Historiografia y Poscolonialidad - Vega Mauro

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historiografa y

poscolonialidad*

Mauro Vega

Profesor del Departamento de Historia


Universidad del Valle.

a la memoria de Alvaro Cadavid

La intencin de este trabajo es mostrar, a manera de balance general, lo que ha sido el desarrollo, trayectoria y
expansin de los planteamientos centrales de los estudios
de subalternidad, conocido tambin como poscolonialidad1.
El debate sobre la poscolonialidad est relacionado con
los cambiantes campos discursivos e institucionales de la
historia, la antropologa, la sociologa, la filosofa y la crtica
literaria. La naturaleza de estas reflexiones es fundamen
talmente interdisciplinaria, con un fuerte contenido crtico
(deconstruccionista) de los metarrelatos sociolgicos, con el
* Versin escrita de las conferencias dictadas, con este mismo ttulo, el da
12 de mayo del 2000 en el ciclo de conferencias Historia en el Presente, en
la Facultad de Humanidades de la Universidad del Valle; y el 1 de agosto
del 2000 en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional
de San Cristbal de Huamanga (Per).
1. La propuesta original del grupo de Estudios de la Subalternidad apareci
a fines de los aos 70 en Inglaterra, constituido por un grupo selecto de
historiadores, socilogos y cientistas polticos como Ranajit Guha, Partha
Chatterjee, Dipesh Chakrabary, Gautam Bhadra,Gyanedra Pandey, David
Hardiman, David Arnold y Shahid Amin. Desde entonces la poscolonialidad
ha sufrido importantes transformaciones como consecuencia de la
reflexin interdisciplinaria y de las posiciones que han asumido las
comunidades acadmicas. Hoy en da los estudios de subalternidad se han
institucionalizado especialmente en las universidades norteamericanas
bajo el sello de Estudios Culturales. En este contexto acadmico se form
en 1995 el Grupo Latinoamericano de Estudios Subalternos, dirigido
por John Beverley e Ileana Rodrguez. Si bien ambas comunidades
acadmicas comparten una preocupacin comn que, en lneas generales,
se sintetiza en el anlisis de la subalternidad, las relaciones imperiales y las
representaciones de alteridad, tambin tienen diferencias en los enfoques
tericos, metodolgicos y epistemolgicos.
2. La bibliografa es cada vez ms abundante, es una seal de que en

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propsito explcito de reestructurar las ciencias sociales2.


En esta oportunidad me limitar solamente a destacar la
contribucin de la historiografa en la teora poscolonial,
pero sin perder de vista el marco ms general del debate
acadmico en las ciencias sociales.

las ciencias sociales: el debate sobre la


modernidad y la postmodernidad

No hace falta subrayar la importancia del debate sobre la


modernidad y la postmodernidad en el contexto mundial
y nacional3. Sin embargo, es importante recordar que a
partir de este debate las ciencias sociales han tenido una
mayor sensibilidad hacia el entendimiento de su propia disciplina en trminos de su prctica, sus referentes tericos,
metodolgicos, epistemolgicos, narrativos y empricos. Ha
significado tambin un acercamiento menos ortodoxo y ms
flexible por parte de algunas comunidades acadmicas a
temas y problemas que tradicionalmente no haban trabajado. Pero, tal vez, lo ms significativo de estas reflexiones
ha sido la crtica implacable a la naturaleza del discurso
cientfico, por parte de una variante del postmodernismo
diferentes regiones del mundo existe un esfuerzo sistemtico por repensar
las ciencias sociales. Fue la antropologa, en los aos 80, que empez
con la crtica disciplinaria. Tal vez la compilacin que mejor retrata ese
momento es de Clifford Geertz, James Clifford y Carlos Reynoso (Comps.),
El Surgimiento de la Antropologa Posmoderna. Barcelona: Gedisa, 1991.
Recientemente hay que reconocer que, en gran medida, Immanuel
Wallerstein es responsable de alguna de estas iniciativas. Para un balance
de la sociologa mundial, vase el nmero especial en la revista Zona
Abierta, Hacia una sociologa mundial? Reflexiones desde las periferias.
Zona Abierta, Madrid, 82/83 (1998). Immanuel Wallerstein (Coord.),
Abrir las Ciencias Sociales. Informe de la Comisin Gulbenkian para la
Reestructuracin de las Ciencias Sociales, Madrid: Siglo XXI Editores,
1999. Y para el caso de Amrica Latina y Colombia, vase: Santiago CastroGmez (ed.), La Reestructuracin de las Ciencias Sociales en Amrica Latina,
Santaf de Bogot: Pensar Instituto de Estudios Sociales y Culturales y
Pontificia Universidad Javeriana, 2000.
3. La bibliografa en espaol sobre estos temas es extensa, slo como
ejemplo para nuestro medio vase: Fernando Viviescas y Fabio Giraldo
Isaza (comp.). Colombia, el despertar de la Modernidad. Bogot, Ediciones
Foro Nacional por Colombia, 1994.
4. Peter Gay. De Victoria a Freud. La Experiencia Burguesa, Tomo I, La
Educacin de los Sentidos. Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 1992;

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que desconfa de toda forma de explicacin y razonamiento


totalizador sobre la base del reconocimiento objetivo de la
realidad y anuncia, al contrario, una razn local, en trminos de un juego mltiple de lenguajes.
La otra dimensin de esta crtica se refiere al contenido
e intencin de poder del paradigma de la modernidad, no
slo expresado en las prcticas cientficas y discursivas
alrededor de la razn totalizante, sino en los macrorrelatos
del occidentalismo, que han organizado y legitimado un
mundo a partir de las relaciones de dominacin econmica,
cultural y poltica; esencia del racismo, sexismo, patriarcalismo y colonialismo.
En la historia, en la sociologa y en la antropologa, esta
perspectiva postmodernista se ha enfocado en la crtica
de los esencialismos homogenizadores en un intento por
encontrar y enfatizar las diferencias, la pluralidad y la complejidad del proceso histrico. Existe una relacin directa
entre estas perspectivas y las nuevas tendencias temticas
con actitudes polticas comprometidas, no slo en desafiar
los paradigmas totalizantes, sino tambin en recuperar a
los sujetos, la subjetividad, la intimidad4, la vida cotidiana
y, sobre todo, emancipar en el texto y en la praxis (la poltica de representacin de los grupos de identidad) a las
vctimas de la modernidad, del capitalismo y de la unidad
orgnica y normativizadora del Estado-nacin: la mujer, las
minoras tnicas y sexuales, los grupos subalternos, la ecologa y el medio ambiente5. Enfoques, sin duda, novedosos
que han modificado nuestras perspectivas, pero tambin
han reagrupado y fragmentado los objetos de investigacin
Anthony Giddens, La Transformacin de la Intimidad. Sexualidad, Amor y
Erotismo en las Sociedades Modernas, Madrid: Ctedra, 1995.
5. Los anlisis sobre el medio ambiente tambin han sufrido transformaciones
importantes a partir de nuevas perspectivas como la teora del conflicto
y, especialmente, a partir de la propuesta de Juan Martnez Alier, quien
distingue un ecologismo de la abundancia, especialmente impulsada por
las clases medias de los pases ricos y un ecologismo de los pobres, ms
comn en los pases del Tercer Mundo. Esta ltima perspectiva ha sido
desarrollada por el grupo de Estudios de la Subalternidad de la India, como
ejemplo, vase: Ramachandra Guha, El ecologismo de los pobres, No. 8
(1994), pp. 1-22; Juan Martnez Alier, La interpretacin ecologista de la

