S-Xix 4155 (I) (001-284)

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S.

XIX

4155
(1)

HISTORIA GENERAL

DE ESPA
ESCRITA POR JNDJVID OS DE NMERO

DE LA

REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA


8A.JO LA D)R!:CCJM DEL.

EXCMO. SR. D. A TO JO ,rovA DEL ATILL


DIRECTOR DE I.A

H~

A ACA EMJA

UNIVERSIDAD DE fllJRCfA

l1259454
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EL PROGRESO EDITORIAL

MAD R ID

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EMBARCACIO

E ESCANDI AVOS

en los siglos

JX.X y XI.

AI 1 A

DE CASTILLA
DESDE SU ORIGEN Y PUGNA CON LA DE INGLATERRA

HA TA l1A REFU mm~ E LA \RMAD \ E PA OLA


POR

CESAREO FERN DEZ DURO


DE LAS aLlLU .&C.&DOll.U DIC LA 111 TORIA Y DIC Btl,

.&11.T

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l'&llN lfDO

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L M RI

DE CA rI L

l'ipografia de EL PROGllB~

F.otTORIAL, .Mai:cfoler::i. :

Oue el dueo cld mar ser siempre dueo de la tierra, n fu


slo mxima de los 1 cmstocles ... la oro na de Ca tilla la e naci en algn ti cm po, cuando lo die tros y o ado cntabros e rrian armados los mares hibrnico britnico y las co ta
ptentrionales .
Capmany, Ordenanza:; de l 1s armada n 11ales de Ar ian,
p. VII.

1
TIEJlPOS PBillITIV OS
Aborigcncs.-Embarcacionc de cuero.-Comercio y pesca.-Venida de los
romanos.-Combate de Santoa.-Jnvaainde los hrulos.-De 101 4rabes.Acometidas ele los normandos.-Qu gentes eran stas.-Sus naves.-Estacioiles en la costa.-Estragos que cauaaron en los siglos 1x al xr.-Encuentros con Jos moros.-Saquean 4 Compc:.tcla.-San Olaf, caudillo.-Los
DiofQI ' IU U
Jan CD GaJicia.

ubmo empez en el golfo de Cantabria la in-

tria marinera, Dio lo sa : la diligencia


gador o alcanza presumir. o,
leja
o gen cuanto
procura pe
la o curidad de l
o cucin pocas encuentra! anamente se acude lo restos de arch os i cendiados; in6til es el
gistro de las crnicas de la regidn. En otras partes,
el
ral
terrmeo particularmente, han ido encontrando
esc:udlnftad
documentos que aprovechan ms meno
!DOC:11mento de lo
sos marftimos; en la costa cantbn...
us de
vagas indicaciones de Estrabn acerca
co.i;natto de los naturales con los galos, para cual diconcibe que sirvieran las embarcaciones de
ejan
las de lo asirios, nada ensefta todava
ricar vasos flotan es que les proporcio-

LA MARINA DE CASTILLA

naran medio apropiado de buscar en la mar la subsistencia


no hallada en tierra poco frtil, ni se vislumbra la razn de
haber excedido por tiempos en la construccin, en el manejo, en la aplicacin beneficiosa de los artificios usados por
el p scador y el nav gante, los habitadores de regiones
prximas la suya, si no era sola, sobre la presin de la
n cesidad, la e abundar las maderas en sus bosques y el
hi rro n sus minas, brindndol s naturaleza con los material s d que m. haba men iter l ejercicio.
F. llo : qu de la'l tinieblas <le Ja historia sale esa costa
dando al o el sonar cl la mandarria en las playas, astiller s, n los puerto , naves ocupaclas, y fuera, las que por
gru s cazan la hall ~na y al bonito, cosechando aquellos
h mbr s lo qu no ' mbraron, cuenta y riesgo de sus pern los temporales.
am iaban frutos por frutos, scribe un anticuario sabius nave eran horadado. troncos 6 pellejos henchido de Yiemto. unca la pereza fu arte detenerlos para
no salir ' bu~car or la contratacin y el comercio, los frut
y comodidad s que les neg-aba la tierra.
Ll ejercicio u ua1 interrumpi la lle< ada de los romanos.
lar o 1\~.:ripa almirante de Auousto, acos los cntabros
para qn no pudi ran proY ers d fuera, y alcanzando triunfi defini iYo con la armada latina, n las a as de Laredo y
ntofia, pu o al pea co la denominacin recordatoria de

Pu.

1!0

d. la. Victoria.

I
u
la inva in de las hordas septentrionales que
como
lanch
ca ron sobr Euro a a olndola acab
con la in u tria ) aun con las tradicion s de los e ntabros
quien toe la mala suerte de 'er lleg-ar los h rulos hacia
1 aio 456.
1 ureron perod s em uelto
n niebla impen trable
rnien ra
oda , suevos ) alano di putaban Ja presa mientras rabes y m ros se la repartan
ustituyndole , ) al

'

D. Aurcliano Fcrondez Guerra. El Libro de a111oa. 1 drid,

72, p. 19.

TIEMPOS PRIMITIVO

tiempo en que, refugiados en lo ms fragoso, en corto nmero, emprendan la obra de la restauracin los montarieses
valientes.
Teniendo que combatir entonces sin descanso por la posesin del suelo, con la espalda al mar, mal podan resistir al
nuevo azote que por all descargaron los normandos, al menos las crnicas no dicen que eficazmente lo rechazaran, bien
que poca cosa refieran de la llegada repentina, sin diferencia
de las historias, donde hay laguna que sin otro recurso habr
de colmarse estudiando las narraciones propias legadas la
posteridad por aquellas terribles bandas que dejaban huella
serialada con la ruina de las poblaciones.
Documentos castellanos ponen la aparicin en el reinado
<le Ramiro 1, sea entre los afios 843 y 850; las crnicas
rabes se ocupan de los estragos que causaron en los de la
Hgira 2 2 9 y 2 45. Denominan los primeros normanos y normandos (hombres del Norte) los osados acometedores; las
tras los nombran madjus almodjus.
El Rdo. P. Flrez examin diplomas de la poca, haciendo
con su esencia curiosa disertacin 1 , pero los datos eran insuficientes; as juzg D. Modesto Lafuente, sin ver otros, que
Jos normandos eran gente que se lanzaba los mares en
frgiles barcas, sin ms equipaje que las armas 2.
Muy distante se halla esta creencia de la realidad revelada
por los Sagas escandinavos y resumida en estudios especiales modernos, de su nmero los de los Sres. Dozy 3 e
Piant 4 de que me sirvo, aunque en digresin, por inters
del asunto.
Hechos los escandinavos desde la infancia al trabajo de una
1

La Espaa Sagrada, tomos XVIII y XIX.


Historia general de Espaa.

3 Recherches sur J'Histoire et la literature de l'Espagne pendant le ,\!oyen


Age, 3e edition. Leyde, 1881.
4 Expeditions et perelinages des Scandinaves en TerreSainte au temps des
Croisa.Jes, Pars, 186,;. De lo normandos se trata incidentalmente en los Recr1erdos de un viaje Santiago de Galicia, por el P. Fidel Fita y O. Aurcliano

Fernndei Guerra. fadrid, 1886.


~ J~

)0

LA MARINA DE CASTILLA

mar tormentosa; endurecidos por el rigor del clima y sometidos disciplina severa, eran excelentes marineros y buenos
soldados. A las condiciones personales unan la de cohesin
en cuerpo. adquirida con la ordenanza de los jefes y la prctica de las jornadas, dndoles esta ltima incontestable superioridad sobre las masas colecticias de otras naciones. Sus
armas eran espadas, hachas, lanzas, flechas; las vituallas
pescado seco y manteca de vaca.
Emprendan las expediciones sin otro objeto que el botin,
en embarcaciones grandes y fuertes de vela y remo, aptas
para transportar caballos, poniendo las suficientes al mando
de un caudillo noble y experimentado que designaban con el
nombre de viking (rey del mar). En total solan llegar y pasar de diez mil hombres los que reunan las menores expediciones, fraccionndose para el ataque simultneo de varios
puntos de la costa si Ja resistencia no requera el concurso de
todos, y pona admiracin y espanto en los pueblos la 'ista
de la armada que sala del horizonte manera de ciudad animada flotante, y se iba acercando compacta, dejando distinguir las figuras fantsticas esculpidas en las proas, los escudos guerreros que rodeaban la borda, las velas teidas de
prpura, mientras al ruido acompasado de los remos dominaba el de los cuernos trompas blicas.
Una de stas naYes en su primitiva integridad, en estado
maravilloso d.e conservacin, se descubri impensadamente
en andfj ord (costa meridional de oruega) el ao 1 880, al
deshacer un tmulo elevado en Ja pla) a por sepultura y honra, sin duda, de alguno"de los grandes.caudillos, debindose
la casualidad el conocimiento perfecto de antigualla tan
remota 1
1
El obierno de 'oruega remiti la Exposicin Histrica de ladrid
de 1 l un modelo exacto otro re al6 nu stro Museo aval y la Exposicin de Chica o cmi6 un remedo exacto.
Dep9in en su Histoire de.t expeditions maritimes des Tormands et leurs
e.xpeditions e11 Fr:mce au e siccle, e. trajo de documentos escandinavos datos
se n los cual...s la na,e capitana pe Olaf Tryg rason tena 140 pies de eslora

TIE::IIPOS PRl. U'l'lYO

Los rabes empezaron designar estas mbarcacioncs


con la voz corcur, que es rriega, porque tal ra 1 nombre
que se daba en el Mediterrneo ciertos bajeles chi riotas
de velas cuadras parecidas las de los scandi navos.
Hacan la navegacin la vista de tierra hast el . tremo
e.le la costa de Bretaa, d sde la cual seguan rumbo la de
Galicia. Las condiciones de la ra de l~errol les haba inclinado elegirla como punto de recalada invernadero; nombrbanlo Far por la torre ele Ircules, que l s serva ele
marca de reconocimiento. Las bocas del Mio, del uero y
del Tajo eran otras estaciones prefi rielas; las relaciones nombran la primera Seijupolli, sea estuario clel il, aplicando
al ro el nombre de su principal afluente; la segunda Por
tugal; Lequesbone la tercera. Las tierras habitadas por mahometanos en spaa frica eran desi croadas por ellos con
el nombre general ele Ser/dand, distinguiendo las <le f erbera por Serk'and Jt Mi/da. Al estrecho de Gibraltar decan
Njorvaszmd.
Segn las mencionadas crnicas rabes, la primera expedicin de madjus se present ante Lisboa el ao 844; las naves que atacaron sin xito la ciudad, pasaron Cdiz, Algeciras y Sevilla. a ary, interpretado por ozy, relat.t con
extensin el suceso.
Lisboa arribaron el r 7 de eptiembre; en Cdiz combatieron y derrotaron los defensores e
la plaza.
o tan afortunados en evilla por prevencin de
Abderrahmn II, perdieron cuatro naves y 500 hombre ; retrocediendo entonces, hicieron de la isla Cristina cuartel general, depsito y carenero, para estar sobr las dos vas fluviales del Guadiana y uadalquivir.
espus de correr y
agotar la provincia de Sidonia, embarcando el despojo, volvieron barajar la costa de Portugal hacia el orte, y desaparecieron.
1

y treinta y cuatro b neos para los remeros. La de Hakon era m'1yor, con aba
cuarenta banco y la del rey Canuto sesenta: todas ellas llevaban en la e. lrcmidades esculturas de animales monstruosos, doradas 6 de cobre pulimentado.

LA. MARINA DE CA TILLA

Otro escritor de los moros detalla que traan los madjus


en esta expedicin 5 4 naves y otras tantas barcas; sitiaron
y tomaron SevilJa, p rmaneciendo en la ciudad siete das;
se internaron hasta Caria; fueron Cdiz, regresando al
Guadalquivir, en cuyas aguas permanecieron cuarenta) dos.
Dividida la fuerza en cuerpos, dice Ibn al Cu tia, uno de
16.000 hombres se acerc Morn, donde los rabes prepararon emboscada y los batieron.
Las crnicas castellanas, como antes dije, anotan la aparicin de los normandos hacia el afio 44. Recalaron primero al puerto de Gijn, lo reconocieron y no determinaron el
desembarco, fuera por la actitud defensiva de los habitantes,
como piensa historiador local 1 , 6 porque no juzgaron el
punto propsito para sus miras que es lo ms probable.
Si o-uieron costeando basta F errol, donde pusieron pie en
ti rrn, internndose, y el conde Pedro, saliendo al encuentro les oblirr retroceder y embarcarse. n los anales se
apunta que el conde les incendi 70 naves, e. ao-eracin evidente, pue no pudieran con tamaa prdida atacar de seguida Lisboa, sitiar evilla y emprender las operaciones
de la campaa que queda referida.
E carmentado el califa Ab errahm::n, quiso prepararse
ontra la repeticin de sem jantes ataques, fundando atarazana n 1 uadalquivir y empezando desde lue o construir
navo de guerra, con lo que form armada respetable. Sus
cronistas r fi rcn qu efectivamente Yohieron los ma~jus por
lo a~o
5 859 con 62 naos de las cuales apresaron
las de los moros dos que haban entrado sola en el uerto
d B ja hallando en llas oro, plata cautivos cristianos y
mahometanos. El crrueso e la armada se present en la boca
<lel Guadalq ui~ ir, i o-ui lgecras ciudad ue a altaron
los invasores, saquendola )" Onendo UeO'O ]a o-ran mezquita. Continuaron las epredaciones por la cos a hasta lle1
D. Estani lao Renduelcs. Historia de la illa de Gijn. Gijn
Pone l su e o el ao 8.!'.J.

'67 p.

TIE~PO

PRlMlTlVOS

13

gar las bocas del Rdano, y al regreso se midieron con los


navos nuevos de Abderrahmn, haciendo tos dos pr sas.
Las otras embarcaciones de madjus dieron \ uelta su pas
con cuantiosa riqueza.
Los monarcas asturianos, poseedores de una costa dotada
de tantos y tan buenos puertos, con material propsito, no
siguieron el buen ejemplo del califa, desestimando lo que en
la defensa y el ataque les pudiera valer la palanca de la marina, y sufrieron las consecuencias, viendo sobre la costa de
Galicia aquella armada de moros que rega el almirante
Ualed ben Abdelhamid, y lo que fu peor, los normandos
otra vez, que puesta la mira en Compostela (Jacobsland) por
la fama de las ofrendas llevadas por peregrinos de toda uropa, volvieron en 858 968.
Entre las expediciones repetidas, cuntase de una que
atrac la costa de Galicia hacia Foz y se intern por an
Martn de Mondofiedo. Refugiados los habitantes en la colina en que se halla Ja ermita de Mourente y puesto en oracin
el obispo Gonzalo, se hundieron de repente las naves piratas, menos la del jefe, vindose milagrosamente libres del
peligro los atribulados campesinos. Tal es Ja tradicin del
suceso, con sabor de leyenda piadosa, recogida por el padre
Flrez 1 , que parece indicar temporal durante el que los normandos se largaron a1ta mar.
ueva armada fuerte de 1 oo bajeles, mandada por Gunderedo ( Gudroed), que los cronistas elevan la categora de
rey, siendo uno de tantos vikings, caudillo almirante, se
fu derecha Santiago de Galicia, codicioso el jefe, como
todos e1los, del tesoro del Apstol. El obispo isenando, prelado y guerrero por exigencia de los tiempos, tena fortificado el templo con murallas y fosos: dirigi la defensa hasta
caer muerto de flechazo, con cuya desgracia desmayaron las
ejas de su rebao. La batalla se <li el ao 90, y despus
del triunfo se e.tendieron los escandinavos por toda Galicia;

'

La Espaa Sagrada, t. XVIII, p.

28 , 291.

LA MARINA DEJ CA TILLA

se apoderaron de cuanto tena valor y pusieron precio las


cabezas de los cautivos, como de costumbre. Habiendo vivido holgadamente sobre el pas, cuando disponan el reembarque, vino sobre ellos la lmesta cristiana (que harto tiempo
tuvo para reunirse), logrando con dos batallas derrotar los
invasor s.
En la primera acaudillaba sus felio-reses Rudesindo,
abad de an Martn de Mondofiedo; en la ltima, ms seria
y decL iva, iba por capitn el conde Gonzalo Snchez. Muri
Gundercdo, el viking, y algo de lo pillado se rescatara, aunque probablemente no tanto como dan entender la Historia
Compostelana, la Crnica Iriense y la de Sampiro, pues lejos de volverse los escandinavos su pas, seo-n creyeron
los autores, continuaron la marcha hacia el ur, en busca de
las ciudade de Andaluca. , alindoles al paso la armada
mori ca g-obernada por Abd rrahmn ben Romahis, hubo
dos ncu ntro : uno
bre Lisboa, en que los ~ahome
tanos lle' aron la peor parte otro sobre ilve, en que
Yencieron.
ien se compr nde que, r unidas y comparadas todas las
noticias, no dan luz suficiente. Buscndola en la obra titulada
1.1ommzen.tos anlirruos de la irrlesia compostelaua, D. ntonio
Lpez Ferr -iro y el Rdo. P. Fidel Fita 1 , dicen de esta expedicin:
Las crnicas escandinavas, de acuerdo con las espaolas,
fijan la entrada y horrorosa devastacin de Galicia durante
el piscopado de Sisnando, hacia el ao 966. Esta deYastacin dur cinco aos, recorriendo como dice ampiro los
brbaro , bajo el mando de Gunderedo toda Galicia y llegando hasta la falda de la ierra de Cebrero. Dos cdices
llamados Tttmbillos 11 g,-os de nuestra io-lesia compostelana,
que han pasado la Biblioteca acional el uno y el otro
poder de la Real .cademia de la Historia, han dado ocasin
e.tray{os de la crtica. Gener~lmente se les ha credo pro1

Madrid

3. \ ase el

pndicc nm.

1.

TIE~IPO,

PRl.tlTIYO.

cedent s del rin de Casti11a, pero en r


pertenece nuestra iglesia de antiago.
)) Vinieron (se dice all) los normandos al lugar <l Camp
en el ao 90: sub Era M. VIII venenmt lordomani ad Campo. Imagina el docto holands Dozy que la edicin hecha
por Flrez del texto que nos ocupa est viciada, y no teniendo su disposicin, ni habiendo consultado los te. tos
originales, presume que en vez de Campos (realmente mal
escrito por Flrez), se deba 6 pueda leer Compostela. Estimamos nosotros que el lugar de Campo, adonde nuestros
anales llevan la llegada de los normandos, es la aldea de
este nombre en la parroquia de Campaa, sobre la margen
izquierda de la ra de lla, ms ac de las torres de O ste,
en el sitio donde el riachuelo de Louro se lanza enfrente d
una isleta, hoy cubierta de verdor, donde pace el ganado.
Entre el riachuelo y los caseros de la ald a se tienden espesas braas 6 junqueras que abiertamente denotan el sitio
donde la 1-fistoria Composte!a11a y la Crnica lriense fijan el
punto de partida, desde el cual los normandos se adelantaban y suban lo largo de la ra con direccin Iria, cautivando y robando cuantos topaban por el camino. La Composttlana designa el lugar con el nombre de pu~rio que llaman de la 'braa, y la Crnica lriense sencillamente con el
de braias 6 junqueras. entado este precedente, 1 acto <l 1
prelado, que en la mitad de la cuaresma y en Compostela
oye el rumor de la sbita algarada de los dinamarqueses )
noruegos (11onmmi et fraudenses), se explica de un modo natural) satisfactorio . 1ientras que el enemigo se prepara para
tomar y saquear Iria, sale el prelado toda prisa en medio
de la flor de sus guerreros: los brbaros, volviendo pie
atrs, le hacen rostro al llegar Fornelos, donde una saeta
disparada al acaso, hiriendo mortalmente Sisnando, abre
la puerta de la desolacin la infortunada alicia. Serrn
ampiro; los normandos cubrieron de luto y llanto todas
nuestras comarcas, y otro historiador, Dudon de Sai nt-Quen-

16

LA MARINA DE CASTILLA

tn, escribe que pasearon la tea del incendio por diez y ocho
ciudades y villas 6 poblaciones de importancia. Reservado
estaba San Rosendo y al conde Gonzalo Snchez el vencerlos y castigarlos un ao despus, y libertar, en fin, el
atribulado reino de Galicia de las hordas escandinavas.>
Libertado ... por de pronto. Advirtase bien esta diferencia: los leoneses cristianos sufran pacientemente las invasiones repetidas, acreditando de cun lejos viene nuestros
hombres de Estado el achaque de vivir al da sin espaciar Ja
vista ms all de las montanas patrias; los moros andaluces
supieron reducir el dano en un principio, y previnindolo
luego, sirvironse de las naves apresadas al enemigo como
modelos para fabricar otras iguales que oponerle, y muy
pronto estuvieron en disposicin de imitar aquellas empresas
provechosas, llegando dominar el Mediterrneo, haciendo
presa de hombres y caudales, y atre\ indose retar el poder
martimo de los emperadores de Oriente 1
Volvieron los normandos Espana en el reinado de Alfonso
con una de las expediciones de que ms pormenores
dan las relaciones, como que tiene la suya particular, titulada
Saga de Ola/. En las de Espana no se menciona sino por
incidencia. Existe un privilegio dado 20 de Octubre de 102 4,
consignando haber cado el obispo de Ty prisionero de los
. escandinavos, que haban matado vendido los habitantes
de la ciudad.
Olaf Olao, jefe de esta expedicin, andaba en la mar
pirateando desde los doce anos de edad. A los costas de Espatia vino caudillo en I o 12; saque lo que pudo, destru) endo
la ciudad de Ty: continu los robos en Portugal hasta llegar
la baha de Cdiz, donde, en sueos, se le apareci un
1 Apndice nm. 2. D. Fermin Lacaci y Diaz, siendo contador de na,o y
profesor de la Escuela aval Flotante, reuni las noticias que e isten de la
marina de los rabes, asi como de la. pocas anteriores en que la tuvieron en
nuestras costa los fenicios griegoi;, carta ineses romanos y godos, en obra titulada: Estudio histrico sobre la marina de los pueblos quue establecieron en
Espaa hasta el siglo n de nuestra Era. fodrid, Tello 186, .0 -)3 pginas.

Tl~MPO

PRUtlTIVO

17

hombre majestuoso y terrible, ordenndole regresar su


pas. Se presume que hubo de herir su imaginacin la estatua colosal de Hrcules fenicio, entonces en pie: ello es que
decidi retroceder, habiendo empleado dos anos en 1 viaje.
La fortuna y la victoria le dieron fama entre los ms clebres
vikings; rein en la patria; convertido al cristianismo, fi
canonizado un ao despus de la muerte, y sucesi' amerf-
pirata, rey y santo, vino ser patrn de Noruega.

'D.

OR

DA DEL SIGLO X.

segun las representaciones de los

lapice~

de Bayeux .

1
F

~o

CIO

DE L

IAlll e\ CA

A IU A

1110-1260
.1 obispo Ge1 mrez y l maestro O erio. - Astillero de Iriu.-Construcci6n <le
gnleras y d naos.-Rapidsimo crccimicnto.-Bloqueo de Bayona.- RAm6n
13onifoz.-Conquista de e\'illa.-Crcacin del almirantazgo.-Auxilio al rey
de 1 rancia.-Galardn concedido Pasajes.

~ ~~'.

~ os

monarcas leoneses ocupbanse en ensan:.4 ~ .lll'lT/ii ~ char el territorio de su dominio cuitndolo


[ i). ~'' l~ los moros cuando el acuerdo raro de los
,q~~~~~ret~ magnates se lo consenta, bata11ahdo en el
rin de la Pennsula, adonde los lamentos
de los ribereos de la mar llegaban amortiguados, si llegaban. La poltica e. terior se cifraba en combatir los secuaces de Mahoma; la Hacienda tena empleo en fortificar la
frontera medida que se dilataba, en amurallar ciudades,
sostener la hueste y erizar castillos en alturas y desfiladeros 1
En el litoral, sobre todo en el de Galicia, por ms accesible, cuando la plaga de los normandos daba espacio, se suceda la de los moros. Refiere la Historia Compostelana cmo,
hecho el aprendizaje nutico, haban dado en visitar las ras
y puertos con las naves que despachaban desde Sevilla 6
Lisboa llevando por objeto saquear los pueblos, con que no
del todo se satisfacan pues quemaban los templos talaban
t

1.

Por ello se denomina la regin central Castilla 6 Tierra de Jos Castillos.

' 20

LA MARI:NA DE CASTJLLA

las vifias y los frutales, mataban los hombres se los llevaban cautivos con las mujeres y los nios, ni ms ni menos
que los escandinavos, alentados con la impunidad, de manera que tenan despoblada la costa desde Abril Noviembre,
poca peridica de sus correras 1
Habiendo de acudir al remedio por s solos los mseros
acometidos, discurri al cabo el obispo de Santiago D. Diego Gelmrez, por lo que le iQ1portaba, tanto como sefi.or feudal, como pastor de los fieles de Compostela, el medio efectivo, que era procurarse navos, cuyo fin acudi Gnova.

y Pi:a, repblicas martimas, solicitando constructores y

pilotos., toda vez que en Galiciano quedaban hombres entendidos en las prcticas de mar 2 n maestro rrenovs, llamado O ero, satisfizo los deseos disponiendo astillero en Iria,
acopiando materiale ) fabricando por principio dos galeras
birr mes de e.celente sen icio ya que bastaron para espantar de Ia ras los corsarios moros dando al pas la tranquilidad olvidada. Ocurri e to por los aos 11 20.
o ha bien do mencin al una de ocurrencias en las riberas
1

La Espaa Sagrada, t. XX, p. 301.


Quoni,tm in partes Ga l.r:ciw homines nautica: artis periti non habebantur , d., d. p. 302.
1

F'U. 'DACI)!\ Dl': L

1 ltl,

!\1'i Blll

:u

desde 1 liflo hacia el 1 orte y ~ st ; ''sto u lo


scnndinaYos flO desembarcaron O \sturias ni en }os pu rtOS me:
orientales del olfo de Cantabria, podra so p cha.r si h
causa consista en haber por all fu ,rza.s n;n al s qu nerles; mas en tal caso, no dejaran de acudir c n llas los cri tianos al socorro de Galicia. ~ 1 pr cioso dato f; cilitado por
la venida ele carpintero <le G ~nova parece dar nt ncler
que ms cerca no lo haba y que, lo 111s, estaran limitadas las industrias la pesca con mbarcacion s m norc;s 1
Fu D. Diego elmrez hombre volunta1 ios capaz, y de
gran prestigio, sobre todo desde el mom nto en qu por su
in piracin se proclam rey al nio Alfonso VII en ornpo tela ( 1 I ro) como bandera contra el BataHador, Alfons I d
Arag-6n, esposo
doa Urraca y gobernante mal u rido
en Castilla y en Len.
Gelmrez, dice un historiador 2 , ra un prelado inq ui to,
ambicioso, ms amigo de parcialic..lades d Jo que cons nta
su pacfico ministerio, y muy atento nriquecer su igl sa
con donaciones de tierras, Ju rarcs y castillos, n siempre Ji
bres y voluntarias. ezclbase en todas las intrigas de su
tiempo, y tomaba parte en Jas guerras que importaban al r y
de Galicia como su .protector.
Las crnicas le presentan efectivamente, durant Ja p ca
en que ardan los disturbios, ya al lado, ya enfrente d la
reina doa Urraca; tan pron o aliado con Ja condesa d Portugal, como hacindole guerra; encastillado. pr so, fugitivo,
con el . bculo con la lanza en la mano; pero so r todo con
la persuasin en Ja palabra, favor de la cual sobrenadaba
en aquel revuelto oleaje poltico como el corcho en el agua.

de

1 En nio 0 uno de lo e dice. con miniaturas del apocalipsi de <:an Beato,


que en E p a e con ervnn . . :: crito en lo si"los x y xr, se v n representada
otras embarcacionc que de r_mos. como la que tr. z6 Ende pictrix, en el que
se nuarda ac1ualmente en Ja catedral de Gerona, segn la figura de la p ,, ina
anterior.
2
D. tnnuel Colmc iro Rey-es cristianos desde Alonso VI hasta Alfonso. 1.
Madrid, 1891 t. l. p. 1..

LA MARINA DB CASTILLA

Todos los personajes de aquel tiempo se le parecan, segn las noticias que tenemos, en la suma facilidad con que
pasaban de la enemistad la reconciliacin, en el ningn respeto Ja fe jurada, en la perfidia, la rapacidad, los vicios;
y de aqu puede colegirse que en Jos defectos no fu singular y en las buenas cualidades excedi, aunque no se tomen
al pie de ]a letra las alabanzas que en la Historia Compostelana le pusieron los monjes de Cluni.
Lo que no cabe dudar es que al arzobispo Gelmrez corresponde el ttulo glorioso de fundador de la marina castellana en el siglo xn, y al maestro Ogerio la sana doctrina
de que pueblos, como el suyo ligur, encerrado por la naturaleza entre los Apeninos y el mar, puebl~s cual los de las
costas montanosas del arte de Espafia, pueden y deben
buscar en la mar lo que el suelo no les brinda.
Que las lecciones fueron rapidsimamente aprovechadas,
prueba una escuadra respetable que los diez anos (en r 1 30)
figura ya, sin saberse cmo fu formada. Verdad es que por
aquel entonces nada se opona al desarrollo de ]as construcciones; excepcin de ligeros tributos sobre la pesca, no se
encuentra en las primeras cartas pueblas ni en los fueros
condicin traba, ni parece que las villas se impusiera otro
deber que el de acudir su rey y senor natural en ocasiones
de guerra con bajeles, la par de las ciudades del interior,
que con la sea del concejo acudan al deber fonsadero. stas daban el contingente de los ejrcitos, aqullas la composicin de las armadas: acabada la misin temporal 6 la jornada, volvan al poder y albedro del propietario las embarcaciones, lo mismo que el rocn la voluntad del hidalgo que
lo haba cabalgado.
La inexperiencia en la fbrica tanto como en el manejo de
las naves; la ignorancia de los improvisados marineros, juntamente con la endeblez de los vasos y la desproporcin de
mecanismos de impulsin, produjeron al principio, en aquel
golfo tempestuoso, terribles siniestros, atribuidos por el ul-

c;o.;oACJ~ Dbl I.A )1 RIMA UA~TBRlCA

go causas malficas sobrenaturales, sin pensar que es la


prctica la que hace los maestros.
uestras crnicas hablan como cosa corriente del servicio
que los navos cantbricos prestaron con motivo del c reo y
bloqueo puesto la ciudad de Bayona por el rey Alfonso 1
d..; Aragn, de 1130 1131, en cuyo tiempo combatieron
por mar 1
Probable es que concurrieran tambin la efmera conquista de Almera en 1 14 7, pues se sabe haber convocado el
emperador D. Alfonso VII de Castilla todas las fuerzas que
tena y haber pedido galeras Gnova y Aragn para aniquilar aquella madriguera de corsarios 2
Desde este reinado ninguna otra ocurrencia de mar asientan los anales, porque no las habra en el orden de las operaciones militares; en el de la poltica hubo en cambio varias
de trascendental importancia, y fu una el casamiento del rey
Alfonso VIII con Leonor, hija de Enrique ll de Inglaterra,
acordado en las Cortes de Burgos de I 169 y celebrado en la
misma ciudad con gran fiesta el ao siguiente, en razn que
la desposada trafa por dote el ducado de Gascua.
Otra fu la guerra con Aragn, durante la cual puso el
dicho D. Alfonso cerco Vitoria; allan y someti con ella
las villas de Alava, extendiendo los lmites de Castilla por la
costa 3, donde pobl y fortific villas, concediendo los vecinos fueros y privilegios (1200).
1 Arregladas las diferencias con Castilla, pas D. Alfonso los Pirineos, y
ayudado por sus va allos los condes de: Bigorra y de Bearne, se apoder de Sayona, tomando el titulo de rey de esta cmdad ( 1131 ) .
2
Subsiste un po~ma latino de autor annimo consagrado celeb rar la jornada: e i de da ni de noche, dice, hay en la hueste momento de descanso.
Puebla los aires un solo grito: Almera! la cruel Almeral Reprenlo los jvenes, reptenlo las viejas, r.:ptenlo los nios, repcenlo tambin los obispos:
Almera ha de ser l.l ruina di! los moabitas, el palenque de los francos, el sepulcro de los moros y el triunfo de los guerreros espaoles. All ser la lucha,
all el botn, all la recompensa; all estarn los trabajos, de all vendr la
gloria.
3 Los historiadores locales entienden que descontenta la provincia de Guipicoa del gobierno de los reyes de avarra, envi mensajeros al de Castilla,

<.J'~~.....,-- "'~~-!l.~-----~

. . . ...,,_ .

--

--

--

---

LA. l'IARlNA Dl!l CASTlLLA

Poco despus, contando con esta base, reclam el ducado


de Gascua, que su mujer doa Leonor perteneca, y pasando con ejrcito el Vidasoa, sujet la mayor parte de los
pueblos, es decir, aquellos que no estaban fortificados; Bayona y Burdeos resistieron ( I 204-1205).
I~undado en tanto el reino de Portugal, medida que la
ribera de Occidente se iba ocupando, imitaban los pobladores el ejemplo de Galicia en la creacin de astilleros que les
proveyeran de naves con que proseguir su conquista. Fuas
Roupitio, elegido por cabo de las que se labraron, tuvo el
afio 1182 encuentro dichoso sobre Cabo Espiche} con la escuadra mauritana, la que apres nueve embarcaciones 1
. En segundo combate deshicieron por completo la naciente
armada fuerzas muy superiores de los moros; Roupifo, juntamente con sus marineros, tuvo por tumba el mar.
Vengronle los cruzados que desde el orte de Europa se
encaminaban Tierra Santa. Al detenerse en Ja costa con
objeto de renovar la agua<la, acudieron, con ciertas ventajas,
secundar las operacione~ del ejrcito lusitano, contribuyendo la toma de Lisboa ( 1 148), la de Silves ( 1 1 88) , la
de Santarn ( I 1 90) y otras del ]i toral.
Limpia de este modo la costa occidental de la Peninsula,
toc6 D. Fernando 111 de Castilla el lucimiento inicial de
ofreciendo tomarle por seor meJi rnte pacto. Aceptadas, dicen las condiciones, se otorg escritura y s~ firm' en Tolos:i el concierto de unin perpetua
de Guipzcoa la corona, de Ja que no m ~e ha separado. D. Alfonso 111
levant con est~ motivo fortificaciones en Fuenterraba, Guetaria y ~ an ebastin pobl y acrecent las villas de Santander. Laredo, Castrourdic1les y ms.
D. Juan ntonio Uorente, con otros, discuti, lo que atle la forma de agregacin de Guipzcoa, en la obra titulada: oticias histricas de las tres Provincias Vascongadas. Madrid, 1 6, t. I, rg. 200.
1 Manuel de Faria y Sousa Europa portuguesa. Lisboa 16-9.
2 Li boa fu arrancada~ los moros con ayuda de la Cruzada que capitaneaba Guillermo el de la espada larga en que iban 1 !naves de alemanes, franceses, ingleses y flamencos. la toma de ilves acudi la expedicin dirigida
por el mariscal de Bravante, y ' la de antarn la de los jefes ingl ses Labril y
Cambila (sic), que disponan de 63 nave . Po teriormente se conquist Alczar
do Sal con otra escuadra de cruzado del orte, gobernados por Enrique de
mensa. Duarte ez de Liao, Chronicas dos Reis de Portugal.

911

FU 'DACIN DE 1.

1 RI.

OA. r.\BRJC

los recursos alle ados en su t rritorio.


v a du
Crdoba y de Jan; qui o desear ar sobr la morisma
ms duro, poniendo la mira n Sevilla, que haba d
acceso la mar del ur, pero que por lo mismo r qu ra
torear sus aguas, camino de los socorros de B rb ra. L
boca del Guadalquivir guardaba una escuadra impon nt d
galeras mahometana ; la corriente del ro tenan e. p ~<lita
crabos y fustas sin nmero, auxiliar s de la d nsa le la
ciudad. Reconociendo el rey que ante todo n ccsitab lot ,
llam su presencia un rico hombre de Burgos nombrado
Ramn Bonifaz, persona experimentada y prdctica en la~ osas de mar, y dile comisin y cartas reales para r unir n
las villas del orte y en el ms breve plazo p siLle una armada suficiente al mpeno.
Bonifaz cumpli el encargo ayudado de Jos concejos de la
costa y de la buena \oluntad de los mareantes. En oco
tiempo tm o aparejadas sus rdenes trec nao gruesas y
cinco rraleras que expensas del rey se construyeron rpidamente en Santander ( 1 247 ). ironle ocasin Jos t mporales para acreditar que mereca la confianza n l <l os itada, porque sufri n la travesa grandes contrari dad s y
mantuvo no obstante unida su fuerza, llegando con lla oportunamente embocar el Betis.
o he de repetir, aunque deban refrescar constantemente
Ja memoria, los pormenor s de la gloriosa jornada: refi ridos
estn en todas las historias, y n la articular de la marina,
con gran competencia ); crtica profesional 1 Las aves cantbricas ms slidas, de mayor masa y poder e ue las galeras berberiscas, que por el contrario, procuraban la lig reza
por primera condicin, atrajeron al enemigo al terreno libre
en que podan maniobrar con el viento, y, aunque en menor
nmero alcanzaron completo triunfo.
Poco Jes co t despus repararse contra las na es incendiarias que Jos sitiados despedan favor de la corriente el

D. Ja,ier de Sarn
~~

Marina espaola de la Ed.1d .Atedia, t. 1 p.

'

11 _ .

- ...

'

LA l\fARINA DE CASTILLA.

ro; poco defenderse de sorpresas y algaradas nocturnas de


los crabos no as impedir la introduccin de provisiones y
comunicacin de fuerzas por el puente de Triana, paso formado con barcas fuertemente encadenadas entre s y en ambas orillas. Mi ntras el puente e.' istiera no surtan <:fecto
los medios de ataque conocidos en el arte de la guerra.
Ocurri Bonifaz una idea que, como en todas, el xito
hac par cer sencilla: el fracaso la hubiera juzgado seguramente t m r~ria 6 loca. currile embestir al puente con las
naos toda vela con viento fr seo, y el 3 de Mayo, da memora b1 , mi ntras el Real c lebraba la fiesta de la Invencin
d la Cruz, puesto el signo sagrado en las banderas y en las
velas, arrancaron chocar contra el obstculo, re~ ultando
ser m fuertes que l. Cadenas, puntales cables reforzados
saltaron en pedazos al tremendo gol pe de las proas ferradas
de antemano: se desvaneci con el puente la ilusin de los
moros envalentonados, y poco, cien mil de los que habitaban en la perla del Guadalqui\ir abandonaron los hogares,
mirando con tristeza la cruz en el minarete de la mezqu!ta
mayor ( I 24 ) .
Santander se glora d este primero y sealado alarde de
Ja marina castellana, pretendiendo haber sido propias suyas
las naos que arrollaron el puente, y dice que p~r ello otorg
el Rey la villa pri\'ileaio de escudo de armas ostentando
una naYe que toda vela quebranta la cadena que cerraba el
ro
en o-racia haberse construdo en su puerto la que lo
verific .
Las villas de Laredo, Castro y an Vicente de la Barquera ponen igual blasn en los escudos respectivos afirmando
que se lo concedi tambin el monarca juntamente con otros
pri\ileg-io . on ..\ureliano l~ ernndcz Guerra en el Libro
de Sanloiia los hace extensi\o e te puerto. Rendueles, recogiendo antiguas memorias 1 , refiere que Rui I rez de .. vi1
Hi toria de /.i dila de Gijn, p. . O l asunto han escrito el canni <>
TirsodeAnl syel r. L'lv.!rde.

'

l'

'D

'l ..

l.A MAlll.

ls, con marin ros de Ja vi11a de ste nombr , asi ti al almirante onifaz, ) qu d aqu proced n las rm
n qu
figura una nave rmada y la v Ja, con una cruz sol r
mstil } una si rra n la proa quebrantando un gru
cadena, en campo sangriento. ita, como probanza, la trova
que rezaba:
'R inando 1 n Jito rey don Fernando,
el .. anto que llamo ron, de Ca:itilla,
pas el de Avil con u nav , errando
la fuerce y gran cadena de cvilla .

Martnez ele Isa. ti 1 reclama parte de la gloria para


grn de ranzu ca bal!ero d Irn, ni que concedi I . l rnando "n aalardn ci rta r nta n Fucnt rraba, clici ndo
fueron evilla las rdenes ele Bonifaz tr ce naos abricadas en las marinas <le \ izcaya y Gui pzcoa, con m , varias galera~, y que un cantar del tiempo ns a a:
'De Santander partieron las lango tas bcrm j

Iturriza 2 apunta que de izcaya fueron al sitio d . vi1la


treinta galeras al mando de Juan Iigu z <l IbargU n, y todava reh indican lauros las villas de aJicia, I3ayona, oya,
Corm1a) principalmente Pont edra, fundando la pru ha de
participacin en el pitafio de Pa) o m z harino, aunque
sea discutible se ha} a discutido sta memoria 3.
o ha) contradiccin en los alegatos; ant bi n corroboran lo .-puesto relativamente la organizacin ele armadas
para las empresas militares, en los primeros tiempos, dando
cada 'illa las naos de que dispona. En ocasin en que las
.castellanas haban de presentar batalla las de los moros
andaluces, reforzados con las de la marina bereber natural
.hubo de ser Ja prevencin de juntar las mejores de la costa

Historial de Guip1;coa, p. 471.


Historia de l i1caxa.
3 Por D. . r... z Reoyo. El primer almira 1te de Caslilla. Lu
r

01 1

68.

LA MARINA DE CASTILLA

cantbrica desde Galicia hasta la raya de Aquitania, y que


~e hizo en calidad y nmero bastante para retar los experim entados corsarios berberiscos, acredita el vencimiento en
la boca del Guadalquivir de la escuadra de ms de treinta
buques que llegaban de Tnger en socorro de los de SeYilla,
al mando del almirante hafsida
Abu-Rebia, apresando tres,
chanclo al fondo otras tantas,

quemando una y poniendo en


fuga el resto.
Creado el Cabildo Catedral
de e,illa, puso en el primer
sello la gloriosa nave de Bon.ifaz con una imagen de la \ irgen Iara 1
i las crnicas dejan m de un siglo en claro desde el
itio de Bayona al de evilla sin indicacin de ocurrencias de
mar es en toda probabilidad por la concisin sistemtica su1
Diccnlo Jil Gonzl z D:hila, y Ortiz de Zi a. A.na/e de eii//a. El lti
mo ale 1 s llo d\: unu ..;ritura ori inal e rrc pondicntl! 1 no 12 ) . Gur
da e en el te; oro di! l i.;l' ia una llave de plata con inscrip- io n1.:s hebrea . que
sc 0 n tradicin. fu entre~ada ni anto Rey como !-mholo de 1 r"ndicin de
la ciudad.
ta llave tiene bajo J anillo un dado, y en la cuatro car. s na,c_ y
aleras erculpidas, que el mismo Zi3a rab en su libro orno aqu e copian.

'UNDACIN DE LA

ARl

A OA T

BRIC

ya que restringa la noticia sucesos guerreros d importancia; mas no por el silencio ha de interpretarse qu las na\ s
estuvieran ociosas; el fuero d San Sebastin dado hacia t t o
por el rey Sancho, el Sabio, de avarra, que vi.e ne ser uno
de los cdigos de comercio ms afiejos, da entender cunto
la navegacin haba progresado al estimar consuetudinarias
las relaciones con puertos extranjeros, y el cambio de productos en que, por exportacin, seala principalmente ino ,
lanas y hierros.
El reconocimiento de D. Fernando al bu n servicio de la
marina no se limit la concesin honorfica de seudos d
armas las villas; confirmles los privilegios de D. Ifonso VIII; les eximi del derecho del quinto de mercancas y
pesca; ofreci no embargar sus embarca_ciones, todo ello
aparte de la participacin en los gajes de la ciudad conquistada. Sobre el particular dice el mencionado Ortiz d Zniga 1 :
c:La gente de la mar que vino n la armada christiana pobl el gran Barrio, as llamado en la Parroquia ma) or, y
para la distribucin de su heredamiento tuvo special jurados partidores. randes preeminencias les concedi an
Fernando en los Fueros entre e11as, que en las co a de la
guerra cuando hiciesen hueste en tierra gozasen honra d
caballeros y que tuviesen particular alcalde caballero y d lo
n lo
ms ensalzado, que juzga e sus pleitos y di~ rencia
martimo superior todos, como lo fu en dignidad . Ramn Bonifaz, CU}' ca a fu frontero de la santa iglesia la
entrada de la calle de Placentines hasta la Alcaicera y pertenecan este gremio los galafates y gente de carpintera
de ribera, cuyo capitn era icols de la Torre del Oro, as
llamado por haber sido su primer alcaide.>
Bonifaz recibi Ja investidura de almirante, dignidad creada entonces con setialadas mercedes, tales como la jurisdiccin sobre todos los que embarcaran en armadas de la Co
1

Anales de Sevilla . t.

p. 194.

30

LA MAIUNA DE CASTILLA

rona; cierto derecho sobre las mercancas importadas por


mar; privilegio de primer voto en el concejo ele Sevilla; cargo y direccin del astillero en que haban de construirse naves y galeras por cuenta de la Corona, y asistencia en la
cort<, donde fu muy considerado.
Entre los documentos ms antiguos de la marina inglesa,
alguno que otro atestigua el incremento de Ja nuestra; ejemplo la reclamacin dirigida por el rey Enrique III al mencionado Fernando III de Castilla, en 1234, con motivo de la
aprehensin de un navo de aquel pas, por otro de Cantabria,
en ag-uas de la Corua 1 y la pragmtica circulada en 1 242,
mandando perseguir Jos bajeles cantbricos que provean
de armas y caballos los. ciudadanos de la Rochela, documentos que te tifi~an, no ya slo el crdito y fama con que
Jos castellanos contribuan las expediciones y hechos de
armas de sus reyes, sino tambin que eran solicitados como
auxiliares y tomadas sueldo sus naos y galeras por otros
soberanos. Felipe el Hermoso de Francia hizo tratados, 6
ajustes si mejor se quiere, con las Yillas de Fuenterraba y
de an Sebastin, empleando en su servicio cierto nmero
de navos, que fueron los causantes de las reclamaciones de
Inglaterra, y en el sitio que Ja Rochela esta nacin puso,
prestaron socorro tan eficaz, que el referido Felipe, agradecido, otorg la villa de San Juan de Pasajes una
flor de lis con que aumentar los blasones de su escudo de
armas~.

El beneplcito del rey de Castilla se signific todada con


la concesin de otras libertades y pri\'ilegios, ya para la pesca, como el acordado la villa de Zarauz en 28 de Septiembre y otros anlogos que tengo citados en el estudio part1
Thomas R mer. F.r:dera, ~onve11tio11es liter~'f! et cujuscumque ge.zeris a.eta
publica. Ha tr s ediciont , la tercera Ha~:.-e comiti 17.>9
2. Dice.hit. geog. delas Proshll'ias Vasc:onn-adas, t . 1, p, 331 y t. U, p. 313.
-Capinany, Memorias de la ,\farinay Comercio de Barcelona, t. I parte II,
captulo 10.- ladoz, Dice. geog. Jzist 1 t. 1 ' p . 9' y_ 9.-Ernest van Bruy.,sel, Histoire du Commerre et de la ,_\farine en Belgique.

1-'UNDACl.

Dtil 1,

cu lar d la industria 1 , ya para la nav gacin al . t rior,


dirimiendo cu stiones 6 aboli ndo prcticas p rjudicial , d
que es buen ej mplar el fu ro de Ty de 1250.
t tuy n
ste lo que haba d hac rsc n los ca os de naufr~ i , s millero de disgustos hasta entonces, porque n las ost d
Espaa, lo mismo que en las de toda . ~uropa, por anti ua,
brbara costumbre, eran los efictos arrojados or Ja mar d 1
primero que pona mano en ellos, reserva de la part
que tena d rccho el sefior propi tario d la playa i.
t
Disquisiciones nuticar, t. VI, p. 273.-La pesca de los v,1 conrrados y el
dt' cubrimiento de Terranova.
2
El Dr. E. T. 1lamy hu reunido curio o dnt s J lcgi l. cin obre naufra 'ios en la E<lad Media en el opsculo titulado Un naujra e en r33-z, Brus lles, 1 92, de que tratar adelante.

--

---

AVE Y G LERAS DEL SIGLO XIII


Dd libro d

Cantiaas de 1 .

!fon o

1 ah16,

III

1250-1300

Poblacin de la co ta.-Aprestos navalcs.-Estmulo : lo marinero .-Libertades y c:encioncs.-Comcrcio con f lun<lcs.-lnvasin de


Alianla con lnglatcrra. - H.ivalidnd de lo bayone es y lo
Ereccin de las ataraznnas de c,illa.-Ocupacin <le C:<liz.- Dcrrot en
Algeciras.-Pesar del rey.-La Orden de anta 1 lara de l!. p:ia.- ,alcr
'COO\'C n. .-El nlmiran c.. lacaras.-Victori .1lcam: da do \'CCC . - 1 . ndicin <le T:irifo.-Qued ,1b1crto Ja nn\'cga in 1 leditcrrnco.-Arre lo
con I ngln terra.

\'

~ ~~~

l f e 1tuacon

'
. . . OJ~~o e1 . I <l'10 d,ia cam l)1"6 muc10
e1
1 /!'l~ ~J~ r ino cast llano con la conquista d
villa
__ ~) ~
s "~l.tida d, las d . anl{1car, Rota, baha de
~~ ~----- .
Cad1z Pu rto <l
anta . lana y todo lo rue es
o." 1 '
enfaz de la mar ac en aquella comarca poi Ia-

3~ do con <rente<l

l 1 rorte pr"'cticaen nave acin ms


~ procelo a ) estimulada con las concesiones. Comens ~ zaron desde lue<YO v rs naves cast Ilanas n trfico
de cabotaje; fu ron multiplicndose n trminos el pod r \' ~
rificar correras en Africa de\'ohiendo los dao r cil idos,
contri bu} endo n poco al resultado la poltica d _ . 1~ rnando alindose con el emir de l z contra los
mm nn
s
d i i idos lo moros alcanz 1 almirant
onifaz tra 'ictoria
F.D.

34

LA MARINA DE CASTILLA

naval sobre los ltimos ( 125 1) y se ocup en preparar una


gran expedicin que llevara la guerra al interior de Berbera, pensamiento grandioso abandonado por muerte del rey,
que ocurri el 30 de Mayo de i 2 5 2.
La marina merca11til, la nave o-acin por iniciativa de inter privado, iban cr ci ndo en tanto y continuaron de-arrollndose, porque si no todos los ucesores de D. Fernando
pusieron el mism empe en e. tenderlas, si no lieron al
elemento marinero la imp rtancia que tiene, utilizando en los
casos de 1ruerra ayuda de extranjeros sueldo 6 acudiendo
al concur r rzos de las naves de Cantabria, contentaron
los propietarios con Ja amplitud ele e. e ncion es, con privileio de franquicia de fondeadero , carga, descarg-a y emejante , y aun ofr ciencl
n carta reale con toda formalidad circuladas , di pen arl de asistencia los llamamientos
gen ralc d hu ste; de recibir n ~ualquier caso almirante
c.l n mbramiento real; de atisfac r der chos ni part alcuota por la - pre as que hici ran n la mar n fin, d embarcar
Jos gnero de e.portacin en nave naci nales , con e. clu in
de la e. traa , y st cuando los \'ecinos de la c . ta del
l\Iediterrneo, enclava la entre e tados de moros ~ se oblio-aba
s n ir por mar y sati facer derechos de beneficio por las
embarcaciones, como declaran los fuero- de Cartag-ena, de
I 246, y de
villa de 125 r.
raz de acontecimiento fau to e. traordinarios ofrecieron tambin lo monarcas de Ca tilla una y otra ,ez, con
arranques g nero, os, n embargar navos de particulares en
oca in alb una ofrecimiento que por rareza cumplieron
oblio-ado d la nece idad p rentoria que al mejor propsito
se sobrepone. Con todo, en la pr teccin ao-radecida; en la libertad que e dejaba la iniciativa indhidual se ha de bu car
la clave del asombr crecimiento <lel trfico en lo puertos
del litoral crecimiento ate tiguado por datos ajenos.
Las crnica de Flandes descubren \estigios de las relacione de mareante castellanos con las ciudades de Brujas y

CO

ECUE. CtA

J)

1.A

CO, 'Q ISTA

l.

or<lr ch l s<l la poca de las cruza las l al tin


ularm nt <l spucs de la cada d Constantino la e s e mo <le
que las na\'e <l
antabria fr cu ntaban 1 pu rto d
ra' .. _
lingas 1 , aunque lo viajes al
rt fu s n consid "'ra<l
nt nces, aun por los marin s italianos, .tremad
sfu rz d l
art nutico.
uministran <latos importante las n gocia i n s duan ras cntal lada entre Fland s y \1 mania n r 25 ac r a d
los artculos importados d ~ Espaa, an tan<l e m principal s hi rros vinos y lanas. I 1 r in l avarra iban hilados para sargas, cor<lo an s, badanas, lona para ' la d
navos.
1 de ragn gncr s s m jantcs, e rroz y azafrn.
Castilla grano, cu ros, e ra, hilados, az gu , sebo, vin
comino ans. 1 e ndaluca ac ite, mi 1 y frutas. I
alicia
vino, cueros y lanas. e Mlaga azcar y pasas 2
fr ce tambin luz en "l particular el ord nami nto d
posturas hecho por lfon
n las
rt s de J r z d l 2 68.
eclara 1 documento que Castilla comercial a con }rancia,
Inglat rra ) Flandes, principalm nt p r los pu rt s d
ntand r. Castr urdial
Laredo y. an ic nt d la Barqu ra, consistiendo las importacion s en pa1 s ne rr s y tintos,
s arlata . argas fris s cam Jin s y otros t jicl s d lana }'
seda qu e fabricaban n Iontp Her Ruan,
nt , Bru as,
ant mer ... ) las xp rtaci n ~ n g~n ros y frut ~ lel
reino, estando 'edad sacar ro lata ,. lln, t da sp ci "
de moneda, pan } lerr-umbr s caballo ) mulas vacas, carneros y carnes vivas 6 mu rtas prohibici n s undada n "l
deseo de tener la tierra abast cicla y dispuesta si m r la
guerra contra los moro 3.
En este reinad del d cimo lfonso ensean los suceso
cul era el presti o-io que el nmero la fuerza y la imp rtan-

1
lphon e ;\'autcr , Table chro11ologique des charles et diplme imprims co11cernant l'Histoire de la Bef nique, t. VI. Bruxelles, 1 1.
z \\ arkoeni , Hi toire de la Flandre et des ses institutions civile et politiques jusqu'a /'a11ne 1305, t. 11, p . .)14.
3 \ a e en 1 apndic la Remembranra de las cosas que deben dar peaje.

36

LA MARINA DE CASTILLA

cia de las naos daban la corona de Castilla. Si se atiende


los escritores nacionales, descontentos los gascones de la
dominacin inglesa, pidieron proteccin D. Alfonso para
sacudirla, y el reyseladi liberalmente(1253). Si ms bien
se acoge la opinin de los contrarios, lo que D. Alfonso se
propona era reivindicar sus derechos al ducado de Aquitania,
como dote que los ingleses no haban entregado. Si se prefiere la declaracin de documentos oficiales, no sati ...;facindose el monarca castellano con tan poca cosa, se propona
entrar por Guiena y Gascua, llevando ejrcito auxiliar de
moros, con decisin de someter aquel pas y de pasar de all
las islas britnicas, lo cual no pudiera hacer sin potente
escuadra 1
Como quiera que fuese, Enrique III de Inglaterra solicit
con apresuramiento la paz y amistad de. D. Alfonso, negociando la vez el ca amiento de su hijo primognito Eduardo, heredero del trono, con la infanta Leonor, hermana
del de Castilla, la que se cedera el ducado en disputa.
La alianza qued en principio convenida, en Toledo, el ao
siguiente 2 ; para el casamiento vino Burgos el prncipe
Eduardo, verificndose la ceremonia, as como la de armarle
caballero el rey, el 18 de Octubre en este de 1254, siendo
consecuencia la renuncia de D. Alfonso, por s y por sus
sucesores, los derechos sobre Gascua, declarada en la
carta dotal de la infanta Leonor.
Rymer reprodujo en facsmile el documento 3, por muestra
1 De Alfonso Rege Castellae et .E.xercitu Saracenarum invadendo Aquita11iam, Amgliam et Hiberniam. Rymer, Foedera. etc. t. l.
2 Confoed ratio inter Hcnricum Angliae et Alfonsum Castellae, pro ipsis et
eorum haeredibus, perpetuo duratura contra omnes homines de Mundo, salYa
fidae Ecclesiae romanae. Toleto, k al. Aprilis 1254. Idem, id.
3 Lo copia adems con ttulo, De Alfonso Rege Castellae dimitente Eduardo
primogenito Regs, quidquid juris habuit in Vasconia. Otra copia existe en
Madrid, Academia de la Historia, colee. Salazar, 1, 13, fol. 212, y se halla inserto por distinta procedencia en las Jfemorias histricas del Rey D. Alonso
el Sabio, obra pstuma del marqus de l\1ondj ar. Madrid, 1777, p. 109. Los
captulos XXIV al XXX.I tratan de la guerra con el rey de Inglaterra para recobrar el ducado de Gascua.

CONSECUE.'CI \

DE LAS CO!'iQUISTAS E . EL SUH

37

del hermoso signo rodado que tiene en el centro on 1 s


cuatro cuarteles de castillos y leones, y el sello p n<lient con
el castillo en un lado y el len n el o pu e to. Mat o d 1 ars
consign por cosa notable que este sello era de oro, d media libra de 1 eso 1
Colm el rey de Inglaterra de obsequios la nuera, que
sin artificios se haca duea de las voluntades. allarda spaola, admiracin de las gentes cuando, h rido Eduardo de
flecha envenenada, durante la cruzada en Tierra anta, extrajo con su enamorada boca la ponzofia, pensando sacrificar
la vida la salud de su esposo, como ocurriera (o b. erva el
P. Flrez), no premiar Dios la accin con qu ninguno
muriese 2
Por la renuncia que hizo el rey de Castilla la soberana
de la antigua Aquitania, quedaban geogrfica y polticamente separados en definitiva, por el ro Vidasoa, gentes de
unas mismas aptitudes, ele io-ual ejercicio martim . El inters ahond la profundidad del ro fronterizo en razn que,
desde el momento de tener asegurada la nacionalidad ingl sa los mareantes de Bayo na, Biarritz y puertos c ntiguo ,
quisieron exclusivismo en navegar los vinos de la ribera <lel
Gironda, llamados de Burdeos, con perjuicio de los castellanos, acostumbrados de tiempo inmemorial ser los que surt1an los mercados d Inglaterra, Escocia, Flandes, Holanda
y Alemania.
Precisamente por entonces haban logrado amplificar los
privilegios de que gozaban en el Norte. La condesa Margarita de Flandes libr uno en Junio de I 262, tomando bajo su
Historia Angliae, Parisis, 1644.
Reinas cat6licas, t. I, p. 469. Clark, en su History of England, refiere
as el suceso: 'While in Pale tine, Edward was stabhed with a dager d1pped
in poi on, by an assassin hired by the Infidels; and it s said his Jife was sa\'ed
by his wife, Eleanor, who with imminent hazard, sucked the poi on from the
wound. D. Casimiro de Erro, con ttulo de La hija de un rex Santo, d6 luz
en El Nuevo Independiente de Zamora, de 29 de .... eptiembre de I go, eptome
de la vida de doa Leonor, madre de Juana d Acre, con motiYo del entcnario sexto, pues muri el 24 de Septiembre de _1290.
1

LA MARINA DE CASTILLA

especial proteccin los mercaderes de Cantabria con facultad de asociarse con los del pas y de pedir embargo de
bienes de los deudores. La informacin que la fecha se
hizo en Brujas seala otras muchas exenciones acordadas
los castellanos, confirmadas sucesivamente hasta r 280, en
que Guido, conde de Flandes y marqus de Namur, las extendi al comercio en Ardenburo-. Una carta escrita por la
ciudad de Mnster la de Lubeck en r 28 r manifiesta cun
importantes eran las transacciones de los castellanos, con
expresin de que tenan lonjas ele contratacin en Brujas,
Rochela y otros principales mercados antes de establecerlas
los ngleses, las repblicas anseticas y la de Venecia 1
Mal haban de avenirse por tanto nuestras gentes con las
de Aquitania, convertidas de vecinas en rivales intransigentes. Discutido el punto sin encontrar solucin razonable, fueron de las palabras las obras: habiendo detenido los de
Bayona una embarcacin guipuzcoana, detuvieron los de
Guipzcoa otra bayonesa en prenda, y por tal camino siguieron, las capturas preventivas, las de mano armada, en cadena de represalias, que vena constituir un estado de guerra
entre sbditos de reyes en paz.
Empero no adelantemos los sucesos. D. Alfonso X, uno
de los hombres de ms clara inteligencia y de mayor aficin
al estudio de su tiempo, merecedor, ciertamente, del dictado
de Sabio que se le aplica, una vez asegurada con la ocupacin de la costa la comunicacin de las provincias del orte
y Medioda, se propona, como su padre, llevar al frica las
armas vencedoras; apoderarse del estrecho de Gibraltar, y
cerrarlo los berberes, evitando la corriente humana con
que se reforzaban de continuo los mahometanos de la Pennsula. Al efecto determin la creacin de una marina especial
propia de la corona; de una marina militar de guerra que
sin la dilacin indispensable para reunir bajeles, por convocatoria los puertos, constituyera ncleo permanente dis1

Wauters, obra citada, t. VI.

CONSECUENCIA~

DE LAS CONQUISTA

EN EL SUR

39

puesto y bien armado con que acudir cualquiera v ntualidad y ofender de continuo la morisma, cumpliend al
mismo tiempo las ofertas de no distraer las nav s d Cantabria de su ordinario ejercicio mercantil.
Apreciando la situacin geo o-rfica de Sevilla, erigi all la
atarazana arsenal en el sitio elegido de ant s por Bonifaz,
que llamaban el Arenal, fabricando grandioso edificio de
planta cuadrangular con diez y seis naves de bveda SOl.JOrtadas por gruesas pilastras de ladrillo y dispue tas para construir al mismo tiempo, al abri o-o de la intemperie, otras tantas galeras 6 naos de alto bordo. En los ngulo estaban los
almacenes para jarcias y pertrechos de toda especie, y en la
inmediacin los obradores y habitaciones para el alcaid y
principales empleados. Sobre la puerta de entrada se puso
esta inser pcin que condensaba su pensamiento:
RES

TlBI SIT NOTA, DO.\lUS HAEC ET FABRICA TOTA

QuAM NOS tGNARUS, ~'\.LPHONSUS SANGUJNE CLARUS

REx Hr

PANtARUM FECIT, FUIT 1 TE suoRuM

AcTUS IN AUSTRINAS

VICES SERVARE CARINAS,

RTE MICANS PLENA, FUIT HIC INFORMIS ARE"lA


ERA

\!LLENA' VICENTENA' NONAGENA I.

