Negros en La Nacion Blanca - 5MB Version PDF
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INTRODUCCIN 1
2 INTRODUCCIN
George Reid Andrews
Agosto de 2011
INTRODUCCIN 3
Creditos
54, foto 1.1-Crdito: Servicio Oficial de Difusin Radio Televisin y Espectculos.
97, foto 2.2-Crdito: Archivo Fotogrfico de Montevideo.
98, foto 2.1-Crdito: Coleccin del autor.
101, foto 2.3-Crdito: Coleccin del autor.
108, foto 2.4-Crdito: Coleccin del autor.
109, foto 2.5-Crdito: Coleccin del autor.
110, foto 2.6-Crdito: Servicio Oficial de Difusin Radio Televisin y Espectculos.
111, foto 2.7-Crdito: Coleccin del autor.
113, foto 2.8-Crdito: Archivo Fotogrfico de Montevideo.
117, foto 2.9-Crdito: Archivo Fotogrfico de Montevideo.
117, foto 2.10-Crdito: Coleccin del autor.
156, foto 4.1-Crdito: Archivo Fotogrfico de Montevideo.
231, foto 5.1-Crdito: Jorge Castelli.
ISBN: 978-9974-xxxxxxxx
4 INTRODUCCIN
A Rubn Daro Galloza, 1926-2002
Pintor, poeta, compositor, activista
INTRODUCCIN 5
6 INTRODUCCIN
NDICE
Introduccin
1. Siente esta noble raza grandiosa aspiracin (1830-1920)
2. Memorias de frica: comparsas y candombe (1870-1950)
3. Los nuevos negros (1920-1960)
4. Hoy todos bailan candombe (1950-2000)
5. Dictadura y democracia (1960-2010)
Bibliografa
INTRODUCCIN 7
8 INTRODUCCIN
Ilustraciones
INTRODUCCIN 9
Tablas
10 INTRODUCCIN
AGRADECIMIENTOS
INTRODUCCIN 11
me aceptaron como percusionista principiante en sus ensayos domingueros
en Malvin. Y Miguel Garca y Sergio Ortuo, guerreros africanos y can-
domberos de ley, me iniciaron (junto a otros estudiantes de sus clases de
percusin) en los misterios del candombe y en el desfile de Las Llamadas.
Los empleados del Archivo Fotogrfico de Montevideo, del Archivo
General de la Nacin, de la Asociacin Cultural y Social Uruguay Negro
(ACSUN), de la Biblioteca del Poder Legislativo, de la Biblioteca Nacional,
de Mundo Afro, del Museo del Carnaval, del Museo Romntico y del
Archivo Histrico Municipal fueron infaliblemente amables y solcitos. Sin
su colaboracin, sin duda esta investigacin no habra sido posible. Anne
Garland Mahler, Lars Peterson, Linday Ruprecht y Christine Waller fueron
excelentes ayudantes de investigacin y compaeros muy solidarios durante
esos aos.
Adems de la beca otorgada por la Fundacin Rockefeller y administra-
da por el CEIL, la Universidad de Pittsburgh colabor con la investigacin
y escritura de este libro a travs de una beca para profesores, del apoyo
del Centro de Estudios Internacionales y de un ao sabtico financiado
por la Facultad de Artes y Ciencias. Adems de este apoyo financiero, la
Universidad de Pittsburgh me provee de un ambiente de trabajo inmejo-
rable. Me considero afortunado de trabajar con amigos y colegas que son
una fuente permanente de aliento e inspiracin: Bill Chase, Alejandro de la
Fuente, Seymour Drescher, Pinar Emiralioglu, Janelle Greenberg, Maurine
Weiner Greenwald, Van Beck Hall, Lannie Hammond, Patrick Manning,
Lara Putnam, Marcus Rediker, Rob Ruck, Liann Tsoukas y Bruce Venarde.
Alejandro de la Fuente, Christine Ehrick y mi esposa, Roye Werner,
leyeron con gran cuidado y dedicacin la primera versin de este manuscrito
y aportaron comentarios y sugerencias para la revisin final; al igual que
dos lectores annimos de la editorial de la Universidad de North Carolina
y Elaine Maisner, su jefa de redaccin ya legendaria. A todos ellos, mi ms
sincero agradecimiento y mis disculpas por cualquier error que, a pesar de
sus mejores esfuerzos, haya sido pasado por alto en la versin definitiva.
12 INTRODUCCIN
Roye y nuestros hijos, Eve, Jesse y Lena, estuvieron conmigo en
Montevideo en 2001 y 2002, un ao lleno de aventuras. Eve y Roye tam-
bin me acompaaron en otro viaje ms corto en el ao 2004. Gracias,
querida familia, por compartir conmigo la tranquilidad montevideana y por
agregarle an ms belleza a la vida.
En la preparacin de la edicin uruguaya de este libro, tuve el enorme
privilegio de colaborar con una escritora ya reconocida por su obra literaria.
Estoy profundamente agradecido a Betina Gonzlez Azcrate por su traduc-
cin fiel y lmpida del texto original.
Sobre todo, debo agradecer a muchos uruguayos (algunos de ellos
aparecen en el listado de la bibliografa) que le brindaron su tiempo y su
paciencia a este extranjero, cuyas preguntas sobre el candombe, el carna-
val, la historia afrouruguaya y la vida en general parecan no tener fin.
Todos estos encuentros fueron cruciales; algunos, incluso, inolvidables. Por
conversaciones especialmente iluminadoras, quiero extender mi gratitud al
Diputado Edgardo Ortuo, a Beatriz Santos y a Rubn Galloza, mi amigo
y mentor desde nuestro primer encuentro en Buenos Aires, hace ya treinta y
cinco aos. Desafortunadamente, l no pudo ver este libro publicado. Est
dedicado a su memoria.
