Addenda 23
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l i b r o e l e
23 c t r ó n i c o
Trienales de escultura, INBA
cambios en el arte escultórico EN
las décadas de 1970 y 1980
María Teresa Favela Fierro
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l i b r o e l e
23 c t r ó n i c o
Addenda número 23 • Febrero de 2012
Imagen de portada: Víctor Hugo Nuñez Sepúlveda, Hombre sentado, 1978.
• • •
Los derechos de la presente edición son propiedad de los autores y del Instituto Nacional de Bellas Artes.
La producción editorial se realizó en el Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información
de Artes Plásticas. Centro Nacional de las Artes, Torre de Investigación piso 9, Av. Río Churubusco
79, Col. Country Club, Coyoacán, México D. F. 04220. Tel.: 41 55 00 00 exts. 1121, 1122 y 1127.
Agradecimientos
Tania Martín
Isaac Sánchez
Fondos Especiales, Biblioteca de las Artes
Leticia Mora
Departamento de Consulta, Biblioteca de las Artes
Instituciones:
Biblioteca Lerdo de Tejada, Secretaría de Hacienda y Crédito Público
Hemeroteca Nacional, Universidad Nacional Autónoma de México
Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plás-
ticas, Instituto Nacional de Bellas Artes
Biblioteca de las Artes, Centro Nacional de las Artes
Índice
Introducción 6
Antecedentes 9
La política c u l t u r al pierde 14
su sentido t r a d i c i o n al
El v al o r autónomo de la forma 27
Conclusiones 50
Obras 53
Hemerofrafía 69
B i b li o g r a f í a 74
Introducción
Una vez superada la polémica sobre la vigencia o no de lo que se entendía
por nacionalismo ―inspirado en el arte prehispánico y su asimilación moder-
na― vertido en el movimiento escultórico en los años 1960, en particular en
las primeras bienales nacionales de escultura organizadas por el Instituto Na-
cional de Bellas Artes (inba), en las siguientes dos décadas la situación mudó
por completo; muchos escultores persiguieron un cambio de la disciplina de la
tercera dimensión tradicional, una transformación en la relación del artista con
el público a través de las temáticas y ―en general― de la manera que el arte
debía relacionarse con la sociedad.
En la década de 1980 la mayoría de los grupos del decenio anterior había des-
aparecido para dar paso a los artistas jóvenes y aumentar con ello la heteroge-
neidad de los discursos visuales. Por otra parte, la creación colectiva y politizada
que caracterizó a esa generación fue cediendo al individualismo.
Este estudio se enfoca desde una perspectiva histórica y toma como referencia
los diferentes regímenes presidenciales en México y su marco cultural durante
el periodo estudiado, así como la ubicación espacio-temporal de las trienales.
Éstas se plantearon durante el sexenio de José López Portillo y continuaron
María Teresa Favela Fierro
Además, se lleva a cabo una recopilación de las críticas y reseñas de los con-
cursos y sobre el arte mexicano en general durante las décadas de 1970 y
1980 en diferentes diarios y revistas de la época, ya que resulta de primordial
importancia su versión sobre lo que les parecía fundamental en una obra de
arte; no sólo se utilizarán estos textos para acompañar nuestro discurso, sino
como parte de la construcción de la historia y del desarrollo de la escultura.
Trienales de escultura, INBA: cambios en el arte escultórico durante las décadas de 1970 y 1980
Resulta toral conjuntar el sistema cultural —gobierno, inba, jurados, críticos,
escultores, medio artístico y receptores— para desentrañar la situación de la
escultura de esos decenios.
8
Antecedentes
Durante mucho tiempo la pintura de caballete ha sido el arte plástico que
ha dominado en el gusto del público en general y, por ende, su consumo ma-
sivo. Durante la década de 1950 el Salón de la Plástica Mexicana (spm) del inba
desempeñó un papel esencial, puesto que fue la primera instancia cultural que
se ocupó del rescate de la escultura del casi olvido en el que se le tenía. Para
colocarla al mismo nivel que la pintura, el Salón organizó, a partir de esos años,
una serie de exposiciones y concursos que se convertirían en el antecedente
inmediato de futuros certámenes organizados por el entonces Departamento
de Artes Plásticas del inba. Las muestras realizadas por el spm fueron: primer
y segundo Salón de Escultura 1955 y 1959, respectivamente, y Colectiva de
Escultura en 1958. Los concursos fueron los salones anuales de escultura de
1954, 1957 y 1958.
En los años setenta el spm presentó el Salón Anual de Escultura junto con el de
dibujo en 1971, y a la par el de grabado en 1972. No será hasta 1980 cuando
se renueven estos concursos, con la salvedad que en ese año se separaron las
diferentes especialidades. Por su parte, el Departamento de Artes Plásticas1
organizó la primera Exposición de Escultura Contemporánea en 1960, que no
formó parte de ninguna otra serie llevada a cabo por el inba. Después conti-
nuaron las bienales nacionales de escultura (1962, 1964, 1967 y 1969) para
imponer el nuevo rostro de la escultura que se transformó de fondo para dar
paso a prácticamente cualquier resolución formal.2
1
Los jefes del Departamento de Artes Plásticas fueron Miguel Salas Anzures (1957-1961), Horacio
Flores-Sánchez (1961-1964) y Jorge Hernández Campos (1964-1970).
2
Véase María Teresa Favela Fierro, Los salones y concursos de escultura del Instituto Nacional de Bellas
Artes en México, años sesenta, tesis de doctorado, México, Facultad de Filosofía y Letras, unam, 2006.
María Teresa Favela Fierro
Con el suceso político y social del movimiento del 68, el romanticismo, la nos-
talgia, la bohemia y la tónica de matiz existencialista cedieron paso a la desa-
cralización del objeto artístico y del artista. Los lenguajes plásticos de Estados
Unidos y Europa en los años sesenta que influyeron a los nuestros fueron: cubis-
mo, constructivismo, abstracción geométrica, nueva figuración, expresionismo,
cinetismo, ensamblado, surrealismo, neoplasticismo y abstracción.
Trienales de escultura, INBA: cambios en el arte escultórico durante las décadas de 1970 y 1980
No hubo más arte regional, todo fluía en todo, y casi no se podía distinguir lo
interesante de lo superficial. El arte de los sesenta fue un gran suceso mundial
sin origen geográfico preciso. Fueron experiencias de “catarsis”, de inconfor-
midad, provechosas quizá en última estancia. Se trató de proposiciones, de
provocaciones mediante las cuales artistas inquietos pretendían encontrar una
expresión personal a cualquier precio.
Trienales de escultura, INBA: cambios en el arte escultórico durante las décadas de 1970 y 1980
una identidad institucionalizada y comerciable inventada a partir de un pasado
sentimentalizado. En suma, los pintores y escultores de la “nueva generación”
buscaron la forma de expresar a nuestro país con un nacionalismo transforma-
do de acuerdo con la situación nacional e internacional; decidir los temas, las
preocupaciones estéticas, el contenido y la poética, de ahora en adelante sería
su propia responsabilidad.
3
Jorge Hernández Campos, Memoria de labores del INBA (1964-1970), México, inba, 1970, pp. 15-19.
4
Rodolfo Rojas Zea, “Se inauguró la Bienal Nacional de Escultura”, en El Día, México, D. F., 28 de
mayo de 1967. 12
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Ese salón anual ―de alguna manera― fue el heredero de las cuatro bienales
de escultura del decenio anterior. Más de la mitad de los participantes no había
estado presente, y por tal razón no podía considerarse como una muestra del
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estado que guardaba el arte de la tercera dimensión. Más de ochenta artistas
enviaron obra en la que destacaban los más diferentes materiales como el ónix,
mármol y piedras mexicanas; se pudieron apreciar piezas realizadas en madera,
en materiales sintéticos, en planchas de acero, en chatarra o elementos prefa-
bricados. En cuanto a los estilos o tendencias, casi permanecieron iguales, sin
ninguna novedad significativa con respecto a las bienales.
