Diderot
Diderot
Diderot
Adrin Ratto
Gisela Fabbian
Comentarios bibliogrficos
Comentarios bibliogrficos
B OLETN DE E STTICA NRO . 36
A O XII | I NVIERNO 2016
ISSN 2408 4417
AO XII
| INVIERNO
2016
Director
Ricardo Ibarluca (Universidad Nacional de San Martn)
Comit Acadmico
Jos Emilio Buruca (Universidad Nacional de San Martn) Anibal Cetrangolo
(Universit Ca Foscari de Venezia) Jean-Pierre Cometti (Univerist de Provence,
Aix-Marseille) Susana Kampff-Lages (Universidade Federal Fluminense) Leiser
Madanes (Universidad Nacional de La Plata) Federico Monjeau (Universidad de
Buenos Aires) Pablo Oyarzun (Universidad de Chile) Pablo E. Pavesi (Universidad de Buenos Aires) Carlos Pereda (Universidad Autnoma de Mxico) Diana
I. Prez (Universidad Nacional de Buenos Aires-CONICET) Mario A. Presas
(Universidad Nacional de La Plata, CONICET) Kathrin H. Rosenfield (Universidade Federal do Rio Grande do Sul) Sergio Snchez (Universidad Nacional de
Crdoba) Daniel Scheck (Universidad Nacional del Comahue) Falko Schmieder
(Zentrum fr Literatur -und Kulturforschung/Berlin)
El Boletn de Esttica es una revista cientfica del Programa de Estudios en Filosofa del Arte del
Centro de Investigaciones Filosficas. Aparece cuatro veces al ao con periodicidad trimestral
(Verano, Otoo, Invierno, Primavera). Su objetivo es contribuir al desarrollo del rea en el
mundo acadmico de habla hispana, difundiendo trabajos de investigacin sobre esttica filosfica, teora del arte e historia de las ideas estticas. Integra el Ncleo Bsico de Revistas Cientficas Argentinas (Caicyt-CONICET) y se encuentra indexado en The Philosophers Index, Latindex (Catlogo: Nivel 1: Superior de excelencia) y Binpar (Bibliografa Nacional de Publicaciones
Perodicas Argentinas Registradas),
SUMARIO
Artculos
Adrin Ratto
La potica de las ruinas. Diderot y las pinturas de Robert
en el Saln de 1767
7-29
Gisela Fabbian
La expresin popular annima. Bernardo Canal Feijo
y su concepcin del folclore
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Comentarios bibliogrficos
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http://www.boletindeestetica.com.ar/
Contacto: boletindeestetica@gmail.com
Editor responsable: Ricardo Ibarluca, Director del Programa de Estudios en Filosofa del Arte
del Centro de Investigaciones Filosficcas. Domicilio Legal: Miones 2073, C1428ATE, Buenos
Aires. Copyright: Centro de Investigaciones Filosficas. Queda hecho el depsito que marca la
Ley N 11.723. ISSN
ISSN 2408-4417
Secretario de redaccin:
Alejandro Dramis (Escuela Metropolitana de Arte Dramtico)
Diseo grfico: Vernica Grandjean
Maqueta original: Mara Heinberg
Invierno 2016
ARTCULOS
COLABORADORES
Adrin Ratto es Doctor en Filosofa por la Universidad de Buenos Aires.
Actualmente se desempea como investigador asistente del Consejo Nacional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas (CONICET) y como docente
en la Facultad de Filosofa y Letras de la Universidad de Buenos Aires y el
Colegio Nacional de Buenos Aires (Universidad de Buenos Aires). Su rea
especfica de trabajo es la filosofa francesa del siglo XVIII. Correo electrnico: ga_ratto@yahoo.com.ar
Gisela Fabbian es Licenciada en Filosofa. Becaria doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas (CONICET), culmina en la
Universidad Nacional de San Martn la Maestra en Historia del Arte Argentino y Latinoamericano del Instituto de Altos Estudios Sociales y el Doctorado en Filosofa de la Escuela de Humanidades. Su trabajo de investigacin
se centra en el estudiode la produccin terica de Beranardo Canal Feijo y
la historia de las ideas estticas en Argentina. Correo electrnico: giselafabbian@yahoo.com.ar
Adrin Ratto
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Adrin Ratto
Consejo Nacional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas/Centro de Investigaciones Filosficas y Universidad de Buenos Aires
La potica de las ruinas.
Diderot y las pinturas de Robert en el Salon de 1767
Resumen
El objetivo de este artculo es demostrar que la admiracin que Diderot sinti por las representaciones de ruinas de construcciones de la Antigedad,
que Hubert Robert present en la exposicin organizada en 1767 por la
Acadmie Royale de Peinture et de Sculpture de Pars, no estuvo exenta de
reservas. Esto arroja luces, por otra parte, sobre el sentido de lo que el filsofo denomin potica de las ruinas y, en un plano ms general, sobre el
vnculo que estableci en sus escritos estticos entre la naturaleza y el arte. El
trabajo, adems, pone de relieve una serie de tensiones que el Salon de 1767
desata, con respecto a lo desarrollado por Diderot en otros escritos.
Palabras clave
Iluminismo artes figurativas naturaleza imitacin modelo ideal
The poetic of ruins.
Diderot and Roberts paintings in the Salon de 1767
Abstract
The aim of this paper is to show that Diderots admiration of the depictions
of ruins of ancient structures, presented by Hubert Robert in the exhibition
hosted by the Parisian Acadmie Royale de Peinture et de Sculpture in 1767,
was not without reservations. This, in turn, sheds light on the significance of
what the philosopher named the poetry of ruins and, on a more general
level, on the connection he established between nature and art in his works
on aesthetics. Additionally, this paper underlines a series of tensions engendered by the Salon de 1767, considering what Diderot explored in other
writings.
Keywords
Enlightenment figurative arts nature imitation ideal model
Recibido: 08/07/2016. Aprobado: 12/08/2016.
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1. INTRODUCCIN
En 1767, Hubert Robert hizo su debut artstico oficial en la exposicin organizada en el Louvre por la Acadmie Royale de Peinture et de
Sculpture de Pars. Sus representaciones de monumentos y construcciones de la Antigedad griega y romana en ruinas atrajeron la atencin de Diderot, quien les dedic un importante espacio en la resea
que hizo acerca de la exhibicin de ese ao en la Correspondance
littraire, philosophique et critique, dirigida por su amigo Friedrich
Melchior Grimm.
El objetivo de este artculo es demostrar que la admiracin que Diderot expresa en el Salon de 1767 por las ruinas representadas por Robert no estuvo exenta de reservas. Esto, por otra parte, arroja luces
sobre lo que el editor de la Encyclopdie denomin potica de las
ruinas y, en un plano ms general, sobre la relacin que establece
entre la naturaleza y el arte en sus escritos estticos. El trabajo,
adems, pone de relieve una serie de tensiones en los escritos de Diderot que se desatan a partir del Salon de 1767.
La estructura del trabajo es la siguiente: en primer lugar se analizan el
alcance y los lmites de la atraccin que Diderot sinti por las ruinas
representadas por Robert; luego se evala en qu medida los trabajos
de Joseph Vernet, tambin presentados en la exposicin de ese ao y
comentados por Diderot, permiten superar esos lmites; finalmente y
en relacin con lo anterior, se examina la problemtica articulacin
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entre los remedios que Diderot prescribe frente a la situacin de decadencia que advierte en su poca y lo desarrollado por l mismo en
otros escritos.
2. LAS RUINAS Y SU POTICA
Tras vivir varios aos en Italia bajo la influencia del pintor, arquitecto
y paisajista Giovanni Pannini y en contacto con los restos de la antigua civilizacin romana, Hubert Robert retorn a Pars en 1765. En
1767, un ao despus de su ingreso a la Acadmie Royale de Peinture
et de Sculpture, realiz su debut artstico oficial en una exposicin organizada por dicha institucin, que se llev a cabo en el Louvre. En
esa ocasin present una serie de cuadros sobre ruinas de monumentos y construcciones antiguas, que atrajeron la atencin de Diderot,
quien desde 1759 se encargaba de resear en un peridico manuscrito que se distribua fuera de Francia, la Correspondance littraire, las
exposiciones que regularmente (cada dos aos) llevaba a cabo la
Acadmie1.
