Los Aborigenes - Juan Luis Arsuaga
Los Aborigenes - Juan Luis Arsuaga
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Los aborgenes
La alimentacin en la evolucin humana
ePub r1.0
Titivillus 14.09.16
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A mi madre
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PRLOGO
Quienes hayan ledo mis anteriores libros encontrarn la estructura de ste algo rara.
Al menos as lo espero, porque es lo que me haba propuesto. Lo mismo le pasar,
supongo, a cualquiera que piense encontrar aqu un ensayo convencional, o una obra
de divulgacin al uso.
El tema del libro es la historia de la alimentacin humana. Los prehistoriadores
tenemos algunos datos sobre la cuestin, que estn en el registro arqueolgico y
paleontolgico de la evolucin humana. La Tierra guarda en su seno un archivo muy
completo de lo que le ha ocurrido a la Vida desde que apareci en el planeta hace
unos 3800 millones de aos. Podramos decir, recurriendo a una metfora, que la
Tierra tiene memoria y es, por cierto, una memoria larga, descomunal.
En ese gigantesco archivo del registro arqueopaleontolgico hay documentos, y
los cientficos que nos ocupamos de la historia de la vida tratamos de recuperar esos
documentos. No slo por tenerlos y disfrutar de su contemplacin, aunque sean muy
conmovedores, sino ms bien para intentar descifrarlos. Por eso nos parece muy
importante que se sepa, e insistimos mucho en ello, que nuestra labor no termina con
el hallazgo del documento, sino con una parte no menos difcil de nuestro trabajo: su
lectura.
Es la Tierra un archivero muy celoso de sus tesoros, y no le abre sus puertas a
cualquiera. Hay que demostrar mucho inters por conocerlos, y aun as los libra con
desesperante morosidad. Esos documentos son los fsiles, y un fsil es todo resto
conservado de un ser vivo del pasado, y tambin todo vestigio de actividad biolgica.
Tan fsil es un hueso de dinosaurio como la huella de su pie en el fango blando del
estuario sobre el que camin el animal. El hueso se incorpor a la memoria de la
Tierra cuando el reptil muri, pero la huella lo hizo mientras estaba todava vivo.
Incluso la marca del diente de un carnvoro sobre el hueso de su presa es un fsil en
s mismo.
De la evolucin humana la Tierra guarda tambin amplia memoria y se han
conservado restos, huesos, de algunos de nuestros antepasados. Gracias a ellos
podemos saber cmo eran aquellos homnidos tan lejanos en el tiempo. Pero nuestra
investigacin no se detiene aqu. De cmo eran podemos deducir tambin cmo
vivan. Parece un truco de prestidigitador, pero es en realidad ciencia de la buena. La
explicacin est en que los organismos estn maravillosamente adaptados a sus
hbitos de vida. Precisamente eso era lo que ms turbaba a Charles Darwin: el ajuste
perfecto que existe entre cmo son los seres vivos (es decir, su anatoma y su
fisiologa) y lo que hacen para seguir con vida (su comportamiento). En otras
palabras, los organismos estn adaptados a lo que hoy se llama su nicho ecolgico.
Darwin encontr que ese ajuste tan conseguido es el resultado de la actuacin de una
fuerza que produce la evolucin (su causa), y que l llam seleccin natural.
Pero he dicho antes que fsil es tambin toda traza de actividad biolgica, y de
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Primera parte
UNA ADOLESCENTE INQUIETA
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era muy de temer el ataque de un leopardo a un individuo aislado. sa era la causa de que cada vez con ms
frecuencia los australopitecos se acercaran ms unos a otros, buscando protegerse mutuamente, aunque eso
supusiera un nmero mayor de agresiones entre los machos. En aquella poca, stos eran bastante ms corpulentos
que las hembras.
En cambio, cuando los frutos eran ms abundantes, los australopitecos se dispersaban en pequeos grupos
formados por un macho adulto y una o ms hembras con sus cras. En realidad el comportamiento social de los
australopitecos era muy flexible, porque podan llegar a reunirse muchos individuos cuando un rbol daba un fruto
copioso. Pero siempre que se juntaban varios de los poderosos machos se palpaba la tensin y los individuos ms
jvenes tenan que estar muy atentos, no fuera a ocurrir que esto diera pie a que un macho demasiado tenso
descargara en ellos su nerviosismo. En los grandes grupos la jerarqua era muy marcada.
El sol estaba muy alto y sus efectos se empezaban a notar en una zona particularmente clara de la sabana. Los
australopitecos sudaban y tenan sed. En el grupo haba una joven hembra de siete aos, que estaba empezando a
abandonar la infancia y a adentrarse en el desconcertante terreno de la adolescencia. Su comportamiento tena a
veces detalles que sorprendan tanto a los dems miembros del grupo como a ella misma. Pero la mayor parte de
las veces reciba castigos por sus extraas ocurrencias; nunca lo pensaba demasiado antes de llevarlas a la
prctica. La ltima vez que se haba puesto a enredar haba conseguido atraer a todo un enjambre de enloquecidas
avispas sobre el grupo, que estaba comiendo tranquilamente en un rbol.
A todas las cras haba que ensearles a comportarse en sociedad (y ese aprendizaje era tan importante para su
supervivencia futura como el conocimiento del medio, con sus peligros y sus recursos), pero a sta le costaba
obedecer ms que a las otras. No es que fuera rebelde, es que era inquieta, y su curiosidad poco menos que
inextinguible. Nunca haca lo mismo que los dems.
Como en muchas especies de primates hay jerarqua no slo entre los machos, sino tambin entre las hembras,
y la posicin jerrquica se transmite de madres a hijas, podemos suponer, para darle ms dramatismo al relato, que
nuestra joven herona era hija de una hembra de rango inferior, y que estaba destinada, por lo tanto, a llevar una
vida bastante dura, ya que los individuos que ocupan una posicin baja en la escala social reciben ms agresiones
y acceden con ms dificultad a las buenas fuentes de alimento, se cran mal y sus hijos tienen menos
probabilidades de sobrevivir.
Aquel da, de pronto y sin previo aviso, la joven hembra puso en prctica otra de sus ocurrencias. Los otros
componentes del grupo, demasiado acostumbrados a sufrir las consecuencias de sus inventos, la miraban hacer
con aprensin.
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que la representa en las clulas sexuales, es decir, en los gametos que se unen para
formar un nuevo ser. En realidad, la pangnesis era compatible tanto con la herencia
de los caracteres adquiridos de Lamarck como con la seleccin natural de Darwin,
pero en todo caso no existen tales partculas viajando desde todos los puntos del
cuerpo hacia los rganos sexuales.
Pero cmo es posible entonces que la seleccin natural sea aceptada por la
mayor parte de los bilogos evolutivos modernos como la causa de que la vida tenga
una historia, pese a basarse en una teora de la herencia biolgica falsa? Pues por la
sencilla razn de que el concepto de seleccin natural, es decir, la competencia por
los recursos escasos y el triunfo de unos pocos, que son la base sobre la que se edifica
el futuro, se puede aplicar a muchas situaciones diferentes, incluso fuera del campo
de la biologa, como, por ejemplo, el de la economa.
Y si nos olvidamos del problema de la herencia biolgica, lo que queda son dos
concepciones completamente opuestas acerca de quin protagoniza la evolucin. Para
Lamarck, los protagonistas seran los individuos con su comportamiento (hay una
parte de la conducta que est programada genticamente, pero aqu me refiero al
comportamiento que no depende de los genes, sino de la idiosincrasia del individuo).
Para Darwin, el trabajo ms creativo al transformar una especie en otra corre a
cargo del medio, que es quien escoge dentro de la diversidad existente en el seno de
las especies. O sea, la variacin propone y la seleccin natural dispone. Por cierto que
por medio en ecologa se entiende tanto el ambiente fsico-qumico como los
individuos de las otras especies, sean animales, vegetales, hongos, bacterias y dems
microorganismos. Para un insecto de la madera, el medio en el que se desarrolla gran
parte de su vida es el interior de un rbol.
Darwin admita que exista tambin una seleccin sexual, basada en la eleccin de
la pareja dentro de la misma especie, que poda explicar determinados caracteres de
los organismos que no suponen ninguna ventaja en relacin con la adaptacin al
medio. Todos los caracteres que hacen a un sexo ms vistoso que el otro son de este
tipo, como la larga cola de los pavos reales machos que, aunque no los hace volar
mejor, los hace atractivos para las hembras. Y en relacin con el destino futuro de los
genes del individuo, de nada le sirve al macho volar muy bien si no tiene
descendientes.
Me temo que nos hemos ido alejando mucho del grupo de australopitecos
hambrientos y sudorosos que, desesperadamente, trataban de sobrevivir en frica,
pero era necesaria esta reflexin sobre el pulso que mantienen los organismos con el
medio por el protagonismo en la evolucin para apreciar lo que supuso para nuestra
propia historia un extrao comportamiento que est a punto de desarrollar la
conflictiva joven hembra a la que dejamos antes en situacin de volver a armarla.
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NUECES ANIMALES
Lo que hizo la joven australopiteca fue algo que se haba visto muchas veces, slo que ahora el objeto sobre el que
recaa la accin era completamente nuevo. Escogi primero una roca plana y puso un objeto sobre ella. A
continuacin, tom una gran piedra y machac con ella el objeto. La novedad estaba en que esta vez no se trataba
de una nuez, sino de una tibia de antlope. El primer golpe resbal sobre las gruesas paredes del hueso, sin llegar a
partirlo. Su forma, ms o menos cilindrica, era completamente diferente de la forma esfrica de las nueces que
estaba acostumbrada a golpear, y por eso no atin al primer golpe.
Los dems australopitecos miraron con extraeza la actividad de la joven hembra. A qu diablos estaba
jugando la excntrica de siempre?
El segundo golpe tambin fall, pero la joven acert de pleno con el tercero, y el robusto hueso se parti en
dos. Su interior se mostr entonces a la vista. Haba una sustancia blanda, blanca y grasienta: el tutano. La
hembra la prob y la encontr buena. Meti un dedo en el canal medular y poco a poco fue desalojando todo el
tutano y llevndoselo a la boca. Aunque le extra el sabor, desapareci la sensacin de hambre que la dominaba
desde haca mucho tiempo, todo el que llevaba el grupo de australopitecos comiendo productos vegetales de
nfima clase, como hojas y tallos secos, bayas duras o frutos podridos.
Cerca de la tibia partida haba ms huesos, empezando por la otra tibia del mismo antlope y, dispersos
alrededor, el resto de los huesos del esqueleto. Se trataba de un antlope que haba muerto por causas naturales en
un prado de hierbas altas que haban escondido el cadver, por lo que su cuerpo no haba sido devorado por otras
mandbulas que las de las hormigas, que haban dejado el esqueleto a la vista.
La inquieta joven hembra todava necesitaba mucha energa para recuperarse, por lo que se aplic a partir ms
caas de hueso y a extraer de ellas la grasa que contenan en su interior. En algunos lugares an se conservaban
restos de msculos unidos al hueso por un tendn, y la joven hembra tir del extremo libre con los dientes para
separar las piltrafas de carne. Aunque la tarea era difcil consigui su objetivo, y se trag tambin los jirones de
carne. Cada vez se fue sintiendo ms fuerte y ms satisfecha. Y ms acompaada, porque otros individuos
jvenes, e incluso algunas cras, se unieron a ella en sus esfuerzos, ante la atnita mirada de sus padres.
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cultura humana: transmisin por va extragentica (es decir, a travs del aprendizaje)
y variedad regional, es decir, tradiciones.
Se podr decir que, a pesar de todo, los diversos cantos locales de un mismo tipo
de pjaro tienen mucho en comn, ya que todas las poblaciones pertenecen a la
misma especie. Pero eso es, precisamente, lo mismo que les pasa a las diferentes
culturas humanas. Pese a su gran variedad hay una base comn, que se debe a que
todas parten de la misma condicin humana. Aunque ste no es el lugar adecuado
para discutirlo, hay autores, como nuestro Jos Ortega y Gasset, que opinan que no
existe condicin humana en absoluto y que somos producto exclusivamente de la
educacin; sta a su vez sera consecuencia de la historia. Para Ortega el ser humano
no tiene naturaleza sino historia. El debate entre los ambientalistas, que creen que no
hay base biolgica en la conducta humana, y los sociobilogos, que opinan que
nuestro comportamiento est codeterminado por los genes, es uno de los ms
apasionantes del momento.
El conocimiento del genoma humano que ahora empezamos a acumular nos
proporcionar, dentro de poco, algunas claves para resolver el viejo debate entre
naturaleza y educacin.
Tambin algunos primates poseen cultura si por tal se entienden los
comportamientos aprendidos que se transmiten de generacin en generacin. Las
abejas hacen panales de impresionante belleza geomtrica, con celdillas
perfectamente hexagonales, como si hubieran sido diseadas en una mesa de dibujo;
las aves construyen nidos, muy bien tejidos en el caso de los pjaros sastre; los
castores represan los ros con diques y las nutrias marinas utilizan piedras para partir
la concha de las ostras y comerse el interior.
Pero ninguno de estos comportamientos puede ser considerado cultural, porque
todos estn dictados por los genes. En cambio, en los chimpancs se conocen muchos
comportamientos que s pueden ser considerados culturales, porque cumplen las dos
condiciones apuntadas: transmisin de generacin en generacin y origen no
gentico; es decir, son verdaderas tradiciones, que varan de un grupo a otro.
Ya hemos comentado dos de ellas, que tienen adems que ver con la
alimentacin: partir nueces y pescar termitas, pero en los chimpancs se han
estudiado, a lo largo de muchos aos de observacin de animales en libertad en
diferentes regiones de frica, 65 tipos de hbitos en siete grupos distintos. De los 65
comportamientos, 39 eran observados habitualmente en unos grupos y no en otros. Y
lo que es muy importante, la variacin no se deba a diferencias en los hbitats, que
obligaran a los chimpancs a practicar comportamientos especficamente adaptados a
cada ambiente, sino a tradiciones distintas. No era una variacin ecolgica sino
cultural.
Pero toda tradicin debe ser empezada por alguien. Si fuera un comportamiento
gentico, su origen sera una mutacin, y un buen da alguien nacera con ella. Como
por definicin las pautas culturales no son conductas determinadas por los genes, a
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alguien, a un sujeto concreto, se le tienen que ocurrir. El inicio de toda tradicin est
siempre en un momento particular del tiempo y en un lugar especfico del espacio. En
nuestra historia de australopitecos, el origen de la costumbre de partir huesos para
extraer el rico tutano est en una joven hembra.
