Experiencias, Comunicación y Goce en Museos
Experiencias, Comunicación y Goce en Museos
Experiencias, Comunicación y Goce en Museos
MXICO
Asociacin Mexicana de Profesionales de Museos AMProM
Secretara de Relaciones Exteriores SER
Embajada de Mxico en Colombia
Instituto Nacional de Bellas Artes INBA, Mxico DF.
COLOMBIA
Ministerio de Cultura
Museo Nacional de Colombia Programa Red Nacional de Museos
Banco de la Repblica Museo del Oro
Universidad Externado de Colombia - Facultad de Estudios del Patrimonio Cultural
ICOM Colombia
Museo Nacional de Colombia
28-30 de octubre 2008
In memoriam
jos antonio prez golln
Crdoba, 1937 Buenos Aires, 2014
ivan karp
Stanford, Connecticut, 1943 Albuquerque, Nuevo Mxico, 2011
nota
Presentacin
(en un estatismo en el que el espectador adquiere un carcter pasivo) hoy no slo resulta
atrasada sino imposible en vista de la rpida transformacin de las culturas. La obra
de arte, la pieza de museo y el recinto musestico en su conjunto, se han transformado
durante los ltimos aos en un espacio del que participa y se apropia el pblico. Esta
complicidad refuerza el vnculo, ya existente, entre el museo y sus asistentes.
A este respecto, el coloquio Experiencias, comunicacin y goce establece como uno
de sus ejes temticos las Comunidades interpretativas, con el fin de profundizar en
torno a los distintos pblicos y comunidades para ampliar el estudio de los procesos de
mediacin cultural.
La ciencia y la filosofa han reformulado su concepto de verdad en la medida en que la
informacin y la cultura, as como los mtodos de aprendizaje, se han ido transformando.
La verdad esttica, inamovible e imperecedera en la que se funda gran parte del estudio
y el desarrollo en Occidente, ha dado paso a una verdad mvil aunque no inasible, de
la que deben participar como constructores todos los actores de la sociedad, desde
los nios hasta los acadmicos, los maestros o las amas de casa. La pieza de museo, su
curadura, ambiente e investigacin son smbolo de una verdad mvil de la que participa
activamente el espectador.
De esta forma, al museo se le posee y se es posedo por l en su tarea de ser partcipe,
estudioso y constructor de ese fluir constante que es la verdad contempornea. La
Produccin de sentido, como segundo eje temtico de este coloquio, nos advierte de
la participacin del museo en esta transformacin y produccin de nuevos sentidos y
verdades. El pasado cumple un papel fundamental en esa produccin y tiene a su vez
un uso poltico. El tercer eje temtico, Ideologas de la visibilidad, asume la tarea de
reflexionar sobre la responsabilidad del museo a este respecto.
En este sentido, una de las tareas de la Asociacin Mexicana de Profesionales de Museos
ha sido la bsqueda de vnculos para lograr la participacin diversa y cooperativa
entre instituciones y organizaciones de todo tipo, que hagan posible la difusin del
trabajo realizado en los museos mexicanos dentro y fuera de nuestro territorio.
Asimismo, la Asociacin ha impulsado la participacin de organizaciones diversas con
el fin de procurar la retroalimentacin que nos lleve a convertir nuestros museos en
organizaciones a la altura de las circunstancias mundiales.
Para esto se ha dado impulso a la revista M Museos de Mxico y del Mundo, publicacin
peridica cuyo objetivo fundamental es el de plasmar y dar cuenta del trabajo y la reflexin
que atae a la curadura, tecnologa, capacitacin y todos los aspectos relacionados con
el quehacer musestico en virtud de la realidad y de los retos que enfrenta el quehacer
cultural. Gracias a estos objetivos, la revista, que dar nacimiento a su nueva poca en
los primeros meses del ao 2009, busca y promueve la participacin de instituciones
y expertos que contribuyan al debate y a la reflexin dentro de un espacio impreso
incluyente y propositivo.
Agradezco a las entidades colombianas que emotiva y laboriosamente han hecho posible
la realizacin de este segundo coloquio en Bogot: al Ministerio de Cultura, al Museo
Contenido
9
Introduccin
Mesa1
13 Introduccin
ngela Santamara
15
32
43
49
Daniel Castro
Mesa2
59
61
70
Introduccin
Edmon Castell
Communities and history in twenty first century museums in the United Kingdom:
Museums as a means of social change
Sheila Watson
86
97
d ebate
Mesa3
Teoras museolgicas
106 Introduccin
Luis Gerardo Morales
108 Real Objects Simulated Context
Ivan Karp
Bernard Deloche
136 d ebate
Mesa4 Comunicacin
145
151
Mientras los ilustrados van al museo, los populares van a los medios
Omar Rincn
Margarita Reyes
Germn Ferro
155 Los museos, los pblicos y las tecnologas de la informacin
167 d ebate
Patrimonio y memoria
Mesa5
184 I n troducc in
Roberto Lleras
186
Germn Rey
200
208 d ebate
Mesa6
223 Introduccin
Miguel Fernndez Flix
225 Presentacin de casos de museos colombiano
227 d ebate
Mesa6
237
Introduccin 9
Introduccin
Miguel Fernndez Flix Luis Gerardo Morales
mxico
10Introduccin
Organizacin temtica
La organizacin del II Coloquio Internacional Experiencias, comunicacin y goce se
distribuye en tres grandes campos que son:
1) Comunidades interpretativas; 2) Producciones de sentido, y 3) Ideologas de la
visibilidad.
1) Comunidades interpretativas. Uno de los temas vigentes en materia de museos ha sido
el desciframiento de la heterogeneidad de sus visitantes. Los denominados estudios
de pblico han dejado atrs las simples estadsticas o encuestas, desarrollando otras
formas de anlisis como la etnografa de la visin, la hermenutica, el constructivismo
o la consideracin de observaciones basada en las teoras cibernticas. La complejidad
de los estudios de pblico ha roto ya con la vieja distincin entre sujeto y objeto,
estableciendo un giro en el modo de concebir la recepcin del mensaje musestico. De
ah que el trmino comunidades interpretativas recoge de un modo ms amplio una
Introduccin 11
perspectiva plural y amplia del estudio de los observadores, haciendo nfasis en los
procesos de mediacin cultural desarrollados en las operaciones museogrficas.
Para el II Coloquio importa conocer nuevas experiencias culturales significativas en la
relacin entre comunidades y museos.
2) Producciones de sentido. Desde fines de la dcada de 1960, el llamado giro lingstico
tambin ha tenido repercusiones no nicamente en las disciplinas humansticas y
sociales, sino tambin en el estudio de los discursos y prcticas museogrficos. Los
museos despliegan en un espacio narrado un modo binario de cognicin y percepcin.
Esta simultaneidad se manifiesta mediante las denominadas actividades educativas
y ldicas que desarrollan los museos. Para el II Coloquio resulta relevante conocer
algunas de las modalidades ms significativas con las que los museos producen sentido,
a la luz de nuevas discusiones y experiencias museogrficas.
3) Ideologas de la visibilidad. En este campo abordamos diferentes temticas vinculadas
a la memoria colectiva, la identidad nacional o continental, la ancestralidad y los usos
polticos del pasado, entre otros muchos tpicos de urgente revisin. Al mismo tiempo,
tales cuestiones estn vinculadas a un redimensionamiento de la responsabilidad
institucional de los museos en la conservacin y rememoracin del pasado, que
involucra nuevas formas de gestin y planificacin musesticas. De modo similar al
giro lingstico, la aparicin de los ecomuseos, en la dcada de 1970, estableci un
nuevo paradigma en las operaciones museogrficas que requiere una nueva reflexin
mediante el estudio de otras experiencias comunitarias que se han desarrollado en
Amrica Latina desde la dcada de 1980.
Para el II Coloquio resulta importante una revisin de las estrategias y tcticas de
algunas polticas de museos a la luz de las nuevas ideologas de la visibilidad implantadas
por el desarrollo de las industrias culturales y del entretenimiento en la globalizacin
econmica mundial.
Lneas de accin
Los ejes temticos del II Coloquio abarcan campos muy vastos de reflexin, por lo que
para establecer con precisin sus lmites se opt por cruzarlos con lneas de accin o
de trabajo que de manera particular han desarrollado diferentes actores individuales o
institucionales. Como sabemos, todo Coloquio o Simposio supone una seleccin de
expositores o ponentes, por lo que con las lneas de accin slo buscamos recoger lo
ms representativo en el terreno de los conocimientos, las prcticas y la planeacin de
los museos, tanto de Amrica Latina como de Europa y los Estados Unidos de Amrica.
De esta manera se escogieron seis lneas de accin sobre las que se desarrollar este
Coloquio, que son: Experiencias: lo educativo y lo ldico; Museos como agentes
de cambio social y desarrollo; Teoras museolgicas; Comunicacin; Patrimonio y
memoria y Dilogos con los museos colombianos.
Mesa 1
Experiencias:
lo educativo y lo ldico
Anlisis en torno a los museos como espacios de educacin y
disfrute se presentan desde una visin contempornea, abierta a
interpretaciones mltiples en las que la libre aproximacin y el
Mesa 1
Introduccin
ngela Santamara
colombia
Mesa 1
Mesa 1
Daniel Castro
colombia
Umbral
En la obra cinematogrfica de Tim Burton, Batman (1989), hay una referencia pardica
al espacio museal, el Fluggenheim Museum de Ciudad Gtica. Este museo es usado de
manera doble e imprevista por Jack Napier, el Guasn y los miembros de su pandilla:
como una pista de baile a los acordes de la msica de Prince y como lugar de reescritura
de las obras maestras del pasado, gracias al uso sistemtico del spray. Quien cita esta
referencia es uno de los tericos contemporneos sobre la comunicacin y el museo, el
vasco Santos Zunzunegui, en su libro La metamorfosis de la mirada. Museo y semitica1,
y con este ejemplo contempla lo que a su vez Umberto Eco defina como una serie
de decodificaciones aberrantes, las cuales tienen que ver con el uso no previsto por el
texto que el museo es, o produce, y realizado por algunos de sus visitantes.
Por otra parte, cita igualmente al arquitecto Ieoh Ming Pei, quien en 1985 deca:
Hoy el museo es una institucin pedaggica, un espacio de ocio; dudo en decirlo,
pero all se va a distraerse () Es preciso que el museo sea accesible: no demasiados
escalones, reas de descanso, diversidad de decorados2.
Estas dos entradas me permiten generar el umbral de las siguientes reflexiones, en las
que la invitacin a participar en este Coloquio centra su razn conceptual en el ttulo
de Experiencias, comunicacin y goce, y del cual podemos dudar de entrada, pues no
estamos precisamente en pocas de optimismos.
Mesa 1
Mesa 1
Un museo extraado
El ejercicio de Foucault es introducido en su versin espaola por un prefacio de Guido
Almansi, quien dice que tanto para el autor del Gnesis bblico, como para el ensayista
francs al hablar de Magritte, al principio era el caos. Pero glosa de la siguiente forma:
Tal vez eran dos: el caos de lo diferente, donde cada cosa es diferente a la otra; y el
caos de lo igual, donde cada cosa es igual a cualquier otra. Ambos son refractarios
de la idea de orden, que solo puede existir en la lnea fronteriza entre diferencia y
similitud.
De igual forma, esta idea de orden relacionada con el concepto de museo puede entenderse
como una categora que todos creemos conocer, basada en la repeticin reiterada de
una definicin que todava no logra consolidarse, emanada del ejercicio del Consejo
Internacional de Museos, a partir de la labor de su Comit para la Deontologa, y para
la reforma de la institucin, quienes sin embargo no logran posicionar definitivamente
una nominacin que sea lo suficientemente contundente, as todos sus profesionales a
lo largo y ancho del mundo, incluido quien les habla, la repitan como una letana y que
de tanto nombrarla pareciera perder su sentido:
Una entidad permanente, al servicio de la sociedad y su desarrollo, accesible al
pblico, y que colecciona, conserva, investiga, difunde y exhibe el patrimonio
material e inmaterial de los pueblos y su entorno, para fines de estudio, educacin
y disfrute4.
Esta versin vigente a la fecha no nos evidencia las sutilezas y mltiples debates que se
han llevado a cabo en el seno del ICOM y sus comits internos para lograr un consenso
casi imposible entre todos los profesionales a nivel mundial desde su constitucin en
1946. Una casi lacnica definicin dada ese ao de fundacin, deca:
La palabra museo incluye todas las colecciones abiertas al pblico, conformadas por
materiales artsticos, tcnicos, cientficos, histricos o antropolgicos, incluyendo los
zoolgicos y jardines botnicos, pero excluyendo a las bibliotecas, excepto aquellas
que mantengan espacios de exhibicin permanente5.
Esta definicin da pie para que a partir de 1956 el espectro se ample, y como lo denomina
Gary Edson, uno de los responsables de estas tareas en los ltimos aos y quien no se
encuentra muy de acuerdo con dicha lista de mercado, que fue aadida a la definicin
en la Asamblea del ao 2001, argumenta que la definicin debera conllevar el aspecto
fundamental de la entidad, ms que describir sus variables.
Mesa 1
4. http://icom.museum/code2006_spa.pdf
5. http://icom.museum/hist_def_eng.html: The word museums includes
all collections open to the public, of artistic, technical, scientific, historical or
archaeological material, including zoos and botanical gardens, but excluding
libraries, except in so far as they maintain permanent exhibition rooms.
Esas variables son aquellas que ms que aclarar el concepto, lo han convertido en el
primer paso de justificacin para la tarea de desarticulacin que planteaba Magritte a
partir de la lectura de Foucault. Si esto es un museo, entonces esto no es un museo, pues
en l caben los sitios naturales, arqueolgicos y etnogrficos; los jardines botnicos y los
zoolgicos, los acuarios y viveros, los centros cientficos y planetarios, las galeras de arte
sin nimo de lucro y las reservas naturales, entre otros.
Esta complejizacin de la entidad museo y una velada crtica a todo lo que adems,
al decir de Andreas Huyssen, permite ser musealizado en una sociedad atrapada en
un presente vertiginoso que desea condensar en ese lugar un pasado que se le escapa
cada vez ms velozmente, parece ser el argumento que sustente por otra parte un
fundamentalismo esencial.
Ese museo que todos tenemos en la cabeza, como la pipa de Magritte, rotunda en sus
formas y reconocible en su contorno, deja de serlo cuando es poblado de animales que
allan o gruen; cuando se llena de lianas o nenfares; cuando alberga huecos negros
y galaxias anmalas, o cuando sencillamente deja entrever en superficies terrosas, unos
huesos desledos por el tiempo junto a cacharros desvencijados y rotos. O inclusive se
hace ms imposible cuando le apuesta a contar historias recientes de palacios tomados
por insurgentes, o cuando junto al uniforme de un prcer de la patria, pueda reposar
una emblemtica toalla de un personaje no tan prcer6.
Ese museo que todos creemos conocer, el lugar silencioso, devocional, respetado,
neutral, sin embargo ha mutado en otra cosa que an nos sorprende por una
transformacin no del todo cmoda, tanto para sus profesionales como para sus
visitantes, mutacin que no deja de sorprendernos pues puede llegar a acercarse a
alguna de esas decodificaciones aberrantes de las que Santos Zunzunegui, citando a
Eco, ejemplifica con el Fluggenheim Museum de Ciudad Gtica de la pelcula Batman.
Museos imposibles como los enumerados por el ensayista y poeta venezolano Luis Britto
Garca, quien reta a la imaginacin con nuevas categoras, muy seguramente algunas de
ellas ms sugestivas y llenas de posibilidades que las ya emblemticas colecciones de
animales disecados, herbarios o trofeos de guerras y batallas que le hacen honor a la
patria congelada en una vitrina7.
Otras no tan aberrantes definiciones como la propuesta por la Asociacin de Museos
Surafricanos, o la que la Asociacin de Museos Australianos han realizado, marcan
un contrapunto con las tablas de la ley del ICOM 8, y dan cuenta inspiradora de la
Mesa 1
6. Estas referencias estn relacionadas con el Museo del 20 de julio de 1810 en Bogot,
que fue convertido en central de operaciones del Ejrcito durante la Toma del Palacio
de Justicia en noviembre del ao de 1985, y al debate suscitado por los medios de
comunicacin cuando el Museo Nacional de Colombia sugiri solicitar a Manuel
Marulanda Vlez entregar al Museo una de las toallas que sola portar consigo.
7. Britto Garca, Luis. Los museos imposibles, en: http://museosdevenezuela.
org/Documentos/Articulos/RevistaImagen009.shtml
8. Museums are dynamic and accountable public institutions which both shape
and manifest the consciousness, identities and understanding of communities and
individuals in relation to their natural, historical and cultural environments, through
Mesa 1
A museum helps people understand the world by using objects and ideas to interpret the
past and present and explore the future. A museum preserves and researches collections,
and makes objects and information accessible in actual and virtual environments.
Museums are established in the public interest as permanent, not-for-profit organizations
that contribute long-term value to communities (Museos Australianos).
9. Foucault, Op. cit., 79.
De la misma manera, el museo inserta el elemento lingstico desde sus viejas taxonomas
heredadas de la ciencia (el museo histrico, el cientfico, el de bellas artes, el etnogrfico,
etc.); a partir de su respectiva definicin y de sus respectivos discursos disciplinares, lo
que generaba una autocomplacencia y una reiteracin de sus semejanzas (las artes son
unas y no otras, la historia es una y no otras, la ciencia, dem), hasta convertirse en
ese espacio excluyente y antiptico, especializado al extremo de la asepsia, del que se
haba excluido cualquier atisbo de deleite y donde el silencio primaba pues el visitante,
mientras observaba, callaba.
Mesa 1
el que una figura se asemeje a una cosa basta para que se deslice en el juego de la
pintura (y yo gloso; en el museo) un enunciado evidente, banal, mil veces repetido y
sin embargo casi siempre silencioso (es algo as como un murmullo infinito, obsesivo,
que rodea el silencio de las figuras, lo cerca, se apodera de l, y lo vierte finalmente en
el campo de las cosas que podemos nombrar: lo que veis es aquello.
sta es una silla, sta es una mesa, sta es una espada, ste es un cuadro. O sta es la
ciencia, ste es el arte, sta es la historia.
Al ser una definicin (la de museo) y con ella la de sus implicaciones y lugares comunes,
que han corrido a lo largo del tiempo con escasas modificaciones, como ese lugar
destinado para el estudio de las ciencias, letras humanas y artes liberales, donde se
guardan varias curiosidades, pertenecientes a las ciencias; como algunos artificios
matemticos, pinturas extraordinarias, medallas antiguas, etc.12, ella ha quedado
igualmente apresada en su historicidad y en su encantamiento, y con ella la comprensin
y aproximacin de los visitantes, pues a ellos se les ha obligado al arrobamiento obligado
frente a los grandes discursos. Por otra parte y an con la intencin de modificar (solo
levemente) algunas de sus funciones y misiones y poner un acento en la tarea educativa,
el museo crey que siendo benevolente con sus pblicos tendra suficiente para lograr
aproximaciones divertidas y por ende instructivas. El museo tambin cay en la
trampa del aprender jugando, que como binomio ha sido nefasto pues termina siendo
igualmente conductista y acusador de un deseo exclusivo de impartir informacin.
Por otra parte, y en su necesidad de entrar en un dilogo directo con otros espacios
de formacin como las escuelas, termin escolarizando sus espacios al adoptar las
tcnicas de la vieja prctica educativa, ya de por s anquilosadas por esa reiteracin de
ese lo que veis es aquello y no otra cosa, en la que las salas y los espacios del museo
fueron usados en aras a la memorizacin y la copia de infinitos textos, as como del
comportamiento controlado y para nada inquisitivo en el que no haba cabida para la
duda ni para la negacin de esas verdades absolutas. Vale la pena recordar una cruzada
en sentido contrario, desarrollada desde Brasil en la dcada de los noventa, que an nos
debe poner a pensar en los peligros de esa accin bienintencionada en su momento,
pero peligrosa en el presente y ha emprendido la tarea de desescolarizar entonces
a los museos, para que ellos mismos piensen su propia dinmica educativa, pero no
desde la operativizacin de los procesos de memoria, sino para ir ms all de esa tarea
y reflexionar a profundidad sobre lo que significa educar en un espacio museal hoy en
da. Y en esto, estoy totalmente convencido; ya entrado el siglo XXI , cualquier museo
debe ponerse en la tarea de definir cmo entiende su idea de educacin (tal como lo
hicieron en su momento los muesos australianos y surafricanos con la entidad museo),
ojal rebasada y sustituida por un concepto ms expandido y completo que debe ser el
del acto comunicativo.
De esta forma, y para el caso contrario del caligrama original propuesto por Magritte con
esa pipa flotante, en el que haba contradiccin entre dos enunciados, el uno grfico
y el otro escrito, considero que la tarea que debe ser el punto de partida del desarrollo
Mesa 1
de una actividad de goce, que muy seguramente puede derivar en una decodificacin
aberrante, es precisamente la tarea que lleva a cabo el nio cuando recibe un juguete
nuevo. Una vez lo ha disfrutado unas horas, o das acaso, el principal trabajo radica
en deshacer el caligrama. En este caso en descomponer el juguete; desarmarlo para
descubrir su funcionamiento y mecanismo interno; saber cules son las fuerzas que lo
hacen posible como objeto y como esencia.
Para el caso del museo tradicional que parte de una tautologa, tal como lo he descrito
anteriormente, la tarea del ejercicio comunicativo-educativo es descomponer a la
institucin como caligrama, que en su calidad de signo permite que la palabra nombre
y la lnea fije una imagen, y de all llegar al punto de partida de Magritte. Negar de la
imagen museo lo que su propio texto le ha subrayado secularmente y desde ah iniciar
una aventura, que nos deparar innumerables sorpresas.
Al estar el museo todava demasiado preso en su forma, debemos liberarlo por medio de
tareas que en su interior lo minen y de esta manera, en el estallido a travs de esa tarea,
reencontrarle nuevos sentidos no slo a la entidad en su conjunto, sino a sus prcticas
y procesos. En otras palabras usar al museo como palimpsesto, en el que sea posible
rayar una y otra vez la superficie para reescribir en l nuevos y cada vez ms sugestivos
mensajes y sentidos.
Traer a continuacin algunos ejemplos que evidencian lo anterior, donde el ejercicio de
goce nace desde las entraas del museo mismo a partir de una tarea autocrtica y de una
permisividad transdisciplinaria que refresca y abre nuevas posibilidades de apropiacin
y disfrute del aparato museal, sin perder su sentido autocrtico.
Palimpsesto 1: Hipervisibilizacin
El artista conceptual Fred Wilson naci en 1954 en el Bronx. Se describe a s mismo
de la siguiente forma: African, American Indian, European and Amerindian. Su
vnculo con los museos viene de la dcada del setenta del siglo pasado, en la que
su formacin plstica se complement como educador sin contrato permanente en
el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, as como el Museo Americano de
Historia Natural y el Museo Americano de Oficios. Y es gracias a ese desempeo
y conocimiento de la agencia museal y de sus prcticas como a partir de 1985
desarrolla una obra titulada mock museums, o museos burlones, en la que crear una
serie de objetos fabricados con los cdigos formales de un museo (fichas tcnicas,
iluminacin, vitrinas, pedestales, etc.), pero instalados en espacios no tradicionales y
no-museales. Es sin embargo en 1992 cuando en asocio con dos museos de Baltimore,
la Sociedad Histrica de Maryland (MHS , por su sigla en ingls) y el Museo de Arte
Contemporneo, realiza una de sus ms sugestivas e impactantes intervenciones,
la cual le ha valido no slo un reconocimiento internacional, sino posteriores
invitaciones a instituciones similares en el mundo para desarrollar su trabajo titulado
Minando el museo.
Mesa 1
Society que haba sido concebida como un Club y se crea despus de la revolucin
americana, fundada por historiadores aficionados y naturalistas de familias distinguidas.
La Maryland Historic Society parta as con una clara tendencia a plantear una muy
concreta visin de la historia que trat cuidadosamente de perpetuar a lo largo del
tiempo. En ella no aparece, por ejemplo, alusin alguna a los tumultos por los derechos
civiles que arrasaron Baltimore entre 1968-69, siendo la nica referencia a la experiencia
de convivencia afro-americana una vitrina dedicada al msico de jazz Eubie Blake,
cuando ocho de cada diez habitantes de esa ciudad son afroamericanos13.
El proyecto de colaboracin, de un ao de duracin, sera presentado a la Conferencia
de la Asociacin Americana de Museos, y como paso a una nueva etapa de renovacin
y apertura, la Maryland Society se comprometi a no limitar a Wilson el acceso a
ninguna parte de la coleccin y a permitirle que adoptara la funcin que exigiera, ya
fuese la de conservador, archivista o director. La intervencin de Fred Wilson tratara
de examinar el aparato ideolgico del museo explorando cmo ha ignorado la historia
de la gente de color. La apropiacin del espacio musestico buscara eliminar las bases
ideolgicas que sustentan su propio discurso, analizando el rol del mismo museo en la
eliminacin de esa parte de la historia. La invitacin al espectador a participar en su
proceso de escritura y representacin interrogndose por su propia ubicacin dentro de
ella, se presentaba como un principio metodolgico esencial. De hecho, la lectura de
las instalaciones presentes en esta reinstalacin no puede ocultar un fuerte trasfondo
autobiogrfico. De esta intencin se derivaba que la instalacin de Wilson hiciese
constantes referencias al sentido universalista del discurso musestico, tan presente en
instalaciones parciales de la exposicin, suscitaba la memoria de personas silenciadas,
olvidadas en el ms extremo anonimato, as como una reflexin sobre la autora de la
historia. Tambin se haca manifiesto el rechazo a que el intelectual, el crtico o el artista
reclamen la posesin de un acceso privilegiado a la verdad o incluso al conocimiento.
Una de las estrategias utilizadas, luego de esa reflexin y determinacin de la forma de
hacer la intervencin, era precisamente la de la hipervisibilizacin de esa ausencia en
un campo nuevo que podra definirse como dialgico y comunicativo. En sntesis y tal
como lo escriba Judith Stein en una de las ms tempranas reseas de dicha intervencin,
con el ttulo Minar el Museo el artista apuntaba a tres cuestiones fundamentales: minar
era excavar las colecciones para extraer de ellas una presencia enterrada de minoras
raciales; minar era a su vez plantar emocionalmente material histrico que despertara
conciencia y generara un cambio institucional, y por ltimo, en esta eclosin luego del
trabajo del minado, por consecuencia se buscaba no desprenderse de una identidad (de
una memoria personal) sino con ello tratar de encontrar reflexiones de s mismo y de
los otros (una memoria colectiva) dentro del museo.
Palimpsesto 2: Mmesis
En el ao 2006, cincuenta mujeres de Medelln, la segunda ciudad ms grande de
Mesa 1
13. Stein, Judith. Sins of Omission en Art in America, octubre de 1993, 110-114.
Mesa 1
Por otra parte, el subttulo de la muestra, El ngel de la casa, esta vinculado segn reza
el material de apoyo a la exposicin al comn encasillamiento del rol femenino en la
visin catlica, heterosexual, puntal de familia y base de la vida social.
Dicho rol se confina a la dependencia de la figura masculina, y lo que logra este montaje
temporal en las salas de conformacin de la nacin colombiana que evidencian un
profundo y todava marcado rol masculino, es hacer evidentes las contradicciones
entre lo pblico y lo privado, entre lo que se dice y se oculta, entre lo que se reconoce
como produccin cultural y lo que se niega como tal14.
En este caso, el trabajo de Libia Posada en sus dos acciones en dos de los museos ms
representativos de Colombia, acta a partir de un ejercicio mimtico que termina
confrontando al espectador acerca de sus ideas de belleza y las definiciones en torno a
lo femenino dictadas desde una cultura eminentemente patriarcal, cuando invita a que
el visitante descubra la verdad de esa suplantacin por medio de una segunda y ms
detenida mirada.
Y es precisamente a travs de esta tarea que igualmente aborda Paul Ricouer en sus
reflexiones sobre el tiempo y la narracin, cmo la mmesis, adems de ese juego de
ocultamientos y suplantaciones, se convierte en una herramienta de mediacin, en la
cual y segn este autor, quien determina tres fases de la mmesis en el mbito narrativo,
de estos, la segunda cualidad tiene un mayor impacto por ser precisamente la que logra
conducir del antes al despus del texto, transfigurar el antes en despus por su poder
de configuracin15. Es pues sta la tarea que a mi juicio logra este valiente ejercicio de
voluntades: el de la artista y su denuncia artstica, as como el de estas dos instituciones
museales colombianas que de la misma manera que la Sociedad Histrica de Maryland,
realizaron una apuesta por minarse a s mismas y revisar sus prcticas a partir de una
intervencin, que indudablemente transfigura literalmente no slo una parte de nuestra
memoria histrica, sino a la institucin museal en su conjunto.
Palimpsesto 3: El vaco
Es hoy muy intensa la reflexin sobre los objetivos y funciones tradicionalmente
atribuidos al museo, as como el cuestionamiento de cmo una institucin nacida con
el colonialismo consigue perdurar apenas sin cambios ni modificaciones esenciales en
la era postcolonial. Una reflexin que, obviamente, incorpora el concepto de audiencia,
como entidad condicionada por un previo sistema de adquisicin, presentacin e
interpretacin de las obras, apoyado por trminos como arte y artefacto, estilo y periodo,
high and low, dominante y marginal, as como por lecturas cronolgicas y lineales de
la ciencia, el arte y la historia. No obstante, ser el propio concepto de historia el que
se acabar convirtiendo en el verdadero eje de actuacin de esta prctica de reflexin
crtica, sobre todo en su vertiente ms sensible a la poltica de lo multicultural, o a
la atencin a aquellos que por su raza, gnero o condicin social fueron de un modo
u otro silenciados en el discurso histrico dominante. Se configura en torno a l (el
museo) una de las vas ms crticas y frtiles del pensamiento esttico postmoderno,
Mesa 1
aunque ya se sabe que este ltimo concepto comienza a rebasar su carga de contenidos
para ser sustituido por otras formas de pensamiento y accin.
Por ello, la relacin del individuo con la historia se presenta como tema central. Se propone
una visin de la historia que la rechaza como mera consecucin de acontecimientos,
como algo unificado y construido por las convenciones institucionales, resaltando el
abismo de lo olvidado, la censura de la memoria. Se hace necesario, por tanto, evidenciar
hasta qu punto la historia es una construccin creada por la estructura del poder que
seleccion slo ciertos datos (convenientes para ella) para ser recordados. De acuerdo
con esta propuesta, las obras ms apreciadas y valoradas en los museos estaran sujetas a
una evaluacin histrica especfica que habra llegado a ser parte del sistema de nuestra
tradicin y cultura.
Con este referente, he pensado que una de las ms contundentes e impactantes obras
de Doris Salcedo, titulada Shibbolet, y que fue un encargo de la Galera Tate Modern
de Londres, dentro de la serie Unilever, puede darnos muchos elementos de reflexin
adicionales as como de resonancia de este debate: si se hace posible hablar de goce en el
museo as como su respectiva funcin social, su sentido y razn de ser.
Salcedo ha definido su obra como un espacio negativo que apela al vaco y a la totalidad
y vaco [w(hole)] de la historia, que marca una diferencia insondable entre razas y
culturas. Ese vaco e integridad de la historia al que me refiero, es al de la historia del
racismo, que corre paralelo a la historia de la modernidad y a su lado ms innombrable
y oscuro16.
Paradjicamente, el ttulo de la obra que tiene una referencia bblica (Captulo 12 del
libro de los Jueces en el que se describe una masacre entre los efraimitas y los gleaditas
entre 1370 y 1070 a. C.), es tambin, para la lengua inglesa, una costumbre, frase o uso
del lenguaje que acta como prueba de pertenecer a algo, ser miembro de alguna clase
social, profesin, etc.17
Es decir que desde una ancdota de exclusin, se deriva a su vez un ejercicio de
pertenencia.
Lo que cuestiona Salcedo en esta obra adems evidencia el drama an vigente de las
exclusiones y esta necesidad de memoria por la que aboga Andreas Huyssen, pero en un
acto que fue ms all de los que haban hecho sus predecesores en el Saln de Turbinas de
la Galera Tate. Y es cmo de manera lcida e inteligente, y a diferencia de los siete artistas
(Anish Kapoor y Louis Bourgois, para citar solo dos de ellos) que la han precedido en
sus intervenciones en el vestbulo de Turbinas de la Galera Tate, quienes la precedieron
siempre quisieron llenar ese espacio con intervenciones monumentales. Sin embargo
lo que concibi Salcedo fue precisamente un vaciamiento de ese lugar, y con el mismo
dejar una huella en la superficie, que evidencie la profundidad no slo fsica del espacio
mismo, sino lo que subyace a los discursos histricos, artsticos, culturales y polticos
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que un museo como institucin entraa. Un doble lenguaje que subyace a la superficie,
y que slo rasgndola puede, posiblemente, evidenciarse.
Este cuestionamiento, no slo de la historia de Occidente y de su carga poltica, es
tambin al museo como herramienta y vehculo de esos discursos.
De la misma forma en que los rostros de las mujeres de Libia Posada, an en la mmesis
del maquillaje, y de los de muchas mujeres o personas maltratadas en el mundo, esta
herida (en las entraas del museo) no puede dejarnos indiferentes, pues ya no somos
los mismos despus de haber sentido en carne propia la violencia, sea ella individual
o colectiva. Pues ella, as como la memoria, tiene igualmente esas dos dimensiones de
singularidad y pluralidad. Y el museo antes de convertirse en panacea y oasis, debe saber
enfrentar con valenta el reto de saber hablar de esas violencias, sin actos circenses a los
que se acostumbra a monitores y educadores.
Nuestra tarea cotidiana es poder minar de manera indefinida a ese espacio que es
entendido como un repositorio de memoria, pues cuando damos por hecho que
entendemos ese lugar en el que trabajamos, cuando creemos suponer cules son sus
metas y objetivos, cuando taxativamente nos reconocemos como espacios histricos,
artsticos, cientficos, etc., es all cuando iniciamos el peligroso camino de la exclusin
en esa rotulacin y categorizacin. Por lo tanto, y a diferencia del mensaje de Pei, el
museo debe dejar de ser un lugar cmodo, y con esa incomodidad poder apelar a sus
visitantes de manera directa y honesta, sin ejercicios ldicos (odiosa palabra) como los
de los mimos que a veces nos abordan en las calles bogotanas.
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18. Zavala, Lauro; Silva, Mara de la Paz; Villaseor, Francisco (1983). Posibilidades y lmites
de la comunicacin museogrfica. Mxico D.F.: Universidad Nacional Autnoma de Mxico.
19. Calabrese, Omar. En busca de un pblico mixto, ponencia presentada
en el seminario El laberinto de la mirada. Semitica y Museo, publicada en
La metamorfosis de la mirada (2003). Madrid: Frnesis, Ctedra.
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Salida
Dos citas finales en la reflexin de Foucault sobre la similitud y la semejanza. Esta
ltima (la semejanza) da a conocer lo que es bien visible; la similitud da a ver los objetos
reconocibles; las siluetas familiares, ocultan, impiden ver, hacen invisible.
Dice Fernando Savater que
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una cualidad misteriosa de las cosas en s mismas, sino la forma mental que les damos
los humanos para relacionarnos unos con otros por medio de ellas20.
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20. Savater, Fernando (1997). El valor de educar. Bogot: Editorial Ariel S.A.
21. Se hace referencia aqu al lugar en el que se llev a cabo el Coloquio. El Museo Nacional de
Colombia est albergado en el edificio de la antigua penitenciara del Estado de Cundinamarca,
construido durante las ltimas dcadas del siglo XIX y convertido en museo en 1948.
La museolog a digital.
Las her r amientas museolgicas digitales
Mxico
Introduccin
La intencin que ha guiado a este trabajo es la de adentrarnos en el estudio de la
relacin entre lo museolgico y lo digital, para conocer, dentro de sta, cmo es que nos
hemos apropiado de las nuevas tecnologas para construir herramientas digitales que
permitan al museo contemporneo desarrollar de manera ms eficiente las funciones
que le son propias.
La manera que proponemos para acercarnos a conocer este panorama es por medio
del anlisis de lo que hemos definido como las herramientas museolgicas digitales, las
HMD . Es a travs de ellas que queremos identificar los procesos que, aprovechando
precisamente las posibilidades del cmputo y la multimedia, han permitido construir
productos de cmputo que buscan ayudar a solucionar problemas del entorno
museolgico de los museos.
Esta revisin se hizo sobre una muestra de dieciocho herramientas producidas en el
mbito de los museos mexicanos desde 1992 hasta la fecha, periodo que comprende
precisamente dieciocho aos de convivencia entre lo museolgico y lo digital.
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Cabe aclarar que lo que presentamos aqu es parte de este estudio, mismo que se
encuentra actualmente en fase de publicacin. Con l queremos enfatizar ciertos
aspectos que encontramos relevantes y que se desprenden precisamente de este anlisis,
ya que creemos ms apropiado y propositivo para esta ocasin hablar de estos aspectos
que el hecho de profundizar sobre la situacin particular que acontece en los museos
mexicanos, cuestin que haremos muy someramente.
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all de discutir si es una ciencia y/o una disciplina4, o si la museologa debe ser
participativa, comunitaria o colectiva5, de lo que estamos convencidos es que sta debe
servir para conocer ms a fondo al museo para estar en condiciones de potenciarlo y
proyectarlo. Saber cmo opera, cules son sus procedimientos, su misin, cmo lleva
a cabo el papel social que le corresponde desempear para corregirlos y hacerlos ms
eficientes. Lo museolgico entonces tendr que ver, no solamente con lo que vive en
torno o alrededor del museo sino tambin con lo que ocurre en su interior: Cmo
se realizan los procesos de conservacin y restauracin?, Cmo se da la relacin
con sus pblicos?, Cules son sus colecciones y cmo se le ha documentado?, Qu
funciones cumple y cmo se evala el desempeo del personal?, son cuestionamientos
que provoca lo museolgico.
En cuanto a lo digital, con ello nos referimos indistintamente a todo aquello que
est vinculado a las Nuevas tecnologas y a la cultura de la informacin. Nuevas
tecnologas llama Gndara (1999) a la combinacin entre las computadoras con
capacidades multimediales (reproduccin no solamente de textos sino de imgenes fijas
y en movimiento, as como de sonidos) y las telecomunicaciones. Lo digital se refiere
al cmputo, la informtica, Internet, redes, en fin, a todo sistema cuya caracterstica
determinante sea el uso del lenguaje digital. Toda informacin que no es digital, por
definicin es analgica. Escribir, or un disco de acetato, un cassete de msica, una
fotografa impresa, todo aquello forma parte del lenguaje analgico. Lo digital tambin
hace referencia obligada a soportes de memoria porttiles como el CD ROM o el
DVD ROM , sistemas mediante los cuales es posible guardar, almacenar y acceder a la
informacin digital.
El resultado entonces de la relacin entre lo museolgico y lo digital cuando se busca
resolver aspectos propios del museo ser una Herramienta Museolgico Digital.
Un ejemplo claro de esto, que expresa ampliamente a lo que nos referimos, lo representa
Domus6 en Espaa. Sin duda, uno de los mejores ejercicios aplicados en el que
especialistas de museos (muselogos y conservadores) e informticos reunieron esfuerzos
para lograr un contundente sistema de documentacin. Domus es, esencialmente, un
sistema integrado de documentacin y gestin museogrfica informatizado, que fue
desarrollado por el Ministerio de Cultura, la Subdireccin General de Museos Estatales
y por la Subdireccin General de Tratamiento de la Informacin, en colaboracin con
la empresa Transiciel7.
El proyecto que comenz en 1993, para mediados de 2000 ya dispona de una versin
piloto del sistema que fue instalada de forma experimental en el Museo Nacional de
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4. Discusin que propone Deloche, Bernard (2007). El museo virtual. Guijn: Ed. Trea.
5. Fernndez, Luis Alonso (2002). Introduccin a la nueva
museologa. Madrid: Alianza Editorial, Arte y Msica.
6. Do de documentacin y Mus de museolgica fue el nombre con el que Andrs
Carretero y un equipo de conservadores bautizaron este programa.
7. Carretero Prez, Andrs (2001). El Proyecto de Normalizacin
Documental de Museos: reflexiones y perspectivas en Boletn del
Instituto Andaluz de Patrimonio Histrico. Andaluca, 166-176.
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8. Datos obtenidos de: Alquzar Yez, Eva M (2005). Domus. Un sistema de documentacin
informatizado en: http://www.mcu.es/museos/docs/MC/MES/Rev0/domusRev0.pdf
9. Una aportacin de IBM permiti dotar de equipos de cmputo para
realizar el programa. Fernndez, Miguel (2002). Sistema de Informacin y
Gestin para el Museo Nacional del Virreinato. Mxico: INAH-CNDI.
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A pesar de las largas e intensas jornadas de trabajo que implic la gestacin del SIM ,
desgraciadamente no pudo transformarse en lo que en un inicio aspiraba a ser. Ni
siquiera el INAH lo ha tomado como una plataforma susceptible de ser transformada
como una alternativa de operacin para su infraestructura museolgica de alrededor de
114 museos. A decir del personal del MNV 10, era un sistema complejo y su operacin
requera de mucho tiempo, lo cual lo converta en poco amigable. No generaba la idea
de ser un sistema que administrara de mejor manera las funciones. Actualmente es
utilizado pero a un nivel muy por debajo de sus potencialidades.
Un segundo ejemplo fue el realizado en 2007, esta vez como un sistema de gestin
integral de colecciones. Lleva por nombre TSEO . Digital Art Project, y es una propuesta
de investigadoras-curadoras de la Universidad Autnoma de Puebla. TSEO surge,
segn sus creadoras11, como respuesta a la necesidad real de poder disponer de un
sistema que apoye en el registro y la gestin adecuada de las diferentes colecciones
de carcter patrimonial que custodian diversas instituciones culturales que requieren
de una herramienta como sta, como primer paso para contribuir en la salvaguarda,
conservacin y difusin de sus acervos.
El sistema pretende satisfacer los estndares en los mbitos de catalogacin, procesos
administrativos (ingresos, prstamos y movimientos internos) y todo lo relacionado
con los procedimientos de diseo y gestin de exposiciones. Se intenta que refleje
efectivamente y facilite los procesos que realizan curadores, coordinadores de
exposiciones, musegrafos, conservadores y restauradores.
La interfaz permite al usuario registrar un nuevo proyecto expositivo o bien trabajar
con proyectos ya existentes y, en ambos casos, realizar diversos procesos, dependiendo
de la etapa en la que se encuentre el desarrollo de la exposicin Fichas de Curadura,
Listas de obra, Hojas de prstamo, Condiciones de embalaje y transporte, Estados de
conservacin as como imprimir reportes varios o realizar el registro de obra. Permite
dar seguimiento a las exposiciones y catalogar las diferentes piezas consideradas para
exposicin. Seleccionar obras y realizar varias versiones previas, as como definir listas
de obra y toda la documentacin que es requerida para los trmites de prstamo y los
clculos para determinar los seguros. Permite tener un conocimiento oportuno de los
diferentes movimientos de la obra y los responsables de los mismos en cada etapa, as
como el registro de las inauguraciones, el fin de la exposicin y documentacin asociada
a la misma.
La opcin de Estado de conservacin de los bienes culturales permite que los
conservadores-restauradores realicen los reportes de estados de condicin de las piezas
antes de un prstamo, el registro de la obra o el tipo de intervencin sobre la pieza
durante el tiempo de vigencia de la exposicin, el retorno de piezas o bien su itinerancia
a otras sedes. Para ello utiliza sistemas estandarizados de marcaje, avalados por el Centro
de Intervenciones del Instituto Andaluz del Patrimonio.
Por ltimo, ofrece la opcin de modificar el estado de la exposicin en preparacin, en
proceso o terminada y mantiene un registro completo de todas las exposiciones que ha
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10. Entrevistas realizadas directamente a miembros del MNV que son usuarios del SIM en 2008.
11. Concepcin Prez de Clis y G. Cossio Aguilar de la Facultad de Computacin
de la Benemrita Universidad Autnoma de Puebla son las autoras de
proyecto. El proyecto se puede visitar en: http://teseo.cs.buap.mx/
realizado la institucin, lo que permite tener una memoria de la que se puede recuperar
esta informacin a travs del mdulo de opciones de bsqueda.
Actualmente el sistema cuenta con un prototipo operativo el cual est en etapa de prueba
en diversos museos de arte que colaboran como usuarios. En el trabajo futuro se considera
la posibilidad de integrar un mdulo de tratamiento de imgenes que permita aplicar
diferentes filtros que apoyen los diagnsticos de los restauradores, as como un mdulo
de restauracin virtual, trabajo que se realiza en colaboracin con el Departamento de
Electrnica e Telecomunicaciones de la Universita degli Studi di Firenze.
Sin duda se trata de la primera herramienta que, producida en Mxico, propone el uso
de lo digital para atender aspectos referidos a la gestin y la documentacin de arte,
sobre todo de arte contemporneo, tema por dems muy complejo.
De todas las funciones museolgicas, la documentacin de los bienes culturales, a pesar
de ser una actividad sustantiva para los museos, es la que mayor atraso presenta en
nuestro pas, aunque no olvidemos que es una tarea titnica. A ms de sesenta y nueve
aos de fundado el INAH y sesenta y dos el INBA , de los cuales dependen la quinta
parte de los 1139 museos que existen en el pas12, desgraciadamente no se dispone de un
registro de los bienes que custodian estos recintos, menos an de forma digitalizada.
Y qu decir entonces de otros patrimonios como el arte sacro, o el de coleccionistas
particulares, por ejemplo. Se han hecho una gran cantidad de prototipos que no han
logrado su objetivo y han fracasado por diversos factores.
Tratando de revertir esta situacin es que encontramos una tercera herramienta digital,
producida en 2008, esta vez bajo la responsabilidad del INAH quien, a travs del Museo
Nacional de las Culturas (MNC ) est desarrollando, por medio de la Subdireccin
de Inventarios, un Programa integral de informacin sobre el acervo del museo,
conformado por aproximadamente 14.000 objetos. Entre sus objetivos se encuentra
el de mantener un estricto control de los movimientos de las piezas, sobre su estado
actual de conservacin, as como el de disponer de datos catalogrficos bsicos que
permitan al MNC la toma de decisiones. El desarrollo de este programa se presenta de
manera un tanto coyuntural ya que se est aprovechando que el museo se encuentra en
fase de reestructuracin museogrfica, que espera concluir en 2010, para documentar
sus colecciones. La tarea no es sencilla ya que debe enfrentarse, entre otros, ante un
absoluto mar de confusiones que representaron los antiguos sistemas de clasificacin
y de documentacin. En s, el programa permite concentrar todos los nmeros que en
algn momento le fueran asignados a cada pieza: Nmero de inventario, Nmero de
catlogo, Nmero de registro y algn Otro nmero; contiene una ficha tcnica con
los principales dato de las piezas y, adems, un reporte del estado de conservacin de
cada objeto, en el que se detalla la Clave del deterioro, Porcentaje de faltante, Causa de
los daos, Dictamen del estado de conservacin y Condiciones de exhibicin. Permite
identificar Lugar, Porcentaje y Tipo de deterioro, Intervenciones anteriores realizadas a
la pieza y definir el Proceso de restauracin que ser aplicado. De igual manera permite
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estimar los tiempos, costos y materiales para la restauracin as como generar y revisar
el expediente de cada obra.
Hasta hoy la utilizacin del programa presenta un avance del 80% en su aplicacin
y deber comprobar su eficacia una vez que inicie el proceso de reestructuracin
museogrfica, as como cuando el museo opere en condiciones normales.
En el mismo mbito de la documentacin museolgica pero poniendo nfasis en otro
tipo de documento y a una escala mucho menor encontramos en 2004 una propuesta
llamada Memoria Museolgica Mexicana. Sistema de Documentacin de Proyectos
Museolgicos13. Otra vez, desde la ptica de la sistematizacin de documentos de trabajo,
se propuso el diseo de un prototipo de programa que, por medio de diferentes formas
y niveles de consulta permitiera concentrar y, paralelamente, identificar, en las fuentes
originales, cmo han sido construidos en cuanto a estrategias y recursos los museos en
Mxico, con particular nfasis en los ltimos veinte aos.
El programa permite concentrar informacin de los diversos procesos de planeacin
y produccin que se han utilizados para crear nuevos museos. Dispone de una ficha
tcnica de cada museo incluido con los siguientes datos: Nombre del museo, Tipo de
coleccin, Tipo de inmueble, Origen de los recursos, Fecha de realizacin, Ubicacin y
Realizadores. Ofrece tres tipos de bsqueda: (i) Por proyectos, en la cual el usuario puede
acceder a alguno de los museos dados de alta y revisar los documentos ordenados por
fases de trabajo, Antecedentes, Proyecto museolgico (guiones, cedularios, colecciones,
etc.) Proyecto museogrfico y Opinin; (ii) Bsqueda alfabtica, en la cual el usuario
puede acceder a toda mencin que exista en el programa sobre el tpico seleccionado,
haciendo referencia a la fuente a la que pertenece; y (iii) Bsqueda especializada,
para ingresar a ver ejemplos de la aplicacin prctica de la museografa: Cedularios
(contenidos escritos), Formatos (Guiones, Estado de conservacin y documentacin
de las colecciones, Presupuestos), Recursos museogrficos (Grfica, iluminacin,
mobiliario) y Objeto museogrfico.
