George Orwell La Marca
George Orwell La Marca
George Orwell La Marca
George Orwell
La marca
Haba sido la suya una vida brillante; una carrera de contnuo buen xito.
El recuerdo ms antiguo que tena U Po Kyin, all por los aos ochenta y
tantos, era haber presenciado, cuando era un nio desnudo y de vientre
redondo, la victoriosa entrada de las tropas britnicas en Mandalay.
Recordaba el terror que haba sentido ante aquellas columnas de hombres
alimentados con carne de vaca, colorados de rostro y de uniforme; los largos
rifles que llevaban al hombro, y el paso rtmico y pesado de sus botas.
Despus de contemplarlos durante unos minutos, haba salido corriendo. A
su infantil manera, haba comprendido que su pueblo no podra rivalizar con
esta raza de gigantes. Y ya desde nio fu su gran ambicin luchar junte a
los ingleses, convertirse en un parsito de ellos.
Ba Taik crea que slo eran diez rupias y una cesta de mangos.
Dile que han de ser veinte rupias. Les ocurrirn cosas desagradables
tanto a l como a su aldea si el dinero no est aqu maana. Ahora ver a los
otros. Dile a Ko Ba Sein que entre aqu a hablar comuigo.
Perfectamente, seor.
No, no. Eso sera demasiado peligroso. No quiero que los guardianes de
la crcel empiecen a disparar sus rifles en todas direcciones. Adems, nos
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En eso tienes razn. Si Flory fuese amigo del doctor, nos podra
perjudicar. No se puede daar a un hind que sea amigo de un europeo. Esa
amistad le da..., cul es la palabra a que son tan aficionados?... Ah, s,
prestigio! Pero no tienes en cuenta que Flory abandonar a su amigo en
cuanto empiecen los indicios desagradables. Esa gente carece del sentido de
la lealtad para con el nativo. Adems, s muy bien que Flory es un cobarde.
Ya me encargar de l. Tu cometido, Ko Bo Sein, es vigilar los movimientos
de Macgregor. Le ha escrito al comisario ltimamente? Quiero decir, le ha
escrito confidencialmente?
Po Kyin no le hizo el menor caso mientras coma. Con el tazn muy cerca de
la cara, coga el arroz con sus dedos gordos y grasientos y jadeaba mientras
lo engulla. Todas sus comidas eran veloces, ansiosas y enormes; no eran
comidas corrientes, sino verdaderas orgas individuales, a base de arroz y de
mucho curry. Al terminar, se ech hacia atrs, eruct varias veces y le dijo a
Ma Kin que fuese a buscarle un cigarro verde birmano. Nunca fumaba
tabaco ingls, porque no le encontraba ningn sabor.
Ma Kin volvi a mirar fijamente su labor, pero sin mover los dedos. Esa
obstinada atencin a su costura era caracterstica en ella cada vez que
desaprobaba la conducta de U Po Kyin.
II
Flory tena unos treinta y cinco aos, estatura media y buena facha; ele
cabello muy negro y spero que le creca desde muy abajo en la frente y con
bigote espeso, tambin negro, y la piel tostada por el sol. Como no haba
engordado ni tena calvicie, no pareca mayor de los aos que tena, pero la
cara, tostada por el sol, la tena muy estropeada con sus mejillas hundidas e
intensas ojeras. Aquella maana no se haba afeitado. Vesta, como siempre,
con camisa blanca, shorts caquis y calcetines altos, pero en vez de topi
(casco birmano hecho con fibra de pita) llevaba un sombrero terai muy
gastado. (El terai es de ala ancha.) Llevaba un bastoncillo de bamb con una
correta para sujetarlo a la mueca. Le segua una perrita llamada Flo, una
cocker negra.
Flory no haba hablado en todo ese tiempo. Aunque por naturaleza era
bastante locuaz, nunca se le ocurra gran cosa en las conversaciones del
Club. Se haba sentado al borde de la mesa y lea un artculo de G. K.
Chesterton en el London News, acariciando mientras la cabeza de su perro
/`/n con la mano izquierda. Pero Ellis era uno de esos individuos que
siempre estn pidindoles a los dems que les confirmen sus opiniones.
Repiti su pregunta. Y Flory lo mir a los ojos. De pronto, la piel que
rodeaba la nariz de Ellis se puso tan plida que casi pareca gris. En l, era
esto una seal de ira. Sin ms preludio solt una sarta de insultos que
habran indignado a cualquiera si aquellos hombres lo hubieran estado
acostumbrados a orlos todas las maanas.
Ah, no? Todos sabemos muy bien que ests deseando permitrsela. Por
qu, si no, vas todas las maanas a casa de ese gelatinoso cerdo? S, todos
sabemos que te pasas las horas muertas sentado con ese tipo como si fuera
un blanco, bebiendo en vasos que han manchado sus asquerosos labios... No
puedo seguir hablando de esto porque me dan nuseas.
S, amo.
Oye, camarero.
Diga, amo?
Unas veinte libras, amo. Slo durar hoy, creo. Me parece muy difcil
disponer ahora de hielo fresco por un tiempo prolongado.
cont varias cosas divertidas. Los chistes de Ellis eran siempre muy
ingeniosos, pero atrozmente sucios. A pesar del calor, todos se sentan ya
ms a gusto. Se les haba acabado la cerveza y se disponan a pedir ms
botellas, cuando oyeron pasos que se acercaban. Una voz potente, tanto que
haca vibrar las tablas del suelo, deca jocosamente:
No creo que estn tan echados a perder. Sin embargo, estoy conforme en
que el espritu democrtico se est metiendo solapadamente entre los
indgenas.
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rincn donde podernos vernos libres ele ellos. Los dems estn ele acuerdo
conmigo.
Eso es, eso es!dijo Lackersteen con forzado entusiasmo. Saba que su
mujer iba a adivinar que haba estado bebiendo, y crea disculparse con
aquel despliegue racial.
Macgregor cogi el papel sonriendo. Vi las letras B.F. escritas con lpiz
sobre su firma y pens que Ellis era un descarado, pero trat el asunto como
si fuera una broma. Se tomaba tanto trabajo en ser un buen socio del Club
como en mantener su dignidad durante las lloras de oficina.
No, desde luego que nodijo Ellis con sequedad. Ni ele mis
hermanos mongoles. Para decirlo con pocas palabras : no me gustan los
negros.
Todo eso est muy bien gru Ellis, que se apoyaba con los
antebrazos en la mesa y tamborileaba nervioso en el vaso. La breve
discusin con Macgregor le haba dejado inquieto de nuevo . Todo eso
est muy bien, pero sigo diciendo lo mismo. No queremos nativos en este
Club! Si hemos arruinado nuestro Imperio, ha sido por ceder constantemente
en pequeas cosas como sta. Ahora nos encontramos con rebeldas en todas
partes por haber sido demasiado blandos con ellos. El nico camino posible
es tratarlos como a perros, como lo que son. Es un momento muy crtico y
necesitamos reunir todo el prestigio que podamos. Tenemos que unirnos y
decirles: Somos los amos, y vosotros, unos mendigos.... Ellis apret su
dedo pulgar sobre la mesa como si aplastara un insecto, y prosigui: Y
no saldris del sitio que os corresponde como mendigos!
Lo que nos lia hecho polvo es tanta ley y tantas rdenes dijo
Westfield, sombro. La ruina del Imperio de la India por culpa de un exceso
de legalidad era un tema que obsesionaba a Westfield. Segn l, lo nico que
podra salvar al Imperio era una rebelin de gran estilo con la consecuente
implantacin de la ley marcial. Tanto papel mojado y tanta nota!... Los
funcionarios intiles son los que mandan en este pas. Lo mejor ser cerrar la
tienda y que esa morralla cueza en su propia salsa.
Todos suspiraron con alivio. Era un suspiro como el que dara un grupo de
catlicos al ser mencionada en su presencia la Virgen Mara despus de
haber tenido que escuchar muchas herejas. Hasta Macgregor, que detestaba
los derramamientos de sangre y la ley marcial, inclin la cabeza ante el
nombre de Dyer.
Flory no dijo nada de esto, pero pas un mal rato para lograr que no se lo
leyeran en la cara. Segua de pie junto a su silla, un poco de lado, con la
media sonrisa de quien nunca est seguro de cmo va a ser acogida sil
actitud.
Siente que esta alegre reunin deba terminarse dijo Tengo que ir a
casa para almorzar. Hay que cuidar del Imperio. Viene alguien en mi
direccin? Mi criado est all fuera con el cuche.
los huesos. Era horrible pensar que aquel cielo azul y cegador se extenda
ininterrumpidamente sobre Birmania y la India, sobre el Siam, el Cambodge
y la China, sin la menor nube, interminable... El auto de Macgregor estaba
tan caldeado que era imposible tocarlo. Empezaba la peor parte del da, las
horas en que, corno dicen los birmanos, los pies estn en silencio. Apenas
se mova una criatura viviente. Solamente tenan que ir de un lado a otro los
hombres y las negras columnas de hormigas que, estimuladas por el calor,
cruzaban el sendero, como una cinta. Tambin se movan los buitres, que se
dejaban llevar all arriba por las corrientes de aire.
III
Entre ellos dos era una broma convenida suponer que el Imperio Britnico
era un viejo paciente del doctor. ste se diverta con el chiste desde haca
dos aos y nunca se cansaba ce l.
Amigo mo, amigo mo, por favor, no diga usted esas cosas! Cmo
puede usted hablar as de los honorables caballeros ingleses?
Usted, doctor, no tiene que or como yo las estupideces que dicen los
honorables caballeros ingleses. Esta maana resist cuanto pude. Ellis con
sus diatribas contra el asqueroso negro, Westfield con sus chistes,
Macgregor con su humorismo trasnochado, y luego, la gracia de por favor,
denle al portador quince latigazo: 3. Pero cuando empezaron a contar por
millonsima vez lo que dijo el nativo a quien le preguntaron..., no lo pude
aguantar ms.
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El doctor, que lo estaba pasando muy bien, junt sus dedos ndice y pulgar
y dijo, complacindose en su propia irona:
el siglo XVIII los hindes saban fundir caones que estaban a la altura de
los europeos. Ahora, despus de un dominio ingls de ciento cincuenta aos,
no son capaces de hacer ni un simple cartucho. Las nicas razas orientales
que se han desarrollado rpidamente son las independientes. Y no es preciso
poner como ejemplo al Japn ; basta con que pensemos en el Siam...
Amigo mo, la ha tomado usted con las prisiones. Piense que sus
compatriotas han realizado muchas otras cosas. Construyen carreteras,
riegan desiertos, acaban con hambres mortales, edifican escuelas y
hospitales, luchan incansablemente contra la peste, el clera, la lepra, las
viruelas, las enfermedades venreas...
Lo siento, doctor pero crea que si no proclamo mis ideas desde los
tejados de las casas es porque me faltan los redaos suficientes. En este pas
hay que ser un pukka sahib o morirse ; no hay trmino medi. En quince
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Ay!, a veces creo que todo lo que dice usted es para... cul es la
expresin?..., para tomarme el pelo. S, el famoso sentido ingls del
humor. Nosotros, los orientales, no tenemos humor, como es bien sabido.
Suerte que han tenido ustedes. El humor ha sido nuestra ruina. Flory
se desperez con las manos entrelazadas detrs de la cabeza. Mattu, despus
de unas ruidosas gracias, se haba alejado renqueante. Flory prosigui:
Bueno, doctor, me parece que debo marcharme antes de que el maldito sol
suba ms. El calor va a ser insoportable este ao. Lo siento en los huesos.
Querido doctor, hemos discutido tanto que no le he preguntado todava cmo
le van las cosas. Hasta ayer no regres de la selva. Debera volver all
pasado mariana, pero no s si podr. Ha ocurrido durante mi ausencia algo
nuevo en Kyauktada? Algn escndalo?
Qu ha ocurrido?
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Ese hombre tan gordo que siempre est luciendo los dientes. Su casa cae
por all, a unas cien yardas de aqu.
senta muy a disgusto. Saba que, con toda probabilidad, si tena el valor de
enfrentarse decididamente con Ellis, podra asegurarle al doctor Veraswami
la eleccin como miembro del Club. Y, despus de todo, el doctor era su
amigo, casi el nico amigo que tena en Birmania. Haban hablado y
discutido centenares de veces, el doctor haba cenado en su casa e incluso le
haba propuesto presentarle a su esposa, aunque ella, devota hind, se haba
negado a ello horrorizada. Varias veces haban ido a cazar juntos y el doctor
sola equiparse con bandoleras y grandes cuchillos de caza, disparando su
escopeta a la primera alarma. El deber de Flory era, indudablemente, apoyar
al doctor. Pero saba _que ste no le pedira nunca su ayuda y que habra
enconados debates antes de que un oriental fuese admitido en el Club. No,
no poda meterse en aquello! No mereca la pena. Por fin, dijo:
Muy bien, doctor; tendr cuidado con el cocodrilo. Aunque no creo que
pueda hacerme mucho dao.
En fin, doctor, he de irme sin falta. Adis, por si no le vuelvo a ver antes
de marcharme. Espero que todo saldr bien en la junta general. Macgregor
no es mal hombre. Seguramente insistir en que lo elijan a usted.
IV
Ko S'la (su verdadero nombre era Maung San Hla; Ko S'la era una
abreviatura) era un birmano bajito de hombros anchos y de aspecto rstico,
con una piel muy obscura y expresin cansada. Llevaba un bigote negro y
cado, pero, como la mayora de los birmanos, no tena barba en absoluto.
Vena siendo criado de Flory desde el primer da que ste lleg a Birmania.
Entre sus edades respectivas slo haba un mes de diferencia. De jvenes,
haban perseguido juntos vboras y. patos, haban pasado las horas muertas
en los machans esperando intilmente la aparicin de un tigre, y haban
compartido las penalidades de mil campamentos y marchas; y Ko S'la haba
pedido muchas veces dinero prestado para Flory a los prestamistas chinos, lo
haba llevado a la cama cuando se emborrachaba, atendindole cada vez que
caa con fiebre... A los ojos de Ko S'la, Flory, por ser soltero, segua siendo
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Sal ahora mismo de esta habitacin. Te he dicho en todos los tonos que
te marches.
