Escuela Mexicana de Escultura
Escuela Mexicana de Escultura
Escuela Mexicana de Escultura
Como ya hemos visto, a la llegada del siglo XX, los escultores observaban una absoluta
admiracin por el trabajo de Augusto Rodin, a quien conocan a travs de revistas y,
sobre todo, por los viajes formativos con que el estado los becaba. La peregrinacin a
conocer al gran maestro era obligada, tanto que entre sus mltiples visitantes
encontramos a Gerardo Murillo, Jos Mara Velasco y Diego Rivera. Por lo que se refiere
a la divulgacin de su obra y su esttica, la figura de Jess F. Contreras es clave, al
respecto Patricia Prez Walters afirma.
decimonnica estaba dominado por Jules Dalou y, por su puesto, por Augusto Rodin.
Contreras se haba interesado en la concepcin rodiniana del modelado desde su
primera estancia en Pars (1887-1889) a la vez que el trabajo conjunto en la fundicin
(artstica mexicana) y el taller de alfarera (artstica), le haba permitido seguir
experimentando ampliamente con las posibilidades formales y las variantes temticas
planteadas por la escuela francesa .76
escultrica
relaciones
francesa,
establecidas
con
las
los
de
los
lenguajes
Agustn L. Ocampo , Desspoir (Desesperanza), 1900, mrmol,
54 x Prez
109 x 57.5Walters
cm., Col. MUNAL
escultricos modernos. As, no es casual contina
que las obras
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Una nueva generacin que logr llevar a sus ltimas consecuencias la bsqueda expresiva
habra de surgir en Europa: Constantin Brancusi (1876-1957), Amadeo Modigliani
(1884-1920), Jacob Epstein (1880-1959) y Henrie Gaudier-Breska (1891-1915) sintieron
la necesidad de producir la escultura de otra manera, utilizando como medio el encuentro
directo con los materiales, sin copiar de un modelo y buscando explotar las cualidades
fsicas de la piedra y la madera. Esto implicaba otra actitud, donde el trabajo fsico no se
vea devaluado, como una actividad vulgar y desintelectualizada. An as, la bsqueda
era por encontrar las formas ocultas, cautivas dentro de la materia, lo que los vinculaba
con la de Rodin, tomando por inspiracin Los esclavos de Miguel ngel en ambos casos.
Ibidem, p.35
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En Mxico, tambin abatido por una cruenta guerra que pareca no tener fin, la dcada de
los veinte reflejaba en la plstica toda la efervescencia poltica vivida. Como si se tratara
de una campaa entre liberales y conservadores, la nueva pintura sobre todo la muralera motivo de cruentas batallas en salones y peridicos. Estos importantes aos se
distinguen por la ausencia de los escultores, as como por la confusin que el uso de la
nueva clasificacin esttica ocasiona. Como ejemplos vale citar dos comentarios que
realizaran ambos bandos alrededor de la figura de Diego Rivera cuando en 1921 pintaba
La creacin, su primer mural.
Por una parte, la obra de Diego Rivera (La creacin) conquist el aplauso de los artistas y
del pblico culto que admir, sobre todo, la magnitud pictrica de los personajes (la
msica, la danza, la poesa, el canto...) y la sabia distribucin de las formas en el espacio.
Federico Gamboa, diplomtico y literato de fines del siglo XIX autor de Santa, entre
otras novelas
los pintores que en San Ildefonso trabajaban (Jos Clemente Orozco, Fermn Revueltas,
Jean Charlot, Ramn Alva de la Canal y Gabriel Fernndez Ledezma), sino al propio Jos
Vasconcelos. Tampoco puede pasar inadvertida la incapacidad generalizada para
comprender las nuevas propuestas, no slo en la vida poltica, sino tambin en la plstica.
Queda manifiesto, por ejemplo, que cualquier nueva tendencia plstica clasificada en un
ismo
fuera del orden acadmico resultaba incompresible, al punto que este culto y
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viajado escritor pensaba que cubismo era una pintura construida a partir de la geomtrica
figura del cubo. Veamos:
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Carlos Pellicer logra hacer una de las definiciones tempranas ms precisas del pintor,
cuando dice: (...) es tambin el obrero genial, popular, el dinmico expositor de la vida
mexicana en su angustia ms brutal o en su ms pura belleza [...] A la sorprendente
novedad de los asuntos, que ningn otro pintor antes de l haba visto y sabido ver, ha
unido [...]las ms vivas sensaciones populares [...] tiene la importancia de las pinturas
78
Federico Gamboa, citado en Elisa Garca Barragn, Lus Mario Shcneider, Diego Rivera y los escritores
mexicanos. Antologa tributaria, p. 81
79
Carlos Pellicer, Azulejos, tomo II., No 2, Mxico, diciembre, 1923, pp.20-24 citado en Clara Bargellini,
et. al., Carlos Pellicer, Textos en Prosa sobre arte y artistas, pp., 34-35
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egipcias enterradas en las tumbas [...] Slo el pueblo legtimo o los refinados superiores
gustan de estas gigantescas decoraciones. La burguesa media y rica ladra frente a la
obra de Rivera u observa un silencio de caja de zapatos (...) , y cual clarividente
contina con una profeca: Frente a la obra genial de Diego Rivera, se detendr la
Repblica a contemplarse a s misma, reconociendo, como en un espejo, la angustia de
su frente, el podero de sus manos, la admirable aptitud de sus Fuerzas originales.