Este prototipo fue premiado por el INAH 14 y se encuentra en fase experimental.
Los estudios de pblicos de museos tambin han sido motivo para construir herramientas.
Desde 2005, el INAH , a travs de la Subdireccin de Museologa de la Coordinacin
Nacional de Museos y Exposiciones, produce una serie de programas digitales que
tienen como objetivo referir los estudios que realiza desde hace algunos aos a los
pblicos de museos, particularmente a los que visitan las exposiciones temporales. Para
esto cre el Programa Nacional de Estudios de Pblico (PNEP ) que a lo largo de ms
de una dcada de trabajo ha logrado sistematizar algunos procedimientos para generar
informacin que sea til para guiar los trabajos de museologa y museografa, as como
para adecuar los servicios y el diseo de estrategias de difusin de futuras exposiciones.
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13. Vase: Witker, Rodrigo (2006). El orden de la memoria en Revista Illapa del Instituto
de Investigaciones Museolgicas y Artsticas. Lima: Universidad Ricardo Palma.
14. La tesis Memoria Museolgica Mexicana: el proyecto del Museo Arocena,
Torren, Coah. 2003, fue merecedora del Premio Miguel Covarrubias
a la Mejor Tesis de Investigacin en Museos en el ao 2005.
A manera de conclusin
Como resultado de esta sintetizada revisin tenemos entonces que la gestin y la
documentacin de bienes culturales, independientemente de sus resultados, son los temas
que predominan en las intenciones de diseo de estas herramientas museolgicas digitales.
Es interesante ver que dentro del tema de la gestin, sta ha sido abordada ms que como
tareas para obtener financiamientos, como manejo (ligado ms al concepto anglosajn
management) de los procesos museolgicos, como la planeacin estratgica del
museo, que implica tambin la administracin de recursos para la realizacin de sus
funciones bsicas.
Al mismo tiempo vemos que surgen otras necesidades que por su trascendencia
comienzan a ser consideradas por las HMD , tal es el caso de la curadura, por ejemplo,
aspecto muy vinculado a la documentacin, a la investigacin, pero tambin, otra vez,
a la gestin que en torno a ella realizan los museos. Los estudios de pblicos son otro
ejemplo interesante de desarrollo de herramientas digitales, la medicin estadstica
y el anlisis de datos para permitir ofrecer mejores servicios y elevar los grados de
satisfaccin del pblico.
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15. Para 2005 la serie contaba de los siguientes ttulos: frica. Coleccin de los museos de
Bellas Artes de San Francisco; Magna Grecia y Sicilia. Los griegos en Italia; El canto a la patria
1854/2004. 150 aniversario del Himno Nacional Mexicano; Los etruscos. El misterio revelado.
16. Alejandro Corts Cervantes, Emilio Montemayor e Isabel Stivalet de
la Coordinacin Nacional de Museos y Exposiciones del INAH.
Otra necesidad muy recurrente es la referida a concebir las herramientas digitales como
recurso museogrfico, como elemento narrativo que desempea un papel fundamental
en la construccin de los discursos museogrficos, en el que se aprovechan todas las
opciones multimedia que lo componen, como es el caso de las cdulas virtuales o los
multimedios o los kioscos interactivos. En este sentido es importante aclarar que en
este estudio hemos dejado fuera, intencionalmente, el anlisis de estas herramientas as
como de aquellas denominadas pginas web por considerar que al ser las que ms se han
producido y por lo tanto evolucionado y multiplicado, requieren de una revisin ms
detalla y exhaustiva de sus caractersticas potenciales. El universo de anlisis, adems es
amplio. Recordemos simplemente que en cuestin de pginas web, por ejemplo, ms
de la mitad de los 10 mil museos que existen en los pases de Iberoamrica disponen
al menos de una. En el mbito de los multimedios interactivos ocurre una situacin
similar, un solo museo, y ms ahora con los de ciencia y tecnologa, puede llegar a
presentar ms de veinte equipos en sus exposiciones.
Nos damos cuenta entonces que a lo digital que, paulatinamente, con el paso de los
aos, se le ha atribuido funciones musesticas como dice Deloche de Archivo en relacin
a la Conservacin, de Presentacin en cuanto a Mostrar y Estudio para Analizar, con la
revisin de la experiencia mexicana vemos que es posible agregar otras funciones ms
que se desprenden de su uso y confrontacin cotidiana en la realidad nacional: Gestin
(como la organizacin, operacin y proyeccin institucional); Interpretacin (para
concebir y estructurar discursos); Medicin (a partir de la estadstica, lo cuantitativo
pero tambin lo cualitativo) y Narracin (para construir y enriquecer los discursos).
Esto nos permite decir que lo museolgico consistentemente comienza a considerar
de manera mucho ms decidida la convivencia con lo digital, a fin de contar con una
museologa y con museos mucho ms eficientes.
Bibliografa
Carretero Prez, Andrs (2001). El Proyecto de Normalizacin Documental de Museos:
reflexiones y perspectivas en Boletn del Instituto Andaluz de Patrimonio Histrico.
Andaluca, 166-176.
Fernndez, Luis Alonso (2002). Introduccin a la nueva museologa. Madrid: Alianza
Editorial, Arte y Msica.
Gndara, Manuel (2004). Gestin, pblico y nuevas tecnologas en un museo mexicano en
Revista M Museos de Mxico y del Mundo. Mxico: Primavera, CNCA .
(1999). Multimedios y Nuevas Tecnologas en Turrent, A. (coord.) Uso de nuevas
tecnologas y su aplicacin en la educacin a distancia, Mdulos IV,V y VI . Mxico:
Universidad La Salle.
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Fernndez, Miguel (2002). Sistema de Informacin y Gestin para el Museo Nacional del
Virreinato. Mxico: INAH -CNDI .
Witker, Rodrigo (2004). Memoria Museolgica Mexicana: el proyecto del Museo Arocena,
Torren, Coahuila, 2003. Tesis de Maestra en Museos, Universidad Iberoamericana, Mxico.
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Fr ancia
Ante todo quiero agradecer a los organizadores de este evento, por brindarme la
oportunidad de intercambiar ideas con ustedes sobre lo que es, lo que debera ser el
Museo del Quai Branly y los museos en general.
Esta ponencia podra llamarse tambin: Qu hacer hoy en da con colecciones
etnogrficas.
Para entender la poltica cultural que el Museo del Quai Branly trata de implementar, es
preciso recordar brevemente el contexto en el cual se cre este museo. Es bastante claro que
todos los museos europeos o de estilo europeo con grandes colecciones etnogrficas, vienen
experimentando desde hace unos quince o veinte aos una profunda crisis de identidad.
De hecho, no hay ni un museo importante de antropologa que no haya efectuado o est
todava involucrado en un cambio radical del estilo de su museografa. Las causas de esta
crisis son mltiples, pero entre los factores implicados, quiero subrayar los siguientes:
Primero a nivel muy general, la paulatina desvalorizacin del saber y la prdida de
autoridad del conocimiento cientfico en particular, en la medida en que todos estos
grandes museos etnogrficos que surgieron en el siglo XIX o a inicios del siglo XX ,
deban reflejar o ilustrar un orden del mundo apoyado sobre las ciencias. Es claro que
la prdida de crdito acordado a este tipo de saber ha erosionado fuertemente el inters
del pblico en el estilo de la museografa muy autoritario y didctico, tpico de estas
instituciones.
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Otros factores son las divergencias crecientes entre la imagen muy esquematizada
de las culturas no europeas u occidentales presentadas por los museos etnogrficos,
y la experiencia o el saber que posee ahora un pblico habituado al turismo de
masa y saturado de imgenes de mundos exticos por el desarrollo de los medios de
comunicacin modernos. Tambin se puede notar una divergencia creciente entre
la evolucin y la orientacin de la antropologa en tanto disciplina cientfica, y la
presentacin museogrfica tpica de estos museos: la idea misma de cultura como algo
sustantivo, como una cosa esencial que podra ser adecuadamente ilustrada por algunos
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Ahora bien, todo eso constituye el teln de fondo o el marco en el cual surgi la idea del
Museo del Quai Branly, sin embargo para completar la historia habra que aadir algunas
particularidades (por no decir peculiaridades) francesas. En primer lugar, la existencia
de dos grandes colecciones etnogrficas antao muy prestigiosas, ambas marcadas por
una ideologa universalista, muy tpicamente glica. Me refiero en primer lugar a la
coleccin del Museo del Hombre, que ilustra un cierto tipo de universalismo en su
vertiente cientfica, y por otra parte a las colecciones del MAAO -Museo de Sur frica y
de Oceana de la Porte Dore, que ilustra otro tipo de universalismo sobre la vertiente
artstica. Cabe recordar que este museo fue creado por Andr Malraux en los aos
sesenta y constituye de hecho el primer intento en Francia de hacer un museo de todas
las artes del mundo, sta es una idea que vamos a ver resurgir otra vez de cierto modo en
el Museo del Quai Branly. Ambas instituciones, el Museo del Hombre y el MAAO , por
diversas razones, haban perdido su pblico en los aos ochenta, especialmente el Museo
del Hombre. Su vinculacin, su lazo con las fuerzas vivas del pensamiento cientfico y
artstico se haba deshecho y ambos museos necesitaban urgentemente renovacin. A
eso hay que aadir obviamente la tradicin francesa de implicacin fuerte del Estado
en asuntos culturales, tradicin que se refleja entre otras cosas en la costumbre bastante
monrquica seguida por presidentes franceses desde por lo menos Georges Pompidou,
de marcar su reino por la creacin de un gran monumento cultural. En este caso se
trataba de un presidente, Jacques Chirac, quien tena una verdadera aficin por el arte
primitivo o lo que se poda llamar as, y quien como jefe de Estado tena el poder de
cambiar la asignacin o la afectacin institucional de todas o parte de las colecciones
incluidas en el patrimonio nacional. Chirac decidi sacar las colecciones etnogrficas
del MAAO y del Museo del Hombre y reunirlas en un nuevo museo. Hubo en realidad
varios proyectos al inicio, antes que se decidiera construir el Quai Branly. La primera
idea ere sencillamente renovar y extender el Museo del Hombre. Por varias razones este
proyecto no funcion. La Marina Nacional se opona fuertemente a la idea de mudarse,
porque la idea de Chirac era anexar el Museo de la Marina y extender el Museo del
Hombre en ese espacio, pero no hubo cmo. La segunda opcin fue abrir una nueva
ala del Museo del Louvre para acoger obras maestras del arte primitivo, y ah vemos
el resurgimiento de la vieja idea de Andr Malraux, l tambin haba pensado abrir
el Louvre al arte primitivo y nunca logr hacerlo. Es interesante anotar que Chirac
tampoco lo logr.
El Museo del Louvre, por razones buenas y malas, se opona fuertemente a la idea
de extenderse o de abrirse para acoger una gran coleccin de arte extraeuropeo, no
solamente por razones de conservatismo artstico o ideolgico, sino tambin porque ya
estaba en planes de expansin y quera recuperar estos espacios para ampliar su propia
programacin cultural y darse ms espacio para exposiciones temporales. Sin embargo
Jacques Chirac logr imponer la idea de que una pequea parte del Louvre (ms
pequea de lo que se pensaba), la parte llamada Pavillon des Sessions1, fuera abierta
a colecciones extraeuropeas, pero como una extensin temporal del Museo del Quai
Branly, y no una extensin del Louvre.
Vale la pena subrayar esto porque en realidad el Museo del Quai Branly es un caso
bastante extrao de un museo con una doble localizacin y adems una localizacin que
implica una museografa marcadamente distinta: en el caso del Pavillon des Sessions,
el estilo de la museografa es sumamente depurado, muy sobrio y no hay ni un rasgo
de contextualizacin de las obras. Por su parte, la contextualizacin y la presentacin
museogrfica en el Museo del Quai Branly propiamente dicho (voy a volver sobre
este punto) es bastante distinta. Lo cierto es que aqu tenemos ya un aspecto o una
manifestacin de una de las dimensiones importantes de la institucin Quai Branly,
que es su carcter polifnico, por as llamarlo.
Ahora, qu tipo de institucin quisieron crear los fundadores del Quai Branly? La
primera cosa que hay que apuntar es que estos fundadores no eran cientficos, eran
sobre todo altos funcionarios con experiencia en lo que se llama en Francia de Senac.
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1. Nota del editor. Hace alusin al Pabelln de Arte de frica, Asia, Oceana
y las Amricas abierto desde abril de 2000, en donde se presentan piezas
que hacen parte de la coleccin del Museo del Quai Branly.
Esta clase o categora de altos funcionarios, todos formados en una escuela especial,
la Escuela Nacional de Administracin, son los cuadros altos de la administracin del
Estado francs, eran funcionarios con experiencia de gestin de instituciones culturales
la mayora. En particular, muchos de ellos venan del Centre Beaubourg, en el Centre
Georges Pompidou, una institucin que tiene un papel importante como modelo
para la institucin del Quai Branly. De hecho la idea se impuls muy temprano en el
desarrollo del proyecto de Branly: no se trataba de hacer solamente un museo, sino ms
bien de hacer un sitio cultural, una institucin cultural total en el molde del Georges
Pompidou. Se esperaba que tuviera eventualmente el mismos peso en la vida cultural
del pas que haba tenido el Centre Pompidou en los aos ochenta e inicios de los aos
noventa, pues el proyecto corresponde a una meta poltica de crear un lugar en donde
forjar una manera especficamente francesa, laica, republicana, de gestionar y debatir
todos los problemas del pas vinculados al tema de la diversidad cultural. De acuerdo
con esta ambicin, se quiso crear una institucin relativamente polivalente en la cual
se podra desarrollar un largo abanico de eventos y actividades. El museo propiamente
dicho representa solamente una tercera parte, ms o menos, de los espacios de la
institucin: casi el mismo nmero de metros cuadrados es reservado para exposiciones
temporales, bibliotecas, aulas, una sala de teatro de cine, etc.
Adems, el presidente de la institucin, Stphane Martin, era y sigue siendo muy apegado
a la idea de que ninguna museografa, ninguna exposicin puede pretender ofrecer una
visin acabada de ningn fenmeno cultural, pero sobre todo no puede desarrollar un
discurso de autoridad sobre ello. Entonces es un director de museo que ha integrado
la dimensin crtica constitutiva de la modernidad o de la postmodernidad, y por lo
tanto utiliza la variedad de espacios para variar constantemente la perspectiva inscrita
en una museografa, y ah volvemos precisamente a la idea de la doble implementacin.
Por ejemplo, la museografa del Pavillon des Sessions tiene una museografa que
es totalmente orientada hacia la idea de que todo lo que se ve en l es arte; ste es
fundamentalmente el statement del Pavillon des Sessions. En cambio, los espacios en el
Museo del Quai Branly pueden tener una museografa de tipo muy primitivista, pero
en el piso de arriba puede haber al mismo tiempo una exposicin temporal que hace
precisamente una crtica a ese tipo de museografa; sta es ms o menos la idea sobre la
cual est creado el museo.
A pesar de ser un centro cultural, el Quai Branly no un museo etnogrfico propiamente
dicho en el sentido clsico del trmino como institucin tiene una dimensin cientfica
importante reflejada en la estructura de su organizacin: el museo est apoyado en
dos grandes departamentos, el de patrimonio y colecciones, y el de investigacin y
enseanza.
Mesa 1
Mesa 1
Debo decir, para terminar, que en cuanto a la utilizacin de la esttica como medio para
jugar con la idea de la diversidad cultural, me parece que en el Museo tiene todava cierto
xito. En cambio, en lo que se refiere a la historia de las colecciones, debo decir que por
el momento el Museo no ha logrado realmente dar al pblico suficiente informacin
sobre este aspecto histrico de sus colecciones y debera clarificar an ms sus opciones
museogrficas.
A manera de conclusin, qu retos o desafos principales hay para este museo abierto
hace dos aos?
Mesa 1
El Museo del Quai Branly haba sido creado para recibir un promedio de entre
ochocientos mil a un milln de visitantes al ao, esto en la visin optimista. Hemos
acogido durante el primer ao ms de un milln setecientos mil visitantes y casi estamos
en el mismo nmero este ao, hubo una pequea baja, pero muy poca. Este xito nos
plantea problemas: primero, porque el museo no est hecho para tantos visitantes.
Tambin se estn presentando problemas porque el Estado nos da un presupuesto
importante pero las recetas del Museo son variables frente a lo que el Museo mismo
consume como presupuesto. Este Estado es muy performance oriented, y ahora ha visto
que el Museo puede atraer un pblico grande y nos obliga a tener un nivel de asistencia
altsimo, lo que nos lleva a inventar todo el tiempo nuevas formas de atraer al pblico
y de obligarlo a volver. Pero tal vez el problema ms complicado para el Museo del
Quai Branly es llegar a combinar de manera satisfactoria el ideal republicano, laico, etc.,
que ha inspirado a sus creadores, con el reconocimiento de particularismos culturales
inherentes a la sociedad francesa y compatibles con la necesidad de acoger un pblico
que l mismo se define de manera creciente por criterios culturales, por no decir tnicos.
ste es un ejercicio de equilibrio que obviamente va a ser muy difcil para el Museo;
probablemente ste sea el reto ms difcil que va a enfrentar durante los prximos aos.
Debate mesa 1
ngela Santamara: Para comenzar este debate, quiero retomar tres temas que quedan
muy frescos despus de haber escuchado las intervenciones de esta maana. Sobre ellos,
me gustara que cada uno de nuestros invitados ampliara o pudiera profundizar un
poco ms tomando como referencia su propia experiencia. El primero de los temas que
me interesa mencionar es lo evidente que se hace el papel del museo contemporneo
como un espacio pblico y mltiple, la necesidad que existe desde donde estamos cada
uno de nosotros, en nuestras oficinas, en nuestros museos, en nuestras casas de cultura,
pensando el adentro, el cmo planteamos la informacin, cmo comunicamos nuestros
contenidos y cmo esa informacin es recibida por los visitantes, pero con una clara
necesidad de plantearnos la tarea en trminos mltiples y no unidireccionales. Ese
sera el primer punto que me gustara que ampliara cada uno de los ponentes, cmo esa
multiplicidad, esa necesidad de un discurso que tenga distintas lecturas es trabajado a
partir de su experiencia.
En segunda instancia, me gustara retomar el ttulo de esta sesin, Experiencias: lo
educativo y lo ldico. A travs de las distintas ponencias fue ms evidente en unos casos
que en otros, pero creo que tambin queda claro que como museos ms que entidades
destinadas a dar respuestas finales, somos unos dispositivos de preguntas. Cmo
hacemos esas preguntas a nuestro pblico, cmo trasladamos esa informacin y cmo
esas inquietudes que se generan en nuestros visitantes a travs de los montajes, a travs
de los discursos, a travs de las distintas actividades, de las actividades culturales, de las
conferencias, de todo lo que sucede alrededor de un museo, no solamente la exhibicin,
retroalimenta la tarea de nuestros espacios? Cmo esas inquietudes que podemos
suscitar por un lado nos son comunicadas, por estudios de pblicos, por encuestas, por
algn mecanismo que nos permita saber qu estn opinando llegan hasta nosotros, y
cmo esas inquietudes hacen que reevaluemos o tengamos en cuenta esos comentarios
a futuro cuando estamos diseando nuestras siguientes actividades?
El ltimo punto es cmo se evidencia que los museos son, adems de lugares para las
mltiples narrativas, espacios para el cambio. La necesidad de movimiento y cambio
es un tema recurrente. Cuando hablo de movimiento y cambio, no estoy pensando
nicamente en distintos dispositivos museogrficos sino en distintos discursos. No nos
podemos quedar con un solo modelo, una sola visita, ni con un solo taller sino que todo
el tiempo debemos buscar otras alternativas.
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en esas tres lneas, me gustara que cada uno de nuestros ponentes de una manera corta y
abreviada, quizs con un ejemplo especfico dentro de su trayectoria, nos cuenten cmo
han trabajado esos riesgos porque creo que adems todos hemos estado hablando de
riesgos, de distintas formas de atraer a nuestros pblicos cmo han sido recibidos, si
han tenido algn tipo de contestacin. Cuando jugamos con esto de los riesgos estamos
en prueba, en acierto y en error. Dentro de este espacio donde muchos de nosotros
hemos tenido oportunidad de trabajar con pblico, de presentar exposiciones, de
tener distintos proyectos, esos aciertos pueden convertirse en una posibilidad que sea
replicada dentro del espacio en el que cada uno de nosotros est trabajando.
Les pido, a partir de estos tres ejes, ser muy precisos y jugando, sobretodo, con sus
propias experiencias, que nos cuenten cmo son esos riegos, cmo son esas mltiples
posibilidades de lectura, cmo se incorpora esa opinin del pblico ante el riesgo
asumido desde el discurso y desde la museografa y cmo pensar en que a futuro esa
primera seduccin se revierta en nuevas visitas, porque el museo depende de su pblico,
tiene sus colecciones, tiene sus espacios, pero debemos trabajar todo el tiempo pensando
en a quines estamos llegando. Le cedo la palabra a Daniel.
Daniel Castro: Hay algunos aspectos con lo que ngela plantea que creo que ya de
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Con respecto a lo educativo y a lo ldico, digo que lo ldico es una palabra un poco
antiptica y peligrosa tambin. Tiene ciertos riesgos porque no podemos volvernos
payasos y mimos frente al pblico que solamente busque una experiencia de deleite
superficial. Ya lo dije, tenemos que tener un cuidado muy grande del uso que le
damos al visitante porque muchas veces lo exprimimos para generar nuestros procesos
de trabajo a partir de su informacin y luego lo desechamos y lo olvidamos. Creo que
al pblico tenemos que seguirlo, no sera correcto decirlo, capturando, sino seguirle
ofreciendo esas posibilidades en las cuales y aqu tambin vale la pena la invitacin a la
referencia particular los invitemos, para el caso de los dos museos histricos que dirijo,
a que puedan compartir su propia historia en un espacio que es histrico, es decir, a
activar su perfil individual y con eso entrar en dilogo, tambin, y en comunicacin. Y
de esa misma manera saber que dentro del cambio y la transformacin, como lo hice
evidente en la presentacin, hay un enorme potencial en aprovechar an ms la reflexin
transdisciplinaria, una reflexin que es un producto, creera yo, latinoamericano, es una
manera de poder transgredir los discursos mismos del museo con otras disciplinas y en
la medida en que seamos valientes y por eso present algunos ejemplos en los cuales
un museo de arte pueda ser minado con unas reflexiones histricas pero viceversa, un
museo histrico sea minado con reflexiones artsticas, para citar solo dos ejemplos
eso nos va a dar unas grandes posibilidades de saber que a lo que estamos haciendo
referencia no es a lo disciplinar sino a algo mucho ms esencial y tan sencillo como la
vida misma que fue capturada en el espacio de los museos y all qued congelada.
Por eso, el lugar comn de devolverle la vida a estos espacios a partir de esas dinmicas
de intercambio, de reconocimiento y de experiencias dialgicas. Y para terminar, creo
que el componente clave, lo he presentado en otras oportunidades y en otros escenarios,
aqu vuelve a ser un punto interesante y una sugerencia, es aquel verbo que tenemos
que activar independientemente del museo en el cual estemos inscritos, ojal un museo
con un caligrama totalmente deshecho, ojal un museo eclosionado que le permita al
pblico, justamente, diferentes abordajes, el verbo que debemos activar es reconocer.
Porque, para el caso del espaol, el trmino reconocer es ledo en dos direcciones, es
una palabra palndromo, es una capica, cuando ustedes lo escriban el trmino se lee
en las dos direcciones. Si eso funciona de esa manera creo que tenemos un gran terreno
ganado, si eso no funciona seguiremos apostndole a pensar que el visitante es una
persona iletrada, un alumni como nos lo comparta en nuestra mesa local del Comit
de accin educativa y cultural de museos de Bogot hace algunos meses un experto
pedagogo no debemos considerarlo como un alumni, como un alumno, recordando
que la raz etimolgica del alumni era un no iluminado, un sin luz, un a lumini. Tenemos
que romper ese esquema y saber que esa persona que llega al museo consigo nos trae
tambin su propia iluminacin, y de esa forma al establecer el dilogo enriquecernos
de una manera compartida, de una manera que va a enriquecer no slo a los individuos
que son la razn de ser de los museos sino ya en sus efectos al espacio que lo contiene y
a los objetos que hacen parte de l.
Rodrigo Witker: Quisiera retomar cuatro elementos a lo que ya se ha comentado aqu
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y que de alguna manera ayudaran a regenerar y fomentar este dilogo. Nmero uno,
yo dira que, en cuanto a la comunicacin, quizs cometemos el error, generalmente,
de entender la comunicacin nicamente en una direccin. Quizs el gran acierto que
debemos tratar de incorporar a nuestras polticas de trabajo tiene que ver precisamente
con entender la comunicacin, pero no como lo hacemos y que predomina actualmente
que es concebir la comunicacin desde el museo hacia el pblico sino que tiene que
ser, como se ha dicho aqu, del pblico hacia el museo. Pero el elemento que ms me
interesa resaltar es la comunicacin que se da al interior del propio museo. Si nosotros no
entendemos la comunicacin, la relacin y los elementos que generan precisamente esta
vinculacin entre los mismos miembros que son responsables de esta tarea simplemente
estaramos cayendo en una especie de confusin. A veces ocurre (digamos de alguna
manera un poquito fcil) suponer y definir estos conceptos pero a veces llevarlo a la
prctica es un poco ms complejo. Existen por ah estos trminos de comunicacin
organizacional, hay algunos elementos que podran funcionar, pero el museo debera
darse a la tarea de definir muy bien cmo entender este concepto de comunicacin
hacia el interior para estar en condiciones de poder reflejarlo y de sacarle provecho
hacia el exterior.
Nmero dos: yo dira, ahondando ms en este trmino de la comunicacin, no solamente
es hacia el interior sino que tambin, como lo comentaba el colega, la interdisciplina
es otro elemento para poder entender esta comunicacin. No slo tenemos que saber
comunicarnos al interior a partir de establecer nexos con curadores externos, con
curadores internos, o sea formar, fortalecer esta relacin para lograr mejorar resultados.
Un segundo elemento tiene que ver, y lo traigo a colacin bsicamente como resultado
de lo que ocurre en muchos de nuestros museos en Mxico, con una falta de claridad
con respecto a la misin del museo. Tenemos un serio problema en el sentido de que
asumimos por herencia, por tradicin, por lo que ustedes quieran, las tradicionales
definiciones de ICOM y lo que queramos entender, pero no necesariamente nos hemos
avocado a definir y a entender y a trabajar en el sentido que la misin que el museo tiene
sea lo ms claro, lo ms transparente, y que sea una filosofa de trabajo que permee a
todo el equipo de trabajo. Creo que cuando no tenemos claridad en esta misin, en este
punto de llegada, simplemente la confusin en la comunicacin va a ser terrible.
Un tercer elemento es lo que siempre planteo cuando me toca impartir clases, a
propsito de estos cambios y de cmo integrar al pblico: en la construccin de algn
discurso no slo tenemos que darnos cuenta de que la construccin es una construccin
colectiva en el sentido de que no debe imperar el criterio ni del museo ni del curador,
sino darnos cuenta y entender cules son todos los escenarios donde se desarrolla y
cules son los escenarios que estn presentes dentro de la toma de decisin y el diseo
de las exposiciones que vamos a hacer o de la manera de comunicarnos con nuestro
pblico. Entender que el museo no tiene un nivel por encima de lo que el pblico
quiera recibir o que quiera ver, o por lo que el curador quiera o desee expresar. Esto es
una construccin colectiva, es difcil, es realmente difcil encontrar el equilibrio, pero
en lo que insisto mucho es en tratar de establecer una identificacin de los escenarios,
cules son los escenarios que estn presentes para la toma de decisin en la construccin
del discurso y en la vida y en la operacin cotidiana de estos espacios.
Mesa 1
Y un cuarto elemento tiene que ver con lo ldico. Cuando hablamos de lo ldico,
tambin comparto esta idea de que de repente no deberamos ser como payasos, no
va por ah la definicin, pero lo ldico est teniendo, al menos en Mxico, un auge
impresionante. Es increble la cantidad de espacios que se estn creando y la cantidad de
pblico que est atrayendo esta nueva manera de presentar. Es cierto, el juego es una
gran manera de poder utilizar los museos como una estrategia de enseanza, enseanzaaprendizaje, pero tambin nos hace falta, y en ese sentido tambin deberamos incluirlo,
estrategias para analizar por qu el xito de estos juegos, por qu el xito de lo ldico y
por qu estos nuevos museos que se estn creando, estos museos interactivos de ciencia
y tecnologa, toda esta gama de museos (que algunos expresan que precisamente estos
no son museos) estn teniendo xito en cuanto a la afluencia de pblico, que es un
fenmeno que hay que terminar de investigar, de indagar, porque creo que cuando
nosotros identificamos los escenarios a lo mejor estamos dejando fuera un elemento
clave que es precisamente la maravilla de lo ldico como un elemento de integracin
para lograr esta interaccin con los pblicos.
Anne Christine Taylor: No me siento muy confortable con estas preguntas sobre el
pblico. En primer lugar, porque realmente trabajo en el Quai Branly desde hace tres
aos, pero no soy musegrafo profesional ni curadora y no tengo mucha experiencia. Y
por otra parte, como comentamos antes, el Museo del Quai Branly ha tenido un xito
inesperado los dos primeros aos de su existencia pero no sabemos realmente por qu.
Como siempre, el pblico es muy explcito cuando se trata de criticar. En cambio es
mucho menos explcito y preciso cuando se trata de decir por qu un lugar le atrae y por
qu, eventualmente, vuelve, sigue yendo, etc. Creo que uno de los factores importantes
es la creacin de un sentimiento para el pblico en general de que una institucin como
el Quai Branly es un lugar de oportunidades variadas, a veces interesante, a veces no. Un
lugar que ofrece, que tiene un abanico de ofertas, para decirlo as, amplio, con las cuales
varios tipos de pblicos pueden tratar de establecer una relacin, cul tipo de relacin?
Todava es demasiado temprano, realmente, para verla de manera precisa. Creo que por
el momento el elemento importante en la relacin del Quai Branly con el pblico es
ste, que es un lugar que permite inventar una multiplicidad de formas de interaccin
con elementos del patrimonio, con documentacin, etc. sin que haya un discurso
demasiado didctico, y al mismo tiempo una oferta muy rica de documentacin posible
de objetos.
ngela Santamara: Creo que tambin queras ahondar un poco en el tema de cultura
complejos
ngela Santamara: Quizs con un ejemplo o una experiencia que hayan tenido,
afortunada o desafortunada, porque creo que es uno de los ejes importantes. Y es esa
posibilidad de lo mltiple, de la inclusin, de la diferencia y cmo el Quai Branly ha
buscado facilitar esos procesos de lectura
Anne Christine Taylor: Una cosa que me viene a la mente es que una posible explicacin
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es el hecho de que tenemos entre el pblico que viene a Branly un porcentaje ms alto
que en los dems museos de gente joven y un porcentaje tambin mucho ms alto
de gente que no va habitualmente a los museos. Ahora, es posible que una razn de
la atraccin de Branly para ese tipo de pblico es que Branly es, de cierto modo, el
contrapi exacto de lo que hace el sistema educativo en Francia, que niega cualquier
diferencia. El sistema educativo francs tiene, a pesar de lo que dice explcitamente, una
actitud sumamente excluyente de particularismos, de recursos culturales no estndares,
Daniel Castro: Yo pienso que la comodidad se logra si les damos libertad. Si no hay
libertad porque el museo est atado a prcticas, a discursos, a maneras de creer que
debe entregar una informacin de una u otra forma, ah no va a haber comodidad.
Y el problema, muchas veces, es que creemos que dndoles absolutamente todas las
herramientas les estamos dando esa posibilidad de comodidad. E insisto en la opcin
de ciertos grados, ojal muy altos, de permisividad, de libertad y de que ese visitante,
ojal todos los tipos de peces y cardmenes posibles, ojal todos los tipos de chapulines
y saltamontes de cualquier lugar, lleguen al museo con su necesidad y que el museo
pueda responderles tambin con una posible y flexible opcin y margen de libertad.
Rodrigo Witker: Es complejo el trmino de comodidad, no? En el sentido de saber
por dnde leerlo, por dnde entenderlo. Yo dira, siendo desde el punto de vista muy
pragmtico, que a lo mejor la comodidad tiene que ver con una satisfaccin fsica de
uso de las instalaciones, pero, por otro lado, es una satisfaccin intelectual del uso de
las instalaciones. Entonces creo que tiene que ver con estos dos elementos. Pero creo
que el elemento ms interesante, para poder resolverlo, es precisamente esto que a
veces desde la teora comentamos pero no siempre logramos aterrizar, que tiene que
ver con el cmo conocemos a nuestro pblico. A veces suponemos cmo es pero no
sabemos establecer las estrategias para conocerlo a fondo. Porque comodidad significa
saber niveles de lectura a los que el museo debe recurrir para que sean entendidos sus
discursos o deben ser niveles de iluminacin para que eso sea efectivo. Entonces hay
cosas objetivas y hay cosas subjetivas que deberan intentar medirse, controlarse, para
poder ofrecer un discurso, porque a veces tienen toda la razn cuando nos preguntan.
A veces ocurre que el mejor discurso, la mejor construccin discursiva no sabemos por
qu no fue aceptada y a lo mejor tiene que ver con este grado de insatisfaccin o de
incomodidad pero referida a una cuestin fsica o de nimo. Entonces de repente la
pregunta es interesante, me parece muy interesante, pero habra a lo mejor que clarificar
en qu sentido se est haciendo. Da para muchas respuestas.
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ms breve posible. Cmo cree usted que se pueden vincular elementos propios de
tecnologa, ciencia e innovacin para generar cambios significativos en los procesos
educativos y de apropiacin de la informacin en los espacios que usted lidera? Voy a
expandirla no solamente a los espacios que yo lidero sino en un sentido ms general.
Primero, no debemos pensar que esos elementos propios de tecnologa son el fin
sino un medio ms, y de esa manera entender que el museo s puede articular unas
diversas formas de generar esos dilogos y esos contactos donde, de todas maneras, la
mediacin con otro ser humano, creo yo, no debe descuidarse. Siempre he insistido,
y lo he repetido muchas veces, a mi juicio, el primer botn interactivo por excelencia
no es un computador o un recurso tecnolgico sino una pregunta bien formulada,
ese es realmente el punto que nos suscita el dilogo. Entonces, ah es donde podemos
aprovechar esa posibilidad naturalmente sumada a esos otros recursos.
Hay otra que pregunta sobre investigaciones en Colombia sobre lo que decan los
pblicos de los museos. Es interesante saber que, y tengo que en este caso s referirme a
un punto muy particular de este museo que nos acoge, el Museo Nacional de Colombia,
y es que las investigaciones de los pblicos tienen, digamos, un efecto y un espacio en un
lugar como ste no slo a partir de lo que se ha denominado el Observatorio de pblicos,
que no solamente deba ver a esos visitantes ah s como animales de laboratorio y ver
solamente cmo reaccionan, sino aprovechar esa informacin que nos entregan para
trabajar y construir todas nuestras propuestas museogrficas. Lo tengo que decir con
profunda honestidad, siento que lo que ha hecho, tal vez las dos curaduras, la de
arte e historia y la de arqueologa y etnografa, tal vez ha ido ms all que las mismas
propuestas de la misma Divisin Educativa y Cultural. Y por qu razn? Porque
han echado a andar las propuestas que ya en otras latitudes son, de alguna forma, pan
de todos los das, que son estos procesos de front-end-evaluation, donde el pblico
realmente participa desde el primer momento del diseo, e incluso concepcin, de una
exposicin. Cuando eso sucede, ah la construccin discursiva no va a fallar porque
es el momento en que hemos tenido en cuenta a los pblicos. Entonces hay una tarea
prctica, pero por otro lado tambin de dinmicas en las cuales los pblicos se hacen
importantes.
Otra de nacin-subversin: preguntan si vemos que en espacios nacionales como
ste estemos, de alguna forma, controvirtiendo el ideal nacionalista de los museos
cuando hablamos de rupturas. Creo yo, si pensamos en el visitante y esa es otra idea
interesante que no mencion pero que gracias al dilogo con nuestros colegas en Brasil
estamos profundizando si apelamos al visitante no como un individuo, ni como una
masa, sino como un ciudadano, ah tenemos enormes posibilidades de desarrollar
interesantes procesos, como un ciudadano de sociedades democrticas de siglo XXI
que llega al museo con sentido crtico, con interrogantes y no de manera pasiva a recibir
informacin. Entonces, la subversin tendra que ser apelar a ese visitante como un
ciudadano activo.
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Mesa 2
Museos como agentes de
cambio social y desarrollo
Bajo el lema del Ao Iberoamericano de los Museos, Museos
como agentes de cambio social y desarrollo, se prentende llamar
la atencin sobre el papel fundamental de estas entidades como
Mesa 2
Introduccin
Edmon Castell
Espaa
Para hacer una pequea introduccin a los distintos ponentes que nos acompaarn
esta tarde, voy a hacer una muy breve presentacin y les pedira hacer un ejercicio, un
pequeo viaje en el tiempo, les pedira que nos desplazramos solamente diez aos atrs
y recordramos algunas de las sentencias que los antroplogos citaban en relacin a
los museos. Algunos antroplogos famosos reconocidos, por ejemplo, no dudaban en
calificar a los museos hace diez aos como smbolos de elitismo e inmovilidad formal,
en palabras de James Clifford. Creo que aunque obviamente James Clifford exageraba
no dejaba de tener un algo, una pequea razn. En cualquier caso, diez aos despus sus
palabras posiblemente no tienen tanto sentido, no tienen el mismo sentido que cuando
fueron dictadas por l.
Son as los museos en la actualidad?, es la pregunta que nos deberamos hacer. Son
smbolos de elitismo e inmovilismo formal? Muy posiblemente no, no es la concepcin
que tenemos las personas, los operadores que trabajamos en museos, pero tampoco es
la percepcin que tiene la mayora de visitantes, pblicos, audiencias, las personas que
se relacionan con los museos. Si bien la esencia del museo como clasificador de objetos
y depositario de una autoridad fue redefinindose y se ha ido redefiniendo durante
los ltimos aos, a mi parecer lo que se est percibiendo (y en ese sentido las palabras
de ese antroplogo eran visionarias) es que los museos del futuro se constituirn ms
bien como zonas de contacto que tratarn de articular flujos, procesos y experiencias
de gente que estara conectada. En ese sentido, las palabras de Clifford se anticipaban
a algo que estamos viendo, pues estamos insertos en estos momentos en cualquier pas
del mundo que se relacione con lo que denominamos la sociedad de la informacin,
fruto no solamente de la implementacin de las tecnologas de la informacin sino de
una serie de procesos de globalizacin dominantes.
Mesa 2
hay lo que se podra denominar un renacimiento del sentido del lugar, que y ahora
recurrimos tambin a la cita, en este caso no de un antroplogo, sino de un socilogo
tambin con cierto reconocimiento, me refiero a Manuel Castells Castells refiere a la
situacin en la que se insertan los museos del presente. Esa cita dice: Cuando el mundo
se hace demasiado grande para ser controlado los actores sociales pretenden reducirlo
de nuevo a su tamao y su alcance, cuando las redes disuelven el tiempo y el espacio, la
gente se ancla en sus lugares y recuerda su memoria histrica. De alguna, en mi opinin
ste es el contexto en el que domina, o en el que se encuentran los museos como les
deca de cualquier parte del mundo, no solamente los de Colombia, sino tambin los
de Europa, los de Estados Unidos, los de frica, Asia, Oceana, de todos los continentes
del mundo. All hay un sentido de una nueva cultura museal que trata de afrontar esta
situacin, que trata de dar respuestas en estos momentos a la sociedad del presente. En
ese sentido, los museos se han convertido en lo que de alguna forma se anotaba por parte
de esos antroplogos crticos con los museos, con la concepcin clsica de los museos,
como considerndolos como zonas de contacto y sus operadores como traductores,
traductores y mediadores de alguna forma no solamente de los conflictos de lo que
tiene que ver con el patrimonio cultural, sino tambin como mediadores culturales,
mediadores entre patrimonio cultural que conecta el pasado, el presente y el futuro.
En este orden de ideas, pienso que las tres ponencias que se van a presentar a continuacin
son tres respuestas, tres formas distintas de abordar este contexto en el que se ubican los
museos, este contexto que venimos denominando la sociedad informacional. Son tres
respuestas distintas con tres enfoques distintos.
Mesa 2
Nos acompaan en esta mesa Marcio Ferreira Rangel, muselogo del Instituto del
Patrimonio Histrico de Brasil; Teresa Morales Lersh, investigadora del Instituto
Nacional de Antropologa e Historia de Mxico, y Sheila Watson, que es y ha sido
directora del programa de maestra en aprendizaje y estudios de visitantes de museos de
la Universidad de Leicester, Inglaterra.
Br asil
Muselogo do Departamento de Museus e Centros Culturais/IPH AN /MI nC .
Doutor em Histria da Cincia
Mesa 2
Mesa 2
3. Criado por decreto em 6 de junho de 1818. Durante sua trajetria recebeu as seguintes
designaes: Museu Real, Museu Imperial e hoje Museu Nacional. Alm deste, outros museus de
menor impacto foram criados durante o sculo XIX: Museu do Instituto Histrico e Geogrfico
Brasileiro (1838); Museu do Exrcito (1864); Museu da Marinha (1868); Museu Paranaense 1876.
4. Museu Paraense Emlio Goeldi foi oficialmente criado em
1871 e o Museu Paulista foi criado em 1894.
5. Atual Instituto do Patrimnio Histrico e Artstico Nacional
(IPHAN), vinculado ao Ministrio da Cultua do Brasil.
do patrimnio cultural, os museus j exerciam as funes de pesquisa, preservao, comunicao, formao e capacitao profissional.
Podemos afirmar, que no Brasil, o sculo dos museus o sculo X X . Novos e diversificados museus privados, pblicos e mistos foram criados a partir dos anos 30, na esteira
da modernizao e do fortalecimento do Estado, que passou, ento, a interferir diretamente na vida social, nas relaes de trabalho e nos campos de educao, de sade
e de cultura6. A notvel proliferao de museus iniciada nesta dcada prolongou-se e
amplio-se nos anos 40 e 50, atravessou a Segunda Guerra Mundial e a denominada
Era Vargas7, atingindo, com vigor, os chamados anos dourados. importante registrar
que essa proliferao no se traduziu apenas em termos de quantidade, ela trouxe uma
nova forma de compreenso dos museus e um maior esforo para a profissionalizao
do campo8.
Ao acompanharmos a trajetria dos museus no Brasil, podemos verificar que as aes de
comunicao, pesquisa e preservao do patrimnio cultural esto presentes desde de
sua origem. Podemos ainda perceber as transformaes sociais e polticas, ocorridas no
campo dos museus. De acordo com Chagas (2003),
Os museus conquistaram notvel centralidade no panorama poltico e cultural do
mundo contemporneo. Deixaram de ser compreendidos por setores da poltica e da
intelectualidade brasileira apenas como casas onde se guardam relquias de um certo
passado ou, na melhor das hipteses, como lugares de interesse secundrio do ponto
de vista sociocultural.
Segundo Francis Taylor (1938)9, cada gerao se v forada a interpretar este termo impreciso, museu, de acordo com as exigncias sociais de cada poca. Ele no se apresentou
no tempo e espao sempre da mesma maneira. Atualmente o museu no se limita mais
a subtrair objetos insubstituveis catica fuga do tempo, o que explica o interesse relativamente recente pelos objetos de uso, como os instrumentos agrcolas, utenslios
de cozinha e pelos testemunhos da histria das tcnicas. Segundo Andreas Huyssen
(1997: 234), em nosso mundo o argumento de qualidade desabou a partir do momento
em que a documentao do cotidiano e da cultura regional, de brinquedos, de roupas e
assim por diante se tornou mais do que nunca um projeto museolgico legitimo. Para
Chagas (2003), os museus passaram a ser percebidos como prticas sociais complexas,
que se desenvolvem no presente, envolvidos com criao, comunicao, produo de conhecimentos e preservao de bens e manifestaes culturais. Por tudo isso, o interesse
poltico nesse territrio simblico est em franca expanso.
Mesa 2
Mesa 2
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4. Informatizao de Museus, destacando-se a criao de polticas de apoio aos processos de desenvolvimento de sistemas informatizados de documentao e gesto de
acervos, ao estmulo de projetos para disponibilizao de informaes sobre museus em
mdias eletrnicas e ao apoio aos projetos institucionais de transferncia de tecnologias
para outras instituies de memria.
5. Modernizao de Infra-Estruturas Museolgicas, abrangendo a realizao de obras
de manuteno. Adaptao, climatizao e segurana de imveis que abrigam acervos
musealizados, bem como projetos de modernizao das instalaes de reservas tcnicas
e de laboratrios de restaurao e conservao. Tambm estavam previstos o estmulo
modernizao e produo de exposies, o incentivo a projetos de pesquisa e o desenvolvimento de novas tecnologias de conservao, documentao e comunicao.
6. Financiamento e Fomento para Museus, enfatizando a constituio de polticas de
fomento e difuso da produo cultural e cientfica dos museus nacionais, estaduais e
municipais; o estabelecimento de parcerias entre as diversas esferas do poder pblico e a
iniciativa privada, de modo a promover a valorizao e a sustentabilidade do patrimnio
cultural musealizado; a criao de um Fundo de Amparo para o patrimnio cultural e
os museus brasileiros; o desenvolvimento de programas de qualificao de museus junto
as agncias governamentais de fomento e o aperfeioamento da legislao de incentivo
fiscal, visando democratizao e distribuio mais harmnica dos recursos aplicados
ao patrimnio cultural musealizado.
7. Aquisio e Gerenciamento de Acervos Culturais, voltados para a criao de um
programa de polticas integradas de permuta, aquisio, documentao, pesquisa, preservao, conservao, restaurao e difuso de acervos de comunidades indgenas,
afro-descendentes e das diversas etnias constitutivas da sociedade brasileira, alm do
estabelecimento de critrios de apoio e financiamento s aes de conservao e restaurao de bens culturais e do apoio s instncias nacionais e internacionais de fiscalizao
e controle de trfico ilcito de bens culturais, assim como s aes e dispositivos legais
de reconhecimento, salvaguarda e proteo dos bens culturais vinculados histria e
memria social de interesse local, regional ou nacional 15.
Neste momento, estamos completando cinco anos de Poltica Nacional de Museus e
j possvel verificar todos os avanos do campo museolgico brasileiro neste perodo.
Os museus foram inseridos na agenda poltica do governo e foram definitivamente compreendidos como instrumentos sociais, como espaos de crtica e reflexo de
nossa realidade. Deve-se ainda destacar, que todos estes avanos e transformaes, possibilitaram o desenvolvimento e a consolidao de experincias museolgicas voltadas
exclusivamente para processos de memria marginalizados, no contemplados pelos
modelos de museus tradicionalmente estabelecidos.
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Na contemporaneidade podemos observar um novo fenmeno de ressignificao e apropriao cultural do museu. No estamos mais discutindo a democratizao do acesso
aos bens culturais presentes nas colees museolgicas ou direito de acessar o capital
cultural acumulado nestas instituies, mas sim a democratizao do prprio museu,
que passa a partir de agora a ser compreendido como uma ferramenta ou instrumento
de trabalho que pode e deve ser utilizado por diferentes segmentos sociais.
Ao adotarmos esta perspectiva, estamos afirmando que todo individuo e que toda comunidade tem direito a memria, ou seja, a preservao, a transmisso e a continuidade
do significado de todas as coisas consideradas relevantes para estes grupos. A memria
identifica o grupo, conferindo sentido ao seu passado e definindo as suas aspiraes
para o futuro.
A volta das tradies locais, o desejo de preservar como um meio de se emprestar uma
aura histrica a objetos condenados ao descarte ou que se tornaram obsoletos, podem
ser interpretados como uma reao altssima velocidade da modernizao, como uma
tentativa de se libertar do espao vazio do cotidiano e reivindicar um sentido de tempo
e memria. Segundo Henri Bergson (1990, 46), conscincia significa primeiramente
memria. memria pode faltar amplitude, ela pode abarcar apenas uma parte nfima
do passado, ela pode reter apenas o que acaba de acontecer, mas a memria existe, ou
ento no existiria conscincia. Uma conscincia que no conservasse nada de seu passado, que se esquecesse sem cessar de si prpria, pereceria e renasceria a cada instante.
Toda conscincia , pois, memria, conservao e acumulao do passado no presente.
nesta perspectiva de conscincia de sua realidade, de assumir a construo de sua memria, que verificamos o surgimento de museus como Casa Museu de Chico Mendes,
Museu da Mar, Ecomuseu de Santa Cruz, Museu do Pavo-Pavozinho17 entre outros.
Sendo coerentes com os princpios adotados na PNM , o Departamento de Museu e
Centros Culturais estabeleceu como uma de suas prioridades o desenvolvimento e a
consolidao de processos museolgicos desenvolvidos em comunidades marginalizadas. Ao iniciarmos o mapeamento destes processos, atravs da criao da Rede
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progresso monitoramento bem como as possveis revises do projeto original contaro com a participao da Agncia Brasileira de Cooperao do Ministrio das Relaes
Exteriores do Brasil.
Este projeto que conta com a participao do Ministrio da Cultura, Ministrio da
Justia e Ministrio das Relaes Exteriores, nos permite perceber o grau de insero
da idia museu no atual governo. Apesar das conquistas, temos a conscincia de que
ainda temos muito a caminhar, mas j podemos afirmar que nos dias atuais o papel do
museu como agente de mudana social e desenvolvimento inquestionvel.
