Lo Que Ricardo Piglia Oculta Una Poetica PDF
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Texto completo:
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11
NDICE
Introduccin ................................................................................................................. 15
I.
2.
2.2.
2.2.1.
Cuentos ....................................................................................................................... 55
2.2.2.
Nouvelles .................................................................................................................... 57
2.2.3.
Novelas ....................................................................................................................... 61
2.3.
2.4.
3.
3.2.
4.
1.1.1.
1.1.2.
4.2.
1.2.1.
1.2.2.
1.2.3.
1.2.4.
1.2.5.
1.2.6.
1.2.7.
1.2.8.
1.2.9.
4.3.
4.3.1.
4.3.1.1.
12
4.3.1.2.
4.3.1.3.
4.3.2.
II.
1.2.
1.3.
2.
2.2.
2.3.
3.
3.2.
3.3.
4.
4.2.
4.3.
4.4.
5.
5.2.
5.3.
5.4.
13
14
INTRODUCCIN
Pero, como buen jugador, Piglia se esfuerza por no mostrar todas sus cartas, por
ocultar algunas de las claves del relato, y hace del ocultamiento un principio bsico de
su propuesta artstica. El lector entonces para ser un digno contrincante deber deducir
1
Entrevista para Pgina/12, 1992, en Ricardo Piglia , Critica y ficcin, Barcelona, Anagrama, 2001, p.138.
15
la jugada contando con las evidencias y los indicios. Al hacer esta declaracin Piglia
nos pone, como lectores, frente a un duro compromiso y un reto, pues su obra es
recorrida por un gran caudal cultural. Puestos a mirarle las cartas, todava falta ver
cmo responde cada quien, cmo juega su mano de sentidos y expone su personal
lectura. Y aunque no todos leemos igual, no hay problema, dice Piglia desde su cara
de pquer, la propia obra produce su lector ideal una escritura tambin produce
lectores y es as como evoluciona la literatura. Los grandes textos son los que hacen
cambiar el modo de leer2.
La obra de Piglia tiene esta cualidad y la desarrolla a travs del ejemplo, pues
en muchos casos los personajes son principalmente lectores tratando de descifrar e
interpretar su propio mundo, generalmente mediante la experiencia misma de la
lectura. Adems, sus textos narrativos constituyen una construccin laberntica, llena
de referencias, puentes, ventanas, accesos a otros sistemas de significacin sustentados
en alusiones culturales, en la estructura misma del relato y en las sospechosas
perspectivas de los personajes. Todo ese sistema de ligas no slo refuerza la unidad de
la obra, sino que constituye una trama de pistas, ciertas, dudosas o falsas, que el lector
deber seguir, o en su caso descartar, si quiere ganar la partida del sentido. Lo nico
que no admiten bien estas lecturas, estos juegos, es la pasividad.
La literatura de Ricardo Piglia es heredera de un amplio corpus literario en el
16
que destacan autores como Jorge Luis Borges, Juan Carlos Onetti o Bioy Casares y se
nutre adems, en la narrativa de Roberto Arlt, en las audacias de Macedonio
Fernndez (que el mismo Piglia ha promovido) y en la sutileza de Rodolfo Walsh. Su
obra se sostiene por un dominio claro de las distintas vertientes que forman su propio
contexto literario, nacional (de Jos Hernndez a Julio Cortazar) y universal (Kafka,
Flaubert, Joyce, Proust, Brecht, Faulkner, Stevenson, Poe, Chandler, Hemingway).
Todos son textos que estn de algn modo conectados, todos replican el
discurso de algn texto anterior, todos pertenecen a la gran conversacin y, a partir de
este principio de hipertextualidad y de la individualidad de cada lectura, plantea su
nueva potica que obliga al lector a participar activamente en la construccin del
sentido. l mismo ha difundido este concepto en textos expositivos, en entrevistas,
incluso en sus narraciones: un discurso que trata de denunciar las estrategias de las
ficciones oficiales, para un tiempo que pide desconfiar de los medios de comunicacin
de masas, que nos bombardean con el relato de una historia oficial cuya pretensin es
mantenernos despreocupados y conformes.
Su obra, tan prolija en referencias hipertextuales, tiene mucho de bsqueda
personal, de su lugar como escritor en medio de una de las ms amplias tradiciones
literarias de Amrica Latina. En medio de la relacin documentada que extrae de la
tradicin y del laberinto de historias que componen sus relatos, siempre se entrevera el
asombrado testimonio, explcitamente autobiogrfico, de la forma en que se prepar y
ha participado en esa tradicin a la que se adscribe. Y ese posicionarse en su contexto
17
literario es una de las primeras pistas que como lectores detectives deberamos seguir.
Es por ello que me parece pertinente, para empezar, conocer algunos datos de
su vida que ayuden a dar contexto a la lectura de su obra.
En 1940, cuando Ricardo Emilio Piglia Renzi naci, la familia de su madre
llevaba ya diez aos asentada en Adrogu3. Su padre consigui trabajo en la estacin
de ferrocarriles cuando lleg a la ciudad y all se cas. En 1950 naci su hermano
Carlos, para entonces su padre se haba hecho comerciante y decidi enviar a Ricardo
Piglia a un colegio religioso. Su padre le lea el Martn Fierro y a muy temprana edad
lo introdujo en los libros, cuando Pern choc con la iglesia, su padre, un descamisado
convencido, un trabajador peronista, lo cambi de colegio y eso le ampli su horizonte
cultural y social.
En 1955 Eduardo Lonardi lider un golpe contra Pern, la llamada Revolucin
Libertadora, en la que aviones de la Marina bombardearon la Plaza de Mayo. Pern
renunci y se exili en Paraguay ante el beneplcito de la iglesia. De ah que, como lo
relata Piglia en Prisin Perpetua, en el 55 las cosas se pusieron feas para su padre
debido a su filiacin peronista y a antiguos rencores entre barrios, y por eso decidi
mudarse con su familia a Mar del Plata.
Aunque los primeros das fueron una pesadilla, pues el chico sinti que haba
Ver Elvio Gandolfo, Ricardo Piglia, Entrevista de Elvio Gandolfo a Ricardo Piglia en el Suplemento Radar
del diario Pgina\12, Buenos Aires, 13 de octubre de 1996, s/p. Puede consultarse en la direccin URL:
http://www.literatura.org/Piglia/rprepo.html .
18
perdido a sus parientes y amigos4, Piglia no saba entonces que all hara nuevos
camaradas, se enganchara al cine club, comenzara a escribir su diario y, sobre todo,
segn cuenta Piglia en Prisin perpetua conocera a Steve Ratliff, y aunque es muy
probable que se trate de un personaje de ficcin, Piglia ha sostenido en entrevistas que
fue una figura determinante para l en su eleccin vocacional. Lo cierto es que su
llegada a Mar de Plata signific el acceso a un nuevo panorama cultural ms amplio.
Su familia se estableci en Mar del Plata, pero ms adelante l se traslad primero a
La Plata y despus a Buenos Aires.
Para los habitantes de Buenos Aires esos fueron aos duros, en los que breves
periodos de democracia se alternaban con golpes de estado militares. El ambiente
general de esos aos era de inquietud e incertidumbre, un malestar general que recorra
todos los estratos sociales. Y el principal acicate de este malestar era una situacin
econmica cada vez ms precaria e insegura.
Su primer libro, La Invasin, apareci en 1967, y sera reeditado 40 aos
despus. Antes de esto ya haba publicado cuentos en revistas literarias de Buenos
Aires, tales como Los libros y Crisis. En 1975 publica Nombre falso, en la editorial
Siglo XXI. Trabaj en diversas editoriales de Argentina hasta 1976. All fue el
fundador y director de varias series y colecciones de narrativa policial, tales como una
antologa de cuentos policiales publicada por la Editorial Jorge lvarez en 1969; las
dem.
19
En 1977, segn cuenta, comenz a dictar sus cursos como profesor visitante en
Para darse una idea del alcance de la represin desplegada en aquellos das se puede revisar el Informe de la
Conadep, Nunca Ms, Eudeba, 1984. Disponible tambin en lnea:
http://www.desaparecidos.org/arg/conadep/nuncamas/nuncamas.html .
6
Arcadio Daz-Quiones, Para empezar Ricardo Piglia En Ricardo Piglia: Conversacin en Princeton,
Princeton Latin American Studies, Cuadernos, n. 2, Arcadio Daz-Quiones, Paul Firbas, Nel Luna, & Jos
Antonio Rodrguez-Garrido, eds. 1998, Princeton. Disponible en lnea en
http://www.princeton.edu/~plas/publications/Cuadernos/cuadernos.html.
20
Ricardo Piglia: Conversacin en Princeton, Op. cit. La entrevista fue revisada y publicada con algunas
variantes importantes, como la exclusin del fragmento que acabamos de citar en Ricardo Piglia, Crtica y
ficcin, Op. cit., pp. 171-226. Evidentemente, cuando la cita se refiera a algn fragmento que no aparece en la
edicin posterior citar por la versin original, como en este caso.
8
Elvio Gandolfo. Op. cit., s/p. Puede consultarse en la direccin URL: http://www.literatura.org/
Piglia/rprepo.html.
9
dem.
21
individualidad de la lectura como bases para plantear una esttica nueva, compleja,
difusa aunque definida por principios claros que l mismo se ha encargado de registrar
y difundir, a veces directamente en textos expositivos, a veces de forma entreverada en
sus narraciones, una esttica literaria acorde a las necesidades de una sociedad
desencantada de las verdades oficiales
En el intento de revelar esas claves de lo oculto en la narrativa de Piglia, a lo
largo de este trabajo seguiremos tres estrategias complementarias, la primera consiste
en revisar algunas de las claves ms importantes y constantes del sistema fictivo de
Piglia a lo largo de su produccin narrativa, de lo cual trata la primera parte; en la
segunda parte abordaremos las novelas y nouvelles del autor de manera individual
para distinguir la historia oculta de la manifiesta en cada una de ellas e intentar la
bsqueda de su sentido particular; la tercera consiste en dirigir la bsqueda del sentido
hacia un tema que parece abarcar la obra entera de este autor: la relacin entre ficcin
y verdad, una aparente disyuncin que en el contexto de la obra de Piglia parece falsa,
y cmo se liga con el problema de fijar la experiencia real o construir una artificial.
En la primera parte repasar los recursos y caractersticas de la narrativa de
Piglia: en primer lugar las particularidades del sistema genolgico y sus funciones en
estas obras, cmo se hace un uso particular de los indicadores genricos tradicionales,
mezclando conscientemente las caractersticas de unos y otros. Para ello abordar las
implicaciones de este uso creativo de los paradigmas genricos, as como sus
principales recursos narrativos, especialmente lo que se refiere al ocultamiento, propio
22
23
24
25
I.
1.
Piglia y la crtica
26
10
Es interesante seguir la evolucin de las opiniones en las entrevistas de Piglia, que l suele tomar con mucha
seriedad, al mismo tiempo que la de sus crticos. Aqu presentamos una lista de algunas que consideramos
especialmente interesantes y que nos han sido de mucha utilidad en nuestro trabajo: Elvio Gandolfo, Ricardo
Piglia, en el suplemento Radar del diario Pgina\12, Buenos Aires, 13 de octubre de 1996, s./p.,:
http://www.literatura.org/Piglia/rprepo.html; Marco Antonio Campos, Eplogo: Entrevista con Ricardo Piglia
en Ricardo Piglia Cuentos con dos rostros. Mxico, UNAM, 1999, Col. Confabuladores; Marco Antonio
Campos, Eplogo: Entrevista con Ricardo Piglia en Ricardo Piglia, Cuentos con dos rostros. Mxico, UNAM,
1999; Rosa Mora. Ricardo Piglia, Escritor: 'La literatura se opone a la realidad', en El pas, Cultura, 2 de
marzo
de
2002,
Barcelona,
http://www.elpais.com/solotexto/articulo.html?xref=20020302elpepicul_
5&type=Tes&anchor=elpepicul; Mauricio Montiel Figueiras, Por una lectura infinita, Entrevista con Ricardo
Piglia en Letras libres, Mxico, Ao 5, N 53, mayo de 2003; Ivana Costa, La ilusin de la escritura perpetua
en Revista , 18 de noviembre 2006, http://www.clarin.com:80/suplementos/cultura/2006/11/18/index.html;
Mara Esther Gilio. Del autor al lector (entrevista con Ricardo Piglia), Pgina 12, Suplemento Radar
Domingo, 15 de Octubre de 2006, http://www.pagina12.com.ar/diario/principal /index.html; Ricardo Piglia, El
momento del viraje a la poltica en Revista , (en lnea), 9 de septiembre de 2006, consultada el 29 de marzo de
2007, http://www.clarin.com:80/suplementos/cultura/ 2006/09/09/ index.html; Sonia Mattalia, La ficcin
paranoica: el enigma de las palabras en Daniel Mesa Gancedo (Coord.) Ricardo Piglia: La escritura y el arte
nuevo de la sospecha, Universidad de Sevilla, Sevilla, 2006; Ivana Costa, La ilusin de la escritura perpetua
en Revista , (en lnea), 18 de noviembre 2006, http://www.clarin.com:80/suplementos/cultura/2006/11/
18/index.html; Alberto Bruzos, El coraje de los toreros: entrevista a Ricardo Piglia, Letra en ruta, n. 2,
Primavera del 2007; Ricardo Piglia entrevista con rica Montao Garfias, "La inteligencia nunca es ajena a
sentimientos y pasiones: Piglia en La Jornada, Mxico, D. F., 21 de enero de 2007; Jorge Carrin, No hay
que tomarse en serio a ningn escritor, Quimera, n. 208, marzo de 2007; 2008 Ricardo Piglia y Juan Villoro,
Escribir es conversar. Dilogo: Ricardo Piglia y Juan Villoro, en Revista Letras Libres, Mxico, enero de 2008.
11
Mauricio Molina, La ciudad ausente de Ricardo Piglia, Vuelta n. 193, diciembre de 1992.
27
12
No Jitrik, "En las manos de Borges el corazn de Arlt. A propsito de Nombre falso, de Ricardo Piglia", en
Cambio, nm. 3, 1976, p. 87.
13
Aden W. Hayes, La revolucin y el prostbulo: Luba de Roberto Arlt, en Ideologies and Literature, 2, n 1,
Minneapolis, Primavera de 1987, pp. 141-147.
14
Ambos en el libro de Jorge Fornet (ed.), Ricardo Piglia, Serie valoracin Mltiple, Bogot, Casa de las
Amricas, 2000, pp. 93-117.
15
Rita Gnutzmann, "Homenaje a Arlt, Borges y Onetti de Ricardo Piglia". Revista Iberoamericana 58.159,
abril-junio 1992.
28
clarificar o buscar el lugar de esta literatura que haca un uso libre de las referencias
librescas llevaron a inventar incluso clasificaciones ad hoc, as Para Nicols Rosa,
Piglia inaugura, junto con Hctor Libertella, la ficcin crtica, rama de la as llamada
ciencia ficcin16.
En 1993, un trabajo de Gabriela Mora17 utiliza textos de Piglia como ejemplo
paradigmtico del gnero de las nouvelles18. En esos mismos aos Rita de Grandis
publica un trabajo centrado en el uso de la cita en Piglia que tambin se ha vuelto una
referencia constante en la bibliografa crtica: La cita como estrategia narrativa en
Respiracin artificial19. Posteriormente el trabajo de Rita Gnutzmann se centrar en
los usos de la intertextualidad en Piglia, inaugurando otro de los grandes temas de la
crtica pigliana20.
La crtica de este periodo no se salv de verse contagiada de pronto por el
entusiasmo con la manera de relacionar la realidad con la ficcin que propona Piglia y
as en 1996, Roberto Ferro publica "Homenaje a Ricardo Piglia y/o Max Brod"21
16
Nicols Rosa, Veinte aos despus o la novela familiar de la crtica literaria, en Cuadernos
Hispanoamericanos, Nm. 517-519, julio-septiembre, 1993, p. 182.
17
Gabriela Mora. Notas tericas en torno a las colecciones de cuentos cclicos o integrados, Rutgers University,
Revista chilena de literatura, n 42, 1993, pp. 131-138.
http://www.iacd.oas.org/interamer/Interamerhtml/azarhtml/az_mora.htm.
18
En adelante utilizar el trmino francs sin cursivas, a falta de un equivalente en espaol que sea apropiado y
que est aceptado por la tradicin crtica y terica.
19
Rita Grandis, La cita como estrategia narrativa en Respiracin artificial, en Revista Canadiense de Estudios
Hispnicos (1993), 17, pp. 259-269.
20
Rita Gnutzmann, Ricardo Piglia o la crtica literaria como relato detectivesco, Literatura como
intertextualidad, IX Simposio Internacional de Literatura Instituto Literario y Cultural Hispnico, Juan Alcira
Arancibia (ed.), Buenos Aires, 1993, pp. 524531.
21
Roberto Ferro, "Homenaje a Ricardo Piglia y/o Max Brod" en Alberto Vital (editor), Conjuntos. Teoras y
29
30
potica de Ricardo Piglia)22, artculo que propone una lectura de los relatos de este
autor como una mquina narrativa que repite y conecta hitos de la literatura argentina
como Borges, Macedonio Fernndez, o Roberto Arlt y produce alianzas novedosas e,
incluso, extravagantes. A partir de entonces Berg no dejar de escribir constantemente
sobre el escritor argentino y en 1998 publica Ricardo Piglia lector de Borges23.
Las relaciones trenzadas en las opiniones literarias de Piglia sobre autores
considerados dismiles tambin ha ofrecido mucho material para los estudiosos, as ha
dado nuevo brillo a las figuras de Macedonio Fernndez y de Roberto Arlt, y
establecido vnculos sorprendentes con Borges. Piglia lleg a establecer de este modo
nuevas genealogas literarias que han modificado la percepcin crtica generacional de
la historia literaria argentina del siglo XX. Destaca tambin el ensayo de Marzena
Grzegorczyk: Discursos desde el margen: Gombrowicz, Piglia y la esttica del
basurero24, donde establece la relacin entre Tardewski y Gombrowicz; o el curioso
estudio de Carolina Ferrer que analiza La ciudad ausente desde la teora del caos,
Una compleja mquina de narrar: La ciudad ausente de Ricardo Piglia25. Los
artculos de esos dos aos se enfocaron sobre todo al estudio de las novelas y durante
22
Edgardo Berg, El relato ausente (sobre la potica de Ricardo Piglia), en Elisa Teresa Calabrese y otros,
Supersticiones del linaje. Genealogas y reescrituras, Rosario: Beatriz Viterbo, 1996, pp. 139-158.
23
Edgardo Berg, "Ricardo Piglia, lector de Borges", en Iberoamericana. Lateinamerika, Spanien, Portugal, vol.
1, nm. 69, Frankfurt, 1998, pp. 41-56.
24
Marzena Grzegorczyk, Discursos desde el margen: Gombrowicz, Piglia y la esttica del basurero,
Hispamrica: Revista de Literatura, Gaithersburg, MD (Hispam). Abril 25 de 1996, pp.15-34.
25
Carolina Ferrer, Una compleja mquina de narrar: La ciudad ausente de Ricardo Piglia,
http://www2.cyberhumanitatis.uchile.cl/03/textos/CFERRER.HTML.
31
los aos siguientes la crtica no abandonar esta preferencia a la que Jos Manuel
Gonzlez lvarez llama un desequilibrio en el corpus crtico:
Un escrutinio bibliogrfico atento revela las notables asimetras en los
caminos que ha seguido la crtica, privilegiando abrumadoramente sus novelas
en detrimento de los libros de relatos, microensayos ficcionalizados y textos
crticos que, a nuestro juicio, an no han sido abordados con la frecuencia ni
con la profundidad que merecen, pues es a travs de ellos como germina la
potica de hibridacin experimental que su escritura acoge26.
26
Jos Manuel Gonzlez lvarez, "En los bordes fluidos, Formas hbridas y autoficcin en la escritura de
Ricardo Piglia. Berna, Peter Lang, 2009, p.16. Tambin en: Jos Manuel Gonzlez lvarez, Autoficcin,
hibridismo genrico y modalidades de la crtica en la escritura de Ricardo Piglia (1975-2005) tesis del
Programa de Doctorado "Vanguardia y Postvanguardia en Espaa e Hispanoamrica", Dirigida por Dra. Carmen
Ruiz Barrionuevo, Leda en la Facultad de Filologa de la Universidad de Salamanca el 24 de noviembre de 2005
con la calificacin de Sobresaliente cum laude, p. 4.
27
Nicols Bratosevich, Ricardo Piglia y la cultura de la contravencin, Buenos Aires, Atuel, 1997.
32
28
Princeton Latin American Studies, (PLAS) Cuadernos, n. 2, Arcadio Daz-Quiones, Paul Firbas, Nel Luna,
& Jos Antonio Rodrguez-Garrido, eds. 1998, Princeton. Disponible en lnea en
http://www.princeton.edu/~plas/publications/Cuadernos/cuadernos.html.
29
Mara Antonieta Pereira, Ricardo Piglia y la mquina de la ficcin, Estudios filolgicos, Valdivia, 1999,
n.34,
p.27-34.
http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0071-17131999003400003&lng=
es&nrm=iso.
33
30
Jorge Fornet, El escritor y la tradicin. Ricardo Piglia y la literatura argentina, Fondo de Cultura Econmica
de Argentina, Buenos Aires, 2007.
31
En Adriana Rodrguez Prsico, Ricardo Piglia, una potica sin lmites, p. 316, una versin temprana de este
texto se public como, Conversacin con Ricardo Piglia en Jorge Fornet (ed.), Ricardo Piglia, Bogot, Casa
de las Amricas, 2000, pp.17-44.
32
Jos Manuel Gonzlez lvarez, En los bordes fluidos, Formas hbridas y autoficcin en la escritura de Ricardo
Piglia. Berna, Peter Lang, 2009.
33
Araceli Rodrguez, Qu significa un nombre? La metarreferencia en tres nouvelles de Ricardo Piglia (tesis).
Universidad Autnoma de Quertaro Facultad de Lenguas y Letras, Maestra en Literatura, Quertaro, Mxico,
34
2006.
34
Christian Estrade, La gense de la fiction dans les nouvelles de Ricardo Piglia, Revue Recto/Verso N 2
Dcembre 2007, http://www.revuerectoverso.com/spip.php?article61.
35
Daniel Mesa Gancedo (coord.), La escritura y el arte nuevo de la sospecha, Sevilla, Universidad de Sevilla,
2006, Coleccin Escritores del Cono Sur, n. 2.
35
la crtica de Piglia como Edgardo Berg, Sonia Mattalia, Eduardo Becerra y Jorge
Fornet. Los diversos ensayos que lo componen, agrupados en apartados genricos, se
centran en el anlisis de aspectos de la potica de Piglia, principalmente en su obra
narrativa.
En 2007, la revista Quimera public un dossier con interesantes artculos sobre
temas de la potica de Piglia, una entrevista con Jorge Carrin que coordin el trabajo
y un artculo del propio Piglia sobre Novela y complot36. A reserva de volver sobre
este nmero, resalta un artculo de Eduardo Becerra en el que los recursos formales
que acercan la escritura a la oralidad son analizados como estrategias para acercarse a
la verdad en oposicin a las versiones oficiales de la historia37.
Muchos autores han analizado el modo en que Piglia concibe los modos de
incidencia de la literatura en la poltica y los recursos que este autor utiliza como
medios para resolver la tensin entre el compromiso y el arte. Ya en 2001 Laura
Demara, public un artculo donde explica el modo en que Piglia soluciona el dilema
entre el compromiso social y la literatura a travs del rescate de principios poticos de
la narrativa de Macedonio Fernndez38. Edgardo Berg ha escrito algunos artculos
acerca del carcter trasgresor de la literatura de Piglia y de cmo ese salirse de la
36
37
Eduardo Becerra, La voz y la letra: poltica y potica en la literatura de Ricardo Piglia en Quimera, n 208,
pp. 30-34.
38
Laura Demara, "Rodolfo Walsh, Ricardo Piglia, la tranquera de Macedonio y el difcil oficio de escribir",
Revista Iberoamericana 194-95, IILI, Pittsburgh, Enero-Junio 2001, pp.135-144.
36
39
Edgardo H. Berg, Ricardo Piglia: un narrador de historias clandestinas, Mar de Plata, Estanislao BalderUNMDP, 2003; Poticas en suspenso Migraciones narrativas en Ricardo Piglia, Andrs Rivera y Juan Jos Saer,
Buenos Aires, Biblos, 2002.; Edgardo Berg Fuera de la ley en Adriana Rodrguez Prsico (comp.), Ricardo
Piglia una potica sin lmites, Instituto internacional de Literatura Iberoamericana, Pittsburgh, 2004, pp. 213222.
40
Sandra Garabano, Reescribiendo la Nacin. La narrativa de Ricardo Piglia. Universidad Autnoma de
Ciudad Jurez, Mxico, 2004.
41
Ana Gallego Cuias, La ficcin paranoica de Ricardo Piglia en Un pez en el hielo: encrucijada narrativa
http://www.crimic.paris-sorbonne.fr/actes/dc/gallego.pdf.
37
42
Mara Luisa Martnez, La infamia del traidor en Respiracin artificial, Universidad de Concepcin, 2003,
http://www2.udec.cl/~docliter/doctorado/alumnos/ La_infamia_del_traidor_maluisa.pdf.
43
Osvaldo de la Torre, Hitler precursor de Kafka? Respiracin artificial de Ricardo Piglia en Espculo.
Revista de Estudios Literarios. Universidad Complutense de Madrid, 2005, http://www.ucm.es/
info/especulo/numero29/rpiglia.html.
44
Anna Lpez San Miguel, La historia en Respiracin artificial de Ricardo Piglia. Hispanic Journal, 15.2,
Indiana, University of Pennsylvania, Indiana, 1994.
38
Rinaldi, une bote de Pandore dans Nombre Falso de Ricardo Piglia45, se trata de un
anlisis de la gnesis de un personaje recurrente de Piglia: Rinaldi, que aparece en su
versin ms acabada en esta nouvelle, pero que tiene precedentes claros en otros
relatos anteriores del autor, la revisin de las versiones permite establecer la evolucin
y significacin de este y otros personajes del universo pigliano. El segundo es un
artculo de Mariangel Di Meglio :"El 'valor' de la letra: las versiones especulares en
Nombre Falso46, que analiza la nouvelle desde un punto de vista que concibe la
literatura como una forma de circulacin econmica, es decir donde la literatura, y ms
precisamente la letra, figura como moneda de cambio y de circulacin, y por lo tanto
se centra en la cuestin del plagio y los lmites de la propiedad intelectual. El tercero
es un artculo de Rosa Pellicer, titulado Ricardo Piglia y el relato del crimen47, en el
que la autora analiza la nouvelle considerando las opiniones que el propio Piglia ha
vertido sobre la novela policiaca en sus ensayos y entrevistas.
Entre los artculos ms recientes que hablan particularmente sobre Prisin
Perpetua, nos parecen de especial inters el de Virginia Rodrguez Cerd,
Experiencia, escritura y narracin en Prisin Perpetua48, en el que la autora muestra
45
Magali Sequera, Rinaldi, une bote de Pandore dans Nombre Falso de Ricardo Piglia Universit ParisSorbonne Paris IV, http://www.crimic.paris-sorbonne.fr/actes/tl2/sequera.pdf.
46
Mariangel Di Meglio, El 'valor' de la letra: las versiones especulares en Nombre Falso", en Espculo. n. 31,
febrero de 2006, Revista de Estudios Literarios. Universidad Complutense de Madrid
http://www.ucm.es/info/especulo/numero31/nombrefa.html,
47
Rosa Pellicer, Ricardo Piglia y el relato del crimen, en Daniel Mesa Gancedo (coord.) La escritura y el arte
nuevo de la sospecha.
48
Virginia Rodrguez Cerd, Experiencia, escritura y narracin en Prisin Perpetua, en Quimera, n. 208.
39
el modo en que los relatos de Piglia estn construidos a partir de la propia experiencia,
seala los parentescos literarios entre Steve Ratliff y Stephen Stevensen y propone que
el narrador de ambas nouvelles sufre un deslizamiento focal de ser el sujeto que narra
a ser el objeto narrado al verter la propia experiencia en el molde de la ficcin. En el
mismo tenor Susana Ins Gonzlez analiza los vnculos entre el propio Piglia y su alter
ego literario Emilio Renzi, cuya funcin es la de ocupar el punto de vista intelectual
desapegado y crtico que permite a Piglia introducir ciertos juicios, en su artculo
Piglia y Renzi: el autor y un personaje de ficcin49.
Sin duda la obra ms estudiada de Piglia es su novela La ciudad ausente, sobre
la que se ha escrito una gran cantidad de ensayos y trabajos acadmicos. En el ao
2002, Agnes Cselik public su tesis: El secreto del prisma: La ciudad ausente de
Ricardo Piglia50, donde realiza un seguimiento hermenutico de las pistas que va
dejando Piglia en la novela, con resultados muy interesantes. Naomi Lindstrom ofrece
una revisin de las fuentes inmediatas de Piglia en un artculo de 2004, que busca
vincularlo con su tradicin: La historia literaria de los 1920 y 1930 en La ciudad
ausente de Ricardo Piglia51 . Una visin global de la novela se encuentra en el libro
de Sandra Garabano. Reescribiendo la nacin, que ya habamos mencionado. La
49
Susana Ins Gonzlez, Piglia y Renzi: el autor y un personaje de ficcin. en Proceedings of the 2.
Congresso Brasileiro de Hispanistas, 2002, So Paulo, 2002 [visitado el 04 de julio de 2008]:
http://www.proceedings.scielo.br/scielo.php?script=sci_arttext&pid=MSC0000000012002000300060&lng=en&
nrm=iso
50
Agnes Cselik , El secreto del prisma: la ciudad ausente de Ricardo Piglia. Budapest, Academia Kiado, 2002.
51
Naomi Lindstrom, La historia literaria de los 1920 y 1930 en La ciudad ausente de Ricardo Piglia
University of Texas, www1.lanic.utexas.edu/projest/lasa95/lindstrom.html.
40
obra ha sido analizada desde una gran cantidad de enfoques y puntos de vista: por
ejemplo, son muchos los estudios que se centran en la lectura paranoica52; un trabajo
de Miriam Chiani y Teresa Rabile aborda la novela desde el punto de vista de la
construccin lingstica de la utopa reconociendo la presencia constante de Joyce53; El
espritu femenino de la mquina y de la ciudad tambin ha tenido su reflejo en
artculos con enfoque ms o menos genrico54.
Muchos crticos que citaremos a lo largo del trabajo y que aparecen en la
bibliografa han dedicado una enorme cantidad de pginas a la obra de Piglia, y sin
embargo, no hemos encontrado una obra que analice el funcionamiento de las
recurrencias en el conjunto de la obra narrativa de Piglia como un todo y siga el
mtodo que el mismo autor recomienda en sus narraciones, en la que el crtico debera
actuar como un detective, para buscar el funcionamiento de esa mquina narrativa.
Aunque es verdad que existen textos que llevan a cabo algunos aspectos
parciales de la tarea. Partimos para nuestro trabajo con el rumbo del proyecto iniciado
por uno de los ms importantes crticos de Piglia, detective por vocacin, Edgardo H.
52
Vase por ejemplo Edgardo Horacio Berg, La conspiracin literaria: (sobre La ciudad ausente de Ricardo
Piglia), en Hispamrica, 1996, n. 75, pp. 37-47; o Milton Aguilar. La ciudad ausente de Ricardo Piglia o el
placer paranoico de contar historias, en Revista de Humanidades: lengua y literatura, Santiago de Chile, 1998,
n. 3, pp. 50-58.
53
Miriam Chiani y Teresa Rabile, Utopa y tradicin utpica en La ciudad ausente de Ricardo Piglia, en
Kipus. Revista Andina de Letras [Quito], (1994-1995), 3, pp. 99-106. En el mismo tenor est escrita la entrevista
de Sergio Waisman: De la ciudad futura a la ciudad ausente: la textualizacin de Buenos Aires, 2004, en
Ciberletras, n. 9 www.lehman.cuny.edu/ciberletras/v09/waisman.html, donde el autor analiza junto con Piglia
cmo la ciudad descrita puede desaparecer ante su propia descripcin y se vuelve abstracta.
54
Vanse: Eva Lynn Alicia Jagoe, The disembodied machine: Matter, Feminity and Nation in Piglias La
ciudad ausente, en Latin American Literary Review, 1995, n. 23, pp. 5-17; y Daniel Mesa Gancedo, CiborgScherezade o la mquina del relato, en Daniel Mesa Gancedo. Extraos semejantes. El personaje artificial y el
artefacto narrativo en la literatura hispanoamericana. Zaragoza: Universidad de Zaragoza, 2002, pp. 325-375.
41
42
2.
Se suele decir que Piglia hace un uso particular de los indicadores genricos
tradicionales, mezclando conscientemente las caractersticas de unos gneros y otros, y
en verdad, al escribir las obras que nos ocupan, Ricardo Piglia salt en muchos
sentidos las vallas genricas, y por eso constituye todo un reto intentar su clasificacin,
pues requiere flexibilizar los paradigmas de los gneros.
Independientemente de su gnero particular, las narraciones que nos ocupan
llevan al lector a participar activamente en la construccin no slo del sentido, sino de
la unidad misma de la obra, debido a que presentan una estructura ms o menos
fragmentaria y la conforman narraciones secuenciales ligadas y enmarcadas, que
deben ser relacionadas en la lectura.
Slo una lectura integradora, atenta y participativa es capaz de seguir el hilo
conductor. La sensacin de completez de acuerdo con Gabriela Mora, es
responsabilidad del lector55 y
55
Gabriela Mora, Notas tericas en torno a las colecciones de cuentos cclicos o integrados. (en lnea) Rutgers
University, http://www.iacd.oas.org/interamer/Interamerhtml/azarhtml/az_mora.htm.
43
sobre lo cual ya se han escrito excelentes textos, como los trabajos del grupo de
Bratosevich56 , o los ensayos de Edgardo Berg57 y los de Gabriela Mora58, y Graciela
Tomassini
59
, que nos han sido muy tiles en la elaboracin de este texto. Pero la
56
44
60
45
2.1.
Hay algo que tenemos que saber desde el principio como lectores de esta obra
narrativa: Piglia siempre nos est ocultando algo. Lo oculto en sus ficciones es
precisamente la parte ms significativa, la que tiene que ver con la realidad, la que se
registra al sesgo entre las lneas que parecen apuntar a otra historia.
El problema que parece obseder al autor es encontrar un modo inteligente y
sutil de registrar la experiencia y decir la verdad sin traicionarla; de manera que pueda
trascender los filtros del discurso impuesto desde el poder. Y de manera un tanto
paradjica la estrategia de Piglia para burlar esos filtros es justamente la de ocultar,
evitar o velar los sentidos que subyacen en sus historias, a tal grado que debajo de la
historia principal siempre aparece una segunda historia, ms relevante que la primera.
Esta concepcin de la historia oculta en las narraciones es de hecho presentada
61
46
62
47
En Piglia la historia oculta suele ser un reflejo crtico de una calamidad social o
poltica. Es un intento de relatar la historia desde el punto de vista de los que viven
sometidos, y por lo tanto se trata de una versin distinta. Es un proyecto de utopa que
est basado en la vida del lenguaje y de su capacidad para fijar la experiencia y hacerla
inteligible; as como de su poder para convertirse l mismo en experiencia vital, no
slo en vehculo de la vida, sino en la vida misma. La obra de Piglia, en su sentido ms
profundo, constituye el proyecto individual de un mundo ms real y mejor, distinto al
que se quiere imponer desde los medios institucionalizados que construyen el discurso
del poder.
