Mora-06-Amazonia Pasado Presente Territorio Remoto PDF
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Amazona
Nace en Bogot, Colombia. En 1983 recibe
Alejandro Haber (Compilador) el ttulo de Antroplogo de la Universidad
La Amazona es una regin en constante de los Andes con su tesis Contrapunteo
Hacia una arqueologa de las arqueologas transformacin. Ni siquiera sus lmites han llanero: la arqueologa de las tierras bajas
sudamericanas. Bogot: Universidad de los orientales de Colombia. Ms adelante, en
Andes. sido estables. Para algunos la misma 1994, con el apoyo de la Fulbright
coincide con la cuenca del ro Amazonas, Pasado y presente de un territorio remoto Scholarship For Amazona, recibe el grado
Amazona
Carl Henrik Langebaek Instituto Colombiano de Antropologa e
Historia (ICANH). Durante 1995 y 1996 fue
Arqueologa colombiana. Ciencia, pasado y el Director de la subdireccin de
exclusin. Bogot: Colciencias. asentamientos del Ministerio del Medio
Ambiente. Actualmente es profesor
asistente en la Universidad de St. Thomas
Carl Henrik Langebaek localizada en Fredericton, Canad.
Santiago Mora
Tairona Chiefdoms. Pittsburgh: University
of Pittsburgh.
Santiago Mora
ISBN 958-695-227-4
Santiago Mora
Universidad de Los Andes, Facultad de Ciencias Sociales, Departamento de Antropologa,
Centro de Estudios Socioculturales e Internacionales - CESO
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ISBN: 958-695-227-4
Prefacio .................................................................................................................. ix
Bibliografa........................................................................................................... 297
viii CONTENIDO
LISTA DE FIGURAS
1.1 Mapa de la Cuenca Amaznica ..................................................................... 9
3.1 Productos consumidos por dos bandas Nukak segn su origen. ..................61
3.2 Diseo esquemtico de las variables involucradas en la toma
de decisiones en un sistema agrcola .............................................................63
3.3 Comportamiento de la poblacin y su relacin con algunas variables
asociadas a la misma en diferentes momentos de la historia ........................72
Este texto, o la idea del mismo, se origin en la solicitud de una casa editorial para
la publicacin de una breve historia arqueolgica de la Amazona colombiana.
Cinco aos despus de que fuera concluido y aprobado por la casa editorial para ir
a la imprenta, y sin que existiera la menor posibilidad de que eso pudiera ocurrir, el
mismo fue reencontrado. Era algo as como encontrar una noticia en la prensa
sobre algn conocido, cuando uno hace bolas de papel peridico para prender la
chimenea. Slo quedaban dos alternativas: o bien arrojarlo a las llamas, o bien
pensar nuevamente su contenido. A pesar de las insistentes voces partidarias de lo
primero, un fuerte sentido por la contradiccin me llev a lo segundo. Un ao ms
tarde se present por primera vez la oportunidad de trabajar en el texto nuevamen-
te. Cuando esto ocurri, literalmente el texto en cuestin se haba desvanecido,
aunque le sobrevivieran unos prrafos y la idea de presentar las ideas y concepcio-
nes sobre las cuales trabajan algunos antroplogos y arquelogos en la Amazona.
Dos aos ms tarde tuve la oportunidad de trabajar ms seriamente en l. Solo un
ao ms tarde fue posible el concluirlo.
Estos son las fuentes con las cuales se construye este texto, el cual sigue siendo
una sntesis de las historias de tiempos remotos y de tiempos no tan remotos que
convergen y se reflejan en las diversas interpretaciones que realizamos y hemos
realizado de la Amazona. Algunas de estas historias pareceran pertenecer al mundo
de lo fantstico. De una u otra forma esta Amazona cambiante, fugaz y perma-
nente, real y quimrica constituye la realidad. Sin lugar a dudas los participantes de
este mundo al crear definiciones que les permitieran interactuar con este espa-
cio; al poner nombres a las cosas para poder hablar de ellas, han creado y
descubierto nuevos mundos. Junto con los nombres se han establecido significados,
connotaciones, sutiles nfasis o grotescos subrayados. Evidentemente estas defi-
niciones revelan contradicciones. La historia, ya sea esta descrita como una histo-
ria econmica, como aquella producida por las economas extractivas, o aquella
generada por los esfuerzos de los arquelogos que intentan recobrar antiguos siste-
mas de subsistencia, o una historia que se basa en la tradicin oral y la cual es
revelada por las formas del mundo amaznico, son de muchas formas excluyentes,
pero complementarias. Por ello se trata de historias que para algunos pueden ser
slo una sombra, un trazo ambiguo, para otros un hecho contundente. A pesar de
ello, el encuentro de estas historias con sus contradicciones y oposiciones, como
aquellas existentes entre el pasado y el presente, le dan sentido e identidad al espa-
cio geogrfico que llamamos Amazona. El pensar en ellas nos lleva a reevaluar
este universo, derribando antiguos mitos, para construir nuevos.
tambin lo seremos en el futuro. Despus de todo, tal vez slo a primera vista no
sean tan exticos aquellos otros, que viven en nuestra vecindad. Es por todo ello
que la Amazona, como territorio, requiere de una historia; su identidad no se puede
desmembrar en el recurso maderero del futuro, el pulmn del mundo o las aguas y
medicinas que necesitaremos en nuestro posible futuro. La historia de la Amazona,
como cualquier otra historia, es un producto humano que crea, transforma y apro-
vecha un paisaje que puede ser visto como recurso, pero que no es solo eso. Se
trata de la historia misma y la identidad de quienes la han creado. Tambin es la
manifestacin de diversas construcciones y reconstrucciones de historias que con-
vergen chocando y recomponindose, alterando profundamente el paisaje.
especie y una excelente razn para justificar el uso de trminos tales como salvaje,
arcaico y primitivo para marginar a quienes pertenecen a otras sociedades. En fin,
una construccin de la historia etnocntrica y por tanto embelesada con la posicin
en el tiempo de quienes la escriben. Desde luego esta crtica no es nada nueva,
desde la dcada de los setenta algunos antroplogos marxistas haban notado cmo
los modelos evolucionistas supriman la historia. En los buenos tiempos en los cua-
les Marshall Sahlins aun lideraba el evolucionismo, Godelier deca:
humana, la ilusin de una armona constante que puede llevar a perder de vista el
movimiento. El balance y su descripcin sobrepasa el valor de la transformacin.
En realidad la definicin de la etapa, generalmente, es tan sumamente clara o
estrecha por decirlo de otra forma que slo permite mirar al interior de la cate-
gora y no los lmites de la misma. A pesar de ello, son estos difusos lmites los que
nos hablan de aquello que resulta ms interesante: el cambio. En segunda instancia,
y para el caso particular de la arqueologa, el uso de las etapas o de cualquier otro
tipo de clasificacin p.e. perodos tiende a cosificar el pasado. Al verse el
arquelogo forzado a emplear una base emprica para describirlo y colocarlo en el
lugar correspondiente debe reducirlo, casi siempre dejndolo en lo que considera su
esencia. Generalmente, aunque no siempre, esta base se refiere a la cultura mate-
rial que se asocia con un tipo especifico de organizacin social. No obstante, algu-
nos investigadores han sugerido que el orden aparente que genera estos esquemas
se pierde en la prctica, dado que subyacente a los mismos se encuentra una ca-
tica organizacin que se basa en la descripcin y formulacin de tipos individuales
referidos a sitios especficos (p.e. Lanata y Borrero 1999). As se desarrolla una
lgica tipolgica que tiene como principal argumento la comparacin, ya sea en
busca de semejanzas o diferencias entre los conjuntos confrontados. No aspiro a
realizar una comparacin entre datos; simplemente deseo relatar una historia,
sealando algunos problemas importantes en su formulacin. A pesar de ello nos
hemos detenido en algunos apartes a mirar estas categoras como lo que son: las
herramientas con las cuales los investigadores construyeron el pasado.
ciar la diversidad cultural del pasado. A pesar de ello, podemos usar lo poco que
sabemos del pasado de la regin y complementarlo con las informaciones etnogrficas
y ecolgicas para de una manera crtica definir los primeros pasos que darn sen-
tido a nuestro camino. As no slo podremos entender cmo otros investigadores
usaron estos conocimientos y las categoras asociadas para producir el pasado,
sino que podremos pensar las que ms adecuadas nos parezcan. Es mejor hacer
esto que no hacer nada.
Por razones de claridad se han incluido una serie de citas, presentadas como
llamadas, que tienen por objeto proporcionar una mayor informacin a quien estu-
viera interesado en un tema en particular. De igual forma se han citado cuidadosa-
mente las fuentes que se emplearon para realizar una determinada afirmacin.
Evidentemente muchas de las cuestiones abordadas son polmicas y en su gran
mayora estn lejos de ser tan claras como lo desearamos. Simplemente al presen-
tarlas junto con algunas referencias se pretende proporcionarle al lector un mayor
soporte para valorar las afirmaciones que aqu se hacen. Igualmente se colocaron
un buen nmero de citas textuales; la mayora de ellas fueron traducidas por quien
escribe esto intentando preservar, lo ms fielmente posible, las ideas de los textos
originales. Anticipadamente ofrezco excusas, si en algunas de ellas introduje
imprecisiones.
Ella revis algunas de las versiones iniciales de este escrito y contribuy enorme-
mente a la correccin de los errores gramaticales. A la seora Marina de Araque
le agradezco que me pusiera en la ruta que recorr para realizar este trabajo. Su
gua, dada hace ya algn tiempo, fue fundamental. Augusto Gmez ley este texto
y contribuy al mismo con importantes comentarios. Brian Campbell realiz un
meticuloso trabajo editorial con las referencias empleadas; a todos ellos le agradez-
co su colaboracin.
Este texto esta dedicado a mis hijos Esteban, Manuela y Federico, as como a
otros de mis descendientes, imaginarios Celedonia y potenciales, que han contri-
buido enormemente a hacer de mi vida, una buena vida, an en los momentos ms
difciles. Gracias.
1
AMAZONA: SUS HABITANTES Y SUS HISTORIAS
L a Amazona sin lugar a dudas es uno de esos territorios del planeta de quien todo
el mundo ha escuchado hablar, pero del cual sabemos muy poco a ciencia cierta.
Esto, en parte, es el resultado de un proceso continuo de reconstruccin e inven-
cin del espacio que llamamos Amazona. En los ltimos quinientos aos nos he-
mos visto obligados a redescubrir, o si se quiere a inventar, casi de forma continua
la Amazona. As hemos posibilitado la existencia de mundos que corren paralelos
al nuestro, en cuyo interior colocamos toda suerte de objetos que incluyen plantas,
bestias, animales y humanos. Con el tiempo estos mundos, al igual que nosotros, se
transforman; de tanto en tanto regresamos a ellos para reconocerlos nuevamente y
llenarlos con las etiquetas de nuestros nuevos intereses. De este modo hemos edi-
ficado un mundo dinmico y fantstico pero discontinuo, como lo son las fantasas
y los delirios.
1 Posiblemente el mejor ejemplo de esto se encuentre en la publicacin del informe del viaje que
realizara James Orton (1875). En el mismo se describen los posibles usos que los Estados Unidos de
Norteamrica le pueden dar a la Amazona y el papel de los mismo en el futuro de ese pas. Otro
ejemplo de esta literatura es el texto producido por Hendron 2000 (1853).
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 3
LA HISTORIA
De sus montaas se podra extraer plata, hierro, carbn, cobre, mercurio, zinc y
acero; en las arenas de sus tributarios se podra lavar oro, diamantes y piedras
preciosas; en sus bosques se podra recolectar las ms raras y virtuosas drogas,
las ms exquisitas hierbas aromticas, gomas y resinas de las ms tiles y varia-
das propiedades, las ms brillantes maderas con betas y visos, para la construc-
cin con el mejor pulimento y una textura duradera. Su clima es un eterno
verano, y sus cosechas permanentes. Herndon 2000: 190.
2 Ver Naipaul 2003. En la literatura en ingls posiblemente la Guayana sea el mejor ejemplo y, por
supuesto, los relatos verdaderos e imaginados surgidos a partir de las expediciones realizadas por
Ralegh.
4 AMAZONA: SUS HABITANTES Y SUS HISTORIAS
4 Este episodio es narrado por Thomas Whiffen (1915). Es Whiffen quien encuentra el ltimo campa-
mento del explorador francs y sus fotografias.
5 Una extensa documentacin sobre el proceso econmico que posibilit el enriquecimiento de unos
cuantos, as como la delimitacin de las fronteras nacionales de algunos de los pases de la cuenca
amaznica ha sido explorada en los ltimos aos. A pesar de ello la visin de los indgenas de este
6 AMAZONA: SUS HABITANTES Y SUS HISTORIAS
funesto proceso an sigue siendo poco conocida. Los investigadores han privilegiado la historia que
ensalsa el punto de vista occidental y han sido incapaces de explorar otras visiones. Ver Domnguez y
Gmez 1990; Hardenburg 1912; Gmez 1991a; Gmez, Lesme y Rocha 1995; Pineda 1993; Taussig
1987.
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 7
cruzado por lneas que revelaban una historia incomprensible para la mayora de los
habitantes de la Amazona y de los pases de la cuenca. La indiscutible ventaja de
este proceso es que los gobiernos regionales, desde sus elegantes edificios de go-
bierno, pudieron estar seguros de que all, en los territorios de la Amazona, exista
algo que los llevara por el camino del tan anhelado progreso Qu podra ser?
Los ms serios entre los naturalistas dieron cuenta de detalles hasta entonces
insospechados. As el objeto extico que haba producido la naturaleza fue el
nuevo producto que la Amazona ofreci al mundo. Insectos, pjaros, mamferos y
plantas de la ms variada ndole fueron embarcados junto con cientos de pginas
de descripciones, ilustraciones y comentarios sobre la realidad de un mundo apenas
descubierto. Un viajero de la poca, sorprendido por la gran variedad de animales
nuevos para l, y por supuesto para la ciencia, que encontrara por doquiera comen-
taba sobre su primera noche en Sudamrica Yo adolezco de la enfermedad de la
poca: soy coleccionador, por lo cual me he dedicado desde esta misma noche
recoger los animales que encontraba en mi cuarto; pero los pocos das he tenido
que cesar en tal ejercicio, por comprender que si continuaba, pronto sera ms rico
que el museo de Historia Natural de Pars8.
Figura 1.1
Mapa de la Cuenca Amaznica. El territorio comprendido por esta cuenca es de ms de siete
millones de kilmetros cuadrados.
9 Esta afirmacin fue realizada por uno de los ms importantes exploradores de la Amazona Henry
Bates (1984). Bates vivi durante varios aos en el bajo amazonas, lugar en el cual se haba radicado
al iniciar sus estudios de la regin en compaa de A.R. Wallace. Bates nos proporcion una gran parte
de la visin que tenemos en la actualidad de la amazona, por ello es uno de los autores favoritos de los
gegrafos.
10 Por ejemplo Ulloa (1990:506-507) describa a los indgenas de la siguiente maneta No hay cosa que
los altere immute; el inters tiene con ellos tan reducida su autoridad que es lo que menos les obliga,
pues veces no se consigue un pequeo servicio aunque se les ponga la vista una recompensa grande;
el temor no los estimula, el respeto no los induce y ni aun el castigo los fuerza, genio verdaderamente
bien particular pues no es flexible por medio alguno ni capaz de salir un punto de aquel reposo natural
con que se burla de los hombres mas sabios, de dexar la ruda ignorancia con que son la mortificacin de
los mas prudentes, ni de apartarse de la inadvertida sencillez y descuido con que vuelven intiles los
esfuerzos y solicitud de los mas vigilantes.
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 11
der las delicadezas que otorga la razn de saberse ms que otros; el tener la certe-
za de la existencia de una lnea que nos hace diferentes de otros humanos y la cual
permite comprender que estos ltimos son poca cosa si se comparan con nosotros.
No imaginaban el placer de ser el amo y no el subyugado; el civilizado y no el
salvaje; el moderno y no el arcaico; el blanco y no el cobrizo o negro. La moderni-
dad haba llegado a la selva.
11 En aos recientes se han traducido del alemn al espaol y al ingls un buen nmero de los textos de
este etngrafo y se han realizado reimpresiones de la obra original. Ver Koch-Grunberg 1994; 1995.
Algunos textos aun deben ser traducidos y distribuidos entre los hablantes de castellano. Por ejemplo
Koch-Grunberg 1906 The Die Mak. Antropos vol I: 877-906.
12 Ver ICIHAI 1986; Myers 1985; Pfaff 1999; Sioli 1987; Skole et al, 1994; Smith y Schultes 1990.
13 El problema del desarrollo y la sostenibilidad en la Amrica Latina, evidentemente, involucra una
reflexin sobre el modelo de desarrollo, que casi siempre es obviada por los gobiernos. Los mismos
ponen en prctica polticas que sugieren que los recursos son ilimitados. Este es el caso del intencional
aumento de la poblacin para la apropiacin del territorio nacional, que se practicara hasta hace unas
dcadas, que corra de mano con la preservacin. Ver Mansilla 1993.
12 AMAZONA: SUS HABITANTES Y SUS HISTORIAS
Hemos visto a la Amazona desde los satlites que giran en torno al planeta y
no podemos dejar de sentir una gran vergenza al pensar que muchos de los gober-
nantes de esta regin del mundo hasta hace muy poco solamente se referan a ella
como un gran espacio baldo. Un espacio sobre el cual debamos extender la fron-
tera agrcola. Por ello en unos pocos aos y bajo el nombre del progreso construi-
mos nuevas carreteras, nuevos pueblos, nuevas aldeas, nuevas historias que generan
una inmensa desdicha y una miseria inconmensurable15. El bosque derribado da
paso al infortunio de quienes tienen que iniciar nuevamente el proceso de tumba,
mientras que a sus espaldas los especuladores cobran las ganancias, las familias de
los miserables se agolpan en los pueblos recin fundados, en tanto que las comuni-
dades indgenas son consumidas por las enfermedades. En fin, los contrastes en la
Amazona obligan al desarrollo de una visin crtica de la forma en la cual pensa-
mos y actuamos hoy en da, al tiempo que sugiere la necesidad urgente de un
cambio de mentalidad.
14 Las relaciones entre el mundo desarrollado y el mundo en vas de desarrollo en relacin con la
conservacin de la Amazona recientemente se plantea en trminos de un pago por la conservacin de
los bosques que los pases desarrollados hacen a sus contrapartes ms pobres, para adquirir el derecho
a contaminar la atmsfera an ms. As se hace an ms fuerte la dependencia dada la necesidad de
consumir an ms productos producidos en el exterior, y se agudiza la pobreza y la desigualdad dada la
incapacidad de los estados de los pases pobres de distribuir el bienestar y generar empleo. Ver The
Economist, July 24th 30th 2004. pp 12.
15 Ver Cowell 1990 y Price 1989. Estos dos libros constituyen unos magnficos ejemplos del papel de las
polticas nacionales y su articulacin con las polticas internacionales que tienen unas cosecuencias
devastadoras en la Amazona tanto al nivel ecolgico como social. Little 2001 ofrece una interesante
historia de las transformaciones modernas en una regin de la Amazona. Ver tambin Little 1992 para
una crtica a estos proyectos de desarrollo.
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 13
LA PROPIA HISTORIA
Ahora nosotros tenemos que explicar todo para que no se pierda nuestra histo-
ria. Gustavo Kabiyari, Jos Kabiyari y Benedicto Kabiyari 1989:33
Ms all de esta historia y de forma casi secreta corren otras historias que conver-
gen y divergen. Estas, como la de los Upicha16 hablan del rumbo que los dioses le
dieron a la naturaleza al introducir a los humanos como principio organizador. Otras
hablan de cmo la anaconda ancestral se desplaz originando la geografa y sus
pobladores17 o de cmo el rbol csmico fue derribado por el soplador de la cerba-
tana dando origen a ros inmensos como el ro Caquet y su cuenca18. As se narra
la creacin de un espacio que slo puede ser el resultado de las hazaas de
semidioses, quienes esclavizados por pasiones y caprichos humanos transformaron
la geografa y dieron origen a las relaciones sociales, creando el orden existente. El
espacio surge como consecuencia del relato y este ltimo es corroborado por las
huellas que sobre el paisaje se encuentran. Esta es la historia. Por ello esta o
aquella roca, las colinas que se ven ms all o las estrellas que brillan en el cielo
pueden ser consideradas como claves que nos recuerdan sucesos mitolgicos, frag-
mentos de una larga narracin. Testigos mudos de la historia para quienes la desco-
nocen. Pero esta historia no trata de una fbula esttica y estril, tampoco es un
divertimento relatado durante las oscuras noches de tormenta en medio de la
selva, se trata de una advertencia, una enseanza que lleva a desarrollar un com-
portamiento acorde con un paisaje densamente poblado por fuerzas extraas.
Cerca de las cataratas y rpidos que se forman en los ros y en los extraos
cantos de las aves que habitan en la espesura del bosque, si se escucha con aten-
cin, es posible reconocer voces casi humanas que hablan del pasado, del presente
y del futuro. Desde las profundas cavernas, de los curiosos remolinos que repenti-
namente aparecen y desaparecen aqu y all en la oscura superficie del ro, o de los
bejucos que pacientemente han crecido desde la infinita altura de los rboles se
mueven, casi imperceptiblemente, energas que pueden cambiar la historia de los
16 Estos relatos corresponden a la etnia Matap, la cual se ubica en la regin nororiental de la Amazonia
colombiana. Ver Matap y Matap 1997.
17 Una sntensis del mito de la creacin de los grupos Tukano se encuentra en Reichel-Dolmatoff 1978a.
Ver tambin Reichel-Dolmatoff 1996; Hugh-Jones 1988; Chernela 1993. A pesar de ser este mito de
la creacin uno de los ms difundidos y conocidos entre los antroplogos, tambin existen otros mitos
de la creacin en el Noroeste de la cuenca amaznica. Ver Descola 1996a; Van der Hammen 1992.
Kabiyari et al, 1989:33.
18 Ver Van der Hammen 1992.
14 AMAZONA: SUS HABITANTES Y SUS HISTORIAS
La cachoeira ruga y las olas se movan en constante vaivn por entre las rocas.
Los ruidos semejaban voces de espritus que narraban historias de pocas remo-
tas, cuando los antepasados de los actuales pobladores grabaron en la dura pie-
dra los dibujos que hoy resultan enigmticos para sus sucesores. Koch-Grnberg
1995: 141.
Para aquellos que saben de la existencia de estas fuerzas resulta una necedad
desconocerlas. Ignorar las voces y las seales; penetrar en el peligro con los ojos
cerrados; caminar sobre el destino sin interrogarlo; caer al vaco. Slo un zoquete
puede portarse de esta manera.
20 Esta visin ha sido explorada especialmente en relacin con la cosmologa de los Achuar. Ver Descola
1994a; 1996a; 1996b.
21 Ver la idea de animismo desarrollada por Descola (1994a; 1996b) como un opuesto al totemismo. Para
una discusin y aplicacin de estas categoras totemismo y animismo al caso Makuna ver Arhem
1996.
16 AMAZONA: SUS HABITANTES Y SUS HISTORIAS
la historia. De forma anloga se comportan los cantos y bailes realizados por los
diferentes grupos tnicos en una fiesta o baile indgena en la Amazona de hoy. El
mundo es construido, recreado si se quiere, a partir de saberes diferentes que
son suplementarios. Predomina, de este modo, la idea de complementariedad, en la
oposicin. Esto es corroborado por las historias tradicionales. Por ejemplo, la agri-
cultura para grupos como los Desana (Reichel-Dolmatoff 1968) y los Makuna
(Cayn 2000) es el resultado de la interaccin de miembros de diferentes comuni-
dades-especies en un continuo en el cual las plantas cultivadas son parientes y
resultado de estas interacciones mticas. As se explica que algunas plantas cultiva-
das, como la yuca, sean parientes de las mujeres que se encargan de su manipu-
lacin. Las diversas variedades de aj pueden ser vistas como marcadores de familias
enteras, que revelan a travs de sus caractersticas importantes asociaciones con
el mundo vegetal. Dada la existencia de este intricado sistema de parentesco se
espera que la relacin entre cazador y la presa, aunque se trata fundamentalmente
de una relacin basada en la depredacin, pueda ser vista como una relacin amo-
rosa en la cual la presa se entrega al cazador para su beneficio y el de sus parientes
(Reichel-Dolmatoff 1977b; 1997). Esta idea no es tan absurda para quienes hemos
podido ver al cazador silbando en medio del bosque, imitando el llamado de un
animal, esperando a que una bestia inmensa llegue hasta l para ser sacrificada.
Cosa que para sorpresa de muchos ocurre. Es por ello que el cazador debe saber
qu animales y en qu cantidades se pueden cazar, as evitar infligir daos en el
balance que debe existir entre las especies o comunidades que habitan el cosmos.
