Placer y Obsesión - Sophie West

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Abigail Rossi es lo que se llama una mujer de xito.

Como duea y CEO de una


cadena de tiendas de lencera, ha de tomar muchas decisiones a lo largo del da y est
sometida a mucho estrs. Con cuarenta aos, podra decirse que tiene todo lo que
cualquiera puede desear o soar, excepto una cosa: no es capaz de encontrar a un
Amo capaz de imponerle su voluntad. Hasta que conoce a Keith McKarthy, el hombre
ms exasperante sobre la faz de la tierra, y tambin el nico con la suficiente fortaleza
de carcter para no permitirle salirse con la suya. Keith McKarthy es un hombre duro,
hecho a s mismo, acostumbrado al poder y a que las mujeres caigan rendidas a sus
pies por inters. Sabe que es guapo, que su cuerpo es de los que provocan infartos,
y que las atrae sexualmente por su apostura y por la billetera que guarda en el bolsillo
de la chaqueta, pero que a ninguna de sus amantes le ha interesado jams saber qu
se esconde detrs de la fachada que construy con tanto esmero para mantener
apartado a todo el mundo. Y a l ya le parece bien, porque no quiere que alguna de
ellas se apodere de su corazn. El amor es traicionero, y pone a prueba la cordura de
los hombres. Pero cuando ve a Abigail Rossi por primera vez, no puede evitar pensar
que es la mujer perfecta para l: fuerte, poderosa, segura de s misma est a su
altura en todos los aspectos.

S. West

Placer y obsesin
Pleasures Manor Saga
ePUB v1.0
3L1M45145 17.10.15

Agradecimientos
Cuando escrib la primera entrega de Esclava victoriana y la publiqu, jams me hubiese
imaginado que, en tan pocos meses, conseguira tantas cosas. Recibisteis mi tmida y temblorosa
incursin en este mundo de la literatura ertica con tanto calor y amor, que me dejasteis
sorprendida. Arrastr conmigo a mis amigas (Davina, Kattie y Mamba), hasta este pequeo
sueo que vosotras, las Dirty Army, estis haciendo que sea posible. Nos habis acogido, a
nosotras y nuestras pequeas e imperfectas historias, y nos habis hecho grandes, grandes
receptoras de cario, de risas, de Amor, as, con maysculas, ese Amor que es el ms
extraordinario, el que se da sin esperar nada a cambio, el que se comparte de corazn, el que
hace que nunca nos sintamos solas.
Ahora, somos una pequea gran familia de la que estoy muy, muy, muy orgullosa de pertenecer.
Sofa, Davi, Mai, Adara, Oda, Ashley, Aileen, Yolanda, Hanny, Aine, Mary, Istary, Marian,
Cristina... y tantas y tantas ms. La Dirty Army. Nuestras chicas. Sin vosotras, no somos nada.

Encaje y seda
Saba que aquello no estaba bien.
No solo por la diferencia de edad entre ambos, sino tambin por la relacin profesional que
mantenamos. Siempre me haban dicho que no era bueno mezclar los negocios con el placer, y
hasta aquel momento me haba mantenido fiel a las enseanzas de mi padre en lo que al negocio
se refera, pero caer en la tentacin fue algo tan paulatino y gradual, que a duras penas fui
consciente que lo haca.
Empez con mis ojeadas disimuladas. No poda evitarlo, mirar aquel trasero firme y delicioso
cada vez que sala de mi despacho se convirti en una costumbre. Cuando empez a trabajar en
mi empresa era invierno, y siempre llevaba 1s tejanos cei2 que le marcaban cada 1 de los
tentadores msculos que conformaban la parte baja de su anatoma. Muchas veces me sorprend
rezando para que se le cayera algo y tuviera que agacharse, y las veces que sucedi, le di gracias
a Dios desde lo ms hondo de mi perversa alma.
Despus vinieron las miradas directas. Le sonrea, me pasaba la lengua por los labios mientras
hablbamos, y me quedaba con la mirada fija en los suyos, hablndole con los ojos. Cuando se
daba cuenta sonrea con coquetera, como dicindome te tengo comiendo en mis manos. Y era
verdad.
Durante el verano, cuando los jersis y las mangas largas dejaron paso a las camisetas y la piel al
descubierto, vinieron los roces, y en esto ambos fuimos culpables. Buscbamos cualquier excusa
para tocarnos aunque fuese levemente. Cuando me entregaba los informes, nuestras manos se
acariciaban, recrendonos ms de lo necesario con la excusa de los papeles. O cuando tenamos
que colaborar, 1 al lado del otro, senta2 en la misma mesa, ponamos nuestras sillas tan juntas
que nuestros hombros no dejaban de rozarse; y las rodillas; y los pies.
Nunca decamos nada fuera de lugar, nuestras conversaciones siempre se mantenan dentro de lo
profesional, pero nuestros cuerpos hablaban por s mismos. Cuando estaba a su lado, mi
respiracin siempre se alteraba, volvin2e pesada, rugosa, como si acabara de llegar del
gimnasio despus de una dura sesin. Mi piel se humedeca con el sudor al tenerle tan cerca, y
mi excitacin era evidente hasta para un ciego.
Yo me deca y repeta que era una locura: trabajaba bajo mi mando, era 10 aos ms joven que
yo, y seguramente todo estaba en mi imaginacin y no haba nada de lo que yo soaba.
Hasta que un da entr en mi despacho y habl claramente.
Por cierto, me llamo Abigail Rossi, tengo cuarenta aos, y soy la duea de una cadena de tiendas
de lencera llamada Encaje y seda.
Ya se han ido to2 dijo mirndome con fijeza. Haba cerrado la puerta de mi despacho y se
haba apoyado en ella, indolente.
Elliott era alto, con el pelo castao claro y corto. Siempre luca una mirada traviesa en los ojos, y
la boca torcida en un rictus como una media sonrisa, como si estuviera a punto de burlarse de ti.
Su cuerpo estaba bien definido por los msculos trabaja2 diariamente en el gimnasio del edificio
donde tenemos la central de la empresa. Delgado, alto y flexible, como a m me han gustado
siempre los hombres. La mandbula cuadrada emanaba seguridad y fortaleza de carcter, y los
labios... qu decir de sus labios? Gruesos, jugosos, apetecibles, besables... El nico defecto que
poda achacrsele, era tener una nariz quiz un poquito demasiado grande, pero a m me pona
como una moto pensando en que la usara para trazar caminos por mi piel.
Levant la mirada de los documentos que estaba examinando y la dirig hacia l.
Tan tarde es? Ni siquiera me haba dado cuenta, concentrada en mi trabajo. Estir los
brazos, desperezndome como un gato, y mis pechos se levantaron amenazando con desbordarse
por encima del escote de mi blusa. Lo hice a propsito, por supuesto: quera provocarlo un poco,
dar un paso ms all para ver su reaccin.
Sus ojos bajaron hacia all con la rapidez de un tren bala, y se quedaron fijos. El color azul cielo
del iris se transform en un azul elctrico intenso. Se pas la lengua por los labios,
probablemente sin darse cuenta, y yo sent que mis pezones se erguan de deseo.
S contest sin apartar la vista. Necesitas algo ms de m?

No le dije. Puedes irte.


Sonre subrepticiamente pensando en cun mentirosa era. Claro que necesitaba algo de l! Un
buen revolcn; sexo hmedo, sucio y caliente; que me follara hasta quedar afnica de tanto
gritar. Pero nunca iba a pedrselo. Era mi subordinado, adems de 10 aos ms joven. Nunca
haba sido una asaltacunas, y no iba a empezar entonces, aunque eso no quitaba que pudiera
coquetear con l. Si Elliott se decida y me entraba, ya sera otra cosa. No poda arriesgarme a ser
mal interpretada y acabar denunciada por acoso laboral, tal y como estaban las cosas.
Ests segura, Abby?
No s por qu le permita que me llamara as, ya que nadie ms lo haca. Yo era Abigail para
todo el mundo, o seora Rossi, pero l, siempre irreverente, se empeaba en llamarme por el
diminutivo a pesar de que le haba advertido varias veces para que no lo hiciera. Eso s, nunca lo
haca en pblico, sino siempre cuando estbamos solos.
Estoy segura. Venga, lrgate. Reafirm mi decisin con un movimiento de la mano
derecha. Seguro que tienes alguna novia que te est esperando.
Su risa me sorprendi. Era suave, clida, acogedora, y su sonido me rode como una caricia.
No hay nada de eso. Es imposible con los horarios que me impones.
Pues deberas buscarte a una que trabaje en el mismo edificio.
Me arrepent en el mismo momento en que lo dije, Por qu tena que darle ideas? La ma no era
la nica empresa que tena oficinas en este edificio, y en el gimnasio haba una gran cantidad de
secretarias, administrativas e incluso ejecutivas, que acudan a hacer ejercicio regularmente.
Jvenes, guapas, libres... capaces de cubrir todas las necesidades que un espcimen tan
magnfico como Elliott podra tener.
l se encogi de hombros y se apart de la puerta, dando un par de pasos hacia mi mesa, sin
quitarme los ojos de encima, con las manos en los bolsillos de su pantaln vaquero.
Ay, madre! Me derreta bajo su mirada, caliente, poderosa. Si solo con sus ojos consegua algo
as, qu podra conseguir con sus manos? Su boca? O su polla? Un escalofro me recorri de
arriba abajo, y todo el vello de mi cuerpo se eriz solo imaginndomelo.
Solo hay una mujer que me interesa, y no tengo claro que sea recproco. Me sent morir.
Qu quera decir con aquello? Lo mir con ojos interrogantes, esperando que se refiriera a m, y
temindolo al mismo tiempo. Lo es, Abby?
La pregunta, susurrada con aquella voz tan seductora, consigui que mi cuerpo se licuara,
literalmente, y toda la prdida se produca a travs de mi coo, que se empap de jugos produci2
por el intenso deseo que senta en aquel momento. Tuve que apretar los muslos y respirar
profundamente varias veces para no levantarme de un salto, agarrarlo, tirarlo sobre la mesa, y
follarlo all mismo sin siquiera pedir permiso.
Me estaba volviendo loca.
Tragu saliva con dificultad, y l se dio cuenta de todas mis reacciones. Sonri, arrogante, y se
acerc a m, rodeando la mesa, hasta ponerse tras la silla en la que estaba sentada.
Ests muy tensa, Abby.
El susurro, dicho muy cerca de mi pelo, me provoc estremecimientos; y cuando puso sus
manos, enormes, masculinas, sobre mis hombros para empezar a masajearlos, no pude evitar
temblar.
Qu pretendes, Elliott? pregunt en un balbuceo.
No era yo misma. Nunca balbuceaba, ni me dejaba seducir tan fcilmente. Era una mujer fuerte,
una empresaria de xito, una mujer madura, con experiencia, que saba bien qu y cundo quera
algo, y que no se dejaba manipular por nadie. Cabezota, sobre todo, acostumbrada a mandar, a
hacer que los dems se estremecieran ante mi mirada o mi toque...
Y ah estaba, como una quinceaera, derritindome bajo el inocente roce de las manos de un
hombre que era mi subordinado.
Llevamos meses jugando al escondite respondi. Mis hombros estaban cada vez ms
relaja2, y mi cabeza cay hacia atrs sin que yo pudiera evitarlo, apoyndola en su cintura, y
estoy cansado. Quiero pasar a la siguiente fase. Te encontr, y quiero que seas mi prisionera...

Te deseo, Abby, pero no de una forma convencional. Qu sabes del BDSM y los Amos?
Las palabras prisionera y Amo, y las siglas BDSM me provocaron un estremecimiento de
placer. Mi imaginacin vol sin poder evitarlo, y me imagin desnuda, atada, sometida por su
fortaleza, soportando todo lo que l quisiera darme, llevndome a cimas de placer
inimaginables.
Nunca se lo haba permitido a nadie. Yo estaba acostumbrada a ordenar y ser obedecida, a tomar
decisiones rpidas e importantes bajo presin, en las que pona en peligro el futuro de mi
empresa y los puestos de trabajo de to2 mis emplea2. Y siempre me haba preguntado cmo sera
poder dejar todo eso atrs durante un rato, permitir que fuera otro el que decidiera y se
arriesgara, y limitar mi participacin a una obediencia ciega sin posibilidad de discusin. No en
mi empresa, por supuesto, pero s en algn otro mbito de mi vida, y el sexo poda ser la vlvula
de escape perfecta. Pero, con Elliott?
Antes quiero dejar claras algunas cosas dije con esfuerzo. Sus manos se quedaron quietas.
Creo que se sorprendi que yo claudicara tan fcilmente, aunque no puedo saberlo con exactitud
porque no poda verle a travs de mis ojos cerra2. Nada de juegos en horario de oficina.
Cuando trabajamos, trabajamos, y no puede haber distracciones. Y nada de traspasar los
problemas que puedan surgir, de un mbito a otro. Nada de mezclar emociones: esto es solo un
rascarse un picor, as que no esperes nada ms.
Me parece bien. Pero yo tambin tengo algunas normas que poner. Fuera del horario de
oficina, yo tengo todo el control y hars todo lo que yo te diga. Sin excepciones. Tendrs una
palabra de seguridad para usar, por supuesto, pero te llevar al lmite y no permitir que te
acobardes a la primera de cambio. Entendido?
La seguridad en su voz me envi un escalofro de placer por todo el cuerpo. Todo lo que yo te
diga, sin excepciones. Significaba no tener que preocuparme, no verme obligada a tomar
decisiones, poder liberarme de la presin que supona tener la responsabilidad.
Entendido.
Bien. Redactar un borrador de un contrato privado que traer el lunes; lo hablaremos y
modificaremos hasta que quede a gusto de ambos, y despus, lo firmaremos. Si no tienes
experiencia con este tipo de juegos, es mejor que este fin de semana te dediques a informarte
sobre en qu te ests metiendo. Despus no quiero lamentaciones ni acusaciones, Abby.
Me parece bien.
Hasta el lunes, entonces.
Me dio un beso en lo alto de la cabeza y sali del despacho. Yo me derrumb en la silla,
sorprendida, preguntndome dnde me estaba metiendo.
El lunes trajo el contrato, tal y como haba dicho. Yo haba pasado gran parte del fin de semana
pegada al ordenador, leyendo toda la informacin que pude conseguir sobre el BDSM. Palabras
como caning o edgeplay, me llenaron de dudas, pero pens que todo poda aclararse a travs del
contrato. Ser azotada por una caa? Ni loca. El dolor en tal magnitud no entraba dentro de mis
varemos de lo aceptable. En cambio, otras como cinching, o spanking, me enviaban inequvocas
seales en forma de temblores vaginales, acompaa2 de una excesiva produccin de flui2 a
causa de la curiosidad. No me importara nada que Elliott me tumbara sobre sus rodillas y me
azotara el culo como si fuera una nia traviesa. La sola idea me excit.
Cuando termin la jornada laboral, Elliott vino a mi despacho y hablamos largo y tendido sobre
el contrato, modificndolo muchas veces. Nada de dolor extremo, era una de mis clusulas.
Obediencia absoluta cuando jugramos, era una de las suyas. Confidencialidad, en eso estuvimos
de acuerdo los 2. No quera que nadie supiese nuestra relacin.
Qu es esto de llevarme a un club? pregunt algo indecisa. No me haca ninguna gracia.
Qutalo, nada de salidas. Nos limitaremos a nuestras casas, o a hoteles donde no nos conozcan.
No quiero correr el riesgo de encontrarme con alguien conocido.
Llevars mscara me tranquiliz, y nadie sabr quin eres si t no quieres. Usars un
alias. Es un club BDSM, y ser una experiencia que, estoy seguro, no querrs perderte.
Lo pens durante un momento. La idea era interesante, acudir a un lugar as sin que nadie

pudiera saber quin soy, disfrutar de ser una verdadera sumisa sin el riesgo de que mi
credibilidad como empresaria pudiese salir mal parada.
De acuerdo acept al final.
Aclaramos algunas excepciones que podran hacer que nuestros juegos fueran ms diverti2 y
excitantes, como obligarme a llevar un dildo o pinzas en los pezones durante mi horario laboral,
por ejemplo. Pero no estaba permitido ningn tipo de interaccin sexual en el trabajo, ni siquiera
una leve insinuacin a lo que estbamos llevndonos entre manos. De 8 a 5, incluidas las 2 horas
que tenamos para comer, estaba prohibido cualquier referencia o acto. Y si haba alguna reunin
programada fuera de ese horario, tambin.
Nada de fotos o grabaciones aad. Elliott pareca de fiar, pero no quera correr riesgos: no
sera la primera mujer que haba sido objeto de un chantaje a causa de unas fotos hechas por el
amante de turno. No esperes un aumento de sueldo o regalos caros en compensacin por tus
servicios.
Eso pareci ofenderlo y divertirlo a partes iguales, porque sus ojos rieron y la curva irnica de su
boca se extendi en una mueca.
Solo espero una cosa, Abby, y no tiene nada que ver con el dinero.
No especific qu era lo que esperaba, y eso me dej un tanto desorientada y llena de curiosidad.
Por qu haba dicho aquello? Quiz solo quera hacerse el interesante y el misterioso, por lo que
no le di ms vueltas.
Palabra de seguridad. Tienes alguna preferencia? me pregunt.
Yo lo pens durante un momento, y record una serie a la que mi madre era adicta cuando yo era
pequea. Contaba una historia prohibida entre un cura y una jovencita virginal, y aunque
nosotros no encajbamos en los personajes (Elliott se asemejaba ms a un diablo que a un cura, y
yo de virginal e inocente no tena nada), s haba cierto paralelismo que me hizo gracia, y era el
hecho que, de alguna manera, nuestra relacin tambin podra clasificarse de prohibida en
muchos aspectos.
El pjaro espino dije. Me mir con extraeza; probablemente no tena ni idea de a qu me
refera, pero lo acept sin ningn problema.
En cuanto terminamos de modificar el contrato y qued a gusto de ambos, lo firmamos. l se
guard una copia; yo, la otra.
En el mismo momento en que cerr la caja fuerte donde lo haba guardado, empez el juego.
Qutate las bragas me orden.
El tono de su voz no admita ni rplicas ni equivocaciones: era una orden. Tembl de pies a
cabeza, y tragu saliva con dificultad. Empec a sentirme insegura y a creer que no me lo haba
pensado bien. Qu querra un hombre guapo, atractivo, hermoso, de treinta aos, de una mujer
de cuarenta? Vale, estoy en forma, y sigo siendo atractiva, pero un hombre como l podra elegir
sin problemas a cualquier muchacha ms joven que yo.
No me has odo?
Su voz restall como un ltigo en medio del silencio reinante, y me sobresalt. Me haba perdido
en mis cavilaciones estriles.
S, lo siento.
Pas mis manos por debajo de la falda intentando no levantarla demasiado. Ahora, de repente,
me daba vergenza que pudiera verme. No haba quin me comprendiera! Ni yo misma lo
consegua. Nunca haba sido especialmente pudorosa, ni me haba avergonzado mostrarme
desnuda ante mis ocasionales amantes. Por qu ahora s?
Me baj las bragas y las tir al suelo, al lado de la mesa. Esperaba no olvidar recogerlas despus,
o Marga, la mujer que vena a limpiar por la maana, iba a alucinar en colores cuando las
encontrara.
Ven aqu.
Extendi su mano hacia m con la palma hacia arriba. La cog y tir de m con suavidad hasta
pegarme a l. Puse las manos sobre su pecho y me maravill con el tacto de su musculoso pecho.
All no haba ni un gramo de grasa.

Llevo demasiado tiempo deseando esto susurr, y dej caer su boca sobre la ma.
No me bes: me devor. Inund mi boca con su lengua, y con un baile ertico y agresivo me
demostr quin era el que mandaba all. No me dio opcin a negarme, o a rechazarlo (no es que
yo quisiera hacerlo, tampoco), y tembl de pies a cabeza al sentir cmo la excitacin creca en m
hasta hacerse insoportable. Y solo con un beso.
Cuando empez a subir la mano por mi muslo y se meti bajo la falda, mientras segua
comindome la boca como si le fuera la vida en ello, tuvo que agarrarme la cintura con fuerza
porque estuve a punto de desfallecer. En serio, nunca jams me haba pasado algo as, pero la
fuerza de mis piernas se desvaneci como si to2 mis msculos y tendones se hubieran convertido
en gelatina. Yo me agarr a sus hombros, y cuando su mano lleg a mi pubis y sus labios dejaron
ir un gruido de satisfaccin al notarlo rasurado, cre morir.
Afeitado, como a m me gusta murmur separando sus labios de los mos durante 1s
instantes. Odio encontrar pelos en la comida. Porque ten presente que te voy a comer entera...
Os lo podis imaginar? Solo de recordar aquel momento, mi coo chorrea como una fuente...
igual que lo hizo entonces, y l lo not.
Ests mojada.
Yo jadeaba. Tena todo el vello del cuerpo erizado, me dolan los pezones, mi tero pulsaba y
dola. Y l segua acariciando mis intimidades mientras mantena su boca a escasos milmetros
de la ma.
brete ms de piernas.
No dud. Separ las piernas para darle ms acceso, y meti un dedo en mi coo. Apoy la frente
en su hombro mientras un gemido sala de mi boca, largo, agnico, que le provoc una risa de
satisfaccin masculina.
Eso es, nena; djame hacerte sentir bien.
Nena. Que me llamara as me hizo sentir como una jovencita, y cuando meti otro dedo,
estimulndome, mientras con el pulgar jugaba con el cltoris, el deseo se enrosc en mi bajo
vientre y estall en convulsiones mientras gritaba y clavaba mis dientes en su hombro,
mordindole, llenando de saliva su camiseta y dejando all la marca de la mordida.
Sac los de2 de mi interior y los llev a su boca, chupndolos con ganas, 1 a 1, con los ojos
entrecerra2, como si estuviera deleitn2e con un manjar.
Mmmmmm... delicioso, tal y como esperaba.
Me acompa hasta el sof que tena en el despacho y me ayud a sentarme. Me senta como un
ovillo desmadejado, sin fuerzas ni raciocinio.
Quid pro quo me dijo, agarrndome del pelo y alzndome la cabeza para obligarme a mirar
hacia arriba. Es tu turno de hacerme sentir bien, nena. Hace tiempo que sueo con follarte la
boca.
Me relam, no pude evitarlo. No iba a ser mi primera mamada, pero nunca haba tenido en mi
boca la polla de un hombre ms joven, y la inseguridad se apoder de m. Elliott era un hombre
al que se vea con mucha experiencia, y que saba muy bien qu quera, y me pregunt por
primera vez si yo sera capaz de satisfacerlo.
Desabroch sus pantalones, 1 de esos tejanos que tienen la bragueta con botones en lugar de
cremallera, y los arrastr por sus muslos, llevndome tambin los bxer.
Me alegr de que usara ese tipo de calzoncillos. Eran negros, de seda, ligeros y suaves. Si
hubiera llevado 1s de abuelo, de esos tan feos y blancos, creo que se me hubiera cado la libido al
suelo. Pero no, Elliott tena clase y gusto hasta para eso.
Su polla, firme y gruesa, salt ante mis ojos. Era preciosa, perfecta, recta, dura y suave, con un
glande que haba empezado a llorar lquido pre seminal.
La acarici con la lengua, desde la base hasta la punta, como si de un helado se tratara. l silb
hacia adentro, aspirando aire entre sus dientes apreta2, estremecin2e. Volv a bajar con la
lengua, y me puse 1 de los testculos en la boca y lo chup, suave y fuerte al mismo tiempo, y
utilic mi lengua para estimularlo con provocacin.
Apret el agarre en mi pelo de forma convulsa, como si no tuviera voluntad para evitarlo.

Regres al glande y jugu con l, pasando la lengua pero sin metrmelo en la boca, desafindolo.
No juegues, nena me dijo con los dientes entrecerra2. En tu boca, ya.
La orden no admita rplica ni dilacin, pero no quise obedecerlo inmediatamente. Lo obligu a
imponerse, y lo hizo. Tir del pelo hacia atrs, forzndome a abrir ms la boca, y me invadi sin
ningn tipo de remordimiento. Me mantuvo la cabeza quieta agarrndola con las 2 manos, sin
permitir que la apartara, mientras la follaba. Me meti la polla hasta la garganta, y tuve que
relajar to2 los msculos para que pudiera caber. Era gruesa y larga, ms de lo normal. El glande
chocaba contra mi campanilla, y as y todo, mis labios no eran capaces de rozar su pelvis.
Tuve arcadas, he de admitirlo. Nadie me la haba metido tan profundo, nunca lo haba permitido,
y el atrevimiento de verme forzada hizo que volviera a encender mi deseo. Jams nadie se haba
atrevido a tratarme as. Era excitante.
Gru. Lo hice a propsito. No para quejarme, sino porque saba que la vibracin enviara ondas
a travs de su verga que lo estimularan ms. Me haba puesto de nuevo a cien, y no era justo que
el tero me doliera tanto cuando haca solo 1s minutos que haba tenido un orgasmo brutal. Pero
necesitaba otro, y lo necesitaba ya. As que deslic mi mano hasta alcanzar mi propio sexo y
empec a acariciarme. Nunca me haba gustado masturbarme, pero en aquel momento no tena
ms remedio, porque no pareca que l fuese a salir de mi boca para atender mis necesidades.
Ni se te ocurra sise entre dientes cuando vio mis intenciones. Nada de tocarte. Ahora es
mi turno, Abby. Si te tocas, tendrs que pagar las consecuencias.
Siempre he sido una rebelde, y no iba a cambiar en aquel momento, as que no le hice ningn
caso. Tragu con fuerza aprovechando que tena toda su polla en la boca, lanzndolo a un
orgasmo brutal, mientras yo me acariciaba frenticamente el cltoris hasta poder acompaarlo.
Su semen se dispar dentro de mi garganta, caliente, salado, delicioso, y cuando le segu, mis
gritos murieron ahoga2 por la presencia de su miembro y del lquido espeso que, a pesar de mis
intentos de tragarlo todo, se derram por las comisuras de los labios, resbalando por mi cuello,
empapndome la blusa.
Ca hacia atrs, desmadejada, liberando su miembro. l se dej caer a mi lado, respirando con
agitacin, mirando con fijeza hacia el techo.
Me has desafiado me dijo entre jadeos, y tendr que castigarte. Se qued en silencio,
esperando mi reaccin. Cuando esta no se produjo, sigui: Sobre mis rodillas, Abby, con el
culo en pompa. Voy a tener que azotarte.
Me mir, esperando ver un brillo de rebelda, pero yo me recompuse como pude y me levant
para colocarme tal y como me deca. Antes de hacerlo, me orden:
Espera. Antes de ponerte en posicin, desndate. Completamente. La ropa es un estorbo, y no
la quiero en ti cuando juguemos.
Me estremec. Desnudarme delante de l, mientras me observaba con atencin? Posea un
cuerpo bonito, no en balde me haba estado cuidando durante toda la vida, pero la edad siempre
se nota. Y nunca haba recurrido a la ciruga para arreglarlo.
Pero l tena que imaginrselo. Haba llegado a conocerme muy bien, desde que empez a
trabajar para m. Y si quera verme... que as fuera.
Desabroch el botn, deslic la cremallera de la falda de tubo que llevaba, y la dej caer al suelo.
Ver el brillo de apreciacin en sus ojos me dio valor para seguir. Me quit la blusa, que cay
sobre la falda. El sujetador fue detrs. Cuando fui a quitarme los zapatos para seguir con las
medias, me detuvo.
Djatelos. Ests muy sexy tal y como ests ahora.
Me ruboric, de pies a cabeza. Haca siglos que no me pasaba algo as! Ni siquiera saba que
pudiera ponerme roja como un tomate.
Un color precioso, Abby me adul, sonriendo con picarda, y tu trasero pronto
acompaar al resto de tu cuerpo.
Me puse sobre sus rodillas tal y como me dijo. Apoy las manos en el suelo para equilibrarme,
mientras l pasaba una mano por mis nalgas.
Tienes un culo precioso; estoy deseando follrmelo. Pero no hoy. No podemos tenerlo todo de

golpe, verdad? Deber ir 2ificndome.


Aquellas palabras me estremecieron. Qu haca que este hombre consiguiera todo lo que no
haban conseguido los que le haban precedido? Su voz, firme; y su porte, autoritario. Aquel
Elliott no tena nada que ver con mi ayudante personal; era como si fuesen 2 personas distintas.
La primera nalgada me cogi desprevenida y grit. No fue fuerte, pero si contundente. Despus
me acarici para aliviar el picor.
Esto es lo que pasa cuando eres mala, Abby.
Las siguientes, alternadas entre una nalga y la otra, fueron aumentando mi deseo. Al principio
no; picaba y dola, y empec a preguntarme si esto era lo que realmente quera. Pero poco a
poco, golpe tras golpe, caricia tras caricia, fui excitndome cada vez ms. De vez en cuando,
entre nalgada y nalgada, se entretena en acariciarme tambin el coo. Meta la mano entre mis
piernas y me penetraba con un dedo o 2. Cuando vea que el placer se enroscaba y que estaba a
punto de estallar de nuevo, se detena. Yo me morda la lengua para no soltar alguna barbaridad.
Eres una zorrita muy impaciente, Abby dijo, y me gust. Me gust que me insultara!
Aquello provoc que mi deseo se disparara, y cuando volvi a meter la mano entre mis piernas,
mi tero empez a pulsar preparando un orgasmo arrollador que no lleg al final.
Nada de eso, nena. No vas a correrte hasta que te lo diga.
No poda. Le supliqu, yo jams suplicaba!, pero lo hice entonces.
Por favor, por favor, no puedo ms...
Mis jadeos le hicieron rer, y me dio otro golpe en el culo.
Nada de eso, nena. Recuerdas? Haces lo que yo te diga, cuando yo te diga.
No s cmo lo consegu. Supongo que acab teniendo compasin, porque despus de veinte
nalgadas, con sus consiguientes caricias provocadoras, yo ya estaba llorando de desesperacin,
me oblig a levantarme y a ponerme de 4 patas en el suelo. Se posicion detrs de m y, sin
previo aviso, me meti la polla de golpe, llenndome tanto que cre que iba a partirme por la
mitad.
Me foll duro y rpido. En el despacho solo se oa el golpeteo de nuestras carnes cuando
chocaban, y los jadeos que salan atropelladamente por nuestras bocas. De vez en cuando, Elliott
dejaba ir alguna de sus frases que an me ponan ms cachonda.
Joder, nena, tu coo est hambriento.
Y segua martilleando sin parar, agarrado a mis nalgas, mientras mis pechos se balanceaban
hacia adelante y atrs con cada empuje.
Ests muy cachonda, eres como una perra en celo.
Y as me senta, desesperada, ms viva que nunca.
Me cogi del pelo y tir de l, forzndome a incorporarme. Mis manos no tocaban el suelo y
brace, desesperada por encontrar algo donde agarrarme, pero Elliott desliz el brazo por mi
cintura para sostenerme, y me dej ir, segura que no permitira que me cayera.
Tcate las tetas me orden sin parar de follarme.
Me acarici, y pellizqu los pezones. l era como una mquina, como un martillo hidrulico que
pareca no agotarse nunca. Quera correrme, pero intentaba aguantarme las ganas hasta que l me
permitiera hacerlo, pensando en cosas que nada tenan que ver con lo que estaba haciendo: la
factura de la luz, que aquel mes haba subido ms de lo normal; la discusin con Olvido, mi
diseadora principal, por los cambios que le haba exigido para nuestra prxima coleccin; cosas
por el estilo. Era difcil, casi imposible, y not cmo el orgasmo se abalanzaba, arrollador.
Crrete! me grit, y yo di gracias al cielo. Me dej ir, grit como nunca antes, hasta que se
me rompieron las cuerdas vocales. Convulsion fuera de m, mientras l me invada con su
semen, llenando mi vagina, chorreando por las piernas.
Camos los 2 al suelo. l se dej ir hacia un lado, llevndome con l, no permitiendo que me
golpeara, arropndome entre sus brazos. Nuestras respiraciones parecan el sonido de una
locomotora a vapor a punto de estallar.
Esto ha sido brutal, nena me dijo entre estertores.
Se levant y me cogi en brazos. Yo no poda dar un paso, era como un guiol al que le han

quitado la mano, o una marioneta a la que le han cortado las cuerdas. Me dej sobre el sof, y me
dio un beso en la frente.
Ahora vuelvo.
Se alej de m, y yo fui incapaz de abrir los ojos para ver qu haca. O la puerta del bao que
haba en mi misma oficina, y volvi al cabo de poco con una toalla hmeda, que pas por mi
entrepierna, limpindome. Nunca un hombre se haba preocupado por m de esa manera despus
de haber tenido sexo, ni me haba cuidado, y mucho menos, limpiado con ternura.
Ests bien? me pregunt poco despus. Yo no pude contestar, solo asentir con la cabeza.
Se ech a mi lado, y me rode con sus brazos y piernas, convirtin2e en una manta para m.
Duerme un rato susurr, y me dio un beso en el pelo. He subido la temperatura de la
calefaccin para que no cojas fro.
Yo volv a asentir, y me dej llevar hacia el reino de Morfeo, segura que en sus brazos estaba a
salvo de cualquier cosa.
Una hora despus, despert. A pesar de haberme dormido desnuda, y de no tener ninguna manta
ni nada con lo que cubrirme, no tena fro. Elliott segua detrs de m, tumbado en el sof. Una de
sus manos descansaba sobre 1 de mis pechos. Jugaba con el pezn descuidadamente, y eso lanz,
otra vez, pulsaciones hacia mi coo. Estaba agotada, no me tena en pie, y as y todo, volva a
entrar en la espiral de la excitacin.
Ests bien? me pregunt cuando me vio abrir los ojos.
Estupendamente contest, girndome para encararlo, y estirando mis brazos para
desperezarme.
Me dio un beso en la frente y jug durante un momento con un mechn de mi pelo.
Me alegro. Quieres ir a cenar?
Lo pens durante un momento. Era tentador salir con l, tener una cena encantadora en algn
lugar bonito, pero me record a m misma que no quera que nadie supiera que estbamos lia2.
Nunca era bueno mantener una relacin con un subordinado, pero si encima llegaba a saberse,
los rumores podan destrozar una reputacin de aos. Si yo fuera un hombre, no habra
problema, to2 me felicitaran e incluso me estara permitido vanagloriarme de ello y exhibirla
como un trofeo. Pero en mi caso sera todo lo contrario. De los 2, yo era la que tena ms edad, y
era la que estaba en la posicin de poder, pues era su superior y duea de la empresa en la que
Elliott trabajaba. To2 diran que estaba haciendo el ridculo.
No, gracias. Prefiero irme a casa. Me ayud a levantarme y volvi a sentarse en el sof,
dispuesto a observarme mientras me vesta. l ni siquiera haba llegado a quitarse los pantalones
del todo.
Puedo preguntarte una cosa? le dije mientras me abrochaba la blusa. El asinti sin dejar de
mirarme. Cuando hace un rato entraste dispuesto a seducirme, no pensaste que quiz podra
despedirte?
En ningn momento contest, seguro de s mismo. Saba perfectamente que estabas
deseando que te sedujera. Hace tiempo que lo s. El olor de tu excitacin me llegaba con
claridad, siempre que estbamos cerca el 1 del otro.
Creo que me atragant. Poda oler mi excitacin? Santo Dios! O tena un olfato muy fino, o yo
iba apestando por ah sin darme ni cuenta...
Cmo que podas olerme? pregunte bastante alterada. l se ech a rer; claramente, se
estaba burlando de m.
Se levant y se aproxim. Se puso detrs de m, y acerc sus labios a mi oreja. Me mordi el
lbulo y me estremec. No, por favor, pens. Si empieza otra vez, nunca conseguir llegar
a casa.
No te preocupes, nadie ms se dio cuenta susurr como si supiera qu era lo que haba
temido. Despus se separ y camin hacia la puerta. Ser mejor que me vaya para que los de
recepcin no nos vean salir juntos.
S, mejor contest. Te dar tiempo mientras intento recomponerme.
Cuando lleg a la puerta, se gir para mirarme durante un segundo. Me repas con los ojos de

arriba abajo y se llev 2 de2 a la frente, como si me saludara militarmente.


Un placer, Abby. Hasta maana.
No volvimos a follar en toda la semana. Elliott llegaba a las 8 en punto de la maana, y a las 5 y
minutos de la tarde, cuando se terminaba su horario laboral, entraba en mi despacho, me
preguntaba si necesitaba algo ms de l, y despus se iba. Yo me debata entre la rabia y la
indecisin. Me estaba evitando? Se haba arrepentido de nuestro contrato y no saba cmo
decrmelo? Acaso se haba burlado de m? O simplemente no le haba gustado la experiencia
conmigo, y haba decidido no seguir adelante? Me mora de ganas por preguntarle, exigirle una
respuesta, pero no me atreva. Por un lado, tema la contestacin que pudiera darme; por otro, yo
haba especificado que no podamos hablar de nuestro acuerdo durante las horas laborales, y me
negaba a no cumplir con ello. As que pas 4 das, hasta que lleg el viernes por la tarde,
completamente descompuesta.
Pero ese mismo viernes, contest a todas las preguntas con una sola frase.
Entr con esa mirada en los ojos, entre divertida y provocativa, y me dej un papel sobre la
mesa, con una direccin e instrucciones.
En una hora te quiero aqu me dijo, y si llegas tarde, atente a las consecuencias.
Y sali de mi despacho sin decir nada ms.
Quera jugar, y yo tambin.
La direccin que me haba dado era de un motel de mala muerte que haba en las afueras de la
ciudad. El exterior se vea cochambroso y falto de mantenimiento, y me pregunt si aquello era
alguna especie de prueba. Le pagaba a Elliott un buen sueldo, sin contar las dietas y horas extras
que me costaban un dineral cada mes; y saba que tena alquilado un apartamento en la parte
norte de la ciudad, la zona ms inn. Y me traa a un hotelucho que, con toda seguridad, estara
infestado de cucarachas?
Me estaba poniendo a prueba, eso estaba claro.
Aparqu el coche en el parking y camin decidida hacia la habitacin que me haba indicado en
la nota. Iba vestida como me haba especificado, y me senta indefensa y vulnerable: solo llevaba
encima una gabardina que me llegaba a las rodillas, unas medias de seda, y 1s zapatos con
tacones de aguja de 10 centmetros. Nada ms, y cuando digo nada, me refiero a nada. Me
costaba caminar por el suelo de tierra, y tena que ir dando pasitos con cuidado para no torcerme
un tobillo. Cuando sub a la acera de madera, los tacones repiquetearon en las sombras que me
rodeaban.
Todo estaba oscuro excepto por algunas lmparas que desprendan una luz amarillenta y sucia
que a duras penas ahuyentaban la lobreguez del lugar. Tembl, supongo que tanto de miedo
como de expectacin por lo que podra encontrarme al cruzar la puerta ante la que me haba
detenido. Golpe con los nudillos, y Elliott abri.
Iba enfundado en 1s pantalones de cuero apreta2 y una camiseta negra de manga corta, y en los
pies calzaba unas botas militares. Estaba sexy, y pareca peligroso con su corte de pelo militar y
su pose de tipo duro. Se apart a un lado para dejarme entrar, y cruc el umbral.
Por qu me has hecho venir hasta aqu? le pregunt echando un vistazo a mi alrededor. La
habitacin era fea con ganas, con las paredes pintadas de un color verde sucio, y una cama de
matrimonio que pareca tener ms aos que yo.
l se puso detrs de m despus de cerrar la puerta y echar la llave, y me puso la mano en la
nuca.
No es de tu incumbencia respondi, y su voz restall como un ltigo en mis o2. Dame la
gabardina.
No dud. Saba a qu haba venido, y no iba a empezar con remilgos a esas alturas. Me quit la
prenda y qued completamente desnuda ante l. Elliott la dej sobre la cama y se pase a mi
alrededor, observndome con inters. Me recorra con la mirada, acaricindome sin tocarme.
Sent su calor, mis pezones se irguieron y mi sexo se humedeci, anhelante por sus caricias.
Se par enfrente y dio un paso hacia adelante hasta quedarse a pocos centmetros de m. Me
acarici un pecho mirndome con fijeza a los ojos, valorando mi reaccin. Suspir sin poder

remediarlo, y curv la espalda mientras levantaba las manos para tocarlo.


Manos quietas me orden, y mis brazos volvieron con renuencia a su posicin anterior, ca2
a los la2 de mi cuerpo. Quera tocarlo, acariciarlo, deslizar mis manos por debajo de esa camiseta
que cubra los perfectos msculos que formaban su abdomen.
Cuando apart su mano de mi pecho, lanc un gemido de desazn. Camin hacia el otro lado de
la cama y se puso en cuclillas a revolver en algo que yo no poda ver hasta sacar una cuerda de
seda.
Las manos a tu espalda.
Cada vez que me ordenaba algo, mis pezones se endurecan ms y mi sexo goteaba. No tener que
pensar era liberador, y verme en una situacin en la que yo no tena ni voz ni voto, me excitaba.
Nunca me haba imaginado que aquellas perversiones me haran sentir viva, y mucho menos a
estas alturas de mi vida.
Elliott se coloc detrs de m y se dispuso a atarme los brazos con minuciosa celeridad. No
hablaba, solo poda sentir su respiracin, segura y contenida. En cambio, yo respiraba con
agitacin con cada vuelta de cuerda que le daba a mis brazos.
Enroll la cuerda desde las muecas hasta los co2, asegurn2e con creces que no podra
desatarme ni siquiera accidentalmente. Despus volvi a rebuscar en la bolsa que tena tras la
cama, y sac una barra metlica con esposas de neopreno en cada extremo.
brete de piernas me orden y se agach detrs de m.
As que aquello era para mis tobillos, para impedir que pudiera cerrar las piernas. Sent un
escalofro que me recorri todo el cuerpo mientras oa el ras, ras del velcro al cerrarse en torno a
mis tobillos, fijando la barra espaciadora.
Ests preciosa susurr contra mi odo. Otro da aadiremos ms cosas, pero por hoy,
bastar. No quiero asustarte el primer da, cario.
Subi las manos por mis brazos, detenin2e en los hombros, y me dirigi con cuidado para que
no me tropezara, hasta ponerme a los pies de la cama.
Inclnate.
Me dobl por la cintura hasta apoyar el rostro sobre la cama. Mi culo haba quedado
completamente en pompa, y con las piernas abiertas, mi sexo estaba bien visible.
Una vista preciosa susurr mientras pasaba las manos por mi espalda y se detena en las
nalgas. Mmmm... tenemos todo el fin de semana para nosotros, y me encantara acabarlo
follando tu precioso culito me dijo sin dejar de acariciarlo, Pero antes...
La primera nalgada reson por toda la habitacin. Me cogi desprevenida y lanc un grito de
dolor, pero me mord los labios con rapidez. Despus del dolor, lleg el calor que me recorri
toda la espalda y me eriz el vello y los pezones.
Me dio unas cuantas ms, hasta que dej mi culo bien rojo. El calor suba y bajaba por todo mi
cuerpo, y mi instinto haca que luchara contra las cuerdas para liberarme a pesar que en realidad
no quera hacerlo. Gema, y con cada bofetada que le daba a mi culo, el placer se agolpaba en mi
sexo, hinchndolo y haciendo que goteara de deseo.
Por favor... gem.
Silencio me orden. Lo nico que quiero que salga por esa boquita preciosa son los
gemi2 de rigor, entendido?
Yo asent con la cabeza y cerr la boca con decisin para impedirme hablar de nuevo. l
ordenaba, y yo obedeca.
Se arrodill detrs de mi, y abri mi sexo con los de2. Sent algo de vergenza al saberlo all,
sintiendo sus ojos fijos en mis intimidades.
Tienes el coo hinchado como una fresa murmur. Ests chorreando y yo tengo mucha
sed. Voy a saborear este coito tan dulce.
Cuando la lengua toc mi cltoris, me sacud; empez a lamerme mientras un escalofro de placer
me recorra todo el cuerpo. Me acariciaba con la lengua sobre el cltoris y la entrada de mi
vagina, y despus la introdujo en mi cuerpo, succionando y chupando como si fuese un dulce
helado. Yo gema y grua, maldiciendo por estar inmovilizada. Quera poder tocarlo, moverme,

no s! hacer algo que aliviara la presin que senta que se estaba gestando en mi tero. Pero
cada vez que Elliott se percataba de mi inquietud, se separaba de m durante 1s segun2, el tiempo
suficiente para que el orgasmo que se estaba construyendo, remitiera en lugar de explosionar. Yo
quera maldecirlo por aquello, era como una tortura inmisericorde, hacindome subir hasta la
cima del monte ms alto pero, a pocos metros de llegar a la cumbre, obligndome a bajar de
nuevo hasta el valle...
No vas a correrte an me anunci con sorna. Tengo planeada una larga noche de sexo
desenfrenado, nena, as que ser mejor que te hagas a la idea.
Me deposit un beso en la parte baja de la espalda, y me dio un azote cuando lo maldije en voz
alta por su falta de sensibilidad. Quera correrme, y quera hacerlo ya! Nunca en mi vida me
haba excitado tan rpido con un hombre, pero Elliott consegua volverme loca de deseo.
Cuando se separ, me tuve que morder la lengua para no gritar. Yo jadeaba, desesperada,
mientras lo vea revolver otra vez en la maldita bolsa hasta sacar un anillo y un bote de
lubricante. Se puso de frente a m, arrodillado sobre la cama; se baj los pantalones, y empez a
aplicarse un poco del lubricante sobre el pene, mirando mi reaccin a aquella vista. Era como si
se masturbara. Despus desliz el anillo por su verga hasta llegar a la base, y lo dej all,
apretndolo. La polla era gruesa y ancha, y me mora por tenerla en mi interior. La ansiedad
debi reflejarse en mi mirada y en mi lengua mojndome los labios, porque se rio, divertido,
mientras me deca:
Paciencia, Abby.
Se sent sobre la cama y procedi a desnudarse. Se lo tom con calma, mirndome de vez en
cuando, como si quisiera calibrar mi grado de paciencia; y probablemente era lo que estaba
haciendo.
Yo me mantuve quieta y callada. Lo nico que se oa era mi respiracin jadeante y el ruido de su
ropa cuando caa al suelo. Cuando por fin estuvo completamente desnudo, suspir de
anticipacin. Iba a follarme ya? Porque no saba cunto ms podra aguantar antes de dejar que
mi instinto saliera a la superficie y empezara a exigirle que me follara hasta correrme.
Se movi sobre la cama hasta quedar sentado al lado de donde yo tena apoyado el rostro. Me
acarici el pelo mientras yo mantena fija la mirada en su polla, erecta, majestuosa, adornada con
aquel extrao anillo que la comprima en su base.
No sabes para qu es esto? me pregunt. Haba visto en mi mirada que no tena ni idea.
Con qu clase de hombres has follado hasta ahora, preciosa? me pregunt con sorna. Me
molestaba un poco cuando se pona en ese plan, pero estaba segura que formaba parte del
juego. Esto har que mi ereccin dure ms tiempo y, por lo tanto, podr follarte ms rato sin
eyacular. Pero antes... Me cogi por el pelo, tirando de l y obligndome a levantar la
cabeza, follar tu boca.
Me posicion sobre su enhiesta verga sin soltarme del pelo. Me dola, pero al mismo tiempo los
ramalazos de dolor se expandan por mi cuerpo y se transformaban en deseo cuando llegaban a
mi coo. No entenda por qu el dolor me estaba excitando de aquella manera, pero lo haca. Y
quera ms.
Se cogi la polla con una mano y la posicion ante mi boca. Yo la abr, impaciente por
engullirlo, y me penetr. Con la mano que me agarraba, haca que mi cabeza subiera y bajara
sobre su verga.
Eso es, chpala dijo.
Dej ir un leve gemido y apret ms el agarre sobre mi pelo. Yo cerr los ojos y permit que
dictara el ritmo. No me quedaba ms remedio que hacerlo, porque en mi posicin y estado, no
tena ni voz ni voto en aquello. Estaba completamente a su merced pero, curiosamente, no tena
ni un pice de miedo o desconfianza.
Tu boca es pura seda, pequea me dijo. Me la meta tan adentro que senta su roce en la
campanilla. Yo intentaba acariciarla con la lengua y relajaba los msculos de la garganta para
permitirle que llegara todo lo adentro que quisiera. Tena la polla muy gruesa y larga, y me cost
un milagro conseguirlo.

