Libro Verdugo Original
Libro Verdugo Original
Libro Verdugo Original
R O B E R T O M EZA F U E N T E S
DE
recuerda
el verso con su
lo m ataron a pedradas
p o rq u e lloraba de p en a.
Y el poeta, m irando con ojo s de sau
dade a una zona tan lejan a como m i ad o
lescencia, m e ha respondido con resig
nada m elancola: No s donde estn.
Se h an perdido.
IM P R E S O Y H E C H O EN
l'R I T E D AND M A D E IN
IN SC R IP C IO N
C H IL E
C H IL E
N 24411
E D IT O R IA L D E L P A C IF IC O S. A.
A LO N SO O V A L L E 706
SA N T IA G O
cmu
vsw
C hum )
M UNICIPALIDAD DE M U LC H EN
En el primer Centenario de la fundacin de
M U LCH EN ,
MULCHEN
1861
1961
156607
I NDI CE
Pgs.
13
P ortada
23
............................................................................................................................
..............................................................................................................................
27
29
31
L a R u ta T riu n fa l ........................................................................................................
33
i r C opiliue R o jo .................................................................................................................
36
............................................................................................ .............
38
..........................................................................................................
40
E l A lam o ..........................................................................................................................
42
45
Rodeo
..............................................................................................................................
48
..........................................................................................................................
50
Espuelas
M aternidad
...................................................................................................................
52
..........................................................................................................................
53
Potrones
..........................................................................................................................
54
El Buey
............................................................................................................................
55
El G allo
............................................................................................................................
56
57
Cacique
............................................................................................................................
Flor de Chequen ..........................................................................................................
65
66
Corderos
17
Y
el poeta, mirando con ojos de saudade a una zona tan
lejana como mi adolescencia, me ha respondido con resigna
da melancola: No s dnde estn. Se han perdido. Y as
versos, estrofas, poemas enteros.
Prdigo de su tesoro, y vuelve aqu otra vez a cantar la
cigarra lrica, bohemia y despreocupada, el poeta ha derra
mado la msica de su corazn sobre la triste haz de la tierra
confundida por el odio, consumida por la angustia, destruida
por la discordia. A los poetas pertenece el reino de la espe
ranza.
De esos heraldos de la buena nueva es nuestro autor por
el sentir, por el pensar, por el cantar, letra y msica, palabra
y espritu, sangre y alma.
E l verso que queda en el recuerdo del hombre solitario
o del hombre en m ultitud aumenta su corazn, para hablar
con la lengua de oro del maestro Ortega y Gasset, enriquece
su ntim o latido cordial y alcanza la consagracin pura, au
tntica y eterna del alma annima e innumerable del pueblo.
Fue un poeta espaol el que dijo que la gloria por la cual
tanto luchamos, padecemos y sufrimos, consiste paradjica
mente en que una m ujer pura y hermosa solloce con el sen
timiento de nuestra poesa sin saber quin la escribi. Olvi
do, ignorancia, falta de inters por el nombre del poeta. Qu
importa? La gloria, la autntica gloria est ya alcanzada por
haber el verso penetrado con su saeta sutil en el dulce cora
zn indiferente. Que la bella, dice el poeta,
18
22
MEZA
F U E N T E S
P O R T A D A
23
DE
CHI LE
A R A U C O
(Traducido al italiano por Domingo Melfi)
28
19
DE
S E P T I E M B R E
C A N T O
AL
S U R
II
Para alumbrar tus noches se encienden tus volcanes,
la selva es tu santuario, los Andes son tu altar,
y humilde a tus caprichos y atento a tus afanes
sabindose tu esclavo besa tus pies el mar.
31
32
hacerte ms bella
impalpable tul
del Sur destella
tu inmenso azul.
LA
R U T A
T R I U N F A
33
III
IV
C O P I H U E
ROJO
II
III
IV
C O P I H U E
B L A N C O
II
III
IV
Olvidadas y escondidas
al borde de las barrancas
se agrupan mis flores blancas
como palomas dormidas.
Rayos de estrellas perdidas
dan transparencia a mi albor
y aunque en mi plida flor
el rojo ya no resalta
no es que la sangre me falta
es que me sobra d olor!. . .
39
O P I H U E
ROSADO
I
En el doliente concierto
de la agona araucana
yo soy como una campana
que se halla tocando a m uerto. . .