Oh, las bellas, las sublimes ruinas!, exclama Diderot en el Salon de
1767 al comentar la obra Grande galerie claire du fond, de Robert
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(Diderot [1767] 2008: 363). La primera impresin parece haber subyugado al filsofo, quien confiesa su admiracin por la pintura (El
tiempo se detiene para quien admira algo [363]) y califica las ruinas,
tras las huellas de Edmund Burke, cuyo trabajo A Philosophical Enquiry into the Origin of Our Ideas of the Sublime and Beautiful (1957),
haba ledo, como sublimes2.
Diderot elogia la tcnica del pintor: los efectos, los trazos del pincel y
la gradacin de la luz3. Imagina, adems, la felicidad que sentira l
mismo si pudiera caminar entre esas ruinas. Sin embargo, el entusiasmo que le provoca el tema no le impide sealar algunas debilidades de la obra. En efecto, al describir el motivo de la pintura y tras
mencionar la existencia de una gran galera con su bveda en ruinas,
columnas, fuentes y estatuas antiguas, dice con tono negativo que se
observa tambin alrededor de la fuente, bajo la galera y entre las columnas, una masa de pequeas figuras, grupos de individuos que
beben agua, reposan, pasean, conversan. Cunto ruido y movimiento!, se lamenta (364).
La observacin de Diderot no remite a cuestiones tcnicas, sino estticas. Diderot reconoce la capacidad tcnica del pintor: usted es un
hombre hbil [], usted se destaca en su gnero []. En cambio,
Sobre la relacin entre las obras de Diderot y Burke, vase May 1960: 527539.
A partir de 1759, cuando Grimm le encarg la redaccin de las reseas de las exposiciones de la Acadmie para la Correspondance littraire, Diderot se ocup de recorrer diferentes talleres de artistas, para llegar a dominar los tecnicismos de la materia
de la misma manera se comport durante la preparacin de las lminas de la Encyclopdie. Entre otros, le abrieron sus puertas los pintores MauriceQuentin de La
Tour, JeanSimon Chardin, JeanBaptiste Greuze, LouisMichel Van Loo y Claude
Joseph Vernet, as como los escultores JeanBaptiste Pigalle y tienneMaurice Falconet (Boulerie 2007: 89111).
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segn el filsofo, Robert desconoce algunos aspectos tericos vinculados a la pintura de ruinas: () ya que se ha entregado a la pintura
de ruinas, sepa que ese gnero tiene su potica. Usted la ignora completamente. Usted tiene el saber hacer, el ideal le falta, concluye
lapidariamente (364).
Comprender el sentido que Diderot atribuye a aquello a lo que se refiere como el ideal requiere examinar el sentido que otorga a lo que
denomina primer modelo o modelo ideal en la presentacin del
Salon de ese ao y, en un plano ms general, el vnculo que establece
all entre el arte y la naturaleza.
El filsofo no rechaza la definicin tradicional segn la cual el arte
debe ser una imitacin de la naturaleza (241). Ahora bien, es la naturaleza tal como se presenta a los sentidos, entonces, el modelo
que debe imitar el artista? Es ella el primer modelo? Ese modelo,
explica Diderot, no se encuentra, en todo caso, (i) en la naturaleza tal
como se presenta a los ojos del artista, pero tampoco (ii) en un mundo suprasensible al estilo platnico o (iii) en las grandes obras de la
Antigedad griega y romana. En primer lugar (i), Diderot rechaza
que el modelo que debe tomar como parmetro el artista se encuentre en la naturaleza: esas personas que hablan sin cesar de la imitacin de la bella naturaleza creen de buena fe que existe una bella naturaleza subsistente, que uno puede observar cuando quiere y que se
debe copiar (241). No se trata, segn Diderot, de reproducir los rasgos de la naturaleza tal como se presenta ante los ojos del artista, pero
tampoco de componer una figura a partir de las mejores partes de
otras: el verdadero modelo no existe ni en su totalidad ni en partes
en la naturaleza (242). Para representar una bella mujer no se requiere encontrar y reproducir una bella mujer individual, ni tampoco
componer una figura a partir de las mejores partes de diferentes mujeres individuales. A partir de esto critica a los retratistas, en la medida que se limitan a copiar la naturaleza, colocndose en un tercer
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nivel, dice, con respecto a la verdad (242). En resumen, imitar la naturaleza no significa reproducirla, realizar una copia fiel de ella. En
segundo lugar (ii), niega que el modelo pueda encontrarse en un
mundo suprasensible. El lenguaje de estilo platnico [modelo, copia, imagen copia de copia (241)] utilizado por el filsofo
francs puede provocar cierta confusin (Diderot cita expresamente y
en lengua original el texto La Repblica de Platn). Sin embargo, Diderot explica que, a diferencia de las esencias platnicas, que tienen
una entidad ontolgica, el modelo que el artista debe seguir no existe en ninguna parte (246). Finalmente (iii), sostiene que el criterio
tampoco puede extraerse de las obras de la Antigedad. En el Salon
de 1765 Diderot haba llamado fantico al arquelogo e historiador
del arte Johann Joachim Winckelmann, quien haba elogiado el arte
clsico en su Geschichte der Kunst des Alterthums (1764, traducida al
francs dos aos despus por Gottfried Sellius y JeanRen Robinet
de Chateaugiron). Diderot cuestiona en esa ocasin a Winckelmann
argumentando que aquellos que actan de esa manera pierden de vista la naturaleza: Preguntadle [dice Diderot, refirindose a Winckelmann] si es mejor estudiar la Antigedad o la naturaleza () La Antigedad os responder sin dudar!. As, sostiene que Winckelmann,
atento a la Antigedad, se olvida de la naturaleza (162). Diderot,
que sinti atraccin por la Antigedad a lo largo de toda su vida, que
reconoci la grandeza del arte griego y romano y lament no haber
realizado durante su vida un viaje a Roma4, afirma que el modelo ideal no puede extraerse de las obras de la Antigedad (163). Retoma estas consideraciones sin cambios sustanciales en el Salon de 1767. All,
afirma que la copia de las imgenes de la Antigedad, por ms sublimes que ellas sean no permitir al artista alcanzar el primer mo4
A propsito de la atraccin de Diderot por la Antigedad, vase Seznec 1957; Goulbourne 2011: 1330. Para una visin panormica acerca de la recepcin de la Antigedad en el sicle des Lumires, vase Grell 1995.
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delo. Por otra parte, afirma que intentar reformar el arte a partir de la
copia de las obras griegas y romanas o de las reglas que las academias
extraen de ellas es seguir el camino contrario al de los antiguos,
quienes no tenan modelos que copiar (247).
Se vuelve, as, a la pregunta inicial: adnde se puede hallar, entonces, el primer modelo?. El modelo no se encuentra en la misma naturaleza, tampoco en las obras de la Antigedad o en un mundo suprasensible; el modelo es, afirma el filsofo, un ser completamente
ideal (241). Ese primer modelo, al que tambin llama modelo
ideal o lnea verdadera en alusin a la teora del arte de William
Hogarth, se alcanza, explica, a travs de una infinitud de observaciones sucesivas de la naturaleza, una educacin del gusto a travs
de la experiencia5, que lleva al artista, al hombre de genio, a crear a la
postre una imagen que no existe en ninguna parte ms que en su
imaginacin (246; Diderot [1776] 1959: 752)6. La lnea verdadera, el
modelo ideal o el primer modelo es, como indica Colas Duflo, un
ser imaginario, algo construido, producido, por el artista, algo que
se forma progresivamente a travs de la experiencia, pero que al
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de personajes intiles que deambulan entre las ruinas, beben y conversan. El artista no respeta la soledad y el silencio que debe rodear a las ruinas.
