Leyes de Burgos
Leyes de Burgos
Leyes de Burgos
E-ISSN: 1409-469X
historia@fcs.ucr.ac.cr
Universidad de Costa Rica
Costa Rica
Palabras claves
Derecho indiano, encomienda, aculturacin, colonialismo espaol.
Keywords
Indian law, encomienda, acculturation, spanish colonialism.
Resumen
Las Leyes de Burgos constituyen el primer cdigo laboral escrito conocido de Amrica. En ellas
se desarrolla una concepcin general sobre las relaciones entre conquistadores y conquistados en el
Nuevo Mundo; por tanto son el primer cdigo colonial de la Europa moderna. Adems, consagran
la encomienda y prescriben un amplio programa de aculturacin forzada de los nativos americanos.
En este artculo, con una combinacin de enfoque antropolgico y crtica inmanente, se analizan
estos dos aspectos y se intenta hacer una valoracin global de su impacto en la sociedad colonial de
principios del siglo XVI.
Abstract
The Laws of Burgos are the first known written labor Code of America. They develop a general
conception on relations between conquerors and conquered in the New World and therefore are
the first colonial code of modern Europe. They also enshrined the Encomienda and prescribe an
extensive program of forced acculturation of Native Americans. In this paper, with a combination
of anthropological approach and immanent critique, we analyze and discuss these two aspects and
try to make an overall assessment of their impact on colonial society in the early sixteenth century.
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Introduccin
El 27 de diciembre de 1512, hace ahora medio milenio, Juana la Loca y su
padre el regente Fernando de Aragn rubricaron unas Ordenanzas reales para el
buen regimiento y tratamiento de los indios. Siete meses ms tarde, el 28 de julio de
1513, expidieron en Valladolid una declaracin e moderacin de las dichas hordenanas (en adelante Adenda). Ambos documentos, conocidos bajo el nombre de
Leyes de Burgos, constituyen un hito en la historia del Derecho en Amrica Latina.
Sobre esta valoracin existe un consenso bastante amplio. Juan Cruz Monje
Santillana de la Universidad de Burgos (Espaa), donde nacieron las famosas leyes,
con mucho acierto las llama primer texto normativo de carcter general sobre el
tratamiento de los indios en la Amrica recin descubierta; primer cuerpo legislativo que se dio para las Indias1. Segn Clarence H. Haring son el primer Cdigo
General para el gobierno e instruccin de los aborgenes americanos2. Lewis
Hanke las considera la declaracin ms completa que poseemos de la concepcin de la corona sobre la relacin ideal entre los indios y sus seores espaoles3.
Para R. Konetzke constituyen el primer intento de una legislacin indiana general
y fijan el sistema colonial espaol4. Coincidiendo con esta ltima apreciacin
A. Kofman opina que fueron la base de toda la legislacin colonial5. Y Hexter y
Riesenberg las han catalogado como the first European colonial code6.
Pero ms all de esta constatacin en la que coincidimos de que las Leyes
de Burgos representan la primera regulacin sistemtica y coherente de las relaciones sociales en la naciente sociedad colonial y muy particularmente el primer
cdigo laboral escrito y conocido del Nuevo Mundo7, este corpus legal ha sido
objeto de exaltadas alabanzas8. Por ejemplo, A. Kofman ve en ellas, as como en
todo el Derecho indiano, una muestra de autntico humanismo9. El profesor
Monje Santillana las califica de precedente del derecho internacional y del reconocimiento de los derechos humanos10. Hace poco se ha reafirmado en su concepto de
que lo que establecieron esas leyes est plenamente vigente [y] ha influido directamente en el Derecho de los pases hispanoamericanos11. De hecho, a su juicio,
han sido uno de los textos legales ms influyentes en la Historia del Derecho12.
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Para encontrar los orgenes de las Leyes de Burgos debemos remontarnos a los
sermones de fray Antonio de Montesinos durante el Adviento de 1511. Este acontecimiento que ha dado pasto a entusiastas interpretaciones filo-eclesisticas, admite
sin embargo, lecturas ms sobrias, ms profanas. La clave est en situar dicho
episodio en el contexto concreto de la coyuntura econmica y social que estaba
viviendo la colonia y los desafos que planteaba la permanencia de los cristianos en
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que trabajan mejor por las fundiciones y que cuanto ms trabajaren en sacar oro,
ms me crecer la voluntad de les hacer merced37.
En relacin con esta prioridad crematstica, exhibiendo una dosis de doblez
difcil de cuantificar el rey agregaba: Y acerca desto, decidles todo lo que os paresciere que conviene que se les diga para animarlos a sacar oro38. Basta que recordemos quin efectivamente sacaba el oro para comprender cules fueron las consecuencias de tan alegres exhortaciones. Y se entiende entonces perfectamente que,
con toda la razn del mundo, tanto los colonos como el rey reaccionaran como lo
hicieron ante las subversivas filpicas de Antonio de Montesinos.
El sermn de Montesinos
Viendo todo eso, yo me mov, no porque fuese
mejor cristiano que otro, sino por una compasin
natural.
Las Casas, 12-XII-1519.
Si hemos de creer la versin de Las Casas39, razonable por dems, la intervencin de Montesinos en aquel domingo de Adviento del ao 1511 fue la culminacin
de un proceso de reflexin y toma de conciencia por parte de la pequea comunidad
dominica, sobre las realidades imperantes en La Espaola. Lo que llama la atencin
es que, por lo visto, hasta 1511 nadie reparar en estas cuestiones40; que nadie en
la sociedad dominante conformada por los invasores hubiese cado en cuenta del
infierno en el que estaban viviendo los indios. O ms bien s se daban cuenta, pero
se mostraron incapaces de hacer una lectura como la que haran los dominicos41.
La clave de esa toma de conciencia fue algo que estaba a mano de todos: la
realidad. Es muy importante subrayar este detalle porque ilustra un asunto bsico.
A menudo, por ejemplo en la historiografa de historiadores creyentes o filo-eclesisticos, la reaccin de los dominicos se presenta como resultado de la inspiracin
divina o de una particular y ms autntica interpretacin dominica del cristianismo.
No obstante, segn Las Casas, aquello fue resultado de juntar el derecho
con el hecho; o sea, de percatarse del abismo que haba entre las leyes y la
realidad. Ese ejercicio asequible a una mediana inteligencia no es en modo alguno
algo exclusivo de aquel momento histrico; basta con asomarse a las reflexiones
ticas de cualquier poca. Y aunque en la capacidad cultural de ver la concepcin
religiosa del mundo juega un papel muy importante, no parece pertinente imputar
exclusivamente al cristianismo de los dominicos su sensibilidad hacia la tragedia
de los indios.
En efecto, no cabe duda que los colonos, el rey y sus asesores y muy especialmente los otros religiosos eran tan cristianos como los dominicos. Los franciscanos,
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Prolegmenos
La Junta de Burgos lleg a una serie de conclusiones que permiten fijar los
principios que guiaron a los consejeros en la elaboracin de las Leyes. Esos principios son los siguientes 49:
1.
Los indios son libres y como tales deben ser tratados (Conclusin 1).
3.
A los indios se les debe dotar de casa y hacienda propia a criterio de las
autoridades locales. Lgicamente se les debe dar tiempo para que labren y
conserven esa hacienda a su manera (Conclusin 5).