Acabada la fbrica y nombrado alcaide 2 con jurisdiccin


sobre los montes de la comarca que producan rboles aplicables la construccin naval, sin que pudieran cortarse para
otro objeto, se empez la armada con diez galeras nuevas
regidas por ordenanza, que daba carcter continuo su servicio 3.
1 Ortiz de Ziga tradujo:
Sabe, lector, q e esta casa y toda su fbrica hzo el Sabio y claro en sangr
D. Alfonso: fu este prncipe inducido reservar sus bajeles para 1as conquistas del Austro: informe estuvo la arena aqu donde resplandece poblada con el
arte, en la era 1290.,
2 Fu primer alcaide el caballero Fernn Martnez Baudia, conocido despus por Martnez de la Atarazana.
3 Ortiz de Z iga ha conservado Jos nombres de los cmitres, saber:

LA MARINA DE CASTJLLA

.1

D. Alfonso hizo asiento compromiso, que suscribieron


los elegidos para el mando, de tener, conservar y aun renovar cada siete aos las galeras que resceban del Rey sanas e
guadas de todo, debiendo hallarse prontos para acudir con

ellas adonde se les ordenara 1


Cre el mismo rey otras atarazanas en el Norte? Es de
presumir, aunque no se conoce documento que lo diga, porque al morir el almirante Bonifaz no le nombr sucesor que
tuviera iguales preeminencias y generalidad en el gobierno
de fuerzas de mar: dividi el cargo, creando un almirante
para las aguas de Andaluca, que lo fu Pedro Martnez de
la Fe, y otro para los mares del Oeste, oficio nuevo inaugurado por Rui Lpez ele Mendoza, Ricohome, y de su Consejo, con prevencin ele que el primero tuviera residencia ordinaria en Sevilla, mientras la del otro sera Burgos, como
punto cntrico con relacin la costa de Cantabria, y por
estar su atarazana en Castrourdia!es, segn escriben los que
han tratado de los orgenes de la institucin.
Aos adelante se menciona tambin atarazana real en
Santander, que provea las necesidades del servicio, sm
que los historiadores locales hayan rastreado el origen. En
el terreno de las suposiciones respondera la existencia los
planes de organizacin de D. Alfonso X, en los que, sin
duda, entraba una reserva la escuadra efectiva de Sevilla,
formada con el contingente obligatorio de los puertos, segn
el indicio ofrecido por el Becerro de las behetras de Castz"lla,
con la expresin de que, cada una de las villas de la costa, 6
por lo menos las principales, servan al rey en la ;ruerra, con
una o-alera de sesenta remos, armada con sesenta combatie11Guilln, Guilln de Mez, Guilln Muro, Pedro Malgrver, Domingo Juan
Elciego, Juan Ruiz, Juan Romo, Arnald Caorcis Arnald de Lana, Nicoloso
Tazo Per Je Bayona, Bernald Pelegrn, Martn Snchez, Arnald de Nenarnoros, Miguel Cale fa t. Per Arnald y A rnald de Burdel. Cada galera tena dos
cmitres.
1 Copi el asiento Argote de i 1oli:~a; en la Noblera de Andaluca, y lo reprodujo Ortiz de Ziga en los Anales, t. I, ao 1252.

<.;O. 'SEC E

/AS llE l.A

41

los cuales eran libres y quitas las dichas villas que las ali t
ron, si bien el buque ) las armas quedaban por el rey en
Estableci O. Alfonso, adems, la dignidad de adelantado mayor de la mar, acordada D. Juan Garca <le Villamayor, su mayordomo, ratificando en el ttulo los pr l sito. de
la inscripcin de las atarazanas de evilla. Por grand sal er
que avernos (deca) de levar adelant el ~ cho el la cruzada
allende el mar, a servicio de Dios e exaltacion de la Christiandad e pro de Nos e de nuestro seoro, facemos vos
nuestro adelantado mayor 2
Consta en varios otros papeles el noble deseo que muchas circunstancias mbarazaron 3: dos Bre res el 1 papa Inocencio IV lo mencionan y estimulan con la concesin de los
beneficios indulgencias de cruzada en r 254, que ratific
1 Merindat de Castilla vieja. Laredo. Tal vez esta obligacin alude un
antiguo cantar con. ervado en hs ras de Galicia:

lii\a lanrha nova


de
nta r mos:
si ficas embora,
q .1ndo n oa W!ICDlo 1

El Cdice de la Behctr, s, que c. iste en la Biblioteca 1 aciontl con la si natura K, ...9 n opia acada el :i o 13;,2, difcren<..ia el contin"cntc de al runas
villas. Dice: ' antander e del Rey. Cuando el Rey cerca al n Ju ar en la
co. ta Je mar, e pone en la mar, e lo. de los otros lugares, irve con una galera e una nao armada.
,castro de rdiales es del Rey. Cuando el Rey ha guerra con moros 6 tiene
alguna villa cereal.la y est y el Rey por su persona y arma flota su costa en
la marismas de Ca tilla o Galicia, entonces le han de servir los de Ca tro con
una nao y con una galera, del din que se ;-iarten de Castro tre meses, e aca ~
bados lo dicho. tres meses que han servido, que finc:i el cuerpo de la nalera
para el Rey en aquel .1o .. o pa3an fonsadera ni nunca la pauaron, salvo que
ervian con nao o con galera corno dicho es.
2 Ort de Ziga, Anales, t. 1, p. 235 expresa que este privilegio, f chado
el martes 17 de Julio de la era 1298 (ao 126o , se halh en el Informe de los
Sarmientos, del croni ta D. Jos~ Pellicer, sin duda porque lleg vincularse
el Cclr30 en la casa de los condes de Salinas.
3 Entre ellos la correspondencia con el rey de Inglaterra, publicada por
Rymer.
F.D.

LA MARINA DE CASTILLA

Alejandro IV en otro Breve da<lo r 2 de Mayo del ao siguiente. En ellos se alude la armada que se prevena en
las costas de Vizcaya y la reunin de la hueste, mandando predicar la Cruz contra los moros de frica, y poniendo
bajo la proteccin de San Pedro las personas y haciendas de
los que pasasen aquellas partes.
Qued con lo dicho instituda y organizada la primitiva escuadra real, y consigui feliz estreno junta con aquellas naos
preparadas en Cantabria, inclusa la jurisdiccin de Bayona 1
Teniendo aviso de la confianza y descuido con que vivan los
moros en Cdiz, s apoder de la plaza por sorpresa en la
amanecida del r 4 de Septiembre de r 262, y seguidamente de
toda la isla, haciendo buena presa de moneda , mercancas y
caut vo , como apeadero que era de corsarios, desde el que
molestaban la ecindad, osando llegar vista de Sevilla.
Dirigieron la empresa el almirante Pedro Martnez de la Fe
y el adelantado de la mar Juan Garca de Villamayor, inaugurando sus oficios 2
Alguna dificultad ofreci los comienzos de la escuadra
real la escasez de mareantes con que esquifarla: hubo de
echarse mano de la tripulacin de las naos de Cantabria,
surtas de momento en el ro, contando con la aquiescencia
de los armadore y los marineros por el momento, y como
el acto voluntario qui iera erigirse en costumbre forzosa por
los almirantes, mediaron serias reclamaciones 3, en justicia
atendidas. D. Alfonso acudi la necesidad, ofreciendo be1 Obtuvo D. Alfonso autorizacin de u cuado el rey de Inglaterra para
construir en las ostas de Bayona naves y galeras hllanse los documentos en
la colel;cin de Rymer: vanst: en el Apndice los nmero 3 y+
2 El marqus de Mondjar enmienda el error de la Crnica de D. Alfonso,
que pone la sorpresa el a10 1269, y agrega que se abandon la plaza despus
de saquearla. t:n lo que no acierta es en so tener que el almirante entonces i;ra
Rui Lpez de Mendoza, ignorando exisan dos, uno del Ocano y otro del
Mediterrneo. D. Adolfo de Castro. Historia de Cdir y su provincia: Cdiz
1858, anota la fecha verdadera: T 1 le ..::e;~i~more cie 1262, da en que se celeb<Ciua la Exaltacin de la Cruz.
3 . . . alas, Mari'na espaola de la Edad Media, t. I, p. 137.

CONSECUE'{CIA<; DF: LA.S CONQrJTSTA'\ EN EL SUR

43

neficios la gente de mar que poblara en la costa, y trayendo por primitivos vecinos de Cdiz trescientos naturales de Laredo, Santander, San Vicente de la Barquera y
Castrourdiales, los ciento hijosdalgo; los dems gente llana 1
A los obstculos responda por entonces el xito dando
buen nimo para allanarlos. Hallndose el rey en Sevilla
en I 263, envi su flota sobre Cartagena con Rui Lpez de
Mendoza, mientras por tierra i~a Gil Garca de Azagra
castigar la rebelda de los moros (sometidos desde el reinado
anterior) , y apretaron la ciudad en trminos que hubo de
darse partido. Levantronse entonces dos castillos: uno en
la cima; otro en la playa, que aseguraron tan excelente
puerto.
Don Alfonso consolid entonces, por los mismos procedimientos que en Cdiz, la poblacin cristiana en Rota y Sanlcar, que abandonaron los sarracenos sin resistencia, y fund
el puerto de Santa Mara, lugar de su predileccin. As hubiera continuado la serie de operaciones de la flota! Por desgracia las pospuso la ilusin de la corona imperial ofrecida
por los electores. Tras ella emprendi viaje que iba dejar
en orfandad Castilla, y por mayor mal envi por delante
Gnova naos, gente, armas y vituallas 2
Vindole entretenido, pas el Estrecho Abu Yuc;uf con
crecido ejrcito de alrabes, y pase como seor la Andaluca. El infante D. Fernando acudi la frontera, donde
le lleg la muerte, y su hermano D. Pedro Algeciras,
mientras toda priesa iban sobre la plaza navegando las
naos que pudo re~nir el almirante, que no eran pocas:
80 de vela, 24 galeras, sin las galeotas, leos y navos pequeos.
C1stro, Historia de Cdi; y su provincia.
Tristn Calco, citado en las Memorias del marqus de Mondjar, dice:
ccCompareci el socorro pedido Espaa, y llegaron muy oportunamente al
puerto de GnoYa trescientos caballos y novecientos infantes conducidos en
naves ... y la gente de Espaa, pasando el P, se acuartel el in\"ierno en
Pava. Ao r274.
1

44

LA MARINA DE CASTIT LA

Luego que ocup el ejrcito la campaa 1 , cercaron la villa, fortificando sus alojamientos, y como tomara la accin de
improviso los moros, sin poder recibir socorro exterior por
el bloqueo de la flota, se vieron faltos de vveres, en ahogo,
mas no tardaron en experimentar lo los de la mar, por no acudirles tampoco con paga ni refresco.
Pra en la Academia de la Historia una crnica manuscrita en el siglo xv (al parecer), que refiere lo que ocurri por
consecuencia, como sigue 2 :
El infante D. Sancho tom los dineros pre enidos por el
rey con destino al cerco y dispuso de ellos. Los de la flota,
que estaban en la guarda todo el invierno y el verano en completo abandono, sin vestidos, sin raciones, sin pan, adolecieron de grave enfermedad, que debi de ser escorbuto, por los
sntomas que explica. Levantando chozas en la playa y en
Isla Verde, se pusieron en cura, abandonando las embarcaciones. No quera creerlo Abu Yuc;uf, aunque desde Algeciras
se lo avisaban pidindole socorro, temeroso del gran nmero
de nave componentes de la armada cristiana, siendo pocas
las que l tena en Tnger. Discurri la estratagema de una
embajada al infante D. Pedro, ofreciendo 200.000 doblas si
alzaba el sitio, porque no se dij era que en sus manos se perda la plaza confiada por el rey de Granada; en la inteligencia de q ie, una vez cubierto el crdito, y devuelta su
dueo, l ayudara de buen arado al rey de Castilla ocuparla. La embajada tena en realidad por objeto entretener
los caudillos con la afluente palabrera de los arabes, mientras los arraeces que disfrazados de marineros iban en la
galera del mensaje, practicaban su satisfaccin el reconocimiento. Informado Abu Yuyuf de la realidad, despach en el
acto r 4 galeras reforzadas, suficientes para deshacer aquella
armada ficticia en que no haba hombre que se tu iera en pie.
1 En i271 segn la crnica en 127 por las Memorias del marqus de Mondjar; en 1279 por manuscrito de la Acad. de la Hist. Est. 22, gr. 3. nm. 62.
2 Est. 23, gr. 1.U, A. nm. 10.

CO!'\SECUE'\'CIA S DE Y.A S

CO~Q t" ISTA S

EL SUR

45

Destas r 4 galeas las cuatro dellas fueron a las o-aleas


que estaban cerca de la isla, y las otras diez vinieron a la
mayor parte, e tan poca era la gente, que home dellas no
se cat por defender nin pudieron ningunas de aquellas galeas donde estaban trabadas con las ancoras, e los moros
quemaronlas todas e mataron los que estaban en ellas, e
aun se falla mas en escripto, que los caballeros moros dicindieron a tierra e mataron muchos de los que yacian dolientes.
La gente de las naos, no pudiendo resistir, al ver la suerte de las galeras, anegaron sus buques, huyendo hacia el
Real; solamente tres pudieron dar la vela: la del almirante
Pedro Martnez de Fe, la de Gonzalo Morante y la de Guilln
de Savanaque, porque tenan reunidos los hombres sanos;
pero atacados por los vencedores con todas sus galeras, hubieran sucumbido al desembocar el Estrecho si el rey A bu Yuc;uf, que las estaba viendo, no comunicara orden de darles
tregua y enviarle los capitanes. Fondearon para ello en Tnger, bajando tierra el almirante Martnez de FtZ con los
otros dos; durante la ausencia se levant viento fuerte, con
el que tuvieron que largar anclas las naves, corriendo hasta
Cartagena; molestado por ello Abu Yuc;uf, sin mirar al salvoconducto que espontneamente haba firmado, les tuvo dos
aos en cautiverio.
Ensea el suceso lo que la sagacidad puede alcanzar en la
guerra si la prevencin y la vigilancia no la contrarrestan.
La plaza de Algeciras se salv, estando al extremo de la resistencia; el ejrcito cristiano tuvo que alejarse abandonando
ingenios, mquinas, tiendas, almacenes y toda especie de
impedimenta.
Hacen responsable de tan vergonzosa derrota sesudos
escritores, ms que los caudillos de mar, privados de recursos, la mala ndole y voluntad del infante D. Sancho,
que distrajo los fondos destinados la vitualla, puesto ya~en
el resbaladero de la ambicin rebelde con que revolvi el

LA MARlt'A DE CASTILLA

reino, amarg~ndo la vida de su padre y seor. Cuentan que


el desdichado rey poeta escribi:
Yo sal de mi tierra-para Dios ser\'1r,
e perd cuanto aYia-desde enero fasta abril,
e todo el reino de Castilla-fasta GuadalquiYir .

... ...

Non me desampare Dios-cuando por mi enbiare.


Ya yo o otras Yeces-dc otro rey contar,
que con desamparo se ovo-de meter en alta mar,
a morir en hs ondas-o en las aYenturas buscar;
A polonio fue aqueste-e yo far otro tal.

E el rey D. Alfonso (prosigue el cronista), diciendo esto e


otras cosas muchas, embi la su corona al rey Abeyzl{a_f de
allen la mar, qu le pr stase sobre ella algo. E el rey Abeyu9af cuando vi la corona del re), doliose del, . e prestole
60.000 dobla
de oro. E de mientras envi la su corona
allen la mar, mand facer en evilla una <rafea toda ne <r1"'a
en que se fu es a perder a la ora quel lleg-ase el
er de la
corona)) 1
Acreditaranse ms las aficiones de D. Alfonso el Sabio
la marina si apareciera documento con que comprobar la
expresa creacin de la orden militar de Santa Mara de Espaa para estimular el espritu de su.s vasallos premiando los
/echos de mar. Autores marinos de re ponsabilidad lo afirman 2 , mientras que otros reservan la opinin por falta de
justificantes 3. Lo cierto es que D. Alfonso aliger mucho el
serYicio de las naves cantbricas con la oro-anizacin militar
de la e cuadra de galeras, as como que concedi privilegios
los mareantes y franquicia lo mercaderes confirm es-

'

1 Crnica de Gonzalo de la Finojo a. Colee. de docum. ined. p.::.ra la Historia de Esp., t. CYI, p. 24. Confirman la frase Barrant s ~laldonado en las Ilustraciones de la Casa de 1Yiebla, ~, el marqrn~s de Mondjar en las Jlem;;rias
repetidamente citadas.
2 D. l\lartn Fcrnndcz NaYarrete, Pr6lo30 la Colecc. de lfiajes y descubrimientos.
3 D. J. de alas, .'1arina espaola de la Edad ~Media, t. I p. 524, nota 21.

CONSECl ENCIAS DE, LAS Co, Q !STA

.,

EN l<;L SUR

47

pecialmente exenciones los armadores de las Asturias y favoreci las villas de Pasajes, Zarauz y Guetaria.
Sigui por esta senda poltica D. Sancho IV, el Bravo,
desde el momento en que se vi seguro en el solio; no solamente confirm los privilegios de San Fernando; expidilos nuevos, permitiendo cortes de madera en los montes de
realengo para construccin de naves; prometi de nuevo no
embargarlas en ningn caso; estimul las obras en la atarazana de Sevilla; atrajo hacia Andaluca marineros cntabros; en fin, mostrndose en el trono prudente, previsor y
acomodaticio en tanto grado como revoltoso iracundo fu
al sonsacarlo, sin perder las condiciones ele habilidad y entereza, negoci en Gnova contrato de gal.eras, trayendo su
servicio doce bien armadas, pagando razn de 600 doblas
al mes por cada una i~dependientemente de las raciones, y
otras 600 doblas por gobernarlas Micer Benito Zacaras,
capitn de mucho crdito , adquirido en el vencimiento de la
marina de Pisa.
Juntas con las genovesas las galeras construdas y reformadas en Sevilla, ms las naos de contigente del Norte,
compuso fuerza de ms de cien velas, influyente en el nimo
de Abu Ym,:uf para inclinarse la paz; pero convino ms
D. Sancho ajustarla con el rey de Granada y utiJizar aquella
flota contra el africano, apoderado del Estrecho.
Zacaras, elegido por cabeza, consigui all una de las
victorias navales ms sonadas ( r 284), por ser de los ms
sangrientos el combate entre tantos bajeles. Confiaron los
moros en su esfuerzo, pensando habrselas con otra escuadra
como la que haban desbaratado en Algeciras con muchas
menos galeras suyas; guardaban los castellanos la ira de
aquella derrota, y en su favor tenan la serenidad, la experiencia~ la t.i:t!sa de le:; geiioveses. El a.liira~te esper la
acometida furiosa de los africanos, que los desparram,
manteniendo la unin de sus naves en grandes grupos, con
los que pudo caro-ar con ventaja, utilizar el choque y dividir

LA MAIU . ' ,\

'-

..... .

DE C ASTI

LA

. ms y ms al enemigo. Cuando generaliz el abordaje, la


superioridad numrica de los moros quedaba anulada por su
situacin dispersa, y aunque desde la costa con disparo de
.flechas y venablos ayudara multitud de berberes, en favor
de las que se aproximaban all, trece galeras mahometanas
fueron rendidas, algunas ms destrozadas, aumentando el
trofeo de los castellanos considerable nmero de caut\ os,
tendales ricos, banderas, armas, vestidos y vitualla.
Resultado inmediato del triunfo fu la liberacin de Jerez,
<ue Abu Yu~uf tena cercado; la larga, la herida que infera la soberbia del marroqu le incit al desquite, poniendo
en actividad sus astilleros y aprestando otra armada; mas
no dorma entretanto D. Sancho: tambin en evilla haca
fabricar galeras y en Vizcaya y Galicia disponer naos gruesas, secundando sus planes Benito Zacaras con acertada direccin, iiwestido con fa dignidad de almirante de Castilla en
premio de la jornada del Estrecho.
Pasaron, no obstante, ocho aos sin que por una otra
parte se acometiera empresa de importancia, gastado el tiempo en recelosa observacin y compulsa de las respectivas
fuerzas. Zacaras tom por ltimo la ofensiva embocando las
arruas de Gibraltar y dando caza la g-uarda avanzada enemiga, que se repleg- hacia Tnger. De este puerto salieron
en buen orden hasta veintisiete galeras de Abu Yuc;uf con
decisin desde luego conocida: al choque, ms igual, mejor
preparado esta vez por los moros, sigui terrible abordaje y
pelea de brazo brazo con igual bravura; acab, sin embargo,
como el anterior, abatida la insignia del emir huyendo los
sarracenos, que por i o-ualdad tambin perdieron otras trece
galeras rendidas con nmero proporcional de cautivos, llevados Sevilla en triunfo ( I 292 ).
Con estos sucesos prsperos, quebrantada la fuerza naval
de los moros, se anim D. Sancho poner sitio Tarifa,
pidiendo al rey de Aragn au .. ilio de once ~o-aleras, que le
envi con el almirante Berenguer de Montoliu. Juntarnse

CONSECUENCIAS DE LAS CONQUISTAS EN EL SUR

49

con las de Zacaras y con las naos de Cantabria, apretando


la plaza hasta rendirla ( 129 3), que fu gran paso adelante
en la consolidacin de Ca. tilla. El emir de Marruecos 1 intent por lo mi mo recobrar su fortaleza 1 afio siguiente,
pero la encontr bien defendida en tierra por Guzmn, llamado por ello et Bzuzo, y amparada en el puerto por galeras que
gobernaban Juan Mathe y Fernando Prez Maimn. Aquella
llave del Estrecho permaneci en manos cristianas, abri el
Mediterrneo la navegacin de sus barcos y se signific
justamente la satisfaccin del rey los que la deba, pues
con las fechas de los triunfos coinciden las de ciertas cdulas y privilegios de mucha significacin.
En virtud de tratado suscrito en 3 r de Octubre de I 248
por Teobaldo I con el gobierno de la ciudad de Bayona,
renovado y ratificado en 20 de Agosto de 125 3, los naturales del reino de Navarra hacan libremente su comercio por
aquel puerto. D. Sancho expidi en 8 de Diciembre de I 286
real carta concediendo los navarros iguales franquicias en
San Scbastin, plaza comercial de suyo favorecida por el
fuero, que hizo extensivo otras villas de la costa segn
declaran privilegios expedidos en Burgos 3 de Abril y en
Palencia 8 de Diciembre del propio ao r 286, tratando de
las mercancas de exportacin para el Norte.
Con estas pro idencias fueron nuestros puertos los del
reino de avarra, aumentando su trfico mercantil tanto
corno el despecho de los aquitanos. D. Sancho informado de
los desafueros que por esta causa ocurran en la mar, se
entendi con Eduardo I de Inglaterra para el remedio, enviando Londres por emisarios al maestre Juan, juez de su
1 Reinaba desde 1287 Abu Yacub Yuyuf ben Abu Yu~uf Yacub ben Abdelhnc. En las crnicas se ven escritos los nombres de los prncires merinies con
muchns Yariantes y errore: he acudido la benevolencia del Sr. D. Francisco Codera para rectificarlos. Vara la fecha de la ca rtura de la plazd en los
.A 11ales de Batres, manuscrito en la Academia de la Historia, 1...oleccin Velzquez, t. LXI. 1En la Era 1330 (ao 1292) , dice, fu presa Tarifa. Presla el rey
D. Sancho.n

F D.

50

LA MARINA DE CASTILLA

curia, y Gonzalo Martnez, caballero. Los de Bayona nombraron por su parte procuradores ante el mismo rey, su
seor, que en realidad desempeaba papel de rbitro, y con
su aquiescencia y aprobacin acordaron los cuatro comisarios
tregua y concordia entre los hombres de las villas de Castro,
San Emeterio (Santander) y otras del reino de Castilla, de
una parte; el mayor, jurados y comn de la ciudad de Bayona, de la otra, quedando ratificado el instrumento en I 5 de
Julio de I 293 '
La rivalidad no dej de existir latente hecho el arreglo,
dando prueba de lo que los mulos emprendan intentaban,
una carta enviada por Eduardo su lugarteniente en Aquitania, haciendo saber que el conde de Flandes, marqus de
Namur le ro 0 aba, instancia de mercaderes y marineros castellanos, diera stos salvoconducto para ir, volver, permanecer y comerciar en Inglaterra. Estando inclinado conceder lo pedido, quera se noticiara antes los de Bayona
con objeto de conseguirles recproco beneficio 2 , y stos,
preYini ndo la respuesta acordaron como reglas fijas en los
statutos ele la ciudad, la prohibicin absoluta de cargar
mercancas en naos que no fueran de su puerto, la de comerciar con castellanos, y la de fletarles embarcaciones por ningn dinero 3.
1 Treu aarum inter gentes Regis castellae et homines Baione captarum ratificatio, Rymer, t. J, parte III, p. 119. Vase la copia en el Apndice, nm. 5.
2 El documento est datado 17 Fehrero 129~. Ryrner, t. l.
3 Ordenanzl acordada en 13 de Septiembre de 12_ Archives mu11icipales
de Baxo11ne pg. 91 .

IV
APRECIACIONES DE LA MARINA EN EL SIGLO XIJI
Los marineros cntabros en el Mediterrneo.-Lonjas y colegios.-Arte de
nave3ar de Raimundo Lulio.-A rte de construir.-Invencin de la Coca.Comparacin del navo con el caballo.-Leyes de Partida.-Piratera 6 guerra furto.-Diseos de naos .-Banderas.-lmgenes.-Costumbres.

-~

scRrnr el acadmico marino D. F. Javier de

Salas una historia titulada Marina espaola


~
dt1 la Edad Media, pulida obra literaria, por
A 6m" desgracia incompleta, que he citado frecuen'1: temente. El nico tomo publicado r, examina suu
cintamente los hechos de la marina castellana en
perodo de medio siglo (de 1247 1294) , con propsito de
estudiar lo que atae las fuerzas de mar organizadas y
sostenidas por la corona, y las empresas militares que acometieron desde Gue Alfonso X erigi la atarazana de Sevilla y all foment la construccin de galeras creando el apostadero que haba de proveer sus planes de conquista en el
Mediterrneo . De la existencia de elementos navales en las
provincias del arte de Castilla; de la navegacin y comercio que por iniciativa particular hacan, se desentendi el
autor, no acordndoles importancia, aunque tuviera que
consignar que en todas las jornadas belicosas, en los comba1 1adrid, por Fortanet, 1864.

52

LA MARINA DE CASTILLA

tes, en los asedios, en-1;s cruceros de bloqueo historiados,


tomaron parte, si no con la brillantez adjudicada en los resultados al caudillo, que lo era ele ordinario el almirante,
jefe de las galeras, director del elemento genuinamente militar entonces, con utilidad, con indispensable concurso no
bien aprecia<lo, sea por el carcter auxiliar atribudo entonces los bajeles de vela en comparacin con los de motor
manual, sea por el silencio en que la crnicas han dejado
los no .nbres y los hechos de capitanes no atenidos la paga
del rey.
Salas quiso demostrar que nunca ha sido Castilla nacin
martima ni afecta siquiera la mar, y que antes bien, refractaria la olas, si alguna vez por apr miantes circunstancias venca la repulsin, era como la efmera vida que
adquiere un cuerpo enteco y enfermizo momentos despus de
recibir un po<leroso estimulante, para caer luego en el perodo de u mayor postracin.
Trayendo cuento la oca in en que D. Sancho IV contrat Benito Zacaras, escribe: Los principales destinos,
l mejores empleos ) los oficios ms caracterizados que en
tierra y bordo se ejercan, estaban provistos en naturales
oriun lo de aquella repblica. Genoveses eran los maestros
de con truccin, genoveses los fabricantes de ballestas, genoveses los viroteros, genoveses los naocheros, genovesas
algunas de las tripulaciones, todo era genovs, y de Gnova, aunque naturalizado en el reino, era por ltimo el almirante de la armada. ~
En otra obra en que llev hasta la paradoja la idea de la
ndole antimartima de los Re) es y pueblo castellano 1
infludo I or el calor de la polmica, agreg que tm o el
n1lgo motivo para llamar metafricamente zacaras los
que iban en las flotas reales en tiempo de D. Sancho.
El pueblo castellano acababa de asentar en los hogares de
los moro$ arrojados del litoral andaluz, y pocos de los gue1

Historia de la matrcula de mar. Dos ediciones. Madrid, 1865 y

1c70.

APRECIACIONES DE LA MARINA EN EL SIGLO X.111

53

rreros vencedores eran mareantes. Los monarcas procuraron


atraer los de la costa suya sin privarla por completo de tan
til gente; natural era que ele fuera trajeran suplemento aplo
para creacin de lo que no exista. Inglaterra, Escocia,
Francia, Bretaa, sin haber experimentado los trances de
nuestra lucha de reconquista, como en Galicia se hizo al
principio, tenan sueldo almirantes, gaJeras y maestros
constructores de Gnova, porque Gnova sobresala por entonces en el arte de la guera de mar.
Despus de todo, al arsenal y la marina del Estado debera limitarse ahora la observacin, porque fueron doce las
galeras contratadas, y habindose juntado para reir con los
moros en el Estrecho ms de cien naves con minimum <le
veinte mil combatientes, sera hiprbole evidente nombrarlos
zacaras, sin dejar de reconocer el mrito, Ja inteligencia, el
influjo de la direccin del caudillo genovs que principalmente se debi la gloria alcanzada. A la funcin asistieron
muchos navos de Cantabria, y Cantabria no lleg aron por
entonces naocheros ni remolares zacaras con prs tamo del
crdito que hada solicitar el servicio de los naturales por
otras naciones de Europa.
Vistos los captulos antecedentes, puede sentarse como
hecho probado que al acabar el siglo xm sobresalan los cntabros en la naveg acin y comercio con los puertos de Europa al Occidente y Norte sin competencia seria, aun en las islas britnicas, ms que por parte de los de Aquitania, llamados entonces bayoneses. Por este tiempo empezaron salir
del Mediterrneo algunos navos venecianos g enoveses
llegando hasta Flandes 1 , mas la concurrencia tuvo amplia
compensacin en nuevas empresas: desde el momento en que
por la ocupacin de Tarifa aseguraron los castellanos el estrecho de Gibraltar, penetraron los del Cantbrico hasta el
extremo Oriente , estableciendo en Sevilla y Cdiz depsi1 Bel ~rano, Documenti e genealog a de Pessagno, A tti della S ocieta Lig ure
di Storia patria, t . X V, p. 2 50.

54

LA MARINA DE CASTILLA

tos de mercaderas; fundando en estas ciudades colegios


asambleas de hombres buenos que entendieran en negocios
ele cambios y fletamentos; ensanchando el crculo de las operaciones de los vinos y lanas en bruto los paos, cuya industria impulsaron notablemente 1 ; adoptando para mejora
de los buques de las prcticas de su manejo, todo aquello
en que reconocidamente les aventajaran los marineros de
Pisa, Venecia, Catalua y Gnova, amaestrados con el considerable movimiento que originaron los cruzados Tierra
anta y por la emulacin con que todos ellos aspiraban la
supremaca en el mar interior.
Hay en la Crn,ica general de Espaa, relativamente Sevilla, un prrafo indicador del progreso que tuvo el movimiento mercantil, aun con los moros encidos.
Vienen Sevilla navos cada da desde la mar por el ro.
E las galeras e naves apuertan fasta dentro en los muros,
con todas mercancas cuantas son en todas partes del mundo.
e Tnjar, de Ceuta, de Tnez, de Alexandria, de Genua,
de Porto gal, de Ingratierra, de Pisa, de Lombardia, de Borcleos, de Bayona, de Sicilia, de Gascoa, de Aragon, e aun
de Francia venan ende muchas, e de otras muchas partes en
allende mar e de tierra de cristianos.
La gente de mar, por razn del contacto entre s, acoge
pronta y fcilmente cualquiera invencin, cualquier progreso,
as que nunca se han diferenciado mucho los ti pos de embarcaciones empleados por pueblos dh'ersos en la misma poca,
ni las teoras, cuanto menos las reglas prcticas han dejado
de ser comunes los capitanes y pilotos.
Es de presumir que el arte de navegar del portentoso
Raimundo Lulio, primera piedra del edificio cientfico de la
profesin, aunque poco slida, juicio de persona de mucha

1 Por testimonio cita l. l\lichel en su Histoire du Commerce


Bordeaux,
tomo I, p. 2 2 1 acta del Parlamento de 1262 y conminacin del obisp::> al rey
Luis IX por embargo de un navo castellano fondeado en el Sena con esta mercanca. Los paos finos se traan, sin embargo, de fuera.

APRECIAC!ONES DE T.A MARINA EN EL SlGLO Xlll

55

competencia 1 , sera conocido desde el momento en los cen _


tros directivos de la marina cantbrica, lo mismo que los
adelantos ele la cartografa mallorquina italiana y las modificaciones de la aguja nutica, ya salieran de Amalf 6 de
cualquier parte.
En cambio de estos conocimientos mejoras, los vascos
introducan en el Mediterrneo las que por constante ejerc-.
cio y lucha con mares ms peligrosas haban hechq en la arboladura y velamen, facilitando las maniobras, reduciendo los
brazos necesarios para ejecutarlas y alcanzando por la fbrica del casco, estabilidad y firmeza que disminuan los siniestros, antes tan frecuentes.
Por este tiempo, deca el cronista Villani, en I 304, pasaron el Estrecho gentes de Gascua con navos llamados
cocas, y entraron en corso para nuestros mares haciendo no
poco dao. Desde entonces los genoveses, venecianos y catalanes empezaron emplear las cocas por embarcaciones
ms seguras y de menos costo, relegando las naos gruesas,
que fu en nuestra marina gran mutacin 2
De las citadas naos gruesas capaces de transportar hasta
cien caballos; de las que embarcaban 500 900 combatientes I .ooo pasajeros, y tenan diverso destino, descritas
ilustradas con documentos y dibujos en el notable trabajo
del Sr. D'Albertis 3, se servan veces los castellanos,
1 ~l. E. Gelcich, director de la escuela imperial naval de Luss:rnpiccolo, Sw
sorprende de que D. Martn Fcrnndez de Navarrete conced iera importancia
esta obra. Examinando algunos de los fragmentos que quedan, opina que el
autor saba de matemticas tanto como un nio, <cSapeva di matematica
quanto un bambino.1 L' lnjan1ia della scienra navtica, Roma, 18:Jo.
2
on sus palabras: In questo medcsimo tempo (130.+i certi di Baione in
Guascogn 1, con loro navi, le qua!e chiamano cocche, passarono per lo stretto
di ibilia e vennero in questo nostro mare corseggiando e feciono d an no assai;
e d' allor.:i innanzi i Gcnovesi e Veneziani e' Catalani usarono di navicare con
le cocchc, e lasciarono il navicare delle grosse navi per piu sicuro navicare, e
che sono di meno spe~a; e questo fu in queste nostre marine gra nde mutazione di navilio. 1 Giovanni Viliani, Crnica, t. VllI, cap. LXXVII.
3 Le costrurioni 11avali e l'arte della navigarione al tempo di Cristojoro Co
lombo, per Enrice Alberto D'Albcrtis, Gt!nova, 1893.

LA MARINA DE CASTILLA

56

dndolo entender las Partidas del rey D. Alfonso el Sabio


con esta claridad 1
Navios para andar sobre mar son de muchas guisas, et
por ende pusieron cada uno de aquellos su nombre segunt
la faycion en que es fecho; ca los mayores que van a viento llmanlos carracas et naos, et destos hi ha de dos mastes
et de uno; et otros menores que son desta manera et dicenles nombres porque sean conoszudos, asi como carracones,
et buzos, et tridas, et cocas, et leos, et haloques et barcas.
l\Ias en Espaa non dicen otros uavios sinon a aquellos
1ue han velas et remos, ca estos son hechos sealadamente
para guerr ar con ellos, et por eso les pusieron velas et
mastes como los otros para facer grant viaje sobre mar, et
r mos, et espadas, et timones para ir cuando les fallesciere
el viento, para salir 6 entrar en los puertos en los rencones de la mar, et para alcanzar a los que se les fuyesen et
para fuir de los que los segundasen; ca bien as como el ave
r:on podrie ir por el aire si non hobiese alas con que volase,
nin cuando descendiese en tierra non se podrie mover si non
hobiese piernas nin pies sobre que se sofriese, otro si, estos
naYios que rnn guerreros non podrien ir sobre mar viento
si non hobie en velas en que lo rescibiesen, et otros remos
que lo ficiesen mover cuando les fallesciese; et por eso es
arande el poder destos navos atales, porque se ayudan del
'iento cuando lo han, de los remos cuando les es menester,
et muchas vegadas de todo. Et a estos llaman galeas grandes, et otras hay menores a que dicen galeotas, et tridas,
et saetias, et zabras, et otros pequeos que son hi que han
estas faciones por sen-icio de los mayores, de que se ayudan
las vegadas los que quieren guerrear furto, porque puedan en ellos ir mas encobiertamente, et moverlos aina de un
logar a otro. Et por ende estos navios quien los quisiere haber para facer con ellos guerra, debe catar tres cosas: la primera que cuando los mandare facer, que sea la madera para
1

Tt. XX.lV, ley Vll, partida

2.

APRECIACLONES DE LA MARINA E:>; EL SIGLO . III

57

ellos cortada en la sazon que debe, et non se dae ana: la


f'~gunda que sean fechos de buena forma, et fuertes et liger0s segunt conviene a lo que han de facer: la tercera que hayan sus aparejos todos, a que llaman sarcia, et son estos,
rboles et antenas, et velas et timones, et espadas et ncoras, et cuerdas de todas maneras; et destas cada una dellas
ha su nombre segunt el servicio que face.
Cabalgaduras son los navios a los que andan sobre mar 1 ,
asi como los caballos los que andan por tierra; ca bien asi
como el caballo que es luengo, et delgado, et bien fecho, es
ligero et mas corredor quel que es grueso et redondo, otro si
el navo que es fecho desta manera es mas corriente que el
otro; et de los remos ficieron semejante las piernas et a los
pies de los caballos, que han de ser luengos et derechos; et
esta es cosa que conviene mucho otros a los remos de los
navi os, ca asi como el caballo non se podrie mover sin ellos,
otrosi el navo non se moverie sin remos cuando el viento
fallesciese; et la siella semejaron el entablamiento do van
sentados los remadores, que non debe ser mas pe ado de la
una parte que de la otra, porque vaya el navio egual; et otro
si posieron la vela por semejanza de las espuelas, ca asi como el caballo mager que haya buenos pies no corre tan bien
como cuando le d n de las espuelas, otro si el navio mager
que haya buenos remos, non puede ir tanto con ellos como
cuando le fiere el viento en la vela et le face ir por fuerza:
et el timon el espadilla ficieron semejante al freno del caballo; porque asi como non se puede enderezar nin revolver
cual parte le quisieren levar; et sin aquesto, las cuerdas
que son para atar el navio, son asi como el cabestro et las
hazquias con que atan el caballo; et sin todo esto, as como
nol pueden facer estar quedo cuando sin las sueltas es, en
esa mesma manera fueron sacadas las ncoras para facer estar quedo el navio. Onde todas estas cosas deben los cabdiellos de los navios tener bien aparejadas en guisa que ten1

Ley VIII.
F D.

58

LA MARINA DE CASTILLA

gan de cada una dellas antes de mas que de menos; ca la


mengua que por esto viniese, en tal logar podrie acaescer
que todo el fecho se podrie perder por ende, porque la culpa et la pena serie dellos segunt el dao que por ello viniese. Otrosi deben tener sus homes bien mandados de guisa
que les den todas estas cosas cuando las hobieren meester;
et si asi non lo ficieren, han de haber pena segunt el dao
que hi viniese por el su desmandamiento.
El Cdigo de las Partidas, de que son estas leyes, suministra amplio conocimiento de la constitucin de la marina en
el siglo XIII en punto al servicio militar, pues que estatuye
los deberes y preeminencias del almirante , del cmitre caudillo de nave, del naucher, equivalente piloto, funcionario
sabidura prctica en los feches de mar y en las recaladas
co3tas y puertos; de los proeres, sobresalientes, ballesteros y hombres de armas; de los vveres, de los pertrechos, y
comprende las disposiciones relativas la navegacin mercantil, tratando de los navos y su precio; de los maestres,
escribanos, marineros y mercaderes; fletes, averas, naufragios y penalidad en sus casos, aplicada por los juzgadores
que son puestos en la ribera del mar para librar llanamente
los pleitos.
Por lo que atae al comercio no aparecen en la legislacin
diferencias considerables con las del libro llamado Consulado
de mar de Barcelona, recopilacin de las costumbres uniformes de los puertos de Levante concordadas con las del Norte. Don Antonio Capmany hall en la biblioteca del Escorial
copia del Roole de Oleron con adiciones y variantes aplicadas los puertos de Inglaterra, Escocia y Flandes, y pie que
la letra deca:
Aqu acaba el fuero de Layron, que fabla sobre las cosas
que son de librar entre los mareantes e las fustas que andan
sobre la mar, con el cual acuerdan todas las leyes que estn
en el ttulo de la quinta Partida. El cual fuero por aquellas
leyes es aprobado, e manda que por l se~n lib.rados todos

APRECIACIONES DE LA MARINA EN EL SIGLO

xm

59

los mareantes, e los juicios que por l se dieren, que valam> 1


No iban por tanto la zaga, tampoco, los castellanos, en
punto al derecho de gentes, habiendo reformado las reglas
que la duquesa Leonor de Guiena orden solamente para las
transacciones de sus puertos en la costa de Burdeos con los
de Normanda. Afirmaron, pues, los principios sanos que haban de acabar poco poco con los desrdenes de la piratera erigida en sistema y profesin en la edad de hierro, como
se ir viendo por los hechos 2 ; sin embargo no escasean los
que dan entender que, al ejercitar los cntabros, el poder
influencia adquiridos en el Ocano, no anduvieron reidos
con la violencia sobre bienes y personas que la dureza de las
costumbres escrupulizaba poco. Raro es, con todo, el caso en
que dejaran de excusarlas por represalias aplicadas la rapacidad de naves de Inglaterra, isla en que la piratera tena, y sigui teniendo por siglos de la poca moderna, asiento y races alimentadas en la estrechura del Canal, con la
codicia de tantas embarcaciones ajenas que iban por all como aves de paso 3.
Nos leg el Rey Sabio con el tesoro de sus libros, dos de
mucha utilidad para las investigaciones nuticas, por las miniaturas del adorno; el cdice de los cantares y loores de
Santa Mara, 6 sea de Las Cantigas, escrito, lo que se cree
en Sevilla, por los aos de 127 5 r 284 y el Libro del Lapidario del Rey, de la misma data, contienen diseos de navos
que hacan viaje Bretaa y Flandes, panzudos, de proa
llena, alta, ferrada; de popa cubierta con coronamiento anguloso; con dos palos y vergas cuadras latinas 4.
Qudanos tambin memoria peregrina del navo que conduCapmany, Apndice las costumbres martimas del Libro del Consulado.
ldem, discurso preliminar.
3 Vide las colecciones diplomticas de Rymer y de Capmany y el estudio
del Dr. Hamy, Les origines de la Cartographie de l Europe septentrionale,
Pars, 1889.
4 D. Javier de Salas public6 un estudio de estas naves en el Museo Espaol
de Antigiledades, t. f, p. 48. .
1

LA MARINA DE CASTILLA

jo Inglaterra la infanta Leonor, hermana de Alfonso, despus del casamiento en Burgos con el prncipe Eduardo, por
haberse grabado en el sello municipal de Lyme Regis 1 puerto
en que se presume desembarcaran. Vense en la embarcacin
todos los distintivos de comisin solemne. La proa ostenta la
escultura de San Jorge, patrn de Inglaterra, en actitud de
abrir por la mar su camino
con la lanza: la popa est coronada por un crucifijo entre
las imgenes de la Virgen
Mara y del evangelista San
Juan; en el centro ondean dos
estandartes de forma rectangular, con ms altura que
ancho; el uno con tres leopardos, armas reales de Inglaterra; el otro con cuatro
cuarteles de castillos y leones, que eran las de Castilla.
Con este monumento se confirma plenamente que las armadas del conquistador de Sevilla, padre de doa Leonor,
lo mismo que las del autor de los Libros del saber de astronoma, definidor en las Partidas de estandartes y banderas,
llevaron durante el siglo xm las armas que han perseverado
hasta nosotros, agregados los blasones de los reinos sucesivamente unidos al ncleo de los de Castilla y de Len 2
Aprndese adems cun de antiguo se hizo ostentacin de
imgenes smbolos religiosos juntamente con los de la nacionalidad.
Respecto las dimensiones de la nave, sera aventurado
el ju.icio que se basara en la figura del sello de Lyme, evidentemente de dibujo convencional hecho sin presencia del
modelo. El vaso es panzudo y de gran anchura con relacin
r Sigillum Comune de Lim.
z Fernndez Duro, Tradiciones infundadas.

APRECIACIONES DE LA MARINA EN E L SIGLO Xlll

la longitud. La arboladura consiste en un solo palo colocado en el centro, y una verga cruzada.
Finalmente, por el cdice de Las
Cantigas, se forma idea de las costumbres, de las preocupaciones, de
las reyertas y de los rezos de los
marineros; de la fre~uencia con que
arrojaban al agua la excesiva carga tomada bordo, y de los efectos de ciertos fenmenos atmosfricos, que crean sobrenaturales,
comprobando la generalidad de los
tipos de naves usadas por otros
pueblos, la comparacin de las dibujadas en l y en el Lzbro del Lapidario (copiadas en lminas adjuntas ) y las que
se ven en obras extranjeras del tiempo.

Esta primera es calcada de una Biblia hebrea existente en


nuestra Biblioteca Nacional 1 en que se presenta figurando la
nave de Jons: mientras que las pertenec~entes la leyenda
1

Signatura Ll, fol. 32G vto.

LA MARINA DE: CASTILLA

de San Braudan y la Ballena, proceden de un cdice


francs T.
Del mismo rey D. Alfonso son las ordenanzas capitulaciones de las primeras galeras construdas en la atarazana
0
de Sevilla, que empezaron regiir en r. de Enero de r 2 9 3.
El cmitre reciba el buque sano e guado de todo, siendo de
cuenta del rey el nmero, manutencin, y armamento de los
tripulantes, pero el receptor haba de costear el alimento de
e/neo homes guarneddos de fierro y tener bordo constantemente cuatro ballestas d.e estribera e cuatro de dos pies e
mil cuadrillos e cincuenta lanzas e diez guardabrazos e diez
escudos e diez capiellos de fierro. Las ganancias de botn
deban compartirse por igual entre la corona y el cmitre,
siendo esta segunda parte divisibl~ con la tripulacin 2
Cerr el siglo con un acontecimiento no considerado hasta ahora: la institucin de hermandad de las villas de la marina de Castilla, de la que surgi un poder independiente en
cierto modo del poder real. El hecho tiene importancia tal,
que merece ser analizado en captulo aparte.
1 Le Bestiaire d'am our de Richard Fournival, manuscrito de la coleccin
Didot. Ha reproducido stas naves en Francia Mr. Paul Gaffarel.
2 Ortiz de Ziga, Anales, t. I, ao 1252

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V
GUERRA DE BRETAA
. 1300-1342

Hostilidades con los bayoneses.-Presas.-Reclarnaciones.-Cornponendas.Ataque infructuoso Algeciras.-Negociaciones de Inglaterra.-Tratado con


Francia.-Empieza la guerra en la mar D. Luis de la Cerda.-Combates.Mencin ambigua de la artillera.-Irresponsabilidad del rey de Castilla.

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~ :~ :l~
~,.__a~~~j~
: I~ '

el siglo x1v, como subsistieran las


causas de rivalidad entre los mareantes
de uno y otro lado del Vidasoa, las pend<oncias y rapifias se repitieron originando
ms reclamaciones, con la particularidad
' de que, por cualquier dao de los de Bayona se
(<'.
haca solidarios los veci!1os castellanos de todas las
villas, calificndoles sin grandes miramientos.
Muchos marineros piratas de las villas de Santo Ander,
Urdealis, Laredo y las otras de vuestro dominio y potestad (escriba Eduardo II Fernando IV en 8 de Enero
de r 309), han apresado en puerto de nuestra jurisdiccin tres
naos de Bayona, y porque Guillermo Arnaldo de Campania
les requiri la devolucin, le insultaron, persiguindole de
modo que duras penas escap vivo de sus manos, y entran-

ICIADO

LA MARINA DE CASTILLA

do en el hospedaje, le robaron por valor de mil libras tornesas 1


A poco se quejaba el mismo rey de que, vindose obligado por el tiempo entrar en Vivero un navo de Bayona que
naveg:iba para Lisboa, gentes de Castro, San Emeterio y
Laredo lo atacaron dentro del puerto, sin que las autoridades hicieran justicia. Contest D. Fernando dolindose de
que el diablo 'i nstigase tanto sus vasallos de Castro, Santo
Emeterio, Laredo y dems lugares, como los de Bayona,
no vivir en paz y armona, parecindole necesario intervenir, con examen de las cuestiones pendientes, cuyo fin, por
su parte nombraba Juan Daz de .Guadalfajara y Fernndez de Fras, personas discretas. Aceptada la propuesta, los
procuradores de Castilla, juntos con fos de Bayona en la ciudad de este nombre, firmaron nuevo tratado en 16 de Julio
de I 309 , con ms clusulas y formalidades que el ante
2
nor
..
Hacia estos tiempos haba salido de minora :D. F ernando IV, pensando con el entusiasmo de la juventud que era
ll egada la ocasin de hacerse grato sirviendo Dios en la
guerra con los moros. Trat el negocio con el rey de Aragn llegando concertar el plan de una accin comn por la
cual pondra D. Fernando cerco Algeciras y D. Jaime
Almera, con objeto de it cortando los lazos de comunicacin de los reyes de Granada con los de Marruecos 3. A la
empresa concurri la marina cantbrica, encargada de proveer la manutencin de los sitiadores, y una escuadra de
seis galeras de Aragn mandadas por Eimerich de Bellochi,
que operaba de acuerdo con armada mayor empleada en el
ataque de Ceuta por cuenta y en favor del emir de MarrueAd Reg em Castel/ae, de Justicia habenda. Ryrner, t. 1, P. IV, pg. 134.
Ratificado por ambos reyes se canje en el puente de F uenterraba (Pontis Fontis Rapidi super filum aquae). Rymt r, t. I, P. IV, pg. 153.
3 Se firm el Convenio en 19 de Diciembre de 1308. El rey de Aragn haba de tener en el Estrecho diez galeras y cinco leos. No se ajustaran paces
ni treguas con el moro sin mutuo consentimiento.
1

CUERRA DE BRETAA

cos I , bajo la direccin del almirante vizconde de Castelnou.


Por esta combinacin estaba el Estrecho mandado por cristianos, que podan apretar sin obstculo exterior el cerco de las
plazas, y extendindolo los castellanos la de Gibraltar, por
circunstancias favorables la ganaron 2 con menos costo del que
se presuma ( 1309). Alcanzaron todava las escuadras aliadas triunfo sobre la del rey de Tremecn, desbaratndola ( 13 15), pero las huestes tuvieron que levantar el campo.
Algeciras, lo mismo que Almera, continuaron por entonces
en poder de los mus Emes.
Mientras tanto seguan por el Canal de la Mancha las disidencias y cuestiones entre los navegantes castellanos y los
bayoneses. Subsistiendo las causas, lo raro hubiera sido que
con las firmas puestas en un pergamino se anularan los efectos. Tenan que repetirse los choques, y se repitieron, tocando esta vez al rey D. Fernando la primera queja.
Entabladas, como otras veces, negociaciones para satisfaccin y reparo de los perjudicados, se reunieron en la ig lesia de Santa Mara de Fue nterraba comisarios con plenos
poderes de ambas partes, llevndolos por las villas de Castrourdiales, Santander y Laredo, D. Ordoo Prez, Arcediano de Valenzuela, y D. Rodrigo Ibez de Vitoria,
alcalde del rey, y por parte de la ciudad de Bayona y
lugar de Biarritz, Gallart de Saint Pol, seor de Saros,
y Per Arnaldo de Vic, cannigo de Bayona. Acordaron
ante todo indemnizaciones equitativas; convinieron despus
Abu Arreba <;:uleiman ben Abu Amir Abdal ben Abu Yacub Yu~uf.
Memoria del suceso queda en San Isidoro del Campo de Sevilla, fundacin
de Iris Guzmanes, por inscripcin sepulcral que reza:
AQur YACE DON ALONSO P&REZ DE GuzMAN EL BuENO Q UE D10s PERD ONE, QUE
FUE BIENAVENTURADO E QUE PUNI SIEMf>RE EN SERVIR A D10s E A LOS REYES, E
I

FUE CON EL MUY NOBLE REY DO~ FERRANDO A LA CERCA DI!: ALGECIRA E ESTANDO EL REY EN ESTA CERCA FUE EN GANAR A G1BRAL TAR, E D ESPUES QUE LO tlAN
ENTR EN CABALGADA EN LA SIERRA DE GAUSlN E OVO HI FACl ENDA CON LOS MOROS E MATARONLO EN ELLA VIERNES DIEZ Y NUEVE DE SEPTIEMBRE, E~A DE MIL
E TRESCIENTOS Y CUARENTA Y SlETE, QtJ E FUE AO DEL SEOR DE MIL Y TRESCIENTOS y NUEVE.
OBITUS.

H.

s.

E. 19

S.&I'TEMBRIS ANNO DOMIN[


)

F .D.

'

1609-300

.
Q

A DlE SU I

LA MARINA DF. CASTJLtA

en firmar documento firme de paz y concordia perpetua,


y aleccionados por la experiencia, con posterioridad al tratado, que se firm el r 9 de Julio de r 3 r r, el Concejo y
jurados de Castrourdiales propusieron sealamiento de penas
g raves, inclusa la de muerte, los malhechores y corsarios
sin mandamiento de su seor, propuesta formulada en 2 8 del
mismo mes, aceptada seguidamente por los de Bayona, y
publicada con sancin de ley en la costa 1
Como no rezara con los guipuzcoanos, el rey de Inglaterra
se excedi ordenando contra ellos el secuestro de cuantos
navos llegaran las Islas Britnicas, hasta cu brfr el importe
de las presas que tenan hechas los de Bayona 2 , mas defiri la razn, odas. las reclamaciones, dndola los mercaderes en pagmtica publicada el 5 de Enero de r 3 2 5, con
autorizacin los sbditos del rey de Castilla y de Len para
ir con sus navos los puertos del ducado de Aquitania y comerciar en ellos con las facilidades que se acuerdan naciones amigas.
Con esta disposicin quedaban satisfechas las aspiraciones
de la marina cantbrica, pudiendo transportar como de antes
los vinos de Burdeos, lo mismo que los nacionales, los
mercados del Norte. En cambio los bayoneses, causa de todas las cuestiones ng licas, se consideraron agraviados, y
solicitaron la revocacin de una medida que empeoraba las
condiciones de inferioridad de sus recursos de comercio.
Los reyes de Inglaterra lo haban protegido privilegiadamente hasta entonces por lo que les importaba tener disposicin las naves bayonesas, nicas de que se podan servir
en casos apurados, en unin de las que tomaban sueldo de
Gnova Venecia. En las Islas Britnicas no exista por entonces ms que alguna que otra, fuera de las de pesca 6 caVt!a nse en el Ap ndice los documentos h meros 9 y 10.
La villa de San 'e bastin firm con la ciudad de Bayona y lugar de Biarritz en 2 de Julio de I 3'28, un tratado idntico al de Cas trourdiales. Vase en
el Apndice el documento nm. q..
1

/
/

GUERRA DE BRETANA

botaje: si dichos reyes las necesitaban de mediano . porte,


en Bayona se las construan se las fletaban ; si ellos mismos sus familias embarcaban, en navos de Bayona haban
de hacerlo; de modo que el amparo de aquella marina contra
la supremaca de la de Castilla obedeca innegable razn
poltica.
Eduardo II aparent olvidarla de momento al expedir el
privilegio mencionado, porque otras razones de ms peso se
lo aconsejaban: vease en guerra con Francia y con Escocia:
la tena intestina; y no bastndole las fuerzas navales que era
capaz de proveer el ducado de Aquitania, pensaba valerse
de las de Castilla, hacindose agradable al rey y sus vasallos cntabros con aquella concesin, tras de la cual se
prometa atraerlos una alianza defensiva y ofensiva. Las
negociaciones que in!11ediatamente plante se encaminaban,
adems, obtener un auxilio de mil hombres de armas
y diez mil peones, que haban de entrar por la raya de Francia, sirviendo de sello al tratado el casamiento del rey Alfonso XI con su hija Leonor. Impensadamente acab el reinado sin dar cima al plan ~ que hubo de variar su sucesor
Eduardo III.
ste present en seguida, y una tras otra, graves reclamaciones por ~ostilidades de navos castellanos, cometidas,
no ya slo contra los de Bayona, sino en las costas y puertos de Inglaterra, singularmente en la isla de Wight y en
Southampton. Doquiera causaban dao en bienes y personas, segn sus despachos, <.< mal!techores y piratas de Fuenterraba, San Sebastin, Guetaria, Motrico, Lequeitio, Bermeo, Portugalete, Castrourdiales, Laredo, Santander, San
Vicente de la Barquera, Avils, Ribadeo, Vivero, Corua,
Noya, Pontevedra y Bayona del Mio 1
1 En el despacho original estn escritos los nombres de este modo: Fonte
Arabie, Sant Sebastin, Gatary, Mortico, Lagety, Vermeye, Gornis, P ortegalac, Villenan, Castro Urdealis, Laredo, Saint Ander, Saint Vicens de la
l.:Varkeyere, Abilhes, Arribedeu, Viuerro, la Croinhe, Noie, Pount Debedre y
Bayeu de Myor.

68
................

~.

.....

LA MARINA DE CASTILLA

Lo particular del caso es que refirindose cada reclamacin un solo navo apresado 6 atropellado por otro castellano, siempre se repite que sus tri pulan tes, piratas y perturbadores de la paz, eran de los pueblos que quedan escritos, cuyos nombres, como de frmula, se transcriban en los
despachos, sin reparar en que, comprendiendo la lista casi
todos los puertos grandes y pequeos que hay desde el Vidasoa al Mio, ofreca asidero la negacin de veracidad de
los atentados que se denunciaban. La lista nos sirve ahora
para conocer cuntas eran las naves, pues que de los senos
del golfo, aun de los insignificantes, salan aparejadas, comprobando su importancia numrica y el general beneficio que
reportaban , la peticin del cuaderno de Cortes de Madrid
de I 3 2 9, en que suplicaron los procuradores fuese guardac;lo las villas y lugares de los puertos de mar el privilegio
de no dar galeras ni naves, ni maraveds por ellas 1 Ahora, que en todas esas villas y puertos se abrigara la antipata y mala voluntad contra Bayona, no es dudoso; un mismo
inters las alimentaba.
Eduardo III buscaba la alianza de Castilla, slo que le pareca la senda de las asperezas ms directa que la de las
concesiones seguida por su antecesor. Por aqulla lisonjeaba
los mercaderes de Aquitania, que en ocasiones llegaron
poner sus rdenes veinte naos y diez galeras para la guerra
de Escocia 2 , sin contar las que construyeron por su cuenta,
pues siendo este Eduardo el primero de los reyes de Inglaterra que pens en tener marina militar, como los de Castilla, di gran impulso las industrias que la forman, instituyendo como ejemplar una escuadrilla de propiedad de la
Corona, organizada por la pauta de las de Gnova, que pagaba 3.
1

Cortes de los antiguos reinos de Len y Castilla, publicadas por la Real

Academia de la Historia.

Archives municipales de Bayonne, pg. 48....


3 Regan stas los almirantes Nicols y Osberto Ususmar, Uso di rnare.

GUERRA DE BRETAA

A su tiempo reanud las gestiones de confederacin con


Alfonso XI envindole embajadores (en r 333) pretexto de
reclamar la observancia de la Concordia de Bayona; en realidad granjear voluntades de grandes seores, prelados y
ministros en favor del matrimpnio del infante heredero de
Castilla con su hija Juana. Al comps de la:s objeciones con
que tropezaba, por la poca edad de D. Pedro, de los obstculos que levantaban los emisarios de Franda, suavizaba
los suyos de atrs, satisfaciendo los propietarios de efectos
secuestrados; dictando declaraciones pblicas de no haber
sido nunca su intencin molestar las naos que hacan la
navegacin de Flandes; c:omunicando al rey de Castilla y
las ciudades mercantiles que estaba re.5 uelto reparar en
justicia cualquier dao hecho por sus sbditos, si entre ellos
se contaba alguno de los malhechores que aprovechan las
ocasiones de los tiempos revueltos, y prestar en las aguas
de jurisdiccin inglesa el amparo y proteccin que hubieran
menester los mareantes 1
Felipe de Valois solicitaba la sazn con no menor empeo la amistad de D. Alfonso, seguro de que su peso haba de inclinar la balanza hacia el lado que se arrimara, en
la discordia de Francia Inglaterra, recrudecida al ocurrir la
muerte de Felipe el Grande. Si oviese amistat con el rey
de Castiella (dice la Crnica) , r escibira del muy grand ayuda por la mar, que sera en grand dao del rey de Inglaterra 2 Verdad, porque sien.do independiente el ducado de
Bretafia y no poseyendo la corona de Francia ms que la
costa de Normanda, y no completa, sus recursos martimos
no eran superiores los de Inglaterra, con ser tan exiguos
stos.
En la negociacin se llev Felipe la palma, firmando el
tratado de alianza con clusula expresiva de que si el rey
1 Cdula ex.pedida 8 de Enero de 1338. Rymer, T. II, Pte.
Parte IV, pg. 72.
2 Crnica de Alfonso XI, cap. CLXXVII .

m,

pg.

