Maldonado, El Giro Antropocénico
Maldonado, El Giro Antropocénico
Maldonado, El Giro Antropocénico
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Resumen: De acuerdo con los datos amasados por los cientficos naturales, la colonizacin humana de la naturaleza
ha alcanzado tal grado que hay razones para pensar que hemos dejado atrs el Holoceno para adentrarnos en una
nueva era geolgica caracterizada por la influencia humana sobre el funcionamiento del sistema planetario global: el
Antropoceno. Lejos de constituir una mera curiosidad cientfica, esta recategorizacin de las relaciones entre el ser
humano y medio ambiente global representa un giro epistemolgico de profundas consecuencias normativas, que
plantea nuevos desafos para la especie en su conjunto a la vez que nos empuja hacia esa autorrepresentacin. Esta
ponencia expondr los orgenes y el contenido de esta rompedora hiptesis, prestando especial atencin a la teora
poltica del Antropoceno.
Palabras clave: Antropoceno, medio ambiente, democracia, agencia, tecnologa.
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El giro antropocnico
desarrollo, pero est lejos de ser el nico: adanse la desaparicin de la superficie virgen, la urbanizacin,
la agricultura industrial, la infraestructura de transporte, las actividades mineras, la prdida de
biodiversidad, la modificacin gentica de los organismos, los avances tecnolgicos, la creciente
hibridacin, la acidificacin de los ocanos. Puede comprobarse que no se trata de procesos sbitos, sino
de largos recorridos histricos acelerados desde la Revolucin Industrial. Desde este punto de vista, el
Antropoceno puede contemplarse como la sobrevenida percepcin social de una transformacin
comenzada hace ya mucho tiempo:
"Tomados en su conjunto, las pruebas parecen ms que suficientes para probar la hiptesis de que el presente estado
de la biosfera terrestre es preponderantemente antropognico, con formas y procesos ecolgicos que, sin precedentes
en el Holoceno o con anterioridad, son heraldos de la emergencia del Antropoceno" (Ellis et al. 2010: 1026).
Ntese que la contundencia de los datos que apuntan hacia una influencia masiva de los seres humanos
sobre los sistemas biofsicos no son necesariamente indicativos de una influencia visible o forzosamente
destructiva. Por ejemplo, un ecosistema puede seguir cumpliendo sus funciones bsicas a pesar de estar
influido por procesos antropognicos. Asimismo, no todas las partes del planeta se han visto afectadas de
la misma manera; si bien es razonable esperar que una gran parte de las mismas termine por ser
colonizada por la actividad humana, en alguna de sus formas. Sea como fuere, estas alteraciones de origen
humano sobre el funcionamiento del planeta han sido tan insidiosas y de tal magnitud que la Tierra parece
estar movindose hacia un estado diferente. Para Steffen y sus colegas, la conclusin es clara: "El
fenmeno del cambio global representa un profundo cambio en la relacin entre los seres humanos y el
resto de la naturaleza" (Steffen et al. 2007: 614). De ah que podamos hablar de un incipiente giro
antropocnico visible ya en los estudios medioambientales y en la reflexin normativa sobre las relaciones
socionaturales.
Ahora bien, es preciso puntualizar que el trmino Antropoceno denota, en puridad, dos significados
diferentes aunque complementarios. Por un lado, es un perodo de tiempo, un tracto histrico que para un
nmero creciente de cientficos naturales debe ser reconocido como una nueva poca geolgica en razn
de aquello que sucede durante el mismo. Sucede que tales hechos o desarrollos, que pueden sintetizarse en
la transformacin antropognica de la naturaleza a escala global, nos lleva a usar el trmino en una forma
diferente: como una herramienta epistmica. En otras palabras, el Antropoceno es (i) una cronologa que,
agrupando un conjunto de procesos y fenmenos cuyo rasgo comn es la influencia antropognica sobre el
planeta, termina por designar asimismo (ii) un determinado estado de las relaciones socionaturales. Aquel
en que, justamente, nos hallamos.
tendrn influencia sobre el futuro, de manera que, hasta cierto punto, podemos decidir qu Antropoceno
ser (Ellis y Trachtenberg 2013). Desde este punto de vista, el Antropoceno proporciona un marco
conceptual innovador para reconsiderar la relacin entre la naturaleza y la cultura, entre la sociedad y el
medio ambiente (Trischler 2013: 6). Y el tenor dominante es claro:
"Somos la primera generacin con el conocimiento de que nuestras actividades influyen en el sistema terrestre, y por
tanto la primera generacin con el poder y la responsabilidad de cambiar nuestra relacin con el planeta" (Steffen et
al. 2011b: 749).
