ComunicComunicación y Cambio José Ramón Vidal

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Comunicacin y cambio Jos Ramn Vidal | IPS

La sociedad cubana comienza a transitar por un proceso de cambios de su modelo econmico, impulsados desde
las estructuras partidistas y gubernamentales, que inevitablemente tendr importantes repercusiones en lo social,
en lo poltico y en las representaciones sociales y el sistema de valores predominantes. .
No quiere esto decir que la sociedad cubana haya estado esttica, sino que ha estado cambiando mucho, sobre
todo, en los ltimos 20 aos, marcados por la crisis post derrumbe del socialismo europeo de la que no
acabamos
de
salir.
Pero lo novedoso es que ahora se anuncian transformaciones de carcter estructural y funcional del modelo
econmico, que rompen con el monopolio casi total que el Estado tiene sobre toda la actividad econmica, dan
paso a procesos descentralizadores hacia lo local e incrementan el papel de las polticas fiscales y monetarias; se
introducen cambios en la esfera jurdica que restauran el ejercicio de derechos ciudadanos que hasta ahora
dependan de la decisin de funcionarios burocrticos, entre otras importantes modificaciones.
El presidente Ral Castro ha dicho, y con toda razn, que los cambios en curso o previstos en Cuba tienen como
obstculo principal la barrera psicolgica formada por la inercia, el inmovilismo, la simulacin o doble moral,
la indiferencia e insensibilidad, y que estamos obligados a rebasar con constancia y firmeza[i].
Sobrepasar esta barrera es, sin duda, un empeo difcil y complejo porque la resistencia que ella opone a los
cambios tiene como cimientos un muy largo perodo de predominio de dogmas ideolgicos, prcticas polticas,
desconocimiento fctico de la lgica econmica y transgresiones de derechos, entre otros componentes que son
incompatibles con los reclamos y necesidades de la nacin cubana en esta hora.
Pero no hay que perder de vista que, adems de las razones que pudiramos calificar de pensamiento, de
mentalidad y de hbitos de conducta, hay intereses creados en diferentes estamentos sociales que se ven
amenazados por los cambios y que provocan resistencias activas y pasivas a estos.
Muchos recursos se han de emplear en desbrozar el camino de los cambios. Uno de ellos, de vital importancia,
es el de la comunicacin en general y el de la prensa en particular. No se debe desconocer que toda prctica
social se construye tambin simblicamente y que los cambios sociales de tal magnitud no se dan slo de arriba
abajo, sino tambin que requieren de un impulso de abajo a arriba y que, para que ello sea posible, adems de
las
decisiones
y
voluntad
polticas,
se
necesitan
estrategias
comunicativas.
Nuevas
miradas
a
la
comunicacin
Voy a compartir algunas ideas sobre el papel de la comunicacin y la prensa en el cambio social en las
condiciones de Cuba. Para ello partir del modelo comunicativo que predomina, sus expresiones prcticas y
cmo se est proyectando ante los cambios; a la vez, brindo algunas pistas para la reflexin acerca de cul
modelo y cul poltica comunicativa podra ser la ms conveniente para nuestro pas hoy.
Cuando se habla de comunicacin, lo ms usual en nuestro medio es que se evoque el modelo centrado en el
proceso de transmisin, que se concentra en la difusin de informaciones y en el despliegue de campaas
dirigidas al convencimiento sobre la bondad de ciertas ideas que parten siempre desde un centro que sabe
hacia una vasta y supuestamente homognea periferia que desconoce; as, las campaas suelen continuar
siendo una distribucin masiva de informacin estructurada desde un mismo punto de vista para cambiar
actitudes y conductas, ya que se considera la falta de informacin como la causa de ciertos comportamientos.
Sin embargo, la determinante de una conducta no es solamente el factor informacin, ni la informacin
suministrada tiene igual significado para todo el mundo, ni es la nica informacin relevante sobre el tema, ni el
nico
punto
de
vista
desde
donde
se
puede
abordar
el
asunto.

