Analisis de La Historia de La Locura
Analisis de La Historia de La Locura
Analisis de La Historia de La Locura
lado los enunciados que han constituido a la locura desde el saber disciplinario, que es
justamente el que ha constituido a sta como un objeto y ha hablado en su nombre. Para
llevar a cabo esta historia de la locura, Foucault establece una cronologa de los
momentos mayores por los que ha atravesado este objeto -objeto terico y prctico; de
conocimiento y manipulacin- a lo largo del proceso de su paulatina constitucin como
tal, hasta adoptar la forma moderna que hoy tiene. Se trata, pues, de establecer cunto
hay de herencia -y qu es lo que con l se hereda exactamente- en el concepto de locura:
su superficie de emergencia y la cadena de transformaciones a las que estuvo sometido
hasta alcanzar su estatuto actual.
Foucault distingue, respecto a la locura, cuatro formas de conciencia
irreductibles; formas que se dan con diferente grado de presencia a lo largo de toda la
modernidad y que son solidarias y suficientes: subsisten irreductibles la una a la otra,
claramente diferenciadas, pero articulndose en relacin ntima entre s -como los
diferentes elementos que componen un mismo gesto: en el encierro y la exclusin. Dir
Foucault que la primera conciencia de la locura es la conciencia crtica, esta es la que la
reconoce y la designa sobre el fondo de lo razonable, de lo reflexionado, de lo
moralmente sabio; conciencia que se entrega por completo en su juicio, desde antes de
la elaboracin de sus conceptos; conciencia que no define, que denuncia. En (este)
punto an inicial, la conciencia de la locura es segura de s misma, es decir, de no estar
loca (Ibd.: 259). Luego tenemos una conciencia prctica de la locura: aqu la
separacin no es virtualidad ni virtuosismo de la dialctica. Se impone como una
realidad concreta porque es dada en la existencia y en las normas de un grupo; pero,
ms an, se impone como eleccin inevitable, puesto que hay que estar de este lado o
del otro, en el grupo o fuera del grupo. No es una conciencia perturbada por haberse
comprometido en la diferencia y la homogeneidad de la locura y de la razn; es una
conciencia de la diferencia entre locura y razn, conciencia que es posible en la
homogeneidad del grupo considerado como portador de las normas de la razn (Ibd.:
260). Existe, del mismo modo, una conciencia enunciadora de la locura, que da la
posibilidad de decir en lo inmediato, y sin ninguna desviacin por el saber: aqul es un
loco. No es aqu una cuestin de calificar o descalificar a la locura, sino solamente de
indicarla en una especie de existencia sustantiva; hay all, ante la mirada, alguien que
est irrecusablemente loco (Ibd.: 261-262). Por ltimo, existe una conciencia analtica
de la locura, como una conciencia desplegada de sus formas, de sus fenmenos, de sus
modos de aparicin. La locura no es all ms que la totalidad al menos virtual de sus
fenmenos; no extraa ms peligro, no implica ms separacin; no presupone otro
retroceso que cualquier objeto de conocimiento. Esta forma de conciencia es la que
funda la posibilidad de un saber objetivo de la locura.
El siguiente cuadro, presenta una sntesis de lo antes descrito en relacin a estas
cuatro conciencias acerca de la locura que componen la poca clsica.
CONCIENCIA
CRTICA
DIALCTICA
CONCIENCIA
PRCTICA
PARTICIN RITUAL
Seala el compromiso de
un pensamiento con
unos valores elementales
que se establecen como
su suelo o fundamento.
Seala el compromiso
del pensamiento con las
normas del grupo.