El giro antropocnico
Es importante destacar que la construccin de nicho es un rasgo exhibido por todos los organismos vivos
(Odling-Smee et al. 2003). Por eso, tambin aqu es la cultura un factor determinante para explicar la
magnitud de la construccin de nicho humana en comparacin con la de otras especies. La construccin
cultural de nicho es aquella en que comportamientos aprendidos y transmitidos socialmente modifican
entornos, amplificando as el loop evolutivo generado por la construccin de nicho biolgica. Los seres
humanos son constructores de nicho especialmente eficaces debido a su capacidad para generar cultura
(see Smith 2007; Kendal et al. 2010).
La hiptesis del Antropoceno, basada como est en una notable cantidad de pruebas empricas sobre el
actual estado de las relaciones socionaturales, supone un importante recordatorio de la necesidad de tener
en cuenta la teora de construccin de nicho. Isendahl (2010) ha sugerido que el Antropoceno nos fuerza a
reconsiderar los modelos adaptativistas de interaccin entre los seres humanos y el medio natural, para
poner en cambio el acento en en los poderes transformadores de la especie humana -reorientacin que, si
no da para cambio de paradigma, cuando menos muestra un cambio en las premisas epistemolgicas
dominantes. Adems, esta reorientacin nos permite contemplar el problema como potencial solucin: la
agencia humana como fuente de resolucin de problemas es ms rica de lo que deja ver su habitual
descripcin como fuerza meramente destructiva.
Puede as concluirse que el Antropoceno viene a respaldar el excepcionalismo humano, que entiende que
el dualismo humanidad/naturaleza, an careciendo de todo soporte ontolgico, es el producto de un
desarrollo histrico que se produce a medida que el ser humano culmina su proceso de adaptacin
agresiva al entorno. Este proceso, como subraya la teora evolucionista de la construccind de nicho, tiene
una base a la vez biolgica y cultural, que se refuerzan recprocamente. La singularidad de la especie es tal
que la humanidad se ha convertido en una fuerza geolgica de pleno derecho. Resulta as intil tratar de
disolver la humanidad en la naturaleza, toda vez que ha quedado demostrada la capacidad que la primera
posee para transformar la segunda.
El giro antropocnico
Ahora bien, es la actual relacin socionatural un resultado del capitalismo y la modernidad, o ms bien el
resultado de una relacin que conduce inexorablemente a algn tipo de dominacin humana? Es el
capitalismo, o es la humanidad que produce el capitalismo? Es aqu donde se vuelve ms aguda la tensin
entre universalismo y particularismo. Que diferentes culturas posean distintas concepciones de la
naturaleza y exhiban diferentes prcticas en su trato material con ella parecera indicar que no existe una
forma humana de relacionarse con el medio natural -tampoco una relacin socionatural, sino muchas
posibles relaciones. En suma, no existira un nosotros, sino distintos marcos culturales y narrativas. El
Antropoceno sera una narrativa ms.
Sin embargo, de verdad no hay un nosotros? Ms all de las diferencias particulares en la relacin
humana con la naturaleza, puede argirse que hay en ella algo verdaderamente universal: la necesidad
humana de adaptarse al entorno para sobrevivir como especie. Ya hemos visto cmo la adaptacin
humana es una adaptacin agresiva, caracterizada por la capacidad, intensificada por la cultura, para la
construccin de nicho, o creacin del propio entorno. La transformacin de la naturaleza en medio
ambiente humano pudo ser gradual en los orgenes de la historia, pero se ha radicalizado desde al menos la
Revolucin Industrial. Las variaciones culturales reflejaran entonces distintas condiciones biofsicas y
grados dispares de progreso material y conexiones con otras culturas, pero no seran suficientes para
disipar la impresin de que estas versiones particulares de la relacin socionatural son justamente eso:
variaciones sobre un impulso universal, una adaptacin agresiva que combina creacin y destruccin. Y
con el paso del tiempo, tiene lugar una convergencia entre estas distintas variaciones, reflejo de la
paulatina emergencia de una cultura global y de la generalizacin del capitalismo y la tecnologa avanzada.
