Chalchihuites Falicas PDF
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universidad de chile
Imgenes de la sexualidad
y potencias de la naturaleza
El caso de las esculturas flicas chalchihuiteas
de Molino, Durango 1
Xap+p+tsi neayame
ahetsie nem+kawiwieni,
pem+kanechinakielie
Convertida en brisa caer sobre ti, ya que t no me quieres
K+iwima Gregoria Carrillo, huichola de Tateikita, Jalisco
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bien con el territorio de la cultura chalchihuites.4 A travs del patrn de asentamiento chalchihuiteo es posible colegir que la vida en estas comarcas debi haber estado preada de conflictos blicos, pues siempre buscaron establecerse en sitios relativamente pequeos y con defensas naturales que les
proveyeran de un resguardo adecuado ante los continuos saqueos de los pueblos que, en el impulso colonizador chalchihuiteo, fueron empujados hacia
territorios ms ridos.
Ante un clima de permanente hostilidad extranjera, era menester que las
figuras mesoamericanas prototpicas del agricultor pacfico y del guerrero sediento de victorias blicas fueran integradas en una sola, la del agricultor-guerrero,5 estrategia excepcional de la organizacin social mesoamericana de estas
latitudes, que entre otras consecuencias repercuti en la reproduccin institucionalizada del conflicto entre los propios chalchihuiteos.6 Asimismo, la estructura social escasamente jerarquizada que evidencian los objetos funerarios
y la arquitectura de las casas podra, igualmente, ser parte del mismo proceso
que condujo a la reintegracin de los roles sociales antes separados, de los
cuales la fusin entre el agricultor y el guerrero constituye un ejemplo paradigmtico en virtud del consecuente regreso a una menos clara divisin social
del trabajo que los antecesores de los llamados tolteca-chichimecas debieron haber sufrido en sus primeras migraciones hacia el norte.7
4. Marie-Areti Hers, Los toltecas en tierras chichimecas, Mxico, Universidad Nacional Autnoma de Mxico, Instituto de Investigaciones Estticas, 1989 (Cuadernos de Historia del Arte, 35),
y Marie-Areti Hers, La zona noroccidental en el Clsico, en Historia antigua de Mxico, Linda
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5. Marie-Areti Hers, La msica amorosa de Kokopelli y el erotismo sagrado en los confines
mesoamericanos, en XXIII Coloquio Internacional de Historia del Arte. Amor y desamor en las
artes, Arnulfo Herrera (ed.), Mxico, Universidad Nacional Autnoma de Mxico, Instituto
de Investigaciones Estticas, 2001, y Marie-Areti Hers, Zacatecas y Durango. Los confines
tolteca-chichimecas, en La gran chichimeca. El lugar de las rocas secas, Beatriz Braniff (coord.),
Mxico, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2001, pp. 113-154.
6. Se presume que el carcter fronterizo y en conflicto poltico y militar permanente de estas
sociedades influy de forma determinante en el desarrollo del ritual de la guerra florida, que
asimismo dio origen a los tzompantli, artefactos en los que se han encontrado crneos con la
deformacin tabular erecta, patrn esttico tpicamente mesoamericano. Vase Hers, Zacatecas y Durango, op. cit. Este dato confirma la hiptesis de los frecuentes conflictos al interior de una misma tradicin cultural.
7. Para el estudio de los mesoamericanos septentrionales vanse, entre otros, Hers, Los
toltecas, op. cit.; Beatriz Braniff y Marie-Areti Hers, Herencia chichimeca, en Arqueologa,
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Instituto Nacional de Antropologa e Historia, Mxico, 1998, segunda poca, nm. 19, pp. 5580; y Hers, Zacatecas y Durango, op. cit.
8. El amplio y estratgico territorio chalchihuiteo sirvi como puente de comunicacin
tanto ideolgica como material entre los ros Lerma-Santiago en el sur y Colorado en el norte.
