Karmiloff-Smith. El Niño Como Psicólogo
Karmiloff-Smith. El Niño Como Psicólogo
Karmiloff-Smith. El Niño Como Psicólogo
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Ms a/la de la modularidad
Captulo 5
EL NIO COMO PSICLOGO
Hemos visto que hay que atribuir al beb humano algunos procesos innatamente especificados sensibles a las estimulaciones
ambientales
relacionadas con el nmero. Estos procesos generan procedimientos
que sirven para afrontar
problemas
numricos
y permiten
almacenar
representaciones
numricamente
relevantes. Pero, como esas capacidades
pueden existir tambin en otras especies, no bastan para explicar la especificidad posterior que ::1 nmero adquiere en el nio humano. El modelo
RR postula que la informacin numrica de que disponen los nios de
muy corta edad (y otras especies) est implcita en procedimientos
de procesamiento de las entradas ambientales. En el caso del ser humano, y slo
en su caso, con posterioridad
algunos componentes
de este conocimiento
se definen explcitamente y pasan a estar disponibles como datos. Esto requiere un proceso de redescripcin que pase informacin sobre los principios de ordinalidad y correspondencia
uno a uno al formato El. El conocimiento matemtico puede construirse posteriormente
basndose en estas
redescripciones.
Con independencia
de lo ricas que resulten ser las especificaciones
innatas, y especialmente cuando existen paralelismos iniciales entre distintas
especies, es evidente que debemos fijamos en el estatus representacional
de ese conocimiento para poder entender la naturaleza del desarrollo posterior. Igual que antes, acabamos llegando a la conclusin de que es preciso ir ms all de las especificaciones
innatas y apelar a la necesidad de
integracin de algunos aspectos del innatismo y el construc~ivismo.
"'
J,os nios pequeos son psiclogos naturales o espontneos. Les interesa cmo puede tener la mente pensamientos
y teoras y la manera en
que las representaciones
median entre la mente y el mundo. Para participar en las interacciories humanas, para predecir el comportamiento
de los
dems, para comprender sus intenciones, creencias y deseos, para interpretar lo que dicen, los gestos y las acciones que hacen, para entender la
irona, para interpretar afirmaciones y expresiones faciales contradictorias
con los sentimientos quede verdad se tienen y para otras muchas cosas,
cada uno de nosotros cuenta con la psicologa' del sentido comn o con
una teora intuitiva que nos capacita para atribuimos estados mentales a
nosotros mismos y a los dems (Lewis, 1969; Stich, 1983; Olson et al.,
1988). En este captulo veremos cmo los nios pequeos normales, a diferencia de los individuos autistas, llegan a compartir nuestra metafsica
bsica de la mente.
A lo largo de los captulos anteriores, he sealado cmo la investigacin y las teoras ms recientes
han desafiado
la postura piagetiana. Aunque para muchos investigadores actuales sus respuestas tericas ya no fuesen viables, sin embargo, siempre haba sido Piaget quien
haba sacado a la luz por primera vez algunos de los temas fundamentales en cuestin. Este captulo tampoco va a ser una excepcin. Ya en
1926 Piaget haba publicado una investigacin sobre la concepcin que
los nios tienen del sueo y su extemalizacin
de las representaciones
internas (ver Piaget, 1929). Otro trabajo, publicado en 1932, se centraba en los conceptos de los nios sobre las creencias, las intenciones
y las mentiras, cuestiones todas estas qne, durante las dos ltimas dca-
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Ms al/a de la modularidad
'"I
El nio como pscotoqo
149
La perspectiva de la especificidad
de la mente en el beb
de dominio: prerrequisitos
de la teora
Si, en contra de la teora de Piaget, adoptamos una perspectiva de dominio especfico sobre el desarrollo, entonces cabe esperar que en el beb
haya prerrequisitos para el desarrollo de la teora de la mente. Cules podran ser estos prerrequisitos? Antes que nada, para poder empezar siquiera a atribuir estados mentales a los seres humanos, es preciso que el
nio reconozca a los miembros de su propia especie y su comportamiento.
ni
150
Ms al/a de la modulardad
FIGURA
5.1.
00\Y~
Estimulos
de caras. (A partir de
151
escuchar la voz
de su madre antes que el ruido de fondo de una cantina (Klin, 1988; 1991).