Me acarici la mejilla y el mentn con la mano que tena libre, para estimularme y
tranquilizarme mientras se hunda en mi boca.
Eres preciosa murmur mientras segua empujando dentro de mi boca. Su sabor era muy
masculino y embriagador. Joder... gimi cuando deslic la lengua sobre la cabeza hinchada.
No tard mucho en cambiar de posicin. Volvi a dejar mi cabeza sobre la cama, y se levant.
Yo no poda ni respirar. Senta los pulmones a punto de reventar, como si el oxigeno ya no fuera
capaz de llegar all.
De repente, sus de2 se hincaron sobre mi trasero. Gir la cabeza para poder verlo entre mis
piernas. Estaba guiando la polla hacia mi coo. Restreg el glande por la entrada de mi vagina,
arriba y abajo, para deslizarse entre mi humedad. Estaba asegurn2e que yo estaba preparada.
Cmo poda dudarlo? Estaba ms que eso, estaba necesitada con urgencia.
Quera gritarle, moverme hacia atrs para empalarme, maldecirle por estar jugando as conmigo,
pero me contuve.
Cuando finalmente se introdujo en m, lanc un rugido de triunfo. Me encantaba la sensacin de
estar llena, y cada 1 de sus movimientos hacan que me estremeciera.
Elliott sali de mi cuerpo y volvi a entrar hacia adelante, con lentitud y mucha sensualidad,
totalmente controlado. No poda comprender cmo poda yo estar desesperada y l mostrar tal
fuerza de voluntad. Acaso yo no consegua hacer que perdiera esa capacidad? Quera que se
descontrolara, que se enterrara en m con furia y ferocidad. Quera que se perdiera tanto en la
experiencia como yo lo estaba haciendo, que no pensara en nada ms que el increble placer que
estbamos sintiendo.
Intent provocarlo, moviendo el culo, y el azote que me dio consigui sorprenderme.
Paciencia, princesa me dijo con voz clida y contenida. Pareca que estuviera hablando
entre dientes. Poda ser que toda esa contencin no fuera ms que una fachada?. Quiero que
esto dure y que sea muy bueno para ambos, y no lo conseguir si no dejas de moverte.
Sonre. De repente, todas las dudas desaparecieron y me di cuenta de que s, que l estaba tan
desesperado como yo, solo que tena ms experiencia en disimularlo.
Las manos de Elliott se apretaron sobre mi culo, y su cuerpo se tens. Supe que estaba a punto de
correrse. Se retir hasta que el glande se qued justo en la entrada, y despus se enterr de nuevo
con rapidez y pasin. Jade y tembl, me sacud sin control. Quera correrme! No poda
aguantar ms...
Estoy cerca, cario... murmur sin dejar de golpear mis nalgas con su pelvis. Crrete,
ya!
No pude resistirme a la orden. Elliott me agarr los 2 cachetes con fuerza mientras me embesta
con decisin una y otra vez, cada vez ms y ms fuerte. Estaba llegando hasta lo ms profundo
de m, y la friccin era tan deliciosa que todo empez a dar vueltas a mi alrededor.
Cerr los ojos y me dej ir tal y como me haba ordenado. El xtasis comenz en la parte baja de
mi vientre, golpendome con brutalidad, arrollndome y extendin2e como un ro desbordado,
arrasando con todo lo que encontraba a su paso. Una onda expansiva que se convirti en una
increble explosin que me desintegr en minsculos tomos y me reparti por el universo.
Yo no poda respirar, mientras Elliott ganaba intensidad y fuerza, golpeando los cachetes de mi
culo con sus caderas. Cerr los ojos y me qued quieta, completamente saciada, dejando que los
temblores de mi orgasmo fueran desvanecin2e mientras l segua movin2e detrs de m.
Y entonces se tens y se enterr bien hondo en m, mantenin2e ah mientras su cuerpo se
retorca y sacuda, presa de su propio orgasmo. Rugi como un len, con los de2 clava2 en mi
carne, estremecin2e. Sent los chorros calientes de semen en mi vagina, llenndome y
desbordn2e, resbalando por mis muslos.
Maldita sea exclam cuando pudo recuperar el control de su cuerpo. Quera que durara
ms, pero nena, eres tan jodidamente estrecha. Tu coo se ha aferrado a mi alrededor como un
puo, y no he podido contenerme. Sali de m y me pas la mano por la espalda,
reconfortndome. Respiraba deprisa, agitado, haciendo un ruido ronco que me estremeci. Yo le
haba provocado esto, y haca sentirme poderosa. Descansaremos un rato sigui, y empez a

desatarme los brazos con rapidez, para continuar con las restricciones de las piernas.
Cuando por fin estuve libre quise moverme, pero no pude. l solt una risita antes de cogerme en
brazos con cuidado, y ponerme en la cama. Frot mis brazos para ayudar a que el riego
sanguneo volviera a la normalidad. Me hormigueaban, pero no me import lo ms mnimo.
Cerr los ojos y dej que el sueo me venciera, segura de que l cuidara de m.
Un par de horas despus, me despert el agradable aroma de las patatas fritas y la hamburguesa.
Mi estmago gru, y o la risa divertida de Elliott entre las brumas del sueo.
Abr los ojos y lo vi sentado al borde de la cama, con 2 bolsas del McDonalds.
Cmo...? intent preguntar.
El dueo del motel ofrece cualquier servicio a cambio de una propina generosa contest
antes de que yo terminara.
Sonre y me desperec, feliz. Saba que no me habra dejado sola en aquel lugar de mala muerte
para ir en busca de comida, y me enterneci que trajera un par de hamburguesas de aquellas. No
me permita a m misma ese tipo de comida casi nunca, y cuando lo haca, despus me senta
culpable por el exceso. No he sido nunca una adicta a las dietas, ni mucho menos, pero siempre
procuro comer sano. En mi familia, los infartos de miocardio son algo demasiado habitual, y
cuando cumpl los treinta decid que iba a hacer lo posible por no engrosar esa lista.
No puedo comer eso le dije, hacindome la remolona.
Pues vas a hacerlo, Abby me contest fijando su mirada en m. Y no discutas.
Y ah estaba. Ya no era responsabilidad ma el hacerlo, por lo que la culpa ya no se presentara.
Ahora lo culpara a l, y se ensanch la sonrisa de mi cara al darme cuenta de que lo haba hecho
a propsito. l conoca de primera mano mis luchas cotidianas entre lo que me gustaba comer, y
lo que me permita. Creo que en aquel momento, lo ador.
Eres un peligro para mi salud brome.
Y t lo eres para mi cordura replic, dndole un buen mordisco a su BigMac.
Cenamos con ganas. Me deleit con las patatas fritas, cerrando los ojos mientras las masticaba,
paladendolas. O la risita divertida de Elliott, y lo mir con los ojos entrecerra2, fingindome
molesta, lo que lo hizo rer ms hasta que yo acab acompandolo. Pareca que estuviera
comiendo todo un manjar en lugar de una simple hamburguesa con patatas fritas.
Cuando terminamos, sacudimos las sbanas. Habamos comido encima de la cama, y la
habamos llenado de migas. Cuando la tuvimos arreglada de nuevo, me mir y en sus ojos vi que
estaba tramando algo. Me estremec de anticipacin. Qu me tendra preparado?
Yo estaba de pie al lado de la cama, y se acerc a mi. Su cuerpo se mova como el de un felino,
sigiloso, con movimientos flui2. Me cogi la barbilla con 2 de2 y me oblig a alzar la mirada
hasta que nuestros ojos estuvieron fijos los 1s en los otros.
Es hora de la siguiente fase, nena.
Vi tal intensidad en su mirada, que tuve miedo. Tragu saliva y habl sin pensar:
Pero es tarde, debera irme ya a casa y...
Nada de eso, nena. Este fin de semana es mo, y solo mo. Comprendido?
Pero tengo una cita familiar que...
Nada de eso me cort, algo molesto. Recuerdas lo que me dijiste el da que empec a
trabajar para ti? Si no est en mi agenda, no existe. Yo gestiono tu agenda y no hay ninguna
reunin familiar este fin de semana.
Me haba pillado. Haba mentido descaradamente porque me surgieron dudas cuando vi su
mirada intensa, o quiz lo que quera era provocarlo, o probar sus lmites. Fue un intento algo
absurdo.
De rodillas, nena, a los pies de la cama.
Tragu saliva de nuevo y lo obedec. l se puso detrs de m, y me empuj la espalda hacia
adelante hasta que mi rostro y mi pecho estuvieron en contacto con la cama.
Separa las piernas. Lo hice, y not cmo l se arrodillaba tambin. Tienes un culo
precioso me dijo mientras me acariciaba.
Esper que me azotara. Quiz eso era lo que haba estado buscando con mi pequeo intento de

rebelin? Separ los cachetes y pas un dedo por mi ano. Me estremec. Que me tocara en aquel
lugar era muy extrao.
Has hecho sexo anal alguna vez? me pregunt.
No.
Eso pareci sorprenderlo, porque su dedo, que dibujaba pequeos crculos, se qued inmvil
durante un segundo.
Como puede ser eso? No eres del tipo de mujer remilgada a la hora de tener sexo.
No s... contest, pero lo cierto era que en aquel momento me dio vergenza admitir la
verdad. Pareca algo tan absurdo.
No me mientas, Abby.
Su voz transmita un filo de dureza, como si le molestara de verdad que yo intentara engaarlo,
aunque fuera en algo tan nimio como aquello.
Es que...
Cuntamelo, nena. Su tono volva a ser tierno. Sabes que puedes contarme cualquier
cosa. Confa en m.
Confo en ti le dije, y en aquel momento me di cuenta de que era cierto. Confiaba en Elliott.
Tena que hacerlo cuando nuestra relacin era solo la de empresario y empleado, y despus
empec a hacerlo con mi cuerpo cuando decid que le permitira introducirme en este mundo.
Ahora me tocaba confiar en l tambin con mis temores, aunque fueran estpi2. Es una
ridiculez confes, pero es que... tragu. Tena tanta vergenza en aquel momento!. El
ano es algo sucio, Elliott. La funcin que tiene es la de...
Entiendo. No dej que siguiera hablando porque lo haba comprendido al momento. Acerc
su boca a mi odo para susurrar. Pero voy a contarte un secreto: cuando folle este culito tuyo
tan sexy, lo disfrutars de tal manera que querrs que te lo haga cada da. Se te olvidarn to2 los
mie2 y las aprensiones, Abby; te lo prometo.
Me estremec, porque le cre. Ya me haba dado un placer inimaginable hasta aquel momento, y
lo que me prometa era ms placer. Iba a morir en aquella habitacin de motel. Asent con la
cabeza, incapaz de hablar, embargada por una emocin intensa.
Empecemos dijo.
Alarg el brazo para alcanzar la bolsa que segua en el suelo, aquella de la que anteriormente
haba sacado la cuerda de seda y las restricciones para mis piernas. Sac un plug anal junto a una
botella de lubricante.
Cerr los ojos e intent relajarme. Saba que era necesario para que mi ano no ejerciese
demasiada resistencia a lo que Elliott iba a hacerme.
El primer contacto del gel fue fro. Lo extendi sobre y dentro de mi cavidad, introduciendo un
dedo en su interior. Me mor de vergenza al pensarlo, pero apret el puo con fuerza, luchando
contra aquella incomodidad emocional que no iba a llevarme a ningn lugar. Al cabo de poco,
empez a introducir el plug, muy lentamente, teniendo cuidado de no hacerme dao.
Eres tan estrecha... susurr Elliott. Tu culito virgen va a volverme loco, nena.
Yo jadeaba. Sentir aquella presin en mi interior era algo extrao, pero no desagradable.
Incmodo, s, por lo menos al principio.
Te acostumbrars, Abby me dijo cuando termin, dndome una palmada en la nalga. Y
ahora, de pie. Antes me has mentido, y eso ha de tener un castigo.
Me levant, pensando en qu me iba a hacer, imaginndome mil cosas placenteras; pero me
sorprendi al poner una silla en la esquina de la habitacin, cara a la pared, y ordenarme que me
sentara all, en silencio. Sentarme cuando acababa de meterme un extrao objeto en el culo?
Dirig mis ojos hacia l, pero mi mirada no debi gustarle porque frunci el entrecejo y seal la
silla con el dedo en un gesto bastante parco. Camin con renuencia, y me sent. La presin se
multiplic, pero permanec quieta. Cunto tiempo me iba a tener all, castigada como si fuese
una nia pequea? No me hizo ninguna gracia, pero lo aguant.
Me pareci curioso que no me molestaran las nalgadas, algo que requera violencia, y que s me
ofendiera que me castigara cara a la pared. Elliott se mova a mi espalda, pero yo no vea qu

haca. Intent mirar de reojo, girando un poco la cabeza, pero su voz me advirti que ni se me
ocurriera dejar de mirar la pared. Al cabo de 1s segun2, o la televisin. El muy maldito estaba
viendo la tele mientras yo estaba all!
Resopl, y el dej ir una risa contenida al orme.
No te gusta tu castigo, nena? me pregunt, sardnico. Es bueno saberlo. Y espero que lo
recuerdes la prxima vez que intentes mentirme.
Se dedic a zapear durante un buen rato, cambiando de canal una y otra vez. Yo estaba segura
que se aburra, y ms tenindome a m all, pudiendo volver a follarme como saba que estaba
deseando, pero su orgullo le impeda perdonar mi desobediencia. Sonre. Pronto se cansara.
Pero no lo hizo. El muy... encontr una pelcula que le gustaba, y me tuvo a m all, castigada
cara a la pared, durante las 2 horas que dur. Cuando por fin la pelcula termin, Elliott apag el
televisor, y me orden que me metiera en la cama. Ahora volver a follarme, pens, pero volv
a equivocarme. Se acost a mi lado, me atrajo a sus brazos para rodearme con ellos, me dio un
beso en la frente, y me dio las buenas noches.
Me qued ab8rnada. Yo tena un calentn de mil demonios, un trasto metido en el culo que me
haca sentir incmoda, y l me ordenaba dormir! Cmo esperaba que lo consiguiera? Y sin
quitarme aquella cosa del culo? En serio?
Ah, dijo con voz adormilada, casi se me olvida. Maana por la tarde saldremos. Estamos
invita2 a una fiesta en el club que frecuento. Vendrs como mi sumisa.
Yo abr la boca para mandarlo a la mierda, pero me mord la lengua a tiempo. No tena ganas de
volver al rincn del castigo, as que me obligu a aceptar su decisin e intent dormir como
pude. Que no fue mucho.
A las 7 de la maana me despert con l encima, follndome. Haba aprovechado mi sueo para
estimularme y excitarme, y despert jadeando al borde del orgasmo. Yo haba mezclado realidad
con sueo, y haba estado soando una cosa muy rara: me haban secuestrado y era la esclava
sexual de un vikingo alto, rubio y muy fuerte, que me trataba como si fuera una mierda, pero yo
beba los vientos por l. Cuando abr los ojos l me estaba violando otra vez, aunque no s si
violar es el trmino exacto ya que yo estaba ms que dispuesta, aunque no me mostraba as.
Haba luchado con uas y dientes hasta que l haba conseguido someterme.
Estaba tan excitada con el sueo, que en cuanto abr los ojos me corr como una posesa, gritando
y araando la espalda de Elliott, totalmente fuera de m. La sensacin de su polla llenndome el
coo, mientras el plug me llenaba el recto, haba sido devastador. Por un momento pens en qu
se sentira si me follaran 2 hombres a la vez.
Ah, mi princesa Caraboo me susurr cuando, despus del orgasmo que tuvo, se dej caer a
mi lado y me abraz.
Princesa Caraboo? pregunt yo, extraada.
S, porque tienes a todo el mundo engaado, hacindote pasar por lo que no eres, igual que
ella.
Yo no engao a nadie repliqu, molesta. Elliott solt una risita que se enmara en mi pelo.
Por supuesto que lo haces. Todo el mundo piensa que eres una mujer de negocios fra y
calculadora, que controlas tu vida hasta las ltimas consecuencias, no dejando nada al azar. Y en
cambio, aqu ests, comportndote como una sumisa apasionada capaz de aceptar todo lo que
tengo intencin de darte, sin protestar, disfrutando de cada segundo, gritando de placer. Eso no
es engaar?
Lo pens, y quiz s tena razn. Pero mi vida profesional nada tena que ver con mi vida ntima,
y necesitaba aquello que Elliott me estaba dando: unas vacaciones de m misma, de mis
responsabilidades y preocupaciones.
Supongo que tienes razn admit al final, y volv a dormirme, totalmente relajada, satisfecha
y feliz.
La tarde de aquel sbado, tuve mi primera experiencia como sumisa en un club BDSM. Fue algo
extrao, pero excitante.
Elliott me haba proporcionado la vestimenta que consider adecuada. No quera que me sintiera

cohibida o expuesta, por lo que procur que el vestido me cubriera decentemente sin dejar de ser
sexy. Era de piel elstica, y se pegaba a mi cuerpo contorneando perfectamente mi figura; negro,
corto hasta medio muslo, y con un corpio que juntaba y alzaba mis pechos, que asomaban tmi2
por un escote que no era escandaloso pero s incentivador. Completaba el conjunto unas medias
de encaje y 1s zapatos de tacn de aguja, tambin negros, adems de un collar de sumisa que, me
dijo, mantendra aleja2 a los doms que estuvieran a la caza de subs sin Amo.
Me cubri el rostro con una mscara que me tapaba media cabeza y que dejaba solo a la vista la
parte baja de mi rostro.
Mrate me dijo, ponindome ante el espejo del bao. Nadie te reconocera.
Me mir, y me sent un poco ridcula. Me re, aunque intent no hacerlo.
En serio me obligars a salir as a la calle? le pregunt con humor.
Por supuesto que no mascull, quitndomela y guardn2ela en el bolsillo de su cazadora.
Te la pondrs en el coche, en el aparcamiento, antes de entrar en el local. Y no es discutible.
No pensaba discutir, Elliott le susurr colgndome de su cuello y estampando un beso en
sus labios.
No provoques replic con una sonrisa torcida, mientras su mano se deslizaba por mi muslo
hasta llegar a mi trasero. No llevaba bragas, tal y como l quera. Me acarici y en sus ojos vi
que el fulgor de la pasin se encenda. Ser mejor que nos vayamos dijo apartn2e de m,
o te tumbar sobre la cama y te follar ese culito despus de azotarte por traviesa.
Nunca haba estado en un local como aquel. Desde fuera no poda adivinarse qu se esconda
detrs de la puerta de doble batiente, de madera de nogal, cristal opaco, y enrejado negro. No
haba ninguna indicacin, ni rtulo o cartel. Pareca una puerta cualquiera de un edificio
cualquiera.
Elliott pic en el timbre y sali a abrir un hombre vestido con un traje negro, de solapas
estrechas. Pareca un agente de la pelcula Men in Black y casi me dio la risa tonta. Nos mir;
primero a m, de arriba abajo, evalundome bien, y despus a Elliott, que haba fruncido el ceo
al ver en el rostro del portero el inters que yo haba despertado en l.
Hola, Elliott dijo al fin. Adelante.
Se apart para dejarnos pasar. El vestbulo era como un pequeo despacho decorado en tonos
oscuros y dora2. Haba un escritorio con varios impresos encima. Elliott cogi 1 y me lo tendi.
Tienes que rellenarlo, y firmarlo para poder entrar. Es una declaracin que eres mayor de edad
y que acudes aqu libremente como mi invitada. Yo tambin firmar.
En serio? le pregunt, sorprendida. l me mir y alz una ceja.
Cario, aqu no se viene a jugar al mus.
Me re, no pude evitarlo. Nos imagin a ambos senta2 en una mesa, desnu2, jugando a cartas.
Mmmm podra ser interesante, verdad?
Rellen el papel con mis datos y firm bajo la atenta mirada del portero. Elliott firm tambin, y
entonces nos dej pasar.
Fue como pisar otro mundo.
El local era muy amplio, con diferentes ambientes. Solo entrar te encontrabas con una barra en la
que haba varios camareros, de ambos sexos, sirviendo las bebidas, y era la zona ms iluminada.
Un poco ms all el local se abra en abanico. En el centro, varias zonas de butacas colocadas en
crculo daban la impresin de ser ms reservadas, separadas entre s por una barrera de helechos
que colgaban del techo, y rodeaban una pequea pista de baile que en ese momento estaba
ocupada por 3 parejas. En los laterales, haba diferentes escenarios con alg1s aparatos que ya
haba visto durante mi investigacin del mundo BDSM y que parecan saca2 de un catlogo de
torturas medievales, y otros que ni siquiera saba qu eran.
No haba mucha gente, y la mayora de ojos se dirigieron hacia m en cuanto puse un pie en el
interior. Elliott, que me llevaba cogida de la mano, me la apret levemente para darme confort y
tranquilidad.
No te preocupes, preciosa me dijo susurrndome en el odo. Hoy solo venimos a mirar...
a no ser que t misma te animes a probar algo, de acuerdo?

Yo asent con la cabeza, aliviada. Todo aquello pareca que iba a superarme de un momento a
otro, pero saber que l no iba a exigirme nada aquella noche, me tranquiliz y me ayud a mirar
con creciente curiosidad sin sentirme presionada.
Observ a las 3 parejas que estaban bailando. Una de ellas me llam poderosamente la atencin
porque la chica llevaba, alrededor de su cuello, un collar del que penda una cadena que estaba
sujeta con firmeza en la mano del hombre. Solo vesta una minifalda tan mini, que pareca ms
un cinturn ancho que dejaba a la vista la mitad de sus nalgas y su depilado coo. En lugar de un
top, llevaba unas pinzas para pezones que apretaban concienzudamente, y estaban unidas entre s
por una fina cadena dorada que brillaba con cada giro de ella. l luca una poderosa ereccin que
con los pantalones apreta2 que llevaba, deba constreir dolorosamente.
Elliott me ofreci el brazo como un caballero, y me agarr a l. Caminamos por all, paseando
entre las mesas. l lanzaba un saludo de vez en cuando, alzando una mano, o con un cabeceo de
reconocimiento, mientras mis ojos iban de un escenario a otro. En 1 haba una mujer desnuda
atada a una cruz de san Andrs, y miraba provocativamente a un hombre que estaba ante ella y
que jugueteaba con unas cosas metlicas que no pude ver qu eran. Me excit, y la caricia del
aire fresco contra mis partes, privadas de ropa interior, fue desconcertante.
En otro haba una chica a la que le haban dejado los pechos al aire. Estaba colgada del techo por
unas cadenas, y su Amo estaba azotndole las tetas con un ltigo mientras ella gema de placer.
El resto an estaban vacos, supuse que a causa de la temprana hora. Se iba a llenar ms tarde?
Qu te parece todo esto? me pregunt Elliott. Yo me estremec ante su voz ruda y
masculina.
Excitante contest sin dudarlo.
Quieres probar algo?
Lo mir. Estaba claro que l s tena ganas de hacerlo. Sonre, pcara, sabindome quin mandaba
por una vez. l entrecerr los ojos, probablemente adivinando mis pensamientos.
An no lo s contest, fingiendo inocencia.
Sentmonos un rato.
Se sent en 1 de los divanes del centro y me arrastr con l cogindome por la cintura. Ca sobre
sus rodillas, sentada. Intent moverme hacia un lado, pero me lo impidi.
Aqu ests muy bien me dijo, acaricindome la pierna. A mi alcance, nena.
Su mano fue subiendo poco a poco sin que dejara de mirarme a los ojos. Yo me perd en ellos y
en aquella lenta caricia que iba erizndome el vello y provocando en m una excitacin que
empez a ser evidente en la humedad que me impregn la entrepierna. Mov el trasero y junt las
piernas, intentando aliviarla, y Elliott solt una pequea carcajada.
Pequea viciosilla me susurr acercando su boca a mi odo. Ests cachonda, nena.
Yo gru, en parte porque tena razn, en parte porque me molest que la tuviera. Me conoca
mejor que yo a m misma.
Hasta aquel momento, lo nico que haba habido entre nosotros haba sido en la privacidad de mi
despacho una semana atrs, y entre las 4 paredes de la habitacin de un motel la noche anterior.
Sin testigos. Sin nadie ms a nuestro alrededor. Estaba claro que l quera experimentar hasta
dnde estaba yo dispuesta a llegar en este mundo, ponindome a prueba para saber qu me
excitaba y qu no. Y estar all, delante de toda aquella gente, excitndome con las escenas que
estaban ocurriendo ante mis ojos, me estaba poniendo a mil por hora. Era como el pez que se
come la cola, y estaba a punto de tener un orgasmo sin que nadie me tocara... hasta que me toc.
Elliott pas la frontera de la falda, internando su mano hacia mi sexo, y con un leve empuj de su
palma, me incit a abrirme ms de piernas y me acarici. Yo me agarr a sus hombros y me
mord los labios para ahogar un gemido. Me meti un dedo, despus 2, mientras con el pulgar
empez a torturarme el cltoris con intensidad. Agach la cabeza hasta que escond el rostro en
su hombro y le mord con fiereza cuando el orgasmo me asalt, atravesndome con velocidad,
haciendo que todo mi cuerpo se sacudiera con violencia.
La risa satisfecha de Elliott lleg hasta mis o2, dominando cualquier otro sonido, incluso la
msica que estaba sonando en los altavoces y que haca que las parejas que an estaban en la

pista, siguieran bailando ajenas a cualquier otra cosa.


A medianoche el local estaba lleno a rebosar. Nunca me hubiese imaginado que el BDSM
pudiese mover a tanta gente, pero as era. La mayora de los Dom eran hombres, pero tambin
haba bastantes mujeres que se vea claramente que lo eran, y no solo porque llevaban a sus subs
masculinos caminado detrs de ellas en actitud sumisa; se vea en la manera que tenan de
caminar y de moverse por all, en sus miradas, sus gestos y su manera de hablar. Irradiaban la
misma fuerza que emanaba de m cuando estaba en mi trabajo. Y eso hizo que me preguntara...
Elliott, por qu no eres ms duro conmigo?
l se sorprendi ante mi pregunta. Alz una ceja y creo que durante 1s segun2 estuvo
considerando qu respuesta darme.
No estoy seguro que ests preparada para ser una sub tipo esclava, Abby.
Entiendo que fue sincero en su contestacin porque realmente pensaba eso, y quiz tena razn
en aquel momento, pero yo quera ir ms all. Me estaba dando cuenta de que a pesar de la
excitacin que senta, era consciente que en realidad, de alguna absurda forma, yo era quin
estaba al mando, y que l solo lo tomaba cuando yo se lo permita. Quiz era a consecuencia de
nuestra relacin laboral? Nadie quiere arriesgarse a enfurecer a aquella persona que firma los
cheques de su sueldo, y Elliott, a pesar de ser un hombre dominante, no era tonto.
Esto no funcionar durante mucho tiempo, pens agriamente.
Por qu frunces el ceo? me pregunt. Se haba dado cuenta de que mi mente no vagaba
por paisajes placenteros. Sonre y le mord el lbulo de la oreja para disimular y no contestar a su
pregunta. No te escabullas, nena me ri, o tendr que castigarte.
Eso hizo que me estremeciera. Quera provocarle, que no fuera tan blando conmigo. La noche
anterior haba sido intensa, s, pero vislumbraba que poda serlo mucho ms si consegua que l
actuara completamente como lo que era: un Amo.
Eres una maldita lianta se rio. Se haba dado cuenta de mi juego. Quieres que te
castigue, nena? Es eso? Muy bien.
Ah estaba. Yo era la que tomaba las decisiones y lo llevaba a l por donde quera. Era extrao
que con solo unas horas yo sintiese que necesitaba mucho ms de lo que Elliott me estaba
ofreciendo, y aquello me disgust. A duras penas haba dado mis primeros pasos en aquel mundo
extrao y perverso... y quera ms, mucho ms.
Elliott me llev de la mano, atravesando una parte del local, hasta que se encontr con alguien
que pareca el gerente o algo por el estilo. Le habl al odo un momento sin que yo pudiese
entender qu le deca. El otro hombre asinti y le hizo un gesto con la mano para que le
siguisemos. En aquel momento, empec a dudar sobre mi decisin de provocarlo.
Volvimos a atravesar el local hasta llegar a 1 de los escenarios que estaba vaco. Cruzamos la
cinta de seda que lo rodeaba, que serva para indicar a los mirones hasta dnde podan acercarse,
y subimos. Yo fui reticente, maldicindome por mis cavilaciones absurdas.
Sobre el escenario haba un aparato de madera alisada, sin aristas ni esquinas. Tena la forma de
un caballete de carpintero, con 4 patas en forma de V, un par a cada extremo, y un listn grueso y
suave que las una, y que estaba recubierto de cuero acolchado. La altura de las patas era
regulable, e intu inmediatamente qu pensaba hacer conmigo y me estremec. Me empuj con
suavidad hasta que me puso de espaldas al aparato, con mi trasero rozndolo, casi apoyn2e
sobre el listn grueso.
Es tu ltima oportunidad para decirme en qu estabas pensando, nena me avis, pero yo me
emperr en mi silencio. Cmo le deca que estaba pensando que no era un Amo lo
suficientemente duro? No le gustara orlo. Muy bien. Yo te lo dir.
Se aproxim a m hasta que su cuerpo se peg al mo. Sus ojos brillaron con conocimiento,
taladrndome con la mirada. Qu pretenda? Que creyese que me haba ledo el pensamiento?
Eso era absurdo. Le devolv la mirada, y lo ret en silencio. En respuesta a mi mudo desafo,
acerc su boca a mi odo, y sigui hablando:
Lo s, nena. Crees que no estoy siendo lo suficientemente duro contigo; que tengo miedo a
que me despidas y que por eso, estoy siendo blando. Me sorprend. Cmo poda saberlo? A l

se le escap una risa entre dientes, suave. Para m, eres como un libro abierto, Abby. Ests tan
convencida de que siempre tienes el control, que cuando ya no lo tienes, insistes en engaarte a ti
misma. Crees que te someto porque t me lo permites... y en parte es as, pero no de la manera
que t piensas. Se call durante un instante, que aprovech para apartar su boca de mi odo e
inclin con levedad su cabeza hacia atrs para poder mirarme a los ojos. Qu pasara si te
ordenara que te quitaras la mscara?
No te... atreveras, quise decir, pero su risa satisfecha me interrumpi.
Ests equivocada. Por supuesto que me atrevera. Porque a pesar que me da igual, lo cierto es
que t no te atreveras a despedirme. Se call, y me mir con profundidad. No confas en
m, nena. No de verdad. Por eso no te atreveras a despedirme, pensando que quiz podra
utilizar lo que hemos vivido estos das para chantajearte, o algo peor. Por eso incluiste la
clusula que estipula que nada de fotos ni grabaciones.
Tragu saliva. No confiaba en l, no en lo que era realmente importante, y me pareci ver en sus
ojos que eso le produca dolor.
Lo siento murmur, bajando la mirada. Levant una mano y me acarici la mejilla con el
dorso de la mano.
Soy yo quin lo siente contest, y aquello me encogi el estmago porque me son a
despedida. Vmonos, te llevar a tu casa.
No repliqu. Abandon el local caminando tras l, compungida. Estaba triste y enfadada
conmigo misma, por no ser capaz de entregar mi confianza de la manera que l necesitaba, y yo
tambin. Quera liberarme de mis responsabilidades, por lo menos durante nuestros encuentros,
poder ser libre para sentir sin pensar ni temer las consecuencias, pero ah estaba siempre el
miedo que me impeda conseguirlo. Durante unas horas haba credo que lo estaba consiguiendo,
pero no haba sido as.
Por qu no temes que te despida? le pregunt cuando puso el coche en marcha, mientras
me quitaba la mscara.
Tengo varias ofertas de otras empresas, Abby. Las estaba considerando porque pens que si
nuestra relacin iba a ms, sera conveniente que dejramos de trabajar juntos. Me sent
angustiada. l haba tenido en cuenta la posibilidad de que llegramos a algo ms que una mera
relacin sexual de conveniencia, y yo ni siquiera lo haba considerado. Pero hoy me he dado
cuenta de que eso es imposible. Tienes razn en algo, Abby. Yo no soy el Amo que t necesitas.
No, Elliott, eso no es cierto! exclam girndome hacia l todo lo que el cinturn de
seguridad me permiti. Solo necesito tiempo para deshacerme de los recelos que comportan la
posicin que ocupo. Sabes bien que dirigir una empresa como la ma no es fcil, que mucha
gente ha intentado ponerme la zancadilla, y eso me ha hecho ser desconfiada por naturaleza.
Lo s, y precisamente por eso estoy convencido de que nunca lo conseguirs... a no ser que te
encuen3 en una situacin completamente diferente. Para olvidarte de esa desconfianza, has de
estar en una posicin en que no tengas nada que perder. Y eso no ocurrir nunca. No aqu. No
ahora.
Pero puedo intentarlo...
Estaba desesperada. Me encontraba muy a gusto con Elliott. Tenerlo como ayudante personal
haba supuesto para m poder quitar de mis espaldas muchas responsabilidades que pas a ocupar
l, y tenerlo como amante podra llegar a ser algo muy bueno para ambos si me daba la
oportunidad.
No, Abby contest. Lo siento.
Llegamos a mi casa y baj del coche en silencio. Le dije adis pero no me contest. Pens que no
iba a volver a verle, que el lunes encontrara en mi mesa su carta de renuncia, y eso me tortur.
Me pas todo el domingo pensando sobre lo que me haba dicho y, desgraciadamente, llegu a la
conclusin de que l tena razn. Pero, cmo poda olvidarme de todo? Encaje y seda era mi
vida. La haba construido de la nada, con esfuerzo y tesn, cuando nadie apostaba por m y todo
el mundo me deca que me estrellara. Consegu mis objetivos y convert una pequea tienda de
lencera, en una cadena que se haba expandido por medio mundo, y que tena sus propias lneas

de moda en ropa interior; y mantenerla me supona enfrentarme tenazmente a competidores


capaces de usar cualquier mtodo para lograr vencerme.
Por la noche, cuando me acost en mi vaca cama, me di cuenta que me era imposible hacer que
ambos mun2, el de los negocios y el del BDSM, pudieran convivir en mi vida. Deba abandonar
1 de los 2, y no pensaba renunciar al sueo de mi vida: Encaje y seda.
Fue una noche muy triste y dolorosa.
Pero el lunes, Elliott me esperaba en el despacho con una sorpresa: una invitacin a un lugar en
el que, me dijo con una de sus encantadoras sonrisas, quiz podra encontrar la respuesta a mis
necesidades.
Por eso estoy ahora aqu, ante las puertas de un lugar llamado Pleasures Manor, mirando a los
ojos de un hombre que se hace llamar El Amo de las puertas...

El oscuro placer de Abby


Prefacio
Acud a aquella fiesta por obligacin, como 1 de los deberes impuestos por mi responsabilidad al
ser la propietaria de una cadena internacional de tiendas de lencera. Encaje y seda era mi hijo,
mi obra, mi pasin, y estaba orgullosa por todo lo que haba conseguido despus de que mi padre
pusiera en mis manos una simple mercera de barrio. La haba convertido en algo grande, e
incluso poda vanagloriarme de tener mis propias colecciones de temporada, exclusivas.
Pero era lo nico que tena.
Con cuarenta aos recin cumpli2, mi pasado, mi presente y mi futuro, se resuman con una sola
palabra: trabajo. No haba familia que me esperara en casa porque no haba tenido ni el tiempo ni
las ganas de formarla. Haban habido hombres en mi vida, por supuesto, pero ning1 consigui
que me interesara ms en l que en mi empresa, as que ninguna relacin haba pasado de ser
algo ms que una aventura.
La ltima, haba sido con mi ayudante personal, Elliott. Se me eriza la piel solo al recordar lo
intensos que haban sido aquellos das, y el vaco que qued en mi interior cuando l decidi
ponerle fin. No lo culp, en absoluto, porque tuvo razn en el motivo que me dio para terminarla.
Yo necesitaba ms de lo que l poda darme.
Y qu es lo que necesitaba?
Ah, amiga, una cosa muy difcil de encontrar. Necesitaba un hombre intenso, que fuese capaz de
sacarme del cascarn, de obligarme a hacer lo que no quera; un hombre con una mente ms
fuerte que yo, y con una determinacin inquebrantable.
Soy una mujer de negocios, obsesiva del control, y me paso la vida tomando decisiones que, de
ser errneas, pueden costarme una fortuna. Soy dura, eficiente, controladora (lo he dicho ya?),
enrgica, implacable... y estoy cansada.
Desde que me hice cargo de la mercera de mi padre y decid convertirla en algo ms, mi vida ha
sido una sucesin de decisiones y riesgos, y eso pesa sobre mis hombros de una manera difcil de
explicar. Por eso, llegu a un punto en que lo que necesitaba era un hombre que fuese capaz de
liberarme de todo, al menos durante unas horas al da. Un hombre que tuviese la fuerza y el valor
necesario para obligarme a vivir. Un hombre seguro de s mismo que me pudiese quitar el
control.
Elliott me ense los primeros pasos, pero el hecho de que trabajara para m, y el contrato
absurdo que firmamos, hizo que en el fondo, lo considerase una farsa. Empezamos una relacin
de alcoba de Amo/Sumisa, y fue excitante y me descubri una parte de m misma sobre la que no
saba nada, pero fue insuficiente a todas luces, porque a pesar de todo, era yo la que segua
estando al mando. Elliott fue demasiado blando conmigo, a pesar de los azotes, y las
restricciones. A pesar de tratarme como a una puta, de follarme como si no hubiera un maana, y
de proporcionarme los mayores orgasmos que haba tenido en mi pattica y aburrida vida, no fue
suficiente.
Seorita Rossi, qu placer tan inesperado.
Or aquella voz profunda a mis espaldas, hizo que se me erizara la piel y que maldijera mil
veces. Keith McKarthy. El nico hombre que conoca que era capaz de sacarme de mis casillas,
y de hacer que me mojara con solo or su voz. El nico espcimen masculino que no se dejaba
amedrentar por mi ceo fruncido, y mi altanera de mujer de negocios.
Lo haba visto un rato antes, cuando hizo su entrada en el saln de baile. Aprovech para
regodearme en la visin de tamao espcimen, mirndolo de arriba abajo, no perdindome un
detalle de su porte, su pelo castao y corto, esa perilla recortada, los ojos azules y profun2, los
labios carnosos. Tena un cuerpo muy bien proporcionado, de manos grandes, piernas largas, y
msculos defini2. Esas manos. Si era cierto lo que decan sobre las proporciones, deba estar
muy bien equipado, y lo cierto era que a m, me hubiese encantado poder comprobarlo.
Seor McKarthy, qu sorpresa encontrarlo aqu le respond girndome para quedar frente a
l.
No seas mentirosilla, Abigail me contest con una de esas sonrisas de suficiencia que me

ponan nerviosa. Sabes perfectamente que cada ao acudo a esta fiesta benfica.
Era cierto. Que yo supiera, Keith McKarthy no se haba perdido ninguna de las fiestas que los
Harrison organizaban cada ao para recaudar fon2 para la fundacin Eva Harrison. Era
interesante que un hombre como aquel, se interesase por los nios hurfanos, porque no iba con
su carcter ni con su imagen de mundano.
Keith, ests muy equivocado si crees que estoy pendiente de tus movimientos contest
sonriendo tambin. Tengo cosas mucho ms importantes que hacer.
Querida me replic, ponin2e la mano en el pecho y pareciendo muy afectado por mis
palabras, me aflige enormemente que me digas algo as. Estaba convencido de que eras
incapaz de apartarme de tu mente.
Idiota.
Lo nico que me interesa de ti le dije cogiendo una copa de champn de un camarero que
pasaba por all con una bandeja llena de ellas, son tus sedas.
Entre los muchos negocios que Keith McKarthy tena, haba una fbrica textil que produca las
mejores sedas estampadas del mundo, y yo haca tiempo que quera llegar a un acuerdo con l
para que me suministrara las que necesitaba para mis colecciones. Pero Keith se resista, porque
deca que sus telas eran el Rolls Royce de las sedas, y que solo haca negocios con grandes
diseadores para sus colecciones de alta costura.
De momento, querida Abigail, tendrs que conformarte con conseguir un baile.
Me ofreci su brazo, como si fuera un caballero decimonnico, y casi me ech a rer cuando me
mir con esos ojos insolentes, desafindome a decirle que no, mientras alzaba una ceja.
Cog su brazo, por supuesto. Una mujer no despreciaba la oportunidad de tener su cuerpo cerca
de un hombre como aquel, que irradiaba masculinidad por cada poro de su piel.
Bailamos. Yo intent mantener las distancias, pero l se neg, cogindome por la cintura y
tirando de m hasta que nuestros cuerpos quedaron tan pega2, que pude sentir la ereccin que se
esconda bajo sus muy pulcros y bien plancha2 pantalones.
Me sorprend por aquello, porque nunca me hubiese podido imaginar que yo poda ponerle en
aquel estado, con un contacto casual como el que tenamos en aquel momento. O quiz, pens
despus, haba sido otra la que lo haba puesto cachondo y no haba tenido la oportunidad de
desahogarse.
Casi me dio un ataque de tos al intentar contener la risa, porque era muy gracioso estar
frotndome contra aquella protuberancia mientras bailbamos al son de Frank Sinatra.
Parece que te lo ests pasando muy bien me dijo con el ceo fruncido. Pareca entre molesto
y divertido.
Mejor de lo que te imaginas le contest, con una sonrisa perversa. Acerqu mi boca a su
odo, y le pregunt: Es muy incmodo bailar en este estado en el que te encuentras?
Esperaba que enrojeciera. Cualquier otro hombre se habra puesto rojo como la grana, como una
muchachita inocente despus del primer manoseo en la parte de atrs de un coche, pero l no. l
contraatac con decisin y eficacia.
Tan incmodo como bailar con las bragas mojadas, Campanilla.
Su respuesta me dej muda durante 1s segun2, sin saber qu decir. El muy canalla haba lanzado
un dardo al aire, y haba dado en plena diana, porque s estaba mojada, y mucho, por l. Desde el
primer instante en que me apret contra su pecho, mis pezones se haban puesto duros como
guijarros, y mi coo se haba empapado. El malnacido despertaba mi lujuria como nadie, y sin
mover un solo msculo para conseguirlo.
Ests muy equivocado.
No tena otra opcin que negarlo. El hombre ya era bastante prepotente, y solo faltara que
descubriera que tenerlo pegado a m, me pona como una moto.
Me deseas, Campanilla, no lo niegues.
Su sonrisa de autosuficiencia, me puso de los nervios. Cmo poda estar tan seguro?
No digas estupideces.
Intent sonar despectiva, pero a mis propios o2 son ms bien desesperada. Desesperada por

llevrmelo a la cama. Ay, Dios, lo que hara con l si me atreviera! Pero, he de confesar, Keith
McKarthy me daba miedo. En sus ojos poda ver cosas que me asustaban. Era un hombre de
grandes pasiones, intenso, arrogante, y su porte gritaba que estaba acostumbrado a salirse
siempre con la suya. Precisamente lo que yo buscaba en un hombre, y tambin lo que ms miedo
me daba encontrar. Porque saba que un hombre como ese sera capaz de tumbar todas mis
defensas y convertirme en su esclava, si se lo propona.
l se rio de mi exclamacin con una risa profunda, grave, sin estridencias, contenida.
No son tonteras, nena. Me lo dicen tus ojos cada vez que me miran. O tus pezones, tan pega2
a mi pecho que puedo notar lo duros que estn. Intent apartarme de l, furiosa, pero apret
ms su agarre en mi cintura, obligndome a quedarme all. Si quera escapar, me vera obligada a
montar una escena y l saba que no lo hara. Y el repaso que me diste cuando te percataste
que haba llegado? Me miraste de arriba abajo sin perderte un detalle, como si yo fuese una
mercanca que estuviera a la venta, y t, alguien dispuesto a comprarla. Tu coo est llorando
por m, Campanilla aadi susurrndome sobre la oreja, haciendo que su aliento me provocara
mil estremecimientos.
Ests soando, y puede convertirse en una pesadilla. Intent hacerme la ofendida porque no
estaba dispuesta a que supiera cunto me pona que se atreviera a hablarme de esa manera, pero
la verdad era que me gustaba. To2 los hombres de mi entorno, excepto Elliott, me teman, y se
mostraban tan respetuosos conmigo que hasta me daban pena. Pero Keith iba ms all,
tratndome como yo quera ser tratada, como el objeto de su deseo. Yo jams deseara a un
hombre tan prepotente y machista como t.
Eres una mentirosilla, y algn da recibirs por mi mano los azotes que mereces por eso,
Campanilla. Porque la verdad, aunque quieras negarlo, es que tu lindo coito est dando palmas
con la idea de tener mi polla bien enterrada en su interior.
Eres un bruto, y no me llames Campanilla.
Soy un bruto, s, y t eres mi Campanilla, cielo, mi pequea hada rabiosa que me morder a la
que me descuide. Un hada a la que pienso domesticar. Y a ti te encantar la idea porque voy a
follarte tan duro, que cuando me corra en lo ms profundo de tu coo, sentirs el sabor de mi
leche en tu boca.
Eres un cerdo.
Cerdo, bruto... todo lo que quieras, Campanilla. Pero te mueres por mis huesos. Tengo una
habitacin en este hotel me sigui susurrando. Me mordi el lbulo de la oreja,
jugueteando. Ven conmigo, deja que te folle como nadie lo ha hecho antes. Permite que te
muestre el lado oscuro del placer, Abby.
Estuve a punto de decirle que s. Poda sentir la fuerza de sus bceps bajo mis manos, ocultos por
el esmoquin, y tuve el impulso de apretarlos para comprobar que aquello era real. Mi corazn
acelerado trepidaba bajo mi pecho, y jadeaba por el estado de excitacin que me haban
provocado sus palabras.
Estuve a punto de decirle que s, de abandonarme a sus caricias porque estaba segura de que iba
a ser salvaje, primitivo, brutal en sus pasiones. Quera que me azotara, que me atara en su cama y
me castigara mantenindome en el lmite del placer durante horas; que me obligara a suplicar por
el orgasmo, que me dominara como nadie haba sido capaz de hacer.
Y me aterrorice.
Mis propios deseos me resultaron tan apabullantes y peligrosos, que no pude hacer mas que salir
corriendo de all. Le dej plantado en mitad de la pista de baile, y sal corriendo sin despedirme
de nadie, ni parar en el guardarropa para recuperar mi chaqueta. Sal huyendo como un conejo
asustado, sin mirar atrs, temerosa de que si vea su rostro podra cambiar de opinin y
entregarme a ese hombre que seria capaz de romper todas mis defensas y obligarme a darme de
manera incondicional. Me hara suya, y dejara de ser yo.
Sal corriendo a la calle, rezando para que no me siguiera, temblando de fro, agarrada al
pequeo bolso de mano que llevaba para que me mantuviera anclada a la realidad. Par el primer
taxi que vi y sub a l, desesperada. Le di mi direccin y no respire tranquila hasta que se puso en

marcha y vi que realmente haba dejado a Keith atrs.

Captulo 1
3 semanas despus.
No s por qu me dej convencer por Elliott.
Despus de dejar nuestra efmera relacin, nos convertimos en buenos amigos. No hubo ms
sexo entre nosotros: ni yo se lo ped, ni l me lo ofreci, as que nuestra relacin laboral volvi a
su cauce de normalidad, pero aadindole esa complicidad que antes no nos atrevamos a
mostrar. Bromebamos, y coquetebamos entre nosotros, y despus nos reamos como descosi2.
Pero sobre todo, nos contbamos muchas intimidades.
As fue como supe que l llevaba aos enamorado de una mujer casada, y yo le habl sobre Keith
McKarthy y el miedo que me inspiraba.
Necesitas a un hombre como l me dijo con esa media sonrisa que haba aprendido a
interpretar como su manera de decirme que, aunque simulaba bromear, en realidad me estaba
hablando en serio.
Ni loca. Ese hombre acabara conmigo.
Elliott se encogi de hombros mientras se dejaba caer en el sof. Yo segu sentada tras mi mesa,
haciendo ver que los papeles que tena all captaban mi atencin.
Pero es lo que necesitas, Abby. Un hombre que sea capaz de romper la fachada con la que te
has estado disfrazando durante toda tu vida.
Yo no me disfrazo! protest, incmoda y enfadada porque era capaz de ver en m mucho
ms de lo que yo estaba dispuesta a mostrar.
Oh, venga. Enfatiz su expresin con un displicente movimiento de su mano. Esas
tenemos ahora? Cuando te liber de nuestro acuerdo, pens que seras lo bastante valiente como
para buscar lo que realmente necesitas. Y lo que necesitas, es a Keith McKarthy.
Te he dicho que no me emperr, tozuda. Es... demasiado intenso para mi gusto. Y
machista. Y burdo. Es un guarro, Elliott.
l estall en una carcajada que me hiri. Por qu se rea? Casi se dobl sobre s mismo del
ataque de risa.
Pero si a ti te encanta que te susurren guarradas al odo! O ya no recuerdas lo que disfrutabas
cuando yo te llamaba mi putita?
Eso es diferente! me defend. Abandon mi parip de hacer ver que trabajaba, y me levant
para caminar hacia el ventanal de mi despacho. Elliott me sigui con sus brillantes ojos.
Tenamos un acuerdo, t y yo, y todo formaba parte de un juego.
Pero t necesitas mucho ms que eso, Abby. Se levant y se puso detrs de m. Me puso las
manos en los hombros y me oblig a girar para encararnos. Por eso lo dejamos, recuerdas?
T necesitas un Amo 24/7, no un hombre que se limite a jugar y que se atenga a tus reglas.
Necesitas a alguien que te obligue a romperlas, a sacar esa parte de ti que has mantenido oculta
siempre.
Gir el rostro para que no viera en mis ojos que saba que tena razn, porque me negaba a
admitirlo.
Un hombre que entre en mi vida, y se encargue de destrozrmela? No, gracias.
Un hombre que te ayude a reorganizarla, hacindote enfrentar a la verdad. Abby me levant
la barbilla con 2 de2, y me oblig a mirarlo. Lo sabes tan bien como yo. No eres feliz, y nunca
lo sers hasta que no admitas lo que necesitas.
Y qu necesito, segn t? le provoqu. Mis ojos brillaban de rabia, porque no quera que l
pudiera leerme con tanta facilidad.
Quieres un hombre que te saque de la rutina en la que te has visto inmersa. Un hombre que te
llame por telfono y te obligue a abandonar cualquier reunin para ir al bao a masturbarte. Un
hombre que se presente aqu, y te folle con violencia sobre la mesa del despacho. Un hombre
impredecible que te saque de quicio, que te rompa los esquemas, y que haga que te sientas viva,
joven, atrevida, deseada. Un hombre al que tus reglas, tus mie2, tu pudor y tu decencia, le
importen una mierda. Resumiendo, quieres a un hombre que haga realidad todas tus fantasas
ms secretas, sin importar lo que t opines al respecto.

Me apart de l. Estaba confusa, y furiosa. Keith despertaba en m 1s sentimientos que no quera


aceptar, y por mucho que Elliott quisiera obligarme a enfrentarme a ellos, yo me negaba con
tozudez y cabezonera. Tena miedo, aunque eso era algo que jams iba a admitir.
Por qu no has usado an la invitacin que te regal? me pregunt, cambiando de tema tan
abruptamente, que al principio no supe de qu hablaba. Debi darse cuenta por mi expresin,
porque se apresur a precisar: la de Pleasures Manor, recuerdas? Deberas ir. La invitacin es
para cualquier fin de semana, con to2 los gastos paga2. Llamo para que te reserven habitacin?
No tengo tiempo para estas cosas refunfu. Este fin de semana lo tengo ocupado.
Pero a Elliott no poda engaarlo. Era mi ayudante personal, lo que quera decir que estaba al
tanto de toda mi agenda, tanto la profesional como la privada.
No seas mentirosa. Lo tienes libre, y lo sabes.
Vete a la mierda.
Se ech a rer. Cuando me pona en plan gruona como un grinch, le haca mucha gracia, el
efecto contrario al que yo quera provocar.
Nada de eso. Voy a tener que ponerme en plan mandn, o vas a hacer caso a este amigo que
est preocupado por ti?
Me mir, divertido y provocador, hasta que consigui de m lo que quera.
Pleasures Manor no era un club cualquiera. En el trmino ms estricto, en realidad no era un
club.
Estaba situado a las afueras de la ciudad, en una zona privilegiada lejos de ojos curiosos. No
haba vecinos en varios kilmetros a la redonda, y estaba rodeada de un precioso e inmenso
jardn al que se acceda atravesando una magnfica verja de hierro forjado en forma de hojas de
parra. Coronando la parte ms alta de la puerta, haba 2 iniciales: PM.
Una cmara de seguridad me estaba enfocando, y la verja se abri en cuanto mostr la invitacin
a travs de la ventanilla del coche. La atraves, e hice rodar el vehculo por un camino
enmarcado por almendros en flor. La primavera haba llegado aquella misma semana, y haba
pintado un majestuoso cuadro lleno de colores vivos que se extenda a ambos la2 del camino.
Cuando la casa estuvo ante mi vista, no pude evitar detener el coche durante 1s segun2 para
admirarla. Era muy antigua, y enorme. Tena 2 alas que se extendan en forma de U hacia la
parte trasera, con una terraza en la parte delantera a la que se acceda por una maravillosa
escalinata de mrmol. Haba gente all, senta2 tomando el sol, alrededor de unas mesas de hierro
repujado mientras 1s camareros se apresuraban a atenderles, entrando y saliendo por unas
puertas francesas que imagin que llevaban a la cafetera.
El camino me llev hasta un lateral de la escalera, donde un aparcacoches se hizo cargo del
vehculo, mientras un botones se apresuraba a sacar del maletero mi exiguo equipaje.
Solo tena previsto quedarme 2 noches, las suficientes para ver qu poda ofrecerme aquel lugar.
Entr en el vestbulo y me qued sin aliento al verlo. En el techo, una esplendorosa lmpara de
araa, con centenares de cristales talla2 en forma de lgrima, alumbraba la entrada. El suelo era
de mrmol negro, tan brillante como un espejo, donde poda verme reflejada. Las paredes, de
tono tambin oscuro, estaban adornadas con cornisas doradas; una escalinata, tambin de
mrmol, conduca a los pisos superiores. Todo tena un aire extremadamente decadente pero
elegante a la vez, y me sent como Alicia cuando atraves el espejo.
Camin hasta recepcin con paso firme y di mi nombre. Elliott se haba encargado de hacer la
reserva, conmigo an refunfuando en contra, pero deseando descubrir qu poda ofrecerme
aquel lugar.
Seorita Rossi dijo una voz femenina detrs de m. Me gir y me encontr delante de una
rubia espectacular con 1s esplndi2 ojos azules que me miraban con diversin. Mi nombre es
Pamela, y soy la anfitriona y encargada de que los huspedes se encuentren absolutamente a
gusto en Pleasures Manor, adems de responder a todas las preguntas que puedan surgirle. Si
quiere seguirme, proceder a explicarle las condiciones del contrato para usar nuestros...
servicios especiales.
Servicios especiales? pregunt, siguindola hasta un pequeo saloncito que haba al lado

de recepcin.
Estaba decorado con tonos terrosos, al estilo de finales del siglo dieci9. Haba una chimenea de
mrmol blanco, (todo pareca de mrmol en aquel lugar), y delante de ella, 2 butacas orejeras con
una mesita en medio. Las paredes estaban empapeladas con un elegante dibujo como el de la
verja de entrada, con hojas de parra de un verde brillante. Era clido, y acogedor. Por el amplio
ventanal entraba suficiente luz como para no hacer necesario encender la lmpara dorada del
techo.
Me sent en un cmodo butacn mientras mi anfitriona se sentaba a mi lado y me pona delante
una carpeta con varios documentos.
Supongo que el seor Banks la habr puesto algo al corriente, pero es mi deber informarla
para que despus no haya malentendi2. Asent, aunque lo nico que Elliott me haba dicho,
fue que all encontrara lo que buscaba. Acabara arrepintindome? Pamela pareci leerme la
mente, porque ensanch los labios con una sonrisa tranquilizadora. Tranquila, todo lo que aqu
hacemos es estrictamente legal, seorita Rossi, aunque muchas veces, los clientes que acuden a
nosotros acaban encontrando lo... inesperado.
Eso suena aterrador.
Y tremendamente excitante, no cree? En este lugar podr hacer realidad sus ms oscuras
fantasas sexuales, sin que le remuerda la conciencia. Trabajamos con el subconsciente y la
sugestin, y le aseguro que cuando su estancia con nosotros termine, saldr por esa puerta
completamente satisfecha. Pero, aadi, sacando los documentos de la carpeta, no podemos
dejar nada al azar. Por eso, para poder acceder a estos servicios especiales, antes debo pedirle
que firme este contrato que nos exime de cualquier malentendido que pueda haber, y que
confirma que usted ha acudido aqu de forma voluntaria para recibir nuestros servicios. La
puerta se abri y entr una doncella vestida con un uniforme que evocaba la poca victoriana,
con cofia incluida.
No pareca adecuada para un lugar como aquel, tan decente y cubierta, y sin embargo me pareci
que, precisamente por estar en un lugar en el que el sexo era un negocio, era el atuendo perfecto.
Como una barrera que gritaba yo no estoy incluida en el men, pero al mismo tiempo
acentuaba el tono decadente de todo el lugar.
Dej sobre la mesita auxiliar una bandeja en la que llevaba una tetera humeante con 2 tazas de
porcelana china.
Gracias, Grace le dijo Pamela a la doncella. Cuando esta se retir, sirvi el t y me ofreci
una de las tazas que yo me apresur a coger. Estaba sedienta, y nerviosa por todo aquello. Segua
sin saber exactamente qu haca all, pero estaba deseando acabar con las formalidades para
poder ponerme a explorar todo el lugar. Tmese el tiempo que necesite para leer el contrato.
Es bastante exhaustivo, pero a nuestros jefes no les gusta dejar nada al azar. Cuando est lista,
tire del llamador me indic un cordn grueso de seda roja que colgaba al lado de la
chimenea. Vendr inmediatamente y alguien la acompaar hasta su habitacin.
Yo sonre y le di las gracias, y Pamela se fue de la habitacin dejndome a solas con un contrato
que me apresur a leer. Estaba acostumbrada a este tipo de papeleo, as que en pocos minutos
haba terminado y comprendido los trminos.
Dej el contrato sin firmar sobre la mesita, y me levant para acercarme a la ventana y mirar
hacia afuera. Segua estando indecisa, y en mi interior batallaban por un lado, la lgica y la razn
que me decan que aquello era una estupidez que podra llegar a costarme cara; y por otro, la
excitacin y el anhelo de lo prohibido y lo desconocido. Por qu no poda permitirme el
cometer una locura, aunque solo fuese por una vez? Elliott haba tenido razn al decirme que lo
que ms me asustaba era perder el frreo control que tena sobre mi vida, yo odiaba tener miedo.
Por eso estaba all.
Decidida, camin hacia el silln, me dej caer en l para sentarme, y firm el contrato.

