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Ciencia, Tecnologa y Sociedad

P o n e n c i a s d e l s e m i n a r i o r e a l i z a d o e n a g o st o d e 2 0 0 8
o r g a n i z a d o p o r e l C e n t r o C u l t u r a l d e Esp a a

EMBAJADA DE ESPAA EN URUGUAY


Centro cultural de espaa en montevideo

Hortensia Campanella
DIRECTORA

Enrique Mrak
Director del rea de Actividades Acadmicas

La apuesta por el futuro

El Centro Cultural de Espaa, como instrumento de la Cooperacin cultural espaola, tiene


entre sus prioridades responder a la lnea estratgica de Cultura y Desarrollo que promueve
la complementariedad entre Educacin y Cultura en estrecha relacin con la realidad social
de los pases.
Por ello uno de los ejes temticos de 2008 en este Centro ha sido Ciencia y Tecnologa para
un Uruguay del futuro, y el Seminario que estamos presentando lleva un nombre simple, pero
tambin muy acorde con nuestras preocupaciones: Ciencia, Tecnologa y Sociedad.
Nuestro objetivo ha sido, en principio, fomentar el debate para conseguir as mejorar los
procesos de comunicacin, el intercambio, el apoyo a redes ya existentes y la promocin de
otras que impliquen una discusin del futuro del pas desde ese punto de vista.
Creemos que las naciones pueden profundizar el desarrollo tecnolgico con fines de inclusin social, de insercin de nuevos actores, de sostenibilidad medioambiental, logrando al
mismo tiempo una profunda repercusin en los espacios de la educacin, formal y no formal,
de modo que el desarrollo vaya acompasado con el mejoramiento ciudadano. Y creemos que
esa tarea colectiva implica el contacto, la apertura a otras voces, de all que este Seminario
se haya concebido desde el comienzo con el aporte de especialistas de varios pases. A todos
ellos y a la coordinadora, Dra. Laura Gioscia, nuestra gratitud. Pese a lo limitado que pueden
ser los resultados de este encuentro, esperamos que contribuya al gran debate nacional que
est en curso en Uruguay.

HORTENSIA CAMPANELLA
DIRECTORA

SEMINARIO: CIENCIA, TECNOLOGA Y SOCIEDAD


Ponencias del seminario realizado en agosto de 2008
organizado por el Centro Cultural de Espaa.

Embajada de Espaa en Uruguay


Centro Cultural de Espaa en Montevideo

Directora

Hortensia Campanella
Director del rea de Actividades Acadmicas

Enrique Mrak
Gestin Cultural

Victoria Estol
Cristina Snchez
COORDINACIN DEL SEMINARIO

Dra. Laura Gioscia


Diseo

Alejandro Schmidt
ASISTENCIA TCNICA

Pablo Amndola
Correccin de te x tos

Ana Cencio

PROGRAMA

Ciencia y tecnologa en sociedades autnticamente democrticas


Prof. Eulalia Prez Sedeo (Espaa)
Ciencia, Tecnologa, Innovacin e Inclusin Social: una agenda urgente para
universidades y polticas
Prof. Judith Sutz (Uruguay)

C o n f ere n cia
Construccin poltica e institucional de una cultura tecnolgica: el desarrollo
nuclear en la Argentina
Prof. Diego Hurtado (Argentina)

Me s a redo n da
Innovacin y desarrollo tecnolgico
Generacin de valor en la investigacin cientfica.
Una propuesta generada en Uruguay
Dr. Hamlet Surez
Innovacin y Desarrollo Tecnolgico hacia el futuro del Uruguay
Dr. lvaro Mombr
Investigacin e innovacin en el rea Tecnolgica, algunas experiencias
Ing. Rafael Canetti

Me s a redo n da
Desarrollo tecnolgico y ciencias sociales. Una visin desde la economa: la innovacin
tecnolgica como motor de transformacin de las estructuras productivas
Ec. Luca Pittaluga
La transversalizacin de gnero en Chile: la divisin digital entre las
burocracias expertas y los espacios deliberativos
Dra. Ana L aura Rodrguez Gust
Psicofrmacos bajo la mirada de los estudios de Ciencia, Tecnologa y Sociedad
Lic. Andrea Bielli

Me s a redo n da
Tecnologas de la informacin y comunicacin en la sociedad del conocimiento.
Algunos resultados sobre el Proyecto CEIBAL
Ing. Juan Grompone
Las Tecnologas de la Informacin y la Comunicacin para el desarrollo en
Amrica Latina. Elementos conceptuales para un enfoque complejo
MA. Ana Laura Rivoir
Desarrollo, Desigualdad y Tecnologas de la Informacin y Comunicacin (TIC) en
Uruguay: el rol de las polticas pblicas
MA. Martin Rivero

NDICE

11.

CIENCIA Y TECNOLOGA EN SOCIEDADES AUTNTICAMENTE DEMOCRTICAS

Eulalia Prez Sedeo

37.

ciencia, tecnologa, innovacin e inclusin social: una agenda


urgente para universidades y polticas.


67.

Judith Sutz
construccin poltica e institucional de una cultura
tecnolgica: el desarrollo nuclear en la Argentina

Diego Hurtado

101.

generacin de valor en la investigacin cientfica

Hamlet Surez

113.

innovacin y Desarrollo Tecnolgico hacia el futuro del Uruguay

lvaro Mombr
127.

una visin desde la economa: la innovacin tecnolgica como


motor de transformacin de las estructuras productivas


149.

Luca Pittaluga
la transversalizacin de gnero en Chile: la divisin digital
entre las burocracias expertas y los espacios deliberativos


165.

Ana Laura Rodrguez Gust


psicofrmacos bajo la mirada de los estudios
de ciencia, tecnologa y sociedad

Andrea Bielli

183.

algunos resultados sobre el Proyecto CEIBAL

Juan Grompone

201.

las Tecnologas de la Informacin y la Comunicacin para el


desarrollo en Amrica Latina


217.

Ana Laura Rivoir


desarrollo, Desigualdad y Tecnologas de la Informacin y
Comunicacin (TIC) en Uruguay: el rol de las Polticas Pblicas

Martn Rivero Illa

Eulalia Prez Sedeo


Dep. Ciencia, Tecnologa y Sociedad Centro de Ciencias Humanas y Sociales CSIC

eulalia.psedeno@cchs.csic.es
Profesora de Investigacin en Ciencia, Tecnologa y Gnero en el Departamento de Ciencia, Tecnologa y Sociedad del Instituto de Filosofa del CSIC (Espaa) y catedrtica de Lgica y Filosofa de la Ciencia. Ha sido
profesora o investigadora en la Universidad de Barcelona, en la U. Complutense de Madrid, en la de Cambridge (Reino Unido) y en la de California en Berkeley, entre otras.
Ha sido presidenta de la Sociedad de Lgica, Metodologa y Filosofa de la Ciencia en Espaa (de 2000 a
2006), Vicepresidenta de AMIT (asociacin de Mujeres Investigadoras y Tecnlogas (2001-2006). Ha sido
directora General de la Fundacin Espaola para la Ciencia y la Tecnologa (FECYT) desde octubre de 2006
a julio de 2008. Es miembro del Consejo Asesor de la Red-Ctedra de Mujeres, Ciencia y Tecnologa en Latinoamrica (desde octubre, 2005) y vocal del Consejo Editorial de la Fundacin Carolina. Ha sido coordinadora adjunta del rea de Filologa y Filosofa de la ANEP desde marzo de 2005 hasta octubre de 2006 y ha
participado en diversas comisiones de expertos del MEC, la FECYT, la ANEP, la European Science Foundation, el MEC de Argentina y la Secretara de Estado de Igualdad del Ministerio de Trabajo y AASS. Pertenece
a diversos comits cientficos de varias revistas espaolas e internacionales.
Ha publicado y editado diversos libros y artculos entre los que destacan El rumor de las estrellas (Madrid,
1986), Filosofa de la ciencia y feminismo: interseccin o convergencia? (Isegora, 1995), Factores contextuales, tecnologa y valores. Desde la periferia? (Mlaga, 1998), STS and the missing factor Nueva
York, 2000), Ciencia y gnero (Madrid, 2000), Las mujeres en el sistema de ciencia y tecnologa. Estudios
De casos (Madrid, 2001), Ciencia y Filosofa, una nueva mirada (Tenerife, 2002), La percepcin pblica
de la ciencia y la tecnologa desde la perspectiva de gnero (Madrid, 2003), Ensenyar en un mon cientfic
i tecnolgic (Barcelona, 2004), Una ciencia, de quin y para quin? (Mxico, 2005), Sexos, gneros y
otras especies: diferencias sin desigualdades (Sevilla, 2006), Objetividad, evaluacin por pares y valores
(Madrid, 2006), Gender in stem cells research (Granada, 2006), Igualdad y equidad en ciencia y tecnologa: el caso iberoamericano (Madrid, 2008).

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CIENCIA Y TECNOLOGA EN SOCIEDADES


AUTNTICAMENTE DEMOCRTICAS
Eulalia Prez Sedeo

1. Algunas consideraciones sobre la ciencia, desde la filosofa,


la historia y la sociologa
La visin clsica de la ciencia y la tecnologa, que es lineal, considera que estas son productoras de riqueza y bienestar social, que solo contribuirn a ello si se conserva la autonoma de la
tecnologa y la bsqueda de la verdad por parte de la ciencia, a la vez que se mantiene la neutralidad valorativa de la ciencia. Tres disciplinas sustentan, durante dcadas, esta concepcin
clsica de la ciencia: la filosofa, la historia y la sociologa de la ciencia.
La filosofa de la ciencia de la concepcin heredada hunde sus races en el empirismo lgico. Es empirista porque mantiene una teora verificacionista del significado (un enunciado es
verdadero si y solamente si es tautolgico o si puede ser verificado empricamente, es decir puede
determinarse su verdad o falsedad acudiendo a la experiencia), un criterio de demarcacin en
virtud del cual solo son cientficos los enunciados significativos y la idea de que las teoras cientficas son sistemas axiomticos interpretados o, dicho de otro modo, de una serie de enunciados
universales se deducen lgicamente enunciados que versan sobre la realidad (fsica).
Por lo que se refiere a la historia de la ciencia que sustenta esta concepcin, se caracteriza por ser una historia interna, es decir, una historia de los procesos justificativos y de descubrimiento, atendiendo nicamente a los factores cognitivos internos. Adems es asimtrica
es decir, los factores internos explican el xito y los factores externos, el fracaso tiene una
actitud presentista, pues se rescribe el pasado en funcin del presente, y est imbuida de una
concepcin continuista y lineal del cambio cientfico (se concibe la historia como un proceso
acumulativo). Finalmente, mantiene la idea de que la historia de la ciencia posee una funcin
didctica en la formacin del cientfico, a la vez que legitimadora de las teoras.
La sociologa de la ciencia que soporta esa visin clsica de la ciencia y la tecnologa se
basa, por un lado, en la sociologa del conocimiento y por otro en la sociologa de la ciencia
clsica. La primera, nace de la mano de K. Marx, F. Nietzsche y M. Scheler en Alemania, y de
E. Durkheim y M. Mauss en Francia as como de la psicologa freudiana. Pero sin duda es Karl
Mannheimm quien reconoce el principio de que el conocimiento se forma necesariamente en
contextos de situaciones sociales histricas concretas y, por tanto, estas lo conforman. De modo

. En Prez Sedeo, 2005, 2005a, 2008 y (en prensa) he analizado y criticado estas ideas.

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radical, Mannheim pensaba que el contexto histrico y social no solo influye en el pensamiento,
sino lo forma: la epistemologa es el producto de las formas sociales y vara de poca en poca.  A pesar de todo, como muchos socilogos clsicos del conocimiento, consideraba que la
lgica, las matemticas y las ciencias naturales estaban excluidas de ese influjo histrico social.
Dicho de otro modo, pensaba que estaban libres de lo que l denominaba la determinacin
existencial. 
La sociologa de la ciencia clsica, representada por Robert K. Merton y su escuela, no se
centra en el conocimiento en general, sino en la ciencia. La sociologa mertoniana se ocupa de
los procesos de institucionalizacin y funcionamiento de las comunidades de cientficos, es decir
es una sociologa externa en la medida en que no realiza el anlisis sociolgico de los contenidos
internos de los productos cientficos sino solo de sus aspectos sociolgicos externos. En el anlisis
que hace Merton de la ciencia como institucin social, enuncia el sistema de normas que caracterizan el ethos cientfico (esto es, su carcter, su genio), lo que se ha denominado los CUDEOS:
Comunitarismo o comunismo, Universalismo, Desinters y Escepticismo organizado.
El comunitarismo significa que el conocimiento es compartido por toda la comunidad;
dicho de otro modo, la norma del comunitarismo exige que los frutos de las ciencias sean considerados como conocimiento pblico. Y eso se aplica a todas las prcticas relacionadas con la
comunicacin de los resultados de la investigacin a otros cientficos y estudiantes (eso luego
se ampliar a la sociedad en general). La norma del universalismo exige que las contribuciones
a la ciencia no se rechacen por razn de raza, nacionalidad, religin, sexo, estatus social u otro
criterio supuestamente irrelevante. Obsrvese que estas normas se aplican a personas, no a
ideas. No se refiere a la sustancia intelectual de la comunicacin, sino al contexto social del que
proceden. Segn esta norma, el prejuicio de gnero, por ejemplo, est prohibido: las aportaciones de las mujeres cientficas deben ser valoradas exactamente mediante los mismos criterios
que los que se aplican a los hombres y no deberan ser rechazadas por razn de gnero o sexo.
Hay que observar tambin que, como sucede con los Diez Mandamientos, es una norma esencialmente negativa. Dice que no hay que poner obstculos sociales al mrito cientfico potencial.
De ese modo se favorece el principio de que la ciencia es una carrera de meritoriaje, es decir,
abierta a las personas que tienen talento, sean estas de cualquier sexo, raza, etc. Pero no dice
nada acerca de cmo corregir las consecuencias de las injusticias cometidas en el pasado. Por
ejemplo la ciencia clsica o acadmica no tiene forma de cuantificar los prejuicios ideolgicos
contra las teoras o programas de investigacin feministas en una comunidad cientfica predominantemente masculina.

. Ideologa y utopa, pgs. 261 y siguientes. Algo que luego retomara en algunas de sus tesis Mary Hesse en Scientific
Knowledge Socialized.
. Ibdem.
. Merton , 1973, 1980. Para un anlisis exhaustivo, vase Ziman 2000.
. Los estudios en este sentido son muchos, pero vase, por ejemplo, Slocum, 1975, Bleier, 1984, Longino, 1990,
Schiebinger, 1999, Gmez, 2004, Martnez Pulido, 2003, 2004, 2006, Prez Sedeo, 2006, 2008.

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La idea de que la ciencia debe ser desinteresada y humilde significa que al cientfico no le
deben guiar otros intereses que el de la bsqueda de la verdad, sin que le importe su situacin
o su prestigio. En los artculos que dan cuenta del trabajo de los cientficos se aprecia esa humildad y ese desinters. Pero esta es la forma, el estilo, en que se presentan las comunicaciones
cientficas formales, ya sean escritas u orales: la voz es neutral, impersonal, pasiva. El autor se
presenta a s mismo, un hombre, un instrumento incorpreo que observa objetivamente o que
hace deducciones lgicas y que est moralmente distanciado de los hechos o argumentos que
presenta, pues sus aspectos sociales, ticos, etctera, son irrelevantes para el objetivo principal, a saber la bsqueda de la verdad. La direccin del autor que aparece en el trabajo puede
indicar que est al servicio de una compaa con intereses en determinado campo de investigacin, pero debe evitar que en sus textos aparezcan implicaciones que conecten la investigacin
con los intereses de la empresa. El ethos cientfico supone que la investigacin acadmica est
desarrollada principalmente por cientficos acadmicos cuya forma de vida no depende directamente de las aplicaciones materiales de sus actividades. Por cierto que la falta de honestidad
se supone que se castiga de la forma ms severa.
Por ltimo el escepticismo se muestra en muchas prcticas acadmicas y cientficas, como
el debate pblico y la revisin crtica. Los cientficos se diferencian de otras personas en que
constantemente se les presentan nuevas observaciones y teoras relevantes para su investigacin. Pero como se apoyan en el trabajo de otros, no depende del todo de sus propios juicios. Es
decir, ningn cientfico tiene el conocimiento experto necesario para decidir qu hay que elegir
y qu rechazar. Los procedimientos sistemticos para el escrutinio de los objetivos de su investigacin son una caracterstica esencial de la ciencia. La investigacin original es difcil y no es
fcil alcanzar resultados completamente convincentes. Por eso el escepticismo acerca de los
descubrimientos est, por lo general, bien justificado, pero no es un escepticismo general, sino
un escepticismo organizado, o tambin podramos denominarlo crtica informada.
Naturalmente estos CUDEOS plantean muchos problemas, algunos ya insinuados, pues
constituyen una idealizacin del buen cientfico y presentan bastantes ambigedades, por
ejemplo, la ambivalencia de los cientficos en ocasiones de fraudes, plagios, etctera, o la deteccin de contravalores (secretismo, particularismo, intereses y dogmatismo). Y, en especial,
las traiciones a la norma del universalismo. Efectivamente, los mertonianos, cuando analizan las
pautas de estratificacin social en la vida cientfica identifican alguna de estas traiciones, como
el efecto Mateo: a quien ms tiene ms se le dar y al que menos tienen menos se le dar. Aunque no identifica otros, como el efecto Matilda, trmino acuado por la historiadora Margaret
Rossiter (en honor de la activista abolicionista y sufragista Matilda J. Gage), para identificar la
situacin social de las mujeres cientficas que reciben menos crdito y reconocimiento por su
trabajo cientfico que el que les correspondera por un examen objetivo de su trabajo.

. El anlisis de Weneras y Wold (1997) sobre el sexismo en la evaluacin por pares, marc un hito. Sobre esta cuestin,
vase tambin Prez Sedeo 2007.

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Resumiendo, existe comunitarismo, cuando sistemticamente se les ha negado el conocimiento a las mujeres? Universalismo, cuando se aplica un rasero distinto a los logros de
hombres y mujeres? Desinters, cuando se formulan una y otra vez teoras supuestamente
cientficas que pretenden apoyar y mantener las desigualdades? Tienen igual autoridad las
mujeres y los hombres en la ciencia?
Tambin ha habido crticas ms o menos profundas a esta concepcin de la ciencia desde
la filosofa y la historia de la ciencia. Pero la publicacin, en 1962, de The Structure of Scientific
Revolutions de T.S. Kuhn produjo una conmocin en la filosofa de la ciencia. Sus crticas, as
como las de otros historiadores y filsofos como S. Toulmin, N. R. Hanson o P. K. Feyerabend,
apuntaban, en un principio, a una limitacin de la filosofa de la ciencia, a saber, su exclusiva
dedicacin a la parte esttica de la ciencia, dejando a un lado un aspecto fundamental: su desarrollo, su historia. Tambin los supuestos empiristas fueron objeto de sus ataques. La idea de
que todas las ciencias que se ocupan de la realidad tienen una base emprica-observacional es
fundamental para la justificacin de las hiptesis o teoras; a ello se aada la distincin, supuestamente clara, entre lenguaje terico y observacional, intentndose explicar aquel en trminos
de este, el nico comprensible y fiable. Pero la evidencia emprica no basta para determinar
la verdad o falsedad de una hiptesis (excepto en casos triviales), pues, como bien sealara
Hanson, no hay un observador neutral, alguien que no observe con los ojos de una teora. Esta
constatacin conduce a la infradeterminacin de las teoras cientficas: dada cualquier teora o
hiptesis siempre se pueden formular un cierto nmero de teoras o hiptesis alternativas que
sean empricamente equivalentes a la primera, aunque las explicaciones causales del fenmeno
en cuestin propuestas sean incompatibles. La tesis de la infradeterminacin de las hiptesis o
teoras tiene consecuencias muy profundas. Por ejemplo, puede afectar a las decisiones sobre
qu constituye un problema cientfico-tecnolgico legtimo; en la eleccin de qu tipos de datos
son relevantes; en la inferencia de conclusiones, hiptesis y teoras a partir de los datos recogidos; en decisiones respecto de desarrollos tecnolgicos viables, cmo regularlos y gestionarlos.
Dicho de otro modo, puede conducir a la incertidumbre estructural en la toma de decisiones
sumamente importantes, tanto en la investigacin como en poltica cientfico-tecnolgica, sobre
asuntos de inters general y con amplias repercusiones sociales.
En el caso de la historia de la ciencia, la publicacin de los trabajos de Thomas S. Kuhn,
entre otros, tambin supuso un duro golpe al acumulativismo e internismo. Y tanto la historia
como la sociologa de la ciencia dieron un giro radical con el desarrollo del denominado programa fuerte de la sociologa del conocimiento cientfico (desarrollado por Barry Barnes, David
Bloor o Steven Shapin), el EPOR (empirical programme of relativism) iniciado por Harry Collins,
o la etnometodologa de Bruno Latour y Steve Woolgar.
El programa fuerte se basa en una interpretacin radical de Kuhn y mantiene que hay que
estudiar la ciencia como un proceso natural en el que las decisiones se toman por causas naturales psicolgicas, sociolgicas, no por razones ideales. Segn l, el conocimiento no es algo
objetivo o verdadero, sino que est socialmente construido en funcin de intereses sociales. Y

. Por ejemplo, L. Wittgenstein, o K. R. Popper y algunos de sus seguidores.

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se basa en cuatro principios fundamentales: causalidad, segn el cual las explicaciones satisfactorias de episodios cientficos deben ser causales, es decir, deben centrarse en las condiciones reales o efectivas que producen creencias o estados de conocimiento; la imparcialidad,
segn el cual las explicaciones han de ser imparciales con respecto a la verdad o falsedad, la
racionalidad y la irracionalidad, el xito o el fracaso, pues ambos lados de la dicotoma exigen
explicacin; la simetra: los mismos tipos de causas han de explicar las creencias falsas y las
verdaderas, los xitos y los fracasos; y la reflexividad, principio problemtico, segn el cual las
pautas explicativas se han de poder aplicar a la sociologa tambin.

2. Algunas reflexiones sobre la tecnologa


El caso de la tecnologa presenta algunas caractersticas idiosincrsicas, pero tambin ha recibido crticas su concepcin lineal y autnoma. Resulta difcil dar de ella una definicin clara y
exhaustiva. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Espaola dice que es el conjunto
de conocimientos propios de un oficio mecnico o arte industrial y el conjunto de instrumentos
y procedimientos industriales de un determinado sector o producto. La tecnologa incluye a la
tcnica, pero no a la inversa: la tecnologa, o el quehacer de la ciencia moderna y la utilizacin de
artefactos, presupone las tcnicas como formas primordiales de la accin humana.  En efecto,
al hablar de los orgenes de la humanidad, arquelogos y antroplogos fsicos consideran que la
utilizacin de instrumentos o artefactos es indicio de cultura y civilizacin, es decir, que eso es
precisamente lo que distingue al hombre de otras especies animales, siendo indicativo de que
tiene una relacin con el mundo superior a la que mantienen esas otras especies. Dicha relacin
con el mundo supone dominio del hombre [sic] sobre la naturaleza. Esa relacin de dominacin
tiene sus races en la concepcin baconiana, y de la revolucin cientfica, que considera la naturaleza como algo (ya sea material, ya sean fuerzas) que debe ser explotado, sometido por el
hombre, el dominador que la obliga a obedecer mediante ingenio o inventos.10 Estos artefactos
o inventos se consideran instrumentos que sirven para asegurar nuestra supervivencia, ahorrar
energa, preservar la salud y la seguridad. Es decir, se consideran signos de progreso.
Pensadores y filsofos han intentado dar definiciones de la tecnologa o, lo que viene a
ser lo mismo, ofrecer un criterio de demarcacin que permita distinguir entre lo que es y no
es tecnologa. As por ejemplo, Ellul [1960] la define como la totalidad de mtodos que racionalmente alcanzan la eficacia absoluta (o apuntan a ella) en una etapa dada de desarrollo, en

. C. Mitcham (1989), p.14


. Idea fuertemente cuestionada por la primatologa, en especial desde los trabajos de Jane Goodall.
10. No puedo dejar de mencionar el papel de las metforas en la construccin de nuestro conocimiento en general y del
cientfico y tecnolgico en particular (vase, por ejemplo, E. Bustos (2000)). Pero, sobre todo, hay que recordar que,
en muchas de las metforas usadas desde la revolucin cientfica, la naturaleza es una mujer, a la par que se utilizan
metforas naturales para las mujeres. En esas metforas la jerarquizacin es anloga a las que se mantiene en otras
dicotomizaciones conceptuales occidentales como las que hay entre cultura/naturaleza, mente/cuerpo, razn/emocin,
objetividad/subjetividad, dominio pblico/dominio privado. En todas ellas, el par dominante es el asociado a lo masculino.
Sobre cmo las metforas sesgadas por el gnero penetran la ciencia y la tecnologa, vase, por ejemplo, G. Kirkup y L.
Smith Keller (eds.) (1992), E. Fox Keller (1985), (1995), E. Martin (1991) y L. Schiebinger (1993).

15

todos los campos de la actividad humana; segn Ortega [1939] es el conjunto de actos tendentes a la reforma de la naturaleza con vistas a que las necesidades queden anuladas por dejar de ser problema su satisfaccin y a que, en consecuencia, vivir y supervivir no sean una y
la misma cosa; para Sanmartn [1988] es la complicacin de ciertas acciones primarias en
un ser ancestral [...] que puede efectuarse [...] bajo la gua y direccin de un proceso cognitivo
que dependa de la emergencia de una mente [...] en concreto, de un proceso de diseo: de la
capacidad, expresado en otros trminos, tcnica de hacer tcnicas. Y, por ltimo, Broncano
[1988] afirma que la tecnologa es la aplicacin del mtodo cientfico a la satisfaccin de las
necesidades humanas mediante la transformacin del medio ambiente [...] significa el paso de
un modo simple de comportamiento racional a un complejo institucional en el que la planificacin, innovacin y control ya no son patrimonio de personas particulares sino en cuanto stas
forman parte de instituciones [...] no es otra cosa que un instrumento social de dominio y, a
veces, sustitucin de la naturaleza.11
Las caracterizaciones anteriores comparten, con matices, las lneas principales de la concepcin baconiana. Pero, a partir de ellas, podemos decir que hay al menos tres sentidos en que
se usa el trmino tecnologa. En primer lugar, la tecnologa es una forma de conocimiento que
contiene conceptos cientficos, datos problemticos, teora de ingeniera y habilidad tecnolgica.
Tambin utilizamos tecnologa para referirnos al conjunto de objetos fsicos tales como coches,
aspiradores u ordenadores. Pero esos objetos no son nada sin personas que sepan cmo usarlos. As pues, tecnologa tambin refiere a lo que la gente hace y a lo que sabe, forma parte de
las actividades humanas: un ordenador sin programa ni programador es un conjunto de trozos
de metal, plstico y silicio. Pero la tecnologa no tiene que ver solo con conocimiento, actividad
o construccin de artefactos. Es una institucin e incluye prcticas. Y, desde luego, resulta muy
difcil distinguir entre ciencia y tecnologa.12 Por ese motivo, diversos autores hablan de la tecnociencia, una actividad humana compleja y contextual, un proceso/producto eminentemente
social, en cuyo origen y desarrollo desempean un papel importante los factores no cognitivos
o contextuales (ideolgicos, sociales, de gnero, econmicos, religiosos...)
Una de las imgenes tradicionales de la tecnologa es la que la considera ciencia aplicada,13 es decir, que se deriva de la ciencia pura, pero sin tener nada que ver con la ciencia. Dado
que quienes mantienen esto defienden la neutralidad valorativa de la ciencia, lo que se suele
concluir es que las tecnologas en s no son buenas ni malas, sino que la bondad o maldad reside en quienes utilicen las tecnologas. Esta imagen se complementa con la concepcin de las
tecnologas como instrumentos o herramientas que sirven a infinidad de tareas. Tambin aqu

11. Las definiciones que se podran dar son muchas, pues la bibliografa al respecto es ingente. Para una seleccin
bibliogrfica vase, por ejemplo, M. Gonzlez Garca, J. A. Lpez Cerezo, y J. L. Lujn, (1996, 1997). Para las posturas
feministas ante la tecnologa, Prez Sedeo (1998).
12. Sobre la posibilidad de distinguir entre ciencia y tecnologa tambin se ha vertido mucha tinta, pero, por ejemplo,
vase el trabajo de L. Oliv (1987) o E. Agazzi (1997) en el que hace un examen y exposicin muy interesantes, aunque
su objetivo fundamental sea la dimensin tica de la ciencia.
13. Por ejemplo, Bunge (1989), (1991) Quintanilla (1989), Ziman (1984). Para una exposicin de las diversas concepciones
de la tecnologa y sus crticas , vase Gonzlez Garca, Lpez Cerezo y Lujn Lpez (1996), en especial los captulos 9
y 10 y Agazzi (1997), en especial los cap. IV, V y VI.

16

se asume la neutralidad valorativa, recayendo la responsabilidad en quienes usen de ciertos


modos los artefactos tecnolgicos.
Estas imgenes de la tecnologa conllevan las tesis de la autonoma de la tecnologa y del
determinismo tecnolgico de la sociedad. Segn la primera, la tecnologa posee una lgica interna propia, a saber, la de la eficacia, y en la que no debe haber interferencias de ningn tipo: la
tecnologa promueve todos los valores relacionados con la innovacin racional14 y, finalmente,
toda tecnologa mala termina revelndose como una mala tecnologa y todo problema surgido
como resultado de una tecnologa se resuelve desarrollando una tecnologa mejor.15 El determinismo tecnolgico mantiene el poderoso influjo de la tecnologa sobre el cambio social que
ningn otro factor, por fuerte e importante que sea, puede modificar, ya que la lgica interna del
desarrollo tecnolgico producira la evolucin social.
Ante la tecnologa se suelen mantener fundamentalmente dos posturas. La optimista mantiene la neutralidad de la tecnologa, su carcter pasivo. Es decir, se mantiene que se puede
usar para bien o para mal, pero que eso es culpa de sus operadores o usuarios, o de quienes la
desarrollan, no de la tecnologa en s. Eso est avalado por hechos tales como que la tecnologa
haya trascendido las facciones de la guerra fra: izquierda y derecha usan las mismas tecnologas.
Segn esta idea, se avanza en tecnologa avanzando en ciencia, pues la tecnologa se entiende,
como ya se ha dicho, como ciencia aplicada: es la aplicacin de conocimiento racionalmente
adquirido a situaciones para lograr fines libremente elegidos. Como se supone que la ciencia y
las situaciones problemticas materiales son independientes de las determinaciones sociales, la
tecnologa tendra una doble objetividad: la que le confiere el ser un producto de conocimiento
universal racionalmente adquirido de las leyes de la naturaleza, es decir, de la ciencia (leyes que
se dan en cualquier parte); y la que le otorga el que ese conocimiento se aplique a situaciones
materiales, aplicables, adems, a situaciones similares que surjan. Se conseguir el xito o no,
pero todo es cuestin de que se desarrolle la tecnologa adecuada cuando aparezcan nuevos
fines. Algunos optimistas16 apelan a la responsabilidad moral de usuarios e inventores: hay que
controlar el desarrollo de las tecnologas, lo que supone controlar su difusin y, por tanto, control
sobre otras personas. Eso supone, tambin, la creacin de una casta sacerdotal y conduce a
pensar que podemos y debemos controlar a otras personas, en especial, a aquellos que no comparten nuestros fines y valores y que podran usar la tecnologa en contra de los nuestros.
Los pesimistas hacen hincapi en la autonoma de la tecnologa: las estructuras mudas
y las fuerzas ciegas son causalmente ms potentes que la inteligencia y voluntad humanas;
quizs podamos retocar el curso de la tecnologa, pero solo ligeramente, porque el desarrollo
tecnolgico es autnomo. Consideran que los sistemas tecnolgicos17 tienen valores que no son

14. Quintanilla (1989), pg. 22. La cursiva es del autor.


15. Ibdem, pg. 21.
16. E. G. Mesthene (1967). Sobre optimistas y pesimistas con respecto a la tecnologa, vase, por ejemplo, M. Tiles y
H. Oberdiek (1995).
17. La nocin de sistema tecnolgico que estos autores utilizan es diferente a la empleada aqu. Suelen distinguir
entre sistemas tecnolgicos y prcticas tcnicas para evitar la incompatibilidad entre el poder perseguido a travs de la
tecnologa y el ideal de una sociedad libre y abierta.

17

evidentes en la seleccin de los fines a lograr por medios tecnolgicos. El criterio instrumental,
la eficacia, enmascara esos valores. La eficacia se define como la razn costes/beneficios, por
lo que resulta fundamental cmo se contabilizan esos costes y esos beneficios. Ahora bien, habra que preguntarse para quin y de qu tipo sern esos costes o beneficios.
Los pesimistas piensan que los sistemas tecnolgicos son parte de la realidad en la que las
personas viven y trabajan, al funcionar constituyen su entorno, lo crean y lo mantienen. Ellul,18
por ejemplo, afirma que la tecnologa esclaviza autnoma e irresistiblemente todo: arte, familia, etc. Al considerar que los sistemas tecnolgicos son autnomos piensa que escapan a todo
control y son valorativamente neutros. Las tecnologas crecen segn un modelo causal pero no
dirigido a fines. Por ejemplo, la pldora se desarroll en principio para que las mujeres casadas
aumentasen su posibilidad de concebir, regulando su ciclo menstrual; nunca se pretendi ni
previ su papel en la revolucin sexual, tanto de mujeres como de hombres. Consideraciones
de ese tipo lleva a muchos a pensar que, una vez creada, una tecnologa toma vida propia. Se
puede caer as en un determinismo tecnolgico: una vez liberado el genio de la botella, es incontrolable, por lo que es mejor dejarla tapada.
La expresin poltica de esa autonoma, donde se seala que la gestin del cambio cientfico-tecnolgico debe ser dejada en manos de los propios especialistas, es algo que tiene lugar despus de la segunda guerra mundial, en una poca de intenso optimismo acerca de las
posibilidades de la ciencia y la tecnologa y de apoyo incondicional a la misma. La elaboracin
doctrinal de ese manifiesto de autonoma con respecto a la sociedad debe su origen a Vannevar
Bush, un cientfico norteamericano involucrado en el Proyecto Manhattan para la construccin
de la primera bomba atmica. El mismo mes de la explosin de prueba en Nuevo Mxico, en
julio de 1945, Bush entrega al presidente Truman el informe que Roosevelt le encargara un ao
antes: Science - The Endless Frontier (Ciencia: la frontera inalcanzable). Este informe, que traza
las lneas maestras de la futura poltica cientfico-tecnolgica norteamericana, subraya el modelo lineal de desarrollo (el bienestar nacional depende de la financiacin de la ciencia bsica y
el desarrollo sin interferencias de la tecnologa) y la necesidad de mantener la autonoma de la
ciencia para que el modelo funcione. El desarrollo tecnolgico y el progreso social vendran por
aadidura. La ciencia y la tecnologa, que estaban ayudando decisivamente a ganar la guerra
mundial, ayudaran tambin a ganar la guerra fra. Los Estados industrializados occidentales,
siguiendo el ejemplo de EEUU, se implicaran activamente en la financiacin de la ciencia bsica. Pero pronto surgiran voces discrepantes.

18. Ellul (1960), (1964) y (1983).

18

3. Una nueva ciencia y tecnologa?


Diversos adelantos tecnolgicos se lograron gracias a un cambio radical que se haba producido en la forma de hacer ciencia y que la haba convertido en una organizacin de numerosos
cientficos que contribuan con diversos grados de pericia (expertise) en diversos campos, a un
proyecto comn. El modelo era el Proyecto Manhattan para fsica, en el que fsicos, ingenieros,
matemticos, etc. colaboraban para un mismo fin, y que sirvi de incubadora para la electrnica, la ciencia computacional y las tecnologas militares y aeroespaciales desarrolladas durante
la guerra fra.19
Pero el nacimiento de esta Big Science (o mega-ciencia) provoc otros cambios que afectan a qu conocimiento se produce y cmo, el contexto en que se prosigue, su forma de organizacin, el sistema de recompensas que usa y los mecanismos que lo controlan. 20 El paso a esta
nueva forma de produccin del conocimiento se caracteriza por diversos aspectos. En lo que
Ziman (2000) ha denominado la ciencia acadmica o la tambin denominada ciencia en Modo
1 (Gibbons et l., 1994) los problemas se plantean dentro de la estructura disciplinar, mientras
que en la postacadmica es en el contexto de aplicacin, que exige cada vez ms estructuras
transdisciplinares (y que provoca que, constantemente, surjan nuevas disciplinas). En la ciencia
acadmica o en Modo 1 hay homogeneidad de intereses, instituciones (principalmente universidades u organismos estatales) y actividades, pero en la postacadmica hay heterogeneidad de
intereses, de instituciones participantes (empresas, etc.) y de actividades. Si en la ciencia acadmica la estructura es jerrquica y autoritaria, en la postacadmica es ms abierta, heterognea
y transitoria, con mayor interaccin entre mltiples actores, que tienen mayor responsabilidad
social, frente a la responsabilidad individual tpica de la ciencia acadmica. Lo cual conduce a la
ltima caracterstica diferenciadora, aunque no sea menos importante: en el Modo 1, o ciencia
acadmica, es la propia comunidad cientfica la que evala los resultados, mientras que en el
Modo 2, o ciencia postacadmica, hay una mayor gama de mecanismos de control en los cuales
tienen cabida otros intereses, valores, etc. En la ciencia postacadmica la responsabilidad social
compete a la comunidad cientfica, pero tambin a la sociedad en general, lo que produce un
giro interesante en la ciencia y en las polticas de gestin y toma de decisiones.
A la vez, cabe destacar que una serie de acontecimientos propiciaran una reflexin diferente, desde mltiples perspectivas y sentidos crticos. Entre estos, cabe destacar las bombas
arrojadas sobre las poblaciones civiles de las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, al final de la
Segunda Guerra Mundial y el inicio de la carrera espacial, con el lanzamiento del Sputnik, que
dejaba por detrs al modelo occidental. O una serie de accidentes medioambientales, como

19. Tambin haba un proyecto Manhattan para biomedicina, que prevea cmo adaptar al mundo posblico el trabajo
que se haba hecho bajo condiciones de extrema seguridad. No solo contemplaba cmo continuar las prometedoras
investigaciones que se haban iniciado durante la guerra, sino su adaptacin al mundo civil, estableciendo disciplinas
mdicas y acadmicas en fsica mdica, biofsica y medicina nuclear; as como el desarrollo de instrumentacin biomdica,
radiofarmacutica y con radio-istopos como parte de un esfuerzo por crear la infraestructura de una industria nuclear
biomdica autosostenible (Lenoir y Hays, 2000, Prez Sedeo, 2007).
20. Todas estas son caractersticas sociales que estn bien articuladas en las ciencias paradigmticas (fsica, qumica
y biologa), aunque algo menos en las ciencias sociales y las humanidades.

19

los vertidos de residuos contaminantes (metales pesados, hidrocarburos, pesticidas como el


DDT, denunciado por Rachel Carlson (1962), envenenamientos farmacuticos (talidomida), o
accidentes nucleares civiles (como el de Three Mile Island). A ello hay que unir las crticas a
la concepcin clsica de la ciencia y la tecnologa surgidas de los movimientos medioambientalistas, los pacifistas y los feministas, ms los ya mencionados en la historia, la filosofa y la
sociologa de la ciencia.
As pues, las dcadas de los aos sesenta y setenta sealan el inicio de la revisin y correccin del modelo lineal como base para el diseo de la poltica cientfico-tecnolgica. Una
poltica en la que los poderes pblicos desarrollan y aplican una serie de instrumentos tcnicos,
administrativos y legislativos para encauzar el desarrollo cientfico-tecnolgico y supervisar sus
efectos sobre la naturaleza y la sociedad y en la que la participacin pblica ser una constante
en las iniciativas institucionales relacionadas con la regulacin de la ciencia y la tecnologa.

4. Nuevo modelo poltico de gestin


El nuevo modelo pblico de gestin de la ciencia y la tecnologa se ha caracterizado por la regulacin pblica y la creacin de diversos organismos democrticos mediante los cuales dar
cuenta al pblico
La generacin y aplicacin de conocimiento cientfico y tecnolgico desempea un papel
fundamental en la mejora de la calidad de vida de la sociedad, en la modernizacin productiva,
a la vez que ayuda a que los pases se inserten en el escenario mundial. En los ltimos aos se
han producido enormes avances en diversas disciplinas tales como la gentica, la biotecnologa o las tecnologas de la informacin, que han producido debates sobre su utilizacin actual o
futura, sus implicaciones sociales y ticas. Esos avances tambin han variado muchas cosas en
nuestro entorno. Por ejemplo, las tecnologas de la informacin y de la comunicacin han cambiado nuestra forma de trabajar o de comunicarnos, as como nuestras relaciones personales y
sociales. La informacin llega a cualquier parte del mundo de manera instantnea conectando
personas y lugares que se encuentran a miles de kilmetros. Y la biotecnologa, en concreto las
tecnologas de reproduccin asistida, han provocado cambios en las relaciones de parentesco,
desarrollando formas de maternidad o de paternidad insospechadas hasta ahora.
El conocimiento cientfico universal y su gran desarrollo reciente ha hecho posible la universalizacin tecnoeconmica, pero tambin ha posibilitado la profundizacin de las desigualdades sociales y acentuado las asimetras en la apropiacin de ese conocimiento; el desarrollo
de los modernos sistemas nacionales de Investigacin, Desarrollo e Innovacin ha mostrado
el papel clave que la ciencia desempea en la generacin de bienestar material, pero tambin
la necesidad de reconceptualizar sus relaciones con la tecnologa y los agentes sociales en el
marco de contextos productivos especficos.
Nuestras sociedades han sido objeto de un intenso desarrollo poltico tendente a abrir todos los mbitos de la poltica pblica al escrutinio social y la participacin ciudadana, en tanto
que la ciencia y la tecnologa siguen siendo percibidas como algo ajeno y distante por algunos

20

ciudadanos aunque cada vez menos, y que hacen uso de un modelo de organizacin basado
en el ideal de la autonoma corporativa.
La importancia crucial de la ciencia y la tecnologa en nuestras vidas y en el desarrollo econmico y social de nuestros pases, as como las preocupaciones que suscitan, ha llevado a que
los pases occidentales, y en el caso de Espaa la UE, se planteen la necesidad de la apertura a
los ciudadanos de la poltica cientfica de toda Europa esto es, la necesidad de que la ciudadana
participe en la elaboracin y puesta en marcha de las acciones pblicas, y en la construccin
del espacio europeo de investigacin desde nuevas formas de cooperacin entre los diferentes
niveles de gobierno: europeo, nacional, regional y local. A esto se le denomina gobernanza.
Segn el Diccionario de la RAE, la gobernanza es el arte o manera de gobernar que se
propone como objetivo el logro de un desarrollo econmico, social e institucional duradero, promoviendo un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado de la economa. Y
tambin es la accin y efecto de gobernar o gobernarse. Pues bien, segn el Libro Blanco de la
Comisin Europea (COM (2001) 428 final), la buena gobernanza es un conjunto de reglas y
procedimientos que influyen en el ejercicio del poder en el mbito europeo segn los principios
de apertura mediante la comunicacin activa y con un lenguaje prximo al ciudadano; participacin ciudadana en todas las fases del proceso, desde la concepcin hasta la aplicacin de las
polticas; responsabilidad clara de cada una de las instituciones legislativas y ejecutivas; eficacia
de las medidas sobre la base de objetivos claros, la evaluacin del impacto y la experiencia adquirida; y coherencia de las acciones, en particular en las polticas multisectoriales e interdisciplinares (calidad del aire, seguridad en el transporte, cuotas de pesca sostenible, etc.). A la vez
que se considera necesario reforzar los principios de la proporcionalidad y la subsidiaridad.
Todo ello se ha traducido, en el VI y VII Programa Marco, en el desarrollo del programa
Ciencia y Sociedad (2002-2006, 2007-2013), que pretende el acercamiento de la ciencia a
la sociedad fortaleciendo la conexin entre los expertos, los responsables polticos y la sociedad en el proceso de la toma de decisiones en materia de poltica cientfica y de otras polticas.
En ese sentido se han propuesto tareas sobre ciencia y gobernanza, asesoramiento cientfico,
participacin de la sociedad en investigacin y prospectiva. As mismo se plantea asegurar un
uso razonable de los avances cientficos y tecnolgicos sobre la base de la responsabilidad de
los gestores polticos y de los expertos, de la calidad de sus conocimientos y fuentes, as como
de la confianza de los agentes econmicos y sociales y de los ciudadanos. Tambin aqu se han
propuesto trabajos sobre evaluacin y gestin del riesgo, mejora de la responsabilidad, efectividad del informe experto, desarrollo del principio de cautela, sistema europeo de referencia y
tica de la investigacin Y, por ltimo, fomentar el dilogo entre la ciencia y la sociedad, para lo
que es necesario que el pblico en general reciba la informacin cientfica y tecnolgica adecuada a fin de que forme su propia opinin, sobre todo en temas donde existe percepcin de
riesgo. En este sentido, tambin se han propuesto tareas sobre nuevas formas de dilogo, el
fomento del inters de los jvenes por las carreras cientficas, el conocimiento de la ciencia por
los ciudadanos, y la plena incorporacin de las mujeres a la investigacin cientfica y tecnolgica.
Permtaseme centrarme en estos dos ltimos puntos un momento, porque son fundamentales
en las sociedades autnticamente democrticas.

21

5. Cultura cientfica
El problema de la cultura cientfica es cada vez ms relevante para el normal desarrollo democrtico en las sociedades actuales. Entre las cuestiones que suscita se encuentran la
definicin de cultura cientfica, factores que inciden en la comprensin pblica de la actividad
cientfica, caractersticas de esa actividad, o los instrumentos para su medida, en especial los
trabajos sobre percepcin pblica de la ciencia y la tecnologa.
La definicin de cultura, no en un contexto aislado sino precisamente en relacin con los
instrumentos utilizados para su medida, conlleva una serie de problemas. La valoracin de la
cultura cientfica ha sido una preocupacin constante en el seno de la Unin Europea. Desde el
momento en que la colectividad europea adquiri conciencia de sus deficiencias cientfico-tcnicas respecto a los otros dos grandes bloques, Estados Unidos y Japn (y ahora recientemente,
China), decidi promover una poltica activa para el fomento de la investigacin, el desarrollo y
la innovacin. Paralelamente, las instancias europeas se preocuparon por el desarrollo de tcnicas que permitieran establecer las relaciones entre la ciencia y el pblico, recurriendo a las
encuestas de opinin.
La eleccin de esta metodologa est asociada, en mi opinin, con la asuncin de una determinada acepcin sobre el concepto de cultura. En el Diccionario del Espaol Actual (Seco,
Andrs y Ramos, 1999) se encuentran tres acepciones de cultura:
i) como conjunto de conocimientos adquiridos por la persona, que permite desarrollar el
sentido crtico y el juicio;
ii) como instruccin o conjunto de conocimientos no especializados que se supone debe
poseer toda persona educada;
iii) como conjunto de modos de vida, conocimientos y grado de desarrollo de una colectividad humana o de una poca.
Es evidente que estas acepciones difieren en la dimensin del elemento de referencia
para su valoracin. En las dos primeras acepciones, la cultura se relaciona con los individuos,
mientras que la tercera est asociada con una dimensin colectiva (expresin de una agregacin en virtud de parmetros espaciales o geogrficos y temporales). La seleccin de la metodologa de las encuestas de opinin para medir la cultura apunta a que se escoge la medida
de la cultura en la lnea de las dos primeras acepciones, quedando plenamente descartada la
tercera acepcin.
Para tener una verdadera cultura cientfica, la sociedad debe conocer una serie de caractersticas de la actividad cientfica, que da origen a la produccin de conocimiento. Por ejemplo, su constante dinmica, el hecho de que en el conocimiento cientfico no existen verdades
absolutas sino que se generan verdades parciales, condicionadas por el objeto de esa actividad
y las tcnicas que se utilizan para la resolucin de los problemas que existen en dicho objeto, y
que la produccin de conocimiento cientfico puede dar lugar a resultados dispares que generan
controversias de diferente intensidad y duracin.

22

De acuerdo con estas caractersticas, la cultura cientfica debe estar relacionada no solo
con la disposicin de conocimiento (informacin?) sobre hechos o datos, sino que debe tener
en cuenta, reconocer, la importancia de los procedimientos, de los procesos, de la naturaleza
del conocimiento en funcin de los temas y de las tcnicas aplicadas. Ante este contexto, parece lgico concluir que la cultura cientfica es ante todo fruto de la educacin con las salvedades y limitaciones sealadas anteriormente, mientras que cabe preguntarse si la informacin
puede generar, dar lugar, a una cultura cientfica de un nivel aceptable. A la luz del presente
nivel de anlisis, cabe concluir que la informacin como transmisor, mediante seales o datos,
de elementos para formular un juicio o llegar a solucionar (o comprender) un problema puede
llegar a configurar un nivel de instruccin sobre conocimientos no especializados en personas
educadas, es decir, poseedoras de un nivel suficiente para comprender las caractersticas de
la actividad cientfica enunciadas anteriormente.
Cmo medir la cultura cientfica? Los estudios de percepcin pblica de la ciencia y la
tecnologa se originan en el mundo anglosajn, con los movimientos de Scientific Literacy (alfabetizacin cientfica) y de Public Understanding of Science (comprensin pblica de la ciencia). El
primero es un movimiento de origen norteamericano que pretende medir el grado de alfabetizacin cientfica de la sociedad, diseando encuestas en las que se preguntan cuestiones cientficas bsicas sobre hechos bien establecidos. Es decir, se plantean preguntas sobre contenidos,
sin tener en cuenta la complejidad de la actividad cientfica. Pero, como se ha sealado, la ciencia
no es solo conocimiento en el sentido de informacin, sobre hechos o datos; los procedimientos,
los procesos, la naturaleza del conocimiento en funcin de los temas y de las tcnicas aplicadas
son sumamente importantes, as como los valores sociales que en ella se expresan.
El segundo de los movimientos mencionados, fundamentalmente de origen britnico,
pretende valorar la capacidad de la sociedad para entender la ciencia, sus aplicaciones y sus
relaciones con la sociedad, por lo que sus preguntas no plantean cuestiones de contenido cientfico, sino que son de tipo social, poltico o econmico. As pues, se pone en cuestin el componente semntico ms tradicional de la nocin de cultura cientfica que se reduce al plano del
conocimiento cientfico. En efecto, nos parece ms adecuado, dado que la nocin de cultura
cientfica incorpora ya destrezas y habilidades comunicativas, lo que conlleva a perfilar un tipo
de cultura relativa tambin a las formas organizacionales de la produccin cientfica, y sobre
todo, sus interacciones, que entran tambin a formar parte de los procesos de percepcin pblica de la ciencia.
Los trabajos de percepcin pblica de la ciencia han ido tomando forma gracias al desarrollo combinado y paralelo del trabajo de los grupos de investigacin de Jon D. Miller en Estados
Unidos y de John Durant en Gran Bretaa en torno a encuestas norteamericanas y europeas. Su
nfasis en especificar dimensiones de anlisis concretas en cuestionarios comparables favoreci
que estas investigaciones se extendiesen a Europa y otros pases, de modo que en los noventa
ya comienzan a tener un nivel significativo de fundamentacin emprica.
Desde hace varias dcadas se vienen realizando encuestas peridicas sobre inters,
percepcin y opiniones pblicas acerca de la ciencia y la tecnologa en general, o aspectos
particulares de las mismas. En el mbito estadounidense, The National Science Board de la

23

National Science Foundation (NSF) elabora bianualmente el informe Science and Engineering
Indicators. Con l no solo se contina elaborando encuestas sobre actitudes pblicas hacia la
ciencia y la tecnologa, realizadas desde los aos setenta, sino que tambin se plantean estrategias y recomendaciones de promocin a incorporar en las polticas nacionales. En la experiencia europea, destaca el papel de la Comisin Europea en la puesta en marcha de marcos de
accin a travs de programas como el Forecasting and Assesment of Science and Technology
(Programa FAST). Con l se pretenda pronosticar y analizar las consecuencias de la incorporacin de nuevas tecnologas en los Programas Marco de I+D. De ah la emergencia de lneas de
anlisis especficas, como robtica o biotecnologa, en los Eurobarmetros que han medido en
los ltimos tiempos cuestiones de percepcin de la ciencia en el mbito europeo. La eleccin
especfica de la percepcin pblica de la ciencia como objeto de estudio de opinin y actitudes
mediante el Eurobarmetro de 1992 a 2003 se debe, fundamentalmente, a tres razones. En
primer lugar, las decisiones en las que influye la ciencia cada vez forman parte ms directa de
nuestros actos cotidianos, aunque sea de forma inconsciente. Adems, para que una sociedad
avanzada pueda desarrollarse y participar en las decisiones que la afectan de manera eficaz,
es imprescindible que posea una mnima cultura cientfica que se extienda horizontalmente por
toda ella. Finalmente, en la actual sociedad del conocimiento, la formacin cientfica de los ciudadanos es cada vez ms una exigencia de la democracia.
En el mbito iberoamericano, pese a que hace ms de veinte aos que se llevan realizando estudios de percepcin, hasta hace poco no se empez a hacer encuestas normalizadas con
cierta periodicidad. En ese sentido, la Organizacin de Estados Iberoamericanos y la Red de Indicadores de Ciencia y Tecnologa han promovido este tipo de estudios comparativos consiguiendo
progresivamente respaldo institucional, como el de la Fundacin Espaola para la Ciencia y la
Tecnologa (FECYT) o el Centro REDES de Argentina, entre otros. Estas tres instituciones tienen
en la actualidad un objetivo prioritario, a saber, lograr un estndar iberoamericano de indicadores de percepcin social y cultura cientfica, que est en fase de elaboracin.
En Espaa, la FECYT realiza, desde el ao 2002 y con una periodicidad bianual, encuestas
nacionales sobre percepcin pblica de la ciencia y la tecnologa que, al igual que los Eurobarmetros, contemplan de manera separada algunos temas, como biotecnologa y biomedicina
y salud. Dichas encuestas miden habitualmente tres planos distintos de la relacin del pblico
con la ciencia: grado de inters e informacin en cuestiones de ciencia y tecnologa, nivel de
conocimientos cientficos y actitudes hacia la ciencia y la tecnologa. Este tipo de encuestas
tradicionales proporciona informacin muy valiosa acerca de las tendencias generales referidas
a cmo los ciudadanos no expertos ven la ciencia y la tecnologa. Por ese motivo, esperamos
que la FECYT y otras instituciones sigan realizando este tipo de estudios, o se animen a llevar a
cabo otros especficos o sectoriales.
Sin embargo, consideramos que, para aprehender la complejidad de las relaciones entre
la ciencia y el pblico es necesario realizar otras actuaciones complementarias. Estudios de
tipo cualitativo ayudan a obtener una imagen ms rica de las relaciones entre la ciencia y los no
expertos, y por tanto, tambin pueden sugerir cmo reforzar las relaciones entre ambos mundos. La confianza del pblico en actores e instituciones y la relevancia de las investigaciones e

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innovaciones para los intereses sociales son algunas de ellas. Estos trabajos sobre comprensin
pblica de la ciencia apuntan hacia la necesidad de crear lneas de acercamiento bidireccionales. Parte de su enseanza es que el esfuerzo por acercar la ciencia al pblico no puede ser
nicamente un esfuerzo de alfabetizacin o divulgacin, desde los expertos hacia el pblico
general. Expertos y polticos han de dialogar con la sociedad, atendiendo a sus demandas, respetando sus opiniones y escuchando sus aportaciones. Solo de esta manera podrn desarrollarse
intervenciones tecnocientficas socialmente sensibles y eficaces.

6. Mujeres y ciencia
Los estudios sobre los sistemas de I+D suelen ser parciales o incompletos, pues apenas discriminan entre las diferentes situaciones que se dan en los distintos sujetos que componen el
sistema, que quedan diluidas en las cifras globales. Pero cuando se toma en cuenta la variable
sexo la radiografa que se obtiene del sistema es diferente y ofrece indicaciones de dnde fallan
los sistemas, de modo que se pueden apuntar soluciones para favorecer la calidad y excelencia
de toda la comunidad cientfica.
El inters por la interaccin entre gnero y ciencia y por la relevancia del concepto de gnero para el anlisis de la actividad cientfica surge de investigaciones acerca del escaso nmero
de mujeres conocidas a lo largo de la historia de las ciencias y sobre las barreras institucionales
y socio-psicolgicas que han obstaculizado y siguen obstaculizando el acceso de las mujeres a
la ciencia y la tecnologa. Estas investigaciones han originado el inters por la recuperacin de
figuras femeninas olvidadas por la historia tradicional, pero tambin por la situacin real de las
mujeres en los distintos sistemas nacionales de ciencia y tecnologa.
Aunque la igualdad entre hombres y mujeres est incluida en la Carta de las Naciones
Unidas (26 de junio de 1945) y en la Declaracin Universal de los Derechos Humanos (10 de
diciembre de 1948), as como en los ms importantes convenios legales sobre derechos humanos, polticos y civiles, econmicos, sociales y culturales establecidos por las Naciones Unidas,
lo cierto es que el problema no se afront seriamente y a nivel internacional hasta la dcada de
los setenta del pasado el siglo XX.
En la Convencin sobre la Eliminacin de todas Formas de Discriminacin contra las Mujeres (CEDAW) de 1979 de la ONU, se definieron los objetivos y medidas necesarios para conseguir
la plena igualdad de gnero, tanto en la vida pblica como en la privada. En la Dcada de las
Mujeres de las Naciones Unidas (1975-85), surgieron, adems, recomendaciones especficas.
Por ejemplo, en 1984 el Panel del Comit Asesor sobre Ciencia y Tecnologa para el Desarrollo
de las Naciones Unidas avanz un programa de acciones, titulado Science and Technology,
and Women. En ese contexto, Estados Unidos y Canad comenzaron a recopilar estadsticas
separadas por sexo de una forma ms sistemtica (vase, por ejemplo, NSB, 2002).
A comienzos de los aos noventa, la Comisin de las Naciones Unidas sobre la Ciencia y
la Tecnologa para el Desarrollo (UNCSTD) consider que una de las tres cuestiones principales de las que deba ocuparse era la de gnero. En 1995, el Grupo de Trabajo de la CSTD present al Consejo Econmico y Social de Naciones Unidas la Declaracin de Intenciones con 7

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Acciones Transformadoras, que era una agenda de acciones sobre gnero, ciencia y tecnologa
y que hizo suya la Cuarta Conferencia Mundial sobre las Mujeres y el Desarrollo de Pekn, en
1995. Por otro lado, la UNESCO en su Informe Mundial sobre la Ciencia de 1996 incluy un captulo, el tercero, titulado El lugar de las mujeres en la ciencia y la tecnologa, coordinado por
Sandra Harding y Elizabeth McGregor en el que, adems de establecer un marco conceptual,
se ofrecen datos estadsticos a nivel mundial y de algunos pases en la educacin formal y no
formal, la enseanza universitaria y los puestos profesionales. Ah se sealaba ya la necesidad
de tener datos: sin ellos no se poda establecer un diagnstico adecuado y sin este era imposible determinar prioridades.
La Unin Europea, en concreto la DGXII de la Comisin de las Comunidades Europeas,
organiz una reunin en Bruselas los das 15 y 16 de febrero de 1993 de la que sali el libro
editado por Hugo A. Logue y Lily M. Talapessy, Women in Science International Workshop. En
l participaron personas procedentes de todos los Estados miembros, la Comisin y el Parlamento Europeo. Aun sin partir de estudios estadsticos serios y completos, no obstante se lleg
a algunas conclusiones, entre ellas, la ausencia de buenas posibilidades de acceso a la toma de
decisiones o a la financiacin de la investigacin, la escasa flexibilidad de las estructuras profesionales y la falta de polticas de igualdad, a la vez que se hicieron algunas recomendaciones,
entre las que cabe destacar la recopilacin y comparaciones de datos estadsticos de programas
comunitarios y de los Estados miembros referentes a las mujeres en la ciencia y la tecnologa.
Se especificaba, adems, que los datos deban incluir el desglose por sexo del estatuto acadmico universitario, tanto general como por disciplinas cientficas y tecnolgicas (o reas), la
especificacin por sexos del personal de investigacin de los centros cientficos y tecnolgicos,
el desglose por sexos de la financiacin de la investigacin por parte de los organismos nacionales, en concreto porcentajes de mujeres solicitantes y porcentajes de concesiones a mujeres,
as como desglose por sexos de la composicin de los comits nacionales de financiacin y de
poltica cientfica y tecnolgica. Aunque el informe se distribuy por toda Europa, no hubo respuesta inicial de la Comisin a las recomendaciones, aunque unos pocos Estados miembros se
hicieron eco de algunas de ellas. 21
A nivel general de toda la Unin Europea, la Direccin General de Investigacin (antes
DGXII) cre, en 1998, un grupo de trabajo sobre las mujeres y la ciencia, que elabor un informe,
Poltica Cientfica de la Unin Europea, que lleva por subttulo Promover la excelencia mediante
la integracin de la igualdad entre gneros y que se conoce popularmente como Informe ETAN
(2000). Tras estudiar la situacin de la mujeres en la ciencia y la tecnologa de diversos pases
europeos, conclua que la infrarrepresentacin de las mujeres amenaza los objetivos cientficos
de alcanzar la excelencia, adems de ser un derroche y una injusticia. Aunque dicho informe
tiene muchas virtudes, puso de manifiesto, una vez mas, un gran contratiempo: la dificultad
de obtener datos fiables en el campo de la ciencia y la tecnologa, lo cual rebaj considerablemente los logros esperados. Por ese motivo, una de las recomendaciones del grupo ETAN fue

21. Para ver un anlisis somero de los estudios realizados por algunos Estados miembros, vase Prez Sedeo y Alcal
Cortijo, 2007.

26

que todos los Estados miembros de la Unin Europea elaboraran estadsticas desglosadas por
sexo, aunque, como ya se ha mencionado, la CE ya haba efectuado la misma recomendacin en
1993, y en esos cinco aos no haba habido mejoras sustanciales. Muestra del inters del tema
es que el ltimo informe europeo de indicadores de ciencia y tecnologa (EC, 2003), incluye una
seccin dedicada al anlisis de la participacin de las mujeres en la ciencia dentro de los pases
de la Unin Europea. Por otro lado, la Unin Europea mantiene una pgina web (http://europa.
eu.int/comm/research/science-society/women/wssi/index_en.html) en la que se ofrecen informes, datos estadsticos, etctera. Pero ni esta informacin est actualizada, ni es homognea,
ni tampoco en todas las tablas de indicadores aparecen datos de todos los pases, dado que en
muchos de ellos han hecho caso omiso de tal recomendacin. Sin embargo, esos problemas
estn intentando solucionarse con la publicacin de la serie She Figures.22
Con respecto a la participacin de las mujeres en la investigacin que se desarrolla en
la industria y en el sector privado, hay que sealar que apenas hay datos. 23 La Unin Europea,
una vez ms, promovi un estudio al respecto, que se public en 2003 bajo el ttulo Women in
Industrial Research: A wake up call for European Industry (WIR), fruto de los trabajos realizados
por el grupo experto de alto nivel sobre las mujeres en la investigacin industrial para el anlisis
estratgico de cuestiones especficas de poltica cientfica y tecnolgica (STRATA). WIR consta
de dos partes. En la primera se presentan los resultados del anlisis estadstico de la situacin
de las mujeres en la investigacin industrial y se pone de manifiesto que la situacin en este
sector es aun peor que la de otros, ya que las mujeres solo constituyen el 15% de los investigadores. En Espaa el porcentaje es del 19,3% pero hay que mirar esa cifra con cierta cautela,
pues a veces, en las estadsticas del INE se rene bajo una misma categora a investigadoras
tcnicas y auxiliares. En la segunda parte, se presenta un estudio cualitativo que identifica y
describe buenas prcticas para promover la participacin de las mujeres y mejorar sus carreras
en el sector privado (se considera que una buena prctica es aquella estrategia que utilizan
las compaas para reclutar, retener o promover a las mujeres en la investigacin).
En WIR se subraya que las mujeres estn infrarrepresentadas en la investigacin industrial dentro de la Unin Europea, aunque la misma situacin se da en otros pases de la OCDE
como Estados Unidos, Japn, Australia, Canad o Nueva Zelanda, a la vez que es ms probable
que las cientficas e ingenieras logren empleos como tcnicas o simples trabajadoras, en vez de
aquellos empleos para los que estn preparadas. El estudio seala que hay mltiples factores
que inciden en el hecho de que haya pocas mujeres en la investigacin industrial. En primer
lugar, hay barreras en la entrada, a la hora de reclutarlas (por ejemplo, prcticas de empleo
sesgadas), falta de autoconfianza por parte de las mujeres, carencia de informacin sobre las
carreras en ciencia y tecnologa, falta de oportunidades para desarrollar la carrera, de modelos
de referencia, as como la existencia de brecha salarial y de estereotipos de gnero. En la investigacin cientfica hay muchsimos prejuicios contra las mujeres, pues se considera que la ciencia

22. La edicin de 2003 puede consultarse en http://ec.europa.eu/research/sciencie-society/pdf/she_figures_2003.pdf y


la de 2006 en http://:kif.nbi.dk/She_Figures_2006.pdf
23. Aunque en el Informe ETAN aparecan datos de algunos laboratorios de investigacin privados.

27

es una actividad esencialmente masculina (histricamente), a la vez que las caractersticas de


la ciencia se definen como caractersticas masculinas (activo, racional, objetivo y lgico, frente
a lo pasivo, emocional, subjetivo e intuitivo). 24
En segundo lugar, las mujeres consideran que el clima que se da en la industria no es
hospitalario, seguramente debido a que la mayora de los campos de ciencia y tecnologa estn dominados por los varones, por lo que ellas consideran que estn sometidas a criterios y
valores que los hombres han establecido para ellos, no para ellas. Las consecuencias incluyen
discriminacin, acoso sexual, aislamiento y exclusin de las redes de informacin, adems de
otros problemas derivados de los diferentes modos de comunicacin que tienen los hombres y
las mujeres debido a su diferente socializacin, as como la falta de oportunidades para desarrollar una carrera profesional.
En tercer lugar, como las cientficas estn infrarrepresentadas entre los directivos, hay
menos modelos de referencia y mujeres mentoras. Y esto es muy importante, porque diversas
investigaciones han mostrado que las mujeres con carreras de xito en ciencia y tecnologa tuvieron mentores que las apoyaron y las animaron, en especial en los inicios de su carrera. 25
Por ltimo, estn las dificultades de compaginar la vida familiar y la laboral. A pesar de que
muchas cientficas e ingenieras consideran como primordial integrar su vida familiar y su trabajo, lo cierto es que a menudo encuentran enormes trabas para combinarlas porque se les exige
mucha inversin personal y temporal. En el caso de la ciencia, el problema de la conciliacin es
especialmente complicado, pues muchas de estas mujeres tienen como compaeros varones
con carreras semejantes a las suyas, por lo que ambas partes de la pareja se ven afectadas por
las exigencias de su trabajo (y la sociedad todava demanda a las mujeres ms atencin a la vida
familiar que a los hombres). Adems, las ingenieras y cientficas se sienten preocupadas por el
desarrollo de sus carreras (la promocin, el reconocimiento y el aumento salarial), la enseanza,
el nivel de responsabilidad y confianza, por tener un entorno laboral hospitalario comn, disposiciones laborales flexibles, seguridad laboral y mentores adecuados. 26
WIR seala que se espera que la inversin en la investigacin industrial se doble en el
ao 2010, por lo que los investigadores de este sector tendrn que aumentar de manera considerable. Pero eso no significa necesariamente que aumente la proporcin de mujeres en este
campo. De hecho, las empresas no son conscientes de los beneficios que pueden obtener de
la diversidad: la incorporacin de mujeres, con cualidades distintas a las de los hombres al
aumentar esa diversidad, producir cambios en los modos de comunicacin e introducir novedades en los procesos de innovacin, mejorando la competitividad del sector. As pues, es
necesario desarrollar esas buenas prcticas y habr que estar atentos al desarrollo y resolucin
de la actual crisis econmica, para ver cmo afecta a las mujeres y que no las perjudique ms
que a otros colectivos.

24. Prez Sedeo, 2006.


25. Commission on the Advancement of Women and Minorities in Science, Engineering and Technology Development,
2000, p. 49.
26. Estos problemas, en especial los dos ltimos, tambin afectan a las investigadoras del sector pblico.