INTRODUCCIN 13
14 INTRODUCCIN
INTRODUCCIN
INTRODUCCIN 15
consecuencias tiene esa eleccin en los patrones de igualdad o desigualdad racial
de su sociedad? Podemos entender esa decisin como un sntoma de igualdad y
de equidad racial? O, por lo menos, como un intento de promover esa igualdad
en un futuro? O tal vez se trata de todo lo contrario, de una percepcin de la
cultura africana como un elemento extico que, en el fondo, slo tiene como
consecuencia reforzar las diferencias y jerarquas raciales?
16 INTRODUCCIN
amplios derechos democrticos. El atavismo secular de razas y religiones
que tan serios conflictos provoca en otros pases no detiene en el Uruguay
su incesante obra de progreso y el perfeccionamiento de sus conquistas
sociales. Leyes liberales y avanzadas han reducido la magnitud y el encono
de las luchas entre el capital y el trabajo, y detienen en lmite prudente la
obra del extremismo revolucionario que tanto afecta el organismo de otros
pueblos ricos y prsperos3.
En el aspecto social, Uruguay tambin pareca haber logrado algo nico:
era la nica nacin de Amrica que puede hacer la afirmacin categrica de
que dentro de sus lmites territoriales no contiene un slo ncleo que recuerde
su poblacin aborigen. Los ltimos charras desaparecieron como tribu, sin
dejar vestigios perdurables en el ao 1832 y desde aquel lejano entonces,
casi una centuria, qued la tierra uruguaya en posesin absoluta de la raza
europea y sus descendientes. Para despejar cualquier duda al respecto, el ca-
ptulo sobre demografa comenzaba con esta frase: Puebla el Uruguay la raza
blanca, en su totalidad de origen europeo. La poblacin indgena ya no exista
y la pequea proporcin de raza etipica introducida al pas por los conquis-
tadores espaoles, procedente del continente africano, a fin de establecer la
esclavitud en estas tierras, disminuye visiblemente hasta el punto de constituir
un porcentaje insignificante en la totalidad de la poblacin. Por otra parte, sus
caractersticas originales han sufrido, por el clima, circunstancias de medio
ambiente, y por mezcla de la sangre europea, modificaciones fundamentales
(aunque no se especificaba cules eran esas modificaciones)4.
Al celebrar el carcter europeo del pas, El libro del Centenario expresaba
(y a la vez confirmaba) la postura prevaleciente entre las elites uruguayas de fin
de siglo. El informe anual de 1907 sobre el estado de la educacin primaria
en el pas, declaraba que los uruguayos constituan un tipo tnico nuevo (...)
Todos los pases de la raza blanca han contribuido a nuestra formacin y nuestro
perfeccionamiento, trabajando en comn, con el concurso de todos. La raza
[uruguaya] es, por consiguiente, caucsica coincida el gegrafo Orestes
Arajo en 1913 con gran variedad de tipos de aquella derivados, como
consecuencia de una mestizacin que no terminar mientras sigan afluyendo al
INTRODUCCIN 17
Uruguay individuos de los dems pueblos civilizados del planeta en que vivimos.
El texto ms importante sobre geografa del Uruguay informaba a sus lectores
que los habitantes del pas eran todos de raza blanca Hay tambin que
hacer resaltar que en nuestro pas no hay indios y muy pocos negros. Nuestro
milln y medio de habitantes vale ms que cuatro o cinco millones de indios
semicivilizados que pueda haber en la poblacin de otros pases americanos.
Solamente la Argentina tiene una raza tan selecta como la nuestra. Ningn pas
de Amrica puede ostentar una poblacin como la nuestra, donde predomina de
muy marcada manera la raza caucsica, proclamaba Horacio Arajo Villagrn
en 1929. El tipo nacional es activo, noble, franco, hospitalario, inteligente,
fuerte y valiente y es de raza blanca en su casi totalidad, lo que implica la gran
superioridad de nuestro pas sobre otros de Amrica en que la mayora de la
poblacin est compuesta por indios, mestizos, negros y mulatos5.
Los libros de texto utilizados en las escuelas del pas tambin insistan en
la blancura uruguaya6. Democracia, uno de los muchos manuales publicados
entre 1920 y 1960, estaba concebido alrededor de dos temas recurrentes: el
carcter excepcionalmente democrtico de la poltica y la sociedad uruguayas
y la importancia de la inmigracin europea en la construccin de esa socie-
dad. A los gauchos se les reconoca cierta contribucin al carcter nacional.
Pero eran los inmigrantes los que haban llegado al Uruguay dotados de
ansias de libertad, lo que equivale a que eran, por definicin, demcratas
Demcrata fu siempre pues, la nacin uruguaya7.
El libro sealaba que uno de los indicadores de ese espritu democrtico
era la abolicin relativamente temprana de la esclavitud en el pas en 1842.
sta era una de las dos nicas ocasiones en las que el manual se refera a los
afrouruguayos. La otra era en un panegrico a la democracia uruguaya
que, como siempre, nos conduca hasta los inmigrantes: La Patria que crea-
ron [los patriotas] no era para determinada clase o casta. Era para el blanco
y era para el negro; era para el gaucho y era para el charra; y era, no slo
para los nacidos en esta tierra sino tambin para los inmigrantes, para que
los hombres de todas las latitudes se sintieran como hijos de ella y vivieran
como compatriotas, gozando del privilegio de sus leyes8.
18 INTRODUCCIN
Los afrouruguayos no figuran en ninguna otra parte del libro. No
aparecen en la seccin dedicada a los ejrcitos de la Independencia (que
contaban con un gran porcentaje de africanos y afrouruguayos entre sus
filas) ni en la que trata sobre la ciudad de Montevideo en tiempos coloniales
(perodo en el que los africanos y los afrouruguayos todava constituan
un tercio de la poblacin). Ni siquiera son mencionados en un artculo
sobre el carnaval (en el que, como veremos, las comparsas negras eran un
elemento indispensable). An ms increble es su ausencia en un ensayo
sobre Pedro Figari, quien se hizo famoso justamente por sus cuadros de
temas y personajes afrouruguayos9. La negritud es invisible a lo largo de
todo el libro, que concluye, casi en delirio, con el poema de Marta Aguiar,
Blanca tu blancura blanca:
Blanco tu perfume.
Ms blanco no haba.