Vivir es un tanto incmodo. Esto que tambin escribi Onetti aunque de un
modo mucho ms contundente, ms amargo, es quiz la manera de explicar,
para m, la literatura como prctica utpica y tambin como construccin
crtica; no slo crtica de otras escrituras, tambin de esa entidad evasiva
que es la continuidad de lo real: de la historia, y de los comportamientos
llamativos que suceden a nuestro alrededor o que nos atraviesan. Se trata de
salirse de lo real en todo caso, lo real est controlado por la polica63.
Para Piglia, escribir es crear una tensin con las circunstancias ominosas de lo
que llamamos real; la posibilidad de elegir una experiencia diferente, algo que pueda
salvar la conciencia de la opresin que se nos impone:
De hecho se lee y se escribe pensando en lo que no ha sucedido, en la
alternativa de lo que todava no se ha dado o de lo que podra haberse dado
de otro modo de como se dio en la leyenda que algunos imponen como la
verdadera realidad64.
Ricardo Piglia, Homenaje, en Nicols Bratosevich. Ricardo Piglia y la cultura de la contravencin, Op. cit.,
p. 330.
64
dem.
48
define por el discurso que aceptan como versin de lo real, y que oponen a otros
discursos posibles, donde el lenguaje es una fuerza poderosa con capacidad de
producir experiencias, que si bien pueden ser ficticias, se viven como verdaderas por
sus habitantes. Es un mundo donde todos los personajes activos son lectores o
investigadores por necesidad, pues es su nica forma de obtener experiencias y
comprender la verdad de las cosas, el nico modo de darle un sentido a su propia
historia.
Las narraciones de Piglia estn sujetas a un proceso consciente de ocultamiento
en todos sus niveles, todo significa otra cosa, todo refiere a algo ms, detrs de la
historia que se narra existe siempre otra historia que se calla y este ocultamiento
constante tiene tres modos distintos que corresponden a tres conceptos que Piglia
mismo define: secreto (lo que se sabe pero se oculta y no se dice nunca), enigma (lo
que se oculta aunque puede ser descubierto) y misterio (lo desconocido).
Formalmente este recurso promueve algunos rasgos, de los que despus
hablaremos, como la digresin y la fragmentacin del discurso, as como una
descripcin detallada de los actos de habla mismos. El recurso del ocultamiento,
adems, propicia un efecto esttico adicional al obligar al lector a convertirse en un
agente activo del sentido: personaliza y potencia la experiencia de la lectura.
El lector entonces tiene que actuar sobre su lectura de manera activa,
relacionando las pistas y ampliando los significados de acuerdo con su propia
competencia y experiencia, siempre consciente de que hay algo ms, ocultado de
49
65
50
http://www.elhilodeariadna.org/articulos/volumen1/art03_letras.asp.
68
Rosa Pellicer, Ricardo Piglia y el relato del crimen, en Daniel Mesa Gancedo (coord.), Op. cit., p. 97.
69
Ricardo Piglia, Nuevas tesis sobre el cuento, en Formas breves, p.123.
51
historias quiere decir trabajar con dos sistemas diferentes de causalidad, lo que
implica que el lector deber mantener una disposicin distinta de la percepcin para
cada una de las dos historias que pueden representar dos lgicas narrativas
antagnicas70.
2.2.
Dentro del mbito narrativo, la obra de Piglia parece dividirse en tres gneros
claramente delimitados: cuento, novela y nouvelle, sin embargo algunas de las
caractersticas propias de las nouvelles trasvasan a las novelas, y lo mismo ocurre
tambin entre el cuento y los otros dos gneros. Para Eduardo Becerra, este trfico
entre las categoras genricas propone una potica de cruce, respecto a los gneros
narrativos consolidados, imprescindibles para lograr relatar el funcionamiento de una
sociedad concebida como tejido de ficciones que fluyen en medio de un juego de
poder con el que imponer una interpretacin hegemnica de lo real71.
Es como si una historia fuera construida, dentro de un proceso de exploracin
de sus lmites narrativos, a travs de mtodos expansivos o sintticos propios de otros
gneros, con el fin de extender sus posibilidades significativas y hacer ms eficiente su
enfrentamiento con las interpretaciones del poder. Se trata de un asunto de tcnica de
escritura y de la tolerancia narrativa de una historia.
70
71
52
53
72
Ricardo Piglia, Respiracin artificial, Anagrama, Madrid, 2001, p. 113. En adelante me referir a este libro
con la abreviatura R. A. entre parntesis.
73
Alberto Bruzos, El coraje de los toreros: entrevista a Ricardo Piglia, Letra en Ruta, n. 2, Primavera del
2007, pp. 117.
54
2.2.1. Cuentos
Para Ricardo Piglia el cuento clsico narra una historia y esconde otra, de modo
que hay dos historias que coexisten. El arte del cuentista consiste en saber cifrar la
historia dos en los intersticios de la historia uno. Un relato visible esconde un relato
secreto, narrado de un modo elptico y fragmentario74 . De este modo el cuento ya no
se caracteriza especficamente por su brevedad, sino que esta es resultado de un
ocultamiento.
Ambas historias proceden como los sueos, o las metforas y las alegoras,
donde hay un elemento manifiesto y otro evocado u oculto. Por supuesto cada una de
las dos historias de los cuentos obedece a un modo distinto de narrar e incluso a una
lgica distinta. Esto permite que los elementos que componen el cuento puedan tener
una doble funcin narrativa. El cuento es entonces una especie de palimpsesto en el
que se pueden leer las dos historias si se permanece lo suficientemente atento a la
lectura. Los puntos de cruce son el fundamento de la construccin75.
Piglia advierte que no se trata de una alegora con un sentido oculto que haya
que interpretar, sino de una historia distinta que est cifrada en otra Cmo contar
una historia mientras se est contando otra? Esa pregunta sintetiza los problemas
74
75
55
tcnicos del cuento76. Esta naturaleza dual determina la estructura del cuento. Su
objetivo es hacer aparecer artificialmente algo de la realidad que antes no podamos
percibir. El cuento tiene para Piglia el valor de una epifana que opera en lo inmediato:
Esa iluminacin profana se ha convertido en la forma del cuento77. Con el tiempo
esta estructura se ha vuelto sutil y el lector tiene que trabajar un poco ms para
descubrirla.
La versin moderna del cuento que viene de Chejov, Katherine Mansfield,
Sherwood Anderson, el Joyce de Dublineses, abandona el final sorpresivo y
la estructura cerrada; trabaja la tensin entre las dos historias sin resolverla
nunca. La historia secreta se cuenta de un modo cada vez ms elusivo. El
cuento clsico a lo Poe contaba una historia anunciando que haba otra; el
cuento moderno cuenta dos historias como si fueran una sola78.
Me parece que esta interpretacin del cuento como un texto que cuenta dos
historias ilumina de un modo nuevo las concepciones clsicas del gnero, como el
iceberg de Hemingway o el crculo y el knock-out de Cortazar, y otorga un sentido
claro a otras teoras clsicas de las que se desprende.
La teora del iceberg de Hemingway es la primera sntesis de ese proceso de
transformacin: lo ms importante nunca se cuenta. La historia secreta se
construye con lo no dicho, con el sobreentendido y la alusin79.
Esta concepcin del cuento debe tomarse con cuidado, para no caer en
arbitrariedades o excesos de interpretacin, es importante no olvidar que cualquier
definicin o esquema limita nuestra percepcin de la realidad, y parece que nada est
76
Ibd. p. 107.
Ibd. p. 111.
78
Ibd. p. 108.
79
dem.
77
56
ms lejos de la intencin de Piglia, como deja ver en esta entrevista que se public en
la revista Quimera.
JORGE CARRIN: Es consciente de que sus tesis sobre el cuento han
servido a la crtica para limitar un gnero que no tiene por qu admitir
lmites? Hasta qu punto ha buscado nuevas frmulas para comprender las
poticas posmodernas del relato?
RICARDO PIGLIA: En realidad no era en ese sentido: yo no quera agotar
las posibilidades de discusin de un gnero que cuenta con una tradicin de
reflexin, desde Poe, de los propios narradores, que sigue abierta. Mi
intencin no era dar una clave, sencillamente surgi de mi lectura de los
cuadernos de Chejov, que dio pie a una reflexin de la idea de una historia
dentro de una historia como una forma de ser breve. Al tener la historia
reservada, secreta, uno tiene ms juego narrativo, ms espacio para
desarrollar lo que quiere contar. Por otro lado, la forma de la tesis es un
poco irnica. Yo pens que no era indicado escribir algo sobre el cuento que
fuera largo, y la forma de la tesis me brind ese marco, como apuntes de
algo posible y futuro80.
La concepcin de una historia oculta dentro de otra, una historia que se cuenta
de una manera soslayada y que obedece a una lgica distinta, no slo afecta en la obra
de Piglia a la estructura de sus cuentos, sino tambin a la de sus nouvelles y novelas,
fundamentadas en el ocultamiento de una historia que slo se sugiere, pero que
innegablemente existe. Y que se inserta en una estructura que pretende hacer aparecer
algo de la realidad que no podamos percibir o que por alguna razn ha permanecido
oculto.
2.2.2. Nouvelles
80
Jorge Carrin, No hay que tomarse en serio a ningn escritor, en Quimera, n. 208, p. 40.
57
ha sido
81
Ricardo Piglia, Secreto y narracin, tesis sobre la nouvelle en Eduardo Becerra (ed.) El arquero inmvil.
Nuevas poticas sobre el cuento. Madrid, Pginas de Espuma, 2006, p. 192.
82
Ibd., p. 195.
83
Ibd., p. 197.
58
latido de una obra que est viva y se recombina para obtener nuevos sentidos84
Prisin perpetua y Encuentro en Saint-Nazaire se nos presentan como
diarios en los que el escritor repasa su vida y la narra como si no le perteneciera, y
agrega, inventa, esa parte de experiencia que le haca falta para tener sentido a travs
de la invencin del otro. Otro, similar al autor pero ficticio, al que cede el
protagonismo y cuya historia se convierte en la historia que realmente se cuenta. Lo
mismo ocurre en Nombre falso, donde la narracin se nos presenta como un ensayo
acadmico sobre la investigacin que hace el protagonista, quien probablemente es
una representacin del mismo Piglia, de la obra de Roberto Arlt y la lectura del
supuesto diario de Arlt, aunque pronto se convierte en una historia policaca sobre el
plagio de un cuento especfico e indito cuyo presunto autor, y el principal sospechoso
del ilcito de plagiar un cuento de Andreiev, es el mismo Arlt.
Estas tres nouvelles tienen muchas similitudes entre s e instituyen una red de
referencias mutuas que funcionar como puente entre ellas, al menos como fondo en el
que contrastan o se integran el resto de las historias que alguna vez han formado parte
de la colecciones a las que pertenecen y, de hecho, del resto de la obra de Ricardo
84
Nombre falso apareci por primera vez bajo el ttulo de Homenaje a Roberto Artl, en Nombre falso
(Buenos Aires, siglo XXI, 1975). La versin definitiva de Nombre falso, con los cuentos y nouvelles que
integran la coleccin actual es la de Seix Barral de 1994. Esta edicin es la base de la que public Anagrama en
2002 y que es la que voy a utilizar en este trabajo. Aunque existe una edicin ms reciente de Prisin Perpetua,
con el sello de Anagrama, que slo recoge dos nouvelles: Prisin perpetua y Encuentro en Saint-Nazaire,
como en la edicin original, he adoptado aqu la edicin del ao 2000, de la editorial Lengua de Trapo de
Madrid, esta coleccin est integrada, adems de por las dos nouvelles que abren y cierran el volumen, por dos
cuentos cuyo protagonista es el alter ego de Ricardo Piglia: Emilio Renzi, de modo que Prisin Perpetua, en su
penltima edicin, es entre otras cosas, una exploracin del tema del doble. Los textos que componen esta
edicin son: Prisin perpetua, El fin del viaje, La loca y el relato del crimen y Encuentro en SaintNazaire.
59
85
86
60
2.2.3. Novelas
87
Roberto Gonzlez Echeverra, Mito y archivo. Una teora de la narrativa latinoamericana. Fondo de Cultura
Econmica, Mxico, 1998, p. 32.
88
Ibd., p. 30.
89
Roberto Gonzlez Echeverra, Op. cit., p. 69.
61
90
62
Ibd., p. 32
Ricardo Piglia, Crtica y ficcin, p. 106.
93
Berg encuentra esta misma caracterstica en la obra de Piglia. En Piglia, la novela puede ser concebida segn
el modelo del archivo, que, como un grafema o indicador escriturario bsico, representa el lugar y el espacio de
coleccin, generacin y transformacin de enunciaciones posibles. En este sentido, la potica de Piglia puede
ponerse en correlacin con el modelo foucaultiano de archivo como "sistema general de la formacin y de la
transformacin de los enunciados" (Foucault). El archivo sera, entonces, un campo de enunciacin
extremadamente poroso e inestable; y, como zona de contacto de registros y articulacin de enunciados
mltiples, genera la intriga y pone en funcionamiento la maquinaria narrativa. Edgardo Berg, Fuera de la ley
en Ricardo Piglia: Una potica sin lmites, Op. cit., p. 214
92
63
94
95
64
2.3.
Doxa y ficcin
96
65
66
67
68
Los temas de ese archivo no son siempre intradiegticos, sino que suelen
establecerse relaciones con hechos de la historia y la cultura que constituyen la
circunstancia intelectual de Piglia. De ah la importancia que tienen las referencias a
97
98
69
unos autores y unas obras muy concretas que se repiten a lo largo de sus narraciones.
Estas correspondencias culturales ayudan a establecer las reglas del programa de
lectura y enlazan la obra con su tradicin particular.
Sobre la gnesis de Respiracin artificial, Piglia reconoce su empeo de
escribir una novela basada en la idea del archivo. Lo que en otros autores es un secreto
de oficio, en Piglia es un recurso que se manifiesta con claridad:
En realidad empec trabajando la novela con la idea de hacer un archivo.
Me tentaba la idea del archivo como forma. Necesitaba una fuente histrica
que me sirviera de base para el archivo y entonces empec a armar un
personaje, que es Ossorio99.
Pero en Piglia se trata de un uso transgresivo del tema pues el uso pardico
del archivo contraviene los principios de legitimacin del poder. Segn Gonzlez
Echeverra, el archivo es una forma comn en la narrativa latinoamericana, y est de
hecho en el origen mismo de todas las novelas, pues representa el sustento natural del
discurso de la dominacin y el control.
En Respiracin artificial el objeto que recibe Renzi de Ossorio, el archivero, y
que es la fuente de la historia que trabajaba Maggi, es justamente un archivo, un
archivo es el diario de Stevensen, y los cuentos de la mquina en La ciudad ausente, y
el diario de Arlt en Nombre falso. En todas ellas hay un archivo, un manuscrito en
vas de elaboracin y un archivero que intentar darle sentido.
La bsqueda de Junior es precisamente la bsqueda del primer relato de la
99
70
100
71
72
3.
73
74
Aunque todas las obras literarias contienen de algn modo su propio programa
de lectura, en el caso de Piglia se construye de manera consciente y deliberada y se
presenta de forma manifiesta, con el propsito explcito de modular su lectura y
producir sus propios lectores.
Para Ricardo Piglia es muy importante el trabajo que invierte en construir este
programa, a travs de mltiples indicios, a niveles ms profundos y con conexiones
diversas. Incluso deja indicaciones precisas acerca de cmo debera ser una buena
lectura y dnde se deben buscar los significados.
Esta voluntad de dirigir la lectura, no como se dirige en alguna didctica
dieciochesca que intenta instruir al lector ignorante o aptico, sino como afn de
proponer retos, guios y jugarretas a un lector activo y culto, es una concepcin de la
literatura como juego complejo, donde el autor escribe no slo para el lector, sino que
juega en su contra o a su favor con la misma visin estratgica de un jugador de
pquer que se siente en desventaja. Por eso creemos que el diseo de su programa de
lectura, constituye un valor intrnseco del texto, de acuerdo con Ingarden:
Claro que tambin puede haber casos en los que la condicin de un valor
esttico est contenida en la obra de arte, condicin indispensable y
suficiente en el sentido de que las propiedades de una obra de arte
determinen de una manera clara todo el repertorio de las cualidades
estticamente relevantes que constituyen un valor esttico y que tambin
influyen de manera suficiente en el observador, de manera tal que este, en el
trato con la obra de arte respectiva, est obligado a concretizar y con ello, a
hacer manifiesto al valor esttico pre-determinado por la obra. Entonces este
valor a pesar de que su actualizacin depende de la actividad del
observador est fundado en la obra de arte y es objetivo en ese sentido.
Bien, el primer paso para valorar una obra de arte respecto a su valor
artstico consiste en buscar en el estudio investigador y tomando en cuenta
una serie de sus concretizaciones aquel repertorio de propiedades en el
75
101
Roman Ingarden, Concretizacin y reconstruccin, en Dietrich Rall, En busca del texto. Teora de la
recepcin literaria, Mxico, UNAM, 1987, p. 51.
76
representacin. Es un secreto que siempre ha estado all, pero que no es fcil de ver.
La forma como estas indicaciones se construyen en la escritura y se
reconstruyen en la lectura ha sido estudiada por la hermenutica de la segunda mitad
del siglo XX, en el mbito de lo que se conoce como la hermenutica moderna, teora
de la recepcin o potica de la lectura (Isser, Ingarden, Jauss, Gadamer)
102
y tambin
102
Para una compresin global de las propuestas de la teora de la recepcin se recomienda esta recopilacin de
textos bsicos: Dietrich Rall, En busca del texto. Teora de la recepcin literaria, Mxico, UNAM, 1987.
Citaremos durante nuestro anlisis este tomo, y algunos otros de este contexto terico.
103
El libro donde se expone de manera ms sucinta y clara esta teora desde mi punto de vista es: Paul Ricur,
Teora de la interpretacin. Discurso y excedente de sentido, Siglo XXI Editores-Universidad Iberoamericana,
Mxico, 1995.
77
Robert Louis Stevenson, Franz Kafka, James Joyce, Ernest Hemingway, Friedrich
Nietzsche, Bertold Brecht y Walter Benjamin. Pero algunos otros rasgos de su
horizonte de expectativas habr que tomarlos de la historia de Argentina y de su
particular desarrollo como nacin, as como de su biografa personal.
Este panorama le aporta unas normas, una ideologa y unas tradiciones que
compondrn la estructura sobre la que construye su obra, asimilndola al canon u
oponindola, y a la cual responde consciente o inconscientemente. El escritor y sus
contrapartes, el crtico y el historiador, que son tambin lectores, participan
activamente en la creacin de la historia y en el desarrollo de nuevos contextos de
lectura. Su participacin modifica la literatura misma al mover los horizontes de
sentido desde los cuales ser leda. Es decir, estos lectores crean con su trabajo nuevas
categoras para leer de nuevo las obras del pasado. Por eso, para Piglia resulta tan
importante la direccin que pueda tomar el lector cuando se acerca a su obra, y de ah
que se proponga ofrecerle diversas pistas de manera deliberada y consciente.
En Piglia la lectura tiene una importancia radical, incluso constituye la materia
misma de su obra narrativa y su principal motor argumental. Este rasgo vuelve a sus
variaciones dinmicas y cambiantes. La mayora de sus personajes ms importantes
son lectores de otros o de su propia obra y las tramas que se narran son las historias de
sus investigaciones y de sus lecturas. Sus argumentos se construyen como procesos de
negociacin de sentido y como investigaciones policacas, o casi, que se basan en las
interpretaciones que hacen los personajes.
78
79
La figura del lector ideal, el que quisiera el autor para s, define lo que en la
estructura del texto ser el lector implcito, definido por las seales contenidas en la
obra misma.
El lector implcito no posee una existencia real, pues encarna la totalidad de
la preorientacin que un texto de ficcin ofrece a sus posibles lectores.
Consecuentemente, el lector implcito no est anclado en un sustrato
emprico, sino se funda en la estructura del texto mismo. Si nosotros
suponemos que los textos slo cobran su realidad en el hecho de ser ledos,
104
80
A lo largo del texto el autor, y con especial voluntad Piglia va dejando pistas
que conducen en un sentido o en otro la inteligencia del lector, no se trata de un
instructivo previo ni mucho menos, son seales ms o menos sutiles, aunque en cierto
modo evidentes, perspectivas, recurrencias, referencias claras o veladas, incluso a
veces elididas, ya sea como concreciones expresas o como indeterminaciones
especiales, recursos de construccin narrativa que se actualizan en la lectura a manera
de reglas para la interpretacin, lo cual tiene como consecuencia que al lector se le
impongan al mismo tiempo las perspectivas correspondientes108.
El programa se puede apoyar incluso en el contexto extradiegtico, en
conocimientos que se presumen en el lector, tradiciones compartidas, gramticas
comunes, contextos generales, clasificaciones genricas. En realidad es muy difcil
considerar con exactitud cmo se actualiza este programa en la lectura, pues depende
107
108
81
tambin de las pistas que vaya resolviendo el receptor; sin embargo las seales ms
importantes de este programa estn en el texto mismo, como apunta Ingarden, el
lector est bajo la influencia de las partes ya ledasy con ello se somete en gran
medida al espritu de la obra109.
Otro aspecto importante del programa de lectura de Piglia es que existe una
intencin clara de incitar al lector a travs del aumento de la incertidumbre, lo que lo
lleva a la necesidad de rencuentro con su propia experiencia, tal y como seala Isser:
La indeterminacin del texto enva al lector en busca del sentido. Para
encontrar esto, debe movilizar su mundo de ideas. Si sucede esto, entonces
el lector tiene oportunidad de hacerse consciente de sus propias
disposiciones, al experimentar que sus proyecciones de sentido nunca
podrn ser igual de manera total, a las posibilidades del texto. Pues todo
significado tiene un carcter parcial y todo lo que sabemos es factible de ser
superado precisamente porque lo sabemos. Por esto, cuando en los textos
modernos se est eliminado todo significado representativo, entonces
proporcionan, por medio de su proceso de recepcin, la oportunidad de que
el lector incitado a la reflexin llegue a una relacin con sus ideas110.
Ibd., p. 47.
Wolfang Isser, El acto de leer, p. 117.
82
111
112
83
El lector explicito
84
117
85
119
86
determina el modo en que el texto debe ser ledo y entendido. Las lecturas no estn
aisladas: unas forman parte de las circunstancias de las otras, por eso Tardewski en
Respiracin artificial se queja: Nadie sabe leer, nadie lee. Porque para leer, dijo
Tardewski, hay que saber asociar (R. A., p.206). Piglia ve este mismo uso del
contexto, aunque no exactamente el literario, en la obra de Rodolfo Walsh, donde La
realidad acta como una clave de lectura externa a la ficcin123, sus opiniones nos dan
luz sobre los usos conscientes que l mismo hace del entorno.
Lejos de ser un alarde intil, todas las referencias literarias cumplen diferentes
funciones que se justifican en el marco de la historia y de la composicin de la obra.
Las referencias estn cargadas con sentidos que no son necesariamente denotativos,
sino connotativos o asociativos. Algunas de ellas representan formas de concebir la
literatura que orientan al lector-detective en su pesquisa sobre el texto. En este sentido,
al hablar de Faulkner, por ejemplo, Piglia apunta a un smbolo literario que dirige la
atencin del lector a centrarse en los cambios de la voz y el registro del narrador y su
competencia lectora, as como a la imposibilidad de la experiencia (tema recurrente en
Piglia), a la voluntad de rescatar la multiplicidad de historias que circulan124 y la
creacin de una utopa personal; hablar de Joyce nos centra el caso en la composicin
formal del texto y sus retos lingsticos; la mencin de Kafka suele relacionarse con el
enigma implcito en la historia, con la sensacin de fracaso y con el sufrimiento de la
123
87
opresin; Su lectura de Chandler tiene que ver con la bsqueda formal de la estructura
del gnero; el compromiso y las tcnicas de difusin ideolgica, tales como el
distanciamiento o la parodia, estn representadas por Bertold Brecht e incluso por Karl
Marx; Jos Hernndez y Sarmiento representan la tradicin en la que se inscribe el
autor, cuyo camino de renovacin y resignificacin pasa por Borges, Roberto Arlt y
Macedonio Fernndez. Este ltimo representa el modo en que la ficcin logra escapar
de las versiones oficiales de la realidad y postular unas nuevas. Todo ello compone un
instructivo acerca de cmo leer su propia obra.
Se trata de una relacin viva con su tradicin. Una especie de investigacin en
el fondo del arcn literario para proseguir con lo que otros dejaron iniciado. Robert
Maynard Hutchins denomina este tipo de relacin, que en algunos textos es ms
evidente que en otros, como la gran conversacin125.
En esta red hipertextual, los discursos estn conectados por contigidad y
carecen de un centro fijo: cualquiera puede constituir el desencadenador
provisorio de un sistema de signos126.
Las referencias no estn para crear nuevos objetos dentro de la narracin, sino
para sealar los textos que estn fuera de ella. Los nombres de autores, lugares y
objetos que pertenecen a la tradicin a la que se acoge Piglia no se conforman en el
125
"The tradition of the West is embodied in the Great Conversation that began in the dawn of history and that
continues to the present day." The Great Conversation, Encyclopdia Britannica, Inc., 1952; ver tambin:
Inquiry Concerning Beauty, Order, Harmony and Design, primera parte de An Inquiry into the Original of our
Ideas of Beauty and Virtue (1725), Indianapolis, Liberty found, 2004.
126
Mara Antonieta Pereira, Ricardo Piglia y la mquina de la ficcin, Estudios Filolgicos. Valdivia, 1999,
n.34, visitado el 14 de enero de 2008, p.27-34. http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_ arttext&pid=S007117131999003400003&lng=es&nrm=iso .
88
texto como objetos caracterizados, esa caracterizacin est pendiente, se da por hecha
y corre a cargo del lector.
Lo importante es que la mencin de cada referencia nominal aporta una
indicacin sobre el programa de lectura que coloca al lector en una situacin creativa
diferente. As la mencin de estos nombres afecta a la construccin de la experiencia
de lectura y por lo tanto al carcter ontolgico de los personajes y espacios.
De este modo, las constantes referencias a la cultura literaria son smbolos que
abren la obra y la enlazan con su tradicin, pero tambin son indicios sobre el
programa de lectura que propone el autor para su obra. En definitiva, son el retrato
cultural de su lector ideal. Pero, adems, al ser literatura que se refiere a literatura, el
sentido se abisma en la tradicin literaria universal y el trabajo de interpretacin podra
llevarnos por senderos circulares.
El problema empieza a zanjarse cuando consideramos que la experiencia de la
lectura no es una experiencia falsa, sino que es una forma de extender la conciencia
de la realidad. Visto as, los referentes de Piglia no estn vacos, ni llenos con otras
mentiras. El referente de Piglia es muy real, an en los casos de referentes
abstractos, en todos los casos y cuando se trata de otras ficciones hay que entenderlo
como una alusin general a su tradicin literaria y a la conciencia histrica e
intelectual de los argentinos en particular y de la humanidad en general, donde los
mitos y las ficciones tienen su propio lugar pleno de existencia, como lo tiene la
Historia. Esto sin confundir la Historia con la ficcin, lo cual sera un problema an
89
ms grave. Entenderlo de cualquier otra forma y abogar por la teora de los referentes
vacos es considerar que la literatura est de algn modo fuera de este mundo, idea
que resulta difcil de sostener en el caso de Ricardo Piglia.
90
4.
La construccin expuesta
Siguiendo con el mtodo indicado por Luz Aurora Pimentel127 en su estudio que
sintetiza la teora narrativa vigente y que divide el anlisis en dos partes: la indagacin
sobre el mundo narrado y la del narrador y su situacin narrativa, analizaremos
algunos aspectos del discurso de Ricardo Piglia, nos centraremos en los aspectos sobre
la identidad y circunstancias del narrador y los que apuntan a la construccin del
mundo narrado.
4.1.
91
128
Ibd., p. 98.
92
129
93
132
Ver Carlos Reis y Ana Cristina Lpez, Diccionario de narratologa, Ediciones Almar, Salamanca, 2002, pp.
162-164.
133
Ver Roland Barthes, Introduccin al anlisis estructural de los relatos, Editorial Tiempo Contemporneo,
Buenos Aires, 1970. pp. 9-44.
94
nicamente en el texto, como les hubiera gustado a los estructuralistas como Barthes,
en realidad es una construccin del plano del sentido, que se representa finalmente en
la mente de cada lector, y acta desde all como receptor primario y ficticio de la
narracin, y tambin como un filtro ms de la interpretacin del texto.
Es ms fcil entender esto como una conversacin entre personajes que ocurre
ya dentro del plano fictivo en la que hay un emisor que es el narrador y un receptor
que es el narratario: en definitiva, una conversacin.
Definir los participantes de este dilogo es un acto de interpretacin, incluso si
el texto lo hace explcito. El narratario es el destino del discurso en la narracin, el
personaje de la historia al que se dirige la voz narrativa. Detrs del narratario se
encuentra el lector real del texto narrativo, y entre los dos, como un filtro, el lector
implcito o inferido, aquel en quien parece haber pensado el escritor y que se deduce
de la composicin del relato, una figura completamente extradiegtica, que finalmente
el lector real reconstruye y utiliza para acercarse a la obra. Esto puede parecer obvio,
pero es necesario decirlo, pues en las obras narrativas de Piglia hay un cuidado muy
especial en la definicin del lector implcito conforme se va construyendo el programa
de lectura y una buena interpretacin puede depender del modo como esta figura se
actualice.
En Respiracin artificial, por ejemplo, el tema de la competencia del lector es
notorio, los personajes se manifiestan de manera perseverante por una lectura atenta.
As Maggi reconviene a su sobrino en sus cartas sobre sus modos de interpretar la
95
realidad y le aconseja:
Hay que evitar la introspeccin, les recomiendo a mis jvenes alumnos, y
les enseo lo que he denominado la mirada histrica. Somos una hoja que
boya en ese ro y hay que saber mirar lo que viene como si ya hubiera
pasado. (R. A., p.18)
Piglia no podra ser ms claro, el lector ideal es uno muy inteligente, ms que el
autor, y capaz de asociar y de ver lo que nadie ve, por ejemplo el futuro, desde una
mirada bien situada en la Historia.
El narrador de estas historias cuenta con la participacin de esta suerte de
coautor, cuyo efecto desconoce y cuya atencin necesita.
1.1.1. Polifona y perspectivas variables
96
97
una personalidad que no es la suya para escribir desde otro yo ficticio, inventar otro
tono, otro modo de narrar y lo usar como mscara.
Cuando el narrador principal es asumido como un personaje ms se introduce la
posibilidad de que el que cuenta la historia sea una caracterizacin que hace el autor.
En las narraciones que analizamos en este trabajo, Piglia est constantemente cediendo
la voz. Este uso de la voz de otro para narrar se llama tradicionalmente mscara.
Piglia lleva el uso de la mscara a su extremo al introducir narradores diegticos que
escriben como si fueran otros a veces de forma explcita, pero incluso a veces sin aviso
alguno para el lector, quien tiene que inferir la identidad del narrador a partir de sus
puntos de vista y sus perspectivas espacio-temporales particulares, as como de otros
indicios a veces no tan claros. La identidad del narrador con frecuencia define y altera
la temporalidad del relato, as como su lenguaje y su estilo. Al ceder el autor la voz y
cambiar el punto de vista el tiempo de la enunciacin tambin sufre cambios de
acuerdo con la situacin del narrador en turno. De lo que resulta un manejo dinmico
de las temporalidades del relato.
Frecuentemente los narradores se centran en desvelar el secreto de una historia
que no es la suya, como dice Piglia: El narrador cuenta una historia que no es la de l,
se interesa por una historia que le es ajena134, de ah las dificultades para asumir una
identidad narrativa.
134
98
99
indeterminacin para develar lo que est oculto. Las variaciones de la figura del
narrador estn relacionadas con uno de los problemas principales que se plantea Piglia
como autor: cmo registrar la experiencia directa, cmo narrar los hechos reales en un
texto que pretende ser artstico, cmo fijar el fluir catico de la vida. La pregunta es
relevante cuando no hay forma de conocer la verdad, en el contexto de un complot que
proviene del poder, cuando la realidad que se vive es confusa y peligrosa.
La cuestin no es una complicacin ociosa, ni mucho menos, se refiere al
carcter ficticio del narrador y del autor implcito. Como ha dicho Roland Barthes:
qui parle (dans le rcit) nest pas qui crit (dans la vie) et qui crit nest pas qui
est 135. Algo de lo que Piglia es siempre muy consciente y que maneja como recurso
estratgico en sus narraciones.
Si en las formas clsicas de la narracin el que escribe se revela en la
distancia entre el punto de vista del narrador y la enunciacin, en el
movimiento expansivo de la ficcin que es tpico de ciertas poticas de la
modernidad el autor implcito se ha revelado como una figura narrable. El
que escribe entonces es sujeto ficticio del acto de escribir y a la vez tema de
la escritura136.
El autor implcito se separa del autor real como un traje que se pusiera para
empezar a escribir, y entonces escribe como si fuera l mismo, siendo otro. Es decir,
que entre Piglia el autor, y Piglia, el personaje narrador, se interpone otro personaje,
un autor ficticio y tambin personaje, que se delata sutilmente en detalles que
135
El que habla (en el discurso) no es el que escribe (en la vida) y el que escribe no es el que es, Roland
Barthes, Introduction lanalyse structurale des rcits, en: Roland Barthes, Wolfang, Wayne C. Booth y
Philippe Hamon, Potique du rcit, Pars 1977, pp. 7-57, p. 40.
136
Virginia Rodrguez Cerd, Op. cit. p. 23.
100
137
Esta peculiaridad de la nouvelle es abordada aqu en el apartado donde se analiza la obra (II, 3)
101
autor de la nouvelle, de modo que en algunas pasajes no podemos saber con certeza
quin est narrando, si lo hace Stephen Stevensen, Su hermana Erika, o ese
protagonista que se parece tanto a Ricardo Piglia, pues los indicios sobre el narrador
introducen serias dudas al respecto. Como cuando el protagonista dice con cierta irona
El diario poda haber sido escrito por m138, refirindose al diario de Stevensen el
cual trata de su propio futuro. El autor utiliza este recurso como un modo de diluir la
distincin entre la ficcin y la realidad.
4.2.
Recursos narrativos
Las repeticiones en el nivel del sentido constituyen finalmente los temas que a
lo largo de la obra narrativa de Piglia vemos aparecer de manera recurrente. Estas
repeticiones pueden concretarse en objetos muy dismiles, desde una nocin filosfica,
hasta una metfora particular, pasando por los personajes que aparecen en varias obras
distintas y son en s mismos constantes narrativas. En este apartado se analizan los
temas ms importantes y de mayor frecuencia y relevancia en la obra narrativa de
Piglia, a fin de establecer algunos patrones de su universo fictivo.
1.2.1. Personajes constantes
138
Ricardo Piglia. Prisin perpetua. Madrid, Lengua de Trapo, 2000, p. 124. En adelante citar este libro con la
abreviatura P. P. en el cuerpo del texto.
102
semejanzas entre s, todos en cierto modo son reflejos unos de otros y los lmites
individuales con frecuencia son imprecisos. Como hemos dicho ya, muchos de ellos
son investigadores o lectores de otros o de su propia obra, que estn en busca de algo y
usan la literatura para encontrarlo. Es como un juego de espejos que le permite al autor
interpretar y criticar el sentido de lo que est escribiendo y su relacin con la cultura
desde la perspectiva ms o menos limitada de sus personajes: intelectuales marginales
o extranjeros, ya sea refugiados, exiliados o simplemente desarraigados real o
simblicamente. Gente que est fuera de lugar, que ha sido de algn modo extrada
de su contexto normal y que mantienen su inters por la filosofa, el arte, la historia y
la literatura.