9. Se estima que la caracterstica casa en acantilado del Suroeste lleg a tierras chalchihuiteas de Durango alrededor del 900 de nuestra era. La similitud que en trminos generales posee la organizacin del espacio descansa en la conjugacin del emplazamiento en aldeas pequeas
con una integracin cultural bastante extensa. Vanse J. Charles Kelley, Mesoamerica and the
Southwestern United States, en Handbook of Middle American Indians, 4. Archeological Frontiers
and External Connections, Gordon F. Eckholm y Gordon R. Willey (eds.), Austin, University
of Texas Press, 1966, pp. 95-110; y Marie-Areti Hers, La cultura chalchihuitea: un antiguo
camino de Tierra Adentro, en Caminos y puentes en la Nueva Espaa, Salvador lvarez, Chantal Cramaussel y Jos Omar Moncada Maya (coords.), Mxico, Universidad Nacional Autnoma de Mxico-El Colegio de Michoacn (en prensa).
10. Siguiendo las observaciones de los hopis, corregimos el trmino de Kokopelli por el de
Flautista.
11. Vanse Hers, La msica amorosa, op. cit.; Fernando Berrojlbiz, Desentraando un
norte diferente: los tepehuanes prehispnicos del alto Ro Nazas, en Asentamientos y movimientos de poblacin en la sierra tepehuana desde la prehistoria hasta nuestros das, Chantal Cramaussel (ed.), Zamora, El Colegio de Michoacn (en prensa); Tsukada, op. cit.
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en que esta posibilidad debera ser explorada con fines cientficos. Pues bien,
no deja de sorprender la atribucin constante del carcter apotropaico y no
solamente decorativo que los estudiosos de diversas culturas adjudican a los
genitales representados.19 Igualmente, la experiencia psicoanaltica da cuenta
de que el hecho de ensear el pene quiere decir no tengo miedo de ti, yo te
desafo, tengo un pene; de ah que Freud20 apunte que esto constituye otro
modo de amedrentar al Espritu Malo.21 En este mismo artculo, Freud22 refiere que todava en Rabelais el diablo emprende la huida despus de que la
mujer le ense su vulva, informacin que para nosotros hubiese pasado
prcticamente inadvertida, a no ser por el hecho de habernos encontrado con
la versin huichola del mismo relato.
Esta narracin forma parte de una especie de corpus mtico cuya factura
recuerda las aventuras de Fausto y Mefistfeles.23 Los portadores de aquellos
saberes son generalmente ancianos huicholes con la bondad de narrar sus relatos al visitante curioso. En algunos casos la tarea de enfrentar al Diablo est
en manos de una mujer; de ella se describe, con un dejo de humor pcaro,
que parece enmascarar destellos de una realidad ertica ms profunda:
Un hombre hizo trato con el Diablo para que le fuera bien vendiendo artesanas.
El da que el Diablo fue a cobrarle, el hombre le habl a su mujer lo que haba
hecho con el Diablo. La mujer le dijo a su seor que no se preocupara porque ella
se las iba a arreglar con el Diablo. Cuando lleg el Diablo a la casa de esa familia, la
mujer se le acerc para hablarle y luego se dio la vuelta y se levant el vestido, el
Diablo como nunca haba visto ese animal, se asust y nunca regres.24
19. Vanse, entre otros, Georges Devereux, Ensayos de etnopsiquiatra general, Barcelona, Barral, 1973; Sandor Ferenczi, Sexo y psicoanlisis, Buenos Aires y Mxico, Horme-Lumen, 2001;
David Mountfield, Greek and Roman Erotic, Nueva York, Crescent-Crown, 1982; Catherine
Johns, Sex or Symbol: Erotic Images of Greece and Rome, Austin, University of Texas Press, 1982.
20. Sigmund Freud, La cabeza de Medusa, en Obras completas XVIII, Buenos Aires, Amorrortu, 1995, pp. 270-271.
21. Desde el punto de vista del psicoanlisis, la exhibicin de la vulva posee tambin una accin apotropaica; no obstante, las motivaciones de esta accin y sus efectos se anidan en otro
mecanismo. Al respecto, vanse Freud, op. cit., y Devereux, Baubo, op. cit.
22. Freud, op. cit., p. 271.
23. Vase ngel Aedo, La regin ms oscura del universo: el complejo mtico de los huicholes asociado al Kieri, tesis de licenciatura en antropologa social, Mxico, Escuela Nacional de
Antropologa e Historia, 2001.
24 . Catarino Ros (Xuturi Temai), Kwarupaxietu, Nayarit, 1998.