2.
4.
5.
6.
7.
8.
Los indios deben ser instruidos en la fe catlica y en ello debe ponerse toda
la diligencia necesaria (Conclusin 2).
Los indios pueden ser obligados a trabajar para los cristianos por razn de
seoro y servicio que deben al rey de Espaa a cambio de mantenerlos en
justicia (sic) y evangelizarlos (Conclusin 3).
El trabajo debe ser tal que no impida la evangelizacin; asimismo que sea en
provecho suyo y de la repblica (Conclusin 3).
Las obligaciones laborales que se impongan a los indios deben ser tolerables (que las puedan sufrir) y deben combinarse con descanso conveniente,
diario y anual (Conclusin 4).
A cambio de su trabajo los indios deben recibir un salario apropiado en dinero
y especie (Conclusin 7)50.
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Exgesis
Cada uno llama barbarie a aquello que no es su
propia costumbre.
Montaigne.
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El artculo 11 [13]61 regula las obligaciones laborales de los indios encomendados destinados a las minas. Cinco meses de trabajo seguidos de cuarenta das de
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descanso con un control estricto y por escrito de las entradas y salidas. Durante
el perodo de descanso los mineros slo podran utilizar esclavos y dedicarse, bajo
la supervisin de los oficiales reales, a la fundicin del metal. Este artculo debe
verse en relacin con la R.C. del 06-06-1511 por la que se haban reducido los
plazos de la demora para aumentar la productividad del trabajo (vid supra). Aun
as, no sabemos cul regulacin de la demora se aplic finalmente. Las Casas,
testigo presencial de estos sucesos pues todava era un encomendero ms, certifica
que cada demora duraba ocho o diez meses62. Este elemento de la aplicacin
discrecional de las normas impide un anlisis relevante de la demora centrado en la
hermenutica del Derecho.
No est claro si todos sus indios eran utilizados en la minera. Parece que no
era as y que algunos encomenderos los ocupaban en otras actividades lucrativas.
El artculo 23 dispone con la ambigedad acostumbrada: mandamos que cada vno
que touiere yndios en encomienda sean obligados a traher la tercia parte dellos en
las minas cojiendo oro o ms de la tercia parte sy quisiere. As resulta que se
dejaba a discrecin de los encomenderos si echaban a las minas todos sus indios.
La ley lo que ordena es que no sea en ningn caso menos de la tercera parte.
La razn de esta disposicin tiene que ver con la estructura econmica de la
colonia. Pese al predominio absoluto de la minera, su normal funcionamiento
dependa del suministro de otros bienes y servicios que slo podan proporcionar
otros espaoles, encomenderos o no. Asimismo razones de distancia o ausencia de
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El mismo artculo 11 dispone que al final de cada demora todos los yndios
de cada parte se vayan en vn missmo da a holgar a sus cassas los dichos quarenta
dyas. Esta orden no debe entenderse en el sentido literal. Durante ese tiempo los
indios tendran que dedicarse a levantar los montones que tovyeren en este tiempo.
Aunque el pasaje resulta oscuro, Zavala interpret que durante eldescansolos
indios haban de recoger la cosecha de su pueblo63. L. Hanke pas por alto este
detalle. Segn l, al cumplir su demora de 5 meses los indios deban irse a sus
casas a descansar64.
A primera vista la interpretacin de Zavala parece razonable. Sin embargo,
basta considerar la medida en trminos prcticos para que las cosas adquieran otro
sentido. Puesto que la demora minera estaba organizada en funcin de los intereses
de la lite espaola, no queda claro que los perodos de descanso coincidieran con
las fases del ciclo agrcola indgena. Y aunque coincidieran, el retorno a las minas
tras esos 40 das de descanso impeda que dieran todos los cuidados necesarios
a los cultivos. stos, aunque no son excesivos (limpiar de malas hierbas, cuidar
del ataque de pjaros y otros animales, etc.), suponan una inversin significativa
de tiempo. Eso sin contar que era casi imposible, por la duracin de la demora,
que regresaran a tiempo para la cosecha. Lo anterior significa que de esas labores
tendran que ocuparse necesariamente las mujeres y los nios; con lo cual la obligacin del servicio personal, de forma indirecta, afectara a todos los indios, no slo a
los que se consideraban tributarios. Y no olvidemos que las mujeres tenan adems
otras obligaciones como tejer hamacas para los que andaban en las minas.
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El trabajo femenino e infantil est regulado por el artculo 16 [18] de las Leyes
originales y los artculos 1, 2 y 3 de la Adenda de 1513. Se establece una escala
etaria y vital para regular las obligaciones laborales de los nios/as y jvenes. Con
ese lenguaje ambiguo propio del derecho indiano se ordena que los nios e nias
yndios menores de quatorce aos no sean obligados a seruir en cossas de trabajo.
No obstante, al mismo tiempo se permite qe sean conpelidos a hazer y seruir en
cossas que los nios pueden comportar bien.
Queda a la imaginacin del lector averiguar qu resultara para la vida de
los indios nios y adolescentes tan equvoca formulacin. Parece que desde los
14 y hasta que contrajeran matrimonio las obligaciones laborales de los indgenas
jvenes solteros eran las mismas que las de los adultos. Los hurfanos podran
optar por un oficio.
Las indias solteras que, lgicamente, deban permanecer bajo la autoridad de
sus padres, estaban obligadas a trabajar con ellos o con terceros, mediando contrato
de trabajo con los padres. Las que, por las razones que fueran, no tuviesen padres,
deban ser constreidas a residir juntas, recibir un intenso adoctrinamiento y obligadas a trabajar en sus haciendas o en las de otros a cambio de un jornal (art. 3 de
1513). Las indias casadas con indios encomendados deban servir con sus maridos.
De lo contrario se dispone que las tales mugeres sean conpelidas a trabajar en
sus propias haziendas y de sus maridos o en las de los espaoles a cambio de un
salario convenido (art. 1 de 1513).
En caso de embarazo, las mujeres se hacan acreedoras de un permiso o baja
por maternidad a partir del cuarto mes de gestacin (art. 16). Este beneficio deba
prolongarse hasta que el nio cumpliera 3 aos; plazo que en las Ordenanzas de
Zaragoza de 1518 (art. 11) fue bruscamente reducido a 2 meses65. Este artculo
merece una consideracin detallada por las interpretaciones de que ha sido objeto
y por sus consecuencias.
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de oro anual para vestimenta. Zavala afirma expresamente que ese sueldo era
para que tuviesen con qu comprar vestidos. Esta interpretacin constituye una
seria deformacin del sentido literal del artculo 18. En primer lugar, no se trataba
de un sueldo a los trabajadores: el encomendero deba entregar el mencionado peso
de oro a cada uno de los yndios que touiere en repartymiento. En segundo lugar,
el encomendero no daba dinero en efectivo, sino su equivalente en en cossas de
vestyr. En tercer lugar de ese supuesto peso de oro se deba descontar un real para
comprar de vestyr para el cacique e su mujer. En definitiva, no estamos frente a
la figura del salario, sino ante una asignacin terica cuyo cumplimiento, por cierto,
entraaba un serio atentado contra los usos en el vestir que imperaban entre los
indios: un dispositivo ms del programa de hispanizacin forzosa.
