Misisipi,
quien estuvo directamente envuelto en los eventos. El ha dejado una cinta
grabada acerca de esto, para la posteridad.
Claudio Newman era un hombre de raza negra que trabajaba el campo para
un hacendado. Se haba casado cuando tena 17 aos con una chica de la
misma edad. Un da, dos aos despus, se encontraba arando en el campo.
Otro trabajador corri a decirle que su esposa estaba gritando dentro de su
casa. Inmediatamente Claudio corri y encontr un hombre atacando a su
mujer. Claudio se enfureci, tom un hacha y le raj la cabeza al asaltante
dejndosela abierta. Cuando descubrieron quien era el hombre muerto se
dieron cuenta de que era el empleado preferido del dueo de la hacienda
para la cual Claudio trabajaba. Claudio fue arrestado. Mas tarde fue
sentenciado por asesinato y condenado a morir en la silla elctrica.
Mientras estaba en la crcel esperando su ejecucin, Claudio comparti un
bloque de celdas con otros cuatro prisioneros. Una noche, los cinco hombres
estaban pasando el tiempo hablando bobadas y se les haba acabado la
conversacin. Claudio se dio cuenta que un prisionero llevaba algo colgado
del cuello. El le pregunto que era eso y el joven Catlico le dijo que era una
medalla. Claudio le pregunt, qu es una medalla? A lo cual el joven no le
supo responder o para qu la llevaba. En ese momento y con ira, el
muchacho se quit la medalla de su cuello y la tir al piso a los pies de
Claudio, diciendo groseras y maldiciendo. Le dijo que la agarrara.
Claudio recogi la medalla, y con el permiso de los celadores de la crcel la
puso en una cuerdita y la llev alrededor de su cuello. Para l era algo
curioso, pero l se la quera poner.
Durante la noche, mientras dorma, fue despertado por un toque sobre la
mueca. Y all parada, como Claudio le dijo al sacerdote despus, estaba la
mujer ms hermosa que Dios hubiera creado. Al principio l estaba lleno de
miedo. La Seora calm a Claudio y le dijo, Si tu quieres que yo sea tu
Madre, y si te gustara ser mi hijo, haz que te traigan un sacerdote de la
Iglesia Catlica. Luego de esto, ella desapareci.

Claudio inmediatamente se llen de miedo, y empez a gritar, un


fantasma, un fantasma, y corri a la celda de uno de los otros prisioneros.
Empez a gritar que el quera ver a un sacerdote Catlico.
El Padre O'Leary. El sacerdote que relata esta historia fue llamado a primera
hora la maana siguiente. El fue y encontr a Claudio quien le cont lo que
le haba ocurrido la noche anterior. Entonces Claudio junto con los otros
cuatro hombres de su bloque de celdas pidi que se les diera instruccin
religiosa, y enseanzas del Catecismo.
Inicialmente, el Padre O'Leary tena dificultad para creer la historia. Los
otros prisioneros le dijeron al sacerdote que todo en la historia era verdad,
pero que por supuesto, ninguno de ellos vio o escuch a la Seora.
El Padre O'Leary prometi ensearles el Catecismo como lo haban pedido.
Luego regres a su parroquia y le dijo al rector lo que haba sucedido,
despus volvi a la prisin el da siguiente para darles instruccin.
Fue entonces cuando el sacerdote descubri que Claudio Newman no poda
ni leer ni escribir. La nica manera para l saber si un libro estaba al
derecho era si el libro tena alguna imagen. Claudio nunca haba ido a la
escuela. Su ignorancia de Religin era an mas profunda. No saba
absolutamente nada de Religin. No saba quien era Jess. No saba ninguna
cosa, excepto de que exista un Dios.
Claudio empez a recibir instrucciones y los otros prisioneros le ayudaron en
sus estudios. Despus de unos pocos das dos de las Hermanas Religiosas
de la escuela de la Parroquia del Padre O'Leary consiguieron permiso del jefe
de la crcel para visitar la prisin. Ellas queran conocer a Claudio y tambin
a las mujeres que estaban recluidas. Las hermanas empezaron entonces a
ensear el Catecismo a las mujeres tambin.
Despus de varias semanas se lleg el momento en que el Padre O'Leary
iba a dar instrucciones sobre el Sacramento de la Confesin. Las hermanas
se sentaron tambin a participar en la clase. El sacerdote dijo a los
prisioneros, Bueno muchachos, hoy voy a ensearles sobre el Sacramento
de la Confesin
Claudio dijo, Oh, yo ya s sobre eso
La Seora me dijo, que cuando nosotros vamos a la confesin nosotros
nos estamos arrodillando, no delante de un sacerdote, sino que nosotros nos
estamos arrodillando ante la cruz de su hijo. Y que cuando nosotros
sentimos realmente dolor por nuestros pecados, y los confesamos, la Sangre
que el derram fluye sobre nosotros y nos baa y libra de todos los
pecados.
El Padre O'Leary y las hermanas se quedaron totalmente sorprendidos con
las boca abierta. Claudio pens que estaban enojados y les dijo: Oh, no se
enojen, no se enojen. Yo no deb haberles revelado esto El sacerdote dijo,
Nosotros no estamos enojados. Estamos sorprendidos. Has vuelto a verla
de nuevo?
Claudio le respondi, Venga padre conmigo, vamos all alrededor del
bloque de celdas, alejmonos de los dems
Cuando estaban solos, Claudio le dijo al sacerdote, Ella me dijo que si usted
dudaba o me mostraba desconfianza, que Yo le recordara que cuando usted
estaba cado en una zanja en Holanda, en 1940, usted le hizo una promesa