200

70

LA MARINA DE CASTILLA

de Castiella oviese menester del rey de Francia, al contrario, que le enviase por mar veinte galeas et por tierra tres
n:il caballeros; et estas ayudas que fuesen costa del que lo
oviese menester 1
La guerra no depnda de .otra cosa; estall en seguida, y
por la leccin <le la Crnica, el ao siguiente al del tratado,
sea el de I 3 3 7, vinieron cuarenta galeras de Gnova
sueldo de Francia; en el de 1338, los de las marismas del
rey de Castilla, acudieron con sus naves al llamamiento, et
con esto las gentes et los navios del rey de Inglaterra non
osaban navegar por la mar; et el rey de Francia envi sus
gentes la Gascuea, a la tierra del ducado de Guiana 2
Los documentos de la coleccin de Rymer, que tanto nos
sirven, no conforman con las fechas. Eduardo empez titularse rey de Francia de Inglaterra, seor de Irlanda y duque
de Aquitania, en 1340, y rompi las hostilidades el da ele San
Juan, ganando la victoria naval de la Esclusa, en Flandes,
contra franceses, tras la cual, 26 de Julio del primer ao de
sit re1:nado en Francz'a, envi la declaracin de guerra 3.
La de sucesin del ducado de 5retaa, que enredaba las
cuestiones anteriores, por disputarlo el conde Carlos de
Blois, sobrino del rey de Francia, y el conde Juan de Montfort, protegido del de Inglaterra, es la que, segn las historias de esta nacin, llev las naves castellanas las primeras armas con las suyas.
Don Luis de la Cerda, bisnieto del rey Alfonso el Sabz'o,
quien denominaron tambin O. Luis de Espaa infante
Fortuna, acaso por la poca que tuvo mejor que por la investidura nominal de las islas Afortunadas Canarias, amigo y
deudo de Carlos por su madre, condesa de Clermont 4, abraCrnica de Alfonso XI. Pnelo eh el ao 13 36.
I<lem, id.
3 Provocatio ad Pugnam jacta Philippo de Valesio. Ryrner, T. II, Pte. IV,
pgina So.
4 D. Luis de Salazar da noticias en su Historia de la Casa de Lara deshaciendo algunos errores de Barrantes Maldonado que confundi al padre y al
J

GUli'.RRA. DE BR'l':TAA

71

z la causa de Francia y organiz una buena armada de


naos castellanas y de galeras genovesas . .A su cabeza atac
y rindi la plaza de Dinan el ao r 34 r; tom por asalto la
de Guerrande, apresando los navos que estaban en el puerto y, divididas las fu~rzas, envi una parte con su segundo
Oto Doria al puerto de Quimperle 1 Mientras sitiaba el
castillo, habiendo desembarcado con poca previsin casi
toda la gente, se dej sorprender por la escuadra inglesa de
Sir Amery de Clisson, reforzada con tres mil arqueros: las
naves, sin defensores, no hicieron resistencia; la gente sin
naves, acosada en tierra enemiga, tuvo que sucumbir. En la
acci6n muri D. Alfonso de Espaa, sobrino de La Cerda.
Encuentro de ms importancia . ocurri el ao siguiente
( I 34 2) en el mes de Julio, por saberse que haba salido de
Inglaterra una expedicin poderosa que convena in.t erceptar. El dicho D. Luis sali buscarla.con treinta y dos velas,
llevando sus rdenes Carlos Grimaldi y Oto Doria, con
mil hombres de armas y tres mil peones. En la armada inglesa iban Roberto de Artois, el conde de Montfort, los de
Pembroke, Salisbury, Suffolk y Kent, con muchos ms, nobles
y caballeros; se compona de cuarenta naves, si bien la superiorida<l del nmero quedaba compensada con tener la armada de La Cerda siete de mayor porte, y contar adems con
galeras en que iban embarcados los tres jefes.
Al avistarse tocaron las trompetas, desplegan~o banderas
hijo del mismo nombre. D. Luis de la Cerda, rey 6 prncipe de las Afortunadas,
fu coronado en Avi6n con las pompas que sola desplegar la corte pontificia
y tuvo en realidad la corona de oro que para el acto le regal el Santo Padre .
Salazar consigna (T. 1, pg. 192), que tena ttulo de conde de Clermont y el
de almirante dt! Francia desde 13 de Marzo de 1341. Que hizo grandes servicios :d rey Fdipe de Valois contra los ingleses y en 1352 asisti al du-iue de
Bretaa en la guerra que haca a..uel estado Juan de Montfort, y aunque los
ingleses le obligaron levantar el sitio de Hennevont, luego tom el castillo
de Conquet, con las villas de Dinan y Guerrande y tuvo cerca de la isla de
Guern scy combnte navdl con Roberto de Artois, conde de Beaum mt le Roge.
Muri gloriosa mente en la batalla de Crecy, contra los ingle~e~, en 1346.
1 Le libre du bon Jt'han, duc de Bretaigne. Crnica eh verso publicada juntamente con la de du Guesclin.

LA MARINA DE CASTILLA

y flmulas, y avanzaron con igual deseo de partir la distancia. Los arcos y ballestas jugaron al principio, mientras el
contacto de los vasos consenta el de las espadas de los caballeros sobre la armadura de hierro de los contrarios. La
condesa de Montfort, cubierta del arns,, como un hombre, se
portaba como si lo fuera manejando un mandoble: D . .Luis
<li bien en qu entender entre tantos valerosos combatientes, mientras la obscuridad no les oblig separarse.
Lo ms notable en el combate fu el disparo de grandes
barras de fierro que hacan los navos castellanos con ciertas mquinas, causando estrago en los contrarios; por lo dems, no se conoci ventaja sealada en unos ni otros la
hora en que se apartaron para fondear sobre la isla Guernesey, pensando renovar la -pelea al da siguiente. Un cambio brusco de tiempo durante la noche lo impidi, obligando todos dejar apresuradamente aquel fondeadero poco
seguro: los ingleses corrieron con poca vela sobre la costa
de Bretaa llegando en salvamento cerca de Vannes ; los
castellanos, por llevar remolque cuatro presas con provisiones y caballos, quisieron aguantar las prns ~a mar, intento que les cost la prdida de dos, teniendo al fin que
correr el temporal en toda su violencia hasta la costa de Espaa. Cuando afloj, hizo D. Luis de la Cerda rumbo la
Rochela; rindi en el camino cuatro naos de Bayona, cuya
g ente pas cuchillo en aras de la eterna enemistad, y tom el puerto de Guerrande.
Tal es, en esencia, la relacin del combate escrita por Froissart, nico de los cronistas coetneos en que se encuentra 1 ;
de los ingleses ninguno lo menciona, circunstancia que, unida las de las 'condiciones de parcialidad y al dato cierto de
no haber ido Inglaterra la condesa de Montfort el ao 13 42,
t Le ha seguido casi al pie de la letra D. Gui Alexis Lobineau en la Histoire
de Bretagne. Pars, 1707, si bien dice que la escuadra vencedora iba mandada

por Carlos de Blois asistido de Luis de Espaa, Carlos Germaux y Ocn Auorn o. Tras la batalla qued dueo de la mar Luis de Espaa, hizo mucho dao
los ingleses.

73

GUERRA DF. BRETANA

insta juzgar novelesco exagerado cuando menos el relato


del suceso. Si ocurri como se dice, consiguieron los ingleses el objeto que se proponan, llegando con los refuerzos
la costa de Bretaa; mas no sin sacrificio de cuatro naos y
de abandono del campo de batalla,. que equivale darla por
perdida.
Al hablar del disparo de grandes barras de hierro con que
los castellanos procuraban desfondar y desfondaban los navos enemigos, acaso se alude al empleo de artillera, instalada en las naves por entonces, si bien la fecha no est determinada con certeza. Dcese que ya en I 304 haba disparado lombardas Ranieri Grimaldi, almirante de Felipe el Hermoso, de Francia, contra los flamencos, en Zerick-Zee; dcese tambin que en los estatutos de Gazaria de I 3 16 se
obligaba los navos dt::: comercio embarcar lombardas,
pelotas de hierro de piedra y plvora con que dispararlas 1
Varios escritos espaoles, incluyendo la Crnica de Alfonso XI mencionan el disparo de esas barras de hierro por las
naos de Castilla, usando de trminos de ambigedad que n.o
consienten dar por resuelto el problema.
Continuando la guerra de Bretaa, como fuera el rey de
Inglaterra por el mes de Octubre dirigirla en persona, don
Luis de la cerda y los almirantes genoveses reunieron treinta
naos, ocho galeras y trece barcas en el Canal de la Mancha,
con el fin de interceptar las provisiones que al ejrcito envia ban las islas. Las operaciones no pasaron de alguno que
otro gol pe de mano; en uno de ellos sorprendi D. Luis
los ingleses en Vannes, y de no acudir prestamente las tropas que sitiaban la plaza, hubiera aniquilado Ja escuadra:
pesar del socorro ech fondo tres naves y se llev cuatro
cargadas de vitualla.
En la mar era esta, guerra de castellanos y no guerra de
Castilla, pues en realidad, si el padre del prncipe Fortuna,
1

Augusto Vittorio Vecchi, Storia genera/e della marina militare. Firenze,

1892, t. I, pgs. 318 y 333.


F. D.

JO

LA MARINA DE CAST; L LA

7-1-

Altonso de la Cerda, llev un tiempo ttulo de rey, por


1 fallo arbitral de los de Aragn y Portugal dej" de
usarlo d sde I 304 y cambi las armas variando el castillo
y el len segn costumbre en los que no eran reyes 1 . Por
otro lado,
. Luis y los navos de su mando guerreaban bajo
la ban<lera de esta nacin de Bretaa, sustentada por el
conde de Blois en dered10 de su mujer, sin partiipacin ni
aquiescencia ostensible del rey D. Alfonso.
Por ello seguan siendo amistosas las relacion.es oficiales
ntre Castilla Inglaterra. Eduardo III no cejaba en los intento de liga contra Francia, aprovechando cualquiera oca. in favorable de repetirlos.
e yez en cuando enviaba reclamacin por choques de
bayonese y castellanos, si los primeros haban salido malparado , 6 in taba la reunin de comisarios que rreglaran) como siempre, las cuestiones ms nuevas.
1 afio mismo de la batalla de Guernesey ( I 342), contest a (rra<lecido y deferente la oferta de D. Alfonso de servirle de mediador con el rey de Francia, y en fin, por caso
si o-nificati o y raro, habiendo sufrido la nave en que regreaba Ing laterra desde Bretaa, en Febrero de I 343, un
temporal C]Ue la arrastr al golfo de Gascua, saliendo
atacarla otras naos castellanas, como arbolara el estandarte
real dando conocer su presencia, le hicieron el acatamiento respetuo so que pudiera esperar de sus vasallos.
Por la Crnica de D. Alfonso no es posible formar juicio
de estos sucesos, referidos en las extranjeras.~ncisamente
expresa 2 que los de las illas de las marismas der rey de
Castilla fueron con sus naves en ) uda del rey de Francia
por szt sueldo que les l daba hasta el ao de I 33 7 en que ya
no los ere) necesarios. Sabindolo el de Inglaterra, acudi
en persona con la armada, derrot los franceses, entrando
en la Esclusa y entonc~s medi D. Alfonso, consigiendo
1 El P. Flrez. Rei11as Catlicas. Rat ific la sumisin en Burgos en
2

Cap. CLXXVII.

1329

GUERRA DE B~ETAA

75

acordaran tregua por medio ao. En otro pasaje 1 alude la


dicha Crnica la importancia de la flota de Cantabria que
mandaba D. Luis de la Cerda diciendo: el rey de Francia
haba muy grand ayuda de los naturales del rey, et de los
sus puertos de Castiella, que facian guerra por la mar al rey
de Inglaterra; et la ayuda que haba el rey de Francia era
tanta, que si non por esto non podiera l acabar en poder
por la mar con el rey de Inglaterra.
1

Cap.

-cxc1v.

VI
GUERRAS CON PORTUGAL Y CON LOS MOROS
13251~50

El almirante Alfonso Jufre Tenodo.-Derrota de los mahometanos.-Vencc


tambin los portugueses haciendo prisionero su jefe.-Muere heroicamente en el Estrecho.- Alfonso Ortiz Caldern, derrotado. -Asedio de Algeciras.-Concurrencia de flotas extranjeras.- El almir ante Gil Bocanegra .
-Bloqueo.-Combates obstinados. - Recursos extraordina ros. - Sucumbe
la plaza.-Venida de e:nhajadores ingleses.-Ruptura.

::ritl::

~~~~ IEMPO es de ver. la ocupac1on que Alfonso XI


~ :f: procuraba su marina por el Medioda, des-

+~

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l:t
J~+M++~L

embarazado como en otros lados estaba.


El almirante mayor Alfonso Jufre Teno)'W~~ rio , encargado de la guarda del Estrecho
~ con seis galeras, ocho naos y seis leos, corrie.ndo
~ el ao 132 5, hubo de hacer frente una flota homognea de veintisiete de las primeras, reunida por los reyes
de Granada y de allende el mar, con propsito de desem barazar su comunicacin. Atrajo el almirante castellano los enemigos hacia espacio libre en que las naos se podan aprovechar del viento y del empuje de su masa, con el cual zozobr
cuatro galeras y apres otras tres, consiguiendo hermoso
triunfo contra fuerza tan superior. Perdieron los moros mil
doscientos hombres, de los que slo trescientos quedaron

LA

MARl~A

DE CASTILLA

con vida, no tanto por dejrsela como por pasearlos con sogas
en Sevilla 1
Por entonces no intentaron los africanos el desquite; esperaban que las naves de Castilla, ya que no eran tantas
para sostener crucero permanente, dejaran las aguas libres,
y en primera oportunidad envi el rey de Marruecos Albohacen 2 buen golpe de gente al mando de su hijo Abomelik, poniendo el pie en Algeciras antes que el almirante Jufre Tenorio llegara cerrarle el paso ( I 3 3 I). Con aquel
auxilio fu el rey de Granada sobre la plaza de Gibraltar,
combatindola recio por la parte de tierra; por la de mar la
defenda el almirante con acierto, y dbase traza en proveer
de alimentos la guarnicin mientras llegaba la hueste del
rey en socorro, por medio de trabucos montados en las naves~ lanzando por encima del muro saquetes de harina, y
aunque mucha parte se perda, no dejaba de llegar alguna,
la suficiente para sostenerse los sitiados tener alcaide de
ms bro. Vasco Prez, que serva el cargo, capitul cuatro
das antes de que D. Alfonso llegara, con mengua del decoro 3 : el que los moros pusieron en seguida vala ms, juzgando por los sucesos. De nada sirvieron los ingenios colocados en el monte dominando la fortaleza, las cavas, los
trabajos de un sitio formal sostenido con fuerza bastante: n:o
se logr recuperar la plaza' aunque muchos hombres se sacrificaron.
Se distingui el almirante Tenorio en el ataque, as como
en el cuidado de abastecer al ejrcito, trayndole vituallas
de Tarifa y Barbate, y ms de una vez libr de compromiso
las avanzadas desembarcando compaas de ballesteros
1 Crnica de D . Alfonso el Onceno de este nombre de los reyes que rei1iaron en Cas tilla y en Len, segunda edicin conforme un antiguo manuscrito
de la Real Biblioteca del Escorial, y otro de Ja Mayansiana, por D. Francisco Cerda y Rico. Madrid, por Sancha, 1777.
2 As en las Crnicas, llambase Abu Alha~an Al ben Abu Caid Otsman
ben Abu Yu~uf Yacub.
'
3 Temiendo que el rey le castigara se pas Berbera. Luis del Mrmol
Carvajal. Descripcin general de frica. T. I, fol. 210 vto.


GUERRAS CON PORTUGAL Y CON LOS MOROS

79

de la escuadra protegiendo con los bateles los ataques.


No fueron, en verdad, los moros por s solos los que torcieron el camino que O. Alfonso se propona seguir; cristianos y sbditos suyos D. Juan Nez y D. Juan Manuel, le
daban ms que hacer que Abomelik que el rey de G ~ana
Ja, estragando el reino; cristianos los soberanos de Navarra
y de A ragn, le corran las fronteras; cristiano, en fin, el rey
de Portugal, atac) Badajoz, pensando cada cual hacer de
pescador en ro revuelto. Tiene, empero, el oficio quiebras
como cualquiera, por lo que result los agresores, segn
cuentan las historias, de que slo en lo que atae Portugal
incumbe la presente.
,
Manuel Pezano 1 caballero genovs, almirante mayor de
este reino, sali de Lisboa con la flota corriendo por la costa de Galicia, donde caus dao, especialmente en Bayona
del Mio. Otro tanto fu haciendo por el litoral de Algarve
Alfonso Jufre Tenorio, el almirante de Castilla, dando tiempo que la armada contraria descel}diera, y como en una y
otra haba voluntad de hacer valer la suprema raz n de la
guerra, vinironse encontrar sobre el cabo de San Vicente.
Mucho tiempo anduvo la funcin indecisa, conseg uida por
los portugueses al principio la ventaja de rendir nueve galeras de las nuestras, si vale el testimonio de los cronistas de
all, expresivo de que al fin arrepintise la fortuna hizo al
vencido victorioso, llevndolo Sevilla baado en sangre lusitana 2
Como de ordinario sucede, hay variedad en los pormenores de las relaciones, y lo que ms es de sentir, ausencia de
los datos de inters; en ninguna se anota la fuerza de los
co!l1batientes, las bajas que tuvieron, el espacio que dur el
Lbm aJo por loe; portugueses Pezanha Pezaa, por los italianos Pessagno.
Lu is Coello de B:-1rbudo, Reyes de Portugal y empresas militares de lusita.11os, Lisboa, 1624. Manuel de Faria y Sousa, Europa portug uesa, Lisboa, 1679.
1

80

LA MARINA DE CASTILLA

combate, ni el da siquiera del encuentro. Faria dice que Jufre


Tenorio haba sacado de Sevilla cuarenta bajeles con cinco mil
cuatrocientos hombres, pero una tormenta haba dispersado la
flota antes del combate. Ortiz de Ziga eleva treinta el nmero de las galeras apresadas por el vencedor, confesando que
historiadores de su tiempo contaban muchas menos. Quin pone el fecho en 21 de Julio; quin en Septiembre de 1337. Algn escritor moderno presume (pues fundamento histrico no
alega), que haba dos galeras portuguesas para cada una de
las castellanas, y estando aferradas, una nao de Tenorio embesta las enemigas por el travs y las echaba fondo. Si as
ocurri, hizo uso el almirante del procedimiento con fortuna
ensayado aos antes contra los moros en la batalla del Estrecho , conociendo el poderoso empuje de los grandes vasos, actuando la masa con la velocidad. La Crnica impresa
de Alfonso XI pone algunos incidentes que no huelgan 1
Un dia en amanesciendo vironse a ojo las flotas, et
como de amas partes h?bian voluntad de pelear, yuntronse
muy ana, asi que a la hora de la tercia fueron cerca los unos
de los otros et comenzaron la pelea muy bravamiente et muy
fuerte de amas las partes. Et el almirante de Portogal con la
galea en que venia, et Carlos su fijo en otra, yuntronse a la
galea do iba el almirante de Castiella et el estandarte; et estas dos galeas daban muy grand pelea a la galea del almirante de Castiella, mas Alfonso Jufre era orne de grand esfuerzo et tenia consigo buenas compaas, et sufrieron aquella
pelea muy grand parte del dia; et cada uno de los que venan en las otras galeas de Castiella et Portogal peleaban
muy fuerte, et facian mucho por morir 6 por vencer, asi que
cada uno babia que ver en lo suyo. Et acaesci que los de
las galeas de Castiella vencieron dos galeas de las de Portogal, et anegronlas en la mar. Et 'los de una de estas galeas de Castiella viern que el almirante estaba en afincamiento et llegaron a ayudarle. Et luego que aqu_ella g~lea
1

Cap. CLXXXIV.

r
:

:VE RRAS CON PORT UGAL Y CON LOS MOROS

lleg a la de Carlos, redrose de la galea del almirante de


Castiella, et los de esta yuntronse con la galea del almirante de Portogal et entrronla por fuerza et derribaron el estandarte et prendieron a Manuel Pezano et a todos los que
eran con l, como quiera que ovo muchos de ellos muertos
et feridos. Et tomada aquella g alea, Alfonso Jufre aderesz
luego contra la otra en que estaba Carlos, fijo del almirante,
et los que y estaban non pudieron sofrir la pelea de aquellas
dos galeas, et Carlos et los portogaleses que estaban en
ella diron:::ie .a p~isin. Et como quiera que entretanto que
duraban estas peleas , los de Portogal vencieron otras dos
galeas de las de Castiella, et anegronlas, los de Castiella
otros vencieron algunas de las de Porto gal. Pero desque
los portogaleses vieron derribado el estandarte del Rey, et
la galea del su almirante tomada, perdie~on el esfuerzo et
dejaron de pelear et cataban por foir; et el almirante de Castiella et los de las galeas que fueron Cl )n l, alcanzaron dellas las que pudieron. Et asi fueron vencidos et presos Manuel Pezano et Carlos su fijo; et fueron tomadas _ocho galeas
de las de los portogaleses et anegadas seis, et murieron
muchas gentes de amas las partes, en manera que la mar
era tinta de sangre en aquel logar muy grand parte della.
Luego refiere que Tenorio llev las presas Sanlcar de
Barrameda, desde donde envi noticia del hecho al rey, y
que ste le orden esperar mandato para entrar en Sevilla,
queriendo prepararle honroso recibimiento. Don Alfonso sali su encuentro con el personal de la corte, acompandole el arzobispo de Reims y el senescal de Francia, embajadores, y el legado del papa Benedicto XI. Traan las, g aleas que tomaron de Portogal atadas la una a la otra ; et venian en el~as el almirante de Portogal et su fijo,' et los otros
que fueran presos en aquella pelea, todos atados en sogas a
las gargantas 1 Et el pendan del rey de Portogal, que dician
1 ccTodos atados con sogas, salvo el Almirante e su fiijo ; dice la Crnica
ms., que posee la Academia de la Historia. Explica haber venido el Arzobispo

F.

J) .

Ir

.
1

LA MARI NA DI!: CASTILLA

el estandarte, atado en la galea que fu del almirante suyo,


et traianlo bajo rastrando por el agua. Et el rey mandolo
tomar <le all, et mand que lo fuesen poner colgado en Ja,
iglesia mayor <l e Santa Maria de Sevilla, dando gracias a
Dios por la merced que le babia fecho.
Tuvo la victoria trascendental importancia, siendo causa
para que por mediacin de los embajadores citados, de Francia y de Su Santidad, se ajustaran con Portugal treguas por
un ao, luego prorrogadas. Pesaban, sin embargo, en el
nimo de D. Alfonso alg unas razones ms para inclinarle
transi ir las cuestiones con su suegro, imponindose la del
paso continuo de moros africanos con qu::! Abu Alhac;an iba
reforzando la sordina el ejrcito de su hijo Abu Melik, que
se deca rey de Algeciras. Se concert al mismo tiempo con
el de Aragn convinjendo en atender ambos la guarda del
E strecho.
Ochenta naos d e Cantabria re uni D. A 1fonso en apoyo
de las g al e ras <lel almirante Jufre Tenorio y con doce aragonesas e nviadas por D .. Pedro el Ceremonioso, al mando del
almirante G elabert de Cruilles, constituyeron flota ms que
suficiente para enfrenar la ira del emir de los benimerines,
e'xaltada con la muerte de Abu Melik en una de las algaradas; fuerza ms til si distribuda y provista no gastara de
una vez los recursos escasos en los almacenes. Por de pronto
tuvo en alarma las plazas de Espaa y en jaque las de
frica; pas todo el invierno en crucero y en amagos, con
la desgracia de que en uno Algeciras fuera muerto de flechazo el almirante de Aragn, y se retiraran con s~ cuerpo
las galeras. Las de Tenorio no recibieron raciones de refres.
co, ocasionando la privacin y el trabajo, la terrible enfermedad que con.m ma antig ua.n ente la gent de mar; el escorbuto, y esto tiempo en que por una galera apresada se
saba cunto haban a<lel~ntado los preparativos de los mode Reims y el Seneseal del Rey con embajada sobre las posturas que eran
finnaJa s.

GUERRAS CON PORTUGAL Y CON LOS MOROS

ros para una inva<;in formal en la Pennsula, como aquellas


demoledoras de la monarqua de los godos.
El almirante, que oportunamente haba comunicado al rey
las ocurrencias, lo hizo de haber traspuesto el Estrecro de
noche los africanos con armada de setenta galeras en escolta c~c
ciento cuarenta naves grandes y pequeas que haban desembJ.rcado infntes y caballos cubierto de las muralbs de Algeciras y cle Gibraltar. Aseguraba que no haberse valido de la
oscuridad arriesgara el combate, aunque no contaba de momento sus rdenes ms _d e veintisiete galeras y seis naos, enviadas las restantes al Puerto de Santa Mara por falta de gente.
Recibise el aviso en la corte con inedulidad y acerba crtica,
rayana en injuriosa por las su posiciones, no fa1tando personas
que deslizaran odos del rey hablillas de cobarda en la flota
castellana de complacencias bien pagadas. Tanto es sencillo dejarse llevar de la propensin juzgar de ligero y la
de gknar batallas con arengas prominciadas lejos del teatro
de la guerra. Sin dar crdito D. Alfonso los maldicientes,
interrog por s mismo, no ob~tante, al cmitre conductor de
los despachos, acto que se tradujo por desconfianza, cuando
menos en el proceder ele Tenorio, y ' se lo advirti su mujer, residente en Sevilla, escribindole que mirase por su
reputacin}> al partir seis galeras precipitadamente armadas,
en refuerzo ele las que tena.
Sinti el almirante inmensa mortificacin, herido lo ms
vivo del pundonor con la so~pecha puesta su lealtad. No
hay torcedor que du~la tanto como el de la calumnia: no hay
fortaleza ni virtud alguna capaz ele preservar un corazn que
estalla, si la reHexin no se sobrepone al amor propio. Creyndose escarnecido decidi arrebafadamente sacrificar la
vida en aras de la honra, no advirtiendo, infeliz! que muchas otras vidas su cargo iba inmolar con la propia.
Arb,olado el estandarte real, taendo las trompetas y los
aafiles di pues la seal de ataque, ponindose la cabeza de
las treinta y tres galeras que ascenda su flota con las recin

8+

LA MARINA DE CASTILLA

venidas, asomhada su gente de la temeridad tentadora de la


inobediencia. Bien pronto, rodeadas las que de mala gana le
seguan, por las del enemigo, sucumban la pesadumbre
del nmero, librndose tan slo cinco que alcanzaron refugio
en Tarifa y seis naos en Cartagena. Lo que el almirante ejecut cuenta la crnica con ingenua sublimidad. Siempre honrar la memoria del insigne marino repetirlo.
Entretanto que los moros peleaban con las otras galeras,
el almirante Alfonso Jufre non estaba de vagar, ca luego aferraron cuatro galeas con la suya et dbanle muy grand pelea; pero que estaban y con l muchas buenas compaas de
caballeros et escuderos sus parientes et sus criados, et otras
gentes que peleaban muy :firmemiente, et haban grand voluntad de defender al almirante en aquella galea Et babia
el almirante levado consi -o una nave, et porque non facia
viento con que podiese andar, los que estaban en ella, coidando que facian bien, decendieron de la nave et entraron
en la galea del almirante por ayudar a la pelea. Et algunos
moros de los que habian vencido las otras galeas de los
christianos, venan a conquerir la galea del almirante Alonso
Jufre, ca non ge la podan entrar; et vieron estar aquella nave sin compaa, et subieron los moros encima della. Et como
e taba muy cerca de la galea del almirante, et era mucho
ms alta la nave, facian desde alli muy grand dao los moros a los christianos, et ferian et mataban muchos dellos con
barras de hierro, et con piedras, et con saetas, et con otras
armas que les lanzaban. Et por esto ovieronse de apocar las
gentes de la galea del almirante; et tanto le amaban et lo
presciaban aquellas gentes, que cuando alguno se sen tia ferido de muerte, venia al almirante et besbale la mano, et l
dbale muy grand esfuerzo; et con las feridas tornaban a
morir en la pelea. Et los moros de las galeas que peleaban
con ellos, entraron tres veces la galea del almirante. Et el
almirante tenia la una mano en el estandarte; et desque via
Yenir los suyos vencidos, iba a ferir en los moros, et ech-

GUERRAS CON PORTUGAL Y CON LOS MC ROS

85

balas de la galea, et tornbase luego al estandarte. Pero


tan grande fu la priesa que se daban los moros, et tantos
de los suyos mataban los que estaban en la nave , que fincaron con l muy pocas compaas, et los moros entraron la
galea. Et desque l vio que non tenia gentes, con quien la
defender' ni le acorra ninguno' abraz con el un brazo el
estandarte, et con el otro peleaba et esforzaba a los suyos
cuanto poda, et mandbales que estidiesen all con l. Et
pelearon tanto, fasta que se los mataron todos delante; et l,
abrazado con el estandarte pele con una espada que tena
en la mano, fasta que le cortaron una pierna, et ovo de caer,
et lanzaron de encima de la nave una barra de fierro, et dieron le un golpe en la cabeza de que mori. Et los moros llegaron a l, et cortronle la cabeza, et echronla en Ja mar:
et finc el cuerpo en la galea, et derribaron el estandarte
que estaba en la galea; et aquel cuerpo del almirante llevronle al Rey Albohacen. Et los christianos de las otras galeas et de las naves non quisieron llegar a la pelea desque
vieron que el estandarte era derribado 1
Tan desastrosamente acab el caudillo de mar entendido
y afortur.ado en todas sus acciones anteriores. La nave que
contribuy su prdida parece indicar el proyecto de servirse de ella por ariete, como por dos veces lo haba hecho
contra flotas superiores: ahora la calma le priv del recurso
con que sin duda contaba para dispersar al enemigo y equilibrar en algn modo las fuerzas. Selase al fracaso el 4 de
Abril de I 340.
Pes mucho al rey, hallndose con la mar perdida y la
1 Habanse juntado con la flota de Abu Alha~n las de los reyes de Granada ,
de Tnez y de Buja, reuniendo galeas e otros navios, mucho s de los que facen
los moros, que dicen crabos et barcas grandes et gran cara-Yana de navos pequeos, et en la mar non habia C8sa que los contrallase. Cuando Tenorio
emprendi el ataque temerario tenan los moros sesenta galeas e otros navios,
de guisa que podian ser mas de doscientas cincuenta velas)>. Su almirante se
llamaba Mahomed Alah Azafi. Tenorio haba reunido treinta y tres galeras,
contadas seis del Rey y seis del conde de Niebla que se le incorporaron poco
antes de la batalla. Los moros apresaron veintiocho .
.

LA MARINA DE CASTILLA

tierra amagada en crtica situacin, temiendo ante todo por


la seguridad d Tarifa. En prevencin de mayores males
acudi su suegro, el de Portugal, haciendo le escribiera la
reina doa Mara demandando galeras mientras l reemplazaba las apresadas por los moros; pidi el concurso de las
de Ararrn n Yrtud del tratado existente con aquella Corona, y tambin Gnova, ofreciendo el ttulo de almirante de
Castilla al h rmano del Dux Simn Bocanegra, porque ms
gust tomaran el servici
Prim ras llegaron las de Portugal al mando del almirante
Pezano, genov tambin, derrotado por Tenorio, al cual y
u hijo Carlos haba soltado el rey de la prisin hacinloles mucha honra y halago, sin borrar con ello la memoria
de u pas3.da humillacin ni menos influir en su mala voluntad hacia los caste11anos. Uno y otro manifestaron sin ambaoque man con la flota hasta Cdiz y haran estancia si
cumpla al servicio de Castilla mas que de all adelante no
pa aran .
1 rey de ragn busc pretexto en la penuria del Erario, i ndo preciso que los mensajeros aprontaran en el acto
el importe del sueldo de tres meses, en oro, para que decidiera el armamento de doce galeras, con lentitud desesperant .
Reinaba en cambio en las atarazanas de Sevilla la actividad s oleada por la inminencia del peligro: se trabajaba
noche y da reparando las galeras viejas desechadas la
' pla
vez que algunas nuevas se concluan, logrando en breve
zo, que aadidas las cinco restadas al desastre de Jufre Te
norio compusieran flot de quince galeras y doce naos de Ga. 1 e Et desto entendi sacar dos proes, la una haberlos en su ayuda, et la otra
tirarlos que non nyuda<;en sus contrarios; ca los gPnoveses ovieron siempre
manera de ayudar quien les diese dineros, et sobre esto non cataron chr _
h b . zs
tia11dad nin otro bien 11inrrz1110. Crnica, Cap CCXV <<Abu Alha
,
._

c;an a na to
rnado a sueldo en 1338 cuarenta galeras de genoveses ms de sete t

.
.
.
n a que tema
suyas., Lms del Mrmol CarvaJal, Descripcin g eneral de Ajrz
T I e .

ca. .
tO110

2~ 1

no.

'

..
CUERRAS CON PORTUGAL Y CON LOS MOROS

licia y Asturias, rigindolas Alfonso Oi-tiz Caldern, prior


ele la Orden de San Juan, que en la isla de Rodas tena hecho aprendizaje guerreando en la mar con los turcos. Hacia
el otoo, es decir, al cabo de cinco meses aprovechados
por los africanos para atravesar el Estrecho en nmero de
200.000 hombres, si se acepta la cifra de los ms parcos escritores, considerando exagerada la de 400.000, de ellos
60.000 jinetes, que algunos asientan; hacia el otoo, digo,
di la vela la armada nueva castellana en socorro de Tarifa,
asediada por A bu Alhayan en persona.
Debe desconfiarse de los armamentos precipitados. As
como el tiempo fragua el mortero en las edificaciones y con
el asiento de los materjales colocados por el hombre amalgama y solidifica la fbrica, as tambin en una escuadra consolida la disciplina y la instruccin, sin las cuales fcilmente
se disgregan y desmoronan por cualquier evento los compo -:nentes. Es necesario que el capitn estudie las condiciones y
las propiedades del bajel que ha de gobernar; es necesario
que el marinero conozca sus jefes y sus camaradas; es
preciso que todos aprendan cumpir el ejercicio que se
les destina; slo cuando constituyen masa industriada y movida por una sola voluntad y una inteligencia forman elemento poderoso.
Ortiz Caldern anduvo de mal rostro con la fortuna regentando la flota improvisada contra los .temporales propios de
la estacin, contra la falta de orden , y contra la influencia
moral tambin ele la .anterior derrota, aumentada con la vis- .
ta del incontable nmero de mahometanos. Sucedi de noche, por ms complicacin, la entrada de una de las tormentas furiosas que suelen conmover la estrechura de las tierras
entre Europa y frica, tomando la armada anclada cerca
de Tarifa. Las naves dieron vela corriendo hasta Cartagena
y Valencia; las galeras se emb~razaron sin poder salir alta
mar ms que la capitana con otras dos. Doce se feron Ja
playa, dando . los moros armas, pertrechos, ms cifra de

'S

LA MARINA DS CASTILLA

dos mil quinientos hombres con que henchir la lista de mrtir s cristianos.
Persuadironse entonces los reyes de Portugal y de Aragn ele que el nublado pudiera alcanzarles, cambiando en
e nsecuencia de actitud como de cornp1acencia por los suces s que enflaquecan al vecino.
El ele Portugal vino Sevilla con su hueste, juntndola
la de . Alfonso 1 en marcha para Tarifa: el otro despach
las doce galeras con el almirante Pedro de Moneada reforzar los restos de la flota de Orti~ Caldern, lo que no hicieron; solas las pocas de Castilla apoyaron el flanco del
jrcito en la famosa batalla que ti de rojo las aguas del
alado y compens con creces los pasados contratiempos,
res nand
rt el mundo y haciendo depreciar el oro con la
abundancia del que puso en circulacin el despojo de los vencidos.
Quando o poder do mauro grande e horrendo
Foi pelos fortes H.eis desbaratado,
Com tanta mortandade, que a memoria
unca no mundo vio 1o grito vict')ri:i. 9

Habase vuelto el dado, alentando el nimo de los castellanos en tanto grado como se abata el de los muslimes. La
armada creci materialmente con las quince galeras contratadas en Gno\ a, fortalecindola en la moral el prestigio del
almirante Gil Egiclio Bocanegra, experimentado en lides
de Francia Italia.
Pronto lo acredit entre sus subordinados dando pruebas
de la confianza que le merecan. Supo que Abu Alhacan haca considerables aprestos, y que tena en el puerto de Bullones doce galeras en disposicin de salir juntarse con las
de Ceuta. Antes que lo hicieran, sin reservar para su persona la jornada, destac diez de las que estaban en la armada
y dieron buena cuenta d~ la comisin apresando seis, inceni En esta ocasin, por honrar al husped le devolvi el estand
t

. Tenorio,
. _q ue estaba colgado en la catedr.al.
ar e conquistado por J ufre

89

GUERRAS CON PORTU G AL Y CON LOS MOROS

diando cuatro y echando al fondo las otra.s . dos r S egunda


vez envi divisin de diez g al eras contra trece que salieron
de Algeciras, recog iendo fresco s laureles, pues qu e tomaron
dos, anegaron cuatro y obligaron al resto perd erse en la
costa con muerte de la mayor parte de los tri pul antes 2
Aderezaba el almirante en seguida las g aleras cpturadas,
aumentanL.O su flota, en que ya tena por auxiliar Carlos
Pezano con diez de Portugal, llegando punto de considerarse en disposicin de tomar la ofensiva, por saber que la
escuadra de Marruecos, unida la de Granada, lleg aba
ochenta galeras, sin los crabos . Los moros no rehusaron,
por consiguiente, el encuentro, antes lo provocaron saliendo
del puerto, sin contar con las naos cntabras que se adelantaron con favorable viento, anegando c.o n el choque seis galeras de la vanguardia. Deseando repetir el golpe vararqn
en la costa tres de ellas, generalizndose el combate por su
causa, pues los moros acudieron rendirlas y amparar~as
los cristianos, quedando en seco con el empeo dos galeras,
genovesas tambin, la una de un sobrino de Zacaras'. Las
dos pudieron ponerse flote, no as las naos, por su pesadez: hubo que incendiarlas retirando la gente, con mucha
prdida, porque no las seorearan los rabes . En esto peleaban mar a fuera con fiereza sin igual las flotas, aferrados
los almirantes de Castilla y de Portugal co~ los de los reyes
moros por codicia del triunfo disputado todo el da. Como no
cuidaban del timn ni de las velas, sino de herir cual ms,
llevbalos la corriente en pelotones y las naos castellanas,
aunque con poco viento, castig aban desde sus altos bordos
al enemigo. Dios, que es poderoso (dice la Crnica) , tuvo
por bien que los almirantes de los moros fueran muertos y
sus estandartes derribados, d ando los cristianos por trofeo
veintisis g al eras, contada s las que ane g aro n, las banderas ,
las armas, los cautiYos y la caja de caudales , destinados por
1

Crnica, Cap . CC LXV., ao

Jdem, Cap. CCLXVII, ao 1342.


F

D.

342.
Ill

90

LA MARINA DE CASTILLA

bu Alhat;an al pago de los presidios, sin perder ms de


aquellas tres naos varadas que pusieron fuego los mismos
tripulantes.
Acabada esta funcin se retir el almirante de Portugal
sin aten<ler los ruegos del rey D. Alfonso ofrecindole
paga y vitualla, mas no por ello se debilit la flota; coincidi la partida de los lusitanos con el arribo de D. Pedro de
Moneada, trayendo veinte galeras de Aragn, con la ventura de haber topado en el viaje, sobre Mlaga, con trece granadinas, de las que rindieron cuatro, cargadas de pan, y oblio-aron embarrancar en tierra dos, nuevo golpe al comn
enemigo.
El r y hizo camino desde Jerez Tarifa, con objeto de
honrar los almirantes dndoles gracias verbalmente por el
buen servicio que l y la cristiandad haban hecho, con
cierno tracin que no alcanzan los escritos. Embarc en las
alera capitanas; hzose presentar los ms sealados en
lo combates; visit los heridos; oy de boca de los sanos
la relacin de ocurrencias, preguntndolas; en una palabra,
todos content con mercedes elogios, acabando de
atraer e las voluntades con un paseo por la mar en que fu
'er por sus ojos la posicin y defensas de Algeciras, puente de los africanos en Espaa, plaza fortsima que en su nimo haba de ser segunda etapa del Salado, aunque tuviera
bombardas 6 piezas de artillera que en sus muros empezaron tronar con asombro de los soldados.
Pasado el mes de Agosto marcharon las galeras de Aragn llamadas por su rey, sin car mucho cuidado al de Castilla ni detenerle en la fortificacin de las estancias, ingenios, cavas y obras de toda especie con que apret la
plaza.
ur el asedio cerca de dos aos, empleando para los
ataques medios novsimos en el arte de la guerra que vinieron presenciar en el real, prncipes. y caballeros de todas nacio1~es. Por mar se distingui igualmente la funcin de

GUERRAS CON PORTUGA'.L Y CON LOS MOROS

91

las ordinarias, as por la reuni n de fuerzas, que hubo de


ser considerable, como por la proximidad de los puertos enemigos de Gibraltar, Ceuta y Tnger, y los muchos incidentes que ocurrieron r.
Lac; naos gruesas de Cantabria formaban la lnea exterior
del bloqueo mantenindose la vela; las medianas estaban
destinadas la conduccin de vveres y pertrechos con que
sustentar ejrcito y armada. Constituan las galeras el cm:rro de ofensa la plaza y defensa contra los que intentaran
socorrerla, formando las pinazas y zabras una tercera lnea
interior que se estrechaba de noche para interceptar las
embarcaciones menores.
Con sistema de vigilancia tan activa fracasaban lo mismo
los int~ntos de introducir auxilios en la plaza por foerza que
por astucia. Fueron cayendo en manos de los cristianos hasta ocho galeras cargadas de trigo y varias galeotas y fusta s ,
que no llegaban con propsito de combatir al extremo, sino
de desembarcar los objetos que las empachaban.
No dejaban de tener por su parte contrariedades los del
bloqueo: uno de los temporales del invierno de r 343 dispers la flota, destroz~ ndose en la playa dos galeras aragonesas y una castellana, por cuyos despojos hubo gran escaramuza en tierra, quedando por los nuestros. Otra vez se
estrellaron muy cerca de la ciudad dos naos grandes cargadas de vveres de que se aprovecharon los moros, sindoles
de alivio en la escasez en que estaban; mas como el viento
para todos sopla , los moros perdieron en las peas de Tzz-iges veinte galeras. pesar de todo, urgindoles el socorro,
aprestaron otra flota de sesenta galeras y muchos crabos con
jinetes y peones ( I 2. ooo en total), arrojados tentar la
r L1 Crnica de Alfonso XI, Cap. CCXC, dice: ce La flota del Rey estando
guardando la mar avia y cincuenta galeas de genoveses et de castellanos, et
diez galeas de Aragon, et cuarenta naves de Castiella , et estas eran de guerra,
sin las otras naves et baxeles que traan las viandas, et zabras et leos qe andaban en la guarda. Las galeras de Aragn volvieron trayendo por almirante
Ma_tco Merccr y por vicealmirante Jairr.e Escrib.

LA MARINA DE CASTILLA

suerte, teniendo por cabeza al prncipe A1, hijo de Ab.u


Alhacan. De noche cruzaron la mar hasta Estepona, sigui n,do por la costa Gibraltar, donde desembarc la
tropa, y all se origin el mayor cuidado; el riesgo gravsimo n que el ejrcito cristiano estuvo, por acto del almirante Bucaneo-ra, ms propio de mercader de mala ley
que de caballero. Estando la vista la flota agarena lev
las anclas de sus galeras genovesas y envi misiva al rey
eipresando que marchara si no se le pagaban cuatro meses de sueldo atrasado. Como D. Alfonso no tena dineros ni de dnde sacarlos, a otadas las cajas por exacciones
de xtranj ros que en anteriores apuros le haban puesto, se
v16 en afliccin grande, en crisi de que vinieran librarle
los rancies y caballeros del real presentando cada uno las
pieza de plata de ajilla. Con ellas juntamente con las de
la me a real s pudo aquietar al me rcenario, prosiguiendo el
bloqueo sin que Al se arriesgara separar la espalda de las
murallas de Gibraltar.
Pero por mucha que fuera la vigilancia, aun cuando se
tomab3.n frecuentemente barcos de remo que con viandas
acudan 1o-eciras, ) a en noches de lluvia, ya en das de
temporal de Levante duro, forzando de vela consegua entrar 6 salir alguna embarcacin, sosteniendo el espritu de
lo sitiados, y por otro lado la estada la mano de armada
enemiga tan poderosa en espera de ocasin, daba fundado
recelo. Trat e de incendiarla preparando naves con buen
combustibl y solt 'ndolas toda vela en da de Poniente
que derechas las lle aba dentro del surgidero de Gibraltar.'
Fu ~ to a la flota castellana al intento, emba cado el rey por
presenciar el resultado, ms no se obtuvo ~atisfactorio. Los
moros pusieron prontamente en seco las gal ~ ras y las cubrieron con mantas mojadas; esquifaron lns bateles con gente de
sereni fad bastante para ir desviando las naves encendidas
hacia un lugar sotavento do nde se consumieron sin hacerles
dafio.

GUERRAS CON PORTUGAL Y CON LOS M'"l R OS

93

Acudiendo entonces otro expediente, se form cadena


con mstiles y pipas, cerrando el puerto de Algeciras con estrechez que no consinti ms el acceso ni aun las saetas y
barcas veloces que de vez en cuando burlaban la guarda. Entonces, slo entonces rindieron la plaza los bravos defensores, acordndoles D. Alfonso de buen grado capitulacin con
honrosas condiciones. Mucho cost la conquist.a ; mayores sacrificios hubiera compensado sin embargo la cruz puesta en
los alminares de aquel padrastro y los ramos con que D. Alfonso entraba en la mezquita bendecida, el domingo 28 de
Marzo de r 344, da siguiente al de la entrega.
El sitio de Algeciras, dijo D. Antonio Benavides 1 , es
uno de los ms memorables acontecimientos de la porfiada
contienda habida entre moros y cristianos en el largo espacio de 700 aos. Guerra por la tierra y por .la mar; gentes
venidas del Africa en ayuda de la villa, otras de todas las
partes de Espafi.a y muchas de Francia para combatirla, encuentros diarios entre ambas razas, ingenios y mquinas de
guerra como el resultado de todo el saber de los genove ses,
haciendo diarios estragos en los hombres y en las fortalezas;
la artillera en su infancia, disparando muchas pellas de hierro con trueno; indicio de la mudanza radical que iban sufrir las artes de la g-uerra; y como si todo esto no bastara, la
naturaleza acudi con sus fenmenos hacer el cuadro ms
sombro, multiplicando los peligros y aumentando las p'enalidades con la abundancia de las lluvias, de tal suerte, que alborotada la mar con los te n porales, intransitables los caminos, borradas las sendas y veredas, corra. grave riesgo el
ejrcito de ser vctima de la hambre , de la pestilencia y de
todas las plagas que afligen la humanidad. Fug ronse del
campo cobardemente muchos de los extranjeros que presurosos haban acudido, con la esperanza del botn con e1
deseo de la glria, sin tener 'en cuenta los azares de la gue
rra, y de seguro sin pensar las vicisitudes y contrariedades
1

lvlemorias de Fernando IV, T. I., pg. 345.

,,

9-1-

LA MARINA DE CASTILLA

que Dios y los hombres iban poner la legtima aspiracin


del rey de Castilla. Muchas veces tambin los capitanes del
ejrcito, tumultuariamente congregados, aterrados con los
riesgos de la empresa y temerosos del xito, quisieron abandonar el campamento y obligar al rey levantar el sitio, pero
Alfonso XI, que nunca fu grande hasta el sitio de Algeciras, resisti enrgicamente todas las sugestiones de sus vasallos, con tal entereza y con tanta perseverancia, que resignados si no convencidos, humillaron su s<?berbia disimularon su miedo y fueron los compaeros del monarca en aquella gloriosa jornada sin rival en los tic .11pos arttiguos, con
muy pocas imitaciones en los modernos.
Un escritor de nuestros das 1 consigna que entre las mercedes con que D. Alfonso signific reconocimiento la marina,
expidi privilegio especial la villa de Neda, de escudo de armas con dos castillos sobre el mar y una cadena de uno al
otro, rota en el centro por una nao que pasa triunfante la
vela, por ser de Neda la que forz primeramente el puerto
bajo una nube de dardos y flechas disparadas por la guarda.
No habr que preguntar si haban cesado mientras tanto
los incidentes entre naves castellanas y bayonesas; aparece
en los cuadernos de las Cortes de Burgos de 1345, peticin
de los procuradores suplicando al rey que, pues se hallaban
presentes los mandaderos de Eduardo III de Inglaterra, catse como los naturales oviesen cobro e enmienda del mal
que resciberon sin razon e sin derecho 2 volvieron quejar.se en las Cortes ele Alcal ele r 348 y en las de Len de 1349,
de que los de Bayona interrumpan el comercio de Castilla
con los puertos de Francia y Flandes, saliendo con navos
armados, y de que haban apresado varios de los nacionales,
singularmente dos de Castrourdiales, dando muerte los
tripulantes y robando las mercaderas.
Don Alfonso respondi que haba tomado providencias y
1

D. Narciso Prez Reoyo, El primer Almirante.


Cortes de los antig uos reinos de Len y de Castilla .

GUE RRAS CON PORTUGAL "\!' Cl)N L OS MOROS

pedido satisfaccin y enmienda de agravios al rey de Inglaterra 1 Aludira tal vez al envo de fuerzas y la venida
Castilla de los condes de Arundel y Derby, aunque el objeto real que traan era proseguir la negociacin de matrimonio de la prin~esa Juana con D. Pedro, procurando de paso
sonsacar Gil Bocanegra, almirante de Castilla 2 Los embajadores interesaron los personajes ms significados del reino, sin olvidar la amiga del rey doa Leonor de Guzmn,
clarissima domza, la que su seor .diriga cartas autgrafas 3, y no sin resultado, que al fin D. Gil, arzobispo de Toledo, Alfonso F ernndez Coronel y F ernan Snchez de Valladolid, notario mayor, estipularon el tratado matrimonial.
Avis Eduardo III en carta fechada el I. o de Enero de I 348
la salida de Inglaterra p~ra Burdeos de la princesa Juana,
c911 objeto de abreviar los preparativos de la boda, cuyo
fin enviaba los poderes. Trataba al mismo tiempo del dote
convenido en trescientos cincuenta mil escudos pagar en
plazos, y comunicaba su propsito de asistir la ceremonia
de desposorios, despus de la cual hara peregrinacin
Santiago de Compostela; mas en otras letras enviadas al rey
y al prncipe en I 5 de Septiembre comunicaba con profonda
pena que, estando pun~o cuanto se preparaba, la muerte
haba llevado la amable joven robndola al solio de Cac;tilla 4.
As fracasan cada da los clculos y las empresas de los
hombres, . tornando los sucesos en adversa la ms probable
fortuna. Suspendidas. con el motivo fctuoso las conferencias
en que se buscaba solucin satisfactoria las cuestiones y
hostilidades de los marineros cntabros, lleg la ltima hora
1 E.:n el cuaderno de Cortes de 1349 hizo escribir: 11.A lo que d cisque los de
Bayona tomaron e robaron muchos omes e naos con averes grand.:s de Galicia
e Asturias, en trgua que habia con ellos, respondemos que avernos enviado al
rey de Inglaterra Juan Furtado.1
2 V.as~ la carta que le dirigi Eduardo 111, Apndice nm. 16.
3 Rymer las incluy en su coleccin con otras dirigidas- personajes de la
corte.
4 Rymer, dem , d.

LA

' .... ..,,.

MRlNA DE CSTILL

de Alfonso XI, empeado en el sitio de Gibraltar 1 , cuando


ms se haban enzarzado aqullas 2
Hay fluctuacin ente los autores ingleses al analizar las
ocurrencias sucesivas y decidir cul fu la gota de agua que
hizo rebosar el vaso; cul la chispa que cay en pajar de
tanto tiempo hacinado. Dos versiones se prefieren las muchas propaladas con origen sospechoso de parcialidad. Por
una parece que primeros de Noviembre de I 349 lleg
Guerrande una flota mandada por Carlos de la Cerda, her:mano de D. Luis, y que sin respetar la tregua convenida
entre Inglaterra y Bretaa, apres varias naves cargadas de
vino y acuchill los tri pulan tes 3. Por l a otra se cuenta que
sali de Espaa flota numerosa con mercancas para Flandes
y, habiendo encontrado en su camino naves inglesas bayo nesas que iban cargar vino en la costa de Francia, fueron
saqueadas y muerta parte de la gente. De cualquier modo,
no dudan los historiadores britanos de que la agresin parti de los es paoles, en lo que no difiere nuestro D. Rafael
Floranes, aunque fiando en los de la tierra 4 descarga la
culpa en los isleos, y piensa que emi:-c.-iaJo el pundonor de
los vascongados y el alto espritu de gozar el mar libre, noticiosos de que pasaban de Gascua diversas naves cargadas de vinos y de gneros <le comercio, armaron su escuadra, y saliendo al encuentro las apresaron todas, matando
los tripulantes.
Por la defensa resultan no slo agresotes, sino procedienEl 26 de Marzo de 1350.
No constan estas ocurrencias en la Cantabria del P. Henao, en la Historia
de Vizcaya de Iturriza, ni en los Anales de /'.avarra de Moret; sin duda por
la omisin gt:neral no las ha consignado tampoco D. Gerv~sio Olideu, autor
de un es tudio histrico prerniRdo por ln D1putac n provincial de Vizcaya cuyo
t ulo e'-, El Seoro de Vl.;caya en sus relaciones con e1 rey D. A~ onso el Onceno de Castiila. B lbao . por Delma s, 1889, 8. 0
3 Robert de Avesbury, Historia de mirabilibus r stis Ed1 ardi lll. Edic. Th.
Hearnio , pg. I' S
4 Martr.ez de lsasti. Compendio historial de Guip;coa. San Sebastin,
r850, pg . 297.
1

e u ERRAS CN PORTUGAL

CON

Los

MOROS

do con premeditacin y ensafiamiento, . sin que en lo dems


se corrija lo escrito por los ingleses r.
Probablemente fu el suceso uno de tantos como originaba la rivalidad perpetua de los marineros de Aquitania y de
Castilla en el transporte de los caldos de Burdeos, teniendo
ms resonancia por no ser caso singular de navo navo ,
como los que frecuentemente ocurran, porque se haba
llenado en los nimos la medida de las contemplaciones, y
lo ltimo pudo muy bien contribuir la disposicin de las
galeras reales, visto que en cdula de D. Alfonso firmada
en Caete el 29 de Marzo de r 348 se lee: Porque el rey
de Francia y el duque de Normanda le rogaron mandase
dar algunas naos para ayuda de la guerra con el rey de Inglaterra, e por las posturas que con el rey tiene hechas, tena por bien dar una 'Cuanta de naos que fueran en su ayuda, con el almirante mayor Egidio Bocanegra 2.
De cualquier modo, en Inglaterra produjo profunda impresin la nueva de la agresin de D. Carlos de la Cerda,
ms que por el hecho en s por los alcances en que se tras luca la idea apuntada por Floranes, y no por rumores de la
plebe; por voz solemne del monarca, declarando en peligro
la patria.
A ro de Agosto de I 350 mand pregonar Eduardo el
mensaje que enviaba al arzobispo de Cantorbery, primado
de Inglaterra, rogndole impetrara la divina asistencia en su
favor, porque los espaoles, con cuyos reyes haba tenido
amistad y buena correspondencia, atacaban los mercadres robando efectos, matando gente, destruyendo naves, y
ensoberbecidos con la impunidad haban juntado en Flandes.
inmensa armada, jactndose de dominar el mar anglicano y
abrigando propsitos de destruir toda otra navegacin que
1 Wallsingham pone en el ao 1350: Qui anno precedenti quamplures anglicos venientes de Vasconia cum vmis et aliis mercimoniis crudeliler interjecerant raptis spoliis eorumdem.
'
2 Acad. de la Hist. Colecc. Salazar, M. 114.

F. D.

13

98

tA MAR1NA DE CASTtLLA

la suya, de invadir Inglaterra y de sujetar al pueblo 6 exterminarlo; pero estando la victoria en manos de Dios y no
en la humana arrogancia (palabras suyas), acuda la misericordia del que todo lo puede, y suplicaba que lo hicieran el clero y el pueblo, con procesiones, rogativas, misas,
limosnas y penitencias 1
El sentido de la carta dirigida al mayor y jurados de la
ciudad de Bayona es ms claro: dedales que gentes de las
tierras de Espaa que haban salido la mar, sin respetar
las paces 6 treguas que Inglaterra tena con otras naciones,
haban atacado las naves y tratado inhu:nanamente los
hombres. No satisfechos con esto, reunan en Flandes armada grande y multitud de gente de guerra con intencin de
invadir el reino de Inglaterra, estorbar el trfico y poses'ionarse del dominz'o del mar, por lo cual les mandaba y ordenaba que sin respeto las treguas que tenan con los espaoles, les hicieran guerra por tierra y mar, como enemigos notorios suyos, armando al efecto cuantas naves pudieran, sin cesar en las hostilidades por ningn motivo 2
Sin mucho discurrir se comprende que el domz'nz'o de la
mar por gentes de las tz'erras de Espaa era lo que preocupaba Eduardo, estimulndole al acto pblico de protesta.
Lo de la invasin del reino parecera pueril si no le sirviera
de motivo justificado para ordenar el embargo _general de
embarcaciones y marineros, recluta de soldados y derrama
para mantenerlos, porque el hecho es que dispuso el mayor
armamento naval que Inglaterra hubiera hecho en tiempo
alguno.
1

Rymer, t. III, Pte. I, pg. SJ Vase Apndice nm. 17.

z Rymer, dem. d., pg. 56 .

.'

VII
BATALLA DE WJNCHELSEA
1350-1351

Escuadra inglesa mandaJa por el r ... y.-Gobierna la castellana D. Carlos de la


Cerda.-Encuentro.-Varicdad de las relaciones.-Fuerza comparativa de
los combatientes.-Toman la ofensiva los cntabros.-Abandonan el campo.
-Prdidas que tuvieron.-Contradicciones.-Vanidad del rey de Inglaterra.
-Se proclama vencedor y procede como vencido.-Trata de poder poder
con marineros innominados.-Concdeles cuanto piden.-Exarnen del tratado.

11

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el guante, preciso era arrostrar las


consecuencias ante la mirada de los soberanos
CIIADO

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(]'j'~ puerto del Paso de Cals, y que embarcaran con

~~~ l sus hijos; el prncipe de Gales

Juan de Gan~ te, y el conde de Richmond, nio de diez aos.


~ La reina, con las damas de la corte, se traslad
la vera del agua por mayor solemnidad <lel acto y ejemplo
la nobleza, pronta en responder al llamamiento, que pasaron
ele cuatrocientos los seores de distincin alistados. Para el
rey se aprest el navo de su propiedad nombrado Thomas;
otros de los mejores se habilitaron para conducir los prn1

Vinchele en nuestros documentos.


Conocido adelante con el nombre de F'rncipe Negro.

100

LA MARINA DE CASTILLA

cipes, armndolos con artillera, distribuyendo ballesteros,


arqueros y hombres de armac; con actividad que pronto acab los preparativos, poniendo la armada en formacin, al
ancla, y con vigas en las gavias que avisaran la aproximacin del enemigo.
A Flandes lleg nueva del peligro, ante el cual, juntronse las naves castellanas, reforzaron las tripulaciones con
gente del pas asalariada, y hubieron los maestres de elegir por cabeza D. Carlos de la Cerda, hermano de don
Luis, el prncipe Fortuna, nombrado tambin D. Carlos de
Espaa, caballero de estirpe real, muy popular por sus excelentes condiciones 1 ~ Con estas prevenciones salieron la
mar dispuestos buscar camino.
De la batalla naval que ana ocurri tratan varios escritores 2 ; pero de manera tan obscura y contra~ictoria, que no
es posible acertar con el que no yerre. Los historiadores
modernos de Inglaterra, interpretando una frase ambigua de
Froissart, suponen en los castellanos superioridad nu.m rica
de diez contra uno de sus enemigos. En los navos tambin
hay dudas: Wallsingham, que en un principio cita veinticuatro, da luego por rendidos veintisis, aparte de los echados al fondo y de los que huyeron. Por desgracia no existe
relacin espaola con que confrontar las otras 3.
1 Mr. H. Martn expresa en su Histoire de France que D. Carlos de Espaa ,
hermano de D. Luis de la Cerda, alcanz ttulo y dignidad de Condestable de
Francia; era persona de gran distincin, hermoso, noble y corts; el rey Carlos V le tena entraable afecto 1 por el cual le hizo asesinar Carlos el Malo,
<le Nava:-ra, en 1353. D. Luis de Salazar comprende D. Carlos de Espaa en
su Historia de la Casa de Lara, t. I, p. Ig3, agregando las anteriores noticias qu ; fu conde de Angulema y cas con Margarita de Bretaa.
2 Wallsingham, Froissart, Kuyghton, Mateo Villani y Jacobo Meyer, c:mtemporneos.
3 D. Antonio Enrqnez, Glorias martimas de Espaa, pg. I 17, estampa
en el ao 1350 esta errnea noticia:
ce En 28 de Agosto en las costas de Vizcaya acometi la armada de los vizcanos la inglesa que haba enviado el rey Eduardo 111 hacerles daos, por
resentimiento de los que ellos haban ejecutado sus navos de corso en los
mares de Bayona y Bur~cos; y despus de un reido ,. sangriento y largo combate qeiaron los vif' caios vtctoriosos . ll
.
.
.

BATALLA DE WINCHELSEA

101

Aceptando la de Froissart, las naves cntabras llegaban


carenta, iguales entre s, tan grandes y hermosas que daba gloria verlas. Ascenda el equipaje diez mil hombres.
El domingo 29 de Agosto recalaron sobre Winchelsea
tiempo de ver salir del perto, en orden, la armada inglesa. Como navegaban con viento fresco y largo, pudieran esquivar el encuentro si quisieran, mas lejos de ello, largando
banderas y flmulas, avanzaron sin vacilacin hacia el enemigo, generalizando la acometida en un momento. El navo
del rey Eduardo fu embestido por medio del costado con
choque tremendo que lo abri; el castellano desarbol con la
fuerza del golpe, cayendo al agua los gavieros, y una vez
aferrados, borda con borda, la gente inglesa lo rindi, degollando arrojando al mar los vencidos. Despus, como
el Thomas se hunda, se arrim Eduardo otro espaol con
el apresado.
El prncipe de Gales se vi en mayor apuro, porque el
cqstellano que le ech los arpeos de abordaje, le hizo varios
agujeros en el casco y se iba fondo velozmente, mas esta
misma circunstancia oblig los ingleses subir la cubierta del enemigo, y habindolo atacado por la parte opuesta
el conde de Lancster, entre los dos lo sojuzgaron, sin dejar
hombre vida.
Otro navo mandado por Sir Roberto de Namur, se vi
arrastrado por el espaol que lo tena sujeto; los ingleses
gritaban pidiendo socorro, creyndose perdidos, cuando un
escudero, llamado Hamekin, le ocurri cortar la driza: la
vela cay instantneamente sobre cubierta envolviendo los
castellanos, y saltando su bordo favor de la confusin,
los contrarios los acuchillaron sin p:edad. Con esto acab la
funcin quedando en poder de los ingleses de catorce veintisis naos castellanas, segn el relato diferente de los cronistas 1 ; las dems huyeron. No perdieron los vencedores
1 Lediard las hace subir nada menos que setenta, tan grandes que parecan
monstruos marinos.