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y las unidades de anlisis, como consecuencia directa de la


desconfianza con los paradigmas dominantes en las ciencias
sociales desde la segunda guerra mundial: el marxismo, el
estructuralismo y el funcionalismo6.
Precisamente, la postmodernidad como discurso filosfico,
poltico y esttico es un desencanto con las promesas de la
modernidad y con los modelos interpretativos alrededor de
la totalidad y la teleologa. Ambos conceptos tienen variaciones segn las teoras sociolgicas. En el funcionalismo, por
ejemplo, predomina la idea de la autorregulacin sistmica;
en el estructuralismo la de una coherencia interna que
garantiza una autoreproduccin a partir de vinculaciones
simultneas y, en el marxismo, la del cambio social bajo el
principio de la lucha de clases.
Para la postmodernidad, la totalidad no sera una forma
vlida de aproximarse a una realidad social entendida en
trminos de una entidad coherente, universal, sistmica
y teleolgica7; al contrario, de esta racionalidad formal,
la postmodernidad postula un relativismo con respecto a
una verdad ontolgica y epistemolgica, estructurada por
el saber cientfico moderno; una pluralidad metodolgica y
temtica que lo ha llevado, por un lado, a un eclecticismo
y anarquismo metodolgico8 y, por otro, a un regreso de
la hermenetica como alternativa de acceso a la realidad.
La hermenutica plantea una actitud de comprender e
interpretar el mundo ms all de los datos manifiestos y
historia socio-econmica: Algunos ejemplos andinos, Modernidad en los
Andes, Henrique Urbano (Comp.), Cusco: Centro de Estudios Regionales
Andinos Bartolom de Las Casas, 1991. Y para Colombia contamos con
los excelentes trabajos de Arturo Escobar, El Final del Salvaje. Naturaleza,
Cultura y Poltica en la Antropologa Contempornea, Santaf de Bogot:
Cerec-Icanh, 1999.
6. Para una buena discusin sobre estos problemas, vase: Hans Rudi
Fischer, Arnold Retzer y Jochen Schweitzer (Comps.), El Final de los
Grandes Proyectos, Barcelona: Gedisa, 1997.
7. Roland Anrup, Totalidad social:Unicidad conceptual o unicidad
real?, Revista de Extensin Cultural, No. 20 (1985), Medelln, Universidad
Nacional de Colombia, pp.6-23.
8. Paul K. Feyerabend, Contra el Mtodo, Barcelona: Ariel, 1989.
9. Reinhart Koselleck y Hans-Georg Gadamer, Historia y Hermenetica,
Barcelona: Paidos, 1997.
10. Para una crtica desde la historia, vase: Joyce Appleby, Lynn Hunt y

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postula que slo a partir de una mediacin lingstica, de un


principio temporal y de un proceso creativo que se interesa
ms en el dilogo, la duda y en el sentido motivante de las
preguntas9. Ambas perspectivas, guardando las distancias
correspondientes, desconocen una realidad dada, unitaria
y orientada por una accin teleolgica y la historia como
realizacin progresiva de la humanidad.
Las posturas postmodernas en las disciplinas de las ciencias
sociales han pasado de una desconfianza y escepticismo a
un relativismo radical con respecto a los relatos omnicomprensivos10. En este sentido, Lyotard precisa que la postmodernidad es efectivamente: la incredulidad con relacin a
los metarrelatos11. La postmodernidad y algunas variantes
del postestructuralismo relativizan tanto la norma, como el
criterio de verdad y sealan que tras la pretensin del saber
y la verdad se esconde una relacin de poder, de autoridad
y de dominacin; expresndose en instituciones, prcticas,
discursos y dispositivos de higiene, disciplinamiento y control social.12 A cambio, consideran que slo la diversidad
y la pluralidad del lenguaje pueden romper con el vnculo
entre saber y poder para deslegitimar toda pretensin de
validez universal de la racionalidad europea alrededor de
la razn, la ciencia, el orden y el progreso.
Edward Said, siguiendo este nexo entre saber y poder, ha
expuesto en su trabajo El Orientalismo13, uno de los planteamientos ms influyentes para la crtica literaria y los
estudios poscoloniales. Intenta ser una arqueologa de las
representaciones y de los mecanismos de dominacin de
Occidente sobre el mundo no-europeo, cuyo poder se expresara fundamentalmente en su capacidad de representar
Margaret Jacob, La verdad sobre la Historia, Barcelona: Editorial Andrs
Bello, 1998.
11. Jean Francois Lyotard, La condicin postmoderna, Madrid: Ctedra,
1987.
12. Sobre estos problemas la influencia de los trabajos de Michel Foucault
ha sido, indudablemente, determinantes, la bibliografa es extensa.
13. Edward Said. Orientalismo, Madrid: Libertarias, 1990.
14. Josep Fontana, Europa ante el Espejo, Barcelona: Crtica, 1994, pp.
132.
15. Said, Op.cit., p.27.

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e intervenir sobre el Otro. Said ofrece una aguda crtica