El modelo antes enunciado ha sido y contina siendo el que genera la visin predominante en la prctica
comunicativa cubana. De all los planes de difusin y las campaas que suelen ser repetitivas al extremo, al
punto
de
saturar
la
capacidad
de
atencin
y
escucha
de
los
pblicos.
Lo que est ocurriendo ahora mismo ante los cambios en curso es que, salvo algunos comentarios y reportajes
aparecidos en la prensa escrita, con ideas crticas y renovadoras, los medios se limitan a repetir los discursos y
mensajes oficiales, que ahora ciertamente son ms frecuentes. Esta tendencia es notoria en la televisin, que es
el
medio
que
ms
llega
a
toda
la
ciudadana.
Esto es el resultado de una poltica de larga data que ha constreido a la prensa a desempear un papel
defensivo y propagandstico en detrimento de otros roles sociales y polticos esenciales que debe cumplir.
Tambin es resultado de que no haya habido una poltica difana acerca del tratamiento de la informacin que
deben
hacer
pblica
las
instituciones
estatales.
Hay demasiada informacin clasificada como confidencial o secreta y, en general, la actitud de las instituciones
estatales en todos los niveles es de restriccin a la informacin, lo que provoca que el nuestro sea un Estado que
funciona comunicativamente de manera muy poco transparente ante la ciudadana. Incluso, en discursos
oficiales ha sido criticada esta poltica, la cual ha sido llamada de secretismo.
Cierto que las condiciones en el orden externo en que nuestro pas tiene que desenvolver su vida como nacin
libre e independiente, desde lo poltico hasta lo comercial y financiero, son sumamente desfavorables, preadas
de hostilidad, amenazas y agresiones, y que obligan a tener polticas defensivas en diferentes rdenes, incluidos
los
comunicativos.
Pero no es sostenible argumentar que esta realidad impide que se puedan desplegar tambin polticas
comunicativas que, con apego a los valores ticos y polticos que nos sustentan como nacin y como proyecto
histrico, puedan contribuir al libre y pleno ejercicio de la participacin ciudadana en la construccin de
consensos inclusivos sobre el pas que deseamos, que nunca va a ser el que se nos intenta imponer por intereses
ajenos y contrarios a la nacin, sino el pas justo, solidario y prspero que soamos desde los valores esenciales
que heredamos del pensamiento martiano y que la Revolucin, por su raz popular y orientacin socialista,
elev
a
la
categora
de
derecho
para
todos
y
todas.
Decir que no es posible tener polticas informativas transparentes (limitadas slo por la proteccin lgica de
reales intereses estratgicos de la nacin), ni espacios pblicos para la construccin comn de proyectos y
sentidos,
es
como
reconocer
una
derrota
ante
la
hostilidad
externa.
El argumento de que una informacin o crtica puede darle armas al enemigo no se sostiene ante la realidad
de que este no necesita para orquestar sus campaas contra la Revolucin cubana de ninguna informacin
oficial; al contrario, mientras menos pronunciamientos oficiales haya sobre un tema, se abren mayores espacios
para
la
distorsin
y
la
manipulacin.
Pese a las crticas al secretismo, se sigue reproduciendo el viejo esquema de las notas oficiales ledas con
estricto rigor en la radio o la televisin, o reproducidas en la prensa sin ni tan siquiera un titular que d cuenta
de su contenido y mucho menos un seguimiento informativo al tema, posterior a su difusin.
Inclusive es comn escuchar en calles y pasillos (esos espacios pblicos de discusin que el pueblo se da) el
criterio de que los mensajes realmente renovadores y conectados sin retrica a la realidad que vivimos son los
de Ral Castro y que no se observa, incluso en otros dirigentes y en la prensa, una real apropiacin de los
conceptos
expresados
por
el
presidente.
Es decir, existe la percepcin en muchas personas de que una parte importante de ese discurso no est siendo

acompaado debidamente, ni se est contribuyendo creadoramente a los cambios reconocidos como