Y eso eres. Hala, fuera!dijo empujndola por los hombros. Le tir las
sandalias. Sus encuentros terminaban muchas veces de este modo.
Flory qued en medio del cuarto bostezando. Ira al Club para jugar al
tenis? No, pues tendra que afeitarse, y no era capaz de realizar ese esfuerzo
sin antes beber bastante. Se pas la mano por la spera piel de la barba y se
acerc al espejo para mirarse, pero retrocedi en seguida. Le aterraba la
imagen de su amarillento y gastado rostro. Se estuvo unos minutos inmvil.
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El cigarrillo que Ma Hla May haba tirado se deshaca con un olor acre.
Flory sac un libro de un estante, lo abri y al instante lo arroj descontento.
Ni siquiera tena la energa suficiente para leer. Qu insoportable fastidio!
Cmo pasara el resto de la tarde?
Flo correteaba por el dormitorio moviendo el rabo, con lo que peda que le
sacaran de paseo. Flory entr de mala gana en el pequeo cuarto de bao con
suelo de piedra que daba al dormitorio. Se lav con agua recalentada y se
puso la camisa y los shorts. Tena que hacer algn ejercicio antes de que se
ocultara el sol.
haca mucho calor, aunque el sol iba perdiendo fuerza y la luz oblicua era
amarilla.
Eh, saya gyi, saya gyi! grit Flory mientras sujetaba a Flo por el
collar para que no se escapara.
El birmano salt del carro y se dirigi Hacia donde estaba Flory. Se abri
paso por entre los matorrales y las lianas con su dah. Era un hombre tuerto y
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rechoncho. Volvi con Flory y la perra hasta donde haba dejado el carro y
Flory se subi a ste sentndose en l incmodo. El birmano cogi las
riendas, les grit a los bueyes golpendoles con un bastoncillo en las races
de sus colas y el carro arranc con un gemido de sus ruedas. Los carreteros
birmanos casi nunca engrasan los ejes, quizs porque creen que el chirrido
aleja los malos espritus, aunque cuando se les pregunta sobre esto dicen que
se debe a que su pobreza les impide comprar grasa.
Ah, qu sabidura!
Sin duda alguna se haba ido a gastarse sus cinco rupias; a jugrselas,
seguramente.
A pesar del whisky que haba bebido en el Club, Flory durmi poco
aquella noche. Los perros vagabundos aullaban a la luna. sta se hallaba en
cuarto creciente y muy baja a media noche, pero los perros se pasaban el da
durmiendo por el calor y empezaban muy pronto sus coros a la luna. Un
perro le haba tomado mana a la casa de Flory y se pasaba las noches
ladrndole sistemticamente. Sentado en su trasero a cincuenta metros de la
verja, lanzaba secos e irritados ladrillos, uno a cada medio minuto, con la
regularidad de un reloj. Segua as dos o tres horas hasta que los gallos
empezaban sus quiquiriques.
Eres un perro blando, fornicador, cobarde... Todos esos idiotas del Club a
quienes te crees superior, todos ellos son mejores que t. Por lo menos, son
hombres a su manera; no cobardes y mentirosos como t. No estn medio
muertos ni podridos. En cambio, t...
Cuando Flory haba llegado al Club, slo estaban all Ellis y Maxwell. Los
Lackersteen haban ido a la estacin para esperar a su sobrina, que haba de
llegar en el tren de la noche. Macgregor les haba prestado su auto.
Ellis se alegr tanto de haber tenido aquella idea que casi le desapareci su
ira. El escrito no era nada en s mismo, pero la noticia correra velozmente
por todo el pueblo y el doctor Veraswami se enterara a la maana siguiente.
As, el grupo de europeos haba llamado pblicamente negro al doctor.
Esto le entusiasmaba a Ellis. Se pas el resto de la velada casi sin apartar los
ojos del tabln de anuncios y a cada pocos minutos exclamaba contentsimo:
Esto har meditar a ese pequeajo, eh? As sabr lo que pensamos de l.
Esta es la manera de ponerlo en su sitio, eh?.
las piernas cruzadas sin atreverse a acercarse a donde estaban los blancos,
pero aproximndose lo ms posible al fuego, como perros. Ya acostado,
poda uno escuchar el gotear del roco que caa de los rboles. Era una vida
aceptable mientras era uno joven y no pensaba en el futuro ni en el pasado.
Puede usted contemplar cmo unos mequetrefes recin salidos del colegio
tratan a puntapis a criados ancianos. Todo lo cual le hace odiar a sus com-
patriotas y llega usted a desear que los nativos se subleven y ahoguen el
Imperio en sangre. Y en esa actitud no habr nada honorable, ni ser siquiera
una actitud sincera, porque, en el fondo qu le importa a usted que el
Imperio de la India sea un despotismo, ni que los hinds sean tratados a
patadas y explotados? Si se preocupa usted de ello es slo porque le niegan a
usted la libertad de palabra. En realidad, usted es otra criatura ms del
despotismo, un pukka sahib, y se halla ligado al sistema colonial ms
estrictamente que un monje a su orden o que un salvaje a un inquebrantable
sistema de tabs.
capacitados y no quiso dejarle marchar en los dos aos siguientes. Por fin,
pudo preparar el viaje. Estaba deseando volver a Inglaterra aunque slo
fuera por algn tiempo, pero, por otra parte, tema hacerlo como teme uno
encontrarse con una joven bonita cuando va uno sin afeitar y sin corbata. Al
partir de Inglaterra, era Flory un muchacho que prometa llegar a algo
importante en la vida, y de bastante buen aspecto, a pesar de su marca;
ahora, slo diez aos despus, estaba amarillento, muy enflaquecido, casi
siempre borracho y pareca un hombre de mucha ms edad. Sin embargo, su
deseo de ver nuevamente Inglaterra era cada vez mayor. El barco zarp por
fin y la debilitada sangre de Flory aceler sus latidos con el buen alimento y
el aire del mar. Se le ocurri pensar que todava era lo bastante joven para
empezar de nuevo; y es curioso que este pensamiento no lo hubiese tenido
nunca durante su estancia en Birmania. Vivira un ao en la sociedad
civilizada, encontrara alguna muchacha a la que no le importara su Marca
en el rostrouna chica civilizada, no una pukkat mencahib y se casara
con ella, despus de lo cual sera muy capaz de resistir otros diez o quince
aos ms en Birmania. Luego se retirara con su esposa, y tendran ahorradas
doce o quince mil libras esterlinas. Compraran una granja en el campo, se
rodearan de amigos y libros, de sus nios y de animales. Y as se veran
libres para siempre del odioso olor colonial. Olvidara a Birmania, el
horrible pas que haba estado a punto de acabar con l.
VI
Robaste el anillo!
No.
No.
No.
Tres, seor.
El mali preparaba un nuevo arriate para las flores cerca de la verja. Era un
joven hind linftico y medio imbcil que se pasaba la vida en silencio casi
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Flory abri la carta. Estaba escrita en una hoja pequea de papel, y deca:
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UN AMIGO.
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Flory, con la carta en la mano, estuvo vacilando. Hay dos cosas que se
pueden hacer con una carta annima. No decir nada de ella o ensersela a la
persona a quien afecta. Lo indicado y decente era darle la carta al doctor
Veraswami y dejar que l diera los pasos que creyese convenientes.
No haba manera normal de salir del recinto por la parte trasera. Flory salt
la cerca y cay del otro lado hacindose dao en una rodilla. Sin embargo,
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Bfalos?
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No son bfalos salvajes; a sos los llamamos bisontes. Estos que usted
ha visto no son ms que una variedad del ganado que cuidan los birmanos.
Ya veo que le han dado a usted un susto tremendo; lo siento muchsimo.
Muy bien; se han marchadodijo por fin Flory. No tiene usted que
asustarse ya de nada.
Vena, sencillamente, del jardn de mi to. Haca una maana tan buena
que se me apeteci dar un paseo, y al poco tiempo se me pusieron por
delante esas espantosas bestias. Debe usted tener en cuenta que soy
completamente nueva en estas regiones.
No, no. Es que aqu todo parece tan extrao al principio... Cunto
crecen estos matorrales y qu raras me resultan todas esas plantas!... Aqu se
pierde uno en un instante. Es sta la selva propiamente dicha?
Birmania es selva casi toda ella; un pas verde, pero muy desagradable.
Le aconsejo que no ande por esa hierba. Las semillas se le metern dentro de
las medias y se introducirn en su piel.
S. Tenemos que dar la vuelta para entrar por la parte de delante. Har
que mis criados le den una sombrilla. Este sol es muy peligroso para usted,
que lleva el cabello corto.
stas florecen durante seis meses. Todo el sol que les d les viene bien.
Creo que aquellas amarillentas son casi del color de la primavera. No he
visto una primavera desde hace quince arios, ni tampoco las campanillas de
las enredaderas. Aquellas zinias son bonitas, verdad? Parecen flores
pintadas con su color de cosa muerta. stas son africanas. Las llaman
marigolds vienen de frica. A los hindes les gustan mucho; donde quiera
que hayan pasado los hindes se encontrar usted marigolds incluso despus
de transcurridos muchos aos, cuando ya n queda ni seal de ellos. Pero
quiero que vea usted las orquideas que tengo en la veranda. Algunas parecen
enteramente campanas de oro; lo que se dice de oro. Y huelen a miel; casi
marean de tan bien como huelen. Es el nico mrito de este horrible pas: sus
extraordinarias flores. Supongo que a usted le gustar la jardinera; aqu es
nuestro nico consuelo.
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Verdad? Es esplndida con esta luz amarillenta antes d que el sol pegue
demasiado fuerte. Me encanta este sombro color amarillo que tienen el
maidan y aquellos rboles dorados (se llaman mohur) y los montes del
horizonte que parecen casi negros... Mi campamento est al otro lado de
estos montes.
La muchacha, que era prsbita, se quit las gafas para mira a lo lejos. Flory
not que sus ojos eran de un azul muy claro Y not tambin la suavidad de
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la piel que le rodeaba los ojos era como un ptalo. Ello le record su propia
edad y su arrugado rostro, por lo cual volvi un poco ms la cara hacia el
otro lado, pero dijo, obedeciendo a un impulso:
encuentre algo que le guste entre los mos. En la biblioteca de nuestro Club
no hay ms que porqueras. Claro que yo voy muy atrasado en novedades
literarias. Me figuro que usted lo habr ledo todo.
tan naturalmente, que se podra seguir charlando toda la vida. Pero de pronto
se les evapor el entusiasmo, se sobresaltaron y se callaron de pronto. Se
haban dado cuenta de que ya no estaban solos.
Ya me figuro que una muchacha inglesa ser una gran novedad para esta
gentedijo Flory. Pero son inofensivos Fuera, fuera de aqu!dijo
irritado, agitando una mano en direccin a los intrusos.
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Era un contraste muy violento. Una de ellas, del color de la flor del
manzano; la otra, obscura, con un brillo casi metlico en su cilindro de
cabello caoba y con la llamativa seda salmn de su longyi. Flory pens que
nunca se haba fijado en lo obscura que era la cara de Ma Hla May y de lo
recto que tena el cuerpo, como el de un soldado, a excepcin de las curvas
de sus caderas, que parecan las de un jarrn. Apoyado en la barandilla
contemplaba a las dos jvenes. Durante ms de un minuto ambas se
siguieron mirando fijamente y no se podra decir a cul de las dos le pareca
ms grotesco e increble el espectculo.
Ma Hla May se volvi para mirar a Flory. Haba fruncido sus cejas finas,
que parecan lneas dibujadas a lpiz.
VII
Elizabeth- era un hombre de cincuenta aos con una cara grasienta y una
calva amarillenta que pareca un huevo de avestruz. Al segundo da de ir all
la joven, entr en la habitacin donde estaban dando clase sus hijos, se sent
junto a Elizabeth y le pellizc un brazo. Al tercer da le di un pellizco en la
pantorrilla (cada vez uno slo) ; al cuarto da, detrs de la rodilla; y al
quinto, por encima de sta. Despus, todas las tardes se produca tina
silenciosa batalla entre los dos mientras Elizabeth trataba de apartar de sil
cuerpo aquella asquerosa mano.
Mam, mam, cmo puedes vivir as? Hay que ver cmo tienes la
habitacin! Qu espanto vivir as!
Cuando Elizabeth hubo pasado cerca de dos aos en Pars, su madre muri
de repente. Elizabeth qued en este mundo con cien libras por todo capital.
Sus tos le cablegrafiaron en seguida desde Birmania invitndola a irse con
ellos y dicindole que le escriban en seguida.
Pues... dile que pescar marido aqu mucho antes que all Algo as,
comprendes?
Pareca importarle mucho que su madre hubiera muerto hacia slo dos
meses. Nunca haba sentido gran afecto por su madre y adems los pasajeros
no saban ni una palabra de su vida Despus de aquellos dos aos
desgraciados era adorable res Pirar de nuevo el aire de la riqueza. No es
que toda esta gente fuera rica, pero a bordo de uno de estos barcos todos se
conducen como si estuvieran acostumbrados a la vida elegante. Elizabeth
pens que la India le iba a gustar mucho. Se haba formado una idea de la
India por lo que le contaban los otros pasajeros; e incluso haba aprendido
algunas de las palabras ms necesarias en indostan ; por ejemplo : idher ao,
jalde, sahiblog etctera. Por anticipado se complaca en la agradable
atmsfera de los clubs con el abanicar de los punkah y los criados des calzos
con turbantes blancos haciendo constantemente respetuosas reverencias; y le
pareca ver los maidans donde los bronceados ingleses, con bigotitos
distinguidos, siempre bien recortados, galopaban de un lado a otro jugando
al polo. Esa manera de vivir los ingleses en la India equivala a ser muy
ricos, aunque no lo fuesen.
Veintids aos.
VIII
Ya lo hice, thakin.