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etngrafo se ve enfrentado. Asimismo, la hiptesis de la herencia comn entre los indios pueblo y las sociedades indgenas de la Sierra Madre Occidental
se vuelve cada vez ms plausible debido a los nuevos descubrimientos en el
terreno del arte rupestre y del repertorio iconogrfico de la cermica del Occidente de Mxico y del gran Suroeste.28
En el plano mtico en que el etnlogo habitualmente se desenvuelve, aparecen los ecos de relatos indgenas que tanto en la frontera norte chalchihuitea como mucho ms al sur dan cuenta de un recndito campo comn del
discurso mtico, por medio del cual adquiere un sesgo nuevo la posible interpretacin de nuestra ya conocida escultura flica que carga una vulva. Se trata
en particular del imaginario que anima los relatos huicholes y hopis del viaje
al mundo de los muertos.
En la indagacin de las concepciones del inframundo de los huicholes,
con recurrencia emergen los temas de la fertilidad, la locura y la muerte.29
Con una chispa de fortuna y con una porcin mayor de paciencia es posible
28. Vase Patricia Carot, Le site de Loma Alta, Lac de Zacapu, Michoacn, Mexique, Oxford,
bar International Series 920, 2001 (Paris Monographs in American Archaeology, 9); MarieAreti Hers, Las grandes rutas que cruzaron los confines tolteca-chichimecas, en La gran chichimeca. El lugar de las rocas secas, Beatriz Braniff (coord.), Mxico, Consejo Nacional para la
Cultura y las Artes, 2001, pp. 245-248.
29. Vanse Aedo, La regin ms oscura del universo: el complejo, op. cit., y ngel Aedo,
La regin ms oscura del universo. Un paralelo entre el complejo mtico asociado al Kieri de
los huicholes y al Toloatzin de los antiguos nahuas, en Flechadores de estrellas, Jess Juregui y
Johannes Neurath (eds.), Mxico, Instituto Nacional de Antropologa e Historia-Universidad
de Guadalajara, 2003.
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reconocer an entre los huicholes la existencia de relatos en que la incontinencia sexual, la noche y el desorden componen un singular lenguaje de
muerte. La figura mtica huichola del viaje al mundo de los muertos constituye, en sus rasgos generales, un saber ampliamente compartido, el cual se
quisiera infructuosamente relegar al olvido evitndose hablar pblicamente
del tema. No obstante, la mayora de los huicholes tiene a lo sumo una idea
general de lo que sucede al otro lado de la campana de piedra grande que
separa el mundo de los vivos del de los muertos; a fin de cuentas, la muerte
no es un tema exclusivo de los espritus curiosos, ya que constituye una materia de preocupacin obligada para mujeres y hombres.
En los relatos huicholes del viaje al mundo de los muertos prevalece una
idea constante que caracteriza al reino de la muerte como un espacio dominado por una atmsfera de festividad desmedida; en este lugar las diferencias
del mundo parecen borrarse por medio de un halo de alcohol, risas y erotismo. Dentro de este gnero de narraciones existe un conjunto de versiones
que poseen en comn el acentuar las alegoras sexuales que caracterizan a dicho territorio mtico. As, por ejemplo, en la versin narrada por Santos
+r+temai Aguilar Carrillo, se describe que, despus de morir un huichol, una
parte de su alma (iyari ) es llevada por el Robavidas a una gran diversidad de
escenarios, recorre brevemente el plano celeste y el terrestre para finalmente
efectuar un largo descenso por el inframundo, en donde se enfrenta a situaciones variadas.30 En un lugar y circunstancias muy diferentes, la versin que
Ramn Medina Silva relata e ilustra por medio de cuadros de estambre (nierikate) resulta ser bastante similar 31 (figura 6).
Para atenernos a los ya referidos smbolos chalchihuiteos del erotismo,
examinemos las figuras anlogas que evoca el mito huichol de la ruta de los
muertos. Despus de que el alma ha descendido lo suficiente en el reino de
la oscuridad, se refiere que encuentra a La Jefa de los Locos (Kwiteemui ), si la
30. Vase Silvia Leal Carretero y Pedro Garca Muoz, Una versin del mito de la ruta de
los muertos, en Tlalocan. Revista de Fuentes para el Conocimiento de las Culturas en Mxico,
Mxico, Universidad Nacional Autnoma de Mxico, Instituto de Investigaciones Filolgicas,
1997, nm. 12, pp. 27-70.