Luego el comportamiento en cuestin se extiende dentro del grupo por imitacin
(slo podemos hablar propiamente de tradiciones en los animales sociales) y ms
tarde se transmite a los nacidos posteriormente, de modo que mucho tiempo despus
de que muriera el individuo que lo invent, el comportamiento en cuestin se ha
convertido en un hbito que sobrevivir mientras exista el grupo. Al mismo tiempo,
otros grupos de la misma especie pueden no practicarlo, pero eso va en su perjuicio.
Los buenos hbitos ayudan en la competencia entre grupos que se produce
inevitablemente en las especies de animales sociales.
Se conoce entre los primates un caso de invencin en relacin con la comida que
tuvo xito y se perpetu. Se observ entre los macacos japoneses y sera algo as
como su primera receta. En la minscula isla de Koshima (una reserva natural de
Japn) hay una comunidad de macacos que reciben en ocasiones alimentos
proporcionados por humanos para ayudarles a sobrevivir. A una hembra joven de
macaco se le ocurri un da, hace casi medio siglo, lavar una patata en agua de mar
para quitarle la tierra. A partir de entonces, no slo dejaron de rechinarles los dientes
a los macacos cuando comen patatas, sino que ahora stas han adquirido un sabor
salado. El ejemplo cundi y hoy lo practica la comunidad al completo; aunque todos
los individuos de la generacin en la que surgi el invento han muerto, la costumbre
sigue viva. Seguro que los macacos que nazcan este ao preferirn siempre las
patatas saladas que haca su madre.
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PRESIONES DE SELECCIN
He escogido para este relato de ficcin cientfica las horas centrales del da, cuando el
sol est en lo ms alto. Hay poca actividad animal en estos momentos de calor
asfixiante, cuando ni la ms suave brisa mueve las hojas de los rboles ni los tallos de
las altas hierbas, y el sol parece quemar la piel como un soplete.
Tambin he dicho que los australopitecos sudaban copiosamente, un dato del que,
naturalmente, poco podemos saber a travs de los huesos fsiles. Pero s sabemos que
los primates, en general, no estn capacitados para moverse bajo el trrido sol de
medioda en las tierras tropicales y subtropicales donde, con muy pocas excepciones,
viven las diversas especies. (Precisamente nosotros, los humanos, somos uno de los
pocos ejemplos de primates no tropicales, junto con los macacos japoneses, los
macacos de Berbera, que habitan en el macizo del Atlas, en el norte de frica, y
fueron introducidos en Gibraltar, y alguna que otra especie ms de mono).
Los monos son habitantes de los bosques, y all predomina la sombra. Por eso, un
chimpanc en plena pradera africana, o en una sabana con pocos rboles, tendra en
las horas de mayor insolacin un serio problema de termorregulacin. Tan serio que
en muy poco tiempo su temperatura subira hasta un punto que producira el
desfallecimiento y luego la muerte del chimpanc.
Incluso los mamferos ms adaptados a los ambientes abiertos en frica, o los
pocos primates que (como los papiones) los frecuentan, hacen una prolongada pausa
al medioda, a ser posible a la sombra de un rbol.
Tambin en nuestras tierras mediterrneas podemos ver en verano a todo un
rebao de ovejas apindose bajo una encina solitaria cuando ms insoportable se
hace el sol; es un buen momento para tumbarse y rumiar tranquilamente la hierba
pastada durante la maana. Un herbvoro puede pastar o ramonear a cualquier hora
del da, ya que la hierba y las hojas de los rboles y arbustos no se van a mover de
donde estn. Por eso prefieren para alimentarse los momentos del amanecer y del
crepsculo, o las largas noches, que en el ecuador suponen exactamente la mitad del
da.
Tambin los carnvoros que predan sobre los mamferos pastadores y
ramoneadores se mueven entre dos luces o en la noche cerrada. Unos y otros tienen
en el interior del ojo una capa de clulas reflectante, situada detrs de la retina,
llamada tapetum lucidum, que permite aprovechar al mximo los escasos rayos del
sol disponibles, o la blanca luz de la luna. El tapetum lucidum es lo que hace que los
ojos de los animales brillen en la oscuridad cuando les apuntamos con los faros del
coche o con una linterna, ya que el tapetum lucidum refleja la luz a travs de la retina.
El grupo de los primates llamados chovinistamente superiores porque nos incluye
a nosotros y a las especies que se nos parecen ms, no cuentan con el tapetum
lucidum, por lo que se las arreglan mal en la oscuridad, tanto para encontrar el
alimento como para eludir a sus depredadores. Sin duda, los primates superiores
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Una persona adulta normal gasta unos dos litros y medio (2600 ml) diarios de
agua, la mitad de los cuales se repone ingiriendo lquido y el resto se obtiene de los
alimentos (y algo de la oxidacin de azcares y grasas). Hay que beber por lo tanto
alrededor de litro y medio (unos 1300 ml) de agua cada da.
El sudor representa slo una parte de la prdida de agua (medio litro o 500 ml),
que se suma a lo que se evapora en los pulmones (400 ml), lo que se pierde a travs
del estmago y de los intestinos (200 ml), y la gran cantidad que se va en la orina
(nada menos que un litro y medio).
Pero cuando se hace ejercicio fsico las necesidades hdricas se disparan, por la
sencilla razn de que slo la cuarta parte de la energa producida por el esfuerzo
muscular se transforma en trabajo mecnico, mientras que las tres cuartas partes
restantes se liberan en forma de calor. La temperatura corporal sube despus de un
gran esfuerzo y los deportistas sometidos a una dura prueba terminan el ejercicio con
fiebre (incluso dos grados tras una maratn). sa es la razn de que cuanto mayor sea
el esfuerzo fsico, ms copiosa ser la transpiracin, ya que las exigencias de
refrigeracin corporal aumentan automticamente.
Los mamferos tenemos mecanismos fisiolgicos para mantener dentro de ciertos
lmites la temperatura de nuestro cuerpo. Somos endotermos, lo que quiere decir que
producimos internamente calor en lugar de depender enteramente para funcionar del
calor del ambiente (como les pasa a los reptiles, que son exotermos). El ser
endotermos nos hace independientes de la temperatura exterior, y por eso hay
mamferos en todos los climas, pero el calor generado desde dentro puede ser
excesivo. Se puede perder una cantidad importante de agua corporal, cuatro litros por
ejemplo, corriendo una maratn, o tres litros en un partido de ftbol. sas son
cantidades importantes en relacin con el peso del cuerpo de una persona normal, por
lo que se debe proceder a una rehidratacin completa despus del ejercicio, y beber
mucha agua antes y durante el esfuerzo para compensar en parte la prdida de
lquido.
Adems de por el esfuerzo, la traspiracin tambin aumenta, como todo el mundo
sabe, con el calor y la humedad. En ambientes donde sean realmente muy elevadas la
temperatura y la humedad (en las saunas, por ejemplo) la transpiracin es muy
intensa, ya que el sudor no se evapora fcilmente refrescando as el cuerpo, sino que
literalmente resbala por el cuerpo y lo baa, empapando la ropa. Por eso preferimos
el calor seco, aunque la temperatura alcance un valor ms alto en el termmetro, que
el calor hmedo. Una persona muy activa llega a perder en un solo da ms de diez
litros de agua en un clima tropical (que es clido y hmedo), prdida que
naturalmente puede reponer sin dificultad si cuenta con agua abundante a su
disposicin.
Pero, si no es as, se presentan graves problemas. Cuando se pierde ms del 2%
del peso corporal en agua (1,5 litros en una persona de 75 kilos) el organismo
empieza a acusar la deshidratacin y el cuerpo empieza a funcionar peor, entre otras
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cosas porque la prdida general de lquido hace que disminuya tambin la cantidad de
plasma sanguneo circulante, afectando al funcionamiento de los msculos y del
cerebro (dado que les llega menos sangre).
Se puede llegar al coma a partir de la prdida en sudor del 7% del peso corporal si
el esfuerzo no se detiene y contina a altas temperaturas.
Adems, la sensacin de sed se produce cuando ya se ha deshidratado en parte
nuestro organismo, es decir, las seales de que necesitamos agua nos llegan un poco
tarde. Normalmente no es un problema grave, pero los deportistas deben aprender a
beber sin sed para no descubrir la falta de agua cuando ya se han perdido facultades
fsicas. Dado que con el sudor salen del cuerpo sales (como el sodio), si se suda
muchsimo (es decir, tras un esfuerzo intenso y realmente muy prolongado en el
tiempo), viene bien que el agua que se beba contenga electrolitos. Por otro lado, ya
que se ha de beber sin sed para prevenir la deshidratacin, es mejor ingerir agua con
sales, que se bebe con ms gusto. En algunos deportes con frecuentes pausas la
reposicin de agua es fcil, pero en otros, como el ftbol, no hay tantas oportunidades
para beber.
En las horas centrales del da, cuando el sol est en el punto ms alto en el
ecuador, los rayos son verticales, y en esa situacin es una ventaja indudable estar de
pie, porque la cantidad de radiacin que incide sobre la piel es mucho menor que si
nos tumbamos o nos ponemos a cuatro patas, posicin en la que nos achicharramos la
espalda. Los humanos conservamos poco pelo, pero donde ms tenemos es
precisamente en la cabeza para proteger el cerebro del exceso de radiacin solar.
Adems, al estar de pie, nos alejamos del suelo recalentado, e incluso una dbil brisa
puede refrescarnos. Como se ve, ser un bpedo que suda copiosamente tiene ciertas
ventajas cuando nos movemos al medioda. Se evita mucha competencia en la
bsqueda de alimento, porque las dems especies de animales se mueven poco o nada
a esas horas.
Pero en la reconstruccin del acontecimiento fundamental en nuestra evolucin,
el descubrimiento de la carroa como fuente de alimentacin, tambin podramos
haber imaginado a los australopitecos cubiertos de pelo, como los chimpancs, y
pasndolo fatal en las horas ms calurosas del da. De nuevo nos asalta la duda: qu
fue antes, el comportamiento o la modificacin del cuerpo?
Si siguiramos la lgica de Lamarck, los primeros australopitecos carroeros
estaran tan cubiertos de denso pelo como los que no se exponan a menudo a la
radiacin solar.
De acuerdo con la lgica darwiniana de la seleccin natural como protagonista de
la evolucin, determinados individuos algo ms desnudos y con ms glndulas
sudorparas, podran moverse mejor bajo el sol, y sos, precisamente, seran los que
habran desarrollado la prctica del carroeo. Se dice que tales individuos estaban ya
preadaptados a la vida en ambientes abiertos; la razn por la que haban perdido el
pelo puede ser variada: o bien eran, simplemente, unos mutantes, o bien lo haban
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chimpancs. Pero dicen los descubridores que el esmalte es grueso, mientras que el
de los chimpancs es fino. ste es un dato importante. Las muelas de los chimpancs
son pequeas porque, dada su dieta, no tienen que masticar mucha cantidad de
comida. La base de su alimentacin son los frutos maduros, que son fciles de triturar
y convertir en una papilla azucarada que luego se traga. La glucosa, la fructosa y la
sacarosa de los frutos maduros son, adems, molculas muy calorficas. Como los
frutos son blandos y no desgastan mucho los dientes, el esmalte es fino (eso no quita
que en los ltimos aos de su vida los chimpancs acaben teniendo los dientes muy
gastados). En cambio, en los fsiles de las Tugen Hills el esmalte es grueso, lo que
indica que el alimento era duro y desgastaba el esmalte (a pesar de que es una capa
muy difcil de rayar).
Los australopitecos, como nuestra joven protagonista, tenan unas muelas tambin
de esmalte grueso, aunque fueran mucho ms grandes. El esmalte grueso es un
argumento a favor de que Orrorin tugenensis es un homnido, pero no es una prueba
definitiva, porque se conocen fsiles ms antiguos, que no son de homnidos, que
muestran esmalte grueso (y, por cierto, el de Touma es tambin grueso). Parece que
el esmalte se ha engrosado muchas veces en diferentes lneas evolutivas de primates
cercanos a nosotros, es decir, cada vez que en el alimento se inclua algn
componente que erosionaba mucho las muelas.
Entre los huesos encontrados con los dientes de Orrorin tugenensis hay un par de
grandes fragmentos de fmur que dan que pensar. Se parecen mucho, en lo que se ha
conservado, a los fmures de los australopitecos, y sabemos a ciencia cierta que los
australopitecos eran bpedos. Gran parte de la vida la pasara el Orrorin tugenensis en
los rboles, pero podra andar de pie cuando se desplazara por el suelo, aunque fuera
ocasionalmente?
La tercera especie candidata al ttulo de primer homnido procede del Pas o
Tringulo de los Afar, en Etiopa, y se llama Ardipithecus ramidus. Tiene entre 5,8 y
4,4 millones de aos. Tampoco hay mucho publicado sobre esta especie, pero se
conoce bien cmo eran sus dientes. Y los molares eran pequeos y de esmalte fino,
como los de los chimpancs. Puede suponerse que su dieta sera muy semejante:
todos los frutos maduros que pudieran conseguir, hojas tiernas, brotes, tallos verdes y
algunos insectos. Ocasionalmente, una cra de antlope cazada en grupo, un mono,
huevos y pequeos animales. Adems, por el tipo de fsiles de animales y de plantas
que se han encontrado junto con los restos de Ardipithecus ramidus se piensa que este
primate viva en el bosque denso. Sin duda los miembros de esta especie se moveran
tambin mucho por los rboles. Se han publicado algunos restos seos de pie, que
tienen una morfologa que se considera compatible con la marcha erguida, pero an
no se ha llegado a afirmar que sa fuera la postura obligatoria en el suelo.
Hay muchas razones para pensar que los primeros homnidos vivan en un bosque
lluvioso, que se alimentaban preferentemente de fruta madura y que, para
conseguirla, trepaban a los rboles; o sea, un modo de vida comparable al de los
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actuales chimpancs. Casi seguro que, con ese rgimen de comida, las muelas seran
pequeas (como las de los chimpancs). Pero no sabemos todava, a ciencia cierta,
cundo surgi la postura erguida como modo habitual de marcha en el momento en
que los homnidos bajaban de las ramas.
