Proyecto Radio Lecturas de Yacuiba: Antología 16

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1

Aterrizaje

Alfonso Gumucio Dagron


Poeta boliviano

No entiendo bien estos signos


que yo mismo impuse tembloroso
rasgando una servilleta de papel.

Creo reconocer palabras sueltas


hablan de mi emoción cuando miro
desde la claraboya soleada
las ondas interrogantes de los ríos
(que nunca se distraen en línea recta)
la espina dorsal de la cordillera, la cúspide
de montañas sobre las nubes
capas de una pollera interminable.

Cómo no tener una brújula que me guíe,


una alfombra voladora que me porte
que me acerque a la intimidad de la topografía
lejos de otras formas de intolerancia
tajos hechos por el hombre
rectángulos perfectos, círculos de compás
y sobre todo, siempre
la costra de barrios míseros
justo antes de aterrizar.

2
Dos poemas acuáticos

Edth Södergran
Poetisa finlandesa

I
Mi vida era tan desnuda
como las grises peñas,
mi vida era tan fría
como las blancas alturas,
pero mi juventud se sentaba con ardientes mejillas
y se regocijaba: ¡ya llega el sol!
Y el sol llegaba y yo desnuda me tendía
todo el largo día sobre las grises peñas -
y entonces una fría brisa del rojo mar llegaba.

II
Entre las piedras grises
yace tu blanco cuerpo que se lamenta
de los días que vienen y se van.
Las leyendas que de niña escuchaste
sollozan en tu corazón.
Silencio sin eco,
soledad sin espejo,
el aire se torna azul por todas las fisuras.

Versión de Renato Sandoval e Irma Sítanen

3
Al amanecer

Agustín Benelli
Poeta chileno

su mano inventa un agua que tiembla


un azul semejante al océano
un oxígeno en forma de peces.
En cambio dos días sin luna bastan para llenar
de oscuridad la urbe.
Los árboles
troncos envejecidos
de parir en un suelo inmisericorde
se han vuelto amarillos
como sus fósiles hojas.
Bajo el pálido follaje transita
una pálida muchedumbre y sobre pálidas hojas
decenas de aves vomitan un fuego de espanto.
Dos días sin luna
dos días bastan
para llenar de oscuridad la urbe.

4
Erótica

Homero Aridjis
Escritor mexicano

Globos
El deseo perfora
en la clara dureza de su cuerpo,
delgadeces empujan en su vientre
un temblor que si se agita salta,
ritmos balancean bajo su pecho
viva abundancia que el deseo persigue
con una sombra flaca.

Deseo
Dos llamas que apagan su calor
cuando están más fundidas,
y tienen más desolación
cuando parecen más unidas.

Pareja
Dos cuerpos que agotan su fervor
en otro cuerpo,
que es suyo y no es suyo
al mismo tiempo.

5
Paisaje

Jaime Nisttahuz
Poeta boliviano

Quiebran el fondo alturas


plomizas. Una nostalgia sin rostro
colorea mi alma y entiendo cómo una brisa
puede ser áspera en la conciencia
y qué distancias nos faltan siempre
cuando verdaderamente buscamos.
El sol continúa como achicharrándome la sombra
en su ascenso por el día
que es una campana azul
cubriendo el riguroso altiplano
donde la voz más inútil
ha recogido
el silencio
derramado en las piedras.

6
Amanecer

Adela Zamudio
Poetisa boliviana

Mundo carnal, la primavera,


resina en los dedos, pegajosos
después de abrazar el árbol de palma y
la corteza pegada,
su opresión débil que despierta
con un toque de rojo y los ojos
velado por la tristeza, la prohibición
se puede descubrir el centro
del corazón.
¿Cuál fue mi voluntad
pero subir a los árboles,
llegar a la cima
y ver las estrellas por la noche
brillando en silencio?

Se despertó en el mundo, ahora amanece


y sin su voluntad se queda atónito,
la pereza infinita, la soledad
de nuestro manantial infinito
alegría que exhala esta amenaza,
esta melancolía.