imprescindibles
en
los
documentos
aprobados
en
el
VI
Congreso
del
Partido.
Si se quiere que la comunicacin sea un factor activo en los cambios, es preciso asumir otro modelo y otra
prctica comunicativa. Hay que informar, s y mucho ms de lo que se hace ahora, pero con clara conciencia de
que esta no es ms que el punto de partida de un proceso comunicativo.
Nuevas
prcticas
comunicativas
Desde la teora y la investigacin de la comunicacin que se desarrolla en diversas partes del mundo,
incluyendo la rica produccin latinoamericana, se ha superado el modelo centrado en la transmisin de
informacin, tanto en lo terico como en la prctica, incluso ms all de los fines ticos y polticos de los
medios.
Se ha ido abriendo paso un modelo que reconoce el papel de las mediaciones sociales y el carcter
potencialmente activo y crtico de los receptores y que, por lo tanto, se centra en los procesos de significacin
que acontecen en la comunicacin, tanto por parte de los emisores como de los pblicos.
Por supuesto, quienes persiguen fines de dominacin no complementan esta visin sobre la comunicacin con
conceptos y prcticas comunicativas que potencien el dilogo social, sino que recurren a tcnicas cada vez ms
sofisticadas de persuasin, manipulacin, seduccin, todas dirigidas a impedir que la gente piense, que logre
identificar sus reales intereses, o que forme la capacidad para la autodeterminacin de sus vidas, una
participacin activa en lo poltico y lo social, y que se organice para defender sus derechos.
Para eso se emplean mentiras, medias verdades, se hacen ocultamientos y silenciamientos selectivos de la
informacin, se manipulan inclusive las necesidades y deseos de las personas y hasta se roban y distorsionan
banderas
de
lucha
que
expresan
legtimos
intereses
populares.
En todo el mundo, por diversos motivos, las interacciones entre las personas es mayor y la diversidad de medios
y vas de comunicacin disponibles (digitales y tradicionales, potenciadas recprocamente) hace imposible
contener y administrar los flujos informativos. No brindar una informacin no garantiza impedir que esta fluya,
lo
que
s
es
casi
seguro
que
lo
har
con
distorsiones.
En el mundo se desarrollan mltiples tcnicas para lidiar con estas realidades y para mantener, como he
sealado antes, una alta capacidad de persuasin y manipulacin de la opinin pblica, pero no siempre estas
logran sus propsitos. El caso de varios pases latinoamericanos, donde gobiernos populares han llegado y se
sostienen en el poder con la casi totalidad de los medios de comunicacin en contra, demuestran el lmite del
poder
de
manipulacin.
Estos medios, que se han erigido como las puntas de lanza de las oligarquas nacionales, no han aprendido la
leccin. Ellos no son todopoderosos, ni la opinin pblica es una masa amorfa fcil de manipular. Se comportan
entonces, sobre todo en sus espacios noticiosos, de manera contra fctica; es decir, brindando una construccin
de la realidad que las personas pueden identificar como falsas desde sus propias vivencias cotidianas.
Pero las tcnicas de seduccin, persuasin y manipulacin no tienen nada que hacer en Cuba, donde hace ms
de 50 aos que apostamos a un proyecto emancipador y nuestra comunicacin tiene que ser consecuente con sus
valores esenciales. Seres pensantes, con capacidad crtica, con posibilidades de autodeterminacin son el
horizonte
que
buscamos.
Pero nadie nos va a creer un maana diferente que no podamos reflejar, al menos de manera incipiente en
nuestras prcticas y en nuestra comunicacin de hoy, La comunicacin para el cambio social es
necesariamente la enunciacin de propuestas portadoras de futuro, tomando en cuenta la realidad presente[ii].
Ese debiera ser el punto de partida del modelo de comunicacin cubano que, para que sea efectivo, tiene que

estar

afincado

en

nuestras

propias

caractersticas,

sin

desconocer

los

aportes

universales.