Programa de aculturacin
El asunto al que ms atencin prestan las Leyes de Burgos es el que se ha
dado en llamar conquista espiritual aculturacin forzosa73 de los indios. Sobre
este tema versan de forma directa o parcial los artculos 2; 3; 4; 5; 6; 7; 8; 10; 11;
14; 15 y 20. De forma indirecta otros artculos tienen relacin con este asunto.
Esta parte de las Ordenanzas puede ser dividida en tres grupos: a) las medidas
positivas que al legislador debieron parecer incuestionables por cuanto permitan
poner en la prctica el cometido misional de la Conquista espaola; b) las medidas
represivas de algn aspecto concreto de la cultura indgena y c) los artculos que
aprueban o refuerzan ciertos elementos del universo cultural de los tanos.
a. Medidas positivas para la evangelizacin-aculturacin
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legua para construir una sola iglesia (art. 3 [5]). O al contrario. En caso de que el
desplazamiento al templo ms cercano exceda la legua y resulte incmodo para los
indios, se debe construir un nuevo templo, aunque ahora resulte que hay dos templos
vecinos (art. 4 [6]). La verdad es que resulta difcil creer que unos cristianos tan
poco inclinados al proselitismo accedieran a construir templos cada legua. Aunque
si esos templos eran, en realidad, casas de paja como dice Zavala75, la inversin
era mnima y no resulta improbable que in extremis cumplieran la orden.
Medidas expresamente represivas
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Esta formulacin da por sentado que los indios eran incestuosos, lo que para
los cristianos resultaba particularmente repugnante. Por suerte, disponemos de
un testimonio procedente de un enemigo declarado de los indios que prueba que
stos tenan nociones claras del tab del incesto. En el Sumario, describiendo las
costumbres de los tanos Oviedo consign: tienen mujeres propias y ninguno de
ellos toma por mujer a su hija propia, ni hermana, ni se echa con su madre; en todos
los otros grados usan con ellas siendo o no siendo sus mujeres77. Aunque obviamente la prohibicin cristiana era ms amplia, la diferencia cultural en este punto
no era abismal.
Medidas que podemos considerar de manipulacin ideolgica
51
Figura 4. Areito
Fuente: El autor
Una correcta valoracin de las Leyes de Burgos no puede obviar la consideracin de algunos artculos que avalan o sancionan determinados aspectos de
la cultura indgena. Particularmente significativos son los artculos 12 [14] que
permite la realizacin de los areitos y el 20 [22] que confiere ciertas prerrogativas
a los caciques. En este ltimo caso, es evidente que se trata de una poltica estratgica que busca facilitar el control de la masa indgena apelando a la autoridad
de que gozaban las lites autctonas78. Ms problemtica se presenta la explicacin del artculo 1279. Por l se ordena que no se impida a los indios realizar sus
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Juana y su padre (art. 32). Si esta cadena de controles cruzados funcionaba, nadie
del rey abajo podra alegar ignorancia detalle a tener muy en cuenta y supuestamente, estaran garantizados un ptimo cumplimiento de las Ordenanzas y un
idneo funcionamiento de la encomienda.
Abstraccin hecha de las posibles cualidades personales, dos circunstancias frustraron de entrada cualesquiera posibles virtualidades de los Visitadores:
su eleccin y el salario y congrua previstos para ellos. El criterio de eleccin que
podra parecer muy razonable y bienintencionado que los tales elegidos sean de
los vecinos ms antyguos de los pueblos donde an de ser visitado[re]s aparece
viciado en cuanto se atiende a quines eran realmente los elegibles.
Salvo excepciones, los vecinos ms viejos no eran necesariamente encomenderos y pertenecan al grupo que no gozaba de las simpatas del Poder. Los reyes
se haban propuesto, desde que enviaron a Bobadilla a La Espaola, depurar la
lite de los elementos no honrosos que se haban empoderado a raz de la rebelin
de Roldn. La Corona no consigui colocar definitivamente en la cspide de la
sociedad colonial a los suyos sino con el repartimiento de Alburquerque, pero para
1512 el proceso estaba muy avanzado.
Lo dicho significa que los elegibles para el oficio de Visitadores necesariamente pertenecan a la camarilla que, al amparo del Poder haba ido acaparando los
recursos y los medios de produccin. No resulta creble que este grupsculo, perfectamente consciente de las circunstancias de su constitucin, estuviese dispuesto a
dejar en manos de sus adversarios la fiscalizacin de su comportamiento.
Por otro lado, el modo de pagar los servicios de los Visitadores no poda ser
ms contrario a los requisitos de independencia, sentido de justicia y humanismo
que supuestamente deban cumplir. En primer lugar deban recibir una encomienda
por el cargo e trabajo que an de tener en el vso e exercicio de los dichos ocios.
Adems, a modo de congrua les deben ser sealados algunos yndios de repartimento; o sea, una segunda encomienda. Y eso sin contar que ya tuviesen una; lo
que seguramente ocurra en al menos gran parte de los casos. Probablemente el
Estado intentaba que, colocados en esa posicin, se mostraran vitalmente interesados en la buena marcha de todo lo relacionado con la encomienda. El problema
es que eso equivala a crear y/o reforzar la identificacin de intereses con aquellos
a los que legalmente deban supervisar.
En consecuencia, el desempeo de los Visitadores se presenta problemtico.
Por ejemplo, si su actuacin deba haber generado un importante volumen de informacin, dnde estn los informes de las Visitas, de las Residencias? Protestaron
los reyes cuando no se los enviaron tal y como estaba ordenado? Ninguno de los
autores consultados hace referencia a este tan importante asunto ni, en general,
al cumplimiento de sus funciones por parte de los Visitadores. Este significativo
silencio constituye un sntoma nada alentador de su escaso protagonismo83.
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Vigencia
Las Leyes de Burgos fueron redactadas y promulgadas teniendo a la vista
principalmente lo ocurrido con los tanos en La Espaola84. Pero como la conquista
se estaba extendiendo ya al resto de las Antillas Mayores, una de las 50 copias
que se mandaron hacer fue enviada a Puerto Rico, otra a Jamaica donde Juan de
Esquivel haba introducido los mortferos repartimientos desde el momento en que
empez el poblamiento de la isla85.
As que, como apunta Konetzke, las Leyes de Burgos deban entrar en vigor
en todas las islas antillanas pobladas por los espaoles en las que se hubiesen
realizado repartimientos86. En realidad, el designio de la Ordenanzas iba ms all,
como bien capt Las Casas: Estas leyes fueron generales para todas estas islas y
tierra firme, aunque no haba espaoles sino en esta Espaola y San Juan y la de
Jamaica. Pero a todas las dems, con tierra firme, parece que por ellas ya condenaban, suponiendo que todos los vecinos naturales dellas haban de ser repartidos
y a los espaoles encomendados87.
En conquistas que se emprendieron con posterioridad a 1512 se intent fijar
las Leyes de Burgos como marco legal para las relaciones de los cristianos con los
eventuales vencidos88. Por ejemplo, en las Ordenanzas de Zaragoza (1518) que se
giraron a Rodrigo de Figueroa se insert una versin de aquellas leyes. Deberan
haberse aplicado en la conquista de la costa venezolana, pero la Capitulacin que
se firm con Las Casas en 1520, al proscribir la encomienda volvi innecesarias las
medidas previstas por el Cdigo de 1512-1513.