102

LA MARINA DE CASTILLA

ms que dos, hundidas, si bien las mejores; la real y la del


prncipe de Gales, y de personas de cuenta slo muri el caballero Sir John Goldesborough. Tocaron, pues, las trompetas en seal de triunfo, yendo fondear antes que anocheciera en Rye y en Winchelsea, con ruidosas manifesta- .
ciones de jbilo.
De esta batalla nombrada por ellos de los espaoles en
la mar ( Spaniards on the sea) se habl mucho tiempo. Los
historiadores siguen considerndola hoy mismo como suceso
sin paralelo (unrivl!ed) en los anales de la Gran Bretaa,
en tazn que, inspirado el rey Eduardo, bien por amor
de la gloria por deseo de castigar un enemigo prfido,
por vez primera qued humillado en el Ocano el orgullo
ibrico 1
Reconocen que la armada inglesa deba de contar con nmero mayor de naves, ventaja excedida, su juicio, por el
mayor porte de las espaolas, desde cuyos costados altos,
as como desde las gavias, arrojaban dardos, piedras y barras de hierro. Las primeras, dicen, no pasaban de pinazas
y barcas que llevaran razn de treinta cuarenta ballesteros
6 arqueros, sin que excedieran de ciento los de la nave real;
los castellanos tenan ms y ms experimentados marineros,
y por ello causaron los vencedores muchas bajas en muertos
y heridos. En fin, la importancia del triunfo vali Eduardo III el ttulo de Rey de la mar, que le adjudic su pueblo.
Si se examinan con alguna atencin los textos antiguos 2 ,
no encuentra la crtica fundamente para que tan satisfechos
quedaran los ingleses. Dicho est que en ningun<? de aqullos se expresan las fuerzas que cada armada .present en
combate. Los castellanos salieron de sus puertos embarca!en las costas de Francia vinos para Flandes: en el de la Esclusa cargaron mercancas de valor, indicacin de no medi1 Nicholas Harrs. A history of the royal navy jrom the earliest times to tlze
wars oj the french revolution. London, R. Bentlcy, 1~47, 2 vol. 8. 0
2 Apndice nm . .18.

BATALLA DE WINCtlELSl<;A

10 3

tar en el regreso empresa guerrera, y admitiendo que llegaran cuarenta las naves, y aun que reforzaran las tripulaciones con ~a'.llencos, difcil parece que el inters de los armadores se aviniera elevar el nmero doscientos cincuenta
que tendra que haber en cada embarcacin para alcanzar la
cifra de diez mil, sealada en la relacin de Froissart. Por
otro lado, si en el encuentro fueron diez contra uno, resultara que eran los ingleses mil, y como se sabe que los nobles y caballeros de la corte de Eduardo pasaban de cuatrocientos, habra tantos personajes ilustres como soldados y
marineros, rareza nunca vista en la guerra.
Habindose preparado con tanta anticipacin el rey de Inglaterra y denunciando los documentos que orden el embargo general de naves en el reino y acudi los prelados,
conventos y cofradas pidindoles oraciones y dinero; en el
hecho: solo de haberse embarcado con los tres prncipes, llamando con el ejemplo los magnates con sus servidores y
criados, se da entender que recurri todo su poder contra el de unos cuantos mercaderes. El nmero de bajeles
reunido excedi en mucho al de los que haban de pasar; es
de creer hubiera tres cuatro para cada castellano, y no tan
pequeos como quiere propalarse, porque los de Bayona~
que entraban en esta armada, compitieron siempre en cualquier concepto con los nuestros. Del Thomas en que Eduardo arbol el estandarte, se sabe por datos ingleses anteriores, que meda ms de doscientos cincuenta toneles y contaba
otros tantos hombres de equipaje; los navos de los prncipes
no seran inferiores.
La circunstancia de esperar la armada inglesa en el Canal,
orntando con puertos en uno y otro lado, y la de considecarse los espaoles tan lejos de los suyos, aade las ventajas de nmero, fuerza y armas, la de la seguridad de refugio en caso de avera 6 derrota, seguridad de grandsima
influencia en la moral del combatiente. Los castellanos no
rehuyeron, sin embargo, el encuentro, como pudieran, pues

tO...

LA MARINA DE CASTrLLA

que venan con viento fresco del Nordeste, y esto parece indicar, primero, que no tenan en mucho la pericia y al esfuerzo de los que se ponan .en su camino; y segundo, que la
jugada les ofreca probabilidad de ganar ms que perder,
toda vez que la captura del rey de cualquiera de los prncipes de Inglaterra, les brindaba, sin contar con la resonancia del golpe, con rescate de consideracin.
Por resultado final, ellos perdieron algunos barco-; y e 1
rey gan la satisfacci:i de que le tuvieran en mayor respeto. Consider tener alcanzado con esto el seoro de la mar,
proclamandolo al acuar las monedas que se llamaron nob!es de
oro, en cuyo anverso mand poner su efigie coronada, dentro
de un navo, teniendo en la mano derecha la espada desnuda, y en la otra el escudo con cuatro cuarteles de lises y
leopardos, como rey de Francia Inglaterra, y en el reverso, por leyend~ no menos presuntuosa, el versculo del Evangelio de San Lucas, ')esus autem transzens per medium eorum
ibat. En cuanto al dominio efectivo del Ocano, no se compadecen con las decla~aciones de Eduardo los hechos comprobados, de haber aprestado en Octu')rc clel mismo ao del
triunfo, armada de escolta, fin de que los castellanos no
impidieran sus naves cargar vino en su propio puerto de
Burdeos, y sobre todo, el haber dado en Noviembre poderes al gobt:rnador de Cals, Roberto de Herle, y al doctor
Andrs de Offord, para tratar y concordar con los maestres, marineros y otros hombres de Espaa, sus adversarios,
que estaban en Flandes, paz y amistad perpetua 1
Sentados que fueron los preliminares, las villas y marismas de seoro del rey de Castilla enviaron Londres tres
procuradores: Juan Lpez de Salcedo, Diego Snchez de
Lupart y Martn Prez de Golindano, los cuales, de una parte,' y de la otra el rey Eduardo de Inglaterra, acordaron y
firmaron en I . 0 de Agosto de I 3 5 I tratado cuyas clusulas
principales eran:
1

Rymer, t. III, Pte. I, p. 6o. Copia en el Apndice nm. 19.

BTLLA DE WINCHLS E

105

I. Reparo y satisfaccin mutua de daos causados en la


mar desde que empez reinar en Castilla D. Pedro.
II. Treg-ua por mar y tierra durante el =erodo de veinte
aos, exceptuando las gentes de Bayona y Biarritz, en ra- ;... uiuS> ".,.

da con e11 os otra part1cu


1ar i:or cuatr ~~ p-e
r1'-c
zn estar ya ajusta
\~\.osoi"1.1'a. ~
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910P..D

anos.
""~ ul-ll"' :Oncl'III. Los comisarios castellanos daran conocimiento del ._~~pu.
Q
tratado los compatriotas que estaban extrafados del seoro de Castilla y de Vizcaya, por si queran adherirse, en
cuyo caso se ofrecan facilitar relacin de sus nombres. Si
los extrafiado:; rehusaban ser comprendidos en la tregua, el
rey de Inglaterra podra tenerlos por enemigos. Los firmantes no seran entonces responsables de los daos que ocurrieran, con presentar antes de transcurrir seis meses, lista
de nombres de los jefes reconocidos por los referidos espaoles extraados en Brujas y otras ciudades de Flandes, y
comprometerse no darles auxilio contra ingleses.
IV. Los sbditos de los seoros de Castilla y Vizcaya
podran navegar, comerciar y pescar libremente en las costas y puertos de Inglaterra y de Bretaa; pagando los derechos que en cada localidad tuviera establecida la costum bre 1
Singular negociacin entre un rey y un grupo de marineros sin entidad ni nombre definido, en que el primero solicita, y son ellos los que acuerdan y conceden. Abre aqul sus
puertos ~l comercio, sus costas la pesca, sus mercados al
concurso extrao, con los beneficios de que gozan los sbdi.tos propios; ellos en compensacin ofrecen slo no hacer
dao. Aguarda el rey, para tratar, el resultado del combate
en que se proclama vencedor, y viene suscribir despus las
clusulas ordinariamente impuestas al vencido por la ley
inexorable de la guerra Singularsimo caso, realmente!
Cmo el soberano que en la tierra no reconoce superior,
delibera y estipula con gentes que se dicen vasallos de otro?
1

Rymer, t. III, Pte. I, p. 70. Copia en el Arndice nm. 19.


F.D .

IOb

/r"'

....

LA M.\ RINA DE CS'I'ILLA

Qu gentes son esas, que por s envan embajadores con


poder bastante? No hay que preguntarlo las historias, mas
lo estn diciendo los hechos elocuentemente.
.
Los habitantes de las maris .nas de Castilla; los que desde
el Mio al Vidasoa lanzaban al agua las embarcaciones execradas por los ingleses, antes que stos empezaran sentir
las necesidades de la comunicacin, cruzaban el Ocano como
en heredad que la Naturaleza les haba deparado. En la tierra eran sbditos, y sbdito~ fieles del rey; al perderla de vista
aflojaban los lazos de una dependencia no reclamada all,
donde no exista seor reconocido. El disfrute del mar, no
disputado en un principio sus bajeles, les pareci equivalente posesin legtima; el intento de restringrselo, ataque
la propiedad, y como hicieran la explotacin costa y riesgo, no habiendo tribunal que dirimiera tales pleitos, tomaron
ele su mano la justicia, admitiendo apelacin la fuerza de
los navos y la disciplina de los llevadores.
As iban los mareantes del Cantbrico de continuo Flandes, Noruega, Islandia, y en toda probabilidad iran
alguna vez las costas septentrionales del Nuevo Mundo un
siglo antes que Coln lo hallara por la latitud del trpico r, como en ejercicio de un acto natural aprendido en la
escuela de la prctica. No se jactaban de l ms que el labrador de los surcos del arado, que de otro modo, si en relacin escrita no lo dieran entender, dijralo por elles cualquiera de las memorias pstumas que ha discurrido. la vanidad humana.
Claro es que al proclamar Eduardo III en las cdulas de
ro g ativa que las gentes de las Herras de Espaa pretendan
el dominio del mar anglicano, confesaba su temor de que supieran ejercer1o; solicitando de esas gentes tregua y paz
costa de concesiones jurisdiccionales, reconoca en ellas una
autoridad no inferior la st1ya, confirmndolo plenamente ese
tratado que de poder poder hizo con sus representantes.
1

Disquisiciones nuticas. t. VI.

BATALLA DE WINCHELSEA

107

De una parte consignaba el instrumento las nobiliaria


apelaciones del monarca; de la otra se sobrentenda po n e.u . . :o
nombre el de legin, por ttulos, la declaracin de no nec ~ 'J J\..L-i:: ..
sitarlos. Haba .en la primera aspiracin de gloria y seor -< 0 \" 10Ao ~
'
p'lt M\.IRCIA
11/
no se descubre en la segunda ms que la de tener camino lt ~ Q
.......~
bre y franco acceso. Al pie de las estipulaciones puso Eduardo el sello blasonado con la flor rara de los jardines y la
fiera que re; na en las selvas; Salcedo, Snchez, Prez, por
los marineros y las villas que les diputaban, colgaron la
par sellos de plomo con las figuras de la nao y de la ballena, que caminan respectivamente encima y debajo de las
aguas 1. Eduardo no estaba satisfecho con llamarse rey de
Francia y de Inglaterra; quera adems el ttulo de Rey del
mar; dejbanselo de grado los que el mar tenan, contentndose con cobrar las anatas. Qu importaba el ttulo, s.i
ellos, los innominados, continuaban en realidad dominando?
El comercio de Espaa con las posesiones inglesas, dice
un historiador imparcial 2 , tom desde entonces mayor desarrollo.
Eduardo firm cartas patentes dirigidas los alcaides,
prebostes y otros ofic:ales de Guiena, en virtud de las cuales los castellanos podan entrar libremente en el Ducado con
sus mercancas, efectos valores. Consentales importar los
vinos de su pa;, preparando una revolucin comercial que
haba de darles preponderancia en los mercados de Inglaterra por este solo artculo, sin contar los otros ; caballos de
Andaluca, especias, droguera, palo de tinte, cordobanes,
sedera, arroz, cera, almendras, naranjas, paos y lino.
El rey D. Pedro de Castilla aprob solemnemente el traI En los escudos respectivos de armas ostentaban por blasn principal la
nave la~ villas de ~antander, Castro, Santoa, 'an Vicente de la Barquera,
Avils, Plencia, Portugalete, (,rio y Neda; barca y ballena las de Bermeo, Lequeitio, .Motrico, On<lrroa, Lare<lo, Fuenterraba y Zumaya. San Scbastin
tuvo por primeras armas nao de plata en campo de azur con su corond.
2 Michel. Histoire du commerce
Bordeaux, principalement sous 1'administration anglaise. t. I, p. 156.

108

LA MARINA DE CASTILLA

tado de Londres en las Cortes de V alladolidad 1 , y por consecuencia, reunidos en la iglesia de Santa Mara de Fuenterraba, dos aos despus, nuevos comisarios de las marismas, saber : de Bermeo, Plasencia, Bilbao, Lequeitio 2 ,
con representantes del mayor y jurados de Bayona y Biarritz 3, ratificaron su concordia, y fin de que la paz fuera
duradura, establecieron penas pecuniarias y corporales, segn los casos, los infractores, comprendiendo en el compromiso por parte de Castilla todos los puertos de las costas septentrional y occidental de Espaa, desde el mismo
Fuenterraba Bayona de Galicia 4. El rey de Inglaterra lo
aprob y confirm tambin, ordenando, en albricias, las autori.dades de la Rochela, que dieran proteccin los navos y
los mercaderes de Castilla y Lepuscoa.
Cortes de los antiguos reinos de Len y Castilla.
B ermeyo, P la1enria, Bilbau, de la Queti, Hondarro, en el documento.
3 Baion, Bejarrit, dem.
4 Rymer, t. III, Pte. I.
1

VIII
GUERRA CON ARAGON
1351-1368

Concepto alcanzado por los marineros castell:inos.-Nuevos privilegios.-Batalla de Alguer.-Insulto del capitn catnln Francisco de Perells. - Consecuencias.-Ataques Barcelona y Valencia.-Derrota y muerte de Mateo
Mercer.-Presas.-Alianza con Inglaterra.-Ventajas comerciales alcanzadas
en Flandes.-Bocanegra y Martn Yez .-Marcha el rey con la flota
Bayona.-Disensiones entre los mareantes. - Tratado con Francia.

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satisfecho el rey de Castilla con el prestigio que ~lcanzaban sus .s~bditos marineros,
~, _ ~ y agradecido los serv1c10s que le presta~~
ban, confirm y ampli privilegios las vi~t llas del Cantbrico en otros despachados el misf -mo ao r 3Sr, sealadamente en beneficio de San
Sebastin, porque las naos de este puerto se distinguieron
en el socorro de Algeciras, atacada con gran poder por los
moros y librada por la fuerza de mar 1 La Crnica de Lpez
de Ayala ensalza incidentalmente el concepto de los mareantes del Cantbrico diciendo 2 :
En el ao r 3 5 2 tenan los catalanes cercado el castillo
de Alguer, e los venecianos ayudaban los catalanes, los
genoveses los de Cerdea. E eran los venecianos e cata-

: l ~

Martnez de Isasti, Historial de Guiprcoa, p.


Crnica de D. Pedro, cap . VIIf.

510 .

IlO

LA MARINA DE CASTILLA

lanes setenta galeas, e era almirante de los catalane'> don


Bernardo, vizconde de Cabrera. E los genoveses llegaron
con cincuenta galeas, e era almirante dellas Micer Antonio
de Grimaldo. E fu la pelea, e estando el fecho de la batalla,
como al medio en peso, ovo viento en la mar. E eran y dos
naos de Castilla, e la una era de Castro de Urdiales, que
decan la Rosa de Castro, que era de doscientos toneles, e
venan al sueldo de los catalanes; e desque ovo viento, lleg
una nao destas la batalla, e pasaba por cima las galeas de
genovese3, e la galea que fallaba anegbala. E asi fueron
desbaratados los genoveses, e escaparon diez e nueve galeas
de las suyas, e perdieron treinta y una I .

Durante este perodo pas el Prncipe Negro dirigir la


guerra de Francia por la parte de Gascua llevando fuerzas
para cuya traslacin acudi el rey Eduardo al sistema de
embargo de naves, y no hallar.do ninguna que le pareciera
digna de su hijo, flet la espaola !lOmbrada San Antonio de
Guetana, escribiendo sobre el particular al rey de Castilla.
Es posible que en la eleccin influyera algo de lo que ahora se
llama moda, por reputarse las embarcaciones de Cantabria
superiores en porte y belleza las de todas las naciones 2
Ocurri por entonces incidente impensado que las puso en
accin dentro del Mediterrneo y fu que hallndose el rey
D. Pedro en Cdiz el ao I 3 5 6, visitando los pueblos de la
cOsta, segn dijo en carta dirigida al soberano de- Aragn,
estando divertido en Sanlcar de Barrameda pre::;enciandb
la pesca de atunes, como expresa la Crnica de Ayala, llegaron su inmediacin diez galeras catalanas que iban en
auxilio de Franda. El capitn, Francs Francisco de Pere1 Dur esta batalla desde el amanec : r hasta ponerse el sol, el 27 de Agosto
de 1353, con mortandad proporcionada Ja animosidad con que influyeron
all el odio y venganza en Jos unos y la desesperacin en los otros. Los genoveses perdieron ocho mil hombres entre muertos y heridos, fuera de tres mil
doscientos prisioneros; los aragoneses y venecianos contaron trescientos sesenta muertos y hasta dos mil heridos.
z Nicols Harrs.

I'

CUERRA CON ARAGN

Jll

lls que las gobernaba, no respet la inmunidad del lugar


ni la presencia del monarca; permitise apresar dos naves
placentinas fondeadas en el puerto, alegando que llevaban
carga de propiedad de genoveses, con quienes los catalanes
haban guerra entonces. Hay noticias de que el desacato fu
mayor.
Quin dice que estando en el puerto se avist una galeota
genovesa, y en presencia de aqul y hasta el costado de la
galera real fu persiguindola. Mateo Villani 1 agrega haber
disparado los catalanes saetazos contra el mismo rey, y por
lo que cuenta la Crnica de D. Gonzalo de la Hinojosa, hasta
ahora indita y arrinconada 2 como fuese requerido Perells que se tornase, non lo quiso facer, mas antes echaba
truenos e lombardas contra la galera de D. Pedro, que la
forad toda e entraba por ella el agua tan fuertemente que
si no le acorrieran se ahogara.
Ayala no concede al insulto tan grandes proporciones
aunque no disimula su gravedad, consignando que el rey
envi secretario suyo al cataln con recado atento, advirtindole, no tanto la sinrazn de su conducta, como el deseo de
que por s ropio la enmendara. Le requirieron, dice el
cronista, que pues aquellos bajeles estaban en su puerto,
que no los quisiese tomar; otros, que lo dejase de facer por
honra dl, pues estaba presente.
Perells se obstin groseramente en la ofen$a salindose
del puerto con las presas con su valor, y aun arroj al agua
lo que no tuvo comprador, continuando despus su cammo
hacia Francia.
Irritada con el insulto la sangre caliente de D. Pedro, orden en seguida por represalia el embargo de bienes de los
catalanes residentes en Sevilla, y sin perder !Ilomento march la ciudad para activar el armamento de siete g~leras y
Edicin de Florencia de 158, p. 370.
Coleccin de documentos foditus para la Historia de Espaa, t. CVI, pgina 78.
1

112

LA MARINA DE CASTILLA

seis naos que all haba, proponindose ir en persona castigar al capitn osado.
Los ricos homes e caballeros e ornes de facienda de Sevilla non le pudieron impedir que se embarcase, e fu el primer rey de Castilla que contra enemigos se puso en la mar,
ca su corazn era tal, que quisiera facer piezas los de Aragn e a Mosn P erells .
Por mu.cha que fuera la diligencia, mucha era tambin la
delantera que llevaban los .aragoneses para contrastarla: al
llegar Tavira, en Portugal, D. Pedro, supo que das antes
haban partido las galeras que buscaba, con lo que se enardeci la rabia que senta. No la mitigara la noticia anticipada, si la tuviera, de la mala suerte que esperaba las embarcaciones aragonesas, pues como hallaran al rey de Francia en situacin crtica, vencido, desbaratado y preso por el
prncipe de Gales, comprando la paz costa del ducado de
Guiena, nada pudo hacer Perells, ni aun volverse, perdiendo en el puerto de Arafor aquellas galeras cuando ms
iba necesitarlas su seor por causa del atentado de Sanlcar.
De regreso en Sevilla D. Pedro, envi mensajero al rey
de Aragn pidiendo satisfaccin del reciente insulto y de
agravios anteriores en que entraba el apresamiento de naves
que iban Sevilla con mantenimientos. La respuesta no fu
cual conviniera para calmar la tempestad desencadenada en
el nimo del rey de Castilla; descarg sta al punto con de
claracin de guerra, y guerra la ms atroz que nunca ha azotado Espaa; guerra zgne et gladio, asombro de los historiadores, como si por entonces no se hicieran todas de la
misma manera 1
El rey envi cartas a todas las villas de la costa de la
1 Los documentos cambiados entre los reyes de Castilla y de Arag6n estn
colecciondos por Salazar, Academia de la H istoria, A, 4. El Sr. Catalina Garca los analiza en su historia titulada Castilla y Len durante los reinados de
D. Pedro I,y Enrique JI, etc. Madrid, 1891, t . L

----

mar de Galicia e de Asturias e <le Vizcaya e de Guipzcoa


que todos los navios fuesen embargados, que non fletasen a
otra parte, ca l los haba menester para el armada que que
ria facer el ac1 prximo que venia, contra el rey ele Aragon,
e asi lo cu:nplieron todos los mareantes, e obedecieron su
mandamiento 1.
Mostr D. Pedro grandsimo empeo en que la guerra
fuera martima, ya que en la mar tuvo origen, dando gallarda muestra de las condiciones de su carcter, porque en las
aguas er~ donde ms poderoso se crea su contrario, y no
sin razn, contando con marina aguerrida y experimentada,
que muchas veces se haba medido con las de Itlia, mientras que Castilla careda en el Mediterrneo de fuerzas organizadas de importancia. Por e1lo un escritor marino, que eligi esta guerra por objeto de disertacin perita 2 , observ
cun grande aparece en este punto ese rey quien tanto
se ha empequeecido, ora por no discernir sus crmenes de
sus elevadas condiciones, ya por sujetar el criterio una
sola de sus faces, bien por acomodar la crtica impresiones determinadas del nimo, sin quererse indagar las causas
que despertaron su sevicia, para atenuar, ya que no disculpar su furor.
El Sr. Catalina Garca, para el que la figura de D. Pedro
no es tan simptica, ni mucho menos, escribiendo con posterioridad, no aprecia las circunstancias de la misma manera, errando, mi juicio, en la estimacin de los recursos navales de los beligerantes. Reco~oce, sin embargo, admirable
la decisin del de Castilla.
El rey puso empeo en que la guerra tuviese por principal teatro las aguas del mar. tuvo miedo al poder de sus
enemigos por tierra, 6 movile, para honra suya, el gran
1 Crnica de D. Pedro, ao 1358, cap. X.
Discursos ledos en la Real Academia de la Historia en la rblica recepcin de D. F. Javier de Salas, el da 1. 0 de Marzo de 1868. Madrid, Fortanet,
1868, 4. El de contestacin es obra de D. Aureliano Fernndez Guerra. Ambos ilustran la historia de este reinado.
2

F. D.

J5

tq

LA MARINA DE CSTtLLA

pensamiento de dar nuevos rumbos la lucha, atacando las


costas de sus enemigos, llevando el terror de las armas las
ciudades ms insignes de Aragn, y dirigiendo la punta de la
espada al lado ms flaco de su rival.
Era ms lento y costoso ganar legua legua un territorio
erizado de fortalezas y guarnecido de mesnadas poderosas,
que dirigir una escuadra contra Valencia, Barcelona y las
dems plazas martimas, y como tales, las ms ricas del seoro de Pedro IV. Por esto es forzoso declarar digno de admiracin aquel propsito y advertir los medios <le que se sirvi el rey de Castilla para conseguirlo 1
Y tanto : basta considerar que ni antes ni despus de don
Pedro buscaron en la mar los reyes de Castilla can~pos de
batalla, por la inferioridad de sus recursos comparados con
los de Aragn, quienes solan pedir este auxilio.
La ocasin de las hostilidades pareci de perlas al conde
de Trastamara, que despus de los sucesos de Toro haba
escapado embarcndose en F errol en una nao hasta la Rochela, para volver Espaa y seguir siendo_cabeza de la
conspiracin permanente de los hermanos bastardos contra
d rey. D. Fadrique, menos sagaz cauto, perdi la vida desastrosamente ; la perdiera lo mismo D. T ello no salir de
su seoro de Vizcaya para Bayona, seguido muy de cerca
por D. Pedro, que tras l se embarc en Bermeo.
Armadas en Sevilla doce galeras, y uniendo, seis tomaJas sueldo de genoveses, una nao de Laredo y buen nmero de ballesteros, emprendi D. Pedro la campaa, llegando I 7 de Agosto de 135 8 sobre Guardamar, villa que
to :n sin resistencia : no as el castillo, al que hubo de p::ner cerco formal, y como desembarcara para ello la mayor
parte de la gente de la escuadra, saltando viento de travesa
y sorprendiendo los bajeles en aquel lugar desabrigado,
sin brazos suficientes, dieron en tierra, perdindose, sin que
se libraran del desastre ms que dos galeras, una del rey y
1

Obra citada.

GU~RRA CON ARAGN

otra de genoveses, que pudieron refugiarse en Cartagena.


Con el contratiempo se malogr la campaa naval, vindose obligado D. Pedro emprender otras operaciones por
tierra.
Persista, no obstante, en la primera idea, sin desalentarse por el fracaso: las villas de Cantabria enviaron las naos
convocadas: en las atarazanas de Sevilla se trabaj con actividad 1 ; los reyes aliados de Portugal y de Granada contribuyeron con fuerzas que en la primavera de I 3 5 9 formaron en conjunto armada verdaderamente imponente. De pertenencia de la corona eran veintiocho galeras, dos galeotas
y cuatro leos; de las villas del reino ochenta naos grandes
de caslil davante 2 ; ~el rey Mahomad, tres galeras moras;
del de Portugal, diez galeras, una galeota 3, de suerte que
sumaban cuarenta y una galeras, tres galeotas, cuatro leos
y ochenta y una naos, contando una carraca veneciana de
tres cubz.ertas, fletada.
Puso D. Pedro su estandarte en nave grande ganada
los moros durante el reinado de Alfonso XI en el sitio de
Algeciras; era de la especie nombrada Oxel 6 Uxel, destinada por los sarracenos pasar mucha gente de una vez
desde Ceuta Gibraltar A!geciras, y que poda llevar en
bodega cuarenta caballos. Se haba carenado y reforzado
construyendo arriba tres castillos, en las extremidades y en
el centro, encomendando el de popa Pero Lpez de Ayala,
el cronista; el de en medio Arias Gonzlez de Valds, y el
de proa Garci Alvarez de Toledo, patrn de la nave real.
Por guarnicin llevaba cien hombres de armas y ciento veinte ballesteros, aparte de marineros y remeros y de la nata de
la caballera, squito del soberano.
En buenas manos haba puesto las otras galeras; el almi1 En ocho meses se construyeron doce galeras nuevas, se carenaron quince
de las antiguas y se apre staron much&s armas y pertrechos. Chronica del Rey
D. Pedro 1 de Portugal, pelo P. Jo.te Pereira Ba yam. Lisboa, 1735.
2 Crnica de D. Pedro, ao r359, cap. XI.
3 Mandada por el almi rante Pezano.

1 A MARINA DE CA'.>TILT A

rante de Castilla Gil Bocanegra, tan acreditado en la conquista de Algeciras, con sus hijos y hermanos, Ambrosio,
Bernal, Lanzarote y Bartolom; el maestre de Calatrava
Diego Garca de Padilla, Pero Fernndez de Velasco, Da
Gutirrez de Zavallos ... muchos nombres ilustres habra que
escribir citndolos todos. De los que han sonado en lamarina eran Garci Jufre Tenorio, Ferrando Snchez de Tovar
y su hermano Juan Fernndez de Tovar.
Se hizo la mar D. Pedro fines de Abril, sealando como puntos de reunin Algeciras y Gibraltar. En el primero aguard intilmente quince das la escuadra portuguesa,
impaciente sigui sin ella al otro, desde donde despach
descubridores Catalua y las Bal~ares, atemorizando su
vista las gentes de la costa y al rey de Aragn, aunque
otra cosa aparentara 1 El castillo de Guardamar, causante
del desastre el ao anterior, sucumbi en pocos das; barajando desde all la costa hasta las bocas del Ebro, se uni
la armada la escuadra de Portugal, y aprovechando la escala
vino la nave real el legado del Papa, cardenal de Bolonia
con palabras de tregua que no fueron escuchadas: acercbase
el da ansiado del rey de Castilla; el de ver Barcelona con
sus ojos, y all encerradas las galeras que blasonaban de invencibles.
No consigui, con todo, ventaja positiva, salvo la humillacin del orgullo aragons; de seguro la cambiara gozoso
poi; la presa de un leo siquiera. Por conseguirlo sufri disparos de lombarda que causaron dao en su nave real; se
arrim la ciudad acaso ms de lo prudente; arranc las anclas catalanas; pero las galeras, en nmero de doce 2 , estaban puestas en seco, fuera del medio en que sirven y de su
alcance sin batalla terrestre.
. Pasando desde Barcelona Ibiza tras dos tres das de
r El c:r. Catalina Garca anofa varios documento!:. en que D. Pedro IV ma:.
nifiesta el recelo de los daos pue pudieran causarle las naves castellanas.
2 Segn Ayala; documentos c !talanes dicen que eran diez y una nao.

GUERRA CON ARAG6N

J 17

ataque infructuoso, puso sitio la villa, cabecera de la isla,


apretndola con ingenios, sin xito tampoco, por haber
recibido nueva de hallarse el de Aragn en Mallorca con
cuarenta galeras, queriendo pelear con l, y al puhto abandon otra iclea, ca todo el fecho de la guerra (escribe Ayala), se libraba por aquella batalla, do los reyes por sus cuerpos avian de ser. Parece no obstante que el de Aragn,
despus de los alardes y amenazas de sus cartas lo pens
mejor, enviando las galeras al mando del almirante Bernardo de Cabrera, que no mostr mayores deseos de llegar
las manos. Viendo los bajeles de Castilla anclados en Calpe, se meti el cataln en Denia; cuando aqullos entraron
en Alicante, lo hicieron en Calpe los aragoneses, sin muestra de socorrer la plaza.
Conviniendo en todo caso oir las partes antes de formar
juicio, es de saber que la Crnica de Pedro IV disiente de la
de Ayala, apuntando que al saber el rey de Castilla la aproximacin de su enemigo, huy de Ibiza temeroso de que por
lo injusto de su causa le castigara Dios, abandonando ingenios y artillera, y por eso no quiso seguirle el Ceremonioso,
encomendando la persecucin Cabrera.
En las pasiones no ejercen influencia el tiempo ni las circunstancias; siglos han pasado; Espaa es na, y hed aqu
que escritores de una y otra Je las regiones entonces contendientes narran ahora los sucesos como si hubieran heredado
los sentimientos de los adversarios. Salas y Catalina Garca
encuentran poco airoso el papel del monarca aragons, cuyas
obras no correspondieron las palabras arrogantes de sus
cdulas y, no sin razn, estiman que la prudencia real pudiera aplicrsela otro nombre. D. Vctor Balaguer, en cambio expresa 1 que derrotada la flota castellana en Barcelona,
hizo vela D. Pedro de Aragn hacia las Baleares con nimo
de dar batalla, que el de Castilla no acept. Por ello envi
en persecudn al almirante Bernardo de Cabrera con quince
1

Historia de Catalua.

18

LA MARINA DE CASTILLA

veinte galeras, pero tampoco logr que el monarca caste-

llano acudiese al combate que le presentaba. Bofarull no quera siquiera que la flota que insult impunemente las costas
aragonesas se llamase castellana, porque iban en ella naves
de otras naciones 1 Castellana la estiman, no obstante, los
portugueses unidos ella, y en la apreciacin de la campaa
los castellanos se inclinan 2
El espritu verdaderamente imparcial no podr menos de
reconocer que hubo por parte del rey de Castilla una agresin y un reto que no encontraron calorosa acogida en los
adversarios, atenidos la defensa, cTno habr de juzgar
que la rendicin de Guardamar en modo alguno compens los
gastos de expedicin que mejores frutos prometa, por la
fuerza considerable juntada.
Ni pudo aprovecharla D. Pedro para dar un golpe sensi ble los venecianos, amigos de los catalanes... venan de
Flandes doce galeras con rico cargamento que pens intercertar poniendo en el Estrecho veinte las rdenes de Garca Alvarez de Toledo y de Martn Yez. Aqullas pasaron
sin ser vistas.
Presentle ocasin de descargar la ira contra los marineros
1

Historia de Catalua.

El cronista Pereira Bayam, despus de narrar los ataques Barcelona


Ibiza sin diferencia con Ayala, contina: Ancoraron as naos e gals (de Don
P.:!dro) junto da terra de Calpe traz huma alta penha que hi ha de sorte 1..jUe
se nao rodia.o ver, saho de porto. As g 1ls de Aragao apparecao dallt distantes a Villa ate duas legoas, pouco mais dentro no mar, e era.o quarcnt11, sem
outros navos. e nao vinha el Rey em ellas porque os seus nao quizerao, e ficou
en Mayorc:is; e ellas nao havia vista da frota de Castdla ror causa dal: uella
penha '-lue as encubria, e vinhao todas a vclla cm esta orJenanza: em meyo
dellas erao dua" gals grossas com castello.s feitos de que peleij assem, e em
huma vinha o Conde de Cardona e em outra D. Bernardo de Cabreira, Almirante de Aragao, e duas gals de gunrda vinhao <liante por grande espasso das
outras, e mn tas gentes de p e de cavallo por terra para as ajudarem se mister
fizes'ie. As duas g ls que vin!-tao <liante, como houverao vista das naos e frota de Castella, abaterao velhs e tomarao os remos; as outras tod as como isto
virao, fizerao logo o mesmo por se ordenarcm a sua vontade; e sabendo parte
das naos que all tstarao, de que houverao muy grande receyo n~o as ousarao
ce esperar no mar; mas logo essa tarde a horas de vesperas se meterao todas
no ro de Dcnia.)
2

CUERRA CON ARAGN

1 [ ~)

aragoneses la nueva de haber llegado la costa de frica el


almirante Mateo Mercer, enviado en auxilio del rey de Tremecn, Abu Henen, que las tomaba sueldo con la mira
primon::lial de da.ar las naves y las costas de Castilla. El
rey comision al jefe de las atarazanas de Sevilla, nombrado
Zorzo en la Crnica, para buscarlas con cinco de las suyas, y
tan afortunado fu en el cumplimiento de las rdenes, que
hallndolas en el puerto de One, en Berbera, aunque los
moros las defendan desde tierra, las apres, conducindolas
al Guadalquivir con los prisioneros, que fueron degollados
sin exceptuar al almirante, aunque anteriormente haba prestado servicios al reino en el cerco de Algeciras, acaso por el
prestigio que en el de Aragn tena 1
Gestiones intrigas del Ceremonioso paralizaron algn
tiempo las operaciones de la guerra, entreteniendo el nimo
de D. Pedro mientras el otro se procuraba alianzas y recursos por medios en que intervena aquel Francisco de Perells de marras. Reanudadas las hostilidades, vino el de
Castilla sobre Valencia allanando su paso cualquier obstculo, si bien con el contratiempo de que el almirante aragons Olfo de Prxida apresara cinco de sus naves sobre
Almera.
1 Zorzo, jefe de las atarazanas de Sevilla era segn se cree de origen trtaro,
criado en Gnova. No se sabe cmo ni cundo vino Castilla; es de rresumir
lo hiciera en la escuadra de Gil Bocanegr l como c.ipitn de galera. Zorzo y
Zorzi eran nombres muy generalizados entre los marinos griegos de aquel siglo y el siguiente. Segn anota el Sr. Catalina Garca, en el testamento otorgado por d rey D. Pedro en Sevilla en 18 de Noviembre de 1362 hizo recomendacin en favor de Sorso su vasallo, Tenedor de las sus Atararanas y el
mismo Zorzo figur entre los testigos del testamento con el ttulo de las Atarazanas, para obtener el cual hara valer los conocimientos marineros y acaso
de construccin naval.
M teo Mercer era valencbno, ca marlengo y consej ro de D. Pedro de Aragn , y mayordomo de su mujer la re ina Leonor. Des te I 34 .. gobern escuadras corno almirante, conlra los moros los genoveses, y gozab 1 de mucho
prestigio con su seor. No consta la fecha <l.! la prisin, que debi ser mediados del ao 1390, y aunque aqu se dice que sucumbi con cuatro galeras,
por ser lo probable, en algunos escritos se elevan nueve. En Catalua y Valencia fu muy sentido su suplicio.

f'.2.0

LA MAtUNA bE CASTILLA

Empez esta invasin con el ao r 364 algo antes, poniendo en manos de D. Pedro I, sin mentar pueblos del interior, Denia, Alicante y los dems de la marina hasta el
Ebro. Valencia por excepcin resista el asedio, aunque el
citado almirai1te Prxida no se determinaba romper el bloqueo intentar al menos introducir en la .Plaza algn socorro
de vitualla, por ser la flota castellana fuerte de cincuenta
cincuenta y cinco velas y aun deban unrsele las diez galeras
de Portugal. La ciudad del Tu ria, auxiliada por ejrcito de
tierra, respir viendo retirarse D. Pedro Murviedro.
Como en aquel lugar supiera que haba entrado en el ro
de Cullera la escuadra aragonesa, contra la que guardaba. la
saa del principio, embarc en la suya, proponindose atacarla en persona, sin contar su bizarra con enemigo ms
temible que las ballestas catalanas. Desatse un furioso Levante, que es travesa, en hora en que puJo creerse que todos los bajeles se estrellaran e aquel da (cuenta la Crnica) la .galera del rey de Castilla era la primera que estaba en
la boca del ro Cullera, e haba ya quebrado tres cables e
perdido tres ncoras, e estaba ya sobre el cuarto cable; pero
Dios qusole ayudar, e a la hora del sol puesto amans
e ces la tormenta. E fue aquel dia el rey D. Pedro en
gran peligro de su persona, e fizo muchos votos de romeras '.
Ms dichoso el ao siguiente (1365) teniendo cercado
Calpe, al intentar el socorro la flota aragonesa dirigida por
el vizconde de Cardona, la derrot Martn Y ez, uno de los
cabos jefes de escuadra de D. Pedro, muy querido de ste,
1 La Crnica de D. Pedro IV el 'Ceremonioso refiere que el rey de Castilla
hizo acto pblico dt! su piedad y grdtitud al S.;or, yt:Bdo la iglesia de Santa
Mara con dogal al cuello,' en camisq y con bragas. Dice el Sr. Catalina Garda
que h rn credo algunos que fu al clebre santuario de Santa Mara del Puig,
pero que no debi ser as, sino la igl esia de Santa Mara de Murviedro. El
peligro del rey fu grande, porque adems de corr-. r el terrible temporal reinante, acechaban su prdida, que diese su galera en la costa, el rey de Aragrr, el conde de Trastamara y sus huestes. Zurita refiere el suceso con minuciosidad.

CUERRA co~ AHAG6N

t 2t

su tesorero mayor desde la muerte de Samuel Lev ' Con.ducidas las presas Cartagena, fu all el rey y mand
degollar los prisioneros, como los que se tomaron con
Mateo Mercer.
Por la distraccin en el Mediterrneo no se dej de la mano
el trfico mercantil en los mares del Norte; al contrario, alcanz campo mayor por la gestin de D. Pedro en procurarse alianzas por all. A Londre_s fueron con tal objeto Da
Snchez de Terrazas y Alvar Snchez de Cullar, plenipotenciarios, que renovaron las estipulaciones sentadas entre
Castilla Inglaterra por D. Alfonso el Sabio en r ~54, sea,
las de estar los Reyes en uno contra todos los homes del
mundo 2 , y en Flandes emplearon influencias por las que el
conde "Luis de Male ratific en acta de r 3 66 los privilegios
de proteccin especial acordados los almirantes, maestre>
ele naos, marineros y sbditos, en general de los seoros de
Castilla y de Vizcaya, privilegios que sirven para conocer el
orden de precedencia, que era: Castilla y Vizcaya, primeramente; Oosterlz"ns, Espaoles, Portugaleses, Italianos, otras
naciones. Indican al mismo tiempo la fundacin de las Bolsac; Lonjas en Brujas, poniendo la de los alemanes en l 340;
de los vizcanos en l 348; de los de Nuremberg en l 36 l ; de
los catalanes en 1389; de los venecianos en 1415 3.
En esto, volviendo espaldas la fortuna al rey, tan lealmente servido por la gente de mar de Cantabria, busc entre
ella refugio, reuniendo en la Corua armada de veintids
naos, una galera, un pamfil y una carraca grande para su
persona y las de sus tres hijas. A estas fuerzas haba de
unirse en el puerto de San Sebastin la escuadra real de galeras de Sevilla, conduciendo el tesoro en cuanta de treinta
Es decir , desde 1361.
Crnica de D. Pedro, ao 1363, cap. 1.-Rymer copi las negociacione
del tratado en 13(,z y la ratificacin y canje en 1 . 0 de Febrero de 1363 , t. III.
3 Wda:: t, An1iquites de Flan dre. Recueil des Croniques de Flandre, t . lV,
p. 271. Bruxelles, 1865. Apnd ice nm. 22.-D.:l particular tratan Capmany,
Colee. diplomt., l turri za, Hist. de Vi1caya .
1

F .D.

16

122

LA MARINA DE CASTiLlA

y seis quintales de oro y muchas joyas; hartas para tentar


la codicia y poner prueba la fidelidad de los custodios, en.
tiempo de revueltas.
Estaba encargado de tan importante comisin aquel Martn Yez, tesorero mayor y jefe de flotas, valido de D. Pedro;
poda depositarse en otro mejor la confianza? Pues bien,
cay el tesoro en manos de los partidarios de D. Enrique;
las galeras con ellos qued~ron tambin, frustrndose los planes del rey, que march con las naos desde San Sebastin
Bayona corriendo el ao 1366.
Djose que Gil Bocanegra atac y rindi la galera del tesorero, y ha de ser esta comedia mal urdida para cubrir las
apariencias. Estando, como estaban por el rey D. Pedro las
atarazanas, la flota y la gente de mar, con abundancia de n!cursos, lo verosmil es que entre los jefes de marina, antiguos camaradas, hubiera acuerdo para entregar el tesoro al
pretendiente, con su cuenta y razn, haciendo valer el servicio. De Bocanegra se sabe que recibi inmediatamente por
merced de D. Enrique el seoro de la villa de Utiel y sus
trminos 1 De Martn Yez refiere la Crnica de Ayala,
escritor que motivos tena para no mostrarse severo con los
que abandonaban al soberano legtimo: E despues decian
que .fincara en la merced del rey D. Enrique con rescelo que
avia de ir al rey D. Pedro porque ava perdido el tesoro que
le encomend.
Dejmosle favorecido con el calor del sol naciente 2
A ca d. de la Hist., Colee. Sala zar, M. 1 14.
Martn Yez de Aponte, sucesivamente capitn y cabo jefe de escuaJrcls reales, alcanz gran estado por el favor que el rey D. Pedro le dispens:
hzole seor de Chillas, aLaide cie las atarazanas de Sevilla y tesorero mayor
del reino en sustitucin de Samuel Lev. Habiendo pasado al bando de D. Enrique, hallse su lado en la tatalla de Njera, y tras el vencimiento huy
las montaas de Asturias. Preso all y conducido por mar Sevilla, fu ejecutado por traidor; tuvo no obstante sc.:pultura en la capilla mayo r de la iglesia
parroquial de San Miguel, capilla que le haba dado D. Pedro al reedificar el
templo, ponindole losa co11 sus armas y memoria, segn dice Ortiz de Ziga
en los Anales.
1

GUERRA CON ARAGN

123

La guerra civil en Castilla, los casamientos de las hijas


o
del rey con prncipes ingleses y los compromisos que hubo i;/.~ 1..cm:rAD \

do, a 1tera , '-"-{ ~ -.. ....1sollA. !


e l aux11to so l"1c1ta
de aceptar antes que 1e d1eran

r.

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1

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1

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ron 1a sat1s1actona s1tuac1 n e comercio y e a marina. O l'\ t-"" "'~~ MIJRCl-' ~C>
~
el tratado que suscribi D. Pedro en Guiena el afio mismo, 1)-..,Q
"_.
cedi al rey de Navarra las tierras de Guipzcoa con todos
sus puertos de mar.
Por otro convenido con Eduardo, prncipe de Gales (el
Prncipe Negro), traspas el seoro de las villas de Castro,
Bermeo, Bilbao y Lequeitio con la costa intermedia y zona
de tierra de una legua al inter!or r, y en su virtud se titul
dicho prncipe , seor de Castrourdiales y de Vizcaya. Desde
entonces, las villas y marismas del golfo tan unidas, y atentas al apoyo mutuo, se dividieron, abrazando unas la faccin
de D. Enrique mientras continuaban otras adheridas don
Pedro con tenacidad igual la de sus abanderados en el interior.
No lleg verificarse Ja entrega de los puertos al Prncipe Negro, por dilaciones, pretextos y dificultades que con
insigne mala fe opuso D. Pedro al cumplimiento de su palabra; la cesin fu no obstante causa principal del disgusto y
de la divisin de los pueblos de la costa. Por atrarselos don
Enriqu e II , el de las mercedes, ofreci y otorg privileg ios,
quitando Pasajes la preemin encia de puerto franco de que
disfrutaba para los gneros de Aragn y Navarra , por darla
San Sebastin 2
Muerto el legtimo sefior , mientras F ernand o de Castro,
Men Rodrguez de Sanabria y los pocos ms leales sostuvieron guerra por Zamora y Galicia, la hicieron por mar las
naos cantbricas bloqueando el Guadalquivir en nombre de
un soberano que no exista . No parece, sin embargo, que
llegaran las manos con los navos de Vizcaya y de Galicia
1/

1 Firmado el 23 de Septiembre de 1366.-Rymer, t. III, Pte. II, p.


transcribe las negociaciones, tratados y documentos anexos.
2 Gebhardt, Hist . g ral . de Espcr('(, t. V, p . 435 .

11 6

123,

RSID-'D

124

LA MARINA DE CASTILLA

llevados por Pedro Gonzlez de Agero, en contra de la armada de Portugal. D. Enrique acrecent luego los fueros y
privilegios de la marina con su generosidad proverbial, procurando borrar la huella de las disensiones.
Secuela de stas, sobre todo, de la parte que por D. Pedro tom el Prncipe Negro llevando la batalla de Njer.a
soldados ingleses, fu la de procurar D. Enrique alianza
opuesta del rey de Francia, suscribiendo compromiso de po
ner en la mar duplicadas fuerzas que l tuviera; de modo que,
si Carlos armaba diez galeras, Castilla aprontara veinte
naos, y una vez dueo de la cjudad de Sevilla, donde radicaban las atarazanas reales, cualquiera que fuese el nmero
de bajeles alistados por Francia, pondra su di ;posicin el
doble, en galeras en naos.
Calla la Crnica el compromiso de D. Enrique, mas se
ha encontrado el documento original que firm en Toledo
20 de Noviembre de I 368 y la ampliacin convenida el ao
siguiente especificando de qu moc.lo se haban de adjudicar
las presas y distribuir los prisioneros 1
El reino se vi desde entonces empeado en formal guerra martima con Inglaterra, teniendo en Guiena al Prncipe
Negro, y en espera de ocasin los hermanos de ste, Juan
de Gante, despus duque de Lancster 2 (casado con Constanza, hija de D. Pedro), que ya se deca rey de Castilla y
de Len, y Edmundo, duque de York, casado con la tra
hija de D. Pedro, Catalina. La campaa no result, sin embargo, desfavorable nuestras gentes, como ha de verse.
1 Rymer, t. IIT.-En compensacin firm Carlos V en Vincennes 10 de
Marzo de 1372 privilegio otorgando franquicias los castellanos que fueran
Francia. Delisle, Mandements de Charles V, p. 411 y 449.
z A/encastre en nuestra~ crnicas.

IX.
BATALLA DE LA ROCHELA
1369-1377

Ambrosio Bocanegra.-El conde de Pembroke.-Encuentro de sus naves.( 'bscuridad de las noticias.-Victoria decisiva de los castellanos.-Trofeos.Revancha de Wi nchelsea.-Rui Daz de 1:<.ojas.- Desemh!>rco en Inf latcrra
por el ~lmirant Fernand Snchez de Tovar. - Presa considerable.-Represalia horrorosa.-Saqueo de Wa1lsingham.

~I

de pensar en lo exterior, urga don


Enrique habrselas con el rey vecino, que
M]
proclamaba serlo de Portugal y de Castilla,
- ~~ muerto D. Pedro, porque como bisnieto de
~~
D. Sancho IV, correspondale por lnea di~Y~ recta la corona, alegato que apoyaban los partidarios
fueron del difunto, so~re todo en Galicia.
Hallabase D. Fernando, el lusitano, en la Corua,
apoyado en la mar por armada de doce galeras , y en tierra
por buenas compaas, guarneciendo plazas importantes.
Por opuesta direccin haba recobrado el rey de Granada astutamente, en un momento, lo que tanta sangre, tanto esfuerzo y sacrificio cost Alfonso XI; la codiciada ciudad de
Algeciras, puerta del Estrecho, mira de los -africanos, si
bien por menor mal, catando los inconvenientes de guardar,.

NTES

:ue

126

LA MARINA DE CASTILLA

la, la allan el moro, derribando las murallas, demoliendo


las casas, cegando el puerto en que se haba establecido atarazana para dos galeras anejas la flota, siempre que en Se
villa se armaba.
Consigui D. Enrique desembarazarse por este lado firmando paces con los reyes de Benamarn y de Granada, sin
mirar mucho en las condiciones 1 En seguida puso en marcha sus huestes hacia el Noroeste, donde el mayor peligro
amenazaba, sin atender por de pronto al originado por la
presencia de armada. enemiga en la boca del Guadalquivir.
La haba preparado D. Fernando de Portugal con veinticuatro galeras suyas, cuatro genovesas de Renato Grimaldi,
contratadas, y treinta naos, las ms de Guetaria y otros
puertos de Guipzcoa, sin contar leos ni fustas, poniendo
por almirante Lanzarote Pezano y por mandn de la vanguardia Juan F ozn, emigrado castellano de los que guardaban en el alma la memoria de D. Pedro, aplicando al vencedor de Montiel por mejores dictados los de bastardo, fratricida, usurpador y tirano.
Entre estos partidarios fanatizados haba saa no compar.
tida por los fidalgos portugueses al guerrear en pro de los
intereses de su patria y de los propios, siendo forzoso acusarles de excesos y crueldades que acaso sin su concurso se
xcusaran.
Dueos del mar, destruyeron cuanto haba en la isla gaditana; hicieron gran dao en el litoral de la baha saqueando los pueblos, talando los frutales, apoderndose del ganado, .haciendo lea de las embarcaciones menores 6 de
pesca, sin perjuicio del bloqueo en el ro de Sevilla, que
paraliz el comerci, privando la ciudad de los beneficios
y comodidades obtenidos del trfico.
Al decir de nuestras crnicas, el rey de Castilla libr
1

de

Carta del rey la ciudad de Murcia fecha eh Guadalajara 10 de Junio


publicada en las adiciones la Crnica en la Coleccin de Rirndeney-

1370,

ra, p. 53-

BATALLA DE LA ROCHELA

pronto su capital .de las extorsiones alejando al enemigo;


por lo que refieren las portuguesas, no fu tan pronto: dur
el bloqueo cerca de dos aos, contados los inviernos, muy
penosos para la gente embarcada, pues aunque desde Lisboa enviaban ropas y mantenimientos refrescados con lo
que garbeaban en la .c osta, las condiciones de los navos entonces, las de los vveres mismos, actuando con los efectos
de la .intemperie, producan la larga, como en .los captulos anteriores se indica, la horrible epidemia escorbtica,
azote de los armamentos en la mar. Muchos portugueses
perecieron se inutilizaron cayndoles los dientes y los dedos de pies y manos 1
Haba en Sevilla veinte galeras de la escuadra que fu de
D. Pedro, desamparadas y sin pertrechos por resultado de
los desrdenes y pillaje consiguiente, y como los almacenes
de repuesto estaban en Carmona, villa que no reconoca
D. Enrique, aunque ste quisiera habilitar la escuadra, luchaba con el imposib~e, teniendo cerrados los caminos p r
donde llevar lo necesario, hasta que con el ttulo de almirante de Castilla se proporcion auxilia~ que los pusiera expeditos.
Ambrosio Bocanegra, criado en las galeras con las armas
en la mano guerreando contra los moros, tuvo nombramiento de capitn en la armada regida por D. Pedro en persona
frente la de Aragn ; se apart luego del servicio de su
seor, pasando al del pretendiente, quien acompa en la
batalla y huda de Njera. Muerto el legtimo soberano, recompens D. Enrique la adhesin del marino confirindole
el cargo que sirvi su padre Gil Egidio; y habiendo heredado las excelentes aptitudes de nutico y de soldado del
progenitor, puso manos la obra de conjurar la situacin
difcil de las cosas.
Cortos largos, lleg reunir remos con que dotar
cada una de las galeras de ciento, esto es, de poco ms de
1

Fernam Lopes, Chronica de D. Fernando.

128

LA MARINA DE CASTILLA

la mitad del reglamento , pues siendo aquellas embarcaciones de treinta bancos , razn de tres remo-s en cada uno
por banda, segn se usaba, requeran ciento ochenta. La
cortedad de impulso procur compensar embarcando hombres de armas y ballesteros en nmero crecido, animndose
bajar en aquella forma por erro al encuentro de la flota
portuguesa contra el parecer geueral de los capitanes, persuadidos del peligro que se arriesgaban. El rey con la
hueste camin por tierra por confortar la moral, siquiera en
la de los reflexivos no influyera en ms <le la certeza de contar con tal testigo de vista en caso de pelea, y con brazos
amistosos en el de naufragio; pero la armada portuguesa se
sali la mar sin esperarlos, procurndose la ventaja de la
situacin libre sobre la numrica.
Esto visto, arm Bocanegra con los remos de todas sus
galeras siete de las mejores, y utilizando la obscuridad de la
noche, atraves por medio de los bloqueadores gran marinera, haciendo rumbo Cantabria para proveerse de lo que
le haca falta. All se le agregaron dos galeras construdas
en Santander y Castro, muy buenas n::.os de la costa, gobernadas por un caballero de Trasmiera llamado Pedro Gonzlez de Agero, con toda ~specie de armas y jarcias, y <li
la vuelta tan rpidamente, que encontr en los mismos puestos la flota portuguesa, sin esperarle, habiendo capturado
de camino (sobre el cabo de Santa Mara) la nao que llevaba su paga : cien mil libras en oro y buenas provisiones.
Al aparecer en formacin muy cerrada ante Sanlcar, levaron aturdidos los portugueses, dudando qu determinacin
adoptar, salvo en la de situarse barlovento.
Cuando los castellanos se aproximaron, lanzronles encendidos dos barquichuelos que tenan apresados con carga de
aceite y to:nando boga arrancada por el claro que abrieron
los de Bocanegra, evitando las llamas, furonse para sus
puertos sin pelear, perdiendo tres galeras y dos naos de las
zagueras.

aATAllA DE LA ROCHL

Con esta accin arrojada, que fundaba el crdito del almirante, preparando la flota para mayores empresas, qued libre Sevilla con todo el litoral hasta el Estrecho y habilitadas
las galeras detenidas en el ro.
No hay razn para decir que huyeran los portugueses,
participando del entusiasmo de los andaluces; abandonaron
las posiciones en que bajo el punto ele vista marinero no haban hecho cosa notoria. Una sola presa de alguna importancia haban logrado: una nave mercante con aceite, que
dieron nombre la bien ganada, que no justifica el trabc;i.jo de
marinarla sin resistencia.
En abono de la retirada, expone un escritor de autoridad r, que estaban en la flota trabajados y dolientes, tanto
que ho 11bres entrados sin barba salieron canos, censurando de
paso la poltica del rey D. Fernando que as gastaba los tesoros sin provecho. Hubo en favor de Castilla otra circunstancia que la imparcialidad debe sac8:r luz: los de las naos g uipuzcoanas que mantenan la bandera de D. Pedro, no quisieron hacer armas contra los amigos, asociados, acaso
parientes, que llegaban con Bocanegra en las naos de Vi.tcaya
y de las cuatro villas de la costa.
Otras ventajas alcanzadas por los ejrcitos de D. Enrique
en el interior constrieron al de Portugal solicitar la paz,
devolviendo las plazas que estaban su devocin, con propsito reservado de faltar cuanto prometa insistir en las
pretensiones tan luego como la oportunidad se lo consintiera.
Por de pronto con ello respiraban en Castilla, fatigada la tierra de tanta lucha; no los hombres, en_luchar perpetuo criados.
Sitiaba por entonces el rey de Francia la Rochela, plaza
muy fuerte importante por su situacin frontera en la costa. Don Enrique deba cumplir el com~romiso adquirido,
acudiendo al requerimiento de atacarla por mar, y 19 hizo sin
demora enviando Bocanegra con la escuadra, estimulndole
su mala voluntad los ingle3es.
r Fernam Lepes, antes citado.
F. D.

LA MARtNA DE CASTILLA

El almirante llevaba por jefes principales Cabeza de


Vaca, Fernando de Pe6n y Rui Daz de Rojas y por instruc
cin, secundar las operaciones de la hueste francesa.
A. Eduardo de Ing laterra importaba la conservacin de
aquella buena fortaleza por mucho que le costara, y as,
acudiendo los grandes recursos reuni naos, soldados,
provisiones y dinero, confiando la expedicin su yerno
Juan de Hastings, conde de Pembroke, que lleg al destino
el 2 2 de Junio ele I 3 7 2 1 , teniendo seguidamente batalla
refida con las galeras castellanas, desastrosa en resultado
para l.
En los relatos del encuentro 2 hay tanta obscuridad como en
los de Winchelsea; algunos escritores de la poca componen
la armada de Castilla de cuarenta naos gruesas y de trece
barcos; ninguno apunta la fuerza de la inglesa que, al decir
de la Crnica de D. Enrique se elevaba treinta y seis naos
y mucha compaa de caballeros, escuderos y hombres de
armas, frente doce galeras solas 3. Los documentos de la
Torre de Londres no indican sino que se hizo embargo general de embarcaciones en los puertos para formar la escuadra del conde de Pembroke, y que sali de Southampton
conduciendo cuerpo ele ejrcito, vituallas y tesoro suficiente
al pago de tres mil soldados por un ao 4, no siendo posible, por tanto, saber punto fijo qu atenerse; pero es de
presumir, por la presencia de Rui Daz de Rojas, merino,
adelantado mayor de Guipzcoa y jefe de la escuadra de
naos, que cierto nmero de stas concurri la batalla con
las doce galeras reales de Bocanegra mencionadas en la Crnica de D. Enrique por mnimum, mientras que la Historia
belga habla de veintids navos espaoles, trmino medio.
Los escritores ingleses prefieren, como <le ordinario, la
1 Rymer, t. 111, p. 9.p. D.! 1371 p J nc errnenmente la Crnica de Ayala
ilustrada por Llaguno.
2 Vdse el Apndice nmero 2 3 .
3 Crnica de D. Enrique, ao 1371, cap. X.
4 Ry mer, t. lIJ, p. 9-P.

~ATALLA

DE J.A ROCHELA

aseveracin de su amigo Froissart, de tener los espafoles


superioridad en naves y en hombres.
Cuenta este cronista anglfilo r, que la armada castellana
estaba al ancla en la rada en el momento de llegar la inglesa, la vspera de San Juan Bautista de 1372, y que vista la
actitud ofensiva del conde de Pembroke, di la vela maniobrando hbilmente par{! ganar el barlovento. Conseguido
esto, arrib so1Jre el enemigo con gritera y toque de tro :npetas, y como sus naos eran grandes y de borda elevada,
arrojando piedras, plomadas y barras de hierro, heran malamente los caballeros ingleses e ;terilizando su bizarra. Al
anochecer ces el combate, habiendo perdido dos barcas,
cuya gente fu degollada por los espaoles. Ambas escuadras fondearon, aprovechando Pembroke la noche para estimular la gente de la ciudad acudir en su auxilio, sin conseguir que lo hicieran ms que algunos caballeros animosos
que se agregaron con cuatro barcas.
En la amanecida siguiente volvi dar la vela la armada castellana ponindose en orden de batalla barlovento, como
la vspera; carg sobre la inglesa echando arpeos de hierro
las naves para que no pudieran desasirse, y menudeaban
los disparos de proyectiles de modo que la admirable resistencia britnica no pudo prolongarse ms all de la hora de
tercia, muertos y heridos ya los ms de los caballeros.
El navo del conde caudillo fu abordado por cuatro espaoles, de ellos los de los jefes Cabeza de Vaca y Feman~
do de Pen: al de Othes de Grantson aferraron los de Bocanegra y Daz de Rojas, no cesando de matar gente hasta
que los caballeros se rindieron, desde cuyo momento se <li
por acabada la funcin.
De todo punto distinta y contradictoria es la relacin de
otro cronista compatriota de Froissart 2 Los ing leses llegaron primero la Rochela, segn l, con poderosa armada;
1

Vase el Apndice nmero 23.


Cronique des quatre premiers Valois.- Ap ndice nmer? 23.

LA MARINA DE CA Tll.LA

la de Castilla, compuesta de veinte galeras vino reconocerla, trabndose escaramuza de poca importancia, tras la
cual se hizo la mar el almirante Bocanegra, insultado de
los contrario , que juzgaban falta de re olucin la maniobra,
y ntr 1 s mismos castellanos, de eosos de llegar las man s hu i ra is u to, no a gurarles 1 jefe que saba muy
bi n lo qu haca.
i ndo n aqu I lug-ar de rrran intensidad la mareas Yiva , las nao in lesas qu dar n varadas en la baja mar, y
ante qu flotaran l or e mpl to las atac ocanegra el da
, utilizando la mayor li ereza y p co calado de la
pu de lanzar s re ella artifici s d fuego que
m estaban, n pudi ron evitar. La mortandad
ran l , p r la o- nt arma la que se arrojaba al
n<lo l la llama y por la qu de la ciudad haba
1 noch
n mbarcacion m nores.
nforma e n l
e la rnica belga 1 encumbran
1 conc pto el almirante ca tellano n tan CTrani o trit n~ . a it ' n ue eso e Jo mi mo 1 reto petulant
contrari
que la murmuracin de los propios; que
xamina sancrr fra la fuerzas ) o iciones elegidas que
ncuentra m dio d d truir por completo al enem CTO con
con ma de u crente ner ce en J ticia puesto entre 1
mae r
del arte de la uerrJ.
La a cin r ult
ci i a: t das Ja na\ s fueron quemada 6 qu aron en mano de los 'encedore inclu a Ja
el t
r
ue .. roi sart quiere u poner sumer ida y que
l
ir <le \~ all ino-ham,
ntena veint mil marc pns1 n r el ond d
mbrok con cua r ci ntos caballer
e
ho mil
o
shecha la e. dicin ) p rranza d som ter In cr]aterra Ja comarc .
ue roi art mpequeezca el hecho de haber
la ma anza 1
paoles as que los caudillo
r umiendo f rta intere ada e e,cepcional
1

\ u

r. m ro ZJ.

