Chupinas de Coleccion - CUADERNILLO1
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Chupinas de Coleccin
Aportes para pensar los Sitios de Memoria como herramientas metodlogicas en el aula
Gracias!
Ludmila de Silva Catela, Mara Cristina Carol Solis, Mariana Iglesias, Julieta Ferrer y Julieta Zamora.
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Aportes para pensar los Sitios de Memoria como herramientas metodlogicas en el aula
Presentacin institucional
Qu relaciones se pueden imaginar entre un ex Centro
Clandestino de Detencin Tortura y Exterminio y una
escuela? Se puede construir conocimiento en la
transmisin del horror, o necesitamos nuevas miradas
y nuevos lenguajes? Cul es el valor pedaggico de
los recorridos de nios y jvenes por los Sitios de
Memoria? Hay algo que puedan aprender en estos
lugares, tanto docentes como alumnos? Existe la
posibilidad de la apropiacin de trayectorias
y sueos, de luchas e identidades?
Responder estos interrogantes y otros que surjan es el
desafo de esta propuesta que nace de las prcticas
cotidianas en los Sitios de Memoria de Crdoba.
Todo cuerpo social en su conjunto guarda relaciones con
el pasado, seleccionando algunas cosas que valen la
pena recordarse y otras que se dejan en el olvido. Esta
relacin entre recuerdos y olvido, que denominamos
Memoria Colectiva, no es un proceso individual sino que
se construye socialmente como un campo de luchas y
contradicciones entre memorias individuales.
La Memoria Colectiva entonces es un proceso complejo,
en el que intervienen mltiples intereses, significados,
temporalidades, contextos, condicionantes. Porque
la memoria es una construccin activa: no es nunca
una repeticin exacta de algo pasado, sino una
reconstruccin permanente en un escenario de disputas
de sentidos e interpretaciones.
Este proceso involucra a todas las instituciones de la
sociedad. Dentro de stas la escuela detenta un lugar
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NOTAS
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Prlogo
Memoria, la inversin de la torre de Babel
En este libro suceden cosas. O tal vez sea mejor decir que este libro
sucede, porque sus pginas no se ocupan de dar cuenta de unos
hechos ya ocurridos, sino de ponerlos en presente.
Dada una arcilla pretrita la toma el hombre en sus manos, la
amasa y la moldea para hacer una vasija nueva donde moler el
maiz para el pan de hoy.
Este libro sucede como sucede el viento, como suceden las races,
como sucede la pena de los hombres y la alegra de los hombres.
Este libro comienza mucho antes de su primera palabra y no acaba
en el punto final.
Liliana Bodoc
Escritora nacida en Santa Fe. Autora de Los das del venado,
Los das de la sombra, Los das del fuego, Memorias impuras ,
Presagio de carnaval entre otros.
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NOTAS
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extrado de http://constitucionweb.blogspot.com
Ley de Punto Final (1986) que otorgaba a los tribunales un plazo mximo
de 60 das para citar a los responsables, pasado ese perodo la ley estable-
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el 25 de Noviembre de 1977.
de la Memoria. www.apm.gov.ar
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Ley de Obediencia Debida (1987) que defini que no podan ser juzgados
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CAVAROZZI Marcelo.
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Empezamos a conocernos
Esperamos a los chicos y jvenes en la puerta del Museo de Sitio para compartir una actividad
de produccin colectiva. Antes de ingresar, invitamos a los participantes a caminar el Pasaje
Santa Catalina, a sentir el empedrado, las paredes, a descubrir marcas de memorias.
Proponemos una dinmica de presentacin en la que cada uno/a dice su nombre y elige un/a
compaero/a a quin presentar declarando dos palabras que lo/a definan. Son diversas
las caractersticas que van surgiendo en cada grupo: comprensivo, piola, hincha bola,
fiestero, inteligente, buen compaero, mejor amigo, risa contagiosa, el mejor
guitarrista, nos banca en todo, callado, tmido. A partir de esta dinmica pensamos en
los datos que, hasta el momento, tenemos sobre los alumnos y la escuela, datos brindados
telefnicamente por los docentes al momento de organizar la visita al APM: cantidad de
alumnos, de docentes, direccin de la institucin, telfono, etc. En este sentido, pensamos que
si a fin de ao quisiramos hacer un balance de las escuelas que nos han visitado tendramos
slo datos numricos, pero que, luego de esta pequea presentacin donde la palabra circula
para contarnos quines somos, cmo veo y pienso a cada compaero/a, podemos pensarlos
y recordarlos desde otro lugar. Dejan de ser slo un nmero para ser Florencia la de la risa
contagiosa, Pablo que es el ms fiestero y alegre, Julieta que es inteligente, etc. Es
entonces cuando cada uno de los jvenes empieza a formar parte de nuestra memoria y
nosotros de la de ellos.
