08 Libro Cyts
08 Libro Cyts
08 Libro Cyts
P o n e n c i a s d e l s e m i n a r i o r e a l i z a d o e n a g o st o d e 2 0 0 8
o r g a n i z a d o p o r e l C e n t r o C u l t u r a l d e Esp a a
Hortensia Campanella
DIRECTORA
Enrique Mrak
Director del rea de Actividades Acadmicas
HORTENSIA CAMPANELLA
DIRECTORA
Directora
Hortensia Campanella
Director del rea de Actividades Acadmicas
Enrique Mrak
Gestin Cultural
Victoria Estol
Cristina Snchez
COORDINACIN DEL SEMINARIO
Alejandro Schmidt
ASISTENCIA TCNICA
Pablo Amndola
Correccin de te x tos
Ana Cencio
PROGRAMA
C o n f ere n cia
Construccin poltica e institucional de una cultura tecnolgica: el desarrollo
nuclear en la Argentina
Prof. Diego Hurtado (Argentina)
Me s a redo n da
Innovacin y desarrollo tecnolgico
Generacin de valor en la investigacin cientfica.
Una propuesta generada en Uruguay
Dr. Hamlet Surez
Innovacin y Desarrollo Tecnolgico hacia el futuro del Uruguay
Dr. lvaro Mombr
Investigacin e innovacin en el rea Tecnolgica, algunas experiencias
Ing. Rafael Canetti
Me s a redo n da
Desarrollo tecnolgico y ciencias sociales. Una visin desde la economa: la innovacin
tecnolgica como motor de transformacin de las estructuras productivas
Ec. Luca Pittaluga
La transversalizacin de gnero en Chile: la divisin digital entre las
burocracias expertas y los espacios deliberativos
Dra. Ana L aura Rodrguez Gust
Psicofrmacos bajo la mirada de los estudios de Ciencia, Tecnologa y Sociedad
Lic. Andrea Bielli
Me s a redo n da
Tecnologas de la informacin y comunicacin en la sociedad del conocimiento.
Algunos resultados sobre el Proyecto CEIBAL
Ing. Juan Grompone
Las Tecnologas de la Informacin y la Comunicacin para el desarrollo en
Amrica Latina. Elementos conceptuales para un enfoque complejo
MA. Ana Laura Rivoir
Desarrollo, Desigualdad y Tecnologas de la Informacin y Comunicacin (TIC) en
Uruguay: el rol de las polticas pblicas
MA. Martin Rivero
NDICE
11.
37.
67.
Judith Sutz
construccin poltica e institucional de una cultura
tecnolgica: el desarrollo nuclear en la Argentina
Diego Hurtado
101.
Hamlet Surez
113.
lvaro Mombr
127.
149.
Luca Pittaluga
la transversalizacin de gnero en Chile: la divisin digital
entre las burocracias expertas y los espacios deliberativos
165.
Andrea Bielli
183.
Juan Grompone
201.
217.
eulalia.psedeno@cchs.csic.es
Profesora de Investigacin en Ciencia, Tecnologa y Gnero en el Departamento de Ciencia, Tecnologa y Sociedad del Instituto de Filosofa del CSIC (Espaa) y catedrtica de Lgica y Filosofa de la Ciencia. Ha sido
profesora o investigadora en la Universidad de Barcelona, en la U. Complutense de Madrid, en la de Cambridge (Reino Unido) y en la de California en Berkeley, entre otras.
Ha sido presidenta de la Sociedad de Lgica, Metodologa y Filosofa de la Ciencia en Espaa (de 2000 a
2006), Vicepresidenta de AMIT (asociacin de Mujeres Investigadoras y Tecnlogas (2001-2006). Ha sido
directora General de la Fundacin Espaola para la Ciencia y la Tecnologa (FECYT) desde octubre de 2006
a julio de 2008. Es miembro del Consejo Asesor de la Red-Ctedra de Mujeres, Ciencia y Tecnologa en Latinoamrica (desde octubre, 2005) y vocal del Consejo Editorial de la Fundacin Carolina. Ha sido coordinadora adjunta del rea de Filologa y Filosofa de la ANEP desde marzo de 2005 hasta octubre de 2006 y ha
participado en diversas comisiones de expertos del MEC, la FECYT, la ANEP, la European Science Foundation, el MEC de Argentina y la Secretara de Estado de Igualdad del Ministerio de Trabajo y AASS. Pertenece
a diversos comits cientficos de varias revistas espaolas e internacionales.
Ha publicado y editado diversos libros y artculos entre los que destacan El rumor de las estrellas (Madrid,
1986), Filosofa de la ciencia y feminismo: interseccin o convergencia? (Isegora, 1995), Factores contextuales, tecnologa y valores. Desde la periferia? (Mlaga, 1998), STS and the missing factor Nueva
York, 2000), Ciencia y gnero (Madrid, 2000), Las mujeres en el sistema de ciencia y tecnologa. Estudios
De casos (Madrid, 2001), Ciencia y Filosofa, una nueva mirada (Tenerife, 2002), La percepcin pblica
de la ciencia y la tecnologa desde la perspectiva de gnero (Madrid, 2003), Ensenyar en un mon cientfic
i tecnolgic (Barcelona, 2004), Una ciencia, de quin y para quin? (Mxico, 2005), Sexos, gneros y
otras especies: diferencias sin desigualdades (Sevilla, 2006), Objetividad, evaluacin por pares y valores
(Madrid, 2006), Gender in stem cells research (Granada, 2006), Igualdad y equidad en ciencia y tecnologa: el caso iberoamericano (Madrid, 2008).
10
. En Prez Sedeo, 2005, 2005a, 2008 y (en prensa) he analizado y criticado estas ideas.
11
radical, Mannheim pensaba que el contexto histrico y social no solo influye en el pensamiento,
sino lo forma: la epistemologa es el producto de las formas sociales y vara de poca en poca. A pesar de todo, como muchos socilogos clsicos del conocimiento, consideraba que la
lgica, las matemticas y las ciencias naturales estaban excluidas de ese influjo histrico social.
Dicho de otro modo, pensaba que estaban libres de lo que l denominaba la determinacin
existencial.
La sociologa de la ciencia clsica, representada por Robert K. Merton y su escuela, no se
centra en el conocimiento en general, sino en la ciencia. La sociologa mertoniana se ocupa de
los procesos de institucionalizacin y funcionamiento de las comunidades de cientficos, es decir
es una sociologa externa en la medida en que no realiza el anlisis sociolgico de los contenidos
internos de los productos cientficos sino solo de sus aspectos sociolgicos externos. En el anlisis
que hace Merton de la ciencia como institucin social, enuncia el sistema de normas que caracterizan el ethos cientfico (esto es, su carcter, su genio), lo que se ha denominado los CUDEOS:
Comunitarismo o comunismo, Universalismo, Desinters y Escepticismo organizado.
El comunitarismo significa que el conocimiento es compartido por toda la comunidad;
dicho de otro modo, la norma del comunitarismo exige que los frutos de las ciencias sean considerados como conocimiento pblico. Y eso se aplica a todas las prcticas relacionadas con la
comunicacin de los resultados de la investigacin a otros cientficos y estudiantes (eso luego
se ampliar a la sociedad en general). La norma del universalismo exige que las contribuciones
a la ciencia no se rechacen por razn de raza, nacionalidad, religin, sexo, estatus social u otro
criterio supuestamente irrelevante. Obsrvese que estas normas se aplican a personas, no a
ideas. No se refiere a la sustancia intelectual de la comunicacin, sino al contexto social del que
proceden. Segn esta norma, el prejuicio de gnero, por ejemplo, est prohibido: las aportaciones de las mujeres cientficas deben ser valoradas exactamente mediante los mismos criterios
que los que se aplican a los hombres y no deberan ser rechazadas por razn de gnero o sexo.
Hay que observar tambin que, como sucede con los Diez Mandamientos, es una norma esencialmente negativa. Dice que no hay que poner obstculos sociales al mrito cientfico potencial.
De ese modo se favorece el principio de que la ciencia es una carrera de meritoriaje, es decir,
abierta a las personas que tienen talento, sean estas de cualquier sexo, raza, etc. Pero no dice
nada acerca de cmo corregir las consecuencias de las injusticias cometidas en el pasado. Por
ejemplo la ciencia clsica o acadmica no tiene forma de cuantificar los prejuicios ideolgicos
contra las teoras o programas de investigacin feministas en una comunidad cientfica predominantemente masculina.
. Ideologa y utopa, pgs. 261 y siguientes. Algo que luego retomara en algunas de sus tesis Mary Hesse en Scientific
Knowledge Socialized.
. Ibdem.
. Merton , 1973, 1980. Para un anlisis exhaustivo, vase Ziman 2000.
. Los estudios en este sentido son muchos, pero vase, por ejemplo, Slocum, 1975, Bleier, 1984, Longino, 1990,
Schiebinger, 1999, Gmez, 2004, Martnez Pulido, 2003, 2004, 2006, Prez Sedeo, 2006, 2008.
12
La idea de que la ciencia debe ser desinteresada y humilde significa que al cientfico no le
deben guiar otros intereses que el de la bsqueda de la verdad, sin que le importe su situacin
o su prestigio. En los artculos que dan cuenta del trabajo de los cientficos se aprecia esa humildad y ese desinters. Pero esta es la forma, el estilo, en que se presentan las comunicaciones
cientficas formales, ya sean escritas u orales: la voz es neutral, impersonal, pasiva. El autor se
presenta a s mismo, un hombre, un instrumento incorpreo que observa objetivamente o que
hace deducciones lgicas y que est moralmente distanciado de los hechos o argumentos que
presenta, pues sus aspectos sociales, ticos, etctera, son irrelevantes para el objetivo principal, a saber la bsqueda de la verdad. La direccin del autor que aparece en el trabajo puede
indicar que est al servicio de una compaa con intereses en determinado campo de investigacin, pero debe evitar que en sus textos aparezcan implicaciones que conecten la investigacin
con los intereses de la empresa. El ethos cientfico supone que la investigacin acadmica est
desarrollada principalmente por cientficos acadmicos cuya forma de vida no depende directamente de las aplicaciones materiales de sus actividades. Por cierto que la falta de honestidad
se supone que se castiga de la forma ms severa.
Por ltimo el escepticismo se muestra en muchas prcticas acadmicas y cientficas, como
el debate pblico y la revisin crtica. Los cientficos se diferencian de otras personas en que
constantemente se les presentan nuevas observaciones y teoras relevantes para su investigacin. Pero como se apoyan en el trabajo de otros, no depende del todo de sus propios juicios. Es
decir, ningn cientfico tiene el conocimiento experto necesario para decidir qu hay que elegir
y qu rechazar. Los procedimientos sistemticos para el escrutinio de los objetivos de su investigacin son una caracterstica esencial de la ciencia. La investigacin original es difcil y no es
fcil alcanzar resultados completamente convincentes. Por eso el escepticismo acerca de los
descubrimientos est, por lo general, bien justificado, pero no es un escepticismo general, sino
un escepticismo organizado, o tambin podramos denominarlo crtica informada.
Naturalmente estos CUDEOS plantean muchos problemas, algunos ya insinuados, pues
constituyen una idealizacin del buen cientfico y presentan bastantes ambigedades, por
ejemplo, la ambivalencia de los cientficos en ocasiones de fraudes, plagios, etctera, o la deteccin de contravalores (secretismo, particularismo, intereses y dogmatismo). Y, en especial,
las traiciones a la norma del universalismo. Efectivamente, los mertonianos, cuando analizan las
pautas de estratificacin social en la vida cientfica identifican alguna de estas traiciones, como
el efecto Mateo: a quien ms tiene ms se le dar y al que menos tienen menos se le dar. Aunque no identifica otros, como el efecto Matilda, trmino acuado por la historiadora Margaret
Rossiter (en honor de la activista abolicionista y sufragista Matilda J. Gage), para identificar la
situacin social de las mujeres cientficas que reciben menos crdito y reconocimiento por su
trabajo cientfico que el que les correspondera por un examen objetivo de su trabajo.
. El anlisis de Weneras y Wold (1997) sobre el sexismo en la evaluacin por pares, marc un hito. Sobre esta cuestin,
vase tambin Prez Sedeo 2007.
13
Resumiendo, existe comunitarismo, cuando sistemticamente se les ha negado el conocimiento a las mujeres? Universalismo, cuando se aplica un rasero distinto a los logros de
hombres y mujeres? Desinters, cuando se formulan una y otra vez teoras supuestamente
cientficas que pretenden apoyar y mantener las desigualdades? Tienen igual autoridad las
mujeres y los hombres en la ciencia?
Tambin ha habido crticas ms o menos profundas a esta concepcin de la ciencia desde
la filosofa y la historia de la ciencia. Pero la publicacin, en 1962, de The Structure of Scientific
Revolutions de T.S. Kuhn produjo una conmocin en la filosofa de la ciencia. Sus crticas, as
como las de otros historiadores y filsofos como S. Toulmin, N. R. Hanson o P. K. Feyerabend,
apuntaban, en un principio, a una limitacin de la filosofa de la ciencia, a saber, su exclusiva
dedicacin a la parte esttica de la ciencia, dejando a un lado un aspecto fundamental: su desarrollo, su historia. Tambin los supuestos empiristas fueron objeto de sus ataques. La idea de
que todas las ciencias que se ocupan de la realidad tienen una base emprica-observacional es
fundamental para la justificacin de las hiptesis o teoras; a ello se aada la distincin, supuestamente clara, entre lenguaje terico y observacional, intentndose explicar aquel en trminos
de este, el nico comprensible y fiable. Pero la evidencia emprica no basta para determinar
la verdad o falsedad de una hiptesis (excepto en casos triviales), pues, como bien sealara
Hanson, no hay un observador neutral, alguien que no observe con los ojos de una teora. Esta
constatacin conduce a la infradeterminacin de las teoras cientficas: dada cualquier teora o
hiptesis siempre se pueden formular un cierto nmero de teoras o hiptesis alternativas que
sean empricamente equivalentes a la primera, aunque las explicaciones causales del fenmeno
en cuestin propuestas sean incompatibles. La tesis de la infradeterminacin de las hiptesis o
teoras tiene consecuencias muy profundas. Por ejemplo, puede afectar a las decisiones sobre
qu constituye un problema cientfico-tecnolgico legtimo; en la eleccin de qu tipos de datos
son relevantes; en la inferencia de conclusiones, hiptesis y teoras a partir de los datos recogidos; en decisiones respecto de desarrollos tecnolgicos viables, cmo regularlos y gestionarlos.
Dicho de otro modo, puede conducir a la incertidumbre estructural en la toma de decisiones
sumamente importantes, tanto en la investigacin como en poltica cientfico-tecnolgica, sobre
asuntos de inters general y con amplias repercusiones sociales.
En el caso de la historia de la ciencia, la publicacin de los trabajos de Thomas S. Kuhn,
entre otros, tambin supuso un duro golpe al acumulativismo e internismo. Y tanto la historia
como la sociologa de la ciencia dieron un giro radical con el desarrollo del denominado programa fuerte de la sociologa del conocimiento cientfico (desarrollado por Barry Barnes, David
Bloor o Steven Shapin), el EPOR (empirical programme of relativism) iniciado por Harry Collins,
o la etnometodologa de Bruno Latour y Steve Woolgar.
El programa fuerte se basa en una interpretacin radical de Kuhn y mantiene que hay que
estudiar la ciencia como un proceso natural en el que las decisiones se toman por causas naturales psicolgicas, sociolgicas, no por razones ideales. Segn l, el conocimiento no es algo
objetivo o verdadero, sino que est socialmente construido en funcin de intereses sociales. Y
14
se basa en cuatro principios fundamentales: causalidad, segn el cual las explicaciones satisfactorias de episodios cientficos deben ser causales, es decir, deben centrarse en las condiciones reales o efectivas que producen creencias o estados de conocimiento; la imparcialidad,
segn el cual las explicaciones han de ser imparciales con respecto a la verdad o falsedad, la
racionalidad y la irracionalidad, el xito o el fracaso, pues ambos lados de la dicotoma exigen
explicacin; la simetra: los mismos tipos de causas han de explicar las creencias falsas y las
verdaderas, los xitos y los fracasos; y la reflexividad, principio problemtico, segn el cual las
pautas explicativas se han de poder aplicar a la sociologa tambin.
15
todos los campos de la actividad humana; segn Ortega [1939] es el conjunto de actos tendentes a la reforma de la naturaleza con vistas a que las necesidades queden anuladas por dejar de ser problema su satisfaccin y a que, en consecuencia, vivir y supervivir no sean una y
la misma cosa; para Sanmartn [1988] es la complicacin de ciertas acciones primarias en
un ser ancestral [...] que puede efectuarse [...] bajo la gua y direccin de un proceso cognitivo
que dependa de la emergencia de una mente [...] en concreto, de un proceso de diseo: de la
capacidad, expresado en otros trminos, tcnica de hacer tcnicas. Y, por ltimo, Broncano
[1988] afirma que la tecnologa es la aplicacin del mtodo cientfico a la satisfaccin de las
necesidades humanas mediante la transformacin del medio ambiente [...] significa el paso de
un modo simple de comportamiento racional a un complejo institucional en el que la planificacin, innovacin y control ya no son patrimonio de personas particulares sino en cuanto stas
forman parte de instituciones [...] no es otra cosa que un instrumento social de dominio y, a
veces, sustitucin de la naturaleza.11
Las caracterizaciones anteriores comparten, con matices, las lneas principales de la concepcin baconiana. Pero, a partir de ellas, podemos decir que hay al menos tres sentidos en que
se usa el trmino tecnologa. En primer lugar, la tecnologa es una forma de conocimiento que
contiene conceptos cientficos, datos problemticos, teora de ingeniera y habilidad tecnolgica.
Tambin utilizamos tecnologa para referirnos al conjunto de objetos fsicos tales como coches,
aspiradores u ordenadores. Pero esos objetos no son nada sin personas que sepan cmo usarlos. As pues, tecnologa tambin refiere a lo que la gente hace y a lo que sabe, forma parte de
las actividades humanas: un ordenador sin programa ni programador es un conjunto de trozos
de metal, plstico y silicio. Pero la tecnologa no tiene que ver solo con conocimiento, actividad
o construccin de artefactos. Es una institucin e incluye prcticas. Y, desde luego, resulta muy
difcil distinguir entre ciencia y tecnologa.12 Por ese motivo, diversos autores hablan de la tecnociencia, una actividad humana compleja y contextual, un proceso/producto eminentemente
social, en cuyo origen y desarrollo desempean un papel importante los factores no cognitivos
o contextuales (ideolgicos, sociales, de gnero, econmicos, religiosos...)
Una de las imgenes tradicionales de la tecnologa es la que la considera ciencia aplicada,13 es decir, que se deriva de la ciencia pura, pero sin tener nada que ver con la ciencia. Dado
que quienes mantienen esto defienden la neutralidad valorativa de la ciencia, lo que se suele
concluir es que las tecnologas en s no son buenas ni malas, sino que la bondad o maldad reside en quienes utilicen las tecnologas. Esta imagen se complementa con la concepcin de las
tecnologas como instrumentos o herramientas que sirven a infinidad de tareas. Tambin aqu
11. Las definiciones que se podran dar son muchas, pues la bibliografa al respecto es ingente. Para una seleccin
bibliogrfica vase, por ejemplo, M. Gonzlez Garca, J. A. Lpez Cerezo, y J. L. Lujn, (1996, 1997). Para las posturas
feministas ante la tecnologa, Prez Sedeo (1998).
12. Sobre la posibilidad de distinguir entre ciencia y tecnologa tambin se ha vertido mucha tinta, pero, por ejemplo,
vase el trabajo de L. Oliv (1987) o E. Agazzi (1997) en el que hace un examen y exposicin muy interesantes, aunque
su objetivo fundamental sea la dimensin tica de la ciencia.
13. Por ejemplo, Bunge (1989), (1991) Quintanilla (1989), Ziman (1984). Para una exposicin de las diversas concepciones
de la tecnologa y sus crticas , vase Gonzlez Garca, Lpez Cerezo y Lujn Lpez (1996), en especial los captulos 9
y 10 y Agazzi (1997), en especial los cap. IV, V y VI.
16
17
evidentes en la seleccin de los fines a lograr por medios tecnolgicos. El criterio instrumental,
la eficacia, enmascara esos valores. La eficacia se define como la razn costes/beneficios, por
lo que resulta fundamental cmo se contabilizan esos costes y esos beneficios. Ahora bien, habra que preguntarse para quin y de qu tipo sern esos costes o beneficios.
Los pesimistas piensan que los sistemas tecnolgicos son parte de la realidad en la que las
personas viven y trabajan, al funcionar constituyen su entorno, lo crean y lo mantienen. Ellul,18
por ejemplo, afirma que la tecnologa esclaviza autnoma e irresistiblemente todo: arte, familia, etc. Al considerar que los sistemas tecnolgicos son autnomos piensa que escapan a todo
control y son valorativamente neutros. Las tecnologas crecen segn un modelo causal pero no
dirigido a fines. Por ejemplo, la pldora se desarroll en principio para que las mujeres casadas
aumentasen su posibilidad de concebir, regulando su ciclo menstrual; nunca se pretendi ni
previ su papel en la revolucin sexual, tanto de mujeres como de hombres. Consideraciones
de ese tipo lleva a muchos a pensar que, una vez creada, una tecnologa toma vida propia. Se
puede caer as en un determinismo tecnolgico: una vez liberado el genio de la botella, es incontrolable, por lo que es mejor dejarla tapada.
La expresin poltica de esa autonoma, donde se seala que la gestin del cambio cientfico-tecnolgico debe ser dejada en manos de los propios especialistas, es algo que tiene lugar despus de la segunda guerra mundial, en una poca de intenso optimismo acerca de las
posibilidades de la ciencia y la tecnologa y de apoyo incondicional a la misma. La elaboracin
doctrinal de ese manifiesto de autonoma con respecto a la sociedad debe su origen a Vannevar
Bush, un cientfico norteamericano involucrado en el Proyecto Manhattan para la construccin
de la primera bomba atmica. El mismo mes de la explosin de prueba en Nuevo Mxico, en
julio de 1945, Bush entrega al presidente Truman el informe que Roosevelt le encargara un ao
antes: Science - The Endless Frontier (Ciencia: la frontera inalcanzable). Este informe, que traza
las lneas maestras de la futura poltica cientfico-tecnolgica norteamericana, subraya el modelo lineal de desarrollo (el bienestar nacional depende de la financiacin de la ciencia bsica y
el desarrollo sin interferencias de la tecnologa) y la necesidad de mantener la autonoma de la
ciencia para que el modelo funcione. El desarrollo tecnolgico y el progreso social vendran por
aadidura. La ciencia y la tecnologa, que estaban ayudando decisivamente a ganar la guerra
mundial, ayudaran tambin a ganar la guerra fra. Los Estados industrializados occidentales,
siguiendo el ejemplo de EEUU, se implicaran activamente en la financiacin de la ciencia bsica. Pero pronto surgiran voces discrepantes.
18
19. Tambin haba un proyecto Manhattan para biomedicina, que prevea cmo adaptar al mundo posblico el trabajo
que se haba hecho bajo condiciones de extrema seguridad. No solo contemplaba cmo continuar las prometedoras
investigaciones que se haban iniciado durante la guerra, sino su adaptacin al mundo civil, estableciendo disciplinas
mdicas y acadmicas en fsica mdica, biofsica y medicina nuclear; as como el desarrollo de instrumentacin biomdica,
radiofarmacutica y con radio-istopos como parte de un esfuerzo por crear la infraestructura de una industria nuclear
biomdica autosostenible (Lenoir y Hays, 2000, Prez Sedeo, 2007).
20. Todas estas son caractersticas sociales que estn bien articuladas en las ciencias paradigmticas (fsica, qumica
y biologa), aunque algo menos en las ciencias sociales y las humanidades.
19
20
ciudadanos aunque cada vez menos, y que hacen uso de un modelo de organizacin basado
en el ideal de la autonoma corporativa.
La importancia crucial de la ciencia y la tecnologa en nuestras vidas y en el desarrollo econmico y social de nuestros pases, as como las preocupaciones que suscitan, ha llevado a que
los pases occidentales, y en el caso de Espaa la UE, se planteen la necesidad de la apertura a
los ciudadanos de la poltica cientfica de toda Europa esto es, la necesidad de que la ciudadana
participe en la elaboracin y puesta en marcha de las acciones pblicas, y en la construccin
del espacio europeo de investigacin desde nuevas formas de cooperacin entre los diferentes
niveles de gobierno: europeo, nacional, regional y local. A esto se le denomina gobernanza.
Segn el Diccionario de la RAE, la gobernanza es el arte o manera de gobernar que se
propone como objetivo el logro de un desarrollo econmico, social e institucional duradero, promoviendo un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado de la economa. Y
tambin es la accin y efecto de gobernar o gobernarse. Pues bien, segn el Libro Blanco de la
Comisin Europea (COM (2001) 428 final), la buena gobernanza es un conjunto de reglas y
procedimientos que influyen en el ejercicio del poder en el mbito europeo segn los principios
de apertura mediante la comunicacin activa y con un lenguaje prximo al ciudadano; participacin ciudadana en todas las fases del proceso, desde la concepcin hasta la aplicacin de las
polticas; responsabilidad clara de cada una de las instituciones legislativas y ejecutivas; eficacia
de las medidas sobre la base de objetivos claros, la evaluacin del impacto y la experiencia adquirida; y coherencia de las acciones, en particular en las polticas multisectoriales e interdisciplinares (calidad del aire, seguridad en el transporte, cuotas de pesca sostenible, etc.). A la vez
que se considera necesario reforzar los principios de la proporcionalidad y la subsidiaridad.
Todo ello se ha traducido, en el VI y VII Programa Marco, en el desarrollo del programa
Ciencia y Sociedad (2002-2006, 2007-2013), que pretende el acercamiento de la ciencia a
la sociedad fortaleciendo la conexin entre los expertos, los responsables polticos y la sociedad en el proceso de la toma de decisiones en materia de poltica cientfica y de otras polticas.
En ese sentido se han propuesto tareas sobre ciencia y gobernanza, asesoramiento cientfico,
participacin de la sociedad en investigacin y prospectiva. As mismo se plantea asegurar un
uso razonable de los avances cientficos y tecnolgicos sobre la base de la responsabilidad de
los gestores polticos y de los expertos, de la calidad de sus conocimientos y fuentes, as como
de la confianza de los agentes econmicos y sociales y de los ciudadanos. Tambin aqu se han
propuesto trabajos sobre evaluacin y gestin del riesgo, mejora de la responsabilidad, efectividad del informe experto, desarrollo del principio de cautela, sistema europeo de referencia y
tica de la investigacin Y, por ltimo, fomentar el dilogo entre la ciencia y la sociedad, para lo
que es necesario que el pblico en general reciba la informacin cientfica y tecnolgica adecuada a fin de que forme su propia opinin, sobre todo en temas donde existe percepcin de
riesgo. En este sentido, tambin se han propuesto tareas sobre nuevas formas de dilogo, el
fomento del inters de los jvenes por las carreras cientficas, el conocimiento de la ciencia por
los ciudadanos, y la plena incorporacin de las mujeres a la investigacin cientfica y tecnolgica.
Permtaseme centrarme en estos dos ltimos puntos un momento, porque son fundamentales
en las sociedades autnticamente democrticas.
21
5. Cultura cientfica
El problema de la cultura cientfica es cada vez ms relevante para el normal desarrollo democrtico en las sociedades actuales. Entre las cuestiones que suscita se encuentran la
definicin de cultura cientfica, factores que inciden en la comprensin pblica de la actividad
cientfica, caractersticas de esa actividad, o los instrumentos para su medida, en especial los
trabajos sobre percepcin pblica de la ciencia y la tecnologa.
La definicin de cultura, no en un contexto aislado sino precisamente en relacin con los
instrumentos utilizados para su medida, conlleva una serie de problemas. La valoracin de la
cultura cientfica ha sido una preocupacin constante en el seno de la Unin Europea. Desde el
momento en que la colectividad europea adquiri conciencia de sus deficiencias cientfico-tcnicas respecto a los otros dos grandes bloques, Estados Unidos y Japn (y ahora recientemente,
China), decidi promover una poltica activa para el fomento de la investigacin, el desarrollo y
la innovacin. Paralelamente, las instancias europeas se preocuparon por el desarrollo de tcnicas que permitieran establecer las relaciones entre la ciencia y el pblico, recurriendo a las
encuestas de opinin.
La eleccin de esta metodologa est asociada, en mi opinin, con la asuncin de una determinada acepcin sobre el concepto de cultura. En el Diccionario del Espaol Actual (Seco,
Andrs y Ramos, 1999) se encuentran tres acepciones de cultura:
i) como conjunto de conocimientos adquiridos por la persona, que permite desarrollar el
sentido crtico y el juicio;
ii) como instruccin o conjunto de conocimientos no especializados que se supone debe
poseer toda persona educada;
iii) como conjunto de modos de vida, conocimientos y grado de desarrollo de una colectividad humana o de una poca.
Es evidente que estas acepciones difieren en la dimensin del elemento de referencia
para su valoracin. En las dos primeras acepciones, la cultura se relaciona con los individuos,
mientras que la tercera est asociada con una dimensin colectiva (expresin de una agregacin en virtud de parmetros espaciales o geogrficos y temporales). La seleccin de la metodologa de las encuestas de opinin para medir la cultura apunta a que se escoge la medida
de la cultura en la lnea de las dos primeras acepciones, quedando plenamente descartada la
tercera acepcin.
Para tener una verdadera cultura cientfica, la sociedad debe conocer una serie de caractersticas de la actividad cientfica, que da origen a la produccin de conocimiento. Por ejemplo, su constante dinmica, el hecho de que en el conocimiento cientfico no existen verdades
absolutas sino que se generan verdades parciales, condicionadas por el objeto de esa actividad
y las tcnicas que se utilizan para la resolucin de los problemas que existen en dicho objeto, y
que la produccin de conocimiento cientfico puede dar lugar a resultados dispares que generan
controversias de diferente intensidad y duracin.
22
De acuerdo con estas caractersticas, la cultura cientfica debe estar relacionada no solo
con la disposicin de conocimiento (informacin?) sobre hechos o datos, sino que debe tener
en cuenta, reconocer, la importancia de los procedimientos, de los procesos, de la naturaleza
del conocimiento en funcin de los temas y de las tcnicas aplicadas. Ante este contexto, parece lgico concluir que la cultura cientfica es ante todo fruto de la educacin con las salvedades y limitaciones sealadas anteriormente, mientras que cabe preguntarse si la informacin
puede generar, dar lugar, a una cultura cientfica de un nivel aceptable. A la luz del presente
nivel de anlisis, cabe concluir que la informacin como transmisor, mediante seales o datos,
de elementos para formular un juicio o llegar a solucionar (o comprender) un problema puede
llegar a configurar un nivel de instruccin sobre conocimientos no especializados en personas
educadas, es decir, poseedoras de un nivel suficiente para comprender las caractersticas de
la actividad cientfica enunciadas anteriormente.
Cmo medir la cultura cientfica? Los estudios de percepcin pblica de la ciencia y la
tecnologa se originan en el mundo anglosajn, con los movimientos de Scientific Literacy (alfabetizacin cientfica) y de Public Understanding of Science (comprensin pblica de la ciencia). El
primero es un movimiento de origen norteamericano que pretende medir el grado de alfabetizacin cientfica de la sociedad, diseando encuestas en las que se preguntan cuestiones cientficas bsicas sobre hechos bien establecidos. Es decir, se plantean preguntas sobre contenidos,
sin tener en cuenta la complejidad de la actividad cientfica. Pero, como se ha sealado, la ciencia
no es solo conocimiento en el sentido de informacin, sobre hechos o datos; los procedimientos,
los procesos, la naturaleza del conocimiento en funcin de los temas y de las tcnicas aplicadas
son sumamente importantes, as como los valores sociales que en ella se expresan.
El segundo de los movimientos mencionados, fundamentalmente de origen britnico,
pretende valorar la capacidad de la sociedad para entender la ciencia, sus aplicaciones y sus
relaciones con la sociedad, por lo que sus preguntas no plantean cuestiones de contenido cientfico, sino que son de tipo social, poltico o econmico. As pues, se pone en cuestin el componente semntico ms tradicional de la nocin de cultura cientfica que se reduce al plano del
conocimiento cientfico. En efecto, nos parece ms adecuado, dado que la nocin de cultura
cientfica incorpora ya destrezas y habilidades comunicativas, lo que conlleva a perfilar un tipo
de cultura relativa tambin a las formas organizacionales de la produccin cientfica, y sobre
todo, sus interacciones, que entran tambin a formar parte de los procesos de percepcin pblica de la ciencia.
Los trabajos de percepcin pblica de la ciencia han ido tomando forma gracias al desarrollo combinado y paralelo del trabajo de los grupos de investigacin de Jon D. Miller en Estados
Unidos y de John Durant en Gran Bretaa en torno a encuestas norteamericanas y europeas. Su
nfasis en especificar dimensiones de anlisis concretas en cuestionarios comparables favoreci
que estas investigaciones se extendiesen a Europa y otros pases, de modo que en los noventa
ya comienzan a tener un nivel significativo de fundamentacin emprica.
Desde hace varias dcadas se vienen realizando encuestas peridicas sobre inters,
percepcin y opiniones pblicas acerca de la ciencia y la tecnologa en general, o aspectos
particulares de las mismas. En el mbito estadounidense, The National Science Board de la
23
National Science Foundation (NSF) elabora bianualmente el informe Science and Engineering
Indicators. Con l no solo se contina elaborando encuestas sobre actitudes pblicas hacia la
ciencia y la tecnologa, realizadas desde los aos setenta, sino que tambin se plantean estrategias y recomendaciones de promocin a incorporar en las polticas nacionales. En la experiencia europea, destaca el papel de la Comisin Europea en la puesta en marcha de marcos de
accin a travs de programas como el Forecasting and Assesment of Science and Technology
(Programa FAST). Con l se pretenda pronosticar y analizar las consecuencias de la incorporacin de nuevas tecnologas en los Programas Marco de I+D. De ah la emergencia de lneas de
anlisis especficas, como robtica o biotecnologa, en los Eurobarmetros que han medido en
los ltimos tiempos cuestiones de percepcin de la ciencia en el mbito europeo. La eleccin
especfica de la percepcin pblica de la ciencia como objeto de estudio de opinin y actitudes
mediante el Eurobarmetro de 1992 a 2003 se debe, fundamentalmente, a tres razones. En
primer lugar, las decisiones en las que influye la ciencia cada vez forman parte ms directa de
nuestros actos cotidianos, aunque sea de forma inconsciente. Adems, para que una sociedad
avanzada pueda desarrollarse y participar en las decisiones que la afectan de manera eficaz,
es imprescindible que posea una mnima cultura cientfica que se extienda horizontalmente por
toda ella. Finalmente, en la actual sociedad del conocimiento, la formacin cientfica de los ciudadanos es cada vez ms una exigencia de la democracia.
En el mbito iberoamericano, pese a que hace ms de veinte aos que se llevan realizando estudios de percepcin, hasta hace poco no se empez a hacer encuestas normalizadas con
cierta periodicidad. En ese sentido, la Organizacin de Estados Iberoamericanos y la Red de Indicadores de Ciencia y Tecnologa han promovido este tipo de estudios comparativos consiguiendo
progresivamente respaldo institucional, como el de la Fundacin Espaola para la Ciencia y la
Tecnologa (FECYT) o el Centro REDES de Argentina, entre otros. Estas tres instituciones tienen
en la actualidad un objetivo prioritario, a saber, lograr un estndar iberoamericano de indicadores de percepcin social y cultura cientfica, que est en fase de elaboracin.
En Espaa, la FECYT realiza, desde el ao 2002 y con una periodicidad bianual, encuestas
nacionales sobre percepcin pblica de la ciencia y la tecnologa que, al igual que los Eurobarmetros, contemplan de manera separada algunos temas, como biotecnologa y biomedicina
y salud. Dichas encuestas miden habitualmente tres planos distintos de la relacin del pblico
con la ciencia: grado de inters e informacin en cuestiones de ciencia y tecnologa, nivel de
conocimientos cientficos y actitudes hacia la ciencia y la tecnologa. Este tipo de encuestas
tradicionales proporciona informacin muy valiosa acerca de las tendencias generales referidas
a cmo los ciudadanos no expertos ven la ciencia y la tecnologa. Por ese motivo, esperamos
que la FECYT y otras instituciones sigan realizando este tipo de estudios, o se animen a llevar a
cabo otros especficos o sectoriales.
Sin embargo, consideramos que, para aprehender la complejidad de las relaciones entre
la ciencia y el pblico es necesario realizar otras actuaciones complementarias. Estudios de
tipo cualitativo ayudan a obtener una imagen ms rica de las relaciones entre la ciencia y los no
expertos, y por tanto, tambin pueden sugerir cmo reforzar las relaciones entre ambos mundos. La confianza del pblico en actores e instituciones y la relevancia de las investigaciones e
24
innovaciones para los intereses sociales son algunas de ellas. Estos trabajos sobre comprensin
pblica de la ciencia apuntan hacia la necesidad de crear lneas de acercamiento bidireccionales. Parte de su enseanza es que el esfuerzo por acercar la ciencia al pblico no puede ser
nicamente un esfuerzo de alfabetizacin o divulgacin, desde los expertos hacia el pblico
general. Expertos y polticos han de dialogar con la sociedad, atendiendo a sus demandas, respetando sus opiniones y escuchando sus aportaciones. Solo de esta manera podrn desarrollarse
intervenciones tecnocientficas socialmente sensibles y eficaces.
6. Mujeres y ciencia
Los estudios sobre los sistemas de I+D suelen ser parciales o incompletos, pues apenas discriminan entre las diferentes situaciones que se dan en los distintos sujetos que componen el
sistema, que quedan diluidas en las cifras globales. Pero cuando se toma en cuenta la variable
sexo la radiografa que se obtiene del sistema es diferente y ofrece indicaciones de dnde fallan
los sistemas, de modo que se pueden apuntar soluciones para favorecer la calidad y excelencia
de toda la comunidad cientfica.
El inters por la interaccin entre gnero y ciencia y por la relevancia del concepto de gnero para el anlisis de la actividad cientfica surge de investigaciones acerca del escaso nmero
de mujeres conocidas a lo largo de la historia de las ciencias y sobre las barreras institucionales
y socio-psicolgicas que han obstaculizado y siguen obstaculizando el acceso de las mujeres a
la ciencia y la tecnologa. Estas investigaciones han originado el inters por la recuperacin de
figuras femeninas olvidadas por la historia tradicional, pero tambin por la situacin real de las
mujeres en los distintos sistemas nacionales de ciencia y tecnologa.
Aunque la igualdad entre hombres y mujeres est incluida en la Carta de las Naciones
Unidas (26 de junio de 1945) y en la Declaracin Universal de los Derechos Humanos (10 de
diciembre de 1948), as como en los ms importantes convenios legales sobre derechos humanos, polticos y civiles, econmicos, sociales y culturales establecidos por las Naciones Unidas,
lo cierto es que el problema no se afront seriamente y a nivel internacional hasta la dcada de
los setenta del pasado el siglo XX.
En la Convencin sobre la Eliminacin de todas Formas de Discriminacin contra las Mujeres (CEDAW) de 1979 de la ONU, se definieron los objetivos y medidas necesarios para conseguir
la plena igualdad de gnero, tanto en la vida pblica como en la privada. En la Dcada de las
Mujeres de las Naciones Unidas (1975-85), surgieron, adems, recomendaciones especficas.
Por ejemplo, en 1984 el Panel del Comit Asesor sobre Ciencia y Tecnologa para el Desarrollo
de las Naciones Unidas avanz un programa de acciones, titulado Science and Technology,
and Women. En ese contexto, Estados Unidos y Canad comenzaron a recopilar estadsticas
separadas por sexo de una forma ms sistemtica (vase, por ejemplo, NSB, 2002).
A comienzos de los aos noventa, la Comisin de las Naciones Unidas sobre la Ciencia y
la Tecnologa para el Desarrollo (UNCSTD) consider que una de las tres cuestiones principales de las que deba ocuparse era la de gnero. En 1995, el Grupo de Trabajo de la CSTD present al Consejo Econmico y Social de Naciones Unidas la Declaracin de Intenciones con 7
25
Acciones Transformadoras, que era una agenda de acciones sobre gnero, ciencia y tecnologa
y que hizo suya la Cuarta Conferencia Mundial sobre las Mujeres y el Desarrollo de Pekn, en
1995. Por otro lado, la UNESCO en su Informe Mundial sobre la Ciencia de 1996 incluy un captulo, el tercero, titulado El lugar de las mujeres en la ciencia y la tecnologa, coordinado por
Sandra Harding y Elizabeth McGregor en el que, adems de establecer un marco conceptual,
se ofrecen datos estadsticos a nivel mundial y de algunos pases en la educacin formal y no
formal, la enseanza universitaria y los puestos profesionales. Ah se sealaba ya la necesidad
de tener datos: sin ellos no se poda establecer un diagnstico adecuado y sin este era imposible determinar prioridades.
La Unin Europea, en concreto la DGXII de la Comisin de las Comunidades Europeas,
organiz una reunin en Bruselas los das 15 y 16 de febrero de 1993 de la que sali el libro
editado por Hugo A. Logue y Lily M. Talapessy, Women in Science International Workshop. En
l participaron personas procedentes de todos los Estados miembros, la Comisin y el Parlamento Europeo. Aun sin partir de estudios estadsticos serios y completos, no obstante se lleg
a algunas conclusiones, entre ellas, la ausencia de buenas posibilidades de acceso a la toma de
decisiones o a la financiacin de la investigacin, la escasa flexibilidad de las estructuras profesionales y la falta de polticas de igualdad, a la vez que se hicieron algunas recomendaciones,
entre las que cabe destacar la recopilacin y comparaciones de datos estadsticos de programas
comunitarios y de los Estados miembros referentes a las mujeres en la ciencia y la tecnologa.
Se especificaba, adems, que los datos deban incluir el desglose por sexo del estatuto acadmico universitario, tanto general como por disciplinas cientficas y tecnolgicas (o reas), la
especificacin por sexos del personal de investigacin de los centros cientficos y tecnolgicos,
el desglose por sexos de la financiacin de la investigacin por parte de los organismos nacionales, en concreto porcentajes de mujeres solicitantes y porcentajes de concesiones a mujeres,
as como desglose por sexos de la composicin de los comits nacionales de financiacin y de
poltica cientfica y tecnolgica. Aunque el informe se distribuy por toda Europa, no hubo respuesta inicial de la Comisin a las recomendaciones, aunque unos pocos Estados miembros se
hicieron eco de algunas de ellas. 21
A nivel general de toda la Unin Europea, la Direccin General de Investigacin (antes
DGXII) cre, en 1998, un grupo de trabajo sobre las mujeres y la ciencia, que elabor un informe,
Poltica Cientfica de la Unin Europea, que lleva por subttulo Promover la excelencia mediante
la integracin de la igualdad entre gneros y que se conoce popularmente como Informe ETAN
(2000). Tras estudiar la situacin de la mujeres en la ciencia y la tecnologa de diversos pases
europeos, conclua que la infrarrepresentacin de las mujeres amenaza los objetivos cientficos
de alcanzar la excelencia, adems de ser un derroche y una injusticia. Aunque dicho informe
tiene muchas virtudes, puso de manifiesto, una vez mas, un gran contratiempo: la dificultad
de obtener datos fiables en el campo de la ciencia y la tecnologa, lo cual rebaj considerablemente los logros esperados. Por ese motivo, una de las recomendaciones del grupo ETAN fue
21. Para ver un anlisis somero de los estudios realizados por algunos Estados miembros, vase Prez Sedeo y Alcal
Cortijo, 2007.
26
que todos los Estados miembros de la Unin Europea elaboraran estadsticas desglosadas por
sexo, aunque, como ya se ha mencionado, la CE ya haba efectuado la misma recomendacin en
1993, y en esos cinco aos no haba habido mejoras sustanciales. Muestra del inters del tema
es que el ltimo informe europeo de indicadores de ciencia y tecnologa (EC, 2003), incluye una
seccin dedicada al anlisis de la participacin de las mujeres en la ciencia dentro de los pases
de la Unin Europea. Por otro lado, la Unin Europea mantiene una pgina web (http://europa.
eu.int/comm/research/science-society/women/wssi/index_en.html) en la que se ofrecen informes, datos estadsticos, etctera. Pero ni esta informacin est actualizada, ni es homognea,
ni tampoco en todas las tablas de indicadores aparecen datos de todos los pases, dado que en
muchos de ellos han hecho caso omiso de tal recomendacin. Sin embargo, esos problemas
estn intentando solucionarse con la publicacin de la serie She Figures.22
Con respecto a la participacin de las mujeres en la investigacin que se desarrolla en
la industria y en el sector privado, hay que sealar que apenas hay datos. 23 La Unin Europea,
una vez ms, promovi un estudio al respecto, que se public en 2003 bajo el ttulo Women in
Industrial Research: A wake up call for European Industry (WIR), fruto de los trabajos realizados
por el grupo experto de alto nivel sobre las mujeres en la investigacin industrial para el anlisis
estratgico de cuestiones especficas de poltica cientfica y tecnolgica (STRATA). WIR consta
de dos partes. En la primera se presentan los resultados del anlisis estadstico de la situacin
de las mujeres en la investigacin industrial y se pone de manifiesto que la situacin en este
sector es aun peor que la de otros, ya que las mujeres solo constituyen el 15% de los investigadores. En Espaa el porcentaje es del 19,3% pero hay que mirar esa cifra con cierta cautela,
pues a veces, en las estadsticas del INE se rene bajo una misma categora a investigadoras
tcnicas y auxiliares. En la segunda parte, se presenta un estudio cualitativo que identifica y
describe buenas prcticas para promover la participacin de las mujeres y mejorar sus carreras
en el sector privado (se considera que una buena prctica es aquella estrategia que utilizan
las compaas para reclutar, retener o promover a las mujeres en la investigacin).
En WIR se subraya que las mujeres estn infrarrepresentadas en la investigacin industrial dentro de la Unin Europea, aunque la misma situacin se da en otros pases de la OCDE
como Estados Unidos, Japn, Australia, Canad o Nueva Zelanda, a la vez que es ms probable
que las cientficas e ingenieras logren empleos como tcnicas o simples trabajadoras, en vez de
aquellos empleos para los que estn preparadas. El estudio seala que hay mltiples factores
que inciden en el hecho de que haya pocas mujeres en la investigacin industrial. En primer
lugar, hay barreras en la entrada, a la hora de reclutarlas (por ejemplo, prcticas de empleo
sesgadas), falta de autoconfianza por parte de las mujeres, carencia de informacin sobre las
carreras en ciencia y tecnologa, falta de oportunidades para desarrollar la carrera, de modelos
de referencia, as como la existencia de brecha salarial y de estereotipos de gnero. En la investigacin cientfica hay muchsimos prejuicios contra las mujeres, pues se considera que la ciencia
27
28
Con respecto a Espaa, hay que sealar que, aparte de las estadsticas recogidas por
el INE, escasas pues no contemplan todas las posibilidades o no se presentan desagregadas,
estn tambin unos cuantos datos recogidos por el Instituto de la Mujer, como es el caso de su
publicacin La mujer en cifras. Apenas existen unos cuantos estudios estadsticos ms, aunque ninguno completo sobre la investigacin en la industria privada. Los datos que aparecen en
Indicadores del Sistema Espaol de Ciencia y Tecnologa, 2005, publicado a finales del 2006
por el Ministerio de Educacin y Ciencia, sealan que el total de investigadoras 27 empleadas en
actividades de I+D+i en las empresas privadas era del 26,8 y en Instituciones Privadas sin Fines de Lucro (IPSFL), del 54,0%.
Algo ligeramente distinto sucede cuando pasamos al sector pblico, pues disponemos
de gran variedad de informacin. En el citado captulo del Informe mundial sobre la ciencia ya
aparecan algunos datos de Espaa, pero de 1990. Tambin hay que sealar algunos estudios
realizados a principios y mediados de los aos noventa como los de M Antonia Garca de Len
(1990), Eulalia Prez Sedeo (1995, 1995a), M Luisa Garca de Cortzar y M Antonia Garca
de Len eds. (1995), Paloma Alcal (1996) y Teresa Ortiz y Gloria Becerra (1996), entre otros.