Es la CONCIENCIA
que DENUNCIA
Es la CONCIENCIA
que EXCLUYE
CONCIENCIA
ENUNCIATIVA
RECONOCIMIENTO
LRICO
CONCIENCIA
ANALTICA
SABER
Es la CONCIENCIA
que (SE) RECONOCE
Es la CONCIENCIA
que CONOCE
Estas cuatro formas de conciencia ejercen, cada una de ellas una mirada
especfica, segn un sesgo determinado, y, entre las cuatro, instalan a la locura como
objeto. A partir de estas modalidades, de sus momentos hegemnicos, de sus oscuros
intercambios, de sus solapamientos es que Foucault trazar la historia de la locura
-historia de la experiencia que de la locura hizo el clasicismo y de las transformaciones
que debieron operarse sobre dicha experiencia para que se convirtiera en lo que hasta
hoy la locura es.
Una imagen especialmente rica en connotaciones le sirve a Foucault para
caracterizar el modo de existencia de la locura durante el renacimiento. Las Naves de
los Locos. Indica en su relato que un objeto nuevo acaba de hacer su aparicin en el
paisaje imaginario del Renacimiento; pronto ocupar un lugar privilegiado: es la Nave
de los Locos, extrao barco ebrio que se desliza a lo largo de los tranquilos ros de
Renania y los canales flamencos (Ibd.: 20-21). La aparicin de este nuevo objeto
seala el comienzo del fin de la locura, en su existencia inocente, ligada al orden de lo
sobrenatural. Con las Naves de los Locos, la locura empieza a surgir como objeto
especfico, efecto de una prctica muy determinada que comienza a articularse: la
exclusin. Los locos son abandonados a su suerte en una serie de barcazas que recorren
los ros en siniestro peregrinaje. Toda una imaginera designa esta prctica, que se ir
descarnando progresivamente: el tema del Peregrinaje, el Pasaje, el Viaje Inicitico por
medio del cual se consigue, o se recobra, el perdn, la virtud, el saber. Tambin la figura
simblica del agua presta sus prestigios a este nuevo modo de gestin de la locura. El
agua casi siempre asociada a la sabidura y el misterio; lugar de nacimiento para el
psicoanlisis, espacio de renacimiento segn el cristianismo: bautismo o diluvio.
Imagen tambin de la locura como manifestacin en el hombre de un elemento oscuro y
acutico, el agua agrega la masa oscura de sus propios valores; ella lo lleva, pero hace
algo ms, lo purifica (Ibd,: 25). El renacimiento dispondr de una gran cantidad de
temas mticos para enmascarar, bajo el peso de su fascinacin, ese nuevo objeto que se
ofrece a la atencin temerosa de las gentes. Pero, de qu es sntoma esta repentina
prctica de exclusin que se cierne sobre la figura del loco con el hundimiento del
Cosmos Gtico? De qu es sntoma esta repentina irrupcin de la locura como tema
literario e iconogrfico? Una constatacin que realiza Foucault puede servir de indicio
para apuntar a una respuesta: La sustitucin del tema de la Muerte por el tema de la
Locura: la sustitucin del tema de la locura al tema de la muerte no seala una ruptura,
sino ms bien una torsin en el interior de la misma inquietud. Se trata an de la nada de
la existencia, pero esta nada no es ya considerada como un trmino externo y final, a la
vez amenaza y conclusin; es sentida desde el interior como la forma continua y
constante de la existencia. Ya no es el fin de los tiempos y del mundo lo que
retrospectivamente mostrar que los hombres estaban locos al no preocuparse de ello;
es el ascenso de la locura, su sorda invasin, la que indica que el mundo est prximo a
su ltima catstrofe, que la demencia humana llama y hace necesaria (Ibd.: 32-33). En
El Jardn de las delicias (Museo del Prado, Madrid) (El Bosco, 1503-1504).