Iba a afeitarse por segunda vez aquel da y no quera que Ko S'la pudiera
llevar al cuarto de bao las cosas de afeitar. Pens que haba sido una buena
suerte la ocurrencia de encargar una corbata nueva. Se visti con gran
cuidado y pas casi un cuarto de hora cepillndose el cabello, que era muy
crespo y se rebelaba cada vez que lo cortaban.
Poco despus iba andando junto a Elizabeth por la carretera del bazar. La
haba encontrado sola en la biblioteca del Club y con un sbito arranque de
valor le haba rogado que le permitiese llevarla a dar un paseo. Elizabeth
accedi con una rapidez que a l le asombr. Ni siquiera se detuvo a decirles
nada a sus tos. Flory llevaba tanto tiempo en Birmania que haba olvidado
por completo las costumbres sociales inglesas. Haba ya mucha obscuridad
en el camino del bazar. El follaje ocultaba la luna creciente, pero las estrellas
se dejaban ver por los huecos. Brillaban lechosas y parecan muy bajas,
como lmparas colgadas de hilos invisibles. Sucesivas oleadas de aroma
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fondo haba una especie de escenario, iluminado por unas silbantes lmparas
de petrleo. Enfrente estaba la orquesta y en el escenario dos hombres, con
atavo que le recordaban a Elizabeth las pagodas chinas, tomaban hierticas
actitudes. Llevaban grandes espadas en las manos. Entre el pblico
abundaban las mujeres con sus vestidos de muselina blanca, unos pauelos
colorados echados por los hombros y sus cilindros de cabello negro. Algunas
estaban tumbadas en sus esterillas, medio dormidas. Un viejo chino, con una
gran bandeja de nueces, circulaba por entre la multitud pregonando
lgubremente
Myaype! Myaype!
Pero es posible que les permitan bloquear de esta forma una carretera?
Aquello le pareca muy raro a la joven. Casi todo el pblico se haba vuelto
ya en sus esterillas para contemplar a la ingaleikma. En medio de la multitud
haba media docena de sillas donde se haban sentado los empleados. U Po
Kyin estaba entre ellos y se esforzaba ahora en retorcer su elefantisico
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Una muchacha que haba estado sentada al fondo del escenario fumando,
se adelant hasta las candilejas. Era muy joven, casi sin pecho, y se cubra
con un longyi de satn azul plido que le caa hasta los pies. Las faldas de su
ingyi se abultaban a la altura de las caderas en forma de pequeas cestas,
segn la antigua moda birmana. Eran como los ptalos invertidos de una
flor. Tir con languidez su cigarro a uno de los hombres de la orquesta, y
luego, tendiendo uno de sus delgados brazos, empez a retorcerlo como si
quisiera soltarse los msculos.
Ya saba que esto le interesara a usted; por eso la traje aqu. Usted ha
ledo los libros buenos y ha vivido en sitios civilizados. No es como el resto
de nosotros, que somos casi unos salvajes. No le ha parecido muy
interesante lo que hemos visto? Los movimientos de esa chica recuerdan a
los de una marioneta y sus brazos se doblan como imitando a una serpiente
dispuesta a caer sobre su vctima. Es grotesco e incluso feo, pero es una
fealdad, como si dijramos, artstica. Adems, hay algo de siniestro en esta
danza. Parece diablico, pero, si se observa detenidamente, cuntos siglos
122
Lo siento, pero hace ya mucho tiempo que deba estar de vuelta. Sabe
Dios lo que estarn pensando mis tos.
Vi que cuanto deca slo serva para empeorar las cosas. Anduvieron en
silencio, mantenindose Flory detrs. Estaba desesperado, Qu tonto haba
sido! Y lo notable es que en todo este tiempo ni siquiera haba sospechado la
125
saba que estaba perdonado. Pero, en verdad, no vea muy bien de qu haba
de ser perdonado.
Qu quieres decir?
El tiempo suficiente para llevarla a pasear, eh? Ten cuidado con lo que
haces. Tom Lackersteen puede ser un borrachn, pero no es tan tonto como
para quedarse con una sobrina a su cargo todo el resto de su vida. Y, por
supuesto, la nia sabe muy bien que necesita buscarse una despensa para
cuando su to se canse. Te lo repito, ten cuidado y no metas la cabeza en el
lazo que te han tendido.
Cuando los Lackersteen salieron del Club, a las nueve, no fu Flory, sino
Macgregor, quien los acompa a casa, marchando junto a Elizabeth como
un bonachn monstruo saurio. Todos los recin llegados tenan que soportar
una buena cantidad de charla del jovial Macgregor, ya que los dems lo con-
sideraban como un pesado y era una tradicin interrumpirle sus Historias.
Pero Elizabeth era por naturaleza una buena, oyente. El seor Macgregor
pens que no recordaba haber conocido a una jovencita tan inteligente.
IX
magistrados hasta los ltimos tipejos del bazar, se apuntaban a uno u otro de
los partidos, d puestos a llegar hasta el perjurio si se presentaba la ocasin.
Pero, de los dos bandos, el del mdico era mucho ms reducido y de poder
difamatorio mucho menor contra el enemigo. El rector de El Patriota
Birmano haba sido procesado por sedicin y libelo y se le haba negado la
libertad bajo fianza. Su detencin provoc un pequeo motn en Rangn,
reprimido por la polica con slo dos vctimas entre los rebeldes. En la
crcel, el director del peridico declar la huelga del hambre, pero comi a
las seis horas.
Bueno, esperemos que esta vez tengan los redaos suficientes Para
pelear de verdad. Entonces podra actuar a fondo la polica militar con sus
buenos rifles. Bastara acabar con una docena de rebeldes para que se
aclarase la atmsfera.
intento anual, que era tan peridico como el monzn, de no pagar los
impuestos.
Cuando lleg el carro, oy una gran gritera. Flory sali. Estaban todos
alborotando junto a la cerca. Ma Hla May se aferraba a los barrotes de la
verja de entrada y Ko S'la trataba de arrancarla de all. La birmana volvi su
enfurecido rostro hacia Flory, gritndole sin cesar: Thakin! thakin !
thakin ! thakin thakin!. Le dola en el alma que le llamara thakin despus
de haberla expulsado de su casa.
Qu ocurre?dijo.
Casi todos los europeos tuvieron que marchar a la selva, por lo cual Flory
haba podido acaparar a Elizabeth durante esos diez das. Desde luego, Flory
no tena derecho a quedarse all, pues la explotacin maderera lo necesitaba
en la selva en aquella poca, y en su ausencia todo marchaba mal bajo el
incompetente capataz eurasitico. Pero se haba quedado en Kyauktada con
el pretexto de unas fiebres inexistentes, mientras casi todos los das le
llegaban desesperadas cartas del capataz. En todas ellas le contaba desastres.
136
Es cierto que se vean maana y tarde: Todos los das jugaban algn
partido de tenis en el Club; un single, porque la seora Lackersteen estaba
demasiado vieja para eso y a su marido le molestaba el hgado esos das.
Luego se sentaban en el saln los cuatro, jugaban al bridge y charlaban. Pero
a pesar de hallarse tantas lloras en compaa de Elizabeth y quedarse solo
con ella tantas veces, Flory no se senta a gusto. Hablaban mucho, pero
siempre que no salieran del campo de las trivialidades. Su charla era la que
pueden sostener dos desconocidos que se ven obligados a rellenar unas horas
en que no tienen nada que hacer. Flory se senta violento en presencia de
ella. No poda olvidar la mancha de su cara. El cuerpo le peda
angustiosamente whisky y tabaco, pues se haba esforzado heroicamente en
prescindir de ambas cosas mientras estaba junto a ella. En resumidas
cuentas, en los diez das no haba adelantado ni un paso en su ansiado
acercamiento a la muchacha.
En cierto modo, nunca haba podido hablar con ella como l quera. Se
dice hablar, hablar... No parece nada, y, sin embargo, puede ser tanto...
Cuando se ha vivido muchos aos, hasta la plena madurez, en la ms amarga
soledad, entre personas a quienes nuestra sincera opinin sobre cualquier
asunto de este mundo les parece una blasfemia, hablar es la mayor de las
necesidades. Sin embargo, con Elizabeth resultaba imposible emprender una
137
No tena ningn tacto con ella. Como todos los que han vivido mucho
tiempo solos, se atena ms a sus propias ideas que a la realidad de la
persona a la cual trataba. Por ello, a pesar de la superficialidad de sus
charlas, la irritaba en muchas ocasiones; no por lo que deca, sino por lo que
indicaban sus palabras. Haba entre ellos una desazn indefinida que
bordeaba la ria. Cuando dos personas, una de las cuales ha vivido mucho
tiempo en el pas donde la otra es una recin llegada, se encuentran juntas, es
inevitable que la primera acte de cicerone de la segunda. Elizabeth, durante
estos das, estaba conociendo Birmania y era Flory, naturalmente, el que se
lo explicaba todo. Pues bien, las cosas que deca y su manera de decirlas
provocaban en ella una vaga pero honda disconformidad. Pues se daba
cuenta de que Flory, al hablar de los indgenas, casi siempre se pona a favor
de ellos. Alababa continuamente las costumbres birmanas y el carcter de los
birmanos e incluso lleg a compararlos con ventaja con los ingleses. Esto la
138
sacaba de quicio. Los indgenas, al fin y al cabo, slo son indgenas, gente
pintoresca sin duda, pero sometida a los ingleses, un pueblo inferior con piel
negra o, por lo menos, muy obscura. La actitud de Flory le pareca
demasiado tolerante. Y es que Flory senta un gran deseo de que Elizabeth
quisiera a Birmania como l la quera y no la mirase con los ojos
indiferentes de una memsahib. Haba olvidado que la mayora de la gente
slo puede encontrarse a gusto en un pas extranjero cuando puede
despreciar a sus habitantes.
Pero sus cabezas son espantosas, aplastadas como las de los gatos... Y
esas frentes les hacen parecer tan perversos... Recuerdo haber ledo en una
revista algo sobre la forma de la cabeza. Decan que las personas que tienen
la frente como estos hombres son tipos criminales.
Verdad que son horribles; parecen animales. Cree usted que puede
haber algn hombre que las encuentre atractivas? Por lo pronto, sus
propios hombres.
Elizabeth haba llegado al Club unos minutos antes que Flory, y cuando
oy su voz en la puerta se asom a verlo Francis y Samuel haban
arrinconado a Flory como dos perros que quieren jugar. Francis era el que
ms hablaba. Era un hombre delgado y excitable y del color del tabaco. Su
madre era una hind del sur. Samuel, cuya madre era una karen, tena la piel
amarillenta y el pelo rojizo. Ambos iban vestidos con rados trajes de dril y
se cubran la cabeza con enormes topis bajo los cuales sus enclenques
cuerpos parecan tallos de unas setas.
Elizabeth no respondi. Miraba framente a los dos tipejos. Slo tena una
vaga idea de quines pudieran ser y le pareci de lo ms impertinente que se
dirigieran a ella.
No; los dos son eurasiticos, o sea, hijos de padres blancos y de madres
indgenas. Aqu les llamamos a estos mestizos vientres-amarillos.
Pero eso es horrible! Es dar muy mal ejemplo. Aunque slo sean medio
blancos, es casi como si a uno de nosotros le sucediera lo mismo. No podra
hacerse algo por esos dos? Por ejemplo, organizar una suscripcin para
mandarlos lejos de aqu o algo por el estilo.
Creo que eso no servira de mucho. A donde quiera que fuesen les
pasara lo mismo.
Lo dudo. Escuche usted; los eurasiticos, estos hombres que han crecido
en el bazar y no tienen educacin, estn perdidos desde el principio. Los
europeos no se acercan a ellos para nada y se les prohbe entrar en los
servicios del Estado. Tienen que vivir en una situacin intermedia muy
desagradable, a no ser que renuncien a toda pretensin ce ser europeos. Y
esto no lo harn nunca esos pobres diablos. El nico bien que poseen es su
gotita de sangre blanca. Ya ve usted que Francis nos ha hablado en seguida
del calor y de lo que sufre con el picor. Los indgenas, segn se creen los
blancos, no sufren del picores una tontera, desde luego, pero la gente lo
creey lo mismo en lo que respecta a la insolacin. Los dos llevan esos
enormes topis para recordarnos que tienen crneos europeos. Es una especie
de escudo nobiliario.
Responsables de su existencia?
Ah, claro; eso, desde luego; pero ustedes no tienen ninguna parte de
responsabilidad en este asunto. Quiero decir que slo un hombre muy
mezquino y de gustos perversos podra tener relacin con una mujer nativa.
Se trata alguien de aqu con ellos? Los invita algn blanco a su casa?
Por Dios, no. Son unos intocables. En realidad, est mal visto incluso
hablar con ellos. Sin embargo, la mayora de nosotros los saludamos al
cruzarnos con ellos Pero Ellis ni siquiera los saluda.
XI
cara griscea y achatada. Los grilletes que entorpecan sus pies, sonaban con
toda claridad. Pas una mujer con una cesta de pescado en la cabeza. Dos
buitres volaban sobre ella describiendo crculos, para caer de vez en cuando,
raudamente, sobre el pescado. La mujer los espantaba como si fueran
moscas. A poca distancia se oa una algaraba de voces. Flory le explic a
Elizabeth:
Est bien visto que los ingleses se paseen entre esa multitud? Est todo
tan horriblemente sucio!
Pues una salsa que hacen con langostas. Entierran el marisco y luego lo
sacan al cabo de varias semanas para hacer la salsa.
Es horrible, horrible!
Qu sucede?dijo Flory.
Era de Ma Hla May (o, mejor dicho, se la haban escrito y ella la haba
firmado con una cruz) y peda en ella cincuenta rupias de un modo
vagamente amenazador.
Hablas ingls? Dile a Ma Hla May que la ver luego para hablarle de
esto. Pero advirtele que si intenta hacerme un chantaje, no le dar ni un
cntimo ms. Comprendes?
S, seor.
S, seor.
A qu se refiere?
Digo que si estar bien visto que estemos sentados en casa de esta gente.
Los chinos son en este pas una raza privilegiada. Y son muy
demcratas. Es preferible tratarlos como iguales.
Li Yeik estaba inmvil frente a ellos fumando su pipa de dos pies de largo.