Recientemente, y a instancias de algunas universidades o gracias a algunos proyectos de investigacin solicitados por investigadoras universitarias, se estn realizando o se han realizado
algunos de universidades concretas (Universidad de Sevilla, Universidad del Pas Vasco, Universidad de Valladolid, Universidad Autnoma de Madrid, uno conjunto de todas las universidades
catalanas, etctera), o de ciertas facultades (Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, Ingeniera de la Universidad de Jan, Fsica de la Universidad de Valencia, etc.). Mencin
aparte merece el CSIC, que en 2001, 2003 y 2005 ha elaborado un estudio muy completo de
la situacin de su personal a instancias de la comisin Mujeres y Ciencia de este mismo organismo. Estos estudios estn disponibles en la pgina web (www.csic.es) y es propsito de dicho
organismo actualizarlos anualmente.
Los ms recientes estudios generales sobre las mujeres en la universidad espaola o en
el sistema espaol de ciencia y tecnologa son el del Colectivo IOE (1996), la parte espaola del
proyecto GENTEC, dirigido por Eulalia Prez Sedeo, financiado por la Organizacin de Estados
Iberoamericanos y la UNESCO (2001) y el financiado por el entonces Ministerio de Educacin,
Cultura y Deportes en el ao 2003 (Prez Sedeo, dir.). Tambin disponemos del estudio encargado por FECYT (2005, actualizado en 2007), que abarca las universidades y el CSIC junto
con un breve estudio bibliomtrico, y los datos de las universidades pblicas espaolas recopilados por la Unidad Mujer y Ciencia (UMYC), del recientemente desaparecido Ministerio de
Educacin y Ciencia.
Con respecto al resto de los pases iberoamericanos, la situacin es parecida. Tenemos
el ya mencionado estudio financiado por la OEI y la UNESCO (GENTEC), en el que participaron
Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, Espaa, Mxico, Paraguay, Uruguay y Venezuela, y la recopilacin de estudios de Prez Sedeo (2002) y Prez Sedeo y Gmez Rodrguez (2008). Este
ltimo tiene la peculiaridad de incluir no solo estudios cuantitativos, sino tambin cualitativos de
29
distintas reas y de diversos pases (Argentina, Brasil, Espaa, Colombia, Cuba, Mxico o Venezuela), as como algunos trabajos sobre percepcin pblica desde una perspectiva de gnero.
Por lo general, sin embargo, estos estudios no son completamente satisfactorios, pues los organismos encargados de recoger los datos (INE, las universidades o el CSIC) o no proporcionan
todos los datos solicitados, o no tienen criterios homogneos para la elaboracin de indicadores
(en el caso en que lo hagan), siendo este uno de los principales problemas.
Ahora bien, con los datos disponibles (aun con los defectos sealados), resulta interesante
ver la evolucin experimentada, por ejemplo, en la universidad espaola. Para ello hemos comparado la situacin de las mujeres en el momento de la promulgacin de la denominada Ley de
la Ciencia,28 que articula el sistema espaol de I+D, y los ltimos datos disponibles.
En ese momento, las mujeres constituan ya casi el 50% del estudiantado universitario. Ese porcentaje aumentaba hasta llegar al 54,6% en el caso de las licenciadas. En el curso
2005-2006, las mujeres matriculadas en la Universidad espaola alcanzaban el 54,4% frente
al 45,6% de varones, licencindose un 60,6% de mujeres frente al 39,4% de varones del total
de licenciados universitarios. De hecho, las mujeres son mayora prcticamente en todas las
carreras universitarias excepto en las ingenieras (en matemtica y fsica, an no han llegado al
50%, pero lo rozan).
Y en los aos ochenta, era evidente la prdida enorme de mujeres en la carrera acadmica,
que comenzaba inmediatamente tras la licenciatura. En el doctorado y en la lectura de tesis, de
cada diez personas apenas cuatro eran mujeres; en el profesorado, estas quedaban reducidas
a la cuarta parte: de cada diez profesores 2,5 eran mujeres y, como colofn, en el estamento de
ms prestigio y poder, que es el de ctedras de universidad, la proporcin era de solo una mujer
por cada nueve hombres (en realidad, 0,7 mujeres).
Como puede apreciarse en el siguiente grfico, en casi veinte aos la situacin ha variado
muy poco. Obsrvese cmo, a pesar de que las doctorandas han aumentado un 13,2% y las
doctoradas un 11,4%, las profesoras solo han crecido un 8,2% y las catedrticas de universidad
un 5,8%. La superposicin de las tijeras de 1986 y 2005 es sumamente elocuente. 29
28. Ley 13/1986, de 14 de abril, de Fomento y Coordinacin General de la Investigacin Cientfica y Tcnica.
29. Esta tijera es similar en el Consejo Superior de Investigaciones Cientficas (CSIC), el mayor Organismo Pblico de
Investigacin. Vase Prez Sedeo y Alcal Cortijo (2006) y el Informe del CSIC Informe Mujeres Investigadoras 2005.
30
(1) Se han repetido las tesis aprobadas en 20 02 / 20 0 3 al no haber sido facilitada esta informacin por la universidad
para el curso 20 0 4 / 20 0 5. Tomado de Pre z Sedeo, E. y Alcal Cortijo, P. (20 0 6 )
31
As pues, tras dcadas de igualdad en las escuelas, institutos 31 y facultades, sigue habiendo resistencia a dicha igualad en otros niveles. Se mantiene la discriminacin territorial u horizontal que, aunque va desdibujndose, no desaparece del todo; es ese mecanismo encubierto
de discriminacin que hace que las mujeres prefieran reas marcadas por el gnero (es decir,
tpicamente femeninas o ms adecuadas para ellas) y por el que todava hay reas, como las
ingenieras, que se resisten a la entrada de mujeres 32. Pero, como ya se ha dicho, tambin se
produce la discriminacin jerrquica o vertical, aun ms evidente cuando se trata de reas feminizadas, como el caso de la medicina, en la que no existe ni una sola catedrtica en el rea
de Obstetricia y Ginecologa ni en la de Pediatra. 33
No basta que las mujeres hayan conquistado, por derecho, el acceso a la educacin y en
especial a la enseanza universitaria. Es necesario garantizar su representacin en todos los niveles
de la academia, en especial en los puestos de toma de decisiones y evaluacin del conocimiento.
Para ello es necesario incorporar la transversalidad de gnero (gender mainstreaming) en todas las
polticas pblicas tal y como recomienda la Unin Europea, de modo que se evite que el efecto
de las medidas tomadas en un sector especfico sea meramente retrico: una medida social que
flexibilice los lmites de edad, el tipo de dedicacin, etc., cuando alguien tiene a su cuidado menores
o personas dependientes, favorece especialmente la integracin y permanencia de las mujeres,
aunque no estn dirigidas solo a ellas. Es una mera cuestin de justicia distributiva y de eficacia
de los recursos humanos, porque ningn pas puede permitirse tal despilfarro.
Por todo ello, son necesarias unas actuaciones urgentes. Por ejemplo, hay que sacar a la
luz a las mujeres excepcionales que ha habido en la historia, tradiciones olvidadas (medicina o
agricultura sostenible), o prcticas realizadas fundamentalmente por mujeres en determinadas
pocas (observacin y catalogacin en astronoma e historia natural, o computacin). Pero adems, es necesario desarrollar una formacin no sexista en todos los niveles educativos, incluidas acciones formativas para el profesorado, y la sensibilizacin de toda la sociedad. Adems,
todos los organismos y centros oficiales con competencias en Educacin, Ciencia y Tecnologa
deberan presentar, en sus memorias anuales, todos los datos de personal de todos los niveles,
desglosados por sexo, unificando los criterios de elaboracin de indicadores y divulgndolos
peridicamente. Tambin es necesario garantizar la equidad en los procesos de seleccin y
adjudicacin de recursos, haciendo pblicos los comits asesores y comisiones diversas, que
deberan explicitar los criterios a aplicar y justificar posteriormente sus decisiones, garantizando
la paridad en los comits de evaluacin o, en caso de que no sea posible, la presencia del 40%
del sexo menos representado. Hay que estimular con medidas concretas (becas, proyectos de
investigacin) la participacin de mujeres jvenes en la ciencia (para ello sera necesario con-
31. La popularmente conocida como Ley Villar-Palas estableci la educacin mixta en toda la educacin no universitaria.
(Ley General de Educacin y Financiamiento de la Reforma Educativa, promulgada el 4 de agosto de 1970, BOE 187 de 6
de agosto de 1970). Dicha Ley fue precedida por un amplio estudio presentado como Libro Blanco cuyo ttulo concreto
era La educacin en Espaa. Bases para una poltica educativa (Ministerio de Educacin. Madrid, 1969).
32. Apenas llegan al 30%. Vase el Informe de FECYT, Mujer y Ciencia.
33. Por qu en reas tpicamente femeninas como la medicina se dan esas ausencias descaradas en ciertas ctedras
sera merecedor de otro anlisis, que no tenemos tiempo de desarrollar aqu.
32
cienciar a las mujeres que ocupan puestos relevantes para que presten su apoyo a la promocin
de las jvenes investigadoras y les sirvan de modelos de referencia). Y tambin es urgente crear
mecanismos de conciliacin entre la vida profesional y la privada horarios flexibles, servicios
sociales pblicos para el cuidado de las personas dependientes, medidas fiscales, etc. que
permitan el desarrollo de una vida personal rica y plena para mujeres y hombres por igual.
Solo as podremos lograr un sistema de I+D+i universal, que incorpore a los mejores sin
distincin de sexo, y que contribuya a solucionar los problemas que tenemos que enfrentar en
este siglo. Porque cada vez es ms importante orientar los sistemas de ciencia y tecnologa hacia
las necesidades de las poblaciones, pero de toda la poblacin, no de ciertos grupos, de forma
que propicie un desarrollo social integral de los pases en el que tambin sea atendida la demanda social sin valor de mercado; y abrir las poltica pblicas sobre ciencia y tecnologa a las
sensibilidades y opiniones de toda la ciudadana afectada e interesada, de forma que se facilite
la viabilidad prctica de la innovacin y se profundice en la democratizacin delos sistemas.
La generacin y desarrollo de ese conocimiento cientfico y tecnolgico necesita una serie de
recursos financieros y humanos. El nivel de desarrollo cientfico y tecnolgicode un pas es medido, entre otras cosas, por los recursos de todo tipo destinados a lainvestigacin, que permitan
obtener y promover nuevos descubrimientos ytrabajos cientficos. Pero de nada sirve todo ello,
si se pierde en el camino un porcentaje importante de recursos humanos y si esas experiencias
no son compartidas con la sociedad o esta no es consciente de la importancia para su bienestar. Son aspectos de un mismo desafo, el de la sensibilizacin, orientacin y apertura social de
la ciencia y la tecnologa, que no debemos descuidar.
33
Referencias bibliogrficas
GMEZ, Amparo (2004): La estirpe maldita. La construccin cientfica de lo femenino, Madrid, Minerva Ed.
GONZLEZ GARCA, Marta, LPEZ CEREZO, Jos Antonio y LUJN LPEZ, Jos Luis (1996): Ciencia, tecnologa y sociedad. Una introduccin al estudio social
de la ciencia y la tecnologa, Madrid, Tecnos.
(1997): Ciencia, tecnologa y sociedad. Lecturas seleccionadas, Barcelona, Ariel.
KIRKUP, G. Y SMITH KELLER, L. (eds.) (1992): Inventing Women. Science, Technology and Gender, Cambridege, U.K., Polity Press/Open University.
MARTNEZ PULIDO, Carolina (2003), El papel de la mujer en la evolucin humana, Madrid, Biblioteca Nueva.
35
Judith Sutz
Unidad Acadmica de l a Comisin Sectorial de Investigacin Cientfica,
Universidad de l a Repblica
Es uruguaya, culmin sus estudios de Ingeniera Elctrica y obtuvo un mster en Planificacin del Desarrollo
en la Universidad Central de Venezuela; es Doctora en Socio-Economa del Desarrollo, Universidad de Pars 1.
Profesora titular y coordinadora acadmica de la Comisin Sectorial de Investigacin Cientfica de la Universidad de la Repblica, es responsable del curso Ciencia, Tecnologa y Sociedad de la Facultad de Ciencias
Sociales; ha sido docente en Argentina, Venezuela, El Salvador, Cuba, Espaa y Suecia.
Fue secretaria de Ciencia y Tecnologa de CLACSO y miembro del Grupo sobre Ciencia, Tecnologa e Innovacin del Proyecto Metas del Milenio. Integra los Consejos Editores de Research Policy, Revista Iberoamericana de Ciencia, Tecnologa y Sociedad y Science and Public Policy; evala proyectos para IDRC (Canad)
y NSF (EEUU). Pertenece a la World Academy of Arts and Sciences.
Trabaja sobre la investigacin y la innovacin en el subdesarrollo y sobre la universidad y sus transformaciones, particularmente en Amrica Latina; se ha centrado recientemente en analizar la vinculacin entre
polticas de innovacin y polticas sociales. Sus publicaciones recientes incluyen: Relaciones Universidad-Empresa en Amrica Latina, en Sebastin, J. (Ed.), Claves del desarrollo cientfico y tecnolgico de
Amrica Latina, Siglo XXI, 2008; con Arocena, R., Subdesarrollo e innovacin: navegando contra el viento,
Cambridge University Press, 2003 e Integrating innovation policies and social policies: a strategy to embed
science and technology into development processes, IDRC, 2006; con Srinivas, S., Developing countries
and innovation. Searching for a new analytical approach, Technology in Society, Vol. 30, Issue 2, 2008; con
Bianco, M., Las formas colectivas de la investigacin universitaria, Revista Iberoamericana de Ciencia,
Tecnologa y Sociedad, Volumen 2, N 6, 2005; con Arocena, R. y Bortagaray, I., Reforma Universitaria y
Desarrollo, Montevideo, 2008.
36
. Este trabajo recoge fundamentalmente el contenido del captulo homlogo en el libro de Arocena, Bortagaray y Sutz
Reforma Universitaria y Desarrollo, 2008. Toma tambin contenidos de Arocena, R. y Sutz, J. (2006c) Integrating
Innovation Policies with Social Policies: A Strategy to Embed Science and Technology into Development Processes,
Documento de Trabajo, IDRC, accessible en: http://www.idrc.ca/uploads/user-S/11707787161Final_Sutz_May062 y de
Sutz, J. (2007) Ciencia, tecnologa, innovacin e inclusin: una cuestin de agendas en Ciencia, Tecnologa y Vida
Cotidiana: Reflexiones y Propuestas del Nodo Sur de la Red POP.
37
Crecimiento lento
Desigualdad alta
Mayora de pases
Desigualdad baja
Casillero vaco
Se perciben cambios?
Uruguay
La combinacin entre crecimiento rpido y desigualdad baja abre camino a un desarrollo humano autosustentable: la caracterizacin negativa que haca Fajnzylber de dicha combinacin en Amrica Latina, el casillero vaco del desarrollo de la regin, es as particularmente
elocuente.
Es difcil discernir qu est pasando con ese casillero a partir de las transformaciones en
curso en Amrica Latina; las apreciaciones recin mencionadas del secretario ejecutivo de la
CEPAL no son optimistas. Por otra parte, vastas regiones de frica y de Asia siguen teniendo
vaco dicho casillero. Pero es tambin cierto que algunos procesos relativamente recientes de
desarrollo se han ubicado precisamente all: de ninguna manera puede afirmarse que la desigualdad persistente es el inevitable compaero de ruta del crecimiento econmico. Finlandia
y Corea del Sur son ejemplos recientes exitosos de Desarrollo Humano. Sus capacidades de
innovacin son grandemente admiradas; es bien conocido tambin que se trata de sociedades
relativamente igualitarias. Por ejemplo, la relacin de ingresos entre el 20% ms rico y el 20%
ms pobre de la poblacin era en 2004 26,4 en Brasil, 10,4 en Uruguay, 8,4 en USA, 4,7 en
Corea del Sur y 3,8 en Finlandia. Se considera que la desigualdad es alta cuando el ndice Gini
est por encima de 50. El ndice Gini global para el mundo era hace pocos aos 67, siendo 59,3
para Brasil, 44,6 para Uruguay, 31,6 para Corea del Sur y 26,9 para Finlandia. (UNDP, 2005).
Anlisis cuantitativos confirman as lo que estudios cualitativos sugieren: tanto Finlandia como
Corea del Sur impulsaron sus capacidades de innovacin y se preocuparon por disminuir sus
niveles previos de desigualdad, de forma tal que ambos procesos se reforzaron mutuamente.
Este ltimo aspecto es fundamental: la disminucin de la desigualdad en base exclusivamente a polticas sociales especficas no es sustentable en el largo plazo, ms all de su importancia crucial en el corto y mediano plazo. Las polticas sociales deben tambin fortalecer las
capacidades para hacer cosas nuevas, para integrar las nuevas tecnologas a la vida cotidiana,
para colaborar a resolver los problemas ms apremiantes de la poblacin haciendo el mejor uso
posible del conocimiento. A este tipo de proceso de incremento de la igualdad, cuya sustentabilidad mejora notoriamente a travs del incremento de las capacidades, lo denominamos igualdad pro-activa, justamente porque permite la esquiva aparicin de los crculos virtuosos en que
innovacin e igualdad se refuerzan mutuamente.
38
39
40
Planteadas as las cosas, parecera que hubiera poco margen para impulsar la investigacin y la innovacin como herramientas directas contra la desigualdad. Quiz el margen sea
pequeo, pero no es imposible ensancharlo. Para avanzar en esa direccin hay al menos dos
aspectos a examinar: por qu se produce la brecha entre ciencia, tecnologa, innovacin y una
mayor equidad social y qu tipo de polticas podran disminuirla.
El primer aspecto conduce a identificar dos componentes de la brecha aludida. Por una
parte est el componente agenda; por otra est el componente acceso. El primero tiene que
ver con la direccin de los esfuerzos en materia de investigacin e innovacin; el segundo tiene
que ver con soluciones a problemas a las cuales solo comparativamente pocos tienen acceso.
La forma en que el componente agenda agranda la brecha ha sido denunciada en mltiples
ocasiones, muy en particular por organizaciones no gubernamentales en el rea de la salud,
como Mdicos sin Fronteras, quienes estimaban que entre 1975 y 1999 solo 15 nuevas drogas
se haban desarrollado para enfrentar enfermedades tropicales, mientras fueron 170 las desarrolladas para atacar enfermedades cardiovasculares en el mismo perodo (Thorsteinsdttir et
l., 2004b: 4). Esta situacin puede inclusive ser vista como un severo fracaso de la ciencia para
poner todo su eventual podero al servicio de la sociedad, un fracaso que tiene su origen no en
la dificultad intrnseca de la tarea emprendida sino en consideraciones de mercado. Por dar solo
un ejemplo, cuando luego de extensas consultas con autoridades de salud pblica africanas
se defini un proyecto de investigacin e innovacin para lograr una vacuna conjugada contra
la meningitis que costara no ms de un dlar la dosis, ninguna multinacional farmacutica se
mostr interesada, siendo que probablemente fueran quienes ms experiencia y capacidad de
llevar a cabo el proyecto tenan. Finalmente una triangulacin entre la Organizacin Mundial de
la Salud, una organizacin dedicada a articular esfuerzos diversos en pro de la innovacin en
salud (PATH, Program for Appropriate Technology in Health) y un productor innovador en un
pas en desarrollo desarrollaron con xito el proyecto. (Morel et l., 2005).
El componente acceso de la brecha entre ciencia, tecnologa innovacin y equidad puede tambin ser visualizado a partir del ejemplo anterior. Naturalmente, si una solucin existe,
aunque sea muy cara, siempre podra argumentarse que es cuestin de encontrar las formas
de financiar su acceso. Los recursos necesarios para ello suelen ser tan altos, sin embargo, que
pueden volver quimrica dicha argumentacin: Proveer una cobertura bsica de salud en pases de bajos ingresos tiene un costo estimado de entre 30 y 40 dlares per cpita. En la mayor
parte de frica dicho gasto es menos que 6 dlares per cpita (UNDP, 2005: 63). Lo cierto es
que soluciones en materia de salud o de las ms diversas infraestructuras que no son accesibles para una gran proporcin de la poblacin mundial configuran un componente mayor de la
brecha de la que venimos hablando. Vale la pena anotar que enfrentar el componente acceso
revierte nuevamente sobre el componente agenda en la bsqueda de soluciones verdaderas,
necesariamente distintas de las cannicas.
Ahora bien, en qu espacios de la poltica pblica podran disearse mecanismos dirigidos a angostar sistemticamente la brecha que separa conocimiento y equidad?
41
42
los relacionamientos. Tomar en cuenta el conjunto del jardn significa (4) impulsar participacin
y construccin de consensos en torno a ciencia, tecnologa e innovacin. Anticipar qu futuros
problemas y qu tipo de oportunidades presenta el jardn lleva a (5) prestarle especial atencin
a los aspectos prospectivos de ciencia, tecnologa e innovacin.
La idea de polticas de jardinera puede ser aun ms fructfera si se relaciona a la integracin de polticas de innovacin con polticas sociales. Tres aspectos debieran ser considerados
en este caso. En primer lugar, es importante evitar procesos de des-aprendizaje en aquellas innovaciones socialmente orientadas, es decir, fracasos en la acumulacin de capacidades para
identificar demandas sociales y llevar adelante innovaciones con el fin de satisfacerlas. Las
experiencias concretas de este tipo suelen ser frgiles: las polticas de jardinera tienen muy
claro que las especies frgiles deben ser protegidas. Todos los pases pueden exhibir ejemplos
de la importancia de contar con polticas de jardinera para evitar procesos de des-aprendizaje
asociados con la innovacin.
Un proceso de ese tipo ocurri en el Uruguay en la dcada de 1980 con la industria de las
telecomunicaciones, cuando las capacidades acumuladas para disear y producir dispositivos
de ltima generacin y pequeo porte, inexistentes en el mercado mundial, fueron frenadas por
la decisin de comprar llave en mano la digitalizacin del sistema de telefona fijo. Nos volvi
a ocurrir en al dcada de 1990 con la biotecnologa a partir de la decisin de prohibir la manipulacin del virus vivo de la aftosa, aunque en este caso, a pesar del desmantelamiento de esa
actividad biotecnolgica particular, las capacidades pudieron preservarse, entre otras cosas por
la energa y compromiso de iniciativas privadas. Si pensamos en innovaciones dirigidas a las problemticas de poblaciones con grados variables pero siempre importantes de exclusin social,
donde la mediacin de la poltica pblica resulta clave para transformar dichas problemticas
en demanda efectiva, la fragilidad de las innovaciones se hace patente. Ha pasado una y otra
vez que consideraciones de costo, a menudo proveniente de prcticas comerciales desleales,
han cortado de cuajo procesos de aprendizaje y de acumulacin de capacidades con enorme
potencial de servir a la inclusin social no solo en el corto sino en el mediano y largo plazo.
El ejemplo de Biobras, empresa brasilea productora de insulina recombinante, puede
mencionarse en este sentido, pues fue vendida a una de las ms importantes transnacionales
farmacuticas luego de que esta ganara por centavos una licitacin pblica de compra de me-
. El concepto de des-aprendizaje fue introducido en Arocena y Sutz, 2000b. Luego de algunas rondas de discusiones
se vio que era un concepto susceptible de ser confundido con otros dos, olvido y sustitucin de aprendizaje (forgetting y unlearning), acepciones que eran completamente diferentes, por lo que vale aclarar su alcance. Es importante
aclarar rpidamente que el concepto de des-aprendizaje no tiene nada en comn con el de olvido tal como Johnson
lo presenta: Es posible que el rol del olvido en el desarrollo de nuevo conocimiento haya sido subestimado. El enorme
poder de los hbitos de pensamiento en la economa constituye un riesgo permanente de bloqueo de procesos de
aprendizaje potencialmente frtiles (Johnson, 1992: 29). Des-aprender no es una forma de olvidar en el sentido de
hacerle lugar a nuevos pensamientos. Tampoco debe ser confundido con el concepto de sustitucin de aprendizaje
tal como lo presenta Loasby: El cambio exitoso puede ser difcil. Cambiar a un nuevo sistema cognitivo siempre es
costoso, especialmente cuando el cambio requiere crear nuevas vinculaciones con los sistemas cognitivos de otra gente
que estn siendo reestructurados simultneamente. Cada organizacin bien establecida tiene sus propias instituciones
familiares, que pueden haber pasado a ser parte de su identidad. Sustituir aprendizajes puede ser difcil tanto cognitiva
como emocionalmente (Loasby, 2000: 13). Des-aprender es una prdida pura, no buscada: simplemente se hace que
ocurra, sin dar siquiera un segundo pensamiento a sus consecuencias. Des-aprender es la leyenda de Ssifo del proceso
de desarrollo, un fenmeno que no es fcil de reconocer en el centro, porque all no es tan habitual, pero a pesar de
ello bien real y con consecuencias por cierto serias (Arocena y Sutz, 2000b: 21).
43
44
45
a una doble mediacin entre necesidades y soluciones. La primera mediacin est asociada al
creciente papel que el conocimiento cientfico juega en la capacidad tecnolgica de resolucin
de problemas; la segunda mediacin es la del mercado, que de manera crecientemente abarcadora, aunque con eficiencia variable, articula necesidades con soluciones.
El carcter basado no solo en la ciencia asentada sino en la ciencia reciente e incluso
muy reciente de buena parte de la tecnologa que atiende demandas provenientes de la vida
cotidiana por solo sealar un rea, pinsese en la salud presenta dos caras. Por una parte,
dota a la innovacin de base cientfico-tecnolgica de una potencia y alcance que permite, eventualmente, encontrar respuestas mucho mejores a los problemas planteados. Por otra parte,
da lugar a procesos de especializacin institucional y cognitiva que separan a quienes tienen
la necesidad de quienes tienen las mejores herramientas de conocimiento para satisfacerlas.
Esta separacin puede volverse muy amplia, tanto como para que ciertas necesidades terminen
por resultar invisibles, sobre todo si provienen de sectores con dificultades para hacer escuchar
su voz. La cuestin de la agenda de ciencia, tecnologa e innovacin plantea as una primera
serie de preguntas: cmo llegan a formularse las demandas?, cmo llegan a ser conocidas?,
cmo llegan a ser traducidas en trminos cientfico-tecnolgicos? La separacin recin aludida tiene tambin otra manera de manifestarse sobre la agenda, justamente porque el posible
diseador de soluciones se desenvuelve en una esfera institucional sea la acadmica, sea la
empresarial que genera su propio sistema de estmulos y demandas. As las cosas, otra pregunta: cmo llegan demandas provenientes de la vida cotidiana a integrarse en el conjunto de
preocupaciones, objetivos y planes de trabajo, es decir, agendas, de quienes apuntan de formas
diversas a la innovacin?
El mercado puede dar respuestas por dems eficientes a estas preguntas en algunos casos, al igual que puede mostrase incapaz de proveer alguna en otros. Hay demandas que, parafraseando una expresin de uso comn en ciertos enfoques sobre la innovacin, convergen
naturalmente con trayectorias tecnolgicas, como por ejemplo, dispositivos electrnicos ms
pequeos, ms verstiles, ms potentes, ms baratos; hacia all van demanda y tecnologa, eficientemente articuladas a travs del mercado. Hay en cambio necesidades y demandas que,
aun existiendo capacidades cognitivas para buscar soluciones, no llegan a integrarse a agendas concretas de trabajo y terminan resultando invisibles para investigadores e innovadores, en
buena medida porque empiezan siendo invisibles para el mercado.
Quiz pueda acordarse, entonces, que la cuestin de la agenda qu le llega y qu no, qu
escucha y qu no, qu integra y qu no, con sus respectivos porqu resulta importante para
entender y actuar sobre las relaciones entre vida cotidiana y ciencia, tecnologa e innovacin.
En lo que sigue se intentar abordar esta cuestin desde tres perspectivas: (i) la de quienes investigan e innovan, es decir, implementan la agenda; (ii) la de quienes buscan influir a nivel de
las polticas en cmo se define la agenda, y (iii) la de quienes, desde mbitos diversos, procuran
que las demandas derivadas de la inclusin social estn presentes.
46
47
fuentes de luz para llevar a cabo su trabajo. En determinado momento un neonatlogo afn a uno
de los integrantes del grupo plantea que la fototerapia ha probado ser muy adecuada para tratar
la ictericia severa en recin nacidos, pero que los mtodos convencionales son muy caros, frgiles y de mantenimiento costoso, exigen tiempos largos de exposicin y concentran poco la luz
en el espectro til, con lo cual hay peligro de irradiacin en frecuencias no deseadas. Experto
en disear fuentes de luz, uno de los miembros del grupo desarrolla una fuente especfica teniendo en cuenta que entre los atributos deseados est el bajo costo, para asegurar su difusin
en hospitales pblicos. As, busca y desarrolla un sistema de focalizacin lumnica que logra la
intensidad necesaria a partir de una dotacin diez veces menor de los dispositivos digitales en
que se basa el diseo ms moderno existente, con el consiguiente abaratamiento del dispositivo.
El resultado final es una innovacin BiliLed, patentada, comercializada a nivel nacional y regional que est siendo usada en varios hospitales del pas. Una de las varias moralejas de esta
historia es que la solucin se encontr porque hubo quien, reconociendo una demanda de la
vida cotidiana la disconformidad de mdicos y enfermeras de centros de atencin neonatal y
estando al tanto de capacidades potenciales para satisfacerla, quiso y pudo hacer de puente.
La pregunta entonces es cmo disear mecanismos para incrementar la probabilidad de
encuentros como este, para que necesidades y demandas que no tienen un mercado ntido a
travs del cual emitir seales tengan sin embargo espacios donde expresarse y, tambin, ser
escuchadas. Si ello pudiera hacerse, la conformacin de las agendas de trabajo recogera naturalmente esos nuevos temas: se facilitaran as grandemente las bsquedas desde adentro.
. BiliLed es un trmino que combina y abrevia bilirrubina, la molcula neurotxica responsable de la ictericia, y led,
light emitting diode, el dispositivo microelectrnico que emite luz: el haz muy concentrado de luz en una frecuencia
precisa del espectro del azul permite transformar la molcula de bilirrubina en otra excretable por el organismo.
48
de la vida cotidiana para los cuales ciencia, tecnologa e innovacin pueden proveer respuestas
si son convocadas adecuadamente.
Ahora bien, la visualizacin de la vida cotidiana desde una perspectiva de poltica de conocimiento exige, previamente, percibir, entender, concebir la vida cotidiana en sus relaciones con
el conocimiento: una manera por dems directa de hacerlo es indagar en torno a las demandas
especficas que desde all se le plantean a polticas de ese tipo. Algunas cuestiones pueden ser
percibidas de forma clara e inmediata. Por ejemplo, en una sociedad donde el gobierno electrnico es visto como un avance sustantivo en el proceso de democratizacin y donde se busca
hacer avanzar la ciudadana electrnica, la tensin entre proveer cada vez ms informacin y
proteger la privacidad y el derecho individual a intervenir en torno a los datos personales que
se informan pblicamente plantea un desafo tecnolgico no menor. Es decir, la perspectiva de
la cotidianidad plantea demandas de conocimiento fcilmente vinculables a la cuestin del gobierno y la ciudadana electrnicos.
En general, sin embargo, buena parte de lo que dificulta que lo cotidiano entre en la mira
de las polticas de ciencia, tecnologa e innovacin es que no se conoce demasiado bien lo que
se necesita y, tambin, que quienes s lo conocen trabajan en reas muy distantes de aquellas
donde se elaboran las polticas vinculadas con el conocimiento. Cambiar esta situacin por
ejemplo, lograr un espacio de la poltica cientfica y tecnolgica cuyas prioridades, instrumentos
e incentivos estn asociados a la vida cotidiana exigira determinar de qu tipo de demandas
debera ocuparse ese espacio de la poltica. Dicho de otro modo, exigira estudiar y analizar qu
quiere la gente que ciencia, tecnologa e innovacin le provea. Hace ya varios aos se realizaron en Uruguay encuestas asociadas a lo que actualmente se denomina percepcin pblica
de la ciencia y la tecnologa, tema que est dando lugar a estudios en varios pases del mundo. Una manera relativamente sencilla de aproximarse a la demanda de la vida cotidiana sera
incluir en dichos estudios una parte especficamente dedicada a preguntarle a la gente cules
de sus problemas y necesidades percibe que ciencia, tecnologa e innovacin podran colaborar a solucionar.
Vale la pena detenerse un poco en este ltimo punto. Solucionar es un concepto ambiguo, pues puede referir a soluciones tcnicas pero que no resultan aptas para su adopcin, por
muy diversos motivos. Si consideramos que una solucin es tal si resulta adecuada para el problema en todas las facetas que este presenta, bien puede ocurrir que la gente seale problemas
tcnicamente ya resueltos pero para los cuales no haya soluciones accesibles en su contexto
de vida cotidiana. Estos suelen ser los problemas ms escondidos, ms difciles de identificar,
aquellos que ms requieren de enfoques innovadores para su solucin. Detectarlos sera una
importante ayuda para orientar las polticas que inciden en las agendas de investigadores y de
innovadores. Pero antes de eso, naturalmente, habra que reconocer que lo cotidiano necesita
de polticas especficas de ciencia, tecnologa e innovacin.
49
50
ne si se quiere implementar una poltica social que atienda esa punta del iceberg de la pobreza.
Sustituir importaciones en un rea de extrema complejidad cientfica y tecnolgica exige investigacin sostenida y determinacin para la innovacin; lo mismo vale para el caso de la energa
y para tantos otros. La suma de propsitos entre polticas sociales y polticas de conocimiento
parece necesaria para que investigacin e innovacin lleguen al destino que buscan.
Es enorme la medida en que ciencia, tecnologa e innovacin han transformado la vida
cotidiana. En su extraordinaria historia de la Revolucin Industrial, David Landes afirma que la
vida cotidiana de los ingleses de comienzos del siglo XVIII se pareca ms a la de sus antepasados del Imperio Romano que a la de sus propios bisnietos. Qu decir entonces de unas pocas dcadas atrs respecto del presente? Y sin embargo, no se puede generalizar la respuesta:
para los que viven en el margen hay demasiadas oportunidades de conocimiento que no llegan
a materializarse en transformaciones de su vida cotidiana.
Agendas de trabajo que busquen dicha materializacin son perfectamente factibles; de
hecho se las encuentra en diversas iniciativas internacionales. Es fundamental que se definan
tambin a nivel nacional, pues all se expresan demandas especficas que pueden ser respondidas a partir de capacidades locales en conjuncin con esfuerzos regionales, donde los problemas a abordar probablemente presenten rasgos similares.
La construccin de agendas de conocimiento para una vida cotidiana inclusiva puede verse
como un movimiento desde la gente hacia y con la investigacin y la innovacin. Lo variado de
los conocimientos que deben conjugarse para este propsito llama a una autntica tarea interdisciplinaria, de las ms difciles que la bsqueda de conocimiento debe enfrentar.
Disear agendas que renan ciencia, tecnologa, innovacin y vida cotidiana de las mayoras
requiere que las bsquedas desde adentro, desde afuera y desde el margen interacten; para eso
hace falta un espacio legitimado de dilogo, coordinacin y convocatoria. Construirlo es un desafo
mayor de la poltica, en particular porque solo se puede construir aunando voluntades.
5. Lecciones de un ejemplo
En el ao 2003, a partir de las secuelas de la importante crisis econmica de 2002, la Comisin
Sectorial de Investigacin Cientfica de la Universidad de la Repblica propuso la apertura de
un nuevo programa, denominado Programa de Proyectos de Investigacin dirigidos a la Emergencia Social. Su objetivo era apoyar iniciativas de investigacin que plantearan de forma explcita y directa obtener resultados aplicables a la resolucin de variados problemas claramente
asociados a la situacin de emergencia social que estaba viviendo el Uruguay. Las bases de
este programa reconocan expresamente que dicha situacin no poda ser resuelta desde la sola
investigacin, pero s se indicaba que era factible, siendo esto lo que se buscaba, colaborar a
revertir algunos de sus efectos ms inmediatos y graves. Por otra parte, trabajar en esta direccin es un mandato expreso de la Universidad de la Repblica, tal como est consagrado en su
. En esta seccin se da cuenta de un trabajo encarado colectivamente por la Unidad Acadmica de la Comisin Sectorial
de Investigacin Cientfica.
51
52
El resultado de esta iniciativa puede considerarse exitoso en la medida en que se presentaron al Programa 50 propuestas en temas de hbitat, nutricin, educacin, la situacin
de mujeres pobres, disrupcin social, comportamiento antisocial de los adolescentes, salud,
violencia, entre otros. Buena parte de ellas tena carcter autnticamente interdisciplinario,
incorporando varios enfoques cognitivos al abordaje del problema planteado. El proceso de
evaluacin fue particularmente difcil, lo que se vio reforzado por los escasos recursos disponibles. Los aspectos acadmicos no ofrecieron mayor problema, y la conclusin general fue que
la mayor parte de las propuestas eran adecuadas o muy adecuadas desde ese punto de vista.
La otra parte de la evaluacin, sin embargo, la relacionada con la relevancia de la propuesta
para la solucin de los problemas identificados a nivel de una poblacin concreta y, tambin, la
capacidad de la propuesta para hacer una contribucin significativa a dicha solucin, result
mucho ms compleja, entre muchos otros factores, por falta de experiencia de ambos lados,
proponentes y evaluadores.
Una hiptesis central detrs del programa era que habra un nmero importante de investigadores universitarios que estaran dispuestos a sesgar sus agendas de investigacin hacia proyectos como los que este Programa convocaba y que la apertura de una oportunidad
de conseguir recursos para hacerlo hara emerger dicha disposicin. Esta hiptesis, si bien no
puede decirse que se vio confirmada, mostr visos de plausibilidad. En cambio otra hiptesis
implcita en la forma en que se dise el programa, a saber, que los investigadores seran capaces de identificar adecuadamente problemas asociados con la emergencia social y, al mismo
tiempo, asociar dichos problemas a su propia capacidad para abordarlos, result menos correcta. La impresin general que se obtiene del conjunto de propuestas es que los investigadores
partieron de sus intereses cognitivos y desde all buscaron espacios donde aplicarlos acordes
con la convocatoria. Tanto los problemas seleccionados como la forma de abordarlos parecan
dirigidos a lo que el investigador poda hacer siguiendo sus enfoques tradicionales, ms que
a repensar sus enfoques para que calzaran mejor en el abordaje cognitivo necesario para enfrentar los problemas de relevancia social seleccionados. Nada de esto es nuevo: la dificultad
sealada ha sido identificada muy claramente a nivel internacional, siendo los trabajos de Joske
Bunders y su equipo en la Universidad de msterdam a lo largo de muchos aos solo uno de
varios ejemplos. Pero la experiencia vali y mucho, por el aprendizaje adquirido y adems por
haber ayudado a legitimar un enfoque de la promocin de la investigacin cientfica sin el cual
no es posible siquiera imaginar la conjuncin de polticas de investigacin y de innovacin con
polticas sociales.
En 2008 se implement nuevamente la convocatoria, modificndola a partir de lo que se aprendi de la anterior. La modificacin consiste fundamentalmente en no dejar solo al investigador en la
etapa de identificacin sino en asumir, desde la poltica de investigacin, la responsabilidad por organizar encuentros entre actores diversos, incluidos obviamente los investigadores, que colaboren en la
identificacin colectiva de problemas y temas de investigacin asociados. Una vez identificados y acordados, la convocatoria admitir proyectos solo en dichos temas. Esta metodologa, al menos a priori,
tiene la ventaja de permitir el intercambio colectivo antes de la etapa de investigacin y, con ello, una
aproximacin temprana entre investigadores y los diversos futuros usuarios de los resultados a obtener.
53
Para implementar esta convocatoria se trabaj intensamente durante un perodo relativamente corto con actores diversos, a efectos de determinar necesidades y demandas en torno
a tres grandes temticas:
i. acceso igualitario a la salud;
ii. implementacin e impactos del Plan Ceibal (adaptacin uruguaya del proyecto una
computadora por nio que retiene de este la efectiva entrega de una computadora
personal especial a nios en edad escolar que asisten a la escuela pblica en todo el
territorio nacional)
iii. problemticas detectadas en dos populosas zonas de Montevideo, donde se desarrolla el Programa Integral Metropolitano de la Universidad de la Repblica, que busca
integrar las tres funciones universitarias: enseanza, investigacin y extensin.
Los recuadros que siguen muestran los actores contactados y las problemticas detectadas.
54
vi. Existen diferencias entre los pacientes que llegan al centro de salud para tratamiento
crnico (por ejemplo dilisis) segn provengan del sistema pblico o privado?
vii. Evaluacin de impacto de programas nutricionales, con especial nfasis en ayuda
alimentaria.
viii. Modelos de atencin a los problemas nutricionales (con nfasis en malnutricin por
exceso en menores de quince aos).
2. Hbitos y costumbres de la poblacin con impacto en la salud.
i. Captacin y control de embarazadas para disminucin de mortalidad infantil.
ii. Hbitos alimenticios, cmo mejorarlos teniendo en cuenta restricciones de recursos
y preferencias culturales.
iii. Otros hbitos con posible incidencia en la salud (actividad fsica, higiene).
iv. Incidencia de las costumbres y creencias en las elecciones anticonceptivas.
v. Creencias sobre el parto, la lactancia y el amamantamiento, y percepcin que se tiene
sobre el apoyo del sistema de salud en dichas instancias.
3. Recursos humanos y gestin.
i. Captacin y unificacin de historias clnicas.
ii. Herramientas para optimizar la gestin hospitalaria:
- seguimiento de pacientes (en particular de CTI)
- administrativa
- financiero contable.
iii. Cmo se puede optimizar la gestin, en particular la micro-gestin, del sistema nacional de salud?
iv. Cmo se puede optimizar la gestin durante la puesta en marcha del Sistema Nacional Integrado de Salud (en particular, el trasvase pblico-privado de los usuarios)?
v.
Desarrollo de un sistema de informacin sobre el SNIS que sea percibido como claro
y transparente por los usuarios.
iii. Investigacin acerca de percepcin de los usuarios sobre el nuevo sistema de salud a
efectos de monitorear el sistema y disear mecanismos eficientes de comunicacin
55
56
57
v. Qu cambios perciben los familiares en sus diversas prcticas a partir del acceso a
Internet a travs de la computadora porttil?
vi. Cmo se manifiestan estos cambios en el mbito urbano, en el mbito rural, en hombres, en mujeres, en funcin del tipo de insercin laboral, edad y nivel educativo?
4. Aspectos tecnolgicos y de contenido.
i. Evaluacin y propuestas de superacin de las limitantes derivadas del acceso a electricidad.
ii. Conectividad, barreras a la conectividad y cmo superarlas.
iii. Convergencia tecnolgica de las computadoras porttiles con otros dispositivos tecnolgicos de consumo masivo, por ejemplo, telfonos celulares.
iv. Posibilidad de darle a la computadora porttil otros usos tecnolgicos, por ejemplo,
trazabilidad.
v. Desafos tecnolgicos asociados a la computadora porttil, tanto en hardware como
en software.
vi. Investigacin sobre contenidos (produccin, caractersticas deseables, evaluacin de
contenidos prefabricados).
5. Plan Ceibal en grandes conglomerados urbanos (Canelones y Montevideo).
i. Cual es el mejor punto de entrada y de permanencia de las computadoras porttiles
en zonas urbanas marginales: el nio, la escuela o las organizaciones comunitarias?
ii. Relacionamiento del barrio, la localidad o la comunidad con el Plan Ceibal.
iii. Seguimiento de los impactos del Plan Ceibal sobre el entorno y viceversa.
6. Plan Ceibal, inclusin social y desarrollo.
i. Investigacin sobre los alcances en materia de inclusin social del Plan Ceibal.
ii. Requisitos para una mejor articulacin entre Plan Ceibal y otras polticas pblicas
asociadas a la inclusin social y al desarrollo.
iii. Plan Ceibal a futuro: potencialidades (por ejemplo, nuevas formas de participacin
colectiva) y riesgos (tales como nuevas formas de control de la poblacin).
58
. Esta identificacin tuvo como protagonista principal al equipo docente del Programa Integral Metropolitano, PIM.
59
ii. Transformacin de los roles familiares (entre otros de la relacin madre-hijo) y su vinculacin con el sistema educativo.
iii. Cmo disear proyectos institucionales que tomen en cuenta las demandas de participacin de los adultos?
3. Salud y medio ambiente.
i. La basura se ha convertido en un elemento de identidad barrial? Estrategias para la
desnaturalizacin de la basura como integrante del paisaje.
ii. Participacin de los usuarios en el sistema de salud local: Cules son las fortalezas
y debilidades de la participacin de los usuarios en las policlnicas barriales?
iii. Cmo disear un sistema que integre la informacin que se le pide a la poblacin
desde las diversas organizaciones que intervienen sobre la zona, particularmente en
el rea de la salud, a efectos de facilitar su uso estratgico?
4. Adolescencia e integracin.
i. Embarazo adolescente: Cules son las mejores estrategias para captar adolescentes
embarazadas desde los efectores de salud a nivel local?
ii. Cmo identificar los intereses de los adolescentes para el diseo de estrategias de
integracin?
Las Jornadas de Investigacin e Innovacin para la Inclusin Social, convocadas para presentar las necesidades detectadas y trabajar en talleres en torno a las mismas fueron un xito.
A la sesin plenaria asistieron unas cuatrocientas personas, y a ellas se dirigi el Presidente de
la Repblica, la ministra de Desarrollo Social y Bernardo Kliksberg, coautor con Amartya Sen
del recientemente publicado libro Primero la Gente. En los talleres participaron doscientas personas, discutiendo gente de adentro y de afuera de la universidad sobre los problemas y cmo
encararlos. Sin embargo, quiz lo ms significativo fue comprobar una vez ms cun difcil es
la comunicacin, y aun antes, la formulacin de necesidades en trminos comunicables a otros
que deben entenderlas en trminos operativos. Esta comprobacin no se hizo en fro; como se
indic, las necesidades fueron identificadas con diversos actores en un trabajo intensivo y cara
a cara hecho previamente. Aun as, el trabajo colectivo y de interaccin con investigadores requiere afinar bastante ms la determinacin de los problemas. Esa comprensin ha llevado a
centrar parte de la tarea a futuro en disear y probar mecanismos que permitan detectar y articular demandas de conocimiento asociadas a la inclusin social.
Por otra parte, y desde una perspectiva ms terica, los dilogos mantenidos en torno a
posibles soluciones a los problemas detectados permiten reafirmar la hiptesis de que la investigacin e innovacin para la inclusin social requiere un tipo de abordaje que se aleja de los
cannicos, entendiendo por tales los que llegan a las soluciones que se encuentran habitual-
60
mente en el mercado. La heurstica no cannica tiene mucho que ver con las capacidades
para innovar en condiciones de escasez: un esquema de cmo se puede visualizar esta cuestin
se presenta a continuacin: salvo la celda de la matriz asociada a la importacin de soluciones
(o a la aplicacin sin mayores cambios de soluciones ya conocidas y probadas), los problemas
presentes en las otras tres requieren capacidades para innovar en condicione de escasez.