En consecuencia, Diderot se siente desilusionado. Si la pintura remitiera al primer modelo, el espectador debera sentirse tocado por el
tema representado, lo que lo llevara a perderse en un tranquilo ensueo, estremecerse, derramar lgrimas o temblar de terror. No ocurre eso en las obras de Robert. El filsofo, por ese motivo, deja atrs la
intencin que haba tenido en algn momento de abandonarse ante
la obra del pintor, entrar en el cuadro, dejar errar al espritu e ir
a soar bajo la galera o entre las columnas representadas en la tela: hay demasiados inoportunos. Me detengo, observo, admiro la
obra y sigo mi camino (Diderot [1767] 2008: 364). La potica de las
ruinas es algo an por hacer (370. Las cursivas son nuestras), concluye poco despus, al comentar la obra Gran escalier qui conduit
un ancien portique, repitiendo los elogios y las crticas hacia el artista.
3. VERNET O MS ALL DEL MODELO DE LA MMESIS
Tras analizar las representaciones de ruinas realizadas por Robert,
Diderot aconsej al pintor francs, sin dejar de reconocer su capacidad tcnica, que estudie los trabajos de Joseph Vernet: usted es un
hombre hbil, destacado en su gnero, pero estudie a Vernet (364).
En las pinturas de Vernet, analizadas tambin por Diderot en los Salons, el filsofo encuentra aquello que aora en los trabajos de Robert.
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Vernet en el el Salon de 1763 afirma que ste es un pintor admirable y que Francia puede estar orgullosa de su Vernet como Grecia
de su Apeles y su Zeuxis e Italia de su Correggio, su Rafael y su Carracci (90). Pero, cul es la razn de este elogio? Diderot menciona
la fecundidad del artista y la velocidad en la ejecucin de las obras,
pero el aspecto que destaca es la relacin entre sus telas y la naturaleza. En este ltimo sentido afirma que Vernet ha robado a la naturaleza su secreto (88).
En el Salon de 1767 Diderot se pregunta a propsito de Vernet: Qu
cosas no pinta con excelencia?. Responde que el artista es capaz de
representar magistralmente todo tipo de cosas: figuras humanas de
todas las edades, en todos los estados, de todas las naciones; rboles;
animales; paisajes []; rocas imponentes; montaas enormes, aguas
tranquilas, agitadas; torrentes; mares tranquilos, furiosos; todo tipo
de lugares; construcciones griegas, romanas, gticas; arquitecturas
civiles, militares, antiguas, modernas; ruinas; palacios [] (317).
Diderot parece volver, de esta manera, al modelo originalcopia, al
modelo mimtico, que antes haba criticado. Sin embargo, no es se el
tipo de relacin entre naturaleza y arte al que se refiere cuando elogia
los trabajos del artista. Como se ha sealado, la naturaleza, que es para Diderot la nica realidad, no es en s misma un bello espectculo,
no es en s misma ni bella ni fea, segn explica en la ya mencionada
Lettre sur les aveugles y repite en el Salon de 17679. El valor esttico de
una obra no deriva, por lo tanto, de la fidelidad de la representacin,
sino de las ideas o sensaciones que despierta en el alma (290). En
los cuadros de paisajes, por ejemplo, las grutas deben ser profundas
y tenebrosas, los peascos deben ser escarpados y amenazar al cie-
siglo XVIII. De all que Diderot pueda al mismo tiempo admirar a los griegos y romanos y condenar a aquellos que se limitan a copiar sus obras.
La naturaleza es bella y buena cuando nos favorece y fea y mala cuando nos provoca sufrimientos. Son nuestros esfuerzos la causa de sus encantos (Diderot [1767]
2008: 283).
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Esta tesis genera profundas tensiones con la idea de progreso del espritu humano, que recorre el sicle des Lumires y a la que el mismo Diderot parece adherir.
Vase Dagen 1977; Goulemot 1996: 390 y ss. Con respecto al lugar de la idea de decadencia en el sicle des Lumires, vase Bernier 2006: 201ss.
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A pesar de los desencuentros tanto personales como ideolgicos, una corriente
subterrnea parece conectar las teoras de Diderot y Rousseau. A propsito de la
problemtica relacin entre ambos, vase Fabre 1961: 155213.
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Existe frente a eso algn remedio? En el prembulo del Salon, Diderot afirma que la nica manera de recuperar el gusto una vez que ste
ha degenerado es a travs de un retorno a la naturaleza, un retorno
al estado de barbarie. Slo ese estado, seala, puede inclinar a los
hombres a recomenzar el camino del conocimiento y abandonar los
modelos prefijados, las reglas y los mtodos (247). Se trata, como seala Jacques Chouillet, de evadirse, alejarse de la sociedad civilizada
(Chouillet 1987: 156).
Por otra parte, la soledad, el alejamiento de la sociedad, es una va
que encierra en s misma en algunos casos una fuente de placer esttico. Al analizar las ruinas de las obras de Robert, Diderot seala, como se ha visto, que en ellas hay demasiados personajes y que sera
necesario eliminar las tres cuartas partes de ellos. Solo se debe
conservar aquellos que evocan la soledad y el silencio. Un hombre solo errando en las tinieblas, con los brazos cruzados en el pecho y la
cabeza inclinada me hubieran afectado mucho ms, exclama (Diderot [1767] 2008: 364). Las ruinas, entiende, deben evocar el efmero
lugar del hombre en el universo (Qu es mi existencia con relacin
a ese peasco que se descompone [365]). Concluye que las ruinas
deben convertirse en un asilo desierto, solitario y vasto, alejado del
tumulto de las ciudades, donde el espectador pueda hablar consigo
mismo, afligirse y derramar lgrimas (365). El mismo sentimiento
despiertan en Diderot los paisajes de Vernet. Al comentar uno de
esos paisajes dice que el espectculo le produce una suerte de encantamiento: [] La soledad, el silencio del lugar, agrega, parece
suspender el tiempo (280). No son diferentes las sensaciones que le
producen, segn las cartas de esa poca a Sophie Volland, los paseos
solitarios (o en compaa de unos pocos amigos Grimm, el barn
dHolbach, entre otros) reales o imaginarios por jardines semi
salvajes en los alrededores de Pars (Diderot [1759] 1876, AT XVIII:
368). Odile RichardPauchet, luego de vincular las reflexiones de DiRATTO, LA POTICA DE LAS RUINAS, 7-29
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derot ante las ruinas de Robert y aquellas que realiza durante esos paseos, afirma que en esos trabajos el filsofo de la ciudad descubre
los encantos de la soledad (RichardPauchet 2000: 83) y no duda
en trazar un paralelismo entre esas experiencias de Diderot y las ensoaciones que en Les Rveries du promeneur solitaire (1776/1778,
publicacin pstuma en 1782) el espectculo de la naturaleza provoca
en Rousseau (83).
Ahora bien, el alejamiento de la sociedad civilizada podra ser una
remedio ante una poca sin gusto e incluso una fuente de placer esttico, pero sera deseable desde el punto de vista ticopoltico? Se
plantea realmente el editor de la Encyclopdie, una obra que segn sus
propias palabras tena como objetivo reunir todo el saber disperso
en la superficie de la tierra para que sus descendientes ilustrndose,
puedan ser ms virtuosos y ms felices (Diderot 1755a, Enc V: 635),
pregonar el retorno a un tiempo primitivo?
Durante la misma poca que escriba el Salon de 1767, Diderot trabajaba en una novela, La religieuse, (publicacin pstuma en 1796), que
relata las peripecias de una mujer, Suzanne Simonin, que haba entrado contra su voluntad a la orden eclesistica. El texto no es una
simple ficcin, sino un trabajo militante, que ilustra las tesis polticas
y filosficas de Diderot. Con respecto a la penosa situacin de la novicia, se puede leer: [] ste es el efecto de la evasin. El hombre ha
nacido para vivir en sociedad. Separadlo, aisladlo, sus ideas se fragmentarn, su carcter cambiar, su cuerpo ser atacado por mil dolencias y en su espritu germinarn, como zarzas en campos salvajes,
ideas extravagantes (Diderot [1760] 1875, AT V: 119). Inmediatamente agrega que la soledad pervierte (120). El filsofo denuncia,
as, los efectos de la vida monstica. Los desrdenes fsicos y espirituales que Suzanne Simonin sufre en su celda conventual ilustran lo
que haba desarrollado en la entrada DROIT NATUREL, que redact
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El dilogo con filsofos de la Antigedad es un lugar comn en la obra de Diderot. A propsito de este tema vase el ya mencionado trabajo de Jean Seznec 1957.