7
La poesía

Miguel Ángel Leyva


Poeta mexicano

Pasaban los árboles veloces de mi infancia


El autobús me arrancaba de los ojos
uno a uno los pinos y las nubes
Devoraba el asfalto tembloroso de la sierra
Yo dije la palabra inútil
y vi la mirada de la muerte
Su tieso semblante y la rigidez
del aire que no pesa y no camina
¿De qué están sembrados los sepulcros
que no echan hacia fuera gusanos sino flores?
Toc toc toc
toc toc toc
Sonó mi cráneo o calavera hueca
Alguien llamaba desde el bosque
Pasaban las sombras de los árboles
y repetí con balbuceos la palabra aliento
Un velo en el cristal de la ventana
la colocó al revés y en forma de conjuro
Entonces las fosas de la tierra
dieron a luz mi propia lengua

8
Ya no sé

Miguel Cortés Gutiérrez


Poeta costarricense

Ya no recuerdo cómo funcionan los hechizos, esas maldades


de amor citadas en lo oscuro, palabras de cuerpo empapado en
dolores.
Deambulo bajo los naranjos, bebo cada
instante de azahar
antes que las mariposas de la soledad escuchen mi
llegada de hoja seca.
Pruebo envolver mi carne en pieles de animales: los senos de la
luna no van con mi perfil de llanto, no sé cómo se elevan las alas de
la brisa,
el pájaro nocturno tiene giros traicioneros, las cigarras son
muy dadivosas
pero la suya tiene siempre gotas de agonía. Ya no sé qué
soy sin tu vereda;
dudo hasta de los fetiches del aullido; viví, muero,
desvivo,
es rutina este instante eterno

sin saber dónde acabas de pronunciarme.

9
El Ave Del Paraíso

Salvador Rueda
Escritor español

Ved el ave inmortal, es su figura;


la antigüedad un silfo la creía,
y la vio su extasiada fantasía
cual hada, genio, flor o llama pura.

Su plumaje es la luz hecha locura,


un brillante hervidero de alegría
donde tiembla la ardiente sinfonía
de cuantos tonos casa la hermosura.

Su cola real, colgando en catarata;


y dirigida al sol, haz que desata
vivo penacho de arcos cimbradores.

Curvas suelta la cola sorprende,


y al aire lanza cual tazón de fuente
un surtidor de palmas de colores.

10
Clave

Gilberto Owen
Poeta mexicano

Donde el silencio ya no dice nada


porque nadie lo oye; a esta hora
que no es la noche aún sino en los vacuos
rincones en que ardieron nuestros ojos;

donde la rosa no es ya sino el nombre


sin rosa de la rosa y nuestros dedos
no saben ya el contorno de las frutas
ni los labios la pulpa de los labios,

grita Elías (arrebatado en llamas


a cualquier punto entre el cielo y la tierra)
grita Elías su ley desacordada
en el viento enemigo de las leyes:

”Cuando la luz emana de nosotros


todo dentro de todos los otros queda en sombras
y cuando nos envuelve
¡qué negra luz nos anochece adentro!”

11
Porque nunca has estado

José Miguel Arranz


Poeta español

Porque nunca has estado


y nunca acabas de venir,
porque nunca has llegado a ser siquiera
la esencia de un pétalo de flor.

Si retornas
es a lomos de un sueño,
hija de la esquina del viento,
manojo disperso,
lectura de ocasión.

Nunca serás horas de trigo,


recuento a ras del tiempo,
al cabo de la vida
porque nunca serás.

Brumas solo y su espesura.

12
El viajero de sí mismo

Pablo de Rokha
Poeta chileno

Voy pisando cadáveres de amantes


y viejas tumbas llenas de pasado,
cubierto con cabello horripilante
del gran sepulcro universal tragado.

Acumulo mi yo exorbitante
y mi ilusión de Dios ensangrentado,
pues soy un espectáculo clamante
y un macho-santo ya desorbitado.

Mi amor te muerde como un perro de oro,


pero te exhibe en sus ancas de oro.
Winett, como una flor de extranjería.

Porque sin ti no hubiera descubierto


como una jarra de agua en el desierto
la mina antigua de mi poesía.

13
De la adolescente

Leopoldo Marechal
Poeta argentino

Entre mujeres alta ya, la niña


quiere llamarse Viento.
Y el mundo es una rama que se dobla
casi junto a sus manos,
y la niña quisiera
tener filos de viento.