No innovacin en el Norte
Problemas para los cuales no se
han buscado o no se han encontrado soluciones en pases altamente industrializados
Innovacin en el Sur
Problemas para los cuales
existen soluciones adecuadas
a pases subdesarrollados
No innovacin en el Sur
Problemas para los cuales
no existen soluciones adecuadas a pases subdesarrollados
Las soluciones cannicas existen, pero por diversas manifestaciones de la escasez no son adecuadas para el Sur2
61
6. Reflexiones finales
El fortalecimiento de los mecanismos de mercado, que ha sido acompaado por el debilitamiento de la intervencin de la esfera pblica en los ltimos 25 aos en Amrica Latina, no ha sido
capaz de disminuir la desigualdad. La intervencin pblica es necesaria para llenar el casillero
vaco del desarrollo latinoamericano; ello requiere a su vez la promocin de formas de la igualdad
que fortalezcan las capacidades de la gente para enfrentar y resolver problemas, a lo que hemos
denominado igualdad pro-activa. La efectividad de esta intervencin pblica depende crticamente de su legitimidad, poltica y ciudadana, as como del alcance de su carcter sistmico. Las
polticas sociales tienen una alta legitimidad en Amrica Latina; podran beneficiarse enormemente de la innovacin local para cumplir sus fines: hemos tratado de justificar esta afirmacin
a lo largo de todo el captulo. Nos preguntamos, entonces: podrn las polticas sociales proveer
un paraguas poltico adecuado a procesos interconectados dirigidos a expandir, simultneamente, los niveles de equidad y las capacidades de innovacin? Creemos que s, porque:
i. la innovacin tiene que ser fuertemente valorada para favorecer la igualdad pro-activa;
ii. la acumulacin de capacidades es clave para la innovacin; hacen falta Sistemas Nacionales de Innovacin ms fuertes e interconectados para promover y proteger estas
capacidades; para esto tambin la innovacin debe ser fuertemente valorada;
iii. las polticas pblicas requieren niveles importantes de legitimidad para ser efectivas
y mantenerse en el tiempo por los perodos necesarios para lograr sus objetivos;
iv. la brecha entre discursos, acciones y resultados en materia de innovacin en Amrica Latina puede ser atribuida en parte (aunque por cierto no exclusivamente) a
la incapacidad para pensar la innovacin como una prioridad nacional y como una
herramienta de articulacin de actores;
v. la innovacin no ha disfrutado de mayor legitimidad poltica en la regin; no ha
sido por tanto altamente valorada, ni poltica ni culturalmente. Hemos completado
el crculo. Una nueva ronda de hiptesis se hace necesaria para avanzar; en lo que
antecede hemos intentado justificar las que siguen:
vi. la legitimidad de las acciones que puedan asegurar que la innovacin ser impulsada
consecuentemente debe buscarse en un mbito que goce de legitimidad propia;
vii. en Amrica Latina, al igual que en los pases subdesarrollados en general, las polticas sociales se encuentran entre las que mayor y ms visible legitimidad tienen;
viii. articular la innovacin con las demandas que provienen de las polticas sociales
puede:
a. extender a las polticas de innovacin la legitimidad de las polticas sociales;
b. promover la acumulacin de capacidades cognitivas y productivas en un amplio conjunto de sectores de bienes y servicios;
c. impulsar formas pro-activas de la igualdad.
62
63
Referencias bibliogrficas
64
65
Diego Hurtado
Universidad Nacional de San Martn - Argentina
dhurtado@unsam.edu.ar
Doctor en Fsica (Facultad de Ciencias Exactas y Naturales UBA). Decano de la Escuela de Humanidades
de la Universidad Nacional de San Martn (UNSAM). Director del Centro de Estudios de Historia de la Ciencia y profesor de Historia de la Ciencia (Escuela de Humanidades UNSAM). Investigador de CONICET en
Historia. Profesor de Historia Social de la Ciencia en la Maestra en Poltica y Gestin de la Ciencia y la Tecnologa (UBA). Director de la revista de historia de la ciencia Saber y Tiempo e integrante del comit editorial de la revista de divulgacin cientfica Ciencia Hoy. Es autor de ms de 50 artculos y captulos de libros
sobre historia de la ciencia y ms de 100 artculos de divulgacin cientfica en diarios y revistas. Entre sus
publicaciones, pueden mencionarse:
- De tomos para la paz a los reactores de potencia. Tecnologa nuclear y diplomacia en la Argentina (19551976), Revista Iberoamericana de Ciencia, Tecnologa y Sociedad, 2, 4 (2005), pp. 41-66.
- Autonomy, even regional hegemony: Argentina and the hard way toward the first research reactor (19451958), Science in Context, vol. 18, num. 2 (2005), pp. 285-308.
- Political storms, financial uncertainties, and dreams of big science: the construction of a heavy ions accelerator in Argentina (1974-1986), Historical Studies in Physical and Biological Science, vol. 36, num. 2
(2006), pp. 343-364 (en coautora con Ana M. Vara).
- De la movilizacin industrial a la Argentina cientfica: la organizacin de la ciencia durante el peronismo
(1946-1955). Revista da Sociedade Brasileira de Histria da Cincia, vol. 4, num. 1 (2006), pp. 17-33 (en
coautora con Anala Busala).
- Imgenes de Einstein. Relatividad y cultura en el mundo y la Argentina, Buenos Aires, Eudeba, 2006. 323
pginas. ISBN: 950-23-1491-3 (en coautora con Miguel de Asa).
- Winding Roads to Big Science: Experimental Physics in Argentina and Brazil,
Science Technology & Society, 2007; vol. 12, pp. 27-48 (en coautora con Ana M. Vara).
66
Introduccin
La historia del desarrollo nuclear en la Argentina es un caso paradigmtico. Muchos de los interrogantes e incertidumbres que plantea la integracin de la ciencia y la tecnologa al crecimiento econmico de los pases de Amrica Latina tienen un lugar protagnico en este proceso de
ms de medio siglo:
i. El papel central del Estado en la formacin de tcnicos, cientficos e ingenieros para el
sector, en la promocin de las actividades de investigacin y desarrollo, en el planteo de una
estrategia de institucionalizacin que contempl tanto el impulso de la industria (el rea nuclear
como industria industrializante) como la articulacin con otras instituciones pblicas.
ii. La presencia de componentes geopolticos y geoeconmicos, que justificaron las ambiciones de independencia tecnolgica y la bsqueda de la hegemona nuclear regional durante
los aos sesenta y setenta. Como correlato de esta cuestin aparecen, tanto la participacin
del sector militar, como la necesidad de una poltica exterior capaz de mostrar la orientacin
pacfica y de hacer frente a las presiones polticas y comerciales de los pases proveedores de
tecnologa nuclear.
iii. La relativa consolidacin sistmica del sector en un escenario socio-poltico marcado
por crisis econmicas y alternancias entre gobiernos democrticos y dictaduras. La creacin de
empresas de base tecnolgica desde fines de los aos setenta, la construccin de un mercado
de pases perif para la exportacin de tecnologa nuclear y el impulso de otros sectores, como
el de tecnologa espacial, son indicios de este proceso. Como contraparte, la energa nuclear
tambin fue funcional a la conformacin de la llamada patria contratista, uno de los fenmenos econmicos locales ms nocivos de las ltimas dcadas.
iv. Los vnculos entre ciencia, tecnologa y autoritarismo tambin tienen un lugar clave
en esta historia. Especialmente durante la ltima dictadura militar (1976-1983), que dio un impulso indito al sector nuclear, en un contexto socio-poltico de disolucin de la esfera pblica
y de terrorismo de Estado.
. El trmino patria contratista alude a la trama de influencias corporativas que se consolid durante la ltima dictadura,
que deriv en un extraordinario proceso de acumulacin del que se beneficiaron algunas grandes empresas locales,
no por su capacidad de competencia en el mercado sino a travs de mecanismos de transferencia de fondos pblicos
concebidos a partir de su actuacin como contratistas del Estado (Pucciarelli, 2004).
67
. Mucho ha sido escrito acerca del caso Richter. El relato ms detallado y exhaustivo se encuentra en Mariscotti (1985).
. Luego de la muerte prematura, en marzo de 1962, de Jos Balseiro, impulsor y primer director, el instituto fue rebautizado con su nombre.
68
La creacin de la CNEA y la DNEA fue parte de la consolidacin de la estructura institucional para la ciencia y la tecnologa que tuvo lugar en la Argentina durante la dcada de 1950.
Tambin, durante los ltimos aos del gobierno de Juan Pern, fueron creados el Centro de Investigaciones Cientficas y Tcnicas de las Fuerzas Armadas (CITEFA) y el Instituto Antrtico,
ambos vinculados a reas estratgicas y, por lo tanto, al sector militar. En 1956 fue creado el
Instituto Nacional de Tecnologa Agropecuaria (INTA) y al ao siguiente comenz a funcionar el
Instituto Nacional de Tecnologa Industrial (INTI). En enero de 1958 fue promulgado el decreto
de creacin del Consejo Nacional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas (CONICET). Tambin
se cre en 1960 la Comisin Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE) y en 1961 el Instituto Aerotcnico se reorganiz como Instituto de Investigacin Aeronutica y Espacial (IIAE),
un verdadero complejo industrial con un personal de 400 personas.
Durante estos aos, desarrollo y modernizacin fueron conceptos decisivos para Amrica Latina y su sentido, para un sector de la sociedad argentina que incluy a muchos militares,
polticos y cientficos, se vinculaba a los objetivos de industrializacin, independencia tecnolgica y liderazgo regional en los foros internacionales. Dentro de la CNEA, esta orientacin actu
como principio ordenador de una poltica institucional.
En el plano nacional, adems de la creacin del Instituto de Fsica de Bariloche y los cursos dictados por la DNEA en Buenos Aires, desde 1956 se increment la participacin de las
Facultades de Ciencias Exactas y Naturales, Ingeniera y Medicina de la Universidad de Buenos
Aires y la Facultad de Agronoma de la Universidad de La Plata (Hurtado de Mendoza, 2005).
En el plano internacional, la Argentina se integr al programa tomos para la Paz, promovido
por la administracin norteamericana del presidente Eisenhower desde fines de 1953, y firm
un acuerdo de cooperacin con Estados Unidos, el 29 de julio de 1955, el cual sostena que este
pas suministrara el uranio enriquecido para los futuros reactores de investigacin argentinos. El
objetivo central del programa nuclear argentino era la instalacin de reactores de investigacin y
el acceso a toda la ayuda tcnica y financiera extranjera que fuera posible (Sbato, 1973: 23).
En la Primera Conferencia Internacional sobre Usos Pacficos de la Energa Nuclear, realizada
en Ginebra en agosto de 1955, la delegacin argentina aport 37 trabajos, entre los cuales el grupo
de radioqumica de la DNEA present 13 nuevos radioistopos (Martnez Vidal, 1994: 178-79).
Con la cada de Pern en septiembre de 1955, la vieja CNEA y la DNEA fueron fusionadas, pasaron
a llamarse CNEA y el rea nuclear pas a depender de forma directa del Poder Ejecutivo.
. Un panorama histrico del proceso de institucionalizacin de la ciencia y la tecnologa en la Argentina, entre 1933 y
1996, puede verse en Hurtado (en prensa).
. Se ha escrito mucho sobre el programa tomos para la Paz. Solo a modo de sntesis, puede citarse al historiador
Martin Medhurst: Brevemente, si la industria norteamericana podra ser la primera en establecer una presencia nuclear
en diversos pases, estos pases seran, casi inevitablemente, dependientes de Estados Unidos en diseo, construccin,
operacin inicial, materiales educativos y cualquier otro aspecto de una industria incipiente. Por supuesto que, una vez
establecida, la tecnologa norteamericana sera muy difcil, si no imposible, de sustituir (Medhurst, 1997: 588).
. Entre 1955 y 1961, la US AEC firm 25 acuerdos para cooperar en investigacin; 14 para cooperar en investigacin
y en produccin de potencia; 11 acuerdos con propsitos de defensa mutua, y tres acuerdos especiales con IAEA y
EUROATOM (ver, por ejemplo, Hewlett y Holl, 1989: 581).
. La lista detallada de los radioistopos descubiertos en la Argentina puede verse en Radicella (2001: 25).
69
. El Argonaut (Argonne Nuclear Assembly for University Training) era un reactor de investigacin de baja potencia (10
kW de calor), bajo costo y moderado con agua liviana. Haba sido diseado para ser suficientemente seguro para el uso
de estudiantes.
. Un relato detallado acerca de la construccin del RA-1 puede verse en Hurtado de Mendoza (2005b).
10. Para la cuestin de la autonoma en la determinacin de objetivos y regulaciones, ver Decreto 384 (l6 de octubre de
1955). Tambin se reforz el control, propiedad y produccin del material radiactivo a travs del Decreto 22.477 (18 de
diciembre de 1956) y se reorientaron los objetivos de la CNEA hacia la investigacin cientfica con fines en la aplicacin
industrial a travs del Decreto 842 (24 de enero de 1958).
11. Como parte de un programa de relevamiento de las necesidades de algunos pases en desarrollo y distribucin de
equipamiento, en abril de 1961 la IAEA public su programa de asistencia tcnica. All aparece que la Argentina recibira,
adems de la visita de expertos, un equipamiento valuado en 41.500 dlares (IAEA, 1961: 17).
12. Los cientficos argentinos que viajaron fueron R. L. Ceriani a Paraguay (aplicaciones mdicas de radioistopos, 1963);
V. Pecorini a Bolivia (aplicaciones mdicas de radioistopos, 1964); S. Nassiff a Colombia (radio qumica, 1965); M.
E. Bancora a Guatemala (produccin de potencia, 1967); H. R. Ciancaglini a Irn (equipamiento, 1967); G. S. Ryan a
Pakistn (plant breeding, 1968); A. J. Olivari a Bolivia (istopos para usos mdicos, 1968); E. Kuschnir a El Salvador
(istopos para usos mdicos, 1968). Ver la seccin Technical Assistance Experts in the Field de IAEA Bulletin (desde
julio de 1963 hasta noviembre de 1969).
13. Decreto 7006 (10 de junio de 1960).
70
Camino a Atucha
En los nueve aos que siguieron a la entrada en operacin del RA-1, la CNEA desarroll otros
tres reactores de investigacin. En 1960 se finaliz el RA-0, concebido como un equipo auxiliar
para ensayar mejoras de diseo para el RA-1.16 La demanda creciente de radioistopos para
usos mdicos impuls el proyecto de diseo y construccin de un reactor de mayor potencia,
llamado inicialmente RAEP (Reactor Argentina de Experimentacin y Produccin). El 18 de
mayo de 1962, la United States Atomic Energy Commission (US AEC) inform al embajador
argentino en Washington que contribuira con 350 mil dlares o el 50% del costo del reactor,
de acuerdo a cul de las dos opciones representara la menor cantidad. Sin embargo, el subsidio se concretara recin cuando el nuevo reactor alcanzara criticidad y se pudieran presentar
pruebas preliminares de funcionamiento satisfactorias. El subsidio de US AEC sera utilizado
para instalaciones complementarias y gastos de funcionamiento del reactor y estaba sujeto a la
condicin de que los principales componentes del reactor sern manufacturados por firmas
norteamericanas o argentinas y que el reactor ser montado y construido por compaas norteamericanas o argentinas (Seaborg, 1962; Palfrey, 1965; Quihilallt, 1967a). Este nuevo reactor
era un componente clave en la estrategia de ir ganando escala de forma incremental, tanto en
experiencia de desarrollo de tecnologa de reactores como en la construccin de una poltica
de desarrollo de proveedores.
14. Tambin los hospitales Ramos Meja, Rawson y el Hospital de Nios en Buenos Aires. Sobre la participacin de la Argentina en la revolucin verde (el uso de tcnicas de radiacin para inducir mutaciones), puede verse IAEA (1969a: 19).
15. En el mismo grupo se encontraban Brasil, Mxico, Noruega, Espaa y Sudfrica.
16. Ms tarde, el RA-0 fue transferido a la Universidad Nacional de Crdoba.
71
17. Se trat de un reactor tipo tanque de 5 MW de potencia trmica que funcionaba con uranio enriquecido al 90%.
Todos sus componentes fueron manufacturados en la Argentina, incluyendo el 90% de la electrnica y el equipo de
control (Sbato, 1973: 28).
18. El equipo, a cargo de un comit de tres miembros el presidente de CNEA, el gerente de Energa y el gerente de
Tecnologa estuvo integrado por 12 profesionales (Sbato, 1970: 33).
19. Decreto 485 (22 de enero de 1965).
72
A fines de junio de 1966, se produjo un nuevo golpe de Estado y al poco tiempo tuvo lugar
una violenta represin en algunas universidades pblicas. El incidente tuvo repercusin internacional. El resultado fue la masiva renuncia de profesores y el xodo de prestigiosos cientficos
(Tellez, 1966; Maidenberg, 1966). Si bien la CNEA no fue afectada de forma directa por este
evento, s padeci en los aos siguientes el declinamiento general de las actividades cientficas
que siguieron a este perodo.
Antes del llamado a ofertas para la compra del primer reactor de potencia, la CNEA haba
ya decidido a priori algunos puntos. El hecho de que los reactores de uranio enriquecido presentaban un nico proveedor Estados Unidos fue considerado una desventaja decisiva. Se
favoreceran las ofertas basadas en reactores de uranio natural (Sbato, 1973: 32). Una menor
dependencia compensara, se argument, el mayor precio de los reactores de uranio natural.
La decisin a favor de esta lnea de reactores significara que la produccin de agua pesada se
transformara en una de las prioridades de la CNEA (Luddemann, 1983: 380-381). Esta idea
contemplaba el uso del uranio local como un paso hacia la diversificacin de las fuentes de energa (Sbato, 1970: 35). En 1967, mientras se llevaban a cabo las negociaciones por la central
Atucha I, la CNEA haba iniciado el estudio de factibilidad de una segunda central del doble de
potencia que Atucha I, destinada a proveer electricidad a la regin central del pas.
Si bien se estimaba un nivel de potencia para Atucha entre 500 y 550 MW, haba en las
altas esferas del Gobierno un poderoso grupo, respaldado por la Secretara de Energa, completamente en contra a cualquier planta nuclear. Solamente despus de una dura batalla, se acept
la idea de una planta de 300 MW de potencia [...] (Sbato, 1973: 32).
El llamado a ofertas tuvo dos aspectos clave: (1) debido al hecho de que la CNEA haba
decidido por adelantado que no pedira financiamiento a agencias internacionales, tales como
el Banco Mundial, el financiamiento propuesto tena que ser incluido explcitamente en las ofertas de manera detallada; (2) solamente aquellas ofertas que consideraran una intensa participacin de la industria local seran tenidas en cuenta (Quihillalt, 1969: 438; Sbato, 1970: 37;
Sbato, 1973: 30-32). A mediados de 1967, 17 ofertas haban sido presentadas por compaas
francesas, canadienses, americanas y alemanas. Para la concrecin del acuerdo con la firma
alemana, SATI organiz un comit llamado Grupo de Industrias Nacionales para relevar la capacidad industrial, evaluar el acuerdo y asegurar la participacin adecuada de la industria local
(Adler, 1988: 74). La seleccin favoreci a la empresa alemana Siemens, que haba ofrecido el
cien por ciento del financiamiento, incluidos los costos locales. Todo el mundo afirmaba que
no podramos conseguir algo as (Sbato, 1970: 38).
El costo de la planta era de 70 millones de dlares. El agua pesada y el combustible no
estaban incluidos en el paquete llave en mano. Si se consideran este y otros puntos adicionales, el costo de la planta ascenda a 105 millones de dlares. Las 300 toneladas de agua pesada
seran adquiridas a Estados Unidos y los elementos combustibles deberan ser fabricados con
uranio procesado por la CNEA (IAEA, 1969b: 28). Finalmente, el acuerdo consideraba que no
habra dominios reservados, lo que hizo posible que en 1970 la CNEA mantuviera 16 tcnicos
en la casa Siemens, en Alemania. Hay equipos argentinos metidos en todos los recovecos de
esta central (Sbato, 1970: 38).
73
20. Este tratado fue abierto a la firma el 14 de febrero de 1967, pero entr en vigor el 24 de junio de 1969. Su intencin
era crear una zona libre de armas nucleares, prohibiendo, entre otras cosas, la instalacin de bases militares con este tipo
de armas. Una caracterstica del mismo es la exigencia de todas las firmas para ingresar en el acuerdo de salvaguardias
de la IAEA (Alonso, 1985: 86; Redick, 1975: 416).
21. Segunda parte del XXII Perodo de Sesiones de la Asamblea General.
74
portancia fundamental que este Tratado pueda suponer en grado alguno, un escollo a nuestro
desarrollo econmico por una parte y, por la otra, que pueda constituir la base jurdica de una
dependencia tecnolgica que se ha venido acentuando cada vez ms en los ltimos tiempos
(Ruda, 1970: 77). Como contraparte, los pases nucleares no asuman ningn compromiso concreto, en contraste con las concretas obligaciones que se imponan a los pases no nucleares
en los artculos 2 y 3. Ruda pronunci una frase que adquiri cierta popularidad: Este Tratado
significa paradjicamente el desarme de los desarmados (Ruda, 1970: 79). Desde entonces,
la Argentina y Brasil repitieron durante ms de un cuarto de siglo que el TNP les resultaba inaceptable por su carcter discriminatorio y por violar la igualdad legal de los Estados. Al asumir
esta posicin ante los foros internacionales, el desarrollo nuclear argentino enfrentaba un serio
interrogante: hasta qu punto el no haber firmado el TNP influira sobre la decisin de las potencias en materia de asistencia tcnica? (Garasino, 1970: 72-74).
75
segunda central de potencia, a un costo aproximado de 150 millones de dlares, sera construida en Ro Tercero, provincia de Crdoba (Nuclear News, 1971: 60). Para Sbato, [...] la
crisis argentina no es un estado patolgico, anormal, transitorio; la crisis es el estado normal de
la Argentina, lo ha sido durante los ltimos 40 aos y lo ms probable es que lo siga siendo por
muchos aos ms. Hay que aprender, argumentaba Sbato, a trabajar en estas condiciones
(Sbato, 1972: 12).
Durante el proceso de negociacin por la segunda central de potencia, Lanusse y el Ejrcito
respaldaron la oferta de un reactor de uranio enriquecido de la firma norteamericana Westinghouse (Solingen, 1996: 43). Sin embargo, a diferencia de lo que haba ocurrido con Atucha I, la
discusin acerca del tipo de reactor para la central de Ro Tercero fue objeto de una discusin
pblica intensa (Poneman, 1982: 75). Como parte de este debate, la Asociacin de Profesionales de la Comisin Nacional de Energa Atmica (APCNEA) manifest las razones que la inclinaban a favor de la lnea de reactores de uranio natural. Entre otras, mencionaba que las centrales
que emplean este tipo de combustible, a igualdad de potencia generada, producen el doble de
plutonio que las de uranio enriquecido. En palabras de la APCNEA: en la actual generacin
de reactores denominados trmicos el plutonio puede adicionarse al combustible de uranio
utilizado disminuyendo de esta manera los requerimientos del mineral. Adems, el plutonio
debe ser considerado como el combustible del futuro. Finalmente, la adopcin de reactores
que emplean uranio enriquecido implica, por un lapso indefinido la dependencia estrecha de un
nico proveedor [Estados Unidos], lo cual afecta directamente el control del servicio elctrico,
situacin generadora de presiones polticas y econmicas (APCNEA, 1972: 40-41).
En abril de 1972 se difundi que la Argentina comprara su segundo reactor a la Atomic
Energy of Canada Ltd. (AECL). Se trataba de un reactor modelo CANDU (Canadian Deuterium
Uranium), tambin en la lnea del uranio natural, de 600 MW. En los ltimos estadios de las negociaciones, el consorcio formado por la empresa estatal canadiense Atomic Energy of Canada
Limited (AECL) y la italiana Italimpianti haba logrado imponerse a las ofertas de la empresa
alemana Kraftwerk Union y la norteamericana Westinghouse (Nuclear Industry, 1973: 49). En
diciembre se constituy un grupo de anlisis entre la CNEA y el Consejo Federal de Inversiones
para realizar un estudio de la posible participacin de la industria e ingeniera nacional en el
programa de centrales nucleares, contemplando los aspectos que hacen al desarrollo regional
(CNEA y CFI, 1974: 5). Ese mismo ao se extrajo del reactor MZFR del Centro de Investigaciones
Atmicas de Karlsruhe (Alemania) el primer elemento combustible de potencia manufacturado
en la Argentina por la Divisin de Metalurgia de la CNEA, en colaboracin con la empresa SIAM
electromecnica. Se hizo as no porque SIAM tuviera experiencia en metalurgia nuclear (en
realidad no tena ninguna) sino para comenzar a interesar a la industria argentina en lo que va a
ser en pocos aos un gran negocio. Atucha consumira ms de 2,5 millones de dlares por
ao de combustible durante sus prximas tres dcadas de vida til (Sbato, 1972: 8).
El valor total del contrato por la segunda central fue del orden de los 220 millones de dlares. Ante la insistencia de la CNEA sobre la participacin de empresas locales, AECL se comprometi a asegurar la participacin de un 50% de firmas argentinas. Fiel a la poltica que la CNEA
haba iniciado en 1957, una condicin adicional fue que AECL debera hacer que su tecnologa
76
22. El ingeniero Humberto Ciancaglini haba trabajado en rea nuclear en Irn durante la segunda mitad de la dcada
de 1960.
23. El costo adicional fue estimado en solo el 3,25 % (Martnez Vidal, 1994: 183). SATI haba conseguido colocar una lista
que representaba el 12% de rdenes de compra de tems electromecnicos y el 90% de la obra civil, lo que significaba
un 40% de participacin nacional (Quilici, 2008: 7).
77
24. Estos planes faranicos no desentonaban con los proyectos de otros pases de la regin. Funcionarios brasileos
hablaban de construir 63 plantas de energa nuclear, aunque los compromisos con Alemania Occidental contemplaban
rdenes por solo dos reactores (Gall, 1976: 194).
78
esta razn que la Argentina debe ir desde ahora implementando la infraestructura suficiente
en este campo. En cuanto al problema de enriquecimiento de uranio, si bien Castro Madero
sostuvo que an quedaba por definir una poltica, afirm que siendo el pas un potencial exportador de uranio, mayor ser el beneficio cuanto mayor sea el valor agregado. Tambin hizo una
propuesta inicial centrada en estudiar la factibilidad de establecer una planta multirregional de
enriquecimiento en Amrica Latina (Castro Madero, 1976b: 45-46).
Para los militares argentinos tambin haba razones de orden geopoltico. 25 En junio de
1975, Brasil haba firmado un convenio con Alemania Federal en el que se acordaba la mayor
de las transferencias de tecnologa nuclear hacia un pas en desarrollo. En la visin de algunos
militares argentinos, este evento podra afectar drsticamente los intereses regionales del programa nuclear argentino (Guglialmelli, 1976; Lowrance, 1976). Para Castro Madero, sin embargo, la razn dominante no era militar sino econmica. Mientras que Brasil haba optado por
reactores de uranio enriquecido, la Argentina haba optado por reactores de uranio natural. Una
decisin masiva del resto de los pases de la regin por una de estas opciones puede significar una sensible disminucin de costos y abre una magnfica posibilidad de incursionar en
nuevos mercados internacionales (Castro Madero, 1976b: 46). Desde la dcada de 1960, la
Argentina haba puesto a disposicin de la IAEA alrededor de cincuenta expertos para ayudar
a la regin y haba iniciado una poltica de acuerdos bilaterales de cooperacin con pases vecinos (Yriart, 1976). 26
Miembro del sector industrialista de las Fuerzas Armadas, Castro Madero pensaba que
los militares tenan que jugar un papel decisivo en el desarrollo de aquellas reas estratgicas
capaces de impulsar la industrializacin del pas. Desde su punto de vista, la industria nuclear
ejerce un efecto multiplicador sobre otras actividades industriales y constituye un importante
foco de atraccin para nuestros profesionales de prcticamente todas las disciplinas cientfico
tecnolgicas (Castro Madero, 1976b: 47). El xodo de cientficos afectaba seriamente estos
objetivos (Pellegrino, 2003: 11-12). Ahora bien, a pesar de la preocupacin manifestada por
Castro Madero sobre la fuga de cerebros, ya desde sus primeros das en el poder el rgimen
militar hizo estragos sobre los sectores cientficos y acadmicos. Luego del retorno a la democracia, llevara ms de quince aos revertir sus consecuencias.
En reemplazo de los rectores fueron nombrados interventores militares en 28 universidades estatales. Durante los primeros meses de dictadura, al menos 3.000 personas, entre
profesores, personal administrativo y estudiantes, fueron expulsadas por razones polticas. Muchos otros renunciaron. Algunos profesores fueron llevados a prisin como parte de acciones
antisubversivas. Hasta que podamos limpiar el rea de enseanza y todos los profesores sean
de pensamiento e ideologa cristiana no habremos alcanzado el triunfo que buscamos contra
25. La geopoltica en Amrica Latina estaba en buena medida en manos de militares. Refirindose a la revista argentina
Estrategia, Child (1979: 95) sostiene: Desde 1969, el Instituto Argentino de Estudios Estratgicos y Relaciones Internacionales (INSAR), bajo la direccin del General retirado Juan E. Guglielmelli, ha estado produciendo la que es claramente
la revista ms sofisticada y penetrante de geopoltica de Amrica Latina (y posiblemente del mundo).
26. Hasta 1976, la Argentina haba firmado acuerdos de cooperacin para usos pacficos de la energa nuclear con Bolivia
(1970), Colombia (1967), Paraguay (1967), Per (1968), Uruguay (1968) (Fundacin Arturo Illia, 1989: 197-200).
79
la izquierda revolucionaria, aclaraba por aquellos das el general Adel Vilas, comandante de la
Quinta Brigada de Infantera (Onis, 1976). Noticias acerca de cientficos que fueron secuestrados o desaparecidos comenzaron a ser publicadas en revistas y diarios internacionales. En
la CNEA, al menos ocho cientficos fueron arrestados entre el 1 y el 19 de abril de 1976. Entre
ellos se encontraba el fsico Mario Misetich, que haba regresado a la Argentina en 1970 con un
doctorado en el Massachusetts Institute of Technology. 27 A pesar de que al final de la dictadura
desaparecieron 15 personas de la CNEA, de acuerdo con numerosos testimonios de ingenieros y cientficos de la CNEA, Castro Madero habra intentado proteger al personal de la CNEA
de las consecuencias del terrorismo de Estado. Como contrapartida, Castro Madero, coherente
con su lugar de funcionario de la dictadura, asumi una postura oficialista monoltica en lo que
respecta a sus declaraciones pblicas. 28
Desde el punto de vista interno, la poltica econmica de la dictadura inici un proceso
acelerado de apertura econmica y de adaptacin a las condiciones dominantes en el sistema financiero internacional. 29 A travs de enormes costos sociales, los primeros cinco aos
de poltica econmica de la dictadura iban a modificar la estructura de poder econmico (y
poltico) en favor de los dueos del dinero y, sobre todo, de aquellos que operan en el mercado
financiero. La industria local padeci los costos financieros, la competencia externa y la desaparicin del sistema de promociones. Este marcado proceso de desindustrializacin apunt,
ya desde el comienzo de la dictadura, en la direccin opuesta a la orientacin autonomista,
que contemplaba la capacitacin y articulacin de empresas locales, ambas concebidas en los
sesenta por la CNEA y asumidas por la poltica nuclear durante la gestin de Castro Madero
(Schvarzer, 1998: 33-71).
Desde el plano internacional, los planes iniciales de Castro Madero se vieron gravemente
obstaculizados por las iniciativas acordadas por los pases exportadores de tecnologa nuclear
contra la proliferacin. Por iniciativa de Estados Unidos, se iniciaron en 1974 reuniones secretas de los pases exportadores de tecnologa nuclear, ms tarde conocidos como el Club de
Londres. Conducidas por Henry Kissinger, secretado de Estado de Estados Unidos, estas reuniones eran particularmente ofensivas para las sensibilidades argentina y brasilea (Redick,
1995: 19). El objetivo explicitado era poner restricciones al comercio de equipos y tecnologas
nucleares y evitar que la competencia entre los pases exportadores debilitara las salvaguardias.
Finalmente, ignorando a la IAEA, fueron redactadas en secreto y aprobadas en septiembre de
1977 las llamadas Pautas de Londres, aunque finalmente fueron comunicadas a la IAEA en
notas de enero de 1978 (Hofmann, 1976). Las Pautas definan como tecnologas sensitivas
27. Peronista de izquierda y serio candidato a la presidencia de la CNEA cuando Pern retorn a la Argentina en 1973,
Misetich fue arrestado el 19 de abril de 1976 y hoy figura en la lista de desaparecidos en la Argentina. Ver, por ejemplo:
Wade (1976: 1398); Stover (1981); Westerkamp (1982: 37-38).
28. Ver, por ejemplo, Hurtado de Mendoza y Vara (2006).
29. Schvarzer (198: 39-42) explica los cambios del sistema financiero internacional que se vinculan a la tendencia a la
formulacin de polticas liberales y al acelerado proceso de endeudamiento de los pases perifricos: brusco incremento
de la liquidez mundial proveniente de diversas fuentes, como la ocasionada por acelerada transferencia de ingresos
producto del alza del precio del petrleo, el cambio de paridad de las principales monedas y, en la segunda mitad de la
dcada, la desaceleracin del crecimiento de las economas centrales.
80
el enriquecimiento de uranio, el reprocesamiento de elementos combustibles irradiados, la produccin de agua pesada y la tecnologa del plutonio, y restringan su transferencia. 30
Poco despus de la prueba nuclear de la India, el gobierno de Alemania Federal haba
pedido la extensin de las salvaguardias que se aplicaban sobre Atucha I a toda la vida til de la
central como condicin para continuar la provisin de sus elementos combustibles. En diciembre
de 1976, el gobierno de Canad anunci su nueva poltica. Como condicin para continuar con
los acuerdos firmados, Canad comenz a exigir la adhesin al TNP y la aceptacin por parte de
la Argentina de las salvaguardias completas de la IAEA. En este punto, Canad desconoca los
compromisos adquiridos con la Argentina, entre ellos un acuerdo de transferencia de tecnologa
(Castro Madero y Takacs, 1991: 59-60). 31 Tambin comenz a demandar nuevos costos para
la aplicacin de normas adicionales de seguridad. A todo esto se agregaba la insistencia de la
AECL sobre la necesidad de protegerse de las prdidas adicionales que eran consecuencia de
trabajar en la Argentina, donde el escenario econmico era incierto, la inflacin haba trepado
al 200% y su moneda haba padecido reiteradas devaluaciones (Carasales, 1987: 120-123).
A este complejo panorama se sum un caso de corrupcin. A fines de noviembre de 1976, el
ministro de Energa canadiense hizo pblico que en 1973 la AECL haba depositado 2,4 millones
de dlares en la cuenta de un banco de Liechtenstein en concepto de pago por servicios no
especificados a algn extranjero vinculado a la promocin de la venta del reactor CANDU a la
Argentina. Bajo la sospecha de soborno, un comit parlamentario canadiense inici una investigacin de la AECL, al que se agregaban 8 millones pagados a un agente en Tel Aviv vinculado
a la venta de un reactor CANDU a Corea del Sur (Bratt, 2006: 119-137).
Con el paso de los meses la posicin de Estados Unidos se fue endureciendo. La administracin Carter prohibi a proveedores norteamericanos de tecnologa nuclear toda venta a
pases que no hubieran firmado el TNP. Para respaldar esta poltica, Canad anunci que no
vendera agua pesada a la Argentina para su nueva planta. Como respuesta a estos anuncios,
Castro Madero sostuvo a mediados de 1977 que la Argentina estaba en condiciones de hacer
un explosivo nuclear y que la decisin de no hacerlo era de ndole poltica y no tecnolgica
(De Young, 1977). En octubre de ese mismo ao, un decreto del Poder Ejecutivo reforz el compromiso con el rea nuclear, se refiri a la instalacin de ms centrales nucleares y reafirm la
idea de dominar el ciclo completo del combustible nuclear. 32
En noviembre de 1977, el secretario de Estado de Estados Unidos, Cyrus Vance, el embajador especial para control nuclear internacional, Gerard Smith, y el arquitecto de la poltica de
no proliferacin de la administracin Carter, Joseph Nye, visitaron la Argentina. La delegacin
norteamericana esperaba que la Argentina ratificara el Tratado de Tlatelolco. 33 Si bien, de acuerdo
30. Estaba claro que las Pautas negaban a los pases en desarrollo firmantes del TNP lo que en su Artculo IV los pases
nucleares se comprometan a otorgar (Carasales, 1987: 118-120).
31. Firmado el 30 de enero de 1976 por 15 aos y renovacin automtica por 10 aos (Fundacin Arturo Illia, 1989: 197 n.19).
32. Decreto 3183 (19 de octubre de 1977), artculo 13.
33. La cuestin de los derechos humanos fue la otra razn de la visita de Vance. La administracin Carter insisti en su
preoupacin sobre los secuestros, torturas y desapariciones (p.e., Onis, 1977).
81
con Castro Madero, este fue el momento que la Argentina estuvo ms cerca de adherir a este tratado, las negociaciones terminaron fracasando (Castro Madero y Takacs, 1991: 158). Esto ocurra
mientras funcionarios de la CNEA se encontraban firmando un acuerdo con Per, el cual no tena
precedentes en lo que respecta a colaboracin tecnolgica entre pases en desarrollo.
A comienzos de los setenta el Instituto Peruano de Energa Nuclear (IPEN) estaba interesado en adquirir un reactor de investigacin a Francia o Inglaterra. La historia del acuerdo entre
Per y la Argentina haba comenzado en 1972, cuando una delegacin del IPEN visit la CNEA
para ver si era posible obtener asesoramiento para la firma de un acuerdo con Francia. A cambio, el asesor legal de la CNEA convenci a los funcionarios del IPEN de negociar la compra con
la Argentina. La CNEA envi una misin a Per para iniciar las negociaciones. Mientras los representantes de la CNEA se encontraban en Lima, en la Argentina tuvo lugar el golpe de Estado
de marzo de 1976. Castro Madero rpidamente se inform y apoy la iniciativa. Durante las negociaciones, la CNEA asumi la responsabilidad de construir una facilidad crtica para entrenar
al personal del IPEN. Si el contrato se firmaba, esta facilidad sera donada al IPEN (Radicella,
2005). Finalmente, el 5 de noviembre de 1977 se firm el contrato para la construccin de un
Centro de Investigacin Nuclear en Guarangal, a 35 kilmetros de Lima (Castro Madero, 1978:
37a). El reactor de investigacin bautizado RP-0 entr en operacin en julio de 1978, catorce
meses despus de la firma del acuerdo. Un aspecto importante del contrato fue el entrenamiento
de 150 cientficos y tcnicos peruanos, que parcialmente fue realizado en la Argentina. Renato
Radicella, funcionario de la CNEA a cargo de las negociaciones, sostiene: Esta fue la primera
transferencia de tecnologa importante realizada por la CNEA. La Argentina gan en experiencia
y conocimiento y no perdi plata a pesar de la inflacin. Hubo mucha colaboracin del Banco
Central y la Aduana. Tuvimos el pas atrs (Radicella, 2005). Para facilitar los aspectos administrativos de la venta se promulg la ley del proyecto Per. 34
Para Castro Madero, el convenio con Per fue algo indito en Amrica Latina y un ejemplo
privilegiado de lo que se entiende por transferencia horizontal (Castro Madero, 1978b: 7). 35
La facilidad ms importante del proyecto era un reactor de investigacin trmico de 10 MW, el
cual sera, una vez finalizado, el de mayor potencia en operacin en Amrica Latina. Un punto
delicado era que este reactor haba sido diseado para operar con uranio enriquecido al 90%.
Sin embargo, la Nuclear Non-Proliferation Act (NNPA) aprobada en Estados Unidos en abril de
1978 estableca la prohibicin de cooperacin nuclear con pases que no aceptaran completas
salvaguardias de todas sus instalaciones. 36 La CNEA decidi redisear el reactor para que pudiera
trabajar con uranio enriquecido al 20%. A pesar de esta iniciativa y del acuerdo de cooperacin
bilateral, 37 Estados Unidos decidi negar el uranio enriquecido para que la Argentina pudiera
82
fabricar los elementos combustibles para el reactor peruano. Sobre estas decisiones del gobierno norteamericano, Castro Madero sostuvo que resultaba muy difcil discriminar hasta dnde
se trata de evitar la proliferacin y hasta dnde se permite que existan monopolios, que existan
intereses comerciales o que exista el inters de que algunos pases no tengan la posibilidad de
desarrollar sus planes autnomos (Castro Madero, 1978b: 5).
Este cambio de poltica por parte de Estados Unidos desencaden varias iniciativas que
significaron una orientacin ms decidida hacia la autosuficiencia en materia nuclear. Entre las
principales estaba la contratacin de la tercera central de potencia. Se decidi que seguira en la
lnea del uranio natural. Si bien lo ideal era que fuera canadiense, argumentaba Castro Madero,
Canad no nos da todava una respuesta definitiva sobre su decisin de seguir adelante en su
colaboracin con la Argentina para el desarrollo integral de su plan nuclear (Castro Madero,
1978b: 7). A pesar de estos contratiempos, en 1978 alrededor de 55 tcnicos y profesionales
ya se encontraban participando en Italia y Canad en cuestiones vinculadas a la construccin
de la central nuclear de Embalse (Castro Madero, 1978a: 35).
A fines de 1978, Castro Madero anunci que ya estaba en construccin en el Centro Atmico Ezeiza una nueva planta que fabricara los elementos combustibles necesarios para operar
Atucha I a partir del uranio natural argentino. Tambin se iba a comenzar la construccin de una
planta experimental de agua pesada, que entrara en operacin en 1980, con una capacidad de
produccin de una o dos toneladas por ao. Una vez que hayamos adquirido todo el know-how,
estaremos en posicin de llamar a ofertas para una planta industrial de 250 toneladas, agreg
Castro Madero (Benjamin, 1978: A21).
Simultneamente, para consternacin de la administracin Carter, Castro Madero anunci
que la Argentina haba contratado el ao anterior a la empresa Techint para comenzar a construir en el Centro Atmico de Ezeiza (Buenos Aires) una planta experimental para reprocesar
plutonio, que podra estar terminada a comienzos de los ochenta. 38 Desafiando los esfuerzos
de Estados Unidos para detener este proyecto, Castro Madero afirmaba: Ahora los Estados
Unidos dicen no reprocesen. Al da siguiente, ellos dirn s [] Para un pas como el nuestro,
toma tiempo desarrollar una nueva tecnologa. Por eso estamos planificando llegar preparados
a la dcada de 1990 para estar en posicin de decidir por nosotros mismos si reprocesar o no
(Benjamin, 1978: A21).
A comienzos de 1979 una comisin interministerial aprob y el presidente militar de facto
ratific un ambicioso Plan Nuclear, el cual autorizaba la construccin de cuatro reactores de
600 MW y se propona completar el ciclo del combustible nuclear para 1997. 39 El presupuesto
para el rea nuclear se multiplic por cuatro y alcanz los 1.000 millones de dlares por ao
(Poneman, 1987: 174-175). Luego de elaborar una base de datos de proveedores nucleares
38. En 1967, un grupo liderado por Juan Flegenheimerlogr poner en funcionamiento una planta de reprocesamiento
a escala de laboratorio y separar unos miligramos de plutonio de elementos combustibles irradiados provistos por Estados Unidos para el reactor de investigacin RA-1. En 1973, con el cambio de gobierno, Flegenheimer tuvo que dejar
la CNEA (Radicella, 2005).
39. Decreto 302. La comisin interministerial fue creada en noviembre de 1978 (CNEA, 1978a).
83
nacionales, se hizo el llamado a licitacin para la tercera central nuclear.40 En la licitacin se especificaba que la central deba ser de 700 MW, uranio natural y agua pesada. En noviembre, la
compaa alemana KWU gan el contrato por 1.300 millones de dlares para construir Atucha
II, la tercera central nuclear, mientras que la firma suiza Sulzer Brothers obtuvo el contrato por
300 millones de dlares para construir una planta comercial de agua pesada con una capacidad de produccin de 250 toneladas anuales en Arroyito, provincia de Neuqun. A pesar de
que la firma canadiense AECL haba ofrecido una oferta comprehensiva para construir tanto el
reactor como la planta de produccin de agua pesada, Castro Madero sostuvo que, si la AECL
hubiera ganado el contrato para la construccin de Atucha II, el pas se habra atado a un solo
proveedor y esto habra afectado la capacidad de la Argentina de desarrollar un programa independiente con un mnimo de posibilidades de interferencias externas (Nuclear Engineering
International, 1979).41 Durante la negociacin del contrato se cre la Empresa Nuclear Argentina
de Centrales Elctricas (ENACE), con una participacin del 75% de CNEA y el 25% de KWU.
Entre los objetivos de esta empresa estaban la promocin e integracin de la industria local alrededor del plan nuclear, la gestin de contratos de transferencia de tecnologa, la precalificacin
de empresas proveedoras.42
Finalmente, como veremos en la siguiente seccin, el cambio de orientacin de la poltica
nuclear norteamericana tambin alent el inicio de un programa secreto para el desarrollo de la
tecnologa de enriquecimiento de uranio.
Secretos patagnicos
Mientras las presiones de Estados Unidos se enfocaban en la planta de reprocesamiento y Castro Madero lograba dividir el frente de proveedores, el programa secreto de enriquecimiento de
uranio se puso en marcha en 1978. Este proyecto fue propuesto por un grupo de cientficos de la
CNEA e INVAP (Investigaciones Aplicadas), una empresa que era un desprendimiento originado
en el Programa de Investigaciones Aplicadas (PIA) creado por la CNEA en 1971. Liderado por
el fsico Conrado Varotto que se haba doctorado en el Instituto Balseiro, el principal objetivo
del PIA era asistir a la industria local en la incorporacin de tecnologas modernas. Uno de los
principales obstculos que enfrent el PIA fue la compleja burocracia de la CNEA y, como consecuencia, la dificultad de concretar acuerdos comerciales. En 1975 se iniciaron las primeras
negociaciones entre la CNEA y el gobierno de la provincia de Ro Negro para la creacin de una
empresa. En septiembre de 1976, despus del golpe militar, el nuevo gobernador y Castro Madero, ambos de la Marina, acordaron la creacin de la empresa (Buch, 2004). En sus inicios,
40. El cuestionario de la encuesta fue dirigido a 600 empresas y fue respondido por unas 300 (Quilici, 2008: 11).
41. A fines de los aos ochenta, el costo del reactor haba ascendido a 4.000 millones de dlares. En agosto de 2006
el gobierno argentino anunci que se retomaran las obras de la central Atucha II. La planta de agua pesada entr en
operacin en 1985 y su costo final se estima en mil millones de dlares.
42. Sobre las empresas mixtas creadas por la CNEA durante este perodo, como ENACE, CONUAR y FAESA, y sobre la
participacin de algunas empresas de capital nacional como Industria Mendoza Pescarmona y Prez Companc, y la forma
en que se beneficiaron a partir de las licitaciones vinculadas al plan nuclear, puede verse Quilici (2008).
84
INVAP estuvo casi enteramente dedicada a los requerimientos del rea nuclear. En 1978, con
un personal de alrededor de 130 personas, la empresa comenz a participar en la construccin del RA-6, un reactor de investigacin para el Centro Atmico Bariloche (CAB). En 1980 la
empresa fue contratada por la CNEA para proveer los instrumentos para el reactor que estaba
siendo construido en Per. Sin embargo, la mayor tarea que emprendi en aquellos aos fue el
desarrollo secreto de una planta de enriquecimiento de uranio por difusin gaseosa. La determinacin de avanzar vino en 1978, cuando el Congreso de Estados Unidos aprob la ley de no
proliferacin. Carter no proveera combustible enriquecido para un reactor de investigacin que
la Argentina estaba vendiendo a Per y para la produccin de radioistopos para medicina e
industria que nosotros exportamos, explicaba ms tarde Varotto (Martin, 1984).
El 1 de agosto de 1978, Castro Madero firm el documento secreto, llamado Informe
DDG 1/78, autorizando los estudios de enriquecimiento de uranio.43 Este documento propona:
Desarrollar la tecnologa de enriquecimiento de uranio por el mtodo de difusin gaseosa, en
escalas de entre 50 y 500 kg/ao de uranio metlico equivalente, con un enriquecimiento de
hasta un 20% de 235U. (CNEA, 1978b: 1). Adems de instalaciones en la ciudad de Bariloche,
la CNEA adquiri un terreno en Pilcaniyeu (a 60 kilmetros de Bariloche), al borde del ro Pichi
Leufu River. En este lugar aislado sera construido el complejo para el enriquecimiento de uranio. En las pautas para la organizacin del personal se mencionaba: Slo determinado personal
tendr conocimiento del Proyecto en su totalidad. Y el informe agregaba: El personal de menor
jerarqua que tome parte del mismo, deber ignorar las finalidades, salvo que sea aconsejable
enterarlo. Cada caso se estudiar particularmente. Si fuera necesario, Gendarmera Nacional se
ocupara de la custodia de las instalaciones (CNEA, 1978b: 4-5). Ahora bien, el mayor volumen
del informe se dedicaba a la Memoria tcnica del proceso. El 26 de febrero de 1981 fueron
obtenidos en Villa Golf los primeros miligramos de uranio enriquecido (Santos s/f, 107, 154).