Por ello es necesario el desarrollo de procedimientos que garantizan que el espritu
de estos animales sea nuevamente encarnado, evitando que los mismos desaparez-
can22, al tiempo que se elude la venganza que las vctimas y la que sus parientes
pudieran tomar por las muertes ocasionadas, trayendo enfermedades y desdichas a
los humanos23. De este modo se crea una visin del mundo y de los humanos que
resulta ser desconcertante para los occidentales. Por ejemplo los Uanano del Vaups
ven a la naturaleza como una serie de hermanos que pueden ser generosos como
los humanos cuando son tratados adecuadamente, pero vengativos e inmisericordes
cuando son maltratados (Chernela 1982). As surge una red inmensa de relaciones
que soporta el universo, un mundo donde aquello que los occidentales llaman ecologa
y economa se funde en un esquema social. En este contexto la idea de la domina-
22 Esta idea se encuentra difundida en un buen nmero de grupos nativos a lo largo del planeta. Estas
incluyen desde grupos como los Nimac en el Canad ver Martin 1978; 1992. Para el caso Makuna ver
por ejemplo Arhem 1996
23 La idea de la venganza de los animales es un importante factor en la interpretacin conservacionista
que occidente hace de estas sociedades. La misma ha sido nombrada por un buen nmero de antroplogos.
Ver Pineda 1993 y Reichel 1989.
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 17
A pesar de que todo el mundo tiene algunos conocimientos sobre los compor-
tamientos que debe seguir y sus razones de ser, las acciones especiales y la
planeacin a largo plazo de las mismas le corresponde al especialista: el chamn. El
chamn puede ser considerado como el embajador de los humanos ante el univer-
so; un diplomtico cuyo oficio es defender y salvaguardar los intereses, representa-
dos como energas, de los humanos por conservar su posicin en un mundo
poblado por otras entidades, cercanas y distantes, amistosas y hostiles. Estas, as
como los humanos, luchan en pro de su permanencia en esta intrincada red de
constantes equilibrios y desequilibrios que fluye y debe ser mantenida a toda costa,
sin olvidar que se trata de un todo cuyas partes son interdependientes. Al chamn
le es revelada la estructura de este universo en diferentes formas. Su capacidad de
transportarse a otras dimensiones le ha permitido adquirir los conocimientos ne-
cesarios para reconocer, por ejemplo, el enjambre de relaciones sociales al estudiar
la estructura de un cristal de cuarzo (Reichel-Dolmatoff 1979). El puede entender
cmo la disposicin interior y la forma externa de una vivienda reproduce el cos-
mos (Correa 1990; 1996; Hugh-Jones 1995). O cmo el tejido de los canastos
empleados para la preparacin del casabe, se asemeja al plato budare y son iguales
a nuestro universo al posibilitar el paso de energas de un nivel del cosmos a otro.
Los chamanes entienden el idioma de las analogas que oponen y asemejan los
objetos revelando sus posiciones y disposiciones en el complicado tejido que es el
cosmos. Son, para decirlo de alguna manera, equilibristas, prestidigitadores, ilusio-
nistas, delegados de los humanos que se desplazan entre mltiples dimensiones
para realizar su tarea: mantener nuestro mundo.
Es por todo ello que el chamn es la persona que realmente busca y posee el
conocimiento necesario sobre el estado del mundo, y por tanto quien ser consul-
tado cuando se hagan evidentes importantes oscilaciones en las energas. Por
ejemplo, cuando la comunidad se agita por la aparicin de una enfermedad en
uno o varios de sus miembros el chamn acude rpidamente para entender las
causas de la misma e intentar reestablecer el equilibrio. El estudio de uno o
varios casos particulares ser empleado por nuestro embajador para diagnosticar
el estado del mundo e iniciar las negociaciones rituales necesarios. As, a tra-
vs del enfermo, el chamn ve una totalidad que va ms all de la salud de quien
24 Un contraste interesante entre esta visin y la visin occidental se puede encontrar al leer Bowler
1992.
18 AMAZONA: SUS HABITANTES Y SUS HISTORIAS
Dado que las especies en la Amazona son vistas como entes sociales, el
espacio geogrfico es un espacio ocupado y definido por relaciones sociales. Esto
significa que el mismo tiene poseedores dueos y por ello no es posible despla-
zarse por l libremente o transformarlo sin autorizacin de quienes lo poseen26. Por
ello la visita a algunos sectores de la selva o del ro pueden crear problemas. En
medio del bosque es posible encontrar pequeos claros donde la robusta vegeta-
cin es reemplazada por pequeos arbustos. Para los Yucuna del ro Mirit-Paran
este es un patio de Gurupira, un sitio frecuentado por una de las ms poderosas
criaturas que viven en las selvas. Un ser cubierto de pelo, de un color claro, cuyos
pies se dirigen hacia atrs. Otras actividades, como la excavacin de profundos
agujeros, pueden ayudar a que de all emerjan energas inesperadas al crear puen-
tes entre diferentes dimensiones. Los salados, donde eventualmente se caza, son
considerados por algunos grupos del bajo Caquet como los sitios donde se ubican
las casas comunales de los animales27. En fin se trata de un mundo que requiere de
conocimientos especiales para evitar los peligros28.
25 Un ejemplo de esta concepcin se encuentra en la etnia Ufaina. La enfermedad es vista por ellos como
consecuencia de un desequilibrio en el cual una entidad absorbe ms energa de la que le corresponde,
obligando a los seres de otros nivel del cosmos a enviar enfermedades para recuperarla. Ver Von
Hildebrand 1983.
26 Ver sobre la socializacin de la naturaleza Descola 1996b;1994b; Viveiros de Castro 1998.
27 La mejor etnografa recientemente realizada en la Amazona Colombiana y que da la mejor informa-
cin para los grupos que habitan en el bajo Caquet es El manejo del mundo. Naturaleza y sociedad
entre los Yukuna de la Amazonia colombiana, escrita por Mara Clara Van der Hammen, (1992) y
publicada por TropenBos, Colombia.
28 Esta concepcin del mundo ha sido comparada con aquella que caracteriza a los occidentales, para
entender no solo la primera sino aclarar puntos sobre nuestra propia visin del mundo. En este sentido
son importantes de trabajos de Arhem 1998; 1996; 1990; Descola 1996b; Viveiros de Castro 1998.
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 19
No se escuchan con claridad las voces de quienes viven en este mundo social
basado en un esquema de parentesco csmico; los siglos de civilizacin hace que
sus voces se confundan con el incesante sonido de la selva, silencindolos. Desde
la distancia slo escuchamos la traduccin que hacen algunos antroplogos de es-
tos mundos. Una bsqueda desesperada del sentido de algo que por definicin no
puede tener sentido en nuestra realidad. Afortunadamente y a pesar de todo mu-
chas de estas historias son nuevamente relatadas, han regresado cruzando el tiem-
po, trasformndose, para transformar el presente29.
29 Evidente la bsqueda por parte de las comunidades de su pasado y su reconstruccin tiene un importan-
te impacto en el significado mismo de la historia y del uso que de ella se hace en el presente. Ver para
algunos ejemplos del caso colombiano en Gnecco 1999a y 1999b.
20 AMAZONA: SUS HABITANTES Y SUS HISTORIAS
33 Ver para el caso de la historia de los Carijona, Franco 2002. Este texto recupera una historia perdida,
hacindola coherente para el lector.
34 Un caso reciente de este procedimiento se encuentra en el intento realizado por Mahecha et al, 2000
para ubicar el sitio de origen de los grupos nmades, asegurando que los grupos Mak fueron los
primeros habitantes de la zona central del noroeste amaznico. Ver tambin Cabrera 2002, 48-50.
22 AMAZONA: SUS HABITANTES Y SUS HISTORIAS
do, pero tan solo ahora se ha iniciado. Una historia que pueden leer los antroplogos,
como literatura oral e identidad.
35 Un caso interesante entre los estudios etnogrficos y el uso de sus resultados para confirmar aprecia-
ciones arqueolgicas se encuentra los trabajos desarrollados por Betty Meggers. Esta autora realiz
trabajo etnogrfico, para demostrar cmo las variables ambientales determinaban la adaptacin a las
selvas tropicales e implicaban un prdida cultural. En sus estudios asume, de forma ms o menos
constante, la identidad entre las tecnologas agrcolas de los grupos etnogrficos de hoy y quienes
habitaron en el pasado en la Amazona. Ver Meggers 1954; 1957; 1960 y 1971.
36 Ver Carneiro 1970a; 2003.
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 23
Todas las historias que convergen en la selva amaznica, permite que el paisa-
je sea definido por mltiples narraciones del pasado, el presente y el futuro; visio-
nes de mundos colindantes y opuestos que son soportados por un mismo territorio.
Dnde se articulan estas historias de mundos diferentes? Es posible escuchar y
comprender estos universos? Dnde empieza la historia? Quin debe narrarla?
Responder a estas preguntas de una manera adecuada es imposible. Es imposible,
dada la multiplicidad de los relatos; imposible dada la multiplicidad del auditorio.
Debemos admitir, como lo hiciera ya hace algn tiempo algunos antroplogos, ante
la imposibilidad de recuperar las inmediateces del trabajo de campo, que al realizar
un reinspeccin del mismo, escuchamos slo unas voces, mientras ignoramos otras
(Geertz 1988). An ms difcil sera el hablar por otros.
Las cosas son lo que son, el lenguaje de la ciencia (el cual no ha sido cuestionado
aqu de ninguna manera) parece permanecer, posiblemente por cosas del desti-
no, como un discurso sobre los salvajes y no de los salvajes. No podemos con-
quistar la libertad, ms fcilmente que ellos, para ser el uno y el otro al mismo
tiempo, sin perder todo de una vez y estar en ninguna parte. As cada uno niega
las artimaas del saber, el cual esta volvindose absoluto, abolindose a s mismo
en silencio. (1994:36).
De una u otra forma, el pasado, cualquiera que este sea, slo puede conducir-
nos hacia el sitio en el cual se origina: el presente. No importa que el relato sea
contado por el chamn, el misionero, el antroplogo, el gegrafo, el politlogo o el
arquelogo, el mismo concluir en el aqu y el ahora. En su recorrido recurrir a la
artificio de hacernos pensar que la historia, como suceso, constituye un continuo
38 En este sentido son especialmente importantes los escritos de Gnecco en Colombia. Ver Gnecco
1999a; 1999b; 2003.
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 25
que explica el por qu alguien escribe esto y por que, posiblemente, alguien lo lea.
Esta justificacin nos permite elucubrar sobre el tiempo y nos hace olvidar, por un
momento, que son ms frecuentes las discontinuidades en la historia. Esta continui-
dad que nos deja existir, tampoco existe en los documentos que examinamos, ni en
los libros que leemos, ni en las entrevistas que realizamos y mucho menos en los
sitios arqueolgicos que estudiamos. Es una discontinuidad construida por las fuen-
tes, los narradores y los sucesos; interrupciones que deben ser abolidas por la
necesidad de un aqu y ahora. Debemos recordar y olvidar las historias que no
pueden terminar de ser narradas, para contar nuestra historia. Aqu me ocupar
de cmo esta historia ha sido construida por antroplogos y arquelogos, quines no
siempre han estado de acuerdo. Intentar explorar los por qus y los cmos de sus
explicaciones y sugerir algunas rutas que considero importantes.
indgenas bravos que haban hecho una breve aparicin, por la poca en la cual
un boxeador de ese nombre triunfaba en los cuadrilteros1.
Los recin salidos del bosque, que descubran a la sociedad colombiana, slo
dejaran de ser extraos cuando tomaran un nombre y tuvieran una historia cohe-
rente ante nuestros ojos. Por ello afanosamente se buscaron sus antecedentes.
Afortunadamente alguien encontr las claves que permitieron trazar una brevsima
historia y darles un nombre; as el mismo resultara ajeno para quienes lo llevaran2.
Los Nukak haban estado en contacto con grupos religiosos que se haban aproxi-
mado a ellos para rescatar sus almas; inclusive algunos misioneros hablaban su
idioma. Ahora, ante las dificultades que afrontaban al percibir que una sociedad
extraa se internaba en su territorio, transformndolo profundamente, y vindose
disminuidos haban decidido emprender un pico viaje en busca de otros grupos
emparentados. Para ello haban recurrido al estudio de la tradicin oral. A travs
de ella haban logrado determinar la ruta que deban seguir, de este modo se inter-
naron en otro mundo.
1 Para una mayor informacin sobre este encuentro ver Reina 1988; 1990; 1992; Ardila y Politis 1992;
Caycedo 1993; Wirpsa y Mondragn 1988.
2 El nombre de Mak durante un largo tiempo fue empleado para referirse a los grupos nmades de la
Amazona Ver Koch-Grnberg 1995 -. En la actualidad se identifican en la amazona colombiana
cuatro grupos diferentes que en el pasado haban sido llamados Mak. Estos son los Nukak, Juhup,
Hupdu y Kakua. Ver Cabrera 1999; Cabrera et al, 1999.
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 29
Pero si los Nukak tienen en comn con nuestros antepasados un sistema eco-
nmico, entonces, ellos podran ilustrar hipotticamente, las formas en las cuales
fue por primera vez utilizado el bosque amaznico por los humanos. As podramos
remontarnos a travs del tiempo y echar, aunque fuera rpidamente, una mirada al
pasado. Qu tan lejos podramos llegar? Esta idea y la pregunta asociada pueden
ser vlidas, aunque resultan terriblemente engaosas3. Por un lado el sistema eco-
nmico caracterstico de la sociedad Nukak se basa en un profundo conocimiento
de la naturaleza, la cual ha sido transformada por la historia humana, as como por
procesos naturales a los cuales continuamente se han tenido que adaptar para
garantizar su supervivencia. En consecuencia su existencia en el presente garanti-
za que es muy poco lo que en ellos existe de primigenio; igualmente absurdo sera
afirmar que el espacio en el cual viven es un espacio intocado. En realidad, la
ocupacin de los bosques por miles de aos ha hecho que estos espacios sean muy
diferentes a aquellos bosques prstinos a los cuales llegaron los primeros humanos.
De otra parte los Nukak, as como otros grupos de cazadores y recolectores que
3 Un ejemplo de que tan engaosa puede ser esta pregunta se encuentra en la visualizacin de la
economa de los cazadores y recolectores antiguos y sus contrapartes modernas. Algunos investiga-
dores han intentado evaluar la posibilidad de la ocupacin temprana de la selva hmeda tropical
empleando para ello datos provenientes del registro etnogrfico, particularmente de los grupos Nukak.
De esta forma pretenden demostrar que, contrario a la sugerencia realizada por algunos etngrafos, es
posible subsistir - con una dieta adecuada en estas regiones sin contar con un intercambio de productos
con grupos de agricultores. Sin embargo en sus intentos por explicar este segmento de la historia
desconocen la historia del bosque y por tanto no evalan el impacto que una ocupacin prolongada del
mismo debi tener. Simplemente no es equiparable el bosque de hoy con el bosque de hace 10.000 aos
y en consecuencia la adaptacin tampoco lo puede ser. Ver Mora 2003.
30 CAZADORES Y RECOLECTORES
A pesar de que tenemos historias comparables en el tiempo existe una gran dife-
rencia entre los Nukak y nosotros. Esta diferencia radica en que podemos recono-
cer importantes divergencias respecto a la forma en la cual subsisten y se organizan.
Por ello, aunque no son ms primitivos si es que se pueden llamar de esa manera
, lo que sepamos de ellos nos permitir imaginar algunas formas de organizacin
diferentes, las cuales debemos contrastar con los datos obtenidos del estudio de las
sociedades humanas del pasado. As creamos analogas que nos ayudan a interpre-
tar el pasado. Los Nukak y otros grupos semejantes son, por decirlo de alguna
manera, una fuente de inspiracin para nuestra imaginacin que trabaja conectan-
do a travs de analogas las evidencias arqueolgicas con los mundos vividos e
imaginados por los arquelogos. Por ello, con el estudio de sociedades como la
Nukak esperamos poder inferir, en lneas generales, algunos procesos, que an
tienen evidentes diferencias con aquellos que se dieron en el pasado, nos permiten
4 Un ejemplo reciente del impacto que las sociedades nacionales ejercen en los grupos etnicos de la
amazona se encuentra en Cabrera et al, 1999. En este caso se trata de grupos nomadas en un intenso
proceso de transformacin. La intensidad del contacto ocasiona importantes alteraciones en terminos
de la estructura demogrfica de los grupos y afecta la reproduccin social y biolgica de los mismos. Ver
tambin Franky et al, 1995.
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 31
Si bien estas ideas nos permiten imaginar un poco a los habitantes de los bos-
ques tropicales, an no responden a las preguntas desde cuando los primeros
grupos de humanos se establecieron en la selva amaznica? y cmo subsistan?
5 Los expertos denominan este tipo de estrategia como sistema de retorno inmmediato (ver Woodburn
1980) e instrumentos ocasionales (ver Binford 1973). La idea general es que los instrumentos son
producidos en el momento que son requeridos y despus de terminada la actividad son, muchos de ellos,
desechados.
32 CAZADORES Y RECOLECTORES
Estas preguntas, sin lugar a dudas, son difciles de responder. Recientemente los
especialistas han evaluado diferentes conjuntos de datos, que sugieren que nues-
tras apreciaciones iniciales y sus derivaciones lgicas podan estar equivocadas.
Esto es particularmente cierto en relacin con la poca en la cual fue poblada por
primera vez Sudamrica y la forma en la cual estos primeros habitantes se adapta-
ron. Las excavaciones de Monte Verde (Dillehay 1997; Fiedel 2000), as como los
hallazgos realizados en otras regiones sudamericanas6 parecen indicar que los hu-
manos haban llegado a esta regin con anterioridad a lo pensado. Estos problemas
cronolgicos cuestionan las relaciones culturales de los ms antiguos habitantes de
Sudamrica y sus contrapartes norteamericanas. Los viejos modelos basados en
una gradual transformacin iniciada a partir de los productores de los artefactos
conocidos como Clovis, ya no es aceptada universalmente (Adovasio 1997; Ardila
et al, 1989; Dillehay 1999; 2000; Dillehay y Rossen 2002; Dillehay et al, 1992;
Meltzer y Dillehay 1999; Meltzer 1997). Evidentemente el debate sobre la antige-
dad del poblamiento de Sudamrica crea problemas para explicar la ocupacin
temprana de la Amazona (Cavelier et al, 1995; Gnecco et al, 1997; Kipnis 1998;
Mora 2003); tenemos inmensos vacos e incertidumbres en torno a la profundidad
temporal de estas ocupaciones. Sabemos que estos humanos, en algn momento,
llegaron a estas selvas llevando consigo una tecnologa que rpidamente se trans-
form, de acuerdo a las condiciones y requerimientos locales. A pesar de ello no
son claras las estrategias de subsistencia que emplearon estos primeros habitantes
y la clase de economa que tenan.
Es por todo ello que resulta particularmente interesante el estudio del tipo de
adaptacin que emplearon estos primeros habitantes del bosque para sobrevivir y
transformar este espacio en su hogar. Estas explicaciones se han inspirado, en su
mayora, en los datos etnogrficos. As este tema y su soporte etnogrfico, en
tiempos recientes, parece ocupar ms la mente de los investigadores que las cues-
tiones meramente cronolgicas.
6 Un ejemplo de las discusiones planteadas por estos nuevos datos y sus interpretaciones se encuentra en
Greenberg et al, 1986 y Gruhn et al, 1987.
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 33
mal. Venados, osos, dantas, micos, armadillos, cocodrilos e iguanas seran solamen-
te unos pocos de los exquisitos platos que contemplara el men, para no hablar de
las aves, los peces y las tortugas. Difcilmente alguien con un poco de racionalidad
o de apetito puede resistir esta oferta. Por qu no hacer de este bosque su hogar?
No son abundantes los recuentos de este tipo de adaptacin; sin embargo uno
se destaca. Durante la exploracin de la Florida, en el siglo XVI, una tormenta
hundi una flotilla espaola. Algunos de los nufragos lograron salvar la vida, na-
dando hacia la costa. All fueron capturados y esclavizados por los nativos. Los
captores practicaban, como forma de vida, un nomadismo que en ciertas pocas
los llevaba a reocupar asentamientos en los cuales se haban formado inmensos
depsitos de conchas. Las mismas eran las sobras y las evidencias de antiguos y
presentes banquetes. El relato que hiciera Nez Cabeza de Vaca (1984) sobre
estas comunidades es conmovedor y rico en detalles etnogrficos. El mismo permi-
te imaginar toda una colectividad viviendo de este recurso, al menos por unos me-
ses al ao. Es por ello que resulta fcil para algunos especialistas de la Amazona,
suponer que algunos expertos en la recoleccin de este preciado recurso se intro-
dujeron en la regin amaznica detectando los parches ecolgicos en los cuales se
producan para proceder a explotarlos.
mente surgen preguntas sobre la abundancia y acceso a otros recursos, que debie-
ron complementar, y eventualmente sustituir durante los meses de escasez a los
moluscos. En realidad un recurso nico, que se encuentra sometido a una fluctua-
cin estacional, no puede ser la base para explicar un sistema de colonizacin
amplio. Los procesos mediante los cuales las comunidades humanas se adaptan a
regiones nuevas tienden a basarse en un amplio rango de opciones, a pesar de que
en algunas de ellas se de una especializacin temporal en la explotacin de un
recurso nico. En breve, no existe un modelo terico capaz de explicar cmo estos
grupos se sostuvieron a lo largo del ao y cmo se diversificaron econmica y
culturalmente, en tanto se extendan en la regin que comprende la Amazona.
Tampoco existen datos que lo soporten.
Por tanto, para el caso de estos primeros pobladores los datos etnogrficos
deben ser manejados con extremo cuidado. Las analogas basadas en el registro
etnogrfico del uso de recursos ribereos o de lagunas, debi basarse en el pasado
en ciclos ecolgicos diferentes a los observables en el presente. Ciclos a los cuales
se adaptaron los habitantes una vez fueron capaces de descifrarlos.
Otros investigadores han ido un poco ms all. Suponen que las deficiencias en la
alimentacin llevara a que la ocupacin permanente y extendida de las tierras
bajas tropicales boscosas fuera posible nicamente despus de haberse desarrolla-
do la agricultura. En consecuencia al hablar de los primeros ocupantes de la
Amazona estaramos hablando de un hecho relativamente reciente en la historia
36 CAZADORES Y RECOLECTORES
Una de las razones para la preservacin de esta idea del antiguo cazador y
recolector es que la misma contribuye a preservar la imagen, idealizada, del hom-
bre primitivo. Imagen que tiene que ver mucho con el modelo del cazador europeo.
Un hombre corpulento que se especializ en la caza de grandes presas, como los
mastodontes; bestias inmensas, inimaginables en un mbito de la selva tropical. As
se perpeta uno de los mitos ms apreciados por algunos especialistas y no espe-
cialistas en la prehistoria, quienes ven en el cazador cubierto de pieles y armado
con una lanza en la cual se ha encajado una punta tallada en piedra una imagen
aceptable para nuestros antepasados. Imagen opuesta al esculido y barrign hom-
brecillo de tez oscura que corre semidesnudo con algunos palos en sus manos por
la espesura del bosque. El segundo, sin ninguna duda, representa un personaje que
parece ms fantstico y mucho menos atractivo para encarnar el valiente coloniza-
dor de un mundo intocado. En parte por esto result ser una alternativa aceptable el
suponer que los grupos de cazadores y recolectores habran surgido tardamente, y
porque no, como una transformacin de grupos que previamente haban sido agri-
cultores. El presente y nuestra idealizacin del pasado, sin duda, jugaban un impor-
tante papel en nuestra reconstruccin de la historia antigua.
7 Estas ideas se encuentran soportadas por los planteamientos realizados por los etngrafos ( ver Bailey
y Headland 1991; Bailey et al, 1989; Headland 1987; Headland y Bailey 1991; Sponsel 1989), as
como por algunos arquelogos (ver Lathrap 1968).
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 37
8 Adems de los reportes de Stearman (1989; 1990) una situacin semejante fue reportada por Holmberg
(1969). En realidad son muchsimos los casos en los cuales los etngrafos han echado mano de esta
idea del agricultor deculturado para explicar la situacin de los nmadas de las selvas.
9 Ver Lathrap 1968.
38 CAZADORES Y RECOLECTORES
12 Un buen estudio de caso de las relaciones entre grupos indgenas - cazadores y recolectores - y colonos
se encuentra en Gmez 1991b. Ver tambin Gmez 1988.
40 CAZADORES Y RECOLECTORES
miento del bosque y sus secretos. Esto les permita la obtencin de recursos exti-
cos, algunos de los cuales eran empleados en tratamientos curativos y chamnicos.
Pero estos nmadas no slo aportaban objetos en sus intercambios, provean a los
grupos sedentarios de informaciones vitales sobre la actualidad regional. Los chis-
mes, los cuentos y las noticias de eventos ocurridos en otras partes son, en muchas
ocasiones, tan valiosos o ms valiosos que los objetos. As que los nmadas eran,
en el pasado, un importante nodo en la red de informaciones que vinculaba diferen-
tes culturas y economas. Estas cambiantes y nada fciles relaciones estn indica-
das por los relatos de los misioneros del siglo XVII; exploradores, antroplogos y
periodistas en las cuencas del Amazonas y el Orinoco las han confirmado13. Ob-
viamente esto no fue lo que vieron los viajeros a quienes impresion ms las apa-
riencias de estos vagabundos Los pocos hombres que he visto de esa nacin
eran unos miserables ejemplares de la humanidad (Spruce 1908:344)14.