5
El Salón de la Plástica Mexicana organizó durante los años setenta concursos de escultura compar-
tidos en 1971 con dibujo y en 1972 con grabado. No se realizó ninguno más hasta 1980, y de nuevo
se suspendieron hasta 1986. 13
La política cultural pierde
su sentido tradicional
El sexenio de José López Portillo (1976-1982) se caracterizó por un índice
elevado de inflación y por la petrolización de la economía. Si en un inicio los
precios del petróleo mostraron una tendencia a la alza, hacia la segunda mitad
del régimen esta situación se revirtió, lo que coincidió con el aumento de las
tasas de interés de la banca internacional. Según Pablo González Casanova, el
proceso de concentración de la riqueza en pocas manos se favorece a través
de sostener la tasa de ganancia, el control del salario, la inflación y la política
de endeudamiento externo e interno.6
6
Sonia Comboni Salinas, “Políticas educativas del Estado mexicano”, en Crítica, Revista de la Univer-
sidad Autónoma de Puebla, núm. 40, Puebla, otoño de 1989, p. 54.
7
Enrique Florescano, “Evanescencia y colapso de las imágenes de la Patria y Nación, 1960-2000”, en
Imágenes de la Patria, México, Taurus, 2006, p. 429.
8
Judith Amador Tello, “Ante una catástrofe cultural: Ricardo Pérez Monfort”, en Proceso, núm. 1746,
México, D. F., 18 de abril de 2010, p. 59.
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Trienales de escultura, INBA: cambios en el arte escultórico durante las décadas de 1970 y 1980
talecieron las casas de cultura, se adquirieron colecciones de pintura a partir
de colecciones públicas y se conquistaron espacios para el análisis crítico de
los problemas del sector.
9
Sin autor, La Perra Brava, Escáner cultural, Ediciones especiales (Angelina Camargo, Unomásuno,
24 de marzo de 1981), www.escaner.cl/especiales/laperrabrava.
10
Juan José Bremer, Revista La semana de Bellas Artes, núm. 159, México, 17 de diciembre de 1980,
www.escaner.cl/especiales/laperrabrava.
11
Idem. 16
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Trienales de escultura, INBA: cambios en el arte escultórico durante las décadas de 1970 y 1980
produjeran estos conceptos como ideologías, dando la ilusión de que el Estado
buscara de verdad beneficios colectivos”.12 Hubo ―claro― alguno que otro par-
ticipante con espíritu revolucionario, pero en términos generales se expusieron
argumentos que no eran sino reformismos progresistas. Al final de cuentas no
se dio una conclusión y pasó como otro programa más de la industria cultural.13
Ya para la década de los años ochenta los estados latinoamericanos ―incluyendo
a México― tendieron a utilizar como caballito de batalla la identidad cultural en
lugar de la política cultural, que parecía haber perdido fuerza.
12
Juan Acha, El arte y su distribución, México, Coordinación de Humanidades, Dirección General de
Publicaciones, UNAM, 1984, pp. 260 y 290.
13
Sin autor, La Perra Brava, op. cit.
14
Sol Álvarez, “Concursos de arte en México y centralismo, Departamento de Servicios Culturales del
inba”, en revista electrónica Discurso Visual, núm. 7, primera época, México, abril-junio de 2003, p. 3.
www.discursovisual.net 17
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Trienales de escultura, INBA: cambios en el arte escultórico durante las décadas de 1970 y 1980
de nueva creación: el Fondo Nacional para Actividades Sociales (Fonapas). Por
su parte, el inba mantuvo su estructura de antaño y su habitual presupuesto.
Según su director, en un artículo de prensa publicado en 1981, 55% del pre-
supuesto del inba se destinaba a la educación artística, en tanto que más de
60% de los fondos asignados a la difusión eran para el gasto en provincia con
el objeto de descentralizar las actividades del Instituto.15
Hacia 1981 Juan José Bremer adquirió, como titular del inba, 152 obras por
cincuenta millones de pesos del muralista José Clemente Orozco, así como la
donación de otras doscientas piezas. Por su parte, Javier Barros Valero, direc-
tor de Publicaciones y Bibliotecas de la Secretaría de Educación Pública (sep),
anunció la aparición de una serie de historietas bajo el título de Episodios mexi-
canos como una medida ―según él― para afirmar la identidad nacional, pues,
aseguraba, recuperar el conocimiento de nuestro historia, nuestro patrimonio
artístico y las diversas realidades de nuestro país era tarea fundamental si se
quería afrontar el futuro de una forma más consciente y evitar los errores co-
metidos en el pasado.16
Bremer sabía que se debía aspirar a una modernización, pero sin mutilar nuestro
pasado; sin embargo, no se debía apostar el futuro a cambio de nuestro preté-
rito. Esta idea ya venía considerándose desde el periodo de Miguel Alemán y la
Ley Orgánica del inba de 1946, concebida por el primer director del Instituto,
Carlos Chávez; por supuesto, pasando por los demás directivos del inba.
Los suplementos culturales que surgieron en este sexenio fueron Sábado del
Unomásuno, Semanario de Novedades, México en la cultura y la sección “Por mi
madre bohemios” de Carlos Monsiváis en la Revista Siempre! Para ese entonces
15
Humberto Musacchio, “La autocrítica es esencial para la renovación, tarea básica de la cultura, dijo
Bremer”, en Unomásuno, México, 8 de octubre de 1981.
16
Angélica Camargo, “Clausura del V Seminario en Puebla. La identidad debe verse dinámicamente
pues caería en juicios de ocasión: Bremer”, en Excélsior, México, 21 de septiembre de 1981. 18
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Trienales de escultura, INBA: cambios en el arte escultórico durante las décadas de 1970 y 1980
filas para ingresar a los museos. A finales del sexenio (1982), se creó el Museo
Nacional de Arte (Munal) del inba, con más de 700 obras; su director fue el
investigador Jorge Alberto Manrique. Sin embargo, los cambios interesantes
se darían en el siguiente sexenio, “cuando provocaron un gran entusiasmo las
nuevas formas de realismo, el posmodernismo y el acercamiento a la mitología
popular”.18
17
José Agustín, Tragicomedia, II. La vida en México, 1970-1882, México, Editorial Planeta, col. Espejo
de México, 1996, p. 210.
18
Ibidem, p. 217. 19
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Trienales de escultura, INBA: cambios en el arte escultórico durante las décadas de 1970 y 1980
utilidad de dicha Unidad, y en esa ocasión explicó que el objetivo era “tener
toda la documentación posible que esté a disposición de investigadores de arte
que lo soliciten. En el pasado, los estudiosos del arte mexicano teníamos que
acudir a las universidades norteamericanas o alemanas a informarnos sobre
nuestros artistas”.21
La filosofía ―mas no política cultural― que tuvo Urrutia22 apuntaba que dicha
dependencia pretendía valorar la producción que México había realizado en el
pasado y en ese entonces en el campo de la cultura y, además, para la creación
del Museo Nacional de las Artes Plásticas, que estaría ubicado en el antiguo
Palacio de Comunicaciones. Como sabemos, a este museo se le llamó poste-
riormente Museo Nacional de Arte (Munal) y, en un inicio, fue muy excluyente,
pues solamente consideró a la pintura: las demás especialidades del arte plástico
quedaron fuera. El museo abarcó los periodos artísticos virreinal, neoclásico y
el de la “Escuela mexicana de pintura” hasta 1950.
Este museo tenía como objetivo dar una imagen de México mediante la con-
gregación de todas las corrientes de las diferentes épocas. Se incluía la organi-
19
La Unidad de Documentación fue creada por Felipe Lacoteur en 1975 y estaba ubicada en el Museo de
San Carlos. En 1977 se trasladó a la calle de Nueva York en la colonia Nápoles de la ciudad de México.