Su condicin de lectores les permite interpretar sobre la marcha el sentido de lo
que va escribiendo y su relacin con la cultura determina no slo la forma en que est
escrita la obra, sino la forma en que debe ser leda: Si el narrador es el que transmite
el sentido de lo vivido, el lector es el que busca el sentido de la experiencia
perdida139.
Los personajes son nudos en los que se van acumulando los significados.
Como tales, acumulan las seales que revelan la ideologa del autor, actuando sobre el
tema que el personaje representa. En la obra de Piglia muchas de estas seales que se
descubren en los indicios sobre los personajes se refieren a smbolos de la cultura
139
103
Este ltimo punto parece haberse erigido como una de las columnas que
sostienen la potica de Ricardo Piglia para su propia creacin, hasta el punto de que se
han dado casos por parte de la crtica de confusin entre realidad y ficcin, lo que da
pistas sobre la forma engaosa en que las narraciones de Piglia se relacionan con su
contexto.
Dentro de estas recurrencias, la aparicin de personajes similares en diferentes
140
Ricardo Piglia, Diccionario de la novela de Macedonio Fernndez, Buenos Aires, Fondo de Cultura
Econmica de Argentina, 2000, p. 80.
104
narraciones puede crecer hasta convertirse en motivos muy complejos, incluso con
diferente sentido y en distintas versiones a lo largo de diferentes historias.
Piglia mismo aparece frecuentemente como personaje de sus obras ya sea
directamente o a travs de su doble, Emilio Renzi, presente en todos sus libros. El
autor lo concibe como una parodia de s mismo o al menos como un retrato parcial e
irnico, un joven intelectual con pretensiones al que slo le interesa la literatura.
Emilio y Renzi son el segundo nombre y el segundo apellidos de Piglia, eso es
bien conocido, lo cual, lejos de ser un recurso fcil para conseguir un seudnimo, es en
realidad el reconocimiento de que se trata de una parte que el autor encuentra en s
mismo, un autorretrato parcial y que a veces incluso le parece inconveniente. Una
parte de s mismo que slo controla por la intervencin de su conciencia poltica, que
es una forma de llamar a la prudencia.
Al usar su segundo nombre y su segundo apellidos en ese personaje, el autor
reconoce que se trata de una parte propia: Hay una zona propia, pero en estado puro,
ah141. Renzi le permite al autor una actuacin segura en la realidad extendida de la
ficcin, con mayores posibilidades de experiencia.
El personaje de Renzi, que es en s mismo y en sus diferentes advocaciones un
tema que se repite, extiende esta referencia a la realidad, como muchos otros temas de
la obra de Piglia, a un ser extradiegtico, es decir real: el mismo Ricardo Piglia del que
141
105
es una especie de alter ego. Renzi es incluso fsicamente parecido a Ricardo Piglia,
bajo, con gafas, el pelo rizadoEs por ello que varios crticos ven en la actuacin de
Renzi una especie de escritura confesional o autobiogrfica 142.
Renzi entonces se yergue en una especie de autoridad ficcional comprometida y
parcial, asociada a la recuperacin de la memoria, ya que se escribe para no perder el
pasado, para adelantar lo por venir - y asociada tambin a la restitucin de lo
verosmil, porque la vida parecera ser el lugar de la ambigedad y la ficcin el de la
certeza143. Piglia se refiere a este personaje de un modo que parece estar burlndose
de s mismo, o al menos de una parte de s mismo que le parece una tentacin riesgosa:
Renzi encuentra su versin negativa en Stephen Stevensen. Stevensen es el
protagonista de Encuentro en Saint Nazaire y tambin lo es del primer cuento de la
mquina en La ciudad ausente, se trata de hecho de la misma historia desarrollada en
otro escenario. Stephen es el doble degradado de Piglia, es el que lee en contra de otro,
como Arocena en Respiracin artificial, una especie de Mr. Hyde literario. Stephen es
el antihroe que lo persigue, una clase de monstruo inteligente, el extrao que desea
controlar su vida. Este criminal que acta como instigador de otro es un tema que
142
Susana Ins Gonzlez, por ejemplo, ha escrito un artculo donde sigue la trayectoria y desarrollo de este
personaje, a partir de la evolucin de la focalizacin hasta alcanzar una mirada reflexiva que se permite toda
clase de juicios: como cualquier sujeto real realiza un trnsito temporal progresivo. Es decir, primero ser un
joven estudiante universitario hasta que adquiere la fisonoma de hombre maduro y con una profesin. De
manera que a Emilio Renzi lo rastreamos en la ficcin tambin desde un relato cronolgico progresivo, en su
gnesis, en su crecimiento fsico, en su insercin social y en su formacin intelectual Piglia y Renzi: el autor y
un personaje de ficcin. en Proceedings of the 2. Congresso Brasileiro de Hispanistas, 2002, So Paulo, 2002:
http://www.proceedings.scielo.br/
scielo.php?script=sci_arttext&pid=MSC0000000012002000300060&lng=en&nrm=iso .
143
Susana Ins Gonzlez, Op. cit.
106
107
108
Quin?
Vos. O no me os?
Echavarne Anglica Ins dijo ella rgida
109
Luego aparece en Trenton, el caso de una mujer que deba hacerse pasar por
loca para sobrevivir, o negar su identidad.
Haba una mujer en Trenton, que era descendiente de Federico Nietzsche.
Entraba y sala de las clnicas psiquitricas y hablaba con fluidez el alemn
del s. XIX. A veces tena que fingir no ser descendiente de Federico
Nietzsche para vivir algunos meses en libertad condicional (P. P., p. 40).
110
La memoria inmortal, que puede recordarlo todo, que puede ver toda la historia
y que no puede comunicar nada. Estos personajes estn relacionados con un tpico
frecuente en la literatura latinoamericana:
La presencia de personajes viejos, moribundos o muertos en la ficcin
latinoamericana actual es notable y significativa. Ya hemos visto varios:
Melquiades, Coln, Montejo y Consuelo. Pero hay muchos otros como
Anselmo en La casa verde, el anciano dictador de El otoo del patriarca,
Dr. Francia en Yo el supremo, Florentino Daza en el Amor en los tiempos
111
Piglia refleja as una cierta fascinacin por estas figuras extremas que son
alegoras de la incomunicacin y el aislamiento147.
La composicin de personajes que son espejos, representaciones o parodias del
mismo autor, le brinda a Piglia la oportunidad de interpretar y criticar el sentido de lo
que est escribiendo. Pero, adems, la utilizacin de personajes que se repiten a lo
145
112
largo de sus obras, crea un sistema de vasos comunicantes entre sus relatos,
extendiendo los sentidos particulares en una red ms amplia que acaba por incluir toda
la tradicin literaria a la que se subsume.
Esta repeticin de caracteres iguales, equivalentes o semejantes a lo largo de sus
diferentes obras convierte toda su produccin narrativa en una unidad. Ms all de la
novela ro balzaciana que mantena una cierta linealidad realista, la clase de relaciones
ni lineales, ni unvocas que establecen estos personajes tpicos a travs de distintos
relatos, dan un carcter multidimensional al conjunto de las narraciones piglianas,
como la descripcin de un solo mundo ficticio, un espejo curvo que parece referirse a
su contexto real y se enlaza con l de mltiples formas.
1.2.2. Narrador enmascarado
113
como narrador y autor que se deja ver en su discurso y no duda en tomar la palabra
para introducir temas sobre literatura, principalmente sobre las estrategias narrativas y
sobre problemas de lectura.
Es un intento de darle una vuelta a la sentencia, ya referida aqu, en la que
Roland Barthes describe el lugar del narrador: El que habla (en el discurso) no es el
que escribe (en la vida) y el que escribe no es el que es, haciendo que quien habla y
quien escribe dejen de ocultar al que es.
Por supuesto, estas estrategias de desdoblamiento incrementan el grado de
incertidumbre de la narracin al difuminar la figura del narrador, ya que ni siquiera
podemos estar seguros de quin es el que habla en cada tramo de la lectura. Incluso
cuando parece que el narrador es el mismo Piglia, existen seales en la estructura de la
narracin que desmienten su identidad, as ocurre de manera muy marcada, por
ejemplo en Encuentro en Saint-Nazaire, donde la voz narrativa podra ser en
realidad la de Stephen Stevensen o la de su hermana Ericka, cuando aparentemente el
narrador parece ser el mismo Piglia. Esta compleja estructura narrativa se deja ver, por
ejemplo, en los comentarios entre parntesis que alguien, (que puede ser cualquiera de
los tres posibles narradores mencionados) hace sobre las fotos que dej Stephen
Stevensen en la residencia:
Ac, yo creo, l no se da cuenta de que alguien lo mira; que no se d cuenta
no lo transforma.
(l, naturalmente, es Stephen Stevensen) (P. P., p.108).
114
148
Esta metfora aparece constantemente en diferentes textos de Piglia, ver el apartado de recurrencias en este
mismo trabajo (I, 4.3.1, a)
115
116
Las cartas que compara, o finge comparar Luca Nietzsche, (P. P., pp. 55-60)
hablan en algunos momentos del futuro y hacen profecas sobre las desgracias que
vendrn. Son textos profticos, utopas oscuras dirigidas al porvenir, y se emparientan
con las profecas de Stephen Stevensen. Son las cartas que un preso que escribe a
Evita Pern y las cartas que Nietzsche escribe a su hermana, para Luca estos dos
remitentes son visionarios que han alcanzado la visin clara del futuro, venciendo en
su opinin a la incertidumbre149.
Arocena, espa que trabaja para el rgimen y personaje de una novela planeada
en el siglo XIX, es un lector paranoico de cartas ajenas que le llegan del futuro y que
trata de descifrar. Por cartas se conocen Maggi y Renzi, protagonistas de Respiracin
artificial que nunca se vern cara a cara, y establecen una relacin entraable por
correspondencia. Entre las cosas que encuentra Piglia en el departamento de La
149
Acerca del tema de un preso que escribe, Piglia cuenta una historia sobre la recepcin de Prisin Perpetua
que resulta un reflejo de la realidad en la ficcin: El caso ms extrao que me pas a m es que cuando publiqu
Prisin perpetua me empez a escribir un preso desde la crcel. Porque, claro, el libro se llama Prisin
perpetua y l pens este libro debe ser para m; entonces, ley el libro y me empez a escribir. Mantuvimos
una correspondencia mientras l estuvo preso. Pas siete aos preso; a los dos aos de estar preso me empez a
escribir. A veces llegan cartas de lectores; yo en general no contesto, pero en el caso de l me pareca que s, que
haba que contestar. La correspondencia se convirti en una conversacin sobre literatura con un lector que
dispona de todo el tiempo, obviamente, que al mismo tiempo estaba interesado en escribir y fue una experiencia
rarsima, interesantsima, porque por supuesto era alguien que no vena de la literatura, y la manera en que l lea
los textos era muy personal. . . , Crtica y ficcin, p. 199.
117
Maison de Saint-Nazaire, hay una carta incompleta, la segunda pgina de una carta no
enviada, una comunicacin interrumpida que ofrece una fuente de indicios sobre un
personaje, como una forma ms inmediata de reconocer la extravagante personalidad
de Stevensen. Leer esa carta, dejada como en un olvido inocente para que Piglia la
encontrara, es como asomarse a una intimidad de modo subrepticio.
Las cartas que Luca lee al Pjaro Artigas en Prisin perpetua, aunque luego
se revelen como falsas, son un modo de ceder la voz del narrador y adoptar un
lenguaje ms cercano a la oralidad y, por lo tanto, a la experiencia ms directa.
Las cartas tienen ese rostro ntimo de lo inmediato, cuando se incluyen en la
literatura nos dan la impresin de estar ms cerca de los personajes, sin que medie
intervencin del autor. En las cartas no existe un discurso mediador entre el lector y el
autor, de modo que no hay intervenciones que condicionen la personalidad del que
escribe la carta. Cuando un escritor presenta una carta se convierte al escribir en el
personaje mismo y es un modo de escapar de su propia subjetividad. Para la digesis,
el uso de las cartas significa un acercamiento ms directo con la experiencia real, con
un lenguaje ms cercano y verosmil, con un enfoque ms individual. Las cartas son
adems una forma de acercarse a la intimidad de los personajes, porque tiene un
destinatario que por lo general no es el lector. Son una forma de invadir otra
intimidad, de ah que brinden un sabor de transgresin, que permite as una gran
cercana con los personajes y sus vivencias.
118
151
150
151
119
120
121
pas152. Pero estas opiniones tambin valen para sus novelas, donde lo no dicho, lo
desconocido, lo oculto es fundamental.
Lo no dicho, lo que uno no cuenta, forma parte del libro de una manera tan
intensa como lo dicho. La dificultad est en que eso que no se cuenta est
presente153.
122
falso), que Enrique y Luciano Ossorio aparezcan como personajes dominados por su
terror a la incertidumbre y sus narraciones sean un intento de superar su miedo. Todos
estos personajes de alguna manera hacen un intento por superar su condicin de
incertidumbre. Ya sea intentando predecir el futuro inmediato; ya sea buscando la
manera de detener el fluir de la vida y registrar la experiencia; ya sea desafiando a la
muerte de la conciencia con ayuda de la tecnologa; ya sea escribiendo y revisando La
Historia.
Aracely Rodrguez opina que Piglia lleva este principio generador, la
incertidumbre, ms all, al grado de que en realidad no hay una historia en las
narraciones: El lector enfrenta la imposibilidad de reconstruir la historia porque no la
hay 155. La observacin de Rodrguez nos parece exagerada y paradjica, nosotros no
creemos que se trate de historias vacas, pero s que cada narracin es una pieza,
fragmentada a propsito que el lector tendr que ir ensamblando para poder
reconstruirla. Todo est all, pero hay que saber mirar, y hay que estar dispuesto a
buscar.
Aceptar la incertidumbre como un rasgo potico y un principio generador es
155
Aracely Rodrguez, Op. cit. p. 77. La autora lleva an ms lejos su propuesta y agrega que: La narracin as
vista cumple una funcin diferente, no ya la de mostrar una secuencia hecha, sino la de buscar tal secuencia. La
de la bsqueda del conocimiento por medio del enfrentamiento con los hechos en bruto, an sin explicacin.
Como lectores no tenemos la clave para entender los signos que enfrentamos. Ni el narrador la conoce. Piglia
narra varias historias que bien pueden ejemplificar esta situacin, como la de un tren cargado de atades que
cruza en medio de la noche; todos ven en esa narracin, no clara, no creble, no coherente, un signo de otra cosa:
la realidad que viven aquellos que oyen la historia le da sentido a algo que no lo tendra. En el caso de los textos
de Piglia, la realidad que los rodea, como repertorio del texto, est conformada por los otros textos literarios y
por el contexto socio-cultural: son los acontecimientos histricos, sociales y literarios que relacionamos con
ciertas fechas, con ciertos lugares.
123
esencial para conseguir una lectura rica de la obra de Piglia. Slo as se comprender
la importancia de lo que no est dicho, de lo que falta o est oculto y hay que
descubrir, cuando no reconstruir. El lector ideal que nos sealan estas obras requiere
una disposicin especial para tolerar la incertidumbre y no desanimarse ante lo que no
parece evidente, pues se ver frente a la exigencia constante de ejercer su creatividad y
su juicio. La participacin del lector es un componente artstico de la obra que est
incluido en el proyecto literario de Piglia, y no es posible acceder a estas obras desde
una posicin de lectura pasiva e ignorando su circunstancia.
1.2.6. Verdad y ficcin.
La obra de Piglia est llena de ejemplos en los que parece difcil distinguir lo
cierto de lo falso. Citas inventadas o apcrifas, junto a referencias reales, falsas
introducciones o prlogos de obras existentes, notas al margen ficticias en medios
especializados, datos equvocos junto a hechos corroborables, nombres falsos para
124
Ver por ejemplo Jos Manuel Gonzlez lvarez, Op. Cit., p. 268, dnde afirma que: La escritura de Piglia es
una celebracin del simulacro narrativo y del artificio, y aqu la idea de falsedad se antoja determinante.
157
Del libro Otras inquisiciones, en: Obras completas. Emec, Buenos Aires, v. 2, p. 146 y ss.
125
158
126
como el autor de Luba, por una lectura confiada del texto de Piglia162.
Cuando los crticos descubrieron que Luba era una calca muy apegada del
cuento Las tinieblas de Andreiev163, algunos incluso llegaron a pensar que haba
ocurrido un verdadero plagio164. Ante las dimensiones de la confusin, el mismo Piglia
decidi finalmente zanjar el asunto:
Yo publiqu ese libro en el 75, y como vi que nadie descubra este enigma, en
una conferencia dada en 1982 revel cmo era el problema (porque para m, si
no se descubra esto, el relato no funcionaba). Lo que en realidad se cuenta all
es la historia de un hipottico plagio () No olvidemos que Brecht hizo, una
165
vez, la defensa del plagio .
162
Aden W. Hayes, La revolucin y el prostbulo: Luba de Roberto Arlt, Op. cit., pp. 141-147.
El juego filolgico creado por Ricardo Piglia sali perfectamente. A los crticos no les llam la atencin que
el ttulo del cuento que public Kostia coincida con el ttulo del tomo de Ricardo Piglia; tampoco suscit inters
la alusin a Leonid Andreiev, y mucho menos significaba problema que la publicacin de Ricardo Piglia estaba
catalogada como serie de relatos, por lo tanto Homenaje a Roberto Arlt tambin debera ser un relato de
Ricardo Piglia. Agnes Cselik. El secreto del prisma: La ciudad ausente de Ricardo Piglia. Budapest, Academia
Kiado, 2002, p. 11.
164
Una discusin muy interesante sobre el tema se da entre Ellen McCraken (El metaplagio y el papel del
crtico como detective: Ricardo Piglia inventa a Roberto Arlt y Rplica) y Mara Eugenia Murdrovcic
(Respuesta a Ellen McCracken), en el libro de Jorge Fornet (ed.), Ricardo Piglia , pp. 93-117.
165
Ariel Madrazo Entrevista a Ricardo Piglia, Atenea, Revista de Ciencia, Arte y Literatura de la Universidad
de Concepcin, Chile (Atenea). 1996, enero-junio, 473, p. 96.
163
127
persona166.
128
129
literaria tiene una percepcin particular, una capacidad para descifrar esas
ficciones que han venido ocultas en su carcter. Las ficciones del Estado, las
ficciones que suelen movilizar cierto tipo de consensos, son presentadas
como si fueran verdaderas171.
171
Ibd., p. 225.
130
Bertold Brecht, Escritos sobre teatro, Buenos Aires, Nueva Visin, 1970.
Ver: Vctor Shklovski, El arte como artificio, en Tzvetan Todorov (antol.) Teora de los formalistas rusos,
Siglo XXI editores, Mxico, 1999, pp. 55-70.
173
131
174
Bertold Brecht, Las cinco dificultades para decir la verdad, La Insignia, 22 de enero de 2004, en lnea,
http://www.lainsignia.org/2004/enero/cul_062.htm
175
dem.
132
176
133
177
134
Ausente (C. A., p. 10): no tena treinta aos pero pareca un viejo de sesenta, con el
crneo afeitado y la mirada obsesiva, tpicamente inglesa, los ojitos estrbicos
cruzados en un punto perdido del ocano ; y finalmente el carcter artstico de la
elaboracin tcnica de la obra se pondr en evidencia como una forma de evitar la
identificacin y avivar el espritu crtico. Esta revelacin es constante en la obra de
Piglia, la hace Ossorio al reflexionar sobre su novela a lo largo de la primera parte de
Respiracin artificial:
Un descubrimiento. Me paseaba por el cuarto, de un lado al otro, tratando de
olvidar este dolor, cuando de pronto comprend cul debe ser la forma de mi
relato utpico. El protagonista recibe cartas del porvenir (que no le estn
dirigidas).
Entonces un relato epistolar. Por qu este gnero anacrnico? Porque la
utopa, ya de por s, es una forma literaria que pertenece al pasado. Para
nosotros, hombres del siglo XIX, se trata de una especie arcaica, como es
arcaica la novela epistolar. A ninguno de los novelistas contemporneos (ni
a Balzac, por ejemplo, ni a Stendhal, ni a Dickens) se le ocurrira escribir
una novela utpica (R. A, p. 84).
Otro ejemplo lo vemos al principio de El fluir de la vida (P. P., p. 51), donde
el narrador corrige ante nuestro ojos la forma de comenzar la narracin.
Estrategias de distanciamiento semejantes tambin eran recomendadas por
Macedonio Fernndez, quien aspiraba a una literatura que no pretendiera engaar al
lector, engatusarlo con recursos retricos que pudieran marear su inteligencia.
Macedonio pretenda lograr un efecto de desidentificacin que apuntara a una
verdadera conmocin conciencial (opuesta a la conmocin emocional aristotlica):
Ese estado de nimo, el mareo de la personalidad en el lector, slo la
literatura, la intelectualstica, no la cientfica, puede darlo, y es el primer
hecho de la tcnica literaria []. En suma, una novela es un relato que
135
interesa sin que se crea en l y retenga al lector distrado para que opere
sobre l , de tiempo en tiempo, la tcnica literaria, intentando el mareo de su
sentimiento de certidumbre de ser, el mareo de su yo.179
179
136
180
El distanciamiento brechtiano es una percepcin poltica de la realidad. Brecht dice: " Una imagen
distanciada es aquella en la que se reconoce al objeto, pero al mismo tiempo se le ve extrao". Distanciar es un
proceso que permite describir los procesos representados como procesos extraos. Transforma la actitud
aprobatoria del espectador -basada en la identificacin- en una actitud crtica. Para Brecht aqu radica la
desalineacin ideolgica del teatro pico: Margarita Ferro, El teatro de Bertold Brecht
(o el artificio de la realidad), Escaner Cultural, Santiago de Chile, Noviembre de 2000:
http://www.escaner.cl/especiales/teatro.html.
181
Ricardo Piglia. Tres propuestas para el prximo milenio (y cinco dificultades). Mxico, Fondo de Cultura
Econmica, 2001, p. 36
137
dem.
138
historia que retrasa la revelacin sobre el posible crimen de Ratliff que al final no
acabamos de conocer de ningn modo tajante. Se trata entonces de un uso consciente
de una digresin suspensiva tradicional. Pero en general no se trata slo de un recurso
retrico puntual, sino de una constante de estilo. En La ciudad ausente, el discurso de
la mquina es esencialmente digresivo, como en los sueos, y pasamos de una historia
a otra o de un discurso a otro sin mediacin alguna. En Respiracin artificial la mayor
parte del texto est ocupado por digresiones que permiten llenar el hueco de lo que no
se quiere decir y enriquecen el sentido de la espera. Es una forma de eludir lo que
todos saben y prefieren callar.
La digresin ms importante est en el tema mismo de esa primera parte. Lo
que desencadena la historia -como sabemos es la novela de Renzi, La
prolijidad de lo real. Es ella la que convoca a Maggi, la que le permite
entrar en escena; pero si por un momento parece que la historia de Maggi
ser la dominante, l, que es a su vez destinatario de otros textos (los de
Enrique Ossorio), no tarda en desviar nuestra atencin hacia esa figura del
siglo XIX. Ya en esta primera parte, sin embargo, se anuncia el tipo de
digresin "gratuita" que se potenciar en la segunda183.
183
139
Tiempos mltiples de la
narracin
186
Ver., Paul Ricur. Tiempo y Narracin I La configuracin del tiempo en el relato histrico, Op. cit.
140
necesita que la realidad sea narrada para comprenderla; no basta con conocer el
lenguaje, slo la temporalizacin y el orden de la narracin nos permite humanizar la
percepcin de la realidad. Para los usos tcnicos de la escritura, esto significa que el
tiempo no es lineal, ni nico y que su concepcin y su carcter varan de acuerdo con
el desarrollo y las necesidades de la narracin.
En las narraciones de Piglia la temporalidad est condicionada por otros
elementos, como la perspectiva y la focalizacin, de modo que, si estas varan y no son
estables durante el relato, la temporalidad tambin presentar rasgos de incertidumbre,
como ocurre con la experiencia real.
En las nouvelles, por ejemplo, el final de la historia en la intriga no est al final
de la nouvelle sino antes, en donde terminan los marcos continentes, y luego hay un
relato que aparenta cierta independencia, cuenta otra historia como si no se tratara del
mismo relato. As ocurre en Prisin perpetua, dnde el joven protagonista cuenta la
historia de cmo conoci a su iniciador en la literatura, Steve Ratliff, la historia
termina y luego como en un apndice introduce el cuento El fluir de la vida; tambin
es as en Nombre falso dnde el acadmico que cuenta cmo consigui el texto
indito de Arlt, al terminar su relato incluye el propio cuento etiquetado
explcitamente como un apndice; en Encuentro en Saint-Nazaire, se cuenta
primero la historia del encuentro del joven escritor, recin instalado en la Maison des
crivains et traducteurs, con Stephen Stevensen, el anterior inquilino, y una vez
concluida la historia de este encuentro se incluye el diario de Stevensen. En todas estas
141
142
143
144
Temas y recurrencias
188
145
Los reduccionismos no son siempre una enfermedad y en este caso aspirar a una
sntesis, un esquema o a una serie de etiquetas o temas responde a la bsqueda de un
mapa para descifrar, visitar y desglosar ahora s en toda su riqueza el mundo propuesto
por el autor sin perderse en el intento. Por eso la idea de la investigacin que
proponemos consiste en tematizar las recurrencias entre las obras de Ricardo Piglia
para darles un sentido posible.
A partir del anlisis de los textos se realizarn comparaciones de los relatos del
corpus tratando de establecer con la mayor claridad posible cules son las recurrencias
encontradas en los diferentes niveles de la estructura formal y del significado del texto,
cmo son estas estructuras repetidas, cmo evolucionan a travs de la sucesin
diacrnica de las narraciones y cul es el sentido que mantienen, as como sus
189
Alejo Carpentier, "Apologa de la novela policaca", en Por la novela policial, seleccin y prlogo de Luis
Rogelio Nogueras, La Habana, Editorial Arte y Literatura, 1982, p. 187.
190
Roland Barthes. S/z, Mxico, Siglo XXI, 1980, pp. 98-100.
146
cambios. Tambin se buscarn las relaciones que establecen con sus referentes reales o
ficticios y sus posibles sentidos. Para ayudarnos en esta comparacin se tomar como
gua el proyecto iniciado por uno de los ms importantes crticos de Piglia, detective
por vocacin, Edgardo H. Berg191, as como el de uno de los grupos de estudio sobre el
autor ms consolidado, el de Nicols Bratosevich192. En ambos proyectos se han
realizado algunas comparaciones histricas de los tpicos recurrentes en la obra de
Piglia de los que tomaremos ejemplo. En este contexto se considerarn las persistentes
alusiones culturales de Piglia a otros autores y otras obras literarias como seales que
indican el modo en que quiere ser ledo el autor; es decir, como signos que actan en
el proceso de construccin del sentido del texto y no como referencias acadmicas con
significado puramente referencial, objetivo y externo. Esto es importante pues es
comn que se considere estas referencias culturales de Piglia como una ostentacin
erudita y no como una necesidad de la narracin. Tenemos la conviccin de que los
nombres de los autores en las narraciones de Piglia funcionan regularmente del mismo
modo que cualquier otro smbolo y son, por lo tanto, parte del sentido de la obra.
Al utilizar el mtodo de la comparacin, que tambin se sugiere varias veces en
Prisin perpetua, podemos localizar elementos a los que la simple recurrencia otorga
un carcter especial, y elementos a los que la carga cultural otorga un carcter distinto,
ms rico de lo que parece a primera vista, y que va ms all del lenguaje en s, pues
192
147
193
148
149
150
Peces fuera
del agua
151
abstracto, personal, los signos son el nico aire que respiran. (P. P., p. 135)
Y lo que se quiere decir es que la vida de los signos es ms real para algunos
que la experiencia directa del mundo. Los smbolos son el aire abstracto en el que slo
los mejores, los genios jvenes quiz, pueden sobrevivir y escapar del sinsentido y de
la nada.
Son seres que producen su propia experiencia artificial: los signos son el nico
aire que respiran (P. P., p. 135). Por eso cuando estos jvenes se hacen viejos y se
llenan de experiencia real, se vuelven estriles y se acercan a la muerte. La imagen de
los seres perdidos, como las golondrinas que observa Stevensen, se repite en los patos
que cuida Karl Unger en Princeton al final del relato, patos que han extraviado el
194
Ver, por ejemplo: Ricardo Piglia, Prisin perpetua, pp. 135, 153 y 142; y La ciudad ausente p. 127.
152
rumbo y estn destinados a la muerte, porque no han sabido leer los signos del
invierno: [Los patos] caen congelados sobre la nieve, boqueando como peces (P. P.,
p. 155). Es lo mismo que le pasa a Stevensen durante las crisis en que se encierra en
un cuarto de hotel y se asla del mundo. Piglia siempre ha proclamado que los talentos
de los grandes genios y de los buenos escritores brillan ms en la juventud una idea
en la que Nietzsche asoma nuevamente los bigotes, incluso tratndose de su propia
obra:
No me parece que un escritor escriba mejor a medida que avanza o que
mejore con los aos (a menudo es ms bien al revs)195.
195
153
Luz en la
ventana
196
197
154
155
tren.
Eso fue todo, Una especie de coincidencia sin importancia. (P. P., p.114)
Lenguaje
hologrfico.
156
Algunas de las recurrencias que encontramos recogen temas que interesan como
muestras de una teora de la lectura y por lo tanto se convierten en indicaciones para la
definicin del lector ideal. Por ejemplo, la que se refiere a la capacidad hologrfica del
lenguaje, que hipotticamente nos permitira reconstruir un texto y su contexto a partir
de un pequeo fragmento o frase. Uno de los microrrelatos que recoge Piglia de Ratliff
(P. P., p.41) dice:
Haba un historiador que recolectaba proverbios y mximas. Pensaba que
estas frases annimas eran ruinas de grandes relatos personales. Estaba
convencido de que si lograba reconstruir la situacin y el contexto real en
que se haba originado por primera vez cada expresin, lograra reconstruir
la verdadera historia del pas.
Esto evidentemente es una seal para el lector y le indica que cada trozo de
lectura, cada prrafo, cada frase, est conectada con todo lo dems en el relato, y nos
157
En La ciudad ausente esta teora de algo que contiene el germen de todos los
mensajes se lleva al extremo al proponer la existencia de los nudos blancos, una
especie de predeterminacin primigenia codificada en la materia. En Encuentro en
Saint-Nazaire hay un asesino, Stevensen?, que sufra una propensin gentica, a la
violencia escrita en los huesos del crneo (P. P., p. 153 en la entrada TEJER), lo que
nos recuerda la escritura primordial y biolgica, el lenguaje oculto de la naturaleza
escrito en los caparazones de las tortugas. En La ciudad Ausente, se nos habla tambin
de patrones primitivos que estn en el fondo de todos los lenguajes y de todo lo vivo:
198
158
159
160
dem.
Sonia Mattalia, La ficcin paranoica: el enigma de las palabras en Daniel Mesa Gancedo, Op. cit., p. 113.
202
Ana Gallego Cuias, Op. cit. http://www.crimic.paris-sorbonne.fr/actes/dc/gallego.pdf , p. 1.
201
161
Por otro lado el complot que hostiga constantemente al individuo desde el poder
como una presencia constante, construye el imaginario de la amenaza y de la vida
cotidiana puesta en permanente peligro. El sentimiento de opresin y de persecucin,
omnipresente en la conciencia de los personajes, determina muchos de los rasgos de la
potica de Piglia que hemos expuesto hasta ahora, como el ocultamiento, las mscaras,
las digresiones o la aparente fragmentacin del discurso narrativo que tiende a eludir el
ncleo oculto de la narracin. Todo para esquivar el control o para crear una tensin
con nuestras concepciones habituales.
La ficcin paranoica podra entenderse como una modalidad literaria que
vislumbrara diagnsticos estticos sobre el estado de la cuestin de las
relaciones entre el sujeto y el Estado en las sociedades contemporneas. [...]
De esta manera, podemos entender a la ficcin paranoica como una
modalidad literaria que, en continuidad con el gnero policial, tematizara a
la paranoia, como una enfermedad de nuestra poca, la sociedad de
control204.
203
Daniel Link, Prlogo en El juego silencioso de los cautos. Buenos Aires, Ed. La Marca, 2003, p.13.
Ana Llurba, La ficcin paranoica como negantropa del saber, en Antroposmoderno el 19/03/08,
http://www.antroposmodern.com/antro-articulo.php?id_articulo=1136 .
204
162
205
163
Pero en Piglia los argumentos que invitan al lector a realizar una interpretacin
minuciosa aparecen sistemticamente y lo temores de ejercer una sobreinterpretacin
deben dejarse a un lado cuando el texto advierte constantemente que es necesario
permanecer en una alerta paranoica. El mismo autor propone una lectura detectivesca.
Como tema explcito la paranoia es una recurrencia muy frecuente en las
narraciones piglianas. Todos los personajes viven el mundo como una amenaza, una
especie de complot en contra del individuo. As, Stephen Stevensen muestra
constantemente rasgos paranoides, como el padre de Piglia, quien, al principio de En
otro pas, seala: Tambin los paranoicos tienen enemigos! (P. P., p. 13).
En la entrada Sitiada, de Encuentro en Saint- Nazaire, la joven militante
que busca su contacto clandestino se repite a s misma una letana de supervivencia:
207
208
164
Estoy paranoica, hay que estar paranoica, hay que desconfiar de todo lo que uno
piensa (P. P., p. 150). Desconfiar de todo, constituye la mxima de supervivencia ante
el control del poder. El exconvicto de En otro pas que recuerda la crcel advierte
del alcance del control social, y lo magnifica a travs de la lente de la elipsis al utilizar
un sujeto plural indefinido: Saben que un hombre dbil se convertir en esclavo.
Quieren ver qu pasa con el espritu de rebelda en condiciones de extrema presin
(P. P., p. 37). En realidad, el ambiente opresivo y la paranoia constituyen parte de la
atmsfera general de su universo narrativo. En Respiracin artificial esta paranoia se
encarna en el personaje de Arocena, que lee las cartas ajenas buscando huellas de
complots contra el poder y convierte a todos los dems en sospechosos.
Esta figura del detective paranoico, que representa el descalabro de la
interpretacin y de la ley, es uno de los usos del policial con los cuales
Piglia hace emerger la pugna entre ficciones literarias y ficciones estatales.
Desde aqu, ser posible contar otra investigacin que nunca se pudo
publicar: la del filsofo polaco Tardewski, quien descubri en viejos
anaqueles los rastros de un encuentro mitolgico entre Hitler y Kafka en la
Praga de 1809, cuando Hitler quera ser pintor209.
Pero en el resto de los personajes la paranoia en los relatos de Piglia est ligada
a la facultad de ver y descifrar lo que realmente pasa, es decir, de desentraar el
complot que se urde desde el poder a fin de ordenar la realidad de acuerdo con su
conveniencia. La ciudad ausente es una visin exasperada del complot y la paranoia,
all el temor es como el aire, y todos estn siendo siempre vigilados, Junior se queja de
la constante vigilancia vigilan siempre, aunque sea intil (C. A., p. 18)
209
165
210
211
Ibd. p. 121.
Ver Pablo Fuentes. El relato paranoico, en Crisis, n. 59, 1988, pp. 36-40.
166
II.