a ella la cual Ella est todava esperando que le cumpla. Y el Padre O'Leary
recuerda, Claudio me dijo exactamente cual era la promesa que Yo haba
hecho.
Esto convenci al Padre O'Leary de que Claudio estaba diciendo la verdad
acerca de las visiones de Nuestra Seora la Virgen Mara.
Despus regresaron a la clase del Catecismo sobre la Confesin. Y Claudio le
sigui diciendo a los otros prisioneros, Ustedes no deberan de sentir miedo
de ir a la confesin. Ustedes realmente le estn diciendo los pecados a Dios,
no a este sacerdote o a cualquier sacerdote. Le estamos diciendo los
pecados a Dios. Despus Claudio les dijo, Saben ustedes, La Seora dijo
que la confesin es algo como un telfono. Nosotros hablamos a Dios a
travs del sacerdote y l nos habla tambin a travs del sacerdote.
Una semana mas tarde, el Padre O'Leary se estaba preparando para
ensearles la clase acerca del Santsimo Sacramento. Las hermanas se
encontraban all tambin para participar. Claudio les dijo que la Seora
tambin le haba enseado a el acerca de la Sagrada Comunin, y le pidi al
padre que le dejara decirle lo que le haba dicho ella. El sacerdote consinti
inmediatamente. Claudio les relat, La Seora me dijo que en la Comunin,
Yo solo puedo ver lo que parece un pedazo de pan. Pero Ella me dijo que
ESO es realmente y verdaderamente Su Hijo. Y que l estar conmigo tan
solo por unos momentos como cuando l estaba con ella antes de nacer en
Beln. Y que yo debera de pasar mi tiempo como Ella lo hizo, en todo su
tiempo con l, amndole, adorndole, agradecindole, alabndole y
pidindole sus bendiciones. Yo no debera de molestarme por nadie ni por
ninguna otra cosa. Pero tan solo debera de pasar esos pocos minutos con
l.
Finalmente todos recibieron las instrucciones, Claudio fue recibido en la
Iglesia Catlica, y luego lleg tambin el tiempo para que l fuera ejecutado.
Su ejecucin iba a ocurrir a las doce y cinco minutos de la noche.
El Jefe de la Crcel le pregunt, Claudio, tu tienes el privilegio de una
ltima peticin. Que deseas?
Bueno, dijo Claudio, ustedes estn todos conmovidos. El carcelero lo est
tambin. Pero acaso no entienden ustedes? Yo no voy a morir. Tan solo este
cuerpo. Yo voy a estar con Ella. Entonces, puedo tener una fiesta? Que
quieres decir?, pregunt el Jefe de la Crcel. Una fiesta! dijo Claudio.
Le pueden dar ustedes permiso al Padre para que traiga algn ponqu y
crema helada y le permiten ustedes a los prisioneros del segundo piso estar
libres en el saln principal para que podamos estar todos reunidos para
tener una fiesta?
"Alguien podra atacar al Padre", dijo el carcelero.
Claudio volvi hacia los hombres que estaban all y dijo, Oh no, ellos no lo
harn, cierto que no, compaeros?.
As que el sacerdote visit un patrn rico de la parroquia y le suplic la
crema helada y el ponqu. Ellos tuvieron su fiesta.
Despus, porque Claudio lo haba pedido, hicieron una Hora Santa
(Adoracin al Santsimo Sacramento.) El sacerdote haba trado libros de
oracin de la Iglesia y todos hicieron las Estaciones de la Cruz y tuvieron
una Hora Santa, sin el Santsimo Sacramento.