20
Actualmente se encuentran ubicados en los Fondos Especiales de la Biblioteca de las Artes en el
Centro Nacional de las Artes, México, D. F., y corresponden al Cenidiap.
21
Angelina Camargo, “Cinco premios de adquisición para la Sección de Pintura, en el Salón de Artes
Plásticas”, en Excélsior, México, D. F., 6 de febrero de 1980.
22
Según consta en el expediente temático de la Dirección de Artes Plásticas, Acervo Documental del
Cenidiap, localizado en la Biblioteca de las Artes del Centro de las Artes, México, D. F. 20
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Trienales de escultura, INBA: cambios en el arte escultórico durante las décadas de 1970 y 1980
de la expresión plástica contemporánea en México”.23 Además, el Salón Anual de
Pintura de 1979, con la participación de 1 200 obras y la selección de cuarenta
que viajarían por el extranjero, el Salón Anual de Experimentación e Investiga-
ción en el cual se pretendía promover a los nuevos artistas que intentan nuevas
búsquedas en el arte y la Bienal de Fotografía. Años más tarde, pero ya no bajo
la tutela de Urrutia, se inauguró en 1984 la Sección de Espacios Alternativos.
―Podrían concursar todos los artistas mexicanos y los residentes en el país por
el mínimo de cinco años previos a la publicación de la convocatoria.
―Las técnicas, las dimensiones y el asunto de las obras presentadas quedan
a juicio de los concursantes. Un máximo de tres obras por autor, deberán pre-
sentarse listas para su exposición.
23
Sin autor, “Medio millón de pesos en premios para el Salón Anual de Pintura, en junio próximo:
Urrutia”, en Rotativo, México, 7 de abril de 1978.
24
Catálogo de la exposición Salón Nacional de Artes Plásticas, Sección Trienal de Escultura, México,
Galería del Auditorio Nacional, inba, 27 de abril al 1 de julio de 1979. 21
María Teresa Favela Fierro
―Las obras presentadas debían ser realizadas entre marzo de 1976 y marzo
de 1979.
―Un Comité se encargaría de seleccionar las esculturas integrado por: Alaide
Foppa, Alfredo Joskowicz, Antonio Rodríguez, Gerda Spurey25 y Leonor de Villa-
franca. Habría un premio de 200 000 pesos y dos premios adquisición de 100
000 pesos en efectivo.
Otro Comité sería el Jurado Calificador compuesto por: Teresa del Conde, Néstor
García Canclini, Jorge Alberto Manrique, Federico Silva y Raquel Tibol.
Trienales de escultura, INBA: cambios en el arte escultórico durante las décadas de 1970 y 1980
sección de pintura de 1978, pero para esta ocasión prefirió ceder este espacio a
Alaide Foppa, en el cual resulta interesante conocer su visión sobre la realidad,
para ese entonces, de la escultura mexicana:
25
Alfredo Joskowicz estudió ingeniería y era cineasta. Había realizado documentales y programas cul-
turales. En cuanto a Gerda Spurey, nació en Bratislava, República Checa. A fines de los años setenta se
separó de su esposo escultor Spurey e inauguró la carrera de cerámica en la Academia de San Carlos.
26
Alaide Foppa, “De las Bienales a la Trienal”, en Catálogo de la exposición Salón Nacional de Artes
Plásticas, Sección Trienal de Escultura, México, 1979, pp. 12-13.
27
Idem. 22
María Teresa Favela Fierro
No podemos negar que, más que la pintura, la escultura tiende a las corrientes
contemporáneas universales, aunque éstas surgieron en nuestro país con treinta
años de retraso respecto a la pintura. En mayo de 1979 Foppa escribió un artículo
para la prensa sobre la Primera Trienal de Escultura en el que manifestaba una
experiencia que había tenido durante una visita por ese concurso, y anotó que:
Trienales de escultura, INBA: cambios en el arte escultórico durante las décadas de 1970 y 1980
“¿Qué querrá decir esto?” Mientras tanto ―los veía desde las ventanas― los niños
se columpiaban en Oscilación tangencial, de Salvador Manzano, y otros hacían pic-
nic entre el ambiente escultórico de Pablo Cueto, obras situadas en la explanada.28
A su vez, Antonio Rodríguez, quien escribió el otro texto para el catálogo del
concurso, consideraba que la Trienal ofrecía obras con una ausencia o mal
asimilación de las grandes preocupaciones de la escultura contemporánea, es
decir, que respondieran a los materiales, la tecnología y al espíritu de nuestro
tiempo.29 De hecho hubo muchas ausencias, pues no participaron algunos de
los escultores consagrados de México como Ángela Gurría, Mathias Goeritz,
Fernando González Gortázar, Jorge Dubón y Juan Luis Díaz, entre otros. A pesar
de ello, la Trienal ofrecía un serie de realizaciones, de inquietudes y de talentos.
En el acta que emitió el jurado de premiación se advirtió que, después de muchos
años de ausencia de exposiciones escultóricas colectivas propiciada por el inba,
valía destacar el hecho la renovación de este tipo de certámenes.
28
Alaide Foppa, “En México sí hay escultura. No está en un ambiente adecuado; no es apreciada de-
bidamente por público y crítica; no está definida su personalidad; hay pocos nombres que garanticen,
pero la Trienal de Escultura demuestra que éste no es un arte perdido”, en Novedades, México, 13
de mayo de 1979.
29
Antonio Rodríguez, “Aparición de jóvenes valores”, en el Catálogo de la exposición Salón Nacional
de Artes Plásticas. Sección Trienal de Escultura, México, 1979, p. 3. 23
María Teresa Favela Fierro
Premios
Adquisiciones
Francisco Moyao, primer premio a la totalidad de su obra: 200 000 pesos.
Víctor Hugo Núñez, Hombre sentado: 100 000 pesos.
Jesús Mayagoitia, Columna: 50 000 pesos (compartido).
Kiyota Ota, Algún día loco, adquisición: 50 000 pesos (compartido).
Menciones honoríficas
Carlos Agustín, Triángulo en equilibrio.
Trienales de escultura, INBA: cambios en el arte escultórico durante las décadas de 1970 y 1980
Salvador Manzano, Oscilación tangencial.
Gerardo Ruiz, sin título.
Raquel Tibol hizo mención personal de las obras de Oscar Rodríguez, Dada; Abel
Ramírez Aguilar, Músicos, y Helio Montiel, Republicación de la Revolución, que
habían sido rechazadas por el jurado de selección.
Galardonados
30
Sin autor, “Francisco Moyao: mis obras responden a las vivencias que tengo”, en Novedades, México,
6 de mayo de 1979.
31
Sin autor, “Francisco Moyao: el espacio cada vez menor para la población reciente, motivación óptica
de mi obra urbana”, en Unomásuno, México, 22 de mayo de 1979. 24
María Teresa Favela Fierro
Artes Plásticas, que fuera el núcleo principal de difusión de este tipo de arte,
los profesores y directivos trataban de imponerlo aun cuando apenas se había
presentado la exposición de Arte Geométrico en 1976.
Trienales de escultura, INBA: cambios en el arte escultórico durante las décadas de 1970 y 1980
Luego del golpe militar de 1973 en Chile, Víctor Hugo Núñez buscó asilo político en
México y un año después estaba en Cuernavaca, Morelos. Su pieza Hombre sentado
es una ambientación escultórica o una especie de escenografía, representada en la
actitud del personaje, la soledad y en síntesis la tragedia de vivir en una sociedad
represora. El personaje que habita el montaje es una personalidad sin rostro, sin
testigos de la condición desamparada del individuo, y provoca en el espectador una
reflexión sobre la dignidad humana; acompañada por cabezas disipadas por medio
de telas metálicas y cuerpos traslúcidos. El ensamble de Kiyoto Ota titulado Algún
día loco, 1978, es una magnífica talla en madera de diferentes tonalidades que
proporcionan, junto con las formas geométricas y curvilíneas, una gran dinamicidad
y ritmo. Prevalece el trabajo de la mano del artista, es decir, no es un molde pre-
fabricado, un diseño gráfico o ciertos elementos que se van integrando a la pieza.