Captulo 2
El dormitorio era precioso, decadente, y acorde con el resto del lugar. Haba una enorme cama
con 2el, tan alta que el colchn me llegaba a la cintura, con cortinas de terciopelo rojo a juego
con la colcha. Las paredes estaban forradas de madera oscura hasta la mitad, y el resto, hasta el
techo, pintadas de verde musgo. Una lmpara de araa dorada colgaba del techo, pero en ese
momento estaba apagada porque la luz que entraba por el amplio ventanal que daba al jardn
delantero, era suficiente. Una chimenea de estilo victoriano ocupaba gran parte de una de las
paredes, pero al acercarme tuve una desilusin porque no estaba encendida de verdad, sino que
contena 1 de esos hologramas que simulaban el fuego. Supuse que sera por seguridad, pero me
hubiese gustado que fuesen llamas de verdad a pesar de la agradable temperatura que haca.
Abr la puerta que haba al lado de la chimenea, y me encontr con el vestidor. Toda mi ropa ya
estaba all colocada adecuadamente, adems de otra ropa que no era ma. La mir, y vi que era de
mi talla. Haba un vestido plateado, de tirantes, estilo aos veinte, con un montn de flecos
brillantes colgando alrededor; un vestido de noche con escote corazn, sin tirantes, de seda
negra, y largo hasta los pies; una tnica romana, de escote asimtrico, con un cordn dorado en
la cintura y un broche para sujetar el vestido en el hombro; y por ltimo, un vestido victoriano de
color escarlata, con encaje en negro en el escote redondo, los puos y los bajos.
No entend qu pintaban all aquellos vesti2, pero supuse que quiz estaba prevista alguna fiesta
de disfraces, o algo por el estilo, y seran por si me apeteca ir.
Decid tomar un bao y relajarme. Estaba algo cansada, y alterada por la expectacin. Pamela me
haba dicho que podra acceder a los servicios especiales al da siguiente, por la maana, y que
mientras tanto intentara divertirme utilizando el resto de las actividades. Haba piscina, spa,
restaurante, cafetera, y por la noche, se abrira el pub y el saln de baile. Tena bastantes cosas
entre las que elegir, pero de momento, prefer permanecer en la intimidad de mi propio
dormitorio. En un par de horas bajara al restaurante a comer algo, y decidira qu quera hacer.
Llen la baera con agua caliente y me met en ella. Apoy la cabeza y cerr los ojos. No s por
qu, me vinieron a la mente 1s ojos azules con una mirada penetrante que se burlaba de m.
Keith McKarthy. Por qu demonios pens en l? Lo peor fue que eso no fue todo. Tambin vi
su brillante sonrisa de dientes perfectos, esa nariz aristocrtica, la perilla que le daba un aire a
diablo, y los labios que hacan que me preguntara qu sentira al besarlos. Y su cuerpo. Cuando
semanas atrs haba estado bailando con l, haba sido completamente consciente de su cuerpo
musculoso, duro como el acero. Sin querer, me lo imagin desnudo ante m, mirndome con esa
mezcla de altanera y burla con que me miraba siempre. En mi sueo, se acerc a m caminando
despacio, como un felino remoln, hasta posicionarse entre mis piernas abiertas y deseosas de
recibirlo. Pero el muy canalla no me foll, sino que jug conmigo con sus manos, acaricindome
el coo, metindome los de2 dentro, mientras me pellizcaba los pezones con los dientes. Me
provocaba susurrndome guarradas al odo, como las que me haba dicho mientras bailbamos,
con esa poderosa voz sensual.
Sin darme cuenta de lo que haca, me corr. Pensando en l, me haba estado masturbando, casi
ajena a lo que estaba haciendo. Haba imaginado que era l, pero haban sido mis propias manos
las que me haban tocado y pellizcado, hasta hacer que gritara al estallar el orgasmo.
Sal de la baera con las piernas temblorosas y muy enfadada conmigo misma. Cmo se me
ocurra masturbarme pensando en l? Precisamente en l? Como si no hubiesen ms hombres
en el mundo!
Me vest y decid salir a dar un paseo por el jardn, pero en aquel momento llamaron a la puerta.
Abr, pensando que quiz sera Pamela, pero no. Era un hombre cuya hermosura podra
compararse con la de los ngeles. Pelo negro, ojos claros que brillaban y cambiaban de tono
segn la incidencia de la luz, y un cuerpo que hasta el mismo Lucifer envidiara. Estaba vestido
de manera muy informal, con 1s tejanos cei2 que le marcaban la poderosa musculatura de sus
piernas, y una camiseta negra, de manga corta, de Rob Zombie. Tena los brazos tatua2 con
diferentes smbolos que me resultaron extraos.
Soy el Amo de las puertas se present. Yo me lo qued mirando durante 1s segun2, sin

saber a qu se refera, hasta que record que Pamela me haba hablado de l. Era el que decida
por qu puerta tena que cruzar al da siguiente.
Adelante le dije, apartndome para dejarlo pasar.
Entr y en cuanto cerr la puerta, me tom una mano y se acerc a m, asomn2e en mis ojos
como si pudiera ver mi alma. Yo me qued quieta, sin saber qu hacer, sintiendo cmo un
extrao cosquilleo me recorra todo el cuerpo de arriba abajo.
Interesante... murmur muy serio, y despus, sonri. Maana a las 9 de la maana me
dijo, te esperar en el hall para conducirte a tu fantasa. Ven vestida con la tnica romana que
encontrars en el vestidor. Sus ojos volvieron a atravesarme como si pudieran verme de
verdad. Pude apreciar en ellos un brillo de diversin. Una vez hayas atravesado la puerta,
recuerda que si decides abandonar, ser para siempre. En Pleasures Manor no damos segundas
oportunidades.
Qu quieres decir? le pregunt, haciendo un esfuerzo porque aquellos ojos de color
cambiante me tenan casi hipnotizada.
Yo s cul es tu oscuro deseo, Abby. Pero no estoy seguro de que t ests preparada para
aceptarlo, y puede que tengas la tentacin de gritar tus palabras de seguridad en cuanto veas qu
te espera al otro lado de la puerta. Cuando llegue el momento, recuerda que todo se detendr si
las pronuncias, pero que nunca jams podrs volver a pisar este lugar. Tienes hasta maana para
decidir si quieres arriesgarte a cruzar la puerta o prefieres esperar un tiempo.
Se gir para marcharse, pero lo detuve.
Espera! Cules son mis palabras de seguridad?
Me mir, sonriendo como si hubiera un gran secreto que solo l supiera, y me contest:
El pjaro espino, por supuesto.
Me qued de piedra. Cmo saba que aquellas eran las palabras que haba acordado con Elliott?
Cuando me recuper de la sorpresa, ya se haba marchado y volva a estar sola. Mascullando
unas cuantas maldiciones, cog el mvil y llam a mi ayudante decidida a cantarle las cuarenta.
Cmo se atreva a dar informacin sobre m?
Abby? Ocurre algo?
Que si ocurre algo? le pregunt, enfurecida, agarrando el telfono como si quisiera
romperlo. Se puede saber qu les has contado a esta gente?
Contado? A quin? me pregunt, asombrado.
A los del hotel, por supuesto.
Yo? No les he contado nada! Por qu? Qu ha ocurrido?
No me jodas, Elliott. Ha venido un to diciendo que es el Amo de las puertas, y conoca las
palabras de seguridad que acord contigo, y me ha llamado igual que t lo haces: Abby. Qu
ms les has contado?
Al otro lado de la lnea hubo 1s segun2 de silencio, en los que solo poda escuchar la respiracin
de mi ayudante.
Elliott? Piensas contestarme?
Abby, yo no les he contado nada me asegur con voz firme. No haba ninguna duda en ella.
Pues tienes que haberlo hecho, porque sino, no es posible que...
Abby me cort, creme, no necesitan que nadie les cuente nada. No s cmo lo hace,
pero el Amo de las puertas es capaz de saberlo todo de ti con solo mirar tus ojos. Qu ms te ha
dicho?
Yo me qued muda de asombro. En qu lugar me haba metido?
Esto es una locura... mascull. Debera irme ahora mismo.
Si lo haces, te arrepentirs toda tu vida. Abby, creme cuando te digo que no hay ningn
peligro, por muy raro que sea todo. Y ahora, qu ms te ha dicho?
Que saba cul era mi oscuro deseo, y que no estaba seguro de que yo estuviera preparada para
aceptarlo. Y que si usaba mis palabras de seguridad para abandonar la fantasa, no podra
regresar nunca ms.
Elliott no dijo nada durante un momento, y despus lo oy suspirar.

Quiz sera mejor que lo dejaras, Abby me aconsej. Haba derrota en su voz. Aprovecha
el fin de semana para relajarte, ve a la piscina o al spa, pero no cruces la puerta del Amo. Puede
que lo que encuen3 al otro lado, sea demasiado duro.
Aquello me sublev. Qu se crean estos 2 machos? Que yo era una mujercita pusilnime que
se arrugaba ante el primer problema? Ni hablar.
No pienso dejarlo correr. Vine aqu con una idea en mente, y no voy a abandonar, Elliott.
Cruzar la puerta, y pienso disfrutar hasta el ltimo segundo de todo lo que encuentre al otro
lado.
Colgu, enfadada, y sal de la habitacin en direccin al comedor. Enfadarme siempre me daba
hambre.

Captulo 3
Pas la noche bastante agitada. Me haban dicho que en el saln de baile haba una fiesta a la que
poda acudir si me apeteca, pero prefer no hacerlo. Mi estado de nimo era muy inestable, con
picos de excitacin extrema y el terror ms absoluto, y todo debido a la expectacin por lo que
iba a ocurrir al da siguiente.
Me hice muchas preguntas sobre aquel lugar, Pamela y el Amo de las Puertas. Cmo poda
averiguar cul era mi deseo ms oscuro, o conocer las palabras de seguridad que haba pactado
con Elliott? Mi ayudante y ex amante me haba asegurado que l no se las haba chivado, y yo le
crea. Elliott poda tener muchos defectos, como todo el mundo, pero el mentir no estaba entre
ellos.
A las doce de la noche, todava no haba podido pegar ojo. Me levant, inquieta y cansada de dar
vueltas en la cama. Pens que quiz si me distraa un poco, podra relajarme y quitarme de la
cabeza todas mis preocupaciones.
Sal a la pequea terraza de mi dormitorio, y me sent en una de las tumbonas. Eran modernas y
cmodas, pero el diseo era muy retro, en el mismo estilo que el resto de la habitacin, muy...
decimonnicas.
Mir hacia el cielo y me maravill por la cantidad de estrellas que eran visibles, muchas ms de
las que poda ver desde la terraza de mi apartamento en la gran ciudad. Empec a contarlas,
como quin cuenta ovejas, y un sopor muy agradable se fue apoderando de m. Estaba
adormecida cuando algo llam mi atencin y me espabil. Arrim la cabeza al enrejado de la
barandilla para poder ver sin ser vista, y observ.
Haba un hombre en el jardn, sentado delante de una de las mesitas de la cafetera que quedaba
debajo de m. Miraba al cielo, igual que yo haba estado haciendo hasta haca un momento, y
sostena una copa de champn en la mano. No poda verle bien, pero haba algo en l que me
resultaba extremadamente familiar. Si solo hubiera girado un poco la cabeza, habra podido verle
el rostro gracias al haz de luz que sala por las puertas francesas de la cafetera, pero no lo hizo.
Me qued un rato mirndole, intentando adivinar quin era, pero al final me rend. Estaba
cansada y me volv a la cama, intentando aprovechar el estado de relax, y me dorm casi en
seguida.
Al da siguiente me levant decidida a vivir la aventura que me estaba esperando detrs de la
puerta. No me import desconocer qu encontrara cuando la cruzara. Podra parecer una
decisin bastante estpida para una mujer como yo, acostumbrada a tener el control sobre todo lo
que me rodeaba, pero precisamente haba ido all para dejarme llevar, y olvidar quin y qu era.
As que baj decidida las escaleras hasta el vestbulo, vestida con una diminuta tnica romana
que a duras penas me cubra los pechos, y tan corta que si me agachaba, dejara ver a todo el
mundo mis partes privadas.
El Amo de las Puertas me estaba esperando, y me recibi con una sonrisa castigadora.
Me alegro mucho que hayas tomado la decisin de arriesgarte, Abby. Eres una mujer valiente.
O muy estpida le repliqu en un susurro, perdindome en aquellos ojos cambiantes.
Todava no lo he decidido.
l dej ir una carcajada en respuesta a mi rplica y despus me ofreci su brazo, como si fuera
un caballero de antao. Pos mi mano sobre su piel y sent un estremecimiento que me recorri
cada fibra de mi ser.
Vas a cruzar una puerta mgica me dijo mientras caminbamos. Lo de mgica me llam
mucho la atencin, aunque quise interpretar que era solo una manera de hablar. Al otro lado,
encontrars aquello que ms anhelas en tu vida, pero debers ser valiente para aceptarlo.
Yo asent con la cabeza. Habamos abandonado el vestbulo por una puerta lateral, y
caminbamos por un pasillo iluminado por apliques dora2. No haba ventanas, y las paredes eran
oscuras. Todo era muy ttrico, bastante adecuado para insuflar un estado de nerviosismo y
expectacin en el visitante.
Estoy preparada asegur, sin estar convencida ni lo ms mnimo. l se rio otra vez, y me
apret la mano que tena cogida en su brazo, con la suya.

No ests tan segura, querida me dijo al pararse ante una puerta de madera lisa, sin molduras
ni pomo. Alea iacta est. La suerte est echada. Ya no puedes volver atrs, Abby. Es hora que te
encuen3 con tu destino...
Sus ojos me atraparon irremediablemente. Todo lo que haba a mi alrededor desapareci de mi
campo de visin. No poda mirar a otro lado que no fuera al remolino de colores que giraba
como un torbellino en los ojos del Amo, que me absorbieron hasta que sent una extraa
sensacin de vrtigo que hizo que me tambaleara.
Tranquila, cielo o su voz calmada, y sent su mano en mi espalda, empujndome con
suavidad. S valiente.
Fue lo ltimo que o antes que la negrura se apoderara de m.

Captulo 4
Antes de abrir los ojos, fui consciente de la dureza del suelo debajo de m, y de un nauseabundo
olor a humedad mezclado con sudor rancio. Despus llegaron los soni2, mortecinos, apaga2,
pero que indudablemente eran sollozos.
Abr los ojos poco a poco, asustada de lo que iba a encontrarme. Estaba boca abajo, con el
cuerpo medio torcido, sobre un suelo sucio de piedra vasta, con restos de polvo. Levant el rostro
y mir a mi alrededor. Era una celda, no haba equivocacin, y la comparta con otras 3 chicas
que estaban acurrucadas en una esquina, intentando darse calor y consuelo.
Dnde estamos? pregunt. Estaba nerviosa, por supuesto, pero el conocimiento que
aquello no era real, me daba un pice de tranquilidad.
En la casa de subastas me contest una de ellas. Tena el pelo rubio y fino, y estaba sentada
en medio de las otras 2, a las que rodeaba con sus brazos. Esperando.
Esperando? El qu?
No entenda nada. Las nicas casas de subastas que conoca, eran en las que se subastaban obras
de arte y antigedades.
Que nos vendan, por supuesto. Me mir con extraeza, como si creyera que estaba loca por
hacer aquella pregunta. Somos esclavas, recuerdas? O el golpe que te diste en la cabeza ha
hecho que lo olvidaras?
Entonces me di cuenta de que la cabeza me dola. Me llev la mano all donde ms pulsaba, y
pude palpar un chichn bastante grande.
Cmo me lo hice?
Por no caminar lo bastante rpido contest de manera enigmtica.
No pude hacer ninguna pregunta ms, porque el ruido de pasos que se acercaban hizo que las 2
muchachas que se aferraban a mi interlocutora, arreciaran en sus sollozos.
Se abri la puerta de la celda, y un hombre la cruz. No era muy alto, un poco ms bajo que yo,
y apestaba a sudor. Tena las manos llenas de callos, y llevaba una ropa vasta, de lana gruesa y
sucia.
Es vuestro turno dijo. La mejor mercanca, para el final y dej ir una risotada bastante
desagradable.
Detrs de l entraron 2 hombres ms, que en las manos llevaban unas cadenas unidas a 1s
grilletes y un collar. Debera haberme asustado, pero supongo que an no era muy consciente de
lo que estaba pasando; o quiz mi mente lo estaba procesando todo como un mal sueo, como si
no fuera yo la que estaba siendo restringida con una de aquellas cadenas, y sacada de una celda
como si fuera una res que va al matadero.
Al llanto de las otras chicas se unieron las splicas, que no fueron escuchadas, y nos sacaron de
all llevadas por una cadena atada al collar del cuello, y las manos inmovilizadas a nuestra
espalda.
Me sent muy extraa, caminando por el corredor y subiendo las escaleras hasta salir a una luz
que me ceg de forma momentnea. Cerr los ojos, molesta, y dej de caminar por el miedo a
tropezar. Un tirn muy brusco en mi cuello me hizo trastabillar, y una maldicin a pocos
centmetros de mi rostro, que hizo llegar hasta m un aliento putrefacto, me oblig a abrir los
ojos.
Sigue caminando, me dijo de malas maneras el hombre que me guiaba con la cadena.
Eres la primera en salir a subasta y al jefe no le gusta que lo hagan esperar.
Murmur un lo siento y segu caminando. No s por qu me disculp. En otras circunstancias,
en mi vida real, se me habran llevado los demonios y habra mandado a la mierda a aquel
hombre, pero instintivamente me met en mi personaje de aquel vodevil imaginario. Yo era una
esclava, prisionera, y estaba en manos de aquella gente. No me convena provocarlos, verdad?
Adems, estaba deseando saber qu iba a pasar a continuacin.
Estaba tranquila porque aquello no era ms que una fantasa, y saba que tena el poder de
pararlo todo con solo 2 palabras. Adems, segua estando en Pleasures Manor, aunque lo que mis
ojos vean no tena nada que ver con el lugar en el que me alojaba.

Me pregunt cmo lo haban conseguido, porque todo aquello me pareca muy real. Estaba bajo
hipnosis? Era una posibilidad. Quiz el Amo de las Puertas era una de aquellas personas con
poderes extraos, como el mtico profesor Fassman, capaz de hipnotizar a un teatro entero lleno
de gente. O igual me haban echado algo en el desay1 y estaba teniendo una alucinacin de
cojones. Fuese lo que fuese, me lo estaba pasando bastante bien, con el convencimiento de que
nada de aquello era real, y que todo era un producto de mi imaginacin, por lo que estaba
completamente a salvo.
Cuando mis ojos se acostumbraron a la luz, me qued sorprendida. Siempre haba pensado que
las subastas de esclavos en la antigua Roma, se celebraban en los merca2, o algo similar, al aire
libre; pero estaba en un recinto cerrado, una especie de taberna de paredes de argamasa, y una
multitud de gente apiada, expectante, esperando por nosotras.
Me sent estpidamente halagada cuando las conversaciones murieron y la atencin de to2 los
presentes se concentr en m, convirtindome en el centro de muchas miradas cargadas de lujuria
que provocaron en m una rara excitacin. Me haban subido a una especie de tarima de madera
y a mi lado estaba el subastador que estaba dirigiendo todo aquello.
Me oblig a abrir la boca, y casi se me escapa una carcajada. No me sent humillada a causa de
la seguridad de que todo aquello no era real, y mostr mis perfectos dientes que causaron la
admiracin de los que estaban ms cerca.
Pueden comprobar que est perfectamente sana, con 1s dientes tan blancos e inmacula2 que
parecen las ms exquisitas perlas habl el subastador. Era un hombre alto y enjuto, con una
corona de pelo alrededor de las sienes, pero completamente calvo en la testuz. Es una esclava
fuerte y hermosa, que seguro calentar la cama de su amo por las noches, y podr trabajar duro
durante el da.
Se oyeron algunas risas dispersas por el malicioso comentario, y una voz al final de la sala,
pregunt entre risas si lo que estaba escondido era tan hermoso como lo que estaba a la vista. El
subastador no dud en sacar de la duda a los presentes, y con un hbil giro de la mano, tir del
prendedor que mantena la tnica pegada a mi cuerpo. Esta cay, dejndome desnuda delante de
toda la concurrencia.
Debiera haberme sentido ultrajada y humillada, pero las miradas de apreciacin que vi brillar en
los ojos de aquellos hombres, incluso en los ms jvenes, me hicieron sentir todo lo contrario.
Era una mujer de cuarenta aos, una edad en la que nuestro cuerpo empieza a traicionarnos
mostrando sin reparos el paso de la edad, pero aquellos hombres me deseaban. A m.
Me sent excitada al estar tan expuesta, e indefensa. Mis pezones se arrugaron y en mi mente se
form una imagen que me hizo jadear, por lo inesperada y execrable: me imagin que un
desconocido se aprovechaba de mi indefensin, y acercn2e por detrs, tomaba mis pechos y los
magreaba sin que yo pudiese hacer nada por evitarlo. Si el subastador completaba su
demostracin haciendo precisamente eso, no podra evitar ponerme en ridculo al gemir.
Me estaba poniendo cachonda, con la idea de que me violaran? Deba estar volvindome loca
de remate. O era aquel, el oscuro deseo del que haba hablado el Amo de las Puertas? El que
no estaba seguro que yo pudiera aceptar?
No lo saba, pero mi respiracin agitada y la humedad que senta resbalar por mis muslos, me
estaban indicando que si alg1 de los presentes se decidiera a comprarme y follarme all mismo,
delante de to2, lo disfrutara como nunca lo haba hecho, ni siquiera con Elliott... porque estaba
excitada, mojada y con la tensin construyn2e en mi tero, sin que nadie en absoluto me
hubiese rozado siquiera.
Y era una aberracin.
S, todo aquello no era real, pero lo que yo senta s lo era, y no me encontraba nada a gusto con
aquel descubrimiento. No pude aceptarlo, y decid luchar contra ello con todas mis fuerzas. Mi
educacin me gritaba que aquello no estaba bien, que una mujer no poda sentirse excitada y
anhelante en una situacin as. Debera estar horrorizada y asustada, no deseosa de ser utilizada
como un mero objeto sexual.
Deba hacer algo, lo que fuera, para que nadie se diera cuenta, a pesar de la perfidia de mis

pezones, que se izaban orgullosos traicionndome.


Levant el rostro con orgullo y los mir, desafiante. A pesar de las cadenas que me mantenan
cautiva, quera dejarles claro que no iban a encontrar en m a una esclava sumisa y obediente.
Soy una mujer orgullosa, les dije sin palabras, y vais a tener que esforzaros para conseguir
mi sumisin.
Aquello pareci enaltecerlos, porque cuando empez la puja, las cifras empezaron a dispararse, y
to2 ofertaban atropelladamente, queriendo ponerse por encima de sus competidores.
Me hubiera gustado que se hubiese realizado en alguna de las monedas que conoca, para saber si
lo que ofrecan era mucho o poco, pero hablaban de sestercios y me sent decepcionada. Era la
primera vez que me subastaban, y me habra gustado saber si era considerada un objeto
delicado o una mula de carga, aunque por las miradas lascivas que me dedicaban la mayora de
ellos, lo nico duro que tenan en mente, era la imagen de sus pollas enterradas en m.
La suma fue creciendo de manera paulatina. Haba un hombre en una esquina de la habitacin,
escondin2e entre las sombras y que vesta un manto que le tapaba el rostro, que iba aumentando
en cincuenta sestercios cada cifra que daban. Logr mantenerse siempre por delante, sin dudar
por muy alta que fuese la oferta, hasta que la subasta se dio por concluida.
Alg1s de los presentes grueron, decepciona2; otros, se quejaron porque el extranjero haba
conseguido hacerse conmigo.
Me bajaron de la tarima tirando de la cadena, y me llevaron a una sala que haba al lado. All me
hicieron esperar, de pie, encadenada a la pared y desnuda, a que mi nuevo amo viniera a por m.
Tard un rato; supuse que estaban efectuando la transaccin y firmando el contrato de venta. Me
esper, hacindome mil preguntas sobre el hombre que haba conseguido comprarme, y qu
pasara a continuacin. Acabara all mi experiencia, o seguira?
Apareci por fin, acompaado del mismo hombre que me haba trasladado de la celda hasta la
tarima. Desenganch la cadena que me mantena atada a la pared, y se la dio a mi nuevo amo.
No dijo nada, solo cabece levemente en su direccin en seal de reconocimiento.
Lo observ, y su figura me pareci muy familiar. Era alto, fornido, de anchos hombros. Una
presencia intimidante, pero an tena el rostro cubierto por el manto.
El otro hombre abandon la habitacin, y nos quedamos solos. Se quit el manto, descubriendo
por fin su rostro, y el aliento se qued atrapado en mi garganta, hacindome jadear.
Hola, Campanilla me dijo con una voz profunda que retumb en todas mis terminaciones
nerviosas, haciendo que me pusiera a temblar. Me has echado de menos?

Captulo 5
Qu haces aqu?
Mi pregunta pareci no gustarle, porque arrug la nariz a pesar que no perdi esa sonrisa que a
m tanto me crispaba.
No lo adivinas? contraatac mientras me miraba de arriba abajo.
Me negu a sentirme intimidada. Segua desnuda, pero ese hecho no iba a determinar mi actitud
para con l.
Me halagas, sabes? Le mostr mi sonrisa ms altanera, alzando un poco la nariz. Era un
gesto que haba ensayado mucho al principio, cuando era mucho ms joven, y todo el mundo me
deca que mi sueo de convertir una simple mercera en un negocio altamente rentable, no era
viable. Cunto te ha costado sobornar a quin sea, para lograr meterte en mi fantasa? Debes
desearme mucho ms de lo que me imaginaba. O quizs es que no eres capaz de aceptar un
no?
Por supuesto, haca referencia a la ltima vez que nos habamos visto, en el baile benfico,
cuando me solt aquella cantidad de obscenidades que me pusieron ms cachonda que una perra
en celo.
Prefiero pensar que soy muy tenaz me contest dando un paso hacia m.
Quiso hacerme sentir amenazada por su presencia, y he de admitir que lo consigui... durante un
momento. Era un hombre demasiado guapo para mi cordura, con una belleza salvaje y primitiva,
y mi coo empez a gritar que quera ser follado por aquel espcimen de macho. Lo acall, por
supuesto. Una tiene su dignidad y no se deja follar por cualquiera al primer intento.
Ech los hombros hacia atrs, ms que nada para poder mirarle al rostro, tan alto era. Aquel
movimiento hizo que se arqueara mi espalda y mis pechos sobresalieran ms, como si se los
estuviera ofreciendo. Sus ojos bajaron rau2 hacia all, y lanzaron un destello de apreciacin.
Tuve deseos de cruzar los brazos para taparlos, pero me negu. No iba a permitir que me hiciera
sentir mal, de ninguna de las maneras.
Eres un pesado, eso es lo que eres.
Y t, una cobarde.
Resopl, furiosa, y puse una mano en mi cadera.
Cobarde? Ms bien tengo sentido comn, algo de lo que t pareces carecer.
Aquello lo hizo rer. Lo hizo entre dientes, casi silencioso, pero sus hombros temblaron y su
mirada se suaviz un poco.
Campanilla, no he venido a tener una discusin contigo. He venido a otra cosa.
Ya. Sacud mi mano, como si quisiera quitarle importancia al asunto. Has venido para
follarme. Pues olvdate, porque va a ser que no.
No tienes opcin. Eres mi esclava, y ests obligada a hacer todo lo que yo te diga.
Ni en tus mejores sueos, Keith. Qutate eso de la cabeza.
Seor McKarthy para ti, Campanilla.
Abr los ojos, sorprendida. Aquello tena que ser una broma, no?
No me digas repliqu, irnica. Y tengo que arrodillarme a tus pies?
S, en algn momento. Pero ahora mismo, no. Sera muy incmodo para ti tener que caminar
de esa manera. No quiero que te hagas dao.
Esto est pasando de castao oscuro. Estaba enfadada. Camin hacia la puerta, intentando
evitarlo, para salir de all y buscar al responsable de todo aquello para quejarme. En mi contrato
no haba nada que dijera que tendra que sufrir la presencia de este hombre, ni de ningn otro.
Era mi fantasa, joder, no la suya.
A dnde crees que vas? Tir de la cadena que yo haba olvidado completamente que tena
enganchada al collar que rodeaba mi cuello, y me cogi por el brazo, apretando lo suficiente
como para detenerme. Tir de m mientras giraba, y apret mi espalda contra su amplio torso,
rodendome la cintura con su brazo. Tuve que esforzarme para evitar el estremecimiento que me
sacudi de pies a cabeza. Eres mi esclava, pagu por ti. No tienes derecho a hacer nada sin mi
consentimiento. Ni siquiera debes salir de esta habitacin.

Esto es absurdo. Esta es mi fantasa, no la tuya. Recalqu el mi ponindole mucho nfasis


para que quedara claro, pero l se rio, se rio!, el muy... cabrn. Baj su cabeza hasta que su boca
estuvo a la altura de mi odo, y me susurr:
Precisamente... y estoy aqu para hacer realidad to2 tus sueos.
Forceje con l para liberarme. Sus brazos se aflojaron y pude apartarme. Me gir para encararlo.
Nunca haba estado tan furiosa.
T no eres nadie para decir que puedes hacer realidad mis fantasas. Lo seal con el dedo,
y l se lo qued mirando. No s cmo habrs conseguido entrar aqu, pero...
El Amo de las Puertas me invit.
Aquello me dej patidifusa y sin saber qu replicar. l aprovech mi turbacin para apoderarse
de mi dedo, aquel con el que lo estaba sealando, y se lo llev a la boca. Dios! Lo chup como
si no hubiera un maana mientras sus ojos me taladraban. Mis pezones, que ya haban dado seal
de estar ah cuando l me haba abrazado por la espalda, se volvieron locos al ver su boca
trabajar sobre el dedo, y los muy cabrones deseaban que esos labios dejaran en paz mi apndice
para empezar a chuparlos a ellos. Traidores.
Deja de hacer eso! grit, y apart el dedo dando un tirn. Me ests poniendo de los
nervios, sabes? Ahora lrgate, y djame en paz.
No.
Fue fro. La calidez y la diversin haban desaparecido de su mirada y de su sonrisa. Se envar y
me dirigi una mirada bastante acojonante.
Cmo que no?
Se acab, Campanilla. El Amo de las Puertas ha mirado en tu mente, descifrando tus ms
oscuros deseos, as que no intentes deshacerte de m. Porque yo soy lo que ms deseas, yo y lo
que puedo darte.
T no puedes darme...
Silencio! La orden fue dada en un tono tajante, pero sin alzar la voz. Me call. No supe
bien por qu, pero lo hice, al mismo tiempo que un estremecimiento recorra todo mi cuerpo,
tensaba mis pezones, y mi coo se humedeca. Cuerpo ingrato. Estas son las reglas,
Campanilla, y si las desobedeces, sers castigada. Primera: no puedes hablar sin mi permiso, y
solo lo hars para contestar una pregunta directa.
Eso no es justo.
Acabas de ganarte un castigo. Yo abr la boca, pero la cerr de golpe cuando vi su
determinacin. Segunda: hars todo lo que yo te diga, sin rechistar. Te ha quedado claro?
S.
S, qu, Campanilla?
Lo mir sin entender a qu se refera, y de repente me acord.
S, seor McKarthy refunfu de mala gana.
Bien, Campanilla. As me gusta, que hables con propiedad. Sigamos: si en algn momento,
decides que no quieres seguir con esto, puedes pronunciar tus palabras de seguridad. Pero
recuerda, tal y como te dijo el Amo de las Puertas, que si lo haces, todo habr acabado; y las
puertas de Pleasures Manor estarn cerradas a cal y canto para ti, para siempre. Has entendido?
S, seor McKarthy.
Odiaba tener que llamarlo as, y odiaba el giro que haban dado las cosas. Haba ido all
dispuesta a explorar mis deseos, sin saber a ciencia cierta qu iba a encontrarme, pero ni en mis
peores pesadillas hubiera podido adivinar que iba a encontrarme con el hombre que lograba sacar
lo peor de m. El mismo hombre que se apoderaba de mis sueos y los converta en una pelcula
porno, pero de las buenas.

Captulo 6
Salimos de la casa de subastas despus de que Keith recuperara mi tnica y pudiera cubrir mi
desnudez. Aquella fantasa me estaba dejando bastante anonadada, sin entender cmo podan
hacerlo, porque estaba caminando por lo que pareca una verdadera ciudad romana, con sus
templos, sus casas blanqueadas, y sus palacios llenos de columnas.
Camin detrs de Keith, maldiciendo entre dientes porque de vez en cuando daba tirones a la
cadena que segua sujeta a mi cuello, y no me permita deleitarme con el maravilloso decorado
que nos rodeaba, y que pareca ms real a cada paso que daba.
Llegamos por fin a unas caballerizas pblicas. Keith cruz unas palabras con 1 de los mozos, que
corri a traerle un esplndido caballo. Me entretuve mirando al animal mientras el que ahora era
mi amo (no poda pensar en Keith de esa manera, sin que mi cuerpo se estremeciera, aunque an
no tena claro si era de placer o de rabia), soltaba unas monedas en la mano del muchacho.
El animal era enorme, mucho ms grande que aquellos a los que yo estaba acostumbrada montar.
Su pelaje era completamente blanco, sin manchas, y tena el ollar algo rojizo. Le acarici el
cuello y pareci agradecerme el gesto resollando y dndome un golpecito con el hocico en el
hombro. Yo me re, y mi risa llam la atencin de Keith, que se detuvo a observarme.
Te gustan los caballos.
Lo mir, y asent. No se me haba olvidado que solo poda hablar si l me diriga una pregunta
directa, y aquel no era el caso, verdad?, por lo que no dije ni media palabra. Aquello pareci
molestarlo un poco, porque arrug en entrecejo. Aprovechar las reglas que l mismo me haba
dado para provocarlo, podra llegar a ser divertido. Si iba con cuidado.
Me cogi por la cintura sin mediar palabra, y me mont de lado encima del animal. Yo abr la
boca para gritar por la sorpresa, pero me mord la lengua, no fuese que el muy caradura
aprovechara para acusarme de haber hablado y me asignase otro castigo. Ya tena 1 pendiente, y
no quera acumular ms hasta saber qu pensaba hacerme como correctivo.
Se mont en el caballo detrs de m, agarr las riendas, y salimos del establo. Abandonamos la
ciudad al cabo de pocos minutos. El paisaje que nos rodeaba era tpico del mediterrneo, y yo me
entretuve en admirar to2 y cada 1 de los campos que abarcaban mi visin. Nos cruzamos con
gente; alg1s iban caminando, otros a caballo, pero muchos iban en direccin a la ciudad con
grandes carros llenos de productos, supuse que para abastecer el mercado.
Me senta como si hubiera hecho un viaje en el tiempo, extraa y excitada por la aventura.
Durante el rato que estuvimos cabalgando, casi olvid a quin llevaba detrs gobernando las
riendas. Digo casi, y lo hubiera conseguido del todo, si el muy ladino no hubiera aprovechado mi
postura para apoderarse de 1 de mis pechos, que masajeaba descaradamente y a la vista del resto
de viajeros. Lo haca como si aquello no tuviera ninguna importancia, mientras que a m, me
estaba provocando 1s calores que me suban desde el tero hasta la raz del pelo.
Las miradas de lujuria que me dirigan los hombres con los que nos cruzbamos, me hacan
sentir excitada. Y mal. Desde cundo yo era una mujer tan licenciosa y pervertida? Excitarme
mientras me estaban vendiendo me haba hecho sentir mal, pero que me miraran mientras el muy
capullo de Keith me estaba metiendo mano... No me reconoca a m misma.
Con Elliott haba descubierto una parte de m con la que pude congraciarme. Buscar el placer, de
forma consensuada, con alguien que era totalmente confiable, y en la intimidad de una
habitacin, era una cosa. Excitarme cuando me estaban usando descaradamente sin que yo
tuviera ni voz ni voto, era una cosa totalmente diferente. Habra tenido razn mi amigo, cuando
me dijo que yo necesitaba mucho ms de lo que l era capaz de darme? Era aquello, lo que
necesitaba?
De momento no lo estaba pasando nada mal; al contrario. As que decid dar una oportunidad a
aquella fantasa: siempre estara a tiempo de pronunciar las palabras que pondran fin a todo
aquello de forma inmediata.
Al cabo de media hora de haber abandonado la ciudad, y de viajar en completo silencio,
llegamos a una villa tpicamente romana. Salimos del camino principal y enfilamos el sendero
que llevaba hasta ella. Sera ese, el hogar imaginario de Keith?

Llegamos a las puertas de la edificacin, y descendi del caballo de un salto, para bajarme
despus, cogindome por la cintura. Un muchacho corri para hacerse cargo del animal, y
entramos en la casa.
Este ser tu hogar durante unas horas me dijo con una sonrisa maliciosa. Yo arrugu el
ceo, molesta. Durante media hora haba estado toquetendome hasta ponerme ms caliente que
el sol, y l pareca fresco como una rosa. Malinterpret mi mirada, porque me dijo: No te
preocupes, no te voy a obligar a limpiar. Por lo menos durante los primeros sesenta minutos.
No contest. Estaba decidida a hacer que se sintiera mal por haberme prohibido hablar, as que
me limit a alzar una ceja al mirarlo. Entrecerr los ojos, desconfiado. Me conoca bastante bien,
y se estara preguntando dnde estaba aquella mujer testaruda y orgullosa con la que haba
tratado antes. De vacaciones, en una villa romana, decidida a disfrutar todo lo que pudiera.
Vamos. Te mostrar tu lugar en esta casa.
Atravesamos el atrium, y me qued maravillada. Haba una fuente de mrmol en el centro, y los
mosaicos de las paredes eran preciosos, aunque no pude detenerme para admirarlos porque Keith
tir de mi cadena para conducirme al interior del dormitorio principal.
Esta noche tendr invita2 me anunci, y t sers la atraccin principal. Pero antes... Me
quit el collar del cuello y lo dej caer al suelo. El ruido de la cadena retumb en las paredes.
Escaparte no es una opcin, espero que lo tengas claro me dijo cogindome las mejillas con
las manos y obligndome a mirarlo. Despus me mostr aquella sonrisa malvola que lo haca
parecer un ngel cado. Aunque sera interesante tener que perseguirte. Cuando te alcanzara,
que lo hara, tendra que darte un castigo ejemplar.
No era justo que no tuviera permitido hablar, aunque pensndolo detenidamente, casi era mejor.
Tener sus ojos fijos en m y ver el brillo de hambre que lucan, me habra inducido a
tartamudear, y an hubiera acabado haciendo el ridculo. Tena todas las terminaciones nerviosas
a flor de piel, y el contacto de su aliento a menta en mi rostro, me provoc un estremecimiento
que me sacudi de arriba abajo.
Keith ensanch esa maldita sonrisa cuando percibi mi estado de nimo. O quiz debera decir,
lo extremadamente cachonda que me haba puesto. Me di rabia a m misma por no ser capaz de
controlar las reacciones de mi cuerpo ante su apabullante virilidad, su fuerza, la seguridad en s
mismo que exudaban to2 los poros de su piel. Siempre haba sido capaz de controlarme. Tena
una frrea voluntad que haca que pareciera inmutable ante cualquier circunstancia; pero con
Keith, todo eso se iba a hacer puetas y me converta en una estpida sin cerebro. Por lo menos,
durante 1s segun2.
Le devolv la sonrisa, dndole un toque enigmtico y prfido, como si tuviera en mente hacer
algo para molestarlo. Que se rebanara los sesos intentando averiguar el qu. Pero su reaccin me
dej muda.
Me bes. Con furia. Como si con ese beso quisiera castigarme por to2 mis peca2. Aferr mis
mejillas con ambas manos y viol mi boca a conciencia, metindome la lengua hasta el fondo,
saqueando y robando todo lo que quiso, sin importarle que yo hiciera un amago de negarle lo que
quera de m. Solo un amago. No tuve bros ni persistencia para hacer algo ms, y acab
rindindome, loca de deseo por l.
Pero me abstuve muy mucho de dejar que l se percatara de ello. No poda dejarle entrever
cunto me alteraba su conducta, el deseo que manifestaba abiertamente por m. Y cunto me
satisfaca saber que me deseaba con tanta virulencia.
Por eso mi lengua se mantuvo quieta, sin responder a su ferviente ataque. Eso lo irrit
sobremanera. Lo intu en su respuesta a mi aparente indiferencia, cuando me empuj con todo su
cuerpo, arrollndome hasta llevarme a la cama. Cuando mis piernas chocaron con el colchn, ca
de espaldas sobre ella, y Keith me sigui. Me aplast con su duro cuerpo masculino sin dejar de
besarme, y desliz sus manos por todo mi cuerpo hasta llegar al borde de mi tnica. Meti las
manos por debajo y la levant, mientras haca palanca con sus piernas para obligarme a separar
las mas.
No me resist. Saba que sera intil intentarlo; adems, he de confesar que estaba hmeda,

mojada, deseosa. Haba necesitado que me echara un buen polvo desde el primer da que nos
vimos cara a cara, haca ya bastante tiempo, pero no iba a dejar que l lo supiera.
No hubo preliminares, y ni falta que hicieron. Yo estaba resollando como un fuelle, haciendo
acopio de toda mi fuerza de voluntad para mantener las manos quietas sobre las sbanas, cuando
me penetr con brutalidad. Me doli, y me mord los labios para no gritar, y apret las sbanas
entre mis manos para no empujarlo. Lo quera all, salvaje y desatado, dentro de m. Saba que el
dolor pasara, y que lo que vendra despus sera infinitamente mejor.
Me foll aplastndome con su cuerpo, con sus manos sujetndome las nalgas, febril de deseo,
jadeando con cada empuje. El roce de su polla dentro de mi vagina, me lanz hacia una espiral
desenfrenada que ya no pude evitar ni disimular. Gema y sollozaba de placer, mordindome la
lengua para no suplicarle ms: ms rpido, ms fuerte, ms duro. Ms de todo. Era el xtasis.
No hubo palabras que enturbiaran el momento: ni bonitas, ni soeces. Me bast con su
posesividad manifiesta, con su fuerza bruta, que me mantuvo inmovilizada debajo de l mientras
se daba un atracn con mi cuerpo. Fue violento y egosta, y no me import un comino, porque a
pesar de no haber puesto ningn empeo en excitarme, lo haba hecho de igual forma. Yo estaba
fuera de m, y el primer orgasmo me alcanz antes de que el cansancio hiciera mella en l.
Despus de orme gritar mi liberacin, y de sentir los espasmos de mi vagina alrededor de su
polla, se detuvo. El maldito tuvo la fuerza de voluntad suficiente como para quedarse quieto
encima de m, dentro de m, y dejar ir una de esas risitas sarcsticas que tanto le gustaban, y que
a m tanto me molestaban. Una risa tenue cargada de paternalismo y autosuficiencia.
Te has corrido. Una nica frase que fue como una acusacin, dicha entre resopli2 y
respiraciones entrecortadas, y que me puso los pelos de punta. La dama de hielo se ha corrido
como una puta.
Yo no contest. No me haba dado permiso para hablar, y lo utilic como excusa para no replicar
a su comentario. Qu poda decir? Que tena razn? Que su actitud de caverncola me haba
puesto a mil en 5 segun2? Que cuando se trataba de l, toda mi lgica y mi sentido de la auto
conservacin, se iban por el retrete abajo?
Se apart de m y se levant, quedn2e de rodillas entre mis piernas. Me mir, ladeando un poco
la cabeza. Yo no tena ojos ms que para la dura ereccin que luca en un nido de rizos tan
oscuros como su pelo, una polla larga, gruesa y amoratada que me mora por tocar.
Me dio una palmada en la cadera e hizo un gesto con la cabeza.
A 4 patas; ya. Quiero follarte por detrs.
Obedec sin pensrmelo ni una sola vez. No me reconoc en aquella mujer deseosa de
complacerlo; aunque quiz era a m misma a quin estaba satisfaciendo, y l y su autoritarismo
no eran ms que una mera forma de explotar mis propias perversiones.
Me dio una nalgada, con fuerza. No pude evitar dar un grito y girar la cabeza para fulminarlo con
la mirada. Una cosa era que Elliott, en nuestros encuentros, me azotara para excitarme; otra muy
distinta que lo hiciera Keith. Con Elliott haba tenido un buen entendimiento, y todo estaba
controlado; con este medio escocs, tozudo como una mula y fanfarrn como nadie que
conociera, no haba control alg1 por mi parte. Y no poda aceptarlo.
No te ha gustado? me pregunt, socarrn, al ver mi mirada asesina. Pues es una lstima.
Me solt otro azote sin apartar sus ojos de los mos. Tens la mandbula, en un intento por
demostrar que no lo estaba disfrutando, pero el muy... se rio. De m. Porque no pude tragarme el
gemido que escap de mi garganta con el tercer azote, ni esconder el estremecimiento de placer
que me recorri entera al sentir su dura mano sobre mis posaderas.
Te dije que te habas ganado una reprimenda por hablar sin mi permiso. Me acarici las 2
nalgas, a la vez, con ambas manos. Mi respiracin estaba tan acelerada, que podra poner en
marcha una turbina sin ningn tipo de problema. De momento, voy a ser benevolente contigo.
El sarcasmo flotaba en el aire como si fuera una niebla. Benevolente? Tanto como el caballo
de Atila, pero si me provocas lo suficiente, quiz consigas que te d una buena racin de
caning. Te gustara, Campanilla?
No. Para nada. Ni por todo el oro del mundo. To2 tenemos un lmite, y yo no pensaba permitirle

que me azotara con una caa, ni que me quemara con cera, ni que me fustigara con un ltigo. No
soy una masoquista, aunque en un momento dado me estimule una buena azotaina, y no iba a
permitir que me hiciera dao fsico. Aunque, cmo podra impedirlo, estando all? La nica
manera era pronunciando mis palabras de seguridad, y no estaba dispuesta a hacerlo. As que
estaba entre la espada y la pared, porque la nica manera que tena de evitar que se empeara en
alguna de esas prcticas, era obedecindolo ciegamente. No me quedaba ms remedio.
No, seor McKarthy le contest. Me haba hecho una pregunta directa, as que poda
hablar. No me gusta el dolor.
Bien. Pues tenlo en cuenta si, por esa cabecita tuya, pasa la idea de enfrentarte a m me
replic, muy serio, sin dejar de acariciarme.
No dijo nada ms, solo desliz la mano hacia mi coo y meti de golpe un dedo dentro de m.
Gem, y mi cabeza, ajena a mi voluntad, se dej caer sobre la cama. Me qued all, con el culo en
alto y la cabeza sobre el colchn, y me concentr en todas las sensaciones que fluan por todo mi
cuerpo. Ni siquiera me import cuando volvi a rer, satisfecho por el poder que estaba
ejerciendo sobre m. Cuando lo sac, tuve que esforzarme por no sollozar y suplicarle que
continuara, porque el vaco que dej en mi interior fue desolador. Luchaba constantemente
contra mi necesidad, intentando controlarla para que l no fuera consciente del poder que tena
sobre m, porque saba que eso henchira su orgullo ya desmedido de por s, y lo espoleara a
llevarme al lmite.
Ese vaco no dur mucho, solo el tiempo que le llev posicionarse correctamente detrs de m, y
preparar su polla justo en mi entrada. Un par de segun2, no ms, y entr como una tromba con su
polla erguida, agarrndome con una mano por la cintura, anclndome a l, mientras su pelvis
empez a chocar contra mi culo. Me foll como un poseso, como si no hubiera habido ese
pequeo interludio, como si no se hubiera detenido para dejarme muy claro qu esperaba de m,
y qu poda esperar de l, hasta que se corri con un rugido, justo despus de que yo alcanzara 1
de los orgasmos ms arrolladores de mi vida.