La otra en el Universo de lo decible, establece un discurso irnico acerca de la
locura (Erasmo) en el que se manifiesta una conciencia crtica: Sin duda, tiene algo que
ver con los caminos extraos del saber. Pero si el saber es tan importante para la locura,
no es porque sta detente sus secretos; es por el contrario, el castigo de una ciencia
desarreglada e intil. Si es la verdad del conocimiento, es porque este es irrisorio, y en
lugar de dirigirse al gran libro y las discusiones ociosas; la ciencia desemboca en la
locura por el mismo exceso de las falsas ciencias. Por otro lado, dir Foucault, que lo
que anuncia el saber de los locos, puesto que es un saber prohibido, sin duda predice a
la vez el reino de Satn y el fin del mundo; la ltima felicidad es el supremo castigo; la
omnipotencia sobre la tierra y la cada infernal (...) El mundo zozobra en el furor
universal. La victoria no es de Dios ni del Diablo, es de la locura (Ibd.: 40-41). Ocurre
en este momento una separacin relevante del elemento trgico, que se poda encontrar
en la poca medieval y el elemento crtico, propio de la poca clsica, las figuras de la
visin csmica y los movimientos de la reflexin moral, el elemento trgico y el
elemento crtico, en adelante irn separndose cada vez, abriendo en la unidad profunda
de la locura una brecha que nunca volver a colmarse. Por un lado habr una Nave de
los locos, cargada de rostros gesticulantes, que se hunden poco a poco en la noche del
mundo, entre paisajes que hablan de la extraa alquimia de los conocimientos, por otro
lado, habr una Nave de los locos que forme para los sabios la Odisea ejemplar y
didctica de los defectos humanos (Ibd.: 48-49). Durante el Renacimiento se realizan
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y primera del movimiento por el cual la verdad del hombre pasa al lado del objeto y
deviene accesible a una percepcin cientfica. El hombre no deviene natura por s
mismo ms que en la medida en que es capaz de locura. Esta, como paso espontneo a
la objetividad, es momento constitutivo en el devenir objeto del hombre. Es a travs de
la locura que el hombre incluso en su razn podr devenir verdad concreta y objetiva a
sus propios ojos. De hombre a hombre verdadero, el camino pasa por el hombre loco.
Camino cuya geografa exacta no ser nunca dibujada por el pensamiento del siglo XIX,
pero que ser recorrido sin cesar. La paradoja de la psicologa positiva del siglo XIX
es que no fue posible ms que a partir del momento de la negatividad: la psicologa de
la personalidad gracias a un anlisis del desdoblamiento; psicologa de la memoria por
las amnesias; del lenguaje por las afasias; de la inteligencia por la debilidad mental. La
verdad del hombre no se dice ms que en el momento de su desaparicin; no se
manifiesta, sino cuando se ha convertido en otra que ella misma.
Con este desplazamiento, la locura cobra una dimensin que desde finales del
Renacimiento, haba estado ausente: recupera la palabra. Esa locura que, consolidada
como objeto de conocimiento, detenta en algn modo la verdad del hombre (hasta el
punto de que es por referencia a ella que el hombre alcanza su objetividad para el
saber), recobra bajo un modo especfico la palabra. Lenguaje en el cual ya no se
transparentan las figuras invisibles del mundo, sino las verdades secretas del hombre. La
locura (la locura del hombre, el hombre, en definitiva) no puede ser objeto de
conocimiento sin, por el mismo movimiento, hacerse presente como objeto de
reconocimiento: el hombre ya no puede mirar hoy la locura objetivamente sin que esta
mirada le devuelva una imagen objetivada de s mismo; sin reconocerse a travs de ella
como objeto. Hoy se observa (al loco) con, a la vez, ms neutralidad y ms pasin. Ms
neutralidad porque en l van a descubrir las verdades profundas del hombre, estas
formas dormidas en las que nace lo que l es. Y ms pasin, tambin, porque no se
podr reconocerle sin reconocerse, sin escuchar en uno mismo cmo ascienden las
mismas voces y las mismas fuerzas, las mismas luces extraas.
BIBLIOGRAFA:
1.- Deleuze, G. (1987): Foucault. Barcelona: Paids.
2.- Foucault, M. (2000): Historia de la locura en la poca clsica. Tomo I y II.
Mxico: FCE.
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