Eran esencias blancas
en blancas redomas contenidas10
INTRODUCCIN 19
crecimiento econmico y la igualdad garantizada por la ley eran los logros
que atraan a cientos de miles de inmigrantes europeos quienes, a su vez,
se transformaran en los principales responsables del continuo desarrollo
econmico, poltico y social del pas. Los afrouruguayos eran libres de
asistir al espectculo del progreso, incluso libres de participar en l, algo que
el compromiso del pas con la igualdad civil pareca, en principio, garanti-
zarles. Pero en tanto constituan un porcentaje insignificante en la totalidad
de la poblacin se les negaba contribucin alguna en ese proceso y eran
vistos como esencialmente extraos a la modernidad uruguaya.
Apenas tres aos despus del Centenario de 1930, dos hechos pusieron
en cuestin las afirmaciones que aplaudan la democracia social y poltica de
Uruguay. Primero, en marzo de 1933, el presidente Gabriel Terra disolvi
el Congreso, suspendi la Constitucin de 1918 y gobern como dictador
hasta 1938. Comparado con los gobiernos de derecha en Argentina durante
la misma poca o con el Estado Novo que Getlio Vargas instituy en
Brasil, el gobierno de Terra fue relativamente moderado en su autoritarismo.
Sin embargo, constituy una ruptura clara con la democracia civil que haba
funcionado en el pas desde 1904 y un indicio inquietante de que tal vez
Uruguay no fuera tan diferente de sus vecinos11.
Cinco meses despus, el 25 de agosto (el Da de la Independencia) de
1933, un grupo de intelectuales y escritores afrouruguayos lanz Nuestra
Raza, que llegara a ser uno de los peridicos negros ms duraderos no slo
de Uruguay sino de toda Latinoamrica12. Publicado desde 1933 hasta 1948,
Nuestra Raza fue el ms importante de los muchos peridicos negros que
existieron en Uruguay. Entre 1870 y 1950, los afrouruguayos tuvieron al
menos 25 publicaciones (usualmente mensuales o quincenales) destinadas
al pblico negro13. Durante esos mismos aos, en Brasil (que hoy en da
cuenta con una poblacin afrodescendiente 400 veces ms grande que la
de Uruguay) haba entre 40 y 50 peridicos dirigidos a la poblacin negra.
Cuba, con una poblacin negra 20 veces mayor que la de Uruguay, produjo
14. Si nos atenemos al promedio per cpita, los afrouruguayos tuvieron
20 INTRODUCCIN
la prensa negra ms activa de Latinoamrica y, en trminos absolutos, la ms
grande despus de Brasil14.
La existencia de Nuestra Raza y de los otros peridicos negros contra-
deca dos de las afirmaciones centrales de la mitologa nacional uruguaya:
que el pas no tena una poblacin negra significativa, y que los pocos afro
uruguayos que existan estaban completamente integrados a la vida nacional
y, por lo tanto, no se sentan diferentes de sus compatriotas blancos. Estos
peridicos, al registrar tanto los mltiples eventos cvicos y sociales de sus
comunidades como las historias de los individuos e instituciones que los or-
ganizaban, evidenciaban no slo que el pas tena una activa poblacin negra
sino tambin que sus miembros se sentan marginados de la vida nacional de
varias maneras. Sus pginas registraban casos de discriminacin e incluso de
segregacin que revelaban los lmites de la democracia uruguaya. Tambin
nos muestran cun comprometidos estaban los activistas afrouruguayos a
hacer cumplir las promesas nacionales de igualdad para todos.
A partir de la lectura de estos peridicos, as como de otras fuentes la
prensa masiva, entrevistas de historia oral y los valiosos trabajos de investiga-
dores uruguayos , qu podemos afirmar sobre las condiciones de vida de
los afrouruguayos en los ltimos dos siglos? Y, sobre todo, cules fueron
sus respuestas a esas condiciones? Cmo fue su lucha por alcanzar tanto
la igualdad civil como el avance social, econmico y poltico? A travs de
qu organizaciones y movimientos, y por medio de qu tcticas y estrategias
se llev a cabo esa lucha, tanto a nivel individual como colectivo? Cules
fueron sus resultados?
Los captulos 1, 3 y 5 se ocupan de contestar estas preguntas con respecto
al perodo que va desde 1830 a 2010. Pero antes de comenzar a responderlas,
es necesario plantear an otro interrogante: quines son los sujetos de este
libro y cmo los reconoceremos cuando los veamos?
INTRODUCCIN 21
a todos los individuos que muestran evidencias en el color de la piel,
en la textura del cabello o en caractersticas fsicas de herencia africana.
Tanto la ley colonial espaola como las costumbres locales consignaban a
ambos grupos como socialmente inferiores sin distinguir entre negros,
mulatos, y subrazas derivadas. Los morenos (un eufemismo colonial
usado en lugar de negros) y pardos libres eran igual de vulnerables ante
la ley colonial, servan en las mismas milicias coloniales y participaban en
las mismas hermandades y cofradas catlicas segregadas del resto de la
poblacin15.
En el censo nacional de Uruguay de 1852, y en el municipal correspondien-
te a Montevideo en el ao 1884, negros y mulatos se contaron aparte, separados
de los blancos. Desde 1884 hasta el fin del siglo XX, el Estado uruguayo dej
de recolectar datos relacionados con la raza. Cuando volvi a hacerlo, en las
encuestas nacionales que se llevaron a cabo en 1996 y 2006, tanto los negros
como las personas de raza mixta fueron contabilizados en categoras aparte de
la poblacin blanca. Hoy en da, la palabra mulato ya no es aceptable y no se
utiliza en las encuestas. En busca de un trmino ms neutral para describir a la
poblacin producto de la mezcla entre blancos y negros, los encuestadores opta-
ron por las categoras raza negrablanca (1996) y afroblanca (2006).