Captulo 7
Haba tomado la decisin de obedecerlo en todo, pensando que se comportara como un
caballero, igual que haba hecho Elliott, no obligndome a hacer algo que yo no quisiera.
Me equivoqu. A Keith no le importaban los lmites, y mucho menos lo que yo poda considerar
al respecto. Me di cuenta en cuanto termin de follarme y se levant de la cama para anunciarme
que iba a dar una fiesta dentro de un rato, que los invita2 haban llegado mientras se entretena en
follar conmigo, y que yo iba a ser la principal atraccin.
Me orden ir a la cocina, desnudarme y tumbarme sobre una mesa. Iban a usarme de bandeja, y
los invita2 iban a comer sobre m, como en un restaurante Nyotaimori. La sonrisa ladina que vi
en su rostro me avis que no era solo comer lo que tena en mente. Iba a permitir que me
toquetearan como si yo fuera un mueble.
Mi dignidad se revolvi en mis entraas, y una furia ciega se apoder de m. Olvid la prudencia
y la decisin de obedecerle que haba tomado haca tan solo 1s minutos? y me revel ante
aquello. Una cosa era que l me utilizara como objeto sexual; lo deseaba, me deseaba,
follbamos. Punto. Aquello? Me pareci indignante.
Me levant de la cama con furia mal reprimida, y l vio en m la ira que se iba acumulando en mi
estmago, cmo se me crispaban las manos y el rostro, el esfuerzo que estaba haciendo por no
replicarle con cajas destempladas.
Lo hars, Campanilla me advirti con voz ronca.
Ests loco, le repliqu con fiereza. No pude evitarlo, ni mantenerme callada. Estaba tan
furiosa que ya no me import provocarlo. Intent esquivarlo para huir por la puerta, pero me
agarr del brazo y tir de m.
No me provoques. Aqu soy tu Amo, y vas a obedecerme, como hara cualquier buena esclava.
Ni lo suees.
Me cogi del pelo y tir hacia atrs. Me hizo dao, pero grit ms por rabia que por el dolor. Su
agresividad me pona cachonda, sobre todo el saber que poda conseguir que perdiera el frreo
control que siempre tena sobre s mismo. Y aquello me pona an ms furiosa, que mi propio
cuerpo se rebelara en mi contra, respondiendo de una manera infame al abuso de aquel canalla,
me enervaba an ms. Pero no poda evitarlo.
No me jodas, Campanilla. Ambos sabemos que deseas esta fantasa tanto como yo.
Su voz son ronca y spera, y me dieron ganas de rer aunque lo disimul. Mir fijamente sus
labios, y tuve que reprimir el impulso de pasarme la lengua por los mos. Lo odiaba y lo deseaba.
Una disyuntiva nada fcil de solucionar.
Yo no soy la esclava de nadie le repliqu con los dientes apreta2, forcejeando para liberarme
de l, y luchando por liberarme a m misma de esta dualidad tan absurda que se haba apoderado
de m y que iba a volverme loca.
Entonces, dilas provoc. Di las palabras de seguridad, y vete. Nadie te detendr.
Me qued callada, rechinando los dientes. No quera irme, pero tampoco quera que l lo supiera.
Deseaba hacerlo pelear por mi sumisin, que se la ganara a pulso, que sudara sangre si era
necesario. No iba a cometer el mismo error que comet con Elliott hacindole creer que se la
regalaba.
Sabes que no lo har, cabrn, porque perdera mi derecho a volver. El Amo de las Puertas lo
ha dejado bien claro.
Keith se rio en mi cara, burln2e con fiereza de mi pobre excusa. Haba intentado poner toda mi
furia en aquellas palabras, pero l haba sabido leer ms all de ellas.
Eres una mentirosa, Campanilla. Y no me gustan las esclavas mentirosas. Necesitas un serio
correctivo que te ensee a no mentirle a tu Amo, y a someterte a m sin pelear. Parece que los
azotes de hace un rato, no han sido suficientes.
No te atrevers, hijo de puta exclam mientras me coga con brutalidad por el brazo y me
arrastraba hacia fuera.
Atravesamos el atrium y me oblig a seguirlo hasta el comedor de la casa, donde ya estaban
instala2 los invita2, 7 hombres tumba2 sobre los divanes alrededor de la mesa central, y con los

jvenes esclavos lavndoles los pies con agua de rosas, para ponerles despus las sandalias
nuevas. Un rito absurdo de la poca en que se supona que estbamos, y que dio mucha ms
veracidad a mi peligrosa situacin.
No saba si las personas que haba all eran reales o fruto de nuestra fantasa, pero haba alg1s
rostros que me pareci haberlos visto la noche anterior durante la cena, rostros que se volvieron
hacia nosotros en cuanto cruzamos la puerta.
Keith me arrastr hasta el centro de la sala. Yo intentaba resistirme pero l era como un vendaval
que se lleva todo a su paso. Los invita2 nos miraron con expectante sorpresa, sabiendo que el
espectculo estaba a punto de empezar y que yo iba a ser la atraccin principal. Keith tir de m
una ltima vez, haciendo que girara sobre m misma y me peg a l, con mi espalda pegada a su
poderoso torso.
Yo estaba empapada por el deseo. Los jugos que emanaban de mi coo, desnudo bajo la nfima
tnica de esclava, me resbalaban por los muslos. No quera que l lo supiera, e intent escapar
una vez ms, pero me inmoviliz pasando su velludo brazo por la cintura y apretando hasta que
casi me dej sin aliento.
Seores dijo con voz altanera, dirigin2e a los presentes para llamar su atencin. Esta
esclava no sabe cul es el lugar que le corresponde en mi casa, y me veo obligado a hacerle una
demostracin. Les apetece divertirse un poco a su costa?
Aquello no me gust. Tena to2 los ojos clava2 en m, miradas lujuriosas y bocas babeantes que
esperaban disfrutar de mi humillacin. Qu pensaba hacer Keith conmigo?
Ya lo ves, Campanilla, estn deseosos me susurr al odo, provocndome. Seores
sigui hablando, dirigin2e al expectante pblico, Cul es la primera leccin que debe
aprender una esclava? pregunt como si los presentes fuesen alumnos a los que estaba
examinando.
Obediencia contest 1 de los presentes.
Exacto concedi Keith con un ligero asentimiento de cabeza hacia el que haba hablado.
La obediencia ciega. Una esclava no tiene derecho a negarle a su Amo ninguna peticin, y si se
atreve a desobedecer, el Amo puede tomar por la fuerza lo que desea.
Vete a la mierda sise.
Piensas pronunciar tus palabras de seguridad? me pregunt en un susurro, muy serio.
Sabes bien que no.
Asinti con la cabeza e hizo un gesto con la mano a alguien detrs de nosotros. Inmediatamente,
unas manos me inmovilizaron el rostro mientras otras me ponan una mordaza. Intent luchar
para evitarlo, pero fue intil.
Si no vas a decir tus palabras, no es necesario que hables en absoluto.
Estaba tan furiosa como excitada. Desde el primer momento haba sabido que Keith era el tipo
de hombre capaz de doblegarme, y por eso haba huido de l siempre. Pero ahora ya no tenia esa
opcin. Iba a verme obligada a tomar lo que quisiese hacerme sin rechistar, tragndome el
orgullo.
Los nicos derechos que tiene una esclava, Campanilla, son los que su Amo quiera concederle
como un regalo. Y ahora mismo, t no tienes ning1.
Hizo otro gesto, y me vi con las manos atadas delante de m por 1s puos de cuero que se
aferraban como si fuesen una segunda piel. Amordazada y atada, estaba totalmente indefensa en
sus manos, y eso me excit todava ms, al mismo tiempo que esa situacin me causaba una
repulsin absoluta. Odiaba y anhelaba sentirme as.
Durante toda mi vida haba sido una mujer cabezota que no daba su brazo a torcer; solo en
contadas ocasiones, y despus de un fundamentado intercambio de opiniones, 1s pocos elegi2
haban conseguido convencerme de algo que estaba en contra de lo que yo crea. Nunca, jams,
alguien haba conseguido obligarme a hacer algo que yo no quisiera. Y ah estaba Keith, alto,
fuerte, seguro de s mismo, y con una obcecacin tan grande como la ma, a punto de conseguir
obligarme. No importaba que en mi fuero ms interno lo estuviera disfrutando, porque para eso
haba ido all, a Pleasures Manor; y no importaba porque a pesar de desearlo, me rebelaba contra

ese anhelo tan profundo que estaba sacando de mi interior la parte ms vulnerable de m misma,
y que haba mantenido encerrada bajo mil canda2 y quinientos barrotes, para que nadie fuese
capaz de llegar hasta ella.
No quera ser su esclava. Pero deseaba fervientemente que me obligara a serlo.
Tumbadla sobre la mesa orden, y las mismas manos que me haban amordazado y
restringido, y que pertenecan a 2 esclavos, me cogieron en volandas y me pusieron sobre la
mesa, procediendo a atarme bien atada hasta inmovilizarme por completo.
Haban atado mis manos a la mesa, y mis pies tambin. Me revolv, furiosa, con los ojos echando
chispas en direccin de Keith, pero l se limit a mirarme y a mostrar esa sonrisa de suficiencia
que estaba aprendiendo a odiar con mucha rapidez. Hizo un gesto con la mano y tambin me
ataron las rodillas, y pasaron una cinta gruesa de cuero por la frente y por el abdomen, trabndola
bien por debajo de la mesa.
No poda moverme.
Keith pas una de sus manos por todo mi cuerpo, de forma casual, desde el pie hasta mi rostro,
haciendo hincapi en 1 de mis pechos, que se entretuvo en atormentar pellizcndome el pezn y
mirando fascinado cmo este se endureca an ms. Con las piernas separadas como estaba, no
poda disimular el reguero de humedad que manaba de mi coo enfebrecido, y la necesidad que
estaba creciendo a pasos agiganta2, con la misma intensidad que la furia me invada.
Me dio una palmadita en el rostro, y me mir, condescendiente.
Aprenders, Campanilla afirm, y se tumb en su divn dejando que un esclavo procediera
a lavarle los pies, mientras otros empezaban a traer los manjares, corta2 en pedacitos muy
pequeos, y los colocaban sobre mi cuerpo hasta cubrirme casi por completo.
Yo no poda moverme, ni siquiera poda girar la cabeza, pero senta sobre m los ojos de to2 los
presentes, y las respiraciones agitadas de esos malnaci2 que estaban deseando que Keith indicara
que era el momento de empezar a comer. Y me tem lo que iba a pasar a continuacin.
No usaron palillos, como en los restaurantes Nyotaimori; ni siquiera usaron sus manos. En
cuanto Keith dio la seal, se abalanzaron sobre m y utilizaron sus bocas para apoderarse de la
comida que estaba sobre mi cuerpo. Y si la cosa hubiese terminado all...
Yo no poda moverme, ni siquiera retorcerme. Estaba all quieta, como una ofrenda a un dios
pagano, mientras aquellas bocas me recorran todo el cuerpo. La comida era la excusa perfecta
para lamerme y chuparme los pezones, el ombligo, las caderas, el cuello... incluso 1 se atrevi a
sumergirse en mi indefenso coo para sorber mis jugos como si fuesen una delicatessen.
7 lenguas, catorce labios, recorrindome entera mientras yo me gritaba que aquello no estaba
bien, e intentaba sentirme agraviada y violada en to2 los aspectos.
Intentaba, es la palabra clave; porque aunque mi mente me deca que aquello era una perversin,
que aquellos hombres estaban abusando de m, ver el rostro de Keith mientras me observaba ser
asaltada por toda esta caterva de neandertales disfraza2 de romanos, haca que mi excitacin
fuera en aumento. Me miraba fijamente, con los ojos oscureci2 por la pasin, y era evidente que
su polla estaba erecta y preparada.
Lo maldije mentalmente, por ponerme en una situacin as, por arrebatarme todo el control, por
ponerme entre la espada y la pared, al lmite del acantilado. Disfrutaba y deseaba todo lo que me
estaban haciendo; me haca sentir como nunca antes, absolutamente deseada. Como un objeto
codiciado por el que cualquiera estaba dispuesto a pelear. Hizo que saliera a flote mi lado ms
oscuro y salvaje, esa parte atvica que toda mujer tiene en su interior y que lucha denodadamente
por mantener oculta y bajo control.
Porque todas queremos ser ese objeto del deseo por el que to2 babean, y hacer que se postren a
nuestros pies locos de lujuria.
La excitacin aument. Jadeaba intentando hacer que mis pulmones se llenaran de aire, y morda
la mordaza con que me haban silenciado. Deseaba que me tocaran con las manos, que me
follaran, pero ning1 pareca decidirse. Se limitaban a hacerme arder lamiendo, besando y
chupando, bajo la atenta mirada de Keith.
1s dientes se ocuparon de 1 de mis pezones. Lo mordisquearon enviando llamaradas de placer a

travs de todo mi cuerpo, convirtindolo en un diamante, duro, crispado, reluciente por la saliva.
Otro me penetr con su lengua, sorbiendo, haciendo que mi coo pulsara con espasmos. Una
ms juguete con mi ombligo, hacindome cosquillas con la lengua.
La comida era lo de menos. A nadie le importaba, ni tena hambre. To2 estaban pendientes de mi
cuerpo, de excitarlo, adorarlo, llenarlo de saliva, besos y lametones. Mi corazn bombeaba como
nunca antes lo haba hecho, tan rpido que tena la impresin de que iba a colapsar en cualquier
momento.
Keith se aproxim a mi cabeza, y me mir, poniendo su rostro encima del mo de forma que lo
vea del revs. Acerc su boca a la ma, y me orden:
Crrete.
Mi cuerpo obedeci, loco de contento. Sent la furia del orgasmo recorrerlo de una punta a otra,
como ramificaciones de un rayo quemndome la piel. Convulsion sobre aquella mesa, bajo to2
aquellos labios y lenguas, mordiendo con rabia la mordaza que me impeda gritar a pleno
pulmn. Renegu de mi cuerpo traidor por actuar por su cuenta, sin pedirme permiso,
llevndome de la mano a otro nivel ms all de tabes y conciencias, donde lo nico que
importaba era el placer recibido. Y odi a Keith por llevarme a tal paroxismo en el que me perd
a m misma, y todo lo que cre ser, poniendo al descubierto la peor faceta de m misma, aquella
que me avergonzaba, la que haba mantenido atada y amordazada durante tantos aos, igual que
estaba yo en ese mismo momento, sobre una mesa, expuesta a quin quisiera tocarme sin
tapujos.
Dese llorar, y gritar, y rer. Dese poder decir las palabras que me sacaran de all para llevarme
al lugar seguro en el que haba vivido durante toda mi vida; y agradec estar amordazada para no
actuar como una cobarde.
O los jadeos de Keith, que an estaba al alcance de mis ojos. Los dirig hacia l, y lo vi
masturbn2e. Se estaba acariciando la polla mientras me miraba con sus ojos azules que ahora
parecan pose2 por una tormenta tan salvaje como la que yo estaba viviendo. Su mano suba y
bajaba a lo largo de su verga sin dejar de mirarme ni un instante. Era gruesa, hermosa, henchida;
hierro hecho de satn, y del glande empezaba a manar el lquido pre seminal que se convirti en
un torrente cuando lleg al clmax. Su esperma llovi sobre mi rostro, espeso y caliente, y quise
poder probarlo pero la mordaza me lo impidi.
Acab rendida y sollozante. Sent las manos de alguien liberndome de las restricciones, y 1s
brazos poderosos enroscn2e a mi alrededor, alzndome. Tena los ojos cerra2 y no me atrev a
abrirlos, porque no quera enfrentar la mirada de Keith. No habr quin lo aguante me dije,
segura que sus ojos estaran llenos de arrogancia y presuncin. En una hora me haba
proporcionado 3 orgasmos; y el ltimo, sin siquiera tocarme.
Lo peor de todo, era que me haba demostrado que era a un hombre como l lo que yo
necesitaba, algo que me haba negado en redondo a admitir porque pona en serio peligro mi
propia cordura. Cmo podra vivir teniendo alrededor, a un hombre como l? Imposible.
Prefera mil veces seguir siendo una amargada insatisfecha antes que aceptarlo como amante.
Te odio le dije, olvidando que tena prohibido hablar, pero l decidi pasarlo por alto.
Lo s me contest, e intu en su voz esa sonrisa torcida que haca que lo odiara an ms.
Te llevar a la cama, para que descanses un rato.
Me sent rara y extraa. Me llevaba en brazos como si yo apenas pesara, y su abrazo era tierno y
tranquilizador. Me sent absurdamente segura, e incmoda con aquella emocin. Cmo poda
sentirme segura con un hombre sobre el que no tena ningn tipo de control?
Me dej sobre la cama y se apart de m. No quise saber a dnde haba ido, pero volvi al cabo
de poco, con un pao hmedo y aromtico que pas por todo mi cuerpo, limpindome de los
restos de saliva y semen. Fue cuida2o, casi reverencial, como si yo verdaderamente le importara.
Le dej hacer. No tena fuerzas para oponer ningn tipo de resistencia a sus cuida2. Podra
haberme hecho sentir vulnerable, o como una intil; en cambio, el lento roce de su mano,
disimulado bajo el lienzo, me relaj, sumindome en un aturdido sopor, como si flotara sobre
mullidas nubes.

Cuando termin, me cubri con la sbana. Desliz 2 de2 por mi frente, apartando 1s mechones
inquietos que se haban cado sobre mi rostro. Me dio un beso en la frente, con una inusitada
ternura que me sorprendi, y se fue del dormitorio sin decir nada.
Abr los ojos, mortificada, y tuve que hacer un esfuerzo por no gritar mis palabras de seguridad.
Aquella ternura me haba alterado mucho ms que su anterior arrogancia; con la segunda ya
saba cmo lidiar, pero con la primera, estaba perdida.

Captulo 8
No s cunto tiempo dorm. Me despert el trino de los pjaros, que entraba por la ventana.
Bostec, perezosa, sin recordar dnde estaba. Todo me pareca un sueo extrao del que por fin
haba despertado, hasta que abr los ojos y sent a mi lado la dureza de un cuerpo caliente detrs
de mi espalda.
Keith.
Estaba acoplado a m como una cuchara a un tenedor. Su enorme mano descansaba abierta sobre
mi estmago; su respiracin calmada me haca cosquillas en la nuca; el vello de su pecho se
rozaba contra mi espalda desnuda.
Bienvenida al mundo de los despiertos, Campanilla. Preparada para el siguiente round?
Volv a estar furiosa con l. El estado de cabreo constante que me provocaba no era normal, y
tena que analizar a qu se deba. Nunca he sido una amargada, de esas que llevan el rictus
colgado de los labios como si todo les diera asco, ni me suelo enfadar por todo. Pero con Keith,
era como si solo tuviera que abrir la boca, o alzar una de sus cejas, o simplemente parpadear,
para enfurecerme. As que os podis imaginar cmo estaba yo en aquellas condiciones,
completamente en sus manos y con una nica posibilidad de escapar, que era rendirme y
pronunciar mis palabras de seguridad.
No contest a su pregunta, y eso provoc que l soltara una de esas risitas sardnicas que tanto
me molestaban.
Veo que esta maana no ests muy comunicativa.
Maana? Cmo que maana? Ya estbamos al da siguiente? No poda ser. El Amo de las
Puertas me haba dicho que iba a permanecer all doce horas...
Keith se haba incorporado, abalanzn2e sobre m, y a pesar de estar de espaldas a l, pudo
observar la expresin de mi rostro. Consigui adivinar qu estaba pasando por mi cabeza y, con
un exagerado tono paternalista, me dijo:
Estamos en una fantasa, recuerdas?
Una fantasa. Lo que hizo que me preguntara de nuevo cmo podan hacer algo as. Casi pareca
magia, o una sucursal de Rekall... Debera estar asustada por todo lo que implicaba la fantasa
que estaba viviendo, pero Keith pareca tranquilo, como si todo aquello fuese algo normal.
Puedo hacerte una pregunta? Keith me mir con el ceo fruncido y enarc la ceja. Suspir.
Haba olvidado la tontera esa de llamarlo seor McKarthy. Seor McKarthy? aad con
una sonrisa forzada.
Te dar 5 minutos de tregua, porque esa frente llena de arruguitas me dice que hay algo que te
preocupa.
Cmo puedes estar tan tranquilo con... Agit las manos, sealando todo lo que nos
rodeaba, con todo esto? Cmo lo hacen? Todo parece tan... real. Si fuesen hologramas, no
podramos tocarlos. Algn tipo de droga, quiz?
Intent seguir hablando, especulando, pero Keith levant una mano y me call.
No lo s, y, sinceramente, no me preocupa. No es la primera vez que vengo aqu, Campanilla.
Si lo que temes es que pueda haber algn fallo...
No, no es eso. Es solo que... me parece tan increble. Es como si estuviramos realmente en la
antigua Roma Imperial.
Keith se encogi de hombros y se dej caer hacia atrs, en la cama. Aquel interludio tan breve
haba hecho que yo olvidara en el lo en el que estaba metida, pero l me lo record cuando se
levant de la cama y me mir, taladrndome con la mirada.
Fin de la conversacin, Campanilla me dijo. Extendi una mano hacia m, que an
permaneca tendida, y encogi los de2 como si me provocara para una pelea. Arriba. Ya has
descansado suficiente y yo tengo ganas de jugar otro rato.
Me estremec de arriba abajo. Entend a qu se refera por jugar, y no era precisamente al
parchs. Los pezones se erizaron y me humedec con anticipacin. Qu me tendra preparado?
Maldita sea! No debera mostrarme tan receptiva y entusiasta. Debera gruir, quejarme,
fulminarlo con la mirada; ser brusca y estar malhumorada. No era feliz por estar en aquella

situacin, pero lo que ms me molestaba era que me gustaba. Me gustaba! Y ver cmo sus ojos
se calentaban y me recorran todo el cuerpo, no ayudaba.
Me cogi la mano y tir de m, obligndome a levantarme, y me estrell contra su duro cuerpo.
Sus brazos se cerraron como cepos a mi alrededor y una sonrisa de suficiencia curv sus labios.
Acerc su rostro al mo y uni nuestras bocas en un beso exigente que me oblig a responder con
intensidad.
A Keith se le escap un gemido y movi las manos por mis hombros y espalda hasta llegar a las
caderas, y me presion con fuerza sobre su ereccin. Empuj la lengua en mi boca, insistente,
obligndome a responder ms profundamente, a dejar de lado to2 mis recelos, para entregarme a
probarlo, olerlo, y tocar ese duro cuerpo mientras su piel me quemaba.
Saba que Keith era el nico hombre que lograra someterme como yo quera, convertirme en
una sumisa feliz y satisfecha. Pero, sera capaz de hacerlo libremente? No, an no. Keith tena
que trabajar para lograr que su fuerza y su decisin, se impusieran a las mas. Si no me resista,
no sera divertido para ning1 de los 2.
Y... a qu ha pensado jugar esta maana, seor McKarthy?
Us mi voz y mi mohn ms dulce y femenino, muy coqueto, un gesto que pocas veces me
permita mostrar. Deslic las manos sobre el pecho desnudo de Keith mientras le diriga una
mirada seductora.
Keith entrecerr los ojos y en su brillo descubr que no lo haba engaado en absoluto.
Eres como un tigre jugando con su pobre presa me dijo, pero ests equivocada si crees
que puedes burlarte de m. Soy un domador, cielo, y esta fantasa es tu jaula.
Se apart de m y se rode la cintura con una tela para taparse. Me cogi de la mueca y me sac
casi a rastras del dormitorio. Caminaba con decisin y pareca algo molesto por mi intento de
seduccin, como si hubiera intentado estafarlo. Y era as. Haba pretendido venderle una
actuacin con mi papel de mujercita sumisa y tentadora, y no se lo haba credo; ni siquiera me
haba dado la oportunidad de desarrollar el papel. Le haba bastado una sola frase para adivinar
cul era mi juego: dominarlo, subyugarlo con una seduccin deliberada utilizando mi falsa
sumisin para desviarlo de su objetivo.
Mis amigos de anoche quedaron fascina2 contigo me dijo mientras caminaba dando largos
pasos. As que despus de que te dejara en la cama y volviera a la fiesta, les promet que
podran tener mucho ms de ti... si conseguan atraparte.
Mucho ms de m?
Mi voz son estridente hasta para mis propios o2. Qu quera decir con mucho ms de m?
Bueno, to2 se quedaron con ganas de probar tu dulce coo, as que les dije que 1 de ellos
podra follarte... si te atrapaba.
Salimos al exterior. Yo me haba quedado muda por el asombro. No poda creer que hablara en
serio. Iba a dejar que me follara otro to? Desde luego, en mis sueos ms hme2 y prohibi2,
nunca haba sido incluida esa parte. Cuando alguna vez me haba entregado a alguien que
acababa de conocer, haba sido por mi propia decisin y no porque hubiese ganado ese derecho
sin que yo tuviese algo que decir al respecto.
Sigues sin llamarme seor McKarthy refunfu cuando llegamos a la parte trasera de la
casa. Y hablas sin que te d permiso. Es que no escuchaste las reglas?
Las reglas estn hechas para romperse repliqu mientras mis ojos se agrandaban ante lo que
tenan delante. Un laberinto. De setos.
Este tipo de laberintos son ms tpicos de un jardn ingls de la poca de regencia y victoriana
le dije, hacindome la listilla, y no de una domos romana.
Y qu ms da? Me mir y sus ojos brillaron, burlones. T sabrs por qu est aqu. Al
fin y al cabo, esta es tu fantasa, verdad? Mostr esa sonrisa lobuna que yo tanto odiaba y
gir el rostro antes de seguir hablando. Dirigi los ojos hacia la entrada del laberinto, un arco de
casi 3 metros de altura, y lo seal. Son veinti5 hectreas de laberinto. En el centro, hay un
templete que se puede cerrar con llave. La llave est puesta en la cerradura. Si llegas hasta all
antes que alguien te atrape, estars a salvo de to2 ellos. Pero si no lo consigues y alguien te

pilla... no tendrs derecho a decir no y debers hacer lo que te ordene. Tienes una ventaja de
10 minutos, que es el tiempo que tardarn en llegar hasta aqu los 7 aspirantes a follarte. Has
entendido?
El muy cabrn hablaba en serio.
Estoy descalza y desnuda! Cmo pretendes que corra..?
El tiempo ha empezado a correr, Campanilla.
Eres un cerdo! le grit y l solt una carcajada. Y un bruto!
Tendrs que ir buscndote otros insultos, cielo, porque esos ya me los conozco. Tic, tac. Los
segun2 van pasando...
Ech a correr y el eco de sus risotadas restallaban en mi cabeza. No es que estando descalza
pudiera correr demasiado sobre un suelo de tierra y lleno de piedras. Entr en el laberinto
maldiciendo y acordndome de toda la familia de Keith, tanto de los vivos como de los muertos.
El muy cabrn hijo de su madre iba a pagrmelas todas juntas. Maquinara una venganza que
sera apotesica. Acabara pidindome perdn de rodillas, llorando a lgrima viva. Ya vera, ya...
Pero mientras tanto, deba correr. La nica oportunidad que tena de salvarme, era llegar al
templete antes que nadie y encerrarme en su interior. Eso, suponiendo que no me hubiera
mentido. Pero no poda correr a tontas y a locas. Era un laberinto complejo, no solo por lo
enorme, sino porque los setos eran gruesos y tenan casi 2 metros de alto, lo que me haca
imposible poder orientarme. Una vez cruzado el arco de entrada, despareca de la vista cualquier
referencia que pudiese ayudarme, y lo nico que haba a mi alrededor eran setos, setos y ms
setos. Podra estar dando vueltas y vueltas durante horas, pasando por los mismos lugares una y
otra vez , si no trazaba antes un buen plan.
Por suerte, hubo un tiempo en que la mitologa griega me tena embobada, y lea cualquier cosa
que cayera en mis manos. Me acord de Teseo y Ariadna, del hilo y el laberinto. No tena ningn
hilo con el que poder guiarme, pero s tena una manera de marcar los lugares por los que iba
pasando, e indicar cul camino haba seguido antes para el caso que mis pasos volvieran hasta
all. Avanzara de forma ms lenta, pero ira mucho ms segura.
En el primer giro que hice a la derecha, cog 3 piedras del suelo y las coloqu en fila, poniendo la
piedra ms gorda sealando el camino que iba a seguir. No llamaban la atencin, as que no cre
que mis perseguidores fuesen a fijarse en ellas cuando pasaran por all.
Me intern en el laberinto y fui sealando cada giro de la misma manera, sonriendo, creyndome
la ms lista del mundo.
Pasaron los 10 minutos que tena de ventaja y empec a or las voces de mis perseguidores.
Gritaban obscenidades rin2e, supongo que para ponerme nerviosa; cosas del tipo dulce coito,
dnde ests?, o ven aqu, tetitas ricas. Hice o2 sor2 a las palabras, aunque s intentaba
ubicarlos gracias a sus voces y el ruido que hacan.
Yo caminaba despacio, intentando no hacer ruido. Ir descalza era un incordio. Las piedras se me
clavaban en la planta de los pies, y si me acercaba demasiado a las paredes vegetales, me araaba
la piel desnuda. Maldec en silencio durante todo el rato, jurndome que Keith me las pagara
con creces por todo aquello.
1 de los capullos que me segua, se acerc demasiado a m. Afortunadamente, nos separaba un
seto y cuando pas por mi lado, me qued quieta, sin respirar, encogida e inmvil para que no se
percatara de mi posicin. Pas tan cerca que si hubiese metido la mano por entre el seto que nos
separaba, hubiese podido tocarlo. Pas de largo sin darse cuenta de mi presencia, y respir
aliviada. No estaba dispuesta a permitir que ning1 de aquellos sarnosos me pusieran una mano
encima.
Segu mi camino, prestando atencin al suelo, vigilando por si me encontraba con las piedras que
me indicaban que ya haba pasado por all. Tuve que volver atrs varias veces al encontrarme
con un camino si salida, teniendo que desandar el camino recorrido.
Durante el recorrido, me encontr con varias pequeas plazas, adornadas con rosas y margaritas,
y con alguna estatua en el centro. Me llam la atencin una en especial: era Venus saliendo del
mar, con una mano cruzada sobre sus pechos, y la otra tapando su ingle. Tena el pelo ondeando

como si un fuerte viento lo hubiese alborotado, pero su rostro era plcido y hermoso. Aprovech
para sentarme en 1 de los bancos de piedra que la rodeaban, porque tena los pies destroza2 y me
ardan.
La ira haba ido creciendo en m a lo largo de la media hora que haba transcurrido. No entenda
por qu Keith me estaba haciendo esto. La noche anterior haba disfrutado de tener todas
aquellas bocas complacindome, s; pero ning1 me haba tocado con sus manos, y mucho menos
me haba follado. Acabo Keith crea que iba a divertirme siendo perseguida por 7 babosos? Era
a l a quin deseaba, y no me gustaba nada la idea que me usase como premio para otros. En
qu coo estaba pensando?
S, poda terminar con todo aquello si deca en voz alta mis palabras de seguridad; pero eso
pondra punto y final a todo. Adems, nunca me haba permitido el lujo de darme por vencida en
nada: yo era una ganadora, una mujer que siempre haba luchado con uas y dientes por lo que
quera, y no iba a permitir que un hombre arrogante como l, me venciese en ningn mbito de
mi vida. Ni siquiera en aquel.
La nica opcin que tena, era llegar al templete antes que nadie. Y estaba dispuesta a
conseguirlo.
Me despist, lo admito. Sentada en el banco, contemplando la estatua de Venus, y sumida en mis
pensamientos mientras les daba un respiro a mis pies, no me di cuenta que 1 de los babosos me
haba localizado y se acercaba a m en silencio. Me sorprendi cogindome por detrs,
rodendome con sus brazos y tirando de m, intentando arrastrarme fuera del banco. Se lo
permit, dndole la confianza que no iba a luchar contra l.
Vamos a pasarlo bien, t y yo me dijo al odo mientras una de sus manos me recorran el
cuerpo. Se detuvo en 1 de mis pechos y lo sob, mientras con el otro brazo me mantena inmvil,
de pie, delante de l. Me apretaba contra su cuerpo, y sus labios recorrieron mi cuello.
Me dio asco. En ese momento s me sent violada, porque no iba a tener ningn tipo de control
sobre lo que iba a pasar, a no ser que pusiera remedio. La noche anterior tena a Keith vigilante,
sin permitir que ning1 de ellos hiciera algo ms que sobarme un poco. Pero en ese momento,
estaba totalmente indefensa... o no?
Una mujer no est indefensa si tiene las agallas de pelear. Y lo hice.
En cuanto se relaj, ech mi cabeza hacia atrs con fuerza, dndole un cabezazo que impact en
su nariz. Dej ir un gruido furioso, pero me gir con rapidez y lo empuj contra el seto. Si me
iba corriendo, me atrapara en seguida y no tendra otra oportunidad; as que pill la primera
piedra que mi mano alcanz, y le golpe la cabeza con ella.
No tuve remordimientos, ni pens en las consecuencias. Estaba en una fantasa, y dudaba que
alg1 de aquellos tos fuese real; pero si lo era, se lo mereca. Nadie tiene derecho a abusar de una
mujer. Nadie tiene derecho a abusar de nadie. Una cosa es poner en prctica una fantasa de una
forma consensuada, y otra muy distinta, aquello. Yo no iba a permitir que abusaran de m 1s
desconoci2. Ning1 de ellos iba a meter su polla en mi coo. Ni en broma. No sin mi permiso, por
mucho que Keith les hubiese hecho creer que tenan todo el derecho.
El desconocido qued tumbado en el suelo, inconsciente. Tir la piedra a un lado. Me haba
manchado la mano de sangre con una salpicadura, y la limpi en la tnica del to. Le quit las
sandalias y me las puse; mis pies lo agradecieron. Iba a apoderarme tambin de su tnica, pero o
voces acercn2e as que decid irme de all lo ms deprisa que pude.
No tuve ningn otro altercado. Pude recorrer el resto del laberinto sin volver a encontrarme con 1
de ellos. Los oa, por supuesto; seguan dando voces llamndome, y diciendo obscenidades, pero
yo me mantena en silencio y caminaba sin hacer ruido.
Llegu al templete estando muy cansada, casi agotada. Tena sed, me dolan to2 los msculos, y
los pies me sangraban por todo el rato que haba estado descalza. Casi llor de alivio cuando vi la
puerta con la llave puesta, y me abalanc sobre ella para abrirla. Me temblaban las manos, y tuve
que pelear para lograrlo. Los goznes chirriaron y la puerta se abri; la oscuridad inundaba el
interior. No haba luces, no se filtraba ni un msero rayo de sol, pero respir profundamente y
levant la pierna para dar un paso hacia aquella oscuridad que era mi salvacin.

Casi lo consigues, Campanilla. Lstima que yo llegu antes.

Captulo 9
Esa voz. La reconoc inmediatamente, sin necesidad de ver a su dueo con mis ojos. Keith.
Me rode la cintura con su brazo desde atrs, con suavidad, como si temiera que yo me asustara
y saliera corriendo. Peg su pecho a mi espalda y coloc su barbilla sobre mi hombro, dejando
un beso suave con 1s labios que a duras penas me rozaron.
Su piel se senta clida, y reconfortante. Me relaj contra l, inclinando la cabeza hacia atrs,
apoyndome en su hombro. No haba logrado ponerme a salvo en el templete, pero de forma
irresponsable, no me import. Keith estaba all, estaba entre sus brazos; estaba a salvo.
Una idea ridcula y absurda. A salvo, en sus manos? Si no hubiese estado tan fatigada, y si no
hubiese tenido mi cuerpo totalmente dolorido por la carrera, la tensin, y las piedras del camino,
me hubiese dado cuenta que aquella seguridad no era ms que un espejismo. La idea acudi a mi
mente mientras me coga en sus brazos, en un destello fugaz de cordura, e intent revolverme
para que me bajara. Pero sus brazos se cerraron an con ms fuerza a mi alrededor, y mi cuerpo,
cmodo y relajado, le gan la batalla al buen juicio.
Apoy la cabeza en su hombro y me dej llevar, cerrando los ojos. Puse una mano sobre su
pecho, y suspir. Su corazn se senta latir bajo mi palma, fuerte y constante, como un reloj
suizo; y aquel bum, bum me sumi en un estado de duermevela en el que apenas fui
consciente de adnde me llevaba.
No pronunci ni una palabra mientras me llevaba de vuelta a la casa, atravesando todo el
laberinto y el jardn, conmigo en sus brazos. O unas voces suaves, y alguien me quit las
sandalias con cuidado. Un chapoteo llam mi atencin, pero me encontraba tan a gusto que me
negu a abrir los ojos, ni siquiera cuando not el agua acariciando mi cuerpo.
Voy a cuidar de ti me dijo Keith al odo, y asent permaneciendo con los ojos cerra2.
Estaba rendida, agotada, exhausta. La carrera por el laberinto me haba costado ms energa de la
que haba supuesto. Mientras la adrenalina haba estado corriendo por mi cuerpo, no haba
notado los efectos del cansancio; pero cuando esta se haba disipado, cay sobre m como un
lastre. Haba pasado muchos nervios y miedo, aunque no quisiera reconocerlo en voz alta, y me
haban drenado hasta la ltima gota de voluntad. Slo quera dormir, nada ms.
Pero el aroma a cereza invadi mis fosas nasales cuando Keith inici un lnguido y sensual
recorrido por mi piel con una esponja suave y deliciosa. Lav toda la suciedad que se haba
pegado a mi cuerpo con una delicadeza que jams hubiese esperado. Las pequeas heridas y
araazos que me haba hecho me escocieron un poco, y me quej dejando ir un pequeo siseo.
Lo siento. Su disculpa me sorprendi tanto, que no pude evitar abrir los ojos y fijarlos en l.
Me devolvi la mirada y sonri con picarda mientras alargaba un brazo y me quitaba una hoja
que se haba quedado enredada en el pelo. Pareces asilvestrada brome, como una ninfa
del bosque.
Aquella voz tan suave y el tono tan tierno, no parecan pertenecer al mismo hombre que me
haba estado sacando de quicio desde que haba puesto el pie en aquella fantasa. Frunc el ceo;
la desconfianza haba vuelto a apoderarse de m.
No es necesario que finjas que te importo lo ms mnimo. Me revolv, intentando salir de
aquella baera enorme que era como una piscina. Un tpico bao romano, todo de mrmol,
enturbiado por el vapor del agua caliente que llenaba la piscina en la que estbamos senta2.
Quieta ah, fiera me orden con su voz ms autoritaria. No he terminado de baarte.
Soy perfectamente capaz de hacerlo sola, gracias le repliqu con acritud. Me haba tratado
como a una basura, y ahora quera hacerse el tierno?
Pero es mi privilegio hacerlo yo si as lo deseo.
Y es mi privilegio mandarte a la mierda.
Abby... me advirti, pero no le hice caso. Me levant hecha una furia. El agua resbalaba por
mi piel, ardiente como mi cuerpo, y las gotas iban dejando surcos sobre ella. Tena los pezones
ergui2 y la mirada de Keith se fij ah.
No me mires.
Se ech a rer a carcajadas. El ataque de risa fue tan fuerte que casi le provoca un acceso de tos.

Camin intentando mantener toda mi dignidad, dirigindome hacia las escaleras que me sacaran
del agua, con sta llegndome a las rodillas. Me dolan los pies, e iba cojeando un poco a causa
de todas las heridas que me haba hecho en el laberinto.
Keith fue ms rpido que yo. Sin dejar de rerse a mi costa, se levant como una exhalacin y se
abalanz sobre m. Me cogi por la cintura y me iz en el aire, llevndome con l de nuevo
dentro del agua.
No vas a ninguna parte, Campanilla me susurr contra el odo. Tengo planes para ti, y no
voy a permitir que te escapes.
El suave murmullo de su voz hizo que saliera de mi garganta un jadeo, y provoc un
estremecimiento en todo mi cuerpo. Su fuerte brazo rodendome la cintura y la traviesa mano
que se deslizaba por mi muslo, incrementaron mi respuesta. Cuando su mano se pos sobre el
monte de Venus y empez a acariciarme, muy cerca de mi sexo pero no lo suficiente, ronrone
como un gatito. Me mec, buscando con avidez el contacto de su mano, e intent alzar mis brazos
hacia atrs para rodearle el cuello con ellos.
Quietecita, Campanilla murmur. Deja caer los brazos.
Pero quiero tocarte confes, sin darme ni cuenta. Su respuesta fue esa leve risa socarrona
que a m me pona de los nervios.
Lo s, cielo. S que te mueres por mis huesos, pero ahora no es el momento.
Estuve a punto de mandarlo a la mierda en aquel mismo instante. Era irritante la manera en que
poda llevarme de un extremo a otro con unas pocas palabras. Pero sus constantes caricias, el
inquieto retozo de sus de2, cada vez ms cerca de aquel lugar que quera que tocara, me
obligaron a morderme los labios para no dejar ir un exabrupto que, seguramente, pondra fin a
aquel sensual interludio.
Ven. Me empuj con suavidad, dirigindome hacia el borde de la piscina. Camin sin dejar
de gemir, abandonada completamente a sus caricias. Su mano se haba acercado ms y ahora sus
de2 provocaban mi cltoris, rozndolo, pellizcndolo, hasta que se puso grueso y palpitante.
Cuando llegamos al borde de la piscina, me puso una mano en la mitad de mi espalda y me
empuj hacia adelante hasta que mi cabeza descans sobre la glida losa de mrmol. El fro
contrast vivamente con la caldeada temperatura de mi cuerpo. Me agarr a la piedra,
imaginando lo que iba a venir. Iba a enterrar su polla en mi coo, me iba a follar hasta que me
dejara sin aliento y sin cordura; hasta que me quedara afnica de tanto gritar.
Pues no.
Me dio un azote en el culo. Un azote! Yo estaba que bulla de deseo, y l se entretena en darme
nalgadas!
He perdido la cuenta de todas las que te has ganado me dijo. Yo apret las manos contra la
piedra porque saba que si intentaba resistirme, solo iba a ganarme otro castigo. Voy a ser
benevolente por esta vez, y te dar solo 10 azotes... si te portas bien y los cuentas en voz alta,
dndome las gracias. 1; gracias, seor McKarthy es lo que tienes que decir ahora, Campanilla.
O vas a rebelarte?
El muy... pretenda que encima le diera las gracias. Pero no quera provocarlo; saba que era
capaz de sumar los que fuera con tal de salirse con la suya.
1; gracias, seor McKarthy dije, haciendo un soberano esfuerzo para que no se notara que lo
deca entre dientes, furibunda, y con ganas de morderle la mano o arrancrsela de cuajo.
Si permaneca junto a este hombre mucho tiempo ms, sera el primer caso de bipolaridad
provocada, porque su actitud me haca pasar tan rpido de un estado de excitacin eufrica a otro
de excitacin asesina que cualquier psiquiatra me hara encerrar para estudiarme.
2; gracias, seor McKarthy.
Odiaba aquellos azotes; por lo menos es lo que me repeta a m misma mientras mi coo se
estaba inundando con mis propios jugos.
3; gracias, seor McKarthy.
Odiaba su enorme mano golpendome las nalgas, y acaricindomelas despus de cada azote. Su
callosa palma rozndome la piel para aliviar el dolor.

4; gracias, seor McKarthy.


Que mi espalda se arqueara y mi trasero buscara su contacto, era una simple coincidencia.
5; gracias, seor McKarthy.
Que mi voz sonara pesada, y mis ojos se cerraran para que mi mente pudiese concentrarse en la
sensacin de su mano sobre mi culo, no tena nada que ver con que me gustara.
6; gracias, seor McKarthy.
Que los pezones estuvieran duros como rocas, y mis labios murmuraran una plegaria para que se
obrara un milagro y l decidiera pellizcrmelos, no significaba nada.
7; gracias, seor McKarthy.
Que mis piernas se sintieran ms dbiles con cada azote era a causa de mi disgusto, y no del
placer que mi cuerpo traidor estaba sintiendo.
8; gracias, seor McKarthy.
Que tuviera que reprimir el impulso de gritarle Quieres follarme de una puta vez!
mordindome los labios mientras emita un gemido largo y angustioso, era porque...
9; gracias, seor McKarthy.
En serio quera seguir intentando engaarme a m misma? Aquellos azotes me haban puesto el
ritmo cardaco a mil por hora; y mi coo estaba llorando desconsolado porque quera ser follado
por la polla de ese ser despreciable y abusador que me estaba azotando despus de haber cuidado
de m con ternura.
10; gracias, seor McKarthy solloc, desesperada por sentir su polla en mi interior,
llenndome.
Gracias a Dios lo o murmurar, y en aquel momento supe que l estaba tan o ms
desesperado que yo por follar. Como locos. Como conejos. Hasta quedar agota2 y con las
cuerdas vocales rotas de tanto gritar.
Not la cabeza de su polla tanteando la entrada de mi sexo. Sonre porque lo sent ansioso;
incluso tuve la sensacin de que la mano que mantena sobre mi espalda estaba poseda por un
leve temblor. Mi castigo se haba convertido en su castigo, y en eso haba una especie de justicia
divina despus de todo lo que me haba obligado a aceptar.
Entr en m profundamente al primer envite. Estaba tan excitada y lubricada con mis propios
jugos, que no tuvo ningn problema en enterrarse de una sola estocada. Lo o gemir mientras se
dejaba caer sobre mi espalda. Apret con fuerza las manos sobre el mrmol y core su gemido
con 1 de cosecha propia. Senta su pecho apretado en mi espalda, sus manos agarradas
firmemente a mis caderas, y su polla llenndome; la friccin cada vez que la meta y la sacaba
me estaba llevando a la locura.
Tu coo me vuelve loco, Campanilla me susurr al odo. Movi las manos hasta que se
aferraron a mis tetas y empez a masajearlas, acariciarlas, y a apretar los pezones, pellizcndolos
con sus de2. Es tan estrecho y suave como una funda de terciopelo. Mucho mejor de lo que me
haba imaginado.
Sus empujes se volvieron ms duros, y fui resbalando hacia adelante sobre el mrmol hasta que
sus propias manos, an en mis pechos, me sirvieron de freno.
En la habitacin no se oa ningn otro ruido ms que el chapoteo del agua provocado por
nuestros movimientos, el ruido de su pelvis golpeando contra mi culo, y nuestros gemi2, cada
vez ms roncos y desespera2.
Ms, por favor! grit desesperada. Tena todo el cuerpo en tensin y estaba ya fuera de m.
Cada vez que l sala de mi interior, lo buscaba balanceando mi culo hacia atrs, desesperada por
que me llenara de nuevo. Lo quera dentro, lo quera machacndome con dureza, follndome
duro; quera que me marcara con su semen, que me doblegara y me obligara a aceptar este placer
tan intenso que estaba sintiendo. Necesitaba que conquistara mi espritu para poder ser suya
libremente, sin dejar que mis mie2 se interpusieran en nuestro camino.
Quera que me convirtiera en su sumisa, en su esclava.
Crrete ya, Campanilla, joder gru sin dejar de follarme con dureza. Una de sus manos
abandon el pecho para volar hasta mi cltoris; empez a frotarlo con aspereza, como si quisiera

castigarme por no haberme corrido an.


Pero es que mi cuerpo estaba esperando que l me diera permiso, an sin yo saberlo. Por eso, en
cuanto l me lo orden con esa rudeza que tanto lo caracterizaba, lo obedec.
Me corr tan fuerte que no pude parar de gritar. Y grit su nombre, a pleno pulmn, mientras las
lgrimas afloraban a mis ojos y levantaba la cabeza, apoyndome en las manos y los co2. Grit y
grit mientras el orgasmo sacudi mi cuerpo como nunca antes, haciendo que toda mi piel se
erizara y se convirtiera en una enorme red por la que todas las sensaciones viajaban a velocidad
de vrtigo; y sus gritos se mezclaron con los mos, y su semen me llen, caliente, espeso,
abundante, hasta que rebos y resbal por mis piernas, marcando un camino de fuego sobre mi
piel.
Solloc, y tembl, y dej que mi cabeza se apoyara en mis brazos mientras las lgrimas acudan a
mis ojos y los llenaban, para deslizarse por mis mejillas despus, al mismo tiempo que una
terrible conmocin se apoderaba de m: me supe perdida, como un nufrago cuyo barco acaba de
hundirse y no sabe bien en dnde est, porque mire hacia donde mire no hay otra cosa que agua
y cielo. Ya no haba ninguna tierra firme a la que pudiera acudir para protegerme; Keith haba
roto todas y cada una de las barreras que haba estado construyendo durante aos para
protegerme, y tuve mucho miedo porque saba que, si l se percataba, lo iba a usar en mi contra
para conseguir ms y ms de m, hasta que ya no quedara nada de la persona que haba sido hasta
aquel momento.

Captulo 10
Me sent perdida.
Despus de lo ocurrido en los baos romanos Keith me sec y me llev de la mano hasta el
comedor. Se aposent en 1 de los cmo2 divanes, y a m me oblig a arrodillarme delante de l.
Unas jvenes esclavas sirvieron mltiples y apetitosos platos, y yo tena que ir cogiendo los
manjares y drselos a l en la boca.
Fue humillante.
Fue excitante.
Sus ojos no dejaban de mirarme fijamente, y cada vez que acercaba los de2 a su boca, l
aprovechaba para lamerlos con suavidad. Se regodeaba con la lengua en ellos, mientras sus
labios se torcan en un rictus semejante a una sonrisa. Yo senta que mi cuerpo se estremeca, y
no poda ocultar el hecho que mis pezones se erizaban deseando que esa lengua dejara mis de2
para ocuparse de ellos.
Keith era guapo, con un atractivo salvaje que siempre haca que las mujeres a su alrededor
hicieran cualquier cosa por llamar su atencin; pero no era eso lo que me haba cautivado. Fue su
fuerza de voluntad, su decisin, la creencia que poda hacer y conseguir cualquier cosa si se lo
propona. Era como una fuerza de la naturaleza, un huracn desatado, o un tsunami, capaz de
arrasar con todo lo que se encontrara a su paso. Incluso a m.
To2 los hombres a mi alrededor siempre me haban temido. Elliott haba sido el nico que no lo
haba hecho. Pero mi ayudante no estaba realmente interesado en m; no de la forma en que lo
estaba Keith.
Ests muy callada.
No tengo permiso para hablar, seor McKarthy, recuerdas?
Dej ir una sonora carcajada, echando la cabeza hacia atrs.
Y cundo te ha detenido eso? replic, sin dejar de rer. Despus me mir, fijando sus
profun2 ojos en mi rostro. Dime en qu piensas.
Yo negu con la cabeza. Ni en mil aos le confesara cules haban sido mis pensamientos.
Darle ese poder sobre m? Jams.
Me puso 2 de2 en el mentn, y me oblig a levantar la cabeza.
Pues ya que no quieres usar esa boquita para hablar, la usars para complacer a tu seor,
Campanilla dijo con una chispa perversa en sus ojos. Vas a chuparme la polla, cario.
Se recost en el divn, boca arriba, y se levant la tnica. Su verga, rgida por el deseo, apareci
ante mis ojos. Mi coo palpit de frustracin; no quera chuprsela, quera que me follara.
Sub al divn y me puse de rodillas entre sus piernas. Sus ojos nunca me abandonaron mientras
inclin la cabeza y le presion los labios alrededor del enorme glande de color ciruela. El tamao
de su miembro me abri la boca de par en par. Deslic los labios a lo largo del eje y me lo met
en la boca todo lo que pude. Era imposible que me cupiera toda entera, y me retir.
Suspir y pos la mejilla contra el muslo lleno de vello mientras mi lengua trabajaba arriba y
abajo, lamindolo. Despus jugu con sus testculos, ponindomelos en la boca, primero 1, y
despus el otro.
Keith separ las piernas, dejndolas caer a ambos la2 del divn para darme ms sitio en el que
moverme.
Le rode la polla con una mano y apret un poco. Los jadeos de Keith eran arrtmicos y
desacompasa2. Me puso la mano en la cabeza y presion.
Mi polla. Tu boca. Ahora.
Pareca tener que hacer un gran esfuerzo para pensar y decir una frase entera y coherente. Me
regode en ello. Yo lo haca perder toda coordinacin mental. A l. A este hombre que pareca
slido como una roca, inamovible, yo haba conseguido que perdiera el norte del todo.
Obedec, y me tragu su polla todo lo que pude. Arremolin la lengua alrededor del eje,
acaricindola con ella mientras mi cabeza suba y bajaba, con su mano firmemente sujeta a mi
pelo. Le acarici los testculos con una mano, mientras con la otra intentaba mantener el
equilibrio en aquella precaria posicin.

