Spector - La Filosofia de Los DDHH - Isonomia15 - 01
Spector - La Filosofia de Los DDHH - Isonomia15 - 01
Spector - La Filosofia de Los DDHH - Isonomia15 - 01
* Agradezco la colaboracin del estudiante de derecho Martn Hevia y los comentarios de Guido
Pincione y Eduardo Rivera Lpez.
** Universidad Torcuato Di Tella, Buenos Aires.
ISONOMA No. 15 / Octubre 2001
HORACIO SPECTOR
Comisin de Derechos Humanos. El documento fundador del movimiento es la Declaracin Universal de los Derechos Humanos de 1948, cuyo
artculo 1 establece: Todos los seres humanos nacen libres e iguales en
dignidad y derechos y, dotados como estn de razn y conciencia, deben
comportarse fraternalmente los unos con los otros.
El movimiento por los derechos humanos que surge a escala internacional luego de la Segunda Guerra Mundial es una respuesta al horror del
Holocausto, el autoritarismo poltico y la discriminacin racial y tnica
(Rorty 1993, 117) (Little 1993). As como la libertad de culto y el principio de tolerancia emergieron de las guerras de religin europeas y sus trgicas consecuencias, el movimiento por los derechos humanos es un
resultado del exterminio de millones de seres humanos perpetrado entre
los aos 1939 y 1945. La clsica filosofa de los derechos naturales que,
como enseguida veremos, se desarroll a lo largo de siglos de pensamiento
jurdico y poltico, estaba ah, a mano, como hecha a medida para contrarrestar el moderno potencial de patologa poltica, para usar una feliz
expresin de Little. Tan solo fue necesario sustituir la palabra naturales
por humanos para despojar al concepto de sus connotaciones metafsicas y facilitar su aceptacin por regmenes polticos de diversas inspiraciones filosficas.
Este ensayo tiene por objeto introducir al lector a un problema filosfico fundamental: qu son los derechos humanos?, qu funcin cumplen
en nuestra deliberacin moral y poltica?, qu fundamentos tienen? El
estudio de los derechos humanos en las facultades de derecho y en los
departamentos de ciencia poltica con frecuencia pasa por alto este problema, que evidentemente no puede ser resuelto por la mera lectura o
anlisis de los textos constitucionales o los tratados internacionales que
enumeran derechos humanos, ni de los fallos de los tribunales nacionales
o internacionales que interpretan y aplican aquellas normas. Por otro lado,
el examen del problema filosfico puede prestar amplias contribuciones
institucionales. Al comprender ms claramente qu sentido tienen los
derechos humanos en nuestro pensamiento moral y poltico, estaremos
mejor pertrechados para tomar decisiones relativas al alcance de estos
derechos, particularmente cuando se hallan en conflicto entre s o con otras
consideraciones ticas y polticas, como el bien social o el principio de
mayora en la toma de decisiones polticas.
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derecho subjetivo ya haba sido desarrollada por los glosadores posacursianos. La crtica de Ockham, tal como es presentada por Tuck, se
dirige a la idea de que puede haber un dominio natural, desligado del funcionamiento de las instituciones judiciales (Tuck 1979, 22-23). La teora
de los derechos naturales como derechos activos adquiri forma definitiva en la obra de Jean Gerson, quien formul por primera vez la distincin
entre ius y lex y concibi a los derechos de todos los hombres como facultades o poderes derivados de la voluntad de Dios (Tuck 1979, 25-27).
Durante el renacimiento, la teora de los derechos naturales experiment
una nueva vuelta de tuerca que la hara un instrumento adecuado para el
pensamiento contractualista del siglo XVII. Franois Connan, discpulo
del gran abogado renacentista Alciato, sugiri que el ius naturale haba
regido cuando el hombre estaba solo en el mundo y que el ius gentium
apareci cuando los hombres comenzaron a interactuar (Tuck 1979, 37).
Los humanistas asignaban a los derechos naturales una validez acotada a
las condiciones del estado de naturaleza. Contemporneamente, en Espaa el dominicano Francisco de Vitoria criticaba la legitimidad moral de la
esclavitud reavivando la idea tomista de lex. Francisco Surez, seguidor
del portugus Luis de Molina, defenda en De Legibus ac Deo Legislatore
(1612) el dominio natural del hombre sobre su libertad, proveyendo una
clara definicin de ius como facultad moral.
El concepto de derecho natural reapareci en las obras contractualistas
de Hugo Grocio utilizada para justificar las polticas martimas de Holanda, Thomas Hobbes destinada a justificar la monarqua absoluta inglesa y John Selden quien justific la posicin inglesa sobre el dominio
de los mares. Luego de una larga historia al servicio de la justificacin
de la legitimidad de instituciones cuestionadas como la propiedad privada, la esclavitud y el dominio de los mares, el concepto de derechos
naturales encontr una funcin revolucionaria en la teora liberal de John
Locke, dirigida a justificar la revolucin de 1688 (Pramo 1996). En la
teora liberal del contrato social las personas, al pasar a la sociedad civil,
no renuncian a los derechos que tenan en el estado de naturaleza, sino que
asignan al Estado facultades para la proteccin de esos derechos. En esta
nueva funcin, la teora de los derechos naturales sirvi para criticar el
orden social existente y su tono fue revolucionario (MacDonald 1985). La
doctrina fue expresada con un tono similar en la Declaracin de la Independencia de los Estados Unidos, en la Declaracin de Derechos de la
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1
Sin
embargo, Hans Kelsen no pensaba que el principio de la irretroactividad de la ley penal
pudiera requerir apelar al derecho natural (Kelsen 1947). Richard Posner sostuvo recientemente
una posicin similar (Posner 1996).
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cerlo, no transgredir los derechos de Pedro. Bentham concibe al derecholibertad como una modalidad normativa bilateral. Esto significa que si
Pedro tiene el derecho-libertad de mirar el jardn del vecino: (1) Pedro no
tiene el deber de abstenerse de mirar el jardn, y (2) Pedro no tiene el deber
de mirar el jardn (Hart 1979b, 129-130). Generalmente se piensa que los
derechos-libertad no implican la obligacin de terceros de no impedir o
de facilitar su ejercicio. Pero Hart seala que normalmente hay obligaciones, civiles o penales, que hasta cierto punto protegen el ejercicio de los
derechos-libertad. As, recuerda la distincin de Bentham entre derechoslibertad desnudos (que carecen de un permetro protector de obligaciones generales) y derechos protegidos, que s gozan de tal permetro de
proteccin (Hart 1979b, 133). Hart sostiene que no tiene ninguna utilidad
tratar a las libertades que carecen de un permetro de proteccin como
derechos (Hart 1979b, 134).