Una vez hecho el recuento que nos permite revisar las caractersticas generales
y las principales claves de la obra narrativa de Piglia, procedemos a un breve anlisis e
interpretacin del sentido de cada una de las obras del corpus, con nfasis en sus
diferencias con respecto al modelo que hemos dibujado. El modelo nos ofrece un
marco de contraste que nos permitir ver con mayor claridad las particularidades de
cada una de las narraciones que vamos a analizar y nos ofrece, adems una gua
general de lectura.
En este captulo, el objetivo, por un lado, es percibir la forma en que cada obra
particular asume los rasgos generales a los que nos hemos referido o se aparta del
modelo; y, por otro lado, proponer algunas claves para la interpretacin del sentido de
cada obra, as como nuestras propias interpretaciones, desde la nocin de lector
detective que el propio Piglia establece. Es decir se trata de un intento de recobrar lo
que no est dicho, de resolver el enigma.
167
1.
Nombre falso
168
Esta nouvelle apareci por primera vez bajo el ttulo de Homenaje a Roberto
Artl, incluyendo el apndice Luba, en Nombre falso (Buenos Aires, s. XXI, 1975) y
la segunda en Prisin perpetua (Buenos Aires, Sudamericana, 1988). En esta edicin
Homenaje a Roberto Arlt y Luba, aparecen en el ndice como dos textos
independientes dentro del apartado Nombre falso.
La versin definitiva de Nombre falso, que ya inclua los cuentos que integran
la coleccin actual, es la de Seix Barral de 1994. En esta edicin los dos relatos que
componen Nombre falso ya no aparecen mencionados en el ndice, con lo que se
subraya su interdependencia como partes de un cuerpo mayor. Esta edicin es la base
de la que public Anagrama en 2002 y es la que voy a utilizar en este trabajo.
Es interesante mencionar cmo durante las sucesivas ediciones el ttulo y la
relacin que guardan las partes que conforman el texto varan. Parece que a Piglia le
interesaba sealar la dependencia de Luba con respecto a Homenaje, lo que
resulta lgico pues la existencia de Luba slo se justifica en el contexto
preestablecido por Homenaje, de ah que se anteponga al ttulo la palabra
apndice. Jorge Fornet explica este cambio en el ndice por razones que tienen que
ver con la historia de su recepcin:
Este paulatino cambio implica una sustitucin de prioridades semnticas: el
centro ya no estar ocupado por Arlt sino por el tema de la falsificacin.
212
169
Con toda seguridad, el cambio obedece a la recepcin del texto, pues una
vez "descubierto el secreto" que ocult durante un tiempo, cobr nuevo
sentido. Adems, el propio ttulo "Nombre falso" es la expresin ms
elocuente de esta incertidumbre o zigzagueo nominal213.
170
Quiere decir que se dio el gusto de escribir un texto de Arlt. Porque claro,
el texto es suyo.
S, es mo. Se trata de un dilogo entre un anarquista que vena escapado y
una puta. Ah el relato se transform. De un relato que tena como eje esa
conversacin con este individuo que haba conocido a Arlt pas a ser un
texto sobre manuscritos de Arlt215.
215
216
171
1.1.
Aden Hayes ha comentado algo similar con respecto a la obra de Arlt, cuando
en su ensayo se queja de los constantes hallazgos de inditos de Arlt hasta el punto de
que en 1968, se public otro relato indito, Viaje terrible [], sin embargo esta obra
no es indita ni mucho menos, ya que el mismo autor la public antes de morirse218.
Desde el principio de Homenaje a Roberto Arlt se nos advierte que se trata de
217
172
173
Segn esta teora las relaciones que la narrativa establece con formas de
discurso no literarias son mucho ms productivas y determinantes que las que tiene
con su propia tradicin, con otras formas de literatura o con la realidad bruta de la
historia220.
En el caso de Nombre falso, el texto imita (parodindolos) algunos rasgos de
los trabajos acadmicos especializados. El relato presenta un inicio a manera de
introduccin, con los antecedentes de la bsqueda del narrador; tres partes
numeradas correspondientes a las tres partes tradicionales de una exposicin
dialctica: tesis, anttesis y sntesis; una cuarta parte donde se exponen las
conclusiones finales, en este caso la resolucin del relato; y un apndice. Incluso
presenta un aparato crtico con notas a pie de pgina y referencias bibliogrficas; si
bien las notas hacen un uso creativo de su espacio y suelen combinar datos reales y
verificables con datos ficticios o con comentarios que agregan sentido simblico al
texto que comentan.
El relato tiene las partes y la apariencia de un ensayo, comn, pero slo la
apariencia, pues el discurso expositivo se deja paulatinamente de lado en beneficio de
la narracin de una intriga casi policiaca. Todas estas partes son interdependientes y
ninguna tiene existencia autnoma justificada, aunque en alguna edicin anterior
219
220
174
Nosotros diramos mejor que no se trata slo del viejo recurso, pues aunque el
marco es real e indiscutible, tambin es cierto que los dos relatos establecen
numerosas relaciones temticas. Lo que no se puede dudar es la interdependencia que
tienen entre s, ya que uno justifica la existencia del otro. Lo mismo opina Di Meglio:
Ante este panorama de mltiples escrituras y re-escrituras, podemos pensar
en el papel de Piglia, creador de toda esta compleja trama, como personaje
que elabora tal ficcin para publicar un cuento bajo el nombre de Arlt que
no haba sido escrito por l. As, el crtico (o escritor fracasado segn la
concepcin arltiana), justifica su lugar, su funcin y su relacin con la ley
y la verdad en un proceso dual: sigue las huellas de su objeto al mismo
tiempo que borra las suyas. De esta manera no se trata, entonces, del
tradicional recurso narrativo del relato dentro del marco de otro relato, sino
ms bien de una relacin mltiple de relatos que se entrelazan en algn
punto. Son relatos que se copian entre s y se generan mutuamente222.
El texto comienza con una introduccin que nos expone el proyecto del
protagonista, un crtico literario que posteriormente se identifica como Ricardo
Piglia, de preparar un tomo en homenaje a Roberto Arlt a los treinta aos de su
221
Jos A. Rodrguez-Garrido, Sobre la cuestin del homenaje: Arlt y Piglia, en Ricardo Piglia:
Conversacin en Princeton, p. 59.
222
Mariangel Di Meglio, Op. cithttp://www.ucm.es/info/especulo/numero31/nombrefa.html.
175
muerte que contenga material indito. Aparece una relacin detallada de los textos que
se van a incluir y que van desde el primer reportaje de Arlt, hasta Luba, el texto
final.
Colocarse el autor a s mismo como protagonista de una historia sobre crticos
literarios es coherente con la idea del autor de que los crticos suelen hablar de s
mismos cuando hablan de sus lecturas:
En cuanto a la crtica, pienso que es una de las formas modernas de la
autobiografa. Alguien escribe su vida cuando cree escribir sus lecturas. No
es la inversa del Quijote? El crtico es aquel que reconstruye su vida en el
interior de los textos que lee. La crtica es una forma posfreudiana de la
autobiografa. Una autobiografa ideolgica, terica, poltica, cultural. Y
digo autobiografa porque toda crtica se escribe desde un lugar preciso y
desde una posicin concreta. El sujeto de la crtica suele estar enmascarado
por el mtodo (a veces el sujeto es el mtodo) pero siempre est presente. Y
reconstruir su historia y su lugar es el mejor modo de leer crtica. Desde
dnde se critica? Desde qu concepcin de la literatura? La crtica siempre
habla de eso223.
176
225
177
226
178
publicado finalmente con un nombre falso y una falsa atribucin. En esta parte
conocemos a Kostia, el personaje ms complejo de la historia. En el apartado 4, que
corresponde a la conclusin, el investigador hace una recapitulacin de los hechos y su
condena a los actos de Kostia, as como su determinacin de publicar el texto de
Luba, a pesar de la cantidad de sospechas que rondan su autora.
El texto en cuestin es presentado como un apndice, para marcar su
subordinacin a la historia precedente, pues lo ms importante de todo no es el texto
en s, sino la historia del posible plagio y sus implicaciones.
Durante la investigacin que hace el narrador recibe indicios importantes sobre
la verdadera naturaleza del cuento. En las cartas que encuentra en el cuaderno, Arlt le
manda el texto a Kostia para pedirle su opinin y este le contesta: No podras
encontrarle una vuelta que sonara menos San Petersburgo? (la puta y el anarquista, oh
Dios mo, cundo te vas a decidir a leer a Proust?) (N. F., p. 128). Luego, cuando
platica con Nacaratti sobre la relacin de Kostia y Arlt, este le cuenta cmo solan
pelear porque Kostia se burlaba de su aficin a la literatura rusa: Estaban hablando de
la literatura y cada vez que Kostia nombraba a Los siete locos finga equivocarse. Che
le deca Kostia. Por ejemplo en Los siete ahorcados. Lo joda con Andreiev
(p.135).
La misma extraa actitud de Kostia era bastante elocuente, pero el narrador la
interpreta como la forma de actuar de un estafador. No obstante ya era sospechoso por
no haber querido publicar antes el cuento: Yo de haber sido Max Brod hubiera
179
227
Edgardo Berg. El relato ausente (sobre la potica de Ricardo Piglia), en Elisa Teresa Calabrese y otros.
Supersticiones del linaje. Genealogas y reescrituras. Rosario, Beatriz Viterbo, 1996, p. 143.
180
228
181
229
182
ambientes anarquistas230.
230
La influencia de la narrativa rusa en Roberto Arlt es notabilsima. Est documentado que en la biblioteca de
su barrio (sa en la que robara Silvio Astier, el protagonista de El juguete rabioso), tuvo oportunidad siendo muy
joven de leer a muchos de estos autores que luego marcaran y conformaran su propia literatura. Detengmonos
un momento en su aguafuerte La madre en la vida y en la novela, en la que rememora el estreno de la pelcula
La madre, basada en la novela de Gorki (Y como otras muchas cosas, esta exaltacin de la madre, esta
adoracin de la madre, llegando casi a lo religioso, se la debemos a los escritores rusos, afirmar Roberto Arlt),
y acaba citando al tambin escritor ruso Leonid Andreiev. Mara Dolores Adsuar Fernndez, Roberto Arlt y el
arte de ocupar la vidriera del caf en Tonos, revista electrnica de estudios filolgicos, n XIII, julio, 2007.
http://www.um.es/tonosdigital/znum13/index.htm.
231
En este punto Fornet reconoce una virtud en la lectura equvoca de Hayes: Hayes, que haba publicado un
libro sobre Arlt (Roberto Arlt: la estrategia de su ficcin) y que es, por tanto, un conocedor de su obra, logra
sacarle partido al cuento, Analizndolo como autntico, detecta relaciones que los dems crticos han pasado por
alto, Haca falta un acercamiento como el suyo para descubrir que 'Luba" poda haber sido escrito por Arlt y para
confirmar el triunfo de la ficcin. Jorge Fornet. El escritor y la tradicin, p. 35.
183
232
184
233
Ver : Qu'est-ce que la proprit? Ou Recherche sur le principe du Droit et du Gouvernement, ditions tops,
H. Trinquier, Paris, 2003 9 edicin, disponible tambin en lnea en http://kropot.free.fr/Proudhonpropriete.00.htm
234
Nel Luna, Informe a la academia: Piglia y Arlt, en Ricardo Piglia: Conversacin en Princeton, p. 53.
185
Como hemos dicho antes, en Nombre falso las notas hacen un uso creativo de
su espacio y suelen combinar datos reales y verificables con datos ficticios o con
comentarios que agregan sentido simblico al texto que comentan.
La nota al calce como para la rica tradicin que va de Borges a Puig no
opera siempre como precisin o como lugar de la autorizacin erudita, sino
como superficie de una trama propia que cuestiona, parodia, ironiza o critica
algunos supuestos de la trama principal. En la nota al calce Piglia maneja
distintos materiales, desde la referencia a ediciones apcrifas, como la
supuesta edicin de las cartas de Roberto Arlt, con seleccin, prlogo y
notas de Emilio Renzi, hasta referencias a textos reales de cuyos
contenidos y testimonios se nutre la trama235.
Ibd, p. 54.
Ver Jorge Fornet, El escritor y la tradicin, p. 48.
186
237
238
Ibid., p. 50.
Nel Luna, Op. cit., p. 53.
187
fictivo del relato. Algunos crticos como Di Meglio lo sealan con claridad:
A lo largo de todo el relato correspondiente a las dos partes que organizan y
dividen Nombre Falso, la cita a pie de pgina cobra un importante lugar y
es un espacio de enunciacin (no marginal ni desechable) donde se revelan
verdades ocultas. La misma, estrechamente vinculada con los textos
apcrifos borgeanos, no opera siempre como precisin o como lugar de la
autorizacin erudita (por esto se entiende la recurrencia a la cita de
autoridad), sino como superficie de una trama propia que cuestiona,
parodia, ironiza o critica algunos supuestos de la trama principal en el texto
en cuestin239.
Con este uso de las citas, Piglia satiriza contra los usos abusivos de los mtodos
expositivos convencionales y advierte de la necesidad de permanecer alerta y hacer
cualquier lectura con espritu paranoico.
En los textos expositivos, las citas bien referenciadas, con notas a pie de pgina
verificadas y claras, de acuerdo con criterios convencionales duros, son la principal
fuente de autoridad y sustentan la veracidad de lo que se expone, una de sus funciones
principales es justamente la de acreditar la propiedad intelectual de lo que se dice.
Utilizar un aparato crtico construido sobre la parodia, la mentira, la burla sarcstica y
la imaginacin creativa libre es atentar contra una de las instituciones acadmicas
mejor asentadas y contra la nocin misma de la propiedad intelectual. Se trata de un
relato alternativo y rebelde contra lo establecido y las versiones oficiales. Nombre
falso es un alegato contra el pensamiento de apropiacin, que es la base de la cultura
burguesa, y el mejor homenaje posible a Roberto Arlt.
Otro modo de manipular la verosimilitud del relato y acercar la ficcin a la
239
188
Christian Estrade, Op. cit., p. 3. : Les trois textes et les trois signatures prsents dans lagencement de
Homenaje a Roberto Arlt assemblent une machine narrative fonde sur la coexistence de plusieurs noncs
dans lespace du rcit , todas las traducciones son mas.
241
Christian Estrade, Op. cit., p. 3 : Ce cahier est sans doute le meilleur exemple des laboratoires dcriture
que Ricardo Piglia aime dissquer dans ses nouvelles. Il constitue un espace multiple qui nous permet de voir
dun seul regard la gestation de lcriture dArlt, son fonctionnement et sa dynamique, dy lire aussi sa vie. La
multiplicit est renforce ici par la prsence de trois noncs, de trois critures, trois signatures et finalement de
trois temporalits .
189
190
Entonces supe que Kostia era viejo amigo de Arlt, que haba crecido con l
en Flores, un barrio bonaerense, que probablemente haya participado en las
aventuras primeras de El juguete rabioso. Antes haba sealado: Kostia es
una de las personas que he conocido personalmente, hasta el lmite de
intimidad que l impona, ms inteligentes y sensibles en cuestiones
literarias. (El texto de Onetti fue incluido por Jorge Lafforgue en Nueva
narrativa latinoamericana 2, Buenos Aires, Paids, 1972, p. 386.)(N. F., p.
127).
Este Kostia de Onetti, por supuesto, es un antecedente del Kostia de Piglia, pese
a sus posibles diferencias:
242
Paul R. Jordan, "Pero lo que yo escribo no tiene nada que ver con lo que hace Arlt": la ficcin de Onetti But
what I write has nothing to do with what Arlt does: Onetti's fiction, Estudios Filolgicos, N 32, 1997, pp. 93103.
191
243
Idem.
192
193
El tema aparece mencionado entre los papeles de Arlt al principio del primer
captulo de "Homenaje a Roberto Arlt ": "En medio de la multitud, en la jungla de la
ciudad, imaginar a un hombre cuyo destino y cuya vida estn en poder de otro, como
si los dos estuvieran en un desierto"(N. F., p. 104). Y es un tema que tiene un
antecedente en un ensayo de Borges sobre Nathaniel Hawthorne245.
Genz (el protagonista de La caja de cristal) reconoce no saber por qu no
previno al nio del dao. As, uno podra creer que Genz no lo previno,
porque estaba atrapado con la visin de Rinaldi, que lleg en el momento
preciso. Y, en este sentido, Rinaldi es, de cierta manera, el instigador del
crimen, al igual que en el caso del crimen de Matilde/Lisette (remarcamos el
doble nombre para un solo personaje al igual que el de Martnez/Martina del
mismo cuento), cometido por Lettif246.
Rinaldi convierte a las almas dbiles en su reflejo y las obliga de algn modo a
hacer el mal sin que l tenga que mancharse las manos. Como abogado debera
defender la verdad y sin embargo jams aceptar que fue l quien indujo a Lettif a
convertirse en asesino.
La caja de vidrio es explicita sobre este sujeto, el narrador extradiegtico,
244
Magali Sequera, Op. cit. : Mais surtout, comme nous lavons avanc prcdemment, Rinaldi est un double
diabolique notons quil est surnomm un Fausto terrenal dans les brouillons dArlt-, tant dans La caja de
vidrio que dans Nombre falso, car l encore, cest lui qui pousse Lettif au crime, cette fois explicitement : La
deuda crece como un lazo de sangre. Rinaldi hace entrar en esa mente virgen la idea del crimen.
245
Ver Jorge Fornet, El escritor y la tradicin, p. 50.
246
Magali Sequera, Op. cit. : Genz reconnat ne pas savoir pourquoi il na pas prvenu lenfant du danger.
Ainsi, on pourrait croire que Genz ne le prvient pas, parce quil est happ par la vision de Rinaldi qui arrive ce
moment prcis. Et, en ce sens, Rinaldi est dune certaine manire linstigateur du crime, tout comme il lest par
rapport au crime de Matilde/Lisette (remarquons le double nom pour un seul personnage tout comme
Martinez/Martina du mme conte), commis par Lettif.
194
247
Magali Sequera, Op. cit.: La caja de vidrio est explicite ce sujet, le narrateur intradigtique Genz nest
quun double de Rinaldi. Nous allons voir que ce premier couple se reflte dans le second, celui de Nombre
falso : Rinaldi/Lettif. Rinaldi apparat travers ses doubles, comme un personnage aux visages multiples, un
tre dmultipli, dessinant ainsi limage dun verre bris en mille morceaux.
195
248
Omar Borr, Roberto Arlt y la crtica (1926-1990). Estudio, cronologa y bibliografa, Buenos Aires,
Amrica Libre, 1996. Esto tambin lo menciona Fornet, El escritor y la tradicin, p. 51.
196
una concepcin borgiana de la literatura, a una arltiana 249. Fornet encuentra los
rasgos del policial negro en los apuntes de Arlt y en las vicisitudes del protagonista.
En el marco de este endurecimiento del relato a medida que transcurre, el protagonista
se va convirtiendo ante nuestra vista en un ser menos honesto, movido por intereses
egostas:
No hay que olvidar el desplazamiento mismo de la investigacin; si al
comienzo el narrador trabajaba por el deseo de hacer la edicin de la
obra de Arlt, al final termina comprando el texto ms importante y
estableciendo una relacin turbia con Kostia, convertido en personaje
del bajo mundo. Pero en el fondo, las cosas no funcionan de esa manera
y las reglas del gnero policial estn alteradas. Al principio, el narrador
reconoce que, despus de pasar largas jornadas en la Biblioteca Nacional
y de establecer correspondencia o entrevistar a quienes pudieran darle
alguna informacin, coloc varios avisos en peridicos anunciando mi
intencin de comprar cualquier material indito de Arlt"250 .
197
252
253
Ibd., p. 63-64.
Aden W Hayes, Op. cit., p. 144.
198
1.2.
Narrar la experiencia
Si bien los personajes establecen complicados lazos con otros personajes de esta
narracin, de otras narraciones de Piglia, as como de personajes y situaciones tomadas
de la tradicin literaria extratextual, existe un marco que estabiliza la narracin a
travs del uso de una perspectiva dominante. A diferencia de las otras dos nouvelles de
Piglia, que juegan con las perspectivas, con el foco y con la identidad del narrador, en
esta la estructura de la enunciacin es relativamente ms estable.
Existe un narrador dominante, una primera persona que escribe desde la
posicin de testigo y protagonista, que frecuentemente asume un tono expositivo de
autoridad acadmica, y que se mantiene como la voz autorizada durante toda la
narracin, esta posicin le permite manejar la verdad a su conveniencia, pues, en su
afn de persuadirnos, muestra todo el tiempo un solo punto de vista que suele callar
justamente la explicacin de los detalles que no le convienen. Este narrador,
254
199
200
255
201
Pero este narrador no conserva su calidad tica a lo largo del relato, en realidad
su camino moral es descendente ante los ojos del lector. No slo es dudosa la
autoridad de este narrador como portador de la verdad y ejemplo de la tica,
principalmente porque sus acciones y sus mtodos para obtener la informacin y
tienden a convertir los documentos en mercancas dudosas, que hay que conseguir
como sea, incluso a travs de oscuras transacciones en el mercado negro.
El narrador, por su parte, sigue el camino opuesto. l llega [] a conocer el
plagio, y aun as no pone reparos en publicarlo como un indito arltiano. En
primer lugar "traiciona" a Arlt; en segundo, engaa al lector ocultndole el
secreto que encerraba el cuento. Incluso se torna muy ambiguo. Si al final
reconoce haber encontrado la razn "que haba decidido a Kostia a publicar
el relato de Arlt con su nombre"(N. F., p. 155), no dice cul es. No se
produce aqu, por consiguiente, ninguna relacin de complicidad con el
lector. El narrador-detective termina convertido en criminal259.
Fornet encuentra una relacin entre este narrador llamado Ricardo Piglia y el
protagonista de Los papeles de Aspern de Henry James, pues al final nuestro
investigador est tan obsesionado que nos recuerda a aquel personaje que, rayando ya
la locura, es capaz de hacer cualquier cosa por obtener los inditos del poeta muerto260.
Aunque la novela no se menciona por su ttulo, en una conversacin con Kostia, este le
258
202
cuenta a Piglia como fue aquella semana con Arlt en 1942 y hace una velada
referencia:
Ya vamos dijo l. Vino a casa, s se pas una semana aprendindose de
memoria a Henry James. Quera escribir as, pero le sala otra cosa (N. F.,
p.140)
Nombre falso es un relato sobre la vanidad del crtico y por extensin, una
crtica a ciertos usos de la cultura burguesa sujeto a la lgica del mercado, que har
cualquier cosa por obtener un poco de prestigio, reconvencin muy arltiana contra los
usos y costumbres de la investigacin crtica, con su sistema de jerarquas basadas en
el prestigio, sus rituales y sus disciplinas. Eso s, como todos los verdaderos
criminales, este crtico nunca se declarar culpable.
Hay que sealar, por otro lado, que el pathos del crtico fracasado est
cargado de un tono pardico irreprimible: lo que se pretenda como
desinteresada bsqueda de la verdad cede ante el marcado sesgo personal
del inters del crtico. Hay ah, como veremos, un ocultamiento. Una vez
(des)cifrado el enigma, vuelve a afirmarse el lugar del crtico como lugar de
la verdad 261.
261
203
262
263
204
Esta versin tan cercana a los hechos se corresponde en cierto grado con la
verdad, pues el autor Ricardo Piglia est jugando con la propiedad intelectual en el
lmite de la ley cuando presenta su versin del texto de Andreiev como presuntamente
cometida por otro escritor, convertido en un personaje de ficcin (su Arlt) en el
contexto de una historia ficticia y lo presenta en la forma de un texto de investigacin,
desde una posicin de autoridad acadmica. El juego es casi un desafo a la norma, una
toma de posicin frente a la privatizacin del lenguaje, un caminar por el borde de los
abismos legales.
A quin atribuirle esta nota aclaratoria, esta explicacin no solicitada? de
algn modo he sido sometido a la misma prueba que Max Brod (N. F., p. 144, nota
16) A Piglia el personaje ficticio, narrador, testigo y protagonista de los hechos
relatados en la ficcin? A Ricardo Piglia, el autor? El engao est tan bien realizado
que no es difcil entender los tropiezos que la crtica tuvo al principio con esta obra,
pues es imposible no preguntarse en una primera lectura, y si todo esto fuera verdad?
Es evidente que el tema de la ficcin y la realidad, en este caso, no slo est
vinculado, sino que incluso se sustenta en el de la falsificacin y el plagio.
Hay un ejemplo revelador: cuando Kostia aparece por primera vez en el
264
Ibd., p. 57.
205
cafetn, concluye uno de sus parlamentos del modo siguiente: "Hay una
frase de Goethe, respecto a este estado, que vale un Per. 'T me has metido
en este ddalo, t me sacars de l'. Es lo que anteriormente le deca". La
cita es una copia casi exacta de un fragmento del aguafuerte "La terrible
sinceridad". Esto implica, adems de una intromisin de la realidad en el
discurso ficcional, el tema del plagio, dado que Kostia probablemente
est plagiando la frase de Arlt 265.
206
Lector cmplice
Ahora bien, el crimen de robar el secreto a Piglia desde una lectura cuidadosa,
del mismo modo como l ha robado su saber a otros, resulta impunible, pues lo que
se puede robar durante la lectura no resulta nunca una prdida sino una multiplicacin
de sentidos y de conocimiento, slo a travs de hacernos sus cmplices y ejercer la
268
dem.
207
usurpacin del saber ajeno podemos construir y narrarnos el secreto. As que para
leer Nombre falso y enriquecernos con la lectura debemos hacernos cmplices del
autor. Ello implica la aceptacin de que no existe un parmetro nico para la verdad, y
que, sin embargo, hay un sentido en todo lo que se dice. Implica aceptar la paradoja de
una lectura compleja, pues al mismo tiempo que debemos tener disposicin para
suspender la incredulidad, debemos mantenernos alertas hasta la paranoia para poder
percibir las seales que el autor nos manda desde su escritorio, para desmentir su
propia ficcin.
En nuestro tiempo el escritor se cree el centro del mundo. Macanea a gusto.
Engaa a la opinin pblica, consciente o inconscientemente. La gente que
hasta experimenta dificultades para escribirle a la familia, cree que la
mentalidad del escritor es superior a la de sus semejantes. Todos nosotros,
los que escribimos y firmamos, lo hacemos para ganarnos el puchero. Nada
ms. Y para ganarnos el puchero no vacilamos en afirmar que lo negro es
blanco y viceversa. La gente busca la verdad y nosotros le damos moneda
falsa. Es el oficio, el mtier. La gente cree que recibe la mercanca
legtima y cree que es materia prima, cuando apenas se trata de una
falsificacin burda, de otras falsificaciones que tambin se inspiraron en
falsificaciones (N. F., p. 100).
208
La idea, por supuesto, es que el lector se encargue de buscar las ligas con los
precursores del texto e intente por s mismo resolver el misterio. Se trata de una labor
de reconstruccin, de concretar lo que no aparece, sin lo cual es muy difcil una
representacin coherente del relato. Piglia nos envuelve as en un juego preparado con
toda conciencia, premeditado y ventajoso. Un juego que slo es posible gracias a la
minuciosa elaboracin del programa de lectura, de las sutiles guas que nos ayudan a
descubrir lo que se ha elidido conscientemente. Piglia se concibe a s mismo como un
autor que procede quitando, en lugar de aadiendo.
Narrar con elipsis, no darlo todo de manera explcita. Hemingway dice que
es necesario haber contado lo que est implcito en la historia. Para ello no
basta con dejar en blanco cualquier momento. Al contrario, es como si un
fragmento de la historia hubiera sido escrito, y luego suprimido. No es se
exactamente el mecanismo, uno no escribe la historia entera y luego
suprime, pero es as como funciona. El sentido de la supresin es que lo
elidido tambin forma parte del relato270.
Piglia, sin embargo, no deja slo al lector en este juego de reconstruccin, sino
que constantemente ofrece seales que puedan servir de gua acerca de cmo quiere
ser ledo. En el caso de Nombre falso hay una insistencia importante en el papel del
crtico como detective, y en los elementos y recursos de la novela policiaca.
Si yo he hecho algo con el gnero, ha sido trabajar el modelo de la
investigacin fuera del esquema del delito: poner la investigacin como
269
270
209
271
210
De este modo Piglia crea en el lector la expectativa de que esta nouvelle debera
ser leda como un texto expositivo (como de verdad ha sido leda por algunos de sus
primeros crticos) y no como una obra de ficcin. Pero esta expectativa ambivalente es
tomada por el lector apercibido como un acuerdo de lectura con una narracin ficticia.
Esa es la trampa en el fondo de esta nouvelle. La trampa fue diseada con tal acierto
que las primeras lecturas crticas no tuvieron fcil va para descifrar el plagio, y menos
an el complicado entramado de las autoras ficticias. Nel Luna (1976) fue de los
primeros que pudieron ver la clave de la trama:
Luba no es un texto escrito por Arlt, sino por Andreiev. Qu me lleva a
pensar esto? Primero, en los das que Arlt supuestamente escribi el cuento
haba ledo o pensaba comprar Las tinieblas de Andreiev (159), como
consta en una lista escrita en su cuaderno. Segundo, Kostia ridiculizaba a
Arlt: segn Nacaratti, lo joda con Andreiev. Ello enfureca a Arlt
sobremanera (167). Tercero, en la caja de metal que aparece al final de la
historia, en la que se encuentra el manuscrito incompleto de Luba, se
encuentra tambin un ejemplar de Las tinieblas de Andreiev. Parece que
fue el nico texto de la lista que Arlt pudo comprar y que haba ledo en
esos das en que supuestamente haba escrito Luba. Mi hiptesis es que
Arlt, siendo coherente con sus ideas anarquistas sobre la falsificacin,
plagi el cuento de Andreiev. Ms bien, lo reescribi274.
211
no todos los crticos han opinado as. Andreiev era un autor cuyos textos circulaban
entre los lectores porteos de principios del s. XX, y que de hecho influy
sobremanera en la literatura de Arlt, como lo hicieron Gorki, Chejov y Dostoievski, de
ah que la idea de usar como modelo el texto de Andreiev para componer un cuento
indito de Arlt resulte muy natural, y no, como supone Hellen McCracken en un
crtica temprana de la obra, que se trata de una eleccin arbitraria destinada a
confundir al lector , "al elegir un pre-texto inusual, Piglia subvierte las convenciones
culturales"275. En realidad es evidente que Andreiev era un escritor conocido en el
contexto literario de Roberto Arlt y que l mismo era un lector apasionado de la
literatura rusa:
Su pasin por la narrativa rusa era tal, que en algunos crculos literarios era
llamado El pequeo Dostoievski. Su pasin por este novelista ruso era
harto conocida y perceptible, y podemos ver cmo Crimen y castigo y Los
demonios trazan un interesantsimo paralelismo en su produccin literaria.
Sus personajes parecen sacados de las profundidades dostoievskianas, de
esas Memorias del subsuelo que dcadas ms tarde tanto influirn en
Ernesto Sbato en la redaccin de El tnel. Roberto Arlt es el jugador
dostoievskiano condenado a escribir crnicas periodsticas y aguafuertes
para poder pagar sus deudas276.
A Piglia le interesa la crtica que se hace desde el punto de vista del escritor, la
que se enfoca en las estrategias y recursos que funcionan en la obra que se est
leyendo. Cuando Piglia se propone escribir como Arlt est poniendo en prctica sus
lecturas de este autor, hacerlo requiere construir un personaje autor que ser una
275
Ellen McCracken, "Metaplagiarism and me critic's role as detective: Ricardo Piglia's reinvention of Roberto
Arlt", en PMLA, n. 106, 1991, p. 1073.
276
Mara Dolores Adsuar Fernndez, Op. cit. http://www.um.es/tonosdigital/znum13/index.htm.
212
mscara del autor real. Piglia no encuentra mejor manera de realizar un homenaje que
haciendo escribir a este personaje suyo a su vez como si fuera otro autor que l mismo
admira. La doble mscara ha quedado tan bien construida que es difcil percibirla en
una primera lectura. Para ello hay que conocer algunos rasgos de la potica de Arlt.
En esta relacin Arlt-Piglia podemos ver como ste ltimo pone en juego en
el texto en cuestin, ciertos postulados arltianos, jugando con ellos y
requiriendo as, la participacin de un lector activo conocedor de ambas
poticas277.
La crtica temprana de Nombre falso, aun cuando dio sus necesarios palos de
ciego, tuvo un punto de vista que no se volver a repetir y sus esfuerzos dieron con
puntos muy interesantes para apoyar la interpretacin de la obra, como lo que
concierne a la relacin, sealada por No Jitrik, entre la pasin de Arlt y la razn de
Borges:
Se produce aqu una sntesis de lo esencial de los dos modelos; es Arlt en
los ambientes, en los personajes (estafadores, prostitutas sanas y
anarquistas), en el lenguaje al mismo tiempo preciso y ambiguo, pero
tambin es Borges en la construccin narrativa, en la concepcin misma del
relato [que] depende de un ncleo clsicamente borgiano, la obtencin de un
texto supuestamente perdido y, por lo tanto, de lo que ah se desprende:
bsqueda e investigacin para llegar a l, exactamente como en "Examen de
la obra de Herbert Quain" y los fragmentos iniciales de "Tlon, Uqbar, Orbis
Tertius"; mediante Borges, Piglia puede hacer algo con Arlt pero no porque
persiga una asociacin ingeniosa sino porque la asociacin est autorizada
por todo lo que puede haber en comn entre Arlt y Borges, mucho ms de lo
que suele preocupar a la crtica, satisfecha con la existencia de todas las
oposiciones aparentes278.
213
modo forzada. Incluso diramos que era necesario y hasta natural establecerla. Se trata
de una relacin complementaria. En el mapa narrativo de Piglia, Arlt y Borges
efectivamente ocupan puestos contrarios y complementarios, es una clase de relacin
que ya otros autores han manejado.
Dice Roberto Bolao que Arlt es un ruso, un personaje de Dostoievski,
mientras que Borges es un ingls, un personaje de Chesterton o Shaw o
Stevenson. No es ningn descubrimiento. Si Borges hubiera nacido en el
seno de una familia prusiana y hubiera sufrido el maltrato de un padre,
alejado de su nodriza y sin el eterno referente de un antepasado que jams
luch en Junn, la historia habra sido distinta. Las dos ciudades de Dickens
se proyectan en las figuras de Borges y Arlt. Para Borges, era el mejor de
los tiempos, la edad de la sabidura, la poca de las creencias, la era de la
luz, la primavera de la esperanza. Todo lo posea. Para Arlt, era el peor de
los tiempos. La locura, la incredulidad, las tinieblas, la desesperacin.
Borges caminaba en derechura al cielo, y era Arlt el que se extraviaba por el
camino opuesto279.
Los enlaces usados por Piglia tambin se refieren, de manera directa o velada a
otras obras suyas. Hay una frase de Arlt en los papeles que Martina da a Piglia, que
pertenece a una autobiografa de 1929 y que ya se haba utilizado como epgrafe de
Jaulario y de La invasin: "A nosotros nos ha tocado la misin de asistir al crepsculo
de la piedad"(N.F., p. 122).
Piglia hace decir a Kostia una cita de un ensayo suyo, "Roberto Arlt: una crtica
de la economa literaria: "Cuando Arlt confiesa que escribe mal, lo que hace es decir
que escribe desde donde ley o mejor, desde donde pudo leer"280.