En Cuba, aunque arrastramos un colosal atraso en el desarrollo de redes digitales, hay factores que potencian la
interaccin de las personas en redes sociales no tecnolgicas. La experiencia acumulada por las cubanas y los
cubanos, en un ambiente de restriccin de la informacin, brinda alta credibilidad al rumor (cuando el ro
suena) y provoca que las personas intensifiquen sus estrategias para informarse por vas no oficiales.
Por otra parte, el nuestro es un pueblo masivamente instruido y que ha sufrido durante decenios acosos,
agresiones, privaciones y todo eso ensea y activa la creatividad y la capacidad para juzgar crticamente la
informacin que recibe de cualquier parte. Y qu bueno que sea as, esa es una capacidad de inestimable valor
en
el
mundo
de
hoy
y
del
futuro.
Sera entonces muy conveniente comenzar a comprender la comunicacin, en el entorno cubano, no como
acciones aisladas sino procesos comunicativos que pudiramos definir como el conjunto de las relaciones e
interacciones de los sujetos que son actores de estos; es decir, las instancias partidistas, gubernamentales y
empresariales,
las
instituciones
de
la
sociedad
civil
y
la
ciudadana
toda.
Estas interacciones se convierten en un factor transformador en s mismo, si logran fomentar la participacin
ciudadana sin exclusiones, para construir visiones comunes que activen las acciones a favor del horizonte de
cambios
deseados.
En la consulta popular previa al VI Congreso del Partido, como en procesos de consulta anteriores, las
instancias de direccin partidistas y gubernamentales avanzaron en la identificacin de aspiraciones, deseos y
necesidades sentidas por la ciudadana, pero la construccin de lo comn, del consenso mayoritario alrededor de
un proyecto de pas, no se puede lograr slo con consultas peridicas, sino que requiere de un permanente
dilogo social que alimente las decisiones legales y polticas, permita verificar oportunamente la pertinencia de
estas
y
ejercer
el
control
ciudadano
sobre
su
cumplimiento.
Nunca los mecanismos administrativos, legales y de direccin son suficientes para cumplir esas funciones, ni
pueden
suplantar
el
papel
de
la
ciudadana.
Sin una informacin oportuna, difana y profunda no es posible lograr una participacin calificada de las
personas en los asuntos polticos y sociales; sin una transparencia pblica de la labor de funcionarios y rganos
de gobierno, no es posible el ms mnimo control ciudadano sobre su gestin, lo que resulta indispensable en la
lucha contra la corrupcin y por el desarrollo de una verdadera cultura de participacin, que deje atrs toda
forma de paternalismo y de subestimacin de la capacidad de los ciudadanos para aportar ideas de alto valor y
para
fortalecer
su
compromiso
con
los
cambios
necesarios.
Sin una superacin radical de las distorsiones y limitaciones profundas de las polticas informativas ejercidas en
la prctica, difcilmente se logren los cambios de mentalidad reclamados. No es en cenculos cerrados donde se
van a transformar las formas de pensar y las conductas de los que cumplen funciones de direccin. No es con
discursos peridicos ni con notas de prensa oficiales que se puedan vencer esquemas, ideas errneas,
simplificaciones que estn incrustadas en las representaciones que muchas personas tienen sobre la realidad y
sobre
el
futuro
posible.
Solo con polticas informativas transparentes y el fomento de espacios pblicos de discusin, serios y
calificados, donde se escuchen ideas diversas y no un monocorde discurso con una construccin nica de la
realidad y lleno de verdades inamovibles, es que la comunicacin puede hacer una verdadera contribucin al
cambio
necesario
en
Cuba.
Todo esto nos est indicando que tiene que producirse tambin un cambio de mentalidad entre quienes trazan y
conducen las polticas informativas y una transformacin en los conceptos sobre la comunicacin y el papel de

la

prensa.

