Campesinistas Descampesinistas
Campesinistas Descampesinistas
Campesinistas Descampesinistas
1,
Mx ico, enero de 1978, pp. 42-5 1
Ca mpesinistas
y descampesinistas
Tres enfoques divergentes
(no incompatibles) sobre
la destruccin del campesinado
ERNEST FEDER
Segunda parte*
Tanto para los campes1n1 stas como para los descampesinistas
es difcil hablar con autoridad respecto al destino de l
prol etari ado rural de Amrica Latina, a menos que tome n en
cuenta los gigantescos cam bios ocurridos en la agricultura del
hemisferio desde mediados del decenio de los sesenta. Algunos de esos cambios son tan rec ientes que no todos los
observadores del acontecer agrcola estn conscientes de
ellos. La agr icultura latinoamericana, un es pectculo complaciente, estancado, atrasado, se ha convertido en un circo
vertiginoso de cambios violentos y rpidos .
La subsistencia de los campesinos y trabajadores sin tierra
de Amrica Latina y de Mxico est mortalmente amenazada
desde todos lados. Especficamente hay un proceso, cada vez
ms ace lerado, de eliminacin del proletariado rural en cada
uno de los sectores principales : la agricul tura, la ganadera y
la industria foresta l. Para ubi car el tema en un a perspectiva
adecuada, ac laro que en este trabajo no se sostiene qu e la
elim inacin del proletariado rura l ocurrir de un da para
otro. La expu lsin de los minifundistas y la marginacin de
los asalariados no es un fenmeno nuevo, como lo hemos
indicado en diversas ocasiones, ya que ha tenido lugar
in exorab le y si lenciosamente desd e hace mucho tiempo.
Todava hay muchos millones de minifundistas y asalariados,
y no se les puede ex pulsar de la agricultura en un par de
aos. Lo que s sostengo, empero, es que el proceso se est
ace lerando a un a velocidad tal , que es predecible que la
mayora de las oportunidades de empleo rural que todava
ex isten habr desaparecido en un fut uro previsible (digamos,
en el caso de Amrica Latina, en una generacin ) y que
nin gn proyecto o programa favorable a los campes in os del
tipo anal izado antes podr contrarrestarlo de manera significativa. La prdida ul trarrpida de empleos rurales es una
funcin directa de las transferenci as gigantescas de capital y
tecnologa desde los pases industrializados hacia las agricu lturas subdesarrolladas. An alizar con cierto detalle este tema
en cada uno de los sectores principales, centrando la ate ncin en los aspectos econmicos e institucionales, antes que
en los purame nte poi ticos.
* La primera parte d e este ar ti'cul o aparec i e n Comercio Exterior , vo l. 27 , nm . 12, Mx ico, dici e mbre de 1977, pp. 1439-1446.
Trad u cc i n del in gls de Rub n Sv irsky.
tores comerciales, ni desde el punto de vista de la produccin ni desde el de la com erciali zacin. En las condiciones
actuales, los costos de produccin de las empresas comerciales son muy inferiores a los de los pequeos productores, no
slo porque las primeras poseen tierras mucho mejores,
incluyendo todas las irrigadas, de modo que sus rendimientos
por hectreas son mucho ms altos (mientras que la tierra de
los ltimos -que ya era mala- se deteriora constantemente
por la sobreexplotacin), sino tambin porque las primeras
tienen un acceso casi mono poi stico a todos los insumos
agrcolas (dado que los mercados de insumos se manipulan
para favorecer a los grandes productores) y porque pueden
obtenerlos a costos muchos menores y aun con subsidios
directos .32 De aqu que, por razones econmicas e institucionales, hoy en d fa se ha vuelto obsoleto el viejo y
conocido argumento de que la productividad de la tierra
decrece a medida que aumenta el tamao de la unidad de
explotacin; no se aplica, ya que no refleja las tendencias
actuales de la agricultura, en la cual las empresas comerciales
se expanden rpidamente a ex pensas de los pequeos productores y en la que el capital y la tecnologa extranjeros se
canalizan casi exclusivamente hacia el sector de cultivos
comerciales. Aun si la productividad de la tierra de una
pequea parte del sector minifundista aumentase como consecuencia de programas de ayuda a los campesinos, es
probable que la del sector comercial aumente ms rpidamente que la del minifundista en su conjunto. En consecuencia, la relacin inversa de los rendimientos por hectrea y la
superficie de cultivo se est convirtiendo rpidamente en una
relacin {funcional) directa.