32
Alaide Foppa, “En México sí hay escultura…”, op. cit. 25
María Teresa Favela Fierro
Trienales de escultura, INBA: cambios en el arte escultórico durante las décadas de 1970 y 1980
En el periodo, quizá de 1976 a 1982, las artes plásticas tradicionales llegaron
a su máximo decaimiento, pues resulta evidente el debilitamiento cotidiano
de los críticos, galeristas, museos y artistas; incluso los creadores jóvenes se
sorprendían de no encontrar en el público el fervor que había imaginado y que
conocían, por referencias, de periodos pasados.34
33
La idea de una escultura pública ―mas no anecdotaria, ni de heroicidades o moralidades, sino
significante en sí misma― es lo que a Jorge Alberto Manrique le parecía que debía ser. Era un hecho
indubitable que la preocupación y las variedades de propuestas para la escultura pública o urbana han
tenido una valiosa historia en México durante los años cincuenta y sesenta, desde obras de trascen-
dencia de Mathias Goeritz, pasando por Fernando González Gortázar en Guadalajara a partir de 1969
hasta la generación de los setenta. Tal caso lo tenemos precisamente en la construcción del Espacio
Escultórico como una escultura urbana monumental transitable, en el cual se conjugan la tradición
prehispánica y la vanguardia de nuestro país. Los artistas participantes estaban relacionados de alguna
forma con la unam: Helen Escobedo, Federico Silva, Manuel Felguérez, Sebastián, Mathias Goeritz y
Hersúa. Ellos idearon una obra envolvente de forma circular de una serie de módulos geométricos
sobre una plataforma que en su interior contiene lava volcánica original sin ninguna modificación.
Jorge Alberto Manrique, “Espacio Escultórico, obra abierta”, en México en el Arte, nueva época, México,
inba/sep, primavera de 1984.
34
Juan Acha, Hersúa, México, Dirección General de Publicaciones, Coordinación de Humanidades,
unam, 1983, p. 116. 26
El valor autónomo
de la forma
Poco después de que López Portillo eludiera su compromiso de defender a la
moneda “como un perro” y la devaluara en repetidas ocasiones que elevaron
el tipo de cambio de 22 a 150 pesos por dólar, y las tasas de interés de 14%
a 90%, tomó posesión como presidente Miguel de la Madrid Hurtado (1982-
1988). Estos cambios evidenciaron cuánto le costaba a nuestro país reubicarse
como economía y como cultura en el engranaje mundial. En agosto de 1983 una
sacudida financiera convulsionó los mercados internacionales: México estaba
en quiebra. En consecuencia, varios sectores vieron mermado su presupuesto.
De acuerdo con Néstor García Canclini:
35
Nestor García Canclini, “La nueva escena sociocultural”, en Las industrias culturales y el desarrollo
en México, México, Siglo xxi, flasco, 2006, p. 10.
36
Arnaldo Córdoba, “Metodología de la Revolución mexicana”, en Enrique Florescano (coord.), Mitos
mexicanos, México, Santillana, Taurus, 2001, p. 31.
María Teresa Favela Fierro
cincuenta por ciento estuvo dedicado a educación artística, cuarenta por ciento
a investigación y difusión cultural, y siete por ciento a gastos administrativos.
El director del inba, en un comunicado para la prensa anunció “la ratificación,
revalorización y reorientación de los recursos humanos y materiales del inba
hacia los programas prioritarios del Instituto”.37 Entre esas prioridades estaría
incluida la descentralización cultural que tuvo un impulso considerable en la
administración de Oscar Urrutia.
Trienales de escultura, INBA: cambios en el arte escultórico durante las décadas de 1970 y 1980
la distribución de los bienes y servicios culturales del Estado. La Subdirección de
Música y Danza del inba fue sustituida por la Subdirección de Promoción Cultural,
a cargo de Víctor Sandoval. Según Barros Valero no debíamos dar la imagen de
un país en quiebra (aunque sí lo estábamos); con la colaboración de la Subse-
cretaría de Cultura, la Secretaría de Relaciones Exteriores y el propio Instituto
se podría mantener un nivel de calidad en la presencia artística del extranjero
aprovechando los convenios culturales con otros países. Para contrarrestar la
imagen de un país en crisis interna, el gobierno debía proyectar al exterior el
vigor del arte mexicano con una selección que debiera representar a un Méxi-
co esplendoroso.38 La promoción y difusión de las artes la asumió el Instituto,
pero en este sexenio se registró un incremento en la cantidad de galerías e
instituciones privadas dedicadas a esa labor sin un fin de lucro como fueron por
ejemplo el Centro de Estudios Históricos de Condumex, el Museo de Monterrey,
el grupo cervecero Cuauhtémoc, el Centro Cultural de Arte Contemporáneo de
la Fundación Televisa y el Museo Franz Mayer, entre otros.
37
Sin autor, “Javier Barros Valero: no es una tragedia manejar un presupuesto escaso, la crisis permitirá
reorientar todos nuestro recursos”, en Unomásuno, México, D. F., 17 de marzo de 1983.
38
Idem. Fueron magnas exposiciones que recorrieron museos de Estados Unidos, Europa y Lejano
Oriente. Por ejemplo: “Retrospectiva del 100 aniversario del nacimiento de Diego Rivera”, la cual
estuvo en Detroit, Filadelfia, Madrid y Londres; “Siqueiros” en Los Ángeles; una de arte azteca que
visitó Washington y Quebec, así como varias ciudades de Europa.
39
Idem. 29
María Teresa Favela Fierro
Por último, en 1983 una nueva instancia del inba fue creada por acuerdo del
titular de la Secretaria de Educación Pública, Jesús Reyes Heroles. El director
del inba, Javier Barros, dio posesión al filósofo Jaime Labastida como subdirector
general de Educación e Investigación Artísticas en sustitución de Rodolfo Blanco,
quien fungía como coordinador general de Educación Artística.
Al frente de la Dirección de Artes Plásticas fue nombrada Teresa del Conde. Esta
instancia tenía que ver con los museos y algunas de las galerías del Instituto y mu-
chas veces, inclusive, debía realizar exposiciones. Era la época de los salones. Del
Conde comenzó a desarmar dicha Dirección para que cada museo tuviera autonomía,
Trienales de escultura, INBA: cambios en el arte escultórico durante las décadas de 1970 y 1980
pero conservando cierta asesoría. La investigadora observaba que la participación
cada vez mayor de la iniciativa privada era un hecho inevitable, algo que se veía
venir desde el desarrollismo que había llevado a tantos fracasos. Pero no se podía
generalizar, Banamex había procedido con buen conocimiento al reunir una gran
colección. Por otra parte, lamentaba que no hubiera un mercado para los artistas
jóvenes y ni siquiera para algunos productores que habían marcado pautas culturales.
Con respecto a las limitaciones para exportar e importar arte, se pronunció porque
la Ley de Impuestos Aplicables a la Exportación, o bien el Código Aduanal, fueran
modificados en materia de arte y, para lograrlo, se trabajaría en conjunto con el
departamento jurídico del Instituto; porque si se quería una imagen de México en
el extranjero, y si los pintores no tenían material de trabajo nacional, era absurdo
cerrar el mercado foráneo.40
Entre los nuevos planes que tenía en 1985 la titular de la Dirección de Artes
Plásticas, estaba dar impulso a los jóvenes talentos y en un centenar de expo-
siciones éstos tuvieron un papel relevante. En 1981 se había creado el Museo
Rufino Tamayo bajo la tutela del grupo empresarial Alfa y la Fundación Cultural
Televisa. Tiempo más tarde, se reinauguró en 1986 para engrosar la Red Na-
cional de Museos administrada por el inba.
