Francisco Mejia
Francisco Mejia
Francisco Mejia
Francisco viaja a Bogotá con la intención de estudiar ingeniería con los hermanos cristianos,
pero nuevos percances económicos lo hicieron regresar a Medellín, en el año de 1917.
Se empleó de mensajero y ayudante de dibujo con la firma Olarte Vélez, en donde se afianzó su
interés y adquirió un ojo crítico para los temas de la ingeniería y de la arquitectura. Pasó
después a trabajar en el negocio fotográfico de Oscar Duperly, fue por contacto como cobró
afición a la fotografía. Su aprendizaje fue puramente empírico; la decisión de independizarse
tuvo algo de fortuita. Mientras cumplía funciones tanto administrativas como de fotógrafo en la
casa Duperly, le gustaba recorrer la ciudad y, a título privado, "sacar vistas" de los lugares y
eventos principales para su colección particular. Desde el comienzo supo que eran buenas; y
como quienes las conocían empezaban a ofrecerle dinero por las copias y a comisionarle
trabajos esporádicos, se resolvió por el oficio de fotógrafo.
Abrió su estudio propio en el año de 1928. Para esa fecha había establecidas varias casas del
ramo en Medellín. Aparte de Duperly, podemos mencionar las de Rodríguez, Obando, Rafael
Mesa y Benjamín de la Calle, ya en sus últimos años y a quien compró Mejía los equipos. Los
clientes encontraban a Mejía en su estudio del crucero de Junín con Colombia, después en la
calle Ayacucho, primero en un local del Teatro Bolívar y luego al frente, en la esquina del Pasaje
la Bastilla. Cuando el ensanche de esta calle, se trasladó a un local aledaño a la iglesia de San
Benito y allí siguió desempeñando su trabajo hasta la fecha de su fallecimiento.
La obra de Mejía nos recuerda que en sus días éstas no eran más que las señales del progreso.
Y este progreso asume muchas caras. Así, la población obrera, femenina al comienzo y
acaparada por el negocio del café, se traslada a la industria manufacturera y es sustituida
gradualmente por contingentes masculinos; el paisaje del Valle de Aburra se llena de factorías
y de urbanizaciones para las clases medias, la ciudad de caserones antioqueños da paso a una
de caserones de un estilo promiscuo que hoy parecen ostentosos, y en el Centro se elevan
edificios que hoy parecen humildes.
Mejía fue pionero en la técnica de la iluminación al óleo que puso en boga sus postales y
retratos retocados; y manejó con tanto acierto la luz artificial como la natural, de la cual se valía
haciéndola llegar hasta su estudio mediante complicados ensamblajes de espejos o, para el caso
de interiores de casas y edificios, dejándola filtrarse desde alguna ventana, con lo cual obtenía el
raro efecto de intemporalidad que hoy nos presentan.
Incursionó en el cine comercial y fue durante años el encargado de preparar las placas de
publicidad que inauguraban el suspenso en las salas de cine. Mejoraba las cámaras, se ideaba y
construía máquinas de ampliación y para el revelado de películas, y era un maestro en la
preparación de emulsiones y material de procesado.
Su éxito como fotógrafo de la arquitectura se debió, aparte de sus conocimientos sobre el tema,
a que no vacilaba en colgarse de un lazo o subir a un árbol para obtener sin distorsiones las
imágenes; y como fotógrafo de niños, a que iba desde construirles juguetes que los
entretuvieran, hasta hacerles maromas y visajes que los hicieran sonreír. Sus dotes de retocador
obviamente lo hicieron popular entre las damas.
Fotografías
Calle Bolivia 1928 Vidrio 13x18 cms
Parque De Berrio, Costado Norte 1932 Nitrato 13x18 cms
Parque De Berrio Esquina De Bolívar Con Colombia 1950 Acetato 13x18
cms
Edifico Girardot 1936 Nitrato 13x18 cms
Carrera Palace 1941 Acetato 13x18 cms
Edificio de la Neviera Colombiana 1953 Acetato 13x18 cms
Tunel de la Quiebra 1929 Nitrato 13x18 cms
Construcción del Hotel Nutibara 1942 Acetato 13x18 cms
Rectificación del Rio Medellín 1941 Acetato 13x18 cms