Ms tarde, las Ordenanzas de Granada (1526) vinieron a restablecer las de
Burgos pues las pona en vigencia, al menos para aquella ocasin. Nuevamente, el
asiento celebrado con los alemanes para la conquista de Venezuela aparc la aplicacin de las Leyes de Burgos. Ms all de la conquista de Tierra Firme, para el
continente, oficialmente, todava estuvieron en vigencia hasta 1523 cuando Hernn
Corts, por la va de los hechos, impuso la expansin de la encomienda a las sociedades de la Amrica nuclear89.
Sin embargo, constatar que al menos oficialmente las Leyes de Burgos estuvieron vigentes durante la dcada que va de 1513 a 1523, para nada resuelve la
cuestin de si efectivamente fueron puestas en prctica y en ese caso, cules fueron
sus efectos sobre el destino de la poblacin indgena y el desarrollo futuro de la
sociedad colonial.
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Aplicacin
tan sabias y justas que simplemente ms
santas ser no podan
Pedro Mrtir de Anglera.
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Aunque esta explicacin de Frank Moya pudiera parecer sesgada, y para algn
lector no pase de ser una muestra de insidia lascasiana ms propia de la Leyenda
negra que de una interpretacin imparcial, conviene antes de juzgar, escuchar al
propio rey refirindose a su preocupacin por el bienestar de los indios. Antes de
que la Junta de Burgos se reuniera, Fernando, adalid de la filosofa favorecedora
de los derechos de los indios (Monje Santillana dixit), envi al Almirante una
R.C. en la que, entre otras cosas le deca que comunicara a todos los vecinos que,
en esto del trato a los indios no se les iban a buscar achaques nindgunos que slo
se mand por lo de la conciencia para el que los tratare muy mal; algo que el rey
no crea que sucediera: non Creo yo que los tratasen mal101. Verdaderamente el
catlico Fernando era un arquetipo para El Prncipe de Maquiavelo.
A esta situacin vinieron a sumarse otros problemas que deben haber terminado de anular las posibilidades de aplicacin de las Leyes de Burgos. El descubrimiento de los bancos de perlas en la isla Margarita tuvo un impacto negativo directo
sobre la importacin de mano de obra caribe. La expansin de la conquista a Cuba
y Tierra Firme puso en marcha un xodo imparable de vecinos; sobre todo aquellos
que carecan de encomiendas.
Por cierto que esta coyuntura permiti a los catlicos Juana y Fernando
cumplir la vieja aspiracin de poner la isla en manos de una poderosa camarilla
conformada por la Corona y sus allegados, los oficiales reales y el grupsculo de
ricos encomenderos102. La composicin de este ltimo grupo debi pasar an por
un doble proceso de seleccin: la confiscacin selectiva de encomiendas y el Repartimiento de Alburquerque103.
La primera seleccin derivara de la aplicacin de las Ordenanzas para la reparticin de los Indios de la Isla Espaola (Burgos, 23 de febrero de 1512). Alegando
que el exceso de indios impeda a los encomenderos cumplir con su obligacin de
doctrina y resultaba en perjuicio de quienes no tenan encomienda, se orden a Coln
quitar a todos aquellos que tuvieran ms de 300 indios el sobrante. Pblicamente la
medida se ejecutaba para que se repartan por los vecinos e moradores de las dichas
islas. En realidad, segn el rey explic en una carta secreta al Gobernador, los indios
confiscados deban ser entregados a Pasamonte para que los pusiera a trabajar en las
minas de la Corona hasta que el rey decidiese lo que se obiese de facer dellos104.
La ejecucin, ahora s perentoria, de esta orden tena por fuerza que crearle
problemas al Gobernador. Diego Coln se convirti en el chivo expiatorio del
descontento que gener la medida y el rey aprovech la ocasin para privarlo de
su facultad para conceder encomiendas. Coincidiendo con la destitucin del Almirante la vida de la colonia empezara a discurrir por otros rumbos y las Leyes de
Burgos dejaran de ser tema prioritario.
Diversas circunstancias vinieron a reducir an ms las virtualidades de las
Leyes de Burgos. La poblacin tana de La Espaola sujeta a encomienda sigui
disminuyendo de forma irreversible. La poblacin indgena importada por los
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cazadores de indios desde las islas adyacentes para sustituir a los muertos ingresaba
a La Espaola en calidad de naboras o de esclavos. Las leyes cubran slo a los
primeros (art. 25)105, pero su nmero es incierto. Para peores, la poblacin de naboras tendi a desaparecer desde que Sus Altezas concedieron a los vecinos de La
Espaola que todos los yndios que truxeren de otras islas los tengan por esclavos106.
Aunque la informacin consultada no permite hacerse ilusiones acerca de la
poca o mucha aplicacin de las Leyes de Burgos, sera incorrecto no referirse a la
evidencia tangencial sobre su cumplimiento. Segn Las Casas, crtico radical de
aquel Cdigo, los nuevos asentamientos s fueron edificados. Pero, como la formulacin del artculo se prestaba a confusin, quienes terminaron construyndolos fueron
los propios indios107. Tambin parece que, efectivamente, despus que estas leyes
se promulgaron los encomenderos algunas veces cumplieron con la orden de la
oracin vespertina, con las consecuencias que ya hemos visto. Eso s, para cumplir
con esa obligacin recurrieron a los muchachos catequistas que supuestamente deban
instruir los encomenderos de acuerdo con el artculo 7 de las mismas Leyes108.
De acuerdo con la Relacin del Repartimiento de 1514, tras la llegada a La
Espaola de Alburquerque e Ibarra y hasta la realizacin del Repartimiento, los
indios que andaban en las minas fueron bien tratados. Suponiendo que esta informacin fuese verdica, la mejora en el trato a los indios mineros se debera, no a la
aplicacin de las Leyes de Burgos, sino a la presencia de los repartidores del rey, en
cuyas manos estaba el destino de los encomenderos.
Tal cambio de actitud no debe llamar a engao. Porque no se trataba de
una reaccin de temor ante los poderosos funcionarios y menos an de propsito
de enmienda, sino de un movimiento tctico, interesado, de la lite encomendera.
Esto se puede colegir por el siguiente incidente: cuando los repartidores levantaron un doble censo para conocer con certeza cuntos indios se iban a distribuir y
se confrontaron ambas listas, se puso en evidencia que los encomenderos haban
mentido sistemticamente a la hora de declarar el nmero de indios que posean109.
En definitiva, todo parece indicar que los efectos positivos esperados de las
Leyes de Burgos fueron prcticamente nulos. Por si esto fuera poco, en la Orden
secreta dada a Alburquerque para realizar el Repartimiento se habla de no guardar
las Ordenanzas. Aunque el pasaje es obscuro y bien podra referirse a las promesas
de un repartimiento justo que contenan los documentos pblicos relativos a esa
comisin, lo cierto es que tambin podra incluir las Leyes de Burgos110.
Dos aos ms tarde Las Casas que se estrenaba en la Corte como protector
de los Indios consigui que el regente cardenal Cisneros conviniera en que para
proteger efectivamente a los indgenas era preciso atenuar la servidumbre de los
naturales sancionada por las Leyes de Burgos. Adems se reconoci que era preciso
modificar algunos de sus artculos y aadir otras salvaguardas que garantizaran un
buen trato para los indios111.