28

Con respecto a Espaa, hay que sealar que, aparte de las estadsticas recogidas por
el INE, escasas pues no contemplan todas las posibilidades o no se presentan desagregadas,
estn tambin unos cuantos datos recogidos por el Instituto de la Mujer, como es el caso de su
publicacin La mujer en cifras. Apenas existen unos cuantos estudios estadsticos ms, aunque ninguno completo sobre la investigacin en la industria privada. Los datos que aparecen en
Indicadores del Sistema Espaol de Ciencia y Tecnologa, 2005, publicado a finales del 2006
por el Ministerio de Educacin y Ciencia, sealan que el total de investigadoras 27 empleadas en
actividades de I+D+i en las empresas privadas era del 26,8 y en Instituciones Privadas sin Fines de Lucro (IPSFL), del 54,0%.
Algo ligeramente distinto sucede cuando pasamos al sector pblico, pues disponemos
de gran variedad de informacin. En el citado captulo del Informe mundial sobre la ciencia ya
aparecan algunos datos de Espaa, pero de 1990. Tambin hay que sealar algunos estudios
realizados a principios y mediados de los aos noventa como los de M Antonia Garca de Len
(1990), Eulalia Prez Sedeo (1995, 1995a), M Luisa Garca de Cortzar y M Antonia Garca
de Len eds. (1995), Paloma Alcal (1996) y Teresa Ortiz y Gloria Becerra (1996), entre otros.
Recientemente, y a instancias de algunas universidades o gracias a algunos proyectos de investigacin solicitados por investigadoras universitarias, se estn realizando o se han realizado
algunos de universidades concretas (Universidad de Sevilla, Universidad del Pas Vasco, Universidad de Valladolid, Universidad Autnoma de Madrid, uno conjunto de todas las universidades
catalanas, etctera), o de ciertas facultades (Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, Ingeniera de la Universidad de Jan, Fsica de la Universidad de Valencia, etc.). Mencin
aparte merece el CSIC, que en 2001, 2003 y 2005 ha elaborado un estudio muy completo de
la situacin de su personal a instancias de la comisin Mujeres y Ciencia de este mismo organismo. Estos estudios estn disponibles en la pgina web (www.csic.es) y es propsito de dicho
organismo actualizarlos anualmente.
Los ms recientes estudios generales sobre las mujeres en la universidad espaola o en
el sistema espaol de ciencia y tecnologa son el del Colectivo IOE (1996), la parte espaola del
proyecto GENTEC, dirigido por Eulalia Prez Sedeo, financiado por la Organizacin de Estados
Iberoamericanos y la UNESCO (2001) y el financiado por el entonces Ministerio de Educacin,
Cultura y Deportes en el ao 2003 (Prez Sedeo, dir.). Tambin disponemos del estudio encargado por FECYT (2005, actualizado en 2007), que abarca las universidades y el CSIC junto
con un breve estudio bibliomtrico, y los datos de las universidades pblicas espaolas recopilados por la Unidad Mujer y Ciencia (UMYC), del recientemente desaparecido Ministerio de
Educacin y Ciencia.
Con respecto al resto de los pases iberoamericanos, la situacin es parecida. Tenemos
el ya mencionado estudio financiado por la OEI y la UNESCO (GENTEC), en el que participaron
Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, Espaa, Mxico, Paraguay, Uruguay y Venezuela, y la recopilacin de estudios de Prez Sedeo (2002) y Prez Sedeo y Gmez Rodrguez (2008). Este
ltimo tiene la peculiaridad de incluir no solo estudios cuantitativos, sino tambin cualitativos de

27. Esta categora de investigadora es algo problemtica.

29

distintas reas y de diversos pases (Argentina, Brasil, Espaa, Colombia, Cuba, Mxico o Venezuela), as como algunos trabajos sobre percepcin pblica desde una perspectiva de gnero.
Por lo general, sin embargo, estos estudios no son completamente satisfactorios, pues los organismos encargados de recoger los datos (INE, las universidades o el CSIC) o no proporcionan
todos los datos solicitados, o no tienen criterios homogneos para la elaboracin de indicadores
(en el caso en que lo hagan), siendo este uno de los principales problemas.
Ahora bien, con los datos disponibles (aun con los defectos sealados), resulta interesante
ver la evolucin experimentada, por ejemplo, en la universidad espaola. Para ello hemos comparado la situacin de las mujeres en el momento de la promulgacin de la denominada Ley de
la Ciencia,28 que articula el sistema espaol de I+D, y los ltimos datos disponibles.
En ese momento, las mujeres constituan ya casi el 50% del estudiantado universitario. Ese porcentaje aumentaba hasta llegar al 54,6% en el caso de las licenciadas. En el curso
2005-2006, las mujeres matriculadas en la Universidad espaola alcanzaban el 54,4% frente
al 45,6% de varones, licencindose un 60,6% de mujeres frente al 39,4% de varones del total
de licenciados universitarios. De hecho, las mujeres son mayora prcticamente en todas las
carreras universitarias excepto en las ingenieras (en matemtica y fsica, an no han llegado al
50%, pero lo rozan).
Y en los aos ochenta, era evidente la prdida enorme de mujeres en la carrera acadmica,
que comenzaba inmediatamente tras la licenciatura. En el doctorado y en la lectura de tesis, de
cada diez personas apenas cuatro eran mujeres; en el profesorado, estas quedaban reducidas
a la cuarta parte: de cada diez profesores 2,5 eran mujeres y, como colofn, en el estamento de
ms prestigio y poder, que es el de ctedras de universidad, la proporcin era de solo una mujer
por cada nueve hombres (en realidad, 0,7 mujeres).
Como puede apreciarse en el siguiente grfico, en casi veinte aos la situacin ha variado
muy poco. Obsrvese cmo, a pesar de que las doctorandas han aumentado un 13,2% y las
doctoradas un 11,4%, las profesoras solo han crecido un 8,2% y las catedrticas de universidad
un 5,8%. La superposicin de las tijeras de 1986 y 2005 es sumamente elocuente. 29

28. Ley 13/1986, de 14 de abril, de Fomento y Coordinacin General de la Investigacin Cientfica y Tcnica.
29. Esta tijera es similar en el Consejo Superior de Investigaciones Cientficas (CSIC), el mayor Organismo Pblico de
Investigacin. Vase Prez Sedeo y Alcal Cortijo (2006) y el Informe del CSIC Informe Mujeres Investigadoras 2005.

30

(1) Se han repetido las tesis aprobadas en 20 02 / 20 0 3 al no haber sido facilitada esta informacin por la universidad
para el curso 20 0 4 / 20 0 5. Tomado de Pre z Sedeo, E. y Alcal Cortijo, P. (20 0 6 )

Se ha hablado durante mucho tiempo de que la plena incorporacin de las mujeres al


sistema formal de ciencia y tecnologa era cuestin de tiempo. De hecho, la argumentacin
habitual es la siguiente: es normal que antes las mujeres no estuvieran en la ciencia y la tecnologa, porque no accedan a la educacin. En el momento en que lo hicieran, se deca, sera
cuestin de tiempo que llegaran a alcanzar las mismas proporciones que los hombres en todos los mbitos. Sin embargo, la grfica anterior muestra perfectamente cmo se mantiene la
discriminacin jerrquica, ese sutil mecanismo que hace que las mujeres permanezcan en los
peldaos ms bajos del escalafn.
Pero an hay ms. Las mujeres estn excluidas de los puestos directivos: en los rectorados, como directoras de los Organismos Pblicos de Investigacin (OPIs), etc. Por ejemplo de
los seis OPIs que en abril de 2008 dependan del ahora desaparecido Ministerio de Educacin
y Ciencia, ninguno estaba (ni est) dirigido por una mujer. El nmero de rectoras (4 entre 72)
es testimonial, igual que lo son las mujeres en las Reales Academias: en la Real Academia de la
Historia, solo hay 3 mujeres entre los 36 miembros; en la de Ciencias Exactas, Fsica, Qumica
y Naturales, tan solo 2 entre 55, al igual que en la de Ingeniera aunque esta cuenta con menos
miembros (44 en total); y en la de Real Academia de Medicina que tiene 46 miembros, tan solo
hay 2 mujeres. En total, de los 654 miembros que componen las 10 Reales Academias, las mujeres solo constituyen el 5,53%. 30

30. Datos del Instituto de la Mujer del MTAS.

31

As pues, tras dcadas de igualdad en las escuelas, institutos 31 y facultades, sigue habiendo resistencia a dicha igualad en otros niveles. Se mantiene la discriminacin territorial u horizontal que, aunque va desdibujndose, no desaparece del todo; es ese mecanismo encubierto
de discriminacin que hace que las mujeres prefieran reas marcadas por el gnero (es decir,
tpicamente femeninas o ms adecuadas para ellas) y por el que todava hay reas, como las
ingenieras, que se resisten a la entrada de mujeres 32. Pero, como ya se ha dicho, tambin se
produce la discriminacin jerrquica o vertical, aun ms evidente cuando se trata de reas feminizadas, como el caso de la medicina, en la que no existe ni una sola catedrtica en el rea
de Obstetricia y Ginecologa ni en la de Pediatra. 33
No basta que las mujeres hayan conquistado, por derecho, el acceso a la educacin y en
especial a la enseanza universitaria. Es necesario garantizar su representacin en todos los niveles
de la academia, en especial en los puestos de toma de decisiones y evaluacin del conocimiento.
Para ello es necesario incorporar la transversalidad de gnero (gender mainstreaming) en todas las
polticas pblicas tal y como recomienda la Unin Europea, de modo que se evite que el efecto
de las medidas tomadas en un sector especfico sea meramente retrico: una medida social que
flexibilice los lmites de edad, el tipo de dedicacin, etc., cuando alguien tiene a su cuidado menores
o personas dependientes, favorece especialmente la integracin y permanencia de las mujeres,
aunque no estn dirigidas solo a ellas. Es una mera cuestin de justicia distributiva y de eficacia
de los recursos humanos, porque ningn pas puede permitirse tal despilfarro.
Por todo ello, son necesarias unas actuaciones urgentes. Por ejemplo, hay que sacar a la
luz a las mujeres excepcionales que ha habido en la historia, tradiciones olvidadas (medicina o
agricultura sostenible), o prcticas realizadas fundamentalmente por mujeres en determinadas
pocas (observacin y catalogacin en astronoma e historia natural, o computacin). Pero adems, es necesario desarrollar una formacin no sexista en todos los niveles educativos, incluidas acciones formativas para el profesorado, y la sensibilizacin de toda la sociedad. Adems,
todos los organismos y centros oficiales con competencias en Educacin, Ciencia y Tecnologa
deberan presentar, en sus memorias anuales, todos los datos de personal de todos los niveles,
desglosados por sexo, unificando los criterios de elaboracin de indicadores y divulgndolos
peridicamente. Tambin es necesario garantizar la equidad en los procesos de seleccin y
adjudicacin de recursos, haciendo pblicos los comits asesores y comisiones diversas, que
deberan explicitar los criterios a aplicar y justificar posteriormente sus decisiones, garantizando
la paridad en los comits de evaluacin o, en caso de que no sea posible, la presencia del 40%
del sexo menos representado. Hay que estimular con medidas concretas (becas, proyectos de
investigacin) la participacin de mujeres jvenes en la ciencia (para ello sera necesario con-

31. La popularmente conocida como Ley Villar-Palas estableci la educacin mixta en toda la educacin no universitaria.
(Ley General de Educacin y Financiamiento de la Reforma Educativa, promulgada el 4 de agosto de 1970, BOE 187 de 6
de agosto de 1970). Dicha Ley fue precedida por un amplio estudio presentado como Libro Blanco cuyo ttulo concreto
era La educacin en Espaa. Bases para una poltica educativa (Ministerio de Educacin. Madrid, 1969).
32. Apenas llegan al 30%. Vase el Informe de FECYT, Mujer y Ciencia.
33. Por qu en reas tpicamente femeninas como la medicina se dan esas ausencias descaradas en ciertas ctedras
sera merecedor de otro anlisis, que no tenemos tiempo de desarrollar aqu.

32

cienciar a las mujeres que ocupan puestos relevantes para que presten su apoyo a la promocin
de las jvenes investigadoras y les sirvan de modelos de referencia). Y tambin es urgente crear
mecanismos de conciliacin entre la vida profesional y la privada horarios flexibles, servicios
sociales pblicos para el cuidado de las personas dependientes, medidas fiscales, etc. que
permitan el desarrollo de una vida personal rica y plena para mujeres y hombres por igual.
Solo as podremos lograr un sistema de I+D+i universal, que incorpore a los mejores sin
distincin de sexo, y que contribuya a solucionar los problemas que tenemos que enfrentar en
este siglo. Porque cada vez es ms importante orientar los sistemas de ciencia y tecnologa hacia
las necesidades de las poblaciones, pero de toda la poblacin, no de ciertos grupos, de forma
que propicie un desarrollo social integral de los pases en el que tambin sea atendida la demanda social sin valor de mercado; y abrir las poltica pblicas sobre ciencia y tecnologa a las
sensibilidades y opiniones de toda la ciudadana afectada e interesada, de forma que se facilite
la viabilidad prctica de la innovacin y se profundice en la democratizacin delos sistemas.
La generacin y desarrollo de ese conocimiento cientfico y tecnolgico necesita una serie de
recursos financieros y humanos. El nivel de desarrollo cientfico y tecnolgicode un pas es medido, entre otras cosas, por los recursos de todo tipo destinados a lainvestigacin, que permitan
obtener y promover nuevos descubrimientos ytrabajos cientficos. Pero de nada sirve todo ello,
si se pierde en el camino un porcentaje importante de recursos humanos y si esas experiencias
no son compartidas con la sociedad o esta no es consciente de la importancia para su bienestar. Son aspectos de un mismo desafo, el de la sensibilizacin, orientacin y apertura social de
la ciencia y la tecnologa, que no debemos descuidar.

33

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35

Judith Sutz
Unidad Acadmica de l a Comisin Sectorial de Investigacin Cientfica,
Universidad de l a Repblica

Es uruguaya, culmin sus estudios de Ingeniera Elctrica y obtuvo un mster en Planificacin del Desarrollo
en la Universidad Central de Venezuela; es Doctora en Socio-Economa del Desarrollo, Universidad de Pars 1.
Profesora titular y coordinadora acadmica de la Comisin Sectorial de Investigacin Cientfica de la Universidad de la Repblica, es responsable del curso Ciencia, Tecnologa y Sociedad de la Facultad de Ciencias
Sociales; ha sido docente en Argentina, Venezuela, El Salvador, Cuba, Espaa y Suecia.
Fue secretaria de Ciencia y Tecnologa de CLACSO y miembro del Grupo sobre Ciencia, Tecnologa e Innovacin del Proyecto Metas del Milenio. Integra los Consejos Editores de Research Policy, Revista Iberoamericana de Ciencia, Tecnologa y Sociedad y Science and Public Policy; evala proyectos para IDRC (Canad)
y NSF (EEUU). Pertenece a la World Academy of Arts and Sciences.
Trabaja sobre la investigacin y la innovacin en el subdesarrollo y sobre la universidad y sus transformaciones, particularmente en Amrica Latina; se ha centrado recientemente en analizar la vinculacin entre
polticas de innovacin y polticas sociales. Sus publicaciones recientes incluyen: Relaciones Universidad-Empresa en Amrica Latina, en Sebastin, J. (Ed.), Claves del desarrollo cientfico y tecnolgico de
Amrica Latina, Siglo XXI, 2008; con Arocena, R., Subdesarrollo e innovacin: navegando contra el viento,
Cambridge University Press, 2003 e Integrating innovation policies and social policies: a strategy to embed
science and technology into development processes, IDRC, 2006; con Srinivas, S., Developing countries
and innovation. Searching for a new analytical approach, Technology in Society, Vol. 30, Issue 2, 2008; con
Bianco, M., Las formas colectivas de la investigacin universitaria, Revista Iberoamericana de Ciencia,
Tecnologa y Sociedad, Volumen 2, N 6, 2005; con Arocena, R. y Bortagaray, I., Reforma Universitaria y
Desarrollo, Montevideo, 2008.

36

Ciencia, tecnologa, innovacin e inclusin


social: una agenda urgente para
universidades y polticas.
Judith Sutz

1. La desigualdad como desafo mayor para el desarrollo


Las divergencias en trminos de desarrollo entre pases que mostraban similitudes significativas 100 aos atrs, por ejemplo Escandinavia y el Cono Sur de Amrica Latina, han sido
atribuidas a los diferentes niveles de equidad alcanzados por dichas sociedades (Lindgarde y
Tylecote, 1999). El desarrollo no es posible en presencia de desigualdades extremas y en ausencia de esfuerzos sostenidos para fortalecer la acumulacin de capacidades de produccin
y utilizacin de conocimientos y de innovacin. Ms aun, el desarrollo aparece esquivo si la
bsqueda de equidad est divorciada de los esfuerzos de innovacin. Esta leccin no viene
solo del pasado sino tambin del presente: Algunas de las historias exitosas ms visibles de
la globalizacin incluyendo a China e India estn fallando en convertir la creacin de riqueza
y el crecimiento de los ingresos en una rpida disminucin de la mortalidad infantil. Una profundamente enraizada desigualdad en el desarrollo humano est en el corazn del problema
(UNDP, 2005: 4; traduccin propia). Hace ya ms de quince aos, el enfoque de los sistemas
nacionales de innovacin, al referirse a las polticas, indicaba que uno de los prerrequisitos ms
importantes para alcanzar sociedades innovadoras era avanzar hacia sociedades ms justas
(Dalum et l., 1992).
Amrica Latina ha sido y contina siendo la regin ms desigual del mundo. Hace no
mucho tiempo, el secretario ejecutivo de la CEPAL indicaba que la desigualdad haba derrotado todos los intentos por disminuirla, lo que dificultaba la lucha contra la pobreza a la vez que
fragmentaba la sociedad a un extremo que comprometa la democracia. En un bien conocido
artculo, Fernando Fajnzylber (1990) propona una matriz de cuatro por cuatro, en la que los
niveles de desigualdad se combinaban con la rapidez o lentitud del crecimiento.

. Este trabajo recoge fundamentalmente el contenido del captulo homlogo en el libro de Arocena, Bortagaray y Sutz
Reforma Universitaria y Desarrollo, 2008. Toma tambin contenidos de Arocena, R. y Sutz, J. (2006c) Integrating
Innovation Policies with Social Policies: A Strategy to Embed Science and Technology into Development Processes,
Documento de Trabajo, IDRC, accessible en: http://www.idrc.ca/uploads/user-S/11707787161Final_Sutz_May062 y de
Sutz, J. (2007) Ciencia, tecnologa, innovacin e inclusin: una cuestin de agendas en Ciencia, Tecnologa y Vida
Cotidiana: Reflexiones y Propuestas del Nodo Sur de la Red POP.

37

El casillero vaco de Fernando Fajnzylber


Crecimiento rpido

Crecimiento lento

Desigualdad alta

Brasil, Chile, Mxico,

Mayora de pases

Desigualdad baja

Casillero vaco
Se perciben cambios?

Uruguay

La combinacin entre crecimiento rpido y desigualdad baja abre camino a un desarrollo humano autosustentable: la caracterizacin negativa que haca Fajnzylber de dicha combinacin en Amrica Latina, el casillero vaco del desarrollo de la regin, es as particularmente
elocuente.
Es difcil discernir qu est pasando con ese casillero a partir de las transformaciones en
curso en Amrica Latina; las apreciaciones recin mencionadas del secretario ejecutivo de la
CEPAL no son optimistas. Por otra parte, vastas regiones de frica y de Asia siguen teniendo
vaco dicho casillero. Pero es tambin cierto que algunos procesos relativamente recientes de
desarrollo se han ubicado precisamente all: de ninguna manera puede afirmarse que la desigualdad persistente es el inevitable compaero de ruta del crecimiento econmico. Finlandia
y Corea del Sur son ejemplos recientes exitosos de Desarrollo Humano. Sus capacidades de
innovacin son grandemente admiradas; es bien conocido tambin que se trata de sociedades
relativamente igualitarias. Por ejemplo, la relacin de ingresos entre el 20% ms rico y el 20%
ms pobre de la poblacin era en 2004 26,4 en Brasil, 10,4 en Uruguay, 8,4 en USA, 4,7 en
Corea del Sur y 3,8 en Finlandia. Se considera que la desigualdad es alta cuando el ndice Gini
est por encima de 50. El ndice Gini global para el mundo era hace pocos aos 67, siendo 59,3
para Brasil, 44,6 para Uruguay, 31,6 para Corea del Sur y 26,9 para Finlandia. (UNDP, 2005).
Anlisis cuantitativos confirman as lo que estudios cualitativos sugieren: tanto Finlandia como
Corea del Sur impulsaron sus capacidades de innovacin y se preocuparon por disminuir sus
niveles previos de desigualdad, de forma tal que ambos procesos se reforzaron mutuamente.
Este ltimo aspecto es fundamental: la disminucin de la desigualdad en base exclusivamente a polticas sociales especficas no es sustentable en el largo plazo, ms all de su importancia crucial en el corto y mediano plazo. Las polticas sociales deben tambin fortalecer las
capacidades para hacer cosas nuevas, para integrar las nuevas tecnologas a la vida cotidiana,
para colaborar a resolver los problemas ms apremiantes de la poblacin haciendo el mejor uso
posible del conocimiento. A este tipo de proceso de incremento de la igualdad, cuya sustentabilidad mejora notoriamente a travs del incremento de las capacidades, lo denominamos igualdad pro-activa, justamente porque permite la esquiva aparicin de los crculos virtuosos en que
innovacin e igualdad se refuerzan mutuamente.

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No siempre ocurre esto ltimo. Algunos estudiosos de la difusin de innovaciones conocen


bien el fenmeno contrario: varios de los especialistas en innovacin no le han prestado demasiada atencin a las consecuencias de la innovacin. Han estado particularmente desatentos
frente a la cuestin de cmo los beneficios socioeconmicos de las innovaciones se distribuyen
en el sistema social. Cuando el tema desigualdad se ha investigado especficamente, frecuentemente se ha encontrado que la difusin de innovaciones ensancha la brecha socioeconmica entre los segmentos ms altos y ms bajos del sistema (Rogers, 1995: 125). Ms aun: Si
la estructura de un sistema es ya muy desigual, lo ms probable es que cuando se introducen
innovaciones (especialmente si se trata de innovaciones de alto costo) las consecuencias se expresen en mayor desigualdad bajo la forma de brechas socioeconmicas ensanchadas (Rogers,
1995: 436). Focalizando en frica, pero con validez general, se ha afirmado que en sociedades
altamente desiguales y dualizadas, las relaciones entre ciencia y negocios a lo ms que pueden
contribuir es a bolsones aislados de excelencia (Lorentzen, 2004: 10).
Amartya Sen, por su parte, plantea una relacin sugerente entre pobreza, capacidades
y desigualdad: La pobreza puede ser vista como la privacin de capacidades. La exclusin
social, entonces, puede ser una parte constitutiva de la privacin de capacidades a la vez que
una causa instrumental de que se malogren diversas capacidades. (...) Estar excluido de facilidades o beneficios comunes que otros tienen constituye ciertamente un impedimento significativo que empobrece la vida que los individuos pueden llevar adelante. Ningn concepto de
pobreza ser satisfactorio si no toma adecuada nota de las desventajas que provienen de ser
excluido de oportunidades que otros comparten y disfrutan (Sen, 2000b: 11, 50). As, es por
dems evidente que el acceso diferencial a las oportunidades que muchos comparten y disfrutan y otros no, derivadas del avance del conocimiento y su aplicacin a los ms diversos tipos
de innovaciones, es una fuente mayor de desigualdad y, por eso mismo, de empobrecimiento
relativo de la calidad de vida. Esta desigualdad y este empobrecimiento no pueden paliarse exclusivamente con polticas sociales, pues su origen est en el no acceso a formas de disfrute
que a las polticas sociales en pases pobres se les hace muy difcil proveer, desde igualdad en
el acceso a servicios mdicos de la ms alta calidad hasta igualdad en las oportunidades que el
cambio tcnico abre en las ms diversas esferas de la vida cotidiana.
En el Seminario Internacional organizado por la UNESCO en Montevideo en marzo de
2008, sobre Ciencia, Tecnologa, Innovacin e Inclusin Social, el cientfico cubano Vicente Vrez-Bencomo, quien lograra la primera vacuna sinttica del mundo contra la bacteria del Haemophilus influenzae tipo b, comentaba que dicha vacuna producida biolgicamente tena un
costo de 100 dlares por nio para las tres inoculaciones necesarias para la inmunizacin. En
contraste, en la mayor parte de los pases pobres, cada nio cuenta con un dlar para el conjunto de su esquema de vacunacin. La exclusin del acceso a la vacuna biolgica no puede
ser paliada con dinero: es simplemente demasiado caro. En este caso, como en tantos otros, la
igualdad debe ser buscada directamente a travs de la investigacin y la innovacin. La relacin
positiva entre equidad e innovacin no es por tanto automtica: requiere un abordaje especfico
que ayude a vincularlas de dicha forma.

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2. Sobre equidad e innovacin


Se escucha a menudo que el verdadero problema es la extrema pobreza, no la desigualdad.
Que lo primero es grave lo sabemos todos. Que lo segundo incide negativamente sobre lo primero no es menos cierto:
En primer lugar, en sociedades ms igualitarias hay menos pobreza. La responsabilidad
de apoyar a los nios y jvenes pobres es por tanto menos pesada, y las controversias que rodean la nocin de ayuda a los que no la merecen tienden a no aparecer. Los problemas sociales
de los pobres son vistos as mucho ms como los problemas sociales de los temporalmente pobres, una categora en la cual mucha gente puede imaginarse a s misma, por ejemplo a travs
de la prdida del empleo. Hay por lo tanto un gran y amplio apoyo para lo que no es, en cualquier
caso, una responsabilidad demasiado grande o demasiado cara. Los programas de transferencia
pueden llegar ser lo suficientemente generosos como para difuminar la distincin entre pobres
y clase media, y as el estigma de la pobreza va desapareciendo. En segundo lugar, en las sociedades ms igualitarias hay menos gente rica. En una sociedad de amplia base igualitaria, la
proporcin de aquellos que optan por salirse de los servicios pblicos, de aquellos para los que
los planes de pensiones son financieramente insignificantes, deviene una franja polticamente
irrelevante. Sin embargo, a medida que la sociedad se polariza, los ricos desarrollan un ethos
propio, el ethos de un individualismo exagerado, de independencia del estado y de rechazo de
las instituciones pblicas (Galbraith, 2000: 15, traduccin nuestra).
Ahora bien, cmo se relacionan desigualdad e innovacin? Algo ya fue mencionado antes. Como lo dice con claridad el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, a pesar
de sus altamente visibles logros, el alcance de la globalizacin y de los avances cientficos se
queda corto para terminar con los sufrimientos innecesarios, las enfermedades debilitantes y
la muerte por enfermedades prevenibles que trunca las vidas de los ms pobres del mundo
(UNDP, 2005: 19). Es decir, es detectable una brecha entre ciencia, tecnologa, innovacin y
disminucin de la desigualdad en aspectos sumamente bsicos de la vida. La percepcin de esta
brecha ha llevado a apreciaciones y reacciones diversas. Estn, por una parte, los que insisten
en los aspectos redistributivos, amn de focalizados, de las polticas sociales: para esta postura
el centro de la atencin est en cmo pagar la cuenta de dichas polticas en sociedades donde
la pobreza, sumada a la desigualdad, constituyen problemas de gran envergadura. La innovacin
es vista desde esa perspectiva como herramienta fundamentalmente dirigida a la competitividad
empresarial y, a travs de ella, a la creacin de riqueza que permita, luego, el financiamiento de
las polticas sociales necesarias. Quiz la innovacin acreciente la desigualdad, pero si en esa
carrera corre ms rpido la creacin de riqueza se podrn paliar los inevitables efectos negativos del progreso. En una postura diametralmente opuesta se ubican los alterglobalizadores,
para los cuales los avances cientficos y tecnolgicos, con la notoria excepcin del software libre, constituyen mecanismos que sirven fundamentalmente a poderosos intereses econmicos
y muy poco hacen, ms bien al contrario, por mejorar las condiciones de vida de las mayoras,
sobre todo en los pases subdesarrollados.

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Planteadas as las cosas, parecera que hubiera poco margen para impulsar la investigacin y la innovacin como herramientas directas contra la desigualdad. Quiz el margen sea
pequeo, pero no es imposible ensancharlo. Para avanzar en esa direccin hay al menos dos
aspectos a examinar: por qu se produce la brecha entre ciencia, tecnologa, innovacin y una
mayor equidad social y qu tipo de polticas podran disminuirla.
El primer aspecto conduce a identificar dos componentes de la brecha aludida. Por una
parte est el componente agenda; por otra est el componente acceso. El primero tiene que
ver con la direccin de los esfuerzos en materia de investigacin e innovacin; el segundo tiene
que ver con soluciones a problemas a las cuales solo comparativamente pocos tienen acceso.
La forma en que el componente agenda agranda la brecha ha sido denunciada en mltiples
ocasiones, muy en particular por organizaciones no gubernamentales en el rea de la salud,
como Mdicos sin Fronteras, quienes estimaban que entre 1975 y 1999 solo 15 nuevas drogas
se haban desarrollado para enfrentar enfermedades tropicales, mientras fueron 170 las desarrolladas para atacar enfermedades cardiovasculares en el mismo perodo (Thorsteinsdttir et
l., 2004b: 4). Esta situacin puede inclusive ser vista como un severo fracaso de la ciencia para
poner todo su eventual podero al servicio de la sociedad, un fracaso que tiene su origen no en
la dificultad intrnseca de la tarea emprendida sino en consideraciones de mercado. Por dar solo
un ejemplo, cuando luego de extensas consultas con autoridades de salud pblica africanas
se defini un proyecto de investigacin e innovacin para lograr una vacuna conjugada contra
la meningitis que costara no ms de un dlar la dosis, ninguna multinacional farmacutica se
mostr interesada, siendo que probablemente fueran quienes ms experiencia y capacidad de
llevar a cabo el proyecto tenan. Finalmente una triangulacin entre la Organizacin Mundial de
la Salud, una organizacin dedicada a articular esfuerzos diversos en pro de la innovacin en
salud (PATH, Program for Appropriate Technology in Health) y un productor innovador en un
pas en desarrollo desarrollaron con xito el proyecto. (Morel et l., 2005).
El componente acceso de la brecha entre ciencia, tecnologa innovacin y equidad puede tambin ser visualizado a partir del ejemplo anterior. Naturalmente, si una solucin existe,
aunque sea muy cara, siempre podra argumentarse que es cuestin de encontrar las formas
de financiar su acceso. Los recursos necesarios para ello suelen ser tan altos, sin embargo, que
pueden volver quimrica dicha argumentacin: Proveer una cobertura bsica de salud en pases de bajos ingresos tiene un costo estimado de entre 30 y 40 dlares per cpita. En la mayor
parte de frica dicho gasto es menos que 6 dlares per cpita (UNDP, 2005: 63). Lo cierto es
que soluciones en materia de salud o de las ms diversas infraestructuras que no son accesibles para una gran proporcin de la poblacin mundial configuran un componente mayor de la
brecha de la que venimos hablando. Vale la pena anotar que enfrentar el componente acceso
revierte nuevamente sobre el componente agenda en la bsqueda de soluciones verdaderas,
necesariamente distintas de las cannicas.
Ahora bien, en qu espacios de la poltica pblica podran disearse mecanismos dirigidos a angostar sistemticamente la brecha que separa conocimiento y equidad?

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3. Sobre la integracin (o mixtura) entre polticas


de innovacin y polticas sociales
Las polticas efectivas de innovacin incluyen la habilidad para promover eslabonamientos e
interrelaciones entre diferentes actores, de modo que cada uno de ellos pueda aprovechar una
oferta distribuida de capacidades diversas. El enfoque de los Sistemas de Innovacin es particularmente til en el diseo de polticas de innovacin efectivas precisamente porque insiste en
la importancia de los actores, las instituciones y sus relaciones mutuas. De esta forma, ayuda a
identificar el amplio espectro de personas y organizaciones vinculadas de una forma u otra con
la innovacin, sus demandas y objetivos, sus capacidades, sus debilidades, el tipo de relaciones
de cooperacin y conflicto que mantienen. Esta identificacin es un paso clave para el mapeo
de los vnculos existentes y faltantes entre todos esos actores y organizaciones, lo que a su vez
constituye una gua importante para el diseo de polticas.
La fragilidad de los sistemas de innovacin en el subdesarrollo si es que corresponde hablar realmente de tales hace difcil el diseo de polticas efectivas, lo que a su vez compromete
la reversin de dicha fragilidad. Es por ello que un enfoque centrado en actores e instituciones
puede colaborar a fijar la atencin en las partes menos densas del tejido social de innovacin y
concentrar esfuerzos all, colaborando as a contextualizar los instrumentos de poltica y a hacerlos potencialmente ms exitosos.
Una de las reas donde puede registrarse con mayor claridad la mayor o menor fortaleza
de sistemas nacionales de innovacin socialmente orientados es la poltica de compras tecnolgicas del Estado, siendo un caso paradigmtico el de la salud. Lo que sucede al respecto
puede observarse tambin en la orientacin de las agendas de investigacin acadmica, en los
sistemas de evaluacin universitarios, en los incentivos a la formacin de nuevas empresas de
base tecnolgica. No hay un lugar especfico que concentre lo que hay que hacer para avanzar hacia sistemas de innovacin de ese tipo, aunque la capacidad para impulsarlo descansa
fuertemente en la poltica pblica. Hacen falta nuevas instituciones, particularmente aquellas
cuya misin es la sistemtica identificacin de las demandas sociales y la traduccin de dicha
demanda en proyectos de innovacin. Pero tambin hacen falta nuevas actividades en instituciones existentes; alcanza con pensar cmo debera modificarse el sistema de apoyo financiero
a emprendimientos productivos para asegurar que propuestas de alto riesgo, como seguramente
sern las que atiendan demandas sociales, no se asfixien por falta de recursos. 2
La innovacin endgena es generalmente un proceso vulnerable en pases en desarrollo;
innovaciones socialmente orientadas, o innovaciones que pueden ser ms importantes desde una
perspectiva social que en relacin a otras consideraciones, sern probablemente al menos igual
de vulnerables. Puede sugerirse la idea de polticas de jardinera como una orientacin o una
inspiracin para las polticas de innovacin en el subdesarrollo (Arocena y Sutz, 2004). Esta
idea da lugar de forma bastante directa a orientaciones de poltica. Un buen jardinero detecta,
protege y promueve las mejores plantas de su jardn: en el jardn de la innovacin esto significa
(1) fortalecer las oportunidades para aprender y (2) estimular la demanda por conocimiento. La
bsqueda de una compatibilidad ecolgica en el jardn lleva a (3) promover las articulaciones y

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los relacionamientos. Tomar en cuenta el conjunto del jardn significa (4) impulsar participacin
y construccin de consensos en torno a ciencia, tecnologa e innovacin. Anticipar qu futuros
problemas y qu tipo de oportunidades presenta el jardn lleva a (5) prestarle especial atencin
a los aspectos prospectivos de ciencia, tecnologa e innovacin.
La idea de polticas de jardinera puede ser aun ms fructfera si se relaciona a la integracin de polticas de innovacin con polticas sociales. Tres aspectos debieran ser considerados
en este caso. En primer lugar, es importante evitar procesos de des-aprendizaje en aquellas innovaciones socialmente orientadas, es decir, fracasos en la acumulacin de capacidades para
identificar demandas sociales y llevar adelante innovaciones con el fin de satisfacerlas.  Las
experiencias concretas de este tipo suelen ser frgiles: las polticas de jardinera tienen muy
claro que las especies frgiles deben ser protegidas. Todos los pases pueden exhibir ejemplos
de la importancia de contar con polticas de jardinera para evitar procesos de des-aprendizaje
asociados con la innovacin.
Un proceso de ese tipo ocurri en el Uruguay en la dcada de 1980 con la industria de las
telecomunicaciones, cuando las capacidades acumuladas para disear y producir dispositivos
de ltima generacin y pequeo porte, inexistentes en el mercado mundial, fueron frenadas por
la decisin de comprar llave en mano la digitalizacin del sistema de telefona fijo. Nos volvi
a ocurrir en al dcada de 1990 con la biotecnologa a partir de la decisin de prohibir la manipulacin del virus vivo de la aftosa, aunque en este caso, a pesar del desmantelamiento de esa
actividad biotecnolgica particular, las capacidades pudieron preservarse, entre otras cosas por
la energa y compromiso de iniciativas privadas. Si pensamos en innovaciones dirigidas a las problemticas de poblaciones con grados variables pero siempre importantes de exclusin social,
donde la mediacin de la poltica pblica resulta clave para transformar dichas problemticas
en demanda efectiva, la fragilidad de las innovaciones se hace patente. Ha pasado una y otra
vez que consideraciones de costo, a menudo proveniente de prcticas comerciales desleales,
han cortado de cuajo procesos de aprendizaje y de acumulacin de capacidades con enorme
potencial de servir a la inclusin social no solo en el corto sino en el mediano y largo plazo.
El ejemplo de Biobras, empresa brasilea productora de insulina recombinante, puede
mencionarse en este sentido, pues fue vendida a una de las ms importantes transnacionales
farmacuticas luego de que esta ganara por centavos una licitacin pblica de compra de me-

. El concepto de des-aprendizaje fue introducido en Arocena y Sutz, 2000b. Luego de algunas rondas de discusiones
se vio que era un concepto susceptible de ser confundido con otros dos, olvido y sustitucin de aprendizaje (forgetting y unlearning), acepciones que eran completamente diferentes, por lo que vale aclarar su alcance. Es importante
aclarar rpidamente que el concepto de des-aprendizaje no tiene nada en comn con el de olvido tal como Johnson
lo presenta: Es posible que el rol del olvido en el desarrollo de nuevo conocimiento haya sido subestimado. El enorme
poder de los hbitos de pensamiento en la economa constituye un riesgo permanente de bloqueo de procesos de
aprendizaje potencialmente frtiles (Johnson, 1992: 29). Des-aprender no es una forma de olvidar en el sentido de
hacerle lugar a nuevos pensamientos. Tampoco debe ser confundido con el concepto de sustitucin de aprendizaje
tal como lo presenta Loasby: El cambio exitoso puede ser difcil. Cambiar a un nuevo sistema cognitivo siempre es
costoso, especialmente cuando el cambio requiere crear nuevas vinculaciones con los sistemas cognitivos de otra gente
que estn siendo reestructurados simultneamente. Cada organizacin bien establecida tiene sus propias instituciones
familiares, que pueden haber pasado a ser parte de su identidad. Sustituir aprendizajes puede ser difcil tanto cognitiva
como emocionalmente (Loasby, 2000: 13). Des-aprender es una prdida pura, no buscada: simplemente se hace que
ocurra, sin dar siquiera un segundo pensamiento a sus consecuencias. Des-aprender es la leyenda de Ssifo del proceso
de desarrollo, un fenmeno que no es fcil de reconocer en el centro, porque all no es tan habitual, pero a pesar de
ello bien real y con consecuencias por cierto serias (Arocena y Sutz, 2000b: 21).

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dicamentos. Una poltica de jardinera hubiera al menos puesto en la balanza de la decisin lo


que un pas subdesarrollado pierde cuando se cierra una ventana de oportunidad para ejercer
al mximo nivel la creatividad en la solucin de problemas que afectan directamente la calidad
de vida de la mayora de la poblacin.
Un segundo paso en las polticas de jardinera es pasar de la proteccin de los nuevos
emprendimientos al estmulo a los emprendimientos nuevos. Hay que inventar polticas especficamente dirigidas a vincular cuestiones sociales con proyectos de innovacin e incorporarlas a
otras, de tipo ms general polticas de ciencia y tecnologa, polticas productivas y de servicios,
polticas sociales, polticas de salud, de vivienda, de educacin, de modo de que estas ltimas
integren progresivamente dichas vinculaciones a su manera de pensar y de actuar. Esto implica
la necesidad de una buena dosis de desarrollo poltico sofisticado, siempre referido a cada contexto especfico: las nuevas posibilidades que cada jardn tiene merecen la mayor atencin.
Para Amartya Sen la mejor manera de entender el desarrollo es a travs de la expansin
de las capacidades de la gente (Sen, 1984: 510). Esta perspectiva puede ser usada no solamente para evaluar la igualdad sino tambin la eficiencia (Sen, 1995: 143), porque las libertades no solo son los fines primeros del desarrollo, son tambin sus principales medios (Sen,
2000a: 10).
Siguiendo esta manera de mirar las cosas, el enfoque de las polticas de jardinera sugiere, como un tercer paso, estrategias de abajo hacia arriba. El punto de partida est dado
por los vnculos, las sinergias y los circuitos existentes que conectan la demanda social con la
innovacin. Estos pueden ser considerados como lecciones que surgen del espesor de la sociedad acerca de cmo integrar preocupaciones sociales con iniciativas innovadoras, en contextos
poco amistosos para estas aventuras como lo son los pases subdesarrollados. Necesitan ser
cuidadosamente identificados, pues merecen la misma atencin que un jardinero prodigara a
sus flores. As, un sistema nacional de innovacin orientado socialmente puede ser visto como
formado, desde abajo, por la multiplicacin y la interconexin de experiencias concretas que
mixturan preocupaciones sociales con esfuerzos de innovacin. Por eso, detectar, proteger y
promover esas experiencias resulta central, adems de un buen punto de partida, para desarrollar polticas de ciencia, tecnologa e innovacin entretejidas con polticas sociales orientadas
por las preocupaciones propias de las polticas de jardinera.
Una manera similar de plantear este tipo de diseo de polticas ha sido propuesto desde
perspectivas que afirman lo siguiente: las necesidades de los ms pobres y/o de los ms alejados en su cotidianidad del universo cognitivo de la ciencia occidental pueden sin embargo
beneficiarse enormemente de ella siempre que la cuestin se enfoque de forma adecuada. Es
decir, no se trata de tecnologas apropiadas en tanto descartan los ltimos avances cientficos
y tecnolgicos por estar fuera de la comprensin de sus eventuales usuarios, sino del inmenso
esfuerzo de poner dichos avances al servicio de dichos usuarios de forma de integrar, en una
qumica por dems compleja, lo que saben todos los participantes en el proceso. Una experiencia
de trabajo de ms de veinte aos en esta direccin, centrada sobre todo en biotecnologa agraria, viene de Holanda. All Joske Bunders desarroll una metodologa denominada el enfoque
interactivo de abajo-arriba. Este enfoque busca superar la falta de interaccin y de intercambio

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de informacin que dificulta la toma efectiva de decisiones en biotecnologa dirigida en forma


directa a la mejora de las condiciones de vida y de trabajo de pequeos y pobres productores
rurales. Muchos estudios se han hecho sobre los a menudo descorazonadores resultados de
la bioinnovacin dirigida a dichos actores, y muchos errores fueron identificados. El obstculo
ms crtico al xito en la generacin y adopcin de nuevas tecnologas parecera ser la ausencia
de comunicacin y cooperacin entre los varios grupos y tipos de personas cuya contribucin
es esencial: granjeros, cientficos, hacedores de polticas, extensionistas y otros, como el sector
privado (Bunders, 1994: 154). Es particularmente difcil reconocer y tomar en cuenta lo que
los usuarios finales saben: ...es necesario prestarle mayor y sistemtica atencin al mtodo para
identificar los problemas de los granjeros de pequea escala, a los intereses y al poder polticos
de los diferentes grupos involucrados y evaluar lo apropiado, lo factible y lo sustentable de la
solucin biotecnolgica que se propone. El enfoque interactivo de abajo-arriba est designado
para cumplir esos criterios, para evitar el empuje desde la tecnologa y para incluir las opiniones y organizar el apoyo no solo de los cientficos sino tambin de los usuarios finales y de las
organizaciones que los representan y/o trabajan con ellos (Bunders, 1994: 163).
La investigacin es solo un paso en el complejo proceso de lograr un matrimonio bien
avenido y duradero entre conocimiento y desarrollo, pero es un paso muy importante. Sin embargo, investigacin es un concepto que admite varios sentidos y diferentes actitudes, y no todos
resultan apropiados para potenciar al mximo la obtencin de resultados tiles en los procesos
de desarrollo. Bunders (1994: 158) propone una expresin hermosa y desafiante: La investigacin tiene que ser la partera del desarrollo.
Muchos ejemplos hay de partos de este tipo; muchos ms son posibles; todava ms son
necesarios. La pregunta entonces es cmo avanzar hacia all. Polticas de innovacin pensadas
como polticas sociales, el amplio espectro de las polticas sociales pensadas tambin como
polticas de innovacin, la bsqueda permanente de vnculos directos entre investigacin e innovacin dirigidos a la solucin de problemas planteados a nivel de la vida cotidiana de la gente:
hay all un camino a recorrer con tanto cuidado como determinacin. En el apartado que sigue
se ampla esta perspectiva.

4. La vida cotidiana como punto de partida de la agenda de


ciencia, tecnologa e innovacin
4.1. Vida cotidiana e innovacin
Las necesidades cotidianas han sido, desde siempre, origen de demandas a la innovacin. La
primera patente de invencin otorgada desde la metrpolis inglesa a su colonia norteamericana a comienzos del siglo XVIII fue a un soporte de doble plancha para carbn que permita que
una plancha se calentara mientras la otra se utilizaba; la patente fue jurdicamente otorgada al
marido de la inventora, porque en aquel entonces las mujeres no podan ser titulares legales de
propiedad intelectual. La relacin inmediata entre necesidad cotidiana e innovacin fue relegada,
con el tiempo, a tecnologas relativamente simples en comparacin con el estado del arte, debido

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a una doble mediacin entre necesidades y soluciones. La primera mediacin est asociada al
creciente papel que el conocimiento cientfico juega en la capacidad tecnolgica de resolucin
de problemas; la segunda mediacin es la del mercado, que de manera crecientemente abarcadora, aunque con eficiencia variable, articula necesidades con soluciones.
El carcter basado no solo en la ciencia asentada sino en la ciencia reciente e incluso
muy reciente de buena parte de la tecnologa que atiende demandas provenientes de la vida
cotidiana por solo sealar un rea, pinsese en la salud presenta dos caras. Por una parte,
dota a la innovacin de base cientfico-tecnolgica de una potencia y alcance que permite, eventualmente, encontrar respuestas mucho mejores a los problemas planteados. Por otra parte,
da lugar a procesos de especializacin institucional y cognitiva que separan a quienes tienen
la necesidad de quienes tienen las mejores herramientas de conocimiento para satisfacerlas.
Esta separacin puede volverse muy amplia, tanto como para que ciertas necesidades terminen
por resultar invisibles, sobre todo si provienen de sectores con dificultades para hacer escuchar
su voz. La cuestin de la agenda de ciencia, tecnologa e innovacin plantea as una primera
serie de preguntas: cmo llegan a formularse las demandas?, cmo llegan a ser conocidas?,
cmo llegan a ser traducidas en trminos cientfico-tecnolgicos? La separacin recin aludida tiene tambin otra manera de manifestarse sobre la agenda, justamente porque el posible
diseador de soluciones se desenvuelve en una esfera institucional sea la acadmica, sea la
empresarial que genera su propio sistema de estmulos y demandas. As las cosas, otra pregunta: cmo llegan demandas provenientes de la vida cotidiana a integrarse en el conjunto de
preocupaciones, objetivos y planes de trabajo, es decir, agendas, de quienes apuntan de formas
diversas a la innovacin?
El mercado puede dar respuestas por dems eficientes a estas preguntas en algunos casos, al igual que puede mostrase incapaz de proveer alguna en otros. Hay demandas que, parafraseando una expresin de uso comn en ciertos enfoques sobre la innovacin, convergen
naturalmente con trayectorias tecnolgicas, como por ejemplo, dispositivos electrnicos ms
pequeos, ms verstiles, ms potentes, ms baratos; hacia all van demanda y tecnologa, eficientemente articuladas a travs del mercado. Hay en cambio necesidades y demandas que,
aun existiendo capacidades cognitivas para buscar soluciones, no llegan a integrarse a agendas concretas de trabajo y terminan resultando invisibles para investigadores e innovadores, en
buena medida porque empiezan siendo invisibles para el mercado.
Quiz pueda acordarse, entonces, que la cuestin de la agenda qu le llega y qu no, qu
escucha y qu no, qu integra y qu no, con sus respectivos porqu resulta importante para
entender y actuar sobre las relaciones entre vida cotidiana y ciencia, tecnologa e innovacin.
En lo que sigue se intentar abordar esta cuestin desde tres perspectivas: (i) la de quienes investigan e innovan, es decir, implementan la agenda; (ii) la de quienes buscan influir a nivel de
las polticas en cmo se define la agenda, y (iii) la de quienes, desde mbitos diversos, procuran
que las demandas derivadas de la inclusin social estn presentes.

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4.2. Agentes y agendas: la orientacin de las bsquedas desde adentro


Los agentes por excelencia de la produccin de conocimiento son los investigadores. Ello no
implica en absoluto que no haya otros agentes que produzcan conocimiento de variadas formas, aunque los investigadores tienen la particularidad de ser profesionales de dicha produccin esta constituye su actividad intelectual, y generalmente tambin econmica, principal.
La agenda de investigacin es definida en parte por quienes investigan dependiendo de los
niveles de autonoma que hayan llegado a adquirir en las instituciones en que trabajan y en
parte tambin por un conjunto diverso de factores que incluye los recursos disponibles, las exigencias de la evaluacin acadmica o la decisin empresarial, lo que hacen otros con los que
se interacta, entre varios ms.
La vida cotidiana puede llegar a hacerse presente en la agenda de investigacin a travs de dos tipos de demandas. Uno tiene que ver con problemas a resolver; otro, ms difuso,
est relacionado con la formacin de opinin. Cuando nos referimos a vida cotidiana estamos
pensando en cuestiones asociadas a la salud, la nutricin, el hbitat, el transporte, las comunicaciones, las formas en que se aprende, la informacin de que se dispone, las modalidades
de participacin a las que se accede. En trminos generales, a los investigadores no les es fcil incorporar estas cuestiones desde la perspectiva directa de la gente; dicha incorporacin
suele ocurrir cuando organizaciones o personas canalizan alguna demanda concreta que han
llegado a identificar.
Hay investigadores que reconocen que no es simple mantenerse enterados de a qu tipo
de problemas sera ms provechoso que se dedicaran desde una perspectiva social: Concretamente los investigadores debemos acercarnos a los usuarios para que estos expliciten sus
necesidades especficas... De esta forma, se tiende a optimizar la eficacia de la investigacin en
cuanto a su aplicacin. Para ello, tambin es necesario la voluntad de los usuarios de participar
de este proceso.  No les falta razn: la distancia entre la vida cotidiana y la realidad de la investigacin es grande, y las aplicaciones derivadas de las capacidades de producir conocimiento
que se hayan desarrollado tendrn tantas ms probabilidades de ocurrir cuanto ms cerca est
el investigador del usuario. Pero esa es una tarea tan difcil como necesaria y la pregunta que
cabe hacerse es cmo estimular a que se cumpla. La respuesta no puede ser que ello debe
asegurarse a travs de un compromiso individual por parte de los investigadores averiguar
cules son las necesidades, quines las tienen, cmo su trabajo puede llegar a traducirse en
soluciones; mecanismos ms institucionalizados parecen necesarios. Una breve historia quiz
ayude a calibrar el problema.
En el Instituto de Fsica de la Facultad de Ingeniera de la Universidad de la Repblica,
Uruguay, el grupo de investigacin en espectroscopa lser tiene ms de quince aos de formado. Parte de la tarea de estos investigadores bsicos en fsica experimental consiste en construir

. Respuesta de un investigador de la Universidad de la Repblica a la encuesta sobre el Plan Estratgico Nacional en


Ciencia, Tecnologa e Innovacin, Unidad Acadmica de CSIC, 2006, http://www.csic.edu.uy/seminarios/doc_final/
Anexo%20III.pdf

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fuentes de luz para llevar a cabo su trabajo. En determinado momento un neonatlogo afn a uno
de los integrantes del grupo plantea que la fototerapia ha probado ser muy adecuada para tratar
la ictericia severa en recin nacidos, pero que los mtodos convencionales son muy caros, frgiles y de mantenimiento costoso, exigen tiempos largos de exposicin y concentran poco la luz
en el espectro til, con lo cual hay peligro de irradiacin en frecuencias no deseadas. Experto
en disear fuentes de luz, uno de los miembros del grupo desarrolla una fuente especfica teniendo en cuenta que entre los atributos deseados est el bajo costo, para asegurar su difusin
en hospitales pblicos. As, busca y desarrolla un sistema de focalizacin lumnica que logra la
intensidad necesaria a partir de una dotacin diez veces menor de los dispositivos digitales en
que se basa el diseo ms moderno existente, con el consiguiente abaratamiento del dispositivo.
El resultado final es una innovacin BiliLed, patentada, comercializada a nivel nacional y regional que est siendo usada en varios hospitales del pas. Una de las varias moralejas de esta
historia es que la solucin se encontr porque hubo quien, reconociendo una demanda de la
vida cotidiana la disconformidad de mdicos y enfermeras de centros de atencin neonatal y
estando al tanto de capacidades potenciales para satisfacerla, quiso y pudo hacer de puente.
La pregunta entonces es cmo disear mecanismos para incrementar la probabilidad de
encuentros como este, para que necesidades y demandas que no tienen un mercado ntido a
travs del cual emitir seales tengan sin embargo espacios donde expresarse y, tambin, ser
escuchadas. Si ello pudiera hacerse, la conformacin de las agendas de trabajo recogera naturalmente esos nuevos temas: se facilitaran as grandemente las bsquedas desde adentro.

4.3. Polticas y agendas: la orientacin de las bsquedas desde afuera


Diversas polticas tienen una importante capacidad de incidir en las agendas de ciencia, tecnologa e innovacin. Algunas inciden fundamentalmente a travs de las lneas de trabajo que
fijan como prioritarias, pues sern estas a las que se destinarn especficamente fondos pblicos. Otras polticas, que pueden incluso no reconocerse como de ciencia, tecnologa e innovacin por estar ubicadas en mbitos institucionales con otros nombres y apellidos poltica
de salud, de educacin, de vivienda, de medio ambiente, de promocin industrial, energtica,
de empleo suelen tener incidencia no menor en la agenda de trabajo de la produccin de conocimientos y de la innovacin, puesto que constituyen, por accin o por omisin, parte muy
significativa de su demanda.
La pregunta aqu refiere, entonces, a la visualizacin que los dos tipos de polticas hacen
de la vida cotidiana como sujeto y objeto de sus objetivos e instrumentos. Esta visualizacin incluye aspectos particularmente complejos asociados a la participacin ciudadana en tomas de
posicin por ejemplo en torno a cuestiones ticas o de apreciacin sobre riesgos aceptables
en lo energtico o lo alimenticio. Incluye tambin aspectos vinculados a elementos concretos

. BiliLed es un trmino que combina y abrevia bilirrubina, la molcula neurotxica responsable de la ictericia, y led,
light emitting diode, el dispositivo microelectrnico que emite luz: el haz muy concentrado de luz en una frecuencia
precisa del espectro del azul permite transformar la molcula de bilirrubina en otra excretable por el organismo.

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de la vida cotidiana para los cuales ciencia, tecnologa e innovacin pueden proveer respuestas
si son convocadas adecuadamente.
Ahora bien, la visualizacin de la vida cotidiana desde una perspectiva de poltica de conocimiento exige, previamente, percibir, entender, concebir la vida cotidiana en sus relaciones con
el conocimiento: una manera por dems directa de hacerlo es indagar en torno a las demandas
especficas que desde all se le plantean a polticas de ese tipo. Algunas cuestiones pueden ser
percibidas de forma clara e inmediata. Por ejemplo, en una sociedad donde el gobierno electrnico es visto como un avance sustantivo en el proceso de democratizacin y donde se busca
hacer avanzar la ciudadana electrnica, la tensin entre proveer cada vez ms informacin y
proteger la privacidad y el derecho individual a intervenir en torno a los datos personales que
se informan pblicamente plantea un desafo tecnolgico no menor. Es decir, la perspectiva de
la cotidianidad plantea demandas de conocimiento fcilmente vinculables a la cuestin del gobierno y la ciudadana electrnicos.
En general, sin embargo, buena parte de lo que dificulta que lo cotidiano entre en la mira
de las polticas de ciencia, tecnologa e innovacin es que no se conoce demasiado bien lo que
se necesita y, tambin, que quienes s lo conocen trabajan en reas muy distantes de aquellas
donde se elaboran las polticas vinculadas con el conocimiento. Cambiar esta situacin por
ejemplo, lograr un espacio de la poltica cientfica y tecnolgica cuyas prioridades, instrumentos
e incentivos estn asociados a la vida cotidiana exigira determinar de qu tipo de demandas
debera ocuparse ese espacio de la poltica. Dicho de otro modo, exigira estudiar y analizar qu
quiere la gente que ciencia, tecnologa e innovacin le provea. Hace ya varios aos se realizaron en Uruguay encuestas asociadas a lo que actualmente se denomina percepcin pblica
de la ciencia y la tecnologa, tema que est dando lugar a estudios en varios pases del mundo. Una manera relativamente sencilla de aproximarse a la demanda de la vida cotidiana sera
incluir en dichos estudios una parte especficamente dedicada a preguntarle a la gente cules
de sus problemas y necesidades percibe que ciencia, tecnologa e innovacin podran colaborar a solucionar.
Vale la pena detenerse un poco en este ltimo punto. Solucionar es un concepto ambiguo, pues puede referir a soluciones tcnicas pero que no resultan aptas para su adopcin, por
muy diversos motivos. Si consideramos que una solucin es tal si resulta adecuada para el problema en todas las facetas que este presenta, bien puede ocurrir que la gente seale problemas
tcnicamente ya resueltos pero para los cuales no haya soluciones accesibles en su contexto
de vida cotidiana. Estos suelen ser los problemas ms escondidos, ms difciles de identificar,
aquellos que ms requieren de enfoques innovadores para su solucin. Detectarlos sera una
importante ayuda para orientar las polticas que inciden en las agendas de investigadores y de
innovadores. Pero antes de eso, naturalmente, habra que reconocer que lo cotidiano necesita
de polticas especficas de ciencia, tecnologa e innovacin.

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4.4. Inclusin y agendas: la orientacin de las bsquedas desde el margen


La vida cotidiana es muy diferente segn la insercin social que se tenga. Esta verdad de Perogrullo ms all de que todos vivimos en el planeta Tierra, lo que hace que ciertos problemas
nos afecten a todos ayuda sin embargo a reconocer que las demandas cotidianas a ciencia,
tecnologa e innovacin sern en buena medida diferentes segn desde qu tipo de insercin
social se hagan. No es este un tema nuevo: al contrario, la constatacin de que la abrumadora
mayora de los esfuerzos cientficos y tecnolgicos a nivel mundial dejan por fuera los problemas
de buena parte de la poblacin de los pases subdesarrollados ha sido denunciada en mltiples
oportunidades y ha dado lugar a importantes esfuerzos dirigidos a resolver dichos problemas,
especialmente en el rea de la salud. Ms all de esto, a nivel de cada pas la cotidianidad de
los que estn en el margen de la vida social, de aquellos que no tienen asegurados aspectos
bsicos que otras cotidianidades dan por sentados, necesitan tambin de ciencia, tecnologa
e innovacin. Esto no siempre es reconocido: a menudo la exclusin es tratada desde polticas
sociales que prcticamente no tienen contacto con las polticas de conocimiento; estas ltimas,
a su vez, raramente asumen dicha exclusin como objetivo propio.
Muchas son las razones que sugieren que hay en esto un defecto mayor de ambos tipos
de polticas. Pocos discuten hoy por hoy que por s solo, el crecimiento econmico justificacin mayor de las polticas de ciencia, tecnologa e innovacin no asegura la disminucin de
la desigualdad ni la reversin de las condiciones ms duras de vida; las polticas sociales, imprescindibles para evitar el agravamiento de situaciones ya de por s graves, no pueden por s
solas asegurar la sustentabilidad de las mejoras que van logrando, ni tampoco abarcar todos
los campos donde las mejoras son necesarias. As, cuando las polticas de conocimiento y las
polticas sociales toman rumbos separados no se establecen dilogos, no se buscan las posibles complementaciones e, incluso, las iniciativas tomadas en ambos mbitos pueden llegar a
perjudicarse mutuamente.
La cotidianidad del margen es bien conocida por las polticas sociales. No es evidente,
sin embargo, que dicho conocimiento identifique la demanda que pudiera dirigirse a la investigacin y a la innovacin cientfico-tcnica, a pesar de que se trata de una demanda inagotable.
Usted no se imagina lo que es tener 220, deca una mujer que se autodenominaba campesina, viviendo en el medio del Uruguay a decenas de kilmetros del centro urbano ms prximo y buscando agregarle valor turstico a un espacio natural maravilloso. 220 voltios es poder
recargar un celular, enchufar una computadora, hacer artesanas con un pirgrafo, estar en el
mundo para que los jvenes no huyan; 12 voltios da solo para la bombita. Formas alternativas
de generacin de energa, baratas y robustas: el problema es por dems complejo, un llamador
importante a investigacin e innovacin, pues no hay solucin integral lista para comprar. Muchas veces la solucin existe, tcnicamente hablando, pero es inabordable financieramente. El
Instituto Nacional de Donacin y Trasplante de Clulas, Tejidos y rganos (INDT) conoce bien
esta dificultad, pues la piel sinttica importada que necesita para reparar los daos causados
por quemaduras severas, frecuentes durante el invierno en los nios que viven en asentamientos
precarios, es extremadamente costosa. En este terreno la sustitucin de importaciones se impo-

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ne si se quiere implementar una poltica social que atienda esa punta del iceberg de la pobreza.
Sustituir importaciones en un rea de extrema complejidad cientfica y tecnolgica exige investigacin sostenida y determinacin para la innovacin; lo mismo vale para el caso de la energa
y para tantos otros. La suma de propsitos entre polticas sociales y polticas de conocimiento
parece necesaria para que investigacin e innovacin lleguen al destino que buscan.
Es enorme la medida en que ciencia, tecnologa e innovacin han transformado la vida
cotidiana. En su extraordinaria historia de la Revolucin Industrial, David Landes afirma que la
vida cotidiana de los ingleses de comienzos del siglo XVIII se pareca ms a la de sus antepasados del Imperio Romano que a la de sus propios bisnietos. Qu decir entonces de unas pocas dcadas atrs respecto del presente? Y sin embargo, no se puede generalizar la respuesta:
para los que viven en el margen hay demasiadas oportunidades de conocimiento que no llegan
a materializarse en transformaciones de su vida cotidiana.
Agendas de trabajo que busquen dicha materializacin son perfectamente factibles; de
hecho se las encuentra en diversas iniciativas internacionales. Es fundamental que se definan
tambin a nivel nacional, pues all se expresan demandas especficas que pueden ser respondidas a partir de capacidades locales en conjuncin con esfuerzos regionales, donde los problemas a abordar probablemente presenten rasgos similares.
La construccin de agendas de conocimiento para una vida cotidiana inclusiva puede verse
como un movimiento desde la gente hacia y con la investigacin y la innovacin. Lo variado de
los conocimientos que deben conjugarse para este propsito llama a una autntica tarea interdisciplinaria, de las ms difciles que la bsqueda de conocimiento debe enfrentar.
Disear agendas que renan ciencia, tecnologa, innovacin y vida cotidiana de las mayoras
requiere que las bsquedas desde adentro, desde afuera y desde el margen interacten; para eso
hace falta un espacio legitimado de dilogo, coordinacin y convocatoria. Construirlo es un desafo
mayor de la poltica, en particular porque solo se puede construir aunando voluntades.

5. Lecciones de un ejemplo
En el ao 2003, a partir de las secuelas de la importante crisis econmica de 2002, la Comisin
Sectorial de Investigacin Cientfica de la Universidad de la Repblica propuso la apertura de
un nuevo programa, denominado Programa de Proyectos de Investigacin dirigidos a la Emergencia Social. Su objetivo era apoyar iniciativas de investigacin que plantearan de forma explcita y directa obtener resultados aplicables a la resolucin de variados problemas claramente
asociados a la situacin de emergencia social que estaba viviendo el Uruguay. Las bases de
este programa reconocan expresamente que dicha situacin no poda ser resuelta desde la sola
investigacin, pero s se indicaba que era factible, siendo esto lo que se buscaba, colaborar a
revertir algunos de sus efectos ms inmediatos y graves. Por otra parte, trabajar en esta direccin es un mandato expreso de la Universidad de la Repblica, tal como est consagrado en su

. En esta seccin se da cuenta de un trabajo encarado colectivamente por la Unidad Acadmica de la Comisin Sectorial
de Investigacin Cientfica.

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Ley Orgnica. En las bases se deca:


La Universidad de la Repblica, en tanto universidad pblica financiada por el conjunto
de la sociedad, tiene un mandato claro en trminos de su responsabilidad por la produccin de
conocimientos que contribuyan a disminuir la vulnerabilidad que afecta, por diferentes motivos,
a una gran proporcin de la poblacin. Esto no quiere decir que los problemas que estn en el
origen de dicha vulnerabilidad se deban a la falta de conocimientos acerca de cmo abordar
posibles soluciones, aunque se est lejos de contar con los que hara falta para ello. No quiere
decir tampoco que, de obtenerlos, la construccin de soluciones estara asegurada. La Universidad de la Repblica y sus capacidades de investigacin configuran un actor que en soledad
poco puede hacer, aunque es muy significativo lo que tiene para aportar en el marco de voluntades colectivas por superar la situacin de emergencia social.
En este contexto, la Comisin Sectorial de Investigacin Cientfica entiende pertinente
sugerir la instrumentacin de un nuevo programa, que consiste en un llamado a proyectos de
investigacin que tengan como principal objetivo estudiar una o varias de las dimensiones de la
situacin de emergencia social que viven diversos sectores de la poblacin y proponer soluciones/respuestas/alternativas que la atiendan. Como es habitual en las convocatorias de la CSIC,
todas las reas de conocimiento estn incluidas, en el entendido explcito de que desde todas
ellas se puede colaborar a enfrentar el tipo de problemas al que este programa apunta.
Los proyectos de investigacin que se presenten podrn, a ttulo de ejemplo, abordar problemticas como vivienda, empleo, salud, alimentacin, educacin, violencia, sanidad ambiental,
reactivacin productiva. Si bien se trata, y ello se remarca, de proyectos de investigacin, debe
entenderse claramente que su propsito difiere de los proyectos clsicos de I+D.
Para calificar en este nuevo programa las propuestas deben:
i. identificar con precisin un problema asociado con alguna expresin de la emergencia
social en que se encuentra el Uruguay;
ii. indicar las insuficiencias del conocimiento existente para encarar posibles modalidades de solucin;
iii. proponer una estrategia de investigacin tendiente a obtener total o parcialmente dicho conocimiento;
iv. sealar las condiciones necesarias para que los resultados de la investigacin propuesta resulten un aporte efectivo a la solucin del problema a estudiar, indicando en
particular los actores que deberan participar en su implementacin;
v. plantear estrategias para involucrar a dichos actores en la discusin de la propuesta y
para asegurar su participacin en la puesta en prctica de los resultados que se obtengan.
Este programa convoca a todos los investigadores de la Universidad de la Repblica,
cualquiera sea su rea de conocimiento, a poner sus capacidades al servicio de la produccin
de saberes de directa aplicacin en la solucin de los problemas que se le presentan hoy a la
sociedad uruguaya en el contexto de la emergencia social que est viviendo.

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El resultado de esta iniciativa puede considerarse exitoso en la medida en que se presentaron al Programa 50 propuestas en temas de hbitat, nutricin, educacin, la situacin
de mujeres pobres, disrupcin social, comportamiento antisocial de los adolescentes, salud,
violencia, entre otros. Buena parte de ellas tena carcter autnticamente interdisciplinario,
incorporando varios enfoques cognitivos al abordaje del problema planteado. El proceso de
evaluacin fue particularmente difcil, lo que se vio reforzado por los escasos recursos disponibles. Los aspectos acadmicos no ofrecieron mayor problema, y la conclusin general fue que
la mayor parte de las propuestas eran adecuadas o muy adecuadas desde ese punto de vista.
La otra parte de la evaluacin, sin embargo, la relacionada con la relevancia de la propuesta
para la solucin de los problemas identificados a nivel de una poblacin concreta y, tambin, la
capacidad de la propuesta para hacer una contribucin significativa a dicha solucin, result
mucho ms compleja, entre muchos otros factores, por falta de experiencia de ambos lados,
proponentes y evaluadores.
Una hiptesis central detrs del programa era que habra un nmero importante de investigadores universitarios que estaran dispuestos a sesgar sus agendas de investigacin hacia proyectos como los que este Programa convocaba y que la apertura de una oportunidad
de conseguir recursos para hacerlo hara emerger dicha disposicin. Esta hiptesis, si bien no
puede decirse que se vio confirmada, mostr visos de plausibilidad. En cambio otra hiptesis
implcita en la forma en que se dise el programa, a saber, que los investigadores seran capaces de identificar adecuadamente problemas asociados con la emergencia social y, al mismo
tiempo, asociar dichos problemas a su propia capacidad para abordarlos, result menos correcta. La impresin general que se obtiene del conjunto de propuestas es que los investigadores
partieron de sus intereses cognitivos y desde all buscaron espacios donde aplicarlos acordes
con la convocatoria. Tanto los problemas seleccionados como la forma de abordarlos parecan
dirigidos a lo que el investigador poda hacer siguiendo sus enfoques tradicionales, ms que
a repensar sus enfoques para que calzaran mejor en el abordaje cognitivo necesario para enfrentar los problemas de relevancia social seleccionados. Nada de esto es nuevo: la dificultad
sealada ha sido identificada muy claramente a nivel internacional, siendo los trabajos de Joske
Bunders y su equipo en la Universidad de msterdam a lo largo de muchos aos solo uno de
varios ejemplos. Pero la experiencia vali y mucho, por el aprendizaje adquirido y adems por
haber ayudado a legitimar un enfoque de la promocin de la investigacin cientfica sin el cual
no es posible siquiera imaginar la conjuncin de polticas de investigacin y de innovacin con
polticas sociales.
En 2008 se implement nuevamente la convocatoria, modificndola a partir de lo que se aprendi de la anterior. La modificacin consiste fundamentalmente en no dejar solo al investigador en la
etapa de identificacin sino en asumir, desde la poltica de investigacin, la responsabilidad por organizar encuentros entre actores diversos, incluidos obviamente los investigadores, que colaboren en la
identificacin colectiva de problemas y temas de investigacin asociados. Una vez identificados y acordados, la convocatoria admitir proyectos solo en dichos temas. Esta metodologa, al menos a priori,
tiene la ventaja de permitir el intercambio colectivo antes de la etapa de investigacin y, con ello, una
aproximacin temprana entre investigadores y los diversos futuros usuarios de los resultados a obtener.

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Para implementar esta convocatoria se trabaj intensamente durante un perodo relativamente corto con actores diversos, a efectos de determinar necesidades y demandas en torno
a tres grandes temticas:
i. acceso igualitario a la salud;
ii. implementacin e impactos del Plan Ceibal (adaptacin uruguaya del proyecto una
computadora por nio que retiene de este la efectiva entrega de una computadora
personal especial a nios en edad escolar que asisten a la escuela pblica en todo el
territorio nacional)
iii. problemticas detectadas en dos populosas zonas de Montevideo, donde se desarrolla el Programa Integral Metropolitano de la Universidad de la Repblica, que busca
integrar las tres funciones universitarias: enseanza, investigacin y extensin.
Los recuadros que siguen muestran los actores contactados y las problemticas detectadas.

Recuadro 1. Temas de investigacin para aportar a la equidad en el acceso a


Servicios de Salud de alta calidad
Actores consultados para conformar la demanda de investigacin
Ministerio de Salud Pblica
i. Secretara
ii. Direccin y Subdireccin de Salud
iii. Economa de la Salud
Direcciones Departamentales de Salud de Tacuaremb y Cerro Largo
Hospital de Ojos, Hospital Espaol, Hospital Pereyra Rossell, Hospital Maciel
Programa Nacional de Nutricin
Programa Nacional de la Salud Mujer y Gnero
Docentes universitarios
Temas identificados
1. Prevencin de enfermedades y planificacin en salud.
i.