Ciertamente, esto puede parecer una forma de reduccionismo que desatiende las alternativas existentes a la
concepcin occidental de la naturaleza, indebidamente tomada como descriptora -o prescriptora- de la
esencia de sta. Dicho con otras palabras, podra tratarse de una reificacin de la concepcin dominante de
la naturaleza. Pero no es forzosamente el caso. Ha habido, hay an, otras concepciones de la naturaleza,
as como diferentes conjuntos de principios normativos sobre el modo en que los seres humanos hayan de
tratar al mundo no humano. Todos ellos, empero, pueden verse como versiones de la ms amplia
orientacin humana hacia la supervivencia y el gradual mejoramiento de las condiciones materiales de
vida. Obsrvese que esta posicin no implica un juicio normativo sobre cul de esas diferentes
concepciones es preferible: sealar la prevalencia de un tipo concreto de relacin socionatural, basada ms
abiertamente que las dems en la transformacin y el control humanos del medio natural, no precluye el
debate en torno a cul sea la ms deseable relacin socionatural.
Otra razn para elucidar diferentes concepciones de la naturaleza es la creacin de posibilidades polticas
alternativas a las contenidas en el modelo liberal-capitalista. Es con ese propsito que surge la ecologa
poltica, un enfoque interdisciplinar, en los aos 70. Alimentndose de los hallazgos de la antropologa, la
geografa y la economa poltica, analiza el modo en que los patrones locales de consumo de recursos
estn influidos por dinmicas de poder entre distintos grupos dentro de una comunidad (vase Buck 2015).
La ecologa poltica rechaza as cualquier nocin esencialista de la naturaleza y propone explcitamente
una concepcin anti-esencialista de la misma (vase Escobar 1999). As, por ejemplo, la idea misma de
naturaleza resuena de manera diferente en Norteamrica (donde es vista como wilderness o naturaleza
salvaje), Europa (un jardn cultivado) y Asia (un espacio sagrado).
En ltima instancia, este debate remite a la oposicin entre universalismo y particularismo.
Desgraciadamente, esta dicotoma es a menudo concebida como un cdigo binario que categoriza normas,
prcticas sociales y patrones de interaccin socionatural bien como expresin de un rasgo universal o
como una particularidad irreductible que slo puede explicarse a partir del contexto sociohistrico que la
produce. Es discutible, sin embargo, que esta oposicin tenga sentido alcanzado este punto de la historia
de la especie. En un mundo crecientemente digitalizado e interconectado, las sociedades tienden a
compartir normas, prcticas, tcnicas. En otras palabras, el capitalismo global y la ciencia moderna estn
acabando paulatinamente con las diferencias regionales y locales, universalizando as de facto una cultura
local, la occidental, en detrimento de otros particularismos -engullidos por un particularismo victorioso.
Es pertinente anotar que un presupuesto de la potencia que posee la concepcin occidental de la naturaleza
es su capacidad unificadora, que ha servido inmejorablemente a los fines de adaptacin de la especie. Ya
que ha sido la cultura occidental la que ha contemplado la compleja abundancia de leyes universales,
materia fsica y vida orgnica como una entidad singular y nica: la naturaleza (Norwood 2003: 876;
Arias-Maldonado 2015a). Bien puede tratarse, como sealara Jacques Derrida (2008), de una narrativa
ms entre muchas -pero desde luego es una especialmente adaptativa mientras no se demuestre lo
contrario. Tambin es una cada vez ms dominante, que da lugar a un patrn de interacciones
socionaturales cuyas variaciones locales reflejan no tanto la fuerza de las correspondientes culturas locales
como las especificidades geogrficas del medio natural que, en casa caso, demanda una 'respuesta' humana.
Dos observaciones son pertinentes cuando se trata de distinguir entre universales y particulares. Por un
lado, sera demasiado rgido concebir esta dicotoma como un antagonismo irremediable, como si los
rasgos universales y particulares fueran incompatibles. Las relaciones socionaturales muestran tanto
rasgos universales como variaciones particulares, siendo estos ltimos el reflejo del hbitat especfico al
que los seres humanos se adaptan (agresivamente) en cada caso. En lugar de exhibir los mismos rasgos
con independencia del tiempo y lugar en que tiene lugar, las relaciones socionaturales varan
relativamente de un contexto social a otro, de forma que emergen distintos patrones de interaccin entre
los seres humanos y el mundo natural (Fischer-Kowalski and Haberl 2007). La oposicin entre
universalismo y particularismo debe as de ser reconceptualizada como un continuo.