Otro referente importante de esta historia, que se menciona apenas y como
279
280
214
Por eso se vuelve un tema obsesivo para el narrador la cuestin del plagio, es
decir, de los derechos de propiedad asociados al texto. Precisamente porque para
convertirlo en un objeto con valor de cambio es necesario que no haya dudas sobre
quin es el verdadero propietario, no precisamente autor, del texto, es decir, a quien
corresponde explotar la propiedad intelectual. Por ello se justifica pagar dinero a
cambio de los papeles inditos. Los valores estticos clsicos, principalmente la
cuestin de la pureza y la gratuidad del arte, quedan aqu soslayados.
La posicin del crtico-narrador puede parecer cnica, pero l no hace sino
cumplir su funcin dentro del entramado de circulacin comercial de la literatura en la
cultura burguesa. Una pieza de la maquinaria capitalista donde el valor de todas las
cosas se resume en dinero. A esto se ha referido Jimnez Garrido:
281
215
Por la misma poca que escribe Nombre falso, Piglia difunde en sus ensayos
una preocupacin por el papel de la economa en la circulacin de la literatura y en las
relaciones sociales. Lo cual parece una preocupacin constante de Piglia quien en un
artculo de 1974 sobre la literatura norteamericana, ha definido la influencia literaria
a partir de la aprobacin, de la herencia, pero tambin del robo, del plagio, en ltima
instancia, de la propiedad"283.
Esto es claro en sus ensayos sobre Roberto Arlt284. La crtica que hace sobre el
autor aborda las relaciones entre la propiedad y la literatura, como en su introduccin a
El juguete rabioso285, as como en otros ensayos que ha escrito sobre Arlt. Y es que
para Arlt este era un tema que ocupaba su pluma con constancia. Pensemos en Astier,
el protagonista de El juguete rabioso, quien no tena para comprar libros y deba
alquilarlos y entra a la biblioteca para robarlos. En esa novela vemos como, muy a su
pesar, Silvio Astier se ve forzado a trabajar en una srdida y oscura librera, para l un
282
Ibd., p. 60.
Ricardo Piglia, "La autodestruccin de una escritura", en Crisis, nm. 15, 1974, p. 61.
284
Ver por ejemplo: Literatura y propiedad en la obra de Roberto Arlt, en La Opinin, Buenos Aires, 1-41973, pp. 10-11; y tambin: Roberto Arlt, la ficcin del dinero, en Revista Hispanoamericana, Buenos Aires,
1974.
285
Ver Roberto Arlt, El juguete rabioso, Buenos Aires, Espasa Calpe, 1994 (edicin de Ricardo Piglia).
283
216
286
287
217
A estas alturas de la Historia es imposible escribir cualquier cosa sin que ronde
el fantasma de otro escritor en nuestras palabras, esto es algo que Piglia conoce muy
bien. Si la creacin implica el uso de lo que ya hemos ledo, no hay una escritura
inocente, pero, por eso mismo, tampoco hay delito que perseguir.
Lo bsico para m es que esa relacin con los otros textos, con los textos de
otro que el escritor usa en su escritura, esa relacin con la literatura ya
escrita que funciona como condicin de produccin est cruzada y
determinada por las relaciones de propiedad. As, el escritor enfrenta de un
modo especfico la contradiccin entre escritura social y apropiacin
privada que aparece muy visiblemente en las cuestiones que suscitan el
plagio, la cita, la parodia, la traduccin, el pastiche, el apcrifo. Cmo
funcionan los modos de apropiacin en literatura? Esa es para m la cuestin
central y quizs la parodia debera ser pensada desde esa perspectiva289.
218
291
Rita Gnutzmann, Ricardo Piglia o la crtica literaria como relato detectivesco, p. 526.
219
2.
Prisin perpetua
Se narra un viaje o se narra un crimen
qu otra cosa se puede narrar?
Ricardo Piglia, Crtica y ficcin
220
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Christian Estrade, Op. cit., p. 3 : Entre Nombre falso et Prisin perpetua, ce nest pas tout fait le mme
crivain qui rinvestit la forme de la nouvelle. Bien sr, entre les deux critures, lArgentine a vcu lpisode le
plus sombre de son histoire contemporaine et Ricardo Piglia a publi en pleine dictature lun de ses romans les
plus emblmatiques, Respiracin artificial, un roman politique, de rsistance et de dnonciation, qui renouvelle
compltement les relations entre roman et histoire.
221
Como nouvelle que es, Prisin perpetua no es una sola historia, redonda y
acabada, como sera la de un cuento, sino una narracin ms compleja. Est compuesta
de dos partes, la primera es una narracin marco de la segunda bajo el ttulo de En
otro pas, que cuenta la relacin del joven narrador protagonista, alter ego del mismo
Ricardo Piglia (aunque no se menciona nunca su nombre), primero con su padre y
luego con Steve Ratliff, el singular personaje que lo inicia en la literatura, lo que ha
llevado a algunos a decir que se trata de un relato autobiogrfico muy elusivo. La
segunda es una narracin escrita por el narrador de la historia-marco sobre el secreto
de Steve Ratliff con el ttulo de El fluir de la vida. Pero las complicaciones no
terminan all, pues bajo el ttulo de En otro pas, que hemos identificado como
marco, se recogen tres partes, dos de las cuales son a su vez marco de sendas series de
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Ricardo Piglia entrevista con rica Montao Garfias. "La inteligencia nunca es ajena a sentimientos y
pasiones: Piglia en La Jornada, Mxico, D. F., 21 de enero de 2007, p. 16. Disponible en lnea:
http://www.jornada.unam.mx/2007/01/21/index.php?section=cultura&article=a03n1cul.
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295
Christian Estrade, Op. cit., p. 4 : Le spectre de cet auteur admir revient ici, mais force est de constater
quil sagit l dun inconnu et non pas du romancier le plus important de la littrature argentine du XXe sicle .
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As mismo, otro rasgo sealado por el autor para este gnero viene de que estos
relatos estn enmarcados en otra unidad narrativa mayor:
La nouvelle mantiene el marco, lo que llamamos el marco en el sentido
clsico de relato oral: alguien est en un bar, viene otra persona y le cuenta
una historia. El marco es el momento en el que esa historia circula. En la
nouvelle el marco existe pero se ha internalizado, est dentro de la historia,
no es, digamos, aquello que est antes de que el relato propiamente dicho
empiece, sino que est incorporado como un elemento interno a la
historia297.
En el caso que nos ocupa, los marcos estn totalmente integrados a la historia
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Ibd., p. 204.
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Christian Estrade, Op. cit., p. 5 : En otro pas dconstruit un texte travers sa lecture ; El fluir de la vida
est un texte qui condense une lecture. Le premier rcit dvoile ainsi au lecteur la source, lavant-texte, dont le
second rcit se fait cho. Leffet de lecture est surprenant car en lisant le deuxime cuento, le lecteur na pas
seulement limpression de connatre tous les lments du rcit, mais galement den saisir tous les rouages,
envahi par le vertige du dj-lu.
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Piglia utiliza este artificio de forma deliberada durante la nouvelle, para retrasar
las revelaciones, por ejemplo, en la tercera parte de En otro pas, cuando estamos a
punto de escuchar de Morn el secreto de la vida de Steve, el narrador parece
digregarse y nos cuenta la historia de la intil, en opinin de Morn, Zanja de Alsina y
su museo, lo cual, adems de simbolizar el sinsentido mismo del azar y la violencia de
la imposicin, retrasa la revelacin sobre el posible crimen de Ratliff, que finalmente
no acabamos de conocer de ningn modo tajante. Es pues un uso consciente de una
digresin suspensiva tradicional.
Por otro lado, la duda del narrador en la entrada es coherente con lo que ha
228
dicho antes sobre cmo se debe narrar esta historia, que en el fondo es una historia
contada por Ratliff, como si fuera sobre otras personas, pero en la que Piglia se declara
co-autor y nos advierte sobre la ficcionalidad de algunas de sus partes.
Varias veces trat de hablar de l y de usar su legado, pero recin hace
tiempo pude escribir un relato sobre Steve. No est nombrado, pero se trata
de l. He reproducido su tono y su modo de narrar. He contado lo que
conozco de su historia y la he entreverado con la ma, como debe ser. (P. P.,
p. 49)
229
encadenado por el azar y por un ambiente opresivo que no permite tomar decisiones
libres.
La mencin de la crcel como espacio real de la accin solamente ocurre en el
microrrelato que empieza Haba un exconvicto, como una representacin de la
opresin en s; no como un lugar determinado o como un espacio concreto donde
ocurrirn las acciones, sino como el smbolo mximo de la falta de libertad, este texto
es emblemtico y se refiere a una forma de narrar que nace de esta sensacin de estar
constantemente vigilado. Es la evocacin ms bien abstracta de un valor anhelado, la
libertad, a travs de su contrario.
En el microrrelato titulado El crneo de cristal la crcel tiene ms bien un
valor arquetpico y un significado sumamente extensivo, que abarca la sociedad
completa. La crcel funciona tambin casi como un sinnimo de control social o
persecucin.
La literatura de Piglia es un altavoz que anuncia y denuncia el mal
caracterstico de nuestro tiempo: el haber pasado de las sociedades del
encierro de Foucault a las sociedades de control anunciadas por Deleuze.301.
230
narra, entre 1955 y 1960. Los hechos del diario suelen referirse al hoy cotidiano del
que anota, pero a veces delegan la voz narrativa en algn otro personaje, como Steve
Ratliff, y con ello tambin modifican el tiempo de la enunciacin.
Esta delegacin de la responsabilidad narrativa en personajes ocurre
principalmente y de manera ms tajante, obedeciendo a su carcter epistolar, en El
fluir de la vida. Sin embargo, al principio el narrador ha dejado bien claro que
estamos ante una ficcin narrativa y por lo tanto los tiempos realmente significativos
son el tiempo de la enunciacin y el tiempo de la lectura. Eso permite el
encabalgamiento de identidades y tiempos al final la narracin, en el que el
protagonista ve el reflejo de Luca con su amante, momento en que la identidad del
narrador cambia sin aviso y se establece una identidad total entre el narrador (Piglia) y
su personaje (Ratliff). Debido a esta fusin de identidades no es posible aseverar a
quin se refiere Piglia cuando dice, al anunciar el cuento, uno de los dos tiene
diecisiete aos (P. P., p. 49), porque sabemos que esa es la edad de Piglia cuando
conoce a Ratliff, pero no sabemos la edad de Ratliff cuando conoce a Luca, y el
cambio de voz y de focalizacin en esta parte (Ver: P. P., p. 60) resulta
desconcertante, precisamente por incierto.
Otra manera interesante de verlo es pensar en el joven Piglia, de diecisiete aos,
que en El fluir de la vida aparece como receptor de la historia de Artigas, e imaginar
el modo en que el relato de Artigas se convierte en una experiencia para l, como toda
lectura es una experiencia real para cualquier lector, al grado de identificarse
231
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absolutos. Por ejemplo, se menciona sobre Ratliff que gan en 1954 el premio ms
prestigioso de cuento en ingls el premio O. Henry. Pero en 1954 el premio fue
otorgado a Thomas Marbry por "The Indian Feather303. El reconocimiento ficticio,
aunque falso, es un modo de darle autoridad al personaje frente a los lectores, para
conseguir de ese modo su credulidad en esa imagen de extraa sabidura. Es la manera
que tiene el autor de acreditar la verosimilitud de su juego creativo.
Las coordenadas culturales del relato, independientemente de que sean
corroborables o no en la historia real, deben atenderse como seales del programa de
lectura, es decir, funcionan como indicios sobre los personajes y tambin como
indicaciones que nos ayudan a realizar una lectura correcta, estas coordenadas
colocan a Ratliff entre los ms grandes del contexto literario norteamericano de
izquierdas de mediados del siglo XX. Se le asocia con Conrad Aiken, ganador del
Nacional Book Award en 1954, y del Pulitzer en 1930; se le asocia con Wystan Hugo
Auden, (el grupo de Auden defenda los derechos civiles de todos los ciudadanos,
Auden era profesor de poesa en Oxford); se le asocia con el crtico ms destacado de
esa poca: Edmund Wilson. Todos poetas y narradores conocidos por su compromiso
social y artstico, todos relacionados con los crculos acadmicos de elite y todos
ganadores de premios importantes que vieron su gloria hacia mediados de los aos 50,
la poca en la que pudieron conocer a Steve Ratliff, as como todos pudieron conocer
303
The O. Henry Price Stories, Past winners list, Anchor books, en Random House,
http://www.randomhouse.com/anchor/ohenry/winners/past.html, consultada el 11 de abril de 2007.
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alguna vez a Sir Stephen Spender, uno de los ms grandes poetas britnicos de la
misma poca y cuyo nombre nos recuerda al de Stephen Stevensen, personaje que
veremos en otras narraciones de Piglia y que guarda semejanzas con Ratliff . O como
dijo el mismo Ratliff:
Narrar, deca mi padre, es como jugar al pker, todo el secreto consiste en
parecer mentiroso cuando se est diciendo la verdad. (P. P., p. 23)
234
escritor304.
Pero Steve no es el nico personaje que se siente preso en esta historia, la crcel
es un tema omnipresente del relato y le da ttulo. Cada personaje se ha construido su
propia prisin: Morn no puede liberarse de su amistad con Ratliff, Ratliff no puede
liberarse de su deuda de amor, el padre del joven narrador no puede liberarse de sus
recuerdos y l mismo no puede liberarse de las historias de Steve, celosamente
guardadas en su mente y en sus diarios:
La imagen de un hombre desterrado, prisionero de una historia siniestra, que
se hunde de un modo manaco en una novela interminable, encierra para m
un sentido que nunca pude terminar de descifrar. A veces imagino la
historia de Steve como un signo oscuro de m mismo. (P. P., p. 19)
304
235
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sentirlo narrar. Porque l fue para m la pasin pura del relato" (P. P., p. 49).
Los personajes mejor determinados de la nouvelle, Ratliff-Artigas, Piglia
joven, el padre de Piglia, Luca Nietzsche, no se caracterizan por estar descritos con
minucia, los conocemos ms por lo que dicen que por cmo son, y no son personajes
que podamos ver realizar acciones concretas. Son personajes cuyos actos principales
son actos de lenguaje, existen para contar las narraciones.
En cambio, los personajes de los microrrelatos, definidos de un plumazo y que
muchas veces no tienen ms representacin que un sustantivo comn, son seres que
realizan acciones desesperadas. El caso extremo de estos personajes-sombra, que son
meros arquetipos, es el de las mujeres que aparecen en los microrrelatos de la segunda
parte de En otro pas. Ninguna tiene nombre, ni profesin, ni ningn rasgo distintivo
especial, pero todas realizan acciones extremas, desde hacer que el I-ching decida cada
acto de su vida, hasta anotar su nombre y telfono en los baos de hombres. Son
personajes de accin, existen para ser narrados. La oposicin entre ambos tipos de
personajes tiene como fin la de hacer evidente la funcin del hecho de narrar: fijar la
experiencia, darle sentido. La experiencia que se escapa del que la vive y que tiene que
narrar otro para desvelar su sentido. Como seala Rodrguez Cerd:
Las perspectivas de estos microrrelatos no suelen ser, sin embargo, las de estos
personajes arquetpicos, sino una alternancia que llega a la con-fusin entre la visin
de Steve y la del joven Piglia. Esta fusin de voces est sealada por el mismo Piglia
en la primera parte de En otro pas, en la que constantemente se pregunta si es l
237
Los personajes hablan con su propia voz, cuando es necesario, sin los
indicadores de dilogo comunes. En otras ocasiones el discurso del narrador se vuelve
impersonal y se parece mucho al que se suele utilizar en las conferencias y los
artculos acadmicos. Esta forma de discurso se justifica porque durante la obra se nos
relata la iniciacin de un joven lector en los secretos de la literatura, as que se impone
el lenguaje expositivo. En esto se diferencian claramente la primera parte de En otro
pas y la segunda. Mientras que en la primera parte presenciamos el flujo de un
monlogo de recuerdos de un personaje, en la segunda parte el narrador est fuera de
la accin. Esto se debe a que la primera parte presenta las entradas del diario del joven,
mientras que la segunda se enfoca especficamente a los recuerdos que ste tiene de
Ratliff, y nos los presenta realizando sus actos de habla, en los que el narrador general
no interviene. En la tercera parte la situacin del narrador cambia radicalmente, pues
se incluye y se compromete en la narracin como parte activa, ahora participa de la
accin y su perspectiva es personal, con focalizacin interna fija. Un narrador mucho
ms ntimo y que nos ofrece ms sus sentimientos y opiniones sobre los secretos de
Ratliff, que los secretos en s. El narrador principal de Prisin perpetua, el joven
Piglia, participa como personaje en la historia pero no es el protagonista, es un testigo,
regularmente la focalizacin reside en otro personaje y as nos lo hace ver: Invisible
238
Los cambios de voz o de foco nos brindan mayor cantidad de matices para una
305
239
expresin ms precisa de una materia compleja que de otro modo tendra que ser
expresada mediante un narrador omnisciente; pues no todos los personajes estn en
posibilidad de contar siempre lo que pasa. Sin embargo, las constantes variaciones del
emisor difuminan la responsabilidad sobre la verdad de lo que se dice y propician la
aparicin de la incertidumbre. En la historia que nos ocupa el papel de informador
capacitado es ocupado por Morn, que cuenta la historia de Steve al joven escritor. En
la primera parte de En otro pas, hay al menos dos ocasiones en que la
responsabilidad narrativa es totalmente delegada en Steve, sin que medie aviso. Es la
parte que va desde la entrada Dos autos hasta El crneo de cristal, aunque en
general el monopolio de la narracin en toda la obra es muy relativo y reina una cierta
incertidumbre sobre quin es el que habla.
Aracely Rodrguez declara sobre este aspecto:
Quin narra si no hay narracin? Si la figura del narrador se ha
desdibujado tanto como la del autor, si el texto ficcional no cuenta ya con
ninguna figura de autoridad que tenga que ver con un significado especfico,
nos enfrentamos a la narracin sin narrador. La voz de todos y la voz de
nadie. La falta de textualidad307.
Acaso no hay texto porque no sepamos todo el tiempo quien habla? Por otro
lado es ms probable aqu, lo mismo que hemos visto en Nombre falso y que
veremos en Encuentro en Saint-Nazaire y en otras obras de Piglia, que el narrador
sea el mismo y que se enmascare, asumiendo otras voces para introducir una mayor
indeterminacin en el relato. Y finalmente, hace falta una voz de autoridad para que
307
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311
243
de Steve.
En otro pas el joven escritor, que inicia su diario, descubre la ficcin que
est implcita en sus palabras puestas sobre la hoja en blanco. En apariencia
no se detiene extasiado ante su hallazgo, pero a partir de ese momento
justifica y explica su vida entera. Con ese descubrimiento se ve arrojado
de la inocencia en el actuar y se da plenamente a la reflexin. Su quehacer
se convierte, desde ese instante de lucidez, en una observacin constante y
cclica de su relacin con la literatura. Se examina a s mismo mientras
produce palabras e historias del mismo modo que lo han hecho antes
infinidad de hombres. Sobre todo, se lee a s mismo casi de la misma
manera en que ha ledo a los otros. Y la escalada ya no se detiene porque
empieza a verse vindose escribir y vindose leer. Empieza a teorizar as
sobre su actuar y despus se reconoce teorizando312.
244
245
prefigura y ofrece un ejemplo de cmo podra ser el lector ideal: alguien que conoce,
pues lo vive, el contexto de la literatura norteamericana.
Sin este conocimiento puede resultar difcil establecer los vnculos que
relacionen las partes aparentemente fragmentarias e independientes que componen el
texto, lo cual es una de las tareas primordiales del lector de nouvelles: En la nouvelle
es el lector quien tiene que narrar314.
Otra implicacin de esta circunstancia particular es el de la conciencia de estar
leyendo un texto que se nos presenta como una traduccin, o como la representacin
de un texto en ingls, una convencin artstica, con todo lo que esto implica, como
ya lo observ Aracely Rodrguez:
La otra deduccin que hacemos es ms compleja pues a pesar de que en el
relato se indique: Por l [Ratliff] conoc la literatura norteamericana y por
l me puse a aprender la lengua en la que estoy hablando con ustedes. El
lector se encuentra con un texto en espaol, lo est leyendo en este idioma.
Aqu se abren varias expectativas que es necesario tomar en cuenta al
momento de la lectura: a) Se trata de una traduccin b) El ustedes al que
se refiere, tambin se comunica en esa otra lengua, o c) Se trata de un
discurso representado315.
2.3.
314
315
246
libro de las adivinaciones (I-Ching), desde los poetas norteamericanos de los aos
cincuenta del siglo XX hasta el utpico W.H. Hudson. Desde el pobre doctor Cuenca,
hasta Hortense Calisher y Robert Lowell, en fin, un conocimiento amplio y una
inagotable curiosidad, parecen ser los requisitos del lector ideal de esta nouvelle.
Para m la literatura es una de las experiencias ms intensas que conozco,
sobre todo en esta poca, en la que habra que ver qu debe entenderse por
la vida habra que matizar la definicin de experiencia no?. Esa
tensin entre literatura y vida ha sido clsicamente, desde Cervantes, desde
Flaubert, el tipo de debate que ha desarrollado la novela (la novela es ese
debate en realidad). Y por eso se puede encontrar esta cuestin en escritores
que uno admira muchsimo, en Kafka, por supuesto, en Faulkner, en Proust,
pero tambin en Hortense Calisher, en Sylvia Plath. Todo este asunto de qu
quiere decir ser un escritor, qu quiere decir dedicar la vida a la literatura.
Qu es lo que uno se pierde?316
Sin embargo, los autores mencionados son finalmente una lista finita, y
constituyen un paradigma esttico muy determinado que podramos caracterizar
porque todos ellos escribieron sobre lo que significa ser escritor, y contribuyeron a
forjar este concepto de la literatura como experiencia, experiencia artificial. Este
grupo de escritores nos da pistas para comprender mejor la forma en que este texto
est escrito y cules son sus preocupaciones esenciales. Constituyen una parte crucial
del programa de lectura implcito.
Pero no es la nica parte, adems de la referencia a los autores mencionados
hay que tomar en cuenta las indicaciones sobre la lectura y la escritura que aparecen a
lo largo de la obra, especialmente hacia el final de la primera parte de En otro pas,
316
247
en la entrada titulada La leccin del maestro (P. P., p. 27). Esta leccin nos ensea
cmo debe acercarse uno a un texto con una historia fragmentada.
El mensaje principal para el lector parece ser que no debe conformarse con la
aceptacin pasiva de lo que aparentemente dice el texto literal, que lo que percibimos
es slo una parte de lo que hay que comprender y que el resto hay que reconstruirlo,
que lo que se presume como verdad puede no tener que ver con la realidad objetiva:
Una leccin no era una leccin refinadsima? Esa mujer me ense todo lo
que s. Me ense a no confundir la realidad con la verdad, me ense a
concebir la ficcin y a distinguir sus matices, me ley cartas apcrifas o
verdaderas y me cont historias, las historias que yo quera or, todo un
verano. (P. P., p. 60)
Por ejemplo: las cartas que Luca Nietzsche lea al Pjaro acerca de la hermana
de Nietzsche, Elizabeth Fster, son desmentidas en la narracin como invenciones de
una loca, pero dichas cartas existieron en la realidad, aunque aqu aparecen
modificadas, recombinadas, algunas frases del filsofo son reales y todo el caso del
rencor de Nietzsche por su hermana es un hecho histrico, as como su residencia en
Paraguay y el destino de los archivos de Nietzsche y sus profecas nihilistas sobre una
inminente catstrofe. En una entrevista reciente Ricardo Piglia demuestra su inters
por la historia del final de Nietzsche:
El complot de Nietzsche es un intento heroico de oponerse a la economa,
vista bajo la forma de una maquinacin annima que disuelve a los sujetos
en flujos abstractos. Cualquiera puede imaginar en ese punto el sentido de la
intervencin de su hermana, Elizabeth Fster-Nietzsche, que se ocup de la
248
Toda esa historia aparece aqu como si fuera mentira, invenciones de una mujer
en el borde de la locura. Pero la distincin entre la verdad (construida por consenso en
la negociacin de sentido con el otro) y la realidad (percibida por imposicin)
descompone nuestro tradicional concepto positivo de verdad.
Hacer esta distincin nos permitir ver el carcter abierto de la obra y su
proyeccin a las lecturas del porvenir, nos guiar en la tarea principal del lector, la
resolucin del enigma. Aunque este enigma no sea tal enigma, sino slo algo que en
realidad no ha sido todava contado.
El futuro es el nico enigma. Y all se encierran todos los secretos de la
filosofa: lo que llamamos la verdad tiene la forma de ese enigma. Leo el
futuro como quien ve signos en la arena (las patas de las gaviotas) porque
soy el nico que ha sido capaz de atravesar el desierto (Nietzsche, segn la
ficcin de Luca, segn la ficcin de Piglia); (P. P., p. 58).
249
250
no tiene sentido o si no sabemos cul es, habr que darle artificialmente uno, esto es,
crear un mundo posible en el que las cosas tengan sentido, como una alternativa a las
versiones de la realidad que se narran desde el poder, esto parece decir este libro y en
eso se hermana con otros textos de Piglia.
251
3.
Encuentro en Saint-Nazaire
252
318
253
En esta nouvelle Piglia intenta realizar su idea de una obra infinita, abierta, con
el final en otro lado, como dice su personaje escritor, Stephen Stevensen, en el
Diario de un loco, bajo la entrada Final:
Encontrar entonces una forma perfecta que no tenga final, que slo lo
319
Christian Estrade, Op. cit., p. 6: Conviene agregar algunas precisiones sobre los estados textuales de
"Encuentro en Saint-Nazaire". El trnsito genrico que convierte el cuento Un encuentro en Saint Nazaire en la
nouvelle Encuentro en Saint-Nazaire, es en realidad ms rico. Esta ltima se presenta como el texto "bisagra"
en la obra narrativa de Ricardo Piglia, puesto que es el relato que ha sufrido ms transformaciones, reescrituras y
recontextualizaciones. La primera versin es un cuento dividido en tres partes, donde la ltima, ms breve,
anuncia la muerte de la hermana de Stephen Stevensen. El texto finaliza con la inclusin de las fechas de
escritura: "20 de marzo- 6 de abril de 1988", siendo que en las primeras lneas se puede leer: Je suis arriv pour
la premire fois Saint-Nazaire le mercredi 4 mai 1988 13 h 05, par un train qui poursuivit son voyage vers
Yonville (llegu por primera vez a Saint-Nazaire el mircoles 4 de mayo de 1988 a las 23h 05m, por un tren
que prosegua su viaje hacia Yonville). Esta incompatibilidad de fechas hace de esta primera versin un cuento
fantstico que retoma el procedimiento de Borges en "Tln, Uqbar, Orbis Tertius" publicado en 1941, con un
post-scriptum fechado en 1947.
Il convient dajouter quelques prcisions sur les tats textuels de Encuentro en Saint Nazaire. Le passage
gnrique, qui fait du cuento Un encuentro en Saint Nazaire la nouvelle Encuentro en Saint Nazaire, est en
ralit beaucoup plus riche. Cette dernire se prsente mme comme le texte charnire dans luvre narrative de
Ricardo Piglia, puisque cest le rcit qui a subi le plus de transformations, de rcritures et de
recontextualisations. La premire version est donc un cuento, Un encuentro en Saint-Nazaire, divis en trois
parties, dont la dernire, trs brve, annonce la mort de la sur de Stephen Stevensen. Le texte se termine par
linclusion des dates dcriture : 20 de marzo 6 de abril, 1988, alors que dans les premires lignes on peut lire
: Je suis arriv pour la premire fois Saint-Nazaire le mercredi 4 mai 1988 13 h 05, par un train qui
poursuivit son voyage vers Yonville. Cette incompatibilit de dates fait de cette premire version un cuento
fantastique qui reprend le procd de Borges dans Tln, Uqbar, Orbis Tertius, publi en 1941, avec un postscriptum dat de 1947.
254
255
diario en tercera persona, nos hace reafirmar nuestras sospechas sobre la identidad
fragmentada del emisor. Si el autor implcito es Stevensen, dejar sus rastros ms o
menos sutiles por todo el texto.
Virginia Rodrguez Cerd considera en su lectura que Stevensen es un doble
difuso, fantasmagrico, siniestro y enfermo que se inventa Ricardo Piglia como un
modo de contar su propia vida, y que acaba por invadir la narracin: Stevensen
merodea por entre las obsesiones de Piglia, lo ronda, est cada vez ms cerca y, por
fin, su mirada ya es la mirada del otro 320.
Pero es posible que esta suplantacin vaya ms all, y que la usurpacin de las
funciones del autor y el narrador est presente durante todo el relato. Piglia, el real,
finge que no escribe l (se enmascara), sino Stevensen, que usa al argentino, personaje,
como el narrador del relato, pero el estilo y la obsesin por los detalles delatan al
escritor britnico (la mscara), o incluso quiz a otra persona, alguien con la capacidad
de manejar sutilmente un ajedrez humano, alguien capaz de una visin global de las
cosas. El enigma est servido. Es un complejo juego de espejos y disfraces
construido para confundir al lector y hacerlo trabajar en un nuevo caso de sentidos
ocultos, un programa de lectura sin fin, un juego de mltiples niveles de realidad
sugeridos, una mise en abme que acaba por incluir al que lee.
La nouvelle est compuesta bsicamente de tres partes que son a su vez marcos
320
256
narrativos de series de microrrelatos; las dos primeras marcadas con nmeros romanos
han sido escritas a manera de relatos autobiogrficos de la estancia de Ricardo Piglia
en la Maison des crivains trangres et de Traducteurs (MEET), que realmente
ocurri, y de su extraa relacin con su predecesor (ficticio), el escritor Stephen
Stevensen. La tercera parte se presenta como si hubiera sido tomada directamente de
los diarios de Stevensen, redactados como si fueran un diccionario cuyas treinta
entradas son microrrelatos interrelacionados que se agregan naturalmente a las series
anteriores y completan la historia.
De modo que en esta nouvelle, como en la anterior, el final del texto no
corresponde con el final de la historia que se narra, de hecho es muy difcil decidir
dnde termina esta historia debido a las complicaciones en el manejo del tiempo,
principalmente porque al determinar a Stevensen como el autor implcito estamos
determinando un tiempo de la escritura que es anterior a los hechos narrados,
proftico, y anterior al tiempo del narrador explcito, aunque toda la historia est
escrita en pasado. Estas vas temporales son especialmente inciertas. Lejos de la
linealidad, este relato establece complejas relaciones temporales entre sus partes, como
una red donde los diferentes momentos se entreveran y enciman los unos en los otros.
Es la actualizacin de la forma narrativa a la que aspira Stevensen y que ya citamos
antes: Encontrar entonces una forma perfecta que no tenga final, que slo lo anuncie
(P. P., p. 137).
En la parte marcada con un I se establece el marco general de la narracin
257
321
Ibd., p. 26.
258
momento de la lectura ya han sido, o sern en breve, confirmados, algo que Stevensen
no poda saber, a menos que adivinara el futuro. Luego de contar el estupor y las
consecuentes reacciones de Piglia que destruyen el experimento de Stevensen, una
nota lacnica y ms bien informativa sirve de introduccin a la tercera parte.
La tercera parte, El diario de un loco, est escrita, como ya dijimos, a la
manera de un diccionario; sus treinta entradas constituyen las piezas que le faltan a
este rompecabezas narrativo y son una serie de microrrelatos en apariencia
fragmentaria,
pero
ntimamente
interrelacionados.
Los
artculos
de
este
259
Se trata de un principio de la mecnica cuntica enunciado por Werner Heisenberg en 1927, que se ha
convertido en un tpico obligado de la cultura posmoderna, tcnicamente es conocido como el ''principio de
indeterminacin de Heisenberg'' o ''principio de incertidumbre de Heisenberg'', y afirma que no se puede
determinar simultneamente y con precisin arbitraria, algunos pares de variables fsicas, tales como la posicin
y el momento lineal (cantidad de movimiento) de un objeto dado. Esto es, cuanta mayor certeza se busca en
determinar la posicin de una partcula, menos se conoce su cantidad de movimiento lineal. Suele interpretarse,
en trminos generales, como la imposibilidad de observar un fenmeno sin que la observacin misma lo
transforme y por lo tanto como un smbolo de los lmites del conocimiento.
260
El azar como sistema, y por lo tanto como otra forma del destino, es un
reverenciado tpico en la literatura argentina que ya hemos visto varias veces repetir a
Borges: Salvo que no hay azar, salvo que lo que llamamos azar es nuestra ignorancia
de la compleja maquinaria de la causalidad323. Es de notar el parecido de ambas
frases sobre el azar, la de Borges y la de Piglia, en los trminos y hasta en la azarosa
rima as como su aparente oposicin en el sentido.
Si contramos con un conocimiento del modo en que funciona este sistema
podramos predecir el futuro, Stevensen cree que ha encontrado esa clave en las reglas
de repeticin de lo banal, al analizar su diario atentamente, como si fuera la primera
vez que lo vea. En esos diarios haba escrito algo que l nunca haba ledo; un
enigma que tena que descifrar y que le iba a permitir entender todo (P. P., p. 117) y
descubrir que el diario deba ser ledo como un orculo (P. P., p. 120). Entonces se
anima a observar la vida de los otros y aplicarles procesos matemticos difusos, que
incluyen el azar y la incertidumbre como variantes manejables.
Admiraba mucho a su hermana [] Una vez le haba mostrado el diagrama
de los vuelos futuros. Haba manejado la lgica de la incertidumbre de
Heisenberg para prever las variables inesperadas. (P. P., p.116).
Jorge Lus Borges. La divina comedia en Siete Noches, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1980, p. 11.
261
Fermat dej una anotacin en el margen de un libro que result ser el enigma
262
324
El enunciado del ltimo teorema de Fermat qued anotado en un margen de su ejemplar de la Aritmtica de
Diofanto de Alejandra traducida al latn por Bachet publicado en 1621. La nota de Fermat fue descubierta
pstumamente por su hijo Clemente Samuel, quien en 1670 publica este libro con las numerosas notas
marginales de Fermat. Concretamente Fermat escribi en el margen de la edicin de La Aritmtica de Bachet lo
siguiente:
"Es imposible descomponer un cubo en dos cubos, un bicuadrado en dos bicuadrados, y en general, una potencia
cualquiera, aparte del cuadrado, en dos potencias del mismo exponente. He encontrado una demostracin
realmente admirable, pero el margen del libro es muy pequea para ponerla". Muy recientemente, en 1994, es
decir aos despus de la 1. edicin de Prisin Perpetua, Andrew John Wiles demostr este teorema. Se
ofrecieron cifras millonarias durante aos para quien lograra esta demostracin. Ver Pierre Fermat, el problema
ms difcil del mundo http://www.portalplanetasedna.com.ar/fermat.htm.
325
Gregory Chaitin, Informacin y azar, Boletn de la Asociacin Matemtica Venezolana, Vol. IX, N. 1
263
(2002), p. 55.
264
326
Esta es una opinin de Chaitin sobre uno de esos trabajos: Solomonoff lo propuso (al teorema de Gdel)
para Inteligencia Artificial, para predecir el futuro, para dar una forma precisa a la navaja de Occam, que dice
que la teora ms simple es la mejor. Pero no lo logr del todo. Este trabajo de Solomonoff es hermoso, es muy
estimulante, pero l no pudo encontrar, a mi juicio, la forma de llevarlo adelante. Adems como l no era
matemtico, algunos detalles matemticos estn mal, pero a pesar de esto el trabajo es muy bueno, Ibd., p. 56.