Curiosamente, los nios autistas, que presentan deficiencias en el dominio
de la teora de la mente, no demuestran esta preferencia. Este hecho parece indicar que la atencin preferente al comportamiento
humano es un
prerrequisito para el desarrollo de la teora de la mente.
Desde el nacimiento, los nios pequeos procesan de manera distinta
la informacin procedente del entorno humano que la procedente del entorno fsico. Esto lleva a que se desarrolle una teora de la mente distinta
de la teora de los fenmenos fsicos. Mientras que, segn Piaget, los nios
slo distinguen lo mental y lo biolgico de lo fsico y lo mecnico a partir
de los siete aos, actualmente Carey (1985), Brown (1990) y otros autores
consideran que esta distincin bsica es un proceso regulado de manera
innata. sa es la tesis que tambin defiende Fodor, segn el cual (1987,
p. 132) los patrones de interaccin social y de atribucin de intenciones
que aparecen en nuestra especie (y en otras) no podran haber evolucionado sin un componente innato. Para Fodor, esto implica que, en el caso
de los seres humanos, existe un mdulo de la psicologa del sentido comn
biolgicamente especificado (vase tambin Leslie, 1990). Desde la postura que yo defiendo en este libro, si la psicologa del sentido comn es
modular, debe entenderse como un proceso gradual de: modularizacin,
construido a partir de esos sesgos atencionales ms bsicos que afectan al
almacenamiento
de representaciones
relevantes
para la teora de la
mente.
.
Los datos empricos y los argumentos tericos ms recientes apuntan a
la misma conclusin: Piaget se equivoc al afirmar que antes de los siete
. aos no hay una distincin clara entre lo mental y lo fsico. Mucho antes
de esa edad, el nio pequeo atiende de modo diferente a los mundos mecnico y humano 3 El beb llega a comprender que los dems son sujetos
(es decir, agentes capaces de iniciar su propia accin) y no. como Piaget
defenda, objetos entre el resto de los objetos (1952b).
Como veremos ms adelante en este mismo captulo, los nios autistas
no desarrollan una teora de la mente normal. Esto no significa que muestren necesariamente
anormalidades
en el reconocimiento inicial de caras,
voces y moviments. Sin embargo, puede que estos nios no demuestren
un inters preferente por dichos estmulos y los traten de forma equivalente a otros objetos del mundo fsico. Puede que el reconocimiento de los
dems como miembros de la propia especie empiece de una manera muy
normal en el desarrollo de los sujetos autistas, pero el reconocimiento
de
intenciones en el comportamiento
de los dems y en sus interacciones
puede ser defectuoso o, simplemente, no existir 4.
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Ms al/a de la modularidad
Hasta ahora, hemos visto que los rostros, las voces y los movimientos
facilitan la sensibilidad de los nios pequeos hacia los seres humanos
como algo especial dentro de su entorno. Estos sesgos de atencin tan peculiares permiten que el nio construya las representaciones que son prerrequisitos para el desarrollo de la teora de la mente. Pero desempea la
interaccin social un papel formativo en el desarrollo de la teora de la
mente? Muchas veces se ha otorgado a la interaccin un papel explicativo
primordial en el proceso de adquisicin dellenguaje'(Bruner,
1975). El estudio del lenguaje basado en la perspectiva de la inthaccin social ha sido
objeto de duras crticas por parte de los innatistas. Sin embargo, como ha
sugerido Tager-Flusberg (1989), es posible que la sensibilidad a los patrones de interaccin especficos de la propia especie s sea esencial para otro
aspecto del desarrollo infantil: el desarrollo de la teora de la mente en su
etapa anterior a la adquisicin del lenguaje.
Qu aspectos de las primeras interacciones podran estar implicados?
La mirada mutua y el hecho de sealar a un referente especfico (la comunicacin ostensiva de la que hablbamos en el captulo 2) 5 constituyen medios no lingsticos de comunicacin que dirigen la atencin del
destinatario hacia algn tema de inters. Poco a poco, los bebs se hacen
capaces de atencin conjunta a travs del contacto ocular. Hay que tener
presente lo que implica la expresin atencin conjunta; el contacto ocular, por s solo, puede ser mucho ms parecido al hecho de atender a objetos inanimados/Paulatinamente,
los nios van haciendo uso de la alternancia de miradas (entre los ojos del adulto y el objeto codiciado) para
indicar al adulto que quieren conseguir ese objeto. Es la coordinacin del
contacto ocular y el acto de sealar lo que lleva a la comunicacin ostensiva (Butterworth, 1991). De nuevo volvemos a encontrar que varios estudios indican que los nios autistas presentan deficiencias en dicha coordinacin del contacto ocular y el gesto (Dawson et al., 1990; Sigman el al.,
1986; Mundy y Sigman, 1989).