De acuerdo con Bentham, los derechos correlativos a obligaciones
pueden tener por objeto un servicio o conducta negativa o positiva. Con
dos excepciones, todas las obligaciones tienen derechos correlacionados.
Las excepciones son las obligaciones autoreferentes, que generalmente
tienen un propsito paternalista (por ejemplo, la obligacin de usar cinturn de seguridad), y las obligaciones puras o simblicas, que no afectan
la utilidad de nadie (por ejemplo, la obligacin de ponerse de pie cuando
se entona el himno nacional) (Hart 1979b, 130).
Bentham distingue dos tipos de potestades. Las primeras son en realidad permisos, que la gente en general no tiene, de interferir fsicamente
con una persona (por ejemplo, la potestad de un polica de apresar a un
fugitivo). Las segundas, ms importantes, son poderes legales mediante
cuyo ejercicio alguien puede cambiar la posicin jurdica suya o de otras
personas. Estas potestades legales no provienen de normas permisivas
sino de normas que reconocen ciertos actos como formas vlidas de introducir modificaciones jurdicas (Hart 1979b, 131-132).
Hohfeld agrega a las tres nociones de Bentham la de inmunidad
(Hohfeld 1995, 47)2 . Una persona P tiene inmunidad dentro de cierto
mbito con respecto a otra Q cuando Q carece de potestad para modificar
la posicin jurdica de P dentro de ese mbito. Otra diferencia entre el
anlisis de Bentham y el de Hohfeld es que, en contraposicin al concep-
2
Segn
Makinson, el ensayo de Hohfeld de 1913 fue realizado independientemente del anlisis de Bentham (Makinson 1988, 70).
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recho a la libre expresin, no parecen ser susceptibles de anlisis en trminos de un permetro de libre eleccin protegido por prohibiciones. Estos derechos son ms bien inmunidades que niegan la potestad del gobierno
para dictar normas legales que restrinjan ciertas libertades (como la libertad
de expresin). La afirmacin de que son derechos correlativos con deberes parte del supuesto de que las prohibiciones de interferir con, por ejemplo, la arenga poltica que hace un ciudadano derivan de su derecho a la
no interferencia; esto es un error sostiene Lyons, porque igualmente tendramos la obligacin de no interferir si el ciudadano no tuviera derecho a
realizar la arenga (por ejemplo, porque es calumniosa) (Lyons 1970). Otros
autores analizan las libertades (o permisos) contenidas en textos constitucionales como derogaciones anticipadas de normas restrictivas que
pudieran ser dictadas por la legislatura (Alchourrn y Bulygin 1991, 235237).3
En segundo lugar, se objeta que los derechos no tienen una correlacin
de uno a uno con los deberes, sino que cada derecho est asociado con un
haz abierto de deberes. Raz llama carcter dinmico a la capacidad de
los derechos de generar nuevos deberes (Raz 1986). Waldron adopta la
misma postura. Puesto que hay muchas formas de servir a un inters afirma, es dable esperar que el mismo justifique una diversidad de deberes
(Waldron 1993, 212-213). Estos deberes pueden tener mayor o menor
precedencia, segn que guarden una relacin interna o esencial con el
derecho en cuestin. Por ejemplo, el derecho a la libre expresin (en la
filosofa de Mill) tiene el sentido de desafiar las creencias recibidas y evitar la complacencia moral; puesto que este derecho no podra cumplir su
funcin si el deber de no censurar cediese frente al deber de evitar el
malestar derivado del rechazo de las creencias recibidas, Waldron concluye que el deber de no censurar predomina internamente, en caso de
conflicto, con el deber de evitar el malestar. Sin embargo, puede ocurrir
que algn otro deber asociado con el derecho a la libre expresin (por
ejemplo, el deber de castigar a quienes impidieron una expresin libre)
no posea tal predominio (Waldron 1993, 220-224 ).
En tercer lugar, se critica la doctrina de la correlatividad aseverando que
estar sujeto a un deber en relacin con P no es una condicin suficiente (y
probablemente tampoco una condicin necesaria) de que P tenga un de-
3
Para
un anlisis del concepto de libertades (o permisos) morales, que cuestiona su utilidad,
vase (Spector 1988, 502-506).
recho. As, del hecho de que tengamos deberes morales para con los animales no se sigue que los animales tengan derechos morales (McCloskey
1965, 121) (Hart 1979a, 17). Muguerza lo dice con claridad: Un animal
puede ser, si los hombres le otorgan esa condicin, sujeto de derechos en
el sentido legal de la expresin pero ello no significa que tenga derechos
morales (Muguerza 1998a, 24-26). Aun concediendo que los animales
pueden tener algunos derechos, de ah no se sigue que todo deber para
con los animales implique un derecho correlativo (Feinberg 1980, 185206).
La segunda pregunta es si todo derecho moral implica un privilegio o
libertad o, en otras palabras, si hay un derecho moral a hacer algo (moralmente) incorrecto. Algunos autores sostienen que no hay conexin lgica
sino, en todo caso, legal o moral entre los derechos de P y los deberes
de P (Benn y Peters 1984, 100-101) (Waldron 1993, 72-76). Esto significa que no necesariamente es moralmente correcta no contraria a un deber moral toda accin que una persona tiene derecho a hacer. Por ejemplo,
un estanciero puede tener derecho a impedir que los propietarios de tierras ubicadas ro abajo utilicen agua para regar sus campos en poca de
sequa, pero seguramente se es un comportamiento inmoral 4.
Los derechos liberales se agrupan bajo derechos ms generales que
protegen un comps de eleccin; el derecho a hacer X cae por regla general bajo un derecho ms general a realizar haces de acciones (por ejemplo, X, Y o Z). A su vez esta proteccin se justifica en la importancia que
la eleccin en el rango en cuestin tiene para la vida de la persona. La moral
de los deberes tiene la funcin de guiar elecciones y la moral de los derechos, la de proteger la eleccin (Waldron 1993, 77-85).
4
Sin
embargo, se podra argir que el ejemplo se apoya en una confusin entre un derecho legal y un derecho moral; el estanciero tiene un derecho legal (supongamos) al uso exclusivo de las
aguas que pasan por su terreno, pero no diramos que posee un derecho moral a la exclusividad en
toda condicin concebible.
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Por razones de uniformidad, se cambiaron las letras que figuran como variables en el original.
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derecho. Los delitos violan derechos arguye tanto si perjudican a individuos especificados (por ejemplo, el homicidio) como si daan a individuos no especificados (por ejemplo, el delito de evasin de impuestos).
Hart objeta el anlisis benthamiano del derecho penal. Admite el lenguaje de los derechos para describir los delitos, pero lo restringe a los casos
en los que un delito acarrea un perjuicio particular para un individuo especfico y distinguido de otras personas (Hart 1979b, 137-138).