31. Vanse Peter T. Furst, El concepto huichol del alma, en Mitos y artes huicholes, Peter T.
Furst y Salomn Nahmad (eds.), Mxico, Secretara de Educacin Pblica, 1972 (Sep-setentas,
50), pp. 7-113; y Ramn Medina Silva, A Huichol Soul Travels to the Land of the Dead, en
People of the Peyote. Huichol Indian History, Religion, and Survival, Stacy B. Schaefer y Peter
T. Furst (eds.), Albuquerque, University of New Mexico Press, 1996, pp. 389-402.
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La figura del Flautista recibe este nombre de parte de los hopis por la flauta
que porta a menudo este personaje, elemento que constituye sin duda uno de
sus atributos principales, pues con bastante frecuencia se le representa con este instrumento en la boca. Una cierta conexin entre los esquemas mticos de
sociedades muy lejanas espacial y temporalmente se esboz cuando descubrimos en las narraciones huicholas que una especie de cuerno musical constitua un instrumento que necesariamente deben llevar consigo todos los difuntos huicholes en su descenso al ms all, pues gracias a su sonido el hroe
cultural Kauyumarie puede seguir a las almas y despedirlas para que as desciendan en la oscuridad del inframundo y no regresen a sus ranchos a fastidiar, atemorizar y raptar a sus parientes. Al respecto, en una entrevista en
huichol grabada y posteriormente traducida, Santos +r+temai refiri a Pedro
Haimiwie que:
Kauyumarie va a buscar las huellas. Por ese lugar buscar las huellas. Por aqu baja un camino, por aqu baja otro camino. All es donde le van a informar las deidades. Es cierto, aqu se oy. Eso le van a decir all. Entonces, en ese lugar, Kauyumarie va a rastrear sus huellas, despus de andar buscndolo. Eso hace despus
de haberlo llamado. All, por donde l se haya ido, lo va a encontrar. A ese lugar
llegar el muerto. Sabemos que somos de cualquier modo. All voy a tocar el cuerno. Empezar despus de pararme sobre la piedra. Puu, puu, puu, puu, puuu!35
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carrizo pintadas con nubes y rayos36 y los tambores actualmente improvisados de hojalata;37 asimismo se informa que en el pasado estos personajes bailaban sin taparrabo.38 La exacerbacin de la sexualidad de estos personajes se
expresa verbal y corporalmente, pues abundan las simulaciones exageradas de
coitos entre Judos escogidos ex profeso para el evento.39
La participacin de la flauta-cuerno en el viaje al mundo de los muertos
posee una funcin estratgica, pues por medio de este instrumento se consagra el ingreso al ms all. Resulta notable que, en el preciso lugar en que el
alma del difunto ingresa al inframundo, se requiera que toque su cuerno y
toque la meloda que de puro ocio tocaba en vida.40 Con la flauta-cuerno
huichola se efecta un trnsito que parece conservar el sentido pero que,
no obstante, modifica su referente en un instrumento nuevo cuya factura y
melodas han hecho suyas los huicholes con entusiasmo. El violn parece conmutar las funciones simblicas del cuerno musical, puesto que entre los mariacheros huicholes el violn no slo se revela como un instrumento de
importancia central, sino que la msica que produce es considerada una especie de lenguaje del vicio y de la muerte, de ah que no sea extrao que los
mitos se refieran al pas de la muerte como un lugar de fandango permanente.
La adquisicin del don de la msica del mariachi constituye un fenmeno
significativo de la relacin entre el Diablo (T+kakame), la noche, la locura y
el Kieri.41 Pero el intercambio simblico entre cuernos musicales (awa-te)
36. Konrad Theodor Preuss, Ms informacin acerca de las costumbres religiosas de los coras, especialmente sobre los portadores de falos en Semana Santa, en Fiesta, literatura y magia
en el Nayarit. Ensayos sobre coras, huicholes y mexicaneros, Jess Juregui y Johannes Neurath
(coords.), Mxico, Instituto Nacional Indigenista-Centro Francs de Estudios Mexicanos y
Centroamericanos, 1998, p. 132.
37. Observacin efectuada los aos 1998 y 2001 en Huaynamota, Nayarit, y el ao 1999 en
Tateikie, Jalisco.