Observaba a los europeos para ver si les gustaba su t. La chica que estaba
detrs de la silla de Elizabeth dijo algo en birmano. Las dos se rieron. La que
estaba arrodillada en el suelo levant la vista y mir admirativamente a
Elizabeth. Luego se dirigi a Flory y le pregunt si la seorita inglesa
llevaba sostn.
154
Cunto siento que haya ocurrido esto! Li Yeik es un hombre tan bien
educado y tan buena persona... Se habr llevado un terrible disgusto al saber
156
que usted se ha ofendido. Habra sido mejor quedarse unos minutos ms. Por
lo menos, para darles las gracias por el t.
Era la primera vez que haban reido en serio. Flory se senta demasiado
desgraciado para preguntarse cul era el verdadero motivo de la ria. No se
daba cuenta de que su constante defensa de los orientales le pareca a
Elizabeth tina actitud perversa, casi rufianesca, un afn morboso por lo
repugnante. Ni siquiera despus de la visita a Li Yeik pudo comprender
Flory en su extraa ceguera amorosahasta qu punto odiaba la joven
todo lo oriental. Lo nico que saba era que, a cada intento por hacerle
compartir su vida, sus pensamientos y su sentido de la belleza, Elizabeth se
espantaba como un caballo.
Con lo cual hicieron las paces. La tonta y trivial observacin haba vuelto a
situarlos en la tranquilizadora atmsfera de una charla de club. Bast que
Flory dijese una tontera para que ella se encontrara a gusto. Flo, que los
segua, iba con la lengua fuera. Poco despus, como es natural en gente de
club, estaban hablando de perros. Los perros son un tema de conversacin
inagotable. Perros, perros!, se deca Flory mientras suban por la
recalentada pendiente y el sol le despellejaba los hombros a travs del fino
tejido de la ropa. Es que no iban a hablar ms que de perros? O bien,
cuando se agotaba provisionalmente el tema canino, de discos, raquetas de
tenis y caballos. Sin embargo, con qu facilidad y en qu tono tan amistoso
charlaban de estas tonteras!
XII
Ma Kin escuchaba ahora por primera vez el relato del otro asunto que
iba por debajo del ataque de U Po Kyin contra el doctor Veraswami. Aunque
despreciase la inteligencia de aquella mujer, U Po Kyin sola confiarle sus
159
Pero supn que los europeos no hacen caso de tus cartas annimas. Qu
hars, entonces?
Qu no harn caso? Ja, ja! Eso no debes temerlo. Creo que conozco
algo de la mentalidad europea. Debes saber, Kin-Kin, que si algo soy capaz
de hacer perfectamente es redactar cartas annimas.
annimas recibidas y otras dos que le haba pasado Westfield sujetas con un
espina de cactos.
No eran slo las cartas. Por todas partes se oan murmuraciones contra el
doctor. U Po Kyin saba muy bien que no bastaba con llamar traidor al
mdico; era adems necesario ataca su reputacin desde todos los ngulos
posibles. El doctor era acusado no slo de sedicin, sino tambin de intentos
de soborne violaciones, torturas, operaciones quirrgicas ilegales, operar
estando borracho perdido, envenenamientos, asesinatos por magia negra,
comer carne de buey, vender certificados de defuncin los asesinos, llevar
zapatos dentro de la pagoda y hacer proposiciones homosexuales al chico
que tocaba el tambor en la polica militar. Si se haca caso de lo que se
contaba de l, Veraswami resultaba una mezcla de Maquiavelo, Sweeny
Todd y c marqus de Sade. Al principio, Macgregor no haba hecho gran
caso de este cmulo de acusaciones. Estaba demasiado acostumbrado a esta
clase de cosas. Pero la ltima de las cartas annimas de U Po Kyin le haba
preocupado. Incluso para un maestro del gnero como U Po Kyin, aquella
carta era un gran acierto.
U Po Kyin haba atacado a. la vez a los otros europeos. Flory, cuya amistad
con el mdico era la fuente principal del prestigio de ste, se haba asustado
lo bastante para abandonarlo. En cuanto a Westfield, la cosa resultaba ya
ms difcil. Como jefe de la polica local, Westfield saba mucho de U Po
Kyin y estaba en condiciones de fastidiarle sus planes. Los policas y los
magistrados son enemigos naturales. Pero U Po Kyin supo volver a su favor
esta circunstancia. Haba acusado al doctor desde luego, con carta
annima de estar ligado con el pillo U Po Kyin, el sinvergenza que
162
S, y creo que esos aldeanos son idiotas. Qu piensan hacer con sus
dahs y lanzas contra los soldados hindes? stos los matarn como conejos.
163
No es posible!
Veo que slo eres feliz con la desgracia de los otros. Por qu todo lo
que haces perjudica a las dems personas? Piensa que el pobre doctor ser
despedido y que los aldeanos que no mueran en la refriega sern castigados.
Los azotarn con bambes o los encarcelarn para toda su vida. Es
166
Bueno, ojal puedas seguir riendo al final! Pero a m me dan asco estas
cosas.
Adems, Kin-Kin, hay otra cosa detrs de todo esto, algo que no te he
dicho a ti todava; ni por supuesto a nadie ms. Ni siquiera Ba Sein lo sabe.
Pero creo que ya es hora de decrtelo.
De qu se trata?
No. Qu es?
Entonces, qu es?
Qu?
enternecido que pareca a punto de llorar. Por fin, dijo en una voz casi
inaudible, como si le aplastara la grandeza de lo que estaba diciendo:
Y no sin razn, pues todo lo que l haba logrado en su vida resultaba una
insignificancia en comparacin con esta increble audacia. Es un inmenso
triunfo y lo era doblemente en Kyauktada que un funcionario nativo de
tercera categora se abriera paso hasta el Club Europeo. Ese templo remoto y
misterioso, el Club Europeo, es de un acceso ms difcil que el Nirvana. Po
Kyin, el desnudo golfillo de Mandalay, el empleado ladronzuelo y obscuro
funcionario, entrara en el sitio sagrado, les dira a los europeos Hola,
chicos, bebera whisky con soda y jugara al billar sobre un tapete verde!
Ma Kin, la pueblerina que haba visto por primera vez la luz a travs de las
rendijas de una choza de bamb techada con hojas de palmera, se sentara en
una silla alta y llevara medias de seda y zapatos con tacn alto hablando en
indostani con las' seoras inglesas sobre la ropita de los bebs y otros temas
que interesan a los europeos. Era una perspectiva como para marear a
cualquier nativo.
XIII
CUANDO Flory pas por delante de la verja del hospital, se cruzaron con
l cuatro harapientos cooles que llevaban a un muerto envuelto en sacos
para enterrarlo en una fosa de la selva. Flory cruz el patio entre los
pabellones del hospital. A lo largo de las verandas, en lechos sin sbanas,
yacan filas de indgenas de rostros grises. Todo aquel lugar tena un aspecto
asqueroso e infecto. Por mucho que el doctor Veraswami se esforzase por
tenerlo limpio, no haba nada que hacer por el exceso de polvo y la falta de
agua, la pereza de los barrenderos y de los mal preparados enfermeros.
campesinos exhalaban ajo por todos sus poros. A cada individuo que se
acercaba a la mesa, el mdico saltaba de su silla, le daba unos golpecitos en
la espalda, le pegaba su negra oreja al pecho, le lanzaba varias preguntas en
birmano popular, volva a sentarse con la rapidez de un autmata y escriba
una receta. Los pacientes cruzaban el patio para llevar las recetas al
farmacutico, que les entregaba unos frascos llenos de agua con diversas
substancias vegetales. El farmacutico se ganaba la vida bastante bien
gracias a la venta de estas medicinas, pues el Gobierno slo le pagaba
veinticinco rupias al mes. Sin embargo, el doctor no estaba enterado de esto.
Abandonad vuestras narices, todos los que aqu entris! Deban escribir
eso sobre el canal de Suez. Parece usted muy ocupado esta maana.
No.
No, no, amigo mo; no, no. El intento de disculpa de Flory disgustaba
de tal modo al doctor que cruz la veranda de un salto de un verdadero
salto , y lo cogi de un brazo No me explicar usted nada, le ruego que
no se refiera en absoluto a ese asunto. Comprendo perfectamente su actitud,
la comprendo y no se la reprocho en absoluto.
Por favor, seor Flory, por favor; le aseguro que si contina diciendo
esas cosas me har usted sentirme muy incmodo. Lo menos que puedo
hacer es comprender y justificar la posicin de usted.
Ya sabe, doctor, que nuestro lema es: En la India haz lo que hagan los
ingleses.
En fin, nunca sirve de mucho decir que lo lamenta uno, Pero lo que he
venido a asegurarle, doctor, es que no volver a suceder eso. En realidad...
Con el pulso muy dbil, seor Flory. Pero, de todos modos, no lo tiene
tan dbil como el mo. Me encuentro bastante apurado, querido amigo.
Diga, doctor.
Con gran sorpresa de Flory, hizo Veraswami un gesto de ira tan violento
que derram casi toda la cerveza del vaso. Coloc ste sobre la barandilla y
exclam con furiosa indignacin:
Siga, siga calificndole. Puede usted llamarle ese obsceno bal lleno de
porqueras, ese lobo de perversidades. Y qu ha hecho ahora?
Qu canalla! Quin podra pensar que ese grasiento animal era capaz
de semejante cosa? Pero cmo se las arregl usted para descubrir la trama?
176
Era feliz, muy feliz, porque se convenca de que las personas piadosas
llevaban razn al creer en la salvacin y en que la vida puede empezar de
nuevo. Llegado a la verja de su casa, Flory entr por el sendero del jardn y
pens que las flores, los criados, la casa y toda la vida que hasta haca tan
poco tiempo haba estado impregnada de aburrimiento y de aoranza, se
converta en algo totalmente distinto, en una vida nueva, significativa y de
una belleza inagotable. Qu estupendo sera poderla compartir con alguien!
Cunto se podra amar a este pas si no se sintiera uno tan solo! Nero estaba
por all cerca resistiendo el sol para comerse unos granos de paddy que se le
haban cado al mali cuando llevaba la comida a las cabras. Flo se lanz ja-
deante hacia l, y Nero, de un salto, se coloc en un hombro de Flory. ste
sigui hasta la casa llevando al gallito rojo en brazos. Le acariciaba el suave
plumaje y la cresta, que pareca de seda.
estaba muy derecha con las facciones contradas y los labios salientes, en un
caracterstico gesto de enfado.
Esto era cierto. Las cien rupias que le haba dado y lo que se haba gastado
en ropa haban agotado sus reservas. Ma Hla May estall en un estruendoso
llanto. Las lgrimas le embadurnaron la cara al mezclarse con la espesa capa
de polvos Antes de que Flory pudiera impedirlo, se le arroj a los pies y,
ponindose de rodillas, se dedic a hacer una serie de reverencias tocando el
suelo con la frente en una manifestacin de la ms baja humillacin.
Ma Hla May lloraba y gema, pues, al fin, slo era una criatura infantil.
Mir a Flory a travs de las lgrimas, angustiada, tratando de sorprender en
l alguna seal de misericordia. Luego,un espectculo horrible para Flory
se tendi cuan larga era, con la cara aplastada contra el suelo.
Haba conseguido por fin rodearle los tobillos con los brazos y empez a
besarle los zapatos. Flory, sin saber ya qu hacer, la miraba, con las manos
en los bolsillos. Flo entr en la habitacin y, acercndose a Ma Hla May,
olfate el longyi. Al reconocer el olor, movi la cola. Flory no poda soportar
todo aquello. Se inclin y cogiendo a Ma Hla May por los hombros la oblig
a ponerse de rodillas.
185
Ahora levntatele dijo. Me duele verte as. Har lo que pueda por ti.
No sirve de nada que llores.
Flory la tena abrazada para evitar que se tirase al suelo y casi la estaba
acariciando. Ella se apretaba contra Flory escondiendo el rostro en la camisa
de l mientras los sollozos le sacudan el cuerpo. A Flory le llegaba un
intenso perfume 9e sndalo. Quiz creyera Ma Hla May que hallndose
ahora en sus brazos y con su cuerpo pegado al de l, pudiese renovar la
atraccin de antes. Pero se fu separando suavemente de ella y luego,
tranquilo al ver que no se arrodillaba ms, se alej unos pasos.
Basta. Ahora tienes que irte. Y te voy a dar ahora mismo las cincuenta
rupias que te he prometido.
no lo haba sentido llegar con sus pies descalzos. El criado not que a su
amo le temblaban las rodillas y tosi ligeramente para llamar su atencin.
Qu ocurre?
XIV
Este viejo los condujo a su casa andando del modo ms extrao, como una
L al revs. Era el resultado del reumatismo combinado con las constantes
reverencias que debe hacer todo indgena funcionario menor del Gobierno.
Una multitud de nios correteaba detrs de los europeos y cada vez se
acumulaban ms perros que ladraban sin cesar. Flo, asustada, no se separaba
de las piernas de su amo. A las puertas de cada choza se agolpaban las
indgenas, con sus caras de luna, para contemplar estupefactas a la
ingaleikma. La aldea estaba obscura bajo el denso follaje que la cubra. En la
poca de las lluvias, la crecida del ro converta la parte baja del poblado en
una primitiva Venecia de madera en la que se iba de una casa a otra en
canoa.
190
El cacique viva en una casa un poco mayor que las dems, con techo de
hierro acanalado que era el orgullo de aquel hombre a pesar del ruido
insoportable que haca con la lluvia. Para ello haba tenido que renunciar a la
construccin de una pagoda, con lo que disminuyeron notablemente sus
posibilidades de gozar del Nirvana. Subi los escalones y di unos
golpecitos en las costillas a un joven que dorma tumbado en el suelo de la
veranda. Luego se volvi e hizo nuevas reverencias a los europeos,
rogndoles que entraran.
tambin a aceptar el t con leche sin hervir. Sin embargo, tena mucha sed y
le pidi a Flory que mandase a buscar una de las botellas de soda que Ko
S'la haba trado. Ante esto, el cacique se retir sintindose culpable. Por lo
visto, sus preparativos haban sido insuficientes. As, dej solos a los
europeos en la veranda.