Diversos aspectos epidemiolgicos

ii. Mapa de la situacin oftalmolgica de los usuarios de Salud Pblica.


iii. Elaboracin de mapas genmicos regionales (enfermedades crnicas no
transmisibles).
iv. Diagnstico de situacin de salud para el rea de referencia de los hospitales pblicos.
v. Determinacin de factores de riesgo (sexo, edad, ingreso, Montevideo/Interior, otros
posibles) en las enfermedades de la poblacin.

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vi. Existen diferencias entre los pacientes que llegan al centro de salud para tratamiento
crnico (por ejemplo dilisis) segn provengan del sistema pblico o privado?
vii. Evaluacin de impacto de programas nutricionales, con especial nfasis en ayuda
alimentaria.
viii. Modelos de atencin a los problemas nutricionales (con nfasis en malnutricin por
exceso en menores de quince aos).
2. Hbitos y costumbres de la poblacin con impacto en la salud.
i. Captacin y control de embarazadas para disminucin de mortalidad infantil.
ii. Hbitos alimenticios, cmo mejorarlos teniendo en cuenta restricciones de recursos
y preferencias culturales.
iii. Otros hbitos con posible incidencia en la salud (actividad fsica, higiene).
iv. Incidencia de las costumbres y creencias en las elecciones anticonceptivas.
v. Creencias sobre el parto, la lactancia y el amamantamiento, y percepcin que se tiene
sobre el apoyo del sistema de salud en dichas instancias.
3. Recursos humanos y gestin.
i. Captacin y unificacin de historias clnicas.
ii. Herramientas para optimizar la gestin hospitalaria:
- seguimiento de pacientes (en particular de CTI)
- administrativa
- financiero contable.
iii. Cmo se puede optimizar la gestin, en particular la micro-gestin, del sistema nacional de salud?
iv. Cmo se puede optimizar la gestin durante la puesta en marcha del Sistema Nacional Integrado de Salud (en particular, el trasvase pblico-privado de los usuarios)?
v.

Cmo acompaar el trnsito hacia el SNIS con un sistema regulatorio funcional?

vi. Sistematizacin y control de la recoleccin de informacin al momento del ingreso


de pacientes a los diversos centros de salud.
vii. Estudio y propuestas de mejora sobre los hbitos laborales del personal de salud en
materia de atencin y de seguridad de los pacientes.
4. Comunicacin con la poblacin sobre problemas de salud.
i. Farmacovigilancia para el estudio del consumo de medicamentos en la poblacin.
ii.

Desarrollo de un sistema de informacin sobre el SNIS que sea percibido como claro
y transparente por los usuarios.

iii. Investigacin acerca de percepcin de los usuarios sobre el nuevo sistema de salud a
efectos de monitorear el sistema y disear mecanismos eficientes de comunicacin

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5. Tecnologas mdicas, test de diagnstico y medicamentos.


i. Diseo de un instrumento de bajo costo que registre los latidos fetales.
ii. Diseo de un instrumento que registre las ondas enceflicas fetales.
iii. Administracin de seales biolgicas de pacientes de medicina intensiva.
iv. Diseo de una mochila de oxigeno, de bajo costo para los pacientes ambulatorios.
v. Bancos de leche materna con tecnologa de baja complejidad.
vi. Sistema de vigilancia de tecnologa mdica (monitoreo del estado del arte en materia
de tecnologa mdica).
vii. Diseo, evaluacin y uso de tests de diagnstico rpido en primer nivel de atencin.
Investigacin sobre hierbas con posibles propiedades teraputicas de aplicacin en
el primer nivel de atencin (fitoterpicos, fitomedicina).
6. Informacin.
i. Sistemas de informacin en nutricin.
ii. Cmo recabar de manera eficiente informacin sobre temas de violencia domstica
por parte del MSP?
iii. En qu reas o problemas se concentra el gasto en salud y por qu?

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Recuadro 2. Temas de investigacin vinculados al desarrollo y


acompaamiento del Plan Ceibal
Actores consultados para conformar la demanda de investigacin:
Comisin Poltica del Plan Ceibal
LATU (Laboratorio Tecnolgico del Uruguay)
AGESIC (Agencia para el Desarrollo del Gobierno y la Gestin Electrnica y la Sociedad de la
Informacin y el Conocimiento)
CODICEN (Consejo Directivo Central de la Enseanza pblica no universitaria)
ANEP (Administracin Nacional de la Enseanza Pblica)
ANTEL (empresa estatal de telecomunicaciones)
Asesores del Plan Ceibal
Docentes universitarios
Temas identificados
1.- Aspectos asociados al aprendizaje curricular.
i. Estudio de las prcticas educativas en el aula a partir del Plan Ceibal.
ii. Se observan cambios en el aprendizaje por la incorporacin al Plan Ceibal?
iii. Se perciben oportunidades para la inclusin de nuevos campos cognitivos en la enseanza?
iv. Qu situaciones podrn tener lugar en la enseanza media cuando ingresen escolares que participaron en el Plan Ceibal? Cmo encarar el trnsito?

2. Aspectos asociados a la funcin docente.


i. Cules son las necesidades de formacin de los maestros para potenciar el mejor
desarrollo del Plan Ceibal?
ii. Cules son las necesidades de formacin de los docentes de enseanza media para
interactuar con estudiantes socializados en el Plan Ceibal?
3. Usos de la computadora porttil fuera del aula y sus consecuencias.
i. Qu uso le dan los nios a la computadora porttil fuera del aula? Cmo se manifiestan dichos usos segn nivel socioeconmico y gnero, entre otras caractersticas?
ii. Investigacin acerca de las eventuales aptitudes, habilidades y capacidades derivadas
de la aplicacin del Plan Ceibal.
iii. Investigacin sobre los posibles cambios en el comportamiento social de los nios
(juegos, hbitos, relacionamientos).
iv. Qu tipo de usos le da la familia a la computadora porttil? Se observa una diferencia entre los usos durante el ao escolar y los perodos de vacaciones?

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v. Qu cambios perciben los familiares en sus diversas prcticas a partir del acceso a
Internet a travs de la computadora porttil?
vi. Cmo se manifiestan estos cambios en el mbito urbano, en el mbito rural, en hombres, en mujeres, en funcin del tipo de insercin laboral, edad y nivel educativo?
4. Aspectos tecnolgicos y de contenido.
i. Evaluacin y propuestas de superacin de las limitantes derivadas del acceso a electricidad.
ii. Conectividad, barreras a la conectividad y cmo superarlas.
iii. Convergencia tecnolgica de las computadoras porttiles con otros dispositivos tecnolgicos de consumo masivo, por ejemplo, telfonos celulares.
iv. Posibilidad de darle a la computadora porttil otros usos tecnolgicos, por ejemplo,
trazabilidad.
v. Desafos tecnolgicos asociados a la computadora porttil, tanto en hardware como
en software.
vi. Investigacin sobre contenidos (produccin, caractersticas deseables, evaluacin de
contenidos prefabricados).
5. Plan Ceibal en grandes conglomerados urbanos (Canelones y Montevideo).
i. Cual es el mejor punto de entrada y de permanencia de las computadoras porttiles
en zonas urbanas marginales: el nio, la escuela o las organizaciones comunitarias?
ii. Relacionamiento del barrio, la localidad o la comunidad con el Plan Ceibal.
iii. Seguimiento de los impactos del Plan Ceibal sobre el entorno y viceversa.
6. Plan Ceibal, inclusin social y desarrollo.
i. Investigacin sobre los alcances en materia de inclusin social del Plan Ceibal.
ii. Requisitos para una mejor articulacin entre Plan Ceibal y otras polticas pblicas
asociadas a la inclusin social y al desarrollo.
iii. Plan Ceibal a futuro: potencialidades (por ejemplo, nuevas formas de participacin
colectiva) y riesgos (tales como nuevas formas de control de la poblacin).

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Recuadro 3. Temas de investigacin identificados por el Programa Integral


Metropolitano para la Inclusin Social
Actores consultados para conformar la demanda de investigacin
Red Educativa de Malvn Norte, integrada por: Consejo Vecinal Zonal N 6; Escuelas N 249,
267 y 317; Jardines de Infantes N 287 y 300; Escuela Tcnica Malvn Norte; Liceo N 42; Facultad de Ciencias; Centro diagnstico CODICEN ANEP; Policlnica Municipal INVE 16 (Instituto Nacional de la Vivienda Econmica) Centro de Salud Municipal (Cruz de Carrasco); INAU
(Instituto Nacional del Nio y el Adolescente); ONG Gurises Unidos; Sonidos del Barrio y CPP;
Institucin la Pascua (Cruz de Carrasco); SOCAT (Servicios de Orientacin, Consulta y Articulacin Territorial); Escuela Especial N 240; PIAI (Programa de Integracin de Asentamientos
Irregulares) de la Intendencia Municipal de Montevideo; Concejo Vecinal.
Red Camino Nordeste, integrada por: Centro Comunal Zonal 9; Fundacin Zonamerica; SOCAT
Bella Italia; SOCAT Jardines del Hipdromo, Piedras Blancas; SOCAT - Villa Garca - Km 16;
Escuela N 140; Escuela N 360; Centro de Salud Jardines del Hipdromo; Policlnica COVIPRO; Policlnica 24 de Junio; Policlnica Punta de Rieles; CAIF (Centro de Atencin Integral a
la Infancia y la Familia) BASQUAD; Centro Padres Pasionistas - SANTA GEMA; CCEI (Centros
Comunitarios de Educacin Infantil), Nuestros Nios; Iniciativa Latinoamericana; Juventud Para
Cristo; Casa Lunas. FUNSA (empresa de gran tamao recuperada por sus trabajadores, en el
rubro neumticos y artculos de goma); COFATEX (microempresa recuperada por sus trabajadores en el rubro textil).
Temas identificados
1. Emprendimientos productivos.
i. FUNSA. Organizacin del trabajo: sistema de calificaciones, evaluacin de tareas y
sistema de premios.
ii. COFATEX. Mejora de productos y procesos productivos en relacin al mercado de
exportacin: insumos y diseo de maquinaria de bajo costo, ahorro energtico y uso
responsable del agua.
2. Rol de la familia en las instituciones educativas.
i. Cul es la percepcin de los adultos sobre el sistema educativo formal? Cmo se ve
reflejado esto en las instituciones (familia/educacin formal)?

. Esta identificacin tuvo como protagonista principal al equipo docente del Programa Integral Metropolitano, PIM.

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ii. Transformacin de los roles familiares (entre otros de la relacin madre-hijo) y su vinculacin con el sistema educativo.
iii. Cmo disear proyectos institucionales que tomen en cuenta las demandas de participacin de los adultos?
3. Salud y medio ambiente.
i. La basura se ha convertido en un elemento de identidad barrial? Estrategias para la
desnaturalizacin de la basura como integrante del paisaje.
ii. Participacin de los usuarios en el sistema de salud local: Cules son las fortalezas
y debilidades de la participacin de los usuarios en las policlnicas barriales?
iii. Cmo disear un sistema que integre la informacin que se le pide a la poblacin
desde las diversas organizaciones que intervienen sobre la zona, particularmente en
el rea de la salud, a efectos de facilitar su uso estratgico?
4. Adolescencia e integracin.
i. Embarazo adolescente: Cules son las mejores estrategias para captar adolescentes
embarazadas desde los efectores de salud a nivel local?
ii. Cmo identificar los intereses de los adolescentes para el diseo de estrategias de
integracin?

Las Jornadas de Investigacin e Innovacin para la Inclusin Social, convocadas para presentar las necesidades detectadas y trabajar en talleres en torno a las mismas fueron un xito.
A la sesin plenaria asistieron unas cuatrocientas personas, y a ellas se dirigi el Presidente de
la Repblica, la ministra de Desarrollo Social y Bernardo Kliksberg, coautor con Amartya Sen
del recientemente publicado libro Primero la Gente. En los talleres participaron doscientas personas, discutiendo gente de adentro y de afuera de la universidad sobre los problemas y cmo
encararlos. Sin embargo, quiz lo ms significativo fue comprobar una vez ms cun difcil es
la comunicacin, y aun antes, la formulacin de necesidades en trminos comunicables a otros
que deben entenderlas en trminos operativos. Esta comprobacin no se hizo en fro; como se
indic, las necesidades fueron identificadas con diversos actores en un trabajo intensivo y cara
a cara hecho previamente. Aun as, el trabajo colectivo y de interaccin con investigadores requiere afinar bastante ms la determinacin de los problemas. Esa comprensin ha llevado a
centrar parte de la tarea a futuro en disear y probar mecanismos que permitan detectar y articular demandas de conocimiento asociadas a la inclusin social.
Por otra parte, y desde una perspectiva ms terica, los dilogos mantenidos en torno a
posibles soluciones a los problemas detectados permiten reafirmar la hiptesis de que la investigacin e innovacin para la inclusin social requiere un tipo de abordaje que se aleja de los
cannicos, entendiendo por tales los que llegan a las soluciones que se encuentran habitual-

60

mente en el mercado. La heurstica no cannica tiene mucho que ver con las capacidades
para innovar en condiciones de escasez: un esquema de cmo se puede visualizar esta cuestin
se presenta a continuacin: salvo la celda de la matriz asociada a la importacin de soluciones
(o a la aplicacin sin mayores cambios de soluciones ya conocidas y probadas), los problemas
presentes en las otras tres requieren capacidades para innovar en condicione de escasez.

Una matriz de relaciones entre investigacin,


innovacin y soluciones, Norte y Sur
Innovacin en el Norte
Problemas para los cuales se han
encontrado soluciones en pases
altamente industrializados

No innovacin en el Norte
Problemas para los cuales no se
han buscado o no se han encontrado soluciones en pases altamente industrializados

Innovacin en el Sur
Problemas para los cuales
existen soluciones adecuadas
a pases subdesarrollados

La enorme mayora de las soluciones que se obtienen a travs de la


transferencia de tecnologa

Soluciones a problemas presentes


sobre todo en pases del Sur y desarrolladas localmente1

No innovacin en el Sur
Problemas para los cuales
no existen soluciones adecuadas a pases subdesarrollados

Las soluciones cannicas existen, pero por diversas manifestaciones de la escasez no son adecuadas para el Sur2

No hay soluciones (todava). Ejemplos tpicos: problemas de salud


(enfermedades de los pobres)

Fuente: Srinivas y Sutz (2008).


1. Un ejemplo de este tipo es la necesidad de encontrar mecanismos econmicos y simples para mantener bancos de
leche materna. Otro es la bsqueda de fitoterpicos basados en plantas nativas para atencin primaria en salud.
2. Un ejemplo de este tipo es el dispositivo BiliLed. Varios fueron planteados al relevar necesidades para asegurar
acceso igualitario a servicios de salud de alta calidad.

61

6. Reflexiones finales
El fortalecimiento de los mecanismos de mercado, que ha sido acompaado por el debilitamiento de la intervencin de la esfera pblica en los ltimos 25 aos en Amrica Latina, no ha sido
capaz de disminuir la desigualdad. La intervencin pblica es necesaria para llenar el casillero
vaco del desarrollo latinoamericano; ello requiere a su vez la promocin de formas de la igualdad
que fortalezcan las capacidades de la gente para enfrentar y resolver problemas, a lo que hemos
denominado igualdad pro-activa. La efectividad de esta intervencin pblica depende crticamente de su legitimidad, poltica y ciudadana, as como del alcance de su carcter sistmico. Las
polticas sociales tienen una alta legitimidad en Amrica Latina; podran beneficiarse enormemente de la innovacin local para cumplir sus fines: hemos tratado de justificar esta afirmacin
a lo largo de todo el captulo. Nos preguntamos, entonces: podrn las polticas sociales proveer
un paraguas poltico adecuado a procesos interconectados dirigidos a expandir, simultneamente, los niveles de equidad y las capacidades de innovacin? Creemos que s, porque:
i. la innovacin tiene que ser fuertemente valorada para favorecer la igualdad pro-activa;
ii. la acumulacin de capacidades es clave para la innovacin; hacen falta Sistemas Nacionales de Innovacin ms fuertes e interconectados para promover y proteger estas
capacidades; para esto tambin la innovacin debe ser fuertemente valorada;
iii. las polticas pblicas requieren niveles importantes de legitimidad para ser efectivas
y mantenerse en el tiempo por los perodos necesarios para lograr sus objetivos;
iv. la brecha entre discursos, acciones y resultados en materia de innovacin en Amrica Latina puede ser atribuida en parte (aunque por cierto no exclusivamente) a
la incapacidad para pensar la innovacin como una prioridad nacional y como una
herramienta de articulacin de actores;
v. la innovacin no ha disfrutado de mayor legitimidad poltica en la regin; no ha
sido por tanto altamente valorada, ni poltica ni culturalmente. Hemos completado
el crculo. Una nueva ronda de hiptesis se hace necesaria para avanzar; en lo que
antecede hemos intentado justificar las que siguen:
vi. la legitimidad de las acciones que puedan asegurar que la innovacin ser impulsada
consecuentemente debe buscarse en un mbito que goce de legitimidad propia;
vii. en Amrica Latina, al igual que en los pases subdesarrollados en general, las polticas sociales se encuentran entre las que mayor y ms visible legitimidad tienen;
viii. articular la innovacin con las demandas que provienen de las polticas sociales
puede:
a. extender a las polticas de innovacin la legitimidad de las polticas sociales;
b. promover la acumulacin de capacidades cognitivas y productivas en un amplio conjunto de sectores de bienes y servicios;
c. impulsar formas pro-activas de la igualdad.

62

De esta manera el crculo vicioso de la falta de legitimidad sustantiva de las polticas de


innovacin deja de cerrarse sobre s mismo y se abren posibles crculos virtuosos de retroalimentacin entre innovacin y lucha contra la desigualdad.
Vale subrayar, sin embargo, que no se est diciendo aqu que investigacin, ciencia, tecnologa e innovacin sean la clave principal para lograr xito en esa lucha. Una quinta parte de
la Humanidad vive en pases donde la gente no piensa dos veces en gastar dos dlares por da
en un capuchino. Otra quinta parte de la Humanidad sobrevive con menos de un dlar por da
en pases donde nios mueren por falta de un tul mosquitero para sus camas (UNDP, 2005: 3).
Ninguna herramienta cientfica o tecnolgica puede solucionar una afrenta de esta magnitud.
Por sobre todas las cosas, los problemas sociales requieren soluciones sociales: los aspectos
econmicos, institucionales y polticos de la problemtica de la pobreza y la desigualdad deben
ser abordados en tanto tales. Lo que afirmamos es que si esto se hace con energa y creatividad,
las polticas de innovacin pensadas e implementadas en conjunto con esos abordajes pueden
ser de mucha utilidad.

63

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65

Diego Hurtado
Universidad Nacional de San Martn - Argentina

dhurtado@unsam.edu.ar
Doctor en Fsica (Facultad de Ciencias Exactas y Naturales UBA). Decano de la Escuela de Humanidades
de la Universidad Nacional de San Martn (UNSAM). Director del Centro de Estudios de Historia de la Ciencia y profesor de Historia de la Ciencia (Escuela de Humanidades UNSAM). Investigador de CONICET en
Historia. Profesor de Historia Social de la Ciencia en la Maestra en Poltica y Gestin de la Ciencia y la Tecnologa (UBA). Director de la revista de historia de la ciencia Saber y Tiempo e integrante del comit editorial de la revista de divulgacin cientfica Ciencia Hoy. Es autor de ms de 50 artculos y captulos de libros
sobre historia de la ciencia y ms de 100 artculos de divulgacin cientfica en diarios y revistas. Entre sus
publicaciones, pueden mencionarse:
- De tomos para la paz a los reactores de potencia. Tecnologa nuclear y diplomacia en la Argentina (19551976), Revista Iberoamericana de Ciencia, Tecnologa y Sociedad, 2, 4 (2005), pp. 41-66.
- Autonomy, even regional hegemony: Argentina and the hard way toward the first research reactor (19451958), Science in Context, vol. 18, num. 2 (2005), pp. 285-308.
- Political storms, financial uncertainties, and dreams of big science: the construction of a heavy ions accelerator in Argentina (1974-1986), Historical Studies in Physical and Biological Science, vol. 36, num. 2
(2006), pp. 343-364 (en coautora con Ana M. Vara).
- De la movilizacin industrial a la Argentina cientfica: la organizacin de la ciencia durante el peronismo
(1946-1955). Revista da Sociedade Brasileira de Histria da Cincia, vol. 4, num. 1 (2006), pp. 17-33 (en
coautora con Anala Busala).
- Imgenes de Einstein. Relatividad y cultura en el mundo y la Argentina, Buenos Aires, Eudeba, 2006. 323
pginas. ISBN: 950-23-1491-3 (en coautora con Miguel de Asa).
- Winding Roads to Big Science: Experimental Physics in Argentina and Brazil,
Science Technology & Society, 2007; vol. 12, pp. 27-48 (en coautora con Ana M. Vara).

66

Construccin poltica e institucional de una


cultura tecnolgica:
el desarrollo nuclear en la Argentina
Diego Hurtado

Introduccin
La historia del desarrollo nuclear en la Argentina es un caso paradigmtico. Muchos de los interrogantes e incertidumbres que plantea la integracin de la ciencia y la tecnologa al crecimiento econmico de los pases de Amrica Latina tienen un lugar protagnico en este proceso de
ms de medio siglo:
i. El papel central del Estado en la formacin de tcnicos, cientficos e ingenieros para el
sector, en la promocin de las actividades de investigacin y desarrollo, en el planteo de una
estrategia de institucionalizacin que contempl tanto el impulso de la industria (el rea nuclear
como industria industrializante) como la articulacin con otras instituciones pblicas.
ii. La presencia de componentes geopolticos y geoeconmicos, que justificaron las ambiciones de independencia tecnolgica y la bsqueda de la hegemona nuclear regional durante
los aos sesenta y setenta. Como correlato de esta cuestin aparecen, tanto la participacin
del sector militar, como la necesidad de una poltica exterior capaz de mostrar la orientacin
pacfica y de hacer frente a las presiones polticas y comerciales de los pases proveedores de
tecnologa nuclear.
iii. La relativa consolidacin sistmica del sector en un escenario socio-poltico marcado
por crisis econmicas y alternancias entre gobiernos democrticos y dictaduras. La creacin de
empresas de base tecnolgica desde fines de los aos setenta, la construccin de un mercado
de pases perif para la exportacin de tecnologa nuclear y el impulso de otros sectores, como
el de tecnologa espacial, son indicios de este proceso. Como contraparte, la energa nuclear
tambin fue funcional a la conformacin de la llamada patria contratista, uno de los fenmenos econmicos locales ms nocivos de las ltimas dcadas.
iv. Los vnculos entre ciencia, tecnologa y autoritarismo tambin tienen un lugar clave
en esta historia. Especialmente durante la ltima dictadura militar (1976-1983), que dio un impulso indito al sector nuclear, en un contexto socio-poltico de disolucin de la esfera pblica
y de terrorismo de Estado.

. El trmino patria contratista alude a la trama de influencias corporativas que se consolid durante la ltima dictadura,
que deriv en un extraordinario proceso de acumulacin del que se beneficiaron algunas grandes empresas locales,
no por su capacidad de competencia en el mercado sino a travs de mecanismos de transferencia de fondos pblicos
concebidos a partir de su actuacin como contratistas del Estado (Pucciarelli, 2004).

67

En este paisaje de sentidos equvocos, la consolidacin de una cultura organizacional y


material, la participacin de mltiples sectores cientficos, ingenieros, tcnicos, polticos, militares, administrativos, diplomticos, empresarios, la construccin de redes institucionales
densas y la concrecin de numerosos logros tecnolgicos son indicios de la conformacin de
una subcultura nuclear, esto es, de la presencia de una comunidad de investigacin y desarrollo con fuertes cdigos de identidad, con prcticas propias de reproduccin y legitimacin e,
incluso, con actores emergentes que teorizaron de manera influyente sobre la formulacin de
polticas de ciencia y tecnologa para Amrica Latina. Desplegada en el tiempo, esta presencia
hace posible pensar en el desarrollo nuclear en la Argentina como un proceso de construccin
de una tradicin de investigacin y desarrollo con ntidos rasgos locales originales.
El problema del desarrollo cientfico-tecnolgico en contextos perifricos se vincula a procesos de recepcin de teoras, trasplante de modelos institucionales, adaptacin de tecnologas
e integracin subordinada a centros de investigacin y desarrollo de pases avanzados. Por esta
razn, el estudio de cmo la historia de un conjunto de prcticas de investigacin y desarrollo
que conformaron el rea nuclear en la Argentina hizo posible la construccin de una identidad
cultural y poltica vinculada a una ideologa autonomista con proyeccin regional puede ser
una clave metodolgica para comprender el lugar de la ciencia y tecnologa en el desarrollo econmico de los pases de Amrica Latina.

Radioqumica, reactores y metalurgia


Desde 1950, el gobierno de Pern concret algunos pasos clave en el rea nuclear. Luego del
fracaso del affaire Richter,  en 1952, el desarrollo en el campo nuclear fue transferido de
manos del Ejrcito a la Marina. Mientras que la Comisin Nacional de Energa Atmica (CNEA)
haba sido creada en 1950 como soporte administrativo de las actividades del fsico austraco
Ronald Richter y dependa directamente del Poder Ejecutivo, al ao siguiente fue creada la Direccin Nacional de Energa Atmica (DNEA), como organismo dependiente del Ministerio de
Asuntos Tcnicos. Las iniciativas de la DNEA se concentraron en el entrenamiento de cientficos
y tcnicos, y en la consolidacin de algunas reas, como la radioqumica y la fsica de reactores
primero y, un poco ms tarde, de la metalurgia. En el otoo de 1955, por convenio entre la Universidad Nacional de Cuyo y la CNEA, se cre el Instituto de Fsica de Bariloche (hoy Instituto
Balseiro), (Lpez Dvalos y Badino, 2000; Hurtado de Mendoza, 2005a).  Tambin se crearon
las Divisiones de Metalurgia y de Reactores. Como director de la primera se contrat a Jorge
Sbato, un profesor de fsica de enseanza secundaria dedicado a la investigacin aplicada en
metalurgia (Martnez Vidal, 1994: 80-3).

. Mucho ha sido escrito acerca del caso Richter. El relato ms detallado y exhaustivo se encuentra en Mariscotti (1985).
. Luego de la muerte prematura, en marzo de 1962, de Jos Balseiro, impulsor y primer director, el instituto fue rebautizado con su nombre.

68

La creacin de la CNEA y la DNEA fue parte de la consolidacin de la estructura institucional para la ciencia y la tecnologa que tuvo lugar en la Argentina durante la dcada de 1950.
Tambin, durante los ltimos aos del gobierno de Juan Pern, fueron creados el Centro de Investigaciones Cientficas y Tcnicas de las Fuerzas Armadas (CITEFA) y el Instituto Antrtico,
ambos vinculados a reas estratgicas y, por lo tanto, al sector militar. En 1956 fue creado el
Instituto Nacional de Tecnologa Agropecuaria (INTA) y al ao siguiente comenz a funcionar el
Instituto Nacional de Tecnologa Industrial (INTI). En enero de 1958 fue promulgado el decreto
de creacin del Consejo Nacional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas (CONICET). Tambin
se cre en 1960 la Comisin Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE) y en 1961 el Instituto Aerotcnico se reorganiz como Instituto de Investigacin Aeronutica y Espacial (IIAE),
un verdadero complejo industrial con un personal de 400 personas.
Durante estos aos, desarrollo y modernizacin fueron conceptos decisivos para Amrica Latina y su sentido, para un sector de la sociedad argentina que incluy a muchos militares,
polticos y cientficos, se vinculaba a los objetivos de industrializacin, independencia tecnolgica y liderazgo regional en los foros internacionales. Dentro de la CNEA, esta orientacin actu
como principio ordenador de una poltica institucional.
En el plano nacional, adems de la creacin del Instituto de Fsica de Bariloche y los cursos dictados por la DNEA en Buenos Aires, desde 1956 se increment la participacin de las
Facultades de Ciencias Exactas y Naturales, Ingeniera y Medicina de la Universidad de Buenos
Aires y la Facultad de Agronoma de la Universidad de La Plata (Hurtado de Mendoza, 2005).
En el plano internacional, la Argentina se integr al programa tomos para la Paz, promovido
por la administracin norteamericana del presidente Eisenhower desde fines de 1953, y firm
un acuerdo de cooperacin con Estados Unidos, el 29 de julio de 1955, el cual sostena que este
pas suministrara el uranio enriquecido para los futuros reactores de investigacin argentinos. El
objetivo central del programa nuclear argentino era la instalacin de reactores de investigacin y
el acceso a toda la ayuda tcnica y financiera extranjera que fuera posible (Sbato, 1973: 23).
En la Primera Conferencia Internacional sobre Usos Pacficos de la Energa Nuclear, realizada
en Ginebra en agosto de 1955, la delegacin argentina aport 37 trabajos, entre los cuales el grupo
de radioqumica de la DNEA present 13 nuevos radioistopos (Martnez Vidal, 1994: 178-79).
Con la cada de Pern en septiembre de 1955, la vieja CNEA y la DNEA fueron fusionadas, pasaron
a llamarse CNEA y el rea nuclear pas a depender de forma directa del Poder Ejecutivo.

. Un panorama histrico del proceso de institucionalizacin de la ciencia y la tecnologa en la Argentina, entre 1933 y
1996, puede verse en Hurtado (en prensa).
. Se ha escrito mucho sobre el programa tomos para la Paz. Solo a modo de sntesis, puede citarse al historiador
Martin Medhurst: Brevemente, si la industria norteamericana podra ser la primera en establecer una presencia nuclear
en diversos pases, estos pases seran, casi inevitablemente, dependientes de Estados Unidos en diseo, construccin,
operacin inicial, materiales educativos y cualquier otro aspecto de una industria incipiente. Por supuesto que, una vez
establecida, la tecnologa norteamericana sera muy difcil, si no imposible, de sustituir (Medhurst, 1997: 588).
. Entre 1955 y 1961, la US AEC firm 25 acuerdos para cooperar en investigacin; 14 para cooperar en investigacin
y en produccin de potencia; 11 acuerdos con propsitos de defensa mutua, y tres acuerdos especiales con IAEA y
EUROATOM (ver, por ejemplo, Hewlett y Holl, 1989: 581).
. La lista detallada de los radioistopos descubiertos en la Argentina puede verse en Radicella (2001: 25).

69

En enero de 1958, el primer reactor de investigacin argentino, el RA-1, alcanz el estado


crtico. El reactor y sus elementos combustibles haban sido manufacturados en el pas a partir
de los planos que haba conseguido Quihillalt del reactor tipo Argonaut, que se haba inaugurado pocos meses atrs en el Argonne National Laboratory de Chicago, Estados Unidos.  Al poco
tiempo, el know-how de los elementos combustibles del nuevo reactor, manufacturados por la
Divisin de Metalurgia de Sbato, fueron vendidos a la empresa alemana Degussa-Leybold. Esta
fue la primera venta de tecnologa nuclear de la Argentina.
El papel central del grupo de Sbato en las aspiraciones de impulsar un programa nuclear
que diera un lugar central a la bsqueda de la autonoma tecnolgica, junto al marco legal establecido durante este perodo,10 comenzaron a delinear los principios de una poltica nuclear
que se consolidara durante los aos sesenta: intensa dedicacin a la formacin de tcnicos e
investigadores y decisiones arriesgadas concebidas para avanzar en la integracin de los sectores cientfico, tecnolgico e industrial.
Al poco tiempo de su creacin en julio de 1957, la International Atomic Energy Agency
(IAEA) envi a la Argentina algunos equipos y expertos.11 Con expectativas latentes de hegemona regional en el rea nuclear, la Argentina colabor activamente con la IAEA y envi a sus
expertos para asistir principalmente, aunque no nicamente, a pases de Amrica Latina.12 A
comienzos de los aos sesenta, el gobierno de orientacin desarrollista de Arturo Frondizi declar el programa nuclear de alto inters nacional,13 aunque, como parte de las medidas de
austeridad, el presupuesto de la CNEA fue reducido a casi la mitad (CNEA, 1970: 78). Durante
ese perodo, alrededor de 20 graduados ya haban pasado por lo menos dos aos en laboratorios como el Physical Metallurgy Department de la University of Birmingham, el Max Planck
Institut fr Metallforschung en Stuttgart, la Ecoles des Mines en Paris o la Metallurgy Division
del Argonne National Laboratory. La Divisin de Metalurgia contaba entonces con 25 cientficos,
50 tcnicos, 1.500 metros cuadrados de instalaciones y ms de 40 millones de pesos en equipos (Sbato, 1962: 10). El uso intensivo de radoistopos en agricultura y medicina impuls la

. El Argonaut (Argonne Nuclear Assembly for University Training) era un reactor de investigacin de baja potencia (10
kW de calor), bajo costo y moderado con agua liviana. Haba sido diseado para ser suficientemente seguro para el uso
de estudiantes.
. Un relato detallado acerca de la construccin del RA-1 puede verse en Hurtado de Mendoza (2005b).
10. Para la cuestin de la autonoma en la determinacin de objetivos y regulaciones, ver Decreto 384 (l6 de octubre de
1955). Tambin se reforz el control, propiedad y produccin del material radiactivo a travs del Decreto 22.477 (18 de
diciembre de 1956) y se reorientaron los objetivos de la CNEA hacia la investigacin cientfica con fines en la aplicacin
industrial a travs del Decreto 842 (24 de enero de 1958).
11. Como parte de un programa de relevamiento de las necesidades de algunos pases en desarrollo y distribucin de
equipamiento, en abril de 1961 la IAEA public su programa de asistencia tcnica. All aparece que la Argentina recibira,
adems de la visita de expertos, un equipamiento valuado en 41.500 dlares (IAEA, 1961: 17).
12. Los cientficos argentinos que viajaron fueron R. L. Ceriani a Paraguay (aplicaciones mdicas de radioistopos, 1963);
V. Pecorini a Bolivia (aplicaciones mdicas de radioistopos, 1964); S. Nassiff a Colombia (radio qumica, 1965); M.
E. Bancora a Guatemala (produccin de potencia, 1967); H. R. Ciancaglini a Irn (equipamiento, 1967); G. S. Ryan a
Pakistn (plant breeding, 1968); A. J. Olivari a Bolivia (istopos para usos mdicos, 1968); E. Kuschnir a El Salvador
(istopos para usos mdicos, 1968). Ver la seccin Technical Assistance Experts in the Field de IAEA Bulletin (desde
julio de 1963 hasta noviembre de 1969).
13. Decreto 7006 (10 de junio de 1960).

70

integracin de las actividades de la CNEA a instituciones como el INTA, el Hospital de Clnicas


y el Instituto ngel Roffo (para investigacin y tratamiento del cncer), (IAEA, 1962a: 15-17).14
El Departamento de Radioistopos y el de Biologa y Medicina de la CNEA usaban, adems de
sus propios laboratorios, otros 27 pertenecientes a centros de investigacin de universidades
y hospitales (IAEA, 1962b: 9). Con el objetivo de establecer una relacin entre los industriales
locales y el Departamento de Metalurgia, la CNEA y la Asociacin de Industriales Metalrgicos
haban creado la firma SATI (Servicio de Asistencia Tcnica a la Industria) en enero de 1961. Su
plan original era realizar investigacin y desarrollo a partir de problemas que fueran planteados
por las industrias locales (Wortman, 1995: 29-31).
A mediados de los aos sesenta, un anlisis acerca de las naciones con capacidad para
construir armas nucleares incluy a la Argentina entre aquellas que podran sostener un programa de este tipo, a pesar de su desarrollo industrial limitado y la escasez de cientficos capacitados. Por esta razn, se consideraba improbable que estos pases pudieran desarrollar armas
nucleares en menos de cinco aos (Burns, 1965: 865-866).15

Camino a Atucha
En los nueve aos que siguieron a la entrada en operacin del RA-1, la CNEA desarroll otros
tres reactores de investigacin. En 1960 se finaliz el RA-0, concebido como un equipo auxiliar
para ensayar mejoras de diseo para el RA-1.16 La demanda creciente de radioistopos para
usos mdicos impuls el proyecto de diseo y construccin de un reactor de mayor potencia,
llamado inicialmente RAEP (Reactor Argentina de Experimentacin y Produccin). El 18 de
mayo de 1962, la United States Atomic Energy Commission (US AEC) inform al embajador
argentino en Washington que contribuira con 350 mil dlares o el 50% del costo del reactor,
de acuerdo a cul de las dos opciones representara la menor cantidad. Sin embargo, el subsidio se concretara recin cuando el nuevo reactor alcanzara criticidad y se pudieran presentar
pruebas preliminares de funcionamiento satisfactorias. El subsidio de US AEC sera utilizado
para instalaciones complementarias y gastos de funcionamiento del reactor y estaba sujeto a la
condicin de que los principales componentes del reactor sern manufacturados por firmas
norteamericanas o argentinas y que el reactor ser montado y construido por compaas norteamericanas o argentinas (Seaborg, 1962; Palfrey, 1965; Quihilallt, 1967a). Este nuevo reactor
era un componente clave en la estrategia de ir ganando escala de forma incremental, tanto en
experiencia de desarrollo de tecnologa de reactores como en la construccin de una poltica
de desarrollo de proveedores.

14. Tambin los hospitales Ramos Meja, Rawson y el Hospital de Nios en Buenos Aires. Sobre la participacin de la Argentina en la revolucin verde (el uso de tcnicas de radiacin para inducir mutaciones), puede verse IAEA (1969a: 19).
15. En el mismo grupo se encontraban Brasil, Mxico, Noruega, Espaa y Sudfrica.
16. Ms tarde, el RA-0 fue transferido a la Universidad Nacional de Crdoba.

71

Para avanzar en estos objetivos, en 1961 se cre la Gerencia de Tecnologa. La escasez


de personal y los bajos sueldos fueron una consecuencia de la poltica de austeridad en el gasto pblico que caracteriz este perodo. El proyecto se inici en 1962 con un equipo de quince
profesionales y tcnicos, y la licitacin del edificio y los componentes mecnicos mayores. En
paralelo a la construccin del reactor, el grupo de materiales de la CNEA tambin se encargara
de disear y construir los elementos combustibles. Para esto era necesario uranio enriquecido
al 90%, que sera provisto, como donacin, por los Estados Unidos y que se concretara a travs
de la IAEA (Quihillalt, 1967a).
Para hacer estudios preliminares sobre posibles configuraciones del ncleo del RA-3, se
dise y construy una facilidad crtica, el RA-2, que fue finalizada en 1966. Luego de algunos
atrasos, el RA-3 fue puesto a crtico en el Centro Atmico Ezeiza en la madrugada del 17 de mayo
de 1967. Fue inaugurado el 20 de diciembre, aunque por problemas de diseo, el RA-3 comenz
a operar regularmente a comienzos de 1969.17 En ese acto Quihillalt recibi el cheque de 350
mil dlares de manos del encargado de negocios de la Embajada de Estados Unidos (Quihilallt,
1967b; 1967c). En la construccin del RA-3 participaron 67 empresas argentinas (CNEA, 1967:
16-17). Junto al nuevo reactor fue construida una planta de produccin de radioistopos que
comenz a operar en 1971 y que haba tomado como modelo una planta construida en Saclay
por el Commissariat lEnergie Atomique de Francia unos aos antes, que comenz a operar en
1971 (Coll y Radicella, 1998: 103).
En 1964 se iniciaron los primeros anlisis para la primera planta nuclear de potencia. La
CNEA cont durante el primer perodo con la asistencia del Commissariat lEnergie Atomique
de Francia. De acuerdo con informes previos de la CEPAL y la IAEA, los expertos franceses concluyeron que, para 1972, entre 300 y 500 MW de potencia nuclear seran necesarios en Buenos
Aires, lugar muy alejado de las fuentes de potencia hidroelctricas. Sin embargo, los intentos
de concretar un acuerdo para comprarle a Francia un reactor de potencia de uranio natural no
pasaron de una carta de intencin. Los franceses habran concluido que no podan ofrecer los
trminos de financiamiento requeridos por la Argentina (Sbato, 1973: 32; Hymans, 2001).
En abril de 1964, la Comisin Nacional de Coordinacin de Grandes Obras Elctricas autoriz a la CNEA a realizar el informe de factibilidad con su propio personal (Alegra et l., 1964:
4). Para respaldar esta decisin tambin se argument que ninguna de las plantas hidroelctricas que estaban siendo construidas podra estar terminada antes de 1972 (Alegra et l., 1964:
11; Quihillalt, 1969: 435; Sbato, 1973: 30).18 El gobierno de Illia destin 600.000 pesos para
este objetivo (Poneman, 1982: 72).19 El informe de factibilidad fue terminado en 14 meses y sus
conclusiones fueron favorables a la instalacin de una planta nuclear de entre 300 y 500 MW,
en el rea de Atucha, 100 kilmetros al noroeste de Buenos Aires (Sbato, 1970: 35).

17. Se trat de un reactor tipo tanque de 5 MW de potencia trmica que funcionaba con uranio enriquecido al 90%.
Todos sus componentes fueron manufacturados en la Argentina, incluyendo el 90% de la electrnica y el equipo de
control (Sbato, 1973: 28).
18. El equipo, a cargo de un comit de tres miembros el presidente de CNEA, el gerente de Energa y el gerente de
Tecnologa estuvo integrado por 12 profesionales (Sbato, 1970: 33).
19. Decreto 485 (22 de enero de 1965).

72

A fines de junio de 1966, se produjo un nuevo golpe de Estado y al poco tiempo tuvo lugar
una violenta represin en algunas universidades pblicas. El incidente tuvo repercusin internacional. El resultado fue la masiva renuncia de profesores y el xodo de prestigiosos cientficos
(Tellez, 1966; Maidenberg, 1966). Si bien la CNEA no fue afectada de forma directa por este
evento, s padeci en los aos siguientes el declinamiento general de las actividades cientficas
que siguieron a este perodo.
Antes del llamado a ofertas para la compra del primer reactor de potencia, la CNEA haba
ya decidido a priori algunos puntos. El hecho de que los reactores de uranio enriquecido presentaban un nico proveedor Estados Unidos fue considerado una desventaja decisiva. Se
favoreceran las ofertas basadas en reactores de uranio natural (Sbato, 1973: 32). Una menor
dependencia compensara, se argument, el mayor precio de los reactores de uranio natural.
La decisin a favor de esta lnea de reactores significara que la produccin de agua pesada se
transformara en una de las prioridades de la CNEA (Luddemann, 1983: 380-381). Esta idea
contemplaba el uso del uranio local como un paso hacia la diversificacin de las fuentes de energa (Sbato, 1970: 35). En 1967, mientras se llevaban a cabo las negociaciones por la central
Atucha I, la CNEA haba iniciado el estudio de factibilidad de una segunda central del doble de
potencia que Atucha I, destinada a proveer electricidad a la regin central del pas.
Si bien se estimaba un nivel de potencia para Atucha entre 500 y 550 MW, haba en las
altas esferas del Gobierno un poderoso grupo, respaldado por la Secretara de Energa, completamente en contra a cualquier planta nuclear. Solamente despus de una dura batalla, se acept
la idea de una planta de 300 MW de potencia [...] (Sbato, 1973: 32).
El llamado a ofertas tuvo dos aspectos clave: (1) debido al hecho de que la CNEA haba
decidido por adelantado que no pedira financiamiento a agencias internacionales, tales como
el Banco Mundial, el financiamiento propuesto tena que ser incluido explcitamente en las ofertas de manera detallada; (2) solamente aquellas ofertas que consideraran una intensa participacin de la industria local seran tenidas en cuenta (Quihillalt, 1969: 438; Sbato, 1970: 37;
Sbato, 1973: 30-32). A mediados de 1967, 17 ofertas haban sido presentadas por compaas
francesas, canadienses, americanas y alemanas. Para la concrecin del acuerdo con la firma
alemana, SATI organiz un comit llamado Grupo de Industrias Nacionales para relevar la capacidad industrial, evaluar el acuerdo y asegurar la participacin adecuada de la industria local
(Adler, 1988: 74). La seleccin favoreci a la empresa alemana Siemens, que haba ofrecido el
cien por ciento del financiamiento, incluidos los costos locales. Todo el mundo afirmaba que
no podramos conseguir algo as (Sbato, 1970: 38).
El costo de la planta era de 70 millones de dlares. El agua pesada y el combustible no
estaban incluidos en el paquete llave en mano. Si se consideran este y otros puntos adicionales, el costo de la planta ascenda a 105 millones de dlares. Las 300 toneladas de agua pesada
seran adquiridas a Estados Unidos y los elementos combustibles deberan ser fabricados con
uranio procesado por la CNEA (IAEA, 1969b: 28). Finalmente, el acuerdo consideraba que no
habra dominios reservados, lo que hizo posible que en 1970 la CNEA mantuviera 16 tcnicos
en la casa Siemens, en Alemania. Hay equipos argentinos metidos en todos los recovecos de
esta central (Sbato, 1970: 38).

73

Geopoltica del uranio


Desde un punto de vista geopoltico, la percepcin argentina del problema nuclear qued en
buena medida en manos de militares (Child, 1979: 89). Hasta los primeros aos de la dcada
de 1980, la preocupacin argentina fue el expansionismo de Brasil y la rivalidad histrica en la
carrera por el liderazgo y la hegemona en el Cono Sur. En el terreno nuclear se destacaron dos
cuestiones: (1) mantener abierta la posibilidad de construir un artefacto explosivo (con fines pacficos); y (2) captar el mercado nuclear latinoamericano. Ambas cuestiones pueden resumirse
en dos trminos: autonoma nacional y hegemona regional.
La Argentina se encontr entre los firmantes del anteproyecto de resolucin titulado Desnuclearizacin de la Amrica Latina, presentado y aprobado en la Asamblea General de Naciones Unidas en noviembre de 1963 (Ornstein, 1970: 81-82). Luego de largas y complicadas
negociaciones a lo largo de tres aos, el 14 de febrero de 1967 se abri a la firma el Tratado
para la Proscripcin de las Armas Nucleares en la Amrica Latina Tratado de Tlatelolco. La
Argentina firm el 27 de septiembre de 1967. 20
Desde el mismo da de la aprobacin del Tratado de Tlatelolco, el artculo 18, en combinacin con los artculos 1 y 5, fueron fuente de controversias. No resultaba claro si el tratado
autorizaba las explosiones pacficas o si esto ocurrira solamente cuando existiera un mecanismo
para distinguirlas de las explosiones con fines blicos. La segunda interpretacin, apoyada por
Estados Unidos, significara la veda de las explosiones pacficas por tiempo indefinido. Para no
dejar dudas de su posicin, el gobierno argentino, al suscribir el tratado formul una declaracin. All sostuvo que el artculo 18 reconoce el derecho de las partes contratantes a realizar,
por sus propios medios o en asociacin con terceros, explosiones de dispositivos nucleares con
fines pacficos, inclusive explosiones que presupongan artefactos similares a los empleados en
el armamento nuclear. Una declaracin similar efectu Brasil al firmar el tratado (Carasales,
1997: 505-506). Argentina no ratific la firma de este tratado.
En julio de 1968, el Tratado de No Proliferacin de Armas Nucleares (TNP) se abra a la
firma. Haba sido aprobado por 95 votos a favor, 4 en contra y 21 abstenciones. En este ltimo
grupo se encontraba el voto de la Argentina, junto con los de Brasil, India, Israel, Pakistn, Sudfrica, Francia, Portugal y Espaa, entre otros (IAEA, 1968: 11). Jos Mara Ruda, el representante argentino ante Naciones Unidas, expuso en mayo de 1968 el pensamiento argentino
respecto del TNP. 21 La abstencin se fundament en dos consideraciones. La primera, que el
TNP congelaba la situacin existente, esto es, un panorama internacional con pases nucleares y no nucleares. Esto significaba un riesgo a la seguridad de los miembros de la comunidad
internacional. La segunda (y central) era la proteccin del avance tecnolgico de los pases en
desarrollo. Ruda sostuvo ante la Asamblea General que para el gobierno argentino tiene im-

20. Este tratado fue abierto a la firma el 14 de febrero de 1967, pero entr en vigor el 24 de junio de 1969. Su intencin
era crear una zona libre de armas nucleares, prohibiendo, entre otras cosas, la instalacin de bases militares con este tipo
de armas. Una caracterstica del mismo es la exigencia de todas las firmas para ingresar en el acuerdo de salvaguardias
de la IAEA (Alonso, 1985: 86; Redick, 1975: 416).
21. Segunda parte del XXII Perodo de Sesiones de la Asamblea General.

74

portancia fundamental que este Tratado pueda suponer en grado alguno, un escollo a nuestro
desarrollo econmico por una parte y, por la otra, que pueda constituir la base jurdica de una
dependencia tecnolgica que se ha venido acentuando cada vez ms en los ltimos tiempos
(Ruda, 1970: 77). Como contraparte, los pases nucleares no asuman ningn compromiso concreto, en contraste con las concretas obligaciones que se imponan a los pases no nucleares
en los artculos 2 y 3. Ruda pronunci una frase que adquiri cierta popularidad: Este Tratado
significa paradjicamente el desarme de los desarmados (Ruda, 1970: 79). Desde entonces,
la Argentina y Brasil repitieron durante ms de un cuarto de siglo que el TNP les resultaba inaceptable por su carcter discriminatorio y por violar la igualdad legal de los Estados. Al asumir
esta posicin ante los foros internacionales, el desarrollo nuclear argentino enfrentaba un serio
interrogante: hasta qu punto el no haber firmado el TNP influira sobre la decisin de las potencias en materia de asistencia tcnica? (Garasino, 1970: 72-74).

Desequilibrio interno y presiones externas


A comienzos de los aos setenta, el Instituto Balseiro se haba convertido en el principal centro
de formacin de fsicos en el rea nuclear y era uno de los institutos ms prestigiosos en Amrica Latina. Los trabajos de investigacin de la CNEA se desenvolvieron durante este perodo
principalmente en disciplinas afines a la electrnica, la metalurgia y la fsica del slido. Para
1971, se haban otorgado para sus laboratorios 74 becas doctorales en fsica y en qumica y se
encontraban en curso otras 34. Dentro de la actividad de entrenamiento y difusin de las tcnicas nucleares, dos importantes factores fueron la capacitacin y la transferencia de profesionales a la actividad universitaria. La difusin del rea de radioistopos en facultades de medicina,
farmacia, bioqumica, agronoma y veterinaria fue un componente importante de este proceso
de conformacin de una subcultura nuclear (Libanati y Baro, 1971: 512-517). Para ese momento, el 80% de los radioistopos requeridos por el mercado local eran producidos en el pas.
Existan entonces ms de 470 centros utilizando radioistopos (IAEA, 1972: 4).
Si bien durante la primera etapa del programa nuclear de los pases en desarrollo la cooperacin result relativamente fcil de obtener, y aun comprendiendo los lmites impuestos por
razones comerciales y por la defensa de los intereses econmicos de los pases desarrollados, los
representantes de la CNEA en la Cuarta Conferencia Internacional sobre los Usos Pacficos de la
Energa Atmica, realizada en Ginebra en 1971, se quejaron de que la cooperacin se endurece
en forma coincidente con la iniciacin de la industrializacin (Alegra et l., 1972: 664).
En este momento, ya era evidente que el desarrollo cientfico y tecnolgico argentino padeca un mal crnico que tena como causa principal las crisis econmicas y los golpes de Estado recurrentes. El levantamiento de trabajadores y estudiantes producido en Crdoba en mayo
de 1969 (conocido como Cordobazo) llev a la cpula militar a destituir, en junio de 1970, a
Ongana y a designar en su lugar al general Roberto Levingston. A inicios de 1971, Levingston
aprob los planes para una segunda central de potencia. El agravamiento de los conflictos sociales motiv, sin embargo, la expulsin de Levingston en marzo de 1971 y su reemplazo por
el general Alejandro Lanusse (Rouqui, 1982: 286-92). Lanusse anunci oficialmente que la

75

segunda central de potencia, a un costo aproximado de 150 millones de dlares, sera construida en Ro Tercero, provincia de Crdoba (Nuclear News, 1971: 60). Para Sbato, [...] la
crisis argentina no es un estado patolgico, anormal, transitorio; la crisis es el estado normal de
la Argentina, lo ha sido durante los ltimos 40 aos y lo ms probable es que lo siga siendo por
muchos aos ms. Hay que aprender, argumentaba Sbato, a trabajar en estas condiciones
(Sbato, 1972: 12).
Durante el proceso de negociacin por la segunda central de potencia, Lanusse y el Ejrcito
respaldaron la oferta de un reactor de uranio enriquecido de la firma norteamericana Westinghouse (Solingen, 1996: 43). Sin embargo, a diferencia de lo que haba ocurrido con Atucha I, la
discusin acerca del tipo de reactor para la central de Ro Tercero fue objeto de una discusin
pblica intensa (Poneman, 1982: 75). Como parte de este debate, la Asociacin de Profesionales de la Comisin Nacional de Energa Atmica (APCNEA) manifest las razones que la inclinaban a favor de la lnea de reactores de uranio natural. Entre otras, mencionaba que las centrales
que emplean este tipo de combustible, a igualdad de potencia generada, producen el doble de
plutonio que las de uranio enriquecido. En palabras de la APCNEA: en la actual generacin
de reactores denominados trmicos el plutonio puede adicionarse al combustible de uranio
utilizado disminuyendo de esta manera los requerimientos del mineral. Adems, el plutonio
debe ser considerado como el combustible del futuro. Finalmente, la adopcin de reactores
que emplean uranio enriquecido implica, por un lapso indefinido la dependencia estrecha de un
nico proveedor [Estados Unidos], lo cual afecta directamente el control del servicio elctrico,
situacin generadora de presiones polticas y econmicas (APCNEA, 1972: 40-41).
En abril de 1972 se difundi que la Argentina comprara su segundo reactor a la Atomic
Energy of Canada Ltd. (AECL). Se trataba de un reactor modelo CANDU (Canadian Deuterium
Uranium), tambin en la lnea del uranio natural, de 600 MW. En los ltimos estadios de las negociaciones, el consorcio formado por la empresa estatal canadiense Atomic Energy of Canada
Limited (AECL) y la italiana Italimpianti haba logrado imponerse a las ofertas de la empresa
alemana Kraftwerk Union y la norteamericana Westinghouse (Nuclear Industry, 1973: 49). En
diciembre se constituy un grupo de anlisis entre la CNEA y el Consejo Federal de Inversiones
para realizar un estudio de la posible participacin de la industria e ingeniera nacional en el
programa de centrales nucleares, contemplando los aspectos que hacen al desarrollo regional
(CNEA y CFI, 1974: 5). Ese mismo ao se extrajo del reactor MZFR del Centro de Investigaciones
Atmicas de Karlsruhe (Alemania) el primer elemento combustible de potencia manufacturado
en la Argentina por la Divisin de Metalurgia de la CNEA, en colaboracin con la empresa SIAM
electromecnica. Se hizo as no porque SIAM tuviera experiencia en metalurgia nuclear (en
realidad no tena ninguna) sino para comenzar a interesar a la industria argentina en lo que va a
ser en pocos aos un gran negocio. Atucha consumira ms de 2,5 millones de dlares por
ao de combustible durante sus prximas tres dcadas de vida til (Sbato, 1972: 8).
El valor total del contrato por la segunda central fue del orden de los 220 millones de dlares. Ante la insistencia de la CNEA sobre la participacin de empresas locales, AECL se comprometi a asegurar la participacin de un 50% de firmas argentinas. Fiel a la poltica que la CNEA
haba iniciado en 1957, una condicin adicional fue que AECL debera hacer que su tecnologa

76

nuclear, incluyendo la tecnologa de los elementos combustibles, fuera transferida a la CNEA,


que esperaba ser capaz de fabricar el 100% de las recargas de combustible (Nuclear Industry,
1973: 49-50). Por su parte, la empresa canadiense insista en aplicar a la tecnologa transferida
los estndares de la IAEA. Comenzaba a ponerse en evidencia que las negociaciones iban a ser
lentas y la relacin argentino-canadiense iba a resultar problemtica.
En marzo de 1973, el peronismo gan las elecciones y Quihillalt fue reemplazado por Iraolagoitia. Despus de casi dos dcadas al frente de la CNEA, Quihillalt se march a Irn contratado por el gobierno del sah Reza Pahlevi para trabajar como asesor del programa nuclear iran
(Clarity, 1974: 2). 22 Pern volvi a la Argentina luego de un exilio de 18 aos y muri a fines de
1974. La polarizacin social creciente agreg nuevos elementos de incertidumbre al desarrollo
nuclear. El reactor Atucha I, luego de varios retrasos en el calendario, entr en operacin el 20
de marzo de 1974. El balance permita concluir que la participacin de la industria local era de
alrededor del 40%. 23 Hasta comienzos de 1980, esta sera la nica central de potencia en operacin de Amrica Latina.
La explosin nuclear realizada por la India en mayo de ese mismo ao alter de manera
irreversible el panorama. Las presiones polticas y las restricciones resultantes se reflejaron de
forma inmediata en la exigencia de Canad de cargar sobre su comprador nuevos costos de aplicacin de normas adicionales de seguridad. Para el programa nuclear argentino estas exigencias
se sumaban a un panorama econmico inflacionario y a la insistencia de la AECL de protegerse a
s misma contra las prdidas adicionales de trabajar en la Argentina (Luddemann, 1983: 381).
De acuerdo a un analista de la poca, el programa nuclear argentino mostraba una semejanza perturbadora con el de la India: ambos pases contaban con excelentes cuadros de
especialistas; ambos se decidieron por la lnea de reactores de uranio natural, la cual presenta,
se deca, ventajas militares; finalmente, a juicio del analista, ambos haban acumulado la cantidad
necesaria de experiencia como para no depender de la tecnologa extranjera. Y concluye: es
difcil escapar a la conclusin de que cada paso del programa nuclear argentino parece haber
sido diseado para poder pasar rpidamente al desarrollo de armas (Redick, 1975: 419-20).
Estas afirmaciones fueron enfticamente desmentidas por los portavoces del programa nuclear
argentino. Los pases centrales, so pretexto de impedir la proliferacin de armas nucleares,
tratan de impedir a toda costa que los pases en desarrollo alcancen el pleno dominio de las tcnicas de reprocesamiento y de enriquecimiento (Sbato y Frydman, 1976: 61).

22. El ingeniero Humberto Ciancaglini haba trabajado en rea nuclear en Irn durante la segunda mitad de la dcada
de 1960.
23. El costo adicional fue estimado en solo el 3,25 % (Martnez Vidal, 1994: 183). SATI haba conseguido colocar una lista
que representaba el 12% de rdenes de compra de tems electromecnicos y el 90% de la obra civil, lo que significaba
un 40% de participacin nacional (Quilici, 2008: 7).

77

Tecnologa y terrorismo de Estado


A mediados de los aos setenta, el desarrollo nuclear argentino era considerado, detrs de China
e India, el ms avanzado dentro de los pases en desarrollo. Si bien dos dcadas de crisis polticas y econmicas haban devastado buena parte de las instituciones pblicas, especialmente
las actividades de investigacin de las universidades, la CNEA haba sido capaz de sostener la
continuidad de gestin y persistir en sus principales objetivos.
Con la llegada de la dictadura militar que expuls de la presidencia a Mara Estela Martnez
de Pern el 24 de marzo de 1976, ya desde el comienzo el desarrollo nuclear comenz a acelerarse.
La frgil economa heredada del breve perodo democrtico no evit que los militares incrementaran, de forma indita para la fecha, la partida presupuestaria dedicada al rea nuclear.
Inmediatamente despus del golpe militar, el capitn (ms tarde vicealmirante) Castro
Madero fue nombrado presidente de la CNEA. Graduado en fsica en el Instituto Balseiro, Castro
Madero retom un supuesto bsico de la tradicin nuclear local: la clave del desarrollo nuclear
para un pas como la Argentina era el dominio completo del ciclo del combustible nuclear. En
cuanto a las inversiones necesarias, sostuvo por esos das: Se estima que el monto global hasta
1985 ser del orden de 5.500 millones de dlares, de los cuales 3.500 millones sern insumos
nacionales que debern ser provistos por el Tesoro Nacional (Castro Madero, 1976a: 10). Desde el comienzo, Castro Madero enfatiz que la Argentina ya estaba capacitada para asumir la
responsabilidad de la direccin, construccin, montaje y puesta en operacin de las prximas
centrales. El objetivo era liberar cuanto antes al pas de los contratos llave en mano.
La principal razn que justificaba la expansin del programa nuclear era la necesidad de
incrementar la capacidad energtica del pas. A comienzos de la dictadura militar, la capacidad
elctrica instalada era aproximadamente de 6.000 MW, de los cuales 340 eran provistos por
Atucha. Castro Madero estimaba que para el ao 2000 el pas necesitara 15.000 MW de origen
nuclear, lo que significaba una inversin de aproximadamente 30.000 millones de dlares en
25 aos. Estas previsiones podran concretarse mediante la construccin de cinco reactores de
600 MW hasta 1990 y los restantes 12.000 MW podran ser instalados en la dcada siguiente
(Castro Madero, 1976b: 43-44). En cuanto a la previsin de combustible, la Argentina contaba
con uranio para alimentar Atucha I y seis centrales adicionales de 600 MW por los prximos 30
aos. Sin embargo, a esto deba agregarse la intencin de intensificar la prospeccin geolgica.
Los estudios geolgicos que se haban realizado hasta entonces permiten afirmar, con optimismo que se contaba con uranio para alimentar alrededor de cuarenta centrales durante 30 aos
o ser un pas exportador de uranio. 24
En el ao 2000 el pas habr acumulado en los elementos combustibles irradiados una
cantidad de plutonio que representar una energa potencial equivalente al total de nuestras reservas en minerales fsiles y uranferos y que ser, seguramente, necesario reprocesar. Es por

24. Estos planes faranicos no desentonaban con los proyectos de otros pases de la regin. Funcionarios brasileos
hablaban de construir 63 plantas de energa nuclear, aunque los compromisos con Alemania Occidental contemplaban
rdenes por solo dos reactores (Gall, 1976: 194).

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esta razn que la Argentina debe ir desde ahora implementando la infraestructura suficiente
en este campo. En cuanto al problema de enriquecimiento de uranio, si bien Castro Madero
sostuvo que an quedaba por definir una poltica, afirm que siendo el pas un potencial exportador de uranio, mayor ser el beneficio cuanto mayor sea el valor agregado. Tambin hizo una
propuesta inicial centrada en estudiar la factibilidad de establecer una planta multirregional de
enriquecimiento en Amrica Latina (Castro Madero, 1976b: 45-46).
Para los militares argentinos tambin haba razones de orden geopoltico. 25 En junio de
1975, Brasil haba firmado un convenio con Alemania Federal en el que se acordaba la mayor
de las transferencias de tecnologa nuclear hacia un pas en desarrollo. En la visin de algunos
militares argentinos, este evento podra afectar drsticamente los intereses regionales del programa nuclear argentino (Guglialmelli, 1976; Lowrance, 1976). Para Castro Madero, sin embargo, la razn dominante no era militar sino econmica. Mientras que Brasil haba optado por
reactores de uranio enriquecido, la Argentina haba optado por reactores de uranio natural. Una
decisin masiva del resto de los pases de la regin por una de estas opciones puede significar una sensible disminucin de costos y abre una magnfica posibilidad de incursionar en
nuevos mercados internacionales (Castro Madero, 1976b: 46). Desde la dcada de 1960, la
Argentina haba puesto a disposicin de la IAEA alrededor de cincuenta expertos para ayudar
a la regin y haba iniciado una poltica de acuerdos bilaterales de cooperacin con pases vecinos (Yriart, 1976). 26
Miembro del sector industrialista de las Fuerzas Armadas, Castro Madero pensaba que
los militares tenan que jugar un papel decisivo en el desarrollo de aquellas reas estratgicas
capaces de impulsar la industrializacin del pas. Desde su punto de vista, la industria nuclear
ejerce un efecto multiplicador sobre otras actividades industriales y constituye un importante
foco de atraccin para nuestros profesionales de prcticamente todas las disciplinas cientfico
tecnolgicas (Castro Madero, 1976b: 47). El xodo de cientficos afectaba seriamente estos
objetivos (Pellegrino, 2003: 11-12). Ahora bien, a pesar de la preocupacin manifestada por
Castro Madero sobre la fuga de cerebros, ya desde sus primeros das en el poder el rgimen
militar hizo estragos sobre los sectores cientficos y acadmicos. Luego del retorno a la democracia, llevara ms de quince aos revertir sus consecuencias.
En reemplazo de los rectores fueron nombrados interventores militares en 28 universidades estatales. Durante los primeros meses de dictadura, al menos 3.000 personas, entre
profesores, personal administrativo y estudiantes, fueron expulsadas por razones polticas. Muchos otros renunciaron. Algunos profesores fueron llevados a prisin como parte de acciones
antisubversivas. Hasta que podamos limpiar el rea de enseanza y todos los profesores sean
de pensamiento e ideologa cristiana no habremos alcanzado el triunfo que buscamos contra

25. La geopoltica en Amrica Latina estaba en buena medida en manos de militares. Refirindose a la revista argentina
Estrategia, Child (1979: 95) sostiene: Desde 1969, el Instituto Argentino de Estudios Estratgicos y Relaciones Internacionales (INSAR), bajo la direccin del General retirado Juan E. Guglielmelli, ha estado produciendo la que es claramente
la revista ms sofisticada y penetrante de geopoltica de Amrica Latina (y posiblemente del mundo).
26. Hasta 1976, la Argentina haba firmado acuerdos de cooperacin para usos pacficos de la energa nuclear con Bolivia
(1970), Colombia (1967), Paraguay (1967), Per (1968), Uruguay (1968) (Fundacin Arturo Illia, 1989: 197-200).

79

la izquierda revolucionaria, aclaraba por aquellos das el general Adel Vilas, comandante de la
Quinta Brigada de Infantera (Onis, 1976). Noticias acerca de cientficos que fueron secuestrados o desaparecidos comenzaron a ser publicadas en revistas y diarios internacionales. En
la CNEA, al menos ocho cientficos fueron arrestados entre el 1 y el 19 de abril de 1976. Entre
ellos se encontraba el fsico Mario Misetich, que haba regresado a la Argentina en 1970 con un
doctorado en el Massachusetts Institute of Technology. 27 A pesar de que al final de la dictadura
desaparecieron 15 personas de la CNEA, de acuerdo con numerosos testimonios de ingenieros y cientficos de la CNEA, Castro Madero habra intentado proteger al personal de la CNEA
de las consecuencias del terrorismo de Estado. Como contrapartida, Castro Madero, coherente
con su lugar de funcionario de la dictadura, asumi una postura oficialista monoltica en lo que
respecta a sus declaraciones pblicas. 28
Desde el punto de vista interno, la poltica econmica de la dictadura inici un proceso
acelerado de apertura econmica y de adaptacin a las condiciones dominantes en el sistema financiero internacional. 29 A travs de enormes costos sociales, los primeros cinco aos
de poltica econmica de la dictadura iban a modificar la estructura de poder econmico (y
poltico) en favor de los dueos del dinero y, sobre todo, de aquellos que operan en el mercado
financiero. La industria local padeci los costos financieros, la competencia externa y la desaparicin del sistema de promociones. Este marcado proceso de desindustrializacin apunt,
ya desde el comienzo de la dictadura, en la direccin opuesta a la orientacin autonomista,
que contemplaba la capacitacin y articulacin de empresas locales, ambas concebidas en los
sesenta por la CNEA y asumidas por la poltica nuclear durante la gestin de Castro Madero
(Schvarzer, 1998: 33-71).
Desde el plano internacional, los planes iniciales de Castro Madero se vieron gravemente
obstaculizados por las iniciativas acordadas por los pases exportadores de tecnologa nuclear
contra la proliferacin. Por iniciativa de Estados Unidos, se iniciaron en 1974 reuniones secretas de los pases exportadores de tecnologa nuclear, ms tarde conocidos como el Club de
Londres. Conducidas por Henry Kissinger, secretado de Estado de Estados Unidos, estas reuniones eran particularmente ofensivas para las sensibilidades argentina y brasilea (Redick,
1995: 19). El objetivo explicitado era poner restricciones al comercio de equipos y tecnologas
nucleares y evitar que la competencia entre los pases exportadores debilitara las salvaguardias.
Finalmente, ignorando a la IAEA, fueron redactadas en secreto y aprobadas en septiembre de
1977 las llamadas Pautas de Londres, aunque finalmente fueron comunicadas a la IAEA en
notas de enero de 1978 (Hofmann, 1976). Las Pautas definan como tecnologas sensitivas

27. Peronista de izquierda y serio candidato a la presidencia de la CNEA cuando Pern retorn a la Argentina en 1973,
Misetich fue arrestado el 19 de abril de 1976 y hoy figura en la lista de desaparecidos en la Argentina. Ver, por ejemplo:
Wade (1976: 1398); Stover (1981); Westerkamp (1982: 37-38).
28. Ver, por ejemplo, Hurtado de Mendoza y Vara (2006).
29. Schvarzer (198: 39-42) explica los cambios del sistema financiero internacional que se vinculan a la tendencia a la
formulacin de polticas liberales y al acelerado proceso de endeudamiento de los pases perifricos: brusco incremento
de la liquidez mundial proveniente de diversas fuentes, como la ocasionada por acelerada transferencia de ingresos
producto del alza del precio del petrleo, el cambio de paridad de las principales monedas y, en la segunda mitad de la
dcada, la desaceleracin del crecimiento de las economas centrales.