En primer trmino, hay que trazar una poltica y estrategias de comunicacin para el Partido y el Estado, que
estn regidas por el propsito de informar y de dialogar, como parte de su actividad cotidiana con la sociedad
toda.
Esto enriquece el accionar poltico de estas instituciones y facilita a la prensa y a los medios todos de
comunicacin social las condiciones bsicas para poder desempear el papel que les corresponde en la sociedad
y
hacer
as
una
contribucin
realmente
efectiva
a
los
cambios
deseados.
Tal vez sera conveniente construir un basamento jurdico que brinde un marco claro de prerrogativas y lmites a
los diferentes actores que participan en los procesos de comunicacin social en nuestro pas.
Esta legislacin podra normar las responsabilidades de las fuentes (instituciones) en el ejercicio de una
actuacin transparente, las obligaciones ante periodistas, medios y ciudadana de brindar una informacin
amplia, precisa y oportuna sobre su gestin. Y tambin, por supuesto, los lmites lgicos e imprescindibles a esa
transparencia, pero que no deben quedar a la discrecionalidad de quienes dirigen, sino pautadas por la ley.
Tambin habra que reflejar en ese cuerpo legal los derechos, las responsabilidades, las obligaciones y los
lmites
de
los
profesionales
de
la
comunicacin
y
de
los
medios.
A partir de estas condiciones bsicas, los medios cubanos podrn tener un crecimiento profesional y tico que
ample sus responsabilidades sociales y favorezca la efectividad, creatividad, atractivo y profundidad de sus
aportes. Potencialidades en trminos de valores y conocimientos hay en el sector periodstico cubano.
Existe una relacin estrecha entre polticas comunicativas y profesionalidad. Una mala poltica empobrece el
ejercicio profesional y un insuficiente desarrollo profesional hace abortar la mejor poltica. Pero el desarrollo
profesional, expresado en la aparicin de crecientes capacidades para hacer un periodismo de mayor calidad, no
se logra slo en las facultades de comunicacin, sino que resulta indispensable hacerlo crecer en el ejercicio
diario de la profesin. Habr inevitables errores, quin no los comete?, pero solo en la oportunidad de hacer,
acertando
o
errando,
es
que
se
crece
profesionalmente.
La comunicacin que contribuya efectivamente al cambio social tiene que ser una comunicacin de voces
mltiples, y el papel esencial de la prensa, aunque no el nico, es el de ser un eficaz facilitador del dilogo en el
espacio pblico. Su rol es el de articulador de saberes y sentimientos presentes, no siempre comunicados ni
conocidos
entre
actores
diversos
y
plurales.
Es muy importante que la gente escuche su propia voz, sus angustias y sus ideas en la prensa, y escuche tambin
otras voces diversas, incluidas las de las instituciones de gobierno que en dilogo fecundo van conformando un
cuadro
mucho
ms
completo
y
acabado
de
la
realidad.
Pudiera resultar de gran ayuda hacer una distincin entre aquellos medios o espacios de comunicacin que
expresan los puntos de vista oficiales del Partido y el Estado, de otros que pudieran funcionar en la lgica de la
comunicacin pblica; es decir, que aunque sean propiedad del Estado, se ponen a disposicin de los diferentes
sectores de la sociedad que quieran contribuir con sus miradas, intereses legtimos, opiniones e ideas a la
permanente
construccin
y
perfeccionamiento
del
pas.
Por otra parte, la idea de que la nica informacin de valor es la que poseen los que dirigen y que los dems,
cuando opinan o dan sugerencias, lo hacen con insuficiencia porque les falta informacin, deba ser sometida a
una reflexin crtica. Si a los ciudadanos les pudiera faltar informacin sobre un asunto relevante es porque
quienes tienen el deber de informarlo no lo han hecho, y deberan entonces proceder a rectificar su omisin en
el
cumplimiento
de
ese
deber.

Por otra parte, detrs de las opiniones e ideas de los ciudadanos hay una fuente de informacin de inestimable
valor, que es su propia experiencia de vida. Quin parezca ser el menos informado, al menos es un experto de su
vida cotidiana y esa, generalmente, es desconocida por quienes viven otra cotidianidad.
La mxima postulada por el sabio brasileo Paulo Freire de que nadie lo sabe todo y que nadie ignora todo
deba ser inscrita como una declaracin de principios en las polticas comunicacionales.
El valor del conocimiento generado en la experiencia, la posibilidad de someterlo a reflexin colectiva y
ponerlo en dilogo con otros saberes es esencial para lograr un acercamiento ms completo (aunque nunca
acabado) sobre la realidad transformada por y transformadora de los seres humanos en su actividad social.
Los medios de comunicacin pueden y deben hacer tambin importantes contribuciones a las polticas
educacionales y a las de ciencia e innovacin tecnolgica, en su papel de socializador de conocimientos; pero
requerira
de
formas
mucho
ms
atractivas
para
lograrlo.
Un factor a tener en cuenta, insoslayablemente, en cualquier poltica de comunicacin social, es el uso de las
redes digitales como medios que potencialmente son interactivos y, por lo tanto, facilitadores del dilogo.
Son recursos que pueden romper el viejo esquema emisor - receptor porque permiten a quin se conecte, en
primer lugar, ser un participante activo en la bsqueda de informacin y, adems, porque le da la posibilidad de
convertirse en un emisor de informacin. Pero ello requiere de formacin no solo en lo referente al manejo
instrumental de los equipos, sino tambin del desarrollo de una cultura y capacidades de pensamiento para
acceder,
procesar
y
generar
informacin.
Puede decirse que esas capacidades forman parte de una completa alfabetizacin en nuestra poca. Esto indica
la urgencia e importancia de continuar haciendo todos los esfuerzos para lograr el acceso creciente de cubanos y
cubanas a estas redes. De lo contrario, se est comprometiendo el crecimiento de uno de los recursos esenciales
para
el
presente
y
el
futuro
del
pas,
que
es
el
conocimiento.
Hay otras claves comunicativas insoslayables. Una de ella es la de convertir los valores y las ideas abstractas en
aspectos palpables, que puedan ser verificados y reconocidos como familiares por todas las personas, porque no
estn sacadas descontextualizada ni dogmticamente de un libro, sino incrustadas en las prcticas sociales.
Ya Freire nos haba advertido que no hay palabra verdadera que no sea la unin inquebrantable entre accin y
reflexin y, por ende, que no sea praxis. De ah que decir la palabra verdadera sea transformar el mundo. La
palabra inautntica, por otro lado, con la que no se puede transformar la realidad, resulta de la dicotoma que se
establece entre sus elementos constitutivos. De tal forma que, privada la palabra de su dimensin activa, se
sacrifica tambin, automticamente, la reflexin, transformndose en palabrera, en mero verbalismo.[iii]
Otra clave que no debe ser desconocida es la necesidad de que la prensa utilice fuentes diversas. Es sumamente
nocivo hacer uso slo de algunas fuentes, generalmente de instituciones oficiales, lo que convierte el poder de la
palabra en la palabra del poder. Eso empobrece no slo a la prensa, sino tambin a la poltica, y puede derivar
en
un
monlogo
con
pocos
odos
receptivos.
Igualmente, el lenguaje de nuestra comunicacin pblica y de nuestra prensa tiene que despojarse de los
cdigos burocrticos que la han penetrado; es necesario renovar, creadoramente, la forma de hablar y de escribir
para estar ms cerca de las personas y poder expresar, adems, su propio pensamiento. El factor esttico en
nuestros productos comunicativos debe ser cuidado con esmero; lo bello comunica mejor, lo que agrada a los
sentidos
alimenta
al
alma
y
favorece
la
disposicin
al
dilogo.
En
sntesis