Por qu?
mismo sitio para beber. Por ejemplo, un tigre puede recorrer centenares de
millas si le conviene. Y como tienen comida abundante, no necesitan
quedarse en determinado lugar si notan algo sospechoso. Al principio,
siendo yo todava un muchacho, me pasaba muchas noches junto a apestosas
vacas muertas esperando la llegada de los tigres, pero nunca venan.
seco y activo de pelo gris. Se detuvieron ante la casa del cacique y uno de
ellos lanz un ronco alarido, en respuesta al cual se present el dueo de la
casa para explicarles a los blancos que aqullos eran los batidores. Estaban
dispuestos para la marcha si la joven thakinma no tena demasiado calor.
El cazador volvi y con voz cascada explic que tenan que batir una
arboleda situada a la derecha antes de dirigirse hacia la selva propiamente
dicha. Por lo visto los Nats lo haban aconsejado. El cazador les indic a
Flory y a Elizabeth dnde deban esperar. Les seal el sitio apuntando con
el dah. Los seis batidores desaparecieron entre los matorrales. Flory y Eli-
zabeth se guarecieron bajo unos arbustos mientras Ko S'la se sentaba debajo
de otro a cierta distancia, sujetando a Flo por el collar y tranquilizndola
para que no ladrase. Flory dejaba siempre a Ko S'la a cierta distancia en las
caceras porque le irritaba su manera de chasquear la lengua cada vez que
fallaba un tiro. Empezaron a orse unos ruidos lejanos. Los hombres se
abran camino con sus machetes y lanzaban extraos gritos. Haba empezado
la batida. Elizabeth empez a temblar tan incontrolablemente que no poda
mantener quieto el fusil. Un ave maravillosa, con alas grises y el cuerpo de
un rojo deslumbrante, sali de entre los rboles y vol hacia ellos. Los
ruidos de ramas cortadas y los gritos se acercaban. Uno de los matorrales del
borde de la selva se agit violentamente. Algn animal voluminoso se estaba
acercando. Elizabeth intent apuntar con el fusil, pero slo era uno de los
hombres, que apareci agitando el dah. Al ver que haba salido al espacio
libre, les grit a sus compaeros para que se unieran a l.
Qu ha ocurrido?
Un ave de gran tamao que volaba mucho ms lentamente que las otras,
pasaba sobre ellos. Elizabeth, despus del fracaso anterior, no intent
disparar. Vi cmo lo haca Flory. El palomo plane con un ala rota. Flo y
Ko S'la acudieron excitados. La perra trajo en la boca el gran palomo
imperial y Ko S'la sac de su bolsa las dos palomas verdes.
Mire las plumas del pecho; parecen joyas. Es un crimen matarlas. Los
birmanos dicen que les repugna matarlas. Y, en efecto, no s de ninguno que
haya matado a un pjaro de estos.
Sin embargo, en las dos batidas siguientes Elizabeth no pudo matar nada.
Haba aprendido a no disparar a la vez los dos caones, pero se excitaba
demasiado para poder apuntar bien. Flory bati varias palomas y un pequeo
palomo de alas moteadas. Las aves mayores de la selva eran demasiado
listas para dejarse ver, aunque se las oa por todas partes. La partida de caza
se haba internado ya en la selva. La luz era gris con cegadoras manchas de
sol de vez en cuando. A donde quiera que se mirara se encontraba la barrera
de las mltiples hileras de rboles, los altos matorrales y las abundantes
lianas. Todo ello era tan denso, extendindose por espacio de muchos
kilmetros, que la vista se senta oprimida. Algunas de las lianas eran como
serpientes. Flory y Elizabeth suban con dificultad los estrechos senderos de
caza y bajaban las resbaladizas pendientes. Las espinas les rasgaban los
vestidos. Ambos llevaban la camisa empapada de sudor. Haca un calor
asfixiante y un olor mareante de hojarasca aplastada. A veces, las invisibles
197
Si quiere usted podemos probar, pero le advierto que son muy astutos.
Iremos a lo largo del seto hasta cerca de donde est. Pero no debemos hacer
ningn ruido.
Mand por delante a Ko S'la y los batidores mientras ellos dos avanzaban
agachados a lo largo del seto. Tenan que ir doblados. Elizabeth iba delante.
El sudor caliente le goteaba por la cara hacindole cosquillas en el labio
superior. Sinti que Flory le tocaba el taln por detrs. El corazn le lata
violentamente. Ambos se pusieron derechos y miraron por el seto a la vez.
Buen tiro!repiti Flory tan excitado como ella nunca he visto a nadie
matar a un pjaro en pleno vuelo el primer da. Dispar usted como un
relmpago. Ha sido maravilloso.!
Estaban arrodillados el uno enfrente del otro con el gallo muerto en medio.
Con un sobresalto descubrieron ambos que tenan las manos la derecha
de l y la izquierda de ella fuertemente entrelazadas. Haban venido
corriendo con las manos cogidas sin darse cuenta.
Los dos tenan la sensacin de que deba ocurrir algo importante. Flory le
cogi la otra mano, que Elisabeth le cedi gustosa. Permanecieron durante
unos segundos arrodillados y con las manos cogidas. El sol les daba de lleno
y sus cuerpos emanaban calor por todas partes; parecan estar flotando entre
nubes de calor y alegra.
Flory la cogi por los hombros iniciando un abrazo, pero de pronto volvi
la cabeza y se levant tirando a la vez de ella. La solt. Haba recordado la
mancha de su mejilla y no se haba atrevido a abrazarla all en plena luz.
Para ocultar su turbacin, se inclin y recogi el gallo cobrado.
Qu sucede?dijo Elizabeth.
No s. Deben de haber visto algn animal. Por la cara que traen ser
algo bueno.
Escuche; parece que tenemos suerte. Esta vieja pasaba por la selva y
dice que al sonar el disparo que hizo usted hace poco vi que un leopardo
cruzaba la senda de un salto. Estos hombres saben dnde debe de estar
escondido. Si acudimos rpidamente, podremos rodearlo antes de que se
escape y sacarlo del escondite. Quiere usted que lo intentemos?
Dios mo, que venga el leopardo! Por favor, Dios mo, haz que venga
el leopardo!
apenas el suelo con los pies. En aquel momento, la cabeza y los hombros del
leopardo surgieron por entre la hierba a unos quince metros sendero abajo.
La fiera se detuvo con las patas delanteras sobre el sendero y el resto del
cuerpo oculto entre la alta hierba. Pudieron ver su cabeza achatada y su
gruesa y terrible pata. A la sombra, no pareca amarillo, sino gris. Estaba
escuchando con toda atencin. Elizabeth vi que Flory se pona de pie de
un salto, se echaba el arma a la cara y disparaba instantneamente. El tiro
repercuti en las bvedas de la selva y casi simultneamente cav la fiera al
suelo.
Los dos birmanos gritaban: Dispara, dispara, dispara!, y este grito cada
vez sonaba ms lejos porque los dos muchachos corran en busca del primer
rbol donde poder subirse. El arbusto junto al cual estaba Elizabeth se
movi.
204
Dios mo, est casi encima de nosotros! exclam Flory . Hay que
espantarlo con el ruido.
Los dos birmanos bajaron del rbol y se acercaron, con Elizabeth, a donde
estaba Flory. El leopardoera un machoyaca encogido, con la cabeza
entre las patas. Pareca mucho ms pequeo que vivo. Tena un aspecto
inofensivo digno de compasin, como si fuera un gato muerto. A Elizbeth
le temblaban todava las rodillas. Flory y ella miraban juntos al leopardo,
pero esta vez no tenan las manos cogidas.
205
cumpliendo una pena de siete aos, de modo que ha tenido tiempo de sobra
para aprender el oficio.
En el poblado, Flory pag a los batidores ocho annas a cada uno, dirigi la
operacin de quitarle la piel al leopardo y le regal al cacique una botella de
cerveza y dos de los palomos imperiales. La piel y la cabeza del leopardo
fueron empaquetadas y colocadas en una de las canoas. A pesar de los
esfuerzos de Ko S'la por conservar las patillas, no qued ninguna. Los chicos
de la aldea las robaron. Algunos muchachos indgenas se llevaron los restos
para comerse el corazn y otras vsceras, con lo cual crean convertirse en
seres tan fuertes y veloces como el leopardo.
XV
Desde que se haba separado de Flory, tuvo Elizabeth una aventura muy
desagradable. Acababa de salir del bao y empezaba a vestirse para cenar,
cuando su to se present de pronto en su cuarto con el pretexto de que le
contara cosas de la caceray empez a pellizcarle una pierna de un modo
que slo poda ser interpretado en el peor sentido. Elizabeth se horroriz.
ste era su primer contacto con el hecho de que hay hombres capaces de
hacerles el amor a sus sobrinas. Vivir para ver! El seor Lackersteen haba
intentado echar la cosa a broma, pero era demasiado torpe y estaba
demasiado borracho para lograrlo. Por fortuna, su esposa no estaba por all
cerca. Si no, el escndalo habra sido maysculo.
Por tanto, haba algo que estaba ahora mucho ms claro para ella: si Flory
le peda que se casara con l (y se lo pedira sin duda alguna), le dira que s.
En cualquier otra ocasin, lo ms seguro es que su decisin hubiera sido
muy diferente. Pero esa tarde, hallndose an bajo el hechizo de la gloriosa,
excitante y adorable aventura, haba llegado casi a enamorarse de Flory; es
208
Elizabeth miraba las ramas del frangipani transmutadas por la luna en tiras
de plata. La luz pareca algo slido y palpable envolvindolo todo como con
una capa de sal deslumbrante, y cada hoja soportaba una carga de luz slida,
como nieve. Incluso Elizabeth, tan indiferente para esas cosas, estaba
asombrada.
S, la vieja luna se porta bien en este pas. Cmo apesta ese rbol,
verdad? Estos rboles tropicales que florecen todo el ao me molestan; y a
ti?
Hablaba de cosas abstractas para dar tiempo a que los cooles se perdieran
de vista. En cuanto desaparecieron rode a Elizabeth con un brazo y, al ver
que no protestaba, la volvi contra l y la estrech. Tena la cabeza de la
joven contra su pecho y el cabello corto le rozaba los labios. Ponindole una
mano bajo la barbilla, le levant la cara. No llevaba las gafas.
No te molesta?
No.
210
Lo tienes precioso.
Elizabeth!
De pronto, el suelo qued inmvil y Flory se sent atontado, pero sin haber
sufrido gran dao. Not que Elizabeth gateaba a su lado y oy unos gritos
procedentes del Club. Del otro lado de la verja pasaron dos birmanos
corriendo a la luz de la luna. Sus largas cabelleras les flotaban por detrs
mientras chillaban
Flory los mir sin comprender. Quin era Nga Yin? Nga es el prefijo que
se antepone a los criminales. Nga Yin deba de ser un dacoit, un bandido.
Por qu haba de estar sacudindose? Entonces record que se trataba de un
gigante al que los birmanos suponen enterrado bajo la costra de la tierra.
Claro, era un terremoto
215
El hombre tena grandes deseos de hablar y esto les ocurra a todos. Una
extraordinaria 'alegra de vivir se haba apoderado de todos ellos en cuanto
se les afirmaron las piernas. Un terremoto puede resultar muy divertido
cuando ha pasado. Causa gran alegra pensar que no est usted muerto bajo
un montn de ruinas.
XVI
blanco. Algunos criados indgenas le seguan con otros ponies a los que
llevaban por la brida. Cuando el jinete lleg al nivel de Flory, se detuvo ste
en el camino y le grit los buenos das. No lo conoca, pero en los puestos
coloniales tan alejados como aqul hasta los ingleses son capaces de
saludarse y conocerse.
Por ahora, en el bungalow dak (casa del relevo de postas). Se alojaba all
un miserable negro de stos, un funcionario indgena recaudador de
impuestos o algo as. Lo puse en la calle en un instante. ste es un agujero
219
Slo un mes o dos, gracias a Dios. Hasta que lleguen las lluvias. Qu
asqueroso maidan tienen ustedes aqu! Si no cortan la hierba seca, no hay
manera de jugar al polo.
Despus hubo una pausa. Los altos y barbudos sikhs formaban un grupo,
con sus caballos, y miraban a Flory sin ninguna simpata. Estaba
perfectamente claro que a Verrall le aburra aquella conversacin y deseaba
marcharse. Flory no se haba sentido nunca tan de ms como en aquella
ocasin, ni tan viejo y mal vestido. Not que el pony de Verrall era una
yegua rabe muy hermosa con una cola arqueada y un cuello orgulloso.
Aquel animal, de una blancura de leche, vala varios millares de rupias.
Verrall haba vuelto ya bridas. Sin duda crea haber hablado ya de sobra para
una sola maana.
Verrall realiz dos veces ms este juego sin fallar ninguna. Lo haca con
incomparable gracia y extraordinaria solemnidad. Todo el grupo de hombres
Flory y los hindeshaban concentrado su atencin en el espectculo
como si se tratara de un ritual religioso. Flory segua mirando, aunque el
forastero no le hiciera ningn caso (la cara de Verrall era una de las que
parecen especialmente construidas para ignorar a los desconocidos
indeseables). Pero el mismo hecho de haber sido despreciado lo clavaba all.
Verrall le haba producido una horrible sensacin de inferioridad. Pensaba en
algn pretexto para reanudar la conversacin, cuando mir a la colina y vi
que Elizabeth sala, vestida de azul plido, de la casa de su to. Deba de
haber visto el tercer triunfo de Verrall. Flory sinti que se le agitaba el
corazn. Se le ocurri uno de esos pensamientos que acaban mal. Llam a
Verrall, que estaba a unos metros de l, y seal con su bastn.
Verrall lo mir por encima del hombro con un gesto de fastidio. Crea que
Flory se haba marchado ya.
Cmo?
Digo que si tambin sirven esos dos ponies para este juego.
Muy bien dijo Verrall de mal humor Pero tenga cuidado con el
freno, no le vaya usted a cortar la boca.
Chalo dijo Flory al hind y hundi las rodillas en los costados del
caballo.