En paralelo al proyecto Pilca, el 3 de abril de 1982, la CNEA inaugur su primera planta
para la produccin de elementos combustibles. Castro Madero llam a esto un paso hacia la
autosuficiencia que liberar a la Argentina del colonialismo cientfico y tecnolgico. Tres das ms
tarde, la Argentina anunci que la Unin Sovitica haba acordado enriquecer uranio argentino
a un porcentaje bajo, y que haba obtenido una cantidad adicional de China.44 En la arena internacional, la guerra de Malvinas y la derrota final de la Argentina fueron asociadas a la cuestin
nuclear. Algunos titulares de diarios norteamericanos fueron elocuentes: La derrota de Falkland
podra acelerar la bomba A argentina (Christian Science Monitor, 1982), o Falkland, la bomba
latina y proliferacin nuclear (Kondracke, 1982). La guerra de Malvinas interfiri en la marcha
del proyecto solamente en cuestiones menores. En el Ayuda Memoria mimeografiado que llev
a la reunin mantenida el 19 de octubre de 1982 en Buenos Aires con Castro Madero, Varotto
43. La sigla DIG indica Planta de enriquecimiento de uranio por el proceso de difusin gaseosa.
44. Una presentacin de las relaciones comerciales entre la Argentina y la Unin Sovitica puede verse en Markham
(1982). Entre 1980 y 1982, Argentina import agua pesada de la Unin Sovitica y de la Repblica Popular China para
compensar las prdidas de Atucha I (ver, por ejemplo, Kessler, 1983; Miller, 1982). Al final de 1982, Castro Madero
afirm que China estaba vendiendo a las Argentina uranio enriquecido al 20% para los reactores de investigacin. Por
su parte, una firma francesa provey circonio al programa nuclear argentino (Laufer, 1982).
85
sintetiza el estado de situacin del proyecto y agrega que el 100% de la tecnologa es propia
y que se han importado solo materias primas y materiales y equipos no incluidos en ninguna
lista de embargos. Y agrega: Los equipos para produccin de membranas son 100% USA y
algunos llegaron incluso durante la guerra de las Malvinas (Varotto, 1982).
Durante este perodo, los ambiciosos planes nucleares de la CNEA comenzaron a ser amenazados por la escasez de fondos. El estancamiento econmico a esta altura la deuda externa
era de 39 mil millones de dlares comenz a tornarse una barrera infranqueable. La CNEA tuvo
que aceptar un retraso en la construccin de la tercera planta nuclear y de la planta de agua
pesada. En cuanto al considerable atraso en la construccin de la planta de reprocesamiento,
Castro Madero explic que la Argentina estaba tratando de construirla sin ayuda extranjera: Tenemos que adaptarnos a nuestra situacin econmica [...] sin caer en el pesimismo acerca de
lo que podemos conseguir (Diehl, 1982). Como compensacin parcial, a mediados de 1982
se produjo un giro en la poltica norteamericana, cuando el secretario de Energa de la administracin Reagan, James B. Edwards, autoriz la exportacin al pas de un sistema de control
computarizado provisto por la empresa norteamericana Foxboro para ser utilizado en la planta de
agua pesada, cuya construccin estaba a cargo de una firma suiza. A pesar de que el NNPA de
1978 prohiba la cooperacin de Estados Unidos con la Argentina, la administracin Reagan fue
capaz de autorizar la exportacin del sistema digital, dado que en los papeles figuraba la venta a
la firma suiza (Benjamin, 1982). El 3 de mayo de 1983 se inaugur la central de Embalse. Como
resultado final, la participacin de empresas nacionales fue del 51%.45 En agosto, la administracin Reagan aprob la venta de agua pesada a la Argentina (New York Times, 1983).
El gobierno militar, debilitado por la derrota de Malvinas, haba negociado el retorno a la
democracia. El 30 de octubre Ral Alfonsn gan las elecciones presidenciales y asumira la
presidencia el 10 de diciembre. Haba que hacer pblica la existencia de una planta de enriquecimiento antes de esa fecha. El 18 de octubre, la planta oper y se obtuvieron varios kilogramos
de hexafluoruro de uranio enriquecido. Todo el proyecto haba sido realizado dentro del marco
de la Ley de Obras Pblicas y Rgimen de Contrataciones del Estado, con toda la contabilidad
a la vista. Los gastos fueron cubiertos con fondos de los presupuestos anuales de la CNEA a lo
largo de los cinco aos en que se desarroll el proyecto, con un costo total de 62,5 millones de
dlares (Castro Madero y Takacs, 1991: 84-85).46
El anuncio fue planificado como una delicada empresa diplomtica. Se concret el 18 de
noviembre de 1983. Castro Madero sostuvo:
Una vez ms, como la Argentina ha establecido en varios foros internacionales, ha sido
demostrado que la poltica de negaciones, forzada por las grandes potencias para extender la
suspensin de provisiones de materiales bajo salvaguardias necesarias para producir radioistopos, ha fallado en dar los resultados esperados. Tal poltica siempre fallar a causa de su
naturaleza discriminatoria, particularmente cuando un pas est preparado para enfrentar el
45. La central de Embalse fue terminada con una participacin nacional del 30% en ingeniera, 95% en la obra civil y
90% en el montaje (nuclear y convencional) (Orione, 1983: 114).
46. La compra de insumos extranjeros era del orden del 15,5% (Castro Madero y Takacs, 1991: 85).
86
desarrollo de tecnologas con sus propios recursos tcnicos y una mirada puesta en asegurar
su autonoma y su independencia (Starr, 1984: 957).
Mientras tanto, la economa argentina padeca una inflacin anual del 400%. Algn caricaturista sealaba que la nica cosa enriquecida en la Argentina era el uranio. En este momento,
el pas era considerado el tercer mayor proveedor del mundo de asistencia nuclear a otros pases
en desarrollo. La noticia del xito tecnolgico de Pilcaniyeu tom a las agencias de inteligencia
norteamericanas por sorpresa. Qu clase de tontos emplea la CIA en Amrica Latina?, preguntaba un editorial de la revista inglesa New Scientist (1983).
Retorno a la democracia
El retorno a la democracia hizo pensar en la arena internacional que se producira un cambio
drstico en la poltica nuclear argentina. Aun antes de asumir la presidencia, el presidente electo
Ral Alfonsn anunci que creara una comisin investigadora para revisar el programa nuclear
en su totalidad. A fines de diciembre, Castro Madero renunci y asumi el primer presidente
civil en la historia de la CNEA. Sin embargo, a los pocos meses del retorno a la democracia, la
incertidumbre del gobierno norteamericano se pona en evidencia en las pginas del diario Wall
Street Journal:
La prensa occidental frecuentemente asoci el rechazo a las salvaguardias nucleares
completas por parte del rgimen militar difunto con el recurrente nacionalismo que dio color a
la aventura fallida de las islas Falkland [Malvinas]. Para desgracia de Washington, sin embargo,
el gobierno electo de Ral Alfonsn [...] ha adoptado esencialmente la lnea poltica de sus predecesores militares en esta cuestin (Leigh, 1984).
A pesar de las enrgicas iniciativas legales y polticas contra la dictadura, el gobierno
democrtico adopt una aproximacin autonomista en la cuestin nuclear. Es cierto que esto
significaba continuar en la lnea de Castro Madero. Pero lo que pasaba por alto el Wall Street
Journal era que la poltica nuclear de Castro Madero, a contramano de la poltica econmica
aplicada a escala nacional, haba adoptado la ideologa y los objetivos que se haban comenzado
a construir en la CNEA desde los aos cincuenta. De todas formas, el gobierno de Alfonsn respondi a estos reclamos externos dando a Cancillera un peso mayor en la definicin y manejo
de la poltica nuclear a travs de la creacin de la Direccin de Asuntos Nucleares y Desarme en
el mbito del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto. El principal objetivo era ganar transparencia y mostrar las intenciones pacficas en los foros internacionales (Russell, 1989: 77).
A fines de marzo de 1984, la primera crisis ministerial que enfrent el gobierno de Alfonsn
se produjo por motivos nucleares. La renuncia del secretario de Asuntos Especiales del Ministerio de Relaciones Exteriores, Hugo Gobbi, estaba vinculada al posible desmantelamiento de
la planta de enriquecimiento de uranio de Pilcaniyeu. El reemplazo de Gobbi, defensor intransigente del plan nuclear, por Jorge Sbato, primo de quien liderara el desarrollo nuclear durante
los sesenta, constituye la punta de una complicada operacin de presin que despliegan poderosos intereses, para cambiar el rumbo de la poltica nuclear argentina, especulaba el diario
Primera Plana. Casi en simultneo con este desplazamiento, visit la Argentina el vicesecretario
87
de Estado para Asuntos Interamericanos, Lowell Kilday. La misin de Kilday era persuadir al
gobierno argentino de ratificar el Tratado de Tlatelolco y el TNP. El reordenamiento del plan
nuclear era condicin para la renegociacin de la deuda externa. Durante esta visita se dio a
conocer la drstica reduccin del presupuesto de la CNEA al 50%. Detrs de Kilday visitaran
el pas Paul Leventhal y Theodore Taylor, directivos del Nuclear Control Institute y asesores del
Congreso de Estados Unidos en cuestiones de no proliferacin. Tambin visit el pas Jeremy
Stone, director de la Federacin de Cientficos Americanos (Primera Plana, 1984).
Los medios se hicieron eco de la incertidumbre del destino del desarrollo nuclear argentino. En abril, el diario Clarn defendi la trayectoria histrica de la CNEA. En un editorial sostena:
Mientras que otros tems de la industrializacin eran arrasados por las polticas econmicas, la
CNEA no solo sobrevivi, sino que se constituy en una leccin elocuente de que el desarrollo es
posible. Y ms abajo: La isla de modernizacin que es la industria atmica merece, entonces,
reencontrarse con el resto del proceso productivo [...]. El editorial aluda a las dificultades para
afrontar pagos vencidos y sostena que los cortes presupuestarios no se podan justificar como
reduccin de los gastos militares [...] (Clarn, 1984).
Desde el peronismo, el corte presupuestario se present como un signo del inicio de la
desarticulacin del plan nuclear argentino. De acuerdo con un diputado nacional, el desarrollo
nuclear atravesaba uno de los momentos ms crticos como consecuencia de las presiones
de la banca internacional y de Estados Unidos, que proponen flexibilizar la negociacin de la
deuda externa nicamente si la Argentina decide poner fin a su plan en materia atmica (Regionales, 1984).47
A mediados de mayo, el diario La Nacin public dos extensos artculos de Castro Madero,
que era presentado como actual consultor de la Presidencia. Discutiendo la frase que circulaba
en ese momento para enriquecer uranio se empobreci al pas, Castro Madero se defenda
argumentando lo poco que cost Pilcaniyeu. No existen antecedentes en el pas, ni creo que
los haya en el exterior, que registren un rendimiento tan ptimo de fondos invertidos como en
este caso y que sorprende a los expertos del mundo entero. En esos artculos tambin sostuvo
que se debe calificar a este xito como el desarrollo ms importante y trascendente realizado
en la Argentina. Y conclua retomando su posicin desafiante frente a Estados Unidos: Hemos
contribuido a demostrar que la poltica de las negativas que internacionalmente impulsan las
grandes potencias no slo es irritativa por su carcter discriminatorio, sino que adems es ineficiente (Castro Madero, 1984a; 1984b).
Aceptada la crisis presupuestaria, el eje de la poltica nuclear del gobierno se desplaz
hacia el fortalecimiento de la colaboracin argentino-brasilea en el rea nuclear. El proceso de
convergencia de las polticas nucleares de Brasil y la Argentina haba comenzado con las discusiones abiertas por el Tratado de Tlatelolco y el TNP y la percepcin inequvoca de un orden
internacional que los relegaba. El proceso de deterioro de las relaciones entre Estados Unidos
y Brasil, como consecuencia de la oposicin norteamericana al acuerdo nuclear entre Brasil y
47. En este punto, es importante recordar que el gobierno de Alfonsn apoy activamente durante este mismo perodo el
proyecto secreto del misil Cndor II, desarrollado por la Fuerza Area. Puede verse Santoro (1992: 17-22).
88
Alemania Federal, firmado en 1975, reforz la tendencia a la cooperacin nuclear de los vecinos
latinoamericanos. A pesar de las tensiones, sobre todo en cuestiones de derecho sobre los recursos hdricos de ros compartidos, Argentina apoy el derecho de Brasil al acceso de tecnologa
nuclear avanzada (Redick, 1995: 19-20). Buenos Aires y Brasilia iniciaron finalmente un proceso
de consolidacin en colaboracin nuclear bilateral mientras ambos pases se encontraban bajo
dictaduras militares, cuando el general Joo Figueiredo visit Buenos Aires en 1980.
En noviembre de 1985 se reunieron en Foz de Iguaz los presidentes Ral Alfonsn y Jos
Sarney y firmaron la Declaracin conjunta sobre poltica nuclear, donde se establece un Grupo
de trabajo integrado por diplomticos, cientficos y tcnicos, que comenz sus actividades en
julio de 1986. A mediados de julio de 1987, Alfonsn viaj a Bariloche con Sarney para firmar
un conjunto de actas entre las que se inclua una de cooperacin e intercambio de tecnologa
nuclear. All se reiter el compromiso de mantener las reuniones cuatrimestrales entre especialistas argentinos y brasileos. El encuentro de los presidentes incluy la visita a la ultrasecreta
planta de enriquecimiento de uranio (DyN, 1987). El enriquecimiento de uranio estaba incluido entre los proyectos a desarrollar en conjunto, adems de nuevas tcnicas de salvaguardia e
investigacin sobre fusin. El acuerdo excluy el rea militar (Calmon Alves y Braga, 1987). Al
ao siguiente, ambos presidentes visitaron la planta de enriquecimiento brasilea en Iper y la
planta de reprocesamiento de plutonio en construccin en Ezeiza.
A pesar de la clara orientacin pacfica, las presiones sobrevivieron a la presidencia de
Alfonsn. En mayo de 1989, el prestigioso Bulletin of the Atomic Scientists public un artculo
titulado Los peronistas buscan la grandeza nuclear. All se deca: Si se puede creer en las
encuestas de opinin, el peronismo, movimiento argentino de masas autoritario y xenfobo, retornar al poder en las elecciones del 14 de mayo. Y agregaba ms adelante: Esto ha renovado
la preocupacin sobre el desarrollo nuclear en la Argentina, un pas con una larga historia de
inestabilidad poltica y nacionalismo militante (Kessler, 1989: 13).
A pesar de estas afirmaciones, el proceso de integracin con Brasil continu durante el
gobierno peronista y culmin con la concertacin del Acuerdo entre la Repblica Argentina y
la Repblica Federativa del Brasil sobre el uso exclusivamente pacfico de la energa nuclear,
firmado en Guadalajara (Mxico) el 18 de julio de 1991. Por medio de este acuerdo, se creaba un
sistema comn de control de materiales nucleares que se implementara a travs de la Agencia
Brasileo-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (ABACC). Este proceso
se cerraba con la firma en Viena, el 13 de diciembre, de un acuerdo entre los dos gobiernos, la
ABACC y la IAEA, de un acuerdo para la aplicacin de salvaguardias en ambos pases (Ornstein,
1998: 133-141; Redick, 1995: 24-33). En los aos siguientes, Brasil y la Argentina firmaron el
Tratado de Tlatelolco y el TNP.48 Para algunos protagonistas de esta historia, este paso signific
renunciar a 25 aos de coherencia en poltica nuclear.
Mientras el desarrollo nuclear en la CNEA perda impulso y se consolidaba la colaboracin con Brasil, a mediados de 1988 la empresa INVAP y el Haut Commisariat a la Recherche,
48. El Tratado de Tlatelolco fue ratificado por la Argentina el 5 de agosto de 1992. El TNP fue firmado el 23 de diciembre
de 1994.
89
49. Respecto de las presiones de Estados Unidos y la cancelacin de los contratos de INVAP con Irn en 1991, puede
verse Hurtado de Mendoza (2006: 65-66).
90
interno, la CNEA logr establecer una red de colaboracin con otras instituciones locales. Hospitales, agro, industria y universidades, todos del sector pblico, a travs de laboratorios, ctedras,
participacin en obras pblicas, van extendiendo la red de interacciones del rea nuclear. Desde una perspectiva poltica interna, la primera central de potencia Atucha I signific un avance
de la CNEA sobre el problema energtico y puso de manifiesto nuevas tensiones con el sector
que avalaba los proyectos hidroelctricos desde la Secretara de Energa. Esta misma disputa
pona de manifiesto la relevancia poltica del sector nuclear. Por otra parte, la inestabilidad y el
debilitamiento de las actividades de investigacin en las universidades pblicas obstaculizaron
el crecimiento de la CNEA. Desde el escenario internacional, los primeros sntomas de alarma y
oposicin creciente de las potencias nucleares coinciden con el momento en que algunos pases perifricos mostraban capacidad de acumulacin, diversificacin y decidida marcha hacia
la autonoma en el desarrollo nuclear. La conceptualizacin de estos desarrollos a travs del
concepto unidimensional de proliferacin justific la disminucin de la asistencia y la coercin
creciente de los marcos regulatorios.
Durante la dcada de 1970, eventos como la crisis del petrleo y la prueba nuclear de la
India generaron las condiciones para que los pases proveedores de tecnologa nuclear, liderados por Estados Unidos, mostraran que no estaban dispuestos a aceptar la competencia de
pases perifricos. El Club de Londres y el NNPA de la administracin Carter son las manifestaciones ms elocuentes. Como contrapunto, se puso en marcha en Atucha la primera central
de potencia de Amrica Latina.
En los siete aos que gobern la ltima dictadura, la CNEA concret buena parte de sus
logros ms importantes. A nivel internacional, el rgimen militar argentino soport fuertes presiones, tanto en lo referente al desarrollo nuclear como a las violaciones a los derechos humanos.
Sin embargo, el obstinado objetivo de completar el ciclo del combustible nuclear continu vigente
y poco despus de que el pas atravesara la crisis econmica ms profunda de su historia (hasta
esa fecha) y que sus Fuerzas Armadas fueran derrotadas en la guerra de Malvinas (abril-junio
de 1982), el programa nuclear alcanz su punto ms alto en noviembre de 1983, cuando Castro
Madero anunci que la Argentina haba desarrollado la tecnologa de enriquecimiento de uranio
por difusin gaseosa. A pesar de los acuerdos del Club de Londres, el NNPA y las acusaciones contra la dictadura argentina por violaciones a los derechos humanos, Castro Madero haba
logrado concretar acuerdos comerciales con Alemania Federal, Canad, Italia, Suiza, Estados
Unidos, Gran Bretaa, la Unin Sovitica, China y Francia. A pesar de la exacerbada retrica
contra la proliferacin, los pases proveedores de tecnologa nuclear no dudaron en favorecer la
conveniencia comercial en detrimento de lo pactado.
Desde el punto de vista interno, durante la ltima dictadura la CNEA haba seguido una
trayectoria opuesta a la direccin que tom la economa a escala nacional. Alejandro Estrada,
secretario de Comercio durante la dictadura, haba sostenido que es el mercado quien debe
decidir si el pas va a producir acero o caramelos (Puciarelli, 2004: 123). Esta frase emblemtica de la poltica econmica del gobierno militar colisionaba con la ideologa autonomista que
gui la poltica nuclear. Peor aun, solo unas pocas empresas nacionales prosperaron durante
la dictadura, pero no impulsadas por la competencia en el mercado, sino por su habilidad de
91
construir lobby poltico (Munck 1985, 60-62; Schorr 2004, 61-90). Un flujo millonario de contratos pblicos promovi la conformacin de este grupo de privilegio, lo que Castellani llam el
complejo econmico estatal privado (Castellani, 2004: 194-95). De esta forma, mientras a
nivel macroeconmico la ltima dictadura marc el comienzo del proceso de corporativizacin
de la economa, la CNEA se transform en una isla donde prevalecieron los ideales de desarrollo
econmico e industrializacin. El precio de este anacronismo fue cargado a la deuda externa.
En este contexto, la figura de Castro Madero permanece hoy como una incgnita digna
de ser estudiada. Mientras que es bien recordado por muchos civiles que trabajaron en la CNEA
durante la dictadura y, adems de conceptualizar su gestin como una continuacin natural de
las ideas de Sbato, sostienen que Castro Madero los habra protegido del terrorismo de Estado,
otros condenan su videlismo incondicional. Un fsico que trabaj en la CNEA durante aquel
perodo intenta sintetizar esta ambivalencia: Castro Madero fue como Rommel, un excelente
general, creativo... Era Rommel nazi? No lo s. Era pro-Hitler? S. Hubiera diseado Castro
Madero campos de concentracin y cmaras de gas? Probablemente no. Pero es cierto que l
fue miembro del grupo de elite de Videla y firm cuanta proclama en su apoyo circul durante
esos das (Hurtado de Mendoza y Vara, 2006).
Durante los primeros aos del gobierno de Alfonsn, el tema nuclear fue ampliamente debatido en los medios y constituy un tema poltico de relevancia en la agenda del gobierno, que
no alter la direccin poltica heredada y se propuso continuar, como dice un documento de la
SECyT (1989), con el vigoroso esfuerzo de abrir el paquete y de sustituir las importaciones de
tecnologa con las contribuciones de la industria local. Cuando poco ms tarde se decidi reducir
dramticamente el presupuesto de la CNEA y se produjo una severa desaceleracin, fue por razones econmicas de nivel nacional la creciente inflacin y el problema de la deuda externa, y
no por oposicin poltica o reparos de otra ndole contra el desarrollo nuclear (SECyT, 1989: 61).
Desde la arena internacional, el reordenamiento del plan nuclear fue condicin para discutir
la deuda externa. En este punto parece haberse puesto de manifiesto que el programa nuclear
argentino estaba sobredimensionado respecto de la capacidad econmica del pas.
Quilici atribuye el innegable xito en el desarrollo de proveedores que se alcanz con la
construccin de las dos primeras centrales nucleares a la puesta en prctica de las ideas de
Sbato. Sin embargo, seala, hay un punto de quiebre que puede situarse en el Plan Nuclear
establecido en el Decreto 302 de 1979. La vorgine de las grandes obras, concluye, fueron
objetos codiciados por la patria contratista, como fue el caso de Atucha II, que se convirti
en un sumidero de fondos, que solo servan para pagarles los supuestos improductivos a los
grandes contratistas (Quilici, 2008: 21-22). Algo semejante ocurri con la planta de reprocesamiento de plutonio en el Centro Atmico de Ezeiza. Su construccin qued paralizada desde
1983, cuando todava era necesaria una inversin de 40 millones de dlares para terminarla.
Ahora bien, para su operacin era necesario construir una planta de tratamiento de residuos
de alta actividad, presupuestada en 200 millones. Luego del pago de alrededor de 40 millones
de dlares en improductivos y lucro cesante a TECHINT, la principal contratista, el directorio de
la CNEA decidi rescindir el contrato para la construccin de la planta de reprocesamiento en
1991, como consecuencia de presiones de Estados Unidos. El costo final en valor contable de
92
la obra inconclusa en ese momento era de 400 millones de dlares (Santos, 2008).
El desprendimiento de la Entidad Regulatoria Nuclear y de la empresa Nucleoelctrica
Argentina, que se concret en 1994, puede pensarse como el corolario de la prdida de protagonismo de la cuestin nuclear en un marco poltico de achicamiento del Estado. Los intentos posteriores de privatizar la gestin de las centrales de potencia, a cargo de Nucleoelctrica
Argentina, no prosperaron.
Sin embargo, tambin hay que agregar en este balance que hoy la Argentina exporta reactores nucleares de investigacin. En todo caso, esta historia muestra la compleja conjuncin
de factores y las escalas temporales que se requieren para el surgimiento de una empresa de
base tecnolgica como INVAP y para su consolidacin como exportadora de tecnologa nuclear.
Escapa al presente trabajo un anlisis de las estrategias comerciales que puso en prctica esta
empresa y de las sucesivas crisis que atraves desde la dcada de 1980. 50 Otro aspecto de
esta cuestin se vincula al desarrollo de tecnologa espacial. Al poco tiempo de la creacin,
en mayo de 1991, de la Comisin Nacional de Actividades Espaciales asumi su presidencia
Conrado Varotto, quien haba liderado la creacin de INVAP y el proyecto de Pilcaniyeu. Hoy la
empresa INVAP tambin trabaja en esta rea, igual que el Instituto Balseiro y algunos sectores
de la CNEA.
Desde una perspectiva regional, la cooperacin nuclear con Brasil puso de manifiesto la
capacidad poltica de ambos pases para desactivar aquellos argumentos que, desde la arena
internacional, tomaban como punto de partida los potenciales desequilibrios que podran llevar
a una carrera nuclear en el Cono Sur. Es interesante percibir que, a pesar de haberse puesto
en evidencia que Amrica Latina es la regin de la periferia menos conflictiva del planeta, las
presiones continan vigentes. Cuando el presidente Incio Lula da Silva anunci, en abril de
2004, que Brasil iba a intentar entrar al mercado del uranio enriquecido, la IAEA exigi inspeccionar las instalaciones brasileas y algunos expertos vincularon el programa nuclear brasileo con el paquistan.
A modo de cierre, digamos que el desarrollo nuclear en la Argentina, en sus inicios, padeci
las limitaciones propias de los emprendimientos tecnolgicos en contextos perifricos:
i. La aceptacin de un estado inicial de subordinacin simblica y material. Esto significa
que los temas relevantes, los criterios de validacin, los modelos institucionales y los modos iniciales de organizacin suelen ser el producto de aquello que pudo ser aprendido (y
aprehendido) de los pases centrales. Las innovaciones locales suelen ser desviaciones
de estos parmetros iniciales.
ii. Una representacin deficiente y ahistrica del lugar social y econmico que debe
ocupar un desarrollo tecnolgico (en nuestro caso, el desarrollo nuclear), combinada con
una discontinuidad poltica crnica, que deriva en una capacidad limitada para una construccin ms eficaz de ese lugar.
93
94
Siglas
ABACC: Agencia Brasileo-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares
AECL: Atomic Energy of Canada Limited
APCNEA: Asociacin de Profesionales de la Comisin Nacional de Energa Atmica
CANDU: Canadian Deuterium Uranium
CEPAL: Comisin Econmica para Amrica Latina
CITEFA: Centro de Investigaciones Cientficas y Tcnicas de las Fuerzas Armadas
CNEA: Comisin Nacional de Energa Atmica
CNIE: Comisin Nacional de Investigaciones Espaciales
CONICET: Consejo Nacional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas
DNEA: Direccin Nacional de Energa Atmica
ENACE: Empresa Nuclear Argentina de Centrales Elctricas
IAEA: International Atomic Energy Agency
IIAE: Instituto de Investigacin Aeronutica y Espacial
INTI: Instituto Nacional de Tecnologa Industrial
INTA: Instituto Nacional de Tecnologa Agropecuaria
IPEN: Instituto Peruano de Energa Nuclear
NNPA: Nuclear Non-Proliferation Act
SATI: Servicio de Asistencia Tcnica a la Industria
SECyT: Secretara de Ciencia y Tecnologa
TNP: Tratado de No Proliferacin de Armas Nucleares
US AEC: United States Atomic Energy Commission
95
Referencias bibliogrficas
ADLER, Emanuel (1988): State Institutions, Ideology, and Autonomous Tecnological Development, Latin
American Research Review, vol. 3, pp. 59-90.
CARASALES, Julio (1997): Las explosiones nucleares pacficas y la actitud argentina, Boletn del Centro
Naval, vol. 115, N 787, pp. 485-512.
CASTRO MADERO, Carlos (1976b): Argentina. Poltica nuclear, Estrategia, N 42, pp. 42-47.
CASTRO MADERO, Carlos (1978a): Argentina. Situacin nuclear actual, Estrategia, N 51, pp. 30-41.
APCNEA (1972): La poltica nuclear argentina, Ciencia Nueva, ao 3, N 19, pp. 40-43.
BRATT, Duane (2006): The Politics of CANDU Exports, Toronto, University of Toronto Press.
CASTRO MADERO, Carlos (1984b): Algunas opiniones adversas, pese al xito obtenido, La Nacin,
19 de mayo, p. 7. Christian Science Monitor (1982):
Falkland defeat could speed Argentine A-bomb, 16
de junio, p. 22.
BUCH, Toms (1998): La proyeccin comercial internacional, en Julio Carasales y Roberto Ornstein (coords.), La cooperacin internacional de la Argentina
en el campo nuclear, Buenos Aires, Consejo Argentino
para las Relaciones Internacionales, pp. 147-205.
BUCH, Toms (2004): Entrevista por Diego H. de
Mendoza, 21 de noviembre, Bariloche.
BURNS, E.L. (1960): The Nuclear Problem and Arms
Control (Planning Pamphlet num 108), Washington,
D.C., National Planning Association.
96
CASTRO MADERO, Carlos (1976a): Comisin Nacional de Energa Atmica. Sus planes, Industria y Qumica, N 238, pp. 10-12.
CLARITY, J. (1974): Iran Negotiates for Nuclear Energy Aid, New York Times, 27 de mayo, p. 2.
CHILD, Jack (1979): Geopolitical Thinking in Latin
America, Latin American Research Review, vol. 14,
num. 2, pp. 89-111. Clarn (1984): Trabas en el plan
nuclear?, 13 de abril, p.15.
CNEA (1967): RA-3. Reactor de experimentacin y
produccin. Descripcin general. Buenos Aires,
CNEA. Folleto.
IAEA (1968): How the UN Approved the NPT, International Atomic Energy Agency Bulletin, vol. 10,
num. 4, pp. 9-17.
GARCA, Marisa y REISING, Ailn (2002): La consolidacin del Centro Atmico Bariloche: una aproximacin desde el desarrollo de la fsica experimental,
Saber y Tiempo, vol. 4, num. 14, pp. 33-55.
KESSLER, Richard (1983): US Approval for West Germany to Sell 143 Tonnes of Heavy Water to Argentina,
Nucleonics Week, 25 de agosto, p. 7.
KESSLER, Richard (1989): Bulletin of the Atomic Scientists, vol. 45, num. 4, pp. 13-15.
LAUFER, Rob (1982): Chinese enriched uranium sale
to Argentina delayed by money problems, Nucleonics
Week , 11 de noviembre, p. 1.
LEIGH, Catesby (1984): Washingtons Nuclear Policy
Bombs Out in Argentina, Wall Street Journal, 28 de
septiembre, p. 27.
LIBANATI, N. de y BARO, G. (1972): Estudios de posgraduacin y capacitacin profesional en el mbito de
la Comisin Nacional de Energa Atmica Argentina,
en Peaceful Uses of Atomic Energy: Proceedings of the
Fourth National Conference, vol. 12, New York, United
Nations, pp. 513-28.
97
98
ONIS, Juan de (1976): Argentine Purges Major University, New York Times, 5 de agosto, p. 6.
YRIART, Martn (1976): La poltica exterior argentina en materia de energa nuclear, Estrategia, N 42,
pp. 48-53.
SBATO, Jorge y FRYDMAN, Ral (1976): La energa nuclear en Amrica Latina, Estrategia, N 42, pp.
54-62.
99
100
Generacin de valor
en la investigacin cientfica
Una propuesta generada en Uruguay
Hamlet Surez
Marco general
La financiacin de la investigacin cientfica y la generacin de conocimiento es en todas la sociedades un problema de debate continuo.
Los pases en vas de desarrollo tienen una carga adicional para la obtencin de esos recursos, ya que la sociedad en su conjunto y su masa crtica de polticos en particular no la percibe como una instancia crucial en el desarrollo de la sociedad.
Una sociedad puede decidir que invierte en generar conocimiento o lo adquiere desde
otras sociedades con mayor desarrollo. Claramente esta ltima opcin va a producir un fenmeno de dependencia intelectual en su propia generacin de recursos, como tambin un factor
condicionante ms en la emigracin de poblacin joven con capacidad de crear, innovar y producir valor para la sociedad donde viven.
Por eso, adems del lobby que pueda provenir de las agrupaciones universitarias en las instancias del planeamiento presupuestal para obtener recursos para la investigacin en un marco
acadmico, parecera razonable pensar en fuentes alternativas en la obtencin de recursos.
En ese sentido, esta obtencin de recursos alternativa a la del propio Estado puede provenir de la industria instalada o de capitales de riesgo en vas de generar una inversin rentable
a la innovacin.
Especialmente en Uruguay hay una escasa cultura en que la industria busque en su
masa crtica de cientficos oportunidades de generar valor a su produccin o aun ms, innovar
sobre ella.
Tampoco las universidades tienen estructuras institucionales encargadas de buscar un
vnculo intenso con los procesos productivos. En ese sentido, cuando esta relacin entre el
sector acadmico y los procesos de produccin se concreta, el anuncio de la misma se publicita como un fenmeno original, aunque en realidad es un proceso habitual y regular en una
sociedad desarrollada.
Las experiencias que se han dado en Uruguay, an escasas, se han producido principalmente en la relacin entre la produccin agroindustrial con algunas instituciones acadmicas.
Claramente en un pas productor de alimentos este vnculo es un objetivo a incrementar
de manera dramtica, pero eso no invalida que el pas busque otras reas de innovacin y generacin de valor.
101
Otra de las fuentes que el mundo desarrollado utiliza, para vincular la innovacin a la creacin de valor, son los capitales de riesgo que apuesten a tener una inversin rentable desde los
hallazgos de la investigacin cientfica.
En Uruguay es mnima la experiencia y el primer intento es el del grupo Prosperitas CP,
quienes estn tratando de desarrollarlo desde hace tres aos.
En ese sentido esta presentacin es un breve resumen de la experiencia de una inversin
que este grupo hizo en el ao 2006 en un producto generado desde el marco acadmico (Laboratorio de Otoneurologa), que utiliza la tecnologa de la realidad virtual para la evaluacin y
rehabilitacin de los trastornos del equilibrio.
El proyecto Medicaa
El proyecto Medicaa surge de la investigacin cientfica del Laboratorio de Otoneurologa sobre
las alteraciones del sistema del equilibrio (ver referencias).
El ncleo conceptual bsico que llev a un producto de innovacin es el trabajo realizado
sobre percepcin sensorial y respuestas del control postural.
Implementando la tecnologa de realidad virtual se trabaj en la evaluacin del control
postural frente a la estimulacin sensorial, que utilizando esta tecnologa reproduce la estimulacin sensorial a la que el individuo est expuesto en su vida diaria.
Luego de editar varios artculos en publicaciones revisadas, se evalu la posibilidad de
generar un producto que cumpliera el rol de evaluar cmo los estmulos sensoriales mediombientales influyen sobre pacientes que tenan lesiones sobre las estructuras del sistema nervioso
central involucradas en el mantenimiento del equilibrio de la postura y marcha.
Adems, como el principio de la rehabilitacin se basa en exponer sucesivamente a la
estimulacin que al paciente le genera conflictos sensoriales, para que el cerebro se adapte,
esta tecnologa nos dara la oportunidad de generar estmulos con claves perceptuales precisas e ir midiendo la adaptacin de las respuestas posturales con el transcurso del tiempo de la
rehabilitacin.
El sistema entonces funciona como un procedimiento de evaluacin funcional del equilibrio y del tratamiento en rehabilitacin.
Los dos grandes campos de desarrollo en los que el sistema tiene aplicacin en medicina son:
A. La implementacin de la rehabilitacin vestibular, que es el procedimiento teraputico
idneo para el manejo de la recuperacin de las alteraciones del equilibrio.
B. La estimulacin sensorial en un programa de prevencin de cadas en el anciano.
102
A. Rehabilitacin vestibular
Aqu el sistema apunta a varios objetivos:
1. Evaluar con precisin qu tipo de informacin sensorial le genera inestabilidad al paciente a travs de la reproduccin de esa estimulacin por realidad virtual. Conociendo
el tipo de estmulos visuales, vestibulares o propioceptivos que afectan ms selectivamente a un paciente con alteraciones del equilibrio (fundamentalmente en enfermedades complejas), es posible conocer las redes neurales involucradas en el mal procesamiento de la informacin sensorial y por lo tanto en la generacin de estrategias
errneas de postura y marcha. Adems, permite conocer cmo una determinada lesin
o enfermedad del sistema del equilibrio impacta en un paciente que tiene una estructura perceptual especfica, como por ejemplo si es visuo-dependiente o independiente
en el manejo de su control postural. Es decir que una misma lesin puede producir un
impacto diferente en distintos pacientes porque tienen caractersticas perceptuales
previas tambin diferentes.
2. Obteniendo esta informacin se puede disear un programa especfico de rehabilitacin del equilibrio. Y es especfico porque genera una estimulacin adecuada recreada
por la tecnologa de realidad virtual, para el conflicto de informacin que ese paciente
tiene, utilizando claves perceptuales precisas como la velocidad, direccin del flujo visual, estimulacin de toda la retina o de la fvea, etc.
3. La posibilidad de ir midiendo la respuesta postural del paciente, si genera fenmenos
de adaptacin, y por lo tanto evaluar la marcha de un proceso de rehabilitacin.
4. Mantener registros con medicin cuantitativa de los resultados evolutivos.
5. En base al almacenamiento de esta informacin, los sistemas de salud pblicos o los
seguros privados pueden tener un control sobre resultados teraputicos.
6. La posibilidad de generar reportes mdicos con informacin medible objetivamente e interactuar de manera interdisciplinaria con otros actores de los procesos teraputicos.
103
104
Objetivos consolidados
Los procesos de propiedad intelectual han ido consolidndose en la CEE, EEUU y algunos pases de Amrica Latina, encontrndose en distintos estatus en el momento actual, aprobados,
pendientes, etc., segn los perodos que cada regin demora en las aprobaciones.
Se logr una adhesin a los conceptos cientficos que soportan al producto en una proporcin mucho mayor a la esperada.
1. John Hopkins University. El Depto. de ORl y Otoneurologa propici una reunin en Scottdale,
Arizona (enero 2008), para evaluar en un comit de expertos de ocho universidades preferentemente de EEUU y tambin de la CEE las bases de la tecnologa, de la que resultaron varios
proyectos de investigacin en curso.
Especialmente el grupo de la John Hopkins University que en el campo de la Otoneurologa,
sin duda, son quienes lideran la generacin de conocimiento marc un especial inters en las
posibilidades de la tecnologa desarrollada y organiz un seminario en enero de 2008 en Phoenix
Arizona, para evaluar con siete universidades lderes en este campo de EEUU y Alemania las
posibilidades, las restricciones de la tecnologa y los conocimientos logrados por el grupo del
Lab. de Otoneurologa.
De este seminario surgieron una serie de oportunidades de desarrollo con distintos grupos acadmicos en el sentido de validar hallazgos, indicaciones teraputicas y nuevos subproductos a
partir de esta tecnologa.
2. Programa de investigacin conjunta con Emory University (Atlanta, EEUU) donde se usara la
tecnologa de realidad virtual desarrollada en Medicaa para integrarla a los programas de rehabilitacin de las alteraciones del equilibrio. Emory es uno de los centros de referencia en tratamiento de patologa del equilibrio en EEUU. El equipo se instal en agosto de 2008.
3. Se coordin un proyecto con la Universidad de Sidney en el Departamento de Geriatra. En
octubre de este ao esta universidad inaugura una clnica destinada al tratamiento de la inestabilidad en el anciano y al programa de prevencin de cadas. Se usar la tecnologa desarrollada
por Medicaa como base del programa. Sidney es una de las universidades de mayor prestigio
en prevencin de cadas y fracturas en el anciano.
4. Escola Paulista de Medicina. Tienen un sistema de Medicaa en el que estn desarrollando
validaciones en la rehabilitacin del stroke.
105
106
Sin embargo, la formacin de masa crtica de mdicos y tcnicos paramdicos especializados en esta rea es an muy pobre, especialmente en Amrica Latina. Aun en Estados desarrollados hay un dficit en esta formacin. Esto significa que en pases en desarrollo el porcentaje
de pacientes que logran asistencia adecuada en este campo es minoritario y en el caso de los
ancianos que puedan tener programas de prevencin de cadas (como sucede con la patologa
cardiovascular y el entrenamiento aerbico) es inexistente.
Brasil comienza a realizar campaas de difusin nacional acerca de la imperiosa necesidad de instalar programas de prevencin pero an no hay mecanismos que financien a nivel
pblico las mismas.
Otro punto crucial en la colocacin de la tecnologa en medicina en Amrica Latina es
que los agentes generalmente privados tienen dificultades por la escasez de personal calificado en algunas reas y aun ms en prevencin encuentran vallas en la implementacin de esa
tecnologa, ya que tienen que recorrer un camino previo de difusin y les resulta difcil planear
el retorno de su inversin.
Los seguros mdicos no tienen implementada la rehabilitacin post-lesional en sus prestaciones y menos aun los programas de medicina preventiva, por lo que el campo de accin se
restringe a los pacientes privados.
De todos modos, Medicaa en los ltimos 18 meses ha colocado 17 unidades de este sistema en Amrica Latina.
Se necesita acceder a una inversin mayor para entrar a los mercados de gran desarrollo
mdico y por lo tanto de potencialidad comercial. En este sentido es suficiente la informacin
que empresas contemporneas al inicio de Medicaa en EEUU han obtenido en el campo de los
mercados de riesgo. Ninguna de ellas han logrado la aprobacin regulatoria de la FDA y en algunos casos difcilmente lo logren, el promedio de inversin para el desarrollo de un producto
est en U$S 10.000.000, comparativamente unas 10 veces menos que lo logrado por Medicaa.
Pese a ello se lograron las aprobaciones regulatorias y la proteccin intelectual, lo que implic
una primera etapa de trabajo con un fuerte componente en el rea de control de calidad y de
desarrollo.
Sin duda la entrada a un mercado como el de EEUU o la CEE necesitar imprescindiblemente una inversin mucho mayor a la lograda actualmente.
En la potencialidad del sistema de Medicaa otro obstculo es la constatacin de que la
dificultad que existe en tratamientos crnicos (fundamentalmente en ancianos), cualquiera sea
el pas donde se implemente, es el acceso a instituciones con una frecuencia de al menos tres
veces a la semana para tratarse. Este factor en pacientes ancianos lo vuelve muy dificultoso
porque las familias lgicamente no pueden instrumentar un apoyo de estas caractersticas. Eso
se traduce en que la implementacin de un programa de prevencin de cadas deba tener la
posibilidad de acceder al paciente en su propio lugar de residencia.
Este problema es similar al que aparece en otro tipo de tratamientos crnicos, y en ese
sentido la tendencia global es ir a sistemas de telemedicina.
107
108
109
Referencias bibliogrficas:
SUREZ, H., AROCENA, M., GEISINGER, D., SUREZ, A. y CARRERA, X. (2008): The role of the virtual reality technology in the assessment and rehabilitation in the instability of the elderly population. En
Accidental falls, intervention and rehabilitation. Ed.
Novapublisher, NewYork.
SUREZ, H., GEISIINGER, D., SUREZ A. y CARRERA, X. (2008): Postural strategies in normal subjects
and in patients with instability due to central nervous
system diseases after sudden changes in the visual
flow. Acta Otolaryngology. Apr;128(4):398-403.
ANGELI, S., SUREZ, A., ROSALES, B., CARRERA, X.
y ALONSO, R. (2007): Balance sensory organization
in children with profound hearing loss and cochlear
implant. International Journal of Pediatrics Otorhinolaryngology. 71,629-637.
SUREZ, H., SUREZ, A. y LAVINSKY, L. (2006):
Postural Adaptation in Elderly Patients with Instability and Risk of Falling after balance training using a
Virtual Reality System. International Tinnitus Journal. 12:41-45.
SUREZ, H., AROCENA, M., SUREZ, A., ARTAGAVEYTIA, T. A., MUSE, P. y GIL, J. (2003): Changes in
postural control parameters after vestibular rehabilitation in patients with central vestibular disorders Acta.
Stockholm. 123 143 147.
SUREZ, H., MUSE, P., SUREZ, A. y AROCENA, M.
(2001): Assessment of the Risk of Fall, Related to
Visual Stimulation, in Patients with Central Vestibular
Disorders. Acta Otolaryngology. 220-234.
SUREZ H., MUSE, P., SUREZ, A., AROCENA, M.
(2000): Postural behaviour Responses to Visual Stimulation in Patients with Vestibular Disorders. Acta
Otolaryngol. 120: 168-172.
SUREZ, H. (2004): Rehabilitacion Vestibular. (Review) ENT News. Vol. 1 num. 4 6-10.
SUREZ, H., VELLUTI, R. (2000): The Lancet Perspectives. 356. Por invitacin Research Resurgence
in Uruguay.
SUREZ, H., MACADAR, O., CIBILS, D. (1980): Analize Dinamique de la Poursuite Oculaire Horizontale et
son Application Clinique. Rev. Otoneuroophtalmologie. 143-146, France.
110
111
lvaro Mombr
Departamento de E xperimentacin y Teora de l a Estructura de l a Materia y sus Aplicaciones,
Polo Tecnolgico de Pando, Facultad de Qumica, Universidad de l a Repblica
Uruguayo, 8/2/66, casado, 3 hijos. Magster en Qumica, Facultad de Qumica, Universidad de la Repblica
(UdelaR), 1991. Master of Philosophy (MPhil) en Qumica del Estado Slido, School of Chemistry and Molecular Sciences, University of Sussex, Brighton, Reino Unido, 1995. Doctorado en Fsica, PEDECIBA Fsica,
Facultad de Ciencias, UdelaR, 1999.
Profesor Catedrtico de Fsica, Facultad de Qumica. Director del Polo Tecnolgico de Pando de la Facultad
de Qumica, UdelaR, desde septiembre de 2007. Director del Departamento de Estructura de la Materia y
sus Aplicaciones, DETEMA, Facultad de Qumica, desde abril de 2006. Consejero Titular de Facultad de
Qumica, orden docente, desde 2006. Investigador honorario, Grado 5 del PEDECIBA.
Ha dirigido 4 Tesis de Maestra y 3 de Doctorado, todas ya finalizadas. Responsable de varios proyectos de
investigacin. Autor de ms de 70 publicaciones en revistas internacionales y una patente registrada en ms
de 25 pases, ya licenciada.
Premio Weizmann de Ciencias 1991, reas Qumica, Bioqumica y Biofsica, de la Asociacin de Amigos
Uruguayos del Instituto Cientfico Weizmann. Premio Canning 1992, de la Embajada Britnica en el Uruguay.
Mencin Especial llamado 1999 Premio CONICYT-TWAS, rea Qumica. Fondo Nacional de Investigadores,
nivel I (1999) y nivel II (2002). Premio Roberto Caldeyro Barcia 2000, rea Qumica. Mencin Especial llamado 2000 Premio Especial de Ciencias Roberto Caldeyro Barcia.
Primer premio, 4th World Congress on Tissue Banking, Brasil, 4-6/5/2005, Primer premio, 5 Congreso Iberoamericano de Sensores, Ibersensor 2006, Uruguay, 27-29/9/2006, Segundo premio, III Encuentro Latinoamericano de Bancos de Tejidos, Mxico, 23-26/5/2007, todos con otros coautores. Delegado Titular de la
UdelaR ante el Comit Acadmico de Nanociencias y Nanotecnologa de la Asociacin de Universidades del
Grupo Montevideo. Evaluador de proyectos a nivel internacional y de artculos en revistas especializadas.