Sin embargo, por otro lado, el enfoque anti-esencialista presenta un claro riesgo terico. Al denegar que la
naturaleza posea esencia alguna, mientras simultneamente enfatiza las variaciones locales en la relacin
socionatural y sugiere que su supresin 'naturaliza' una visin particular (occidental) de la naturaleza, ese
enfoque no acierta a comprender que hay rasgos de esas relaciones autnticamente universales. s este
una adjetivo que demanda cautela, pero no deja de remitir a una de las lecciones del darwinismo: la
evolucin natural no es precisamente un fenmeno local, sino universal. La dificultad subsiguiente radica
en separar lo universal de lo particular, distinguiendo entre aquellos aspectos de la relacin socionatural
que puede explicarse dentro del marco proporcionado por la teora de la evolucin de aquellos que
introduce la variabilidad social y cultural. Esas diferencias, en cualquier caso, se estn desdibujando a
medida que las distintas sociedades nacionales convergen en torno a un conjunto de valores, prcticas y
tecnologas que podramos considerar constitutivas de la visin occidental del mundo.
Est as emergiendo una relacin socionatural global, como el Antropoceno viene a demostrar. Ambas
perspectivas -universalista/esencialista y particularista/anti-esencialista- pueden ser reconciliadas, si
distinguimos dos niveles distintos de ocurrencia y anlisis: (i) el hecho universal de la adaptacin humana
a la naturaleza, que, an conteniendo prcticas simbiticas y cooperativas, adopta mayormente la forma de
una construccin de nicho intensificada por la cultura que equivale a la reconstruccin social de la
naturaleza; y (ii) los hechos particulares de un proceso de adaptacin contextualizado que refleja las
singularidades locales y produce as una variabilidad relativa en los patrones de interaccin socionatural.
El giro antropocnico
La mutua imbricacin de las sociedades y su medio natural a lo largo del tiempo muestra que la accin
humana ha sido, como el Antropoceno viene a confirmar, una fuerza mayor en la evolucin natural, lo que
dificulta a su vez establecer una clara separacin entre sociedad y naturaleza. Sin embargo, la historia
socionatural puede leerse como un largo proceso de hibridacin mediante el cual la naturaleza deviene
cada vez menos autnoma, por cuanto un nmero creciente de procesos, seres y formas naturales se ven
interna y/o externamente influidos por acciones humanas y procesos sociales, ya sea intencionalmente o
no. A este respecto, el Antropoceno puede verse como la Gran Hibridacin. Al mismo tiempo, esta
intimidad socionatural significa que la naturaleza es una fuerza en la historia social. A su vez, se abren as
interrogantes de inters sobre cuestiones de agencia: humana y natural, pero tambin 'agencias'
particulares en contextos concretos.
La hibridacin se refiere a una visin del mundo como compuesto de materialidades heterogneas
agrupadas entre s de un modo que pone en cuestin las distinciones entre sujeto y objeto, lo natural y lo
artificial, lo digital y lo analgico. Se identifican as conjuntos de agencias dentro de una red de relaciones,
dando pie a otra forma de contemplar la realidad. Para los seres humanos, la metfora ms exitosa para
representar la hibridacin tecnolgica de la especie humana acaso sea la del cyborg, propuesta por Donna
Haraway (1991). A medida que distintos tipos de tecnologas se han introducido en los cuerpos y hogares
humanos, proceso llamado a acelerarse exponencialmente en la era digital, los seres humanos no pueden
ya ser vistos como 'puros'. Si los hbridos carecen de pureza, tambin los seres humanos.