222
Pero ella continu sin pronunciar ni una palabra, sin hacerle la menor
seal, sin volver ms la cabeza. Andaba rpidamente por el camino y Flory
oa el firme pisar de sus tacones.
Con estas palabras sacudi las bridas y se alej dando el incidente por
terminado. Los sepoys lo siguieron sin despedirse de Flory. Cuando ste
lleg a la verja de su casa volvi la cabeza y vi que el pony castao haba
sido ya capturado y le haban puesto bien la silla. Verrall lo mont y reanud
su deporte.
224
Estos juegos prosigui Ko S'la estn muy bien para el joven oficial
de polica, pero usted ya no es joven, thakin. A su edad hace mucho dao
una cada. Deba usted cuidarse ms.
Ma Pu y Ma Yi, que por entonces estaban en paz, llevaron una vasija con
un horrible ungento que, segn ellas, era bueno para las cortaduras. Flory le
dijo a Ko S'la que lo tirase por la ventana y que lo sustituyera por una untura
de cido brico. Luego, mientras tomaba un bao tibio y Ko S'la lo curaba,
fu repasando con cabeza ms clara, aunque con creciente angustia, lo que
haba sucedido. Evidentemente, haba ofendido a Elizabeth de un modo muy
serio. Pero, no habindola visto desde la noche anterior, en qu poda
haberla ofendido? No haba ninguna respuesta plausible a este enigma. Le
explic a Ko S'la varias veces que su cada no se deba a impericia por su
parte, sino al descuido de los sepoys, que no haban asegurado la silla. Pero
Ko S'la, aunque procuraba consolarlo, no lo crea. Flory comprendi que,
hasta el final de sus das, la cada sera atribuda a que no saba montar a
caballo. Por otra parte, quince das antes haba ganado una merecida fama
por haber puesto en fuga a un inofensivo bfalo. En cierto modo, el destino
quita con una mano lo que da con otra.
XVII
horrible que no se atreva a dejarse ver a la luz del da. Cuando entr en el
Club se tap con una mano la mancha con el pretexto de que le haba picado
un mosquito en la frente. No habra sido capaz de presentarse con la cara
descubierta. Sin embargo, Elizabeth no estaba all.
Por eso le repugnaba tener que or otra vez las mismas monsergas. Harto
ya, cort en seco a Westfield, gritndole Cllate ya; estoy hasta la
coronilla de estas tonteras. Veraswami es una excelente persona, mucho
mejor que la mayora de los blancos que conozco. Por eso voy a proponer su
candidatura para el Club en la asamblea general. Es posible que sanee un
poco esta repugnante casa.
De qu se trata?
; Por favor, Elizabeth, por favor! Debes comprender lo que significa para
m que de pronto me trates como a un desconocido. Despus de todo, anoche
mismo...
Terminar qu? No hay nada que pueda terminar entre nosotros dijo
Elizabeth con frialdad.
Eso no es propio de ti, Elizabeth; est muy mal hacer como que no se
conoce a un hombre con, el que se ha sido tan amable y luego no dejarle ni
siquiera que pregunte por qu se le trata as. Debas ser ms justa conmigo.
Por favor, dime qu te he hecho.
Ella le mir con resentimiento, no por lo que hubiera hecho, sino por
haberla obligado a hablar de ello. Pero estaba impaciente por terminar la
escena, y le dijo:
Sigue, sigue.
Me han dicho que tienes en casa una mujer birmana como amiga tuya. Y
ahora; me haces el favor de dejarme pasar?
Supongo que sabes, querida Elizabeth, que Flory vive con una mujer
birmana.
Esta mortfera carga tard un poco en estallar. Elizabeth era an tan ajena a
las costumbres del pas que aquellas palabras no le hicieron al principio
ninguna impresin. Era como si le hubieran dicho que Flory tena en casa un
len.
Durante un buen rato permaneci Flory a la orilla del ro. La luna estaba ya
alta y se reflejaba en el agua. La frescura de aquel lugar le calm un poco.
No tena ya nimos para seguir irritado. Se haba dado cuenta de que se
mereca lo que le pasaba. Le pareci como si una interminable procesin de
mujeres birmanas, un regimiento de fantasmas, desfilara frente a l a la luz
de la luna. Cielos, qu cantidad de ellas! Un millar; no tanto, no, pero,
desde luego, un buen centenar. Los fantasmas no tenan caras; slo discos
sin facciones. Record un longyi azul de una y un par de pendientes de otra,
233
pero ningn nombre ni cara alguna. Los dioses son justos y convierten a
nuestros agradables vicios (agradables?) en instrumentos para perdernos.
Flory se senta emporcado sin remedio y vea como justo castigo lo que le
estaba sucediendo.
Con gran alarma de Flory, la mujer gritaba cada vez ms fuerte pikesan
pay4W' y otras frases semejantes. Pareca histrica. Su voz resonaba en el
silencio de la noche de tal modo que Flory se aterr.
Hija de...!le dijo Flory avanzando hacia ella. Ma Hla May se apart
y, quitndose un zapato, le amenaz.
A m no me cuentes mentiras.
Dmela.
Al llegar otra vez ante la verja de su casa volvi la vista. La birmana estaba
parada al pie de la colina como una estatuilla gris a la luz de la luna. Se
haba quedado all observndolo como un perro que vigila los movimientos
sospechosos de un desconocido y que no se tranquiliza hasta perderlo de
236
XVIII
Lo creo, lo creo. Siempre he pensado que ese hombre tena unas ideas
muy raras.
Sin embargo, no eran los nicos a quienes Verrall despreciaba. Para hacer
la lista detallada de todos sus desprecios se necesitara mucho tiempo.
240
Eran los suyos unos ojos desconcertantes, de color azul plido y un poco
protuberantes, pero ce una claridad que llamaba la atencin. Pareca pesarle
a uno en una balanza con la mirada. Si se trataba de un hombre bienes
decir, un oficial de caballera o un jugador de polo, la mirada de Verrall
aprobaba y era capaz de tratar a aquella persona con cierto respeto, pero si
era otro tipo de persona, la despreciaba tan olmpicamente que no hubiera
podido ocultarlo por ms esfuerzos que hubiera hecho. Ni siquiera supona
para l una diferencia que el individuo fuera rico o pobre, pues en el sentido
social Verrall no era ms que un snob corriente. Claro que, como a todos los
hijos de familia ricos, le molestaba la pobreza y crea que los pobres lo son
porque prefieren vivir mal. Pero, por otra parte, despreciaba la vida tran-
241
Pas una semana entera. Elizabeth no haba conseguido trabar amistad con
Verrall. Era el suplicio de Tntalo. Todos los das, maana y tarde, su ta y
ella iban y venan al Club slo por pasar a lo largo del maidan donde estaba
siempre Verrall jugando al polo l solo gracias a las pelotas que le tiraban los
sepoys. No les haca ningn caso a las las mujeres, para las cuales era un
martirio estar tan cerca de l y, a la vez, tan lejos. Lo peor era que ninguna
de las dos crea decente hablar entre ellas de este asunto. Una tarde, la pelota
242
S?
No creo que pueda. Lleva ya cerca de un mes sin aparecer por all. La
empresa se pondra furiosa si se enterase. Y lo terrible es que nosotras dos
tendremos que marcharnos con l. Qu fastidio! Slo con pensar en los
mosquitos me pongo a morir.
Buenos das, seor Verrall le dijo la seora Lackersteen con una voz
chillona, de falsete, desde unos quince metros de distancia.
Hace varios das que estoy pensando ir, pero he estado ocupadsimo
instalando a mis hombres. Lo siento aadi, y en l era una novedad que
se disculpara, nero haba decidido que aquella muchacha mereca la pena
Siento mucho no haber contestado su amable carta.
No haba ms que decir y las dos mujeres se dirigieron hacia el Club. Pero
apenas permanecieron en l cinco minutos. Tenan las piernas araadas y
deban cambiarse en seguida de medias.
Seor, seor!
Cmo?
Qu ?
Qu? repiti.
S.
Vaya, vaya, tenemos una tarde terpsicrea! exclam con tina voz que
quera ser alegre, pero en la que se notaba el desencanto.
Slo haba montado a caballo una docena de veces en total cuando tena
diecisis aos, pero, qu importaba! ; ya se las arreglara. Hubiera sido
capaz de montar un tigre con tal de que Verrall la acompaase.
Es verdad.
251
XIX
Elizabeth y Verrall paseaban a caballo casi todas las tardes. Por supuesto,
el polo de la maana era sagrado para Verrall,
pero haba decidido sacrificar las tardes a Elizabeth. Como es lgico, sta
se entusiasm tanto con la equitacin como se haba entusiasmado antes con
la caza; incluso tuvo la desfachatez de decirle a Verrall que en Inglaterra
haba cazado muchsimo. l comprendi que estaba mintiendo, pero eso no
le importaba en absoluto. Se contentaba con que montase lo bastante bien
para no serle un estorbo.
Solan cabalgar por el camino de la selva siguiendo luego por una estrecha
senda de bueyes donde el polvo era fino y los caballos podan galopar. Haca
un calor. mortal en la polvorienta selva y siempre se estaban oyendo truenos
lejanos que jams se convertan en lluvia. Elizabeth montaba el pony bayo y
Verrall el blanco. De regreso a casa iban muy juntos, tan cerca que se
rozaban sus piernas y charlaban. Verrall era capaz de renunciar durante
algn tiempo a su hosco mutismo y hablar de un modo simptico. Esto haca
ahora con Elizabeth.
Belinda era la yegua rabe. Verrall la tena desde haca dos aos, y hasta
entonces no le haba permitido a nadie que la montara. Era el mayor favor
que l poda conceder. Y Elizabeth agradeci con toda su alma esta prueba
de estimacin y confianza.
Paseando solo por la selva y abrindose paso dificultosamente por entre las
lianas a machetazos, senta en sus miembros una pesadez de plomo.
partirse los nudillos. Tena que volver a Kyauktada. Era una locura, bien lo
comprenda l, pues apenas haban pasado quince das desde la escena que
tuvieron en el Club y su nica probabilidad era darle tiempo a la joven para
que olvidara lo ocurrido. Sin embargo, no tena ms remedio que regresar.
No poda permanecer ms tiempo en aquel mortfero lugar, solo con sus
pensamientos en el interminable mar de hojas.
Oh, doctor!
La piel estaba hecha una lstima. La haban dejado tiesa como el cartn,
con el cuero resquebrajado, descolorida e incluso rasgada a pedazos.
Adems, apestaba horriblemente.
Pero, doctor, qu han hecho con esto? Cmo demonios han podido
dejarla as?
Nag Schwe O ?
-Maldita sea!
Creo que Elizabeth no podr verle ahora. Se est vistiendo para montar a
caballo. No sera mejor que le dejase usted una nota ?
Cunto tiempo sin verle a usted por aqu 1 Le hemos echado tanto de
menos en el Club...
Lo deca todo con un tono brillante y falso, como suelen hacerlo las
mujeres cuando se creen obligadas a cumplir un deber. Flory estaba aterrado.
Ni siquiera se atreva a mirarla a la cara. Ella le acerc una caja de
cigarrillos y le ofreci uno, pero l lo rechaz. Le temblaba demasiado la
mano para cogerlo.
Pasaron unos minutos hablando del tiempo. Flory no saba qu hacer. Todo
lo que se haba prometido a s mismo decir, todas aquellas explicaciones y
splicas se le haban helado er_ la garganta. Eres un insensato pens.
Qu ests haciendo? Para esto has venido desde tan lejos? No seas
cobarde y dselo todo. Cgela en tus brazos; oblgala a escucharte, maltrtala
si es preciso..., cualquier cosa antes que dejarla que te zarandee con esta
estpida charla. Pero era inevitable. Lo nico que poda decir eran
trivialidades. Cmo iba a defenderse ni a convencerla de nada, si chocaba
con aquella actitud tan mundana y brillante de la joven, que lo reduca todo a
una charla sobre el tiempo y le obligaba a callarse lo esencial? Dnde
aprendern esta odiosa superficialidad que las defiende como un muro
inexpugnable? La carroa que haba dejado sobre la mesa le avergonzaba
ms a cada momento. Y all estaba, casi sin voz, fesimo con la cara
amarillenta y arrugada despus de una noche sin dormir y con la mancha an
ms visible en la mejilla.
No querra usted salir conmigo algn da? A pasear, a cazar o algo as?
Tengo tan poco tiempo ahora!... Todas las tardes las tengo
ocupadsimas. Ahora he de ir a pasear a caballo. Con el seor Verrall
aadi.
Quizs aadiera esa noticia para herirle. Era la primera vez que Flory oa
hablar de su amistad con el militar y no pudo evitar un tono de envidia en su
voz al decir:
Era lo primero que haba dicho en serio y slo consigui ofenderla. Sin
embargo, Elizabeth le respondi con la misma alegre indiferencia que antes,
como si la observacin de Flory hubiera sido un chiste, y lo acompa hasta
la puerta. La seora Lackersteen volvi a la sala, olfate el aire extraada e
inmediatamente que descubri la piel de leopardo llam a los criados para
que la sacaran y la quemasen.
Flory se detuvo un poco junto a la verja del jardn con el pretexto de darles
de comer a las palomas. Le dola en el alma ver a Elizabeth y Verrall
marchar juntos a caballo. Qu cruelmente, con cunta vulgaridad se haba
portado Elizabeth con l! Lo ms horrible en estos casos es cuando no hay ni
siquiera la honradez de pelearse de un modo definitivo. Verrall lleg a casa
de los Lackersteen montado en su pony blanco y acompaado por un syce
(mozo de cuadra) que montaba el caballito castao: Al cabo de un rato
261
Quin eres?
El book-wallah, sahib.
No, sahib deca en esos casos, plaidero, no. Este libro (y le daba
vueltas con desaprobacin en sus manazas morenas), este libro con pastas
negras y letras doradas no puedo comprarlo. No s por qu, pero todos los
sahibs me ofrecen este libro y nadie me lo toma. Qu podr haber en este
libro negro? Seguramente algo muy malo.
Dekko!grit el mali.