El caso es que los fsiles ms antiguos cuya pertenencia a nuestro linaje, es decir,
su condicin de homnidos, no dudamos, tienen una denticin claramente diferente de
la de los actuales chimpancs, y cabe pensar que su alimentacin tambin fuera otra
(al menos en parte). Se trata ya de los primeros australopitecos, aunque de una
especie (llamada Australopithecus anamensis) ms primitiva que la de la joven
inquieta de nuestro relato.
Encontramos una diferencia muy notable de la dentadura de los australopitecos
con respecto a la de los chimpancs la en los molares, que son ms grandes y con
esmalte ms grueso.
Qu quiere decir esto? Eran las muelas ms grandes que en sus antepasados
simplemente porque los australopitecos eran unos monos ms altos y corpulentos?
Nada de eso. Ya hemos comentado que eran pequeos, o mejor, no tan altos como
nosotros. Los dos esqueletos de australopitecos mejor conservados son dos hembras
de hace algo ms de tres millones de aos, una procedente de Etiopa y apodada
Lucy, y otra encontrada en Sudfrica (y an en proceso de extraccin de la roca) que
ha recibido el apodo de Little Foot, o Pie Pequeo. Como indica el mote de esta
ltima, los austrolopitecos no alcanzaban un gran tamao: alrededor de un metro de
estatura y unos 30 kilos de peso. Y, sin embargo, sus muelas eran claramente mayores
que las de cualquier chimpanc.
La explicacin de la diferencia de tamao de las muelas est en un cambio de
dieta. Sin duda tenan que masticar una cantidad mayor de alimento, por lo que
ampliaron la superficie de masticacin; y la nica razn del aumento del volumen de
comida, que no fue acompaado de un aumento del volumen del cuerpo, era que el
alimento se haba hecho ms consistente, o al menos parte de l. Adems, el grosor
del esmalte indica que haba partculas duras, abrasivas, en la comida.
Qu tipo de alimentos nuevos se incorporaron a la dieta de los australopitecos?
Se han propuesto tres clases. Por una parte estaran los granos secos y las semillas
duras. Se trata de productos vegetales que tienen que ser triturados, reducidos a
harina, es decir, molidos. Lo que el hombre ha hecho, desde que se invent la
agricultura, con los molinos, ellos lo hacan con las muelas; tambin se llamaba
muela a la pieza de piedra de los molinos antiguos que mola el cereal.
Por otro lado, tambin podran partirse algunas nueces con las recias muelas de
los australopitecos. Todos los aficionados a piones, avellanas, pistachos, nueces (del
nogal) y dems frutos con cscara dura saben el trabajo que cuesta acceder al, por
otro lado, delicioso alimento que contienen si hay que hacerlo con las manos (incluso
con la ayuda de instrumentos). El retorno en caloras obtenido en un tiempo
determinado de estos productos vegetales ricos en grasas aumentara
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EL GRANIVORISMO,
CLAVE DE LA EVOLUCIN HUMANA?
Las aves que comen granos tienen, para ello, dos rganos independientes. Uno, a
modo de pinza, para extraer y manejar el grano. El otro, a modo de molino, para
triturarlo.
La pinza es el pico, y el instrumento que realiza la molienda se llama molleja;
sta forma parte del tubo digestivo, tiene gruesas paredes musculosas y las de gallina
forman parte de la casquera tradicional hispana. Como la molleja no tiene dientes,
las aves granvoras ingieren piedras con el propsito de que colaboren en la molienda
de las semillas.
Entre los mamferos tambin los hay granvoros, como los roedores. stos
manejan las semillas con los incisivos, y las trituran con las muelas; hay que aclarar
que el trmino espaol muela es equivalente a la palabra tcnica molar, aunque las
piezas que se encuentran delante de los molares, llamadas cientficamente
premolares, tienen a veces la misma forma y funcin que los molares (la de moler).
En el caso de los roedores tambin puede considerarse que los dos rganos (la
pinza y las muelas) estn separados, porque aunque estn los dos en la boca, hay un
largo espacio vaco de dientes entre uno y otro, que se llama diastema dental. Incluso
se puede decir que los carrillos, al introducirse en ese diastema, forman una vlvula o
tabique que separa las dos regiones y las independiza. As, el tabique de carne y piel
hace que la boca quede dividida en dos partes: una anterior manipuladora y otra
posterior trituradora.
Y qu tiene que ver todo esto con nuestra evolucin? Pues que el ser humano
tambin tiene un rgano manipulador separado del de la masticacin. El rgano
manipulador, como la misma raz de la palabra indica, es la mano. Y al mismo tiempo
carecemos por completo de morro, como si la funcin de pinza que en otros animales
de largos hocicos tienen los dientes de delante (los incisivos), hubiera desaparecido
por completo de nuestra cara chata.
En resumen, la morfologa tan peculiar de nuestra diestra mano y de nuestra cara
tan reducida y remetida debajo del cerebro podra explicarse suponiendo que somos
el producto de la adaptacin de un primate del estilo del chimpanc a una dieta
basada en pequeos alimentos vegetales. Por eso precisamente, por su pequeo
tamao, se necesita la pinza de precisin que forman la yema del pulgar con la de
cualquiera de los otros dedos.
Y tambin, para aumentar la potencia del mordisco, las muelas se han acercado
todo lo posible a la articulacin de la mandbula con el crneo. De este modo, en la
biomecnica de la masticacin se ha reducido el brazo de la resistencia, que es la
distancia que hay entre la articulacin y el punto de la boca donde se muerde un
objeto concreto. Nuestra primera muela, por ejemplo, est mucho ms cerca de la
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Ardipithecus ramidus. Todava son pocos los datos que se conocen sobre esta especie (y hay fsiles
importantes en espera de ser publicados), por lo que sus relaciones evolutivas con los homnidos
posteriores (y con los anteriores) son objeto de discusin entre los especialistas. Sin duda era una especie
muy primitiva que vivi en una selva hmeda de Etiopa hace entre 5,8 y 4,4 millones de aos.
(Ilustracin de Ral Martn).
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Para entender la biomecnica de la masticacin se puede recurrir al ejemplo del cascanueces, ya que la
boca funciona como una palanca en la que el brazo de la resistencia es la distancia entre la articulacin de
la mandbula y el objeto que se muerde. Cuanto ms largo es el brazo de la resistencia menos eficaz es la
palanca. El chimpanc tiene la cara ms proyectada hacia adelante que nosotros, por eso el brazo de la
resistencia de su mandbula es mayor y la palanca menos eficaz. (Ilustracin de Juan Carlos Sastre).
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Australopithecus afarensis. Dos homnidos de esta especie dejan impresas sus huellas en el yacimiento de
Laetoli, en Tanzania, hace tres millones y medio de aos. Aunque se aventuran en ocasiones por terrenos
abiertos, su hbitat era preferentemente forestal. (Ilustracin de Ral Martn).
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Paranthropus boisei. Los parntropos eran unos homnidos que tenan el aparato masticador muy
desarrollado. Los msculos principales que actan para levantar la mandbula y cerrar la boca son el
temporal y el masetero. El primero se origina en las paredes del crneo, y el segundo en el borde inferior
de la regin malar, en la cara (es decir, debajo de los pmulos). Esta especie vivi en el este de frica hace
entre dos millones y poco ms de un milln de aos. (Ilustracin de Ral Martn).
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Australopithecus africanus. El famoso fsil sudafricano conocido como el Nio de Taung corresponde a
una cra recin destetada, que pudo haber sido capturada por un guila hace algo ms de dos millones de
aos. (Ilustracin de Ral Martn).
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Homo habilis. Los primeros homnidos que se adscriben a nuestro propio gnero, el gnero Homo, no eran
muy diferentes de los australopitecos, aunque su cerebro era un poco ms grande. Se originaron en frica
hace algo menos de dos millones y medio de aos. Tallaban toscas herramientas de piedra y eran ms
carroeros que cazadores. (Ilustracin de Ral Martn).
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Homo ergaster. Se trata de los primeros homnidos de nuestra talla, y aparecieron hace unos dos millones
de aos, o poco menos, en frica, aunque pronto se expandieron por Asia. Desarrollaron la talla de bellas
hachas de mano, que se conocen en frica desde hace algo ms de un milln y medio de aos. Estos
homnidos eran ya verdaderamente cazadores, adems de carroeros. (Ilustracin de Ral Martn).
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Homo neanderthalensis. Aunque eran fuertes y estaban bien organizados, seguramente los neanderthales
no se atrevan con los mamuts adultos y sanos. Sin embargo, como hacan otros grandes depredadores de
la poca, no dejaran de observar las manadas para tratar de descubrir algn individuo debilitado que se
quedaba rezagado. Los neanderthales vivieron en Europa y parte de Asia hasta que fueron reemplazados
por los humanos de nuestra especie. Los ltimos neanderthales desaparecieron hace unos 30 000 aos.
(Ilustracin de Ral Martn).
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LA FIRMA QUMICA
Hasta aqu, para tratar de averiguar en qu consista la alimentacin de las especies
fsiles de homnidos hemos recurrido a la morfologa. Siempre partimos de esa base,
la forma del fsil, pero adems los paleontlogos levantamos la cabeza de la mesa del
laboratorio y miramos a nuestro alrededor en el planeta en el que vivimos ahora para
tratar de aplicar a los tiempos pretritos las lecciones que aprendamos de la biologa
actual (y esa posibilidad de moverse entre dos mundos es lo que hace que, al menos
para m, sea la paleontologa tan divertida).
En eso consiste nuestro mtodo, que recibe el nombre de actualismo. Algunos
paleontlogos han actuado equivocadamente como si el actualismo consistiera en
buscar una especie viva, la ms parecida a la especie fsil que estemos investigando,
y atribuir todos los aspectos de la biologa de la especie viviente a la extinguida.
Como en el caso de los australopitecos, las especies vivientes ms parecidas son las
dos especies de chimpancs que hay (el comn y el bonobo), el actualismo mal
aplicado nos llevara a imaginarnos a los australopitecos como chimpancs en todo
(excepto en la postura).
Ya veremos, en su momento, que los australopitecos no tenan una biologa social
igual a la de los chimpancs, y tampoco su alimentacin (ni su ecologa) era la
misma.
La forma adecuada de aplicar el actualismo consiste, en cambio, en descubrir en
el mundo viviente actual las leyes que lo rigen, y usarlas para interpretar los fsiles.
Sabemos, viendo a los carnvoros de todas las pocas (incluidos los dinosaurios),
que estas especies tienen piezas dentales especializadas (llamadas en los mamferos
muelas carniceras) con filos cortantes para trocear a sus vctimas despus de muertas
(y a menudo tambin mientras an estn vivas las pobres; la naturaleza es un lugar en
el que a uno se lo comen vivo los parsitos y los depredadores). Todo lo que
necesitan los comedores de carne, una vez que han abatido a sus vctimas, es reducir
su cuerpo a porciones que puedan pasar por el esfago rumbo al estmago. Los
australopitecos, y ms an los parntropos, en cambio, tenan muelas con amplias
superficies de masticacin y esmalte grueso, y por eso hemos deducido que sin duda
masticaban algo consistente y duro (consistente en el sentido de difcil de partir por
compresin; duro quiere decir que raya el esmalte).
Nosotros somos carnvoros desde hace mucho tiempo en el curso de la evolucin,
y sin embargo no disponemos de muelas carniceras, del tipo de las que tienen los
carnvoros, que corten como cuchillas. Pero no por eso falla el principio del
actualismo, porque las adaptaciones biolgicas que faltan en nuestro cuerpo tenemos
que buscarlas fuera de l, en las herramientas que construimos, que son como
adaptaciones tecnolgicas. El registro arqueolgico se incorpora as, desde que
existen instrumentos de piedra, al conjunto de pruebas que nos sirven para inferir el
modo de vida de nuestros antepasados.
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Pero as y todo, sera deseable disponer de una prueba directa del tipo de
alimentacin de una especie fsil. Y puesto que construimos nuestro cuerpo,
incluidos nuestros huesos y nuestros dientes, a partir de lo que hay fuera, no dejar
el alimento alguna seal, alguna firma qumica, que podamos reconocer en los
fsiles? Afortunadamente la respuesta a esta pregunta es afirmativa.
Nuestro cuerpo est hecho sobre todo de protenas (los msculos, o sea, la carne),
y de fosfato y carbonato clcico (los huesos y los dientes). Tambin acumulamos
grasas como reserva de energa y, en mucha menor medida, glcidos (igualmente
llamados carbohidratos o azcares). Las protenas y las sales de calcio son materiales
estructurales, y los glcidos y las grasas nos proporcionan la energa que necesitamos
para vivir. De todo ello slo quedan en los fsiles las sales de calcio en los tejidos
duros (huesos y dientes). Los tejidos blandos se pudren, aunque en fsiles mucho ms
recientes que los de los australopitecos es posible recuperar an pequeos fragmentos
de protenas (que formaban el colgeno de los huesos) e incluso de material gentico
(de momento slo se ha identificado el de algunos neanderthales de no ms de unos
60 000 aos).
Naturalmente que no incorporamos directamente a nuestro organismo grandes
molculas del alimento, pero s que usamos molculas pequeas, o elementos
qumicos en el caso de los huesos y de los dientes. En el carbonato clcico hay
carbono, y aqu se puede encontrar una de las firmas qumicas del alimento (tambin
en el oxgeno, pero no hablaremos aqu de este elemento).
El carbono se encuentra en el anhdrido carbnico del aire (CO2) en dos formas (o
istopos), una ms pesada que otra. Y resulta que la forma pesada es ms rara en las
plantas de la selva africana que en las gramneas y otras hierbas de la sabana (los
vegetales utilizan el CO2 para formar materia orgnica en la fotosntesis). Por eso los
animales que se alimentan de los vegetales del bosque estn empobrecidos en
carbono pesado, y los comedores de hierba de la sabana (sean sus tallos, races o
semillas) estn enriquecidos en istopos pesados. Los chimpancs, como habitantes
del bosque que son, tienen poco carbono pesado en sus huesos y dientes. Cul es la
composicin de los australopitecos?
Se han analizado cuatro restos procedentes del yacimiento sudafricano de
Makapansgat. Tienen unos tres millones de aos y pertenecen a otros tantos
individuos de la especie Australopithecus africanus. El hbitat en el que se movan
era predominantemente forestal, pero no se excluye que pudieran hacer incursiones
en zonas ms abiertas. Antes de ver qu cantidad de carbono pesado hay en sus
huesos debemos hacer algunas reflexiones.