Estas complejas relaciones hacen que si bien los lmites sociales entre estas
dos categoras parecen ser claros en un momento especfico, sugieren que a lo
largo de los tiempos las mismas variaron profundamente. Los relatos a nuestra
disposicin, los trabajos etnohistricos y las investigaciones antropolgicas sealan
cmo en muchas oportunidades miembros de una categora pasaron a pertenecer a
la otra, de acuerdo al tipo de interacciones y el contexto histrico de las mismas15.
As los nmadas se transformaron en agricultores sedentarios y los agricultores en
nmades que aprovechaban aquello que el paisaje-historia les brindaba. Esto, por
supuesto, no quiere decir que la vida del agricultor, desde el punto de vista del
cazador y recolector sea lo ms deseable; aceptar esto equivaldra a asumir que los
cazadores y recolectores estn dispuestos y hasta cierto punto ansiosos por ser
asimilados. Tampoco implica que el agricultor est dispuesto, fcilmente, a aban-
donarlo todo y dedicarse a una vida errante. Los humanos, en general, preferi-
mos no brincar entre diferentes mundos y si lo hacemos es, casi, a la fuerza.
Despus de todo, estos modos de vida soportan, de muchas maneras, nuestra iden-
tidad. No es posible que nos diluyamos al perder lo que nos hace ser lo que somos.
Es por ello que muchas sociedades nmadas han desarrollado diferentes estrate-
gias para mantener su identidad a pesar de sostener estrechas relaciones con los
agricultores y los ganaderos. Por ejemplo, los nmadas Raut de Nepal, han desa-
rrollado un sistema de intercambio asimtrico, a pesar de que sus valores culturales
13 Ver Cabrera 2002; Cabrera et al, 1999; Gmez 1988; 1991; Gumilla 1955 (1791); Mercado 1966;
Morey 1979; Morey y Morey 1973; Rivero 1956 (1733).
14 Ver, tambin, sobre la subordinacin de los nmadas a los grupos de agricultores amaznicos Mahecha
et al, 2000.
15 Gumilla 1955; Morey 1975; Morey y Morey 1973; Morey 1979; Rivero 1956.
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 41
Los tukno de la Cachoeria Pary eran seores muy cmodos y, como afirmaba
Schmidt con maldad, no conocan casi el camino a sus sembrados; tenan escla-
vos mak que les hacan todo el trabajo. El jefe era iara (ama) de tres mak, que
habitaban con sus mujeres e hijos en chozas miserables selva adentro, no muy
lejos del poblado. Casi todos los das llegaban a la maloka y traan pescados, presas
de caza y frutas silvestres para el amo, dispuestos a efectuar cualquier trabajo
domstico que se les exigiera. Los tukno los trataban de buena manera, como si
fueran animales domsticos. Inclusive toleraron que estuvieran presentes en las
varias fiestas de kaschir que se celebraron durante nuestra estada. Cuando no
estaban preparando coca, se sentaban en un rincn oscuro de la casa y reciban
regularmente un calabazo con kaschir y de vez en cuando un cigarro. (1995:276
Tomo 1).
En aos recientes las ideas, que durante tanto tiempo fueran poco controver-
tidas sobre las relaciones entre los nmadas y los agricultores, han regresado a las
42 CAZADORES Y RECOLECTORES
discusiones acadmicas. Nuevas preguntas intentan evaluar los datos que deben
soportar los modelos que aceptamos. Se trata de un procedimiento lgico que cues-
tiona la veracidad de nuestras afirmaciones y por tanto la forma en la cual vemos el
pasado a travs del presente. El problema para muchos se encuentra en la relacin
que existe entre el presente, es decir el registro que tenemos de las comunidades
vivas de cazadores y recolectores en las selvas tropicales, aquellas que vivieron
hace tan slo unos cientos de aos y la forma como vemos a aquellas que vivieron
all hace miles de aos. Al aceptar que el presente es bsicamente semejante al
pasado suprimimos la posibilidad de la existencia de una historia verdaderamente
antigua en las selvas tropicales o al menos una historia pre-agrcola. Al no tener
que investigar el pasado remoto, dado que aceptamos la premisa que supone en
gran medida la identidad entre presente y pasado en este caso particular la depen-
dencia del intercambio de productos agrcolas, no tenemos que buscar datos y
evaluarlos, puesto que la lgica dicta que no existen. As podemos afirmar y soste-
ner una posicin basada en una premisa, sin contar con ninguna garanta sobre su
conexin con la realidad, puesto que no es necesario probarla empricamente. Este
vaco en la argumentacin ha sido presentado de forma coloquial en una entrevista
a uno de los ms importantes arquelogos del siglo XX: Lewis Binford. Binford
explica el problema ms o menos en las siguientes palabras: Es necesario asumir
lo que se desea investigar para as poder interpretar el registro etnogrfico de una
manera histrica. ... lo que los arquelogos estaban haciendo era usando los mto-
dos de los etngrafos para hacer inferencias histricas (Sabloff 1998:5).
De otra parte, algunos casos empricos, al igual que ciertos argumentos, discu-
ten, hoy, la aceptacin de esta idea de la dependencia de los cazadores recolectores
de los agricultores. Datos etnogrficos recolectados en Nueva Guinea sugieren
que all existen casos en los cuales grupos que basan su economa en la caza y la
recoleccin son completamente independientes de los agricultores. Aparentemen-
te estos habitantes de los bosques no realizan ningn tipo de intercambio de produc-
tos que tiendan a fortalecer las deficiencias ocasionadas en su dieta como
consecuencia de la ocupacin del bosque hmedo tropical (Dwyer y Minnegal
1991). En Malasia un caso arqueolgico aporta evidencias que tambin contradi-
cen la suposicin de la ocupacin de bosque por parte de cazadores y recolectores
dependientes del abastecimiento de productos agrcolas. En los yacimientos hasta
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 43
16 Esta afirmacin fue realizada en la introduccin del volumen de Human Ecology que fuera dedicado a
evaluar la hiptesis de los cazadores y recolectores independientes de la agricultura que habitaban y
habitaban en el bosque tropical lluvioso. En esta oportunidad los defensores de la idea de la dependencia
afirmaban que exista, probablemente, una excepcin a la regla por ellos propuesta. Sin embargo desde
entonces se han sumado algunas excepciones ms. Ver Bailey y Headland 1991.
44 CAZADORES Y RECOLECTORES
muestras sean, prcticamente, inexistentes. Igual pudo ocurrir con una gran parte
de los instrumentos empleados, suponiendo que los mismos fueron fabricados con
maderas, las cuales son un recurso abundante en la regin, pero de difcil conserva-
cin en el registro arqueolgico. En resumidas cuentas no tenemos ninguna eviden-
cia, aparte de algunos casos en el registro etnogrfico, que indique que esta
dependencia se dio en el pasado remoto. La nica prueba con la que contamos
para aceptar la dependencia de los cazadores y recolectores de los agricultores es
nuestra lgica. Esta, al parecer no garantiza nada, ya que se apoya en la historia
reciente que es proyectada al pasado.
17 La regresin, como explicacin para el origen de los cazadores y recolectores de la Amazona, ha sido
un tema recurrente. Lvi-Strauss (1967:48) sugiri esta posibilidad. Lathrap -1968 respaldo esta
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 45
mente pas en el pasado reciente, pero es poco probable que se pueda emplear
para explicar la historia ms antigua de los cazadores y recolectores en la Amazona.
La historia es, con toda seguridad, acumulativa tanto en el recuento que las socie-
dades hacen de su pasado como en las transformaciones que la misma genera en el
espacio. Por ello una situacin moderna no es comparable con una muy antigua.
Entonces surgen preguntas tales como: Es posible emplear premisas sobre el pa-
sado a partir del estudio del registro del presente para construir modelos que expli-
quen el comportamiento de las sociedades ms antiguas? Tiene algn valor
explicativo esta analoga entre el presente, el pasado reciente y el pasado remoto?
Existieron condiciones ambientales y sociales semejantes en el pasado que pudieran
dar origen a los mismos procesos? Creo, de una manera optimista, que s es posible
hacer estas conexiones entre el pasado y el presente. Sin embargo, esta no debe
basarse en la identidad de los problemas estudiados en una y otra poca, sino en las
generalidades de los procesos que les dan origen. Es bajo esta perspectiva que debe-
mos responder a preguntas tales como es posible evaluar la tecnologa y sus aplica-
ciones de estos primeros grupos de cazadores y recolectores? y dnde debemos
buscar la informacin sobre sus sistemas de adaptacin? La respuesta a estas pre-
guntas tiene que ver con nuestra capacidad para recuperar informacin desde los
contextos arqueolgicos y hacerla inteligible dentro de un marco explicativo gene-
ral. As el dato etnogrfico no ser una prueba incontrovertible del pasado, sino una
herramienta para recrear partes de los procesos que le dieron su carcter.
Los cazadores y recolectores de las selvas no slo haban sido estudiados desde
una perspectiva que privilegiaba el dato etnogrfico para construir las explicacio-
nes, sino que ste se centraba en la idea de adaptacin, como una respuesta pura-
mente econmica. Estas ideas haban llegado a la antropologa desde la misma
definicin que hiciera L. White (1949) de la cultura; ideas tomadas por uno de sus
alumnos, Lewis Binford, y adaptadas a la arqueologa para crear una visualizacin
de la cultura como el medio extrasomtico de adaptacin de los humanos. De este
modo, aquello que el dato etnogrfico dejaba ver a los arquelogos era simplemen-
te una economa basada en principios de maximizacin. De alguna forma el fantas-
ma del hombre econmico tambin haba reencarnado en el nmada de las selvas.
As la economa de los cazadores y recolectores de las selvas tropicales haba sido
opinin. Bale -1992 la emple nuevamente sugiriendo que era posible reconstruir la prdida de estas
tradiciones en culturas especficas. Recientemente Rival 1998 la ha retomado para discutirla.
46 CAZADORES Y RECOLECTORES
tratada por algunos de una forma simplificada al suponer, de manera tcita, que
exista un modelo generalizado de utilizacin de los recursos y que ste era el nico
aspecto verdaderamente interesante en el estudio de estas sociedades. Dado que
se aceptaba este modelo no era necesario definir con exactitud los recursos
involucrados, el tipo de proceso y el producto que haba resultado de la utilizacin
de un determinado instrumento. Aun menos importante resultaba el estudio de los
contextos sociales en los cuales los artefactos eran recuperados. En realidad no
haba ninguna razn para proceder de esta forma; los esquemas tericos nos impe-
dan ver ms all. Slo a finales del siglo pasado y principios del presente, los
antroplogos han sealado la inmensa variabilidad englobada por el concepto de
cazador-recolector, o mak, para la Amazona. Esta categora ha sido fragmen-
tada en nukak, kakua, hupdu y juhup, pueblos diferentes, con historias diferentes y
con sistemas de uso y explicacin del entorno diversas (ver Mahecha et al, 2000).
Ante la necesidad de definir y evaluar las dietas de estos grupos con respecto
a la oferta ambiental en trminos de adaptaciones especficas y a la luz de la nece-
sidad de delimitar las formas econmicas de los primeros ocupantes de las selvas,
la perspectiva empleada debe ser otra. Esto significa que adems de realizar ex-
menes ms cuidadosos, para poder obtener informacin sobre los recursos que se
explotaron en un rea particular y dentro de un tiempo limitado, stos se deben
encontrar soportados por modelos que permitan una mejor comprensin de las
variaciones que se dan dentro de una economa de cazadores y recolectores. Es-
tos, por supuesto, no slo deben considerar las razones de orden econmico. Sola-
mente de esta manera podremos entender la forma en la cual fueron usadas las
selvas tropicales por sus primeros habitantes.
tos sociales18. De forma exclusiva la subienda de peces a lo largo de los ros del
noroeste de los Estados Unidos y Canad generar una superabundancia que posi-
bilitar las concentraciones de importantes cantidades de cazadores y recolectores
en la primavera. Durante esta poca se recolectarn los alimentos que posibilitarn
el festival de invierno donde se incrementarn las interacciones sociales que
permiten que la historia se continu produciendo.
18 Una muy bien escrita descripcin de la vida de los cazadores y recolectores en el rtico se encuentra en
Hugh 2000.
19 Uno de los principales aportes que realizara J. Steward (1973) a la antropologa fue crear una conexin
entre el tipo de organizacin social y las caractersticas ambientales dentro de las cuales se desarrollaba
la vida de las comunidades. De esta manera introdujo el concepto de adaptacin como una herramienta
conceptual importante para conectar las estructuras sociales y la subsistencia en una secuencia evolu-
tiva.
20 Los planteamientos iniciales de Betty Meggers (1960) se encuentran fundamentados en los escritos de
los dos ms importantes neoevolucionistas de mediados del siglo pasado: J. Steward y L. White. Sin
embargo existen importantes diferencias en el enfoque desarrollado por uno y por otro, las cuales se
pueden resumir en su concepcin sobre la evolucin cultural. Meggers enfatizo la propuesta de White.
48 CAZADORES Y RECOLECTORES
De una u otra forma esta segmentacin laboral implica una divisin de las
actividades en el espacio empleado y en los horarios. Estas diferentes actividades
se asocian con conjuntos especializados de tcnicas, y en muchas oportunidades
con herramientas especializadas que algunos arquelogos creen poder reconocer.
El conjunto de todas estas labores actividades es una respuesta adaptativa a las
coyunturas que una determinada zona ecolgica ofrece. Durante mucho tiempo se
ha intentado cuantificar estas actividades a partir de modelos que se definen, en
trminos del tipo de rendimiento de cada una de ellas (p.e., Winterhalder 2001;
Winterhalder y Smith 1981; 2000).
Estas divisiones en las actividades han permitido, entre otras cosas, identificar,
de forma terica, dos tipos de movimientos que son realizados por los cazadores y
recolectores: movilidad residencial y movilidad logstica (Bailey 1960; Binford 1980;
1990; 2001; Kelly 1983; Wilmsen 1973)23. La primera de ellas tiene que ver con el
traslado de la totalidad de los integrantes del grupo y la creacin de un nuevo
campamento. Este tipo de movimientos generalmente son lentos, pues implica el
transportar la totalidad de las pertenencias, que aunque las mismas no sean mu-
chas, es necesario llevarlas. Adicionalmente el desplazamiento de los miembros
ms jvenes que incluye a los recin nacidos y los ms viejos de la comunidad
puede imponer a la marcha un ritmo lento. El segundo tipo de movilidad logstica
corresponde con el desplazamiento de una fraccin de los miembros del grupo con
el propsito de realizar una actividad concreta. La misma, por lo general, es de
corta duracin. Usualmente se trata del aprovechamiento de un recurso especfico,
cuya posicin en el espacio se puede predecir con cierta probabilidad de xito, sin
que exista ninguna certeza sobre el encuentro del mismo. Cabrera (1999) ha des-
crito este movimiento entre los Nukak de la siguiente manera:
..los Nukak emplean una doble estrategia en la bsqueda de sus alimentos pues
adelantan partidas ocasionales y especficas de las distintas actividades saliendo
desde su residencia; en las primeras es el azar o encuentro fortuito de un recurso
la condicin que prima en su inmediata explotacin, en las segundas es la ubica-
cin previa del recurso el criterio bsico para su posterior aprovecha-miento
(1999:147).
23 Estas ideas han sido lentamente desarrolladas por los arquelogos a partir de la dcada de los sesentas,
cuando se formul la Nueva Arqueologa. Recientemente uno de los mejores exponentes de estas
ideas, Lewis R Binford, les ha dado un nuevo aire a las mismas al reconsiderarlas bajo las crticas que se
les han formulado en los ltimos cuarenta aos.
50 CAZADORES Y RECOLECTORES
Esto significa que las preferencias definidas, por razones culturales - mitolgicas,
histricas, sociales o degustativas - juegan un papel preponderante en la seleccin
de los puntos en los cuales se localizaran los grupos humanos en determinados
momentos a lo largo del ciclo de oferta ambiental24. Por ejemplo, un estudio com-
parativo entre diferentes grupos que tienen una alta movilidad, en el cual se consi-
24 Esto ltimo se encuentra sealado para los grupos Nukak por recientes trabajos etnogrficos. Ver
Cabrera et al, 1999; Mahecha y Franky 2001.
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 51
der la distancia de los movimientos para buscar pareja, revela importantes dife-
rencias, no slo entre los grupos sino entre los miembros de la comunidad de acuer-
do a su sexo. En efecto, la frecuencia y las distancias cubiertas variaron
enormemente en los viajes realizados para visitar familiares, asistir a bailes o explo-
rar el territorio segn la posicin y circunstancias de los individuos (MacDonald et
al, 1999). Evidentemente todos estos desplazamientos son realizados en un territo-
rio paisajes apropiados en la forma de recursos sociales, histricos y naturales
que son manejados conceptualmente y en los cuales son evidentes las transforma-
ciones generadas por los humanos. El desplazarse por el bosque, como lo ha dicho
recientemente una antroploga, es tambin una necesidad cultural, es como cami-
nar a lo largo de un libro de historia en el cual la historia natural y la historia humana
se mezclan en una sola (Rival 2002:1). En estas condiciones los recursos no pue-
den ser considerados como fortuitos, sino que deben ser vistos como el resultado
de la manipulacin realizada por las comunidades.
como alimento o carnada de peces y presas de caza. Todos estos materiales llegan
y son ubicados en un reducido espacio, del cual ha sido suprimida previamente la
mayor parte de la vegetacin, ya sea durante la construccin inicial del campamen-
to o como consecuencia del trnsito de los habitantes por el lugar. A partir de este
punto los objetos tomarn parte en procesos diferentes. Por ejemplo algunas
semillas de palma sern cocinadas lentamente en agua, con el fin de desprender la
parte carnosa del cuesco. De esta manera se elabora una refrescante bebida que
puede ser mezclada con el jugo de otras frutas y la cual es endulzada ocasional-
mente con miel de abejas. Los desechos de este proceso, semillas y cscaras,
sern arrojados junto con las basuras generadas por otras actividades. De esta
manera se pueden llegar a conformar verdaderas montaas de basura a la entra-
da o a la salida del campamento. El volumen de la acumulacin de desechos se
relaciona con la duracin de la ocupacin en el lugar y la fortuna de sus habitan-
tes; durante los das previos al abandono del campamento las basuras se recogern
con una menor frecuencia, contribuyendo a la amplia dispersin de estos materia-
les orgnicos. Esta adicin de materia orgnica sumada a la alteracin de la cober-
tura vegetal generar condiciones ideales de luz y temperatura para la germinacin
de algunas de las semillas que fueran transportadas hasta el lugar. As, en un futuro
no muy lejano, el espacio geogrfico en el cual se encontraba el campamento se
podr reconocer por una inusual concentracin de plantas tiles. Procesos seme-
jantes han sido registrados entre los Huaorani (ver Rival 1998:239). Esto le otorga
un valor ponderado a los sitios previamente ocupados dado que contiene importan-
tes recursos, que en cierta forma han sido anteriormente seleccionados por los
humanos, y por ello se aumentan las posibilidades de que se asienten en el mismo
espacio. Grupos como los Nukak prefieren ubicar sus asentamientos a una distan-
cia prudencial de aquellos lugares que fueron ocupados en el pasado, especialmen-
te si alguien falleci y fue enterrado all. Esto, no obstante, no les impide aprovechar
los recursos que all se producen. Si tomamos en cuenta la alta movilidad de los
Nukak, la cual parece ser una constante de los grupos que habitan en las selvas
tropicales, y la existencia de territorios en los cuales se ubican sectores de asenta-
miento que son reocupados, tendremos que estos grupos han generado importantes
transformaciones en la composicin de la selva, a pesar de que la importancia de
las mismas no fueran reconocidas en algunos estudios ecolgicos de la dcada de
lo cincuenta del siglo pasado (ver Richards 1996). Politis basado en los datos obte-
nidos en los campamentos y teniendo en cuenta que los Nukak ocupan entre seten-
ta y ochenta campamentos al ao, considera que el rea transformada por banda,
por ao es aproximadamente de 6,400 metros cuadrados (Politis 2001:41). De este
modo, cada campamento representa un espacio geogrfico profundamente altera-
do por las actividades humanas que all tienen y tuvieron lugar (Franky et al, 1999;
Mahecha y Franky 2001; Politis 1996a; 2000; Rival 1992: 1998), como lo demues-
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 53
PEA ROJA:
UN CASO DE ANTIGUOS HABITANTES DEL NOROESTE
AMAZNICO
26 Este concepto de las islas de recursos fue desarrollado por Bale y ha sido empleado en diferentes
contextos. El mismo es importante en la definicin de la ecologa histrica. Ver Bale 2000; 1998;
1987.
54 CAZADORES Y RECOLECTORES
27 Los datos correspondientes a los trabajos arqueolgicos llevados a cabo en el sitio de Pea Roja han
sido objeto de diferentes publicaciones, aqu solo se presenta una breve sntesis de las informaciones.
Para un mayor detalle ver Cavelier et al, 1995; Cavelier et al, 2001; Gnecco y Mora 1997; Mora 2003;
Mora y Gnecco 2003; Morcote 1994: Morcote et al, 1998; Llanos 1997; Piperno y Pearsall 1998;
Urrego et al, 1995.
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 55
Figura 2.1
Artefacto ltico 5818-5 - del sitio arqueolgico de Pea Roja. Medio ro Caquet. Este raspador
tiene un largo mximo de 57.2 mm por un ancho mximo de 32.9 mm y un grosor mximo de 20.6
mm. El mismo fue elaborado en Chert.
28 Pea Roja no es el nico lugar en la Amazona donde se ha registrado una ocupacin tan antigua. En
Brasil Roosevelt excav un yacimiento de una antigedad semejante en el cual tambin fueron recupe-
rados un buen nmero de restos vegetales entre los cuales se destacan las palmas. Ver Roosevelt 1999;
Roosevelt et al, 1996.
56 CAZADORES Y RECOLECTORES
Todo esto indica que se dieron cambios en las actividades de estos primeros
habitantes simultneamente con la introduccin de algunos cultgenos. Sin embargo
continuaron llevando, por lo menos desde el punto de vista arqueolgico, un estilo
de vida muy semejante. Esto es congruente con el desarrollo de la agricultura como
una transformacin gradual. Una coleccin de azadas, definidas en parte por un
desgaste caracterstico de su uso en actividades de excavacin, sugiere la explota-
cin de rizomas comestibles.
Figura 2.2
Artefactos lticos del sitio arqueolgico de Pea Roja. Medio ro Caquet. El cortador de la izquier-
da 5818-82 tiene un largo mximo de 46.8 mm, una ancho mximo de 39.3 mm y un grosor de
11.2 mm. El artefacto de la derecha 5819-26 tiene un largo mximo de 43 mm un ancho mximo
de 34.3 mm y un grosor mximo de 17.9 mm. Ambos instrumentos fueron manufacturados en chert.
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 57
Evidentemente los habitantes de Pea Roja son unos de los antiguos poblado-
res del Noroeste Amaznico, sin embargo no se trata de los primeros humanos en
internarse en el bosque. La posicin de Pea Roja en el interior de la Amazona, y
el comportamiento de estos habitantes, parece sugerir que contaban con un amplio
conocimiento de la regin. Los cambios ambientales de finales del Pleistoceno y
principios del Holoceno slo crearon las condiciones necesarias para que usaran y
transformaran la terraza baja de Pea Roja, haciendo de la misma un espacio bien
conocido en la regin.
De una u otra forma, los datos arqueolgicos de Pea Roja sugieren una eco-
noma de amplio espectro y no la del cazador especializado que se intent mantener
por tanto tiempo. La historia de los antiguos, primeros habitantes, caracterizada por
la flexibilidad de sus adaptaciones a la diversidad del bosque amaznico, parece ser
una visin ms adecuada para los primeros pobladores. As se deja de lado un mito
moderno de la Amazona y se cuestiona el transplante del dato etnogrfico o la
estrecha mirada basada en unas pocas variables ambientales.
Figura 2.3
Fechas de carbono 14, sin calibrar, del sitio arqueolgico de Pea Roja. Los horizontes de suelos
1,2,3 pertenecen a la ocupacin cermica Midote; el horizonte 4 corresponde a una zona de
transicin en la cual aparecen algunos artefactos, posiblemente como consecuencia de actividades
posdeposicionales. Fsicamente este estrato es de poco grosor, a pesar de que en la grfica
corresponde con algo ms de 5000 aos. Es posible que se diera la prdida, por erosin, de
algunos estratos en esta zona. Los horizontes 5,6,7,8 y 9 contienen los materiales lticos de la
etapa ltica. En el horizonte 6 aparecen, por primera vez los cultgenos.
3
AGRICULTORES, CAZADORES Y RECOLECTORES:
LGICAS Y ECONOMAS OPUESTAS Y
COMPLEMENTARIAS?