La crtica de Hart a la teora del beneficio, y la idea de que con esta teora
el lenguaje de los derechos parece superfluo, ha llevado a algunos autores a proponer dos versiones ms sofisticadas de la misma teora. La primera versin, denominada calificada, afirma que debe interpretarse ms
estrechamente el concepto de beneficiario: es la persona a quien se quiere beneficiar con la imposicin de la obligacin (Lyons 1979, 63). Lyons
piensa que su teora puede explicar el uso del lenguaje de los derechos
para denotar la posicin de las potenciales vctimas de prohibiciones penales que, como veremos ms adelante, no encaja estrictamente en la
teora de la eleccin. Los deberes pueden producir beneficios en dos
formas diferentes. Primero, la imposicin del deber puede dirigirse a proteger o promover el inters de una persona o clase de personas. En estos
casos, aun cuando la persona en cuestin no tiene un derecho contra alguien en particular, podemos decir que tiene un derecho porque su perjuicio es relevante para afirmar que el deber ha sido violado. Segundo, la
imposicin del deber puede ser beneficiosa para la sociedad en general
(como el deber de pagar el impuesto a las rentas); en tales situaciones, no
decimos que el incumplimiento del deber viola un derecho, ya que no se
puede rastrear una conexin entre el cumplimiento o el incumplimiento
del deber, por un lado, y el beneficio o prdida de alguien en particular,
por el otro (Lyons 1979, 67-8).
La teora del beneficiario calificado trata de proveer una explicacin
homognea de los que Hart denomina uso estricto y uso amplio del lenguaje de los derechos. Hart piensa que lo que explica ambos usos es que
los deberes en juego comportan un tratamiento individualizado de los titulares de los derechos pertinentes, pero Lyons objeta que la obligacin
de un verdugo de ejecutar a un criminal implica un tratamiento individualizado del criminal, pero sin embargo no puede afirmarse que ste tenga
un derecho a ser ejecutado. Lyons asevera que la intencin de beneficiar
a alguien es una condicin (1) suficiente y (2) necesaria de afirmar que
esa persona tiene un derecho. Primero, en el ejemplo de la promesa de Hart,
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el deber resultante tiene por objetivo beneficiar a la madre y, por consiguiente en contra de lo que dice Hart, sta tiene un derecho, lo cual
implica que podra reclamar el cumplimiento del deber o liberar al
promitente del mismo. Segundo, en ausencia de un beneficio para el hijo
(por ejemplo, si le es indiferente la suerte de su madre y tan slo extrae la
promesa por malicia), podra afirmarse que l no tiene derecho al cumplimiento de la promesa (Lyons 1979, 69-75).
La segunda versin de la teora, a veces llamada del inters justificante,
fue defendida, con diversidad de matices, por (MacCormick 1976;
MacCormick 1977), (Okin 1981), (Raz 1986), (Nino 1984; Nino 1989),
(Laporta 1987b), (Freeden 1991) y (Spector 1992). La formulacin de
MacCormick es esclarecedora: Adscribir a todos los miembros de una
clase P un derecho [moral] al tratamiento A es presuponer que A es, en
las circunstancias normales, un bien para cualquier miembro de P, y que
A es un bien de tal importancia que sera incorrecto negarlo o retirarlo de
cualquier miembro de P6 (MacCormick 1976, 311). Anlogamente, Raz
define a los derechos de la siguiente forma: P tiene un derecho si y slo si
P tiene derechos y, siendo iguales las otras cosas, un aspecto del bienestar de P (su inters) es una razn suficiente para que otra persona est
sujeta a un deber (Raz 1984; Raz 1986, 166). Raz sostiene, bien explcitamente, que un inters puede fundamentar un derecho si y slo si existe
un argumento slido que tiene como conclusin que un deber existe y entre
sus premisas (no-redundantes) figura un enunciado que asevera un inters del titular del derecho (Raz 1986, 181).
Laporta sostiene que las pretensiones, potestades e inmunidades las concede el sistema normativo (sea jurdico o moral) en base a los derechos,
concebidos como ttulos o razones justificantes de normas. El derecho es
un tipo de razn justificante cuya existencia proviene de la adscripcin a
personas individuales de un inters o beneficio que se considera digno de
proteccin (a travs de distintas tcnicas, como la concesin de pretensiones o poderes) (Laporta 1987b, 27-31). Tales razones justificantes son
intra-sistemticas: el sistema normativo incluye, adems de normas, juicios de valor que tienen relaciones argumentativas con las normas (Laporta
1987a, 72).
Un primer problema de la teora del inters justificante es sealado por
Mack (Mack 2000). Esta teora explica por qu si P tiene un derecho a X,
Por razones de uniformidad, se cambiaron las letras que figuran como variables en el original.
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Hay
una cierta tensin en la obra de Raz entre su anlisis individualista del concepto de derechos y su fundamentacin colectiva.
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mo otorga a derechos como la libertad de expresin, de reunin y de asociacin, la libertad de prensa y de culto, el derecho a la privacidad y el
derecho contra la discriminacin, deriva de la circunstancia de que su
proteccin constituye un servicio a la promocin y proteccin de una cierta
cultura pblica. As, Raz seala que la libertad de culto es en la prctica
el derecho de las comunidades a perseguir su estilo de vida as como el
derecho de los individuos de pertenecer a comunidades respetadas. Algo
semejante sucede con el derecho de objecin de conciencia, que sirve para
proteger a miembros de ciertas comunidades religiosas as como a las
comunidades mismas. La libertad de contratar no slo tiene un mbito de
aplicacin limitado, slo explicable por la vigencia de valoraciones sobre
el tipo de bienes susceptibles de compraventa, sino que presupone la existencia de un bien colectivo: el mercado libre. Asimismo, algunos aspectos de la libertad de expresin slo pueden ser explicados teniendo en
cuenta que ella protege ciertos bienes colectivos como el carcter abierto
y tolerante de una sociedad; segn Raz esto es lo que ocurre con las libertades y privilegios de los que goza la prensa en los pases liberales, justificados por el servicio de la prensa a la comunidad en general. Por su parte,
el derecho contra la discriminacin racial o religiosa protege la capacidad
de sentir orgullo por la pertenencia a una comunidad o colectividad, sentimiento que es esencial en la identificacin con un grupo. En sntesis, la
posicin de Raz es que los derechos morales fundamentales son un elemento importante en la proteccin de ciertos bienes colectivos, o que su
valor depende de la existencia de tales bienes.