La tabla I.1 muestra algunos de los cambios demogrficos y termino-
lgicos que ocurrieron entre 1852 y 2006. En los dos censos que corres-
ponden al siglo diecinueve se usaron las mismas categoras raciales pero los
resultados fueron muy diferentes en cuanto a los niveles de representacin
de los afrodescendientes en el total de la poblacin: 8.8 por ciento en 1852
(que, si restamos la columna sin especificar del total, asciende a un 12.1
por ciento) comparado con menos del 1 por ciento en 1884. Esta cada
dramtica de la representacin de la poblacin negra se debe, en parte, a la
masiva inmigracin europea que Uruguay recibi durante ese siglo. Tambin
se puede explicar por la posible diferencia proporcional de los negros en la
poblacin total del pas (1852) y en la de Montevideo (1884), aunque el
censo de 1852 mostraba una proporcin moderadamente mayor (10.7 por
ciento) de negros y mulatos en la ciudad de Montevideo en comparacin
22 INTRODUCCIN
con el total del pas. Una tercera posibilidad es que los censistas de 1884
estuvieran ms dispuestos que los de 1852 a contar a los mulatos como
blancos: mientras que en 1852, el grupo de los negros era aproximadamente
un tercio ms grande que el grupo de los mulatos, para 1884 los primeros
superaban a los segundos dos a uno, justamente lo contrario de lo que se
esperara de un perodo marcado por la inmigracin masiva y la mezcla
de razas. De todos modos, an si la poblacin mulata hubiera sido igual o
apenas un poco mayor que la poblacin negra, la representacin total de la
poblacin afrouruguaya en la ciudad hacia ese ao habra sido todava
apenas un poco mayor que el uno por ciento.
INTRODUCCIN 23
mientras que la poblacin afroargentina hoy en da abarca probablemente
menos del uno por ciento del pas, las estadsticas recientes de Uruguay
muestran que los afrouruguayos constituyen entre un 6 y un 9 por ciento
de la poblacin nacional17. Esta disparidad de la presencia negra en los dos
pases se debe a dos factores. Primero, aunque los dos recibieron grandes
cantidades de inmigrantes europeos entre 1880 y 1930, Argentina recibi
muchos ms tanto en trminos absolutos como relativos. Durante esos aos,
la inmigracin neta que recibi Argentina fue de 3.800.000 millones, un
nmero 1.6 veces ms grande que el de la poblacin total del pas, que
hacia 1880 ascenda a 2.400.000 millones. Los datos para Uruguay son
considerablemente diferentes: all la inmigracin neta fue de 580.000,
un nmero que apenas sobrepasaba la poblacin nacional (en 1880) de
520.000 habitantes18. As, aunque la composicin racial de los dos pases
fue significativamente blanqueada por la inmigracin europea, ese proceso
se dio con mayor fuerza en Argentina que en Uruguay.
El segundo factor que explica la disparidad demogrfica entre los dos pases
es el hecho de que, histricamente, Uruguay siempre ha estado vinculado
poltica, econmica y socialmente a Brasil, su vecino del Norte. Montevideo
fue fundada en 1724 como parte del plan espaol para impedir las incursiones
portuguesas en el Ro de la Plata. Hacia el final del siglo XVIII, los dos imperios
se enfrentaron una y otra vez por el control de Uruguay (o ms bien, de la
Banda Oriental, trmino con el que se lo conoca entonces). Cuando el pas
conquist su Independencia en 1828, no fue en combate contra los ejrcitos
espaoles sino contra los brasileos, que haban invadido y ocupado su territorio
en 1816. Incluso despus de la Independencia, terratenientes de Rio Grande
do Sul (el estado lmite de Brasil en su frontera Sur), todava tenan grandes
propiedades en Uruguay, que siguieron explotando gracias a la importacin de
esclavos trados de sus haciendas brasileas. An despus de la ley de abolicin
de la esclavitud en Uruguay (decretada en 1842), algunos de estos terratenientes
siguieron importando esclavos al pas bajo la categora de peones contratados19.
Tambin hubo casos de esclavos brasileos que huyeron a Uruguay en busca
de su libertad. Los movimientos migratorios entre los dos pases continuaron
24 INTRODUCCIN
incluso despus de que Brasil aboliera la esclavitud en 1888 y, dado que casi un
cuarto de la poblacin de Rio Grande do Sul (24 por ciento) estaba formada por
negros y mulatos, una parte significante de esas migraciones era necesariamente
afrobrasilea. Los departamentos del Norte de Uruguay Artigas y Rivera
hoy son las regiones que cuentan con el mayor porcentaje de afrouruguayos
(26 y 20 por ciento, respectivamente). Sin embargo, estas zonas de frontera no
tienen una gran densidad demogrfica y, debido a las constantes migraciones
del campo a las ciudades ocurridas a lo largo de todo el siglo XX, la mayora
de los afrouruguayos (54 por ciento) hoy se concentran en Montevideo y en
Canelones. Es por eso que Montevideo ser el foco principal de este libro, con
algunas referencias a las comunidades negras en otras partes del pas20.
INTRODUCCIN 25
Amrica del Sur y Uruguay
26 INTRODUCCIN
trario, la cantidad de uruguayos dispuestos a reconocer en algn grado su
ascendencia negra o indgena, an cuando esa ascendencia fuera invisible y,
por lo tanto, no jugara un rol determinante en la forma en que esas personas
eran tratadas o percibidas por sus compatriotas.
Ms all de estas diferencias entre las dos encuestas, los cambios regis-
trados en la autoidentificacin son importantes: mientras que en 1996,
menos del uno por ciento de los encuestados se identific como negro, para
2006 el porcentaje haba subido a ms del doble (es decir, 2.0 por ciento
de los encuestados respondieron que sus antepasados eran de ascendencia
exclusivamente negra). Ms an, en 1996, un 5.0 por ciento de la poblacin
se haba identificado como mezcla de negro y blanco (o, en el caso del 0.1
por ciento, como mezcla de negro e indgena), mientras que en 2006, el
7.1 reconoci tener ancestros negros (6.3 mezclados con blancos; 0.2 con
indgenas y 0.6 con ambos). Tal vez el cambio ms notable se dio en la
categora mestizo (mezcla de blanco con indgena), que pas de un 0.4 por
ciento de la poblacin en 1996 a 2.9 por ciento en 2006.
