Poesía Insolente Autor: Miguel Soto
Poesía Insolente Autor: Miguel Soto
Poesía Insolente Autor: Miguel Soto
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Miguel Soto
Poesa Insolente
Texto intoductorio:
Roberto Lpez Moreno
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Poesa insolente
ISBN: 978-607-9268-07-7
Todos los derechos reservados. Esta obra no puede ser reeditada, reprodu-
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Poesa insolente
C
uando los recuerdos y las lascas del alma se vuel-
ven polvo, se reintegran paciente, e impaciente-
mente, para despus de ser palabras convertir-
se en espejos sobre los escritorios, el gran contratiempo
dentro de estos procesos es ser poeta, porque todo se
ahonda ms de lo comn; hay un doble fondo en don-
de la tinta hace hervir todas sus aleaciones. Por poeta el
sujeto, el fenmeno, se vertigina hacia la yugular y si da
en el blanco no hacen libre ni el alarido de la noche ni la
patria en derrumbe de las lucirnagas.
Cmo es caminar sobre la orilla de la muerte? Dia-
riamente lo hacemos pero no todos como sucede a los
poetas, sobre el filo mortal de cada verbo. S que inter-
vengo arbitrariamente en este espacio, pero este no es un
prlogo, sino el azogado reconocerse entre el que escribe
y el que lee; es la alianza sombra que nombra, que en-
hombra, con ese enhombramiento que tiene que resistir
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hasta la terrible resistencia del orfandado hueso. La del
alma, es otra historia que tambin hay que asimilarla
lentamente.
Sobre el escritorio, los pedazos rehacindose. La his-
toria nos cuenta que hubo un poeta que no tuvo cama
sin clavos ni sbanas sin pas, ser ese el destino de los
poetas reales pero que muchos muy bien disimulan?, me
pregunto esperando la respuesta del verso ajeno. Ser
esa nuestra ms purificada forma de locura con sus an-
sias de desaparecer en el corazn del aire impuro?
Hay una propuesta, la de agarrar el da como una
copa de tequila; podra haber la de echrselo encima
(da agarrn) como una capa de tequila o como ritn en
el que quepa todo el tequila, copa y capa. Que la copa
sea capa que quepa antes del estallido. Seguro estoy, don
Miguel Soto, que nada de ello evitar sernos metforas
extradas del ms oscuro dolor de la entraa. Me suena
a mo decir: del ms dolido color de la entraa. Aun-
que en realidad todo me ha venido sonando a mo por
identificacin plena con lo que el discurso sotohombro
dispone en este libro.
Leo su libro, poeta, para volver a sernos nosotros, los
del otro lado de la hoja, pero con el mismo contratiem-
po a cuestas, con esa misma oscuridad que nos alumbra.
Todo sucede sobre un escenario, perfectamente conta-
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minado por el siglo, la polucin ambiental sin aura y sin
vsperos, pero con todo ello al estar siendo nosotros y
los otros. S, somos poesa insolente o, si mejor se aco-
moda, las partes insolentes de la poesa, piezas vivas que
se mueven dentro de un urbanismo intoxicado.
Te leo poeta (ya pasamos al tuteo) y la primera pa-
labra que se me ocurre para referirme a tu libro es: ana-
lecta, tomndola como una seleccin de trozos de la his-
toria de la sombra desplazndose desde los pistones de
los versos. Trayecto seguro al que ser sometido hasta el
ms renuente.
Tanteo el peso del libro como si fuera bscula. Dire-
mos que lo negro pesa profundamente, materia densa de
la que formamos parte muy ntimamente; llevando, en
este caso, el libro, soto, como linterna. El verso que nos
administra es ms efectivo por su ductibilidad mtrica,
la natural msica de la palabra con la que tocamos el
latido de avenidas, bares y el deambular de la perra nos-
talgia de la noche.
La temtica se desliza en espiral. A lo largo del dis-
curso se repiten las escenas del principio. En su trabajo
literario, Soto asume muy acertados recursos prosopo-
pyicos para llevarnos hasta el abrigo que estornuda, a la
cafetera que mienta madres y ponernos a conversar con
los lentes, esos, los de la vista cansada.
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El mejor epgrafe de su libro es el propio libro del
poeta, lo que se ha dicho y lo que se dir porque ya se
dijo, y ahora se dice a la manera de Miguel Soto.
En un momento pides poeta que Dios explique y esa
es la parte de la pgina que se queda en blanco. Nos po-
nes nuevamente en el ploro del voltio y nos conmueves
con el bello poema escrito a tu padre. Hay tambin un
enlace directo entre lo prehispnico y la tragedia actual,
como advirtindonos que a travs del tiempo somos un
mismo alarido.
Llegada y principio, cuna y su eminencia galilea, hon-
do y desde lo hondo as como profundo y desde lo pro-
fundo. Me he dado a la lectura. Hoy he ledo un libro de
poemas, insolente me he metido con el libro, Poesa Inso-
lente se llama tal llama y yo llevaba la de perder desde el
principio porque el libro me iba a hacer ganar; todo libro
hace ganar, lo va despojando a uno de la ignara insolencia
hasta que se establece su luminosa verdad sobre los das.
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Para mi hermosa familia:
mi esposa Aurora,
mis hijos, Diana, Yael, Mayra, Citlalli y Miguel.
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Las palabras se pudren en el llamado inconsciente del
cerebro, todas las palabras por no importa qu operacin
mental, y sobre todo aquellas que tocan los resortes ms
habituales, los ms activos del espritu.
Antonin Artaud
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Insolencia
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tu nombre fue la mazmorra de mi alma
Cundo ser el da que desaparezcas?