Tienes la boca de una diablesa jade. Yo no sonre porque tena lo labios ocupa2.
Sent la primera pulsacin directa a mi garganta. El espeso lquido sala a presin resbalando por
mi boca y chocando contra la campanilla. Tragu y chup, ordendolo sin piedad,
regocijndome en sus grui2 y en sus gritos de placer. Sus caderas se levantaban buscndome
con ansiedad; su mano tir de mi pelo, obligndome a tragar ms y ms, hasta que su polla
ocup toda mi garganta. Tena nuseas y me estaba ahogando, pero la satisfaccin de haberle
hecho perder ese dominio sobre s mismo que haba mantenido inalterable durante todo nuestro
encuentro, hizo que obviara el malestar.
Los estertores del orgasmo llegaron a su fin. Keith tir de mi pelo, que an mantena entre sus
de2, y me arrastr hasta su boca para devorar la ma en un beso posesivo. No le import que
tuviera restos de su propio semen. Barri mi lengua y el interior de mis mejillas con avidez
mientras me mantena all, sujeta. Como si yo quisiera escapar...
Su otra mano vag hasta mi coo, empapado de necesidad, y un angustioso gemido se escap de
mi garganta.
l rompi el beso y me taladr con sus enormes ojos.
Ests empapada me dijo. Estas mojada por m, Campanilla. Deseosa y preparada para que
te folle.
Su actitud, tan rematadamente altanera, debera haberme sublevado. En cualquier otro momento,
habra sido as. Pero yo no poda pensar en otra cosa que no fuera cunto lo necesitaba.
Dmelo. Dime lo preparado que est tu coo para que lo folle, y cunto ansas que lo haga
exigi, tirando de mi pelo hacia atrs, separando mi rostro del suyo. Quiero ortelo decir.
Claudicar. Eso es lo que l quera de m. Que confesara y me rindiera. Lo mir a los ojos,
desafiante, pero solo provoqu que su mirada se oscureciera y una malvada sonrisa se apoderara
de sus labios. Esos mismos labios que tan desesperadamente quera sobre mi cuerpo.
Su mano aventurera se intern entre mis pliegues empapa2 y yo cerr los ojos, gimiendo,
abandonada a sus caricias. El xtasis se estaba enroscando en mi interior, a punto de envolverme
en una deflagracin que arrasara con todo. Creca con cada 1 de sus toques, cada vez que sus
de2 se acercaban al cltoris, tanteando, provocando, pero nunca suficiente.
Dilo. Suplcame por tu orgasmo. Rndete a m.
Jams, pens. Nunca lo hara. Acceder a su exigencia rompera del todo mis defensas, y no
estaba preparada para ello. El miedo a lo que podra pasar despus, acechaba en lo ms recndito
de mi mente.
Apart la mano y me cogi el mentn con fuerza.
Mrame orden, y yo abr los ojos sin pensarlo. Jadeaba, y mi respiracin produca un ronco
eco en la habitacin. Ya te he regalado suficientes me dijo con sus ojos acera2 fijos en los
mos. Este vas a tener que ganrtelo. Suplcame por l.
No solloc, desesperada. Me tena tan firmemente agarrada que no tena mas opcin que
permanecer all, cautiva.
Acerc su boca a la ma y me susurr sobre los labios.
Solo son 2 palabras, Campanilla. Dilas, y te llevar hasta el final.
No repet, obcecada. No era solo mi orgullo lo que estaba en juego, era mi corazn sobre lo
que haba apostado, y no estaba dispuesta a perderlo.
Campanilla... t lo has querido.
Su mano regres a mi coo y la tortura volvi a empezar. Jug conmigo una y otra vez,
llevndome hasta el borde para apartarme de l antes de poder despegar. Gimote y mi cuerpo se
agitaba sin control, pero l no claudic a mi sufrimiento. Me oblig a aceptar sus estmulos pero
negndome la liberacin, buscando quebrar mi resistencia, doblegarme a sus deseos. Me susurr
con voz ronca, hablndome del paraso al que me llevara si acceda a suplicar, tentndome con
palabras soeces que me excitaban an ms.
Fue un tormento increble. Mi cuerpo temblaba debido al cansancio y al exceso de tensin.
Necesitaba llegar al final, dejar que el orgasmo barriera sobre m, de una forma desesperada.
Pdemelo por favor, Campanilla. Acepta que eres ma, en cuerpo y alma. Ma para follarte

dnde y cundo quiera. Ma para exhibirte, para ofrecerte a otros. Me perteneces, porque eso es
lo que tu cuerpo desea. Me quieres a m para doblegarte, para que te muestre cules son los
oscuros placeres que tanto anhelas. Soy el nico capaz de darte todo lo que necesitas tan
desesperadamente. Solo a mi lado te sientes una mujer, Campanilla.
Sus palabras calaron hondo en m, y rompieron la muralla que haba mantenido intacta desde el
da en que decid armarme de valor y luchar por crear una gran empresa. La mujer que ansiaba
solo eso, ser mujer, haba quedado relegada por el camino para convertirse en un tiburn que
todo el mundo tema. To2 menos Keith.
Dilo. Dilo o esto acaba ahora mismo.
Por favor. Las 2 palabras salieron de mi boca sin que yo me diera cuenta. Fueron un jadeo
entrecortado a duras penas fue entendible.
Cmo has dicho?
Por favor repet, totalmente fuera de m. Por favor! grit, desesperada, con un chillido
agnico que me sali del alma.
Buena chica.
Su sonrisa satisfecha me golpe durante un breve instante. El muy cabrn lo haba conseguido,
pero no pude ver cmo se regodeaba en su victoria porque en el instante siguiente me haba
empujado hasta su polla, de nuevo hinchada y anhelante, y me empal con furia mal contenida.
Me llen por completo, sin cuidado y sin delicadezas; estaba tan mojada y preparada que pudo
penetrarme sin ningn tipo de impedimento. La piel satinada de su verga fue seda resbalando por
mi canal, dura como el hierro y caliente como una brasa. Cada vez que su pelvis se izaba,
empujaba mi cuerpo hacia arriba y mis pechos rebotaban. Sus manos se clavaron en mis caderas,
y sus de2 me marcaron con el fuego que desprendan. Pura pasin, puro anhelo; posesividad
extrema. Yo le perteneca, lo supe en aquel momento, pero la idea no se enraiz en mi mente,
totalmente subyugada por el placer que haba anulado cualquier pensamiento coherente. Pas de
largo, como una paloma volando bajo mientras hua del halcn, obsesionada por esconderse y
ponerse a salvo.
Oh, s, cielo. Cario, esto es bueno. Muy bueno. Tu coo est hecho para mi polla murmur
entrecortadamente. La ternura en su voz me atraves como un rayo, expandin2e por mi cuerpo
hasta erizarme la piel.
Una de sus manos vag hasta mi cuello y me oblig a inclinarme hacia adelante. Su boca se
apoder de la ma y me marc con un beso abrasador que arras con los restos de cordura. No
haba nada ms, no exista otra cosa, que su boca sobre mi boca, su lengua luchando contra la
ma, sus manos en mis caderas; y su polla, golpeando victoriosa dentro de mi coo.
Estall en un orgasmo demoledor; arras conmigo, hacindome gritar hasta quedarme ronca.
Millones de centellas atravesaron mi cuerpo, que tembl y se sacudi presa del ms magnfico
placer que haba sentido nunca.
Fue maravilloso.
Fue grandioso.
Fue arrollador.
Fue terrorfico.
Ca desmadejada sobre su musculoso cuerpo. Ya no era nadie, solo una masa de msculos,
tendones, huesos y piel que no poda moverse por s misma. La fuerza me abandon al mismo
tiempo que se apoder de m una horrible sensacin de estar perdindome. Keith iba a
aniquilarme si se lo permita. No poda darme ese lujo.
En solo unas horas, Keith haba conseguido que la CEO Abigail Ross desapareciera del mapa
para ser sustituida por una mujer vida por complacerle, por tomar todo lo que quisiera darle. Le
haba rogado, suplicado! Yo, que jams en mi vida haba hecho algo as, que siempre haba
luchado con uas y dientes, utilizando todas las armas que estuvieran a mi alcance para
conseguir lo que me propona, haba acabado suplicando a un hombre por mi propia liberacin
en lugar de exigirla.
Keith me estaba cambiando, estaba haciendo aflorar esa parte de m que ms despreciaba: la

Abigail dbil, la que no era capaz de controlarlo todo; el pececito que era comido por el tiburn.
Aspir profundamente y me obligu a levantarme con brusquedad. Apart sus manos, que me
estaban acariciando con ternura la espalda, y di varios pasos para alejarme de l. Me mir y
parpade, confundido. Yo me rode con mis propios brazos, me gir, y me fui de all. Necesitaba
respirar, volver a ser yo misma, y solo lo lograra si consegua estar a solas un rato.
Las piernas a duras penas me sostenan, pero yo siempre haba sido fuerte. Me obligu a caminar
sin prestar atencin a su voz, que me llamaba insistente. Haba cierto desconcierto e inquietud en
su tono, pero me negu a preocuparme por l. En ese momento solo deba pensar en m y en mi
cordura, que se haba vaporizado como el agua hirviendo.
Camin apoyndome en las paredes, sostenindome en ellas para evitar caerme. Keith no me
persigui; no s si porque la fuerza tambin le haba sido extirpada, o porque comprendi que
necesitaba estar sola.
Sal afuera. El sol estaba ponin2e tras el horizonte, y el ocaso tea de rojos y anaranja2 el cielo.
Ca de rodillas, con las manos abiertas, y me qued all un rato, con la cabeza gacha, luchando
contra las lgrimas que se agolpaban en mis ojos.
No poda permitrmelo. No deba consentir que me dominase toda la maraa de emociones que
me embargaban en aquel momento. Yo era una mujer fra, calculadora, racional. Tena que
sobreponerme a todo aquello porque yo era ms fuerte.
Lo amas.
No!! grit sin abrir la boca, desesperada por negarme lo evidente. Lo que saba desde haca
tiempo. Desde el primer momento en que le haba visto, haca ya varios aos. Deseaba a Keith
con todas mis fuerzas, pero ese deseo iba mucho ms all porque saba que era el nico hombre
sobre la Tierra capaz de domar mi prepotencia; de derretir el hielo que me rodeaba y hacerme
arder; de doblegarme. No era como el resto de amantes que haba tenido, deseosos de
complacerme a cualquier precio, siempre solcitos; Keith era duro, como la pared contra la que
chocamos cuando corremos sin mirar hacia dnde vamos. Y me haba estrellado contra l de una
manera estpida, tan convencida como estaba que nunca, jams, lograra atravesar la barrera con
la que me haba protegido.
No me di cuenta pero las lgrimas haban desbordado mis ojos y caan sobre la tierra. Tena
miedo. Terror. Nunca me haba sentido tan vulnerable y dbil, frgil como un cristal.
Tena que salir de all. Mi cabezonera al negarme a pronunciar mis palabras de seguridad
cuando l apareci en mi fantasa, me haba llevado hasta aquella encrucijada. No poda
quedarme. Deba huir, alejarme de Keith sin importarme las consecuencias. Y qu, si no poda
volver a Pleasures Manor? Poda regresar a mi vida de antes, coger de nuevo las riendas de mi
destino y rezar para ser capaz de volver a construir mis defensas. Encontrara otras formas de
llevar placer a mi vida. Haba miles de maneras! Lugares a los que ir, clubes de BDSM donde
encontrara amos lo bastante intensos pero que no querran de m la rendicin incondicional que
me exiga Keith.
Campanilla...
Su presencia detrs de m me sobresalt. Me levant con rapidez; sacud las manos para quitarme
la tierra y me pas el brazo por el rostro para limpiar cualquier rastro de lgrimas. La ternura y la
preocupacin en su voz casi me haban hecho estallar en sollozos otra vez. No iba a permitirlo.
Estoy bien asegur con sequedad, sin ninguna inflexin en mi voz que traicionara mi estado
de nimo. Haba tenido muchos aos para aprender a ocultarme detrs de la mscara de mujer de
negocios sin piedad que todo el mundo crea que era.
No, no lo ests. Me cogi del brazo y me oblig a girarme. Me sacud para deshacerme de
l y di 2 pasos atrs.
No vuelvas a tocarme.
Campanilla... Esta vez su tono fue un aviso, el de un Amo avisando a su Sumisa. Pero ya no
ramos ninguna de las 2 cosas.
No, Keith. Se acab afirm con rudeza. Esto ha llegado demasiado lejos.
Solo hay una manera en que esto acabe. Sonri, pero por una vez su sonrisa no exudaba

confianza y seguridad. Al contrario. Tena un amago de rictus que denotaba que ya no estaba tan
seguro que yo no acabara con la fantasa en aquel mismo momento.
Exacto contest. Inspir profundamente y abr la boca, dispuesta a hablar.
No habr una segunda oportunidad si ahora te rindes y huyes de mme interrumpi.
No me rindo. Mentira. Ni huyo de ti. Otra mentira ms gorda que la anterior.
Simplemente me he cansado. Vine buscando diversin y placer, no a ti.
Y no te he proporcionado ambas cosas? me pregunt, ladeando la cabeza y mirndome con
esos ojos que parecan taladrarme el alma.
Me has proporcionado angustia y dolor. Diversin? Cero. Placer? S, pero, a qu precio?
Al de verme reducida a nada. T s te has divertido a mi costa. Cunto placer te ha
proporcionado doblegar a la nica mujer que ha estado resistiendo tus encantos durante aos? A
la nica que no languidece ni parpadea como una idiota cuando pasas por su lado? Estaba
furiosa, y con cada palabra que sala de mi boca, mi ira aumentaba ms y ms. Y qu hars
ahora? Correr a contrselo a tus amigos como hacis to2 los hombres? Les explicars con
pelos y seales todo lo que me has hecho? Lo que me has obligado a hacer?
Estaba siendo injusta, y lo saba; pero la rabia tena que ser expulsada de alguna manera, y no se
me ocurri ninguna ms adecuada. Atacarlo como yo me haba sentido atacada; humillarlo como
yo me haba sentido humillada; destrozarlo como yo me haba sentido destrozada. l me haba
herido en lo ms profundo al demostrarme que no era ms que una simple mujer que se deshaca
entre sus brazos; que era capaz de derretirme y hacerme sentir en 5 minutos, ms de lo que haba
sentido en casi la totalidad de mi existencia. Era como si me hubiera arrancado una mscara y
me hubiese demostrado que toda mi vida no haba sido ms que un engao.
Quiz exager, no voy a negarlo, pero estaba sobrepasada por todas las emociones que Keith me
provocaba, y la certeza de que yo nunca, jams, conseguira que l se sintiese como yo.
Era una ms en su larga lista de conquistas. Un trofeo. Abigail Rossi, la mujer que no pareca
tener sangre en las venas, y que result ser igual a cualquier otra mujer, solo cera caliente entre
sus manos.
Con cada una de mis palabras, Keith fue palideciendo y arrugando el entrecejo. Su mandbula se
tens y apret los labios. Cuando termin mi perorata, dio 2 pasos hacia m y me agarr por los
brazos. Intent escabullirme, pero no me lo permiti. Hizo uso de su fuerza, y me sacudi. No
me hizo dao, pero me sobresalt.
Quin te crees que soy? exclam, furioso. Tan bajo me consideras? En tan poco me
valoras como hombre? No necesito ir contando por ah lo que hago en mi vida privada, y desde
luego, mi ego nunca ha necesitado doblegarte ni humillarte. Crees que ha sido una cuestin de
amor propio? Pues no! Ha sido deseo, puro y duro; y la seguridad que estamos hechos el 1 para
el otro. Ninguna otra mujer ha conseguido de m ni la mitad de lo que te he ofrecido, y lo
desprecias?
Que t me has ofrecido? repliqu, poniendo las manos sobre su pecho e intentando
empujarle. No consegu moverlo ni un centmetro; pareca estar clavado en el suelo, como una
montaa. Qu me has ofrecido, aparte de humillacin? Eres un hombre inflexible, que toma
lo que desea sin importarle los sentimientos de su presa.
S! Te deseo y te he tomado. Pero no te he dado nada a cambio? Los mejores orgasmos de
tu vida, quiz? O la posibilidad de volver a sentir, y sentirte humana? He hecho desaparecer la
frialdad que domina tu vida, te he mostrado que puedes ser mucho ms.
Mucho ms? Una masa temblorosa y babeante? Suplicante? Me has hecho rogar, maldito
seas! Le golpe con los puos en el pecho, y s que l me lo permiti. Yo jams he
suplicado por nada!
De un tirn me peg a su cuerpo. Puso una mano en mi nuca y me empuj hacia l hasta que
nuestras bocas quedaron separadas por apenas un centmetro de aire. Su aliento chocaba contra el
mo y se deslizaba por la piel de mis mejillas.
Ese es tu problema, Campanilla susurr sobre mis labios. Nunca has aprendido la
diferencia entre suplicar y pedir las cosas por favor. Ordenas, exiges, y esperas que to2 a tu

alrededor corran para satisfacer tus deseos. Quizs ya era hora que estuvieras en el otro lado.
Entonces me bes. Arras con mi boca sin piedad, violndola con su legua. Me rode con un
brazo por la cintura, aplastndome contra l, impidiendo que pudiera escapar mientras con la otra
me mantena prisionera de sus labios. Luch, intentando empujarlo, pero acab rindindome con
un gemido, deslizando mis manos hasta rodearle el cuello, abandonndome totalmente.
El beso termin como haba empezado, con brusquedad. Me apart de l, y me mir, furioso.
Ests loca sentenci. Y no sabes lo que quieres.
S muy bien qu quiero repliqu, pasndome el brazo por los labios para alejar de ellos su
sabor. Quera herirle, despreciarle. Quiero salir de aqu, quiero que te alejes de mi vida. El
pjaro espino!
Lo hice. Pronunci mis palabras de seguridad, las que me sacaran de aquella locura y me
devolveran a la realidad, donde yo saba quin y qu era, y donde nadie se atreva a intentar
obtener de m ms de lo que yo estaba dispuesta a dar.

Captulo 11
Todo se desdibuj con rapidez a mi alrededor. Me rode una niebla intensa que ocup el lugar
del maravilloso ocaso que haba admirado brevemente haca tan solo 1s minutos. Me sent
lnguida, como si las fuerzas me estuvieran abandonando; era la misma sensacin que tena
cuando, algunas noches, me vea obligada a tomarme una pastilla para dormir. El rostro de Keith
se volvi confuso e impreciso, y vibr como un reflejo en el agua que es roto por el impacto de
una piedra al zambullirse, hasta que desapareci.
Todo se volvi gris y espeso, como la niebla de Londres en el siglo XIX.
Algo se quebr en mi interior, como si de repente tuviese la certeza que haba perdido la ltima
oportunidad de ser mucho ms de lo que era; de sentir, y amar. De ser feliz.
Pero me recuper con rapidez. La testarudez es algo innato en m; sin ella, no hubiese
conseguido nada en la vida.
Poco a poco, apareci ante m el rostro del Amo de las Puertas. Estaba algo ceudo, quiz
disgustado por mi eleccin? No tena ningn derecho a estarlo. Era mi vida, mi decisin, y solo
me ataa a m.
Me cubri con una capa enorme que me llegaba hasta los pies. Ni siquiera haba sido consciente
de mi desnudez hasta aquel momento, en que me rebuj con el clido manto. No tena fro, pero
me senta helada hasta los huesos.
Ests bien? me pregunt. En su voz haba verdadera preocupacin, y me pregunt qu
aspecto deba ofrecer para que alguien como el Amo de las Puertas, que deba haber visto all de
todo lo imaginable y ms, se preocupara por m.
S, gracias.
Casi no reconoc mi propia voz. Siempre haba tenido un tono seguro, contundente, sin
vacilaciones; y ahora sonaba dbil, perpleja, insegura. Keith haba conseguido revolver mis
entraas y mis emociones para convertirme en el tipo de mujer que no quera ser.
El Amo me rode los hombros con un brazo y me acerc a l para ofrecerme consuelo, y me di
cuenta entonces que estaba temblando de arriba abajo, como un pollito recin salido del
cascarn.
Sabes que ahora...
S lo interrump. Saba que deba hacer las maletas y marcharme, y no volver nunca ms.
Pero no me arrepenta. O s?
Me acompa hasta mi habitacin por corredores desiertos, y di las gracias por no cruzarme con
nadie. No soportara sentir las miradas sobre m, porque en aquellos momentos estaba tan
derrotada que, aunque no fuera cierto, pensara que todas las personas con las que nos
cruzsemos, seran capaces de verlo y se me quedaran mirando con lstima. Poda soportar que
el odio, la inquina, los celos, incluso el desprecio, cayeran sobre m; pero no la lstima. Eso
nunca. Mi orgullo no poda permitirse que pareciera dbil y vencida por el miedo.
Porque eso era lo que haba conseguido acabar conmigo: el miedo. Miedo a sentir, miedo a ser
traicionada, miedo a no ser digna de ser amada, miedo a... a cualquier cosa que pudiera llegar a
romperme el corazn. Porque Keith estaba a un paso de tener ese poder sobre m, y no poda
permitrselo de ninguna de las maneras.
Por eso hu. Me encerr en mi dormitorio y me di una ducha caliente, y fue all donde permit
que las lgrimas que haba estado conteniendo, se derramaran por fin. Bajo el agua di rienda
suelta al caos emocional que se haba apoderado de mi ser y llor hasta quedar agotada, hacha un
ovillo sobre la porcelana de la baera mientras las gotas de la ducha caan con fuerza sobre mi
piel.
Cuando sta empezaba a arrugarse, me levant con esfuerzo y me frot con jabn todo el cuerpo
con ahnco. Quera quitarme de encima el olor a Keith, aunque saba que haba quedado
esculpido a fuego en mi memoria y que no podra olvidarlo nunca. Cada vez que cerrara los ojos
acudira a m, y sentira su boca en la ma, su piel sobre mi piel, su polla en mi coo. Sus ojos
mirndome con diversin, provocadores, y esa sonrisa torcida que siempre me diriga cuando
saba que iba a decir o hacer algo que me irritara. Era una masoquista? No fsicamente, pues el

dolor no me produca placer, con excepcin de algunas nalgadas. Pero, emocionalmente?


Empezaba a pensar que s, pues todo el dolor y las humillaciones a las que me haba sometido,
me haban hecho sentir ms viva que nunca.
Siendo una esclava en Pleasures Manor, me haba dado cuenta de que hasta aquel momento
haba pasado por la vida como si tuviera el corazn acolchado, protegido por un plstico lleno de
burbujitas de aire que me protegan de cualquier golpe; pero tambin me impedan acceder a la
vida que haba tras ellos, la real, la que te golpea con fuerza pero que tambin te proporciona
momentos inolvidables, llenos de alegra y placer. Aquella verdad sobre m misma me haba
sacudido con tanta fuerza que me haba desestabilizado, haciendo que los cimientos sobre los
que haba construido mi vida entera se desmoronaran como si fuesen de algodn de azcar. Por
eso me vi obligada a salir de all huyendo como una cobarde, para poder recomponerme,
reencontrarme de nuevo sin sentirme como si fuese de cristal delicado al que cualquier golpe es
capaz de romper. Yo haba sido de acero, inamovible, inconmovible, y un montn ms de
palabras empezadas por in y terminadas por ible. Y ahora era como un perro apaleado que
corra a esconderse con el rabo entre las piernas.
Sal de la ducha y me sequ, obligndome a hacerlo con energa pues no saba luchar de otra
manera contra aquel estado de abotargamiento que amenazaba con apoderarse de mi mente. No
saba qu hora era, ni me importaba lo ms mnimo. Me met en la cama, me tom un
tranquilizante, y me dorm profundamente.
Abr los ojos varias horas ms tarde. Haba tenido un sueo extrao en el que alguien golpeaba
con fuerza la puerta con insistencia intentando despertarme, y me cost luchar con la necesidad
de levantarme para saber quin era, pero supongo que el instinto de auto conservacin actu con
eficacia, porque no lo hice.
Menos mal.
Cuando puse los pies en el suelo y mir hacia la puerta, vi que en el suelo, a su vera, haba un
papel. Me levant a desgana y arrastrando los pies camin hacia all para recogerlo.
Lo abr y lo le.
Era de Keith.
No creas que esto termina aqu.
Lo arrugu con fuerza y lo volva lanzar al suelo. Me vest con rapidez, guard en la maleta las 4
cosas que me haba trado para el fin de semana, y sal de all a toda prisa, rezando para no
encontrrmelo por el camino.
Esperando en recepcin para entregar las llaves y decir que dejaba libre la habitacin, vi a
Pamela que se acercaba hacia m. Tena 1s andares suaves y elegantes, como un gato, y
contoneaba las caderas de tal manera, que to2 los hombres presentes tenan los ojos fijos en ella.
Lamento que tu estancia entre nosotros no haya resultado como esperabas.
Yo tambin le contest un tanto agria.
Vio que yo no tena el nimo para conversaciones, as que se limit a sonrer con tristeza y a
darme un ligero apretn en el antebrazo, como si con aquel gesto quisiera solidarizarse conmigo.
A veces es muy duro aceptar la realidad de lo que somos me dijo, antes de alejarse de m sin
darme opcin a contestar.
Tena razn. Aunque siempre nos queda la opcin que yo haba elegido: no aceptarlo en
absoluto.

La oscura obsesin de Keith McKarthy


Prefacio
Que Campanilla se largara de Pleasures Manor sin querer hablar conmigo, fue un contratiempo
que no min para nada mi convencimiento de que acabara consiguiendo que se metiera en mi
cama de forma permanente. O yo en la suya, que tanto me daba.
Siempre he sabido que es la mujer perfecta para m, desde la primera vez que la vi hace ya 1s
cuantos aos. En aquel momento no estaba yo por la labor y prefera picotear en coitos dulces y
jvenes, muchachas con muchos pjaros en la cabeza y sus ojos fijos en mi polla y mi cartera;
ms la segunda que la primera, aunque ninguna le hizo ascos a mis perversiones si a cambio
reciban un buen regalo en forma de collar o brazalete con diamantes.
En los crculos en los que me muevo no abundan las mujeres con carcter, ms bien son escasas;
y de estas, la mayora estn demasiado hastiadas por la vida, o estn casadas. Nunca me he
metido dentro de unas bragas que tuviesen dueo, no va con mi forma de ser; adems, sus mari2
son con los que suelo hacer negocios, y no es recomendable mojar el churro en la esposa de
alguien que puede joderte 1s buenos beneficios solo por venganza.
Por eso durante muchos aos me limit a salir con las tontitas tpicas que se ven del brazo de
sesentones barrigu2 pero con una abultada cuenta corriente, chicas esculturales gracias a la
intervencin del cirujano de turno, que sonren como bobas, los ponen a tono, y despus sus ojos
brillan con el signo del dlar.
No son tontas, en absoluto. Ms bien se lo hacen. Tienen muy claro cules son sus objetivos, y el
principal es pescar un marido rico que les solucione la vida. Por eso a m jams me han durado
mucho, aunque s el tiempo suficiente para conseguir colgarse del brazo de alguien ms viejo e
infinitamente ms desesperado que yo. Y mientras, se divertan yendo del brazo y follando a un
to joven, guapo y cachas (ese soy yo), que encima las llevaba a fiestas y saraos donde encontrar
a otra vctima ms propicia para poder chuparle la sangre.
Pero llega un momento que todo eso pasa a ser aburrido.
Cuando un hombre tiene veinte aos y est ms caliente que la bragueta de un herrero, se
conforma con revolcarse con cualquier mujer que se le abra de piernas; y si adems esas mismas
mujeres le dicen que s a todo, y nunca le ponen pegas aunque lo que pida sea una barbaridad,
esa sensacin de poder hincha la polla mucho ms que 2 tetas rebotando al aire.
No he sido rico toda mi vida. Entr dentro de ese crculo de elegi2 a la misma edad que la
mayora est cursando sus estudios en la universidad. Yo no tuve la oportunidad de poder ir, ya
que estaba clavado en la menguada y reseca tierra de mi padre, un loco obsesionado con
encontrar petrleo que haba horadado la casi totalidad de los veinte acres que quedaban de los
casi 2cientos con que contaba el rancho que fund mi bisabuelo. En la dcada de los sesenta
alguien haba intentado comprarle las tierras a mi abuelo, y mi padre, que entonces an era un
chaval, pens que era porque estaban convenci2 que all haba petrleo.
Se pas toda su vida buscndolo y, cuando lo encontr, no tuvo tiempo de disfrutarlo ya que se
estrell con el coche mientras una puta le estaba haciendo una mamada. Era el ao 1.990, yo
tena veinti4 aos recin cumpli2, y me encontr siendo propietario de una bolsa de petrleo por
la que todas las grandes compaas petrolferas se peleaban por conseguir.
Vend al mejor postor y me largu de Texas sin mirar atrs; vol hasta Nueva York, donde tom
la mejor decisin de mi vida: prepararme en lugar de derrochar to2 los millones que haba
conseguido. Los aos de penurias y necesidad que pas al lado de mi padre, me haban enseado
que el dinero se va con la misma rapidez que llega si no haces algo para retenerlo, as que me
rode de gente que pudiera ensearme cmo conseguir que mi fortuna aumentara en lugar de
desaparecer.
Pero tambin aprend a divertirme, no voy a negarlo. Y descubr por qu el sexo normal nunca
me haba proporcionado una autntica satisfaccin.
Soy un pervertido hijo de puta.
Y s que Abby, mi Campanilla, est a mi altura.
Detrs de esa fachada de mujer fra como el hielo, hay una hembra dispuesta a probar cualquier

cosa. Est desesperada por sentir y recordar qu se siente siendo mujer, aunque el orgullo se lo
impida. Me lo demostr en Pleasures Manor, cada vez que su coo se convulsionaba con mi
polla en su interior.
Y voy a obligarla a aceptarlo, sin que me importe a qu mto2 debo recurrir.

Captulo 1
Despus de su precipitada huida de Pleasures Manor, cuando se encerr en la habitacin y se
neg a abrir la puerta, decid que deba dejarle algo de espacio para que se relajara y se confiara.
No iba a rendirme, y tena la intencin de ir tras ella con toda la artillera pero, a veces, es una
buena estrategia hacer que el enemigo se crea que lo has olvidado y has cesado en las
hostilidades; baja la guardia y, entonces, llega la batalla definitiva que te permite ganar la guerra.
Hacer una analoga entre el amor y la guerra, no es algo nuevo. Aunque hablar de amor a estas
alturas no viene a cuento. Yo no estoy enamorado de Abby, aunque le tengo cierto cario y
despierta en m una ternura que jams pens que posea. Lo que a m me mueve es, simple y
llanamente, la lujuria. No puedo evitar ponerme duro solo con pensar en ella, en esas tetas tan
fantsticas que parecen estar hechas a propsito para las palmas de mis manos, o en ese culo tan
respingn que se pone de un colorado adorable cuando la azoto. Y si me pongo a hablar de su
coo, ya reviento mis pantalones. Es puro fuego y seda, siempre tan mojado y resbaladizo;
porque cuando yo estoy cerca siempre est as, empapado, aunque ella se niegue a reconocerlo.
Mujeres! Por qu sern tan cabezotas? S que siente por m la misma lujuria que yo siento por
ella, y que disfrut de todo lo que le hice en Pleasures Manor, pero su orgullo le impide
entregarse completamente.
Pero voy a hacer que eso cambie.
Dej pasar 2 semanas sin hacer ningn intento por ponerme en contacto con ella y, cuando
menos se lo esper, me present en su oficina.
Hola, Elliott, cmo va todo?
El hombre me mir con los ojos entrecerra2. No pareca muy contento de verme, pero me
import tanto como una mota de polvo en la manga de mi chaqueta: nada en absoluto. No soy el
tipo de hombre que se preocupe por este tipo de cosas. Le molestaba mi presencia? Pues que se
jodiera.
Dmelo t. Abby lleva 2 semanas de un humor de perros. Qu coo le hiciste en Pleasures
Manor?
No he dicho que Elliott y yo nos conocemos de hace aos. Somos asiduos de los mismos clubes,
y aunque no somos amigos, s hay cierto grado de compaerismo por aquello de que nos van las
mismas cosas que prcticamente todo el mundo considera raras.
No creo que eso te importe una mierda le contest devolvindole la misma mirada de
cabreo. Avsala que estoy aqu. He de hablar con ella.
Dudo mucho que quiera recibirte.
Pues entrar a la fuerza. O es que vas a intentar impedrmelo? le provoqu.
Elliott se levant y se plant delante de m. No es tan alto como yo, pero tiene una constitucin
bastante potente; si nos enzarzamos a hostias, ambos acabaremos magulla2.
Pens que seras lo bastante hombre como para hacerla feliz, Keith me dijo, hinchando
pecho y cerrando los puos. Por eso te avis de su visita a la mansin. Y t qu hiciste?
Cagarla.
Es dura de roer, deberas saberlo sise. Me estaba empezando a hinchar los huevos. Pero
no me he rendido con ella. O crees que estoy aqu para ver tu jodida cara?
Lrgate, Keith. No s qu le hiciste, pero no me gusta el resultado. No es feliz.
Aprtate, muchacho. Emple ese tono condescendiente que uso con to2 los que son ms
jvenes que yo cuando me estn jodiendo. Te aseguro que no quieres que te aparte a la fuerza.
Djale entrar, Elliott.
La voz de Abby nos sobresalt a ambos. Mi Campanilla haba odo nuestras voces y haba salido
para ver qu estaba pasando. Para m fue claro que acept mi presencia solo para evitar que nos
lisemos a golpes, aunque en aquel momento no supe si tema por m... o por Elliott. La amistad
entre estos 2 siempre me haba parecido un tanto extraa e incomprensible. Yo jams me haba
hecho amigo de mis secretarias; follarlas? S. Contarles mis cosas? Ni de coa.
Rode a Elliott mientras le diriga una sonrisa de suficiencia que le deca te lo dije. Recoloqu
los gemelos de oro con un gesto de altanera y me encamin hacia la puerta.

Abby se apart para dejarme pasar. Pareca cansada, con crculos mora2 alrededor de los ojos
que el maquillaje no haba podido disimular; y su rostro pareca ms delgado, como si no se
hubiese estado alimentando bien. Me preocup.
Qu es lo que quieres, Keith? me pregunt mientras rodeaba la mesa y se sentaba al otro
lado. Se haba puesto en plan seora de negocios, toda seria y circunspecta.
Sabes perfectamente qu quiero. A ti. En mi cama. Gritando como una loca por cada orgasmo.
Se lo espet as, sin anestesia ni nada. Palideci considerablemente primero, y despus sus
mejillas adquirieron un magnfico tono rojizo de me ests cabreando, y mucho.
Era mi intencin.
Si su estrategia era mostrarse fra como el hielo, yo conseguira hacer que el fuego volviera a
arder en ella.
Ni. Lo. Suees.
Intent ser tajante, pero not una leve vacilacin en su voz. Sonre por toda respuesta, y cruc las
piernas, ponindome cmodo en el silln donde me haba sentado. Ech la espalda hacia atrs, y
cruc los brazos sobre mi pecho.
No necesito soar contigo, Campanilla. Me basta con recordar. Tengo graba2 en mi memoria
cada 1 de tus gritos. Sobre todo, aquellos en los que me suplicabas que te follara ms duro.
Ah! Cmo disfrut cuando su rostro se encendi como el farol de una casa de putas! Rojo
iridiscente, tan brillante que golpe mis retinas.
Eres un...
Bruto. Lo s. Me lo has repetido muchas veces. Le mostr mi sonrisa ms canalla. Pero a
ti te encanta que lo sea.
Dirs que me fastidia gru, apartando los ojos.
Eso tambin, pero lo hace ms divertido.
Ests muy confundido; para m no hubo diversin.
Qu mentirosa eres! A quin quieres engaar? A m, o a ti misma? Me levant con
brusquedad y puse las manos sobre la mesa, inclinndome hacia ella, que se ech hacia atrs
todo lo que pudo sin levantarse para salir corriendo. S que result amenazador, pero era lo que
pretenda. Vas a tener que dejar de lado esa mala costumbre, Campanilla le dije muy serio.
Deja de intentar intimidarme. Sabes que no me hace ningn efecto.
De verdad? Entonces, por qu tus pezones se han puesto tan duros? Puedo vrtelos a travs
de la camisa de seda que llevas puesta.
Cruz con rapidez los brazos sobre sus pechos y, cuando se dio cuenta de lo que haba hecho,
resopl, furiosa. Cuando los fij en m, sus ojos despedan llamaradas por la ira.
El estado de mis pezones solo son asunto mo, no tuyo.
Ah, pero eso no es verdad le repliqu, meloso, y despus me relam. Tus pezoncitos
siempre sern asunto mo. An no te has dado cuenta? Necesitan mi boca en ellos.
Se levant de un salto y con la inercia, su silln del despacho sali despedido hacia atrs,
chocando con estrpito contra el mueble moderno que tena contra la pared. Estir un brazo con
energa, sealando la puerta de salida.
Vete. Ahora. No quiero volver a verte.
Rode la mesa en 2 zancadas y la agarr por el brazo que permaneca extendido. Tir de ella y la
encerr entre mis brazos. Forceje, por supuesto; yo ya saba que lo hara. Jams aceptara de
buen grado que estaba excitada y que su cuerpo me reclamaba, pero yo lo saba con toda certeza.
Deja de luchar, Campanilla le susurr al odo. La muy hija de puta intent darme un
rodillazo en mis partes, pero supe detenerla a tiempo. Gir sobre m mismo, con ella an
atrapada, y la encaj contra la enorme mesa de caoba. Me frot contra ella, hacindola saber lo
dura que tena la polla y lo dispuesto que estaba de follarla all mismo.
La agarr por el pelo y tir de l. Me pona hacerle eso. El tacto suave entre mis de2, y el poder
que me daba tenerla as agarrada, era brutal, y fue directo hacia mi polla, que an engord
mucho ms.
Ves lo que me haces? le susurr al odo mientras me frotaba contra ella.

Empuj con una de mis piernas entre las suyas y la obligu a abrirse para permitirme encajar. La
sub sobre la mesa, agarrndola por las nalgas, y le sub la falda hasta la cintura.
No llevaba ropa interior. Ver su coo desnudo me excit primero, y me cabre despus.
Por qu cojones no llevas ropa interior? le espet. A quin esperabas?
Su sonrisa de suficiencia casi hace que pierda los nervios. Tena otro amante? Una mujer no va
por ah sin bragas si no tiene planes de seducir y follar.
Vete a la mierda. No es asunto tuyo.
Los cojones no lo es.
Perd los nervios y la compostura. Todo se fue al carajo por el simple hecho de imaginrmela
con otro. Abigail era ma, me perteneca, y no iba a permitir que luchara ms contra eso. Iba a
aceptarme en su vida s o s, o todo se iba a ir a la mierda.
Le romp la camisa de un tirn, y ahogu su grito estampando mi boca contra la suya. Luch,
arrastrando sus uas por mi pecho e intentando empujarme, pero la tena bien agarrada. No iba a
ir a ninguna parte.
Me mordi, y not el sabor de mi propia sangre en mi boca; pero no lo hizo con fuerza, no para
hacerme dao, sino ms bien como una advertencia que, en realidad, engros ms mi polla. Me
gustaba as, guerrera, altanera, hacindome frente, hasta que se renda a la evidencia y se
abandonaba al placer.
Como hizo en ese momento.
Empez a devolverme el beso con agresividad. Sus manos se clavaron en mis hombros y me
apret contra ella, empezando un baile con sus caderas para frotarse contra mi evidente
excitacin.
No me permit el lujo de bajar la guardia. Sin dejar de agarrarla con fuerza con un brazo, baj la
otra mano hasta su coo y puse la palma encima. Estaba chorreando, toda mojada. Ahogu un
grito de triunfo y profundic el beso, arrasndola con mi lengua mientras me apresuraba a
abrirme la bragueta y liberar la polla.
Posicion el miembro en su entrada y la penetr sin ningn tipo de ceremonia, anclndola en el
borde de la mesa con mis manos. Me rode con las piernas, convirtindome en prisionero, y me
animaba a follarla ms rpido y duro con los empujones de sus talones.
Le romp el sujetador de un tirn. Estaba fuera de m, nada me importaba ms que saborearla. Le
acarici las tetas con una mano y las chup con fuerza. Sus pezones estaban duros como
diamantes, y los mordisque, arrancndole un grito de placer.
Sal de ella y, con un movimiento brusco, la gir para ponerla de espaldas a m. La empuj contra
la mesa y le separ las piernas con los pies. Jadeaba y maldijo con palabras poco aptas para
alguien como ella.
Joder, qu coo haces?
Follarte por detrs le contest, como la perra que eres.
Gru, no s si para protestar por mi insulto o simplemente de frustracin. Saba que le gustaba
que yo la tratara as, que la pona an ms cachonda.
Despus le presentar mis respetos a tu culo le dije, pensando en la noche que bamos a
pasar juntos, pero por ahora, me conformar con follarte.
Met mi polla en su jugoso coo de un solo golpe, hasta que mis pelotas chocaron contra su culo.
Grit e intent revolverse, pero la aplast con mi pesado cuerpo: no tena ninguna oportunidad
contra m, y me dediqu a follarla duro y rpido, sin ninguna contemplacin y sin importarme
sus jadeos. Si le haca dao, ya se quejara, porque no era de las que se quedaban calladas.
En la habitacin no se oa nada ms que el ruido de nuestros cuerpos chocando, y el chapoteo de
mi polla enterrada en sus jugos. Esa deliciosa rajita me tena loco, y no iba a permitir que se la
diera a otro. Era ma, para follarla, para chuparla, para tocarla. Joder! Era ma para hacer con
ella lo que me saliera de los santos cojones.
Su orgasmo se iba acercando. Lo notaba porque su vagina empezaba a temblar con espasmos y a
apretar mi polla con ms fuerza. Me dolan los huevos y quera estallar, pero me retuve las ganas
hasta que ella consiguiera llegar.

Djate ir, Campanilla le susurr entre jadeos. Crrete, joder!


No se hizo de rogar. Su tero empez a convulsionar, enviando una gran cantidad de vibraciones
hacia mi polla. La excitacin se acumul an ms en mis pelotas y justo cuando ella solt el
primer grito y ech la cabeza hacia atrs, me dej ir y estall en un orgasmo devastador que me
exprimi hasta la ltima gota de semen y de fuerzas.
Ambos quedamos derrenga2 sobre la mesa, yo encima y ella debajo. Me apoy en los co2 para
no aplastarla, y deposit un beso en su nuca. No poda ver su rostro, oculto por la cabellera que
ahora estaba alborotada y cada sobre el mueble, pero saba que tendra la misma expresin que
yo: satisfecha, saciada, feliz.
Estaba convencido que esa paz no durara mucho. Tena solo 1s segun2 para poner en marcha la
segunda parte de mi plan, antes que se recuperara y me echara a patadas. Rebusqu en el bolsillo
de mi chaqueta hasta encontrar el telfono mvil. Conect la cmara con rapidez, la prepar para
hacer un selfie y levant a Abby, cogindola por la cintura.
Tena la camisa abierta, y sus pechos estaban al aire; pero tena los ojos cerra2 y, cuando se dio
cuenta de mis intenciones, ya era demasiado tarde. Ya tena la foto hecha, con ella medio
desnuda, y abandonada entre mis brazos.
Qu haces! grit, e intent quitarme el telfono. Yo lo mantuve fuera de su alcance,
aprovechando mi mayor estatura.
Quieta, fiera le dije, apretndola an ms contra m. Todava tena la polla enterrada en ella,
y todo ese movimiento estaba consiguiendo despertarla de nuevo. Esto es un seguro,
Campanilla. Mi voz son burlona. Ahora ests en mis manos.
Qu ms quisieras t. Salte de m! Maldito seas!
Ssssht le chist en el odo y solt una risita. Estaba adorable, tan cabreada. Un poco de
paciencia. Mi polla se siente muy a gusto ah dentro. Est calentita y cmoda. Me mov,
burlndome con el movimiento, y ella jade cuando not que estaba ponindome duro otra
vez. Ser mejor que te comportes si no quieres que empiece otro round.
Qu vas a hacer con esa foto?
Nada. Simplemente la voy a utilizar como arma para asegurarme que vas a hacer lo que te
diga. A no ser, claro, que prefieras que esa foto empiece a circular por internet. Y ya sabes qu
pasa cuando una cosa as se hace pblico...
Eres un cabrn hijo de puta.
No. Soy un hombre que est dispuesto a hacer lo que sea con tal de conseguirte, Campanilla.
Eres ma, y ya es hora de que t te des cuenta de ello.
No voy a permitir que me mangonees.
Como quieras. Me separ de ella y met el telfono en la chaqueta. Me guard la polla
dentro de los pantalones y me los abroch con parsimonia, sin decir nada.
Ella se gir y me mir. Sus ojos lanzaban llamaradas de indignacin y rabia. Si en ese momento
hubiese tenido un arma a su alcance, estoy seguro que la hubiera utilizado. Se baj la falda a
trompicones, y cruz la camisa por delante de sus pechos, para cubrirlos. Tendra que cambiarse
de ropa, porque la haba dejado para el arrastre.
Dime qu pretendes.
Ya te lo he dicho. Me puse bien los gemelos, tirando levemente del puo de la camisa. Mi
traje tambin se haba arrugado un poco, pero haba valido la pena. Ests en mis manos. Vas a
hacer todo lo que te diga, cuando te lo diga, o la foto ser publicada en internet.
Si lo haces, te denunciar. Te joder la vida.
No lo hars, porque jams podrs demostrar que he sido yo. Hay hackers, sabes? que se
dedican a entrar en mviles ajenos y a sacar las fotos para hacerlas pblicas. Yo ser una pobre
vctima.
Grandsimo hijo de puta.
Ensanch la sonrisa ante su insulto. Eso significaba que se saba atrapada sin remedio ni salida.
Ese soy yo. Camin hacia la puerta de salida y, sin mirarla, le dije: A las 8 en punto
pasar a recogerte por tu casa. Tenemos una cita. Me gir con la mano en la manija de la

puerta y fij mis ojos en los suyos. No te pongas bragas, te van a estorbar.
Cuando cerr la puerta o que algo se estrellaba contra ella. Ahogu una carcajada y segu
caminando. Elliott me cerr el paso y se enfrent a m.
Si le haces dao o le rompes el corazn me amenaz, me las pagars.
Si le hago dao le contest, tendrs todo el derecho.
Dudaba mucho que pudiese romperle el corazn. Mi Campanilla era como yo: no tenamos.

Captulo 2
Pas a recogerla a la hora sealada, puntual como siempre. Envi a Ral, mi chfer, a buscarla
mientras yo esperaba en la limusina. Saba que eso la molestara, por eso dej de lado mi parte
caballerosa, una vez ms, para convertirme en el canalla que ella necesitaba y odiaba a partes
iguales.
Me sorprendi cuando apareci mucho ms pronto de lo que esperaba. Estaba convencido que
tardara una barbaridad, solo para fastidiarme, por eso cuando la puerta de la limusina se abri
solo 10 minutos despus de que Ral fuera a por mi Campanilla, no pude evitar mostrar una
sonrisa sarcstica y recibirla con ella bien visible.
Veo que tenas mucha prisa para ponerte en mis manos.
Ese fue mi saludo, y ella me contest con un bufido. Haba sido obediente y se haba puesto la
ropa que yo le haba enviado: un vestido de noche de satn negro, con la espalda descubierta, un
escote en V que le llegaba hasta el ombligo y corto hasta medio muslo. Le cubra lo bastante para
no ser excesivamente escandaloso, pero dejaba a la vista la suficiente piel para poder acariciarla
dnde quisiera en cualquier momento. Los vesti2 sin espalda son 1 de los mejores diseos que se
han creado nunca; le permiten a un hombre meterle mano a una mujer, y acariciarle las tetas sin
necesidad de desnudarla. Y no digamos las faldas cortas...
A dnde vas a llevarme? me pregunt sin dirigirme la mirada.
Lo vers cuando lleguemos contest, pero antes... tengo un regalito para ti que vas a
ponerte ahora mismo. Ral, cierra la mampara.
Mi chfer corri a obedecer la orden, y la mampara ahumada de metacrilato que separaba la
parte delantera de la limusina se desliz automticamente. Cuando quedamos aisla2, Abby me
mir alzando una ceja, desafiante. Cunto he disfrutado siempre de su rebelda!
Cog el paquete que tena a mi lado, que hasta aquel momento haba quedado fuera de su vista, y
se lo puse sobre el regazo.
brelo.
Mi Campanilla, siempre desconfiada, entrecerr los ojos un instante antes de suspirar. Se saba
en mis manos, por lo menos momentneamente. Tena la seguridad que su cabeza estara
barruntando la manera de hacerse con mi mvil para robrmelo, y hacerse as con la foto que la
comprometa. Lo que ella no saba, y que yo me iba a guardar muy mucho de decirle, es que
haba comprado ese mvil especialmente para hacerle la foto, y que ahora estaba a buen recaudo
guardado en una caja de seguridad en mi banco de confianza. Robrmelo iba a ser una misin
imposible que ni siquiera Tom Cruise podra llevar a cabo.
Ests de guasa.
No lo dijo como una pregunta, no; aquello fue una afirmacin en toda regla.
En absoluto.
No pretenders que me ponga esto, no?
La mir y sonre con socarronera.
En realidad... soy yo quin va a ponrtelo.
No pude evitar sentir una enorme satisfaccin cuando su pecho subi y baj, al inhalar el aire de
golpe, en un espasmo de sorpresa y excitacin. Trag saliva, apret la mandbula, y asinti con
la cabeza, rindin2e a lo evidente: no tena escapatoria.
Cmo quieres que me ponga?
Sonre de medio lado y estoy seguro que mis ojos brillaron por la satisfaccin.
Sbete la falda todo lo que puedas, sintate en el asiento delante de m y brete de piernas.
Cuando obedeci, mir con apetito su coo expuesto. Me mora de ganas por hundir mi polla
en l, pero iba a alargarlo todo lo posible por 2 razones: la primera, que quera torturarla; y la
segunda, que cuanto ms tiempo tardsemos, ms disfrutaramos del polvo al final. chate
hacia adelante y pon los pies sobre el asiento, 1 a cada lado de mis piernas.
Eres un cabrn refunfu.
Ahrrate los insultos, Campanilla. Desde aqu veo que tu coo ya est empezando a
humedecerse, as que no me vengas con milongas. Te encanta todo lo que te obligo a hacer.