BATAL A DE LA llO CH .l .

133

en las prcticas brbaras d aqu 1I


mp
como ocurri en VV inchels a, 1 pri '. n r
degollados srn misericordi arr ~ad
pues doblement la 'ict ria
humanitario, si bi n, igui ndo
cia del rey
n ur o , aJ cautivo e n 1
compafta de setenta caballer s d
pu la lora J
das cuerda al cu Ilo, los cu l s pa ar 1
castillo tras de la humillacin ha. t
n
tisfizo D. Enriqu , l de las merced
compaas blancas 1
Todava, en 1 viaje d regr
Ja arm.
tuvo Bocane ra la for una d t mar
cuatro nao inglesas 6 a uitanas 2 , ntrand
falmente n antand r muy aga e ja l d la 1
t ra. Como ta bici s
nt ne s m m ri d
inchels a, por el ue haba cal '..cluard
JI
<losa tentacin de denominars
JI det mar y c1
famosa medalla d oro n qu a ar clan J
1
su spada e mparaba la circun . tanci
tiva y 1 s cons cuencia d la
sin vana loria val ra m la p Jma
tambin los mar n
ca l ll, n
d un numi ma porque rod ra
en lo monetario que ara j unt

rn!c. de lo

ditr.

1 34

LA MARINA DE CASTILLA

cin de los venideros. Hicironla con tal idea grabando en


el reverso la inscripcin ANGLIS PRAELIO NAVAL! SUPERATIS ET
Ft;GATIS MCCCLXXIII r.

Tratando d el suceso un amante de las glorias cantbricas 2


recordaba que, si cronista extranjero nos conserv breve pintura de la escuadra castellana, no hubo en Castilla ninguno
que nos la pintase entrando por las aguas santanderinas,
alegrando con salvas y msicas el puerto, esparciendo el
marcial alarido de sus victoriosos cnticos y convidando con
el estampido de la plvora y el cobre, la voz alegre de las
campanas que se alzaba fuerte, clamorosa y viva como la voz
de la patria regocijada y feliz dar sus nobles hijos el parabin y la bienvenida.
Nadie escribi, dice, el tiempo consumi lo escrito, la
febril agitacin del pueblo al avistarse las velas, al ser reconocidas como propias por el ojo experto de los ancianos
prcticos, en el aparejo, en la boga, en el corte y campo del
trapo, en el modo de tomar el viento y recelar de la costa
arrimarse ella; nadie el misterioso terror, el misterioso hechizo de lo desconocido y el tropel en los muelles, y en el
almenaje, y por las torres y ventanas de las casas, y el flamear de lienzos al acercarse los barcos, y el gritar, y el preguntarse de cuntos bordo enviaron prendas de su cario,
y el arrojarse en lanchas y botes, hacindolos zozobrar, y el
bogar sin comps hacia los que llegan entre risas y suspiros,
aclamaciones y recelos, y la desaforada impaciencia de la
mocedad marinera que, despojndose del compendioso traje,
se sumerge en las aguas, surge, sacude la mojada cabellera,
y nada porfa desafiando el afilado tajamar de la galera que
avanza rasgando el agua, revolviendo espumas, la rodea
esperando y recogiendo los tacos del disparado falconete,
I Histoire gnrnle de la Marine. Pars . r746, t. II, p. 336. -Recueil historique de jaits memorables pour servir a l'Histoire g nta/e de la Marine, Pars, 178r .-No he logrado ver esta medalla.
2 Juan Garca, Costas y montaas.

BATALLA DE LA ROCHELA

135

que caen encendidos y humeando apagarse en el agua; ni


el asomarse la borda del rostro plido del herido 6 del inutilizado, ansioso de calmar ansias supremas, ni el ansia mayor de los que miran parecer uno en pos de otro rostros y
rostros sanos 6 padecidos, sin que ninguno de ellos sea el
que esperan.
Nada de esto se escribi, ni era preciso, porque si los sucesos del hombre reunido en sociedad obedecen causas variables segn las ocasiones, los tiempos y las usanzas; los
sucesos de su alma, sus dolores, afectos y desengaos, son
constantes y se renuevan con la raza en las edades y en el
individuo, y no necesitamos que un autor contemporneo nos
lo cuente para saber cmo lloraron las madres del siglo xrv
que perdieron sus hijos en la guerra, los hijos cuyos padres quedaron en ella, ni cmo la gloria deslumbrante egosta de. los afortunados hizo olvidar la muerte, el sacrificio, los
martirios y la agona de los menos venturosos, cuyas vidas
nutrieron el esplndido fascinador fantasma.
Se dice en las Memorias de Du Guesclin, comentando la
batalla de la Rochela, que los espaoles usaron por vez primera embarcaciones de fuego, y nada menos exacto. El empleo es remotsimo: los griegos, los romanos y cartagineses
en las guerras pnicas; los moros en la defensa de Sevilla;
los nuestros en el ataque de Algeciras, se sirvieron de semejantes artificios conocidos desde la antigedad con el nombre apropic;.do de navi's incendiaria. No es tampoco exacto .
que las galeras de Bocanegra iniciaran en la mar la artillera, dado que la indicacin de Froissart de que disparaban
proyectiles de fierro de caas (naves de fier a kainnes) se interprete bien, pues apuntadas quedan ocasiones anteriores en
que se oyeron bordo las lombardas. Existen documentos
comprobatorios de habe~ instalado los ingleses piezas de fuego en sus navos desde r 3 38 y no se extraar que las tuviera la marina castellana tan superior por entonces 1 Lo que
1

En la Bibliotheque de /'~cole des Charles, t. 1,

2.

serie. Pars, 1844, p-

LA MARINA bi(CAST!Ll.A

tantos comentarios significan es e1 eco que repiti en Europa


la derrota de los ingleses.
Queriendo aprovecharla sin prdida de tiempo, vino Santander la escuadra francesa conduciendo Ivan de Gales 1
y Morelet de Montmor, encargados de requerir D. Enrique el envo de la armada castellana para estrechar ms el
asedio de la Rochela. Los capitanes castellanos contradijeron.
la peticin, poco satisfechos de los aliados, diciendo al rey
que preferan ir la guerra de Granada, Marruecos y aun
Persia; mas D. Enrique procur cumplir exactamente sus
compromisos, destinando la empresa Rui Daz de ~ojas
con cuarenta naos, ocho galeras y trece barcas 2.
Afortunado este capitn en la campaa, como en Ja anterior, teniendo bloqueada la plaza por mar y desembarcando
gente en refuerzo de la que acaudillaban Du Guesclin Ivan
de Gales, cooper la derrota y captura del jefe ingls_Juan
de Grailly 3, y finalmente la rendicin de la ciudad, con el
nuevo desengao de que le negaran los frances participacin
en los gajes de prisioneros, con lo que falt poco para que
los castellanos despechados la reclama. an con las armas en
la mano. Daz de Rojas cort la cuestin retirndose Espaa, donde por de pronto no pareci tomarse en consideracin la queja, antes al contrario, se mostr gozoso D. Enrique, circulando las ciudades la nueva de la cada de la Rochela y premiando los que haban contribudo ella, espegina 56, he visto una carta fecha en Ruan 16 de Mayo de r 377 mandando pagar cierta suma unos carreteros por haber llevado desde Saint Sauveur :
Bonnefkur dos g ruesos caones que arrojaban piedras y cuatro pequeos que
echaban plomadas, para poner en un navo de armada.
r Ivan de Gales, h jo del prncipe de Gales muerto por Eduardo III y
des p0sedo de su estado, era mortal enemigo del rey de Inglaterra y guerreaba
en favor del de Francia con ma ndo de escu.1 dra.
2 Chronique des quatre premiers Va/o 1s. La nuestra refiere que fu D. Enrique en persona estimular el armamento en Santander, de cuarenta naos; y
que marcharon co n veinte barcas de Fra ncia gobernadas por Juan de Gales.
3 Ju an de Grailly, llamado el Captal de Buch el ms famoso caballero de
Gascua > al decir de u '1 cronista francs, e~tuvo en Cast illa con el ejrcito del
prncipe de Gales en defensa de los derechos del rey _D. Pedro.

BATALLA

DE LA ROCHLA

cialmente al almirante Bocanegra, quien concedi el seoro


de la villa d~ Linares 1 ; sin embargo, resfriadas desde entonces las relaciones con Francia, lleg el caso de sentirse
los efectos; las naos .castellanas no acudieron la campaa
siguiente,. con no escasa satisfaccin de los ingleses, temerosos de la invasin de sus costas, y necesidad de los otros,
reducidos la defensiva con tres galeras italianas que tenan _,
sueldo 2
Razn justificada no faltaba D. Enrique para fijar la
atencin en asuntos de ms cerca. Tena pruebas ciertas de
la mala fe del rey de Portugal que traa en Inglaterra negociaciones secretas con el d1que de Lancster, por lo que
hubo de enviarle advertencias desodas. A poco secuestr el
lusitano sin razn ni pretexto naves de vizcanos y asturianos que comerciaban legalmente en Lisboa la sombra de la
paz, negndose dar satisfaccin del atentado 3.
1 Desde Benavente 27 de Septiembre de 1372 escribi la ciudad de Murcia la rendicin de la Rochela, y eh privilegio firmado en Zamora 5 de Noviembre del mismo ao concedi la villa de Linares al almirante Bocanegra.
2 Nicols Harrs.-Que D. Enrique no qued del todo satisfecho se infiere de
la orden qe di para desarmar las naos y de un prrafo de la carta enviada
Murcia diciendo: E la condicion de entre Nos e el Rey de Francia es de esta
forma: que de cuantas cosas se ganaren por mar e por tierra, ayamos Nos las
dos partes e el Rey de Francia la una>. Condicin que no se cumpli, desatendidas las reclamaciones de Daz de Rojas. El P. Alesn confirma en rns Anales de Navarra la apreciacin de los servicios prestados por la marina con estas
frases, puestas el ao 1373:
El rey de Castilla haca gran contrapeso con la ayuda y socorro que daba
por mar el francs, teniendo una poderosa armada cuyo general era Ambrosio
Bocanegra, y haba cogido el paso entre Inglaterra y Francia y cerrdole de tal
manera que las naves sueltas y las escuadras pequeas eran ordinariamente
presas infalibles de su mayor poder, y aun las gr:1 ndes armadas de Inglaterra
iuan muy aventuradas por el valor y pericia nutica de los castellanos, qu~
tambin tenan la ventaja en el buque mayor y solidez de sus navos, fabricados por la mayor parte en las costas de Cantabria.
3 D. Fernando nao contente de quehrar a promessa que fizera de desposar
a filha de D. Henrique 11 d..: Castella, anda mais aggravou a ira d'este monarcha alliando-se com 6 duque Joao de Lencastre, que pretendia tambem a coroa de Castella como marido de D. Constan~a, filha de D. Pedro o Cruel; come~ando D. Fernando logo por aprisionar trai~oeiramente os navios espahhoes que em boa f se achavan surtos no Tejo., Rainhas de Portugal por
Francisco da Fonseca Benevides, Lisboa, 878, t. r. p. 223. La Crnica refiere

F D

18

tA ~'.ARINA DE CAS'rlLL

Ocurran las complicaciones en el rigor del invierno; sin


embargo, no se detuvo la resolucin de D. Enrique de desagraviarse: penetr con tropa por la frontera, caminando
hasta Lisboa, sin tropezar con obstculo que no allanara. Al
mismo tiempo franque el Tajo Bocanegra con doce galeras
arrollando las portuguesas, que escaparon ro arriba, pero no
las nao$; todas quedaron en su poder, contadas las castellanas detenidas injustamente, as como las reservas y almacenes de las atarazanas las que puso fuego, haciendo por los
alrededores dao semejante al que en el litoral de Cdiz haban causado las tripulaciones lusitanas.
Don Fernando tuvo que arrepentirse de sus ligerezas sometindose la humillacin de nuevo tratado con aquella facilidad de quien se propone burlarse de la firma, como de las
seguridades que se vea compelido. Entre las condiciones
suscribi la de concurrir con cinco galeras armadas siempre
que la flota de Castilla fuera la guerra de Francia. La vctima sacrificada por su tirana fu el al nirante Lanzarote Pezano, al que destituy afrentosamente con acusacin de pusilnime, por no haber hecho cara la escuadra de Bocanegra 1
Fenecida la cuenta de Portugal, aparej D. Enrique la
hueste encaminndola hacia Francia por tenerle en cuidado
el duque de Lancster, estacionado en Aquitania con fuertes
compaas de ingleses, la mira de las ocurrencias de Castilla. El rey le haba arrinconado por all en Burdeos con mu-:
cha prdida, y por acabar con l propona su aliado el asedio de Bayona por las fuerzas <le ambos, esperando rendir la
plaza. Los castellanos se adelantaron, sentando el campa(cap. IV, ao 1372 ) crLleg a Zamora al Rey un escudero suyo que l hab.1
enviado, e contlc que el rey de Portogal non era claramente su amigo, nin
quisiera facer desembargar las naos de Castilla que estaban en el puerto de
Lisbo:i.
1 Fernam Lopes Chrnica de D. Fernando.-Luis Coello de Barbudo, Reyes de Portugal y empresas militares de lusitanos.-Manud de Faria y Sousa,
Europa po1t11guesa .. A 1 o 1373.

...

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BATALLA DE LA ROCHELA

139

mento la vez que las galeras cerraban el puerto: esperaban


al ejrcito francs con dificultad en la provisin de mantenimientos,_causa para que desistieran de la empresa y repasaran la frontera al saber que los franceses no iran, obligados
cubrir otros lugares.
Lo que hizo entonces D. Enrique fu enviarles la escuadra
real, regida por Ferrn Fernando Snchez de Tovar, nuevo almirante por fallecimiento del vencedor de la Rochela,
de Ambrosio Bocanegra, de buena memoria. Tovar conduca
quince galeras de Castilla, agregadas las cinco con que Portugal se haba obligado concurrir: se le unieron algunas
armadas por Francia con su almirante Juan de Vienne; recalaron la isla de Wigth hicieron considerable dafio en Ja
costa inglesa castigando los pueblos ribereos con repetidos desembarcos.
A poco ( I 3 7 5) se concert suspeJ;Jsin general de hostilidades, abriendo en Flandes confe~encias encaminadas la
paz, con lo que los de nuestras costas reanudaron las expediciones comerciales fiados en la garanta de los tratantes.
Los ingleses, quebrantndola, les apresaron en Saint Malo
siete naos, con la agravacin de pasar cuchillo la gente,
acto que llev al rey D. Enrique represin ms dura. Sabiendo que se congregaban los de aquella nacin en la Rochela para cargar sal en la costa, equip armada fuerte de
ochenta naos y apres ochenta y cinco contrarias, tratndolas del mismo modo 1 , aadiendo la venganza Ja prisin y
degello en dos navos de Bayona encontrados la altura de
Burdeos por las de Bermeo que conducan los embajadores de Castilla Pero Fernndez de Velasco, camarero mayor
del rey, y el obispo de Salamanca 2
1 Cotton, Exact Abridgement of the Records in the Tower oj London, pgina r 32. Chronique des quatre premJers Valois . Apndice nm. 24.
2 De Le6n dice el cronista ff nojosa al contar la ocurrencia de este modo:
Este ao (1375) en~r el Almirante Ferrand Sanchez de Tovar en la mar e
venci la flota de Inglaterra. E en est!! ao envi el Rey Francia por mensajeros al ob;spo de Lean D. Alonso Martin:::z Barrasa e a Pero Fernandez de

q.o

LA MARINA DE CASTILLA

La campaa de r 3 76 tuvo escasa importancia: nicamente hay registrada la aprehensin por los castellanos de ciertos navos sorprendidos en la costa de Bretaa; en cambio,
juntando el ao siguiente cincuenta galeras con cinco mil
hombres de desembarco los almirantes Snchez de Tovar y
Vienne, saquearon incendiaron la ciudad de Wallsingham,
llevndose prisioneros los principales por obligarles rescate ; se corrieron Rothingdean, Dover, Cals, y porque
en esta ltima plaza fuerte no lograron hacer dao, lo descargaron sobre Rye, F olkestone, Portsmouth, Darmouth y
Plymouth. Alumbraban los franco-espaoles con tea incen
diaria la coronacin de Ricardo II, que la sazn tena once
aos y vena suceder Eduardo, fundador de la marina inglesa, cuando destruda la que fabric con tanfo afn y costo,
estaba hollado su territorio 1
Velasco, en dos galeas, por mar, e saliero l los ingleses por las tomar, mas ellas,
defendironse e captivaron al Seor de Es parra (I' Es parre) e troxronlo preso al
rey.> Coleccin de documentos inditos para la Historia de Espaa, t. CVI,
pgina 99.
1 La Crnica de D. Enrique omite esta campaa narrada en las historias
inglesas.

X
GCERRAS CO]' INGLATERRA Y PORTUGAL
1377-1400

Intentos de los inglesc:s para restaurar su marina.-Desastres que sufren.Barbarie de los tiernpos.-Torna de Rochc-Gu ) one.-El almirante Snchez
de .Tovar las puertas de Londres.-Derrota la escuadra portuguesa haciendo prisionero al jefe.-Sitio de Lisboa.-Batalla naval en el Tajo.-Peste
en el ejrcito y en la flota. Desembarco de ingleses en la Corua.-Saliueo
de Cdiz por hs portugueses.-Cruel venganza del almirante Hurtado de
Mendoza.

ser los principios de reinado ocasin de


mlffi1
. ~ r novedades y buenos propsitos, naturales en
nuevos gobernantes, y los de Iriglaterra
; ~
X~"'f$~~~~~-~~:.~ ocurri intentar modo de compensacin, el
. ~
dao de los invasores en la flota mercantil
v~ espaola que cargaba en el puerto de la Esclusa
de Flandes, las puertas de casa. Al efecto tom
sueldo el rey Ricardo galeras genovesas y agrup al
lado las naves del pas organizando imponente expedicin
puesta bajo el mando de su to el duque de Buckingam con
asistencia del de Bretaa, los lores Latimer y Fitzwalter y
muchos caballeros interesados en levantar el prestigio de la
marina, desmoralizada con la sucesin de tantos descalabros.
Dieron la vela el 8 de Noviembre de r 3 7 7, con tan mala es-

'?uELEN

142

LA MARINA DE CASTILLA

trella que los tres das los dispers un temporal, desarbolando las ms de las naves y sumergiendo algunas. Las tripulaciones de las que pudo despus reunir Fitzwalter, se amotinaron, tratando de matarle porque insista en la empresa
contra la flota espaola, de manera que sta se volvi sus
puertos sin ser molestada y los ingleses los suyos con mayor desdicha.
Se obstinaron no obstante en ensayar la ofensiva con otra
expedicin destinada al ataque de la costa de Espaa, sin
mejor suerte: las galeras de D. Enrique la desbarataron,
tomando entre los prisioneros sir Hu:;o de Courtenoy, hijo
del conde de Devon. Tras la victoria persiguieron los fugitivos hasta sus casas; desembarcaron en el condado de
Cornwall; pasaron hierro y fuego por los pueblos costeros
destruyendo las embarcaciones y entregndose co'.no el ao
anterior la obra devastadora 1
No se les mostr, con todo, la fortuna tan adversa pues
que, atacando sir Thomas Percy un convoy de mercantes
flamencas y espaolas, apres veintids, y la escuadrilla de
Londres tom otras quince cargadas de vino. En el balance
general hecho al terminar el reinado de Enrique II de Castilla no aparecen otras partidas en favor de los enemigos, de
forma que puede considerarse saldada la cuenta con los ingleses desde la batalla de Njera y demostrada la razn con
que el Prncipe Negro dijo, al saber que el Bort haba escapado: <.<.non ay res fait.
Don Juan I comenz gobernar en r 3 79 sin variacin en
la poltica. Enviados Francia por embajadores Pero Lpez
de Ayala (el cronista), alfrez mayor del rey, merino de Guipzcoa, y Ferrando Alfonso de Aldana, renovaron la alianza
firmando en Vicetre 2 2 de Abril de r 3 8 r, tratado nuevo
entre cuyas condiciones insertaron la de que si cayera prisionero en la guerra el duqu~ de Lancster, que se haca llamar
1

Nicols Harris.-Thomas Lediard.

GUERRAS CON INGLATERRA Y PORTUGAL

rey de Castilla, haba de s~r entregado los castellanos '.


Sin esto, haban sido destinadas la guerra de Inglaterra
ocho galeras aco:npaada:; de las cinco de Portugal, que no
siguieron viaje desde el instante en que les 1Ieg aviso de la
muerte de D. Enrique, estando en Santander. Las ocho de
Fernando Snchez de Tovar continuaron acariciadas de la
suerte; rindieron el castillo de la Roche-Guyon en la boca del
Loira, apresando cuatro naos inglesas guarecidas bajo los
caones, con hombres de armas que venan Bretaa en favor del duque.
Ha seguido favoreciendo ste cierto historiador 2 , con
noticias que por maravillosas deben repetirse. Lleg, segn
l, la escuadra de Castilla la costa bretona el ao r 3 7 3,
con propsito de poner sitio Guerrande, mas no osando
acometer la plaza, fuse hacia Saint Nazaire y cerca de
Nantes ech en tierra trescientos hombres. Guillermo de
Chastel la cabeza de diez y seis bretones so!amente, les atac de frente; mat muchos, hizo ejercitar los talones
los otros. Con tal recibimiento tuvo la escuadra que hacerse
la vela. Otro desembarco de cincuenta espaoles hizo en
Ruis con peor fortuna: Juan de Malestroit, no teniendo ms
de diez lanzas les caus treinta y tres muertos, aprisionando
al resto, visto lo cual, los espaoles no intentaron nada ms,
y se marcharon llenos de confusin.
Valientes lanzas resultan las bretonas en la bizarra de pluma del cronista: el rey .d e Francia no tuvo en tan poco la
campaa de los castellanos, juzgando por la manifestacin de
i-econocimiento que les hizo 3.
Ms aun que por las acciones propias se signific la buena
estrella de nuestros marinos, en los desaciertos ajenos. Un
temporal deshizo la armada inglesa del mando de sir John
1 Public el documento Mr. Douct-D'Arcq, Choix de pieces relatives au
regne de Charles VI. Pars, 1863, t. I, p. 14.
2 Dom Gui Alexis Lobineau. Histoire de Bretagne, antes citada.
3 Crnica de D. Juan J, cap. lJ, ao 1379.

LA MARINA DI<.'. CASTILLA

Arundel cerca del cabo Clear, en Irlanda, pereciendo veinticinco navos y el mismo Arundel en el suyo.
Cuntase del naufragio un hecho que, ms que el degello
general en los combates atestigua la barbarie de los tiempos.
Corriendo los bajele-=> de Arundel bajo la presin del venta'""
rrn que se desat en los das I 5 al I 6 de Diciembre de I 379,
procuraron los marineros aligerarlos arrojando al agua los
objetos ms pesados, en un principio, y sucesivamente hasta
los vveres. Al fin, parecindoles poco, echaron al mar sesenta mujeres, algunas de las cuales haban embarcado violentamente ...
Durante el ~erano de I 3 80 subi por el Tmesis el almirante Fernand Snchez de Tovar con veinte galeras, por incendiar, como lo hizo Gravesend, la vista de Londres. La
propia suerte cupo Winchelsea con otros pueblos prximos
al agua, abandonados de sus moradores, anotndolo la Crnica de D. Juan con estas pocas palabras:
Ficieron gran guerra este ao por la mar, e entraron por
el rio de Artamisa fasta cerca de la cibdad de Londres, a do
galeas de enemigos nunca entraron 1
Impaciente andaba D. Fernando de Portugal desde que
muri Enrique II por experimentar si co'.1 su hijo podra resarcirse de los gol pes sufridos, ya un tanto repuesto de las
consecuencias, preparado la ofensiva, y contento de los
tratos seguidos en Inglaterra hasta firmar alianza que le vala ejrcito auxiliar de mil hombres de armas y mil flecheros
mandados por el hijo del rey, conde de Cambridge, despus
conde de York, trayendo voz del duque de Lancaster en
barcos de su nacin 2
En Lisboa estaban bien enterados de la fuerza con que
contaba la escuadra real estante en Sevilla, y habiendo or1 Cap. l. Ao 1380. Agrega que aunque fueron veinte galeras, ho pag el
rey de Francia ms que el costo de diez, segn su compromiso.
2 Nmbranle las crnicas Mosn Aym6n, conde de Cantabrigia. Algunas de
las portuguesas elevan tres mil hombres de armas los que trajo de Inglaterra.

GUERRA) CON tNCLATRRA y

t. 3

ron.T UGAL

ganizado otra superior confiaba D. Fernando sobreponerse


con una batalla naval que hiciera ruido en Europa. Despach con esta idea su armada en el mes <le Junio, nombrando
almirante Juan Alfonso Tello, conde de Barcellos, hermano
de la reina; presenciando el desfile de veintitrs galeras reforzadas 1 ; despidindolas con encargo de comunicarle prontamente nuevas del combate.
Casi la par zarpaba del Guadalquivir F errand Snchez
de Tovar guiando diez y siete galeras, con instruccin de
interceptar la expedicin de los ingleses. Llegado la costa
de Algarve avist las de Portugal navegando en direccin
opuesta la suya, y habindolas contado cambi de rumbo
sin querer aventurar acci!1 de xito dudoso. Los adversarios tradujeron por temor la maniobra y forzaron la boga entusiasmados, en la inteligencia de que perseguan fugiti-
vos ya medio vencidos. El calor apretaba; el violento ejercicio del remo y la sed los cansaron antes de dos horas de
regata en que unas galeras adelantaban as otras, quedando bastantes rezagadas, y por mayor desorden, al llegar
la isla de Saltes, cerca de Huelva, ocho de la retaguardia
se entretuvieron en destruir las redes y pesqueras de Palos
y Moguer por hacer este mal sus vecinos y rivales en la
industria.
Tovar no perda de vista ninguno de los mov1m1entos, y
el ltimo le pareci aprovechable: revolvi las proas teniendo sus galeras en formacin estrecha, con la gente descansada; aferr rapidsimamente las avanzadas con fuerza
abrumadora, y medida que las dems se aproximaban,
agobiadas por el esfuerzo para llegar pronto, las iba rindiendo sin prdida propia, alcanzando su hbil estrategia el
trmino extraordinario de capturar veintids de las veintitrs galeras enemigas, escapando la postrera porque no
lleg al lugar del combate.
1 Segn la Crnica de D. Juan I; Faria y Sousa rone veinte ; Fernam Lopt.s
veintiuna galeras, una galeota y cuatro naos.

F. L>.

1\1

LA

MARNA DE CASTILLA

Pocas veces se habr aplaudido triunfo que ms la celebracin mereciera, considerada la ~uperioridad numrica del
vencido, la serenidad y el arte del vencedor, superior en los
combates parciales, avaro de la sangre de su gente, gran
capitn.
Sevilla se despobl de momento por acudir orillas del
ro los vecinos alborozados y atnitos ante el espectculo de
las veintitrs rendidas, arrastrando las banderas; de las
triunfantes, empavesadas con profusin de flmulas; de tantos jefes con los seis mil marineros y soldados prisioneros;
de tal abundancia de_trofeos presididos por el estandarte
real de las Quinas.
Siempre es til examinar tras las batallas las causas determinantes del resultado. Los historiadores portugueses r
cuentan que para proveer de remeros las galeras se ech
mano de labriegos y mecnicos embarcados forzosamente
ltima hora: alguno piensa que no estaba ms familiarizado
que ellos con la mar, el almirante, elevado al cargo por los
mritos de ser hermano de la reina.
Bien pudieran ser estas concausas ele la derrota, ms,
mi parecer, decisiva fu la confianza con que salieron de Lisboa creyendo vencer sin gran trabajo, confianza inspirada
por el rey, fortalecida con noticias exageradas acerca de la
inferioridad del nmero, armamento y gente en la flota de
Castilla, asegurada al presenciar la maniobra de Snchez
Tovar en retroceso, que fu ltima hora, origen del desorden en que sucumbieron 2
i Los citados anteriormente relatan el suceso sin descono~er las condiciones
de Snchez de Tovar: entre los nuestros, Ortiz de Ziga describe la entrada
triunfal acabada con la ceremonia <le colgar en la iglesia mayor el estandarte
de Portugal. La batalla se ri el i 7 de Julio de 1381.
2 Apoyan la o rinin pormenores <le las historias portuguesas. Fernam L::ipes afirma haber !Consejado Alfunso Aes al Conde de Bar1..ellos que esperara
las galeras rezagadas, con lo que tendran resp:r J los remeros apagando la
sed, y el almirante no cur Je scm .. jante cosa, respondiendo que lo primero
era no dejar escapar las castellanas. Cuando la galera nica salvada entr en
el Tajo, vi ndola el rey sali recibir la noticia de la victoria con que
contaba.

GUERRAS CON INGl.ATERRA Y PORTUGAL

El fracaso, por la detencin de la flota castellana en Sevilla, sirvi, con todo, los propsitos de Portugal, dejan~
do la mar expedita la flota inglesa del conde de Cambridge. Desembarc por completo en Lisboa adoptando Ja
precaucin de desarmar las naves y arrimarlas tierra poi=
si iba atacarlas Snchez de Tovar, hasta que disipado el
recelo se volvieron su pas.
Por bastante se tuvo lo conseguido en aquel ao, ya que
por mar nada haba que temer; se hicieron, s, aprestos para
el inmediato, y afites que apuntara la primavera se ponan
e!1 movimiento las galeras de Sevilla, hacindolo desde la
costa del Cantbrico una escuadra de veintisis naos 1 , de
modo que juntas entraron por el Tajo, sin oposicin seria.
Las tripulaciones desembarcaron en los arrabales de la capital haciendo gran estrago en casas, huertas y viedos. Tre<>
de los palacios reales de las afueras saquearon incendiaron.
Unindose estos daos el de las violencias y exacciones
de los aliados ingleses, sin ser ele provecho alguno, inclinaron al rey de Portugal negociar, sin avisrselo, la paz, con
habilidad diplomtica compensadora de los desaciertos en la
campaa, hecho no aislado que bien merece atencin. Por
habilidad se ciment la monarqua lusitana; con habilidad se
ha sustentado dbil travs de mil vicisitudes azarosa~, tomando por ejemplo la caa endeble, que se inclina hasta
el suelo cuando la azota el huracn, esperando que cese la
furia pasajera para erguirse como antes; con habilidad, andando el tiempo, lleg formar el imperio inmenso del Brasil nuestras expensas:
Ahora, hallndose en angustiosa situacin, consigui que
le fueran devueltas las galeras apresadas en buena lid, con
los prisioneros, y que Castilla facilitara naves para repatriar
1 Segn el P. Francisco Aleson, Anales de Navarra, lib. 30, cap. XIII. El
cronista portugus Coello de Barbudo crece ochenta 1 s naves de Vizcaya,
con muy lucida gente; Faria y Sousa dice slo que era poderosa armada, y
que quem los palacios. La llegada Lisboa fu el 20 de M:-. rzo de 1382. No la
menciona la Crnica de D. loan I.

LA MARl:"A

DI':

CASTILLA

los expedicionarios ingleses, meros paseantes y enojosos


huspedes, sin desembolsar nada por flete.
Dur poco la reconciliacin de los pueblos hermanos: deshzola con la muerte de D. Fernando, sin dejar hijos varones, la cuestin de los derechos de sucesin la corona que
el rey de Castilla tena por su esposa y que reconocidos eran
f or gran parte de los magnates portugueses. Uno de los
primeros que le instaron ponerse en camino de Lisboa fu
el maestre de A vis, que luego, como adversario ms decid!do, se sent en el trono.
.
En el interregno entraron en el Tajo seis naos y una galera de Galicia con mercancas, y dieron sobre ellas los descontentos de improviso, pudiendo escapar la ltima por pies;
las de vela se declararon buena presa (1384). A esta seal
de guerra sigui el armamento de escuadra aprovechando las
mismas con algunas ms de genovese3 y venecianos surtas
en el puerto, en junto siete naos, trece galeras, una galeota,
teniendo por cabeza un Gonzalo Rodrguez de Sousa,
quien entregaron los del bando separatista estandarte nuevo ,
bendecido con ceremonia. No tenier.do oposicin en la mar,
hicieron por sorpresa captura de algunos navos mercantes
de Galicia, alardeando tres meses que tard en presentarse
el almirante Snchez de Tovar con la flota de Castilla; entonces se guarecieron en Oporto, reforzndose con los navos que all estaban; pesaron sobre el partido de los castellanos; hicieron correra por el litoral cercano de Galicia con
perjuicio en los pueblos.
En tanto haba llegado vista d~ Lisboa D. Juan I
con ejrcito numeroso, dominando el Tajo Snchez de Tovar con cuarenta vasos, entre galeras y naos, de las que
era capitn mayor Pero Afn de Rivera, y como en 1a ciudad se hubieran refugiado los enemigos de Castilla, prevaleci en los consejcs del rey la determinacin de formalizar el sitio, aunque en la hueste se haba desarrollado
epidemia de que muchos moran , y no faltaban opiniones

GUERRAS CO'.'J INGLATERRA Y PORT UGAL

149

contrarias la fijacin del campamento con tal incomeniente.


As cercada la ciudad, pronto se hallaron los habitantes
escasos de mantenimientos, y sin otro medio de obtenerlo.:>
que el de la escuadra de Oporto, la que con instancia pidieron el esfuerzo que era menester para forzar el bloqueo
de los castellanos. Entre stos se puso discusin, si sera
mejor esperar en la mar la escuadra del socorro, lo q ce
se inclinaban los capitanes de las naos, si convendra dejarla entrar en el ro y combatirla dentro, caso preferido por
los cmitres de las galeras en razn la tranquilidad de las
aguas que consentira el empleo de todos los r~cursos de su
fuerza. El rey opt por lo segundo, vista la disparidad de
opiniones; eligi lo que menos le convena, lo mismo que
cuando se trat del asedio, por lo que los sucesos ensearon.
La escuadra portuguesa, que vena muy escasa de gente
y de armas, se arrim) Cascaes, fuera del Tajo, y all de la
ciudad, le embarcaron cuanto haba menester, lo que no sucediera estando en crucero las naos castellanas. Confiada en
el refuerzo emboc con marea entrante la barra en buena formacin, el r 7 de Junio, haciendo cabeza el jefe Ruy Pereira
en buena nao g uarnecida con sesenta hombres de armas
y cuarenta ballesteros ; seguan cuatro naos g ruesas, compo
niendo las cinco la vanguardia. En el centro iban diez y siete
galeras, quedando en la retag uardia doce naves abar:otadas
de vveres y no en buena disposicin para pelear, po_r consiguiente. Al verlas venir se puso en movimiento la armada de
Snchez de Tovar, yendo vanguardia tambin las naos ,
que envolvieron las portu g uesas. Con la capitana de sta s
aferr la nombrada San J uan de A r enas , y as con las siguientes; las galeras cubierto de los g rupos , antes de llegar las de Snchez de Tovar, se inclinaron todo bog ar
hacia la orilla esquivando el combate y en aquella confusi n
se arrimaron las defensas de la plaza abriganJo las naves del bastimento . Las tres de la cab eza se rindieron tras

LA MAR[NA DE CAST[LLA

bizarra defensa en que muri Ruy Pereira; las dems introdujeron el socorro, triunfando en realidad mientras los castellanos cantaban victoria por el vencimiento material de las
naos que se llevaban al fondeadero de Restrello.
En la guerra triunfa el que consigue el resultado que se
propona; no el que gana combates batallas sin consecuencias. A no llegar Lisboa mantenimientos, no hubiera podido prolongar la resistencia; entrara probablemente el rey
D. Juan, y gastada la popularidad del maestre de Avis, tomaran los asuntos aspecto muy distinto del que tuvieron. Presumindolo los sostenedores de la ind~2~ndencia portuguesa
sacrificaron en este lance aquella parte de su flota la salva
ci6n de la que ms les importaba, proporcionando Ruy
Pereira lauro inmarcesible al sucumbir con menos de dos mil
soldados en aras de la patria.
As que de:;cargaron las naos y galeras los sitiados, vararon en tierra los cascos hicieron fuerte estacada por delante
en previsin de nuevo ataque por la flota de Ca <>tilla, como
en efecto ocurri, desembarcando la gente en escaramuza
con intencin de incendiarlos, en que fracas, aun cuando
con otra escuadra que llegaba tarde, ascenda la armada de
Snchez de Tovar por entonces sesenta y una naves y carracas, diez y seis galeras, una galeaza y los leos menores 1.
Estas embarcaciones de refuerzo, que contribuyeron la
rendicin del pueblo y castillo de Almada, en la orilla izquierda del Tajo, frente Lisboa, dieron tambin mayor
presa la peste, desarrollada con espantosa intensidad en el
real de los sitiadores. No se haca all otra cosa que abrir
fosas y contar lstimas al dar sepultura al maestre Santiago,
al camarero mayor, al mariscal de Castilla, al almirante Snchez de Tovar, entre miles de soldados y marineros ...
1 La acometida se hizo el 27 de Julio. Creyendo el cronista francs Froissart que todas estas fuerzas estaban reunidas al reirse el comb;ite, escribe, que,
constando la flota del socorro de veinte galeras pas por medio de ms de
ciento de los castellanos perdiendo slo cuatro.

GUERRAS CO:-< lNGLATEIUtA Y PORTUGAL

E como teniamos cercada la cibdat de Lisbona (escriba


el rey los concejos), assi por mar como por tierra, la cual
tenamos en tan grand apretamiento que la cobrramos muy
ana, salvo por la grand pestilencia de mortandat que fue en
nuestro real tan afincadamente, de que morieron muchos de
los grandes de nuestro regno e otros muchos c.aballeros e escuderos que all estaban con nusco. E otro si por el grand
afincamiento que todos los que all estaban nos fecieron, requirindonos que non quisisemos tentar a Dios mas de lo
que aviamos tentado, e non quisisemos ponernos mas en
peligro nos e nuestra gente, e venimos a una villa nuestra que est a ocho leguas de Lisbona, a que llaman Torres
Vedras ... 1
Retirado el ejrcito, continu parte de la flota en el Tajo,
6 cruzando por la costa como seora del mar, con lo que algo
se aminor el desac:;tre de Aljubarrota (triunfantes los portugueses por mala estrella de D. Juan), recogiendo fugitivos
castellanos. El rey estuvo dos das en la capitana de Per
Afn de Rivera, marchando al tercero en direccin de Sevilla, con escolta de tres galeras, el r 7 de Agosto 2
De resultas andaban los beligerantes hechos fieras, con las
manos y los nimos ensangrentados, segn expresin de
Coello de Barbudo, sin acordarse de que todos eran de una
ley santa y buena, lleno de satisfaccin el maestre de Avis,
1 Contina noticiando o:q ue la Reina fu doliente de una landre, de la cual
todos los fsicos la desafuciaron por muerta.> Public por vez primera esta
carta D. Fausto Lpez Vill 1brille en el semanario titulado El Ramillete, 1864,
nm. 2.-Alfonso Alvarez de Villasandino, poeta contemporneo, consagr al
Rey memoria en que deca,

Cerc a Lisbona, e por esperiencia


Ech Dirs sobre l tJn grant p st1lenc:a
Que murieron touos los mas del real.
2 Adems de las cr6n ic is portuguesas antes citadas tratan extensamente de
estos sucesos Fernam Lop:::s en la Chrunica de D. Joao I, Cristovo Rodriguez
Accnh ei ro, lhronica dos Sres. Reis de Portu~al ; Joseph Solres de Sylva, Memorias pa,.a a Historia de Portu~a/ que comprehenden o goberno del rey don
Joao 1.-El general D. Crispn Jimnez de Sandoval, La batalla de Aljubarrota.-Vese apndice nm . 24 a.

LA }.! A HINA DE CAS'rll LA

proclamado rey de Portugal con nombre de D. Juan I, como


el de Castilla, si bien ms se pareci al padre de ste, por
procedencia y poltica.
No se descuid en buscar ayuda de Inglaterra abultando
las proporciones de la funcin ganada, de manera que pareciera sin estorbos el camino de Toledo para el duque de Lancster, otro Juan que bien quera ser Juan II, coronando su
esposa, la hija de D. Pedro, y que no estuvo por tanto rehacio en firmar convenio de accin comn.
El rey de Inglaterra, Ricardo II, favoreci cuanto poda la
empresa firmando con su to el de Lancster otro tratado. de
amistad y alianza r; estimulando la largueza del Parlamento
y la cooperacin de la nobleza del reino; ordenando, en fin,
embargo de embarcaciones con que aumentar las diez y ocho
naos grandes y siete galeras llevadas por el almirante de
Portugal, Alfon~o Furtado; una de ellas muy hermosa destinada ~1 duque, con estandarte real de Castilla; otra doa
Constanza y doa Catalina, mujer ~ hija suyas. El papa Urbano VII le ayud no menos con el peso de su autoridad,
expidiendo bula nombrndole Juan r~y de Castilla y de
Len, duque de Lancster contra Juan Enrquez, intruso
injusto ocupante y detentar cismtico de dichos reinos 2
Sali la expedicin del puerto de Plymouth el 8 de Julio
de r 3 86, conduciendo cuatrocientos caballei-os 3 y veinte mil
soldados escogidos 4, con provisin de vitualla _en transportes que hacan subir la armada al n:nero de doscientas, soi En 20 Je Junio de 1386. Rymer reprodujo los sellos del documento en que
aparece el pretendiente caballo, armado de arns completo, blandiendo la
espada, calada la Yisera del morrin coronado, y en el peto, escudo y paramento del caballo, castillos y leones. Al rededor se lee: Johanes Dei gratia Rex
Castelle et Legionis, To !eti, Ga 'ecie, Sibilie, Cordube, Murcie, Giennie, Al-

garbie et A1gecire, Dux Lancaslre et Dominus .Moline.


2 Rymer. De proclamat:one bullarum papre contra Henrici B'lstardi filium,
et contra anti-papam I 1 de Abril 1386.
3 Rymer inserta la lista nominal d~ los cabalkros quienes s:! exj)idi carta
de recom2ndacin y emb:1rcaron en la armaJa.
4 As en las historias inglesas, que anotan el desembarco el 9 de Agosto. la
Crnica espaoh de D. Juan I no cuenta rn&s que mil quinientas lanzas y otros

SELLO USADO POR EL DUQUE DE LANCSTER, PRETENDIENTE DE LA CORONA DE CASTILLA

CuERRAS

to~

1NCLATERRA y PORTCGAL

....

) ~

metidas al mando del almirante Toms Percy. Como tenan


informes de estar sobre Lisboa la flota castel.lana, fuerte de
doce galera:; y cuarenta y seis naos, se dirigieron Ja Corua, llegando sin accidente el 25 de Julio, fiesta del patrn
Santiago, con la fortuna de que estuviera en tierra celebrndola, la gente de seis galeras estacionadas en Betanzos, y las
tomaron sin resistencia. En el castillo de la Corua se apercibieron, bastando la actitud para que los ingleses lo -dejaran
de lado y se internaran hacia Compostela favorecidos de algunos de la tierra, antiguos partidarios de D. Pedro, enemigos ocultes de dinasta enriquea. Las naves despidieron
para su pas, quedando en Galic'.a las portuguesas porque el
bloqueo de los castellanos en el Tajo dur hasta el 14 de
Septiembre, da en que lo alzaron las galeras embarcando
previamente las guarniciones de varios castillos que haban
conservad0.
Con todo esto, hicieron los a liados por el interior campaa
poco satisfactoria, y les hubiera sido desastrosa no haber
alcanzado por negociacin el casamiento de doa Catalina,
hija del duque y nieta de D. Pedro de Castilla, con el primognito del rey D. Juan, que desde entonces, el primero,
se titul prncipe de Asturias. Dijo muy bien Lingard del de
Lancster: su poltica repar sus desa . ; tres '.
En la mar aprovecharon los ingleses la reunin de tanta
fuerza para daar el comercio de Flandes en oca-;in de estar
la carg-a muchas naves del pas. espaolas y francesas.
Segn Froissart, al verse amagadas se un.ieron, ponindose
las rdenes del almirante de Flandes Juan de Bucq, a prestando tres caones y setecientos arqueros y ballesteros. Como
tantos arqueros, que e" lo que por s otorg6 el Parlamento de Londres. En las
velas en que vinit:ron tamhin hay d 1v..: rgcn cias.
1 John Lingard, Historia de Inglaterra. De acuerdo nuestro Mariana escriba: o:Caritulaciones fueron st as, menguadas y afrentosas para Castilla; pero
es gran prudencia acomodarse los T empos, que corran muy turbios y desgraci ..dos; y llevar con paciencia la falta de reputacin y dc.:sautridad cuando
es necesario, es muy propio de grandes corazones.>
~

t.A

I'

MARTN DE ,CAS'I'ItLA

la fuerza enemiga era tan superior, se entraron en los bajos


fondos, sin qt~e les valiera la precaucin, porque las naos
inglesas se acercaban en pleamar y poco poco se fueron
apoderando ele todas, consiguiendo prender al almirante
Bucq, que llevaron Londres sin admitirle rescate. No consta la prdida que tuviera Castilla: el botn se apreci en doscientos mil francos.
A consecuencia de la paz y arreglo con el duque de Lancster qued firmada en Pars el I 2 de Mayo de 1389 treo-ua
general en que entraban Portugal, Francia Inglaterra 1 ,
sin perjuicio de los convenios particulares entre Castilla
Inglaterra relativos al dote de doa Catalina indemnizacin
su padre por renuncia de los derechos mantenidos 2 , y
fuse prorrogando de ao en ao este estado interino de
relaciones con los estados del Norte sin que lo interrumpieran las reclamaciones originadas de vez en cuando del encuentro de naves bayonesas con otras de Vizcaya Guipzcoa, empeadas en hacer patente que no caban juntas en la
mar. Merece citarse uno de los casos para dar conocer las
medidas con que el Parlamento ingls procuraba estimular
las de all.
El ao I 395 sali de Burdeos un convoy cuya capitana se
nombraba Chn.stojle de Hu!!, y antes de dar la vela juraron
los maestres ante el condestable del puerto, segn costumbre
por entonces establecida, no apartarse de ella en ningn caso.
Durante la travesa salieron al encuentro naos castellanas
que atacaron preferentemente la capitana, rindindola por
lrnda de las otras. Acudieron los propietarios al Par lamento
solicitando declarara responsables de la prdida los fugiti,os en proporcin al valor de las respectivas embarcaciones, y as lo acord, obligando los armadores la indem1 La suscribieron en nombre de Castilla Alvaro Martn, auditor de la Audiencia del rey, y Pero Lope, arcediano de Toledo.
2 Hllanse estos 1ratados en la Coleccin de Rymer, t. III, Pte. IV, pgi.~~s 2 5 85.

GUERRAS CON INGLATERRA Y PORTUGAL

nizacin por prorrateo' SO pena de prisin de los CUerpOS I.


Bien es de creer que la jurisprudencia influyera en la cohesin de los convoyes sucesivos; que ninguna disposicin tiene ]a fuerza de aquellas que castigan el bolsillo.
Poco influy en los sentimientos hostiles alimentados por
castellanos y portugueses la tregua, como calmante. Con
cualquier pretexto, se rompa, culpando cada parte la otra,
acaso con razn; mas hecho es que los segundos pasaron la
frontera, yendo sobre Badajoz y Ty, mientras que los castellanos no entraron en Portugal. All se haba consolidado
el gobierno del .que fu maestre de Avis; aqu el acci-dente
que priv de la vida D. Juan 1 despert la ambicin de los
magnates ante la perspectiva de una minoridad aprovechable 2
Durante el verano de I 396 junt el almirante de Castilla
D. Diego Hurtado de Mendoza la escuadra real de Sevlla
con la de Cantabria, en todo cincuenta y cinco velas 3 con las
que se present ~n Lisboa. Corri las costas, dice Ortiz de
Ziga, las llen de asombro y hostilidad haciendo formidable su nombre.
El ao siguiente toc sufrir los nuestros; entraron en
Cdiz algunas 1 aves portuguesas, y como no staba cercada
la pob1acin ni tena guarda, que nunca en la vigilancia se
han extremado los espaoles, la saquearon, incendiando la
iglesia como hicieran en caso igual los moros, lo que alborot ms que nada la gente marinera aparejndola al des1 Francisque Michel, Histoire du Commerce et de la navigation a Bordeaux,
etc. Bordeaux, 1867-1870.
2 El poeta Villasandino, antes citado, escribi:
Este rey don Juan, lozano, orgulloso,
Buscando sus trechos como deseoso
De padescer muerte o ser bien vengado,
Cabalg un domingo por nuestro pec1do
Y en Alcal estando (oid los n:Jscidos
Que son los decretos de Dios escondidos),
Cay del caballo: muri arrebatado.

3 Soares de Sylva, Memorias.

LA MARI'.llA DE CASTILLA

quite que la suerte la deparara. Sin tardar mucho se lo brind la aparicin en el Estrecho de siete galeras procedentes
de Gnova con armas y pertrechos. El almirante Hurtado de
Mendoza que por all cruzaba con cinco, las acometi con
mpetu rabioso, apresando .cuatro con cuanto traan y obligando otra encallar en la costa en la fuga. A los pri sioneros, en nmero de cuatrocientos, mand echar al agua.
Obscureci tan bella accin guerrera peleando, con la barbarie de la venganza posterior sangre fra, segn el criterio con que ahora juzgamos los sucesos. Cun distinto era
entonces! la piedad no hallaba cabida en el corazn de los
hombres, empezada la lid con decisin de dar recibir la
muerte.
Dura ley de Marte, por gracia de Dios dulcificada en
nuestra edad!
Debe consignarse en descargo del almirante del siglo xrv,
que en Aljubarrota vi morir su padre al lado del rey, y
vi tambin alancear sin compasin los castellanos rendidos.

CASTILLA Y LEON

ARAGON

PORTUGAL

GENO V. A

F'RANCIA

VENECIA

ALEMAA

FLANDES

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1

GRANADA

TREMECEN

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t.

BAYO NA

MARRUECOS

LIT. MATE.U 1 MADRID.

BANDERAS USADAS EN EL sIGLO XIV


SEGUN EL ' CONOSQIMIENTO DE TODOS LOS REINOS "

XI
APRECIA f'IONES DE LA MARINA EN EL SIGtO XIV
Pros 1~ erida i

del comercio.-nesarrollo de la construcc in.-Tipos de buques.


-Adornos.-Organizacin.-Consulados.-Pesca.-Cartografa.

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el siglo xrv estando la marina cantbrica en pleno desarrollo. Establecidas factodas auxiliares en Burdeos, la Rochela,

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Nantes, Ruan, Dieppe 1 , en varias plazas


j
de Inglaterra, Escocia y Alemania, fcilmente
' daban salida las naos los caldos, lanas, cueros,
~
pescado salado, rubia, incienso, hierro, tejidos de
la Pennsula, y corriendo las escalas del Mediterrneo, cambiaban de puerto en puerto los gneros de produccin _manufactura del Norte por los de Oriente y Berbera,
acabando con el trfico de los venecianos, que no podan
1 Expresa M. Paul Gaffarel en la obra titulada Voyages des Franfais au
Canad, dans l'Amerique Centra/e et au Brsil, dans les premieres anns du
:xYi. e siecle, que por resultado de la alianza contra Carlos V de Francia y Enrique 1I de Castilla, y de los servicios que prestaron las flotas del ltimo, gozaban los castellanos en Normanda de exenciones y privilegios; tenan establecidas en Dieppe varias casas de comercio, y enviaban all pilotos intrpretes
para embarcarlos en naos francesas. Cita unas ordenanzas del ao 1364 por
las cuales excepcionalmente se dispcn.., aba los castellanos del pago de impuesto general subsistente para entretenimiento del faro del Cabo de Cau x.

LA MARINA DE CASTILLA

sostener la competencia en la baratura de los fletes ni en la


rapidez de los viajes 1
Los castellanos hicieron, por aadidura, artculo de comercio los navos, en cuya construccin tampoco tenan rivales, surtiendo Inglaterra y Alemania de embarcaciones
afamadas por la forma, la solidez y la facilidad del manejo;
convirtiendo sus playas en astillero de Europa.
Conservaban los constructores de naos con escasa variacin las lneas generales de los tipos adoptados en el siglo
anterior, si bien la experiencia los mejoraba sin cesar en algn modo, atendiendo principalmente al aumento de la ca- .
pacidad destinada la carga. Se cuenta que en r 3 79 pasaron al servicio de Francia una especie de navos castellanos
de gran magnitud cuya presencia apenas osaban parecer los
ingleses 2 Como barcos ligeros inventaron unos vasos de
mucha eslora y borda baja, para darles impulso con vela y
remos, denominndolos balleneres, acaso por semejanza
propiedades anlogas las destinadas la pesca de la ballena, y otras menores, tambin de remo y vela llamadas pinazas, que tuvieron general aplicacin. En una pinaza escap
D. Tello, seor de Vizcaya, desde Bermeo Bayona, en r 358,
huyendo de la ira de su hermano el rey D. Pedro; en pinazas hacan las pesca de altura los marineros de Asturias y
Galicia, importante papel desempearon tales embarcaciones en la costa durante revueltas y banderas como las de
los Giles y los Negretes 3.
Por los datos histricos que pueden servir la comparacin con otras marinas en la misma peca, as de fbrica
como de armamento y organizacin, estdio indispens_a ble
al exacto juicio de los sucesos en paz y en guerra, se saca
de las crnicas de complementarios documentos, que
1 Capmany, Memorias histricas sobre la marina de Barcelona, t. I y III.
D' Albertis, La costru:;ioni navali e !'arte della naviga:;ione, p. 30.
2 El P. Daniel, Histoire de la mi/ice franqaise, lib. XIV, cap. IV, t. II.Henry Martn, Histoire de France, t. V.
3 Fernndez Guerra, El Libro de Santoa.

APRE'.CIACIONE'.S DE LA MARINA EN EL SIGLO XIV

159

principios de siglo ( r 309) contrat el rey de Marruecos con


D. Jaime II de Aragn el servicio de galeras pagando dos
mil doblas por cada una de los cuatro primeros meses y
razn. de mil doblas las cuatro siguientes 1
En r 358 contrat el rey D. Pedro de Castilla por estipendio de mil doblas mensuales la_s galeras genovesas que
llev Guardamar.
El rey de Francia tuvo su servicio cinco galeras de la
misma procedencia que lleYaban I 5 4 remeros, I 2 ballesteros,
patrn, cmitres y escribano; y por contrato expreso con Antn Doria tom otras con 2 ro hombres, comprendiendo patrn, dos cmitres, escribano, 2 5 ballesteros y r 80 remeros,
pagando 900 florines de oro por cada una.
El de Inglaterra ajust con Gregario Usodemar una galera para la campafia de r 3 73 y haba de tener 50 ballesteros y 50 marineros. El capitn ganaba 25 francos al mes;
los oficiales r 5; los ballesteros ro y los marineros 7, pagados en mano propia por adelantado y con las condiciones
adicionales de que la mitad de las presas y rescate de prisioneros que hicieran les perteneca, sin contar el saco.
Por el tratado entre el maestre de Avis, que se titulaba
rey de Portugal, y el duque de Lancster, pretendiente de
la corona de Castilla, hecho en 9 de Mayo de 1386, ofre( a
el primero proveer doce galeras con patrn, tres alcaldes,
seis arrez, dos carpinteros, ro marineros, 30 ballesteros y
r 80 remeros cada una, sin estipendio en el trmino de seis
meses en que haba el duque de movilizar el ejrcito expedicionario, pagando I. 200 francos por galera y mes, si lo excediere 2
Segn carta de Jacques de Montmor, designado para pasar muestra las seis galeras de Espaa que se hallaban en
la Rochela al servicio del rey de Francia, la nombrada Santa
1

Hllase ntegro el diploma en la Colecc. ms. de Sans de Barutell, art.

t. II, nm. 173; lo extract Sabs, Mar. esp. de la Edad Media, t. I, p. 526.
2 Ryrner, t. III, Pte. III.

12,

t..A MARINA l:>E CASTILLA

Cruz, capitn Juan Gutirrez, tena el 8 de Marzo de 1387,


r 8 hombres de armas, tres cmitres, tres ballesteros, nueve
marineros, un re :nolar y r 78 remeros. La carta iba dirigida
Jean le Fla:11ent, tesorero de guerra, para mandar librar
dicho capitn Gutirrez 720 francos de oro por los gajes de
toda su compaa 1
Durante la campaa de r 3 76 apresaron los castellanos en
la costa de Bretaa una nave inglesa nombrada Chrzstojher
o/ Exmouth que midi 300 toneles, ejemplar que prueba los
progresos de la marina inglesa. Eduardo II orden le construyeran en Bayona una nao semejante las de Castilla que
tuviera I 76 pies de eslora y 46 de manga, elevndose el castillo de popa 96 pies sobre el agua. Al mismo tiempo anduvo en tratos para adquirir en Barcelona dos carracas de porte de r .ooo y r. 300 toneles 2
Eduardo III tuvo para. su Fersona nao real pintada de color rojo, la borda dorada, con escudos de armas esculpidos;
en la proa la efigie de San Jorge; en el tope del palo un len
coronado. Las velas llf>vaban pintados leopardos con otras
divisas; las banderas y flmulas imf;Ci1cs religiosas adems
de los blasones de las armas, segn uso internacional generalizado. Dcense maravillas de la galera real portuguesa preparada para el duque de Lancster; de las or<..linarias, as
como de naos, bateles, pertrechos, armas, banderas, trajes, pesqueras, proporciona conocimiento un cdice en vitela con preciosas miniaturas, que se guarda en la Bibioteca
Nacional 3.
Las que el almirante Snchez de Tovar rega en 1374,
mostraban soberbiamente talladas y doradas las popas y
proas, guarnecido de festones y pinturas los costados, las
Ms. original indito que he visto en Pars.
H:~canlas muy buenas en Catalua. Elogiando el historiador napolitano
Colenucio las del rey Alfonso V escribe que parecan en la mar rno bajeles
sino castillos 6 ciudades.>
3 Ms. Reserva 1. 8. Titla'e Crnic.1 del Rey D. Jolzan primeiro Ry de
Portugal, por Fernam Lopes.
1

APl:l EC IACl l\ES DE LA 1\1.-\RI:-<A lt:-i E L SICLO XIV

10 1

velas con variedad de colores y las flmulas que llegaban


besar en el agua l.
No hubo de introducirse alteracin notable en la organizacin militar, aunque tantas empresas y batallas sirvieran de leccin. El Doctrinal de Caballeros, redactado por D. Alfonso de
Cartagena, obispo de Burgos, en el reinado de D. Juan II, copia de las Partidas del rey Sabio todo lo que la mar se refiere.
Deban existir en los centros comerciales de importancia
cuerpos colegiados, por lo que da entender el Memorial
dirigido los Reyes Catlicos, diciendo: que de tanto tiempo
ac que memoria de hombres non es contrario, haba en Cdiz colegio de pilotos vizcanos que tena sus ordenanzas,
juntas y leyes, para navegar al Poniente de las carracas y
galeras que vienen, para aviarlas e aprestarlas, e tenan un
cnsul cada ao para la jurisdiccin y caso .., que ocurriesen
toc~ nte al oficio de pilotaje y administracin de las dichas
carracas y galeras; y asimismo que ningn piloto fuera osado de entrar en carracas y galeras sin que primero sea acordado delante de su cnsul 2
Para lo tocante la pesca estaban los mareantes ao-remiados en cofradas regidas con independencia de los Ayuntan-: ientos cabildos, por un mayordomo juez elegido anualmente, con arreglo 105 estatutos, algunos de los cual es en
pueblos tan pequeos como Liencres San Cristbal de Comillas se han conservado, y establecan las condiciones de las
pinazas; el nombramiento del que haba de hacer farol ; esto
es, del jefe de escuadrilla; el auxilio que haba de darse al
que enflasqueciese asi oficio de pescar como de navegar.
De e'ta industria provechosa, plantel de marineros, que
por conceptos varios sie11pre mereci predileccin de los poderes pblicos hice, tiempo ha, estudio especial 3, acopiando
I

D. Cipriano Vim.::rcati, Discurso sobre la arquitectura naval antigua y

moderna. Disquisicio11es nuticas,

t. I.
NJva rrete, Historia de la 11utica, p. 357.
3 Disquisiciones nuticas, t. VI.

F. D.

21

l2

LA MARINA DE

CASTtL L

noticias de los privilegios con que fu estimulada, de la asociacin de los mareantes y de las ordenanzas por ellos acordadas. Entre los primeros sobresale el fuero de Zarauz corcedido por D. Fernando Ill el Santo en 2 8 de Septiembre
de I 2 3 7, previniendo que cuando los vecinos de la villa mataran ballena dieran al rey un tajo desde la cabeza la cola.
Es el documento ms antiguo de su especie.

Martnez de lsast1 refiere 2 que iban los de la costa de


Guipzcoa Irlanda, con navos pequeos dedicados la pesquera del salmn y del arenque, embarcando la vez cueros
y cecina, muy bien avenidos con los naturales, porque se
jactan y dicen que descienden de espaoles y nacin vizcana,
y en la guerra son tratados como tales, se juntan con ellos y
si bo-uen sus banderas y tercios.
La persecucin de la ballena que frecuentaba el golfo de
Gascua, especie estudiada y descrita por naturalista compeI Nao del siglo x1v, copiada del (( Libro del Consulado de Valencia, \) Cdice \
con se rvado por el Ayuntamiento de la misma ciudad.
2 Compe .. d.o historial de Guiprcoa.