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Eran las Leyes de Burgos un texto legal para proteger al indio a partir del
reconocimiento de su condicin de hombre libre, titular de derechos humanos
fundamentales como la libertad y la propiedad como piensa Monje Santillana114?
O simplemente se trataba, al decir de L. B. Simpson, de una codificacin de las
prcticas en uso en La Espaola?115 O eran, quiz, un acomodo o adecuacin
de la encomienda a las condiciones y necesidades de la colonia a esa altura de su
desarrollo, segn opinaba Alpervich?116
Comprender lo que las Leyes de Burgos significaron obliga a adentrarse en
la opacidad del evento que deriva de su mera textualidad para intentar hacer una
lectura densa. Para empezar, la importancia histrica de aquel Cdigo radica no
tanto en su aplicacin, sino en el hecho mismo de su promulgacin. Porque lo
decisivo es que a pesar de la experiencia,117 a pesar de las apasionadas denuncias de
los dominicos, la Corte sancion y dio por buenas las encomiendas en su versin de
repartimiento forzoso en el marco de la concepcin del buen ejemplo. El balance
global, por tanto, es que las encomiendas salan reforzadas de la crisis de 15111512 y el proceso de su institucionalizacin se volva irreversible.
Frente a esta primera conclusin definitiva, el contenido de las Ordenanzas de
Burgos (en sntesis medidas para evitar los abusos y mecanismos para su cumplimiento) resulta secundario. Si nos atenemos a una exgesis estrictamente textual;
es decir, damos por bueno el discurso oficial, resulta que, adems del programa
de conquista ideolgica de los vencidos, este Cdigo representara un intento por
mediar en las relaciones socio-laborales de la colonia, en teora, (al menos eso
dicen todos) para proteger a los indios. Sin embargo, el resultado final era que las
Leyes de Burgos venan a garantizar, no a los indios medios de vida y condiciones
dignas, sino a los encomenderos (y a la Corona) mano de obra servil lase gratuita
para las actividades econmicas de la nueva sociedad.
Las Leyes de Burgos descansan sobre una concepcin que no puede ser calificada de indfila. A primera vista esta afirmacin choca con la absoluta mayora
de interpretaciones ad usum. Pero los supuestos de los que parte aquel Cdigo
son esencialmente anti-indigenistas. Los dichos caciques e indios de su natural
son ynclidados a ociosidad y malos vicios. Y ms adelante, en el mismo Prembulo vuelve a insistir en la mala ynclinacion que tienen y en su acostumbrada
uciosidad y vicios. Y el texto de las Leyes est salpicado de valoraciones negativas sobre los aborgenes. Quiz alguien quiera achacar esta tempranamala
opininsobre indio al desconocimiento, pero tal objecin no es vlida porque pese
a todos los avances posteriores, a los indios siempre se les consider y se les ha
considerado! en la antesala de la condicin de hombres de razn118.
Curiosamente el legislador no ignoraba las intenciones que animaban a los
indios: todo su n y desseo es tener livertad para hazer de sy lo que les biene a la
voluntad119. Sin embargo, condicionado por su propia perspectiva sus intereses
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elaborando desde las Instrucciones a Cristbal Coln con ocasin del segundo viaje.
Las Leyes de Burgos representan un serio intento por hacer prevalecer el principio
estatal, con todo lo que ello significaba para el proceso de progresivo ajuste de la
organizacin colonial. Como la encomienda era la institucin central de la nueva
sociedad la apreciacin de Alpervich es, a nuestro juicio, correcta.
Una conclusin que salta a la vista cuando se evala no slo la reforma laboral,
sino el conjunto de disposiciones que acotan la situacin del indio es que ste vena
a quedar en una condicin social de nabora o, si se prefiere, de servidumbre que es
un trmino que se utiliza a menudo en la documentacin de la poca. En este punto
las Leyes de Burgos se empean en la conciliacin textual de principios irreconciliables en el mundo de la realidad. El principio de que el indio era libre de facto
quedaba reducido a una simple declaracin.
Ahora bien; si eso fuera as para nosotros la constatacin slo tendra un
valor relativo. Sin embargo, la declaracin de que los indios eran libres, pero que,
al mismo tiempo, era lcito y justo obligarlos a trabajar para los cristianos era un
contrasentido, una clamorosa contradiccin de acuerdo con Lesprit de lpoque.
Joseph de Acosta que, dicho sea de paso, no tena muy buena opinin de los indios,
afirmaba tajantemente que si se hace fuerza al hombre libre, no es libre y el que
arrastra a otro a un trabajo forzado le hace no pequea injuria porque padecer
fuerza es propio de esclavos122.
As que la sola introduccin de las encomiendas haba venido a dejar a los
indios en una condicin social propia de esclavos. Este reconocimiento no
implica un juicio de valor, sino la constatacin del hecho de que la incompatibilidad
entre libertad y coercin era un lugar comn para la conciencia de la poca; de all
deriva la validez de esta conclusin.
Por otra parte, que los conquistadores y sus idelogos captaran o, al menos
dispusieran de los medios para captar el sentido ltimo de las Leyes de Burgos slo
satisface uno de los requisitos que posibilitan una lectura desde la equidistancia
cultural. Hace falta averiguar qu pensaban los indios. Porque desde el punto de
vista de sus intereses, el balance no poda ser ms negativo. En sntesis, las Leyes
de Burgos entraaban una radical y violenta transformacin social y cultural para
ellos. Parece razonable suponer que a poco que se enteraran de lo que se les vena
encima (y se enteraron), difcilmente veran las bondades de las que sus amos
estaban convencidos.
Es cierto que esa opinin no consta de forma expresa o por escrito; sin
embargo ese silencio no puede ser interpretado como ignorancia o indiferencia de
los indios respecto a los proyectos del rey, sus consejeros, funcionarios y sbditos.
En esta fase del desarrollo de la sociedad colonial la actitud y la reaccin indgenas
deben inferirse casi exclusivamente de su praxis123. Por su inmediatez sobresalen
las huidas en masa y las rebeliones124. Es evidente que el episodio del cacique
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, . (1984) XVI . .
. . . , .
, . (1985) XVI . . . .
, . (1984) . 3 . . .
Citas y notas
1
Hanke, L. 1949; 35. Ms adelante las llama el primer cdigo amplio y detallado para la
administracin de las Indias (p. 54).
Antonio Pizarro Zelaya. Leyes de Burgos: 500 Aos
67
, . 2007; 104.
Miloslav Stingl (1984; 390) afirma: Las Leyes de Burgos representan la primera disposicin
legislativa de toda la historia de Amrica relativa a los indios. Dicho as, obviamente, es
inexacto.
Una contextualizacin desmesurada nos ofrece Arcila Faras (1957; 2) para quien las Leyes
de Burgos vendran a ser un pieza de la famosa controversia indiana que, a su vez, se insertara como uno de los episodios de la gran lucha poltica librada por los Papas renacentistas
contra el naciente poder absoluto de los reyes. Esta apreciacin est claramente desenfocada como se espera haya sido demostrado en este artculo.
, . 2007; 106.