No hay qu e subestimar las consecuencias de poi tica de
este significativo cambio en las pautas de comportamiento de
la agricultura latinoam ericana. El ll amado "desempeo superior" de las parcel as (es decir, su mayor productividad de la
tierra, que slo es un refl ejo de los terribl es esfuerzos qu e
debe realizar cada minifundista para arrancar a su escasa
dotacin, en el mejor de los casos, condiciones de vida al
nivel de subsistencia) a menudo se ha utilizado como "prueba" y justificacin del apoyo a los pequeos productores,
aunque en el calor de la discusin se omite considerar,
conveni entemente, que los minifundistas son muy pobres
a pesar de su "desempeo superior". De aqu que tales proyectos de ayuda no slo reflejen una incomprensin bsica del
significado y las implicaciones del "mejor desempeo del
minifUndi o" , sino que suponen tambin continuar apoyando
a la pobreza.33 Hace muy poco tiempo el Banco Mundial de
32 . Un a razn es qu e los gra nd es productores pueden obtener
desc ue ntos a l comprar los in sum os por la gran ca ntidad que adqu iere n, y h abitualm e nte se organizan para hace rlo . Podr(a objetarse qu e
en los proyectos dest in a dos a los minifundi stas, como los de l Banco
Mundi a l de "ayuda" a los pobres rurales, es tas desven ta jas se compensan, por e jemp lo , por las bajas tasas de inters de los prsta mos. Esto
es cierto, pero s lo para un nm e ro muy pequ eo de be neficia rios,
limitado necesa ri a me nte por la escasez de los fondo s, aun e n el mejo r
de los casos. Las dife renci as en los costos de los insumos siempre
subsiste n , e in clu so pue de n c rece r, debido a qu e los proye ctos de
" ay ud a a los pobres rurales" so n siem pre se guidos por proyectos d e
~ ay ud a a los ri cos rurales", para no ofender a es tos ltimos. Adems,
es cie rto que las tasas nominales de inte rs que paga n los minifundistas so n menore s, pero esto se compensa por otras desve nta jas, tales
co mo e l pago de com isio nes y sobo rnos, o la mayor dependencia co n
respecto a prestam istas institucionales cuya hostilida d haci a ellos es
proverbial.
33 . En mi a rtc ul o "La pequea revolucin verde de McN ama ra .
El proyecto del Ba n co Mundi a l para la e limin ac in del ca mp es in ado
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campesinistas y descampesinistas
caracte rstico de la creciente co mercia lizacin de la agricu ltura, tanto en los pases indu stri ales corno en los subd esar roll ados, y a la concom itante mon opoli zacin de los mercados de
in sum as y productos agrco las bajo el dominio extra njero,
as como a sus efectos sobre los rninifundistas y trabajadores
asalar iados . En Al emania occ id ental, por ejemplo, de 1950 a
1972-1973 la fuerza de trabajo fa mili ar disminuy aproxi madame nte dos tercios, y la asa lariada ms de cinco sextos, en
tanto qu e el nmero de granj as de ms de 0.5 ha. disminuy
a alrededor de la mitad, de un os dos millones de unid ades
productivas a alrededor de 1.1 millon es, y el de gra nj as de
ms de 2 ha. descend i de 1.3 a 0.9 mill ones; en 1974 haba
dism inuido an ms, a 0.8 millones, y la eliminaci n de las
pequeas unidades todava contina. Dur ante ese perod o de
22 aos, ms de 3.5 mil lon es de personas aba ndon aro n la
agricultura. Es muy claro que el despl azami ento de los
pequeos productores se ace ler mu cho a partir de 1960 .
Repblica Federal de Alemania
Fuerza de trabaio *
Familiar
Co ntratada
98.8
80.8
67.8
33.8
101.7
73.3
43.4
16. 1
1950
19 55- 1956
19 60-1961
1972-197 3
1974
Nmero de granjas*
Ms de 0.5 ha.
Ms de 2 ha.
93.6
83.4
58.8
47.8
99.0
93.1
85 .2
63.5
59.0
* 1939 = 100.