Era verdad. Los jugos empezaban a asomar por su coo desnudo y recin depilado, y brillaban
atrayendo mi mirada hacia ellos.
Te han dicho alguna vez que tienes un coo precioso? le dije con tono casual, como si
hubiera comentado el tiempo que haca.
Vas a tardar mucho? Esa fue su respuesta, pero supe que mis palabras la haban
complacido porque su brusquedad haba bajado mucho de intensidad.
Todo lo que se me antoje.
Cog mi regalo de dentro la caja y lo mir. Era un vibrador con un ligero y suave arns
incorporado, que se afianzaba alrededor de los muslos y los glteos para poder llevarlo sin que se
cayera ni se saliera de su lugar. Por supuesto, tena un mando a distancia para poder accionarlo
cundo y dnde yo quisiera.
Saqu la botellita de lubricante y la abr. Me puse una pequea cantidad en los de2 ndice y
corazn, y me inclin hacia adelante. Abr los pliegues de su coo con el pulgar, deslizndolo
arriba y abajo. La muy zorra ya estaba empapada, y casi ni le haca falta la ayuda. Cuando le
met los de2, ech la cabeza hacia atrs y gimi mientras clavaba los de2 en el asiento.
Saba que lo disfrutaras.
Que te jodan.
Yo me ech a rer, no pude evitarlo.
Ms bien ser a ti a quin van a joder, nena.
Saqu y met los de2 varias veces, movindolos en su interior. Abby gema y quiso empezar a
balancear las caderas hacia adelante, buscando ms contacto, ms profundidad. Saqu los de2 y
gru, enfadada.
Volv a rerme. Tanto gruir, quejarse, hacerse la rebelde y protestar, pero la muy puta disfrutaba
de todo aquello tanto o ms que yo.
Me puse ms lubricante y embadurn un poco el vibrador; no demasiado. Se lo met poco a poco,
mirndola al rostro, viendo reflejado all el placer que le estaba proporcionando. Tena los ojos
cerra2, la boca medio abierta, y su pecho suba y bajaba con rapidez, y de entre sus labios surga
un jadeo entrecortado.
Llegu al tope, y fij las correas alrededor de las piernas y por encima de las caderas, para fijarlo
bien. Me ech hacia atrs, y cog el mando a distancia.
Qu hermoso espectculo musit, perdido en la belleza de aquella imagen de una mujer
totalmente abandonada al placer. Mrame le orden, y abri los ojos para fijarlos en m.
Apret el botn y el estimulador se puso en marcha. Abby dej ir un gemido largo y profundo
mientras arqueaba la espalda. Estaba preciosa en aquella postura, con las rodillas dobladas, las
piernas abiertas mostrndome su coo, los pies sobre el asiento, 1 a cada lado de m. Tena la
boca entreabierta y los ojos brillantes por el calor corporal. Tuve que hacer un soberano esfuerzo
para no liberar mi polla y hacerme una paja all mismo, tanto me impact verla as.
Le acarici las piernas hasta la ingle, y deposit un beso en una rodilla.
Oh, Dios... gimi. Voy a correrme, Keith.
Apagu el vibrador antes que lograra llegar. No iba a permitirle correrse tan temprano. Quedaba
mucha noche por delante, y cuando llegramos al final, quera que ella estuviera tan necesitada
que, cuando se corriera, consiguiera el orgasmo ms devastador de su vida.
Por qu no me has dejado terminar? Su voz era un quejido. Si hubiese sido otra mujer,
hubiera jurado que estaba a punto de soltar un sollozo; pero no Abby, no mi Campanilla.
Todava me quedaba un largo trecho para verla suplicar otra vez.
Porque la noche acaba de empezar, y tengo varias sorpresas para ti antes de permitirte correrte.
Ven aqu le orden, dando un par de golpecitos al asiento de mi lado. Tengo reserva en el
restaurante a las 9 y media, y antes quiero llevarte a ver un espectculo.
Por supuesto, el espectculo que tena en mente no era para nada convencional.
Llegamos al club Divolo quince minutos ms tarde. Bajamos de la limusina y Ral se la llev.
Volvera a buscarnos en cuanto lo llamara por telfono.
Cruzamos la puerta y Abby lo mir todo con los ojos entrecerra2. El vestbulo era bastante

modesto y neutro, un club privado que no necesitaba hacer ostentaciones para atraer a nuevos
clientes, pues to2 los que acudamos all ramos socios y nadie que no lo fuera entraba si no era
con una invitacin expresa. Quien mirara desde fuera, pensara que era el tpico club solo para
caballeros, como los que haba en el Londres de regencia y victoriano, y que an existan hoy en
da; un lugar al que los hombres acudan para esconderse de sus mujeres, en los que se hablaba,
se fumaba, se hacan apuestas o, simplemente, te regodeabas en la paz y el silencio de la
biblioteca.
Lo que nadie saba, era lo que se coca en los salones de los pisos superiores.
Buenas noches, seor McKarthy me salud Peter, el mayordomo. La sala que ha
solicitado ya est preparada para usted y la seorita. Si hacen el favor de seguirme...
Gracias, Peter.
Que nos guiara era el protocolo, pues yo ya conoca el camino de sobras. Haba acudido all de
forma regular durante los ltimos quince aos, desde que mi mentor me invit por primera vez a
aquel lugar. Fue all que descubr mis tendencias, que me gustaban cosas que a la prctica
mayora de la gente le parecen perversiones: dominar, atar, azotar, humillar, mirar... incluso
practicar sexo con otros hombres. El sexo es sexo, sin importar con quin se practica. Alg1s de
mis mejores orgasmos los he tenido con la polla metida en el culo de otro to, y eso no me hace
menos hombre.
Subimos las escaleras sin cruzarnos con otros socios. En parte me alegr, porque a Abby le
hubiese estropeado ms el carcter si, por una mala casualidad, llegamos a encontrarnos con
algn conocido comn.
Peter abri una puerta doble corredera, y nos indic con un gesto que entrramos. Yo le di las
gracias, y empuj a Abby con suavidad hacia el interior, ponindole la mano en la parte baja de
su espalda.
Qu es esto?
Ya lo vers.
La llev hasta una de las habitaciones del club, donde se iba a realizar una sesin de voyerismo.
Haba pagado para que nadie ms tuviera acceso porque quera privacidad con mi Campanilla.
Una de las ventajas de ser enormemente rico, es que puedo comprar casi cualquier cosa,
Abby mir el escenario central, una enorme cama redonda con sbanas blancas, y que estaba
iluminada por un foco que la apuntaba directamente. El resto estaba en penumbras, para que los
espectadores pudiramos hacer cualquier cosa que nos apeteciera con un amago de intimidad.
La sent en 1 de los sillones que haba justo delante de los pies de la cama, y me dej caer a su
lado sin soltarle la mano.
A qu?
Ssssht. Silencio la re. Recuerda que no puedes decir ni una palabra.
Cerr la boca con un chasquido, molesta, y tuve que aguantarme las ganas de rer y el impulso de
besarla hasta hacerle perder el sentido.
Eso vendra ms adelante.
Se encendi otro foco que ilumin una puerta que estaba al fondo. Por los altavoces empez a
sonar una msica suave, Crazy, de Aerosmith. La puerta se abri y entr una muchacha oriental,
vestida de doncella. Pareca recin salida de 1 de esos cmics pornogrficos japoneses, con esa
falda corta y rizada alrededor de su cintura, con voluminosas enaguas debajo, y un escote que
dejaba a la vista sus pezones. Tena los pechos grandes, probablemente opera2, pero daban ganas
de comrsela entera de arriba abajo.
Mir a Abby de reojo y tena los ojos fija2 en la escena, impaciente por saber qu iba a pasar a
continuacin. Yo me remov en mi silln. Todava tena la polla hinchada por el espectculo en
la limusina, y estaba comprimida dentro de los pantalones; me consol pensando que pronto iba
a dejarla libre. Abby iba a suplicrmelo.
La criadita, que llevaba un plumero en la mano, se puso a quitar el polvo, movin2e alrededor de
la cama. El polvazo que iban a darle, pens, divertido, sin dejar de observar a Abby. Se haba
llevado el dedo pulgar a la boca, y estaba mordisquendolo sin darse cuenta.

La puerta volvi a abrirse, y apareci un enorme negro vestido de lacayo. La criada se


sobresalt, dejando caer el plumero al suelo. Tena cara de espanto y la boca abierta por la
sorpresa. Retrocedi mientras el lacayo se acercaba a ella, hasta que sus piernas chocaron con la
cama y cay encima de las sbanas. Rod por ella para intentar escaparse, pero entonces se
encendi otro foco apuntando a otra puerta oculta, y se abri dejando entrar a un tercer actor.
2 lacayos negros, de anchos hombros y mirada pervertida, y una pobrecita criada oriental que no
tena ninguna escapatoria.
Abby segua mordisqueando su pulgar sin quitar los ojos de la escena, yo estaba con la polla a
punto de reventar, y esto no haba hecho ms que empezar.
Met la mano en el bolsillo de mi esmoquin, y cog el pequeo mando a distancia. Puse en
marcha el vibrador.
Abby peg un pequeo brinco, y se agarr con fuerza a los brazos del silln, jadeando. Gir su
cabeza con brusquedad para mirarme con la boca abierta y sofocada. Me gustaba verla as, con la
respiracin acelerada, el rubor subiendo por su rostro y ese brillo febril en sus ojos que indicaba
que estaba ms y ms excitada.
Eres...
Silencio.
Lo actores sobre el escenario ni se inmutaron por nuestra breve interrupcin, y seguan con su
representacin. Ya haban conseguido atrapar a la doncella oriental, y haban empezado a
quitarle la ropa poco a poco, mientras ella intentaba resistirse sin lograrlo y suplicaba a media
voz que no le hiciesen dao. 1 se haba apoderado de sus pechos y se haba metido un pezn en
la boca, mientras con la mano estimulaba el otro dndole pellizcos. El otro moreno tiraba de la
ropa de la muchacha para sacrsela por los pies. Lo consigui, y la chica qued desnuda excepto
por las medias blancas, que le llegaban al muslo, y los zapatitos negros de charol que le daban un
aire adolescente. Tir la ropa a un lado y, de rodillas, puso las manos sobre las nalgas de la
criada y enterr en rostro en ellas. Un gritito sali de la boca de la doncella cuando las manos del
lacayo se deslizaron hasta su coo, obligndola a abrir las piernas, y la penetr con un dedo.
Abby segua con las manos crispadas en los brazos del silln, con el rostro contrado y la
respiracin muy acelerada. Su mirada haba vuelto a la escena representada ante nosotros. Me
acerqu a ella, deslizndome sobre el silln, y le rode los hombros con un brazo. Mi mano se
perdi bajo el vestido y la puse sobre una de sus tetas. Tena el pezn duro como una roca.
Ests excitada, Campanilla? me re de ella, aunque yo no estaba mucho mejor. No contest
y le dej un beso hmedo en su hombro desnudo. Recuerda que no puedes correrte hasta que
yo no te d permiso, porque no te gustar lo que te har si no me obedeces.
Se lo susurr al odo, y despus le mordisque el lbulo de la oreja. Lo que ocurra en el
escenario haba perdido el inters para m, pero ech una ojeada para saber cunto quedaba del
espectculo. La msica iba cambiando, cuando una cancin terminaba, empezaba otra, siempre
de Aerosmith, y en ese momento estaba sonando Angel.
Los 2 lacayos haban arrastrado a la doncella hasta la cama, y la haban puesto a 4 patas. 1 estaba
de rodillas delante de ella. Su polla desapareca dentro de la boca de la criada mientras le sobaba
los pechos con una mano y la tena sujeta por el pelo con la otra. El otro criado negro estaba
detrs; entusiasmado con la idea de follarle el culo, estaba preparndola con los de2 y su saliva
mientras ella se retorca intentando evitar tan abrumadora invasin.
Te gustara estar en su lugar, Campanilla? le pregunt. Mi mano no haba abandonado su
pecho, y ella no haba hecho ningn intento de apartarme. Te gustara que ese negro te follara
el culo mientras el otro te folla la boca? Te gustara que yo mirara? O preferiras que te follara
yo mientras tu los sigues mirando a ellos?
Dej ir un gemido mientras cerraba los ojos con fuerza y apret con fuerza la mandbula. Quiz
era el momento de darle un respiro, as que apagu el vibrador que le estaba estimulando el
cltoris y la vagina. Solt un sollozo, supongo que de alivio, y baj la cabeza. Tena los hombros
tensos, las manos agarrotadas, y el rostro crispado.
Ven aqu le susurr.

No no puedo gimi. No puedo moverme.


Alargu los brazos para alcanzarla, y la ic sin problemas para ponerla en mi regazo. Estaba
tensa, rgida, poseda por la excitacin. La sent de espaldas a m para que no se perdiera el
espectculo, la cog por la cintura y la atraje ms hacia mi cuerpo. Le arremangu la falda del
vestido hasta ms arriba de los muslos, la obligu a abrir las piernas para que pusiera una a cada
lado de las mas, y pos las manos en sus hombros para empezar un masaje que le aliviara la
tensin.
S que no era eso lo que ella quera, pero lo que anhelaba no pensaba drselo an.
Pon las manos sobre tus rodillas, y sigue mirando. No quiero que te pierdas ni un detalle,
Campanilla.
Me obedeci sin rechistar. Supongo que esperaba que su resignacin me impulsara a darle lo que
ansiaba, pero no iba a ponrselo tan fcil.
Le masaje los hombros muy despacio y dirig mi mirada al espectculo. Los 2 lacayos se haban
desnudado por completo, y su piel oscura brillaba bajo el foco que los mantena ilumina2. Le
haban dado la vuelta a la criada para ponerla entre ellos, como un sndwich; mientras 1 le
penetraba el culo por detrs y le acariciaba un pecho, el otro follaba su coo mientras la
mantena agarrada por la cintura. Ella ya no luchaba contra ellos; se haba rendido al placer que
le estaban dando y gema con las manos aferradas a los hombros del negro que tena delante.
Te imaginas estar as, Campanilla? Aplastada por 2 cuerpos sudorosos, mientras tienes 2
pollas dentro de ti. Esa chica tan pequea, y esas 2 pollas tan grandes crees que le est
gustando?
Gimi y balance sus caderas, buscando el bulto de mi polla que an estaba escondida bajo el
pantaln.
Por favor gimi. Yo tragu saliva, esperando que no notara que estaba tan desesperado
como ella, y que mantener el control me estaba costando un esfuerzo enorme.
Por favor, qu, Campanilla? Tienes sed? Hambre? me burl.
Maldito seas! gru entre dientes. Sabes qu quiero!
Y t sabes cul es la nica manera de conseguirlo.
Resopl, furiosa. Mi Campanilla no puede comportarse de otra manera que no sea as, la
suavidad no va con ella.
Por favor, seor McKarthy, necesito un orgasmo me pidi con la voz entrecortada, haciendo
esfuerzos por no sollozar. No puedo soportarlo ms.
Ves? No es tan difcil le dije, poniendo en marcha de nuevo el estimulador que tena
enterrado en su coo. Puedes dejarte ir, y gritar mi nombre cuando te corras.
Gimi y se dobl hacia adelante. La sujet por la cintura para que no se cayera, y frot su culo
contra mi polla. Le met una mano por debajo del vestido y empec a pellizcarle el pezn. Mi
polla estaba a punto de reventar y balance inconscientemente las caderas hacia adelante para
aumentar la friccin con ella.
No no as no quiero tu polla dentro de m me pidi en un gruido spero. Estuve
tentado de drsela, y aunque era yo quin lo iba a pasar mal, me negu. Era demasiado pronto.
Apagu el vibrador. Noooooo casi grit.
T no exiges, Campanilla le dije con voz dura. Jams vuelvas a hacerlo.
La levant de mi regazo y la volv a su silla. Ella me mir con los ojos desorbita2, fuera de s.
No puedes hacerme esto! me grit. Me cogi por las solapas y tir de m para obligarme a
besarla. Apart el rostro del suyo, le cog las manos, y la zarande.
Puedo sise, y lo hago. No vas a tener mi polla hasta que yo est dispuesto, me has
comprendido?
Me mir con los ojos desenfoca2 y enrojeci2, a punto de llorar. Casi me dio lstima. Casi. Pero
saba que si en aquel momento acceda, la muy puta me tomara por el pito del sereno. Tena que
ser firme para ensearle quin estaba al mando.
Le cog el rostro y se lo gir hacia el espectculo.
Mira, y aprende de ella. Seal hacia la doncella oriental, que ya estaba totalmente

abandonada al placer y haca, sin rechistar, todo lo que le exigan.


La haban tumbado de espaldas sobre la cama. 1 de los lacayos de haba sentado sobre su cara y
le estaba follando la boca de nuevo, mientras el otro haba pasado las piernas de la muchacha por
encima de sus hombros y le estaba follando el coo. Las piernas de la chica estaban aprisionadas
entre ambos cuerpos masculinos, y las mova al mismo ritmo acompasado que se movan ellos,
hacia adelante, hacia atrs, y de nuevo hacia adelante.
No se queja; no exige; no pide. Acepta todo lo que los 2 tos quieren darle, y se conforma con
ello.
El negro que le estaba follando la boca, empez a correrse. Sac la polla y dej que su semen
mojara toda la cara de la chica. Ella mantena la boca abierta, vida por pillar aunque fuera un
poco. El to apoy las manos sobre la cama y levant el culo hasta quedar de 4 patas sobre ella,
de manera que su leche salpic tambin los pechos de la chica.
Lo ves? La est marcando, porque les pertenece a partir de ahora. Esa es la fantasa. La
doncella ser la puta de los 2 lacayos negros, y nunca se quejar. Harn con ella lo que quieran,
cuando quieran.
Yo no soy tu puta me contest entre jadeos.
Lo eres, aunque todava no lo has aceptado. Recuerdas la foto? Eso te pone en mis manos,
Campanilla. Recurdalo la prxima vez que se te ocurra venirme con una exigencia. La cog
por el pelo para obligarla a mantener los ojos fijos en m, y puse la otra mano en su coo an
desnudo. Ni siquiera se haba bajado la falda para cubrirse. Esto apret su monte de
Venus, es mo. Igual que el resto de tu cuerpo. Y vas a aprender a obedecer de tal manera, que
llegar un da en que lo hars de forma natural, sin necesidad de forzarte a ello. Y ahora, vas a
ocuparte de aliviar mi necesidad. Tenemos que ir a cenar y no puedo entrar en el restaurante con
esta monstruosa ereccin.
Q qu?
Ya me has odo. Quiero correrme en tu boca, y vas a complacerme. Pero t t te quedars
con las ganas, por rebelde y desobediente. No va a haber un orgasmo para ti hoy, a no ser que te
lo ganes.
El espectculo haba terminado, los actores desaparecieron por una de las puertas del fondo, y el
foco se atenu hasta dejar una iluminacin muy baja.
No pienso hacerlo me desafi, gruona. Yo le dirig una sonrisa.
Muy bien. Saqu mi mvil y llam a Ral; iba a tirarme un farol, sabiendo que ella
picara. Ral, enva la foto como te dije.
Maldito seas! No! Intent quitarme el telfono, y este se cay al suelo. La cog y la
inmovilic, aplastndola con mi cuerpo contra el silln.
Pues ya sabes qu tienes qu hacer sise contra su cara.
Me mir. Sus ojos ardan de rabia. Saba que si en ese momento pudiese, me arrancara las
pelotas. Pero no iba a hacerlo por 2 razones: la primera y principal, porque estaba disfrutando
con esto tanto o ms que yo. La segunda, por prudencia. No quera que la foto de marras saliera a
la luz, y saba que yo la hara pblica si me desafiaba hasta las ltimas consecuencias.
Est bien claudic, pasn2e la lengua por los labios. Lo har.
Ah, no, seorita. No es as como quiero las cosas. Vas a pedirme de rodillas, que te deje
chupar mi polla hasta que te llene la boca con mi leche.
Me levant de un impulso y me sent en mi butacn. La mir y alc una ceja, esperando. Abby
trag saliva y se incorpor poco a poco. Intent recomponer su vestido pero yo se lo imped con
un gesto; quera que permaneciera as, desaliada y con su coo expuesto. Se arrodill en el
suelo, delante de mis rodillas, y respir profundamente 2 veces antes de agachar la cabeza como
una verdadera sumisa y decirme:
Por favor, seor McKarthy, me hace el inmenso honor de permitirme que le chupe la polla
hasta que se corra dentro de mi boca?
Le pas el dorso de la mano por la mejilla, y le alc el rostro con 2 de2 para que pudiera
mirarme.

Por supuesto, Campanilla. Srvete.


Me ech hacia atrs y dej mi mirada posada en ella, esperando con los brazos reposando sobre
el silln. Ella suspir, al darse cuenta que tendra que hacer todo el trabajo. Me desabroch el
cinturn y los botones del pantaln hasta que pudo abrirlo. Yo levant un poco mi culo para que
pudiera bajarme los pantalones y los bxer, lo suficiente para que mi polla pudiera saltar libre.
Se relami los labios al verla tan gorda y anhelante por ella. Haba lquido preseminal en la
punta, y estaba veteada por gruesas venas hinchadas.
Rode la base con una mano y desliz la lengua por el eje, de arriba abajo. Sise de gusto con
cada lamida y gru cuando su traviesa lengua limpi el lquido preseminal. Sus ojos no
abandonaban mi rostro, pendiente de mis reacciones. Solt un joder! cuando chup 1 de mis
huevos, y antes de perder completamente el norte, saqu con prisas un pauelo de mi bolsillo y
se lo di para que se protegiera. No iba a durar mucho porque ya haca rato que estaba en mi
lmite, y no quera que mi semen embadurnase su vestido. Un acto caballeroso que la sorprendi
y que me agradeci tragn2e mi polla casi por completo.
Estall como un adolescente en cuanto la clida humedad de su boca rode mi polla, y mi semen
sali disparado hacia su garganta. Trag todo lo que pudo, y lo que no, salpic todo lo que estaba
a su alcance.
En mitad de mi xtasis tuve un alocado pensamiento: el dineral que deban gastarse para
mantener limpias aquellas salas, deba ser enorme.
Te has manchado.
Haba satisfaccin en su voz, de la que exhibes cuando alguien a quin aborreces est haciendo
el ridculo.
No te preocupes ironic. Tengo recambio.
El evidente fastidio en su rostro me hizo soltar una carcajada. La muy jodida esperaba que me
viese obligado a salir de all con el pantaln manchado con mi propio semen.
Me levant y me sub los pantalones. Ella segua arrodillada a mis pies, y aprovech para darle
1s golpecitos en la cabeza, como si fuese un perro.
Buena chica, Campanilla. Has satisfecho completamente a tu Amo.
No eres mi dueo sise, apartando la cabeza.
Ests segura de eso? repliqu, rindome.
Tir de la campanilla de la pared y al cabo de poco apareci un lacayo, 1 de verdad, no como los
que nos haban dado tan excitante espectculo. Abby segua arrodillada, con el coo al aire, pero
el muchacho, acostumbrado a ese tipo de exhibiciones, ni siquiera pestae. Mejor. Si llega a
mirarla, lo hubiera tumbado de un puetazo.
Necesito cambiarme los pantalones del esmoquin le dije al chico.
Ahora mismo, seor. Si es tan amable de seguirme, lo escoltar hasta los vestidores.
Qudate aqu, Campanilla le dije a Abby mientras me dispona a salir de la habitacin.
Espera! Te olvidas esto...
Me puso en la mano el pauelo todo manchado, y me dirigi una sonrisa toda inocente mientras
volva a sentarse en el silln. La mir, y le devolv la sonrisa, pero la ma era diablica. Met la
mano en el bolsillo y activ y desactiv el vibrador varias veces.
Ni se te ocurra deshacerte de l, Campanilla la advert antes de dejarla sola. Cuando
regrese comprobar que an est ah.
Segu al lacayo hasta el vestidor y esper hasta que me trajo un nuevo esmoquin. To2 los socios
que solamos utilizar las habitaciones superiores tenamos ropa de repuesto, por si acaso ocurra
algn pequeo accidente como el que haba tenido yo.
Llvale algo de beber a la seorita le dije. No necesitaba que me ayudara a vestirme, y
prefer que atendiera a Abby, y qudate con ella hasta que yo regrese. Vigila que no se toque.
S, seor.
Cuando se fue, me quit el pantaln y la chaqueta. La camisa estaba bien, con alguna arruga,
pero nada que no pudiese disimular. Me limpi un poco en el bao, y despus me volv a vestir.
Quince minutos ms tarde ya estaba listo y fui a recogerla.

La encontr charlando animadamente con el lacayo. Tena en su rostro una sonrisa relajada y
confiada que nunca me haba llegado a dedicar a m. Los celos se arremolinaron en mi estmago
y tuve que reprimir el impulso de pegarle un puetazo en la cara al estpido muchacho.
Vmonos dije gruendo. Ver aquello me haba puesto de mala hostia y haba borrado de
golpe el buen humor que me haba proporcionado la mamada.
Abby se levant sin dirigirme ni una ojeada y, al pasar por al lado del lacayo, le puso la mano en
el brazo.
Ya sabes, acurdate de enviarme tu currculum por la maana y ver qu se puede hacer.
Siempre me gusta contar con sangre nueva en mi empresa.
Mir el reloj impaciente, y gru otra vez. Cuando ella pas por mi lado camino de la puerta, la
agarr por la cintura, la apret contra mi cuerpo y le dirig al chico una mirada sombra y
amenazante que l entendi perfectamente. Tuvo el buen tino de apartar la mirada, avergonzado.
Por qu quieres darle trabajo al chaval? rezongu mientras estbamos en el vestbulo
esperando que llegara Ral con la limusina. Te lo quieres follar?
Que te jodan, Keith fue toda su respuesta, y me adelant cuando el vehculo lleg ante la
puerta.
Se meti dentro en cuanto el chfer abri la puerta, sin esperarme. Yo me haba quedado
rezagado, dudando entre hablar con Peter para exigirle que despidiera al chico, o volver atrs y
darle la paliza de su vida.
Por qu cojones me haba molestado tanto que mi Campanilla se mostrara tan amigable con l?
Porque era ma. Punto pelota. Ningn to que no fuera yo tena derecho a acercarse a ella.
Me toqu los gemelos y tir del puo de la camisa, y la segu dentro del coche.
Vas a contestar a mis preguntas le exig mientras la limusina se pona en marcha.
No tengo porqu...
La agarr por la nuca y la silenci con un beso. Arroll su boca sin ninguna piedad, recorrindola
con la lengua, mordiendo sus labios, apoderndome de su humedad. Jade por la sorpresa, pero
se abandon casi inmediatamente. Me clav las uas en el cuello y se dej caer hacia atrs,
arrastrndome con ella hasta que mi cuerpo aplast el suyo. Frot la polla contra su cadera para
demostrarle que volva a estar duro y preparado para follarla.
Qu quieres de l? le pregunt, resollando.
No te importa.
Vas a pagar esta desobediencia.
Estoy deseando hacerlo.
Altiva, desafiante. Cada da me tena ms loco.
No te va a gustar lo que voy a hacerte.
Ponme a prueba.
Maldita seas, mujer! Su negativa a decirme qu quera del muchacho, estaba
reconcomindome las entraas. No vas a follrtelo, entiendes? Este coito dulce le dej
claro de qu hablaba poniendo mi mano all y apretando, es solo mo, hasta que me canse de
l. No iba a cansarme nunca, eso era algo que cada da tena ms claro. Si te atreves a...
Qu vas a hacer?
Eres ma, Campanilla. Mtetelo en tu dura cabezota.
Me incorpor y volv a sentarme. Me arregl el esmoquin, intentando disimular lo mejor que
pude lo cabreado que me tena. Estaba perdiendo los papeles y eso era un arma que poda
volverse en mi contra. Si ella llegaba a imaginar, ni que fuese por un absurdo momento, hasta
qu punto tena poder sobre m, me destrozara sin ningn tipo de remordimiento.
Hasta que te canses, t mismo lo has dicho dijo con frialdad sentn2e tambin. Te has
obsesionado conmigo, pero eso pronto pasar. Los hombres como t no se prendan de nadie por
mucho tiempo.
As que planeas tenerlo de reserva, no? Para cuando ya no tengas una polla que llevarte a tu
hambriento coo.
Tampoco es necesario que seas tan desagradable. Y no, no tengo ninguna intencin de follarlo.

Por amor de Dios, solo es un cro!


Te gustan ms jvenes, o vas a negar que te tiraste a tu ayudante?
Gir el rostro con brusquedad y me dirigi una mirada que podra haber atravesado el acero.
Y t cmo sabes eso?
De veras crees que una simple mscara me impidi reconocerte?
La noche en que la vi en el club al que Elliott la haba llevado, cre que iba a morirme de gusto.
Hasta aquel momento haba pensado que era imposible que una mujer como aquella pudiese
estar a mi alcance, al alcance de un hombre que disfrutaba sometiendo, incluso humillando. Al
alcance de un pervertido como yo. Pero aquella noche la vi como lo que era realmente: una
mujer desesperada por descubrir el lado oscuro y ms placentero de la vida. Un lado que yo
estara encantado de mostrarle.
Estabas all? susurr, sorprendida.
Por supuesto. Iba a acercarme a saludar a Elliott cuando te reconoc. He de admitir que me
llev la sorpresa de mi vida, porque jams imagin que iba a verte en una situacin como
aquella. Estabas preciosa con el collar alrededor de tu cuello.
Al da siguiente me hice el encontradizo con l y le puse entre la espada y la pared. Su expresin
de sorpresa cuando le dije abiertamente que haba reconocido a su jefa, no tuvo precio, y su
actitud protectora para con ella me satisfizo. Pero no tuve piedad. La quera para m, y cuando
admiti que lo suyo haba terminado la noche anterior, no me cost convencerle para que me
ayudara; al fin y al cabo, supo lo que yo ya saba desde haca tiempo: que Abigail Rossi estaba
destinada a ser ma.
T le proporcionaste la invitacin a Pleasures Manor.
Haca falta responder a eso?
Pagas bien a Elliott, pero no lo bastante como para permitirse el lujo de tener influencias en un
lugar como ese le dije con suficiencia. S que cuando me pongo en ese plan soy un cabrn,
pero con una mujer como mi Campanilla hay que dejar claro una y otra vez el poder que 1
ostenta para evitar que se te eche a la garganta.
Lo orquestasteis entre los 2.
No, ricura. Fue mi plan desde el principio. l solo se limit a darte la invitacin y a avisarme
cuando decidiste ir.
Lo matar.
Lo dijo con una voz tan fra, que hasta a m se me pusieron los pelos como escarpias. En aquel
momento pareca realmente capaz de hacer algo tan descabellado.
No digas estupideces. Lo disfrutaste.
En serio sigues creyndolo? Me fulmin con la mirada, como si tambin quisiese matarme
a m. No es algo que, a da de hoy, haya descartado.
Por supuesto.
Ah, claro! exclam con sarcasmo. Por eso acab gritando mis palabras de seguridad a
pleno pulmn.
Lo hiciste porque eres una cobarde le espet. Tienes tanto miedo de lo que deseas, que te
empeas en engaarte a ti misma.
No tengo ganas de discutir.
Por supuesto que no. De lo que tienes ganas, es de que te folle como un salvaje.
De lo que tengo ganas, es de que destruyas la foto con la que me chantajeas, y me dejes en
paz.
Solt una carcajada, no pude evitarlo. Estaba preciosa tan enfurruada, empeada en mantener
una mentira que ni ella se crea.
Pues es una lstima que no tenga ninguna intencin de hacerlo. Pero an no me has dicho por
qu ests tan interesada en ese chaval.
Se encogi de hombros y mir hacia la ventanilla que, aunque estaba ahumada, dejaba ver el
exterior.
Siempre voy a la caza y captura de nuevos talentos para incorporarlos a mi empresa. El

chaval, como t lo llamas, quiere dedicarse al diseo de lencera, y tiene algunas buenas ideas.
Parece que habis hablado mucho durante los quince minutos que habis estado solos.
Hablar es lo que hacen 2 adultos cuando no estn interesa2 en tener sexo me solt, girando
el rostro para mirarme.
Pues ahora mismo estamos hablando y, sin embargo, ambos preferiramos estar teniendo una
sesin de las 3 S: Sexo Sucio y Sudoroso.
Le dirig una de mis sonrisas de medio lado para provocarla, y ella reaccion como esperaba:
soltando un bufido y girando la cabeza hacia otro lado para que yo no viera en su expresin que
haba dado en el blanco.
Por mucho que se empeara en negarlo, estaba loquita por mis huesos.
Llegamos al restaurante sin ms intercambios verbales. Segua cabreada conmigo, y yo lo
disfrutaba. Hay mujeres a las que enfadarse les sienta como un mal maquillaje, pero mi
Campanilla rezuma sensualidad por to2 los poros de su piel cuando frunce el entrecejo. Si se
pusiera melosa conmigo, saldra corriendo como un cobarde; pero cuando est cabreada, la
follara en cualquier lugar sin importarme dnde estamos ni quin est presente.
El matre, que ya me conoce desde hace aos, nos acompa hasta la mesa que siempre reservo
cuando vengo aqu; lo bastante apartada para tener cierto conato de intimidad, pero con una
buena vista hacia el resto de la sala.
Le sostuve la silla mientras se sentaba y me mir, ceuda; creo que por un momento crey que la
iba a retirar para que se cayera de culo.
Nunca dejas de sorprenderme. Ahora te comportas como un caballero?
Se dio cuenta de su error nada ms terminar de decirlo. Que una mujer admita de un hombre que
no deja de sorprenderla, es como confesar que est muy interesada en l. Yo sonre con
suficiencia mientras coga la servilleta y la sacuda, sentado ya frente a ella.
Soy un caballero, dije, remarcando la primera palabra, aunque t no despiertes
precisamente ese lado en m.
Y qu lado es el que despierto?
En serio tena que preguntarlo? Me hice la promesa de dejrselo bien claro en cuanto
terminramos de cenar y la llevara a mi casa.
El ms salvaje y primitivo. Supongo que t lo llamaras Neandertal.
Pues espero que ese neandertal se mantenga quietecito mientras cenamos porque odiara que
masticaras con la boca abierta.
Creme, mi neandertal no est pensando en comida precisamente...
Me relam mirndole las tetas y le gui un ojo. Le provoqu un estremecimiento que disimul
cogiendo su servilleta para ponrsela en el regazo.
No hablamos mucho durante la cena. Me miraba de vez en cuando, sospechando y haciendo
cbalas sobre con qu iba a torturarla a continuacin. Ms de una vez estuve tentado de poner en
marcha el vibrador, pero me contuve porque no me apeteca demasiado pillarla con la boca llena
y que la cena acabara sobre el mantel o, peor an, sobre mi regazo.
Pero lleg el postre.
Elliott me haba soplado que las fresas con nata la volvan loca, y yo haba decidido sacarle
provecho a ese descubrimiento.
Ven aqu, a mi lado le dije cuando vi al camarero acercn2e con el postre.
Hasta aquel momento habamos estado senta2 1 delante del otro, pero yo la quera cerca para
poder mortificarla un poco. Se levant y se sent donde le haba indicado, no sin antes lanzarme
una mirada llena de desconfianza.
Entonces trajeron una nica copa llena a rebosar de fresas con nata, y la pusieron delante de m.

Captulo 3
Nunca nadie suele pillarme desprevenido.
Soy de ese tipo de personas que, cuando va a tener una reunin del tipo que sea, antes de sentarse
a la mesa, por su cabeza han pasado to2 y cada 1 de los escenarios en los que puede verse
metido. Dejo muy poco espacio para la improvisacin, y me he preocupado por conocer el
carcter y los gustos de mis interlocutores para ahorrarme las sorpresas desagradables.
Pero Abby lo consigui.
Cuando apareci el camarero con una nica copa de nata con fresas y la puso delante de m, su
cara fue un poema. Se sobrepuso inmediatamente, pero yo ya haba visto en sus ojos el brillo de
furia que haba contenido. Supongo que pens que iba a mortificarla comindomelas sin darle ni
una, o alguna chorrada por el estilo; pero lo que hice fue an ms horrible para ella: se las di de
comer con mi propia mano, cogiendo cada fresa por el rabillo, mojndola con la nata, y
llevndola hasta su boca, como si fuesemos una linda parejita de enamora2.
Una absurda parodia de la que fueron testigos to2 los presentes en el restaurante, que nos
miraron y sonrieron con complacencia al interpretar aquel gesto de forma equivocada.
Ests seguro que quieres jugar a esto? me pregunt con una sonrisa malvola que converta
su rostro en el de una diablesa a la que era mejor no contrariar.
Muy seguro.
Asinti con la cabeza antes de separar esos jugosos labios de cereza y apresar la fresa que le
ofreca entre mis de2. La mordi con avidez y cerr los ojos con placer mientras masticaba.
Estn deliciosas murmur, pasn2e la lengua por los labios, un gesto que envi una seal
inequvoca hacia mi polla.
Moj otra fruta y se la ofrec.
Saba que te gustara.
Cuando le ofrec la quinta, me mir con los ojos brillantes antes de aceptarla, pero esta vez sus
labios no se cerraron sobre la fresa, sino que fueron ms all hasta mis de2. Los chup con
fuerza antes de llevarlos hasta la pequea fruta y morderla. Despus me mir con la picarda
pintada en sus facciones, sonri con diablura, desliz la silla un poco hacia atrs y... desapareci
debajo de la mesa.
Qu..? fue lo nico que pude pronunciar antes que me abriera la bragueta y se apoderara de
mi polla. Jess!
La muy hija de puta se la haba tragado sin darme tiempo a apartarme, y me hizo la mamada del
siglo all mismo, escondida debajo del mantel que caa en cascada alrededor de la mesa,
ocultndola a los ojos de los dems.
Hubiese podido levantarme, desde luego, pero, qu hombre en su sano juicio desperdicia una
oportunidad como esa?
Intent mantenerme imperturbable mientras su boca trabajaba, pero me haba agarrado con
fuerza a la silla y los nudillos se me estaban quedando blancos como la leche. Me sent como un
puto adolescente, totalmente desconcertado y sin saber qu coo hacer. Me solt, apoy el codo
en la mesa, y ocult mi rostro con la mano, como si estuviera apoyndome en ella. Puse la otra
sobre su cabeza para marcarle el ritmo que me gustaba, y ella se dej dirigir sin oponer
resistencia.
Su boca era pura lava sobre mi miembro, y me mord el interior de las mejillas varias veces para
amortiguar los gemi2 que queran salir por la boca. Gemi2, exclamaciones, palabrotas... todo
qued ah ahogado por pura fuerza de voluntad. Joder, qu buena fue! Se ayud con ambas
manos para abarcarme todo entero, y estimul tambin los testculos. Sus caricias me quemaron
la piel, ya delicada de por s, y cre que acabara escupiendo sangre de tanto morderme para no
gruir, gemir y gritar, las 3 G del sexo bien hecho.
Pero cuando me tuvo a punto, cuando pens que mi polla no poda hincharse ms sin estallar y
escapar de su propia piel, la muy zorra sali de debajo de la mesa y volvi a sentarse en la silla,
dirigindome una ladina mirada de satisfaccin que me enfureci.
Quieres provocarme? le sise. Creo que haba olvidado lo que llevaba metido entre sus

piernas, y lo que poda hacerle con solo apretar un botn.


Su rostro cambi en cuanto el aparatito empez a vibrar.
Hijo de puta murmur entre los dientes apreta2. Yo le mostr la misma sonrisa que ella me
haba dirigido haca un momento, mientras intentaba abrocharme el pantaln y cerrar la bragueta
sin pillarme la polla con la cremallera.
Donde las dan...
Estaba dolorido y mi pene pulsaba insatisfecho. Hice un gesto hacia el camarero que se apresur
a mi lado. Le ped la cuenta, pagu, y me levant, ofrecindole mi mano a Abby.
Me mir, furibunda, pero la acept y se levant con dificultad. Tena el vibrador a mxima
potencia, y poda or el tenue zumbido que provena de su maltratado sexo.
Te odio.
Lo s le contest mientras acomodaba mi mano en su cintura, pegndola a m, y la escoltaba
hasta la salida. Camin erguida, henchida de dignidad, a pesar que las piernas le temblaban. Qu
orgulloso me sent de ella! De su fuerza y de su inquebrantable voluntad.
Ral ya estaba esperndonos fuera.
Subimos a la limusina y en cuanto se cerr la puerta, no pude evitar agarrarla y comerme su
boca. Joder! Me dolan los huevos, y tena el convencimiento de que iban a estallarme si no me
enterraba en se coo de una puta vez. Le sub la falda sin miramientos y met la mano entre sus
piernas para arrancarle el estpido consolador que estaba ocupando un espacio que era mo. Sus
gemi2 y sus manos peleando con mi camisa me encendieron todava ms. Tena los pulmones
como si un gran peso los estuviese oprimiendo, y no me llegaba suficiente aire; jadeaba como un
perro.
La cog por las nalgas y la aup para sentarla a horcajadas sobre m ereccin. Abby haba
conseguido sacar la camisa de los pantalones, y deslizaba las manos por encima de mi piel sin
dejar de responder al tempestuoso beso que no se haba interrumpido.
La bragueta... consegu decir. brela. Quiero mi polla en tu coo a la de ya.
Volv a besarla mientras me obedeca. A ciegas, tante hasta encontrar el botn y la cremallera, y
los abri para liberarme. La empal sin ninguna contemplacin y su gruido de satisfaccin me
dijo, sin lugar a dudas, que le haba encantado.
Mi Campanilla no es una mujer frgil, y le gusta un buen polvo frentico y desesperado, casi
violento.
Joder, nena... quiero chuparte las tetas.
Tir del vestido hasta que quedaron libres. Sus pezones color caf estaban duros como rocas, y
me abalanc sobre ellos mientras segua embistiendo en su suculento coo. Nunca en mi vida me
haba encontrado con 1 que fuese tan ardiente, que se ajustase tan perfectamente a mi polla.
Estaba hmeda, resbaladiza; chorreaba de pasin insatisfecha.
Me agarr la camisa y tir de ella hasta arrancar los botones. Me clav las uas en los hombros
mientras un grito enrgico rompa su garganta. Me espoleaba y exiga con roncos grui2
demandando ms y ms.
Estaba a punto de volverme loco cuando sus msculos internos empezaron a pulsar, lanzando
una oleada de placer que se extendi por todo mi cuerpo. Grit el orgasmo clavando ms
profundamente las uas, repartiendo besos por toda mi cara, mordindome el labio hasta que
sent el sabor de mi sangre, y me dej ir detrs de ella. El semen sali disparado, chocando contra
su tero, llenndola con mi semilla, marcndola a fuego.
Era ma, estaba hecha para m; ninguna otra mujer haba conseguido que perdiera el norte, que
me olvidara de m mismo y me abandonara en el placer que me estaba proporcionando. No
pensaba dejarla marchar, y estaba dispuesto a jugar an ms sucio si era necesario con tal de
retenerla a mi lado.
Quedamos desmadeja2, ella encima de m. Respirbamos con dificultad, como si hubisemos
estado corriendo una maratn. Los msculos parecan haberse transformado en gelatina y, por
primera vez en mi vida, estaba seguro de que si intentara levantarme las piernas no me
sostendran.

Mi Campanilla era puro fuego, y estaba arrasando mi alma sin piedad.


Nos mantuvimos en silencio durante un buen rato. Dentro de la limusina solo se oa el sonido de
nuestras respiraciones agitadas, y el bombeo atronador de nuestros corazones. Me pregunt si
para ella, aquel polvo haba sido igual de devastador que para m y, por primera vez en mi puta
vida, tuve miedo.
Le acarici la espalda con suavidad. Haba posado la cabeza sobre mi hombro, y tena el rostro
escondido contra mi cuello. El aire que exhalaba me haca cosquillas, pero no quera que se
moviera. Mi corazn se hinch con la ternura que sent por ella, y el deseo desesperante de
mantenerla all siempre para protegerla y adorarla durante el resto de mi vida, fue tan palpable
que me sacudi como un puetazo en el estmago.
Estaba enamorado de ella?
Nah, eso no poda ser. Los aos me haban enseado que el amor era un espejismo con el que
disfrazamos la simple lujuria y el deseo. O la necesidad imperiosa de ahuyentar la soledad. Lo
que llamamos amor es daino y cruel, y nos impulsa a aferrarnos a alguien aunque nos destroce
la vida. Haba sido testigo de ello cuando era nio, con el amor obsesivo y desesperado de mi
madre por mi padre, que la llev a la tumba antes de tiempo.
Mi padre era un cabrn hijo de puta al que le gustaba gastarse el poco dinero que entraba en
casa, yendo de putas. Mi madre languideca en casa, desesperada, y cuando l volva despus de
das ausente, borracho y oliendo a perfume barato, en lugar de enfadarse, gritarle y exigirle, lo
que haca era desvivirse por hacerlo feliz. Pero mi padre la despreciaba. Se haba casado con ella
porque la haba dejado preada de m, y los abuelos, a punta de rifle, lo obligaron. Mi abuelo s
tena un buen par de cojones, y era un hombre con un alto sentido del deber y del honor que mi
padre no hered.
Un da, la resistencia de mi madre se quebr y decidi quitarse la vida ahorcn2e de la viga ms
gruesa del granero. Yo tena doce aos y fui quin la encontr.
Cuando crec, me di cuenta de que lo que senta mi madre no era amor, sino obsesin por un
hombre que no quera saber nada de ella, y que se senta atrapado en un matrimonio y con unas
responsabilidades que odiaba. Aquel mismo da me jur que yo no caera en algo as, y guard
mi corazn en lo ms profundo para que nadie pudiese alcanzarlo.
Pero lo que estaba sintiendo por Abby estaba demasiado cerca de aquel sentimiento que haba
destrozado a mi madre y haba convertido a mi padre en un desgraciado sin escrpulos.
Durante un instante fugaz pens que deba apartarme de ella, alejarla de m, huir como un
cobarde y refugiarme en cualquiera de mis antiguas amantes, o salir y buscar de nuevas. Pero la
sola idea de apartarme de ella me atenaz el corazn y me quit el aliento de la boca.
Estaba bien jodido.
La limusina se detuvo y fui consciente que habamos llegado a mi casa. Ni siquiera me haba
percatado que habamos descendido por la pronunciada rampa que llevaba al parking del stano
del edificio de apartamentos donde viva. La ayud a recomponerse un poco el vestido para que
no se sintiera violenta al salir del coche, y yo me abroch el pantaln. Mi camisa estaba
arruinada, pero no le di importancia. A aquellas horas no era probable que nos encontrramos
con alguien en el ascensor, y una vez dentro, este nos iba a llevar directamente a mi tico; pero
saba que para Abby, las apariencias lo eran todo. Haba trabajado muy duramente durante toda
su vida para conseguir ser la mujer de negocios que todo el mundo respetaba, y no quera
humillarla ms de lo que ya lo haba hecho.
Descubrir que era muy posible que la amara, haba hecho que cambiara algo fundamental en mi
interior. Haba querido doblegarla a mis deseos sin darme cuenta de que lo que ms me gustaba
de ella, era precisamente ese carcter indmito que la llevaba a resistirse y luchar contra m, y a
tratarme como a un igual. El resto de mujeres que haban pasado por mi vida, se haban
esmerado en complacerme, igual que mi madre haba hecho con mi padre, buscando algo que yo
no poda ni quera darles. En cambio, mi Campanilla segua luchando y solo estaba all porque
yo la haba obligado con un chantaje que, en esos momentos, me result una bajeza.
Y algo que nunca antes haba sentido, me golpe: la culpa.

Qued aturdido, sin saber qu hacer, con la llave del ascensor privado en la mano mientras
esperbamos que bajara hasta el stano para poder subir en l.
Entramos en silencio, y no me atrev a mirarla. Me estaba convirtiendo en un cobarde? No, pero
estaba asustado de muerte por todo lo que estaba descubriendo de m mismo en solo 1s segun2.
Abr la boca para hablar, pero me mord la lengua. Haba estado a punto de decirle que todo
haba terminado, que poda irse a casa, y que al da siguiente le enviara el mvil con la foto que
nunca haba tenido intencin de hacer pblica; pero entonces pens que, si lo haca, la perdera.
Abby se marchara y no volvera a permitir que me acercara a ella; era una idea que no poda
soportar.
As que repar todas las fisuras que se haban abierto en mi muralla, sonre con displicencia, y la
mir con los ojos entorna2.
Ha sido un buen polvo le dije. Sus mejillas an estaban encendidas por el rubor de la
pasin. Pero no el ltimo. Tengo unas cuantas sorpresas para ti, Campanilla.
Iba a volverla adicta a m, y al sexo que poda proporcionarle. Era la nica manera que tena de
conseguir que decidiera permanecer a mi lado para siempre.

Captulo 4
Mi tico dplex en mitad de la ciudad, es un lujo que pocos pueden permitirse. Me haba mudado
all haca escasos 2 aos, en cuanto terminaron de construir el magnfico rascacielos. Las paredes
exteriores eran de cristal blindado y desde el inmenso saln al que desembocaban las puertas del
ascensor, poda verse toda la ciudad. Las luces de los edificios, ilumina2 por la noche, eran como
pequeas lucirnagas, y Abby qued maravillada por aquel magnfico espectculo.
Se acerc hasta el ventanal y pos una mano abierta sobre el cristal, mirando hacia la ciudad que,
a aquellas horas de la noche, brillaba como un rbol de Navidad.
Vives aqu? me pregunt sin mirarme. O es solo tu picadero?
Intu un cierto grado de amargura en la segunda pregunta, como si esperara que mi respuesta
fuera afirmativa.
S, vivo aqu. Y no, nunca haba trado a una mujer antes. As que poco puedo considerarlo mi
picadero.
Gir su rostro y me mir con los ojos entrecerra2, como si no me creyera. Yo me encog de
hombros y me quit la chaqueta con parsimonia. No quise admitirlo, pero me molest que
pensara que le estaba mintiendo.
Tengo una habitacin fija en el Continental.
El Continental es el hotel ms lujoso de la ciudad, y supongo que me crey porque asinti con la
cabeza, como si hubiese esperado algo as de m. Me conoca bastante bien, a mi pesar.
Y por qu me has trado aqu? Lo ms lgico hubiese sido que...
Contigo no me rige ninguna lgica, Campanilla confes. La mir muy serio y despus dej
que mis labios se curvaran en una sonrisa provocadora. Me vuelves loco, an no te has dado
cuenta?
Ella buf y volvi a fijar la mirada en la ciudad a nuestros pies. An no haba encendido las
luces y estbamos a oscuras, y me deleit paseando mi mirada por su silueta recortada contra el
cristal. La luna estaba llena, e incida sobre las ventanas unin2e a las luces de la ciudad,
otorgando un leve resplandor que converta la habitacin en un mundo de claroscuros.
Me acerqu a ella y me puse detrs, envolvindola en un abrazo atndola a m. La bes en el
cuello mientras refregaba mi polla contra su trasero. La hija de puta se estaba despertando de
nuevo, como si menos de media hora antes no hubiese estado enterrada hasta los testculos.
No poda evitarlo.
Cuando Abby dej ir un suspiro al mismo tiempo que dejaba caer la cabeza hacia atrs hasta
apoyarla en mi hombro, sent un clamor y un rugido que nacieron en las entraas, como si ella se
hubiese rendido y se estuviese ofreciendo a m libremente. Me negu a recordar que estaba all a
causa de mi coaccin, y quise ofrecerle algo que no le haba dado todava: ternura.
Casi me re de m mismo. Probablemente Campanilla me dara una patada en el culo, o peor an,
se aburrira como una maldita ostra si le haca el amor as, en lugar de follarla con salvajismo.
Pero en aquel momento necesit demostrarle que poda ser mucho ms que un polvo bestial, que
poda ser el hombre en que apoyarse cuando lo necesitara.
Eres preciosa murmur mientras le bajaba el vestido muy lentamente hasta que cay y
qued en el suelo a sus pies.
Pase las manos por su piel, desde las caderas hasta el vientre, y sub hasta abarcar los pechos.
Los acarici con delicadeza, dejando que las palmas provocaran sus pezones.
Quiero hacerte ma aqu mismo, delante del cristal, con la ciudad a nuestros pies le susurr
mientras dejaba un hmedo camino de besos por su hombro.
Sabes que no puedo decirte que no murmur, y aquello fue un duro golpe, un recordatorio
que estaba all en contra de su voluntad.
Lo haras, si pudieras? Me negaras este capricho?
No contest de inmediato. Dej que yo la acariciara durante 1s minutos y que me volviera loco
por saber su respuesta.
No... dijo finalmente, dejando ir un suspiro de rendicin. No te lo negara.
Por qu?

Porque t tambin me vuelves loca...


Casi me pongo a rugir cuando o su confesin. Le haba costado admitirlo, y a saber qu la
impuls a hacerlo; no me importaron sus motivos, ni que probablemente ella lo consideraba una
debilidad. Para m haba sido la confirmacin que estbamos hechos el 1 para el otro y que no
deba rendirme. Luchara hasta el agotamiento, hasta que no me quedara esperanza, con tal de
conseguir que confiara en m como yo estaba empezando a confiar en ella.
Aaaaah, mi Campanilla murmur contra su oreja, mordisqueando el lbulo. No te
arrepentirs.
La aplast con mi cuerpo, dejando libres sus pechos para que el fro del cristal endureciera ms
sus pezones. Le acarici las nalgas y pas las manos entre ellas, demorndome en el fruncido ano
que aquella noche iba a ser mo. Segu el recorrido hasta llegar a su coo. Tena la vagina
inundada con el deseo, hmeda y resbaladiza, y mi polla salt por el deseo de enterrarse
profundamente all.
Todava no, me dije. Quera que me suplicara.
La penetr con un dedo, dejando que se empapara en sus jugos. Mi Campanilla abri ms las
piernas mientras dejaba ir un gemido de placer y tensaba las manos que seguan apoyadas contra
el cristal.
Te imaginas que alguien, desde su casa, est observndonos con un telescopio? le susurr
para provocarla. Ante aquella idea, gimi con ms fuerza y se movi, instndome a profundizar
ms en su sexo.
Le introduje otro dedo, y los abr en tijera, acaricindola por dentro.
Eso te gustara, eh? Te encanta que te miren...
N.. no. Intent negar lo evidente, pero yo la conoca mejor que ella misma.
No te atrevas a negarlo, Campanilla. En cuanto he mencionado la idea, tu vagina ha chorreado
en mi mano.
Mis de2 estaban empapa2 en sus jugos, y decid que era el momento. Los saqu de su coo y los
deslic por entre las nalgas hasta encontrar la apretada entrada. Su ano se resisti a la invasin,
pero acab introduciendo un dedo all, y despus el otro.
Oh, Dios... susurr. Esto es bueno...
Por supuesto, Campanilla. Y ser mejor an vaticin.
Met y saqu los de2 para ensancharle la entrada, y con la otra mano jugu con su montculo,
provocando el cltoris deslizando un dedo a su alrededor sin llegar a tocarlo. Temblaba de pasin
y su boca emita leves jadeos provoca2 por su respiracin entrecortada.
Qudate aqu, no te muevas le susurr.
Me apart, renuente. La observ durante 1s segun2, comprobando que obedeca mi orden y no se
mova. Estaba hermosa recortada contra la tenue luz que entraba por el ventanal, con las manos
extendidas sobre el cristal y su cuerpo temblando por el deseo. Despus me fui hasta mi
dormitorio, donde tena guardado otro regalo para ella.
Volv con una sonrisa en los labios, pensando en la sorpresa que iba a llevarse. La cog por la
cintura y acerqu su espalda a mi pecho, apartndola ligeramente del cristal. Sus pezones estaban
enhiestos y duros, pero todava no estaban prepara2 para lo que tena en mente.
Cierra los ojos le susurr al odo, y ella obedeci de inmediato. Con cada caricia estaba ms
y ms receptiva a mis rdenes, y eso me puso la polla ms dura todava.
Le pellizqu un pezn con fuerza, y dej ir un gemido entre los labios. Repet el movimiento
hasta que estuvo preparado para lo que yo quera. Cuando Campanilla oy el tintineo, no abri
los ojos para mirar, sino que los mantuvo cerra2. Su confianza casi hizo que me corriera en los
pantalones.
Le apres el pezn con una pinza. Haba comprado el juego expresamente pensando en ella, y
cuando gimi con fuerza en respuesta a la presin, supe que no me haba equivocado.
Jugu con el otro pezn con los de2, estimulndolo para que se endureciera ms, y coloqu la
otra. Iban sujetas a una cadena dorada que me permitira tirar de ellas con facilidad si as lo
quera.