A pesar del auge del petróleo la crisis económica parecía inevitable, por lo tanto
la banca fue estatificada con el objeto de disminuirla. Por consiguiente, en el
plano artístico, los libros y revistas de arte se volvieron inaccesibles para los
artistas, que en algunos casos era la mayor fuente para mantenerse informados
de los acontecimientos mundiales; de igual forma, las visitas obligadas a museos
de Europa y Estados Unidos se tornaron imposibles.41
40
Adriana Malvido, “Declara Teresa del Conde: en la modificación de la ley de impuestos aplicable
a la exportación, el inba dedicaría ‘gran partes de su tiempo’”, en Unomásuno, México, D. F., 26 de
marzo de 1983.
41
Olivier Debroise, “Un postmodernismo en México”, en México en el Arte, núm. 16, primavera de
1987, México, inba, p. 59. 30
María Teresa Favela Fierro
Los materiales tradicionales que utilizaban los artistas para su quehacer es-
Trienales de escultura, INBA: cambios en el arte escultórico durante las décadas de 1970 y 1980
cultórico convivían con los más impensables; todos los insumos eran útiles: la
porcelana, el cartón, el papel picado, el periódico, el acrílico, la resina, el po-
liuretano, la cuerda, la cera, el estambre, lo vegetal vivo, la plata, el fierro, el
acero y hasta la luz, todo se valía. Cabe recordar que en las bienales nacionales
de escultura de los años sesenta los críticos de arte advertían su rechazo a la
utilización de materiales “extra-escultóricos” como el aluminio, el acero, los
desechos y/o alguna adición a la escultura. En la década de 1980 todo sufrió un
giro insospechado. La escultura geométrica simbolizaba el avance tecnológico
e industrial de la época.
42
Ambra Polidori, “Escultura en la Casa del Lago”, en Unomásuno, México, D. F., 9 abril de 1984.
43
La transvanguardia, denominada también Bad painting en Nueva York, fue quizá la primera moda
difundida por el comercio del arte. Las transvanguardias o neoexpresionismos, según explica Acha,
se caracterizaron por el deseo de eliminar todas las normas de equilibrio y armonía y propusieron el
culto de agredir visualmente y la búsqueda de nuevas categorías estéticas más afines al mundo actual.
Juan Acha, Las culturas estéticas..., op. cit., p. 187. 31
María Teresa Favela Fierro
Trienales de escultura, INBA: cambios en el arte escultórico durante las décadas de 1970 y 1980
perspectiva sociocultural y puede entenderse como un “dominante cultural”
con rasgos propios y repetitivo, pero que de ninguna forma llegó a ser un estilo
o un movimiento de las artes plásticas. Se inició en la revalidación de objetos
antes tratados como antiestéticos y contraculturales desde el punto de vista de
una alta cultura en oposición a las “culturas populares”. ¿Pero en nuestro país
cómo hablar de posmodernismo, si en realidad ni siquiera habíamos conocido
la modernidad, e incluso ni la vanguardia? El posmodernismo fue concebido y
moldeado en los países de economías desarrolladas y apareció a mediados de
los años ochenta como una variante de la modernidad. La crisis económica de
la década de 1980 en México repercutió cada vez más en las estructuras de
pensamiento, es decir, surgió como una convergencia espontánea de intereses,
desordenada y ecléctica.44
44
Olivier Debroise, op. cit.
45
Idem. 32
María Teresa Favela Fierro
Trienales de escultura, INBA: cambios en el arte escultórico durante las décadas de 1970 y 1980
rectoras a partir de la segunda mitad de la década de los años setenta, lo que
podría explicar el intento del Estado por retirarse de los proyectos artísticos
nacionales y dejar proliferar nuevos artistas a mansalva. Esto, en parte, nos
entregó un enorme caos visible en los salones convocados por el inba.48 De
hecho, sí hubo una proliferación de artistas jóvenes alentada por Teresa del
Conde, pues para ella esa era su política cultural.
46
Armando Torres Michúa, “Cuadros sinópticos de la postmodernidad”, en Revista de la Escuela Nacional
de Artes Plásticas, vol. 3, núm. 12, unam, México, marzo de 1991, pp. 25-26.
47
Adolfo Sánchez Vázquez, “Radiografía del posmodernismo”, ibidem, p. 60.
48
Olga Sáenz, “Las artes visuales en México, 1910-1985”, en 75 años de Revolución iv, Educación,
Cultura y Comunicación i, México, Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana
y Fondo de Cultura Económica, 1988, p. 382. 33
María Teresa Favela Fierro
recibieron 172 piezas, de las cuales se hizo una selección de 78 para la exposición.
La obra escogida para participar en esta Sección podía quedar fuera del sistema
de adquisición si así lo decidía el artista. Con el fin de enriquecer su acervo artís-
tico, el inba adquiriría cuatro obras por la cantidad de 150 000 pesos cada una:49
Trienales de escultura, INBA: cambios en el arte escultórico durante las décadas de 1970 y 1980
El Comité otorgó mención honorífica a las siguientes obras:
En esta ocasión el texto del catálogo del concurso fue firmado por la Dirección
de Artes Plásticas, aunque fue escrito por Teresa del Conde, y apuntaba que:
49
Catálogo de la exposición Salón Nacional de Artes Plásticas, Sección Trienal de Escultura, México,
Galería del Auditorio Nacional, inba, 11 de junio al 5 de agosto de 1982.
50
Adriana Malvido, “Opiniones opuestas en torno a la Trienal de Escultura”, en Unomásuno, México,
16 de junio de 1982. 34
María Teresa Favela Fierro
De hecho, Teresa del Conde tenía razón al manifestar su contrariedad por dos
Trienales de escultura, INBA: cambios en el arte escultórico durante las décadas de 1970 y 1980
razones. La primera, como directora de Artes Plásticas no debía hacer aprecia-
ciones más profundas con respecto a las obras y a los participantes, y la segun-
da, nadie más escribió para valorar las esculturas. Para concluir, en el texto se
marca la importancia de asumir una actitud crítica y autocrítica.52
Los materiales que se utilizaron en las esculturas participantes fueron ladrillos, en-
vases de ampolletas de vidrio, bonsáis, ambientaciones y desechos de automóviles,
entre otros. ¿Por qué la escultura se “modelaba” de esta forma? Podríamos argüir
que las obras de la tercera dimensión necesitaba mayor versatilidad, mayor creativi-
dad, digamos “mayor nutrición”, como lo afirmaba uno de los jurados, el arqueólogo
Matos Moctezuma53 —posiblemente
su opinión era valiosa, pero nada tenía que
hacer en este certamen. Tal vez la solución se encontraba en mostrar cuál pieza era
más extravagante, ¡pero llegar al punto que pierde su nombre como “escultura”!;
entonces, ¿se debería denominar como otra vertiente de la escultura, quizá como
su “hermanastra”? Lo cierto es que se mostraban objetos de la tercera dimensión,
¿pero escultura con todos sus valores inherentes? La ciencia y la tecnología ¿qué
papel jugaban en la escultura? ¿Estaban a su servicio o se estaban imponiendo sobre
el arte? Esto lo analizaremos a través del desarrollo de las siguientes trienales a lo
largo de la década de los años ochenta.
51
Sin autor (firmado por la Dirección de Artes Plásticas) en el catálogo de la exposición Salón Nacional
de Artes Plásticas, Sección Trienal de Escultura, 1982, p. 7.
52
Idem.