Ya nadie puede creer en la agricultura como una gran revolucin que se produjo
de un momento a otro. Desde hace varias dcadas ha sido considerada como un
proceso lento, factor que hace que los lmites entre las categoras de cazadores -
recolectores y primeros agricultores sean extremadamente difciles de precisar
Cundo se deja de ser cazador-recolector o silvicultor para transformarse en un
verdadero agricultor? Esta pregunta es engaosa. El empleo de categoras tales
como cazador - recolector, agricultor, o pescador han sido muy tiles en el pasado
para entender los procesos internos de las sociedades que caen claramente en una
u otra categora. Sin embargo, cuando intentamos entender las causas que llevan
de un conjunto a otro, estas mismas categoras resultan inocuas, dado que bloquean
nuestra visibilidad. Indudablemente hace 8,000 aos en Pea Roja, en el Medio Ro
Caquet, aparecieron por primera vez algunas plantas cultivadas. A pesar de ello
las actividades de las comunidades y el espacio geogrfico en el cual vivan no
cambi, fundamentalmente, en relacin con aquel en que vivieran quienes no tenan
estas plantas cultivadas. Es cierto que la seleccin de la materia prima para manu-
facturar algunos instrumentos de piedra vari simultneamente con la introduccin
de los cultgenos, sin embargo el estilo de vida sigui siendo muy semejante, segn
lo sugieren los datos arqueolgicos y paleoambientales (Mora 2003). Evidentemen-
te el desarrollo de la agricultura es un proceso en el cual se dan transformaciones
que afectan el espacio ecolgico y por tanto a las comunidades que lo ocupan. As
se establece un nuevo paisaje, en continua transformacin, que requiere de nuevas
relaciones sociales e interacciones con el entorno.
Es por ello que resulta necesario recurrir a la bsqueda de los elementos que nos
permitan inferir esta transicin, para observarlos en casos particulares al interior de la
60 AGRICULTORES CAZADORES Y RECOLECTORES
globalidad que representa una sociedad. Tal vez el mejor camino sea descomponer la
categora agricultor para definir qu elementos la conforman y cmo se relacionan
stos. As podremos evaluar cul puede ser la importancia de ellos en diferentes
contextos histricos. Las fuentes que nos guan y han guiado el trabajo de quienes se
interesan en este tema son algunos datos ecolgicos y botnicos, interpretados a la
luz de las informaciones arqueolgicas y etnogrficas que le dan vida al pasado.
Es posible demostrar que existen muchas formas intermedias entre los dos tipos
de actividades (agricultura y recoleccin), de tal modo que usualmente es difcil
saber cuando una termina y empieza la otra. Schmidt 1974:63. 1
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 61
Figura 3.1
Productos consumidos por dos bandas Nukak segn su origen. Las cantidades corresponden con
porcentajes sobre el total consumido para cada estacin. Las barras negras representan los
productos en la etapa menos lluviosa verano - del ao 1994. Las barras grises corresponden a la
etapa de lluvias de de 1992. Los datos para esta grfica fueron tomados de Politis 1996b -.
Nukak. SINCHI, pp 176 y 202.
4 Este fenmeno no es exclusivo de las Amricas, el mismo ha sido registrado en otras partes. Ver para
el caso de Norte Amrica Renouf 1991. Para el caso de la costa peruana ver Moseley 1975.
5 Son mltiples los ejemplos al respecto. Para el caso de los Yanomamo este fenmeno se encuentra
descrito por Biocca 1971; Good y Chanoff 1991; Werner 1983; 1984.
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 63
Nos importa, para entender una sociedad agraria, la cantidad producida, por
supuesto, la relacin de esta produccin con la poblacin que debe soportar, el
mbito en el cual se desarrolla y las transformaciones generadas en el mismo, y
sobre todo las relaciones sociales en las cuales se produce, se distribuye y se con-
sumen los productos.
Figura 3.2
Diseo esquemtico de las variables involucradas en la toma de decisiones en un sistema agrcola.
Adaptado de Redman 1999:125.
pondran bajo la etiqueta de trabajo los desplazamientos que realizan los cazadores
y recolectores por el bosque; al fin de cuentas es durante estas ocasiones en las
que adquieren sus alimentos (ver Kaplan 2000). Los Hupdu describen esta activi-
dad con la palabra get koai, la cual ha sido traducida como correr el bosque;
una ocasin de relajacin, un tiempo divertido (Cabrera 1999). Esta imagen que
fabricamos del cazador y recolector como un ser libre contrasta con la del agricul-
tor, quien se ve amarrado a un sinnmero de eventos naturales que podan hacer
fracasar sus intentos por garantizar su estabilidad, o tan siquiera su supervivencia.
Hoy hemos comprendido que la complejidad de las organizaciones humanas hace
que el estudio de las mismas no sea una tarea fcil, inclusive las de los cazadores
recolectores. Por ello nos hemos visto forzados a reexaminar las palabras mismas
con las cuales nos referamos a sus mundos, los clasificbamos y traducamos, si
esto es posible, a la lgica occidental. Expresiones como tiempo libre, descanso y
afluencia tal vez no reflejaban la realidad que intentbamos describir6.
Sin importar las variaciones existentes en los sistemas agrcolas y sus adapta-
ciones a condiciones ecolgicas locales, existe un procedimiento generalizado de
comportamiento entre los agricultores. Estos, al igual que los cazadores y
recolectores, tambin tienen que desarrollar sistemas tendientes a garantizar, de
forma continua, el abastecimiento. Sus estrategias, para lograr este fin, se pueden
resumir en dos aspectos fundamentales alrededor de los cuales giran las opciones
seleccionadas (ver Sanders 1989).
6 La idea de los cazadores y recolectores como parte de una sociedad opulenta en la cual el ocio era la
ocupacin que ms tiempo tomaba fue introducida en el debate antropolgico desde el inicio de los
estudios modernos de cazadores y recolectores con la publicacin de Man the Hunter- ver tambin
Sahlins 1968a; 1968b. En 1972 Marshall Sahlins en Stone Age Economics defina estas sociedades
que vivan en la afluencia como sociedades en las cuales todos los miembros de las mismas podan
satisfacer sus necesidades materiales muy fcilmente. A partir de entonces se han producido un buen
nmero de crticas sobre esta aproximacin, tanto al nivel de los datos empricos que la soportan,
como de los conceptos empleados. Una reciente sntesis de estas crticas se encuentra en Kaplan 2000.
Ver tambin Bird-David 1992.
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 67
que contiene las posibles opciones que se puedan emplear en el futuro. En segunda
instancia se encuentra la necesidad de reducir los riesgos de prdida de la cosecha,
a lo largo del tiempo y para cada cosecha particular. Un aumento repentino de las
lluvias, el arribo tardo de las mismas, o su carencia, as como las inundaciones impre-
vistas o una sequa prolongada puede afectar seriamente la produccin y por tanto la
estabilidad de las comunidades. En parte porque sabemos esto a travs de nuestra
experiencia reciente, los arquelogos en muchas oportunidades han discutido estos
factores para explicar la desaparicin y el colapso de sociedades completas como los
Mayas (Abrams et al, 1996; Fedick 1996; Furley et al, 1995; Sabloff 1971; Webster
2002) o de complejas sociedades como la Hohokam (Krech III, 1999)7. Estos riegos,
a pesar de lo que se pudiera pensar, no slo los corre el pequeo horticultor del
presente o del pasado, sino que afecta de igual manera a los agricultores altamente
tecnificados de los pases desarrollados. El proceso de calentamiento global en el
cual nos encontramos tarde o temprano obligar a redefinir las reas agrcolas del
planeta, creando crisis en la produccin de diferentes localidades.
7 Ver Fagan 2000 para una historia reciente (1300-1850 d.C.) de los impactos de los cambios climticos
en las sociedades.
8 Uno de los casos ms documentados sobre estos procesos tiene que ver con la salinizacin, en reas
semidersiticas, ocasionada por el desarrollo de sistemas de irrigacin. Estas mejoras contribuyen a
acelerar la concentracin de sales que son perjudiciales para los cultivos, y a la vuelta de unos aos
pueden llevar al abandono de la prctica de la agricultura en esos lugares. Este fue un problema en el
pasado p.e., Cuencas del Tigris y Eufrates y lo es en el presente en el sur de los Estados Unidos.
Estas transformaciones ambientales han tenido importantes efectos en las historias culturales. Ver
Dickson 1987; Jacobsen 1982. Para una discusin general sobre los impactos de la agricultura ver
Redman 1999, Captulo 5.
68 AGRICULTORES CAZADORES Y RECOLECTORES
cinco unidades de paisaje que fueran estudiadas veinte tipos diferentes de agricul-
tura y treinta y nueve variaciones en las estrategias de uso de recursos entre cua-
renta y seis unidades de vivienda (Padoch y de Jong 1992). Esta flexibilidad en el
uso de los recursos de reas especficas, parece ser una generalidad en la prctica
de la agricultura indgena en la Amazona9.
Si bien estar en una sociedad con una base agrcola, significa que la mayor
parte de los productos provienen de esa actividad, existen diferentes combinacio-
nes con otras estrategias econmicas. Esto es particularmente cierto para la regin
amaznica, donde una buena parte de las etnias que habitan all practican, por lo
menos una vez al ao, importantes viajes de caza y recoleccin, como se mencion
anteriormente. Estos, aunque se caracterizan por la ubicacin de campamentos en
aquellos lugares considerados como estratgicos, en trminos de la pesca o la caza,
muchas veces se asocian con viejos asentamientos en los cuales todava es posible
encontrar los restos de campos de cultivo -chagras-, que son empleados y mante-
nidos con este propsito (Werner 1983;1984). Los Yanomamo a pesar de su fuerte
dependencia de la agricultura y sus productos, tambin realizan estas excursiones.
Dice Chagnon:
9 Ver Denevan 2002 para una discusin general sobre los sistemas agrcolas en la regin amaznica.
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 69
Es comn que los desplazamientos sean realizados a zonas en las cuales, con
anterioridad, han sido creados algunos campos de cultivo, como se mencion ante-
riormente. Estos aportarn parte de los alimentos que sern consumidos por la comu-
nidad en movimiento. No es claro si estas siembras distantes son realizadas, tambin,
con el fin de generar nuevos recursos para las presas de caza. En la Amazona
colombiana muchos grupos siembran una parte de la chagra, especialmente aquel
sector que circunda el campo agrcola, para alimentar sus futuras presas de caza y
proteger los cultivos ubicados en el centro de la misma. De una u otra forma resulta
absolutamente seguro que este tipo de prcticas permite un significativo aumento
en los mamferos y por tanto una mayor oferta para el cazador (ver Smith 2005
para un ejemplo de Panam). Por ejemplo una antroploga not que ms del veinte
por ciento de los pequeos roedores que fueron consumidos durante tres meses por
un grupo Tukano provenan de los campos de cultivo. Las mujeres de la comunidad
haban plantado una variedad de yuca particularmente dulce en estas chagras con
el fin de atraer, alimentar y cazar a estos roedores (Dufour 1990). Desde esta
perspectiva las labores agrcolas estimulan el aumento en la fauna, subsanando las
deficiencias que puedan surgir en la misma a consecuencia de una explotacin
continuada11.
14 Este modelo fue propuesto por Boserup, 1965. Posiblemente este sea el libro que ms ha influido el
pensamiento antropolgico en relacin con la poblacin desde mediados del siglo pasado, cuando se
public. A pesar de algunas crticas, entre las cuales se incluye el haber transformado a la poblacin en
el motor que alimenta el cambio social y por tanto omitir las explicaciones del cambio demogrfico,
basada en el uso de un trmino de difcil contrastacin emprica como lo es el de densidad demogrfica,
mientras centra el inters de los investigadores en lo efectos del mismo, este texto sigue siendo parte
central de la discusin antropolgica.
72 AGRICULTORES CAZADORES Y RECOLECTORES
Figura 3.3
Comportamiento de la poblacin y su relacin con algunas variables asociadas a la misma en
diferentes momentos de la historia que fuera propuesta por los evolucionistas. En esta grafica se
consideran los cambios cuantitativos y no los cualitativos.
Se ha dicho, que en el presente est en boga una gran pregunta. Si los hombres
estn en la ruta de un acelerado adelanto hacia un ilimitado, y por tanto inconce-
bible progreso; o si estn condenados a una perpetua oscilacin entre la felicidad
y la miseria, y despus de cada esfuerzo todava se encuentra a una distancia
inmensurable de aquello que tienen como objetivo. Malthus 1998:2-3.
La regla que seguan estos antroplogos era algo as: todas las sociedades, de
una u otra forma, controlaban su crecimiento demogrfico, ajustando su densidad y
distribucin de acuerdo con la disponibilidad de los recursos. Por ejemplo, Richard
Lee, uno de los expertos en sociedades de cazadores y recolectores, afirmaba al
referirse a la movilidad de este tipo de sociedades que...
15 Hacia la segunda mitad del siglo pasado la ecologa humana se encontraba en su apogeo. Un buen
nmero de los ejemplos que nutran su desarrollo provenan de la Amazona. En ellos se sobresaltaba
el valor de la regulacin social p.e., ritual que permita un control de la poblacin ajustndola a las
condiciones recursos disponibles. Es por ello que son innumerables los comentarios de los antroplogos
a este respecto. Por ejemplo Moran, refirindose a las bajas densidades de poblacin, que tambin
parecen ser un prerequisito para la existencia de los agricultores en las selvas tropicales, afirma: Las
bajas densidades de poblacin eran mantenidas a travs de la prctica de actividad guerrera, el infanti-
cidio femenino y la fusin de los asentamientos Moran 1981:42.
16 Las ideas de Cohen 1977 se basan en la propuesta de Boserup 1965.
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 75
Varios intentos han sido realizados para generar un modelo que de cuenta de
tan sorprendente transformacin. La premisa subyacente en los mismos es que las
condiciones de vida de los cazadores y recolectores que tomaron el camino de la
agricultura deba ser tan absurdamente desesperada que la mejor opcin para so-
brevivir resultaba ser la agricultura. Por supuesto, sta de ningn modo era la res-
puesta ptima, slo era el menor de los muchos males que aquejaban a los habitantes
del pasado. Entonces vale la pena preguntarse Cmo se pudo deteriorar la calidad
de vida a ese nivel? En realidad, no existe un acuerdo entre los especialistas en
torno a la evidencia que soporta estas ideas. Esto, en parte, se debe a las dificulta-
des existentes para recuperar los datos que permiten evaluarlas (Wood y Milner
1994; Wood et al, 1992). El modelo propuesto implica que para poder entender la
adopcin y origen de la agricultura es necesario demostrar que los mecanismos
empleados por estas sociedades para controlar el crecimiento de la poblacin fue-
ron insuficientes, llevando a las masas de hambrientos a adoptar una estrategia
que posiblemente pareca absurda, como lo fuera la agricultura, en su momento
inicial. O demostrar que a pesar de estos controles el mbito se deterior a tal
punto que los viejos sistemas de vida resultaron poco viables. Esta ltima idea
parece ser ms atractiva, o al menos empricamente contrastable. Una tercera
alternativa es una combinacin de los procesos de aumento de la poblacin y cam-
bio ambiental.
18 Este argumento ha sido presentado por Hawkes y OConnell 1992 como una crtica al modelo
propuesto por Layton, Foley y Williams 1991
19 Esta hiptesis tiene ciertas semejanzas con la propuesta de Gordon Child (1951) sobre el origen de la
agricultura que es conocida como la hiptesis de Oasis. Segn Child condiciones adversas hacen que en
ciertos puntos los oasis se de una concentracin de especies animales y vegetales que obliga a una
estrecha interaccin que llevan al desarrollo de la agricultura y la domesticacin de los animales.
20 Las ideas sobre la co-evolucin fueron introducidas a la discusin sobre el origen de la agricultura por
Rindos 1984.
78 AGRICULTORES CAZADORES Y RECOLECTORES
De otra parte, los datos y ejemplos etnogrficos, en el caso del origen o adop-
cin de la agricultura, deben ser considerados cuidadosamente. Uno de los proble-
mas fundamentales en la reciente adquisicin de la agricultura por parte de
comunidades amaznicas que no hace mucho eran cazadoras y recolectoras, y de
su uso para evaluar el pasado, es que sta es slo considerada como un cambio en
la produccin. Tampoco puede ser vista como el uso de una alternativa en sitios
cuyas condiciones lo permiten, como propusiera hace un tiempo Carneiro
(1970b:246). La adopcin de la agricultura por parte de algunos grupos en el pre-
sente es solo uno ms entre los muchos cambios que se dan en el choque con
occidente. Un cambio forzado por presiones sociales y polticas externas que se
realiza a una velocidad increble. Las caractersticas de este encuentro, dadas sus
particularidades cuantitativas y cualitativas, as como su velocidad, hacen que esta
transformacin sea difcilmente comparable con el proceso de adopcin o desarro-
llo de la agricultura con anterioridad a la existencia de los estados nacionales. A
pesar de ello los estudios se basan en el anlisis de un fragmento de la sociedad y
desconoce otros. Por ejemplo, este abrupto cambio impuesto a partir de las relacio-
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 79
nes con occidente rompe con reglas fundamentales de la vida social de estas co-
munidades, como lo es la reciprocidad, generando una miseria fuera de lo comn y
una tendencia a la acumulacin que no necesariamente debi existir en el pasado.
Algunos antroplogos han documentado estas transformaciones en sociedades como
la Warao (Heinen 1982; 1994). All la descomposicin generada por occidente es
extraordinaria y concomitante con la adopcin de la agricultura; esta ltima es slo
un cambio ms al cual, de forma honesta, no le podramos atribuir con certeza la
culpa de todo el malestar social y los problemas de salud. Sin embargo este aspec-
to, y otros semejantes, son omitidos cuando se hacen las proyecciones del presente
etnogrfico hacia el pasado arqueolgico en relacin con la adopcin de la agricul-
tura. Algunos estudios realizados entre grupos de cazadores y recolectores que
adoptaron la agricultura durante el siglo XX sugieren que la misma ha incrementado
la vulnerabilidad a los cambios estacionales creando hambrunas por fallas en la
produccin de alimentos. A pesar de ello, en casos como el de los Xavante, sta
signific la adquisicin de una mayor disponibilidad de alimentos a lo largo del ao
(Flowers 1983).
21 Sobre este cambio gradual hacia la agricultura ver Price y Gebauer 1995.
80 AGRICULTORES CAZADORES Y RECOLECTORES
22 Las especies que con mayor probabilidad fueron cultivadas en Pea Roja son C. moschata, Lagenaria
siceraria y Calathea allouia. Ver Piperno 1999. Tambin en Mora 2003.
4
ANTROPLOGOS Y ARQUELOGOS:
VISIONES CAMBIANTES
Nuestra visin y agudeza tecnolgica nos llevaron a pensar, hacia la dcada de los
cincuenta, que a la Amazona la podamos definir empleando conceptos opuestos:
riqueza y pobreza; abundancia y escasez; opulencia y miseria. Las experiencias
que habamos acumulado, respecto a la intervencin humana de las selvas, junto
con los resultados aportados por las ciencias naturales, indicaban que una vez abierto
el bosque, los suelos que haban alimentado la frondosa y compleja vegetacin
desaparecan. En realidad los suelos amaznicos se comportaban como lo hacen
los espejismos: una vez habamos tomado posesin de los mismos, al eliminar la
vegetacin, y estbamos dispuestos a trabajar sobre ellos se desvanecan rpida-
mente. Las fuertes lluvias los haban depositado en otro lugar, o arrojado a los ros.
As concluan las esperanzas del agricultor, que dejaba tras de s algunas hectreas
desvastadas. La ms clara opcin, entonces, para incorporar estas regiones a las
economas nacionales resultaba ser la ganadera1 y, por supuesto, la especulacin
con el precio de la tierra. As muchos pases desarrollaron figuras legales, que
garantizaban el proceso. Por ejemplo, la supresin del bosque, parte inicial de la
degradacin ambiental, es lo que los entes gubernamentales colombianos denomi-
naron durante una gran parte del siglo pasado como las mejoras. Con las mismas
se garantizaba la propiedad de la tierra. La dificultad, para participar en este la-
mentable negocio, estaba en la necesidad de contar con un capital, del cual el
1 A pesar de ser la ganadera la solucin considerada por muchos como ptima para utilizar estas
regiones, la prctica de la misma, de forma eficiente, require de la introduccin de diferentes clases de
pastos con el fin de minimizar la erosin y garantizar una adecuada produccin. Esto implica otros
problemas ecolgicos y econmicos. Ver Muller et al, 2004.
82 ANTROPLOGOS Y ARQUELOGOS
2 El estudio de las prcticas agrcolas y de la subsistencia desde una perspectiva que ve en el medio
amaznico una limitante han sido postulados y defendidos particularmente por B. Meggers durante
cerca de medio siglo. Algunos de sus estudiantes y asociados, particularmente en Brasil an defienden
esta perspectiva. Ver Meggers 1954;1957; 1971; 1991; 1994; 1995; Meggers y Evans 1983.
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 83
Figura 4.1
Campo de cultivo del medio ro Caquet. En este caso la quema de la vegetacin despus de ser
tumbada fue incompleta, dejando troncos grandes en el lugar. Esto merma la produccin y
eventualmente puede contribuir a acelerar el proceso de regeneracin.
esfuerzos para suprimir las malas hierbas que se expandan sobre los cultivos.
Estos fenmenos determinaban que a los pocos aos de haberse iniciado la explota-
cin de un sitio, la inversin en trabajo aumentara exponencialmente, en tanto que la
produccin disminua significativamente. Entonces la nica alternativa posible, para
el agricultor, era abrir una nueva chagra en otro lugar. Poco a poco el paisaje se ira
agotando. Los espacios de bosque maduro se reduciran significativamente. As, a
nivel general, los perodos de descanso regeneracin de las chagras tenderan a
reducirse. Finalmente los agricultores trasladaran sus viviendas a otra regin, en la
cual los nutrientes se encontraban protegidos por un bosque primario.
Las fallas en la construccin del modelo agrcola condujeron a una clara, aun-
que equivocada, visin: los campesinos amaznicos, tendran que realizar desplaza-
mientos, que no les permitiran regresar al punto de partida, sino cuando ste se
hubiera recuperado y cumpliera con los requisitos necesarios para reiniciar el pro-
ceso de tala. Fue entonces resaltada la relacin entre la densidad de la poblacin y
el espacio disponible. Era evidente una conclusin: las sociedades amaznicas que
se adaptaban usando este sistema agrcola, tenan como prerrequisito el tener bajas
densidades de poblacin y el contar con un gran terreno a su disposicin3. Imagen
3 Un ejemplo de las grandes extensiones de terreno que son empleadas por estas comunidades nativas en
el presente se encuentra en Walschburger y Von Hildebrand 1988.
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 85
Figura 4.2
Proceso local de uso del espacio en el cual los perodos de cultivo se van acortando debido a las
necesidades de la poblacin y por tanto llevan a una disminucin significativa en la produccin.
fica, como se mencion anteriormente. Por esta va se dio inicio a los debates
antropolgicos que explicaban, a partir del registro de la carencia o espordica
abundancia de cierto recurso las actividades humanas y el desarrollo alcanzado.
Uno de los ms acalorados entre estos debates lo fue el papel de la actividad
guerrera y el acceso a la protena4. Ms adelante retomaremos este tema.
Por todo ello hasta la dcada de los sesenta fue sencillo aceptar que todas
aquellas culturas que presentaran, a travs del anlisis arqueolgico, sntomas de
complejidad se haban originado en los Andes. Su prolongacin en el tiempo slo
poda ser el resultado del manejo de los mejores suelos de la regin, es decir aque-
llos localizados en la mrgenes de los ros que descendan de los Andes depositan-
do all los ricos sedimentos cordilleranos vrsea. Una limitante ambiental junto
con un bajo nivel tecnolgico hacan del pasado de la Amazona un pasado misera-
ble. Su historia quedaba reducida a la pobreza. Por ello la Amazona, dentro del
conjunto del continente americano, resultaba ser un rea marginal6.
4 Beckerman 1979; Chagnon, y Hames. 1980; Chagnon y Hames. 1979; Gross 1975; 1982a; 1982b;
Harris 1979; Sponsel 1983: Vickers 1988.
5 Ver por ejemplo Gross 1983.
6 El empleo de reas geogrficas como un sistema para organizar informaciones etnogrficas revel un
importante relacin entre los sistemas polticos y la riqueza, en trminos de recursos. Esta relacin
marc profundamente la historia de los estudios amaznicos. Ver Meggers 1960; Murdock 1974;
Steward 1946; 1974; Steward, y Faron 1959.
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 87
Pero esta no era la nica posibilidad para explicar estas migraciones. Las
fuentes etnohistricas sugeran que algunos movimientos sociales, basados princi-
palmente en razones ideolgicas, bien podran dar origen a cambios en la distribu-
cin de las poblaciones y en ocasiones alterar la composicin tnica de los
asentamientos (Wright y Hill 1986). Se pudo tratar de una migracin generada por
un movimiento mesinico. En efecto, algunos investigadores suponen que se dieron
en estas sociedades cambios ideolgicos que los llevaron a colonizar otras regio-
nes. Es bien conocida la historia de la migracin de los Aztecas quienes buscan, por
designios de su mitologa, un lugar donde un guila, posada sobre una penca devo-
raba a una serpiente, all fundaran un imperio Ocurri algo semejante en los An-
des que llevara a las gentes a internarse en los bosques? O posiblemente la
7 Estos procesos recientes han sido documentados ampliamente. Ver Molano 1987; 1991 Reyes (s.f).
88 ANTROPLOGOS Y ARQUELOGOS
Figura 4.3
Vivienda de colonos en las mrgenes del ro Amazonas, trapecio amaznico, Colombia. En este
caso particular el bosque es suprimido para crear pastizales para la ganadera. Dada la pendiente
y las condiciones climticas muy rpidamente el suelo es lavado y depositado en las aguas del ro,
dejando un espacio de poca utilidad para agricultura o la ganadera.
ten datos en el registro arqueolgico que expliquen cmo funcionaron estas fuerzas
en el pasado de los Andes y cmo afectaron la colonizacin de la Amazona. Para-
djicamente fueron ms comunes las alusiones a las influencias provenientes de la
Amazona en los Andes que al contrario. Las mismas servan para explicar rasgos
de la cultura material que resultaban ser poco claros en los contextos andinos. Por
ejemplo algunas temticas empleadas en la escultura de la regin de San Agustn,
indudablemente, se relacionaban con las selvas de la Amazona8.