Preguntamos sobre el nmero que circula cuando hablamos de terrorismo de Estado: 30.000
desaparecidos. Este nmero si bien da cuenta de la magnitud del horror desplegado por
los agentes del poder represor no nos cuenta quines son esos 30.000 hombres y mujeres
secuestrados desaparecidos. A partir de ello, trabajamos sobre el sentido de la Sala Vidas
para ser Contadas: reconstruir, recordar y transmitir las historias de vida de las personas
desaparecidas de la provincia de Crdoba.
De qu modo podemos contar una historia de vida?, ante esta pregunta surgen diversas
ideas: con una foto, con una cancin, con palabras e imgenes, con objetos. Desde
la sala elegimos contar las historias de vida a travs de lbumes construidos por familiares,
amigos, compaeros por lo que las preguntas van surgiendo en torno a la eleccin de dicho
soporte: tienen lbumes en sus casas?, Qu nos cuentan?, los compartimos?, con quin?,
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para qu?, a los lbumes digitales en las redes sociales para qu los subimos?, elegimos
qu contar? Estos interrogantes abren la posibilidad de construir colectivamente la nocin de
historias de vida, relato y los diversos lenguajes a travs de los cuales eso tiene lugar.
El relato tiene como soporte fotos, pginas de diarios ntimos, documentos de identidad,
libretas escolares, cartas, poesas, certificados, habeas corpus, folletos y volantes polticos y
diversos documentos, rescatando la singularidad de cada sujeto.
Compartir los lbumes en Vidas para ser Contadas, permite pensar en cmo las historias de
vida se construyen a partir de mltiples condiciones, subjetivas, sociales, econmicas, polticas
e histricas. Una de las pginas del lbum de Mnica Capelli1 tiene una foto dibujada de
Mnica y su compaero, el Chango, relatos de aquella poca donde l la pasaba a buscar en
su moto Vespa, de sus encuentros, de sus amores. En la misma pgina hay una fotografa de
un acto realizado en Crdoba donde se encuentra el sindicalista de Luz y Fuerza, Agustn Tosco.
Esta pgina nos habla de una poca, de cmo la experiencia subjetiva de Mnica y el Chango
tiene lugar, se liga, a la experiencia poltico-social del momento, posibilitando pensar acerca de
los procesos de historizacin.
Los jvenes construyen sus propias significaciones acerca de lo que cada pgina del lbum
compartido exhibe, por lo que resulta de gran valor no slo para el trabajo de memoria que all
se produce sino para quienes construyeron los lbumes.
La experiencia con los talleres en la Sala Vidas para ser Contadas nos ha permitido ir
reconociendo la emergencia y circulacin de diversas emociones ante el relato de las historias
de vida de mujeres y hombres desaparecidos, ligndose a stas la propia experiencia subjetiva
de los jvenes. En este sentido se orienta la consideracin del libre recorrido por el Museo de
Sitio de acuerdo a los intereses y posibilidades de cada uno/a, acompaando desde el rea
Educacin dicha eleccin. La participacin en los talleres no debe constituir una instancia de
obligatoriedad, reproduciendo las lgicas del deber escolar, en tanto estos espacios interpelan
una puesta en juego de diversas dimensiones subjetivas y sociales, ante las cuales resulta
necesario el registro del deseo y las posibilidades de cada uno con ese pasado a partir de la
experiencia presente.
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La sartn de mi abuela
Al momento de finalizar el lbum y dejarlo en la Sala, quienes trabajamos en este Sitio de
Memoria acompaamos a los familiares y amigos que asisten a tal acontecimiento. La familia
de Olga Mamani y Luis Torres, secuestrados desaparecidos en julio de 1976, se encontraron en
la Sala para dejar el lbum, muchos de ellos reencontrndose luego de un largo tiempo.
Mientras recordaban ancdotas y contaban cmo haba sido el proceso de construccin del
lbum, una mujer amiga de la familia record una experiencia familiar a travs de un objeto,
precisamente, una sartn. Ella recuerda ver a su mam cocinar en esa sartn, a la que el
paso del tiempo haba dejado sus inexorables marcas y que, sin embargo, pareca el utensilio
ms importante de la cocina. Al heredar la sartn, su mam le cont que era la misma sartn
que usaba su abuela y que, pasando de generacin en generacin haba estado presente en
cada comida familiar. Estas ancdotas nos permiten pensar en los objetos como soportes
de memorias, objetos que al ser significados, historizados, forman parte del repertorio de
recuerdos que constituyen las tramas familiares. Los objetos como lazos entre el pasado y el
presente, objetos que ofician de disparadores de recuerdos y permiten reconstruir aquello que
forma parte de nuestra historia, an cuando no hayamos estado all presentes. As como la
sartn, hay mltiples objetos subjetivos y colectivos desde los cuales trabajar las nociones de
memoria y transmisin.