53
Angelina Camargo, “Entregaron los cuatro premios de la Sección Trienal de Escultura”, en Excélsior,
México, 14 de junio de 1982.
54
Idem. 35
María Teresa Favela Fierro
era, creemos, que la Trienal debía sustentarse por sí misma, y en ella misma
valorar a este género artístico. Por otra parte, Felguérez juzgaba que el nivel
del certamen era de gran calidad, ya que lo equiparaba a lo que en reciente
fecha había visto en Europa, a pesar que había poco mercado para la escultura
y no existían prácticamente encargos de obras públicas.55 ¿Quién querría com-
prar piezas como por ejemplo los ya mencionados “envases de ampolletas de
cristal”? ¡No lo sabemos!
Trienales de escultura, INBA: cambios en el arte escultórico durante las décadas de 1970 y 1980
aperturas, calidad estética, un cierto mensaje que en este caso no encontró.
Claro, es insólito, pero habríamos ganado más yo y la trienal de no haber par-
ticipado”.56 Por otra parte, añadió que el panorama de la exposición le parecía
muy malo, no había aportaciones, sólo reflejos de movimientos que se dieron
años atrás en el extranjero.57 Suponemos que Moyssén esperaba ver más del
geometrismo mexicano, teniendo en cuenta que fue uno de los investigadores
que escribió, en 1977, el libro con ese mismo título, publicado por la unam.
Para Salvador Elizondo, literato y autor teatral, lo importante era ver obras en
talla directa como símbolo del ideal artístico de la escultura, un trabajo que
había existido en México por siglos y que se estaba perdiendo. Por tal razón ―y
tan sólo por este motivo― había votado por la obra Semilla de Antonio Nava;
lamentó la experimentación geométrica, la de los planos, la trabajada en lámina
o metal.58 Las razones de Elizondo eran muy loables, pero ubicadas en tiempo
y espacio de un pasado muy lejano; de hecho participaron piezas en lámina o
metal, que son la misma cosa, con soluciones bastante interesantes sin caer
en experimentos mal logrados. El criterio de Waldemar Sjölander versó en el
nivel estético que le parecía bastante bueno pero mejorable.
Galardonados
Luis Octavio Gómez hizo derroche de la tecnología con una propuesta en la que
básicamente se buscaba investigar los materiales y se pretendía involucrar al
público por medio de intenciones lúdicas. Por su parte, la aún estudiante María
del Carmen Martínez realizó su primera incursión en la escultura mientras se
encontraba estudiando en la Escuela Nacional de Artes Plásticas. La artista
55
Idem.
56
Adriana Malvido, “Opiniones opuestas…”, op. cit.
57
Idem.
58
Idem. 36
María Teresa Favela Fierro
cuenta que “un curso a cargo de Kiyoto Ota la motivó a realizar Abeja negra y a
ingresar, por primera vez en un concurso de arte”.59 Su intención fue componer
la forma al espacio, llevarla y apoyarla en un mínimo punto de equilibrio posible
y de esta manera combinar las curvas y los planos con armonía.
Trienales de escultura, INBA: cambios en el arte escultórico durante las décadas de 1970 y 1980
Miguel Ángel González Salazar muestra un gusto por la abstracción orgánica
y nos remite a expresiones primitivas. Emparentado por el interés sobre este
tema primigenio también se encuentra Ángel Gregorio Luna.
Por lo que se refiere al nuevo realismo en la escultura contamos con dos ejemplos
extraordinarios: Naomi Siegmann y Reynaldo Velázquez. La primera crea piezas
análogas a ciertos objetos, capta el movimiento pero detenido como en Tende-
dero, y gracias a los diferentes materiales ―madera, mármol, metal― brinda a
esos elementos cotidianos una nueva dimensión; con un lenguaje plástico muy
personal logra arrancarle a cada escultura mucho sentido del humor. En cuanto
a Velázquez, su desnudo masculino “no es una proposición de tipo erótico, sino
una alusión directa de la fertilidad, sin el truco de lo erótico”,60 según las pro-
pias palabras del escultor; en realidad sus figuras masculinas tienen alusiones
claramente sexuales, inquietantes y violentas ―y el artista lo sabe― y nosotros
como espectadores somos sus cómplices.
Desde 1982 la escultura mexicana seguía muy estrechamente la corriente hege-
mónica internacional, pero en el caso de la escultura transitable realizada en el país
estábamos frente a una excepción, es decir, era innovadora y efectiva en número
y calidad. Desde décadas pasadas los gobiernos habían estado muy interesados
en la escultura pública y tenían monopolizadas las decisiones en ese tipo de arte.
De esta forma se apoyó a la escultura transitable poco después de que surgiera en
México, con el soporte económico del sector privado, cuando apenas comenzaba a
despuntar en los países desarrollados.61
59
Adriana Malvido, “El inba adquirió las cuatro obras ganadoras”, en Unomásuno, México, 16 de junio
de 1982.
60
Teresa del Conde, “Reynaldo Velázquez. Del Cuerpo”, en Revista de la Universidad de México, México,
unam, diciembre de 1993, p. 29.
61
Juan Acha, Hersúa, op. cit., p. 144. 37
María Teresa Favela Fierro
Trienales de escultura, INBA: cambios en el arte escultórico durante las décadas de 1970 y 1980
Tuvo lugar del 30 de agosto al 25 de octubre de 1985. Los incisos que se mo-
dificaron en la convocatoria fueron: el jurado único de selección y adquisición
fue integrado por Pablo Talamantes, Ángela Gurría, Alberto Híjar, Jorge Alberto
Manrique y Luis Ortiz Monasterio; se eliminó la selección de obras de aquellos
artistas que habían participado en 1982 y de los que habían tomado parte por
primera vez; la realización de obras quedó establecida de agosto de 1982 a
julio de 1985; el peso quedó especificado de no más de quinientos kilogramos;
el monto de las adquisiciones se incrementó de 150 000 a 700 000 pesos cada
una.62
Las consideraciones que tomaron en cuenta los jurados para premiar a las escul-
turas fueron básicamente el mérito artístico y se trató de unificar en lo posible
los diferentes criterios para llegar a una conclusión unánime con respecto a los
premios otorgados.
Yumi Hernández Ortega, Una escultura (once=a uno), 1984, cerámica, doce
módulos de .40 x .40 x . 23.5 (aproximadamente) cada uno.
62
Catálogo de la exposición Salón Nacional de Artes Plásticas, Sección Trienal de Escultura, México,
Galería del Auditorio Nacional, inba, 30 de agosto al 25 de octubre de 1985. 38
María Teresa Favela Fierro
Kiyoto Ota Okuzawa, Antes del Antiguo Testamento, 1985, plomo, fibra de vidrio
y base de madera, 1.10 x 1.00 x 2.30 m.
Trienales de escultura, INBA: cambios en el arte escultórico durante las décadas de 1970 y 1980
Menciones honoríficas con diploma (el jurado consideró pertinente, aunque no
estaba especificado en la convocatoria, otorgar este estímulo a los artistas):
Masaru Goji Indue, Círculo V, 1985, madera tallada, .70 x .60 x .45 m.
Luis Octavio Gómez Herrera, La caja de Mariel, 1985, aluminio, .44,5 x .70 x
.16 m.
Deyanira África González Melo, Parte del poema de la vida, 1984, cerámica,
.35 x .61 x 39 m.
José Inés Morales Tapia, La rorra, 1985, bronce, .40 x .42,5 x .42 m.
Eduardo Nasta Luna, Recinto, 1985, talla en madera y lámina laqueada, .41 x
.69, .17 m.
Enrique Zavala Aguilar, Navegante, 1984, latón y bronce forjado, .16 x .15 x
.06 m.