Teora de la eleccin
En su clsico ensayo Are There Any Natural Rights? Hart propone la
tesis de que si hay algn derecho moral, se sigue que existe al menos el
derecho igual de todos los seres humanos de ser libres. Este derecho significa que todo ser humano capaz de eleccin (1) tiene el derecho a que
todos los dems se abstengan de usar la fuerza contra l excepto para
detener la fuerza o la restriccin, y (2) tiene la libertad de hacer cualquier
accin que no sea coercitiva o restrictiva para otras personas, ni se dirija
a daarlas (Hart 1979a, 14). Para Hart el derecho a la libertad es (a) un
derecho natural, y (b) de carcter prima facie. Por ser un derecho natural,
lo tienen todos los seres humanos qua seres humanos (y no si son miem-
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Se
ha criticado el argumento de Hart por cometer la confusin elemental de slo mostrar que
el derecho igual a la libertad es una condicin suficiente de tener derechos morales, pero no una
condicin necesaria. Si se supone que las personas tienen un derecho igual a la libertad discurre
la objecin-, entonces poseen derechos morales (especiales y generales); pero se podra aseverar
que tienen derechos morales invocando, por ejemplo, una justificacin utilitarista (diferente, como
es obvio, de una justificacin basada en el derecho igual a la libertad). Cf. (Haworth 1968).
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Charles
Taylor acepta la teora de la eleccin para analizar el concepto tradicional de derechos humanos (Taylor 1996). El sistema de derechos personales tiene dos efectos: (a) limita las
decisiones de los gobiernos y las decisiones colectivas protegiendo a los individuos y a los grupos
especficos, y (b) ofrece a los individuos y a los grupos especficos el derecho a buscar compensacin y les da un margen de libertad en la imposicin de estos lmites. Segn Taylor, el sistema de
derechos personales debe ser complementado con una concepcin de los derechos como objetivos
sociales que no deben ser abandonados, a fin de dar cuenta de los derechos humanos incluidos en
el Pacto de Derechos Econmicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas.
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derechopretensin legal a X, debe ser verdad (1) que l tiene libertad con
respecto a X, y (2) que su libertad es la base de los deberes de otras personas de otorgarle X o de no interferir con l respecto de X. Esto es tanto
como aceptar la teora del inters, en la versin del inters justificante. Sin
embargo, considera que esta explicacin es inexacta porque ignora que
un derechopretensin importa la posibilidad para su titular de elegir ejercerlo o no, de demandarlo, de reclamar o protestar por su violacin, de
liberar al obligado de su deber correlativo o de abandonarlo por completo. Feinberg no intenta una definicin formal de derecho sino una
elucidacin informal de este concepto apelando a la actividad gobernada por reglas de demandar o pretender. Su posicin puede reducirse a
dos tesis: (1) los derechos se utilizan caractersticamente para plantear demandas, una actividad ntimamente asociada a la idea de dignidad humana y (2) tener un derecho es equiparable a tener una pretensin vlida,
lo cual a su vez significa estar en la posicin adecuada segn un cierto
sistema legal o moral para pretender o demandar.
Evocando la teora de Feinberg, Waldron dice que los derechos son
pretensiones hechas naturalmente en la voz de la persona que es su titular. En tanto que el lenguaje de las necesidades es objetivo y, por lo tanto, apunta a la posibilidad de autoridades capaces de conocer las
necesidades de P tan bien, o incluso mejor que P, los derechos desafan
la autoridad y la objetividad; son reclamos articulados y auto-conscientes. La idea es que cuando alguien asevera sus derechos, expresa respeto
a s mismo y, al mismo tiempo, demanda ser tratado con respeto (Waldron
2000).
Paralelamente, Baier sostiene que el lenguaje de los derechos se utiliza para hacer escuchar un punto de vista, particularmente cuando el mismo discrepa de las opiniones expresadas. Los derechos humanos tienen
entre sus fundamentos las facultades de decir no, de protestar (Baier
1993, 159). Los derechos humanos son bsicamente derechos individuales, para esta autora. A diferencia de las responsabilidades y deberes, cuyo
cumplimiento implica organizacin y una divisin del trabajo moral, los
derechos (incluso los derechos que poseen grupos de personas, como las
generaciones futuras) vienen pre-asignados; no requieren ningn organismo distributivo. Aun cuando los derechos son individualistas, los bienes
que protegen y a los cuales dan sus nombres slo pueden ser provistos
por la cooperacin social. Este es el caso del derecho a la vida (especialmente durante la infancia y la vejez) y del derecho de libre expresin. Para
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Baier los derechos requieren de un conjunto de responsabilidades individuales y colectivas, sin las cuales no sera posible asegurar los bienes que
constituyen el objeto de los derechos (Baier 1993, 163-4). Partiendo de
la premisa de que los derechos son armas que las personas utilizan para
exigir los bienes que fundamentalmente necesitan como algo diferente
de mendigarlos o tomarlos por la fuerza, Baier no ve ninguna dificultad
en incluir los derechos de bienestar entre los derechos bsicos (Baier 1993,
166). Empero, con esta movida Baier pone en serio peligro la consistencia de toda su propuesta, puesto que el cumplimiento de los derechos de
bienestar requiere una organizacin administrativa que desafa el anlisis
en trminos de auto-asignacin que ella misma propicia.
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Mack propone una concepcin de los derechos como ttulos jurisdiccionales, basados en la necesidad de respetar el hecho de que las personas asignan valor intrnseco a algunos de los fines que guan sus elecciones
y planes. Con esta teora Mack espera superar las teoras del beneficio y
de la eleccin al proveer una explicacin de los derechos como barreras
morales, fundadas en principios, contra las compensaciones y las intervenciones paternalistas. En la teora de la eleccin, la existencia de un derecho no se basa en la calidad moral o en los efectos de la accin que el
derecho protege o requiere; tampoco depende de una distribucin pautada
de libertad. En tanto que Hart se concentra en los derechos contractuales,
a Mack le preocupa aplicar la teora de la eleccin a los derechos no contractuales. Como los derechos contractuales, los no contractuales no estn conectados con las cualidades de las acciones que protegen o requieren.
Los derechos brindan formas de resolver conflictos sobre el control de los
recursos fsicos que no necesitan y no deben apelar al valor global ni al
valor relativo al agente; este modo alternativo de resolucin de disputas
nos sugiere considerar la cuestin de quin tiene jurisdiccin sobre el
medio controvertido. A diferencia de la teora de la eleccin, la teora de
la jurisdiccin considera que los derechos son normativamente anteriores
a las obligaciones. Es por referencia al alcance de la jurisdiccin moralmente protegida de P que se pueden determinar las obligaciones de otras
personas de no interferir con la conducta de P dentro de esa jurisdiccin.
La potestad moral de P de determinar las elecciones de otras personas es
una consecuencia de las pretensiones jurisdiccionales de P (Mack 2000).