112
Introduccin
Estamos en un perodo histrico muy importante para el Uruguay y para el mundo. Momento de
desarrollos tecnolgicos impactantes, que modifican la vida de los seres humanos en tiempos
cada vez ms cortos. Con la evolucin informtica se logran prestaciones cada vez ms complejas, se automatizan y programan cada vez con ms facilidad numerosas tareas de nuestra
vida. Se vuelve inconcebible no estar comunicado. Las posibilidades de conectarse con otra
persona son cada vez ms variadas y no paran de sorprendernos, a aquellos quienes tratamos
de alejarnos del vrtigo de esos avances, sin entrar en un consumo irracional de todo lo que se
nos ofrezca. La conexin a Internet hace que todos sintamos la idea de que todo lo sabemos, o
que, mejor aun, todo lo que nos pregunten podramos saberlo. El mundo se ha hecho ms ancho
y ms cercano. Los tiempos se han vuelto ms breves y al informar sobre cualquier parmetro
de tantos que miden nuestra actuacin como personas, colectivos o pases han perdido importancia los valores que se informan, para resaltar ms las tendencias o, incluso en algunos
casos, predicciones de analistas de lo que puede ocurrir en seis meses, o un ao, o incluso ms
tiempo predicciones que, vale recordarlo, son opiniones, respaldadas por el prestigio y antecedentes de quien las emite. En este mundo de vrtigo, desarrollado por lo aparentemente accesible de la informacin y las comunicaciones, se podra estar corriendo el riesgo de justamente,
sobrevalorar aquello de que la informacin es poder, generando una idea de que cuanto ms
conectada est una persona, ms probabilidades de xito tiene en el desarrollo de su tarea. En
todo este marco, se plantea que la innovacin y el desarrollo tecnolgico son claves. Se trata
de una muletilla que todos, en forma unnime, manejan. Algunos, porque lo han odo y suena
moderno y por eso vale la pena repetirlo. En otros casos, porque tienen en claro los elementos
que justifican tal afirmacin. Sin embargo este ltimo ejemplo, decirlo y saber por qu, no necesariamente va acompaado de una real creencia en su afirmacin. Incluso en algunos casos,
la cosa pasa por definir qu entiende cada uno por innovacin y desarrollo tecnolgico. En algunas corrientes de opinin y bajo determinados criterios, la mera importacin de tecnologas
en forma directa podra considerarse innovacin.
Finalmente, est el tema de cmo definir estrategias de innovacin y de desarrollo tecnolgico para un pas como el nuestro, Uruguay.
113
Informacin
Respecto al primero de los puntos que nos proponemos desarrollar, est el tema informacin,
magnificada y reverenciada como la meta de estos tiempos. Eso es un craso error. Se trata de
un punto inicial, fundamental para poder hacer las cosas bien, pero de ninguna forma es garanta de nada, entre otras cosas porque mi vecino competidor, podra ser est tras la caza de
la misma informacin y probablemente use los mismos mecanismos que yo en lograrla siendo
realistas, debe tener mejores.
Pero se trata de un drama: la mayora de los seres humanos que vivimos estos tiempos
creemos que hay que estar muy bien informado y si duplico mi nivel de informacin mejor y si lo
triplico, mejor aun, entrando en una espiral obsesiva que perjudica ms de lo que favorece.
Se ven paradojas de gente que se siente muy ignorante por no disponer de todos los elementos que le gustara tener para comenzar una tarea, por lo que al da siguiente busca ms, y
al otro ms, sin darse cuenta de que el retener toda la informacin en un campo es imposible,
porque es una carrera perdida antes de empezarla y termina posponiendo lo que realmente importa: imaginar, crear, hacer.
Porque en mi opinin esa es la respuesta: busco informacin para saber qu hacer eso
suena a tengo predisposicin de copiar, lo que puede ser de todas maneras un nivel inicial
de innovacin o pre-innovacin o mucho mejor aun, para tener elementos para imaginar una
nueva manera de hacer lo mismo o algo distinto.
Hacer es lo importante y lo que ms se ha perdido de vista por buena parte de la poblacin: informarse, para hacer.
Una vez localizado el valor de la informacin en su justo trmino, se puede relevar el tema
informacin desde el punto de vista de la innovacin y el desarrollo tecnolgico en Uruguay.
Sin entrar en contradicciones, si bien informarse es solo parte del juego, definitivamente
es una parte del juego y nada menos que la primera.
En ese sentido Uruguay est en muy malas condiciones por eso aquello de que nuestro
vecino debe tener mejores mecanismos para lograr la informacin.
Nuestros investigadores cientficos o tecnolgicos no tienen acceso a bases de datos
internacionales sobre bibliografa cientfica o tecnolgica publicada en revistas con arbitraje
internacional. No tienen acceso a bases que solamente les permitan encontrar los ttulos de
los artculos, lo que se trata del mnimo aceptable a nivel internacional, mucho menos a poder
descargar artculos en su computadora. Las bibliotecas locales con mucho esfuerzo traen un
nmero muy acotado de publicaciones en papel, que representan un porcentaje insignificante
de la bibliografa disponible.
Esto, que puede ser visto como una hecatombe, podra subsanarse a mediano plazo, pues
nos consta que autoridades nacionales han tomado real conciencia de este problema y estn buscando soluciones al mismo, soluciones que por supuesto van acompaadas de inversiones.
Si bien el futuro se ve algo prometedor, la realidad al da de hoy es, de nuevo, la de no disponer de esta herramienta imprescindible. Cabe aclarar que los investigadores se las arreglan
con colegas que viven en el exterior y que siempre los apoyan, o aprovechan sus viajes para
114
perder buenas horas en las bibliotecas que visitan. Se resuelve a la uruguaya, lo que no deja de
ser igualmente una enorme desventaja frente a pares de otros pases que en segundos acceden
a la informacin que necesitan.
En cuanto a patentes, existen disponibles en Internet algunas buenas bases de datos con
interesantes motores de bsqueda, sin cargo alguno, de libre acceso. En este caso, la situacin
se salva bastante si bien no estn comprendidas en este rubro bases de datos ms especficas
y detalladas en determinadas reas.
En el caso de patentes, si bien uno podra pensar que la situacin no es tan mala comparada con los artculos cientficos, hay sin embargo algunos puntos para pensar.
Preguntas del tipo: qu busco o cmo busco o mejor aun, qu hago con lo que encontr,
se vuelven de gran relevancia.
Es que hay algunas cosas que funcionan diferente en el mundo de lo aplicado respecto de
lo bsico mis disculpas para aquellos a quienes esta divisin les disgusta o les parece errnea.
El cdigo dentro de lo bsico es: puedo publicar lo que no se ha publicado antes, es decir, material indito, por otro o por m mismo o sea no publicar dos veces lo mismo aunque sea mo.
En lo aplicado hay varias cosas a tener en cuenta: mi motivacin para realizar determinadas
bsquedas, las que deben emanar porque hay un inters comercial detrs; la existencia de una
patente no invalida lo que se pueda hacer, porque por ejemplo la patente puede haber caducado, o porque siempre se puede intentar realizar innovaciones en campos relativos.
Las complejidades de lo aplicado no terminan en ese punto, sino que pueden ocurrir problemas adicionales: un tema es inabordable porque todas las patentes las manejan un grupo reducido de empresas internacionales, o bien, ha quedado en desuso porque surgi una tecnologa
ms ventajosa, o incluso, solamente se sigue adelante esta tecnologa en determinados lugares
con situaciones de contorno muy especiales que pueden o no coincidir con las nuestras. De
esta manera, innovar con vistas a lograr desarrollos tecnolgicos puede ser una apuesta mucho
ms arriesgada que lo previsto. Sin las herramientas adecuadas puede ser casi como lanzarse
a la mar sin brjula, pero en una noche nublada.
Todo lo anterior sin olvidarnos de algo que planteamos antes: la fotografa del momento
es importante pero mucho ms aun la bsqueda de tendencias, y en este caso tan complejo en
particular, la bsqueda de nichos de oportunidades, como norte hacia lograr que el riesgo de
una inversin sea menor.
En este sentido el Polo Tecnolgico de Pando de la Facultad de Qumica, Universidad
de la Repblica, tiene dentro de su desarrollo previsto en el futuro prximo, la creacin de una
unidad especfica en Vigilancia Tecnolgica e Inteligencia Competitiva. Para tal objetivo, cuenta
con la inversin del proyecto INNOVA Uruguay, firmado por nuestro pas y la Unin Europea, y
con el apoyo de instituciones del exterior, especializadas en el tema, dispuestas a ayudarnos a
incursionar decididamente en estas temticas. En lo personal estoy convencido de que se va a
tratar de un aporte de gran importancia para apoyar e impulsar la innovacin en el sector productivo nacional.
En resumen, disponer de la mejor informacin posible es fundamental, pero filtrarla para
jerarquizar la realmente importante resulta clave para no perderse en la cantidad y tratar de no
perder la perspectiva de que lo que importa es hacer, siempre hacer.
115
Innovacin
Por qu y para qu. Son las preguntas ms repetidas y una respuesta que se obtiene con frecuencia es: para mejorar la competitividad de nuestros productos y aumentar las exportaciones.
Se trata de una buena respuesta, porque es una afirmacin cierta y proporciona una razn de
suficiente peso como para dar el paso e innovar.
Quines. Los ejemplos de pases desarrollados demuestran que los privados deben ser
el motor de la innovacin. Esto sin excluir a lo pblico, ya que empresas del Estado como por
ejemplo ANCAP o ANTEL tienen mucho para dar en este sentido y ya estn en obra.
Pero son los privados quienes tienen la responsabilidad de actuar como generadores de
innovacin en un pas, ya que son quienes directamente recibirn los beneficios que de la misma se extraiga.
Cada da ms hay estmulos en Uruguay para que los privados se animen a incursionar
en esta actividad de riesgo.
Somos un pas que se est equipando con instrumentos muy sofisticados, disponibles
para apoyar a las empresas en su inquietud por innovar. Existen instituciones cuyo objetivo es el
apoyo concreto a la innovacin en las empresas. Se han votado estmulos fiscales para aquellas
empresas que realizan actividades tendientes a la innovacin. A todo lo anterior se puede agregar
la futura prxima creacin de Parques Cientficos y Tecnolgicos en territorio nacional.
Sin embargo, a pesar de todos esos estmulos, la respuesta empresarial es dispar. Hay
ejemplos muy buenos de inversin interesante hacia el desarrollo, en tanto que existe en otro
sector un cierto nivel de recelo hacia lo que ven como una actividad riesgosa. Sin dudas se trata de una actividad de riesgo, pero los estmulos descriptos anteriormente contribuyen a bajar
significativamente el riesgo y, como contrapartida, las empresas tienen la oportunidad de dar
un salto cualitativo en su esquema de negocios.
En qu reas. Esta pregunta es mucho ms difcil de responder que las anteriores. Una
respuesta muy comn en Uruguay es: somos un pas agroexportador, por lo tanto, hay que innovar en lo agropecuario. Ya entramos en terreno de lo opinable, y, como decamos al principio, de
la conviccin que se tenga sobre la propia innovacin. Un verdadero creyente en la innovacin
debera responder: en todo, hay que innovar en todo.
Incluso ms, no slo en lo que aumente nuestra competitividad y nos permita exportar ms,
sino incluso en aquellas cosas en las que innovando mejoremos la calidad de vida de nuestros
compatriotas. Esta nueva visin hace que la primera respuesta de este tem haya sido incompleta. No solamente el mvil de obtencin de beneficios econmicos a travs de exportaciones
es vlido para innovar, sino que la bsqueda del bienestar de la poblacin tambin lo es.
En este punto se plantea una diferencia de procedimientos: mientras que en el primer
caso la empresa es, en general, quien pone la problemtica sobre el tapete y los agentes que
resuelven problemas tecnolgicos lo abordan, en el segundo caso, la problemtica debe ser
planteada por organizaciones varias de la sociedad, las que, sumidas en su propia tarea diaria,
generalmente desconocen la existencia de innovaciones o incluso si en el pas una determinada
solucin puede ser abordada por tcnicos del pas.
116
El primer punto es ms fcil de caracterizar, por el propio mvil econmico que empuja.
El segundo es mucho ms difcil, producto de una serie de conexiones que difcilmente se dan.
A esta altura, cabe detenerse para jerarquizar temas que a veces en nuestra sociedad quedan
de lado.
El acceso a la informacin, ya dijimos que es muy importante, fundamental, pero dista
mucho de ser el cien por ciento de la cosa, como a veces peligrosamente se tiende a pensar.
Pero cuando se piensa en innovacin, la creatividad es un factor bsico, sin el cual es muy difcil
pensar en lograr avances en la materia. La creatividad, vaya si se trata de un aspecto abstracto,
de difcil definicin, ms difcil aun elaboracin y, para los legos, mucho ms difcil generacin
o estimulacin. Adems de todo, los que piensen que el exceso de informacin o el nfasis sobredimensionado en la informacin pudieran atentar contra la creatividad podran estar en lo
cierto. Con el desafo que presentan reas completas del conocimiento donde la actualizacin
es clave para seguir adelante, dejar espacio a la creatividad parece complicado. La complicacin
se da a nivel mundial, por lo que se trata de un desafo a enfrentar, complejo y de gran inters.
El estmulo de la creatividad es algo en lo que algunas especializaciones o algunos pases como
tales han hecho un nfasis muy especial, sobre todo a nivel de los jvenes, dndose cuenta
de que buena parte del xito en el desarrollo de negocios pasa por tener emprendedores con
creatividad destacada.
Nuestro pas en ese sentido ha manifestado en mi opinin una apata muy grande, en donde se ha planteado en general una falsa oposicin de mucho trabajo serio y especfico contra
gente que busca golpes de suerte (aquello de transpiracin contra inspiracin). El trabajo a la
bsqueda de una salida ingeniosa y diferente, de nuevos niveles de referencia, de romper con
lo establecido y reescribir desde ms abajo, es una cosa, en general, por idiosincrasia nacional,
no demasiado bien vista. Variar de temas, de reas, sentir que los desafos estn al alcance para
poder ser resueltos y no restringirse, no son conceptos fcilmente aceptados. En la Academia
se considera, a veces, que el rigor de conocimiento se obtiene al cultivar el mismo tema toda
una vida y el tocar varios temas tiene como consecuencia la menor especializacin en cada
uno de ellos. El conservadurismo nuestro, gran virtud para muchas cosas, nos impone en este
caso una atadura pesada. Este lastre debe ser removido si se tiene la expectativa de que nuestro pas tenga una actividad continua y til en innovacin no necesariamente muy destacada,
sino meramente til.
Si bien la informacin importa y la creatividad define muchas de las actividades de innovacin, por lo que establecimos anteriormente sera ideal completar el ciclo con un aspecto al
que definira como sensibilidad.
Sensibilidad para que el propio tcnico, investigador e innovador, pueda definir y encontrar problemticas que redunden en el beneficio de la sociedad. Por lo ya explicado, es difcil
que actores que se enfrentan a diario a alguna problemtica visualicen soluciones innovadoras y
mucho ms difcil aun que tengan claro que pudieran existir a nivel nacional quienes tengan las
respuestas. Por eso es necesario que los propios investigadores desarrollen esa sensibilidad.
Se trata de un sentido desarrollado para determinar necesidades y buscar respuestas
comprometidas con el medio ambiente y con la gente. Tanto la creatividad como la sensibilidad
117
son, desde mi punto de vista, aspectos con un muy fuerte componente intrnseco, pero que
se desarrollan al mximo potencial cuando el investigador pone voluntad consciente en querer
que ello ocurra.
Toda esta discusin nos ha puesto en el tema de lo complejo que es desarrollar un sistema
innovador nacional: dar ventajas fiscales, equipar, crear clusters, parques, pero adems, generar
recursos humanos destinados a la innovacin, con las caractersticas anteriores y ms encima, que los empresarios crean en toda esta apuesta no pasa por un acto de fe, simplemente
cuando vea que a mi vecino le fue bien apostando a la innovacin mientras yo sigo estancado,
probablemente me atreva a seguir su ejemplo; el tema es encontrar a los primeros vecinos que
se atrevan. A lo anterior falta agregarle que tambin se requiere innovacin con fines sociales,
para completar el cuadro.
Una vez planteado todo esto, nos damos cuenta de la escala de trabajo que nos queda
por delante. Muchsimo realmente, a pesar de lo mucho que se ha hecho. Los estmulos estn,
ahora falta que los propios uruguayos nos atrevamos a dar el paso.
Pero no hemos terminado an. Nos queda profundizar en mi expresin sobre que un autntico creyente en la innovacin no la restringira a ningn rea temtica. Es decir, debemos
avanzar en el tema de la agenda temtica de abordaje en innovacin.
Agenda de innovacin
Nos encontramos en un mundo muy cambiante, vertiginoso. Ya hablamos de eso antes. Los
precios del mercado cambian, incluyendo los de la produccin nacional, sobre todo la basada
en productos sin o con bajo nivel de procesamiento. Hay tormentas importantes, turbonadas,
inundaciones y sequas. Se producen aumentos importantes del precio del petrleo y oscilaciones en el precio de las divisas, peso, dlar, etc. Y a todo ese nivel de incertidumbre que se
maneja en el da a da, hay que agregarle un factor de incertidumbre que raramente se maneja
y es nuestra escala nacional de inversiones.
Por ejemplo, si Uruguay define que como pas debe priorizarse la investigacin en el tema
A, e invierte 15 millones de dlares en el mismo, decimos que queda refrendado el discurso con
los hechos. Lo que pasa es que 15 millones de dlares, que a escala nacional es un gran compromiso y una inversin muy fuerte, a escala de otros pases no lo es y a escala de las multinacionales definitivamente no es nada. Comparar esa cifra con los mil quinientos o incluso tres mil
millones de dlares que empresas extranjeras, respectivamente, ya han invertido en nuestro pas
en un caso, o han proyectado para el futuro prximo en otro, revela que lo que marquemos como
poltica interna est muy fuertemente afectado por la inversin extranjera que venga a Uruguay.
Quin dudara de que un tema en el que dos empresas pongan cuatro mil quinientos millones
de dlares, metericamente debera pasar a ser un tema estelar en el concierto del desarrollo
nacional y que, como en este caso, pas por ser una definicin tomada en el exterior.
Se me podr decir que los gobiernos nacionales fueron siguiendo este tema y que no fue
de la noche a la maana que se instalaron estas inversiones. Puede ser cierto. Pero no es menos
cierto que maana podra ser una empresa de montaje de chips, motherboards, armado masivo
118
119
dito al principio, o una apata en segunda instancia. De hecho una vez ms desde el exterior se
nos mostraba el camino, con el apoyo brindado por la Comunidad Econmica Europea a travs
del programa Enlaces, invalorable para ayudar a impulsar, por ejemplo, el Centro de Ensayos de
Software de la Facultad de Ingeniera de la Universidad de la Repblica.
El ejemplo anterior tuvo como mero objetivo el de mostrar cmo dedicarse a invertir en
innovacin estrictamente en aquello que el pas produce puede llegar a ser muy errneo.
Ms aun, si uno piensa en aquello que el pas ms produce, exporta y por lo que mayores divisas ingresan, como ser la venta al exterior de nuestras carnes, uno se encuentra que es
acotado lo que se puede hacer en innovacin. Tomndome el atrevimiento de incursionar en
temas que no son de mi especialidad, uno podra innovar en aspectos perifricos al producto en
s: innovaciones veterinarias, en pasturas, en deteccin de patgenos, en conservacin. Innovaciones que adems tienen su techo porque es una actividad productiva en grado de madurez
desde hace ya muchos aos. No se trata de algo emergente, pujante y con desafos abiertos, sino
de una actividad ancestral que va adaptndose a nuevos requerimientos a medida que surgen
avances cientficos generales. Adaptaciones que son vitales para nuestro pas porque de estar
al da en todos los requerimientos depende exportar o no, es decir sobrevivir econmicamente
o no vaya si ser importante entonces estar al da en la produccin crnica. Decamos que la
innovacin pasa por lo perifrico, porque sobre el producto en s mismo, la carne, no se podra
innovar, no porque sea imposible, sino porque el mayor valor de nuestra carne es precisamente
su condicin de natural. Cualquier esfuerzo por modificar esa condicin bajara su precio y
cerrara mercados. Por supuesto que el pas tiene investigadores de gran valor, instituciones de
investigacin slidas y sumamente respetadas que se dedican a la investigacin agropecuaria,
y es perfecto que as sea y se debe apoyar enfticamente que haya una importante inversin en
esta actividad. Desde estas lneas no se plantea lo contrario. Simplemente se intenta demostrar
que es un error pensar que, como somos agropecuarios (como pas), solo hay que invertir en
innovacin en eso, porque dejemos lo dems para otros pases, que no es para nosotros.
El suscripto no intenta cerrar temas de innovacin, sino todo lo contrario, y trata de dar
argumentos para demostrar que no se debe ser simplista en este tema.
Pasa por aquello de abrir el abanico, diversificar. Lo que hace una empresa grande y prspera cuando decide invertir un porcentaje de sus ganancias de un negocio para experimentar
la posibilidad de abrir nuevos negocios en otras reas.
Es lo que pases pequeos del Golfo Prsico hacen cuando reinvierten sus ganancias del
petrleo para crear parasos tursticos que ya atraen hoy millones en divisas.
Es el cambio de mentalidad que debieron afrontar pases con pasados comprometidos
como Finlandia e Irlanda, estancados y con cambios coyunturales que amenazaban seriamente
su futuro. Optaron por no hacer ms de lo mismo. Sin dejar de ser buenos en sus rubros tradicionales, invirtieron fuertemente para destacar en innovacin tecnolgica, logrando en pocos
aos un despegue ejemplar.
Nueva Zelanda es otro ejemplo de pas que, siendo parecido a nosotros desde el punto de
vista productivo, apuesta fuertemente a abrir el abanico.
120
En este punto se puede citar a la nanotecnologa o nanotecnologas, corriente tecnolgica que promete cambios revolucionarios a varios niveles de la produccin y que ya ofrece
numerosos productos comerciales disponibles. Entre los tres pases tienen al momento actual 17
centros especializados en nanotecnologa. Pases que podran haber pensado la clsica frase:
eso es complicado, lo dejamos para los dems pases, se aventuran sin embargo a temticas
de esta naturaleza.
Justamente el ejemplo de la nanotecnologa es muy ilustrativo. Se trata de un rea muy
multidisciplinaria, emergente y con gran pujanza a nivel mundial. Recin en este siglo se la ha
identificado como con potencial para irrumpir en los mercados con productos, logrando en los
mismos un crecimiento espectacular, tanto desde el punto de vista de los recursos invertidos,
como de las ganancias proporcionadas a las empresas, como desde la produccin bibliogrfica
publicada o las patentes generadas. Medido en conocimiento o en movimiento de divisas, ya se
puede decir que este siglo ha sido marcado por la nanotecnologa.
Es un momento muy propicio para que un pas se dedique estratgicamente a esta rea
por supuesto que no se plantea desde estas lneas que sea en exclusividad ni nada que se
le parezca. Mucho del conocimiento disponible est todava circulando libremente, lo que no
ocurre en otras reas del conocimiento aplicado, las cuales ya con cierto grado de madurez, se
basan en conocimientos que son propiedad de las empresas. Adems, dado lo emergente de
la nanotecnologa, existen todava numerosos nichos inexplorados donde hay espacio para hacer trabajo muy creativo y lograr incluso algunos avances cientfico-tecnolgicos significativos.
Este estado permisivo para que nuevos pases se incorporen a esta corriente tecnolgica tendr
eventualmente su fin, dados los niveles extraordinarios de inversin a nivel mundial, que harn
que esos nichos se cierren en algn momento. Cuando la nanotecnologa llegue a ese punto,
sin nichos evidentes y con el dominio del conocimiento en la esfera de las empresas, se habr
minimizado la posibilidad de incorporarse a esta corriente y la puerta que hoy est abierta se
cerrar definitivamente, hasta que aparezca otra tecnologa innovadora, hecho que puede no
ocurrir hasta dentro de treinta o cuarenta aos.
Esto nos da una idea del momento histrico que estamos viviendo, oportunidad que si
se deja pasar, quizs quienes hoy estamos en actividad no volvamos a ver surgir otra semejante. El ejemplo de la nanotecnologa es, adems, bien pertinente a esta discusin, porque se
aplica transversalmente a muchas reas, desde las que tradicionalmente se aplican a nuestra
produccin, como la agropecuaria, hasta fronteras de la innovacin a las que Uruguay no prev que pueda dedicarse, como la microelectrnica. En este punto vale la pena referirse a lo ya
planteado anteriormente, la posible aparicin de una inversin de una empresa internacional
en nuestro pas puede modificar nuestra ptica de que esto no es para nosotros. Incluso ms,
las probabilidades de que esa inversin se produzca se vern sumamente favorecidas si existen
antecedentes de investigacin en el pas y recursos humanos calificados en estas temticas. De
hecho, invertir en innovacin, o ms ampliamente en investigacin y desarrollo, es eso mismo,
invertir y no gastar. Usualmente en pases como el nuestro se cuestiona destinar fondos a estos
propsitos por rotulrselos errneamente como gastos. Estos gastos son resistidos a otorgarse
y son los primeros en recortarse ante la primera necesidad. Sin embargo, la inversin en I+D+i
121
es incluso un parmetro que corre a nuestro favor como pas a la hora de decidirse la instalacin
de inversiones extranjeras.
Pero entonces, hay que dedicar todos nuestros esfuerzos a estas tecnologas emergentes, a una apuesta a la microelectrnica es un mero ejemplo ilustrativo que puede no llegar
a concretarse nunca lo ms probable? Por supuesto que no: la clave es dedicar armnicamente, que no implica en partes iguales, fondos en los distintos temas que el pas identifique
como de importancia estratgica, abarcando desde los temas ms vinculados con lo productivo
del pas, hasta haciendo apuestas que contemplen, por ejemplo, momentos histricos, reas
emergentes y, sin olvidar lo que expresamos en puntos anteriores, temas de importancia para
el bienestar de la sociedad.
Cmo realizar esto cuando los fondos son escasos. Esta es una pregunta importante.
Innovacin en la agenda
Una expresin muy escuchada es la de los fondos escasos y por tanto, que la investigacin, desarrollo e innovacin pueden esperar.
Es una falacia, un error de apreciacin y de concepto al mismo tiempo. Por supuesto que
los vaivenes de un pas hacen que no siempre se viva en bonanza y que los recursos sean menores. Pero si ante la crisis coyuntural que vivi Finlandia a fines de los ochenta, ese pas hubiera adoptado esa mentalidad, la de jugar al achique, la de no gastar ms, ni siquiera en ciencia y tecnologa (ntese el sugestivo uso de gastar y luego ciencia y tecnologa), hoy no estara
viviendo el bienestar y despegue del que disfruta y del que tanto hablamos con admiracin. Si
hubiera jugado al achique, hoy seran una minscula economa llena de problemas, por no haber
identificado que I+D+i no es un rubro que consume dinero, sino una oportunidad, mejor an,
la oportunidad para salir adelante.
Justamente cuando la situacin es ms complicada, los pases deberan apostar a la innovacin y aquellos que as lo hacen ven recompensada su eleccin. Por ello a mi criterio fue un
error grave la postergacin permanente a nivel de ciencia y tecnologa que se vivi en Uruguay,
en pocas regulares y malas, ya que debi tomarse con mayor nfasis una postura decidida
hacia la innovacin, sin excusas. No se trata de un gasto para dejar contentos a los investigadores, como se visualizaba tradicionalmente, sino de un motor para impulsar al pas hacia una
modernizacin que se hace impostergable. El presupuesto en I+D+i debe ser algo que tiene
que estar en la agenda del pas hacia el futuro, siempre, y con respeto: no debe faltar, tiene que
ser digno y no puede recortarse aleatoriamente; tiene que ser competitivo a nivel internacional
y estar consolidado; debe proveerse permanentemente, no dejando lagunas de meses o aos
sin financiarse, ni siquiera en uno solo de sus programas. El Uruguay como pas tiene que tomar
muy en serio este tema, porque a no dudarlo, har la diferencia en el futuro, cuando precios
internacionales que hoy nos benefician no sean tan benignos.
Se trata de hacer un gran pacto: jvenes que aceptan la apuesta de quedarse en el pas
para expresar sus talentos ac, apuesta en la que les va su vida y las de sus hijos ni ms ni
menos, descartando ofertas de vida ms cmodas y mucho mejor remuneradas en el exterior,
122
Uruguay tecnolgico
El cambio que provocara seguir polticas de inversin continua y consolidada en I+D+i, tendra
consecuencias insospechadas.
Por supuesto que imaginamos un pas con mayor inversin, con mayor PBI, con menor
desempleo, en definitiva, con mejor calidad de vida.
Sin embargo, existen aspectos que irn surgiendo con el tiempo.
Habr posiblemente una pugna entre el Uruguay Natural y el Uruguay Tecnolgico, UyNat
y UyTec. En realidad ambos pueden coexistir perfectamente, para lo que se requerira un nivel
de ordenamiento territorial ms exhaustivo. Esto, sumado a los litigios por intereses econmicos
encontrados, y a una inevitable sensacin de desconfianza, crear artificialmente la discusin
entre el UyNat y el UyTec.
De este debate, sumado a las exigencias que demandan las normas para la produccin en
condiciones aceptables, ya ha surgido y se ir profundizando, una especializacin muy fuerte de
nuestros servicios tecnolgicos en los cuidados ambientales, fundamentalmente en los vertidos
de desechos de las plantas productivas.
Nuestra reputacin sobre el cuidado del medio ambiente ya ha sido puesta en tela de juicio
por nuestros vecinos, respecto de un caso de mucha notoriedad. Esta circunstancia contribuir aun ms para que los uruguayos cuidemos con mucho celo el medio ambiente, tratando de
preservar en forma autntica la veracidad del eslogan UyNat.
123
Para cumplir con las normas ya vigentes y las cada vez ms restrictivas normas que irn
surgiendo, ser indispensable que el pas renueve peridicamente el parque de equipos tecnolgicos de ltima generacin y de alta especializacin que permita controlar el medio ambiente.
Nuestro pas ingresa as a una etapa de la que no hay retorno: necesita asegurar el mantenimiento del nivel de sus instrumentos cientficos de alto costo.
Este mantenimiento repercutir positivamente en otras reas de la innovacin: equipamientos analticos que permitirn realizar controles de productos en Uruguay, garantizando su
calidad antes de su embarque para exportacin, para evitar rechazos de mercadera en destino,
con la consiguiente prdida econmica y de confianza.
Con el advenimiento y el fortalecimiento del UyTec habr cambios incluso de idiosincrasia
a nivel de la poblacin: probablemente adoptemos cada vez posturas menos conservadoras y
puede que nos acostumbremos a cambios ms continuos y de mayor alcance.
Conclusiones finales
Muchas razones llevan al suscripto y a muchas otras personas a pensar que estamos
viviendo un momento histrico, el cual, si fuera bien aprovechado, podra permitir encauzar a
nuestro pas definitivamente hacia un futuro tecnolgico.
La creacin y consolidacin de centros de investigacin, la promocin de clusters de pequeas y medianas empresas, los estmulos fiscales a las empresas que realicen actividades de
innovacin, la coyuntura internacional favorable, la creacin de institucionalidad en I+D+i, los
significativamente ms altos niveles de inversin que se estn dando y los mayores que se avizoran, la diversificacin de la matriz productiva al menos la conviccin de que es necesaria y un
esbozo inicial hacia este rumbo, la colaboracin internacional sostenida hacia estas temticas,
las inversiones extranjeras que se comenzaron ya a instalar en nuestro pas, son unas cuantas
razones para pensar que hay pasos ciertos hacia el punto de inflexin requerido.
Todo este panorama positivo es muy importante, pero resultara insuficiente si no cuenta
con el compromiso de los propios uruguayos:
124
Los investigadores, comprometerse a afianzar su carrera definitivamente en el pas, abriendo sus opciones temticas de trabajo hacia la mayor utilizacin posible de sus capacidades y
talentos para cubrir, no solo la investigacin fundamental que abrazan desde hace aos, sino
permitirse tambin el aporte hacia aspectos ms aplicados de inters econmico o social.
Las autoridades nacionales, comprometerse a cumplir con una inversin importante, sostenida y continua en el tiempo, sin lagunas temporales de ningn tipo en ningn programa.
Los empresarios, comprometerse seriamente a explorar el camino hacia la innovacin
tecnolgica, tomando los riesgos que evalen como razonables. Nadie les puede pedir que tomen opciones que ellos mismos visualicen como inviables, pero tampoco que vivan a espaldas
de la innovacin productiva.
El desarrollo tecnolgico del Uruguay depende, as, de las decisiones que cada uno de los
involucrados tomemos de aqu en ms.
Las circunstancias son favorables, pero es necesario que actuemos con decisin, mucho
compromiso y esfuerzo.
Quizs no haya otra oportunidad como esta en mucho tiempo ms.
125
126
El tema de la innovacin tecnolgica viene adquiriendo una importancia creciente tanto desde la
perspectiva del desarrollo como de la insercin internacional, y en particular cuando desde cualquiera de estas pticas se requiere explicar la adquisicin de competitividad en una empresa o
en el conjunto de una economa. Sin embargo, en la teora econmica no se ha llegado an a una
comprensin adecuada del comportamiento tecnolgico de la empresa, ni de las consecuencias
del mismo sobre su desempeo individual y/o sobre el de la economa como un todo.
En parte, esta relativa incomprensin se explica por la predominancia del enfoque neoclsico que, en sus versiones ms tradicionales, concibe a la empresa como un ente abstracto (black
box) que maximiza las ganancias e incorpora tecnologas exgenas. Aunque ms recientemente,
en las nuevas teoras neoclsicas, el progreso tcnico es tratado como un factor endgeno al
proceso de crecimiento en tanto entienden que l resulta de decisiones explcitas y conscientes de inversin en innovacin, se sigue considerando a la tecnologa como asociada a simple
informacin, disponible en las estanteras de las bibliotecas, en los archivos de las universidades
o en las propias empresas, y transferible libremente de un lado a otro.
La escuela evolucionista comenz mostrando las insuficiencias del enfoque neoclsico
dominante para comprender el fenmeno de la innovacin, y propuso una concepcin de la
tecnologa que tiene en cuenta aspectos que no pueden ser considerados a base de su tratamiento como un mero bien econmico. Estas nuevas visiones tericas han influido de manera
importante en el pensamiento actual latinoamericano sobre desarrollo econmico, los que han
sido la base para reformular el pensamiento originario de Prebisch sobre el impacto del progreso
tcnico en las economas de la periferia.
La innovacin tecnolgica se concibe como un proceso social en el que participan diferentes actores, aunque el centro reside en la empresa. No se restringe a la creacin de proyectos
cientficos y desarrollos tecnolgicos, sino que se trata de agregar valor de mercado a los nuevos
conocimientos. La innovacin puede hacer referencia al mbito de la empresa, de un sector o
del conjunto de la economa y, puede estar relacionada con la fabricacin de nuevos productos,
. Este artculo es una actualizacin de los conceptos y aplicaciones empricas vertidos en el Informe Nacional de
Desarrollo Humano en 2005.
. Nelson y Winter (1985).
. Vase Hounie et l. (1999).
127
la prestacin de servicios, el desarrollo de procesos o el dominio de nuevos mercados. Tambin puede expresarse en nuevos modelos de negocios, de comercializacin, de logstica o en
nuevas frmulas para conquistar mercados. Esta concepcin de innovacin es as mucho ms
amplia que la vinculada nicamente al desarrollo tecnolgico y a la investigacin cientfica, ya
que tambin tiene que ver con la gestin de los negocios y las mltiples posibilidades que ello
genera. No obstante, debe reconocerse que sin la investigacin bsica y aplicada, y sin el desarrollo tecnolgico, la innovacin perdera fuerza rpidamente.
Se destacan aspectos de la innovacin tecnolgica que hacen que la tecnologa sea fundamentalmente especfica a las empresas que la ponen en prctica. Se reconoce tambin que
la innovacin tecnolgica depende del entorno dentro del cual las empresas estn insertas.
Los elementos del entorno vinculados a la capacidad de innovar de las firmas estn relacionados con las redes de empresas y con las entidades cuyas actividades se vinculan al proceso
de innovacin. Adems, se pone nfasis en los aspectos institucionales de la innovacin. Las
postulaciones precedentes el protagonismo tecnolgico de las empresas, el papel del medio
y la importancia de las instituciones han sido captadas a travs del concepto de entornos innovadores. Dicho concepto reconoce el carcter endgeno de la innovacin a una empresa, a
su entorno y territorio, y a una configuracin institucional particular. Son estas las perspectivas
micro y mesoeconmicas de la innovacin tecnolgica.
Por otro lado, si se pretende examinar la capacidad de innovacin de un pas o de su economa como un todo, el anlisis recae sobre los efectos globales de los procesos de aprendizaje
microeconmicos y de su entorno mesoeconmico. Lo que importa identificar es qu procesos microeconmicos y qu contextos mesoeconmicos tienen ms aptitud para expandirse al
conjunto de la economa. Se suele referir al concepto de Sistema Nacional de Innovacin (SNI)
en este nivel macroeconmico. Dicho trmino pretende capturar la idea de que el cambio tecnolgico es un fenmeno sistmico que va ms all de las esferas de la ciencia y la tecnologa
en sentido estricto y comprende la creacin, difusin y aplicacin de conocimientos al conjunto
de una economa.
El tipo y composicin de estructura productiva que posee un pas definirn ciertas caractersticas esenciales de su SNI, determinando aquellas reas productivas y empresas en que la
innovacin tecnolgica puede adquirir mayor empuje. Es desde esta perspectiva que en este
trabajo se aborda la innovacin tecnolgica desde el ngulo de su materializacin en el proceso
productivo. Para ello ha de captarse cmo se entiende esta desde las dimensiones microeconmica (seccin 1) y mesoeconmica (seccin 2). Es esto lo que haremos en primer lugar en
este artculo, para luego pasar al nivel macroeconmico (seccin 3) y observar una aplicacin
de este enfoque para el caso de la economa uruguaya (seccin 4).
128
129
gan. Es este el problema que se invoca cuando se habla de apropiabilidad del conocimiento.
Existen mecanismos, como la proteccin jurdica del uso de ciertos conocimientos o su secreto,
que aseguran a quien los haya creado la apropiacin del fruto que genera su aplicacin en la
economa. No obstante, no todo conocimiento puede ser excluido en su uso por otros agentes
a travs de esos mecanismos. Un conocimiento sobre principios universales, por ejemplo, difcilmente podr ser patentado para legitimar la propiedad de ese tipo de saber. Adems de los
mecanismos mencionados, las empresas pueden impedir la imitacin generando continuamente
nuevos conocimientos, o pueden tambin transformar los conocimientos en tan especficos de
la empresa que sean difciles o imposibles de copiar.
130
131
cual requiere mayores esfuerzos y nuevas capacidades. Todo esto supone implementar procesos de aprendizaje que hacen endgena la tecnologa a los procesos productivos y a la empresa
en la cual se llevan a cabo.
Ciencia y tecnologa
De las actividades ligadas a la C+T derivan conocimientos cientficos y tecnolgicos que no estn referidos a ningn proceso productivo particular. Las entidades que los generan son por lo
general universidades pblicas y privadas, as como laboratorios sin fines de lucro. La C+T interacta con la I+D, al utilizar esta ltima los conocimientos de la primera; al mismo tiempo, la
segunda ejerce una influencia sobre la primera, pues suscita nuevos interrogantes que inspiran
a la C+T. La existencia de un pensamiento cientfico y tecnolgico independiente, con criterios
propios de evaluacin, constituye una parte indispensable de la innovacin endgena que, si
. Las innovaciones incrementales consisten en mejoras sucesivas a las que son sometidos los productos, procesos
productivos, organizacin del trabajo y formas de comercializacin. En determinado momento, la capacidad de estas innovaciones para producir mejoras encuentra inevitablemente sus lmites, tanto tcnicos como econmicos. Slo
una innovacin radical, al determinar un nuevo horizonte de potencialidades, abre un nuevo abanico de innovaciones
incrementales potenciales. Las innovaciones radicales consisten en la introduccin de productos, procesos, formas
organizativas y de comercializacin verdaderamente nueva; son por definicin rupturas capaces de iniciar un nuevo
rumbo tecnolgico. Equivalen al concepto de punto de bifurcacin en la teora de sistemas: son aquellos que modifican
la evolucin del sistema.
132
bien debe estar orientado a la solucin de problemas especficos, ha de retroalimentarse permanentemente con esos mbitos de creacin y reflexin. Los conocimientos que se obtienen
en tales mbitos son endgenos a las entidades, y muchas veces a los grupos de investigacin
y personas que los generan, as como a las empresas y entidades de I+D, si existe retroalimentacin. Tambin son endgenos a la sociedad como un todo si los conocimientos generados se
difunden y convierten en parte de la cultura nacional.
En suma, en el Diagrama 1 siguiente figura un esquema en el que se visualizan las tres
perspectivas del proceso de creacin y adquisicin de conocimientos en la empresa. La primera est conformada por las propias empresas que llevan a cabo la produccin, en tanto al
desarrollar procesos de aprendizaje e innovacin se constituyen ellas mismas en generadoras
de nuevos conocimientos. La segunda la constituyen las empresas y las entidades que realizan
I+D, actividad con base en la cual generan endgenamente los conocimientos adicionales constitutivos de la innovacin. La tercera rene a las entidades universitarias y centros de investigacin empeados en el desenvolvimiento de la C+T, los cuales cumplen un papel relevante en la
innovacin, por la va de su interaccin con aquellas otras entidades (o empresas) que realizan
la I+D y la sociedad como un todo.
Diagrama 1. Las actividades del proceso de creacin y adquisicin de conocimientos
133
Las actividades descritas en los puntos anteriores solo podrn desarrollarse si se cuenta
con la calificacin, la formacin y el esfuerzo de las personas involucradas. Esto ltimo explica
por qu las entidades que se dedican a la formacin de las personas para educarlas y capacitarlas de forma que puedan intervenir en los procesos de innovacin son una parte indispensable
de la creacin y adquisicin de conocimientos. Las otras entidades de apoyo y de financiamiento
son tambin parte de ese proceso.
De esta forma en el Diagrama 1 queda plasmado lo que importa para comprender la innovacin tecnolgica en su nivel microeconmico; en la seccin siguiente se aborda la innovacin
desde el ngulo mesoeconmico.
134
El foco de atencin en este trabajo es en un tipo especfico de red: la que estructura las
interrelaciones entre nodos que participan de un proceso de innovacin tecnolgica. Se entiende
as por redes de innovacin a las alianzas entre actores econmicos privados y/o pblicos que,
en ltima instancia, apuntan a lograr innovaciones de producto, de proceso, organizacionales
y/o de comercializacin.
Estas resultan de los esfuerzos de los actores econmicos para internalizar selectivamente
los diversos factores necesarios para controlar el proceso de innovacin. Son grupos o clubes
de actores econmicos que, conscientes de la naturaleza colectiva de este proceso, cooperan estratgicamente compartiendo conocimientos, capacidades tcnicas y oportunidades de
aprendizaje. Pueden ser vistos como instituciones cooperativas diseadas para aumentar la
apropiabilidad de los beneficios de la innovacin tecnolgica y reducir el carcter de bien pblico del conocimiento (Antonelli, 1992).
En una red de innovacin, los nodos estn constituidos por actores pblicos y/o privados
involucrados directamente en el proceso de innovacin, en tanto que los flujos entre los nodos
son los conocimientos cientficos, tecnolgicos, productivos, de gestin y/o de comercializacin. Dichos conocimientos son pues los servicios que provee este tipo de red, es decir, son
los servicios de la red.
A ttulo ilustrativo, el Diagrama 2 muestra tres tipos de redes de innovacin. El primer
caso ejemplifica una forma de relacionamiento bilateral entre dos agentes con objetivos y racionalidades diferentes: las instituciones de investigacin y las empresas. Un ejemplo de esto
podra ser un contrato de investigacin entre un laboratorio de una universidad y una empresa
pblica o privada. As, si bien intuitivamente una red es pensada como un conjunto de ms de
dos nodos, este tipo de red embrionaria constituye una de las formas de innovacin interactiva
ms habitual en Uruguay, y puede considerarse como un punto de partida para el desarrollo de
redes ms complejas y consolidadas.
135
Los otros dos casos ejemplifican redes de innovacin en las cuales existen relaciones multilaterales. En el caso dos, la empresa A conforma el ncleo de una red que se ve potenciada
por la diversidad y complementariedad de los diferentes nodos que la constituyen. Podra ejemplificarse con la empresa productora de herramientas para el desarrollo de software, ARTech,
y su comunidad GeneXus. ARTech mantiene derechos propietarios sobre su innovacin pero
desarrolla flujos de informacin de distinta intensidad con y entre diferentes tipos de usuarios
(desarrolladores de software y usuarios finales), as como con sus propios proveedores de tecnologa. Con sus usuarios ms cercanos ha desarrollado una fuerte relacin usuario-productor,
que retroalimenta a la empresa a partir de las experiencias y demandas que enfrentan dichos
socios. En suma, esta red tiene similitudes con una comunidad de prctica en la que un grupo de empresas que tienen un inters en comn colaboran durante un periodo extendido para
compartir ideas, buscar soluciones y desarrollar innovaciones. En este caso es la intensidad
de la relacin usuario-productor que acta como catalizador de un proceso de innovaciones
incrementales.
La red correspondiente al tercer caso del diagrama conforma una estructura aun ms
compleja que en el caso dos, pues los nodos no solo son conformados por actores heterogneos,
. Con la creacin de la Comunidad GeneXus, ARTech limit el problema de la no apropiabilidad asociada a los derrames
de conocimiento. Ha permitido a la empresa difundir su producto y alcanzar significativas economas de escala, a la vez
que proporcion un ambiente frtil a los miembros para el upgrade tecnolgico de estos ltimos. El caso es analizado
en detalle en Snoeck et l. (2007).
136
con racionalidades y lenguajes distintos, sino que cada uno tiene relacin con todos los dems.
Con este tipo de red se pretende representar un caso en que participan, adems de empresas y
centros de investigacin, una reparticin estatal como nodo de la red. Aqu, la particularidad del
papel del Estado deriva de una decisin poltica, adems de fundamentos tecnolgicos y econmicos. Un ejemplo clsico en Uruguay de este tipo de redes fue la creacin de las centrales
tlex entre fines de la dcada del setenta y principios de los aos ochenta (Snoeck et l., 1992).
La empresa pblica de telecomunicaciones (ANTEL) decidi encargar a empresas locales el
desarrollo de un producto acorde a sus necesidades de comunicacin va tlex en vez de comprar un producto ya existente. La accin del Estado tuvo un fundamento tecnoeconmico las
capacidades locales existentes para producir un bien acorde a sus necesidades pero tambin
poltico: el desarrollo de tecnologa nacional en telecomunicaciones. Si bien en este caso no
particip directamente ningn centro de investigacin como tal, el desarrollo estuvo a cargo de
empresas nacionales recientemente creadas por investigadores universitarios. El Estado defini
as, excepcionalmente, una poltica tecnolgica pblica favorable al desarrollo endgeno.
El conocimiento tecnolgico es el elemento central de las redes de innovacin. Este es
considerado un bien pblico no puro, por su doble carcter de bien no rival y parcialmente
excluible. Esas dos caractersticas esenciales del conocimiento dan lugar al llamado dilema del
conocimiento (Foray, 2000): cmo asegurar un incentivo a la innovacin, a travs de la apropiacin privada de los conocimientos, al mismo tiempo que lograr la difusin de conocimientos a lo
largo y ancho de la economa. La cooperacin entre agentes es una solucin local y temporaria
al dilema planteado, ya que se trata de un problema bilateral (o de ms agentes) entre el que
emite la externalidad y el que la recibe. Las redes de innovacin buscan precisamente internalizar esas externalidades, lo que tiende a reducir el problema de la no apropiabilidad, al mismo
tiempo que permite la difusin del conocimiento.
La red de innovacin transforma pues el conocimiento en un bien club: el conocimiento
sigue siendo no rival, pero se excluye de su uso a los que no pertenecen al grupo. Con ello se
generan incentivos para innovar, pero la innovacin pertenece a todos los socios del club. Las
redes de innovacin son entonces como clubes que comparten conocimiento y tienen por
objetivo crear una innovacin tecnolgica. No obstante, esta solucin al dilema tiene lmites
en la medida en que los costos de coordinacin y de organizacin aumentan con la cantidad de
participantes del acuerdo.