En las dos encuestas, el Instituto Nacional de Estadstica incluy a los
negros y a las personas de ascendencia africana mixta en una sola categora:
negra (1996) y afro o negra (2006). El instituto no proporcion ninguna
explicacin para esta decisin, excepto la necesidad de construir categoras
estadsticas ms significativas (lo mismo hizo con los mestizos y los indgenas,
a los que los combin bajo la categora nica de indgena). Es posible que
el organismo haya sido influenciado por decisiones y prcticas similares en
Brasil, donde a principios de los 80, la agencia nacional de censos empez
a combinar pretos (negros) y pardos en la categora nica de negros. Para
el comienzo de los aos 2000, el sistema dicotmico de clasificacin racial
(blanco/negro) se haba vuelto ampliamente aceptado por el gobierno, los
medios y la academia de ese pas23.
La posibilidad de aplicar la taxonoma racial brasilea a Uruguay ya
haba sido inadvertidamente anticipada en 1956, cuando el antroplogo
Paulo de CarvalhoNeto viaj a Montevideo para investigar el tema de la
raza en Uruguay. Al entrevistar a los miembros de la Asociacin Cultural y
INTRODUCCIN 27
Social Uruguay (ACSU) una organizacin cvica afrouruguaya le
pidi a sus informantes que se identificaran (y que identificaran a otros
miembros) como negros o como pardos. Para su sorpresa, los miembros de
ACSU se resistieron a hacer esas distinciones. Afirmaban que nunca haban
pensado sobre quines eran ms negros o menos negros. Quizs debido a
cierta adhesin psicolgica, hasta el ms pardo de los que se hallaban all pre-
sentes se consideraba entre los ms negros. CarvalhoNeto eventualmente
los persuadi de autoidentificarse por color, aunque a veces pudimos
observar dudas. Mientras unos sostenan que fulano era negro, otros decan
que era pardo. El criterio de determinacin de negro o pardo, por lo
tanto, ha sido algo subjetivo24.
CarvalhoNeto mismo sugiri algunas de las razones que explicaran
esta solidaridad; esta vez fundamentndolas en una encuesta que realiz en
las escuelas secundarias de Montevideo. La investigacin tena como objeti-
vo determinar los niveles de prejuicio racial entre los estudiantes. Para ello se
utilizaron los mismos cuestionarios que se haban distribuido entre los estu-
diantes de Ro de Janeiro algunos aos antes como parte de un estudio sobre
la raza en Brasil financiado por las Naciones Unidas. Los niveles de prejuicio
racial resultaron un poco menores en Montevideo que en Ro de Janeiro;
pero a diferencia de los estudiantes brasileos, que distinguan claramente
entre pardos y negros, los montevideanos apenas si perciban la diferencia
entre los dos grupos. Por ejemplo, el 77 por ciento de los estudiantes secun-
darios de Montevideo respondi que no se casara con un negro/a, y el 72
que no se casara con un pardo/a; 42 por ciento contest que no querra que
su hermano o hermana se casara con un negro/a, y 39 por ciento que no
querra que se casara con un pardo/a; 62 por ciento sinti que sus padres no
permitiran que un negro/a asistiera a su fiesta de cumpleaos, mientras que
el porcentaje de los que pensaban que eso ocurrira con un pardo/a fue de
61, y as sucesivamente25.
Una ancdota relatada por uno de los miembros de ACSU muestra hasta
qu punto los pardos uruguayos eran percibidos como negros:
28 INTRODUCCIN
Nosotros los carteros tenemos una asociacin; y hubo una vez un
presidente que era pardo. Era un hombre buensimo, muy inteligente,
muy trabajador, muy activo; la asociacin le debe mucho a l; consigui
muchas mejoras para los empleados del Correo, para los carteros A m
me dio mucha pena cuando una vez o a otro compaero decir: Ah, s,
es un gran compaero y muy buen presidente, lstima que sea negro26.
INTRODUCCIN 29
TABLA I.2 Terminologa racial utilizada en la prensa uruguaya de circula-
cin masiva, en porcentajes, 18702000*
18701920 19201970 19702000
Negro/a(s) 36 66 71
De color 21 17 2
Sociedad de color 16
Moreno/a(s) 13 4 8
Raza negra 4 4 2
Comunidad negra 7
Afrouruguayo/a(s) 4
Otros 10 9 6
N 127 149 91
N 106 358 32
*Fuentes: ver nota 28
30 INTRODUCCIN
sus lectores. Entre 1870 y 1920, nuestra raza y nuestra sociedad eran
los trminos ms comunes, seguidos de cerca por el trmino de color
(usualmente aplicado a gente o a sociedad). El trmino negros ocupa
slo el 11 por ciento de las referencias raciales de esos aos, seguido de
cerca por categoras donde el matiz racial es menos evidente como nuestra
colectividad o nuestra clase29. Sin embargo, entre 1920 y 1970, negro
era el significante racial ms usado en la prensa afrouruguaya, seguido por
nuestra raza y por una combinacin nueva de los dos: la raza negra. Hacia
el final del siglo XX, casi todos los significantes previos haban desaparecido
de la prensa negra, que entonces utilizaba casi exclusivamente dos: negros
(79 por ciento) y una expresin nueva, afrouruguayos (12 por ciento).
Si este anlisis hubiera podido extenderse hasta incluir las primeras
dcadas del siglo XXI (los dos ltimos peridicos negros, Mundo Afro y
Bahia Hulan Yack se dejaron de publicar hacia el final de la dcada del 90),
habramos encontrado todava un nuevo trmino: afrodescendiente, una
categora enrgicamente promovida por el movimiento negro en Uruguay
y en otros pases de Latinoamrica. Estas expresiones nuevas afro
uruguayo y afrodescendiente buscaban reemplazar el lenguaje racial
del pasado, basado en la sangre y el color, por trminos basados en el lugar
de origen (en este caso, obviamente, frica) que recuperaran un lenguaje
de la etnia. Y, mientras que afrouruguayo tena claramente un matiz
nacionalista, afrodescendiente buscaba trascender fronteras invocando el
componente transnacional de una etnia atravesada histricamente por la
dispora30.