10
http://dspace.ubu.es:8080/trabajosacademicos/bitstream/10259.1/85/1/Monje_Santillana.
pdf Consultado: sbado, 31 de marzo de 2012.
11
http://www.diariodeburgos.es/noticia.cfm/Local/20090313/leyes/burgos/1512/daban/mujer/
Diaro de Burgos.es martes, 17 de Abril de 2012. Consultado: martes, 17 de Abril de 2012.
Afirma adems: Puede decirse que la vigente Declaracin Universal de Derechos Humanos
de 1948 tiene su precedente y su inicio en las Leyes de Burgos.
12
13
14
15
Dussel, E. 1983; 306. Los autores de la entrada Leyes de Burgos de Wikipedia no dudan
de que las Ordenanzas estaban animadas por un sentido altamente protector y humanitario. En: http://es.wikipedia.org/wiki/Leyes_de_Burgos (Consulta: sbado, 26 de mayo
de 2012).
16
17
Moya Pons, F. 1987; 47. , . . 2005; 173 y 176). Cfr. Schfer E. (1947) Consejo
Real y Supremo de las Indias. Su historia, organizacin y labor administrativa hasta la terminacin de la Casa de Austria. T. II. La labor del Consejo de Indias en la administracin
social. Sevilla, pp. 250251. Arranz Mrquez (1982; 94) considera que el equilibrio entre
las demandas laborales castellanas y la disponibilidad de mano de obra tana empez a
quebrarse ya en 1507.
18
19
Moya Pons, F. 1987; 50. Que esta no era, en absoluto una medida aislada se prueba por el
hecho de que en 1511 el rey no slo confirm la merced de 1508, sino que la ampli renunciando al quinto y a cualesquiera otros impuestos a que tuviera derecho la Corona en atencin a que los cazadores de esclavos sufran grandes prdidas en el ejercicio de su negocio
(, . . 2005; 177).
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20
Moya Pons, F. 1987; 50. La prueba de esta afirmacin en: R.C. a Diego Coln. Valladolid,
12 de noviembre de 1509 (Arranz Mrquez, L. 1982; Apndice documental, Documento
XXXI; pp. 226 y ss).
21
22
Las ilustraciones proceden de los famosos grabados de Johann Theodorus de Bry (15281598).
23
Las Casas (1996; 89) da el siguiente testimonio: Decir asimesmo los azotes, palos, bofetadas, puadas, maldiciones y otros mil gneros de tormentos que en los trabajos des daban
[los espaoles a los indios], en verdad que en mucho tiempo ni papel no se pudiese decir y
que fuese para espantar los hombres. Este testimonio no puede ser tachado de enormismo
lascasiano; las propias Leyes de Burgos confirman su veracidad y prohben expresamente
bajo penas estas prcticas. Adems, la denuncia lascasiana es muy posterior al reconocimiento oficial del fenmeno.
24
25
26
Moya Pons, F. 1987; 47. Esteban Mira (1997; 34) discrepa radicalmente de la cifra inicial y
se adhiere a los clculos de Rosenblat de 100.000 indios para 1492.
27
28
Zavala, S. 1973; 228. Cfr.: los clculos de Moya Pons, F. 1987; 182.
29
30
Es un tpico muy socorrido en la historiografa presentar las cosas de forma maniquea: el rey
ordenaba leyes justas, pero la distancia, los malos funcionarios y peores vecinos arruinaban
la regia intencin. En este artculo se aportan datos (se espera que slidos) de que la relacin era ms compleja. En cualquier caso el rey lleg a afirmar categrico: las cosas desas
partes las entiendo yo como las de Castilla. Y as era de verdad confirma Luis Arranz
(1982; 111). De modo que no le falta razn a Andre Kofman cuando asegura (2007; 103):
es preciso reconocer que los monarcas espaoles no andaban muy errados en lo relativo al
estado real de las cosas en las colonias.
Antonio Pizarro Zelaya. Leyes de Burgos: 500 Aos
69
31
32
http://www.biblioteca.tv/artman2/publish/1511_292/Real_Cdula_al_almirantegobernador_
prohibiendo_se_493.shtml Consulta: viernes, 27 de julio de 2012.
33
Carta al Almirante Diego Coln. 22 de enero de 1510. En: Arranz Mrquez, L. 1982; 141
y Apndice documental, n 36.
34
http://www.biblioteca.tv/artman2/publish/1509_294/Real_Cdula_al_Almirante_Diego_
Coln_encargndole__500.shtml Consulta: viernes, 27 de julio de 2012. En este caso la
demora se reduce a 4 meses.
35
36
37
38
39
Las Casas, B. Historia de las Indias en adelante HI ; Lib. III, Cap. III.
40
41
En realidad, no es del todo exacto que nadie, absolutamente nadie hubiese cado en cuenta
de lo que estaba ocurriendo. Escrpulos de conciencia se haban manifestado ya en relacin
con las razias y trfico de indios de las islas intiles. Moya Pons postula con mucho acierto
que es posible que los crticos protestaran porque no estaban en el negocio de la importacin
de indios (Moya Pons, 1987; 51). Pero lo importante es que, habiendo llegado a la Corte las
noticias de estas inquietudes de conciencia el piadoso Fernando, con todo el peso de su regia
autoridad y previa consulta de expertos, haya decretado que la importacin de indios poda
realizarse sin ningn cargo de conciencia y que, por lo tanto, no haba necesidad de seguir
discutiendo ms el asunto en quanto toca a la concyencia (Moya Pons, 1987; 52).
42
43
44
No se puede decir que el viudo regente ignorara lo que el dominico haba denunciado en su
sermn. Justo seis meses antes que Montesinos, el catlico rey haba reconocido que los
indios no tienen ms de xristianos, syno el nombre (R.C. al Almirante D. Diego Coln.
21 de junio de 1511). Por lo visto el rey daba por un hecho irremediable la incuria de los
encomenderos en el cumplimiento de su deber de doctrina y lo que le preocupaba era que
no se repitiera en Jamaica, que ahora se empezaba a poblar, la experiencia de La Espaola.
Agua pasada no mueve molino vena a decir el rey (cfr. R.C. a D. Diego Coln; 6 de junio
de 1511). Esta regia desidia echa por tierra el monarquismo exaltado de Monje Santillana y
Caro Molina de la siguiente nota.
45
Monje Santillana (op. cit.; 19) afirma: en la voluntad real, primero de Isabel y despus de
Fernando, estaba la idea de favorecer y reconocer los derechos del indio. La distorsin
histrica ms escandalosa que conozco de este episodio pertenece a Fernando Caro Molina
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que ha llegado a afirmar cosas tan peregrinas como que los primeros en abogar por la justicia
en favor de los naturales fueron los reyes y que son falsas todas esas historias (empezando
por Las Casas), de que Montesinos impresion a Fernando V con el relato de las atrocidades
que se cometan con los indios. Que el rey lo que hizo fue aprovechar la oportunidad que la
denuncia del dominico le daba para hacer algo que ya tena como si dijramos, in pectore.
Textualmente afirma (1954; 463 y 464): el pensamiento que origin esta junta [de Burgos]
haba pasado por el espritu de los reyes antes que por el de Montesinos. En este artculo se
aportan evidencias que prueban que esa presentacin de los hechos es una burda y excesivamente sesgada interpretacin.