Estaba hermosa, abandonada entre mis brazos, vestida solamente con las pinzas doradas
coronando sus pechos.
Inclnate un poco hacia adelante, apyate con las manos en el cristal, y abre las piernas,
Campanilla.
No replic, ni cuestion; solo hizo lo que le haba ordenado. Me arrodill detrs de ella y me
relam pensando en lo que iba a hacer a continuacin.
Inclnate un poco ms.
Sus manos se deslizaron por el cristal hasta que su torso y sus piernas completaron un ngulo
perfecto. Arrodillado como estaba, poda ver sus pechos temblando libres, y la cadena oscilando
entre ellos. Con los co2, la obligu a abrir ms las piernas hasta poder acceder a su dulce coito
para darme un buen atracn.
La primera lamida hizo que se estremeciera. Cuando le chup el cltoris, dej ir un largo gemido
con voz ronca que reverber en la habitacin. Sus jugos me empapaban la boca y su dulce sabor
explotaba en mi lengua. Separ los labios vaginales y jugu con ella con la boca y mis de2,
mojndolos a conciencia en sus jugos. Cuando sent que estaba a punto de llegar al orgasmo,
abandon su coo y mi Campanilla solloz por la frustracin. Pens que se quejara, que me
reclamara llegar hasta su satisfaccin, pero no lo hizo.
Sonre lleno de satisfaccin porque estaba consiguiendo domar, por fin, a la leona.
Con mis de2 llenos de su propio jugo, juguete alrededor de su ano otra vez. Estaba obsesionado
con l, y no quera que terminara la noche sin probarlo. Enterr 1 de mis de2 en su interior,
superando con facilidad la barrera del anillo fruncido. Un segundo dedo le sigui, y un tercero.
Los saqu y los met varias veces, observndola gimotear. Cuando se atrevi a exigirme un
ms!, le di un cachete en el culo que ella recibi acelerando su respiracin, ya bastante
descontrolada.
Por favoooooor me suplic con un hilo de voz, lloriqueando, y yo solt una risita que estaba
seguro que la enfurecera.
Pronto le promet, y no tard en cumplir mi promesa.
Jugu un rato ms con el cltoris, y su ano; incluso me permit darme el capricho de darle un
mordisco en una nalga, lo bastante fuerte para que le quedara marca, pero no lo suficiente como
para raspar la piel. Sus rodillas temblaban y tem que no aguantara mucho ms si no haca algo
al respecto. Me suplicaba entre sollozos; no exiga, ni demandaba. Me rogaba con voz
entrecortada en medio de gimoteos de necesidad, y me compadec.
Me levant y me baj los pantalones, dejndolos amontona2 a mis pies. Le haba dilatado el ano
lo suficiente para que no sintiera demasiado dolor cuando la penetrara. Arrim mi polla y me
introduje despacio. Sentirla a mi alrededor fue como entrar en el cielo, si es que este existe. Me
agarr a su cintura, clavndole los de2, y empuj.
Cerr los ojos y me dej llevar, no sin antes ver cmo sus manos se cerraban en puos, apoyadas
contra el cristal. Me ech hacia adelante, abandonando sus caderas y apoyando una de mis manos
al lado de la suya, y con la otra cog la cadena y tir levemente de ella hasta tensarla.
Grit, alzando la cabeza hacia atrs; casi me golpea con ella, y le mord un poco la oreja dndole
un aviso.
Ten cuidado, Campanilla jade.
Solt la cadena y sujet sus caderas para que se mantuviera quieta donde estaba mientras segua
entrando y saliendo de su ano.
Tcate le orden. No le hizo falta que le diera ms explicaciones, pues me entendi
perfectamente. Una de sus manos vol hasta el cltoris y empez a frotarlo con ganas mientras yo
segua taladrando su culo. Crrete! Ahora! le grit cuando sent que mis testculos se
compriman al mximo y estaban a punto de estallar. Vamos, Campanilla!
Estall en un orgasmo que la hizo gritar salvajemente y su cuerpo convulsion. No era capaz de
mantenerse en pie, as que la cog por las caderas con ambas manos, la aplast contra el cristal
para mantenerla erguida, y segu empujando en su interior cada vez ms rpido hasta que el
clmax me devast.

Fue brutal, salvaje, primitivo, visceral. Haba empezado intentando ser tierno, pero el lado
oscuro en m haba tomado las riendas y olvid las caricias y las palabras bonitas.
Quiz haba sido mejor as. Abigail Rossi era del tipo de mujer que despreciaba las
mariconadas.
Apoy la frente sobre la ventana mientras intentaba recuperar el aliento. Tena las piernas
temblorosas y saba que si intentaba moverme, hara el ridculo ms espantoso. Probablemente
acabara sentado sobre mi culo en el suelo, y ella se reira de m a conciencia.
Su aliento tropezaba contra mi mejilla, y gir el rostro para mirarla. Sus labios carnosos estaban
muy cerca; haba en ellos un leve temblor que la delataban. Sus mejillas estaban cubiertas por el
rubor, y haba unas gotitas de sudor resbalando por su frente. No pude evitarlo, y la bes.
La agarr por el pelo para inmovilizarla y me abalanc sobre su boca, apoderndome de ella,
saquendola a conciencia, invadindola con mi lengua como si estuviese muerto de sed y su
saliva fuese el nico lquido que pudiese saciarme. Me regode y la pose sin darle opcin a
apartarse, con su cuerpo inmovilizado por el mo, ms duro, pesado y corpulento. Todava tena
mi polla enterrada en su cuerpo, y not cmo la muy cabrona haca esfuerzos por recuperarse.
Me obligu a separarme de ella, pero no la solt hasta que comprob que no iba a caerse al suelo.
Me sub los pantalones y los sujet abrochndome solo el botn para evitar que volvieran a
caerse. Abby segua respirando con agitacin, con los ojos cerra2, apoyada en la ventana. La
cog en brazos y se acurruc contra mi pecho.
Camin con ella hasta el dormitorio para dejarla con suavidad sobre la cama. Cuando me apart
de ella sent un vaco extrao, como un viento fro que atravesaba la ropa y la piel y se apoderaba
de m. La cubr con la manta y me sent en el borde de la cama para poder observarla a
conciencia. An llevaba puestas las pinzas en sus pezones, y pens en que debera quitrselas,
pero me resist: estaba muy hermosa, relajada, saciada y pareca feliz all, en mi cama.
Me sent muy extrao, como nunca me haba sentido antes, as que decid que me metera en la
ducha un instante, solo una pasada de agua para poder aclararme las ideas porque me senta
aturdido, muy perdido y sin saber qu hacer a continuacin.
Toda la seguridad de la que haba hecho gala durante la mayor parte de mi vida, se haba
esfumado como tirada por el retrete. Abby consegua que me cuestionara todo de m, inclui2 mis
propios sentimientos. Me haba jurado no enamorarme jams, a pesar de que saba que era algo
bastante absurdo: si el amor te apresa en sus garras, es intil intentar huir de l. Pero yo no quera
aceptar que lo que senta por Abby era amor: admiracin, s; deseo, tambin; pasin, sobre todo.
Pero, amor?
Me quit la ropa sin miramientos, dejndola tirada por ah, y me met en la ducha sin esperar a
que brotara el agua caliente. Sali helada, y ahogu un grito de sorpresa cuando me golpe la
piel. En pocos segun2 la temperatura fue aceptable, y pude relajarme bajo su chorro.
Desde el da en que la conoc, supe que era La Mujer para m, aquella que estara a mi altura en
to2 los aspectos. Tan salvaje como yo, e indmita, sera un placer tenerla en la cama, y todo un
reto convivir con ella. Una aventura constante que jams me dara tregua. Ella jams penara de
amor por m, ni se humillara para complacerme si yo me atreva a despreciarla. Era mucho ms
probable que me rompiera la cabeza con algo y que me mandara al hospital con una fractura
craneal. La relacin tan enfermiza que haban mantenido mis padres, me haba marcado de por
vida y saba que no soportara tener a mi lado a una mujer que no fuese capaz de bregar
conmigo.
Me haba convencido de que esa era la nica razn por la que la quera a mi lado.
Me haba mentido a m mismo, y de forma descarada, adems.
Sal de la ducha y me sequ con rapidez. Cuando volv a la cama, Campanilla segua en la misma
postura que cuando la haba dejado: boca arriba, con los brazos sobre la cabeza y sta
ligeramente ladeada. Dorma plcidamente.
Me dio lstima tener que despertarla, pero no poda permitir que se durmiera con los pezones
comprimi2 por las pinzas: no los tena acostumbra2, y cuando los quitara, el dolor poda ser
demasiado. Por eso la despert despacio, tumbndome a su lado y acaricindola con ternura.

Campanilla... susurr a su odo.


Gru, gutural, como un perro al que ests cabreando, y yo solt una carcajada. Era una fiera
hasta cuando dorma.
Mi risa la despert, y abri primero un ojo y despus el otro. Frunci el ceo y se incorpor
levemente para poder mirarme, tendido a su lado y carcajendome vivo.
Se puede saber de qu te res? me pregunt bastante molesta. Yo no contest y segu
rindome. Fue ms una reaccin nerviosa a todas las cavilaciones que haba tenido en la ducha,
que al gruido en s, pero no pude evitar tener un ataque de risa. Fue un poco humillante no
poder parar de rer, sobre todo cuando Abby, muy mosqueada conmigo, se levant de un salto y
camin furiosa hacia el saln donde habamos follado como locos contra la ventana, para recoger
su ropa.
Me levant de un salto para interceptarla y sal corriendo tras ella para alcanzarla antes de que
consiguiera llegar al vestido. La cog de un tirn y la pegu contra mi cuerpo desnudo.
Se puede saber a dnde coo vas? remed su pregunta, mirndola ahora con mucha
seriedad.
No me gusta que se ran de m contest, enfadada, negn2e a mirarme.
Pues no gruas como un perro, Campanilla. Durante un segundo he temido que empezaras a
rascarte las pulgas y a echrmelas encima.
No s de qu hablas remug.
Hablo de que tienes un mal despertar, por lo visto. Ven, vuelve a la cama y descansemos un
rato.
Estoy cansada, y quiero irme a mi casa.
Nada de eso, querida. Tener mi polla pegada a su piel, hizo que se despertara otra vez.
Siempre me haba considerado un buen amante, pero, 3 veces seguidas sin apenas descanso, en
una sola noche? Aquello iba a desquiciarme. O me dara un infarto antes de que llegara la
madrugada. Pero no poda evitarlo: era rozar a mi Campanilla y me pona berraco. Ya
descansars cuando terminemos. Ahora, tengo que quitarte esas pinzas, dejar tus pezoncitos
libres, y dedicarme a mimarlos. Lo necesitarn.
Solt un bufido, medio resignada, medio cabreada, pero no le di tregua. Me la llev a la cama de
nuevo, y no par hasta que volvi a gritar durante la agona del orgasmo.

Captulo 5
Me despert a media maana, totalmente relajado. Por primera vez en mucho tiempo, mi polla
amaneca flcida y acurrucada entre mis muslos como un puto perrito faldero. Estir el brazo con
los ojos cerra2, buscando el cuerpo caliente de Abby, pero solo encontr un vaco y las sbanas
fras.
Hija de puta! Abr los ojos, desconcertado, y mir a mi alrededor. No estaba en el dormitorio.
Me levant y, sin pararme a cubrirme con algo (para qu? Estaba en mi puta casa), sal
esperando encontrarla en el saln.
No estaba. Ni en el saln, ni en el bao, ni en la cocina... No haba ni rastro de ella. Su ropa
tambin haba desaparecido.
Rug, profundamente cabreado y decepcionado. La muy cabrona se haba largado sin decir ni
adis. Me sent como una puta, como un jodido kleenex que se tira a la basura despus de
haberlo llenado de mocos.
Volv al dormitorio y rebusqu el mvil entre mi ropa. Con l en la mano, y su nmero de
telfono parpadeando en la pantalla, me detuve. Qu iba a decirle? Iba a comportarme como
un criajo al que le han quitado su juguete preferido? Abby se partira el culo de la risa si haca
algo as, pero me haba jodido bien. Era sbado, y tena planes para los 2 durante todo el fin de
semana que se haban ido a la mierda.
Cmo se haba atrevido a dejarme as, tirado y sin decir nada?
Estaba ofendido como una puetera damisela a la que han dejado plantada.
Esto no va a quedar as, Campanilla pens, decidido a hacrselo pagar. En aquel momento
son mi telfono. Mir el identificador, esperando que fuera ella y, cuando vi que no era as,
estuve a punto de tirarlo contra la pared. Qu coo me estaba pasando? Nunca, jams, me haba
preocupado que una ta se largara despus de follar; es ms, lo normal era que yo mismo les
pusiese la alfombra roja en cuanto hacan el gesto de acurrucarse a mi lado.
No te lo ests currando nada bien, to me dijo Elliott en cuanto contest al telfono.
Qu sabes que yo no s? le espet muy mosqueado por la risita sardnica que poda or al
otro lado de la lnea.
Yo? Nada de nada se rio, pero ser mejor que llames a Jonas en cuanto cuelgues, o esta
noche vas a llevarlos del tamao de un alce.
Colg sin darme tiempo a contestar nada, como un vete a la mierda o un que te jodan.
Llamar a Jonas? Qu coo pintaba el Amo Jonas en esta ecuacin? Marqu su nmero sin
pensrmelo 2 veces, y en cuanto contest, le espet con muy mala hostia:
Qu coo tienes t que ver con mi Abigail Rossi?
Encontrar pareja para la noche fue relativamente fcil, tanto como coger el telfono, marcar el
nmero de Linette, y proponrselo.
De todas las mujeres que han pasado por mi cama, Linette es la ms dulce y honesta, por eso me
negu a utilizarla con engaos. Le cont mi plan de cabo a rabo, y la muy perspicaz se dio cuenta
inmediatamente de que estaba enamorado de Abby.
Si se lo cuentas a alguien, te retorcer el pescuezo le dije. Ella se ech a rer con picarda y
me prometi que no utilizara ese conocimiento para hacerme rabiar... siempre que, a cambio, me
las ingeniara para que ella acabara haciendo una sesin con cierto Amo sdico que le hace
tiln. Palabras textuales suyas. Un to jams usara una expresin tan moas como esa.
Pas a recogerla por su apartamento a las 8 en punto. Ral estaba en su papel de chfer eficiente
y silencioso, y en cuanto Linette entr en la limusina cerr su puerta, se puso al volante y baj el
cristal ahumado que lo aislaba de nosotros y lo que pudiese pasar en la parte trasera del vehculo.
Tengo curiosidad por saber quin ha conseguido robarle el corazn, seor McKarthy me
dijo en cuanto se acomod en el asiento.
Creo que casi suspir de gusto al orla referirse a m con ese formal seor. La loca de mi
Campanilla nunca lo usaba y, cuando lo haca, era con recochineo para provocarme.
Ests preciosa le dije porque no tena ganas de hablar de ese tema.
Gracias contest, sonrindome con coquetera, y se pas las manos por el vestido que

llevaba. Era blanco, toda una provocacin, ceido a sus curvas, extremadamente corto, y sin
tirantes. Su hermoso cuello estaba rodeado por un collar de sumisa que, en la parte delantera,
tena una pequea argolla plateada donde yo colocara su cadena antes de entrar en el club.
Linette es una mujer hermosa, de vivaces ojos almendra2 de un impactante color verde musgo.
Siempre ha llevado el pelo corto, con 1 de esos peina2 despeina2 que las mujeres tardan 2 horas
en conseguir a base de secador, fijador y yo que s cuntas cosas ms. Tiene una belleza etrea
que hace que pienses, equivocadamente, que es una mujer frgil; pero en realidad es una de las
personas ms fuertes que he conocido nunca. Es masoquista, y vive por y para el dolor; si quieres
hacerla feliz, chale cera caliente sobre los pechos, o aztala con una vara hasta que su piel
quede marcada.
Ests segura que te avienes a esto? le pregunt cogindola de la mano. Habamos sido
amantes, pero tambin ramos amigos y no quera forzarla.
Por supuesto que s! Ser divertido verle celoso por una vez, Seor.
Yo no voy a estar celoso! refunfu, y Linette se ech a rer con ese tono musical suyo que
atrae todas las miradas.
Cario, ya est celoso...
Quieres ganarte una zurra?
Se acerc a m, ponin2e de rodillas sobre el asiento y provocando que su minscula falda de
cuero se subiese an ms. Tragu saliva. Estaba enamorado de Abby (para qu negarlo a estas
alturas), pero no soy de piedra y Linette, cuando se pone en plan seductora, es muy difcil de
resistir.
Me lo promete, Seor? me susurr al odo. O es una promesa vana? No contest. Me
limit a mirar hacia adelante para no quedar ciego con su estupendsimo escote, y pens en
Abby. Me lo imaginaba.
Haba decepcin en su voz, y tambin algo de diversin. Supongo que saber que me haba
enamorado era casi un chiste para ella, ya que le haba repetido en incontables ocasiones que el
amor era una mierda, que yo no iba a enamorarme nunca, y bla, bla, bla, bla. Todas esas cosas
que se dicen cuando tienes la frvola ilusin de que ese dedo nunca se meter en tu ojo.
Llegamos al SilkMask sin cruzar ms palabras entre nosotros. Linette iba pensativa, y yo
tambin. No tena ni puta idea de si mi plan saldra bien o, por el contrario, me estallara en la
cara. Mi Campanilla era muy impredecible y era imposible saber cmo iba a reaccionar. Solo
esperaba que en esto no se diferenciara tanto del resto de mujeres que haba conocido, y que su
posesividad saliera a la superficie para que reaccionase en consecuencia.
Una de las frases de mi mentor me vino a la cabeza: nunca puedes obligar a una sumisa a serlo
contigo. Has de dejar que sea ella la que venga a ti y te entregue su sumisin.
Hasta ahora, haba sido yo quin haba forzado la sumisin de Abby, y era hora de demostrarle
que ella tambin lo deseaba. Y qu mejor manera que provocndole un ataque de celos?
Mi Campanilla se haba largado de mi cama y haba corrido a llamar a Jonas para tener una cita
con l. Esta noche iban a tener una sesin de BDSM en el club SilkMask. Iban a representar una
escena delante de testigos. Por qu lo haca? Qu pretenda demostrarse a s misma? Haba
sido una ilusa si crea que yo no iba a enterarme; o s lo haba previsto? Fuera como fuese, iba a
obtener lo que no esperaba: una racin de su propio jarabe.
El SilkMask es un club grande; no tanto como el Divolo, ni tan elegante, pero s igual de
discreto. Tiene parking subterrneo propio y completamente privado, solo para socios, as que no
tuvimos que bajar del coche hasta estar dentro. Subimos en el ascensor hasta la primera planta y,
cuando el cling de las puertas avis de nuestra llegada y se abrieron, la msica nos golpe los
o2. Sonaba Raining blood, de Slayers, y reverberaba por todo el enorme lugar. Los socios y sus
invita2, vesti2 de cuero, ltex, corss, o completamente desnu2, estaban charlando, bailando,
bebiendo u observando las demostraciones que se estaban llevando a cabo en los 2 escenarios.
No entenda cmo podan aclararse con la msica estallando en los altavoces, ni cmo los
bailarines eran capaces de seguir aquel ritmo endiablado, pero pareca que estaban encanta2 con
ella.

Al fondo, una escalera circular llevaba al piso superior, donde haba 2 escenarios ms pequeos e
ntimos, y las mazmorras. Mientras los escenarios de abajo suelen usarse ms para disciplinar a
los subs beligerantes y dscolos, y para que los Doms con ms experiencia ejecutaran sesiones
demostrativas para los menos experimenta2, en los escenarios de arriba haba algo ms de
intimidad.
Coloqu la cadena en el collar de Linette antes de salir del ascensor, y tir levemente de ella para
entrar en el SilkMask.
Mir a mi alrededor buscando a mi Campanilla, pero no la vi por ningn lado, ni a ella ni a
Jonas. Pens que quiz no haba llegado, pero inmediatamente me acord de cunto le gustaban a
l las sesiones privadas, y sent que una furia incontrolable suba por mi espina dorsal.
No habr tenido cojones de hacerlo, no sabiendo que ella es ma, pens, pero por si acaso me
acerqu a la barra donde estaba Nil, 1 de los camareros y le pregunt.
No ha bajado an me dijo gritndome al odo.
As que el muy cabrn estaba en su despacho de Gerente del club... solo? O acompaado?
Le ped a Nil que cuidara de Linette mientras yo iba a verlo, y sub las escaleras privadas de 2 en
2, respirando profundamente y recordndome que deba controlar mi mal genio: era Abby quien
deba sufrir un ataque de celos, no yo.
Me par ante la puerta cerrada y arrim la oreja para escuchar. Gemi2, masculinos y femeninos.
Me cago en la puta! Gemi2? Aporre la puerta sin dudarlo. A la mierda la compostura!
Jonas! Cabronazo! Abre la puta puerta! grit sin dejar de golpear la madera. O el ruido
del cerrojo y me apart 2 pasos; si me encontraba con la cara del muy hijo de puta a menos de 2
metros de m, le arreara tal puetazo que se la rompera.
Se puede saber qu cojones quieres, Keith? me pregunt, saliendo y cerrando la puerta tras
l. Llevaba el torso desnudo, y los pantalones de cuero, desabrocha2.
Te la ests tirando lo acus entre dientes, con la mandbula tensa.
No es tu mascota, capullo me contest, intentando disimular una sonrisa cabrona que le
asomaba por las comisuras de los labios. Cruz las manos sobre el pecho, se apoy en la puerta,
y sigui hablando: Voy a tener a ese bombonazo en mis manos y hacer una escena con ella, sin
poder follarla. Quieres que me revienten los huevos?
Entonces, con quin ests?
Una camarera. No la conoces, es nueva. Ensanch la sonrisa de lado a lado. Solo estoy
asegurndome de que cumple con to2 los requisitos para el trabajo.
Y Abby? No me interesaban sus teje manejes. Era el gerente, tena plenos poderes, y el
club daba ms dinero que nunca.
Llegar en una media hora. Puedo seguir con mis cosas?
No contest. Me di media vuelta y baj de nuevo las escaleras. Linette estaba donde la haba
dejado. Nil le haba servido un cctel y estaba sentada en un taburete dndole vueltas a la copa
mientras sus ojos paseaban de un escenario a otro. Cuando llegu a su lado, me sonri antes de
darle un sorbo a su bebida con la pajita.
Me estoy poniendo muy cachonda, Seor me dijo. Tendremos escena?
No arriba contest sealando los escenarios con la cabeza.
Vaya. Le dio otro sorbo a su bebida. Te ests convirtiendo en un aburrido.
No me jodas, Linette. Sabes a qu hemos venido.
Puso mala cara, y me la mereca. Se haba avenido a ser mi comparsa en una representacin que
hara que Abby se pusiera tan celosa que tuviera ganas de cortarme los huevos, y no era justo que
yo le hablara as.
Lo siento, nena.
Me mir con los ojos ms que abiertos por la sorpresa.
Dios. Mo. Keith McKarthy disculpn2e. Ahora s que quiero conocer a esta mujer suya,
Seor; ha de ser mucho ms de lo que puede manejar, si le ha ablandado de esta manera.
Me sent en el taburete a su lado y le hice una sea a Nil para que me sirviera un whisky doble.
Nunca he conocido a una mujer como ella. La mir, pensando que lo que acababa de decir

poda resultarle ofensivo. Cundo me haba preocupado yo por los sentimientos de una
sumisa?. Sin despreciar lo presente.
No pasa nada. Agit una mano delante de mis narices y dio otro sorbo a su bebida. Si segua
a este ritmo, en un rato estara borracha: Linette no soportaba muy bien el alcohol. Comprendo
lo que quiere decir. Sus ojos rastrearon por todo el club y se posaron sobre Nate, al Amo
sdico con el que quera conseguir una escena. Me pasa lo mismo con l.
As que ests colgada.
Sin remedio. Pero para l, es como si yo no existiera.
Pues quiz deberamos hacer algo al respecto le insinu. Adems de presentrtelo.
Y en qu est pensando, Seor? pregunt muy interesada.
Confas en m? Asinti con la cabeza. Entonces djalo en mis manos.
La cog por el collar y la gui hasta una de las mesas que quedaban cerca del escenario de la
derecha. No quera que pareciera que me esconda, pero tampoco deseaba que Abby me viera al
entrar en el club, y decidiera que lo mejor para ella era marcharse. All quedaba fuera de la vista
de la entrada, y me vera cuando ya fuese demasiado tarde.
Haca calor all dentro, as que me quit la chaqueta del traje. S que es extrao ir a 1 de estos
sitios vestido como si tuviera que asistir a una reunin de negocios, pero jams me he
acostumbrado al cuero y al resto de parafernalia que conlleva el BDSM. Ni falta que me hace.
Puedo parecer muy prepotente al decir esto, pero ninguna sumisa es capaz de resistirse a mi voz
de mando cuando doy una orden, independientemente de mi ropa. Mi sola presencia las intimida.
A todas excepto a mi Campanilla.
Pensndolo bien, quiz soy demasiado contradictorio: me excita que las mujeres se muestren
temerosas ante m; en cambio, de Abigail Rossi, me excita todo lo contrario. Es la nica que
consigue ponerme a punto de la combustin espontnea con una de sus miradas desafiantes.
A ella le gusta retarme para que la doblegue, y a m me gusta que se resista. Por eso estoy
convencido de que estamos hechos el 1 para el otro; su actitud desafiante, y la fortaleza de la que
hace gala siempre, unidas a su necesidad de ser dominada por alguien ms poderoso que ella,
hicieron que me enamorara como un gilipollas.
Me sent en 1 de los cmo2 sillones, dej mi copa sobre la mesita y le indiqu a Linette que se
arrodillara delante de m. Empec a pasarle distradamente la mano por el pelo, acaricindola
como a una mascota, sin perder de vista la entrada. Linette mantena sus ojos bajos, como
correspondan a una buena sumisa, pero tampoco le quitaba ojo al Amo Nate, el sdico por el
que estaba interesada. Sonre como un moas pensando que si el destino era sabio, hara que este
par acabaran juntos. A Linette le encantaba el dolor, y a Nate le gustaba proporcionarlo.
Entonces la vi entrar. Camin hacia la barra, habl con Nil y pase la mirada por el local
mientras esperaba que Jonas bajara a por ella.
Abby llevaba una minifalda de cuero que a duras penas le llegaba a la mitad del culo, y que
dejaba bien a la vista sus firmes nalgas y el tanga rojo que le cubra el coo. Se tapaba los pechos
con un bikini tambin de cuero negro, atado a la espalda y detrs del cuello con 2 tiras enlazadas
formando un lazo que se poda deshacer muy fcilmente. Se me hizo la boca agua al recordar sus
pechos, que haba tenido en mi boca la noche anterior, y sus gritos cuando foll su culo contra el
cristal. El cabreo por su desaparicin, tambin regres. Maldita mujer, cabezota y pendenciera,
iba a pagarlas todas juntas.
Se haba cubierto medio rostro con un antifaz de fantasa que le daba un aire extico, como de
princesa oriental, pero yo saba perfectamente que era ella. Esas piernas enfundadas en medias
de rejilla hasta medio muslo, sus aires al caminar sobre esos zapatos de infarto, la mirada de sus
ojos cuando se encontr con los mos... Casi me dio un ataque de risa cuando se qued quieta en
mitad de un paso al verme, cmo gir con intencin de irse... y se dio de bruces contra el pecho
de Jonas.
Hablaron durante 1s minutos, y sin saber qu decan, supe perfectamente cul estaba siendo su
conversacin.
Qu hace l aqu?

l? Qu l, mascota? Jonas siempre llama mascotas a todas las sumisas.


Abby apretara la mandbula para evitar contestar con algn exabrupto, pero no lo conseguira.
Keith McKarthy, a ese l me refiero. Y no me llames mascota, no soy un perro.
Lo que el seor McKArthy haga o deje de hacer le dira remarcando con fuerza la palabra
seor, no es asunto tuyo. Y no, no eres un perro; eres una gata con las uas demasiado
afiladas y la lengua demasiado larga. T me has buscado a m, ricura, y la sesin acaba de
empezar. Quieres decir ahora mismo tu palabra de seguridad, o quieres seguir adelante?
Dudara, por supuesto, pero su orgullo podra ms y se negara a dejarse vencer y huir como una
cobarde. Se negara a pronunciar sus palabras de seguridad, el pjaro espino, y entonces sera
cuando caera definitivamente en mis manos.
Tal y como me imagin, Jonas hizo un gesto hacia Nil, que se apresur a poner en su mano una
mordaza de pelota. Abby protest, por supuesto, pero acab con la mordaza en el lugar que le
corresponda: en su boca, silencindola as para el resto de la noche.
Iba a ser muy divertido.
Acto seguido, Jonas le coloc el collar alrededor del cuello y tir de la cadena para que caminara
detrs de l. Ella caminaba con actitud desafiante, llamando la atencin de muchos de los Doms
all presentes. Alg1 hubo que sacudi la cabeza, negando: esa no era la manera en que deba
comportarse una sumisa. Pero es que Abby nunca ha sido una sumisa fcil.
Pasaron por mi lado, y Jonas se detuvo para saludarme como si pocos minutos atrs no nos
hubisemos visto. Estrechamos nuestras manos y hablamos durante 1s minutos. No mir a Abby
ni una sola vez; la ignor completamente como si no estuviera all; o peor an, como si fuera una
sumisa ms y no me importase en absoluto que una cadena la estuviera uniendo a otro Amo.
Pero ella s me mir a m, y a Linette. Sus ojos fueron de ella a m, y al revs, varias veces.
Estara evaluando qu tipo de relacin tenamos? Una insustancial, o algo ms profundo?
Obligu a Linette a ponerse de pie a mi lado y le rode la cintura con un brazo, acercndola a m.
Ella sonri con calidez y me mir con adoracin antes de volver a bajar los ojos con rapidez.
Pude sentir la mirada cargada de furia de Abby, y cmo sus puos se cerraron con rabia. No me
hubiese extraado que se clavase las uas en las palmas hasta hacerse sangre.
Vas a ofrecer una sesin? le pregunt a Jonas, aunque ya saba la respuesta. Cuando
hablamos por telfono habamos llegado a un acuerdo, y planeamos lo que iba a ocurrir a
continuacin.
S, vas a quedarte?
No me la perdera por nada.
Volv a sentarme, preparndome para el espectculo, y Linette se arrodill a mi lado de nuevo.
Jonas se dirigi con Abby hacia el escenario en que haba, entre otras cosas, una jaula colgada
del techo con una cadena. Era como la tpica jaula de un canario, con un cojn en la base para
que las sumisas pudiesen permanecer all encerradas como escarnio, pero de manera cmoda. En
el interior haba otra cadena sujeta a la parte superior, de la que colgaban 2 puos de cuero.
Jonas abri la puerta y oblig a Abby a entrar dentro. Lo hizo a regaadientes, por supuesto. No
poda articular palabra, pero en el brillo de furia de la mirada que me dirigi como si yo fuese el
culpable de aquello, pude ver con total claridad la rabia que senta en aquel momento.
Abby es una mujer tan contradictora como yo mismo. Quiere ser sometida, y disfruta con locura
cuando se la doblega, pero se resiste con fuerza a ello.
La msica baj de intensidad. Cuando el Amo Jonas haca una escena, todo el mundo quera
observar y or lo que dijera.
Jonas sostuvo la jaula mientras ella suba y se arrodillaba sobre el cojn.
Brazos arriba le orden, y enganch los puos en sus muecas para inmovilizarla. Separa
las rodillas, colibr, y ponte cmoda porque esto va a durar un buen rato.
Quit la cadena que llevaba sujeta al collar y la dej caer al suelo, a un lado. Samantha, una de
las sumisas que trabajaban all como camareras, acudi con la bolsa en la que Jonas guardaba
siempre to2 sus juguetes. De all, sac 4 tiras de cuero y enganch 1 de los extremos de cada una
al collar de Abby, y el otro, a los barrotes de la jaula, de tal manera que estaba inmovilizada. De

la bolsa sac 2 ms, y repiti el proceso pero esta vez, con las rodillas, obligndola a abrir ms
sus piernas.
Preciosa... murmur mientras observaba el resultado. Despus, se gir hacia los presentes
que estaban ya expectantes. Tenemos aqu a una mujer que asegura querer ser sometida, pero
que hace lo imposible por evitar que esto suceda. Es guerrera, y orgullosa, algo que est muy
bien fuera de estas paredes; pero aqu dentro, mascota le dijo dirigin2e directamente a ella,
tu actitud est totalmente fuera de lugar. T me suplicaste una sesin. Al or la palabra
suplicar, Abby hizo un ruidito desdeoso muy gracioso que hizo que Jonas arrugara el
entrecejo. Y cuando cruzaste esa puerta, me desafiaste con tus palabras. Y eso, mascota,
requiere un castigo.
Jonas se puso detrs de ella. La jaula era tan estrecha que no le supuso ningn problema llegar
hasta el lazo que sujetaba su bikini de cuero, y tirar de l. La prenda fue a parar a sus manos, y
Abby qued con los pechos desnu2. Tena los pezones eriza2, y la postura de los brazos,
levanta2 por encima de su cabeza, haca que los pechos se alzasen todava ms. Respiraba
agitadamente, y yo, que la conoca, saba que era porque se estaba excitando. Sus ojos no se
apartaban de los mos, ceu2 y beligerantes, y yo le devolv la mirada aparentando indiferencia,
sin dejar de acariciar a Linette.
Entonces decid que era el momento de darle un poco ms de espectculo. Tir levemente de
Linette y la obligu a sentarse sobre mi regazo, de espaldas a m y de cara al escenario. Le baj
el vestido hasta la cintura, y la rode con 1 de mis brazos sin dejar de mirar a Abby. Pude
apreciar sin lugar a dudas, cmo apretaba la mandbula con fuerza; si segua as, acabara
rompiendo la mordaza. Le di un beso en el hombro a Linette, y ella ech la cabeza hacia atrs,
abandonn2e en mis manos. Apres sus pechos, y los masaje con dureza, como a ella le
gustaba.
Cuando Jonas le rompi el tanga y dej el sexo de Abby al descubierto, tuve que recordarme que
haba sido ella misma la que se haba puesto en esa situacin, para no saltar al escenario, empujar
al Dom que era mi amigo, y sacarla de all.
Ella se haba ido de mi casa sin ni siquiera decir adis, y haba corrido a llamar a Jonas para
tener una sesin con l. Se lo haba jugado todo a una carta, supongo, con la certeza de que yo no
era tan cabrn como para usar la foto que tena de ella para destruir su reputacin. Quera darme
una leccin, o demostrarse a s misma que poda sentir con cualquiera lo mismo que senta
conmigo. Pero lo que no haba imaginado, era que yo me presentara all y me dedicara
simplemente a observar mientras le manoseaba las tetas a otra.
Jonas haba sacado de la bolsa su vara favorita. Oh, s, Abby odiara eso. La encaj en una ranura
y se la pas por entre las piernas hasta encajarla en el otro lado. La vara rozaba levemente los
muslos de Campanilla, muy cerca de su coo pero no lo suficiente, y cuando empez a vibrar, su
cuerpo se sacudi, las correas tiraron de su collar y de sus rodillas, y se vio obligada a
permanecer quieta para no rozarse an ms.
Tena el cuerpo ruborizado y los ojos fijos en m. Le dirig una sonrisa triunfal, sabiendo que eso
la molestara todava ms, mientras mis manos vagaron por debajo del vestido de Linette hasta
rozarle el coo. Joder, estaba duro como una roca, pero no era por el cuerpo de la sumisa que
tena entre mis manos, sino por el espectculo tan magnfico que Abby me estaba ofreciendo sin
pretenderlo.
Entonces, Jonas sac las cuerdas.
Envolvi su cuerpo con la soga, por encima y por debajo de los pechos, constrindolos y
creando algo parecido a un arns. Saba que, en aquel momento, estaba sintiendo sus tetas muy
llenas y sensibles, y que los pezones se estaban llenando de sangre con cada latido de su corazn.
Jadeaba con fuerza, a pesar de la mordaza, pero no mir a Jonas ni un solo instante. Solo me
miraba a m.
Qu estara pensando?, me pregunt. Quiz deseaba que yo me levantara y pusiera fin a aquello;
o puede que lo que esperara, era que me marchase de all cabreado como una mona por su
abierto desafo. Lo que s estaba seguro que no poda ni imaginarse, era que me quedara quieto,

observando... y lo que no saba, era que yo lo estaba disfrutando mucho ms que cuando, en
Pleasures Manor, dej que la manosearan aquellos tos que estaban conmigo.
Hermoso... dijo Jonas mientras la observaba, caminando a su alrededor. Se par delante de
ella y se entretuvo 1s minutos en torturarle an ms los pezones, pellizcndolos con los de2.
Ella llorique. Estoy seguro de que si no hubiese estado amordazada, por su boca hubiesen salido
todo tipo de obscenidades dirigidas a Jonas. Menos mal que me haba hecho caso cuando habl
con l por telfono, y siguiendo mi consejo le haba puesto una mordaza! Porque de haber tenido
la oportunidad, habra hecho ruborizar hasta el to ms duro presente en la sala.
Bien, mascota, buena chica la alab. Tus pechos estn preciosos ahora, y todo el mundo
puede verlos. Te quedars aqu un rato, el tiempo suficiente para irme a tomar una copa y
descansar 1s minutos mientras todo el mundo disfruta del magnfico espectculo que les ests
dando. Meti la mano entre los dbiles barrotes y pas la palma entre las piernas de Abby.
Tienes un maravilloso y muy empapado coo, mascota. Est claro que lo ests disfrutando, a
pesar de tu fruncido entrecejo se burl.
Pobre Campanilla, no tena ni idea de lo que se le avecinaba.
Jonas se acerc a Nate y le dirigi unas palabras. Este mir hacia donde estaba yo con Linette
sentada sobre mis rodillas, y cabece en seal afirmativa. Se encamin hacia nosotros,
esquivando un par de sumisos que estaban un poco pasa2 de alcohol y casi chocan con l. La
mirada que les dirigi hizo que se les pasara la borrachera de repente, y ambos cayeron de
rodillas en el suelo. Sonre. Nate era adorado y temido a partes iguales. Las sumisas masoquistas
como Linette lo tenan por un Dios encarnado, pues saba administrarles exactamente el dolor
que precisaban sin cruzar nunca la lnea. En cambio, las que teman el dolor, lo miraban siempre
con miedo a que se encaprichara de alguna de ellas y tuvieran que rechazarlo. El to se haba
ganado la falsa reputacin de que no encajaba bien las negativas; la verdad era que nunca se
acercaba a una sumisa que no supiese con certeza que apreciara sus tendencias sdicas. El
problema estibaba en que, muchas veces, ni la sumisa en cuestin saba de su necesidad hasta
que Nate la obligaba a cruzar el lmite que se haba autoimpuesto.
Qu pasa, to me saludo. Chocamos las manos y mir a Linette. Jonas me ha dicho que
necesitas a alguien que cuide un rato de tu mascota.
As es. Te importa hacerte cargo de ella?
Nate sonri, mirndola.
Y qu sacar yo a cambio? pregunt con una sonrisa torcida. Linette mantena su mirada
fija en el suelo, demostrando as su sumisin, pero bajo mis manos sent cmo temblaba de
anticipacin.
Una sesin con ella? le pregunt de forma casual, como si acabara de ocurrrseme. Estoy
seguro de que a Linette no le importar.
Me parece perfecto. Ests de acuerdo, mascota? le pregunt a Linette. Ella me apret
ligeramente el muslo con una de sus manos, y yo lo interpret como lo que era: una seal de
agradecimiento. A partir de ese momento, dependa enteramente de ella el ganarse al Amo Nate.
S, Seor. Ser un honor estar en sus manos contest intentando contener la emocin.
En ese caso, ven aqu, chica, y sintate conmigo.
Nate se sent en el silln que estaba delante nuestro, y Linette corri a obedecerlo.
A sus pies, Seor? le pregunt con timidez. O en su regazo?
Nate la mir de arriba abajo. Sus pechos turgentes llamaron su atencin, pues en ellos podan
verse los agujeros que haban dejado los pircings que normalmente llevaba all, y que se haba
quitado porque yo se lo haba pedido porque no me gustan. Sonri y me mir para guiarme un
ojo antes de volver la mirada hacia ella de nuevo. Vi en sus ojos que apreciaba el regalo que
acababa de hacerle.
De momento, qutate toda la ropa. Solo djate puestos los zapatos y las medias, mientras me lo
pienso.
S, Seor.
Mientras Linette corra a obedecer, yo me levant. En otras circunstancias me hubiera quedado

para disfrutar del espectculo (s, tambin soy un puto mirn, no te habas dado cuenta?), pero
mi mente estaba enfocada totalmente en Campanilla y la jaula. Era el momento en que yo deba
intervenir.
Me acerqu a ella caminando con parsimonia. Me toqu la entrepierna para reacomodarme el
pantaln, pues tena una ereccin tan enorme que la polla estaba aplastada contra la tela.
Me qued delante de ella apreciando la vista, recorrindola con mis ojos, detenindome en
aquellas partes que ms me gustaban. Sus ojos llamearon cuando los fij en los mos, y se neg a
apartarlos. Su actitud no tena nada de dcil, y me hizo sonrer. Estaba prisionera en una jaula, tal
y como su madre la trajo al mundo, expuesta como un lindo canario estara en una jaula dorada,
pero segua altiva y orgullosa como nadie.
Te ves muy bien, Campanilla le dije bajando la mirada hasta sus tetas aprisionadas entre las
cuerdas. Me relam los labios como un glotn delante del aparador de una pastelera. Deben
estar muy sensibles, verdad? Le pellizqu 1 de los pezones y ella dej ir un grito amortiguado
por la mordaza. Iba a utilizarla ms de una vez con ella, y me pregunt por qu no lo haba hecho
antes. Si ests pensando que a Jonas no le va a gustar lo que estoy haciendo, ests equivocada.
Por qu crees que se ha ido a tomar un lingotazo de whisky y te ha dejado aqu sola? Sacudi
los brazos, y mordi la pelota con fuerza. Exacto. Quiz debera haberte advertido que este
club es mo, y l es mi empleado.
Aquello la puso muy furiosa. Dej ir una risa perezosa al ver cmo se agitaba. Ah, s, acababa de
darse cuenta de que volva a estar en mis manos, y solo en mis manos. Estuve tentado de quitarle
la mordaza solo para or sus insultos, pero me aguant las ganas. Met las manos en los bolsillos
del pantaln e inclin ligeramente la cabeza para poder admirar su coo desnudo tal y como se
mereca esa belleza.
La mordaza tambin ha sido idea ma. La ests disfrutando? El sarcasmo era evidente en
mi voz, y si las miradas pudiesen matar, en aquel momento estara muerto. Mir mi reloj de
pulsera y gir la cabeza para ver a Jonas. Estaba en la barra mirando hacia nosotros. Le hice un
gesto imperceptible con la cabeza y asinti en contestacin. Ests preparada para la segunda
parte, Campanilla? Si crees en Dios, ms vale que empieces a rezar, porque desde el momento en
que aceptaste que te pusiera la mordaza, dejaste de tener la opcin de la palabra de seguridad...
Me alej de ella varios pasos hasta encontrarme con Jonas. Nos dimos la mano y l me dio una
palmada en el brazo antes de mirar hacia Abby.
Ests seguro de que quieres seguir con esto? me pregunt.
Completamente. Y no te dejes engaar por su aparente cabreo: lo est deseando.
Jonas se encogi de hombros. Supongo que, de alguna manera, se senta culpable por participar
en esto. Siempre ha sido un to legal, honorable hasta el tutano, y hacer una sesin con una
sumisa amordazada que ni siquiera tena una seal que pudiese usar para detener todo lo que iba
a pasar, haca que su conciencia lo martillease porque saba que no estaba bien.
T eres el jefe, to. Pero como presente una denuncia...
No lo har, no te preocupes por eso.
No es lo nico que me preocupa farfull, pero no dijo nada ms.
Me precedi hasta el escenario donde estaba Abby enjaulada y, ante su mirada atnita, cogi la
correa del suelo y me la entreg a m. Con este gesto, anunci que me pasaba el relevo en el
escenario, y que la sumisa encerrada en la jaula era toda ma.
Espero que sepas qu ests haciendo murmur lo bastante bajo para que ella no lo oyera.
Yo mir a Abby. Ya no respiraba con agitacin: directamente resoplaba como un toro a punto de
embestir. No quera ni imaginarme las ordinarieces que en aquel momento estaran pasn2ele por
su linda cabecita...
Me desped de Jonas y me acerqu a ella. La mir a los ojos y le propuse un trato que estaba
seguro iba a arriesgarse a aceptar.
Si te sometes a m durante el resto de la noche, maana por la maana volvers a tu casa
teniendo en tu poder el mvil que contiene la foto. Si te niegas, quienes recibirn una copia de
tus maravillosos pechos desnu2, sern los editores de los mayores tabloides del pas. Qu

escoges?

Captulo 6
No tena mucha alternativa, verdad? Cuando me fulmin con los ojos, supe que su respuesta iba
a ser afirmativa. Perder la oportunidad de conseguir la maldita fotografa con la que estaba
chantajendola? Se arriesgara. Una mujer no llega hasta donde ha llegado mi Campanilla, si no
es capaz de afrontar los riesgos y salir victoriosa.
No confiaba en m, por supuesto, y no tena ninguna garanta de que yo iba a cumplir mi palabra
cuando la noche terminara, y ese era precisamente el principal motivo de proponerle un trato. Iba
a demostrarle que yo era de fiar y, qu mejor manera que dejarla libre?
Era un riesgo calculado...
A quin coo quiero engaar? No haba nada calculado. Iba a lanzarme a caminar por la cuerda
floja sin una puta red de seguridad. Porque de eso se trataba, de darle la libertad para que
decidiera regresar a m voluntariamente, y no porque yo la forzara a ello.
El que pudiera enviarme a tomar por culo era una posibilidad, y bastante probable, a juzgar por
la mirada que me estaba echando mientras iba liberndola de todas las correas que la mantenan
sujeta dentro de la jaula. Cuando quit la barra que estaba vibrando tan cerca de su cltoris, la o
soltar un suspiro de alivio que casi me hizo rer.
No te relajes, Campanilla le susurr mientras desenganchaba sus puos prisioneros. Esta
maana te largaste sin pedir permiso. Lo hiciste a escondidas, y despus llamaste a Jonas para
tener una escena con l... crees que estoy contento? Feliz? O que debo castigarte por haber
sido una sumisa rebelde, respondona y traicionera?
El fuego en sus ojos restall, y en ellos pude ver perfectamente sus objeciones, aunque no
pudiera pronunciar una sola palabra:
Yo no soy tu sumisa, maldito seas.
No tienes derecho a hacerme esto, cabrn.
No voy a permitir que controles mi vida, bastardo. Voy con quin quiero, cundo quiero.
Y muchas ms lindezas por el estilo, pero iba a tener que pasar por el aro. Soy un jodido
controlador, egosta, manipulador, y estaba enamorado de ella hasta las trancas, con todo lo que
esto supona.
Pero ella no se quedaba atrs. La mirada en sus ojos cuando me vio con Linette, llena de rabia,
haba sido toda una declaracin. Hubo un destello de dolor, pero tambin muchas ganas de
castrarme por lo que le estaba haciendo a la dulce masoquista. Por eso decid deshacerme de ella
lo ms pronto posible. No quera que la pobre muchacha acabara tullida porque Abby se le
hubiera lanzado encima a darle una paliza de muerte al quedar libre.
Iba a ser divertido castigarla, y sera ms divertido an su reaccin cuando todo terminara.
Lograra su cometido, o acabara alejndola para siempre?
Odiaba no saber de antemano el resultado de mis maquinaciones. En los negocios siempre saba
qu consecuencias iban a tener to2 mis actos. Cuando lanzaba un farol, saba que mi contrincante
iba a picar, porque haba estudiado al hombre hasta el ltimo detalle; pero Abby era diferente.
Tan fra como yo, tan decidida y acostumbrada a salirse con la suya. Nuestros respectivos
orgullos rivalizaban, y en un concurso para ver quin meaba ms lejos, ella intentara ganar a
pesar de ni siquiera tener polla.
La ayud a bajar de la jaula. Esta se balance un poco, y ella solt un gritito ahogado al pensar
que iba a caerse. La sujet y la aplast contra mi pecho. Sus tetas, prisioneras entre las cuerdas,
se comprimieron y dej ir un gemido entrecortado. Dolor? Placer? Iba a averiguarlo pronto.
Met la mano entre sus muslos y la toqu. Joder. Su coo estaba chorreando. Estaba claro que
estar restringida dentro de la jaula la haba puesto muy cachonda, y yo iba a aprovecharme de
ello.
Le masaje ligeramente los hombros para aliviar la tensin all acumulada y ella se relaj entre
mis brazos. Pareca increble, pero sus msculos se aflojaron y hasta se tom la licencia de
apoyar la cabeza en mi pecho mientras mis manos la aliviaban. Estuve a punto de rugir de
contento al ver que se abandonaba a m, pero dur poco tiempo. En cuanto se dio cuenta de qu
estaba haciendo, todo su cuerpo se puso rgido como una tabla y yo tuve que ahogar un gruido

de frustracin. Por qu le costaba tanto fiarse de m?


Quiz porque te has estado imponiendo a ella a la fuerza desde el principio?.
La puta voz de mi conciencia siempre golpeando donde ms dola.
Voy a quitarte la mordaza. Lo dije sin pensar, algo malo por regla general, pero mucho ms
cuando 1 se las da de ser un Dom experimentado; pero con Abby toda mi prctica anterior se iba
retrete abajo como si fuera mierda. Pero no quiero ningn tipo de desafo, lo entiendes? Le
alc la barbilla para obligarla a mirarme. Si me provocas, volver a ponrtela y aumentar tu
castigo.
Asinti con la cabeza y algo se relaj en mi estmago. Maldita sea, no me gustaba tratarla as.
Disfrutaba de una buena sumisa como cualquier otro, y las provocaciones de Abby hacan que el
tedio que haba ido acumulando a lo largo de los aos se desvaneciera. Pero tena un lmite, y
deba demostrarle varias cosas: la primera, que era ma; la segunda, que era su Dom y que por
mucho que luchara, no iba a imponerse a mi voluntad; pero la ms importante, era que poda
confiar en m con su vida, porque mi mayor deseo era cuidarla, protegerla, y hacerla feliz,
dndole lo que necesitaba. Y estaba claro que Abby necesitaba y deseaba que yo fuera duro con
ella. Era una mujer lista, inteligente, y muy fiera, y necesitaba un hombre que pudiera manejarla.
Yo era ese hombre. Cualquier otro acabara convertido en un ttere frustrado.
Bien, all vamos.
Le quit la mordaza y saqu un pauelo del bolsillo para limpiarle la boca all donde su saliva se
haba escurrido. Le di un beso en los labios, apenas un roce para consolarla. Ella no me rehuy, y
eso fue todo un triunfo.
Qu vas a hacerme? pregunt en un susurro. Temblaba un poco y la volv a abrazar y a
pasarle con ternura las manos por la espalda.
Nada que no puedas tomar le asegur. Aunque voy a empujarte, Campanilla.
Te odio.
Lo s. Pero ten cuidado, Campanilla: todo el mundo sabe que el odio est en el extremo
opuesto al amor, y que los extremos siempre acaban tocn2e...
Esa letana se estaba convirtiendo en algo muy nuestro. La agarr con firmeza por la nuca y la
llev hasta las cadenas que colgaban de las vigas del techo. Asegur sus brazos con ellas e ic las
cadenas hasta que sus brazos estuvieron por encima de su cabeza. Despus de afianzar las
cadenas para que no se soltaran, la agarr por el pelo y la obligu a mirarme a los ojos.
Recuerda que has de tomar todo lo que yo te d le record, si quieres que maana por la
maana te entregue el telfono. As y todo, si ves que no puedes soportarlo, utiliza tus palabras
de seguridad y todo habr terminado.
Pens que no tena derecho a utilizarlas rezong, orgullosa.
Una cosa es estar exhibida dentro de una jaula como un canario, y otra muy distinta, lo que
voy a hacerte ahora. Me dijiste que no soportabas muy bien el dolor... Sus ojos se estrecharon
y un leve temblor se apoder de sus labios, pero hoy lo soportars. Porque yo te lo pido, y
porque quieres recuperar el telfono, de acuerdo?
Eres un maldito hijo de puta.
Eso son 5 azotes ms, Campanilla. Tienes ganas de volver a insultarme? le contest con
frialdad. Tena que darse cuenta de que no iba a salirse con la suya, que yo era quin estaba al
mando, y que ella no tena ms remedio que aceptarlo.
No contest con desprecio.
Eso son 5 ms, y ya suman veinte. Quiero respeto, y humildad cuando hables conmigo aqu.
Cuando todo esto acabe, te denunciar me amenaz hablando entre dientes.
Y todo el escndalo saltar a la prensa. Se sabr toda la verdad y, quin resultar ms
perjudicado? Puede que yo acabe entre rejas, pero, y t? Qu pasar contigo?
No contest inmediatamente. Su mente trabaj a toda prisa adelantn2e a las consecuencias que,
inevitablemente, tendra que afrontar. Toda su reputacin, la que tanto esfuerzo y trabajo le haba
costado ganar, se ira al traste. Dejara de ser la fra e implacable mujer de negocios para
convertirse en una vctima a la que todo el mundo compadecera. Algo insoportable para ella.