B a jo el boscaje desierto
v el indio en m un arrebol
y cuando enfermo de alcohol
se hecha a m orir en las quilas
yo le dejo en las pupilas
una mentira de sol.
II
III
IV
Z*
Pero an cuandolfa maraa
de angustia el voqui se enrosque
y el puma, seor del bosque,
ru ja su odio en la montaa;
de la secular hazaa
slo yo el emblema soy
porque recordando estoy
con mi dolor tan extrao
que an corre sangre de antao
bajo las lgrimas de h oy l. . .
41
EL
ALAMO
II
0
42
III
B A L A D A
DE
LA
Z A R Z A
II
46
R O D E O
49
E S P U E L A S
M A T E R N I D A D
escultura
Enero,
ternura
el p o tre r o ...
C O R D E R O S
53
E L
B U E Y
55
EL
G A L L O
56
LA
V O Z
D E
LA
S E L V A
II
A pleno sol, con la intemperie en guerra,
llena de agilidad y de donaire,
creci la virgen india de la sierra,
como planta besada por el aire.
III
IV
N.
que
con
que
V
M ora el sol. Siguiendo sus costumbres,
bajo la luz de la naciente luna,
los pjaros salvajes de las cumbres
fueron volando a la montaa bruna;
y al ocultarse ese tropel extrao,
atrs quedse rezagada una
de aquellas viejas guilas de antao,
que al proyectar su sombra sobre el suelo,
abierta el ala donde el viento azota,
no s si dibuj una cruz de duelo,
o bien un pabelln que va en derrota.
Y en su rudo lenguaje,
hecho para los cnticos de guerra,
o para los amores del salvaje,
el puelche que vena de la sierra
le deca que todo en el boscaje
la llamaba al cario de su tierra.
Y, a modo de una rara meloda,
que cantara el ramaje,
escuchaba un clamor que le deca:
VI
V II
64
CACIQUE
5.Verdugo Cavada
65
FLOR
DE
CHEQUEN
LA
GUITARRA
EL
ORGANILLO
Acurrucado en la incierta
niebla que le presta abrigo,
se me imagina un mendigo
que se duerme en una puerta.
Su voz es como una alerta,
tiene filos de pual
y su queja musical
que rueda en amargas gotas
son lgrimas hechas notas
del alma del arrabal.
Y si en la noche dormida
preludia marchas guerreras
los chicos de las afueras
heroicos descamisadosl
suean m orir abrazados
al mstil de sus banderas.
Por esas calles de Dios
va cantando sus canciones;
pero en sus viejos pulmones
ya hay como golpes de tos.
Mas nadie oye en esa voz
a las almas engaadas:
si en las calles apartadas
las lluvias forman esteros
es porque los aguaceros
son lgrimas no lloradas.
Y solo encuentra algn premio
cuando le llora a la vida
en la ventana encendida
de un estudiante bohemio.
Y al renegar de su gremio
ju nto al regio saln
se suele elevar el son
que su amargura refleja,
y que parece una queja
o un grito de rebelin.
Y piensa al ver la avaricia
que lo empuja a las afueras
que el oro, como las fieras,
desgarra cuando acaricia. . .
Y cantando en la injusticia
sigue en busca de su pan.
Ay!... E l alma del gan
es un cordaje sonoro
que devuelve en notas de oro
cada golpe que le dan.
EL
T O R T IL L E R O
Y su doliente cancin
se interna, como un conjuro,
ya por las grietas de un muro
o por las de un corazn.
Y al cruzar el callejn
arrebozado en su manta
oye el eco que levanta
la queja desgarradora
de una guitarra que llora
o de una moza que canta.
No es raro que tenga el viento
algn grito de amenaza
cuando cualquiera que pasa
se burla de su lamento.
74
FLOR
DEL
CAMPO
76
OLVIDADA
En un barrio de arrabal
y en una noche de juerga,
de esas en que el alma alberga
un algo sentimental;
caminando en fraternal
bohemia de diversin
escuch aquella cancin
que lloraba hacia el pasado:
Y mientras su borrachera
dorma uno en un rincn
sollozaba la cancin
con eco desconsolado:
EN
LA
R E J A
me aconsejan qu e te olvide
y no te pu edo olvidar! . . .