8 Un buen nmero de autores han visto estas relaciones Selva-Andes en el material arqueolgico.
Posiblemente la ms conocida de estas interpretaciones sea la realizada por Reichel-Dolmatoff 1972a;
1972b; 1978b;1986.
90 ANTROPLOGOS Y ARQUELOGOS
Figura 4.4
Urna funeraria Guayupe. Este tipo de cermica fue clasificada como perteneciente al Policromo
amaznico y constitua la prueba del paso de esta migracin por el sur occidente del Departa-
mento del Meta en el oriente colombiano. Ver Marwitt 1975; Morey 1976. Esta vasija se
encuentra decorada con pintura blanca y negra sobre un engobe rojo. Coleccin Instituto Colom-
biano de Antropologa e Historia.
Si bien el modelo propuesto por Lathrap cont con una buena acogida, como ya se
mencion, el mismo tendra importantes consecuencias adversas en los desarrollos
futuros de la investigacin en la regin. Estas surgan al ignorar, o posiblemente mal
interpretar, parte de los fundamentos tericos que le haban dado origen. En efecto,
el modelo se basaba en la definicin de la cultura de selva tropical. Para este
autor la misma no constitua una categora fija de desarrollo, equivalente o en opo-
sicin a aquellas que haban propuesto sus antecesores (Steward 1946; 1974; Steward
y Faron 1959; Wissler 1926). Era, por el contrario, la identificacin de elementos
culturales compartidos, entre los cuales se destacaba la esfera de lo econmico. En
ella la agricultura intensiva de tubrculos, como parte fundamental, combinada con
la explotacin mxima de otras fuentes de alimentos como lo son los recursos
ribereos, de lagos y costas y la prctica de la cacera de mamferos y pjaros en
los bosques, como una actividad secundaria, se encontrara en la base de la defini-
cin (Lathrap 1970a).
Hacia principios de la dcada de los cincuenta del siglo pasado, los antroplogos
se encontraban particularmente interesados en la descripcin de las sociedades
amaznicas como unidades, que si bien no se encontraban desvinculadas del mun-
do occidental, el mismo tena muy poca importancia en ellas y por lo tanto en los
relatos de los antroplogos. Estos ltimos luchaban desesperadamente por prote-
ger y justificar la existencia de aquello que haba sido por un largo tiempo su objeto
de estudio: las gentes exticas. As surgieron un buen nmero de textos que hoy se
pueden considerar como clsicos de la antropologa, y los cuales le han dado iden-
tidad propia al oficio del etngrafo. Una mirada rpida al ndice del libro los
Yanomamo de Chagnon (1968) nos da una idea muy clara de aquello que los
antroplogos vean y la forma en la cual lo vean. El primer prrafo del prologo de
ste libro no deja duda sobre esta imagen del mundo extico y aislado.
Existe una gran tribu de indgenas de la selva tropical en la frontera entre Vene-
zuela y Brasil. La misma consta de aproximadamente 20.000 personas que se
encuentran distribuidas en unas 200 a 250 aldeas dispersas. Son agricultores, y
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 93
han vivido, hasta no hace mucho tiempo, aislados de nuestra cultura. Las auto-
ridades de Venezuela y Brasil saban muy poco sobre su existencia hasta que los
antroplogos empezaron a ir a estos lugares. Lo que resulta sorprendente en esta
tribu, conocida como los Yanomamo, es el hecho de que han podido, dado su
aislamiento en una esquina distante de la amazona, preservar sus patrones gue-
rreros y su integridad poltica sin interferencia del mundo exterior. Han perma-
necido soberanos y en completo control de su destino hasta hace tan solo unos
pocos aos. (1968:1).
Mil aos de guerras, mil aos de celebraciones! Ese es mi deseo para los
Yanomami. Es esto mojigato? Me temo que s. Ellos son los ltimos de los
sitiados. Una sombra moral se ha proyectado en todos lados...Y despus? Talvez
nos sintamos mejor una vez que la ltima frontera de esta libertad final haya sido
rota. Posiblemente dormiremos mejor, sin despertarnos una sola vez...Algn da,
entonces habr, gras alrededor de los shabonos, minas de diamantes en las
colinas, policas en las trochas, boutiques en los bancos de los ros... armona en
todo lugar. Clastres 1994:27.9
En ese mismo ao (1971), con gran bombo hacan su debut los Tasaday; primi-
tivos de la edad de piedra que haban vivido aislados del resto de la humanidad
conservando este modo de vida en su forma ms pura en una apartada isla en las
Filipinas. Un poltico los haba descubierto, e intentaba protegerlos del mundo, mien-
tras autorizaba las discretas visitas de las estrellas de la farndula y otros perso-
najes internacionales. Aos despus, cuando el rgimen poltico que protega a los
Tasaday y a su representante colaps, result obvio que se trataba de un fraude; un
fraude que el mundo de entonces haban comprado y perpetuado (Headland 1992;
Hemley 2003). Era evidente la necesidad que occidente tena, en ese entonces, de
estos exticos primitivos.
9 El texto en cuestin fue publicado inicialmente en Les Temps Modernes, No. 298, Mayo 1971, pp
1917-1940. Una traduccin al ingls del mismo apareci en Clastres 1994. De esta ltima versin se
tradujo el fragmento presentado, pp 27.
94 ANTROPLOGOS Y ARQUELOGOS
Por ello urga y era natural el ver a las exticas sociedades amaznicas como
unidades asiladas. De ninguna otra forma nos podamos salvar nosotros mismos de
nuestro srdido destino. As, aquellas sociedades que se podan incluir en la categora
de exticas eran cortadas en los textos etnogrficos que las describan consideran-
do ciertas instituciones, las actividades econmicas y sociales de sus miembros y el
entorno geogrfico en el cual se desarrollaban. Esta representacin de un universo
cerrado, contrasta abruptamente con la imagen de un mundo conectado, como el que
producan los anlisis arqueolgicos. Las tribus que se supona producan los tiestos
se desplazaban siguiendo la ruta de los ros, transformando a su paso el panorama
cultural. De este modo, los antiguos habitantes de la Amazona y aquellos que descri-
bieran los etngrafos, parecan distanciarse; como se distanciaban los arquelogos y
antroplogos en ese entonces. Una dcada ms tarde an era difcil para los
antroplogos aceptar que las sociedades que ellos estudiaban eran, en parte, el resul-
tado de cambios que haban ocurrido despus de la expansin de los europeos. Eric
Wolf (1982; 1984) a principio de la dcada de los ochenta criticaba esta visin.
Hoy en da resulta imposible sostener por ms tiempo esta idea del aislamiento
cultural. Esta idea slo puede producir una visin distorsionada de las culturas que
se han ido transformando desde el contacto con el Viejo Mundo. Tampoco parece
ser viable para entender el pasado. Eric Wolf al definir el poder estructural, un
poder que es capaz de transformar y si es necesario crear el mbito en el cual
opera, ha recalcado lo falsa que ha sido esta visin del aislamiento de las socieda-
des. En su palabras
buidas por los inmigrantes dej de tener sentido. Simplemente para muchos ya no
deca nada de lo que queramos saber. A pesar de ello algunos persistieron en el
uso de las herramientas y esquemas que el anlisis de Lathrap privilegiara10. Es
necesario detenernos por unos momentos para considerar el ms reciente retorno
de un modelo otrora abandonado.
10 La idea de horizonte como herramienta conceptual para organizar la informacin ha renacido nueva-
mente en la Amazona, al menos en un caso. Con el mismo se pretende, como se intentara hace ms
de 50 aos, organizar la historia siguiendo un esquema difusionista. Ver Roosevelt 1999.
11 Ver tambin Zucchi 2002.
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 97
Figura 4.5
Fragmento de la tapa de una vasija cermica clasificada como perteneciente al Policromo
amaznico procedente de Araracuara.
Figura 4.6
Nmero de especies empleadas en las chagras de las terrazas bajas del medio ro Caquet a lo
largo de su historia. Durante el lapso de 0-3 aos de uso, el espacio es empleado como un chagra.
Entre los 3-7 aos se da un progresivo reemplazo de las especies de los cultivos transitorios por
frutales y otros rboles tiles. La grfica fue elaborada a partir de los datos de Vlez y Vlez
1999.
14 La discusin del mismo tema, a partir de cuatro ejemplos etnogrficos Xavante, Bororo, Timbira,
Kayap, parece sugerir que las razones sociales son mucho ms importantes que las ecolgicas en la
toma de la desicin del traslado del asentamiento. Ver Gross 1983.
100 ANTROPLOGOS Y ARQUELOGOS
Toda esta historia hace que no sea sorprendente que hasta hace no mucho
para los arquelogos la frecuente asociacin de una determinada palma con evi-
dencias de antiguos asentamientos humanos no poda ser discutida siguiendo una
larga secuencia temporal, simplemente porque los arquelogos no se haban pre-
ocupado por un asunto como ste. Aunque la cronologa fuera una de sus ocupa-
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 101
15 Errneamente algunos autores han supuesto que la cermica es el vestigio arqueolgico ms importan-
te para entender la historia de las sociedades amaznicas, principalmente porque su preservacin es
buena respecto a otros artefactos. Esto ha permitido que los estudios enfaticen slo los aspectos
relacionados con la misma, evitando que podamos ver otras variables que tambin son importantes.
Ver Meggers 1994.
102 ANTROPLOGOS Y ARQUELOGOS
16 Ver Roosevelt 1980. El estudio del material cermico que en buena medida contribuy a la elaboracin
de la hiptesis planteada fue publicado 17 aos despus. Roosevelt 1997.
17 Resulta verdaderamente sorprendente que los adelantos logrados con el lente de la Nueva Arqueologa
de los aos setenta no hubiera afectado profundamente, como pas en otras regiones, los mtodos y
las preguntas que se formulaban los arquelogos de la Amazona. D. Lathrap, B. Meggers o A.
Roosvelt, a pesar de los adelantos tcnicos empleados, particularmente por esta ltima, nunca contri-
buyeron al desarrollo terico de esta corriente y sus trabajos se pueden enmarcar dentro de una
conservadora historia cultural. Los cambios en la misma han tenido que ver ms con las preguntas
formuladas por los antroplogos. Ver Barreto 1998; Neves 1998; Whitehead 1996b.
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 103
Desde la antropologa, poco a poco, iba tomando forma una nueva concepcin de la
historia y de las relaciones ecolgicas como parte de la misma. Los antroplogos
empezaban a ver el mbito ocupado por las comunidades que ellos estudiaban
como resultado de una evolucin, o mejor, de una co-evolucin. Estos dos compo-
nentes mbito y sociedad que en el pasado haban sido tratados como unidades
analticas diferentes, vinculadas por relaciones causales, en muchos casos
deterministas, y principalmente desde una perspectiva sincrnica o de una escasa
profundidad temporal, ahora se entrecruzaban en la historia a travs de sus mlti-
ples interacciones. Estas eran reveladas en el paisaje, que era la memoria de las
prcticas sociales, las decisiones tomadas en el seno de las diferentes comunidades
humanas y las diferentes ideas que haban tomado forma en una u otra poca.
Obviamente, bajo estas condiciones el espacio geogrfico slo puede ser visto como
un resultado de la historia social y ecolgica, que es una misma. Esta nueva forma
de ver la historia para autores como Carole Crumley (1994) se basa en la bsqueda
de las continuas relaciones dialcticas entre los actos humanos y los actos de la
naturaleza, que se manifiestan en el paisaje18. Recientemente Bale (1998) ha
hecho explcitos cuatro postulados, que segn l, son los fundamentos de esta nue-
va visualizacin. En primera instancia una gran mayora, si no la totalidad, de la
biosfera ha sido afectada por las actividades humanas. Estas actividades no nece-
sariamente llevan a la degradacin de la biosfera y a la extincin de especies.
Tampoco, forzosamente, crea condiciones favorables, en la biosfera, para los hu-
manos y para otras especies, aumentando el nmero y la cantidad de las mismas.
Por ltimo, diferentes sistemas sociopolticos y econmicos, en contextos regiona-
les especficos, tienden a generar efectos dismiles en la biosfera a nivel cualitativo,
los cuales afectan las formas de vida no humanas en su abundancia y nmero de
especies y por tanto afectan las subsecuentes trayectorias de los sistemas
sociopolticos y econmicos en las mismas regiones. De esta manera Bale resalta
las trayectorias locales, al tiempo que intenta comprender el nivel global de la histo-
ria. As se fundamentan las bases que dan a los humanos una nueva posicin en
una larga historia hasta ahora desconocida y en la cual se debe admitir que ningn
ecosistema puede ser entendido de forma separada de los impactos humanos pasa-
dos y presentes (Russell 1997:17). Indudablemente este punto de vista introdu-
18 Estas ideas parecen ser el pilar central de este enfoque. Myllyntaus 2001 dice al respecto: El
mbito de una sociedad no es una constante sino un complejo conjunto de variables histricas.
Consecuentemente, las condiciones ambientales han soportado una gran variedad de sociedades en
diferentes fases de la historia. La relacin entre las culturas locales y el medio no es un ajuste que va
en una sola direccin, sino que se trata de una interpretacin de doble va.pp 144.
104 ANTROPLOGOS Y ARQUELOGOS
Esta manera de concebir las relaciones entre la ecologa y las comunidades es,
indudablemente, atractiva para los investigadores20. Esto es particularmente cierto
para quienes trabajan en la Amazona. All da a da se comprueba que aquello que
fuera considerado hasta hace muy poco como un espacio intocado es cada da ms
y ms parte de la historia. Esta historia que ve a los humanos transformando el
paisaje y cambiando con l, alimentndose mutuamente. Esta concepcin, adems,
es una parte fundamental de la construccin que los nativos realizan de su historia.
Reichel-Dolmatoff al referirse a la forma en la cual los Tukano ven y clasifican el
espacio, muchos de ellos de uso en sus vidas cotidianas como la maloka, los cam-
pos de cultivo, activos y abandonados, o aquellos lugares menos frecuentados como
lo son los salados, las cabeceras de ros y quebradas o algunos rpidos, afirma que
ellos ven puntos en los cuales la historia nativa converge con el presente y es capaz
de transformarlo.
Existen puntos o espacios tales como una playa, o las cabeceras de los ros, o un
rbol, en los cuales la gente dice que se encuentran sujetos a sensaciones inusuales,
a pesar de que no existan razones obvias para ello, al menos en lo concerniente al
medio. A pesar de ello hay algo en el mbito que promueve estas reacciones.
Estos lugares o espacios no constituyen ecosistemas, pero los indgenas los
mencionan y los enumeran como subdivisiones ecolgicas, como partes esen-
ciales del medio. Son puntos liminales en los cuales se pueden dar transforma-
ciones, lugares en los cuales todos los valores son abolidos y reemplazados por
otros, lugares que quedan fuera de tiempo. Obviamente estamos entrando aqu
en la dimensin de lo imaginario, pero como estos sitios existen en la realidad
como componentes del paisaje, y son sealados por los indgenas como compo-
nentes de su concepcin de la naturaleza Reichel-Dolmatoff 1996a:45-48.
19 Ver por ejemplo Crumley 2002; Marquardt 1994; Mora 2000; Patterson 1994; Sponsel 1998.
20 A pesar de coincidir muchos antroplogos y arquelogos en esta forma de ver la historia, el significado
que cada uno le otorga al sentido de antiguo es muy diferente. Por ejemplo Rival 2002, sugiere que
Bale ve esta historia como una historia posterior al contacto. Dice Rival La historia en su modelo
es una historia que no ha sido concebida como resultado de una contradiccin social anterior a la
conquista o de los conflictos polticos, sino como la reaccin a eventos externos que invariablemente
afectan las tendencias del desarrollo y la evolucin en retroceso, al invertir la paz del desarrollo. La
principal limitante histrica que enfrentaron los nativos de la Amazona despus de la conquista fue el
colapso demogrfico que experimentaron. Pgina 13. Este suceso pos contacto sera, en cierta
forma, el punto inicial de la historia que narran los antroplogos. Para los arquelogos esta historia se
basa en puntos completamente diferentes, como los puede ser el desarrollo de la agricultura. A pesar
de hablar de las mismas cosas hablamos de cosas diferentes.
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 105
Visin que concuerda con algunos planteamientos realizados por Ingold. Ingold
(1996) partiendo del anlisis etnogrfico ha intentado identificar la representacin
que del paisaje hacen algunos grupos de cazadores y recolectores. De forma gene-
ral ste autor ve como el paisaje por el cual se desplazan estos grupos no es visto
como un substrato pasivo sobre el cual las sociedades desarrollan sus actividades.
Es mucho ms que eso. El paisaje es el resultado de las actividades de los predece-
sores de los humanos y de seres ancestrales pretritos. A pesar de ello el paisaje
no es visto como una superficie continua sobre la cual existe una red de sitios
ordenados topolgicamente, que se encuentran marcados por algunas caractersti-
cas fsicas distintivas. El paisaje al proveer a los habitantes con los elementos fun-
damentales para su identidad social y personal, otorgndoles un punto especfico de
origen y un destino, es una parte activa de las relaciones sociales y de las represen-
taciones entorno a ellas. De cierta forma la geografa participa y proporciona fun-
damento a las interacciones sociales. Por ello, el paisaje no puede ser visto como
algo externo a las acciones humanas, ni exclusivamente como un producto del
pasado: se trata de un monumento permanente de la vida misma (ver Bender 2002;
Cosgrove 1998). Esta concepcin es compartida por algunas de las sociedades de
horticultores y agricultores en la Amazona. Ideologa que ilustran algunos trabajos
etnogrficos (ver por ejemplo Goldman 2004; Reichel-Dolmatoff 1996a)
Una mirada, rpida, a un campo de cultivo indgena dejaba ver una infinidad de
variaciones en los cultgenos seleccionados. Estas no slo se relacionaban con el
nmero de especies involucradas, sino que incluan adems distintos conjuntos den-
tro de una misma especie (p.e., Vlez y Vlez 1999). As que, para poder tener una
visin adecuada, creando un puente que nos ilustrara, deba contarse con un cono-
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 107
cimiento bsico sobre aquellas plantas, incluyendo las distintas variedades que eran
utilizadas por los indgenas actuales. Pero no todos los grupos usaban las mismas
plantas, ni de la misma manera. Por ello fue necesario realizar un seguimiento, en
diferentes comunidades, de sus plantas tiles y cultivadas, recolectando el polen de
las mismas para poderlo comparar con aquel que se obtena en las excavaciones
arqueolgicas. As se ampliara el rango sobre el cual se podran identificar las
plantas que fueran empleadas en el pasado. Estos estudios, adems, deban encon-
trase complementados con el anlisis de las tecnologas asociadas, que iluminaran
nuestra comprensin de los artefactos recuperados en las excavaciones y los con-
textos en los cuales haban sido usados.
23 Para los suelos negros se cuenta con dataciones que indican que los mismos fueron producidos, al
menos, desde el primer milenio antes de Cristo. Sin embargo un aumento en sus proporciones, junto
con la adicin de nuevos mtodos de incorporacin de materia orgnica, en combinacin con otros
cambios en la sociedad que ocupaba el medio ro Caquet, slo se registran a partir del 800 despus de
Cristo. Ver Herrera et al, 1992.
108 ANTROPLOGOS Y ARQUELOGOS
Hoy en da los suelos negros son explorados como una alternativa de produc-
cin. En efecto, un buen nmero de investigadores ven en ellos una opcin para
contrarrestar la acelerada deforestacin, a pesar de las dificultades que implica su
desarrollo y mantenimiento (Denevan 2001a; 2001b; 2002; Glaser et al, 2001;
Lehmann et al, 2003; McCann et al, 2001; Woods et al, 2000; Woods et al, 2001),
as como el tipo de sociedades que pueden mantener en una economa sin fronte-
ras, que estimula el consumo de materiales superfluos (Mora 2000). Gustos en un
mundo derrochador e inequitativo.
Para el caso de Araracuara este sistema agrcola pudo ser el resultado de una
necesidad poltica, o por el contrario el desarrollo del mismo llev a crear nuevas
condiciones polticas. De una u otra forma el espacio en el cual se dio esta historia
no es independiente de sus caractersticas fsicas y de la representacin que de la
misma hicieron los habitantes. De una u otra forma este proceso llev a importan-
tes cambios que se reflejaron en el aumento de las dimensiones de los asentamientos,
el abandono de algunos de ellos, transformaciones en las caractersticas de los
artefactos producidos, las materias primas empleadas y el rea que poda ser con-
trolada por este grupo que habit en el medio ro Caquet (Mora et al, 1991). La
ubicacin de estos sitios ha permitido plantear un patrn de asentamiento prehispnico
en el cual los suelos antrpicos jugaran un papel importante al proveer a estas
sociedades con una prolongada estabilidad geogrfica en lugares estratgicos (ver
Denevan 1996; 2001a; 2001b; 2002; Mora et al, 1989). Estos procesos tambin han
sido registrados en otras reas de la Amazona (Neves et al, 2003).
Hoy sabemos que los suelos negros tienen una amplia distribucin en la
Amazona (ver para el caso de Brasil Kern et al, 2003). Sus orgenes parecen ser
mltiples, como lo fueron las sociedades que les dieron comienzo y uso. Por ello de
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 109
Desde la perspectiva de los nativos los suelos negros no pueden ser vistos
como un componente aislado; constituyen un objeto ms dentro de un conjunto de
transformaciones que ha sufrido el paisaje a lo largo de la historia. Historia que por
lo dems es fundamental en el presente. En palabras de Reichel-Dolmatoff
Mand me cont que Cristo haba grabado las figuras en las rocas y despus
haba disparado una flecha hasta el otro lado de la extensa baha contra una alta
palmera caran. Cmo le dicen los sius a ese Cristo? Le pregunt al jefe.
Yaperkuli me respondi. Era un tupna y un ser humano a la vez, el primer
hombre, el primer banwa. Yaperkuli es tambin el autor de todos los dems
petroglifos. Koch-Grnberg 1995, pp 218, tomo1.
24 Reichel-Dolmatoff se refiere a los petroglifos inclusive como parte de los marcadores de la historia.
Este autor dice Todas estas etapas estn marcadas por petroglifos grabados en las rocas que yacen
cerca de los raudales y chorros, en conmemoracin de los eventos mticos, y de los tiempos de
migraciones y conflictos con los moradores anteriores. (1990:39). Goldman los seala como sitios en
los cuales se marcan las divisiones entre diferentes territorios tribales (Goldman 1972).
110 ANTROPLOGOS Y ARQUELOGOS
Para los Tukano los sitios de tierra negra son en la actualidad propiedad del
progenitor ancestral y fueron creados en aquellos lugares en los cuales se asenta-
ron los primeros colonos que llegaron navegando en la anaconda mtica. All estos
primeros ocupantes dejaron muchas de las plantas tiles. Por ello se realizan oca-
sionales expediciones para recuperar, en determinados momentos, plantas que puedan
ser de importancia. Evidentemente los Tukano distinguen una vegetacin creada
por las actividades humanas en estos lugares, en ella sobresalen las palmas patab
(Jessenia pataua), el chontaduro (Bactris gasipaes), y los rboles de umar
(Poraquaiba sericea) entre otros (ver Reichel-Dolmatoff 1990; 1996a:38).
Figura 4.7
Roca con petroglifos a orillas del ro Caquet en el sitio de Araracuara. Esta roca solamente es
visible en los meses en los cuales el ro tiene un menor caudal. Petroglifos como stos, se
encuentran asociados a varios yacimientos con suelos antropo-gnicos.
A pesar de la importancia que los suelos antrpicos puedan tener para explicar
una mayor diversidad en las formas organizativas de las sociedades que habitaron en
la Amazona en el pasado, stos vistos como una tcnica de produccin, no son
suficientes para explicar las razones y los procesos que pudieron dar origen al surgi-
miento de sociedades polticas (ver captulo siguiente). La complejizacin es mucho
ms que una simple respuesta a la abundancia en la produccin. Tampoco es, como
muchos lo piensan, un paso lgico en la historia de las sociedades. Es ante todo una
respuesta a la dinmica interna de cada sociedad. Por ello su evaluacin exclusivamen-
te desde una perspectiva econmica no resulta ser nunca una explicacin apropiada.