Con respecto a su relacin particular con la figura de Scrates, vase Trousson 1967:
4565.
15
En la introduccin a los Salons, Michel Delon sostiene que no existe en el filsofo
una nostalgia por una poca primitiva, sino que se trata de un esfuerzo por separar
en los progresos de la poca el buen grano de la cizaa (Delon 2008: 16).
16
En las Mlanges philosophiques, historiques, etctera, pour Catherine II, que redact
para la emperatriz Catalina II en el marco de la estancia que realiz en Rusia durante
los aos 1773 y 1774, Diderot vuelve a presentar el dilogo ficticio entre Arstipo y
Scrates. En ese caso se inclina por la posicin de Arstipo, en sintona con el plan
para reformar Rusia, que presenta en el resto del texto.
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Loubre sostiene que el filsofo francs siente una particular atraccin por las pinturas de Hubert Robert, como consecuencia, precisamente, de los sentimientos que despiertan en el espectador, y que las
utiliza para describir lo que l denomina potica de las ruinas
(2008: 71). Algo similar sucede en un estudio de Ren Dmoris sobre
el papel desempeado por las ruinas antiguas en particular, las ruinas de Herculano en los debates estticos que atravesaron el siglo
XVIII. El autor seala que Diderot admira los trabajos de Robert, en
la medida en que encuentra en los restos de monumentos y edificios
antiguos representados por el pintor un tema digno del gran arte, en
virtud de las ideas que desencadenan en el espectador: son conocidos los lricos discursos que en 1767 le inspiran [a Diderot] las ruinas
de Hubert Robert [], dice Dmoris (2008: 632).
Entendemos que tanto Loubre como Dmoris pasan por alto las reservas de Diderot frente a la obra de Robert, que hemos intentado
poner de relieve en este trabajo. Colas Duflo se detiene en aspectos de
la esttica de Diderot ausentes en los otros estudios, particularmente
el problema del modelo ideal, el tema sobre el que se apoya la crtica de Diderot a Robert. Sin embargo, en el momento de examinar la
valoracin de Diderot con respecto a la obra del pintor, afirma que el
filsofo valora especialmente los trabajos de artistas como Robert y
Vernet, porque considera que en ellos hay algo ms que un mero saber hacer, una tcnica adecuada. Segn Duflo, Diderot reconoce en
ellos el conocimiento de la naturaleza, que caracteriza a los verdaderos artistas (2013: 495) En los tres casos se omiten los cuestionamientos de Diderot a Robert, las debilidades en la obra sealadas por
el editor de la Encyclopdie, que hemos intentado sacar a la luz en este
trabajo. El filsofo admite la habilidad tcnica del artista, pero considera que la misma es insuficiente para la elaboracin de una buena
obra cuando, como sucede en el caso de Robert, se desconoce lo que
l denomina potica de las ruinas, la idea o modelo al que debe
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Keywords
Popular art Cultural Identity Folk expression Popular practices
Indigenous cultures in Argentina
Resumen
Una de las principales preocupaciones de Bernardo Canal Feijo (18971982) fue la de configurar una concepcin de cultura basada en la relacin
del hombre con su lugar como modo de definir una identidad. Para ello recurre al anlisis de prcticas y producciones populares presentes porque
considera que en ellas continan latentes significaciones sociales y simblicas de un pasado primigenio. Su anlisis en este caso se centra, entonces, en
la expresin folclrica, dado que considera que en ella se encuentra presente con mayor intensidad el arte de las culturas pretritas. El presente trabajo tiene como objeto reconstruir el anlisis de Canal Feijo y poner de
manifiesto aspectos del planteo a partir del cual configura modos de identidad cultural
Palabras clave
Arte popular Identidad cultural Expresin folklrica Prcticas populares Culturas indgenas en Argentina
The anonymous popular expression.
Bernardo Canal Feijo and his conception of folklore
Abstract
One of the main issues of Bernardo Canal Feijoo (1897-1982) was configure
a conception of culture based on the relationship of man with his place like a
mode defining an identity. For this, he turns to the analysis of practices and
popular productions of present because he considers latent in them a social
and symbolic significance of a primeval past. In this case, his analysis focuses in the folk expression, since he considers that in them is present more
intensely the art of past cultures. This paper aims to reconstruct the analysis
of Canal Feijo and reveal the proposition from them he configures a modes
of the cultural identity.
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1. INTRODUCCIN
Durante la dcada del 30, la preocupacin constante de Bernardo
Canal Feijo (1897-1982) estuvo centrada en los problemas que aquejaban a su provincia, Santiago del Estero. El paisaje y las peculiaridades que la caracterizaban haban sido desintegrados por la irrupcin
del ferrocarril, la modificacin de la geografa, la desforestacin y la
consecuente desertificacin de la tierra. Ante estos cambios surgidos
paralelamente a la oleada inmigratoria producida entre fines del siglo
XIX y primeras dcadas del XX, Canal Feijo intenta rescatar y reconfigurar una tradicin local constitutiva de la cultura popular argentina.
La configuracin de una cultura identitaria fue el tema central de su
pensamiento y recorre toda su obra. Dado que segn su perspectiva la
cultura se traduce en formas simblicas, que se materializan en imgenes y textos que es preciso descifrar, le ser necesario entonces partir del anlisis de prcticas y producciones populares donde, a su juicio, se encuentran latentes significaciones sociales y simblicas de un
pasado primigenio. Canal Feijo reconoce las relaciones implicadas
entre las diversas producciones de una poca y las describe como expresiones humanas cargadas de experiencias, pensamientos y acciones colectivas que imprimieron una huella de esta trama compleja en
aquellos objetos. De ah que, en este caso, las prcticas y producciones populares sern interpretadas con relacin a su significacin culFABBIAN, LA EXPRESIN POPULAR ANNIMA, 31-68
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elemento fundamental y constitutivo de la historia. En este libro afirma que estos pueblos haban sido poseedores de un sistema de prcticas,
culturales y religiosas, y de un cmulo de tcnicas artsticas conservadas en mitos, leyendas, msica y artesanas2. Canal Feijo recurre al
anlisis de estos elementos para recuperar la configuracin real del
universo cultural que las produjo o, en un sentido inverso, para rastrear el modo en que se despleg un mundo cultural distante, parte
de las huellas que este ha dejado en formas desatendidas del presente.
Afirmaba que el pueblo no tiene otra forma de expresin espiritual que
el folclore, es decir, la expresin personal unanimizada. Para que pueda
acontecer tal cosa, es indispensable que su expresin salga de o corresponda a fondos de unidad elemental de cada grupo humano, capaces de
suscitar el dinamismo espiritual creador (Canal Feijo 1937:39-45).
Con estas palabras dejaba sentadas las condiciones, a su juicio esenciales,
de la expresin folclrica. En primer lugar, la define como una expresin
espiritual, es decir una forma de la cultura, pero propia de un pueblo
mediante la cual dice algo de s pero tambin se dice algo a s mismo y,
Cabe sealar que a lo largo de su obra, Canal Feijo utiliza de modo indistinto los
trminos indgena y aborigen. Si bien es sabido que son muchos los debates acerca de
cmo denominar a los pueblos que habitaban el continente americano previamente a
la llegada de los espaoles, esto no ser objeto de discusin en esta investigacin y no
se tomar un posicionamiento metodolgico al respecto, utilizndose sin ninguna
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al precisarla como personal unanimizada, coloca ya a la base la raz colectiva por sobre la expresin individual. La relacin entre folclore y
pueblo es determinante para Canal Feijo. En uno de sus documentos,
aclaraba esta relacin desde una perspectiva etimolgica. La palabra folclore est compuesta de dos morfemas: folk, que quiere decir pueblo,
y lore, expresin, lenguaje, saber, conocimiento; segn esta etimologa,
el folclore sera la expresin o conocimiento de un pueblo (ACF
XXXVI, 9: 2). Esta forma de identidad cultural colectiva asume a su vez
una figuracin dinmica. La idea de pueblo sugiere, a su juicio, un
estado colectivo, no de polarizacin cerrada, unilateral y contingente,
sino ms bien de equilibrio esttico, de composiciones internas estables y ms o menos permanentes abiertas por dentro (ibid.). Es un
estado de unidad y sus elementos cohesivos o aglutinantes son internos, intrnsecos, sin que ello impida la existencia de otras unidades
mayores, en las cuales ella se encuentre sumergida, otras unidades de
existencia formal y ms o menos extrnseca. El pueblo, dir resumiendo Canal Feijo, es un estado de suspensin entre la familia, de
fundamento sanguneo, y la sociedad poltica de fundamento formal
(ibid.). Su nocin general del folclore incluir adems condiciones de
produccin especficas: la gnesis de una expresin de este tipo slo puede producirse en la confluencia de la raza con las contingencias histrico-sociales que son el fundamento ltimo de cada grupo humano. La
expresin folclrica es, bajo su perspectiva, la expresin espiritual de un
pueblo que corresponde a fondos constituidos por la confluencia de
la raza (fondo tnico) y la historia.