Acreditamos que o aspecto dominante da misso do museu caracterizar e discutir os
embates em prol da defesa das mltiplas identidades dos povos levando em considerao as transformaes que ocorreram na sua formao histrica, tnica e cultural.
Bibliografia
Bergson, Henri (1990). Matria e memria ensaio sobre a relao do corpo com o esprito. So
Paulo: Martins Fontes.
Chagas, Mrio de Souza (2003). Imaginao Museal: museu, Memria e Poder em Gustavo
Barroso, Gilberto Freyre e Darcy Ribeiro. Tese de doutorado apresentada ao Programa de
Ps-graduao em Cincias Sociais (PPCIS) da Universidade do Estado do Rio de Janeiro
(UERJ).
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Lopes, Maria Margareth (1997). O Brasil descobre a pesquisa cientfica: os museus e as cincias
naturais no sculo XI X . So Paulo: Ed. Hucitec.
UK
Introduction
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What is the purpose of museums? For the late Stephen Weil, museums were influential
organisations with the capacity to make contributions towards the task of building a
just, stable, abundant, harmonious and humane society (Weil, 1996: 95, cited Sandell,
2007: 173). While the use of museums to support social and political agendas is not
new (Hooper-Greenhill, 1992; Bennett, 1995) the way in which museums can act as
agents of social change has received a great deal of attention over the past ten years in
the United Kingdom. Public sector museums are required to deliver evidence of policy
effectiveness with regard to social, education and economic agendas. They are expected
to foster inclusivity, address social problems, confront past and present wrongs, encourage positive role models and values, support self esteem and pride amongst the
marginalised in society, and encourage community identity and cohesion and, more
recently, foster British nationalism. This direction has been encouraged by a variety
of factors, including the impact of New Labour upon the museum sector, resulting
in more emphasis on social, educational and economic outputs. Of course not all initiatives have come from the government. Museum leaders such as David Fleming in
Liverpool and Mark ONeill in Glasgow have developed new ways of working in a
socially inclusive manner. They are inspired not so much by an external agenda but by a
passionate commitment to social inclusion and a just and equitable society. Their work,
admired by many throughout the sector, is imitated and emulated. In addition there
has been a great deal of research in universities, investigating the social role, impact
and potential of museums in society (for example, Sandell, 2007; Hooper-Greenhill
et al, 2004) and this has influenced a new generation of museum studies students.
In addition museums and other agencies have been encouraged to work together in
regeneration schemes to support deprived communities and improve economically underdeveloped areas. The twin agendas of social inclusion and economic development
have led museums to adopt a range of strategies to support communities1 which include
outreach sessions, educational schemes, and public history sessions that complement
and support the work done by museums to attract tourists.
For Weil instrumentalism required many changes within museums, including an acknowledgement that the communities museums served should be involved in deciding
the role the museum played in society. For him communities paid for museums and
thus, for this reason alone, the community is legitimately entitled to have some choice
not the only choice, but some choice in determining how that instrument [the
museum] is to be used (Weil, 2002: 49). Hooper-Greenhills vision of the post-museum echoes this concept when she argues that the post-museum, evolving out of the
modernist museum, will become more responsive to communities, moving beyond
the museum walls into the spaces, the concerns, and the ambitions of communities
(Hooper-Greenhill, 2007: 82). There is, thus, an inherent tension between this idealism and the role of the state. Instrumentalism, such as that witnessed recently in the
United Kingdom, assumes that the state knows best while museums are also expected
to engage with communities and to facilitate their aspirations.
While all types of exhibitions and programmes within the publicly funded museum
are required to support government policies, history has a special place in delivering
official messages about the sort of society in which the state wishes us to live. In a liberal democracy devoted to social justice, equal opportunities and inclusion, few would
argue that such instrumental use of history is a bad thing. However, this approach has
a tendency to position the community as beneficiaries and recipients of histories and
programmes related to historical messages the state wishes the community to accept
and absorb. Where does Weils idea of choice some choice fit into this model? This
in turn leads us to many other questions. How can museums move beyond the museum
walls to engage with the concerns and ambitions of the community and, in the spirit of
democracy, work in equal partnership with the community while at the same time they
are required to deliver certain types of messages? How do museums deal with issues of
conflicted histories, contested histories, and forgotten histories? What sort of histories
does the museum promote and how do these impact upon the public? Questions about
the type of history a museum creates and curates are rarely considered by those who
wish to interrogate the instrumental function of the museum, and so it is to this I now
turn my attention.
History in museums
History in museums is one of the ways in which communities explain to themselves and
others how they came to be and who they are today. History in this context can support community identity and self esteem. At their simplest museums legitimise certain
versions of history and confer authority upon the stories they tell (Sandell, 2007: 84).
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Schools are places where newcomers into a community national, regional or local
can literally see and also experience some of the groups memories (Zerubavel, 2004: 3)
and this function is also performed by museums. They are places of assimilation and the
reconfiguring of the past to create new histories and accommodate incomers. The existing majority population may use the museum to present newcomers history, practices
and customs to itself. This presentation becomes a way of acknowledging the existence
of alternative memories and patterns of behaviour as part of the existing communitys repertoire of practices. However, this method of identifying separate community
groups (such as those based on ethnicity or religion), within a larger community such
as a nation, can have the opposite effect to that intended. Newcomers may appear to
threaten deeply held beliefs and customs and encourage an essentialising of the nations
character and history by those who feel anxious about the newcomers practices and
beliefs. In a similar way, different readings of history by some communities wishing to
include their version of events into a mainstream story may challenge deeply held views
of others. Museum history can also alienate people and perpetuate a sense of grievance
and injustice. Museums can therefore become places where debates take place about
what it is to belong to certain communities, the values communities hold dear, and
what is expected of those who belong. Such debates are often expressed by fraught and
contested interpretations of events, historical individuals and their significance.
Thus museums of history are powerful institutions. They present, however, a different
sort of history from that obtained from reading a text. They engage with a public whose
understanding of history is often far from that of the academic who writes or reads such
texts. History in museums often appears to adopt an approach that was common in the
nineteenth century. The visitor is disconnected from what is represented, allowing an
intellectual attitude that facilitated the ordering of the material world into a supposed
rational schemata (Mitchell, 1988 cited Beier-de Haan, 2006: 192; Macdonald, 2002:
3-4). Hooper-Greenhill (2008) has suggested that the idea of learning through looking,
which we can call disembodied learning, was a dominant pedagogy of the modernist
period. This approach was typical of the nineteenth century historian who celebrated
reason and evidence and, from these tools, created a view of the past that was professional and supposedly impartial. Within the museum this view of the past held sway. Its role
was, like that of the historian (Carr, 2008: 133), to deconstruct the collective memories
of the past, which were often dismissed as myths and legends, and to incorporate dispassionate facts into a rigorously researched and impartial historical narrative.
Some historians in the twenty first century, despite postmodern critiques of historiography, continue to maintain, at least as far as the general public is concerned, that history
deals with facts, that it searches for truth and that it aims to reconstruct and represent
the past, understand it and interpret it (Evans, 2006: 3-4). However, museums are biased. The very act of collecting material culture, displaying it and representing certain
narratives to the visiting public requires selection and this means choices have to be
made. The question therefore arises whose bias and whose choice does and should the
museum present?
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For many historians working within the museum field there is a general view that those
equipped with extensive knowledge of context and specialized skill in evaluating available evidence and linking it to other knowledge are best suited to interpret the past
for those who come with curiosity and enthusiasm but little else (Kyvig, 2007: 4). In
other words the curator knows best. Interestingly the only alternative offered to this is
to provide objects without interpretation (ibid). However, a quick glance at the way
in which museums operate throughout the Western World demonstrates that there
are some places where museum histories are provided by the communities themselves.
Many of these are temporary displays exhibition spaces loaned to the community or
a section of the community for a short space of time. Examples include the community
access gallery called The Forum in the Migration Museum Adelaide, Australia, where
each community group representing a different strand of immigration into Australia,
chooses not only what it wishes to show but also the story the community wishes to tell
(Szekeres, 2002). Such examples are, however, the exception and are frequently associated with temporary exhibitions. Professionals tend to retain control over their history
collections and the stories they tell.
Let us now turn to public history. What sort of history does the public understand and
experience? For the majority of people their history is far more pervasive than the professionals (Lowenthal, 2002: 211). It is part of their everyday lives, manifest through
their practices and their beliefs, through the way they react to events and the assumptions they make about them. When people visit a museum only a few of them will
bring to the experience a dispassionate and professional critique. Instead, as research
into learning suggests, people bring with them a view of the world and they relate what
they see, hear and experience to what they already know and remember (Hein, 1998).
History exhibitions depend on memory and require visitors to understand not only
conventions such as the text panel, but many also expect them to possess knowledge
of certain interpretations of historical events and characters. However, individuals will
bring with them not only their own personal understanding of history but the perspectives of the communities to which they belong. For Lowenthal this public knowing is
historical knowledge that understanding that we all have of the past and it is not
history (Lowenthal, 2002: 212). This historical knowledge has many names. Some,
such as Jordanova, argue that it is history but a non academic, often barely articulated
sense of other times, a history shaped by emotions, fashion, style, personal experience
and popular memories ( Jordanova, 2000: 245).
However whether it is called historical knowledge or historical sense (Rsen, 2008),
heritage2 or history or something, else, those who seek to understand this sense of
the past acknowledge that cultural practices and various phenomena contribute to it
(Rsen, 2008), not just the formal study of history managed and directed by professional historians.
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2. Heritage is a word often used to describe the practice of history in museums or other heritage
sites. For many the use of history within the present is what distinguishes it from history in an
academic sphere and it is the former that is heritage. In other words heritage is when history is
used for some present purpose. (Schofield, 2008: 18). This idea is one adopted by Smith who
describes heritage as a cultural and social process, which engages with acts of remembering
that work to create ways to understand and engage with the present (Smith, 2006: 2).
Each individual possesses not only their own personal memories but memories of
events or people, but those they share with others-public historical knowledge. This
historical knowledge is formed in a variety of ways. It may be the result of government
initiatives. National leaders may dictate what sort of history is taught and acknowledged publicly. They may encourage certain types of interpretations of past lives and
events through public ceremonies, the creation of memorials, the funding of museums
and the encouragement of certain historical traditions and the neglect of others. However, historical knowledge is also very personal. It is formed by families, by individuals
with whom we come into contact, by friends, interests and hobbies. Each one of us
takes what we want from the information that comes our way and weaves it into our
own individual understanding of the past. This understanding changes as we grow and
experience new things and as we reshape our memories to help us deal with events and
life changes we experience.
Other types of public historical knowledge are formed by communities, whether these
are communities of geographical location, ethnicity, class, interests, sexual orientation,
lifestyle preferences, or religious affiliation. Indeed it is public historical knowledge
that, in part, binds these communities together and supports their identities. Some
communities may develop historical knowledge that is deliberately oppositional to that
espoused by official versions as made explicit in formal commemorations or museum
narratives.
It has long been evident that historical knowledge is rooted in a range of emotions that
have little to do with dispassionate historical evidence. Indeed memory and feeling
are very closely linked. We tend to remember more vividly something that happens to
us if we also experience a strong emotion at the same time. Communities develop and
nurture memories linked to such feelings, particularly if these memories are linked to
some sense of grievance or injustice, or to a perceived threat to community identity.
As Zerubavel points out: This fusion of personal history with that of communities
to which one belongs also helps explain the tradition of pain and suffering carried by
American descendants of African slaves.(2003: 3). If individuals feel strongly that
their community group has been badly treated by other communities in the past, then
any museum exhibition that attempts to present a dispassionate view with various
perspectives of the circumstances of that treatment, is likely to be rejected. Similarly
certain types of historical knowledge are dependent on positive emotional reactions.
Wartime victories, for example, become embedded in national and local community
memories as they are associated with strong feelings for example relief, pride, euphoria, excitement as well as sadness at the loss of loved ones and the sacrifices that war
entails. However, any exhibition that challenges the expected emotional response, for
example by eliciting shame instead of pride, is likely to be rejected (1997: 48).
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even in the face of historical evidence to the contrary. What one community accepts
as history another may challenge as propaganda or myth. Perhaps the work of Bodnar
(1994) on culture and the past, Connerton (2008) on remembering and forgetting,
and Jordanova (2000) on guilt and history can help us understand these complex issues
further.
Bodnar, working in America, draws a distinction between official culture and vernacular culture He argues that
Public memory is a body of beliefs and ideas about the past that help a public or society
understand both its past, present, and by implication, its future. It is fashioned ideally
in a public sphere in which various parts of the social structure exchange views. The
major focus of this communicative and cognitive process is not the past, however, but
serious matters in the present such as the nature of power and the question of loyalty
to both official and vernacular cultures (Bodnar, 1994: 15; cited Rowe, Wertsch, and
Kosyaeva, 2002: 99).
Thus we can understand public memory, as a site of contestation between competing voices rather than a body of information that is somehow encoded, stored and
retrieved (Brockmeier, 2002 cited Rowe, Wertsch, and Kosyaeva, 2002: 99). Bodnar
argues that there is an inherent conflict between official and unofficial vernacular culture in which the former represents the aspirations of the leaders in society whether
they are national or cultural or political leaders in local communities. Here they share
an interest in social unity, the continuity of existing institutions, and loyalty to the
status quo. However, vernacular culture depends on many specialised interests and represents smaller communities keen to assert the validity of their views rather than those
of the nation (Bodnar, 1994; cited Rowe, Wertsch, and Kosyaeva, 2002: 100). The vernacular can also support the national as some groups will wish to complement and
reinforce official versions of the past by stressing their attachment or their contribution
to it (ibid).
Connerton (2008) has examined the role of memory and forgetting in public life. He
questions the assumption commonly held that remembrance is often seen to be a virtue
whereas forgetting is a failing. He points out that while some types of forgetting may
be repressive, others provide opportunities for the formation of a new identity (2008:
62). For example, in the 1950s the search for active Nazis in various previously occupied countries in Europe was abandoned in an attempt to build coherent civil societies
and to establish legitimate post totalitarian states ( Judt, 1992 cited Connerton, 2008:
62). However, forgetting may well result in those whose grievances and injustices are
forgotten becoming alienated from the national life that is thus being created by such
an absence of memory.
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Within the field of anthropology there has been an increased understanding that otherness is implicit in the academic subject and has resulted in self doubt and guilt about
the ways in which certain peoples have been portrayed. In history this sense of otherness is recognised but has not permeated the discipline as much as it has perhaps, in
anthropology ( Jordanova, 2000). For Jordanova this anxiety about otherness within
anthropology is derived, in part, by the ways in which certain communities have been
oppressed. Their marginalisation has been seen as in part a result of the othering that
has, in some instances, denied them their humanity and has resulted in guilt. Guilt also
exists within history but this is not something that is so readily acknowledged in the
same way as it is in anthropology. Instead it manifests itself in public history in ways in
which groups of people, communities, are represented in the past or chose to represent
themselves. Museums in the UK sometimes see their role as one of presenting revisionist versions of past events, acknowledging past wrongs, thus supporting new ways of
public understanding of the past.
Thus it appears that there will always be a danger of tension between official memory as
made explicit in formal institutions such as museums and some community memories.
At the same time official and vernacular culture are inherently oppositional particularly
when they involve elements of guilt and forgetting. The example of the Bicentenary of
the abolition of the Slave Trade illustrates these theories.
The bicentenary of the 1807 abolition of the Slave Trade in the UK in 2007
Recently the Labour government in Britain has become interested in the ways in which
British values, rooted in the nations history, can be promoted by cultural institutions
such as museums. This is partly because of increased anxiety, since the terrorist attacks
of July 7 2005 on the London underground, that multiculturalism has contributed, in
some cases, to the alienation of small sections of the national community from the majority. However, as my example will illustrate, this aspiration needs to be placed within
the context of the nature of history, public historical knowledge and the way it is used
by different community groups to support their identities. The example I wish to use
is the museum involvement in the commemoration of the bicentenary of the abolition
of the Slave Trade in 1807 which was commemorated in the United Kingdom with a
range of different exhibitions and events, funded partly by the government through
various agencies and through the Heritage Lottery Fund. This bicentenary remembered an Act of Parliament in 1807 that abolished the British slave trade, though an
Act to make slavery illegal in the British Empire was not passed until 1833.
In 2006 the Government launched a campaign to encourage the commemoration of
this bicentenary. A bicentenary advisory group was brought together to coordinate efforts and public funding was made available through various agencies to enable these
activities to take place in a variety of ways. The bicentenary was seen as an opportunity
to bring different communities together. As Dr. Fiona Speers, the Regional Director of
the Heritage Lottery Fund, one of the main sources of funding for projects relating to
this topic commented
HLF has been working with many groups across the region to encourage projects
Mesa 2
While the victims were to be remembered the commemoration was to be placed with-
Mesa 2
3. http://www.culture.gov.uk/reference_library/media_
releases/2464.aspx (accessed 25 September 2008).
4. See http://www.history.ac.uk/1807commemorated/ for information
about this research. (Accessed 28 November 2008).
5. Ligali is a Pan African Human Rights Organisation that challenges the representation
of African people and culture in the British media. The website states that Our remit
is to actively campaign for cultural, economic, political and social justice on behalf of
the African community. (http://www.ligali.org/ accessed 25 November 2008).
6. Maafa is the term given to the enslavement of Africans and its impact
upon them to the present day. The Maafa http://www.africawithin.
com/maafa/slavery.htm accessed 28 November 2008.
7. A consultant who works on issues of race and ethnicity.
The national story in Britain is a complex one that embraces a range of diverse and
sometimes oppositional perspectives. While we have to be careful not to accept the
voices of vocal minorities as necessarily representative of the majority view we need to
respect them. Discussions at the conference suggested that, for some representatives
of the Afro-Caribbean community in Britain, the history of the African slave trade
was deeply felt and experienced. Historical knowledge was not dispassionate and based
on historical research. Their experiences of racism and the disadvantages they had to
overcome in their lives were partly attributed by them to the historical effects of slavery.
Their memories, both personal and communal, were very different from those of the
white communities who visited the exhibitions. In contrast some white communities,
for example, the Friends of National Museums Liverpool, interpreted the stories in the
new galleries according to their preconceived understandings of the slave trade as just
one of the many past injustices in a nations history. Within this narrative the emphasis
on abolition provided evidence of a forward thinking, tolerant and freedom loving
nation. As Rowe, Wertsch and Kosyaeva (2002: 104) and Crane (1995) have pointed
official meanings are not always accepted when they contradict existing knowledge.
Thus some British Afro-Caribbeans rejected official museum meanings despite efforts
by the museum to provide a perspective that presented the sufferings and injustice of
slavery. Some Friends of the Museum positioned themselves as authorities who bore
witness to the traditional national story and confirmed it, choosing to prioritise one
memory over another in order to support community versions of historical events
(Connerton, 2008). They preferred the traditional reading of the role of the city in the
abolition of the slave trade and rejected new interpretations, promoted by the authorities that involved foregrounding the citys involvement in the slave trade itself.
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Thus, use of the historical exhibitions to promote certain narratives, whether they are
derived from the government or museum, will never be wholly effective (and indeed
maybe counter productive), without recognition that history and the publics understanding of it is very different from that of the professional historian. Here different
historical events within a national narrative can be seen to represent values such as freedom and tolerance on the one hand and oppression and injustice on the other. Both
interpretations are fundamental to the way different communities understand the past
and conceptualise their identities within the nation.
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8. This case study has been described in more detail in the following publications: Watson,
S. (2007). History museums, community identities and a sense of place: rewriting
histories in S. Knell, S. MacLeod and S. Watson (eds.) Museum Revolutions: How museums
change and are changed, London, Routledge, 160-172 and Watson, S. (2004). Museums
and social inclusion: Managing consultation with specific target groups: a British case
study in M. Dreyer and R. Wiese (eds.) Zielgruppen von Museen: Mit Erfolg Erkennen,
Ansprechen und Binden, Freilichtmuseums am Kiekeberg, Rosengarten-Ehestorf, 85-98.
on collections than human stories. As they believed that people throughout the area
from outside the town looked down on them they thought museums could have a role
in demonstrating to outsiders as well as to the local people themselves that they had a
proud and interesting history (Watson, 1999, 2000a).
Between 1996 and 2002 regular focus groups with three different constituencies were
held, local people living within the deprived areas, the wealthier local people living in
more affluent areas of the town and seaside holiday makers, in an attempt to work out
what sort of new local history museum in the Tower Curing Works would serve them
all and what sort of stories it would tell. Representatives from hard to reach groups
such as those who were unemployed or who had never visited a museum were recruited
by an outside agency and these individuals were paid to attend the sessions (Fisher,
1996; Watson, 1997, 1998, 2000a, 2000b, 2001). In addition other types of consultation9 exercises were held. The new museum was eventually opened in 2004 with the
name of Time and Tide, having been developed over seven years, during which time
local communities were encouraged to work with museum professionals to determine
all the themes and display techniques it used.
When they came into contact with local people museum staff soon abandoned their
preconceptions that they were not interested in the past and their own history. When
the professionals asked open questions focus group attendees became very engaged in
the whole concept of what history meant to them and how it should be made explicit
in the museum space. The questions museum staff asked people included: What was
the point of this new museum? What would it mean to you? Would you visit it and
why or if not did you want it? What were the key stories it should tell? Should it be
themed, run in a timeline, focus on topics such as Yarmouth and Norfolk, the environment? How important is archaeology? What sort of experiences would you like to
have? How shall we develop these in the displays? These questions were supported by
stimulus boards that had visual images of some of the key ideas being debated along
with words and phrases.
Some things became very clear early on. For everyone, particularly those in the deprived area, this museum was about who they were in the world. It was to tell a story
of a place and a people over time to show others that Yarmouth had a long history and
its people were proud to be part of that. Everyone thought that it was important for
the museum to show visitors this, but they also wanted this story for their children and
grandchildren. Some people indicated that they did not want to come to a museum
themselves but they thought it was important to have one because it indicated that
the town was a place with pride in itself and the museum would tell tourists that it was
more than just a seaside holiday place (Watson, 1999).
The consultation findings were fed back to designers, who then developed designs and
museum staff took these back to more focus groups. Feedback from the groups was
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9. These included participation in a Town Hall open day when over 2,000 people looked at
the Partners ideas for the museum and commented on them, and visits to local groups and
societies over a period of time, along with consultation with a range of interested parties.
incorporated into the displays, indeed dictated the stories and the methods of interpretation. The methodology adopted allowed museum staff to build on each consultation
exercise. Once a set of groups had given their views on the museum, the next set would
be shown, not the original stimulus boards, but new ones which illustrated the main
areas and topics the previous groups had wanted to see exhibited. Each group was also
encouraged to add in new ideas. Thus museum staff began to build up a picture of what
was considered, by a range of groups from all classes and many occupations and interests, to be key historical topics for their new museum. Several important issues were
identified very early on. The Fishing Industry (which had declined and disappeared
in the 1960s) and the Rows (old alleys that had been bombed and then mostly lost
in post war developments) were key topics that needed a great deal of museum space
and an experiential method of display (Watson, 2007b). The groups agreed very early
on in the consultation process that their history should not be a sanitised version of
what had happened. They were interested in gritty realism. The fishing industry was
not to be glamourised. It was a filthy, hard and dangerous trade and many who worked
in it suffered poverty and destitution. However, fishing was a key to the way in which
local people saw the development and history of their town and this industry above all
was to be promoted as Yarmouths soul; although subsequent research suggests that
the economic and social importance of the fishing industry to the town over time was
greatly exaggerated by people, for whom it became symbolic of all they had lost (Watson, 2007b).
Mesa 2
Perhaps, more surprisingly, the prehistoric background to the town and its rise on a
sandbank some time before 1000 AD , along with Yarmouths medieval past, were important topics for many of the community groups. Museum staff assumed that for most
people the most interesting element of Yarmouths past was that within living memory. Merriman (2000) has shown that many people access history via a personal past.
However, origins were important to a people who felt they were despised by others.
History and archaeology were valued because they gave them a sense of pride in their
past. Yarmouth people lived not just in a place that was poor and looked down on by
outsiders, but somewhere with a long and interesting history. They wanted large numbers of objects to show how important Yarmouth had been in the Medieval past when
it had been one of the wealthiest towns in the country. Within the new museum the
Early Years Gallery was given more space than originally planned to accommodate this
aspiration. All those consulted were keen to ensure that the displays are underpinned
with scholarly research and contained detailed text panels outlining key aspects of history for which no material culture remained. Evaluation showed that this was one of
the most popular areas of the museum, after the reconstruction of the Row and the
Fishing section (Watson, 2005). It also suggests that the museum has provided local
people with a view of the past that reflects back to them their own perspectives of their
community histories and re-enforces their sense of place and gives them pride in town
in which they live.
Conclusion
The impact of history in museums on individuals and communities should never be
underestimated. There is still a great deal of research to be done on the ways in which
certain messages in exhibitions are accepted by visitors or rejected by them. However,
the example of efforts to commemorate the Act to Abolish the Slave Trade illustrates
that attempts to present versions of events, without an understanding of the way in
which people experience, understand and practice history, is likely to result in rejection
by some of the narrative and the perspective offered by the museum. This is, perhaps,
inevitable. Museums, as Crooke reminds us, can help create an environment in which
people put painful memories to different uses (Crooke, 2001). While consultation,
similar to that carried out in Great Yarmouth, can help museums understand the histories that communities create for themselves and the uses to which they put them, these
meanings and uses may not be those that museum professionals or the government
wish to promote within the public sphere. There is therefore a tension between the
aspirations of those who want to use museums to promote certain historical stories and
those who would rather empower communities to tell the stories they want to tell. The
idea of an overarching narrative that will allow individuals to link their life stories to the
grand story and thus feel a common bond with others is one that is the aim of many of
those who wish to develop and sustain loyalty to the nation states imagined community (Rowe, Wertsch and Kosyaeva, 2002: 97; Anderson, 1982). However, the example
of the attempts to commemorate the abolition of the Slave Trade shows that the grand
narrative is difficult to sustain in the face of conflicting ideas of national history and
national values. Tensions between instrumental use of history and the democratisation
of museums have yet to be resolved and present one of the greatest challenges facing
history museums in the twenty first century.
Acknowledgements
I would like to express my thanks to the 1807 Commemorated Conference committee
for inviting me to participate in the sessions in York in September 2008 from which
several ideas for this paper derived. I am very grateful to the organisers of the II
International Conference Museums of Mexico and the World who invited me to give
this paper in Bogota, and whose warmth and hospitality made my stay such a pleasant
one, and to all the participants for their comments and enthusiasm. I also owe a debt to
Sarah Hayes whose dissertation on the International Slavery Museum gave me added
insights into the historical narrative of the exhibition space and who kindly commented
on my paper.
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Mesa 2
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Mesa 2
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Mxico
Esta ponencia comprende dos elementos fundamentales; un resumen del concepto del
museo comunitario por un lado, y por otro, una propuesta de cmo dicho concepto
se desarrolla en la prctica, especialmente al inicio del proceso de creacin del museo,
cuando se sientan las bases para su desarrollo posterior. Sealaremos cmo el museo
comunitario combina e integra procesos complejos de fortalecimiento del sujeto
colectivo de la comunidad, de afirmacin identitaria, de mejoramiento de la calidad
de vida y de construccin de alianzas entre comunidades. En las consideraciones
metodolgicas, discutiremos la manera como el nacimiento del museo responde a
aspiraciones para fortalecer la identidad y la integridad comunitarias, el vnculo que se
establece con instancias de decisin, los papeles de diversos actores internos y externos
a la comunidad, y algunas condiciones que favorecen u obstaculizan la apropiacin
comunitaria. Para concluir, sealaremos la importancia del desarrollo de redes de
museos comunitarios, como una estrategia para generar un campo de accin ms
amplio y de mayor autonoma, extendiendo la apropiacin comunitaria a proyectos de
alcances regionales y hasta internacionales.
Para iniciar nuestra reflexin acerca del concepto del museo comunitario, presentamos
un contraste con la idea de museo de historia viviente, que se ha difundido en algunos
medios como una propuesta similar al museo comunitario. Este punto de partida nos
permitir evitar confusiones y resaltar la especificidad de la propuesta.
Mesa 2
Una primera consideracin es que el museo nunca es una expresin directa de la vida,
como un pedazo de vida arrancada de la realidad y expuesta en un recinto. El museo
es siempre una interpretacin de la vida, una seleccin especfica y significativa de la
realidad. Cuando no colocamos esta apreciacin en primer trmino, existe el peligro
de ocultar la interpretacin y el autor de la interpretacin. Es necesario preguntar, El
museo es la historia vivida por quin?, De acuerdo a quin?
La palabra viviente nos refiere, por un lado, a lo autntico, a lo que constituye parte
de la experiencia viva de culturas y sociedades diversas. Pero debemos recordar, como lo
afirm Tony Bennett, que el visitante a un museo nunca est en una relacin de contacto
directo, sin mediaciones, con la realidad del artefacto, y por tanto, con la realidad del
pasado. De hecho, esta ilusin, este fetichismo del pasado, es en s misma un efecto
del discurso. Porque la concrecin aparente del artefacto de museo es consecuencia
de la familiaridad que resulta de su colocacin en un contexto interpretativo que se
conforma a una tradicin, y que tiene resonancia con representaciones del pasado que
tienen una amplia circulacin social.
De tal forma, las representaciones histricas nos pueden parecer vivas o autnticas,
sencillamente porque dan concrecin a interpretaciones que hemos visto repetidamente,
y que han cobrado una legitimidad por su asociacin con imgenes ampliamente
difundidas acerca de una comunidad o una cultura.
Actualmente, el aspecto de ser viviente puede referirse a otro aspecto de las
representaciones culturales, es decir, el grado al cual captan movimiento y animacin,
y son capaces de involucrar a todos los sentidos en una experiencia de gran impacto
y espectacularidad. Puede considerarse como historia viviente una simulacin de la
vida en pocas anteriores, que utilice todos los recursos de la tecnologa moderna para
recrear sonidos, olores y movimiento.
Pine y Gilmore proponen que los cambios propiciados por los procesos de globalizacin
han permitido la creacin de una nueva forma de la economa, la economa de la
experiencia. En esta nueva economa, casi todas las grandes empresas de entretenimiento
trasnacionales han iniciado proyectos para desarrollar destinos de entretenimiento
urbano, fundados en guiones temticos, un mercadeo agresivo, la operacin durante
las veinticuatro horas, el aislamiento de los habitantes del lugar, y la dependencia sobre
la espectacularidad. Por ejemplo, en Japn, hay una multitud de parques temticos tales
como La aldea de cultura turca, Aldea Yamaguchi de Nueva Zelanda y Mundo
canadiense. Dice Hannigan, en estos enclaves de etnicidad simulada, se obtiene un
riesgo sin riesgos: los parques eliminan las molestias de viajar tales como el papeleo, los
vuelos sobrevendidos, los idiomas extranjeros y sobre todo, el crimen.
Para nosotros es importante aclarar: el museo comunitario no es un museo de historia
viviente entendido como un enclave de etnicidad simulada, un escenario que recrea
la historia, el mito y el folclor en un espacio antisptico y seguro para los visitantes, un
espacio que trivializa los significados profundos, que descontextualiza la cultura de la
realidad de pobreza y exclusin que viven los pueblos. Pero sobre todo no es un espacio
donde la animacin de la presentacin oculte la voz de quienes hablan, y el derecho
que tienen los pueblos para hablar sobre s mismos, por s mismos. No se busca que el
objeto cobre vida en el museo, sino que los sujetos sociales, las comunidades y pueblos,
proyecten su vida como interpretadores y autores de su historia.
Mesa 2
Paolo Freire seala que el hombre es sujeto porque es un ser de relaciones, capaz de
reflexionar, de hacer crtica, de ser consciente de su historicidad, de optar, de crear y
transformar la realidad. Ser sujeto es la vocacin ontolgica del hombre, a la cual no
puede renunciar sin convertirse en un mero espectador de los hechos, un receptor de
recetas ajenas, un objeto. Para nosotros, el museo comunitario es una herramienta para
la construccin de sujetos colectivos, en cuanto las comunidades se apropian de l para
enriquecer las relaciones a su interior, desarrollar la conciencia de la historia propia,
propiciar la reflexin y la crtica, y organizarse para la accin colectiva transformadora.
Ser sujeto implica autoconocimiento, y el museo comunitario es una herramienta
para que la comunidad construya un autoconocimiento colectivo. Cada persona que
participa seleccionando los temas a estudiar, capacitndose, realizando una entrevista
o siendo entrevistado, reuniendo objetos, tomando fotografas, haciendo dibujos,
est conocindose ms a s misma, y a la vez est conociendo la comunidad a la que
pertenece. Est elaborando una interpretacin colectiva de su realidad y de su historia.
Ser sujeto igualmente implica creatividad, y el museo comunitario propicia la creacin
colectiva toda vez que ofrece una oportunidad a las personas que participen en procesos
colectivos para expresar sus historias de su propia manera. La persona creativa no
acepta soluciones dadas, busca inventar nuevas formas de abordar su realidad, y el
museo comunitario es un espacio de organizacin para impulsar nuevas propuestas y
proyectos comunitarios.
As, el museo comunitario es una opcin distinta al mainstream museum o museo
tradicional. La institucin del museo surgi con base en una historia de concentracin
de poder y riqueza, que se reflejaba en la capacidad de concentrar tesoros y trofeos
arrancados a otros pueblos. Por ejemplo, para Napolen, Pars era el lugar donde las
obras de arte tenan su verdadero lugar, para honor y progreso de las artes, bajo el
cuidado en la mano de los hombres libres, y aliment el Louvre de trofeos de guerra
de los lugares que caan bajo su imperio. El museo comunitario tiene una genealoga
diferente: sus colecciones no provienen de despojos sino de un acto de voluntad. El
museo comunitario nace de la iniciativa de un colectivo, no para exhibir la realidad
del otro sino para defender lo propio. Es una instancia en donde los miembros de la
comunidad libremente donan objetos patrimoniales y crean un espacio de memoria.
En el museo comunitario el objeto no es el valor predominante, sino la memoria que se
fortalece al recrear y reinterpretar las historias significativas. Ansaldi nos seala, nadie
puede vivir con una brutal amputacin de la memoria, es decir, no podemos acordarnos
de quines somos, no podemos ser sujetos, sin recrear y elaborar nuestra memoria. As,
los miembros de la comunidad utilizan el museo comunitario para recrear cmo eran
las cosas antes, para revivir eventos y prcticas que los marcaron. Pero el museo tambin
es un instrumento para analizar la memoria, para re-interpretar el pasado y discernir los
aprendizajes de experiencias anteriores.
Mesa 2
En el museo comunitario las personas inventan una forma de contar sus historias, y de
esta manera participan definiendo su propia identidad en vez de consumir identidades
impuestas. Crean nuevo conocimiento en vez de conformarse a una visin central, a la
interpretacin dominante de la historia nacional, que siempre los excluye y borra del
registro. Luchan contra una larga historia de desvalorizacin, al valorar sus historias y
los hechos cotidianos de la vida comunitaria. As, se apropian de una institucin creada
para la elite para afirmarse y legitimar sus propios valores.
Mesa 2
Por otro lado, los mtodos de trabajo puestos en prctica para la creacin y desarrollo de
museos comunitarios reflejan sus elementos definitorios, toda vez que los procesos que
estimulan y fortalecen son ms relevantes que el producto mismo de sus exposiciones.
En el desarrollo de un museo comunitario existen tres etapas fundamentales: una
primera etapa en la que surge la iniciativa inicial y se establecen los primeros consensos
para fundar el museo; una segunda etapa en la que diversos actores comunitarios realizan
las actividades sustantivas para crear el museo; y una tercera etapa en la que el museo
lleva a cabo sus actividades cotidianas. En esta presentacin discutiremos nicamente
la primera etapa, porque consideramos que en ella se desarrollan procesos que permiten
imprimir un carcter comunitario al museo. En esta etapa es posible observar la manera
como el nacimiento del museo responde a necesidades comunitarias, el vnculo que se
establece con instancias de decisin, los papeles de diversos actores internos y externos
a la comunidad, y algunas condiciones que favorecern o obstaculizarn la apropiacin
comunitaria.
El proyecto para crear un museo se alimenta de intereses y preocupaciones comunitarias
profundas, que estn relacionadas a su posicin de desventaja ante procesos globales
y la necesidad de legitimar sus valores y experiencias. Estas preocupaciones se gestan
durante mucho tiempo, van creciendo como una corriente subterrnea, y se llegan
a manifestar en momentos crticos, o cuando hay ciertos factores que catalizan o
propician su manifestacin.
Podemos sealar ejemplos muy diversos de este fenmeno, especialmente de los
museos comunitarios del Estado de Oaxaca, que conocemos ms cercanamente.
En ellos, hallazgos arqueolgicos fortuitos y excavaciones arqueolgicas formales
despertaron el inters en la creacin de museos comunitarios en Santa Ana del Valle,
San Jos el Mogote, Santiago Suchilquitongo, San Martn Huamelulpan y Cerro
Marn. El presidente municipal de Santa Ana del Valle en 1986 lo expres de la
siguiente manera:
Cuando se hizo la remodelacin de la plaza cvica, fue cuando salieron esas piezas
arqueolgicas. Cuando vi esas piezas dije, stas s, stas no se van a ir. Estas piezas
no se van a otro lado, aqu se quedan. Dije yo, por qu no fundamos un museo aqu
y aqu mismo se exhiben estas obras, para que tambin Santa Ana tenga lo de sus
antepasados que fueron artesanos totalmente tambin1.
Mesa 2
1. Entrevista a Othn Martnez, Santa Ana del Valle, Tlacolula, Oaxaca, junio 2000.
As, los eventos detonadores surten efecto cuando existe un deseo generalizado, una
conciencia que comienza a movilizarse, del valor de objetos y tambin prcticas que son
una herencia comn de un pasado ancestral.
Para el pueblo, (el museo) es un recuerdo de nuestros antepasados. Un recuerdo, como
una herencia. Como cosas de mi mam, mis abuelos, bisabuelos, lo conservamos,
nunca queremos venderlo. Son cosas que sirvieron para nuestros abuelos, bisabuelos3.
As, una de las necesidades sentidas a las que responde el museo es el deseo de reafirmar
el vnculo con sus ancestros, rendirles tributo, darles el lugar que se merecen. A la vez,
la posesin de su patrimonio cultural material reafirma su capacidad de perpetuarse
en el futuro, porque es percibido como una herencia que fundamenta su capacidad
de mantenerse como comunidad. As como se heredan los derechos colectivos sobre
la tierra, sobre el agua, sobre las obras comunitarias, tambin a travs del patrimonio
cultural se recibe un legado, un tesoro, de las generaciones anteriores, que debe ser
defendido como una base de la integridad y la autoridad del pueblo. El museo es una
forma de proteger este legado y entregarlo a los nios y los jvenes de la comunidad.
En este sentido, en la percepcin comunitaria, no hay una separacin entre el patrimonio
tangible y el intangible, porque la herencia de bienes materiales y la transmisin de
costumbres forman parte de un mismo legado ancestral. Los pobladores aspiran tanto
a la conservacin de las cosas de mis abuelos como de los recuerdos de los abuelos;
buscan resguardar tanto al objeto como a la memoria.
El museo lo necesitbamos para recuperar nuestra historia, trabajar nuestra propia
identidad. Cmo hacer para fortalecer la identidad cultural, que con el problema de
la emigracin se va deteriorando. Hay gente que dice, yo no soy zapoteco. Yo no soy
indgena. La identidad cultural es un elemento que no debemos descuidar4.
Mesa 2
del mismo pueblo que dan voz a las necesidades que muchos han sentido, e inician un
proceso que involucra a muchos miembros comunitarios, colectivizando la propuesta
inicial. La respuesta de otros miembros comunitarios afirma que las necesidades que
articulan son intereses comunes. En este proceso, tanto los actores iniciales como las
personas que se van sumando toman responsabilidad por el desarrollo del proyecto.
La vinculacin con necesidades propias, su origen en la misma comunidad, y la
colectivizacin del proyecto son algunos de los procesos principales que imprimen al
museo un carcter comunitario.
Los actores que toman la iniciativa son lderes comunitarios, tales como autoridades
locales, maestros o jvenes identificados con la promocin cultural. Tambin hemos
observado muchos casos en los que una artesana, un agricultor o un emigrado que
retorna a su pueblo se convierten en lderes a travs de su labor apasionada para
celebrar su cultura y su historia. Las acciones que desarrollan para arrancar la iniciativa
son extremadamente variadas, y en ocasiones paulatinamente generan ms inters
en el proyecto a travs de plticas, pequeas exposiciones, acciones para revitalizar
expresiones culturales tradicionales y talleres de todo tipo.
Sin embargo, si estos actores iniciales permanecen como los nicos que dirigen y deciden
sobre la iniciativa, el museo no tendr un carcter comunitario, sino que quedar como
proyecto privado de un grupo particular. Es indispensable que dichos actores lleven
la propuesta de creacin del museo a la discusin y aprobacin de una instancia ms
amplia, que involucre varios sectores y que represente a la comunidad.
Cul es la instancia de representacin que permite generar consensos en la comunidad?
La respuesta es diferente de acuerdo a la historia, la cultura y los mecanismos de toma
de decisiones de cada localidad. En muchas poblaciones indgenas de las Amricas,
existen rganos comunales con una amplia participacin de base que tienen la funcin
de debatir y acordar los proyectos comunitarios. Es el caso de muchas poblaciones de
Oaxaca, en donde la asamblea general del pueblo es la mxima instancia de decisin.
La asamblea general agrupa a todos los adultos de la poblacin, y tiene la funcin de
nombrar autoridades, discutir y aprobar proyectos comunitarios y resolver conflictos.
Sucede algo similar en la Comarca Kuna en Panam, donde los pueblos kunas resuelven
sobre todos los asuntos colectivos de la poblacin en las asambleas comunitarias o
congresos. En poblaciones de carcter indgena encontramos diversas y complejas
tradiciones que resuelven conflictos cotidianos y practican formas colectivas para
organizar iniciativas.
Mesa 2
Mesa 2
Al construir los primeros consensos para iniciar el proyecto del museo, es importante
tambin incluir una consulta acerca de los temas que se debern investigar y representar
en sus exposiciones. Este paso es fundamental para que el museo se constituya en un
Mesa 2
En la relacin del poder que necesariamente se establece, el poder del asesor esta basado
en mayor conocimiento del campo y vnculos con fuentes de apoyo. El poder de la
comunidad est basado en su capacidad de accin colectiva, la capacidad de defender lo
que considera suyo. Representantes comunitarios y asesores externos pueden colaborar
Mesa 2
Mesa 2
Debate mesa 2
Edmon Castell: Despus de escuchar a los tres ponentes y sus tres experiencias,
de tres pases muy distintos, Brasil, Mxico y Reino Unido, he tratado de tomar un
hilo conductor para plantear algunas preguntas que nos permitan generar puntos
de discusin, puntos congregantes para poder intuir cul es el futuro, el horizonte
museolgico de los museos, no solamente los de Reino Unido, los de Mxico, los de
Brasil, los de Colombia, sino en general los museos del mundo.
De forma general me atrevera a hacer algn tipo de reflexin, posiblemente parcial
o sesgada, pero creo que contribuir de alguna manera a orientar las preguntas que
posiblemente se derivan de las tres intervenciones.
Si tuviera que resumir de alguna forma, creo que las tres experiencias que se han
presentado en el transcurso de esta tarde son un ejemplo de la nueva cultura museal que
comentaba al inicio de la presentacin de la mesa de esta tarde, fruto de la nueva sociedad
en la que nos encontramos, una nueva sociedad denominada sociedad informacional,
que es fruto de una serie de procesos de globalizacin e implementacin de todas estas
tecnologas y otros factores que tambin intervienen.
En ese sentido, una de mis conclusiones a nivel personal sera que en el presente, en
lugar de pensar que estamos consumidos dentro de lo que se denomina la globalizacin,
esos nuevos espacios de interaccin social que han conformado las tecnologas de la
informacin y otros procesos lo que estn generando son nuevas formas de interaccin
y de organizacin social, de las cuales los museos no son un caso aislado: de alguna
manera estos nuevos espacios sociales estn contribuyendo, en el caso de los museos,
a generar una nueva cultura, una nueva cultura de gestin de los mismos museos que
se define por ser una cultura a mi modo de ver compleja, heterognea y multicultural,
que nos conduce a la conclusin de que ese riesgo de homogeneizacin cultural que
podra esperarse de una homogeneizacin econmica no es cierto, no se da ese proceso
de homogeneizacin para los museos en todo el planeta. En ese sentido como puntos
comunes de las tres ponencias que han presentado esta tarde queda que, en ese nuevo
contexto, en esta nueva cultura museal, la memoria ocupa un papel relevante, Marcio
Rangel habla explcitamente del papel de la memoria. Para Sheila Watson, el papel de
la historia es muy importante como elemento congregante, al igual que la historia oral
para los museos comunitarios de Mxico. Esos seran apuntes de espacios comunes que
ayudan a congregar, a aglutinar.
Mesa 2
Pero al mismo tiempo, tambin percibo en sus intervenciones una serie de riesgos
ms o menos implcitos en sus participaciones, que si bien la homogeneizacin y los
procesos de globalizacin existen, sta no se est dando a nivel general que afecte a
los museos, precisamente se corre el riesgo contrario, lo que podramos denominar el
riesgo de dispersin, de singularizacin por esa valorizacin de espacio, de la historia
local, de la memoria; ese sera un riesgo que de alguna forma conducira al aislamiento
y a la incomunicacin, por eso surgen una serie de retos, de la percepcin ms o menos
implcita de estos procesos, una serie de retos a los cuales pedira a los ponentes que nos
trataran de dar algn tipo de respuesta. Uno de ellos sera cmo tenemos que articular
lo global con lo local, Sheila Watson nos hablaba de la importancia que tiene la historia,
pero no cualquier historia sino la historia local para las comunidades, eso es lo que
al parecer interesa, lo que tiene mayor receptividad por parte de los visitantes de las
comunidades locales, ese sera uno de los retos. Cmo afrontan, cmo afrontarn los
museos del presente y del futuro esa articulacin entre historias locales con historias
globales? Y de alguna forma, se deriva otra pregunta, Cmo generamos narrativas en
los museos?, ya que somos conscientes en esta mesa de que ya los museos en el mundo
no se limitan a tener un solo discurso identitario sea nacional, poltico, religioso,
incluso local pues tiene que atender a esa nueva cultura que es como decamos compleja,
heterognea y multicultural. Pues bien, cmo se implementan estrategias para impulsar
nuevas narrativas que sean congregantes, para sociedades que son multiculturales? La
pregunta sirve para las tres ponencias que se han presentado y no solamente sociedades
que son multiculturales, sino tambin, como Marcio enfatizaba, son sociedades que
se encuentran en movimiento, estn en trasformacin. Eso me parece que sera el otro
aspecto a tratar de desarrollar, cmo los museos de alguna forma impulsan narrativas
que por un lado articulan historias de lo local con lo global, para que lo que pasa en
Brasil tenga sentido, tenga sentido en Mxico, tenga sentido para una persona que
viva en el Reino Unido y a la inversa, y cmo la articulacin de los museos en redes
contribuye en narrativas congregantes ampliando el campo de accin de la propuesta
que nos explic Teresa Morales. Dejara el tema planteado para que los ponentes nos
den algunas de las respuestas a estos retos, a estos riesgos y estos lugares comunes que
afrontan los museos del presente.
Marcio Rangel: Podemos identificar que la verdad es que los museos son el reflejo
Mesa 2
En los estudios de pblico que hacemos en otros lugares es mucho ms fcil percibir
que realmente el visitante del museo tiene una postura ms sencilla en cuanto a la
informacin, en el sentido de que el museo trabaja con la verdad, con una verdad
comprobada, una cultura material representada en los objetos. Hay poco anlisis crtico,
lo que coloca una responsabilidad muy fuerte en todos los que trabajan en los museos
y en el desarrollo de las narrativas, y debemos ponerlo siempre como una posibilidad
mltiple.
Teresa Morales: Nada ms para tocar un aspecto de lo que se acaba de plantear, s creo
que en muchas ocasiones se menciona como un riesgo de los museos comunitarios una
posible tendencia al chovinismo, al exaltar lo local, lo especfico de una comunidad
como superior a todo lo dems, entonces esto conduce a otro tipo de procesos que no
son positivos. Y creo que en un primer momento, cuando en una comunidad apenas se
estn logrando articular algunos de sus valores, proyectarlos, creo que no es un riesgo
tan de inicio, pero lo que nos ha ayudado al menos en el trabajo que hemos hecho en
Oaxaca, y lo que se ha extendido en las redes, es justamente juntar y reunir a diferentes
comunidades para que se entienda que su situacin no es nica. Y bueno, el trabajo
que se realiza tiene un fin comn, y realmente no encontramos mucha resistencia a esta
idea, al revs: las comunidades cuando se renen estn muy fortalecidas al saber que hay
otros que luchan con las mismas situaciones, que encuentran los mismos problemas y
encuentran algunas formas de salida que tal vez algunos no han visto, y la posibilidad
de compartir esa experiencia y formular proyectos conjuntos ayuda a romper este
aislamiento y a darles una visin mayor del contexto en el que estn, y no solamente
la visin sino una forma de enfrentar relaciones de cierta desigualdad, para negociar
recursos, para poder acceder a ciertos niveles de gestin.