Pero no es hora, y ríe


ya entre mujeres alta:
sus dedos no soltaron todavía
el nudo de la guerra
ni su palabra inauguró en las vivas
regiones de dolor, campos de gozo.
Su boca está cerrada
junto a las grandes aguas.

Y dicen los varones:


«Elogios impacientes la maduran:
cuando se llame Viento
nos tocará su mano
repleta de castigos.»

Y las mujeres dicen:


«Nadie quebró su risa:
maneras de rayar le enseñaron los días.»

La niña entre alabanzas amanece:


cantado es su verdor,
increíble su muerte.

14
Puesto que tú...

Nelly Sachs
Poeta alemana

Puesto que tú
bajo el pie te
das a luz la constelación alada de la huida
arroja un puñado de fuego en tu boca.

Oh palabra de amor encerrada


tú sol ardiente
en la rueda de la noche.

Oh mi sol
yo dentro te modelo
en mi amor casa de la estrella en ocaso
en el refugio de mis golpes de aliento
de esta bandada de suicidios sin ruido.

Muerde mi luz
con el océano, des guarecida huida de sal
aspira clientela del viento
desde el paisaje surgiendo del alma.
Con labios en la piedra de la oración
beso de por vida muerte,
hasta que la cantarina esperma de oro
rompa la roca de la separación.

Versión de Javier Tubía.

15
Madrugada

Miguel Cortés Gutiérrez


Poeta costarricense

Funciona el exorcismo.
Va la gaviota de la invocación sobre las oraciones,
alas y alma en el libro de la luz, su sombra
es sólo una sombra
en la provincia de los miedos.
También la paloma
tiene territorio de emociones, trozo de mundo visto de
perfil; hembra en beso y palabra,
línea apenas en el olvido de los astros. Un milagro,
predicación de santos que ya nadie alaba, flores de papel sin
primavera.
En la fiesta de polen que es la madrugada, de improviso,
aves brotan
en la rama alta de la luna.

16
Construcción
De Líneas Imaginarias (Inédito, 2018)

Claudia Isabel Vila Molina


Poeta chilena

A continuación camino hacia allá, él observa el sitio


que deviene en transformaciones de la madera y el enjambre
de tornillos mohosos descansan sobre todo lo que tocamos.
Afortunadamente.
Hoy estamos lejos / el reloj exhala nuestros primeros aprendices
en las vetas de luz que pulimentan excesivamente los forcejeos.
Soportes dentro de materiales terrestres.

17
Hay ovejas y ovejas

Rosabetty Muñoz
Poeta chilena

Las que comen de cualquier pastizal


y duermen con una sonrisa de satisfacción
en los potreros.
Las que caminan ciegamente
por los caminos acostumbrados.
Las que beben despreocupadas
en los arroyos.
Las que no trepan por pendientes peligrosas.
Esas van a dar lana abundante
en las esquilas
y serán sabrosas invitadas
en las fiestas de fin de año.
Hay también
las que tuercen las patas
buscando campos de margaritas
y se quedan horas y horas
contemplando los barrancos.
Esas balan toda la gran noche de su vida
encogidas de miedo.
Y hay, por fin,
las malas ovejas descarriadas.
Para ellas y por ellas
son las escondidas raíces
y los mejores y más deliciosos pastos.

18
La débil música de las suaves cosas

Benjamín Chávez
Poeta cruceño, Bolivia

En la alta noche
la débil música de las suaves cosas.
Mientras el sueño consuma la quietud
las torres callan
los motivos de su altura.
Cada instante se estremece
y lo quedo nos habla con vos más
íntima.
No son las cosas que no tendremos nunca
Son las que están
Las que estuvieron siempre
y hoy
-complicidad contenida-
nos susurran
una familiaridad irresuelta.

19
Mi padre

Doris Moromisato
Escritora peurana

Mi padre era tuerto.


Era un hombre lleno de raza.
Tenía la camisa vieja y el párpado caído
sobre un ojo triste.
En noches de lluvia como ésta
él se sentaba en el umbral
y nos mentía.
Siempre la historia del triste condenado
que montaba su caballo llorando por la desdichada
a quien mató por su traición.
Nunca nadie escuchó el taconeo del finado
ni siquiera mi madre, sorda de esperanzas.
A veces yo creía que mi padre estaba loco
miraba por su ojo muerto
y me juraba que Dios le volteó la bola negra
para que viera dentro de su corazón.
Yo sabía que mentía,
y a veces yo lo amaba
padre tuerto
maldito mentiroso
viejo mío.