Trienales de escultura, INBA: cambios en el arte escultórico durante las décadas de 1970 y 1980
eran dignos de reconocimiento. Por tal razón, consideró pertinente conceder
trece menciones honoríficas con diploma. Asimismo, reparó que se expusieran
el mayor número de esculturas para mostrar un panorama representativo de las
diferentes tendencias y de la utilización de distintos materiales en la escultura
mexicana contemporánea.
Las lecciones de estas trienales fueron ―para Híjar― que el poder significante
no estaba en la sola novedad de materiales; por ejemplo, participaron proyectos
tecnológicos que resultaban reiterativos y hasta anacrónicos. En su contraparte,
hubo trabajos de primera importancia que utilizaron técnicas milenarias como
63
Alberto Hijar, “Lecciones escultóricas”, en idem.
64
Idem. 40
María Teresa Favela Fierro
Galardonados
Trienales de escultura, INBA: cambios en el arte escultórico durante las décadas de 1970 y 1980
Discípula de la también escultora Gerda Gruber, Yumi Hernández Ortega presentó
la cerámica titulada Una escultura (once=a uno). Con ella nos narra la historia
del hombre a través de once torsos pintados con colores clave en el esoteris-
mo.66 La museografía de este conjunto resultó atinada, puesto que las piezas
fueron colocadas sobre bases en diferentes niveles, lo que brindó al espectador
un ritmo visual. No es una pieza monolítica pues consiste en una sucesión de
torsos, es decir, una ilación. Troncos humanos que se convierten en armaduras
que todos llevamos a cuestas para sobrevivir, que se van deteriorando, no son
inalterables. Es la introspección misma de la artista, una forma de evolución
personal como ser humano: en un primer plano se encuentra un talle dentro
de una caja, que tal pareciera que nos indica su nacimiento, conforme avanza-
mos por las diferentes piezas observamos la madurez y el deterioro físico que
experimenta como cualquier ser viviente. ¿Los caparazones se desgastan más
de lo natural o así verdaderamente son?
Deyanira África González Melo, al igual que Yumi Hernández (ambas alumnas
de Gerda Gruber), utilizó torsos humanos para crear sus esculturas y expresar
algo concreto y directo para todo tipo de público. Mediante el uso de la textu-
ración, el color, los planos, volúmenes, espacios, luces, sombras y armonía de
formas obtuvo un lenguaje plástico: un torso masculino significante, sin rostro
ni extremidades recostado sobre una base muy texturizada, mostrado en la
pieza titulada Parte del poema de la vida.
La pieza de José Inés Morales Tapia titulada La rorra nos recuerda el prototipo
de los indígenas del sur de México con sus volúmenes de masa y robustez para
conjugar el símbolo de la madre tierra y la fertilidad prehispánica. En Reynaldo
Velázquez Zebadúa la representación de la figura humana, esencialmente mas-
65
Idem.
66
Oscar Sumuano, “11=11”, en Unomásuno, México, 17 de febrero de 1985. 41
María Teresa Favela Fierro
Trienales de escultura, INBA: cambios en el arte escultórico durante las décadas de 1970 y 1980
como escenógrafo se aprecia en esta pieza.
67
Mariana Pría, “El resultado de dos años de trabajo, la muestra de Ota”, en Unomásuno, México, 26
de octubre de 1986, p. 25. 42
María Teresa Favela Fierro
Trienales de escultura, INBA: cambios en el arte escultórico durante las décadas de 1970 y 1980
El punto de partida de Gerda Gruber para concebir Casa de cartón surgió del
mundo natural que nos circunda, el cual va sintetizando para derivarlo en uno
geométrico con marcado ritmo, que parece que se apega a la corriente del cubis-
mo para lograr su propósito estético. Ernesto Hume diseñó la pieza geométrica
en concreto68 Paisaje (mural en relieve), que podría denominarse un “pisal”
porque se encontraba exhibida sobre el suelo. Me explico: si se pinta en un
muro se realiza un mural, y si se pinta en el suelo, ¿cómo se le denominaría?
Una opción más sería llamarla esculto-arquitectura.
68
Hacia los años sesenta el uso de concreto comenzó a tomar importancia para las nuevas exigen-
cias de los artistas, aunque existen ejemplos como el de Henry Moore que datan de los años veinte;
monumentos y esculturas de concreto de gran formato fueron situándose en espacios públicos y pri-
vados. La utilización del concreto se limitó a las piezas de la tercera dimensión porque los artistas la
consideraban una torpe imitación de la piedra. Sin embargo, a mediados de los años cincuenta, tanto
Mathias Goeritz como Luis Barragán lo usaron para sus obras monumentales; también tenemos los
casos de Fernando González Gortázar y Federico Silva para percatarnos de esa preferencia. Ya no se
diga del Espacio Escultórico y la Ruta de la Amistad, en la que la utilización de ese material significó
símbolo de modernidad. 43
1988: todo podía confluir
en una misma escultura
a principios de 1987 Teresa del Conde se separó del puesto como titular de
la Dirección de Artes Plásticas y en su lugar fue nombrado Jorge Bribiesca. El
último concurso se inauguró el 13 de octubre y se clausuró el 23 de noviembre
de 198869 en la Galería del Auditorio Nacional. La convocatoria se publicó en el
diario Excélsior70 con las siguientes bases:
Trienales de escultura, INBA: cambios en el arte escultórico durante las décadas de 1970 y 1980
El jurado de selección y premiación estuvo bajo la responsabilidad de Kiyoshi
Takahashi, quien se encontraba en nuestro país exponiendo su obra en el Museo
Rufino Tamayo como un homenaje a su producción escultórica y aportaciones a
nuestra cultura tras una ausencia de veinte años, pues ya radicaba en su país
de origen, Japón. Además, completaban ese equipo Pedro Cervantes, Guadalupe
Salcedo, Raquel Tibol y Giulia Cardinali (arquitecta urbanista).
La entrega de premios fue encabezada por el director general del inba, Manuel
de la Cera, también estuvieron presentes el subdirector de Promoción y Conser-
vación del Patrimonio Artístico Nacional, Víctor Sandoval, y el director de Artes
Plásticas, Jorge Bribiesca, quien a nombre del jurado leyó el acta de selección y
premiación. Se consideraron 345 obras de 218 escultores. De acuerdo con una
nota periodística, durante la inauguración del concurso se leyó el acta redactada
por los miembros del jurado, en el cual se asentaba que:
El jurado constató una rica entrega en variedades técnicas: talla en madera y pie-
dra, metales soldados, cerámica, fundición en bronce, plástico, cristal, ensambles,
yesos y concreto. Con esto quedan demostradas las búsquedas de muy diverso
orden en el campo escultórico. Asimismo, el jurado subraya la variedad en temas,
tanto en el terreno de la abstracción como en la figuración. Del total de la entrega
el jurado seleccionó 201 obras de 149 autores.71
71
Sin autor, “Manuel Fuentes y Antonio Nava fueron premiados en la trienal de escultura”, en El Día,
México, D. F., 20 de octubre de 1988. 46
María Teresa Favela Fierro
Galardonados
Adquisiciones
Manuel Fuentes Estrada, Figura reclinada.
Antonio Nava Tirado, La creación.
Trienales de escultura, INBA: cambios en el arte escultórico durante las décadas de 1970 y 1980
Menciones de honor
Leslie Patricia Bunt.
Eduardo Nasta Luna.
Moisés Priego Poncel.
Silvia Ramírez Bello.
Federico Rodríguez Medina.
Cuauhtémoc Venancio Sánchez.
Ana Thiel Bauer.
Paloma Torres.
Para Manuel Fuentes Estrada el pasado cultural de México ha sido una fuente
inagotable y el punto de partida para desarrollar un arte moderno de raigambre
abstracta y simbólica. La obra premiada remite a la escultura precolombina por
el hecho de tallar la piedra Chiluca en forma directa y sin ayudantes, de acuerdo
con su propio sentir; pero además el escultor trabajó la materia en forma sin-
tetizada, como solían hacer los artistas precolombinos, para evocar una figura
humana. Parte del cuerpo es evocador de un compacto cuenco de agua, o bien
una especie de recipiente ritual para colocar algún tipo de ofrenda; la otra, en
contraste, aligera la masa por su oquedad y, por último, la texturización rugosa
le confiere mayor fuerza a esta pieza.