de la produccin y representacin intelectual europeooccidental del Oriente. En este sentido, Josep Fontana
seala que el Oriente le ha servido a Europa no slo para
poner en marcha sus proyectos coloniales e imperiales sino
tambin para definirse en contraposicin a su imagen. La
interpretacin histrica de los pueblos no europeos a la
luz de una concepcin eurocntrica significa arrebatarles
y negarles su propia historia.14 La generalidad de las ideas
y la descripcin exageradamente positivista aparecen como
rasgos comunes de estas representaciones e imgenes que
apelaban a modelos de la ciencia emprica, racistas y dogmticas como si fueran abstracciones verdicas e inmutables.
El orientalismo
siguiendo a Said- es un estilo
de pensamiento basado sobre una distincin ontolgica
y epistemolgica entre el Oriente y el Occidente15. Said
cuestiona la pretensin que todo conocimiento verdadero
est constituido por creencias y operaciones no polticas;
esta creencia: ...no hace ms que ocultar las condiciones
polticas oscuras y muy bien organizadas que rigen la produccin de cualquier conocimiento16. Es decir, el inters
acadmico, cientfico, esttico y poltico del Orientalismo
est condicionado por una relacin de poder hegemnico
de Occidente con respecto a Oriente, cuyo fundamento
epistemolgico es describir y representar al Otro porque
supone un Otro genrico e incapaz de hablar por s mismo. El texto orientalista no es un conocimiento objetivo y
veraz del Oriente -seala Said- sino ms bien un campo
de accin y representacin que construye una alteridad al
poner las bases de la autoconciencia de Occidente. El orientalismo adems de exotizar a un Oriente distante, lo vea
tambin como una fuerza potencialmente amenazadora de
la civilizacin occidental17. El orientalismo se integr en el
16. Ibid., p. 29.
17. Segn Said, estas imgenes han recobrado actualidad a travs de los
medios de comunicacin masiva especialmente en los Estados Unidos
que han asociado terrorismo y fundamentalismo; vase, Edward Said,
Identidad y violencia, Mrgenes, Encuentro y Debate Ao III, No.5/6
(1989), Lima, SUR Casa de Estudios del Socialismo, pp. 99-120.
18. Santiago Castro-Gmez y Eduardo Mendieta (Comp.), Teoras sin Disciplina.

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aparato administrativo y militar del imperio para legitimar


la expansin colonial bajo el signo de misin civilizadora.
A partir de esta incisiva crtica a las representaciones
orientalistas, Said logr establecer que toda comprensin
del texto orientalista pasa por identificar el lugar epistemolgico, las instituciones y las circunstancias histricas
en el que se produjeron, es decir, el texto como parte de
totalidades mayores: instituciones, estructuras de poder,
estados, personas y las historias tanto de los pueblos colonizados como de la metrpolis.

el poscolonialismo y la tradicin historiogrfica


En esta parte quiero presentar al poscolonialismo exclusivamente desde una perspectiva historiogrfica, por dos
razones. En primer lugar, porque creo que existen importantes balances desde otras disciplinas y especialmente
desde la perspectiva de la crtica literaria y cultural que
han abordado problemas tan complejos como la transdisciplinariedad, la globalizacin, las identidades, la cultura,
la esttica, el pensamiento social y poltico latinoamericano18. Y en segundo lugar, porque la propuesta original de la
teora poscolonial vino desde la historiografa nutrindose
de la tradicin historiogrfica marxista inglesa19. Siendo la
subalternidad el ncleo central de la teora poscolonial20,
no es posible entender su significado si no conocemos,
tanto el concepto de hegemona formulado por Gramsci,
Latinoamericanismo, Poscolonialidad y Globalizacin en Debate, Mxico:
University of San Francisco, Miguel Angel Porra Grupo Editorial, 1998.
19. Para el Grupo Latinoamericano de Subalternos, el anlisis de la experiencia
de las clases subalternas en el contexto de Amrica Latina es central en su
programa de investigacin, sin embargo, su aproximacin ha estado ms
cerca de las metodologas literarias y textuales, vase; John Beverley PostLiteratura? Sujeto subalterno e impase de las humanidades, Hermenuticas
de lo Popular, Hernn Vidal (Comp.), Minnesota, Minneapolis, Institute
the Study of Ideologies and Literature, 1992.
20. Vase el Preface de Ranajit Guha al primer nmero de la Revista
Subaltern Studies I. Writings on South Asian History and Society, Ranajit
Guha (Ed.), Delhi:Oxford University Press, 1982.
21. La escuela francesa de los Annales tiene su propia trayectoria en el
tema de lo popular, es ms fue Georges Lefebvre quien acu el trmino
la historia desde abajo. Sin embargo, por su nfasis en la historia de las

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como el debate alrededor de lo popular desarrollado por


la historiografa inglesa21.

la historia social
En el marco de la historia social inglesa se desarroll una
lnea de investigacin preocupada en, trminos generales,
por describir las condiciones de vida, las actitudes polticas
y las expresiones culturales del pueblo como alternativa a la
historiografa elitista. Esta propuesta, inicialmente, no tena
claridad conceptual ni explicativa, simplemente defina el
pueblo como oposicin a la lite. Lo popular, entendido
como lo subalterno, slo adquiri significado cuando se
incorporaron problemas y conceptos como clase y cambio
social, desde una perspectiva estructural. La experiencia de
los sectores populares slo podra descifrarse a partir del
anlisis de las estructuras y del contexto histrico especfico. Con el tiempo, devino en historia popular o historia
desde abajo, logrando un desarrollo extraordinario en la
historiografa inglesa.
Esta lnea de investigacin, impulsada por un marxismo
crtico, renovado y creativo, intentaba explicar el proceso
histrico con modelos asimilados de la sociologa y la antropologa. En el primer caso para dar cuenta del cambio
histrico, a partir de la interaccin entre las estructuras y
la accin social22 y, en el segundo, para explicar la naturaleza de las identidades y las conductas culturales. Todo
mentalidades, esta escuela muestra a los sectores populares en trminos
genricos, estticos y annimos gobernados por alguna mentalidad
colectiva, eliminando as cualquier reconocimiento de accin y conciencia
poltica por parte de las clases bajas. La temtica de lo popular se
identificaba con la cultura popular desde las prcticas religiosas, el sistema
de ritos, creencias, alfabetizacin y lectura de libros de venta ambulatoria
en el siglo XVII (biblioteca azul).
22. Para buenos balances e introducciones a estos debates, vase un viejo
trabajo de Peter Burke, Sociologa e Historia. Madrid, Alianza Editorial,
1987; Eric Hobsbawm, De la historia social a la historia de la sociedad,
Historia Social, No. 10 (1991), Valencia; Santos Juli, Historia Social/
Sociologa Histrica. Madrid, Siglo XXI Editores, 1989; Julin Casanova,
La Historia Social y los Historiadores. Barcelona, Crtica, 1991.
23. Esto tambin puede leerse como compromiso poltico. Entre los