En el bosque hay abundancia de frutas y de hojas tiernas. Tambin hay nueces y
moras. Todas estas plantas tienen poco carbono pesado. Si sa era la base de la dieta
de los australopitecos sudafricanos, encontraramos sus huesos y dientes
empobrecidos en carbono pesado. En la sabana hay leguminosas, tambin pobres en
el istopo pesado del carbono, cuyos tubrculos seran comestibles si los
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australopitecos fueran capaces de acceder a ellos con palos o huesos adaptados para
cavar (los granos de estas legumbres africanas, en cambio, pierden mucho valor
nutritivo si no se cuecen, lo que no podan hacer los primeros homnidos).
Por el contrario, si hay una proporcin elevada de carbono pesado en los fsiles,
la nica fuente vegetal posible seran las semillas y las races de las gramneas; es
improbable que los australopitecos y los parntropos pudieran digerir la celulosa de
los tallos de las gramneas, aunque hay algunos primates (los papiones y los geladas)
que s pueden hacerlo.
Pues bien, el anlisis de los cuatro australopitecos de Makapansgat ha revelado la
existencia de una cantidad apreciable del istopo pesado del carbono, lo que indicara
que entre la cuarta parte y la mitad del alimento que consuman estos homnidos
tendra su origen en plantas de sabana del tipo de las gramneas.
Este resultado parece dar la razn a quienes, como Valverde, sugieren que el
consumo de semillas de gramneas, el granivorismo, jug un papel esencial en la
evolucin humana. Pero no todo el carbono pesado de los huesos de los
australopitecos tiene que proceder de gramneas. Los herbvoros y los insectos que las
consumen tambin aumentan su proporcin de istopo pesado del carbono, de modo
que la dieta de los australopitecos podra, ya hace tres millones de aos, incluir
tambin carroa.
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UNA CUESTIN
DE ECONOMA DOMSTICA
Los chimpancs son los animales ms inteligentes que pisan la Tierra (se podra
discutir si los superan los delfines, que, en todo caso, no la pisan). Y no slo lo vemos
en su comportamiento, sino tambin en el gran tamao de su cerebro. Ahora bien, el
tamao absoluto del cerebro de una especie de mamfero es una variable muy
engaosa, porque depende, en parte, del peso del animal. Entre dos especies de
inteligencia similar, el cerebro ms grande es siempre, siempre, el de la especie de
cuerpo mayor. La razn, se supone, es que se necesita controlar ms elementos,
integrar ms informacin y enviar ms rdenes, en un organismo mayor.
El tamao relativo tambin engaa, porque sorprendentemente cuanto ms
pequeo sea un mamfero, ms gramos de cerebro tiene en proporcin al peso del
cuerpo. Es decir, si dividimos los 1350 gramos del encfalo de una persona normal
por el peso de su cuerpo nos sale un valor menor que si hacemos la divisin entre el
peso del encfalo y el del cuerpo de un ratn.
Y no vamos a admitir por eso que el ratn nos supere en psiquismo!
Para alivio del lector, podemos aadir que existe un modo (no demasiado
sencillo) de eliminar matemticamente el factor tamao, y entonces resplandece
nuestra superioridad. Si suprimimos las diferencias en el tamao del cuerpo, somos
los animales con el cerebro ms grande. Y despus de nosotros vienen, en el mundo
viviente, los delfines y los chimpancs (pero antes estn algunas especies de
homnidos antepasados nuestros que ya no estn, es decir, que son fsiles).
Viendo a un grupo de chimpancs comiendo tranquilamente frutas en la copa de
un rbol, uno se pregunta para qu necesitan tanto cerebro. Como el de los
australopitecos no era mucho mayor, podemos hacernos exactamente la misma
pregunta.
Se puede responder que un cerebro grande, y una inteligencia grande, nunca
vienen mal, pero eso sera ignorar por completo cmo funciona la economa del
cuerpo. El metabolismo, que es lo mismo, no despilfarra ni una calora, porque todas
son necesarias para llegar a final de mes. A partir de una simple clula (llamada
cigoto), que es la primera de nuestra vida, el individuo tiene que construirse un
cuerpo, porque nos autoensamblamos. En el cdigo gentico tenemos la receta para
hacerlo, pero los materiales de construccin y la energa necesaria para vivir hay que
conseguirlos fuera, con o sin ayuda de otros (al principio, durante la gestacin y
lactancia, desde luego con mucha ayuda de la madre).
Una vez que se llega a adulto cesa la necesidad de construir el propio cuerpo,
pero se sigue necesitando ms energa y ms materiales de construccin que los
estrictamente precisos para seguir con vida. En el caso de las hembras, adems de
sobrevivir, tienen que fabricar otros cuerpos, los de sus propios hijos, de manera que
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las hembras siempre estn construyendo cuerpos: primero el suyo y luego el de los
hijos.
En el caso de los machos de nuestros parientes ms prximos, tambin se gasta
mucha energa extra en el combate por las hembras, por el territorio, por su puesto
dentro de la jerarqua, etctera. El gasto que tiene como origen la rivalidad por
engendrar hijos no beneficia directamente a los machos, pero asegura la continuidad
de sus genes.
As que no sobra energa nunca, y si los chimpancs (como los australopitecos)
tienen un cerebro muy grande, el ms grande, repito, de los animales que hollan la
Tierra, tiene que haber una buena razn para ello.
Ser que les resulta muy difcil conseguir su alimento? Comer una fruta no
parece un trabajo muy arduo, desde luego, pero la dificultad no est en masticarla,
sino en localizarla. Para explotar adecuadamente una parcela de selva hace falta
disponer de la capacidad de formar buenos mapas mentales, una cartografa virtual lo
ms precisa posible en la que situar cada rbol con frutos susceptibles de madurar.
Pero hay otros monos, con menos cerebro, que tambin comen fruta, con lo que quiz
la explicacin est en otro lado.
Aunque para dar con ella tenemos que situar el problema en sus justos trminos.
Para qu sirve un cerebro? Para procesar informacin. Qu hace que un cerebro sea
grande? La complejidad de la informacin a procesar. El adjetivo complejo se aplica
a los sistemas. Qu hace que un sistema sea complejo? El gran nmero de elementos
diferentes que lo componen y la gran variedad de relaciones posibles entre ellos.
Qu consecuencias prcticas tienen los sistemas complejos? Que su comportamiento
futuro es difcilmente previsible. No hay forma de acertar en el pronstico del tiempo
atmosfrico (a largo plazo), ya que la atmsfera es un sistema enormemente complejo
y su comportamiento en el futuro lejano depende de mil y un factores incontrolados.
Esto nos lleva a plantearnos la cuestin del gran tamao del cerebro del
chimpanc en estos trminos: cul es el sistema complejo cuya evolucin les resulta
tan importante predecir a los chimpancs? La respuesta est en los dems chimpancs
del mismo grupo. El sistema en cuestin es la sociedad, en la que se producen
continuamente cambios que afectan al bienestar de cada uno de sus miembros.
Como un chimpanc aislado no puede sobrevivir, el medio social en el que se
desarrolla la vida de los chimpancs genera presiones de seleccin que favorecen a
los que mejor se desenvuelven en l. Hay tambin un medio ambiente al que los
chimpancs necesitan adaptarse, pero sa es una envoltura que est por fuera de la
burbuja social. En la existencia de los chimpancs slo es posible enfrentarse a los
problemas que plantea la selva a travs de su pertenencia a un grupo.
Pero volvamos otra vez al grupo de australopitecos que estn empezando a comer
grasas y protenas animales. Este cambio en la dieta producir por s mismo alguna
modificacin en la anatoma futura de la especie? Nuestra respuesta tendr que ser
no!, si hemos entendido correctamente el mecanismo de la herencia biolgica. Nada
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de lo que hagamos en el curso de nuestra vida tendr efecto alguno sobre los genes de
los espermatozoides y de los vulos que produzcamos.
Por qu motivo, entonces, estoy afirmando que el comportamiento de esa
hipottica joven hembra de australopiteco tuvo una notable influencia en el curso que
tom la evolucin humana? Veamos.
Los investigadores Leslie Aiello y Peter Wheeler cayeron en la cuenta de que,
adems del cerebro, hay otro rgano que le resulta muy costoso al organismo en
trminos de consumo de energa. Ms que de un rgano, como es el cerebro, se trata
en realidad de un sistema: el sistema digestivo. Si se pudiera reducir su participacin
en el gasto metablico, se ahorrara mucha energa, que quedara disponible para
invertir en otra parte: el cerebro, por ejemplo. Y cmo se podra reducir la demanda
energtica del tubo digestivo? La respuesta que se les ocurri a Leslie Aiello y a Peter
Wheeler es que simplificndolo, o sea, acortndolo.
La siguiente pregunta es, inevitablemente, la de cmo se hace para acortar un
tubo digestivo. Y la contestacin a esta nueva pregunta est en la anatoma
comparada. De la comparacin entre especies se extraen a menudo reglas universales
para la biologa.
As, observamos que los herbvoros tienen tubos digestivos ms largos que los
carnvoros. Es decir, si se le sacan las tripas a un herbvoro y se estiran, y se hace lo
mismo con un carnvoro del mismo tamao, se ver como el tubo digestivo del
comedor de carne es ms corto, mide menos, que el del comedor de hierba, es decir,
que hay menos superficie para la absorcin del alimento. La explicacin es que los
productos animales son ms fciles de asimilar que las fibras de las plantas. O sea, las
protenas y grasas se digieren mejor que la celulosa. De hecho, los herbvoros
necesitan el concurso de los protozoos y las bacterias simbiticas (que viven en su
intestino) para poder descomponer la fibra.
Los chimpancs consumen mucha fruta madura, rica en azcares simples (como
la glucosa, la fructosa y la sacarosa), de fcil asimilacin. Pero tambin ingieren
mucha verdura, en forma de hojas, yemas y tallos tiernos, que tienen algunas
protenas y mucha fibra (es decir, azcares complejos). Por ello su tubo digestivo es
ms largo que el nuestro.
Quiere eso decir que los chimpancs necesitan para vivir ms energa que
nosotros? Es su metabolismo ms alto que el nuestro? Pues no. Nuestro
metabolismo es, ni ms ni menos, el que le corresponde a un mamfero de nuestra
talla. Y lo mismo se puede decir del del chimpanc. Entonces de dnde sacamos
nosotros la enorme cantidad de energa necesaria para mantener activo un cerebro que
es ms de tres veces el del chimpanc?
Se ha calculado que la proporcin del gasto energtico del cerebro de un
australopiteco (como nuestra joven inquieta) en relacin con su metabolismo basal
era del 9%, mientras que la de una persona actual asciende hasta el 22%. El
metabolismo basal (MB) de un australopiteco promedio sera de 1145 kilocaloras
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(gasto por da), y el de un varn joven actual de 70 kilos unas 1680 kilocaloras (a
razn de una kilocalora por kilo de peso y hora).
Por convenio, una kilocalora (lo que la gente llama, sencillamente, calora) es la
cantidad de energa necesaria para elevar de 14,5 a 15,5 grados centgrados la
temperatura de un kilo de agua. Y por metabolismo basal se entiende la cantidad de
energa necesaria para mantener las funciones vitales de un organismo en reposo, a
una temperatura agradable.
En el caso de una mujer joven, la necesidad de esa energa mnima de
mantenimiento es algo menor que en el varn: 0,95 kilocaloras por kilo y por hora.
En total, 1254 kilocaloras por da en una mujer de 55 kilos, que segn el gran
experto en nutricin Francisco Grande Covin (de quien he tomado estos ltimos
datos y los siguientes), es equivalente al gasto energtico de una bombilla de 60
watios.
El ejercicio dispara el gasto energtico, de modo que un varn joven normal
consume de 2,5 a 4,9 kilocaloras por minuto en un trabajo ligero, de 5 a 7,4
kilocaloras si el trabajo es moderado (o practicando un deporte como el tenis), de 7,5
a 9,9 kilocaloras en un trabajo pesado (o jugando al ftbol), y ms de 10 kilocaloras
por minuto si el varn es leador, nadador o corre campo a travs. El resultado es que
un varn joven de 70 kilos puede necesitar al da 2600 kilocaloras si tiene un trabajo
de oficina, o 3500 kilocaloras o ms si es un gran deportista o tiene un trabajo de
mucha exigencia fsica. En el caso de una chica joven, las cifras correspondientes
seran 2000 kilocaloras y 2600 kilocaloras o ms.
El cerebro es un rgano muy sibarita y su alimento es la glucosa (un azcar
simple). El gasto de glucosa sera, en un australopiteco, de unos 33 gramos al da. En
la evolucin hasta nuestra especie se ha triplicado el gasto de azcar. Esos 33 gramos
no le seran muy difciles de conseguir al australopiteco si tuviera fruta a su alcance.
Entre las frutas que cultivamos, sirvan como ejemplo el pltano, que contiene de 12 a
13 gramos de azcares simples por cada 100 gramos, y la manzana, que contiene de
10 a 12 gramos.
El consumo de glucosa del cerebro planteaba un problema a los fisilogos, ya que
es muy poca la cantidad de azcar que se deposita en el organismo de los mamferos.
En efecto, en el hgado y en los msculos se acumulan los azcares en forma de
glucgeno (una molcula de azcar de cadena larga o polisacrido), pero en una
cantidad tan limitada que hay que reponer esa reserva diariamente. La razn de que se
acumule ms energa en forma de grasa que de azcar es que la grasa se almacena
casi en seco y en el glucgeno hay un 65% de agua, lo que nos volvera muy pesados
si nuestras reservas de energa se basaran en los azcares.
Una vez que se acaban los azcares de reserva se empiezan a oxidar las grasas y,
en menor medida, las protenas. Despus de un da de ayuno ya no quedan reservas
de glucgeno en el cuerpo, as que de dnde sacamos la glucosa para que siga
funcionando con normalidad el cerebro? La solucin est en el hgado, donde la
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oxidacin incompleta de los cidos grasos produce los llamados cuerpos cetnicos,
que pueden suministrar, en ausencia de glucosa, energa al cerebro. As, de una
manera indirecta, el ms importante de nuestros rganos puede vivir durante mucho
tiempo de las grasas.