La raza y la historia son, para Canal Feijo, factores que se articulan en el
fenmeno de creacin folclrica. No hay folclore sin raza dir, pero
tampoco sin historia del espritu. En su concepcin, ambas nociones
estn ntimamente relacionadas y no es posible concebir una sin la otra,
porque en la confluencia de ambas se constituye el pueblo, esa porcin
de humanidad localizada geogrfica e histricamente (Canal Feijo
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[1940] 2012: 14; Canal Feijo 1951: 39). El folclore, dir entonces,
comienza a ser posible cuando el fenmeno raza se ha traducido al
fenmeno prctico de pueblo, de patria en sentido geogrfico y de
comunidad histrica y corresponde a un punto de estabilidad y
permanencia orgnica de la relacin local del hombre con la tierra
(Canal Feijo 1937: 41). La idea de raza implica cierto fondo antropolgico primario que comparten los miembros de una comunidad. Esto requiere un espacio, un medio fsico dado. Por historia
espiritual se entiende la coyuntura temporal en la que se despliega
esta existencia y de la cual surgen los motivos de su expresin. De este modo, en la conjuncin de ambas se constituye el tipo local,
sometido a un destino social ms o menos estructurado. En an,
cuando el espacio geogrfico era en la concepcin de Canal Feijo aun
telricamente determinante, sealaba que el folclore es la forma de
produccin espiritual del estado de alma de la tierra (Canal Feijo
[1932] 2012: 168). El folclore es una expresin colectiva creadora situada geogrfica y polticamente. Sin embargo, la condicin de autoctona del folclore no responde necesariamente a condiciones de
gnesis local. No es importante el origen de las cosas espirituales, el
pueblo puede tomarlas de donde sea que le resulten conformes a sus
propias necesidades expresivas, apropiarlas y transformarlas en una
especie autenticada. Lo importante en la expresin folclrica es que
la forma espiritual est incorporada al lenguaje espiritual del pueblo (Canal Feijo 1937: 63). Es la enunciacin de un sujeto colectivo,
el pueblo. En este sentido es que Canal Feijo relaciona, en algunos
de sus textos no publicados, la idea de folclore con el concepto del
romanticismo alemn Volksgeist (espritu de pueblo). Deja entrever
que el folclore emerge en un estado de comunidad coherente, homognea, sujeta a una relacin estable con el suelo, poseedora -y poseda- de
un espritu comn, esencial y trascendente (ACF XXXVI, 4: 1).
Cuando Canal Feijo rene en Burla, credo, culpa sus anlisis folclriFABBIAN, LA EXPRESIN POPULAR ANNIMA, 31-68
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tos precolombinos. El tratamiento que realiza Canal Feijo de la mitologa va ms all de una lectura que pone en relacin realidad y fantasa. Se inscribe ms bien en una interpretacin de tipo antropolgica a travs de la cual aborda los mitos como una dimensin de la vida
social que revelan aspectos de la cultura.
3. CULTURA DE ELITE Y CULTURA POPULAR
La definicin que Canal Feijo propone de la expresin folclrica lleva implcita una distincin entre cultura popular y cultura de elite o
alta cultura. A diferencia de esta ltima, que posee un carcter personal e individual y tiene el sentido de un rescate diferencial absoluto,
magistral y an olmpico, la cultura popular se realiza de acuerdo a
una vocacin de unidad y comunidad absoluta con el tono social
(ACF VI, 25: 3) y su produccin exige una cierta anonimia. Ms
all de que el pueblo pueda tomar sus formas espirituales de otros
contextos, la expresin folclrica est hecha por y para el pueblo. ste
hace el folclore en uso y en consumo, pues slo en cuanto una forma
espiritual es absorbida e instaurada como forma de expresin necesaria constituye folclore (Canal Feijo 1937: 65). Hay en esto un compromiso asumido de entendimiento inmediato con los individuos
que conforman una misma red social. No es suficiente, para Canal
Feijo, que un arte tenga un alcance masivo para ser denominado social. Por el contrario, asegura que reserva este nombre para las formas espirituales que urde e industria ingenuamente la emocin del
pueblo, su inexpresada angustia metafsica y social, y que l esgrime
como su lenguaje nativo necesario (ibid.). Lo que el pueblo dice en la
expresin folclrica posee siempre un fin social determinado. Si bien
Canal Feijo reconoce que la obra de un artista culto tambin puede ser producida con un fin social, slo se volver tal en la medida
que el conjunto de la sociedad se consubstancie con ella. Mientras
tanto, slo se tratar de una obra individual que no ha ingresado al
lenguaje del pueblo y no tiene vigencia social efectiva (ibid.).
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En El artista culto y folclore (ACF VI; III, 4), si bien plantea diferencias entre ambos modos de expresin, Canal Feijo esgrime un
intento de acercar ambas esferas culturales. Sostiene que es importan-
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Del folclore musical, que incluye repertorios bailables y la vidala, Canal Feijo no se
remite a desarrollarlo porque considera que Gmez Carrillo y Andrs Chazarreta
han desarrolla y difundido. Si bien anuncia que en la expresin musical es dnde
ms fuertemente est presente la co-raz indgena, no realiza en este texto ninguna
explicacin ni desarrollo al respecto. Se debe retrotraer la lectura a an para encontrar ciertas afirmaciones similares. All afirma que la msica fue la ltima reserva de
la resistencia americana a la conquista, el fondo insobornable y ella llora el aniquilamiento de la raza.
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cribe. Estos factores integran la expresin popular de un modo inconfundible, pero de manera tal que, conforme a la prevalencia que tengan unos sobre otros, van configurando diferentes tipos de expresin.
Cuando el aspecto sociolgico domina la escena, imprime ciertas notas caractersticas: generalmente un disconformismo crtico de tono
humorstico o burlesco. Tal es el caso de las fbulas en las que la
burla, por extraa alquimia del corazn popular, transmuta la
conciencia o preconciencia crtica de la dura realidad sociolgica
(16). En los cultos, en cambio, el factor que predomina es el etnogrfico. A juicio de Canal Feijo, en la prctica religiosa, en el credo,
la condicin etnogrfica del pueblo muestra la urdimbre del complejo tejido en el que se integra el alma (ibid.). Finalmente, en las leyendas mticas, donde domina una conciencia moral y el tema principal es la cuestin de la culpa, el principal aspecto de la composicin
es el psicolgico. Las leyendas, tanto mticas como supersticiosas,
surgidas originalmente de los fondos de una conciencia moral y
dogmtica, y mantenidas por una subconsciencia tica confusa y reprimida dentro de un marco formal ya diferente, la substancia psicolgica prevalente en esas especies, proyecta de un modo directo sobre los problemas de la culpa (ibid.). Burla, credo, culpa no slo
rene algunos fragmentos de sus trabajos anteriores sobre la expresin popular annima; lleva tambin adelante un anlisis de los relatos folclricos desde una perspectiva simblica que permite a Canal
Feijo interpretar los relatos y rescatar su valor social, religiosa y moral en la configuracin cultural del hombre americano a partir de sus
races aborgenes. Pero, al mismo tiempo, su anlisis pone al descubierto el modo en que la raz aborigen se fue transfigurando, interviniendo y amalgamando con los rasgos hispnicos en el complejo colonial.