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esto visto desde una nocin de totalidad y de cambio social


determinados por una explicacin causal.
En el terreno de la explicacin histrica, los historiadores
sociales postulan que el nfasis en el anlisis del material
histrico depende de la perspectiva asumida23 y, de las posibilidades de los modelos explicativos. Estos marcos tericos
daban prioridad a las causas estructurales como explicacin
central de los procesos de cambio y, aunque estas narrativas
ya haban incorporado la experiencia de la gente corriente,
subordinaron su accin a las grandes transformaciones
globales bajo el modelo de la modernizacin.
La propia investigacin histrica fue modificando, reformulando y matizando esta propuesta. Historiadores como Rud,
Thompson, Hobsbawm, Hilton, Hill y ms tarde Samuel,
interesados en recuperar en sus estudios a las clases populares como agentes activos del desarrollo histrico, nunca
abandonaron del todo la perspectiva estructural. Pero lo
que s rechazaron contundentemente fue el determinismo
econmico, predominante en los enfoques marxistas de la
poca y retomaron la perspectiva de las relaciones y lucha
de clases bajo una mirada ms flexible que fue aplicada al
anlisis de los sectores populares.24
El inters de fondo era conocer el impacto de los cambios
estructurales en la vida de la gente corriente y medir las
respuestas polticas y las estrategias culturales de resistencia, confrontacin, adaptacin, negociacin y asimilacin.
Se esforzaron por recuperar la experiencia cotidiana, social,
historiadores marxistas britnicos a diferencia de sus colegas franceses
la postura y la accin poltica eran parte central de sus reflexiones e
investigaciones acadmicas. El mejor ejemplo es el grupo de historiadores,
obreros y estudiantes alrededor del movimiento y de la revista History
Workshop, dirigido por Raphael Samuel. Para una compilacin de textos,
vase, Rafael Samuel (Ed.), Historia Popular y Teora Socialista, Barcelona:
Crtica, 1984.
24. Para un extraordinario balance de esta trayectoria historiogrfica,
vase, Harvey J. Kaye, Los Historiadores Marxistas Britnicos. Un Anlisis
Introductorio, Zaragoza, Universidad de Zaragoza, 1989.
25. Casanova, Op.cit., p, 97.
26. Esta limitacin temporal es propia de la historiografa inglesa a
diferencia de la tradicin historiogrfica francesa e italiana que trabajan

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cultural y poltica de las clases subalternas en el marco de


relaciones de poder, subordinacin y dominacin. Estos
historiadores lograron combinar un agudo sentido por el
cambio social y las estructuras (socio-histricas de largo
plazo), con la accin social en trminos de conflicto, lucha,
cooperacin y negociacin.
Si bien el viejo debate sobre la transicin del feudalismo al
capitalismo pesaba en la tradicin historiogrfica inglesa,
sta fue traducindose a esquemas ms flexibles como,
por ejemplo, para articular estructuras agrarias con formas de vida cotidiana, relaciones de autoridad, cultura y
de lucha campesina. Los factores materiales dejaron de
ser determinantes y pasaron a constituirse en elementos
complementarios a los vnculos sociales, a las relaciones
de produccin y de poder.
Como resultado de esta contribucin historiogrfica inglesa,
tenemos unos modelos analticos que lograron articular de
manera coherente y sistemtica el anlisis de las relaciones
de clases con contextos histricos particulares25. Lograron
superar con xito tanto el enfoque rankiano como al determinismo econmico imponindose de ese modo, en la narrativa
histrica una mirada desde abajo. Esta perspectiva que
combinaba las estructuras, el cambio social y las acciones
proyectaron al anlisis y al debate historiogrfico temas,
problemas, metodologas y herramientas conceptuales con
las cuales se logr recuperar, en la explicacin histrica, la
experiencia de las clases subalternas, lo cual se tradujo en
investigaciones que enfatizaban en el estudio de la cultura,
los estilos de vida popular y, fundamentalmente, la protesta
social en perodos de transicin y consolidacin del capitalismo o posteriores a la Revolucin Francesa26.
Temticamente, en el transcurso de las dcadas del 70 y
80, en diferentes contextos acadmicos, se puso acento a
con un arco temporal mucho ms amplio que puede incluir varios perodos
de la historia europea.
27. Entre los trabajos ms representativos de la historia social sobre los
negros en los Estados Unidos, vase: Eugene Genovese, Roll, Jordan, Roll.
The World the Slaves Made, New York: Vintage Books, 1974; y del mismo

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la perspectiva del sujeto, de la accin social y de la cultura


ms que en las explicaciones estructurales27. El nfasis en
los sujetos subalternos, en tanto agentes de accin y cambio, desplazaron a los enfoques que los vean como parte de
unidades annimas, orgnicas y monolticas, incapaces de
reconocer a individuos que desafen y elaboren estrategias
frente al poder y a la norma, a partir de sus propias concepciones de la vida, de la poltica y del mundo28.
En suma, esta historia social no slo pudo recuperar en el
relato histrico a la gente corriente, sino que tambin se la
restituy en su propia historia. Lo cierto es que, a partir de
entonces, la plebe, los campesinos, artesanos, trabajadores,
esclavos, indgenas, mujeres y obreros formaron parte del
juicio histrico y de las consideraciones epistemolgicas. Lo
cierto, tambin, es que a partir de entonces los historiadores no podan evadir e ignorar la importancia de las clases
subalternas tanto en el discurso historiogrfico como en
el proceso histrico. Es decir, fueron visibles porque en el
taller del historiador se les vio desde cierta perspectiva y
desde una explicacin causal adecuada. Adems, lo social
y lo popular no slo fueron objetos de investigacin, sino
tambin modos de interpretar y explicar el proceso histrico
desde abajo29.

la nueva historia cultural


autor; From Rebelion to Revolution. Afro-american Slave Revolts in the
Making of the New World, Boston Rouge: Louisiana State University Press,
1979. Sobre la experiencia de la poblacin indgena andina, vase, Steve
Stern J. Perus Indian Peoples and the Challenge of Spanish Conquest:
Huamanga to 1640, Madison: University of Wisconsin Press, 1982. (Hay
ed. en cast., Alianza Editorial). Y sobre los campesinos del sudestasitico,
vase, los influyentes trabajos de James C. Scott, The Moral Economy of
the Peasant Resistance in Sountheast Asia, New Haven: Yale University
Press, 1976; Weapons of the Weak. Everyday Forms of Peasant Resistance,
New Haven: Yale University Press, 1985.
28. En este sentido, los trabajos de la microhistoria italiana de Carlo
Ginzburg y Giovanni Levi dieron las pautas y el giro para reconocer y
analizar con ms determinacin la subjetividad de los sectores populares.
29. Juli, Op. Cit., p. 24.
30. Clifford Geertz, La Interpretacin de las Culturas, Barcelona, Gedisa:
1995.
31. E.P. Thompson, Folklore, antropologa e historia social, Historia