46
47
48
, . 2007; 104.
49
Zavala, S. 1973; 22. Un resumen un poco diferente en Monje Santillana, op. cit.; 19-20.
50
Feli y Monge (1941; 19) reducen a 7 las proposiciones de la Junta. El desglose que se
ofrece aqu se atiene y destaca las ideas matrices de la exposicin de la Junta.
51
Frank Moya es ms rotundo y afirma categrico (1987; 86): Poco nuevo fue aadido por
la Junta a las anteriores regulaciones contenidas en las cdulas de aos atrs, como no fuera
ordenar esas regulaciones conforme a un patrn legal definido ya por la Corona en esas
mismas cdulas. Cfr. Mira, E. 1997; 113-114.
52
Segn Marvin Harris (2007; 16-17) etics son las descripciones e interpretaciones del observador, por contraste con las del grupo social estudiado. En relacin con la pertinencia gnoseolgica de los enunciados etic, Harris apunta: Las proposiciones etics no pueden refutarse si
no se ajustan a la percepcin del participante de lo que es significativo, real, representativo
o apropiado. Slo pueden rebatirse si se comprueba la falsedad de las pruebas empricas
aducidas por los observadores para respaldar dichas proposiciones. Dicho brevemente: la
validez de los enunciados etic descansa sobre la crtica inmanente de los comportamientos y
discursos de la cultura bajo estudio.
53
Es opinin general que las Leyes de Burgos constan de 35 artculos. Las Casas dice treinta
y tantos. Aunque este es un asunto secundario desde el punto de vista formal, no deja de
tener importancia en lo sustantivo. Por ejemplo, dependiendo del criterio que se adopte, la
articulacin del Cdigo permite visualizar mejor la importancia relativa, desde el punto de
vista del legislador, de las normas que lo componen. Si adoptamos el criterio tcnico de que
Yten o Ytem y Otrosi normalmente en el Derecho indiano indican una nueva entrada o
artculo o captulo como a veces se les llama, y lo combinamos con ilacin lgica del texto,
parece claro que las Leyes de Burgos se componen 33 artculos. A estos deben aadirse los
4 artculos de la Adenda.
54
71
Cfr. Mrner, M. (1974) Estado, razas y cambio social en la Hispanoamrica colonial. Secretaria de Educacin Pblica. Mxico, pp. 9-10.
56
Las Casas (HI; Lib. III; Cap. XV) que, como sabemos, era testigo de primer orden en estos
acontecimientos opina que la formulacin del artculo es confusa; puesto que della se puede
colegir, a cuya costa se haban de hacer, que segn razn y justicia debiera ser a costa dellos
[los encomenderos AP]. Pero no fue as, sino que las hicieron con sus sudores los malaventurados [indios]; y as, esta ley fue con escuridad.
57
Richard Konetzke interpret incorrectamente este artculo. Segn l (1972; 164), el encomendero deba entregar a cada indio una parcela etc.. El texto es claro sobre que se trataba
de entidades colectivas; es decir, que se entregaba una parcela a cada poblado.
58
El hecho de que las parcelas dadas a los indios de forma colectiva como anexos a los nuevos
asentamientos no se pudieran enajenar; o lo que es lo mismo: que si la encomienda o la
propiedad cambiaban de dueo lo hacan igualmente los indios y sus parcelas, de facto
converta a los indios en siervos de la gleba. Esto equivala a introducir en Amrica un
elemento tpicamente feudal.
59
El trauma cultural que esta medida entraaba lo comprendi perfectamente Las Casas. A
partir de informacin siniestra reflexiona el sevillano el Prembulo desarrolla una premisa
falsa de la que deriva una medida tirnica: sacarlos de su naturaleza y pueblos donde haban
nacido y cridose con todos sus linajes, desde quiz millares de aos atrs,
! y se trujesen cerca de los pueblos de los espaoles, donde un da ni hora resollasen,
antes con esta mudanza los acabaron (HI; Lib. III; cap. XIII). Ntese aqu que menos se
pudiera ordenar ni proveer si fueran los hombres ovejas o vacas: para tantas reses, tantos
corrales y tanto pasto, sacndolas de unas dehesas para otras; y as los desparcan en muchas
partes, deshacindoles los pueblos y vecindad en que ellos vivan en su polica ordenada y
natural, y sin hacer mencin y cuenta que el hijo fuese con su padre o la hija con su madre,
ni la mujer con su marido; finalmente, ni ms ni menos sino como si fueran animales (HI;
Lib. III; cap. XV).
60
61
Entre parntesis cuadrados aparece la numeracin tradicional del articulado de las Leyes de
Burgos.
62
Las Casas, B. HI; Lib. III, Cap. V. Parece que le promedio era 8 meses (cfr. Mira, E. 1997;
84).
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67
Las Casas (1996; 88) aporta una confirmacin posterior de esta situacin: Y la cura o
cuidado que dellos tuvieron fue enviar los hombres a las minas a sacar oro, que es trabajo
intolerable y a las mujeres ponan en las estancias que son granjas, a cavar las labranzas y
cultivar la tierra, trabajo para hombres muy fuertes y recios, etc..
68
Hanke, L. 1949; 37. Chez Checo (2003; 165) interpret que este artculo dispona que las
mujeres embarazadas realizaran faenas como de nio aunque tal afirmacin no existe en el
texto de las Leyes de Burgos.
69
70
En la Brevsima (1996; 88) escribe Las Casas: No daban a los unos y a las otras [los/as
indios/as] de comer sino yerbas y cosas que no tenan sustancia.
71
Las Casas, B. HI, Lib. III; cap. XV. Esteban Mira (1997; 68-69) escribe: la alimentacin de
los indgenas desde la llegada de los espaoles se bas exclusivamente en el cazabe, sin que
se completara con una dieta protenica que [aquellos] se procuraban en la poca prehispnica
a travs de la caza y lla pesca.
72
73
Obviamente aculturacin forzosa es un pleonasmo que quiere subrayar la naturaleza intrnsecamente violenta y asimtrica del proceso de hispanizacin que se propusieron los cristianos en el Nuevo Mundo. Ese carcter violento de la aculturacin es independiente de las
voluntades, intenciones, subjetividades de sus promotores; as como de los mtodos que se
pusieran en prctica para alcanzar el deseado objetivo. Que la conquista espiritual era sinnimo de violencia sistemtica es un postulado incontrovertible en cuanto en la evaluacin
de la cosas se introduce en igualdad de condiciones epistemolgicas la perspectiva de los
vencidos. Aunque el rechazo radical de los indios a ser conquistados culturalmente adopt
casi exclusivamente formas prxicas, no por eso su valor o significado gnoseolgico para
la reconstruccin de aquel proceso histrico es menor que el de las crnicas, cartas, cdulas
reales y toda la documentacin de que disponemos para reconstruir la visin de los vencedores. La equiparacin de los testimonios discursos en el trabajo de reconstruccin
historiogrfica es uno de los pilares de la equidistancia cultural.
74
Es opinin comn que estas sesiones de oracin en las capillas deban efectuarse por la
maana y por la tarde. As se lee en Moya Pons (1987; 87-3); Konetzke, R. (1972; 164);
Zavala, S. (1973; 23) y otros. Sin embargo el texto es claro que el llamado a la oracin en
el templo era en anochesiendo. La oracin de la maana era en el lugar de trabajo antes de
iniciar labores.