En Los casos de Juan, Canal Feijo sealaba que todas estas formas
de narracin popular literaria traducen los movimientos elementales
del alma que quiere expresarse (Canal Feijo [1940] 2012: 13) y que
an no alcanza la sublimacin intelectual. Sus motivos ms fundaFABBIAN, LA EXPRESIN POPULAR ANNIMA, 31-68
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El ejemplo que toma Canal Feijo refiere a las diferencias entre las colpas puramente espaolas en las que el amor es uno de los temas centrales y las coplas donde se
encuentra un elemento quichua que ridiculiza la situacin a algunos de sus protagonistas (la mujer, el hombre, o la autoridad).
5
En Burla, credo, culpa, la frase contina: [] la devolucin secreta del resentimiento del vencido y desplazado de la escena histrica (Canal Feijo 1951: 24).
6
En el texto de 1937, Canal Feijo realiza una clasificacin de las coplas en: espaolas, entre las que considera las procedentes de la colonia como las introducidas por el
inmigrante espaol a fines del siglo XIX, y las coplas criollas que las divide en comunes a todo el pas y netamente santiagueas. Los temas de las primeras rondan en el
amor, nostalgia de la tierra y resentimiento de la pobreza y deja, a diferencia de lo
que plantear en 1951, slo a la copla santiaguea, tanto si es netamente en quichua
como si es en espaol, el tono burlesco e irrisorio.
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Esta frase sufre una modificacin respecto de su versin primera en Los casos de
Juan: Curiosamente conservan u aire anterior, antiguo, un ligero regusto anacrnico, como demostrando que la historia interior del pueblo viajara con ms lentitud,
se mantuviera con un retardo tal vez secular detrs de la historia. (Canal Feijo
[1940] 2012: 13).
En Burla, credo, culpa cambia el final de esta frase , presente siempre de algn
modo en la expresin colectiva ( Canal Feijo 1951: 19).
9
Esto es, la instauracin de un animal, vegetal, astro, como protector de la tribu o
clan con el cual se establece una cierta identificacin, comunin, a la vez que se lo
erige ms all de la humanizacin, se lo diviniza.En sus anlisis sobre el totemismo
Canal Feijo sigue las teoras de Lvu-Bruhl y Freud.
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dramtico de la expresin popular (una expresin en acto) y considera que sta constituye a menudo la forma ms firme y poderosa
del lenguaje del pueblo acaso en necesaria compensacin de sus pobrezas verbales y musicales (Canal Feijo 1943: 7). En este tipo de
festividad popular existe un trasfondo mstico ritualizado que se
transforma en celebracin religiosa. Si el rito reafirma a conciencia
la fe, la fiesta inconscientemente la posterga (Canal Feijo1951: 255).
La fiesta de Sumamao es, en ltima instancia, un smbolo o ejemplo
de las implicancias de la conquista en la cultura nativa que pone de
manifiesto la hibridacin de ambos. En La expresin popular dramtica, donde Canal Feijo an no era lo suficientemente crtico con el
trmino mestizo, la celebracin aparece caracterizada como una
fiesta mestiza. Se la ve constituida tanto por elementos paganos
como cristianos. Sin embargo, ambos aparecen perfectamente diferenciables, sin convivencia sinttica, de modo que a travs de ellos
emerge manifiesta la conflictividad social heredada de la Conquista y
la colonizacin. En esta festividad, sostiene Canal Feijo, es posible
observar la superposicin de los elementos del cristianismo sobre los
aborgenes con el fin de vehiculizar una pedagoga evangelizadora,
pero tambin los procedimientos propios de la imposicin social y
poltica de la conquista.
53
En este texto expone una serie de relatos populares de contenido religioso, mtico o
legendario. reproduce un repertorio de folclore legendario siguiendo las versiones de
Jos Gmez Basualdo. De este modo considera que las leyendas de el Kakuy, Alma
mula, Luz mala y la viuda poseen un remoto sentido tico, social, donde el
resabio moral es dominante; mitos religiosos como la Telesita y Carballito; la
Salamanca que conserva una estructura ms precisa; e incluso cultos de origen
catlico a los que se apareja una vaga figuracin mtica como El Angelito.
Palo Vallejo advierte que probablemente haya sido Roger Caillois el principal interlocutor de Canal respecto al psicoanlisis freudiano y la mitologa, teniendo en
cuenta su mutua amistad, las citas bibliogrficas en los libros de Canal Feijo y la
presencia de Caillois como visitante ilustre en Santiago del Estero. Caillois tambin
permanece en Argentina durante la Segunda Guerra Mundial, manteniendo una intensa relacin con Victoria Ocampo y la revista Sur, donde publica precisamente El
mito y el hombre en 1939 (un ao despus de que Canal Feijo publicara Mitos perdidos, lo que hace suponer que el acceso a este libro lo realiz directamente del
francs) y otra serie de artculos. Si bien se puede pensar que Canal Feijo hace una
apropiacin forzada del texto de Caillois, dado que el pensador francs analiza diversas manifestaciones de la imaginacin mtica limitando el abordaje, por influencia de
quien fuera su maestro, Georges Dumzil, al estudio de las fuerzas instintivas e histrico-polticas que se enfrentan en la narracin y restringiendo el enfoque psicolgico
(vase Mailhe 2013: 168-169), cabra preguntarse si no es del trabajo de Caillois de
donde Canal Feijo toma este modo de comparar, relacionar y establecer estructuras
similares entre diferentes mitos y leyendas del mundo antiguo.
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tambin romper con una larga tradicin etnocntrica sesgada por la invisibilizacin del fondo indgena contenido en ese universo cultural
(Maihle 2013: 164). Canal Feijo lee en este texto, a partir de un anlisis a contrapelo de las interpretaciones vigentes de la Leyenda del
Kakuy13, los signos de la instauracin del tab del incesto en las sociedades prehispnicas.14 La otra leyenda que analiza es la de la Umita15, a la que considera una leyenda supersticiosa. En el marco de
este anlisis, seala que los mitos son a menudo experiencias individuales o sociales msticamente sublimadas. Son siempre metforas
trascendentales, con que el alma distrae su angustia ante el misterio.
As como en el fondo de todo mito hay una supersticin, de toda
supersticin puede nacer un mito (Canal Feijo 1938: 144-145). Las
supersticiones son para Canal Feijo formas de reaccin mental comunes a todos los hombres ante los enigmas de la vida. En el mito la
supersticin est narrada de manera abstracta y articulada de modo
tal que llega a constituir un relato con sentido.
55
En 1943 retoma la perspectiva del psicoanlisis como matriz de interpretacin16. En La expresin popular dramtica, lee en esta perspectiva la Leyenda maldita de la viuda17 como elemento pautador
de la moral de la sociedad. Sin embargo, la caracteriza como una leyenda tcita porque, al faltarle el elemento literario, no se trata concretamente de una leyenda sino de un mito en accin elaborado a
partir de elementos de creencia supersticiosa18. En Burla, credo, culpa
16
La leyenda del kakuy cuenta la historia de dos hermanos que habitaban en la selva solos
desde la muerte de sus padres. l era un hombre bueno que amaba a su hermana y ella lo
rechazaba de modo muy cruel. Ante tanto desprecio, l decide pergear una venganza.
Con la excusa de buscar miel de moros la deja abandonada en la cima de un rbol. Al encontrarse sola y sin poder descender, ella se metamorfosea en pjaro, en un ave nocturna,
en un kakuy13 que clama en un grito agnico por su hermano: Turay Turay Turay!
que en quechua significa hermano hermano hermano!
14
Treinta aos despus, con la publicacin de La leyenda annima argentina (1969),
ampliaba su estudio sobre los mitos precolombinos desarrollando un profundo anlisis de las diversas formas de leyendas.