Cales son las funciones de estas primeras comunicaciones ostensivas
en los bebs humanos" Hay dos tipos de actos comunicativos: los protoimperativos y los protodeclarativos (Bruner 1974-75; Baron-Cohen,
1989b). Los protoimperativos implican el uso del acto de sealar o la mirada a los ojos por parte del nio como medio para tratar de conseguir un
objeto, dirigiendo una peticin no verbal a un interlocutor que puede alcanzarle dicho objeto. Si los seres humanos pudieseri desplazarse desde el
nacimiento, como muchas otras especies, el beb humano conseguira el
objeto por sus propios medios o empujara al adulto ~acia l. Pero su inea-
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de comportamientos
humorsticos
y de tomar el pelo [teasing] sirven
muy bien 'de ejemplo para ilustrar esta idea.
Reddy (1991) ha realizado un extenso estudio sobre la participacin de
nios muy pequeos en interacciones humorsticas con adultos. Esta autora afirma que el humor se desarrolla a partir de la violacin de la expectativa de que va a ocurrir una consecuencia cannica en una secuencia inter activa, como por ejemplo el juego de toma y daca. Por supuesto, se
puede apreciar la violacin de una norma en la que no intervenga para
nada el humor (como, por ejemplo, la violacin de un principio fsico,
como vimos en el captulo 3). Pero la creacin de humor no es un hecho
solitario, sino que est inserto en la interaccin social. Reddy demuestra
que, desde muy pronto, los nios perciben que algunas sucesos son humorsticos. Entre los siete y nueve meses, los nios se dan cuenta de que, en
ocasiones, un comportamiento
que, en principio, tiene una meta distinta,
acaba por provocar una interpretacin
humorstica por parte del adulto y
entonces repiten dicho comportamiento
con un propsito nicamente humorstico.
Consideremos
el siguiente ejemplo tomado de los datos observacionales de Reddy. Una nia de 11 meses se da cuenta de que su abuela est
roncando ruidosamente
con la boca abierta. La nia trata de imitarIa,
pero pone la boca en forma de una O pequea. Al adulto le entra la risa
con esto. En realidad, es posible que la intencin inicial de la nia fuese
tratar de comprender
ese hecho mediante la imitacin. Piaget ha demostrado que la imitacin es un potente mecanismo que usan los nios para
explorar el entorno. Pero la risa del adulto da a su accin un sentido
nuevo y diferente. La nia se da cuenta de ello, se re y, posteriormente,
(durante varios das) vuelve a poner boca de O" en situaciones interactivas. pero ya con la nica intencin de producir humor. Sin embargo, la
risa de los adultos constituye inicialmente un componente esencial para la
representacin
que el nio se hace del humor.
Segn Reddy. si solamente consideramos
la mente individual, como
hacen muchos psiclogos evolutivos, entonces tendremos que aceptar que
el conocimiento
sobre los comportamientos
de broma y humor, o bien
est dentro de la mente del nio o bien est fuera de ella, en la mente del
adulto o en la situacin. Sin embargo. si se acepta que la mente del nio
forma parte de un contexto interactivo, como Reddy sostiene, entonces en
algunas situaciones el nio posee slo una parte del conocimiento
y depende de manera determinante
del marco interactiv6
en su conjunto
" (compuesto por la representacin
del nio, el acontecimiento
en s, la risa
del adulto y la representacin
del adulto), en el cual el conocimiento completo se encuentra situado entre las mentes del nio y del adulto. AqU
155
Reddy maneja una hbnda intuicin que muy bien pudiera ser cierta en los
primeros momentos' de la adquisicin del conocimiento.
Pero mi opinin
es que, en ltimo trmino, el conocimiento se representa en las mentes individuales. En los primeros intentos de generar humor por parte de los nios, tenemos un precioso ejemplo de cmo podra operar la epignesis en
el plano psicolgico: 'la risa externa del adulto acta como una entrada informativa determinante
que cambia y completa la representacin
del nio
y se incorpora gradualmente
a su representacin
interna para, posteriormente, marcar explcitamente el humor.