Por su parte, han sido Bruno Latour (1993, 2004, 2005) y sus seguidores quienes ms han hecho por
explicar la cualidad hbrida de la naturaleza. Para el filsofo francs, la naturaleza siempre es un 'cuasiobjeto' que, an siendo real en un sentido material, es tambin discursiva, narrativa, histrica. Los objetos
naturales son objetos naturales/culturales que resultan de prcticas sociales. Esta hibridacin convierte en
obsoleto el viejo concepto de naturaleza. Aunque hay ciertamente 'naturaleza' en la realidad material de la
naturaleza, el ensamblaje de lo natural, lo artificial, lo social y lo cultural es ms significativo que
cualquier ontologa. As lo seala la conocida teora del actor-red, un enfoque constructivista nacido en el
campo de la sociologa de la ciencia:
"Si se apela a la nocin de naturaleza, el ensamblaje resultante cuenta infinitamente ms que la cualidad ontolgica
de 'naturalidad' cuyo origen vendra a garantizar" (Latour 2004: 29; mi nfasis).
historia del azcar, muestra cmo el creciente consumo del nuevo producto en Europa entre 1650 y 1900
contribuy a explicar la transicin de las formas tradicionales de vida a las modernas. Ms que un objeto
pasivo de la accin humana, la naturaleza emerge como una entidad dinmica que cambia autnomamente
y en contacto con la humanidad, mientras que influye a los seres humanos en distintos niveles y escalas:
del gusano al clima.
No obstante, hay algo insatisfactorio en este planteamiento. Aunque teoras como el nuevo materialismo y
el actor-red en que se inspira proporcionan una explicacin convincente del modo en que el entramado
socionatural es 'producido', es tambin notablemente infructuoso. Porque, qu significa afirmar que los
gusanos, las centrales elctricas o el caf poseen agencia y actan como actantes en la escena
socionatural? Nada nos dice sobre la forma o la razn por la cual nacen esos ensamblajes o qu causalidad
puede discernirse en su produccin (Fuller 2000; Kirsch and Mitchell 2004). O sea que lo ganado con la
nueva forma de ver las relaciones entre seres humanos, no humanos y cosas se pierde desdibujando las
distinciones entre ellos, en detrimento, con ello, de la fuerza explicativa.
Una solucin consiste en mantener el equilibrio analtico correcto entre la agencia no intencional de los
actantes naturales y el reconocimiento de que la agencia humana -intencional y no intencional- ha sido
mucho ms influyente que aqulla. Esta agencia se ha ejercido en el curso de un largo proceso de
adaptacin agresiva al medio natural, resultado del cual es un alto grado de hibridacin, i.e. una
contaminacin social de la naturaleza confirmada por el Antropoceno. Por ms que haya agentes no
humanos -actantes- ejerciendo su influencia sobre los actores humanos (en ltima instancia seres
biolgicos, o mejor dicho psicobiolgicos), y pese tambin a que las condiciones medioambientales
constrien de suyo las decisiones humanas, la capacidad de la especie humana -por las razones antes
sealadas- para transformar sus circunstancias vitales y a la propia naturaleza no admiten dudas, ms all
de las que puedan plantearse moralmente a la vista del sufrimiendo causado a otros seres vivos.
Dicho esto, el dibujo de la realidad que nos presentan estas ontologas relacionales es til para comprender
algunos aspectos del proceso de hibridacin socionatural que ha culminado en la realidad descrita por la
nocin de Antropoceno. Traducido al lenguaje de la filosofa moral, esto significa para la especie humana
una confirmacin de su papel preponderante como fuerza transformadora, as como la introduccin del
matiz que comporta su entretejimiento en redes compuestas por actantes orgnicos e inorgnicos. La
especie es dominante, pero no est sola ni es la nica que tiene algo que decir sobre su propio destino.
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Pero hay que preguntarse por el tipo de Antropoceno que deseamos habitar en el futuro. Es aqu donde
entraran en juego distintas las opciones morales, de ndole por tanto normativa, que habrn de encontrar
despus su correspondiente traduccin poltica. Son, principalmente y sin considerar por ahora la cuestin
de su congruencia con las 'lecciones de especie' dispensadas por el Antropoceno, las siguientes:
(i) Frugalidad. Si las sociedades humanas se encuentran en el peligroso camino de la insostenibilidad y la
destruccin ecolgica, se hace necesario un completo cambio de valores: los seres humanos deben dar un
paso atrs, abandonar el modo capitalista de produccin y consumo, construir una relacin socionatural
diferente y ms armoniosa. El Antropoceno es as entendido como un frgil equilibrio que no puede
mantenerse mucho tiempo. Se trata, en fin, de la visin tradicional del ecologismo clsico: un
Antropoceno moralizado que conduce a una sociedad sostenible radicalmente diferente del modelo social
actualmente existente y que implica una fuerte proteccin del mundo natural. La transicin hacia una
sociedad decrecentista debe guiarse por la idea de que una economa debe producir bienes y servicios
suficientes para permitir un bienestar humano definido con arreglo a criterios diferentes (Barry 2012). Son
principios como la resiliencia y la suficiencia los que se convierten en la base de un Antropoceno frugal y
no capitalista (vase Princen 2005). Un borrador de este futuro puede encontrarse en las iniciativas del
Transition Model, que opera como una red de comunidades locales (vase Hopkins 2008). El Antropoceno
es tomado como la prueba definitiva de que la visin verde clsica ha de llevarse a la prctica.