15
La leyenda de la Umita es el relato acerca una cabeza de largas cabelleras que se
aparece a los viajeros en la noche llorando. Canal Feijo la analiza bajo el aspecto
supersticioso y considera que esta cabeza evoca a un muerto que se lamenta de su
propia muerte y culpa de su estado a los vivos. Esta idea proviene del estudio etnogrfico, principalmente en este punto sigue a James George Frazer, que considera
que para el hombre primitivo la decapitacin significa la muerte individual ya que en
la cabeza residira el alma o el espritu, por otra parte, para la mente primitiva la
muerte no es un hecho natural sino propiciado por los vivos, con lo cual los muertos
nunca podran manifestarse contentos de su estado. Ya sea por rencor o afecto a los
vivos, el alma los ronda.
Mailhe interpreta, siguiendo la argumentacin de Caillois y Bataille quienes mantienen un enfoque nostlgico y restaurador de lo sagrado como fuente de cohesin
social, que el inters por lo inconsciente en el folclore de Canal Feijo responde precisamente a una resistencia a la desacralizacin del mundo, dada en este caso en un
doble sentido: respecto a la ms especfica desarticulacin de la cohesin social en el
interior del pas (y en especial en Santiago del Estero), y respecto a la ms amplia
fragmentacin del sujeto y de la comunidad en la experiencia moderna en general
(Mailhe 2013: 170).
17
Publicada anteriormente en Sur (N 65, febrero de 1940) y retomada luego en Burla, credo, culpa. En esta ltima agrega una versin contempornea proporcionada
por Jos Gmez Basualdo.
18
La leyenda consiste en la presencia de una mujer que anda errtica por la vida,
clamando por su hijo, quien, dedicado al estudio de la magia negra (que le reclama, a
cambio de otorgarle su poder, la entrega del alma a las sombras, el ingreso al inframundo, lo cual se logra mediante el acometimiento de un gran dao al ser ms querido), ha asestado un ataque mortal hacia la mujer, fallando en su malfica empresa.
De ah que slo medie entre ellos una distancia insoslayable, un desencuentro absoluto aunque la relacin consangunea establezca una relacin estrecha e inquebrantable. Sin embargo, en la leyenda el enjuiciamiento o el castigo sobre el acto cometido no caen sobre el victimario sino sobre la vctima. Desde la perspectiva del
psicoanlisis los elementos y detalles que componen el relato (madre viuda es decir
sin relacin formal con un hombre, padre muerto e hijo nico) pueden develar el
funcionamiento de mecanismos ocultos. En primer lugar se deduce que la relacin
entre madre e hijo no se establece sobre bases naturales sino que es de ndole especial, se insina un vnculo de tipo incestuoso. En segundo lugar la magia ocupa un
lugar central como smbolo del quebrantamiento de esa ley de imposibilidad, como
desestabilizador del orden natural. Por ltimo el fracaso del atentado contra la madre
simboliza para Canal Feijo la inhibicin que padece el hijo en el momento, el surgimiento de la propia conciencia moral que lo obliga a ir tras sus pasos. Sin embargo,
la maldicin o el castigo por el fracaso del acto recae sobre ambos (una existencia
13
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sostendr esta misma perspectiva agregando que las leyendas visibilizan adems el trasfondo tnico y religioso sobre el cual se establecen
los trminos de la conducta social de los pueblos: el trance inscripto
en ellas figura la actitud de un alma la del pueblo que necesita recordar, actualizar, sus dogmas morales capitales. Pero al nivel de la
mentalidad que infunde la leyenda, el dogma moral no es una frmula conceptual abstracta: es una alegorizacin del principio de conducta social (Canal Feijo 1951: 255). El pueblo habla desde el fondo
de su memoria cultural.
En la expresin folclrica plstica se puede apreciar tambin la convivencia de rasgos de cultura aborigen pasada y elementos provenientes
de la cultura conquistadora. Segn el anlisis de Canal Feijo, esto resulta observable particularmente en los motivos de los tejidos contemporneos19. En lo que respecta a los colores, primarios y de gran
estridencia, podran provenir del lado del conquistador. Los motivos,
en cambio, tienen otra procedencia. Si bien la tejedora exhibe una
gran habilidad manual, en virtud de la cual podra transportar a la
tela cualquier motivo que se proponga o le propongan, el tejido que
crea posee una peculiaridad, ya sea temtica o formal, de carcter
srdida para la madre y el oprobio que acompaar al hijo). La culpa, sostiene, es
solidaria. Canal Feijo entabla en este punto una comparacin entre la leyenda de
la viuda y Edipo. Lo que las diferencia es ms bien las etapas consumadas en cada
una: mientras la de Edipo ha alcanzado el desenlace la de la viuda an se encuentra
en proceso. En la primera se descubren las relaciones, en la segunda slo se est ante
la antesala en la que a ambos protagonistas se le revelar la culpa. En este ltimo caso, no se ha alcanzado la ejemplaridad, la transfiguracin redentora de los personajes sujetos al horrible destino. Finalmente lo que las distancia es que el momento
de la leyenda de la viuda es mgico; se apoya todava sobre exigencias de la fe mstica,
que no sabe separar aun los rdenes de la moral de los rdenes de la religin, mientras Edipo induce ya una proyeccin potica y tica, una objetivacin compositiva
fuera de la rbita de la fe religiosa (Canal Feijo 1943: 68; 1951: 266).
19
El anlisis sobre los tejidos que realiza Canal Feijo se restringen a aquellos de la
regin santiaguea, a lo sumo se extiende a los tejidos que circulan por la regin del
NOA.
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asegura que, si bien el alma india no parece haber muerto del todo
todava, y que incluso quizs est destinada a no morir del todo
nunca, sus supervivencias religiosas atan el rito cristiano dominante
a un paganismo naturalista quizs ya hueco y despojado de sentido
vocativo consciente, pero de todos modos, al parecer, irrenunciable
(Canal Feijo 1951: 170). La pervivencia de estos rasgos se puede observar entonces, para Canal Feijo, en la eleccin de los temas y motivos (determinadas plantas y animales especficos), en el automatismo
con el que se repiten y en el tratamiento artstico de los mismos (la
matematizacin a travs de simetras constantes, la posicin de correspondencia en la que se encuentran colocados los motivos que presupone la presencia mgica de la divinidad, y la tcnica enumerativa
por la cual se repite el motivo de modo tal que parece reproducir una
tcnica mgica de los cultos superiores). A estos rasgos cabe agregar tambin la insistencia en una figuracin no realista, caracterstica
del arte primitivo. En todos sus grados el espritu religioso encuadra,
recuadra, perfila e insiste; en una palabra: geometriza. O ms abstractamente, tiende a encomendarse a una matemtica absoluta o inalterable, ms o menos disimulada tras una compleja exuberancia comunicativa (Canal Feijo 1951: 171). Si bien reconoce que estas
caractersticas han perdido aquella funcionalidad mgica, religiosa o
moral y responden ms bien a un sentimiento esttico, Canal Feijo
considera que este esteticismo es el que traduce y revela el fundamento trascendente de estas formas tpicas25.
De acuerdo con Canal Feijo, el tejido es para el aborigen el modo de
expresin por excelencia. En l consigue desplegar impunemente
ante los ojos del conquistador o dominador toda la gama de su secreto pensamiento ideogramtico26. Por su mediacin, el indgena llega
25
En sintona con esta postura, se puede mencionar los aportes de Vernica Cereceda (1998), para quien existe una persistencia esttica en la tradicin textil andina que
se manifiesta especficamente en la utilizacin del contraste de sombra y luz.
26
Si bien es difcil determinar, como seala Ruth Corcuera, la finalidad de la realizacin de los motivos en los textiles andinos, pudiendo ser decorativos o poseer una
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templa posiciones pasivas: slo existe para ser ejecutada, bailada, vivida. Slo en estas instancias, en la participacin activa y no en una
contemplacin exttica, el pueblo goza su expresin o su arte. Canal
Feijo reconoce en las danzas autnticamente populares (como producto o como adopcin) el esquema mgico no slo de un orden universal intuido o presentido a travs de los visibles ritmos siderales, sino de una primaria concepcin del mundo humano colectivo e
inmediato (tal vez como un orden que de algn modo deba reproducir o reflejar los espacios astrales) (ACF XXXVI, 5: 10). Desde este
punto de vista, el dibujo bsico que trazan pantogrficamente las
danzas populares, remite a una concepcin de la existencia colectiva
en que la comunidad no mata la individualidad, en que el orden no
degella la autonoma, en que la comunin no comporta la confusin (ACF XXXVI, 5: 10).