Al estar reunidas, las comunidades tienen mayores posibilidades y esa experiencia
tambin ayuda a dar cierto tipo de aprendizaje de dinmicas sociales ms amplias en
la sociedad, tanto a nivel nacional e inclusive ms all de lo nacional. Y creo que nada
ms unos ejemplos de proyectos concretos pueden ilustrar esto, no? En las reuniones
en Oaxaca lleg un momento donde se propuso hacer una exposicin internacional,
por qu? Porque tanta gente de Oaxaca haba emigrado, y entonces era importante
llevar una exposicin a donde sus paisanos haban emigrado, en parte para mantener
ese contacto con su gente, con sus paisanos emigrados, pero tambin para ir a ese lugar
que en ese momento era el sur de California y mostrar que los de Oaxaca no eran
ladrones, no eran delincuentes, sino gente con una cultura, una historia, y mostrarlos
en un contexto digno, entonces realmente esa exposicin que tard un buen rato en
poderse realizar finalmente s se logr llevar, en ella se represent de hecho el arte
popular de las comunidades que estaban en la red y se llev al Centro Cultural de la
Raza en San Diego, y a la Plaza de la Raza en los ngeles, y fue una experiencia muy
interesante porque los oaxaqueos emigrados llegaron realmente celebrando que tenan
esa oportunidad de ver su cultura representada de esa forma, estaba el Consulado de
Mxico y esto, bueno, le daba como otro carcter a su estancia en Estado Unidos. Yo
siento que se logr ese objetivo, que era realmente enfrentar estas situaciones que trae la
globalizacin y estas comunidades que realmente ya son trasnacionales, usar el museo
para presentar esa problemtica.
Mesa 2
Otro proyecto que estamos trabajando ha salido de otra reflexin en una de las reuniones
de intercambio que era ste: que el museo no debe hablar solamente del pasado, sino de
que est pasando ahorita y del futuro, qu es lo que trae y qu es lo que se va a conservar
porque es importante conservar algunas cosas y otras hay que transformarlas, y de esta
reflexin sali la idea de hacer una exposicin que se llama Nuestra visin del cambio,
hicimos una reflexin de las diez cosas, de las formas de organizacin, de las prcticas
que haban cambiando ms, qu cambios haban marcado ms a las comunidades y se
identificaron diez cosas, desde cambios en el proceso productivo, la misma migracin,
y varias otras, y se fue haciendo un taller de reflexin sobre cada tema, para despus
hacer una exposicin y otra vez llevarla a platicar con la gente emigrada en otros lugares.
Para que esto sirva como un punto de reflexin, Cul es el futuro de toda la gente que
va a tener que reflexionar este punto? Muchos ya no viven en la comunidad e influyen
mucho los emigrantes en lo que se va a hacer en esos pueblos, regresan autoridades,
financian proyectos, entonces su visin del futuro de sus pueblos tiene mucho que ver
con lo que va a pasar. Y creo que stas son algunas dinmicas que muestran que un
museo comunitario no pretende limitarse a la comunidad, ni significa que la asla, o
que reduce la perspectiva, sino que es una base para poder relacionarlo con cosas ms
amplias.
Sheila Watson: Gracias, voy a dirigirme a la siguiente pregunta, Cmo pueden los
museos tratar el hecho o manejar el hecho de que existen diferentes versiones? Podemos
crear una narrativa que tiene varios significados, y una de las cosas en las que tenemos
que pensar en los museos es que tenemos que ser muy honestos en cuanto al hecho de
que tenemos que ser independientes con relacin a los eventos histricos. Hay varias
opiniones, y por consiguiente, muchas veces tenemos que ofrecer algunas de estas
diferentes opiniones; quisiera darles un ejemplo de alguien que logr hacerlo, y ste es
un caso del Reino Unido.
ste es un museo en Irlanda del Norte. Como ustedes saben, Irlanda del Norte ha sido
un lugar de muchos conflictos, afortunadamente en este momento parece ser que la
situacin est ms tranquila, pero ha sido difcil. Hace treinta aos hubo treinta aos de
conflicto entre protestantes y catlicos, algunas de las personas queran quedarse all y
otras irse. En las fronteras, en un lugar donde ha habido ejemplos terribles de violencia,
hay muchas comunidades que prcticamente hacen unas cercas o muros entre unas y
otras, stas estn totalmente divididas y all es donde hay un museo que se llama el
[Museo Free Derry]. Cuando uno entra a este museo hay dos puertas, hay una entrada
a la seccin catlica y otra a la seccin protestante, y uno se da cuenta de que cuando
entra a una historia entra tambin a la otra. Al comienzo uno elige uno de los caminos
pero finalmente termina viendo la visin de los otros, y sta es una forma clara de cmo
los museos pueden mostrarle a la gente formas de pensar, que desde un lado podemos
ver lo que ocurre en el otro, pero que al mismo tiempo siempre existe ms de una visin.
Y el museo es un medio muy importante porque tiene los espacios fsicos para que la
gente pueda experimentar las diferentes perspectivas.
Edmon Castell: Dentro de las intervenciones que han realizado los ponentes, una
Mesa 2
de las preguntas que me atrevera a plantear es, dentro de esos procesos que afectan
a los museos, Cmo se reorganiza nuevamente la relacin entre las comunidades y
los operadores de los museos? De alguna forma, aunque son propuestas muy distintas
entre s, he notado que los operadores de museos (conservadores, muselogos) estn
ocupando un rol ausente, en los prximos aos. No deberan adoptar un papel ms
activo, los muselogos, las persona a cargo de la gestin de los museos? Esa sera una
inquietud personal que me planteo a raz de las tres intervenciones.
Mesa 2
y tiene que ver con lo que hablamos al principio: ante lo que podramos denominar el
renacimiento del sentido del lugar, la importancia de la localidad, de la identidad local,
Cmo son las identidades en movimiento desde la perspectiva de los museos? Teresa
Morales, nos puede hablar de algn tipo de experiencia de recuperacin de memoria
de una comunidad desplazada? Esta pregunta tendra que ver con cmo se generan,
cmo se visibilizan, cmo se representan las identidades en movimiento. La siguiente
pregunta dirigida a los tres ponentes es con relacin a la sostenibilidad, cmo se logra
la sostenibilidad de los museos locales y de los museos comunitarios. La pregunta
concreta es, ms all de la inversin inicial para el montaje de los museos comunitarios,
qu esquemas de financiacin se tienen previstos para la sostenibilidad anual de los
museos? La pregunta aplica tanto para los museos comunitarios de la experiencia de
Mxico como para los museos locales en Brasil. El tercer bloque de preguntas tiene que
ver con la relacin que existe entre conocimiento cientfico y conocimiento popular,
creo que es una pregunta que aunque se dirige a Teresa Morales, tambin aplica para
Sheila, Cul es la relacin entre conocimiento cientfico y conocimiento popular, entre
lo que podramos denominar historia e identidad local, e historia cientfica, historia
acadmica? La pregunta concreta es Cmo se han manejado las creencias populares,
de las comunidades, frente a las explicaciones cientficas respecto al patrimonio
arqueolgico?
Marcio Rangel: Hemos logrado unificar mucho el proceso, para este ofrecimiento
Mesa 2
desplazados, o un proceso de esa naturaleza, pero creo que esta idea que enciende cmo
trabajar y reflexionar sobre identidades y movimiento, la experiencia que coment de
la temtica que se trabaja en la red de Oaxaca de nuestra visin de cambio est un poco
relacionada con esto. La vivencia, la problemtica, como algo que est en movimiento,
en proceso de cambio, no es algo fijo. Me imagino que al trabajar con una comunidad
de gente desplazada, la cuestin sera encontrar la pregunta que a ellos les interesa
responder, Qu preguntas sobre ellos mismos se pueden plantear para realmente abrir
un dilogo colectivo que tenga sentido para ellos?
Donde s hemos visto un proceso muy interesante es por ejemplo en Guatemala, en
un municipio de 25.000 personas, donde 5.000 personas fueron masacradas en los
ochentas, muy afectada por la guerra. Fue un proceso de platicar las experiencias, con
muchas limitaciones y muchos temores. Finalmente decidieron hacer dos salas, una
habla de la identidad tradicional, recuperando una dignidad que viene de las danzas,
de algunos objetos arqueolgicos, de cosas muy tradicionales, y otra sala que habla
de la masacre. En esta sala lo nico que est expuesto son las fotografas del archivo
municipal, donde estn como tipo credencial fotografas, retratos que pudieron reunir
de la gente que fue masacrada, es lo nico que hay, y algunos objetos que se recogieron
en uno de los lugares de las masacres; eso fue lo que decidieron poner ah. Creo que
hablar esos temas, a veces sencillamente el hecho de hablarlos, ya es un proceso muy
fuerte de reintegracin, de composicin del tejido social, aunque sea solo un paso en
ese sentido.
Mesa 2
Para hablar muy rpidamente de la cuestin de la sustentabilidad, creo que eso tambin
es muy variable de acuerdo a cada contexto. En Oaxaca, como la gente de hecho est
aportando su servicio comunitario sin ningn pago y ellos son los que abren el museo y
lo cuidan, entonces se podra decir que casi funciona con un presupuesto muy limitado,
en temas de efectivo no, los municipios normalmente aportan algunos fondos mnimos
para la conservacin de las colecciones, del edificio. La gente que da su servicio
comunitario es la que lo abre, lo limpia, lo cuida y lo gestiona. Este mismo comit del
museo es el que gestiona fondos para hacer proyectos ms amplios de acuerdo a sus
posibilidades y sus intereses. Claro, esto es algo que tambin se impulsa desde la red,
que puedan gestionar en diferentes lugares algunos apoyos estatales o federales, fondos
muy pequeos que existen, pero s existen algunos para este tipo de proyectos, y esa es
la forma en que en ese caso se logra una sustentabilidad. Y creo que en otros contextos
es diferente, algunos s tienen experiencia, por ejemplo el Museo de Rabinal s tiene
experiencia de la gestin con agencias internacionales, bastante exitosa, pero una cosa
que creo que es importante es que siempre (bueno, en todos los que conozco y creo
funcionan as como museo comunitario) hay un grupo de la comunidad que representa
a una amplia gama de sectores que no cobra, si no ste en todo caso es el que tiene
esa funcin de representar y legitimar, si acaso logran un fondo para pagar a un cierto
personal, que es normalmente muy pequeo.
Con relacin al conocimiento cientfico y el conocimiento popular, realmente en las
exposiciones arqueolgicas lo que hemos hechos es incluir los dos, ah aparecen las
tradiciones orales acerca del sitio arqueolgico, los cuentos que se cuentan, los gentiles
como llegaron e hicieron tal cosa, bueno, creencias que hay en torno a las zonas y se
invita tambin a los arquelogos a documentar las partes de la cronologa, las fechas,
lo que se conoce de las caractersticas de esos restos arqueolgicos, entonces existen los
dos ah. De hecho la gente, la comunidad, quiere saber esa informacin y pide que los
arquelogos vayan, ms bien el problema ha sido conseguir que los arquelogos vayan,
porque como se deca son muy pocos arquelogos en Mxico en relacin al trabajo que
hay, no es fcil, y la gente realmente est es muy interesada en obtener esa informacin,
pero no se excluye la otra parte.
Sheila Watson: En el Reino Unido el tema de la sostenibilidad est en la agenda de
todo el mundo y todos los museos, buscan todo tipo de financiacin del gobierno y
otro, y tienen que demostrar en el plan comercial al gobierno que ser sostenible. Esto
es muy difcil para muchos museos comunitarios pequeos, lo que usualmente ocurre
en estos casos es que se afilian a museos profesionales, que estn dispuestos a tomarlos,
a incorporarlos. Una vez que estos han sido incorporados tiene ayudas anuales y eso los
hace sostenibles.
Mesa 2
Mesa 3
Teoras museolgicas
Reflexiones contemporneas en torno al papel cambiante que
los museos desempean en los diferentes procesos culturales
que resultan de la globalizacin y transnacionalizacin del
capitalismo en el mundo actual, haciendo nfasis en el tema de la
Mesa 3
virtualidad.
106Teoras museolgicas
Introduccin
Mxico
En esta mesa tendremos tres ponencias en las cuales vamos a procurar que se ajusten en lo
posible a los tiempos que tienen definidos porque, como ustedes ven, en la mesa tenemos
a dos de nuestros conferencistas, pero el tercero va a transmitir una videoconferencia
desde Francia y eso, como ustedes comprendern, requiere una logstica y un ajuste de
tiempos muy preciso.
Bien, vamos a dar inicio y quiero sealar y recordarles brevemente lo que ocurri en
la jornada de ayer. Slo quiero plantear algunos temas que quedaron en la mesa y que,
sin duda, durante la jornada de hoy seguirn teniendo una discusin amplia y ms
exhaustiva. Un primer problema que nos qued de la jornada de ayer fue la pregunta de
si es posible desescolarizar el museo. Un segundo elemento fue el hecho de que el museo
efectivamente juega un papel crucial como transmisor no slo de informacin, sino
tambin de valores, y la importancia que tiene la interpretacin. Un tercer problema
fue la imposibilidad de que el museo satisfaga a todas las comunidades interpretativas
y, por lo tanto, los lmites que plantea la democratizacin cultural en el mundo
occidental. Un cuarto tema fue la cuestin de la permanente negociacin que hay
entre representaciones museogrficas, intereses sociales e ideologas de la visibilidad; y
tambin, finalmente, cmo replantear el papel de la museologa, ms all de su acepcin
puramente curatorial, hacia el campo ms vasto de sus usos digitales. En todo caso, el
interrogante se centra en cules son otras modalidades de comunicacin. Estos temas
surgieron de la mesa nmero uno, centrada en las experiencias de lo educativo y lo
ldico.
Mesa 3
Respecto a la mesa dos, sobre los museos como agentes de cambio social y desarrollo,
observamos que tanto en los casos de Brasil y Reino Unido, como en los de Mxico,
el espacio del museo ha permitido observar que, a final de cuentas, los agentes del
cambio son las propias comunidades que son las que debaten cules son sus mejores
opciones de desarrollo, dado que esto no puede ser impuesto por una poltica cultural
al margen de las comunidades. Un segundo tema, que surge del anterior, es la lucha
entre lo erudito y las opiniones no ilustradas del hombre comn y corriente, y por
lo tanto, la especie de relacin de juego dialctico que hay entre las visibilidades fijas
de las representaciones museogrficas y las prcticas cambiantes de las comunidades.
Otro tema muy importante que, por cierto, ha sido soslayado de alguna forma en las
definiciones oficiales o institucionales que existen sobre los museos, que generalmente
se refieren al entorno urbano del museo, pero el da de ayer observamos que en Amrica
Latina el medio rural juega un papel muy importante, crucial, en la construccin de
nuevas prcticas, de nuevas hechuras de los museos, por lo que eso replantea tambin
este papel de los museos circunscrito a las ciudades. Finalmente, se seal tambin
la permanente negociacin entre la historia pblica desde arriba y la historia pblica
desde abajo.
Qu continuidades quedan como temas que vamos a abordar en el transcurso del da
de hoy? Bueno, sin duda volver otra vez a tratarse el tema de la museologa digital,
en el campo ms amplio de la contextualizacin interpretativa y la virtualidad; habr
tambin una mayor problematizacin sobre el rol de la mediacin del museo entre
representaciones y comunidades; y sin duda, tambin, un mayor esfuerzo de anlisis en
la comprensin sobre los procesos de aprendizaje que intervienen en esta funcin, ya
tan tradicional, que se le ha otorgado al museo en la educacin. Por ltimo, tendremos
igualmente el tema de la responsabilidad tica de los curadores en el uso y manejo de
estas representaciones.
Mesa 3
Bien, quiero presentarles entonces a ustedes a nuestro primer ponente, el doctor Ivan
Karp, quien actualmente se desempea como director del Centro para el Estudio de
Becas Pblicas de la Universidad de Emory en Atlanta. El profesor Karp es no slo
un reconocido especialista, antroplogo, sobre frica, particularmente sobre Kenya,
sino tambin es un autor muy conocido desde comienzos de la dcada de 1990 por
sus libros, sus antologas, sus compilaciones, en los que justamente ha abordado
varios de los temas que aqu tambin estamos discutiendo, en relacin a las poticas
y la poltica del museo, y la relacin de los museos con las comunidades. Finalmente
tambin es coautor de un libro muy importante, Museum Frictions: Public Cultures/
Global Transformations, publicado en el ao 2007, donde se abordan los temas de la
transnacionalizacin y la globalizacin. Ivan Karp es un autor muy importante para la
museologa contempornea. Doctor Karp, tiene usted la palabra.
108Teoras museolgicas
Ivan Karp
ee uu
National Endowment for the Humanities Professor. Center for the Study of Public Scholarship.
Emory University
I would like to thank to organizers of the Colloquium, specially the Colombian Network
of Museums and the Mexican Museum Professionals Association, for inviting me and
for the warmth, generosity and hospitality that I have been afforded during this visit.
I am going to talk today about the subject of curatorial claims to knowledge and
responsibility by examining two older exhibits: they are exhibits about the so called
subject primitivism in modern art and rather famous, one held in New York and the
other in Paris. But this subject seems to me as appropriate because we need to recognize
that museums are among the first global institutions spread by colonialism and
capitalism throughout the world. But at the same time theyve been global, and they
are intensely global. If you think of natural history museums, one has to realize that
many collections were made through trade from many parts of the world; they went
to the worlds capitals of the nineteenth century. So, they are very few natural history
museums, at least in major centers, that do not represent the globe in its collection. But
at the same time that they are global, they are intensely local as well, adapting to, acting
as an instrument in, and working through the local environment and communities. So
they therefore seem to me extremely appropriate to recognize that, respect to the point
of globalization, it is not a new subject in museums, but in fact it is one of the oldest
Mesa 3
1. Nota del editor: La ponencia leda por Ivan Karp en este evento reprodujo gran parte
de su ensayo Real Objects, Simulated Experiences and Cultural Differences: Paradox
and Tensions in the Making of Exhibits, el cual fue preparado originalmente para el
Seminario Avanzado Material Culture: Habitats and Values, organizado en 1996 por
la Escuela de Investigacin Avanzada en Santa Fe, Nuevo Mxico. Segn Lorain Wang,
a travs de los aos, este ensayo fue presentado tambin en varias universidades en los
Estados Unidos, en Italia, en Bogot, Colombia, y finalmente en el programa de Museum
Studies de la Universidad de Michigan, en marzo de 2010. Las diferentes versiones
tienen introducciones ligeramente distintas antes de retornar ms o menos al mismo
texto. Wang, Lorain. Guide to the Ivan Karp papers, circa 1945-2011, bulk 1969-2012,
documento digital publicado por el Smithsonian National Museum of Natural History,
octubre de 2014, 47-48. En: http://www.anthropology.si.edu/naa/fa/karp.pdf
Mesa 3
110Teoras museolgicas
Crucial elements of what has come to be called the museum experience are displayed
within this little text. Here is an exhibit that was designed to represent in the most
realistic manner possible an activity and experience available only in memory. The
content of the exhibit is derived from the memory traces of hunters and from stories told
to their children. This exhibit, effective and emotionally appealing as it is, operates at a
temporal and cultural distance from its audience. We have no other choices; experience
has to be mediated by exhibit makers and story tellers. The experiences the audiences
have are necessarily second hand, stories told or seen but not uniquely experienced,
yet none the less embodied in visual and textual forms that are intended to evoke, not
distance, but nearness, proximity and authenticity. We only conclude at this point that
exhibits are extraordinarily paradoxical forms for experiencing. They construct sense
worlds whose primary points of reference exist outside the immediate context and
physical setting of the exhibit, but do so in a way that attempts to be experience near
rather than experience far.
We may say the museums specially museums of art, ethnography and other sciences
portrait kind of initial experience, a virtual experience in an actual space. And, within
that actual space, translation, specification of context, mediation and representation
occur in two locations within the museums, and this is something that I have argued in
a number of papers. The first is the exhibit itself and the second is the total constellation
of space that is the museum as a whole. As you see a little further on I discuss the tension
between these two kinds of spaces. This paper focuses primarily on two temporary
exhibitions which are global in their claims and local in their arguments, and argues
that the juxtaposition of objects taken from different cultural contexts inevitably draws
exhibit makers into the domain of what I have chosen to call anthropological discourse,
but which I do not mean the discourse of anthropologists but rather the set of ideas,
attitudes and images that constitute any societys sense of plurality and otherness. As
I will try to suggest below, the overall arrangement of museums, especially the large
Art, Culture and Natural History Museums, are often not perceived as intentionally
made by museum professionals. They are not. In fact, museums are extraordinarily, as
a whole, random spaces in terms of meaning. The Metropolitan Museum of Art once
paid a hundred thousand dollars to an architect for him to tell them what pattern there
was to the space in their exhibits. And he answered: nothing. But they are interpreted
as significant pattern and meaningful by the visitors who go there. The very ways
that museums sort themselves into different genres such as art, or history, or natural
history and the ways in which they draw on their cultural authority lead audiences to
expect that the narratives of exhibit halls should be extended to the museum as a whole
and vice versa.
Mesa 3
In the United States at least, major museums, such as the Metropolitan Museum of
Art, use elaborate installations, expend enormous sums on architecture in order to
indicate to their audiences that as they move through the museum, they move across
times and spaces. As one of the first books of the so called museologists said, they are
time machines. They set up sequences of time and space which may seem haphazard
to them and the audience, but they are sequential none the less. Take, for example, the
Pitt Rivers Museum at Oxford, which had ranges, objects in terms of a sequence that,
is supposedly, move through time, that is an evolutionary sequence. Although if you
actually go to the Pitt Rivers, the displays that seem timeless never changed so much,
Mesa 3
As Ive just argued, the difficulties of representation entailed by showing and telling
stories about sequences of events over time or space are no less daunting than those
entailed in the task of capturing a moment in time. Problems of representation and
mediation confront all museums and all exhibits and are even may more extreme by the
112Teoras museolgicas
norms of showing and telling that museums set up for themselves, especially the norm
that specifies that story telling must be a visual experience in museums.
Even the most immediate responses evoked by objects are culturally and historically
mediated. But what happens when the objects themselves are taken from different
cultures and different times? Are the problems of representation and mediation
entailed by the crossing of cultural boundaries even more severe than those experienced
within a single cultural space or historical trajectory?
The debate over the Metropolitan Museum of Arts famous and notorious exhibition
on Primitivism, the Affinity of the Primitive and the Modern provides a useful case of
study and a very influential exhibit. Primitivism is probably the best known example
of a museum based art historical solution to problems of translation. The primitivism
show demonstrated a large range of relationships between works made by so called
native artists in Africa, Oceania and the Americas and with the origin of the modern
avant-garde movement in painting and sculpture. These relationships ranged from
what the curators call influence to what they call affinity. Objects that were used by
Picasso and Braque, for example, were exhibited and discussed with the works that took
off from them, that they used as models. A virulent debate resulted, in which William
Rubin, the chief curator and his colleagues were accused of appropriating the primitive,
of ignoring the intentionality of the non-western artists displayed in the exhibits,
and of constituting these non-western artists as uncritical and unthinking producers
of works that could only really be appreciated by western observers. The debate was
continued in exhibit form, through exhibits which were critical of Primitivism, but
specially Magiciens de la Terre. Some years later, we had the anti-exhibit, the Pompidou
Centers Magiciens de la Terre, which asserted that, in some fundamental sense, all
artists exist outside of the cultures and historical periods in which they live, that they
all have a shared identity as magiciens, agents capable of perceptions actions that cut
through the veils of culture and history and uncover realities only dimly perceived by
the rest of us3.
If Primitivism told us that there were only two kinds of cultures, the Western self
critical same and the unselfconscious other, Magiciens also asserted that there were
two races who walk the earth, artists and others (Im an other, myself ). The displays at
Magiciens illustrated this theme. Unlike Primitivism, there was no search for historical
connections, no concern for influences, no attempt to put an African mask next to
the Picasso painting that utilized its formal devices or drew on what it thought were
its cultural meanings and uses. Instead objects were juxtaposed that were presumed
to exhibit the same artistic intentionality. Thus a Richard Long painting that showed
his concern with basic elements such as the earth itself and fire was set in front of an
3. See Primitivism in Twentieth Century Art: Affinity of the Tribal and the Modern. New
Mesa 3
York, Museum of Modern Art (1984); and Magiciens de la Terre. Paris, Centre Georges
Pompidou (c. 1989). See also the criticism of the Primitivism exhibition by Clifford, Kramer
and McEvilly cited in: James Clifford, On Collecting Art and Culture. In James Clifford,
ed. (1988), The Predicament of Culture. Cambridge: Harvard University Press, 215-251. Hilton
Kramer, The Primitivism Conundrum. The New Criterion 1984 (December): 1-7.
Australian Earth Painting by the Ndugu people, to show how both objects were made
by artists in touch with natural elements in a way that the rest of us were not4.
One could and should say that the florid romanticism of the Magiciens was as profoundly
problematic in its lack of respect for culture and history as Primitivism, but for me the
issue is that both exhibitions were based on curatorial claims to knowledge an insight
not available to the audience. That is what I want to focus on: the epistemology and,
to some lesser degree, the ethics. The evidentiary claims could hardly be different. The
Ndugu earth drawing is not designed to be in touch with nature, but to demonstrate the
dominance of culture over nature, it is part of ones call the dreaming, where mythical
figures in travel mark the landscape, so the landscape in the Australian peoples way
of view is in fact a human shape landscape, and it has very little, in terms of artistic
intentionality, in common with the work of artists like Richard Long.
In the catalog for Primitivism William Rubin, the chief curator, remarks that he
selected only great works of African art for his exhibit. How did he know them? He
tells us: thirty years of viewing. Rubins eye and Rubins experience provide the means
for discovering the affinities that organize the exhibit.
When I first read this, I was furious. But over the years, I found myself asking what
else might curators have to rely on but their training and experience? At the very least
Rubin takes responsibility for his curatorial choices. If you disagree with his eye, you
can begin to make your own decisions. Nor does he claim that choices are their own
evidence, as unadulterated connoisseurship does. Rubins methodology is interesting.
He does not use the concept of affinity loosely, as some critics of the exhibition have
claimed. While he does not invoke Max Weber and the German sociological tradition5,
he clearly has in mind a kind of cultural and causal relationship that Weber calls an
elective affinity6.
The concept of an elective affinity was used in nineteenth century chemistry to
describe how elements in different compounds were thought to be so attracted to
one another, that they could wrench themselves out of one form and join another7.
Rubin and his fellow curators see the modern moment in the history of Western art
as exhibiting just that sort of reaction when it comes into contact with African and
Oceanian objects that had been taken out of their own contexts and carried to another
space (the act of appropriation is the elective part of the affinity), where they could
provide the impetus for the rupture out of which modern art emerged. This was the
influence part of Primitivism.
Mesa 3
4. But note that Kirk Varnedou used a Richard Long from the same series in
his essay on contemporary artists in the Primitivism catalogue (p. xx).
5. In his essay on Modernist Primitivism, William Rubin defines his two
key concepts, influence and affinity in the middle of a discussion of the
German painter Max Weber (In Primitivism in 20th century art, vol. 1 edited
by W. Rubin (1987). New York: The Museum of Modern Art, 1-85.
6. Herbert Howe, Richard (1978). Max Webers Elective Affinities. Sociology within
the Bounds of Pure Reason. American Journal of Sociology, 84(2):366-385.
7. Ref. as for note 5.
114Teoras museolgicas
The rest of the exhibition was devoted to demonstrating the underlying universal
affinities that made influences possible. In terms of the Weberian concepts I am
using here, we might say that what Rubin calls an influence is actually an elective
affinity, while what he calls affinities are actually what Rodney Needham might
term proclivities that are universally available, but only emerge in specified contexts.
Rubin wanted to show that there was a stock of formal solutions that were drawn
on by primitive artist and modern artist alike, the first self-conscious and the second
automatic. I dont think it accidental that the anthropologist most cited by Rubin is
Lvi-Strauss. Rubins distinction between what he calls influences and affinities is
profoundly structuralist.
How does this framework differ from the category of the magicien constructed by
the Pompidou exhibition? This is a difficult question to answer. The world view of the
curators of the Magiciens show is so different from that of Rubin and co-curators, I will
argue, that it is virtually impossible to specify any shared concept of evidence. As far as
I can discern the curatorial staff of Magiciens relied on intuition and sensibility to make
their decisions, as did the staff of Primitivism. But the two exhibitions have little more
in common. Magiciens established a relationship among objects that was stronger than
the elective affinities and proclivities proposed in Primitivism. In the Primitivism show
objects could only influence artistic practice if they had been known and used by the
artist. Rubins influences had to conform to constraints laid down by the limits of time
and space. Picasso had to have bought, handled or seen the physical primitive object
before Rubin would establish an elective affinity, an influence, between it and Picassos
artistic work.
In contrast Magiciens told the story of a world that obeyed a rather different set of
physical laws. Instead of seeing artistic change as emerging out of artistic practice which
tears itself out of one way of making art and merges with another, objects from any
number of discrete and unconnected cultural and historical sites were shown to be
examples of one single form and set of practices, not compounded and joined, but all
variants of a single form, variations on a single theme, the art of the Magiciens de la
terre. Richard Long had no more need to see and know about Australian sand paintings
than Australian aboriginal artists needed to know about Richard Long. The world in
which Magiciens de la Terre conduct their work is Platonic rather than Newtonian.
The objects they make are far more shadowy examples of an ideal than objects that can
have an influence on artistic practices.
Mesa 3
to be artistically successful or not, based on how they resolved formal problems. There
was no such examination of form evident in the Magiciens exhibition and catalog.
The curators did not see themselves as cultural arbiters; they were not at all concerned
with providing for their audience a basis for making aesthetic judgements. Instead,
their form of advocacy reminded me some of the extreme forms of the environmental
movement. For Magiciens artists and their works are like endangered species; they risk
disappearing in a world that no longer values what they do and obliterates the spaces
in which they can thrive. Capitalism is the enemy, and Primitivism and the Magiciens
artists are the heroes.
Where Rubin and the curators of Magiciens converged was in Rubins assertions
about the nature of contemporary tribal arts, that by and large they are dead, devoid
of creativity and the vitality that comes from connections to a living, vital tradition.
This he attributes to the success of colonialism in destroying tribal life. He says, in fact,
that the greatness of the South African art can no longer be made because of African
contact with West. My assertion that Rubins judgements about the vitality of tribal arts
shares something in common with the makers of Magiciens is surely odd. Primitivisms
refusal to acknowledge that art could still be made beyond the boundaries of the
Western imperium is the single most important thing that Magiciens was concerned
to challenge. The refusal to see artistic and ethnographic validity in the ethnographic
present is the sort of assertion that could never be derived from the sensibility of the
curators of Magiciens. For them the dead culture is Western industrial society, which
does not value artistry, does not know and cannot connect to the qualities of nature
and does not seek to conserve anything derived from the preindustrial world.
Yet Rubins judgements and the Romantic reaction of Magiciens share a significant
assumption, that art must be more than formally successful; it must draw its sources
of inspiration from a living tradition for it to qualify as great. In terms that are more
popular today, we might say that all great art should have spirituality in these two
exhibits. The difference for them is not in the assumption of vitality or spirituality; it is
in where they situate it spatially and temporally in their curatorial practices.
I have kept my focus here on the phenomenology of museums and exhibits, focusing
on how the paradoxical nature of the museum experience shapes the problems of
interpretation and mediation with which museums and exhibits grapple. Museums are
specific sites with distinct claims to special experience. But they do not exist on another
planet. They compete with other institutions that provide leisure, they are ludic and
they are only one form of what the American sociologist C. Wright Mills calls the
cultural apparatus, the set of institutions that provide ready-made models of culture
and personhood. In addition, museums and exhibits themselves are topics of cultural
elaboration, and the anthropological discourses they spin are adopted and used in other
media. This was brought home to me by an article in the fashion and culture magazine
Vanity Fair that appeared about two years after the Magiciens de la Terre8. Vanity Fair
published a photo essay of wedding gowns that were modeled by the model and actress
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116Teoras museolgicas
from Somalia, Iman. The setting was South Africa where Iman was photographed
among the Ndebele people and their decorated homes. Many ethnographic and third
world arts and artists were popularized by Magiciens: Cheri Samba, coffin makers from
Ghana, and specially the abstract Ndebele household painters acquired international
reputation as a result of the Paris show, yet another product of globalization. The Vanity
Fair essay explicitly referred the exhibition, and cited the Ndebele artists by name, in
effect using the counter-hegemonic symbols of Magiciens, which protested against the
cult of the anonymous tribal artists. Iman was shown modelling gowns and then being
approached by a native Ndebele artist, who states: I want to paint you. You want to
paint me?, Iman replies. No, I want to paint You, was the response. The next set of
images shows Iman unclothed, with her body being painted by the Ndebele artist.
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The Vanity Fair article managed, in short compass, to combine the anthropological
discourses in Primitivism and Magiciens. In Primitivism objects were derived from one
kind of setting cross-cultural boundaries to merge with the affines in another vastly
different cultural setting. In Magiciens de la Terre objects move from the settings in
which they were first made and appreciated to form a new category and setting. Vanity
Fair uses the conventions of Magiciens to construct a set of representations more like
Primitivism. The article tells us a great deal about Ndebele art, how it derives its imagery
from urban experience, how it is fragile and endangered in the contemporary world.
The primary vehicle for portraying relationships among cultures in the photo essay is
a fake report of Imans interior dialogue, in which she is called excited to meet the
famous Ndebele artists whom she had heard of when she was a child in Somalia. The
essays narrative structure shows a progressive merging of Iman and the Ndebele. In the
last scene she is taken away by her Ndebele friends. This ingenious set of representations
manages to present all the forms of anthropological discourse I have been describing
and more besides. Iman and the Ndebele artists merge into a tribal and artistic whole;
Ndebele art is presented as ecologically endangered; the artists are instinctively rather
than self consciously makers of art. In addition the essay reproduces in an inverted
form the structure of Primitivism. Instead of Ndebele art travelling to the west, an
object situated in the West, Imans body, travels to the Ndebele, clothed in Western
ceremonial dress, wedding costume. But Imans body moves out of its costume in order
to be assimilated to the primitive. It becomes a canvas for Ndebele painting. Of course,
Imans body is only ambiguously Western. She is presented to her audiences as having
been discovered by the American adventurer Peter Beard while herding cattle in Kenya.
Hence the underlying act of election constituting an affinity also signals the return of
an object, Imans body, to the site where it originated. But, but, the anthropologist in
me wants to complain, Iman is not South African; Iman is Somali, and urban Somali
at that. However, Vanity Fair, like many museums, deals in large categories, such as the
West and the Rest.
Espaa
Universidad de Granada1
En las ltimas dcadas las sociedades ms desarrolladas se han regido por conceptos
como ocio, cultura, patrimonio y conservacin. Estos han ido configurando una nueva
imagen social marcada en parte por el respeto al pasado como forma de conocimiento
y como vehculo de desarrollo. Reciente es la aparicin e incorporacin de las
tecnologas de la informacin y la comunicacin al mbito patrimonial. Dos aspectos
que, aunque en sus inicios se consideraban como dos realidades muy dispares, hoy
vemos que su relacin y mutua influencia es imprescindible para ambas. Y decimos
para ambas porque el patrimonio se ha beneficiado de estos nuevos lenguajes a la
hora de la difusin y de mostrar sus potencialidades didcticas y educativas, mientras
que los aspectos tecnolgicos se han humanizado gracias al aporte de los aspectos
patrimoniales.
Trminos como hipertexto, realidad virtual o hipermedia han entrado a formar parte
de nuestro vocabulario cotidiano y son cada vez ms los que utilizan estos lenguajes,
sobre todo en aspectos relacionados con el patrimonio.
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118Teoras museolgicas
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El medio digital
Como han sealado varios autores, las posibilidades que el medio digital ofrece deben
considerarse como la gran revolucin tecnolgica del siglo XXI , aunque existe cierta
confusin a la hora de delimitar las caractersticas y potencialidades de este medio.
Para Xavier Berenguer las tres grandes virtudes del medio digital son la espacializacin,
la ingravidez y la interactividad. La espacializacin se ha conseguido a travs de las
imgenes sintticas en movimiento, imgenes generadas por ordenador en varios
elementos pequeos y sencillos para obtener otros ms complejos, teniendo ms
relevancia aquellas que por su contenido llegan a parecer moleculares en su diseo y la
conquista infogrfica, que trata de la generacin de imgenes sintticas por ordenador.
No slo se puede modelar y codificar nmeros, texto, imgenes, etc., sino que adems el
ordenador permite la simulacin en cuatro dimensiones.
La ingravidez o intangibilidad, es decir esa condicin etrea de la informacin
digitalizada, se corresponde con el paradigma moderno segn el cual todo es y no es
a la vez. La desmaterializacin del medio audiovisual conlleva una gran ventaja: el
traslado multimeditico de un lado a otro del planeta gracias a las telecomunicaciones.
De esta forma los autores tienen la posibilidad de difundir su obra sin intermediarios.
En el futuro se plantea que cualquiera podr constituirse como emisor, hecho que
necesariamente agitar el mercado del arte.
La tercera virtud del medio digital es la interactividad. Gracias a esta capacidad, el
espectador modifica la recepcin de la obra segn sean sus interacciones y supone la
participacin del espectador en la misma.
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Para Antonio Rodrguez de las Heras el mundo digital se encuentra delimitado por la
superficie de la pantalla electrnica, donde la imagen digital que aparece no ofrece una
superficie sino una interficie activa a travs de la cual se establece una triple relacin con
el mundo real. En un primer nivel el espectador puede interactuar con el mundo digital
a travs de su mano, utilizando el ratn o cualquier dispositivo similar; el espectador
puede intervenir, de una manera superficial, en este nuevo entorno. En un segundo
nivel, el espectador puede entrar en ese mundo producindose una sensacin de
inmersin total. El ltimo nivel, y ms sugerente, consistira en poder introducirse en
ese mundo digital a travs de la vida artificial. Este autor delimita las once propiedades
que el soporte digital presenta y que condicionan las creaciones artsticas que lo utilizan.
De esta manera seala la densidad, accesibilidad, resonancia, disolucin, interaccin,
actualizacin, ubicuidad, deslocalizacin, amorfa, asincrona y plegado. Esta certera
caracterizacin se debate con la pervivencia de una terminologa que, pese a ser superada
por nuevas nomenclaturas, sigue vigente creando una gran confusin en el lector.
120Teoras museolgicas
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Las nuevas tecnologas permiten que el usuario interacte con la obra de arte, lo que
establece una nueva definicin de obra acabada/inacabada, de artista y de pblico, y
se redefinen los papeles de cada uno. Junto a estas potencialidades, debemos destacar
las enormes posibilidades de difusin. El incremento de ordenadores personales como
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Vemos pues como los museos salen fuera de sus muros y se hacen visibles y reconocibles
por una cantidad ingente de visitantes, reales o virtuales, que se acercan a sus colecciones
y disfrutan de sus actividades. Lo nico que nos queda esperar es que esta visibilidad y
globalizacin no acabe con el misterio y la emocin que debe rodear a estas instituciones.
122Teoras museolgicas
Bernard Deloche
Fr ance
Pour un philosophe, la question essentielle que pose le muse est celle de sa finalit,
cest--dire de la mission quil doit remplir. Cette mission peut-elle se rduire procurer de la jouissance ou bien le muse doit-il communiquer quelque chose au public ?
Pour tenter de rpondre, je vais commenter lvolution de la dfinition du muse par
lICOM (Conseil International des Muses).
La conception la plus ancienne et la plus classique du muse tentait de maintenir simultanment les deux termes de lalternative. Peu de temps aprs sa fondation en 1946,
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lICOM faisait figurer la dlectation dans les deux premires dfinitions donnes en
1951 et en 1961. Plus tard, le 14 juin 1974 Copenhague, lICOM adoptait la dfinition
suivante : Le muse est une institution permanente, sans but lucratif, au service de la
socit et de son dveloppement, ouverte au public et qui fait des recherches concernant les tmoins matriels de lhomme et de son environnement, acquiert ceux-l, les
conserve, les communique et notamment les expose des fins dtude, dducation et
de dlectation . Dfinition confirme La Haye le 5 septembre 1989, puis Barcelone
le 6 juillet 2001. Donc, pendant plus dun demi-sicle, lICOM a mentionn dans sa
dfinition du muse le terme de dlectation, qui voque une jouissance particulire,
la fois gratuite et raffine ; il la maintenu aux cts de ltude et de lducation, qui
relvent davantage de la communication et dont la mission est de contribuer la formation intellectuelle et morale de lhomme.
Au fil des annes le plaisir, mme raffin, est apparu comme un objectif trop frivole.
Aussi en 2005, lors de la dclaration de Calgary, le mot dlectation a-t-il disparu de la
dfinition du muse labore par le Comit international de lICOM pour la musologie (ICOFOM ). Voici cette nouvelle dfinition plutt puritaine : Le muse est une
institution au service de la socit, qui a pour mission dexplorer et de comprendre le
monde par la recherche, la prservation et la communication, notamment par linterprtation et par lexposition, des tmoins matriels et immatriels qui constituent le
patrimoine de lhumanit. Cest une institution sans but lucratif . Cette modification, qui limine le rapprochement paradoxal du plaisir et de lducation, tmoigne
dune volution considrable dans la comprhension de linstitution et semble indiquer une nouvelle orientation qui permet de poser enfin de faon trs claire la question
de la finalit du muse.
Une fois vacue la fonction quivoque de pourvoyeur de plaisir, la mission du muse,
enfin clarifie, semble tout naturellement sinscrire dans le cadre dune rflexion sur
les modalits de la communication. Faut-il considrer le muse comme un simple lieu
dchanges, un forum de discussion, bref un outil de communication, ou bien comme
un moyen dassurer la prennit des connaissances et des valeurs au sein de la socit,
un outil de transmission analogue lglise ou lcole ?
En ralit, le problme est beaucoup plus complexe, car, sans quon y ait pris garde, llimination de la dlectation a entran avec elle une double viction que lon ne peroit
pas toujours clairement :
Dabord, en liminant la dlectation, on na pas vu quon liminait aussi loutil de dtermination des valeurs de rfrence de la culture, savoir le principe qui permet de dire
ce qui est beau, ce quil faut admirer, ce qui est digne dtre conserv, etc. ;
Ensuite, on na pas compris non plus que, du mme coup, on supprimait galement le
sensible, car la dlectation tait la seule rfrence au sensible dans la dfinition, alors que
lexprience sensible constitue un aspect irrductible de la spcificit du muse.
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En effet, la diffrence de la bibliothque, le muse est le lieu par excellence de lexprience sensible parce quil montre des choses concrtes, cest--dire en chair et en
os , sans la mdiation du texte. Mais si lon confond cette apprhension sensible des
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choses avec le plaisir esthtique, comme on la fait depuis deux sicles, on sinterdit du
mme coup de comprendre la vraie mission du muse qui est de fonctionner comme un
outil non intellectuel de transmission. Lancienne dfinition de lICOM ntait donc que
la formulation, par un oxymore savoir laffirmation simultane de deux propositions
mutuellement contradictoires , de cette histoire du dtournement de lexprience
sensible au profit du plaisir esthtique.
Mon propos se droulera en trois temps :
1) Je me demanderai dabord comment le muse a pu tre considr comme un lieu de
plaisir ;
2) Jexaminerai ensuite le rle du muse comme lieu o lon fait des expriences sensibles ;
3) Enfin, jexpliquerai pourquoi la spcificit profonde du muse est la transmission du
sensible.
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126Teoras museolgicas
vatoire. Il devient ainsi la grande caution de rfrence pour dcider de ce qui est digne
dtre transmis aux gnrations futures. Ce quon nomme dans les pays francophones
la rappropriation patrimoniale .
Le got dcide aussi bien de la valeur vnale que de la valeur symbolique des uvres
et, lorsque la valeur symbolique atteint un niveau suprieur, la valeur vnale sefface
totalement derrire elle. Voil pourquoi les uvres dart entres au muse sont comme
dmontises, rduites leur seule valeur symbolique, donc inchangeables et inalinables. Elles chappent dfinitivement la possession prive. Ainsi, bien loin de ne
constituer quun aspect annexe ou secondaire, comme on le croit trop souvent, le plaisir
esthtique comme principe de slection des uvres entre au contraire comme une composante essentielle dans la fonction culturelle du muse.
Cependant, lhistoire a montr que les choses taient beaucoup moins simples, comme
lillustre la complexe histoire des salons de peinture aux XVIII e et XIX e sicles et le
difficile accord sur un consensus dont tmoigne notamment la critique dart depuis
Diderot jusqu Baudelaire et les frres Goncourt. On sait quelles tensions ont oppos, dune part, lacadmisme entretenu notamment par lapprciation dun jury et,
dautre part, le libre jugement du public. Le consensus merge difficilement de dbats
et de conflits souvent houleux, comme ce fut le cas en 1863 avec le fameux Salon des
refuss , qui rvla de faon spectaculaire que plusieurs gots diffrents pouvaient
coexister. Cest lempereur Napolon III qui, voulant laisser le public juge de ce quon
lui prsentait, autorisa la tenue du Salon des refuss en raction contre le conservatisme
et la svrit excessive du jury. Il devenait alors vident que le plaisir esthtique ne pouvait plus tre lunique critre de la valeur en art.
On voit ainsi que la jouissance que propose le muse dborde trs largement le plaisir
de lesthte et quelle joue mme un rle culturel essentiel. Mais on mesure galement
les limites de ce schma labor au cours du XIX e sicle dans le sillage de la pense
kantienne, schma qui reste encore dactualit pour un bon nombre de muses dans le
monde :
1) Non seulement ce schma restreint la comptence du muse au seul domaine de lart,
excluant du mme coup les collections scientifiques et techniques, voire anthropologiques, de plus il nest applicable qu des uvres dart traditionnelles, qui ne
constituent quune part trs limite de la culture daujourdhui, et il savre tre compltement inoprant pour la plupart des productions de lart contemporain. Dailleurs
un certain nombre de penseurs nont pas hsit mettre en doute le critre hdoniste
de la dtermination des valeurs esthtiques, on sait par exemple que dj Nietzsche
puis, plus tard, le peintre Kandinsky, McLuhan ou encore Umberto Eco, feront lloge
de la dissonance, considrant que lart vritable est celui qui sait rompre avec linertie
psychologique. Propos confirm plus rcemment par les travaux de Pierre Bourdieu,
pour qui le got est un produit social, donc toujours partiel et relatif.
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2) De plus, ce mode de dtermination des valeurs labor limage de la civilisation occidentale dans le sillage du christianisme et centr sur le primat de la personne
humaine comprise comme une valeur absolue est trs lourdement entach dethnocentrisme. On est en droit, certes, dadhrer cette conception humaniste du monde, mais
il est inconcevable de vouloir limposer dautres civilisations car les valeurs communes
lhumanit ne peuvent tre que le produit dune construction longue et difficile. Voil
qui explique, par exemple, aujourdhui la grande incomprhension mutuelle des pays
occidentaux avec la Chine.
3) Enfin, dans le contexte du muse, le domaine sensible ne se rduit absolument pas la
dlectation ou la jouissance, car la relation intuitive avec les objets exposs, bien que
moins directement visible, occupe probablement la place la plus dterminante.
On doit donc se demander si lexprience du plaisir partag peut encore lgitimement
constituer une des missions essentielles du muse actuel et si cest bien l que rside
lobjectif principal de la prsentation des collections.
Le muse est avant tout un lieu dexpriences sensibles. Une fois abandonne la dlectation comme critre de slection des objets, que reste-t-il de cette part non hdonique
de lexprience sensible qui forme la spcificit du muse ?
En liminant le mot dlectation de sa dfinition du muse en 2005, lICOFOM a du
mme coup cru rompre avec lesthtisme hrit du XIX e sicle et voulu tirer le muse
du ct dactivits intellectuelles rputes srieuses, dans la mesure o prvalent dsormais des termes tels que explorer , comprendre ou interprter . On a enfin
compris que le culturel nappartient pas aux loisirs mais quil forme le bagage commun
essentiel qui fait de nous des hommes. Mais cette suppression du mot dlectation est
lorigine dune double difficult :
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1) Dabord elle tmoigne dun oubli total du rle que jouait la dlectation dans la dtermination des valeurs, oubli regrettable mme si ce mode de dtermination des valeurs
nous parat aujourdhui assez contestable. Il est en effet difficile de remplacer efficacement une chose quon a supprime sans voir quon la supprimait. La sociologue
Raymonde Moulin a dcrit en 1986 les mcanismes nouveaux qui crent une incertitude sur les valeurs esthtiques contemporaines : internationalisation, asymtrie
de linformation, intervention de ltat, etc. Dsormais, les responsables de muses,
comme les grants des galeries dart, non seulement agissent sur le march mais, je cite,
contribuent la dfinition des valeurs esthtiques et llaboration dun palmars
des crateurs . Dans ce nouveau contexte, les valeurs ne relve plus dun consensus
du got mais de la subtile et complexe interaction entre les diffrents acteurs. En effet,
tout a chang : les valeurs reconnues par le muse (celles dhumanisme occidental), les
supports slectionns pour les vhiculer (principalement les uvres dart), mais aussi
le procd qui leur servait de caution (le plaisir partag). Pour combler cette lacune, il
aurait donc fallu chercher quel autre mcanisme de production des valeurs remplace
aujourdhui la dlectation et faire linventaire des nouvelles valeurs ainsi promues.
LICOFOM ne la pas fait.