F uente : A. Funk , Abschied von der Pro vinz? , Pla kat-Bau ern ve rl ag,
S tuttga rt, agosto de 1977, p. 16..
AI10
Cantidad de
establecimen tos
(millon es)
Pobla cin
agrcQ ia
(millon es)
/-loras-hombre
(miles de
millones)
Produ ccin
agrcola *
1950
1960
1973
5.6
4.0
2.8
23.0
15.6
9.5
15.2**
9.8
5.9
76**
91
11 2
* 19 67 = 100.
** 1951.
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campesinistas y descampesinistas
cados temores de que la continu a presin contra las posesiones y la creciente disminucin de las filas de Jos pequeos
propietarios [minifundistas j exacerbarn la tasa de crecimiento de la oferta de mano de obra desocupada, que ya se
expand e muy rpidamente deb ido al in cremento natural, en
tanto que, al mismo tiempo, es muy claro que no puede
esperarse que la demanda de mano de obra aumente mucho
por encima de su nivel actual, y aun puede disminuir" .47
(Cursivas de E. F.}
Como ya dijimos, hay un proceso si mil ar de co ncentracin en las industri as y servicios vincu lados con la agr icultura
que proporcionan insumas, as como en la elaboracin y
distribucin (qu e incluye la exportacin) de productos
agrcolas. En Estados Unidos este proceso ha avanzado
mucho y muy rpidamente en todos Jos productos, y en los
pases subd esarroll ados vuelve a aume ntar a partir de un
grado muy alto de monopoli zac in. Este hecho es tan
conocido que no requ iere ms comentarios. Empero, es
necesario subrayar que Jos procesos de concentracin ocurren
en dos niveles (en las granj as y en la elaboracin y la
comerciali zacin o en los mercados de insumas) y se refuerzan mutuamente, puesto que Jos monopolistas esperan
aumentar sus beneficios, tanto eco nmicos como poi ticos,
con este ju ego "a dos puntas". Esto puede demostrarse con
toda claridad mediante el estudio de la influencia de Jos
co mp radores agroindustriales en la estructura agrco la y
productiva. Las agro indu strias utili zan en genera l tres mtodos que, intenciona151 y sistemticame nte, cond ucen a la
elim inaci n de los minifundistas. Los tres funciona n de
manera ms o menos simi lar en cua nto se refiere a Jos
campesi nos: la compra de la produccin antes de la cosecha
a precios estab lecidos de antemano; el sistema de contratos
de produccin por el cua l la empresa agro indu str ial acuerda
compra r la cosecha a cambio de crditos, insum as o asesora
tcnica a los precios corrientes del mercado, y la compra
directa a los productores sin acuerdos prev ios. En circunstancias normales, y espec ialm ente en los pases subdesarrollados,
la empresa agro industrial se enfrenta al principio con pequeos y grandes productores; por tanto, puede segu ir una
estrategia (y en verdad la sigue) dirigida a elimi nar a los
pequ eos mediante distintos "trucos". En efecto, la experiencia demuestra que dond e se ap li ca durante un tiempo el
sistema de contratos de produccin, slo sobreviven los
grandes productores comerciales.5 2 Una caracterstica comn
a los tres mtodos es que favorecen a los grandes prod uctores de todas las maneras posibl es: pagnd oles mejores precios, dndol es preferencia en la co mpra de su produccin,
otorgndo les premios por cantidad y ca lid ad, as ignndo les
pr ioridad en la distribucin del crdito y de otros insumas,
etc. La justificacin de esta estrategia consiste en que las
transacc iones entre gra nd es productores y grandes emp resas
agroindustria les son ms baratas y conven ientes, un argumento que no es muy convincente si se considera desde todos los
puntos de vista, lo cual cas i nadie se mol es ta en hacer. Por
otr~ parte, los insumas que venden las emp resas agroi ndustriales elaboradoras o distr ibu idoras (qu e a menudo son
tamb in las que compran la prod ucc in) estn hechos para
Ll ega mos a la co nclusi n de que todas las pruebas disponibl es con respecto al desarroll o cap itali sta en la agricultura
demuestran, ms all de toda duda, que puede obtenerse la
misma prod uccin (o una mu cho mayor} con una fuerza de
trabajo que disminuye continua y agudamente, y qu e la
agricultura capital ista puede fun cionar de manera esp lndida
con muy pocas personas oc upadas.