Las transformaciones que han sido identificadas como imprescindibles hacer en Cuba hoy, y otras que se
identificarn en el propio curso de los cambios, requieren de un adecuado y coherente diseo y ejecucin de los
procesos comunicacionales a escala social. Pero parece ser indispensable el repensar con profundidad y audacia
las prcticas comunicativas que han predominado en el ejercicio de la comunicacin oficial.
Parece que es til dotar al entorno comunicacional cubano de un marco legal donde los diferentes actores de los
procesos de comunicacin social tengan bien definidos sus derechos, obligaciones y responsabilidades, de tal
manera que las polticas de informacin para las instituciones estatales y el desempeo de la prensa no queden a
merced de interpretaciones coyunturales ni atrapadas en las lgicas del secretismo y el propagandismo.
Sera de gran ayuda en este proceso de reflexin sobre el papel de la comunicacin y la prensa estudiar los
aportes contemporneos de las teoras y la investigacin de la comunicacin y las prcticas comunicativas que
parten de un horizonte tico emancipador, consecuente con el horizonte socialista que gua a la Revolucin
cubana.
En esas transformaciones de la comunicacin se debiera avanzar hacia un ejercicio transparente de las
instituciones estatales y hacia una prensa que informe desde fuentes diversas y que propicie el dilogo social en
el espacio pblico, sin que ello impida, por supuesto, que cumpla otras funciones de diverso carcter, entre ellas
las
derivadas
de
sus
responsabilidades
con
la
seguridad
nacional.
Resultara de utilidad distinguir entre los medios que expresan las posiciones del Estado y el Partido y el resto
de los medios definidos como pblicos y que, como tales, deben ser portavoces de los diferentes segmentos
sociales y actuar dentro del proyecto pas en su conjunto, no solo desde las visiones oficiales. Esto ayudara,
adems, a un tratamiento ms variado y matizado de la informacin internacional, ya que no comprometera la
poltica
exterior
del
pas.
La prensa puede servir con efectividad a los cambios necesarios en la sociedad cubana, pero si no desconoce las
claves de una comunicacin comprometida tica, poltica y comunicativamente con los conceptos y visiones
que el pensamiento crtico revolucionario ha ido acumulando hasta nuestros das.
Notas:
[i] Ral Castro, Discurso de clausura del sptimo perodo de sesiones de la VII Legislatura de la Asamblea
Nacional
del
Poder
Popular,
1
de
agosto
de
2011.
[ii] El cambio social como accin transformadora. Washington Uranga, p.40, En: Comunicar para el cambio
social,
Buenos
Aires
2004.
[iii] Paulo Freire: La esencia del dilogo. En: Qu es la Educacin Popular?, en Martha Alejandro, Mara
Isabel Romero y Jos R. Vidal, compiladores, Editorial Caminos, La Habana, p. 87, 2008.

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