128Teoras museolgicas
2) Mais il y a plus grave, car, si les mots exposer et exposition subsistent dans la
dfinition de Calgary, rien ne vient souligner leur dimension sensible. Il est donc essentiel de rappeler que exposer revient montrer ce quon ne parvient pas dire, sans quoi
on passe ct de la principale fonction du muse. Attention, il ne sagit pas du mystre
ineffable de luvre dart que critiquait Pierre Bourdieu en 1992 dans son livre
Les rgles de lart, mais seulement du sensible compris comme exprience intuitive : ce
qui se donne nous dans cette exprience est dabord senti et ne peut pas tre traduit
intgralement par le discours. Avec la suppression du mot dlectation, il est craindre
que le sensible dans son entier nait t gomm, comme si toute lexprience sensible se
rduisait au seul plaisir prouv.
La dlectation a donc occult le sensible, car il ne faut pas confondre sensible et sensibilit : en effet, la sensibilit couvre le champ des sentiments, cest--dire de ce qui est
prouv consciemment par le sujet, de ce quil ressent, et cest ce champ quappartient
le plaisir esthtique ; en contrepartie, le sensible dsigne globalement notre rapport
concret et intuitif avec la ralit, il est constitu par tout ce qui vient frapper nos cinq
sens : les formes et les couleurs pour la vue, les bruits et les sons pour loue, les parfums
et les odeurs pour lodorat, les saveurs pour le got, les consistances, les grains et les
textures pour le toucher. Mais, depuis lAntiquit, si lon sest intress la sensibilit
et aux sentiments, on a toujours ignor, et trs souvent condamn, le sensible que lon
jugeait mprisable et trompeur, comme en tmoignent les grandes philosophies occidentales de Platon Descartes et Kant. Bref, on a ramen toute lexprience sensible
au seul plaisir esthtique, ce qui revenait finalement vincer le sensible.
Le muse a repris son compte cette condamnation du sensible tout en valorisant le
plaisir dsintress. Voil sans doute pourquoi on interdit de toucher les objets, voil
aussi pourquoi certains confrenciers qui guident aujourdhui les visites de touristes
sappliquent encore dtourner le public de cette exprience sensible pour lui apprendre
projeter des connaissances sur les uvres exposes. On donne alors aux visiteurs des
informations biographiques ou techniques, parfois iconographiques, principalement
intellectuelles, mais on ne le laisse surtout pas sentir vraiment ce qui est l en face de
lui, comme si lexprience sensible tait dangereuse et indigne. On oublie ainsi dlibrment quun tableau ou une sculpture sont dabord faits pour tre regards dans
leur plasticit en dehors de toute signification, car il convient de se rappeler quun
tableau, avant dtre un cheval de bataille, une femme nue ou une quelconque anecdote, est
essentiellement une surface plane recouverte de couleurs en un certain ordre assembles ,
comme lcrivait le peintre Maurice Denis en 1890.
Lentendement, disait le philosophe allemand Baumgarten, nous donne les choses dans
leur gnralit (par exemple, la maison en gnral comme concept), alors que le sensible nous les fait connatre dans leur particularit (cette maison-ci dans sa dimension
intuitive, avec son toit deux pentes et ses volets verts, etc.). Cest ainsi que lon pourra
peut-tre crire des centaines de pages pour me dcrire un tableau ou une personne,
disait Bernard Berenson, mais cela ne remplacera jamais lexprience visuelle que je
pourrai avoir de ce tableau ou de cette personne en particulier.
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Mieux, non seulement le sensible nous fait connatre le rel intuitivement, mais il
exerce aussi une influence sur notre comportement, sur notre manire dagir et de penser.
Platon, qui sen mfiait, avait dj dcouvert le pouvoir sensible de la musique, il avait
parfaitement compris que certains rythmes, comme le Dorien ou le Phrygien ,
sont plus virils que dautres, tels que le Lydien qui est plaintif, et conviennent donc
mieux lducation des gardiens de la cit.
Il en va de mme des formes et des couleurs, comme le montrera Kandinsky la suite de
Goethe : le bleu est reposant, alors que le jaune est agressif, la verticale est dynamique,
alors que lhorizontale est reposante. Bref, formes et couleurs incarnent des forces et
des tensions, dont aucun commentaire verbal ne pourra vraiment rendre compte bien
que leur impact sur nous soit dterminant. LAllemand Wolfgang Iser ne disait-il pas
que lart agit toujours sur nous ? Cette exprience, qui na rien voir avec le plaisir
esthtique, passe gnralement inaperue.
On dcouvre alors que le muse est un lieu o lon vient faire des expriences sensibles,
alors que les bibliothques nous proposent des expriences intellectuelles par les livres.
Do limportance majeure de la scnographie, qui repose sur ce constat simple que
tout objet dispose dun potentiel intuitif li sa plasticit, peu importe dailleurs quil
soit une uvre dart reconnue (un tableau ou une sculpture) ou un simple objet technique (un soc de charrue) voire un produit de la nature (une fleur, une souche darbre,
un rocher). Ainsi lemplacement de la Victoire de Samothrace, au sommet de lescalier
gyptien du Louvre, nest pas indiffrent, car tout autre site et attnu le dynamisme
qui rayonne de cette sculpture, tandis que la vision en contre-plonge lamplifie et le
magnifie.
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Cest pour mettre en vidence ce rayonnement que lon a dcid au XX e sicle de prsenter les objets sur un fond neutre, le plus souvent blanc ; et cest pour la mme raison
que lon vite aujourdhui les accumulations dobjets qui se nuisent et se dtruisent
mutuellement.
Le muse doit donc se rformer au plus vite pour mieux remplir cette fonction essentielle dapprhension sensible des choses.
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Lexercice de la communication favorise sans doute laptitude acqurir, mais ne remplace pas le processus dacquisition, qui relve avant tout de la transmission. Lchec
des expriences scolaires des annes 1960, qui survalorisaient linteractivit, la bien
montr : pour smanciper progressivement et devenir capable dune relle interactivit, lenfant a dabord besoin de sappuyer sur des rfrences stables, mme sil doit plus
tard les remettre en question et les contester.
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J. B. S. Chardin, La brioche
Muse du Louvre, Paris
2) De mme, nai-je pas besoin didentifier la Bataille de San Romano du Muse des Offices Florence pour tre sous lemprise sensible de la fameuse ruade de Paolo Uccello
et me sentir perdre pieds face ce spectacle.
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3) galement, lorsque jaurai vu le pendule de Foucault Paris, soit au Muse des arts et
mtiers soit au Panthon, je naurai peut-tre rien appris sur la rotation de la terre, mais
jaurai fait lexprience sensible de loscillation lente et rgulire dune sphre, dun
mouvement chiffrant un espace et rythmant le temps avec une rgularit angoissante.
Cest cette exprience vcue que le muse a pour mission premire de montrer et de
faire partager.
Le pendule de Foucault.
Muse des arts et mtiers, Paris
Mais le sensible se rvle tre aussi le support inductif des pratiques culturelles, car
ces expriences, trangres toute jouissance, sont premires et radicales, cest--dire
antrieures llaboration des concepts, mais ce sont elles qui la commandent secrtement dans la mesure o elles portent avec elles les schmes opratoires qui contrlent
aussi bien lacquisition des connaissances que les comportements sociaux, comme la
expliqu Pierre Bourdieu propos du livre de Panofsky Architecture gothique et pense
scolastique. Le muse transmet donc ce quil y a de plus prcieux dans la civilisation, des
principes ou des germes, des gestes et des savoir-faire, et non des ides ou des connaissances. Cest pourquoi un enfant, mme petit, peut tirer un rel profit dune visite de
muse : il y trouvera de quoi alimenter son activit naissante dlaboration des concepts.
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qui a donn lieu une exposition du Muse dethnographie de Neuchtel en 2003, etc.
Et mme les muses dart nhsitent plus prsenter des expositions thmatiques en
rfrence un problme social, comme par exemple lalimentation et la table travers
la peinture occidentale.
Reste savoir cependant si cette attitude nest pas en contradiction avec la prsentation
du sensible pour lui-mme, dans la mesure o, une nouvelle fois, cest le message qui
tend primer. Le risque est donc grand, mme pour ces muses dun nouveau genre,
de retomber dans une sorte dillustration image des problmes, ce dont le public et
les conservateurs se contentent encore trop souvent. Car le maniement des expriences
sensibles provocatrices de comportements nest jamais simple, il rclame, comme lavait
fort bien compris Marshall McLuhan, une matrise dlicate aussi bien des pratiques interactives que des processus non linaires. Au mieux, le muse se comportera comme
un observatoire ou un laboratoire charg dvaluer limpact sur le public de ce qui est
montr par les mdias. Ce qui nest assurment pas une mince mission.
En conclusion, et pour rpondre enfin de faon simple aux questions initiales, je dirai
que :
1) Le muse ne sintresse pas la jouissance, mais au sensible ; mme si lun et lautre
ont un rapport avec la sensibilit, il est impensable de les confondre ;
2) Il ne communique pas, il nest pas un lieu dchanges, mais il transmet des acquisitions dont lespce humaine veut faire bnficier les gnrations futures ;
3) Ce quil transmet est bien de lordre de lexprience, condition que cette exprience
soit comprise comme lassimilation de schmes moteurs qui conditionnent la pense
et le comportement.
Les trois termes qui faisaient le titre de ce sminaire, Exprience, Communication
et Jouissance , sont bien prsents, mais leurs liens rciproques se sont sans doute dplacs : lexprience nest plus celle de la jouissance mais celle de la perception sensible,
la communication sest mue en transmission, et la jouissance raffine, qui servait de
principe de slection des objets conservs par le muse, sest efface au profit dune
interrogation partage sur ce qui mrite ou non dtre transmis.
Bibliographie
Baudelaire (Charles), Les fleurs du mal, Paris, Garnier-Flammarion, 1964.
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Debate mesa 3
Luis Gerardo Morales: (Dirigindose a Bellido) Me interesa que usted profundice un
poco ms sobre cules son estos lmites de esta virtualidad ciberntica de los museos,
aceptando que, de cualquier manera, hay una virtualidad ya en la recreacin misma que
hace la exposicin presencial, cuando tenemos al observador en la sala, cules seran
entonces estas interrelaciones entre los efectos de presencia y los efectos de la virtualidad
puestos en juego en este nuevo campo de la cibermuseologa, si usted nos pudiera
ampliar esto un poco ms, para entender en todo caso los lmites de esta supuesta mayor
democratizacin del museo a travs de las nuevas tecnologas de la mirada.
Mara Luisa Bellido: Yo pienso que el gran aporte que ha supuesto la virtualidad a
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los museos y a las exposiciones, tanto las temporales como las permanentes, ha sido el
de poder difundir. Hemos hablado antes de comunicacin, tambin de difusin, pero
pienso que la difusin se convierte en uno de los instrumentos fundamentales en la
sociedad contempornea. Tenemos que pensar que el 90% de los museos que existen
en el mundo no son los grandes museos nacionales que todos conocemos y tenemos en
mente. Por supuesto, una forma de darse a conocer va a ser a travs de la virtualidad.
Evidentemente existe virtualidad o ha existido virtualidad en las exposiciones que
tradicionalmente se han hecho, pero yo creo que en este momento la virtualidad lo que
ha hecho es abrir esos lmites fsicos del museo. La famosa idea de Andr Malraux del
museo afuera del museo se est llevando a la prctica con toda la potencialidad que el
medio digital le est dando a la virtualidad. Y pongo un caso concreto, que muchas veces
nos puede causar cierto problema: Qu hacemos con el patrimonio inmaterial? Cmo
lo exponemos? Quizs no tiene sentido que est en un espacio fsico cerrado porque,
por su propia definicin, no es un objeto. Yo pienso que las recreaciones virtuales, hasta
cierta medida, se pueden poner al servicio de esos patrimonios inmateriales que hoy
en da se convierten en uno de los grandes retos que tienen los muselogos. Durante el
descanso contaba yo el caso que tenemos en mi ciudad, Granada, donde se va a inaugurar
dentro de tres meses un museo fsico, real, que se va a llamar el Museo de la Memoria
de Andaluca, donde intencionalmente no hay piezas, no hay coleccin, porque lo que
se intenta es crear un espacio virtual, en este caso dentro del espacio fsico del edificio
real, para que sean otras sensaciones las que transmitan la idea, absolutamente sutil, de
lo que es la memoria. Es decir, yo creo que la virtualidad y lo tecnolgico se ponen al
servicio no slo de los discursos ms o menos tradicionales, sino que se ponen al servicio
de esos otros discursos o de esos otros patrimonios que muchas veces tienen fricciones
entre una exposicin ms o menos convencional, en una sala fsica, y lo que pueden ser
las potencialidades que el medio digital les ofrece, a la hora de la interactividad, de la
interaccin con el espectador, de poder mezclar lenguajes, de poder crear un discurso
de ida y vuelta, que muchas veces en las salas fsicas de un museo pueden tener un cierto
problema en el momento de su desarrollo. Hemos hablado en estos das de la cantidad de
discursos en el museo, de la propia naturaleza que tiene el museo como una institucin
tan cambiante y tan isomrfica, y yo pienso que la virtualidad se pone al servicio de esos
muchos museos que pueden existir dentro de un mismo museo, o incluso, de la idea
del no-museo, que tambin sera otra de las variantes que la virtualidad puede ofrecer.
Luis Gerardo Morales: Gracias, profesora Bellido. Ahora vamos a establecer un dilogo
con el profesor Deloche, con la intencin de que los tres ponentes puedan tambin tener
puntos de enlace y que se abra un dilogo ms rico entre ellos. Profesor Deloche, usted
nos ha dicho de una forma muy clara, contundente y polmica que creo que es una
de sus caractersticas, pues usted siempre nos pone a pensar y nos mete en problemas,
esa es una cualidad maravillosa, usted nos dice que el museo no cumple el papel de
transmisor de conocimiento, que ese es el papel de la escuela y de la biblioteca, sino
de los experimentos perceptivos que son tan esenciales como el conocimiento porque
llevan consigo los diseos operativos requeridos en la evolucin de las culturas. Qu
pasa entonces con los museos de historia y de ciencia, con relacin a esta discusin
que usted nos plantea, bsicamente desde una recuperacin de la importancia de la
experiencia esttica y de qu manera podemos entonces conciliar esta problemtica
especfica de aquellos museos que no son museos de arte, para ver de qu manera
podemos problematizar esta tesis suya y tenerla ms clara para nosotros. Y, de otra parte,
esto permite un segundo elemento con relacin a lo que nos ha planteado el doctor
Karp, que se refiere a esta recuperacin que tenemos que hacer, ya no slo de ejercicios
exclusivamente hermenuticos sino tambin fenomenolgicos, y me parece que estamos
entrando ya a una recuperacin de un campo fenomenolgico muy importante, y si
esto nos plantea a final de cuentas, para concluir esta pregunta, si estamos entonces ya
saliendo de la fuerte influencia de este giro lingstico estructuralista, de la influencia
de Saussure a Greimas, y estamos entrando a una nueva sustancialidad del lenguaje,
que implica recuperar texturas, esencias, y que nos colocara probablemente en una
posicin terica distinta. Profesor Deloche, aclrenos un poco ms estas cuestiones, y
ojal podamos establecer un dilogo entre los otros ponentes y usted.
Bernard Deloche: Si entend bien, la pregunta que ustedes me han planteado se orienta
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138Teoras museolgicas
la escuela laica republicana que sustituye a la Iglesia para continuar la difusin de los
saberes. Y, paralelamente, el museo recupera la otra funcin cultural que tena la Iglesia
y que era la funcin de difusin de las imgenes. Ustedes saben que hoy en da estamos
completamente invadidos por las imgenes, pero en el pasado esto no fue as. En ese
entonces slo los prncipes y la Iglesia podan disponer de estas imgenes, se deca que
la catedral era tambin una biblioteca, es decir, que la persona que no poda leer slo
tena que ir a la catedral y mirar las imgenes para aprender sobre la historia sagrada.
Entonces, la Iglesia tena el monopolio del saber y el monopolio de las imgenes. La
escuela retom entonces el monopolio del saber y el museo tom el monopolio de las
imgenes. El museo distribuye las imgenes y vamos al museo a ver imgenes, porque
incluso un elefante naturalizado en un museo se convierte en una imagen porque est
all inmvil, fijo, como si estuviera en una vitrina, es decir, que no tenemos realmente
la posibilidad de tocarlo o de tener un vnculo concreto con l, entonces es slo una
imagen. Pero estas imgenes permiten al mismo tiempo representarnos cosas de una
manera diferente a la representacin intelectual. Por eso digo que la escuela difunde el
saber de una manera intelectual y el museo nos permite representarnos las cosas, nos
muestra imgenes para figurarnos cosas, y esto me parece a m irremplazable.
Ivan Karp: Por dificultades en la transmisin, estamos en desventaja aqu. Pero, si bien
Mesa 3
entiendo, profesor Deloche, me parece que desde el punto de vista de alguien que trabaja
en museos, enfatiza el elemento muy importante de lo que yo llamara la sinestesia,
es decir, el hecho de que la experiencia del visitante al museo es una experiencia
multisensorial y eso se hace a travs de una variedad de canales de comunicacin y no
simplemente a travs del discurso, sino de elementos que no son caractersticos del
lenguaje como tal, especialmente del lenguaje escrito y de las capacidades histricas del
lenguaje escrito, que tiende a dejar cosas por fuera, en formas esquemticas y lineales, y
esto es muy importante en la experiencia del museo y justifica la funcin de los museos
como parte de las formas de comunicacin cultural. Hay varios aspectos que surgen de
ah y voy a tratar de responderlos. En primer lugar, me parece que hay una pregunta
que se relaciona con la naturaleza de la experiencia que tiene el individuo en cuanto al
fenmeno virtual a travs de Internet y esas cosas. No s si se ha hecho investigacin
al respecto, pero los profesionales de museos, y en particular los profesionales del arte,
sobre todo las vertientes ms conservadoras, sostienen que la esencia de esta experiencia
sinestsica proviene del encuentro con objetos autnticos y genuinos. Esa no es
totalmente mi posicin, porque yo veo al museo como un mediador de esa experiencia,
de la forma como lo deben hacer los profesionales: enmarcar imgenes, objetos y formas
de conocimiento en una variedad de modalidades. El segundo punto que el profesor
Morales present, es si la experiencia caracterstica, privilegiada por el museo de arte,
se aplica a otro tipo de museos: el museo de historia por ejemplo, que en mi pas suele
caracterizarse por profesionales de museos que ponen grandes textos en las paredes,
fotografas, etc. Ahora bien, en los museos etnogrficos y naturales tambin se utilizan
fotografas en relacin con objetos, y entonces uno puede formarse la idea de cmo era
el objeto originalmente y en qu contexto se utilizaba. Pero, cmo experimentamos
los objetos en los museos? Es algo que con frecuencia puede diferir mucho de la forma
como se utilizaban o como se experimentaban en el contexto original, pues los objetos
no fueron hechos para museos. La modernidad empieza en el Renacimiento, haciendo
objetos pensados para los museos. Susan M. Vogel hizo una exposicin excelente
sobre arte africano, sobre el arte de Costa de Marfil, en la cual mostr que ese trabajo
Mara Luisa Bellido: S, el doctor Deloche menciona que la Iglesia fue sustituida
como institucin cultural, represiva y dems, por la escuela y el museo; la escuela como
difusora del saber de carcter intelectual y el museo como difusor de las imgenes,
imgenes que son capaces de representar cosas. Me ha dado la impresin, o por
lo menos es lo que yo pienso, que el museo tambin es capaz de difundir saberes de
forma intelectual y que debe ser uno de sus objetivos. Yo no estoy de acuerdo en que
dejemos exclusivamente al museo como lugar de experiencias slo sensoriales. El museo
debe formar, considero que debe formar y debe tambin educar. Podemos debatir
filosficamente, terminolgicamente esos conceptos, pero si al museo se le elimina
cualquier componente de educacin, se estn perdiendo parte de las funciones o de
los objetivos que yo considero fundamentales. Y le pongo un caso: ltimamente nos
estamos encontrando que en algunas exposiciones de arte en Espaa no aparece ningn
tipo de carteles, ningn tipo de informacin, ninguna explicacin de ninguna clase. Es
slo el goce por el goce, que me parece fantstico, pero tambin tenemos que pensar
que no todo el mundo tiene la misma preparacin intelectual y que, junto con el goce
exclusivamente esttico, tambin hay que intentar aprovechar la coyuntura para que la
gente adquiera una mayor formacin. Y que despus el pblico decida si quiere aceptar
esa informacin o simplemente deambular por las salas deleitndose ante las obras de
arte, es su decisin, pero que el museo como institucin abandone esa parte formativa,
considero que eso significa perder algunas de las potencialidades que tiene la misma
institucin.
Bernard Deloche: Efectivamente, cuando intent explicar que el museo es un agente
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140Teoras museolgicas
sealar algo que me interesa muchsimo sobre el tema de lo virtual, pues quisiera llamar
la atencin sobre lo que yo considero como un abuso del trmino. Espero que no tome
esto como una crtica negativa sino ms bien como un complemento de informacin
que me permito aportarle. Usted menciona, profesora, a la seora Alicia Haber, que
dirige el Museo Virtual de Artes de Uruguay, y efectivamente habl con ella hace dos
aos y le dije exactamente lo mismo que digo ahora, y es que en este momento en
Francia, y en francs, hay un abuso del trmino virtual, es decir, hay un uso filosfico
que se remonta a Aristteles y el sentido que se utiliza hoy para el museo virtual es un
uso periodstico que, en mi opinin, no tiene ninguna relacin con el uso filosfico
del trmino, entonces me permito hacer una aclaracin en el sentido de que el museo
virtual no tiene nada qu ver con lo digital ni tampoco con el cibermuseo. Entonces,
quisiera aclarar que para m lo virtual no se opone a lo real, se opone simplemente a
lo que no se ha actualizado, lo virtual es lo que est en potencia, es lo que sostenan
Aristteles y otros filsofos. Entonces, para m, el museo virtual no es un museo en
Internet, ni en un CD -ROM , ni en un DVD ; el museo virtual, para m, son todas
las otras soluciones posibles a los problemas de conservacin y exposicin por fuera
del museo institucional. Tenemos muchos ejemplos: todos los museos sustitutos, los
museos de rplicas son un ejemplo, el Museo Cartaceo de Cassiano dal Pozzo en el siglo
XVII sera otro ejemplo, el Museo Imaginario de Malraux tambin es un ejemplo, estos
son sustitutos del museo. Obviamente el museo en Internet, o cibermuseo, es tambin
una ilustracin, pero en mi opinin no podemos identificar cibermuseo con museo
virtual sin abusar del trmino. De otra parte, el cibermuseo, para el cual prefiero utilizar
el trmino museo en lnea, difunde aproximadamente los mismos contenidos que el
museo tradicional e institucional, es decir, nada cambia quizs, salvo el hecho, como
usted lo dijo, de facilitar el acceso a la interactividad que no existe propiamente en un
museo real. Ese era un primer punto.
Mesa 3
Hay un segundo punto que considero muy importante con respecto al dilogo y la
difusin por Internet, y es que usted dijo que Internet no reemplazar nunca al museo
institucional. Bueno, aqu hay que considerar algunos matices. Es cierto que los
conservadores, los curadores o administradores de las colecciones nosotros decimos
conservadores normalmente temen poner estas colecciones en Internet porque creen
que el pblico ya no va a desplazarse y que quizs el museo pueda llegar a cerrarse
incluso, por lo que ellos tienen miedo de generar una competencia desde Internet hacia
el museo mismo. Pero realmente la competencia no est all, la competencia est en
otros sitios. De hecho, Internet nos muestra imgenes de todo tipo, ya sea interactivas,
o donde el recorrido es libre, o no es lineal, etc., pero al mostrarnos todo esto, tambin
Internet nos proporciona modelos, no voy a analizarlos en detalle, pero s nos suministra
modelos identitarios, mentales y de comportamiento, y estos ejemplos de modelos de
comportamiento no slo los encontramos en Internet sino tambin en la televisin,
como por ejemplo los reality shows. Cuando fui a Espaa recientemente pregunt cul
era el programa de reality que se estaba presentando y me mencionaron el programa
que se estaba presentando en ese momento tambin en Francia. Son nuevos tipos de
comportamiento que se proponen y que se exponen de manera masiva, y entonces
la poblacin que mira estas emisiones las asimila. Entonces, ya no nos encontramos
frente a una cultura tradicional occidental sino frente a otro tipo de cultura y nos
est mostrando otro tipo de cosas. Lo que yo quera decir es que lo que ocurre en
este momento es que Internet desclasifica el campo cultural, siempre habr de todas
del pblico. Tenemos algunas preguntas de la audiencia que son relevantes para las
exposiciones de los conferencistas. Algunas creo que han sido ya respondidas por la
discusin que se ha establecido, pero de cualquier manera quisiera destacar algunas otras
que me parece que posiblemente nos pueden ayudar a explorar mucho ms lo que aqu
se ha dicho. Una de ellas tiene que ver justamente con el contenido de la mesa, Teoras
museolgicas, que es el terreno en el que estamos discutiendo. La pregunta, que atae
a los tres conferencistas, quiere indagar sobre cul es el dilogo entre la museologa y la
epistemologa. Un segundo interrogante, que tambin atae al doctor Karp y al doctor
Deloche, pregunta si es ms importante la poesa, o la potica, que la educacin. Y
un tercer interrogante, que atae al doctor Deloche, nos pregunta cmo reconocer los
lmites entre comunicacin y transmisin en la prctica, es decir, propiamente ya en el
quehacer del trabajo musestico. Hay tambin una pregunta para la doctora Bellido:
Qu sigue a la Web 2.0? Y una segunda pregunta para ella: Cmo medir el impacto
del museo en su pblico cuando las visitas son virtuales? Doctor Deloche, quiere usted
iniciar?
Bernard Deloche: Me permito responder a la primera y la segunda preguntas. En cuanto
Mesa 3
142Teoras museolgicas
Mesa 3
de las preguntas de museos en aspectos tcnicos como las relaciones con campos
especficos como la epistemologa. La epistemologa es un campo en s mismo, sin
embargo, cuestiones tales como conocer, en una actitud autocrtica, cmo sabemos
y cmo comunicamos unos supuestos a las distintas audiencias, es algo fundamental
para quienes organizan exposiciones para diversos pblicos. Tambin reconocemos y
aceptamos que las audiencias del museo, o los clientes, como los llaman ahora, son
agentes activos de conocimiento que traen al museo una serie de supuestos que cubren
todas estas formas de actividad y permiten las distintas maneras de transmisin que el
museo ofrece. Siempre hay una relacin entre lo que se presenta en el museo y lo que
se aprende en el museo, o lo que se experimenta en el museo. Les dar un ejemplo:
cuando fui curador de las culturas africanas en el Museo Nacional de Historia Natural
del Smithsonian Institution en Washington, cerramos el pabelln africano que era muy
viejo y que ofreca unas exhibiciones con unos supuestos muy problemticos sobre las
culturas africanas. En el proceso de cierre y re-diseo del pabelln hicimos un recorrido
por las viejas exhibiciones con una profesora ya retirada que haba fundado un grupo
de discusin afrocntrico en un curso para trabajadores de la comunidad afroamericana
residente en Washington D.C. Y recorrimos todo y le fui explicando los supuestos
antropolgicos que sustentaban esas exhibiciones y obtuve dos resultados: en primer
lugar, al final del recorrido me dijo que cada una de las fechas que eran usadas para
indicar una influencia, estaban enfocadas desde el exterior hacia el interior de frica,
por lo cual este pabelln estaba presentando a frica como una regin sobre la cual se
haban ejercido diversas actuaciones, en lugar de presentarla como una regin actuante
por s misma. Y en segundo lugar, vimos un pequeo diorama de una herrera en las
montaas Mandara en Nigeria, en el cual nos habamos tambin fijado durante un
recorrido realizado slo una semana antes con un antroplogo que trabaj en ese lugar
de las montaas de Mandara; l se conmovi mucho cuando vio este diorama y me dijo
que este instrumento se llamaba as, este otro as, y sta es tal montaa, con un gran
nivel de precisin que surgi del recuerdo de sus propias experiencias y sus propias
acciones en las forjas de hierro de ese lugar. Pero en el recorrido con esta profesora,
que era la directora de este grupo afroamericano, cuando le estaba explicando cun
importante era este diorama, pues era una representacin muy precisa de la forja de
hierro de esa regin por lo cual habamos decidido que lo bamos a mantener en la
nueva exhibicin del pabelln, ella se volte hacia m y me dijo: A usted le gustara
retratar a sus ancestros como personas muertas de hambre, desnudos y pauprrimos?
Ella vio algo completamente diferente, me estaba mostrando el contraste entre dos
visitantes, ambos muy conocedores de frica, con dos cuerpos de conocimiento muy
distintos. Esto me parece que muestra hasta cierto nivel un problema epistemolgico:
Cmo se incorporan hasta cierto nivel en las exhibiciones supuestos muy diversos que
trae el pblico?, Cmo logramos establecer un dilogo entre la exhibicin y el pblico
que logre traer a la superficie estos supuestos y generar un debate?, o Cmo yo, en
qu universos, como una persona de clase media y como antroplogo, podra saber
lo que estaba ocurriendo en los grupos de discusin de la comunidad afroamericana
Mesa 3
144Comunicacin
Mesa 4
Comunicacin
Discusin sobre los procesos de comunicacin y mediacin cultural
en los museos y los aportes de las nuevas tecnologas electrnicas
a las museografas, vistos desde perspectivas como la memoria
Mesa 4
colectiva y la identidad.
Comunicacin 145
Omar Rincn
Colombia
(i) La comunicacin
La comunicacin ms que medios es modos de conectar a la sociedad, juegos simblicos
y estrategias de significar; es una accin cultural que significa segn sus tiempos, sus
tradiciones, sus identidades; es un dispositivo esttico y narrativo ms que contenidos
y valores1. De modo prctico, la actuacin pblica de la comunicacin tiene como
caractersticas mnimas las siguientes:
- Los medios de comunicacin son vitales para la produccin de la esfera pblica; tanto que se
puede hablar de la medios-poltica. La medios-poltica indica que los medios de comunicacin
son actores fundamentales para las visibilidades (qu y quin es importante para la vida
pblica) y las representaciones (el cmo aparecen los temas, los sujetos y las realidades
polticas). As, el mandato poltico es estar en los medios pero, sobre todo, aparecer con
Mesa 4
146Comunicacin
buena imagen y en buena dramaturgia2. Entonces, ms importante que los museos estn en
los medios es cmo se presenta su accin pblica y su vinculacin a la sociedad.
- La comunicacin es sobre todo produccin de imaginarios y de conversacin cotidiana. Como
sociedades, somos aquellos relatos mediticos que de nosotros mismos nos contamos;
lo mismo pasa con los cuentos mediticos que nos contamos sobre la historia y sobre el
arte y sobre la cultura. Esto quiere decir que las ideas que nos creamos de nosotros como
nacin, de la historia y del arte dependen en mucho de lo meditico. Ahora, el impacto no
es directo, no es [informacin meditica = aprendizaje social]. La gente pone muy poco
cuidado a las informaciones, as mismo casi nada de lo que las campaas nos dicen nos
queda; el asunto no es de informacin, lo que pasa para la conversacin pblica son ciertas
imgenes, relatos y modos de comprender. As, la comunicacin tiene ms que ver es con
esas imgenes o afectividades que nos dicen cmo son los otros y cmo somos nosotros que
con la informacin concreta. Hay que comunicar mensajes mediticos sobre sensaciones,
conceptos, insights que generen conexin entre los sujetos de las comunidades y el museo y su
propuesta de mundo. Entonces, ms que las informaciones mediticas sobre las actividades
o sentidos de los museos, lo que queda en la conversacin de la gente es una marca, una idea,
un sentimiento sobre el museo.
- La comunicacin es produccin de la memoria. Una memoria evanescente, fragmentada y
fluida pero memoria que nos produce unas historias de nosotros mismos como colectividad.
Obviamente, esta produccin de la memoria se hace desde intereses polticos y segn las
prcticas leves de produccin del sentido de los medios de comunicacin; una historia de
smbolos, versiones, hroes, hechos, fechas de impacto en lo popular-masivo; una memoria
hecha de mltiples y diversos presentes y actualidades. Entonces, para los museos es muy
importante socializar sus modos de ser memoria pero sobre todo comunicar para hacer de
su produccin de la memoria un acto colectivo de la sociedad.
- La comunicacin tiene sentido desde la lgica de la identidad. Vamos a los medios para saber
cmo somos, cmo nos contamos, cmo nos vemos. Por eso, el papel fundamental de los
medios es, desde las imgenes y relatos que proponen, generar estrategias de identificacin y
encuentro con los ciudadanos. En este aspecto, la mejor comunicacin es la de la telenovela,
el ftbol y las msicas; comunicacin de identidad en cuanto por ah pasa lo ms comn
que se tiene como comunidades locales, nacionales y hasta latinoamericanas. Entonces, el
museo debe aprender a producir narrativas mediticas que junten y se encuentren con los
intereses, expectativas y sentires de las comunidades; generar identidad y encuentro es la
tarea comunicativa del museo.
La comunicacin en el museo es una estrategia para producir su poltica pblica y su
marca; para crear imgenes sobre la historia, la memoria y el arte; para producir de
manera colectiva sus sentidos de museo; para conectarse con su sociedad desde la lgica
de la identidad.
Mesa 4
Comunicacin 147
- Museo light. Los museos, los artistas, los cultos, los investigadores son lavadores de imagen
para los medios de comunicacin, las empresas, los gobiernos. Como lo cuenta el artista,
columnista y profesor Lucas Ospina, los artistas s salen en los medios de comunicacin pero
slo en las pginas sociales; sirven para acompaar en las fotos a los gerentes y funcionarios
gubernamentales; otorgan profundidad a modelos y periodistas3. As, los museos son
objeto de demostracin de look cultural, todos y hasta los medios van a los cocteles de
inauguracin pero no se ve lo que contiene o propone la exhibicin.
-
Museo causa social. El arte y el museo han adquirido mucha visibilidad meditica como obra
social que expresa la compasin pblica y sirve para el blanqueamiento de las culpas de
mercado de las empresas. Irnicamente, el arte y el museo ahora slo sirven para causas
sociales: los nios pobres, los policas muertos, las comunidades inundadas No importan
sus propuestas sino que ayuda, que hay artistas comprometidos con causas humanitarias
y que los que compran las obras o asisten a los actos de museo exhiban su compasin. El
museo, por lo tanto, deviene un lugar de asistencia social4.
- Museo farsndula. La farndula va al museo para parecer culta, pero va slo si la registran5.
Los presidentes y polticos se convierten en artistas para llamar la atencin sobre su buen
tono cultural: Uribe de Colombia pinta con Botero, Chvez de Venezuela ensea a pintar
Mesa 4
3. http://www.elespectador.com/opinion/columnistasdelimpreso/
lucas-ospina/columna-vida-sexual-del-dinero
4. Ver: www.esferapublica.org http://esferapublica.org/portal/index.
php?option=com_content&task=view&id=404&Itemid=2
5. Rincn, Omar; Garca, Soledad y Zuluaga, Jimena (2008). La nacin de los medios.
Bogot: Cuadernos de Nacin-Ministerio de Cultura, Universidad de los Andes.
148Comunicacin
en rojo revolucionario6. El arte es referencia pero para las irreverencias editoriales, para jugar
al arte/sexy, para escandalizar sin ms7.
As la comunicacin del museo pasa por fuera de su proyecto de sentido de arte, historia y
memoria; no incluye sus modos de producir sentido en la sociedad. El museo encuentra
conexin con la sociedad meditica pero sin contarse a s mismo. Y es tan as que su
evaluacin es por cuantos espectadores, usuarios o consumidores han pasado por sus
salas. Poco se sabe qu hacen y producen los que como ciudadanos asisten, participan y
construyen el museo desde su experiencia. Y de otra parte queda claro que al museo no
se entra, eso no es para uno, ni siquiera para los periodistas. La comunicacin del museo
comunica que es una institucin que est desconectada de su sociedad; que slo sirve
como escenario o pretexto para otras cosas como mejorar la imagen de un gobierno o
una ciudad, hacer ver inteligentes a quien slo tiene billete, lavar culpas a los hroes del
mercado.
Comunicar al museo no es atraer ms pblico sino hacer MS PBLICO el museo. Eso significa
que no importa qu tanta gente (la estadstica de los espectadores) vaya o asista al museo, lo
que es imprescindible es hacer del museo una institucin, una prctica y una experiencia ms
pblica, ms de todos, ms de inclusin social. As, se rompe con esa lgica instrumental de
divulgar y mercadear al museo como objetivo comunicativo; tambin se evita slo pensar
en medios y tecnologas, pues de nada sirve ser interactivos y de ltima moda si no incluye
nacin. El asunto es como se comunica/conecta el museo con la sociedad, como la incluye,
la expresa, la significa. Un museo que sea ms pblico.
- Entender que la comunicacin del museo es ms que la EXPOSICIN . El museo piensa que
su nico modo de comunicacin es la exposicin. Y la exposicin enfatiza en la solemnidad
y en lo instrumental: al museo se va a aprender, la exposicin es para formar a los pblicos,
Mesa 4
Comunicacin 149
por eso afirma en lo textual y busca que se entienda lo que el museo quiere decir; es un acto
de transmisin de ideas, conceptos y saberes. Y claro, la exposicin produce espectadores
y consumidores; poco importa lo que se comprenda, asuma y signifique. Lo cierto es que
la comunicacin debe producir interlocutores y ciudadanos. Esto significa que el museo
no es la exhibicin sino las experiencias de identidad, los juegos de sentido, las versiones
de memoria y el relato de nacin que genere. Entonces, hay que disear y generar juego,
interactividad y conexin, a travs del museo, entre los ciudadanos y su sociedad; ms que
invitar a la sociedad a aprender lo que el museo sabe, se debe buscar que los ciudadanos
se pregunten y creen sus propias versiones de sentido. Hay que jugar, dejar el lugar del
espectador para ganar el del creador.
- Sin EXPERIENCIA no hay relato; sin relato no hay comunicacin; sin comunicacin no hay
museo. Para hacer posible esa comunicacin del museo como ms pblico y ms juegos de
sentidos, hay que convertirlo en experiencia. Si hay experiencia, hay relato; si hay historia
que contar, hay vida; si se conversa la vida, hay museo. Eso significa que hay que meter ms
pas, ms subjetividades, ms culturas en el museo; hay que buscar esas narrativas culturales
y esos modos comunicativos en que toma forma y se dan sentidos las comunidades. Y aqu
en el Museo Nacional de Colombia, viendo la exposicin actual llamada Velorios y santos
vivos. Comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras se encuentra un texto
que nos sirve para ver cmo es que se comunica desde lo cultural: Hasta hace poco, en el
archipilago, el circular utilizaba un caballo para darle vuelta a la isla mientras anunciaba
los fallecimientos con un megfono; en el litoral Pacfico, los chasques navegaban los ros
en canoa, y en Palenque, el chasquero haca los recorridos a pie, monte adentro, o en chiva.
Ahora todos ellos se valen de motos o carros y emplean telfonos celulares y cuas radiales;
en tanto, en Guapi, repican las campanas de la catedral. Sentido preciso de la comunicacin
del museo: un circular; un circular entre la vida, la comunidad, sus culturas y el museo y de
vuelta museo-culturas-comunidad-vida. Un usar la comunicacin para el encuentro, llmese
caballo, moto o carro; ro, campanas, megfono, medios, Internet o celular. Convertir en
experiencia al museo, esa es su comunicacin.
Tener una idea o concepto que contar o dar cuenta (qu tiene el museo para decir).
Conocer a los ciudadanos del museo. Investigar por qu va la gente al museo y desde dnde
lo ven; reconocer la experiencia desde la que viene la gente y desde donde comprende y
significa. Reconocer los juegos simblicos, experiencias narrativas y goces culturales que
habitamos en la sociedad. Recordar que para vivir el museo no dejamos de ser hinchas del
Mesa 4
Qu significa narrarse? Pensar que el museo tiene qu contar y tener una dramaturgia:
150Comunicacin
ftbol, amantes de la telenovela, fanticos de las msicas pop. Seguimos siendo habitantes
de estas culturas populares mediticas masivas y queremos ser viajantes del museo.
-
Disear al museo como un relato que incluye gneros y formatos cercanos a las comunidades.
Entonces producir un relato con tensiones y desarrollos que no estabilice todo sino que
busque preguntar y generar expectativa; imaginar una experiencia de goce y emocin;
intentar una conversacin entre el museo y su viajante. Pasar del visitante-turista al
ciudadano-viajero del museo y sus memorias y su arte.
- Producir diversidad en sus modos de contar, en sus formatos narrativos. Los modos de
contar del museo recogen la oralidad de nuestras culturas pero imaginan otra sociedad. Usar
los modos de narrar que incluyan los modos culturales; la memoria, el arte y las culturas no
son slo contenidos y valores, son tambin modos de narrar, estticas de otros gustos. As, el
museo debe usar todos los modos que puedan producir experiencia en los ciudadanos.
Mesa 4
Y antes del fin otra imagen que viene de esta exposicin que significa el ingreso de
lo afro al Museo Nacional de Colombia, esta inclusin en la nacin de otras culturas a
la ilustrada, a la guerrera, a la artstica; este reconocimiento a otros modos de significar
la memoria y de imaginar el presente; esa conexin con esos otros modos de ser nacin
Colombia Esa imagen dice que por su asistencia Dios se lo pague.
Comunicacin 151
Margarita Reyes
Colombia
Germn Ferro
Colombia
Antroplogo
Margarita Reyes: Esta propuesta nace dentro de las polticas del Museo Nacional de
Mesa 4
152Comunicacin
Mesa 4
Comunicacin 153
Mesa 4
154Comunicacin
una sociedad creda por estar a las alturas de los Andes. Un viaje por el ro Magdalena
fue una experiencia motivante de bajar a las tierras insensibilizadas, a la tierra caliente
donde solo tiene lugar el paseo o el veraneo, bajar y mostrar cmo ese mundo del ro
organiz, determin, hizo posible a Bogot, hizo posible nuestra cultura, nuestras
grandes referencias de identidad. Muchas veces como gua anfitrin trat de mostrar
cmo el vallenato que nace en Barranca, la estatuara de San Agustn, la literatura que
nace ah, es ma, porque la siento ma, es ese encuentro con el otro que soy yo mismo.
En esa perspectiva de los encuentros y de los contactos, de las evocaciones y de las
emociones, tienen un lugar bien importante los objetos: nos aventuramos a que los
viajeros los pudieran tocar, se pudieran sentar en ellos, que la gente viera cmo esos
objetos se convertan en objetos de museo, objetos de valoracin. Tambin para tocar
los instrumentos musicales, para tocar los instrumentos de la pesca, para sentarse en la
canoa y tomarse fotos, para tocar los libros, para leer los libros, pues pusimos una mesa
con los libros ms importantes sobre investigacin sobre el ro y en el museo los libros
no se pueden tocar, toc decirle a la gente S, los pueden tocar, los pueden leer, son
suyos. Todo esto conlleva a ese gusto por conocer, elemento neurlgico del proyecto
curatorial.
Mesa 4
Por ltimo aspecto, y con eso quiero responder a lo que la mesa nos invita, es que
la propuesta curatorial quera construir un relato polifnico de mltiples voces que
pueden hablar, decirnos acerca de una realidad, por supuesto las voces autorizadas
pues con ellas no hay ningn problema, la de los viajeros, la de los cientficos, la de los
investigadores pero tambin darle realce, insistir y subrayar en las voces no autorizadas,
en las voces silenciadas o tergiversadas, en las voces que hablan desde la marginalidad,
los que tambin construyeron la nacin y tambin son protagonistas de este proceso,
mujeres indgenas, obreros y esclavos africanos que tambin tuvieron presencia en el
ro. Con todo esto nos aventuramos a un proyecto tecnolgico con ayuda de varios
profesionales que nos ofrecieron sus trabajos para hacer de esta exposicin un lugar del
goce, del disfrute.
Comunicacin 155
Mxico
El punto de partida
Hay confusiones que resultan caras. Confusiones que se convierten en prejuicios,
prejuicios que resultan en errores y errores que producen museos que tienen poco
pblico. Confundir aprendizaje con escuela es una de ellas.
Como muchos tenemos malos recuerdos de la experiencia escolar, asumimos que
aprender (o educar) deben ser tan aburridos como ir a la escuela, as que los desterramos
del museo. No es raro or a colegas recomendar que las exposiciones nunca deben
intentar educar. Con ello, expresan su prejuicio de que la educacin es equivalente a
la escuela. Este prejuicio resulta en que en muchas ocasiones no se ofrecen elementos
suficientes como para que el pblico entienda con profundidad lo que se exhibe. La
experiencia de visita acaba entonces siendo superficial e, irnicamente, aburrida y poco
significativa. En el proceso, se sacrifica buena parte del goce que el museo debera estar
promoviendo.
Cuando adems se confunde la seriedad del discurso con la solemnidad, el resultado
suele ser desastroso. Se piensa que la seriedad requiere hablar al pblico en el lenguaje
del especialista, asumiendo, adems, que el pblico tiene ms inters en los despliegues
de inteligencia, ingenio y cultura general del curador, que en realmente entender de
qu se trata lo exhibido. De otra manera no es posible explicar que se redacten textos
(cdulas1 o paneles) introductorios que pareceran estar escritos teniendo en mente a
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1. El nombre que se les da a los textos en los museos vara de pas a pas en Iberoamrica.
En Mxico les llamamos cdulas; en Espaa y otros pases se les llama paneles o
carteles. El trmino en ingls (labels, esto es, etiquetas o letreros) no es mucho
ms claro. Seguir aqu la tradicin mexicana y les llamar cdulas. Pueden o no
156Comunicacin
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Comunicacin 157
gente, en esa misma medida la gente preferir otras formas de oferta cultural. El museo
habr perdido entonces su capacidad como agente de transformacin.
Por ello, en esta ponencia mi inters central no estar puesto en las nuevas tecnologas
por s mismas, sino en la medida en que sean herramientas para lograr que los museos
cumplan su misin transformadora. Es por ello tambin, que la introduccin de
tecnologas (nuevas o viejas, digitales o anlogas), por s mismas no lograrn los cambios
requeridos, si no se les engloba en una estrategia en la que dos pilares fundamentales
son la orientacin hacia el pblico y la necesidad de comunicarse eficazmente con
l. Es en ese sentido en que el enfoque en el que he venido trabajando estos ltimos
aos, la interpretacin temtica con orientacin antropolgica, puede ser de utilidad,
particularmente al asignarle tareas claras a las nuevas tecnologas de la informacin y la
comunicacin (TIC ).
As, en lo que sigue intentar clarificar estos dos ejes (centrarse en el pblico e interpretar
adecuadamente), para finalmente hacer la conexin a las posibilidades que las TIC nos
ofrecen hoy da en ese sentido.
Centrarse en el pblico
Muchos colegas se ofenden cuando insisto en que hay que centrarnos en el pblico.
Piensan que esto es exactamente lo que hemos venido haciendo desde siempre.
Quiz entonces puedo reformular: centrarnos ms sobre el pblico. Hacerlo es
ponerlo como nuestro centro de inters, aceptando sus capacidades y limitaciones, su
heterogeneidad y su necesidad de relevancia y sentido. Y esto no siempre lo hacemos.
A veces da la impresin de que nos centramos en la coleccin, o en la opinin que
podrn tener de nuestro trabajo otros musegrafos o curadores, o incluso otros
expertos en la temtica expuesta. A veces da la impresin de que no es tan importante
atender a las necesidades del pblico (desde la necesidad de orientacin cognitiva
y valorativa hasta el confort fsico), como lograr transparencia en el espacio o
limpieza en la museografa.
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158Comunicacin
Pero incluso en museos en los que los estudios de pblico son prctica cotidiana, no
siempre se recorre el camino entero que implica centrarse en los visitantes. En particular,
no se lograr mientras no entendamos mejor la manera en que funciona nuestro
aparato cognitivo (para no hablar en esta ocasin de las determinantes fisiolgicas que
determinan la fatiga o inciden sobre la atencin, ver McLean, 1993).
Los recientes hallazgos sobre cmo opera nuestro cerebro contradicen los prejuicios
que mencionbamos en un inicio y aclaran las respectivas confusiones. Aprendemos
todo el tiempo, no slo en la escuela; y lo hacemos mejor si estamos divertidos o de
alguna manera emocionalmente comprometidos. Es decir, la experiencia escolar es
solamente una de las maneras en que aprendemos (y quiz no siempre la ms eficaz). La
evidencia antropolgica e histrica muestra sin lugar a dudas que hay ms maneras de
aprender y ensear que la escuela producto histrico que no tiene ni dos siglos en la
cultura occidental.
Y la evidencia en psicologa cognitiva y neurociencia muestra que aprendemos todo el
tiempo, incluso sin realmente proponrnoslo en muchos casos. La llamada memoria
contextual (a diferencia de la que opera por repeticin y es lineal, la llamada memoria de
fuerza bruta, cfr. Caine and Caine, 1991), est activa de manera permanente, registrando
del entorno las partes ms relevantes a la experiencia de ese momento. Aprendemos
incluso cuando nadie est haciendo un esfuerzo explcito por ensearnos. Estamos
continuamente creando o modificando esquemas mentales los famosos schemata
(Stillings et al, 1995), para acomodar nuestra experiencia cotidiana. Esta memoria
opera siempre, aunque no todo lo que pasa por ella finalmente alcanza la memoria de
larga duracin.