Pero volvamos a la evolucin humana y a la cuestin de la expansin cerebral que
se produjo a lo largo de la misma. La respuesta a la pregunta de cmo pudimos
aumentar el gasto energtico del cerebro sin que se disparase el metabolismo basal es
muy sencilla: nuestro tubo digestivo no es el de un vegetariano, sino que es bastante
ms corto. O en otras palabras, nos hemos podido permitir un descomunal incremento
del consumo energtico del cerebro (ms que doblando su participacin en el MB),
ahorrando gasto en el tubo digestivo.
Pero para poder acortar el tubo digestivo (y reducir en consecuencia la superficie
de absorcin del alimento) hay que prescindir de la fibra y sustituirla por un alimento
ms fcil de asimilar y ms energtico. Y eso es lo que acaba de hacer nuestra joven e
inquieta hembra de australopiteco, al comerse el tutano de esa nuez animal que
llamamos hueso.
Que no se entienda mal lo que vengo diciendo. No sugiero que el consumo de
productos animales redujera automticamente la longitud del tubo digestivo y
aumentara el tamao del cerebro. Lo que intento decir es que, gracias al consumo de
productos de origen animal, cuando generaciones despus de la joven inquieta
apareci un individuo mutante con un tubo digestivo ms corto (y de metabolismo
ms barato), este mutante pudo sobrevivir, cosa que no habra sido posible con una
dieta basada en productos de origen exclusivamente vegetal.
Y si ms tarde (o al mismo tiempo) un mutante de tubo digestivo corto
experiment una cierta expansin cerebral, el metabolismo corporal no se
desequilibr, ya que lo que se gastaba en sesos se ahorraba en tripas. Y el resultado
fue que el homnido pudo tener un cerebro ms grande que cualquier mamfero de su
tamao, sin gastar en total ms energa que la que le correspondera a un mamfero de
su talla.
Pero es que adems, el extrao comportamiento de nuestra protagonista cre
nuevas presiones de seleccin para la especie, y la rueda de la inteligencia se puso en
marcha.
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Segunda parte
LA LTIMA BATALLA
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LOS ARQUEROS
Los guerreros se alinearon sobre la pradera, en un collado entre dos montaas. Formaban una largusima fila,
como no se haba visto nunca antes. Haba casi dos centenares de hombres, y todos iban vestidos de igual modo:
calzones de cuero o ante que les llegaban por debajo de la rodilla. Pero sa era toda la uniformidad que se vea,
porque en el pecho y la espalda, que llevaban al aire, aquellos hombres mostraban diversos tipos de pinturas y
tatuajes, que daban a la formacin un espectacular cromatismo.
Los guerreros procedan de todos los clanes de la tribu, y haban llegado hasta all desde las montaas, los
valles y las costas de una gran regin: el ancho y variado territorio de la tribu. Los jefes de cada una de las bandas
que se haban reunido aquella noche se distinguan por su tocado de plumas o de flores. La pluma del guila, la de
la oropndola y la del arrendajo, la flor de la retama, la del romero y la de la jara eran smbolos de clanes, y
servan para identificar a sus miembros. A la luz de las numerosas fogatas se multiplicaban las figuras, y la
formacin de guerreros pareca duplicarse o triplicarse con un ejrcito de sombras: el de los espritus de los
antepasados.
Cada guerrero blanda su gran arco y sus flechas, que en sus manos eran una arma infalible. Cada vez que se
tensaba un arco, la vida de un ciervo, un uro (toro salvaje), un jabal o una cabra poda darse por finalizada.
Enseguida la muerte viajaba, en lnea recta, en una punta de piedra fijada al extremo de una delgada varilla de
madera. Gracias a su habilidad como constructores de arcos, a su conocimiento de la naturaleza, a su destreza
como rastreadores y a su puntera, los humanos eran los seres ms poderosos de la sierra, y nadie les disputaba su
dominio; ni siquiera lo hacan en el invierno las grandes manadas de lobos, que eran sus nicos competidores
verdaderos.
Haban adquirido un dominio completo de la naturaleza, y saban explotar con absoluta maestra todos sus
dones, vegetales o animales. Nada que pudiera comerse era despreciado, pero el pequeo tamao de los grupos
humanos haca posible que al ao siguiente hubiera nuevas camadas y nuevos frutos. Los recursos eran
inagotables.
Era la suya una vida feliz, pese a que a veces se producan disputas con otras tribus en los lmites del territorio,
y a que a las pocas de abundante caza les sucedan rachas de escasez en las que se pasaba mucha hambre. Lo
dems, ya se sabe, era vivir la vida del hombre. Primero un perodo de fragilidad extrema y dependencia completa
de la madre: la poca de la lactancia. Luego el destete y el comienzo de la infancia: el descubrimiento de la vida y
del mundo. La llegada de la adolescencia y la dura pero deseada entrada en el mundo de los mayores, con la
iniciacin en los grandes misterios que dan respuesta a las eternas preguntas del ser humano; una ceremonia
inolvidable que marca el alma del iniciado para siempre con la magia de un rito de paso. El amor, los hijos y la
familia. Las responsabilidades del adulto. La vejez, con la inevitable decadencia fsica, pero tambin con la
sabidura y el respeto que les corresponde a los mayores. Y todo baado por el sol del Levante, en un paisaje
quebrado que va desde las altas montaas del interior, muy fras en invierno, hasta las secas tierras del litoral, de
inviernos ms suaves y veranos abrasados.
Como dira un filsofo miles de aos despus, todo iba bien en el mejor de los mundos posibles, el de los
cazadores y recolectores del Mesoltico, hace seis mil aos, en la Iberia mediterrnea. Haba otro mundo mejor,
dulce como la miel silvestre, con un clima perfecto, sin enfermedades ni disputas, y con cazaderos inagotables.
Pero ese mundo, en el que se renen todas las generaciones, les esperaba despus de la muerte. Era el otro mundo.
S, todo iba bien hasta que los cazadores y recolectores del Levante descubrieron que haba otro mundo
posible a este lado de la muerte, aunque, al menos para ellos, era mucho peor. Y no slo definitivamente peor para
la vida de los seres humanos, sino terriblemente destructivo para la naturaleza. Era el mundo de los agricultores y
ganaderos del Neoltico, que haca pocas generaciones haban empezado a establecerse en su territorio. Y, por
supuesto, ninguno de los jefes de los extranjeros les haba pedido permiso para instalarse, a ellos, los verdaderos
ocupantes del territorio (porque nadie es dueo del suelo que pisa y de la vida que alienta sobre l). Los rboles
eran cortados con hachas de piedra pulida en las mejores tierras de los fondos de los valles, donde los suelos son
ms profundos, ms hmedos y ms productivos, y cuando no quedaba ya ni un palmo de suelo que no estuviera
cultivado, los montes se quemaban para producir pastos para el ganado.
Los guerreros que danzaban en la pradera eran jvenes, y representaban lo ms granado de la tribu. Pero no
estaban solos. Les acompaaban sus hermanos mayores, los guerreros ms veteranos que no participaban en la
exhibicin pero que la organizaban y la dirigan (porque ya se sentan demasiado mayores para dar saltos);
tambin estaban sus padres y los jefes de los clanes, sus queridas madres, y sus hermanas y esposas. Los hijos que
an no estaban en edad de combatir contemplaban con los ojos abiertos de par en par tamaa exhibicin de fuerza.
Impresionaba verdaderamente ver tanta juventud, tanto msculo, tanto vigor, tanta determinacin movindose al
unsono al ritmo de los cantos y de los tambores, en una borrachera de formas, colores y sonidos.
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Otras veces les tocaba a las mujeres protagonizar el espectculo y bailar, bellsimas, con sus largas y
acampanadas faldas, sus pechos desnudos y sus adornos por todo el cuerpo. Entonces eran los hombres los que
miraban a las mujeres con arrobo. Pero eran sos los das felices de las grandes celebraciones (una boda, un pacto
entre clanes), y la ocasin de hoy era muy grave.
Abajo, en el valle, los habitantes del poblado miraban con aprensin los fuegos de la montaa, y escuchaban,
lejanos, los ecos de los tambores y de los gritos. Saban a quin se proponan atacar aquellos arqueros que
imaginaban, fuertes y numerosos, pintndose y preparndose para el combate. Su objetivo era destruir el poblado
y acabar con todos sus habitantes. Buscaban la solucin final, hacerlos desaparecer del mapa, borrarlos, poner
trmino a tantos aos de querellas y de escaramuzas. Lo que los salvajes queran era desandar la historia,
retroceder a los tiempos anteriores a la civilizacin, y que los ciervos volvieran a pastar sobre sus campos de trigo
y de cebada. Las cabras salvajes reemplazaran a las domsticas, los uros a las vacas y los jabales a los cerdos.
Porque para las gentes del poblado los salvajes eran unos vagos. No aprenderan nunca de su ejemplo, porque
no les daba la gana cavar la tierra para depositar en ella la simiente, ni mucho menos prepararla antes con el abono
de los excrementos de las vacas (puaf, qu asco!), ni limpiar los campos de malas hierbas, ni recoger el fruto, ni
moler pacientemente con molinos de mano y morteros de piedra las semillas y los granos para hacer la harina. En
lugar de guardar los excedentes de la cosecha en grandes recipientes de cermica para hacer frente a los rigores
del invierno, o a una mala temporada, los salvajes siempre confiaban en que la naturaleza les regalara algo que
llevarse a la boca.
Tambin los agricultores y los ganaderos gustaban de abatir ciervos, uros, cabras y jabales cuando podan,
pero no fiaban en ellos, ni en las plantas silvestres, el porvenir de sus hijos. En lugar de recoger lo que les ofrece
la naturaleza, los agricultores y ganaderos preferan explotarla. En vez de vivir como animales, las gentes de los
campos del fondo del valle elegan trabajar como hacen las personas.
Todos los trabajos pesados les parecan odiosos a los hombres del bosque. Ni siquiera les placa cuidar del
ganado, un trabajo verdaderamente muy sencillo y descansado, para luego tener carne que comer. S que les
gustaba, en cambio, apoderarse de las ovejas y de las cabras que ellos criaban, y mofarse de los sufridos pastores
mientras se daban una buena comilona. Se conducan como alimaas, los muy ladrones. No eran capaces de
fabricar recipientes de cermica, ni de tejer bellos vestidos en un telar, ni de construir casas con piedra, madera y
barro seco; slo conocan el primitivo arte del trenzado de fibras vegetales para el vestido, la cordelera y la
cestera, y la preparacin de las pieles.
Y tambin se comportaban, en grupo, como las manadas de lobos, en las que prevalece la ley del ms fuerte.
No tenan reyes, ni sacerdotes, ni verdadera organizacin social. Sin disciplina ni planificacin no se puede ser
persona, decan los campesinos.
Se dudaba incluso de que los sonidos que salan de su boca se pudieran comparar con un verdadero idioma.
Porque hasta entonces nunca se haban dirigido, unos y otros, la palabra. Lo nico que se cruzaban era flechas.
Como se deca en la aldea, el mejor salvaje es el salvaje muerto.
Pero los agricultores tambin han tomado sus medidas. Para empezar se han reunido muchos en el poblado.
Son quiz medio millar los guerreros que esperan el ataque. Ellos tambin confan en que el combate que dar
comienzo al amanecer zanje la disputa para siempre, y aleje a los salvajes definitivamente. Tambin ellos han
llegado, despus de tantos encontronazos con los salvajes, al convencimiento de que slo vale la solucin final.
Cuando empieza a clarear el da descienden los arqueros de la sierra y se acercan a las primeras casas del
poblado, mientras toman posiciones para asaltarlo. Sus defensores revisan sus lanzas y sus flechas.
Y en aquel crtico momento de calma que precede al ataque, un joven se adelanta a las filas de arqueros,
encara a los fieros y orgullosos cazadores y, mirando fijamente al viejo con un gran tocado de plumas que es el
cacique de la tribu, habla con voz firme: Padre le dice en su lengua al jefe de los hombres del bosque, es
hora de que sepas la verdad. Hace tiempo que algunos jvenes de la tribu, chicos y chicas, visitamos la aldea.
Hemos encontrado que ellos tambin son humanos. Hemos aprendido su lengua y conocido sus costumbres. No
son malos, simplemente son distintos. Ellos tambin aman a sus hijos y hacen lo posible para que crezcan sanos y
fuertes. Cultivar la tierra y apacentar ganado es el nico modo de vida que conocen. No deseo su muerte, y no soy
el nico de entre nosotros que desea vivir en paz con ellos. Aunque no lo digan por miedo, somos muchos los
jvenes partidarios de poner fin a esta guerra. No podemos regresar al ayer y habitar el tiempo de nuestros
antepasados. Los aldeanos estn aqu desde hace mucho, y no conocen ya ms hogar que ste.
Las filas de los guerreros se agitan sacudidas por una oleada de indignacin al verse traicionados por uno de
los suyos, precisamente por el hijo del jefe. Un fiero aullido de odio resuena en muchas gargantas, pero otras
muchas permanecen mudas. Tantas como miradas se clavan en el suelo sealando la verdad que encierran las
palabras del joven. La cara del padre del traidor pasa de la sorpresa a la incredulidad, de la incredulidad a la ira, y
de sta al desprecio.
Entonces, de la lnea de rboles que sirve de linde al bosque, se adelanta una anciana mujer, la esposa del
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cacique, y eleva su voz para hacerse or sobre el gritero: No hay ahora motivo para un combate a muerte entre
nuestros dos pueblos. La batalla que bamos a dar era una batalla sin esperanza, la ltima batalla. Slo
aspirbamos a perder con dignidad una guerra que ya no podemos ganar. Ellos siempre sern ms que nosotros,
porque de un valle donde pastan unos pocos ciervos, uros y caballos ellos pueden obtener mucho alimento para
mantener sus miserables y atareadas vidas. Nosotros somos guilas, pocos pero orgullosos, y ellos son como
hormigas, pegados a la tierra, tenaces y numerosos. Sus poblados no son ms bellos que nuestras peas y nuestros
bosques. Su hogar es un oscuro hormiguero, el nuestro todo el campo y tiene por techo el cielo. Sus canciones no
son ms melodiosas, ni sus leyendas ms hermosas. Sus dioses no son ms amables que los nuestros. Y los
aldeanos no son ms libres, ni ms felices, ni ms fuertes, ni ms altos, ni ms bellos, que los hombres del bosque.
Pero son ms, muchos ms. Quiz los jvenes tengan razn, suyo es el futuro, que sean ellos quienes decidan. Y
volvindose al atnito jefe aade con voz dulce: Deja que tus hijos vivan.