APRECtACION~S

DE LA MA RtNA EN EL SIGLO XIV

tente r, llev los pescadores las regiones del polo, ensanchando cada vez ms el crculo de su actividad 2
Desde el siglo xm se haba institudo el Consulado de Valencia y antes regan las Coslumes de Barcelona y las de Tortosa 3; en I 3 r 3 se constituy en Gnova un tribunal de ocho
sabidores ( sav) que regularan en todas sus particularidades
la navegacin. El cargo de estos magistrados periciales duraba seis meses. Entendan en el modo de cargar las naos y
galeras y en el de armarlas, equiparlas y aprovisionadas;
determinaban el tiempo en que haban de hacer viaje; celaban
el cumplimiento de obligaciones de los capitanes y marineros, sujetndolos la observancia con depsito pecuniario
para responder al pago de averas de transgresiones, que
severamente castigaban 4. No podan carecer de algo semejante las villas nuestras, aunque no tuviera la sancin real
que ahora da notoriedad los documentos reunidos en colecciones diplomticas, como no la tuvo el referido Colegio Consulado de Cdiz 5.
1 D. Mariano de la Paz Graells, Las ballenas en las costas ocenicas de Espaa. Madrid, 1889, Memorias de la Academia de Ciencias. Como testimonio
de antigedad de la pesca del cetceo por los c..1ntabros, acompaa dibujo de

los escudos de armas de Lequeitio, Castro, Plencia, Bermeo, Ondrroa y


Zarauz.
2 El naturalista belga Dr. Van Bereden, autor <lel libro titulado Un mot sur
la peche de la Baleine et les premieres expeditions arctiques, dice:
Apres avoir fait la chasse dans la Manche et la mer du Nord, les Basques,
vers le fin du xrv. 0, siecle ( 1372) cinglrent vers l'Ouest, et virent le nombre de
ces animaux augmenter notablement en approchant des bancs de Terre-Neuve.
3 D. Bienvenido Oliver, Historia del Derecho en Catalua, Mallorca y Valer!cia, Cdigo de las costumbres de Tortosa. Madrid, 1879.-Fernndez Duro,
La Marina del siglo xv en la Exposicion histrica. Madrid, 1893.
4 D' Alb.!rtis, loco cit. p. 16, nota.
5 Es posible que uno de los mareantes cntabros del siglo x1v pertenezca
la curiosa lpida sepulcral conservada en la iglesia de Las Bordas (Valle de
Arn) con esta leyenda:
~ HIC; IHACET: STEPHS: DE MERRIACO:
FILlVS: STEPHI: DE MERRIACO: CVl AIA :
REQVlESCAT: IN PACE.

El traje, la espada, el len herldico los pies, son tpicos.

LA MARINA nE CASTILLA

El da que los protocolos de escribanas se rebusquen y


examinen, parecern tal vez documentos como el que ha ido
por azar la Biblioteca nacional de Pars r, extendido ante
el concejo de Sevilla en 1332 por reclamacin de efectos salvados de naufragio, documento publicado ilustrado poco
ha por el Dr. E. T. Hamy, en razn al inters de las noticias 2 A saber :
Bartolom Zagarra, vecino de Mallorca, hizo presente que
haba embarcado ocho fardos de cera en el navo del mae$tre Fernn Gonzlez Guerra, de Santander, al ancla cerca de
la Torre del Oro, y que en viaje Flandes naufrag en trminos de la villa de Oye. La autoridad retena tres fardos
arrojados la playa por la mar, y habindolos reclamado
por procuracin, se le negaba la entrega mientras no probara la pertenencia. Por tanto presentaba testigos aparejados declarar bajo juramento, que de mucho tiempo atrs
haba usado y segua usando la marca comercial que los fardos tenan, fin de que se le proveyera de certificado notarial con que hacer valer su derecho 3.
Se ha comprobado el caso con vista de los libros de la
baila de Merch existentes en el archivo de Arras, por donde parece tamhin haber reclamado la devolucin de fardos
con marcas distintas otros mercaderes nombrados Thumasin,
Dyan y Huguet Sarra, no presentndose peticin de algunas
barricas de manteca de cerdo, pipas y efectos sin marcar.
Indicio de los conocimientos de los maestres y pilotos ofrece la certeza de que muchos, acaso los ms, no saban escribir. En las obligaciones de la legislacin que conocemos
se limitan las exigencias la pericia marinera; la sabidura prctica de costas y puertos, y no obstante, la actividad
de los cntabros, no satisfecha con la navegacin desde Flan1 Signatura N. Acq. Lat. 2-328, nm. 11.
2 Un naujrage en r 332. Documents pour servir a l'histoire des marques
commercia 'es au XIV0 siecle, par M. Hamy. Mmoire prsent au Congres
arclzologique et historique de Bruxelles, 1891. Bruxelles, :892, 8. 0 , 16 p.

3 Vase el documento en el ~pndice nm.

1 5.

APRECIACIONES DE LA MARINA EN EL SIGLO XIV

des al fondo del Mediterrneo, la extendi las islas Canarias, y los gallegos fundaron con estabilidad las grandes pesqueras en la costa de frica, sosteniendo armadillas anuales.
Una carta de marear, ms bien mapamundi, firmado en
Mallorca, afio I 339, por Angelino Dulcert Dulcer, que no
ha mucho tiempo se ha descubierto, da en e u discurrir, no
conocindose ninguna carta castellana semejante en todo el
siglo. Los mallorquines, como los catalanes y los genoveses, desembocaron el estrecho de Gibraltar y avanzando poco
poco hacia el Norte pudieron ir recogiendo datos con que
corregir las deformidades de los primeros mapas italianos,
deformidades grandes en la figura de la pennsula ibrica,
en el litoral de Francia y en la situacin de las Islas Britnicas, pero es el caso que la carta de Dulcer, sealando progreso enorme, bosqueja la pennsula danesa, traza las de
Suecia y Noruega y sefala el Bltico y sus riberas, si de una
manera inexacta todava, incomparablemente ms aproximada que en las anteriores.
No es de creer que sea el primer pergamino en que las
correcciones se hicieron: los gegrafos que con ms empeo
y competencia han estudiado los orgenes de la cartografa presienten la existencia de un prototipo que al mapa de
Dulcer sirviera, porque ese trabajo, como el de Guillermo
Soler y lo5 annimos de Mallorca y Barcelona se parecen
mucho entre s; tienen cierto aire de familia que los distingue entre los de la coleccin universal de documentos geogrficos; pero dnde est ese prototipo? Podr sospecharse
que los cntabros como primeros exploradores en el Norte lo
formaran? 1
1 Vanse Les Origines de la Cartographie de l'Europe septentrional par
A/. le Dr. E. T. Hamy, Pars, 1889, y. el resumen que d este estudio hice en
d Boletn de la R. Academia de la Historia, 1889, t. XV, p. 365 y t. XIX,
p. 366.

NAVE ESPAOLA DEL SIGLO XIV


De un cdice de la Universidad de Lieja.

XII
CAMPAAS DE PERO .NIO
1405-1406

Aforismos de este capitn.-Ataque Burdeos.-Estragos en la costa de Inglaterra. -Incendio de Pool e. -Crucero.- Combate temerario. - Dese mba reo
en Jersey.-Gran botn.-Regreso Espaa.-Temporal.-Ln Crnica de
G-mez.

'f.J

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}j;;;ia;r.
...
...,.,..,,,.,t:{

l~

algunos afios en relativa tranquilidad


.
desde que se firm la tregua de Pars, vino
ta ~ . romperse en I 405, requiriendo el rey de
~~,.. Francia el cumplimiento del tratado de con+
federacin en cuya virtud estaba Castilla obligada
+ darle fuerzas navales. Entonces se alistaron en
Santander cuarenta naos que, al mando de Martn Ruiz de
Avendao, antes citado, marcharon hacia el Norte con misin de proteger el comercio; operacin militar no acometieron; hicironlas s tres galeras las rdenes de Pero Nio,
en unin de dos francesas, bastando tan poca fuerza para correr la cost.a inglesa de Cornwall, incendiar navos dentro de
los puertos principales, saquear pueblos y anular resistencias
en lucida campaa, con no reinar compl~ta armona, como
sucede de ordinario, entre el capitn castellano y el francs.
El primero se atrevi presentarse con sus tres galeras ante

ASADOS

168

LA ~i ARlN DE CASTILL A

el puerto de Plymouth, por haberle dicho que all le esperaban doscientas velas, algunas de construccin cantbrica,
ureas, cocas y balleneres muy bien armados, y ninguna recogi el guante.
Pero Nio tuvo la dicha, rara en su tiempo, de contar por
alfrez un hombre de letras; Gutierre Dez de Gmez,
autor de la intere~ante crnica de la campaa r; de encont rar mod ernam ente en el acadmico marino Vargas Ponce,
admirador entusiasta que comentara sus hechos, sirvindose
de ellos como de antorcha que brilla entre las tinieblas de
a quellos tiempos, encubridores de hazaas semejantes 2 ; de
que el sabio Capmany 3 quisiera poner en la memoria de todos los marinos espaoles aquella opinin y frase suya: los

!tomes deben acometer sus /echos con ta ayuda de Dios e con


buena ordenanza; ca el que de todas las cosas ha de recelarse,
mejor le fuera non salir de su casa.
rmadas las tre.) galeras que se le confiaban, hizo patrn
de una Fernando Nio, su primo, de la tercera Gonzalo
Gutirrez Calleja, buen caballero montas, tambin su deudo, y emprendi la trav esa hacia el N xte , donde haba de
unrsele Martn Ruiz de Avendao con las naves. Segn el
cronista Gmez, tenan instrucciones mandndoles que se
aguardasen e se ficiesen buena compaa; aunque pocas veces
se pueden ayuntar en uno naos e galeras; por cuanto las
galeras cada noche buscan la tierra, e las naos la mar, salvo
cuando van acordadas que se aguarden todas a un puerto.
Por el acuerdo, sin duda, aprovecharon las naos el viento
favorable del SO. emprendiendo viaje desde San toa: las
galeras costearon 11asta Pasajes, haciendo de all rumbo
la Rochela y Tallamont, en la embocadura del Gironda,
que estaba en poder de francese s .
1

Impresa en Madrid ~n 1782.

Vida de D. Pedro Nio, primer cowJe de Bue/na, sacada de autores coe _


t neos y documentos in ditos. Madrid, 1807.
3 Ordenanzas de las armadas navales de la Corona de Arag n. Madrid, 17 87
p . vm.
2

"

'

C AMPA. AS DE PERO Nll\0

Propsose Nio empezar all las hostilidades con acto imponente como fu el de remontar el ro, de noche, con las
galeras, en conserva de dos chalupas muy ligeras, bien armadas de ballesteros y -flecheros. Al alba lleg las casas
de Burdeos, que dieron alarma la ciudad, creyendo se avecinara mayor escuadra detrs de aquellas embarcaciones; pusironse . la vela todas las naves que haba en el puerto,
huyendo ro arriba, y en tanto con las galeras y chalupas
hizo desembarco, incendi la carrera unas cuantas casas, y
no sin trabajo, regres la Rochela cumplido el plan de hacer sonar su nombre entre amigos y enemigos con empresa
que .c imentara la impresin moral.
Juntsele en el puerto Mosen Charle's Sebasil, caballero
de la corte de Francia bueno, e ardi'd, e gentil, e muy guar1i-ido e 1"ico, que su costa hizo construir en Marsella dos
galeras las mejor guarnidas e fermosas que nunca en nuestro tiempo home vi (siempre segn el cronista) que los
pendones dellas valian tanto como la fornicion de alguna
galera ... E plago a Mosen Charles de guardar capitana
Pero Nio, e djole corts que el mandase acender farn en
su galera a costumbre de capitan de mar, e que el le seguiria asi c:omo las otras sus galeras.
En Avendafio no supone el escritor disposicin semejante, porque en Brest, donde le encontraron con las naves, se
neg pasar con ellas Inglaterra. Ca l non tenia (dice)
en voluntad, l nin su compaia, si non de ganar con los
mercaderes que traan. E las mas veces que el rey arma flota
le contesce que des pues que los capitanes al rey non ven,
non han cuidado si non de ganar; e si van en ayuda de otro
reyno reciben paga de amas partes, e pnense en tal lug2r
donde non vean los enemigos, e roban la tierra de los amigos, diciendo que non tienen que comer; e si fallan naYios
de Castilla marchantes, tmanles de lo que llevan, deciendo
que non es bien que perezcan las gentes, e que lo digan al
rey, que l ge lo mandar pagar; e vase el mezqumo del
F.D.

to

LA MARINA DE CASTILLA

mercader robado. Non le roban los enemigos, e rbanle sus


amigos; asi que non facen bien ninguno robando reynos; e
trnanse dexando la gente muerta, e los otros malcontentos;
llos. r icos, e el reyno despechado e disfamado. Esto contesce al rey por no enviar e dar el cargo a tales homes que l
entienda que no han cobdicia de allegar gran riqueza, mas
honra e buena fama . de su rey e suya, porque ende pueda
galardonar el rey, e facer bien quien le sirve sin arte.
Aquella es buena riqueza ganada justamente, e sin tacha.
La crtica es de perlas para acomodar el juicio las circunstancias y costumbres de la poca, pero no peca de desapasionada. El hecho de haber en la flota de AYendao i:nercaderes y mercancas, como el cronista expresa, da en ten der que no se aderez para las operaciones de la guerra; que
era una de tantas expediciones comerciales Flandes en que
los navos se reunan para seguridad de intereses de los armadores, y que el jefe Avendao, recibira en esta ocasin
orden de auxiliar favorecer las galeras en caso necesario, pero no de abandonar su trfico. Concbese pues que se
hubiera batido en la mar, encontrando naves enemigas, y
que tena razn para no desviarse de su ruta y comprometer
los barcos de vela sobre la costa de Inglaterra en acciones
como las que emprendi Pero Nio, que, en resumen, fueron como sigue.
Dirigindose al cabo [,ezard, entraron las galeras por una
ra prxima hasta llegar Chileburgo, pueblo de unos trescientos vecinos, cuyas casas llegan al agua: hubo recia escaramuza defendindolas de los i~vasores con el empeo que es
natural en el propietario, i no con xito; en el espacio de
tres horas .ardi el pueblo, llevndose espaoles y franceses cuanto tena valor, empezando por dos naves que all
haba.
Pero Nio pens desembarcar seguidamente en F almouth,
lo que se opuso su compaero objetando la fortaleza del
lugar; replic el castellano que a los mercados cada uno va

CAMPAAS DE PERO NIO

71

con su dicha ... e que no facen la guerra broslados nin forraduras, nin cadenas, nin firmalles, mas puos duros e ornes
denodados.))
Empoz con esta contradiccin turbarse la compostura;
no fueron aquel puerto y s al de Plymouth, que no era
menos aventurado; recibieron rociadas de proyectiles de lombardas con mucho riesgo, ca piedra ovo que paso mas alta
que dos torres, e fue a la mar bien media legua; fracasaron
en el intento de incendiar los navos, amparados como estaban, y hubieron de volver la mar.
En Portland hicieron algunos prisioneros, mal avenidos
tambin espaoles y franceses. En Poole, desembarcaron los
castellanos solos, sabiendo ser puerto de seoro de A rripay,
( Harry Paye) corsario osado y rico con los despojos tomados en el canal de Flandes 1 El fue (contina el cronista)
el que quem a Gijon y a Finistcrrce, e levo el crucifixo de
Sancta Maria de Finisterra, que era nombrado por el mas
devoto de todas las partidas, e asi era verdad, e yo le vi, e
fizo otros muchos daos en Castilla de muchos prisioneros e
rescates, e aunque otros navi os de Inglaterra andaban armados, aquel era el que mas lo continuaba.
Si verdad fu, no la comprob D. Estanislao Rendueles al
escribir la Historia de la villa de G~:n, teniendo la vista
entre muchos documentos la Crnica de Pero Nio. Cuenta
1 incendio de modo distinto, corriendo el ao r 395 y hallndose la plaza sitiada por el rey de Castilla D. Enrique III.
La defenda por su marido doa Isabel, condesa ele Gijn,
secundada por muchos aventureros ingleses y de otras partes, de aquellos que trajo el duque de Lancster tomados
.sueldo; fingi propsitos de capitular con ciertas condiciones
que hicieron aflojar la flota castellana en el bloqueo del
puerto, y en el momento en que vi el paso expedito, escap
en una barca. No parti, empero, la mala fembra, sin dejar de su nombre eterna y funesta memoria; estipulada la enJ

En 1407 cn1tur6 un convoy de muchas velas.

LA MAfUNA DE CASTILLA

172

-..

......

- , .1.

trega para el dia siguiente, avistose desde el campo real, y


en medio de la oscura noche, vasta hoguera que despeda
siniestros resplandores; era Gijon, que se consumia en un
inmenso incendio; los monumentos romanos, goticos y biz;_ntinos; iglesias, alcazar, palacios; todo cuanto babia poclido resistir a los horrores del sitio, des plomabase con estrepito, al fulgor de las incendiarias teas, manejadas por la condesa y los suyos; al rayar el alba, Gijon era un monton de
ruinas, y los pocos y <lespavoridos ciudadanos, vieron a la
altiva e iracunda dama, abrirse paso hasta el embarcadero,
por medio de las llamas y de los escombros r.
Pero Nio se hall en este sitio y se distingui mucho en
varios de los ataques, siendo entonces doncel del rey. Debi
asistir tambin Gutierre Dez de Gmez, el cronista, pues
que asegura vi el incendio y en otro paraje dice: viv con
l (con Nio) desde que era de edad de veintitres aos,
e yo de al tantos poco mas o menos ; e fui uno de los que
con el regidamer~te andaban, e ove con el mi parte de los
trabajos, e pase por los peligros del, e aventuras de aquel
tiempo, porque a mi era encomendada la su bandera, e
tenia cargo della en los lugares donde era menester, e fui
con el por los mares de Levante e de Poniente, e vi todas
las cosas que aqui son escri'tas, e otras que serian luengas de
contar.
Posible es, por tanto, que entre los aventureros defensores de la plaza se hallara el corsario ingls que nombra Arrz'pay quien carga la culpa del incendio, imputable en justicia al encrespado mar de las alteraciones de Castilla 2
Rendueles. Historia de Gijn, p. 151
El revoltoso conde de Gijn, que sin cesar las promov 1, estaba favoreciJo .
por Portugal Inglaterra, y los in .:,leses tenan abierto el puerto de su villa
prubalo una cdula del rey D. Juan 1 del ao 1381. La Crnica de Ayala lo
corrobora diciendo: ((Otros, despus que el rey ficiera sus boJas e partiera de
Badajoz, enviara caballeros y cartas al conde, que SI! viniese su merced, e
que l no lo quiso faca; antes se basteca ms de cada da e trataba con los in::Lses, espccie1lmente con lo~ de Bayona, que le enviasen socorro de gente y
navos ... Dd s:tio de 139 ) refL r..: la propia crnica de Pero Nio: E '. conJc
1

CAMPAAS DE PERO NIO

173

De cualquier modo, pag en esta ocasin, con las setenas, la parte que en el suceso le cupiera; tal era la saa con
que Nio atac al pueblo mandando previamente los suyos
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que no hicieran presa en nada, pues que todo haba de re- "
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d1endo preferentemente, como es de presumir, el palac10 en ~ uNivERsioAo E
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que se guar da b an mueh os pertrec hos naut1cos; mas en poco ~~
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estuvo que no compraran cara esta venganza, tanto fu el
nmero de ingleses que fu llegando del interior y cargando
sobre los castellanos, hasta meterlos en sus galeras, ganndoles pie pie el terreno. Las flechas eran tan espesas que
los que tenian jaques parecian asaetados. La bandera y el
que la tenia eran llenos de frechas, sinon que le mamparaban las buenas armas que tenia, aunque en algunos lugares
eran falsadas.
Sin duda los castellanos respiraran ms sus anchas despus de s3lir de aquel lugar que llevaron la desolacin actuando sin concurso de los franceses, si respirar les dejaba
el caudillo, empeado luego en llegar Londres con propsito de incendiar una carraca genovesa malamente apresada
por los ingleses. Ya dentro del Tmesis supo por los dueos
que el navo les haba sido restitudo, y no pas adelante;
fuse la isla de Jersey, para proveer las galeras de ganado y raciones, viviendo sobre el pas.
Se ve claramente travs de las declamaciones y frases
de despecho del cronista, que el capitn francs, buen caballero, valeroso en cuantas ocasiones se puso prueba y
prudente sie.npre, hizo en la campaa oficio; de pndulo regulador en la mquina blica, conteniendo los impulsos que
incesantemente empujaban Pero Nio hacia la te:i1eridad,
fiando en la buena estrella. Por muy reforzadas que las cinco
cuando vi que el Rey volva, entr en la mar en unos na vios que ten' a, e
fuese para Bayona, en Gascuea, e dex all la condesa su mujer .
El historiador ingl s o _they expresa que Harry Paye era almirante de los

c:nco puertos.

174

LA MARINA DE CA'>TILLA

galeras estuviesen, no pasara su fuerza de mil quinientos


hombres, contados los remeros, fuerza bien corta para entrar 1 como lo hicieron, en los puertos principales de Inglaterra. Pensaba Pero Nio que si en vez de las tres galer J s
hubieran puesto veinte sus rdenes, si las naos de Avendao le hubieran seguido, acabara cosas maravillosas, idea
que sin circunloquios comunic al jefe vizcano dicindole que
curaba poco del servicio del rey. Reqestle que no babia
hecho coino buen caballero, y que se lo faria conocer.
Invern la escuadrilla en Harfleur, donde se reforz con
tres balleneres franceses y fu el capit.n espaol agasajado,
sobre todo del almirante de Francia, que lo tuvo por husped
en su casa cerca de Ruan; no todo fu satisfactorio, sin embargo, por la penuria del Tesoro de Francia, al nivel con el
de otros estados. La escuadra no reciba su paga y andaba
la gente escasa de recursos.
Al apuntar 1a primavera siguiente salieron las galeras y
balleneres cruzar en el Paso de Cals, lugar de ventarrones y corrientes, de sustos y malas noches, y ele ocurrencias
de mar que sacrificaron entenas rotas y velas rifadas. Ms
de una vez tuvieron que buscar refugio, ya en el puerto flamenco de la Esclusa; ya en alguno de Picarda, antes de hallar ocasin en que emplearse.
Trjosela un da hermoso de brisa la aparicin de un convoy de ureas y balleneres ingleses dirigido por aquel quien
Nio tena tan mala voluntad; por Arripay, el de Gijn.
Llamando consejo su compaero dijo: All son los ingleses , e la mar calma : vamos ellos. Contest Mosen
Charles:-Monseor; ellos son muchos navos, e hay en ellos
de los gruesos, e estn muy lejos de tierra, e si el viento
viene, el cual nunca mucho tarda en esta mar, .s eramos en
grand priesa con ellos. Replic el capitn.-Agora calma
face, e non hay viento: en tanto que dura la calma, e tenemos tiempo, fagamos lo que debemos. Bien sabedes cuanto
mal rescebides dellos, e cuantos daos facen cada da en

CAMPANAS DE l>ERO NINO

Castilla e en Francia. Si agora los dexamos, nunca tal tiempo avremos con ellos; e el mayor mal que ser, que si los
dexamos ver.n que con miedo lo facemos, e de aqu adelante farn ms mal, ca andarn ms sin temor. E si as lo avernos dexar, nunca yo oviese venido en Francia, nin oviese
conoscido los Franceses. Dixo entonces Mosen Charles:Fagamos como mandardes.
La razn estaba tambin esta vez de parte del francs. El
enemigo haba agrupado sus navos en orden y recibi el
ataque con rociadas de saetas, dardos, truenos y piedras ..
Lanzaban los castellanos viratones con alquitrn y estopa
encendida contra las velas, y metieron entre el convoy un
batel ::;reparado con semejantes artificio:; de fuego. Durante
la porfa se levant viento fresco, como M. Charles haba
previsto; las galeras, en situacin de inferioridad, salieron
boga arrancada tomar barlovento, menos la capitana, retenida por aquella obstinacin del caudillo, que responda
las observaciones. El que oviere miedo eche a fuir, que de
esta vez o ellos llevarn a nos a Inglaterra, o nos a ellos
para Francia, o morir quien Dios quisiere. .
En poco estuvo el cumplimiento de lo primero: todos los
navos ingleses aproaron la galera: si los dos balleneres
ms prximos osaran aferrarla y detenerla por momentos,
Pero Nio hubiera conocido las poblaciones inglesas. De la
contingencia le libr uno de los aliados haciendo maniobra
habilsima. Cuntelo el cronista.
En esto los balleneres de Francia singlaban cuanto queran, e por donde querian, ca eran muy veleros, e uno dellos
que iba delante, e vi como la galera del capitan era ya en
grand priesa, e como venia ya cercada de los ingleses, e que
los dos andaban ya por faxar con ella, fizo una hermosa marineria; puso la vela la relinga, venido el viento por el haz
delante de la verga, e esper a los ingleses, tanto que el
capitan e los suyos cuidaron que se le haban rompido algunos aparejos que non facia via ninguna. Mand el capitan

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LA MARt:-<A bE <": ASTrt,r A

. que ficiesen la via dl e le acorriesen, que ya era entre los


. . navi os de los ingleses. En esto fizo un fermoso movimiento;
:~-. tom el viento en popa, e pas por entre los ingleses muy re. cio, non faciendo mas mencion de todos ellos que face un ginete
ligero entre otros caballeros grandes e pesados. Aunque este
ballener era comunal de grande, vino sobre uno de los balleneres que seguian la galera del capitan, e embistiole al
travs por la proa, e quebrole el bauprs, e soltole el estay,
e desguarneciole todo, e bien cuido que de aquella batalla
le mat O'. nes; e levrasele, si non que non os aferrar porque era en medio de los ingleses; mas delibrse e psose en
salvo. De tal guisa lo fizo, que ningun ballener solo non se
os allegar, si non todos juntos; e aun el ballener sali bien
es garrochado de entre los otros. E si non porque se venia
la galera todava peleando e defendiendose muy fuerte:nente
de truenos e saetas e dardos, embestido ovieran con ella los
balleneres.
Una hora ms de calma, prosigue diciendo melanclicamente Dez Gmez, hubiera dado Nio la rica presa de
aquella flota, armada por el rey de In .;- ~ a terra para llevar
Holanda su hija y desposarla con el duque . E iba acompaada de grandes caballeros y damas, con el correspondiente equipaje y riqueza. Oh fortuna!
Iba gastndose en estos cruceros la gente, y no digamos
nada de las provisiones, agotados los recursos de M. Charles
y sin paga ni repuesto por parte del gobierno de Francia.
De aqu naci el acuerdo de atacar ms seriamente que la
vez anterior la isla de Jersey, aunque estuviera defendida,
segn noticias, por guarnicin fuerte de cuatro cinco mil
ingleses. Pidieron en consecuencia ayuda las autoridades
y caballeros principales de Bretaa, que se la dieron de buen
grado.
Hzose el desembarco en una alborada, encontrando prevenidos los defensores. Dexadas las lanzas, pusieron mano
a las hachas e a las espadas, e volviose un torneo muy gran-

Seminario ele

HISTOU
i,
3

CA.MPA~AS DE PERO N l ~O

de. All podra orne ver a uno soltar las corazas e los ba~- U.
. e a otros c~r
" M.
netes, .e desguarnecer brazales e museqmes;
las espadas e las hachas <le las manos e venir a los brazo
a las daga~; alli caer a unos e a otros levantar, e correr m - T
cha gente por muchos lugares. La pelea era tan fuerte, etBi S.
priesa tanta, que el que mejor iba tenia asaz trabajo; e tan
buenos eran de amas partes . e tan a voluntad lo haban, que
si non por un seso que Pero Nit:o ton ~ , en poco de hora se
acabaran todos unos a otros, que muy pocos quedaran
VlVOS.

El ardid fu el que tantas veces ha decidido las batallas.


Nio acometi con cincuenta hombres de armas decididos, al
grupo en que flotaba un pendn blanco con la cruz de San
Jorge. Derribado el alffrez y tomada la insignia, huyeron
despavoridos los ingleses entregando las espaldas al cuchillo
de los vencedores: los castellanos e los franceses eran tan
cansados e feridos que non los podan seguir.>>
Fruto de la victoria fu la entrega, p::>r contri )uci6 1, de
diez mil corona., de oro para la gente, contentnlose el capitn con que ofrecieran para su persona en cada un ao y
por espacio de diez, doce lanzas darmas, e doce fachas, e
doce arcos con sus frechas. e oce bocinas. Los dems tuvieron en mejor cuenta los intereses materiale;;; embarcaron
cuantioso botn de las casas, y gana Jo vacuno y caballar, en
suma <<que daban un caballo por cinco seis blancas de
Francia~ que es cuanta de diez maraveds.
Acabaron con esta las empresas de guerra, recibida por
Nio orden de re~resar Espaa; mas no las peripecias de
mar. En Saint Malo puso la, galera3 en grave aprieto un
temporal; en Mont Saint Yiichel se vieron en seco entre los
escollos, sacndolas fuerza de b ~azos; entre Burdeo ~ y Sayona corrieron otra trinquetada. Alli eran las olas muy altas
e la tormenta tan gran le que em 1)estian la~ olas fasta meJia
galera. Lanzaron toda la gente abajo, e cerraron las escotillas, e alli facian los Oines con el miedo de la muerte votos e
1

F.D.

l.A MARINA DE CASTlLLA

promet1m1entos; unbs a Sancta Maria de Guadalupe, otros


a Santiago de Galicia, otros a Sancta Maria de Finisterra,
otros a fray Pedro Gonzalez de Tuy, e otros a San Vicente
del Cabo, e fallaron la mar mansa e non tanto viento. Por
fin, poder de brazos y plegarias llegaron en salvo Santander, acabando la jornada de Inglaterra.
En fa narracin me he extendido por dar conocer los datos interesantes que abundan en la Crnica de Dez de Gmez,
digna de entera lectura.

XIII
f:WERRA GENERAL
1406 - 1474

Victoria de D. Alfonso Enrquez contra la escuadra africana.-B atalla con ingleses.-Hostilidades en Gascua y en Bretaa.-Rubn de Bracamonte.Incendio de San Juan de Luz .-Complicaciones con Alcmahia. - Carnpaa
contra Arag6n.-Correras en la CO ' ta de Granada. - Muerte del conde de
Niebla en Gibraltar.-Expedicin Normandia.-Bloqueo del Gironda.Rendicin de Burdeos y de Bayona. -Vistas en el Vidasoa.

.~

~~'

@W . :::..;,.
.~..~ ON la muerte prematura del rey Enrique III
~'- _ acaecida el 25 de Diciembre de 1406, ce~~ f~~ sar?n las exp:diciones y aun la gue~ra au~
r'x-mpmmu:A.~ tonzada y sena con Inglaterra, que SI Fran
~I~ cia continu reclamando el auxilio de navos
~~ y galeras que le daban derecho los convenios, las Cortes lo excusaron en razn las atenciones de inters preferente en el interior 1
Ojal las hubieran tenido sin cesar en la mente en vez ele
contemporizar con los mahometanos, considerndolos , en
muchas ocasiones, vecinos ms bien que enemigos irreconciliables. Aludan los procuradores las felonas del emir
granadino, por las que vino conseguir la marina gloriosa
victoria en el freu de Gibraltar, y fu el caso que los reyes

tf

Cortes de los anti uos reinos de Len y Castilla .

180

LA MARINA DE CASTILLA

de allent-le el mar, enviaban su correligionario huestes sin


tanto misterio q te no llegara penetrarse en Castilla. Convocadas por lo mismo seis grandes naos del Cantbrico,
guard el paso el almirante D. Alfonso Enrquez con ellas y
con trece galeras de la flota reaL Los moros, escarmentados
con la experiencia, salieron de Gibraltar con veintitrc; de
esta clase en da de completa calma en que las naos no podan
servir de provecho, y no siendo dudosa la intencin sac don
Alfonso con las embarcaciones menores la gente de guerra,
reforzando cuanto ms pudo su escuadra de remo, providencia acertada con la que logr no slo hacer frente al nmero
casi duplicado de las galeras enemigas, sino excederlas en
es'.uerzo y pericia, rindiendo ocho, que llev Sevilla despus
que hu) eron ]as restantes malparadas 1.
Despus de la funcin descansaron por mucho tiempo las
galeras reales. nicamente los marineros de Cantabria continuaban el sistema de marchar sus fines y de no sufrir sin
represalia agravio traba, sosteniendo por s solos la pujanza que mantena abierto el camino sus navos. Los de
Bayona persistan en entorpecerlo, sufriendo las consecuencias lo mismo que los ingleses del Paso de Cals, no ms escrupulosos si oca-;in se les ofreca de llenar los sacos. En
estos ~os primeros del reinado de D. Juan II, se hizo notar
el nmero considerable de escaramuzas y de presas de unos
otros, por haber sido ms que ordinario el movimiento de
naves castellanas en Flandes, en Escoc~a, en Bretaa, sin
disminuir las del Mediterrneo.
Durante el ao 141 2, muchas naves de Vizcaya, de las
1 Ao 1407.-La Crnica de D. Juan II escrita por el Dr. Galndez de Car' :ajal ha conservado los nom1res de los patrones castellanos. Fueron, Rodrigo
Al vare~ de Osario, G6mez Daz de l :la, Juan Rodrguez de Ve ira, Alonso Arias
de CoruelH, Fcrnn Yez de Mendoza, l>iego Diaz de Aguirre, Pero Barbad~
Campos, Alvar Nez Ctlbeza de Vaca, Fernando de Mcdma, Pedro de Pineda
y Micu Niculoso, genovs. Iba tambin un hijo b:istardo del almir~nte, Juan
Enrhucz, que por delegacin de su padre mand la escuadra en varias ocas iones. Con las naos estaban Mosn Rubn de Bracamonte Fernam Lpez de Estiga y Juan Rodrguez Sarmient0.

GUERRA GENERAL

rSr

Cuatro Villas y de Galicia, formaron parte de la gran expedicin organizada por el rey de Portugal contra Ceuta 1 ; algunas hicieron excursiones Canarias; otras estuvieron al
servicio de distintos prncipes, descubrindose por rareza
rastro de sus operaciones 2 Persona que diligentemente estudi este perodo histrico nos ha informado ele que constituye una maraa de sucesos, de hombres y de intereses, que
difcilmente puede ponerse en Glaro 3. Si la apreciacin es
exacta relativamente los tiranuelos enemigos de la realeza
que revolvan la tierra, cunto ms no ser obscuro lo que
en la mar se acometa individualmente?
Los cronistas, de que los primeros no carecan, anotaron
el ao J4 I 8 la venida de embajadores de Francia demandando la ayuda de naos y galeras contra el rey de Inglaterra, y que les fu respondido, Ya veian como la reyna era
fallecida y el rey no era de edad, y este negocio era g rande,
e convena para ello llamar a Cortes, e para esto deban haber _a lguna paciencia, que todos trabajaran como lo mas
presto que ser pudiese fuesen respondidos con obra como era
razon, seg un los debdos e alianzas que ent~e estos seores
reyes de Francia e Castilla ha 1)ia. Seguidamente dan cuenta
de haberse sabido como el rey de Inglaterra mand pregonar guerra contra Castilla, y pasando al tema ordinario, no
escribieron palabra ms de lo ocurrido en el exterior. Conviene por tanto averig uarlo acudiendo las fuentes de informacin, cualquiera que sea su orig en.
De algo sirven las historias de Francia, nacin desgarrada la sazn por guerra intestina entre los bandos denominados de Armaaques y Burguiones por los apela ti vos de
1 Faria y Sousa, Europa portuguesa. Soares de Sil va co n signa e n sus Mem orias que para la empresa di! C c:u ta St! reuitieron doscienta<; veinte vel as.

2 Habiendo surgido en Aguas Muerta s una nao grande cu yo ca pitn era


Gutierre de Santa Cla ra, natural de Santander, la tom sueldo el vizconde
de Narbona y pas Sa.:er, en Cerdea, alg unas compa as de hombr-: s de
armas. D. Luis de Salazar, Historia de la Casa d e Lara, t. I, p. 216.
3 l>. Juan Ri zzo, J uicio critico de Don Alvaro de Luna, premi ado por la
Academia d e la Historia.

LA MA R!NA DE CASTILLA

los jefes que se disputaban el disfrute de la influencia y la


gobernacin del pas. Enrique V, titulndose rey de Inglaterra y de Francia, haba desembarcado con poderoso ejrcito en el continente, sometiendo desde luego el territorio
que pisaba, hasta llegar las puertas de Pars. A la invasin haca frente el Delfn, esto es, el heredero de la corona, si desautorizado por su padre, por los que se valan de
la insania de ste 1 , sostenido por el conde de Armagnac con
las fuerzas de su partido.
Los embajadores que solicitaban el auxilio de Castilla haban sido enviados por el Delfn, de modo que, si con razn
juzgaron negoczo grande las crnicas citadas, la peticin de
auxilio de flota que hadan, no es cierto la presentaron en
nombre del rey de Francia, que era al que deba acudirse
cumpliendo el tratado de alianza, y el que, en oposicin con
su hijo, lleg al extremo de desheredarle. Asunto era, pues,
el de la peticin, digno de mirarse en Cortes, y que se resolvi en ellas, dice el cuaderno de las reunidas en Madrid
el mismo ao r 4 r 9 con objeto preferente de declarar lamayora del rey D. Juan II, al otorgarle doce monedas con el
:(in de disponer armada que auxiliase Francia contra el
ingls.
Poco despus, la armada se menciona en documentos franceses sin expresar su composicin; sin decir el nmero ni la
clase de bajeles, si bien al asentar que gan batalla naval
los ingleses tan pujantes' dan entender era sunciente al
objeto de la organizacin. Nombran falta de los dems datos, el jefe que la gobernaba: Robert de Braquemont.
Parecer extrao que naves castellanas, en toda probabilidad naos cantbricas, fueran sometidas persona cuyo
nombre no suena por aquellas costas; el hecho tiene explicacin.
Robert Robinet de Braquemont, caballero normando,
1 El rey de Francia estaba fuera de su juicio>). Zurita, Anales de la Corona
de Arag11, t. II: fol. 91.

CUERRA GENRAL

haba servido en la marina francesa las rdenes del almirante Vienne, asistiendo con Ferrn Snchez de Tovar las
jornadas de Inglaterra. Vino Castilla, sin duda, con ste, .
por embajador, entre los de las compaas francesas que ; ~" ~~
auxiliaron al rey D. Juan I en la guerra con lo3 anglo-lusi ~t~DE;1..cllt."f
A~~~
l ...... ~ ,. " 1
tanos dirigidos por el duque de Lancster y el maestre d < Y Lii":t\M 111
~ UNll/~"81DA0 ~
A vis: presto buenos serv1c1os, se granJe la est1mac1011 del ~~ pi!. M\JRCIA ../ '
rey con la de los cortesanos; recibi en galardn el seoro ~Cl
"'
<le Fuentesol; cas con doa Ins de Mendoza, entrando en
la intimidad de esta poderosa casa y en la participacin de
su influencia por con~iguiente. Don Enrique III le distingui
tanto como su padre; pruebas, la concesin de las islas Canarias para s, para su primo Juan de Bethencourt, otorgada en 140 I, y el encargo de sacar de Avin al titulado
papa Benedicto XIII, en 1403. Al lado del infante D. Fernando, el de Antequera, figur luego con igual predicamento sirviendo comisiones de importancia; una, tal vez influda
por el almirante de Castilla D. Alonso Enrique (con el que
haba emparentado por la mujer), la de organizar en Vizcaya la escuadra de naos con que se gan los moros marroques la batalla del Estrecho en I 407. Siete arios adelante
fu designado entre la comisin de Grandes que march
Zaragoza para asistir la coronacin del infante citado, don
Fernando, regente y buen gobernador que haba sido de
Castilla 1.
Abonaban, como se ve, al seor de Fuentesol, para cabo
en milicia, las ~ircunstancias de naturalizacin, arraigo, evidencia y aptitud probada, sin reparo siquiera en los nombres,
que haba castellanizado hacindose llamar Mosn Rubn de
Bracamonte. Su designacin deba de s.er grata los franceses por disfrutar al mismo tiempo la barona de Grainville,
negociada con Juan de Bethencourt al conseguir traspasar
el derecho de conquista de las islas Canarias, barona de

1 D. Luis de Salazar, Historia de la Casa de Lara, t. I, p. 583.-Viera y Clavija, Noticias de la historia de las islas de Canaria, t. I, p. 286.

LA MARINA DE CASTILLA

que los ingleses le privaran ocupando de un modo definitivo


el territorio de Normanda, y que era de presumir defendiera
con inters triplicado, significndole la estimacin, como lo
hicieron, con el t~ulo de almirante de Francia conferido por
el bando de Armagnac 1
Una carta dirigida por los jurados de Bayona al rey de
Inglaterra con fecha 5 de Septiembre 2 , avisaba que la gente
de Fuenterraba se haba entrado por la frontera, robando,
matando incendiando, de modo que en pocos das haba
causado dao por valor de cien mil libras esterlinas, y que,
no satisfecha se dispona para hostilizar la misma ciudad de
Bayona y aprestaba cuarenta naos contra Belle-Isle, noticia
confirmada por historiador local 3, sentando que en el mes
de Marzo de 14 r 9 dieron de recio las naves vizcanas sobre el
ducado de Bretaa, de que era seor Juan de Montfort, quinto
del nombre, y que el I 4 de Agosto del mismo ao, _la armada real en que iban por capitar1es Fernn Prez de Ayala y
Rui Gutirrez de Escalante, estando con ellos el doctor Gonialo Moro, corregidor de Guipzcoa, se ech sobre Bayona atacando por rr.ar y tierra; quem San Ju.111 e.le Luz y Biarritz,
con muchos caseros del campo, talando los manzanos, corriendo la tierra de Burdeo y destruyendo Solarique 4.
1 De este cargo le desposeyeron luego los contrarios y se volvi Espaa.
Noticia D. Antonio Pons en su Viaje de Espaa que uno de los mejores edificios de vila, el hospital iglesia dt!dicada al misterio de la Anunciacin, se
nombra vulgarmente d.: Jvfos11 Rubn de Bracamonte, por haberlt: dcjaJo el
patronato la fundadora doa Mara de Herrera, al morir sin sucesin. Dos
veces he estado en vila (dice): la primera toJava estaha el suntuoso s..:pulcro
de mrmol Je Bracamonte, en medio de la Cdp1lla; 11 seg~nda ya lo vi quitado
de all, hecho pedazos: no parece la lpida y es de creer que buena parte de l
se redujese polvo. Tambin da conocimiento Je la capilla y del enterramiento del seor de Fuente de Sol. D. Juan Mann Cirramolino en la Historia de vila, M..idrid i872, t. I, aJvirtie:-ido que el ttulo usado p)f Mosn Rubn d..! Bracamonte est unido actualmente la casa d..! los condes de Pdrsc::nt.
2 Colee. Rymer.
3 Fr. Diego de Ayala, Anales inditos de las provincias vascongadas.
4 En los Archives municipales de Bayonne consta haber entrudo en tierra
de Labort con och~ mil hombres Ferrn prez de Ayala el 12 de Agosto y haber incendiado San Juan de Luz .

....

GUERRA G E ~ERAL

El ao siguiente se aprest en Santander otra flota al


mando de D. Juan Enrquez, hijo del almirante de Castilla 1
con fuerza bastante para ret.a r la de los ingleses, toda vez
que, sin que se. lo estorbaran, fu los puertos de Escocia
y embarc para la costa de Poitu un cuerpo de cinco mil
soldados, con cuyo auxilio ganaron los partidarios del Delfn
la batalla de Baug, primera en que vieron las espaldas de
los ingleses 2 , sin dejar por esto de hostigarlos en Guiena,
principalmente en Bayona. La campaa del ao, acab acometiendo Juan de Camporredondo el 30 de Diciembre la
flota flamenca fondeada en la Rochela y apresndola en totalidad con muerte de mucha gente 3.
Responda la ltima acci6n las dificultades que los ingleses nos haban suscitado en el Norte atrayendo su partido los Pases Bajos, por las cuales cort D. Juan II las
relaciones comerciales, prohibiendo la comunicacin; secuestr de una vez ochenta y cuatro naves hanseticas surtas en
nuestros puertos y mand de. nuevo cruzar D. Juan Enrquez con escuadra de treinta naos. Cuando los consejeros de
la liga tuvieron conocimiento de estas p~ovidencias, dieron
orden al centro de Brujas para impedir por su parte el comercio los castellanos; pero la disidencia que tantos intereses lastimaba, dur poco.
.
Queda anteriormente anotado que de ste, como de los
dems servicios de la marina, nada dice la Crnica de don
Juan II, pero en ella hay dos ocurrencias consignadas por
donde se conoce la influencia y prestigio que dieron la Corona fuera del reino. La una, relativa las operaciones de
los mareantes cntabros independientemente de la armada
real, dice 4:
Enrquez, Glorias martimas de Espaa.
Henry Martin, Histoire de France, ao 142 r.
3 Mart nez de Isasti, Comp endio historial de Guiprcoa, p. 301. Se distingui en estos sucesos, dice, Juan Ruiz de Irrarazabal, natural de Deva, rompiendo con su nao Li cadena que cerraba la boca del ro Adour, en Bayona.
4 Ao 1419, cap. VII.
1

F.D.

./ ,.

186

LA MARINA DE CASTII,LA

Vinieron a Segovia embajadores del Duque de Bretaa .. :


e digieren que su seora sa~ria la guerra que se hacia
entre los vizcainos vasallos suyos, e los de la Costa de
Bretaa subditos suyos, de lo cual les parescia que se segua deservicio a Dios e grande enojo a ellos, como seores de los unos e de los otros, e a las partes mucho dao;
por ende que le pedian por merced mandase tener manera
como los daos hechos de los unos los otros fuesen satisfechos, e de aqu adelante cesase la guerra entrellos. A
los cuales el Rey respondi que de la guerra entrellos l
haba desplacer, y era contento que para la concordia se diesen dos jueces, uno por la parte de los vizcanos e otro por
los bretones.
E luego el rey mand sefialar por juez por la parte de
Vizcaya a F ernan Perez de Ayala, su merino mayor de Guipuzcoa y el Duque de Bretaa seal otro caballero, su vasallo, los cuales igualaron a los vizcainos con los bretones,
e ansi se hizo la concordia 1
La segunda merece tanscripcin ntegra, como sta, por
no ser menos signi.ficativa 2
En este tiempo vino al Rey un caballero llamado Mesen
Juan de Amezqueta por embajador del rey de Inglaterra; e
como quiera que era natural de Guipuzcoa, tenia heredamiento en Inglaterra e habase por natural de aquel reino;
el cual di al Rey una letra de creencia del rey de Inglaterra
por la cual dijo al Rey, quel rey de Inglaterra, su primo,
habra muy gran placer de hacer con l paz e amor, asi por
el gran debdo que entrellos_haba, co:no por su virtud e grandeza; e que as en las guerras de Aragon e Navarra, como
en todas cualesquier otras guerras quel Rey hubiese, le ayudara con muy buena voluntad, salvo contra aquellos que eran
1 Queda curiosa memo ria de esta guerra en la narracin de los milagros de
San Vice nte Ferrer, que muri en Va nnes en 14r9. Tomronle los bretones
por abogado contra el ataqu~ de naos CJstdlanas. Fray Francisco Vidal, Vida
del Santo, Valencia, 1735.
2 Ao Lt3o, cap. XII.

GUERRA GENERAL

sus aliados; al cual el Rey respondi graciosamente pQr palabras generales, e le dijo que l enviaria al rey de Inglaterra, su primo, sus embajadores con la respuesta; la cual envi dende dos meses con D. Sancho de Roxas, obispo de
Astorga, e con D. Pero Carrillo de Toledo, su copero mayor, e con un fraile predicador, maestro en Teologa que se
llamaba Fr. Juan del Corral. La conclusion ele la respuesta
del Rey fue esta: que al .Rey placia mucho de haber paz con
el rey de Inglaterra, su primo, por el gran debdo cercano
que con l babia, e por ser gran principe e notable rey en
poclerio y en fuerzas, e por ser tal aquien l debia amar mucho
mas allende por su virtud, de cuanto el debdo que entre ellos
era lo demandaba. Pero que esta paz e confederacion ele
entrellos no la consentia la guerra que el rey de Inglaterra
haba con el rey de Francia e con sus reinos con el cual l
tenia sus confederaciones e alianzas muy antiguas hechas por
sus padres e agelos e por l mismo afirmadas, las cuales l
no podia quebrantar ni quebrantara por cosa del mundo.
Pero que habiendo el Rey gran voluntad de la paz con el rey
de Inglaterra, que de buena voluntad se interponia por tratar
entrel rey de Francia y l la paz e concordia, a l placiendo,
a fin de que estas tres casas fuesen en una conformidad e
confederacion, para lo cual le parescia que era necesario que
hubiese tregua, a lo menos por un ao entre! rey de Inglaterra y de Francia, porque en este medio tiempo l pudiese
entender en su concordia.
Continuaron por consecuencia las hostilidades con los navos ingleses. Los cuadernos de Cortes aluden un combate
en que los nuestros consiguieron ventaja, aunque no tanta
como pudiera esperarse si el Rey hubiera sostenido los esfuerzos de sus sbditos. Los procuradores de las villas pedan en 1422 que hobiera en los logares de la costa de la
mar armada, porque estando los navios fechos podria enviarse flota donde conviniese al servicio e se evitarian los
robos que continuamente se hacian con el nombre de repre-

LA MARI NA DE CASTILLA

salias. En las Cortes de 14 2 5 insistieron en la peticion,


amplindola en las de 1436 de este modo:
Por quanto la costa de la mar de Castilla est muy grant
falta de naos grandes e segunt que en los tiempos pasados
sola haber, que de poco tiempo ac son todas perdidas, las
quales quando alguna flota va en Flandes e en otras partes,
que yvan en su companna naos grandes, daban gran favor
a la flota que en su companna yva, que sy en la flota que ha
pocos das que vino de Flandes oviera naos en su companna,
non se le escaparan ninguna nao de las de In g latierra, que
todas non fueran tomadas, e por las naos de ac ser pequennas, aunque eran muchas mas que las de Inglatierra,
non tomaron la dicha flota.
Mucho haban mudado los ingleses su material, tan inferior en tonelaje y condiciones poco antes.
Enredbase en este tiempo la guerra con los reyes de
Aragn y de Navarra, que haban pasado las fronteras, mas
como puede advertirse por la contestacin ele D. Juan al embajador, no crea necesitar, ni le hizo falta realmente ayuda
ajena para obligarles transponerlas, hacindolo tras ellos
en actitud ofensiva. Por mar procur ejercerla al propio
tiempo; dcelo un papel redactado con objeto de hacer constar la prestacin ele pleito homenaje por el almirante D. Fadrigue Enrguez, como sigue:
En esta manera fueron fechas los autos e la honra de su
estado e preeminewia a D. Fadrique, Almirante mayor de
Castilla por el mu y esclarecido e poderoso e serensimo rey
D. Joan, cuando el ao del Seor de mil e cuatrocientos e
treinta aos el dicho Seor Rey mand armar, y se armaron
en Sevilla e en la costa de Vizcaya con Santander veinte
galeas e treinta naos mayores e cinco balleneres e una carraca contra los reyes e reinos de Aragon e de Navarra. E
despues que la dicha flota fue armada, entr en ella por su
persona el dicho Almirante en Sevilla, e fue con ella e fiso
guerra a las islas de Ibiza e Mallorcas e Menorcas, en ma-

GUERRA GENERAL

189

nera que destruy e quem en ellas muchos edificios e otras


cosas, e non fall otra flota contraria que con la suya pudiese haber batalla. E en este tiempo fueron tomadas e presas
por sus galeas, una galea de Mosen Grao, quel rey de Aragon haba enviado con sus embajadores al rey de Porto gal,
e otra galea de Mosen Villamares, que venia de la Berberia
e aport a Ibiza, donde el dicho Seor Almirante estaba con
la flota de sus galeas; ca las naos non pudieron llegar alli nin
llegaron, con las grandes calmerias e vientos contrarios, en
los cuales fechos e aquella guerra estovo e andovo el dicho
Sefior A 1mirante con la dicha flota fasta en fin de Setiembre
del dicho ao de treinta. E en este medio tiempo el dicho Seor rey de Castilla fizo paces con los dichos reyes de Aragon
e de Navarra, e la dicha flota de las_dichas veinte galeas estovo armada, e el dicho Sefior Almirante con ella, en el invierno, en el Puerto de Santa Mara, ques entre Jerez e Calis,
fasta que entrando el ao de treinta e uno, mand el dicho
Seor rey D. J oan armar e fornecer las dichas galeas para
facer guerra al Rey e reino de Granada, e desarmar e despedir ]as dichas naos e carraca e balleneres; e asi se fizo, salvo
dos naos mayores de las que fincaron e se armaron con las
dichas galeas el dicho ao de treinta e uno, e ficieron guerra
contra el reino de Granada, e aun el dicho Seor rey D. Joan
fue por su persona con grand poder de gentes dentro en la
Vega de G_ranada muchos dias e venci all grand poder de
gentes donde dicen la de la Figuera 1
Reanudronse en este tiempo las negociaciones con el duque de Bretaa, yendo embajada Nantes con objeto de
poner remedio las hostilidades repetidas en la mar entre
naos de ambas naciones. Se formaliz tratado por nueve aos
1 D. M. Fernndez de Navarrete, Colee. de yiajes y descubrimientos, t. I,
p. 467.-Zurita confirma el objeto del armamento en sus Anales de la Corona
de Ar{lgn, t. Jl, fol. 199, escribiendo con relacin al ao 1430. El rey de Castilla puso en orden su flota de galeras y naus y carracas para que con ella hiciese la guerra el almfrant-: D. Fadrique Enrquez en las costas de Valencia y de
Catalua, y en las islas.

LA MARINA DE GASTILLA

el I 5 de Mayo de 1430 estipulando entre las condiciones 1 :


el establecimiento en la Rochela de un juez especial encargado de arreglar las diferencias que surgieran, y el de cnsul,
procurador y tesorero de los castellanos en Bretaa, debiendo avisarse al primero, con un ao de anticipacin, la denuncia del tratado. Qued convenida por parte del duque, la
concesin los castellanos de ciertos privilegios en virtud de
los cuales no podra exigrseles ms derecho que el ordinario, entendindose que no se haran extensivos los beneficios
del tratado los vecinos de San Sebastin mientras no resarcieran los daos causados al apresar la nave en que iban
Inglaterra los embajadores del duque. Este tratado se prorrog en 143 5 y en I 45 2 sin alterl:r las primeras condiciones 2
Cosa rara; hubo en el reino un perodo de tranquilidad relativa que no cuadraba con los hbitos de los caballeros ni
satisfaca sus inclinaciones con las justas, rieptos y aventuras de pasatiempo discurridas por el acaso.iniciadas. Los
fronteros de los moros preferan las algaradas de que se prometan medro aunque arriesgaran ms que las personas, y
tal sucedi en Andaluca.
Es historia melanclica buena para contar con riqueza de
detalle en alguna anochecida de Febrero, al comps del ruido
montono del agua que azota los cristales en las ventanas y
del silbar del viento en las rendijas, mientras la llama oscilante de la chimenea proyecta sobre las vigas del techo sombras vagas en que la imaginacin puede fingir las del Pen
que di nombre Tarik al derrumbar el solio de los godos;
el perfil de atad que lo lejos, desde la mar, determina en
la extremidad de Europa, una tierra amasada con sangre y
con lgrimas donde la fatalidad anid para sinsabor nuestro.
Don Enrique Alonso de Guzmn, conde de Niebla, uno
ele los grandes seores de pendn y caldera en Castilla,
r Lobineau, Hisloire de Bretagne.

z Idem, d.

GUERRA GENERAL

magnfico en sus cosas, emprendedor, valeroso, y ms amigo de t~ner corte que de andarse en la del rey D. Juan, haba por pesadilla Gibraltar, plaza que su bisabuelo Don
Alonso :(>rez de Guzmin ayud ganar los moros, y que
por descuido en la guarda recobraron reinando D. Alfonso XI, q:uien cost la vida. Al abrigo del Pen haba siem-
pre galeras y fustas corsarias en amenaza de la libertad y
del haber de los cristianos, y siendo el conde amo de las villas de Sanlcar, Conil, Vejer, Barbate, Chiclana, Zahara, y
de las Almadrabas que por s solas le hacan rico, la vecindad del puerto enemigo le causaba quebrantos y disgustos
continuos. Acariciaba por tanto el proyecto de darle un golpe de mano parecindole que si lo ganaba haca gran servicio Dios al rey e al reino; e si muriese en la demanda,
era muerte ms bien empleada, de la qul sabra escojer.
Se le present tina ocasin buena, y aunque ya frisaba en los
sesenta aos de edad, reuni sigilosamente los vasallos y
amigos, disponiendo hueste y flota. Despach desde Sanlcar su hijo D. Juan de Guzmn para que con dos mil caballos y mil peones, gente escogida, marcha ;e por tierra cercar la plaza, mientras l, con otros dos mil hombres y la flor
de los caballeros iba por mar con las galeras, galeotas, fustas y bergantines, llevando artillera de sitio, escalas, herramienta y vveres en abundancia ( 1436).
Contra el parecer de los marineros hizo el desembarco en
paraje que pareca muy bueno vindolo en baja mar, y por el
que se aproximaron, escaramuzando, la puerta denominada
de Mudarra. Al subir la marea fu estrechndose ms y ms
la zona en que ponan los pies, con lo que entr la confusin
en los asaltantes. Haba pasado la oportunidad del at~que y
era prudente demorarlo. El conde orden el reembarco de la
gente y no sin dificultad se entr en su galea, bogando hacia
afuera: mas no todos obedecieron su mandato; fu era porque
las embarcaciones se embarazaran, fuera porque el ardor de
algunos caballeros les cegaba, detuvironse al pie del muro

LA MARINA DE CASTILLA

hasta que all lleg el agua, momento aprovechado por los


moros para enviarles una lluvia de proyectiles de toda especie, sin tener reparo; antes bien, las lombardas disparadas
....< ,: i,~ ' desde las galeras les ofendan tanto como los contrarios .
.-:. .( :. , El conde D. Enrique hizo ciaboga, queriendo socorrerlos;
/ ': .,~\ ::.: . volvi saltar en tierra prolongando la escaram~za cuanto
~. ~ -, . :. .
ms se poda, teniendo ya los pies mojados por la marea: no
\ :.
haba instante que perder; salt en un batel otra vez y como
al retirarse viera un caballero de su casa con el agua al pecho
que doloridamente le gritaba socorredme, seor, fu en su
ayuda, recibiendo las saetas y pelotas disparadas desde la
muralla, que no fu lo ms malo, sino que muchos hombre~
atemorizados se asieron de la borda, queriendo todos subir,
como si el batel tuviera la capacidad del arca de No. El terror anula la razn, y el instinto egosta de la vida por encima de la razn se sobrepone todo impulso que no conduzca
preservarla de momento. Los esfuerzos de aquellos desdichados vestidos de hierro, hundieron la embarcacin, ahogndose miserablemente el conde de Niebla con cuarenta de
los caballeros principales que le acompaaban, sin que por
ello se salvaran los causantes de la desgracia.
Cuando la marea volvi descubrir la playa, recogieron
los moros el cuerpo del conde, negndose entregarlo su
hijo por precio ninguno. Tuvironlo insept.&lto en un torren
para escarmiento de cristianos, en su creencia; para acicate
de D. Juan de Guzmn en realidad, que ms de veinte aos
tard en recuperarlo, pero que, buen hijo, lo logr al fin,
apoderndose de la plaza por sorpresa ( I 462), y alcanzando
con ella mayor seoro unido al ttulo de primer duque de
Medina Sidonia 1
1 Como tuvo el desa <> tre ec profundo en Castilla, muchas relaciones de l
se escr ibieron con vari 1ntes de ms menos im portancia ; Juan de Me na y
otros poetas co nte mporneos de tiempos sucesivos, se inspiraron en la desdicha; la Crnica de D Juan ll la anota m ediados del ao 1436; Ortiz de
Ziga la fija en 3 r de Agosto en sus Anales de Sevilla y la narran, Barrantes
Maldonado, Ilustraciones la casa de Niebla; Snchez Caldern, Eptome de

GUERRA GENERAL

193

Volvamos los asuntos del Estado, fin de rectificar en


las crnicas pasaje plagado de errores 1
Ao q36. Estando la Ponce!a de Francia sobre la Rochela, cibdad una de las ms fu ertes del mundo, escribi al o~~ H Is,.
rey e le envi sus embajadores , sin los que el rey de Frand 0 ~ 0 ~,,
< FACULTA T
por otra parte enviara, suplicndole mucho le enviase alg u ~ DE .1~sori5A "
< \ '{ L~1RA
111
nao de armada, segun que su seora era tenido de lo fac \ ut-tiv-e:Rs10Ao ~
,J...
ptt MURCIA
h]
conforme la confederacion. Llegados los embajadores ~~,
~.,.tQ
Valladolid les ficieron grandes recibimientos . E dada la carta
+
al rey, que de la Poncela traan, la firma de la cual el condestable la mostraba por la Corte a los Grandes como si
fuera una reliquia muy reverenciada, ca era mucho afici<;rnado
a los fechas de la Poncela, trabaj mucho e acab con el Rey
que se mandase armada de empeo. E luego el Condestable
envi a la costa del mar de Vizcaya, Lepuzca e otros lugares
e fizo armar veinticinco naos e quince carabelas, las mayores
que fallarse pudieron, bastecidas de armas e de la mejor
gente que se pudo haber, con el cual socorro la Poncela gan
la dicha cibdad e ovo otros vencimientos e victorias adonde la armada de Castilla gan por aquellas partes mucha
honra)>.
Juana de Arco, denominada la Doncella de Orleans, fu
quemada por los ingleses en Ruan (Rouen) el 39 de Mayo
de r 43 r. Cinco aos despus apareci en Metz una impostora de facciones muy parecidas las de la herona, tanto
que se hizo reconocer por los hermanos de sta ; hall crdito entre el vulgo que atribua providencial concurso su
reaparicin, y al fin fu procesada y puesta en picota ( r 440) ,
mas entretanto reanim el espritu pblico; guerre con los inla historia de la gran casa de Gu zmn; Andrs de Morales, Historia de Crdoba; Carasa y Zapico, Nobiliario; El Bachiller Gmez de Cibdad Real, Centon
epitolario. Pero Tafur, testigo de vista, empez con el suceso la serie de sus
Andanras viajes, diciendo que fu la jornada en una n ao de . Gal icia y que
iban otras varias naos vizcanas y una galera del Rey . Vase el captulo XVlll.
1 Crnica de D. Alvaro de Luna con apndices de D. Jos Miguel de Flores.
Madrid, 1784.-Ao 1436, ttulo XL VI.
F . lJ.