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En
otro artculo, Vernengo expone claramente esta posicin: Los derechos subjetivos jurdicos expresin casi redundante en castellano y en la teora general del derecho son instituciones,
cosa que no son los pretendidos derechos morales. La institucin de un derecho subjetivo supone
posicin tiende a equiparar a los derechos subjetivos con acciones procesales, lo cual no es aceptable ni siquiera en el caso de los derechos subjetivos establecidos por rdenes jurdicos positivos (Nino 1990, 314).
La identificacin de los derechos con los derechos legales no tiene sustento histrico. En efecto, no hace justicia al uso de la nocin de derechos
en la tradicin europea (tambin continental) de los derechos naturales, a
la que hemos hecho referencia anteriormente (Peces-Barba 1983, 228230). En realidad, slo muy tardamente, con las revoluciones americana
y francesa, los derechos se convirtieron en herramientas del diseo institucional (Waldron 2000).
Otro argumento es idiomtico: Pero un moral right, esto es: un derecho subjetivo moral, en cambio, s constituye en nuestro dominio idiomtico, un hueso duro de tragar (Vernengo 1989, 11). Carlos Nino ha
rechazado este argumento. Por un lado, se utiliza a veces la expresin
derecho en contextos no jurdicos (tengo derecho a mover la pieza).
Por otro lado, aun cuando la expresin derechos morales no fuera correcta en castellano, si la categora conceptual que los angloparlantes identifican con moral rights fuera importante, sencillamente deberamos
inventar un trmino en castellano para denotarla (Nino 1990, 312-313).
Una tesis ms dbil de la concepcin positivista es que, aun cuando
existan los derechos morales, apelar a ellos es prcticamente superfluo
porque los derechos jurdicos (entre los que hay que mencionar a los derechos fundamentales, esto es, los consagrados en textos constitucionales
o tratados internacionales) poseen capacidad justificatoria autosuficiente
(o sea, con independencia de principios morales que establecen derechos
subjetivos). Nino tambin ha criticado esta tesis (Nino 1992a; Nino 1990).
Su crtica se basa en lo que l denomina el teorema fundamental de la
teora general del derecho, que pretende concluir que el razonamiento
prctico que justifica la decisin del juez tiene que detener su ascenso, por
razones conceptuales, en un principio que legitima ticamente a una cierta autoridad (constituyente o legislativa). La fundamentacin del juez no
ser jurdica si no apela a la prescripcin dictada por cierto legislador, pero
del hecho que el legislador haya promulgado esa prescripcin no se sigue
la existencia de un conjunto normativo que incluye, por lo menos, normas que facultan a un sujeto
a ciertos actos, normas que determinan deberes jurdicos de otros sujetos y, por lo comn, normas
que prescriben el comportamiento de rganos estatales para el caso en que el titular del derecho
subjetivo lo requiera (Vernengo 1989, 13).
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que el juez deba aplicarla (ni que los ciudadanos deban obedecerla). Por
ello, es menester suponer que un principio, aceptado no por su origen sino
por su contenido, confiere legitimidad a la autoridad que promulg la prescripcin. Puesto que tal principio es, por definicin, de carcter moral, las
decisiones del juez se fundamentan en normas morales, incluso cuando
esas decisiones invocan las prescripciones de un texto constitucional que
establece derechos (derechos jurdicos). La conclusin que Nino intenta
extraer de su teorema es la siguiente: Si convenimos en que los derechos
que estn establecidos por normas morales son derechos morales, de aqu
se sigue que slo los derechos morales permiten justificar acciones o decisiones (Nino 1990, 321).
El teorema de Nino no prueba la necesaria dependencia de los derechos
fundamentales (derechos jurdicos) de los derechos morales (en el sentido corriente de derechos morales). Suponiendo que el teorema fuera
correcto, deberamos aceptar, por ejemplo, que un razonamiento judicial
que declara inconstitucional una cierta medida del gobierno por violar el
derecho (jurdico) a la privacidad en ltima instancia se justifica en un
principio que confiere legitimidad moral a la autoridad constitucional; aun
si aceptramos que ste es un principio moral, sera cuestionable que l
establezca un derecho moral en el sentido relevante para el argumento
de Nino. Este principio moral establece un poder en el sentido de Hohfeld,
esto es, una potestad o competencia para dictar normas, pero ello no significa que el derecho (jurdico) a la privacidad se fundamente o dependa
de un derecho moral a la privacidad. Hay una diferencia entre un derecho
jurdico moralmente justificado y un derecho moral. Un derecho jurdico se podra justificar, por ejemplo, apelando al objetivo social de maximizar el bienestar o la riqueza; pero esa justificacin no transforma al
derecho jurdico en un derecho moral. Por definicin, un derecho moral est establecido por principios morales no consecuencialistas.
Siendo justos con Nino, hay que decir que l advierte que su argumento no apunta a los derechos morales. Por eso, distingue dos tipos de derechos morales: los derechos fundamentales, que son establecidos por
normas morales en sentido estricto cuyo contenido no depende de una
promulgacin constitucional o legislativa y los derechos institucionales,
que corresponden a lo que yo llamo derechos jurdicos moralmente justificados (o sea, derechos promulgados por una autoridad legitimada moralmente) (Nino 1990, 322-323). Luego de presentar su argumento, Nino
aclara que no pretende concluir que los derechos jurdicos dependen ne-
cesariamente de derechos fundamentales (derechos morales en mi terminologa) sino algo diferente, a saber, que los derechos jurdicos dependen
de derechos institucionales. Esta conclusin excede el problema de los
derechos morales y apunta, ms bien, a la relacin entre validez jurdica
y validez moral.11
Otros autores creen que el dilema derecho moral/derecho jurdico es
falso. Para Muguerza, los derechos humanos presentan un rostro jnico,
una de cuyas caras es tica y la otra jurdica (Muguerza 1998a, 21-22).
Sin el reconocimiento jurdico, los derechos humanos son exigencias morales. Muguerza piensa que hablar de derechos morales es una contradiccin pragmtica, parecida a la que tendra lugar si se hablase de leyes
de trnsito en ausencia de un cdigo de circulacin. En una lnea similar, Peces-Barba observa que los derechos humanos pertenecen al mbito del derecho moralizado, ms que al de la moral ideal; para la
comprensin de este concepto son importantes tanto la dimensin jurdica como la dimensin moral (Peces-Barba 1999, 35, 102-4).
11
Tampoco
es incuestionablemente cierto que los derechos jurdicos dependan necesariamente
de poderes morales. Un juez podra fundar su decisin en una prescripcin constitucional y en el
principio que establece el deber moral de respetar los compromisos contrados. As, suponiendo
que el juez ha jurado respetar la Constitucin lo cual de hecho sucede en muchas naciones-, su
razonamiento justificatorio detendra su ascenso en un principio que establece un deber moral (como
algo diferente de un poder).