265
ejecucin le permite decir: Lo que escribo sucede, se da cuenta? (P. P., p. 122)
La capacidad predictiva de Stevensen y su brillante hermana es acreditada con
varios ejemplos: Erika es capaz de predecir la trayectoria de los vuelos futuros, viajes
que an no han ocurrido; Stevensen puede escribir una novela que prefigura el
porvenir; los diarios de Stevensen que deja en un sobre para el narrador anticipan
hechos que no han pasado y que luego veremos ocurrir.
Piglia, el personaje, no deja de percibir que est siendo observado, como una
cobaya, y que de algn modo est siendo utilizado; esta sensacin paranoide reproduce
la que experimenta el personaje de Poe, William Wilson, en su cuento sobre el doble.
Y es que efectivamente Stevensen lo haba elegido para sus pruebas.
Nadie puede decir nada sobre s mismo, pero sobre otro, es posible, quiz,
en ciertas condiciones particulares, prever (y adivinar) como quien
descifra su propio destino, el nudo que ata el sentido. (P. P., p. 127)
266
romper la linealidad del texto y llamar la atencin sobre las cosas que interesan
especialmente al autor.
As, para ilustrar su observacin de que los hechos nimios, los pequeos
detalles, tienden a repetirse y a crear un entramado significativo, algunas
caractersticas de personajes triviales se repetirn despus en personajes importantes:
Un joven con una mancha color borravino de nacimiento en la mejilla, trataba de
esconder ese lado de la cara. (P. P., p. 117). Este mismo rasgo que define a un
personaje incidental aparecer como rasgo distintivo de un personaje mucho ms
importante, la militante del ERI que se refugia en la casa de Erika y por la que llega a
sentir un aprecio especial, como si de algn modo esta aparicin hubiera sido ya
anunciada.
La muchacha tena ojos claros y una mancha de nacimiento en el costado
izquierdo de la cara []. Erika not que al hablar, casi como un gesto
natural, tenda a colocarse hacia la izquierda para ocultar su perfil
manchado. (P. P., p. 138)
Las seales son un indicio de que la realidad, reflejada en las anotaciones del
diario de Stevensen, debera ser leda, efectivamente, como un orculo de
interpretacin difcil, pero posible. Es decir, son parte del estudio de las reglas del azar
que hacan los hermanos Stevensen, algo que encaja dentro del marco de la historia y
que ayuda a disminuir en la lectura esta fuente de indeterminacin que encuentra
Rodrguez Cerd en su lectura de Encuentro en Saint-Nazaire, sin suspender por
completo el sentido de difraccin e incertidumbre:
Y el diario de nuevo, ahora explcitamente como difraccin: una muchacha
267
327
268
El lenguaje es como el medio que envuelve todo y del que todo depende, los
seres incapacitados para vivir en un mundo de smbolos regido por el lenguaje son
como peces boqueando fuera del agua. Se trata de una alegora que se aplica a todo
aquel que vive fuera de su contexto natural. Existen sin embargo personajes que
dependen del lenguaje para ser, el agua que necesitan para vivir es el universo
269
Estos jvenes genios son la excepcin. Viven de un modo distinto que el resto.
Lo que se quiere decir es que la vida de los signos es ms real para algunos que la
experiencia directa del mundo. Son seres que producen su propia experiencia artificial.
Por eso, cuando estos jvenes se vuelven viejos y se llenan de experiencia real, se
vuelven estriles y se acercan a la muerte. Que es lo que le pasa a Stevensen durante
las crisis en que se encierra en un cuarto de hotel y se asla del mundo.
Los seres humanos no saben leer los signos que el azar deja por todos lados, por
eso no pueden escapar a sus propias determinaciones, son incapaces de leer en el
presente los signos de lo que vendr. Al abstraerlos como objetos de estudio,
Stevensen observa los intentos vanos de las personas para manejar su vida cuando son
incapaces de conocer el futuro.
La repeticin misma es un tema importantsimo de Encuentro en SaintNazaire y en toda la obra de Piglia, como la sustancia de un lenguaje en el que se
expresa el orden de todas las cosas. La clave del enigma del funcionamiento del
mundo y de las reglas de lo que llamamos azar.
La red creca, todos los hechos parecan tener un rasgo comn. De ese modo
descubr la repeticin. Los hechos se repetan. Los mismos acontecimientos
aparecan una y otra vez. Pero en qu orden? A partir de qu lgica?
Empec a buscar la explicacin. Los cuadernos se convirtieron en un
jeroglfico. Haba un lenguaje secreto escondido entre las palabras. Pasaba
horas frente a la pantalla del ordenator (P. P., p. 118).
270
271
El Diario de un Loco, cuentan con una mencin explcita que permita situarlos en la
secuencia de la historia con precisin, como si se hubiera elegido estratgicamente qu
partes llevaran acotaciones temporales y cules no. El contraste promueve la
impresin de que la trama tiene una regin oscura donde la incertidumbre temporal es
completa.
La entrada Tejer del Diario de un loco, por ejemplo (P. P., p. 152), cuenta
la historia de un asesino que ha salido a matar en medio de la niebla despus de leer un
libro sobre la naturaleza humana y sus determinismos. Ahora huye en medio de la
niebla. El episodio no tiene ninguna indicacin que nos ayude a situarlo en la lnea
secuencial de la historia, salvo que ocurre una noche en Londres y tiene toda la
apariencia de una accin iterativa, lo que supone que se nos est relatando algo que ha
ocurrido otras veces. Con la descripcin de la huida de un homicida del que tampoco
se nos indica nada, la secuencia se convierte en el enigma ms importante del relato.
La incertidumbre que lo rodea convierte en sospechosos a todos los personajes,
Stevensen, por supuesto, el principal.
Stevensen es algo extrao fsicamente por su origen polinesio, su infancia
irlandesa, su educacin inglesa y su carcter fantasmal. Ha tenido una juventud
jalonada por las vicisitudes polticas (una familia asociada con las actividades del
Ejrcito Revolucionario Irlands) y, si agregamos su talento para hablar otras lenguas,
esto lo hace ser un poco extranjero en su propia tierra y en todas partes, un ser distinto,
un sospechoso. Ayudan indicios como la opinin de Piglia sobre l, ya que afirma que
272
se trata de un loco; su obsesin por ciertos temas y por los detalles; sus ataques de
depresin, que lo encierran en su cuarto de hotel, pendiente del telfono; y su carcter
paranoico y dependiente de su hermana.
Stevensen aparece como un ser humano cercano a lo monstruoso, el sofisticado
villano de una novela policaca de detectives, el otro yo del doctor Jekill. Pero es
tambin un lector y un escritor prestigiado, es la imagen invertida del lector-detective.
El lector como criminal, que usa los textos en su beneficio y hace de ellos
un uso desviado, funciona como un hermeneuta salvaje. Lee mal pero slo
en el sentido moral; hace una lectura malvada, rencorosa, un uso prfido de
la letra. Podramos pensar en la crtica literaria como un ejercicio de este
tipo de lectura criminal. Se lee un libro contra otro lector. Se lee la lectura
enemiga. El libro es un objeto transaccional, una superficie donde se
desplazan las interpretaciones329.
273
teje las acciones del resto y posiblemente sea el fantasma de la mquina en la cabeza
de Stephen Stevensen, su hermano, su brazo ejecutor.
La accin de estos personajes forma una figura con una carga moral evidente,
innegable, del mismo modo que en la novela de Robert Louis Stevenson, El extrao
caso del Doctor Jekill y Mr. Hyde, esta figura parece advertirnos contra el afn de
controlar la naturaleza y el azar que es una vanidad humana, demasiado humana.
3.2.
La identidad del narrador es de nuevo uno de los enigmas claves de este caso.
Aunque en apariencia el narrador del marco inicial es el mismo y uno solo durante
toda la primera mitad e incluso es el que presenta ante nosotros El diario de un loco,
en realidad hay muchos indicios que nos hacen sospechar que el verdadero autor no
es Piglia (el personaje), sino otro, que toma su voz para hablar en su nombre.
En este caso no slo se han separado el autor y el narrador, sino que, as como
suele haber diferencia entre el narratario, el lector ideal o implcito y el lector real, hay
una diferencia entre el autor real, Ricardo Piglia, y el autor implcito en el texto, que
podra ser Stephen Stevensen, u otro personaje.
El indicio ms evidente nos los da el hecho de que durante las tres partes de la
obra este autor muestra un rasgo de estilo persistente y obsesivo, que consiste en
constantes aclaraciones entre parntesis que contienen informacin redundante o
exageradamente precisa, que muchas veces no agrega gran cosa para el desarrollo de
274
Otro ejemplo:
Debo decir que he sido escritor. Llegu por primera vez a Saint-Nazaire el
mircoles 4 de mayo de 1988 a las 13:05, en un tren que segua viaje a
Yonville. (P. P., p.105)
En la pgina 113, Piglia, narrador de turno, afirma tajantemente algo que no hay
forma de que hubiera podido saber en ese momento: En realidad se trataba de una cita
pactada desde haca semanas sin mi consentimiento y prevista por Stevensen en sus
mnimos detalles.
En la pgina 117, cuando Stevensen le cuenta a Piglia su descubrimiento, la
focalizacin y la perspectiva cambian y el narrador deja de ser Piglia a favor del
verdadero protagonista. El cambio consiste en un paso del discurso directo regido al
discurso directo libre y de ah al discurso del nuevo narrador, sin las consabidas
comillas en los prrafos consecuentes ni ningn otro signo que lo indique.
En esos diarios haba algo escrito que l nunca haba ledo; un enigma que
tena que descifrar y que le iba a permitir entender todo. Tambin yo todas
las noches me acostaba temprano, me dijo, tambin a mi me despeda mi
madre con un beso. Pero no quera empezar tan atrs (P. P., p. 117).
275
276
dependiendo del punto de vista que adoptemos y del autor o narrador que
reconozcamos cada vez en el relato; es otro problema del marco.
Si asumiramos que el verdadero narrador del texto es Piglia, el relato se
ordenara dentro de una estructura de narracin testimonial, un monlogo hecho de
recuerdos, contado desde un yo testigo y partcipe de los hechos, como en un
testimonio judicial. Pero esta historia mantendra elementos difciles de justificar en el
contexto de una confesin, como las que relatan las experiencias de Erika en
Princeton, o las constantes puntualizaciones aparentemente injustificadas que se hacen
entre parntesis durante todo el relato, as como los cambios bruscos de narrador. La
nica forma de justificar todo eso es aduciendo la locura de Stephen, que es la trampa
que intenta ponernos el narrador, algo demasiado simple como para creerlo.
Pero si reconocemos a Stevensen como el autor virtual, el concepto del tiempo
sufre un vuelco importante, pues tendramos que asumir a un escritor que se
enmascara bajo el carcter de un Piglia joven para contar una historia que no ha
ocurrido an en el momento en que se escribe. Lo que compone Stevensen son
profecas, conjeturas sobre el futuro. Aunque contadas en pasado y en primera o
tercera persona, en realidad se trata del relato de su futuro y de su objeto de estudio.
Al menos en la parte en la que Piglia lee los fragmentos del diario que han
dejado para l en su piso de la Maison, se reconoce abiertamente la capacidad de
Stevensen para escribir sobre hechos que son posteriores al momento de la escritura.
La introduccin de este concepto de autor enmascarado ya sera bastante complicacin
277
para una obra tan corta como esta nouvelle, pero el caso es que las dudas sobre la
identidad del narrador y el autor implcito se complican hacia el final, debido a la
actuacin de un nuevo sujeto narrativo: Erika, la hermana de Stephen.
Erika Turner, como lingista, trabaja la tesis de que a partir de una parte
pequea de un texto perdido, una sola frase o un dicho, se puede reconstruir todo el
resto del discurso. Tambin maneja bien las matemticas modernas y ha conseguido
elaborar un modelo que predice los vuelos futuros. Erika es una pitonisa cientfica,
capaz de ver lo que para otros es invisible. Ella rescata a su hermano y le da una
misin, la de llevar a cabo el experimento de controlar el destino de otra persona.
Maneja a su hermano, sabe lo que pasa e interviene cuando es oportuno.
Erika es la narradora de la ltima entrada del Diario de un loco, sabemos o
ms bien deducimos que es ella, porque nos habla de su experiencia en Princeton,
dnde Erika era investigadora (P. P., p. 139) y porque la situacin narrada es otra muy
distinta de la que sabemos de Stephen, encerrado en un hotel sin ser capaz de moverse
de ah, casi muerto en vida. Asume esta ltima narracin de forma natural, sin
indicaciones de rgimen y sin aclaraciones. Incorpora en su discurso todos los motivos
anteriores que hemos visto aparecer y les da la forma de una reflexin alegrica
sosegada.
Supongamos por un momento que el ltimo narrador, cuando pensamos que ya
no queda nada que decir, el que cierra el relato, es Erika Turner, quien acababa de
aceptar un trabajo en Princeton. Lo curioso es que en todo el resto de la nouvelle jams
278
279
La gran obra que Stevensen so al leer con atencin su antiguo diario, queda
incompleta por la intervencin de Piglia. La conexin con Coleridge y Stevenson es
evidente y no requiere mayor explicacin
Nadie ha podido desde entonces leer o interpretar el unfinished poem sin
sentir que eso que faltaba (y que haba estado antes) era todo (P. P., p.
145)
280
que falta, corresponde a Piglia. Pero para que sea autntica esta proporcin, quien
concibe el proyecto debera ser Erika, y no Stevensen, por eso dice que Piglia no caza
en el quiasmo, porque no es mujer. Entonces, el quiasmo sera falso. La proporcin
vuelve a ser posible si no es verdad que Stevensen sea el soador que concibi el
modo de vencer la incertidumbre, si el equivalente de Colleridge es Erika Turner,
entonces se restablece la simetra. Ella es la autora intelectual del proyecto, segn
apuntan nuestras evidencias, que por desgracia no son verdaderas pruebas sino slo
hechos circunstanciales.
Entre las cosas que Piglia encuentra en la Maison, hay un lbum con las fotos
arrancadas para las que se han escrito algunos pies. En ellos se refieren a Stevensen,
como siempre que en el diario se habla de l, en tercera persona, detalle ya de por s
peculiar, y en una de esas anotaciones se lee: Ac, yo creo, l no se da cuenta de que
alguien lo mira; que no se d cuenta, no lo transforma. (l, naturalmente, es Stephen
Stevensen) (P. P., p.108). Lo ms natural es pensar que otra persona hizo estas
anotaciones, pues es evidente que alguien ms observaba a Stevensen. Por lo dicho
hasta aqu, la mejor conclusin es que su hermana Erika lo observaba para poder
conducirlo segn su voluntad.
Por qu razn el criminal debera ser un hombre? Acaso Erika Turner ha
asumido en la escritura la personalidad de su hermano para cometer el crimen de ver el
futuro, y decidir sobre las vidas ajenas, y luego ha vuelto a asumir su personalidad
para continuar con su vida y, por ejemplo, buscar a Piglia?
281
282
3.3.
Claves de un laberinto
Erika Turner trabajaba con dichos. Tena la creencia de que se poda reconstruir
la narracin a la que el dicho perteneca, como en un trozo de holograma se puede
mirar la imagen completa. Esta visin hologrfica del lenguaje la lleva a decir: Un
estudioso del lenguaje slo debe creer en lo que a simple vista no se ve (P. P., p. 132).
Todo est conectado y este tema, por ejemplo, es una repeticin de algo que ya vimos
en Prisin Perpetua, en uno de los microrrelatos de Ratliff sobre un historiador. Ya
hemos hablado de la importancia de la repeticin para la tematizacin y el
establecimiento de un lenguaje de base sobre las reglas del mundo narrado, as como
para mantener la unidad y la coherencia temtica de una obra que de otro modo podra
aparecer como pulverizada. Pero para los Stevensen, la repeticin proporciona las
claves del funcionamiento del azar y un mtodo para comprenderlo.
Stephen Stevensen agrega una condicin ms al modo de resolver los enigmas
cuando dice: Para descifrar un enigma hay dos alternativas: la acumulacin infinita
de datos diferentes o la utilizacin infinita de un mismo dato (P. P., p. 118). Aunque
hablar de infinitos parece siempre una entelequia, el sentido ltimo se basa en
establecer un patrn con un cierto grado de redundancia. Pero, cuando en la
introduccin hablbamos del mtodo Renzi, decamos que dentro de las repeticiones
283
332
Se trata de El fantasma de la Mquina de Gilbert Ryle (1900-1976), que postula la idea de que la dualidad
mente y cuerpo que diferencia sustancialmente la materia y el espritu es un error cartesiano, la mente para Ryle
es el conjunto de disposiciones y capacidades conductuales del organismo.
284
333
Manuel Mrquez de la Plata, Introduccin a Robert Louis Stevenson, El extrao caso del Dr. Jekill y Mr.
Hyde. Madrid, EDAF, 2005, p. 13.
285
A fin de poder llegar al fondo del caso es necesario, observar con cuidado la
relacin que la nouvelle guarda con los textos de otros autores, marcada de manera
ms o menos explcita, como una indicacin del complejo programa de lectura.
Por eso me interesa trabajar con ficciones de otros en mis ficciones, tambin
con la ficcin montada desde el Poder, porque ese ardid multiplica la red de
los posibles, de la imaginacin que pulula en el conglomerado social
persiguiendo alianzas y provocando tambin desencuentros334.
Las referencias tienen por lo tanto valor como funciones del discurso fictivo y
no como anclajes realistas, son smbolos y como todo smbolo su significacin
tiende a ampliarse.
La obra de Piglia plantea una problemtica interesante: sus referentes
problematizan su ubicacin entre lo real y lo imaginario, entre lo falso y
lo verdadero, entre el sentido y el sinsentido. Un cuestionamiento sobre la
escisin realidad-ficcin; pero advertimos que, adems, la referencia cumple
una funcin interna en la conformacin de los posibles sentidos del texto y
que para ello depende del juego referencial que se da entre el mundo real y
el ficcional335.
334
335
286
sugerencia implcita nos hace sospechar que Stevensen sufra de doble personalidad y
era en realidad un asesino. Si este es el caso, su afn de saber el futuro proviene de su
necesidad de tener el control sobre su destino y vencer al monstruo que lleva dentro,
que es la personificacin de su miedo a la incertidumbre.
La enfermedad, su personal Mr. Hyde, podra ser un problema gentico que
conlleva un destino que debe vencer. Si lo deja al azar, el determinismo de los genes lo
vencera y seguira haciendo dao: Tengo en los huesos del crneo escrita una frase
que me conduce por la vida como a un pjaro el viento clido al volar (P. P., p. 153).
Cuando Piglia (Porlock) apaga el ordenator y cancela la investigacin, sume su
vida en la incertidumbre, lo que supone casi matarlo. Lo ms extraordinario es que l
ya lo haba previsto. Por eso su obligacin era descifrar ese lenguaje secreto, ese es el
propsito que destruye el argentino: entender las reglas del azar y dominar su propio
destino.
Los cientficos construyen en sus laboratorios situaciones artificiales. Lo
que llaman el caso falso, un hecho producido y estudiado, bajo
condiciones perfectas controladas (P. P., p. 128).
287
El sueo del hombre ha sido tener control sobre su destino, ser capaz de elegir
en autntica libertad y ejercicio de sus poderes. Esa es la motivacin ltima de la
ciencia, liberar al hombre de la tirana del azar y dominar la naturaleza. Nuestras
limitaciones y nuestra ignorancia sobre la compleja maquinaria de la causalidad, nos
sumen en la oscuridad y la incertidumbre, nos vuelven ciegos ante nuestro futuro,
como una golondrina que ha olvidado su ruta, como un pato que ha olvidado emigrar a
336
288
tiempo. Este es el sentido que encuentro en la imagen final del relato, sobre los patos
de Princeton. Que al igual que aquellos quienes son incapaces de interpretar y respirar
el aire abstracto de los smbolos, en el que viven los jvenes genios a los que se refiere
la entrada Experiencia (P. P., p. 135), estn condenados a la muerte en vida. Por eso
los patos, que no pueden respirar el aire fro del invierno, caen congelados sobre la
nieve, boqueando como peces (P. P., p. 155). Karl Unger encuentra un sentido a
dar de comer a estos patos, no los puede abandonar, porque le recuerdan su propio
destino:
Todas las maanas Karl sale al aire helado de la laguna y observa cmo
mueren los patos salvajes. Los mira como quien mira, en un sueo, los
recuerdos de su propia vida (P. P., p. 155).
Karl Unger ve la muerte de los patos como el recuerdo de su vida, o por mejor
decir el recuerdo privado de su propia muerte. Lo mismo que Stevensen en sus textos.
Los ve como en un sueo, igual que Stevenson compone su novela, igual que
Coleridge concibe su poema, igual que Stevensen descubre sus claves. Los observa del
mismo modo que Stevensen observaba a Piglia, como Erika los observaba a ambos.
Estos patos tambin han perdido el control de su destino, son juguetes del azar, del
viento y de la incertidumbre. Mueren como morimos todos sin control de nuestro
destino, como peces boqueando fuera del agua.
289
4.
Respiracin artificial
337
290
el inicio: Hay una historia?, sealaron que no contaba una historia, incluso
quisieron ver en esto un rasgo posmodernista, pero Piglia lo ve diferente:
Contaba ms de una y las mezclaba. Y narraba algunas cosas que, segn se
dice, no deben entrar en una novela. Pero justamente soy de los que piensan
que todo se puede convertir en ficcin. Los amores, las ideas, la circulacin
del dinero, la luz del alba. Cada vez estoy ms convencido de que se puede
narrar cualquier cosa: desde una discusin filosfica hasta el cruce del ro
Paran por la caballera desbandada de Urquiza. Slo se trata de saber
narrar, es decir, ser capaz de transmitir al lenguaje la pasin de lo que est
por venir339.
339
291
Para Osvaldo de la Torre, Piglia propone un modo de ver las cosas, de pensar,
de leer y de escribir en el que el conocimiento del pasado cimiente el presente y el
presente redefina y le d valor al pasado resucitndolo de sus cenizas 342. Para l, el
moribundo que hay que revivir es la tradicin cultural argentina, su historia y su
literatura.
La novela, intenta explicarnos el oscuro presente y las posibilidades del futuro,
a partir de la restauracin de la visin histrica de la vida.
Capta en Respiracin artificial las luchas discursivas entre aquellos que
ocupan el poder con los marginales del sistema, a travs de una velada
referencia a los hechos ocurridos en la Argentina bajo el rgimen militar. La
novela reflexiona y cuestiona la existencia de una historia inequvoca por
medio de explicaciones que siempre son versiones incompletas de la
historia. Desarrolla una narracin sobre la identidad nacional, a travs de
una reflexin sobre la fundacin de la literatura argentina, sobre la
traduccin y la cita, y la organizacin del pasado literario, que permita
del tercero de los Four quartets, The Dry Salvages.
342
Osvaldo de la Torre Hitler precursor de Kafka? http://www.ucm.es/info/especulo/numero29/rpiglia.html.
292
343
293
346
294
Siendo esta novela un trabajo sobre la atroz historia argentina, era inevitable
que la cuestin se impregnara de contenidos polticos. Porque la poltica es a fin de
cuentas la materia de la Historia. Esto lo llev a una reflexin profunda sobre las
relaciones de la poltica y la literatura, que nunca han sido fciles.
La literatura trabaja la poltica como conspiracin, como guerra; la poltica
como gran mquina paranoica y ficcional. Eso es lo que uno encuentra en
Sarmiento, en Hernndez, en Macedonio, en Lugones, en Roberto Arlt, en
Manuel Puig. Hay una manera de ver la poltica en la literatura argentina
que me parece ms interesante y ms instructiva que los trabajos de los
llamados analistas polticos, socilogos, investigadores. La teora del Estado
de Macedonio, la falsificacin y el crimen como esencia del poder en Arlt,
la poltica como el sueo loco de la civilizacin en Sarmiento. En la historia
argentina la poltica y la ficcin se entreveran y se desvalijan mutuamente,
son dos universos a la vez irreconciliables y simtricos350.
Hacer la Historia significa llevar a cabo una pesquisa en las razones y los
sentidos ocultos en los actos visibles de los hombres. Y es evidente que los
documentos de circulacin oficial no sern los que ofrezcan la nica versin de la
realidad. Hacer la Historia como quiere Piglia es oponer un discurso en los lmites de
lo posible a las versiones de lo que se narra desde el poder.
A lo largo de la produccin literaria de Ricardo Piglia, la historia nacional
argentina consiste no slo en los conocimientos establecidos, sino tambin
349
dem.
Ricardo Piglia, Sobre Borges, en Cuadernos de Recienvenido, nm. 10, Universidad de Sao Paulo
www.fflch.usp.br/dlm/espanhol/cuadernos/recienvenido10.pdf .
350
295
351
Naomi Lindstrom, La historia literaria de los 1920 y 1930 en La ciudad ausente de Ricardo Piglia
University of Texas, www1.lanic.utexas.edu/projest/lasa95/lindstrom.html (Consultada el 22 de noviembre de
2004)
352
Sobre el tema de la infamia ver La infamia del traidor en Respiracin artificial de Mara Luisa Martnez,
http://www2.udec.cl/~docliter/doctorado/alumnos/La_infamia_del_traidor_maluisa.pdf, del que ya hablamos en
la introduccin de este trabajo.
296
La lectura de la novela nos deja la impresin de que no nos cuenta hechos concretos,
sino que narra la bsqueda del sentido de acontecimientos histricos que influyen en el
presente. Es el relato de las investigaciones que llevan a cabo una serie de intelectuales
marginados.
En Respiracin artificial, me parece que lo que unifica ese libro es que
todos estn investigando algo. Yo me di cuenta de eso despus que termin
de escribirlo. Pero evidentemente todos los personajes tienen un objeto de
investigacin que los alucina354.
353
297
357
298
Piglia est reforzando con esta declaracin la importancia que siempre tuvo
para l el modo en que escribi el famoso inicio de la novela en el que Renzi se
pregunta: Hay una historia? Si hay una historia empieza hace tres aos. En abril de
1976, cuando se publica mi primer libro, l me manda una carta. (R. A., 13). Tres
358
299
elementos espolean el inters del lector en este inicio: en primer lugar la duda sobre la
posibilidad de contar; en segundo lugar, la mencin de la novela de Renzi que empieza
creando una tensin que habr de resolverse; y finalmente, la mencin de la carta de su
to que supone el verdadero disparador del relato.
Preguntarse si hay una historia va ms all de una preocupacin por el
pasado: est implicada la participacin del hombre como dador de sentido,
como aquel que estructura y completa los hechos. Est en duda la historia
como relato y tambin el hombre como narrador... Debemos distinguir en el
cuestionamiento hacia la posibilidad o imposibilidad de contar una historia
dos aspectos: el primero se refiere a la existencia real de los hechos a
narrar que se puede percibir desde las preguntas iniciales de este apartado; y
el segundo a la consistencia de la narracin como soporte de tales hechos359.
4.2.
Personajes hermeneutas
Hace falta una visin histrica, para tener conciencia de las cosas; ese ser el
aprendizaje de Renzi. Es por eso que en esta obra todo el mundo est descifrando algo.
Los elementos de la literatura policial desempean un papel decisivo. Casi
todos los personajes importantes se transforman en detectives, rastreando las
huellas de crmenes que tal vez no ocurrieron; lo importante, de hecho, no
es el crimen mismo sino el rastreo de estas pistas. Renzi, Maggi, Tardewski
y Arocena son, cada uno a su modo, detectives de "crmenes" desconocidos.
En el fondo no se trata tanto de enfrentar delitos concretos como de
descifrar el "mensaje secreto de la historia", "leer" en las vidas de los otros
las claves de un enigma histrico. De ah que nunca quede claro, por
ejemplo, si Ossorio fue un traidor o Maggi un ladrn, y que el mismo Maggi
insista en que no le interesa escribir la biografa de Ossorio sino el
movimiento histrico encerrado en esa figura excntrica360.
359
360
300
Porque el hroe de la novela es siempre un intelectual, o alguien que, sin ser un intelectual, acta como tal
(se llama Ahab o Erdosain o Herzog) y persigue una obsesin y trata de darle un sentido a la experiencia. Ivana
Costa. Entrevista a Ricardo Piglia, La ilusin de la escritura perpetua, sbado 18 nov. 2006, Clarn.com,
http://www.clarin.com/diario/2006/11/18/index_ei.html.
362
Enrique [Ossorio] suea con publicar una novela, pero su prematura muerte se lo impide; Maggi desea
hacer pblica la vida de Enrique [Ossorio], pero su desaparicin frustra el intento; y Renzi, por fin, escribe la
novela que tenemos entre manos, en la que ana los intentos de sus dos antepasados y propone una nueva
versin de la vida de Maggi: Anna Lpez San Miguel. La historia en Respiracin artificial de Ricardo Piglia.
Hispanic Journal 15.2, Indiana, 1994, pp. 321-33, p. 324.
363
Los tres sujetos principales adolecen de una trayectoria vital paralela, en la que su deseo de comunicacin
sufre un importante revs cuando rondan la edad de los treinta. De este modo, Enrique Ossorio escapa de su pas
en 1842 a los 32 aos, Maggi huye con la prostituta Coca y es apresado y encarcelado en 1943 a los 33 aos, y
Renzi escribe su primera obra fracasada a los 33: Anna Lpez San Miguel. Op. cit., p. 326.
301
Tardewski tiene la firme impresin de que Maggi lo utiliz como puente para
entregar la estafeta de la historia a su sobrino, en la forma de los papeles de Ossorio.
Por eso propici que se encontraran y por eso le encarga que se ocupe de entregar la
caja con el archivo de Ossorio a Renzi. Pero es posible que eligiera precisamente a
364
302
Marzena Grzegorczyk, Discursos desde el margen: Gombrowicz, Piglia y la esttica del basurero,
Hispamrica, Gaithersburg, MD, abril de 1996, 25:73, pp. 15-33.
303
Nada merece mayor consideracin que el celo con que Kafka subray su
fracaso368.
Walter Benjamn, Una carta sobre Kafka (escrita a Gerhard Scholem en Pars, junio de 1938), en
Imaginacin y sociedad (Iluminaciones I), prlogo y traduccin de Jess Aguirre, Madrid, Taurus, 1993, p. 208.
369
Marco Antonio Campos Op. cit., p. 188.
304
Adems, la frgil figura del senador nos recuerda inevitablemente a la figura del
vampiro que vive su vida eterna aislado en su castillo. El arquetipo del inmortal,
ligado con la muerte: Yo soy la muerte; soy su testigo, su memoria, soy su mejor
370
Piglia lo incluye en su ensayo Borges, el arte de narrar. Sao Paulo, Universidade de Sao Paulo, 1999.
305
306
la historia y la clave oculta en las cartas de Ossorio y Maggi, y en otras cartas que
recibe sin saber muy bien por qu ni cmo llegan hasta l. Arocena podra ser una
imaginacin de don Luciano, pero tambin puede ser el protagonista de la novela que
planeaba Enrique Ossorio, o ambos, pues el senador haba ledo los apuntes de su
abuelo: El protagonista recibe cartas del porvenir, que no le estn dirigidas (R. A., p.
84).
Esta condicin ambivalente del personaje lo coloca en una temporalidad
especial, una coexistencia de espacios y de tiempos, pues es capaz de leer las cartas de
Enrique Ossorio, escritas en 1850, como si se tratara de cartas actuales, y las relaciona
con las cartas de Renzi y otros personajes de 1979. Cartas que parecen haberse
extraviado en el tiempo (R. A., p. 93). Realiza as lo que Ossorio imagin para su
novela utpica. Elevacin hiperblica de dos rasgos de la comunicacin epistolar, su
carcter diferido y su necesidad de la ausencia: La correspondencia es la forma
utpica de la conversacin porque anula el presente y hace del futuro el nico lugar
posible del dilogo (R. A., p. 85).
Dice Piglia que siempre que se representa la lectura en la ficcin, se trata de
lectores especiales, no de cualquier lector aparece ms bien como un lector extremo,
siempre apasionado y compulsivo371.
Pero el caso de Arocena es un caso especialmente distinto. La suya es un lectura
371
307
Es tentador pensar en Arocena como en una especie de crtico de los textos que
lee, pero su intencin es otra, es lo contrario de un detective, en sus elaborados
cdigos no busca el orden, sino construir la culpa. Una tica desviada que produce una
esttica enfermiza y por lo tanto una lgica incapaz. Arocena no slo lee mal en el
sentido moral, su afn enfermizo no le permite entender lo obvio, por ms que se
esfuerza no alcanza a ver el verdadero sentido de las cartas que tiene enfrente y comete
varios errores, como desechar la carta de la loca Echevarne, que se ofrece a ser la
cantora (delatora) oficial. Si siguiera el ejemplo de Renzi en La loca y el relato del
crimen, encontrara pistas importantes en esa carta, sobre la que nosotros volveremos
despus. Ossorio ya prevea los esfuerzos de su personaje por descifrar el cdigo de las
cartas, pero es Arocena su personaje?, si esto es as la situacin temporal de la novela
adquiere aspectos por dems interesantes.
El cdigo poda estar en las letras que seguan al final de cada corte.
Reconstruy la carta a partir de esas separaciones y volvi a organizarla,
pero la clave no era esa. Haba algo que no concordaba. Cmo descifrar
372
Ibd., p. 35.
308
309
310
373
311
novela.
Qu lecciones he sacado de esa otra experiencia vivida por m en el mundo
alucinante de la utopa? Que en su persecucin todos los crmenes son
posibles. Y que slo podrn alcanzar el reino suave y feliz de la pura utopa
aqullos que (como yo) han sabido arrastrarse por la mayor degradacin.
Slo en la mente de los traidores y los viles, de los hombres como yo,
pueden surgir los bellos sueos que llamamos utopas (R. A., p. 79).
Sobre ngela y sobre la Coca, personajes vitales para la trama, slo tenemos
algunas menciones sutiles escritas como de pasada. Aunque de la Coca, la mujer por la
375
376
312
que Maggi deja todo y huye a Concordia, sabemos la historia con algn detalle, que es
la historia que cuenta Renzi en su novela, no la vemos aparecer nunca, salvo en una
fotografa que descubre Renzi en el cajn de Maggi.
La historia de ngela la tenemos que reconstruir a partir de las pequeas pistas
que encontramos a lo largo de la novela. Se la menciona por primera vez en una carta
de Renzi a Maggi:
Querido Marcelo: Recib la visita de la joven ngela, tu bella enviada y/o
discpula (palabra extraamente ertica, discpula, como si se declinara ah,
al mismo tiempo, la disciplina pedaggica y la prostitucin) y seguir tus
misteriosas (y apasionantes) indicaciones (R. A., p. 90).
La segunda vez aparece en la carta que una muchacha liberal portea, enva a su
hermano en Oxford y le comenta de paso que le han venido a dar un recado:
Dice que ngela est enferma, que la internaron de urgencia y que no le
escribs; vino a eso (me lo repiti dos docenas de veces; l s que est
convencido de que soy retardada: que la internaron el 14 y que no le
escribs, etc.) (R. A., p. 95).
313
314
4.3.
Narradores mltiples
315
377
316
317
318
Si consideramos esta posibilidad los libros, de Kafka estaran marcados por ese
encuentro y su lucha desde la literatura consistira en advertir de la posibilidad de que
la pesadilla pudiera ocurrir, como realmente fue.
Leemos, entonces, a Kafka desde Hitler, es decir, leemos a Hitler como
precursor de Kafka, aun si esto representa una aberracin interpretativa. La
historia se confunde con la literatura, no hay fronteras entre ellas. Lo que
Tardewski realiza no es slo un descubrimiento, es una renovacin de la
literatura, una relativizacin de la historia383.