:i5

LA MARINA DE CASTILLA

gleses y prest buen servicio su pas. Esta era la Poncela


cuya firma mostraba D. Alvaro de Luna como reliquia de
santa, influyente en el envo de la armada.
Parte muy activa tomaron las naos castellanas en la campaa de aquel ao y de los sucesivos que dieron por resultado la toma, fuerza de armas, de Pontois, Dieppe, Honfleur, Candebec, Harfleur, Rouen, de toda Normanda, sobre
la que flotaban la sombra y la bandera de la Doncella de Orleans. Una vez reducida la ocupacin inglesa al antiguo ducado de Aquitania, la estrech por tierra el ejrcito francs
reconcentrado, las rdenes del conde de Dunois, hijo natural .del duque de Orleans, mientras las naos castellanas
mandaban la mar en concurso suyo. Bloqueado por ellas el
Gironda y batida la escuadra inglesa, fu tomado por asalto el
fuerte de Blaie, frente Burdeos ( 1450), con lo cual capitul
esta ciudad con las villas del territorio. Solamente la plaza de
Bayona qued por Inglaterra prolongando la resistencia que
no poda ya ser larga. La estrecharon por el Adour las pinazas guipuzcoanas extremando la malquerencia de toda la vida,
la vez que por la parte opuesta la combata el conde de
Dunois, y no ce ~ aron hasta ver abatida la bandera de la cruz
roja, particular de la ciudad, al capitular el 8 de Agosto
de I 45 I 1
Contribuy al resultado la guerra civil de las Dos Rosas,
sea de las cas'.ls de York y de Lancster, que mantuvo los
ingleses divididos, y durante la cual tuvieron sueldo naves de Cantabria Eduardo IV y el duque de Borgoa. De
todos modos, influyente y poderosa fu la ingerencia de
nuestra marina para la reconstitucin de Francia, despedazada, deshecha, cuando acudi en sostn del Delfn.
Ahora asegurado en el solio con ttulo de Carlos VII,
acord por reconocimiento los mercaderes castellanos gran1 Les Archives municipales de Bayonne consignan que pusieron sitio Ja
ciudad el conde de Foix, M. de Dunois y M. de L1brit el 7 de Agosto y la
plaza se rindi el 1 ~

GU~RRA

GENERAL

t95

des privilegios en- la Rochela, origen, probablemente, de la


menci6n err6nea hecha en la cr6nica citada 1
Hubo sin duda en estas jornadas acciones releYantes, encuentros parciales con ingleses, peripecias de mar naturales en los cruceros, desembarcos y ataques continuados en
perodo de veinte aos, para la historia mudo. Nada queda
de tantos trabajos; ni la coi1dicin de las naves; ni el nombre de los capitanes, englobado todo en el gozo del vencimiento de Francia 2
Desde el ao I 45 4 al de I 4 74 rein en Castilla D. Enrique IV, apellidado el Impotente por sus vasallos, que no le
calumniaran llamndole el calamitoso. Nada tuvo que envidiar el reino en este perodo las revueltas intestinas de los
otros, en que nuestras naos haban intervenido; nada en
punto desorden y anarqua.
Al principio influyeron los cambios ocurridos en la poltica de Europa en los de nuestras relaciones: habiendo de
renovarse los tratados de amistad y alianza que venan pro1 n. M. F. de Navarrete, Disertacin histrica sobre las cruradas.-Memorial histrico espa1iof. t. VII, pgc;. 19 y 143.-H :nry Martn. Histn1re de France.
-Refiere el P. G.a bri 1 Henao, Averiguaciones de las antif{iiedad 'S de Cantabria, 1680, t. ll. haber visto U'1 a in forrn cin h echa en C1strourJi alcs el
ao 1445 en que declararon tre inta testig'1s, diciendo entre otra c; cns;.1s, qu e los
de ld villa fueron los primeros que cort sesenta naos tomaron la Rochela, y
que el rey de Francia les d . privilegio para que tn todo su reino no pagasen
entrada ni anclaje. Es presumible que viera esta informacin el cronista de
D. lvaro de Luna y tomara por accin inmediata la que los testigos referan
los tiempos pasados de D. Enrique II.
2 El Sr D. Gaspar Muro me notici en cierta ocasin veraniega que haba
visto en Segovia una espada de honor del siglo xv con grabados en la hoja
figurando empresa martima. En un lado se lefa:

Con ruegos la nce-la mi p ~ ti cin


E se la mand-con m is me nsajeros
Espada, fa ci(lnda -e muchos d ineros
All le ofrc:c-con rnnta intencin.

En el lado opuesto estaba representado un caballero en actitud de dar gracias Dios por la victoria y varios nombres, quiz de los que concurrieron
ella, saber: Diego Sanchez, Fanan III, Nuo, Rodrigo Xirnenez, Diego Sanchez 11, Fernan IV, Feman V. Probable es que el arma recordara alguna de
las acciones del Gironda; acaso la toma de Blaie.

LA MARINA DE CASTILLA

rrogndose con Francia desde que D. Enrique II los asent


en oposicin Inglaterra, se dulcificaron las clusulas con".e nidas con objeto de aislar esta nacin, entre ellas la de
que ningn castellano pudiera pasar las Islas Britnicas, ni
ingls alguno Castilla, sin licencia del rey de Francia. Ahora se capitul que pudiera el rey ele Castilla dar salvoconducto perpetuo veinte naos de Inglaterra para descargar
y cargar mercancas en el reino sin formalidad exterior, y
que en adelante ni el rey de Francia ni menos su almirante
capitanes pudieran dar ni diesen ingleses seguro para
venir los puertos de Castilla sin consentimiento del rey
de la persona que para ello diputase. Los plenipotenciarios
designaron desde luego para el efecto ig0 de Arceo, regidor de Burgos, y qued otorgado que este Arceo y los
que en el cargo le sucediesen, refrendaran los pases que el
rey de Francia 6 su almirante dieran sbditos naves de
Inglaterra para Castilla, en la inteligencia de que sin refrendo seran nulos los salvoconductos 1
Con Bretaa se renovaron igualmente las estipulaciones
de amistad y comercio, habiendo venido Madrid por embaj aclores los Sres. de Bois, de Onisiere y de Godelin en 1459,
y pasando despus Nantes Henar la formalidad del juramento Arias Gmez de Silva igo Dez de Arceo, consejeros del rey. Habiendo representado de paso ~-0ntra la exaccin de uno por cuarenta las mercancas castell~nas, se les
ofreci anularla para lo sucesivo, as como adoptar disposiciones que previnieran los ataques y represalias en la mar
de las naves de a1:nbas naciones, tan repetidos, pesar de
todo, que todava en r465 y 1467 se volvi tratar del
asunto por los comisarios 2
Don Enrique visit las costas del Norte ( I 46 3) con motivo de la conferencia concertada en la frontera con Luis XI,
rbitro en cuyas manos se haban puesto ciertas cuestiones
1 Alfonso de Palencia, Crnica. Ao 1454.
2

Lobineau, Histoire de Bretagne.

GUERRA GENERAL

pendientes con Aragn. El fallo no content ninguna de


Jas partes; por su causa vino quebrantarse la confederacin antigua de la casa enriquea con la de Valois, trascendiendo el disgusto antes de acabar las vistas, para las que
se haba desplegado por nuestra parte lujo inusitado en las
barcas dispuestas sobre el Vidasoa, principalmente en la que
haba de conducir al rey, contrastando la brillantez del cortejo con el equipo menos que modesto de los seore"s. franceses.
Desde entonces se inici la aproximacin Inglaterra
concluda en 1467 con la consecuencia de rompimiento definitivo de la amistad con Francia. Hacindolo saber D. Enrique los concejos de las villas martimas del golfo de Can
tabria encargaba que persiguieran por tierra y mar los
sbdit~s de Luis XI con excepcin de los estados de los duciues de Berri y de Borgoa, y que teniendo en buena guarcla los puertos, se aparejaran para defenderlos en caso necesario acudiendo todos con sus armas, desde edad de veinte aos arriba hasta setenta 1 Dejaba por tanto pesar la
carga de la guerra sobre sus va-;allos , con propsito de que
adems la pagaran; al menos fu tal la impresin de los pueblos, penetrados de las negociaciones entabladas con el duque de Guiena para su casamiento con la princesa de Castilla, dndole en dote ciertas villas de la frontera, contra lo
cual y contra la idea de meter franceses en casa representaron enrgicamente, consiguiendo desbaratar los planes y que
el rey les escribiera con juramento y frases poco apropiadas
la dignidad de la corona, que nunca fu su nimo alterar
los lmites del territorio 2
Cambi s desde el momento su disposicin ce ntrariada,
aconsejndole el despecho enviar Vizcaya D. Pedro de
1 Reales cdulas expedidas en Julio y Agosto de 1478 la8 villas de Guipz.:oa, Vicaya, Encartaciones; los maestres y capitanes de nas y galeras,
etctera, copiadas en la Academia de la Historia, Colee. Vargas Ponce, tomos 23 y 47.
2 La carta en la misma Coleccin Vargas Ponce, t. XL VII.

LA MARINA DE GAST!LLA

Velasco, conde de Haro, con plenos poderes para apremiar


los mareantes al pago del derecho de diezmo por exportacin importacin de mercancas (derecho que por merced le haba cedido), y alterar al mismo tiempo las costumbres, las atribuciones, la jurisdiccin de las cofradas y hermandades de mar, produciendo levantamiento en armas ante
el que result vencida, con su autoridad y prestigio, la persona del conde, expulsada del territorio 1
Don Enrique se mir por segunda vez en las aguas del
mar visitando de paso la plaza de Gibraltar, y en ella hosped unos das su cuado Alfonso V de Portugal, que vino desde Ceuta, satisfecho con las conquistas de Arcila y de
Tnger, acabadas con ayuda de castellanos, pues que su seor natural no les daba empleo 2
r Alfonso de Palencia, Crnica, caps. XIX y XXXVI, ao 1470. Colee. Vargas
Ponce, t. XXXVI. En el Indice del Archivo general de Guip:;coa, an Sebastin, 1887, pg. 90, est registrada la cdula fecha en Medina del Campo
20 de Agosto de 1470 manifest:;indo la provincia que despus de haber revocado
fos poderes D. Pedro de Velasco, conde de Haro, para gobernar la misma,
no le haba dado otros nuevo rara este efecto, pues yue, al contrario, atendida su lealtnd, la intencin del rey era que la misrnn provincia cuidase de su
buena golkrnacin rara el real servicio.
2 Lo mismo que la emrrcsa de Ceuta fu~ron las de Arcila y Tnger naves de C-, ntabria sueldo de Portugal. Describiendo el asalto de la primera
Mosn Diego de Valera en el Memorial de diversas ha:;aas, dice: a: Los cr stianosJ asi castellanos, de que muy gran parte all habia, corno portugueses, fueron ferir en los moros. Cap. XXlll.

XIV
CONTINA LA GUERRA GENERAL
1474-1500

Sitio de Fuenterraha.-Aparece Cristbal Coln sirviendo Fran.c ia.-Ataca


Bermeo y Ribadeo.-Der ota de la escuadra rortuguesa.-Juan de Mendaro.-Pris i6n de Pedro de Covides con todas sus carabelas.-Socorro de
Rodas.-Gran armada cntabra.-Sitio de Mlaga.--Jornadas de 8reta'1.Expediciones ltalia.-Juan de Lezcano.-Pedro Navarro.-Viajes Flandes y ln5laterra.

~1-.~

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~dif'I 'A J~:~c{~,mha::~:n~e d~o~:r:~:~e{V' h~~am:er!~:

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cas~1'.1'.ento

de Castilla (1474), y su
anterior
='llilTiiiTITmi:"'~' ~' ... ' con D. Fernando, rey de S1c1lia y heredero
?fil'j'~ de la corona de A1 agn, ahondaron las disensio;f'dl'

nes internas, al paso que por fuera despertaban


~
recelos, con la perspectiva de engrandecimiento
nacional. El rey de Portugal, amparando los derechos de su
sobrina y presunta esposa, ta excelente seora, por otro
nombre la Be!traneja, pas la frontera con ejrcito que se
unieron los partidarios del desbarajuste, y mientras en Castilla entretenan al rey D. Fernando, el solapado Luis XI de
Francia, de acuerdo con el lusitano, pona del lado de ac
del Vidasoa cuarenta~ mil hombres, cercando Fuenterraba.
por principio del plan que se propona.

20@

LA MARINA DE CASTILLA

Hernando del Pulgar lo conoca, sin duda, cuando escnbi: Fuele dado entender que tomada aquella villa, por
ser la primera e la mas fuerte de toda la provincia, muy ligeramente tomaria las otras, e ansi mesmo las del Condado
de Vizcaya, do hay muchos e muy buenos puertos de mar,
con los cuales s u reino que es menguado de ellos, seria abundado de puertos de mar, e de gente belicosa e muy sabia en
el arte de marear 1
La cuenta no result tan ligera sencilla como se la prometa; los franceses quemaron las villas de Rentera y de
Oyarzun; entraron en Iruniranzu, mercdeando por los alrededores, pero se estrellaron ante los muros de Fuenterraba ,
varonilmente defendidos mientras D. Diego Prez Sarmiento, conde de Sali~as, merino mayor de Guipzcoa juntaba
gente de pie y de caballo con que molestar los invasores, y porque los naturales eran dueos del mar, provean
la plaza sitiada con sus pinazas de cuanto haba menester,
sin que las mquinas, los refuerzos, las excitaciones repetidas
de Luis XI consig uieran otra cosa que generalizar con intenso
arraigo en toda Castilla la antipata nacional, antes limitada
los vecinos en las orillas del Vidasoa 2
Hubieron de informar su seor los capitanes franceses,
que mientras no cerraran con fuerza naval el acceso de Fuenterraba, seran infructuosas las tentativas para ganar terreno, como lo haban sido en dos meses pasados; con lo que
el rey procur enviarles con urgencia aquel elemento, harto
escaso en Francia, acudiendo al expediente mas sencillo.
Andaba por el Norte un tal Cullan, Columbo Colombo
el joven, oriundo de Gascua, buen marinero, de aquellos
generalmente designados con el nombre genuino de bayoneses y que, como tal, senta innata inquina contra los cntabros castellanos. Asociado con armadores de Harfleur, en
Crnica de los Reyes Catlicos, cap . XXXVII.
Fd ipe Je Comines, Memoires, lib. III, cap. XllI. -El P . Alesn, Anales
de Navarra, 1462 .
1

.!

CONTINA LA GUERRA GENERAL

201

Normanda, haba iniciado las correras de mar pirateando


con fruto mientras ocasin se le presentaba de algn golpe
los eternos rivales de la navegacin de su pas. Lo consigui 0
~-.,
por estratagema, tropezando en la mar con ciertas naves ;..0 ,;.~~;:~~ ..., ~
mercantes que iban desde el Mediterrneo para Flandes. (~ ~; ~ 1:~~s 0 ~
~
&\" ...
Fiadas en la paz reinante Je dejaron acercarse con las su \'"~~ \)~~~te\~_/
yas sin recelo, incautos los maestres accedieron la invi- ~~cr
!'<.
tacin de reunirse su bordo y participar del obsequio con
que les pagara las noticias que tuvieran de Levante. Una vez
en su poder los aprision6, atacando seguidamente los con.fiados Lajeles; vendi despus el cargamento en Inglaterra,
sin que las reclamaciones entabladas, como tantas veces,
fueran atendidas all, ni en Francia, adonde el corsario llev
las presas.
Era este uno de tantos agravios hechos por Luis XI, decidido como ya estaba la guerra, y que al presente le serva para constituir flota. Tom sueldo Colombo con
aquellos navos y gente de todas partes, dndole ttulo de
almirante y encargo de apretar por mar Fuenterraba, empresa de que no sali tan airo ~ o como en la de tomar mercantes descuidados. Perdi la nao capitana sobre Bermeo,
faltando poco para que las dems se estrellaran en las rocas;
prob resarcirse en Asturias haciendo desembarco por las
playas de Ribadeo con no mejor fortuna, que le mataron
mucha gente, y como supiera que Ladrn de Guevara alistaba en Santander treinta navos para buscarle, reembarc precipitadamente su tropa y se corri hacia Portugal cm
busca de los aliados. 1
En este tiempo haba acabado el rey D. Fernando con
1 Lo pe Martnez de Isasti dice al narrar el sitio: Pareci un corsario francs llamado Clera con nueve navos grandes, y estuvo once das la vista, y
desembarc su gente, y con la que haba en la fuerza de la villa hubo un recio
encuentro y volvi el corsario sus navos con prdida de cien hombres, y se
fu las marinas de Galicia. Por cuyo resret > se hizo una l rmada en los puertos de Guipzcoa y Vizcaya, la cual corri hasta Portugal, y tomaron Vivero,
Pontevedra y Bayona, que estaban por el rey de Portugal.>

F. D .

'26

202

LA :MARlNA DE CASTILLA

los portugueses en la batalla de Toro, empujndoles hacia


su casa, y se encontr en disposicin de acudir Guipzcoa
con cincuenta mil hombres, bastando 1a aproximacin para
que los franceses levantaran el sitio de Fuenterraba y tambin por aquel lado se conjurara el peligro de la invasin.
Mientras estos sucesos principales corran, era la mar teatro de los de menos cuanta cuando las naves de los beligerantes se encontraban. Bayona de Galicia fu devastada
completamente por los portugueses fronterizos 1 , lo mismo
que los pueblos del Guadiana, que perdieron las embarcaciones y artificios de pesca. En cambio de duelos desembarcaron los castellanos en Tavira para incendiar el arrabal y subieron por el dicho Guadiana hasta Alcoutin prosiguiendo las
depredaciones, guiados por el capitn mayor Alvaro de Nava.
En acciones parciales sobresalieron los mareantes de Palos,
ponindose en crucero con muchas carabelas, tanto en la costa misma de Portugal como en la de frica. Sin contar con
la paralizacin del comercio, que ellos aprovechaban, consiguieron considerable nmero de presas, haciendo sentir los
franceses las consecuencias de la inmistin con cuatro que
les tomaron sobre Lisboa, como au:xiliares de la marina real.
A sta se haba confiado la guarda del estrecho de Gibraltar con escuadra compuesta de tres naos vizcanas, la mayor de las cuales nombrada Zumaya gobernaba Juan de Mendaro; de cinco carabelas regidas por Carlos de Val era,
hijo del noble caballero y escritor Mosn Diego, y de cuatro
galeras que mandaba Andrs Sonicr, cataln.
Encontrronse con armada enemiga de portugueses y genoveses, dirigida por el capitn Alvar Mendes, trabando sangriento combate sobre la costa de Berbera. Por conclusin
huy IV1endes con la nao Bor ralla, aunque tena quinien tos
combatientes bien armados; otras dos naos gruesas consumi el fuego arrojado por las nuestras, estimndose el Yalor
de la carga que traan de Oriente en doscientos mil ducados,
J

Boletn de la Academia de la Historia, t. XIX p. 474.

CONTINA LA GUERRA GENERAL

203

y una de Gnova abandonaron los tripulantes escapando


tierrc:t. Los portugueses perdieron adems cien hombres y
seiscientas corazas de Miln, muy buenas, que traan. De
los nuestros murieron pocos; no se apuntan ms de cuatro
en las referencias, pero amarg la victoria el desgraciado .
sino del joven Juan de Mendaro, hijo del jefe del mismo nombre, que recibi en el pecho una pelota de lombarda 1
Los franco-portugueses sufrieron an contratiempo serio
sobre el cabo de Santa Mara por no distinguir mucho de
banderas, cuando cubran mercanca suficiente subsanar la
equivocacin. El archipirata Coln 2 , malparado en Fuenterraba y en Ribadeo, atac cuatro galeras genovesas y
una de Flandes que juntas haban salido de Cdiz, con res:ultado funesto, toda vez que los aliados perdieron dos mil quinientos hombres y cinco naves 3.
Nada ms instable en la guerra que la fortuna, de suyo
tornadiza siempre. Volviendo de la mina de Guinea una escuadrilla de treinta y cinco carabelas con la gente postrada
de las calenturas endmicas en aquel pas, sali al encuentro
flota portuguesa que la captur en totalidad, y fu buen gol1 En la iglesia de San Pedro de la villa de Zumaya hay un cuadro de la
poca en que est retratado el capitn Juan de Mendaro; al pie EC representa
el combate de sus naos c..on las de Portugal en la for:na del bosquejo publicado
en 1892 en la Memoria sobre reconstitucin de la nao Santa Mara, p. 19.
D. Antonio Paz y Melia hizo relacin de los incidentes de la campaa en las
costas de Guinea en 1475 y 76, con los del combate de Gibraltar, en El Centenario, Madrid, 1892, nm. i3, p. 115-125.
2 As le califica D. Hernando Coln en su historia.
3 En los Anales e la Corona de Aragn de Zurita y en las Dcadas inditas
de Alfonso de Palencia se narra el combate, reido el 13 de Agosto de 1476.
Han e ~ clareci d o las ocurrencias D. Antonio Paz y Melia en El Centenario,
~ladrid, 1892, nm. 24, p. 156 y s guientes; D. Angel de Altolaguirre en el Boletn de la Academia de la Historia, t, XXI, y D. Antonio M. Fabi en el
t. XXII del mismo Bo!etn, comentando los incidentes de manera que ilustran
la vida de Cristb .1 Coln y acred.itan la veracidad de la historia de D. F i.;rnando. El futuro almirante de las Indias estaba bordo de uno de los navos
de su deudo el amirante francs en la batalla con galeras de la repblica genovesa, de que l era Ilrl tural: se salv nado en la costa portuguesa y se domicili y cas en Lisboa, concibiendo all el proyecto de ir al Levante por el Poniente.

204

LA MARINA DE CASTILLA

pe, porque traa bastante oro de rescates que utiliz el rey


para pagar su gente, y con los prisioneros canje otros tantos de sus sbditos '. Le sirvi asimismo la accin, ltima
en la mar, para negociar con ms ventaja la paz, reconocindole Castilla el dominio y seoro de las conquistas en
Africa desde Caqo Bajador hacia el Sur 2 Con Francia se
haba ultimado antes 3: iba empezar la grande obra de los
Reyes Catlicos; la unificacin de la patria espaola.
U:n paso inadvertido de los historiadores, de esencial indicacin aqu, por dirigirse contra las exenciones y libertades de que disfrutaba la gente de mar, dieron, al esparcirse
en Europa el rumor de los formidables armamentos de Mahomed ll, y el eco de las repetidas victorias con que a:nenazaba la cristiandad entera. Habiendo asediado la isla
de Rodas, baluarte avanzado de la Orden de San Juan, de
que haba sido maestre y gran prior fray Gonzalo de Quiroga, continuando muchos caballeros castellanos y aragoneses,
defendindolo, despacharon los reyes dos naos con armas y
municiones; con capitanes de corazn que bizarramente introdujeron en la plaza el socorro atravesando la lnea bloqueadora de ciento setenta naves turcas, y la libertaron de
prdida inminente+. El turco progresaba, sin embargo:
1 Ao 1479, Barrantes Maldonado, /lustraci ones de la Casa de .1Viebla. El
jef.: castellano de las carabdns se llamaba Pedro de Cov1des. Hernando Jel
Pulgar en la Crnica de los Reyes Catlicos, cap. LXXXVlll dice : cLos portog ueses tomaron todas treinta y cinco naos con todo el oro que traian, e prendieron todos los que iban en ellas, e dd oro que el rey de Portogal ovo del
quinto que le pertenec1a de aquella presa, tovo dinero rara pagar sueldo e fornecer la gente que fue desbaratada por el Maestre de .Santiago. E fueron troc .. dos muchos de los portogueses qu~ fuerJn presos en 11 b.ttalla, con los cast>
llanos que fueron presos en las naos; e ansi fueron libres los presos de la unn
parte e de la otra.
2 Hernando del Pulgar, Crvnica, c.1p. XCl.-Zurita, A1ules, lib. XX, captutulos XXXIV y XXXV.-Ruy de Pina, Chronica de Alfonso V.
3 Pulgar, Crnica, cap. LXXXIV.
4 D. Antonio Enrquez, Glorias de la marina espaola.-Hernando del Pul gar, Crnica, cap. XClll, adjudica la iniciativa del socorro logrado, un ingl~,
en estos trminos: ccLa cibdad c.stovo en runto de se perder por los grandes
combates que continuamente por tierra e por mar los turcos le daban, e por la

CONTINA LA GUERRA GENERAL

20 5

desde Rodas dirigi sus fuerzas la ciudad de Otranto, en


el Adritico, que rindi, pasando cuchillo doce mil de sus
habitantes. En Npoles y en Sicilia esperaban por momentos que el azote de los cristianos descargara por all, y el
peligro real inst D. Fernando y doa Isabel la defensa con otros prncipes ms 6 menos amenazados. Determinaron ante todo organizar armada poderosa, dando entonces el paso aludido.
Alonso de Quintanilla, contador mayor ministro de la
Hacienda~ fu despachado con acompaante las provincias
del Norte con instrucciones y poderes nunca vistos, para
ocupar naves, armas, artillera, gente, vitualla. Aunque con
buenas palabras procur atraerse los procuradores de las
villas, los caballeros y toda persona de influencia, ponindoles por delante el objeto que tanto interesaba al servicio de Dios, de los reyes y de la cristiandad; ellos, viendo
detrs lo que no cuadraba sus intereses, pusironse en defenderlos. El cmo explica el cronista real 1
Los moradores de aquellas tierras son gente sospechosa,
e algunos dellos porque no les daban cargos, otros porque
mengua grande que padecian los cristianos por falta de mantenimi e nto~ e de plvora para la defensa de Ja ciudad. E como quier que las naos que haban venido Ja socorrer estaban cerca, pero nrnguno osaba entrar en el puerto por
miedo de Ja grande flota 4ue los turcos tenian en guarda. E lo -. cristi.inos estaban en turbacioo, porque de la una 1 arte veia n el perdimiento de la cibdad, si
no la socorrian, e de la otra conocan su perdicion, si se aventuraban la soco
rrer. Estando en la pena de este pensamienr0. un comendador de la nacion
ingLsa, que haba venido con una nao, dijo algunos de los capitanes de las
otras naos, que no sabia l que aprove'"haba el trabajo y el gasto fecho en la
venida fasta aquel lugar, si se volviesen -;in conseguir algu ., fruto de su venida.
E diciendo estas palabras, e disponindose !l peligro, mand poner todas las
velas Ja nao; e pdeando, e sufriendo muchos tiros de plvora, que le tiraban
los de la flota de los turcos, entr por fuerza de armas en el puerto, e ba teci6
la cibdatl de las cosas necesarias, en especial de plvora, con que s'e pudo defender. E con esta fazaa grande que aquel comendador ingls fizo, la cibdad
de Rodas fue socorrida e los turcos no ovieron lugar de la tomar. Posteriormente, segn la Historia de la religin de lvialttr, ms. de Fr. Juan Antonio
Fox, tom el maestre sueldo ocho naos de corsarios catalanes y vizcanos y
con estas y otras form escuadra que tuvo en recelo la de Mahometo,
. i Pulgar, Crnica, cap. XCIX.

206

LA MARINA DE CASTILLA

no eran recibidos sus votos, otros porque no se contentaban


con los gajes e sueldos que les daban, e otros porque no
queran dar sus naves para el armada, ponian empacho e impedan que se ficiese, diciendo ser contra sus privilegios, e
contra sus grandes libertades, de que los de aquella tierra
gozan, e les fueron guardadas por los reyes de Espaa, antecesore~ del rey e de la reina. E sobre esto ponian turbaciones e impedimentos de tan mala calidad, que todas aquellas gentes se escandalizaron, diciendo que sus privilegios e
libertades eran quebrantadas. E aquellos dos comisarios,
Alonso de Quintanilla y el provisor de Villafranca, fueron
puestos algunas veces en gran peligro de sus vidas, recelando el mpetu de los puebfos que estaban levantados. Porque los alborotadores les daban a entender que aquellos comisarios venan los engaar, e quebrar sus privilegios e a
los facer pecheros e tributarios. Los comisarios, recelando el
mpetu del pueblo, engaado por aquellos alborotadores,
ficieron juntar todos . los mas que pudieron, e con palabras
dulces les dieron a entender que ellos no venian a quebrantarles sus franquez;as, mas venan a gelas guardar mejor que
fasta aqu les haban seido guardadas. E que dijesen ellos lo
que recelaban, e de toda su sospecha les daran el saneamento que quisiesen.
Diran entonces, que haban acudido al servicio de la Corona siempre que fo menester, aprestando por s solos las
flotas. Diran que durante las turbulencias de Castilla, por
su propio valer, mediando el factor Juan Martnez de Berastegui, satisfizo el rey de Inglaterra los daos causados por
sbditos britanos 1 , y que haban alcanzado posteriormente
nuevas ventajas, dejando salvo lo tocante relaciones polticas, con Jo que estaba acreditado el buen uso de las preeminencias de que gozaban desde tiempo inmemorial.
La presin de las circunstancias inst .Ios Reyes prescindir por entonces de las innovaciones pensadas, defiriendo,
1

Cdula expedida 15 de Diciembre de 1474, Rymer, t. V, Pte : III, p. 55

CONTINA T.A GUERRA GENERAL

207

no slo en lo relativo al armamento que tanto urga; en la


autorizacin tambin para que las villas de la costa negociaran directamente una vez ms con soberanos 1
El tratado se firm en I 48 2, siendo procuradores Sebastin
de Olazabal, Juan Ayunes y Martn Prez de Percastegui,
es ti pulan do que entre el rey de Inglaterra, sus herederos,
sucesores y vasallos, de una parte, y de la otra los nobles y
hombres buenos de la provincia de Guipzcoa, sus herederos. y sucesores en las villas, tierras y dominios, habra paz
y buena alianza, as por tierra como por mar y agua dulce,
durante el perodo de diez aos, en cuyo tiempo podran comerciar recprocamente con sujecin las costumbres de la
localidad en que se hicieran los cambios. Como garanta acordaron que en lo sucesivo no saldra la mar nave armada
sin dar fianza por los daos que pudiera causar en el viaje,
aparte de la respnsabilidad personal de los tripulantes, que
se ha~a efectiva cualquiera que fuere el puerto que arribasen 2
Algo ms que la elocuencia de Alonso de Quintanilla in-fluy, por consiguiente, en la disposicin de los nimos,
cuando ~los pueblos fueron no solamente aplacados, con las
razones, mas engendrase en ellos de subito tal envidia, que
mudada sospecha en orgullo, e sus escusaciones en diligencia
1 En la Real cdula dada en Bar~elona 6 de Setiembre de 1481 se dice que
la Junta y procuradores de los escuderos hijosdalgo de las villas e lugares de
Guipzcoa hicieron relacin que cw.p. virtud <le la paz que el rey D. Enrique
ajust con el rey de Inglaterra, tenan ellos fecho cierto asiento de paz tambin
con dicho reino, para que bs tratantes pudien1n venir seguros: que pidieron
licencia para qu ~, guardando en todas cosas el servicio real pudieran hacer capitulacin con el refaid o rey de Inglate ra 6 con sus emb jadores, en razn
la seguridad de los tratantes de una y otra na in y la satisfaccin y pago de
daos sufrido-:, y los reyes tuvieron por bien darles licencia, facultad y carta
para la capitulacin. Copa en la Colee. Vargas Ponce, t. XLVII. Poco .J espus
S.! renov el tratado de am tstad y comercio entre la marif.l a de Castilla y el duque de Bretaa, interviniendo como negociadores Juan Dfoz de Acocer y
A drs de Villaln y lo confirmaron los Reyes en Vitoria 12 de Noviembre
de 1483. Lobmeau, Histoire de Bretagne.
2 Rymer, t. V, Pte. m, p. I 16-119. Vase en el Apndice.

208

LA MARINA DE CASTILLA

presurosa, dieron orden de facer el armada, como sigue


contando el cronista oficial.
Pronto estuvieron al ancla eri Laredo cincuenta grandes
naos, que con la solemnidad de misa y bendicin de enseas
se pusieron cargo de D. Francisco Enrquez, hijo del almirante. Al paso por Galicia se fueron incorporando veinte
navos ms, con gente de desembarco, completando flota muy
lucida que sirvi para pasear por Italia la bandera de los castillos y leones 1
A la vuelta tuvo empleo activo, iniciada de una manera
metdica y con plan perseverante la g-uerra de Granada, que
no haba de conc1uir hasta arrojar de la Pennsula los mahometanos. Dur ms de diez aos, plazo en que fu preciso
tener el ~strecho de Gibraltar muy vigilado, lo mismo que los
puertos por donde pudiera llegar los mo.ros espaoles socorro de los africanos. Los Reyes dictaron provisin e.n Vitoria 3 de Diciembre de 1483 mandando que la flota de
Vizcaya pasase al Mediterrneo,. y dando de paso instrucciones sobre la manera de cooperar con el ejrcito cortando las
comunicaciones exteriores para reducir al enemigo sus pro
pos recursos 2 Las operaciones martimas no se desarrollaron, sin embargo, hasta que la hueste descendi hsta la
costa, empezando la expugnacin de Vlez Mlaga (1487);
siguiendo por su vecina alarmada, cuando vido venir las
batallas de la gente por la tierra e la flota de los navos por
la mar.
El sitio de Mlaga tuyo a]g una semejanza con el fa1r.oso
de Algeciras en el siglo anterior; todos los recursos del arte
de la guerra se desplegaron, posando los monarcas en el
1 Sali la armada de La redo el 22 de Junio de 1481; lleg Italia el 2 de
Octubre. El 3 de Mayo haba muerto el gran turco Mahorned 11, con lo que
entr la desorganizac in en sus estados: no cuid ron all de rncorer Otran o,
sitiada por el duque de Cala bria, y con seis m s~s de asedio recobr Ja plaza,
antes qu .: llegara la armada castellana. Bernluez, Cronica, cap. XLV.-Zurita, Anales, lib. XX, cap. XL.
2 Clemencin, llus.raciones al elogio de la Reina Catlica, Mem. de la Acad.
de la His t.t. VI, pg. 168.

CONTI A LA GUERRA GENERAL

209

real porque concurrieran los graneles seores, los prelados,


los concejos, en las estanzas, mientras por la mar cfo igan
el asedio el almirante de Castilla D. Alonso Enrquez y el
de Aragn Galcern de Requesens: e era una gran fermosura la gran flota de la armada que siempre estaba en el
cerco, e otros muchos navios que nunca paraban, trayendo
mantenimientos al Real 1 Martn Ruiz de Mena, Garci Lpez
de Arriarn, Alvaro ele Mendoza y Antonio Bernal, capitanes
de las divisiones, lo mismo que Melchor Maldonado, que lo
era de las carabelas de Andaluca, secundaron eficazmente
su jefe principal, formando una lnea interior de zabras y galeotas que de noche ponan cadenas ele unas otras para
cerrar el paso las embarcaciones de remo, inclependientemente de la lnea exterior de combate; conduc'enJo y escoltando convoyes, hasta de cien velas 2 ; tirando con lombardas
que los vizcanos forja1)an muy bien, como toda especie de
armas, ensayaban al mismo tiempo ciertas piezas nuevas (probablemente de bronce) que trajo en las naos de Flandes Laclrn de Guevara como presente del rey de romanos don
Fernando y doa lsabel; sostenan las escaramuzas costa
de alguna quiebra causada por la artillera de los moros
por sus navos en constante asechanza. Una hubo en que se
metieron tanto entre los navos de los cristianos con sus
albatozas que anegaron con la artillera una nao armada del
duque de l\ledinasidonia e ficieron retraer los otros navios
pequeos que llegaban a cibdad. Y en estas peleas marinas,
lo moros salian arrebatadamente con sus navos e facian
dao con los muchos tiros de plvora que tiraban, e luego
prest:.: mente se volvian la orilla, donde eran defendidos de
los que guardaban los muros por aquella parte de la mar 3.
1 Bcrnldcz. Historia de los Reyes Catlicos, cap. LXXXIII. - Pulgar, Crnica. car. LXXXII.
2 Por cJula rcf11, fecra en M ' laga 23 de Agosto i....87 m1 ri dnron los reyes
embargar en V zc~ya y Guirz . . oa todas las naves di.! 30 tondes arriba para
acudir al sitio. D. Toms Gonzlez , Colee. de doc., t. 1, p. 162.
3 Pulgar, Crnica. cap. XC.

F. JJ.

210

LA MARINA DE CASTILLA

La bizarra defensa slo sirvi para ir prolongando la agona de los moros: fuerza de pelear por la mar, por tierra y
por debajo de tzen-a, se rindi la plaza discrecin 1 clamando los infortunados habitantes.
Oh Mlaga, ciudad nombrada y muy fermosa , cmo te
desamparan tus naturales!
Los Reyes dieron respiro las tropas mientras se poblaban y aseguraban las ciudades ganadas, en lo que se haba
ele emplear el resto del otoo, y en tanto visitaron el reino
de Aragn reuniendo las Cortes que haban de votar subsidios para la continuacin de aquella guerra, que se junt
complicacin externa. Preciso es retroceder en busca de antecedentes.
Luis XI, el del sitio de Fuenterraba, perseverante en los
propsitos de unificar y engrandecer Francia expensas
ele los estados limtrofes; habilsimo en aprovecharse de las
circunstancias, y de las clebiliclades de los hombres, tena
puestos los ojos en los ducados de Borgoa y de Bretaa,
buscando los modos de ponerles la mano. Dentro de ambos
instig discordias y rebeliones que se propagaron en el condado de FJandes con perjuicio de nuestros intereses. Al morir (1483), sin pena de sus vasallos, dej en el solio Carlos V 111, nio de trece afios, bajo Ja tutela de la hermana
mayor Ana de Beaujeu.
Era el nuevo rey de Francia mozo mal dispuesto e feo de
miembros e cuerpo 2 , pero en cualidades digno de su padre,
lo mismo que la regente; y como herederos ele la poltica
afligieron al duque de Bretaa obligndole procurarse
apoyos.
Hallndose en Valencia doa Isabel y D. Fernando, lleg
su presencia el seor de Labrit (Ala in de Albret), padre
de Juan, rey de Navarra con cuitas de igual especie, desposedo en tal estado que doquiera se consideraba ms seguro
r El 18 de Agosto de 1487.
Bernldez, cap. CV.

CONTINA LA GUERRA GENERAL

2 1t

que en su tierra. Les comunic el acuerdo del archiduque


Maximiliano, rey de romanos, del prncipe de Oran ge, los
duques de Bretaa y de Orlcans, y de principales seores de
Francia Inglaterra, de resistir la ambicin de Carlos defendiendo la independencia respectiva, y solicit proteccin y
concurso cambio de ponerse los aliados su servicio para
recobrar los condados de Roselln y de Ccrdea, Espaa
pertenecientes en toda justicia.
Los Reyes, consultado el asunto en consejo con vista de
los documentos suscritos por Alain de Labrit 1 , decidieron
autorizarle para le\'antar gente y armar navos en las costas
de Vizcaya como quisiera, comunicando por su parte rdenes
de hacer armada fuerte al mando de Mosn Miguel Juan de
Gralla, caballero cataln, maestresala del rey, distinguido
en el sitio de Mlaga, y de auxiliar pot mar y tierra al duque de Bretaa 2
Reunironse en Nantes 3 de Mayo con el contingente
castellano, dos mil cuatrocientos caballos, ocho mil infantes,
de ellos mil flamencos, quinientos alemanes y unos ochocientos arqueros ingleses, fuerza in"erior al ejrcito francs mandado ::or el seor de La Tremoille; no obstante marcharon
su encuentro, riendo la batalla de Saint-Aubin ( 28 de Julio
de 1488) con funesta suerte. Quedaron por completo deshechos; prisioneros el prncipe de Orange, el duque de Orleans, el jefe espaol Gralla 3 ; muertos los de los ingleses,
y por consiguiente constreido el duque de Bretaa solicitar
paz hur:1illante, que pocos das soport.
1 En Valencia 21 de Marzo de 14~8; los insert el P. Alesn en sus Anales
dr }:a1arra.
2 Entre las breves noticias de esta jornada que anotaron Pulgar, Zurita,
BcrnlJez, Safazar de Mcndoza, Alesn y Pdlicer, no consta la con_pos:cin
ni el nmero de navos y e hombres que fueron las rdenes de Gralla.
Henry Martin, Histoire de France, sin mencin del concurso de Castilla, ex.presa que Ala n llev por mar cudtro mil gascones y nav;1rros; Lobineau,
Histoire de Breta~ne dice cuatro mil espaole~, sin otros que anteriormt=nte
tena el duq ue J su servicio, con mucha estimac in.
3 Se cree que pasaron de mil los muertos y prisioneros de su mando.

212

LA MARINA DE CASTILLA

Al pasar de este mundo dejaba ror duquesa una nifia


ele doce aos, ceLo de a1Jetitos mal di .; in~ ulados bajo las intenciones ostensibles de sostener sus derechos. El rey de
Francia, desposado con :\Iargarita de Austria, hija de Maximiliano, pens que el matrimon io con Ana de Bretaa, despo ada tambin por poderes con Maximiliano, conducira al
fin ele incorporacin que ambicionaba, ms seguramente que
la guerra; aspiraban la mano otros seores france-;es, Alain
de Labrit entre el nmero, trabajando por de pronto en consolidar la liga contra el ms fuerte, en que entraron el rey de
romanos, el de Inglaterra y los ele Castilla y Aragn.
Mandaron stos preparar en la costa cantbrica mayor armada que el ao anterior; suficiente para transportar mil hombres de armas caballo, ballesteros, lanceros y esping-arderos pie 1 , con las provisiones correspondientes, designando por capitn general D. Diego Gmez Sarmiento, conde
de Salinas, adelantado mayor de la mar 2 , y sus rdenes
D. Pedro Carrillo de Albornoz, seor de Priego, Pedro Quijada, seor -de Villagarca, capitanes principales, y Pedro
Mosque1 a, p:ua el consejo. Tuvieron contratie--npos en la
travesa: Quijclda arrib dos veces la Corua y Santander, con alguna avera, llegando al fin Morb:han, punto
de reunin y desembarco, casi al mismo tiempo que lo haca
en Guerrancle un cuerpo de seis mil ingleses. El d . _ flamencos no acudi por hallarse el ms interesado en el xito de
la campaa, Maximiliano, distrado con repentinas complicaciones en Hungra.
.
Comenz guen a de intrigas ms que de armas: guerra
sorda, tenebrosa, en que por mayor mal no hubo armona
entre ingleses y espaoles, inclinados ellos los intereses
de Labrit, mient.ras que sostenan los de l\laximiliano nuesr l\Ls Je cinco m il hombrt s segn Bern ldcz.
D. Jos Pdlicer, lnfurme del orig e11, antig edad, etc., de la casa de Sar111ie11to. Desh ace el er ro r d..: los cro111!'itus qu..: con vari..:Jad lt! nombr<t n Pcz
Sarmit:nto y L6pt z Sarmiento;
2

CONTINA LA GUERRA GENERAL

tros capitanes. Bien su pesar sirvieron de instrumento al


instigador de la jornada, Alan, que los vendi entregando
el castillo de Nantes al rey Carlos r. Los que no quedaron
prisioneros en la ciudad, se encerraron en la ele R ennes con
la duquesa y con el prncipe de Orange, vindose en la precisin de capitular al poco tiempo y reembarcarse, trayendo
amarga memoria de un pas donde carecieron de iniciativa y
de los recursos ms necesarios la vida, aunque fueran
de:. ositarios de la confianza de aquella seora quien defendan 2 Pedro M osquera, el proveedor, avergonzado del papel
que le tocaba como consejero, se quedara para siempre en
tierra extrara no habrselo impedido los camaradas, mas
no consiguieron tranquilizar su espritu; durante el viaje se
arroj al agua 3.
A las naves toc el servicio enojoso de transportes, sin
compensacin ni lucimiento mayor, por no presentar ninguna el enemigo. Tampoco tuvieron que combatir la-; de los
moros
el bloqueo prolongado de la costa, durante el que
se dieron partido Almera y los puertos pequeos, en presagio de la cada de Granada y ruina cabal de los rabes
en Espaa ( I 492). La armadilla que se organiz en Bermeo
con una carraca, cuatro naos gruesas y una carabela, las
rdenes de igo de Artieta, recelando hostilidades de Portugal que no fe rea lizaron (1493), sirvi para pasar Berbera l\1uley Boabdil, ltimo rey moro, con cuantos quisieron seguirle 4.
Tras de estos sucesos venturosos firmaron D. Fernando
y doa Isabel real cdula mandando levantar el embargo ge-

en

1 Se vendi l (dice el historiador francs Mr. Martin) por ciento diez mil
escudos y promesa de restitucin de sus bienes, entregando el castillo en Febrero de 1491.
.
2 Lobineau, Histoirede Bretagne.
3 Viniendo por la mar, desde la nao se ech en el mar y se ahog, el da
de San B.:nito d.: Julio -R.:rnlJcz, cap. CV.
4 Ec;t.l publi aJa la rdacin dd costo que tuvo esta armada con testimonio,
del aJank de su [,Cnte y expl.cacin dd obj to por D. .M. Fernndez di! Navarrete, Colee, de Viajes , t. 11, p. 81 ,

-----

...
-

,,,~r.

LA MARINA

214

D~

CASTILLA

neral de navos que pesaba sobre las villas del Norte 1 En


las necesidades que se ofrecieron adelante; en las guerras de
Italia y de Turqua como en las conquistas de frica, mandaban los Reyes ordenar bs cosas de manera que compusieran las armad<t s las galeras de Aragn juntamente con las
naos de Castilla 2 ; si en distintas escuadras y con . desemejantes banderas, bajo una sola direccin beneficio de los
comunes intereses. Las glorias alcanzadas pertenecen la
nacin espaola en junto, y comn debi ~er ya entonces la
satisfaccin de la guerra de Bretaa, <t 1::anzada con las victorias de tierra y mar, en Npoles, sobre el presuntuoso
Carlos VIII, que haba escrito en su bandera: Rex R egum,
Domz'nus do11iinantt'um.
Debeis saber (escriba el Cura de los Palacios) que viniendo el armada del dicho rey de Francia por la mar, cerca
de Gnova, sali la grande armada de genoveses e del rey
de Espaa, vizcanos e de otras naciones de la liga, e la prendieron e tomaron toda, de donde ovieron infinitas riquezas,
que vali ms de cien mil ducados, que all venian todas las
antiquitates y cosas riqusimas y gentiles entalladas en alabastro, y las puertas doradas y las otras bellas cosas de Npoles, que el rey Carlos habia quitado de sus lugares donde
estn asentadas, e las embarc para enviar en Francia en
seal de vencimiento, y venia toda la artillera de Npoles,
que era la mas hermosa del mundo, toda de cobre, la cual
toda venia cargada en galeras y galeazas, y desque se supo
1

En Burgos 23 de Octubre de 1494. ndice del Archivo general de To/osa,

p. 263.
2 Es de notar la frase co n que Zurita marcaba la set>aracin en su Historia
del rey Don Hernando. Mand el Rey (escriba) ordenar las cosas para la
expedicin de Gonzalo de Crdoba Italia, as i:n los puenos di! Galtcia y
Guipzcoa como en los de nuestro mar. El concurso se m inifiesta con igual
claridad en las Memoires de Gu llc1 ume de V1lkneuve al referir los sucesos del

ao 149) con expresin de gobernar la armad a el prncipe D. F~derico de


A ragn teniendo por tenient..: general . Vilamari. Llevaba ste (d ice) su gale ra
mu y cngalanaJ a y entre las banderas tres estandartes iguales, del Papa, de
Castilla y D. Fernando de Npolcs,

CONTINA LA GUERRA GENERAL

2T)

que habia de venir aquella armada de Francia con aquellas


cosas ricas de N(pules, siempre la aguard ~1-ron la armada de
los genoveses, e vitcainos, e espaoles, e gente ele la liga,
que estaban de la parcialidad e favor del rey de Npoles, y
los franceses desque vieron a el encuentro la dicha armada,
fueron al puerto <le Pisa, y all los genoveses y vizcanos
pelearon con los franceses muy fuertemente, y vencironles
y tomronles toda la flota y cuanto traan, y los franceses
saltaron en tierra los que pudieron, y escaparon las vidas, y
todos los otros fueron presos y echados en las galeras r.
Dos expediciones llevadas Italia y Grecia por Gonzalo
de Crdoba anotan los historiadores como principales; una
que parti de Cartagena en 1495 con sesenta velas dirigidas
por el almirante de Aragn D. Galcern de Requesens; otra
en que se especifican cuatro carracas, veintisiete naos, veinticinco carabelas, cuatro galeras y cinco fustas, en total se_senta y cinco velas, que sali ele Mlaga en i 500. Tuvieron
enlr~nte la armada francesa ordenada por el almirante Ravastain, flamenco, y en la que haca importante papel un caballero de Rodas nombrado por los nuestros Presn, Prejen
y ms comunmente Perijun 2 En trece meses tomaron las
naves espaolas ciento veintiocho presas y anularon el poder
de Francia en la mar.
Iban entre los vizcanos a]udidos por Bernldez dos que
adquirieron envidiable concepto.
Juan de Lezcano el uno, capitn de escuadrilla de galeras
L Cap. CXLIV. Ao 1495. La liga veneciana contra Carlos VIII se firm
el 30 de Marzo de 1495 cont derndose Espaa, Austria, Roma, Miln y Venecia.
2 Era bailo de Lango, <C muy pltico rn1dado y tenido en opinin Je buen
capitn J) Sirvi con distincin en el sitio y ataque la isla p ir Muhomet Il
en 1480 y en operaciones navales sucesivas: tuvo mando y d ireccin en jefe
<l .: In arm adn francesa ~ en rdiere Fr. Juan Antonio Fox en su manuscrito
Historia de la Religin de .Malta citada por Vargas Poncc, t. XXXVI de su
colLc. U p.. pa Len X elogi sus merecim;entos llamndole Petro Joanni
Gallicae C1assis Prae;ecto, en carta includa errtre las de este pontfice por
B!.!mbo, lib. Xlll, p. 535. Muerto Perijun le sustituy Andrea Doria en la direccin de las galeras de Francia.

216

tA MARINA DE CASTILLA

emFleada en la guerra de Granada 1 , era varon de mucha


virtud por la mar y aun por la tierra; muy afortuna<lo; siempre sala en todas sus refriegas victorioso 2 Alcanz el
lauro de destruir la armada france.;a de Perijun, en Brindis
y en Otranto, librando de cautiverio muchos espaoles que
tena aherrojados, al remo 3.
Pedro Navarro, el otro; marinero, soldado, ingeniero, inventor de las minas, alcanz fama que perpetan las historias militares y lo-; tra ados del arte de la guerra, amn de
muchos estudios personales, biografas elogios antiguos y
modernos{.
U nidos como ya estaban definitivamente y sin disputa los
reinos de Espaa, deban concluir las empresas rarticulares,
englobndose los hechos de armas en lo sucesivo y dando1 Real cdula fecha en Tortosa <
1 13 de Enero de q.96. Disquisiciones nuticas, t. 11, p. 1 ig.
2 Cr6nic.i del Gran Capitn.
3 Zurita.-Bern:lldez.-Crnica del Gran Capitn. - Colec. de docum. in d.
par.i la H1 toria de E paa, t. XI, r. 509.
4 Entre otros, VHr14as Pon c. Vida del conde Pedro .\ 'aiarro; D. J\l artn de
los lleros, Historia del conde Pedro Na1 arro; Gonzalo F crn nd a de ()vicdo,
Qui11cuaae11as; D. A ntonio F~rrer dd Ro, N ot il :,, cr tica; 11. J\l a nud J. Diana, Capita .1es ilustres; Gmez de C1 tro. De rebus ; estis; rn cas J ~ Z ur ta,
de B.: rn ildcz, de Al.!sn, Je PdJdla, JJ Gr ' n Ca r 1tq ; Clo rnrd, Historia de
las armas; I a Revista mi/1tar, t. IV; la Asam '-lea del ejrcito y la a mada,
t .>.; .Jisqui!iiciones n<
iuticas, t. lll y IV; Cu ec. de docum. i 1M. Fa ~a la 1-Jisto ria de l:sp .. ts Vlll, XI1I, XXV, XXXVI y XXXIX.-Fr. GCt b 1d de Talavera,
Hist oria de Ntra. Sra de Guadalupe, refiere hab..:r dona uo al monast..:rio una
lmpara de plata y en ella rLtraradas con 11 a1 av1l1oso artificio naves y armas
de su tiempo. Por ltimo, Giovann 1 de Nola le construy sepukro en el conYento de 'anta M.J ra la Nova de Npoies poniendo en d frente:

OSS!BVS ET MEMORJA E
PETRI NAVARR! CA NTAFIRI
SOL E RT! IN EXP\ G NAN OIS VltRl k VS ARTE CL A R ISSJM I
GOL>AL\" V ' F F. RDl '.'I A OVS L VDOV IC I FILl \"S
;\!A G:-.:1 GO NSAl VI NEPOS S VKSS AE P H INCEPS
DU CEM GALl. ORVM PA RTES S EC:Vl Vl.l
P!O SEPVLCRI MVNER E H <i N ESTAVIT
Q\' VM HO C IN SE HAB EAT PHAECLARA VIRTVS
VT- VEL IN HOSTE SJT ADMI KABILIS
OBIIT AN .

1528.

AYG.

28.

CONTlNA LA GUERRA GENERAL

217

les en lo que toca la guerra de Italia, aplicacin general.


Pero sin contar stas, ni las jornadas de frica 1 , todava
son exclusivos de la marina cantbrica los armamentos que
se hicieron al finalizar el siglo con motivo de casamiento de
las infantas, hijas de los Reyes Catlicos.
Primeramente despert la suspicacia de los reyes de Francia Inglaterra el concierto de enlaces de D. Juan y doa
Juana con los archiduques de Austria Margarita y Felipe, de
modo que fu preciso para el viaje Flandes, disponer armada que, sin exposicin de las princesas, se abriera camino contra las de Inglaterra, Francia y Bretaa reunidas. Hzose la convocatoria de ciento veinte naos para el puerto de
Lan~do, las rdenes del almirante de Castilla D. Fadrique
Enrquez y La de quince mil hombres de gllerra que obedeceran las del conde de Melgar. Acudi la reina doa Isabel
al puerto, deseosa de prolongar la des pedida de su hija doa
Juana y presenci el grandioso espectculo de la salida, el
20 de Agosto de r496.
Los temores d.e agresin se disiparon; la armada hizo la
travesa sin obstculo y sin pensar que en la imprevisin, en
el clima y en la mala voluntad tendra enemigos para los que
las armas eran intiles. La princesa doa Margarita no embarc inmediatamente para que la armada regresara, segn
el proyecto; detuvo las naves cinco meses en los puertos
de Zelanda, pasando un invierno crudsimo, y desprovistas
como estaban las tripulaciones de ropas, de alimentos fuertes, de calefaccin y de comodidad, empezaron sufrir enfermedad terrible, pasando de nueve mil los que murieron
antes de recibir mandato de dar la vela, con incidentes que
referidos tengo especialmente 2
1 Es de mencionar el esca::-miento que Martn Hernndez Galindo, general
de la costa de Granada, aplic la flotilla <le diez y nueve fustas con que los
moros corrieron la costa entre Valencia y Mlaga. Habiendo salido en bu<ca
suya con tres naos y cinco bergantines y en~ontraJo los corsarios sobre Cabo
de Gata, ni una sola fusta escap al castigo:
2 Viajes regios por mar. Madrid, 1893.

F.D .

218

..

LA MARINA Dli: CASTILLA

En 1501 se dispuso otra armada, no tan grande, ya que


el estado de paz no requera las proporciones de la anterior;
crrande sin embargo por decoro de la infanta dofia Catalina,
desposada con el prncipe de Gales, y por reputacin de los
reyes de Es pafia que la enviaban con squito ostentoso, ajuar,
recmara, caballeriza. Sali del puerto de la Corua el 2 5 de
Agosto y tU\-o que luchar con tiempos contrarios que prolongaron la estancia en la mar hasta el 2 de Octubre, pero
sin acaecimientos notables.

SELLOS DE LAS VILLAS


I De Bermeo.-2 De Lequeitio.-3 De Laredo.-4 De Castrourdiales.
Falconete del siglo xv extrado del fondo del mar, existente en el Museo de Artillera.

XV
HERMANDAD DE LAS MARISMAS
1200-1500

Antecedentes.-Poblacin de la costa de Cantabria.-Fueros y privilegios.Las cuatro villas.-Junta de CastrourJiales.-Declrase en ella la institucin de la Hermandad con Vitoria.-Smbo'.o.-Ordenanza<>.-Sevcra disciplina.-Penalidad sin forma de proccso.-Relaciones exteriores.-Ejcrcicio del poder supremo.-Negocincioncs con reyes extranjeros.-Guerra y
paz.-Ramificacione::. de la Hermandad .-Accin comn.-Resisten el pago
de irnpuestos.-Disfrutan de completa libertad de comercio y navegacin.

~~ ECAPITULEMOS. Las brisas del Ocano, me. ~ j~~ cien do la cuna de Alfonso VII y alegrando
,~,~~ los juegos de la niez en las pintorescas

--~
---- ~~ ras de Galicia, infiltraron en su nimo,
'"\~_,_,~ verdaderamente imperioso, la idea perse1 v~ verante de ensanchar el seoro heredado
1

hasta tener por natural frontera el mar. Siati )a


necesidad del podero naval para ser grande; dome Cantabria, incorporando la corona las
fragosas montaas que haban servido de . barrera la independencia de los duques, tras lo cual se asom por el Sur al
Mediterrneo, en Almera, como si quisiera indicar sus
sucesores el camino por do haban de arrojar del todo los
rabes de la Pennsula, que en mucha parte seguan ocu'

220

LA MARINA DE CASTILLA

pando. Alfonso VIII acab de redondear por Breas el litoral con la costa de Guipzcoa, que rest Navarra; pobl
los lugares, fortific los puertos, atrajo con benficas ofertas
los vecinos. Fernando III pudo ya emplearlos flote, recogiendo el fruto de la semilla que sus abuelos sembraron.
Figura San Sebastin entre las primeras agrupaciones de
gente dedicada la navegacin: su fuero, declarando las
naves libres e ingenuas, supone, con anterioridad los
aos I 149 y I I 80, prctica tradicional en cambios mercantiles. Los privilegios de Castro, Santander, Laredo y San
Vicente de la Barquera, son posteriores; produjeron, sin
embargo, ms rpidos y provechosos resultados en stas,
que desde entonces empezaron nombrarse en conjunto las
cuatro villas de la costa.
Vagos indicios travs de la niebla de los tiempos, dejan
vislumbrar entre aqullas la existencia de lazos de unin,
que respondan la mancomunidad de los intereses. Con
anterioridad al armamento que las cuatro villas principalmente contribuyeron para la conquista de Sevilla (1247), en
junta con las otras del golfo, haban auxiliado al rey de
Francia, proveyendo la Rochela y hostilizando Inglaterra ( r 242); haban alcanzado de los prncipes de Flandes
exenciones en com{m; tenan all factores y cnsules; ejercan
de continuo actos para los que precisaba organizacin, regla,
ordenanza, que los reyes de Castilla no haban dado. De
dnde proceda el impulso? Dnde la direccin radicaba? Lo
insina un documento peregrino hallado en el archivo de
Guetaria 1
A principios de Mayo del ao r 296 se juntaron por convocatoria en Castrourdiales procuradores delegados de la
misma villa, de las de Santander, Laredo, Bermeo, Guetaria, San Sebastin, Fuenterraba y Vitoria, llevando poderes
en regla para tratar de males que las aquejaban y ponerles
1 Por el investigador marino D. Jos de Vargas Poncc. Vase la copia en e
Apndice nm. 7.

HERMA!'IDAD DE LAS

MARl~MAS

221

remedio. Deliberaron ante todo acerca de la conveniencia


que para ellos, como para el reino y para el rey, se seguira de conservar y mantener los fueros y buenos usos institudos por D. Alfonso VII, el Emperador, ratificados por
sus sucesores, que confirm y jur6 D. Fernando, reinante,
y lo perjudicial que, por lo contrario fuera todos el pago
del diezmo impuesto recientemente por derecho de introducci6n y exportacin de mercancas. Conformes en la resolucin
que .d ebiera adoptarse, acordaron, en nombr.e de Dios y de
Santa Mara, protestar de su respeto al seor rey, as como
de la disposicin unnime en que estaban de guardar su seoro con todos los derechos, desendole salud y larga vida.
Seguidamente decidieron mantener el fuero y aejas costumbres; oponerse por cualquier medio mandato que contra ellas fuera, y por ende la satisfaccin de tributos. Si
una vez presentada respetuosamente al seor natural la reclamacin contra fuero, sufrieran de rico-home 6 caballero
algn mal, por mandato del rey, tomaran nuevo acuerdo
de lo que les conviniera proveer, juntndose en Castro, como
ahora, en la inteligencia de que los daos y responsabilidades quedaran todos los concejos en uno.
Para estos efectos hacan hermandad, jurando la observancia de los captulos contenidos en cuaderno especial,
reserva de juramento ms solemne en cada una por los alcaldes, acompaados de sesenta hombres principale$, y bajo
juramento tambin encargaban de la ejecucin de sus ordenanzas tres delegados que residiran en Castro, recibiendo
el primero en depsito un sello con que haba de formalizar
las cartas y otros documentos que expidiera, instrumento en
que la liga estaba simbolizada por un castillo sobre ondas, y
la leyenda Sello de la Hermandad de las villas de la marina
de Castilla con Vitoria.
Al cabo de un ao daran los depositarios cuenta del uso
que hubieran hecho de sus poderes y de los gastos originados por la gestin.

222

LA MARINA DE CAST1LLA

Previniendo cuanto pudiera perjudicar la unin y firmeza, establecan que de ocurrir querella disputa entre dos
ms villas, acudieran las partes una neutral que para cada
caso estaba designada, nombrando dos hombres buenos que,
con un tercero en discordia, juzgaran de plano sin largas.
Quedaban los concejos parados la enemistad como
pecho gasto, e todas las cosas que les vinieren por razn
de su hermandad, y obligados dar muerte cualquiera que
fuera contra ]as Ordenanzas escritas: Otros firmaban, que
cualquiera cualesquier de nos, que contra eso fuere o quisiere ser en fecho, o en dicho, o en consejo, o en alguna
otra manera cualquier por lo menguar, o lo desfacer, o lo
embargar todo parte de ello, que vala menos por ello, e
toda la hermandad en uno, e cada uno de nos, quel podamos
correr e matar sin calonna doquier que le fallemos, salvo en
la casa do fuer el rey.
Constituda con estas clusu 1as la unin, por primera providencia decidieron los delegados la prohibicin absoluta de
comercio con el interior del reino de Castil1a mientras el rey
mantuviera la demanda de derechos, bajo pena de prdida
decomiso por la Hermandad de los gneros que se intentara introducir. Despus de esto, tratando de relaciones externas, vista una carta del rey de Portugal asegurando los
mercaderes que fueran de Castilla, acordaron que todos los
del seoro suyo, vinieran las villas de la marina salvos y seguros, quedando cargo ele la Hermandad celar que no se les
hiciera fuerza ni tomara cqsa sin su voluntad. Determinaron asimismo que mientras hubiera guerra entre Inglaterra
) Francia no se llevaran mercaderas, vveres, armas ni caballos en provecho de aqul1a, y que de antemano quedaba
declarada buena presa la que se hiciera los contraventores, todo lo cual mandaron ,escribir en un pergamino, firmndolo 4 de Mayo, y poniendo los sellos de plomo de
los ocho concejos hermanados, pendientes de sendas cintas
de hilo azul y blanco ,

HERMANDAD DE LAS MARISMAS

Muchas consideraciones sugiere el documento aislado que


al cabo de seis siglos llega nuestras manos, y es una la de
la razn que motiv la junta en Castrourdiales, sea la imposicin del diezmo como derecho fiscal las mercancas en
embarque y desembarque.
Causa y fundamento de la expansin y prosperidad de las
villas martimas era la libertad absoluta de que haban gozado y gozaban, no interviniendo para nada la Corona en sus
presupuestos ni en sus operaciones. Desde el principio de la
reconquista haban establecido los reyes un derecho decimal
que, segn parece afectaba las tierras tomadas los
moros 1 ; luego, desde I I 2 9, que con seguridad se sepa, se
impuso en Castilla y en Len otra exaccitn de ocho por ciento
sobre las mercaderas que entraran 6 salieran de los reinos,
con beneficio en favor de las tradas por mar 2, pero por
mercedes sucesivas de los soberanos, sobre todo por las de
Fernando III despus de la conquista de Sevilla, fueron suprimindose las percepciones, hasta la del quinto de la pesca,
vigente en el principio de su reinado. Aument por consiguiente el movimiento en las villas martimas, siguiendo principales las de San Vicente de la Barquera, Castro, Santander
y Laredo, mencionadas en el Ordenamiento de posturas hecho por D. Alfonso X en las Cortes de Jerez el ao 1268, bajo
perfecta igualdad de consideracin, patente en la sentencia
que las tres primeras ganaron el ao r 2 5 2 contra Laredo
por haberse titulado en documentos, cabeza_de las otras 3.
1 Dr. Rodericus de Quintanilla, archidiaconus de Xeres, Discursus historicus in quo rerum gestarll1n seriem demostratur Sanctum. Regem Ferdinandum lll et Alphonswn X cognomento sapientem illius fillium, eorumque, predecessores Castel/ere et Legionis Re ges habuisse jus rl_isponendi de decimis terrarum quas a sarracenorum man bus recuperabant. Npoles, 1681.
Discurso sobre el origen de los diepnos en Espaa, pronunciado por D. Antonio de Siles al tomar posesin de su plaza supernumeraria en la Academia
de la Historia el 27 de Noviembre de 18or. Ms. en la Biblioteca de la misma,
est. 27, gr. 6, E. nm. 178.
2 D. Rafael Floranes.
3 Bravo y Tudela, Recuerdos de la villa de Laredo.