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Hacia fines de la dcada del 70 e inicios de la siguiente, en


la historiografa se dio un nuevo desplazamiento, esta vez
hacia la antropologa. El concepto de cultura estaba inspirado en los modelos interaccionistas y etnometodolgicos,
especialmente desarrollados por una antropologa simblica
representada en la figura de Clifford Geertz30. Esta perspectiva tena el inters de conocer, ms que las estructuras
como sistema de relaciones de oposicin clasista, las redes,
el conocimiento ordinario (capital cultural), las estrategias
cotidianas individuales y colectivas de reproduccin de la
accin social y de las estructuras sociales. El inters por
los grandes procesos y las transiciones histricas se reformularon temtica y metodolgicamente a escalas ms
reducidas en las que se destacaba, fundamentalmente, a
los sujetos en contextos que coordinan y dan sentido a sus
acciones para lograr mrgenes de maniobra con respecto a
los sistemas normativos.
El nexo entre la historia y la antropologa tuvo un extraordinario desarrollo casi en todas las tradiciones y escuelas
historiogrficas del mundo, especialmente la microhistoria
italiana, la historia de las mentalidades francesa, la historia social inglesa y norteamericana, estas dos ltimas
representadas por E.P. Thompson y Natalie Zemon Davis,
respectivamente. Ambos historiadores pusieron ms atencin a los aspectos ritualizados y teatralizados de la accin
de la multitud como una expresin cultural y comunal31.
Thompson y Davis32 comparten un nfasis en lo que ellos
consideran el papel decisivo de la cultura como una fuerza
directiva del cambio histrico, propuesta que estaba dirigida
a cuestionar a los anteriores enfoques que haban reducido
la experiencia de clases populares a partir de una aproximaSocial, No. 3 (1989), Valencia, pp. 81-100; Natalie Zemon Davis, Sociedad
y Cultura en la Francia Moderna. Barcelona, Crtica, 1993.
32. Aqu sigo los comentarios de Suzanne Desan sobre Thompson y Davis
en su artculo: Crowds, community, and ritual in work of E.P. Tompson
and Natalie Davis, Lynn Hunt (Ed.) The New Cultural History. California.
Berkeley and Los Angeles: University of California Press, 1989, pp. 47-71.
33. E.P. Thompson, The moral economy of the English crowd in the
eighteenth century, Past and Present,50 (Feb. 1971), pp.76-136.
34. Zemon Davis, Op. Cit.

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cin que correlacionaba mecnicamente fuerzas econmicas


y construcciones culturales. Formularon metodolgicamente que las expresiones simblicas podan ser utilizadas por
los historiadores para explicar el cambio histrico y analizar
contextos particulares a partir del conocimiento, la ideologa
y el sentido comn de los sujetos populares; es decir, utilizaron la cultura en un elemento articulador y orientador de
la vida y de las acciones sociales. As mismo, redefinieron
la nocin de clase y de lucha de clases por una interaccin
dialctica entre experiencia y conciencia social; sobre todo
para aproximarse a las relaciones recprocas, intersubjetivas y a la experiencia de la multitud. Thompson y Davis
comparten la conviccin de que las clases subalternas no
estuvieron simplemente a merced, como sujetos pasivos ni
como vctimas de las contingencias histricas (capitalismo,
industrializacin, formacin del Estado-nacin), sino, ms
bien, jugaron un papel activo e integral en la definicin de
su propia identidad y en el desarrollo de esos procesos a
travs de estrategias cotidianas, simblicas y formas de
violencia colectiva.
Estos historiadores estudiaron el mundo popular, sus expresiones sociales y polticas como los motines, revueltas,
fiestas, religin y vida cotidiana, como terreno frtil para
explorar sus convicciones tericas y metodolgicas. Thompson analiz la protesta social en el contexto ingls del siglo
XVIII, a partir del concepto de economa moral;33 y Davis
estudi la violencia religiosa en Francia durante el siglo XVI,
a partir de las creencias y ritos religiosos, el juego festivo
y la conexin entre las culturas escritas y orales34. Ambos
trabajos presuponen que la reconstruccin de los rasgos
contextuales es la mejor forma para abordar el anlisis de
las conductas sociales y el punto de vista de los sujetos
sociales. Al poner nfasis en el contexto y articularlo con
la accin, la estructura social se definir en y por la accin
social que, en cierto sentido, sigue predominando; el peso
de la estructura (del orden social) que se traducir en ac35. Es importante recordar el debate historigrfico alrededor de la crtica
de E.P. Thompson al estructurtalismo marxista de Althuser y luego
la intervencin de Perry Anderson en este mismo debate. Vase, E.P.
Thompson, Miseria de la Teora, Barcelona: Crtica, 1981; Perry Anderson,

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ciones prcticas a travs de la costumbre, la tradicin, las


normas morales y la nocin legitimante.
Aunque es cierto que el sujeto popular dispone, hace uso
(recursos interpretativos) y crea un campo de accin (habitus), tambin est condicionado, limitado y mediado por
la cultura, el contexto y el orden normativo. Es decir, la
capacidad de accin e iniciativa de las clases populares
con respecto a las instituciones y al orden normativo se
proyecta tanto en la fuerza de la costumbre como en la
vocacin de cambio.
En sntesis, Thompson y Davis focalizaron su anlisis en
los significados, motivaciones, estrategias de legitimacin y
de accin colectiva de los sectores populares. Estas nuevas
aproximaciones reformularon la naturaleza de la produccin
de la accin, la cultura y la socializacin de los sujetos subalternos. Resolvieron y superaron la metfora de totalidad,
base y superestructura, aproximndose al estudio de la
subjetividad, del contexto, de las relaciones simultneas y
de las secuencias temporales en el mundo popular.
Estos resultados luego fueron complementados por otros
debates como las de la poltica campesina en el mundo
(Samuel Pokin, James Scott, Steven Stern, Jonh Tutino, Brooke Larson, Katz, Van Young , Flores-Galindo y
OPhelan) y el poscolonialismo.

el postestructuralismo
Otra contribucin determinante para configurar la teora
poscolonial ha sido el postestructuralismo que surge con
los cambios operados en las ciencias sociales y fundamentalmente por el llamado giro lingstico en el marco del
estructuralismo, cuyos representante ms visibles fueron
Saussure, Foucault, Lacan, Althusser, Chomski, Derrida y
Levi-Strauss35. El postestructuralismo postula la relacin
entre el lenguaje y la constitucin de la accin social, en
cuanto reconoce la relacin intersubjetiva y recproca de
sujetos comunicativamente socializados. El lenguaje y la