Luego los hombres fueron puestos de nuevo en sus celdas. El sacerdote fue
a la Capilla para sacar el Santsimo Sacramento y darle a Claudio la Sagrada
Comunin.
El Padre O'Leary regres a la celda de Claudio. Claudio se arrodill en un
lado de las rejas, el sacerdote se arrodill en el otro, y juntos rezaron
mientras el reloj segua marcando la hora hacia la ejecucin de Claudio.
Quince minutos antes de la ejecucin, el Jefe de la Crcel subi corriendo las
escalas gritando, Perdn oficial, perdn oficial, el Gobernador ha dado un
perdn por dos semanas!
Claudio no se haba dado cuenta de que el Gobernador y el Abogado del
distrito estaban tratando de parar la ejecucin para salvarle su vida. Cuando
Claudio se dio cuenta, empez a llorar. El sacerdote y el Jefe de la Crcel
pensaron que esta era una reaccin de alegra porque el ya no iba a ser
ejecutado. Pero Claudio dijo, Hombres, ustedes no saben. Y padre, usted no
sabe. Si ustedes alguna vez miraran en el rostro de Ella, y miraran en sus
ojos, ustedes no quisieran vivir un da ms.
Claudio entonces pregunt, Que cosa he hecho errnea en estas ltimas
semanas que Dios no me permite ir a casa? Y el sacerdote dijo que Claudio
sollozaba como alguien que est descorazonado.
El Jefe de la Crcel dej el cuarto. El sacerdote permaneci all y le dio a
Claudio la Sagrada Comunin.
Finalmente Claudio se aquiet. Despus Claudio dijo, Porqu? Porqu
todava me tengo que quedar aqu por otras dos semanas?
El sacerdote tuvo de repente una idea.
Le record a Claudio acerca de un prisionero de la crcel quien odiaba a
Claudio intensamente. El prisionero haba llevado una vida horriblemente
inmoral, tambin iba a ser ejecutado a muerte.
El sacerdote dijo, Quizs Nuestra Madre Santsima quiere que tu ofrezcas
esta abnegacin de estar con ella, para su conversin. El sacerdote
continu, Porqu no le ofreces a Dios cada momento que tu ests
separado de Ella por este prisionero, para que de esta manera el no tenga
que estar separado de Dios por toda una eternidad?
Claudio se puso de acuerdo, y le pidi al sacerdote que le enseara las
palabras para hacer ese ofrecimiento.
El sacerdote lo hizo. En ese momento los nicos que saban sobre el
ofrecimiento eran Claudio y el Padre O'Leary.
Al da siguiente, Claudio le dijo al sacerdote, Ese prisionero que me odiaba
antes, pero, Oh Padre, como me odia ahora! El sacerdote le respondi,
Bueno, ese es un buen signo.
Dos semanas despus, Claudio fue ejecutado.
El Padre O'Leary cuenta, Nunca he visto a alguien ir a su muerte con mas
felicidad y gozo. Aun los testigos oficiales y los reporteros de los peridicos
estaban asombrados. Decan que no podan entender como alguien se poda
ir y sentar en la silla elctrica realmente radiante de felicidad.
Sus ltimas palabras para el Padre O'Leary fueron, Padre, yo lo recordar a
usted. Y cuando usted tenga una peticin, pdame, y yo le pido a Ella.

Dos meses despus, se lleg el momento para que el hombre de raza


blanca quien haba odiado a Claudio fuera ejecutado, el Padre O'Leary dijo,
Este fue el hombre mas sucio, la persona mas inmoral que yo haya
conocido. Su odio por Dios, por todo lo espiritual desafiaba cualquier
descripcin.
Justo antes de su ejecucin, el doctor del condado le rog a este hombre
que por lo menos se arrodillara y dijera un Padre Nuestro antes de que el
Jefe de la Crcel viniera por el.
El prisionero le escupi la cara al doctor.
Cuando l haba sido asegurado en la silla elctrica, el Jefe de la Crcel le
dijo, Si tienes algo que decir, dilo ahora.
El hombre condenado empez a blasfemar.
De repente el condenado a muerte par, y sus ojos se fijaron en la esquina
del saln, y su rostro se llen de terror absoluto.
Grit.
Volvindose hacia el Jefe de la Crcel, entonces dijo, Jefe, consgame un
sacerdote!
Ahora, el Padre O'Leary haba estado en el saln puesto que la ley requera
que un hombre del clero estuviese presente en las ejecuciones. El sacerdote
sin embargo estaba escondido detrs de unos reporteros puesto que el
hombre condenado haba amenazado maldecir a Dios si vea cualquier
sacerdote.
El Padre O'Leary inmediatamente fue hacia el hombre condenado. El saln
fue desocupado de todo el resto de gente y el sacerdote escuch la
confesin del hombre. El hombre dijo que haba sido Catlico, pero que se
haba salido de su religin cuando tena dieciocho aos debido a su vida
inmoral.
Cuando todo el mundo regres al saln, el Jefe de la Crcel le pregunt al
sacerdote, Qu le hizo a este hombre cambiar de idea?
Yo no s dijo el Padre O'Leary, yo no le pregunt
El Jefe de la Crcel dijo, Bueno, yo no voy a poder dormir si no lo s
El Jefe de la Crcel se acerc al hombre condenado y le pregunt, Hijo,
que te hizo cambiar de idea?
El prisionero respondi, Recuerda ese hombre de raza negra, Claudio, a
quien yo odiaba tanto? Pues bien, el est parado all (l seal), all en la
esquina. Y detrs de l con una mano sobre cada uno de sus hombros esta
la Madre Santsima. Y Claudio me dijo, 'Yo ofrec mi muerte en unin con
Cristo en la cruz por tu salvacin. Ella ha obtenido este regalo para ti: el de
que tu puedas ver tu lugar en el Infierno, si no te arrepientes'.
Me fue mostrado mi lugar en el Infierno, y ah fue cuando yo grit.
Este, entonces es el poder de Nuestra Seora.

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