5
EL GUERRERO COMO MODELO:
LA COMPLEJIDAD A TRAVS DE LOS DATOS
ETNOGRFICOS Y ARQUEOLGICOS
Por una parte los recuentos realizados por los primeros europeos que explora-
ron la regin sugeran que en algunas regiones haban existido verdaderos caci-
ques, tanto en las selvas como en las sabanas sudamericanas (ver por ejemplo
Federmann 1962; Porro 1994). Estos contaban con una importante organizacin
militar, as como con asentamientos que tenan altas densidades de poblacin. Estas
opiniones haban sido o simplemente ignoradas por los acadmicos de mediados del
siglo veinte o atribuidas a las alucinantes mentalidades de desesperados conquista-
dores que intentaban mantener su modo de vida con base en una fbula. Despus
de todo, los conquistadores no haban slo perecido en medio del bosque en una
lucha sin cuartel contra el hambre y la soledad. Sin dragones, sin ogros, no haba
razn para que existieran los caballeros. En esa realidad unos, eran la razn de ser
de los otros. La racionalidad caracterstica del siglo veinte haca evidente que de
alguna forma el lmite entre lo real y lo fantstico se haba desdibujado, permitiendo
112 EL GUERRERO
que tanto tardamos en salir de la poblacin deste gran seor llamado Machiparo
que al parecer de todos dur ms de ochenta leguas, que era toda una lengua,
estas todas pobladas, que no haba de poblado a poblado un tiro de ballesta, y el
que ms lejos no estara media legua, y hubo pueblo que dur cinco leguas sin
restaar casa de casa que era cosa maravillosa de ver Carvajal 1986: 66-67.
De otra parte los estudios realizados por algunos etngrafos revelaban que en
la Amazona existan algunas sociedades que los antroplogos sealaron como so-
ciedades de rango. Estas sociedades, para el caso amaznico, podan ser conside-
radas como sociedades igualitarias, como lo son la totalidad de las sociedades que los
antroplogos estudiaron en la Amazona durante el siglo veinte. La falta de una acu-
mulacin de bienes materiales en manos de una lite, al igual que la carencia de una
organizacin que soportara diferencias significativas entre los habitantes y entre dife-
rentes poblados las haca muy semejantes a todas aquellas sociedades que haban
sido descritas con anterioridad en la regin. A pesar de ello, en algunas de estas
sociedades existe una importante diferencia: en su interior se haban creado posicio-
nes que implican un mayor prestigio para quienes las ocupan. Efectivamente, en
ciertas sociedades amaznicas, particularmente en el Vaups, existen diferencias de
rango entre los pobladores que no son equivalentes con diferencias en la posesin de
bienes o el ejercicio del poder (Chernela 1993; Goldman 1972; 2004; Hill 2002).
Exista, al menos de forma teorca, una distancia social considerable que era
reconociada y justificada a partir del mito y el ritual Cmo haba surgido sta?
Cmo se haba generado en estas sociedades esta estratificacin conceptual, que
creaba diferencias, manteniendo un sistema bsicamente igualitario?
diferentes grupos. Entre ellos tendrn un mayor prestigio, sealado entre otros
factores por sus conocimientos, aquellos que se originaron a partir de la cabeza.
As, pues, quienes tengan su origen en las bocas del ro tendrn una mejor posicin
social, segn afirman algunos indgenas y antroplogos (Correa 1996; 2000; Hugh-
Jones 1988b; Goldman 2004; Reichel-Dolmatoff 1978a; 1996b). De esta forma se
configura un universo heterogneo cuya integridad est fundamentada en la reunin
de todas sus partes, el cuerpo de la anaconda ancestral. Hecho que resulta evidente
cuando se asiste a una fiesta indgena y los saberes de los diferentes conjuntos,
representados en los diferentes cantos y bailes rituales, as como en la propiedad
sobre la produccin de ciertos artefactos1, se interconectan en un montaje que le
da sentido al festejo, es decir a la realidad misma. Pero esta concepcin de un mundo
compuesto por diferentes partes integradas no es exclusiva del Vaups; en inme-
diaciones del bajo ro Caquet ha sido documentada una red semejante.
... una vez los eventos del pasado exceden la memoria de quienes se encuentran
vivos, estas representaciones frecuentemente toman la forma de leyendas o,
inclusive un carcter mtico, dificultando el que sean consideradas como verda-
deras descripciones de lo que realmente paso en los tiempos pasados. El anlisis
simblico puede en ocasiones descifrar estos relatos de forma que sugieren rea-
1 Sobre la propiedad de los conocimientos para producir ciertos artefactos ver, por ejemplo, Reichel-
Dolmatoff 1968, para el caso del Vaups. Estas divisiones inclusive otorgan obligaciones y derechos
que son reconocidos por los diferentes grupos. Por ejemplo Van der Hammen afirma: En otro
aspecto, a cada grupo le corresponde una tarea especfica; los Letuama deben velar por el manteni-
miento de los cantos, mientras a los Yukuna les corresponde brujear la palma de chontaduro -cepa del
mundo- para que no se reviente y se acabe este mundo. (Van der Hammen 1992:126).
114 EL GUERRERO
lidades histricas subyacentes; pero, como mucho, este ejercicio produce sola-
mente una especulacin factible. Tuzin 2001:2.
Por tanto, para los antroplogos que consideraban que estas divisiones y
complementariedades eran el resultado de una historia, era necesario que existie-
ran, para poder entender el surgimiento de estas diferencias, importantes desigual-
dades econmicas. Estas se deban encontrar en la trayectoria histrica de las
sociedades en la forma de desigualdades al nivel de la acumulacin de bienes y el
prestigio asociado con la posesin de los mismos. As se posibilitaran progresiva-
mente el establecimiento de divergencias, que redundar en una pluralidad de posi-
ciones al nivel social y con el tiempo a su perpetuacin. En el caso del Vaups, a
pesar de la desaparicin de verdaderas desigualdades econmicas, las diferencias
sociales haban permanecido; posiblemente las mismas eran las resonancias de una
historia subyacente. Pronto fue evidente que este rango presenta una disposicin
geogrfica que permiti que algunos antroplogos lo asociaran con ciertos recur-
sos: los habitantes de los asentamientos de las bocas de los ros, para el caso del
Vaups, disfrutan de un acceso directo a las mejores reas de pesca. De este modo
su rango se alimenta, en parte, en su capacidad de redistribuir estas riquezas duran-
te la realizacin de intercambios como el Po?a o en otros festejos (ver Chernela
1993). Para decirlo de otra forma, estos habitantes de las bocanas son quienes
cuentan con la posibilidad de realizar ms convites. La conclusin ineludible, para
algunos, es que all haban existido en el pasado sociedades caracterizadas por una
mayor sofisticacin poltica y social verdaderos centros de poder. As se pudieron
explicar las diferencias en la supuesta existencia de un sistema poltico amplio, el
cual se desboron despus del contacto, sobreviviendo solo los ecos que portaba la
mitologa y los sistemas clasificatorios empleados por los indgenas.
Desde el siglo diez y seis hasta la mitad del siglo diez y siete, los antiguos antepa-
sados de los grupos contemporneos que hablan Arawak Tukano, y Mak
eran parte de una organizacin (o un sistema macro regional poltico y econmi-
co) llamado Manoa y Oniquayal (tambin es conocida como Omagua) del no-
roeste y centro de la Amazona. Este sistema macro-poltico era un sistema
sociopoltico y econmico multitnico y multilinge, que tena una jerarqua
intertnica comandada por un jefe supremo (Seor o Rey) y una poderosa
elite de jefes secundarios; el liderazgo era hereditario. Vidal 2002:248.
A pesar de ello, el sistema mismo, segua siendo tan slo una posible represen-
tacin de la realidad; tan posible como imposible. Un modelo condenado a habitar
la geometra construida por la especulacin antropolgica.
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 115
Uno de los problemas que enfrentaba esta teora era la necesidad de definir
unidades con las cuales se podra constatar estos cambios. Ante este problema los
primeros antroplogos evolucionistas haban respondido creando categoras basa-
das en variables y definiciones etnocntricas que supriman el carcter dinmico de
la evolucin mientras encasillaban los casos estudiados en categoras autocontenidas
y por tanto carentes de sentido. Por ejemplo Tylor (1871) consideraba que el traba-
jo del etngrafo era el de clasificar lo que l consideraba los contenidos de una
cultura armas, canastos, arcos, mitos, relatos y cualquier otra cosa - para poder
estudiar su distribucin geogrfica e historia y las relaciones que existen entre la
una y la otra. As aspiraba a darle a los contenidos estudiados el mismo valor que
tenan para los naturalistas las plantas y animales que describan. En oposicin la
nueva mirada evolutiva intentaba resaltar los procesos, trascendiendo las catego-
ras. Se intentaba ver la evolucin social como un proceso de reorganizacin en
diferentes niveles de complejidad (Flannery 2002). Se quera descubrir los meca-
nismos que participan en los procesos adaptativos, a travs del espacio y el tiempo,
dndole forma a las diferentes organizaciones humanas. En este esquema las cate-
goras empleadas slo tendran sentido cuando se realizaran comparaciones entre
diferentes trayectorias; este era el puente que validaba el mtodo comparativo
caracterstico del saber antropolgico.
Una de las unidades que los antroplogos creyeron ver en el registro etnogrfico
y etnohistrico, inicialmente, fue la de los cacicazgos; una forma de organizacin
que se encontraba en medio de las sociedades estatales y las sociedades igualitarias.
Pronto fue evidente que la categora representaba innumerables dificultades y una
inmensa variacin. Por ello, muchos investigadores llegaron inclusive a preferir no
usar el trmino (p.e., Feinman y Neitzel 1984; Upham 1987); las tipologas obvia-
mente funcionan cuando se trata de realizar una descripcin simplificada de la
realidad, bajo criterios o por razones especficas, pero no son tan tiles cuando se
intenta emplearlas para explicar como las diferentes formas, en este caso
socioculturales, se transforman2. Adicionalmente muchas de estas categoras se
2 Una fuerte crtica, desde la perspectiva arqueolgica, al uso de los sistemas clasificatorios con el fin de
entender el pasado fue realizada a finales del siglo veinte. Este tema es de gran importancia en la
actualidad dado que son reconocidas las limitaciones que impone en los estudios estas clasificaciones;
a pesar de ello, sin las mismas, algunos consideran, que no podramos realizar comparaciones signifi-
cativas entre diferentes trayectorias histricas y an menos entender los procesos generales que
supuestamente las generan. Ver Yoffee 1993.
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 117
GUERRERAS Y GUERREROS
Han de saber que ellos son subjetos y tributarios a las amazonas, y sabida nues-
tra venida, venles a pedir socorro y vinieron hasta diez o doce, que stas vimos
nosotros, que andaban peleando delante de todos los indios como capitanas, y
peleaban ellas tan animosamente que los indios no osaron volver las espaldas, y
al que las volva delante de nosotros le mataban a palos, y sta es la cabsa por
donde los indios se defendan tanto. Carvajal 1986:80-81.
Una de las definiciones ms citadas para los cacicazgos es aquella que formulara
Carneiro. Para Carneiro un cacicazgo es una unidad poltica autnoma que
comprende un nmero de aldeas bajo el control permanente de un jefe supre-
mo (1981:45; 1998:20). En esta definicin el nfasis se basa en el control poltico
que ejerce un centro, a travs de su lder, en una regin. Evidentemente esta defi-
nicin llev a indagar sobre las caractersticas de estos lderes y los mecanismos
por ellos empleados para acceder y ejercer el poder. Para los investigadores que
adoptaron la propuesta de Carneiro (1970a) en relacin con la evolucin social
resultaba obvio que la actividad guerrera y la capacidad de liderar la misma eran
elementos fundamentales de este proceso de complejizacin. Carneiro (1990) mis-
mo haba empleado ejemplos etnohistricos para poner en relieve la actividad gue-
rrera como un aspecto fundamental en el surgimiento de las sociedades polticas.
Detrs de las confrontaciones blicas Carneiro vea un conjunto de intereses muy
claros: los lderes de estas sociedades deseaban adquirir riquezas tales como tie-
rras con buena actitud agrcola, depsitos de minerales, principalmente oro, y es-
clavos para el trabajo y los sacrificios rituales. Todo esto, por supuesto, bajo la
direccin de un lder que aspiraba a alimentar su poder y su prestigio como cabeza
nica e indiscutible de este tipo de sociedad. Los ejemplos etnogrficos amaznicos
que respaldaban estas ideas no se hicieron esperar. Los mismos permitan crear un
118 EL GUERRERO
Se trata de un lder, especie de pequeo jefe, sin otra autoridad que la moral, pero
provisto de elocuencia, de cualidades emprendedoras, competente en materia de
caza y de guerra, encargado de la organizacin material de caceras de larga
duracin. (1992:185).
Cuando aparece una manada de jabales en las cercanas del casero, el jefe llama
a todos los hombres para que salgan juntos de cacera. Tambin es l quien se
encarga de repartir el producto de la caza entre las distintas familias. Del mismo
modo, un cazador que salga a cazar solo y cobre una pieza mayor, deja que sea
el jefe quien la reparta. (1995, pp 132. tomo 1).
3 Existe una gran variacin al interior de esta categora de los grandes hombres. La misma tiene que
ver con la forma en la cual el poder es manejado, la densidad de la poblacin y las riquezas involucradas.
Esto ltimo ha sido documentado en el registro etnogrfico de Nueva Guinea. Ver Lederman 1990.
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 119
Los planteamientos de Carneiro han sido por mucho tiempo tomados con mu-
cha seriedad, a pesar de ello, los resultados de su evaluacin son an poco claros.
Por ejemplo, refirindose a una regin del noroccidente colombiano los investiga-
dores afirman:
para explicar la actividad guerrera de Shuar y Achuar. Para estos autores el acce-
so, o la carencia del mismo, a productos industriales machetes, linternas, escope-
tas, etc. ha transformado la totalidad de la cultura Yanomami y Jbaro. Es posible,
por ello, que antroplogos como Carneiro le otorgaran una posicin destacada a un
componente nico de los sistemas sociales basados en la magnificacin del mismo
a partir de un perodo de transformacin atpico en la historia. No sera la primera
vez que las construcciones del pasado, basadas en la proyeccin del presente,
resultan engaosas. Tampoco sera la primera vez, ni la ltima, en que algunos
investigadores realicen generalizaciones sobre aquellos otros, del pasado y del
presente, vindolos como un todo homogneo, semejantes entre ellos y opuesto a
nosotros. Un remanente etnocntrico del saber antropolgico que hace peligrar el
reconocimiento de la diversidad. Es posible que los salvajes guerreros del pasado
no fueran tan guerreros. Indudablemente se practic la guerra en el pasado, sin
embargo es necesario definir los contextos en la cual la misma fue practicada para
sacarla del limbo especulativo6; no se cuestiona la existencia de esta actividad, se
cuestiona el impacto y las dimensiones de la misma.
6 En esta labor puede contribuir la etnografia. Un ejemplo que incluye algunas variables inherentes a la
actividad guerrera y sus posibles razones polticas para Melanesia se encuentra en Sillitoe 1978. En
este texto Sillitoe indica como los jefes sin poder real tienen que manipular a sus seguidores para
realizar actividades guerreras, que les oportan beneficios a ellos. Es evidente que las comunidades
imponen un lmite a la actividad guerrera, a pesar de los deseos que tengan estos jefe por combatir. As
es claro que la comunidad no es pasiva ante el jefe guerrero, y que entre las diferentes comunidades
existe una importante variabilidad que debe ser considerada para entender los procesos guerreros y
sus consecuencias.
122 EL GUERRERO
De otra parte, el conflicto blico, sin importar sus dimensiones, debi tener,
como los demuestran los datos etnogrficos, un importante componente ritual y de
prestigio social. Si confiamos en cronistas como Carvajal, la descripcin de cabe-
zas trofeo en la Amazona, confirmaran lo anterior7. Es en parte por ello que la
religin ha sido sealada, en relacin con la actividad guerrera, como una importan-
te variable. Esta no slo fue vista como un factor que contribuye a estabilizar el
poder poltico una vez ste ha surgido, sino que es un componente importante en la
generacin del conflicto. A pesar de la importancia que la misma pueda tener, la
guerra sigue siendo considerada como el mecanismo catalizador y generador del
poder (ver Kelekna 1998).
EL FUNCIONAMIENTO
7 Carvajal dice en un aparte En este pueblo haba siete picotas y en las picotas, clavadas, muchas
cabezas de muertos, a cuya cabsa le pusimos a esta provincia por nombre la provincia de las picotas,
que duraba por el ro setenta leguas. 1986:77.
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 123
9 Smith 1999 presenta un interesante ejemplo del papel de los objetos comunes y los objetos suntuarios
en la India.
10 Koch-Grnberg afirma que los escudos y las lanzas de matraca son monopolio de los Desna (1995,
tomo 1, pp 345; tambin tomo 2, pp 61), mientras que ciertos venenos, dado su poder son deseados
por varios grupos. Por ejemplo, este autor afirma Los buhgara usan un veneno tan fuerte para
envenenar las flechas que, segn se dice, mata un tapir; por lo tanto es muy codiciado. Con
frecuencia, indios de otros grupos emprenden largos viajes para conseguirlo. Los buhgara les dan
curare a los tuyka y a los bar a cambio de grandes ovillos de cuerda hecha de fibra de tucum o de mirit
en cuya fabricacin sobresalen estos grupos Tiqui. (1995:tomo 1, pp 331).
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 125
bio en ciertas regiones de la Amazona (ver para el caso Tukano Chernela 1992).
Es por ello que el intercambio de objetos tradicionales en la Amazona de los
etngrafos, slo pueden ser interpretados como la representacin de marcadores
de identidad, la cual encarna una diferenciacin tnica y no la ubicacin privilegia-
da de individuos particulares. El valor del objeto, en el caso de tratarse de cosas
materiales, adquiridas o dadas ser determinado socialmente y por ello difcil de
entender desde el punto de vista del observador externo. Theodor Koch-Grnberg
anota: Una vez pude ver a uno de mis remeros, quien siempre comerciaba durante
el viaje, cambiar una navaja americana, que haba obtenido con mucho trabajo, por
una ollita de curare (1995, pp 126, tomo 1). De una u otra forma, los objetos
estudiados por los etngrafos en la Amazona no parecen constituir marcadores
personales de una posicin privilegiada; es obvio que nos encontramos ante socie-
dades igualitarias11. A pesar de ello algunos autores han realizado esfuerzos incre-
bles para ubicar algunos objetos, que fueron empleados como marcadores de poder
en el pasado amaznico (ver Whitehead 1996a); no obstante, es muy poco lo que
sabemos verdaderamente de los mismos dada la inexistencia de los contextos de su
ocurrencia.
Quin dijo que los nativos intercambiaban cosas cuando trocaban objetos?;
desde la publicacin de El regalo de Mauss en mil novecientos veinticinco12 las
cosas no han podido ser por ms tiempo eso: cosas.
De otra parte, tanto en las sociedades del pasado, como aquellas que estudian
los etngrafos, deben existir tensiones y contradicciones internas respecto a las
decisiones que definen el tipo de relacin que se debe establecer con los potencia-
les socios y/o enemigos. Evidentemente el cacique guerrero de Carneiro represen-
ta slo la mitad de la personalidad y funciones del cacique de Sahlins, pues como
afirma este ltimo hacer la paz es la sabidura de las instituciones tribales (1968a:8).
Solo unos pocos estudios han sugerido las tremendas piruetas que debieron realizar
los jefes de los cacicazgos para balancear la guerra que le proporciona prestigio,
cuando esta es exitosa, y la paz que le da acceso a productos que podan ser
empleados como marcadores y resaltadotes de su posicin privilegiada. Algunos
de estos objetos, inclusive, les permitiran a estos jefes ejercer la generosidad, au-
mentado an ms su influencia (Helms 1979 para el caso de Panam). A pesar de
todo ello hemos visto sobretodo los guerreros, las Amazonas. Cabra preguntarnos
Por qu estamos tan obsesionados en el presente con estos guerreros? Seremos
nosotros mismos el producto de sociedades que al encontrase, en gran parte, basa-
das en el poder militar slo somos capaces de reconocer el mismo como la fuerza
que fundamenta la organizacin poltica? Qu sera de los Estados Unidos sin sus
soldados y sin su industria militar? Qu sera de nuestra sociedad sin un ejrcito
que la proteja de quienes opinan diferente a nuestros lderes? Preguntas que
deben ser respondidas; preguntas que al ser contestadas por nuestros lderes nos
dejan palpar el poder de las modernas elites polticas.
VISIBILIDAD ARQUEOLGICA
que stos sean fundamentales. Al centro del problema se encuentra la definicin que
se emplea, puesto que la misma implica, en muchos casos, las variables que definen
aquello que se estudia. Por ejemplo, si enfatizamos la actividad guerrera y el control
regional ejercido por un asentamiento y el lder del mismo, podramos suponer que los
Yanomamo, por cortos perodos, se encuentran sujetos a los procesos que potencial-
mente dan origen a los cacicazgos; es sin duda por ello que Carneiro (1998) resalta su
estudio. Su organizacin para la realizacin de los combates no implica un liderazgo
centralizado y se basa en alianzas momentneas, y en muchos casos circunstanciales.
Posiblemente esto se vera en el registro arqueolgico como una tendencia al aumen-
to de las festividades, as como al desarrollo de un conjunto de artefactos y espacios
asociados con este tipo de interacciones sociales (Dietler y Hayden 2001). En cual-
quier caso la intensidad y la frecuencia de estas actividades convites ser funda-
mental para que los mismos dejen su impronta en el registro arqueolgico. Los
arquelogos esperan ver algo semejante a aquello que Carvajal describiera durante la
primera exploracin realizada por los europeos en la Amazona.
En este pueblo estaba una casa de placer, dentro de la cual haba mucha loza de
diversas hechuras, as de tinajas como de cntaros muy grandes de ms de
veinte y cinco arrobas, y otras vasijas pequeas como platos y escudillas y
candeleros desta loza de la mejor que se ha visto en el mundo, (1986:69)
Es por todo ello que los arquelogos ven los cacicazgos de una forma muy
diferente. Posiblemente las definiciones de Fried (1967) y Service (1971) junto con
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 131
za el control de los recursos suelos y aguas - que les permiten crear una abundan-
te produccin. Un mayor crecimiento en el nmero de habitantes permitir, con el
tiempo, una expansin territorial. As se incrementara la actividad guerrera con la
conquista de espacios colindantes y la produccin en los terrenos recientemente
anexados. Pero al nivel terico sta no es la nica manera de llegar a incrementar
la produccin. Tambin es posible que este sistema se encuentre basado en el
fortalecimiento del culto religioso. El surgimiento de una elite sacerdotal, con fun-
ciones administrativas, puede impulsar rpidamente un aumento en la produccin y
contribuir a una creciente identidad entre los participantes. Con ello se garantiza la
perpetuacin del sistema social, o al menos la estabilidad relativa del mismo, crean-
do una unificacin. Este sistema contribuye a su vez a que sus miembros acepten
diferencias sociales que redundarn en el fortalecimiento de un ente encargado de
la toma de decisiones y la administracin de los bienes generados13.
13 Estos procesos se encuentran ilustrados, usando una perspectiva arqueolgica, para la regin de de la
Polinesia. Ver por ejemplo Kirch 1984; 1990.
14 Este argumento sobre el papel del crecimiento de la poblacin en la evolucin social ha sido empleado
en mltiples oportunidades. Para el caso Mesoamericano ver por ejemplo Sanders 1984.
15 El crecimiento de la poblacin, para explicar el cambio social, ha sido una de las variables ms
importantes. En los modelos desarrollados por la Nueva Arqueologa sta, junto con las variables
ecolgicas, determinaban los procesos de cambio. Una obra que tiene una importancia fundamental en
estos modelos es Boserup 1965; Johnson y Earle 1987. En este ltimo texto se emplea una tipologa
de organizaciones sociales que es explorada usando ejemplos etnogrficos que desde el punto de vista
de los autores permiten ver una clara correlacin entre demografa y organizacin social. Lamentable-
mente la perspectiva histrica en el texto es muy pobre. Se podra decir que las sociedades empleadas
como ejemplo no tienen historia.
16 No existe un acuerdo sobre lo infinita que puede ser esta habilidad humana para superar los problemas
que los sistemas sociales y sus contrapartes ambientales generan en sus mutuas interacciones. Los
desastres ecolgicos que vive el planeta en el momento y las soluciones que se aplican a los mismos
ponen de manifiesto esta limitacin. Ver por ejemplo Homer-Dixon 2000.
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 133
que son devotos de la idea del progreso y gozan de un alto nivel de optimismo
encontraran este razonamiento atractivo, aunque el mismo no explique cmo se
transforman las relaciones sociales que sostienen y permiten el cambio social.
17 Un estudio de casos en los cuales diferentes estrategias llevaron al desarrollo de cacicazgos se encuentra
en Earle 1997.
134 EL GUERRERO
Figura 5.1
Los procesos sociales y ecolgicos como parte de la historia generan cambios que representan
respuestas culturales, cuya combinacin genera y mantiene el poder poltico. Muchas de ellas se
pueden detectar a partir del registro arqueolgico variables en el crculo.
amplio. De este modo quedamos con unas pocas secuencias como candidatas para
ejemplificar y comprender el funcionamiento y desarrollo de estas organizaciones
en la Amazona. Un candidato, que an requiere de mayor estudio, lo constituye la
secuencia arqueolgica de la regin de Araracuara, en el medio ro Caquet. La
misma abarca desde los inicios de la era cristiana, hasta unos pocos aos antes del
contacto con los europeos en la regin18. Este pequeo sector de la Amazona
colombiana ha sido estudiado desde principios de la dcada de los ochenta del siglo
pasado (ver figura 5.3).
... los chorros de Araracuara, los de mayor magnitud de toda la zona, constitu-
yen el hito principal para todos los grupos del bajo Caquet; este punto conocido
con el nombre General de Araracuara, nido de guacamayo, es llamado de igual
manera por todos los grupos tnicos all asentados. En trminos generales, el
escarpado de Araracuara acta como barrera fsica, territorial y chamanstica.