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el enriquecimiento de uranio, el reprocesamiento de elementos combustibles irradiados, la produccin de agua pesada y la tecnologa del plutonio, y restringan su transferencia. 30
Poco despus de la prueba nuclear de la India, el gobierno de Alemania Federal haba
pedido la extensin de las salvaguardias que se aplicaban sobre Atucha I a toda la vida til de la
central como condicin para continuar la provisin de sus elementos combustibles. En diciembre
de 1976, el gobierno de Canad anunci su nueva poltica. Como condicin para continuar con
los acuerdos firmados, Canad comenz a exigir la adhesin al TNP y la aceptacin por parte de
la Argentina de las salvaguardias completas de la IAEA. En este punto, Canad desconoca los
compromisos adquiridos con la Argentina, entre ellos un acuerdo de transferencia de tecnologa
(Castro Madero y Takacs, 1991: 59-60). 31 Tambin comenz a demandar nuevos costos para
la aplicacin de normas adicionales de seguridad. A todo esto se agregaba la insistencia de la
AECL sobre la necesidad de protegerse de las prdidas adicionales que eran consecuencia de
trabajar en la Argentina, donde el escenario econmico era incierto, la inflacin haba trepado
al 200% y su moneda haba padecido reiteradas devaluaciones (Carasales, 1987: 120-123).
A este complejo panorama se sum un caso de corrupcin. A fines de noviembre de 1976, el
ministro de Energa canadiense hizo pblico que en 1973 la AECL haba depositado 2,4 millones
de dlares en la cuenta de un banco de Liechtenstein en concepto de pago por servicios no
especificados a algn extranjero vinculado a la promocin de la venta del reactor CANDU a la
Argentina. Bajo la sospecha de soborno, un comit parlamentario canadiense inici una investigacin de la AECL, al que se agregaban 8 millones pagados a un agente en Tel Aviv vinculado
a la venta de un reactor CANDU a Corea del Sur (Bratt, 2006: 119-137).
Con el paso de los meses la posicin de Estados Unidos se fue endureciendo. La administracin Carter prohibi a proveedores norteamericanos de tecnologa nuclear toda venta a
pases que no hubieran firmado el TNP. Para respaldar esta poltica, Canad anunci que no
vendera agua pesada a la Argentina para su nueva planta. Como respuesta a estos anuncios,
Castro Madero sostuvo a mediados de 1977 que la Argentina estaba en condiciones de hacer
un explosivo nuclear y que la decisin de no hacerlo era de ndole poltica y no tecnolgica
(De Young, 1977). En octubre de ese mismo ao, un decreto del Poder Ejecutivo reforz el compromiso con el rea nuclear, se refiri a la instalacin de ms centrales nucleares y reafirm la
idea de dominar el ciclo completo del combustible nuclear. 32
En noviembre de 1977, el secretario de Estado de Estados Unidos, Cyrus Vance, el embajador especial para control nuclear internacional, Gerard Smith, y el arquitecto de la poltica de
no proliferacin de la administracin Carter, Joseph Nye, visitaron la Argentina. La delegacin
norteamericana esperaba que la Argentina ratificara el Tratado de Tlatelolco. 33 Si bien, de acuerdo

30. Estaba claro que las Pautas negaban a los pases en desarrollo firmantes del TNP lo que en su Artculo IV los pases
nucleares se comprometan a otorgar (Carasales, 1987: 118-120).
31. Firmado el 30 de enero de 1976 por 15 aos y renovacin automtica por 10 aos (Fundacin Arturo Illia, 1989: 197 n.19).
32. Decreto 3183 (19 de octubre de 1977), artculo 13.
33. La cuestin de los derechos humanos fue la otra razn de la visita de Vance. La administracin Carter insisti en su
preoupacin sobre los secuestros, torturas y desapariciones (p.e., Onis, 1977).

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con Castro Madero, este fue el momento que la Argentina estuvo ms cerca de adherir a este tratado, las negociaciones terminaron fracasando (Castro Madero y Takacs, 1991: 158). Esto ocurra
mientras funcionarios de la CNEA se encontraban firmando un acuerdo con Per, el cual no tena
precedentes en lo que respecta a colaboracin tecnolgica entre pases en desarrollo.
A comienzos de los setenta el Instituto Peruano de Energa Nuclear (IPEN) estaba interesado en adquirir un reactor de investigacin a Francia o Inglaterra. La historia del acuerdo entre
Per y la Argentina haba comenzado en 1972, cuando una delegacin del IPEN visit la CNEA
para ver si era posible obtener asesoramiento para la firma de un acuerdo con Francia. A cambio, el asesor legal de la CNEA convenci a los funcionarios del IPEN de negociar la compra con
la Argentina. La CNEA envi una misin a Per para iniciar las negociaciones. Mientras los representantes de la CNEA se encontraban en Lima, en la Argentina tuvo lugar el golpe de Estado
de marzo de 1976. Castro Madero rpidamente se inform y apoy la iniciativa. Durante las negociaciones, la CNEA asumi la responsabilidad de construir una facilidad crtica para entrenar
al personal del IPEN. Si el contrato se firmaba, esta facilidad sera donada al IPEN (Radicella,
2005). Finalmente, el 5 de noviembre de 1977 se firm el contrato para la construccin de un
Centro de Investigacin Nuclear en Guarangal, a 35 kilmetros de Lima (Castro Madero, 1978:
37a). El reactor de investigacin bautizado RP-0 entr en operacin en julio de 1978, catorce
meses despus de la firma del acuerdo. Un aspecto importante del contrato fue el entrenamiento
de 150 cientficos y tcnicos peruanos, que parcialmente fue realizado en la Argentina. Renato
Radicella, funcionario de la CNEA a cargo de las negociaciones, sostiene: Esta fue la primera
transferencia de tecnologa importante realizada por la CNEA. La Argentina gan en experiencia
y conocimiento y no perdi plata a pesar de la inflacin. Hubo mucha colaboracin del Banco
Central y la Aduana. Tuvimos el pas atrs (Radicella, 2005). Para facilitar los aspectos administrativos de la venta se promulg la ley del proyecto Per. 34
Para Castro Madero, el convenio con Per fue algo indito en Amrica Latina y un ejemplo
privilegiado de lo que se entiende por transferencia horizontal (Castro Madero, 1978b: 7). 35
La facilidad ms importante del proyecto era un reactor de investigacin trmico de 10 MW, el
cual sera, una vez finalizado, el de mayor potencia en operacin en Amrica Latina. Un punto
delicado era que este reactor haba sido diseado para operar con uranio enriquecido al 90%.
Sin embargo, la Nuclear Non-Proliferation Act (NNPA) aprobada en Estados Unidos en abril de
1978 estableca la prohibicin de cooperacin nuclear con pases que no aceptaran completas
salvaguardias de todas sus instalaciones. 36 La CNEA decidi redisear el reactor para que pudiera
trabajar con uranio enriquecido al 20%. A pesar de esta iniciativa y del acuerdo de cooperacin
bilateral, 37 Estados Unidos decidi negar el uranio enriquecido para que la Argentina pudiera

34. Ley 21.889 (17 de octubre de 1978).


35. El centro fue inaugurado el 19 de diciembre de 1988. Su costo total, incluyendo los caminos de acceso y tendido de
lneas de electricidad, fue aproximadamente de 106 millones de dlares (Radicella, 2001: 39-43).
36. US Public Law 95-242 (10 de marzo 1978).
37. El acuerdo se enfocaba en usos civiles de la energa nuclear y fue firmado en Washington el 25 de junio de 1969 por
un trmino de 30 aos (Fundacin Arturo Illia, 1989: 198-199).

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fabricar los elementos combustibles para el reactor peruano. Sobre estas decisiones del gobierno norteamericano, Castro Madero sostuvo que resultaba muy difcil discriminar hasta dnde
se trata de evitar la proliferacin y hasta dnde se permite que existan monopolios, que existan
intereses comerciales o que exista el inters de que algunos pases no tengan la posibilidad de
desarrollar sus planes autnomos (Castro Madero, 1978b: 5).
Este cambio de poltica por parte de Estados Unidos desencaden varias iniciativas que
significaron una orientacin ms decidida hacia la autosuficiencia en materia nuclear. Entre las
principales estaba la contratacin de la tercera central de potencia. Se decidi que seguira en la
lnea del uranio natural. Si bien lo ideal era que fuera canadiense, argumentaba Castro Madero,
Canad no nos da todava una respuesta definitiva sobre su decisin de seguir adelante en su
colaboracin con la Argentina para el desarrollo integral de su plan nuclear (Castro Madero,
1978b: 7). A pesar de estos contratiempos, en 1978 alrededor de 55 tcnicos y profesionales
ya se encontraban participando en Italia y Canad en cuestiones vinculadas a la construccin
de la central nuclear de Embalse (Castro Madero, 1978a: 35).
A fines de 1978, Castro Madero anunci que ya estaba en construccin en el Centro Atmico Ezeiza una nueva planta que fabricara los elementos combustibles necesarios para operar
Atucha I a partir del uranio natural argentino. Tambin se iba a comenzar la construccin de una
planta experimental de agua pesada, que entrara en operacin en 1980, con una capacidad de
produccin de una o dos toneladas por ao. Una vez que hayamos adquirido todo el know-how,
estaremos en posicin de llamar a ofertas para una planta industrial de 250 toneladas, agreg
Castro Madero (Benjamin, 1978: A21).
Simultneamente, para consternacin de la administracin Carter, Castro Madero anunci
que la Argentina haba contratado el ao anterior a la empresa Techint para comenzar a construir en el Centro Atmico de Ezeiza (Buenos Aires) una planta experimental para reprocesar
plutonio, que podra estar terminada a comienzos de los ochenta. 38 Desafiando los esfuerzos
de Estados Unidos para detener este proyecto, Castro Madero afirmaba: Ahora los Estados
Unidos dicen no reprocesen. Al da siguiente, ellos dirn s [] Para un pas como el nuestro,
toma tiempo desarrollar una nueva tecnologa. Por eso estamos planificando llegar preparados
a la dcada de 1990 para estar en posicin de decidir por nosotros mismos si reprocesar o no
(Benjamin, 1978: A21).
A comienzos de 1979 una comisin interministerial aprob y el presidente militar de facto
ratific un ambicioso Plan Nuclear, el cual autorizaba la construccin de cuatro reactores de
600 MW y se propona completar el ciclo del combustible nuclear para 1997. 39 El presupuesto
para el rea nuclear se multiplic por cuatro y alcanz los 1.000 millones de dlares por ao
(Poneman, 1987: 174-175). Luego de elaborar una base de datos de proveedores nucleares

38. En 1967, un grupo liderado por Juan Flegenheimerlogr poner en funcionamiento una planta de reprocesamiento
a escala de laboratorio y separar unos miligramos de plutonio de elementos combustibles irradiados provistos por Estados Unidos para el reactor de investigacin RA-1. En 1973, con el cambio de gobierno, Flegenheimer tuvo que dejar
la CNEA (Radicella, 2005).
39. Decreto 302. La comisin interministerial fue creada en noviembre de 1978 (CNEA, 1978a).

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nacionales, se hizo el llamado a licitacin para la tercera central nuclear.40 En la licitacin se especificaba que la central deba ser de 700 MW, uranio natural y agua pesada. En noviembre, la
compaa alemana KWU gan el contrato por 1.300 millones de dlares para construir Atucha
II, la tercera central nuclear, mientras que la firma suiza Sulzer Brothers obtuvo el contrato por
300 millones de dlares para construir una planta comercial de agua pesada con una capacidad de produccin de 250 toneladas anuales en Arroyito, provincia de Neuqun. A pesar de
que la firma canadiense AECL haba ofrecido una oferta comprehensiva para construir tanto el
reactor como la planta de produccin de agua pesada, Castro Madero sostuvo que, si la AECL
hubiera ganado el contrato para la construccin de Atucha II, el pas se habra atado a un solo
proveedor y esto habra afectado la capacidad de la Argentina de desarrollar un programa independiente con un mnimo de posibilidades de interferencias externas (Nuclear Engineering
International, 1979).41 Durante la negociacin del contrato se cre la Empresa Nuclear Argentina
de Centrales Elctricas (ENACE), con una participacin del 75% de CNEA y el 25% de KWU.
Entre los objetivos de esta empresa estaban la promocin e integracin de la industria local alrededor del plan nuclear, la gestin de contratos de transferencia de tecnologa, la precalificacin
de empresas proveedoras.42
Finalmente, como veremos en la siguiente seccin, el cambio de orientacin de la poltica
nuclear norteamericana tambin alent el inicio de un programa secreto para el desarrollo de la
tecnologa de enriquecimiento de uranio.

Secretos patagnicos
Mientras las presiones de Estados Unidos se enfocaban en la planta de reprocesamiento y Castro Madero lograba dividir el frente de proveedores, el programa secreto de enriquecimiento de
uranio se puso en marcha en 1978. Este proyecto fue propuesto por un grupo de cientficos de la
CNEA e INVAP (Investigaciones Aplicadas), una empresa que era un desprendimiento originado
en el Programa de Investigaciones Aplicadas (PIA) creado por la CNEA en 1971. Liderado por
el fsico Conrado Varotto que se haba doctorado en el Instituto Balseiro, el principal objetivo
del PIA era asistir a la industria local en la incorporacin de tecnologas modernas. Uno de los
principales obstculos que enfrent el PIA fue la compleja burocracia de la CNEA y, como consecuencia, la dificultad de concretar acuerdos comerciales. En 1975 se iniciaron las primeras
negociaciones entre la CNEA y el gobierno de la provincia de Ro Negro para la creacin de una
empresa. En septiembre de 1976, despus del golpe militar, el nuevo gobernador y Castro Madero, ambos de la Marina, acordaron la creacin de la empresa (Buch, 2004). En sus inicios,

40. El cuestionario de la encuesta fue dirigido a 600 empresas y fue respondido por unas 300 (Quilici, 2008: 11).
41. A fines de los aos ochenta, el costo del reactor haba ascendido a 4.000 millones de dlares. En agosto de 2006
el gobierno argentino anunci que se retomaran las obras de la central Atucha II. La planta de agua pesada entr en
operacin en 1985 y su costo final se estima en mil millones de dlares.
42. Sobre las empresas mixtas creadas por la CNEA durante este perodo, como ENACE, CONUAR y FAESA, y sobre la
participacin de algunas empresas de capital nacional como Industria Mendoza Pescarmona y Prez Companc, y la forma
en que se beneficiaron a partir de las licitaciones vinculadas al plan nuclear, puede verse Quilici (2008).

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INVAP estuvo casi enteramente dedicada a los requerimientos del rea nuclear. En 1978, con
un personal de alrededor de 130 personas, la empresa comenz a participar en la construccin del RA-6, un reactor de investigacin para el Centro Atmico Bariloche (CAB). En 1980 la
empresa fue contratada por la CNEA para proveer los instrumentos para el reactor que estaba
siendo construido en Per. Sin embargo, la mayor tarea que emprendi en aquellos aos fue el
desarrollo secreto de una planta de enriquecimiento de uranio por difusin gaseosa. La determinacin de avanzar vino en 1978, cuando el Congreso de Estados Unidos aprob la ley de no
proliferacin. Carter no proveera combustible enriquecido para un reactor de investigacin que
la Argentina estaba vendiendo a Per y para la produccin de radioistopos para medicina e
industria que nosotros exportamos, explicaba ms tarde Varotto (Martin, 1984).
El 1 de agosto de 1978, Castro Madero firm el documento secreto, llamado Informe
DDG 1/78, autorizando los estudios de enriquecimiento de uranio.43 Este documento propona:
Desarrollar la tecnologa de enriquecimiento de uranio por el mtodo de difusin gaseosa, en
escalas de entre 50 y 500 kg/ao de uranio metlico equivalente, con un enriquecimiento de
hasta un 20% de 235U. (CNEA, 1978b: 1). Adems de instalaciones en la ciudad de Bariloche,
la CNEA adquiri un terreno en Pilcaniyeu (a 60 kilmetros de Bariloche), al borde del ro Pichi
Leufu River. En este lugar aislado sera construido el complejo para el enriquecimiento de uranio. En las pautas para la organizacin del personal se mencionaba: Slo determinado personal
tendr conocimiento del Proyecto en su totalidad. Y el informe agregaba: El personal de menor
jerarqua que tome parte del mismo, deber ignorar las finalidades, salvo que sea aconsejable
enterarlo. Cada caso se estudiar particularmente. Si fuera necesario, Gendarmera Nacional se
ocupara de la custodia de las instalaciones (CNEA, 1978b: 4-5). Ahora bien, el mayor volumen
del informe se dedicaba a la Memoria tcnica del proceso. El 26 de febrero de 1981 fueron
obtenidos en Villa Golf los primeros miligramos de uranio enriquecido (Santos s/f, 107, 154).
En paralelo al proyecto Pilca, el 3 de abril de 1982, la CNEA inaugur su primera planta
para la produccin de elementos combustibles. Castro Madero llam a esto un paso hacia la
autosuficiencia que liberar a la Argentina del colonialismo cientfico y tecnolgico. Tres das ms
tarde, la Argentina anunci que la Unin Sovitica haba acordado enriquecer uranio argentino
a un porcentaje bajo, y que haba obtenido una cantidad adicional de China.44 En la arena internacional, la guerra de Malvinas y la derrota final de la Argentina fueron asociadas a la cuestin
nuclear. Algunos titulares de diarios norteamericanos fueron elocuentes: La derrota de Falkland
podra acelerar la bomba A argentina (Christian Science Monitor, 1982), o Falkland, la bomba
latina y proliferacin nuclear (Kondracke, 1982). La guerra de Malvinas interfiri en la marcha
del proyecto solamente en cuestiones menores. En el Ayuda Memoria mimeografiado que llev
a la reunin mantenida el 19 de octubre de 1982 en Buenos Aires con Castro Madero, Varotto

43. La sigla DIG indica Planta de enriquecimiento de uranio por el proceso de difusin gaseosa.
44. Una presentacin de las relaciones comerciales entre la Argentina y la Unin Sovitica puede verse en Markham
(1982). Entre 1980 y 1982, Argentina import agua pesada de la Unin Sovitica y de la Repblica Popular China para
compensar las prdidas de Atucha I (ver, por ejemplo, Kessler, 1983; Miller, 1982). Al final de 1982, Castro Madero
afirm que China estaba vendiendo a las Argentina uranio enriquecido al 20% para los reactores de investigacin. Por
su parte, una firma francesa provey circonio al programa nuclear argentino (Laufer, 1982).

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sintetiza el estado de situacin del proyecto y agrega que el 100% de la tecnologa es propia
y que se han importado solo materias primas y materiales y equipos no incluidos en ninguna
lista de embargos. Y agrega: Los equipos para produccin de membranas son 100% USA y
algunos llegaron incluso durante la guerra de las Malvinas (Varotto, 1982).
Durante este perodo, los ambiciosos planes nucleares de la CNEA comenzaron a ser amenazados por la escasez de fondos. El estancamiento econmico a esta altura la deuda externa
era de 39 mil millones de dlares comenz a tornarse una barrera infranqueable. La CNEA tuvo
que aceptar un retraso en la construccin de la tercera planta nuclear y de la planta de agua
pesada. En cuanto al considerable atraso en la construccin de la planta de reprocesamiento,
Castro Madero explic que la Argentina estaba tratando de construirla sin ayuda extranjera: Tenemos que adaptarnos a nuestra situacin econmica [...] sin caer en el pesimismo acerca de
lo que podemos conseguir (Diehl, 1982). Como compensacin parcial, a mediados de 1982
se produjo un giro en la poltica norteamericana, cuando el secretario de Energa de la administracin Reagan, James B. Edwards, autoriz la exportacin al pas de un sistema de control
computarizado provisto por la empresa norteamericana Foxboro para ser utilizado en la planta de
agua pesada, cuya construccin estaba a cargo de una firma suiza. A pesar de que el NNPA de
1978 prohiba la cooperacin de Estados Unidos con la Argentina, la administracin Reagan fue
capaz de autorizar la exportacin del sistema digital, dado que en los papeles figuraba la venta a
la firma suiza (Benjamin, 1982). El 3 de mayo de 1983 se inaugur la central de Embalse. Como
resultado final, la participacin de empresas nacionales fue del 51%.45 En agosto, la administracin Reagan aprob la venta de agua pesada a la Argentina (New York Times, 1983).
El gobierno militar, debilitado por la derrota de Malvinas, haba negociado el retorno a la
democracia. El 30 de octubre Ral Alfonsn gan las elecciones presidenciales y asumira la
presidencia el 10 de diciembre. Haba que hacer pblica la existencia de una planta de enriquecimiento antes de esa fecha. El 18 de octubre, la planta oper y se obtuvieron varios kilogramos
de hexafluoruro de uranio enriquecido. Todo el proyecto haba sido realizado dentro del marco
de la Ley de Obras Pblicas y Rgimen de Contrataciones del Estado, con toda la contabilidad
a la vista. Los gastos fueron cubiertos con fondos de los presupuestos anuales de la CNEA a lo
largo de los cinco aos en que se desarroll el proyecto, con un costo total de 62,5 millones de
dlares (Castro Madero y Takacs, 1991: 84-85).46
El anuncio fue planificado como una delicada empresa diplomtica. Se concret el 18 de
noviembre de 1983. Castro Madero sostuvo:
Una vez ms, como la Argentina ha establecido en varios foros internacionales, ha sido
demostrado que la poltica de negaciones, forzada por las grandes potencias para extender la
suspensin de provisiones de materiales bajo salvaguardias necesarias para producir radioistopos, ha fallado en dar los resultados esperados. Tal poltica siempre fallar a causa de su
naturaleza discriminatoria, particularmente cuando un pas est preparado para enfrentar el

45. La central de Embalse fue terminada con una participacin nacional del 30% en ingeniera, 95% en la obra civil y
90% en el montaje (nuclear y convencional) (Orione, 1983: 114).
46. La compra de insumos extranjeros era del orden del 15,5% (Castro Madero y Takacs, 1991: 85).

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desarrollo de tecnologas con sus propios recursos tcnicos y una mirada puesta en asegurar
su autonoma y su independencia (Starr, 1984: 957).
Mientras tanto, la economa argentina padeca una inflacin anual del 400%. Algn caricaturista sealaba que la nica cosa enriquecida en la Argentina era el uranio. En este momento,
el pas era considerado el tercer mayor proveedor del mundo de asistencia nuclear a otros pases
en desarrollo. La noticia del xito tecnolgico de Pilcaniyeu tom a las agencias de inteligencia
norteamericanas por sorpresa. Qu clase de tontos emplea la CIA en Amrica Latina?, preguntaba un editorial de la revista inglesa New Scientist (1983).

Retorno a la democracia
El retorno a la democracia hizo pensar en la arena internacional que se producira un cambio
drstico en la poltica nuclear argentina. Aun antes de asumir la presidencia, el presidente electo
Ral Alfonsn anunci que creara una comisin investigadora para revisar el programa nuclear
en su totalidad. A fines de diciembre, Castro Madero renunci y asumi el primer presidente
civil en la historia de la CNEA. Sin embargo, a los pocos meses del retorno a la democracia, la
incertidumbre del gobierno norteamericano se pona en evidencia en las pginas del diario Wall
Street Journal:
La prensa occidental frecuentemente asoci el rechazo a las salvaguardias nucleares
completas por parte del rgimen militar difunto con el recurrente nacionalismo que dio color a
la aventura fallida de las islas Falkland [Malvinas]. Para desgracia de Washington, sin embargo,
el gobierno electo de Ral Alfonsn [...] ha adoptado esencialmente la lnea poltica de sus predecesores militares en esta cuestin (Leigh, 1984).
A pesar de las enrgicas iniciativas legales y polticas contra la dictadura, el gobierno
democrtico adopt una aproximacin autonomista en la cuestin nuclear. Es cierto que esto
significaba continuar en la lnea de Castro Madero. Pero lo que pasaba por alto el Wall Street
Journal era que la poltica nuclear de Castro Madero, a contramano de la poltica econmica
aplicada a escala nacional, haba adoptado la ideologa y los objetivos que se haban comenzado
a construir en la CNEA desde los aos cincuenta. De todas formas, el gobierno de Alfonsn respondi a estos reclamos externos dando a Cancillera un peso mayor en la definicin y manejo
de la poltica nuclear a travs de la creacin de la Direccin de Asuntos Nucleares y Desarme en
el mbito del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto. El principal objetivo era ganar transparencia y mostrar las intenciones pacficas en los foros internacionales (Russell, 1989: 77).
A fines de marzo de 1984, la primera crisis ministerial que enfrent el gobierno de Alfonsn
se produjo por motivos nucleares. La renuncia del secretario de Asuntos Especiales del Ministerio de Relaciones Exteriores, Hugo Gobbi, estaba vinculada al posible desmantelamiento de
la planta de enriquecimiento de uranio de Pilcaniyeu. El reemplazo de Gobbi, defensor intransigente del plan nuclear, por Jorge Sbato, primo de quien liderara el desarrollo nuclear durante
los sesenta, constituye la punta de una complicada operacin de presin que despliegan poderosos intereses, para cambiar el rumbo de la poltica nuclear argentina, especulaba el diario
Primera Plana. Casi en simultneo con este desplazamiento, visit la Argentina el vicesecretario

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de Estado para Asuntos Interamericanos, Lowell Kilday. La misin de Kilday era persuadir al
gobierno argentino de ratificar el Tratado de Tlatelolco y el TNP. El reordenamiento del plan
nuclear era condicin para la renegociacin de la deuda externa. Durante esta visita se dio a
conocer la drstica reduccin del presupuesto de la CNEA al 50%. Detrs de Kilday visitaran
el pas Paul Leventhal y Theodore Taylor, directivos del Nuclear Control Institute y asesores del
Congreso de Estados Unidos en cuestiones de no proliferacin. Tambin visit el pas Jeremy
Stone, director de la Federacin de Cientficos Americanos (Primera Plana, 1984).
Los medios se hicieron eco de la incertidumbre del destino del desarrollo nuclear argentino. En abril, el diario Clarn defendi la trayectoria histrica de la CNEA. En un editorial sostena:
Mientras que otros tems de la industrializacin eran arrasados por las polticas econmicas, la
CNEA no solo sobrevivi, sino que se constituy en una leccin elocuente de que el desarrollo es
posible. Y ms abajo: La isla de modernizacin que es la industria atmica merece, entonces,
reencontrarse con el resto del proceso productivo [...]. El editorial aluda a las dificultades para
afrontar pagos vencidos y sostena que los cortes presupuestarios no se podan justificar como
reduccin de los gastos militares [...] (Clarn, 1984).
Desde el peronismo, el corte presupuestario se present como un signo del inicio de la
desarticulacin del plan nuclear argentino. De acuerdo con un diputado nacional, el desarrollo
nuclear atravesaba uno de los momentos ms crticos como consecuencia de las presiones
de la banca internacional y de Estados Unidos, que proponen flexibilizar la negociacin de la
deuda externa nicamente si la Argentina decide poner fin a su plan en materia atmica (Regionales, 1984).47
A mediados de mayo, el diario La Nacin public dos extensos artculos de Castro Madero,
que era presentado como actual consultor de la Presidencia. Discutiendo la frase que circulaba
en ese momento para enriquecer uranio se empobreci al pas, Castro Madero se defenda
argumentando lo poco que cost Pilcaniyeu. No existen antecedentes en el pas, ni creo que
los haya en el exterior, que registren un rendimiento tan ptimo de fondos invertidos como en
este caso y que sorprende a los expertos del mundo entero. En esos artculos tambin sostuvo
que se debe calificar a este xito como el desarrollo ms importante y trascendente realizado
en la Argentina. Y conclua retomando su posicin desafiante frente a Estados Unidos: Hemos
contribuido a demostrar que la poltica de las negativas que internacionalmente impulsan las
grandes potencias no slo es irritativa por su carcter discriminatorio, sino que adems es ineficiente (Castro Madero, 1984a; 1984b).
Aceptada la crisis presupuestaria, el eje de la poltica nuclear del gobierno se desplaz
hacia el fortalecimiento de la colaboracin argentino-brasilea en el rea nuclear. El proceso de
convergencia de las polticas nucleares de Brasil y la Argentina haba comenzado con las discusiones abiertas por el Tratado de Tlatelolco y el TNP y la percepcin inequvoca de un orden
internacional que los relegaba. El proceso de deterioro de las relaciones entre Estados Unidos
y Brasil, como consecuencia de la oposicin norteamericana al acuerdo nuclear entre Brasil y

47. En este punto, es importante recordar que el gobierno de Alfonsn apoy activamente durante este mismo perodo el
proyecto secreto del misil Cndor II, desarrollado por la Fuerza Area. Puede verse Santoro (1992: 17-22).

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Alemania Federal, firmado en 1975, reforz la tendencia a la cooperacin nuclear de los vecinos
latinoamericanos. A pesar de las tensiones, sobre todo en cuestiones de derecho sobre los recursos hdricos de ros compartidos, Argentina apoy el derecho de Brasil al acceso de tecnologa
nuclear avanzada (Redick, 1995: 19-20). Buenos Aires y Brasilia iniciaron finalmente un proceso
de consolidacin en colaboracin nuclear bilateral mientras ambos pases se encontraban bajo
dictaduras militares, cuando el general Joo Figueiredo visit Buenos Aires en 1980.
En noviembre de 1985 se reunieron en Foz de Iguaz los presidentes Ral Alfonsn y Jos
Sarney y firmaron la Declaracin conjunta sobre poltica nuclear, donde se establece un Grupo
de trabajo integrado por diplomticos, cientficos y tcnicos, que comenz sus actividades en
julio de 1986. A mediados de julio de 1987, Alfonsn viaj a Bariloche con Sarney para firmar
un conjunto de actas entre las que se inclua una de cooperacin e intercambio de tecnologa
nuclear. All se reiter el compromiso de mantener las reuniones cuatrimestrales entre especialistas argentinos y brasileos. El encuentro de los presidentes incluy la visita a la ultrasecreta
planta de enriquecimiento de uranio (DyN, 1987). El enriquecimiento de uranio estaba incluido entre los proyectos a desarrollar en conjunto, adems de nuevas tcnicas de salvaguardia e
investigacin sobre fusin. El acuerdo excluy el rea militar (Calmon Alves y Braga, 1987). Al
ao siguiente, ambos presidentes visitaron la planta de enriquecimiento brasilea en Iper y la
planta de reprocesamiento de plutonio en construccin en Ezeiza.
A pesar de la clara orientacin pacfica, las presiones sobrevivieron a la presidencia de
Alfonsn. En mayo de 1989, el prestigioso Bulletin of the Atomic Scientists public un artculo
titulado Los peronistas buscan la grandeza nuclear. All se deca: Si se puede creer en las
encuestas de opinin, el peronismo, movimiento argentino de masas autoritario y xenfobo, retornar al poder en las elecciones del 14 de mayo. Y agregaba ms adelante: Esto ha renovado
la preocupacin sobre el desarrollo nuclear en la Argentina, un pas con una larga historia de
inestabilidad poltica y nacionalismo militante (Kessler, 1989: 13).
A pesar de estas afirmaciones, el proceso de integracin con Brasil continu durante el
gobierno peronista y culmin con la concertacin del Acuerdo entre la Repblica Argentina y
la Repblica Federativa del Brasil sobre el uso exclusivamente pacfico de la energa nuclear,
firmado en Guadalajara (Mxico) el 18 de julio de 1991. Por medio de este acuerdo, se creaba un
sistema comn de control de materiales nucleares que se implementara a travs de la Agencia
Brasileo-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (ABACC). Este proceso
se cerraba con la firma en Viena, el 13 de diciembre, de un acuerdo entre los dos gobiernos, la
ABACC y la IAEA, de un acuerdo para la aplicacin de salvaguardias en ambos pases (Ornstein,
1998: 133-141; Redick, 1995: 24-33). En los aos siguientes, Brasil y la Argentina firmaron el
Tratado de Tlatelolco y el TNP.48 Para algunos protagonistas de esta historia, este paso signific
renunciar a 25 aos de coherencia en poltica nuclear.
Mientras el desarrollo nuclear en la CNEA perda impulso y se consolidaba la colaboracin con Brasil, a mediados de 1988 la empresa INVAP y el Haut Commisariat a la Recherche,

48. El Tratado de Tlatelolco fue ratificado por la Argentina el 5 de agosto de 1992. El TNP fue firmado el 23 de diciembre
de 1994.

89

organismo estatal de Argelia, firmaban un acuerdo de asociacin tecnolgica. El 24 de marzo


del ao siguiente, el reactor de investigacin e irradiacin NUR de 1 MW, construido por INVAP,
alcanz estado crtico. Esta transaccin fue seguida de una serie exitosa de exportaciones de la
misma empresa a Cuba, Egipto, India, Irn, Rumania, Siria y Australia (Buch, 1998: 157-201).49
La construccin de este mercado es tema para otro trabajo. Haber logrado enfrentar la competencia despiadada caracterstica del comercio internacional de tecnologa nuclear donde
las ambiciones comerciales y las presiones polticas se confunden habla de una expertise en
la integracin de capacidades de INVAP, CNEA, Cancillera y diversos funcionarios del Estado
argentino, en muchos casos del Poder Ejecutivo. La serie de exportaciones de tecnologa nuclear iniciada a fines de los aos setenta puede pensarse como punto de llegada de un proceso histrico, en la medida en que completa el ciclo iniciado en los aos cincuenta, cuando
el gobierno argentino decidi impulsar el rea nuclear y crear un mbito institucional exclusivo
para su desarrollo.

Eplogo sobre tecnologa y periferia


El crecimiento de los primeros aos de la CNEA, enfocado en la formacin de recursos humanos,
la conformacin de los primeros grupos de investigacin y las primeras decisiones estratgicas,
fue impulsado por los sucesivos gobiernos locales. Favorecida por la guerra fra y por clculos
comerciales, tambin existi la colaboracin de Estados Unidos y, ms tarde, de IAEA. En trminos simblicos, la energa nuclear se presentaba como una utopa tecnolgica posible para
los pases no industrializados. La consolidacin de reas que no existan en el pas metalurgia,
electrnica, fsica de reactores, radioqumica marc una orientacin al crecimiento en escala
de la CNEA. Refirindose al rea de metalurgia, Sbato explicaba que la decisin de organizar
un laboratorio de metalurgia, como la Divisin de Metalurgia del Argonne National Laboratory
en Estados Unidos, Chalk River en Canada, o Harwell en Gran Bretaa habra sido el camino
fcil; pero la CNEA eligi el camino difcil. En lugar de enfocar el esfuerzo en la creacin de
un laboratorio de metalurgia nuclear, la decisin fue establecer un laboratorio de investigacin
en metalurgia capaz de resolver problemas ms generales. El equipo fue adquirido siguiendo el
mismo criterio (Sbato 1973, 26). As, la CNEA atraves en los aos cincuenta un primer estadio de construccin de una identidad institucional y, a falta de una poltica de escala nacional
para la ciencia y la tecnologa, fue construyendo pautas de organizacin, estrategias de institucionalizacin, estilos de trabajo y objetivos cientficos y tecnolgicos, que fueron, de manera
implcita, esbozando su propia poltica.
La lnea de desarrollo de reactores de investigacin, iniciada a fines de los cincuenta, se
afirm en la direccin de un crecimiento incremental. La experiencia adquirida en la construccin
de los primeros cuatro reactores de investigacin fue clave para iniciar el proceso de licitacin
y compra de la primera central de potencia. Durante los aos sesenta, adems del crecimiento

49. Respecto de las presiones de Estados Unidos y la cancelacin de los contratos de INVAP con Irn en 1991, puede
verse Hurtado de Mendoza (2006: 65-66).

90

interno, la CNEA logr establecer una red de colaboracin con otras instituciones locales. Hospitales, agro, industria y universidades, todos del sector pblico, a travs de laboratorios, ctedras,
participacin en obras pblicas, van extendiendo la red de interacciones del rea nuclear. Desde una perspectiva poltica interna, la primera central de potencia Atucha I signific un avance
de la CNEA sobre el problema energtico y puso de manifiesto nuevas tensiones con el sector
que avalaba los proyectos hidroelctricos desde la Secretara de Energa. Esta misma disputa
pona de manifiesto la relevancia poltica del sector nuclear. Por otra parte, la inestabilidad y el
debilitamiento de las actividades de investigacin en las universidades pblicas obstaculizaron
el crecimiento de la CNEA. Desde el escenario internacional, los primeros sntomas de alarma y
oposicin creciente de las potencias nucleares coinciden con el momento en que algunos pases perifricos mostraban capacidad de acumulacin, diversificacin y decidida marcha hacia
la autonoma en el desarrollo nuclear. La conceptualizacin de estos desarrollos a travs del
concepto unidimensional de proliferacin justific la disminucin de la asistencia y la coercin
creciente de los marcos regulatorios.
Durante la dcada de 1970, eventos como la crisis del petrleo y la prueba nuclear de la
India generaron las condiciones para que los pases proveedores de tecnologa nuclear, liderados por Estados Unidos, mostraran que no estaban dispuestos a aceptar la competencia de
pases perifricos. El Club de Londres y el NNPA de la administracin Carter son las manifestaciones ms elocuentes. Como contrapunto, se puso en marcha en Atucha la primera central
de potencia de Amrica Latina.
En los siete aos que gobern la ltima dictadura, la CNEA concret buena parte de sus
logros ms importantes. A nivel internacional, el rgimen militar argentino soport fuertes presiones, tanto en lo referente al desarrollo nuclear como a las violaciones a los derechos humanos.
Sin embargo, el obstinado objetivo de completar el ciclo del combustible nuclear continu vigente
y poco despus de que el pas atravesara la crisis econmica ms profunda de su historia (hasta
esa fecha) y que sus Fuerzas Armadas fueran derrotadas en la guerra de Malvinas (abril-junio
de 1982), el programa nuclear alcanz su punto ms alto en noviembre de 1983, cuando Castro
Madero anunci que la Argentina haba desarrollado la tecnologa de enriquecimiento de uranio
por difusin gaseosa. A pesar de los acuerdos del Club de Londres, el NNPA y las acusaciones contra la dictadura argentina por violaciones a los derechos humanos, Castro Madero haba
logrado concretar acuerdos comerciales con Alemania Federal, Canad, Italia, Suiza, Estados
Unidos, Gran Bretaa, la Unin Sovitica, China y Francia. A pesar de la exacerbada retrica
contra la proliferacin, los pases proveedores de tecnologa nuclear no dudaron en favorecer la
conveniencia comercial en detrimento de lo pactado.
Desde el punto de vista interno, durante la ltima dictadura la CNEA haba seguido una
trayectoria opuesta a la direccin que tom la economa a escala nacional. Alejandro Estrada,
secretario de Comercio durante la dictadura, haba sostenido que es el mercado quien debe
decidir si el pas va a producir acero o caramelos (Puciarelli, 2004: 123). Esta frase emblemtica de la poltica econmica del gobierno militar colisionaba con la ideologa autonomista que
gui la poltica nuclear. Peor aun, solo unas pocas empresas nacionales prosperaron durante
la dictadura, pero no impulsadas por la competencia en el mercado, sino por su habilidad de

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construir lobby poltico (Munck 1985, 60-62; Schorr 2004, 61-90). Un flujo millonario de contratos pblicos promovi la conformacin de este grupo de privilegio, lo que Castellani llam el
complejo econmico estatal privado (Castellani, 2004: 194-95). De esta forma, mientras a
nivel macroeconmico la ltima dictadura marc el comienzo del proceso de corporativizacin
de la economa, la CNEA se transform en una isla donde prevalecieron los ideales de desarrollo
econmico e industrializacin. El precio de este anacronismo fue cargado a la deuda externa.
En este contexto, la figura de Castro Madero permanece hoy como una incgnita digna
de ser estudiada. Mientras que es bien recordado por muchos civiles que trabajaron en la CNEA
durante la dictadura y, adems de conceptualizar su gestin como una continuacin natural de
las ideas de Sbato, sostienen que Castro Madero los habra protegido del terrorismo de Estado,
otros condenan su videlismo incondicional. Un fsico que trabaj en la CNEA durante aquel
perodo intenta sintetizar esta ambivalencia: Castro Madero fue como Rommel, un excelente
general, creativo... Era Rommel nazi? No lo s. Era pro-Hitler? S. Hubiera diseado Castro
Madero campos de concentracin y cmaras de gas? Probablemente no. Pero es cierto que l
fue miembro del grupo de elite de Videla y firm cuanta proclama en su apoyo circul durante
esos das (Hurtado de Mendoza y Vara, 2006).
Durante los primeros aos del gobierno de Alfonsn, el tema nuclear fue ampliamente debatido en los medios y constituy un tema poltico de relevancia en la agenda del gobierno, que
no alter la direccin poltica heredada y se propuso continuar, como dice un documento de la
SECyT (1989), con el vigoroso esfuerzo de abrir el paquete y de sustituir las importaciones de
tecnologa con las contribuciones de la industria local. Cuando poco ms tarde se decidi reducir
dramticamente el presupuesto de la CNEA y se produjo una severa desaceleracin, fue por razones econmicas de nivel nacional la creciente inflacin y el problema de la deuda externa, y
no por oposicin poltica o reparos de otra ndole contra el desarrollo nuclear (SECyT, 1989: 61).
Desde la arena internacional, el reordenamiento del plan nuclear fue condicin para discutir
la deuda externa. En este punto parece haberse puesto de manifiesto que el programa nuclear
argentino estaba sobredimensionado respecto de la capacidad econmica del pas.
Quilici atribuye el innegable xito en el desarrollo de proveedores que se alcanz con la
construccin de las dos primeras centrales nucleares a la puesta en prctica de las ideas de
Sbato. Sin embargo, seala, hay un punto de quiebre que puede situarse en el Plan Nuclear
establecido en el Decreto 302 de 1979. La vorgine de las grandes obras, concluye, fueron
objetos codiciados por la patria contratista, como fue el caso de Atucha II, que se convirti
en un sumidero de fondos, que solo servan para pagarles los supuestos improductivos a los
grandes contratistas (Quilici, 2008: 21-22). Algo semejante ocurri con la planta de reprocesamiento de plutonio en el Centro Atmico de Ezeiza. Su construccin qued paralizada desde
1983, cuando todava era necesaria una inversin de 40 millones de dlares para terminarla.
Ahora bien, para su operacin era necesario construir una planta de tratamiento de residuos
de alta actividad, presupuestada en 200 millones. Luego del pago de alrededor de 40 millones
de dlares en improductivos y lucro cesante a TECHINT, la principal contratista, el directorio de
la CNEA decidi rescindir el contrato para la construccin de la planta de reprocesamiento en
1991, como consecuencia de presiones de Estados Unidos. El costo final en valor contable de

92

la obra inconclusa en ese momento era de 400 millones de dlares (Santos, 2008).
El desprendimiento de la Entidad Regulatoria Nuclear y de la empresa Nucleoelctrica
Argentina, que se concret en 1994, puede pensarse como el corolario de la prdida de protagonismo de la cuestin nuclear en un marco poltico de achicamiento del Estado. Los intentos posteriores de privatizar la gestin de las centrales de potencia, a cargo de Nucleoelctrica
Argentina, no prosperaron.
Sin embargo, tambin hay que agregar en este balance que hoy la Argentina exporta reactores nucleares de investigacin. En todo caso, esta historia muestra la compleja conjuncin
de factores y las escalas temporales que se requieren para el surgimiento de una empresa de
base tecnolgica como INVAP y para su consolidacin como exportadora de tecnologa nuclear.
Escapa al presente trabajo un anlisis de las estrategias comerciales que puso en prctica esta
empresa y de las sucesivas crisis que atraves desde la dcada de 1980. 50 Otro aspecto de
esta cuestin se vincula al desarrollo de tecnologa espacial. Al poco tiempo de la creacin,
en mayo de 1991, de la Comisin Nacional de Actividades Espaciales asumi su presidencia
Conrado Varotto, quien haba liderado la creacin de INVAP y el proyecto de Pilcaniyeu. Hoy la
empresa INVAP tambin trabaja en esta rea, igual que el Instituto Balseiro y algunos sectores
de la CNEA.
Desde una perspectiva regional, la cooperacin nuclear con Brasil puso de manifiesto la
capacidad poltica de ambos pases para desactivar aquellos argumentos que, desde la arena
internacional, tomaban como punto de partida los potenciales desequilibrios que podran llevar
a una carrera nuclear en el Cono Sur. Es interesante percibir que, a pesar de haberse puesto
en evidencia que Amrica Latina es la regin de la periferia menos conflictiva del planeta, las
presiones continan vigentes. Cuando el presidente Incio Lula da Silva anunci, en abril de
2004, que Brasil iba a intentar entrar al mercado del uranio enriquecido, la IAEA exigi inspeccionar las instalaciones brasileas y algunos expertos vincularon el programa nuclear brasileo con el paquistan.
A modo de cierre, digamos que el desarrollo nuclear en la Argentina, en sus inicios, padeci
las limitaciones propias de los emprendimientos tecnolgicos en contextos perifricos:
i. La aceptacin de un estado inicial de subordinacin simblica y material. Esto significa
que los temas relevantes, los criterios de validacin, los modelos institucionales y los modos iniciales de organizacin suelen ser el producto de aquello que pudo ser aprendido (y
aprehendido) de los pases centrales. Las innovaciones locales suelen ser desviaciones
de estos parmetros iniciales.
ii. Una representacin deficiente y ahistrica del lugar social y econmico que debe
ocupar un desarrollo tecnolgico (en nuestro caso, el desarrollo nuclear), combinada con
una discontinuidad poltica crnica, que deriva en una capacidad limitada para una construccin ms eficaz de ese lugar.

50. Sobre la trayectoria de INVAP, puede verse Versino (2006).

93

iii. Un background de conocimientos y habilidades para el diseo de polticas para la


ciencia y la tecnologa que hereda las limitaciones del punto anterior y que toma sus componentes tericos sus clasificaciones, valoraciones, evaluaciones y, en general, prescripciones de las formulaciones de poltica cientfica de los pases centrales.
Este trabajo se propuso esbozar una trayectoria poltica e institucional, algunos segmentos
del proceso de toma de decisiones, las representaciones (o imaginarios) y sus efectos ideolgicos que hicieron posible superar estos condicionantes iniciales para alcanzar un grado de
desarrollo que hizo posible la conformacin de una subcultura nuclear en la Argentina. Superado el estadio inicial, el trabajo intent mostrar cmo trabaja la arena internacional cuando
un pas perifrico comienza a aparecer como competidor potencial. Toda una matriz discursiva
sobre seguridad, diplomacia y proliferacin, que abarca desde la produccin acadmica en relaciones internacionales hasta el periodismo, que no cuestiona los arsenales nucleares, la venta
de armas, la competencia comercial por el mercado de tecnologas sensitivas, los acuerdos
corporativos, los secretos industriales y los secretos vinculados a la seguridad de los pases
centrales y que, basados en el carcter dual de toda tecnologa, llevan la sospecha o el clculo
de intenciones al rango de categora analtica para la justificacin terica de la censura a los
desarrollos perifricos. En este sentido, el caso estudiado tambin muestra la complejidad de
la dimensin poltica y su carcter constitutivo primario de los procesos de desarrollo tecnolgico en la periferia.

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Siglas
ABACC: Agencia Brasileo-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares
AECL: Atomic Energy of Canada Limited
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CANDU: Canadian Deuterium Uranium
CEPAL: Comisin Econmica para Amrica Latina
CITEFA: Centro de Investigaciones Cientficas y Tcnicas de las Fuerzas Armadas
CNEA: Comisin Nacional de Energa Atmica
CNIE: Comisin Nacional de Investigaciones Espaciales
CONICET: Consejo Nacional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas
DNEA: Direccin Nacional de Energa Atmica
ENACE: Empresa Nuclear Argentina de Centrales Elctricas
IAEA: International Atomic Energy Agency
IIAE: Instituto de Investigacin Aeronutica y Espacial
INTI: Instituto Nacional de Tecnologa Industrial
INTA: Instituto Nacional de Tecnologa Agropecuaria
IPEN: Instituto Peruano de Energa Nuclear
NNPA: Nuclear Non-Proliferation Act
SATI: Servicio de Asistencia Tcnica a la Industria
SECyT: Secretara de Ciencia y Tecnologa
TNP: Tratado de No Proliferacin de Armas Nucleares
US AEC: United States Atomic Energy Commission

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Hamlet Surez MD. PhD.


Es jefe del Depto de Otorrinolaringologa y director del Laboratorio de Otoneurologa del Hospital Britnico.
Prof de ORL. Facultad de Medicina CLAEH. Director del Programa de Implantes Cocleares... Uruguay. Fondo
de Recursos. Member of the International Committee of the Association for Research in Otolaryngology. (ARO)
USA. 2001 - 2005.Foreign Advisor of the NIH (USA) in Grant of Cochlear Implants. Professor for Instructional Courses of the American Academy of Otolaryngology Head and Neck Surgery. 2002 - 2003. Professor of
the Courses of International Brain Research Organization. (IBRO) School of Neurosciences. Member of the
Collegium Otolaryngologicum Amicitae Sacrum. Miembro de la Comisin Academica de Postgrado .UdelaR.
2001 - 2005. Miembro de la Comisin Honoraria del MSP. 2005 - 2007. Tutor de cinco estudiantes de maestra en Biomedicina y uno de doctorado. (PROIMBIO - Fac. de Medicina. UdelaR). Publicaciones en revistas
revisadas: 36. Captulos en libros internacionales por invitacin: 17.

100

Generacin de valor
en la investigacin cientfica
Una propuesta generada en Uruguay
Hamlet Surez

Marco general
La financiacin de la investigacin cientfica y la generacin de conocimiento es en todas la sociedades un problema de debate continuo.
Los pases en vas de desarrollo tienen una carga adicional para la obtencin de esos recursos, ya que la sociedad en su conjunto y su masa crtica de polticos en particular no la percibe como una instancia crucial en el desarrollo de la sociedad.
Una sociedad puede decidir que invierte en generar conocimiento o lo adquiere desde
otras sociedades con mayor desarrollo. Claramente esta ltima opcin va a producir un fenmeno de dependencia intelectual en su propia generacin de recursos, como tambin un factor
condicionante ms en la emigracin de poblacin joven con capacidad de crear, innovar y producir valor para la sociedad donde viven.
Por eso, adems del lobby que pueda provenir de las agrupaciones universitarias en las instancias del planeamiento presupuestal para obtener recursos para la investigacin en un marco
acadmico, parecera razonable pensar en fuentes alternativas en la obtencin de recursos.
En ese sentido, esta obtencin de recursos alternativa a la del propio Estado puede provenir de la industria instalada o de capitales de riesgo en vas de generar una inversin rentable
a la innovacin.
Especialmente en Uruguay hay una escasa cultura en que la industria busque en su
masa crtica de cientficos oportunidades de generar valor a su produccin o aun ms, innovar
sobre ella.
Tampoco las universidades tienen estructuras institucionales encargadas de buscar un
vnculo intenso con los procesos productivos. En ese sentido, cuando esta relacin entre el
sector acadmico y los procesos de produccin se concreta, el anuncio de la misma se publicita como un fenmeno original, aunque en realidad es un proceso habitual y regular en una
sociedad desarrollada.
Las experiencias que se han dado en Uruguay, an escasas, se han producido principalmente en la relacin entre la produccin agroindustrial con algunas instituciones acadmicas.
Claramente en un pas productor de alimentos este vnculo es un objetivo a incrementar
de manera dramtica, pero eso no invalida que el pas busque otras reas de innovacin y generacin de valor.

101

Otra de las fuentes que el mundo desarrollado utiliza, para vincular la innovacin a la creacin de valor, son los capitales de riesgo que apuesten a tener una inversin rentable desde los
hallazgos de la investigacin cientfica.
En Uruguay es mnima la experiencia y el primer intento es el del grupo Prosperitas CP,
quienes estn tratando de desarrollarlo desde hace tres aos.
En ese sentido esta presentacin es un breve resumen de la experiencia de una inversin
que este grupo hizo en el ao 2006 en un producto generado desde el marco acadmico (Laboratorio de Otoneurologa), que utiliza la tecnologa de la realidad virtual para la evaluacin y
rehabilitacin de los trastornos del equilibrio.

El proyecto Medicaa
El proyecto Medicaa surge de la investigacin cientfica del Laboratorio de Otoneurologa sobre
las alteraciones del sistema del equilibrio (ver referencias).
El ncleo conceptual bsico que llev a un producto de innovacin es el trabajo realizado
sobre percepcin sensorial y respuestas del control postural.
Implementando la tecnologa de realidad virtual se trabaj en la evaluacin del control
postural frente a la estimulacin sensorial, que utilizando esta tecnologa reproduce la estimulacin sensorial a la que el individuo est expuesto en su vida diaria.
Luego de editar varios artculos en publicaciones revisadas, se evalu la posibilidad de
generar un producto que cumpliera el rol de evaluar cmo los estmulos sensoriales mediombientales influyen sobre pacientes que tenan lesiones sobre las estructuras del sistema nervioso
central involucradas en el mantenimiento del equilibrio de la postura y marcha.
Adems, como el principio de la rehabilitacin se basa en exponer sucesivamente a la
estimulacin que al paciente le genera conflictos sensoriales, para que el cerebro se adapte,
esta tecnologa nos dara la oportunidad de generar estmulos con claves perceptuales precisas e ir midiendo la adaptacin de las respuestas posturales con el transcurso del tiempo de la
rehabilitacin.
El sistema entonces funciona como un procedimiento de evaluacin funcional del equilibrio y del tratamiento en rehabilitacin.
Los dos grandes campos de desarrollo en los que el sistema tiene aplicacin en medicina son:
A. La implementacin de la rehabilitacin vestibular, que es el procedimiento teraputico
idneo para el manejo de la recuperacin de las alteraciones del equilibrio.
B. La estimulacin sensorial en un programa de prevencin de cadas en el anciano.

102

A. Rehabilitacin vestibular
Aqu el sistema apunta a varios objetivos:
1. Evaluar con precisin qu tipo de informacin sensorial le genera inestabilidad al paciente a travs de la reproduccin de esa estimulacin por realidad virtual. Conociendo
el tipo de estmulos visuales, vestibulares o propioceptivos que afectan ms selectivamente a un paciente con alteraciones del equilibrio (fundamentalmente en enfermedades complejas), es posible conocer las redes neurales involucradas en el mal procesamiento de la informacin sensorial y por lo tanto en la generacin de estrategias
errneas de postura y marcha. Adems, permite conocer cmo una determinada lesin
o enfermedad del sistema del equilibrio impacta en un paciente que tiene una estructura perceptual especfica, como por ejemplo si es visuo-dependiente o independiente
en el manejo de su control postural. Es decir que una misma lesin puede producir un
impacto diferente en distintos pacientes porque tienen caractersticas perceptuales
previas tambin diferentes.
2. Obteniendo esta informacin se puede disear un programa especfico de rehabilitacin del equilibrio. Y es especfico porque genera una estimulacin adecuada recreada
por la tecnologa de realidad virtual, para el conflicto de informacin que ese paciente
tiene, utilizando claves perceptuales precisas como la velocidad, direccin del flujo visual, estimulacin de toda la retina o de la fvea, etc.
3. La posibilidad de ir midiendo la respuesta postural del paciente, si genera fenmenos
de adaptacin, y por lo tanto evaluar la marcha de un proceso de rehabilitacin.
4. Mantener registros con medicin cuantitativa de los resultados evolutivos.
5. En base al almacenamiento de esta informacin, los sistemas de salud pblicos o los
seguros privados pueden tener un control sobre resultados teraputicos.
6. La posibilidad de generar reportes mdicos con informacin medible objetivamente e interactuar de manera interdisciplinaria con otros actores de los procesos teraputicos.

103

B. La estimulacin sensorial en un programa de prevencin de cadas en el anciano


La inestabilidad y cadas es una de las principales causas de disminucin de calidad de vida y
de muerte en ese grupo etario.
Es adems uno de los factores de gasto en salud ms significativos por el aumento de la
expectativa de vida.
Sin duda la asistencia de un anciano con inestabilidad es multidisciplinaria en cuanto al
equipo mdico involucrado, porque sus causas son multifactoriales.
Una de los factores que influyen en su alteracin del equilibrio es que los rganos sensoriales encargados de dar la informacin necesaria para el control postural y de marcha se deterioran, por varios procesos degenerativos vinculados al envejecimiento y a otras patologas, y
tambin se producen lesiones en el sistema nervioso central por los mismo procesos.
Es por esto que se deteriora todo el sistema del control postural, y la nica estrategia vlida es apelar a presentar el conflicto de informacin sensorial de manera sistemtica al paciente
para buscar la capacidad de adaptacin, es decir que el cerebro busque estrategias de procesar
la informacin sensorial alterada que recibe para cumplir el rol de mantener la postura erecta.
Este proceso se genera fundamentalmente porque se produce sustitucin de funciones
sensoriales, por ejemplo la de los receptores vestibulares del odo interno por la propioceptiva, etc., ejerciendo una cualidad del sistema nervioso central que es su capacidad plstica,
es decir que es capaz de cambiar sus estrategias en busca de cumplir una funcin cuando se
produce una lesin.
El grupo primario de investigacin desarroll trials clnicos publicados en revistas de impacto con revisin, en los que se demostr que ancianos con historias de cadas por alteracin
del sistema del equilibrio mejoraban sus perfomances luego de ser tratados con procesos de
rehabilitacin usando el sistema diseado en el Laboratorio de Otoneurologa.
Estos trials fueron tambin sometidos a una segunda revisin en la FDA y los rganos reguladores de la CEE para aprobar su uso en estos pacientes.
En ambos casos se obtuvieron las aprobaciones necesarias.

Una segunda etapa


Luego de efectuados los trials clnicos fue imprescindible la bsqueda de mecanismos que financiaran un proceso productivo de ese conocimiento.
En el ao 2004 se cre un primer fondo de capital de riesgo en Uruguay (Prosperitas CP),
con fondos institucionales y privados, y se aplic el proyecto de desarrollo, logrando la aprobacin de este fondo para invertir en el proyecto Medicaa.

Objetivos del emprendimiento


El objetivo inicial fue mejorar el producto y efectuar los testing correspondientes y la comercializacin, generando un grupo de investigacin y desarrollo que le diera consistencia al proyecto.
Se busc la asociacin con el mbito acadmico que generara validaciones en el compo-

104

nente mdico y asistencial, produciendo investigacin independiente.


Se cre un plan de comercializacin en la regin que pudiera sostener los costos de desarrollo y mantenimiento de la empresa.
Se comenz un programa de proteccin de la propiedad intelectual.

Objetivos consolidados
Los procesos de propiedad intelectual han ido consolidndose en la CEE, EEUU y algunos pases de Amrica Latina, encontrndose en distintos estatus en el momento actual, aprobados,
pendientes, etc., segn los perodos que cada regin demora en las aprobaciones.
Se logr una adhesin a los conceptos cientficos que soportan al producto en una proporcin mucho mayor a la esperada.
1. John Hopkins University. El Depto. de ORl y Otoneurologa propici una reunin en Scottdale,
Arizona (enero 2008), para evaluar en un comit de expertos de ocho universidades preferentemente de EEUU y tambin de la CEE las bases de la tecnologa, de la que resultaron varios
proyectos de investigacin en curso.
Especialmente el grupo de la John Hopkins University que en el campo de la Otoneurologa,
sin duda, son quienes lideran la generacin de conocimiento marc un especial inters en las
posibilidades de la tecnologa desarrollada y organiz un seminario en enero de 2008 en Phoenix
Arizona, para evaluar con siete universidades lderes en este campo de EEUU y Alemania las
posibilidades, las restricciones de la tecnologa y los conocimientos logrados por el grupo del
Lab. de Otoneurologa.
De este seminario surgieron una serie de oportunidades de desarrollo con distintos grupos acadmicos en el sentido de validar hallazgos, indicaciones teraputicas y nuevos subproductos a
partir de esta tecnologa.
2. Programa de investigacin conjunta con Emory University (Atlanta, EEUU) donde se usara la
tecnologa de realidad virtual desarrollada en Medicaa para integrarla a los programas de rehabilitacin de las alteraciones del equilibrio. Emory es uno de los centros de referencia en tratamiento de patologa del equilibrio en EEUU. El equipo se instal en agosto de 2008.
3. Se coordin un proyecto con la Universidad de Sidney en el Departamento de Geriatra. En
octubre de este ao esta universidad inaugura una clnica destinada al tratamiento de la inestabilidad en el anciano y al programa de prevencin de cadas. Se usar la tecnologa desarrollada
por Medicaa como base del programa. Sidney es una de las universidades de mayor prestigio
en prevencin de cadas y fracturas en el anciano.
4. Escola Paulista de Medicina. Tienen un sistema de Medicaa en el que estn desarrollando
validaciones en la rehabilitacin del stroke.

105

5. Universidad de la Repblica, Uruguay. Medicaa don un sistema al Hospital de Clnicas, Depto.


de Geriatra, para evaluar los cambios que la hipotensin posprandial genera en los ancianos.
6. El grupo de investigacin y desarrollo ha aprobado la publicacin en revistas revisadas en un
nmero significativo, como as tambin ha sido invitado a la publicacin de captulos en libros
de referencia en EEUU.
Estos son algunos de los puntos clave en los que el proyecto ha encontrado un marco de desarrollo de la tecnologa.
Se logr adems la aprobacin regulatoria del producto para su comercializacin en FDA, CEE,
Mxico y Uruguay. Brasil lleva un ao en ANVISA para su evaluacin.

Las limitaciones ms significativas


Los elementos ms destacables en lo que ha significado un lmite crucial en Medicaa pueden
resumirse en:
1. La escasa formacin mdica para introducir conceptos de percepcin sensorial, plasticidad neural en la praxis mdica, preferentemente en Amrica Latina pero tambin
en pases de mayor desarrollo.
2. En trminos econmicos, la dificultad en la comercializacin de un producto con una
tecnologa que est por delante de lo que el mercado puede introducir. Eso explica la
rpida aceptacin desde mbitos acadmicos de excelencia y la dificultad para la absorcin del conocimiento por el mdico prctico.
3. La constatacin de que es imprescindible lograr una inversin mayor.
4. El problema del tratamiento de enfermedades crnicas (trastornos del equilibrio en el
anciano) que requieren el acceso a instituciones asistenciales diarias o de alta frecuencia semanal.
5. La lentitud en los procesos de aprobacin regulatoria de los grandes mercados en Amrica Latina, como Brasil o Mxico.
6. La dificultad desde Uruguay en llegar a capitales de riesgo con xito para la obtencin
de los recursos necesarios que hagan viable un proceso de comercializacin en tecnologa mdica en mercados de pases desarrollados.
La Otoneurologa es una especialidad involucrada en el estudio y tratamiento de un nmero muy importante de pacientes. Constituyen el 40% de la consulta en neurologa y el 15%
de la consulta en Otorrinolaringologa. Pero adems con el aumento de la expectativa de vida,
el porcentaje de pacientes con alteraciones del sistema del equilibrio se ha incrementado de
manera dramtica. Dos de cada tres personas por encima de los 70 aos tienen trastornos del
equilibrio de grado variable y un nmero significativo de ellas tiene una discapacidad importante
o muere por esa causa (cadas, fracturas, traumatismos encfalocraneanos).

106

Sin embargo, la formacin de masa crtica de mdicos y tcnicos paramdicos especializados en esta rea es an muy pobre, especialmente en Amrica Latina. Aun en Estados desarrollados hay un dficit en esta formacin. Esto significa que en pases en desarrollo el porcentaje
de pacientes que logran asistencia adecuada en este campo es minoritario y en el caso de los
ancianos que puedan tener programas de prevencin de cadas (como sucede con la patologa
cardiovascular y el entrenamiento aerbico) es inexistente.
Brasil comienza a realizar campaas de difusin nacional acerca de la imperiosa necesidad de instalar programas de prevencin pero an no hay mecanismos que financien a nivel
pblico las mismas.
Otro punto crucial en la colocacin de la tecnologa en medicina en Amrica Latina es
que los agentes generalmente privados tienen dificultades por la escasez de personal calificado en algunas reas y aun ms en prevencin encuentran vallas en la implementacin de esa
tecnologa, ya que tienen que recorrer un camino previo de difusin y les resulta difcil planear
el retorno de su inversin.
Los seguros mdicos no tienen implementada la rehabilitacin post-lesional en sus prestaciones y menos aun los programas de medicina preventiva, por lo que el campo de accin se
restringe a los pacientes privados.
De todos modos, Medicaa en los ltimos 18 meses ha colocado 17 unidades de este sistema en Amrica Latina.
Se necesita acceder a una inversin mayor para entrar a los mercados de gran desarrollo
mdico y por lo tanto de potencialidad comercial. En este sentido es suficiente la informacin
que empresas contemporneas al inicio de Medicaa en EEUU han obtenido en el campo de los
mercados de riesgo. Ninguna de ellas han logrado la aprobacin regulatoria de la FDA y en algunos casos difcilmente lo logren, el promedio de inversin para el desarrollo de un producto
est en U$S 10.000.000, comparativamente unas 10 veces menos que lo logrado por Medicaa.
Pese a ello se lograron las aprobaciones regulatorias y la proteccin intelectual, lo que implic
una primera etapa de trabajo con un fuerte componente en el rea de control de calidad y de
desarrollo.
Sin duda la entrada a un mercado como el de EEUU o la CEE necesitar imprescindiblemente una inversin mucho mayor a la lograda actualmente.
En la potencialidad del sistema de Medicaa otro obstculo es la constatacin de que la
dificultad que existe en tratamientos crnicos (fundamentalmente en ancianos), cualquiera sea
el pas donde se implemente, es el acceso a instituciones con una frecuencia de al menos tres
veces a la semana para tratarse. Este factor en pacientes ancianos lo vuelve muy dificultoso
porque las familias lgicamente no pueden instrumentar un apoyo de estas caractersticas. Eso
se traduce en que la implementacin de un programa de prevencin de cadas deba tener la
posibilidad de acceder al paciente en su propio lugar de residencia.
Este problema es similar al que aparece en otro tipo de tratamientos crnicos, y en ese
sentido la tendencia global es ir a sistemas de telemedicina.

107

Medicaa comenz el desarrollo de un sistema portable de estimulacin sensorial con lentes


de realidad virtual y un dispositivo pequeo capaz de ejecutar el programa de estmulos sensoriales para entrenar diariamente a estos pacientes con lesiones crnicas del sistema nervioso
central, como es el caso de las lesiones por envejecimiento o de otro carcter.
El algoritmo de manejo de estos pacientes con patologa del sistema del equilibrio por
lesiones crnicas del sistema nervioso central o de los receptores vestibulares, es que la evaluacin se efecta en el sistema madre de realidad virtual en una institucin, hospital, etc. Ah
se miden las respuestas posturales a distintos estmulos sensoriales y en base a esta evaluacin se le programa el sistema portable. Se instruye al paciente y su familia en cmo ejecutar
la generacin de los estmulos que se le programan para su entrenamiento. El paciente los ejecuta diariamente y el sistema registra las sesiones de estmulos realizados, as como tambin
el tiempo de cada sesin.
El mdico establece cada cunto tiene necesidad de revalorar las respuestas del control
del equilibrio en la unidad madre institucional, que como mximo ser dos veces al mes. Esto
claramente facilita los procesos de manejo de pacientes crnicos.
La etapa siguiente a la terminacin de prototipos son los trials clnicos en el propio equipo de investigacin de Medicaa, como as tambin y especialmente de investigacin independiente.
Todo este sistema tambin est en los procesos de proteccin intelectual. Hay una clara
diferencia entre pases desarrollados y en desarrollo en cuanto a los tiempos de aprobar normas regulatorias para el uso de tecnologa en medicina. Mientras que en la CEE el tiempo de
aprobacin fue de cuatro meses y en EEUU de cinco, desde el momento de la presentacin,
pases como Mxico triplicaron ese tiempo y en Brasil no se ha logrado aprobar, lo que sugiere
la existencia de mecanismos de barreras no arancelarias, proteccionismo, etc. Brasil en particular es el pas donde los estudios de mercado mostraron mayor potencialidad. estimada muy
por encima del resto de Amrica Latina.
La historia de la inversin de riesgo en Uruguay, y aun ms en el desarrollo de tecnologa
mdica, es mnima. Ya fueron aportados los datos del nivel de inversin que desde los propios
pases desarrollados se obtienen para la obtencin de valor de una innovacin proveniente de
la investigacin cientfica, tomando el ejemplo de empresas de similares caractersticas a la de
Medicaa. Hay toda una cultura slida en el manejo de la informacin de las caractersticas de
los mercados potenciales para el producto, los mecanismos de validaciones y la conciencia
de los tiempos que lleva cada proceso en el rea mdica: produccin, control de calidad, validacin, aprobacin regulatoria, etc. El conocimiento del tiempo involucrado en estos procesos
hace que los capitales de riesgo en EEUU y la CEE tengan expectativas de retorno de inversin
a plazos prolongados. Adems, otro factor bsico es que existe toda una red en los mecanismos
de los fondos de inversin de riesgo en los pases desarrollados, lo que genera un fenmeno
de confianza entre los distintos actores que facilita los procesos en la generacin del vnculo
entre innovador, emprendimiento e inversor. Amrica Latina en general y Uruguay en particular
tienen una dificultad mayor de acceder exitosamente a los capitales de riesgo mayores porque
no participan de esa red de confianza.

108

Estrategias posibles para el futuro


Frente a estas restricciones al desarrollo de una empresa conceptualmente de innovacin tecnolgica en medicina, la estrategia deber ser evaluar programas a plazos mayores, logrando
producir conocimiento en forma asociada a otros centros universitarios de los pases desarrollados, presentndose a Grants en forma conjunta, con procesos de propiedad intelectual ejecutados en forma paralela y logrando las validaciones en el uso de la tecnologa desarrollada a
travs de investigacin independiente.
De hecho en el campo de desarrollo de Medicaa se estn implementando sistemas de tratamiento remotos, en el que el paciente tenga una mnima necesidad de traslado a instituciones
(hospitales, etc) y puedan ser controlados desde unidades centrales a teraputicas de rehabilitacin en sus propias casas, con traslados de control al hospital mucho ms espaciados.
Es el concepto de telemedicina que est implementndose de manera exponencial en el
mundo en distintas disciplinas. Los procesos de propiedad intelectual estn cursndose en forma
paralela al desarrollo y validacin efectuados desde investigacin independiente.
En forma simultnea usar los recursos que se tengan para comenzar procesos de comercializacin piloto en mercados grandes, que puedan generar en conjunto con la consolidacin del
producto y su tecnologa desde el mbito acadmico, la atraccin necesaria que permita una inversin que es imprescindible en el desarrollo de un emprendimiento de estas caractersticas.
Sin duda el otro captulo fundamental es cmo el pas puede actuar en los dos campos que
posibiliten la creacin de inversin en la innovacin proveniente de la investigacin cientfica.
Uno es el pblico, donde se estn creando los primeros instrumentos, como la ANII, etc.
El otro campo es el de la atraccin a la inversin privada de riesgo y en eso ambos actores tendrn que interactuar para lograr introducirse en esa red de confianza en que el mercado de
capitales se mueve en el mundo.
No parece que exista para los investigadores-emprendedores otras fuentes de recursos que la interaccin pblico privada en un marco de consenso de Proyecto de pas en el
que los roles de ambos sectores se definan de manera adecuada para darles consistencia y
credibilidad.

109

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Reflejo de supresion visual.