38. Preuss, Ms informacin, op. cit., p. 133.
39. La notable participacin que posee la genitalidad en los rituales de Semana Santa de los
indios coras ha sido registrada en tiempos y lugares variados; vanse, entre otros, Preuss, Ms
informacin, op. cit.; Adriana Guzmn, El Cristo nio y el Nazareno flico: la Judea en
San Juan Corapan, en La Semana Santa en el Gran Nayar, Jess Juregui, Johannes Neurath y
Arturo Gutirrez (coords.), Mxico, Centro Francs de Estudios Mexicanos y Centroamericanos-Instituto Nacional Indigenista (en prensa); Jess Juregui y Juan Carlos Daz, Los
guerreros astrales matutinos se unen con los vespertinos: la Judea en Rosarito, en La Semana
Santa, op. cit.
40. Leal Carretero, op. cit., p. 92.
41. El Kieri constituye una expresin radical de las fuerzas ambivalentes del inframundo hui-
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diaria, pues ambas narraciones construyen sobre el lugar donde viajan las almas de los difuntos un espacio en el que impera un absoluto desarreglo de los
rdenes fsico y cultural conocidos.
Aunque se olviden los detalles del mito hopi del ms all, difcilmente su
fuerza emotiva pasar al olvido con facilidad. La visin que transmite el joven
Honanyestiwa gracias a su curiosidad y audacia hace un eco conmovedor de
la escultura chalchihuitea que constituye el punto de partida de este estudio, ya que en el inframundo descubre un lugar donde los difuntos deambulan desnudos y cargando sobre sus espaldas los genitales del sexo opuesto. La
descripcin, rica en detalles, informa que estos difuntos held up their carrying baskets with the string wrapped around their hair. From always bearing
that, the middle of their foreheads could barely be seen.44 El sentido general
del mito hopi, al igual que el de su smil huichol de la ruta de los muertos,
deja traslucir un propsito normativo y moralizante, pues el mensaje invariable de ambos relatos refiere que las almas de aquellos que no cumplan las reglas socialmente acordadas y decidan seguir el libre curso de sus impulsos,
despus de la muerte, padecern desdichas y sufrimientos en compensacin
de los placeres que en vida disfrutaron indebidamente.
La metfora de cargar los genitales que los transgresores gozaron en vida
resulta un material tan rico para la reflexin que podra presumirse un origen
plenamente independiente, si no fuese porque contamos con vnculos histricos reales para postular razonablemente la existencia de un complejo de representaciones compartidas ampliamente, debido a la singular interaccin
que en tiempos prehispnicos tuvieron, a travs de la cultura chalchihuites, la
Mesoamrica septentrional y las sociedades que poblaron el Suroeste de los
Estados Unidos. Tenemos, por consiguiente, un registro de la accin de cargar los genitales tanto en el discurso plstico chalchihuiteo como en el discurso oral (mtico) de huicholes y hopis,45 episodio cuya insistencia habla de
su memorable influjo sobre el pensamiento y las emociones de quienes concibieron y representaron dicha accin (figura 7).
La especificidad con que las fuerzas del deseo confieren sentido al inframundo de huicholes y hopis constituye una especie de reflejo invertido de la sexua44. cargan mecapales con las cuerdas envueltas en sus cabellos. Ya que siempre usan eso, sus
frentes apenas pueden ser vistas, Kennard, op. cit., p. 159.
45. En el mbito ritual, los personajes llamados Judos de los coras y huicholes constituyen
una figura muy cercana al Flautista en virtud de su actitud impdica e irreverente.
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Tiempo
Huicholes
Expresin oral y ritual
Hopis
Espacio
mbito nocturno
campo de inversin
7. Relaciones de complementariedad de los casos estudiados.
lizacin de las fuerzas de la naturaleza que expresan las esculturas y petrograbados chalchihuiteos. La diferencia fundamental estriba en que, mientras los mitos huichol y hopi examinados resuelven tratar los temas del placer y la lujuria
como un oscuro secreto de ultratumba, las variadas y abundantes representaciones plsticas de genitales afloran por doquier en las aldeas chalchihuites, dotando de un vistoso erotismo a los hogares y espacios pblicos.