(1992:95).
18 Las primeras descripciones realizadas por los europeos que visitaran el macizo de Araracuara hacen
especial nfasis en que el lugar no contaba con una ocupacin (ver Creveaux 1883). Sin embargo la
realizacin de una secuencia cronolgica relativa, basada en los estudios palinolgicos y de sedimenta-
cin, sugiere que se dio una actividad ms o menos intensa hasta principios del siglo 16. Los actuales
pobladores de la regin cuentan en su tradiciones que este lugar se encontraba ocupado por una
poblacin Carijona, a quienes, algunos de ellos, atribuyen la manufactura de la cermica correspon-
diente con el estilo Nofurei. Ver Cavelier et al, 1990.
136 EL GUERRERO
Figura 5.2
Diagrama de polen. Plantas cultivadas Sitios 2 y 3 Araracuara.
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 137
Figura 5.3
Araracuara
Sitios con evidencias
arqueolgicas
rea ampliada en la
pgina opuesta
Ro Caqueta
De otra parte la orientacin empleada, por unos y por otros, omite el estudio de
procesos que son importantes. En efecto, los modelos expuestos han enfatizado las
causas del cambio a travs de variables que son consideradas como componentes
de un sistema, a pesar de lo cual son tratadas como variables nicas y determinan-
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 139
Figura 5.4
Distribucin aproximada de los
sitios arqueolgicos en Araracuara.
1. Puerto Arturo
2. Abeja
3 Aereopuerto
4. Araracuara
5 Puerto Santander
Esta explicacin, sin embargo, no es aceptada por todos; para algunos las
particularidades del registro etnogrfico amaznico han guiado las bsquedas de
los investigadores haciendo que estos recorrieran caminos diferentes a aquellos
que andaban sus contrapartes en regiones como Melanesia. As surgieron nfasis
diversos; ste sera el caso de los estudios de gnero, y su relacin con el surgimiento
del poder que tiene una posicin poco destacada en la Amazona, en tanto que sobre-
salen en Melanesia. Por ejemplo, recientemente Descola (2001) ha propuesto como
una explicacin para esto que las relaciones de gnero en las sociedades amaznicas
se encuentran sumergidas y englobadas en unas relaciones de afinidad y consangui-
nidad amplias, que establecen diferentes conexiones con partes de aquello que los
occidentales llaman naturaleza. Esto ha determinado que los estudios de gnero, y el
nfasis en los mismos no sean destacados, puesto que al estar englobadas en otros
aspectos, el tratamiento que se le da no puede ser equivalente con aquellas de
Melanesia. As era posible ver sociedades igualitarias inclusive en las relaciones
entre los sexos que eran englobadas en un marco ms amplio.
3, figura 3.3). Esta idea es complementaria con la explicacin que algunos etngrafos
produjeron de la igualdad como una consecuencia de condiciones ambientales ex-
tremadamente limitantes, que afectaban a algunos grupos de cazadores y recolectores
(Cashdan 1980). Una visin que en buen grado omite las anomalas, que muy pocos
han tratado, como aquella representada por complejos sistemas de poder basados en
la inequidad, que inclusive llegaron a desarrollar la esclavitud (Ames 2001; 2005;
Moss 1993; Ruyle 1973), y que se sostenan sobre un sistema econmico de caza y
recoleccin (Ames 1994; 2005; Renouf 1991). As la inequidad, de forma generaliza-
da, y las razones para el surgimiento de la misma resultan ser fenmenos secunda-
rios. En cierta forma la misma es reducida a un sntoma de las transformaciones que
los arquelogos aspiran a documentar, y no se consideran como una parte fundamen-
tal de las sociedades y de su representacin. Por ello estos modelos arqueolgicos a
lo sumo logran una descripcin parcial del funcionamiento de los sistemas bajo
parmetros extremadamente limitados, dejando por fuera cualquier explicacin sobre
la legitimizacin y la perpetuacin de estas asimetras que fundamentan la transfor-
macin que intenta describir. As la explicacin de los sistemas sociales se hace
esquiva, mientras se esconde bajo una descripcin, representada por un complejo
sistema de mediciones, ambientales y sobre las transformaciones sociales.
En realidad no existe ninguna razn para que estos modelos sean as, dado que
algunos arquelogos desde la poca en que se desarroll la Nueva Arqueologa
haban notado y destacado la importancia de aspectos como la informacin en los
sistemas sociales. Por ejemplo Flannery (1972a:412) afirmaba que la ms sor-
prendente diferencia entre los estados y las sociedades ms simples se encuentra
en el dominio de la toma de decisiones y en su organizacin jerrquica, ms que en
los intercambios de energa y materia. Evidente: las informaciones ambientales
son indispensables, pero por s solas no pueden explicar la historia de las asimetras
sociales que se registran en el cambio social. Es por ello que resulta indispensable
entender el comportamiento, desde una perspectiva cultural, de las sociedades.
.el tener demasiadas relaciones sociales para negociar lleva a la gente a inten-
tar reducir el nmero de demandas retirndose a grupos ms pequeos, siendo
pasivos a la hora de compartir, y manteniendo la produccin al mnimo.
(1993:870).
5 Un estudio del papel de la reciprocidad en los grupos cazadores y recolectores en Australia sugiere que
la misma no necesariamente se debe interpretar como un acto de generosidad, puesto que no se realiza
de forma voluntaria sino que es una respuesta a las peticiones formuladas por otros miembros del grupo
para obligar a quien posee algo, que los otros quieren, a compartir (Peterson 1993). Este mismo
estudio indica que en muchas oportunidades las personas se encuentra reacias a dar, aquellas cosas que
posee, inclusive llegando a esconderlas. Curiosamente el texto en cuestin menciona en estos casos
cosas producidas por occidente i.e. cigarrillos que obviamente son imposibles de producir por parte
de los nativos, lo que sugerira un valor diferente. En relacin con las presas de caza, por el contrario
Peterson demuestra la existencia de reglas estrictas para compartir. Evidentemente el valor del objeto
se encuentra tanto en su produccin y acceso; condiciones bien diferentes despus del contacto con las
sociedades occidentales. Esto cuestiona el valor de esta observacin para pocas previas al contacto y
obliga a ser extremadamente cuidadoso con el uso de estas informaciones.
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 149
de las sociedades pre-modernas, con la cual los occidentales las han asociado por
mucho tiempo, no se basa en la carencia de medios para incrementar la produc-
cin, sino en la necesidad de no producir excesivamente dado que esto violara la
misma constitucin de la sociedad. Simplemente no tiene sentido producir ms,
puesto que todos tienen, de manera equitativa, lo que necesitan. Desde esta pers-
pectiva la baja produccin de los cultivos, por ejemplo, no puede ser considerada
como parte de un problema tcnico o ecolgico, sino que es el resultado de un com-
portamiento social, que es reforzado por todos y cada uno de los individuos. Este
comportamiento constituye un verdadero obstculo para que la acumulacin de un
bien material soporte una organizacin poltica con cierta complejidad. En breve, bajo
estas condiciones resulta extremadamente difcil lograr una acumulacin significativa
de poder, que se refleje en marcadores detectables arqueolgicamente; la misma
tampoco es deseable. Es innegable que las sociedades igualitarias, tanto aquellas
observadas por los etngrafos o por los arquelogos, no pueden ser vistas como
sociedades ms simples, de alguna manera menos estructuradas que aquellas en
las cuales el poder es evidente. Estas son el resultado de un elaborado sistema,
econmico, material e ideolgico, que define unas relaciones sociales que otorgan
poder a todos los miembros de la comunidad.
6 Este tipo de competencia, que son hasta cierto punto amistosas, son caractersticas de un gran nmero
de sociedades. En Nueva Guinea Lemonnier (1996) ha documentado las mismas para sociedades con
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 151
permiten manejar los aspectos csmicos necesarios para crear, dirigiendo los tra-
bajos que conectan la realidad material de la vivienda con la representacin y ubi-
cacin de la misma en el cosmos y en el paisaje, de una manera adecuada. As la
localizacin, estructura, forma, tamao, decoracin y distribucin de la Maloca y
sus diferentes secciones, en las cuales habita la comunidad, es un testimonio feha-
ciente de sus conocimientos y su capacidad para liderar7.
En la regin del bajo Caquet estas fiestas suelen prolongarse por varios das,
en los cuales los invitados informan continuamente a sus anfitriones sobre sus ne-
cesidades. As es posible escuchar, casi permanentemente, los requerimientos de
bebidas, alimentos y mambe - coca - durante el evento. Se espera que los anfitrio-
nes cuenten, casi, con recursos ilimitados para atender a sus huspedes. Cualquier
carencia, evidenciada por una demanda no satisfecha, generar un continuo chis-
morreo, que no tiene otro propsito sino el de desacreditar al jefe de la maloca y a
sus seguidores. Con la misma rigurosidad que las bebidas y la comida son inspec-
cionadas, sern examinadas las secuencias de los cantos y bailes realizados; una
diversos niveles de integracin social y poltica. Para este autor el valor social y de intercambio de los
objetos y personas, particularmente mujeres, involucrados en estas competencias es fundamental para
comprender las diferentes formas de organizacin e integracin. Estas actividades, adicionalmente,
dejan una huella detectable arqueolgicamente, como lo sugiere Hayden (1996).
7 Ver por ejemplo Arhem 1998; Arvelo Jimnez 1971; Correa 1990; Hugh-Jones, C 1988; Hugh-Jones,
S. 1988b; 1995.
152 LOS MANDAMASES
Es por todo esto que los jefes en las sociedades pre-modernas no slo se
pueden caracterizar como guerreros. Por supuesto algunos lo son, y algunos lo son
ms que otros, segn los tiempos lo dicten, pero la actividad guerrera es solo una de
sus funciones, dentro de la inmensa gama de variaciones que es posible incluir
como parte de sus obligaciones y responsabilidades dentro de sus comunidades.
Qu otras funciones y caractersticas tienen estos jefes de las sociedades pre-
modernas? Cules son los lmites de sus poderes y cmo fueron controlados por
las comunidades? Finalmente es necesario pensar si estos jefes se relacionan, de
alguna manera, con los primeros jefes con verdadero poder.
Los jefes sin poder son, de cierta forma, los encargados de preservar el equi-
librio entre las diferentes relaciones que se entretejen en la y las sociedades donde
actan, evitando los conflictos. Son, en pocas palabras, simples negociadores, art-
fices de la palabra. Evidentemente deben oponerse a cualquier forma de desequi-
librio o injusticia; si no lo hacen perdern inmediatamente su capacidad de actuar
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 153
y con el tiempo el prestigio que les permita destacarse como miembros de la comu-
nidad se desvanecer. Estos jefes, adems, deben ser generosos, condicin que ha
sido resalta una y otra vez en estos lderes a lo largo y ancho del mundo8. En fin, se
trata de hombres justos, equitativos, aplomados, conocedores de las artes y las
tradiciones, de un impecable comportamiento moral quienes potencialmente, o de
hecho, son los confidentes de todos; despus de todo el jefe es la persona en quien
se puede confiar. Por ejemplo Howe refirindose al poder de los jefes Cuna dice:
Como los otros lderes con una autoridad limitada o incierta en muchas clases de
organizaciones, gran parte de la influencia del jefe se deriva de su posicin en el
nodo en el cual fluye la informacin y las opiniones, especialmente en el flujo de
sta hacia la comunidad y desde ella en las reuniones de la aldea. Cualquiera
puede traer a colacin, en el momento apropiado en una reunin de trabajo un
tema, aunque se espera que un miembro que tenga algn asunto importante para
presentar lo hable primero con el jefe, quien probablemente lo discutir con
otros de los notables y despus lo llevara a la siguiente reunin. (1978:547).
Pero claro, todos sabemos que detrs de cada lder se esconde un potencial
tirano. Dejar que el mismo se haga cargo de la sociedad es algo que no se puede
permitir. El surgimiento de la desigualdad, el abuso cometido por el jefe y tolerado
por sus subalternos, o el tratamiento despectivo que intenta forzar a otros miem-
bros de la comunidad a hacer aquello que ellos no quieren, no puede ni debe ser
tolerado. Esto sera el fin mismo de esta sociedad (ver Clastres 1994). Es por todo
ello que los jefes deben ser continuamente controlados9. Son mltiples los medios
8 Para el caso de la Amazona ver Erickson y Santos Granero 1988; Goldman 1972; Jackson 1983.
154 LOS MANDAMASES
empleados para evitar que un lder sin poder se trasforme en un lder permanente,
un pequeo dspota. Lo ms sencillo, aunque resulta ser un poco radical, es matar
al jefe. No es raro leer en las etnografas sudamericanas cmo el jefe fue asesina-
do; despus de todo un jefe que comete el imperdonable abuso de imponer su
voluntad no tiene derecho a vivir, al menos as parecen pensar muchos nativos.
Otras medidas menos drsticas como el ignorar al jefe, desobedecerlo, ridiculizarlo
y criticarlo en pblico, suelen ser muy comunes (ver Boehm 1993; Clastres 1977).
Pero no son stos los nicos medios. El jefe tambin puede ser controlado por un
grupo de respetables, quien indudablemente limita el poder del mismo, como lo
hace un comit de ancianos entre los Canela (Crocker y Crocker 2004:119), o por
jefes de menor rango que continuamente vigilan el comportamiento de estos lideres,
como ocurre entre los Cuna (Howe 1978:544). La sociedad, como un todo, debe
estar alerta para evitar que el jefe adquiera poder.
Es por todo ello que la vida de estos jefes no es fcil; est sometida a un
trabajo constante por renovar su prestigio. A pesar de eso l mismo est limitado
por la comunidad a quien representa, cuyos miembros lo fiscalizan continuamente.
Para decirlo de alguna forma el principal sospechoso de una trasgresin, siempre
es el jefe. En verdad se trata de un oficio bien complicado.
externos, sino que demostraron, realizando actos fuera de lo comn, que eran per-
sonas diferentes. Al menos once profetas han sido identificados en el noroccidente
amaznico desde los inicios del siglo pasado (ver Wright 2002). No obstante, el jefe
muerto ser, tan slo, una sombra que es usada por quienes estn vivos para
autenticar sus opiniones.
Yo soy generoso! Ofrezco un cesto lleno de tabaco. He pedido a las mujeres que
lo preparen. Lizot 1992:217.
En 1964 Morton Fried vea a las sociedades con complejos sistemas de poder como
parte de una respuesta a la necesidad de regular los conflictos que las aquejaban.
Estos conflictos eran creados por una muy variada gama de razones, tales como la
competencia entre las personas por cosas y prestigio. Era obvio, en ese entonces y
para ese autor, que en las sociedades basadas en la caza y la recoleccin o aquellas
de agricultores con bajas densidades de poblacin, las oportunidades para que se
dieran los conflictos eran, dada la estructura de estas sociedades y los espacios
ecolgicos por ellas ocupados, limitadas. As el poder poltico era superfluo, y por
tanto innecesario en las mismas. En las sociedades poco complejas las relaciones
sociales, en gran parte manejadas como formas de parentesco, resultaban suficien-
tes para resolver los conflictos. Es por ello que Fried vea como un cambio fun-
damental, y por tanto de sumo inters antropolgico, las transformaciones en la
forma en la cual las relaciones de parentesco y la ideologa asociada a las mismas
eran concebidas y aplicadas. Estas, junto con las transformaciones en la produc-
cin, con toda seguridad, para Fried, deban explicar mucho de la evolucin que a l
le interesaba descifrar. Para l el pasar de una sociedad igualitaria a una de rango
es esencialmente el cambiar de una economa dominada por la reciprocidad a una
en la cual la redistribucin es el principal mecanismo (Fried 1996:273). As surga,
como un aspecto fundamental en estas sociedades, la concepcin de una ideologa
156 LOS MANDAMASES
En los ltimos cuarenta aos muchos esfuerzos se han realizado para entender
las bases materiales de estas organizaciones, sin embargo estas fueron separadas,
en un buen nmero de estudios, de las mismas relaciones sociales, parentesco si se
quiere, que las fundamentaban. En parte esto ocurri porque al existir esta tica
que nivelaba a los individuos, se asuma que se haba explicado las condiciones
sociales y por tanto era necesario enfatizar los problemas inherentes a la produc-
cin. Un razonamiento simplista que asuma que el problema del cambio social se
encontraba en problemas de orden ecolgico y tcnico y no social e ideolgico. Un
pensamiento incompleto y nefasto. Obviamente el problema va mucho ms all e
involucra la representacin que la sociedad hace de s misma y de su entorno; la
concepcin de un paisaje geogrfico y social en el cual diferentes formas de rela-
cionarse establecen las reglas de comportamiento -sociales y ambientales- no pue-
de ser ignorada. Esto fue notado por algunos antroplogos desde tiempo atrs. Por
ejemplo Nurit Bird-David (1990) resaltaba la concepcin que del paisaje tenan los
Nayaka, un grupo de cazadores y recolectores del sur de la India, quienes vean a
la naturaleza como una proveedora inagotable que se comportaba como un padre o
una madre cuidando a sus hijos. As se generaba una relacin muy particular entre
el mbito y los grupos sociales, al tiempo que se estimulaba un sistema de recipro-
cidad entre hermanos con caractersticas especficas. Era esta ideologa la que
soportaba la equidad. Situacin que contrastaba con la de los vecinos agricultores,
quienes vean a la naturaleza como una manifestacin de los ancestros; con ellos
haba que negociar procurando obtener algunas ganancias. Obviamente este tipo
de relacin se hacia extensiva a las interacciones sociales, las cuales reforzaban la
inequidad. Posteriormente retomaremos estas ideas (ver captulo 7).
Es por todo ello que resulta necesario retomar las relaciones sociales como
parte de la produccin, la distribucin y el consumo que soportan al jefe y cuyas
transformaciones, tericamente, lo pueden llevar a adquirir un poder real. Posible-
mente la pregunta que nos debamos formular es Qu debe hacer un jefe sin poder
para lograr abusar de sus comandados, y no ser condenado al ostracismo, o lo que
es peor a morir? Cmo se puede transformar el prestigio social en poder? Obvia-
mente la respuesta no est en aquello que hace el jefe, sino en al totalidad de la
sociedad, que posibilita o niega estos cambios. A pesar de eso la situacin del jefe
puede ilustrar en parte los mismos.
Las mujeres deben asumir los servicios suplementarios que ocasiona una posi-
cin de responsabilidad: se espera que un lder sea generoso y que aporte un
sostn alimenticio a la gente de su faccin que ofrece sus servicios. Maproma es
activa y eficaz: apenas ha llegado el da y el casabe ya est pronto, amontonado
en un cesto de tejido abierto. Alrededor flota un olor tibio de yuca asada, como
una especie de promesa del festn futuro. (1992 187).
Sin embargo ste no es suficiente. Por ello los jefes deben intentar ampliar su
sistema de prestigio, involucrando al mayor nmero de personas posibles en el
mismo. Esto, por supuesto, implica la necesidad de ampliar la base productiva que
permite hacer palpable su fama de hombre honesto y generoso. Nuevamente los
datos etnogrficos sugieren un mecanismo.
Estos jefes tienen frecuentemente varias esposas. Las ventajas son mltiples: las
mujeres ayudan en los trabajos domsticos y en la recoleccin de frutos en la
selva, fabrican objetos tiles para el intercambio; y con una descendencia nume-
rosa es lcito tejer una complicada red de alianzas. La habilidad suprema consis-
158 LOS MANDAMASES
te, cada vez que es posible, en captar esposas para (los) hijos arreglndoselas para
que el servicio marital de stos sea breve, y buscar para sus hijas aquellos yernos
que acepten instalarse definitivamente en la comunidad (se da el caso de que les
ofrecen dos mujeres para decidirlos). Haciendo esto se aumenta su propia faccin,
se obtienen nueras y yernos que participan en los trabajos de inters comn. La
importancia de estos jefes sin poder de coercin depende nicamente del nmero
de personas que los siguen; ella puede reducirse a su mnima expresin si un
conflicto o una disputa provocan una disidencia o una defeccin. Lizot 1992: 185.
Ideas que ya haban sido expresadas tiempo atrs por Engels (1972), quien
vea en este proceso de valoracin diferencial y de discriminacin por gnero el
origen de las sociedades con clases. Apreciaciones confirmadas por algunos estu-
dios etnogrficos que sugieren que la institucin del matrimonio, por ejemplo, en-
gendra inequidades fundamentales entre los sexos y entre los miembros de los
grupos de acuerdo con su edad. As se contribuye a la creacin de un sistema de
relaciones sociales en el cual se hacen naturales otras inequidades; estas desembo-
can en una organizacin en la cual una fraccin de la poblacin, usualmente la
femenina, est al servicio del sector masculino (ver Kelley 1996). Inclusive en
sociedades que fueran consideradas como igualitarias, como los Enga de Nueva
Guinea, existieron inequidades basadas en las relaciones de gnero; un principio de
contaminacin permiti all relegar las actividades femeninas a un segundo plano
en trminos de la toma de decisiones (ver Wiessner 2002:239).
Es por ello que para algunos de los antroplogos que trabajan en las socieda-
des premodernas estas relaciones tienen un importante papel en el surgimiento del
poder, y por ello no se pueden ver como un aspecto natural y por tanto inherente a
todas las sociedades.
Cuando existe una hostilidad institucionalizada entre los sexos, sta ha sido inter-
pretada como una variacin en la batalla universal entre los sexos, en lugar de ser
vista como evidencia del surgimiento de una diferenciacin interna entre el estatus
entre hombres y el estatus de las mujeres y entre aquel de los hombres y las
mujeres. Leacock 2003:489.
Es por todo ello que en las sociedades igualitarias amaznicas algunos estudios
recientes ven esta rivalidad entre los sexos y el predominio masculino, como el
resultado de un proceso que intenta controlar la sexualidad femenina y la fertilidad.
Despus de todo son ellas quienes producen y garantizan la existencia del mundo
social al producir, a travs de la reproduccin, parentela. Recurso que debe ser
controlado por los hombres, para garantizar su posicin social. Dice Chernela refi-
rindose a los Wanano:
Para lograr este control los hombres deben recurrir a prcticas chamnicas, al
ejercicio de la violencia fsica y psicolgica, exaltando una mitologa que asocia a
las mujeres con un papel de inferioridad bajo metforas tales como la del hombre
cazador y la mujer alimento; esta ltima ser consumida en una relacin de depre-
dacin. Representacin que de tiempo atrs haban explorado los antroplogos.
Por ejemplo Reichel-Dolmatoff refirindose a esta representacin afirmaba.
El jaguar debe atacar para poder sobrevivir, la astucia y lo sangriento que hay en
la ferocidad de su naturaleza predatoria es considerado por los indgenas como
actitudes masculinas esenciales, las cuales se encuentran opuestas a la actitud
pasiva y temerosa de los herbvoros quienes tienen un marcado carcter femeni-
no El felino es entonces visto como un ser masculino en busca de una hem-
bra, un animal devorador que personifica un principio energtico vital en la
naturaleza. (1972b:57).
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 161
Imagen que este autor identificaba como parte de las representaciones reali-
zadas a travs de la escultura Agustiniana, en el macizo colombiano y en la mitolo-
ga Paez (Reichel-Dolmatoff 1972b).
Tampoco es posible pensar que las mujeres son actores pasivos en esta rela-
cin que intenta subyugarlas; ellas reinterpretan la realidad para autodefinir su po-
sicin, as sea de una manera encubierta. Esto lo demuestra Chernela (1988) cuando
compara las interpretaciones que de un mismo mito realizan hombres y mujeres en
una comunidad Wanano. Las mujeres Warao, a travs de sus lamentos rituales,
acceden al poder transformador que les proporciona un discurso publico en el cual
critican y, hasta cierto punto, replantean las relaciones sociales despus de la muer-
te de un miembro de la comunidad (Briggs 1992). En otras sociedades Amaznicas,
diferentes formas de uso del lenguaje mantienen a los hombres a raya, limitando
sus abusos; la regaadera de las mujeres Paikwen ha sido sealada como una
ejemplo de este control (Passe 2004).
Todo lo anterior no quiere decir que este antagonismo entre dos sectores cla-
ramente diferenciados de la sociedad siempre sea ledo por los investigadores como
la justificacin de un sistema poco equitativo; en algunas sociedades amaznicas
las diferencias de gnero son vistas por los miembros de estas sociedades, y por los
antroplogos que las estudian, como actividades complementarias. Las mismas
contribuyen a una mayor solidaridad mecnica, para emplear el trmino de
Durkheim (ver por ejemplo Biersack 2001; Conklin 2001a; Hill 2001; 2002; Hugh-
Jones 2001). Por ejemplo Cayn dice refirindose al Yurupar:
El mito ilustra un primer momento donde las mujeres tienen el control absoluto
de la fertilidad del mundo. Con el robo, los hombres les arrebatan los poderes
creativos y generadores de vida, entonces adquieren el control de la reproduc-
cin de la selva y las mujeres se quedan con el de la gestacin de hijos y plantas,
es decir, yurupar y menstruacin son diferentes formas de fecundidad espiritual
y material, respectivamente. Esta completen-tariedad en la produccin se puede
ver en otros niveles; en el plano csmico, la fertilidad femenina se relaciona con
la reproduccin humana y de los cultivos mientras que la fertilidad masculina se
asocia con la reproduccin chamanstica de la selva y con las actividades
predatorias de tumba, caza y pesca. (2000:100).