51.
52.
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matri ces de estas empresas radi cadas en pa(ses in dustriali zados (o en para(sos fisca les corno Lu xe mburgo} las qu e
adoptan las decisiones con respecto al uso de los recursos
agrcolas contro lados directa o indirectamente por las compaas transnacionales, con respecto a la distribucin y al
uso de los in surn os (in clu so el trabajo rural} y co n respecto a
la distribucin de la produccin. Esto es muy importante si
se torna en cuenta qu e en mu chos pases, Mxico in cluid o,
los sectores dominados por las empresas agroindu str iales
extran jeras son los ms importantes y los ms lucrativos.5 7
Estas decisiones se tornan en el contexto de la estrateg ia
globa l de produccin y distribucin de las emp resas. Para ser
ms precisos: las decisiones con respecto a qu, en dnde,
cunto y cund o producir, comerc ializa r e importar o ex portar no torna n en cuenta fundamentalmente (o en abso luto}
las exige ncias nac ionales, tales corno la satisfaccin de las
necesid ades alim entarias bsicas, el ahorro de divisas en
importaciones de alim entos o la creac in de oportunidades
de emp leo ru ra l; lo que consid eran es la rnaxirnizacin de las
utilidades y del poder provenientes del conj unto de transacciones transnacionales de las em presas agroind ustria les. Este
es el verdadero teln de fondo de la crec iente necesidad
actual de Mx ico, por ejem pl o, de importar cantidades cada
vez mayores de alimentos bsicos, aunqu e este pa(s disponga
de sufi cientes recursos agr(colas corno para autoabastecerse
con exceso.5 8 En consecuencia, los gob iernos nacionales
formu lan planes y ~plicad estrategias de desarrollo rural s lo
en la medida en qu e no sean contradictorios con los
extend idos intereses de la agro indu st ria extranj era. As(, el
proletariado rural pie rde in cl uso el pequeo apoyo intern o
que pod (a esperar de sus gobiernos.
No son pocos los dirigentes pol(ticos y los empresarios
naciona les que apoyan la op ini n de las agro industri as en el
sentido de qu e un a agricultura capita li sta moderna en un
pas subdesarrollado puede estab il izar la eco norn(a agr(co la
inter na. Un ejemp lo de esa posicin es lo dicho por un
apstol de la agro indu stri a: "Cuand o los siste mas de productos bsicos agroind ustriales . .. estn subdesar roll ados y desequilib rados (sic), la coord in ac in entre los co mponentes del
siste ma tiende a ser errtica, y expone a los part icipantes a
ampli as oscil ac iones de los precios y de la disponibilidad de
bienes y servicios."59
La afirmacin anter ior su pone que los mtodos agroin dus
triales modernos de produccin y comerc iali zac in eliminan
el comportamiento errt ico del mercado. Es cierto que, en
todos los pases, los mercados agr(co las del sistema de "libre
empresa" muestran "amp li as osc il aciones", pero es falsa la
57 . El aumento del contro l de los sectores agr{colas ms im portantes de un pa{s por par te de l cap ita l y la t ecno log{a ext ra nj eros
tambi n supo ne un co ntrol in d irecto sob re e l res to de la agricu ltur a,
como efecto sec und a ri o del dominio sobre los in sumas y la produccin.
58. Por supuesto, Mx ico no es un caso a islado. Vase He len a
Tuom i, "On Food lmports and Neoco lonial ism" , en Vilho Ha rl e
(ed .), Po/itica/ Economy of Food, Procecd ings of a n lnternationa l
Seminar, informe de in vest igac in nm. 12, Tampere Peace Research
ln stitute, Finl a ndia, 1976 (pr x im o a public arse por Te akf ield Ltd.,
In glate rra ). Al respecto, es intere sa nte subr aya r que el per{odo de
enorme crec imiento de la producc in agr{co la mexicana term in en la
poca en q ue las act ivid ades agroindu s tri ales estadoun ide nses y las
transfere ncias de capita l y tecno log{a de ese pa{s a um entaron fu er temente en todos los productos bsico s mex icanos. Co n segu rid ad no se
tra ta de un a coincidenc ia.
59. J. Dav id Morrissy, Agricultura/ Modernization Through Production Con tra cting, Praeger, 1974, p. 44.
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