137
como entre las empresas que las llevan a cabo. El establecimiento de agrupamientos de empresas, a travs de su concentracin en un territorio determinado o su participacin en otro tipo de
redes es una condicin importante para la empresa que quiere aprovechar las externalidades.
Ello es as porque las redes generan mayores facilidades para la creacin de habilidades colectivas, la cooperacin usuario-productor de innovaciones y conocimientos y la subcontratacin
de fases de los procesos productivos o servicios.
A las actividades productivas con mayores capacidades de propagar el progreso tcnico se las denomina sectores-clave. Ellas son las proveedoras de externalidades tecnolgicas
esenciales para el resto del sistema econmico. Segn se aduce, los sectores-clave proveedores de externalidades tecnolgicas para el resto de la economa tienen tendencia a organizarse ms probablemente alrededor de actividades transversales (es decir, que pueden
ser utilizadas en muchos sectores de la economa y en diferentes actividades) con mayores
oportunidades de aplicacin.
Segn Freeman (2003), en la actualidad, las Tecnologas de la Informacin y Comunicacin (TIC) han demostrado su capacidad para impregnar casi todas las actividades de la economa, por lo que no ofrecen dudas respecto a su condicin de sector-clave. No obstante, la biotecnologa no ha cumplido an con todas las expectativas de aplicaciones que se pronosticaron en
los aos 1970 y 1980. Si bien est transformando la industria farmacutica y la agricultura, en
la qumica bsica y la alimentacin animal los nuevos procesos basados en la biologa molecular
no han probado an ser ms competitivos que las tcnicas establecidas. Por otro lado, no hay
una aceptacin social generalizada de las tcnicas de manipulacin gentica porque todava no
se conocen exactamente los efectos que ellas pueden tener sobre el ecosistema, y eso frena el
desarrollo de sus aplicaciones. La biotecnologa tiene muchas posibilidades de ser un motor de
crecimiento en el futuro, pero no como sucesora de las TIC sino en combinacin con ellas, lo que
se suele denominar bioinformtica. Finalmente, las tecnologas ambientales asociadas a fuentes
de energa renovables tendrn, segn Freeman, una expansin considerable tambin.
138
rrollar canales eficientes de comunicacin y cdigos de conducta (muchas veces tcitos) entre
usuarios y productores.
Las interacciones usuario-productor no deben entenderse, sin embargo, solamente como
relaciones verticales entre la oferta y la demanda de conocimientos e innovaciones, pues, por un
lado, a lo largo del proceso de innovacin los agentes pueden ir cambiando de papel (pasando
de demandar a ofrecer conocimientos, por ejemplo), configurando as una suerte de cadena de
intercambio de conocimientos; y por otro, se establecen tambin relaciones horizontales entre
entidades y empresas entre s, y entre estas ltimas y aquellas.
En conclusin, las interacciones de los agentes en red se basan en las relaciones entre los
usuarios y productores de conocimientos; esas redes resultan de los esfuerzos de los agentes
en orden a internalizar selectivamente los diversos factores necesarios para controlar el proceso de innovacin (como son las externalidades tecnolgicas), conscientes de la naturaleza
colectiva de ese proceso. El desarrollo simultneo de proveedores y usuarios de innovaciones,
y su interaccin continua y articulada determinan, pues, un estmulo a la actividad innovadora
y originan una suerte de crculo virtuoso para el cambio tecnolgico. Es esta la forma de percibir la innovacin desde el ngulo mesoeconmico, en la prxima seccin se la aborda a nivel
macroeconmico.
139
tecnolgicos y de las capacidades asociadas a los mismos hace que, tanto las oportunidades
tecnolgicas realizadas como las virtualmente realizables, sean en gran medida sectoriales. Ello
se refleja en las diferencias entre sectores, en cuanto a las posibilidades de aumentar la eficacia
de la produccin o generar nuevos productos. Tambin existe una diferenciacin intrasectorial
de las oportunidades tecnolgicas. Esta deriva de los senderos especficos de acumulacin de
conocimientos que han logrado seguir las empresas y de la heterogeneidad de sus rutinas. En
suma, las firmas y sectores se comportan de manera diferente, y esto no solo porque producen
distintos bienes y servicios, sino tambin porque poseen rutinas, oportunidades tecnolgicas y
modos de apropiacin de los conocimientos diferentes.
Los sectores transversales (pervasive sectors) ya mencionados son los que actualmente tienen ms oportunidades de innovacin y representan los proveedores de externalidades
tecnolgicas esenciales para el resto del sistema econmico. Adems, la visin de una estructura productiva penetrada por sectores transversales cambia drsticamente la concepcin de
actividades ms o menos intensivas en tecnologa. Ahora todos los sectores son capaces de
absorber las tecnologas transversales, lo que los hace a todos potenciales sectores intensivos
en conocimientos.
En suma, si se pretende examinar la capacidad de innovacin de un pas o de su economa como un todo, el anlisis recae sobre los efectos globales de los procesos de aprendizaje
microeconmicos y de su entorno mesoeconmico. Lo que importa identificar para establecer una estrategia de crecimiento y desarrollo son los canales por los cuales los procesos microeconmicos ms dinmicos y sus contextos mesoeconmicos se expanden al conjunto de
la economa. En la siguiente seccin se expone una aplicacin emprica para Uruguay de las
consideraciones anteriores.
. El concepto de EIC no puede reducirse al surgimiento de los sectores de las TIC o a los de otras tecnologas intensivas
en conocimiento. Para su desempeo, el SNI de una EIC depende tambin fuertemente de la distribucin del saber
a travs de redes formales e informales, basadas en la interaccin entre los productores y usuarios de conocimiento
tcito y codificado.
140
permiten la propagacin de la innovacin tecnolgica desde los ms dinmicos hacia los menos.
Tal como figura en el Diagrama 3, los agentes del ncleo innovador, empresas y entidades de la
oferta intensiva en conocimientos y de la demanda innovadora de los sectores maduros, se relacionan a travs de lazos de usuario-productor. Mientras que las empresas ms desfavorecidas
(por lo general PYMES no innovadoras) se integran a la economa a travs de su conexin con
la demanda dinmica por lo general de sectores de la agroindustria exportadora y reciben as
indirectamente los beneficios del dinamismo de la oferta intensiva en conocimientos.
El cambio de las estructuras productivas opera as desde la inyeccin de innovacin de
los sectores transversales de la oferta intensiva en conocimientos, a las grandes exportadoras.
Estas ltimas arrastran a su vez a los primeros con sus demandas, y conectan a las empresas
ms dbiles a travs de la subcontratacin de productos y procesos.
Diagrama 3. La trama productiva de una Economa Intensiva en Conocimientos
141
142
143
144
En conclusin, los resultados que se extraen del INDH revelan que, a pesar de la mala
situacin en la que se encuentra en general Uruguay caracterizada por una dbil base empresarial, poco propicia a la innovacin tecnolgica y con experiencia escasa en los mercados
internacionales, a lo que se agregan estructuras productivas desarticuladas y sectores acadmicos y laboratorios de investigacin dbiles en trminos relativos, existen algunos ncleos de
empresas y entidades organizados alrededor de sectores transversales emergentes con fuertes
oportunidades de innovacin y con posiciones competitivas (las empresas) relativamente mejores que el promedio de la economa. No obstante, esos grupos de agentes no se constituyen
en puntos de apoyo a partir de los cuales propagar los procesos creativos hacia el resto de la
sociedad. De all que puede concluirse la desfavorable situacin de Uruguay con respecto a su
transformacin en una EIC.
Los hallazgos anteriores abren un espacio concreto para el diseo y la implementacin en
materia de polticas de fomento a la innovacin y el aprendizaje tecnolgicos. Estas habrn de
tener en cuenta el punto de partida de Uruguay y conformar caminos de avance que fijen prioridades indispensables para potenciar los esfuerzos tanto pblicos como privados, en las cuales
se tengan en cuenta los condicionamientos negativos del actual proceso de globalizacin.
La visin planteada sugiere considerar, en primer lugar, tres niveles desde los cuales aplicar articuladamente las polticas tecnolgicas y productivas: micro, meso y macroeconmicas.
En el nivel microeconmico, se trata de considerar las medidas ms adecuadas para la creacin
de nuevas empresas, as como para promover el uso de la mejor tecnologa (dura) y organizacin del trabajo y gestin (tecnologa blanda) en las ya existentes. En el nivel mesoeconmico,
las polticas deben potenciar los efectos globales de los procesos de innovacin y aprendizaje
microeconmicos en su entorno. Se trata del diseo de medidas, e incluso la creacin de polos
de innovacin, que fortalezcan las complementariedades tecnolgicas, de modo de ir tejiendo
vnculos estimuladores de la creatividad y del aprendizaje y, con ello, de nuevas reas de innovacin microeconmicas. Estas polticas meso y microeconmicas se relacionan con otras que,
en el nivel macroeconmico, estimulen las inversiones de mediano y largo plazo esenciales para
la incorporacin de tecnologa.
Se destacan las condiciones favorables y desfavorables de las que parte una economa perifrica como la uruguaya para delinear una estrategia posible de desarrollo econmico, frente a
la difusin internacional de los patrones productivos e institucionales de las EIC. Las referencias
que aqu se han realizado apuntan a destacar la ligazn entre dicha temtica y la forma de ver
el fenmeno de la innovacin tecnolgica, fundamentando su necesaria inclusin en la agenda
de temas relevantes que importa discutir en el pas.
145
Referencias bibliogrficas
ANTONELLI, C. (1992): The economic theory of innovation networks. En: Antonelli, C. (Ed.) The economy
of information networks. Elsevir Science Publisher.
AROCENA, R., y. SUTZ, J. (2003): Subdesarrollo e
innovacin. Navegando contra el viento. Madrid, Cambridge University Press.
FORAY, D. (1992): Production et distribution des connaissances dans les nouveaux systmes dinnovation:
le rle des droits de proprit intellectuelle, ponencia
presentada en el coloquio Appropiation technologique
organizado por el INSEE, Pars.
FREEMAN, C. (2003): Policies for Developing New Technologies. SPRU Electronic Working Paper Series n
98. The Freeman Centre, University of Sussex.
SNOECK, M., CASACUBERTA, C., PASTORI, H., DOMINGO, R y PITALLUGA, L. (2007): The emergence
of new successful export activities in Uruguay. Res
Networks. Latin American Research Network. IADB.
http://www.iadb.org/res/laresnetwork/projects/pr287finaldraft.pdf
HOUNIE, A., PITTALUGA, L., PORCILE, G. y SCATOLIN, F. (1999): La CEPAL y las nuevas teoras del
crecimiento, Revista de la CEPAL, N 68, agosto, Santiago de Chile.
SNOECK, M., SUTZ, J. y VIGORITO, A. (1992): Tecnologa y transformacin. La industria electrnica uruguaya como punto de apoyo. Trilce CIESU, Montevideo.
146
PNUD (2005): Uruguay hacia una estrategia de desarrollo basada en el conocimiento. Informe Nacional
de Desarrollo Humano - 2005, L. Pittaluga y A. Vigorito (coord.) http://www.78.136.31.142/en/reports/
nationalreports/latnamericathecaribbean/uruguay/
name,3245,en.html
147
Sociloga; doctorada por la Universidad de Notre Dame (Estados Unidos) y mster del Rensselaer Polytechnic
Institute (Estados Unidos). Investigadora del Centro de Estudios de Desarrollo y Territorio (CEDET) y profesora de
la Escuela de Poltica y Gobierno de la Universidad Nacional de San Martn (UNSAM), Argentina.
En Uruguay ha realizado trabajos en el marco del Centro de Investigaciones Econmicas del Uruguay (CINVE).
Sus temas de investigacin abrevan sobre las temticas de reforma del Estado, capacidades institucionales,
igualdad de gnero y organizaciones. Entre sus publicaciones ms recientes se encuentran artculos varios
sobre capacidades institucionales del Estado y polticas de gnero.
148
Introduccin
En forma creciente, las nuevas tecnologas de informacin y comunicacin (TIC) cumplen un
papel primordial en las tareas de formulacin e implementacin de un amplio conjunto de polticas pblicas. Las polticas relativas a la equidad de gnero no constituyen una excepcin,
al punto que los organismos internacionales han propuesto la inclusin de una perspectiva de
igualdad de oportunidades en las acciones de fomento de las TIC (Marcelle, 2002). En efecto,
las TIC podran transformar aspectos centrales de la organizacin sociocultural de la distribucin
del poder entre varones y mujeres, aunque la naturaleza de estos cambios resulte bastante ms
compleja de evaluar (Bonder, 2002).
El nfasis de este trabajo est puesto en las polticas de transversalizacin de gnero y
su relacin con las nuevas plataformas tecnolgicas de informacin y comunicacin. En lo que
concierne a estas polticas, las TIC podran incidir en dos aspectos centrales: i) la capacidad de
incorporar y coordinar la temtica de gnero entre una amplia gama de organizaciones pblicas
con intereses necesariamente diversos, y ii) la edificacin de espacios de participacin ciudadana
con el fin de delimitar problemas relevantes de agenda pblica. Con relacin a la coordinacin,
algunas investigaciones previas han identificado que las TIC tenderan a mejorar este aspecto
de la gestin organizacional ya que, entre otras cuestiones, el establecimiento de informacin
compartida va intranets fomenta, notoriamente, el intercambio entre agencias (Claude, 1990;
Gibbins, 2000; Pandey et l., 1997). Con todo, los estudios sobre la democracia electrnica
estn lejos de arribar a conclusiones taxativas acerca de si los mbitos on-line suponen una
participacin sustantiva de la ciudadana en la toma de decisiones de poltica (Scholsberg et
l., 2007; Berg, 1998).
Las capacidades para coordinar las diferentes intervenciones pblicas han sido el taln
de Aquiles de los organismos responsables de las polticas de equidad. En tal sentido, algunos
autores afirman que la transversalizacin de gnero eventualmente se evapora, precisamente,
por las carencias en la coordinacin desplegada entre las diversas agencias y los niveles juris-
. Este trabajo ha sido posible gracias a un subsidio de investigacin del Equipo de Gnero de la Cumbre Mundial sobre la
Sociedad de la Informacin. El colega chileno Mauricio Muoz cumpli un papel fundamental en el armado de la agenda
de entrevistas en el sector pblico. Las opiniones aqu vertidas no lo comprometen a l ni a las personas entrevistadas.
Las mismas son de mi entera responsabilidad.
149
diccionales del Estado (Moser, 2005). Ms aun, puesto que los organismos responsables de la
promocin de derechos de las mujeres tienen, por lo general, atribuciones que estn limitadas
a asesorar y recomendar polticas, las capacidades de coordinacin son casi por definicin muy
dbiles: se apela a la voluntad de las restantes organizaciones pblicas para incorporar la
equidad de gnero como mandato en las intervenciones de polticas.
Por su parte, algunas autoras consideran que la verdadera transversalizacin implica, necesariamente, la participacin de organizaciones de mujeres en la delimitacin de los problemas
que entran en la agenda, as como en la implementacin y el seguimiento de las acciones del
Estado (Daly, 2005; Rees, 2005; Squires, 2005). Precisamente, sera necesaria la ampliacin
de las oportunidades de los y las ciudadanas para incidir significativamente en la definicin de
las necesidades que inspiran las polticas de gnero. En otras palabras, las polticas de transversalizacin de gnero implican, metodolgicamente, el despliegue de algn tipo de enfoque
participativo en la elaboracin de las acciones estatales y no su formulacin, casi exclusiva, por
parte de expertas en temticas de gnero, situadas en posiciones burocrticas.
A propsito, las prcticas deliberativas no deberan limitarse a agregar grupos previamente excluidos (es decir, ampliar las preferencias que se hacen presentes en las negociaciones),
sino que deberan orientarse, primordialmente, a incluir visiones que planteen problemticas
novedosas y cualitativamente distintas (Squires, 2005). De esta forma, la transversalizacin de
gnero en las polticas implicara la edificacin de espacios pblicos deliberativos de naturaleza heterognea.
El enfoque de este estudio implica abordar dos tareas analticas distintivas. En primer trmino, se indaga en qu medida la introduccin de las TIC ofrece un marco que promueve una
mejor articulacin entre los organismos responsables por las polticas de gnero y el resto del
apartado del Estado, por lo que este eje se centra en la coordinacin intra estatal. En segundo
trmino, se procura determinar si las relaciones sociales y polticas que rodean la adopcin de
estas tecnologas estaran orientadas a colaborar con la creacin de espacios de debate ciudadano que permitan recoger las necesidades y demandas.
Este trabajo toma, como un caso de estudio singular, las polticas de gnero impulsadas
por el Poder Ejecutivo de Chile bajo los denominados Programas de Mejoramiento de Gestin,
implementados en forma concomitante con el avance de una agenda de gobierno electrnico y
una fuerte inversin de este pas en la ampliacin de su conectividad (United Nations, 2004).
Ambas iniciativas han estado inscriptas en procesos de modernizacin de la gestin pblica y
articuladas en el Proyecto de Reforma y Modernizacin del Estado bajo la presidencia de Ricardo Lagos en el ao 2000. En vistas de esta interseccin de experiencias en el diseo de
polticas destinadas a fomentar la igualdad de gnero, por un lado, y la incorporacin de las TIC
como un epicentro de la gestin estatal, por el otro, podramos afirmar que la transversalizacin
de gnero en Chile constituye lo que en sociologa se denomina terreno emprico estratgico
(Merton, 2002). As, podremos examinar cmo los entornos tecno-polticos inciden en los me-
. Estrictamente, algunos de los PMG fueron iniciados bajo el gobierno del presidente Frei en 1998, as como otras
iniciativas de modernizacin (Flisfich, 2002). Con todo, la amalgama explcita de procesos de mejora de gestin con
plataformas tecnolgicas recin se inicia en 2000.
150
. Con todo, las cuestiones relativas a los derechos de mujeres son contradictorias en el entorno chileno ya que, por
ejemplo, la ley de divorcio es reciente y no estara exenta de restricciones (Gray, 2004).
151
. La iniciativa de los PMG de Gnero est inscripta dentro de un paquete mayor de transformacin de las modalidades de gestin pblica con un mayor nfasis en la orientacin hacia los resultados obtenidos y el control presupuestal.
Entre los aos 2000 y 2006 hubo una notoria expansin en los instrumentos de gestin. Los primeros Programas de
Mejoramiento de Gestin fueron introducidos en 1998 (Ley 19.553).
152
. Este ndice es una medida compuesta de las capacidades administrativas, infraestructurales, financieras, regulatorias
y de capital humano, as como la voluntad (willingness) de los pases de proveer informacin y conocimiento orientado
a la ciudadana, y utilizar los instrumentos de gobierno electrnico en el marco de una estrategia de desarrollo de las
TIC (United Nations, 2004: 13 - 14).
153
. Al afirmar que las relaciones de poder son constitutivas del gnero, se estara aludiendo a la visin establecida, entre
varios autores, por Joan W. Scott (1986): el gnero es una forma primaria de dar significado a las relaciones de poder.
Sera mejor decir que el gnero es un campo primario en el cual o por medio del cual el poder es articulado. El gnero no
es el nico campo, pero parece haber sido una va persistente y recurrente mediante la cual es posible otorgar significado
al poder en las tradiciones occidentales, judeo-cristianas e islmicas (Scott, 1986: 1069; traduccin propia).
154
en gnero, tuvimos que armar equipos en las organizaciones y aconsejarles una vez que recibamos los informes que mandaban al SERNAM. Este proceso, por su parte, dist de ser unidireccional: el Servicio debi visualizar de qu manera podra ser posible incorporar la mencionada
temtica en reas otrora ajenas a su jurisdiccin como el transporte y la infraestructura. Ello
supuso, por tanto, empaparse de asuntos de poltica distintos a los tradicionalmente abordados,
los cuales haban estado centrados en las polticas sociales.
Como fruto de esta interaccin, prcticamente la totalidad de las organizaciones pblicas
(un 97%) finalmente incorpor consideraciones acerca de la igualdad de oportunidades en sus
productos estratgicos (Guzmn, 2005), sentndose as las bases primarias para el diseo y
la ejecucin de intervenciones de ndole transversal.
Tanto para la incorporacin de una perspectiva de igualdad de gnero en los servicios y
productos de las organizaciones como para la elaboracin de un plan de intervencin acorde
con los mismos, las TIC cumplieron un papel fundamental en la interaccin entre los expertos
del SERNAM y los equipos de gnero de las organizaciones.
Mis interlocutores resaltaron que el correo electrnico fue la tecnologa de comunicacin
ms utilizada durante todo el ciclo del PMG. Cabe sealar que, simultneamente, el Programa
de Entrenamiento en Tecnologas de la Informacin (PFIT) estaba siendo implantado para la
totalidad de los funcionarios pblicos. Por su parte, el PMG de gnero produjo cierto crculo
virtuoso al interior del propio servicio civil: la Subsecretara de Telecomunicaciones (SUBTEL)
implement medidas de accin afirmativa orientadas a fomentar una mayor alfabetizacin tecnolgica de funcionarias, al garantizar que los cursos estuvieran conformados por cierto porcentaje de mujeres.
El mayor conocimiento informtico y el manejo verstil del correo electrnico permitieron
al SERNAM cumplir sus funciones de coordinacin respecto de una enorme variedad e intensidad de intercambios a partir de la incorporacin de las temticas de igualdad de gnero por
parte de organizaciones muy dismiles. En forma elocuente, mis interlocutores manifestaron que
otros medios alternativos, como la comunicacin por expedientes o la interaccin personal, no
hubieran hecho posible la intensa labor de extender y aplicar las temticas de gnero a intervenciones organizacionales muy especficas. Adicionalmente, y considerando la geografa chilena
as como la divisin regional de SERNAM, el correo electrnico permiti un flujo consistente de
dilogo entre las regionales y la oficina central.
Ms all de la coordinacin que pudiera ejercer el SERNAM, el correo electrnico ofici
de instrumento a efectos de consolidar una interpretacin compartida acerca de las relaciones
de gnero. La formalizacin de las ideas bajo la modalidad de comentarios escritos insertos en
documentos y la iteracin de los mismos a la luz de dudas y ambigedades interpretativas mediante las prcticas de envo y reenvo para su revisin por parte de los asesores del SERNAM,
dio sus frutos ya que redujo la vaguedad que rodea al concepto de gnero. En vistas de que la
literatura sobre transversalizacin seala que las normas de gnero colisionan con viejos hbitos
y miradas (Walby, 2005), la clarificacin conceptual fue primordial en la institucionalizacin de
la perspectiva propugnada por parte del SERNAM es decir, el gnero como una construccin
social situada en relaciones desiguales de poder. Finalmente, la velocidad e intensidad de los in-
155
tercambios y sus registros escritos, posibilitados por las TIC, imprimieron un sentido de polticas
integrales y no meras polticas sectoriales agregadas a otras ya existentes (Valdez, 2007).
De la mano de este proceso, los diversos actores involucrados tambin arribaron a un cierre interpretativo luego de las mencionadas iteraciones en las comunicaciones: en un momento
dado, los grupos sociales que comparten el uso de un concepto logran un cierto acuerdo en su
significado, por lo que se pierde flexibilidad interpretativa al menos por un tiempo. La construccin de una interpretacin comn respecto de las relaciones de gnero es desafiante, puesto que
comnmente aparece como un significante vaco, adjudicndosele las ms variadas acepciones
(Verloo, 2005). Bajo la ptica de una relacin social, en las cuestiones de gnero se dirimen asimetras en las oportunidades de acceso y ejercicio de recursos de poder, lo que representa una
temtica compleja de traducir en acciones concretas y as pasar de enunciaciones abstractas
(comnmente plasmadas en planes nacionales) a prcticas de micro poltica.
Recapitulando, entonces, podemos afirmar que, alrededor del proceso del PMG, se conform un espacio virtual de intercambio y discusin acerca de qu son, de acuerdo con las demandas de las organizaciones, las denominadas temticas de gnero, fortaleciendo el papel
coordinador del SERNAM y anclando en consideraciones especficas las definiciones muchas
veces abstractas acerca de la igualdad de derechos de varones y mujeres y de procesos de
discriminacin. Por cierto, la literatura sobre transversalizacin de gnero seala que los cambios constantes en los significados del trmino igualdad han sido un escollo para garantizar la
consistencia de las polticas (Moser y Moser, 2005). En la experiencia en cuestin, este escollo
parecera haber sido ampliamente superado.
El mencionado espacio virtual se edific a partir de la confluencia de varias dinmicas.
En primer trmino, la pgina web del SERNAM se transform en un sitio de referencia para las
organizaciones: la misma cont con varios documentos de apoyo, incluso con materiales que
ejemplificaron experiencias exitosas de los diversos estadios del PMG. Asimismo, el portal incluy videos de reuniones de trabajo mantenidas con organismos de las regiones, con el propsito
de transmitir experiencias colectivas de una manera ms dinmica.
En segundo lugar, y luego de algunos intentos fallidos por problemas de conectividad en
algunas regiones posteriormente superados, se implementaron videoconferencias de trabajo.
Con el propsito de ofrecer entrenamiento en la ejecucin de los planes, la mayor utilidad de
estas conferencias, de acuerdo con mis interlocutores, fue su capacidad de convocar a diversos
funcionarios y ofrecer una instancia de interaccin en forma simultnea entre las diferentes regiones. Este medio de trabajo puso de manifiesto la existencia de una enorme dispersin tanto
en las definiciones de gnero como de metas de poltica al interior de un mismo servicio. En este
sentido, las videoconferencias lograron unificar algunos criterios centrales, en especial aquellos
relativos a la desigualdad de gnero.
En definitiva, un primer conjunto de hallazgos concierne a la formacin de una burocracia experta en la aplicacin en polticas de gnero, lo que ha sido posible por la convergencia
. La nocin de cierre interpretativo ha sido elaborada por investigadores del campo de la sociologa de la tecnologa
(en particular por el programa denominado SCOT), aunque han limitado el concepto a los significados de los artefactos
materiales. Aqu extiendo esta interesante idea al uso de conceptos y abstracciones.
156
157
Con todo, mis interlocutoras en SOL, REMOS y ANAMURI, sealaron que las TIC resultaban muy tiles para promover la comunicacin entre sus integrantes, por ejemplo, mediante el
uso del correo electrnico y algunas redes virtuales para difundir informacin acerca de eventos, convocatorias a movilizaciones, y otro tipo de novedades. El uso de pginas web y otras
tecnologas era menos comn, en parte porque las organizaciones manifestaron tener carencias en el personal disponible e incluso en infraestructura. El telfono celular surgi como una
tecnologa de privilegio entre las integrantes de ANAMURI, debido a la localizacin rural de las
participantes de esta red.
La comunicacin con el Estado fue calificada como escasa y no habra espacios deliberativos ni fsicos ni virtuales cuestiones subrayadas como normativamente deseables desde el
ngulo de las polticas de transversalizacin de gnero. Este hiato en la participacin ciudadana
tiene mltiples races. Por ejemplo, al momento de su lanzamiento, la Agenda Digital no contaba
con consideraciones de gnero, de acuerdo con una de mis interlocutoras, ni se ha integrado
el tema del SERNAM en forma especfica en la misma. En trminos generales, las TIC fueron
vistas, implcitamente, como neutrales en sus consecuencias sobre las relaciones de poder entre varones y mujeres. Un problema recurrentemente sealado concierne a las dificultades de
las mujeres para acceder a la conectividad y sus problemas de analfabetismo, incluido el tecnolgico, por lo que deberan existir medidas especficas por parte del Estado para asegurar un
acceso igualitario de mujeres como productoras de informacin (Marcelle, 2002).
Incluso algunas iniciativas interesantes, ms all de esta Agenda, no han podido ser implementadas en su totalidad. SUBTEL, por ejemplo, a cargo de la red de telecentros pblicos,
instal algunos de ellos en el entorno de jardines de infantes, a efectos de facilitar el acceso de
mujeres a Internet. Sin embargo, esta iniciativa no ha logrado plasmarse adecuadamente por
carencias en su coordinacin, ya que el SERNAM no cuenta con suficiente personal para asignar a dichos centros, lo que tendra como propsito atender necesidades de mujeres y as evitar
que ellas sean pasivas consumidoras de informacin.
Por su parte, la pgina de Internet del SERNAM no ha aprovechado las posibilidades ofrecidas por esta tecnologa. En cuanto a la evaluacin de la calidad de la pgina, una interlocutora
seal que la misma no tiene informacin o bien informacin actualizada. Ha habido incluso
una especie de retroceso, la pgina web del SERNAM antes era ms dinmica; por ejemplo, encontrabas leyes especficas. Antes haba mayor documentacin. La opcin conversemos con
lleva como seis meses [sin activarse], antes haba algo ms . A julio de 2008, dicha opcin
ya no estaba disponible. En su lugar, el tipo de contacto ofrecido corresponde a la entrada con
dicho nombre. Para enviar una comunicacin hay que llenar un formulario de identificacin con
categoras estandarizadas. Al igual que otras pginas web del gobierno, segn el Informe de
Desarrollo Humano de 2006, se ha enfatizado primordialmente la oferta de informacin en
desmedro de opciones de interaccin como foros o chats dirigidos al desarrollo de una ciudadana democrtica.
158
Respecto de los PMG de Gnero, los mismos estn accesibles o bien en los portales de
sus organizaciones especficas o bien en la pgina de la Oficina de Presupuesto. En efecto, si
bien el PMG podra ser, en principio, un excelente instrumento para visualizar el grado de cumplimiento con el Plan de Igualdad de Gnero 2000 2010 y la Agenda de Gnero 2006 2010,
solamente se accede al conjunto de ellos a travs del portal de la mencionada Oficina la cual
no representa un lazo natural para los grupos de mujeres.
Aun cuando las organizaciones eventualmente accedan a los informes de PMG, la presentacin en crudo de las intervenciones pblicas en los mismos no resulta amena a la comprensin y la interpretacin, lo cual constituye una formidable barrera para su utilizacin prctica
por parte de quienes no estn familiarizados con las caractersticas del programa. Justamente,
no existe una suerte de estado de avance preparado por el SERNAM que implique una revisin
global de los PMG as como una sntesis de sus principales avances. En consecuencia, podemos afirmar que las carencias en cmo est presentada y procesada la informacin socavara
el uso estratgico que las organizaciones de mujeres podran hacer de los PMG de acuerdo
con sus propias necesidades. Camacho Jimnez (2001) afirma que el uso estratgico necesariamente implica el ser capaz de apropiarse de las innovaciones, por lo que las organizaciones
las utilizaran a partir de juicios acerca de su conveniencia para la resolucin de sus problemas
ms relevantes.
En definitiva, la pgina web del SERNAM podra ser descripta como esttica, poco amigable para el usuario ajeno al Estado o aquellos con intereses especficos en las actividades de
advocacy. La informacin provista por el SERNAM est estructurada, primordialmente, para
usuarios dentro del sector pblico y no para organizaciones de mujeres. A propsito, una interlocutora (hoy en una ONG involucrada con cuestiones de TIC pero anteriormente experta en
el SERNAM) manifest que se han utilizado poco las oportunidades que brindan las nuevas
tecnologas de informacin [...] El debate de las mujeres y el ciberespacio nunca se ha dado en
Chile. An no se ha trabajado bien. Incluso, una idea del SERNAM de instalar su propio telecentro con fines informativos ha quedado como una iniciativa a futuro.
Retomando el enfoque de la transversalizacin, esta misma interlocutora afirm que para
que sea una mirada de gnero, [el PMG] debe surgir tambin desde la sociedad civil, pero esa
ptica [solamente desde el Estado] anquilosa, petrifica. Se hacen un par de mesas y se da por
solucionado el problema. Tambin las ONG han perdido contacto con las bases, no solamente
las organizaciones del gobierno. Las ONG perdieron su activismo, as como le pas al Estado. Se
puede apreciar claramente en el caso de violencia, donde las organizaciones de base son activas pero no estn vinculadas al gobierno central y funcionan con apoyo financiero internacional
feminista. En este sentido, los requisitos de democracia electrnica en los que se recuesta la
transversalizacin de gnero en las polticas presentaran algunas deficiencias a atender.
. En esta direccin, cabe sealar que la Unidad de Promocin de Derechos y Participacin de las Mujeres del SERNAM
ha puesto en el portal la revista Ciudadanas, cuyo primer nmero corresponde al mes de marzo de 2008. En el mensaje
de este nmero inicial, la ministra reafirma los principios de participacin de organizaciones de mujeres y la necesidad
de garantizar el acceso y uso de la informacin. Asimismo, bajo la Agenda de Gnero 2006 2010, se han puesto en
marcha cabildos regionales para el seguimiento por parte de las ciudadanas de los compromisos all asumidos. El funcionamiento de estas iniciativas deber ser evaluado.
159
Conclusiones
La experiencia de transversalizacin de las polticas de gnero en el Estado chileno muestra
dos contrastantes hallazgos. Indudablemente, se ha conformado una importante burocracia
experta que funciona como una comunidad de prctica, ya que las relaciones horizontales y los
aprendizajes mutuos son procesos constitutivos de la forma en que han sido implementados
los PMG de Gnero. Adems de la incorporacin en forma masiva de un enfoque sobre los derechos de las mujeres en los objetivos de accin del Estado, las plataformas tecnolgicas han
fomentado la emergencia de debates sustantivos en el seno del aparato pblico sobre la igualdad de gnero.
Como contrapunto a las redes horizontales y los vibrantes espacios cognitivos creados al
interior de las burocracias, se visualiza una importante disociacin entre el Estado y las organizaciones de la sociedad civil. Desde esta perspectiva, es una realidad que los grupos de mujeres
de base han quedado por afuera de la elaboracin y ejecucin de los PMG. Ello es sorprendente en vistas de la enorme informacin recolectada y procesada por el Estado en temticas que
pueden resultar relevantes para la actividad de advocacy de estas organizaciones.
Retornando el planteo inicial de este trabajo, los entornos tecno-polticos impulsados por el
gobierno an no han logrado que la transversalizacin de gnero en el Estado alcance un ngulo
ms colectivo y deliberativo. Las sociedades actuales necesariamente conllevan el desarrollo
de organizaciones e instituciones complejas, estratificadas e interrelacionadas, y las prcticas
deliberativas no estn pensadas para reemplazar a estas instituciones. No obstante, las instituciones generan su propia inercia estructural, crean intereses propios y muchas veces cuentan
con canales ms abiertos o permeables para algunas voces y no otras. Es en esta direccin que
las TIC podran renovar oportunidades para debates ms ampliados acerca de las necesidades
de mujeres y su traduccin en polticas de igualdad de oportunidades.
160
Referencias bibliogrficas
LVAREZ SAN MARTN, Roberto (2007): Perspectiva de gnero en las polticas pblicas en Chile. Revista Poltica y Gestin N 10: 45 63.
LVAREZ, Sonia (1999): Advocating Feminism: The
Latin American Feminist NGO Boom. International
Feminist Journal of Politics vol. 1 (2): 181 209.
BERG, Mark (1998): The Politics of Technology: On
Bringing Social Theory into Technological Design.
Science, Technology, and Human Values 23 (4): 456
- 490
BEVERDIGE, F., NOTT, S. y STEPHEN, K. (2000):
Mainstreaming and the Engendering of Policy-making: A Means to an End?. Journal of European Public
Policy Vol. 7 (3): 385 405.
BONDER, G. (2002): Las nuevas tecnologas de informacin y las mujeres: reflexiones necesarias. Serie Mujer y Desarrollo 36. CEPAL: Santiago de Chile,
Chile.
BROWN, J. S. y DUGUID, P. (1996): Organizational
Learning and Communities-of-Practice: Toward a Unified View of Working, Learning, and Innovation. In Michael D. Cohen and Less S. Sproull (Editors) Organizational Learning. Sage: Thousand Oaks, California.
CAMACHO JIMNEZ, K. (2001): The Internet: A Tool
for Social Change? Elements of a Necessary Discussion. Costa Rica: Fundacin Acceso. www.acceso.
org.ca
CLAUDE, S.L. (1990): Managing Information Resources in State Government. Public Administration
Review.50 (5): 515-524.
DALY, M. (2005): Gender Mainstreaming in Theory and Practice, en Social Politics, Vol. 12 (3): 433
450.
FLISFISCH FERNNDEZ, A. (2002): Mecanismos de
seguimiento y evaluacin de planes y programas pblicos en Chile. VII Congreso Internacional del CLAD
sobre la Reforma del Estado y de la Administracin
Pblica. Lisboa: Portugal.
FRANCESCHET, S. (2003): State Feminism and
Womens Movements: The Impact of Chiles Servicio Nacional de la Mujer on Womens Activism. Latin
America Research Review, vol. 38 (1): 9 40.
GIBBINS, Roger (2000): Federalism in a Digital
World. Canadian Journal of Political Science / Revue
canadienne de science politique 33 (4): 667-689.
161
RICHARDS, P. (2002): Expanding Womens Citizenship? The Representation of Pobladora and Mapuche
Women in the Chilean State. Doctoral Dissertation:
The University of Texas at Austin.
ROS TOBAR, Marcela (2003): Chilean Feminism(s)
in the 1990s. Paradoxes of an Unfinished Transition.
International Feminist Journal of Politics 5 (2): 256
280.
SCHOLSBERG, D., ZAVESTOSKI, S., SHULMAN S. W.
(2007): Democracy and E-Rulemaking: Web-Based
Technologies, Participation, and the Potential for Deliberation. Journal of Information Technology & Politics 4 (1): 37 55.
SCOTT, W. J. (1986): Gender: A Useful Category of
Historical Analysis. The American Historical Review
91 (5): 1053-1075.
SEPLVEDA TORO, Mara Alejandra (2004): Calidad
e impacto de los proyectos de gobierno electrnico en
Chile. IX Congreso Internacional del CLAD sobre la
Reforma del Estado y de la Administracin Pblica,
Madrid, Espaa.
SQUIRES, J. (2005): Is Mainstreaming Transformative? Theorizing Mainstreaming in the Context of Diversity and Deliberation. Social Politics: 366 388.
UNITED NATIONS (2004): Global E-Government
Readiness Report 2004. Towards Access for Opportunity. Naciones Unidas, Nueva York, EEUU.
VALDEZ, Teresa E. (2007): Igualdad de oportunidades y equidad de gnero. Aportes y desafos para las
polticas pblicas. Proyecto Polticas para promover
la insercin de la mujer en la vida pblica. UNDP FESUR. Santiago: Chile.
VERLOO, M. (2005): Displacement and Empowerment: Reflections on the Concept and Practice of the
Council of Europe Approach to Gender Mainstreaming
and Gender Equality, Social Politics, vol. 12, num.
3: 344 365.
WALBY, S. (2005): Introduction: Comparative Gender
Mainstreaming in a Global Era, en International Feminist Journal of Politics, vol. 7 (4): 453 470.
162
163
Andrea Bielli
Es Licenciada en Psicologa y Licenciada en Ciencias Antropolgicas por la Universidad de la Repblica. En
el ao 2005 obtuvo el Certificado-Diploma de Estudios Avanzados en Historia de la Ciencia y de la Medicina
de la Universidad del Pas Vasco. Actualmente es doctoranda del programa de Filosofa, Ciencia, Tecnologa,
Sociedad de esta ltima universidad y en estos momentos se encuentra elaborando su tesis doctoral sobre
la introduccin de los antidepresivos en el Uruguay.
Desde 1999 a la actualidad se ha desempeado como profesora asistente de la Unidad Acadmica de la Comisin Sectorial de Investigacin Cientfica de la Universidad de la Repblica, desarrollando tareas de docencia,
investigacin y extensin en el rea de los estudios de Ciencia, Tecnologa y Sociedad y apoyando, adems,
la gestin acadmica de los programas de fomento a la investigacin implementados por dicha comisin.
164
Introduccin
En el ao 2004 la revista Social Studies of Science, especializada en la publicacin de artculos
interdisciplinarios sobre las dimensiones sociales de la ciencia y la tecnologa moderna, edit
un volumen especial consagrado por entero a la industria farmacutica. Una media decena de
trabajos abordaban desde diversos enfoques algunos tpicos centrales que daban la pauta de
que la industria farmacutica haba llegado para quedarse al campo de lo estudios de ciencia,
tecnologa y sociedad. La publicacin de los artculos reflejaba el trabajo ya de algunos aos que
historiadores, socilogos, antroplogos y economistas, entre otros, haban desarrollado desde
haca un tiempo sobre el sector, pero tenan la particularidad de proponer una nueva mirada
sobre ciertos temas que hasta el momento no haban sido abordados de lleno.
Uno de los primeros aspectos en los que las ciencias sociales haban reparado desde haca un buen tiempo haba sido la fuerte interconexin entre los laboratorios farmacuticos y el
saber cientfico. Se tena nocin fundada de que las relaciones entre la industria farmacutica
y la ciencia haban sido permanentes desde mediados del siglo XIX y que en el cambio de siglo
estas relaciones haban experimentado transformaciones sustanciales que haban permitido
que la industria farmacutica tomara su estructura actual convirtindose en una industria altamente rentable, con importantes niveles de internacionalizacin y fuertemente basada en la
innovacin. Si en el siglo XIX los laboratorios farmacuticos haban podido elaborar sus productos gracias a los desarrollos de la qumica del momento, lo haban hecho sin incorporar a sus
establecimientos investigadores. Los responsables de los aportes cientficos a partir de los cuales se desarrollaron, por ejemplo, los primeros antispticos, hipnticos o anestsicos no haban
participado en el desarrollo industrial de los mismos. Por el contrario, el siglo XX vera cmo la
mayor parte de los productos de la industria farmacutica naceran no solo utilizando aportes
de la ciencia, sino gracias a los intercambios intensivos entre industria y academia, y tambin,
en buena parte, gracias al desarrollo sostenido de investigacin cientfica dentro de los propios
laboratorios farmacuticos. Especialmente a partir de la Segunda Guerra Mundial el sector se
convertira en una industria lder en capitalizacin y ganancias debido, entre otras razones, a la
introduccin constante de nuevos productos desarrollados a partir de la relacin particular que
logr establecer con la investigacin cientfica. Las dinmicas de esta innovacin tecnolgica
persistente se convirtieron rpidamente en uno de los aspectos en los que las relaciones entre
165
ciencia, tecnologa y sociedad fueron examinadas ms prontamente. La estructura organizacional de los laboratorios, sus cambios a lo largo del tiempo, las estrategias de fusin empresarial,
de apertura de nuevos mercados y de adaptacin a nuevas las condiciones de competitividad
motivaron una larga serie de estudios que de una manera u otra convergan sobre las relaciones
entre innovacin tecnolgica farmacutica e investigacin cientfica.
Los artculos publicados por la revista Social Studies of Science en el ao 2004 volvan
sobre la relacin entre industria farmacutica e investigacin cientfica que los estudios anteriores haban sabido enfatizar, pero llevaban su exploracin ms all de las diferentes facetas
que el tpico de la innovacin farmacutica permita observar. En cada uno de los artculos los
lazos entre ciencia e industria farmacutica eran examinados nuevamente con detencin, pero
el foco de este examen se ampliara hasta incluir una imagen expandida de estas relaciones que
llevara el impulso innovador de la industria hasta terrenos en los que incluso las definiciones
de las propias enfermedades pareceran estar ligadas al poder transformador proveniente de
esta ntima interconexin entre ciencia y laboratorios farmacuticos. Existan otros aspectos de
este nexo que la revista pretenda explorar, las relaciones entre ciencia e industria farmacutica no cristalizaban nicamente en el fundamento cientfico de una produccin innovadora y la
edicin del volumen especial pretenda al menos contribuir a la discusin de uno de ellos. Su
ttulo, Intersection of Pharmaceutical Research and Marketing, sintetizaba magnficamente de
cul de ellos se trataba: la creciente indiscriminacin entre investigacin y mercado. El editorial
fundamentaba adems la necesidad de la publicacin de un volumen especial sobre este tema
argumentando que las estrategias a travs de las cuales la industria logra sumar a investigadores
y mdicos clnicos a sus fines comerciales era un tpico de gran actualidad.
Incluso el autor del editorial aseguraba que este era tan actual que pocos minutos antes
de que enviara el texto a la imprenta, los titulares de las noticias matutinas lo haban sorprendido anunciando que la FDA aconsejaba incorporar una leyenda de advertencia sobre los efectos
secundarios en uno de los antidepresivos ms utilizados en Estados Unidos (Lynch, 2004:147).
Uno de los artculos del volumen discuta, adems, cmo una de las estrategias de marketing
de los laboratorios era justamente la supresin de informacin sobre los efectos secundarios
de los modernos antidepresivos ISRS (Healy, 2004) y otro exploraba el lazo entre estrategias
comerciales y usos especficos de los antidepresivos durante la ltima crisis econmica en Argentina (Lakoff, 2004). En el conjunto de los trabajos publicados, los psicofrmacos parecan
constituir los ejemplos ms convincentes de esta indiferenciacin creciente entre investigacin
cientfica y estrategias comerciales. En los apartados siguientes tratar de desarrollar qu otras
dimensiones de los psicofrmacos emergen bajo la mirada de los estudios de ciencia, tecnologa y sociedad.
166
Influjos rentables
Desde su creacin en la dcada de 1950 al da de hoy, los psicofrmacos han logrado transformarse en medicamentos de uso masivo. En el transcurso de pocas dcadas este grupo teraputico consigui ubicarse en los primeros lugares de los rankings de ventas de medicamentos,
llegando a finales del siglo XX a mostrar una clara tendencia al alza particularmente por las crecientes ventas de antidepresivos. Las altas tasas de venta y consumo de los psicofrmacos se
expandan a lo largo y ancho del globo mostrando en algunos pases incrementos ms pronunciados que otros. La situacin de Francia, por ejemplo, que a mediados de los aos 1990 prescriba
de dos a cuatro veces ms psicofrmacos que sus vecinos europeos, ameritara la realizacin
de un informe especial sobre la situacin (Zarifian, 1996). Y si bien en nuestro pas se carece
de cifras oficiales, los estudios de mercado y las opiniones de quienes estaban vinculados a la
industria farmacutica y los sectores de la salud coincidan en afirmar hacia finales de los aos
1990 que el consumo de psicofrmacos haba llegado incluso a desplazar a los medicamentos
cardiovasculares, que suelen ser el grupo teraputico ms vendido a escala mundial.
Por lo pronto, rpidamente se tuvo la impresin de que se estaba frente a un fenmeno
que reflejaba cambios culturales complejos en los que tanto los laboratorios farmacuticos, la
academia, los profesionales clnicos, los sistemas regulatorios y el gran pblico consumidor estaban implicados. Aumentaba el consumo de psicofrmacos porque le poblacin estaba cada
vez ms enferma o porque la poblacin haba cambiado sus hbitos y prefera recurrir a los
tratamientos qumicos, antes que a otro tipo de intervenciones psicoteraputicas? Aumentaba
el consumo de psicofrmacos porque los mdicos y psiquiatras estaban realizando una eleccin cientficamente fundamentada de sus prescripciones o porque estos se encontraban bajo
la influencia de las estrategias comerciales desarrolladas por los laboratorios farmacuticos?
Aumentaba el consumo de psicofrmacos porque los sistemas regulatorios haban conseguido
. En 1997 el doctor Ignacio Ruiz, gerente general de la filial montevideana de Rhne-Poulenc del momento, declarara
al diario El Pas que exista una disparidad entre Uruguay y el mercado farmacutico global. En todo el mundo, el grupo de medicamentos que ms se vende es el que trata los trastornos cardiovasculares, seguido por el destinado a los
trastornos digestivos. En el mercado uruguayo los medicamentos con mayor demanda son los que atienden al sistema
nervioso central, especialmente analgsicos y tranquilizantes. Es difcil conocer las razones de esta diferencia, sobre
todo en un pas donde la carga de stress debera ser inferior a la de sociedades ms industrializadas. De todos modos,
los productos ms consumidos son los conocidos como soft (El Pas, 1997).