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Este artculo es muy interesante porque introduce un elemento que al parecer escap a las autorizadas cabezas de la Corte. En las Instrucciones que se haban girado a Diego Coln el 3 de
mayo de 1509 se le haba ordenado expresamente: Item habis de dar orden que los indios no
hagan las fiestas ni ceremonias que solan hacer si por ventura las hacen, sino que tengan
en su vivir la forma que las otras gentes de nuestros Reinos.... Ahora dicen los consejeros
han sido informados que quitar o impedir a los indios sus areitos se les hara muy mal. Por
eso, expresamente en este artculo se ordena y manda que no se les ponga nyngun ynpedimento en el faser de los dichos areitos. Como se ve, este artculo favorece un elemento central
de la cultura del pueblo vencido contra la que, por otra parte, las Leyes de Burgos despliegan
una intensa poltica de extirpacin. La medida resulta paradjica y choca que los celosos
cristianos redactores de las Leyes hayan dejado pasar un elemento cultural tan peligroso.
Se podra presumir que se trata de error de transcripcin. Esta tesis parece estar avalada
por el autorizado testimonio de Las Casas, quien tuvo acceso a una de las copias. Segn
el dominico (Historia de las Indias; Lib. III, Cap. XVI) los aretos, que son los bailes que
los indios tenan, por una de las leyes, se prohben. Silvio Zavala (1973; 24) que tom la
informacin de Las Casas, afirma: las leyes [de Burgos] prohibieron tambin los areitos o
bailes de los indios; es decir, afirma exactamente lo contrario de lo que se lee en el texto de
las Leyes que tenemos a la vista. Moya Pons (1987; 88n14) afirma que segn el artculo 14,
deba permitirse a los indios que hagan sus areitos. La fuente del historiador dominicano
es Muro Orejn, cuya transcripcin es considerada por Gimnez Fernndez como la versin
ms exacta de aquel Cdigo.
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Segn Lpez de Gmara (T. I; cap. XXXIII) areito era un cantar compuesto en memoria
de un espantoso orculo que los dioses profetizaron a los caciques y bohitis tanos sobre
la venida de los cristianos, la conquista y destruccin de su cultura y libertad. El areito lo
cantaban en fiestas tristes y llorosas. Lpez de Gmara tambin afirma que los cristianos
vedaron todos los ritos y ceremonias que hallaron en La Espaola.
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Por cierto que en este punto tambin hay discrepancia entre los lectores de las Leyes de
Burgos. Moya Pons (1987; 88n14) ley que ese permiso se limitaba a los domingos y das
de fiesta. La copia que tenemos a mano extendi ese permiso ansymismo [a] los dyas de
labor, siempre y cuando no faltaran a sus obligaciones (textualmente: no dexando de faser
por ello lo acostumbrado). Este condicional avala la intencin pragmtica de la concesin.
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Para Juan Friede (1976; 64, 143) el Derecho indiano era impotente porque parta de una
premisa falsa: la ficcin de que una ley abstracta puede conducir al cambio de una estructura
social firmemente establecida por las circunstancias que la [han] creado.
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Mira, E. 1997: El Visitador no supuso, en realidad, ningn alivio para el indio (128). Esta
institucin del Visitador qued sumida en la ineficacia durante largos aos (114-115). Los
jernimos habran resucitado con xito la figura de los Visitadores (138-139).
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En Cuba Diego Velzquez sistemticamente las ignor. Cfr. Mira, E. 1997; 162.
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Real Cdula al Almirante Don Diego Coln para que todos los Yndios que truxeren de otras
islas los thengan por esclavos. Burgos, 23 de febrero de 1512. Citada por Moya Pons, F.
1987; 90-91.
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Cfr. Mira, E. 1997; 90, 116-117 y 363. Vase la acertada apreciacin de Prez de Tudela que
all incluye (n68).
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Real Cdula al Almirante Don Diego Coln para que nendguno thenga ms de 300 yndios.
Burgos, 23 de febrero de 1512. En: Moya Pons, F. 1987; 07.
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saluo sy los tales yndios fueren esclauos porque a estos tales cada vno cuyos fueren los
puede trabtar como el quisiere aunque, lgicamente, se recomienda que sea con amor e
blandura que ms ser pueda.
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Segn Esteban Mira (1997; 127 y 136-137) no habra habido la supuesta mejora: En cuanto
a los malos tratos [a] los indios, durante esta poca fueron especialmente fuertes, prolongndose esta situacin hasta la llegada de los Jernimos que s habran puesto en prctica las
Ordenanzas.
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Konetzke, R. 1972; 166-167. Que esta expectativa era irreal queda probado por la desafiante
declaracin de los encomenderos de Puerto Rico de que no cumpliran algunos de los artculos de las Leyes de Burgos (Mira, E. 1997; 43 y 132). Mira (1997; 146) impugna la tesis
de que los jernimos cedieron a las presiones de los encomenderos, pero subsisten las dudas.
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Albert, Hans (1970) Traktat Uber Kritische Vernunft. J.C.B. Mohr (Paul Siebeck).
Tubingen; 202-203. (Traduccin propia).
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Simpson, L. B. 1960; 3.
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, . . 1957; 56.
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Konetzke, R. 1972; 163 seala: al rey el fuerte descenso de la poblacin aborigen ya le haba
dado que pensar. Bauman, V. 2005; 170 tambin opina que
(la disminucin
de la mano de obra en las colonias debi haber preocupado a las autoridades de la metrpoli).
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a la voluntad ley Las Casas. La versin que estamos utilizando dice a la memoria.
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Esteban Mira (1997; 77) seala que los espaoles no quisieron observar ni entender el
rechazo indgena.
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A partir de Marvin Harris (El desarrollo de la teora antropolgica, Madrid, Siglo XXI, 1993;
Tema VIII, cap. 20), por perspectiva emic entiendo el punto de vista de los sujetos sociales
estudiados. Se trata de sistemas lgico-empricos que describen y cualifican fenmenos y
cosas por procedimientos como contrastes, discriminaciones, etc., y que son considerados
relevantes, significativos, reales, con sentido, apropiados por los actores sociales, independientemente del contenido veritativo e intencionalidad que pueda determinar o imputar un
observador externo. Cfr. tambin: Harris, M. (2007; 16-17).
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Esteban Mira (1997; 312-341) dedica un interesante y a ratos polmico captulo a la Resistencia indgena
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Galeano, E. 1991; 55. La fuente en Las Casas, 1996; 91-92 y all la concordancia con HI.
Lgicamente la resistencia contra los invasores era general. En las Antillas se produjo, casi
desde la misma llegada de los espaoles, una gran resistencia por parte de los naturales. Sin
embargo, nada pudieron hacer frente a los espaoles (Mira, E. 1997; 73, 95 y 364-365).
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Por ejemplo, en el caso de Puerto Rico la lucha armada de los tanos se estaba desarrollando
desde principios de 1511 (Moscoso, F. 1989).
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Acerca el autor
Antonio Pizarro Zelaya: Historiador, Master of Arts en Historia. Universidad Estatal de
Vornezh. Rusia. Correo electrnico: anedumar@yahoo.es
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