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presupone una visin del mundo superada. Los derechos humanos sostiene se encuentran profundamente integrados en la cultura que sobreviene a la Segunda Guerra Mundial; son un hecho del mundo y, como tal,
no necesitan fundamentacin filosfica (Rabossi 1990). Tambin podemos ubicar en esta alternativa a autores que consideran que los derechos
humanos son evidentemente vlidos, de modo que no requieren una
fundamentacin especial. Por ejemplo, Little sostiene una posicin
intuicionista (Little 1993). Ciertas verdades morales fundamentales, como
la de que la tortura por diversin o para neutralizar una oposicin poltica
es incorrecta, no necesitan ninguna razn provista por una teora moral
normativa, basada en deberes, derechos o fines sociales; antes bien, el
hecho de que una teora moral normativa justifica la violacin de esos
mandatos morales, o debilita su vigencia y respeto, es la mejor prueba de
que la teora es errnea. En una palabra, Little invierte el orden de la prueba: no es la teora la que puede justificar cierta conviccin fundamental,
sino que es la conviccin la que sirve para poner a prueba la teora.
La tercera respuesta es sin duda la ms extendida. En esta alternativa
se encuentra la mayor parte de los autores que han tratado el tema. Desde
la justificacin natural de la teora de los derechos naturales y la justificacin conservadora o comunitarista de Burke, hasta las justificaciones
kantianas en base a principios morales abstractos, pasando por las justificaciones consensualistas o contractualistas, las teoras disponibles recorren todo el espectro de la filosofa moral. En el resto de esta seccin me
referir a algunas cuestiones centrales planteadas en los intentos por dar
una justificacin terica de los derechos humanos.
1. Comunidad y Razn
La modernidad se caracteriza por una ambivalencia intelectual con respecto a los principios morales en general, y a los derechos humanos, en
particular. Por una parte, creemos que una actitud liberal e igualitaria exige
el rechazo del absolutismo tico, que pregona la existencia de estndares
morales universales y objetivos. La mentalidad cientfica positivista es muy
sensible a la evidencia histrica y antropolgica de que a lo sumo hay unos
pocos universales ticos, en tanto que la mayora de las prcticas morales
estn sujetas a grandes variaciones en diferentes pocas y culturas. Por
otra parte, pensamos que los principios fundamentales de nuestra tica
liberal tienen un fundamento universal y que no son meramente preferen-
cias o reacciones emocionales. Creemos que las violaciones de los derechos humanos cometidas en la Argentina entre 1976 y 1982 no fueron
malas solamente en el sentido de que nuestras actitudes son contrarias a
ellas; estamos convencidos de que hay algo realmente malo en torturar y
matar a miles de personas. Cmo debemos analizar esta aparente objetividad de nuestras convicciones morales?
En otro trabajo (Spector 1993) explor la vinculacin entre el realismo
moral y el comunitarismo. Dos intuiciones bsicas estaban detrs de este
intento. La primera era que la importancia del elemento objetivo de la
deliberacin moral no queda suficientemente capturada por un anlisis
semntico-pragmtico de los juicios de deber moral (Peczenik y Spector
1987)12, y que tal importancia puede ser explicada apelando a la dimensin comunal de la moral, enfatizada por los comunitaristas. As como
Hegel reivindic la Sittlichkeit, una moral comunal, contextualizada histrica y culturalmente, en lugar de la Moralitt una moral ideal o crtica, los comunitaristas rechazan la tica pblica del Iluminismo, que gira
en torno de derechos naturales o deberes impuestos por la dignidad humana, en favor de los valores comunales que nutren la identidad personal. La tesis ontolgica del comunitarismo, que sostiene que la verdad de
los juicios morales depende de la existencia humana en sociedad, y no de
la pura Razn o de la naturaleza, pareca ofrecer una alternativa para teorizar sobre la objetividad de la deliberacin moral. Me pareca posible
aceptar la existencia de hechos morales tesis central en el realismo moral y al mismo tiempo oponerse a la equiparacin de estos hechos
con entidades metafsicas misteriosas o con principios formales de
racionalidad.
En el libro citado quizs no aclar suficientemente que la comunidad
en la que estaba pensando no era ninguna unidad nacional o tnica, sino
la comunidad universal que comienza a desarrollarse en Europa a partir
del siglo XV, expresada intelectualmente en la obra de filsofos y pensadores como Spinoza, Hobbes, Locke, Rousseau y Kant, e implementada
polticamente en documentos pioneros como el Acta de Tolerancia, el Edicto de Nantes y los Tratados de Westfalia.13 Esta comunidad universal, fi-
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14
Para
un anlisis del ideal de autonoma personal, puede consultarse (Spector 1992).
15 comparto, por ende, la objecin de contradiccin que me formula (Abba 1995). As como
No
un no cognitivista puede sostener una teora normativa liberal, un comunitarista metatico tambin
puede hacerlo. Quizs la analoga no sea completa. Un comunitarista metatico no podra sostener
consistentemente el liberalismo si la comunidad que provee su identidad personal carece de una
tradicin liberal. Por supuesto, ste no es el caso de la Argentina, que culturalmente participa, no
obstante una fuerte tradicin autoritaria, de los valores polticos europeos. En la prctica los
comunitaristas metaticos tambin son comunitaristas normativos, en lugar de liberales, posiblemente por su presuposicin de que las comunidades necesitan ser promovidas estatalmente, como
cosa diferente de meramente respetadas (Spector 1995a, 67-92). Para una posicin diferente acerca de la relacin entre comunitarismo metatico y liberalismo sustantivo, ver (Rivera Lpez 1995).
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En
Fundamentacin de la metafsica de las costumbres Kant propuso varias frmulas de su
imperativo categrico. Aqu ser til recordar tres: (a) Frmula de la ley universal: Obra slo segn
una mxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universal; (b) Frmula del fin
en s mismo: Obra de tal modo que tomes a la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre al mismo tiempo como un fin y nunca solamente como un medio, y (c) Frmula del reino de los fines: Obra slo segn leyes objetivas comunes que unan a todos los seres
racionales.
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As
se lo califica en (Danto 1984).
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Sobre
la posibilidad de acomodar la idea de juicios morales necesarios en una teora metatica
no realista, cf. (Spector 1999).