111

lvaro Mombr
Departamento de E xperimentacin y Teora de l a Estructura de l a Materia y sus Aplicaciones,
Polo Tecnolgico de Pando, Facultad de Qumica, Universidad de l a Repblica

Uruguayo, 8/2/66, casado, 3 hijos. Magster en Qumica, Facultad de Qumica, Universidad de la Repblica
(UdelaR), 1991. Master of Philosophy (MPhil) en Qumica del Estado Slido, School of Chemistry and Molecular Sciences, University of Sussex, Brighton, Reino Unido, 1995. Doctorado en Fsica, PEDECIBA Fsica,
Facultad de Ciencias, UdelaR, 1999.
Profesor Catedrtico de Fsica, Facultad de Qumica. Director del Polo Tecnolgico de Pando de la Facultad
de Qumica, UdelaR, desde septiembre de 2007. Director del Departamento de Estructura de la Materia y
sus Aplicaciones, DETEMA, Facultad de Qumica, desde abril de 2006. Consejero Titular de Facultad de
Qumica, orden docente, desde 2006. Investigador honorario, Grado 5 del PEDECIBA.
Ha dirigido 4 Tesis de Maestra y 3 de Doctorado, todas ya finalizadas. Responsable de varios proyectos de
investigacin. Autor de ms de 70 publicaciones en revistas internacionales y una patente registrada en ms
de 25 pases, ya licenciada.
Premio Weizmann de Ciencias 1991, reas Qumica, Bioqumica y Biofsica, de la Asociacin de Amigos
Uruguayos del Instituto Cientfico Weizmann. Premio Canning 1992, de la Embajada Britnica en el Uruguay.
Mencin Especial llamado 1999 Premio CONICYT-TWAS, rea Qumica. Fondo Nacional de Investigadores,
nivel I (1999) y nivel II (2002). Premio Roberto Caldeyro Barcia 2000, rea Qumica. Mencin Especial llamado 2000 Premio Especial de Ciencias Roberto Caldeyro Barcia.
Primer premio, 4th World Congress on Tissue Banking, Brasil, 4-6/5/2005, Primer premio, 5 Congreso Iberoamericano de Sensores, Ibersensor 2006, Uruguay, 27-29/9/2006, Segundo premio, III Encuentro Latinoamericano de Bancos de Tejidos, Mxico, 23-26/5/2007, todos con otros coautores. Delegado Titular de la
UdelaR ante el Comit Acadmico de Nanociencias y Nanotecnologa de la Asociacin de Universidades del
Grupo Montevideo. Evaluador de proyectos a nivel internacional y de artculos en revistas especializadas.

112

Innovacin y Desarrollo Tecnolgico hacia el


futuro del Uruguay
lvaro Mombr

Introduccin
Estamos en un perodo histrico muy importante para el Uruguay y para el mundo. Momento de
desarrollos tecnolgicos impactantes, que modifican la vida de los seres humanos en tiempos
cada vez ms cortos. Con la evolucin informtica se logran prestaciones cada vez ms complejas, se automatizan y programan cada vez con ms facilidad numerosas tareas de nuestra
vida. Se vuelve inconcebible no estar comunicado. Las posibilidades de conectarse con otra
persona son cada vez ms variadas y no paran de sorprendernos, a aquellos quienes tratamos
de alejarnos del vrtigo de esos avances, sin entrar en un consumo irracional de todo lo que se
nos ofrezca. La conexin a Internet hace que todos sintamos la idea de que todo lo sabemos, o
que, mejor aun, todo lo que nos pregunten podramos saberlo. El mundo se ha hecho ms ancho
y ms cercano. Los tiempos se han vuelto ms breves y al informar sobre cualquier parmetro
de tantos que miden nuestra actuacin como personas, colectivos o pases han perdido importancia los valores que se informan, para resaltar ms las tendencias o, incluso en algunos
casos, predicciones de analistas de lo que puede ocurrir en seis meses, o un ao, o incluso ms
tiempo predicciones que, vale recordarlo, son opiniones, respaldadas por el prestigio y antecedentes de quien las emite. En este mundo de vrtigo, desarrollado por lo aparentemente accesible de la informacin y las comunicaciones, se podra estar corriendo el riesgo de justamente,
sobrevalorar aquello de que la informacin es poder, generando una idea de que cuanto ms
conectada est una persona, ms probabilidades de xito tiene en el desarrollo de su tarea. En
todo este marco, se plantea que la innovacin y el desarrollo tecnolgico son claves. Se trata
de una muletilla que todos, en forma unnime, manejan. Algunos, porque lo han odo y suena
moderno y por eso vale la pena repetirlo. En otros casos, porque tienen en claro los elementos
que justifican tal afirmacin. Sin embargo este ltimo ejemplo, decirlo y saber por qu, no necesariamente va acompaado de una real creencia en su afirmacin. Incluso en algunos casos,
la cosa pasa por definir qu entiende cada uno por innovacin y desarrollo tecnolgico. En algunas corrientes de opinin y bajo determinados criterios, la mera importacin de tecnologas
en forma directa podra considerarse innovacin.
Finalmente, est el tema de cmo definir estrategias de innovacin y de desarrollo tecnolgico para un pas como el nuestro, Uruguay.

113

Informacin
Respecto al primero de los puntos que nos proponemos desarrollar, est el tema informacin,
magnificada y reverenciada como la meta de estos tiempos. Eso es un craso error. Se trata de
un punto inicial, fundamental para poder hacer las cosas bien, pero de ninguna forma es garanta de nada, entre otras cosas porque mi vecino competidor, podra ser est tras la caza de
la misma informacin y probablemente use los mismos mecanismos que yo en lograrla siendo
realistas, debe tener mejores.
Pero se trata de un drama: la mayora de los seres humanos que vivimos estos tiempos
creemos que hay que estar muy bien informado y si duplico mi nivel de informacin mejor y si lo
triplico, mejor aun, entrando en una espiral obsesiva que perjudica ms de lo que favorece.
Se ven paradojas de gente que se siente muy ignorante por no disponer de todos los elementos que le gustara tener para comenzar una tarea, por lo que al da siguiente busca ms, y
al otro ms, sin darse cuenta de que el retener toda la informacin en un campo es imposible,
porque es una carrera perdida antes de empezarla y termina posponiendo lo que realmente importa: imaginar, crear, hacer.
Porque en mi opinin esa es la respuesta: busco informacin para saber qu hacer eso
suena a tengo predisposicin de copiar, lo que puede ser de todas maneras un nivel inicial
de innovacin o pre-innovacin o mucho mejor aun, para tener elementos para imaginar una
nueva manera de hacer lo mismo o algo distinto.
Hacer es lo importante y lo que ms se ha perdido de vista por buena parte de la poblacin: informarse, para hacer.
Una vez localizado el valor de la informacin en su justo trmino, se puede relevar el tema
informacin desde el punto de vista de la innovacin y el desarrollo tecnolgico en Uruguay.
Sin entrar en contradicciones, si bien informarse es solo parte del juego, definitivamente
es una parte del juego y nada menos que la primera.
En ese sentido Uruguay est en muy malas condiciones por eso aquello de que nuestro
vecino debe tener mejores mecanismos para lograr la informacin.
Nuestros investigadores cientficos o tecnolgicos no tienen acceso a bases de datos
internacionales sobre bibliografa cientfica o tecnolgica publicada en revistas con arbitraje
internacional. No tienen acceso a bases que solamente les permitan encontrar los ttulos de
los artculos, lo que se trata del mnimo aceptable a nivel internacional, mucho menos a poder
descargar artculos en su computadora. Las bibliotecas locales con mucho esfuerzo traen un
nmero muy acotado de publicaciones en papel, que representan un porcentaje insignificante
de la bibliografa disponible.
Esto, que puede ser visto como una hecatombe, podra subsanarse a mediano plazo, pues
nos consta que autoridades nacionales han tomado real conciencia de este problema y estn buscando soluciones al mismo, soluciones que por supuesto van acompaadas de inversiones.
Si bien el futuro se ve algo prometedor, la realidad al da de hoy es, de nuevo, la de no disponer de esta herramienta imprescindible. Cabe aclarar que los investigadores se las arreglan
con colegas que viven en el exterior y que siempre los apoyan, o aprovechan sus viajes para

114

perder buenas horas en las bibliotecas que visitan. Se resuelve a la uruguaya, lo que no deja de
ser igualmente una enorme desventaja frente a pares de otros pases que en segundos acceden
a la informacin que necesitan.
En cuanto a patentes, existen disponibles en Internet algunas buenas bases de datos con
interesantes motores de bsqueda, sin cargo alguno, de libre acceso. En este caso, la situacin
se salva bastante si bien no estn comprendidas en este rubro bases de datos ms especficas
y detalladas en determinadas reas.
En el caso de patentes, si bien uno podra pensar que la situacin no es tan mala comparada con los artculos cientficos, hay sin embargo algunos puntos para pensar.
Preguntas del tipo: qu busco o cmo busco o mejor aun, qu hago con lo que encontr,
se vuelven de gran relevancia.
Es que hay algunas cosas que funcionan diferente en el mundo de lo aplicado respecto de
lo bsico mis disculpas para aquellos a quienes esta divisin les disgusta o les parece errnea.
El cdigo dentro de lo bsico es: puedo publicar lo que no se ha publicado antes, es decir, material indito, por otro o por m mismo o sea no publicar dos veces lo mismo aunque sea mo.
En lo aplicado hay varias cosas a tener en cuenta: mi motivacin para realizar determinadas
bsquedas, las que deben emanar porque hay un inters comercial detrs; la existencia de una
patente no invalida lo que se pueda hacer, porque por ejemplo la patente puede haber caducado, o porque siempre se puede intentar realizar innovaciones en campos relativos.
Las complejidades de lo aplicado no terminan en ese punto, sino que pueden ocurrir problemas adicionales: un tema es inabordable porque todas las patentes las manejan un grupo reducido de empresas internacionales, o bien, ha quedado en desuso porque surgi una tecnologa
ms ventajosa, o incluso, solamente se sigue adelante esta tecnologa en determinados lugares
con situaciones de contorno muy especiales que pueden o no coincidir con las nuestras. De
esta manera, innovar con vistas a lograr desarrollos tecnolgicos puede ser una apuesta mucho
ms arriesgada que lo previsto. Sin las herramientas adecuadas puede ser casi como lanzarse
a la mar sin brjula, pero en una noche nublada.
Todo lo anterior sin olvidarnos de algo que planteamos antes: la fotografa del momento
es importante pero mucho ms aun la bsqueda de tendencias, y en este caso tan complejo en
particular, la bsqueda de nichos de oportunidades, como norte hacia lograr que el riesgo de
una inversin sea menor.
En este sentido el Polo Tecnolgico de Pando de la Facultad de Qumica, Universidad
de la Repblica, tiene dentro de su desarrollo previsto en el futuro prximo, la creacin de una
unidad especfica en Vigilancia Tecnolgica e Inteligencia Competitiva. Para tal objetivo, cuenta
con la inversin del proyecto INNOVA Uruguay, firmado por nuestro pas y la Unin Europea, y
con el apoyo de instituciones del exterior, especializadas en el tema, dispuestas a ayudarnos a
incursionar decididamente en estas temticas. En lo personal estoy convencido de que se va a
tratar de un aporte de gran importancia para apoyar e impulsar la innovacin en el sector productivo nacional.
En resumen, disponer de la mejor informacin posible es fundamental, pero filtrarla para
jerarquizar la realmente importante resulta clave para no perderse en la cantidad y tratar de no
perder la perspectiva de que lo que importa es hacer, siempre hacer.
115

Innovacin
Por qu y para qu. Son las preguntas ms repetidas y una respuesta que se obtiene con frecuencia es: para mejorar la competitividad de nuestros productos y aumentar las exportaciones.
Se trata de una buena respuesta, porque es una afirmacin cierta y proporciona una razn de
suficiente peso como para dar el paso e innovar.
Quines. Los ejemplos de pases desarrollados demuestran que los privados deben ser
el motor de la innovacin. Esto sin excluir a lo pblico, ya que empresas del Estado como por
ejemplo ANCAP o ANTEL tienen mucho para dar en este sentido y ya estn en obra.
Pero son los privados quienes tienen la responsabilidad de actuar como generadores de
innovacin en un pas, ya que son quienes directamente recibirn los beneficios que de la misma se extraiga.
Cada da ms hay estmulos en Uruguay para que los privados se animen a incursionar
en esta actividad de riesgo.
Somos un pas que se est equipando con instrumentos muy sofisticados, disponibles
para apoyar a las empresas en su inquietud por innovar. Existen instituciones cuyo objetivo es el
apoyo concreto a la innovacin en las empresas. Se han votado estmulos fiscales para aquellas
empresas que realizan actividades tendientes a la innovacin. A todo lo anterior se puede agregar
la futura prxima creacin de Parques Cientficos y Tecnolgicos en territorio nacional.
Sin embargo, a pesar de todos esos estmulos, la respuesta empresarial es dispar. Hay
ejemplos muy buenos de inversin interesante hacia el desarrollo, en tanto que existe en otro
sector un cierto nivel de recelo hacia lo que ven como una actividad riesgosa. Sin dudas se trata de una actividad de riesgo, pero los estmulos descriptos anteriormente contribuyen a bajar
significativamente el riesgo y, como contrapartida, las empresas tienen la oportunidad de dar
un salto cualitativo en su esquema de negocios.
En qu reas. Esta pregunta es mucho ms difcil de responder que las anteriores. Una
respuesta muy comn en Uruguay es: somos un pas agroexportador, por lo tanto, hay que innovar en lo agropecuario. Ya entramos en terreno de lo opinable, y, como decamos al principio, de
la conviccin que se tenga sobre la propia innovacin. Un verdadero creyente en la innovacin
debera responder: en todo, hay que innovar en todo.
Incluso ms, no slo en lo que aumente nuestra competitividad y nos permita exportar ms,
sino incluso en aquellas cosas en las que innovando mejoremos la calidad de vida de nuestros
compatriotas. Esta nueva visin hace que la primera respuesta de este tem haya sido incompleta. No solamente el mvil de obtencin de beneficios econmicos a travs de exportaciones
es vlido para innovar, sino que la bsqueda del bienestar de la poblacin tambin lo es.
En este punto se plantea una diferencia de procedimientos: mientras que en el primer
caso la empresa es, en general, quien pone la problemtica sobre el tapete y los agentes que
resuelven problemas tecnolgicos lo abordan, en el segundo caso, la problemtica debe ser
planteada por organizaciones varias de la sociedad, las que, sumidas en su propia tarea diaria,
generalmente desconocen la existencia de innovaciones o incluso si en el pas una determinada
solucin puede ser abordada por tcnicos del pas.

116

El primer punto es ms fcil de caracterizar, por el propio mvil econmico que empuja.
El segundo es mucho ms difcil, producto de una serie de conexiones que difcilmente se dan.
A esta altura, cabe detenerse para jerarquizar temas que a veces en nuestra sociedad quedan
de lado.
El acceso a la informacin, ya dijimos que es muy importante, fundamental, pero dista
mucho de ser el cien por ciento de la cosa, como a veces peligrosamente se tiende a pensar.
Pero cuando se piensa en innovacin, la creatividad es un factor bsico, sin el cual es muy difcil
pensar en lograr avances en la materia. La creatividad, vaya si se trata de un aspecto abstracto,
de difcil definicin, ms difcil aun elaboracin y, para los legos, mucho ms difcil generacin
o estimulacin. Adems de todo, los que piensen que el exceso de informacin o el nfasis sobredimensionado en la informacin pudieran atentar contra la creatividad podran estar en lo
cierto. Con el desafo que presentan reas completas del conocimiento donde la actualizacin
es clave para seguir adelante, dejar espacio a la creatividad parece complicado. La complicacin
se da a nivel mundial, por lo que se trata de un desafo a enfrentar, complejo y de gran inters.
El estmulo de la creatividad es algo en lo que algunas especializaciones o algunos pases como
tales han hecho un nfasis muy especial, sobre todo a nivel de los jvenes, dndose cuenta
de que buena parte del xito en el desarrollo de negocios pasa por tener emprendedores con
creatividad destacada.
Nuestro pas en ese sentido ha manifestado en mi opinin una apata muy grande, en donde se ha planteado en general una falsa oposicin de mucho trabajo serio y especfico contra
gente que busca golpes de suerte (aquello de transpiracin contra inspiracin). El trabajo a la
bsqueda de una salida ingeniosa y diferente, de nuevos niveles de referencia, de romper con
lo establecido y reescribir desde ms abajo, es una cosa, en general, por idiosincrasia nacional,
no demasiado bien vista. Variar de temas, de reas, sentir que los desafos estn al alcance para
poder ser resueltos y no restringirse, no son conceptos fcilmente aceptados. En la Academia
se considera, a veces, que el rigor de conocimiento se obtiene al cultivar el mismo tema toda
una vida y el tocar varios temas tiene como consecuencia la menor especializacin en cada
uno de ellos. El conservadurismo nuestro, gran virtud para muchas cosas, nos impone en este
caso una atadura pesada. Este lastre debe ser removido si se tiene la expectativa de que nuestro pas tenga una actividad continua y til en innovacin no necesariamente muy destacada,
sino meramente til.
Si bien la informacin importa y la creatividad define muchas de las actividades de innovacin, por lo que establecimos anteriormente sera ideal completar el ciclo con un aspecto al
que definira como sensibilidad.
Sensibilidad para que el propio tcnico, investigador e innovador, pueda definir y encontrar problemticas que redunden en el beneficio de la sociedad. Por lo ya explicado, es difcil
que actores que se enfrentan a diario a alguna problemtica visualicen soluciones innovadoras y
mucho ms difcil aun que tengan claro que pudieran existir a nivel nacional quienes tengan las
respuestas. Por eso es necesario que los propios investigadores desarrollen esa sensibilidad.
Se trata de un sentido desarrollado para determinar necesidades y buscar respuestas
comprometidas con el medio ambiente y con la gente. Tanto la creatividad como la sensibilidad

117

son, desde mi punto de vista, aspectos con un muy fuerte componente intrnseco, pero que
se desarrollan al mximo potencial cuando el investigador pone voluntad consciente en querer
que ello ocurra.
Toda esta discusin nos ha puesto en el tema de lo complejo que es desarrollar un sistema
innovador nacional: dar ventajas fiscales, equipar, crear clusters, parques, pero adems, generar
recursos humanos destinados a la innovacin, con las caractersticas anteriores y ms encima, que los empresarios crean en toda esta apuesta no pasa por un acto de fe, simplemente
cuando vea que a mi vecino le fue bien apostando a la innovacin mientras yo sigo estancado,
probablemente me atreva a seguir su ejemplo; el tema es encontrar a los primeros vecinos que
se atrevan. A lo anterior falta agregarle que tambin se requiere innovacin con fines sociales,
para completar el cuadro.
Una vez planteado todo esto, nos damos cuenta de la escala de trabajo que nos queda
por delante. Muchsimo realmente, a pesar de lo mucho que se ha hecho. Los estmulos estn,
ahora falta que los propios uruguayos nos atrevamos a dar el paso.
Pero no hemos terminado an. Nos queda profundizar en mi expresin sobre que un autntico creyente en la innovacin no la restringira a ningn rea temtica. Es decir, debemos
avanzar en el tema de la agenda temtica de abordaje en innovacin.

Agenda de innovacin
Nos encontramos en un mundo muy cambiante, vertiginoso. Ya hablamos de eso antes. Los
precios del mercado cambian, incluyendo los de la produccin nacional, sobre todo la basada
en productos sin o con bajo nivel de procesamiento. Hay tormentas importantes, turbonadas,
inundaciones y sequas. Se producen aumentos importantes del precio del petrleo y oscilaciones en el precio de las divisas, peso, dlar, etc. Y a todo ese nivel de incertidumbre que se
maneja en el da a da, hay que agregarle un factor de incertidumbre que raramente se maneja
y es nuestra escala nacional de inversiones.
Por ejemplo, si Uruguay define que como pas debe priorizarse la investigacin en el tema
A, e invierte 15 millones de dlares en el mismo, decimos que queda refrendado el discurso con
los hechos. Lo que pasa es que 15 millones de dlares, que a escala nacional es un gran compromiso y una inversin muy fuerte, a escala de otros pases no lo es y a escala de las multinacionales definitivamente no es nada. Comparar esa cifra con los mil quinientos o incluso tres mil
millones de dlares que empresas extranjeras, respectivamente, ya han invertido en nuestro pas
en un caso, o han proyectado para el futuro prximo en otro, revela que lo que marquemos como
poltica interna est muy fuertemente afectado por la inversin extranjera que venga a Uruguay.
Quin dudara de que un tema en el que dos empresas pongan cuatro mil quinientos millones
de dlares, metericamente debera pasar a ser un tema estelar en el concierto del desarrollo
nacional y que, como en este caso, pas por ser una definicin tomada en el exterior.
Se me podr decir que los gobiernos nacionales fueron siguiendo este tema y que no fue
de la noche a la maana que se instalaron estas inversiones. Puede ser cierto. Pero no es menos
cierto que maana podra ser una empresa de montaje de chips, motherboards, armado masivo

118

de vehculos, o de indumentaria deportiva, o frmacos, o El mundo es dinmico y las razones


estratgicas de las empresas extranjeras no pasan por nuestro dominio.
Ms aun: el equipamiento que mencion anteriormente que el pas est adquiriendo y que
pone a disposicin de sus empresas muchos de estos fondos de cooperacin internacional,
en particular de la Unin Europea, puede ser superado fcilmente en un orden de magnitud
por una empresa internacional que, por alguna razn estratgica, decida instalarse en Uruguay.
Equiparse en un orden de magnitud (invertir por ejemplo por unos 120 millones de dlares de
los cuales unos 80 millones sean en equipamiento), implicara que todo el esfuerzo que Uruguay ha hecho, a nivel diplomtico y a nivel de recursos propios, pasara a ser marginal, frente a una inversin de estas caractersticas, y que muchas cosas deberan ser redefinidas. No
es que esto est ocurriendo, pero podra ocurrir y es un ejemplo de por qu Uruguay no debe
cercenar su posibilidad de innovar en nada. La agenda debe estar abierta. Porque as debe ser
y porque somos demasiado chicos y vulnerables para despreciar cualquier rea potencial en
donde podamos innovar y desarrollarnos. Ser verstiles y con potencialidad de movernos bajo
diferentes objetivos segn las circunstancias tiene que ser un propsito y una ventaja comparativa respecto a otros pases.
Sin embargo, el hecho que se defienda que la agenda deba estar abierta, y que potencialmente se pueda innovar en todo, no necesariamente implica que no deba realizarse jerarquizacin alguna entre las diferentes temticas abordables. Tener una agenda indiscriminada puede
ser tan nocivo como tenerla centrada en una o dos temticas.
Estudiemos uno de los extremos, el de financiar nicamente innovacin en temas vinculados directamente con nuestra mayor produccin: cules son las agendas de mayor impacto
para un pas como el nuestro, podra en principio ser fcil de determinar.
Un procedimiento es inspeccionar la matriz productiva nacional y relevar los puntos de
mayor produccin, rotular como que tales temticas son las apoyables y seguir adelante.
Parece simple y peligroso. Puesto en contraste y autodefinindonos como pas agroproductor, con la vista cerrada solamente a lo agropecuario, usando estereotipos varios (eso
es lo nuestro, otras cosas no son lo nuestro), corremos el riesgo de llegar a paradojas histricamente imperdonables. Con esa mentalidad Uruguay no habra destacado en un sector tan
pujante como la informtica y el desarrollo de software, algo que enorgullece al pas y con una
tendencia de crecimiento muy impresionante. Quienes se dedican a esta rea tuvieron que vencer ese preconcepto: esto no es para nosotros. Sin embargo hoy esta realidad es algo que ya
no se discute. Dentro de esta adversidad, el sector del software como se lo alude frecuentemente tuvo un aspecto coyuntural muy favorable y que es intrnseco a su propia naturaleza y
tiene que ver con la infraestructura necesaria. Aquello del desarrollo de garaje, de la iniciativa
que con pocos medios puede germinar si la idea a desarrollarse es suficientemente buena. Su
despegue depende de mucha creatividad algo ya mencionado, tiempo y entorno para crear,
medios computacionales mnimamente aceptables, y, a no descuidar, una profesionalizacin de
su estrategia de negocios que haga que se trabaje en algo de gran utilidad y que una vez terminado encuentre su nicho en el mercado. Por estas razones y al lograr una estrategia conjunta de
desarrollo, el sector del software ha logrado pisar fuerte a pesar de lo que poda ser un descr-

119

dito al principio, o una apata en segunda instancia. De hecho una vez ms desde el exterior se
nos mostraba el camino, con el apoyo brindado por la Comunidad Econmica Europea a travs
del programa Enlaces, invalorable para ayudar a impulsar, por ejemplo, el Centro de Ensayos de
Software de la Facultad de Ingeniera de la Universidad de la Repblica.
El ejemplo anterior tuvo como mero objetivo el de mostrar cmo dedicarse a invertir en
innovacin estrictamente en aquello que el pas produce puede llegar a ser muy errneo.
Ms aun, si uno piensa en aquello que el pas ms produce, exporta y por lo que mayores divisas ingresan, como ser la venta al exterior de nuestras carnes, uno se encuentra que es
acotado lo que se puede hacer en innovacin. Tomndome el atrevimiento de incursionar en
temas que no son de mi especialidad, uno podra innovar en aspectos perifricos al producto en
s: innovaciones veterinarias, en pasturas, en deteccin de patgenos, en conservacin. Innovaciones que adems tienen su techo porque es una actividad productiva en grado de madurez
desde hace ya muchos aos. No se trata de algo emergente, pujante y con desafos abiertos, sino
de una actividad ancestral que va adaptndose a nuevos requerimientos a medida que surgen
avances cientficos generales. Adaptaciones que son vitales para nuestro pas porque de estar
al da en todos los requerimientos depende exportar o no, es decir sobrevivir econmicamente
o no vaya si ser importante entonces estar al da en la produccin crnica. Decamos que la
innovacin pasa por lo perifrico, porque sobre el producto en s mismo, la carne, no se podra
innovar, no porque sea imposible, sino porque el mayor valor de nuestra carne es precisamente
su condicin de natural. Cualquier esfuerzo por modificar esa condicin bajara su precio y
cerrara mercados. Por supuesto que el pas tiene investigadores de gran valor, instituciones de
investigacin slidas y sumamente respetadas que se dedican a la investigacin agropecuaria,
y es perfecto que as sea y se debe apoyar enfticamente que haya una importante inversin en
esta actividad. Desde estas lneas no se plantea lo contrario. Simplemente se intenta demostrar
que es un error pensar que, como somos agropecuarios (como pas), solo hay que invertir en
innovacin en eso, porque dejemos lo dems para otros pases, que no es para nosotros.
El suscripto no intenta cerrar temas de innovacin, sino todo lo contrario, y trata de dar
argumentos para demostrar que no se debe ser simplista en este tema.
Pasa por aquello de abrir el abanico, diversificar. Lo que hace una empresa grande y prspera cuando decide invertir un porcentaje de sus ganancias de un negocio para experimentar
la posibilidad de abrir nuevos negocios en otras reas.
Es lo que pases pequeos del Golfo Prsico hacen cuando reinvierten sus ganancias del
petrleo para crear parasos tursticos que ya atraen hoy millones en divisas.
Es el cambio de mentalidad que debieron afrontar pases con pasados comprometidos
como Finlandia e Irlanda, estancados y con cambios coyunturales que amenazaban seriamente
su futuro. Optaron por no hacer ms de lo mismo. Sin dejar de ser buenos en sus rubros tradicionales, invirtieron fuertemente para destacar en innovacin tecnolgica, logrando en pocos
aos un despegue ejemplar.
Nueva Zelanda es otro ejemplo de pas que, siendo parecido a nosotros desde el punto de
vista productivo, apuesta fuertemente a abrir el abanico.

120

En este punto se puede citar a la nanotecnologa o nanotecnologas, corriente tecnolgica que promete cambios revolucionarios a varios niveles de la produccin y que ya ofrece
numerosos productos comerciales disponibles. Entre los tres pases tienen al momento actual 17
centros especializados en nanotecnologa. Pases que podran haber pensado la clsica frase:
eso es complicado, lo dejamos para los dems pases, se aventuran sin embargo a temticas
de esta naturaleza.
Justamente el ejemplo de la nanotecnologa es muy ilustrativo. Se trata de un rea muy
multidisciplinaria, emergente y con gran pujanza a nivel mundial. Recin en este siglo se la ha
identificado como con potencial para irrumpir en los mercados con productos, logrando en los
mismos un crecimiento espectacular, tanto desde el punto de vista de los recursos invertidos,
como de las ganancias proporcionadas a las empresas, como desde la produccin bibliogrfica
publicada o las patentes generadas. Medido en conocimiento o en movimiento de divisas, ya se
puede decir que este siglo ha sido marcado por la nanotecnologa.
Es un momento muy propicio para que un pas se dedique estratgicamente a esta rea
por supuesto que no se plantea desde estas lneas que sea en exclusividad ni nada que se
le parezca. Mucho del conocimiento disponible est todava circulando libremente, lo que no
ocurre en otras reas del conocimiento aplicado, las cuales ya con cierto grado de madurez, se
basan en conocimientos que son propiedad de las empresas. Adems, dado lo emergente de
la nanotecnologa, existen todava numerosos nichos inexplorados donde hay espacio para hacer trabajo muy creativo y lograr incluso algunos avances cientfico-tecnolgicos significativos.
Este estado permisivo para que nuevos pases se incorporen a esta corriente tecnolgica tendr
eventualmente su fin, dados los niveles extraordinarios de inversin a nivel mundial, que harn
que esos nichos se cierren en algn momento. Cuando la nanotecnologa llegue a ese punto,
sin nichos evidentes y con el dominio del conocimiento en la esfera de las empresas, se habr
minimizado la posibilidad de incorporarse a esta corriente y la puerta que hoy est abierta se
cerrar definitivamente, hasta que aparezca otra tecnologa innovadora, hecho que puede no
ocurrir hasta dentro de treinta o cuarenta aos.
Esto nos da una idea del momento histrico que estamos viviendo, oportunidad que si
se deja pasar, quizs quienes hoy estamos en actividad no volvamos a ver surgir otra semejante. El ejemplo de la nanotecnologa es, adems, bien pertinente a esta discusin, porque se
aplica transversalmente a muchas reas, desde las que tradicionalmente se aplican a nuestra
produccin, como la agropecuaria, hasta fronteras de la innovacin a las que Uruguay no prev que pueda dedicarse, como la microelectrnica. En este punto vale la pena referirse a lo ya
planteado anteriormente, la posible aparicin de una inversin de una empresa internacional
en nuestro pas puede modificar nuestra ptica de que esto no es para nosotros. Incluso ms,
las probabilidades de que esa inversin se produzca se vern sumamente favorecidas si existen
antecedentes de investigacin en el pas y recursos humanos calificados en estas temticas. De
hecho, invertir en innovacin, o ms ampliamente en investigacin y desarrollo, es eso mismo,
invertir y no gastar. Usualmente en pases como el nuestro se cuestiona destinar fondos a estos
propsitos por rotulrselos errneamente como gastos. Estos gastos son resistidos a otorgarse
y son los primeros en recortarse ante la primera necesidad. Sin embargo, la inversin en I+D+i

121

es incluso un parmetro que corre a nuestro favor como pas a la hora de decidirse la instalacin
de inversiones extranjeras.
Pero entonces, hay que dedicar todos nuestros esfuerzos a estas tecnologas emergentes, a una apuesta a la microelectrnica es un mero ejemplo ilustrativo que puede no llegar
a concretarse nunca lo ms probable? Por supuesto que no: la clave es dedicar armnicamente, que no implica en partes iguales, fondos en los distintos temas que el pas identifique
como de importancia estratgica, abarcando desde los temas ms vinculados con lo productivo
del pas, hasta haciendo apuestas que contemplen, por ejemplo, momentos histricos, reas
emergentes y, sin olvidar lo que expresamos en puntos anteriores, temas de importancia para
el bienestar de la sociedad.
Cmo realizar esto cuando los fondos son escasos. Esta es una pregunta importante.

Innovacin en la agenda
Una expresin muy escuchada es la de los fondos escasos y por tanto, que la investigacin, desarrollo e innovacin pueden esperar.
Es una falacia, un error de apreciacin y de concepto al mismo tiempo. Por supuesto que
los vaivenes de un pas hacen que no siempre se viva en bonanza y que los recursos sean menores. Pero si ante la crisis coyuntural que vivi Finlandia a fines de los ochenta, ese pas hubiera adoptado esa mentalidad, la de jugar al achique, la de no gastar ms, ni siquiera en ciencia y tecnologa (ntese el sugestivo uso de gastar y luego ciencia y tecnologa), hoy no estara
viviendo el bienestar y despegue del que disfruta y del que tanto hablamos con admiracin. Si
hubiera jugado al achique, hoy seran una minscula economa llena de problemas, por no haber
identificado que I+D+i no es un rubro que consume dinero, sino una oportunidad, mejor an,
la oportunidad para salir adelante.
Justamente cuando la situacin es ms complicada, los pases deberan apostar a la innovacin y aquellos que as lo hacen ven recompensada su eleccin. Por ello a mi criterio fue un
error grave la postergacin permanente a nivel de ciencia y tecnologa que se vivi en Uruguay,
en pocas regulares y malas, ya que debi tomarse con mayor nfasis una postura decidida
hacia la innovacin, sin excusas. No se trata de un gasto para dejar contentos a los investigadores, como se visualizaba tradicionalmente, sino de un motor para impulsar al pas hacia una
modernizacin que se hace impostergable. El presupuesto en I+D+i debe ser algo que tiene
que estar en la agenda del pas hacia el futuro, siempre, y con respeto: no debe faltar, tiene que
ser digno y no puede recortarse aleatoriamente; tiene que ser competitivo a nivel internacional
y estar consolidado; debe proveerse permanentemente, no dejando lagunas de meses o aos
sin financiarse, ni siquiera en uno solo de sus programas. El Uruguay como pas tiene que tomar
muy en serio este tema, porque a no dudarlo, har la diferencia en el futuro, cuando precios
internacionales que hoy nos benefician no sean tan benignos.
Se trata de hacer un gran pacto: jvenes que aceptan la apuesta de quedarse en el pas
para expresar sus talentos ac, apuesta en la que les va su vida y las de sus hijos ni ms ni
menos, descartando ofertas de vida ms cmodas y mucho mejor remuneradas en el exterior,

122

un exterior muy vido de recursos humanos cientfico-tecnolgicos altamente calificados; un


pas que respeta sus compromisos con su propia gente y mantiene una inversin en I+D+i de
largo plazo, continuo en el tiempo y consolidado. El pas pone mucho en juego, pero es incomparablemente menor que el que se le pide a su gente ms calificada, y esto debe ser sealado
con mucho nfasis. No es un tema de nmeros, es un tema de apuesta de vida, lo que es ms
importante.
Todo lo anterior que se plante sobre el pacto, teniendo en cuenta algo muy importante: a
mediano y largo plazo, el pas entero recibir los beneficios de seguir adelante con esta poltica,
porque recordemos una vez ms, se trata de una inversin.
En la medida que el pas se desarrolle como todos esperamos, mayores sern las exportaciones y mayor el Producto Bruto Interno, PBI. Al aumentar el PBI, ser mayor lo que haya
para repartir a nivel nacional para numerosos sectores de la poblacin: salud, educacin, programas de vivienda, auxilios sociales, etc. Adems, al aumentar las inversiones, disminuir el
desempleo y habr mayor oferta de trabajo para recursos humanos calificados. Nuestro pas
comenzar un crculo virtuoso que traer beneficios crecientes a su poblacin, transformndose hacia un desarrollo real.
Se trata de mover una rueda que est muy reluctante, llena de desconfianzas por pactos
no cumplidos en el pasado. Es una tarea difcil y requiere de un compromiso renovado de todas
las partes, con el sincero deseo de cumplirlo. De otra manera, nuestro futuro como pas estar
muy limitado.

Uruguay tecnolgico
El cambio que provocara seguir polticas de inversin continua y consolidada en I+D+i, tendra
consecuencias insospechadas.
Por supuesto que imaginamos un pas con mayor inversin, con mayor PBI, con menor
desempleo, en definitiva, con mejor calidad de vida.
Sin embargo, existen aspectos que irn surgiendo con el tiempo.
Habr posiblemente una pugna entre el Uruguay Natural y el Uruguay Tecnolgico, UyNat
y UyTec. En realidad ambos pueden coexistir perfectamente, para lo que se requerira un nivel
de ordenamiento territorial ms exhaustivo. Esto, sumado a los litigios por intereses econmicos
encontrados, y a una inevitable sensacin de desconfianza, crear artificialmente la discusin
entre el UyNat y el UyTec.
De este debate, sumado a las exigencias que demandan las normas para la produccin en
condiciones aceptables, ya ha surgido y se ir profundizando, una especializacin muy fuerte de
nuestros servicios tecnolgicos en los cuidados ambientales, fundamentalmente en los vertidos
de desechos de las plantas productivas.
Nuestra reputacin sobre el cuidado del medio ambiente ya ha sido puesta en tela de juicio
por nuestros vecinos, respecto de un caso de mucha notoriedad. Esta circunstancia contribuir aun ms para que los uruguayos cuidemos con mucho celo el medio ambiente, tratando de
preservar en forma autntica la veracidad del eslogan UyNat.

123

Para cumplir con las normas ya vigentes y las cada vez ms restrictivas normas que irn
surgiendo, ser indispensable que el pas renueve peridicamente el parque de equipos tecnolgicos de ltima generacin y de alta especializacin que permita controlar el medio ambiente.
Nuestro pas ingresa as a una etapa de la que no hay retorno: necesita asegurar el mantenimiento del nivel de sus instrumentos cientficos de alto costo.
Este mantenimiento repercutir positivamente en otras reas de la innovacin: equipamientos analticos que permitirn realizar controles de productos en Uruguay, garantizando su
calidad antes de su embarque para exportacin, para evitar rechazos de mercadera en destino,
con la consiguiente prdida econmica y de confianza.
Con el advenimiento y el fortalecimiento del UyTec habr cambios incluso de idiosincrasia
a nivel de la poblacin: probablemente adoptemos cada vez posturas menos conservadoras y
puede que nos acostumbremos a cambios ms continuos y de mayor alcance.

Conclusiones finales
Muchas razones llevan al suscripto y a muchas otras personas a pensar que estamos
viviendo un momento histrico, el cual, si fuera bien aprovechado, podra permitir encauzar a
nuestro pas definitivamente hacia un futuro tecnolgico.
La creacin y consolidacin de centros de investigacin, la promocin de clusters de pequeas y medianas empresas, los estmulos fiscales a las empresas que realicen actividades de
innovacin, la coyuntura internacional favorable, la creacin de institucionalidad en I+D+i, los
significativamente ms altos niveles de inversin que se estn dando y los mayores que se avizoran, la diversificacin de la matriz productiva al menos la conviccin de que es necesaria y un
esbozo inicial hacia este rumbo, la colaboracin internacional sostenida hacia estas temticas,
las inversiones extranjeras que se comenzaron ya a instalar en nuestro pas, son unas cuantas
razones para pensar que hay pasos ciertos hacia el punto de inflexin requerido.
Todo este panorama positivo es muy importante, pero resultara insuficiente si no cuenta
con el compromiso de los propios uruguayos:

124

Los investigadores, comprometerse a afianzar su carrera definitivamente en el pas, abriendo sus opciones temticas de trabajo hacia la mayor utilizacin posible de sus capacidades y
talentos para cubrir, no solo la investigacin fundamental que abrazan desde hace aos, sino
permitirse tambin el aporte hacia aspectos ms aplicados de inters econmico o social.
Las autoridades nacionales, comprometerse a cumplir con una inversin importante, sostenida y continua en el tiempo, sin lagunas temporales de ningn tipo en ningn programa.
Los empresarios, comprometerse seriamente a explorar el camino hacia la innovacin
tecnolgica, tomando los riesgos que evalen como razonables. Nadie les puede pedir que tomen opciones que ellos mismos visualicen como inviables, pero tampoco que vivan a espaldas
de la innovacin productiva.
El desarrollo tecnolgico del Uruguay depende, as, de las decisiones que cada uno de los
involucrados tomemos de aqu en ms.
Las circunstancias son favorables, pero es necesario que actuemos con decisin, mucho
compromiso y esfuerzo.
Quizs no haya otra oportunidad como esta en mucho tiempo ms.

125

Ec. Luca Pittaluga


Ha sido investigadora en el Instituto de Economa de la Facultad de Ciencias Econmicas y de Administracin
(UdelaR) desde 1994 y es actualmente docente de la ctedra de Crecimiento y Desarrollo de esa facultad;
es tambin docente de la Facultad de Ciencias Sociales (FCS-UdelaR) desde 1998. Actual integrante del
Observatorio de Tecnologas de la Informacin y Comunicacin (ObservaTIC) en la FCS. Mster en Desarrollo Econmico, Universidad de Pars I - Universidad de Picardie, Francia. Se ha especializado en temas
de Desarrollo, Economa del Conocimiento e Innovacin Tecnolgica, siendo autora de diversos artculos,
libros, informes y ponencias en seminarios nacionales e internacionales sobre estas temticas. Ha participado de diversas investigaciones, equipos de investigacin, realizado consultoras para diversos organismos
nacionales e internacionales como CEPAL, UNESCO, BID, BM y PNUD en las temticas de su especialidad.
Actualmente est a cargo de la cartera de proyectos de Desarrollo Productivo e Innovacin Tecnolgica de
PNUD en Uruguay.

126

Una visin desde la economa: la innovacin


tecnolgica como motor de transformacin de
las estructuras productivas
Luca Pittaluga

El tema de la innovacin tecnolgica viene adquiriendo una importancia creciente tanto desde la
perspectiva del desarrollo como de la insercin internacional, y en particular cuando desde cualquiera de estas pticas se requiere explicar la adquisicin de competitividad en una empresa o
en el conjunto de una economa. Sin embargo, en la teora econmica no se ha llegado an a una
comprensin adecuada del comportamiento tecnolgico de la empresa, ni de las consecuencias
del mismo sobre su desempeo individual y/o sobre el de la economa como un todo.
En parte, esta relativa incomprensin se explica por la predominancia del enfoque neoclsico que, en sus versiones ms tradicionales, concibe a la empresa como un ente abstracto (black
box) que maximiza las ganancias e incorpora tecnologas exgenas. Aunque ms recientemente,
en las nuevas teoras neoclsicas, el progreso tcnico es tratado como un factor endgeno al
proceso de crecimiento en tanto entienden que l resulta de decisiones explcitas y conscientes de inversin en innovacin, se sigue considerando a la tecnologa como asociada a simple
informacin, disponible en las estanteras de las bibliotecas, en los archivos de las universidades
o en las propias empresas, y transferible libremente de un lado a otro.
La escuela evolucionista comenz mostrando las insuficiencias del enfoque neoclsico
dominante para comprender el fenmeno de la innovacin, y propuso una concepcin de la
tecnologa que tiene en cuenta aspectos que no pueden ser considerados a base de su tratamiento como un mero bien econmico. Estas nuevas visiones tericas han influido de manera
importante en el pensamiento actual latinoamericano sobre desarrollo econmico, los que han
sido la base para reformular el pensamiento originario de Prebisch sobre el impacto del progreso
tcnico en las economas de la periferia. 
La innovacin tecnolgica se concibe como un proceso social en el que participan diferentes actores, aunque el centro reside en la empresa. No se restringe a la creacin de proyectos
cientficos y desarrollos tecnolgicos, sino que se trata de agregar valor de mercado a los nuevos
conocimientos. La innovacin puede hacer referencia al mbito de la empresa, de un sector o
del conjunto de la economa y, puede estar relacionada con la fabricacin de nuevos productos,

. Este artculo es una actualizacin de los conceptos y aplicaciones empricas vertidos en el Informe Nacional de
Desarrollo Humano en 2005.
. Nelson y Winter (1985).
. Vase Hounie et l. (1999).

127

la prestacin de servicios, el desarrollo de procesos o el dominio de nuevos mercados. Tambin puede expresarse en nuevos modelos de negocios, de comercializacin, de logstica o en
nuevas frmulas para conquistar mercados. Esta concepcin de innovacin es as mucho ms
amplia que la vinculada nicamente al desarrollo tecnolgico y a la investigacin cientfica, ya
que tambin tiene que ver con la gestin de los negocios y las mltiples posibilidades que ello
genera. No obstante, debe reconocerse que sin la investigacin bsica y aplicada, y sin el desarrollo tecnolgico, la innovacin perdera fuerza rpidamente.
Se destacan aspectos de la innovacin tecnolgica que hacen que la tecnologa sea fundamentalmente especfica a las empresas que la ponen en prctica. Se reconoce tambin que
la innovacin tecnolgica depende del entorno dentro del cual las empresas estn insertas.
Los elementos del entorno vinculados a la capacidad de innovar de las firmas estn relacionados con las redes de empresas y con las entidades cuyas actividades se vinculan al proceso
de innovacin. Adems, se pone nfasis en los aspectos institucionales de la innovacin. Las
postulaciones precedentes el protagonismo tecnolgico de las empresas, el papel del medio
y la importancia de las instituciones han sido captadas a travs del concepto de entornos innovadores. Dicho concepto reconoce el carcter endgeno de la innovacin a una empresa, a
su entorno y territorio, y a una configuracin institucional particular. Son estas las perspectivas
micro y mesoeconmicas de la innovacin tecnolgica.
Por otro lado, si se pretende examinar la capacidad de innovacin de un pas o de su economa como un todo, el anlisis recae sobre los efectos globales de los procesos de aprendizaje
microeconmicos y de su entorno mesoeconmico. Lo que importa identificar es qu procesos microeconmicos y qu contextos mesoeconmicos tienen ms aptitud para expandirse al
conjunto de la economa. Se suele referir al concepto de Sistema Nacional de Innovacin (SNI)
en este nivel macroeconmico. Dicho trmino pretende capturar la idea de que el cambio tecnolgico es un fenmeno sistmico que va ms all de las esferas de la ciencia y la tecnologa
en sentido estricto y comprende la creacin, difusin y aplicacin de conocimientos al conjunto
de una economa.
El tipo y composicin de estructura productiva que posee un pas definirn ciertas caractersticas esenciales de su SNI, determinando aquellas reas productivas y empresas en que la
innovacin tecnolgica puede adquirir mayor empuje. Es desde esta perspectiva que en este
trabajo se aborda la innovacin tecnolgica desde el ngulo de su materializacin en el proceso
productivo. Para ello ha de captarse cmo se entiende esta desde las dimensiones microeconmica (seccin 1) y mesoeconmica (seccin 2). Es esto lo que haremos en primer lugar en
este artculo, para luego pasar al nivel macroeconmico (seccin 3) y observar una aplicacin
de este enfoque para el caso de la economa uruguaya (seccin 4).

128

1. La innovacin tecnolgica es un proceso cuyo centro reside


en la empresa
La innovacin desde el ngulo de su aplicacin al proceso productivo resulta de diferentes actividades de creacin de conocimientos en la empresa ligadas al aprendizaje, la adquisicin de
bienes y servicios que incorporan nuevos conocimientos, la investigacin y el desarrollo, y la
ciencia y tecnologa. En las siguientes subsecciones se analizan estos conceptos.

Dnde residen y cules son los conocimientos que se aplican


en el proceso productivo?
Un proceso productivo consiste en un conjunto de actos de trabajo simultneos o sucesivos e
interrelacionados, que tienen el objetivo comn de generar un bien o servicio. Desde una perspectiva ms amplia, refiere a las capacidades culturales de una sociedad determinada para la
provisin de dichos bienes y servicios. El lugar privilegiado en el cual se generan los bienes y
servicios en una sociedad es la empresa. No obstante, el proceso productivo se extiende hacia
fuera de los lmites de la empresa, en tanto esta contrata trabajadores, compra materiales e
insumos para la produccin, tiene en cuenta las demandas potenciales y efectivas, y externaliza operaciones y funciones, tanto productivas como de gestin y de innovacin. De hecho, el
proceso productivo en las economas actuales se asemeja ms a un dispositivo de red que a
empresas aisladas que interactan por la va del mercado.
Los actos de trabajo envuelven el ejercicio de capacidades de la fuerza de trabajo y tambin de las empresas en cuyo seno tales actos se llevan a cabo. A su vez, las capacidades se
adquieren en el propio proceso productivo, a travs del aprendizaje individual y organizacional,
y en parte tambin fuera de l, a travs de la educacin general o especializada de la fuerza
de trabajo.
Las capacidades consisten en conocimientos que posee la empresa, incorporados en
su fuerza de trabajo y en su organizacin. Dichos conocimientos se aplican a la propia realizacin de los actos de trabajo (incluyen el modo en que se usan las mquinas y los insumos intermedios), a la forma en que estos se organizan en la empresa, a la gestin de la firma como
un todo, y a cmo esta se relaciona para producir y vender con otras empresas y entidades de
su entorno. Otros conocimientos que intervienen en el proceso productivo son aquellos que la
empresa adquiere y ya estn incorporados, por ejemplo, en una mquina que compra, una
planta llave en mano o un consultor externo que contrata. Tambin intervienen conocimientos
protegidos por derechos de propiedad intelectual, como son los contenidos en las patentes, las
licencias, los derechos de autor o la certificacin vegetal, y otros no protegidos como el knowhow o los servicios cientficos y tecnolgicos.
Los conocimientos pueden estar codificados en instrucciones claras o ser tcitos, es decir,
difciles de transmitir mediante informacin precisa. Los conocimientos pueden ser ms o menos
fciles de copiar por otras empresas, segn el grado de codificacin y complejidad que conten-

129

gan. Es este el problema que se invoca cuando se habla de apropiabilidad del conocimiento.
Existen mecanismos, como la proteccin jurdica del uso de ciertos conocimientos o su secreto,
que aseguran a quien los haya creado la apropiacin del fruto que genera su aplicacin en la
economa. No obstante, no todo conocimiento puede ser excluido en su uso por otros agentes
a travs de esos mecanismos. Un conocimiento sobre principios universales, por ejemplo, difcilmente podr ser patentado para legitimar la propiedad de ese tipo de saber. Adems de los
mecanismos mencionados, las empresas pueden impedir la imitacin generando continuamente
nuevos conocimientos, o pueden tambin transformar los conocimientos en tan especficos de
la empresa que sean difciles o imposibles de copiar.

Conocimientos codificados, tcitos, individuales y colectivos


El conocimiento codificado, en economa, se asimila a informacin. Se entiende por informacin el
conjunto de conocimientos reducidos y convertidos en mensajes que pueden ser fcilmente difundidos entre los agentes (con el costo que implica la duplicacin de esa informacin). La informacin
codificada ha sido por lo general organizada y expresada en un formato compacto y estandarizado,
de manera de facilitar y reducir el costo de operacin de transmisin, verificacin, registro y reproduccin de los conocimientos. La revolucin de las tecnologas de la informacin ha reducido enormemente el costo de codificacin, estandarizando los lenguajes y las expresiones segn formas diversas, como por ejemplo, numricas o simblicas. El conocimiento tcito permanece por fuera de
ese movimiento de codificacin. Dicho conocimiento se compone de elementos del conocimiento de
los individuos que permanecen indefinidos, no codificados ni publicados. Estos elementos no pueden ser siquiera expresados plenamente por quienes los poseen; difieren as de una persona a otra,
sin desmedro de que puedan ser comunes a colegas y colaboradores. Son, adems, inseparables de
la prctica de los colectivos de los trabajadores que los generan y, por lo tanto, no son expresables
fuera del contexto del proceso productivo dentro del cual fueron generados. Ms all de la transformacin del conocimiento en un objeto, el proceso de codificacin alza la cuestin de la capacidad
del poseedor del conocimiento para explotar sus diferentes categoras. Por ello, en el proceso de
transformacin del conocimiento no solo hay que analizar la distincin entre sus componentes tcitos y codificados, sino tambin entre conocimiento individual y colectivo.

Fuentes: Foray (1992) y Rullani (2000)

En qu consiste la creacin de conocimientos?


El proceso productivo supone la aplicacin de un conjunto de conocimientos eficientes y eficaces
para la produccin de bienes y servicios. Dicho conjunto se denomina tecnologa. El cambio de la
tecnologa consiste en la introduccin de nuevos conocimientos en la produccin de bienes y servicios. El resultado exitoso (en trminos de mercado) de este proceso es la innovacin tecnolgica,
la que puede ser novedosa para la empresa, el mercado local o el internacional. La creacin de
conocimientos en la empresa est ligada con actividades de aprendizaje por la prctica, adquisicin
de bienes y servicios que incorporan nuevos conocimientos, investigacin y desarrollo y ciencia y
tecnologa. En los puntos siguientes se analizan con ms detalle estas actividades.

130

Aprendizaje por la prctica


Se entiende por aprendizaje por la prctica la creacin de conocimientos a travs de la prctica
productiva y la capacitacin. El aprendizaje conectado a la innovacin incremental resulta de la
experimentacin, es decir, de acciones conscientes o intencionales, de pruebas sucesivas sobre
nuevas formas de realizar las tareas. Con esto se quiere decir que los conocimientos en que las
tcnicas consisten se transforman para adaptarse a un proceso productivo particular, con su
correspondiente organizacin del trabajo. Es de observar que en este modo de ver el aprendizaje subyace una idea central, en ltima instancia asociada con el carcter tcito y acumulativo
que se atribuye al conocimiento tecnolgico. De acuerdo con esta idea, este conocimiento no
puede ser transmitido en una forma lineal y simple, en la cual el transmisor traslada al receptor
un saber acabado. Por el contrario, se entiende que el conocimiento depende de un proceso de
aprendizaje en el que ese saber se ve sujeto a modificaciones y enriquecimientos. Dicho en otros
trminos: acceder al conocimiento tecnolgico y dominarlo requiere desarrollar la creatividad,
de modo de poder modificarlo y potenciarlo en provecho propio. Se entiende, por tanto, que la
innovacin que deriva del aprendizaje por la prctica es endgena al proceso productivo y a la
empresa que la organiza y la lleva a cabo.
Se entiende, asimismo, que la creatividad ha de ser expandida a toda la empresa, lo
que implica apuntar hacia nuevas formas de organizacin del trabajo que fomenten la predisposicin y las posibilidades de aprender. Segn se aduce, la accin innovadora y el recurso a
la creatividad que ella supone ya no puede descansar en una diferenciacin dicotmica entre
empresarios y/o ejecutivos y una masa de trabajadores especializados. Se agranda as el horizonte de actuacin correspondiente a los distintos puestos de trabajo, y por ende se desarrolla
un movimiento de desespecializacin de las calificaciones laborales, tendente a fomentar los
equipos plurifuncionales, y con ello la comprensin y la responsabilidad sobre el proceso de
trabajo en su conjunto.

Adquisicin de bienes y servicios que contienen nuevos conocimientos


La aplicacin en la empresa de los nuevos conocimientos incorporados en los bienes y servicios
que adquiere no se hace de forma automtica. El carcter tcito del conocimiento tecnolgico
resulta clave en una concepcin de la tecnologa que no la define como asociada a simple informacin, sino como un conjunto de conocimientos. En efecto, debido a ese carcter la tecnologa
no puede ser percibida como un mero conjunto de instrucciones, y su difusin y adquisicin no
puede basarse por entero en informacin articulada respecto de la misma.
Por ello, un esfuerzo es exigido para dominar los nuevos conocimientos incorporados en
los bienes de capital o en las asesoras de los expertos, y habr que adaptarlos a las circunstancias especficas en las cuales se encuentra la empresa, como son la demanda local, las escalas
de produccin, las habilidades de los trabajadores y su particular organizacin del trabajo, y
con frecuencia las materias primas locales. Por otro lado, el esfuerzo en materia tecnolgica
no termina con el dominio de la tecnologa; ella puede mejorarse mediante ajustes menores, lo

131

cual requiere mayores esfuerzos y nuevas capacidades. Todo esto supone implementar procesos de aprendizaje que hacen endgena la tecnologa a los procesos productivos y a la empresa
en la cual se llevan a cabo.

Investigacin y desarrollo experimental


Las actividades de investigacin y desarrollo experimental (I+D) comprenden la investigacin
bsica, la investigacin aplicada y el desarrollo experimental. Suele entenderse la I+D como
todo trabajo creativo de las personas llevado a cabo de forma sistemtica para incrementar el
volumen de los conocimientos y el uso de esos conocimientos para derivar nuevas aplicaciones. Interesa diferenciar la I+D relacionada directamente con un proceso productivo y la que
no lo est; esta ltima se denomina aqu ciencia y tecnologa (C+T). La primera se puede llevar
a cabo a travs de actividades laterales y separadas de ese proceso productivo en la empresa
que la desarrolla (interna) o en otra empresa o entidad especializada (externa). La I+D puede
estar asociada tanto a innovaciones incrementales como radicales.
Una empresa o entidad aprende a hacer I+D cuando logra acumular las capacidades
para ejercer esa actividad a medida que la practica. Tambin aprende a mejorar los resultados
de sus actividades de I+D si consigue captar los problemas que se generan cuando stos se
utilizan en el proceso productivo. Se entiende que la I+D interna es endgena a la empresa y
tambin al proceso productivo si existe retroalimentacin entre ambos; la I+D externa es endgena al tercero que la desarrolla y a la empresa cuando esta logra hacer propios los conocimientos adquiridos.

Ciencia y tecnologa
De las actividades ligadas a la C+T derivan conocimientos cientficos y tecnolgicos que no estn referidos a ningn proceso productivo particular. Las entidades que los generan son por lo
general universidades pblicas y privadas, as como laboratorios sin fines de lucro. La C+T interacta con la I+D, al utilizar esta ltima los conocimientos de la primera; al mismo tiempo, la
segunda ejerce una influencia sobre la primera, pues suscita nuevos interrogantes que inspiran
a la C+T. La existencia de un pensamiento cientfico y tecnolgico independiente, con criterios
propios de evaluacin, constituye una parte indispensable de la innovacin endgena que, si

. Las innovaciones incrementales consisten en mejoras sucesivas a las que son sometidos los productos, procesos
productivos, organizacin del trabajo y formas de comercializacin. En determinado momento, la capacidad de estas innovaciones para producir mejoras encuentra inevitablemente sus lmites, tanto tcnicos como econmicos. Slo
una innovacin radical, al determinar un nuevo horizonte de potencialidades, abre un nuevo abanico de innovaciones
incrementales potenciales. Las innovaciones radicales consisten en la introduccin de productos, procesos, formas
organizativas y de comercializacin verdaderamente nueva; son por definicin rupturas capaces de iniciar un nuevo
rumbo tecnolgico. Equivalen al concepto de punto de bifurcacin en la teora de sistemas: son aquellos que modifican
la evolucin del sistema.

132

bien debe estar orientado a la solucin de problemas especficos, ha de retroalimentarse permanentemente con esos mbitos de creacin y reflexin. Los conocimientos que se obtienen
en tales mbitos son endgenos a las entidades, y muchas veces a los grupos de investigacin
y personas que los generan, as como a las empresas y entidades de I+D, si existe retroalimentacin. Tambin son endgenos a la sociedad como un todo si los conocimientos generados se
difunden y convierten en parte de la cultura nacional.
En suma, en el Diagrama 1 siguiente figura un esquema en el que se visualizan las tres
perspectivas del proceso de creacin y adquisicin de conocimientos en la empresa. La primera est conformada por las propias empresas que llevan a cabo la produccin, en tanto al
desarrollar procesos de aprendizaje e innovacin se constituyen ellas mismas en generadoras
de nuevos conocimientos. La segunda la constituyen las empresas y las entidades que realizan
I+D, actividad con base en la cual generan endgenamente los conocimientos adicionales constitutivos de la innovacin. La tercera rene a las entidades universitarias y centros de investigacin empeados en el desenvolvimiento de la C+T, los cuales cumplen un papel relevante en la
innovacin, por la va de su interaccin con aquellas otras entidades (o empresas) que realizan
la I+D y la sociedad como un todo.
Diagrama 1. Las actividades del proceso de creacin y adquisicin de conocimientos

133

Las actividades descritas en los puntos anteriores solo podrn desarrollarse si se cuenta
con la calificacin, la formacin y el esfuerzo de las personas involucradas. Esto ltimo explica
por qu las entidades que se dedican a la formacin de las personas para educarlas y capacitarlas de forma que puedan intervenir en los procesos de innovacin son una parte indispensable
de la creacin y adquisicin de conocimientos. Las otras entidades de apoyo y de financiamiento
son tambin parte de ese proceso.
De esta forma en el Diagrama 1 queda plasmado lo que importa para comprender la innovacin tecnolgica en su nivel microeconmico; en la seccin siguiente se aborda la innovacin
desde el ngulo mesoeconmico.

2. La innovacin tecnolgica depende de la conformacin de redes


Las redes de innovacin son las nuevas configuraciones de la actividad econmica que responden a la necesidad de interaccin como factor clave de la creacin y circulacin del conocimiento,
y se constituyen en subsistemas del SNI, es decir, en sistemas especializados dentro de l. Dichas
configuraciones pueden tomar diferentes formas en funcin, por ejemplo, del nfasis que tiene
el territorio (clusters o conglomerados, sistemas locales de innovacin) o los sectores productivos (sistemas sectoriales de produccin e innovacin, tramas productivas, cadenas de valor).
La adhesin a la visin del modelo no lineal de innovacin conlleva la de un SNI cuyo
dinamismo encuentra su clave en la interaccin entre los conocimientos de los diversos agentes que lo componen. As pues, para concretarse la innovacin tecnolgica se requiere de un
conjunto de procesos interactivos entre las empresas y su entorno, y el modo de interactuar es
a travs de una red.
En las prximas subsecciones se aborda, en primer lugar, el significado de red de innovacin; luego se introducen las externalidades tecnolgicas y las actividades que proveen
esas externalidades, y finalmente se exponen los argumentos para considerar a las relaciones
usuario-productor como redes de innovacin con fuertes potencialidades para aprovechar las
externalidades tecnolgicas.

Qu son las redes de innovacin?


Una red es un caso especial de organizacin socio-econmica que se caracteriza por la presencia de terminales distantes e interconectadas. En esta perspectiva, los principales componentes
de la red son los nodos (individuos, organizaciones) y las conexiones entre ellos. Estas conexiones consisten en flujos que se establecen entre los nodos y que generan los servicios de la red
(Oniki, 1992). El papel central de la red consiste justamente en generar esos servicios, es decir
que la existencia de la red est supeditada a que haya conexin entre los nodos.

. Basado en Pittaluga et l. (2008).

134

El foco de atencin en este trabajo es en un tipo especfico de red: la que estructura las
interrelaciones entre nodos que participan de un proceso de innovacin tecnolgica. Se entiende
as por redes de innovacin a las alianzas entre actores econmicos privados y/o pblicos que,
en ltima instancia, apuntan a lograr innovaciones de producto, de proceso, organizacionales
y/o de comercializacin.
Estas resultan de los esfuerzos de los actores econmicos para internalizar selectivamente
los diversos factores necesarios para controlar el proceso de innovacin. Son grupos o clubes
de actores econmicos que, conscientes de la naturaleza colectiva de este proceso, cooperan estratgicamente compartiendo conocimientos, capacidades tcnicas y oportunidades de
aprendizaje. Pueden ser vistos como instituciones cooperativas diseadas para aumentar la
apropiabilidad de los beneficios de la innovacin tecnolgica y reducir el carcter de bien pblico del conocimiento (Antonelli, 1992).
En una red de innovacin, los nodos estn constituidos por actores pblicos y/o privados
involucrados directamente en el proceso de innovacin, en tanto que los flujos entre los nodos
son los conocimientos cientficos, tecnolgicos, productivos, de gestin y/o de comercializacin. Dichos conocimientos son pues los servicios que provee este tipo de red, es decir, son
los servicios de la red.
A ttulo ilustrativo, el Diagrama 2 muestra tres tipos de redes de innovacin. El primer
caso ejemplifica una forma de relacionamiento bilateral entre dos agentes con objetivos y racionalidades diferentes: las instituciones de investigacin y las empresas. Un ejemplo de esto
podra ser un contrato de investigacin entre un laboratorio de una universidad y una empresa
pblica o privada. As, si bien intuitivamente una red es pensada como un conjunto de ms de
dos nodos, este tipo de red embrionaria constituye una de las formas de innovacin interactiva
ms habitual en Uruguay, y puede considerarse como un punto de partida para el desarrollo de
redes ms complejas y consolidadas.

135

Diagrama 2. Algunas ilustraciones de redes de innovacin

Los otros dos casos ejemplifican redes de innovacin en las cuales existen relaciones multilaterales. En el caso dos, la empresa A conforma el ncleo de una red que se ve potenciada
por la diversidad y complementariedad de los diferentes nodos que la constituyen. Podra ejemplificarse con la empresa productora de herramientas para el desarrollo de software, ARTech,
y su comunidad GeneXus. ARTech mantiene derechos propietarios sobre su innovacin pero
desarrolla flujos de informacin de distinta intensidad con y entre diferentes tipos de usuarios
(desarrolladores de software y usuarios finales), as como con sus propios proveedores de tecnologa. Con sus usuarios ms cercanos ha desarrollado una fuerte relacin usuario-productor,
que retroalimenta a la empresa a partir de las experiencias y demandas que enfrentan dichos
socios. En suma, esta red tiene similitudes con una comunidad de prctica en la que un grupo de empresas que tienen un inters en comn colaboran durante un periodo extendido para
compartir ideas, buscar soluciones y desarrollar innovaciones. En este caso es la intensidad
de la relacin usuario-productor que acta como catalizador de un proceso de innovaciones
incrementales.
La red correspondiente al tercer caso del diagrama conforma una estructura aun ms
compleja que en el caso dos, pues los nodos no solo son conformados por actores heterogneos,

. Con la creacin de la Comunidad GeneXus, ARTech limit el problema de la no apropiabilidad asociada a los derrames
de conocimiento. Ha permitido a la empresa difundir su producto y alcanzar significativas economas de escala, a la vez
que proporcion un ambiente frtil a los miembros para el upgrade tecnolgico de estos ltimos. El caso es analizado
en detalle en Snoeck et l. (2007).

136

con racionalidades y lenguajes distintos, sino que cada uno tiene relacin con todos los dems.
Con este tipo de red se pretende representar un caso en que participan, adems de empresas y
centros de investigacin, una reparticin estatal como nodo de la red. Aqu, la particularidad del
papel del Estado deriva de una decisin poltica, adems de fundamentos tecnolgicos y econmicos. Un ejemplo clsico en Uruguay de este tipo de redes fue la creacin de las centrales
tlex entre fines de la dcada del setenta y principios de los aos ochenta (Snoeck et l., 1992).
La empresa pblica de telecomunicaciones (ANTEL) decidi encargar a empresas locales el
desarrollo de un producto acorde a sus necesidades de comunicacin va tlex en vez de comprar un producto ya existente. La accin del Estado tuvo un fundamento tecnoeconmico las
capacidades locales existentes para producir un bien acorde a sus necesidades pero tambin
poltico: el desarrollo de tecnologa nacional en telecomunicaciones. Si bien en este caso no
particip directamente ningn centro de investigacin como tal, el desarrollo estuvo a cargo de
empresas nacionales recientemente creadas por investigadores universitarios. El Estado defini
as, excepcionalmente, una poltica tecnolgica pblica favorable al desarrollo endgeno.
El conocimiento tecnolgico es el elemento central de las redes de innovacin. Este es
considerado un bien pblico no puro, por su doble carcter de bien no rival y parcialmente
excluible. Esas dos caractersticas esenciales del conocimiento dan lugar al llamado dilema del
conocimiento (Foray, 2000): cmo asegurar un incentivo a la innovacin, a travs de la apropiacin privada de los conocimientos, al mismo tiempo que lograr la difusin de conocimientos a lo
largo y ancho de la economa. La cooperacin entre agentes es una solucin local y temporaria
al dilema planteado, ya que se trata de un problema bilateral (o de ms agentes) entre el que
emite la externalidad y el que la recibe. Las redes de innovacin buscan precisamente internalizar esas externalidades, lo que tiende a reducir el problema de la no apropiabilidad, al mismo
tiempo que permite la difusin del conocimiento.
La red de innovacin transforma pues el conocimiento en un bien club: el conocimiento
sigue siendo no rival, pero se excluye de su uso a los que no pertenecen al grupo. Con ello se
generan incentivos para innovar, pero la innovacin pertenece a todos los socios del club. Las
redes de innovacin son entonces como clubes que comparten conocimiento y tienen por
objetivo crear una innovacin tecnolgica. No obstante, esta solucin al dilema tiene lmites
en la medida en que los costos de coordinacin y de organizacin aumentan con la cantidad de
participantes del acuerdo.

El papel de los sectores-clave proveedores de externalidades tecnolgicas


Ahora bien, no todas las redes de innovacin tienen el mismo impacto sobre el dinamismo innovador de la economa. Tal impacto depende de las externalidades tecnolgicas que generan las
actividades en red. Las externalidades tecnolgicas son generadas por decisiones de inversin
y oportunidades tecnolgicas y se expanden entre las empresas a travs de sus interconexiones.
Existen formas particulares de conexin entre las empresas que potencian el aprovechamiento de
las externalidades tecnolgicas. Estas conexiones o complementariedades se establecen entre
actividades productivas inscritas, ya sea en un mismo sector, ya sea en sectores diferentes, as

137

como entre las empresas que las llevan a cabo. El establecimiento de agrupamientos de empresas, a travs de su concentracin en un territorio determinado o su participacin en otro tipo de
redes es una condicin importante para la empresa que quiere aprovechar las externalidades.
Ello es as porque las redes generan mayores facilidades para la creacin de habilidades colectivas, la cooperacin usuario-productor de innovaciones y conocimientos y la subcontratacin
de fases de los procesos productivos o servicios.
A las actividades productivas con mayores capacidades de propagar el progreso tcnico se las denomina sectores-clave. Ellas son las proveedoras de externalidades tecnolgicas
esenciales para el resto del sistema econmico. Segn se aduce, los sectores-clave proveedores de externalidades tecnolgicas para el resto de la economa tienen tendencia a organizarse ms probablemente alrededor de actividades transversales (es decir, que pueden
ser utilizadas en muchos sectores de la economa y en diferentes actividades) con mayores
oportunidades de aplicacin.
Segn Freeman (2003), en la actualidad, las Tecnologas de la Informacin y Comunicacin (TIC) han demostrado su capacidad para impregnar casi todas las actividades de la economa, por lo que no ofrecen dudas respecto a su condicin de sector-clave. No obstante, la biotecnologa no ha cumplido an con todas las expectativas de aplicaciones que se pronosticaron en
los aos 1970 y 1980. Si bien est transformando la industria farmacutica y la agricultura, en
la qumica bsica y la alimentacin animal los nuevos procesos basados en la biologa molecular
no han probado an ser ms competitivos que las tcnicas establecidas. Por otro lado, no hay
una aceptacin social generalizada de las tcnicas de manipulacin gentica porque todava no
se conocen exactamente los efectos que ellas pueden tener sobre el ecosistema, y eso frena el
desarrollo de sus aplicaciones. La biotecnologa tiene muchas posibilidades de ser un motor de
crecimiento en el futuro, pero no como sucesora de las TIC sino en combinacin con ellas, lo que
se suele denominar bioinformtica. Finalmente, las tecnologas ambientales asociadas a fuentes
de energa renovables tendrn, segn Freeman, una expansin considerable tambin.