382
383
319
Piglia combina datos reales y falsos para conseguir una sugerencia inquietante,
una posibilidad de complot y de triunfo de la ficcin. Es su modo de sugerir que entre
la realidad y la ficcin existen siempre caminos capaces de extender la experiencia.
La escritura est condicionada por las convenciones de las diferentes clases de
documentos que imita. La variedad en el catlogo de gneros le brinda una libertad
expresiva muy ventajosa. Uno de los principales modos de presentar la narracin es a
travs del diario de Ossorio.
El diario es el hbrido por excelencia, es una forma muy seductora: combina
relatos, ideas, notas de lectura, polmica, conversaciones, citas, diatribas,
restos de la verdad. Mezcla poltica, historias, viajes, pasiones, cuentas,
promesas, fracasos. Me sorprendo cada vez que vuelvo a comprobar que
todo se puede escribir, que todo se puede convertir en literatura y en
384
385
Ver Jos Emilio Pacheco, El Proceso, El Castillo, las alambradas, en Jorge Fornet, Ricardo Piglia, p. 147.
Ibd., p. 147.
320
ficcin386.
321
206).
Con la aparente autonoma que otorga a las cartas el estilo directo, el narrador
cede a los autores de las misivas la responsabilidad y la autoridad narrativa. La novela
adquiere el carcter de obra polifnica.
Pero las complicaciones no terminan all, Piglia practica en esta novela una
transicin violenta, o por mejor decir una elisin de los pasajes e indicadores de
cambio de voz, al colocar el discurso de un personaje yuxtapuesto al discurso de otro,
sin que medie ninguna marca formal explcita que nos permita distinguirlos entre s.
Cuando Renzi nos resume su correspondencia con Maggi, hay una frase que no
podramos asegurar si la dice Renzi o la escribe Maggi, pues no tiene ninguna
indicacin especial que nos ayude a distinguir la escritura de uno de la del otro:
Era siempre elusivo y si hubiera que buscar un lugar donde pueda decirse
que quiso anticipar lo que pas, slo podra encontrar esta especie de frgil
estampa. Estoy convencido de que nunca nos sucede nada que no hayamos
previsto, nada para lo que no estemos preparados (R. A., p. 26)
322
menos y como sin entusiasmo. Nadie puede imaginarse lo que fue para
nosotros, los radicales, el ao 45. Para peor yo me pas lo mejor de la soire
en la crcel, as que te pods figurar (R. A., p. 25).
323
lo tanto de la perspectiva.
Por otro lado, es inquietante a veces la profusin de voces cuyo origen y
destino no podemos distinguir a ciencia cierta: quin habla, quin escribe,
quin escucha, quin lee... El mismo comienzo de la novela es
desconcertante. Ya me refer al comentario de Renzi a propsito de la carta
que Maggi le enva con una foto en cuyo reverso, "como si buscara
orientarme, transcribi las dos lneas del poema ingls que ahora sirve de
epgrafe a este relato". En primer lugar habra que preguntarse a qu relato
se refiere. Parecera que es a la novela misma y que sta ha debido ser
escrita por el propio Renzi, pero en tal caso se tratara de una escritura
imposible. La novela, tal como la conocemos, puede ser la materia prima
del presunto relato de Renzi, pero difcilmente el relato mismo389.
389
390
324
existir es a travs de sus palabras, con las que tienen que responder de su condicin de
intelectuales marginales y provocadores, como dice Piglia en una entrevista:
Hemingway hace hablar a los personajes de las cosas que los personajes
saben [] Si Hemingway, que es un admirable tejedor de dilogos, haca
hablar as a los personajes, me dije: "Si stos son intelectuales de provincia,
vamos a hablar como esa gente habla". No iba a hablar de lo que el lector
espera que sea un dilogo literario; se fue el otro punto. Y el dilogo
empez a crecer; y se incorporaron temas muy variados. Hubiera sido
mucho ms fcil cortar en la segunda parte toda la conversacin sobre
Borges y poner la conversacin sobre una mujer. Pero eso no hubiera tenido
el efecto deseado y ah me arriesgu a dejar un material que a m me pareca
que estaba bien para la tensin narrativa y no ir por el camino ms lgico391.
391
392
325
Utopa de la lectura
Entre el aluvin de referencias a las que apunta esta novela, hay una relacin
con Joyce que
393
394
326
Maggi en la que opina que el irlands Era un hombre despectivo pero hablaba doce
idiomas. Se plante un solo problema: cmo narrar los hechos reales? (R. A., p. 19);
Luego en una declaracin de Renzi, repitiendo lo que ley en la carta de su to: En el
fondo, dijo despus, Joyce se plante un solo problema: Cmo narrar los hechos
reales? (R. A., p. 148). La pregunta es relevante cuando no hay forma de conocer la
verdad, en el contexto de un complot que proviene del poder, cuando la realidad que se
vive es confusa y peligrosa.
Piglia rescata, ironizando su propia participacin y la participacin de la
ficcin en este rescate, el valor de la narrativa para los hechos reales: la
imaginacin, la invencin, la mentira, como nica forma de obtener sentido
para el pasado y para el futuro. No se trata de la imposibilidad de conocer el
pasado, sino de la imposibilidad de conocer o llegar a un hecho real395.
Por eso es que el silencio adquiere tanto valor en esta novela, porque detrs de
los hechos, como una conversacin, puede haber un transfondo ms profundo y
doloroso. Ante la imposibilidad de alcanzarlo, lo que se diga es siempre una digresin.
La discusin aparentemente ociosa de los personajes es un intento de acercarse a la
realidad y rescatarla, aunque a fin de cuentas nunca podamos conocerla directamente.
Una nocin faulkneriana de la experiencia parece indicar que los hechos
siempre vienen filtrados. Los acontecimientos no son nunca directos,
cuando llegan ya han sido interpretados, por relatos de otros, por versiones
inciertas, por voces que llegan del pasado y tambin, muy a menudo, por
libros396.
395
396
327
conocimientos previos del lector ideal. Una utopa de la lectura. La gran cantidad de
referencias integran una estructura que seala principalmente las concepciones
literarias que subyacen en la composicin del texto y constituyen por lo tanto
indicaciones para el lector. La estructura que conforman estas referencias tiene en su
centro la relacin literaria que existe entre Arlt y Borges, de cuya explicacin se
encarga Renzi frente a Marconi, y que ha generado muchas y muy buenas pginas de
crtica397.
Bueno, Renzi dice que Borges es el mejor escritor argentino... del siglo
XIX. Lo que no es poco mrito si uno piensa que en ese entonces escriban
Sarmiento, Mansilla, del Campo, Hernndez. Por supuesto que en la novela
todo eso est exasperado. El contraste Arlt-Borges est puesto de un modo
muy brusco y directo para provocar un efecto digamos ficcional. Renzi
cultiva una potica de la provocacin. De todos modos creo que la hiptesis
de que Borges cierra el siglo XIX es cierta. La obra de Borges es una
especie de dilogo muy sutil con las lneas centrales de la literatura
argentina del siglo XIX y yo creo que hay que leerlo en ese contexto398.
La idea que propone Renzi seala que el primer autor moderno de la literatura
argentina es Roberto Arlt, una idea por dems retadora para un purista como Marconi,
que sostiene que Arlt no escribe bien. La crtica ha terminado por dejar en claro que el
vnculo entre Borges y Arlt es real. Esta clase de juicios orientan a lector que quiere
situar esta novela en una tradicin literaria muy especfica, pero principalmente son
indicios sobre la personalidad de los actores.
Los anlisis literarios de Renzi adoptan, as, posiciones poco ortodoxas mas
397
Como ya hemos explicado no abordaremos aqu el anlisis de las opiniones literarias de estos personajes,
salvo en los casos que nos parezcan relevantes para el desarrollo de nuestro tema. Por eso en otra nota anterior
hemos remitido a las obras que consideramos que lo hacen mejor.
398
Ricardo Piglia, Sobre Borges, www.fflch.usp.br/dlm/espanhol/cuadernos/recienvenido10.pdf .
328
Para Tardewski Kafka es el nico que pudo ver los signos oscuros de la historia
y convertirlos en arte: Pero Kafka, s. Kafka, Renzi, dijo Tardewski, saba or. Estaba
atento al murmullo enfermizo de la historia (R. A., p. 210). El descubrimiento de
Tardewski nos avisa de cmo tenemos que estar atentos a todos los signos para ver el
futuro desde la historia: El genio de Kafka reside en haber comprendido que si esas
palabras podan ser dichas, entonces podan ser realizadas (R. A., p. 209).
Esta tertulia hace tambin la revisin de la tradicin literaria argentina, de una
manera muy particular. Como cuando abordan el tema de las falsedades y los errores
399
329
Molloy extiende la irona y nos hace notar como de estos gajes no se libra ni el
mismo Ricardo Piglia: Si bien los personajes de Piglia se divierten con el error de
Sarmiento, la primera edicin de la novela en cierta forma lo perpeta: dos veces se
lee Fourtol en lugar de Fortoul401. Para Piglia esta forma de conducirse de sus
personajes es un modo de dar a conocer ciertas ideas que de otro modo no tendran
cabida en otros contextos.
En Respiracin artificial, los personajes que estn all son bsicamente
intelectuales, estn interesados en la literatura, en la filosofa, en la historia
y discuten de eso. Trabajar as, siguiendo una tradicin novelstica muy
fuerte, ha provocado un efecto inesperado y benfico, para m, porque
muchas hiptesis que estn discutidas en esos relatos de una manera
extrema, tajante y a la vez atemperadas por la ficcin, alcanzaron un pblico
mucho ms amplio que si yo las hubiera escrito en un ensayo de crtica402.
400
330
cuestin, s me interesa mucho, porque me parece que hay una tradicin muy fuerte en esa lnea. Siempre digo
que ojal yo hubiera inventado ese uso de la crtica en la ficcin, Ricardo Piglia, Crtica y ficcin, p. 189.
404
Osvaldo de la Torre, Op. cit., http://www.ucm.es/info/especulo/numero29/rpiglia.html.
405
Ricardo Piglia, Crtica y ficcin, p. 201.
331
leer como una novela posmoderna y ah hubo una discusin sobre ese
tema406.
406
407
Ibd., p. 201.
Ibd., pp. 113-114.
332
dem.
Aracely Rodrguez, Op. cit. p.126.
333
La idea del poder del pueblo para liberarse, en el marco del debate, muy serio
en los sesentas y setentas, acerca de la necesidad de la revolucin armada, es rebatida
con otra propuesta, en una alegora que pertenece al delirio del senador, cuyo nico
incrdulo testigo es Renzi. El delirio parece provenir de la mencin de Ossorio acerca
de que su amante puede leer el porvenir en el vuelo de los pjaros marinos, el senador,
obsesionado por la figura de su ancestro, se ve a s mismo como ese pjaro que conoce
el futuro porque ha visto la Historia desde las valientes alturas:
334
Llama este pjaro marino, este hombre paraltico que no habla con nadie, a
mantener la calma ante la lentitud de los procesos histricos, lentos e inminentes, a no
perder la esperanza.
Sus ritmos no pueden ser evaluados por ningn hombre aislado, por ningn
particular. De qu sirve exigirles mayor velocidad si su tiempo no es el
nuestro? De qu sirve la urgencia frente a la solidez inflexible de ese
avance? (R. A., p. 61).
410
335
Las cartas que Maggi enva a su sobrino tambin contienen mensajes en clave,
en la posdata de la primera carta le dice: La historia es el nico lugar donde consigo
aliviarme de esta pesadilla de la que trato de despertar (R. A., p. 19). En una
entrevista Piglia nos devela claramente la clave:
Por supuesto se trata de la inversin de la frase de Joyce, de Stephen
Dedalus en realidad. La historia es una pesadilla de la que trato de
despertar, Maggi se la transforma a Renzi, le manda una especie de
mensaje cifrado, porque la pesadilla, sin duda, est en el presente, en 1976.
Y la historia es el lugar en el que se ve que las cosas pueden cambiar y
transformarse. En momentos en que parece que nada cambia, que todo est
clausurado y la pesadilla del presente parece eterna, la historia, dice Maggi,
prueba que hubo otras situaciones iguales, clausuradas, en las que se
termin por encontrar una salida. Los rastros del futuro estn en el pasado,
el fluir manso del agua de la historia gasta las piedras ms firmes. Maggi es
un pensador inactual, est a contramano del nihilismo deliberado que circula
actualmente. En estos tiempos est de moda ser escptico y desconfiar de la
historia.411.
411
336
que no todo est perdido porque La historia, dice Maggi, prueba que hubo otras
situaciones semejantes en las que se termin por encontrar una salida412.
Hay que mirar el pasado para encontrar en la historia el fundamento de la
esperanza, vale la pena discutir, esperar, porque no todo est perdido. Por eso este
joven intelectual, libresco, escptico y orgulloso que era Renzi, despus de pasar el
proceso de iniciacin a que su to y la historia lo someten, cambia al final, y ahora est
listo. Su primera accin, la que clausura la novela, ser abrir una carpeta y echar un
vistazo a la historia de su pas.
412
337
5.
La ciudad ausente
Ryan sospecha que el autor los intercal para que una persona, en el
porvenir, diera con la verdad. Comprende que l tambin forma parte
de la trama de Nolan...
Jorge Luis Borges, Tema del traidor y del hroe.
413
Mauricio Molina, La ciudad ausente de Ricardo Piglia, Vuelta, n. 193, diciembre de 1992, p. 50.
338
Para Graciela Tomassini la novela lleva a cabo una especie de revisin del
gnero policial, aunque con una estructura mucho menos esquemtica:
En La ciudad ausente (1992), de Ricardo Piglia, una laxa estructura
novelstica que parodia el gnero policial colocando el hecho literario en el
lugar del hecho criminal (con lo cual la pesquisa se asimila a la
investigacin literaria), incluye cuentos los relatos de la mquinaconcebidos con anterioridad a la novela, pero que al integrarse en ella ponen
en cuestin las categoras narratolgicas []. Es el discurso ininterrumpido
de la mquina, y la propia realidad construida como forma de resistencia
activa a la obliteracin oficial de la memoria no es sino una red de
discursos incesantes e imbricados que la escritura fija fragmentariamente.
Por otra parte, los cinco relatos incluidos en La ciudad ausente forman
parte, junto con otros, de una antologa personal de Piglia, editada bajo el
ttulo de Cuentos morales (1995)414.
414
415
339
Se trata de una apuesta por el poder del lenguaje para rescatar la utopa de la
experiencia en la lectura, donde la inestabilidad informativa y la incertidumbre son las
vas para llegar a la posibilidad de la irrupcin de lo ficticio en la vida real.
En su segunda novela, La ciudad ausente, de 1992, reta al lector con un
universo en que las neurosis privadas estn formadas por las pblicas, pero
en el que la mquina narrativa sigue siendo una de las maneras de responder
a las formas sutiles y brutales de represin. En ella celebra, a travs de la
figura de Macedonio Fernndez, al escritor distanciado del poder y
empeado en construir una contravoz, un contramodelo del Estado. Es la
nica manera de preservar la mquina narrativa de la destruccin, amenaza
soterrada, pero no por ello menos siniestra416.
416
340
segunda mitad del siglo XX, muchas iniciativas literarias se cancelaban por no cumplir
con los criterios de la literatura social y los escritores se debatan y se dividan en la
encrucijada de responder o no a la necesidad de someterse a una esttica particular.
Piglia encuentra una respuesta a la pregunta de cmo responder artsticamente al
compromiso social del escritor, en la obra y en la esttica de Macedonio Fernndez y
la pone cabalmente en prctica al escribir La ciudad ausente.
Por eso no se puede abordar el anlisis de La ciudad ausente ignorando las
relaciones de la literatura de Piglia con la obra de Macedonio Fernndez. Para Piglia
signific encontrar una solucin digna al problema de cmo escribir ficcin en un
tiempo que necesita de un mayor compromiso con la realidad y contra el rgimen. No
se trata de un problema menor de tcnica retrica, sino de un problema urgente de la
tica de la literatura que para los autores porteos que vivieron el terror de Videla era
muy serio, como lo hace ver Daz-Quiones:
Uno de los problemas centrales que plantea Piglia en rigor, uno de los ejes
que vertebran muchos de sus textos es de qu manera la ficcin puede
contar lo poltico, cmo encarar literariamente el horror, la censura
ideolgica y las distintas formas de represin418.
418
341
419
420
342
entre Piglia y Macedonio en un artculo sobre las diferentes soluciones que Rodolfo
Walsh y Ricardo Piglia le dan al problema del compromiso poltico. Llevado por este
sentimiento de necesaria implicacin con su situacin social y a fin de alejarse de la
evasin que la fantasa puede provocar, Rodolfo Walsh optar por abandonar la
ficcin, afortunadamente Piglia encuentra una respuesta menos drstica en la potica
macedoniana, segn nos seala la autora del artculo.
En Ficcin y poltica en la narrativa argentina", [] Piglia se reconoce no
como continuador de Sarmiento o de Walsh, sino como heredero de
Macedonio Fernndez, el "escritor incmodo" segn denominacin de Cesar
Fernndez Moreno. Macedonio afirma Piglia inaugura "una nueva
enunciacin" que funda "una manera distinta de ver [de pensar] las
relaciones entre poltica y literatura". Macedonio observa "es la anttesis
de Sarmiento", "invierte los presupuestos que definen la narrativa argentina
desde su origen: l encarna "antes que nadie (y en secreto) la autonoma
plena de la ficcin en la literatura argentina", y al mismo tiempo, descubre
un nuevo modo de no disociar la ficcin de la poltica. A diferencia de
Sarmiento y de Walsh mismo, Macedonio une los dos componentes de la
encrucijada sin "enfrentarlos como dos prcticas irreductibles421.
421
Laura Demara, "Rodolfo Walsh, Ricardo Piglia, la tranquera de Macedonio y el difcil oficio de escribir."
Revista Iberoamericana 194-95 (Enero-Junio 2001), pp. 135-44.
422
Ricardo Piglia, Crtica y ficcin, p. 219.
343
423
424
Ibd., p.123.
Laura Demara, Op. cit.
344
425
345
Fernndez, pero La ciudad ausente est ligada de manera muy especial con El Museo
de la novela de la Eterna, narracin en la que todos los personajes son alegricos y
abstractos, y el tema parece ser la tensa y ambigua va entre la realidad y la ficcin y
sus imprecisos lmites, rotos constantemente por el autor, que se incluye a s mismo
como personaje de la obra. Los puntos de contacto son muchos, pero el ms
importante quiz implique la relativizacin del tiempo en la afirmacin de un presente
eterno que se manifiesta en Piglia como un uso complejo de la temporalidad del relato;
el asombro del ser en un mundo donde todo orden parece imposible; y en fin, la
demostracin de la impertinencia de la muerte:
La tensin entre la afirmacin del ser lo existente y la negacin del
mismo la nada, atraviesa la escritura macedoniana tanto en sus escritos
metafsicos como en su produccin ms estrictamente adscribible a lo
literario. La argumentacin de un idealismo radical, que niega la materia, la
causalidad y sus derivados el tiempo, el espacio, la separacin entre la
realidad exterior e interior, la consistencia del yo se levanta en los escritos
macedonianos como afirmacin de lo existente, descrito en su globalidad
como el todo-siente427.
427
Sonia Mattalia, Macedonio Fernndez/Jorge Luis Borges: La supersticin de las genealogas, Cuadernos
Hispanoamericanos nmeros 505-507, julio septiembre, 1992, p. 499.
346
Ibd., p. 501.
Ricardo Piglia, Diccionario de la novela de Macedonio, p. 7
430
Fernando Rodrguez Lafuente. Estudio liminar a la edicin del Museo de la Novela de la Eterna, Madrid,
Ctedra, 1995, p. 5.
429
347
348
de vista de la mquina como principal, lo cual tiene la implicacin de que todas las
historias son producto de la creacin de la mquina y son contadas por ella, incluso la
investigacin de Junior, incluso la propia historia de la mquina, que tiene un estatus
de autocontenida. La historia marco de La ciudad ausente es la de la conciencia de esa
mujer sola sin remedio y atrapada en una mquina eterna que no tiene otra vida que
contar las historias que imagina y que parecen postular la realidad. Pero es una historia
contada, como todas las buenas historias, tangencialmente, a travs de la bsqueda que
el periodista e investigador Junior hace por las labernticas narraciones que circulan
clandestinamente, en medio de un ambiente opresivo que promueve la paranoia.
Otra manera de concebirla es tomando como historia marco la investigacin de
Junior, con lo cual la historia de la mquina adquiere un estatus de incluida en otra que
es el punto de referencia de la verosimilitud. Parecera natural tomar como marco de
referencia principal la historia de Junior, pues inicia la narracin. Sin embargo, este
marco no la cierra pues el final de la novela ocurre en la conciencia solitaria y
abandonada de la mquina. No hay pues una marca clara de la funcin de marco que
subordine todas las narraciones a la historia de Junior, que bien puede ser otro sueo
de la mquina, la eleccin determina por supuesto una diferencia fundamental en la
experiencia de lectura y en la interpretacin, pero nos parece que el autor lo ha dejado
abierto deliberadamente.
Si tomamos como base la historia de Junior, la novela parece seguir un
argumento policial, en el que este periodista-detective, investiga las narraciones de la
349
mquina en busca de una verdad evasiva, oculta y cuyo conocimiento est prohibido,
porque descubrirlo es conocer las debilidades del sistema del poder:
Hay todo un sistema de utilizacin de lo que es dicho a medias y de lo que
se termina por decir como versin que est ligado al hecho de que el que
tiene poder sabe algo que los dems no saben y que ese poder est armado
alrededor de esa figura, de ese lugar secreto en el cual se gestara, digamos,
el poder poltico433.
Por eso las informaciones en esta historia deben circular de manera callada,
clandestina y tangencial, por eso los informantes, como Luca Joyce, como Julia, como
Ana, son perseguidos y castigados por revelar lo que saben.
El gnero policial tiene una raz escptica, no?, una moral estratgica,
digamos, una guerra de posiciones donde el que es sincero es castigado. Hay
una especie de lgica extraa que gira sobre el valor del silencio: el que
calla puede todava encontrar formas de escapar de la ley, porque la ley hace
hablar el Estado por un lado no dice y por otro lado obliga a decir. Hay un
juego alrededor del secreto como cuestin social que me parece muy
atractivo para pensar la historia. Lo que se dice, lo que se puede decir y lo
que se puede hacer, el modo en que los sujetos se desplazan en relacin a lo
que puede no ser dicho434.
350
5.2.
435
351
encuentro, segn Cselik no por los diferentes encuentros que ocurren entre los
personajes en este captulo, sino por el conocimiento que tiene el lector de ellos y de
su circunstancia. Para Cselik esta es una estrategia de Piglia de incluir al lector como
parte de la historia437. Se introduce aqu informacin sobre los personajes principales y
el marco de la narracin aparece Emilio Renzi, desde cuya focalizacin se nos
presenta una imagen esperpntica de Junior, nuestra primera impresin del extrao
detective de la novela, del que nunca sabemos con claridad si trabaja por su cuenta o
para la polica.
La primera historia incluida en el marco est narrada desde la voz de Emilio
Renzi y es la de Lazlo Malamud, erudito traductor al hngaro de Martn Fierro que se
ve obligado a vivir en Argentina sin la posibilidad de encontrar una ocupacin decente
a pesar de sus reconocidas competencias, pues es incapaz de comunicarse en espaol.
Es la primera historia sobre un tpico que veremos aparecer varias veces, una
recurrencia en las historias de la novela: la imposibilidad de la comunicacin. Una
llamada annima e iterativa inicia la investigacin. El deseo de Junior es, por medio de
sus pesquisas en busca del sentido, atravesar el punto de olvido y recordar la
verdad, as como encontrar e integrarse a la red que protege los relatos de la mquina y
los hace circular.
Los claustrofbicos interiores y las paranoicas calles permanentemente
437
352
vigiladas sern el escenario de una ciudad donde la gente vive desencantada, aislada,
perseguida, ocupada de sus propios problemas, sin esperanza. Y con la mquina (la
literatura) secuestrada por las instituciones y aislada de su contexto.
El primer encuentro de Junior, en un srdido cuarto del Hotel Majestic, es con
una extraa informante: la alcohlica amante de Fuyita, el vigilante del museo de la
mquina. Este encuentro enmarca la narracin contenida en la cinta que Renzi le haba
pasado a Junior. Se trata del relato llamado La grabacin, la primera historia de la
mquina que conocemos.
La grabacin es la historia de un gaucho que descubre por casualidad el
infierno de los entierros clandestinos de la dictadura militar, una historia simblica del
descenso a los infiernos.
Y vi los cuerpos, vi la tierra, los muertos, vi en el espejo la luz, y la mujer
sentada y en el medio vi el ternero, lo vi, con las cuatros patas clavadas en el
barro, duro de miedo (C. A., p. 34).
353
gana mucho dinero y luego se suicida; Primer amor, un cuento sobre la nostalgia de
un amor infantil que no lleg a realizarse; La nena, en el que el padre de una nia
que ha perdido la capacidad de comunicarse encuentra el camino hacia su conciencia a
travs de una serie de narraciones; y Los nudos blancos, donde la ciudad es
comparada con una clnica psiquitrica y una crcel desde la conciencia aislada de la
mquina-Elena, en un paranoico ambiente de ciencia ficcin. En esta parte, la
investigacin de Junior nos lleva a conocer los orgenes de la mquina que fue
concebida como un instrumento para traducir, y la historia de Macedonio, que,
desesperado por la muerte de su esposa concibe el modo de mantener viva su
conciencia en el interior de la mquina.
La tercera parte: Pjaros mecnicos, comienza con el encuentro de Junior con
Julia Gandini en un caf. Julia era la mujer que llamaba a Junior por telfono, ahora su
conciencia ha sido reciclada en la clnica de donde ha huido. Es un encuentro que
termina mal para ella pues la llevan presa con el pretexto de que ejerca la prostitucin
y tomaba drogas.
El primer cuento de la mquina se llamaba Stephen Stevensen, y eso es lo que
encuentra Junior en el sobre que le entrega Julia, entre otras referencias tiles, y que
lee finalmente en su habitacin de hotel. Se trata de hecho de la misma historia que
hemos ledo en Encuentro en Saint Nazaire (que es de 1989), aunque situada en
Argentina y no en Francia, una referencia que hace Piglia a su propia obra anterior y
que nos da una pista de lo que representa realmente la mquina de narrar como
354
438
Ibd., p. 85.
355
Cselik439. El cuento no es producto del azar, del error, sino de una elaboracin
consciente, eso es lo que hace a la mquina tan peligrosa.
Posteriormente aparece Ana, la experta en Macedonio, quien le cuenta a Junior
la historia de Russo y de su padre y le habla de la isla. Junior visita a Carola, la
compaera de Russo, en su casa que tambin parece un museo. Esta visita y la vista
del prodigioso pjaro mecnico sirven de marco para la introduccin de uno de los
relatos ms inquietantes de la novela: La isla440. Este relato consta de trece partes
numeradas y describe una tierra mtica situada en ninguna parte, ms all del ro
Liffey, que es todos los ros y representa en la mitologa joyceana todos los lenguajes.
La isla est repleta de referencias a Irlanda, otra recurrencia temtica en la obra de
Piglia, pero sus ciudades estn formadas por restos de la memoria de otras ciudades.
En la isla el lenguaje cambia todos los das y las tradiciones no se conservan, sino que
hay que inventarlas constantemente. La forma del relato se da como el informe de un
antroplogo, Boas, que vivi tres aos en la isla, y recuerda mucho a Tln Uqbar
Orbis Tertius, de Borges. Incluso est lleno de referencias a autoridades que hablan
sobre la isla (autoridades ficticias, por supuesto). La isla es una parodia generada por
Finnegans Wake, de James Joyce, e ironiza entre otras cosa las modas culturales que
cambian constantemente en nombre de ese gran mito que es la modernidad, ese afn
439
Ibd., p. 85.
Se trata tambin de un cuento publicado anteriormente, "La Isla" apareci por primera vez en la revista El
Pndulo (Buenos Aires, 1991), bajo el ttulo de "La Isla de Finnegans" y despus como parte del libro La ciudad
ausente.
440
356
injustificado de novedades, que tiene que ver con los esfuerzos que se hacen desde el
poder para vaciar los sentidos y controlar el lenguaje. Tambin es una reflexin
alegrica acerca de la imposibilidad de comunicar la experiencia.
La cuarta parte, En la orilla, cuenta, la historia de Macedonio, en una visita
que hace Junior a la casa-museo de Russo y que incluye en el discurso de Russo una
justificacin lgica y filosfica de toda la novela, bajo la idea de que los novelistas
pueden influir en la realidad. Vemos luego una descripcin del aspecto abandonado y
triste del museo, donde brilla el dbil piloto de luz azul de la mquina, intil y solitaria
luz como la luz del faro de Saint Nazaire, como la luz en la ventana de Flaubert que
parece en otras narraciones que analizamos antes, que no ilumina nada, pues la
comunicacin no es posible. Finalmente, el cierre de la historia ocurre desde la
conciencia de la mquina abandonada en la playa de su imaginacin, en un delirio de
soledad que evoca mucho, entre otros recuerdos delirantes, el monlogo final de Ana
Livia Plurabelle en el libro 4 de Finnegans Wake: Lonnely in my lonesness.
Como podemos ver, la estructura de la novela consta de una serie de historias
enmarcadas, algunas de las cuales permiten una lectura ms o menos independiente,
aunque consideradas como conjunto se vuelven interdependientes en su sentido.
Varias de estas historias tratan el tema de la imposibilidad de la comunicacin, ya sea
por falta de capacidad de los protagonistas o por aislamiento, tal es el caso de la
historia de Lazlo Malamud, El gaucho invisible o La nena, o la misma historia de
Nolan el nufrago y la de la mquina aislada y olvidada en la soledad del museo. Ya lo
357
advierte Cselik:
En la novela de Ricardo Piglia [La ciudad ausente] no hay idioma vlido
para asegurar la comunicacin. Sin embargo, el deseo comunicativo, la
esperanza de poder salir del aislamiento y encontrar contacto, es un
imperativo categrico, es lo que define la vida. Para poder realizarlo hace
falta redescubrir el lenguaje, destejer y tejer de nuevo las reglas de
comunicacin, descubrir el fondo comn en todos los seres vivos, librarse
del mentir, del fingir y del vigilar, hasta que quede el individuo sin
disfraces, desnudo. Para conseguir esto si es que se puede conseguir- hay
que recorrer un camino hacia el pasado, descubriendo los pocos mitos que
siguen vlidos, y paralelamente, el camino conduce hacia el futuro tambin,
atravesando el presente441.
Otro tpico que aparece es el de la nostalgia por una mujer ausente. Justificado
441
Ibd., p. 23.
358
Siempre hay algo importante que est oculto, dicho a medias, sugerido.
Lindstorm seala la forma en que Piglia administra la informacin sobre sus
personajes de forma gradual y como tangencial:
En los tres casos, las alusiones a Macedonio, a los personajes de Arlt y a
Lugones e hijo, es muy notable la manera en que La ciudad ausente
presenta la informacin. Empieza con unas alusiones indirectas para llegar
slo a travs de varias retardaciones a una identificacin directa. Por
ejemplo, a lo largo de la novela abundan las alusiones a Macedonio
Fernndez. Al contrario de lo que se esperara, al principio las referencias
son algo crpticas y presuponen la existencia de un lector ya familiarizado
con Macedonio. En cambio, en los ltimos captulos hay una explicacin
442
359
La ciudad ausente es, entre otras muchas cosas, un libro sobre la falta de
comunicacin, un tratado de las imposibilidades del lenguaje, de sus lmites y sus
ausencias. De los controles lingsticos impuestos desde el poder, del modo en que se
puede resistir a ellos. De nuestra necesidad de narrar y ser narrados para ser y para
ampliar la existencia. La ciudad ausente apela de manera pardica, a la realidad
extraliteraria, no la imita. Las alusiones no corresponden necesariamente con las
condiciones del mundo real, de hecho este mundo es deliberadamente distinto, aunque
se parece o alude a la geografa y la historia cotidiana. Este vago parecido crea un
efecto de extraamiento parecido al que quera Bertold Brecht para sus montajes, y es
una figura que surge directamente del ejemplo de Macedonio Fernndez.
En Museo de la Novela de la Eterna, Macedonio toma la idea de la novela
utpica y la lleva a un extremo mximo. La novela, el texto que viene a
representar una realidad esttica, o una anti-realidad, si se quiere se arma
como un complot desencuadernado, desde un espacio ex-cntrico (usando la
terminologa de Julio Prieto): desde una estancia que se llama justamente La
Novela del Presidente. Pero esta estancia es una estancia slo en nombre, ya
que Macedonio la vaca de su valor histrico tradicional y la recrea como un
espacio metafsico, como un no-lugar (es decir: como una utopa), desde el
cual se articula el complot la maquinacin de la novela misma.[...]
Estar en la ciudad significa estar atrapado por la historia y la tradicin; es
por eso que los habitantes desean huir de Buenos Aires hacia el complot: un
movimiento de la Realidad hacia la esttica, del pasado hacia el presente, de
la Historia hacia la utopa, de personas hacia personajes (10). Es decir, los
sujetos desean escaparse de la ciudad, pero no para irse a lo europeo (como
en la tradicin decimonnica), ni al campo (como en las obras del
Centenario), sino a un no-lugar, a un espacio metafsico, a una utopa,
tramada como un complot, que viene a ser la novela misma. Y este gesto
utpico y anarquista resulta ser un aspecto esencial de lo que Piglia rescata
443
360
De este modo, ejercita una nueva relacin entre la realidad y la ficcin, donde el
concepto de verosimilitud no dependa de su verificacin contextual, sino que se apoye
en estas referencias para proponer un mundo diferente y parecido al real, con sus
reglas propias de funcionamiento. En ese contexto, la confrontacin de las referencias
no necesariamente se debe realizar en el mundo extradiegtico, sino en la digesis
misma, puesto que en l la ficcin est conteniendo a la realidad y no al revs.
Las referencias tienen por lo tanto un valor como funciones del discurso fictivo
y no como anclajes realistas, son smbolos y como todo smbolo su significacin
tiende a ampliarse. La cabal comprensin de los textos depender de tener en cuenta su
contexto.
Pero adems, por si fuera poco, algunas de estas referencias son falsas, al igual
que en Nombre falso, as como en otras obras de Piglia, lo cual no hace sino
444
445
361
362
Este motivo de la ciudad como una prisin no es ajeno tampoco a otras obras
del autor, constituye de hecho una de las recurrencias que hemos revisado, y la hemos
448
363
visto aparecer en los anlisis precedentes. La ciudad, es una crcel en la que todo
conspira contra la libertad de los individuos, vaca de sentido sus vidas y la vuelve
insignificantes.
La informacin estaba muy controlada. Nadie deca nada. Slo las luces de
la ciudad siempre encendidas mostraban que haba una amenaza. Todos
parecan vivir en mundos paralelos, sin conexin. (C. A., p. 14)
Eduardo Galeano opina que este imaginario urbano de la ciudad como crcel se
ha actualizado ominosamente en la estructura de nuestras ciudades contemporneas, de
un modo que se parece a las peores profecas de las novelas de ciencia ficcin de
mediados del siglo XX.