Los dos trminos afro eran tambin un esfuerzo por dejar atrs la
palabra negro, tan asociada en los pases latinoamericanos al estigma de la
esclavitud y la inferioridad social. Por supuesto que esas asociaciones todava
existen en Uruguay, junto con la prctica comn de referirse a personas
afrouruguayas como al negro____ o a la negra____. Esto es especial-
mente comn en el mbito del espectculo y los deportes, donde algunos
afrouruguayos han alcanzado gran xito y visibilidad nacional. Rubn
Rada, el cantante de candombe ms famoso del pas, es pblicamente co-
INTRODUCCIN 31
nocido como el negro Rada; y la primera vedette del carnaval uruguayo,
Gloria Prez Bravo, no se hizo conocida con su nombre real sino con su
nombre artstico: La Negra Johnson. Juan Delgado (18891951), el pri-
mer jugador de ftbol afrouruguayo en alcanzar renombre, fue conocido
como el negro Juan; otro jugador del mismo origen, Isabelino Gradn
(18941944) fue por muchos aos, en la prosa de los columnistas depor-
tivos, el negro con el alma blanca31. Jos Leandro Andrade (190157),
el hroe de la seleccin uruguaya que gan las Olimpadas en 1924, era
el negro Andrade y la maravilla negra; Obdulio Varela (191796), el
capitn del equipo uruguayo que gan la Copa Mundial en 1950, era el jefe
negro; y as podramos enumerar otros ejemplos32. Cuando estaba llevando
a cabo mi investigacin en Uruguay, dos jugadores negros, Richard Morales
y Daro Silva, metieron goles cruciales en un partido contra Australia en
las clasificatorias para el Mundial JapnCorea 2002. Al da siguiente, el
titular del diario La Repblica fue Dios es negro y, en el artculo que rela-
taba los pormenores del partido, los nombres de los dos jugadores aparecan
precedidos por el calificativo el moreno33.
En 1970, el periodista deportivo Eduardo Gutirrez Cortinas, explicaba
que [c]omo en el Uruguay lo de negro no tiene sentido peyorativo, el
pueblo deportivo ha identificado as a muchos de sus dolos. Agreg que
l usaba el trmino para ser fieles con esa identificacin popular, cariosa
y familiar34. El periodista Jos Martnez haba usado el mismo argumento
para explicar que el coronel Feliciano Gonzlez (18201894) no poda
resentirse cuando cariosamente se le llamaba, con la expresin de su anti-
guo Jefe el General Enrique Martnez, el negro Feliciano, porque esto no
significaba ni desprecio ni calificacin vulgar, sino cariosa distincin a sus
altos sentimientos de soldado35. Jams sabremos realmente cmo se sentira
Feliciano Gonzlez al respecto, pero ms de un afrouruguayo ha dejado
constancia de su disconformidad con esta prctica. En 1947, el periodista
Csar Techera apuntaba que en Uruguay [e]s muy comn que a nosotros
se nos eluda o se nos escamotee cuando no el nombre, el apellido; y es as
que nos encontramos con la negra mara o el negro benavidez y nunca
32 INTRODUCCIN
como corresponde, la seora o doa Mara o el seor Benavidez....Y lo ms
grave an es que en la mayora de los casos somos nosotros los que ms
cooperamos en esa desvalorizacin de nuestra personalidad36. Cuarenta
aos despus, la legendaria bailarina de carnaval, Rosa Luna, alias La Negra
Rosa, se quejaba de que cuando nos catalogan de Negro Rada, Negro
Diogo o Negra Rosa, subrayan el color porque nos sienten distintos.
Jams se adjetiviza de blanco a nadie37.
Adems de resaltar la diferencia racial, negro implica una serie de im-
genes y significados negativos. Una estudiante universitaria, Noelia Maciel,
opina que [a] las personas les cuesta decir negro porque est asociado con lo
malo, olor feo, candombe y vino. Preferimos que nos llamen negros porque
es lo que somos, porque si nos dicen morenos, morochos o de color es
porque no se animan a llamarnos negros. Es peor38. El diputado nacional
Edgardo Ortuo, elegido en 1999, agrega: Prefiero hablar de gente negra.
Hay que tender a quitarle ese agregado peyorativo al calificativo negro,
que muchas veces se identifica con las cosas no deseadas. Entiendo otras
denominaciones que tienden a atenuar lo negativo o a marcar un respeto,
como por ejemplo moreno, persona de color, pero me parece que es peor
la enmienda que el soneto. A las cosas hay que llamarlas por su nombre39.
INTRODUCCIN 33
Segn las reglas de esta categora, dictadas por la Comisin de Fiestas de
la municipalidad, las sociedades de negros deban usar disfraces caracters-
ticos de la raza negra, tocar candombe con estilo de percusin africano y re-
presentar personajes negros como el gramillero, el escobero y la mama vieja,
tambin conocida en esa poca como la negra vieja o simplemente como
la negra41. Sin embargo, haba un requisito que las sociedades de negros
no estaban obligadas a cumplir: estar compuestas realmente por negros. Al
contrario, se sobreentenda que la mayora de los artistas en esos grupos eran
blancos; de hecho, en algunos de ellos, casi todos lo eran. ste era el caso de
los Esclavos de Nyanza. A pesar de lo que su nombre sugiere, sus miembros
no provenan de Kenya o de Rwanda sino de Italia, Espaa y otros pases
europeos42. A excepcin del percusionista principal, Juan Delgado (el negro
Juan), los integrantes del grupo eran casi todos de origen europeo43.
Como veremos, esto no les impeda componer e interpretar canciones
conmovedoras dedicadas a su frica natal y competir en el carnaval como
negros o ms precisamente, como negros lubolos, el trmino que
se usaba en el carnaval de Montevideo para los blancos que se pintaban
y disfrazaban como negros. Los captulos 2 y 4 tratan de los orgenes del
negro lubolo en la dcada de 1870, as como tambin de su larga carrera
a lo largo de todo el siglo XX y de los primeros aos del XXI. Tambin
buscan reconstruir un caso poco conocido (al menos, fuera de Uruguay) de
lo que Eric Lott ha llamado el fenmeno de amor y robo: la apropiacin y
reinterpretacin de formas musicales negras por parte de los blancos44.