Redes constituidas sobre la base de relaciones usuario-productor


La efectividad de los procesos de innovacin depende mucho del grado y la forma en que participan los actores receptores de conocimiento e innovacin. Hay toda una gama de posibilidades,
que van desde la adopcin pasiva, llave en mano, de un nuevo dispositivo o procedimiento,
hasta el involucramiento activo en la elaboracin de las soluciones, a partir de la formulacin
misma del problema; en este ltimo caso, quienes incorporan innovaciones influyen en sus caracteres e impactos hasta un punto tal que ellos mismos han de ser considerados tambin como
innovadores (Arocena y Sutz, 2003).
As, se suele hablar del aprendizaje por la interaccin entre usuarios y productores (Lundvall, 1988) cuando los intercambios entre proveedores y usuarios generan nuevo conocimiento
tecnolgico que se plasma en que los primeros aprenden a mejorar su producto o servicio y los
segundos a adaptarlo a sus necesidades especficas. La relacin usuario-productor se multiplica, adems, en el contexto de una relacin de proximidad territorial porque es ms fcil desa-

138

rrollar canales eficientes de comunicacin y cdigos de conducta (muchas veces tcitos) entre
usuarios y productores.
Las interacciones usuario-productor no deben entenderse, sin embargo, solamente como
relaciones verticales entre la oferta y la demanda de conocimientos e innovaciones, pues, por un
lado, a lo largo del proceso de innovacin los agentes pueden ir cambiando de papel (pasando
de demandar a ofrecer conocimientos, por ejemplo), configurando as una suerte de cadena de
intercambio de conocimientos; y por otro, se establecen tambin relaciones horizontales entre
entidades y empresas entre s, y entre estas ltimas y aquellas.
En conclusin, las interacciones de los agentes en red se basan en las relaciones entre los
usuarios y productores de conocimientos; esas redes resultan de los esfuerzos de los agentes
en orden a internalizar selectivamente los diversos factores necesarios para controlar el proceso de innovacin (como son las externalidades tecnolgicas), conscientes de la naturaleza
colectiva de ese proceso. El desarrollo simultneo de proveedores y usuarios de innovaciones,
y su interaccin continua y articulada determinan, pues, un estmulo a la actividad innovadora
y originan una suerte de crculo virtuoso para el cambio tecnolgico. Es esta la forma de percibir la innovacin desde el ngulo mesoeconmico, en la prxima seccin se la aborda a nivel
macroeconmico.

3. La innovacin tecnolgica est imbricada en la estructura


productiva de un pas
Muchas investigaciones muestran que un anlisis de la innovacin tecnolgica a nivel agregado
es altamente insatisfactorio. Ello se explica porque este es un fenmeno diversificado pues no
todas las reas tecnolgicas ofrecen el mismo tipo de oportunidades y condiciones de apropiabilidad de los resultados de la innovacin, adems tampoco las empresas tienen idnticas
capacidades de innovacin tecnolgica. En funcin de su historia, cada pas tendr un patrn
de ventajas tecnolgicas en algunas reas y desventajas en otras, configurando as estructuras
productivas particulares que impactan diferenciadamente sobre el crecimiento.
A nivel general de la economa, la estructura productiva de un pas puede percibirse
como relacionada con redes de firmas. La capacidad innovativa de una economa depende en
buena medida de esos nexos presentes en la estructura productiva. Dichas redes se basan en
la existencia de complementariedades, es decir de interacciones que se verifican entre actividades productivas inscritas en distintos sectores, y entre las empresas que las llevan a cabo.
Las complementariedades conllevan la posibilidad de internalizar los derrames tecnolgicos
que se producen entre firmas y sectores, favoreciendo la difusin de la innovacin. Dicha retroalimentacin de la innovacin con el intercambio material entre sectores y firmas se explica
a travs del papel que cumplen las diversas formas de aprendizaje tecnolgico, en la dinmica
del progreso tcnico.
No obstante, las capacidades innovativas de las economas van a variar en funcin del tipo
de redes presentes en la estructura productiva, al existir una diferenciacin inter e intrasectorial
de la innovacin tecnolgica. En efecto, el carcter acumulativo y tcito de los conocimientos

139

tecnolgicos y de las capacidades asociadas a los mismos hace que, tanto las oportunidades
tecnolgicas realizadas como las virtualmente realizables, sean en gran medida sectoriales. Ello
se refleja en las diferencias entre sectores, en cuanto a las posibilidades de aumentar la eficacia
de la produccin o generar nuevos productos. Tambin existe una diferenciacin intrasectorial
de las oportunidades tecnolgicas. Esta deriva de los senderos especficos de acumulacin de
conocimientos que han logrado seguir las empresas y de la heterogeneidad de sus rutinas. En
suma, las firmas y sectores se comportan de manera diferente, y esto no solo porque producen
distintos bienes y servicios, sino tambin porque poseen rutinas, oportunidades tecnolgicas y
modos de apropiacin de los conocimientos diferentes.
Los sectores transversales (pervasive sectors) ya mencionados son los que actualmente tienen ms oportunidades de innovacin y representan los proveedores de externalidades
tecnolgicas esenciales para el resto del sistema econmico. Adems, la visin de una estructura productiva penetrada por sectores transversales cambia drsticamente la concepcin de
actividades ms o menos intensivas en tecnologa. Ahora todos los sectores son capaces de
absorber las tecnologas transversales, lo que los hace a todos potenciales sectores intensivos
en conocimientos.
En suma, si se pretende examinar la capacidad de innovacin de un pas o de su economa como un todo, el anlisis recae sobre los efectos globales de los procesos de aprendizaje
microeconmicos y de su entorno mesoeconmico. Lo que importa identificar para establecer una estrategia de crecimiento y desarrollo son los canales por los cuales los procesos microeconmicos ms dinmicos y sus contextos mesoeconmicos se expanden al conjunto de
la economa. En la siguiente seccin se expone una aplicacin emprica para Uruguay de las
consideraciones anteriores.

4. Los niveles micro, meso y macroeconmicos de la innovacin


tecnolgica en Uruguay
En el Informe Nacional de Desarrollo Humano (INDH) de 2005 se aplic el enfoque expuesto
en las pginas anteriores para contestar a la pregunta de si existen posibilidades de abrir ventanas de oportunidad en una Economa Intensiva en Conocimientos (EIC) para un pas perifrico
como Uruguay. En otras palabras, se realiz la siguiente pregunta: existen puntos de apoyo a
partir de los cuales Uruguay podra emprender una trayectoria de cambio estructural, encontrando una va para la renovacin de las viejas actividades productivas, y la emergencia y
consolidacin de otras nuevas?
El esquema propuesto para el cambio estructural de Uruguay plantea un agrupamiento
de las actividades econmicas en funcin de las oportunidades y dinamismo de la innovacin.
As mismo, esas actividades estn conectadas entre s a travs de relaciones econmicas que

. El concepto de EIC no puede reducirse al surgimiento de los sectores de las TIC o a los de otras tecnologas intensivas
en conocimiento. Para su desempeo, el SNI de una EIC depende tambin fuertemente de la distribucin del saber
a travs de redes formales e informales, basadas en la interaccin entre los productores y usuarios de conocimiento
tcito y codificado.

140

permiten la propagacin de la innovacin tecnolgica desde los ms dinmicos hacia los menos.
Tal como figura en el Diagrama 3, los agentes del ncleo innovador, empresas y entidades de la
oferta intensiva en conocimientos y de la demanda innovadora de los sectores maduros, se relacionan a travs de lazos de usuario-productor. Mientras que las empresas ms desfavorecidas
(por lo general PYMES no innovadoras) se integran a la economa a travs de su conexin con
la demanda dinmica por lo general de sectores de la agroindustria exportadora y reciben as
indirectamente los beneficios del dinamismo de la oferta intensiva en conocimientos.
El cambio de las estructuras productivas opera as desde la inyeccin de innovacin de
los sectores transversales de la oferta intensiva en conocimientos, a las grandes exportadoras.
Estas ltimas arrastran a su vez a los primeros con sus demandas, y conectan a las empresas
ms dbiles a travs de la subcontratacin de productos y procesos.
Diagrama 3. La trama productiva de una Economa Intensiva en Conocimientos

141

La investigacin emprica consisti en la identificacin y aplicacin de una encuesta a


empresas productoras u oferentes de bienes y servicios intensivos en conocimientos, a firmas
usuarias o demandantes de esos bienes y servicios, y a entidades de investigacin y desarrollo radicadas en territorio nacional.  Se decidi incluir los siguientes sectores transversales e
intensivos en conocimiento: software y servicios informticos, biotecnologa, servicios empresariales de ingeniera, servicios e industria ambientales, e industria farmacutica. El grado de
cobertura fue importante en el caso de las empresas oferentes de bienes y servicios intensivos en conocimiento y las entidades de I+D, mientras que las empresas demandantes fueron
captadas solo en la medida en que fueron nombradas por las primeras. La encuesta se llev a
cabo entre diciembre de 2003 y febrero de 2004 e incluy a 212 empresas y 86 entidades que
realizan actividades de I+D.
Los resultados hallados dan cuenta de las principales fortalezas y debilidades que posee
el pas para emprender una trayectoria de cambio estructural. La principal fortaleza para emprender dicha trayectoria consiste en la existencia en el pas de una masa crtica de empresas
y entidades relacionadas con actividades intensivas en conocimientos.
Como puede observarse en el Diagrama 4, los sectores intensivos en conocimiento permean la estructura econmica del pas, en el sentido de que las empresas y entidades de la
oferta venden sus bienes y servicios a la demanda distribuida a lo largo de los tres grandes sectores tradicionalmente considerados en la economa (primario, secundario y terciario). En otras
palabras, se comprueba que esos sectores son transversales.
Adems, configuran una suerte de entramados productivos en los cuales se relacionan
productores y usuarios de innovaciones con diferentes oportunidades de cambio tecnolgico.
Dichos entramados se concentran en la capital del pas, donde generan las condiciones ms
propicias para el desarrollo local de las actividades tecnolgicamente dinmicas.
Las empresas de la oferta de bienes y servicios intensivos en conocimientos son, por lo
general, pequeas empresas, jvenes, de capitales nacionales y fuerte presencia de profesionales universitarios en su personal. Sus ventas tienen como principal destino el mercado interno.
Las empresas demandantes, efectivas o potenciales, de esos bienes y servicios intensivos en
conocimientos son mayormente medianas o grandes firmas, con poca presencia de profesionales en su personal, ms antiguas que las productoras y con mayor participacin de capital
extranjero. Adems, para casi la mitad de ellas la exportacin constituye el principal destino de
la produccin.

. No se incluy a las PYMES no innovadoras en la encuesta.

142

Diagrama 4. Los sectores intensivos en conocimiento y su relacin


con el resto de la economa

La principal debilidad de Uruguay para emprender una trayectoria de cambio estructural


es que los agentes detectados y caracterizados no son actores de un proceso de innovacin
endgena. Este involucra el desarrollo simultneo de proveedores y usuarios de bienes y servicios intensivos en conocimientos, cuya interaccin continua y articulada estimula la actividad
innovadora y origina una suerte de crculo virtuoso para el cambio tecnolgico.
En efecto, se constat, por un lado, que los productores de bienes y servicios intensivos
en conocimiento no poseen los rasgos necesarios para ser lderes de un proceso de cambio estructural. Por otro lado, tampoco los usuarios de esos bienes y servicios si bien expuestos a la
competencia internacional y potenciales usuarios exigentes de los bienes y servicios intensivos
en conocimientos tienen an un papel claro como impulsores del desarrollo de los primeros.
En efecto, al abrirse la caja negra de la innovacin a la luz del trabajo de campo efectuado, se
constat que la capacidad de los productores de bienes y servicios intensivos en conocimientos
para difundir el progreso tcnico al resto de la economa se encuentra limitada. Ello se explica
porque no existen o an no existen grupos con caractersticas virtuosas entre esas empresas,
en los cuales coexistan fuertes capacidades de innovacin y aprendizaje internas a las firmas y
una intensa vinculacin con los actores del SNI. Es por esta razn que en el siguiente Diagrama
5 la interaccin de los cuatro planos est vaca.

143

En el Diagrama 5 se observa tambin que en el conjunto de las empresas de la oferta de


bienes y servicios intensivos en conocimiento se encontraron dos grupos homogneos con caractersticas especficas en sus comportamientos tecnolgicos y particularidades en sus rasgos
econmicos, as como con relacin al papel que desempean las entidades de I+D en sus procesos de innovacin y aprendizaje. El grupo minoritario de empresas posee una modalidad de
innovacin y aprendizaje autocentrada, en la que es estratgico el desarrollo de las capacidades
internas a la firma, mientras que el mayoritario se caracteriza por centrarse en el desarrollo de
la sinergia con el entorno o, si se quiere, con el SNI al que pertenece.
Se hall por otro lado que entre las empresas de la demanda innovadora tampoco hay
grupos de empresas virtuosas en su capacidad para desarrollar procesos de innovacin y aprendizaje. En promedio, la conducta innovadora de las empresas de la demanda se caracteriza de
la siguiente forma: realizan internamente actividades de innovacin relativamente simples, y
se interrelacionan con otros agentes del SNI para llevar adelante tareas ms complejas, como
la I+D, el diseo de productos y/o procesos y el cambio organizacional, as como invierten en
capacitar al personal e implementan mecanismos para que los conocimientos se intercambien
dentro de la organizacin. Al mismo tiempo, son firmas expuestas al acicate de la competencia
internacional predominan en este grupo grandes empresas exportadoras, pertenecientes a los
sectores tradicionales agroindustriales, por lo que se las puede catalogar como usuarias locales
exigentes e interrelacionadas con el medio para innovar.
Diagrama 5. Los cuatro planos para analizar la propensin hacia la innovacin y
aprendizaje de las empresas encuestadas

144

En conclusin, los resultados que se extraen del INDH revelan que, a pesar de la mala
situacin en la que se encuentra en general Uruguay caracterizada por una dbil base empresarial, poco propicia a la innovacin tecnolgica y con experiencia escasa en los mercados
internacionales, a lo que se agregan estructuras productivas desarticuladas y sectores acadmicos y laboratorios de investigacin dbiles en trminos relativos, existen algunos ncleos de
empresas y entidades organizados alrededor de sectores transversales emergentes con fuertes
oportunidades de innovacin y con posiciones competitivas (las empresas) relativamente mejores que el promedio de la economa. No obstante, esos grupos de agentes no se constituyen
en puntos de apoyo a partir de los cuales propagar los procesos creativos hacia el resto de la
sociedad. De all que puede concluirse la desfavorable situacin de Uruguay con respecto a su
transformacin en una EIC.
Los hallazgos anteriores abren un espacio concreto para el diseo y la implementacin en
materia de polticas de fomento a la innovacin y el aprendizaje tecnolgicos. Estas habrn de
tener en cuenta el punto de partida de Uruguay y conformar caminos de avance que fijen prioridades indispensables para potenciar los esfuerzos tanto pblicos como privados, en las cuales
se tengan en cuenta los condicionamientos negativos del actual proceso de globalizacin.
La visin planteada sugiere considerar, en primer lugar, tres niveles desde los cuales aplicar articuladamente las polticas tecnolgicas y productivas: micro, meso y macroeconmicas.
En el nivel microeconmico, se trata de considerar las medidas ms adecuadas para la creacin
de nuevas empresas, as como para promover el uso de la mejor tecnologa (dura) y organizacin del trabajo y gestin (tecnologa blanda) en las ya existentes. En el nivel mesoeconmico,
las polticas deben potenciar los efectos globales de los procesos de innovacin y aprendizaje
microeconmicos en su entorno. Se trata del diseo de medidas, e incluso la creacin de polos
de innovacin, que fortalezcan las complementariedades tecnolgicas, de modo de ir tejiendo
vnculos estimuladores de la creatividad y del aprendizaje y, con ello, de nuevas reas de innovacin microeconmicas. Estas polticas meso y microeconmicas se relacionan con otras que,
en el nivel macroeconmico, estimulen las inversiones de mediano y largo plazo esenciales para
la incorporacin de tecnologa.
Se destacan las condiciones favorables y desfavorables de las que parte una economa perifrica como la uruguaya para delinear una estrategia posible de desarrollo econmico, frente a
la difusin internacional de los patrones productivos e institucionales de las EIC. Las referencias
que aqu se han realizado apuntan a destacar la ligazn entre dicha temtica y la forma de ver
el fenmeno de la innovacin tecnolgica, fundamentando su necesaria inclusin en la agenda
de temas relevantes que importa discutir en el pas.

145

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name,3245,en.html

147

Ana Laura Rodrguez Gust, PH.D.


Centro de Estudios Desarrollo y Territorio (CEDET)
Escuel a de Poltica y Gobierno Universidad Nacional de San Martn (UNSAM)

Sociloga; doctorada por la Universidad de Notre Dame (Estados Unidos) y mster del Rensselaer Polytechnic
Institute (Estados Unidos). Investigadora del Centro de Estudios de Desarrollo y Territorio (CEDET) y profesora de
la Escuela de Poltica y Gobierno de la Universidad Nacional de San Martn (UNSAM), Argentina.
En Uruguay ha realizado trabajos en el marco del Centro de Investigaciones Econmicas del Uruguay (CINVE).
Sus temas de investigacin abrevan sobre las temticas de reforma del Estado, capacidades institucionales,
igualdad de gnero y organizaciones. Entre sus publicaciones ms recientes se encuentran artculos varios
sobre capacidades institucionales del Estado y polticas de gnero.

148

La transversalizacin de gnero en Chile:


la divisin digital entre las burocracias
expertas y los espacios deliberativos
Ana Laura Rodrguez Gust

Introduccin
En forma creciente, las nuevas tecnologas de informacin y comunicacin (TIC) cumplen un
papel primordial en las tareas de formulacin e implementacin de un amplio conjunto de polticas pblicas. Las polticas relativas a la equidad de gnero no constituyen una excepcin,
al punto que los organismos internacionales han propuesto la inclusin de una perspectiva de
igualdad de oportunidades en las acciones de fomento de las TIC (Marcelle, 2002). En efecto,
las TIC podran transformar aspectos centrales de la organizacin sociocultural de la distribucin
del poder entre varones y mujeres, aunque la naturaleza de estos cambios resulte bastante ms
compleja de evaluar (Bonder, 2002).
El nfasis de este trabajo est puesto en las polticas de transversalizacin de gnero y
su relacin con las nuevas plataformas tecnolgicas de informacin y comunicacin. En lo que
concierne a estas polticas, las TIC podran incidir en dos aspectos centrales: i) la capacidad de
incorporar y coordinar la temtica de gnero entre una amplia gama de organizaciones pblicas
con intereses necesariamente diversos, y ii) la edificacin de espacios de participacin ciudadana
con el fin de delimitar problemas relevantes de agenda pblica. Con relacin a la coordinacin,
algunas investigaciones previas han identificado que las TIC tenderan a mejorar este aspecto
de la gestin organizacional ya que, entre otras cuestiones, el establecimiento de informacin
compartida va intranets fomenta, notoriamente, el intercambio entre agencias (Claude, 1990;
Gibbins, 2000; Pandey et l., 1997). Con todo, los estudios sobre la democracia electrnica
estn lejos de arribar a conclusiones taxativas acerca de si los mbitos on-line suponen una
participacin sustantiva de la ciudadana en la toma de decisiones de poltica (Scholsberg et
l., 2007; Berg, 1998).
Las capacidades para coordinar las diferentes intervenciones pblicas han sido el taln
de Aquiles de los organismos responsables de las polticas de equidad. En tal sentido, algunos
autores afirman que la transversalizacin de gnero eventualmente se evapora, precisamente,
por las carencias en la coordinacin desplegada entre las diversas agencias y los niveles juris-

. Este trabajo ha sido posible gracias a un subsidio de investigacin del Equipo de Gnero de la Cumbre Mundial sobre la
Sociedad de la Informacin. El colega chileno Mauricio Muoz cumpli un papel fundamental en el armado de la agenda
de entrevistas en el sector pblico. Las opiniones aqu vertidas no lo comprometen a l ni a las personas entrevistadas.
Las mismas son de mi entera responsabilidad.

149

diccionales del Estado (Moser, 2005). Ms aun, puesto que los organismos responsables de la
promocin de derechos de las mujeres tienen, por lo general, atribuciones que estn limitadas
a asesorar y recomendar polticas, las capacidades de coordinacin son casi por definicin muy
dbiles: se apela a la voluntad de las restantes organizaciones pblicas para incorporar la
equidad de gnero como mandato en las intervenciones de polticas.
Por su parte, algunas autoras consideran que la verdadera transversalizacin implica, necesariamente, la participacin de organizaciones de mujeres en la delimitacin de los problemas
que entran en la agenda, as como en la implementacin y el seguimiento de las acciones del
Estado (Daly, 2005; Rees, 2005; Squires, 2005). Precisamente, sera necesaria la ampliacin
de las oportunidades de los y las ciudadanas para incidir significativamente en la definicin de
las necesidades que inspiran las polticas de gnero. En otras palabras, las polticas de transversalizacin de gnero implican, metodolgicamente, el despliegue de algn tipo de enfoque
participativo en la elaboracin de las acciones estatales y no su formulacin, casi exclusiva, por
parte de expertas en temticas de gnero, situadas en posiciones burocrticas.
A propsito, las prcticas deliberativas no deberan limitarse a agregar grupos previamente excluidos (es decir, ampliar las preferencias que se hacen presentes en las negociaciones),
sino que deberan orientarse, primordialmente, a incluir visiones que planteen problemticas
novedosas y cualitativamente distintas (Squires, 2005). De esta forma, la transversalizacin de
gnero en las polticas implicara la edificacin de espacios pblicos deliberativos de naturaleza heterognea.
El enfoque de este estudio implica abordar dos tareas analticas distintivas. En primer trmino, se indaga en qu medida la introduccin de las TIC ofrece un marco que promueve una
mejor articulacin entre los organismos responsables por las polticas de gnero y el resto del
apartado del Estado, por lo que este eje se centra en la coordinacin intra estatal. En segundo
trmino, se procura determinar si las relaciones sociales y polticas que rodean la adopcin de
estas tecnologas estaran orientadas a colaborar con la creacin de espacios de debate ciudadano que permitan recoger las necesidades y demandas.
Este trabajo toma, como un caso de estudio singular, las polticas de gnero impulsadas
por el Poder Ejecutivo de Chile bajo los denominados Programas de Mejoramiento de Gestin,
implementados en forma concomitante con el avance de una agenda de gobierno electrnico y
una fuerte inversin de este pas en la ampliacin de su conectividad (United Nations, 2004).
Ambas iniciativas han estado inscriptas en procesos de modernizacin de la gestin pblica y
articuladas en el Proyecto de Reforma y Modernizacin del Estado bajo la presidencia de Ricardo Lagos en el ao 2000.  En vistas de esta interseccin de experiencias en el diseo de
polticas destinadas a fomentar la igualdad de gnero, por un lado, y la incorporacin de las TIC
como un epicentro de la gestin estatal, por el otro, podramos afirmar que la transversalizacin
de gnero en Chile constituye lo que en sociologa se denomina terreno emprico estratgico
(Merton, 2002). As, podremos examinar cmo los entornos tecno-polticos inciden en los me-

. Estrictamente, algunos de los PMG fueron iniciados bajo el gobierno del presidente Frei en 1998, as como otras
iniciativas de modernizacin (Flisfich, 2002). Con todo, la amalgama explcita de procesos de mejora de gestin con
plataformas tecnolgicas recin se inicia en 2000.

150

canismos institucionales de coordinacin de polticas y de articulacin con las necesidades de


las mujeres. En trminos de su metodologa, este trabajo implic realizar entrevistas cualitativas
con actores estatales (funcionarios tcnicos y polticos), as como con mujeres lderes de organizaciones sociales, sumando un total de doce entrevistas. Adems, se relevaron documentos
estatales de variada ndole.

El entorno tecno-poltico de la transversalizacin de gnero:


Programas de Mejoramiento de Gestin y Agenda Digital
En Chile, la temtica de la equidad de gnero fue introducida en la agenda pblica hace ya ms
de una dcada. Actualmente, este pas est implementando su segundo Plan de Igualdad de
Oportunidades entre Mujeres y Hombres (2000 2010). Asimismo, en el ao 2000, se conform
el Consejo de Ministros por la Igualdad, instaurndose as un mecanismo institucional de alto
nivel para la coordinacin en temticas de equidad de gnero.  Con la presidencia de Michelle
Bachelet, una Agenda de Gnero 2006 2010 se sum a las iniciativas existentes.
Por su parte, el Servicio Nacional de la Mujer de Chile creado en 1991 es una de las
maquinarias de gnero ms institucionalizadas de Amrica Latina por la perdurabilidad de equipos tcnicos, la continuidad de sus lneas de accin y el rango ministerial de su mxima autoridad (Franceschet, 2003; Valds, 2000). El papel del SERNAM consiste en disear y coordinar
programas y polticas cuya implementacin est a cargo de otros organismos, con la excepcin
de algunos planes piloto. Jerrquicamente dependiente del Ministerio de Planificacin (MIDEPLAN), su mayor desafo es el de promover la incorporacin de objetivos de igualdad de gnero
en las polticas pblicas. A dichos efectos, el Plan de Igualdad de Oportunidades representa una
carta de navegacin en aras de adaptar las cuestiones de gnero a las especificidades de las
intervenciones del Estado. Por ende, el SERNAM est a cargo de supervisar que los compromisos asumidos en la temtica de gnero sean cumplidos por el conjunto del Estado, para lo que
cuenta con el apoyo del Consejo de Ministros por la Igualdad.
Existe un antes y un despus en palabras de mis interlocutores en las tareas de coordinacin y supervisin del SERNAM a partir de la incorporacin del Programas de Mejoramiento
de Gestin de Gnero en el Estado chileno. En efecto, el papel del Servicio ha sido notoriamente reforzado y amplificado. Los Programas de Mejoramiento de Gestin (PMG) constituyen una
metodologa de trabajo de polticas pblicas orientado a incorporar temas considerados transversales en los servicios y productos ofrecidos por las organizaciones pblicas, en jerga estatal,
en los productos estratgicos del estado. Hay tantos PMG como reas transversales definidas
como prioritarias por el Poder Ejecutivo.
A ttulo ilustrativo, por ejemplo, as como las prioridades de polticas de igualdad de
oportunidades entre varones y mujeres se tradujo en la introduccin del PMG de Gnero en el
ao 2002, existen otros PMG que abordan las temticas de gobierno electrnico, la atencin al

. Con todo, las cuestiones relativas a los derechos de mujeres son contradictorias en el entorno chileno ya que, por
ejemplo, la ley de divorcio es reciente y no estara exenta de restricciones (Gray, 2004).

151

usuario, los recursos humanos, la planificacin y el control de gestin, la auditora interna y la


administracin financiera. Por el logro de las metas propuestas en los PMG, las organizaciones
y sus funcionarios reciben un incentivo monetario. En el conjunto de las retribuciones recibidas
por los PMG, al de gnero le corresponde un 5% siempre y cuando la organizacin cumpla con
un 90% de las acciones propuestas.
El PMG implica el diseo, la implementacin y la evaluacin de polticas pblicas con un
horizonte temporal de cuatro aos. El ciclo del PMG se inicia con un primer ao de trabajo destinado a elaborar un diagnstico organizacional, seguido de la confeccin de un plan de accin, la
consiguiente ejecucin de intervenciones y finaliza con la evaluacin de los logros alcanzados en
trminos de equidad de gnero, a la luz de las prioridades inicialmente definidas. En particular,
el plan de accin organizacional pasara a disearse en funcin de la bsqueda de objetivos de
equidad que las organizaciones deberan visualizar en sus servicios y productos (lvarez San
Martn, 2007). Lejos de ser una poltica lineal, el PMG es acumulativo, puesto que la ejecucin
de cada una de las etapas mencionadas supone la revisin de lo anteriormente efectuado y el
ajuste sucesivo de acciones.
Cada organizacin elabora su propio PMG. A efectos de la preparacin del mismo, se
nombra una coordinadora o coordinador de gnero, quien es responsable por el armado de
un equipo interno que, a su vez, establece relaciones de trabajo con los expertos sectoriales de
SERNAM. Normativamente, el PMG debe involucrar a los funcionarios, por lo que se espera la
conformacin de instancias de trabajo conjunto entre los responsables jerrquicos y los empleados de la organizacin durante las cuatro etapas que insume la gestin del programa.
Cada informe anual de ejecucin del PMG es enviado al Comit Inter-Ministerial, el cual
est integrado por el Ministerio del Interior, el Ministerio de Hacienda y la Secretara de Presidencia. Este Comit es responsable por garantizar que los programas sean consistentes con los
lineamientos generales del gobierno. En este sentido, tiene la ltima palabra en aprobar el informe
enviado por las organizaciones o en solicitar su revisin. Por cierto, el Comit acta asesorado
por la Oficina de Presupuesto y el SERNAM, que participa en calidad de experto y responsable
de la revisin, evaluacin y validacin (aprobacin o no) del PMG de gnero. Las observaciones
realizadas por el SERNAM se envan, simultneamente, al Comit y a cada una de las organizaciones. Si es preciso, adems, se pueden solicitar los denominados medios de verificacin con
el propsito de determinar la validez de las acciones descriptas en los informes. Finalmente, la
Oficina de Auditora Interna, verifica, con regularidad, lo informado en los distintos PMG.
Paralelamente, en el mbito de las TIC, el gobierno de Chile, bajo la Agenda de Gobierno
Electrnico 2002 2005 (www.modernizacion.cl) y la Agenda Digital 2004 2006 encaminaron acciones cuyos tres propsitos primordiales han sido la mejora de la atencin al ciudadano, la introduccin de nuevas formas y procesos de gestin en el gobierno y el incremento de
los espacios de participacin ciudadana bajo el concepto de desarrollo de la democracia. En

. La iniciativa de los PMG de Gnero est inscripta dentro de un paquete mayor de transformacin de las modalidades de gestin pblica con un mayor nfasis en la orientacin hacia los resultados obtenidos y el control presupuestal.
Entre los aos 2000 y 2006 hubo una notoria expansin en los instrumentos de gestin. Los primeros Programas de
Mejoramiento de Gestin fueron introducidos en 1998 (Ley 19.553).

152

particular, la Agenda Digital elimin el trmino de sociedad de la informacin y lo sustituy por


el de desarrollo con equidad (PNUD, 2006). Ms recientemente, ya en el ao 2007 se cre el
Comit de Ministros para el Desarrollo Digital, cuya principal tarea ha sido la elaboracin de un
Plan Estratgico Nacional en Tecnologas de la Informacin y las Comunicaciones.
En este marco, han sido implementadas intervenciones destinadas a la incorporacin de
nuevas tecnologas en la gestin del Estado central y en los gobiernos locales. Algunas de ellas
tienen como fin brindar capacitacin a los funcionarios. Otras apuntan a fortalecer las plataformas tecnolgicas disponibles con el propsito de implantar sistemas integrados de informacin
que permitan una mayor coordinacin entre las agencias del Estado. Asimismo, se ha abierto la
posibilidad de realizar una enorme variedad de trmites en lnea, tanto por parte de ciudadanos
como de empresas.
Asimismo, se destacan dos programas de fomento al acceso universal impulsados por
parte del gobierno: el de alfabetizacin digital y la Coordinacin Nacional de Infocentros. El primero, iniciado en 2003, super su meta inicial de lograr capacitar a 500 mil personas, llegando
a 630 mil en 2005 (PNUD 2006: 169). El segundo programa, por su parte, dirigido a construir
una red nacional interconectada de infocentros, est implementado por una serie de instituciones pblicas as como privadas que comparten responsabilidades de gestin.
A modo de balance, algunas intervenciones han sido muy exitosas, como, por ejemplo,
el portal Trmite Fcil (www.tramitefacil.gov.cl), premiado en el ao 2003 por la Cumbre Mundial de la Informacin (Seplveda Toro, 2004). Adems, entre 1989 y 2004, segn el Informe
Nacional de Desarrollo Humano Chile 2006, titulado Las nuevas tecnologas: un salto al futuro?, el uso de las TIC habra aumentado en la sociedad chilena: el porcentaje de hogares con
telfono fijo habra crecido de un 15% a un 55% y los celulares habran aumentado de 5 mil a
casi 9 millones; el stock de computadores se habra multiplicado por 27 y los usuarios de Internet habran pasado de 250 mil (en 1997) a casi 4,8 millones (hacia fines de 2004) (PNUD,
2006). Finalmente, cabe mencionar que Chile ocup el lugar 22 en el ranking mundial del egovernment readiness index elaborado por las Naciones Unidas en el ao 2004, y se ubic en
el primer lugar entre los pases de Amrica Latina (United Nations, 2004).  Este alto valor se
habra debido, principalmente, a los servicios on-line pero tambin al diseo y la facilidad de
navegacin en los portales del Estado (www.gobiernodechile.cl).

. Este ndice es una medida compuesta de las capacidades administrativas, infraestructurales, financieras, regulatorias
y de capital humano, as como la voluntad (willingness) de los pases de proveer informacin y conocimiento orientado
a la ciudadana, y utilizar los instrumentos de gobierno electrnico en el marco de una estrategia de desarrollo de las
TIC (United Nations, 2004: 13 - 14).

153

Comunidades de aprendizaje en las burocracias estatales


Comenzando en 2002, los asesores del SERNAM y los equipos constituidos en las organizaciones analizaron cmo la temtica de gnero podra relacionarse con los resultados de las polticas particulares. Con el PMG de Gnero, se examin de qu manera los servicios y productos
brindados por el Estado podran mejorar el bienestar de las mujeres al garantizar un mayor acceso y utilizacin de los mismos as como prevenir eventuales situaciones de discriminacin. En
esta direccin, las organizaciones debieron realizar la planificacin de los servicios y calibrar
los beneficios potenciales a la luz de las consecuencias potenciales en cuanto a la distribucin
de oportunidades y recursos para mujeres y varones. El primer paso consisti en recopilar y
elaborar indicadores desagregados por sexo para poder identificar quines y cuntos eran los
usuarios y usuarias de los servicios.
Por primera vez, el Estado chileno fue capaz de elaborar, masivamente, indicadores de
gestin por sexo. Este intenso proceso de recoleccin, procesamiento y anlisis de informacin
llev un ao de trabajo, lo cual implic, a su vez, la institucionalizacin de plataformas tecnolgicas integradas, bajo la mencionada Agenda Digital. En efecto, esta inusual situacin de hacer
visible la composicin por sexo de los destinatarios de las acciones organizacionales fue posible
mediante la implementacin concomitante de programas destinados a recoger informacin y
compartirla entre los distintos organismos pblicos. En este punto, algunas iniciativas relevantes
han sido la Plataforma Integrada de Servicios Electrnicos del Estado, la Red de Conectividad,
Intranet y Comunicaciones del Estado, Desarrollo Digital de Gobiernos Regionales y Municipios,
entre otras.
Si bien existe un largo trecho entre recopilar informacin desagregada por sexo y conceptuar relaciones de gnero donde la asimetra entre varones y mujeres y las relaciones de poder
son constitutivas, estos indicadores son un paso fundamental. En primer lugar, los mismos
constituyen un requisito indispensable para que las cuestiones de gnero se tornen visibles ante
el sector pblico: un Estado que no distinga entre destinatarios y destinatarias de sus polticas
difcilmente pueda desplegar, al menos con precisin, acciones para disminuir la desigualdad de
gnero. Por cierto, la recoleccin de esta informacin por parte de los Estados ha sido enfatizada
en la Plataforma de Accin de la Conferencia de Beijing, puesto que su ausencia es uno de los
obstculos ms prominentes al momento de instituir polticas de equidad (Jahan, 2005). En segundo lugar, en el caso que nos atae, las jerarquas polticas y burocrticas lograron visualizar,
por primera vez, cmo quedan posicionados varones y mujeres ante las acciones pblicas.
Las tareas de asesoramiento y de seguimiento para la inclusin de la temtica de la igualad
de oportunidades en relacin con los servicios y productos organizacionales fueron calificadas
de titnicas por parte de algunos expertos del SERNAM: tuvimos que brindar capacitacin

. Al afirmar que las relaciones de poder son constitutivas del gnero, se estara aludiendo a la visin establecida, entre
varios autores, por Joan W. Scott (1986): el gnero es una forma primaria de dar significado a las relaciones de poder.
Sera mejor decir que el gnero es un campo primario en el cual o por medio del cual el poder es articulado. El gnero no
es el nico campo, pero parece haber sido una va persistente y recurrente mediante la cual es posible otorgar significado
al poder en las tradiciones occidentales, judeo-cristianas e islmicas (Scott, 1986: 1069; traduccin propia).

154

en gnero, tuvimos que armar equipos en las organizaciones y aconsejarles una vez que recibamos los informes que mandaban al SERNAM. Este proceso, por su parte, dist de ser unidireccional: el Servicio debi visualizar de qu manera podra ser posible incorporar la mencionada
temtica en reas otrora ajenas a su jurisdiccin como el transporte y la infraestructura. Ello
supuso, por tanto, empaparse de asuntos de poltica distintos a los tradicionalmente abordados,
los cuales haban estado centrados en las polticas sociales.
Como fruto de esta interaccin, prcticamente la totalidad de las organizaciones pblicas
(un 97%) finalmente incorpor consideraciones acerca de la igualdad de oportunidades en sus
productos estratgicos (Guzmn, 2005), sentndose as las bases primarias para el diseo y
la ejecucin de intervenciones de ndole transversal.
Tanto para la incorporacin de una perspectiva de igualdad de gnero en los servicios y
productos de las organizaciones como para la elaboracin de un plan de intervencin acorde
con los mismos, las TIC cumplieron un papel fundamental en la interaccin entre los expertos
del SERNAM y los equipos de gnero de las organizaciones.
Mis interlocutores resaltaron que el correo electrnico fue la tecnologa de comunicacin
ms utilizada durante todo el ciclo del PMG. Cabe sealar que, simultneamente, el Programa
de Entrenamiento en Tecnologas de la Informacin (PFIT) estaba siendo implantado para la
totalidad de los funcionarios pblicos. Por su parte, el PMG de gnero produjo cierto crculo
virtuoso al interior del propio servicio civil: la Subsecretara de Telecomunicaciones (SUBTEL)
implement medidas de accin afirmativa orientadas a fomentar una mayor alfabetizacin tecnolgica de funcionarias, al garantizar que los cursos estuvieran conformados por cierto porcentaje de mujeres.
El mayor conocimiento informtico y el manejo verstil del correo electrnico permitieron
al SERNAM cumplir sus funciones de coordinacin respecto de una enorme variedad e intensidad de intercambios a partir de la incorporacin de las temticas de igualdad de gnero por
parte de organizaciones muy dismiles. En forma elocuente, mis interlocutores manifestaron que
otros medios alternativos, como la comunicacin por expedientes o la interaccin personal, no
hubieran hecho posible la intensa labor de extender y aplicar las temticas de gnero a intervenciones organizacionales muy especficas. Adicionalmente, y considerando la geografa chilena
as como la divisin regional de SERNAM, el correo electrnico permiti un flujo consistente de
dilogo entre las regionales y la oficina central.
Ms all de la coordinacin que pudiera ejercer el SERNAM, el correo electrnico ofici
de instrumento a efectos de consolidar una interpretacin compartida acerca de las relaciones
de gnero. La formalizacin de las ideas bajo la modalidad de comentarios escritos insertos en
documentos y la iteracin de los mismos a la luz de dudas y ambigedades interpretativas mediante las prcticas de envo y reenvo para su revisin por parte de los asesores del SERNAM,
dio sus frutos ya que redujo la vaguedad que rodea al concepto de gnero. En vistas de que la
literatura sobre transversalizacin seala que las normas de gnero colisionan con viejos hbitos
y miradas (Walby, 2005), la clarificacin conceptual fue primordial en la institucionalizacin de
la perspectiva propugnada por parte del SERNAM es decir, el gnero como una construccin
social situada en relaciones desiguales de poder. Finalmente, la velocidad e intensidad de los in-

155

tercambios y sus registros escritos, posibilitados por las TIC, imprimieron un sentido de polticas
integrales y no meras polticas sectoriales agregadas a otras ya existentes (Valdez, 2007).
De la mano de este proceso, los diversos actores involucrados tambin arribaron a un cierre interpretativo luego de las mencionadas iteraciones en las comunicaciones: en un momento
dado, los grupos sociales que comparten el uso de un concepto logran un cierto acuerdo en su
significado, por lo que se pierde flexibilidad interpretativa al menos por un tiempo. La construccin de una interpretacin comn respecto de las relaciones de gnero es desafiante, puesto que
comnmente aparece como un significante vaco, adjudicndosele las ms variadas acepciones
(Verloo, 2005). Bajo la ptica de una relacin social, en las cuestiones de gnero se dirimen asimetras en las oportunidades de acceso y ejercicio de recursos de poder, lo que representa una
temtica compleja de traducir en acciones concretas y as pasar de enunciaciones abstractas
(comnmente plasmadas en planes nacionales) a prcticas de micro poltica.
Recapitulando, entonces, podemos afirmar que, alrededor del proceso del PMG, se conform un espacio virtual de intercambio y discusin acerca de qu son, de acuerdo con las demandas de las organizaciones, las denominadas temticas de gnero, fortaleciendo el papel
coordinador del SERNAM y anclando en consideraciones especficas las definiciones muchas
veces abstractas acerca de la igualdad de derechos de varones y mujeres y de procesos de
discriminacin. Por cierto, la literatura sobre transversalizacin de gnero seala que los cambios constantes en los significados del trmino igualdad han sido un escollo para garantizar la
consistencia de las polticas (Moser y Moser, 2005). En la experiencia en cuestin, este escollo
parecera haber sido ampliamente superado.
El mencionado espacio virtual se edific a partir de la confluencia de varias dinmicas.
En primer trmino, la pgina web del SERNAM se transform en un sitio de referencia para las
organizaciones: la misma cont con varios documentos de apoyo, incluso con materiales que
ejemplificaron experiencias exitosas de los diversos estadios del PMG. Asimismo, el portal incluy videos de reuniones de trabajo mantenidas con organismos de las regiones, con el propsito
de transmitir experiencias colectivas de una manera ms dinmica.
En segundo lugar, y luego de algunos intentos fallidos por problemas de conectividad en
algunas regiones posteriormente superados, se implementaron videoconferencias de trabajo.
Con el propsito de ofrecer entrenamiento en la ejecucin de los planes, la mayor utilidad de
estas conferencias, de acuerdo con mis interlocutores, fue su capacidad de convocar a diversos
funcionarios y ofrecer una instancia de interaccin en forma simultnea entre las diferentes regiones. Este medio de trabajo puso de manifiesto la existencia de una enorme dispersin tanto
en las definiciones de gnero como de metas de poltica al interior de un mismo servicio. En este
sentido, las videoconferencias lograron unificar algunos criterios centrales, en especial aquellos
relativos a la desigualdad de gnero.
En definitiva, un primer conjunto de hallazgos concierne a la formacin de una burocracia experta en la aplicacin en polticas de gnero, lo que ha sido posible por la convergencia

. La nocin de cierre interpretativo ha sido elaborada por investigadores del campo de la sociologa de la tecnologa
(en particular por el programa denominado SCOT), aunque han limitado el concepto a los significados de los artefactos
materiales. Aqu extiendo esta interesante idea al uso de conceptos y abstracciones.

156

de los PMG y las facilidades de comunicacin desarrolladas a partir de la incorporacin de una


serie de programas relativos a las TIC. Por su parte, estas burocracias distan de ser cuerpos
tcnicos rgidos y jerrquicos como muchas veces se critica en la literatura de transversalizacin
(Beverdige et l., 2002). Por el contrario, el dinamismo de funcionamiento visualizado parecera
asemejarlas a comunidades de prctica.
En la definicin de Brown y Duguid (1996), estas comunidades estn caracterizadas por
el hecho de que su trabajo descansa, primordialmente, en prcticas denominadas no cannicas, es decir, sus polticas estn estructuradas no sobre abstracciones sino a partir de las
dinmicas cotidianas y de las tareas de sus integrantes. Se valora la innovacin y el aprendizaje
enraizado en dichas prcticas y, a su vez, se permite el aprendizaje de conceptos a travs del
trabajo diario.
Extendiendo este concepto al caso en estudio, los y las coordinadoras del PMG y sus
equipos organizacionales no son meros observadores de las instrucciones de los expertos del
SERNAM. En contraste, son importantes partcipes del proceso de diagnstico y de construccin de intervenciones polticas. Ms aun, la legitimidad de los actores organizacionales puede
aumentar no como una funcin de su entrenamiento formal en gnero (mediante, por ejemplo,
cursos de capacitacin externamente estructurados desde el SERNAM) sino por su habilidad
de bajar a tierra temas de gnero en prcticas concretas. Inversamente, los especialistas del
SERNAM no aspiran a ejercer un control jerrquico sobre las organizaciones (a pesar de que
el PMG de gnero responde a un instructivo presidencial). Por el contrario, estos expertos deben
construir cooperativamente el conocimiento necesario para traducir los lineamientos acerca de
la igualdad de oportunidades en intervenciones especficas de las organizaciones, las cuales, a
su vez, estn situadas en contextos polticos y regionales muy variados.

Dos esferas de TIC: la desconexin de la transversalidad de las


actividades de organizaciones de mujeres
A pesar de las mencionadas comunidades de prctica en el marco de las burocracias, no se han
edificado espacios de dilogo e interaccin significativos entre el Estado y las organizaciones
de la sociedad civil abocadas a promover derechos de mujeres. Por el contrario, las TIC hacen
ms palpable cierto desencanto de algunas de estas organizaciones respecto del SERNAM: El
SERNAM fue nuestra propuesta, pensamos que iba a ser algo diferente. Nos llev tiempo darnos cuenta de que no iba a hacer nada prctico con las polticas pblicas, ms all de empujar
por alguna legislacin.
Como lo ejemplifica este testimonio, hay una clara desconexin entre las organizaciones
populares de mujeres (llamadas tambin de base), una divisin ya abordada por numerosas
autoras (por ejemplo, lvarez, 1999; Richards, 2002; Ros Tobar, 2003, entre otras). En el caso
en estudio, al parecer estas organizaciones no habran sido convocadas durante la elaboracin,
la implementacin y evaluacin de los PMG. A ttulo ilustrativo, por ejemplo, REMOS y ANAMURI (dos importantes redes de organizaciones de mujeres) directamente desconocan lo que
era el PMG.

157

Con todo, mis interlocutoras en SOL, REMOS y ANAMURI, sealaron que las TIC resultaban muy tiles para promover la comunicacin entre sus integrantes, por ejemplo, mediante el
uso del correo electrnico y algunas redes virtuales para difundir informacin acerca de eventos, convocatorias a movilizaciones, y otro tipo de novedades. El uso de pginas web y otras
tecnologas era menos comn, en parte porque las organizaciones manifestaron tener carencias en el personal disponible e incluso en infraestructura. El telfono celular surgi como una
tecnologa de privilegio entre las integrantes de ANAMURI, debido a la localizacin rural de las
participantes de esta red.
La comunicacin con el Estado fue calificada como escasa y no habra espacios deliberativos ni fsicos ni virtuales cuestiones subrayadas como normativamente deseables desde el
ngulo de las polticas de transversalizacin de gnero. Este hiato en la participacin ciudadana
tiene mltiples races. Por ejemplo, al momento de su lanzamiento, la Agenda Digital no contaba
con consideraciones de gnero, de acuerdo con una de mis interlocutoras, ni se ha integrado
el tema del SERNAM en forma especfica en la misma. En trminos generales, las TIC fueron
vistas, implcitamente, como neutrales en sus consecuencias sobre las relaciones de poder entre varones y mujeres. Un problema recurrentemente sealado concierne a las dificultades de
las mujeres para acceder a la conectividad y sus problemas de analfabetismo, incluido el tecnolgico, por lo que deberan existir medidas especficas por parte del Estado para asegurar un
acceso igualitario de mujeres como productoras de informacin (Marcelle, 2002).
Incluso algunas iniciativas interesantes, ms all de esta Agenda, no han podido ser implementadas en su totalidad. SUBTEL, por ejemplo, a cargo de la red de telecentros pblicos,
instal algunos de ellos en el entorno de jardines de infantes, a efectos de facilitar el acceso de
mujeres a Internet. Sin embargo, esta iniciativa no ha logrado plasmarse adecuadamente por
carencias en su coordinacin, ya que el SERNAM no cuenta con suficiente personal para asignar a dichos centros, lo que tendra como propsito atender necesidades de mujeres y as evitar
que ellas sean pasivas consumidoras de informacin.
Por su parte, la pgina de Internet del SERNAM no ha aprovechado las posibilidades ofrecidas por esta tecnologa. En cuanto a la evaluacin de la calidad de la pgina, una interlocutora
seal que la misma no tiene informacin o bien informacin actualizada. Ha habido incluso
una especie de retroceso, la pgina web del SERNAM antes era ms dinmica; por ejemplo, encontrabas leyes especficas. Antes haba mayor documentacin. La opcin conversemos con
lleva como seis meses [sin activarse], antes haba algo ms .  A julio de 2008, dicha opcin
ya no estaba disponible. En su lugar, el tipo de contacto ofrecido corresponde a la entrada con
dicho nombre. Para enviar una comunicacin hay que llenar un formulario de identificacin con
categoras estandarizadas. Al igual que otras pginas web del gobierno, segn el Informe de
Desarrollo Humano de 2006, se ha enfatizado primordialmente la oferta de informacin en
desmedro de opciones de interaccin como foros o chats dirigidos al desarrollo de una ciudadana democrtica.

. Antes haba trabajado en el SERNAM y ahora estaba trabajando en temas de TIC.

158

Respecto de los PMG de Gnero, los mismos estn accesibles o bien en los portales de
sus organizaciones especficas o bien en la pgina de la Oficina de Presupuesto. En efecto, si
bien el PMG podra ser, en principio, un excelente instrumento para visualizar el grado de cumplimiento con el Plan de Igualdad de Gnero 2000 2010 y la Agenda de Gnero 2006 2010,
solamente se accede al conjunto de ellos a travs del portal de la mencionada Oficina la cual
no representa un lazo natural para los grupos de mujeres.
Aun cuando las organizaciones eventualmente accedan a los informes de PMG, la presentacin en crudo de las intervenciones pblicas en los mismos no resulta amena a la comprensin y la interpretacin, lo cual constituye una formidable barrera para su utilizacin prctica
por parte de quienes no estn familiarizados con las caractersticas del programa. Justamente,
no existe una suerte de estado de avance preparado por el SERNAM que implique una revisin
global de los PMG as como una sntesis de sus principales avances. En consecuencia, podemos afirmar que las carencias en cmo est presentada y procesada la informacin socavara
el uso estratgico que las organizaciones de mujeres podran hacer de los PMG de acuerdo
con sus propias necesidades. Camacho Jimnez (2001) afirma que el uso estratgico necesariamente implica el ser capaz de apropiarse de las innovaciones, por lo que las organizaciones
las utilizaran a partir de juicios acerca de su conveniencia para la resolucin de sus problemas
ms relevantes.
En definitiva, la pgina web del SERNAM podra ser descripta como esttica, poco amigable para el usuario ajeno al Estado o aquellos con intereses especficos en las actividades de
advocacy. La informacin provista por el SERNAM est estructurada, primordialmente, para
usuarios dentro del sector pblico y no para organizaciones de mujeres. A propsito, una interlocutora (hoy en una ONG involucrada con cuestiones de TIC pero anteriormente experta en
el SERNAM) manifest que se han utilizado poco las oportunidades que brindan las nuevas
tecnologas de informacin [...] El debate de las mujeres y el ciberespacio nunca se ha dado en
Chile. An no se ha trabajado bien. Incluso, una idea del SERNAM de instalar su propio telecentro con fines informativos ha quedado como una iniciativa a futuro.
Retomando el enfoque de la transversalizacin, esta misma interlocutora afirm que para
que sea una mirada de gnero, [el PMG] debe surgir tambin desde la sociedad civil, pero esa
ptica [solamente desde el Estado] anquilosa, petrifica. Se hacen un par de mesas y se da por
solucionado el problema. Tambin las ONG han perdido contacto con las bases, no solamente
las organizaciones del gobierno. Las ONG perdieron su activismo, as como le pas al Estado. Se
puede apreciar claramente en el caso de violencia, donde las organizaciones de base son activas pero no estn vinculadas al gobierno central y funcionan con apoyo financiero internacional
feminista. En este sentido, los requisitos de democracia electrnica en los que se recuesta la
transversalizacin de gnero en las polticas presentaran algunas deficiencias a atender.

. En esta direccin, cabe sealar que la Unidad de Promocin de Derechos y Participacin de las Mujeres del SERNAM
ha puesto en el portal la revista Ciudadanas, cuyo primer nmero corresponde al mes de marzo de 2008. En el mensaje
de este nmero inicial, la ministra reafirma los principios de participacin de organizaciones de mujeres y la necesidad
de garantizar el acceso y uso de la informacin. Asimismo, bajo la Agenda de Gnero 2006 2010, se han puesto en
marcha cabildos regionales para el seguimiento por parte de las ciudadanas de los compromisos all asumidos. El funcionamiento de estas iniciativas deber ser evaluado.

159

Conclusiones
La experiencia de transversalizacin de las polticas de gnero en el Estado chileno muestra
dos contrastantes hallazgos. Indudablemente, se ha conformado una importante burocracia
experta que funciona como una comunidad de prctica, ya que las relaciones horizontales y los
aprendizajes mutuos son procesos constitutivos de la forma en que han sido implementados
los PMG de Gnero. Adems de la incorporacin en forma masiva de un enfoque sobre los derechos de las mujeres en los objetivos de accin del Estado, las plataformas tecnolgicas han
fomentado la emergencia de debates sustantivos en el seno del aparato pblico sobre la igualdad de gnero.
Como contrapunto a las redes horizontales y los vibrantes espacios cognitivos creados al
interior de las burocracias, se visualiza una importante disociacin entre el Estado y las organizaciones de la sociedad civil. Desde esta perspectiva, es una realidad que los grupos de mujeres
de base han quedado por afuera de la elaboracin y ejecucin de los PMG. Ello es sorprendente en vistas de la enorme informacin recolectada y procesada por el Estado en temticas que
pueden resultar relevantes para la actividad de advocacy de estas organizaciones.
Retornando el planteo inicial de este trabajo, los entornos tecno-polticos impulsados por el
gobierno an no han logrado que la transversalizacin de gnero en el Estado alcance un ngulo
ms colectivo y deliberativo. Las sociedades actuales necesariamente conllevan el desarrollo
de organizaciones e instituciones complejas, estratificadas e interrelacionadas, y las prcticas
deliberativas no estn pensadas para reemplazar a estas instituciones. No obstante, las instituciones generan su propia inercia estructural, crean intereses propios y muchas veces cuentan
con canales ms abiertos o permeables para algunas voces y no otras. Es en esta direccin que
las TIC podran renovar oportunidades para debates ms ampliados acerca de las necesidades
de mujeres y su traduccin en polticas de igualdad de oportunidades.

160

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www.tramitefacil.gov.cl

162

163

Andrea Bielli
Es Licenciada en Psicologa y Licenciada en Ciencias Antropolgicas por la Universidad de la Repblica. En
el ao 2005 obtuvo el Certificado-Diploma de Estudios Avanzados en Historia de la Ciencia y de la Medicina
de la Universidad del Pas Vasco. Actualmente es doctoranda del programa de Filosofa, Ciencia, Tecnologa,
Sociedad de esta ltima universidad y en estos momentos se encuentra elaborando su tesis doctoral sobre
la introduccin de los antidepresivos en el Uruguay.
Desde 1999 a la actualidad se ha desempeado como profesora asistente de la Unidad Acadmica de la Comisin Sectorial de Investigacin Cientfica de la Universidad de la Repblica, desarrollando tareas de docencia,
investigacin y extensin en el rea de los estudios de Ciencia, Tecnologa y Sociedad y apoyando, adems,
la gestin acadmica de los programas de fomento a la investigacin implementados por dicha comisin.

164

Psicofrmacos bajo la mirada de los estudios


de ciencia, tecnologa y sociedad
Andrea Bielli

Introduccin
En el ao 2004 la revista Social Studies of Science, especializada en la publicacin de artculos
interdisciplinarios sobre las dimensiones sociales de la ciencia y la tecnologa moderna, edit
un volumen especial consagrado por entero a la industria farmacutica. Una media decena de
trabajos abordaban desde diversos enfoques algunos tpicos centrales que daban la pauta de
que la industria farmacutica haba llegado para quedarse al campo de lo estudios de ciencia,
tecnologa y sociedad. La publicacin de los artculos reflejaba el trabajo ya de algunos aos que
historiadores, socilogos, antroplogos y economistas, entre otros, haban desarrollado desde
haca un tiempo sobre el sector, pero tenan la particularidad de proponer una nueva mirada
sobre ciertos temas que hasta el momento no haban sido abordados de lleno.
Uno de los primeros aspectos en los que las ciencias sociales haban reparado desde haca un buen tiempo haba sido la fuerte interconexin entre los laboratorios farmacuticos y el
saber cientfico. Se tena nocin fundada de que las relaciones entre la industria farmacutica
y la ciencia haban sido permanentes desde mediados del siglo XIX y que en el cambio de siglo
estas relaciones haban experimentado transformaciones sustanciales que haban permitido
que la industria farmacutica tomara su estructura actual convirtindose en una industria altamente rentable, con importantes niveles de internacionalizacin y fuertemente basada en la
innovacin. Si en el siglo XIX los laboratorios farmacuticos haban podido elaborar sus productos gracias a los desarrollos de la qumica del momento, lo haban hecho sin incorporar a sus
establecimientos investigadores. Los responsables de los aportes cientficos a partir de los cuales se desarrollaron, por ejemplo, los primeros antispticos, hipnticos o anestsicos no haban
participado en el desarrollo industrial de los mismos. Por el contrario, el siglo XX vera cmo la
mayor parte de los productos de la industria farmacutica naceran no solo utilizando aportes
de la ciencia, sino gracias a los intercambios intensivos entre industria y academia, y tambin,
en buena parte, gracias al desarrollo sostenido de investigacin cientfica dentro de los propios
laboratorios farmacuticos. Especialmente a partir de la Segunda Guerra Mundial el sector se
convertira en una industria lder en capitalizacin y ganancias debido, entre otras razones, a la
introduccin constante de nuevos productos desarrollados a partir de la relacin particular que
logr establecer con la investigacin cientfica. Las dinmicas de esta innovacin tecnolgica
persistente se convirtieron rpidamente en uno de los aspectos en los que las relaciones entre

165

ciencia, tecnologa y sociedad fueron examinadas ms prontamente. La estructura organizacional de los laboratorios, sus cambios a lo largo del tiempo, las estrategias de fusin empresarial,
de apertura de nuevos mercados y de adaptacin a nuevas las condiciones de competitividad
motivaron una larga serie de estudios que de una manera u otra convergan sobre las relaciones
entre innovacin tecnolgica farmacutica e investigacin cientfica.
Los artculos publicados por la revista Social Studies of Science en el ao 2004 volvan
sobre la relacin entre industria farmacutica e investigacin cientfica que los estudios anteriores haban sabido enfatizar, pero llevaban su exploracin ms all de las diferentes facetas
que el tpico de la innovacin farmacutica permita observar. En cada uno de los artculos los
lazos entre ciencia e industria farmacutica eran examinados nuevamente con detencin, pero
el foco de este examen se ampliara hasta incluir una imagen expandida de estas relaciones que
llevara el impulso innovador de la industria hasta terrenos en los que incluso las definiciones
de las propias enfermedades pareceran estar ligadas al poder transformador proveniente de
esta ntima interconexin entre ciencia y laboratorios farmacuticos. Existan otros aspectos de
este nexo que la revista pretenda explorar, las relaciones entre ciencia e industria farmacutica no cristalizaban nicamente en el fundamento cientfico de una produccin innovadora y la
edicin del volumen especial pretenda al menos contribuir a la discusin de uno de ellos. Su
ttulo, Intersection of Pharmaceutical Research and Marketing, sintetizaba magnficamente de
cul de ellos se trataba: la creciente indiscriminacin entre investigacin y mercado. El editorial
fundamentaba adems la necesidad de la publicacin de un volumen especial sobre este tema
argumentando que las estrategias a travs de las cuales la industria logra sumar a investigadores
y mdicos clnicos a sus fines comerciales era un tpico de gran actualidad.
Incluso el autor del editorial aseguraba que este era tan actual que pocos minutos antes
de que enviara el texto a la imprenta, los titulares de las noticias matutinas lo haban sorprendido anunciando que la FDA aconsejaba incorporar una leyenda de advertencia sobre los efectos
secundarios en uno de los antidepresivos ms utilizados en Estados Unidos (Lynch, 2004:147).
Uno de los artculos del volumen discuta, adems, cmo una de las estrategias de marketing
de los laboratorios era justamente la supresin de informacin sobre los efectos secundarios
de los modernos antidepresivos ISRS (Healy, 2004) y otro exploraba el lazo entre estrategias
comerciales y usos especficos de los antidepresivos durante la ltima crisis econmica en Argentina (Lakoff, 2004). En el conjunto de los trabajos publicados, los psicofrmacos parecan
constituir los ejemplos ms convincentes de esta indiferenciacin creciente entre investigacin
cientfica y estrategias comerciales. En los apartados siguientes tratar de desarrollar qu otras
dimensiones de los psicofrmacos emergen bajo la mirada de los estudios de ciencia, tecnologa y sociedad.

. Inhibidores Selectivos de la Recaptacin de Serotonina.

166

Influjos rentables
Desde su creacin en la dcada de 1950 al da de hoy, los psicofrmacos han logrado transformarse en medicamentos de uso masivo. En el transcurso de pocas dcadas este grupo teraputico consigui ubicarse en los primeros lugares de los rankings de ventas de medicamentos,
llegando a finales del siglo XX a mostrar una clara tendencia al alza particularmente por las crecientes ventas de antidepresivos. Las altas tasas de venta y consumo de los psicofrmacos se
expandan a lo largo y ancho del globo mostrando en algunos pases incrementos ms pronunciados que otros. La situacin de Francia, por ejemplo, que a mediados de los aos 1990 prescriba
de dos a cuatro veces ms psicofrmacos que sus vecinos europeos, ameritara la realizacin
de un informe especial sobre la situacin (Zarifian, 1996). Y si bien en nuestro pas se carece
de cifras oficiales, los estudios de mercado y las opiniones de quienes estaban vinculados a la
industria farmacutica y los sectores de la salud coincidan en afirmar hacia finales de los aos
1990 que el consumo de psicofrmacos haba llegado incluso a desplazar a los medicamentos
cardiovasculares, que suelen ser el grupo teraputico ms vendido a escala mundial. 
Por lo pronto, rpidamente se tuvo la impresin de que se estaba frente a un fenmeno
que reflejaba cambios culturales complejos en los que tanto los laboratorios farmacuticos, la
academia, los profesionales clnicos, los sistemas regulatorios y el gran pblico consumidor estaban implicados. Aumentaba el consumo de psicofrmacos porque le poblacin estaba cada
vez ms enferma o porque la poblacin haba cambiado sus hbitos y prefera recurrir a los
tratamientos qumicos, antes que a otro tipo de intervenciones psicoteraputicas? Aumentaba
el consumo de psicofrmacos porque los mdicos y psiquiatras estaban realizando una eleccin cientficamente fundamentada de sus prescripciones o porque estos se encontraban bajo
la influencia de las estrategias comerciales desarrolladas por los laboratorios farmacuticos?
Aumentaba el consumo de psicofrmacos porque los sistemas regulatorios haban conseguido

. En 1997 el doctor Ignacio Ruiz, gerente general de la filial montevideana de Rhne-Poulenc del momento, declarara
al diario El Pas que exista una disparidad entre Uruguay y el mercado farmacutico global. En todo el mundo, el grupo de medicamentos que ms se vende es el que trata los trastornos cardiovasculares, seguido por el destinado a los
trastornos digestivos. En el mercado uruguayo los medicamentos con mayor demanda son los que atienden al sistema
nervioso central, especialmente analgsicos y tranquilizantes. Es difcil conocer las razones de esta diferencia, sobre
todo en un pas donde la carga de stress debera ser inferior a la de sociedades ms industrializadas. De todos modos,
los productos ms consumidos son los conocidos como soft (El Pas, 1997).
Sus declaraciones coincidan de algn modo, a pesar de la inexistencia de cifras oficiales, con lo que mdicos generales
y psiquiatras afirmaban desde haca un tiempo: los altos niveles de consumo de psicofrmacos en el Uruguay. En verdad,
se tena nocin de esta situacin desde haca un buen tiempo. Segn los datos de los estudios del mercado farmacutico uruguayo realizados durante los aos 1980, en la primera mitad de esa dcada los psicofrmacos fueron el grupo
teraputico que se ubic en el segundo lugar de ventas, luego de los medicamentos cardiovasculares. Y dentro de ellos
los tranquilizantes benzodiazepnicos, conocidos generalmente como tranquilizantes menores, ocupaban el primer lugar
(Oikos, 1980, 1981, 1982, 1983, 1984, 1985).
Ya en la dcada de los aos 1990 algunos estudios parciales ayudaran a respaldar esta percepcin. Por ejemplo, el
Centro de Asistencia del Sindicato Mdico del Uruguay (CASMU), analizando las prescripciones globales realizadas en
dicha institucin, haba detectado que el 17% de las drogas recetadas en el ao 1990 correspondan a psicofrmacos
(los cinco primeros benziodazepinas), siendo superados nicamente por un 23% de prescripciones de medicacin
cardiovascular (Bustelo, 1994:21). Asimismo, el doctor Pedro Bustelo (1994) sealaba su consumo particularmente
alto, incluso con tasas superiores a las de los pases desarrollados. Las encuestas realizadas por la Junta Nacional de
Drogas (2000), durante este mismo decenio observaran las mismas tendencias.