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de la teora de la mente?
__ Aunque Piaget defenda la importancia de los procesos de dominio general, un conjunto de psiclogos evolutivos que trabaja en el dominio de
la teora de la mente sostiene que hay algo especial en los cmputos que
implican creencias, deseos, engaos, intenciones, etc. Segn ellos, lo que
estos cmputos tienen de especial es que consisten en actitudes proposicionales hacia contenidos proposicionales.
Una frase como Hay un lpiz
encima de la mesa tiene un contenido proposicional que supone una descripcin verdadera o falsa con respecto al mundo. Por el contrario una
frase como Yo CREO que hay un lpiz encima de la mesa implica una
acti tud proposicional
(de creencia) hacia ese contenido proposicional.
Otras actitudes proposicionales
se expresan mediante verbos de estados
mentales como pensar. esperar, afirmar, fingir, recordar y saber. Los contenidos
proposicionales
expresan un hecho verdadero (o
falso) sobre el estado actual del mundo (por ejemplo. la existencia de un
lpiz encima de la mesa). Sin embargo, cuando el contenido es precedido
por determinadas
actitudes proposicionales
(p. ej., creer, pensar, esperar,
afirmar. fingir), entonces el hecho de si hay o no un lpiz sobre la mesa es
irrelevante para el valor de verdad de la afirmacin. Puede que en realidad no haya ningn lpiz encima de la mesa pero, aun as, puedo expresar
la creencia de que yo pienso que lo hay. As. pues. los contenidos proposicionales describen (correcta o incorrectamente)
los estados del mundo.
mientras que las actitudes proposicionales
expresan un estado mental en
relacin al mundo sin comprometerse
necesariamente
con la verdad de los
contenidos proposicionales
sobre los que operan 9. Los verbos de estado
mental hacen posible que los hablantes expresen las distintas actitudes
proposicionales
que adaptan hacia distintos contextos. En idiomas como
el francs esta distincin se retleja en el uso de dos formas lingsticas
para las que el ingls utiliza una sola palabra: utterance <emisin o
enunciado).
El lxico francs establece una diferencia entre enonc
(el enunciado, con su contenido proposicional)
y nonciation
(la enunciacin: el acto o proceso de enunciar. con su actitud proposicional).
:.:, En suma. los cmputos de teora de la mente son especiales porque resulta difcil encontrar ninguna otra rea de la cognicin humana en que la
distincin entre actitudes proposicionales
y contenidos proposicionales
sea un componente crucial. Aunque el lenguaje tiene un componente inte-
159
-, "
ractivo esencial, podra funcionar sin la expresin de actitudes proposicionales, aunque fuese d, manera muy empobrecida. Podra expresar simplemente contenidos proposicionales
y no la postura del hablante con respecto a ellos.' El dominio de la teora de la mente implica, por su propia
naturaleza, comprender los estados mentales de las otras mentes, es decir,
lo que sugiere el ttulo de este captulo (<<El nio como psiclogo). Los
mecariismos de la teora de la mente y los distintos tipos de representaciones que stos generan puede que sean de dominio especfico por excelencia.
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163
(como en el estudio! de Zaitchik), los nios pueden establecer representaciones privilegiadas. Por consiguiente, puede que el lenguaje no sea necesario para los orgenes de la teora de la mente, pero el lenguaje y las representaciones mltiples son muy importantes para su desarrollo posterior.
Las actitudes proposicionales en el juego de ficcin implican la atribucin a uno mismo, a los compaeros de juego y a los objetos de identida-.
des, emociones y experiencias que no se corresponden con la realidacl:
Vale que yo era lai mam y t el nio, y t estabas llorando porque bamos demasiado deprisa en este coche". Pero ms all de estas primeras
competencias de los nios pequeos, los contenidos proposicionales y las
actitudes que los nios mayores pueden expresar y comprender se van haciendo cada vez ms complejos. Baron-Cohen (1991) ha demostrado que
FINGIR y QUE~ER son actitudes proposicionales ms sencillas que
CREER. De hecho, es posible que cada una de ellas siga su propio camino de desarrollo. Asimismo, los nios podran ser capaces de expresar
contenidos proposicionales ms complejos usando la actitud proposicional
de FINGIR. Es muy probable que esto sea cierto, ya que los nios de tres
aos tienen muchos problemas para enfrentarse a contenidos proposiciog
nales sencillos si contienen alguna creencia falsa.