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cionistas y paternalistas); el principio de inviolabilidad, que prohbe imponer sacrificios y privaciones a otras personas en contra de su voluntad
que no redundan en su propio beneficio (bsicamente equiparable al imperativo del disenso de Muguerza, que se ver ms adelante), y el principio de dignidad, que exige que las personas sean tratadas de acuerdo con
sus decisiones, intenciones o expresiones de consenso; este ltimo principio excluye la discriminacin racial o religiosa. El principio de autonoma
establece, al igual que el principio de utilidad, una funcin maximizadora
agregativa, aunque el argumento de la funcin (en un sentido matemtico) no es el bienestar general sino la autonoma entendida como libertad
positiva. El principio de inviolabilidad es distributivo (parecido al principio de ventaja para todos desarrollado, por caminos diferentes, en las
obras de Rawls y Gauthier). El principio de dignidad establece una condicin adicional para maximizar la autonoma sacrificando a alguien en
particular: la de que la diferencia est basada en la eleccin de la persona
(Nino 1984; Nino 1989).
Para Dworkin los derechos morales son cartas de triunfo sobre argumentos basados en la utilidad general. Sin embargo, no hay una contraposicin entre el utilitarismo y una teora de los derechos. Para Dworkin
los derechos son instrumentos normativos necesarios para asegurar la
neutralidad e imparcialidad del utilitarismo. El utilitarismo es igualitarista
en la medida en que sopesa por igual los intereses o preferencias (igualmente intensas e importantes) de diferentes personas; no sera igualitario,
por ejemplo, si contase doble las preferencias de cierto grupo de personas. Dworkin sostiene que el utilitarismo tambin dejara de ser igualitario
si admitiese las preferencias externas (esto es, las preferencias que tiene
una persona sobre la asignacin de bienes u oportunidades a otras).
Dworkin menciona tres clases de preferencias externas: preferencias racistas, preferencias altruistas y preferencias moralistas. En cualquiera de
estos tres casos computar las preferencias externas es una forma de doble conteo. Dworkin afirma que las preferencias externas se sitan sobre el mismo nivel lgico que el utilitarismo, de modo que si el utilitarismo
aceptase preferencias no neutrales, se estara contradiciendo. En cambio,
si el utilitarismo es adecuadamente reformulado, entonces la tesis liberal
de que el Estado no puede imponer modelos de perfeccin personal es una
derivacin de esa teora (Dworkin 1978, 234-6; Dworkin 1985).
3. Consenso y Disenso
A diferencia de las teoras de Dworkin y Gewirth, que tienen como trasfondo una concepcin monolgica de la racionalidad 20, los filsofos de la
tica comunicativa han subrayado el papel de la deliberacin social
(Habermas 1990) (Apel 1985). Javier Muguerza ha explorado esta va
filosfica, dando lugar a una interesante polmica (Muguerza 1998a). Vale
la pena echar una ojeada sobre ella.
Muguerza aduce en consonancia con los tericos de la tica comunicativa que el actual consenso internacional sobre los derechos humanos,
por ser de carcter fctico, no puede proporcionar una fundamentacin
racional de un principio moral. A partir de este rechazo del consensualismo
que en realidad es una simple aplicacin del Principio de Hume, segn
el cual las proposiciones de deber no pueden ser deducidas lgicamente
de un conjunto que tan slo incluye proposiciones fcticas, Muguerza
inicia un derrotero argumentativo que lo llevar a indagar la posibilidad
de fundamentar los derechos humanos en torno a la idea de disenso.
En el derrotero citado, Muguerza analiza la argumentacin de Habermas
sobre un consenso racional, que politiza la moral (y la acerca al derecho, a la manera hegeliana) al hacer depender la validez de todas las normas, morales o legales, de la formacin discursiva de la voluntad en una
situacin ideal de habla. En esta situacin ideal la formacin de la voluntad est guiada por un principio de aceptacin crtica general, que requiere que todos los afectados examinen la validez de las normas propuestas.
Qu suerte corre este intento de superar el convencionalismo, que matiza
el consenso fctico con las exigencias de una racionalidad procedimental?
Apoyndose en una acertada observacin de Elas Daz, Muguerza seala que la formacin de la voluntad a la postre deber descansar en alguna
versin de la regla de mayora, la cual puede obviamente conducir a decisiones injustas (Muguerza 1998a, 40-56). As, concluye que la tica
discursiva de Habermas o de Apel no puede ir ms all del mero
convencionalismo.
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La
teora de Nino es un caso especial porque l se ocupa de aclarar que su fundamentacin
de los derechos humanos se apoya en los presupuestos de la prctica de la discusin moral; es
ilustrativo el siguiente pasaje: Participar en la prctica y, al mismo tiempo, negar aquellos presupuestos necesariamente aceptados cuando se participa en ella o sus implicancias es incurrir en una
inconsistencia pragmtica (Nino 1997, 74). (bastardilla en el original). Sobre su defensa del
societarismo metatico, ver especialmente el captulo 5 de (Nino 1994).
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Muguerza critica el formalismo habermasiano, tributario del formalismo kantiano. La cuestin, en palabras de Muguerza, es si aquella racionalidad procedimental, con todos los complementos que se quieran,
clausura sin residuo el mbito de la razn prctica, lo que es tanto como
decir el mbito de la tica (Muguerza 1998a, 58). Muguerza da una respuesta negativa. Cree necesario apelar a la frmula del fin en s mismo;
que Kant utiliza para fundar su concepcin del reino de los fines: Obra
de tal modo que tomes a la humanidad, tanto en tu persona como en la de
cualquier otro, siempre al mismo tiempo como un fin y nunca solamente
como un medio. Muguerza llama a esta formulacin imperativo de la
disidencia, entendiendo que lo que ese imperativo habra de fundamentar es ms bien la posibilidad de decir no a situaciones en las que prevalecen la indignidad, la falta de libertad o la desigualdad (Muguerza 1998a,
59)21. En suma, Muguerza propone una fundamentacin negativa o
disensual de los derechos humanos.
