Blade Runner - AA. VV
Blade Runner - AA. VV
Blade Runner - AA. VV
Blade Runner
ePub r1.0
T itiv illus 23.12.2019
Título original: Blade Runner
AA. VV., 1988
Es verdaderamente lamentable y
deprimente pensar que cuando muramos
seguirá funcionando nuestra máquina de
escribir y que nuestro televisor
continuará inmutable emitiendo
electrones. Cuando seamos polvo
seguirán en pie catedrales y rascacielos,
y firmes los miles de muebles que
hayamos usado en vida. La permanencia
del objeto sobre lo humano es una burla
grotesca para su creador. La obsesión de
grandes creadores ha sido precisamente
escapar al tiempo, asegurar la
pervivencia mediante sus obras.
Prolongarse infinitamente transformados
en cuadros, lámparas o edificios
ideados por ellos. Sin embargo los
objetos de Blade Runner, los
replicantes, saben que deben morir a los
cuatro años, y al igual que los hombres
buscan desesperadamente su eternidad.
Se rebelan contra sus genitores y les
exigen longevidad. No es tan sólo la
«paradoja del creador», donde las
criaturas se rebelan contra el amo, es
algo mucho más impresionante:
pretenden obtener todos los atributos de
una máquina, además de los de un
mortal. Este es precisamente su gran
error, no librarse de las desventajas
terrenas, del deterioro, amargamente
ilustrado por Cioran: «Tras tantos años,
toda una vida, volví a verla. ¿Por qué
lloras?, le pregunté de entrada. No lloro,
me respondió. Y en efecto no lloraba,
me sonreía, pero habiendo la edad
deformado sus rasgos de alegría no
podía ya acceder a su rostro, en el que
se hubiera podido leer: Quien no muera
joven se arrepentirá tarde o temprano».
No sabían los diseños androides la
ventaja que tenían por desaparecer sin
envejecer. La seguridad que les confería
el tener conectado un dispositivo de
marcha atrás. Gozar de cualidades
perfeccionadas durante cuatro años,
pero escapar a la decrepitud. Sin
embargo, por querer parecerse a los
hombres, anhelaban incluso sus defectos
y desventajas, de las cuales se
aprovecha cínicamente el protagonista al
final de la película, quien consciente de
la caducidad replicante, no sabemos si
contento o desconsolado, piensa
mientras escapa con un hermoso pedazo
de circuitos con apariencia de hembra
perfecta: «No sabíamos el tiempo que
estaríamos juntos, pero ¿quién lo sabe?
…».
Está claro que, a fin de cuentas, todo
era cuestión de ajustar unos reguladores.
En última instancia, todo era cuestión de
diseño.
¿O quizá no…?
La frágil fama del futuro
Antonio Tello
Apéndices
1. Una entrevista con Ridley
Scott
Olivier Boissière y Dominique Lyon
Blade Runner
Irrealismo sucio
Vicente Molina Foix
La Puerta de Tanhäuser
Fernando Savater
La luz perversa
Eduardo Úrculo
Rachael y las truchas
Jorge Wagensberg
Epílogo
Antonio Tello
Apéndices
1. Una entrevista con Ridley Scott
2. Un texto de Ridley Scott
3. Ficha técnica