Hoy da sabemos que dos elementos claves para que algo llegue a esa memoria de
larga duracin son la relevancia y la participacin y, detrs de ellas, la emocin como
focalizadora de la atencin e intensificadora de la experiencia.
La relevancia tiene que ver con la necesidad adaptativa, reforzada por cuando menos
cuatro millones de aos de trayectoria evolutiva, de atender aquello que nos afecte de
manera ms directa (y generalmente, ms inmediata). En un principio seguramente
operaba en relacin a las necesidades ms bsicas, las que ocupan los escalones
inferiores en la famosa escala de Maslow3. Con la evolucin del sapiens sapiens se
abordan escalones ms altos, que requieren, a su vez, de operaciones cognitivas ms
complejas. El resultado es uno que recupera mucha de la evidencia experimental:
ponemos ms atencin y retenemos mejor aquello que tiene una importancia directa
para nuestra vida. Es por ello que, aunque para un especialista en restauracin de
caballete, los detalles de la composicin orgnica de los pigmentos resulten fascinantes
(y seguramente los sabe de memoria), o los arquelogos hablan de la cermica negro
sobre bayo con desgrasante vegetal, cuando este tipo de datos se le presenta al pblico
ste no reaccionar favorablemente a menos de que haya algn elemento que le permita
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Comunicacin 159
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160Comunicacin
teidos de emocin (Caine and Caine, 1991). Y son seguramente los que perdurarn
en nuestra vida y nos acompaarn mucho ms tiempo que el importantsimo dato
sobre el desgrasante de concha que es caracterstico de la cermica negro sobre bayo del
postclsico temprano.
Hoy da el papel de la emocin est siendo reconocido en campos que tpicamente
se ocupaban de los procesos cognitivos llamados superiores. Es el caso del diseo
de interaccin humano-computadora (uno de mis campos de inters), en donde un
libro que ha marcado un parteaguas es el de Donald Norman, Emotional Computing
(Norman, 2004). Y que exista incluso un nuevo campo acadmico relacionado a la
diversin (un conjunto particular de emociones): la Funology (Blythe et al, 2003).
No soy en absoluto experto en neurofisiologa o en psicologa cognitiva. Pero lo poco que
he ledo confirma mi intuicin (que estoy seguro muchos comparten), de que la emocin
impacta el aprendizaje. Aprendemos construyendo o modificando esquemas cognitivos
(schemata), que son un mecanismo para reducir la diversidad del mundo, buscar
predictibilidad y facilitar la interpretacin de lo que sucede en nuestro entorno. Aquellos
esquemas que fueron codificados en contextos emocionalmente cargados sobreviven en
la memoria de larga duracin y son activados ms frecuentemente que otros en que la
emocin no jug parte. El afecto (la particular valoracin emocional, positiva o negativa
de la experiencia) nos predispone adicionalmente a experiencias similares.
Schmahmann (citado en Levitin, 2006: 175) es uno de los investigadores que ha
intentado determinar cmo operan las emociones a nivel neuronal. Es interesante que
un centro involucrado con el proceso del tiempo, incluyendo los patrones rtmicos, el
cerebelo, parece estar tambin ligado al proceso de las emociones. El cerebelo, o cerebro
reptiliano, ubicado debajo del cerebro, pesa apenas el 10% del total del cerebro, pero
contiene 80% del total de las neuronas (Levitin, 2006: 174). Experimentos sobre el
goce de la msica mostraron cmo el cerebelo se involucra en este proceso, as como
en los lbulos frontal y occipital; posteriores experimentos mostraron que las reas del
cerebro que procesan el sistema de motivacin, recompensa y excitacin el striatum
ventral, la amgdala y regiones de la corteza frontal actan de manera coordinada con el
cerebelo. Particularmente, el nucleus accumbens, que tiene que ver con la dopamina
estn a su vez asociadas con la sensacin de placer. Estudios posteriores muestran cmo
todas estas estructuras actan coordinadamente con el cerebelo y el sistema lmbico
para crear el placer musical e incluso alterar nuestro estado de nimo a partir de la
experiencia musical.
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Estas reacciones, aunque espontneas, tienen que ver con experiencias previas, y con
la particular configuracin de esquemas cognitivos disponibles. Estos esquemas crean
expectativas que, al cumplirse, son capaces de proporcionar un placer adicional el de
haber predicho exitosamente la siguiente experiencia. La expectacin crea una tensin
que finalmente se resuelve favorable o desfavorablemente. El modelo de la U invertida
(Levitin, 2006) es un modelo que liga la complejidad de la experiencia (y por lo tanto
la dificultad para predecir el resultado) al grado de placer que derivamos de ella. Si
la experiencia resulta totalmente predecible nuestro nivel de excitacin y placer es
reducido; lo mismo sucede si la experiencia es totalmente impredecible o radicalmente
diferente a los esquemas previamente almacenados.
Comunicacin 161
Es curioso ver cmo este modelo de U invertida se parece al modelo del estado de
flujo de Cskszentmihlyi (1990). Este autor, popular durante la dcada de los noventa,
mostr que en el estado de flujo se liberan considerables cantidades de dopamina, que
no solamente producen placer al sujeto, sino que hacen que el tiempo parezca haberse
suspendido, de forma tal que le permiten estar en un estado de concentracin tal,
que las horas pueden parecer minutos. Esto les sucede desde a los artistas hasta a los
deportistas y a cualquiera que logra un equilibrio parecido al que requiere en modelo
de la U invertida: si el reto supera con mucho la capacidad del sujeto, la angustia toma
el control y la experiencia no es placentera; pero si el reto es demasiado fcil, entonces
la atencin se dispersa o gana el aburrimiento en ambos casos, sacando al sujeto del
estado de flujo o impidiendo que entre en l.
Las consecuencias para el trabajo en museos y sitios patrimoniales me parecen bastante
obvias, y me permiten ahora unir los hilos de la argumentacin desarrollada hasta aqu:
1. Para que los museos puedan ser agentes de cambio social y desarrollo, es necesario que no
solamente sean visitados, sino que los visitantes encuentren en ellos los elementos que les
permitan motivarse y participar activamente en el cambio.
2. Para ello, es a su vez indispensable que los visitantes logren darle sentido a su experiencia
y, preferiblemente, la disfruten. Lo primero, porque si la experiencia resulta demasiado
ajena o novedosa, y el visitante no ha recibido la orientacin necesaria, no se producir
placer, sino probablemente angustia o aburrimiento. Lo segundo, porque si la experiencia
es placentera, entonces el aprendizaje ser mucho ms permanente y podr iniciar cambios
en los esquemas cognitivos previos del visitante en trminos de actitudes, no solamente de
adquisicin de datos. Si nuestra intencin es invitarlo a actuar en un determinado sentido (a
favor del cambio), entonces ste es el estado en que ms receptivo ser a nuestros mensajes
(es el estado de mindfulness o atencin que recupera Moscardo, 1999).
3. Pero, si esto es cierto, entonces la interpretacin en museos y sitios patrimoniales no
debera ser opcional o equipararse a una funcin escolar, en donde educacin es sinnimo
de aburrimiento e irrelevancia. Esto es, la interpretacin sera la manera de proporcionar
elementos para procesar la experiencia y permitir entonces un goce ms profundo que el que
la mera contemplacin puede producir.
4. En la medida en que la interpretacin sea capaz de convocar las emociones y los valores
universales, en esa medida ser capaz de proporcionar experiencias ms placenteras y ms
eficaces. Estas experiencias, a su vez, pueden ser el punto de partida para un compromiso con
causas y tareas afuera del museo, como la conservacin del patrimonio cultural y natural.
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162Comunicacin
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Comunicacin 163
Las TIC como recurso interpretativo eficaz (y por cierto, no exento de problemas)
Quiero en esta ltima seccin ligar lo anteriormente dicho sobre los hallazgos de la
psicologa cognitiva y la neurofisiologa a las TIC como recurso interpretativo. La
pregunta a responder sera, Cmo pueden las TIC ayudarnos a producir experiencias
ms disfrutables y en consecuencia ms capaces de producir aprendizajes duraderos?
No pretendo una respuesta exhaustiva a la pregunta (ver Gndara 2001, 2002a, 2002b
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10. Ver, por ejemplo, los que ofrece OGGtours http://oggtours.com/ oct.2008.
164Comunicacin
para un tratamiento ms extenso), pero puedo al menos ofrecer algunos elementos para
construir dicha respuesta.
1) Las TIC permiten y fomentan, por su propia naturaleza, la participacin. Su caracterstica
central es la interactividad, aunque en los museos se les use en ocasiones de manera no
interactiva.
2) Las TIC permiten hacer interpretacin bajo pedido, ya que su caracterstica de
hipertextualidad permite presentar la cantidad y profundidad de informacin que requiera
el usuario. De esta manera, se logra abordar el problema de la heterogeneidad en intereses,
conocimientos previos, motivacin y disponibilidad de tiempo de los visitantes.
3) Las TIC permiten crear experiencias ldicas, de aprendizaje por descubrimiento
y aprendizaje mediante la creacin aprender descubriendo, aprender haciendo.
Particularmente la simulacin es un recurso subempleado, cuyo potencial supera al del
software que simplemente se usa para presentar datos.
4) Las TIC permiten crear experiencias compartidas: es la esencia de la llamada Web 2.0,
o web social, en que los usuarios son los productores del contenido. El uso de blogs, wikis
y recursos similares permite al museo estar en contacto directo con su pblico y construir
interpretaciones alternativas.
5) Las TIC permiten llevarse de manera eficiente a casa la experiencia de visita (el museo en
casa); ello puede hacerse a travs de Internet o de medios pticos (DVD , CD -ROM ). Esto,
a su vez posibilita que el museo alcance a un pblico ms amplio. Al igual que el uso de la
fotografa digital, su utilizacin debe fomentarse en museos y sitios patrimoniales.
6) Las TIC ofrecen una interpretacin multisensorial, que permite adaptar el contenido a
diferentes estilos de aprendizaje. En principio, esta caracterstica permitira que el usuario
seleccione el modo de presentacin.
7) Las TIC permiten incorporar narrativas ricas, en donde el arco dramtico gua la
interpretacin y logra gran eficacia emocional. ste es otro aspecto subutilizado normalmente.
Mesa 4
Por otro lado, el lado negativo, las TIC siguen siendo caras, difciles de usar y mantener,
se hacen obsoletas casi tan rpido como los matrimonios y, en los museos, tienden a
destruir la naturaleza social de la experiencia de visita. Pueden crear problemas de
circulacin y trfico, pueden distraer la atencin del visitante sobre la coleccin y
desacralizan, para utilizar el trmino de un querido amigo curador. El rango de
tecnologas disponibles crece exponencialmente, y slo para estar al da se requiere
ms esfuerzo del que muchos estaran dispuestos a invertir y no se les puede culpar.
Definitivamente no son una panacea. Y en pases como los nuestros, con severos
problemas de equidad, su uso debe siempre ser considerado de manera crtica.
Comunicacin 165
En sntesis
Lo crucial no son las nuevas tecnologas. Ellas no transformarn un museo aburrido e
irrelevante en un agente de cambio social. Tampoco son automticamente interpretativas:
sin el enfoque de comunicacin adecuado son tan ineficaces como la peor descripcin
en medios anlogos. Pero bien usadas, no tanto por ser nuevas tecnologas como por ser
tecnologas pertinentes, favorecen un aprendizaje significativo y niveles ms profundos
de goce.
Referencias
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Mesa 4
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Mesa 4
Stillings, Neil; Wiesler, Steven; Chase, Christopher; Feinstein, Mark; Garfield, Hay;
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Comunicacin 167
Debate mesa 4
Luis Gerardo Morales: Vamos a reiniciar la parte fundamental de estas exposiciones,
que consiste en lo que hemos llamado el debate, pero que en realidad es un espacio
que trata de establecer un mayor dilogo entre los ponentes, y de los ponentes con el
pblico, porque eso nos ha permitido esclarecer ms, puntualizar, y que los ponentes
logren redondear algunas de las ideas que por razones de tiempo, obviamente, a veces
quedaron sueltas. Nuestro papel como moderadores es tratar de reorientar, volver
a contextualizar la mesa, para que nuestros ponentes puedan ser ms claros y ms
didcticos con ustedes. Bien, esta mesa ha sido realmente muy interesante porque
nos ha ofrecido puntos de vista que en el transcurso de la maana haban quedado
algunos de ellos oscuros, o en una perspectiva ms terica, y lo que hemos visto aqu son
muchos ejemplos que tienen que ver precisamente con las prcticas y con las formas de
trabajar en los escenarios museogrficos. Hace un momento les comentaba a algunos
de los ponentes que mi problema en esta mesa es que no encuentro manera de que
tengan discrepancias y se peleen entre ellos. As que voy a tratar de encontrar algunos
hilos por all, que me parece pueden ayudar a una mayor discusin sobre los temas aqu
expuestos. Voy a ir en el orden en que cada uno intervino, para de esa manera respetar
la secuencia que tuvieron.
Hay una enorme cantidad de ideas que han vertido los ponentes y es obvio que no
podemos abordarlas todas; hay una gran cantidad de informacin y, como al final nos
deca el profesor Gndara, nuestro cerebro no da ms, pero haremos un esfuerzo. Por
eso a ustedes se les proporcionarn una pequeas hojitas donde pueden ir escribiendo
las preguntas, las dudas o las cosas que les llamaron la atencin y que quisieran que los
ponentes abordaran, para que tambin las incorporemos dentro de esta mesa de debate.
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La primera exposicin la hizo Omar Rincn, a quien adems le pedimos que le haga
llegar de parte del comit organizador de este Coloquio un saludo a nuestro querido
profesor Jess Martn-Barbero, que ojal pronto se reponga, porque sabemos muy bien
que la obra de Martn-Barbero nos ha formado a muchos: sus libros han sido muy
importantes en la formacin universitaria de muchos, no solamente comuniclogos,
sino tambin muselogos. Me parece que Omar Rincn hizo una muy inteligente
seleccin de ideas de Martn-Barbero que Omar, de manera muy original e interesante,
explay y supo inclusive persuadirnos de su importancia. Una de ellas, con la que
Omar inici su intervencin y evidentemente estuvo tambin en la maana en la mesa
de debate, es aquella insistencia en que la comunicacin no debe circunscribirse, ni
siquiera entenderse, slo como divulgacin. l subray una frase muy importante
que deca que comunicar no es atraer ms pblico, sino hacer ms pblico el museo.
sta es, yo creo, una tesis importantsima en la museologa desde el siglo XVIII , pues
uno puede encontrar a finales del siglo XVIII los primeros intentos por definir, a fin
de cuentas, quines son el pblico, en qu consiste el pblico. En la inauguracin de
nuestro Coloquio, Miguel Fernndez Flix, presidente de la Asociacin Mexicana de
Profesionales de Museos, en alguna parte de su discurso nos dijo algo muy parecido: que
no se trataba de contar al pblico, en el sentido de sumar las estadsticas de asistencia,
sino de contar con el pblico, y creo que aqu hay una simetra muy interesante con lo
168Comunicacin
que Omar nos ha planteado, adems de su distancia crtica respecto a aquellas ilusiones
que produce la tecnologa, si no estn soportadas con la participacin de la sociedad.
Y eso lo condujo a l, en algn momento de su exposicin y pido disculpas si lo estoy
distorsionando o reduciendo demasiado sus ideas, que fueron muchas, a plantearnos
en el marco de esta relacin que hay entre la comunicacin y los museos, dndole un
peso muy particular a los medios, esta problemtica de cmo el museo, en su tradicin
ms clsica, a final de cuentas surge dentro un mundo de lectores, el mundo de la
textualidad. Pero en algn momento nos sugiri la posibilidad de pensar en prescindir
de la textualidad o, en todo caso, cmo la textualidad tambin se convierte en un
obstculo, en las mediaciones que requiere el museo para comunicarse con su pblico,
poniendo mayor nfasis en el tema de la experiencia y la interactividad. Le pregunto
entonces con mala intencin de que esto produzca un debate si podemos realmente
prescindir de la textualidad o si, en realidad, lo que tenemos que hacer es volver a situar
esa textualidad en las condiciones en las que actualmente los pblicos exigen una mayor
participacin en los museos.
Por otra parte, cuando hablamos de la experiencia, al menos a m me qued un poco la
duda de si este paso entre la experiencia y la relacin con el pblico es un paso directo,
sobre todo cuando nos ha dicho que es desde la experiencia que surge el relato. Pero, qu
pasa entonces con la representacin?, le pregunto a Omar. Es decir, la experiencia pasa
por un momento que tiene que ver con la comprensin, de ah llega a la representacin,
que es la escenificacin misma, y a partir de ah se produce la significacin. Entonces,
me gustara saber si l pudiera ahondar ms en este tema de la experiencia como revivencia, porque la experiencia museogrfica, efectivamente, ya no est ligada a la
vida sino simplemente a la recreacin de la vida y, en ese juego artificial que hace la
museografa, la apuesta, como l deca muy bien, es cmo producir en esas diferentes
categoras de usuario o consumidor, o ciudadano, o espectador, cmo producir, a
final de cuentas, una sensacin de realidad. Eso lo dejo como una serie de ideas.
Mesa 4
Esto me lleva a la segunda presentacin, que hicieron Margarita Reyes y Germn Ferro,
en donde ah nos ubicamos en otro terreno porque estamos hablando ya de aquellas
estrategias narrativas de las que disponen los curadores y los musegrafos para recrear la
temporalidad y el espacio, en donde estas estrategias narrativas que son interpretativas
en el caso de lo que ellos expusieron del ro Magdalena, apuestan a una recreacin
de esa realidad para replantear una historia de la nacin, o una representacin de la
nacin, alternativa, diferente e inclusive muchas veces en contraposicin con las
historias oficiales. Plantearse cmo el visitante puede viajar a travs de una exposicin:
creo que es un tema muy sugerente de cmo podemos hacer uso de esas narrativas
que ya no son propiamente los relatos de los actores como vimos en las entrevistas
y documentales recreativos de los actores originales, pues estamos hablando all
de los actores curatoriales que interpretan esos actores reales. Entonces la primera
pregunta que me surge de ah es, Cmo es la responsabilidad del curador all? El tema
apareci tambin en la maana, en esta recreacin, a veces hiperrealista, de esos actores
sociales que ellos identifican como significativos de un relato que tiene que ver con
un ro que es crucial para la historia misma de la construccin imaginaria de la nacin
colombiana. Y otro tema que ya coment con ellos y que sin duda el tiempo no les
permiti exponerlo ms es cul fue la experiencia que tuvieron con su exposicin,
con la recepcin, es decir, qu reacciones hubo por parte del pblico, de qu manera
Comunicacin 169
efectivamente ellos viajaron, cules son los resultados y cul fue la retroalimentacin
que tuvo el pblico en esta siempre difcil relacin que hay en toda exposicin
museogrfica, que es la relacin entre la vida y la muerte porque veamos el ro en esas
imgenes que nos presentaron, pero cuando veamos la exposicin lo que veamos
era el piso del museo, no hay ro, verdad?. Es decir, este ro cmo se convierte en una
metfora, y me gustara que ampliaran ms el tema de cmo la estrategia narrativa hace
uso de estas metforas para contextualizar al visitante y qu papel juegan para crear esta
comprensin o esta significacin de la realidad. Tal vez la propuesta que comentaba
Germn de poner zancudos en la exposicin no creo que hubiera sido una buena idea.
En todo caso, la duda que me queda de ese ejemplo es si realmente se trata de eso, si
acaso la dramatizacin o el realismo de la representacin resulta ms eficiente que el
hecho de que simplemente estamos insertos en un contexto que es artificial, que es
imaginario, que es recreativo y que es metafrico. Esas seran algunas preguntas con la
intencin de que puedan ampliar su participacin.
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Manuel Gndara, a su vez, vino a enriquecer con su charla ese hilo conductor que
hemos estado viendo desde el lunes en relacin con las nuevas tecnologas electrnicas
digitales aplicadas al museo. Manuel puso un nfasis muy fuerte, muy marcado, en
el aspecto interpretativo, que tambin se relaciona con Ivan Karp cuando l plantea
cmo es que el museo contextualiza bueno, el museo descontextualiza y al mismo
tiempo recontextualiza y en esa operacin tan simple, aparentemente, cmo es que
se produce de nuevo un significado en donde a final de cuentas y esa es la propuesta
radical de Manuel de todas maneras el pblico lo va a hacer. Independientemente
de lo que anhelan el curador o el musegrafo o las comunidades que intervienen en
la elaboracin de los museos, el observador o el receptor va a interpretar por una va
completamente distinta, o inclusive imprevista por el museo. Esto lleva, en el fondo,
una importante aclaracin que ha estado discutindose desde el da de ayer: que cuando
afirmamos que el museo cumple una funcin educativa, no confundamos eso con la
escuela y mucho menos con el aprendizaje. Quisiera entonces que Manuel ampliara un
poco ms en qu consisten estos distintos modelos o posturas tericas que l expuso
sobre el aprendizaje, en qu consiste ese aprendizaje contextual que sabemos que es
una propuesta de autores como J. Falk y L. Dierking y cmo podemos traducirlo,
de una manera ms sencilla, al tema del trabajo que se desarrolla en los museos. Pero
queda como una idea muy compleja lo que l nos demostr aqu con esos modelos que
expuso tan detallados, el papel que juegan la emocin y la afectividad en el proceso
de aprendizaje, cuando justamente veamos en la mesa de la maana toda la discusin
que plante el profesor B. Deloche sobre el tema del deleite y del disfrute, en donde l
cuestionaba esa omisin del deleite y el disfrute que el ICOFOM hizo en la Declaracin
de Calgary en 2005. En la discusin que plantea Manuel Gndara y tambin en la
presentacin que hicieron Margarita Reyes y Germn Ferro aparece justamente
el tema de la emocin, de la emotividad, de cmo se crea, o cmo se recrea esta revivencia a partir de la experiencia museogrfica y cmo esto juega un papel crucial en
el aprendizaje. Me parece que ah sera muy conveniente que Manuel nos explicara
un poco ms estas tesis porque, prcticamente, lo que l hizo fue meterse dentro del
cerebro del visitante para mostrarnos las diferentes posturas que hay. Para terminar,
fue muy interesante tambin ver cmo en estos tericos, en estos estudiosos del tema
del aprendizaje, se recupera el papel de la dramaturgia en las representaciones, en esta
recreacin de la vida, en este trnsito entre la muerte y la vida, y de la vida a la muerte,
170Comunicacin
esta dialctica que hay entre vida y muerte con la que juega siempre la museografa,
porque esto viene a empatar con una tradicin muy importante que est muy soslayada
en los enfoques ms tecnocrticos de la museografa contempornea. Efectivamente,
si uno rastrea la historia de las tcnicas de las representaciones museogrficas, va
a encontrar que muchos de los primeros musegrafos (por llamarles de una manera
contempornea) de finales del siglo XVIII y principios del XIX en Estados Unidos y
en Inglaterra, tomaron muchas de esas ideas de escenificacin (lo que ahora llamamos
museografa), precisamente, del teatro. De ah derivaron despus los dioramas, tambin
las ambientaciones, ahora son animaciones. Efectivamente el mundo del teatro en
general de las artes escnicas, las coreografas, la danza, la pera juega un papel muy
importante en el desarrollo de la museografa, hasta llegar al mundo del comercio, ya
cuando los escaparates comerciales tienen un impacto muy especfico en las maneras
de representar. Eso me ha llamado mucho la atencin y ojal lo pudiramos extender
tambin a los otros ponentes, tanto a Margarita y Germn como a Omar, porque nos
estamos dando cuenta que, en efecto, el museo tambin es parte del espectculo, es
parte de la industria del entretenimiento, ha quedado incorporado a esta nueva forma
de hacer del museo no solamente un centro cultural o un centro de informacin, sino
adems un espacio de una sociabilidad intensa. Bueno, llego hasta aqu, espero que
ustedes puedan ampliar sus puntos de vista. Quin quiere empezar?
Omar Rincn: Bueno, haba dos preguntas concretas. Que si podemos prescindir de
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la textualidad? Yo lo que creo es que hay espacios para cada posibilidad. Junto a este
tema de la textualidad tengo una preocupacin, y acepto aqu que soy comunicadorperiodista, y los periodistas tenemos una definicin de periodista: que es el nico
ignorante al que se le permite aprender en pblico, entonces uno se pregunta cosas que
no son muy originales pero tiene que preguntrselas. La preocupacin ms grande que
me asalta ahora es que, por ejemplo, la obra de arte ha dejado de ser la obra y se ha vuelto
el discurso. Entonces, el texto de escritura de la obra es lo que se vende, ms que la obra.
La obra, en s misma, pareciera dependiente del texto. As, hay como un privilegio de
la textualidad, en un continente y una cultura popular como la nuestra que es hija de la
oralidad. Entonces me parece que las nuevas tecnologas, el Internet, el mensaje de texto,
el celular, han recuperado una nueva escrituralidad, pero ms pegada a la oralidad que a
la escrituralidad clsica. Por ah es por donde yo recuperara la textualidad, ms pegada
a la oralidad que al concepto riguroso del texto escrito. La segunda pregunta, qu pasa
con la representacin? Como dije al comienzo, en periodismo uno aprende una cosa
muy simple: uno no es ms inteligente por lo que dice sino por cmo lo dice. O sea, el
periodismo es exactamente una tcnica narrativa. Desde ah, por ejemplo, uno puede
decir ms cosas desde un espacio light que desde una columna de opinin poltica. Por
eso el manejo de los gneros periodsticos es la mayor cualidad, pues el periodismo es
aburrido desde que dej de hacer crnica. Entonces, a partir del cmo, empato con lo
que hablaron Manuel, Margarita y Germn: la respuesta es que la representacin pasa a
travs de la estrategia narrativa, es la estrategia narrativa la que devela la representacin.
Porque muchas veces hemos querido trabajar esa frase que en antropologa trabajan
muy bien, darle la voz al otro, pero no s si uno le est dando la voz al otro, porque
eso es como un acto de arrogancia: yo, que tengo el poder, te doy la voz. O sea, de
pronto yo creo que ms bien en la estrategia de representacin. Hace poco vi un libro
de una mujer que trabajaba mucho con los indgenas y con las redes comunitarias; el
libro era sobre cmo le estamos dando voz al otro, y la foto que pona en la portada, de
Comunicacin 171
ella misma, era una foto de ella en Europa con nieve. A m me pareca que esa imagen
desdeca todo el libro de una vez, la sola foto ya deca Esta seora es colonialista de
principio a fin, y ella estaba salvando a los pobres y estaba con los pobres y luchaba
con los pobres, pero me parece que hay ah una contradiccin. Me parece que sobre
el cmo, tomando ideas de cada uno de los ponentes, yo dira que hay tres consejos: el
primero, la oralidad como una forma de narrar latinoamericana de lo popular; segundo,
de la ponencia de Germn y Margarita, me parece que hay una metfora muy buena si
proponemos pasar del turista al viajero: yo creo que casi todos somos turistas de museo
en lugar de viajeros de museo. O sea, yo creo que he venido a este museo el 99% de las
veces como turista, que muy pocas veces he venido como viajero, luego nunca vine a
producir una experiencia sino a ver para estar culto, para decir que fui al museo, ala, y
est divino, ala, les qued espectacular esa vaina, hacen unos almuerzos buensimos, el
cafecito est buensimo... entonces uno es un turista. Me parece que la metfora de ellos
es muy buena: el da que estemos invitando al sujeto que va al museo como viajero y no
como turista, ese da vamos a cambiar un poco la perspectiva de la representacin. Y de
la ponencia de Manuel, creo que deca una cosa que puede aplicarse a todo, en ese juego
de la representacin y la experiencia, para m la clave porque vengo del mundo de la
televisin y la farndula: con relacin a la visita de una exposicin yo me pregunto cul
es la tesis dramtica, cul es la trama dramtica que me tiene que quedar, a m me tiene
que quedar una trama. Usted ve una telenovela y la trama es facilsima: hombre puro
salva mujer equivocada; es clarsimo. Usted ve Los Simpson y dice: el sueo americano
es una pesadilla. Usted ve una serie policaca CSI y dice: la justicia cojea, pero llega. O
sea, hay unas tramas contundentes. Yo soy hincha del mejor equipo de Colombia, que
es el Independiente Santa Fe, y dice: uno es de Santa Fe porque no queremos ganar.
Simple, es una cosa espectacularmente coherente. Creo que ah est la clave. Si uno
aplica dejar de ser turistas para ser viajeros, si uno aplica una trama dramatrgica, una
tesis dramtica, y si uno se relaciona ms con las formas en que contamos en Amrica
Latina, podemos lograr un museo ms para nosotros. Y terminara con tres preguntas,
que las dejo para que los compaeros las respondan porque yo no s: la primera es Qu
es lo que comunica el museo?. Yo ahora estaba pensando y me preguntaba qu ser lo
que comunica el museo: identidad?, un relato de nacin? comunica una experiencia
de...? No s, no me atrevo a responder. La segunda es: Para qu vamos al museo? Los
que vamos a un museo, a qu vamos? Esa pregunta, si se le hiciera al pblico, dira:
para aprender, para ser ms cultos... Mentiras. Creo que vamos al museo para gastar
el tiempo libre, mejor dicho, para comernos el tiempo libre con el que no sabemos
qu hacer. Entonces un domingo, cuando uno dice Yo no tengo plan, pues me voy al
museo. Y la tercera pregunta que dejara, a partir de lo que dijo Manuel, es Cul debe
ser la puesta en escena del museo que nos podemos llevar?
Margarita Reyes: Yo me voy a referir a los pblicos. Primero quiero aclarar, precisamente,
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que uno se estrella con varias situaciones cuando habla de los pblicos y yo s pienso
que a los pblicos se les ha educado para mirar esos discursos oficiales y esos discursos
permitidos (y con permiso), y pienso que el ejercicio tambin ha sido desdibujar ese
tipo de construcciones y de formas de leer un museo. Y, definitivamente, dentro de todo
este ejercicio museolgico sobre las preguntas que se hace Omar, pienso que una de las
claves est en preocuparse por los pblicos y estar haciendo una etnografa del da a da.
El da de la inauguracin, despus de un proceso de dos aos de sufrimiento, de tomar
decisiones, de lograr decantar y hacer esta construccin de escenografas, de escenarios,
172Comunicacin
que tambin son muy teatrales, donde estn conjugados muchos elementos, la pregunta
posterior es cmo empezar a hacer etnografa dentro de esas salas. La inauguracin es el
agite que cae bastante mal, en donde todo el mundo se toma la foto, todos se felicitan
y nadie vio la exposicin, casi nadie. Pero el ejercicio fuerte empieza cuando se abre la
exposicin, realmente qu es lo que pasa con cada visitante. Yo habra dado cualquier
cosa por haber tenido una cmara y estar las ocho horas diarias que est abierto
el museo al pblico, para mirar cmo esa diversidad de pblicos se conectaban con
diferentes escenarios. Por ejemplo, pienso en lo que suceda en el barco a vapor David
Arango. Seguramente a un nio de diez aos, a un estudiante, a un joven de veinticinco
aos, el barco David Arango no les deca nada. Pero al ver a un grupo de personajes
adultos debatiendo y discutiendo alrededor de una reproduccin del David Arango,
haciendo una disertacin de verdad enriquecedora, yo deca: aqu es donde realmente
est la posibilidad de conexin, de despertar la emocin, de crear esa construccin de
sentido, ah es donde estamos haciendo el click. Particularmente, me referir a estas
puestas en escena que fueron tan polmicas. Yo todava no s si realmente me gustan o
no me gustan, dimos muchas discusiones en museografa frente a cmo representarlas,
y cuando vea que los nios se acercaban para escuchar a la Cacica Gaitana, escuchar
al bracero Juan Fortunato, me pareca muy importante ver esa necesidad de escuchar
esa narracin de un tiempo pasado pero escenificado hoy en da. Las animaciones, por
ejemplo, o los mismos olores, o ver a la gente meter las manos entre el caf y sentir
realmente ese olor delicioso, o tener unos recuerdos maravillosos con esas escenografas
e ir viajando. Pienso que ah la motivacin se va generando porque, en las conversaciones
que tenamos, mucha gente deca: Yo quiero conocer Ambalema, quiero ir a Honda
porque nunca me imagin que tuviera tanta carga histrica, estos personajes, esta
recreacin. Y en ese sentido no podemos decir que fue todo un xito: cada experiencia
museogrfica es un experimento, es una aproximacin, son proyectos que yo considero
que no estn acabados, siempre uno piensa que podra hacer cosas mejores, que podra
retroalimentarlo, y en ese sentido vamos a tener la posibilidad de hacer un click con la
exposicin, porque ya el Banco de la Repblica, a travs del Museo del Oro, est muy
interesado en que se itinere a lo largo del ro, y fue muy interesante ver que mucha gente
se la quera llevar, quera mostrar en sus pueblos cmo se haban hecho escenarios de
ciertos puntos y de ciertas poblaciones del ro Magdalena. Entonces, me encantara
saber si, dentro de todo el pblico que vino, logramos precisamente hacer ese click de
no ser turistas sino ser viajeros y empezar a recorrer esos espacios.
Germn Ferro: Creo que Margarita ya ha puntualizado algunos aspectos importantes.
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Comunicacin 173
confundir dramaturgia con espectculo. De modo que una dramaturgia es una puesta
en escena, en tensin, en evocacin, en emociones, en querer contar desde una sociedad
que no ha viajado, insisto mucho en eso. La mayora de la gente, lo ha dicho Margarita,
de los veinte lugares planteados, no conoca ninguno de esos sitios: pasan por Honda
pero por donde estn las gallinas iluminadas para seguir hacia La Dorada, pero la gente
no entra ni siquiera a Honda y mucho menos a Ambalema, muy pocos a San Agustn, o
no ligan a San Agustn con una realidad del ro, y mucho menos a su nacimiento, y qu
pereza ir a Barranquilla, mucho calor y esos son costeos, y a El Banco qu horror y qu
susto el Magdalena Medio. Entonces hay un pas invisible, un no-lugar ligado a nuestra
realidad de conflicto, de modo que la perspectiva escenogrfica me parece que cumpla
un papel interesante. En ese sentido sobamos, lo dije a manera de un ejemplo simple,
pero all caban de pronto los zancudos, no?, porque ya la gente no se pica, la gente no
se quema, con los repelentes y los protectores solares de 100 puntos, o no s cuntos, y la
gente todava no sabe viajar. Era un proceso que volvamos a empezar desde lo mnimo,
desde el disfrute, de reconocer otros lugares, otras temperaturas, otros modos de hablar,
otros oficios. Yo creo que eso es muy importante. Y el esfuerzo que hace el museo y la
propuesta curatorial es el de volver a recuperar un pas, a partir del viajero que se apropia
y que se siente parte de l, que sepa comer un pescado con la mano, que hable con un
pescador de El Banco, de Tamalameque. En ese sentido insistamos en la combinacin
donde, a la vez, se invitaba a las tecnologas de punta, tambin ensayamos con ellas
y por eso hicimos estos trabajos de digitalizacin, trabajos documentales realizados
por expertos, junto a lo que Margarita sealaba ahora, las puestas en escena en pocas
anteriores, donde construimos una voz, por supuesto los textos son elaborados desde
la teatralidad de la televisin. Pero las pantallas estaban dispuestas de modo vertical en
la museografa, o sea que no aparecan como una televisin exactamente sino como si
fueran una ventana del pasado que nos hablaba y fue interesante ver la inquietud de
los nios, de los mayores, de escuchar otras voces, porque en el componente televisivo,
como lo sealaba Omar, de las telenovelas, tambin hay un nivel de credibilidad y de
autora que nos pareca tambin muy sugestivo y creo que as lo fue.
Sin embargo no deja de ser polmico. A muchas personas, muy cultas sobre la historia
del ro Magdalena, les aterr ver esas imgenes: que hablara un negro, que hablara un
indgena sobre resistencia, que hablara un bracero medio comunista porque hablaba
de revolucin y que haba conocido a Mara Cano, que esos personajes tuvieran esa
voz les pareca espantoso. Dnde estaba Humboldt? Pues ah tambin est, pero para
ellos las voces autorizadas slo eran las de Humboldt, Mutis, los viajeros (europeos y
norteamericanos), en fin. De modo que hicimos una apuesta por tres elementos muy
importantes de la vida de la nacin: el papel de las comunidades afrodescendientes,
el papel de la mujer y del mundo indgena y su resistencia, frente a un proyecto de
nacin que no es lineal, que no es nico, que es homogneo, que es autoritario, pero
que tambin somos parte de l y en l participamos de mltiples maneras, y tambin al
hombre trabajador, al bulteador, al bracero, al hombre que desde ese trabajo de esfuerzo
y de sudor construy este pas que so ser moderno.
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174Comunicacin
proponerlo, en donde hay que ayudar a una interpretacin. Yo disfrut como nunca ser
el anfitrin de muchsimas guas que hice a grupos acadmicos, a grupos que venan de
fuera del pas, a estudiantes, porque consideraba que ser el Virgilio, ser el acompaante
para ayudar al viajero es importante y all tambin se aprende. De modo que creo en
esa autora que es resultado de un proceso de investigacin, un proceso de estar con las
comunidades, de aprender a escucharlas y ordenarlo a travs de una puesta escenogrfica.
No me intimida decir que creo en esa autoridad, que no creo que est violando, sino
haciendo un ejercicio de interpretacin de la historia y de las voces que estn all.
El trabajo con la Cacica Gaitana fue bien interesante, fue darle voz a un relato que
construimos nosotros en la escuela, un relato muy caricaturesco, un relato tambin
olvidado, pero desde donde haba que construir, resaltar y reinterpretar la voz de la
resistencia del mundo indgena frente a la conquista hispnica y la voz de una mujer
fuerte que con su carisma hace una alianza de los grupos del Alto Magdalena, que son
los de hoy tambin, es decir, se vuelve un llamado desde el presente. A la Cacica Gaitana
le asesinan, le queman a su hijo; ella, en su rebelda y en su lucha, le saca los ojos al
fundador de la ciudad pues la fundacin de ciudades era la estrategia hispnica de
construccin del territorio, a Pedro de Aasco, fundador de Timan, uno de los puntos
de la escenografa del ro Magdalena. Y, con base en eso, inicia un proceso de rebelda
frente a una avanzada de conquista militar que era el proyecto hispnico. Entonces,
volverlo a colocar en un lugar importante, en su dolor como madre que se aterra de
tener que enterrar a sus hijos, es la voz del pasado que es presente hoy, de las mams que
entierran a sus hijos y de los cadveres que tambin ruedan por el ro Magdalena.
Alguien me sealaba una observacin que considero importante decirla hoy aqu: era
tal la magnitud del ro y de sus mltiples temas, que preferamos que la exposicin
empezara por esta primera idea de aprendizaje y no agotar una realidad desde lo que
nos aborda en el momento actual y nos desborda y nos quita toda otra posibilidad de
luz y de esperanza de construir nacin, que es la de la violencia, y slo quedarnos en
ella. Pero no la negamos en la exposicin. All est la violencia, la crisis ambiental, la
severa disminucin de la pesca. La introduccin de la puesta museogrfica es la de un
viajero contemporneo que hace referencia a que ese pramo maravilloso, ese paisaje,
es tambin el lugar del drama, la violencia y los cultivos ilcitos, y que el problema no
es ambiental sino un problema social. Eso introduce el primer texto de este viaje por el
ro. Pero no queramos descartar, como ya he insistido varias veces y lo han sealado mis
compaeros ponentes, la necesidad de la emocin, de la delicia de viajar, de la emocin
histrica por conocer y por sentirse parte de este pas.
Manuel Gndara: En cuanto a la primera pregunta de Luis Gerardo, que tiene que ver
Mesa 4
con estos modelos de aprendizaje, me imagino que l sobre todo qued interesado en el
que proponen Falk y Dierking. Para un grupo como ste, seguramente la obra de Falk y
Dierking es conocida. Ellos escribieron un libro maravilloso que se llama The Museum
Experience, por all en los noventas tempranos, en el que decan que, de repente,
musegrafos y curadores ramos ligeramente arrogantes creyendo que, controlando lo
que ellos llamaban el contexto fsico de la exhibicin, bamos a controlar la experiencia
de visita. Y lo que nos proponan es que hay otros dos contextos que hay que tomar en
cuenta, que son el contexto personal que precisamente tiene que ver con la pregunta
de Omar (A qu viene la gente al museo? Qu agenda tiene? Independientemente
Comunicacin 175
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176Comunicacin
su recorrido viendo pieza por pieza, cdula por cdula, y por supuesto, al final de la
segunda hora, en que no han terminado de ver la sala uno, deciden que ya no van a ver
con el mismo detalle lo dems, y salen corriendo.
Modelos como el que proponen Falk y Dierking, que sera uno de los modelos relevantes,
creo que nos dan otra perspectiva. Sin embargo, en el caso de ellos, la emocin y el
afecto no tienen un papel tan fuerte, por lo que me gusta complementarlo con otras
cosas. El afecto, dicen los psiclogos cognitivos, es el signo valorativo que le ponemos
a la emocin, como positivo o negativo, frente a una determinada experiencia que
tenemos. La calificamos casi siempre como positiva o negativa, o en raras ocasiones,
como neutra. Lo terrible es que el visitante se encuentre con puras cosas neutras. El
visitante, inclusive los nios, no tienen problema con la complejidad; tienen problema
con el aburrimiento. O sea, una cosa que no los toca por el afecto, pues simplemente
nunca los va a tocar. Entonces tenemos mucho que aprender y sa fue un poco mi
tarea de investigacin del ao pasado de la estrategia dramtica que vemos en el cine,
que vemos en el teatro, y t lo dijiste muy bien, Omar, de eso se trata, y por eso un
intrprete de los de mi estilo, para mi tipo de contexto que no pretendo que se pueda
generalizar para todo tipo de museos se espera que ponga en evidencia una tesis, una
tesis central, pues no se trata de esperar a ver si el pblico la capta. Trabajbamos, por
ejemplo, en una exposicin muy bonita en Mxico que se llamaba Los etruscos: misterio
revelado, y t ibas a hablar con la gente al final del recorrido y preguntabas:
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Comunicacin 177
proponer que este sitio tena que ver con la fertilidad. Y qu bien que un arquelogo
se atreva a decir algo, porque normalmente decimos muy poco. Y por qu? Bueno,
es que hay una escultura de un dios, el dios de Tamtoc, que tiene un falo enorme, que
la gente indgena, todava hoy en da, va y soba cuando quiere hijos o quiere buenas
cosechas. Y bueno, yo creo que no hay ninguna duda de que esto tiene que ver con la
fertilidad. Sin embargo esto, que pudo haber sido el eje de un discurso interesante y que
nos llevaba por otro lado, se converta en: Tamtoc significa en lengua huasteca tal cosa.
Es un sitio del ao tal (que no es interpretacin) y al final deca Y es un sitio que tiene
que ver con la fertilidad. Imaginen esa cdula introductoria, contra otra que dice: En
Tamtoc, el sexo era una manera de reproducir la vida y el cosmos. Era un acto, no slo
de disfrute personal, sino prcticamente una obligacin con el universo. Es lo mismo
en tu religin? Es lo mismo en tu cultura?. Entonces ya pusimos al pblico en otro
estado. Lo que estbamos diciendo es que en Tamtoc, lo que vas a ver es una cultura
para la cual el sexo no era una cosa ni prohibida ni sucia. Y si al visitante no se le ocurre
esta pregunta, t se lo preguntas: Por qu nuestra cultura es diferente? Entonces l
termina de construir, reconociendo que hay un conflicto en su propia cultura, entre el
gusto que l tiene por el sexo si est todava vivo, no?; hay gente que deambula por ah
como zombi y lo que su cultura le da. Entonces yo creo que ligando afecto, a travs de
valores universales y de conflicto dramtico, podemos crear buenas tesis interpretativas,
que es la parte ms difcil de la interpretacin, pero es la que ms trabajo merece por
parte nuestra.
Luis Gerardo Morales: Muy bien, me quedan dos nuevas cuestiones que quisiera
que ustedes ayudaran a esclarecer ms. Nos damos cuenta que entonces el museo
est movindose en dos planos. Al parecer, en el plano de los modelos cognitivos
no tenemos tantos problemas, podemos precisar de alguna forma cmo se dan esos
procesos a travs de los cuales los observadores interpretan y producen significado. El
problema es cuando entramos al plano de lo cultural. Entonces all me gustara saber
si, efectivamente, podemos hablar de modelos universales. Esa sera una pregunta, mi
estimado Manuel. Y luego, por otro lado, hemos visto aqu desde la primera mesa, si
no me equivoco cuando intervino Daniel Castro, expuso una taxonoma del visitante
basada en modelos zoomrficos, comparando, haciendo analogas, con omnvoros
no?, mariposas, chapulines, hormigas. Entonces, vistos los modelos de aprendizaje
que ha expuesto Manuel, cul sera la diferencia radical con una propuesta de ese tipo,
o si no la hay, o frente a los modelos que Omar Rincn nos ha expuesto hoy desde la
comunicacin, estos museos del espectculo, el info-light, en fin, donde vemos tambin
cmo la cultura tiende a homogeneizar, o a estandarizar muchas veces, lo que sabemos
que es diverso y heterogneo, y que inclusive, tiene conflictos. Y yendo a ese ltimo
punto, entonces cmo el aprendizaje en el museo puede ser conducido a travs del
desafo, es decir, qu desafos debe crear una exposicin para generar esos procesos de
aprendizaje.
Manuel Gndara: La primera pregunta es la ms difcil porque sera, en todo caso, la ms
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178Comunicacin
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Oye Manuel, y por qu unas culturas lo hacen de bulto, como los aztecas que s se
lo coman literalmente, aunque el sacrificado representaba al dios, y otras lo hemos
hecho de manera estilizada, inclusive hasta potica?
Excelente pregunta, que se va a responder en la medida en que el Templo Mayor y
otros sitios arqueolgicos sobrevivan.
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Entonces aprovech el tercer momento para tres objetivos: uno, para revelar mi
ignorancia; dos, para ayudarle a que construyamos juntos el conocimiento; y tres, para
llamarlo a que contribuya a preservar el patrimonio arqueolgico. Esa es la estrategia
que yo propondra.
Luis Gerardo Morales: Entre las preguntas del pblico, hay una que nos sirve a todos:
Cmo puede ser el museo un lugar de todos y para todos, o por el contrario, debera
plantearse como un lugar de nadie y para nadie? Y otra pregunta tambin para todos,
de un transente, dice, no especializado: Qu es una obra de arte y qu requisitos
debe reunir ese objeto u objetos para que se puedan mostrar en un museo y transmitan
conocimiento? El visitante puede pensar: yo no s nada de arte, pero s lo que me gusta
o afecta. Y otra pregunta del pblico: Cmo vender la informacin light, de moda,
con contenidos ms relevantes? Y finalmente: Cmo hacer para no folclorizar en el
museo las expresiones culturales? Creo que, en general, abordan preguntas que se han
ido tocando en cada una de las presentaciones y que podran ayudar a profundizar
un poco ms. Y esta ltima pregunta para Margarita, referente a estudios de pblico:
Cules son las metodologas que el Museo Nacional usa para conocer a sus pblicos?
Y esos resultados cmo se han utilizado, qu han obtenido de esos resultados?
Margarita Reyes: Existe un Observatorio de Pblicos en el Museo Nacional que
Mesa 4
funciona desde hace ms o menos cinco aos. Desafortunadamente Jess MartnBarbero no nos pudo acompaar hoy, pues ha sido uno de nuestros acompaantes,
con quien hemos discutido y creado unos espacios muy interesantes para mirar,
precisamente, hacia dnde orientar estos estudios de pblico. Cuando el trabajo
se inici, empezamos a trabajar desde el mtodo etnogrfico: se hacan primero
evaluaciones muy desde la parte cuantificable y desde la parte formal de pblicos, a
partir de preguntas cerradas. Entonces nos preguntamos cmo empezar a evaluar
y a mirar una aproximacin desde los mtodos etnogrficos, haciendo observacin
directa, registrando sensaciones, miradas, actitudes. Y realmente son estudios que
exigen muchsimo ms tiempo, una mayor inversin de dinero que no tenemos
pero creemos que hacia all tienen que estar dirigidos los mtodos etnogrficos, que
son mucho ms efectivos y nos aportan mucho ms si realmente queremos mejorar y
redireccionar las formas de construir esas significaciones, crear sentido y trabajar toda
esta relacin cognitiva en nuestras exposiciones. Cmo se utilizan estos resultados?
Para mejorar en el da a da. Bsicamente siempre se est mirando qu es lo que no
est funcionando en la circulacin, qu contenidos quedaron confusos o se estn
entendiendo mal. Como es lgico, corregir una exposicin en el camino exige estar
mirando y trabajando constantemente en el manejo de la exhibicin. Pero pienso que
esos estudios de pblico tienen que revertirse de esa manera, en el da a da. Y si hay
posibilidades, como es el caso de la exposicin del ro Magdalena, donde sabemos
exactamente dnde estn los problemas y cules fueron las fortalezas de la exposicin,
pues las trabajaremos. Con relacin a la folclorizacin, creo que es un filo en el que uno
puede caer muy fcilmente, no? Y eso depende tambin de desde dnde empezamos a
construir y a involucrar a esos mismos actores sociales a los que queremos representar,
cmo los estamos representando. Lgicamente, la museografa y las representaciones
frente a esas otras identidades y a esas formas y a esas maneras, tienen que ser discutidas
y miradas con ellos mismos, para que no se vuelva un escenario de teatralizacin y de
folclorizacin ligera. Hay que mirar, pero realmente es un filo desde donde uno puede
caer hacia un lado o hacia el otro, o caer tambin en la exotizacin. Voy a darle la palabra
a Omar.