20
Serenata

Manuel Scorza
Poeta peruano

Íbamos a vivir toda la vida juntos.


Íbamos a morir toda la muerte juntos.
Adiós.
No sé si sabes lo que quiere decir adiós.
Adiós quiere decir ya no mirarse nunca,
vivir entre otras gentes,
reírse de otras cosas,
morirse de otras penas.
Adiós es separarse, ¿entiendes?, separarse,
olvidando, como traje inútil, la juventud.
!Íbamos a hacer tantas cosas juntos!
Ahora tenemos otras citas.
Estrellas diferentes nos alumbran en noches diferentes.
La lluvia que te moja me deja seco a mí.
Está bien: adiós.
Contra el viento el poeta nada puede.
A la hora en que parten los adioses,
el poeta sólo puede pedirle a las golondrinas
que vuelen sin cesar sobre tu sueño.

21
En Praga hay un bosque

Juan Carlos Lázaro


Poeta peruano

En Praga hay un bosque


donde siempre es otoño
con bancas pardas para
los ausentes
y un lago de aguas
hondas e imprecisas
A las seis tañe una campana
con la cadencia de
una hoja que
se desprende de
su rama
y a las siete las
sombras de los amantes
se adelgazan y
se aprietan
contra los árboles
En Praga hay un bosque
donde cada tarde
frente al lago
un hombre espera
sentado en
una banca
y nunca
nadie
llega
a su encuentro.

22
El otro

Hans Magnus Enzensberger


Escritor alemán

él ríe
está preocupado
expone bajo el cielo mi cara y mis cabellos
hace salir palabras de mi boca
tiene dinero y miedo y pasaporte
y riñe y ama
y se mueve
y lucha
pero no yo
que soy el otro
el que no se ríe
el que no tiene cara que exponer al cielo
ni palabras en la boca
a quien desconozco y es un desconocido de sí mismo
no yo: el otro: siempre el otro
que no gana ni pierde
que no está preocupado
ni se mueve nunca
el otro
que se es indiferente
de quien no sé nada
a quien nadie conoce
ni me conmueve
ese soy yo.

Versión de Heberto Padilla

23
Negativo

Wislawa Szymborska
Escritora polaca

En un cielo pardo
una nube más parda todavía
y el círculo negro del sol.
A la izquierda, es decir a la derecha,
la blanca rama de un cerezo con sus flores negras.
En tu oscuro rostro blancas sombras.
Te sentaste a la mesa
y pusiste en ella tus agrisadas manos.
Pareces un espíritu
que intenta invocar a los vivos.
(Como aún me cuento entre ellos
debería cobrar presencia y dar unos golpes:
buenas noches, es decir, buenos días,
adiós, mejor dicho, bienvenido.
Y no escatimarle preguntas a ninguna respuesta
si el sujeto es la vida
o, lo que es lo mismo, la tormenta que precede a la calma.)

24
Descubrimiento del Grillo

Julio de la Vega
Poeta boliviano

Abrió ante los soldados portones la leyenda


y entraron en la gloria pisando la maleza...
Vino a platear la luna adargas y armaduras
cuando moría la tarde asida en los celajes...
El oído de la tropa sintió vibrar los élitros,
sintió la nueva música en instrumento nuevo
y el grillo serruchando y cantando sus saltos
colgó canción de alambre donde estallaban trinos…
Y entre las barbas negras que aclaraban sonrisas
se inventó la guitarra minúscula del grillo...

25
Solo muere la mano que te escribe

Justo Jorge Padrón


Poeta español

No son fechas ni historias, las horas que abrazamos,


ni siquiera un puñado de palabras
o bandadas de imágenes en el aire elocuente.
Desde mi frente salta el caudal de tu nombre,
y en aquella agua inmóvil que te mira,
desde el pasado, vives siempre igual a ti misma,
sin que los años puedan calcinarte.
Esbozo tu perfil de nieve, signos
que el invierno me dicta con su verdad severa.
Risa blanca, abedules, lenta fascinación,
tiempo sin tiempo, días en la noche,
sol que regresa a su hontanar de aromas
junto al fuego domado del refugio.
El mundo se diluye en tu mirada,
la página que quiere conservarte
desde una eternidad que duele y queda.
Sólo muere la mano que te escribe.