En las trienales de 1982 y 1985 Antonio Nava Tirado también obtuvo un galardón
de adquisición. La constante en su producción escultórica, al igual que Manuel
Fuentes, la encontramos en el quehacer plástico precolombino. A diferencia de
las otras dos piezas premiadas en concursos anteriores, Creación es mucho más
sintética, más abstracta. El bloque abierto, como una matriz femenina, contiene
en su interior dos objetos puntiagudos como alegoría del origen de la vida, la
unión del esperma y el óvulo.
Masaru Goji declaró en 1988 que “todo lo que deseo en este momento es trans-
formar una escultura en mi universo propio. Esta transformación deberá tener
47
María Teresa Favela Fierro
Trienales de escultura, INBA: cambios en el arte escultórico durante las décadas de 1970 y 1980
que posee la naturaleza: ésta es su actitud frente al material y a la creación de
la obra. El núcleo de su temática es la abstracción simbólica de los sentimientos
del hombre y su mundo de relaciones para hablar del propio drama de la especie.
Menciones honoríficas
Los temas preferidos de Sylvia Ramírez Bello están relacionados con los esta-
dos de ánimo del ser humano, como el abatimiento, el agravio, la alegría o la
quietud. El amor y la unión entre personas es, sin embargo, el principal objetivo
de su expresión plástica.
Ana Thiel juega con la transparencia inherente del vidrio. Con la luz proyectada
sobre este material se crean ciertas texturas y volúmenes, que modifican y
72
Sin autor, “Masaru Goji expondrá esculturas”, en Excélsior, México, D. F., 7 de abril de 1980, pp. 3 y 7. 48
María Teresa Favela Fierro
amplían las formas abstractas originales para dar vida a diferentes realidades
en movimiento. Su indagación plástica congrega con armonía luz, magia, téc-
nica y dominio del oficio. Recuerda el trabajo artístico en vidrio realizado por el
también escultor abstracto-geométrico Feliciano Béjar durante los años sesenta
y setenta del siglo xx.
Trienales de escultura, INBA: cambios en el arte escultórico durante las décadas de 1970 y 1980
como ya no había más corrientes o estilos definidos, todo podía confluir en una
misma escultura.
49
Conclusiones
Durante el periodo analizado en este ensayo la palabra escultor y la práctica
escultórica dejaron ―en la mayoría de los casos― de tener sentido; surgió la
heterogeneidad de los discursos visuales, a veces híbridos, donde la influencia
del constructivismo, minimalismo, conceptualismo, arte povera, hiperrealismo,
expresionismo abstracto, geometrismo, arte op, escultura vegetal, montajes
escultóricos, entre otros, tomaron su lugar en las obras mexicanas de la tercera
dimensión. De todas formas, el nombre de “escultura” se le siguió aplicando a
una serie de “cosas” sorprendentes u objetos artísticos.
En un lapso breve la polaridad entre el arte social y el arte por el arte se mezcla-
ron en repetidas ocasiones. Una preferencia estilística no necesita eliminar a la
otra, como sucedió en los años cincuenta y sesenta. A mediados de los ochenta
la diversidad del arte mexicano permitía una convivencia de sus múltiples des-
igualdades. La escultura perdió solemnidad ―en la mayoría de los casos― y se
volvió contestataria; sin embargo, no se excluyó a la escultura tradicional, la
que como método usa la talla, el labrado, la fundición o el vaciado, que siguió
coexistiendo con las nuevas tendencias.
Por lo que respecta al papel que desempeñó el inba como organizador de las trie-
nales de escultura, dio la oportunidad a los artistas de todas las edades de dar a
conocer su producción entre el público visitante y entre los mismos escultores.
Tanto los jurados como los funcionarios mantuvieron una línea precisa: premiar
y seleccionar a aquellos artistas dueños de expresiones actuales. Lo que es por
demás evidente es la dificultad de definir el término “escultura” y la forma de
Trienales de escultura, INBA: cambios en el arte escultórico durante las décadas de 1970 y 1980
concebirla.
52
Obras
Francisco Moyao, Constante núm. 4, 1979, metal y madera, 2 x 2.50 x 3 m.
Primer premio: 200 000 pesos.
Jesús Mayagoitia, Columna, 1978, metal Carlos Agustín, Triángulo en equilibrio, 1978,
laqueado, 2.8 x .40 x .40 m. madera laqueada, 2.8 x .50 x .40 m.
Segundo premio adquisición (compartido con Mención honorífica.
Kiyoto Ota): 50 000 pesos.
María Teresa Favela Fierro
Trienales de escultura, INBA: cambios en el arte escultórico durante las décadas de 1970 y 1980
Salvador Manzano, Oscilación tangencial, 1979, acero, 3 x 1.58 x 2.10 m.
Mención honorífica.
Gerardo Ruiz Maldonado, sin título, 1978, madera laqueada, 1.71 x 1.32 x .15 m.
Mención honorífica.
55
María Teresa Favela Fierro
Trienales de escultura, INBA: cambios en el arte escultórico durante las décadas de 1970 y 1980
Kiyoto Ota Okuzawa, Algún día loco, 1978, ensamble de madera, .80 x 1.63 x 2.41 m.
56
Segundo premio adquisición: 50 000 pesos.
María Teresa Favela Fierro
Trienales de escultura, INBA: cambios en el arte escultórico durante las décadas de 1970 y 1980
Luis Octavio Gómez Herrera, sin título, María del Carmen Martínez Genis, Abeja negra, 1982,
1982, aluminio, .70 x .60 x .60 m. metal, 1.09 x 1.17 x 1.17 m.
Antonio Nava Tirado, Semilla, 1982, piedra volcánica, .68 x .68 x .48 m.
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Carlos David Luna, Simetría cuádruple, Miguel Ángel González Salazar, Altar con
1982, cinética en madera y aluminio, ofrenda, 1982, bronce, 1.75 x 1.29 x 1.96 m.
1.19 x .90 x .31 m.
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Naomi Siegmann, Tendedero, 1980, caoba tallada ensamblada, .77 x 1.91 x 2 m.
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Deyanira África González Melo, Parte del poema de la vida, 1984,
cerámica, .35 x .69 x 39 m.
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Esperanza Bolland, Rebeca, 1985, escultura textil, .87 x 1.62 x .78 m.
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Jazzamoart Vázquez, Diálogo de cantina, 1985, palos, clavos
y brocha, 1.40 x 1.72 x .70 m.
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Kiyoto Ota Okuzawa, Antes del Antiguo
Testamento, 1985, plomo, fibra de vidrio y
base de madera, 1.10 x 1 x 2.30 m.
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Trienales de escultura, INBA: cambios en el arte escultórico durante las décadas de 1970 y 1980
Masaru Goji Indue, Círculo V, madera tallada, .70 x .60 x .45 m.
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Ernesto Hume, Paisaje, 1984-1985, vaciado en con-
creto y ensamblaje en lámina, .58 x 2.79 x .81 m.
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Masaru Goji, Núcleo, 1988, madera tallada, 1.2 x 1.8 x 1 m
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Leslie Patricia Bunt, El otro yo o una ojeada al interior, 1988, díptico,
concreto, .18 x .11 x .80 m.
Sylvia Ramírez Rello, Uno más uno diferente a uno, ca. 1987, talla directa en
mármol de Carrara, .27 x .29 x .27 m.
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Federico Rodríguez Medina, Relaciones de
culpa, 1988, madera, .94 x .46 x .40 m.
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