Los gritos han cesado y todas las miradas se clavan en el altivo cacique. Haciendo un gran esfuerzo para
dominarse, el viejo se serena y logra pronunciar lentamente unas palabras: Hijo, hace un momento me has
parecido un cobarde, indigno de que te llame hijo mo. Pero tal vez haga falta ms valor para enfrentarse a toda la
tribu que para luchar contra nuestros enemigos. Quiz, despus de todo, te hayas comportado con la sabidura y la
entereza de un jefe. Me duele reconocerlo, pero ahora me doy cuenta de que no quera enfrentarme a la realidad.
Estaba ciego a propsito. Mi corazn rebosaba de pena y de odio. A decir verdad, hace mucho tiempo que haba
notado con tristeza que los jvenes no miris a los aldeanos como los miramos los viejos de mi generacin.
Vosotros los habis conocido siempre aqu, nosotros los vimos llegar un da y violar nuestra tierra.
El viejo calla, mira a la aldea de los odiados enemigos y pide a su hijo que traduzca sus palabras a los
habitantes del poblado, que asisten asombrados a la escena sin entender lo que est ocurriendo: Cerremos ahora
un pacto para siempre. Nuestra raza declina. Cada vez tenemos menos espacio donde vivir. Slo nos quedan ya las
serranas ms altas. Nuestros jvenes nos abandonan porque se sienten atrados por la vida en la aldea, y prefieren
vuestros trapos, vuestros cacharros y vuestros abalorios a los pjaros, los ros y las flores. Los que vivimos libres
desapareceremos en pocas generaciones, y pronto todos los hombres de esta tierra, tanto si son hijos de ella como
si vienen de fuera, cavarn la tierra y conducirn ganado.
Slo os pedimos que nos dejis extinguirnos en paz.
Pero la alianza que vamos a establecer y que nos ahorrar, a vosotros y a nosotros, la intil prdida de tantas
vidas, tiene que mantenerse despus de que hayamos desaparecido. Conservaris salvajes y libres, en recuerdo de
quines fuimos, las cumbres ms altas, con sus bosques, con sus animales y con nuestros santuarios. En las rocas
sagradas estn representadas las imgenes de nuestras vidas y las de los animales que deben respetarse. Las
paredes pintadas han de permanecer a salvo mientras dure la Tierra. Y mantendris limpios los arroyos de las
montaas, porque son la msica de la naturaleza que nos ha acompaado en nuestra existencia.
Jurad por vuestros dioses que el pacto nos sobrevivir y que lo renovaris generacin tras generacin.
El jefe de la aldea lo jur, y los hombres del bosque se retiraron. Al poco, la tribu se disolvi separndose en
los clanes que la componan y cada uno se dirigi a su comarca de procedencia.
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EL DESCUBRIMIENTO DE LA MUERTE
Cuando pudo haber tenido lugar esta historia, ms de 40 000 generaciones humanas
haban pisado ya las tierras de Iberia. Haca pues mucho tiempo que la habitaban
unos homnidos venidos de frica.
Aquellos homnidos eran mucho ms fuertes y ms altos que los australopitecos.
Eso les haca capaces de abatir mamferos de mediano tamao en lugar de resignarse
a comer lo que dejaban otros. Empezaban a ser verdaderos cazadores y no slo
carroeros. Pertenecan ya a lo que los cientficos reconocemos como gnero Homo,
el nuestro, y por eso podemos referirnos a ellos como humanos. Adems, su cerebro,
al menos el de algunos individuos, doblaba al del australopiteco promedio.
Pero hubo antes una etapa intermedia entre esos humanos viajeros, que eran
grandes de cuerpo y de cerebro, y los australopitecos. Ese eslabn debi de aparecer
en la evolucin humana poco tiempo despus de nuestra joven inquieta, es decir, hace
unos dos millones y medio de aos. Su aspecto corporal no diferira mucho del de los
australopitecos, aunque su cerebro era algo ms grande (si bien escasamente). La
mayor parte de los autores lo nombra como Homo habilis, y sera el primero de los
humanos; recientemente otros han optado por llamarlo Australopithecus habilis, y
representara as al ltimo de los australopitecos en nuestra lnea evolutiva directa.
La salida de frica por parte de los primeros homnidos grandes se produjo hace
casi dos millones de aos. Se han encontrado sus restos en gran abundancia al sur del
Cucaso, en el yacimiento de Dmanisi, en Georgia. En una fecha no mucho ms
reciente podran haber llegado hasta Java. El continente europeo se les resisti
probablemente ms, y parece que no penetraron profundamente en l hasta hace poco
ms de un milln de aos. Los primeros fsiles humanos de Europa, con unos
800 000 aos de antigedad, se han rescatado en el yacimiento de la Gran Dolina, en
la burgalesa sierra de Atapuerca, y slo son un anticipo de lo que an se espera
recuperar en esa cueva, cuya excavacin contina su marcha.
Algunos autores llaman del mismo modo a todos los homnidos grandes a los que
nos hemos referido hasta ahora, y la especie sera Homo erectus, un nombre creado
para los fsiles de Java cuando fueron descubiertos a finales del siglo XIX. Otros
preferimos usar tres nombres especficos diferentes: Homo erectus para los fsiles de
Java, Homo ergaster para los de frica y Dmanisi, y Homo antecessor para los
fsiles europeos (como los de la Gran Dolina).
El nombre de Homo erectus se aplica tambin a fsiles de hace medio milln de
aos, y an ms moderno nos, de Java y de China. Pero los fsiles europeos de hace
medio milln de aos reciben otro nombre cientfico: Homo heidelbergensis, en
honor de la mandbula de Mauer, encontrada cerca de Heidelberg. Hay disputas
acerca de si sus contemporneos africanos, que son muy parecidos, deben ser
llamados igual (tambin Homo heidelbergensis).
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Los que nos oponemos a dar el mismo nombre a los europeos y a los africanos de
hace medio milln de aos (y algo menos) nos basamos en que los fsiles europeos
muestran algunos rasgos, an poco desarrollados, que indican que son antecesores de
los neanderthales que ms tarde se encuentran en todo el continente; por el contrario,
los africanos no exhiben esos caracteres, lo que prueba que no daran lugar a los
neanderthales, sino que evolucionaran hacia nosotros mismos, los humanos actuales.
O sea que, aunque hace medio milln de aos europeos y africanos an fueran de
la misma especie, las dos poblaciones acabaran dando lugar a diferentes especies
humanas corriendo el tiempo, una en cada continente; muchos autores consideran que
los neandertales deben ser considerados una especie distinta (Homo
neanderthalensis) del hombre moderno, que es lo bastante presuntuoso como para
darse a s mismo el pomposo ttulo de Homo sapiens, el hombre sabio.
Nuestros antepasados los cromaones, que es como llamamos a los humanos
modernos del Paleoltico, salieron finalmente de frica y hace unos 40 000 aos
llegaron a Europa, donde vivan los neanderthales. No se sabe muy bien lo que pas
entre unos y otros, pero el resultado es que los neanderthales desaparecieron (los
ltimos hace 30 000 aos o aun menos) y nosotros seguimos aqu.
Todava tenemos pocos fsiles de los primeros europeos de la Gran Dolina, pero
hay una muestra increblemente grande de fsiles humanos, una treintena de
esqueletos completos, en otro yacimiento de la sierra de Atapuerca conocido como la
Sima de los Huesos, al que dataciones recientsimas sitan en torno a los 400 000
aos de antigedad.
Gracias a la Sima de los Huesos sabemos muchas cosas acerca de la humanidad
de hace algo menos de medio milln de aos. Una de ellas, y muy importante, es que
la diferencia de tamao entre los dos sexos (el llamado dimorfismo sexual) era
similar a la diferencia que se encuentra ahora en nuestra especie, que es mucho menor
que la de los gorilas o que la de los australopitecos. Volveremos a hablar de esa
cuestin ms tarde porque tiene mucha importancia para conocer la historia de la
sociedad humana.
Por otro lado, el tamao del cerebro era en algunos individuos de la Sima de los
Huesos igual al de la media humana moderna, aunque otros crneos fsiles del
mismo yacimiento muestran volmenes enceflicos situados en el lmite inferior de la
variacin actual. Es decir, el cerebro haba seguido creciendo, y ello era debido
principalmente a un aumento de la complejidad a tres niveles: ecolgico, mental (o
cognitivo) y tecnolgico.
La razn por la que el poblamiento de Europa se retras respecto del de Asia es
que los ecosistemas europeos son estacionales, y por lo tanto cambiantes a corto
plazo (aunque a la larga, cclicos). O sea, imprevisibles para quienes no
comprendieran el ritmo de las estaciones; sos no podran anticiparse a los cambios y
hacer planes a largo plazo. Es probable que mientras que el mundo mediterrneo fue
ocupado hace algo ms de un milln de aos, el resto del continente, ms fro, tuviera
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que esperar hasta la expansin humana por toda Europa que se produjo hace medio
milln de aos.
De la complejidad tecnolgica nos hablan los instrumentos de los yacimientos (en
Atapuerca y muchos otros lugares) de la poca de la Sima de los Huesos, que
incluyen piezas con mucho diseo.
De la complejidad mental, la mejor prueba es el mismo yacimiento de la Sima de
los Huesos, que no es otra cosa que una acumulacin deliberada de cadveres.
Creemos que unos humanos que ya haban descubierto la muerte llevaron a cabo tal
prctica con algn propsito simblico. Queremos decir con esto que los que
trabajamos en el yacimiento pensamos que tal acumulacin tena algn significado
para los que la llevaron a cabo, o sea, que representaba alguna idea, en relacin con el
misterio de la muerte, compartida por la colectividad.
A la joven e inquieta hembra de australopiteco la hemos imaginado con siete aos
y no le hemos puesto ningn nombre. El crecimiento sera en esa poca como el de
los chimpancs, es decir, ms rpido que el nuestro, de modo que con esa edad la
joven ya sera adolescente. Y no le hemos puesto ningn nombre propio porque
seguramente el desarrollo de su autoconciencia (o conciencia de s misma) an no
habra ido mucho ms all que en los chimpancs, los cuales no se llaman unos a
otros por su nombre, que sepamos. Por el contrario, los humanos de la Sima de los
Huesos tendran un crecimiento muy cercano, en patrn y ritmo, al nuestro. Y s, los
cadveres acumulados en la Sima no seran annimos, sino que tendran nombres
propios. Y sa es una gran diferencia.
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EL FUEGO Y EL FRO
Despus de que los hombres descubrieran la muerte, la evolucin no se detuvo,
continu. En Europa se produjeron cambios importantes en el cuerpo humano. Para
empezar, el cerebro sigui creciendo, y es posible que tuvieran que ver en ello las
nuevas complejidades a las que se abra el conocimiento despus de que se penetrase
en el territorio de lo misterioso.
El mundo empezaba a verse de otro modo, ya no slo como un conjunto de
piedras, ros, plantas y animales, con el sol, la luna, la tormenta, el viento, la lluvia, la
nieve y los otros fenmenos de la naturaleza. Parecan existir, aunque apenas fueran
entrevistos en la bruma, otros seres ms perfectos, ms puros que los reales; y
tambin haba nuevas ideas, ms abstractas, que nosotros llamamos ideales, acerca de
cmo deberan ser las cosas.
Fuera como fuese, haba cada vez ms cosas en las que pensar, y esas cosas tenan
importancia en la vida prctica de todos. Desde los tiempos de los primeros
homnidos y, cada vez ms, el medio en el que se desenvolva la parte ms importante
de la existencia humana era el ambiente social, y ah era donde convena ser el ms
hbil, no el ms fuerte fsicamente. Porque un nuevo tipo de fuerza (y de autoridad)
se iba abriendo camino: la fuerza de las ideas.
El prestigio, el reconocimiento social por parte de los otros se traduca en ms
hijos que llegaran a adultos y transmitiran los genes de quien ms respeto se hubiera
ganado. Los individuos torpes para relacionarse con los dems, los incapaces de
comunicarse con los otros y de cooperar, los que no entendieran bien los mensajes
que les fueran enviados con sonidos o gestos, los que no supieran construir o usar los
artefactos bsicos para la supervivencia, hechos de piedra, de cuero, de fibra vegetal
o de madera, o no dominaran las artes de la caza, de la recoleccin, del curtido,
etctera, y por ltimo, los agresivos y los egostas, todos sos no tendran sitio en la
comunidad de los cazadores y recolectores.
Tales complejidades de la vida social imponan nuevas presiones de seleccin
sobre los individuos, y al mismo tiempo que el cerebro se haca ms grande, tambin
se desarrollaba la cultura (entendida no slo como tecnologa, sino incluyendo a sta
en un conjunto mucho ms amplio de usos, normas y creencias). De esta manera, la
cultura y los genes coevolucionaron, es decir, evolucionaron de la mano,
influyndose mutuamente.
Y por ltimo estaba el fuego, que surgi, o por lo menos se generaliz en Eurasia,
en una poca posterior al descubrimiento de la muerte. Nuestra propia experiencia
parece indicarnos que las largas noches en las que el grupo se reuna junto a las
llamas podran haber impulsado esa coevolucin de los genes y de la cultura. Cmo
no iba a crear el fuego un ambiente favorable para la interaccin social? No es la
hoguera el lugar ideal para transmitir la cultura y para crearla? El calor del hogar nos
hace sentir bien, tanto fsica como espiritualmente.
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desde luego nos encontramos aqu ante un tipo de alimentacin muy particular, el
canibalismo, que es exclusivamente humana.
Se podra desde luego discutir esta afirmacin, para lo cual tendramos antes que
separar los diferentes tipos de canibalismo que se conocen en el reino animal. Pero lo
que yo (nicamente) pretendo hacer aqu, es llamar la atencin sobre el hecho de que
no se ha encontrado jams en un yacimiento media docena de ciervos de todas las
edades devorados por ciervos canbales, ni un conjunto de macacos con las marcas de
los dientes de otros macacos, ni un puado de leones comidos por sus congneres.
Por otro lado, el canibalismo de la Gran Dolina es el ms antiguo conocido en la
historia de la humanidad.
Adems, no hay ningn hueso (humano o animal) quemado, ni tampoco cenizas u
otros signos del uso del fuego. Los cadveres humanos fueron devorados crudos.