26
Noche invernal

Grover González Gallardo


Poeta peruano

Llueve. Camino sin posar


mis pies en las calles.
Un perro sigue las zancadas
que apenas hieren el aire:
volteo a verle,
trato de espantarle:
tiene la mirada vacía,
quizás no ha comido en días
y ha sentido la tentación
de probar su propia carne:
lo veo desde lejos,
aún vaga a través de la lluvia,
fría soledad, instante
que habrá de olvidarse:
al fin llego a casa:
abro la puerta, siento el calor,
la cena preparada para mí
con cariño salvaje:
el animal está aquí,
moviéndome la cola
intenta acercarse:
cierro la puerta lentamente;
no quiero despertar a mi madre
ni a mi consciencia,
que ya empieza a ladrarme.

27
A mi madre (reivindicación de una hermosura)

Leopoldo María Panero


Poeta española

Escucha en las noches cómo se rasga la seda


y cae sin ruido la taza de té al suelo
como una magia
tú que sólo palabras dulces tienes para los muertos
y un manojo de flores llevas en la mano
para esperar a la Muerte
que cae de su corcel, herida
por un caballero que la apresa con sus labios brillantes
y llora por las noches pensando que le amabas,
y dice sal al jardín y contempla cómo caen las estrellas
y hablemos quedamente para que nadie nos escuche
ven, escúchame hablemos de nuestros muebles
tengo una rosa tatuada en la mejilla y un bastón con
empuñadura en forma de pato
y dicen que llueve por nosotros y que la nieve es nuestra
y ahora que el poema expira
te digo como un niño, ven
he construido una diadema
(sal al jardín y verás cómo la noche nos envuelve)

28
Hasta luego

Nicanor Parra
Poeta chileno

Ha llegado la hora de retirarse


Estoy agradecido de todos
Tanto de los amigos complacientes
Como de los enemigos frenéticos
¡Inolvidables personajes sagrados!
Miserable de mí
Si no hubiera logrado granjearme
La antipatía casi general:
¡Salve perros felices
Que salieron a ladrarme al camino!
Me despido de ustedes
Con la mayor alegría del mundo.
Gracias, de nuevo, gracias
Reconozco que se me caen las lágrimas
Volveremos a vernos
En el mar, en la tierra donde sea.
Pórtense bien, escriban
Sigan haciendo pan
Continúen tejiendo telarañas
Les deseo toda clase de parabienes:
Entre los cucuruchos
De esos árboles que llamamos cipreses
Los espero con dientes y muelas.

29
El lugar del poema

Marcos R. Barnatán
Poeta argentino

No está el poema
Más allá de la palabra
Lo encierra el fuego del verbo
Late en el rayo violáceo que recibimos
Para ablandar la noche
Para entender la oscuridad del mundo.
En los arduos cristales del silencio
Brotó la rosa y nos dio la vida
El alto poder de poder nombrarla.
No está el poema
Más allá de la palabra
Se forja como el hierro y es ceniza
Aún caliente en el hueco de la tierra.
Está vivo en la letra que sangra
Estampado en nuestra memoria plural
Y el aire sabe arrastrarlo como un astro fugaz
Mostrando su bifronte cuerpo hecho
De gozo y de doliente despedida.
Somos los que se van.
Quizás sólo somos agua y tiempo
Y lenguaje.

30
Cuéntame cómo vives,
cómo vas muriendo

Gabriel Celaya
Poeta español

Cuéntame cómo vives;


dime sencillamente cómo pasan tus días,
tus lentísimos odios, tus pólvoras alegres
y las confusas olas que te llevan perdido
en la cambiante espuma de un blancor imprevisto.
Cuéntame cómo vives;
ven a mí, cara a cara;
dime tus mentiras (las mías son peores),
tus resentimientos (yo también los padezco),
y ese estúpido orgullo (puedo comprenderte).
Cuéntame cómo mueres;
nada tuyo es secreto:
la náusea del vacío (o el placer, es lo mismo);
la locura imprevista de algún instante vivo;
la esperanza que ahonda tercamente el vacío.
Cuéntame cómo mueres;
cómo renuncias -sabio-,
cómo -frívolo- brillas de puro fugitivo,
cómo acabas en nada
y me enseñas, es claro, a quedarme tranquilo.