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La confusin que muestra Federico Gamboa, tambin queda manifiesta en el artculo que
Lus Garrido escribe en el mismo ao en Revista de Revistas sobre La escultura cubista
en Mxico . En este artculo relata ampliamente el trabajo de Guillermo Ruiz, quien
realiza los bustos de sus compaeros estridentistas, los poetas Pulido, Maples Aarce y
Orozco Muoz: (...) l ha estilizado en estas series de esculturas, la materia, con una
serie de planos, por amor a la masa en todas aquellas proporciones primitivas, que
ponen en ellas un sello de plstica superior hundiendo la forma para realizar
80
Idem.
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interpretacin planimtrica, pero no coinciden con ninguna de las premisas del cubismo.
Esta idea acerca del cubismo la retoma Efran Prez Mendoza, al escribir sobre La
primera exposicin de grupos de <accin de arte> . En sta participaron David Alfaro
Siqueiros, Sstenes Ortega, Carlos Mrida, Nahui Olin, Rosario Cabrera, Carlos Orozco
Romero, Rufino Tamayo, Francisco Daz de Len, Diego Rivera, Jean Charlot, Fermn
Revueltas, Ramn Cano y Carlos Bracho. Sobre quien apunta: Carlos Bracho, con una
mayor intuicin y una mayor conciencia de su yo, ha hecho muecos, en realidad
muecos que exiga el momento, el medio, la farsa y que sin embargo, son muecos que
nos hablan ms rudamente al espritu y dejan de convulsionarse o de gemir como los
muecos de Guillermo Ruiz, estilizados dentro de una manera que como cualquier otra,
no es ms que una mscara y un atavo con que se engalana una sombra ; en cuanto a
Diego, quien presentara su hoy muy apreciado cuadro El filsofo, contina diciendo:
Diego Rivera y su filsofo no pensaban muy bien cuando se conocieron, porque por
ms grande que sea su cabeza, su figura no pensar. Esto y su muestrario de una
enfermedad que podemos llamar estrabismo mental o sea que todo su cubismo o
cualquier ismo, que eso es indiferente, son muecos que danzan todava en la vida del
hombre (...) todo lo dems es un desequilibrio que degenera (...) en un naturalismo
canallesco que insulta a s mismo como en Clemente Orozco...
82
de la noche a la maana
81
Luis Garrido, La escultura cubista en Mxico , Revista de Revistas, Mxico, 17 de septiembre, 1922, p.
44.
82
Efran Prez Mendoza, La primera exposicin de grupos de accin de arte , Revista de Revistas, 19 de
noviembre de 1922, Mxico, D. F., p.35.
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admiradores fervientes.
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favorable a las nuevas propuestas plsticas, no tan slo por ser nuevas sino por un
prejuicio ligado al conservadurismo y la ignorancia, la cual no les era exclusiva, los
propios artistas se encontraban en una veloz carrera por encontrarse a s mismos y
presentarse modernos , como cualquier otro artista de otra latitud. Jean Charlot cuenta al
respecto: Sabamos lo que estaba sucediendo en Pars, pero a pesar de esto o quiz por
causa de esto y de la distancia, reinaba cierto desconcierto que haca, por ejemplo, que
el futurismo se confundiera con el cubismo. Esto es, la gente era futurista pero al mismo
tiempo quera ser o se deca cubista, enredando ambos trminos.