Los dos ponies salan de la selva, pero sin jinetes. Trotaban colina abajo
con ese aire culpableun poco de colegial que hace novillos, escapados
de su amo, con los estribos balancendose contra sus vientres.
que tena caliente el bao. Flory estaba' tumbado en una de las sillas
plegables con la chaqueta quitada y la camisa abierta.
Cmo! Otra vez? Cre que haba dejado la bebida. Supongo que
habr sido por culpa de esa maldita mujer. Ahora debemos llevarlo con
mucho cuidado a la cama. Cgelo t por las piernas y yo lo llevar por los
hombros. As. Ahora! Llevaron a Flory a la otra habitacin y lo dejaron
suavemente sobre la cama.
XX
El estilo epistolar del mdico era muy raro. Su sintaxis era deficiente y lo
pona todo con maysculas, abusando tambin del subrayado. Su carta
ocupaba, con letra menuda, ocho carillas.
cincuenta sepoys armados con rifles, aparte de la polica militar que haba
trado el teniente Verrall. Pero cuando llegaron todo haba terminado, y U Po
Kyin, sentado bajo un gran rbol de teca, en el centro de la aldea,
sermoneaba al pueblo dndose gran importancia. Los pobres aldeanos le
hacan reverencias tocando el 'suelo con las frentes y jurando que siempre
seran leales al Gobirno. De modo que la rebelin haba terminado por
completo. Aquel saiatnque no es ms que un artista de circoy el
amiguito de U Po Kyin, que haban lanzado la semilla, se escaparon y no
habr manera de saber dnde se encuentran, pero han sido detenidos seis
rebeldes. As ha terminado todo.
Amigo mo, confo en que usted comprenda los efectos desastrosos que
todo esto har caer sobre m. Se dar usted cuenta, espero, de la repercusin
que ello tendr en la lucha entre U Po Kyin y yo y cunto va a fortalecer la
posicin de ese bandido. Lo ocurrido representa el triunfo del cocodrilo. U
Po Kyin es ahora el hroe del distrito. Se ha convertido en el nio mimado
de los europeos. Me han dicho que incluso el seor Ellis ha elogiado su
conducta. Lo ms grave es que ahora, seguro de su posicin, el cocodrilo
est diciendo por ah que no haba siete rebeldes, sino doscientos, y que l
los contuvo revlver en mano... l, que lo dirigi todo desde una
266
Item, seis escopetas fabricadas en casa con caones de cinc (de unas
tuberas robadas en el ferrocarril). stas podan disparar en cierto modo
metiendo una ua por un agujero y dando a la vez un golpe con una piedra.
La pobre rebelin haba terminado tan por completo, que los europeos se
consideraron seguros para bastante tiempo y Maxwell regres a su
campamento sin ninguna escolta. rlory pensaba quedarse en el campamento
hasta que llegasen las lluvias o por lo menos hasta la asamblea general del
Club. Haba prometido asistir a sta para proponer la eleccin del doctor,
aunque ahora, con sus propias penas martirizndole noche y da, todo aquel
asunto de la intriga entre U Po Kyin y el mdico le pareca un fastidio.
Durante todo este tiempo, y sin que nadie se enterase, se preparaba otra
sedicin. Por lo visto, el santn (que ahora estaba muy lejos vendindoles la
272
XXI
OH viento del Oeste, cundo soplars para que lleguen las lluvias? Era el
da primero de junio, la fecha fijada para la asamblea general, y aun no haba
cado ni una gota de agua. Cuando Flory suba por el sendero del Club, el sol
de la tarde, metindose por debajo del ala de su sombrero, le quemaba el
cuello. El jardinero tropezaba en las piedras del camino, corrindole el sudor
a chorros y llevando dos latas de kerosen llenas de agua en un palo cruzado
en un hombro. Al cruzarse con Flory se detuvo, dejando las latas en el suelo,
con lo que se derram un poco de agua sobre sus obscuros pies e hizo una
reverencia al blanco.
Kyauktada estaba cercada casi por completo por unas cadenas montaosas
donde se quedaban las primeras lluvias, por lo cual no llova all algunos
aos hasta fines de junio. La tierra de los arriates estaba tan seca y gris como
273
Y t tambin.
Pues todos, segn creo. Lackersteen ha vuelto del campamento hace tres
das. Chico, cmo se ha divertido ese hombre sin su dama 1 Mi inspector
me cont sus aventuras. Ha tenido montones de fulanas; las ha importado de
aqu mismo. Ya las pagar todas juntas cuando su vieja vea la cuenta del
Club. Le han mandado once botellas de whisky en quince das.
Ninguno quera aguantar esa pesadez, pero Macgregor, que disfrutaba con
las tareas burocrticas, se dedic a leer concienzudamente las cuentas. Flory
dejaba vagar sus pensamientos. Qu escndalo iba a producirse dentro de
unos momentos! Se pondran furiosos cuando supieran que l defenda a
Veraswami como candidato. Y Elizabeth estaba en la habitacin vecina.
Ojal no se enterase de la discusin que iba a producirse) Lo despreciara
aun ms al ver que todos lo atacaban. Podra verla esta tarde? Le hablara
ella como antes? Mir por la ventana abierta hacia el deslumbrante ro. A la
orilla de all un grupo de hombres esperaba junto a un sampan. En el canal,
en la orilla de ac, una enorme balsa hind se mova con desesperante len-
titud contra la corriente. Despus de cada golpe de remo, los diez remeros
andaban unos pasos y hundan en el agua sus largos y primitivos remos con
palas en forma de corazn. Acumulaban fuerzas en sus dbiles cuerpos y
luego, retorcindose, tiraban del remo hacia atrs como muecos deformes
de goma negra y as la balsa adelantaba tres o cuatro metros. Luego los
remeros, jadeantes, volvan a avanzar unos pasos para hundir de nuevo sus
remos en el agua antes de que la corriente hiciera retroceder la balsa.
Qu estupidez!
Claro que hemos hablado y que hemos gritado. Y todos dijimos lo que
nos pareca. Porque yo...
distinto que los burcratas que deciden en Londres sobre estos asuntos. Y
tambin el comisario est de acuerdo conmigo. Sin embargo...
Exactamente.
Y hay que decirlo con toda firmeza, a ver si contribuimos a que esta
descabellada idea no vuelva a surgir en ninguna parte.
Se produjo tal revuelo y los otros tres lanzaron tal cantidad de improperios,
que Macgregor tuvo que dar unos golpes en la mesa con los nudillos y
recordar a los socios que haba seoras en la habitacin de al lado. Pero Ellis
no le hizo ningn caso. Se haba vuelto a poner de pie y haba palidecido.
Flory y l estaban frente a frente como si fueran a pegarse.
S.
Macgregor suspir
No, no, no! grit Ellis, que de tan rabioso como estaba daba brincos
de un lado a otro. No cedas. No se lo des as de rositas. Hay que votar. Y
280
si este hijo de... no mete en la urna una bola negra como todos nosotros, le
expulsaremos del Club... Mayordomo!
Sahib!
Sahib! Sahib!
Qu sucede?dijo Westfield.
Es uno de los tiradores de Maxwell! dijo Ellis, con una voz muy
cambiada . Dios mo! Ha ocurrido algo!
Seor.
Los birmanos entraron con su pesada carga. El que vena delante vacil y
estuvo a punto de caerse. Haba pisado una de las bolas blancas esparcidas
por el suelo. Los birmanos se arrodillaron, dejaron su carga en el suelo y
quedaron de pie con un aire solemne y con las manos juntas en la actitud de
shiko de las grandes solemnidades religiosas. Westfield se haba arrodillado
para quitar los paos.
XXII
Dos? Tenan que ser cincuenta! Hay que remover cielo y tierra para
que se haga un escarmiento ejemplar. No tienes an sus nombres?
Westfield suspir
A todos les ocurra igual. Tenan unas ganas horribles de beber algo, pero
les pareca impropio meterse en el Club a beber inmediatamente despus del
entierro. Los europeos se alejaron en direccin a sus casas, mientras que
cuatro enterradores aplastaban la tierra sobre la tumba para formar luego un
pequeo montculo donde colocar la cruz. Despus de desayunar, Ellis se
dirigi hacia su despacho con el bastn en la mano. Haca un calor mortal.
Ellis se haba baado y cambiado de ropa. Llevaba ahora camisa de sport y
shorts, pero la hora que haba pasado con el traje grueso le haba dejado
deshecho. Westfield haba partido ya en su lancha motora, con un inspector y
media docena de soldados, para detener a los asesinos. Le haba ordenado a
Verrall que le acompaase, no porque lo necesitase, sino porque, segn deca
Westfield, al presumido jovencito no le vendra mal rabajar un poco.
Ellis guiaba los ojos ante las cascadas de luz que caan por entre los
espacios sin hojas. Sus ojos verdosos rezumaban ira. Entonces, un birmano
ya mayor apareci por el camino en direccin contraria a la suya. El hombre
llevaba sobre un hombro un enorme bamb que se le balanceaba con la
marcha. Al cruzarse con Ellis, se disculp con un murmullo y se pas 'el
bamb de un hombro al otro por temor a rozarle. Los dedos de Ellis se
engaaron en su bastn. Si aquel cerdo se atreviera a tocarlo, si le diera por
lo menos el menor pretexto para acabar con l... Si estos despreciables
cobardes dieran la cara alguna vez... Pero, no; siempre estaban dentro de la
ley y no le daban a uno pie para tratarlos como se merecan. Ojal hubiese
alguna vez una rebelin digna de este nombre para que se proclamara la ley
marcial y se les persiguiera sin cuartel! Por su mente pasaron deliciosas
imgenes sanguinarias. Masas, de indgenas huyendo y gritando
empavorecidos y los soldados britnicos aplastndolos corno moscas,
disparando sobre ellos a placer, galopando sobre sus cuerpos hasta sacarles
las entraas y marcando a latigazos sus odiosas caras.
Durante unos segundos, Ellis no saba lo que estaba haciendo. Con toda su
fuerza, di un bastonazo en la cara al nio que haba hablado. Le cruz los
ojos. El chiquillo lanz un alarido impresionante. Los dems nios se
lanzaron inmediatamente contra Ellis. Pero ste era demasiado fuerte para
los chicos. Logr desprenderse de ellos con relativa facilidad y, manipulando
diestramente el bastn, los mantuvo a los cuatro a distancia.
El que haba sido herido en los ojos estaba de rodillas y se tapaba los ojos
con las manos, sollozando. Gritaba en birmano:
Ellis no habra corrido por nada del mundo en aquellos momentos, pero
sigui andando hacia su oficina. Una de las piedras fu a dar contra un pilar
del bungalow. El empleado se apresur a meterse dentro, Ellis; en cambio,
que haba subido ya a la veranda, se volvi hacia los chicos, que se haban
situado debajo. Cada uno de ellos iba provisto de una buena carga de laterita.
sea, que haban pasado exactamente cuatro semanas desde aquella noche,
increblemente lejana, en que haba besado a Elizabeth debajo del arbol
frangipani.
Seor, seor, han venido hombres malos. Nos matarn a todos, seor!
Seor, todos los aldeanos estn fuera! Grandes palos y machetes en sus
manos, todos bailando l Van a cortar cuellos de los amos, seor!
Hubo gritos, y cayeron por all cerca algunos pedazos de laterita. Uno de
los hombres que estaba en el sendero se volvi hacia la multitud dicindoles
que todava no era hora de tirar piedras. Luego se adelant para hablar con
los europeos. Era un tipo de aspecto bonachn, como de unos treinta aos,
con grandes bigotes cados y con un longyi que le llegaba hasta la rodilla. .
293
No tenemos nada contra ti, min gyi. Hemos venido por el comerciante en
maderas, Ellis (lo pronunci Elit). El muchacho al que peg esta maana
est ciego. Tienes que mandarnos a ese Ellis para que podamos castigarlo. El
resto de ustedes no sufrir ningn dao.
Recuerda la cara de este tipole dijo Ellis por encima del hombro a
Flory . Tenemos que encerrarlo siete artos por haberse atrevido a esto.
Macgregor se haba puesto muy colorado. Senta una rabia tan grande que
casi no poda hablar. Por fin, lo hizo en ingls Con quin crees que ests
hablando? En veinte aos de vida colonial no he odo semejante insolencia.
Marchaos todos al instante o llamo a la polica militar.
Es mejor que te des prisa, min gyi. Sabemos de sobra que en los
tribunales ingleses no podemos esperar justicia. Por eso tenemos que
castigar a Ellis nosotros mismos. Entrgalo. Si no, todos tendris que
lamentarlo.
Qu ha ocurrido?
Pero por qu no usan los rifles los policas, esos miserables hijos de
perra?
Por favor, seor Flory, piense algo para salir de esto! Usted puede
hacerlo! S, usted es capaz de librarnos del peligro! Lo que sea, antes que
permitir que esos salvajes entren aqu!
Claro, el ro! Podemos llegar hasta los cuarteles de la polica con toda
facilidad.
Cmo?
Idiota!
Vamos, corred todos hacia los cuarteles. Hay que coger los rifles. Que
cada uno traiga bastantes municionesles orden Flory.
Estaba tan cansado que no se sinti ni con fuerzas para hablar en birmano,
pero los hombres le entendieron en ingls y corrieron por el espacio libre
hacia el cuartel. Flory los sigui para verse libre de la multitud antes de que
301
volviera a cerrarse por aquel sitio. Cuando lleg a la verja del cuartel, ya
volvan corriendo los sepoys con sus rifles y dispuestos a disparar.
S, seor.
Entonces, dgales que disparen al aire, muy por encima de las cabezas.
Y, sobre todo, que disparen todos juntos. A ver si se enteran bien.
como gacelas por boquetes abiertos en la cerca. A Flory le pareci que todo
estaba muy obscuro. Una pequea figura vestida de blanco se libr del
ltimo grupo que hua y cay en los brazos de Flory. Era el doctor
Veraswami, con la corbata deshecha y la ropa rasgada, pero con los lentes
milagrosamente inclumes.
Doctor!
Trataba de contenerlos, amigo mo, pero todo fu intil hasta que usted
lleg. Por lo menos, ha habido un hombre que lleva la huella de este lo.