Sin ver mi dolor de padre
la ley me impondr, seor,
la pena que ms le cuadre;
y estn mis hijos sin madre
y yo ya no tengo a m o r .. .
V erdugo Cavada
81
A C Q U A
V I V A
A B A T I M I E N T O
Yo el bohemio
yo el errante a
al m irar como
ya no lloro, ni
a travs de la vida,
travs del ensueo,
todo se olvida
escribo, ni sueo.
86
E L E G I A
DEL
R E T O R N O
87
B A J O
EL
R E C U E R D O
89
C O N T R I C I O N
90
B A L A D A
D EL
P E R E G R I N O
91
N I H I L
De diluirme en el zafir
y ser un tomo estelar
y en el azul bogar, bogar
sin rumbo fijo que seguir.
93
DIALOGO
C O N M I G O
M I S M O
II
Desde la cspide sombra
miro hacia atrs con acritud__
Cmo podr llamarla: Ma!
si no he tenido Ju v e n tu d ?...
L E T A N I A S
DE
P R I M A V E R A
Sol de Primavera,
t que por los valles y por las montaas y por los alcores
enciendes la hoguera
que hace estallar besos y germinar flores;
II
III
si ya estaba escrito
que la Muerte fuera nuestra ltima novia,
la Amada Rom ntica que nunca rehuye la cita postrera;
si la vida es sueo,
si el amor es mito;
si es misterio y sombra lo que nos espera,
si desde la cuna todo estaba escrito
Miserere Nobis, Sol de P rim a v era !...
7 .Verdugo Cavada
97
C O N V A L E C I E N D O
II
Un piano
lejano
desgrana las notas del Claro de Luna
llenando de angustia tu cara moruna.
La queja del Sordo sublime y doliente
nos arrolla a modo de una inmensa o la . . .
Se siente
que el genio de un hombre de dos almas tristes ha hecho
una sola.
98
Vindote angustiada
ms te reverencio
y al bajar la noche por la tarde clara
la voz inmortal de Beethoven realza el silencio
cual si en l fuera Dios el que hablara.
III
IV
99
S I N
Esto pienso y te b u sc o .. .
[Pero no ests en torno
de mi llagado corazn!. . . Me siento
como un cuerpo sin sombra y sin reposo.
100
M A N O S
V A C I A S
Y me grit la vida:
Qu hiciste del tesoro
que yo dej en tus manos en ya lejanos das?
Qu has hecho del tesoro?
Y me mir las manos y me las vi vacas.
102
A L T E R C A D O
103
T A R D E
DE
L L U V I A
Tard e otoal.
La lluvia
pone un vaho de angustia en mi cristal
y con su larga cabellera rubia
me envuelve y me hace m a l . . .
Lloro.
Me pesa el pensamiento
como si fuera una montaa de oro.
105
N O C T U R N O
Y junto a mi libro
que abierto me espera
esta noche augusta me estremezco y vibro
como si del ansia de morir viviera.
107
II
109
O R A C I O N
H U M I L D E
110
B A S T A N T E
111
C E R R A N D O
L OS
O J O S
II
III
Verdugo Cavada
113
EL
V I E J O
C A M IN O
14
SE D
115
E T E R N I D A D
116
EL
V I A J E
V I S I T A
118
P A R A
S I E M P R E
Y ha de llegar el da
en que serenamente
se cerrarn mis ojos
para siem p re...
Unas ropas oscuras
unos rezos dolientes
y seguir la vida
como siempre.
Pero s que unos ojos
me llorarn sin verme,
unos ojos, los nicos
que me quisieron siempre.
Y cuando ya mis prpados
en el adis se cierren
esa imagen entre ellos
quedar aprisionada para siempre.
Qu dicha, cuando a modo
de un agua de vertiente
me hunda bajo la tierra,
me pierda bajo el csped
con mi visin querida
para siem pre!. . .
119
P O R
Q U E ?
120
UN
C A M I N O
EN
LA
M O N T A A
121
Cicatriz cruel
de la callada
S que jams
podr borrar
que va a lo largo
senda aquella:
el tiempo amargo
la vieja huella!
II
E L E G IA
E n memoria de mi padre.
II
III
IV
125
A L
P IE
D E
LA
C R U Z
(.Recordando a mi padre) .