(ii) Contencin. Las sociedades humanas estn poniendo en peligro su propia supervivencia al explotar sus
recursos naturales ms all de toda medida, sobrecargando el sistema planetario ms all de su capacidad
de carga y amenazando as su capacidad para cumplir las funciones y proveer los servicios que exige un
Antropoceno sostenible. En la lnea de la conocida perspectiva de los lmites del crecimiento, pero menos
radical en sus implicaciones, esta forma de abordar el Antropoceno se asienta en el sealamiento de unas
"fronteras planetarias" que no deben ser traspasadas (Rckstrom 2009). Es un objetivo que puede
perseguirse de distintas maneras, sin requerir un cambio social tan radical como el demandado por los
decrecentistas. A medida que el sistema terrestre se aproxima o excede ciertos umbrales, que podran
precipitar la transicin a un estado de desestabilizacin fuera de la zona de confort representada por el
Holoceno, las sociedades humanas han de construir sistemas ms flexibles y por ello resistentes (Folke et
al. 2010). En este contexto, se hara necesario un nuevo contrato social sobre la sostenibilidad global que
traslade a la accin poltica e institucional la idea de una administracin humana del planeta (Folke et al.
2011). Desde este punto de vista, el Antropoceno es una nueva condicin bajo la que las sociedades
humanas deben desenvolverse con prudencia.
(iii) Ilustracin. Aunque la necesidad de una reorganizacin de las relaciones socionaturales parece clara,
sta no podr ser efectiva a menos que se vincule a nuevos valores sociales que reconceptualicen el lugar
humano en el mundo. La frugalidad no basta para promover una accin radical, asociada como est a una
sombra narrativa de limitaciones humanas que, hasta ahora, ha demostrado ser del todo ineficaz. En su
lugar, debe enfatizarse la exploracin y el disfrute humanos de nuevas posibilidades para la definicin de
la buena vida e interactuar creativamente con el entramado socionatural. En este contexto, el Antropoceno
es una oportunidad para reformular la conversacin sobre la buena sociedad, convirtindola en el impulso
hacia una Ilustracin Ecolgica. Tal es el significado de la "receptividad ecolgica" defendida por David
Schlosberg (2013), que implica una nueva disposicin humana hacia el mundo natural. Una va similar es
propuesta por Andreas Weber (2014), quien apuesta por una "ecologa ertica" que reconecte a los seres
humanos con la naturaleza. Tambin aqu se plantea la necesidad de reescribir el contrato social,
especialmente cuando el Antropoceno ha hecho obscenamente evidente que la naturaleza es "la tercera
parte no humana ignorada en las teoras contractuales clsicas de la ley natural" (Kersten 2013: 51). Sin
embargo, este contrato se dirige a los propios seres humanos -como una forma de reinventar las nociones
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sobre lo preferible y, por ello, inducir un cambio de preferencias. El Consejo Asesor sobre Cambio Global
del gobierno alemn advierte, en su detallado informe de 2011 sobre el tema, que estas transformaciones
no pueden basarse en una perspectiva de "fronteras planetarias", sino por el contrario han de fundarse en
una narrativa de "fronteras abiertas" que enfatice las formas alternativas de vida que el Antropoceno hace
posible (WBGU 2011: 84). En este contexto, el ecologismo aparece como un agente de ilustracin que
contina -y refina- la tarea de la modernidad (Radkau 2011).