En los niveles superiores de la Gran Dolina, que, stos s, se han excavado en una
gran extensin, tampoco han aparecido trazas de fuego, ni en otro yacimiento
importante de Atapuerca llamado La Galera, con muchos horizontes de actividad
humana. Hoy por hoy no hay ningn indicio de que los humanos de hace ms de un
cuarto de milln de aos usaran el fuego en Atapuerca, y eso que visitaron sus cuevas
con frecuencia. Aunque seguramente las estancias no fueran, cada una de ellas, muy
largas (en esa poca los humanos se movan mucho), volvieron tantas veces que sera
raro que nunca encendieran un fuego, si es que saban cmo hacerlo.
No obstante, hay un par de yacimientos europeos con edades comprendidas entre
el cuarto y el medio milln de aos, Terra Amata en Francia y Bilzingsleben en
Alemania, donde se ha sealado la existencia de hogares. Pero incluso en el caso de
ser autnticos, parecen ms la excepcin que la norma.
Un mejor candidato en relacin con el uso del fuego en la prehistoria ms antigua
es el yacimiento clsico de Zhoukoudian, cerca de Beijing (la antigua Pekn), en
China. ste es un lugar interesante para discutir la existencia de hogares hace unos
cuantos cientos de miles de aos, porque su latitud y clima no estn muy alejadas de
las de Madrid. Beijing no forma parte en modo alguno del Asia tropical, sino que su
clima es templado. Consiguieron los humanos habitar esas latitudes y climas, tanto
en Asia como en Europa, gracias al fuego?
En el curso de las excavaciones histricas anteriores a la segunda guerra mundial
(en la que, por cierto, se perdieron prcticamente todos los restos humanos que haba
proporcionado la cueva) aparecieron cenizas y huesos quemados. Es posible que se
encendieran fuegos en aquel lugar hace medio milln de aos, ms o menos, pero no
es seguro, porque las cenizas y los restos quemados podran ser el resultado de
incendios naturales.
Qu necesitan, pues, los cientficos para admitir fuera de toda duda que los
fuegos los encendieron los humanos? Qu clase de prueba los convencera? Un
hogar es la prueba necesitada, porque un hogar significa fuego controlado, que es lo
contrario de un incendio espontneo. Domesticar el fuego significa dominarlo y
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mantenerlo vivo pero cercado en un punto concreto. Como hacemos con los animales
domsticos, a los que no dejamos vagar a su antojo y hacer lo que les plazca, el fuego
domesticado slo vive donde nosotros queremos, ya que somos nosotros, sus dueos,
quienes lo alimentamos y protegemos de la intemperie.
Todo parece indicar que no fue gracias al fuego como se conquistaron las tierras
fras de Eurasia. Las necesidades de calentarse y de iluminarse no fueron, quiz, tan
decisivas como se haba sostenido tradicionalmente. Ahora podemos imaginar a un
grupo de europeos de hace un milln de aos sentados en crculo y sin un fuego en
el centro.
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EL FUEGO Y LA ALIMENTACIN
Pocos son los alimentos slidos que nosotros consumimos sin preparacin previa.
Apenas las frutas carnosas y los frutos secos. Cocinamos la carne y el pescado por lo
general, y cocemos o fremos los huevos. Las verduras y hortalizas tambin las
preparamos, aunque slo aliemos un poco las ensaladas. Las semillas secas de
cereales y leguminosas no hay quin se las coma tal cual, desde luego, sean trigo,
arroz, maz, guisantes, judas, lentejas o garbanzos.
Pero bien mirado, qu necesidad hay de tratar los alimentos? La respuesta est
clara en el caso de los cereales y las legumbres secas: es preciso ablandar esas
semillas para asimilarlas, y eso lo hacemos, bien cocindolas en agua, bien
reducindolas primero a harina y luego cocindolas en un horno (adems aadimos
generalmente levadura para que fermente la harina y suba la masa de pan). Por otro
lado, al cocer en agua los cereales, el almidn que contienen se hace ms digerible (el
almidn es un azcar de reserva de cadena larga, o polisacrido, que se encuentra en
los vegetales y que es equivalente al glucgeno de los animales).
La verdura, que tampoco nos gusta comer sin preparacin, no es en realidad muy
importante en trminos de aporte de caloras (s lo es por su contenido en fibra que,
aunque sea indigerible, favorece la digestin; se ha dicho que tambin previene el
cncer de colon: Grande Covin no lo consideraba probado).
Pero tanto la carne como el pescado y los huevos se pueden tomar crudos. Comer
el pescado crudo es una tradicin en Japn, que, por cierto, cada vez se extiende ms
entre nosotros, y el steak tartare es una deliciosa especialidad consistente en carne
picada cruda que se toma con diversos aditamentos.
A la carne, el uso del fuego no le aporta ningn beneficio en trminos de
metabolismo, aunque mejore su gusto para nosotros, que no estamos tan
acostumbrados a comerla cruda como nuestros antepasados. Al asar la carne se
produce una costra de sabor agradable por la llamada reaccin de Maillard, que
consiste en la combinacin del aminocido lisina con azcares simples; el compuesto
en cuestin no es asimilable, pero se pierde poca lisina en la costra, por lo que no
supone una merma importante. Es sabido, por otro lado, que si se quema en exceso la
carne al fuego aparecen sustancias que son potencialmente cancergenas. No se debe,
por tanto, churruscar demasiado la carne.
Las poblaciones humanas recientes han dependido en gran medida de la patata,
cuyos tubrculos han proporcionado alimento a grandes masas de gente,
constituyendo en ocasiones casi su alimento nico (y al depender tanto de la patata,
las malas cosechas han sido la causa de grandes hambrunas en amplias zonas del
planeta, como, por ejemplo, Irlanda en el siglo XIX). Es curioso, a la vista de la
importancia que ha llegado a tener en la alimentacin de los europeos, que este
tubrculo de origen americano tardase aqu siglos en ser cultivado como alimento
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para las personas. Hasta ese punto hemos sido conservadores en materia de gusto!
(Pero cuando pienso que las divinas cocochas fueron un invento de un genio de los
fogones en una sociedad gastronmica de San Sebastin hace menos de un siglo me
alegro infinitamente de que no siempre tarde tanto en popularizarse un nuevo plato).
Las patatas se fren o se cuecen, y con ello se mejora su gusto, aunque no se
obtiene ms beneficio que se. A cambio se produce una prdida muy importante de
vitamina C, que se queda en el aceite o en el agua. Normalmente no es un problema
grave, porque en una dieta normal y variada el cido ascrbico (la vitamina C) est
tambin presente en las frutas y las ensaladas (el aporte de vitaminas es uno de los
beneficios de estos productos vegetales poco calorficos; el otro es la fibra).
Pero hay tubrculos naturales, no cultivados, que tienen mucha importancia en la
alimentacin de algunos pueblos sin agricultura ni ganadera de frica, y nos vamos
a entretener en ellos porque nos darn pie a tratar, adems del asunto del fuego,
cuestiones tan interesantes como la menopausia y el machismo.
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Bird nos cuenta que entre los mardu los hombres y las mujeres salen a veces a
recolectar frutos y otros productos vegetales, aunque durante la fra estacin invernal,
ambos sexos prefieren cazar. Los varones suelen optar por rastrear en solitario presas
de tamao mediano a grande, como los emes (unos parientes de las avestruces), las
avutardas y los canguros. Las mujeres, en cambio, cazan en grupo pequeos
mamferos y lagartos goanna. Otra diferencia importante es que, mientras los
hombres tienden a perseguir la caza, las mujeres se decantan por excavar para atrapar
a los animales en sus madrigueras.
El fuego, por cierto, es utilizado como una herramienta de caza por las mujeres.
Prendiendo fuego a las altas hierbas espinifex, obligan a salir a los animales pequeos
que se refugian en ellas. El recurso del fuego es, en cambio, poco til en la caza
mayor.
Esta investigadora, Bliege Bird, hizo el clculo de las caloras obtenidas por las
mujeres de los lagartos y pequeos animales y las caloras aportadas por las grandes
presas cazadas por los hombres, a lo largo de treinta das del ltimo invierno austral.
As encontr que la caza mayor haba aportado 213 000 kilocaloras, pero que la caza
menor sumaba una cantidad superior en 10 000 kilocaloras. El invierno anterior, la
caza mayor suministr ms caloras, pero an as las mujeres proporcionaron carne de
una manera ms regular.
La conclusin es que las mujeres resultan ms eficaces aprovisionando de carne
al grupo que los hombres. Al parecer, es para los hombres una cuestin de prestigio y
reconocimiento social abatir grandes presas, lo que les lleva a intentar capturar una
improbable tortuga o un esquivo pez antes que recolectar el mucho ms asequible y
abundante marisco.
Volviendo al tema del fuego, ya hemos visto que si dejamos al margen las
semillas duras y secas de los cereales y de las legumbres, productos todos cultivados,
el fuego no es necesario para alimentarse de una forma sana. La carne, el pescado y la
fruta podan consumirse en la prehistoria sin cocinarse. En cuanto a los tubrculos, la
patata es una planta cultivada, pero algunos pueblos cazadores y recolectores de
frica, como los bosquimanos de lengua !Kung de Botswana, y los hadza de
Tanzania, obtienen un gran nmero de caloras de tubrculos que tienen que ser
tostados al fuego para que desaparezcan ciertos compuestos txicos. Para estos
pueblos, una parte importante de la economa depende de los tubrculos, para acceder
a los cuales no se necesita otra cosa que un palo de cavar. Por eso, todo el mundo
puede explotar este recurso, incluyendo a las mujeres, los nios y los ms ancianos,
siempre que se disponga de fuego para procesarlos antes de comerlos.
Podemos, por lo tanto, imaginar que, desde que el fuego existe, el papel de la
mujer en la economa de los cazadores y recolectores africanos subi muchos enteros.
La cuestin es saber cundo ocurri tal cosa. Algunos autores han credo identificar
trazas de fuego en yacimientos kenianos al aire libre situados cerca del lago Turkana,
que se han datado en un milln y medio de aos. Las pruebas, una vez ms, no son
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concluyentes.
La especie a la que le corresponderan (por antigedad y localizacin) esos
supuestos fuegos es Homo ergaster. Como vimos, sta es una de las primeras formas
de homnidos grandes, quizs la primera de todas. Se ha encontrado un esqueleto muy
completo de un nio de esta especie que muri hace algo ms de un milln y medio
de aos en la orilla occidental del citado lago Turkana. El cro muri a los diez u once
aos, pero ya era muy alto; de adulto pasara de 180 centmetros de estatura.
En el trnsito desde la etapa de los chimpancs bpedos a los homnidos grandes
el macho creci mucho, sin duda, pero la hembra lo hizo an ms. De este modo se
acortaran las diferencias en tamao entre los dos sexos. Podemos imaginar que las
sociedades humanas se hicieron ms cooperativas, con menos conflictos entre los
machos/varones y una menor subordinacin de las hembras/mujeres. Cabe suponer
que el uso del fuego convirti a las hembras/mujeres de la poca, como ocurre en las
poblaciones modernas de cazadores y recolectores, en las suministradoras ms
regulares de caloras al grupo, y por lo tanto en la base de la economa. Es una bonita
hiptesis, pero no est probada.
De momento, la primera poblacin humana en la que sabemos que las diferencias
entre los sexos ya eran las actuales, y por lo tanto estaban muy lejos de las enormes
diferencias de los australopitecos, es la representada en el extraordinario yacimiento
de la Sima de los Huesos, de hace unos 400 000 aos. Respecto a poblaciones
anteriores, nos faltan fsiles humanos en cantidad suficiente para estudiar
estadsticamente (que es como hay que hacerlo) el dimorfismo sexual. Ya hemos
visto que en los yacimientos de la sierra de Atapuerca de esta poca no se han
encontrado an hogares, por lo que la hiptesis del papel del fuego asociado a los
tubrculos en la liberacin de la mujer est an por demostrar.
La dependencia de los hadza respecto de un tubrculo llamado por ellos ekwa es
tan fuerte que ha dado lugar a una curiosa teora llamada la hiptesis de la abuela, que
trata de explicar el extrao fenmeno de la menopausia en la especie humana, que es
en la que ms claramente se manifiesta. Entre los chimpancs, las hembras muy
viejas son menos frtiles que las jvenes, pero slo en la especie humana hay un
largo perodo de la vida femenina que es estril. Lo que ha pasado en realidad es que
la duracin de la existencia se ha prolongado, respecto a la de los australopitecos,
pero no lo ha hecho tambin la vida frtil. Los chimpancs que tienen suerte viven
ms de cuarenta aos, por lo tanto cabe pensar que las especies humanas, al tener un
crecimiento ms lento, fueran ms longevas. Por qu, entonces, no se alarg la vida
frtil para aprovechar hasta el final las posibilidades de reproducirse?
La respuesta, segn algunos autores, es que las hembras (mujeres) dejaron, a
partir de cierto momento de la vida, de ser madres para pasar a ser abuelas. En otras
palabras, en lugar de seguir teniendo hijos a edades a las que ya las fuerzas flaquean,
invirtieron sus ltimos aos de vida en ayudar a sus hijas a cuidar a su prole. As,
mientras an pudieran moverse y usar el palo de cavar, seguiran dando de comer a
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PATRONES CORPORALES
Conocemos bien, gracias al yacimiento de la Sima de los Huesos, cmo eran los
humanos de hace entre medio milln de aos y un cuarto de milln de aos. El diseo
del cuerpo, de cuello para abajo, no parece ser distinto en ese perodo en las
poblaciones de los tres continentes del Viejo Mundo, aunque donde ms fsiles del
esqueleto postcraneal se han rescatado, con mucha diferencia, es en Atapuerca.
La estatura de los individuos era, ms o menos, la nuestra, y as resultaba normal
que los varones pasaran de los 170 centmetros. De uno de ellos se ha conservado la
pelvis entera y es tremendamente ancha y robusta; le hemos puesto el sobrenombre
de Elvis, en honor del rey del rockn roll. Ese individuo medira 175 centmetros o
incluso un poco ms. Otras caderas se conservan peor, pero estn todas cortadas por
el mismo patrn. Sin duda se trataba de gente muy fuerte y muy corpulenta, con una
musculatura espectacularmente desarrollada. Asimilando el cuerpo humano a un
cilindro, podramos decir que tenan un cilindro de nuestra altura, pero mucho ms
ancho, con lo que Elvis pesara bastante ms (fcilmente 20 kilos ms de msculo) de
lo que le corresponde a un varn actual de 175 centmetros (cuyo peso ideal no llega
a 70 kilos).