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En los aos sucesivos los acontecimientos en cuanto a escultura se refieren son mnimos
y pasan prcticamente inadvertidos. Estn vinculados a propuestas ligadas a la
arquitectura y tienen ms bien un carcter ornamental. La escultura mexicana en la
primera mitad del siglo XX parece surgir desde la sombra avasallante de la pintura. Si
bien podra pensarse en la necesidad de unas artes complementarias, lo cierto es que los
hechos, cuando menos en cuanto a la escultura se refiere, demuestran que si se trata de
una cuestin cuantitativa la de la pintura es mayor que la de la escultura. Ya decamos
pginas atrs que en 1960, siendo director del Instituto Nacional de Bellas Artes,
Celestino Gorostiza sealaba en la inauguracin de la Exposicin de la Escultura
Contempornea los problemas que el arte del volumen tena que enfrentar, an en ese
momento, en relacin al privilegio que imperaba por parte de la pintura. Como vemos, las
preocupaciones nacionalistas siguen constantes y la escultura del momento tiene que
responder en la bsqueda de equilibrio, siendo mexicana y moderna a la vez. Ya no era
suficiente continuar la tradicin que la Escuela Mexicana de Pintura haba establecido.
83
Marius de Zayas, Cmo, cundo y porqu el arte moderno lleg a Nueva York,, p. 139
Jean Charlot, Un estridentista silencioso rinde cuentas: Jean Charlot. Entrevistado por Stefan Baciu ,
Americas, vol. 22, No 7, julio 1970, p. 29
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En las primeras cinco dcadas del siglo se sucedieron movimientos intelectuales que
marcaron muy diversas direcciones. Dos, sin embargo, nos interesan aqu para nuestros
fines. El primero es el estridentismo y el segundo es el movimiento de las escuelas de
pintura al aire libre. Heredero de una tradicin de rebeliones intelectuales que se sucedan
rpidamente en los primeros aos del siglo, el estridentismo surgi como una esttica,
como una bsqueda moderna de expresar la tradicin. Comandados por el poeta Manuel
Maples Arce, otros poetas como Germn Lizt Artzubide, Salvador Gallardo, Humberto
Rivas, Lus Ordaz Rocha, Miguel Aguilln Guzmn, escritores como Arqueles Vela y
artistas como Ramn Alva de la Canal, Fermn Revueltas, Leopoldo Mndez y Germn
Cueto, se expresaron celebrando el mole de guajolote .
El estridentismo es buen
ejemplo para sealar otras alternativas del arte que se produca en el pas a principio de la
dcada de los veinte, cuando an no podemos hablar de una esttica consolidada en un
movimiento, como lo hara durante esos mismos aos la Escuela Mexicana; no obstante,
lo relevante es que se haba alcanzado una libertad de expresin impensable apenas unos
aos atrs, y que nuestros artistas procuraban nuevas vas de expresin que de alguna
manera resultaban anlogas a otros movimientos que paralelamente florecan en otras
latitudes del mundo, ya fuera en Europa, o incluso en Sudamrica, donde Sao Paulo,
Buenos Aires y Montevideo desarrollaban propuestas sustanciales para entender el arte
contemporneo de fines del siglo XX.
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Acerca de la Escuela Libre de Talla Directa y Escultura, Raquel Tibol cita al doctor
Pedro de Alba, entonces director de la Facultad de Filosofa y Letras: El Dr. de Alba
crey que la nueva escuela solucionara algunos de los problemas crnicos del medio
artstico y as lo escribi: <<Nuestros artistas de hace tiempo se vean atacados de la
inercia, los asediaban la bohemia y la miseria, se abandonaban desalentados por la
indiferencia colectiva al ver que no haba demanda favorable para sus obras.
Gabriel Fernndez Ledesma, Escuela de talla directa, 1927 ca., Xilografa, 16 x 16 cm.
La concepcin terica del arte como religin o como supremo desinters, era una
herldica de pobreza que les negaba el apoyo para la lucha: la desilusin haca estragos
y se acogan al nirvana de los vicios. Los mejor librados obtenan apenas una clase, el
encargo de un cuadro o de un monumento en donde frecuentemente se deshonraba el
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arte o se embotaban las facultades. Entre nosotros, la teora del arte por el arte podr
ser patrimonio de cenculos, bandera de elegidos o distraccin de seoritos bien , pero
carece de vitalidad y arraigo. Al dolce far niente del bohemio fin de siglo, hay que
oponer el dinamismo edificador del artista popular. Popularizar el arte no es rebajarlo
ni prostituirlo; el pueblo annimo ha sido el creador de obras inmortales y lleva latentes
facultades supremas>>.
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Raquel Tibol, Las escuelas al aire libre en el desarrollo cultural de Mxico , en el catlogo de la
exposicin Homenaje al movimiento de escuelas al aire libre, p.29; el artculo citado est en Pedro de
Alba, Artistas y artesanos , en Forma, nmero 6, p. 2 y siguientes.
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Raquel Tibol, en Fuerza y volumen, el lenguaje escultrico de Oliverio Martnez (1901-1938), p. 25.
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