Al examinar el fenmeno de los blackface minstrels45 en Estados Unidos
durante el siglo XIX, Lott describe cmo una gran parte de la poblacin blan-
ca del pas, y especialmente de la poblacin blanca masculina estaba fascinada
por la negritud pero tambin preocupada (y hasta horrorizada) por sus efectos
socialmente contaminantes. Las revistas teatrales de los minstrels fueron una
expresin de ese miedo y de ese deseo. Pero para esos hombres blancos (muchos
de ellos recin emigrados de Europa), esos espectculos tambin fueron una de
forma de canalizar sus inquietudes y ansiedades acerca de su frgil condicin
de clase en una sociedad sometida a violentos cambios econmicos.
34 INTRODUCCIN
El fenmeno de los blancos pintados de negro o los blancos tizna-
dos, tal como se los llamaba en esa poca, no fue privativo de los Estados
Unidos. Fue, por ejemplo, un aspecto caracterstico del teatro bufo cubano
del siglo XIX, un gnero en el que los actores blancos se pintaban para hacer
de negritos. En la sociedad blanca, tanto en Cuba como en los Estados
Unidos, pintarse y presentarse como un negro era una forma de apropiarse de
la negritud y, a la vez, de distanciarse de ella, reforzando as la diferencia y los
prejuicios de superioridad racial. En un perodo de su historia marcado por
sucesivas crisis polticas en las que se pelearon tres guerras de Independencia
contra Espaa (186898), este refuerzo pareca hacerse ms necesario para
la isla. As, mientras los cubanos blancos luchaban por imaginar y construir
el futuro de la isla como repblica, el teatro bufo era una forma de afirmar la
continuidad de su superioridad frente a sus compatriotas negros.46
En Uruguay, un pas con una poblacin negra mucho menor que la
de Cuba o los Estados Unidos, la necesidad de crear controles raciales o
fronteras discursivas especficas entre blancos y negros parece, a primera
vista, haber sido mucho menos urgente. Sin embargo, tanto artistas como
espectadores uruguayos adoptaron la prctica de pintarse de negro con igual
entusiasmo que sus pares norteamericanos y caribeos. Y al hacerlo, crearon
otro caso de amor y robo: la apropiacin de un ritmo musical derivado de
frica, el candombe, que pronto sera transformado en ritmo nacional47.
En los ltimos aos del siglo XIX y los primeros del siglo XX, en toda
Amrica surgieron formas musicales asociadas a la negritud el son y la
rumba cubanos, el samba brasileo, el ragtime y el jazz norteamericanos,
el tango argentino ritmos marginales, propios de las clases bajas, que
fueron transformados en smbolos de identidad nacional. Distintas fuerzas
estructurales intervinieron en ese proceso, algunas comerciales como
las emisoras de radio, las compaas discogrficas y otras empresas de la
industria cultural ; y otras polticas como los gobiernos, los partidos
y los movimientos sociales que buscaban smbolos populares aptos para
representar la Nacin48. Como sea, no fueron estas fuerzas estructurales las
que compusieron las melodas o las letras, ni las que las tocaron, las cantaron
INTRODUCCIN 35
o las bailaron. Como sucedi en otros pases, tambin en Uruguay fueron
msicos y artistas de talento, hombres y mujeres, negros y blancos quienes
trabajaron sobre esos ritmos creando formas nuevas, participando en un
circuito infinito de renovacin y cambio cultural. Cuando en la dcada de
1870, los negros lubolos se apropiaron del candombe, qu hicieron con
l? Cmo lo transformaron? Cules fueron las modificaciones musicales,
lricas e interpretativas que introdujeron? Cmo, en definitiva, fue que estos
blancos tiznados representaron, interpretaron y actuaron la negritud?
Y qu sucedi con los negros reales, los afrouruguayos? Cuando
los blancos adoptaron el candombe, los negros no lo abandonaron. Todo lo
contrario. Siguieron siendo los creadores e intrpretes ms conocidos de esta
msica. Al principio (durante el siglo XIX) en grupos segregados, ms ade-
lante (ya en el siglo XX), trabajando en colaboracin con msicos blancos,
con compositores, empresarios e intrpretes en grupos interraciales. Cules
fueron los resultados musicales y culturales de este inquietante juego de
espejos en donde los blancos imitaban a los negros y los negros imitaban la
imitacin que los blancos hacan de los negros?49 En qu escenarios sociales,
culturales e institucionales ocurrieron esos procesos de intercambio racial?
Quines participaron en ellos y quines los lideraron? Al transformar el
candombe, qu imgenes y sentidos de la negritud transmitieron en sus
shows esos lderes? Y, por ltimo, cules fueron las consecuencias de estos
procesos para la ideologa y la jerarqua racial de la sociedad uruguaya?
36 INTRODUCCIN
afrolatinoamericanos en la regin51. Lo cierto es que entre 2000 y 2010,
hubo un aluvin de libros y artculos sobre temas afrouruguayos52.
Fue una gran satisfaccin presenciar esta ola de inters en los estudios
afrouruguayos. Pero frente a toda esta nueva bibliografa, no pude menos
que preguntarme cul sera el aporte de mi granito de arena (por usar una
expresin que he escuchado frecuentemente en Uruguay). Al final, decid
que mi contribucin vala la pena por tres razones. Primero, porque es un
intento de comprender la historia afrouruguaya a lo largo de dos siglos
(un objetivo que ni las recientes publicaciones, ni las ms antiguas se haban
propuesto)53. Segundo, porque casi todas las investigaciones recientes se han
publicado en espaol y, por lo tanto, los lectores de mi pas (formados en la
lengua inglesa) no tienen acceso a ellas. Espero que este libro pueda servir a
mis compatriotas como una puerta de entrada a la historia de esta parte casi
desconocida de la dispora africana54.