Pensemos en la siguiente situacin experimental, diseada para estudiar la comprensin de la creencia falsa, y basada en el trabajo originario
de Wimrner y Perner (1983): el nio contempla un escenario en el que el
experimentador y otro nio llamado Maxi estn juntos en una habitacin.
El experimentador"esconde un trozo de chocolate bajo una caja que se encuentra delante de' Maxi, Entonces Maxi sale un momento de la habitacin y, mientras est ausente, el experimentador esconde el chocolate en
otro escondite. Entonces se le pregunta al nio dnde est realmente el
chocolate y, lo que es determinante para la tarea, dnde ir a buscado
Maxi cuando vuelva. Dicho de otra manera, el nio tiene que distinguir
entre lo que sabe que es cierto con respecto al estado actual de los hechos'
y lo que sabe del estado mental actual de Maxi. Tiene que saber tambin
que el comportamiento de Maxi estar en (uncin de sus representaciones
internas, no de la realidad externa.
Otro experimento tpico de teora de la mente, diseado por Perner el
al. (1987), consiste en mostrar al nio un tubo de caramelos [Smarties] y
preguntarle qu hay dentro. El nio responde normalmente que caramelos. Luego se le ensea que el tubo, aunque normalmente contenga cara-
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El nio como pstcotcqo
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Ms alla de la modularidad
meros captuios, sobre todo en el captulo 2, veamos cmo en SUS producciones los nios marcaban externamente
aquellas distinciones
a las
que haban llegado a hacerse sensibles. De acuerdo con
modelo RR
esto slo requiere el formato El. Y, como Gerhart (1989) ha demostrg,
do, durante el juego de ficcin los nios usan marcadores lingsticos y
patrones de entonacin distintos de los que usan en sus comentarios no
ficticios acerca del juego. En otras palabras, los nios marcan y apoyan
externamente
la distincin interna con la que operan.
Por tanto, aunque los nios digan Es juego (<<I'm pretending)
y
aunque deban de tener representaciones
El de los tres trminos que intervienen en el cmputo de la ficcin (agente, representacin
primaria y representacin desacoplada) sobre los cuales puede operar la actitud proposicional de FINGIR,
la distincin
entre actitudes
proposicionales
y
contenidos proposicionales
no tiene que estar representada
en el formato
E2!3 y, por tanto, ser accesible a la conciencia; pero s debe estar disponible como estructura de datos en el formato El. Posteriormente,
el nio de
cuatro aos tiene que enfrentarse al hecho de que son las actitudes proposicionales
no observables
(no marcadas externamente),
tales como
CREER y PENSAR, las que predicen el comportamiento
del protagonista, y no los estados observables del mundo. Cuando los nios de cuatro
aos pueden realizar inferencias acertadas en funcin de la creencia falsa
de otra persona, son capaces de justificarIo verbalmente. Para ello es necesario el formato E2!3.
Numerosos autores han mostrado ltimamente que, en torno a los cuatro aos, los nios distinguen explcitamente
entre contenidos proposicionales y actitudes proposicionales.
Son capaces de explicar cmo ellos mismos pueden tener creencias verdaderas
o falsas que pueden cambiar, y
cmo los dems pueden tener creencias distintas de las suyas y actuar de
acuerdo con ellas (Gopnik y Astington, 1988). A esta edad aprecian tambin el papel activo de la mente para fijar las creencias (Chandler y Boyes,
1982; Wellman, 1988) y la naturaleza
representacional
de las creencias
(Perner, 1991; Olson, 1988; Flavell, 1988: Forguson y Gopnik, 1988: Astington, 1989). Son capaces de predecir las acciones de los dems cuando
se basan en creencias falsas (Perner el al., 1987; Wimmer y Perner, 1983).
y recordar el origen de sus propias creencias (Gopnik y Astington,
1988;
Gopnik y Graf, 1988; Wimmer el al., 1988). Son capaces de poner en duda
la informacin dada, en lugar de responder de manera automtica. Reconocen la diferencia entre las apariencias y la realidad; saben que las inteniu!ltiones pueden discrepar de la accin y las expresiones faciales, de los se n:;i1il'i'fu'ientos: y comprenden
la manera en que los puntos de vista y la
-:Ju~e'rcepcin influyen en la formacin de las creencias (FlaveIl et al., 1981:
167
el
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(,
ms amplio?