LA MARINA DE CASTILLA

224

De las cuatro villas sac el mismo D. A1fonso gente para


poblar los puertos arrancados los moros en Andaluca; de
ellas se sirvi en ]as empresas guerreras, halagndolas;
cuando por efecto de las libe1alidades se vi en estrechez
suma intent por recurso restablecer el antiguo derecho del
diezmo, las villas martimas lo resistieron con ms energa
que las poblaciones del interior, indirectamente perjudicadas.
Visto el mal efecto anul el rey por de pronto su mandato; hacia el ao r 2 5 6 estableci en sustitucin del derecho
de los puertos, alfondidas aduanas en Toledo, en Sevilla
y en Murcia; por ltimo expidi nueva carta fecha en Toledo
2 8 de Marzo de r 2 7 3 quitando el derecho de diezmo de
las cosas que metien e sacaban de sus reinos.
Que no satisfizo del todo los mareantes se infiere por
los actos del infante D. Sancho, interesado en granjearse
favor y popularidad favor del general descontento y de la
propensin novedades. No slo confirm y ratific de motu
proprio los privilegios antiguos de las villas martimas, sino
que por cdula especial dada en Burgos r 5 ele Febrero
de 128 r, quit la demanda puesta por su padre la gente de
los puertos de Cantabria, desde San Vicente de la Barquera
hasta Fuenterraba, por extraccin de mercancas sin haber
trado al regreso la mitad del producto en plata, segn haba
ordenado 1
Andando D. Sancho por las villas e por la tierra (escriba un analista). fallola toda despojada e demand porqu era
aquello e 1.os pueblos dbanle voces e pedanle merced que
los oyese, e mostrronle que eran todos despoblados e despechados, e que ca.d a da se ettjarien mas los pecheros por
los muchos pechos que les echaba el rey D. Alfonso, su padre, e que los desaforaba ... que tomase el infante la su voz
de los pueblos e q~e le seguiran todos, e que le catarien por
sefior 2
1
2

Academia de la Historia, ms. colee. diplomtica de D. Antonio de Siles, t. IV.


Anales mcrlacitanos, ms. Academia de la Historia, Colee. Velzquez, t. LXI.

HERMANDAD DE LAS MARISMAS

Cmo sigui el consejo, ensea mejor que los citados,


otro papel; el privilegio expedido en I 282 al concejo de
Mondragn, que parece ser pauta de los de las villas del litoral y en el que jurando Dios y Santa Mara, puestas las
manos sobre la Cruz y sobre los santos Evangelios, hada pleito homenaje de ayudarles con el cuerpo y con todo su poder,
as contra el rey como contra todos los otros del mundo que
les quisieran pasar en cualquiera manera contra los fueros,
usos, costumbres, libertades y franquezas 1
Dicho sea en verdad: D. Sancho cumpli fielmente sus
promesas, una vez en el solio real , y las excedi haciendo concesiones nuevas las marismas, tanto en los viajes
San Sebastin los aos I 2 86 y r 2 90 cuando negociaba
con Francia, como por reconocimiento de los servicios
que los mareantes le prestaron en la conquista de Tarifa
en r 292.
Proclamado su hijo D. Fernando IV, tuvieron las villas
representacin en el acto solemne que garantizaba los privilegios, referido por un cronista en esta guisa. Despues que
fin el rey D. Sancho fue enterrado en Toledo, e tomaron luego al infante su fijo, don Fernando ... e pusieron ante el altar
mayor de la iglesia de Santa Mara de Toledo, e jur de
guardar los fueros e rdenes a los fijosdalgo e a los pueblos,
e otrosi, jur por l la noble reina su madre 2
Con no menor aparato volvi prometerlo en las Cortes
de Valladolid, presentes los gobernadores, y expidio cdulas
de confirmacin 3; mas no debieron entender los de tutora
que las formalidades les alcanzaran, tanto se aplicaron de
mancomn por separado en procurar sacas y contribuciones
de toda especie, incluso el abolido diezmo, fomentando los
1 La misma Academia, Clec. Vargas Ponce, t. XXXIH. Vase copia en el
Apndice nm. 5.
2 Sumario de los reyes de Espaa.
.
3 Dos de ellas idnticas, despachadas las villas de Tolo~a y de Mondragn
en 8 y 13 de Agosto de 1295 estn copiadas en la Academia de la HiRtoria, Coleccin Vargas Ponce, tomos XIX y XXXIII.

F. IJ.

LA MARINA DE CASTILLA

motines y revueltas con que se signific el estado de mmoridad del rey.


Estos precedentes confirman lo expuesto en la Junta de
Castrourdiales y justifican los acuerdos, acoplados los trminos de la cdula de D. Sancho, infante, y en cierto modo
consecuentes con las leyes del reino que vedaban el establecimiento de pechos no otorgados en Cortes.
Queda por averiguar ahora si los que lo adoptaron, representantes de ocho villas, lo hacan en nombre de ellas solas
6 tenan ms extenso poder, y tambin si la liga 6 hermandad
que constituan empezaba entonces 6 vena de atrs. U na y
otra cuestin requieren el ejercicio de la crtica; obligan al
raciocinio excluyendo la afirmacin por carencia de pruebas
histricas.
En la enumeracin de los concejos representados en Castrourd iales se echa de menos, por de pronto, el de una de
las cuatro villas; de una de las ms celosas, de San Vicente
de la Barquera, que resistiendo, como expuesto queda, todo
asomo de prioridad en las dems, acaso tenda servirlas de
cabecera, y se encontrara por el momento en disidencia 1
Que Bilbao no aparezca es natural; careca de importancia
por entonces y tard en tenerla aun despus de la concesin
de libertades semejantes las otras que le hizo D. Fernando IV en 1301, y de la confirmacin de su fuero en r 3 ro por
doa Mara, mujer del infante D. Juan, como seora.
La ausencia excusaba, por otro lado Bermeo, Primz's Bermei, Capz'te Vi'zcaie, segn su sello 2
No se explica con tanta facilidad la falta de representacin
de los puerto:; de Asturias y de Galicia, ofrecindose frente
1 D. Juan 11 otorg las Asturias de Santillana en 8 de Junio de 1379 que
pudieran juntarse en hermandad, e otro s (aade el privilegio) que tornedes
por mayoral el que entendieredes que es mas perteneciente para ello.> Cita
el documento como existente en el archivo de San Vicente de la Barquera, don
Angel de los Ros y Ros, Noticia histrica de las behetras, primitivas libertades castellanas, etc. Madrid, 1876.
2 Entre los sellos antiguos uno tiene por leyenda: HOC EST s1G1LLVM DE BERMEO CAPITE VIZCA!E. Otro: STEMMA PRODERl IN PRIMIS BERMEI.

HERMANDAD DE LAS MARISMAS

la observacin la de que los comisarios reunidos en Castrourdiales, no adoptaron ttulo indicativo de asociacin parcial de poblaciones contiguas de las que gozaran de condiciones determinadas; no discutieron siquiera denominacin
caprichosa con que dar conocer su liga; usaron desde luego la general de Hermandad de las villas de la marina de
Castzlla, que todas las de la costa comprenda, seguros,
sin duda, de la aquiescencia de cada una.
Las decisiones de la Junta confirman la indicacin del ttulo,
pues de poco sirviera el compromiso de ocho villas, siquiera
fueran principales, de interrumpir el comercio interior del
reino, y de cortar relaciones con la nacin inglesa durante la
guerra que por entonces haba con Francia, si otras lo eludan
en competencia. Para que el acuerdo ejerciera en los gobernantes de Castilla la influencia calculada, para que el favor
en el exterior. fuera efectivo, y aun para la prctica y aplicacin de las penas severas que dictaron por actos en la mar
y en tierra, era indispensable que abarcara la asociacin al
litoral completo de Ja monarqua castellana; que se hiciera
sentir su autoridad todo mareante; en la pesca como en la
navegacin , en el comercio como en la industria, en los
puertos de Cantabria como en los ms apartados del mundo.
Hay constancia de sucesos que apoyan por distinto discurso a las anteriores premisas; entre ellos las reclamaciones
de los reyes de Inglaterra su poniendo responsables de los
daos sufridos por sus naves, no las autoridades del puerto
pu~rtos en que los causantes del mal se armaban, sino
los que en la chancillera de su estado confundan, pues que
constantemente parecan en los despachos, si nombrando en
primer trmino San Emeterio Sant Ander, U rdealis y La
redo, poniendo continuacin Fuenterraba, San Sebastin,
Guetaria, Motrico, Lequeitio, Bermeo, Portugalete, San Vicente de la Barquera, Avils, Corua, Noya, Pontevedra y
Bayona del Mio; es decir, los puertos ms sealados desde
la frontera de Aquitania hasta la de Portugal; los compren-

228

LA MARINA. DE CASTILLA

didos en toda la costa de Castilla, brevemente significados


por nuestros marineros con la frase de Bayona Bayona, que
probablemente sintetizaba la extensin de la Hermandad de
las marismas.
Empezaron semejantes reclamaciones en el reinado de don
Fernando III, el Santo; subieron de punto en el de D. Sancho IV que, como tan favorecedor de la marina intervino,
enviando embajadores Londres y zanjando las cuestiones
pendientes; mas hzolo (ntese bien), con carcter de mediador, declarando el texto del tratado de tregua, concordia y
enmienda que suscribieron en r 29 3, que se estipulaba entre
los hombres de las villas de Castro, Sac Emeterio y otras
del re-ino de Cast-illa, y el Comn de Bayo na.
Afectan, pues, estas ocurrencias la segunda como la
primera de las cuestiones planteadas: la vez que atestiguan
la mancomunidad de las marismas, la revelan con anterioridad la junta de apoderados en Castrourdiales el ao r 296,
reunin que debi de ser extraordinaria, estatuda para casos
de tanta monta como lo era entonces el restablecimiento de
los derechos fiscales contra fuero, y para aquellos en que
hubiera de acudirse recursos extremos, como los que en
los acuerdos se anuncian.
Tal vez concurrieron circunstancias excepcionales asimismo, que son las que procuran apariencia de novedad
la asamblea por las frases consignadas de hacer en el acto
hermandad y por el precepto inmediato de prestar juramento de observancia de los estatutos, y acaso aqullas consistieron en alteracin por suma resta de las entidades que
formaban la confederacin; por suma de Vitoria, villa internada y no marinera, que quiso tener lmites menos cerrados
que los naturales envolventes; que haca al .territorio alavs
solidario de los intereses del comercio en la mar, aceptando
obligaciones cambio de las ventajas reportadas.
Es evidente que la agregacin de parte heterognea alteraba las condiciones esenciales del todo obligando_ modificar

HERMANDAD DE L.A.S MARISMAS

229

el estatuto y aun el nombre, que es en realidad lo que haran


los delegados presentes en Castrourdiales, afiadiendo al ttulo anterior de Hermandad de las villas de la marz'na de
Castilla la preposicin CON VITORIA, sin cambiar por lo dems
la representacin grfica de un castillo sobre ondas que
de antao la simbolizara y que Vitoria se apropi desde entonces 1
Por otro lado, la omisin notada de los puertos occidentales pudiera consistir en que estuyieran parcialmente ligados dentro de la confederacin martima. D. Sancho IV,
siendo infante, despus de expedir los privilegios de que
mencin se ha hecho, form hermandad en que entraron los
reinos de Len y de Galicia con Castz'!la, contra los desafueros de su padre, y el documento, firmado y sellado en Valladolid 8 de Julio de r 282, tiene muchos puntos de semejanza con el posterior de Castrourdiales. Entre las clusulas
se lee:
tro s ponemos que los diezmos de los puertos que les
n~n den, sino aquellos derechos que solien dar en tiempo
del rey Don Alfonso e del rey Don Ferrando, e los concejos
de la hermandad que no consientan a ninguno que les mas
tome.
Otro s ponemos que todos los des ta hermandat que nos
ayuntemos cada ao por. nos, o por nuestros personeros, el
primero de Mayo, do tuvieren por bien, para acordar e veer
fecho de la hermandat, que sea siempre bien guardada en
la guisa que sobre dicha es, e si algunas cosas hobier y de
mejorar o de corregir, que lo mejoremos ...
E para guardar e complir todo lo fecho, facemos un
seello de dos tablas que son de tal senal: en la una tabla un
leon, y en la otra una figura de Santiago en su caballo y una
1 Consta que lava particip de los beneficios de las villas marinas; lo prueba D. Rafael Floranes, Discurso sobre el origen del derecho de diermos, la antigedad de las aduanas de Cantabria y libertad de comercio de las tres provincias vascongadas. Ms. Academia de la Historia 1 est. 24, gr. 1 B, nm. 10,

LA MARINA DE CASTILLA

espada en la mano derecha y en la mano izquierda una sena


e una cruz encima, e por senales veneras, e las letras dicen
asi: Seel!o de la Hermanda! de los rez"nos de Leon e de Gallic/a. })
La circunstancia de haberse encontrado escritura original
en pergamino con los sellos de plomo, en el archivo de Guetaria 1 juntamente con la de la Hermandad de las villas de la
marina de Castilla, supone la relacin entre ambas que la de
Valladolid declara con la expresin de componerla los reinos
de Len y Galicia con Castz'lla.
Corrobralo otra escritura de hermandad firmada en el
mismo lugar y da por la que se admite al abad de Sant Fagund, sus sbditos y al convento, en el concierto hecho por
los infantes, prelados, ricos-homes, concejos y rdenes de
caballera, concierto general en que no se hace mencin de
los puertos como en el anterior. Al final dice: E para guardar et complir todos los fechos desta Hermandat ficiemos dos
seellos de dos tablas: el seello de Castiella a figurrl. de un
castiello en una tabla, et eL1cima del castiello una cruz; et
otro castiello en la otra tabla et encima del castiello una figura de onme. Et el se ello de Leon et de Gallicia a seal de
Leon en una tabla et en la otra tabla una figura de Santiago
en so caballo, et una espada en la mano derecha, et su senna
en la mano esquierda, et una cruz encima, et las sennales o
veneras. Et esto es tambien por los del reino de Castiella
como por los del reino de Leon et de Gallicia 2
Juntamente con las dos escrituras originales pareci en el
archivo de Guetaria una tercera, fecha en Burgos 2 7 de
Julio de r 302, importante por lo que atae los orgenes,
r Por Vargas Ponce; sac copia para su Coleccin, que se halla en el t. XLII.
Publicado por Escalona. Historia del Monasterio de Sahag un, Apndice
CCLXVIJ, p. 618. Tratando de los acontecimientos dice antes , p. 148: ce Don
Sancho, abusando del nombre de Hermandad hizo una conspiracion casi universal contra su padre y para ms asegurarse, con el mismo ttulo de HermanJad junt cortes en Valladolid en 1282 y en ellas fue declarado el rey D. Alfonso por inutil y se le quit el gobierno del reino. ))
2

HERMANDAD DE LAS MARISMAS

pues que el rey D. Fernando declara que estando en las


Cortes e siendo con l ayuntados la reina doa Mara, su
madre, y el infante D. Enrique, su to, por ser las primeras
Cortes que faca despus que el dicho infante D. Enrique
dej la tutora, quiso confirmar los fueros y buenas costumbres e hzolo de las de Guetaria en privilegio rodado. En l
se contiene:
Otrosi, tenemos por bien et mandamos que cuando vos
quisieredes ayuntar a la vuestra hermandad por alguna cosa
que vos acaezca e vos menester sea, que vos ayuntedes a
ella do vos quisieredes, et que vos sea guardada e cumplida
en todo, asi como dice en los privilegios que de nos tenedes,
en que vos la confirmamos 1 , que semos cierto que cuanto
en ella se fizo fasta aqu y se far de aqu adelante, que fu
e que ser a nuestro servicio, guardando siempre nuestro seorio 2 .
Relativamente la prosecucin de la liga, hay dato im-
portante suministrado por carta de poder que di el Concejo
de Bermeo en 2 de Mayo de 12 9 7 sus procuradores 3,
para asistir la nueva junta celebrada en Castro con objeto
de deliberar acerca de las proposiciones tradas las villas
de mar desde San Vicente de la Barquera Puenterraba
por mensajeros del rey de Francia, en razn de la guerra
de los ingleses y bayoneses, y suscribir concierto con dichos
mensajeros, de conformidad con lo que los de la junta ordenaron, que se dice era su honra e pro.
Con todo esto, sera necesario dar con el cuaderno extraviado de las Ordenanzas que repetidamente se refiere el
documento formalizado en Castrourdiales, para formar cabal
idea de la organizacin y objeto de la Hermandad martima;
de las condiciones con que los delegados de los puertos se
1 En efecto, habala confirmado en Cortes de Valladolid en 1295, es decir'
antes de la reunin de Castrourdiales, segn s~ expresa adelante.
2 Copia ntegra en la Colee. Vargas Ponce, t. XLIII.
3 Original en el archivo de Comptos de Navarra; Copia en la Colee. Vargas Ponce, t. LII y en el Apndice nm. 8.

LA M.\RTNA DE CASTILLA

elegan; de como su vez designaban los ejecutores de los


acuerdos, depositarios de la autoridad por todos acatada;
de la limitacin del poder que en stos resida. Sin este conocimiento cuanto se asiente tiene que ser conjetural, por
deduccin de sucesos datos aislados.

Procediendo al examen y compulsa de unos y otros, pa. rece que medida que en la costa nacieron y se desarrollaron las poblaciones, hicieron causa comn y se ampararon
mutuamente, apareciendo desde principios del siglo xm un
ncleo constitudo por las cuatro villas, al que sucesivamente se incorporaban las inmediatas en compuesto alterable voluntad de los constituyentes. El progreso dara
conocer la conveniencia de un centro directivo de accin
cuya existencia acusan, lo mismo las relaciones comerciales
con las plazas y mercados del Norte de Europa, que los
armamentos hechos en favor de prncipes extraos para
acudir al llamamiento de los reyes propios en la guerra
con los moros. Advirtese en las operaciones mercantiles
militares marcha ordenada, conjunto armnico que sin
aquel centro sera raro. Es de presumir que existi desde
un principio en la misma ~orma comunal democrtica diseada por la escritura de Castrourdiales, componindolo
un consejo de tres personas designadas en segunda eleccin
por comisarios procuradores de cada villa, con autoridad
temporal sometida en casos graves la decisin de otro con~
sejo legislativo, y con residencia variable determinada por
turno sorteo entre toda~, fin de que ninguna pretendiera
preeminencias de capitalidad supremaca, rechazada para
los pueblos como para las personas en aquel1a singular asociacin 1.
Dependientes de este centro magistral funcionaban otros
con nombre de cofradas de mareantes, limitadas en cada
puerto al rgimen interior, al orden y administracin de las
1 Dedcese de Jos datos recogidos por D. ngel de los Ros y Ros en su
Noticia histrica de las behetrias, antes citada.

235

HERMANDAD DE LAS MARISMAS

operaciones de pesca, carga y desca!ga, vijas, auxilio mutuo de los impedidos y necesitados 1
Tal parece ser, sencillamente, el mecanismo con que la
accin aislada se dilataba engranando en el rodaje impulsor
y regulador la vez de los movimientos, apoyo de la mancomunidad de miras tan slidamente asentado, que haba de
resistir y resisti efectivamente as las destructoras influencias del rozamiento con el uso y el tiempo como las causas internas y externas que incesantemente embarazaban su
funcin expedita.
Tenan las villas del Cantbrico conciencia de su propio
valer y alardeaban arrogantes, habiendo tomado las de Guipzcoa por blasn un rey asentado en el solio sobre el mar
con la espada en la mano 2 ; escribiendo Lequeitio en su
escudo:
Reges debelavit, horrenda caetis subjecit, maris terrisque potens.

Mote que n9 va en zaga el de Castrourdiales.


Con las peas que tenemos
Por fundamento en la tierra,
Daremos al mundo gue rra.> 3

Juntas en hermandad, con el castillo dibujado sobre ondas,


con la protesta de reverenciar en la tierra los derechos del
rey, seor natural de ella, emancipados y olvidados de tal
seor en la mar, se haban organizado y constitudo en potencia anmina independiente en las aguas, proveyendo al ,
1 Existen las Ordenanzas de muchas de estas instituciones locales, prolon gadas hasta la extincin de los gremios de mar, en 1868.
2 D. Miguel de Aramburu, historiado r guipuzcoano pens que este blasn
significaba al emperador Augusto cuando vino la conquista de Cantabria. Modific las armas de la provincia la reina doa Juana, por cdula de 28 de Febrero de 1513.
3 El sello de Castrourdiales, define:

Armas, escudo y seal,


castillo, puente y Santa Ana,
naves, ballena y mar llana,
son de Castro, la Leal.

F.D

Jo

LA MARINA DE CASTILLA

libre camino de sus naves como al desahogo de su trfico,


sosteniendo las providencias sin aparato de ostentacin n
de vanagloria, en obscuridad humilde ms bien, pero con
disciplina frrea que ningn marinero, de cerca de lejos
poda sustraerse, amagados de pena capital, con los contraventores de las Ordenanzas cuantos contra ellas fueran en
hecho, en dicho, en consejo en cualquiera otra manera, privados de toda forma de proceso y aun del recurso de asilo,
cuando bastaba al comn de las gentes, los siervos fugitivos mismos, tocar el hbito de un fraile clrigo para hacerse indemnes.
Mareantes sin nombre y sin nmero los de la Hermandad,
por sta ejercieron sin contradiccin, con caracterstica iniciativa, los ms altos y preciados actos de la potestad suprema, legislando para s, negociando con los poderes extraos, haciendo guerra 6 ajustando paz, sobreponindose
las iras y las venganzas, allanando en suma obstculos
limitaciones al comercio en beneficio de todos, principio y
norte de la confederacin 1
A veces se encuentran documentos contrarios la idea de
unin permanente de las villas martimas: tales parecen el
tratado de paz tregua firmado en r 9 de Julio de r 3 r r por
representantes de Laredo, Castrourdiales y Santander, de
una parte, y los de Bayona y Bi.arritz de la otra 2 , y el que en
2 de Julio de I 3 2 8 suscribieron con los comisarios de la misma ciudad de Bayona y pueblo de Biarritz, apoderados de la
1 Acaso uno de los que dirigieron la Hermandad perteneciera una lauda
de panten procedente de la iglesia de Santa Mara de Castrourdiales, hoy en
el Museo Arqueolgico Nacional, en que se lee:

~ AQv1

IAZE

~lARTtN

F ERRADES

DE LAS

CoRTI AS

QVE

FINO

PRIMER DIA DE MARSCO E HA DE MCCCCIX ANNOS ~ AQVJ 1AZE


LINA

LOPE S SV MVGI E R Q

Fl O A OCHO DIAS DE MAYO ERA DE MCCCC

lACE Sos ~ Freos LoPE FERRADES IottA. FERRADES


D1AGO FERRADES AQVI Dros PERDONE
En el bronce aparece grabada varonil figura yacente, vestida con riqueza.
Se public lmina en el Museo Espaol de Antigiiedades, t. I, acompaada
de monografa escrita por D. Manuel de Assas.
2 Vase Apndice nm. 9.
IX

ANNOS ~

EL

CATE-

AQVl

/.

CUBIERTA DEL PANTEON DEL SIGLO XV EN CASTROURDIALES


Actualmente en el Museo Arqueolgico Nacional.

..
''

HERMANDAD DE LAS MARISMAS

235

villa de San Sebastin por s sola 1 Existiendo un ~entro; una


representacin de la Hermandad, no se concibe al pronto
cmo las partes separadas de ella hacan con venias, menos
que en las Ordenanzas desconocidas hubiera clusula semejante las que en la escritura de Castrourdiales de r 296 se
fijaron para dirimir las querellas que surgieran entre dos
ms villas, y que as deba de ser indican las conclusiones
idnticas y la uniformidad de las penas con$ignadas en los
dos tratados particulares de I 3 r r y r 3 2 8, as como la observacin de que, si bien en el primero figuran solamente
comisarios de Laredo, Castro y Santander, en este orden,
hacen reclamaciones y obtienen resarcimiento por daos que
sufrieron naves de Bermeo y San Vicente de la Barquera,
siendo de notar tambin que el documento, que llaman sentencia, se discuti y firm en la iglesia de Santa Mara de Fuenterraba, ante testigos de esta villa.
En el convenio hecho por los de San Sebastin qued
sentado que para lo sucesivo la ciudad de Bayona y lugar de
Biarritz, lo mismo que la villa de Guipzcoa, enviaran al
pueblo neutral de San Juan de Luz dos hombres buenos, los
cuales juntos elegiran en discordia, para juzgar y sentenciar todas las causas de injuria, violencia, exceso agravio
que se suscitaran entre vecinos de una y la otra parte, y todo
esto cae igualmente dentro de las atribuciones reservadas
los componentes de la Hermandad, entre s.
Ms que esos dos convenios sorp1ende, aumentando la
confusin, el memorial que en fecha intermedia ( r 3 r 7) se
dice envi el Concejo de Bermeo al rey de Inglaterra, exponiendo con testimonios del rey de Castilla D. Alfonso XI
(en minoridad), y de la ciudad de Bayona, que las villas del
seoro de Vizcaya no haban tomado parte en las hostilidades hechas naves inglesas por gentes del reino de Espaa
durante la guerra de Gascua, antes al contrario, haban
asistido y auxiliado con vitualla los de Bayona, sbditos
i

Apndice nm. 14.

LA MARINA DE CASTILLA.

ingleses, proceder que los bayoneses confirmaban en su


carta, agregando que Bermeo y las otras villas de Vizcaya
no eran del reino de Castilla, ni el rey tena jurisdiccin en
ellas. Esto mismo declaraba D. Alfonso, rogando su consanguneo Eduardo de Inglaterra que castigara los vasallos de Castilla, culpables, y no los de su buen to el infante D. Juan, sefior de Vizcaya, que no lo eran, por lo cual es
de creer que tal carta inconcebible 1 se escribi en una de
aquellas hojas selladas y firmadas en blanco con que la Chancillera hubo de contentar los infantes D. Juan y D. Pedro,
tutores del rey y gobernadores del reino, significando negociacin cuan patritica se quiera, que interesaba lo mismo
D. Juan y su mujer doa Mara que la ciudad de
Bayona.
Las dudas ~e desvanecen leyendo el verdadero tratado de
paz que sigui .la batalla de Winchelsea en I 3 5 I, firmando
por una parte los plenipotenciarios del rey de Inglaterra y
por la otra los representantes de las villas de las marismas
del rey de Castilla y condado de Vizcaya, todas las cual~s

aun aquellas no comprend,idas en los poderes de los firmantes


se hacan extensivas las ventajas del acue~do, como tambin
los emigrados residentes en Flandes 2
Ninguna prueba mejor de subsistencia de la liga de las
marismas si por s sola no la diera la reunin de escuadras
en aguas ajenas, la disciplina, el consorcio en defensa de lo
que la confederacin importaba.
A la contradiccin aparente concurren, con varios documentos ms que deben escrutarse por tiempos, los relacionados con otras hermandades que las villas de Cantabria
pertenecieron, sin perjuicio de la suya especial, nica, constante. No pocos papeles en que se acredita la simultaneidad,
recogi en los archivos de Guipzcoa el infatigable invest1 Inserta con el memorial de Berme0 y la confirmacin de Bayona en la
coleccin de Rymer, t. II. Copias en el Apndice nmeros 1 r, 1 2 y 13.
2 Vase el documento en el Apndice nm. 19.

...

HERMANDAD DE LAS MARISMAS

--

---

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.ti!/..

!'..

2 37

gador marino citado 1 , con los que se amplan los datos de


, generalidad.
Por lo que ensean stos, D. Alfonso VIII despus de la
batalla de las Navas, es decir, en el siglo xm, instituy la
hermandad junta de vecinos honrados en defensa y proteccin comn de la propiedad amenazada por los Gol.fines, sal-
teadores y malhechres refugiados en los montes de Toledo 2
D. Fernando III la organiz el afio r 245 en Villa-Real y Talavera, puntos estratgicos contra las correras de aquellos .
merodeadores y produjo resultado tal, que estudiado por los
revoltosos y vividores costa ajena, imitaron el expediente,
coligndose bajo el mismo nombre genrico de hermandad,
contra la beneficiosa, que procuraban extirpar. En las Cortes
de Sevilla de I 2 5 2 S condenaron y prohibieron estas nuevas
hermandades, cofradas ayuntamientos hechos en mengua
de la tierra y del seforo real, alentando las buenas hermandades, esto es, las consagradas la seguridad personal en los campos y caminos, la garanta del orden y al
sostenimiento de la autoridad legtimamente constituda. Por
estos conceptos solicit para ella D. Sancho IV el amparo
de la Santa Sede, acordado de buena voluntad por el papa
Celestino V, que en bula expedida el ao I 2 94 us la calificacin haec sancta vestra fraternitas, motivando el ttulo de
Santa Hermandad aplicado desde entonces.
En los privilegios de confirmacin de fueros y buenas costumbres extendidos por D. Fernando IV varias villas de la
costa cantbrica en 1295 escriba 3: Otros, las hermandades que :ficieron los de las villas de nuestros reinos de Castilla e de Lean e de Gallicia e de Estremadura e del arzobis1 Vargas Ponce. Gurdase una de las colecciones que form en la Academia
de la Historia. La particular martima se custodia en la Direccin de Hidrografa.
2 D. Crispin Ximenez de Sandoval, Las lnStituciones de seguridad pblica
en Espaa, Madrid, 1858.
3 Privilegios de Tolosa y de Mondragn anteriormente mencionados, Academia de la Historia, Colee. Vargas Ponce, tomos XIX y XXXIII.

LA MARINA DI!: CASTILLA

pado de Toledo, otorgrnoslas e confirmamogelas as como


las ficieron. >>
Lejos estuvo de imitarle D. Alfonso XI; notorio es que al
encargarse del gobierno del reino pidi en las Cortes celebradas tambin en Valladolid en I 3 2 5, que se le mostrasen
los privilegios dados por sus antecesores, y que ratific
aquellos que no fablan de hermandades, dando entender
que las fundadas con mal fin prevalecan, habindose signi. ficado en las conmociones de la minora. La Hermandad de
las marismas, con toda seguridad existente la sazn, continu sin embargo funcionando privilegiadamente: concedido
que fu al rey el derecho de alcabala de veintena cinco
por ciento de cuanto se vendiera para atender los gastos
del sitio de A1geciras, por ms que declarara el soberano
que este era un pecho tal que non se echaba a las personas,
mas a ciertas viandas e mercaderas, e que l mismo, que
era rey, e la reina su mujer, e los prelados, e los ricos-homes,
e todos los libertados del su reino as pechaban, e aun si
papa o rey extrao viniese en el su reino, ansi le pechara,
los de las marismas se excusaron de pechado alegando por
excepcin los servicios incomparables que en el propio sitio
de Algeciras prestaban 1
Muerto el rey D. Pedro, por la excisin que origin el
convenio con el prncipe de Gales, cedindole el seoro de
Castrourdiales y Vizcaya, aunque efecto no tuviera, empez
dibujarse el fraccionamiento de aquella poderc sa institucin
privada, en otras que correspondan la divisin de provincias regiones. Se mantuvo la de tres, cuando menos, de
las cuatro villas de Castilla; apareci en r 339 la de Motrico
y Guetaria, para ayudarse en todo y contra todos 2 ; sigui la
I En 1343 otorgando D. Alfonso ciertos rrivilegios la villa de Guetaria.
escribia: ((nos hah hecho muchos servicios con sus navos en las guerras que
habemos habido hasta aqui con los moros, e sealadamente en el vencimiento
de las flotas de l~s reyes de Benamerin e de Granada ... e des pues en toda 1a
cerca de Algeciras,.
2 Vargas Ponce, Colee. de Marina, lei. 12.

HERMANDAD DE LAS MAR1SMAS

1.39

de Guipzcoa en masa, acordada el I 8 de Agosto de I 349


en Villafranca por procuradores de Tolosa, Segura, Salvatierra, Vergara, Hernani, Ebar, Urrechua, con expresin
de facer unidat y hermandat e obligar los bienes de los concejos a que si por aventura algun cabdillo de solares concejos lugares quisieren parar cualquier cosa desaguisada,
sin razon e sin d recho, toda Guipuzcoa en general concurriera a sostener e amparar e defender unos a otros e dar
ayuda asi de compaas e de armas cuanto mas pudiera, e
otrosi de pagar costa que en tal manera fuere hecha, repartiendola por fogueras segunt es costumbre de pagar la costa
de la hermandat, todo ello servicio de Dios e del Rey e
pro comum> 1
De la especial martima de Vizcaya da testimonio en I 3 5 3,
un tratado hecho con Bayona en nombre de las villas de Bermeo, Plasencia, Bilbao, Lequeitio y Ondrroa 2 ; de la permanencia de la guipuzcoana los hay significados, mientras
que la general de la provincia tuvo que disolverse en I 3 60
no pudiendo resistir la competencia de los caballeros que
no miraban con buen ojo aquella valla contra sus arbitrariedades 3
. Diez aos pasados clamaban al rey D. Enrique los procuradores en Cortes de Medina del Campo para que estableciera la Hermandad en todas las comarcas fin de atajar los
males que por causa de fuerzas y robos se padecan y de conformidad lo acordaron despachando mensajeros. El de Guipzcoa reorganiz la institucin comprendiendo las villas
de la costa, menos Fuenterraba; pero en las Ordenanzas
redactadas en I 3 7 5 como las que el Dr. Go_nzalo Moro, reunido con los procuradores de la provincia enmend en Guetaria 6 de Julio de 139 7; no hay captulo ni prevencin que
Academia de la Historia, Colee. Vargas Ponce, t. XXXI.
Vase el documento en el Apndice nm. 20.
3 Historia ciYil, diplomtica, eclesistica, etc. de San Sebastin, por D. Joaqun Antonio de Camino, pro. ms. en la Colee. Vargas Ponce, t. XXXVIII.
1

LA MARINA DE CASTILLA

tenga que ver con la mar 1 , ni de ella se habla en las confirmaciones de los reyes. El texto de las ms de las cartas se
asemeja al de la expedida a los concejos del condado y seoro de Vizcaya e de la provincia de Guipuzcoa e de las ciudades y villas de Vitoria e Ordua con toda su tierra e de Valmaseda e de las Encartaciones e Pancorbo e Miranda de Ebro
e Santo Domingo de la Calza~a e de la merindad de la Rioja,
cdula fecha en Valladolid 3 de Agosto de 1449, diciendo:
Para quitar e desviar de los escandalos e movimientos e
levantamientos ... es mi mercet que os hermandades e fogades hermandad todos y cada uno de vos, e vos podades ayuntar e ayuntedes, e vos ayudar e ayudedes los unos los otros
y con vuestras gentes y armas... porque vos mando que
luego fagades la hermandad ... ca yo vos doy licencia e autoridad para ello, no embargante cualesquier leyes que defienden las hermandades. etc. 2
En el concepto prohibitivo se haban dictado como se
apunta, otras disposiciones, visto que asociados con el mismo
nombre grandes y poderosos, pretexto de remediar los males del reino, arrollaron las juntas populares sobreponindose y exigiendo que hombre plebeo no pudiera traer armas ni cuchillo con punta siquiera, con lo que torn revivir la rapia 3.
travs de tant~s vicisitudes quedan seales de vida de
la Hermandad martima en los tratados 6 escrituras de concordia firmados en la parroquia de San Juan de Luz el I 5 de
Abril de 1432 por comisarios de San Sebastin, de Bayona,
Biarritz, Cabretn y otros pueblos, y sentencia arbitraria
dada en la igles.ia de Santa Mara de Rentera el mismo afio,
1 Las Ordenanzas antiguas y las sucesivas estn copiadas en la Coleccil n
Vargas Ponce, as como ~amb i n las provisiones y cdulas, ocupando los tornos
XIX, XXI, XXIII, XXXIII, XXXVIII, XXXIX, XL V y XL VII. Mu chas de ellas
se hallan registradas en el Indice del Archivo general de Guiprcoa impreso
en San Sebastin en 1887.
2 Colee. Vargas Ponce, t. XXIII.
3 Alfonso de Palencia. Crnica.

2.p

HERMANnAn DE LAS MA Rl~MAS

deddiendo arnigab1e11ente el resarcimiento de d::ios y robos


causados d'..lrante b g-uerra los .rnertos d ~ Aquitania y a los
de GuipzcGa '. Posteriorinente se inicJ en L1s regiones del
gobierno la tendencia unificar y refundir todas las hermanda<les en la general, poniendo trabas las otras, singu
larmente la de las marismas. La oposicin asoma con franqueza en cdula dada por D. Enrirue lV en Soria el ao r 460
exponiendo que en San Sebastian se haban hecho y hacan
ayuntamientos en darzo de las rentas reales s0 color de c0frada de San Pedro (la de ma1eantes) c1ue se permita contratos,
e ligas, e monipodios y aun decir que no se guardas~n las
cosas que l dispona 2 Recordaba propsito los 01 denamientos de O. Enrique su abuelo en las Cortes de Mad~id
de 1405 y el de su r-aclre en las de Guadalajara, transcribiendo la ley en estos trminos:
Acaece que algunas pe1 sanas de nuestros reir:os hacen
entre s ayuntamientos y li~as firmadas con juramentos y por
pleito y cmenaje contra otras personas que contra ellos quisieren ser, las mas veces no buena intencion, y se siguen
escnc.lalos y discordias y enemistades ... manda que en adelante no sean osados, as Infantes, l\laestre~, Priores, Marquese~, Duques, Con les, R.icos -homes, Caballe os, Regidores, Concejos, Comunidade., y personas, cle hacer tales
a) untamie tos ). lif as con juran-en to y rescibiendo al juram~nto el Cuerpo <le Dios por pleito y omenaje o por pena o
por otra firmeza 1 or la cual se obligan unos a otros a se
guardar dichos ayuntamientos o ligas ...
Contra la Hermandad de las marismas iba tambin otra
cdula dictada por el mismo soberano en Madrid 30 de
SeAiembre de 146 I concediendo la general atribuciones y
juris<liccn para enten<ler y juzb"ar los delitos cometidos en
la mar, que nunca haba tenido. Es documento de inters 3
1 \o ia de ani~ios documentos, e l dialt!.:to gascn, hay en la Culee. Vargas
Poncl.!, t . XAA.lV.
2 ' olee. Vargas Ponce, t. XXXIV.
3 Idem J. t., XXXIJl. Vasl! copia en el Apndice nm. 30.

JI'. D .

31

LA MARINA DE CASTILLA

y no menos la cdula expedida en 29 de Diciembre de 1466,


dando la provincia de Guipzcoa autorizacin que ante-

riormente no haba necesitado pedido, para concordar y


tratar con los comisarios de Bayc.. na y la tierra de La ort
tregua y satisfaccin_de daos por presas hechas de una y
otra parte 1
Servase el rey de la Junta y procuradores de los escuderos fijosdalgo de las villas que iban sustituyend~ los representantes de la antigua asociacin, en cuanto le ocurra 2 , sin
dejar de ponerles embarazos, por la resistencia en que perseveraban, lo mismo que los viejos, al pago de los diezmos
de mar. Tal derecho sobre las mercancas discurrido por don
Alfonso X; tantas veces iniciado y pospuesto; otorgado por
las Cortes en 135 1; concedido de modo definitivo y general para satisfacer las necesidades de D. Enrique II en las
de I 367 con aplicacin los puertos secos y mojados; reiterado en 14 I 2, exigido con tesn en 1447, no se pag nunca
por los marineros, no menos obstinados en declararlo contrario sus fueros, merced lo apocada que andaba la autoridad real 3. D. Juan II acudi al medio indirecto de arrendar los diezmos de mar, como si hubiera empresario capaz de
lograr lo que por s mismo no consegua; D. Enrique IV
hizo merced de su derecho nominal D. Pedro de Velasco,
esperanzado de obtenerlo por violento modo.
Empez este seor presentndose en Vizcaya cuando esEn la misma colee., t. XLV1I. Copia en d Apndice nm. 3r.
En cdula de Madrid 29 de Julio de 1468 les mand hicieran la guerra
por-mar Francia, exceptuando los estados de los duques de Berri Y-de Bor go~a. <:;:olee. Vargas Ponce, t. XXIll. 3 Por privilegio dado en Sego.via 2 de Agosto de 1401 se haba extendido
l~- exencin lo~ mercaderes de Navarr declarando que'- las mercaduras que
llevasen 6 trajesen de fuera cargar 6 descargar en San Sebastio para llevar
Flandes 6 otros lugares por mar, no pagaran diezmo, salvo los otros derechos reales antiguamente usados en tiempo del rey D. Fernando y del rey
D. Alonso, antes que fuesen los diezmos, e por cuanto los dichos mercaderes
h ,ban focho enmienda que el puerto de San Sebastio era spero e peligroso,
les daba licencia para cargar y descargar, segn pudieran, en el puerto de
Oyarzun (Pasaje~), que era el ms seguro. Colee. Vargas Ponce, t. XXVIII.
1

HEJ'.MANDAD

D~

LAS MARJSMAS

taba el pas dividido y trabajado por los b.andos de i'iez y


Gamboa, y puso la gente en apremio, con lo cual consigui slo que los bandos se unieran, y con ayuda del conde
de Trevio present batalla su hueste y la desbarat, arrojndole del territorio 1 Llamndose entonces engao e1
magnate, por albal expedido el 2 o de Enero de r 4 7 r , le
situ el rey trescientos mil maraveds de juro, en razon del
poco valor que tenan los diezmos de la mar de Castilla z.
- A pesar de la oposicin, las marismas asociadas conservaban en t>l exterior influencia, d~ que aparece alguna que
otra prueba, modo de eslabn, en la cadena interrumpida
~e las que conducen al discernimiento 3.
Don Hugo de Urris, embajador extraordinario del rey
D. Juan 11 de Aragn en la corte de Borgoa, hallndose
en Bilbao principios de Septiembre de r 4 73, con o bj eto de tomar nave para Flandes y asegurar all alianzas
para la guerra inminente con Francia, escriba su seor
tener averiguado que dos embajadores del rey de Inglaterra haban desembarcado en Guipzcoa, teniendo por
misin tratar derta concordia con los de la costa, que haba de servir la gran armada en preparacin, pero que
los de Vizcaya respondan flojamente, por tener el rey de
Francia sobornados los principales, sobre todo al cabeza
del bando oecino. Entenda convenir la inteligencia con el
conde de Trevio, del bando opuesto, y que, pues se mostraba Vizcaya devota de los prncipes (doa Isabel y D. Fernando), influyeran stos en la concordia con Inglaterra,
conseguida la cual seran, por obligacin del convenio, co.ntrarios Francia 4.
Ao 1470. Cuntalo Alfonso de P alencia extensamente en su Crnica .
D. Toms Gonzlez, Colee. de documentos de Simancas, t . I, p. 3 r .
3 No debi de ser ajena esta influencia una cdula de D. Alfonso V de
Portugal anulando las cartas de marcas, contramarcas y represalia s dadas
sbditos su yos contra los de Castilla, por hostilidades de ciertas nao 5 de Motrico y de San Sebastin. Hllase en la Colee. Vargas Pohce, t. XXXIV.
4 La carta olgrafa se guarda en la Academia de la Historia, Colee. Salazar ,
A . .9;_copia en .e1Apndke.nm 3z . .
. . . .. .. . . __ . _ . .
1

LA MARINA DE CASTILLJ.

Antes quecJa anotado 1 como el contador mayor, Alonso


de Quintanilla, fracas, con riesgo de la vi<la, en el primer
Intento de los Reyes Catlicos para mejorar la Hacien<la,
innovando las co >tumbres por las que las marinas de Castilla
con Vitoria gozaban de 1 bertad com1..leta de comercio y naYegacin, s in entender que rezara con ellos la Ordenanza de
Ja saca de cosas vedadas 2
Disposiciones sucesi\'as insinan como poco, poco, sin
rerjuicio de loar y ratifi1:ar en principio de reinado las or.:..
denanzas y privilegios <le la Hermamlad 3, fuero:1 reformanEn el cnrtulo XIV.
V .nse las d-:mostracio.,es de D . Raael Floranes en el Discurso sobre
lib 'rtaJ Je comercia .te la.:. tres proviizcias v 1sconga as. ant.:riormcnt..: c .taJo.
Los mareantes prdendan aJem ,. akanzar franquela de sus ruertos en ti~mpo
di.: gu..:rr.i como en el d..: p z, por lo que Llicc 11 pct cin envildct al rey en 1 .74
por los de o~va, rara 4u.: lil -u abr , r.1 y sur ~1dero.:. no v.1li ra n las Clrtas
de marca y r ...-r re al1a-.. porlJU" se ma nen n del comerc o ~ xterior, lo suyo
no bastab 1 la VC 111 e na rart..: Jel consu 110, y n n\'CS 1.Xtranjeras lt!S }1'.;var ian
vianJas y pailO", y car<1ban en camhi ) fierro labrado. Dese. b n que, cntr.rndo
all, una ve1. pos: d 1 el ancL1, no pud eran s..:r tomaJos, emharga.i o', ni dt:shonrodos, ni malt1. ta 1os, Hn tes se les dejase y consi ntiera cst . r e and.ir en las
dichas rns rao', e que lo que tr )Xicsen e quisicrcn 11..:var de retorno para sus
tierra" fu.:ra l bre e franco buenamente, ~in les facer mal ni dao ni i11jur a
iJ!.una , sal\'Ci end..: en lo ceYil. Pcdrnn a~i mismo autorir.ac!on pc!ra pod~1 los
dcf-:nJcr e am prar legnlmente, y ~ i menesrer fu1.re, librarlos con m .1 nn arm da de todo mal e d;1o ,. no cmbargantl.! las taJes cartas reales de marc se
r~pn:salias e otr s rrovis ioncs e mand 1m1cntos contrarios, y qu..: los de e~ta
naturaleza fuer.i n ob.:deciJos. e no cumplidos.-Hll.1sc el documento 1.n la
Co 'ec..: n Vargns Pone..:. tomo XXXIX. igual pet:ctn hickron todas las villas de
Guipzcol posteriormente, ot rgJndol 1, en cua 110 los mantentm1enws, los
Heycs Cathos, en cdula d..: ValLdol1J, 2~ de Ent:ro de r...89, copiada en
la m c;rna C lec..:in, tomo XLI.
3 En Bos 1 te, 5 14 J\as d ~ Enero, u10 d..:l Se 1or de 1475, en junta los procuraJores de los escuderos fijos dal.;o:-. de Lis v1llc1s e luarl.!s dda N. y L. pronncia de Gu puzcoa ruegan e piJen n Anton di! Vdt:na, e B r alom de Zu1m1ga, embajadores e mcns~jeros de la Rl.!ina doa lsabel, nue5tra seora y
rc:ina, lo :-ig u 1ente.-Domcnon.
Lo primero por vi1 tuJ d..: los poderes que tienen '.e la seora reina, nuestra
seorn, que loen y np ruel-en y confirmen el quaderno y ordt:nanzas y pr1vilLjos e Cr1 rtas e provisiones dd rey nut:stt o seor, que Dios haya, e de los
otros reyes d..; glor:osa memoria, que la hermandad tiene, porqui! la justicia
t11rezca e el s..:nicio d-:1 re 1 uestro se1 r.
Nos, los dichos Anton de 7Hcna y B.1no 1om de Zulnaga, por v'rtud de
los poJ1.:rl!s d..: la reina nu . . stra s~or u, a nosotros dados, decimos que loamos
1

'J.

HERMANDAD DE LAS MARISMAS

245

do unas y otros de manera que el centro directivo de asoc:acin de las marismas, resistente las alternativas llcvddas
ms all de la frontera 1 ; que el casttl/o sobre ondas, tuviera
cimiento dentro de los lmites de la soberana real. Conviene
el conocimiento de las extractada~ continuacin, por orden
de fechas 2.
Hic'eron saber desde Ocaa, en cdula de 15 de Enero
de 1477 <lirig-ida las justicia~ ordinarias y las de la hermandad de Guipzcoa, estar dispuestos aplicar el rigor de
las ley"s hechas en Cortes los que haba 1 hecho y hacan
ligas y monipodios, escan<lalizando la provincia.
Instigaron desde Mecli 1a del Campo en 9 de Agosto del
mismo ao que conociera la Hermanda<l de un delito cometido en la mar con circunstancias extraordinarias 3.
y aproha:nos los dichos capitules suso contenidos, e prometemos en nombre
de su seona que su Altezn guardar e cumplir y confi.rrnarc todo lo suso dicho, e en firmeza de 1...sto firmamos aqui en nuestro nombres. Fecho en Azcoitia, a 15 de Enero de 1 ns.-Anton de Vaena.-Bartolom.-Conccrtado
con Li "ri,- inal.-llomenjon.
1 En L1 Col..:c. Var6as Poncc. t. XXVII, hay ejemplar d e los estatutos acordados por los habitantes de Labort, a,robaJos por Enrique IV rey d<.: Inglaterra
y dullue d..: A 1uitania en 29 Je Junio d; qq, r formando los dt! la Armariat.
2 Todls se hallan en ld misma Colecc n, t. LXVII.
3 Fu d caso que emb<1rc<1ron en buyue ingls Llest.mido Casdla tres pasajeros guiruz.:oanos y dos vizcanos. Despus ae una borrasca en que la tripulacin hubo J~ vdar, arrovl!chando el reposo d1erun muerte los pasajeros
tr.:mta y tres ingleses, arroja n..i o los 1.uer os al ague1; llevaron la irnve Gulicia y ne:1;uciaron co i Pedro Pr'"z de Sotomayor, el cargamento. Descubrise
el crimen por haber rroja<lo las ola.:; al:;uno~ c .dJvcres en la co . . ta d..: Bretaa, do1dl! lo-; ingle.:;es tue ron idcntificaJos; el c:mhaj 1dor d..: Castilla en Londr . . s, bc1 chiJLr Je Sas1ola c munic la ocurrencia las autoridades de Guipzcoa, con los oombn.:s de 1 s pasaj:ros, y como se supierr1 que uno estaba en
Ono, el asis1ente dt: la Hamandad t:n Guetana trat de prenderlo, mas Je amparnron lo" dd 1 ue1lo alc::gando no tener ail jurisdiccin la Hc:rmnndad. Sostenido d A'i ~ Lnte conden mu ... rte d criminal y los favorecedores, entabl mJose recursos y competercias decididas en ltimo trmino por sus Altezas
mandando que la senh:nc a se viera y en C<1So de traer a arejada ejecucin se
guardara y cum plera. Ac baha Je C.> nstituir,;e slidamente en tod as las proYincias, la Nueva, la Santa H .;rmand ;i d, fundamento de la polida <le los despoblados. 1 brete Dios de dd1to contra cuah.ui1.ra de las tres Santas, deca
Guzmn de Alf rache aludienllo l us tribunales de la lnquis1ci6n, de 11 Hermandad y de la Cruzada,

LA MARINA DE CASTILLA

Desde Zaragoza 30 de Julio de 1481 previnieron que


nadie en Guipzcoa se exceptuara de los repartimientos
anuales que se hacan por fogueras vecinos para sustentar
la Hermandad.
En Vitoria 1. 0 de Enero de r 484 suscribieron consulta
expresando haber visto las nuevas Ordenanzas de la Hermandad hechas en junta de Zarauz y advirtiendo que ernn estas
juntas distintas de las generales de la provincia, aprobaron
la propuesta con modificaciones. Por ltima etapa instituyeron el Consulado de Burgos semejnza de los de Barce7lona y de Valencia, situando en la Cabeza de Castz'lla trib~
nal de Comercio .dependiente de su autoridad, no sin largo
proceso en que resistieron, como era natural, las entidades
perjudicadas.
A la primera carta dada en Medina del Campo 2 I de
Julio de r494, estableciendo la jurisdiccin especial para entender en compras y ventas, eambios, seguros, cuentas entre
compaas de mercaderes, de stos entre s y con sus factores, fletes de naves, gestin de los cnsules en el extranjero, averas, defraudaciones, repartimientos por robos de
corsarios, etc., facultaban al prior y cnsules de Burgos para
administrar justicia, ordenando los factores y cnsules en
Flandes, Francia, Inglaterra, Bretaa, Florencia y otras partes que les dieran cuenta anual, quedando cargo del Consulado fletar los navos de las flotas que fueran aquellos mercados, as de Vizcaya y Guipzcoa como de las villas de la
costa y merindad de Trasmiera, segn que !o tenan de coslttmbre.
Aceptaron la innovacin los procuradores de las villas de
Castilla: los de las pertenecientes las ele Vizcaya, Guipzcoa y lava representaron ser en agravio y perjuicio suyo la
disposicin, porque siempre tuvieron ellos cnsules para entender en lo que Burgos se encomendaba, y les sera gravoso
acudir esta ciudad particularmente para los fletes que era
costumbre hacer donde estaban los navos y las mercancas.

HERMANDAD DE LAS MARISMAS

Vistas las reclamaciones, por cdula firmada en Madrid


14 de Febrero de 1495 mandaron sus Altezas que en da
determinado se juntaran en Briviesca diputados de los puertos
para tratar lo que todos ~onviniera en asuntos de navegacin mercantil, redactando y proponiendo Ordenanzas. No
habiendo llegado en la junta un acuerdo, por nueva cdula
de Tarazana, 20 de Septiembre de l 495 convocaron de.
nevo los reyes dos personas representantes de cada parte
interesada, ante el Consejo, avinindose por fin todos justos
medios sentados en carta prgmatica sancin publicada en
Burgos I 9 de Enero de 149 5, que sirvi para la redaccin
de las Ordenanzas del Consulado 1
Fu .consecuencia de la institucin el arreglo del servicio
uniforme de los cnsules en el extranjero, trabajo que hizo
el Consejo en expediente prolijo, con audiencia informacin de los puertos, de los mercaderes y de los maestres de
navos, terminndose con fijacin de arancel de derechos en
dos -series; una que comprenda los mercados extraos desde
el estrecho de Gibraltar hasta Alejandra, en Oriente, y otra
los de Occidente y Norte, puestas en vigor por real cdula
dada en Medina del Campo r 3 de Septiembre de I 504 2 ,
Pero antes de esto se ofreci ocasin al rey D. Fernando
de asegurar su obra con motivo de las juntas que alegando
costumbre seguan convocando fraudulentamente los de las
marismas. En carta enderezada las villas y lugares de Guipzcoa que estn en la marz"na, desde Valladolid 5 de Octubre de 1498 recordabaque, segn las Ordenanzas vigentes
no podan reunirse procuradores sin llamar para ello al
Corregidor, hacerle saber de ante mano para que, y haber
su licencia.
I Ordenanras hechas por el prior y Cnsules de la Universidad de la Contratacin des ta ciudad de Burgos por sus Magestades confirmadas para en los
negocios y cosas tocantes su juredicin y jurgado. Burgos, en casa de Pedro
de San tillan I 553, folio, gtico. En el principio estn insertas las reales disposiciones -me_nc.ionadas y. de ellas hay co_pias en la Colee. Vargas Pohce, t. XLVII.
2 Copia en la misma Colee. t. XXIII.
-

LA MARINA DE CASTILLA

Menos sati~fechos con el nu~vo orden de cosas en Vizcaya,


aunque al princi_io lo ace1 tnran , hic.eron representacin
alegando ciue de tiem o inmemorial tenan un fiel y <los di putados, que son un cnsul mayor y c;fos me1ores , y universiJad
de mercaderes y maestres de naos y tratantes, los cuales
solan elegir y nombrar por la dicha universiJad en ca<la un
ao, y tenan su sello como univers ida<l aprobada, y sus Ordenanzas usadas y guar Ja<las y confirmaJas por los reyes de
gloriosa memoria, y asimismo tenan sus criados y factores
en Flandes, lngfaterra, Francia, Bretaa y otras partes. Repetan, en una palabra, lo que consta en la escritura de Castrourdiales de 1296, y hub:eron de sostenerlo con fuerte
apoyo pidiendo se les g-uardaran los privilegios al igual de
Burgos, pues se acord la Jenan<la Jeterminando se rigieran
por la pragmtica de 149 5 como si ellos fuese dada, autorizndoles para hacer la Ordenanza del Consulado de Bilbao,
institudo en 22 de Junio de 1511 1
Con esto acab definitivame 1te la existencia de la H ~r
mandad de las marismas prolong-ada travs de los siglos xm, xrv y xv, sin que se perdiera su me noria. Mucho
des puc; de e star consolidada la auto ridad de los reyes de
Espaa, todava en los aos de 1536 1543, mediaro'1 escritura; <le treg-ua y concordia entre <<li putados <le Guipzcoa,
Vizcaya, Encartacion e.., y cuatro villas d ~ la costa de ma:-))
de una parte, y los de Bayona, tierras de La!.Jort, San Juan
de Luz, Cabretn y Bearritz de la otra, esti 1mlando comercio libre y satisfaccin mutua de daos recibido;, con promesa y se rtUridad de no interrumpir estas buenas relaciones

durantJ 'a guerra entre Espa12a y Francia

1 Ordenaw1as tle la ilustre unive rsi fad y casa de Con rata6n de la M. N.


y M. L vil a de Bi bao, insertS sus r a les privile{{i" s. ap rub.7 fas y con fi rm adas por el '''ev n uestro Se1ior I>. Feli e V, (lJ tJ de 1n 7.-H.1 ed ;ci rrnes
de r76o y 179C.-La ~ Jul a d .: institucin es l . .: y 1. , tt. XIJI, lib. IIl Je 1.1 Reco pilaci n.
'
2 E"t n r egi"tra J as esta<; ec;cr itu ra c:; en el n..1 ,. ce del A rchivo :e11era l de Guipcua, impreso t:n San Sehastin, ao 1~87, p. 103 bis, y hay copias en la
Colee. Vargas Ponce, t. XXVH.

SELLO DEL CONCEJO DE SANTANDER

SELLO DEL CONCEJO DE SAN VICENTE DE LA BARQUERA


EN EL SIGLO XIV

----

--

.!'.""""!!!

.\

XVI
CONQUISTA DE LAS ISLAS CANARIAS
13441500

Investidura de la soberana D. Luis de la Cerda.-Protestas.-Expedicin de


Gonzalo de Peraza .- Otra de Juan de Bethencourt.-Sucesores en el seor n. -I 11 c u r ~ ioncs de portugucses.-Incorroracin de las isla-; la coro na
de Castilla. -Conquis ta.-Comercio de escLiYos.-Dicgo de H1.:rrera.-Correras en la costa bereber.-ldem en Guinea y la Mina del Oro.

11

islas Canarias, de muy antiguo designadas


.
' con los calificativos de Elseas, Felices, Afortunadas, Atlnticas; con el de Al I(alidat por
~
los gegrafos arbigos, estaban olvidadas
poco menos, cuando D. Luis de la Cerda, en
captulo anterior mencionado 1 , solicit del papa
~ Clemente VI que las erigiera en reino feudatario de
la Sede apostlica, invistindole con una soberana que ningn otro pretendiente ambicionab::i. El Pontifice accedi
sus deseos expidiendo bula fechada r 5 de Noviembre
de 1344 por la que le conceda, con los derechos reales, el
patronato de las iglesias y monasterios que co~struyese, y
envi los prncipes cristianos letras de partid pacin y ruego
de auxilio al Prndpe de la Fortuna en la empresa de civilizar los pobladores brbaros del archipilago. Protest el
AS

=i

En el V.
P. /!J.

3a

LA MARINA DE CASTILLA

rey de Portugal, afirmando haber descubierto las Afortunadas sbditos suyos y trado Lisboa, por fuerza, algunos
naturales. El de Castilla, Alfonso XI, lo hizo tambin en
concepto de estar las islas comprendidas en la dicesis de
Marruecos, sufragnea de la metropolitana de Sevilla en
tiempo de los godos.
Sin embargo, D. Luis de la Cerda inici algn preparativo
para posesionarse de su reino con galeras que, de buena gana
le facilitaba el rey de Aragn; mas no acabaron de armarse,
fuera por la oposicin de Alfonso XI, fuera por la guerra de
Francia que acudi, como se ha visto, continuando las Canarias en el mismo estado, aunque con ms frecuencia sola
visitarlas algn que otro aventurero.
En 1393 hubo expedicin de importancia bastante para
que llegara noticia del rey Enrique II_I y se anotara en su
Crnica 1 Gentes de Sevilla v de la costa de Vizcaya y Guipzcoa armaron varias naves, proveyndose de caballos; corrieron el archipilago reconociendo una por una las islas;
en la de Lanzarote aprisionaron al reyezuelo con buen nmero de los naturales que trajeron al mercado de Sevilla, juntamente ccm la carga de cera, cueros de cabra y otros
artculos, ms que bastantes costear los gastos, juzgando
por el contento de los armadores y la informacin que al
rey dieron de ser aquellas islas ligeras de conquistar si la
su merced fuese, e a poca costa.
Viera y Clavija, historiador juicioso de las Canarias, retrasa esta excursin hasta r 399, apuntando que la dirigi Gonzalo de Peraza Martel, seor de Almonas ter, llevando cinco
navos, con cuya gente saque en efecto Lanzarote y se
trajo cautivos al rey Tinguafaya con su mujer y unos ciento
setenta isleos.
Utilizando las noticias de este escritor 2 , parece que las
Ao 1393, cap. XX.
Noticias de la historia general de las islas de Canaria, por D. Joseph de
Viera y Clavijo, presbtero. Madrid, 1772, cuatro tomos+
1

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