Ni Pueblo Ni Clases, La Sociedad de Masas
Ni Pueblo Ni Clases, La Sociedad de Masas
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l. El desC'uhrimiento poltiC'o de la multitu<l
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colectiva'' de la masa.
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que los md~viduos, por~\ "estn dotados deunalmacolecsus ocupaciones o su cara~ er, de manera completamente dis-
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viduo aisladamente. A~1;1
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el descenso en la regreswn a
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~{:ue las inhibi~iones n:orales de~ap;un e
afectividad Y el instinto pasan a dommar, pomen. o
recen Y la . l' gica" a merced de la sugestin Y del contagio.
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~~'!\~f:a~~ f~f~ntiles, impulsdivas, crduia:;:i:~~ie;-~i~:
masas se agitan, violan leyes, esconocen a
,
sin
bran el desorden all dond~ a parecen.fo~ 1:nd:1\~::J!~? El
control: y no es ese prec1same~tee:tu~ii11el modo como se
psiclogo se plan~~ .entonce!/masa para asi poder operar
produc~ l t suyest1bil~~!~! en la constitucin de las creencias
sobre e a. a e ave se. , " r .osa" permiten detectar los dos
que en. ~u condfigurfac10:1 narem1!1nto el mito que las cohesiona Y
dispos1t1vos e su unc1~
.
el lder que oficia los mit:igico no guarda ya ninguna nostal
Le Bon no es un nos.
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" l ue le asusta de las
gia por otrlos tiempodsemreef~:~
is~urantista que ellas
masas es a especie
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...
Al final del viaje Ortega nos espera con una f;mula que lo
resume todo: "la rebelin de las masas es una misma cosa con lo
que Rathenau llamaba la invasin vertical de los brbaros'' 67
O sea, el retorno de aquella definitiva Edad Media que no es la
histrica, pues no est en el pasado, sino en el futuro-presente y
sus brbaros invadindonos ahora verticalmente, es decir, desde abajo.
Creo que es el momento de recordar la imagen con la que
abra y pretenda sintetizar el sentido del movimiento que subyace a todo lo largo del desarrollo de esta teora: del miedo al
desencanto conservando el asco. Y es que por ms que Ortega
nos repita que el hombre-masa no pertenece a una clase, sino
que habita todas, su referencia sociohistrica se halla en los de
abajo, puesto que ellos son, en la atrasada'Espaa de comienzos
de siglo, los que conforman la mayora, la masa obscena, la
muchedunl.'bre que en esos aos justamente realiza da tras da
insurrecciones, levantamientos a travs de los cuales se alza
-verticalmente!- contra la espesa capa de feudalismo poltico
y econmico endurecido, e invade los sagrados y 'aristocrticos
espacios de la cultura. Frente a la insurreccin popular, que en
los aos treinta alcanza, tanto en lo poltico como en lo cultural08 ,
el momento ms lgido y fecundo de la Espaa moderna, Ortega
escribe un libro con prlogo para franceses, eplogo para ingleses y lleno de guios de ojo a la filosofa alemana, pero del que
est profundamente ausente la propia referencia histrica espaola. Hay un punto, sin embargo, en el que Ortega toca la
historia, y son las referencis a la complicidad de las masas con
el Estado fascista en su necesidad de seguridad. Pero an ah la
crtica se resuelve en un anlisis moral ms que poltico: el
Estado aparece sin raz en lo ec~nmico y el conflicto deriva
hacia lo cultural. Vemoslo ms de cerca.
La relacin masa/ cultura es tematizada por Ortega de un
modo especial en La deshumanizacin del arte, pero los dos
rasgos que para l definen en profundidad la cultura forman
parte sustancial de la argumentacin que se depliega en La
rebelin de las masas. Uno: la "cultura integral" definida por
oposicin a la ciencia y la tcnica, reafirmando aquel humanis
mo que delimita la cultura por su diferencia con l~ civilizacin.
Se propone una.teorla para comprender la modernidad, pero el
espacio de lo que se piensa como cultura se presenta escindido
del trabajo cientfico y tcnico, y aferrado a una mezcla del
clsico cultivo de lo espiritual con elementos de la tica burguesa
del esfuerzo y el autocontrol. Dos: la cultura es ante todo normas.
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4.
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f::~:;;:I~~J~1!;~~~t~d;~hfs~;Ji;;l~~~~
masas en 1a sociedad superara la idealista ~1s~~uc~~de~~~~
flicto social. Salvo en las excepciones d~ ~_.M1lls y . .re
,
. el anlisis cultural es separado del anahs1s de las relac10nes de
d Ello mediante una concepcin de la cultura que, aunq1e
~~ :;~ sin duda el idealismo aristocrtico, permanece a~arra ~
alldealismo liberal que desvincula la cultura del traaJ.~ c~ o
espacios separados de la necesidad .Y ddel Placer,.Y
uc~!~r~ ~
aun culturalismo que acaba reduc1en . o 1a sacie
ac d . d
la cultura a consumo. y de ese modo -otra vez a para oJa e
las coincidencias entre adversarios- la teora elrbor~d~ por
. socilogos y psiclogos norteamericanos contra e pes1~ISJ?O
aristocrtico de los pensadores de los sigl~~ XIX Y XX comc11e
con ste en un punto crucial: la incorporac10~ de ias fsts ~
sociedad significara, para mal o para bien., a is~ ,uc1onsu eracin de las clases sociales. Con lo que sigue hac1en~ose
, . p
bl 1 d de "articulacin" especfica de los conflictos
impensa e e mo o
.
, d 1 d
da
que tienen sulugarenlaculturaylaimbr1cac10n e a em~n
cultural en la produccin de hegemonia. Resultado: un cu ura~
lismo que recubre el idealismo de sus pre.supue.s;0s ~nt~l ~a~
rialismo tecnologista de los efectos y la m:flac10n a is nea e
su mediacin.
'b , d
1 . 1t ra
. Queda la denominacin de popular atri. ill: a a .~ cu .u ,
,de masa operando como un dispositivo ~e m1st1fi.ca~1'?1?- histrica pero tambin planteando por vez primera la pos1b1hdad ~
pen~ar en positivo lo que les pasa cult~r:=1lm:;nteda
ma~as. .
esto constituye un reto lanzado a los "cnticos en os , recc1ones.
la necesidad de incluir en el estudio de lo pop.ular no rlo fuello
ue culturalmente producen las masas, smo tam 1n o que
~onsumen aquello de que se alimenta; y la d~ pensar lo popular
en la cultu~a no como algo limita.do a lo q~e tiene ~ue ~er con ~
asado -y un pasado :rural-, smo tambin Y pnnc1pa1~~n
popular ligado a la modernidad, el mestizaje y la comple11dad
O
de lo urbano.
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