Me las pagars de alguna manera dijo finalmente.


Quizs. O puede que, en realidad, descubras que lo disfrutas tanto que querrs ms. Me
suplicars ms.
Eso nunca. A ti, jams.
Mujer testaruda... Procura no moverte.
Separ sus piernas con mis pies y me puse detrs de ella. Una de las camareras haba sido muy
amable al traerme mi bolsa de deporte con los juguetes. Saqu de dentro una barra restrictiva que
la obligara a mantener las piernas separadas, y se la coloqu aferrada a sus tobillos. Me levant
poco a poco, paseando las manos por sus piernas, con lentitud, haciendo que la respiracin se le
acelerara y se le pusiera la piel de gallina. Le amas las nalgas, apretando con fuerza, y resping
intentando apartarse. Le puse la palma sobre su montculo. Estaba mojada, Dios, tan mojada...
que mi polla palpit desesperada por enterrarse en aquella dulce humedad.
Ahora ests restringida y abierta para m, Campanilla, para hacer contigo todo lo que quiera.
Cmo te sienta eso?
Lo odio gru.
Mentirosa.
Deslic el dedo sobre el cltoris. Se haba endurecido con rapidez, y Abby gimi y empuj las
caderas buscando ms. Dej ir una risa de aquellas que la exasperaban.
Pues parece que a tu dulce coito le gusta, Campanilla. Nunca me haba parecido tan clido y
acogedor. Mi polla est deseando entrar en l.
Me volv a arrodillar sin quitar la mano del cltoris. Jugaba con l, haciendo crculos a su
alrededor, y le bes la nalga derecha. Las mejillas de su estupendo culo me tenan fascinado, y
no pude evitar volver a morderla, tal y como haba hecho das atrs. Se estremeci y dej ir un
magnfico gemido.
De repente se qued silenciosa y rgida. Me levant para ver qu haba pasado. Campanilla
acababa de recordar que tenamos audiencia, que gran parte de los clientes del club estaban all,
mirndonos.
Olvdate de ellos, Campanilla le susurr al odo. Enfcate en m y en lo que necesitas de
m. Cierra los ojos si lo necesitas.
Me hizo caso y cerr los ojos. Su cuerpo se relaj y se abandon a mis caricias, olvidando el
castigo que tena pendiente. S, fui un cabrn hijo de puta.
Abandon su palpitante coo y apoy mi pecho contra su espalda. Acun sus pechos y le
atorment los pezones, hacindolos rodar con dureza entre mis de2, incrementando la presin
hasta el punto del dolor. Tena las tetas comprimidas entre las cuerdas, y estaban ms sensibles
de lo normal. Le chup el lbulo de la oreja, hacindole cosquillas con mi aliento.
Eres una buena chica, Campanilla murmur, y ella dej ir un suspiro de apreciacin. Dios,
estaba en mis manos, completamente abandonada a m, casi sin saber cmo lo haba conseguido.
Me apart de ella y me agach a coger un flogger. Primero se lo pas con suavidad por la espalda
y las nalgas, acaricindola con l... hasta que la golpe con suavidad.
Cuenta, Campanilla le orden.
Con el primer impacto, aunque leve, se estremeci y sus msculos se tensaron.
1 dijo, alto y claro. La volv a golpear y ella canturre: 2.
Pronto las diminutas sensaciones treparan por sus msculos. No vacil, manteniendo el mismo
ritmo mientras ella iba cantando los nmeros, pero s increment la fuerza del impacto, poco a
poco. Saba que su culo y sus muslos empezaran a picar y que los golpes le produciran un dolor
ardiente que se prolongara despus de cada latigazo.
Quera dejarle marcas, pero no provocarle heridas. Mantuve la fuerza suficiente para provocarle
dolor, pero no lo bastante como para que de la experiencia, acabara sangrando.
Cuando Campanilla cant el 10, par y me acerqu a ella. Sobre su oreja, pregunt en un
susurro:
Qu deseas?
Marcharme contest con la voz estrangulada. Estaba al borde de las lgrimas, y se me

encogi el corazn. Pero no poda parar, no ahora.


Por qu te empeas en mentir y desafiarme, Campanilla? Qu es lo que deseas en estos
momentos? Le puse la mano sobre su coo y la penetr con 2 de2. Estaba mojada y
resbaladiza, y su cltoris hinchado peda con urgencia la liberacin.
Correrme gimi, al borde de las lgrimas. Quiero correrme, maldito seas.
Y, quin quieres que te haga llegar al orgasmo?
T, bastardo cabrn. Quiero que seas t. Fllame, maldita sea.
Las cosas se piden por favor, Campanilla. Cundo aprenders?
Su cuerpo se estremeci y su respiracin entrecortada entraba y sala de forma irregular entre sus
labios. Me puse delante de ella y me agach hasta que mi boca qued a la altura de su montculo.
Deslic las manos entre sus piernas y not el temblor de sus rodillas. Separ los labios vaginales
con los pulgares, tocndola como si tuviera todo el derecho del mundo, porque as era. La abr
ms an, sintindome despiadado.
Muy bonito, mi preciosa Campanilla. Est todo inflamado y rosado.
Deslic la lengua, caliente y hmeda. La sostuve sin piedad mientras cerraba los labios sobre el
cltoris y pas la lengua sobre el nudo de nervios, frotando un lado y despus el otro mientras con
el labio hacia presin sobre la capucha.
Abby gema e intentaba moverse, no s si para apartarse o para acercarse ms a mi boca. Su
cuerpo se tens y le temblaban las piernas mientras yo continuaba, implacable, haciendo que sus
entraas se tensaran, una caricia tras otra, haciendo que la tensin aumentara hasta que nada
pudo detenerlo. Estall en un orgasmo y la mantuve quieta contra mi boca, chupando y lamiendo
despiadadamente mientras el placer se estrellaba ola tras ola.
Antes de que terminara de estremecerse, comenc a flagelarla de nuevo con diminutos golpes y
caricias suaves de las mltiples fibras del flogger. Mi ritmo nunca vacil. 5 golpes ms fuertes,
que haran los quince. Ella ya no contaba, ni yo se lo exig. Su cabeza se sacuda de un lado a
otro mientras las lgrimas rodaban por sus mejillas.
Me acerqu y me arrodill de nuevo ante ella. Su cuerpo se estremeci por la anticipacin. Se
imaginaba qu iba a hacer ahora? Me mir con sus brillantes ojos llenos de lgrimas y me
suplic con voz trmula.
Por favor, basta...
Quieres decir tus palabras de seguridad, cario? le pregunt con voz suave. Si las deca,
todo acabara all mismo y por la maana le entregara el telfono con la foto. Ya haba decidido
hacerlo, pasara lo que pasara. Pero ella era testaruda y neg con la cabeza. Bien, entonces.
Volv a deslizar la lengua sobre ella, exigindole una respuesta a su cuerpo. su cltoris se
endureci, se hinch, y Campanilla dej ir un angustioso gemido. La picazn de su piel y los
crculos de fuego en su coo le enviaron espasmos a travs de todo el cuerpo.
Por favor, no suplicaba. No quiero ms, detente, te lo ruego...
Djate ir, Campanilla. Siente, solo siente, permtete ser libre.
La segu atormentando con mi boca, haciendo diabluras con la lengua, lanzndola sobre el borde
una y otra vez, retirndome antes de que llegara al final. Sus sollozos eran ya descontrola2. Me
suplicaba con voz rota, olvidn2e de la gente que estaba observndonos, de su orgullo, de su
dignidad... lo nico que se haba implantado en su mente era la obsesin por llegar al orgasmo y
acabar con aquello.
Cuando me separ de ella y me levant, me mir con ojos vidriosos. Le acun el rostro con las
manos y la obligu a mirarme.
Acptalo, Campanilla le susurr solo para ella. Nadie, jams, ha conseguido darte lo que
obtienes de m. Ningn hombre ha sido capaz de producirte tanto placer, de llevarte hasta el
borde del acantilado una y otra vez, de convertirte en un masa de msculos suplicantes. Me
necesitas, Campanilla, porque no encontrars otro como yo.
Por favoooooor gimi entre sollozos. Necesito... necesito... correrme... me dueleeeee...
Saba que le dola, y saba que precisamente por ese dolor, el orgasmo que obtendra sera el
mejor que hubiese experimentado en su vida. Pero tena que presionarla ms an, y todava

faltaban 5 azotes. Se los di, pero esta vez en su hipersensible coo. No fui brusco, ni violento.
Me limit a 5 golpes suaves que a duras penas le dejaron marcas, pero que la hicieron ponerse de
puntillas y echar la cabeza hacia atrs mientras gritaba de placer y de dolor.
Entonces le rode la cintura con un brazo, y con la mano la estimul. Acarici sus labios
vaginales, jugu con el cltoris, y me met un pezn en la boca. Chup, acarici, tortur,
provoqu. Le met un dedo en el interior, y sus jugos me mojaron la mano. Deshice las cuerdas
que le aprisionaban los pechos, sabiendo que al normalizarse el flujo sanguneo el dolor sera
demoledor y que se mezclara con el resto de estmulos con los que estaba asaltndola.
Al final estall en un devastador orgasmo que la hizo gritar y corcovear. Hubiese pataleado de
tener las piernas libres. La mantuve sujeta a m, y la barra que restringa sus piernas choc contra
las mas, probablemente causndome un buen par de mora2. Le sujet la cabeza contra mi pecho
mientras me ayudaban a soltarla de las restricciones. La cog entre mis brazos y la acun como a
un beb. Alguien me trajo una manta y me ayud a cubrirla con cuidado para no hacerle dao en
su espalda y nalgas doloridas.
Sollozaba y temblaba; sus lgrimas me mojaban la camisa de quinientos dlares, y no me
import una mierda. Haba conseguido que mi Campanilla aceptara todo lo que le haba dado, y
la haba empujado hasta lograr que se derrumbara toda la muralla con que se protega del mundo.
Haba convertido a la fra mujer de negocios en una chica capaz de permitirse sentir.
La abrac contra mi cuerpo, sintiendo sus temblores entre mis brazos. La consol con dulces
palabras y con suaves besos. Sus manos se aferraban a mi camisa y la arrugaban entre sus puos
mientras los hombros se sacudan por la fuerza de sus sollozos. Alguien me trajo una botella de
agua y la obligu a beber despacio. La multitud a nuestro alrededor se fue dispersando, y poco a
poco su cuerpo se relaj, aceptando mi abrazo, mi calor, mi presencia.
Quieres llevarla arriba? Jonas se refera a 1 de sus dormitorios priva2. Haba alg1s, por si
eran necesarios, como en aquel momento. A veces, las sesiones eran tan intensas que las sumisas
y sus Doms necesitaban un poco de intimidad para recuperarse.
S, creo que ser mejor.
Me levant con ella en brazos. En aquel momento me pareci pequea y vulnerable, y por un
instante tuve miedo de que no fuera capaz de recuperarse de lo que le haba hecho; pero fue solo
durante un momento porque en seguida supe que mi Campanilla era demasiado fuerte para
derrumbarse por algo as.
Sub las escaleras detrs de Jonas. Me abri las puertas hasta que llegamos a 1 de los
dormitorios. Me sent sobre la cama con ella acurrucada en mi regazo, mientras Jonas abra 1 de
los cajones y dejaba un bote de ungento sobre la mesita, a mi lado.
Para los golpes me dijo. La aliviarn.
Gracias. Una cosa antes de que te vayas.
Dime.
Su ropa. Ocpate de ella, pero no la traigas aqu. Gurdala a buen recaudo.
Cabece ahogando una carcajada y sali de all cerrando la puerta tras de s. Me haba quedado a
solas con Abby.

Captulo 7
Nunca haba utilizado una de aquellas habitaciones. Cuando acuda al SilkMask para disfrutar de
alguna de las sumisas, al terminar la sesin, siempre me limitaba a sostenerlas durante un ratito
en mi regazo hasta que ellas mismas se levantaban. Lo cierto era que prefera las sumisas a las
que no les gustaban demasiado los abrazos, las que se recuperaban ms deprisa. Haba huido
sistemticamente de las mimosas porque la intimidad que aportaba ese despus era demasiada
intensa e personal para mi gusto. Mucho ms que el acto de follar.
Pero en aquel momento me pareci algo esencial, y lo disfrut. Tenerla entre mis brazos,
cuidarla, mimarla... y que ella no me gruera y me apartara de un manotazo, fue un momento
especial. Joder, qu moas me sent y, sin embargo, no me incomod en absoluto. Me pareci
algo natural, como si toda mi vida hubiese esperado a tener a la mujer adecuada para
comportarme de aquella manera.
Casi me entraron ganas de rerme, pero me las aguant porque no quise importunarla. Mi
Campanilla estaba tan relajada y feliz entre mis brazos, que no me apeteca que se despertara.
Pero tena que ponerle el ungento para que aplacara la inflamacin, as que a pesar de que tena
ganas de sostenerla entre mis brazos hasta que empezaran a hormiguearme, finalmente le quit el
antifaz que an conservaba puesto, y la coloqu con cuidado sobre la cama, de lado para que las
sbanas no rozaran ni sobre sus maltrata2 pechos, ni su espalda y nalgas.
Ella gru, pero no se despert. Me embadurn las palmas con ungento y frot las manos entre
s para calentarlo. Despus se lo apliqu con cuidado, poco a poco y con suavidad. A medida que
le iba haciendo efecto, dejaba ir alg1s suspiritos de deleite. Cuando termin, la cubr con la
sbana y me sent para contemplarla. Pareca relajada, y feliz. Las duras lneas de su rostro,
provocadas por la tensin abrumadora que provocaba la responsabilidad que cargaba sobre sus
hombros, y que yo tambin luca en mi cara, haban desaparecido. Siempre haba considerado
que era una mujer hermosa, pero en aquel momento me lo pareci ms que nunca. Incluso
pareca mucho ms joven, como si el peso que la edad va dejndonos sobre nuestras espaldas ya
no estuviera all.
Le acarici el pelo y aprovech para quitarle un mechn que haba cado sobre su frente y que la
haca arrugar la nariz, seguramente porque le molestaba. Sonre y suspir. Dios, qu pasara
cuando despertara? Habra aceptado lo que haba pasado, o por el contrario, abrira los ojos
hecha una furia y me culpara por todo lo sucedido? Apostara toda mi fortuna por la segunda
opcin. Sera como un tornado arrasndolo todo. Solo tena la pequea esperanza de que, en
algn lugar de su interior, anidara la verdad y que acabara dn2e cuenta de que yo no haba
hecho nada que ella no deseara. Lo haba disfrutado, mucho, y como prueba evidente estaban los
orgasmos que le haba proporcionado; pero a veces, ese disfrute nos hace sentir culpables, y ella
an no haba superado del todo esa fase.
Su mente saba que precisaba de ser sometida para disfrutar plenamente del sexo, pero estaba tan
acostumbrada a desconfiar y a no ceder el control a nadie en absoluto, que al racionalizar esa
necesidad haca lo imposible para mantener el dominio sobre la situacin. Eso comportaba una
frustracin extra, pues su sometimiento era falso, y ella lo saba. Solo conmigo haba conseguido
llegar hasta el final y conseguir lo que verdaderamente anhelaba. Y que, al mismo tiempo, la
aterrorizaba.
Suspir y me pas la mano por el pelo. Estaba pegajoso del sudor, y agotado. Necesitaba una
ducha urgentemente; adems, tena una ereccin de mil demonios y tena que aliviarla antes de
meterme en la cama, o no sera capaz de dormir en toda la noche. No es que me apeteciera
mucho hacerme una paja teniendo a tremenda fmina en la cama, pero en aquel momento
Campanilla no estaba para follar, y yo no era tan hijo de puta como para obligarla. As que me
met en la ducha despus de quitarme la ropa y dejarla encima de una silla, y mientras el agua
caa sobre mi cabeza y espalda, me apoy con una mano contra la pared y con la otra me frot la
polla hasta que eyacul.
No fue nada satisfactorio y me dej una terrible sensacin de vaco, pero por lo menos se calm
el dolor de huevos.

Me met en la cama despus de secarme y apagu la luz. Me acerqu a Abby y me pegu a su


espalda. Nunca en mi vida me haba atrado hacer la cucharita con una mujer, pero con Abby era
diferente. Dormir con ella entre mis brazos haca que me sintiera un autntico ganador. Adems,
pens mientras sonrea, esta vez la muy cabrona no podra escaparse aprovechando mi sueo
porque su ropa no estaba all.
Dorm como un lirn hasta que me despertaron a golpes de cojn. Me despert confuso, sin saber
a ciencia cierta dnde coo estaba, pero mi instinto se impuso y le agarr los brazos sin muchos
miramientos y tir de ellos. Mi agresor cay sobre la cama y me abalanc sobre l, sentndome a
horcajadas dispuesto a darle un buen puetazo.
El grito de dolor de Abby me hizo reaccionar y solt unas cuantas maldiciones cuando me di
cuenta de que era ella la que haba estado golpendome con una almohada, con mucha mala
leche, por cierto, y que le haba hecho dao. Me levant de un salto; casi tropec con mis propios
pies y perd el equilibrio, pero consegu encender la luz por fin.
Se puede saber qu cojones haces? le pregunt bastante furioso. Casi consigues que te
d un buen puetazo.
Me pas las manos por el pelo, exasperado, mientras ella se sentaba con dificultad sobre la cama
y me fulminaba con la mirada.
Es lo nico que te falta por hacer gru bastante cabreada, despus del espectculo que
me has obligado a dar.
Tena los brazos cruza2 sobre el pecho y la espalda encorvada, en un gesto con el que,
claramente, quera protegerse.
Campanilla... susurr, alargando el brazo para poder acariciarle el rostro, pero ella me
rechaz.
Campanilla, leches. Estoy enfadada contigo. Qu te he hecho yo, para que me acoses de esta
manera? Por qu no puedes dejarme en paz?
Ah estaba lo que yo ms haba temido. Estaba claro que lo que haba sucedido sobre el
escenario la haba sobrecargado emocionalmente, y reaccionaba de la nica manera que saba:
rechazndolo y rechazndome.
Realmente es eso lo que quieres? le pregunt, sentndome a su lado y apoyando los co2 en
mis rodillas.
Ambos estbamos all, completamente desnu2; yo siempre me senta cmodo con mi desnudez,
pero no pareca que a ella le gustara en aquel momento. Tir de la sbana y la cubr pasn2ela
con cuidado por la espalda y envolvindola, pero yo permanec como mi madre me haba trado
al mundo.
Lo que quiero es mi ropa para poder irme de aqu. Ya lo habra hecho si la hubiera encontrado.
Se aferr a la sbana con las manos temblorosas, y arrug la nariz cuando se dio cuenta de ello;
no le gust que su vulnerabilidad fuera tan evidente, y la comprend porque yo estaba igual que
ella.
As que por eso has decidido despertarme a golpe de almohada brome con intencin de
hacer que se relajara un poco.
Por supuesto buf. No tienes derecho a dormir como un tronco mientras yo estoy
agobiada.
Dej ir una risa ahogada que hizo que me temblaran los hombros. Despus la mir y le acarici la
mejilla con el dorso de la mano. La ternura no era una emocin que se me manifestase
demasiado a menudo, al menos con las mujeres; pero Campanilla siempre consegua que aflorara
sin que me diese ni cuenta.
As que queras irte a escondidas otra vez, sin dignarte despedirte. Por qu?
No es evidente?
Creo que s. Le dediqu una de mis sonrisas moja bragas y le gui un ojo. Me tienes
miedo.
Miedo? Su incredulidad casi me hizo estallar a carcajadas. Esto es el colmo, vamos!
Que te tengo miedo, nada menos!

La cog por la nuca y la agarr por el pelo, obligndola a mirarme e impidindole que se moviera
del sitio; un gesto agresivo que le encant, porque se retorci apretando los muslos, prueba
evidente de que estaba ponindola cachonda.
S, miedo repet. Miedo a lo que te hago sentir, y miedo porque no puedes manipularme
ni salirte con la tuya. Miedo porque he sido capaz de doblegarte una y otra vez.
Con el chantaje, lo sabes muy bien.
Porque esa es la nica manera contigo, Campanilla. Eres dura como una roca, inflexible,
indomable; incapaz de reconocer que ests loquita por mis huesos, que solo pensar en m hace
que tu coo chorree de puro deseo.
Sigue soando.
Y t sigue mintindote, si crees que eso te hace feliz.
La solt y me levant. Me puse los pantalones y me dirig hacia la puerta.
A dnde vas? me pregunt cuando puse la mano sobre el pomo.
A buscar tu ropa para que puedas salir corriendo, como siempre. No es eso lo que quieres?
S.
Sal de all sin decir nada ms. Mir el reloj: eran las 4 de la madrugada. Ya en el pasillo, me
apoy contra la pared y encorv los hombros. Me senta derrotado, vaco. Abby segua en sus
trece, y nada de lo que haba hecho la haba convencido. Quiz debera tirar la toalla? Porque
me senta como si me hubiera estado dando cabezazos contra una pared de hormign con la
esperanza de poder derribarla. Me frot el rostro, respir hondo y cerr los ojos con fuerza
porque haban empezado a picarme. Estaba a punto de llorar? A la mierda con todo. Lo nico
que deba hacer era buscar a Jonas, recuperar la ropa de Campanilla para drsela, y volver a casa
para poder pillarme una buena borrachera. S. Eso era una muy buena idea.
Baj al club, descalzo y sin camisa. Ya casi no quedaba gente, y di gracias por ello. Jonas estaba
sentado en la barra, tomn2e una copa. Me acerqu a l y gir la cabeza para mirarme.
Tienes el mismo aspecto que si alguien se hubiera meado en tu cerveza me dijo.
Ms o menos.
La noche no ha salido como esperabas? Hizo un gesto al camarero para que me sirviera un
whisky, y me abstraje observando cmo el lquido ambarino se arremolinaba al caer en el vaso.
Eso es lo malo, que ha salido tal y como esperaba contest enigmticamente. Y era cierto.
Porque a pesar de mi empeo, saba que tena pocas esperanzas de que la noche acabara con
Campanilla entre mis brazos aceptando que estbamos hechos el 1 para el otro. Mujer cabezota y
tozuda como una mula.
Vaya mierda.
S. Tom el vaso, lo mir durante un segundo, y me beb su contenido de un trago. Oye,
puedes devolverme su ropa?
Claro, est en mi despacho. Toma, me dio las llaves, srvete t mismo.
Dej el vaso sobre la barra y me levant. Me senta como si me hubieran apaleado, y estaba
furioso conmigo mismo. Me cabreaba que Abby se negara a aceptar lo que haba entre nosotros,
pero yo no era mejor que ella. Mis sentimientos por Campanilla eran muy fuertes, y me hacan
terriblemente vulnerable; por eso haba evitado decirlos en voz alta. Era incapaz de poner las
cartas sobre la mesa y hablar claro.
Cuando volv a la habitacin con la ropa en las manos, Abby no se haba movido del lugar en el
que estaba cuando me march. Me hizo sentir miserable y mala persona; como si hubiera
abusado de ella.
Le dej la ropa a su lado sin decir nada, y me dispuse a terminar de vestirme. Con la camisa
desabrochada, llam a Ral para que viniera a esperarnos a la puerta con la limusina, y despus
de colgar segu abrochando los botones de espaldas a ella, sin mirarla.
Ral te llevar a casa le dije, pensando que ya le haba impuesto bastante mi presencia por
una noche.
Y t?
Coger un taxi, no te preocupes.

No es necesario...
No. T irs en la limusina y yo ir en taxi. No hay ms que hablar.
Est bien.
Not en su voz que estaba a punto de llorar. Maldita sea! Abby no lloraba nunca, y yo haba
conseguido que lo hiciera. Me hizo sentir an ms miserable.
No llores, por favor le ped con voz suplicante. No saba qu coo me pasaba, pero estaba a
punto de romperme yo tambin.
No lloro contest, pero saba que estaba mintiendo.
Me gir y me sent a su lado. Ni siquiera haba empezado a vestirse. Le cog la mano y con la
otra la obligu a mirarme cogindola por la barbilla.
Quieres saber por qu no te dejo en paz? le pregunt en un susurro. Porque desde el
mismo instante en que te vi, supe que eras mi igual. En todo.
Tu igual? Qu quieres decir con eso? pregunt con la voz rota. Inspir profundamente no
sabiendo por dnde empezar a explicrselo, porque ni yo mismo lo saba.
Soy un hombre duro, obsesivo, dominante y controlador; pero no disfruto con las mujeres que
se dejan avasallar por m. Quiero decir que estn bien para una noche de sexo, pero nada ms.
Pensar en tener un futuro con una de ellas? Ni hablar. Pero t no te dejas, no me permites que te
controle. Me desafas constantemente, me cuestionas, me provocas y me sorprendes. Contigo
disfruto del sexo, y s que disfrutara de todo lo que conlleva tener una pareja.
Me ests pidiendo una relacin seria? El asombro era patente en su voz, y en los ojos, que
haba abierto como platos.
Exactamente, eso es lo que quiero. Abby... Respir profundamente y dej ir el aire poco a
poco. Tuve que hacer un gran esfuerzo para que las manos no me temblaran. Me estaba
exponiendo como jams lo haba hecho. Eres la mujer que necesito, y s que yo soy el hombre
que necesitas t. Alguien que no se deje avasallar por tu fuerza de carcter, que te pare los pies,
que te obligue a someterte, sobre todo en la cama. Nunca seras feliz con un calzonazos que te
dijera a todo que s.
Me ests diciendo que me amas? me pregunt con los ojos brillantes.
Buf, horrorizado. Ni loco pensaba pronunciar esas palabras! Y en el mismo instante en que dije
que no, supe que la haba cagado. Sus ojos se volvieron opacos, apret la mandbula, y retir
la mano que yo an tena cogida. Empez a vestirse rpidamente, como si tuviera prisa por irse
de all.
Abby, Campanilla intent explicar, el amor no existe. Es una simple reaccin qumica
que se produce en nuestro cerebro, y que con el tiempo desaparece. Nosotros podemos tener algo
mejor.
Vete a la mierda contest con sequedad. Me dej con la boca abierta, porque no esperaba
una reaccin as por su parte al hablar de amor. Estaba convencido de que ella pensaba como
yo, que por eso haba permanecido soltera durante todo estos aos. Por Dios, no ramos
adolescentes! Pero estaba claro que no pensaba as, y que si quera de verdad tener una
oportunidad con ella, tendra que pronunciar las palabras. Pero no poda. No poda.
Est bien, como quieras. Maana por la maana te har llegar el telfono con la fotografa.
Que sepas que en ningn momento tuve intencin de utilizarlo en tu contra, ni publicar la foto.
Lo s confes sin mirarme, y me sorprendi de nuevo con aquellas 2 palabras. No eres
tan cabrn.
Entonces, por qu has accedido a mi chantaje?
Se encogi de hombros, y no contest. Termin de vestirse, se puso los zapatos, y camin
decidida hacia la puerta. Agarr el pomo y, sin girarse, me dijo:
Adis, Keith. Que te vaya bien.
Y as sali del dormitorio y de mi vida, con la clara intencin de que fuera para siempre. El
sentimiento de vaco en mi interior se intensific, y tuve muchas ganas de romper cosas. Quiz
una buena pelea ayudara. O una borrachera. O ambas cosas a la vez.
Termin de vestirme y baj de nuevo al Silk Mask. Jonas ya no estaba en la barra, as que me

desped del camarero y sal a la calle. Ya no haba ni rastro de la limusina, por lo que supuse que
Ral ya estaba llevando a Campanilla a su casa.
Inspir profundamente para llenarme los pulmones del aire intoxicante de la ciudad, me sub el
cuello de la chaqueta porque haba refrescado un poco, y empec a caminar sin rumbo fijo. La
rabia bulla en mi interior, y era incapaz de encerrarme en casa; me negaba a hacerlo, no sin
haberme deshecho de alguna manera de aquella terrible frustracin que me tena el corazn
apretado como si all tuviera un maldito puo que estuviera aplastndolo.
Las calles estaban casi desiertas; solo me cruc con algn que otro borracho, y un mendigo que
se me acerc para pedir limosna y que sali echando leches cuando vio la expresin que luca mi
rostro. Vagu durante 2 horas, esperando que el aire fro y la soledad temperaran la furia que
senta y que herva a fuego lento en mis entraas. Gir una esquina y ante m apareci un bar de
aspecto poco recomendable, as que entr. A la mierda con todo, pens. Me sent ante la barra
y ped una botella de whisky. El camarero me lanz una mirada torcida, pero puso ante m una
botella y un vaso pequeo. Pagu lo que me dijo, llen el vaso, y me lo beb de un trago. Aquel
lquido era puro fuego, una mierda como una catedral, pero arras con todo de camino a mi
estmago.
2 tos de aspecto bastante sombro se acercaron a m y se pusieron 1 a cada lado. Bien, lo que
andaba buscando, que me tocaran los cojones para tener una excusa para soltar 1s cuantos
puetazos.
Has visto qu tenemos aqu, bro? le dijo 1 al otro.
Todo un gentelman, verdad? contest el otro. Qu se le habr perdido por aqu? Con
este traje tan caro...
Alarg la mano para tocar las solapas de mi chaqueta, pero lo detuve cogindole la mano sin
muchas contemplaciones, y apretando para hacerle dao.
No estoy de humor para gilipolleces dije. Si sabis lo que os conviene, me dejaris en
paz.
Esperaba sinceramente que no lo hicieran.
Vaya, el to capullo tiene ganas de bronca.
El primer puetazo no lo vi venir, concentrado como estaba en el to al que le estaba apretando la
mano. Me dio en la oreja, y doli como la mierda. Gir sobre m mismo, tirando del que tena
cogido, y lo lanc sobre el otro. Cayeron al suelo, un lo de brazos y piernas que se llevaron por
delante varios taburetes. El camarero grit No quiero peleas en mi bar!, y sali corriendo
hacia el telfono. Los 2 tos se abalanzaron sobre m y empez la lluvia de puetazos. Di tantos
como recib, y not el sabor de la sangre en mi boca cuando me rompieron el labio y creo que la
nariz.
Fue liberador. Sentir el crujido de los huesos y de la carne al chocar, los rugi2 que salieron por
mi garganta, el estallido de dolor en los nudillos cada vez que los golpeaba, el grito de mis
costillas cuando me rompieron un taburete en la espalda...
Cuando lleg la polica y nos detuvo, ya estbamos agota2 y en el suelo, sin fuerzas para
levantarnos. Me esposaron y me metieron en un coche patrulla, y mientras me llevaban a
comisara, me dio por rerme a carcajadas como un loco.

Captulo 8
Mi abogado solo tard 2 horas en sacarme de all. Le ped que se encargara de todo, incluso de
pagar los destrozos del bar que haba provocado la pelea, y tambin que llamara al director del
banco donde tena mi caja de seguridad para decirle que estara all en un par de horas. Era
domingo y le jodera, pero qu cojones! me importaba una mierda.
Me fui a casa y me met en la ducha. Tena el cuerpo dolorido, pero me negu a ir al hospital a
pesar de la insistencia de mi abogado. Tena una cosa importante que hacer antes.
Me tom un par de pastillas para el dolor. Estaba peor que si me hubiera pillado una cogorza y
tuviera la resaca del siglo. Quizs hubiera sido mejor que meterme en una estpida pelea en un
bar de mala muerte, pero en aquel momento cre que era la mejor idea del mundo: poder
quitarme de encima esa sensacin de fracaso al que ya no estaba acostumbrado, y llenar de algo,
lo que fuera, el enorme desierto que haba crecido en mi alma.
Me vest con cuidado. Tena las manos llenas de moratones y cortes, y apenas poda respirar si
no era por la boca, pues mi nariz se haba convertido en un apndice intil de tan hinchada que
estaba. Por suerte, no me haban saltado ningn diente; hubiera sido vergonzoso ir por ah con la
boca mellada. Me imagin el ataque de risa que tendra mi Campanilla si me presentara ante ella
de esa manera. Porque iba a ir en persona a entregarle el telfono con la foto.
Pens en llamar a Ral para que me llevara, al fin y al cabo es su trabajo, pero lo pens mejor y
decid ir por mi cuenta. Ral es mi empleado, pero con los aos habamos desarrollado una
especie de amistad sincera, teniendo presente cul era el lugar de cada 1. Si me viese con estas
pintas, lleno de golpes, la nariz hinchada y las manos destrozadas, sera capaz de empezar a
cacarear como una gallina clueca hasta que consiguiese llevarme al mdico, as que prefer
llamar un taxi y evitarme el marrn.
Tal y como me imagin, el director del banco no estaba muy contento por haber tenido que ir al
trabajo en domingo, pero se cuid muy mucho de hacerlo demasiado evidente; aunque no pudo
esconderlo de m, estoy demasiado acostumbrado a leer a las personas que me rodean, para evitar
engaos y traiciones.
Cog el telfono que contena la foto, y me fui sin darle ni las gracias. S, soy un cabrn mal
educado. Algn problema con eso?
Volv a casa en taxi. Estaba agotado, y hubiera dado mi brazo derecho para poder tirarme en la
cama y dormir durante 3 semanas seguidas, pero si lo haca, sera como rendirme. Tena que ir a
por Abby antes de arrepentirme de la decisin que haba tomado, porque estaba decidido a poner
toda la carne en el asador, o lo que vendra a ser lo mismo, tirarme por el barranco esperando
llegar al suelo sin romperme demasia2 huesos.
Que Dios me ayudara.
Me tir en el sof y mir por los ventanales. Con el telfono en la mano, me deleit en la ciudad
que estaba a mis pies. A mis pies. Qu estupidez. Nadie est a los pies de nadie, a no ser que lo
quiera, y mucho menos una ciudad como esta. Dej el telfono con la maldita foto encima de la
mesa de caf, y saqu mi iPhone.
El tono de llamada son varias veces antes de que la voz de Elliott me contestara.
Sabes qu hora es? me espet con voz adormilada.
No tengo ni puta idea, y me importa una mierda. He de hablar con Abby. Sabes dnde puedo
encontrarla?
Para qu coo quieres hablar con ella?
He de darle algo que le promet anoche.
Elliott se mantuvo en silencio durante 1s segun2.
As que vas a cumplir con tu palabra dijo finalmente.
Por supuesto. Pensabas que no iba a hacerlo? Adems, qu coo sabes t de lo que le
promet?
Lo s todo, gilipollas. Abby no solo es mi jefa, tambin es mi amiga. Y me lo cuenta casi todo.
Y lo que pas esta noche, tambin?
T qu crees?

Hablis mucho por telfono refunfu.


Y quin te ha dicho que ha sido por telfono? La diversin era evidente en el tono de su
voz. Me estaba pinchando, haciendo todo lo posible por darme celos. Y lo estaba
consiguiendo. Ha pasado la noche aqu dej caer como una bomba.
Me levant como si un resorte me hubiera pinchado en el culo. Se haba ido de mi lado, para
correr a los brazos de Elliott? De ese capullo que no haba sido capaz de darle lo que necesitaba,
cuando tuvo la oportunidad? Haba follado con l?
Te la has tirado? sise mientras mis puos se cerraban con fuerza. Si no tena cuidado, me
cargara el iPhone. Lo o rerse al otro lado de la lnea.
Eres un imbcil dijo entre risitas. Te paso mi direccin por WhatsApp, pero no vengas
antes de las doce. Deja que duerma unas horas, capullo.
Colg, y me dej con la palabra en la boca y unas ganas enormes de romperle la suya de un
puetazo. Al cabo de 1s instantes me lleg un mensaje con su direccin.
A las doce en punto estaba all. Era un edificio de apartamentos que no pareca demasiado cutre.
No es que fuera de 5 estrellas, pero las escaleras estaban limpias, los ascensores funcionaban, y
ola a limpio. Menos mal.
Iba a llamar al timbre cuando vi que la puerta del apartamento estaba entornada. Supuse que
Elliott se habra dado cuenta de la hora y la haba dejado abierta para que pudiera entrar sin tener
que llamar, para as sorprender a Abby y no permitirle escaparse, como tena tendencia a hacer
siempre que me acercaba a ella. Capaz era de encerrarse en una habitacin y pedirle a Elliott que
cogiera el telfono con tal de no verme la cara otra vez.
Entr, intentando no hacer ruido. Me sent como un puto cotilla, pero haba odo la voz de ellos 2
y quera saber de qu coo estaban hablando. Me senta inseguro y vulnerable... como no me
haba sentido desde que era un cro.
La voz de mi Campanilla son clara, un poco exasperada, un tanto agotada, y un mucho indecisa.
Te parecer pattico que una mujer de mi edad te pregunte algo as, pero, qu seras capaz de
hacer para tener a la mujer que amas a tu lado?
Elliott rio entre dientes.
Para empezar, no s a qu te refieres con eso de una mujer de tu edad. Abby buf. Era
extrao, desde que la conoca, jams me haba parecido que estuviera acomplejada por la edad.
Tena cuarenta aos, s, lo que significaba que no era una jovencita; pero precisamente eso era
una de las cosas que ms me gustaban de ella: la seguridad que ostentaba, y que vena pareja con
la experiencia acumulada con los aos. En cuanto a tu pregunta... por conseguir la mujer que
amo, sera capaz de vender mi alma al diablo.
Y si fuese al mismo diablo, a quin amases? susurr. As que me consideraba el mismo
diablo. Eso no auguraba nada bueno. Tan mal lo haba hecho con ella? Pero... un momento.
Haba dicho que me amaba? Una sonrisa bastante satisfecha me ocup toda la cara. Si me
amaba, tena una oportunidad.
Me entregara, confiando en que el amor que siente por m fuese lo bastante fuerte como para
mantener a salvo mi corazn.
Es una filosofa peligrosa.
En el amor, todo lo es. Y es la nica forma de llegar a la felicidad, Abby. Sin grandes riesgos,
no hay grandes recompensas, y la mayor recompensa que podemos encontrar en esta vida, es una
persona que nos ame tal y como somos.
La risa de Abby me pareci seca, cansada, forzada.
Pero l no me ama, no lo sabas? Me lo dej bien claro anoche. Oh, s! Me dijo que quera
una relacin estable conmigo, pero cuando le pregunt si me amaba, me solt un discurso
cientfico sobre que el amor no exista y todas esas tonteras.
Mira... no conozco muy bien a Keith, por lo que no puedo decir si no te ama, o si simplemente
se niega a s mismo ese sentimiento. Pero lo que s s, es que nunca lo he visto tan interesado en
una mujer como lo est por ti. Quiz deberas darle una opotunidad.
Otra ms? exclam. No s, Elliott. Tengo miedo del dao que pueda hacerme, y no me

refiero al dao fsico, por supuesto. Lo de anoche lo disfrut, y s que no es el tipo de hombre
capaz de pegar a una mujer por culpa de sus frustraciones... pero, y si me rompe el corazn? He
vivido sin necesidad de estar enamorada durante toda mi vida, he evitado el riesgo innecesario
que supone entregar una confianza que puede llegar a destruirme y...
Y no has sido feliz. Tus padres se amaban, muchas veces me has contado cosas de ellos, y
siempre he visto en ti el anhelo por tener lo mismo que tenan ellos.
Keith es muy diferente a mi padre. l era un buen hombre.
Y Keith no lo es?
No digo que no, solo que lo es de manera diferente.
No supe si lo que estaba oyendo me gustaba o no. Ms bien no. As que decid interrumpir la
conversacin antes de que Abby dijera algo que me hiciera largarme de all a toda prisa. Me
haba sentido bastante vapuleado por sus palabras, y furioso tambin. El enfado que haba estado
hirviendo en mi interior desde la madrugada, y que cre haber apaciguado con la estpida pelea,
volvi de repente. Abby segua sin confiar en m; por lo menos, no con lo ms importante: su
corazn. Maldita fuera mi estampa! Por qu coo tena que haberme enamorado de una mujer
tan... tan... difcil? Cualquier otra se hubiera entregado a m sin pensrselo siquiera.
Pero precisamente quera a Abby porque no era como las dems. Ella era nica, diferente,
irrepetible.
Abr la puerta y los vi senta2 en un sof. Elliott estaba demasiado cerca de ella para mi gusto. Lo
mir a los ojos y le hice un leve gesto con la cabeza para que se largara. Abby se haba levantado
del sof y me miraba incrdula.
Qu haces aqu? me pregunt, y mir a Elliott con el ceo fruncido. T lo has llamado
para que viniera lo acus.
Tcnicamente, fue l quin me llam contest con una sonrisa sardnica.
Djate de semntica y de tonteras. Creo que al final te pondr de patitas en la calle. Eres un
traidor.
Yo me mantuve en silencio mientras ellos intercambiaban pullas. Abby no estaba muy feliz de
tenerme all; la haba pillado por sorpresa y no le haba hecho ninguna gracia.
Lrgate interrump, hablndole a l.
Es mi casa, por si lo has olvidado me respondi.
No te preocupes, no le vamos a prender fuego.
No estoy tan seguro de eso... mascull mientras caminaba hacia la puerta.
Y ahora me abandonas? Me dejas a solas con l? protest mi Campanilla. Eres un
cabrn.
Ya me lo agradecers despus le contest el gilipollas mientras se iba, y no desaprovech la
ocasin de darme un empujn con el hombro cuando pas por mi lado. Mucho cuidado, Keith
me advirti.
Me jodi que lo hiciera, pero lo comprend. Abby significaba mucho para l, aunque no quise
saber cunto; y as y todo me haba echado una mano desde el principio, aunque no me haba
parado a preguntarme, hasta aquel momento, por qu lo haca.
Cuando o cerrarse la puerta de la calle, entr en el saln. Abby tena los brazos cruza2 sobre los
pechos; era un gesto que sola hacer cuando se senta vulnerable, supongo que una manera como
otra cualquiera de darse valor o de protegerse de forma inconsciente. Me mir directamente a los
ojos, pero no dijo nada, esperando que fuera yo el primero que hablara.
Mi madre se suicid.
No s por qu fue eso lo que dije. Mirando hacia atrs, supongo que fue porque quera justificar
mi rechazo casi agresivo hacia el amor. Ella abri mucho los ojos, pero no dijo nada, esperando
que continuara.
Lo hizo por culpa de mi padre. Ella lo amaba, pero l era un borracho hijo de puta que la
despreciaba constantemente. Se ahorc, colgn2e de una de las vigas del granero, y yo la
encontr. La odi, con todas mis fuerzas, por ser dbil y miserable. Por no haber tenido la
valenta y la fortaleza para abandonar a mi padre con la esperanza de conseguir una vida mejor.

Abby trag saliva y sus labios temblaron ligeramente. Creo que estuvo a punto de decir algo,
pero se lo pens mejor y se mantuvo en silencio, solo escuchndome.
Me jur que jams sera como ella.
No eres como ella me interrumpi. Yo levant una mano, pidindole silencio. Si ella me
hablaba, no sera capaz de continuar.
Cuando te conoc, intu de alguna manera el peligro que representabas; fue por eso que intent
mantenerme alejado de ti durante mucho tiempo. Pero cuando te vi en el club, con Elliott... no
pude evitar la tentacin. Me dije que no haba ningn peligro, que era imposible que me
enamorara de ti, y que acabara sintiendo algo ms que pasin... Fui tan estpido que ni siquiera
me haba dado cuenta de que ya lo estaba. Irremediablemente. Ah estaba. Lo haba dicho. Me
haba desnudado completamente ante ella de una manera en que nunca antes lo haba hecho. Me
sent bien, fuerte, liberado... y aterrorizado.
La mir, esperando que dijera algo, desesperado porque mostrara alguna reaccin a lo que
acababa de soltar ah de pie, sin anestesia ni nada. Un discurso que jams pens que le largara a
una mujer.
Y ella no deca nada. Solo me miraba, parpadeando, sin mostrar ningn tipo de emocin en su
rostro.
Maldita sea, Campanilla! exclam fuera de m. Como no digas algo antes de treinta
segun2, te pondr sobre mis rodillas y te dar una buena azotaina.
Creo que tenas que traerme el telfono con la foto que me sacaste a traicin.
Lo dej ir as, como si yo no me hubiera abierto la piel ante ella, dejndole ver lo que haba tras
la coraza con la que me haba protegido durante toda mi vida. Fue como si me hubiera apualado
directamente al corazn, y lo hubiera partido en varios trocitos.
Saqu el puto telfono del bolsillo de mi chaqueta y se lo lanc sobre el sof.
Ah lo tienes. Que tengas un buen da.
Me gir para irme. All ya no pintaba nada. Volvera a mi casa y entonces s, me pillara la
borrachera del siglo que me negu la noche anterior.
Qu te ha pasado en la cara? me pregunt cuando estaba a punto de cruzar la puerta.
Anoche tuve una pelea contest sin volverme para mirarla.
Por qu? No te veo el tipo de hombre que se enzarza en peleas tontas.
Tena que desahogarme de alguna manera, vale? Son como un puto adolescente. Gir la
cabeza para poder mirarla, y en su boca vi un atisbo de sonrisa. Se estaba burlando de m. Tu
tuviste un gran orgasmo, pero yo me qued con las ganas, recuerdas? Al final no te foll.
No, no lo hiciste. En lugar de eso te dedicaste a cuidarme.
Deja de rerte de m, maldita sea.
O qu? Qu hars si no te hago caso? me provoc.
Fui hasta ella en 2 zancadas hasta que nuestros cuerpos se tocaron. La agarr por la nuca, enred
mis de2 en su pelo, y la bes.
Me com su boca con desesperacin, aduendome de ella para invadirla con mi lengua,
atacndola sin piedad. Nuestros dientes chocaron y sent que el corte del labio volva a abrirse al
notar el sabor ferroso de la sangre. Dola como el infierno, pero me import una mierda.
Te encadenar y te dar con la fusta en estas estupendas nalgas dije contestando a su
pregunta mientras mis manos apretaban su culo. Te estampar contra la pared y te follar hasta
que hayas olvidado tu propio nombre. Meti una mano bajo su vestido, el mismo que llevaba la
noche anterior, y jade al ver que no llevaba bragas y que estaba chorreando. Te atar a mi
cama y te lamer hasta el rincn ms oscuro de tu cuerpo, hasta que grites suplicando porque el
placer ser tan arrollador, que no sers capaz de soportarlo.
Volv a besarla y enred sus manos en mi pelo, apretndome contra su cuerpo, totalmente
abandonada a mis palabras, a mis caricias.
Qu ms? me espole para que siguiera hablando.
Meter la polla aqu dentro. Le introduje un dedo en su coo mientras jugueteaba con el
cltoris con el pulgar. Su respiracin se aceleraba mientras me miraba con sus brillantes ojos, o

quiz la meter en tu precioso culo mientras lleno tu coo con un enorme consolador. Te sentirs
tan llena y colmada, que creers que te partes por la mitad. Te gustara, Campanilla?
S... susurr contra mis labios.
Y qu seras capaz de hacer para conseguirlo?
Suplicar? pregunt, du2a.
Ah, no ser suficiente con eso, Campanilla. Has de pronunciar las palabras.
Palabras? Qu palabras? Estaba confusa, con los ojos desenfoca2 por culpa del placer que
le estaba dando. Mi de2 no haban parado de acariciar su sexo haciendo que a cada segundo que
pasara, estuviera ms mojada y ms cerca del orgasmo.
Las mismas que yo ha pronunciado, Campanilla.
Las mismas... palabras...
Vi cmo su mente se pona en funcionamiento a toda prisa, buscando a qu me estaba refiriendo,
pero toda su sangre estaba acumulada en la ingle, buscando desesperadamente un orgasmo que
yo iba a negarle hasta que las pronunciara. Maldita sea! Yo haba confesado y no iba a permitir
que ella no se pusiera a mi mismo nivel.
Te amo, Campanilla. Dilo le exig.
Te amo, Campanilla...
La burla era evidente, en sus palabras, en el brillo de sus ojos, en la inclinacin de sus labios.
Abby... gru.
Te amo, Keith McKarthy, maldito seas. Te amo.
La felicidad rugi en mi interior. Mi corazn empez a dar saltos de alegra, y mi polla no pudo
esperar ms. La cog por las nalgas, la ic y enred sus piernas en mi cintura. Su falda se subi
hasta ms all de los muslos, y sus manos volaron hasta mi bragueta para abrirla. Camos sobre
el sof, ella debajo, yo encima, y la penetr con dureza, como a ella le gustaba.
Dej ir un grito mientras me clavaba las uas en los hombros. La embest con rudeza, golpeando
su vulva con mi ingle. Jadeamos, gritamos, rugimos. El corazn palpitaba tan fuerte y rpido que
atronaba en mis o2. Volv a besarla con brusquedad, perdindome en su pasin, en sus curvas,
en su humedad; el dolor por los golpes recibi2 durante la pelea la noche anterior, fue olvidado
completamente opacado por el placer de sentirla apretada alrededor de mi polla, debajo de mi
piel, en cada poro de mi cuerpo.
Era ma, pero yo tambin era suyo, de eso no haba ninguna duda. La am, como nunca haba
amado a otra mujer, entregndome en cuerpo y alma, un gran hijo de puta como yo que haba
resguardado el corazn tras cincuenta mil murallas, haba cado sin darme cuenta, pegndome el
ms feliz de los batacazos.
Oh, Dios, Campanilla musit entre jadeos cuando sent pulsar su tero con un orgasmo que
me lanz a m detrs de ella.
Ambos gritamos cuando convulsionamos, y fue el orgasmo ms extrao y aterrador que haba
sentido nunca, porque lo que habamos hecho no se trataba solo de sexo, sino de AMOR, as, en
maysculas, con 2 cojones.
Ca sobre ella, aplastndola, pero no tuve fuerzas para moverme durante 1s segun2. Cuando me
remov, inquieto pensando que le estara haciendo dao, me agarr por el pelo y me enfrent,
rostro contra rostro.
Escchame bien, Keith McKarthy: puede que yo te pertenezca y que te permita que me
mangonees la mayor parte del tiempo. Hizo una pausa mientras me acribillaba con sus ojos
acera2, pero t tambin eres mo. Mete tu polla en cualquier agujero que no est en mi cuerpo,
y te la cortar. Ha quedado claro?
Claro y meridiano, Campanilla. Ensanch tanto mi sonrisa que casi me revienta en la
boca, pero ahora mejor nos vamos a mi casa. No quiero que Elliott regrese por sorpresa y me
sorprenda con el culo al aire.
Su risa, alegre y transparente como un arroyo de alta montaa, se derram hasta acunar mi alma.
Nunca haba sido tan feliz, ni haba tenido tan claro qu me deparara el futuro.
FIN

Switch. Swinger. Voyeur. SOPHIE WEST es una mujer perversa que vive su vida como quiere,
disfrutando al mximo. Ha viajado por todo el mundo gracias a, o por culpa de, su trabajo como
secretaria personal de un alto ejecutivo de una multinacional. Le gustan el cuero, y las gafas de
sol vintage, de las que tiene una muy buena coleccin, y que usa aunque est nublado. No le
gustan las multitudes, y prefiere las reuniones ntimas con sus amistades a las grandes fiestas;
sentarse en un Starbucks y tomarse un frapuccino de chocolate mientras cotillea con sus amigas,
para ella es una idea bastante cercana al Paraso. En sus novelas viviremos sus ms perversas
fantasas, algunas de las cuales ha tenido la suerte de poner en prctica.

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