167

probar su eficacia o porque estos sistemas dependan peligrosamente de la informacin proporcionada por la industria?
El xito que los psicofrmacos haban alcanzado en prescripcin, ventas y consumo constitua entonces un va de entrada para los estudios de ciencia, tecnologa y sociedad en la que en
primera instancia se haca imperiosa una revisin de las relaciones que la industria farmacutica
estaba manteniendo con la ciencia. Si en un primer momento haba sido evidente que la industria
deba parte de sus logros a las relaciones intensas que haba manteniendo con la investigacin
cientfica en las que basaba su alto ritmo de innovacin de productos, hacia finales de los aos
1990 era cada vez ms notorio que la industria mantena otros vnculos con la investigacin
cientfica que no se limitaban nicamente a un fundamento experto para el desarrollo de medicamentos. Estudios histricos como los de Jonathan Liebenau, que analizaban las bases del
desarrollo sostenido del sector, haban puesto sobre el tapete, durante los aos 1980, uno de los
puntos de inters ms controvertidos de este otro relacionamiento entre laboratorios farmacuticos y ciencia: el uso que los primeros hacan de la segunda para sus fines promocionales. El
trabajo de Liebenau (1987), que estudiaba el desarrollo de la industria farmacutica en Estados
Unidos, adverta sobre el modo en que el sector se haba apropiado de los valores cientficos y
acadmicos, su lenguaje y prcticas de difusin para publicitar sus productos, creando de esta
forma una imagen cientfica de los emprendimientos y firmas farmacuticas y de sus productos
medicamentosos. Liebenau rastreaba el uso que la industria realizaba de la ciencia en sus estrategias de promocin comercial en los materiales informativos que esta daba a conocer a los
mdicos y al pblico en general. Los anuncios y la literatura promocional de los medicamentos
incluan un lenguaje cientfico adecuado para un pblico erudito y experto, pero otras veces
tambin empleaban un lenguaje cientfico de complejidad media que permita llegar a un pblico ms amplio. Cuando los psicofrmacos se desarrollaron, la literatura promocional de corte
cientfico tena al menos unos sesenta aos de uso en la promocin de productos farmacuticos
y ellos tambin fueron promocionados emplendola como estrategia de marketing.
Con este tipo de estudios, entonces, se abra una lnea perdurable de anlisis e investigacin que enfatizaba el poder persuasivo de la industria farmacutica para orientar la toma de
decisin de los mdicos y tambin para influenciar los hbitos de consumo de medicamentos
de los consultantes, en base a las estrategias de marketing que incluan a la ciencia como uno
de sus bastiones ms fuertes. Este enfoque permita explicar, en parte, la popularidad creciente de algunos medicamentos y para el caso de los psicofrmacos, que estaban destinados a
patologas con definiciones ms borrosas que las patologas somticas, coloreaba el fenmeno
como un buen ejemplo de influencia comercial. Y a pesar de que reconoca una coincidencia
en la propensin de los mdicos a prescribir ms psicofrmacos y en la propensin de los pacientes a solicitarlos cada vez ms, esta perspectiva consideraba al cuerpo como el blanco
principal de las estrategias comerciales, en virtud de que los psicofrmacos suelen venderse
generalmente bajo prescripcin mdica. La literatura de corte cientfico que ejemplificaba uno
de los otros vnculos entre laboratorios farmacuticos y ciencia no fue el nico elemento que
se seal como punto estratgico en la promocin cientfica que los laboratorios realizaban
de los medicamentos entre los profesionales mdicos. El punto nodal de este uso alternativo

168

del saber cientfico resida en que la propia informacin cientfica sobre los medicamentos estaba siendo puesta al servicio de las estrategias de marketing de los laboratorios. El dispositivo
de los visitadores mdicos, los congresos, coloquios y seminarios organizados con apoyo de
los laboratorios, la formacin permanente de los mdicos, se convirtieron en tpico de anlisis
pero tambin en tema de denuncia constante dentro y fuera de la academia. As, una tensin
bsica entre divulgacin de conocimiento cientfico sobre los medicamentos e informacin publicitaria emergi en el horizonte de los anlisis sobre la industria farmacutica. Tensin en la
que algunos no dudaron en sealar la existencia de conflictos de inters, de un uso perverso del
saber cientfico en el que los datos de la investigacin eran enfatizados o soslayados, segn el
caso, para aumentar los niveles de ventas. Empleando estas tcticas el mercado farmacutico
se ampliaba con la manipulacin de datos que a veces exageraban los niveles de eficacia de los
medicamentos, minimizaban sus efectos secundarios o incentivaban el uso prolongado o permanente de los medicamentos.
En verdad, toda una tradicin de literatura crtica de la industria farmacutica, en la que
intervienen por igual mdicos y cientistas sociales, ha venido denunciado desde por los menos
los aos 1960 las nefastas consecuencias de una ciencia librada a los intereses econmicos y
empresariales. Una cierta corriente crtica comenz a dar lugar a estudios que por un lado intentaban condenar prcticas reidas con la tica, poner en cuestin la eficacia de los productos farmacuticos pero tambin poner en cuestin la pretendida objetividad cientfica en la que
la industria sola fundamentar la eficacia de sus productos, adentrndose en el cuerpo interno
de la investigacin llevada adelante para desarrollar medicamentos. Libros como los de John
Braithwaite (1986 [1984]) de principios de los aos 1980 o algunos ms recientes como los de
Marcia Angell (2005 [2004]), recogen una serie de hechos y datos que empaan la honestidad
de la empresa farmacutica y enturbian la investigacin cientfica ms prxima a esta. Entre otros
detalles, critican a los laboratorios farmacuticos el haber creado una imagen falsa del sector
en la que este aparece como una industria particularmente innovativa cuando, en verdad, los
laboratorios gastan en financiar actividades de I+D menos de la mitad de las sumas que invierten
en marketing. Los altos precios de los medicamentos, por tanto, tendran poco que ver con los
costos de fabricacin, pues en los ltimos tiempos la industria se habra limitado a desarrollar
medicamentos poco novedosos, conocidos como las me-too drugs, que aventajan a sus predecesores con caractersticas, teraputicamente hablando, poco relevantes, pero que cumplen
un objetivo crucial para mantener las ganancias de las empresas, que es el de estirar los plazos
de las patentes. Tambin se acusa al sector de dominar no solo la investigacin farmacolgica,
sino de sesgar adems las investigaciones sobre la etiologa y el tratamiento de enfermedades
para inclinar la balanza en favor de las intervenciones teraputicas medicamentosas. De esta
manera, las acciones de la industria se convierten en tema de debate moral y su rol activo en la
apertura y ampliacin de mercados en una gua peligrosa de la investigacin cientfica.
Algunos mdicos que conocen el sector desde cerca han sido los crticos ms incisivos.
La doctora Marcia Angell sostiene, por ejemplo, que la industria farmacutica ha perdido su
rumbo, pervirtiendo a la ciencia en su afn de lucro al producir un conjunto cada vez mayor
de medicamentos costosos y poco innovativos, adems de contaminar la investigacin clnica

169

necesaria para el desarrollo de los medicamentos. Bajo la perspectiva de Angell, pero tambin
de varios trabajos del campo de los estudios de ciencia, tecnologa y sociedad, los ensayos clnicos necesarios para el desarrollo y aprobacin de los nuevos medicamentos se convierten
en la pieza clave del pasaje de una sustancia con propiedades teraputicas a la constitucin
de un medicamento como una mercanca pronta para ser comercializada, pieza clave que se
encuentra alarmantemente bajo el control de los laboratorios farmacuticos. Por ejemplo, suele
desacreditarse la utilidad cientfica de los ensayos clnicos de fase IV,  que se realizan luego de
que los productos farmacuticos han entrado al mercado, sealando que la mayora de ellos no
producen informacin sustancialmente nueva sobre los medicamentos y que pocas veces generan resultados que lleguen a ser publicados en revistas acadmicas, sino que preferentemente
funcionan como una primera va de familiarizacin de los mdicos con los nuevos productos.
Nuestro pas no ha estado al margen de estos mecanismos de persuasin puestos en prctica
por la industria farmacutica y ha generado tambin una reflexin crtica sobre el tema en la que
se han explorado sus dimensiones ticas, econmicas y sociales (Portillo, 1998; 2007).
En definitiva, este tipo de consideraciones crticas pone nfasis en la capacidad de influenciar a investigadores, mdicos y consumidores de medicamentos que la industria farmacutica parecera ostentar. En el volumen de la revista Social Studies of Science, del que hablara al principio, este mismo poder modelador y persuasivo del sector farmacutico apareca
en varios trabajos, ejemplificado y conceptualizado de distinta forma. As, Sergio Sismondo
(2004), un investigador del campo de los estudios de ciencia, tecnologa y sociedad, llamara
a las diferentes tcticas y estrategias desplegadas por la industria para tratar de controlar las
decisiones de los mdicos en el momento de la prescripcin, maniobras farmacuticas. Estas
maniobras incluyen la propia generacin de conocimiento sobre los psicofrmacos que realiza
y controla la industria pero tambin el diseo y control de los circuitos de distribucin de ese
conocimiento que en gran medida modifican y cuestionan las normas de autora y publicacin
de textos cientficos. En ltima instancia, la cuestin podra ser vista, como sostiene Sismondo
(s/f), como un asunto de economa poltica del conocimiento, en la que la verdadera innovacin sera no la de los productos medicamentosos sino el enlace entre educacin, marketing
e investigacin farmacutica.

. El desarrollo de medicamentos se produce, luego de finalizados los estudios de investigacin bsica de las sustancias
candidatas a convertirse en medicamentos, a travs de un dispositivo de investigacin clnica que se realiza en cuatro
fases exigidas, en estos tiempos, por la amplia mayora de los sistemas regulatorios sanitarios del mundo. En la Fase I
la sustancia en estudio se prueba en voluntarios sanos para evaluar su tolerancia. En la Fase II la sustancia es suministrada a aquellos pacientes que poseen la patologa a la cual va destinada la sustancia. En a Fase III, la droga se prueba
en pacientes representativos de la poblacin objetivo y la sustancia se compara con medicamentos ya comercializados
para detectar sus niveles de eficacia. Despus de superada esta fase es que se solicitan los permisos a las autoridades
sanitarias para introducir el nuevo medicamento al mercado. En la Fase IV, se realizan estudios sobre el medicamento ya
comercializado para establecer sus ventajas con respecto a otros medicamentos, detectar nuevas propiedades y efectos
secundarios que no hubiesen sido observados en las fases anteriores.
. Pharmaceutical maneuvers, en el original en ingls.

170

En ese mismo volumen el psiquiatra David Healy (2004), quien trabaj por largo tiempo
en empresas farmacuticas y ha sido pionero en la realizacin de trabajos sobre historia de la
psicofarmacologa, examinaba, no sin alarma, la prctica de ghost writing, impulsada por los
laboratorios para la elaboracin de artculos cientficos sobre sus medicamentos. Esta prctica
consiste en la escritura, por parte de compaas especializadas, de artculos mdicos a los que
luego se les agregar, en calidad de autores, los nombres de mdicos prestigiosos. La mayor
parte de la escritura es realizada entonces por escritores profesionales pertenecientes a empresas dedicadas a la comunicacin mdica, y tan solo en las ltimas etapas de revisin de los
artculos los acadmicos que luego figuran como autores intervienen con algunos aportes. En
este proceso, los autores acadmicos tienen poco acceso a los datos provenientes de la investigacin y, por consiguiente, disponen de posibilidades seriamente limitadas de compartir esta
informacin libremente con el resto de la comunidad acadmica. Esta nueva forma de autora
pone de revs algunas de las normas habituales de la autora cientfica, haciendo que los verdaderos escritores de los artculos, al mantenerse en el anonimato, no adquieran el reconocimiento del conjunto de la academia y que los acadmicos que figuran como autores se transformen
un figuras relevantes sin poseer una verdadera experiencia en la investigacin (Healy y Cattell,
2003). Para Healy este tipo de prcticas redundan en el escaso control del campo de la enfermedad mental por parte de los psiquiatras, lo que lo lleva a debatir, incluso, si la psiquiatra
acadmica se encuentra en venta o no (Healy y Thase, 2003).
Tambin en esa misma publicacin, el antroplogo Andrew Lakoff (2004) llamara relaciones farmacuticas a las interacciones entre la industria farmacutica y el cuerpo mdico,
interacciones que se basan en gran parte en el intercambio de regalos y obligaciones entre mdicos y laboratorios. Durante su trabajo de campo realizado en Argentina, Lakoff haba podido
describir las relaciones entre mdicos y empresas farmacuticas como un intercambio recproco de recursos. Para los laboratorios el cuerpo mdico representaba una fuente de acceso a
pacientes para la realizacin de estudios clnicos y tambin una fuente de acceso a potenciales
consumidores finales de sus productos, mientras que para los psiquiatras los laboratorios representaban una forma de ligarse a centros lderes en produccin de conocimiento. Algo similar
sucede en nuestro pas cuando los psiquiatras que intervienen en los ensayos clnicos impulsados por los laboratorios internacionales en nuestro medio intentan utilizarlos para sostener otras
investigaciones, para obtener entrenamiento en investigacin o como forma de generar mritos
acadmicos (Bielli, 2006). De cualquier modo, aun teniendo en cuenta la reciprocidad de los
intercambios, lo que estas relaciones revelan es el estado actual de una medicina farmacuticamente centrada (Dumit y Greenslit, 2005:127).

. Escritura fantasma.
. Pharmaceutical relations, en el original en ingls.
. Pharmaceutically-centered medicine, en el original en ingls.

171

Para algunos la centralidad de este eje farmacutico es consecuencia de las nuevas


configuraciones que los lazos entre ciencia y laboratorios farmacuticos han adquirido en los
ltimos tiempos, entendiendo con ello que lo que ha tenido lugar ha sido una modificacin en
las formas de hacer ciencia y de generar conocimiento. El modo en que los medicamentos se
producen se habra convertido en el paradigma de la reciente comercializacin de la ciencia,
en la que los mayores avances ya no provendran de la investigacin realizada en instituciones
pblicas como las universidades sino de las actividades de investigacin realizadas en las empresas privadas. Esta reorganizacin de las prcticas cientficas  obedecera a un imperativo
comercial que alcanzara tambin a la ciencia mdica (Mirowski y Van Horn, 2005). De todas
formas, ya sea criticando la interconexin entre ciencia y marketing, conceptualizndola como
una transformacin de prcticas de investigacin dominadas por un paradigma comercial o
pensndola como un polo de organizacin de la prctica mdica, todos estos enfoques confluyen en el reconocimiento de una cierta capacidad orientadora del fenmeno farmacutico.
En el caso de los psicofrmacos esta capacidad orientadora, como veremos a continuacin, se
ensamblara con la capacidad generativa del conocimiento y las intervenciones psiquitricas en
una unin que paradjicamente hara cada vez ms frecuentes las mismas patologas a las que
los psicofrmacos pretendan combatir. Muchos no dudaron en afirmar, entonces, que la comercializacin que alcanzaba al conocimiento cientfico y psiquitrico tambin haba alcanzado
a la experiencia misma del enfermar.

Patologas en venta
Otro de los artculos publicados en el volumen sobre las relaciones entre ciencia e industria farmacutica de la revista Social Studies of Science llevaba la cuestin de las estrategias farmacuticas al terreno de las patologas. Haca ya un buen tiempo se haba acuado la idea de que los
medicamentos en verdad son drogas en busca de enfermedades, dndose a entender con ello
que la nocin de que los medicamentos se desarrollan para intentar combatir una enfermedad
que ya se tena en mente al momento de iniciar las investigaciones con las nuevas drogas, no
refleja estrictamente el proceso de creacin de nuevos medicamentos. Con cierta regularidad,
una vez que se encontraba alguna sustancia qumica con propiedades teraputicas variadas se
pona en marcha un proceso por el cual se finalizaba obteniendo un medicamento especfico
para una patologa especfica, luego de que se haba elegido entre la variedad de efectos producidos por la sustancia aquel que iba a ser enfatizado por el laboratorio farmacutico como
prescripcin principal del nuevo medicamento.

. Un ejemplo reciente de esta nueva organizacin de la investigacin farmacutica lo constituye la proliferacin en los
ltimos tiempos de pequeas empresas privadas, conocidas en ingls como CROs (Contract Research Organizations), a
las que los laboratorios farmacuticos contratan para la realizacin de actividades de I+D. Muchas de ellas se especializan
en el diseo y desarrollo de los ensayos clnicos de nuevos medicamentos.
. Suele atribuirse esta idea a Rein Vos, quien en 1991 public un libro titulado Drugs Looking for Diseases: Innovative
Drug Research an d the Devolepment of the Beta Blokers and the Calcium Antagonists.

172

Jennifer Fishman (2004) ofreca un anlisis de este proceso colocando la atencin en los
ensayos clnicos en la medida que los consideraba el dispositivo esencial a travs del cual se
realizaba un acoplamiento justo entre medicamentos especficos y patologas especficas. Los
ensayos clnicos contribuan de esta forma a la mercantilizacin de las enfermedades, pues a
travs de ellos tena lugar una interconexin duradera entre la creacin de mercados y la delimitacin, descripcin y reconocimiento de las enfermedades y sus tratamientos. Lo que Fishman
intentaba poner de relieve era que las estrategias de marketing impulsadas por los laboratorios,
en ltima instancia, no podan funcionar sin el conocimiento necesario para la delimitacin de
las patologas sobre las cuales actuaban los productos farmacuticos. As, en la ruta que recorren los medicamentos desde las plantas de elaboracin de las empresas farmacuticas hasta
el mercado, donde tiene lugar su consumo final, toda una serie de relevos que incluye a los investigadores farmacolgicos, a los mdicos clnicos, los pacientes, las propias empresas y las
regulaciones gubernamentales, se pone en movimiento. Para Fishman estos relevos permitiran
el desarrollo y difusin de los medicamentos por el cuerpo social a travs de un proceso similar
al de cualquier mercanca que pretenda ser parte de lo intercambios comerciales de una sociedad, en la medida que implicaban el despliegue de mecanismos de promocin, comercializacin
y marketing. Desde este punto de vista, la nica particularidad de las mercancas medicamentosas es que estas estrategias comerciales se encontraran respaldadas en un conocimiento
cientfico sobre los medicamentos y sobre las patologas objetivo. Los sistemas regulatorios,
por su parte, tienden a reforzar este hecho ya que admiten el ingreso al mercado de nuevos
medicamentos solo cuando la informacin presentada permite establecer su eficacia en patologas concretas. En virtud de las exigencias regulatorias, la autorizacin de comercializacin
de un medicamento se convierte al mismo tiempo en el reconocimiento de la existencia de una
patologa determinada y, por transitiva, en la apertura de un mercado para un nuevo producto.
Al interior de ese mercado, medicamentos y patologas circulan y se comercializan de forma
conjunta, por lo que el incremento de las ventas de unos implicar el incremento de la incidencia de las otras y viceversa.
En su trabajo, Fishman analizaba la forma en que la disfuncin sexual femenina estaba
siendo impulsada como nueva categora diagnstica y, por consiguiente, como nueva patologa
a tratar, justo cuando se estaba buscando un uso alternativo del Viagra y otras drogas similares
en las mujeres. Dentro del campo de la psicofarmacologa, varios autores han explorado este tipo
de circulacin conjunta de medicamentos y patologas mentales. La expansin de la popularidad
de la Ritalina (metilfenidato) y el incremento paralelo del diagnstico del trastorno de dficit atencional fue, por ejemplo, examinado por Andrew Lakoff (2000) e Ilina Singh (2002). Asimismo,
el vasto campo de los antidepresivos fue explorado por David Healy (1991; 2000 [1997]), quien
seal el lazo existente entre los nuevos usos del Paxil (paroxetina), un antidepresivo de ltima
generacin al que se le han encontrado aplicaciones para el tratamiento de la ansiedad, con la
creciente popularidad de la fobia social. Al analizar los giros en la popularidad de medicamentos
y diagnsticos psiquitricos a lo largo de las ltimas dcadas, Healy encontraba una variacin
acompasada entre nuevos psicofrmacos y nuevos trastornos mentales. De esta suerte, lo que
antes de los aos 1980 se diagnosticaba como ansiedad y se trataba en base a tranquilizantes,

173

luego de esa dcada se diagnosticar como ataque de pnico, coincidiendo con la introduccin
de un nuevo tranquilizante benzodiazepnico, el alprazolam, que comenz a ser promocionado
como el psicofrmaco adecuado para el tratamiento de dicho trastorno. Segn Healy, con la
introduccin de los antidepresivos ISRS a principios de la dcada de 1990, los sntomas que
antes se ubicaban bajo la categora de ataque de pnico pasaran a diagnosticarse como trastornos del humor. Posteriormente, con la llegada de los antidepresivos ms modernos en los
aos 1990, los mismos sntomas se diagnosticarn y tratarn como trastornos del humor. Dado
que las benzodiazepinas haban perdido su popularidad por los constantes debates sobre sus
propiedades adictivas, los cuadros de ansiedad y ataques de pnico se convirtieron en cuadros
depresivos aptos para ser tratados con los nuevos ISRS.
Una de las conclusiones inmediatas que se desprenden de estos anlisis es que la interconexin entre ciencia e industria farmacutica puede incluso trastocar el orden habitual existente
entre diagnstico e intervencin teraputica en la prctica clnica. Si los psicofrmacos aparecan primero y las patologas a las que iban destinados despus, podan utilizarse para dirimir
discrepancias diagnsticas. Es decir, si un psicofrmaco como un antidepresivo resultaba exitoso en el tratamiento de un caso clnico, por ende, se estaba frente a un cuadro de depresin.
Jenniffer Radden (2003:38) llama a este mecanismo, que considera ya una clara tendencia de
la clasificacin psiquitrica actual, cartografa de las drogas.10 Las entidades diagnsticas de
la psiquiatra estaran siendo renovadas ya no ms de acuerdo a los sntomas observados en la
prctica clnica psiquitrica ni de acuerdo a los factores etiolgicos aislados, sino a partir de los
efectos que los psicofrmacos producen.
Es necesario tener en cuenta que a pesar de que Radden11 insiste en que esta cartografa
es un fenmeno reciente, el razonamiento implcito en ella posee una larga existencia dentro
de la psiquiatra y de la medicina. A lo largo de la historia de la psiquiatra, en varias pocas se
recurri a las teraputicas disponibles en el momento para establecer o refutar diagnsticos.
De hecho, en medicina este tipo de uso de los tratamientos se denomin prueba teraputica
y algunos remontaron su presencia en el campo mdico a la poca del aforismo hipocrtico
que afirma que el tratamiento es en definitiva el que revela la naturaleza de la enfermedad.
El antroplogo Andrew Lakoff (2005) rastrea el uso de este mecanismo dentro de la psiquiatra
hasta los inicios del psicoanlisis. En los escritos freudianos tempranos es posible reconocer
el empleo de la prueba teraputica para identificar casos de histeria. As, Freud y Breuer sostenan que si sus curas catrticas eran exitosas, ello se deba a que efectivamente este mtodo
teraputico haba sido aplicado a cuadros de histeria y no de epilepsia, patologa con la cual se
los confunda frecuentemente. De este modo, la propia cura permita establecer un diagnstico
diferencial entre ambas enfermedades. Para el socilogo Alain Ehrenberg (2000 [1998]), lo que
habra sucedido entonces con la prueba teraputica en psiquiatra es que, con la irrupcin de

10. Drug cartography, en el original en ingls.


11. Radden opina que el supuesto lgico que sustenta la cartografa de las droga fue introducido por Peter Kramer en
su conocido libro Escuchando al Prozac (1994 [1993]). All Kramer afirmaba que la categora depresin estaba siendo
transformada y ampliada en la medida que cada vez ms personas respondan favorablemente a la fluoxetina.

174

los psicofrmacos, habra entrado en una fase de diseccin farmacolgica, posible en la medida que este tipo de medicamentos poseen un grado de especificidad que hasta el momento
de su desarrollo ninguna teraputica psiquitrica haba ostentado. Con ello, los psicofrmacos
abriran nuevas alternativas diagnsticas para la psiquiatra al tiempo que estableceran la posibilidad de avalar la existencia de enfermedades cada vez ms especficas dentro del campo
de la salud mental.
Ahora bien, si estas transformaciones impulsadas por los psicofrmacos en la materia
misma de la que se ocupa la psiquiatra son posibles, ellas se deben, adems de a la capacidad
generatriz de las tecnologas y las estrategias de los emprendimientos farmacuticos, a la versatilidad y a la heterogeneidad del conocimiento psiquitrico, que abarca desde perspectivas
biomdicas hasta perspectivas ms psicolgicas. La psiquiatra representa un campo mucho
ms inestable que el de otras especialidades mdicas. Las entidades psiquitricas son altamente
fluctuantes y estn sujetas a cambios de acuerdo a las modificaciones producidas en las teoras
psiquitricas, a los instrumentos diagnsticos, a las prcticas institucionales y los tratamientos
disponibles (Borch-Jacobsen, 2001). Pero estas transformaciones no se circunscriben nicamente a las categoras diagnsticas elaboradas por la psiquiatra, sino que se verifican tambin
en las experiencias concretas de los sujetos enfermos. Las patologas psiquitricas mostraran,
entonces, una doble ductilidad observable en las taxonomas psiquitricas y en las sintomatologas desplegadas por los pacientes.
Un filsofo como Ian Hacking (1995; 1998) ha enfatizado el carcter generatriz del saber
psiquitrico indicando que las propias categoras diagnsticas elaboradas por la psiquiatra son,
adems de una herramienta taxonmica, una de las condiciones necesarias para que determinadas patologas mentales se manifiesten en la experiencia mrbida de los pacientes. Para
Hacking el aumento de casos de trastornos de personalidad mltiple que se verific en Estados
Unidos hacia 1982 cobra sentido si se tiene en cuenta que la incorporacin de esta categora al
manual diagnstico de la Asociacin Americana de Psiquiatra tuvo lugar apenas dos aos antes. Sin embargo, las cosas estn lejos de ser simples y aunque este dato puede arrojar alguna
luz sobre cmo el trastorno tom cuerpo y se difundi, ello no implica que los enfermos hayan
trasvasado pasivamente a su propia experiencia de la enfermedad las transformaciones ocurridas en la categora diagnstica. Segn Hacking, los sistemas clasificatorios que conciernen
a los seres humanos estn edificados sobre categoras interactivas. Dicho de otro modo, son
categoras que afectan por igual a clasificados y clasificadores, por lo que sera posible sostener que en el caso de las categoras propias de la nosografa psiquitrica, expertos y enfermos
contribuyen por partes iguales al nacimiento u ocaso de las patologas.

175

Con todo, los ejemplos aportados por trabajos como los de Fishman, Healy o Lakoff, o
los apuntes de Radden o Ehrenberg, no permiten circunscribir este proceso interactivo nicamente a psiquiatras y pacientes sino que insertan como una cua un conglomerado de elementos heterogneos en los que psicofrmacos, empresas farmacuticas, ensayos clnicos,
sistemas regulatorios tambin despliegan sus capacidades generatrices a la hora de la puesta en marcha de nuevos modelos patolgicos que tienen tanto consecuencias disciplinarias
como experienciales. Lo que algunos han intentado, por tanto, es despejar la lgica que une
estos elementos complejos y que revela un modo particular de poner en relacin a la ciencia,
la tecnologa y la sociedad.

Un cierto principio regulador


El establecimiento de un lazo generador entre investigacin cientfica e industria farmacutica, que llega a trasformar prcticas de investigacin pero tambin prcticas prescriptivas, as
como el reconocimiento de un nexo ineludible entre patologas y medicamentos que consigue
transformar herramientas diagnsticas pero tambin experiencias personales, hizo avanzar las
reflexiones sobre el fenmeno farmacutico hacia campos cada vez ms amplios de la vida social y cultural.
Recientemente el antroplogo estadounidense Joseph Dumit (2003) ha afirmado que las
nociones de salud y enfermedad de la sociedad norteamericana se han visto modificadas en
los ltimos tiempos por las estrategias de marketing y publicidad utilizadas por los laboratorios,
estrategias que obedecen a lo que l llama una gramtica farmacutica12. De acuerdo a esta
gramtica, el modelo tradicional sobre la salud y la enfermedad, que supona que la mayora de
las personas eran esencialmente sanas y que la enfermedad era un evento extraordinario, habra
sido suplantado por un nuevo paradigma en el que las personas son consideradas inherentemente enfermas. Bajo este nuevo paradigma las intervenciones teraputicas se convertiran
en permanentemente necesarias en la medida en que los sujetos estaran permanentemente
enfermos. All encontrara fundamento la nocin cada vez ms aceptada en la sociedad norteamericana de que es necesario consumir medicamentos de por vida. El momento puntual de
la intervencin teraputica habra sido dilatado en extremo para convertirse en una prctica
crnica. La gramtica farmacutica de Dumit poseera, as, una gran capacidad para penetrar
en diferentes zonas de la vida social y reas de la cultura. Y en la medida que la presencia de
la medicina es cada vez mayor en la vida cotidiana de las personas y esta se encuentra farmacuticamente centrada, ello ha trado como resultado la emergencia de nuevas culturas
farmacuticas (Dumit y Greenslit, 2005:127). Estas culturas farmacuticas comprenden
distintas dimensiones, algunas evidentes como las relacionadas con las nociones y metforas
sobre la salud, la enfermedad y las intervenciones teraputicas, y otras menos obvias como los
procesos identitarios de los sujetos y las sociedades actuales. Las nuevas culturas farmacuticas imprimiran modificaciones y cambios en dichos procesos por una va hasta hace poco

12. Pharmaceutical grammar, en el original en ingls.

176

impensable: la de ligarlos al consumo de medicamentos. Ello le permite a Dumit poder afirmar,


por ejemplo, que los estadounidenses de hoy poseen un self-farmacutico13 a travs del cual
experimentan y comprenden el funcionamiento de su cerebro como si este estuviese siempre
bajo el efecto de psicofrmacos. En otras palabras, el advenimiento de este self-farmacutico
marcara los parmetros de la comprensin del s mismo a travs de las metforas proporcionadas por la psicofarmacologa.
Por consiguiente, un amplio espectro de zonas y actividades, que abarca desde las relaciones entre academia e industria farmacutica, pasando por las relaciones entre mdicos clnicos y
estrategias para influenciar sus decisiones teraputicas, hasta el acompasamiento de patologas y
medicamentos parece ensamblarse siguiendo una mxima particular de orden y funcionamiento
que alcanzara incluso a las propias experiencias subjetivas de cada individuo.
En ltima instancia, trminos como los de maniobras farmacuticas, relaciones farmacuticas, culturas farmacuticas o self- farmacutico, buscan delimitar un tipo especial de
colectivo socio-tcnico que se conforma de acuerdo a un principio aglutinador identificado por
el empleo del adjetivo farmacutico.
Especficamente, para el campo de las intervenciones psicolgicas, Andrew Lakoff (2005)
delimita el fundamento lgico de este principio en la ensambladura que la nueva psiquiatra
biolgica y la industria farmacutica lograron establecer entre el diagnstico psiquitrico y los
psicofrmacos. Se hace necesario para sustentar dicha alianza un conjunto amplio de elementos diversos, como las escalas de medicin de los niveles de depresin o la introduccin del
mecanismo del doble ciego en los ensayos clnicos de psicofrmacos. No obstante, para Lakoff
es la idea de que los psicofrmacos son medicamento especficos, es decir, medicamentos que
poseen como blanco trastornos psiquitricos concretos y diferenciados, la que unifica y ordena
todos estos elementos bajo una razn farmacutica14.
Con la formulacin de este tipo de principio se consigue dotar de consistencia a un ensamblaje de elementos socio-tcnicos que de otra manera seran percibidos como elementos
separados. En el caso del desarrollo de medicamentos, por ejemplo, se insiste reiteradamente
en la diversidad de mbitos por los que una sustancia qumica debe pasar para convertirse en
medicamento, en la diversidad de actores con los que se encuentra en los diferentes pasajes, en
los que mdicos, laboratorios, pacientes y principios activos permanecen an independientes.
Los estudios tempranos sobre el desarrollo y difusin de estos productos farmacuticos suponan
un proceso lineal en el que los medicamento eran el resultado final de un proceso por el que se
encadenaba secuencialmente a la ciencia bsica, la industria farmacutica y los mdicos clnicos y a partir del cual se supona que se obtena un medicamento totalmente acabado, es decir,
un producto final estabilizado. Este modelo reconoca la participacin de varios actores, pero
limitaba claramente su papel a momentos concretos del desarrollo de medicamentos y pasaba
por alto la manera en que estos actores entraban en conflicto, negociaban sus intereses o coincidan. As los medicamentos, al igual que otras tecnologas mdicas, surgan en un proceso que

13. Pharmaceutical self, en el original en ingls.


14. Pharmaceutical reason, en el original en ingls.

177

se iniciaba con la investigacin bsica, continuaba con la investigacin biomdica y las etapas de
ensayo clnico, para luego lograr su difusin. Dicho esquema se inspiraba en el modelo lineal y
secuencial de la innovacin en el que investigacin, invencin, desarrollo, innovacin y difusin
se enlazan en una sucesin lgica. Este modelo supone que el medicamento ha sido estudiado
por completo y ya ha encontrado su aplicacin antes de que ingrese al mercado y comience su
difusin. Sin embargo, como hemos visto, ya no es posible realizar una distincin tajante entre
los procesos de difusin y marketing de los medicamentos, la investigacin bsica o los ensayos
clnicos. No se puede sostener una discontinuidad entre los cientficos, los mdicos, los empresarios farmacuticos o los propios consumidores. Con ello, el desarrollo de un medicamento no
encuentra un punto final sino que se revela como un proceso que contina teniendo lugar aun
cuando el medicamento ya est siendo utilizado por los mdicos y por los pacientes. Incluso,
a la vista de cmo se instauran los perfiles de aplicacin de los medicamentos, se ha preferido hablar de que este proceso describe trayectorias en forma de bucles o espiral, en tanto la
seleccin del efecto deseado del medicamento tiene lugar en el cruce de saberes mdicos,
estrategias comerciales, ensayos clnicos y experiencias mrbidas. Cada uno de estos elementos involucrados tendra la capacidad de contribuir en el encuentro con las otras instancias a
la formacin del perfil del nuevo medicamento. Es decir, cada instancia poseera un potencial
creador que en contacto con el del resto devendra un potencial co-generativo.
La delimitacin de un principio aglutinador permite superar, entonces, la nocin de separacin de instancias y proponer un modo de formacin de colectivos que reconoce un potencial
generativo en todos los elementos que los componen. El uso del adjetivo farmacutico por
tanto refiere a un modo de acoplamiento de entidades tanto tecnolgicas como no tecnolgicas
que tiene la capacidad de instaurar nuevas realidades sociales y culturales. Este modo de
acoplamiento, por consiguiente, atae a los productos farmacuticos, a los intereses de los laboratorios, a los saberes y prcticas mdicas, pero tambin atae a los investigadores bsicos o
las experiencias concretas de enfermedad y curacin. Teniendo en cuenta esto, las perspectivas
que enfatizan la influencia de la industria farmacutica sobre mdicos, mercados y pacientes,
estaran subrayando solo que las capacidades generativas se reparten de manera desigual entre todos los implicados en el fenmeno farmacutico. As, no es del todo desacertado afirmar,
como lo haca Healy, que la psiquiatra de hoy posee poco control sobre su propio campo de
accin, pero tampoco es posible sostener que no posee ninguno.
Desde esta perspectiva los psicofrmacos, con su expansin irrefrenable y xito mundial
no solo estaran reflejando la capacidad de las empresas farmacuticas de promocionar sus
productos, sino que estaran evidenciando la capacidad generatriz de un modo particular de
interseccin entre ciencia, tecnologa y sociedad.

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181

Juan Grompone
Naci en Montevideo, en el ao 1939. Obtuvo el ttulo de Ingeniero Industrial (opcin Comunicaciones) en
la Facultad de Ingeniera, UdelarR, 1967.
Sus reas de trabajo son las telecomunicaciones y la informtica, especialmente en el rea comunicacin de
datos y gestin de proyectos informticos. Director de INTERFASE S.A. y de TILSOR S.A. Es adems consultor
independiente. Ganador del Premio Labor 50 aos, organizado por la mencionada editorial de Barcelona,
en el rea Electricidad o Electrotecnia otorgado al libro Curso de Electromagnetismo, Espaa, 1965.
Jefe del equipo ganador del II Premio Nacional de Ingeniera, por el diseo del conmutador de la red nacional de datos, URUPAC. Montevideo, 1989.
Jefe del equipo ganador del VII Premio de Investigacin de AHCIET (Asociacin Hispanoamericana de Centros de Investigacin y Empresas de Telecomunicaciones), por el diseo del conmutador de la red nacional
de datos, URUPAC. Asuncin, Paraguay, 1990.
Designado Ingeniero Eminente por la Regin Latinoamericana de la IEEE en 1991.
Ganador del primer premio en narrativa otorgado por el Ministerio de Educacin y Cultura, Montevideo, 1991.
Miembro de la Academia Nacional de Ingeniera, Uruguay, desde 1993. Miembro de la Academia Nacional
de Letras desde 1996. Autor de ms de 100 artculos y libros de lgica, epistemologa, divulgacin cientfica,
poltica cientfica, literatura y otras reas.

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Algunos resultados sobre el Proyecto CEIBAL


Juan Grompone

Generalidades del plan


El Proyecto Ceibal (Conectividad Educativa de Informtica Bsica para el Aprendizaje en Lnea),
perteneciente a la Presidencia de la Repblica, tiene como misin el acceso al conocimiento
informtico en un marco de equidad para todos los nios del Uruguay. En el sitio www.ceibal.
edu.uy se encuentra la informacin oficial acerca de este proyecto.
El proyecto consiste en una iniciativa 1:1, para todos los escolares y maestros del pas
(primero a sexto), basada en el proyecto OLPC del MIT. Las computadoras son propiedad de
alumnos y maestros y se aspira a disponer de una conectividad generalizada.
En su etapa piloto y en sus primeras etapas de expansin emplear computadoras XO.
Esto no significa, sin embargo, que no se continen evaluando otras soluciones que aparecen
en el mercado.
Un proyecto de esta naturaleza, en un pas que se maneja con organismos autnomos,
plantea un desafo importante de coordinacin. En el Proyecto Ceibal participan diversas organizaciones y todas ellas tienen grados importantes de autonoma:
LATU: Laboratorio Tecnolgico del Uruguay, quien acta como organismo ejecutor del
proyecto.
CODICEN: Consejo Directivo Central de la educacin pblica.
CEP: Consejo de Educacin Primaria.
ANTEL: Administracin Nacional de Telecomunicaciones, proveedor de Internet y correo
a travs del Programa de Conectividad Educativa.
MEC: Ministerio de Educacin y Cultura.
AGESIC: Agencia para la Sociedad de la Informacin y el Conocimiento.
ANII: Agencia Nacional de la Investigacin y la Innovacin.

. Este trabajo toma resultados del informe de Evaluacin del Programa de Conectividad Educativa realizado por el autor,
Susana Riva y Eduardo Bottinelli para ANTEL en 2007. Este informe no ha sido difundido. Agrega, adems, resultados
posteriores obtenidos durante 2008.

183

En grandes lneas, el proyecto comienza con una experiencia piloto puesto que no hay experiencias previas en proyectos 1:1 sobre todos los aos escolares. La meta final es la cobertura
nacional completa, una meta ambiciosa. El cronograma se dise en cuatro grandes etapas: el
piloto y tres etapas de expansin departamental sucesivas.
En mayo de 2007 comenz la experiencia piloto en Cardal, departamento de Florida. Hacia el fin de 2007 se complet la mayora de las escuelas urbanas de Florida. En 2008 se completar el pas excepto la zona metropolitana, y en 2009 se completar la zona metropolitana.
El total comprende a 340.000 nios aproximadamente. Al 27/06/2008, ltimo dato publicado,
se han entregado 65.739 computadoras XO en los departamentos de Florida, Flores, Colonia,
Durazno, Ro Negro, Paysand, Salto, Artigas, Soriano y Tacuaremb.
La localidad de Cardal fue elegida como piloto por un conjunto de condiciones que se
definieron previamente. Se buscaba:
una localidad con una nica escuela para evitar movimiento de alumnos entre escuelas;
una escuela con, aproximadamente, 150 nios, que comprendiera los 6 aos escolares;
un departamento cercano a Montevideo y con buena conectividad a Internet: de inmediato surgi el departamento de Florida como un excelente candidato;
una escuela de contexto promedio.
Con estas condiciones haba muy pocas escuelas. El Consejo de Educacin Primaria eligi a Cardal como escuela piloto y Mendoza Chico como una escuela de control. En el momento actual ya se ha completado ms de un ao de educacin en modalidad 1:1 en los seis aos
escolares y en una localidad completa. Ya se ha adjudicado una licitacin para la compra de
mquinas y servidores. Se est en proceso de adjudicacin de la segunda licitacin.

Resultados esperados del proyecto


El programa Ceibal busca promover la inclusin digital con el fin de disminuir la brecha digital
existente con respecto a otros pases y de los ciudadanos del pas entre s, de manera de posibilitar un mayor y mejor acceso a la educacin y a la cultura.
Este programa se diferencia de esfuerzos anteriores llevados a cabo en que su objetivo no
es solo dotar de equipamiento y accesibilidad a los centros sino garantizar su uso, la formacin
docente, la elaboracin de contenidos adecuados as como la promocin de la participacin
familiar y social. Por otra parte, permite corregir las carencias ms notorias de la educacin basada en las aulas informticas.
Su aplicacin en los centros educativos primarios del pas permitir la integracin entre el
uso de la tecnologa, los contenidos de los programas y las dinmicas de trabajo colaborativo.
Es en este marco conceptual que se inserta este proyecto donde se pretende dotar de
una computadora personal a cada nio y a cada maestro, as como brindar al colectivo docente
la capacitacin, los materiales, las orientaciones y el apoyo necesarios para lograr los objetivos
propuestos.

184

La finalidad principal no consiste en proveer de equipamiento y accesibilidad a los centros, aunque esta sea una condicin necesaria para el proyecto, sino lograr el uso innovador
integrado al trabajo cotidiano del aula, ofrecer los sistemas de apoyo tecnolgico, formacin y
capacitacin a docentes, el desarrollo de contenidos relevantes, la conformacin de comunidades de aprendizaje y la promocin de la participacin familiar y social.
La introduccin de las tecnologas en el aula, junto con la propiedad de las computadoras
por los alumnos, conduce a la participacin de los hogares, a la democratizacin del acceso a
la informacin y la igualdad de oportunidades para todos los nios y nias del pas.
Es un proyecto de equidad, realizado en el mbito de la educacin primaria, que espera:
capacitar en las tecnologas bsicas para vivir y trabajar en el Sociedad de la Informacin;
investigar la incidencia del proyecto en la Educacin Media;
realizar un modelo 1:1 en un pas completo;
informar a la comunidad internacional de la experiencia obtenida.

El piloto de Cardal
La construccin de indicadores y la evaluacin de un proyecto 1:1 es un tema nuevo que debe ser
abordado. En el marco del proyecto CEIBAL se han propuesto varios mecanismos de evaluacin:
el anlisis cualitativo de las bitcoras de las maestras;
las pruebas normalizadas en momentos definidos del proyecto;
las medidas cuantitativas sobre algunos aspectos informticos;
las medidas cuantitativas sobre la logstica, el mantenimiento y la reposicin de equipos;
las encuestas a los diversos participantes del proyecto.
Si bien en el presente no se han cubierto todos estos aspectos, algunos de ellos ya se
encuentran en vas de realizacin. En el presente informe se consideran algunas medidas cuantitativas sobre aspectos informticos y las encuestas realizadas en Cardal.
Una propiedad no elegida, pero con importantes consecuencias es que existe solamente
un curso de cada ao escolar, de modo que es posible individualizar un conjunto homogneo
en cada ao escolar.
Se han realizado medidas remotas sobre el uso del correo, de la red y de Internet. Se han
analizado los blogs. Se han realizado encuestas en Cardal y en Mendoza Chico a nios, maestros
y padres. Sin duda quedan otros puntos de inters para medir en forma cuantitativa, tales como
evaluar la capacidad para escribir, dibujar, jugar y otras actividades mediante una computadora.
Todava no se han podido disear y realizar estas medidas.
El uso del correo electrnico es un indicador cuantitativo que es sencillo de medir y no
invasivo a la actividad normal del aula. Como todo indicador, debe ser sometido a crticas, diversos anlisis y comprobaciones cruzadas a los efectos de diferenciar una realidad objetiva de
un simple artefacto.

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Una primera medida que se dispone es el porcentaje de alumnos, del total de cada ao
escolar, que logran enviar un correo electrnico. Elegimos la actividad de enviar porque es una
actividad activa y no pasiva como la actividad de recibir. Disponemos de medidas correspondientes a los meses completos de junio a septiembre de 2007. En la Figura 1 se presenta esta
informacin.

Figura 1. Uso del correo electrnico por ao escolar.

Como se puede apreciar, en el primer mes, con mucha proximidad a la capacitacin realizada y, posiblemente porque el proceso de capacitacin tena el ejercicio de enviar un correo,
ms del 70% de los alumnos enviaron uno. Se nota claramente que los alumnos de primero tienen dificultad para escribir las direcciones de correo porque todava no manejan con soltura la
escritura. En los meses siguientes se nota un proceso de estabilizacin. Podemos considerar que
la curva correspondiente a septiembre representa la situacin estabilizada en las condiciones
actuales de Cardal. La curva estabilizada muestra que el uso del correo es muy bajo y ocurre a
partir de cuarto ao en forma creciente con la edad. Tambin ocurre algo consistente en segundo
y tercer ao: el primero sistemticamente mantuvo cifras muy altas durante todo el tiempo, en
tanto que en el segundo las cifras fueron sistemticamente bajas. Este resultado se observa en
otras medidas experimentales y responde al estmulo que realiza cada maestro es su aula.
El uso del correo tambin se puede medir por la cantidad de mensajes enviados por los
diferentes alumnos. Los resultados muestran que el nmero de correos, en promedio, es muy
bajo. Se llega a 2 correos mensuales en segundo ao y solamente 3 correos mensuales en sexto
ao, como promedio por alumno.

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El correo se usa muy poco en Cardal. Se han formulado diversas teoras  sobre este
punto, pero no tenemos por el momento ninguna medida que permita decidir la cuestin. Una
conclusin interesante es que suministrar el servicio de correo es una actividad sin mayores
exigencias para el proveedor del servicio y este resultado es importante para la generalizacin
del proyecto Ceibal.
A los efectos de confirmar el escaso uso del correo electrnico se realizaron unos experimentos adicionales. El da 3 de septiembre uno de los instructores, conocido en la escuela, envi
un correo a todos los nios de Cardal. El mensaje simplemente peda que se lo respondiera. Las
respuestas obtenidas fueron escasas, aun luego de que se solicitara a todas las maestras que
recordaran a los alumnos revisar su correo.
En lneas generales, la actitud de los nios es similar a la presentada en las medidas anteriores. Los nios de segundo ao continan con cifras altas y es visible una actividad creciente
con la edad. De todas maneras la respuesta es muy pequea: un tercio de los alumnos de segundo o un cuarto de los de sexto responden. Este resultado fue tan pequeo que a comienzos
de octubre repetimos el experimento, pero esta vez no tuvimos ninguna respuesta. Todava no
tenemos una explicacin clara de qu sucedi.
Los resultados de las medidas del correo muestran que, posiblemente, hay dos elementos
en juego en estos resultados: la edad de los nios y el estmulo de la maestra. La anomala de
segundo ao solamente puede explicarse porque la maestra claramente estimula a nios que de
otra manera no tendran esta actitud. La edad acta como es de esperar, cuanto mayores son los
nios mejor comprenden el uso del correo y ms motivos tienen para comunicarse as.
El papel del maestro puede examinarse mediante encuestas realizadas en Cardal. Una
pregunta realizada a los maestros investigaba la motivacin que el maestro transmita a sus alumnos para el uso de la computadora. Las respuestas de los maestros muestran que en segundo
y en cuarto ao ocurre la mxima motivacin para que los nios empleen las computadoras. El
mnimo ocurre en tercer ao y la tendencia es decreciente en los aos superiores.
Otro dato que fue analizado es la distribucin a lo largo de la semana del uso del correo.
En este caso consideramos las cifras globales del perodo, a los efectos de tener una buena lnea de tendencia. Resulta claro que los das de concentracin de la actividad de correo son los
extremos de la semana escolar: lunes y viernes. Por el contrario, no hay casi actividad durante
el fin de semana. Esta conducta no tiene una explicacin con los elementos de que disponemos
actualmente, pero parece evidenciar que la actividad de correo se vincula fuertemente con la
actividad escolar. Este punto, as como el anlisis de la secuencia de correos, merece un estudio ulterior.

. Como simple inventario de algo que no se ha medido, se anotan algunas de las teoras hipotticas. Una hiptesis es
que Cardal es una localidad pequea que no justifica el empleo del correo. Otra hiptesis es que el correo es una actividad de inters solamente para los nios de mayor edad. Una tercera hiptesis es que si se establece un programa de
intercambio de correspondencia con alumnos de otras escuelas del pas o de otros pases se obtendr un resultado
diferente. Todo esto debe ser verificado.

187

Esta curva de actividad se corresponde bien con la medida de actividad de Internet que
se ha realizado para el total de la escuela de Cardal. Es claramente visible que los lunes y los
viernes son los das de mayor demanda de Internet. Del martes al jueves la demanda es baja.
Los fines de semana se tienen algunos momentos de alta demanda. Por el momento no se dispone de informacin que permita interpretar esta conducta semanal.
Resulta claro que los mximos de demanda pueden ser disminuidos mediante una razonable distribucin de das y horas de uso de Internet. En Cardal la saturacin no fue nunca un
problema porque el ancho de banda era grande, pero en escuelas de mayor nmero de alumnos es necesario fijar reglas para evitar la saturacin innecesaria y la concentracin de lunes
y viernes.
Tambin fue investigada la actividad global que los alumnos realizan con la computadora.
En la Figura 2 se presenta un ndice de actividad medido sobre el servidor escolar. Este ndice
mide la cantidad de computadoras que estn encendidas y en comunicacin con el servidor
de la escuela.

Figura 2. ndice de actividad del uso de Internet de la escuela de Cardal.

Se ha promediado la actividad de lunes a viernes (crculos) y el sbado y domingo (cuadrados) por separado y esto da origen a las dos curvas.
En la escuela de Cardal, en el turno de la maana (de 8 a 12) concurren los alumnos de
4 a 6 76 alumnos matriculados en tanto que los alumnos de 1 a 3 lo hacen por la tarde (de
13 a 17) 60 alumnos matriculados. Esto hace que la simple divisin por horas permita saber
qu grupo de nios se conecta en el aula y cul lo hace desde su casa. La figura muestra un
mximo de actividad en dos momentos de la maana y uno en la tarde.

188

Un momento interesante para observar es el intervalo entre las 10 y las 10:30 que corresponde al recreo de la maana. Por reglamentacin de la escuela de Cardal, los alumnos no
pueden salir al recreo con las computadoras. En este momento, el nmero de computadoras
conectadas y la actividad que permanece debe corresponder a los nios de 1 a 3 que estn
conectados desde sus casas. Este nmero coincide bien con el total de actividad entre las 13 y
las 15, que debe corresponder a los nios conectados desde el aula.
La conectividad desde los hogares es una limitacin para el uso del servidor y de sus servicios fuera del aula. El 78% de los padres declaran que tienen conectividad desde la casa, en
tanto que el 11% dice que es parcial y otro 11% dice que no tiene conectividad. Los nios tienen
una visin algo peor: el 67% declara que tiene conectividad y el resto dice que no.
Un punto de inters de la figura es el mximo relativo que ocurre a las 20:15 tanto en
das escolares como en el fin de semana y que se extiende hasta la madrugada siguiente, ms
durante el fin de semana. Esta actividad es posible que corresponda al uso de la computadora
en el hogar, tanto por el horario como por la altura del mximo. 
Otro punto de inters y que ha sido debatido sin disponer de informacin se relaciona con
el uso excesivo de la computadora en competencia con otras actividades. Las encuestas muestran
que el uso de la computadora los fines de semana no es diferente del uso que se hace durante la
semana. No es justificado el temor que la computadora absorbe a los nios y les impide otro tipo
de actividades.
La encuesta interrogaba a alumnos y padres sobre el uso de la computadora en la casa.
Las respuestas van desde media hora a todo el da. Para obtener una cifra combinada de la
actividad en las casas se realiz la respuesta ponderada de los valores que se respondieron.
Los nios responden una cifra algo ms alta de uso que la que observan los padres. En tanto
que los padres sitan el uso de la computadora en un valor casi constante de una hora diaria,
los nios oscilan entre un mnimo de media hora en tercer ao y un mximo de dos horas y
media en segundo o sexto ao. De ninguna manera se puede afirmar que las computadoras en
el hogar son un elemento de distorsin, que provoca adiccin o tantos otros malos augurios que
se han realizado sin tener medidas reales de lo que ocurre.
En una pregunta a los alumnos se peda la frecuencia con la que le gustara usar la computadora en la escuela. Un 50% de los nios de Cardal indican que les gustara usarla todos
los das o casi todos los das. En Mendoza Chico, donde no existe acceso a computadoras en la
escuela, aumenta notoriamente el porcentaje de inters a 75%.
El uso de la computadora en el aula se puede contrastar con las medidas directas sobre
el servidor de Cardal. Se ha realizado una estimacin de lo que podemos llamar la actividad escolar en el aula. Esta curva se ha obtenido por diferencia entre la curva del uso de la red en la
semana escolar y la curva del uso del fin de semana, limitando todo al horario escolar. De una
manera (imprecisa) esta diferencia refleja la actividad en el aula.

. Los nios declaran en la encuesta que 70% de las madres, el 50% de los padres y el 73% de los hermanos usan la
computadora. La visin de los padres es similar: el 67% de las madres, el 50% de los padres y 67% de los hermanos la
usan. La encuesta no preguntaba por el tiempo de uso con esta finalidad y esto queda para una investigacin futura.
. Los padres no siempre ven a sus hijos cuando usan la computadora. En algunos casos lo hacen fuera de sus casas,
por ejemplo. Es posible que la cifra de los nios sea la ms ajustada.

189

La distribucin horaria es significativa. En los aos superiores hay una actividad importante durante todo el horario de aula, con la clara excepcin del recreo de la maana. Por la tarde,
en los aos inferiores, hay una mnima actividad antes de la hora del recreo y la mayora ocurre
en la ltima hora y media de actividad escolar. Tal vez el punto ms significativo es la relacin
de uso que existe entre los primeros aos y los ltimos aos. Los alumnos de 4 a 6 emplean
cuatros veces ms la conexin de la computadora en el aula que los alumnos de 1 a 3. Esta
diferencia era de esperar y puede tener una importancia muy grande en el momento de plantear
la viabilidad de un plan 1:1.
Los blogs son una importante forma de trabajo colaborativo y se han empleado en Cardal.
Se ha creado un blog para cada ao escolar y uno general para la escuela. Los blogs de primero, segundo y tercero no tienen entradas porque hay algunos problemas tcnicos para colocar
informacin. Los blogs de la escuela y de los aos superiores tienen (al 20 de octubre de 2007)
la siguiente cantidad y calidad de contenidos:
blog

entradas

comentarios

temas

General de la escuela

86

60

fotos de alumnos y eventos

Cuarto ao

36

46

informacin del pueblo y material educativo

Quinto ao

50

35

material educativo generado en clase

Sexto ao

21

16

chistes y adivinanzas

Llama la atencin el descenso de entradas y comentarios de los alumnos de 6 ao, ya


que son los ms indicados para elaborar blogs con temticas interesantes, sin embargo baja
notoriamente su uso.
Nuevamente llegamos a la misma conclusin, es la maestra quien determina la actividad
de los nios tanto en cantidad como en calidad. La maestra de cuarto se destaca por el incentivo que realiza a sus alumnos. La maestra de quinto se destaca por la calidad de los materiales
que los nios prepararon.

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La opinin de los padres


La opinin de los padres esto, la comunidad en buena medida fue relevada en dos oportunidades. En 2007 en Cardal y en Mendoza, departamento de Florida, y en mayo de 2008 en Cardal
y Guichn, departamento de Paysand. Tanto en Mendoza como en Guichn cuando se realiza
la encuesta todava no haban recibido las computadoras, su opinin es de expectativa.
En Cardal 2007 al 67% le gusta que los hijos usen computadoras y el 50% piensa que la
usar. En Cardal el 89% piensa que el plan es una idea muy buena y el 94% piensa que es muy
importante para el futuro de sus hijos. En Mendoza solamente el 67% piensa que la usar y otro
tanto dice que es muy importante para el futuro de sus hijos.
En Guichn 2008 solamente el 38% usa computadoras pero al 95% le gustara usar.
Dentro de las razones para usar computadora se encuentra: 31% para ayudar a los hijos; 22%
para pasar ms tiempo con ellos; 21% para buscar informacin y 12% para comunicarse con
la familia distante.
En Cardal 2008, dentro de las razones para usar la computadora se encuentra: 34% para
ayudar a los hijos; 22% para pasar ms tiempo con ellos; 16% para buscar informacin y 12%
para comunicarse con la familia distante.
En resumen, la opinin de los padres es ampliamente favorable al empleo de computadoras en la educacin y su posterior uso en la casa.

La hiptesis PapertNegroponte y los primeros resultados


Seymur Papert y, posteriormente, Nicholas Negroponte lanzaron a circular la audaz idea de que
los nios podan aprender solos y disminuir la brecha digital por la sola disponibilidad de computadoras para su uso. En realidad este es el fundamento terico de la propuesta 1:1.
En contra de esta afirmacin, toda la evidencia recogida en la educacin 1:1 muestra que
el maestro es quien determina la actividad de los nios y es muy escasa la iniciativa espontnea
de los nios y esto solamente parece ocurrir en el sexto ao. Las computadoras, por s, parecen
no generar actividad en los nios. El uso del correo y de los blogs depende estrechamente de la
motivacin del docente. Las horas que el nio usa la computadora en la casa siguen los pedidos del docente por trabajo domiciliario. En la mayora de los casos, la actividad de los alumnos
sigue el perfil de actividades que le impone cada docente.
Entre noviembre y diciembre de 2007 se entregaron unas 7.000 XO en el departamento
de Florida. En este momento se estaba al final del ao curricular. La capacitacin realizada fue
muy poca. La actividad del verano est en las condiciones propuestas por PapertNegroponte:
hay miles de nios que deben aprender por sus propios medios, pero tambin hay escuelas de
verano. Ocurri entonces una circunstancia que permita examinar la tesis con datos reales. 

. Es justo decir, sin embargo, que ninguna agencia o institucin en Uruguay pareci interesada en estudiar este problema.
Los resultados que aqu se presentan son fruto del esfuerzo personal y no de una investigacin planificada y con recursos
econmicos para ser realizada. Se ha desperdiciado una oportunidad nica de realizar este estudio.

191

No obstante esto, se han podido recopilar medidas globales de actividad de Internet del
enlace de 24 escuelas de Florida durante el receso educativo del verano. A todos los efectos
prcticos estas escuelas estaban en las condiciones de PapertNegroponte. Se registraron los
Kilobytes por segundo que se bajan de Internet en las 24 horas del da. He elegido la semana
del lunes 18 al domingo 25 de febrero como representativa del logro de los nios alcanzado en
condiciones de PapertNegroponte.
Debido a la carencia de recursos, solamente se presentan los resultados de tres escuelas de Florida que se consideran casos representativos del universo. Se ha medido el ancho de
banda empleado para acceder a Internet para bajar informacin. En la Figura 3 se presenta una
escuela urbana, con cerca de 700 nios en sus dos turnos, situada en una zona cntrica de la
ciudad de Florida. En la Figura 4 se presenta una escuela, tambin urbana pero de contexto crtico y con cursos de verano, de la ciudad de Florida. En la Figura 5 se presenta la nica escuela
rural que fue medida en el departamento de Florida, sin cursos de verano.
Todas las grficas se presentan en la misma escala a los efectos de comparabilidad. El
resultado lo he normalizado a 100 nios para poder tener cifras comparables entre las diferentes escuelas.

Figura 3. Nios urbanos sin experiencia ni escuela de verano.

La escuela urbana, sin cursos de verano, muestra una actividad realmente muy escasa.
Como no se pudieron realizar encuestas, no se sabe si los nios no tenan inters en usar el servidor de la escuela, porque tenan otra manera de acceder a Internet, o si existe otra razn.

192

Figura 4: Nios urbanos sin experiencia y con escuela de verano.

En la escuela urbana con cursos de verano es claro que hay un inters en usar Internet,
pero se plantea la misma interrogante. Esto se debe a que los nios no tienen otra manera de
acceder o a que tienen un inters diferente que los de mejor nivel socio-cultural.

193

Figura 5: Nios rurales sin experiencia ni escuela de verano.

En la escuela rural se muestra un mximo de inters. Nuevamente la interrogante consiste


en saber si es su incapacidad de conexin previa lo que motiva el inters o si existe otra razn.
En todo caso, la tesis PapertNegroponte no puede ser decidida con esta informacin tan
parcial y sin mediar encuestas que permitan encontrar las razones de esta conducta.

El papel del maestro


Si bien la tesis PapertNegroponte no ha podido ser decidida en forma concluyente, s hay evidencia de la influencia del maestro en el proceso de eliminacin de la brecha digital. Por un lado,
la diferencia entre dos escuelas urbanas, una con cursos de verano y otra sin ellos es enorme, y
muestra que el papel del maestro y de la educacin formal, lejos de ser indiferente, parece decisiva. En esta seccin aportaremos nuevos argumentos para fortalecer la idea de que el maestro
es esencial en el proceso de aprendizaje.
La respuesta de los alumnos para el uso de las tcnicas digitales evidencia que el uso de
la computadora en el hogar depende del estmulo de la maestra como ocurre en forma positiva
en 2 ao y en forma negativa en 3 er ao superpuesto a una tendencia creciente con la edad.
La respuesta de los nios tiene una gran semejanza con lo que responden los maestros
acerca del uso de la computadora para tareas en el hogar. En la Figura 6 se comparan las veces
que el maestro solicita que sus alumnos empleen la computadora para tareas escolares con las
horas que los nios responden que la usan por da, segn el ao escolar. Puede apreciarse que
existe una correlacin muy estrecha. Excepto los alumnos de 6 ao, las horas de uso responden a lo que el maestro solicita como trabajo domiciliario. Una vez ms se comprueba que es el

194

docente quien estimula el uso de la computadora en el hogar, excepto para los nios mayores.
Los crculos indican las solicitudes de la maestra y los tringulos las horas que los nios dedica
en sus casas al uso de la computadora, medidas realizadas en Cardal en 2007.

Figura 6. Comparacin entre lo solicitado por el maestro y el uso de los alumnos.

En el presente estudio la conclusin ms importante es sobre del papel que desempea


el maestro en la inclusin de las TIC en la educacin primaria. Toda la evidencia recogida y, en
particular en la educacin 1:1, muestra que es el maestro quien determina la actividad de los
nios. Prcticamente no se detecta la iniciativa espontnea y esto solamente ocurre en el ltimo
ao de la educacin. Las computadoras, por s, no generan actividad entre los nios. En todos
los casos es el maestro quien orienta y estimula el uso de la computadora. Esto es muy notorio
en los siguientes casos.
Lo que hemos sealado como actividad de segundo y tercer ao de Cardal es simplemente
una manifestacin del carcter decisivo que posee la orientacin del maestro. As sucede que
nios menores tengan ms actividad y ms participacin que nios mayores. La Figura 6 es por
dems ilustrativa. Las horas que el nio usa la computadora en la casa siguen fielmente los pedidos del docente por trabajo domiciliario en la mquina. En la mayora de los casos, la actividad
de los alumnos responde a un esquema que sigue el perfil que le impone el docente.

195

La constatacin de que la actividad la orienta el maestro sugiere que la hiptesis de PapertNegroponte acerca del cambio educativo del proyecto 1:1 no ocurre en la realidad. Los
nios poseen muchas iniciativas, sin duda, pero estas iniciativas siempre responden a estmulos
que ha dado el maestro en la clase. A tal punto esto es as que un viejo prejuicio sobre el uso
de las computadoras por parte de los nios no ocurre: los nios no se pasan conectados a la
computadora. Ni el uso de la computadora en el hogar, ni el uso los fines de semana, respaldan
estos temores.
La otra cara de esta caracterstica es la libertad de ctedra como principio fundamental.
Por tal se debe entender la libertad que posee el educador en todos los niveles de la educacin, desde la educacin inicial hasta la educacin terciaria de elegir los medios educativos que
considere ms convenientes o que prefiera por inclinaciones personales. As como el docente
puede elegir los textos y los materiales para trabajar, tambin puede definir el uso que dar a la
computadora, un nuevo til escolar. Lo que hemos sealado no es otra cosa que esta libertad
de ctedra que hace que un maestro estimule mucho y otro poco a sus alumnos en el empleo
de la computadora para las tareas curriculares.

Algunos impactos en la familia


Un plan 1:1 cambia las relaciones familiares de una manera importante. Con las experiencias
realizadas en Uruguay no se pueden observar todos sus efectos, pero algunos ya son claros.
En Cardal, algunos padres comentaron que los nios se renen en grupos para hacer sus
tareas, cada uno con su computadora. Esto podra hablar de una nueva modalidad de relacionamiento entre los nios a travs de la informtica. Conviene investigar si el gusto por el uso de la
informtica favorece la realizacin de tareas y el aprendizaje. Tambin si las reuniones grupales
para este fin son favorecidas por el gusto por la informtica.
En el plan Ceibal ya hemos podido observar que los padres piensan que la computadora
del nio es un elemento importante para el acercamiento entre las generaciones. Los datos recogidos lo ponen como el segundo punto en importancia.
El plan Ceibal fomenta el acercamiento entre los maestros y los padres. Es claramente
observable el inters de los padres por informarse acerca de las nuevas prcticas educativas y
de lo que sucede de nuevo en el aula.
Hay un cambio de rol del nio dentro del hogar. El nio de alumno en todos los aspectos de la vida cotidiana, se transforma en maestro de sus padres en el uso de la computadora.
Este es un aspecto digno de ser destacado como producto lateral del plan.

196

Indicadores y sustentabilidad futura


Un plan como Ceibal posee dudas acerca de su sustentabilidad futura. Es razonable que quien
maneja los recursos pblicos se pregunte cunto cuesta y qu obtenemos con un plan 1:1?
La respuesta no puede ser meramente cualitativa, se necesitan indicadores cuantitativos que
muestren que la brecha digital medida de alguna manera disminuye y que el dinero est razonablemente bien empleado en el plan.
Comencemos por realizar un estudio comparativo de un plan 1:1 en Uruguay con respecto
a otros pases. El costo por persona de este proyecto se relaciona con el PBI per cpita y con la
proporcin de escolares que posee el pas. Se puede elaborar un ndice de costo del proyecto
1:1 mediante la siguiente definicin: producto bruto interno por escolar existente. Este nmero
mide la holgura que posee la economa para gastar dinero en los escolares. La comparacin de
algunos pases latinoamericanos que poseen iniciativas 1:1 nos muestra el siguiente cuadro: 
pas
Uruguay
Argentina
Costa Rica
Brasil

poblacin
M
3,5
40
4,1
190

escolares
M
0,34
9
1,2
50

PBI/hab
U$S
10.900
15.200
12.500
8.800

ndice de costo
112.206
67.556
42.708
33.440

Como se advierte de inmediato, Uruguay es el pas que est en mejores condiciones para
implementar un plan 1:1 debido a la relativa vejez de su poblacin. Le cuesta casi la mitad que a
Argentina y menos de la tercera parte que a Brasil, todo esto sin considerar para nada el estado
del sistema educativo, la brecha informtica ni dems elementos nacionales.
El primer punto significativo es la construccin de indicadores que midan la brecha digital individual. Estos indicadores deben medir las habilidades de la persona para emplear los
recursos que suministra la sociedad de la informacin. De esta manera ser posible realizar un
anlisis costo-beneficio.
El proyecto Ceibal se extiende hasta 2009. Sin embargo la experiencia educativa no puede finalizar en este momento. Cabe plantearse desde ya la sustentabilidad del plan y las futuras
alternativas de que se dispone. En la medida que este planteo sea temprano, se podrn medir
variables e instrumentar su continuidad. Est claro que, finalmente, tambin se trata de realizar
un anlisis costo-beneficio.

. Las cifras corresponden a 2006 segn los datos presentador por el sitio Web de la CIA World Factbook. No coinciden
con las cifras oficiales de Uruguay pero poseen la ventaja de la comparabilidad entre pases diferentes.
. Hay otros niveles de brecha digital: un nivel nacional, un nivel regional, un nivel de entorno y un nivel institucional. En
todos estos casos se trata de un problema de infraestructura y equipamiento.

197

Otro punto significativo ocurre con la relacin de uso que existe entre los primeros aos
y los ltimos aos. La relacin medida en Cardal es 4,1 a 1: los alumnos de 4 a 6 emplean
cuatros veces ms la conexin de la computadora en el aula que los alumnos de 1 a 3. Esta
diferencia era de esperar y puede tener una importancia muy grande en el momento de plantear
la viabilidad de un plan 1:1.
Un punto a definir es la conveniencia de introducir el 1:1 en los tres aos inferiores de
la educacin primaria. Las observaciones en Cardal muestran que la maestra de segundo ao
motiva en forma excepcional a sus alumnos. Si no fuera as, la mayora de los indicadores no
mostraran actividad hasta cuarto ao.
Sin duda la experiencia realizada en Cardal es limitada, pero la generalizacin del proyecto Ceibal permitir decidir esta importante cuestin que duplica los costos del proyecto y,
por lo tanto, debe tener una justificacin indudable. Esta afirmacin no quiere decir que el uso
de computadoras en los primeros aos escolares sea intil, que no ayude a aprender a leer y
escribir, que no sea ventajoso para los nios con dificultades especiales o los que poseen dificultad de aprendizaje.

Objeciones al plan
En Uruguay se han realizado diversas objeciones a la realizacin del plan CEIBAL. En particular,
han sido algunos grupos y organizaciones de maestros quienes las han planteado. Entre ellas
podemos destacar:
Faltan recursos para la educacin tradicional y los locales escolares y se gasta dinero
en computadoras.
No existe un plan pedaggico: el que se ha publicado es insuficiente y no ha sido difundido lo suficiente.
Se viola la autonoma de la educacin, el plan es de la Presidencia de la Repblica y se
ejecuta fuera de las instituciones de enseanza.
No corresponde aqu responder a estas objeciones. Todas ellas tienen una cuota de verdad. Sin embargo en las encuestas realizadas que ya se han presentado no surge ningn tipo
de rechazo al plan Ceibal: todas las opiniones relevadas son muy positivas, tanto en los padres
como en los maestros involucrados. El plan Ceibal es visto por ambos como una herramienta
muy importante para el futuro de los nios.

198

Estudios en curso
En el presente hay diversos equipos que realizan estudios sobre la marcha y los resultados del
plan Ceibal. Sin que esta enumeracin sea completa se pueden mencionar:
La Universidad de la Repblica, en diversos servicios.
Comisin de Educacin del plan Ceibal.
El LATU en las reas de tecnologa y efectos sociales.
El CODICEN en aprovechamiento curricular.
Un proyecto IDRC financia un estudio sobre el impacto social de los proyectos 1:1 en
Amrica Latina.

199

MSC. Ana Laura Rivoir


Naci en agosto de 1968 en Montevideo, es casada y tiene tres hijos.
Es Licenciada en Sociologa, graduada en la Facultad Ciencias Sociales (Universidad de la Repblica) con
Maestra en Desarrollo Regional y Local en la Universidad Catlica del Uruguay. Candidata a Doctora y Mster
por el Programa de Doctorado sobre Sociedad de la Informacin y el Conocimiento la Universidad Oberta de
Catalunya. Investigadora y profesora del Departamento de Sociologa de la Facultad de Ciencias Sociales de
la Universidad de la Repblica del Uruguay. Co-coordinadora del ObervaTIC de la misma Facultad. Integra
el Grupo de Trabajo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales sobre Ciencia, Tecnologa y Sociedad
y otras redes y grupos acadmicos. Ha participado en varios proyectos de investigacin en la Universidad de
la Repblica y otras instituciones nacionales y extranjeras. Ha recibido becas y premios del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO, 1999) y del Programa Gestin de las Transformaciones Sociales
(Most) de Unesco (2002), as como del Fondo Nacional de Investigadores de Uruguay (2005). Ha participado
en mltiples Congresos Nacionales e Internacionales.
Publicaciones recientes:
Uruguay Country Report: the case of Ceibal. En: Global Information Society Watch. Association for Progressive Communications/ObservaTIC, 2008. Estrategias para el desarrollo de Uruguay en la Sociedad de
la Informacin y el Conocimiento. En: El Uruguay desde la Sociologa V. E. Mazzei (comp.). Ed. Departamento de Sociologa, FCS, UdelaR, 2007. Utilizacin de las TIC para un cambio organizacional en las redes
sociales. Una experiencia en Amrica Latina y el Caribe. En: Ciberoamrica en red. Escotomas y fosfenos
2.0, Miriam Crdenas y Martn Mora (coordinadores), 2007. Co-autora con D. Veiga en captulo social del
Libro Blanco del rea Metropolitana Agenda Metropolitana, DINOT - Ministerio de Ordenamiento Territorial
y Medio Ambiente, 2007.

200

Las Tecnologas de la Informacin y


la Comunicacin para el desarrollo
en Amrica Latina
Elementos conceptuales para un enfoque complejo
Ana Laura Rivoir

La reflexin sobre la Sociedad de la Informacin y el Conocimiento (SIC) en Amrica Latina y


especficamente, la relacin entre las Tecnologas de la Informacin y la Comunicacin (TIC) y el
desarrollo, se enmarca en un debate ms amplio acerca de los cambios experimentados por las
sociedades contemporneas en el siglo pasado. Los procesos desencadenados, los proyectos de
desarrollo en juego, las estrategias y la relacin de poder entre los distintos actores, derivan en
que se consolida un paradigma que presenta e impulsa a la SIC como una nueva modernizacin.
Consolida supuestos que sustentan teoras y fundamentan visiones acerca de las TIC y su rol en
el desarrollo de las personas y las sociedades, pues como seala Mattelart: Las creencias de
las que la nocin de SI es portadora desencadenan fuerzas simblicas que impulsan a actuar, a
la vez que permiten actuar en un determinado sentido y no en otro (Mattelart, 2002, p. 12)
Es evidente que las tecnologas de la informacin y la comunicacin abren oportunidades
para el desarrollo a travs de su utilizacin. Tambin lo es que su acceso no es igualitario y que
se han generado nuevas desigualdades a partir de su existencia. Que sean beneficiosas para el
desarrollo no es espontneo, directo, ni inmediato, sino que se requiere de acciones expresas
orientadas a ese fin.
Amrica Latina est transitando un momento histrico de cambios polticos y transformaciones sociales. Las polticas estn siendo revisadas y esto constituye un contexto adecuado
para la actualizacin de viejas prcticas y para la innovacin. La evidencia de que las polticas
para la SIC hasta ahora implementadas han tenido limitada incidencia en los procesos de desarrollo es uno de los aspectos centrales a considerar. Se sostiene en este artculo que uno de los
motivos de este fracaso es que las polticas y acciones implementadas se han inspirado en el
paradigma dominante de la sociedad de la informacin, que se orienta por valores y prioridades
que no coinciden con las del desarrollo de estas sociedades.
En este artculo se desarrollarn los elementos que componen esta problemtica, focalizndose el debate sobre las estrategias, as como en algunas sugerencias y conclusiones que
se derivan de la incipiente investigacin en la temtica en Amrica Latina.