Constituye un lugar comn de los mitos huichol y hopi de la ruta de los
muertos la relacin efectuada entre
transgresin sexual en la vida y carga de genitales en la muerte
En una versin estandarizada del mito huichol se seala explcitamente
que debido al exceso de sus amoros la carga del difunto es muy pesada.46
46. Leal Carretero, op. cit.
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Aunque por razones que ignoramos, posiblemente por consideraciones editoriales o quizs por autocensura de sus informantes, en esta versin la carga
provocativa de los genitales disfrutados indebidamente fue reemplazada por un
ms decoroso cargamento de piedras, de las cuales se dice que cinco tendrn
que ser arrojadas contra un salate47 en compensacin a cinco de las amantes
que en vida tuvo el difunto.48 No obstante, en otras versiones de este mito se
enfatiza el episodio en que los muertos, en su descenso al inframundo, deben
cargar los genitales del sexo opuesto para que al llegar a un salate puedan lanzarlos contra dicho rbol y derribar sus frutos (higos) (figura 6). Santos
+r+temai Aguilar narra un fragmento anlogo de esta manera:
Entonces, si soy un enamoradizo de las mujeres, me harn bajar por ah. Pero en
ese lugar estar un salate. A ese lugar me harn bajar [] a ese lugar bajar cargando [] esas vaginas con las que hemos tenido relaciones. All bajar [] Ya
estando all (me dir Paritsika): Aqu vas a dejar las vaginas, pero tienes demasiadas faltas. Pues ya tira. Les voy a tirar a las frutas, y se van a caer. Otra vez. No
slo va a pasar eso. Van a alistar las frutas para que las cargue. All voy a dejar las
vaginas. Me cargarn las frutas. Sabemos que bebemos cualquier tipo de vino. A
veces uno carga una botella [] Esas botellas me las van a acomodar en un canasto. Te acabaste esa cantidad de botellas (me dirn). De eso estar cargando,
estar cargando as. En la parte de abajo estarn las frutas. As de cargado seguir
caminando.49
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goce de la vida.50 Pero el mito huichol del viaje al mundo de los muertos aade con su referencia al vino un tercer elemento a esta cadena de sustituciones.
Por medio del trmino genrico de wiinu (vino), los huicholes se refieren
al destilado de agave. El nombre del tipo de vino ritual y simblicamente
ms valorado es el de tuchi, trmino que tambin se emplea para designar a
los mamferos cavadores, en particular al tejn (haitsi ) y al armadillo (x+ye ),
este ltimo animal participa en el mito como la esposa del lujurioso y deshonesto Kieri.51 La pertinencia del vino como alegora del sexo y del vicio en
la ruta huichola de los muertos se hace patente en los personajes ritualmente encargados de elaborarlo, los salvajes y telricos caballos (Tayaxeyat+ri). Recordemos que, en el pasaje examinado de este mito, al final los
genitales son lanzados contra una higuera con el propsito de derribar algunos de sus frutos; curiosamente, el nombre de la higuera, xapa, tambin designa a la especie de agave utilizada para la elaboracin del vino (tuchi ),52
trmino que por cierto vara en un solo fonema del usado para referirse a la
vulva (xapi ). Por partida doble, este mito refuerza por medio de su referencia al vino la sexualizacin del inframundo, fuente primordial de las fuerzas fertilizadoras de la naturaleza, puesto que uno de los nombres del tallo
central de los agaves corresponde al de h+nari, trmino que, entre otras cosas, evoca al pene erecto.
50. Entre los coras, las frutas y las flores tambin remiten con fuerza a la fertilidad. En dos
cantos se menciona que la chicharra insecto de la familia de los cicdidos deja que los
hombres le quiten sus adornos de flores, que la diosa de la tierra recoge y pone dentro de su jcara, fertilizando en consecuencia al mundo. Vase Konrad Theodor Preuss, La expedicin al
Nayarit. Registros de textos y observaciones entre los indios mexicanos. Primer tomo: La religin de
los coras a travs de textos junto con un diccionario cora-alemn, traduccin del alemn, Ingrid
Geist, traduccin del cora, Vernica Vzquez y Juventino Daz Serrano, Mxico, Siglo Veintiuno (en prensa).
51. Robert Mowry Zingg, La mitologa de los huicholes, Jay C. Fikes, Phil C. Weigand y Acelia Garca de Weigand (eds.), Guadalajara, El Colegio de Jalisco-El Colegio de Michoacn, Secretara de Cultura de Jalisco, 1998, pp. 52-53.
52. Dicho agave (xapa) crece de forma silvestre en la sierra y se le ha identificado con la especie Agave bovicornuta. Vase Paulina Faba y ngel Aedo, La destilacin del tuchi entre los
huicholes de Tateikita, en Flechadores de estrellas, op. cit.
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Palabras finales
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