historiografa y poscolonialidad / mauro vega 83

significacin son constitutivos de la praxis social, el lenguaje media un entendimiento intersubjetivo y articula
un mundo simblicamente estructurado. Esta propuesta
intenta reconstruir el universo subjetivo y los contextos cotidianos a partir de la accin comunicativa, en un esfuerzo
por superar la nocin de un sujeto autoreferido y con rasgos
fijos e invariables.
Predominantemente, el postestructuralismo afirma que el
discurso y el juego de lenguajes estn articulados y situados
en el campo de la accin social, superando en gran medida,
tanto la explicacin en trminos de un individualismo autnomo y voluntarista como en trminos de la distincin entre
lo consciente e inconsciente y entre lo racional e irracional.
Esto llev a reconocer a un sujeto, en cuanto agente, capaz
de producir sentido y accin, a partir de la interpretacin y
apropiacin del texto y del sistema de significantes.
En este sentido, Ricoeur ha querido ver en el lenguaje la
capacidad de conservar y articular la experiencia social con
expresiones apropiadas a las circunstancias de la accin
humana36. Para este autor es importante recuperar los
conceptos que describen la accin y la opcin segn su
sentido de accin, tales como: de intencin, de fin, de razn
de actuar, de motivo, de deseo, de preferencia, de eleccin,
de agente y de responsabilidad. Y seala: El carcter articulado del discurso de la decisin constituye su carcter
de estrategia.37 El discurso y la accin social tienen un
carcter relacional en cuanto el lenguaje, la realidad y el
sujeto no son entidades autoreferidas.
La preocupacin del postestructuralismo era superar la mirada de Althusser que sostena que ningn sujeto produce
historia, los sujetos estn ubicados en la estructura. Giddens
Teora, Poltica e Historia. Un Debate con E.P. Thompson, Madrid: Siglo XXI
Editores, 1985.
36. Paul Ricoeur, El discurso de la accin, Madrid: Ctedra, 1988, p.12.
37. Ibid., p. 17.
38. Thompson, (1981), Op. Cit.
39. Anthony Giddens, La constitucin de la sociedad. Bases para la teora
de la estructuracin. Buenos Aires: Amorrortu Editores, 1995.
40. E.P. Thompson, La formacin de la clase obrera en Inglaterra, Barcelona:

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Revista Historia y Espacio, n 17

y Thompson38 coinciden en la crtica a este planteamiento,


sealando que Althusser no tiene un planteamiento convincente de cmo se producen las estructuras ni tampoco
una teora de la estructuracin. Giddens, por su parte,
intenta encontrar puentes entre el estructuralismo y la
agencia, asumiendo que los sujetos estn condicionados
por las estructuras, pero tambin stas son producto de los
agentes.39 As mismo, Thompson, en uno de sus trabajos
ms importantes de historia social40, trataba de entender la
forma en que la clase obrera se fue constituyendo, no pasivamente ni determinada por las relaciones de produccin
capitalista, sino a travs de su experiencia y su cultura
como sujeto colectivo consciente de s mismo y como sujeto
de la historia. Es decir, a partir del estudio de los sistemas
de significacin que producen y mantienen subjetividades
y valores.
En esta direccin, los planteamientos de Pierre Bourdieu41
y Michel de Certeau rehuyen y rechazan la racionalidad
funcionalista de las metanarrativas y del individualismo
metodolgico y apuestan por una sociologa prctica y
una teora de los agentes sociales. Ambos reconocen en
las estrategias y en el habitus campos de accin prctica,
en tanto espacios de juego, de negociacin y de conflictos.
Bourdieu sostiene que las acciones de los agentes no estn
guiadas por ninguna regla consciente, ni por decisiones
voluntaristas de los individuos, ni por principios racionales, ni por metas predefinidas e intencionales, sino por una
lgica y un sentido prctico resultantes de un sistema de
disposiciones duraderas(habitus), dispuestas a ser aplicadas, objetivamente, orientadas e improvisadas en la accin
social. Las posibilidades de jugar con cierto xito dentro de
un campo particular dependen tanto del capital simblico
y del conocimiento que los agentes controlen, como de las
Crtica, 1989.
41. Pierre Bourdieu, El sentido prctico, Madrid: Taurus, 1991.
42. Michel de Certeau, La Invencin de lo Cotidiano, Mxico: Universidad
Iberoamericana, 1996.
43. Ibid., pp. 42 y 43.
44. La historiografa y la etnohistoria andina desde hace mucho tiempo

historiografa y poscolonialidad / mauro vega 85

variaciones que se den en los futuros escenarios o por las


modificaciones de posicin en el campo de juego.
Michel de Certeau42 considera que los comportamientos
tienen un lugar y las modalidades de accin se distribuyen
en tipos de operaciones y procedimientos de produccin y
consumo. De Certeau hace distincin entre estrategias y
tcticas para demostrar que los agentes estn delimitados
por campos de poder y de accin; hay lugares propios y
lugares del otro desde donde se bosquejan las estrategias
y las tcticas, en tanto representan intereses, acciones,
temporalidades y sentidos en contextos asimtricos. Para
De Certeau, la distincin entre estrategia y tctica resulta
fundamental para entender la dinmica y la lgica de los
agentes en un orden social jerrquico con instituciones dominantes, relaciones de poder, subordinacin y exclusin.
Nos interesa aqu destacar lo siguiente:
Llamo estrategia al clculo (o a la manipulacin) de
las relaciones de fuerza que se hace posible desde
que un sujeto de voluntad y de poder (una empresa,
un ejrcito, una ciudad, una institucin cientfica)
resulta aislable. La estrategia postula un lugar susceptible de ser circunscrito como algo propio y de ser
la base donde administrar las relaciones con una
exterioridad de metas o de amenazas... La tctica no
tiene ms lugar que del otro. Adems, debe actuar
con el terreno que le impone y organiza la ley de una
fuerza extraa. No tiene el medio de mantenerse en s
misma, a distancia, en una posicin de retirada, de
previsin y de recogimiento de s: es movimiento en
el interior del campo de visin del enemigo... y est
dentro del espacio controlado por ste.43 (El nfasis
es del autor).
A partir de estos elementos, De Certeau rechaza las versiones que plantean las relaciones de poder y dominacin en
trminos de sumisin y pasividad, porque supone que los
sujetos subalternos son guiados y organizados, exclusiva
han desarrollado estas perspectivas, especialmente abundan los trabajos
sobre la experiencia de las poblaciones indgenas en el contexto colonial
y, recientemente, en el contexto de la formacin del Estado-nacional.

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Revista Historia y Espacio, n 17

mente, por las producciones e intereses de las clases dominantes. Los sujetos populares, generalmente, han manipulado la normatividad, las relaciones de poder y han alterado
la toma de decisiones. Si bien De Certeau reconoce esta
capacidad e iniciativa por parte de los sujetos subalternos,
estas maniobras se mueven en unos lmites impuestos por
el orden social (estructura) y por el campo dentro del cual
operan. Los procedimientos de consumo y las relaciones
con la exterioridad les posibilita a los sectores subalternos
reducir, desviar, negociar, colaborar, evadir y resistir a las
leyes, a las instituciones y a las producciones del orden
dominante44.