Y tendi su pequeo puo cerrado para que Flory pudiera ver cmo le
sangraban los nudillos. Pero no se vea nada porque la luna se haba ocultado
y estaba completamente obscuro. Al mismo tiempo, Flory oy detrs de l
una voz nasal:
Ha tardado usted bastante tiempo en llegar aqule dijo Flory con voz
irritada.
XXIII
curativo del agua de lluvia! Muy animado se dirigi a casa del doctor
Veraswami con los zapatos empapados. Peridicos chorros de agua le caan
cuello abajo desde el borde de su sombrero terai, como si fuera un canaln.
El cielo tena un color plomizo e innumerables torbellinos de agua se
perseguan unos a otros a travs del maidan como escuadrones de caballera.
Pasaban birmanos con sus amplios sombreros de madera fina, a pesar de lo
cual chorreaban agua como los dioses de bronce de las fuentes. Una red de
riachuelos lavaba las piedras de la carretera que iban surgiendo al
desaparecer la tierra. El doctor acababa de llegar a casa cuando Flory entr
en ella, y estaba sacudiendo su paraguas por fuera de la barandilla. Salud a
Flory, excitado.
Querido amigo, habr visto usted que el motn de anoche, o mejor dicho,
la noble y heroica conducta de usted, no haba sido previsto por U Po Kyin
en su programa. Lo que l hizo fu lanzar la llamada rebelin para llevarse la
gloria de reprimirla, y calcul que cualquier otra revuelta representara an
ms gloria para l porque acentuara la importancia de lo que l haba hecho.
Me han dicho que cuando se enter de la muerte del seor Maxwell se
306
alegr de un modo..., cmo diramos? el doctor una las yemas del dedo
ndice y pulgar como esperando sacar la palabra exacta, cmo lo dira
yo?...
Eso, eso, repugnante. Se dice que se alegr tanto, que incluso empez a
bailar. Puede usted figurarse a esa masa infecta de carne bailando? Y
exclam: Por lo menos ahora tomarn en serio mi rebelin. As es cmo
aprecia U Po Kyin las vidas humanas. Pero ahora se le ha acabado el triunfo.
Lo de anoche le ha deshecho sus planes.
De qu manera?
Pues creo que est bien claro. El hroe es usted, no l. Fu usted quien
logr dispersar a la multitud. Y, por decirlo as, yo recojo por reflejo parte de
la gloria conseguida por usted. Acaso no lo acogieron a usted sus amigos
europeos con los brazos abiertos cuando regres usted anoche al Club?
Elizabeth...
S.
En aquella carta, lo nico que le haba dicho Flory y por cierto muy
dbilmenteera que la amaba y que siempre la amara, sucediera lo que
sucediese. Estaban muy juntos, cara a cara. Movido por un irreprimible
impulso y la cosa fu tan rpida que despus le costaba trabajo creer que
haba ocurrido efectivamente, la estrech entre sus brazos. Elizabeth cedi
unos momentos y le dej que la besara. Entonces, repentinamente, se retir y
movi la cabeza. Quizs tuviese miedo de los vieran o quizs fuera slo
que le molestara el bigote tan mojado de Flory. Sin ms palabras, le dej all
309
Sin embargo no se lleg a darle carcter definitivo, porque Flory tena que
regresar al campamento. Sali aquella misa tarde para hacer el viaje de
noche y no volvi a ver a Elizabeth antes de su marcha. Ahora se poda
viajar por la selva con toda tranquilidad porque la ftil rebelin haba
terminado por completo. Cuando comienzan las lluvias los birmanos tienen
demasiado qu hacer en el campo para pensar en reivindicaciones, de todos
modos, los inundados terrenos impiden el trnsito grandes masas. Flory tena
que regresar a Kyauktada a los diez das, cuando estaba anunciada la visita
que el Padre haca cada seis semanas. La verdad es que a Flory no le interesa
quedarse en Kyauktada mientras que Elizabeth tuviera all Verrall. Era
extrao, pero todo el resentimiento y todas aquellas imgenes obscenas que
310
Claro que reirn; esa gente siempre rie. Pero, entre tanto, el dao est
hecho. Suponed por un momento que ese hombre llegara a ser elegido. Creo
que me morira de rabia si esto ocurriera. No, no nos queda ms que un
camino. Debemos atacar al propio Flory.
bailado como un chico en estos momentos. Le hizo una seal a Ba Sein, que
se le acerc. Le murmur algo al odo.
Aquello era Horrible, pero no se poda hacer nada para remediarlo. Verrall
y Elizabeth haban sido inseparables durante varias semanas, y sin embargo
eran casi extraos el tino para el otro. l se haba mantenido siempre a
distancia de todos y haba tenido buen cuidado de no entrar en casa de los
Lackersteen para no comprometerse. No le conocan lo bastante para
visitarlo en su bungalow, ni siquiera para escribirle. Adems, no se present
ms en el desfile por las maanas en el maidan. El nico camino que
quedaba era esperar pacientemente a que l se dejara ver. Y si lo haca,
pedira a Elizabeth en matrimonio? Naturalmente que s! Tanto Elizabeth
como su ta (aunque ninguna de ellas lo haba dicho nunca claramente)
315
de las dos, las salud con un entusiasmo improcedente. Era una de esas
personas que parecen amigas ntimas de toda la vida de quienes acaban de
conocer.
Hola, hola! dijo Aqu entra el Prncipe de las Hadas. Espero que no
molesto; en fin, todo lo que se suele decir en estos casos. Supongo que no
me habr metido de hoz y coz en alguna reunin familiar, verdad?
Pues vern ustedes... Fui y me dije: Hombre, voy .a dar una vuelta por
ese Club!. En fin, que deseo aclimatarme a la marca de whisky consumida
en esta localidad. Les advierto que slo estoy aqu desde anoche.
Cmo? Qu?
Se ha ido?
En fin, lo que quiero decir es que el tren saldr dentro de media hora. El
distinguido Verrall estar ya en la estacin. He mandado all un pelotn de
mis hombres para que se ocupen de meterle sus caballos en el tren y todo
eso.
Jefe de estacin!
Seora.
Qu tren es se?
S, seora, se ha marchado.
Hizo otro gesto muy elocuente para dar a entender que Verrall se sala
siempre con la suya, aunque se tratara de un asunto tan serio como la salida
de los trenes. Hubo una pausa. Los dos hindes, creyendo que aqulla era su
oportunidad, se adelantaron gimiendo y le presentaron a la seora
Lackersteen unos grasientos cuadernos con la pretensin de que los repasara.
Elizabeth 'estaba muy plida a pesar del viento que le haba batido la cara.
Pero se controlaba muy bien; y dijo con cierta frialdad
Sbado, ta.
todos. Qu bien ! Tambin estar el seor Flory. Me parece que me dijo que
regresara maana de la selva Y Y aadi casi con ternura: El querido
seor Flory!
XXIV
Flory estaba ya all, y Macgregor, con su topi gris y todo el atuendo de los
das de fiesta, y los eurasiticos Francis y Samuel, con sus trajes de dril
recin lavados y planchados, dispuestos a asistir al servicio religioso, que era
el gran acontecimiento social de sus vidas. El sacerdote, un individuo alto,
con lentes, cabello canoso y facciones finas, se hallaba tambin en la
escalinata de la iglesia vestido ya con casulla y sobrepelliz, que se haba
puesto en casa de Macgregor. Sonrea amablemente, pero un poco
desconcertado, a cuatro cristianos nativos, pues no hablaba el idioma de
ellos ni ellos saban ni una palabra de ingls. Haba tambin un cristiano
oriental, un hind muy triste de raza indeterminada, que se mantena
humildemente al fondo. Siempre asista a los servicios religiosos, pero nadie
322
saba quin era ni por qu era cristiano. Sin duda haba sido convertido en su
juventud por los misioneros.
Flory vi que Elizabeth llegaba, vestida de color lila, con sus tos. Slo
haba podido verla aquella misma maana en el Club. Pudieron hablar un
minuto antes de llegar los dems. Lo nico que le pregunt Flory fu esto
S.
El polica militar y Ellis siguieron del brazo a los dems como si estuvieran
actuando en un desfile. El militar, hasta que entraron en el templo, mova su
grueso trasero imitando a una bailarina indgena. Flory se sent en el mismo
banco que ellos, frente a Elizabeth, que quedaba un poco a su derecha. Era la
primera vez que se atreva a quedar frente a ella luciendo su mancha de la
mejilla. Cierra los ojos y cuenta hasta veinticinco, murmur Ellis. La
seora Lackersteen se haba instalado ya en el armonio, que no era ms alto
que una mesa de despacho. Mattu se qued a la puerta para mover el
ventilador punkah, dispuesto de tal manera que slo abanicaba los bancos de
delante, donde se sentaban los europeos. Flo recorri la iglesia olfatendolo
todo, encontr a Flory y se acorruc debajo del banco. Empez el servicio
religioso.
del suficiente aire con el nico pedal que funcionaba. El canto result muy
desafinado. Macgregor pona toda su buena voluntad al entonar el himno y
los dems europeos murmuraban las palabras confusamente, mientras que
los cristianos nativos tatareaban porque conocan la msica pero no la letra
de los himnos.
El cura avanz hacia el pequeo facistol que haca las veces de plpito,
tosi y anunci el texto sagrado que iba a comentar. Luego dijo
Qu ocurra?
Y chillaba como una loca. Todos la miraban con la boca abierta, demasiado
sorprendidos para moverse ni hablar. Tena la cara empolvada como un
payaso y su cabello grasiento suelto sobre los hombros. Su longyi estaba
rasgado por abajo. Pareca una prostituta del bazar. A Flory se le helaron las
entraas. Dios, Dios! Por qu habrn tenido que saber que esta harpa era
la mujer que haba sido su querida? Pero no haba posibilidad de escapar, no
le quedaba ni una pizca de esperanza. La perrita Flo, al or la voz tan
familiar para ella, sali de debajo del banco moviendo la cola y se acerc a
Ma Hla May muy cariosa. La miserable vociferaba como una posesa y daba
toda clase de detalles, en birmano, de lo que Flory haba hecho con ella.
La cara de Flory estaba blanca como la cera. Despus del primer momento,
se haba puesto de espaldas a la puerta, apretando los dientes en un
desesperado esfuerzo por parecer despreocupado. Pero era intil,
completamente intil. Estaba amarillo y le caan goterones de sudor de la
frente. Francis y Samuel, realizando quizs la primera accin til de sus
vidas, corrieron hacia Ma Hla May y, sujetndola por los brazos, la
arrastraron fuera. La mujer no cesaba de chillar.
Elizabeth.
Djeme usted.
No, no ha sido una promesa en palabras, desde luego. Pero tre nosotros
quedaba entendido que...
Flory volvi a sujetarla por las muecas y esta vez no la solt. Los
cristianos indgenas acabaron aburrindose y se marcharon.
No, no; tienes que orme. Prefiero ofenderte en tus sentimientos antes
que quedarme con esta inseguridad. Han pasado muchas semanas, meses, sin
que pudiera hablarte como yo deseaba. Parece importarte muy poco lo que
puedas hacerme sufrir. Pero esta vez tendrs que orme.
Dios mo, Dios mo! Que tengamos que luchar de este modo! Pero no
puedo evitarlo: no estoy dispuesto a que te vayas sin escucharme. Elizabeth,
por favor, escchame.
331
No lo digas as. No digas nada definitivo. Dime que por ahora no, pero
que dentro de un mes, de un ao, quizs de cinco aos...
Por ltima vez. Recuerda lo mucho que significa tener a una persona en
el mundo que te quiera. Recuerda que aunque encuentres a hombres ms
ricos, ms jvenes y mejores que yo en todos conceptos, jams encontrars a
uno que te quiera corno yo. Y aunque yo no sea rico, puedo ofrecerte un
hogar. Hay una manera de vivir... civilizada, decente...
No toco el piano.
Cuando suba por el sendero, sopl el viento por entre los rboles arrancando
de la tierra un perfume a humedad. Empezaba a llover de nuevo. Ko S'la le
haba puesto la mesa para la cena y quitaba algunos insectos que se haban
suicidado contra la lmpara de petrleo. Evidentemente, no se haba
enterado todava de lo sucedido en la iglesia.
La cena del santo amo est lista. Quiere cenar ahora mismo el santo
amo?
Ven aqu!
Le dola or los gemidos del animal, que pareca suplicar que la perdonaran
alguna culpa involuntaria. Fo se fu acercando a los pies de su amo
arrastrndose muy lentamente y sin levantar la cabeza, como no atrevindose
a mirarlo.
Se ha matado?
337
Creo que s. Dale la vuelta para que se quede de espaldas. Ah, mira eso,
ah en el pech. Corre a avisar al doctor Veraswami. Ve como el rayo!
Se ha matado, seor.
XXV
Dos soldados situados all con este objeto ayudaron a aquella masa de
carne a moverse hasta la plataforma. U Po Kyin se inclin lo ms
profundamente que le permiti su barriga descomunal y fu condecorado y
343
momento se declar a ella Macgregor. Haca mucho tiempo que lo tena pen-
sado, pero haba querido esperar un tiempo prudencial despus de la muerte
de Flory. Elizabeth lo acept contenta. Quizs fuera un poco viejo para ella,
pero cmo despreciar a un subcomisario? Desde luego, era mucho mejor
partido que Flory. Ahora, esta pareja es muy feliz. El seor Macgregor fu
siempre un Hombre de gran corazn, pero todava se ha hecho ms humano
y simptico desde su matrimonio. Ha bajado el tono de voz y ha renunciado
a sus ejercicios gimnsticos matutinos. Elizabeth ha madurado con increble
rapidez y se le ha acentuado una cierta dureza de modales que siempre haba
tenido en germen. Sus criados viven aterrorizados bajo su dominio, aunque
no hable ni una palabra de birmano. Lo que s conoce a fondo es la lista
civil, organiza agradables reuniones y sabe poner en su sitio a las esposas de
los funcionarios subordinados de su marido. En fin, que ocupa con gran
brillantez el puesto que la naturaleza le tena reservado desde el principio: el
de una burra msensahib.