Deseo quedar solo entre la niebla
en la insolencia de mi aliento sin nombrarte
II
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III
IV
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tus ojos obscurecidos y brillantes
son centauros de crepsculos profundos
16
Jams arranqu la angustia de mi fro
Mi abrigo estornuda
mis pies abandonan sus pasos
y yo aqu catatnico caigo como piedra
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Me has partido la madre nuevamente
No s qu hacer
quedarme el da en la cama
beber el rivotril a cuentagotas
esperar la muerte
toparme con demonios
salir simplemente de este mundo
No s qu hacer sin m
sin cargador de risas
mi cuerpo es difunto que respira
desenfundadatengo la desgracia
me has partido la madre nuevamente
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Jams dej de gritar tu nombre
19
No me hizo libre el alarido de la noche
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Tu nombre fue la mazmorra de mi alma
Todava te recuerdo
mis aletargados pasos te persiguen
mis pies avanzan sobre espinas
cruje la piel la sangre forma sus huellas
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Cundo ser el da que desaparezcas?
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Camino sobre la orilla de la muerte
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Embriagu ese instante al lado tuyo
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Donde pasea la perra nostalgia de la noche
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Trat de expulsar con alaridos
el dolor atravesado en mis costillas
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Tararea la cancin de tu regreso
Saldr a broncearme
usar lentes de sol la guayabera blanca
el sombrero que acostumbro
comenzar a liar el equipaje
tocar en el saxofn mi antigua balada
partituras de viaje y despedida
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Soy maleza que rompe los asfaltos
insolente ortiga del camino
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Aura
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II
III
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IV
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VI
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Atajo hacia tu cuerpo
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Deseo
Tu cuerpo
surge como pez
mar de complacencias
tus manos forman la caricia
tu boca el deseo
Nada calla en ti
tu figura confiere aclama
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Heridas
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Voz y poesa
Escucho la palabra
murmullo bardo de tertulias
lbaros labios entre versos
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Tardes cobrizas
Tardes cobrizas
ecos de trinos y de penas
que se aproximan a las montaas verdes
como el amor mar y cielo de tu vida
Agonizantes
tus fulgores llegan como el soplo de un suspiro
lira del cieloque suplica
como las tardes cobrizas que a lo lejos arden
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Reminiscencias
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Sin reglas
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Instante
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El camino de los muertos
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Elega a Marcos
Despedimos a Marcos
solemnes golondrinas
albergaron la tarde
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A la memoria del joven LAUS
(Luis A. Ulloa Sols)
Desde el da de tu muerte
el aire grita la ausencia de tu aliento
LAUS! LAUS!
se escucha en la distancia
pequeos silbos de agona
fracciones de alma se precipitan como aves
en la frialdad del tiempo
Las lgrimas son hojas aullantes atestadas de tierra
duelen los das al pensarte
en la lejana de mi segado espacio
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Cmo llegaron las balas a mancillar tu frente
en el agudo destiempo de tu viaje?
Que Dios explique
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Cirujano
Cirujano taciturno
la espuma del mar es rizo en tu cabello
evoca la calma con el collar de tu sonrisa
mientras las lunas reposan en tus ojos
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Fantasma
A mi hija Diana,
con el amor callado de la brisa.
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Poemilio
Emilio canta
le gusta que lo eleven para lograr su cielo
corre y se esconde para que nadie detenga su entusiasmo
es feliz le gusta la pizza hawaiana
pasea la libertad en sus serenos ojos
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Tristezas
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Soy
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Soy los efectos acumulados por el tiempo
genes que se acoplaron lentamente
grit a los limbos frente al espejo de la luna
aprend a postrarme ante los cielos
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Chilpancingo
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Te recuerdo pequea patria consentida
entre el sonido bullanguero de tu gente
y amaneceres mirando tu plazuela
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Atoyac
Atoyac
frondoso cuerpo de valles y montaas
donde millares de ojos se articulan
mirando la luna como espejo
Noche de jungla
serpiente jaguar y lechuza
cascada que envuelve difana la tierra
Atoyac es fiesta
palmera que baila al silbido de la tarde
ave de lcido plumaje
orgulloso lienzo que la Sierra embellece
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Apocalipsis
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Tomar la lid vencer el miedo!
Desde los cielos Coyolxauhqui observa aterrada la ciudad
las fosas son fnebres sepulcros clandestinos
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Gritos de la historia
No hubo gritos
en su lugar el alarido seco de la noche
con su manto eterno de agona
acribillada la conciencia
el dolor se expandi como una sombra
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Enmudece el tirano
sus cnicos hablan de justicia
mientras un chacal se dice acongojado
No hubo gritos
los gritos los dar la Historia
y ellos
los asesinos
no podrn ya detenerla
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n d i c e
Poesa insolente 5
Insolencia 13
Soy maleza que rompe los asfaltos / insolente ortiga del camino 28
Aura 29
Deseo 34
Heridas 35
Voz y poesa 36
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Tardes cobrizas 37
Reminiscencias 38
Sin reglas 39
Instante 40
Elega a Marcos 42
Cirujano 45
Fantasma 46
Poemilio 47
Tristezas 48
Soy 49
Chilpancingo 51
Atoyac 53
Apocalipsis 54
Gritos de la historia 56
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Ediciones
La Cuadrilla de la Langosta
Coleccin Ensayo
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Ediciones
La Cuadrilla de la Langosta
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Poesa Insolente
de Miguel Soto,
se termin de imprimir en junio de
2015, en los talleres de Estampa Artes
Grficas, Privada de Doctor Mrquez 53,
Col. Doctores, Tel. 55 30 52 89 /
55 30 55 26 / 55 30 91 79,
estrampa@prodigy.net.mx
Tiraje: 500 ejemplares.
El cuidado de la edicin
estuvo a cargo de
Leticia Luna.
Ediciones
La Cuadrilla de la Langosta
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