. No se presentar aqu la discusin acerca de la denominacin y se adoptar esta, en el entendido de que se trata de
un proceso de cambio social en el cual se consolidan economas basadas en conocimiento y en un nuevo paradigma
socio-tcnico basado en las Tecnologas de la Informacin y la Comunicacin. No hace referencia a un modelo nico
sino que se trata de distintas sociedades en las que se hace presente el fenmeno, en forma diferente y desigual. Los
cambios abarcan no solo la economa sino tambin la sociedad y el Estado, y la relacin entre s.

201

Desarrollo en la Sociedad de la Informacin y el Conocimiento


En el contexto de la SIC se generan nuevas posibilidades de desarrollo y tambin nuevas desigualdades. Los distintos indicadores dan cuenta de que Amrica Latina est en situacin de
desventaja en la SIC por la dinmica y estructura del sistema mundial y por los modelos de desarrollo y polticas implementados. De hecho varios autores fundamentan que en los pases subdesarrollados las TIC tienden a aumentar la desigualdad pues su impacto sobre la economa es
diferente al de los pases desarrollados. Los primeros en innovar obtienen los mejores beneficios,
es ms barata y fcil la infraestructura en reas urbanas, los empleos TIC requieren de mano de
obra especializada con la que no se cuenta en los pases subdesarrollados, como de estructuras
de seguridad social que le permitan amortiguar los cambios (Proenza, 2002).
Los pases latinoamericanos tienen muchos problemas en dimensiones trascendentes
para el desarrollo en la SIC: dificultades en trminos de educacin, de procesos de construccin
de institucionalidad y construccin democrtica, dependencia econmica, sistema productivo
dbil, etc. Sin embargo, la importancia de las TIC para el desarrollo es tan importante como en
otro momento lo fue la energa elctrica (Castells, 2005; PNUD, 2005; Caldern, 2003). Segn
Castells la globalizacin sin industrializacin condujo a Amrica Latina a la dependencia. En la
medida que haya globalizacin sin desarrollo informacional o informacionalismo, habr ms exclusin y falta de sustentabilidad econmica y ambiental. Sostiene que: Cuanto ms se agota
la base de acumulacin global de un pas determinado, ms se concentran los recursos de este
pases en el pequeo sector globalizado, en la lite poltica y sus crculos de apoyo, con lo cual
se achica su base social y se incrementan las oportunidades de corrupcin poltica (Caldern,
2005, p. 343).
Han surgido un sinnmero de teoras profticas y apologticas que exacerban los beneficios de las TIC y que presentan a la SIC como homognea, en la cual mediante la extensin
de las TIC se disfrutar del bienestar y el desarrollo social. Este discurso es el que se conforma
como dominante y justifica un proyecto de desarrollo que expresa una ola modernizadora. Una
concepcin con fuertes tendencias homogeneizantes, progresivas y lineales de los procesos,
e idnticas para todas las sociedades independientemente de sus caractersticas especficas
ubicacin, estructura socio-econmica, geogrfica, cultura, actores, etc. Se identifica con el
proyecto de desarrollo de los pases ricos que legitima la competitividad y la hegemona mundial
de estos en los sectores de punta del desarrollo tecnolgico (Dubois y Corts, 2005).
Este enfoque tecnolgico dominante sostiene que el acceso universal e ilimitado de la
informacin permitir la construccin de sociedades ms justas e igualitarias. Desde esta perspectiva la tecnologa puede ser aplicada en cualquier contexto social o histrico y la innovacin
tecnolgica es el motor de cambio social que forma parte de un modelo de progreso y desarrollo
universales. Las TIC aparecen en el centro de este modelo tecnocrtico, como un modelo de desarrollo universal hegemnico. Algunos de los principios de este paradigma son: las telecomunicaciones benefician a la sociedad y a la economa; las tic mejoran la relacin costo-beneficio en
el conjunto de la produccin social; el desarrollo de las TIC y la universalizacin del conocimiento

202

mejoran la distribucin y el acceso a la informacin y por lo tanto a los beneficios econmicos;


su aplicacin facilita el cambio social y mejores condiciones de vida (Corts y Dubois, 2005).
Si bien este discurso hegemnico tiende a presentar la SIC como modelo nico de desarrollo, existen distintas sociedades de la informacin y el conocimiento (Muriel, 2005). En
el mbito acadmico est siendo fuertemente discutida y criticada una visin simplificadora,
economicista y reduccionista, debido fundamentalmente a que no se constatan mejoras en la
calidad de vida de la poblacin ni contribuciones evidentes al desarrollo.
Tampoco cabe identificar las TIC con las causas y desigualdades existentes que tienen
caractersticas estructurales. Como sostiene Manuel Castells, si bien las TIC han sido tiles a la
reestructuracin del sistema capitalista y por tanto, su desarrollo est orientado por la lgica y los
intereses del capitalismo avanzado, no deben reducirse a la simple expresin de dichos intereses
(Castells, 2000, p. 43). De hecho, si el desarrollo consiste fundamentalmente en la ampliacin
progresiva de las capacidades humanas, el conocimiento es una de las principales y las TIC un
medio privilegiado para la produccin y difusin del mismo. En tal sentido, en la actualidad, las
TIC ataen a aspectos esenciales de la vida humana y por lo tanto su uso puede considerarse
un derecho (Accuosto, 2004; Dubois, 2005). Este es uno de los pilares centrales de una mirada
distinta sobre las TIC para el desarrollo que fundamenta nuevas polticas y estrategias que sern
presentadas ms adelante y que conforman el embrin de un nuevo paradigma.

Desigualdades, inclusin digital y apropiacin de las TIC


Uno de los temas centrales del desarrollo que se ha agudizado en las ltimas dcadas debido a
la aceleracin de la innovacin y el desarrollo tecnolgico, es la desigual apropiacin y beneficio
de estos avances por parte de las sociedades y personas. Si bien las TIC han facilitado la difusin de los conocimientos, no ha sido suficiente en trminos de la posibilidad de su utilizacin
para fines de desarrollo. Capacidades desiguales de partida que impiden su aprovechamiento,
intereses econmicos y de propiedad, desigualdades sociales y de poder preexistentes, etc. son
algunos de los factores estructurales que tambin definen esta situacin en forma tan negativa
para el desarrollo (PNUD, 2001).
Robinson sostiene que las dificultades tienen que ver con algunos elementos de carcter
poltico como la privatizacin del sector de las telecomunicaciones y las dificultades que esto
implica para las decisiones y las estrategias de los pases. Por otra parte, los marcos regulatorios refieren a relaciones de poder que no benefician a los ms excluidos ni a los procesos de
desarrollo y por tanto la mejora de la inclusin digital se estanca. Asimismo, plantea que las lites se incluyen a s mismas, reconociendo el valor e importancia de Internet pero no el acceso
de todos (Robinson, 2005).
Esto evidencia que los intereses y acciones de los distintos sectores de la sociedad son
determinantes para la orientacin de las polticas y la expansin de los beneficios de las TIC hacia todos los sectores de la sociedad y para su uso con fines de desarrollo individual y colectivo.
En esta misma lnea, estudios precursores en el uso de Internet en Amrica Latina revelan que
la extensin del uso de esta nueva tecnologa beneficia a grupos especficos, lites nacionales

203

y regionales, y que por tanto la primera problemtica que plantea es la equidad. Es necesario
que Internet sea explotada como instrumento para generar intercambio de conocimientos en
beneficio de la mayora de la poblacin (Bonilla y Cliche, 2001).
Esta distribucin y uso desigual de las TIC ha motivado el desarrollo de estudios y se ha
acuado el concepto de brecha digital. La acepcin clsica del trmino se remite a indicadores
de acceso y conectividad, para marcar la distancia entre los que poseen TIC y los que no lo hacen y los que acceden o no a Internet. Este se aplica entre pases o al interior de las sociedades
nacionales o por ciudades. Por lo general, los indicadores han sido cuantitativos y refieren a
posesin o consumo de TIC. Se ha demostrado que este tipo de medicin y perspectiva no alcanza para completar una visin para el desarrollo. Se plantea as la necesidad de unir el acceso con la apropiacin de conocimiento y uso de las TIC e Internet en particular. Se comienza a
concebir, en esta acepcin, como un concepto inseparable de la idea de desarrollo, resultando
ms adecuado no solo disminuir las brechas de conectividad, sino aumentar las oportunidades
de aprovechamiento y uso por parte de los individuos y las comunidades (Cuadra, 2003).
A partir de un estudio realizado en Per, Barrantes seala que existen tres tipos de causas para lo que denomina pobreza digital, que equivaldra a carencia de bienes y servicios
basados en TIC. En primer lugar la falta de acceso o conectividad, que sera la brecha digital
clsica. Un segundo elemento, la falta de demanda de TIC debido a problemas de ingresos y
por ltimo la falta de necesidad o capacidad de las mismas, que estara relacionado a la edad o
literalidad inadecuada. Por tanto, cada una de estas requerir de polticas y acciones especficas
(Barrantes, 2005). Se trata en definitiva de elementos especficos de las TIC, que si bien estn
relacionados a otras desigualdades socioeconmicas no son idnticos.
De hecho, si bien en algunos lugares se ha reducido mucho la barrera de acceso, la brecha
o inclusin digital est an lejos de resolverse. Para avanzar en ese sentido es necesario que los
contenidos se adapten a las necesidades reales de las personas. Desde esta perspectiva la
evolucin de la brecha digital pasara por tres momentos relacionados a la difusin y adopcin
de tecnologas. En un primer momento la brecha de acceso sera la fundamental. En un segundo momento esta se superara y se pasara a la brecha de uso. Finalmente, tambin esta sera
superada y la brecha primordial sera la relacionada a la calidad del uso (Fernndez, 2004).
Estos tres momentos sealan un aspecto fundamental que tiene que ver con la adopcin de las
tecnologas y que muchas veces es olvidado. En todo caso, este proceso no asume la misma velocidad para distintos grupos sociales a la vez que sus tiempos estn estrechamente vinculados
a las medidas que se tomen para superar las distintas brechas.
En estos avances respecto de la complejizacin del concepto de brecha digital, otra investigacin seala que esta est compuesta por tres dimensiones: la brecha del acceso material, las
diferencias de uso por razones subjetivas y las limitaciones derivadas de las jerarquas sociales
en que se reconocen los usuarios.
Este Informe de Desarrollo Humano de Chile 2006 pone especial nfasis en los aspectos
subjetivos y psicolgicos, desde un abordaje cualitativo. Describe esta dimensin de la brecha
como la desigual capacidad individual para usar provechosamente las TIC que se deriva de las
orientaciones y percepciones personales y culturales. Obviamente, estas no son voluntariamen-

204

te elegidas por los individuos, sino que forman parte de su experiencia biogrfica y el medio
cultural en el que estn insertos. Se sostiene que: Poder entender lo que sucede en el entorno
local y el mundo, percibir que se es capaz de realizar los proyectos que cada uno se propone,
as como advertir que la trayectoria de vida depende de las decisiones personales, son factores
clave a la hora de un uso efectivo de las TIC. De hecho, mientras menores son las capacidades
subjetivas las TIC son vistas con mayor recelo y desconfianza (PNUD, 2006 p. 201). Estos
hallazgos evidencian la profundidad de las transformaciones necesarias para realmente lograr
un uso provechoso para las personas y para el desarrollo. Fundamentalmente, se trata de una
tarea inicial de sensibilizacin en torno a estas tecnologas y que las personas logren percibirlas
a su alcance independientemente de su condicin edad, historia, nivel cultural, social o econmico, lugar de residencia, etc.
Reconceptualizada esta brecha digital, entonces, no se refiere solo a los aspectos de
acceso e infraestructura tecnolgica sino que remite a una cantidad ms amplia de dimensiones.
Est estrechamente relacionada con la redistribucin de los beneficios del desarrollo de las TIC y
con aumentar las capacidades de las personas para apropiarse de los mismos. Como resultado
de esta revisin, esta desigualdad caracterstica y especfica de la SIC, est atravesada por un
debate acerca de su denominacin, su delimitacin, sus contenidos y formas de medirla que da
cuenta de los paradigmas sobre la SIC.
En un sentido ms complejo, e intentando incluir otras dimensiones, se considera la importancia de las bases sociales de estas desigualdades y por tanto la necesidad de enmarcar
las acciones y polticas con perspectivas multidimensionales y atendiendo a las desigualdades
sociales preexistentes sobre todo socio-econmicas (Mstica, 2003). Se pasa a denominar
como polticas de inclusin digital, que implican dar prioridad a la apropiacin de las TIC, a
atender las necesidades de las comunidades y a hacer hincapi en la generacin de contenidos,
conocimientos y capacidades de las personas para su uso (Gmez, Delgadillo y Stoll, 2003;
Mstica, 2003). Se comienza a avanzar en hiptesis en cuanto a las caractersticas que debe
tener este uso para que contribuya al desarrollo individual y colectivo. En el mismo sentido, un
estudio reciente sobre la SI en Catalunya considera el uso de Internet como un indicador de
cambio cultural, mental y organizativo en la sociedad ms que como un elemento de difusin
tecnolgica. Concluye que no es tan trascendente cunta gente utiliza Internet, sino por qu y
para qu la utilizan (Castells, et l., 2007). Esto pondra en cuestin la perspectiva de las etapas,
pues es conceptual tambin desde un inicio pensar la apropiacin y los usos en perspectiva del
desarrollo. En base a investigaciones sobre Internet y uso de TIC se comienza a especificarlos
y a avanzar en su utilizacin ms all del acceso. El uso con sentido es definido como el uso
efectivo de recursos de Internet y su combinacin con otras herramientas de comunicacin.

. En una revisin de las distintas acepciones de este trmino algunas resultan especialmente tiles y aplicables a las
TIC. De Certeau (1980) lo defini el uso como un acto de creacin, invencin y produccin que se ejecuta por medio de
tcticas y estrategias precisas. Por su parte, Serge Proulx y Paul Breton (2002) afirman que la apropiacin consiste en
el modo de personalizar y hacer propia una tecnologa por medio de su uso. Son las formas por medio de las cuales,
el usuario hace suya la tecnologa y la incorporan creativamente al conjunto de actividades cotidianas. Proulx sostiene
que la apropiacin tiene tres condiciones: el manejo tcnico y cognitivo del artefacto por parte el usuario; su integracin
a la vida cotidiana; la creacin de nuevas prcticas a partir de su incorporacin. (Siles, 2005)

205

Implica conocer las herramientas, saber cundo y cules usar, en funcin de determinados
objetivos individuales o colectivos. Cuando se tienen estrategias de uso, se sabe para qu se
quiere utilizar la tecnologa y se genera el uso con sentido. Este se encuentra condicionado por
la capacidad y posibilidad de producir contenidos propios y de acceder a informacin y conocimiento til y en el propio idioma (Camacho, 2001).
El proceso de apropiacin social se consolida cuando se logra la transformacin social por
medio de las TIC, cuando su uso produce cambios en el mundo real. Una persona, grupo o pas
se habr apropiado de Internet, cuando puede preguntarse qu problema desea resolver; luego
tenga los recursos y conocimientos necesarios para responder cmo puede Internet ayudarlo
con ello, y posteriormente hacer un uso efectivo de la tecnologa y lograr la solucin del problema planteado (Martnez, 2001). La apropiacin social de las TIC tambin es definida por otros
autores como democratizacin del conocimiento en contraste con la apropiacin privada y
por tanto, la participacin social en la construccin de la tecnologa es para otros autores lo que
la define. La capacidad de dominar la transformacin tecnolgica es el centro de este proceso
(Garca Urea, 2007; Araya, 2003).
En todo caso, una de las principales preguntas sigue siendo cmo ubicar a las TIC en el desarrollo. Para ello pensar en las mismas como procesos a desarrollar ms que como herramientas
a aplicar, puede ser til (Corts y Dubois, 2005). Esta conceptualizacin ayuda a evitar el determinismo tecnolgico y la mitificacin de las TIC, adems de otorgarles una dimensin dinmica
que resalta la capacidad de produccin de las personas y su rol activo sobre las mismas.
Creo que la perspectiva ms pertinente es visualizar la relacin entre TIC y desarrollo
como recursiva, en la medida que por un lado refleja la brecha digital como una consecuencia
de otras brechas de desarrollo pero que a la vez contribuye con ellas (Gasc; Ezquiza; Acevedo;
2007). Se establece esta retroalimentacin negativa entre estas distintas dimensiones del desarrollo. Corresponde preguntarse cules son las claves para la reversin de este crculo vicioso
en un crculo virtuoso.
Esta mirada es muy distinta de cualquier determinismo tecnolgico pero tambin es diferente a un determinismo cultural de la tecnologa. Las TIC por su propia existencia o introduccin
no solucionan problemas sociales, econmicos o culturales estructurales, tampoco la solucin
de estos problemas garantiza un uso con sentido de las TIC para el desarrollo. Igual de cierto
es que muchos de los problemas de las sociedades y los seres humanos han encontrado solucin gracias a la tecnologa, aun cuando ella no fuera creada con esa finalidad. En tal sentido
es que las TIC son parte de la sociedad y lo social y por tanto depende de lo que las personas y
sus organizaciones hagan con ellas, si causarn nuevos problemas, desigualdades y amenazas
o servirn como oportunidades aprovechadas para el desarrollo.

206

Polticas nacionales de TIC y desarrollo


De acuerdo a lo presentado hasta aqu, son necesarias intervenciones y acciones explcitas y
con un firme propsito de desarrollo. Las polticas se evidencian como un factor central en trminos de la orientacin y aprovechamiento de los beneficios de los adelantos tecnolgicos para
el desarrollo. Se considera que las TIC en s mismas no marcan la orientacin del desarrollo,
sino que ms bien su uso debe estar orientado para el desarrollo y las prioridades especficas
del mismo en los distintos contextos. En el marco de la elaboracin de polticas para la SIC en
las que las TIC contribuyan al desarrollo, es que se constata la confrontacin entre paradigmas
o miradas distintas sobre la SIC, muchas veces implcitas en las disyuntivas de los decisores.
Es fundamental retomar algunas consideraciones acerca de las principales caractersticas de
estas polticas y de las crticas que hasta ahora se han implementado. A partir de esta revisin
se podrn considerar nuevas dimensiones o preguntas a tener en cuenta para la definicin e
implementacin de un nuevo tipo de polticas TIC orientadas al desarrollo.
Por polticas TIC se entiende aqu, aquellas polticas orientadas a promover la utilizacin
de las TIC por parte de los distintos actores, instituciones y organizaciones pblicas y privadas
as como de la poblacin en general. Se centrar el anlisis en su pertinencia e inters para los
procesos de desarrollo con particular nfasis en las dimensiones sociales del mismo.
Influidos por la visin dominante, muchos debates sobre la orientacin y nfasis de las
polticas han puesto ms nfasis en la dinmica de los mercados, los procedimientos de la gobernanza y regulacin de las TIC y los servicios. En este marco se da por supuesto que el beneficio
para los ciudadanos es directo y se trata solo de brindarles acceso. Sin embargo, como sostiene
Mansell, no hay evidencia de que una vez conectados los ciudadanos se empoderen como para
llevar adelante la vida con un sentido deseado. Es importante construir una aproximacin a las
polticas para estos medios de comunicacin, que implique la creacin de capacidades pues
constituyen derechos de los ciudadanos (Mansell, 2002).
Las estrategias de desarrollo pueden articularse de distinta forma con la SIC y esto depende de las condiciones de cada pas y de las caractersticas y la intervencin de sus actores
e instituciones (Castells y Himanen, 2003). Las TIC permiten desarrollar nuevas capacidades
para alcanzar metas y objetivos con sentido para la vida de las personas, pero estos resultados
no son espontneos o inherentes a ellas. Es necesario instrumentar acciones y polticas que
promuevan la utilizacin de las tecnologas para la ampliacin de los derechos y oportunidades para el ejercicio de la libertad y la expansin de las capacidades de las personas (Gasc,
2007). Son necesarias polticas especficas dirigidas a facilitar y estimular el aprovechamiento
de las TIC y es necesario que estn articuladas con las estrategias para el desarrollo de cada
pas. Esto implica una evaluacin sistemtica de las oportunidades de la SIC en el contexto de
las prioridades de desarrollo de cada pas (Gurumurthy y Jeet Singh, 2005). En una revisin de
las polticas nacionales de TIC en los pases en desarrollo, Currie  (s/f) encuentra distintos tipos

. Currie, Willie. National Approaches to ICT http://wsispaprs.choike.org/national_approaches-ict.pdf consultado el 22


de octubre de 2007.

207

de iniciativas en base a las cuales realiza una tipologa. Sostiene que las primeras experiencias
son de los ochenta, pero es recin en los noventa que hay una explosin y consolidacin de las
mismas. Muchas de estas no estn claramente diferenciadas por sector de TIC y de las polticas
de telecomunicaciones y en la mayor cantidad de casos no hay una conexin explcita con las
metas nacionales de desarrollo. Todas varan en trminos de sus objetivos, diseos e implementacin, sin embargo encuentra dos diferenciaciones claras:
1) las que conciben a las TIC como un sector productivo y se orientan a fortalecer la industria y pueden estar dirigidas al mercado de exportaciones o al desarrollo de capacidades nacionales, y
2) las que consideran las TIC como habilitadoras de desarrollo socioeconmico que a su
vez pueden estar orientadas hacia el posicionamiento global o hacia objetivos de desarrollo. Estos tipos de polticas y estrategias no son excluyentes, pero tampoco necesariamente complementarios. Concluye que los estudios de caso realizados mostraron
que es fundamental que las estrategias nacionales estn explcitamente enfocadas al
desarrollo.
Finalmente, resalta la importancia de un marco para el despliegue de las TIC para el desarrollo que priorice las intervenciones en TIC, identifique sinergias, maximice los impactos en
el desarrollo y coordine las acciones de todos los actores participantes (Currie, s/f).
De acuerdo a lo que muestran investigaciones recientes, los indicadores de consumo de
TIC no dan cuenta de cunto estas sirven para el desarrollo de las personas y las sociedades.
Esto se plantea en el Informe de Desarrollo Humano de Chile cuando se indica que a pesar de
la alta penetracin de las TIC y un acceso masivo a ellas, el aprovechamiento para la ampliacin
de las capacidades de las personas y los grupos an es limitado. Sostiene que es fundamental
avanzar hacia una poltica centrada en las formas, condiciones y sentidos en que se usan las
tecnologas y en las capacidades para usarlas provechosamente (PNUD, 2006, p. 11). El acceso
universal y la apropiacin social del uso efectivo de las TIC surgen como tan esenciales como la
educacin y salud pblica y por tanto requieren de polticas especficas. Pues de hecho la mayora de la gente no puede acceder a esto va el mercado, aun con programas de abaratamiento
y de costos (Afonso, 2006).

Nuevas visiones y perspectivas para las polticas


En los mbitos de polticas TIC en Amrica Latina se constatan distintas visiones y valores que
fundamentan la orientacin que deben tener las polticas para la SIC y sobre TIC en particular.
Tanto a nivel de los gobiernos como de los distintos actores, estn los que apuestan primordialmente al mercado como realizador del ingreso de estas sociedades a la SIC mientras otros apelan
a las tecnologas como motores del proceso. Existe una mirada social compleja que contempla
tambin procesos de poder, econmicos y culturales y no considera las polticas una cuestin
solo de TIC. Estas orientaciones tienen fuerte impacto en los fundamentos de las acciones y de

208

las polticas, pues definen el modo de incorporacin de las TIC y su articulacin con los procesos de desarrollo. Dependiendo del enfoque que predomina en las polticas y sus actores, se
priorizarn diferentes tipos de acciones y estrategias (Rivoir, 2005).
En un enfoque tecnologicista se da prioridad a la infraestructura, la conectividad y esto
es primordialmente medido a travs de indicadores cuantitativos. En el caso del enfoque de
mercado, las acciones tendern a ser delegadas a la dinmica del mismo y quedar en manos
de los actores privados por ejemplo las compaas de telecomunicaciones la decisin de
brindar acceso a las TIC. En un enfoque complejo se considerarn factores tales como el nivel
educativo, la participacin de los distintos actores involucrados y la ciudadana en general, y
se centrar en las transformaciones sociales y mejora de la calidad de vida, que la utilizacin
de las TIC pueda generar o potenciar desarrollo. Hasta ahora parecen haber predominado las
polticas de conectividad e infraestructura y la preponderancia de indicadores cuantitativos. Se
hacen por tanto necesarias las polticas en la SIC para el desarrollo que sean opuestas a la lgica excluyente del mercado y que estn enmarcadas en una estrategia de desarrollo y a partir
de actores concretos (Rivoir, 2005).
De acuerdo al anlisis de distintos autores e investigaciones, bajo la influencia de un enfoque tecnologicista, las polticas para la SIC en Amrica Latina se han dedicado a mejorar la
infraestructura y el acceso a las TIC, lo que ha resultado insuficiente para contribuir a los procesos de desarrollo pues sus logros se reducen a crear mercados y consumidores (Afonso, 2006;
Finquelievich, 2003).
En este marco de crtica, han surgido nuevos aportes a partir de investigaciones que dan
cuenta de la complejidad de la temtica y agregan nuevas dimensiones a ser consideradas por
las polticas. El Informe de Desarrollo Humano de Chile 2006, por ejemplo, concluye que cuando
las TIC constituyen un fin en s mismo para las polticas, no se generan necesariamente oportunidades para el desarrollo.
Revela que los usuarios, individuales y colectivos, deben disponer de condiciones objetivas y subjetivas dentro de las que se cuenta la capacidad para definir reflexivamente los fines
del uso. Se afirma en el mismo que las TIC deben estar subordinadas a fines explicitados y ticamente legtimos, que guen su uso concreto (PNUD, 2006).
Este informe concluye enunciando algunas condiciones para que el uso de las TIC sea
beneficioso para el desarrollo en Chile:
Reconocer las mltiples dimensiones de la brecha digital.
Saber para qu usar las TIC pues estas sirven a propsitos que van ms all de las tcnicas y por lo tanto, tambin requiere que estas sean adaptadas a otros propsitos.
Promover regulaciones que resguarden los derechos de las personas de los usos nocivos,
de la dependencia, la violacin de la privacidad o para el control de las personas.
Utilizarlas para un nuevo relacionamiento en red a travs de la digitalizacin debe buscar mejorar la participacin y la ciudadana.
Enmarcar las TIC en una historia social del desarrollo.

209

El informe finaliza apelando a la necesidad de situar a la sociedad y a las personas en el


centro del cambio tecnolgico (PNUD, 2006, p. 211).
En la misma lnea que este informe est la crtica que se realizaba a partir de investigaciones sobre usos de Internet en el continente hace unos aos. En ella se desataca predominio
de una perspectiva instrumental y tcnica. Se criticaba esta perspectiva limitada pues se
sostena que va en detrimento de su potencial como lenguaje y sistema de representaciones a
travs del cual los jvenes y los ciudadanos crean y recrean los relatos, las visiones de s mismos
y la sociedad. Estas formas reduccionistas de visualizar las TIC van en desmedro de su potencial
para desarrollar nuevas relaciones, pedagogas, procesos comunicativos y formas de aprendizaje,
pues impide al ciudadano empoderarse y apropiarse de esta herramienta. Es necesario, por tanto, visualizar el uso de Internet en el contexto de los cambios culturales, las relaciones de poder
y los cambios en los sistemas simblicos y de circulacin de conocimiento. Lo que requiere de
nuevos enfoques, metodologas y pedagogas para su uso social (Bonilla y Cliche, 2001).
Para desarrollar cambios en cuanto a polticas de uso de Internet, Bonilla y Cliche (2001)
destacan que son necesarios tres procesos convergentes:
La construccin de una nueva visin y proyectos que en la prctica promuevan el uso y
apropiacin de las TIC como formas de integracin social, de desarrollo de nuevas pedagogas ms participativas y horizontales.
Consolidar el Derecho a la Comunicacin y la Cultura y a Internet

Creacin de alianzas estratgicas de actores para el desarrollo social de las TIC.


Tambin Finquelievich (2000) sostena la necesidad de cumplir con ciertos ejes para que las
polticas TIC estn orientadas al desarrollo:
Polticas y estrategias multistakeholder o multiactorales, y servicios sociales de desarrollo
sustentable, social y poltico.
Acceso fsico y cultural a las TIC.

Uso y aprendizaje sobre TIC con la inclusin de la creacin de contenidos propios.


Apropiacin, creacin y carreras para la SI.

Produccin y construccin de industrias tecnolgicas nacionales y regionales.


Todos estos, atravesados por ejes de inclusin social, de gnero y minoras.

En esta propuesta se integran distintos elementos que tienen que ver con los usos de las
TIC, pero tambin con elementos de carcter macro o estructurales, sin olvidar las caractersticas de los procesos de cambio.
Tambin en el informe del Global Information Society Watch 2007 - GISW (APC, 2007),
surgen apreciaciones en base a estudios de caso de 22 pases. El estudio reafirma la importancia de brindar el acceso universal a travs de las polticas a las TIC, porque va el mercado esto
no se logra y se explicitan algunas indicaciones que evidencian la necesidad de la construccin
de nuevas polticas TIC para el desarrollo.

210

Se destaca en el Informe del GISW que muchos de los pases carecen de una visin de
las TIC para su futuro. Esto impacta negativamente sobre algunos aspectos que son visualizados
como blandos, o no tan importantes como los de gnero, contenidos locales, derechos ciudadanos, o de apoyo a personas con capacidades diferentes. Concluye que es necesario que los
gobiernos acepten que las polticas pblicas deben brindar las TIC para el desarrollo humano y
que esto no constituye un costo, sino que es una inversin esencial.
Por otro lado, el informe subraya la falta de capacidad institucional en los pases, que finalmente contribuye a la falta de visin de futuro. Esto se suma a la falta de capacitacin, habilidades
y conciencia, que reduce fuertemente la capacidad de actuar. Todo ello resulta en un psimo
entorno para la elaboracin de las polticas de TIC, lo que a su vez deriva en la fragmentacin de
iniciativas y de las propias polticas. En otros pases existen polticas pero estas no asumen una
perspectiva de desarrollo. Finalmente, se seala tambin que muchos procesos participativos y
documentados, acciones y acumulacin de aprendizajes, se ven desperdiciados por el cambio
de las autoridades de gobierno. Es decir, la sustentabilidad de los procesos interesantes e importantes en trminos del desarrollo es un problema adicional.
Estos elementos permiten visualizar las dificultades existentes para la elaboracin de polticas TIC orientadas al desarrollo, indicando que an definidas las estrategias adecuadas no es
suficiente. Los procesos tambin son importantes y por eso las caractersticas de las acciones
deben ser especialmente atendidas.
Poniendo nfasis en los procesos y las metodologas, otros sealan que no se trata de
que exista disponibilidad de servicios y contenidos para la poblacin. Los enfoques definidos
desde arriba reproducen las desigualdades y las brechas. Por tanto, los propios objetos tecnolgicos deben ser objetos de intervencin por parte de quienes lo utilizan. Araya considera que
es necesario fortalecer el dominio pblico mediante la creacin de bienes colectivos globales
que garanticen el acceso universal a la informacin y la comunicacin; fomento de redes y
colectivos electrnicos sin fines de lucro que aseguren la produccin y circulacin abierta, plural
y diversa de informacin pblica y contenidos relevantes para el desarrollo humano; promocin
de iniciativas de participacin desde y hacia la comunidad que incluyan el uso tradicional e
innovador de la comunicacin a nivel local; acciones educativas y de capacitacin para el uso y
apropiacin social que contribuyan a desarrollar nuevos imaginarios tecnolgicos y capacidades
sociales desde identidades y perspectivas culturales, locales, regionales y nacionales, as como
el fomento al desarrollo de tecnologas alternativas (Araya, 2003, p 4-5).
En suma, si bien se revelan ciertas coincidencias en las crticas a las polticas implementadas en trminos de estar ligadas al paradigma dominante, tambin surgen propuestas respecto
de ejes y metodologas a abordar. A nivel discursivo es probable que se encuentren confluencias
en torno a objetivos para el desarrollo, y valores considerados dentro de los derechos humanos.
No obstante, recomendaciones para el cambio en el diseo y la implementacin de las polticas
que constituyen elementos para el nuevo paradigma en construccin son el acceso y conectividad; apropiacin y uso con sentido y la concepcin de bienes comunes y construccin de
ciudadana que implique un control sobre los medios y recursos.

211

A modo de cierre
Las desigualdades existentes en Amrica Latina son centrales como problemtica del desarrollo y tambin lo son en particular para la temtica de la SIC y del uso y aprovechamiento de las
TIC. En tal sentido, es necesario que las polticas o estrategias nacionales para el uso de TIC
tengan explcitamente incorporada la temtica del desarrollo. Esto implica que se articulen con
el proyecto de desarrollo de la sociedad especfica para la que son diseadas, que respondan a
necesidades de la poblacin, que contribuyan con la democratizacin tendiendo al empoderamiento de las TIC, a la participacin social en la concepcin y diseo de las acciones y polticas,
actuaciones y definiciones conjuntas de distintos actores. Estos aspectos tienen que ver con la
capacidad de control, de incidir en la orientacin y el sentido de la transformacin tecnolgica.
Los contenidos son en este sentido tambin muy importantes y reflejan la importancia del respeto a la cultura local.
En este sentido la SIC puede concebirse como proyecto cuya orientacin estar dada
por la actitud, creencias, incidencias de los distintos actores y sus intereses, as como por los
liderazgos y las negociaciones y consensos en torno a ideas fuerza o estrategias para la accin.
Sin embargo, el riesgo actual parece ser la confluencia en los discursos, lo que por supuesto
no garantiza una implementacin de polticas acordes con los mismos. Para ello es necesaria
la toma de conciencia por parte de los decisores acerca de la importancia de las TIC para el
desarrollo, contar as con la voluntad poltica, tambin la capacidad de innovacin y que estn
explcitamente orientadas al desarrollo. Esto implica que deben estar estratgicamente relacionadas con el proyecto de desarrollo de la sociedad en cuestin as como, a otro nivel, con el
desarrollo de capacidades y oportunidades para que las personas puedan aprovechar las mismas para vivir mejor.
De acuerdo a lo analizado, se constata una influencia tecnologicista del paradigma dominante en las polticas de TIC en Amrica Latina. Estas han tendido a la conectividad, la infraestructura, centrndose en el acceso y con baja articulacin con la poltica de desarrollo.
En definitiva, esto puede suponer que se basan en la creencia de un camino nico hacia la SI,
que requiere de ciertas medidas independientes de las realidades socioeconmicas y culturales especficas, y que cumplidas estas se construir la SI a la que estn llegando los pases
desarrollados. Las crticas realizadas a este enfoque y al resultado de las polticas dan cuenta
de lo limitante que es este marco para polticas TIC que aporten al desarrollo de los pases y de
la poblacin, as como a la solucin de problemas y desigualdades. De ella surgen ideas constitutivas de un nuevo enfoque.
La importancia de estimular el uso con sentido y la apropiacin de las TIC con fines de
desarrollo resulta fundamental. La participacin social, que incluya el involucramiento de mltiples actores, debe conjugarse con abordajes cualitativos en el seguimiento y la evaluacin de
los procesos y las polticas.

212

Desde el punto de vista de la implementacin, surgen algunos elementos interesantes.


La importancia de contemplar una complejidad institucional que involucre en forma coordinada
a la mayor cantidad de actores posible. En tanto se trata de una poltica transversal y que tiene
distintos niveles para su implementacin, requiere de la construccin de formas organizativas;
el trabajo en red resulta una propuesta interesante. Contemplar la especificidad de la sociedad
en cuestin, el arraigo y la cultura local es otro elemento importante mencionado y que en definitiva confronta las tendencias homogeneizantes, de modelo nico. Estas finalmente no generan
desarrollo sino que tienden a la fragmentacin y aumento de las desigualdades.
Se comienza a configurar un paradigma distinto del hegemnico que visualiza el derecho
a las TIC y su visualizacin como bienes comunes. Estos deben, por tanto, ser garantizados por
el Estado y sus polticas tal y como lo son la salud o la educacin. Son denominadas tambin
como bienes colectivos globales que requeriran de ciertas garantas que las dinmicas de los
grandes poderes globales no permiten hoy y que deben ser construidas. La elaboracin de estrategias TIC y de polticas especficas parece ineludible, en trminos de actuar sobre las fuerzas
excluyentes de las dinmicas actuales y a los efectos de que contribuyan al desarrollo.

213

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215

Martn Rivero Illa


Uruguay, 1973. Docente en el rea de Desarrollo, Globalizacin y TIC en el Instituto de Ciencia Poltica de
la Facultad de Ciencias Sociales (FCS), donde es adems coordinador del Observatorio de Tecnologas de la
Informacin y Comunicacin (ObservaTIC). MA en Estudios de Desarrollo y Polticas Pblicas por el Institute
of Social Studies (ISS), La Haya, Holanda y BA en Ciencia Poltica por la FCS - UdelaR.
Se ha especializado en temas de desarrollo, polticas pblicas y TIC. Ha trabajado en el diseo, implementacin y evaluacin de diversos proyectos de desarrollo, educacin y polticas sociales vinculadas a la temtica
de las TIC. Ha sido consultor para instituciones pblicas y para organismos internacionales como el PNUD,
BID, UNICEF, IDRC y OIT. Actualmente es director de la Divisin de Cooperacin Internacional de la Oficina
de Planeamiento y Presupuesto (OPP).

216

Desarrollo, Desigualdad y Tecnologas de la


Informacin y Comunicacin (TIC) en Uruguay: el
rol de las Polticas Pblicas
Martn Rivero Illa

La expansin de las TIC en un mundo global


La universalizacin de las Tecnologas de la Informacin y Comunicacin (TIC) suele ser considerada como un requisito fundamental para lograr mejores niveles de desarrollo en una sociedad. En este marco la creciente presencia de las TIC en casi todos los mbitos de la sociedad
moderna es uno de los fenmenos ms caractersticos del actual proceso de globalizacin. Asimismo, lograr una incorporacin de las TIC al proceso productivo es crecientemente aceptado
como una condicin necesaria para la insercin exitosa de los pases menos desarrollados en
la economa internacional.
Entre las posturas que abogan por la difusin de las TIC como un motor para el desarrollo,
en la regin se ha desarrollado una serie de polticas pblicas centradas en aumentar el acceso
y la conectividad en forma universal. Durante los ltimos aos la mayora de los gobiernos en
Amrica Latina y el Caribe (ALC) han impulsado diversas iniciativas de promocin del acceso y
uso universal de las TIC. Sin embargo, aunque muchos de estos programas son considerados
exitosos, diversos estudios han reconocido que estas iniciativas han tenido un impacto limitado
en la erradicacin de la pobreza (Proenza et l., 2001).
En el marco de los esfuerzos de difusin de las TIC para el desarrollo, se tiene que una
gran parte de las iniciativas se han orientado a la provisin de computadoras y al acceso a Internet, y por ende, los estudios han girado en torno al grado de universalizacin e impacto de
estos accesos. La difusin de otras tecnologas (tales como los telfonos celulares) y su impacto
en la reduccin de la pobreza hasta el momento constituye un tema mucho menos estudiado,
especialmente en Amrica Latina.
A pesar de esta falta de evidencia slida, existe un paradigma relativamente dominante en
el sentido de que el acceso y el uso productivo de las TIC es una precondicin necesaria para
el desarrollo. Esta fuerte corriente ideolgica, tanto poltica como econmica, considera que la
insercin en el mercado internacional y la participacin en el proceso de globalizacin constituyen una precondicin necesaria para lograr un mejor desarrollo.

. Este artculo toma elementos desarrollados por el autor en otros trabajos, principalmente en: Enhancing the Livelihoods of the Rural Poor. The Role of Information and Communication Technologies: Uruguay Country Report. Overseas
Development Institute (ODI, 2007) y Telefona Mvil y Pobreza Digital en Amrica Latina: Puede la expansin de los
telfonos celulares reducir la pobreza, DIRSI, 2007, escrito en conjunto con Carla Bonina.

217

Segn esta visin, el proceso de retroalimentacin entre TIC y globalizacin determina


que a partir de una mayor promocin de las TIC se puede lograr un mejor nivel de globalizacin,
y por lo tanto un mayor nivel de crecimiento econmico, lo que genera ms y mejor desarrollo
en determinado pas. Esas relaciones causales son, al menos, discutibles. Asumir que + TIC +
productividad + crecimiento econmico + desarrollo es parte de un paradigma que debe ser
sometido a un anlisis riguroso.
Hasta el momento podemos decir que la relacin de las TIC y el crecimiento econmico
tiene una co-relacin positiva, es decir que: + TIC + crecimiento econmico, es una relacin
que se puede demostrar empricamente para los pases desarrollados. Sin embrago, esas evidencias no son todava suficientemente claras ni estadsticamente fuertes o robustas para los
pases menos desarrollados.
Se podra decir que las TIC son causa y consecuencia del proceso de globalizacin. Las
TIC son, por una lado, causa de este proceso al constituir uno de los principales agentes que
posibilitan la globalizacin, hacindola cada vez ms intensa y diversa. Asimismo, el desarrollo
de las TIC es una consecuencia de la globalizacin, ya que la existencia de un mercado ms global de intercambio de bienes y servicios ha extendido la utilizacin de estas tecnologas a todos
los rincones del planeta. No obstante, existen desigualdades significativas tanto en el acceso
como en la utilizacin de las TIC entre pases y al interior de ellos, hecho que ha sido denominado brecha digital o desigualdad digital. Este nuevo tipo de desigualdad viene a profundizar las
conocidas brechas ya existentes, tales como las brechas de ingresos, de capital social y dems
variables socioeconmicas (ALADI, 2003).
A comienzo de la dcada de 1990, la explosin de Internet a nivel global produjo un excesivo optimismo respecto de las potencialidades de las TIC para favorecer el crecimiento econmico, y con este el desarrollo de los pases ms pobres. En buena medida, este optimismo
se sustenta en la visin liberal de que profundizar la globalizacin es la principal estrategia para
alcanzar el crecimiento econmico y, a travs del goteo, la reduccin de la pobreza. En esta
visin, las TIC constituyen uno de los agentes globalizadores por excelencia. Por ende, una mayor difusin y penetracin de las nuevas TIC en los pases menos desarrollados los volver cada
vez ms globalizados, y determinar que estn en mejores condiciones de lograr el crecimiento
econmico y por tanto ser menos pobres. Esta postura relativiza el posible impacto de las polticas redistributivas sobre la reduccin de la pobreza respecto del que se logra mediante una
apertura comercial e integracin econmica mayor.
Sin embargo, los vnculos causales y supuestos que estas relaciones establecen son objeto
de un fuerte debate en la literatura acadmica sobre la temtica, al igual que en los programas
de desarrollo de los organismos internacionales. Varios economistas sostienen que la apertura
comercial indiscriminada, lejos de mejorar la estabilidad econmica y aumentar el crecimiento econmico, la ha deteriorado (Stiglitz, 2004). En esta visin, los efectos de la globalizacin
sobre la pobreza y la desigualdad a nivel global han sido, en trminos netos, negativos durante

218

las ltimas tres dcadas.  Existe cierto consenso en que mientras la brecha relativa de ingresos
entre los pases en el mundo se ha reducido, la brecha absoluta de ingreso ha aumentado considerablemente y lo seguir haciendo. 
Esta situacin es particularmente grave en Amrica Latina. La mayora de los pases de la
regin han sido activos partcipes de este proceso globalizador, con altos niveles de apertura de
sus mercados, impulsados por los procesos de reforma y ajuste estructural de la dcada de 1990.
Contrariamente a los postulados de los organismos financieros internacionales, estas reformas
no tuvieron el impacto esperado en la reduccin de los niveles de pobreza y desigualdad (Vos et
l., 2002). Hoy, Amrica Latina y el Caribe continan siendo la regin ms desigual del mundo,
con una gran proporcin de su poblacin viviendo en condiciones de pobreza. De acuerdo con
el ltimo informe de la Comisin Econmica para Amrica Latina y el Caribe (CEPAL), se estima
que, en 2005, 209 millones de personas (casi el 40% de la poblacin de la regin) vivan en
condiciones de pobreza y 81 millones de ellas vivan en la pobreza extrema (CEPAL, 2006).
En este marco de relativo fracaso de los procesos de ajuste, las TIC empiezan a ocupar un
lugar con mayor peso en las agendas pblicas como estrategia para el crecimiento econmico
y la reduccin de la pobreza en ALC.

Las TIC como posible motor del desarrollo


En este marco, una contribucin fundamental en el campo de las TIC, el desarrollo y el crecimiento econmico lo constituye el trabajo de Mansell y When, quienes dan cuenta del significativo
impacto de las TIC en esta ltima variable (Mansell y When, 1998). En el mismo sentido, Roeller
y Waverman (2001) defienden la importancia de invertir en infraestructura pblica de redes, ya
que estas cuentan con un alto nivel de asociacin con el crecimiento econmico de los pases.
Desde el mbito de las Naciones Unidas, el trabajo coordinado por Matti Pohola, si bien
argumenta que las TIC han tenido un impacto positivo en el crecimiento econmico de los pases desarrollados, relativiza el impacto de estas en el crecimiento econmico para el caso de
los pases ms pobres (Pohjola, 2001a).

. Respecto al impacto de la globalizacin en el aumento de la pobreza y la desigualdad, vase Wade (2004), Went
(2003) y Woodward y Simms (2006).
. Sobre el tema de la desigualdad a nivel global, importa sealar que ms de 75% de la poblacin mundial reside en
pases subdesarrollados y se estima que 1,2 billones de personas viven en la extrema pobreza. Asimismo, en el ao
2002 los niveles de ingreso de los diez pases ms ricos eran aproximadamente 82 veces mayores que los de los diez
ms pobres. Vase Prabhakar (2003), Wade (2004) y Svedberg (2004).
. Un exhaustivo anlisis del impacto de la liberalizacin comercial en la pobreza y la desigualdad en Amrica Latina
puede encontrarse en el trabajo coordinado por Rob Vos y Lance Taylor para PNUD que cubre todos los pases del
continente (Vos, Taylor y Barros, 2002).
. El autor argumenta que las TIC han tenido un impacto positivo en el crecimiento econmico de los pases desarrollados,
pero este no ha sido igual en los ms pobres. El autor utiliza una cita de la teora de crecimiento de Robert Solow: You
can see the computer age everywhere but in the productivity statistics (Pohjola, 2001b: 7).

219

Entre las visiones escpticas sobre las TIC estn tambin las que consideran que la sociedad de la informacin y el conocimiento no es tan revolucionaria o novedosa como se asume, y
por tanto las bases de acumulacin y distribucin del ingreso son las mismas que en la sociedad
capitalista tradicional (May, 2002). Tambin estn quienes relativizan los posibles milagros de la
tecnologa para saltearse etapas del desarrollo (Primo Braga et l., 2002) o quienes incluso asumiendo la existencia de beneficios derivados de las TIC, consideran que estos difcilmente llegan
a los sectores ms pobres y vulnerables de la poblacin (Saith, 2003). Inclusive en los pases
desarrollados considerados exitosos, tales como Irlanda, aparecen visiones que cuestionan diversos aspectos del milagro de las TIC como estrategia de desarrollo (Kirby, 2004; Kirby, 2003).
Finalmente, algunos autores ponen en cuestin que debamos aplicar las TIC a los Objetivos de
Desarrollo del Milenio como paradigma de desarrollo (Heeks, 2005; Schech, 2002).

Esquema de anlisis
Es importante explicitar cules son los objetivos o intereses temticos de esta lnea de investigacin. En primer lugar abordar la vinculacin de las TIC con el desarrollo y cules son las condicionantes que pueden intervenir en la vinculacin de estos dos conceptos.
Muchas veces, cuando se habla de TIC se centra el anlisis sobre su impacto en el crecimiento econmico. Este crecimiento es un elemento muy importante del desarrollo, es un componente central, especialmente para los pases ms pobres ya que difcilmente se alcanza mejor
desarrollo si no alcanza cierto nivel de desarrollo econmico. Pero en este caso, agregamos otro
elemento tambin que es ms bien normativo, que tiene que ver con la reduccin de la pobreza
y la desigualdad. Entonces, cuando vamos a interpretar la contribucin o la posible contribucin de las TIC al desarrollo, vamos a tratar de ver si contribuyen o no a un mejor desarrollo humano. Es decir que efectivamente consideraremos su contribucin al crecimiento econmico,
pero tambin la contribucin a lograr reducir la pobreza y a bajar los niveles de desigualdad y
mejorar el acceso a servicios bsicos como salud y educacin.
Importa analizar entonces las estrategias de promocin, ya sea en las polticas pblicas o
iniciativas que pueden surgir de otros actores como los organismos internacionales, las organizaciones sociales (sindicatos, ONG); empresas, es decir proyectos que no necesariamente son
polticas pblicas. En este sentido es relevante estudiar si estas iniciativas estn ms o menos
articuladas entre s y son mantenidas en el tiempo. Esto sera una definicin muy bsica de estrategia, entendindola como un paquete bsico de polticas ms o menos coordinadas, ms o
menos articuladas entre s y sostenidas por un perodo de tiempo que permite delinear cierta
estrategia. Este esquema de anlisis se ilustra en la figura 1.

220

Figura 1. Esquema de anlisis

Qu tipos de estrategias pueden vincular de manera ms virtuosa estos dos conceptos?,


esta es una pregunta central en este anlisis. Es claro que no es lo mismo cualquier tipo de
promocin de las TIC ya que no necesariamente apuntan todas al mismo tipo de desarrollo, ni
tienen por tanto el mismo impacto. Entonces, es relevante investigar qu tipo de promocin tiene qu tipo de consecuencias. En definitiva, debemos preguntarnos qu tipo de TIC queremos
promover, para qu tipo de desarrollo y por tanto para qu tipo de sociedad. He ah la importancia clave de las polticas pblicas en la promocin de las TIC.

221

Indicadores bsicos de TIC en Uruguay


Desde el comienzo de la denominada por algunos revolucin de la Sociedad de la Informacin
en los 90, Uruguay ha presentado indicadores de TIC relativamente favorables en el contexto
regional. Estos datos refieren por ejemplo a la densidad de lneas de telefona fija por habitante,
a la cantidad de computadoras por habitante, a los niveles de acceso a Internet o a la cantidad
de hosts de Internet existentes. (Tabla 1)
Tabla 1. Principales indicadores TIC en Uruguay (2006)
1. Densidad de telefona fija

78%

2. Penetracin de telefona mvil (2007)

68%

3. Penetracin de Telefona mvil (rea rural )

31,5%

4. Cantidad de lneas fijas c/100 habitantes

31

5. Penetracin de Internet (promedio nacional)

27,4%

6. Penetracin de Internet (reas rurales)

4,4%

7. Hogares con conexin de banda ancha (%)

10,5%

8. Hogares con TV (%)

92,8

9. Hogares con radio (%)

97

10. Hogares con computadora en Montevideo

32,8

11. Hogares con computadora en reas rurales

10,7

Notas: Indicadores 3, 4, 6, 8 y 9, los datos corresponden al ao 2005.


Fuentes: Indicadores 1 y 4, ANTEL; 2 y 7, clculos propios en base a datos de compaas de telecomunicaciones e INE; indicadores 3, 5, 6, 10 y 11 (INE, 2006: 4); 8 y 9 (PNUD, 2005).

Un dato ilustrativo de la situacin comparativamente buena de las TIC en el pas en los


ltimos aos refiere a la evolucin de las exportaciones de software. Esto se puede observar claramente al comparar la evolucin del crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI), los niveles
de exportaciones generales y los niveles de exportaciones de software. Tomando como ao base
1998, que es el ltimo ao de crecimiento econmico previo a la crisis, e intentando comparar
cmo se movieron estas variables podemos ver que entre 1998 y 2002 el PBI cae fuertemente, al
igual que las exportaciones generales medidas en dlares constantes, que caen muy significativamente hasta 2002. Sin embargo, los niveles de exportacin de software aumentan y despus,
incluso en las situaciones de peor crisis, se mantienen relativamente estables. Aun considerando que casi la mitad de las exportaciones de software a fines de los 90 se concentraban en el
mercado argentino (exportaciones que, por supuesto, bajaron prcticamente a cero), logra un
nivel de exportacin que, aun en los peores momentos, se mantiene relativamente estable y que
despus crece vertiginosamente cuando se empieza a recuperar la economa.

222

Al comparar la cifras entre 1998 y 2003, el crecimiento de la exportacin de software


aumenta un 33%, los niveles de producto bruto y de exportaciones caen casi en idntica proporcin. En este sentido, teniendo en cuenta estrategias de desarrollo, el pas debe considerar
cules son las reas que debera priorizar, dnde las polticas pblicas deberan fijar las prioridades en trminos de inversin para el desarrollo.
Figura 2. Evolucin de la exportaciones de software comparado con exportaciones
totales y PBI 1998-2006 (ndice 1998=100)

Fuente: Rivero, Martn 2007 para el Observatorio de Tecnologas de la Informacin y Comunicacin (ObservaTIC),
FCS-UdelaR.

En lo que refiere especficamente a la penetracin de la telefona fija, an en la actualidad el pas presenta indicadores de penetracin comparativamente altos. Medido en cantidad
de lneas cada mil habitantes, Uruguay encabeza la lista con 291, seguido por Brasil 230, Argentina 227 y Chile 206. Exceptuando Brasil, los otros tres pases que estn entre los primeros lugares tambin estn muy cercanos entre s en la mayora de los indicadores de desarrollo
socioeconmico.
Por otro lado, no es muy difcil intuir cules pases estn en la cola de ese ranking: Honduras con 53 lneas c/mil hab., Paraguay 50 y Nicaragua 40. Estos pases tienen un grado de
desarrollo relativo, medido en Desarrollo Humano, significativamente ms bajo. En este sentido, recientes estudios demuestran que se registra un correlacin positiva, relativamente fuerte,
entre penetracin de telefona fija y nivel de Desarrollo Humano.

. Fuente: Unin Internacional de las Telecomunicaciones (ITU), 2006.

223

Importa recordar, especialmente al lector no-vernculo, que Uruguay es el nico pas de


Amrica Latina (exceptuando Cuba y hasta hace poco tiempo Costa Rica) donde la telefona fija
es monopolio de una empresa estatal (ANTEL). Por lo tanto, la infraestructura existente ha sido
diseada, implementada y gestionada por una empresa pblica. Esto en muchos casos implica
distribuir servicios de telecomunicaciones con criterios sociales y no exclusivamente de rentabilidad, financiados en buena medida por los subsidios cruzados que esa posicin monoplica
ha permitido transferir. A modo de ejemplo, se puede mencionar la conectividad gratuita para
muchos centros educativos pblicos, centros de acceso a Internet (CASI o SIC) o telfonos pblicos gratuitos en barrios pobres.
Figura 3. Cantidad de Lneas Fijas cada 1.000 hab. en Amrica Latina, 2006

Fuente: Rivero, Martn para el Observatorio de Tecnologas de la Informacin y Comunicacin (ObservaTIC), Facultad de
Ciencias Sociales de la Universidad de la Repblica, 2007.

A pesar de estos indicadores TIC relativamente favorables en trminos generales, el desarrollo de la telefona mvil en Uruguay ha sido tardo respecto al resto de la regin, y an hoy
no alcanza los niveles de penetracin de otros pases con niveles de desarrollo socio-econmico
similar, como Argentina y Chile.
En este sentido, analizando los rankings de penetracin en telefona mvil, hay varios
cambios en el ordenamiento de pases de Amrica Latina respecto al que mencionbamos para
la telefona fija. De hecho, el pas que ms posiciones cambia es Uruguay, que pasa de un claro
primer lugar a un 7 puesto. A nivel de Amrica Latina, dos de los pases con mayores niveles
de cobertura de la telefona celular, Chile y Colombia, son tambin junto con Brasil, de los pases
ms desiguales en Amrica Latina. Sin embrago, esto podra estar cambiando en la actualidad

224

ya que en los ltimos dos aos Uruguay ha tenido un nuevo empuje en la penetracin celular;
estimaciones a marzo de 2008 fijan ya en un 82% el nivel de penetracin.
Es claro que la ausencia de la telefona fija tambin gener un espacio de crecimiento a
la telefona celular, que no es el mismo para aquellos pases que s tenan una buena infraestructura de telecomunicaciones fija. Es importante sealar que hasta el momento, al menos en
el Uruguay, la enorme mayora del volumen de transferencia de datos y de acceso a Internet se
sigue realizando sobre esta estructura de cableado de la telefona fija. Es decir que el hecho de
la tenencia de telefona fija, nos dice mucho de la existencia de una conexin a Internet tanto
en los hogares como en los espacios de trabajo o centros educativos. Si bien actualmente ya
podemos acceder a algunas funciones de Internet con nuestros celulares, claramente an no
es un servicio extendido de uso generalizado entre la poblacin.
Como se puede observar en la figura 4, el crecimiento explosivo de la telefona mvil en
Uruguay se da recin a partir del ao 2004.
Figura 4. Evolucin de la Penetracin de Telefona Celular en Uruguay.
1998-2006 (% sobre la poblacin total, incluye las 3 compaas proveedoras)

Fuente: Elaboracin propia en base a datos de las tres compaas proveedoras de telefona mvil en Uruguay: ANCEL
(pblica); CTI y MOVISTAR (privadas) y datos de poblacin de Instituto Nacional de Estadstica (INE).

225

Desigualdades en el acceso a las TIC


Dado este crecimiento significativo de las TIC en general, y de la telefona celular en particular,
el Instituto Nacional de Estadstica (INE) del Uruguay realiz, a travs de la encuesta continua
de hogares, un relevamiento especfico de la existencia de elementos de confort TIC en todos
los hogares y en los hogares en asentamientos irregulares, es decir los ms pobres. La informacin disponible permite analizar algunos indicadores de desigualdad en el acceso a estos
bienes TIC (Tabla 2).

Tabla 2. Acceso a elementos TIC segn tipo de hogar.


Uruguay 2006
Hogares en
asentamientos *

Resto de los
hogares

Tiene

No tiene

Tiene

No tiene

Computadora

6,3

93,7

24,1

75,9

Conexin a Internet

1,9

98,1

13,4

86,6

Reproductor de DVD

12,7

87,3

19,4

80,6

Conexin a TV para abonados

18,4

81,6

41,0

59,0

Telfono mvil

32,4

67,6

44,1

55,9

% de hogares con acceso a tecnologa

Fuente: INE (2006) Flash Temtico sobre TIC. Encuesta Continua de Hogares, 1er. Trimestre 2006.

Al analizar estos datos, hay cifras que claramente llaman la atencin. La tenencia de computadora en el hogar es un privilegio que solamente 1 de cada 16 hogares pobres pueden darse.
Esta brecha es aun mucho mayor si consideramos los niveles de conexin a Internet. El promedio
de los hogares a nivel nacional conectados a Internet es 8 veces superior al de los asentamientos
irregulares. Si observamos ya no el promedio nacional sino el promedio en hogares urbanos con
niveles educativos medios y altos, los niveles de conexin a Internet superan el 60% contra el
1,9% de los asentamientos irregulares. Esto es una enorme brecha digital, un grado de desigualdad en el acceso a TIC ms que significativo y particularmente grave por tratarse del pas con el
menor nivel de desigualdad relativa en Amrica Latina medida por el ndice de Gini.
Sin embargo, la tenencia de al menos un aparato de telefona mvil en los hogares pobres
es levemente inferior que el promedio nacional del resto de los hogares: 32,4 respecto a 44,1.
Las estimaciones para el presente 2008 estaran acercando aun ms estos porcentajes. Este
indicador debe ser tomado con precaucin, dado que el promedio de aparatos celulares por
hogar es mucho mayor en las familias de mayores ingresos que en los hogares pobres, y esto no
es relevado por la encuesta de hogares. Por tanto si tomramos individuos, en lugar de hogares,
estos niveles de desigualdad seran mayores. De todas formas, aun teniendo en cuenta esta
precisin metodolgica, este indicador de relativa baja desigualdad entre hogares demuestra

226

hasta qu punto la penetracin de la telefona mvil es muy alta tambin en los sectores ms
pobres de la poblacin.
Esta TIC en particular la telefona celular est alcanzando niveles de difusin entre la
poblacin de menores ingresos nunca antes alcanzado por ningn otro dispositivo de telecomunicaciones. Esto podra estar transformando la realidad social en trminos de inclusin y acceso
a los servicios de telecomunicaciones. Si bien an no podemos estimar su impacto real, lo que
s sabemos es que estos sectores cuentan ahora con un instrumento disponible con potencialidad de ser utilizado para conseguir o mejorar su empleo o desarrollar actividades econmicas
que involucren el uso del telfono mvil. Asimismo, este alto grado de penetracin replantea
los fundamentos y la seleccin de instrumentos disponibles a ser utilizados en las polticas sociales en general, y las de promocin de las TIC en particular, orientadas a estos sectores de
la poblacin.
Este nuevo contexto pone en cuestin tambin anteriores criterios de focalizacin e identificacin de necesidades bsicas insatisfechas. Anteriormente, a travs de la existencia del telfono fijo en el hogar, se poda asumir con cierta solidez estadstica ciertos niveles de confort
de los hogares. La tenencia de telfono fijo permita por ejemplo inferir ciertos niveles de ingreso, estabilidad laboral en el hogar, caractersticas de la vivienda, elementos de confort o ciertos
parmetros de nivel educativo, etc. En definitiva, la sola existencia del telfono fijo constitua lo
que se denomina un indicador proxy que permita predecir otros indicadores de bienestar.
Estas correlaciones positivas existentes para la telefona fija cambian rotundamente cuando
analizamos la telefona mvil; bsicamente individual, con una mucha mayor penetracin entre
los sectores pobres, haciendo estas correlaciones mucho ms dbiles.
Por tanto, la explosin de la telefona celular es, sin dudas, la transformacin ms significativa actualmente en curso en el campo de las TIC para el desarrollo. Esta transformacin
se est dando con particular intensidad entre los sectores pobres, y por tanto deben ser consideradas sus especificidades a la hora de disear e implementar proyectos de promocin e
inclusin social.
Finalmente, se puede afirmar que el mayor grado de penetracin de la telefona mvil no
constituye por s solo un mejor nivel de desarrollo integral en una sociedad. Asimismo, contrariamente a lo que sostienen algunos informes empresariales que promueven en algunos pases
la inclusin de tarjetas telefnicas de prepago en las canastas de programas sociales, por el
momento no existe evidencia emprica que demuestre que la expansin de la telefona mvil
reduce la pobreza.

227

Algunos elementos a tener en cuenta


en la implementacin de iniciativas de TIC
El Observatorio de Tecnologas de la Informacin y Comunicacin (ObservaTIC) viene
desarrollando investigacin acadmica sobre las diferentes iniciativas en marcha a nivel nacional, en procura de la promocin de las TIC en las diferentes regiones y grupos sociales. A partir
de las sistematizaciones realizadas surgen un conjunto de aprendizajes o lecciones a tener en
cuenta para la implementacin de futuras iniciativas de polticas pblicas u otras iniciativas de
la sociedad civil. Entre otras, cabe destacar:
a. Conectividad e infraestructura complementaria. Cuando se implementan estos proyectos se debe estudiar previamente la situacin de conectividad (que exista cobertura en ese
poblado) y las condiciones de infraestructura complementaria, es decir electricidad, servicios
pblicos, locales, seguridad, etc. La historia de la implementacin de proyectos tecnolgicos
en comunidades rurales o en pequeas comunidades pobres de Amrica Latina est plagada
de casos en los cuales llegan las computadoras y an no hay electricidad.
b. Sustentabilidad: virtudes y problemas en priorizarla. Los aspectos financieros y de
participacin e involucramiento de las comunidades en los proyectos es un elemento muy importante para asegurar su sustentabilidad. Por otro lado, hay proyectos en los que las instituciones,
pblicas o privadas, que trabajan muy preocupadas por la sustentabilidad, a veces ejercen un
nivel de presin sobre el grado de compromiso de esa comunidad que puede ser negativo para
el xito de las iniciativas.
c. Cambios culturales y sociales: pautas culturales, sociales y de consumo se pueden
ver alteradas. En las pequeas comunidades, principalmente en las zonas rurales, los cambios
culturales que pueden significar el acceso a fuentes de informacin y formas de trabajar que
anteriormente eran inexistentes pueden tener un impacto muy fuerte y ser muy transformadores.
Ese impacto cultural debe ser calibrado o considerado, tambin, previamente. Otras dimensiones,
ms fuertes en otros pases pero tambin presentes en Uruguay, refieren a los temas de gnero o las diferencias tnicas. En este sentido, las mujeres suelen estar mucho ms involucradas
en las implementaciones de estos proyectos que los hombres, esto es una constante que en el
Uruguay tambin se da, y que contribuye al empoderamiento de las mujeres.
d. Penetracin de la telefona celular: principal transformacin actual. Como fue explicado a lo largo del texto, la explosin de la telefona celular es, en conjunto con la implementacin del Plan CEIBAL, la transformacin ms significativa que se est dando en este mbito,
particularmente en los sectores ms pobres, y por tanto deben ser consideradas sus especificidades a la hora de disear e implementar proyectos TIC y desarrollo en general y en educacin
en particular.

228

e. Paradigma tecnolgico: uso de la tecnologa que la comunidad involucrada realmente


necesita (no necesariamente la + nueva o la + linda). Muchas veces el paradigma tecnolgico
dominante en muchas iniciativas hace que se desarrollen proyectos con tecnologas de moda
y no necesariamente la ms til a las necesidades de determinada comunidad, o que ese sector
social o ese pas puede necesitar.
f. La necesidad de coordinacin entre distintas iniciativas: entre lo nacional y local, y
entre distintos organismos pblicos y privados. Es fundamental la coordinacin de las polticas
e iniciativas de diferentes organismos, y establecer claramente cules son las potestades de cada
uno y cmo interviene cada actor en el diseo, la implementacin, la evaluacin, el monitoreo
de esas iniciativas. Asimismo se debe definir adecuadamente cules son los roles que cada uno
tiene, las responsabilidades polticas, de ejecucin, educativas, presupuestales, etc. Si esto
no se fija con claridad suele ser motivo de conflictos enormes que pueden conspirar contra la
implementacin eficiente de estas iniciativas en los diferentes proyectos; hay gran cantidad de
ejemplos relativos a esas contradicciones.

Conclusiones finales
1. An no existe evidencia emprica robusta que demuestre que mejorando el acceso a las TIC
se reduzca sustantivamente la pobreza en los pases menos desarrollados.
2. La tenencia de telefona mvil es un predictor sensiblemente ms dbil que la telefona fija para
estimar niveles de pobreza o Desarrollo Humano relativo de individuos o comunidades.
3. Ciertas TIC (telefona fija y acceso a Internet) requieren de inversin pblica (electricidad,
educacin e infraestructura) muy superior a la telefona celular. Por tanto estn ms directamente asociados al Desarrollo Humano.
4. En Uruguay, ANTEL como principal actor de generacin de infraestructura de TIC, constituye una
herramienta de diseo, implementacin y financiamiento de polticas TIC para sectores pobres.
Los actores privados, especialmente en telefona celular, estn en fuerte crecimiento.
5. As como existen subsidios al acceso a ciertos servicios sociales (alimentacin, salud, educacin), se deben analizar las formas de otorgar subsidios a la provisin de servicios pblicos
que aseguren el acceso universal a las TIC.
6. Se debe estudiar rigurosamente el impacto cultural de proyectos TIC, en particular cuando se
instrumentan en pequeas comunidades, especialmente rurales y a gran escala en un corto
periodo de tiempo, como en el caso del Plan CEIBAL.
7. La apropiacin de los proyectos a nivel de las comunidades, especialmente jvenes y mujeres,
es un factor central para favorecer la sustentabilidad de los mismos y potenciar su impacto.
8. Es fundamental que el pas logre generar polticas pblicas coherentemente articuladas entre
s y consistentes con los objetivos de desarrollo general que el pas defina como prioritarios.
Esto requiere gran capacidad en el diseo, eficiencia y rapidez de implementacin de las iniciativas, y alta capacidad tcnica de monitoreo y evaluacin que aporten de forma dinmica
los insumos relevantes para ajustar el proceso en marcha.

229

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CoordinaDORA del seminario


Dra. Laura Gioscia
Laura Gioscia es Doctora en Ciencia Humanas: opcin Ciencia Poltica con especializacin en Filosofa Poltica por el Instituto Universitario de Pesquisas do Rio de Janeiro (IUPERJ). Es Magster en Filosofa por el
Instituto de Filosofa e Ciencias Sociais (IFCS) de la Universidade Federal do Rio de Janeiro (UFRJ). Se licenci previamente en Filosofa en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad de la Repblica
(UdelaR). Ha sido docente de Epistemologa, Antropologa Filosfica y Filosofa Poltica.
Actualmente es profesora e investigadora en Teora Poltica en el Departamento de Ciencia Poltica de la
Facultad de Ciencias Sociales de la UdelaR. En dicho Departamento coordina el rea de Ciudadana y desarrolla varios proyectos de investigacin. Integra adems el Grupo de Trabajo Poltica y Gnero. Numerosas
publicaciones, acadmicas y masivas, registran sus trabajos en las reas de su especializacin: filosofa
poltica moderna y contempornea, estudios sobre ciudadana y teora cultural (incluyendo teora feminista,
teora poscolonial y tecnocultura).

231

Libro publicado en ocasin del Seminario:


Ciencia, Tecnologia y Sociedad
Agosto - Septiembre, 2008.
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Tel (05982) 9152250 / www.cce.org.uy
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