31
Ningún amor cabe en un cuerpo solamente

Eugenio Montejo
Poeta venezolano

Ningún amor cabe en un cuerpo solamente,


aunque abarquen sus venas el tamaño del mundo;
siempre un deseo se queda fuera,
otro solloza pero falta.
Lo sabe el mar en su lamento solitario
y la tierra que busca los restos de su estatua;
no basta un solo cuerpo para albergar sus noches,
quedan estrellas fuera de la sangre.
Ningún amor cabe en un cuerpo solamente,
aunque el alma se aparte y ceda espacio
y el tiempo nos entregue la hora que retiene.
Dos manos no nos bastan para alcanzar la sombra;
dos ojos ven apenas pocas nubes
pero no saben dónde van, de dónde vienen,
qué país musical las une y las dispersa.
Ningún amor, ni el más huidizo, el más fugaz,
nace en un cuerpo que está solo;
ninguno cabe en el tamaño de su muerte.

32
El amor y los cuerpos

Javier Sologuren
Poeta peruano

me acerco
a la oscura
abundancia de las rosas
siento
el lento claro de tu pecho
acariciado
por algo que no son
solo mis manos
ni el mirarte
tampoco suficiente
bulle
en el centro
de mi cuerpo
el secreto
de tu réplica
traspasándome
su aliento
sus años jóvenes
su díscola sazón
entonces
entonces
balbuceo
saliva y lágrimas
me recorren
cuerpo adentro
muda mudanza
instante en que
soy
todo yo
en que ya
no soy
yo
sino
el arranque y el golpe
y tú
la cómplice
dulcísima
golpeada
infinitamente
golpeada

33
Cielo espeso

Joaquín Terrazas
Poeta cruceño, Bolivia

Albergo un cielo espeso


como saliva de muerto
que atora las palabras,
heredo en lágrimas
para salvar a los soles
que nos han olvidado
desde esa mañana
ese doblez del tiempo
en que caímos en cuenta
de cuán deshabitados
tenemos los párpados
a la hora de los ecos
donde no suena nuestra voz
sino un relámpago tenor
y una ráfaga de gotas
que inundan los pasillos
de la sala de espera
entre la boca y el miedo.

34
Un hombre es aplastado...

Chantal Maillard
Escritora española nacida en Bélgica

Un hombre es aplastado.
En este instante.
Ahora.
Un hombre es aplastado.
Hay carne reventada, hay vísceras,
líquidos que rezuman del camión y del cuerpo,
máquinas que combinan sus esencias
sobre el asfalto: extraña conjunción
de metal y tejido, lo duro con su opuesto
formando ideograma.
El hombre se ha quebrado por la cintura y hace
como una reverencia después de la función.
Nadie asistió al inicio del drama y no interesa:
lo que importa es ahora,
este instante
y la pared pintada de cal que se desconcha
sembrando de confetis el escenario.

Tuerzo la esquina. Apresuro el paso. Se hace tarde y aún no he almorzado.

35
Versos órficos

Marguerite Yourcenar
Escritor belga

Según las tablillas encontradas en


tumbas de Grecia y de Grecia Grande

En el umbral de la puerta negra,


A la derecha, a los pies de un álamo,
Corre el agua de olvidar.

Brota a la izquierda el agua de Memoria;


Cristal helado, frío licor,
El agua de Memoria está en mi corazón.

Allí beben mi pena y mi alegría;


Residen en su ribera los sabios:
Yo les diré, Temo la muerte.

Soy hijo de la tierra negra


Pero también del cielo estrellado;
¡Abridme la puerta de la gloria!

La imagen del tiempo transcurrido


Se refleja en mi memoria;
El espejo puro no se enturbia.

Abridme el pozo de la gloria...

Versión de Silvia Barón-Supervielle

36

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