Sus declaraciones coincidan de algn modo, a pesar de la inexistencia de cifras oficiales, con lo que mdicos generales
y psiquiatras afirmaban desde haca un tiempo: los altos niveles de consumo de psicofrmacos en el Uruguay. En verdad,
se tena nocin de esta situacin desde haca un buen tiempo. Segn los datos de los estudios del mercado farmacutico uruguayo realizados durante los aos 1980, en la primera mitad de esa dcada los psicofrmacos fueron el grupo
teraputico que se ubic en el segundo lugar de ventas, luego de los medicamentos cardiovasculares. Y dentro de ellos
los tranquilizantes benzodiazepnicos, conocidos generalmente como tranquilizantes menores, ocupaban el primer lugar
(Oikos, 1980, 1981, 1982, 1983, 1984, 1985).
Ya en la dcada de los aos 1990 algunos estudios parciales ayudaran a respaldar esta percepcin. Por ejemplo, el
Centro de Asistencia del Sindicato Mdico del Uruguay (CASMU), analizando las prescripciones globales realizadas en
dicha institucin, haba detectado que el 17% de las drogas recetadas en el ao 1990 correspondan a psicofrmacos
(los cinco primeros benziodazepinas), siendo superados nicamente por un 23% de prescripciones de medicacin
cardiovascular (Bustelo, 1994:21). Asimismo, el doctor Pedro Bustelo (1994) sealaba su consumo particularmente
alto, incluso con tasas superiores a las de los pases desarrollados. Las encuestas realizadas por la Junta Nacional de
Drogas (2000), durante este mismo decenio observaran las mismas tendencias.
167
probar su eficacia o porque estos sistemas dependan peligrosamente de la informacin proporcionada por la industria?
El xito que los psicofrmacos haban alcanzado en prescripcin, ventas y consumo constitua entonces un va de entrada para los estudios de ciencia, tecnologa y sociedad en la que en
primera instancia se haca imperiosa una revisin de las relaciones que la industria farmacutica
estaba manteniendo con la ciencia. Si en un primer momento haba sido evidente que la industria
deba parte de sus logros a las relaciones intensas que haba manteniendo con la investigacin
cientfica en las que basaba su alto ritmo de innovacin de productos, hacia finales de los aos
1990 era cada vez ms notorio que la industria mantena otros vnculos con la investigacin
cientfica que no se limitaban nicamente a un fundamento experto para el desarrollo de medicamentos. Estudios histricos como los de Jonathan Liebenau, que analizaban las bases del
desarrollo sostenido del sector, haban puesto sobre el tapete, durante los aos 1980, uno de los
puntos de inters ms controvertidos de este otro relacionamiento entre laboratorios farmacuticos y ciencia: el uso que los primeros hacan de la segunda para sus fines promocionales. El
trabajo de Liebenau (1987), que estudiaba el desarrollo de la industria farmacutica en Estados
Unidos, adverta sobre el modo en que el sector se haba apropiado de los valores cientficos y
acadmicos, su lenguaje y prcticas de difusin para publicitar sus productos, creando de esta
forma una imagen cientfica de los emprendimientos y firmas farmacuticas y de sus productos
medicamentosos. Liebenau rastreaba el uso que la industria realizaba de la ciencia en sus estrategias de promocin comercial en los materiales informativos que esta daba a conocer a los
mdicos y al pblico en general. Los anuncios y la literatura promocional de los medicamentos
incluan un lenguaje cientfico adecuado para un pblico erudito y experto, pero otras veces
tambin empleaban un lenguaje cientfico de complejidad media que permita llegar a un pblico ms amplio. Cuando los psicofrmacos se desarrollaron, la literatura promocional de corte
cientfico tena al menos unos sesenta aos de uso en la promocin de productos farmacuticos
y ellos tambin fueron promocionados emplendola como estrategia de marketing.
Con este tipo de estudios, entonces, se abra una lnea perdurable de anlisis e investigacin que enfatizaba el poder persuasivo de la industria farmacutica para orientar la toma de
decisin de los mdicos y tambin para influenciar los hbitos de consumo de medicamentos
de los consultantes, en base a las estrategias de marketing que incluan a la ciencia como uno
de sus bastiones ms fuertes. Este enfoque permita explicar, en parte, la popularidad creciente de algunos medicamentos y para el caso de los psicofrmacos, que estaban destinados a
patologas con definiciones ms borrosas que las patologas somticas, coloreaba el fenmeno
como un buen ejemplo de influencia comercial. Y a pesar de que reconoca una coincidencia
en la propensin de los mdicos a prescribir ms psicofrmacos y en la propensin de los pacientes a solicitarlos cada vez ms, esta perspectiva consideraba al cuerpo como el blanco
principal de las estrategias comerciales, en virtud de que los psicofrmacos suelen venderse
generalmente bajo prescripcin mdica. La literatura de corte cientfico que ejemplificaba uno
de los otros vnculos entre laboratorios farmacuticos y ciencia no fue el nico elemento que
se seal como punto estratgico en la promocin cientfica que los laboratorios realizaban
de los medicamentos entre los profesionales mdicos. El punto nodal de este uso alternativo
168
del saber cientfico resida en que la propia informacin cientfica sobre los medicamentos estaba siendo puesta al servicio de las estrategias de marketing de los laboratorios. El dispositivo
de los visitadores mdicos, los congresos, coloquios y seminarios organizados con apoyo de
los laboratorios, la formacin permanente de los mdicos, se convirtieron en tpico de anlisis
pero tambin en tema de denuncia constante dentro y fuera de la academia. As, una tensin
bsica entre divulgacin de conocimiento cientfico sobre los medicamentos e informacin publicitaria emergi en el horizonte de los anlisis sobre la industria farmacutica. Tensin en la
que algunos no dudaron en sealar la existencia de conflictos de inters, de un uso perverso del
saber cientfico en el que los datos de la investigacin eran enfatizados o soslayados, segn el
caso, para aumentar los niveles de ventas. Empleando estas tcticas el mercado farmacutico
se ampliaba con la manipulacin de datos que a veces exageraban los niveles de eficacia de los
medicamentos, minimizaban sus efectos secundarios o incentivaban el uso prolongado o permanente de los medicamentos.
En verdad, toda una tradicin de literatura crtica de la industria farmacutica, en la que
intervienen por igual mdicos y cientistas sociales, ha venido denunciado desde por los menos
los aos 1960 las nefastas consecuencias de una ciencia librada a los intereses econmicos y
empresariales. Una cierta corriente crtica comenz a dar lugar a estudios que por un lado intentaban condenar prcticas reidas con la tica, poner en cuestin la eficacia de los productos farmacuticos pero tambin poner en cuestin la pretendida objetividad cientfica en la que
la industria sola fundamentar la eficacia de sus productos, adentrndose en el cuerpo interno
de la investigacin llevada adelante para desarrollar medicamentos. Libros como los de John
Braithwaite (1986 [1984]) de principios de los aos 1980 o algunos ms recientes como los de
Marcia Angell (2005 [2004]), recogen una serie de hechos y datos que empaan la honestidad
de la empresa farmacutica y enturbian la investigacin cientfica ms prxima a esta. Entre otros
detalles, critican a los laboratorios farmacuticos el haber creado una imagen falsa del sector
en la que este aparece como una industria particularmente innovativa cuando, en verdad, los
laboratorios gastan en financiar actividades de I+D menos de la mitad de las sumas que invierten
en marketing. Los altos precios de los medicamentos, por tanto, tendran poco que ver con los
costos de fabricacin, pues en los ltimos tiempos la industria se habra limitado a desarrollar
medicamentos poco novedosos, conocidos como las me-too drugs, que aventajan a sus predecesores con caractersticas, teraputicamente hablando, poco relevantes, pero que cumplen
un objetivo crucial para mantener las ganancias de las empresas, que es el de estirar los plazos
de las patentes. Tambin se acusa al sector de dominar no solo la investigacin farmacolgica,
sino de sesgar adems las investigaciones sobre la etiologa y el tratamiento de enfermedades
para inclinar la balanza en favor de las intervenciones teraputicas medicamentosas. De esta
manera, las acciones de la industria se convierten en tema de debate moral y su rol activo en la
apertura y ampliacin de mercados en una gua peligrosa de la investigacin cientfica.
Algunos mdicos que conocen el sector desde cerca han sido los crticos ms incisivos.
La doctora Marcia Angell sostiene, por ejemplo, que la industria farmacutica ha perdido su
rumbo, pervirtiendo a la ciencia en su afn de lucro al producir un conjunto cada vez mayor
de medicamentos costosos y poco innovativos, adems de contaminar la investigacin clnica
169
necesaria para el desarrollo de los medicamentos. Bajo la perspectiva de Angell, pero tambin
de varios trabajos del campo de los estudios de ciencia, tecnologa y sociedad, los ensayos clnicos necesarios para el desarrollo y aprobacin de los nuevos medicamentos se convierten
en la pieza clave del pasaje de una sustancia con propiedades teraputicas a la constitucin
de un medicamento como una mercanca pronta para ser comercializada, pieza clave que se
encuentra alarmantemente bajo el control de los laboratorios farmacuticos. Por ejemplo, suele
desacreditarse la utilidad cientfica de los ensayos clnicos de fase IV, que se realizan luego de
que los productos farmacuticos han entrado al mercado, sealando que la mayora de ellos no
producen informacin sustancialmente nueva sobre los medicamentos y que pocas veces generan resultados que lleguen a ser publicados en revistas acadmicas, sino que preferentemente
funcionan como una primera va de familiarizacin de los mdicos con los nuevos productos.
Nuestro pas no ha estado al margen de estos mecanismos de persuasin puestos en prctica
por la industria farmacutica y ha generado tambin una reflexin crtica sobre el tema en la que
se han explorado sus dimensiones ticas, econmicas y sociales (Portillo, 1998; 2007).
En definitiva, este tipo de consideraciones crticas pone nfasis en la capacidad de influenciar a investigadores, mdicos y consumidores de medicamentos que la industria farmacutica parecera ostentar. En el volumen de la revista Social Studies of Science, del que hablara al principio, este mismo poder modelador y persuasivo del sector farmacutico apareca
en varios trabajos, ejemplificado y conceptualizado de distinta forma. As, Sergio Sismondo
(2004), un investigador del campo de los estudios de ciencia, tecnologa y sociedad, llamara
a las diferentes tcticas y estrategias desplegadas por la industria para tratar de controlar las
decisiones de los mdicos en el momento de la prescripcin, maniobras farmacuticas. Estas
maniobras incluyen la propia generacin de conocimiento sobre los psicofrmacos que realiza
y controla la industria pero tambin el diseo y control de los circuitos de distribucin de ese
conocimiento que en gran medida modifican y cuestionan las normas de autora y publicacin
de textos cientficos. En ltima instancia, la cuestin podra ser vista, como sostiene Sismondo
(s/f), como un asunto de economa poltica del conocimiento, en la que la verdadera innovacin sera no la de los productos medicamentosos sino el enlace entre educacin, marketing
e investigacin farmacutica.
. El desarrollo de medicamentos se produce, luego de finalizados los estudios de investigacin bsica de las sustancias
candidatas a convertirse en medicamentos, a travs de un dispositivo de investigacin clnica que se realiza en cuatro
fases exigidas, en estos tiempos, por la amplia mayora de los sistemas regulatorios sanitarios del mundo. En la Fase I
la sustancia en estudio se prueba en voluntarios sanos para evaluar su tolerancia. En la Fase II la sustancia es suministrada a aquellos pacientes que poseen la patologa a la cual va destinada la sustancia. En a Fase III, la droga se prueba
en pacientes representativos de la poblacin objetivo y la sustancia se compara con medicamentos ya comercializados
para detectar sus niveles de eficacia. Despus de superada esta fase es que se solicitan los permisos a las autoridades
sanitarias para introducir el nuevo medicamento al mercado. En la Fase IV, se realizan estudios sobre el medicamento ya
comercializado para establecer sus ventajas con respecto a otros medicamentos, detectar nuevas propiedades y efectos
secundarios que no hubiesen sido observados en las fases anteriores.
. Pharmaceutical maneuvers, en el original en ingls.
170
En ese mismo volumen el psiquiatra David Healy (2004), quien trabaj por largo tiempo
en empresas farmacuticas y ha sido pionero en la realizacin de trabajos sobre historia de la
psicofarmacologa, examinaba, no sin alarma, la prctica de ghost writing, impulsada por los
laboratorios para la elaboracin de artculos cientficos sobre sus medicamentos. Esta prctica
consiste en la escritura, por parte de compaas especializadas, de artculos mdicos a los que
luego se les agregar, en calidad de autores, los nombres de mdicos prestigiosos. La mayor
parte de la escritura es realizada entonces por escritores profesionales pertenecientes a empresas dedicadas a la comunicacin mdica, y tan solo en las ltimas etapas de revisin de los
artculos los acadmicos que luego figuran como autores intervienen con algunos aportes. En
este proceso, los autores acadmicos tienen poco acceso a los datos provenientes de la investigacin y, por consiguiente, disponen de posibilidades seriamente limitadas de compartir esta
informacin libremente con el resto de la comunidad acadmica. Esta nueva forma de autora
pone de revs algunas de las normas habituales de la autora cientfica, haciendo que los verdaderos escritores de los artculos, al mantenerse en el anonimato, no adquieran el reconocimiento del conjunto de la academia y que los acadmicos que figuran como autores se transformen
un figuras relevantes sin poseer una verdadera experiencia en la investigacin (Healy y Cattell,
2003). Para Healy este tipo de prcticas redundan en el escaso control del campo de la enfermedad mental por parte de los psiquiatras, lo que lo lleva a debatir, incluso, si la psiquiatra
acadmica se encuentra en venta o no (Healy y Thase, 2003).
Tambin en esa misma publicacin, el antroplogo Andrew Lakoff (2004) llamara relaciones farmacuticas a las interacciones entre la industria farmacutica y el cuerpo mdico,
interacciones que se basan en gran parte en el intercambio de regalos y obligaciones entre mdicos y laboratorios. Durante su trabajo de campo realizado en Argentina, Lakoff haba podido
describir las relaciones entre mdicos y empresas farmacuticas como un intercambio recproco de recursos. Para los laboratorios el cuerpo mdico representaba una fuente de acceso a
pacientes para la realizacin de estudios clnicos y tambin una fuente de acceso a potenciales
consumidores finales de sus productos, mientras que para los psiquiatras los laboratorios representaban una forma de ligarse a centros lderes en produccin de conocimiento. Algo similar
sucede en nuestro pas cuando los psiquiatras que intervienen en los ensayos clnicos impulsados por los laboratorios internacionales en nuestro medio intentan utilizarlos para sostener otras
investigaciones, para obtener entrenamiento en investigacin o como forma de generar mritos
acadmicos (Bielli, 2006). De cualquier modo, aun teniendo en cuenta la reciprocidad de los
intercambios, lo que estas relaciones revelan es el estado actual de una medicina farmacuticamente centrada (Dumit y Greenslit, 2005:127).
. Escritura fantasma.
. Pharmaceutical relations, en el original en ingls.
. Pharmaceutically-centered medicine, en el original en ingls.
171
Patologas en venta
Otro de los artculos publicados en el volumen sobre las relaciones entre ciencia e industria farmacutica de la revista Social Studies of Science llevaba la cuestin de las estrategias farmacuticas al terreno de las patologas. Haca ya un buen tiempo se haba acuado la idea de que los
medicamentos en verdad son drogas en busca de enfermedades, dndose a entender con ello
que la nocin de que los medicamentos se desarrollan para intentar combatir una enfermedad
que ya se tena en mente al momento de iniciar las investigaciones con las nuevas drogas, no
refleja estrictamente el proceso de creacin de nuevos medicamentos. Con cierta regularidad,
una vez que se encontraba alguna sustancia qumica con propiedades teraputicas variadas se
pona en marcha un proceso por el cual se finalizaba obteniendo un medicamento especfico
para una patologa especfica, luego de que se haba elegido entre la variedad de efectos producidos por la sustancia aquel que iba a ser enfatizado por el laboratorio farmacutico como
prescripcin principal del nuevo medicamento.
. Un ejemplo reciente de esta nueva organizacin de la investigacin farmacutica lo constituye la proliferacin en los
ltimos tiempos de pequeas empresas privadas, conocidas en ingls como CROs (Contract Research Organizations), a
las que los laboratorios farmacuticos contratan para la realizacin de actividades de I+D. Muchas de ellas se especializan
en el diseo y desarrollo de los ensayos clnicos de nuevos medicamentos.
. Suele atribuirse esta idea a Rein Vos, quien en 1991 public un libro titulado Drugs Looking for Diseases: Innovative
Drug Research an d the Devolepment of the Beta Blokers and the Calcium Antagonists.
172
Jennifer Fishman (2004) ofreca un anlisis de este proceso colocando la atencin en los
ensayos clnicos en la medida que los consideraba el dispositivo esencial a travs del cual se
realizaba un acoplamiento justo entre medicamentos especficos y patologas especficas. Los
ensayos clnicos contribuan de esta forma a la mercantilizacin de las enfermedades, pues a
travs de ellos tena lugar una interconexin duradera entre la creacin de mercados y la delimitacin, descripcin y reconocimiento de las enfermedades y sus tratamientos. Lo que Fishman
intentaba poner de relieve era que las estrategias de marketing impulsadas por los laboratorios,
en ltima instancia, no podan funcionar sin el conocimiento necesario para la delimitacin de
las patologas sobre las cuales actuaban los productos farmacuticos. As, en la ruta que recorren los medicamentos desde las plantas de elaboracin de las empresas farmacuticas hasta
el mercado, donde tiene lugar su consumo final, toda una serie de relevos que incluye a los investigadores farmacolgicos, a los mdicos clnicos, los pacientes, las propias empresas y las
regulaciones gubernamentales, se pone en movimiento. Para Fishman estos relevos permitiran
el desarrollo y difusin de los medicamentos por el cuerpo social a travs de un proceso similar
al de cualquier mercanca que pretenda ser parte de lo intercambios comerciales de una sociedad, en la medida que implicaban el despliegue de mecanismos de promocin, comercializacin
y marketing. Desde este punto de vista, la nica particularidad de las mercancas medicamentosas es que estas estrategias comerciales se encontraran respaldadas en un conocimiento
cientfico sobre los medicamentos y sobre las patologas objetivo. Los sistemas regulatorios,
por su parte, tienden a reforzar este hecho ya que admiten el ingreso al mercado de nuevos
medicamentos solo cuando la informacin presentada permite establecer su eficacia en patologas concretas. En virtud de las exigencias regulatorias, la autorizacin de comercializacin
de un medicamento se convierte al mismo tiempo en el reconocimiento de la existencia de una
patologa determinada y, por transitiva, en la apertura de un mercado para un nuevo producto.
Al interior de ese mercado, medicamentos y patologas circulan y se comercializan de forma
conjunta, por lo que el incremento de las ventas de unos implicar el incremento de la incidencia de las otras y viceversa.
En su trabajo, Fishman analizaba la forma en que la disfuncin sexual femenina estaba
siendo impulsada como nueva categora diagnstica y, por consiguiente, como nueva patologa
a tratar, justo cuando se estaba buscando un uso alternativo del Viagra y otras drogas similares
en las mujeres. Dentro del campo de la psicofarmacologa, varios autores han explorado este tipo
de circulacin conjunta de medicamentos y patologas mentales. La expansin de la popularidad
de la Ritalina (metilfenidato) y el incremento paralelo del diagnstico del trastorno de dficit atencional fue, por ejemplo, examinado por Andrew Lakoff (2000) e Ilina Singh (2002). Asimismo,
el vasto campo de los antidepresivos fue explorado por David Healy (1991; 2000 [1997]), quien
seal el lazo existente entre los nuevos usos del Paxil (paroxetina), un antidepresivo de ltima
generacin al que se le han encontrado aplicaciones para el tratamiento de la ansiedad, con la
creciente popularidad de la fobia social. Al analizar los giros en la popularidad de medicamentos
y diagnsticos psiquitricos a lo largo de las ltimas dcadas, Healy encontraba una variacin
acompasada entre nuevos psicofrmacos y nuevos trastornos mentales. De esta suerte, lo que
antes de los aos 1980 se diagnosticaba como ansiedad y se trataba en base a tranquilizantes,
173
luego de esa dcada se diagnosticar como ataque de pnico, coincidiendo con la introduccin
de un nuevo tranquilizante benzodiazepnico, el alprazolam, que comenz a ser promocionado
como el psicofrmaco adecuado para el tratamiento de dicho trastorno. Segn Healy, con la
introduccin de los antidepresivos ISRS a principios de la dcada de 1990, los sntomas que
antes se ubicaban bajo la categora de ataque de pnico pasaran a diagnosticarse como trastornos del humor. Posteriormente, con la llegada de los antidepresivos ms modernos en los
aos 1990, los mismos sntomas se diagnosticarn y tratarn como trastornos del humor. Dado
que las benzodiazepinas haban perdido su popularidad por los constantes debates sobre sus
propiedades adictivas, los cuadros de ansiedad y ataques de pnico se convirtieron en cuadros
depresivos aptos para ser tratados con los nuevos ISRS.
Una de las conclusiones inmediatas que se desprenden de estos anlisis es que la interconexin entre ciencia e industria farmacutica puede incluso trastocar el orden habitual existente
entre diagnstico e intervencin teraputica en la prctica clnica. Si los psicofrmacos aparecan primero y las patologas a las que iban destinados despus, podan utilizarse para dirimir
discrepancias diagnsticas. Es decir, si un psicofrmaco como un antidepresivo resultaba exitoso en el tratamiento de un caso clnico, por ende, se estaba frente a un cuadro de depresin.
Jenniffer Radden (2003:38) llama a este mecanismo, que considera ya una clara tendencia de
la clasificacin psiquitrica actual, cartografa de las drogas.10 Las entidades diagnsticas de
la psiquiatra estaran siendo renovadas ya no ms de acuerdo a los sntomas observados en la
prctica clnica psiquitrica ni de acuerdo a los factores etiolgicos aislados, sino a partir de los
efectos que los psicofrmacos producen.
Es necesario tener en cuenta que a pesar de que Radden11 insiste en que esta cartografa
es un fenmeno reciente, el razonamiento implcito en ella posee una larga existencia dentro
de la psiquiatra y de la medicina. A lo largo de la historia de la psiquiatra, en varias pocas se
recurri a las teraputicas disponibles en el momento para establecer o refutar diagnsticos.
De hecho, en medicina este tipo de uso de los tratamientos se denomin prueba teraputica
y algunos remontaron su presencia en el campo mdico a la poca del aforismo hipocrtico
que afirma que el tratamiento es en definitiva el que revela la naturaleza de la enfermedad.
El antroplogo Andrew Lakoff (2005) rastrea el uso de este mecanismo dentro de la psiquiatra
hasta los inicios del psicoanlisis. En los escritos freudianos tempranos es posible reconocer
el empleo de la prueba teraputica para identificar casos de histeria. As, Freud y Breuer sostenan que si sus curas catrticas eran exitosas, ello se deba a que efectivamente este mtodo
teraputico haba sido aplicado a cuadros de histeria y no de epilepsia, patologa con la cual se
los confunda frecuentemente. De este modo, la propia cura permita establecer un diagnstico
diferencial entre ambas enfermedades. Para el socilogo Alain Ehrenberg (2000 [1998]), lo que
habra sucedido entonces con la prueba teraputica en psiquiatra es que, con la irrupcin de
174
los psicofrmacos, habra entrado en una fase de diseccin farmacolgica, posible en la medida que este tipo de medicamentos poseen un grado de especificidad que hasta el momento
de su desarrollo ninguna teraputica psiquitrica haba ostentado. Con ello, los psicofrmacos
abriran nuevas alternativas diagnsticas para la psiquiatra al tiempo que estableceran la posibilidad de avalar la existencia de enfermedades cada vez ms especficas dentro del campo
de la salud mental.
Ahora bien, si estas transformaciones impulsadas por los psicofrmacos en la materia
misma de la que se ocupa la psiquiatra son posibles, ellas se deben, adems de a la capacidad
generatriz de las tecnologas y las estrategias de los emprendimientos farmacuticos, a la versatilidad y a la heterogeneidad del conocimiento psiquitrico, que abarca desde perspectivas
biomdicas hasta perspectivas ms psicolgicas. La psiquiatra representa un campo mucho
ms inestable que el de otras especialidades mdicas. Las entidades psiquitricas son altamente
fluctuantes y estn sujetas a cambios de acuerdo a las modificaciones producidas en las teoras
psiquitricas, a los instrumentos diagnsticos, a las prcticas institucionales y los tratamientos
disponibles (Borch-Jacobsen, 2001). Pero estas transformaciones no se circunscriben nicamente a las categoras diagnsticas elaboradas por la psiquiatra, sino que se verifican tambin
en las experiencias concretas de los sujetos enfermos. Las patologas psiquitricas mostraran,
entonces, una doble ductilidad observable en las taxonomas psiquitricas y en las sintomatologas desplegadas por los pacientes.
Un filsofo como Ian Hacking (1995; 1998) ha enfatizado el carcter generatriz del saber
psiquitrico indicando que las propias categoras diagnsticas elaboradas por la psiquiatra son,
adems de una herramienta taxonmica, una de las condiciones necesarias para que determinadas patologas mentales se manifiesten en la experiencia mrbida de los pacientes. Para
Hacking el aumento de casos de trastornos de personalidad mltiple que se verific en Estados
Unidos hacia 1982 cobra sentido si se tiene en cuenta que la incorporacin de esta categora al
manual diagnstico de la Asociacin Americana de Psiquiatra tuvo lugar apenas dos aos antes. Sin embargo, las cosas estn lejos de ser simples y aunque este dato puede arrojar alguna
luz sobre cmo el trastorno tom cuerpo y se difundi, ello no implica que los enfermos hayan
trasvasado pasivamente a su propia experiencia de la enfermedad las transformaciones ocurridas en la categora diagnstica. Segn Hacking, los sistemas clasificatorios que conciernen
a los seres humanos estn edificados sobre categoras interactivas. Dicho de otro modo, son
categoras que afectan por igual a clasificados y clasificadores, por lo que sera posible sostener que en el caso de las categoras propias de la nosografa psiquitrica, expertos y enfermos
contribuyen por partes iguales al nacimiento u ocaso de las patologas.
175
Con todo, los ejemplos aportados por trabajos como los de Fishman, Healy o Lakoff, o
los apuntes de Radden o Ehrenberg, no permiten circunscribir este proceso interactivo nicamente a psiquiatras y pacientes sino que insertan como una cua un conglomerado de elementos heterogneos en los que psicofrmacos, empresas farmacuticas, ensayos clnicos,
sistemas regulatorios tambin despliegan sus capacidades generatrices a la hora de la puesta en marcha de nuevos modelos patolgicos que tienen tanto consecuencias disciplinarias
como experienciales. Lo que algunos han intentado, por tanto, es despejar la lgica que une
estos elementos complejos y que revela un modo particular de poner en relacin a la ciencia,
la tecnologa y la sociedad.
176
177
se iniciaba con la investigacin bsica, continuaba con la investigacin biomdica y las etapas de
ensayo clnico, para luego lograr su difusin. Dicho esquema se inspiraba en el modelo lineal y
secuencial de la innovacin en el que investigacin, invencin, desarrollo, innovacin y difusin
se enlazan en una sucesin lgica. Este modelo supone que el medicamento ha sido estudiado
por completo y ya ha encontrado su aplicacin antes de que ingrese al mercado y comience su
difusin. Sin embargo, como hemos visto, ya no es posible realizar una distincin tajante entre
los procesos de difusin y marketing de los medicamentos, la investigacin bsica o los ensayos
clnicos. No se puede sostener una discontinuidad entre los cientficos, los mdicos, los empresarios farmacuticos o los propios consumidores. Con ello, el desarrollo de un medicamento no
encuentra un punto final sino que se revela como un proceso que contina teniendo lugar aun
cuando el medicamento ya est siendo utilizado por los mdicos y por los pacientes. Incluso,
a la vista de cmo se instauran los perfiles de aplicacin de los medicamentos, se ha preferido hablar de que este proceso describe trayectorias en forma de bucles o espiral, en tanto la
seleccin del efecto deseado del medicamento tiene lugar en el cruce de saberes mdicos,
estrategias comerciales, ensayos clnicos y experiencias mrbidas. Cada uno de estos elementos involucrados tendra la capacidad de contribuir en el encuentro con las otras instancias a
la formacin del perfil del nuevo medicamento. Es decir, cada instancia poseera un potencial
creador que en contacto con el del resto devendra un potencial co-generativo.
La delimitacin de un principio aglutinador permite superar, entonces, la nocin de separacin de instancias y proponer un modo de formacin de colectivos que reconoce un potencial
generativo en todos los elementos que los componen. El uso del adjetivo farmacutico por
tanto refiere a un modo de acoplamiento de entidades tanto tecnolgicas como no tecnolgicas
que tiene la capacidad de instaurar nuevas realidades sociales y culturales. Este modo de
acoplamiento, por consiguiente, atae a los productos farmacuticos, a los intereses de los laboratorios, a los saberes y prcticas mdicas, pero tambin atae a los investigadores bsicos o
las experiencias concretas de enfermedad y curacin. Teniendo en cuenta esto, las perspectivas
que enfatizan la influencia de la industria farmacutica sobre mdicos, mercados y pacientes,
estaran subrayando solo que las capacidades generativas se reparten de manera desigual entre todos los implicados en el fenmeno farmacutico. As, no es del todo desacertado afirmar,
como lo haca Healy, que la psiquiatra de hoy posee poco control sobre su propio campo de
accin, pero tampoco es posible sostener que no posee ninguno.
Desde esta perspectiva los psicofrmacos, con su expansin irrefrenable y xito mundial
no solo estaran reflejando la capacidad de las empresas farmacuticas de promocionar sus
productos, sino que estaran evidenciando la capacidad generatriz de un modo particular de
interseccin entre ciencia, tecnologa y sociedad.
178
Referencias bibliogrficas
DUMIT, Joseph (2003): Is It Me or My Brain? Depression and Neuroscientific Facts, Journal of Medical
Humanities, 24 (1/2): 35-47.
LAKOFF, Andrew (2004): The Anxieties of Globalization: Antidepressant Sales and Economics Crisis
in Argentina, Social Studies of Science, 34(2): 247269.
DUMIT, Joseph, GREENSLIT, Nathan (2006): Informated Health and Ethical Identity Management, Culture, Medicine and Psychiatry, 30: 127-134.
179
OIKOS (1982): Estudio del mercado farmacutico uruguayo. Ao VI vol. 11. Tomo 1 y Anexo. Julio-diciembre. Mimeo, Montevideo.
OIKOS (1981): Estudio del mercado farmacutico uruguayo. Ao V vol. 9. Anexo. Julio-diciembre. Mimeo,
Montevideo.
OIKOS (1980): Estudio del mercado farmacutico
uruguayo. Vol. 1 y Anexo. Enero-diciembre Mimeo,
Montevideo.
PORTILLO, Jos (2007): El mercado farmacutico.
Presentacin en la mesa de Ciencia, tecnologa y polticas de salud pblica de la Reunin de Ciencia,
Tecnologa y Sociedad III, Montevideo, 20 al 22 de
junio de 2007. Indito.
PORTILLO, Jos (1998): Reflexiones acerca de la
relacin mdicos-empresas farmacuticas, Revista
Mdica del Uruguay, vol. 14, N 1.
RADDEN, Jeniffer (2003): Is This Dame Melancholy
Equating Todays Depression and Past Melancholia?,
Philosophy, Psychiatry and Psychology, vol. 10, num.
1: 37-52.
SINGH, Ilina (2002): Bad Boys, Good Mothers, and
the Miracle of Ritalin, Science in Context, 15(4):
577-603.
SISMONDO, Sergio (s/f): Linking Research and Marketing: A Pharmaceutical Innovation. In Vivian Quirke
and Judy Slinn (eds.) Perspectives on 20th Century
Pharmaceuticals, Peter Lang, forthcoming. http://
post.queensu.ca/~sismondo/Linking.pdf
SISMONDO, Sergio (2004): Pharmaceutical Maneuvers, Social Studies of Science, 34(2): 149-159.
ZARIFIAN, Edouard (1996): Le Prix du bien-tre. Psychotropes et socits. Editions Odile Jacob. Pars.
180
181
Juan Grompone
Naci en Montevideo, en el ao 1939. Obtuvo el ttulo de Ingeniero Industrial (opcin Comunicaciones) en
la Facultad de Ingeniera, UdelarR, 1967.
Sus reas de trabajo son las telecomunicaciones y la informtica, especialmente en el rea comunicacin de
datos y gestin de proyectos informticos. Director de INTERFASE S.A. y de TILSOR S.A. Es adems consultor
independiente. Ganador del Premio Labor 50 aos, organizado por la mencionada editorial de Barcelona,
en el rea Electricidad o Electrotecnia otorgado al libro Curso de Electromagnetismo, Espaa, 1965.
Jefe del equipo ganador del II Premio Nacional de Ingeniera, por el diseo del conmutador de la red nacional de datos, URUPAC. Montevideo, 1989.
Jefe del equipo ganador del VII Premio de Investigacin de AHCIET (Asociacin Hispanoamericana de Centros de Investigacin y Empresas de Telecomunicaciones), por el diseo del conmutador de la red nacional
de datos, URUPAC. Asuncin, Paraguay, 1990.
Designado Ingeniero Eminente por la Regin Latinoamericana de la IEEE en 1991.
Ganador del primer premio en narrativa otorgado por el Ministerio de Educacin y Cultura, Montevideo, 1991.
Miembro de la Academia Nacional de Ingeniera, Uruguay, desde 1993. Miembro de la Academia Nacional
de Letras desde 1996. Autor de ms de 100 artculos y libros de lgica, epistemologa, divulgacin cientfica,
poltica cientfica, literatura y otras reas.
182
. Este trabajo toma resultados del informe de Evaluacin del Programa de Conectividad Educativa realizado por el autor,
Susana Riva y Eduardo Bottinelli para ANTEL en 2007. Este informe no ha sido difundido. Agrega, adems, resultados
posteriores obtenidos durante 2008.
183
En grandes lneas, el proyecto comienza con una experiencia piloto puesto que no hay experiencias previas en proyectos 1:1 sobre todos los aos escolares. La meta final es la cobertura
nacional completa, una meta ambiciosa. El cronograma se dise en cuatro grandes etapas: el
piloto y tres etapas de expansin departamental sucesivas.
En mayo de 2007 comenz la experiencia piloto en Cardal, departamento de Florida. Hacia el fin de 2007 se complet la mayora de las escuelas urbanas de Florida. En 2008 se completar el pas excepto la zona metropolitana, y en 2009 se completar la zona metropolitana.
El total comprende a 340.000 nios aproximadamente. Al 27/06/2008, ltimo dato publicado,
se han entregado 65.739 computadoras XO en los departamentos de Florida, Flores, Colonia,
Durazno, Ro Negro, Paysand, Salto, Artigas, Soriano y Tacuaremb.
La localidad de Cardal fue elegida como piloto por un conjunto de condiciones que se
definieron previamente. Se buscaba:
una localidad con una nica escuela para evitar movimiento de alumnos entre escuelas;
una escuela con, aproximadamente, 150 nios, que comprendiera los 6 aos escolares;
un departamento cercano a Montevideo y con buena conectividad a Internet: de inmediato surgi el departamento de Florida como un excelente candidato;
una escuela de contexto promedio.
Con estas condiciones haba muy pocas escuelas. El Consejo de Educacin Primaria eligi a Cardal como escuela piloto y Mendoza Chico como una escuela de control. En el momento actual ya se ha completado ms de un ao de educacin en modalidad 1:1 en los seis aos
escolares y en una localidad completa. Ya se ha adjudicado una licitacin para la compra de
mquinas y servidores. Se est en proceso de adjudicacin de la segunda licitacin.
184
La finalidad principal no consiste en proveer de equipamiento y accesibilidad a los centros, aunque esta sea una condicin necesaria para el proyecto, sino lograr el uso innovador
integrado al trabajo cotidiano del aula, ofrecer los sistemas de apoyo tecnolgico, formacin y
capacitacin a docentes, el desarrollo de contenidos relevantes, la conformacin de comunidades de aprendizaje y la promocin de la participacin familiar y social.
La introduccin de las tecnologas en el aula, junto con la propiedad de las computadoras
por los alumnos, conduce a la participacin de los hogares, a la democratizacin del acceso a
la informacin y la igualdad de oportunidades para todos los nios y nias del pas.
Es un proyecto de equidad, realizado en el mbito de la educacin primaria, que espera:
capacitar en las tecnologas bsicas para vivir y trabajar en el Sociedad de la Informacin;
investigar la incidencia del proyecto en la Educacin Media;
realizar un modelo 1:1 en un pas completo;
informar a la comunidad internacional de la experiencia obtenida.
El piloto de Cardal
La construccin de indicadores y la evaluacin de un proyecto 1:1 es un tema nuevo que debe ser
abordado. En el marco del proyecto CEIBAL se han propuesto varios mecanismos de evaluacin:
el anlisis cualitativo de las bitcoras de las maestras;
las pruebas normalizadas en momentos definidos del proyecto;
las medidas cuantitativas sobre algunos aspectos informticos;
las medidas cuantitativas sobre la logstica, el mantenimiento y la reposicin de equipos;
las encuestas a los diversos participantes del proyecto.
Si bien en el presente no se han cubierto todos estos aspectos, algunos de ellos ya se
encuentran en vas de realizacin. En el presente informe se consideran algunas medidas cuantitativas sobre aspectos informticos y las encuestas realizadas en Cardal.
Una propiedad no elegida, pero con importantes consecuencias es que existe solamente
un curso de cada ao escolar, de modo que es posible individualizar un conjunto homogneo
en cada ao escolar.
Se han realizado medidas remotas sobre el uso del correo, de la red y de Internet. Se han
analizado los blogs. Se han realizado encuestas en Cardal y en Mendoza Chico a nios, maestros
y padres. Sin duda quedan otros puntos de inters para medir en forma cuantitativa, tales como
evaluar la capacidad para escribir, dibujar, jugar y otras actividades mediante una computadora.
Todava no se han podido disear y realizar estas medidas.
El uso del correo electrnico es un indicador cuantitativo que es sencillo de medir y no
invasivo a la actividad normal del aula. Como todo indicador, debe ser sometido a crticas, diversos anlisis y comprobaciones cruzadas a los efectos de diferenciar una realidad objetiva de
un simple artefacto.
185
Una primera medida que se dispone es el porcentaje de alumnos, del total de cada ao
escolar, que logran enviar un correo electrnico. Elegimos la actividad de enviar porque es una
actividad activa y no pasiva como la actividad de recibir. Disponemos de medidas correspondientes a los meses completos de junio a septiembre de 2007. En la Figura 1 se presenta esta
informacin.
Como se puede apreciar, en el primer mes, con mucha proximidad a la capacitacin realizada y, posiblemente porque el proceso de capacitacin tena el ejercicio de enviar un correo,
ms del 70% de los alumnos enviaron uno. Se nota claramente que los alumnos de primero tienen dificultad para escribir las direcciones de correo porque todava no manejan con soltura la
escritura. En los meses siguientes se nota un proceso de estabilizacin. Podemos considerar que
la curva correspondiente a septiembre representa la situacin estabilizada en las condiciones
actuales de Cardal. La curva estabilizada muestra que el uso del correo es muy bajo y ocurre a
partir de cuarto ao en forma creciente con la edad. Tambin ocurre algo consistente en segundo
y tercer ao: el primero sistemticamente mantuvo cifras muy altas durante todo el tiempo, en
tanto que en el segundo las cifras fueron sistemticamente bajas. Este resultado se observa en
otras medidas experimentales y responde al estmulo que realiza cada maestro es su aula.
El uso del correo tambin se puede medir por la cantidad de mensajes enviados por los
diferentes alumnos. Los resultados muestran que el nmero de correos, en promedio, es muy
bajo. Se llega a 2 correos mensuales en segundo ao y solamente 3 correos mensuales en sexto
ao, como promedio por alumno.
186
El correo se usa muy poco en Cardal. Se han formulado diversas teoras sobre este
punto, pero no tenemos por el momento ninguna medida que permita decidir la cuestin. Una
conclusin interesante es que suministrar el servicio de correo es una actividad sin mayores
exigencias para el proveedor del servicio y este resultado es importante para la generalizacin
del proyecto Ceibal.
A los efectos de confirmar el escaso uso del correo electrnico se realizaron unos experimentos adicionales. El da 3 de septiembre uno de los instructores, conocido en la escuela, envi
un correo a todos los nios de Cardal. El mensaje simplemente peda que se lo respondiera. Las
respuestas obtenidas fueron escasas, aun luego de que se solicitara a todas las maestras que
recordaran a los alumnos revisar su correo.
En lneas generales, la actitud de los nios es similar a la presentada en las medidas anteriores. Los nios de segundo ao continan con cifras altas y es visible una actividad creciente
con la edad. De todas maneras la respuesta es muy pequea: un tercio de los alumnos de segundo o un cuarto de los de sexto responden. Este resultado fue tan pequeo que a comienzos
de octubre repetimos el experimento, pero esta vez no tuvimos ninguna respuesta. Todava no
tenemos una explicacin clara de qu sucedi.
Los resultados de las medidas del correo muestran que, posiblemente, hay dos elementos
en juego en estos resultados: la edad de los nios y el estmulo de la maestra. La anomala de
segundo ao solamente puede explicarse porque la maestra claramente estimula a nios que de
otra manera no tendran esta actitud. La edad acta como es de esperar, cuanto mayores son los
nios mejor comprenden el uso del correo y ms motivos tienen para comunicarse as.
El papel del maestro puede examinarse mediante encuestas realizadas en Cardal. Una
pregunta realizada a los maestros investigaba la motivacin que el maestro transmita a sus alumnos para el uso de la computadora. Las respuestas de los maestros muestran que en segundo
y en cuarto ao ocurre la mxima motivacin para que los nios empleen las computadoras. El
mnimo ocurre en tercer ao y la tendencia es decreciente en los aos superiores.
Otro dato que fue analizado es la distribucin a lo largo de la semana del uso del correo.
En este caso consideramos las cifras globales del perodo, a los efectos de tener una buena lnea de tendencia. Resulta claro que los das de concentracin de la actividad de correo son los
extremos de la semana escolar: lunes y viernes. Por el contrario, no hay casi actividad durante
el fin de semana. Esta conducta no tiene una explicacin con los elementos de que disponemos
actualmente, pero parece evidenciar que la actividad de correo se vincula fuertemente con la
actividad escolar. Este punto, as como el anlisis de la secuencia de correos, merece un estudio ulterior.
. Como simple inventario de algo que no se ha medido, se anotan algunas de las teoras hipotticas. Una hiptesis es
que Cardal es una localidad pequea que no justifica el empleo del correo. Otra hiptesis es que el correo es una actividad de inters solamente para los nios de mayor edad. Una tercera hiptesis es que si se establece un programa de
intercambio de correspondencia con alumnos de otras escuelas del pas o de otros pases se obtendr un resultado
diferente. Todo esto debe ser verificado.
187
Esta curva de actividad se corresponde bien con la medida de actividad de Internet que
se ha realizado para el total de la escuela de Cardal. Es claramente visible que los lunes y los
viernes son los das de mayor demanda de Internet. Del martes al jueves la demanda es baja.
Los fines de semana se tienen algunos momentos de alta demanda. Por el momento no se dispone de informacin que permita interpretar esta conducta semanal.
Resulta claro que los mximos de demanda pueden ser disminuidos mediante una razonable distribucin de das y horas de uso de Internet. En Cardal la saturacin no fue nunca un
problema porque el ancho de banda era grande, pero en escuelas de mayor nmero de alumnos es necesario fijar reglas para evitar la saturacin innecesaria y la concentracin de lunes
y viernes.
Tambin fue investigada la actividad global que los alumnos realizan con la computadora.
En la Figura 2 se presenta un ndice de actividad medido sobre el servidor escolar. Este ndice
mide la cantidad de computadoras que estn encendidas y en comunicacin con el servidor
de la escuela.
Se ha promediado la actividad de lunes a viernes (crculos) y el sbado y domingo (cuadrados) por separado y esto da origen a las dos curvas.
En la escuela de Cardal, en el turno de la maana (de 8 a 12) concurren los alumnos de
4 a 6 76 alumnos matriculados en tanto que los alumnos de 1 a 3 lo hacen por la tarde (de
13 a 17) 60 alumnos matriculados. Esto hace que la simple divisin por horas permita saber
qu grupo de nios se conecta en el aula y cul lo hace desde su casa. La figura muestra un
mximo de actividad en dos momentos de la maana y uno en la tarde.
188
Un momento interesante para observar es el intervalo entre las 10 y las 10:30 que corresponde al recreo de la maana. Por reglamentacin de la escuela de Cardal, los alumnos no
pueden salir al recreo con las computadoras. En este momento, el nmero de computadoras
conectadas y la actividad que permanece debe corresponder a los nios de 1 a 3 que estn
conectados desde sus casas. Este nmero coincide bien con el total de actividad entre las 13 y
las 15, que debe corresponder a los nios conectados desde el aula.
La conectividad desde los hogares es una limitacin para el uso del servidor y de sus servicios fuera del aula. El 78% de los padres declaran que tienen conectividad desde la casa, en
tanto que el 11% dice que es parcial y otro 11% dice que no tiene conectividad. Los nios tienen
una visin algo peor: el 67% declara que tiene conectividad y el resto dice que no.
Un punto de inters de la figura es el mximo relativo que ocurre a las 20:15 tanto en
das escolares como en el fin de semana y que se extiende hasta la madrugada siguiente, ms
durante el fin de semana. Esta actividad es posible que corresponda al uso de la computadora
en el hogar, tanto por el horario como por la altura del mximo.
Otro punto de inters y que ha sido debatido sin disponer de informacin se relaciona con
el uso excesivo de la computadora en competencia con otras actividades. Las encuestas muestran
que el uso de la computadora los fines de semana no es diferente del uso que se hace durante la
semana. No es justificado el temor que la computadora absorbe a los nios y les impide otro tipo
de actividades.
La encuesta interrogaba a alumnos y padres sobre el uso de la computadora en la casa.
Las respuestas van desde media hora a todo el da. Para obtener una cifra combinada de la
actividad en las casas se realiz la respuesta ponderada de los valores que se respondieron.
Los nios responden una cifra algo ms alta de uso que la que observan los padres. En tanto
que los padres sitan el uso de la computadora en un valor casi constante de una hora diaria,
los nios oscilan entre un mnimo de media hora en tercer ao y un mximo de dos horas y
media en segundo o sexto ao. De ninguna manera se puede afirmar que las computadoras en
el hogar son un elemento de distorsin, que provoca adiccin o tantos otros malos augurios que
se han realizado sin tener medidas reales de lo que ocurre.
En una pregunta a los alumnos se peda la frecuencia con la que le gustara usar la computadora en la escuela. Un 50% de los nios de Cardal indican que les gustara usarla todos
los das o casi todos los das. En Mendoza Chico, donde no existe acceso a computadoras en la
escuela, aumenta notoriamente el porcentaje de inters a 75%.
El uso de la computadora en el aula se puede contrastar con las medidas directas sobre
el servidor de Cardal. Se ha realizado una estimacin de lo que podemos llamar la actividad escolar en el aula. Esta curva se ha obtenido por diferencia entre la curva del uso de la red en la
semana escolar y la curva del uso del fin de semana, limitando todo al horario escolar. De una
manera (imprecisa) esta diferencia refleja la actividad en el aula.
. Los nios declaran en la encuesta que 70% de las madres, el 50% de los padres y el 73% de los hermanos usan la
computadora. La visin de los padres es similar: el 67% de las madres, el 50% de los padres y 67% de los hermanos la
usan. La encuesta no preguntaba por el tiempo de uso con esta finalidad y esto queda para una investigacin futura.
. Los padres no siempre ven a sus hijos cuando usan la computadora. En algunos casos lo hacen fuera de sus casas,
por ejemplo. Es posible que la cifra de los nios sea la ms ajustada.