de dominio general
Hasta ahora, he sostenido que la teora de la mente se basa en cmputos de dominio especfico mediante los cuales se distingue entre las actitudes proposicionales
y los contenidos proposicionales
sobre los que stas
operan; adems, esos cmputos se almacenaran en distintos niveles de explicitud. Joseph Perner, uno de los pioneros en el estudio de la teora de la
mente, postula que en torno a los cuatro aos se produce un cambio de
tipo ms general en hs capacidades metacognitivas,
gracias al cual los nios llegan a comprender
explcitamente
el hecho de que entre la mente
(la suya o la de los dems) y el mundo hay representaciones
internas que
actan como mediadoras (Perner, 1988, 1991).
Perner propone tres estadios en el desarrollo de la psicologa del sentido comn del nio~ Al principio, el nio pequeo cuenta con una sensibilidad innata hacia las expresiones conductuales de estados mentales (expresiones de alegra, tristeza, enfado y otras, apreciables en los ojos, el
rostro y las posturas corporales de los miembros de su especie). Perner
sostiene que el hecho de poseer al principio de la infancia esa sensibilidad
hacia las expresiones conductuales de los estados mentales no requiere la
.. atribucin de estados internos, sino simplemente
la descripcin verdica
de los estados conductuales
de nuestros congneres. Perner plantea que,
en este primer nivel, los nios representan
nicamente el comportamiento
observable, pero son capaces de cambiar esas representaciones
mediante
un modelo actualizador simple \4. Dicho modelo permite al nio atender
a, y representarse,
los cambios en las expresiones conductuales de los dems, as como sus propias experiencias internas de placer, tristeza. enfado,
etc. Por tanto, en este primer nivel el nio slo comprende las expresiones
externas conductuales
de los estados emocionales,
pero no su esta tus
como estados mentales internos.
El segundo nivel de la psicologa del sentido comn en el nio consiste. segn Pemer.len la comprensin
de los estados mentales como relaciones con situaciones del mundo reales o hipotticas. en vez de, simplemente, con el comportamiento.
Dicha comprensin,
de acuerdo con
Perner. hace que e~ nio pase de una teora conductual de los estados
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Captulo 6
EL NIO COMO GRAFISTA
Verba volant, scripta manent.
Las ratas y los chimpancs son seres muy inteligentes, pero no dibujan.
y esto no se debe simplemente a su falta de destreza manual. Sin embargo,
asome la cabeza por cualquier guardera, curiosee un libro cualquiera sobre la historia del hombre desde los tiempos del neoltico y paleoltico, o
visite algn pueblo que no haya tenido ningn contacto con la cultura occidental y se quedar impresionado por la omnipresencia de la tendencia humana a crear notaciones de diversas clases (p.ej., al dibujar, al burilar, al
pintar, al esculpir, al trazar mapas, y al inventar los diversos sistemas grficos como el lenguaje escrito, la notacin numrica o musical, etc.).
Otras muchas especies generan representaciones internas, pero hay algo
en la arquitectura de la mente humana que hace a nios y a adultos capaces
" de producir tambin notaciones externas, es decir, capaces de servirse de
instrumentos culturales para dejar una huella intencional de sus actos comunicativos y cognitivos. Los seres humanos tenemos una gran facilidad para
dejar huellas impresas (Wilks, 1982), para crear notaciones de diversos tipos. Voy a usar el trmino notacin para referirme a estas representaciones externas, y reservar el trmino representacin para referirme a algo
dentro de la mente. Desde luego, los individuos de varias especies no humanas, como ciertos moluscos e insectos, dejan huellas externas de sus desplazamientos, que les permiten volver a su punto de partida (Gallistel, 1990).
Pero, por lo que yo s, esto ocurre siempre a travs de secreciones del
cuerpo del animal y no por medio de algn tipo de instrumento externo a su
cuerpo. Adems, dichas huellas se dejan sobre la localizacin fsica real del
desplazamiento; no son intencionales o comunicativas. No se parecen en
nada a la facilidad humana para dejar huellas impresas.
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