Es por todo ello que el desarrollo de la complejidad no slo puede ser entendida
como la explotacin del trabajo de quienes estn ms cercanos al jefe, sino que la
misma implica un estudio de la ideologa, y por tanto de las diferentes formas de
conocimiento que se encuentran involucradas en la realizacin y justificacin del
desarrollo de la misma. Algunos antroplogos han clasificado estos conocimientos,
con el propsito de entender cundo y qu clase de nociones pueden llegar a trans-
EL PODER Y SU TRANSMISIN
A travs de los tiempos y filtrados por los ojos y corazones de quienes partici-
paron en el interminable descubrimiento del Nuevo Mundo, nos llegan claves sobre
11 Esta categorizacin de los conocimientos ha sido aplicada a las organizaciones polticas y las comuni-
dades igualitarias que habitaban en el Melanesia. Ver Lindstrom 1984.
166 LOS MANDAMASES
12 Es evidente un retorno por parte de los antroplogos al tema del canibalismo. Ahora el mismo es
explorado como una forma de representacin en el contexto del encuentro de occidente con otras
sociedades. Exploracin que lleva a preguntarnos Quin es el canbal? Esto se deriva en parte del
debate Sahlins-Obeyesekere (ver Lindenbaum 2004; Obeyesekere 1992a; 1992b; Sahlins 1995; 2003)
El punto de vista que tomo en este texto es que el canibalismo existi, a pesar de que el carcter del
mismo y posiblemente su intensidad fuera transformada despus del contacto, como los sugiere
Obetesekere 1992b. Exclusivamente intento indicar el valor del endocanibalismo en un contexto en
el cual sirvi para genera una acumulacin significativa de poder a partir de la idea de reencarnacin.
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 167
te el mismo fueron consumidas las cenizas de Wally Hope; ceremonia con la cual
se iniciara un rito que contara con la presencia de Wally a partir de su incorpora-
cin al lugar y, por supuesto, de quienes lo recibieron y fueron transformados por el
acto canbal (ver Harvey 2004). En otros lugares, en el pasado, donde existi el
poder, se han registrado procesos semejantes. Por ejemplo, los miembros de las
sociedades cacicales de la regin norte de la costa pacfica norteamericana p.e.,
Kwakiutl -, donde se practicaba el canibalismo ritual y la sociedad toleraba la exis-
tencia de lderes con poderes polticos, a pesar de tratarse de una sociedad de
cazadores y recolectores, se ha observado esto mismo (Ames 1994; Goldman 1975;
Wales 1981). Goldman (1975) basado en los datos etnogrficos producidos por
Boas con la ayuda de Hunt en esta regin dice:
Los jefes son duales, en parte humanos y en parte espritus de los ancestros, por
tanto sus caractersticas como jefes tienen aspectos duales. El lado humano es
frecuentemente arrogante e impositivo, y agresivamente defensivo de la superio-
ridad social (1975:54).
13 Una comparacin entre los sistemas polticos de la Polinesia y el liderazgo de Melanesia, desvinculado
de las lneas de descendencia y los antepasados sugiere la importancia de los mismos en la perpetuacin
y mantenimiento del poder poltico. Ver Sahlins 1990. De otra parte el anlisis de informacin
etnogrfica desde una perspectiva marxista han permitido a Friedman -1979-, proponer algunos de los
mecanismos mediante los cuales una lite consolida su poder al establecer un predominio sobre grupos
que compiten a partir de los ancestros.
168 LOS MANDAMASES
1999), eran capaces de reincorporar el poder poltico dentro de una lnea de des-
cendencia. Esta visin se opone al proceso mecanicista que algunos haban seala-
do para explicar la transmisin del poder14.
14 Me refiero aqu a la propuesta de Redmon (1994) segn la cual los lderes guerreros prepararan a sus
hijos para continuar su tarea como lderes educndolos en el arte de la guerra y por tanto hacindolos
sucesores de su poder. Evidentemente Redmon sobredimensiona el papel de la guerra y le da un
protagonismos extremo. Ver Redmon 1994 pgina 53.
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 169
lazos con antiguas fuerzas la historia. En breve es necesario demostrar que las
fuerzas del pasado confluyen en quien detenta el poder en el presente. Indudable-
mente esto requiere de la incorporacin de los ancestros: su reencarnacin.
Es por ello que muchos antroplogos consideran que el poder poltico en estas
sociedades pre-modernas es un poder fundamentalmente divino, basado en la reen-
carnacin de un gran nmero de fuerzas que desde el pasado y el presente conflu-
yen y son personificadas por quien detenta el poder15. Este tipo de poder, inclusive,
gui los destinos de algunos estados prehispnicos. As se explica porqu fueron
necesarios complejos clculos en relacin con el movimiento de los planetas, la
concentracin de las energas, los colores de los puntos cardinales y las lneas de
ascendencia que tuvieron que ser realizados para que Pakal encarnara las fuerzas
csmicas que le permitieron sentarse cmodamente en el trono de una de las anti-
guas ciudades mayas (Freidel et al, 1993).
Una consecuencia de lo dicho hasta aqu, es que para poder entender el poder
poltico en las sociedades pre-modernas, su formacin y desarrollo es necesario
aproximarse ms a la concepcin del mundo en estas sociedades, por tanto a su
historia. Requerimos de la construccin de un mundo que de cierta forma es imagi-
nario para comprender la realidad. La construccin de este mundo se encuentra,
en gran parte, en los datos etnogrficos de la Amazona, vistos comparativamente
con aquellos de otras regiones, y en el uso de los mismos para interpretar contextos
arqueolgicos. Evidentemente las informaciones arqueolgicas recuperadas hasta
el presente en la regin no son adecuadas para poner a prueba modelos que inten-
tan hacer una historia de la inequidad, o de la equidad como sistemas simblicos y
econmicos; del orden social o de la naturaleza del poder que corta todas las rela-
ciones humanas. Tan slo contamos con algunas secuencias cronolgicas y unos
pocos datos sobre los sistemas econmicos. Esta carencia en la informacin sobre
los asentamientos y la fragmentacin del espacio en los mismos y de sus conteni-
dos, impiden casi tanto como la incapacidad de los arquelogos para conectar el
pasado y el presente, realizando analogas, el inferir procesos o generar slidas
aseveraciones sobre el comportamiento del pasado. As se dificulta construir una
historia crtica y responsable con el presente.
15 Para una discusin de sobre este tema en Polinesia ver Marcus 1989
7
REPRESENTACIN Y CONSECUENCIAS DE UN MITO
MODERNO
sumisin. Una visin acorde con un mundo en conflicto del cual surge una repre-
sentacin que justifica y normaliza unas complejas relaciones al suprimir la historia
de una seccin del mismo y reducirla al presente de una transaccin que se ve
exclusivamente como una operacin comercial. Todo se poda explicar en el insa-
ciable deseo de los nativos por adquirir cosas raras. As el etnocentrismo perme
la disquisicin. Martin (1978; 1982) introdujo la historia de los nativos al demostrar
que para ellos, en su universo, los animales eran importantes actores que regula-
ban las poblaciones humanas. Las enfermedades introducidas por los europeos,
que diezmaban a las comunidades, slo podan ser atribuidas a los excesos de los
animales que saqueaban estas ltimas. Por ello slo haba una respuesta posible:
una decidida intensificacin de la caza. En breve, los europeos presenciaban una
guerra sin cuartel entre los nativos y las sociedades de animales que poblaban un
mundo que para ellos era indescifrable, y el cual solo podan explicar en trminos
de si mismos, su superioridad y una relacin comercial. Un mal entendido que
contribua a delimitar las interacciones futuras entre colonos y colonizados.
Resultaba evidente para muchos que las relaciones entre los europeos y aque-
llas otras sociedades que habitan el planeta haban generado imgenes que deban
ser reexaminadas cuidadosamente. Algunos acadmicos realizaron importantes es-
fuerzos en este sentido (ver por ejemplo Wolf 1982). Pronto los sealamientos de
los descendientes de quienes en otro tiempo no tenan voces se hicieron sentir. Los
mismos no slo acusaban a exploradores y conquistadores, sino que sealaban a
algunos antroplogos por haber perpetuado imgenes que soportaban una relacin
en la cual el europeo y sus descendientes eran superiores al nativo y su descenden-
cia. Por ejemplo para Obeyesekere (1992a) los trabajos de Marshal Sahlins ensal-
zan al Capitn James Cook, al respaldar la idea de este explorador como Lono, un
Dios que regresaba, peridicamente, en forma de humano a estas islas del pacfico.
Para Obeyesekere, Cook y Sahlins eran slo dos versiones de una misma historia
colonial.
Es en este espacio donde se conjugan los problemas del presente, como lo son
los sntomas de la crisis ecolgica y social - prdida de biodiversidad, calentamiento
global, insostenibilidad, prdida de saberes ancestrales, cambios en los patrones de
consumo, y una redefinicin de las relaciones sociales, entre otros - y las represen-
taciones asociadas y generadas por estos procesos como parte de la historia. Es
aqu donde la antropologa ha ofrecido y puede seguir ofreciendo un interesante
campo para la reflexin. Por ejemplo, los antroplogos al presentar diversas for-
mas de interactuar con el mbito, surgidas en el seno de diferentes sociedades,
construyen un espacio en el cual las visiones alternativas dan cabida a la evalua-
cin de nuestras relaciones ambientales, al tiempo que constituyen un alto en el
camino que nos permite, al menos tericamente, el ser consecuentes en el proceso
de toma de nuevas decisiones. Un espacio para pensar. Es en este mismo lugar
para la reflexin donde se fundan algunos mitos modernos; la Amazona, tanto
desde el punto de vista ecolgico como social, ha constituido un componente inelu-
dible de los mismos. Pero cmo se ve esta crisis y qu ofrecen los antroplogos?
Los Nayaka ven el bosque como a una madre o un padre. Para ellos no se trata
de algo que existe all afuera, que responde de una manera mecnica o pasiva,
sino que es ms como un padre; proporcionando comida incondicionalmente a
sus hijos. Los Nayaka se refieren, por ejemplo, a los espritus que habitan en las
colinas, los ros y las rocas en el bosque y a los espritus de sus antepasados
inmediatos como dod appa (Gran padre) y dod awa (Gran madre) y a ellos
mismos en este contexto como maga(n) (hijo) y maga(l) (hija). Ellos creen
que dod appa y dod awa los cuidan y les proporcionan aquellas cosas que nece-
sitan. Si un Nayaka se porta mal, estos espritus hacen como lo hacen los padres
al castigar a sus hijos, dndoles dolores de cabeza y otros dolores, y suprimin-
dolos cuando muestran arrepentimiento y prometen enmendar su comportamiento;
nunca los castigan dejndolos sin comida. Bird-David 1990: 190.
...a cada grupo le fue asignado un lugar de nacimiento, a la vez debe cuidar por
l y responder por l ante los dueos mticos. As, la forma de relacionarse con
el mundo asignado se encuentra normatizada por principios chamansticos. El
espacio asignado es discontinuo, pero tiene lmites que marcan un macro espa-
cio chamanstico..., compartido por todos los grupos vinculados por el naci-
miento y la entrega de la propia brujera. Este espacio se reconoce a travs de
viajes chamansticos que se conocen como los caminos de la brujera. Van der
Hammen 1992:127.
Existe un modelo de referencia conocido por los chamanes, quienes son los
encargados de curar el tiempo y mantener el orden del mundo, negociando
con los dueos de la estacin, ya sea por intermediacin personal o a travs de
los bailes -que se hacen para que los dueos estn contentos- En este sentido
el calendario ritual depende del ciclo anual, pero segn algunos indgenas el
sentido es contrario. Dada la dispersin de los componentes necesarios para la
fabricacin de curares, aparece un dominio territorial de ciertos grupos tnicos
sobre ciertas reas venenosas conformando cada una de ellos su propio cuerpo
de conocimientos reservado sobre los venenos, especialmente en cuanto a los
utilizados para la guerra. Van der Hammen 1992:108.
Por ello era imperativo entender las funciones y los papeles de las diferentes
secciones que se pudieran identificar en estas sociedades, dado que las mismas le
daban sentido al espacio, su uso y a la concepcin que la soportaba.
para explicar la adaptacin, como tambin lo era para los eclogos que intentaban
abordar el problema de la conservacin5. De este modo y de la mano de la ecologa
haba llegado a la arqueologa (ver Jochim 1979; 1981; Kirch1980) y a la antropologa
la idea de adaptacin y equilibrio. Por ejemplo, para Roy Rappaport (1979)6 era
evidente que haba leyes que operaban en el funcionamiento de los ecosistemas, de
los cuales las culturas eran una parte. En el conjunto de estas leyes era posible
identificar dispositivos de auto regulacin de los mismos. Por ello para Rappaport
(1967a; 1967b) era posible ver los rituales como mecanismos de auto regulacin, que
contribuan a la estabilidad de los sistemas sociales, evitando una alteracin extrema,
que imposibilitara que los mismos regresaran a un estadio de equilibrio anterior a la
perturbacin (ver captulo 3). En breve, la persistencia de los sistemas se encontraba
en parte garantizada por la auto-regulacin. De este modo la idea de un balance
resultaba indispensable; da a da esta idea tomaba ms actualidad.
manera se formaran las bases para una antropologa ambientalista, que empleara
las metodologas etnogrficas para estudiar el medio como un tipo de accin huma-
na (Little 1999). En el proceso algunos casos derivaran en el desarrollo de un
funcionalismo extremo8. Fue est la posicin que empez a ser criticada desde
finales de la dcada de los setentas del siglo pasado (ver captulo 4). Ciertamente,
algunos de estos trabajos fueron acusados de producir estudios que reducan la
realidad considerada a una descripcin de funciones, y por tanto carecan de un
verdadero poder explicativo (ver Headland 1997; Nugent 1981; Lizot 1977). La
multiplicacin de las visiones que ofreca la antropologa y sus campos de accin
planteaba innovadoras aproximaciones.
misma comprometiera el uso futuro de los recursos. De una u otra forma, en estas
dos concepciones el espacio ecolgico no se conservaba intacto; el mismo haba
sido transformado en diferentes grados. Las dos concepciones admitan que nue-
vas relaciones entre los componentes del ecosistema se generaban, en tanto que
los humanos hacan patente su posicin como especie predominante en ellos. La
distancia entre los dos enfoques era establecida por un nfasis antropocntrico o
ecolocntrico, a pesar de que esta palabra no exista, y tomaba la forma de discusio-
nes sobre la conservacin de especies especficas y la sostenibilidad de las comu-
nidades. Sostenibilidad que no solo era un problema ecolgico sino poltico, para
muchos antroplogos. De una u otra forma hablaban de cosas parecidas, pero sus
puntos de vista los hacia crear significados diferentes para la conservacin. A
pesar de eso la idea del equilibrio, con sus connotaciones de supresin del movi-
miento, como modelo de comportamiento, se extenda en todas las direcciones.
Hoy se reconocen algunos de los impactos negativos que gener el supuesto de un
balance, particularmente para la conservacin, como una realidad incuestionable
(ver Jelinski 2005).
9 Un texto que llegara a ser muy popular, presentando estas ideas en algunas regiones de la Amazona fue
escrito por Posey en 1982 y publicado en una revista no especializada. Ver Posey 1982.
180 UN MITO MODERNO
Una antroploga que trabajara en la regin del Vaups explica cmo los ind-
genas, quienes derivan de la pesca una importante parte de su sustento, incluyen
dentro del sistema fluvial las mrgenes de los ros. Para ellos, el conocimiento de la
importancia de estos lugares en la preservacin y mantenimiento de los sistemas
biticos fluviales obliga el desarrollo de acciones tendientes a su conservacin10.
La explicacin de ello se basaba en la identificacin de una funcin ecolgica,
coherente con su concepcin del mundo. Estos indgenas conciben un sistema na-
tural soportado por relaciones sociales con otras especies, en las cuales la reci-
procidad es la clave. As, la sociedad de la cual provienen estos peces es compensada
por los humanos por los daos ocasionados por el consumo de los peces adultos,
con el cuidado del bosque. De este modo los descendientes de estos peces que
fueran capturados podrn alimentarse en el futuro. Con ello los indgenas intentan
10 Chernela 1994.
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 181
El uso del material etnogrfico, que por definicin es sincrnico, y por tanto de
poca utilidad para evaluar los cambios en las relaciones socio-ambientales de largo
plazo, fue empleado para generar un modelo que pronto no slo fue aplicado al
presente, sino que posibilit el asumir una profundidad histrica. Es posiblemente a
este aspecto de la ocupacin Arawak que se refiere Heckenberger (2002:111)
cuando menciona como parte de los rasgos de sta las ideologas no predatorias.
As aquello que pareca ser evidente en el presente, tena, al menos hipotticamente,
unas profundas races en el pasado.
La popularidad alcanzada por este mito haca del mismo una verdad incues-
tionable. Esta permita, inclusive, soportar las luchas legales que los nativos deban
enfrentar con occidente, para regatear lo que de hecho les perteneca y les era
arrebatado. De una forma romntica una investigadora colombiana ha presentado
esta constante histrica, o quizs tnica, o las dos, en las siguientes palabras.
En fin, con los ojos cerrados resulta fcil creer lo que dicen los conser-
vacionistas, que se mueven rpidamente en sus campaas de buen manejo, buen
salvaje. Cuando se abren los ojos nos encontramos en una situacin semejante a
la que no hace mucho tiempo se encontrara Ana Valero (Biocca 1971). Ana des-
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 183
pus de que la canoa en que trataba de huir con su familia del acoso de los Yanomamo
se volteara en medio del ro, despus de lograr nadar hasta la orilla, despus de ser
capturada por los indgenas, despus de que stos descubrieran que era tan slo
una nia blanca perdida, le pidieron que fabricara algunos machetes para la tribu.
Con ellos planeaban derrotar a los blancos que da a da penetraban en sus tierras.
Ana qued, como lo estamos nosotros, estupefacta; era vctima de un estereotipo
que los Yanomamo tienen sobre los blancos y su capacidad para fabricar herra-
mientas. As deben sentirse ellos, cuando son presentados como conservadores,
cuidanderos de la naturaleza, a pesar de que la misma idea de la naturaleza, sea, en
muchas de estas sociedades un absurdo, algo que por definicin no puede existir.
Todo lo anterior tiene dos importantes consecuencias que violan los derechos
de los nativos. Primero al homogenizarlos, ante los ojos de occidente, les quita el
derecho de su individualidad. Segundo, al enmarcar su historia en una constante
filosofa que afecta su comportamiento, suprime las posibilidades de cambio. As
quedan condenados a vivir en sociedades sin historia en el presente y sin historia en
el futuro. Ha nacido el nativo atemporal del siglo XXI. El mismo esta condenado a
permanecer en el parque natural o el rea por conservar, siguiendo su filosofa. Sin
cambio, siempre igual.
baile del pescado o canangucho, el cual se asocia con el origen mtico de esta fruta
en el bajo Caquet13.
De otra parte, la imagen del buen salvaje no parece brindar nuevas posibilida-
des a los nativos, o al menos no a todos ellos; en algunas regiones los estudios
sugieren que sus conocimientos los ponen en desventaja, pues la realidad de que
hablaban ya no existe y ha sido reinterpretada en otros contextos. Este sera el
caso del conocimiento chamnico en algunas regiones de lo que fuera la Unin de
Repblicas Socialistas Soviticas en otro tiempo (ver Vitebsky 2003). En el caso de
la Amazonia estas generalizaciones los podran forzar a permanecer marginados,
all lejos en los parques y reservas, cuidando de la naturaleza, participando de un
mundo ajeno y sin la posibilidad de una verdadera autogestin.
Estas dos visiones, la del indgena como conservador y las del indgena como
depredador, que se alternan en la representacin que de ellos crea occidente co-
rren paralelas entrelazndose en un proceso que cada vez los pone en una situacin
ms desventajosa. Una progresin hacia la marginalizacin. Glowczewski afirma
refirindose a los cazadores y recolectores Australianos que
Curiosamente, estos dos modelos sirven para exculpar los poderes que causan
todos los males que sufren los indgenas contemporneos. Ya sea que descien-
dan de buenos salvajes o de malos salvajes, los cazadores tradicionales,
privados de su estilo de vida anterior al contacto, parece estar condenado a la
degeneracin, el alcohol y la violencia, condenados a desaparecer en el nombre
de la sociobiologa neo-Darwinista. No existe un lugar al que puedan ir, no tienen
futuro, no hay ningn derecho que se pueda cambiar (1999:3).
15 Para el caso de los Mayas ver Furley et al., 1995; Williams 2002 para un ejemplo Sudamericano.
AMAZONA: PASADO Y PRESENTE DE UN TERRITORIO REMOTO 187
Desde el punto de vista de la historia que intentan reconstruir los arquelogos surge
algunas preguntas que tambin tienen que ver con la concepcin de la naturaleza
Es necesaria una representacin del mundo, al menos de algunos sectores del
mismo, como posibles de explotar una relacin fundamental inequitativa predatoria
para que se de una acumulacin de bienes y una valoracin de los mismos que
permitan el desarrollo de la complejidad?
permitira inferir partes del mismo. La posibilidad de utilizar los relatos y descrip-
ciones creadas por los viajeros y los etngrafos abran una nueva dimensin para el
estudio de los materiales que descansaban desde haca tiempos en los museos y
sus bodegas al transformarlos en materia prima para la construccin de analogas y
teoras sobre el comportamiento humano. Adicionalmente era posible hacer una
lectura de los objetos, simultneamente con la realizacin de una experimentacin
controlada, para inferir las actividades en los cuales stos haban participado. De
este modo la insurreccin iniciada en el cuestionamiento de la posicin de la ar-
queologa en la antropologa, y por tanto su filosofa (Binford 1989; Preucel 1991),
dara origen a la etnoarqueologa: una etnografa practicada con los mtodos de los
etngrafos para delimitar e interpretar las preguntas de los arquelogos. Un espa-
cio para futuras discusiones sobre el valor simblico de los objetos, las gentes y sus
mundos. Un espacio disputado por algunas de las diferentes tendencias de la ar-
queologa del siglo XXI (ver Arnold 2003).
Una breve historia colectiva que revela una secuencia de importantes cambios
en la forma de ver el pasado; transformaciones que durante la vida profesional de
un arquelogo le obligan a reformular sus preguntas una y otra vez, cambiando los
nfasis y en ocasiones las preguntas mismas. Por ejemplo hace tan solo 10 aos
Patty Jo Watson (1995) public un artculo en el cual se esmeraba en retomar la
idea de cultura, como parte fundamental del estudio que antroplogos y arquelogos
realizan, a pesar de las discrepancias que creaba entre unos y otros (ver Wolf
1984). En ese entonces, para Watson, eran evidentes algunas tensiones que distan-
ciaban dos concepciones de la cultura, y por tanto de la forma de ver el pasado. En
la primera de ellas, derivado del uso de una nocin de la cultura como el medio
extrasomtico de adaptacin, se levantaba un robusto sistema de anlisis que, de
una u otra forma, enfatizaba los aspectos econmicos con base en un examen
funcional de las actividades que haban tenido lugar en el pasado. Opuesta a esta
visin se ergua una representacin de la cultura como un sistema simblico, que
era posible descifrar, al menos en parte, con el uso de la etnoarqueologa. As, y a
pesar de las profundas diferencias entres estos sistemas, la afinidad en el uso de la
etnoarqueologa, sugera la posibilidad de buscar una va en la cual estas tendencias
convergieran. Diez aos despus esta sntesis no se ha producido; Watson (2003)
presagia un futuro en el cual la arqueologa y la prctica de la misma ser comple-
tamente diferente de aquella que se ejerciera a finales del siglo XX.
En el caso particular de la Amazona esta historia est cortada por las historias
y las relaciones de poder de al menos cinco pases diferentes, por un nmero indeter-
minado de etnias e intereses, pequeos y grandes, al nivel internacional, nacional y
local. Sin embargo, la construccin de la historia arqueolgica ha estado dominada
por figuras provenientes de las metrpolis p.e., B. Meggers, D. Lathrap, A.
Roosevelt, que han ejercido una gran influencia, marcando de muchas maneras el
destino del pasado. No obstante, la historia amaznica y su construccin es un pro-
blema que abarca y corresponde a todos los involucrados en su creacin, tanto acto-
res como sintetizadores. Por ello el relato de la misma no slo es un asunto de importancia
para los especialistas; tambin lo debe ser para quienes habitan all, en la regin o en
los pases que la comparten. Por ello este relato es una responsabilidad de todos
aquellos que sientan la obligacin de mostrar un mundo habitado por seres huma-
nos, no slo por criaturas exticas o recursos para un futuro incierto. S posible-
mente la Amazona sea el pulmn del mundo; posiblemente tenga las medicinas
que buscamos; a lo mejor vale tanto dinero como algunos dicen, o talvez ms. Pero
sobre todo es un mundo que ofrece la posibilidad de que aprendamos mucho ms
de nosotros mismos. All, quizs podamos encontrar lo anmalo, que explica y jus-
192 CONCLUSIONES FINALES
tifica lo normal, para transformar esta normalidad. Para ello debemos reconocer
la historia de la Amazona como una responsabilidad propia, aunque diversa, mlti-
ple, cambiante.
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