LA
C A N C I O N
D E S G A R R A D O R A
9.Verdugo Cavada
129
V I S I O N
De Ramalho D Ortigao
Traduccin del portugus.
130
LA S
D O S
P A L O M A S
II
III
La Abadesa, alarmada, que crea
que el Diablo haba entrado en el convento
y que sin exorcismos no saldra,
consult al Capelln en el momento
en que ste apareci en la sacrista.
Diga, qu hacemos, Capelln? le dijo.
Yo noto a las hermanas intranquilas
y cuando estn al pie del Crucifijo
inclinan ruborosas las pupilas
como quien tiene un pensamiento fijo .
v esas palomas, Capelln? . . . Qu traza!
Desde que la pareja de ese nido
en amantes arrullos se lo pasa,
ni ayunos, ni retiros han podido
volver la paz a nuestra Santa Casa.
He visto a sor Mara que con pena
le preguntaba no s qu a las flores
dejando su covacha de hojas llenas;
y sorprend una vez a sor Dolores
escribiendo iniciales en la arena! . . .
. . ..
1S) :
EL
O B R E R O
EL
P O E T A
El Obrero
E l Poeta
El Obrero
El Poeta
135
III
La Abadesa, alarmada, que crea
que el Diablo haba entrado en el convento
y que sin exorcismos no saldra,
consult al Capelln en el momento
en que ste apareci en la sacrista.
Diga, qu hacemos, Capelln? le dijo.
Yo noto a las hermanas intranquilas
y cuando estn al pie del C rucifijo
inclinan ruborosas las pupilas
como quien tiene un pensamiento fijo .
v esas
Desde q
en amar
ni ayune
volver la
He vist
le pregui
dejando
y sorprer
escribien
ffi matar
ni cortar
respete a
mientras
nuestro anhelo
los' capullos de las flores
a los pjaros su vuelo,
las hermanas sus rubores
la Primavera est en el cielo . . .
LA
C A N C IO N
DEL
B O H E M IO
H U E L L A S
137
P L E N I T U D
139
M O R E N A
Y
y
y
y
IN
MEMORIAM
Yo tengo sed d e am o r
y sed d e vino".
P kdro
A n t o n io
G o n z lez
141
F R O N T I S
142
F R E N T E
U N A
C A L A V E R A
143
C E M E N T E R I O
DE
A L D E A
El ro cjue rumorea
junto a unos nichos sin muertos
parece leer responsos
en el breviario del cielo
II
Tendido a secar al sol
con su humedad de pauelo
all ha de estar para siempre
el cementerio del pueblo.
10.Verdugo Cavada
145
D U D A S
I
Por esta sed de soar
que nos invade al nacer
como un mar;
Por esta ansia singular
que hace al alma florecer
sin cesar
y que nos hace creer
y renovarnos y amar y padecer;
Por este amor de sufrir
y ahondar en la emocin
y morir
un poco en cada ilu s i n ...
Por esta angustia de ir,
sin voluntad ni intencin,
camino del porvenir
vale la pena vivir,
corazn?
II
Por el deseo violento
de posar en un remanso
el vuelo del pensamiento
y de hallar solo un momento
de descanso;
146
147
O T O A L
149
P R O L O G O
EN
DE
P R I M A V E R A
O T O O
II
I II
LA
VOZ
D E L
V I E N T O
La ola ha florecido
bajo el amor del temporal;
crujen las rocas, saltan las arenas
y hay un olor a yodo y sal.
153
n o 3 B i s l l s d c j o b ia v bI
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C T IB IIK
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154
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NOCHE
1) E
OTOO
J U N T O
AL
MA R
P O N T O N
V I E J O
RONDA
DE
P R I M A V E R A
II
III
IV
Los chorros de agua se rean
a carcajadas bajo el so l. . .
Y al alejarre por la umbra,
ebria de fuerza y de alegra,
desde un recodo tentador
la primavera repeta:
A m o r... A m o r !... A m o r ... Amor! ..
EL
S E R M O N
DE
LA
M O N T A A
R E B E L I O N
ALMA DE CHILE
p o r Ignacio
se
Verdugo Cavada.
E D IT O R IA L D E L P A C IFIC O , S. A.
A hum ada 57, C asilla 3547,
Santiago de C hile.