189
La distribucin horaria es significativa. En los aos superiores hay una actividad importante durante todo el horario de aula, con la clara excepcin del recreo de la maana. Por la tarde,
en los aos inferiores, hay una mnima actividad antes de la hora del recreo y la mayora ocurre
en la ltima hora y media de actividad escolar. Tal vez el punto ms significativo es la relacin
de uso que existe entre los primeros aos y los ltimos aos. Los alumnos de 4 a 6 emplean
cuatros veces ms la conexin de la computadora en el aula que los alumnos de 1 a 3. Esta
diferencia era de esperar y puede tener una importancia muy grande en el momento de plantear
la viabilidad de un plan 1:1.
Los blogs son una importante forma de trabajo colaborativo y se han empleado en Cardal.
Se ha creado un blog para cada ao escolar y uno general para la escuela. Los blogs de primero, segundo y tercero no tienen entradas porque hay algunos problemas tcnicos para colocar
informacin. Los blogs de la escuela y de los aos superiores tienen (al 20 de octubre de 2007)
la siguiente cantidad y calidad de contenidos:
blog
entradas
comentarios
temas
General de la escuela
86
60
Cuarto ao
36
46
Quinto ao
50
35
Sexto ao
21
16
chistes y adivinanzas
190
. Es justo decir, sin embargo, que ninguna agencia o institucin en Uruguay pareci interesada en estudiar este problema.
Los resultados que aqu se presentan son fruto del esfuerzo personal y no de una investigacin planificada y con recursos
econmicos para ser realizada. Se ha desperdiciado una oportunidad nica de realizar este estudio.
191
No obstante esto, se han podido recopilar medidas globales de actividad de Internet del
enlace de 24 escuelas de Florida durante el receso educativo del verano. A todos los efectos
prcticos estas escuelas estaban en las condiciones de PapertNegroponte. Se registraron los
Kilobytes por segundo que se bajan de Internet en las 24 horas del da. He elegido la semana
del lunes 18 al domingo 25 de febrero como representativa del logro de los nios alcanzado en
condiciones de PapertNegroponte.
Debido a la carencia de recursos, solamente se presentan los resultados de tres escuelas de Florida que se consideran casos representativos del universo. Se ha medido el ancho de
banda empleado para acceder a Internet para bajar informacin. En la Figura 3 se presenta una
escuela urbana, con cerca de 700 nios en sus dos turnos, situada en una zona cntrica de la
ciudad de Florida. En la Figura 4 se presenta una escuela, tambin urbana pero de contexto crtico y con cursos de verano, de la ciudad de Florida. En la Figura 5 se presenta la nica escuela
rural que fue medida en el departamento de Florida, sin cursos de verano.
Todas las grficas se presentan en la misma escala a los efectos de comparabilidad. El
resultado lo he normalizado a 100 nios para poder tener cifras comparables entre las diferentes escuelas.
La escuela urbana, sin cursos de verano, muestra una actividad realmente muy escasa.
Como no se pudieron realizar encuestas, no se sabe si los nios no tenan inters en usar el servidor de la escuela, porque tenan otra manera de acceder a Internet, o si existe otra razn.
192
En la escuela urbana con cursos de verano es claro que hay un inters en usar Internet,
pero se plantea la misma interrogante. Esto se debe a que los nios no tienen otra manera de
acceder o a que tienen un inters diferente que los de mejor nivel socio-cultural.
193
194
docente quien estimula el uso de la computadora en el hogar, excepto para los nios mayores.
Los crculos indican las solicitudes de la maestra y los tringulos las horas que los nios dedica
en sus casas al uso de la computadora, medidas realizadas en Cardal en 2007.
195
La constatacin de que la actividad la orienta el maestro sugiere que la hiptesis de PapertNegroponte acerca del cambio educativo del proyecto 1:1 no ocurre en la realidad. Los
nios poseen muchas iniciativas, sin duda, pero estas iniciativas siempre responden a estmulos
que ha dado el maestro en la clase. A tal punto esto es as que un viejo prejuicio sobre el uso
de las computadoras por parte de los nios no ocurre: los nios no se pasan conectados a la
computadora. Ni el uso de la computadora en el hogar, ni el uso los fines de semana, respaldan
estos temores.
La otra cara de esta caracterstica es la libertad de ctedra como principio fundamental.
Por tal se debe entender la libertad que posee el educador en todos los niveles de la educacin, desde la educacin inicial hasta la educacin terciaria de elegir los medios educativos que
considere ms convenientes o que prefiera por inclinaciones personales. As como el docente
puede elegir los textos y los materiales para trabajar, tambin puede definir el uso que dar a la
computadora, un nuevo til escolar. Lo que hemos sealado no es otra cosa que esta libertad
de ctedra que hace que un maestro estimule mucho y otro poco a sus alumnos en el empleo
de la computadora para las tareas curriculares.
196
poblacin
M
3,5
40
4,1
190
escolares
M
0,34
9
1,2
50
PBI/hab
U$S
10.900
15.200
12.500
8.800
ndice de costo
112.206
67.556
42.708
33.440
Como se advierte de inmediato, Uruguay es el pas que est en mejores condiciones para
implementar un plan 1:1 debido a la relativa vejez de su poblacin. Le cuesta casi la mitad que a
Argentina y menos de la tercera parte que a Brasil, todo esto sin considerar para nada el estado
del sistema educativo, la brecha informtica ni dems elementos nacionales.
El primer punto significativo es la construccin de indicadores que midan la brecha digital individual. Estos indicadores deben medir las habilidades de la persona para emplear los
recursos que suministra la sociedad de la informacin. De esta manera ser posible realizar un
anlisis costo-beneficio.
El proyecto Ceibal se extiende hasta 2009. Sin embargo la experiencia educativa no puede finalizar en este momento. Cabe plantearse desde ya la sustentabilidad del plan y las futuras
alternativas de que se dispone. En la medida que este planteo sea temprano, se podrn medir
variables e instrumentar su continuidad. Est claro que, finalmente, tambin se trata de realizar
un anlisis costo-beneficio.
. Las cifras corresponden a 2006 segn los datos presentador por el sitio Web de la CIA World Factbook. No coinciden
con las cifras oficiales de Uruguay pero poseen la ventaja de la comparabilidad entre pases diferentes.
. Hay otros niveles de brecha digital: un nivel nacional, un nivel regional, un nivel de entorno y un nivel institucional. En
todos estos casos se trata de un problema de infraestructura y equipamiento.
197
Otro punto significativo ocurre con la relacin de uso que existe entre los primeros aos
y los ltimos aos. La relacin medida en Cardal es 4,1 a 1: los alumnos de 4 a 6 emplean
cuatros veces ms la conexin de la computadora en el aula que los alumnos de 1 a 3. Esta
diferencia era de esperar y puede tener una importancia muy grande en el momento de plantear
la viabilidad de un plan 1:1.
Un punto a definir es la conveniencia de introducir el 1:1 en los tres aos inferiores de
la educacin primaria. Las observaciones en Cardal muestran que la maestra de segundo ao
motiva en forma excepcional a sus alumnos. Si no fuera as, la mayora de los indicadores no
mostraran actividad hasta cuarto ao.
Sin duda la experiencia realizada en Cardal es limitada, pero la generalizacin del proyecto Ceibal permitir decidir esta importante cuestin que duplica los costos del proyecto y,
por lo tanto, debe tener una justificacin indudable. Esta afirmacin no quiere decir que el uso
de computadoras en los primeros aos escolares sea intil, que no ayude a aprender a leer y
escribir, que no sea ventajoso para los nios con dificultades especiales o los que poseen dificultad de aprendizaje.
Objeciones al plan
En Uruguay se han realizado diversas objeciones a la realizacin del plan CEIBAL. En particular,
han sido algunos grupos y organizaciones de maestros quienes las han planteado. Entre ellas
podemos destacar:
Faltan recursos para la educacin tradicional y los locales escolares y se gasta dinero
en computadoras.
No existe un plan pedaggico: el que se ha publicado es insuficiente y no ha sido difundido lo suficiente.
Se viola la autonoma de la educacin, el plan es de la Presidencia de la Repblica y se
ejecuta fuera de las instituciones de enseanza.
No corresponde aqu responder a estas objeciones. Todas ellas tienen una cuota de verdad. Sin embargo en las encuestas realizadas que ya se han presentado no surge ningn tipo
de rechazo al plan Ceibal: todas las opiniones relevadas son muy positivas, tanto en los padres
como en los maestros involucrados. El plan Ceibal es visto por ambos como una herramienta
muy importante para el futuro de los nios.
198
Estudios en curso
En el presente hay diversos equipos que realizan estudios sobre la marcha y los resultados del
plan Ceibal. Sin que esta enumeracin sea completa se pueden mencionar:
La Universidad de la Repblica, en diversos servicios.
Comisin de Educacin del plan Ceibal.
El LATU en las reas de tecnologa y efectos sociales.
El CODICEN en aprovechamiento curricular.
Un proyecto IDRC financia un estudio sobre el impacto social de los proyectos 1:1 en
Amrica Latina.
199
200
. No se presentar aqu la discusin acerca de la denominacin y se adoptar esta, en el entendido de que se trata de
un proceso de cambio social en el cual se consolidan economas basadas en conocimiento y en un nuevo paradigma
socio-tcnico basado en las Tecnologas de la Informacin y la Comunicacin. No hace referencia a un modelo nico
sino que se trata de distintas sociedades en las que se hace presente el fenmeno, en forma diferente y desigual. Los
cambios abarcan no solo la economa sino tambin la sociedad y el Estado, y la relacin entre s.
201
202
203
y regionales, y que por tanto la primera problemtica que plantea es la equidad. Es necesario
que Internet sea explotada como instrumento para generar intercambio de conocimientos en
beneficio de la mayora de la poblacin (Bonilla y Cliche, 2001).
Esta distribucin y uso desigual de las TIC ha motivado el desarrollo de estudios y se ha
acuado el concepto de brecha digital. La acepcin clsica del trmino se remite a indicadores
de acceso y conectividad, para marcar la distancia entre los que poseen TIC y los que no lo hacen y los que acceden o no a Internet. Este se aplica entre pases o al interior de las sociedades
nacionales o por ciudades. Por lo general, los indicadores han sido cuantitativos y refieren a
posesin o consumo de TIC. Se ha demostrado que este tipo de medicin y perspectiva no alcanza para completar una visin para el desarrollo. Se plantea as la necesidad de unir el acceso con la apropiacin de conocimiento y uso de las TIC e Internet en particular. Se comienza a
concebir, en esta acepcin, como un concepto inseparable de la idea de desarrollo, resultando
ms adecuado no solo disminuir las brechas de conectividad, sino aumentar las oportunidades
de aprovechamiento y uso por parte de los individuos y las comunidades (Cuadra, 2003).
A partir de un estudio realizado en Per, Barrantes seala que existen tres tipos de causas para lo que denomina pobreza digital, que equivaldra a carencia de bienes y servicios
basados en TIC. En primer lugar la falta de acceso o conectividad, que sera la brecha digital
clsica. Un segundo elemento, la falta de demanda de TIC debido a problemas de ingresos y
por ltimo la falta de necesidad o capacidad de las mismas, que estara relacionado a la edad o
literalidad inadecuada. Por tanto, cada una de estas requerir de polticas y acciones especficas
(Barrantes, 2005). Se trata en definitiva de elementos especficos de las TIC, que si bien estn
relacionados a otras desigualdades socioeconmicas no son idnticos.
De hecho, si bien en algunos lugares se ha reducido mucho la barrera de acceso, la brecha
o inclusin digital est an lejos de resolverse. Para avanzar en ese sentido es necesario que los
contenidos se adapten a las necesidades reales de las personas. Desde esta perspectiva la
evolucin de la brecha digital pasara por tres momentos relacionados a la difusin y adopcin
de tecnologas. En un primer momento la brecha de acceso sera la fundamental. En un segundo momento esta se superara y se pasara a la brecha de uso. Finalmente, tambin esta sera
superada y la brecha primordial sera la relacionada a la calidad del uso (Fernndez, 2004).
Estos tres momentos sealan un aspecto fundamental que tiene que ver con la adopcin de las
tecnologas y que muchas veces es olvidado. En todo caso, este proceso no asume la misma velocidad para distintos grupos sociales a la vez que sus tiempos estn estrechamente vinculados
a las medidas que se tomen para superar las distintas brechas.
En estos avances respecto de la complejizacin del concepto de brecha digital, otra investigacin seala que esta est compuesta por tres dimensiones: la brecha del acceso material, las
diferencias de uso por razones subjetivas y las limitaciones derivadas de las jerarquas sociales
en que se reconocen los usuarios.
Este Informe de Desarrollo Humano de Chile 2006 pone especial nfasis en los aspectos
subjetivos y psicolgicos, desde un abordaje cualitativo. Describe esta dimensin de la brecha
como la desigual capacidad individual para usar provechosamente las TIC que se deriva de las
orientaciones y percepciones personales y culturales. Obviamente, estas no son voluntariamen-
204
te elegidas por los individuos, sino que forman parte de su experiencia biogrfica y el medio
cultural en el que estn insertos. Se sostiene que: Poder entender lo que sucede en el entorno
local y el mundo, percibir que se es capaz de realizar los proyectos que cada uno se propone,
as como advertir que la trayectoria de vida depende de las decisiones personales, son factores
clave a la hora de un uso efectivo de las TIC. De hecho, mientras menores son las capacidades
subjetivas las TIC son vistas con mayor recelo y desconfianza (PNUD, 2006 p. 201). Estos
hallazgos evidencian la profundidad de las transformaciones necesarias para realmente lograr
un uso provechoso para las personas y para el desarrollo. Fundamentalmente, se trata de una
tarea inicial de sensibilizacin en torno a estas tecnologas y que las personas logren percibirlas
a su alcance independientemente de su condicin edad, historia, nivel cultural, social o econmico, lugar de residencia, etc.
Reconceptualizada esta brecha digital, entonces, no se refiere solo a los aspectos de
acceso e infraestructura tecnolgica sino que remite a una cantidad ms amplia de dimensiones.
Est estrechamente relacionada con la redistribucin de los beneficios del desarrollo de las TIC y
con aumentar las capacidades de las personas para apropiarse de los mismos. Como resultado
de esta revisin, esta desigualdad caracterstica y especfica de la SIC, est atravesada por un
debate acerca de su denominacin, su delimitacin, sus contenidos y formas de medirla que da
cuenta de los paradigmas sobre la SIC.
En un sentido ms complejo, e intentando incluir otras dimensiones, se considera la importancia de las bases sociales de estas desigualdades y por tanto la necesidad de enmarcar
las acciones y polticas con perspectivas multidimensionales y atendiendo a las desigualdades
sociales preexistentes sobre todo socio-econmicas (Mstica, 2003). Se pasa a denominar
como polticas de inclusin digital, que implican dar prioridad a la apropiacin de las TIC, a
atender las necesidades de las comunidades y a hacer hincapi en la generacin de contenidos,
conocimientos y capacidades de las personas para su uso (Gmez, Delgadillo y Stoll, 2003;
Mstica, 2003). Se comienza a avanzar en hiptesis en cuanto a las caractersticas que debe
tener este uso para que contribuya al desarrollo individual y colectivo. En el mismo sentido, un
estudio reciente sobre la SI en Catalunya considera el uso de Internet como un indicador de
cambio cultural, mental y organizativo en la sociedad ms que como un elemento de difusin
tecnolgica. Concluye que no es tan trascendente cunta gente utiliza Internet, sino por qu y
para qu la utilizan (Castells, et l., 2007). Esto pondra en cuestin la perspectiva de las etapas,
pues es conceptual tambin desde un inicio pensar la apropiacin y los usos en perspectiva del
desarrollo. En base a investigaciones sobre Internet y uso de TIC se comienza a especificarlos
y a avanzar en su utilizacin ms all del acceso. El uso con sentido es definido como el uso
efectivo de recursos de Internet y su combinacin con otras herramientas de comunicacin.
. En una revisin de las distintas acepciones de este trmino algunas resultan especialmente tiles y aplicables a las
TIC. De Certeau (1980) lo defini el uso como un acto de creacin, invencin y produccin que se ejecuta por medio de
tcticas y estrategias precisas. Por su parte, Serge Proulx y Paul Breton (2002) afirman que la apropiacin consiste en
el modo de personalizar y hacer propia una tecnologa por medio de su uso. Son las formas por medio de las cuales,
el usuario hace suya la tecnologa y la incorporan creativamente al conjunto de actividades cotidianas. Proulx sostiene
que la apropiacin tiene tres condiciones: el manejo tcnico y cognitivo del artefacto por parte el usuario; su integracin
a la vida cotidiana; la creacin de nuevas prcticas a partir de su incorporacin. (Siles, 2005)
205
Implica conocer las herramientas, saber cundo y cules usar, en funcin de determinados
objetivos individuales o colectivos. Cuando se tienen estrategias de uso, se sabe para qu se
quiere utilizar la tecnologa y se genera el uso con sentido. Este se encuentra condicionado por
la capacidad y posibilidad de producir contenidos propios y de acceder a informacin y conocimiento til y en el propio idioma (Camacho, 2001).
El proceso de apropiacin social se consolida cuando se logra la transformacin social por
medio de las TIC, cuando su uso produce cambios en el mundo real. Una persona, grupo o pas
se habr apropiado de Internet, cuando puede preguntarse qu problema desea resolver; luego
tenga los recursos y conocimientos necesarios para responder cmo puede Internet ayudarlo
con ello, y posteriormente hacer un uso efectivo de la tecnologa y lograr la solucin del problema planteado (Martnez, 2001). La apropiacin social de las TIC tambin es definida por otros
autores como democratizacin del conocimiento en contraste con la apropiacin privada y
por tanto, la participacin social en la construccin de la tecnologa es para otros autores lo que
la define. La capacidad de dominar la transformacin tecnolgica es el centro de este proceso
(Garca Urea, 2007; Araya, 2003).
En todo caso, una de las principales preguntas sigue siendo cmo ubicar a las TIC en el desarrollo. Para ello pensar en las mismas como procesos a desarrollar ms que como herramientas
a aplicar, puede ser til (Corts y Dubois, 2005). Esta conceptualizacin ayuda a evitar el determinismo tecnolgico y la mitificacin de las TIC, adems de otorgarles una dimensin dinmica
que resalta la capacidad de produccin de las personas y su rol activo sobre las mismas.
Creo que la perspectiva ms pertinente es visualizar la relacin entre TIC y desarrollo
como recursiva, en la medida que por un lado refleja la brecha digital como una consecuencia
de otras brechas de desarrollo pero que a la vez contribuye con ellas (Gasc; Ezquiza; Acevedo;
2007). Se establece esta retroalimentacin negativa entre estas distintas dimensiones del desarrollo. Corresponde preguntarse cules son las claves para la reversin de este crculo vicioso
en un crculo virtuoso.
Esta mirada es muy distinta de cualquier determinismo tecnolgico pero tambin es diferente a un determinismo cultural de la tecnologa. Las TIC por su propia existencia o introduccin
no solucionan problemas sociales, econmicos o culturales estructurales, tampoco la solucin
de estos problemas garantiza un uso con sentido de las TIC para el desarrollo. Igual de cierto
es que muchos de los problemas de las sociedades y los seres humanos han encontrado solucin gracias a la tecnologa, aun cuando ella no fuera creada con esa finalidad. En tal sentido
es que las TIC son parte de la sociedad y lo social y por tanto depende de lo que las personas y
sus organizaciones hagan con ellas, si causarn nuevos problemas, desigualdades y amenazas
o servirn como oportunidades aprovechadas para el desarrollo.
206
207
de iniciativas en base a las cuales realiza una tipologa. Sostiene que las primeras experiencias
son de los ochenta, pero es recin en los noventa que hay una explosin y consolidacin de las
mismas. Muchas de estas no estn claramente diferenciadas por sector de TIC y de las polticas
de telecomunicaciones y en la mayor cantidad de casos no hay una conexin explcita con las
metas nacionales de desarrollo. Todas varan en trminos de sus objetivos, diseos e implementacin, sin embargo encuentra dos diferenciaciones claras:
1) las que conciben a las TIC como un sector productivo y se orientan a fortalecer la industria y pueden estar dirigidas al mercado de exportaciones o al desarrollo de capacidades nacionales, y
2) las que consideran las TIC como habilitadoras de desarrollo socioeconmico que a su
vez pueden estar orientadas hacia el posicionamiento global o hacia objetivos de desarrollo. Estos tipos de polticas y estrategias no son excluyentes, pero tampoco necesariamente complementarios. Concluye que los estudios de caso realizados mostraron
que es fundamental que las estrategias nacionales estn explcitamente enfocadas al
desarrollo.
Finalmente, resalta la importancia de un marco para el despliegue de las TIC para el desarrollo que priorice las intervenciones en TIC, identifique sinergias, maximice los impactos en
el desarrollo y coordine las acciones de todos los actores participantes (Currie, s/f).
De acuerdo a lo que muestran investigaciones recientes, los indicadores de consumo de
TIC no dan cuenta de cunto estas sirven para el desarrollo de las personas y las sociedades.
Esto se plantea en el Informe de Desarrollo Humano de Chile cuando se indica que a pesar de
la alta penetracin de las TIC y un acceso masivo a ellas, el aprovechamiento para la ampliacin
de las capacidades de las personas y los grupos an es limitado. Sostiene que es fundamental
avanzar hacia una poltica centrada en las formas, condiciones y sentidos en que se usan las
tecnologas y en las capacidades para usarlas provechosamente (PNUD, 2006, p. 11). El acceso
universal y la apropiacin social del uso efectivo de las TIC surgen como tan esenciales como la
educacin y salud pblica y por tanto requieren de polticas especficas. Pues de hecho la mayora de la gente no puede acceder a esto va el mercado, aun con programas de abaratamiento
y de costos (Afonso, 2006).
208
las polticas, pues definen el modo de incorporacin de las TIC y su articulacin con los procesos de desarrollo. Dependiendo del enfoque que predomina en las polticas y sus actores, se
priorizarn diferentes tipos de acciones y estrategias (Rivoir, 2005).
En un enfoque tecnologicista se da prioridad a la infraestructura, la conectividad y esto
es primordialmente medido a travs de indicadores cuantitativos. En el caso del enfoque de
mercado, las acciones tendern a ser delegadas a la dinmica del mismo y quedar en manos
de los actores privados por ejemplo las compaas de telecomunicaciones la decisin de
brindar acceso a las TIC. En un enfoque complejo se considerarn factores tales como el nivel
educativo, la participacin de los distintos actores involucrados y la ciudadana en general, y
se centrar en las transformaciones sociales y mejora de la calidad de vida, que la utilizacin
de las TIC pueda generar o potenciar desarrollo. Hasta ahora parecen haber predominado las
polticas de conectividad e infraestructura y la preponderancia de indicadores cuantitativos. Se
hacen por tanto necesarias las polticas en la SIC para el desarrollo que sean opuestas a la lgica excluyente del mercado y que estn enmarcadas en una estrategia de desarrollo y a partir
de actores concretos (Rivoir, 2005).
De acuerdo al anlisis de distintos autores e investigaciones, bajo la influencia de un enfoque tecnologicista, las polticas para la SIC en Amrica Latina se han dedicado a mejorar la
infraestructura y el acceso a las TIC, lo que ha resultado insuficiente para contribuir a los procesos de desarrollo pues sus logros se reducen a crear mercados y consumidores (Afonso, 2006;
Finquelievich, 2003).
En este marco de crtica, han surgido nuevos aportes a partir de investigaciones que dan
cuenta de la complejidad de la temtica y agregan nuevas dimensiones a ser consideradas por
las polticas. El Informe de Desarrollo Humano de Chile 2006, por ejemplo, concluye que cuando
las TIC constituyen un fin en s mismo para las polticas, no se generan necesariamente oportunidades para el desarrollo.
Revela que los usuarios, individuales y colectivos, deben disponer de condiciones objetivas y subjetivas dentro de las que se cuenta la capacidad para definir reflexivamente los fines
del uso. Se afirma en el mismo que las TIC deben estar subordinadas a fines explicitados y ticamente legtimos, que guen su uso concreto (PNUD, 2006).
Este informe concluye enunciando algunas condiciones para que el uso de las TIC sea
beneficioso para el desarrollo en Chile:
Reconocer las mltiples dimensiones de la brecha digital.
Saber para qu usar las TIC pues estas sirven a propsitos que van ms all de las tcnicas y por lo tanto, tambin requiere que estas sean adaptadas a otros propsitos.
Promover regulaciones que resguarden los derechos de las personas de los usos nocivos,
de la dependencia, la violacin de la privacidad o para el control de las personas.
Utilizarlas para un nuevo relacionamiento en red a travs de la digitalizacin debe buscar mejorar la participacin y la ciudadana.
Enmarcar las TIC en una historia social del desarrollo.
209
En esta propuesta se integran distintos elementos que tienen que ver con los usos de las
TIC, pero tambin con elementos de carcter macro o estructurales, sin olvidar las caractersticas de los procesos de cambio.
Tambin en el informe del Global Information Society Watch 2007 - GISW (APC, 2007),
surgen apreciaciones en base a estudios de caso de 22 pases. El estudio reafirma la importancia de brindar el acceso universal a travs de las polticas a las TIC, porque va el mercado esto
no se logra y se explicitan algunas indicaciones que evidencian la necesidad de la construccin
de nuevas polticas TIC para el desarrollo.
210
Se destaca en el Informe del GISW que muchos de los pases carecen de una visin de
las TIC para su futuro. Esto impacta negativamente sobre algunos aspectos que son visualizados
como blandos, o no tan importantes como los de gnero, contenidos locales, derechos ciudadanos, o de apoyo a personas con capacidades diferentes. Concluye que es necesario que los
gobiernos acepten que las polticas pblicas deben brindar las TIC para el desarrollo humano y
que esto no constituye un costo, sino que es una inversin esencial.
Por otro lado, el informe subraya la falta de capacidad institucional en los pases, que finalmente contribuye a la falta de visin de futuro. Esto se suma a la falta de capacitacin, habilidades
y conciencia, que reduce fuertemente la capacidad de actuar. Todo ello resulta en un psimo
entorno para la elaboracin de las polticas de TIC, lo que a su vez deriva en la fragmentacin de
iniciativas y de las propias polticas. En otros pases existen polticas pero estas no asumen una
perspectiva de desarrollo. Finalmente, se seala tambin que muchos procesos participativos y
documentados, acciones y acumulacin de aprendizajes, se ven desperdiciados por el cambio
de las autoridades de gobierno. Es decir, la sustentabilidad de los procesos interesantes e importantes en trminos del desarrollo es un problema adicional.
Estos elementos permiten visualizar las dificultades existentes para la elaboracin de polticas TIC orientadas al desarrollo, indicando que an definidas las estrategias adecuadas no es
suficiente. Los procesos tambin son importantes y por eso las caractersticas de las acciones
deben ser especialmente atendidas.
Poniendo nfasis en los procesos y las metodologas, otros sealan que no se trata de
que exista disponibilidad de servicios y contenidos para la poblacin. Los enfoques definidos
desde arriba reproducen las desigualdades y las brechas. Por tanto, los propios objetos tecnolgicos deben ser objetos de intervencin por parte de quienes lo utilizan. Araya considera que
es necesario fortalecer el dominio pblico mediante la creacin de bienes colectivos globales
que garanticen el acceso universal a la informacin y la comunicacin; fomento de redes y
colectivos electrnicos sin fines de lucro que aseguren la produccin y circulacin abierta, plural
y diversa de informacin pblica y contenidos relevantes para el desarrollo humano; promocin
de iniciativas de participacin desde y hacia la comunidad que incluyan el uso tradicional e
innovador de la comunicacin a nivel local; acciones educativas y de capacitacin para el uso y
apropiacin social que contribuyan a desarrollar nuevos imaginarios tecnolgicos y capacidades
sociales desde identidades y perspectivas culturales, locales, regionales y nacionales, as como
el fomento al desarrollo de tecnologas alternativas (Araya, 2003, p 4-5).
En suma, si bien se revelan ciertas coincidencias en las crticas a las polticas implementadas en trminos de estar ligadas al paradigma dominante, tambin surgen propuestas respecto
de ejes y metodologas a abordar. A nivel discursivo es probable que se encuentren confluencias
en torno a objetivos para el desarrollo, y valores considerados dentro de los derechos humanos.
No obstante, recomendaciones para el cambio en el diseo y la implementacin de las polticas
que constituyen elementos para el nuevo paradigma en construccin son el acceso y conectividad; apropiacin y uso con sentido y la concepcin de bienes comunes y construccin de
ciudadana que implique un control sobre los medios y recursos.
211
A modo de cierre
Las desigualdades existentes en Amrica Latina son centrales como problemtica del desarrollo y tambin lo son en particular para la temtica de la SIC y del uso y aprovechamiento de las
TIC. En tal sentido, es necesario que las polticas o estrategias nacionales para el uso de TIC
tengan explcitamente incorporada la temtica del desarrollo. Esto implica que se articulen con
el proyecto de desarrollo de la sociedad especfica para la que son diseadas, que respondan a
necesidades de la poblacin, que contribuyan con la democratizacin tendiendo al empoderamiento de las TIC, a la participacin social en la concepcin y diseo de las acciones y polticas,
actuaciones y definiciones conjuntas de distintos actores. Estos aspectos tienen que ver con la
capacidad de control, de incidir en la orientacin y el sentido de la transformacin tecnolgica.
Los contenidos son en este sentido tambin muy importantes y reflejan la importancia del respeto a la cultura local.
En este sentido la SIC puede concebirse como proyecto cuya orientacin estar dada
por la actitud, creencias, incidencias de los distintos actores y sus intereses, as como por los
liderazgos y las negociaciones y consensos en torno a ideas fuerza o estrategias para la accin.
Sin embargo, el riesgo actual parece ser la confluencia en los discursos, lo que por supuesto
no garantiza una implementacin de polticas acordes con los mismos. Para ello es necesaria
la toma de conciencia por parte de los decisores acerca de la importancia de las TIC para el
desarrollo, contar as con la voluntad poltica, tambin la capacidad de innovacin y que estn
explcitamente orientadas al desarrollo. Esto implica que deben estar estratgicamente relacionadas con el proyecto de desarrollo de la sociedad en cuestin as como, a otro nivel, con el
desarrollo de capacidades y oportunidades para que las personas puedan aprovechar las mismas para vivir mejor.
De acuerdo a lo analizado, se constata una influencia tecnologicista del paradigma dominante en las polticas de TIC en Amrica Latina. Estas han tendido a la conectividad, la infraestructura, centrndose en el acceso y con baja articulacin con la poltica de desarrollo.
En definitiva, esto puede suponer que se basan en la creencia de un camino nico hacia la SI,
que requiere de ciertas medidas independientes de las realidades socioeconmicas y culturales especficas, y que cumplidas estas se construir la SI a la que estn llegando los pases
desarrollados. Las crticas realizadas a este enfoque y al resultado de las polticas dan cuenta
de lo limitante que es este marco para polticas TIC que aporten al desarrollo de los pases y de
la poblacin, as como a la solucin de problemas y desigualdades. De ella surgen ideas constitutivas de un nuevo enfoque.
La importancia de estimular el uso con sentido y la apropiacin de las TIC con fines de
desarrollo resulta fundamental. La participacin social, que incluya el involucramiento de mltiples actores, debe conjugarse con abordajes cualitativos en el seguimiento y la evaluacin de
los procesos y las polticas.
212
213
Referencias bibliogrficas
ACCUOSTO, Pablo y JOHNSON, Niki (2004): Financiamiento para la Sociedad de la Informacin en el Sur:
Una Perspectiva de los Bienes Pblicos Mundiales.
APC, http://wsispapers.choike.org/propiedad_comunitaria_icts.pdf
AFONSO, Carlos (2006): Desenvolvimento humano e
apropriacao das TICs. Ritla, abril 2006.
ARAYA, Rubn (2003): Comunidades y portales ciudadanos: para qu? Reflexiones desde una visin social sobre Internet, http://redistic.org/brecha/es/1_Rub%E9n_Araya.htm
AROCENA, Rodrigo y SUTZ, Judith (2003): Subdesarrollo e Innovacin. Navegando contra el viento. Cambridge University Press / OEI, Madrid.
ASSOCIATION FOR PROGRESSIVE COMUNICATIONS
(APC), Third World Institute (ITeM) (2007): Global
Information Society Watch 2007. Focus on Participation.
BARRANTES, Roxana (2005): Anlisis de la demanda por TICs: Qu es y cmo medir la pobreza digital?. DIRSI, IDRC, http://www.dirsi.net/espanol/files/02-Barrantes_esp_web_18set.pdf
214
215
216
. Este artculo toma elementos desarrollados por el autor en otros trabajos, principalmente en: Enhancing the Livelihoods of the Rural Poor. The Role of Information and Communication Technologies: Uruguay Country Report. Overseas
Development Institute (ODI, 2007) y Telefona Mvil y Pobreza Digital en Amrica Latina: Puede la expansin de los
telfonos celulares reducir la pobreza, DIRSI, 2007, escrito en conjunto con Carla Bonina.
217
218
las ltimas tres dcadas. Existe cierto consenso en que mientras la brecha relativa de ingresos
entre los pases en el mundo se ha reducido, la brecha absoluta de ingreso ha aumentado considerablemente y lo seguir haciendo.
Esta situacin es particularmente grave en Amrica Latina. La mayora de los pases de la
regin han sido activos partcipes de este proceso globalizador, con altos niveles de apertura de
sus mercados, impulsados por los procesos de reforma y ajuste estructural de la dcada de 1990.
Contrariamente a los postulados de los organismos financieros internacionales, estas reformas
no tuvieron el impacto esperado en la reduccin de los niveles de pobreza y desigualdad (Vos et
l., 2002). Hoy, Amrica Latina y el Caribe continan siendo la regin ms desigual del mundo,
con una gran proporcin de su poblacin viviendo en condiciones de pobreza. De acuerdo con
el ltimo informe de la Comisin Econmica para Amrica Latina y el Caribe (CEPAL), se estima
que, en 2005, 209 millones de personas (casi el 40% de la poblacin de la regin) vivan en
condiciones de pobreza y 81 millones de ellas vivan en la pobreza extrema (CEPAL, 2006).
En este marco de relativo fracaso de los procesos de ajuste, las TIC empiezan a ocupar un
lugar con mayor peso en las agendas pblicas como estrategia para el crecimiento econmico
y la reduccin de la pobreza en ALC.
. Respecto al impacto de la globalizacin en el aumento de la pobreza y la desigualdad, vase Wade (2004), Went
(2003) y Woodward y Simms (2006).
. Sobre el tema de la desigualdad a nivel global, importa sealar que ms de 75% de la poblacin mundial reside en
pases subdesarrollados y se estima que 1,2 billones de personas viven en la extrema pobreza. Asimismo, en el ao
2002 los niveles de ingreso de los diez pases ms ricos eran aproximadamente 82 veces mayores que los de los diez
ms pobres. Vase Prabhakar (2003), Wade (2004) y Svedberg (2004).
. Un exhaustivo anlisis del impacto de la liberalizacin comercial en la pobreza y la desigualdad en Amrica Latina
puede encontrarse en el trabajo coordinado por Rob Vos y Lance Taylor para PNUD que cubre todos los pases del
continente (Vos, Taylor y Barros, 2002).
. El autor argumenta que las TIC han tenido un impacto positivo en el crecimiento econmico de los pases desarrollados,
pero este no ha sido igual en los ms pobres. El autor utiliza una cita de la teora de crecimiento de Robert Solow: You
can see the computer age everywhere but in the productivity statistics (Pohjola, 2001b: 7).
219
Entre las visiones escpticas sobre las TIC estn tambin las que consideran que la sociedad de la informacin y el conocimiento no es tan revolucionaria o novedosa como se asume, y
por tanto las bases de acumulacin y distribucin del ingreso son las mismas que en la sociedad
capitalista tradicional (May, 2002). Tambin estn quienes relativizan los posibles milagros de la
tecnologa para saltearse etapas del desarrollo (Primo Braga et l., 2002) o quienes incluso asumiendo la existencia de beneficios derivados de las TIC, consideran que estos difcilmente llegan
a los sectores ms pobres y vulnerables de la poblacin (Saith, 2003). Inclusive en los pases
desarrollados considerados exitosos, tales como Irlanda, aparecen visiones que cuestionan diversos aspectos del milagro de las TIC como estrategia de desarrollo (Kirby, 2004; Kirby, 2003).
Finalmente, algunos autores ponen en cuestin que debamos aplicar las TIC a los Objetivos de
Desarrollo del Milenio como paradigma de desarrollo (Heeks, 2005; Schech, 2002).
Esquema de anlisis
Es importante explicitar cules son los objetivos o intereses temticos de esta lnea de investigacin. En primer lugar abordar la vinculacin de las TIC con el desarrollo y cules son las condicionantes que pueden intervenir en la vinculacin de estos dos conceptos.
Muchas veces, cuando se habla de TIC se centra el anlisis sobre su impacto en el crecimiento econmico. Este crecimiento es un elemento muy importante del desarrollo, es un componente central, especialmente para los pases ms pobres ya que difcilmente se alcanza mejor
desarrollo si no alcanza cierto nivel de desarrollo econmico. Pero en este caso, agregamos otro
elemento tambin que es ms bien normativo, que tiene que ver con la reduccin de la pobreza
y la desigualdad. Entonces, cuando vamos a interpretar la contribucin o la posible contribucin de las TIC al desarrollo, vamos a tratar de ver si contribuyen o no a un mejor desarrollo humano. Es decir que efectivamente consideraremos su contribucin al crecimiento econmico,
pero tambin la contribucin a lograr reducir la pobreza y a bajar los niveles de desigualdad y
mejorar el acceso a servicios bsicos como salud y educacin.
Importa analizar entonces las estrategias de promocin, ya sea en las polticas pblicas o
iniciativas que pueden surgir de otros actores como los organismos internacionales, las organizaciones sociales (sindicatos, ONG); empresas, es decir proyectos que no necesariamente son
polticas pblicas. En este sentido es relevante estudiar si estas iniciativas estn ms o menos
articuladas entre s y son mantenidas en el tiempo. Esto sera una definicin muy bsica de estrategia, entendindola como un paquete bsico de polticas ms o menos coordinadas, ms o
menos articuladas entre s y sostenidas por un perodo de tiempo que permite delinear cierta
estrategia. Este esquema de anlisis se ilustra en la figura 1.
220
221
78%
68%
31,5%
31
27,4%
4,4%
10,5%
92,8
97
32,8
10,7
222
Fuente: Rivero, Martn 2007 para el Observatorio de Tecnologas de la Informacin y Comunicacin (ObservaTIC),
FCS-UdelaR.
En lo que refiere especficamente a la penetracin de la telefona fija, an en la actualidad el pas presenta indicadores de penetracin comparativamente altos. Medido en cantidad
de lneas cada mil habitantes, Uruguay encabeza la lista con 291, seguido por Brasil 230, Argentina 227 y Chile 206. Exceptuando Brasil, los otros tres pases que estn entre los primeros lugares tambin estn muy cercanos entre s en la mayora de los indicadores de desarrollo
socioeconmico.
Por otro lado, no es muy difcil intuir cules pases estn en la cola de ese ranking: Honduras con 53 lneas c/mil hab., Paraguay 50 y Nicaragua 40. Estos pases tienen un grado de
desarrollo relativo, medido en Desarrollo Humano, significativamente ms bajo. En este sentido, recientes estudios demuestran que se registra un correlacin positiva, relativamente fuerte,
entre penetracin de telefona fija y nivel de Desarrollo Humano.
223
Fuente: Rivero, Martn para el Observatorio de Tecnologas de la Informacin y Comunicacin (ObservaTIC), Facultad de
Ciencias Sociales de la Universidad de la Repblica, 2007.
A pesar de estos indicadores TIC relativamente favorables en trminos generales, el desarrollo de la telefona mvil en Uruguay ha sido tardo respecto al resto de la regin, y an hoy
no alcanza los niveles de penetracin de otros pases con niveles de desarrollo socio-econmico
similar, como Argentina y Chile.
En este sentido, analizando los rankings de penetracin en telefona mvil, hay varios
cambios en el ordenamiento de pases de Amrica Latina respecto al que mencionbamos para
la telefona fija. De hecho, el pas que ms posiciones cambia es Uruguay, que pasa de un claro
primer lugar a un 7 puesto. A nivel de Amrica Latina, dos de los pases con mayores niveles
de cobertura de la telefona celular, Chile y Colombia, son tambin junto con Brasil, de los pases
ms desiguales en Amrica Latina. Sin embrago, esto podra estar cambiando en la actualidad
224
ya que en los ltimos dos aos Uruguay ha tenido un nuevo empuje en la penetracin celular;
estimaciones a marzo de 2008 fijan ya en un 82% el nivel de penetracin.
Es claro que la ausencia de la telefona fija tambin gener un espacio de crecimiento a
la telefona celular, que no es el mismo para aquellos pases que s tenan una buena infraestructura de telecomunicaciones fija. Es importante sealar que hasta el momento, al menos en
el Uruguay, la enorme mayora del volumen de transferencia de datos y de acceso a Internet se
sigue realizando sobre esta estructura de cableado de la telefona fija. Es decir que el hecho de
la tenencia de telefona fija, nos dice mucho de la existencia de una conexin a Internet tanto
en los hogares como en los espacios de trabajo o centros educativos. Si bien actualmente ya
podemos acceder a algunas funciones de Internet con nuestros celulares, claramente an no
es un servicio extendido de uso generalizado entre la poblacin.
Como se puede observar en la figura 4, el crecimiento explosivo de la telefona mvil en
Uruguay se da recin a partir del ao 2004.
Figura 4. Evolucin de la Penetracin de Telefona Celular en Uruguay.
1998-2006 (% sobre la poblacin total, incluye las 3 compaas proveedoras)
Fuente: Elaboracin propia en base a datos de las tres compaas proveedoras de telefona mvil en Uruguay: ANCEL
(pblica); CTI y MOVISTAR (privadas) y datos de poblacin de Instituto Nacional de Estadstica (INE).
225
Resto de los
hogares
Tiene
No tiene
Tiene
No tiene
Computadora
6,3
93,7
24,1
75,9
Conexin a Internet
1,9
98,1
13,4
86,6
Reproductor de DVD
12,7
87,3
19,4
80,6
18,4
81,6
41,0
59,0
Telfono mvil
32,4
67,6
44,1
55,9
Fuente: INE (2006) Flash Temtico sobre TIC. Encuesta Continua de Hogares, 1er. Trimestre 2006.
Al analizar estos datos, hay cifras que claramente llaman la atencin. La tenencia de computadora en el hogar es un privilegio que solamente 1 de cada 16 hogares pobres pueden darse.
Esta brecha es aun mucho mayor si consideramos los niveles de conexin a Internet. El promedio
de los hogares a nivel nacional conectados a Internet es 8 veces superior al de los asentamientos
irregulares. Si observamos ya no el promedio nacional sino el promedio en hogares urbanos con
niveles educativos medios y altos, los niveles de conexin a Internet superan el 60% contra el
1,9% de los asentamientos irregulares. Esto es una enorme brecha digital, un grado de desigualdad en el acceso a TIC ms que significativo y particularmente grave por tratarse del pas con el
menor nivel de desigualdad relativa en Amrica Latina medida por el ndice de Gini.
Sin embargo, la tenencia de al menos un aparato de telefona mvil en los hogares pobres
es levemente inferior que el promedio nacional del resto de los hogares: 32,4 respecto a 44,1.
Las estimaciones para el presente 2008 estaran acercando aun ms estos porcentajes. Este
indicador debe ser tomado con precaucin, dado que el promedio de aparatos celulares por
hogar es mucho mayor en las familias de mayores ingresos que en los hogares pobres, y esto no
es relevado por la encuesta de hogares. Por tanto si tomramos individuos, en lugar de hogares,
estos niveles de desigualdad seran mayores. De todas formas, aun teniendo en cuenta esta
precisin metodolgica, este indicador de relativa baja desigualdad entre hogares demuestra
226
hasta qu punto la penetracin de la telefona mvil es muy alta tambin en los sectores ms
pobres de la poblacin.
Esta TIC en particular la telefona celular est alcanzando niveles de difusin entre la
poblacin de menores ingresos nunca antes alcanzado por ningn otro dispositivo de telecomunicaciones. Esto podra estar transformando la realidad social en trminos de inclusin y acceso
a los servicios de telecomunicaciones. Si bien an no podemos estimar su impacto real, lo que
s sabemos es que estos sectores cuentan ahora con un instrumento disponible con potencialidad de ser utilizado para conseguir o mejorar su empleo o desarrollar actividades econmicas
que involucren el uso del telfono mvil. Asimismo, este alto grado de penetracin replantea
los fundamentos y la seleccin de instrumentos disponibles a ser utilizados en las polticas sociales en general, y las de promocin de las TIC en particular, orientadas a estos sectores de
la poblacin.
Este nuevo contexto pone en cuestin tambin anteriores criterios de focalizacin e identificacin de necesidades bsicas insatisfechas. Anteriormente, a travs de la existencia del telfono fijo en el hogar, se poda asumir con cierta solidez estadstica ciertos niveles de confort
de los hogares. La tenencia de telfono fijo permita por ejemplo inferir ciertos niveles de ingreso, estabilidad laboral en el hogar, caractersticas de la vivienda, elementos de confort o ciertos
parmetros de nivel educativo, etc. En definitiva, la sola existencia del telfono fijo constitua lo
que se denomina un indicador proxy que permita predecir otros indicadores de bienestar.
Estas correlaciones positivas existentes para la telefona fija cambian rotundamente cuando
analizamos la telefona mvil; bsicamente individual, con una mucha mayor penetracin entre
los sectores pobres, haciendo estas correlaciones mucho ms dbiles.
Por tanto, la explosin de la telefona celular es, sin dudas, la transformacin ms significativa actualmente en curso en el campo de las TIC para el desarrollo. Esta transformacin
se est dando con particular intensidad entre los sectores pobres, y por tanto deben ser consideradas sus especificidades a la hora de disear e implementar proyectos de promocin e
inclusin social.
Finalmente, se puede afirmar que el mayor grado de penetracin de la telefona mvil no
constituye por s solo un mejor nivel de desarrollo integral en una sociedad. Asimismo, contrariamente a lo que sostienen algunos informes empresariales que promueven en algunos pases
la inclusin de tarjetas telefnicas de prepago en las canastas de programas sociales, por el
momento no existe evidencia emprica que demuestre que la expansin de la telefona mvil
reduce la pobreza.
227
228
Conclusiones finales
1. An no existe evidencia emprica robusta que demuestre que mejorando el acceso a las TIC
se reduzca sustantivamente la pobreza en los pases menos desarrollados.
2. La tenencia de telefona mvil es un predictor sensiblemente ms dbil que la telefona fija para
estimar niveles de pobreza o Desarrollo Humano relativo de individuos o comunidades.
3. Ciertas TIC (telefona fija y acceso a Internet) requieren de inversin pblica (electricidad,
educacin e infraestructura) muy superior a la telefona celular. Por tanto estn ms directamente asociados al Desarrollo Humano.
4. En Uruguay, ANTEL como principal actor de generacin de infraestructura de TIC, constituye una
herramienta de diseo, implementacin y financiamiento de polticas TIC para sectores pobres.
Los actores privados, especialmente en telefona celular, estn en fuerte crecimiento.
5. As como existen subsidios al acceso a ciertos servicios sociales (alimentacin, salud, educacin), se deben analizar las formas de otorgar subsidios a la provisin de servicios pblicos
que aseguren el acceso universal a las TIC.
6. Se debe estudiar rigurosamente el impacto cultural de proyectos TIC, en particular cuando se
instrumentan en pequeas comunidades, especialmente rurales y a gran escala en un corto
periodo de tiempo, como en el caso del Plan CEIBAL.
7. La apropiacin de los proyectos a nivel de las comunidades, especialmente jvenes y mujeres,
es un factor central para favorecer la sustentabilidad de los mismos y potenciar su impacto.
8. Es fundamental que el pas logre generar polticas pblicas coherentemente articuladas entre
s y consistentes con los objetivos de desarrollo general que el pas defina como prioritarios.
Esto requiere gran capacidad en el diseo, eficiencia y rapidez de implementacin de las iniciativas, y alta capacidad tcnica de monitoreo y evaluacin que aporten de forma dinmica
los insumos relevantes para ajustar el proceso en marcha.
229
Referencias bibliogrficas
230
231