el poscolonialismo
Dentro del mundo acadmico, el poscolonialismo est considerado como un rea nueva del conocimiento y un nuevo
campo de estudios interdisciplinarios que intenta elaborar
un programa de investigacin como alternativa a los modelos teleolgicos. Es una especie de desencantamiento en
relacin con los paradigmas sociolgicos, antropolgicos e
histricos que surgieron en el contexto de la modernidad.
Hay que considerar, en este sentido, al poscolonialismo como
parte del debate ms amplio sobre la crtica y rechazo de la
Creo que esta produccin es fundamental para cualquier reflexin
de subalternidad en la historia latinoamericana; por el contrario, no
ha recibido ningn comentario serio por parte de los acadmicos que
fundaron el Grupo de Estudios Subalternos Latinoamericanos (GESLA);
en el Manifiesto inaugural no se hace ninguna referencia a los debates
acadmicos ms importantes realizados, por ejemplo, en la regin andina.
Al respecto, se pueden consultar algunas compilaciones hechas en la regin
como resultado de encuentros y debates entre acadmicos del norte y del
sur auspiciados por el Social Science Research Council (SSRC); vase:
Brooke Larson, Olivia Harris y Enrique Tndeter (Comp.), La Participacin
Indgena en los Mercados del Sur Andino, La Paz: Cerec, 1987; Steven Stern
(Comp.), Resistencia, Rebelin y Conciencia Campesina en los Andes, Siglos
XVIII al XX, Lima: IEP, 1990; Segundo Moreno y Frank Salomon (Comps.),
Reproduccin y Transformacin de las Sociedades Andinas, Siglos XVI-XX,
Quito: Abya-Yala, 1991.
45. Castro-Gmez y Mendieta, Op. Cit., p. 17. Sin embargo, vale la pena
recordar que Sartre es de los pocos filsofos europeos que reflexion
crtica y apasionadamente la experiencia del colonialismo a propsito de la
guerra en Argelia, vase: Jean Paul Sartre, Colonialismo y neocolonialismo,

historiografa y poscolonialidad / mauro vega 87

modernidad occidental. La poscolonialidad, precisamente,


trata de deconstruir las metanarrativas sobre la modernizacin, racionalizacin y progreso en un esfuerzo por develar
y denunciar su contenido totalizador al querer imponerse
a otros contextos histricos y realidades no-europeas. Los
defensores de la teora poscolonial, al rechazar el proceso,
la experiencia y las promesas de la modernidad, se acercan,
de cierta manera, a los crticos de la cultura occidental y de
la modernidad capitalista como Marx, Nietzsche, Simmel,
Freud, Benjamin, Weber, Adorno, Horkheimer y Foucault,
quienes desde diferentes perspectivas y grados denunciaron
las patologas de la modernidad. Aunque como lo advierten
Santiago Castro-Gmez y Eduardo Mendieta- ninguno de
estos pensadores tematiz los vnculos entre la metafsica
occidental y el proyecto europeo de colonizacin, por el contrario, todos ellos permanecieron recluidos en el mbito de
la crtica intraeuropea45. Frente a esta limitacin en la crtica
a la modernidad europea, los acadmicos del Tercer Mundo
apuntan sus crticas a los discursos y a las representaciones
eurocntricas que universalizan la experiencia europea a
costa de suprimir y negar en sus narrativas la accin histrica de los pueblos y de las sociedades no-europeas46. An
ms, los tericos poscoloniales critican fundamentalmente
la experiencia y la lgica del colonialismo e imperialismo en
un esfuerzo por restaurar la voz, la experiencia, la identidad
y la historia del subalterno y de las localidades perifricas.
Adems, estn contra la metanarrativa nacional de homogeneidad y unidad nacional; al poner al nacionalismo
en el mismo orden de la razn y el progreso instituidos
por la experiencia colonial,47que han formado identidades
subordinadas sobre la supresin de la riqueza cultural indgena. La reflexin poscolonial se fundamenta en la crisis
y desmonte del colonialismo europeo en el siglo XX y en la
expansin de relaciones imperialistas que lo han seguido
Buenos Aires: Losada, 1965.
46. Samin Amir, Eurocentrism, Nueva York: Monthly Review Press, 1989.
47. Partha Chattarjee, Nationalist Thought and the Colonial World. A
Derivative Discourse, Londres: Zed, 1986.
48. Bill, Ashcroft, Garenth Griffiths y Hellen Tiffin, The Post-Colonial Studies
Reader, Londres: Routhledge, 1995, p. 117.

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Revista Historia y Espacio, n 17

hasta el presente. En este sentido, el poscolonialismo abre


un campo para estudiar y entender los efectos de las relaciones imperialistas y la creacin de formas de opresin
poltica, econmica, racial, cultural y discursiva, as como
tambin para reconstruir las reacciones y resistencias anticoloniales en localidades perifricas, que han surgido de
esta tensin y han impactado en el poder del conocimiento
cultural imperialista. El poscolonialismo ha sido explicado,
precisamente, como una atencin prolongada al proceso
imperial en sociedades coloniales y neo-coloniales como
tambin en el examen de las estrategias para subvertir los
efectos materiales y discursos de este proceso48.
De manera que al reconocer que el proceso del colonialismo
y sus variantes (imperialismo, globalizacin) no tiene un
fin, su prefijo pos no significa despus del colonialismo,
tampoco empieza con la independencia. Ms bien, el poscolonialsimo representa un perodo nuevo que toma su forma
y significado desde el primer momento del contacto colonial.
Si bien la experiencia del poscolonialismo ha sido diferente
en diversos contextos, hay de todos modos caractersticas y
tendencias comunes como es la imposicin de estructuras
de poder, la actualizacin de dispositivos y procesos sistemticos de dominacin cultural, sobre el cuerpo y espacio
de los Otros. Pero tambin diferentes formas de lucha y de
resistencia, de una u otra forma, siempre estn presentes
en todo contexto colonial.
Un impulso an ms importante para la teora poscolonial
ha sido la reflexin sobre la subalternidad y la cultura. Partiendo de las contribuciones de la historia social, la historia
popular, la historia cultural, pero fundamentalmente de
la teora crtica de Gramsci y Raymond Williams, el poscolonialismo, en su versin historiogrfica propone una
redefinicin terica de estos conceptos para que puedan
ser aplicados a las experiencias poscoloniales. La cultura
dej de ser vista como un conjunto heredado de creencias,
49. Gyan Prakash, Los estudios de la subalternidad como crtica postcolonial, Silvia Rivera Cusicanqui y Rosana Barragan (Comps.), Debates
Post Coloniales: Una Introduccin a los Estudios de la Subalternidad, La
Paz: SEPHIS, s/f, p. 296.