Caminar por las calles de las grandes ciudades latinoamericanas se est
convirtiendo en una actividad de alto riesgo. Quedarse en casa, tambin. La
ciudad como crcel: quien no est preso de la necesidad est preso del
miedo. Quien tiene algo, por poco qu sea, vive bajo estado de amenaza,
condenado al pnico del prximo asalto. Quien tiene mucho, vive encerrado
en las fortalezas de la seguridad. Los grandes edificios y conjuntos
residenciales son castillos feudales de la era electrnica. Les falta el foso de
los cocodrilos es verdad, y tambin les falta la majestuosa belleza de los
castillos de la Edad Media, pero tienen grandes rejas levadizas, altas
murallas, torres de viga y guardias armados449.
como
crcel,
http://www.uprb.edu/profesor/mrocio/edpe3327
364
450
365
impide establecer relaciones estrechas con nuestros semejantes, donde la mayor parte
de la gente que vemos son desconocidos, slo en ese mbito es posible una literatura
basada en el anonimato y la paranoia.
La idea de que la ciudad moderna es la ciudad de masas, de que la ciudad de
masas supone que la amenaza es la multitud porque en la multitud se
pierden los rastros es imposible conocer la identidad del que est cerca; se
ha perdido esa especie de seguridad que est implcita en el barrio
tradicional, el pueblo tradicional, donde en una determinada comunidad se
trabaja con la ilusin de que todos se conocen. Por otro lado, la ciudad es el
lugar annimo del desconocido que puede ser un asesino ya que no hay
ningn elemento, ningn signo que lo identifique a priori y, por lo tanto,
esta idea de la prdida de las huellas de cada uno en la multitud, segn
Benjamin, est en el origen del gnero policial, as como tambin est en el
origen del funcionamiento de la ciudad moderna como metfora453.
dem.
dem.
366
455
dem.
367
456
368
457
458
dem.
dem.
369
Aspirar a la no existencia es aspirar a un espacio imaginario, metafsico, un nolugar, de donde surge la necesidad del complot para restituir los sueos: y este gesto
utpico y anarquista resulta ser un aspecto esencial de lo que Piglia rescata de
Macedonio para incorporarlo en La ciudad ausente460.
En La ciudad ausente el espacio no es neutro ni inocente, no es un simple
tablado para la actuacin de los personajes, est construido especficamente para
figurar dentro de un sistema significante complejo, creando nuevas reglas para el
lenguaje que funcionan slo en el mundo de este mismo espacio narrativo particular.
Por ejemplo, las condiciones de la isla de Finnegans slo funcionan en el mbito de
ese lugar imaginado. Le haban hablado de la isla de Finnegans, bien adentro del
Paran, del otro lado del ro Liffey, quizs alcanzaran a llegar (C. A., p. 73).
En la isla el tiempo est asociado al espacio y moverse hacia a la playa, hacia
los lmites del lenguaje (el ro Liffey de Finnegans Wake, es decir: todos los ros del
mundo, todos los lenguajes), es viajar hacia el pasado; en cambio moverse hacia arriba
es viajar a una tierra futura de lmparas solares y androides desactivados. Viajar ro
arriba es tambin volver en el tiempo:
Embarcados en el Rosevean, un tres palos, con hlice Pohl-A, en la baha
del norte, fueron enviados por el ro hacia atrs en el tiempo, segn
Teynneson, bajo las rfagas heladas del viento de enero (C. A., p.128)
459
460
370
371
ayer se usaba. La nocin de obsoleto es un nuevo prejuicio que tiene que ver con los
esfuerzos del Estado y de las grandes compaas para vaciar los sentidos y controlar el
lenguaje, y el consumo:
Grandes poetas dejan de serlo y se convierten en nada y en vida ven surgir
otros clsicos (que tambin son olvidados). Todas las obras maestras duran
lo que dura la lengua en la que fueron escritas. (C. A., p. 121)
372
Casi se trata de inventar un mundo nuevo que sea distinto del que llamamos real
por pura imposicin, y que sirva para oponerlo al discurso del poder, o para criticar la
462
463
373
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465
374
trincheras los intelectuales. Cada lector construye su propio museo dnde guarda lo
que considera valioso para su propia identidad.
El modelo que propone Piglia para la construccin de esta tradicin, este nuevo
museo de la literatura, es un modelo inclusivo que explora tambin lo que las
versiones prestigiadas dejan fuera, lo marginal, donde se han perdido en el olvido
valiosas aportaciones.
Pero adoptar una cierta tradicin implica seleccionar, y este proceso podra
dejar de lado contenidos culturales importantes que pueden quedar silenciados a favor
de otros que resultan favorecidos. El principio de seleccin del museo de Macedonio
se parece al elemento proscriptivo del archivo que plantea Foucault, y que Gonzlez
Echeverra rescata para su teora de la novela como archivo:
En primera instancia deseo retener de Foucault el elemento negativo,
prescriptivo de su Archivo, porque la interdiccin, la negacin, est en el
principio mismo de la ley, y por ende de la escritura y de la novela. [] La
narrativa en general, la novela en particular, pueden ser la manera en la que
se conserva el estado fugitivo del enunciado, un contra-archivo para lo
efmero y marginal. La novela otorga a la negatividad del Archivo a la
proscripcin del archivo, una forma de ser fantasmagrica, que representa
nicamente, sobre todo en el periodo moderno, el poder mismo del Archivo
para diferenciar466.
466
375
Eterna, lo cual tiene que hacernos pensar sobre el uso de ese concepto en
Macedonio. Y James [Irby] ha escrito ya sobre la cuestin de por qu se
llama museo esa novela y sobre sus relaciones con la utopa y con los
sistemas de clasificacin, porque por supuesto el museo, como la sociedad
utpica, es un sistema de clasificacin, de exclusiones e inclusiones. En el
caso de la novela, cuando yo la escrib pens que la mquina tena que estar
en un museo. La forma vino por ah: un objeto mtico, fuera de circulacin y
por lo tanto un museo, un sistema de corredores y de vitrinas, donde la
mquina est conservada467.
Esta escena en particular acaba de ser vivida en la realidad por el mismo Junior,
quien apenas se sorprende de verla representada en el museo, este hecho es lo que nos
lleva a sospechar que la historia misma de Junior es slo uno ms de los relatos de la
mquina, como las dems historias del libro:
467
376
377
468
dem.
378
normal. El tiempo aqu es un orden que coloca el pasado y el futuro como zona de las
posibilidades, y el presente como una tensin entre lo real y lo posible.
Frecuentemente se alinea el tiempo con la distancia, como en el caso extremo de la
isla. Y las cualidades temporales pueden variar dependiendo de la perspectiva de los
personajes. Junior, por ejemplo, recibe llamadas que le avisan de las noticias dos horas
antes de que ocurran. Vemos en el museo objetos procedentes de historias que acaban
de ocurrir o que an no han ocurrido. El tiempo, al igual que en otras narraciones de
Piglia, depende tambin de la perspectiva y el foco del narrador, o del personaje del
que se trate. Los cambios bruscos de foco o de narrador impiden a veces fijar la
temporalidad con certeza.
Acerca de los personajes, Aurora Pimentel advierte que la referencia ltima de
todo acto es permtaseme insistir a un mundo de accin y valores humanos469, lo
cual significa que los personajes no funcionan del mismo modo que las personas en la
vida real y sin embargo sus acciones y sus caractersticas siempre aluden de algn
modo a la realidad extraficcional. Los personajes, por mucho que sean creaciones de
carcter verbal, tienen un sentido que apunta especficamente a la accin humana, y
eso es lo que los hace tan importantes frente a otros efectos de sentido, algo que se
reconoce desde Aristteles.
No se trata, claro est de regresar a una visin simplista que asimila
personaje y persona, ni de abordar el problema desde una simple tipologa
469
379
Lo vemos hacindose el duro con un gato frente al viejo encargado del hotel
Majestic. Es una parodia de los hroes clsicos de la literatura policial. Una caricatura
repetida de su extrao padre:
470
Ibd., p.63.
380
471
381
se ven obligados a vivir en condiciones muy diferentes a las que estn habituados472.
Como Mckeney, que no se resigna a vivir fuera de su patria, o el caso pattico del
pobre Lazlo Malamud, traductor del Martn Fierro al hngaro, pero incapaz de hablar
otro espaol que el de los mticos payadores.
El mismo Renzi, quien aparentemente no podra ser ms distinto que Junior,
tiene rasgos que lo acercan a su colega. Junior se nos presenta en contraste con Renzi.
Junior llega a parecer una versin degradada del propio Renzi, lo cual le otorga una
libertad moral que Renzi no se puede permitir.
Macedonio y Stevensen tambin guardan al menos una relacin interesante:
Macedonio no intentaba producir una rplica del hombre, sino una mquina de
producir rplicas (C. A., p. 60), mientras que Stevensen haba dedicado su existencia
a construir una rplica en miniatura del orden del mundo (C. A., p. 99)473. En la
historia de La nena, el padre pens que la msica era un modelo abstracto del orden
del mundo (C. A., p. 54).
Junior cae en la cuenta de estas equivalencias y busca una relacin que le
permita explicar los vnculos: Estaba seguro de que uno de ellos haba sido
Stevensen, estaba seguro de que ste era el nombre secreto del Ingeniero que haba
trabajado con Macedonio en la programacin de la mquina (C. A., p. 102).
472
Ibd., p. 29
Ver tambin Prisin Perpetua, Encuentro en San Nazaire, p. 106: Stephen Stevensen (creo) ha dedicado
su existencia a construir una rplica en miniatura del orden del mundo. Como si hubiera intentado estudiar la
vida en una pecera seca: los peces boquean durante horas en el aire transparente.
473
382
Las semejanzas entre los personajes terminan por integrar al lector en una serie
de rplicas:
El narrador annimo ley Pjaros mecnicos, escritos por Stephen
Stevensen. El narrador en este caso es lector, igual que Junior e igual que
nosotros, y Stephen Stevensen es el creador de Pjaros mecnicos. Russo
el ingeniero hngaro que a lo mejor es alemn y se llama Richter igual
cre un pjaro mecnico y el ttulo del captulo que estamos leyendo es
tambin Pjaros mecnicos. De esta manera Stephen Stevensen es la
rplica de Russo, del Ingeniero Richter, de Macedonio, de la mquina, de
William Wilson y de Ricardo Piglia. Stephen Stevensen es ingls, argentino
por opcin, descendiente de los viajeros y los investigadores europeos, igual
que Junior. Junior es la rplica de su padre, del de Emilio Renzi y de Emilio
Renzi, por lo tanto Stephen Stevensen es tambin la rplica de todos ellos.
La rplica de Junior, el lector, es el yo narrador, lector a su vez de
Stephen Stevensen, quien no slo lee, sino interpreta las palabras de
Stephen Stevensen. Nosotros, lectores, interpretamos las palabras del yo
narrador, formamos parte ntegra de la serie de las rplicas474.
Esa puesta en abismo supone una identificacin de los caracteres que borra las
fronteras individuales y contribuye al ambiente general de incertidumbre que priva en
el mundo de la obra.
El guardia del museo es otro caso de misterio y confusin. Junior se refiere a l
como japons y a veces como coreano, se declara espa extranjero al servicio de la
causa de la mquina y puede ser violento con su amante y amable con Junior:
Vio aparecer al japons, caminaba como en un sueo, suba
dificultosamente por la rampa que llevaba al stano y a las salas inferiores
del Museo, arrastrando la pierna izquierda. Tena pinta de jockey y ojos
ausentes. Es Fuyita, pens Junior. Usaba corbata negra y una banda de seda
negra en la manga del saco, porque estaba de luto. Junior pens en la mujer
encerrada en la pieza del hotel Majestic (C. A., p. 61).
383
475
476
384
5.3.
Narracin polifnica
477
dem.
385
478
Se refiere a: Transparent minds: narrative modes for presenting consciousness in fiction, Princeton,
Princeton University Press, 1978.
386
479
480
387
est compuesta alrededor del sueo de un borracho, construido con restos de lenguas y
culturas de todo el mundo, un mundo especial donde el lenguaje establece sus propias
reglas, donde domina la analoga y los personajes se identifican unos con otros, como
en La ciudad ausente.
James Joyce trabaj con dobles. En Ulysses Leopold Bloom, agente de
anuncios, caricaturiza a Ulises y Ulises parodia a Leopold Bloom. Adems,
James Joyce investiga las imgenes de la realidad interior, su mtodo de
escribir se basa en la simultaneidad y en el uso del tiempo subjetivo; todo
ello es igualmente vlido para la manera de crear de Ricardo Piglia. La
novela La ciudad ausente est llena de alusiones a James Joyce. La mujer en
el Majestic se llama Luca Joyce, en Los nudos blancos aparece Molly
Malone (Molly es la esposa de Leopold Bloom en Ulysses) y canta el coro
de Ana Livia Plurabelle (Ana Livia Plurabelle es la esposa de Humphrey
Chimpden Earwicker, es madre de hijos gemelos -de nuevo tenemos delante
un ejemplo para el doble- en Finnegans Wake). A continuacin Junior ir a
pedir informacin a Ana Lidia, y en La isla, el libro que leen todos como si
fuera la Biblia es el Finnegans Wake 481.
481
388
la deriva y vivi absolutamente solo casi cinco aos, hasta que se suicid.
Su odisea es una de las grandes leyendas en la historia de la isla. Slo un
hijo de puta empecinado irlands pudo sobrevivir todo ese tiempo aislado
como una rata en esta inmensidad y cantando contra las olas, Three quarks
for Muster mark, a los gritos, en la playa, buscando siempre la huella de
una pata humana en la arena, dijo el viejo Berenson. Slo alguien como Jim
pudo fabricarse una mujer con la que hablar en esos aos interminables de
soledad. (C. A., p. 129)
389
identificar a la mquina con la mujer de Italo Svevo, enlaza a Nolan con Russo y a
Svevo, poeta y amigo de Joyce, con Macedonio, la misma regla enlaza a Nolan con
James Joyce, y por lo tanto a la mquina, su creacin, con el Finnegans Wake y a ste
con el Museo de la novela de la Eterna, creacin de Macedonio.
De hecho en La isla leemos el siguiente propsito de Boas: Por eso he de
volver a la ciudad de los tres tiempos y a la baha donde reposa la mujer de Bob
Mulligan y al Museo de la Novela donde est el Finnegans, solo en la sala, en una caja
negra de cristal (C. A., p. 134). El Finnegans est solo en un museo, como la
mquina, que representa tambin al Museo de la novela de la Eterna y el mismo
Finnegans, y al Gnesis y La ciudad ausente y es la fuente de toda la obra de Borges
(Ver C. A., p. 145). Literatura ro, que como el Liffey contiene todos los ros del
mundo, todas las lenguas del mundo, otra vez la propuesta de lectura hologrfica que
ya habamos mencionado en Encuentro en Saint-Nazaire (P. P., p.132) y en Prisin
perpetua (p. 41).
En la obra de Joyce, Ana Livia representa La Madre esencial, personificacin
de la femineidad y del ro Liffey, de hecho en la famosa escena de las lavanderas 482 es
el ro que ya se ha llevado sus palabras. Estos atributos pasan en La ciudad ausente a
la mquina-Elena, que se identifica con todas las mujeres del relato y es en s misma la
alegora de lo femenino: Beatriz, Penlope, Eva, Molly, Ana Livia, la Eterna Es la
482
Ver James Joyce, Finnegans Wake, Libro 1, captulo 8 Can't hear with the waters of
390
391
Amenazada, paranoica, aislada, presa del dolor y del miedo la mquina repasa
sus dolorosos recuerdos, su infierno personal, con la dantesca advertencia incluida:
hay que evitar ciertos lugares a medida que se atraviesa el pasado con el ojo de la
483
James Joyce, Finnegans Wake, la traduccin del fragmento es responsabilidad ma, el texto completo de la
obra en ingls se puede encontrar en: http://www.trentu.ca/faculty/jjoyce/.a continuacin el original: Loonely in
me loneness. For all their faults. I am passing out. O bitter ending! I'll slip away before they're up. They'll never
see. Nor know. Nor miss me. And it's old and old it's sad and old it's sad and weary I go back to you, my cold
father, my cold mad father, my cold mad feary father, till the near sight of the mere size of him, the moyles and
moyles of it, moananoaning, makes me seasilt saltsick and I rush, my only, into your arms. I see them rising!
Save me from those therrble prongs! Two more. Onetwo moremens more. So. Avelaval. My leaves have drifted
from me. All. But one clings still. I'll bear it on me. To remind me of. Lff! So soft this morning, ours. Yes. Carry
me along, taddy, like you done through the toy fair! If I seen him bearing down on me now under whitespread
wings like he'd come from Arkangels, I sink I'd die down over his feet, humbly dumbly, only to washup. Yes, tid.
There's where. First. We pass through grass behush the bush to. Whish! A gull. Gulls. Far calls. Coming, far!
End here. Us then. Finn, again! Take. Bussoftlhee, mememormee! Till thousendsthee. Lps. The keys to. Given!
392
cmara, quien se mira en esa pantalla pierde la esperanza (C. A., p.159)
As como Plurabelle aora a su padre, ella suea con su creador, Russo, y con
Macedonio, el amor perdido:
Estoy segura de que ya no voy a dormir, sueo con un ingeniero hngaro
que se refugia en una casa de campo, en el casco de una estancia donde
anida un pjaro mecnico. (C. A., p. 159)
393
Pereira ve en este ltimo monlogo una sntesis de todos los recursos narrativos
484
Quiz Piglia conoci a Piri Lugones, nieta del poeta e hija del torturador, como ella misma se presentaba,
quien fue compaera de Rodolfo Walsh, amigo de Piglia, por un tiempo y luego se hizo montonera y muri
torturada por la dictadura militar. La historia es realmente cierta, se ha escrito mucho al respecto, pueden
consultarse los siguientes libros: Fondo negro, de Eduardo Muslip, Solaris, Buenos Aires, 1997; Los Lugones,
una tragedia argentina, Marta Merkin, Sudamericana, Buenos Aires, 2004; La pasin de los poetas de Jorge
Bocanegra, Alfaguara, Buenos Aires, 2002; y la Breve Historia de la tortura en la Argentina, de Marcelo M.
Bentez., en La tecla , revista digital, Ao III, nmero 11, Diciembre 2003, Buenos Aires,
http://www.icarodigital.com.ar/numero11/eldamero/tortura2/tortenarg.htm .
485
Ver Libro 1, captulo 8: Can't hear with the waters of
394
Escoger este monlogo como cierre de la novela plantea problemas con la idea
del marco narrativo, pues al colocarse como conclusin y elidir el final de la pesquisa
de Junior, de quien nunca sabremos qu har con lo que ha averiguado, ni cul ser el
resultado de su inters por la mquina487, coloca la aparente historia principal en una
posicin subordinada, pues al convertirse en una narracin prevista por la mquina se
crea un crculo que elimina las jerarquas estructurales.
Si la mquina es la narradora principal cyberautora que asume la voz de su
486
395
396
5.4.
397
488
489
398
Este complot tambin tiene su ala popular en los relatos que cotidianamente
circulan, fuera de los medios institucionalizados. Historias que se convierten en un
acervo obligado para el escritor:
En contraparte, el Estado se esfuerza por promover su propia versin de los
hechos y pone toda la fuerza de su poder en la imposicin de su punto de vista. Sabe
490
399
493
494
400
401
mal escrita en los huesos del crneo, del mismo modo que ese lenguaje primigenio
est escrito en los caparazones de las tortugas. Esos nudos blancos, conjunciones
generatrices del cdigo del ADN y del cdigo lingstico, especie de poderosos
protomemas naturales495, se veran reflejados necesariamente como condensaciones
vitales en las palabras, y en los recuerdos. Esa fue siempre la esperanza de Macedonio,
por eso llevaba un tachito de yerba con el alma de Elena, es decir, con las cartas y
una foto de la mujer envuelta en trapos (C. A., p. 148)
Por eso Macedonio convence a Russo de mezclar su propia mquina de traducir
con la mquina telpata de Russo y programarla con las cartas de Elena para salvar sus
recuerdos y eternizarla. El resultado sorprendi al mismo ingeniero: Queramos una
mquina de traducir y tenemos una mquina transformadora de historias (C. A., p.
41). El xito super las expectativas pues la mquina era capaz de aprender un relato y
transformarlo.
La clave, dijo macedonio, es que aprende a medida que narra. Aprender
quiere decir que recuerda lo que ya ha hecho y tiene cada vez ms
experiencia. No har necesariamente historias cada vez ms lindas, pero
sabr las historias que ha hecho y quiz termine por construirles una trama
comn. (C. A., p. 42)
495
El trmino se refiere a la nocin de mema o meme, introducido en 1976 por Richard Dawkins, y que se
ha popularizado entre los interesados del las ciencias de la mente como unidad de informacin residente en el
cerebro que se difunde, se replica y evoluciona casi como un ser vivo. Un protomema sera un generador de
informacin, contenido naturalmente en la estructura del organismo, es decir un productor de memes. Ver
Richard Dawkins, El gen egosta, Salvat Editores, Barcelona, 2000,
402
mercado de Plaza de Francia, los reproducan con tanta perfeccin que mejoraban el
original y lograban que la copia pareciera ms antigua y ms pura (C. A., p.52). Con
lo que no cont Macedonio es que al morir l, su amada Elena, la Eterna, quedara
abandonada y triste:
Elena se intern con el doble propsito de hacer una investigacin y de
controlar sus alucinaciones. Estaba segura de haber muerto y de que alguien
haba incorporado su cerebro (a veces deca su alma) a una mquina. Se
senta aislada en una sala blanca llena de cables y de tubos. No era una
pesadilla; era la certidumbre de que el hombre que la amaba la haba
rescatado de la muerte y la haba incorporado a un aparato que transmita
sus pensamientos. Era eterna y era desdichada (C. A., p. 67).
Como si Macedonio fuera un nuevo Pigmalin, hace vivir lo que estaba muerto,
Elena vuelve a vivir en sus relatos, por eso la mquina escribe narraciones sobre
intentos de recuperacin de la mujer amada: La muchacha vuelve a vivir gracias a los
relatos del padre. Narrar era darle vida a una estatua, hacer vivir a quien tiene miedo
de vivir. (C. A., p. 59).
Pero Macedonio y Russo construyen no slo un sarcfago de la conciencia de
Elena, un monumento al individuo, sino un modo de resistencia ante las imposiciones
del poder contra la libertad y contra la vida.
La inteligencia del Estado es bsicamente un mecanismo tcnico destinado a
alterar el criterio de realidad. Hay que resistir. Nosotros tratamos de
construir una rplica microscpica, una mquina de defensa femenina contra
las experiencias y los experimentos y las mentiras del Estado. (C. A., p. 143)
403
polticos les creen a los cientficos y los cientficos les creen a los novelistas la
conclusin era sencilla. Haba que influir sobre la realidad y usar los mtodos de la
ciencia para inventar un mundo donde un soldado que se pasa treinta aos metido en la
selva obedeciendo rdenes sea imposible (C. A., p. 142). De este modo, los novelistas
inciden en la creacin de la realidad y la literatura se convierte en un agente con
trascendencia fsica. Como lo dijo Macedonio, citado por Piglia: Lo que se puede
imaginar sucede y pasa a formar parte de la realidad (C. A., p. 60).
Por eso la quieren desactivar. Primero cuando vieron que no la podan
desconocer, cuando se supo que hasta los cuentos de Borges venan de la
mquina de Macedonio que incluso estaban circulando versiones nuevas de
lo que haba pasado en la Malvinas; entonces decidieron llevarla al museo
(ver C. A., p. 145).
404
decir, crea literatura oral, que circula en varias versiones y con diferentes
vas de distribucin por toda Argentina496.
Por eso resulta tan importante para Piglia la identificacin de una tradicin, con
filiaciones y ramificaciones que siten este universo narrativo en un contexto real,
porque cada referencia es un lazo de una red que potencia la imaginacin y revela
nuevos aspectos de las cosas:
Por eso me interesa trabajar con ficciones de otros en mis ficciones, tambin
con la ficcin montada desde el Poder, porque ese ardid multiplica la red de
los posibles, de la imaginacin que pulula en el conglomerado social
persiguiendo alianzas y provocando tambin desencuentros499.
496
405
Sin embargo la afirmacin que hace Cselik de que el lector no puede elegir
libremente su propia interpretacin nos parece desafortunada, pues se contradice con
la indeterminacin de la obra. En nuestra opinin es justamente ese buceo profundo
en la estructura de la obra lo que hace que el lector encuentre ms de una
interpretacin posible, y an ms si se atiende a las referencias extratextuales. El error
500
501
406
Ibd., p. 128-129.
407
creadora503.
503
504
408
la realidad, la mquina narrativa, la que sirve para ordenar el caos, para extender la
vida, para crear mundos mejores y ms ordenados, para darle sentido a la realidad.
409
CONCLUSIONES
Al final el crtico debe tener presente que nunca una lectura podr clausurar
definitivamente un texto, as lo entiende Isser cuando pregunta: No es de suponer
que la interpretacin no es otra cosa que una experiencia cultivada de lectura y con
ello, slo una de las posibles actualizaciones del texto?505. En ese sentido el lector
encontrar cada vez cosas nuevas que decir de una obra en distintos momentos. La
experiencia de la lectura podra ofrecer as una riqueza mayor de sentido que la de la
experiencia en la vida misma:
Si los hacemos claros (los significados), entonces parecen hacernos
comprensible que el sentido es constantemente superable. A este respecto,
los textos fictivos le llevan siempre la ventaja a nuestra experiencia de la
vida. Pero eso lo notamos, generalmente, apenas cuando sustituimos sus
indeterminaciones por un significado506.
507
y, yo aadira, que
505
Wolfang Isser La estructura apelativa de los textos en Dietrich Rall, Op. cit., p. 100.
Ibd., p. 119.
507
Betina Gonzlez, Op. cit., p. 180.
506
410
508
411
discurso de Piglia aparecen constantemente rasgos propios del discurso acadmico del
ensayo:
Piglia inaugura, junto con Hctor Libertella, la ficcin crtica, rama de la as
llamada ciencia ficcin509.
Nicols Rosa, Veinte aos despus o la novela familiar de la crtica literaria, en Cuadernos
Hispanoamericanos, Nm. 517-519, julio-septiembre, 1993, p. 182.
412
ausencia del autor, que tiene su origen en un famoso ensayo de Foucault titulado Qu
es un autor? Es evidente que Piglia, el autor, aparece continuamente, con o sin
mscara, y que controla todo el tiempo el programa de lectura. Aunque bien es cierto
que no pretende ser el garante de la verdad. Justamente el rasgo ms sobresaliente de
estas novelas es que exploran la relacin ambivalente entre lo real y lo narrado.
Donald L. Shaw seala sobre la nueva novela hispanoamericana, entendida
como la novela del posboom y de la posmodernidad: En los trminos ms generales
se puede hablar de una sublevacin contra todo intento de presentacin unvoca de la
realidad, sea la exterior a los personajes, sea la realidad interior psicolgica, y de la
creacin de obras esencialmente abiertas que ofrecen la posibilidad de mltiples
lecturas510.
Ante los retos que plantea la interpretacin de las repeticiones en la obra de
Piglia hay una pregunta inevitable que ronda en la mente del lector: Cul es el secreto
que Piglia no se resigna a callar y lo lleva escribir, una y otra vez, lo que escribe?
Quiz el secreto no est en la obra misma sino en lo que sabemos de la obra, en su
modo de encajar en nuestra propia realidad. Lo que determina el ser y la experiencia
en la lectura son los conocimientos en juego y la propia capacidad creativa del lector
que reconoce al ponerlos en accin; es un secreto que siempre ha estado all, pero que
no es fcil de ver.
510
Donald L Shaw. Nueva narrativa hispanoamericana. Boom, posboom, posmodernismo. Madrid, Ctedra,
1999, pp. 250-251.
413
Para entender el desarrollo de esta idea de narracin secreta que Piglia practica
y pregona es necesario situarse en el contexto de opresin que vivi Argentina en el
siglo XX por la sucesin de las dictaduras militares. Un momento en el que escribir se
convirti en una tarea peligrosa que, por ejemplo, le cost la vida a Rodolfo Walsh
entre otros muchos. Al igual que Bertold Brecht durante el surgimiento del nazismo y
la ascensin de Hitler se vio obligado a desarrollar un teatro que fuera capaz de
denunciar de una manera inteligente lo que se estaba viviendo y poner al desnudo para
quien supiera verlo las atrocidades del poder, as Piglia y muchos de los intelectuales
argentinos se vieron en la necesidad de desarrollar nuevas formas de expresin.
Tambin hay una clase de crtica que busca en la obra literaria una respuesta
especfica y coyuntural ante los acontecimientos polticos y sociales. Y generalmente
se ve defraudada, si no es que termina por forzar sus categoras o peor an las de la
obra, pues la literatura no suele responder de forma inmediata a la realidad. Piglia
marca claramente su distancia con esta clase de crtica:
Me distancio de lo que suele entenderse hoy por una crtica poltica de la
literatura que tiende a ser, digamos, endogmica, busca en la literatura, en
los escritores los signos de una poltica que viene de afuera y persigue a los
escritores todo el tiempo acusndolos de estar construyendo discursos en
beneficio de las polticas del Estado. La literatura se ha convertido en un
rehn del discurso poltico, en un rehn, dira yo, de la ineficacia poltica de
los crticos511.
414
referencia a textos literarios o nombres de autores no implica que los signos estn
vacos o que dejen de sealar aspectos de la realidad, aunque sean abstractos o incluso
cuando se trate de autorreferencias. En general los textos se refieren a aspectos de la
historia de la identidad cultural argentina y tienen una clara posicin pragmtica con
respecto a lo social. En las novelas de Piglia el significado no est ausente, est oculto
y siempre hay una historia, aunque no lo parezca, que se muestra slo al lector que la
busca activamente.
La sensacin de apertura que nos deja su narrativa corresponde a un concepto
de la escritura como un proceso vivo y permanente, una forma de ver la literatura
como algo continuo, lo que Robert Maynard Hutchins llamaba la gran conversacin
de Occidente, Estrade opina algo parecido con respecto a las nouvelles de Piglia:
La nouvelle pigliana es pues un acoplamiento textual que da valor a la
escritura como proceso; en otros trminos, asume plenamente que toda
escritura es una reescritura. Un texto-mquina, que toma la forma de una
encuesta, cuenta la historia de una (re)lectura por va de la cual aparecern
en el flujo textual, un cuaderno o un peridico, nuevas conexiones hacia los
cuentos futuros. Por diferentes procedimientos de seleccin, de reescritura,
de reordenamiento, y aun por simple (re)copiado, se produce un texto
nuevo512.
512
Christian Estrade, La gense de la fiction dans les nouvelles de Ricardo Piglia, Revue Recto/Verso N 2
Dcembre 2007; http://www.revuerectoverso.com/spip.php?article61 , p. 8 : La nouvelle piglienne est donc un
couplage textuel qui met en valeur lcriture comme processus ; en dautres termes, elle assume pleinement que
toute criture est une rcriture. Un texte-machine, prenant la forme dune enqute, raconte lhistoire dune
(re)lecture par le biais de laquelle apparatront dans le texte flux, un cahier ou un journal, de nouvelles
connexions et in fine des rcits futurs. Par diffrents procds de slection, de rcriture, de ragencement, mais
encore par simple (re)copiage, un nouveau texte est produit.
415
del mismo espritu crtico el poner el mtodo por encima del objeto de estudio.
Frecuentemente los crticos terminan hablando ms de s mismos que de la obra
analizada. Piglia aboga por una crtica que sea til y creativa desde el punto de vista
social, que acerque realmente a la literatura con sus lectores.
La cuestin ms interesante y difcil de contestar es cundo es vlida la
crtica. Y yo creo que la crtica es vlida cuando puede ser usada para algo
ajeno a la literatura. La crtica vlida es aquella crtica que dedicada a la
literatura genera un concepto que puede ser usado fuera de all513.
513
514
416
515
417
Inquiry Concerning Beauty, Order, Harmony and Design, primera parte de An Inquiry Into the Original of
our Ideas of Beauty and Virtue (1725), Indianapolis, Liberty Found, 2004.
517
Mara Esther Gilio. Op. cit., s/p, http://www.pagina12.com.ar/diario/principal /index.html.
418
419
cuenta una historia secreta por debajo de lo que est escrito se aplica fcilmente a las
dos novelas analizadas aqu; la idea de la nouvelle como coleccin u archivo de
narraciones tambin es un rasgo que podemos encontrar en sus novelas. Adems,
Piglia mezcla caractersticas propias de otra clase de discursos no literarios en sus
narraciones, como el discurso acadmico, el periodstico, el discurso personal como
el diario, o las cartas o los partes judiciales. Incluso en ocasiones imita en la escritura
rasgos del discurso oral.
Piglia suele hacer evidente para los lectores aspectos de la construccin
narrativa que suelen estar regularmente ocultos y que evidencian el carcter fictivo de
sus textos y su compleja relacin con la verdad, y entre estos aspectos uno de los
ms importantes es su programa de lectura y su nocin de lector ideal frecuentemente
explcita. Asume una narracin compleja que presenta directamente un nmero
variado de voces narrativas. Esto afecta a la construccin en todos sus aspectos y
contribuye a aumentar la incertidumbre general. A veces a travs de la polifona de
voces narrativas en estilo directo y, otras, mediante el uso de mscaras para el narrador
principal. Este uso deliberado de mscaras del narrador es capaz de complicar hasta el
vrtigo el sistema dectico de la narracin y su modo de manejar el tiempo, al proponer
perspectivas simultneas o alternativas. Otro rasgo muy importante es que Piglia
propone una narrativa basada en una especie de catlogo de registros y voces
diferentes, cuya seleccin expresa un sentido en medio de una apariencia digresiva y
fragmentaria. La escritura est condicionada por las convenciones de las diferentes
420
Sin embargo, el hecho es que sus obras presentan recurrencias y constantes que
no siempre se refieren a la tcnica narrativa, y eso nos parece muy evidente. Construir
la obra alrededor de un enigma es ya de por s una constante tcnica, pero adems
encontramos repeticiones frecuentes en diferentes niveles del discurso: tanto
procedimientos y estrategias como figuras, imgenes, significados, frases o motivos
enteros que se reiteran aqu y all. Estas recurrencias generan en ltima instancia los
temas, algo que ocurre en todas las obras literarias, pero en Piglia resulta
518
421
422
intencin es claramente asumir una personalidad que no es la suya para escribir desde
otro yo ficticio, inventar otro tono, otro modo de narrar y lo usar como mscara. Las
marcas que distinguen la voz de los diferentes narradores se desvanecen y se mezclan.
Repetidamente usa una estrategia an ms compleja que le permitir tomar el punto de
vista de otro como si ese otro fuera el autor para diluir la distincin entre la ficcin y la
realidad y subvertir las nociones espacio-temporales de la narracin: el narrador se
reconoce como un personaje ms de la ficcin que parece estar narrando y se enfrenta
a otro narrador y a un libreto escrito por ese otro, un otro que es incierto y difcil de
determinar. Por supuesto, estas estrategias de desdoblamiento incrementan
ostensiblemente el grado de incertidumbre al difuminar la figura del narrador en una
multiplicidad de voces.
Pero adems, el narrador, o su mscara, no siempre conoce de primera mano ni
maneja los hechos que narra, es ms bien un narrador que investiga, que busca
respuestas sin encontrarlas todas, se trata de un narrador semejante a su idea del
narrador dbil:
Un narrador que vacila, que no sabe, que narra un acontecimiento que no
termina de entender, y que va construyendo un universo narrativo que l
mismo, en cierto sentido, tambin trata de descifrar519.
423
520
424
dirigido. La idea, ya lo sabemos, era cara a Borges, quien arm sobre ella
cuentos como La muerte y la brjula y Tema del traidor y del hroe. Es
fundamental tambin en varios textos de Piglia como Encuentro en SaintNazaire, Prisin perpetua, Respiracin artificial y La ciudad ausente,
donde algn personaje prepara con antelacin el final de la historia521.
425
426
522
427
BIBLIOGRAFA
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