(iv) Audacia. A pesar de las seales que indican la necesidad de reorganizar las relaciones socionaturales,
el giro antropocnico tambin sugiere que no hay marcha atrs en el denso entramado socionatural, ni
pueden reproducir los seres humanos el estado de relativa autonoma que disfrut la naturaleza antes de la
gran aceleracin antropognica: las condiciones del Holoceno se han ido para siempre. En consecuencia,
los seres humanos deben ser audaces y perfeccionar su control de las relaciones socionaturales. Y esto
slo puede lograrse por medios cientficos y tcnicos. Premisa general de esta posicin es el rechazo de
que existan lmites naturales o fronteras plantearias como tales. Por el contrario, la empresa humana ha
continuado expandindose ms all de sus presuntos lmites naturales durante milenios (Ellis 2011: 38).
En la formulacin de dos conocidos representantes de esta posicin, un ecologismo que pregona las
virtudes de la frugalidad y la humildad puede ser un obstculo para una verdadera modernizacin, por
cuanto la reduccin de la huella ecolgica humana no parece la mejor de las estrategias en un mundo
cuyos habitantes viven, en su mayora, vidas modernas que demandan una notable cantidad de energa
(Nordhaus y Shellenberg 2011). De ah que una reorientacin sustantiva de las preferencias sociales no
sea ni probable ni resulte deseable. En su lugar, deben promoverse nuevas tcnicas e innovaciones (como
la geoingeniera del clima) que hagan tcnicamente compatibles la sociedad liberal y el Antropoceno. El
reconocimiento del Antropoceno es visto desde esta ptica como una invitacin a producir ms
Antropoceno.
En otro lugar me he ocupado de la posible traduccin poltica de estas distintas orientaciones morales, que
conocen no pocos solapamientos (vase Arias-Maldonado 2015b). Bsicamente, si retomamos la idea de
que el planeta se ha convertido en un gigantesco experimento, dos grandes posibilidades parecen
barruntarse: detener el experimento o radicalizarlo. Sin embargo, como la experiencia acumulada con el
cambio climtico muestra, probablemente se imponga una tercera va: seguir ms o menos como estamos,
corrigiendo el experimento sobre la marcha, sin modificaciones dramticas, a la espera de que los
hallazgos cientfico-tcnicos resuelvan algunos de los problemas que demandan solucin (como la
cuestin energtica).
Desde luego, es aconsejable arrancar de la realidad de las relaciones socionaturales a la hora de
plantearnos cualquier intento de reorganizacin, porque de lo contrario se corre el riesgo de formular
objetivos y valores completamente ajenos a la ndole universal de aquellas. Es posible refinar la
adaptacin agresiva caracterstica de los seres humanos, as como moderar sus formas de dominio; pero
no lo es suprimir la necesidad adaptativa ni el impulso de dominacin. Desde ese punto de vista, las
posiciones decrecentistas, basadas en la virtud de la suficiencia, parecen poco realistas. Esto no significa
que sean irrelevantes o no jueguen un papel importante en la conversacin pblica -mayormente mediante
el ejemplo- sobre el medio ambiente. Pero no pueden aspirar a la hegemona en un mundo de clases
medias o en camino de serlo donde slo haciendo compatibles el bienestar material y la sostenibilidad
ecolgica es hacedero alcanzar sta. Al otro extremo del continuo, la audacia tecnolgica es tambin
objeto de rechazo por parte de las opiniones pblicas, a veces de forma difcilmente justificable (es el caso
de los transgnicos, por ejemplo).
El giro antropocnico
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Quiz, por ello, la va ms prometedora es la que representa la Ilustracin ecolgica, que trata de hacer
sitio a la modernidad en el ecologismo y al ecologismo en la modernidad; un ecologismo forzosamente
modernizado y capaz de prescindir de la retrica anticapitalista para entablar un dilogo fructfero con la
tradicin liberal (vase Arias-Maldonado 2012). Una dimensin muy relevante de esa Ilustracin
Ecolgica habr de ser, empieza lentamente a ser, la adopcin global de una autocomprensin comn de la
humanidad como lo que es: una especie caracterizada por sus impulsos contradictorios que necesita
encontrar la manera de hacer la transicin entre la adaptacin agresiva al medio natural que caracteriz su
historia premoderna y fue radicalizada en la primera fase de la modernidad y la adaptacin refinada que
demanda una hipermodernidad caracterizada por la globalizacin y la digitalizacin.
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