historiografa y poscolonialidad / mauro vega 89

prcticas y tradiciones que encierran entidades imaginarias


cerradas y autodefinidas. En vez de ello, los poscoloniales
proponen que las identidades culturales son constantemente reelaboradas, redefinidas y reinventadas a travs
de mltiples vinculaciones sociales (clase, etnia, gnero) y
de poder. La cultura es un proceso dinmico, continuo y
creativo que se expresa en estrategias de resistencia y negociacin con el propsito de acomodarse a las cambiantes
formas de dominacin. As, las prcticas culturales de las
clases subalternas no corresponden a ninguna esencia
cultural, tampoco a un lugar fijo en la estructura social,
sino, ms bien, son respuestas que maniobran tcticamente
una ubicacin estratgica en las relaciones de poder y de
autoridad.
En este sentido, el concepto gramsciano de hegemona se
retoma para entender la dominacin en trminos de espacio
de negociacin y consenso, pero tambin de confrontacin
y conflictos de clase. Como lo seala Prakash si bien el
trmino subalterno viene de Gramsci y hace referencia a
relaciones de subordinacin, en trminos de clase, casta,
gnero, raza, lengua y cultura y se utiliza para poner en
relieve la centralidad de dominantes/dominados en la historia, para rectificar la inclinacin elitista que caracteriza la
investigacin en los estudios de Asia del Sur. Esto significa
rechazar la conviccin de que las lites haban ejercido dominacin sobre los subalternos, pero no de hegemona, en
los trminos de Gramsci49.
La historiografa sobre la cultura popular ha desarrollado la
perspectiva de la circularidad cultural50 para referirse tambin a espacios de encuentro, competencia, apropiaciones
e intercambios simblicos entre el pueblo y los sectores
dominantes. Para Bajtin, por ejemplo, la fiesta popular y
especialmente el carnaval, era el tiempo de una liberacin
transitoria ms all de las normas y de la rbita de la con50. En gran medida Bajtin se anticip con mucho tiempo al formular un
modelo de las relaciones pueblo/lite en trminos de una articulacin que
genera respuestas simultneas y recprocas de entendimiento de lenguajes
y smbolos consensuales del poder. Vase, Mijail Bajtin, La Cultura Popular
en la Edad Media y Renacimiento. El Contexto de Francois Rabelais,

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cepcin dominante que significaba la abolicin temporal de


las relaciones cotidianas de jerarquas y privilegios.
Es decir, con la contribucin de todas estas reflexiones los
poscoloniales intentan superar el determinismo econmico
y las perspectivas que ponen nfasis en la confrontacin de
clases y de culturas opuestas51. El esfuerzo de los tericos
poscoloniales es deshacerse del modelo binario lite/pueblo,
que ve a los grupos subalternos como sujetos de poder, es
decir, su existencia y sus actividades estn condicionadas
por la esfera de las lites; el enfoque esttico funcionalista
de reproduccin sincrnica que trata a las sociedades tradicionales como entidades autoreproductivas, corporativas
y aisladas; y del enfoque del sistema mundial, nocin de
que las estructuras de las formaciones culturales y polticas, perifricas, estn directamente determinadas por
su insercin subordinada (aculturacin, hibridacin) en el
capitalismo, el Estado y la globalizacin. Guha avanza ms
y dice que los subalternos habran actuado en la historia
por s mismos, es decir, independientemente de la lite;
su poltica constituy un dominio autnomo, dado que
no se originaba en la poltica de la lite, ni su existencia
dependa de ella.52
De esta manera se supera una visin cosificada y dicotmica de lo subalterno y se formula un nuevo marco terico
matizado y flexible para explicar la relacin de dominacin
y resistencia, a partir del reconocimiento de la capacidad
Madrid, Alianza Editorial, 1988. Este mismo esquema fue utilizado por
Carlo Ginzburg en su libro: El Queso y los Gusanos, Barcelona, Muchinik
Editores, 1986.
51. Para importantes revisiones generales sobre los conceptos de cultura
y subalternidad en los estudios poscoloniales vanse los trabajos de:
Ranaiit Guha, On some aspects of the historiography of colonial india,
Ranajit Guha y Gayatri Spivak (eds.), Selected Subalternal Studies,
Nueva York: Oxford University Press, 1988;Homi, Bhaba, The Location of
Culture, Londres: Routhedge, 1992; Gayatri, Spivak, Can the subaltern
speak?, Patrick Williams y Laura Chrisman (eds.), Colonial Discourse
and Postcolonial Theory, Nueva York: Columbia University Press, 1994.
52. Citado en Gyan Prakash, Op. Cit., p.296.

historiografa y poscolonialidad / mauro vega 91

e iniciativa histrica del sujeto subalterno (de agencia)


negada por un enfoque elitista, por narrativas coloniales,
nacionalistas y marxistas.

comentarios finales


Como hemos visto, la dominacin, la subalternidad y la cultura
han sido claves en los trabajos de los tericos postcoloniales.
Es importante recuperar el inters historiogrfico por los problemas abordados y los importantes avances en el estudio de
las clases subalternas en la historia andina y latinoamericana.
En este sentido, faltan ms reflexiones a fondo sobre la historiografa y la etnohistoria andinas. Cualquier reflexin en
Amrica Latina tiene que pasar por incorporar, reformular,
criticar y deconstruir las categoras de etnicidad, multicul
turalismo, resistencia, aculturacin y los modelos de la
Teora de la Dependencia y la herencia colonial.
Este debate se halla signado por la crisis de los paradigmas y por una redefinicin histrica entre el centro y la
periferia, entre cultura global y local en una nueva etapa
del capitalismo transterritorializado. En este sentido, el
poscolonialismo propone deconstruir las narrativas centrales de la cultura occidental y desmontar la relacin entre
el centro y la periferia, en el discurso imperialista. Ello
implica una crtica poltica y tica de las ambiciones globales
e imperialistas. El poscolonialismo comparte con el postmodernismo el prefijo pos, que representa una ruptura con
el pasado, pero en sus programas de investigacin toman
caminos polticamente distintos. Si en el postmodenismo
el objeto de anlisis es el sujeto humano como individuo-,
en el poscolonialismo el objeto es el sujeto imperialista, los
colonizados que han sido enajenados pero que tambin han
ejercido formas de resistencia al proyecto imperial.
Lo importante tambin para la teora poscolonial es descolonizar el discurso historiogrfico eurocntrico; en tanto que
el surgimiento de la historiografia moderna ocurri simult-

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Revista Historia y Espacio, n 17

neamente con la expansin del colonialismo, en su anexin


violenta del mundo no-europeo, encontr en la historia un
instrumento fundamental para legitimar el control colonial,
para representar y construir una realidad mundial funcional
a sus intereses. Esta historiografa universal y teleolgica ha
relegado e ignorado a las sociedades no-occidentales a los
mrgenes de la historia. El trabajo poscolonial cuestiona este
mensaje e intenta reescribir la heterogeneidad de la representacin histrica, la memoria y la autenticidad cultural de
los pueblos colonizados.
El poscolonialismo, adems, ofrece un marco terico para
discutir la naturaleza de lo individual y lo colectivo (la intersubjetividad) y analizar las diversas experiencias de las
clases subalternas en contextos coloniales y poscoloniales.
Lo importante de este enfoque es que los sujetos subalternos
no son tratados como sujetos pasivos, sumisos, vctimas,
vencidos e irracionales; por el contrario, son narrados en
el momento en que tratan de desafiar el poder alienador.
Esta propuesta sienta las bases de un argumento a favor
de una concepcin de la cultura, como prctica poltica,
comprometida en el proceso de hacer historia.

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