5. LOS DOS ELEMENTOS DEL FOLCLORE
El anlisis de diferentes piezas folclricas le permite a Canal Feijo
afianzar su hiptesis de que la expresin popular est conformada
por dos corrientes fundamentales de nuestra formacin tpica: la
indgena y la conquistadora (Canal Feijo 1937: 71). La presencia de
estos factores no se da en estado puro o pleno, sino despotenciados.
Tampoco se trata simplemente de una fusin. El momento creador
del pueblo argentino como tal se enmarca, segn Canal Feijo, entre
principios del siglo XVIII (donde las bases tnicas y sociales alcanzan una cierta eficiencia creadora) y mediados del siglo XIX (donde
surgen interferencias que afectan el orden reinante). Estas interferencias (la inmigracin que modifica el factor raza con la introduccin
de nuevos agentes antropolgicos y diferente configuracin cultural,
a la vez que muestra resistencia a las expresiones locales, el nuevo
orden econmico que instaura nuevas actividades que en algunos
casos hasta cambian la fisonoma del paisaje y del pas, la aparicin
de nuevas formas de produccin cultural que involucra otro modo de
difusin el fongrafo, la radio, el libro, el cinematgrafo, e incluso
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la escuela que para Canal Feijo, basada en los dogmas sarmientinos, inculca el desprecio del folclore) provocan estados de pausa en
el dinamismo de la expresin colectiva creadora (Canal Feijo 1937:
43). Esta serie de cambios ponen en crisis los elementos que componen la base de la existencia gregaria y afectan la relacin del hombre
con la tierra. La expresin folclrica entra en un estado de inhibicin
y de silencio progresivo: por una parte resulta anacrnica porque es
vista como el testimonio de un tiempo que ya pas, por otra su lenguaje resulta insuficiente para expresar la nueva realidad definida por
esos procesos. Esta fortuita inhibicin expresiva debe entenderse
como reflejo inmediato de todo choque que afecta sus fondos implcitos de unidad tpica y estabilidad histrico-social (ibid.). Despus
de un largo tiempo, cuando las fuerzas en pugna se han asentado y el
pueblo vuelve a expresarse colectivamente, resurgen profundas reservas tnicas y se retoma una ilacin perdida en la expresin
folclrica.
En Burla, credo, culpa, Canal Feijo considera que los dos elementos
fundamentales de la composicin folclrica conviven en una relacin
desigual. Llega a afirmar que de la presencia de estos dos elementos se
da uno que preexiste y otro que sobreviene; uno que domina y otro
dominado; uno que oprime y otro oprimido (Canal Feijo 1951:
8). A pesar de que el folclore est asociado al americanismo y al
pueblo, Canal Feijo sostiene que este segundo factor ha sido generalmente despreciado por los estudios de la cultura local, donde prevalece una ponderacin de la raz europea. A su juicio, el factor etnolgico es un problema postergado en el estudio de la expresin
folclrica, y es necesario considerarlo un componente sustancial y
significativo en el anlisis del folclore27.
27
Otros dos problemas que los folcloristas postergan son el cronolgico (al tratarse
de una forma que reclama cierta persistencia y antigedad niegan u olvidan todo
componente de actualizacin y revitalizacin del folclore) y sociolgico (la tendencia
tomar el folclore como una forma cristalizada e inmodificable y no como una condicionada a diferentes circunstancias histrico sociales de la comunidad a la que coFABBIAN, LA EXPRESIN POPULAR ANNIMA, 31-68
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6. CONCLUSIONES
El lugar que toma la raz aborigen en la interpretacin de Canal Feijo no es ajeno al movimiento americanista que integraban Martn
Noel, ngel Guido, Juan B. Ambrosetti y Ricardo Rojas, entre otros,
quienes proponan un rescate y puesta en valor de las tradiciones
aborgenes. Principalmente fue Rojas (con quien tuvo significativas
diferencias), con la reivindicacin nacionalista y la introduccin del
aborigen en el discurso histrico de la poca, quien ms marc el
pensamiento de Canal Feijo en esta direccin. Para Abduca, por
ejemplo, Canal Feijo aborda la iconografa criolla e indgena siguiendo el camino trazado por Rojas (Abduca 2011: 30). Para Maihle,
Rojas se vuelve un precursor de Canal Feijo al perseguir la educacin del gusto esttico de los sectores medios, para volverlos sensibles
a la potencialidad artstica actual contenida en los restos de las antiguas civilizaciones indgenas, as como tambin para volverlos respetuosos de la verdad arqueolgica implcita en ellas (Maihle 2013:
181).
Es cierto que en varios textos, entre ellos El pas de la selva (1907),
Blasn de plata (1910) y Eurindia (1924), Rojas pone en valor lo aborigen. En este ltimo, por ejemplo, insiste, al igual que lo har luego
Canal Feijo, en la importancia de lo aborigen en la historia. Para Rojas era necesario recobrar aquella tierra indiana e introducirla en la
cultura nacional. Y consideraba que esta raz era recuperable a travs
de la arqueologa y el folclore. Afirmaba tambin que si bien el exotismo es necesario a nuestro crecimiento poltico; el indianismo lo
es a nuestra cultura esttica. No queremos ni la barbarie gaucha ni la
barbarie cosmopolita. Queremos una cultura nacional como fuente
de una civilizacin (Rojas 1951: 21). En La argentinidad (1916),
afirmaba que toda esa tradicin indiana, ligada sustancialmente al
nombre argentino, viene para nosotros desde lo viviente de la tierra
lo hondo de los siglos (Rojas 1916: 412). Sostena tambin que la
personalidad nacional se alcanzara con el vnculo entre la tradicin
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Canal Feijo se reconoce dentro de este grupo de investigadores culturales. Con su planteo ofrece modos alternativos de abordar matrices de significacin y configuraciones identitarias. El folclore y ciertas
producciones plsticas son los objetos a travs de los cuales busca ingresar al pasado, en este caso colonial, y comprender la estructura so-
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lo que podramos llamar su estructura dialgica interna, condensa con claridad muchas de las
investigaciones previas de Warren y se sita como un claro
punto de partida para cualquier
estudiante o investigador que
quiera introducirse en las complejidades del tpico escogido.
Facundo Bey
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Cuando se utilice una edicin en una lengua diferente a la del original, debern
consignarse los datos del traductor, editor y prologuista, si lo hubiere:
Brger, Peter (1997), Teora de la vanguardia, trad. de Jorge Garca; prlogo de
Helio Pin (Barcelona: Pennsula).
En caso de dudas acerca de la manera de citar ediciones y traducciones de las
obras utilizadas, ya sea en el texto del trabajo, en las notas a pie de pgina o en la bibliografa final, los autores debern remitirse a la obra de Robert Ritter, The Oxford
Guide of Style (Oxford: Oxford University Press, 2002), en particular al captulo 15,
pginas 566-572.
c) Criterios de evaluacin
Los trabajos propuestos podrn ser calificados de acuerdo con una de las siguientes
categoras:
A. (Aceptacin incondicional): el trabajo merece publicarse tal como ha sido
presentado, sin correcciones ni adiciones, salvo cambios eventualmente menores de
tipo estilstico o de detalle.
B. (Aceptacin con observaciones): se recomienda la publicacin del trabajo,
pero se sugiere realizar algunas modificaciones en un nmero reducido de pasajes o
prrafos. (La versin revisada, en caso de recibirse, ser enviada al mismo evaluador.)
C. (Publicacin condicional): la publicacin del trabajo depende de la realizacin de un nmero determinado de cambios importantes que se consideran imprescindibles. (La versin revisada, en caso de recibirse, ser sometida a un nuevo
referato.)
D. (Rechazo): la publicacin del trabajo no es recomendable, ni siquiera con
cambios considerables, porque se requiere una reformulacin completa del texto.
En el momento de solicitrcele una evaluacin, el rbitro recibir pr correo electrnico el correspondiente Instructivo para la confeccin de referatos:
http://www.boletindeestetica.com.ar/instructivos/indicaciones-para-la-confeccionde-referatos/