Omar Rincn: Yo voy a contestar solamente una, la de la moda-espectculo, cmo
Comunicacin 181
Mesa 4
un poquito sobre este asunto de la autora, sobre el cual creo que coincidimos con
Germn y otros compaeros. A m me parece que hizo muy bien este interludio
postmoderno en ayudarnos a recordar la importancia de la multivocalidad, de que el
museo sea un punto de dilogo y de confluencia de voces y experiencias. Yo creo que
ese es un aporte importante, pero llevado al extremo, llega a la situacin que tenamos
hoy en la maana, donde se nos dice que el museo no comunica sino que slo transmite.
Transmite qu? Creo que es falso decir que el museo no comunica, lo que tiene que ver
con esta pregunta que me hacen: Cundo una obra de arte es una obra de arte? Cmo
el museo lo dice? Cmo s si vale la pena que una obra est all? Ese es el tipo de cosas
que el museo comunica de entrada, aunque no quiera comunicarlo. En el momento
en que las cosas aparecen en un museo, adquieren un valor, independientemente de
cul va a ser la tesis emocional, o la tesis dramtica, o la tesis interpretativa que uno
quiera, el pblico dice: si esto est aqu, debe ser importante. Entonces, los museos
comunican aunque no quieran, comunican a pesar de s mismos, y a veces comunican
inclusive lo contrario de lo que dicen sus cedularios. No estamos hablando aqu, en
alguna exposicin que vi, sobre la emancipacin y la libertad y no s qu, donde yo
tengo que seguir exactamente la secuencia que me dicen, y ver todos los mini-videos
182Comunicacin
que adems nadie se tom la molestia de ver cunto duran lo cual me obliga a estar
siete horas viendo videos, para entender de qu se trat lo que, a fuerzas, quieren que yo
construya con ellos. Para m eso es una tontera y es una falta de sinceridad. Entonces yo
creo que hay que recuperar el papel de la autora, hay que asumir las responsabilidades
que tiene, hay que dar oportunidades de que la gente regrese su palabra sobre lo que uno
dice, eso me parece correcto, pero reconocer que en efecto el hecho del museo, como
bien lo deca Luis Gerardo, consiste en descontextualizar para contextualizar, y en ese
proceso ya estamos diciendo algo. Entonces yo, lo nico que pedira, es que lo hagamos
con responsabilidad.
Mesa 4
Mi trabajo, que es en sitios arqueolgicos, en donde lo primero que uno tiene que
hacer para salvaguardar un sitio es decir por qu hay que preservarlo, nos obliga
como arquelogos a establecer una propuesta de valor para el sitio. O sea, nosotros no
podemos salir con aquello de: Bueno, pues ya se ver, y lo que la gente quiera, y... etc..
No. Porque, inclusive por ley, nosotros tenemos que comprometernos a decir qu son
los valores que hacen de ese sitio un lugar que vale la pena conservar. Los museos son
algo distinto porque a m me ha tocado tengo amigos queridsimos que dicen: Yo
creo que hoy, Manuel, hoy vamos a hablar sobre, no s, sobre la carencia de sentido del
capitalismo postmoderno. Cmo la ves?. Pues, me imagino que bien, no? Digo, no
s si es lo que el mundo requiere en este momento, pero es tu derecho como artista.
Tambin ser el derecho del pblico no venir.
Mesa 5
Patrimonio y memoria
Anlisis contemporneos sobre la recepcin del mensaje musestico
visto desde una perspectiva plural y amplia de la memoria, as
como reflexiones sobre la funcin de los museos nacionales en el
siglo XXI con relacin a las identidades locales y experiencias de
construccin de nuevos guiones para producir sentido a partir de
Mesa 5
Introduccin
Roberto Lleras
Colombia
Mesa 5
Mesa 5
Germn Rey
Colombia
Cuando los organizadores del Coloquio me propusieron hablar sobre este tema, me
insistieron en la relacin que se establece entre los pblicos, la memoria, el patrimonio
y los museos. Y quizs lo hicieron como un reconocimiento a los trabajos recientes
que he llevado a cabo de comparacin de estudios cuantitativos nacionales de consumo
cultural en Espaa y Amrica Latina. Durante estos ltimos aos, quizs los ltimos
seis y siete aos, algunas instituciones culturales latinoamericanas han realizado
estudios nacionales de consumos culturales. Entre ellos Argentina, Uruguay, Chile,
Brasil, Mxico, Colombia, Venezuela y Espaa han trabajado los diferentes tipos de
consumos, y a su vez de los diferentes bienes y servicios culturales. Tenemos como
horizonte para esta reflexin ese anlisis comparativo que he realizado de los consumos
y que responde bsicamente a la pregunta de si existen algunas tendencias generales en
los consumos culturales latinoamericanos. Quizs un segundo corpus de informacin a
partir de la cual quiero hacer esta reflexin es el anlisis de las dos encuestas de cultura
que ha realizado el Observatorio de Cultura de la ciudad de Bogot. Creo que la
ciudad de Bogot tiene en este momento ya una tradicin construida en la medicin de
expresiones de la cultura ciudadana, y a su vez de las formas de relacin de los pblicos
con la oferta cultural de la ciudad. Y en tercer lugar he revisado los informes que ha
preparado el propio Museo Nacional sobre los pblicos en sus diversas exposiciones;
fue para m muy grato encontrar un trabajo sistemtico que ha realizado el museo, y
por otra parte poder comparar las relaciones de los pblico con el museo a travs de por
lo menos seis exposiciones realizadas durante los ltimos tres aos. Seis exposiciones,
adems, muy diversas, que van desde la exposicin del ro Magdalena a las exposiciones
sobre cine, rock o sobre la obra de Carlos Rojas.
Mesa 5
Y como si fuera poco, porque siempre somos obsesivos para tener bases documentales
sobre las cuales poder hablar, dur una hora quizs mirando los exvotos que estn
pegados en las paredes y en las columnas del museo. Le una buena parte de estos
materiales dejados por los visitantes y despus, cuando prcticamente el museo no
haba abierto, me met por una escalera y pude leer una cantidad de post-it sobre las
opiniones que las personas tienen acerca de lo que le falta al museo. Voy a mezclar todo
ello, y as, comienzo.
Mesa 5
Suba, que viene de Usaqun, algunos que vienen de la parte occidental de la ciudad: hay
una especie de geografa de las itinerancias de los visitantes, de los circuitos que atraen
a los visitantes. Cuando particip en el Plan Maestro de Amoblamientos Culturales de
la ciudad de Bogot hablaba con los urbanistas de un tema que ellos tienen muy bien
diagnosticado, y es la conformacin espacial de la oferta a travs de amoblamientos
culturales de la ciudad y observbamos, por supuesto, la concentracin. Estamos en
la zona demogrficamente ms concentrada de amoblamientos culturales de Bogot.
Pero yo a su vez les haca unas preguntas, que finalmente no fueron respondidas, y que
eran cules son las itinerancias, cules son los circuitos, cules son los flujos que hacen
que una persona de Usaqun venga al Museo Nacional o que una persona de Chapinero
se acerque hasta el museo y no lo haga alguien de Ciudad Bolvar. Aqu tendramos que
discutir asuntos que contemplan los estudios de consumo, por ejemplo la influencia del
tiempo, la influencia de las distancias y la influencia de los intereses en el disfrute de los
bienes y servicios de la cultura.
Bien, pero hay otras dos caractersticas que quisiera incluir en la delimitacin de lo
que estoy yo, por lo menos, entendiendo por consumo, y es el hecho de que cuando
hablamos sobre el tema de consumo, en la literatura de discusin sobre el tema, estamos
hablando de otros conceptos que tiene otras historias tericas y que pueden tener algunas
diferencias ya temticas. Estamos hablando de refuncionalizacin, de recreacin, de
resignificacin, de apropiacin de usos sociales. Quien revisa la literatura, desde los
estudios clsicos alemanes de Jauss de la esttica de la recepcin a los estudios ms
contemporneos de consumo, observar que no hay solamente una especie de bloque
conceptual que explique el consumo, sino que hay una especie de mapa relativamente
coherente, relativamente confuso de lo que se est entendiendo por consumo.
La segunda idea que quiero sugerir aqu es que las prcticas generales de consumo, y sta
es mi hiptesis, aunque diferenciadas, conforman conjuntos simblicos que interactan
con los modos de comprensin y apropiacin de los museos. Esto quiere decir que no
solamente son necesarios los estudios especficos de consumo cultural de los museos,
como por ejemplo los que ha hecho el propio Nstor Garca Canclini, el estudio clsico
en Mxico de Rita Eder, los estudios del Museo del Papalote en Mxico o los estudios
bellsimos de Eliseo Vern acerca de la comprensin de las exposiciones del Centro
Pompidou en Pars, que es un estudio clsico. No solamente esos estudios que nos hablan
del consumo en los museos, son estudios especficos de qu hacen los visitantes con lo
que sucede en los museos, con lo que se presenta en los museos. Lo que yo propongo es
que sera interesante mirar el registro de los consumos culturales, incluso desde los ms
distantes de los museos, para observar los sistemas de comprensin, de desciframiento y
de interpretacin de los museos contemporneos. Es decir, el consumo de la msica, de
los videojuegos, de las nuevas tecnologas, de los libros, de las exposiciones de arte, etc.
Esas tendencias que atraviesan la diversidad de los consumos son elementos que, en mi
opinin, configuran competencias fundamentales de los visitantes de museos.
Mesa 5
Muy bien, si ustedes me aceptan esa hiptesis podemos seguir a la instruccin tres. Si
no me aceptan esa hiptesis yo quedo absolutamente bloqueado. Pero supongamos, por
la tranquilidad inicial de la sala que ya empieza a moverse un poco, que me permitan
pasar a la instruccin tres. No saben el peligro que ustedes corren porque si me aceptan
la instruccin tres puedo llegar a la instruccin nueve. Tratar de no fatigarlos. Bien,
he hecho un estudio que est recogido en un libro que acaba de publicarse en espaol,
se llama Las tramas de la cultura, tratando de comparar algo que no es comparable, es
decir, yo en la primera pgina digo este libro es imposible, despus digo este libro
si lo toma un experto metodlogo fcilmente, en menos de media pgina, lo puede
desbaratar. Por qu? Porque lo que hago es una comparacin entre los estudios
cuantitativos de consumos, de por lo menos seis o siete pases, que se han hecho
en rangos temporales diferentes, con bases muestrales diferentes, con sistemas de
recoleccin diferentes, pero nadie podra hacerlo de otra manera puesto que todava
en Amrica Latina no tenemos un sistema homologado de medicin de consumos
culturales que permitan comparaciones por ejemplo entre los estudios argentinos,
los estudios de Conaculta en Mxico o nuestros estudios en Colombia. Entre otras
cosas porque los tems, las preguntas, estn construidos de manera diferentes y no hay
entonces una capacidad comparativa rigurosa. Pero es tan fuerte lo que se encuentra,
es tan interesante lo que atraviesa estos estudios, que yo creo que hay unas ciertas
tendencias del consumo (que se las voy a mencionar solamente) en Amrica Latina y
tambin en Espaa en los estudios recientes que ha hecho el Ministerio de Educacin
espaol. La primera es que he encontrado una especie de visin geolgica estratificada
del consumo cultural latinoamericano que tiene tres partes: por arriba, el gran consumo
es el consumo que yo he llamado el mediatizado, es la mediatizacin de la cultura; el
gran consumo latinoamericano es de televisin, de radio y de msicas. Y si ustedes
me preguntaran cul es el consumo cultural latinoamericano ms importante yo dira
que es el musical, en el consumo musical pasan muchas cosas, pasan hibridaciones,
pasan diversidad de gneros, pasan diferencias etarias, pasan diferencias por ejemplo
por niveles educativos, etc. La msica es un elemento central y yo llamara a hacer una
reflexin acerca de las relaciones entre las competencias de consumo de las msicas
en Amrica Latina y el consumo de museos. En la parte de debajo de la geologa del
consumo est el consumo de lo que llamaramos el consumo de la alta cultura o la
cultura culta, es decir, la asistencia a exposiciones de arte, la asistencia a conciertos de
msica clsica y la asistencia a los museos, ah est en esa parte, que cuantitativamente
no es la que tiene mayor peso en el consumo de los latinoamericanos. Y en el centro est
la lectura, a la cual yo le he dedicado algunos estudios, los dos ltimos libros de anlisis
de las estadsticas nacionales colombianas sobre lectura cuentan con trabajos mos, y
la lectura sufre una tensin doble que es que en una parte la mediatizacin jalona a la
lectura hacia su territorio y por otra parte, la cultura culta atrae a la lectura hacia la base
ilustrada del consumo. Mientras que la base ilustrada le dice a la lectura Ven para ac
porque t formas parte de la tradicin ilustrada, el consumo mediatizado le dice a la
lectura No te vayas para all porque los nios y los jvenes ya hace mucho tiempo estn
ac, es decir, en el consumo mediatizado.
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Bien, la segunda tendencia que he encontrado es que hay tres variables sociodemogrficas fundamentales que actan directamente en el consumo: la edad, el nivel
educativo y el nivel socioeconmico. Y he visto jugar estas tres variables tambin en los
estudios especficos de consumo de museos, es decir, lo que se juega en el consumo son
unas oscilaciones etarias, jvenes y adultos, y no es solamente un problema de edad, es
un problema de composicin cultural de las edades; dos, educados y no educados; y tres,
ricos y pobres. Esas son las tres oscilaciones que he encontrado en todos los estudios,
solamente conozco un estudio que es precioso que hizo Hugo Achugar, profesor en
la universidad, primero de Pittsburg, ahora profesor en la Universidad de Florida,
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Bien, tercer punto. Estas seran algunas tendencias mnimas, en el debate me pueden
pedir que me extienda un poco ms con los datos estadsticos y con las interpretaciones.
Si me quieren preguntar cmo es en Mxico y cmo es en Argentina yo dir algunas
cosas a partir de la abstraccin de los datos. La tercera es la relacin entre pblicos,
consumos y museos, aqu hay tres trabajos pioneros: el trabajo de Rita Eder, El pblico
de arte en Mxico: los espectadores de la exposicin Hammer, que Eder escribi en 1977;
El pblico como propuesta: cuatro estudios sociolgicos en museos de arte, de Nstor Garca
Canclini en Mxico; y el estudio Ethnography de la exposicin que escribieron Eliseo
Vern y Martine Levasseur en 1991 como resultado de un trabajo que fue pedido a
Eliseo Vern por el Centro Pompidou en Pars.
Aqu lo que es interesante son, en el caso del estudio de Garca Canclini, estos factores,
estos elementos: primero, se evalu la relacin de los visitantes con las exposiciones
temporales importantes y la hiptesis principal y que yo comparto es que la
comunicacin entre el visitante y la exposicin est mediada por estructuras sociales
formadoras del gusto y de las creencias y saberes, es decir, por la escuela, los medios
masivos, la crtica, los museos, el mercado, etc. y se reconoce en esta hiptesis que la
exposicin induce a su vez formas de percepcin y organizacin espacial y de los objetos
y jerarquizaciones que producen y reproducen visiones hegemnicas. Yo creo que este
planteamiento de Nstor Garca Canclini habra que mirarlo hoy y hacer un anlisis
desde los corpus de informacin que hoy tenemos. Algunos de los hallazgos del estudio
de Nstor Garca Canclini fueron: los pblicos resultaron diferentes a las mediciones
que se haban hecho de pblicos europeos, por ejemplo, los pblicos nuestros aceptan
con mayor facilidad ciertas innovaciones que los visitantes europeos no aceptan. Por
ejemplo, observaron que en Mxico el museo de arte no es un espacio inevitable de
ascenso social como es la escuela, que los medios masivos tienen escaso poder para
suscitar nuevas necesidades y hbitos culturales de larga duracin. Atencin! Esto yo
s lo sostengo porque lo he encontrado tambin en el papel que tienen los medios en la
lectura.
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Bien, quienes conocen el estudio de Vern y Levasseur pueden hallar una serie de
sugerencias muy creativas, yo recuerdo haberle escuchado a Eliseo Vern cuando l
estaba haciendo el estudio en Pars, la tipologa que l estaba creando y despus es muy
reconocida. l habla del visitante hormiga, del visitante mariposa, del visitante pez y
del visitante saltamontes, voy a describirles muy rpidamente en qu consiste cada uno.
Esto es a partir de todo un trabajo metodolgico de seguimiento a travs de video, de
entrevista, de llenado de cuestionarios, etc. de visitantes a exposiciones en el museo
Pompidou. La hormiga es quien recorre cronolgicamente la exposicin, ve el museo
como una catedral y posee una visin contemplativa de lo que ve, tiene una necesidad
de no perder el tiempo, son optimistas, piensan que siempre se puede aprender algo,
tiene una actitud casi escolar y podramos llamarlos visitantes dciles, tienen un capital
cultural bajo pero son voluntariosos y tambin establecen una negociacin cultural pero
su proceso de negociacin es bastante pasivo y escolar. La mariposa est all porque quiere
ver la exposicin, posee un plan estratgico, un mapa mental que va construyendo de la
exposicin y su imaginario es el de un cuerpo-libro, es decir, l mira como si estuviera
dndole la vuelta a la pgina de un libro, tiene un control claro de su propia cultura,
sabe lo que busca y su nivel cultural es el televisor, domina bastante bien su relacin con
la cultura y su cuerpo parece modelado por toda la cultura del libro. El pez es quien se
encuentra en la exposicin sin haber ido necesariamente a verla; el tema fundamental
del pez es la negociacin con el tiempo, su imaginario es el cuerpo que pasa (esto es
bellsimo, mirar a los visitantes a travs de la nocin de cuerpo que tienen, el cuerpo que
pasa, el cuerpo que es como un libro); posee una trayectoria social en ascenso con cierto
temor a la cultura a la que sabe algo complicada, tiene la actitud del flneur, tiene la
actitud del turista con prisa que echa una mira rpida, sobrevuela el espacio geogrfico
y tiene una cierta desconfianza frente al objeto cultural o a la institucin. En una de las
columnas de este museo hay un aviso muy interesante, en general son avisos de amor de
adolescentes, algunas reconvenciones edpicas a los paps, a los abuelos y a las madres.
Pero hay entre ellas algunas perlas, unas joyas. Una joya muy interesante es un mensaje
que dice algo as, se lo dirige un muchacho a una mujer y le dice: Ah, por fin viniste al
museo, ests entrando a la cultura, y despus dice: Jajajajaja, es una risa esplndida, es
casi como la risa del personaje de Batman o como la risa de El libro de la risa y el olvido
de Kundera. Y est el visitante saltamontes que va desestructurando la cronologa y es
indiferente a la propuesta cultural, es el ms distanciado del discurso que se le propone,
su trayectoria es subjetiva, desarticula el guion museogrfico y retiene algunos puntos
con los cuales establece resonancia.
Finalizo en este punto. Algunas posibles relaciones entre estas tendencias que he mirado
y los museos. Primera, algunas de las funciones y ofertas que cumplan los museos en
el pasado hoy las ofrecen otras prcticas del consumo cultural, como por ejemplo el
consumo de nuevas tecnologas de televisin, e incluso, de impresos. Segundo, los
museos tienen la posibilidad de ofrecer guiones que son apuestas de comprensin, de
intersecciones, de interlocucin con la experiencia cotidiana, de nuevas organizaciones
cognitivas y emocionales, de puesta en escena simblica, de interaccin significativa, de
construccin de percepciones sociales que se diferencian de las ofertas que proveen otras
prcticas de consumo, incluidas especialmente las prcticas de consumo mediatizadas.
Y ah est uno de los campos fundamentales de posibilidades del museo en relacin con
los pblicos. En tercer lugar la diversificacin del museo, su explosin o la implosin
que viven los museos facilita en la realidad la convergencia que los jvenes encuentran
virtualmente. Yo creo que no es simplemente que los museos se llenen de computadores,
no es simplemente que los museos se llenen de instrumentos interactivos, es que el
museo explore las nuevas lgicas de un uso de los navegantes de Internet y piense cmo
el museo interacta con esas lgicas. No es un problema instrumental, es un problema
cognitivo, es un problema de nuevos mapas y de nuevas formas de relacin de la gente
con los museos. Cuarto, los horizontes comprensivos que abren las otras prcticas del
consumo juegan y contrastan al acercase a la forma museo, hay una memoria selectiva
del museo frente al desbordamiento, por ejemplo de la memoria de Internet. Las formas
de lectura del museo se complementan y mezclan con la diversidad de las lecturas que
estn presentes en las prcticas de consumo cultural, sta es quizs mi sugerencia ms
importante.
Y finalizo con mi lectura de los informes de pblicos del museo. Los informes de
pblicos del museo, los que le, fueron el informe sobre el ro Magdalena, que nos
da una visin de las relaciones del visitante con uno de los ejes de construccin de la
nacin; est la exposicin de cine, que involucra al visitante al museo que reconoce al
cine como una de las artes que atraviesan, no solamente las artes contemporneas del
siglo XX en adelante, sino la existencia cotidiana de la gente; tercero, el tema del rock
en el museo, que muestra cmo hay otras sensibilidades emergentes que componen
tambin la sensibilidad y el acervo cultural de los colombianos; la cuarta, la exposicin
del Seor de Sipn, que establece vinculacin entre el museo, la tradicin, los ancestros,
las fundamentaciones tnicas de nuestra cultura; y finalmente, la exposicin de Carlos
Rojas, que establece la vinculacin del museo con las expresiones contemporneas,
con la construccin de la modernidad cultural colombiana. En ese sentido el museo
ha hecho un precioso mapa, registro de una Colombia mucho ms diversa, de una
Colombia mucho ms abarcante, mucho ms inclusiva.
Mesa 5
Cierro con estos datos de mi lectura. En la exposicin del ro Magdalena, los pblicos
fundamentalmente establecieron una relacin entre memoria, lugar y afectos. Como se
Mesa 5
Colombia
Mesa 5
1. Rivire, Georges Henri (1989). La Museologa. Madrid: Akal, 63. Rivire, el gran
musegrafo francs, gestor de museos etnolgicos y arqueolgicos del siglo XX, aluda en
sus textos a la metfora del espejo al referirse a la misin museal: el espejo refleja una imagen
planteada hipotticamente como la ms fiel posible de la realidad, mientras el museo se
construye mediante la abstraccin del lenguaje, la abstraccin de la realidad, su alusin.
2. Baxandall, Michael. Exhibiting Intention: Some preconditions of the Visual Display
La acumulacin
Una coleccin para mostrar a los ilustres
El acceso del pblico general
El Museo moderno
El Museo del Oro del siglo XXI
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En la definicin del proyecto, uno de los temas centrales que se estudiaron con mucho
detenimiento fueron las reservas para las colecciones, buscando que stas quedaran
ubicadas en lugares adyacentes al sitio donde laboran los analistas de colecciones,
los restauradores y fotgrafos como elemento de vital importancia para la operacin
cotidiana del museo y ante todo, para la preservacin hacia el futuro de las colecciones,
al evitar al mximo movimientos innecesarios. Se plane y adelant un plan integral
de gestin de colecciones que incluy la fotografa digital a color de alta calidad de
los cerca de 50.000 objetos de todas las colecciones del museo, anlisis y estudios para
restauracin y conservacin preventiva.
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Como parte integral del proyecto de transformacin del museo iniciamos en 1998, a
la par de los primeros esquemas de guiones cientficos y museogrficos, la realizacin
de exploraciones, estudios y registros de comentarios del pblico sobre el uso que los
visitantes le daban al museo y las reinterpretaciones y percepciones del pblico. Se
realizaron dos estudios de observacin etnogrfica sobre el uso que el pblico le daba
al museo de 1998, una encuesta-entrevista a cincuenta personas, y desde la apertura al
pblico de la primera etapa, en 2004, de manera sistemtica y permanente, se estableci
un libro de comentarios del pblico. Estos comentarios son transcritos, clasificados y
analizados con gran detenimiento por el equipo directivo del museo, y la informacin
contenida en ellos ha sido de fundamental importancia para la segunda etapa del
museo. En 2007, se realiz por parte de dos acadmicos en antropologa un estudio
con los visitantes del museo, cuyos resultados fueron interesantes en mltiples campos.
Conclusin
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Argentina
Me siento un privilegiado por poder estar ac, ocupando este lugar, junto con gente
que tiene una larga trayectoria en los museos, no solamente en sus pases, sino de toda
Amrica.
Hoy es un da muy particular: este 30 de octubre de 1983 gan la eleccin Ral Alfonsn
en la Argentina; puso fin a una pesadilla que fue la dictadura militar. Ms all de todos
los errores que pudo haber tenido, Alfonsn signific la instauracin del pluralismo
en la poltica, pero sobre todo, el enjuiciamiento a quienes haban llevado a cabo el
terrorismo de Estado, esto fue un ejemplo, no solamente para Argentina sino para todo
el mundo. Y tambin puso fin a la muerte como recurso poltico, yo creo que ese ha sido
uno de los grandes avances de nuestro pas.
Quiero explicar quin soy: mi visin es una visin ideolgica, poltica de los museos. No
soy un militante poltico pero me siento profundamente comprometido con las cosas
que pasan en mi pas y en el resto de Amrica; estoy por ejemplo muy atento a lo que va
a significar para la museografa norteamericana que gane Obama, no va a ser fcil.
Me quiero presentar, porque no es solamente la historia de los museos argentinos,
sino que tambin es mi historia. Yo soy cordobs, soy un hombre de provincia, no soy
porteo; eso es una forma particular de mirar el mundo, una forma muy jocosa y muy
gozosa de vivir. Soy historiador de formacin pero me dediqu a la arqueologa. Estuve
exiliado diez aos en Mxico, fueron quizs los mejores aos de mi vida profesional.
Aprend, me transform en un profesional en el sentido lato de la palabra. Escrib un
libro que todava me gusta, que se llama Presencia de Vere Gordon Childe y tuve el honor
de trabajar con Manuel y con Teresa, ellos tiene la culpa de que yo est trabajando en
los museos.
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Viv en Mxico diez aos, desde 1977 a 1987; luego volv a Argentina, sabiendo que
haba llegado el lmite de mi estancia en Mxico porque tena que volver a lo que era
mi memoria, y al poco tiempo me ofrecieron la direccin del Museo Etnogrfico, un
museo universitario, museo de larga trayectoria y de larga vigencia del pensamiento
Mesa 5
Buenos Aires, a partir del 62, cuando triunfa el proyecto hegemnico de Buenos Aires
sobre el resto de la Argentina, se va a transformar en una especie de Estado soberano
que no tiene nada que ver con la Confederacin Argentina, cuya capital estaba en Paran
en el interior, se va a transformar en la capital y en el lugar simblico, hegemnico, de
la Argentina. Por eso este afn de modificar los espacios pblicos, por eso este afn de
construir una cantidad de obras de arte pblicas que estn mostrando esta excelencia
y refinamiento de la clase dirigente, de esta clase alta, en relacin a la construccin de
Estado.
Qu es lo que hay en ese momento en la Argentina? Hay un proyecto en marcha que
es el proyecto de las ciencias naturales. Se funda el Museo de la Plata en el 84, y hay una
forma de coleccionar, que no es ajena al Museo Histrico, esta forma de las taxonomas
del siglo XIX y adems con una visin un poco complicada alrededor del evolucionismo.
Moreno no era totalmente evolucionista, pero la Argentina, este pas que fue el nico
pas de Latinoamrica que primero se pens y se escribi en los libros y despus se llev
a cabo, era un pas profundamente modernista y volcado a las novedades de esto que se
llamaba el cientificismo.
Carranza tiene preparacin, sabe lo que tiene que coleccionar y cumple su papel, es la
voz autorizada, l es quien da testimonio de la autenticidad de estas reliquias que l va
a recoger y va a ir guardando para que se celebre la memoria de la Revolucin de Mayo
y de las guerras de la Independencia. Hay un hecho histrico simple: la Revolucin de
Mayo es una revolucin de Buenos Aires que en muchos casos no es tenida en cuenta por
el resto de lo que hoy es la Argentina, o de lo que hoy es Bolivia o Paraguay o el Uruguay.
sta es una tensin que se marca profundamente en la historia argentina, sobre todo
por razones econmicas. No quiero caer en el economicismo pero Buenos Aires tena
la Aduana, era la que recaudaba la caja. En 1880 cambia la situacin y el Estado se vuelve
una realidad; esto significa que se vuelve una realidad porque ha triunfado un modelo
que es el modelo de Roca, un modelo capitalista. Su lema era Orden y administracin;
se acabaron las guerras, se acab la resolucin de los conflictos a travs de los choques
armados, y haba que terminar con lo que se llamaba el problema del indio que corre en
las fronteras de la Argentina hasta los lmites de la Patagonia. Ah es cuando este pas,
en poco tiempo, llega a ser la sexta potencia econmica en el mundo occidental.
El Estado no es un Estado que incorpore, es un Estado que excluye. Las primeras que
excluye son casualmente las poblaciones indgenas, porque se ha pasado de este lema
de la civilizacin y la barbarie al de la historia y la prehistoria. Los indios han quedado
congelados en la prehistoria y son un anacronismo para el Estado argentino, hay que
borrarlos como sea, y esto se nota y se ve en toda la historia posterior cuando se quiere
apelar a los antecedentes de la nacionalidad argentina, que no pasan nunca ms all
de la sociedad colonial. Ese es un tema que me interesa a m como arquelogo y como
historiador, como persona interesada por lo que pasa en el mundo: quiero saber cmo
fueron excluidos los indios y cmo fueron los esfuerzos para que no tuvieran una
presencia en la historia nacional.
Mesa 5
sociabilidad portea. Hay una separacin radical entre esta clase de dirigente y el resto
de la sociedad, y es una separacin cultural y tica, esto va a aparecer despus, cuando
el pas se llene de inmigrantes, cuando Argentina celebre el Centenario, cuando va a
aparecer el gran temor al cosmopolitismo de la sociedad argentina: hay que nacionalizar
a todos estos italianos, espaoles, alemanes, judos, etc., etc. No es una tarea fcil, una
de las cuestiones ticas es que estas clases no tienen los mismos valores que la clase
dirigente, y aqu viene este afn de lucro, que es visto como una de las faltas de virtudes
de las clases medias argentinas.
Cul es la tarea de Carranza como fundador del museo? Es construir un panten de la
patria, pero construirlo, no imaginarlo, y tena los planos hechos para que se levantara
el edificio en lo que hoy es la Plaza San Martn en Buenos Aires, una de las zonas ms
elegantes. Se supona que ste era el proyecto arquitectnico: en la parte baja estara el
panten de la patria, donde estaran enterrados los hroes y los prceres, y en la parte
de arriba una exhibicin que cubra esta particular concepcin de la historia argentina
a travs de las reliquias, que acercaban el pblico este pblico sobre todo joven y
extranjero con lo sagrado que tena esto, que formaron la nacionalidad argentina.
Cul es el proyecto de Carranza? Crear una ciudadana. Cmo lo hace? Con el
panten de la patria, mostrando las reliquias; pero tambin crea una iconografa
patritica. Encarga la pintura, la confeccin de imgenes que se graben en la mente de la
gente y que estn mostrando los hitos fundamentales de este camino que estaba trazado
de antemano: a dnde iba la Argentina y qu era lo que se llamaba la excepcionalidad de
la Argentina. Bueno, no nos ha ido muy bien, pero para 1890-1910 era algo que se crea
que iba a ser el desenvolvimiento ininterrumpido del progreso.
Carranza pidi y logr pagar la confeccin de iconografa patritica, pero quien se
encarg de hacerla llegar a todos los mbitos del pas, sobre todo a las escuelas, fue
una revista que se fund en 1919, y que es la revista Billiken, una revista que muchos
de la generacin ma en Mxico lean cotidianamente, y las lminas de Billiken son los
cuadros del Museo Histrico Nacional, y si uno quiere ir a ver estos conos de la patria,
tiene que estar ah, y va y los ve la paradoja es que quienes pintan esta iconografa
patritica, uno era chileno que era Subercaseaux y el otro uruguayo, que era Blanes,
pero no importa.
Mesa 5
donde fue instalado el Museo Histrico Nacional). En ese lugar, dice el mito, se fund
la ciudad de Buenos Aires. Entonces, no solamente era el panten de la patria donde
estaban las reliquias, sino que era la patria, y estaba donde fue la fundacin de la patria.
Esta clase dirigente se presentaba y se representaba a s misma como la sntesis de la
nacin y del patriotismo. Hay dos grandes movimientos sociales en la Argentina en el
siglo XX , uno es el radicalismo con la democratizacin de la representacin electoral que
instaura el voto secreto y obligatorio; el otro gran movimiento es del 40, el peronismo,
el justicialismo liderado por un coronel Pern que supo ganarse la confianza para subir
al poder apoyado por las clases trabajadoras.
Lo curioso es que este museo no cambi, sigui siendo exactamente lo mismo, yo no
tengo una explicacin. Creo que de algn modo la poltica dej de interesarle a estos
movimientos populares que estaban descentrados de esta idea esencialista de la nacin
y siguieron adelante con sus proyectos. Ambos fueron derrocados por golpes de Estado,
y uno ve, si revisa el trabajo de ste, sobre todo el periodo del peronismo, que no se
apartan de la idea de los prceres, de la idea de las reliquias, de la idea de la esencia de la
patria, el latinismo y la figura que sta toma ahora, que es la del gaucho, y el indio queda
relegado por supuesto a un segundo plano.
Cuando me hice cargo del museo, en el 2005, mi afn era hacer un museo que fuera
multivocal, que fuera pluralista y que no le tuviera ms miedo al conflicto, porque
habamos pasado de las reliquias al patrimonio y el patrimonio es conflicto, lucha y
pelea, y no hay que tenerle miedo. Yo, sintindome Maradona, pens: Si ahora estoy
en la seleccin de los museos, voy a ser Diego y voy a patear con la izquierda. Entonces,
abr el museo para la conmemoracin de los treinta aos de las madres de Plaza de
Mayo Ms all de lo que piensan o hablan o dicen las distintas facciones dentro de
los grupos de derechos humanos, considero que las madres de Plaza de Mayo es uno
de los movimientos sociales ms importantes que ha dado la Argentina en el siglo XX ,
sobre todo en sus aspectos ticos, quiz no en lo poltico, pero su planteamiento tico
es un ejemplo para muchos casos histricos. Yo les abr las puertas, ellas quedaron de
hacer la museografa. No pudieron hacer un relato y lo que deba haber sido un xito
no lo fue, un xito por trasgresin y un xito por lo que significaba la representacin
de las madres en el Museo Histrico Nacional, por qu? Porque no hubo un relato;
a m me encanta escuchar lo que habla la gente cuando est en el museo, esa es mi
parte de estudio del pblico, y sobre todo a los jvenes: hay generaciones de argentinos
que no saben, no han vivido la dictadura, no tienen ni idea de esas cosas. Hay que
machacar los aspectos ticos del movimiento de las madres de Plaza de Mayo, que no
son conocidos por los jvenes. Al mes me robaron el reloj, al mes y quince das me
imputaron como encubridor, y el museo estuvo cerrado casi un ao. No quiero tener
una visin conspirativa de la historia, pero algo pas.
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Cules eran mis proyectos, lo que yo consideraba que tenamos que hacer? Primero, yo
tena un relato, que era las distintas maneras de ser argentino, e imaginaba esta exhibicin
en un lugar central, con fotos de todos los argentinos, las distintas modalidades fsicas
de los argentinos: desde los indgenas de La Puna, que se levantaron contra el poder
central en el 74 y nadie sabe que el noroeste argentino en la poca de la conquista estuvo
ciento cincuenta aos independiente del poder colonial espaol; que pudiramos llegar
hasta la Patagonia mostrando estos rostros de los distintos argentinos y las distintas
formas de ser argentino. Pens que lo que ms distingua era la msica: no es lo mismo
el muchacho que vive en la villa miseria, en la precariedad, que escucha la cumbia
villera, que el muchacho de los barrios de clase media, que escucha Soda Stereo o los
Fabulosos Cadillacs (y podemos seguir la lista al infinito), o los Redonditos de ricota,
que son de la clase media baja, y adems mostrar el paisaje de la Argentina, no caer en
el determinismo geogrfico pero mostrar las variedades del paisaje argentino con sus
variedades culturales y hacer que la gente asuma que eso es parte de su memoria. Hay que
empezar a recoger la memoria de los distintos argentinos. La historia no es cronologa:
a m me interesa mostrar los procesos sociales por los cuales se han conformado hoy
estas comunidades que son absolutamente distintas entre s.
Haba que ampliar la formacin de la gente que trabajaba en el museo, haba que
levantar ese nivel, hacer una verdadera eleccin y un esfuerzo para la formacin
de recursos humanos especializados. Uno de los problemas, yo creo, de los museos
argentinos (aparte de sus directores, que son un problema) es el personal tcnico, qu
me encontr yo en el Museo Histrico? No haba reservas, el museo era como este
cuento de Cortzar en el que a medida que una habitacin tiene goteras se cierra y se
pasa a la siguiente, y se van acomodando y guardando los trastos viejos. No haba un
equipo de conservacin, pero s queran restauracin, y eso significaba era obvio que
lo que queran no era la biografa de los objetos como pensamos los arquelogos, o
la cultura material de los argentinos que queran la restauracin de las reliquias, que
fuera lo mejor que pudiera parecerse y mostrarse al pblico, pero que no tuvieran esas
marcas del tiempo, esa biografa que tienen los objetos Para tener esta biografa haba
la necesidad de construir equipos que trabajaran juntos, los investigadores con la gente
que hace el registro, el inventario, todos ellos con la gente que hace la conservacin,
y empezar a pensar que hay un proyecto y que tenemos un relato que contar, que
tenemos una memoria que rescatar Se puede caer en el defecto de constituir un staff
de misioneros, bueno, son los riesgos.
Una de las cosas que como director trabajo cuando soy curador de una muestra, es la
sorpresa: me interesa que el visitante que entre encuentre algo que le pegue en el medio
de la frente, diga Pum, no puede ser! En la Argentina hay indios desde el 10.000 a.C.?
Hemos hecho una pequea muestra donde queremos guardar la memoria de la dcada
del 70 y de la violencia poltica, e inmediatamente juntamos una buena coleccin
de las revistas de los distintos grupos polticos. Esto tiene que ver con esta cultura
literaria argentina: los argentinos cuando no hablan, escriben, y prcticamente se la
pasan hablando y escribiendo. Conseguimos tener una gama de publicaciones que iba
desde el maosmo a la derecha conservadora, haciendo todas apologa de la violencia.
Yo creo que hay que asumir esto: nuestra generacin es una generacin que crey que
la violencia era la partera de la historia y que todava debemos ser lo suficientemente
valientes de hacernos una autocrtica y saber que lo que creamos que eran verdades
absolutas, son como mucho algunas certezas relativas.
Mesa 5
Ayer los compaeros que trabajaban con el ro Magdalena hablaron de algo que a m
me encanta, que es la construccin de las exhibiciones: nunca se para, siempre viene
alguien del pblico que tiene una crtica constructiva para hacer; que la deja escrita,
o que viene y habla, y nosotros vamos cambiando sobre la marcha y aprendemos por
las dificultades que tiene la gente de entender esta literatura. Una de mis premisas (as
como la sorpresa es una de ellas) es abandonar definitivamente el lenguaje de la ciencia:
el lenguaje de la ciencia es para pares, lo que hay que hacer es tener una autoridad
cientfica. Yo he nombrado un consejo asesor que cubre desde aquella gente que trabaja
con los problemas de gnero, con los problemas de las migraciones, con los problemas
de la historia poltica, con la arqueologa (un homenaje a mi maestro Alberto Rex
Gonzlez), con aquellos que trabajaban en la divulgacin histrica de manera seria,
que me asesoran para que podamos trabajar para que estos guiones tengan un respaldo
de nuevos conocimientos, pero sobre todo que sea absolutamente pluralista.
Otro punto que quiero desacralizar esto es un proyecto colectivo es que los depsitos
sean visitables: se acab el sancta sanctorum donde no entran ms que el director o
los curadores. Que la gente vea cmo se trabaja, tiene que haber una forma de que el
pblico monitoree lo que nosotros hacemos, que realmente estamos cumpliendo con
lo que se nos paga para hacer este trabajo; que no hay ratas, que no hay plagas, no hay
goteras tiene que haber la posibilidad de que el pblico visite los depsitos.
Creo haberme metido en el mundo de los museos por voluntad propia, nadie me oblig,
y creo que uno de los puntos clave fue el goce, porque en el museo, cuando uno tiene
una relacin (se pude decir que hasta ertica) con el pblico, hay un goce profundo
cuando uno se da cuenta de que la gente que entr se va con muchas ms preguntas
de las que haba llegado, y cuando uno es capaz de redactar o de trasmitir una idea de
forma sencilla para que esta persona rescate de manera gozosa parte de su historia, parte
de su memoria. Es funcin de este goce la posibilidad de que los distintos grupos, las
distintas maneras de ser argentino, vayan recordando y construyendo su memoria, y
que se inserten de manera polmica, pero tambin que entiendan que en la diversidad
puede haber unidad, que se puede discutir y que se puede tener un lugar para cada una
de estas formas distintas de ser argentino.
Nosotros somos un pas que acu un trmino que no existe en ningn otro lado, el
chantapufi, que es una definicin de esta cosa de la falta de seriedad. Entonces no hay
que caer en el chantismo, pero tampoco en la solemnidad, porque tambin somos muy
propensos a ser solemnes. Que el museo sea un lugar de goce, un lugar donde uno se
encuentre para disfrutar, no por obligacin sino porque quiere pasar un rato agradable.
Comparto con Manuel la idea de que los museos ensean, no escolarizan pero ensean,
si no ponemos un restaurant o un bar de vinos y se acab la historia. Creo que la
diferencia est en poder realmente salir con ms preguntas que con las que se entr.
Mesa 5
Hay un entorno, ese sector de San Telmo, que est siendo revalorizado. Es un sector
pobre: yo quiero que al barrio lo usen, lo usen como lugar propio, que vengan a pasar un
rato agradable, que vengan a tener algo que no tienen en sus casas y que puedan rescatar
esta memoria que les pertenece. Porque una de sus caractersticas es la gran cantidad
de emigrantes de los pases vecinos que tienen miedo de ser catalogados como indios,
y el museo lo que trata de hacer es reforzar esta posibilidad de que ellos se reivindiquen
como indgenas que tienen un memoria propia, que sus abuelos son bolivianos o
paraguayos, que en su casa se habla un idioma indgena y que son argentinos pero que
tienen otra memoria, y que es tan respetable una cosa como la otra.
Mesa 5
Debate mesa 5
Roberto Lleras: Para iniciar este debate voy a hacer un resumen muy breve de cada
una de las tres conferencias que antecedieron. Les pido excusas de antemano a los
conferencistas por cualquier tergiversacin o cualquier malentendido que pueda yo
tener al respecto. Despus de este resumen voy a plantear un primer punto de debate
para que los conferencistas expresen sus ideas alrededor de este tpico, y una vez
que concluyamos va a haber un segundo tpico. Despus de esto quedan abiertas las
preguntas para el pblico.
Germn Rey nos ha hablado sobre el consumo cultural y empleando varias de las
definiciones clsicas al respecto, ha concluido que se trata de un conjunto de relaciones
entre los visitantes y las ofertas del museo, y que en el consumo se vinculan comunidades
interpretativas, producciones de sentido y visibilidad. Ha recalcado el uso social del
museo como un factor fundamental, y nos ha hecho algunas anotaciones sobre quines
en la ciudad consumen museo y cmo existen ciertas diferencias geogrficas y de nivel
educativo entre las personas que asisten a los museos.
Tambin nos ha dicho claramente que estas prcticas del consumo generan conjuntos
simblicos y que los estudios de consumo cultural en Amrica Latina son difcilmente
comparables, en primer lugar porque ni siquiera las preguntas mismas son iguales. Que
no obstante, hay tendencias muy claras que se pueden sacar como resultado general
de todos estos estudios, entre ellas que hay una visin estratificada que incluye por lo
menos tres grandes capas de consumo: el gran consumo, que se refiere a la televisin y
la msica; una oferta de la alta cultura y un consumo de la alta cultura que tiene que ver
con las exposiciones, conciertos y museos; y en el centro una capa de cultura que tiene
que ver sobre todo con la lectura.
Ha hecho nfasis en las variables del consumo, las variables de edad, de educacin, de
nivel econmico y tambin ha hecho una anotacin fundamental para el tema de los
museos y es cmo el consumo se ha desplazado desde la esfera pblica a la esfera privada
y cmo cada vez se consume ms cultura en el mbito de lo cotidiano, del hogar, de lo
privado.
Tambin ha enfatizado cmo las estructuras conceptuales median entre la comunicacin
entre el pblico y la exposicin, y nos ha hecho un resumen muy claro de los tipos de
visitantes: el visitante hormiga, mariposa, pez y saltamontes, y cmo cada uno de ellos
utiliza el museo y utiliza el discurso cientfico del museo de forma distinta.
Mesa 5
Desde el punto de vista del museo, dice Germn con mucha claridad que ste debe
explorar las nuevas lgicas. Estos nuevos problemas de la comunicacin meditica
que realmente han impuesto una nueva forma de relacin entre las personas y sus
consumos culturales, tambin atenindose a los informes de pblicos del Museo
Nacional. Ha identificado cmo en diversas exposiciones la gente encuentra referentes
como memoria, lugar y afecto; memorias y huellas del pasado; memorias tempranas;
memorias y entierros funerarios; y memorias de coleccionismo o de coleccionista.
A continuacin, Clara Isabel Botero ha hecho unas reflexiones sobre el carcter de los
museos y ha anotado cmo los museos son cajas de resonancia que reflejan los diferentes
tipos de saberes de distintas pocas y cmo en los museos hay procesos de seleccin que
limitan la exposicin misma. Cmo no es posible adems exhibir objetos sin que haya
discursos cientficos que los sustenten.
Ha hecho una descripcin del proceso del Museo del Oro desde sus inicios en
1939, identificando diversas etapas: una que va del 39 al 47 que ella identifica como
de acumulacin; la que va del 47 al 59 que es dedicada especialmente a los ilustres
visitantes; y a partir del 59 una abierta al pblico. Entre 1997 y el 2008 se lleva a cabo el
proceso de conformacin de la nueva exhibicin del Museo del Oro, que resulta en su
conformacin de un museo del siglo XXI y que incluye una gran cantidad de labores en
relacin con el guion, la museologa, la conservacin, las reservas, los aspectos tcnicos
y arquitectnicos.
Clara Isabel anota tambin cmo hemos llegado a conocer que el pblico del Museo del
Oro est conformado por un 60% de colombianos y un 40% de extranjeros, y tambin
ha hecho nfasis en los niveles de informacin que se manejan en el museo, comenzando
por los textos mismos de la exposicin, llegando a las audioguas, a las guas impresas y
a otros tipos de vehculos de comunicacin.
Finalmente ha hecho un recuento de los estudios de pblico que se han hecho en el
Museo del Oro, comenzando con los estudios etnogrficos de la antroploga Salcedo,
las encuestas y entrevistas sobre recorridos, el uso y sistematizacin de los comentarios
contenidos en el libro de sugerencias y los ltimos estudios, an en proceso, de Fernando
Barona sobre la produccin de sentidos en el museo.
Clara Isabel concluye su exposicin identificando al Museo del Oro en la visin y en la
percepcin del pblico como un smbolo de identidad y orgullo de Colombia, y recalca
cmo este museo, adems de ser una experiencia educativa, constituye una experiencia
emocional, y cmo a travs del museo, el pblico tiene la oportunidad de franquear
umbrales, entre ellos el umbral que existe entre lo profano y lo sagrado.
Jos Antonio Prez Golln se declara como una persona que tiene una visin ideolgica
y poltica del museo y nos dice que hay formas alternativas de contar la arqueologa.
Declara que el Museo Histrico Nacional de la Argentina, que l recibi, es un museo
fsil, o era un museo fsil mejor, ideado inicialmente como un panten de la patria,
dedicado a recoger las reliquias de los prceres.
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Nos cuenta que cuando se instala el museo, hay en Argentina una situacin de
conflicto, bsicamente entre una tendencia centralista y una federalista, cmo Buenos
Aires aspira a una hegemona nacional y cmo se funda por parte de la clase alta un
coleccionismo, que entre otras cosas tiene que ver tambin con una tendencia de
coleccionismo de ciencias naturales con una fuerte tendencia evolucionista. Cmo
entonces se coleccionan reliquias para celebrar la memoria de la Revolucin de Mayo y
cmo a lo largo del siglo XIX especficamente en 1880, esta situacin cambia y triunfa
el modelo de Estado fuerte, un modelo de Estado que se expande sobre los territorios
antes no ocupados, la Patagonia bsicamente, y excluye a los indgenas.
Buenos Aires a lo largo de esta poca va perdiendo hegemona y se perfila por parte de la
clase dirigente la necesidad de un proyecto de nacionalizacin de los inmigrantes, crear
una ciudadana y crear una iconografa patritica, hacerles ver la excepcionalidad de la
Argentina y la importancia y arrollador impulso del progreso. Esto se logra a travs del
museo y a travs de las revistas de conmemoracin patritica.