Garzn Valds ha cuestionado la prioridad conceptual y normativa de
la nocin de disenso con respecto a la de consenso. El disenso puede tener por objeto un consenso moralmente justificado o uno injustificado. En
el primer caso, el disenso no es moralmente legtimo. (Garzn Valds cita
el ejemplo de los encomenderos de Mxico y Per, que lograron la derogacin de las Leyes Nuevas.) En el segundo, puede darse uno de dos casos: el disenso est basado en razones oportunistas o lo est en razones
morales; en la primera variante, tampoco el disenso tiene relevancia moral. Slo cundo el desacuerdo se dirige a un consenso moralmente ilegtimo y est l mismo guiado por consideraciones morales vlidas, estamos
en presencia de un disenso moralmente relevante (Garzn Valds 1998,
99-100). Garzn Valds quiere decir que no importa tanto el hecho de que
la posicin normativa sustentada sea minoritaria o disidente o, en cambio,
mayoritaria o unnime (es decir, la posicin que goza de consenso); importa para l antes bien el contenido de los principios en los que se apoya
la posicin normativa v.gr., si estn de acuerdo con el imperativo categrico y respetan la autonoma personal. Precisamente, Garzn Valds
asevera que es ticamente admisible la imposicin heternoma de la legitimidad, por ejemplo, en la forma de intervencin internacional para hacer respetar los derechos humanos. La calidad moral, tanto del consenso
21
Conceptualmente,
la postura de Muguerza se alinea con la teora de las pretensiones vlidas,
antes examinada.
como del disenso, no puede derivar del hecho del consenso o del disenso, afirma con acierto (Garzn Valds 1998, 103). Adems, Garzn
Valds rechaza la relevancia normativa del carcter afirmativo o negativo del imperativo categrico; el mismo principio puede ser formulado
como una prohibicin o una obligacin (Garzn Valds 1998, 104). Por
otra parte agrego yo, el carcter negativo del imperativo del fin en s
mismo asumiendo que tal carcter es algo ms que un mero accidente
gramatical no est relacionado con el carcter negativo del disenso: la
aceptacin de una norma prohibitiva (o proscripcin) puede llevarnos a
disentir (decir que no, en las palabras de Muguerza) o a consentir (decir
que s), segn que la situacin evaluada respectivamente transgreda o
satisfaga la norma aceptada; lo mismo puede decirse, dicho sea de paso,
de una norma obligante (o prescripcin).
Garzn Valds analiza otras posibles interpretaciones de la propuesta
de Muguerza. Podra ser una forma de expresar un principio de tolerancia, en cuyo caso afirma Garzn Valds concordara con la idea de que
hay derechos que no estn sometidos a la discusin y decisin poltica y
cuyo respecto constituye un prerrequisito de validez de la democracia
representativa. O podra estar dirigida a contrarrestar el conformismo
moral, en cuyo caso equivaldra a rechazar que las tradiciones o las creencias morales ampliamente compartidas tengan por su carcter de tales
autoridad moral (segn declara Muguerza en su respuesta, eso es todo
cuanto tengo que pedir que se le conceda a mi propuesta (Garzn Valds
1998, 152). Garzn Valds no encuentra motivo para discrepar con
Muguerza en ninguna de estas dos interpretaciones. En realidad, tanto
Muguerza como Garzn Valds estn de acuerdo en rechazar el consensualismo fctico o hipottico; ambos subrayan la importancia de respetar
la autonoma personal, magistralmente expresada por Kant en su segunda formulacin del imperativo categrico. La cuestin consenso-disenso
es una distraccin en la que cae Muguerza posiblemente motivada por el
hecho de que presenta su posicin principalmente en un dilogo con el
consensualismo.
A mi juicio, Muguerza se acerca al meollo de la cuestin en su respuesta
a Garzn Valds cuando reconoce que la formulacin del imperativo categrico del reino de los fines tiene un contenido sustantivo mayor que la
formulacin en trminos del principio de universalizacin (Muguerza
1998b, 139). La tica moderna reconoce el carcter no formal o sustantivo
del imperativo categrico del reino de los fines. La pregunta crtica para
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1992, 89), aun cuando sea cierto que los derechos no son condiciones
necesarias de ninguna de las implicancias normativas mencionadas, cabe
sugerir que s son condiciones suficientes prima facie de dichas
implicancias. En particular, me interesa sostener que los derechos proveen
una justificacin prima facie de su imposicin coactiva. No obstante su
posicin escptica sobre la utilidad de los derechos, Buchanan declara que
esta tesis parece capturar al menos una parte de la conexin entre los derechos y la imposicin coactiva. Esta es una tesis que formul Mill y que
han sostenido Hart, Dworkin y Waldron, entre otros. La conexin entre
derechos humanos y el derecho positivo no es que no puede haber derechos humanos que no estn positivizados (es decir, establecidos por un
sistema jurdico positivo, nacional o internacional). Los derechos humanos son bsicamente derechos morales y pueden existir como tales sin
consagracin positiva. Aun cuando el concepto de derechos humanos se
ha desligado del de derechos naturales, sigue pretendiendo una forma de
apoyo que trasciende las tradiciones y circunstancias histricas y culturales particulares, los sistemas jurdicos positivos, los gobiernos y las comunidades nacionales o regionales (Kamenka 1996).
Aunque los derechos humanos no son necesariamente derechos legales, qua derechos ciertamente tienen una pretensin de positivizacin.
Esto tiene dos grandes implicancias. Primero, los principios morales que
pueden ser considerados como derechos humanos deben configurar una
estructura sistemtica capaz de ser establecida y aplicada socialmente. Este
es el rasgo de sistematicidad que, como vimos, subrayan Steiner y Waldron
y que, inspirndome en Cranston, llamar requisito de traduccin
institucional. Lamentablemente, no todos los juicios de valor que figuran
como derechos humanos en la Declaracin de los Derechos Humanos de
las Naciones Unidas satisfacen este requisito (Cranston 1989). La viabilidad fctica y la justificabilidad tica de la implementacin jurdica de
ciertos principios ticos universales delimitan un rea de la moral y, obviamente, es til tener un nombre (derechos humanos u otro) con el que
podamos denotar dicha clase. Segundo, los derechos humanos condicionan la validez jurdica de los actos realizados por autoridades nacionales.
El principio nullum crimen sine lege tiende a proteger al individuo contra
el uso autoritario de la maquinaria estatal. Sin embargo, como ya se dijo,
el principio puede jugar a favor de los dictadores si stos toman el recaudo de conferir validez legal a sus actos. La limitacin de la validez jurdica en base a principios ticos universales que tienen una pretensin de
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positivizacin es una idea normativa que busca evitar que los dictadores
manipulen las normas jurdicas para obtener inmunidad. Esta limitacin
de la validez jurdica est, a su vez, matizada por el requisito de traduccin institucional. La validez jurdica slo puede estar restringida por principios ticos universales si la observancia y la aplicacin de estos principios
es empricamente viable y ticamente admisible (i.e., no viola principios
ticos independientes).
La internacionalizacin de los derechos humanos constituye la juridizacin a gran escala de principios morales fundamentales. Nuestra
experiencia histrica indica que la nocin de derechos humanos es indispensable. Nunca antes la tica haba tenido tanta significacin en la
direccin de los asuntos humanos. Somos testigos de una nueva etapa en
la que la frontera entre el derecho y la moral se desdibuja. Espero que este
relevamiento de la literatura filosfica de los derechos humanos pueda
contribuir a que transitemos esa etapa con una comprensin ms aguda
de las mltiples dificultades filosficas que involucra.
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