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Cada familia husihuilke conservaba un cofre, heredado por generaciones, que los mayores tenan
consigo. Aunque tena algo menos de dos palmos de altura, y un nio pequeo poda rodearlo con
sus brazos, en l se guardaban recuerdos de todo lo importante que haba ocurrido a la gente del
linaje familiar a travs del tiempo. Cuando llegaban las noches de contar historias, volteaban el cofre
hacindolo dar cuatro tumbos completos: primero hacia adelante, despus hacia atrs y, finalmente,
hacia cada costado. Entonces, el ms anciano sacaba del cofre lo primero que su mano tocaba, sin
vacilar ni elegir. Y aquel objeto, evocador de un recuerdo, le sealaba la historia que ese ao deba
relatar. Bodoc, Liliana: Los das del venado (Fragmento)
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Mi mochilita celeste
Sentados en crculo, proponemos a los jvenes, buscar en el cofre personal de la Memoria,
algn objeto que quieran compartir, objetos de memoria, aquellos que hemos guardado,
conservado, a lo largo del tiempo. En este momento se produce, generalmente, un largo
silencio y de pronto los objetos empiezan a aparecer: una mochila que usaban en jardn, ( a
la que un robusto joven de 17 aos, un metro ochenta de estatura y zapatillas del 44, llama
mi querida mochilita celeste); un anillo, regalo de la abuela; una foto de cuando estbamos
todos juntos; ositos, cartas, papeles escritos, agendas, un cinto que mi abuelo le regal
a mi pap y que mi pap ahora me regalo a mi, un juguete; un triciclo; la escalera de una
casa que ya no existe . Un joven de sexto ao de la Escuela Manuel Belgrano, relata que su
objeto de memoria es la casa de sus abuelos en la ciudad de Ro IV, se recuerda a s mismo
con sus hermanos y a su abuela permitindole buscar tesoros: lbumes de figuritas que haban
sido de su to, radios y televisores viejos, ropa, sombreros. Luego de relatar detalladamente
aquel lugar donde se cobijan tantas memorias, cuenta que hace un ao vendieron la casa y que
los nuevos dueos decidieron demolerla. En un principio se enoj y le dio bronca, pero luego
de un tiempo se dio cuenta de que la casa y sus memorias siempre iban a estar ac, dice
tocndose la cabeza y el corazn. La socializacin del relato acerca de estos objetos posibilita
trabajar sobre las nociones de sentido, memoria e historia, en tanto son aquellos sentidos
construidos por nosotros y nuestros lazos los que otorgan historicidad y conforman nuestras
memorias. Asimismo, posibilita producir sentidos no slo en torno a las prcticas del terrorismo
de Estado, sino tambin a la vida de cada una de las personas desaparecidas y asesinadas;
resignificadas, memorizadas en los objetos que se encuentran en la Sala.
Ante la pregunta Qu pasara si su objeto elegido se pierde, alguien lo rompe, lo tira o se
burla?, surgen diversas manifestaciones de dolor, bronca o impotencia:
Me muero!, yo cuando tenga hijos quiero contarles la historia del anillo que me regal mi abuela, para que
puedan imaginarla dice una bella flogger de uas pintadas de negro y flequillo color fucsia.
Mi triciclo es sagrado.
Mi primera pelota tambin.
Hace cinco aos que estamos juntos en la escuela y nunca hablamos de estas cosas.
Y menos en la escuela.
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Ta chetaza!!
Luego de esta ceremonia de objetos los invitamos a recorrer la sala contigua que cobija
los objetos de personas desaparecidas o asesinadas en Crdoba. No es necesario advertir
que tengan cuidado, que no toquen, que no rompan, ya estn imaginando a Luis Mnaco y a
Esther Felipe2 en la moto roja por las calles de su barrio, a Tota Novillo con su campera que
ta chetaza!!, a Hugo Ochoa3 amasando para la comida del domingo, a Mnica Capelli con
su vestido nuevo, confeccionado por ella misma, caminando hacia un encuentro con su amor,
el Chango.
A partir de preguntas y comentarios de los chicos, conceptualizamos algunos temas en
relacin con las memorias, particularmente sobre el pasaje de lo privado a lo pblico.
Generalmente ante la pregunta: Por qu creen que los familiares eligen dejar en este Sitio
de Memoria quizs el nico objeto que tienen de su ser querido?, los chicos dicen: para que
todos sepan quines eran y cmo eran para que no sean un nmero, para recordarlos vivos para que
estn en las memorias de todos, porque se aprende historia desde el corazn.
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NOTAS
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Fuentes y bibliografia
ANGUITA, EDUARDO y CAPARRS, MARTN 1997 1998. La voluntad. Una historia de la militancia revolucionaria en la Argentina.
Norma. Tres Tomos Buenos Aires.
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