En el Museo Histrico Nacional, entonces, la clase dirigente se perfila como una sntesis
de la nacionalidad y de la patria. Durante el periodo justicialista, registra Jos Antonio
con sorpresa que el museo no cambia su carcter en absoluto, y cuando l lo recibe en
2005 el proyecto es bsicamente pasar de las reliquias al patrimonio, imagina el museo
como una muestra de los rostros de los argentinos y las formas de ser, y piensa que se
necesita involucrar la msica, el paisaje y todas sus variedades culturales: recoger las
memorias de todas las comunidades argentinas.
Desde este punto de vista tiene tareas importantes que hacer. Tareas prcticas como
formar personal tcnico, establecer reservas, establecer medidas de conservacin, pero
lo perfila todo esto como un proyecto compartido, un relato que debe contar inclusive
temas como el de la violencia de las dictaduras militares durante los setentas, y habla de
un tema que es fascinante que voy a retomar ahora, que es la construccin permanente
de las exhibiciones. Declara Jos Antonio que no debe usarse un lenguaje cientfico,
pero s debe haber una autoridad cientfica, que los depsitos deben ser visitables y que
es muy importante tener en cuenta el goce como un aspecto fundamental.
La insercin de las comunidades debe involucrar las mltiples formas de ser argentinos,
no una sola. Reivindicar lo indgena entre ellas, y propone finalmente integrar deporte,
msica y literatura como facetas indispensables de este nuevo museo.
Yo quiero plantearles a los conferencistas dos puntos iniciales, y les pido muy
amablemente su opinin al respecto del planteamiento que voy a hacer. Se ha dicho
casi una frase clsica hoy en da, que el museo no debe ser un espacio donde se guarden
cosas, ms bien un espacio vivo en el que ocurren cosas. Yo pienso que para que esto,
para que ocurran cosas, se deben recoger el sentir, la identidad y la memoria de las
comunidades, es algo que creo que todos han expresado muy claramente en distintas
formas. Los museos no deben ser creaciones excluyentes en ningn sentido, ni por parte
de quien los hace ni tampoco por las personas a quienes va dirigido.
sta es una concepcin del museo tal vez como un foro permanente, es indudable.
Sin embargo, para que esto pueda ocurrir tenemos que convocar a las comunidades e
involucrarlas, pero sin embargo (y esto lo ha anotado muy claramente Germn Rey) la
tendencia del consumo nos muestra ms bien que el consumo cultural est alejndose de
los museos, que se est acercando a otras esferas, a otros vehculos culturales. Dicho de
otra forma, tenemos que trabajar con el pblico en el museo, pero antes de eso hay que
lograr simplemente que el pblico llegue al museo. Entonces yo les quiero preguntar
a los conferencistas, Qu ideas existen realmente para que podamos trabajar con el
pblico y antes de eso podamos hacer que el pblico llegue al museo?
Germn Rey: El primer punto, referido a la creacin incluyente como una caracterstica
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El gran problema es otro que mencionaba Jos Antonio, y es el peligro de ligar acceso
de pblico a la obligatoriedad, al tema del deber, yo lo estudi en el caso de la lectura en
Colombia. Uno de los grandes problemas de la lectura es que las estadsticas de lectura
estn marcadas fundamentalmente por la lectura por deber pero no por la lectura por
placer, y el tema de la lectura estar resuelto cuando tengamos menos lectura por deber
y ms lectura por placer. Sin embargo, por ejemplo, las estadsticas de Bogot muestran
una cosa muy interesante: entre las estadsticas del ao 2000, cuando hice el primer
anlisis, y despus con las que realic en 2005, empieza a desplazarse la lectura por
deber a la lectura por placer, eso es importante. No obstante, en Bogot entre el 2000
y el 2005 creci la inequidad en trminos de las personas que tienen ms libros en su
casa. Hoy hay menos personas que tienen ms libros y muchas ms personas que tienen
menos libros, ah hay un problema; este segundo punto me parece muy importante.
Hay un tercer punto que es la puesta en escena del museo como un lugar que pueda
ser atractivo. Hago una mencin a esto: cuando no haba casi nadie y me sub a ver
los comentarios sobre algunas fallas del museo, en esa maraa encontr que haba
muchas opiniones acerca de dos asuntos, Qu tan atractivo puede ser un museo? S
que esto es un asunto problemtico y muy discutible, Qu tan atractivo puede ser?
Encontr comentarios de la gente pidiendo un tipo de relacin con el museo que supere
por ejemplo el distanciamiento corporal clsico del objeto para involucrarse, quiz el
Exploratorio que t has mencionado sea uno de los lugares para acercar, para permitir
ese acercamiento frente a las vitrinas de seguridad que obviamente deben existir. Sin
embargo, me llam mucho la atencin de las peticiones de los jvenes o de las personas
que dejan ah sus puntos de vista, y es qu desearan en el Museo Nacional [Qu le
falta al Museo Nacional?-Le faltan dinosaurios!], aunque debe haber por ah algunos,
sobre todo en ciertas partes histricas del museo. Le faltan dinosaurios. Y haba otro,
hubo una cosa que me llam mucho la atencin y es una opinin de alguna persona que
dice, Les faltan ms habitaciones donde hayan ? mujeres desnudas. A m me interesa
mucho saber qu hay detrs de esto, de estas percepciones. Y finalizo aqu porque,
por ejemplo, en todas las discusiones sobre nuevas tecnologa siempre me encuentro
un seor de edad y peligrosamente alguna seora o seor de menos edad que estn
verdaderamente aterrorizados por Internet, porque en Internet haya mujeres desnudas,
es decir, como una visin porno de Internet
Para molestarles a esta hora del da, quiero decirles que en los ltimos cinco aos
hubo un debate cultural en Colombia que tambin lo vivieron los argentinos, pero
los argentinos lo vivieron con mayor, no s si tremendismo o excitacin, porque para
ellos es mucho ms profunda la cosa, y un historiador sabe explicar esto y es que la
lectura de libros se desbarranc 30% en Colombia: en Colombia leemos 30% menos
que hace cinco aos. Dos, la lectura de revistas y peridicos no creci nada, porque es
que no crece en ninguna parte, eso no lo leen los jvenes, entre otras cosas. Yo en un
estudio hace quince aos, ya con las estadsticas a la mano, titul un captulo Cuando
los jvenes lean prensa..., esto nunca ha sucedido en los ltimos diecisis aos despus
de mi texto, entonces me parece que stas seran algunas claves digamos provisionales
y perdnenme, el tercer dato estadstico es que en los ltimos cinco aos en Colombia
la nica lectura que creci fue la lectura en Internet, y por ah andan gentes despistadas
que estn alarmadas por esto. No, no se alarmen por esto: yo tambin encontr en mis
estudios estadsticos que los que ms leen en Internet, por lo menos en Colombia, pas
extrao adems, son tambin los que ms leen libros, los que ms van a bibliotecas, los
que ms tienen libros, o sea que no me vengan a m con la idea de que la lectura en Internet
est desplazando la lectura tradicional: lo que se estn dando son complementariedades
que sera lo que debera ofrecer, entre otras cosas, el espacio del museo.
Clara Isabel Botero: Bueno, pues muy interesante lo que t cuentas porque imagnate
Mesa 5
que yo en 1992 trabaj un tiempo aqu, en este museo, e hice un estudio con el pblico,
y en 1992, antes de la gran renovacin del museo, cuando este museo era realmente un
museo que mostraba los prceres de la patria y otras cosas, por supuesto lo que la gente
quera ver en este museo era el pas, y me acuerdo muy bien que dos personas me dijeron
eso y yo les preguntaba, Qu era ver el pas? Que queran ver la geografa de Colombia,
ahora quieren ver los dinosaurios y todo lo que t nos cuentas, que seguramente hay
otros lugares donde lo pueden ver.
Volviendo a los temas de discusin, el primer punto que me parece muy importante e
interesante es Cmo se inserta la visita del museo en el tiempo, en el uso del tiempo
de la gente?, pues creo que todos hemos tratado que la visita al museo no sea solamente
en lo que muchos autores han llamado el tiempo obligado, es decir, las visitas de los
colegios, o que alguien los trae o que hay que hacer como parte del pensamiento
acadmico, sino que todos los museos pienso que el Museo Nacional, el Museo del
Oro y muchos museos estamos tratando que la visita al museo forme parte del tiempo
de ocio de la gente. En ese sentido, por ejemplo el Museo Nacional y toda la parte de
Artes del Banco de la Repblica han hecho un inmenso esfuerzo en traer exposiciones
de mucho inters para el pblico con el fin de insertar la visita a los museos los fines de
semana, los sbados, los domingos, etc., y pienso que ese es uno de nuestros grandes
retos, de todos los museos, lograr que de verdad tengamos una programacin y unas
actividades de inters para la familia y que la visita no sea como deca antes solamente la
visita de colegio o la visita cuando se quiere acompaar a un visitante especial.
Otro tema muy interesante y que es un tema que puede ser de discusin es la tensin que
intuyo y siento frente a las creaciones incluyentes, y esa tensin la veo desde el punto de
vista de que hay cierto tipo de exposiciones y actividades que pueden ser completamente
incluyentes democrticamente, pero hay otras que requieren por supuesto el
conocimiento cientfico o histrico o artstico, de los curadores, de los cientficos que
desarrollan las actividades. Por ejemplo, en el caso del Banco de la Repblica nosotros
tenemos esas dos vertientes. Las exposiciones que por supuesto son realizadas en base al
conocimiento de curadores, arquelogos e historiadores y por el otro lado algunas con
las cuales hemos hecho algunos intentos, por ejemplo, exposiciones que van mucho
en regiones del pas y queremos seguir trabajando en ese sentido, que la gente pueda
incluir, por ejemplo vamos a trabajar con la exposicin del ro Magdalena que estuvo
aqu, un trabajo conjunto con el Museo Nacional y el Instituto de Antropologa, y lo
que quisiramos es que llegue a las ciudades y pueblos de las riveras del ro y que en cada
regin haya una participacin cotidiana, una participacin de la sociedad.
Pero entonces hay esa creacin incluyente, por eso les digo que hay un poquito de tensin,
porque no en todos los casos puede ser tan supremamente clara. El ltimo tema que
quera mencionar sobre el consumo de los museos es a veces la distancia sociocultural
que tambin los museos tenemos que quebrar, es decir, por investigaciones, tanto esa
investigacin que hice hace muchos aos aqu en este museo, como las del Museo del
Oro, es muy impresionante, uno no lo puede creer pero hay grupos sociales que sienten
an en Colombia que los museos son como me dijeron para la gente muy educada
o aqu me lo dijo una persona para los elegantes, entonces s que tanto para el
Museo Nacional, el Museo del Oro y los otros museos de la ciudad, ese es un reto muy
grande que tenemos, es decir, tratamos de llegar a todos los grupos sociales, a todas las
regiones de la ciudad pero de pronto con investigaciones, estudios que podamos hacer
en diferentes regiones, por ejemplo en la propia ciudad de Bogot, podremos romper
esa distancia sociocultural que existe.
Jos Antonio Prez: Yo no creo que el museo sea el lugar donde se guardan las cosas,
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pero s necesita tener cosas para mostrar porque si no, no s es un dilogo con objetos
y con cultura material fundamentalmente. Me niego al populismo de tener que bajar
los niveles para conformar y atraer un cierto pblico, no lo creo, est muy en boga
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Otra experiencia muy buena fue la noche de los museos: los museos abren de ocho de
la noche a dos de la maana y el municipio, la ciudad de Buenos Aires, tena un servicio
de buses que los llevaba y podan hacer todos los circuitos de todos los museos que
estaban adheridos a la noche de los museos. Entonces nosotros pusimos a las 7:00 pm
un conjunto de msica barroca, a las 9:30 pm uno de tango pero de tango nuevo, no
de los tango viejos sino de todos estos tangos innovadores, electrnicos y terminamos
con un gran concierto de msica electrnica con proyecciones, entonces estos chicos
alucinan, decan No puede ser, cmo puede ser que ac estemos viendo esto, me
encanta!
Eso tambin tiene que ver con abrir el museo a los jvenes, y hay algo en lo que yo pongo
mucho acento, es la verosimilitud de esta gente que ha tenido un lugar en la historia. El
museo est plagado de esta iconografa patritica que pint de memoria a todos los que
intervinieron en la Independencia, no tienen nada que ver con lo que es la realidad, y el
museo cuenta con una muy buena coleccin fotogrfica y ciento treinta daguerrotipos,
empezando por un daguerrotipo de general San Martn que hay que aprovechar. Hoy,
en la era en que uno saca una foto, hoy le saca una foto a un chico, a su hijo, a su nieto,
y el chico inmediatamente dice, a ver, a ver. Porque antes iba a diapositivas a Kodak y
volvan a los dos meses, ahora es instantnea, y entonces eso de ver una foto antigua
es maravilloso, porque son seres de carne y hueso, y creo que hay que trabajar sobre
eso, que tenan enemigos, que haba gente contempornea que no los quera, que hay
caricaturas que los tratan de ridiculizar. Hay algo que tambin es importante, no es
porque yo sea bajito, pero ver los uniformes en trminos del cuerpo: hay personas que
uno cree que han sido muy musculosas, y resulta que son muy menudos, y entonces eso
tambin hace pensar No puede ser, estoy muy peticito, cmo puede ser.
Creo que hay que volver al museo, no ver tanto el pblico del museo sino que los museos
sean cada vez ms pblicos, lo que dijeron ayer que me pareci una maravilla.
Roberto Lleras: Muchas gracias a los tres conferencistas, estamos un poco cortos de
tiempo y por esto solo voy a hacer una ltima pregunta para rogarles a ustedes una
respuesta, ojal breve, y le damos tiempo despus al pblico para ms preguntas.
Hay una cosa que me preocupa a m sobremanera desde mi experiencia con los museos,
creo que de alguna manera en las exposiciones que han hecho ustedes tambin est
presente aunque no haya sido una cosa que se haya planteado explcitamente. Los
museos se debaten indudablemente en una tensin entre lo permanente y lo temporal.
Las exposiciones se hacen para ser permanentes, y de hecho reciben ese nombre, y el
hecho de que sean permanentes las amenaza inmediatamente, las amenaza de caducidad,
es una cosa que a largo plazo constituye un problema.
Uno hace un enorme esfuerzo durante aos, construye un guion, hace una inversin
gigantesca en todo el apoyo museolgico, las vitrinas, la iluminacin, los sistemas
de conservacin, hace tambin a veces unos esfuerzos muy grandes en trminos de
conservacin y restauracin de objetos. Se monta la exhibicin y desde el momento
mismo en que se cierra la vitrina esto se est volviendo viejo, se est caducando, se est
pasando ya, y un poco de tiempo despus, un ao o dos, comienza a verse viejo; esto es
algo que es supremamente desconsolador para quienes trabajamos en los museos.
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Jos Antonio Prez: Cuando digo que las exposiciones son una construccin
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Los directores de museos que han estado aqu han sealado que precisamente una de
las grandes cualidades del museo es abrir preguntas, y resalto por ejemplo la discusin
sobre el tema de la verdad y la verosimilitud en el museo, ste me parece que es un
tema central, y no solamente un tema central, digamos en los museos histricos, sino
en general en todos los museos, en los museos arqueolgicos, en los museos de arte,
etc. Yo recuerdo haber escuchado al mexicano Julio Scherer, cuando le concedimos el
premio de periodismo en el consejo rector de periodismo de la Fundacin de Nuevo
Periodismo; l deca que tambin el problema del periodismo era menos la verdad
y mucho ms el tema de la verosimilitud que tiene que ver con un tema que aqu se
plante muy bellamente por los dos compaeros, y es la relacin que existe entre la
puesta en escena, el guion museogrfico, el relato y la narrativa, esto es un punto central
en el territorio en el que yo habito, y me imagino que es un punto central en el territorio
museogrfico. El segundo es el tema de la permanencia, de lo constante, de lo temporal:
pblico ocho preguntas, tres de ellas estn dirigidas a cada uno de los expositores, las
otras estn dirigidas en general a quien las quiera contestar. Hay una pregunta que est
dirigida a m, yo no soy expositor, entonces realmente mal me quedara contestarla,
vamos a ver si tenemos tiempo para que Clara Isabel la asuma, en todo caso empezamos
con las preguntas dirigidas especficamente a los conferencistas.
Para Clara Isabel Botero, preguntan: Qu programas ha desarrollado el Museo del
Oro en el siglo XXI para el apoyo, investigacin y conservacin del patrimonio vivo
indgena colombiano?
Clara Isabel Botero: Muy buena pregunta. En el nuevo Museo del Oro tenemos unos
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cantos de los mamos de la Sierra Nevada de Santa Marta, tal vez en el sitio que para
para ti, dice as: Teniendo en cuenta la responsabilidad social como razn de la existencia
del museo, Cmo puede un museo influenciar o enderezar la mentalidad unanimista
que nos carcome?, Te la repito?
Jos Antonio Prez: No, si la entend, y bueno, hay que desmontar la mentalidad
unanimista y tratar de que el museo se realmente plural, y que haya mayor cantidad
de opiniones alrededor de los temas. Yo creo que ese es el punto crucial del asunto, no
todos los museos son unnimes, se pueden hacer museos que no tengan unanimidad
sobre las cosas.
Roberto Lleras: Para Germn la siguiente pregunta: Agradecera alguna reflexin
me llam mucho la atencin que cuando se hablaba de las expresiones culturales que
ms interesaban a la gente aparecan las que ya mencion, en la primera capa de esos
estratos geolgicos del consumo, la televisin por ejemplo. Pero cuando se le peda a la
gente que relacionara o dijese qu tipo de expresiones trasmitiran ellos como herencia
cultural, no apareca nada ligado a lo que haban resaltado como expresiones, y volvan
a una suerte de memoria ligada con manifestaciones culturales tradicionales: las rondas,
los juegos, etc. Esto siempre me ha llamado la atencin.
Ahora, el consumo de bienes patrimoniales no aparece tan fuertemente, habra unas
claves interesantes por ejemplo en la encuesta de Bogot acerca de qu quisiramos
preguntar, pero esto me lo deben responder ustedes que saben pero a m siempre me
llam la atencin en la encuesta del 2007 esta pregunta y su respuesta: Cul es el objeto
que ms estiman los bogotanos y las bogotanas en sus casas, independientemente de sus
clases sociales? Son los cuadros. Los cuadros, entonces me imagino que puede ser un
cuadro kitsch, o que la casa tenga un Botero, etc., o una litografa, o qu s yo.
Mesa 5
de museo y poltica, dice as: Cada montaje museogrfico tiene implcita una postura
poltica, hasta qu punto una institucin tericamente imparcial en el tema debe o
no involucrarse? Segunda parte de la pregunta, Forma esto de algn modo parte de
su labor como organismo que promueve la participacin ciudadana, o el hecho de
involucrar al ciudadano en la constitucin de su patrimonio?
Jos Antonio Prez: En primer lugar no creo que los museos tengan una posicin
poltica, me niego, hay ciertos puntos de partida y de la historia que se tratan de mostrar
en el caso del Museo Histrico, distintas versiones que hay sobre x suceso o x evento
en la historia, pero no tienen un punto de partida poltico, yo me niego a eso. Primero,
yo no he asumido una posicin poltica y creo que no se traduce en el tipo de posicin
que se manifiesta en las exposiciones. Si tenemos dos o tres versiones sobre sucesos
histricos las presentamos, y dejamos que el visitante realmente pueda tomar y elegir la
que crea que es conveniente. No somos neutrales, que es distinto: no somos neutrales,
yo no soy neutral frente el gobierno de Videla, no soy neutral frente a las madres de
Plaza de Mayo, pero tengo mis discrepancias y no asumo una posicin poltica. No es
porque yo sea radical o peronista que est en contra de las madres o en contra de Videla.
Roberto Lleras: Otra pregunta para Jos Antonio: Cul sera la sorpresa que usted
Jos Antonio Prez: En un museo como el que est en Buenos Aires lo que le quiero
Isabel, dice as, Dnde se ubica en el Museo del Oro la memoria de quienes hacan, o
manufacturaban el oro, los hombres zenes en su contexto?
Clara Isabel Botero: En el Museo del Oro en Bogot todo lo que tiene que ver con
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estara ganando dinero, ya sabra quin gana en EE .UU ., hubiera comprado acciones en
otro lugar, no se puede. Cmo vamos a saber del futuro?
Clara Isabel Botero: No nos imaginamos cmo ser el museo del futuro, sin embargo yo
pienso que en todas las pocas y en todos los momentos, el patrimonio cultural material
e inmaterial tiene que tener una presencia en todas las sociedades, entonces el museo del
futuro tendr an ms dispositivos en video, auditivos, etc., y una mayor presencia en la
red mundial de Internet, pero siempre habr un museo con sus colecciones.
Germn Rey: Un sicoanalista francs deca que la nica ciencia verdadera es la
museos, y se refiere a los hbitos de consumo de estas personas, dice as, Ustedes con
qu frecuencia visitan museos distintos a los propios, por goce, por qu y de qu tipo?
Clara Isabel Botero: Bueno, yo visito los museos de Bogot que es la ciudad donde
vivo, los visito para ver las exposiciones temporales que ofrecen luego de que conozco
la exposicin permanente, a veces, no s, una vez al mes o algo as ir a otro museo o
a ver una novedad, pero los museos en s por ah dos veces al mes. Voy a exposiciones
en mi tiempo de ocio, porque por supuesto todos los que trabajamos en los museos
tambin no es que sea tiempo obligado asistimos a inauguraciones, etc.
Jos Antonio Prez: Voy todas las semanas a los museos, aparte de al que tengo que ir
Mesa 5
un periodista de Le Monde, me deca que es una cierta relacin irracional con los
objetos que estudio, porque Rauger, que es un cartesiano, no poda explicarse cmo,
por ejemplo, yo deca que iba a un viaje, tomaba al azar unos libros y despus esos libros
venan en ayuda ma siempre, no haba momento en el cual esos libros que coga al azar
no me ayudaran completamente.
Instrucciones para quien quiera visitar un museo y viaje
Uno, d la vuelta siempre a la calle, puede encontrar un museo en determinado
momento puede ser mejor una droguera, si tiene algn problema mdico.
Dos, haga usted todo lo contrario de lo que necesariamente se hara como
un visitante de museos (que es lo que me ha sucedido). Cuando he estado en
discusiones sobre otros temas que no son sobre museos, las mejores discusiones
las he tenido en museos. Recuerdo por ejemplo seminarios que he coordinado
en el Museo Sofa Imberel Museo de Arte Contemporneo de Caracas o
en ciudades donde al azar hemos llegado a museos por los seminarios, por los
encuentros, por los debates que habitualmente hacemos sobre otros temas, no
necesariamente los museogrficos, y he encontrado algo que me ense un
escritor mexicano a quien aprecio enormemente que es Salvador Elizondo.
Salvador Elizondo tiene un cuento que me entusiasma siempre que lo releo, y
que es la historia de un investigador que est tratando de buscar la energa de un
poema perdido, y ha hecho una mquina, que tiene una especie de bola de pingpong que al conectarse con un verso, si es un verso de Neruda, puede subir un
poco, si es un verso de Huidobro puede subir un poco ms, si es un verso de Celan,
puede subir un poquito ms, etc., y entonces est midiendo la potencia de un
verso. El cuento contina y finaliza con una breve noticia en un peridico francs
en la pgina 25, muy pequea, en que se dice (pero antes de que esto suceda debo
decir que l estaba buscando habitar en la casa del poeta Mallarm), nada ms se
dice, pero uno imagina que probablemente ha quitado los pisos para encontrar
un verso nunca odo de Mallarm o de los resquicios de las paredes, para ver si
encuentra un verso de Mallarmhabita en el departamento de Mallarm y la
noticia que sale en el peridico es que un investigador, que se llama Aubanel,
ha muerto electrocutado hace unos das: probablemente l encontr el verso
perdido de Mallarm que rebot no solamente la pequea bola de ping-pong
sino su propio cuerpo.
Mesa 5
Siempre he visto que el museo, los museos que me habitan, los museos que he habitado,
los museos de las memorias, las bodegas de los museos, donde me he metido por ejemplo
en los museos de Vancouver, etc., son como ese lugar, como el verso perdido del poema
de Mallarm, y as lo siento, y as lo trato de vivir, no s si dos veces por semana, tres
veces por mes, cuatro veces, sino cuando se ha podido.
Mesa 6
Dilogos con los museos
colombianos
Dentro de las lneas de accin se abri un espacio especial a las
experiencias colombianas porque se trata, adems del pas sede,
de un estudio de caso que requiere la atencin de la museologa
internacional. Se hizo una seleccin de procesos ilustrativos de la
diversidad de la museologa y la museografa en Colombia. Esta
sesin propiciar la concurrencia de diferentes prcticas locales
para construir un puente de comunicacin con los diferentes
Mesa 6
ponentes.
Introduccin
Mxico
Me da mucho gusto empezar con esta ltima mesa, y les tengo una muy buena noticia
a los que se quedaron, porque veo que se quedan los duros, siempre los que realmente
quieren saber las conclusiones iniciales que el comit acadmico tom de cada una de
las mesas. Simplemente, como prembulo muy breve, dar cada una de las lneas de
accin de las mesas que se trabajaron y ciertas conclusiones que nos parecen evidentes,
a reserva por supuesto de que en los das sucesivos, tanto la parte colombiana como la
mexicana estaremos trabajando esto para hacrselos llegar de una manera ms precisa
y ms clara.
Primera lnea de accin, Experiencias, lo educativo y lo ldico. Quisiera resaltar
dos elementos: el museo juega un papel crucial como transmisor no nicamente de
informacin sino tambin de valores simblicos, de ah la importancia del desarrollo
de estrategias interpretativas que conduzcan a la diversificacin de las opciones de
lectura y acceso a las colecciones. Otro punto importante en este sentido es que hay
una permanente negociacin entre representaciones museogrficas, intereses sociales
e ideologas de la visibilidad, esto viene a exigirle al museo la necesidad de su continua
trasformacin.
En la segunda lnea de accin, Museos como agentes de cambio y desarrollo social,
tambin quisiera subrayar dos elementos. En diversos proyectos museogrficos el espacio
del museo ha permitido observar que los agentes del cambio, las propias comunidades,
son las que en todo caso dirimen sus mejores opciones de desarrollo conforme a sus
intereses. La segunda conclusin de esta mesa fue que los museos comunitarios en
Amrica Latina han problematizado en particular las definiciones de los museos como
instituciones de ndole urbana. Por el contrario, estos museos estn insertos en medios
rurales inclusive con una fuerte presencia de culturas indgenas.
Mesa 6
La tercera lnea de accin en relacin a las Teoras museolgicas, gira en torno al papel
del curador y cmo el peso de sus interpretaciones plantea una responsabilidad tica
de su trabajo. En ese sentido es importante la recuperacin de la autora curatorial.
Otro punto importante tambin es la definicin del museo por el ICOFOM 2005,
Mesa 6
Y antes de empezar, quisiera agradecer a todos los colegas colombianos y por supuesto
a nuestros invitados especiales del extranjero, pues su acogida y sobre todo el empeo
que tuvieron para que este Coloquio haya sido un xito.
museo nacio na l de co l o mb i a
2 Cristo Hoyos
Museo Z en de A rt e Co n t emp o r n eo ,
Mu z ac , Mo n t er a , C rd o ba
4 Fernando Barona
Museo del O ro
Mesa 6
FQRNpUtPkEab2d8
Museo de A n t io q ui a
Museo de B o got
Mesa 6
kEab2d8&index=9
Debate mesa 6
Miguel Fernndez Flix: Quisiera proponerles rpidamente una muy breve reflexin
sobre lo que los ponentes han comentado en estos casos particulares y, primero que
nada, quiero felicitarlos a todos ustedes porque, adems de establecer lazos directos
con el tema central del Coloquio, nos ensearon de manera prctica cmo estn
ustedes enfrentndose a la realidad cotidiana que es la de trabajar, en este caso, con
pblicos y comunidades. La idea es simplemente hacer un breve comentario para que
los dems ponentes que han estado con nosotros participando en las distintas mesas,
puedan hacer comentarios sobre alguna intervencin, para posteriormente dar algunas
consideraciones generales sobre este evento y que la doctora Mara Victoria de Robayo
pueda hacer la clausura formal.
Mesa 6
que yo creo que no es un tema slo de estudio sino tambin, como Luca lo trata, de
comunicacin y de comprensin que es necesario poner sobre la mesa; yo creo que es
un gran esfuerzo pero sobre todo una gran apuesta a la que indudablemente los museos
tenemos que estar vinculados. No hay que olvidar la implicacin que en Latinoamrica,
desde 1970 hasta el presente, tiene el museo como una entidad social, a partir de la mesa
redonda de Chile, donde estos doce personajes se renen en 1972 y discuten la idea del
museo social. Aqu se ven reflejadas evidentemente las ideas de esa mesa, pasando por
otras reuniones que el ICOM ha tenido en torno a estas relaciones del museo con la
comunidad. Y bueno, en cuanto a la intervencin de Lucila Gonzlez, me pareci muy
interesante su comentario de la definicin de su ciudad, cuando dice que Bucaramanga
es una manera de vivir, y de esa potica y esa idea, que yo quiero rescatar, de la educacin
informal con los nios. Pasando ahora a la presentacin de Julin Betancourt, con este
proyecto importantsimo del Museo de la Ciencia y el Juego, me pareci formidable
esa propuesta de Julin de cmo establece una red en dos sentidos, primero con ms
de ciento setenta visitas que ha realizado con el museo en exposiciones con las maletas
grandes, y luego con varios cientos de visitas con las maletas pequeas que enlaza un
programa educativo con una manera ms que ingeniosa, adems con un compromiso
claro a nivel social, incluso en lugares donde la guerra ha penetrado, donde establecen
una relacin que yo creo que hay que profundizar ms. Otro punto rescatable de la
propuesta de Julin es cmo inclusive ha integrado otras redes, como la Red Liliput,
que adems se suma a lo que est trabajando este proyecto, y creo que el concepto
de red es otro punto fundamental que veo que se est estableciendo en varios casos
presentados por otros colegas. El caso de Margarita Mario presenta una propuesta que
me parece muy enriquecedora en los enfoques de mltiples dilogos, el primer dilogo
se centra en dos comunidades, dos ciudades, Mxico y Bogot, en donde inclusive, de
manera muy espontnea, Margarita plantea que esa era una experiencia de goce, que
propona la posibilidad de que el pblico se quedara a dormir en el museo, creo que se
vincula directamente con el nombre de este Coloquio, en cuanto a esa idea de que hay
otros, que somos muy parecidos y que, en la medida en que dialogamos, nos vamos a
dar cuenta de cmo podemos refrendar estas relaciones de comunicacin y enlace que,
al parecer, o ms bien, evidentemente, la sociedad est deseando. Y finalmente William
Lpez, con el concepto de formacin muy interesante que est manejando Colombia,
yo slo quisiera hacer un comentario: nuestro pas, Mxico, an no tiene licenciatura
en Museologa. S que ustedes no tienen licenciatura en la Universidad Nacional, s
que estn en el posgrado en Museologa, pero lo menciono por esa buena relacin que
hay con la Universidad Externado de Colombia. Me parece que eso es fundamental,
establecer ese dilogo, y creo que un punto tambin muy importante de lo que William
nos coment, es esa idea de Red Latinoamericana de Museos Universitarios que se est
creando. Creo que ya estamos, ms que en las ideas, yo siento que estamos llegando a
la accin concreta y estoy muy orgulloso de estar escuchando todo esto. Yo creo que
estas presentaciones de ustedes nos dejan ese buen halo, pues creo que estamos todos
en un punto en que estas realizaciones nos van a llevar todava a profundizar y a tener
una relacin ms estrecha entre el pblico y nosotros mismos. Yo simplemente hago
un resumen muy breve de esta sesin para que los ponentes que tengan alguna duda o
algn comentario sobre estos casos colombianos, pasen a preguntarles directamente a
ellos.
Mesa 6
Teresa Morales: A Cristina quiero felicitarla por su exposicin muy honesta, muy clara,
fue maravilloso, nos dieron una muestra bastante completa y bastante rica de la
actividad museogrfica y museolgica en Colombia. De hecho, estoy sorprendido y
quisiera poder darle un aplauso particular y con detalles a cada uno, pero simplemente
puedo decir que me parece una generosidad formidable la de ustedes el compartir este
mosaico de experiencias con nosotros. Y a Cristina quiero decirle que me impresion
cuando deca que tal vez hay una contradiccin en el asunto de la colaboracin y la
autora, por lo que quiero ofrecerle una reflexin para tratar de convencerla de que tal
vez no, porque, aun si se lograra el proceso completo tan a fondo como a ti te gustara,
no hay problema de autora; los autores son la gente del museo y la gente que fue
convocada, ambos son autores, pero no podemos pretender que no son autores, o que
no hay autores, porque eso es lo que nos mete de repente en algunos embrollos. Aqu
simplemente sera una autora compartida, creo yo.
Ivan Karp: Yo tambin quiero felicitar a los presentadores de estos trabajos que han
Mesa 6
comentario, pero creo que Cristina tiene ya dos o tres preguntas que podra comenzar
a responder mientras tanto, por favor.
Cristina Lleras: Bien, sobre las otras alternativas para complementar la estrategia de
participacin, en realidad no tengo una respuesta en este momento. Como parte del
estudio de la exposicin, vamos a realizar tres grupos focales con algunas de las personas
que vinieron a visitar la muestra y que se identificaron como afrodescendientes o como
miembros de comunidades negras o raizales, o palenqueras, si estn ac en Bogot. Y
mi intencin en esos grupos focales va a ser realmente dejar de sujetar tanto las riendas y
ver qu propuestas salen desde el grupo. Por supuesto me parece que lo que viene siendo
muy complicado es que, a partir de lo que deca Sheila ahora, cuando se refera a que
uno no trabaja con comunidades sino con individuos, precisamente la diversidad de las
comunidades negras o afrocolombianas es uno de los retos y uno de los aprendizajes
de la exposicin. Entonces, mirando simplemente siete entre las muchas comunidades
que hay en Colombia, veamos que cada una tiene su propia historia y encontrar cmo
vamos a profundizar un poco ms en esas diferencias, creo que eso estar por verse,
es una muy buena pregunta que quedar consignada. Respecto al tema de la autora,
me refera a que Miguel haba hablado fundamentalmente del curador, aunque por
supuesto la autora puede ser compartida y creo que el caso de esta exposicin podra
ser el caso paradigmtico. Sin embargo, me parece muy interesante discutir un poco
ms esa tensin, porque por ejemplo ustedes escucharon tambin una ponencia de una
exposicin que se hizo ac sobre el ro Magdalena, donde haba una autora mucho ms
clara y entonces creo que ah esas tensiones que se generan entre el curador como autor
y lo que pretende representar me parece que es un problema que sera muy sabroso para
discutir. En cuanto a la pregunta del profesor Karp, l haca alusin a que en todas las
ponencias se utilizaron diferentes nociones del pblico o los pblicos de un museo: se
habl de la audiencia, se habl de unas audiencias no debidamente atendidas, tambin
de comunidades diversas, e incluso de competencia entre distintas organizaciones por
los mismos pblicos. Entonces, la pregunta para todos nosotros es qu tan claramente
debemos definir esas audiencias, y esta pregunta quisiera dejar que la responda otra
persona.
William Lpez: Yo quisiera anotar algunas ideas, precisamente a propsito de la
Mesa 6
intervencin del profesor Karp y de la intervencin que hizo Germn Rey esta maana,
porque los estudios de consumo cultural de los cuales habla Germn estn centrados
muy fuertemente en ciudades donde los procesos de modernizacin y de construccin
de estructuras culturales han sido muy fuertes. Estamos hablando de Bogot, estamos
hablando de Cali, de Medelln, pero la mayora de los museos de los cuales se habl esta
tarde no estn instalados en esa realidad sociolgica y entonces el tema de consumo
cultural, desde la perspectiva metodolgica y desde la perspectiva terica de la cual
habla Germn, hay que tomarlo con cierto grado de precaucin porque, en cualquiera
de los proyectos que vimos ac en esas ciudades aunque a m parece un poco odioso
hablar de oferta cultural, de producto cultural, pero bueno, as es la tendencia general
si queremos hablar de que el museo se instala como otra posibilidad dentro de las
realidades sociolgicas de esas poblaciones, creo que el problema es de otro orden.
Podemos intervenir y hablar de consumo cultural y de este tipo de cosas, pero ah
creo que el tema y la funcin social del museo est ligada a la alternativa cultural, a
la posibilidad de construir otras cosas, incluso de mirar el mundo de otra manera, y
ah me parece que, aunque los grandes museos en las grandes ciudades pueden tener
esa funcin tambin cultural, creo que en el caso de esos museos ligados a contextos
culturales muy concretos, con unas dinmicas sociales, histricas, antropolgicas que
no estn necesariamente ligadas a los grandes procesos de la modernizacin, ah hay
que repensar el museo porque y ese es uno de los grandes retos que tiene la Maestra en
Museologa creo que se requiere pensar una museologa de ese orden, porque no es la
museologa hegemnica sino la museologa real, si me permiten emplear esa dicotoma,
es la museologa de los museos ms reales, ms realistas. Un director de museo que me
interpel ahora, me deca que l era el barrendero del museo, tambin el vigilante y
tambin el gua del museo. Bueno, pues ese es el museo real de Latinoamrica y ese es el
museo al que debemos darle una alternativa profesional, una alternativa histrica, una
alternativa terica y tambin una alternativa poltica.
Cristo Hoyos: Dentro del mismo comentario de William, yo tambin podra decir al
Mesa 6
respecto que es necesario tener en cuenta los tiempos, los contextos y las circunstancias,
pues de lo contrario slo estaramos dejando que fluyeran las cosas tal como estn. No
es lo mismo visualizar un proyecto desde un centro como Bogot, desde una ciudad
intermedia, pequea, no entrenada, ni mucho menos perteneciente a los circuitos de
ofertas culturales. En el caso de Montera, ste es un museo, todava no lo s, no lo creo,
que ofrece un producto o una oferta para un pblico que tampoco conocemos y slo
tenemos tres aos, es decir, no podemos hablar en esos trminos. Pero lo importante
es que, si bien hay problemas administrativos, polticos, de violencia, Montera es una
ciudad que tiene el tugurio ms grande de Amrica Latina en su proporcin con la
poblacin, pues Montera no llega a tener 400.000 habitantes, pero el barrio Cantaclaro
tiene 150.000 habitantes. El sitio que ustedes vieron, donde se hacen las exposiciones
de obras que exigen condiciones especiales de seguridad, es un sitio que queda en el
centro de la ciudad, a la orilla del ro Sin, donde corremos riesgos, el ro tambin se
puede desbordar, y si la gente sufre la inundacin, las obras tambin la pueden sufrir. El
museo existe cuatro veces al ao, es decir, hay cuatro exposiciones, pero funciona hasta
las nueve de la noche, qu maravilla, pues aqu en Bogot no hay ningn museo abierto
hasta las nueve de la noche. Porque el clima nos lo permite, abrimos a las cuatro de la
tarde y a las nueve de la noche hay cola para entrar al museo. Igualmente, al da siguiente
de una exposicin, puede haber una escuela, puede haber un encuentro cristiano, puede
haber un evento de impulsadoras de productos de belleza, porque ese espacio no es
nuestro, ese espacio es nuestro mientras lo visita un proyecto de la obra de un artista
o una exposicin en convenio con otros museos nacionales. Otros espacios que utiliza
el MUZAC de Montera pueden ser las emisoras de las dos universidades cada vez que
llevamos el crtico, el artista, o la obra de un artista. Tambin para realizar laboratorios
y talleres utilizamos entonces las escuelas, los colegios y a veces trabajamos al aire libre.
Pero si vamos a buscar el museo de Montera, es posible que no lo encuentren, pues
solamente estn los eventos. No tenemos ningn contacto econmico, ni dependencia
Mesa 6
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hara nada ms una mocin de tiempo, porque estamos ya pasados ms de media hora y
yo pedira que primero intervinieran los que no han participado, si lo quieren hacer, nada
ms por cuestiones de tiempo. Hay alguien ms que quiera hacer un comentario? Quiero
ser un poco respetuoso con los tiempos, Cristina, porque lo que quisiera es que primero
participaran los que no han hablado an, pero si es slo un minuto, entonces adelante.
Cristina Lleras: Estoy en total desacuerdo con Fernando, creo que despus hablaremos
de los desacuerdos, pero slo quiero decir dos cosas. Uno, es que la comunidad raizal
es la que est esperando que salgamos, entonces en aras de que el museo sea un espacio
ms abierto, no creo que debamos ignorar que ellos esperan ser tratados no como
usuarios sino como creadores, que es el siguiente paso que debemos dar. Yo estara en
desacuerdo con decir que lo que busca el museo es que los pblicos vuelvan a ver las
mismas colecciones; ms bien tendramos que cuestionar si realmente somos capaces
de construir sentido para esos pblicos que hacen de la visita, siempre, una visita social.
Es todo.
Miguel Fernndez Flix: Gracias Cristina. Hay algn otro comentario de los ponentes
sobre las presentaciones o sobre las inquietudes del pblico? Aqu hay varias preguntas
del pblico, pero si les diramos paso nos tomara una hora ms de dilogo. Entonces, si
me lo permiten y estn de acuerdo conmigo, yo le dara estas preguntas a cada uno de los
colegas para que ellos las respondan y que luego, en la pgina del Museo Nacional o en
algn medio que inventemos rpidamente con la Universidad Externado, pudisemos
dar cabida a las respuestas de sus inquietudes. Y antes de darle la palabra final a la doctora
Mara Victoria de Robayo, directora del Museo Nacional de Colombia, socia, colega de
este proyecto, tambin junto a la Universidad Externado de Colombia, con Fernando
Lpez Barbosa que est aqu con nosotros, y junto a nuestros colegas del ICOM y del
Banco de la Repblica, yo quisiera que muy brevemente Luis Gerardo Morales pasara
aqu para que nos leyera las consideraciones generales de este Coloquio para que luego
Mara Victoria nos d unas palabras finales. Muchsimas gracias a ustedes, colegas.
Mara Victoria de Robayo: Bien, todo llega y todo pasa. Y definitivamente trabajamos
Mesa 6
Mesa 6
Bien, creo que, despus de ver esto, lo que queremos es salir de aqu transformados
nosotros y tambin todos los que visiten nuestros museos, o sus museos, que salgamos
todos que no nos quepa la cabeza en el casco. As que, sea sta la oportunidad para
agradecer, sobre todo, voy a mencionar a alguien que no he mencionado y que no
mencion el primer da, que es Fernando Lpez Barbosa, nuestro anterior Coordinador
del proyecto de ampliacin del Museo Nacional, que algn da ser una realidad, y
quien ahora es el director de la carrera de Museologa de la Universidad Externado
de Colombia, quien trabaj en la organizacin del Coloquio con la coordinadora de
la Red Nacional de Museos, Ana Mara Corts, desde Colombia y, por supuesto, por
telfono, Internet y por todos los medios, con nuestros socios de Mxico. Creo que
lo que ms vale la pena resaltar de esta experiencia, ms all de todas las bondades del
Coloquio, es que un grupo de colegas de dos pases latinoamericanos hayamos formado
un equipo de trabajo y nos hayamos puesto de acuerdo para sacar adelante un proyecto
como ste. Creo que, para m, esa fue la experiencia ms rescatable, porque ah adems
Mesa 6
sentimos en forma evidente cuntas cosas nos unen, cuntas cosas maravillosas podemos
hacer, y cmo Latinoamrica podra ser un continente maravilloso si en todas las esferas
del quehacer pudiramos trabajar as de unidos, y cmo sera Amrica si logrramos
esto en todos los campos. Yo creo que ese es el valor ms rescatable de todo lo que
hemos hecho, y no es una cua diplomtica, por supuesto que estoy verdaderamente
convencida de esto. Debemos agradecer, por supuesto, a la Secretara Distrital de
Cultura, Recreacin y Deporte, a travs del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural,
por su aporte, a la Accin Social de la Presidencia de la Repblica, al British Council, a
la Fundacin Carolina, a la Embajada de Brasil, a la Embajada de Francia, a Juan Valdez,
a Air France, a Seguros Bolvar, a Aviatur, por supuesto a la Asociacin de Amigos del
Museo Nacional, y no quiero terminar sin dar un reconocimiento muy especial al seor
Rector de la Universidad Externado de Colombia, el doctor Fernando Hinestrosa, y a
la Decana de la Facultad de Estudios del Patrimonio Cultural, Lucero Zamudio, por
su apoyo. Y no me queda sino despedirme de ustedes, esperando que nos veamos otra
vez muy pronto, para revisar qu ha pasado con lo que aqu hemos dicho, pensado y
soado, y desearles que tengan una experiencia magnfica en la visita que haremos a
continuacin al Museo del Oro, y un feliz regreso a casa.
mxico
Asociacin Mexicana de Profesionales de Museos-A M ProM
Lnea de accin 1
E x per i enci as: lo e ducat i vo y lo l dico
Lnea de accin 2
M useos como age n t e s de ca m bio y de sa r rol lo soci a l
Brasil, Reino Unido y Mxico
1. En diversos proyectos museogrficos, el espacio del museo ha permitido observar que
los agentes del cambio son las propias comunidades las que, en todo caso, dirimen sus
mejores opciones de desarrollo conforme a sus intereses.
2. Resulta inevitable que los espacios museogrficos sean tambin una arena poltica
entre lo erudito y lo popular; entre las estrategias del saber autorizado y las tcticas de
respuesta del hombre cotidiano.
3. Hay una dialctica entre las visibilidades fijas de las representaciones museogrficas y
las prcticas cambiantes de las comunidades.
4. Los museos comunitarios en Amrica Latina han problematizado, en particular, las
definiciones de los museos como instituciones de ndole urbana. Por el contrario, estos
museos estn insertos en medios rurales, inclusive con una fuerte presencia de culturas
indgenas.
5. Hay una tensin permanente entre historia pblica desde arriba e historia pblica
desde abajo. Es decir, entre saber autorizado y saber diferenciado. En todo caso, cada
vez ms el museo requiere de matrices disciplinarias heterolgicas que involucran a la
antropologa, la historia, la literatura, las artes, la psicologa y las ciencias.
Lnea de accin 3
teor as museolgicas
Estados Unidos, Espaa y Francia
1. Hay que considerar que el museo es una de las primeras instituciones globales del
mundo, de ah su complejidad e importancia comunicativas.
Lnea de accin 4
Com u n icacin
Mxico y Colombia
1. Se hace necesario un uso amplio de la nocin de comunicacin que vaya ms all de
lo tecnolgico y la divulgacin, porque se trata no de atraer ms pblico al museo, sino
de hacer ms pblico el museo.
Lnea de accin 5
Pa t r i m o n i o y m e m o r i a
Colombia y Argentina
1. La nocin de consumo cultural tiene una especificidad extraeconmica. Para el
mundo de los museos podemos comprenderla como una relacin de apropiacin que
crea diversos conjuntos simblicos. En ese sentido, el consumo deviene tambin en una
produccin.
2. A su vez, el estudio del consumo cultural obliga a un anlisis profundo de la
diversidad de factores educativos, sociales, econmicos y polticos que constituyen a
las comunidades interpretativas para que los museos puedan crear nuevas lgicas de
comunicacin e intercambio.
Estos dilogos y encuentros resultan posibles por los espacios que se han abierto entre
la amprom y el Museo Nacional de Colombia-Red Nacional de Museos, y muestran la
importancia estratgica por crear ms asociaciones de profesionales, preferentemente
independientes de las instituciones, junto con museos que sean capaces de generar mbitos
propios de reflexin.
Sin duda, las experiencias de los museos latinoamericanos tienen muchas cosas que compartir
con el resto del mundo. Al mismo tiempo, se hace necesario que Amrica Latina voltee hacia
s misma recogiendo las herencias y desafos del mundo contemporneo, confrontndolas o
adaptndolas de manera genuina a sus propias necesidades e intereses.
Estamos ante una paradoja entre modernidad y posmodernidad que es posible aprovechar a
plenitud: por una parte hemos cuestionado los esquemas binarios y taxonmicos heredados
del empirismo y el historicismo, al mismo tiempo que se hace difcil renunciar a toda
racionalidad. Por una parte aceptamos las definiciones holsticas, universalizantes de los
museos, pero por otra, cada museo ofrece una especificidad, una singularidad que impone
lmites a cualquier modelo. As es como hemos entrado en el terreno de lo indecidible, de
lo indefinible, como una especie de lugar annimo producto de las tensiones que hay entre
Esperamos que los coloquios sucesivos den seguimiento a algunas de estas ideas y sigan
permitiendo darle al trabajo musestico una arena plural de mayores intercambios entre
comunidades interpretativas, producciones de sentido e ideologas de la visibilidad.
Coordinacin acadmica
Luis Gerardo Morales Moreno
Posgrado en Humanidades de la Universidad Autnoma del Estado de Morelos/Posgrado en Museologa
de la Escuela Nacional de Conservacin, Restauracin y Museografa (INAH )
Coordinacin general en Mxico
Miguel Fernndez Flix, Presidente de la Asociacin Mexicana de Profesionales de Museos, AMP roM
Coordinacin general en Colombia
Ana Mara Corts Solano
Director del Programa de Museologa, Facultad de Estudios del Patrimonio Cultural, Universidad Externado de
Colombia
Transcripciones
Programa de Museologa, Facultad de Estudios del Patrimonio Cultural, Universidad Externado de Colombia
Michelle Brown
Alejandra Castellanos
Oriana Lozano
Tatiana Quevedo
Maricela Vlez Salazar
Estudiantes
ISBN 978-958-753-176-3