Tamaa potencia fsica nos indica que la caza mayor era una actividad que
requera una gran fuerza. Ms que hbiles cazadores, quiz habra que referirse a
ellos como poderosos cazadores. Sus armas seran exclusivamente su cerebro y sus
largas lanzas. Aunque muy capaces de organizarse, cooperar y planificar sus
actividades, su mente an no tena nuestra capacidad. Comparado con el peso del
cuerpo (es decir, en trminos relativos), su cerebro era claramente ms pequeo que
el nuestro o que el de los neanderthales; o sea, estaban menos encefalizados.
Se han encontrado lanzas de madera prodigiosamente conservadas en el
yacimiento alemn de Schningen, una de ellas de 230 centmetros Una banda de
habitantes de Atapuerca de la poca de la Sima de los Huesos, de herclea
complexin y armados con esas lanzas, parecera, sin duda, temible, pero sus tcticas
de caza no seran demasiado sutiles: primara la lucha cuerpo a cuerpo.
Aparte de la carne, tambin comeran los humanos de la poca todos los
alimentos que ofreciera el campo, que en Europa es especialmente generoso en frutos
a finales del verano y en el otoo. El invierno sera muy duro y muy largo, y
verdaderamente los humanos esperaran con impaciencia el prdigo renacer de la
vida en la primavera.
Estoy diciendo que en esa poca ya saban los humanos que, despus de los
rigores del invierno, llegaran los dulces momentos de la primavera; los animales
viven al da, y no tienen ni idea de cmo ser el mundo maana. A algunas bestias sus
instintos, esto es, sus genes, las programan para dormir o para emigrar en el invierno,
como las programan para el celo cuando toca. Pero yo osadamente afirmo que los
humanos de hace medio milln de aos saban de las estaciones porque haban
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entendido el ritmo de las estaciones. Es una hiptesis atrevida (ya que no hay apenas
base material para inferir qu pensaban los humanos del pasado ms remoto), y no
todos mis colegas estaran de acuerdo, pero sa es mi apuesta (y mi riesgo).
Un misterio de los fsiles de la Sima de los Huesos es lo rpido que se les
gastaban los dientes. La carne no es ms dura que el esmalte y la dentina de las
coronas, y tampoco hay en nuestros ecosistemas productos vegetales a los que
achacar tanta abrasin, salvo que los alimentos los comieran muy sucios de tierra,
mezclados con granos de cuarzo, que es un mineral muy duro. A pesar de este intento
de explicacin, dara cualquier cosa por saber qu les produca un desgaste tan
acelerado de los dientes a nuestros amigos de la Sima de los Huesos.
Los europeos evolucionaron para dar lugar a los neanderthales, mientras que los
africanos se convirtieron en nuestra especie; solemos llamar informalmente
cromaones (palabra derivada del yacimiento francs de Cro-Magnon) a los humanos
como nosotros que se encuentran en yacimientos paleolticos. Hace unos 150 000
aos ya haba neanderthales en Europa, aunque todava eran algo arcaicos, y
cromaones primitivos en frica.
Tanto los neanderthales como los cromaones tenan grandes cerebros, aunque la
forma de sus cabezas era claramente diferente. El crneo cerebral era alargado y bajo
en los neanderthales, y esfrico en los cromaones. Hay adems otra diferencia que
nos remite a una cuestin que tenamos pendiente. La cara de los cromaones, que es
tambin la nuestra, era ms corta, y estaba cobijada debajo del lbulo frontal del
cerebro. El paladar experiment un gran retroceso, que acerc las muelas a la lnea de
la articulacin de la mandbula con el crneo, mejorando la eficacia de la
masticacin. Qu haba pasado entonces con la laringe?
La respuesta es que descendi, y eso tuvo dos consecuencias. Una molesta:
aument el riesgo de atragantarse, porque la faringe, que es el punto de cruce entre la
va de la comida y la del aire, se alarg mucho. La otra consecuencia no es menos
notable: mejoraron enormemente nuestras capacidades para modular el sonido
emitido por la laringe, que est por debajo de la faringe. En otras palabras, somos
ms hbiles hablando que los neanderthales o que cualquier otra especie fsil. Eso
potenci nuestras capacidades de comunicacin, y no debe olvidarse que con el
lenguaje no slo transmitimos informacin objetiva, sino que igualmente
comunicamos nuestras emociones subjetivas.
Tambin el cilindro corporal distingua a neanderthales de cromaones. El de los
neanderthales era ancho, como el de sus antepasados, pero ms bajo, porque se
haban acortado las tibias (y tambin los antebrazos). La estatura media de los
varones estara cerca de 170 centmetros, y el de las mujeres se aproximara a los 160
centmetros.
Los cromaones no se hicieron ms bajos que sus antepasados, pero su cilindro
corporal se estrech (lo que, dicho sea de paso, complic el parto de las mujeres).
A los neanderthales se los ha pintado demasiado tiempo como seres brutales y
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EN EL SUPERMERCADO
En esencia, la economa de produccin del alimento se traduce en una explotacin
an ms intensiva de la Tierra, de manera que se consigue una mayor cantidad de
caloras en un mismo territorio, aunque con un menor rendimiento energtico (o sea,
que la calora sale ms cara en trminos de trabajo invertido). Eso hizo que aumentara
la poblacin humana, pero a costa de trabajar an ms que en la economa
epipaleoltica para obtener el mismo nmero de caloras por persona. Pero los
agricultores y ganaderos, ms sedentarios que los cazadores y recolectores, podan
cuidar mejor a sus hijos y tenerlos ms seguidos.
La domesticacin de animales y el cultivo de plantas se produjo de forma
independiente en un gran nmero de lugares del Viejo y del Nuevo Mundo, lo que
indica que, en cierto modo, era inevitable que la economa epipaleoltica
desembocara (al menos en determinadas situaciones) en la economa de produccin
de alimentos. Aqu s que parece haber una cierta determinacin o necesidad
histrica.
Un centro muy importante de neolitizacin fue el llamado Creciente Frtil, una
regin con forma de arco (o de boomerang), con una rama que se extiende por
Mesopotamia y otra por Palestina hasta el Nilo. Al Creciente Frtil de la arqueologa
clsica le ha salido otra rama, que es la regin de Anatolia, donde ahora sabemos que
hace alrededor de 9000 aos existan concentraciones de casas con miles de
habitantes viviendo permanentemente en el mismo lugar.
Un magnfico ejemplo de lo que represent la neolitizacin para la agregacin de
seres humanos es el enorme yacimiento turco de atal Hyk, en el que las paredes
interiores de las viviendas estaban bellamente decoradas con escayolas pintadas y
cuernos de toros. Otro gran yacimiento es el excavado en la bblica Jeric.
El Neoltico se asociaba antes a la aparicin de la cermica y de la tecnologa de
la piedra pulimentada y otros tipos de instrumentos relacionados con las tareas
agrcolas. Pero hoy se le da un carcter ms econmico al Neoltico, de modo que
abarca tambin los primeros momentos de la agricultura y de la ganadera (hace
10 500 aos), aunque precedan a la cermica en unos dos mil aos.
En la zona del Levante mediterrneo existan ya hacia el final de la glaciacin
unas poblaciones de cazadores y recolectores, llamadas natufienses (hace entre
12 000 y 10 500 aos), que se haban hecho semisedentarias, vivan habitualmente en
casas con estructuras de piedra, y recolectaban las plantas silvestres del trigo y de la
cebada. Podemos imaginar que en cierto momento algn grupo de estos cazadoresrecolectores semisedentarios opt por sembrar cereales para asegurar una buena
cosecha de grano, ayudando a la naturaleza. Con el tiempo, aprendieron adems a
cultivar slo las mejores variedades, comenzando la seleccin y mejora de los
cereales.
Algo parecido debi de suceder con los animales que cazaban, como la cabra y el
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obesidad, que se hace mrbida a partir de un IMC de 40 kg/m2. As, una persona de
1,70 metros tiene exceso de peso a partir de los 71 kilos, es obesa con 87 kilos, y
gravemente obesa si pesa ms de 115 kilos.
La obesidad no es un mero problema esttico, porque puede afectar gravemente a
la salud, causando o agudizando enfermedades. Por ejemplo, se asocia a la diabetes
mellitus tipo 2, a trastornos coronarios, problemas respiratorios (como la apnea del
sueo), alteraciones osteoarticulares, ciertas formas de cncer, etctera.
La epidemia de obesidad, pues as se la puede denominar como veremos
enseguida, tiene en parte causas genticas, pero se combinan desde luego con la
disponibilidad de alimentos hipercalricos y la reduccin de la actividad fsica que
caracteriza las sociedades modernas.
En el conjunto de Europa, segn un estudio realizado entre 1983 y 1986 (el ms
completo hasta la fecha), el 15% de los varones y el 22% de las mujeres eran obesas,
y ms de la mitad de la poblacin en las edades comprendidas entre 35 y 65 aos
tena sobrepeso o era obesa.
En Espaa no hay ningn trabajo exhaustivo todava, pero se estima la
prevalencia de la obesidad en el 13,3% de los varones y el 15,7% de las mujeres.
Como en el resto de Europa, si se suman la obesidad y el sobrepeso (es decir, IMC >
25), entra dentro de la categora algo ms de la mitad de la poblacin espaola.
Y lo que es ms alarmante, en Inglaterra y Gales la obesidad de los adultos ha
pasado del 6% en varones y el 8% en mujeres en el ao 1980, al 17% y 20%
respectivamente en 1997. Este crecimiento de las cifras de la obesidad en tan pocos
aos demuestra que el problema no es exclusivamente gentico, porque no han sido
los genes los que han cambiado en la poblacin, sino los hbitos de las personas.
Por poner otro ejemplo de la enorme influencia del ambiente cultural en el peso
de las personas, los indios pima que viven en Estados Unidos pesan un promedio de
25 kilos ms que los que viven en Mxico, no habiendo diferencias genticas
importantes entre unos y otros.
Tambin la obesidad aumenta a gran ritmo en Estados Unidos, donde el 20% de
los varones y el 25% de las mujeres son obesas. Y de seguir la tendencia actual, las
previsiones para dentro de 25 aos en este pas se aproximan al 50% de incidencia de
la obesidad en la poblacin. El fenmeno se extiende por todo el mundo y en algunos
lugares alcanza proporciones muy alarmantes: en la isla polinesia de Samoa ms del
60% de los varones y el 75% de las mujeres son obesos en el medio urbano.
La moraleja es que la evolucin nos ha adaptado al medio a lo largo de muchas
generaciones. Luego los humanos, en poco tiempo (siempre en trminos evolutivos,
que son los del tiempo geolgico), hemos alterado nuestro medio y nos hemos
perjudicado a nosotros mismos. Como no podemos modificar nuestros genes, ser
mejor que cambiemos nuestros hbitos si queremos llevar una vida saludable.
Pero no todo ha sido negativo con la llegada del Neoltico. Gracias a la invencin
de la cermica fue posible la coccin de los alimentos en recipientes, y junto con los
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EL PACTO
Durante mucho tiempo los arquelogos explicaban todos los cambios que vean en
los yacimientos en trminos de migraciones. A cada cultura le corresponda un pueblo
diferente (o, mejor, al revs), y all donde aparecan los testimonios materiales de una
cultura se entenda que haba llegado el pueblo que la produca. Las diferentes
tipologas que los arquelogos creaban para distinguir unos conjuntos materiales de
otros, se corresponderan, segn esta manera de interpretar la historia, con diferentes
tipologas humanas: este o aquel tipo de cermica lo produciran seres humanos con
este o aquel tipo de crneo.
Luego se favoreci en la arqueologa el modelo exactamente contrario, llamado
difusionista. Tales migraciones de pueblos que viajaban con sus culturas no habran
existido en realidad. La gente de una regin sera siempre la misma, o experimentara
pocos cambios en la historia. En lugar de viajar las personas (o los genes, como se
dice ahora), viajaran las ideas, o en todo caso los utensilios. El Neoltico sera as
nicamente una idea, que habra sido adoptada cada vez por ms gente, hasta llegar a
todas partes. Los cazadores y recolectores fueron simplemente seducidos por la idea
de producir el alimento, primero en parte, luego exclusivamente.
Cuando el modelo difusionista se convirti en poco menos que un dogma,
llegaron los estudios genticos del italiano Luca Cavalli-Sforza y otros colegas.
Estudiando el mapa gentico de Europa y el Prximo Oriente, Cavalli-Sforza
observ que haba un gradiente gentico entre el Prximo Oriente y los puntos ms
alejados de Europa, como la Pennsula Ibrica (es decir, un cambio gradual de las
frecuencias de genes de este a oeste). A partir de ah dedujo que se haba producido
un flujo de genes desde el Prximo Oriente en todas las direcciones, o dicho de otro
modo, los pueblos neolticos se haban expandido como resultado de la explosin
demogrfica que la revolucin econmica haba producido en el centro de origen de
la agricultura y de la ganadera.
Este modelo, que Cavalli-Sforza denomin dmico (nombre derivado de demos o
pueblo en griego) pareca acomodarse bien a los resultados de la arqueologa. No
debe pensarse, no obstante, en grandes migraciones de pueblos, sino en una muy
lenta expansin de las poblaciones que iban adoptando, una detrs de otra, la nueva
economa, que inevitablemente produca un aumento demogrfico. Segn los datos
arqueolgicos, la llegada del Neoltico a los rincones ms alejados de Europa tard
unos cuatro mil aos, lo que, grosso modo, representa una expansin de tan slo un
kilmetro al ao.
La expansin neoltica habra sido lenta, pero muy constante. Y, por cierto, una de
las conclusiones del estudio de Cavalli-Sforza y sus colaboradores fue que el rea de
lengua vasca se caracterizaba por haber sido una de las menos afectadas por la
neolitizacin. Eso no quiere decir, en absoluto, que haya una gran diferencia gentica
entre los vascos y los dems, ya que toda Europa es genticamente muy homognea,
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As que los santuarios de los cazadores y recolectores que los protagonistas del
cuento juraron respetar son en realidad los de nuestros antepasados. Nosotros
simplemente los hemos heredado y estamos obligados a transmitirlos a las
generaciones venideras. No hemos reemplazado aqu a nadie y no nos hemos
apoderado de su tierra, ni de sus animales, ni de sus plantas, ni de las sepulturas de
sus muertos. Los que pintaron en la cueva de Altamira y en los abrigos del
Mediterrneo eran nuestros abuelos.
Nosotros somos los aborgenes.
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