Por ltimo, casi todos los autores dedicados a la historia afrouruguaya
han sido uruguayos y han escrito esa historia desde un panorama explci-
tamente nacional. Esto no es sorprendente ni tampoco es una crtica: en
cualquier pas es poco frecuente encontrar historiadores que vayan ms all
de sus fronteras para comparar las experiencias nacionales con las de otras
sociedades. Sin embargo, son esas comparaciones las que nos permiten ver
cmo las historias nacionales encajan en patrones regionales o mundiales de
cambio histrico; y, al mismo tiempo, es slo a travs de esas comparaciones
que podemos identificar cules son los elementos verdaderamente distintivos
y excepcionales de la sociedad que estamos estudiando. Al haber llegado a
Uruguay luego de haber estudiado la dispora africana en otras sociedades
del Nuevo Mundo, mi perspectiva es inevitablemente diferente de la de los
historiadores uruguayos55. Sin duda, debo haber pasado por alto aspectos
importantes de esta historia que ellos estn en mejores condiciones de ver
y de comprender. Por otra parte, quizs estoy en una mejor posicin para
percibir y relacionar algunas caractersticas de esa historia no tan visibles
para quienes han pasado toda su vida adentro de ella.
INTRODUCCIN 37
Una de esas caractersticas es la estrecha relacin (presente tanto en
Uruguay como en otros pases) entre los conceptos de democracia social,
democracia poltica y democracia racial. La idea de democracia racial (es
decir, la idea de que una sociedad es, o al menos debera ser, racialmente
armnica e igualitaria) es un componente indispensable para las discusiones
en torno a la raza en otros pases latinoamericanos. Sin embargo, en Uruguay
este concepto casi nunca se invoca56. Esto no quiere decir que los uruguayos
no reflexionen al respecto o que no valoren la igualdad racial. Ms bien,
cuando piensan en cuestiones de justicia social o de equidad, lo hacen no en
trminos raciales sino en trminos universalistas, es decir, utilizando los
conceptos de democracia poltica y social que se apoyan ms en la categora
de clase. Si le preguntramos sobre este punto a muchos uruguayos, segu-
ramente argumentaran que el logro de esas metas universalistas garantiza
(ms o menos automticamente) el logro de la igualdad racial.
Estas convicciones, y su compromiso a lo largo del siglo XX con la
democracia poltica y con la implementacin de programas sociales de gran
espectro, hacen de Uruguay un caso ideal para poner a prueba los debates
que se estn dando actualmente en Brasil (y en otros pases) en torno a la
efectividad relativa de los programas universalistas en comparacin con
los programas de accin afirmativa57. Volveremos sobre esta cuestin al
final del libro, en el captulo 5. Mientras tanto, espero que las referencias
comparativas a otros pases de Amrica no sean una distraccin y que, por
el contrario, puedan iluminar la historia de esta parte importante de la
dispora africana en el Nuevo Mundo.
38 INTRODUCCIN
CAPTULO 1
Compaelo di candombe
Pita pango e bebe chicha,
Yo le sijo que tienguemo
No se puede s cativa
Los candombes organizados por los Cambund, los Kasanje, los Congo,
los Benguela y otras naciones eran acontecimientos sumamente poderosos y
evocativos. Parte de ese poder estaba dado por el impacto rtmico de los tam-
bores africanos, reforzado por el efecto no slo rtmico sino tambin visual de
la danza. As los describa un viajero francs que visit Montevideo en 1827:
La sociedad de color
MEMORIAS DE FRICA 77
corporando los ritmos, canciones y danzas provenientes de frica como la
parte central (e incluso la ms popular) de la tan esperada festividad anual.
As, los candombes de las naciones africanas pasaron a ser algo nuevo y dife-
rente: una msica comercialmente exitosa y tremendamente popular, capaz
de funcionar como la banda sonora de una ciudad capital del siglo XX,
cosmopolita y moderna169. Una msica que no fue creada por los oficiales
gubernamentales que controlaban el carnaval sino por los propios msicos,
compositores y bailarines que cada ao se juntaban para la fiesta que es,
antes que nada, una celebracin del cuerpo y sus potencialidades.
78 MEMORIAS DE FRICA
y guitarra). Eso no significaba que la comparsa rechazara completamente su
pasado africano: [s]e entienden por instrumentos tambin las panderetas,
castauelas, tambor, platillos, tringulos y dems tiles a la africana para
acompaamiento de la msica, aclaraba el mismo documento. Aunque no
se ofrecan clases de esos instrumentos, se asuma que los miembros saban
cmo tocarlos y que se usaran en las actuaciones del grupo172.
Otra comparsa negra, los Negros Argentinos, segua el mismo camino
al privilegiar el elemento nacional en su nombre artstico. Sin embargo,
estas tres comparsas (y tambin otras cuyos nombres o descripciones no
revelaban su composicin racial) vieron en los instrumentos y la msica
africanos un recurso cultural demasiado rico como para ser descartado. Al
mezclar los tambores y ritmos del candombe con las cuerdas, melodas e
instrumentos de origen europeo, las comparsas crearon una nueva forma
musical y un nuevo baile que inicialmente se llam tango. La palabra ya
exista; se haba usado desde principios del siglo XIX (tanto en Buenos Aires
como en Montevideo) para referirse a la msica y a la danza que practicaban
los africanos y a las reuniones donde estas formas culturales se compartan.
En este sentido, tango y candombe se usaban como sinnimos; y esta
nueva forma de tango que crearon las comparsas, de acuerdo con el perio-
dista Vicente Rossi, tena reminiscencias inconfundibles de los candombes
africanos. Hacia 1920, Rossi describa los tangos de 1860 y 1870 como un
tipo de candombe acriollado, una msica seductora que conserva[ba]
la armona africana en notas titubeantes o picadas, que culminaban en los
redobles nerviosos y quebrallones del tambor173.
frica estaba no slo en la msica y en los instrumentos de las comparsas
negras, tambin apareca en las letras de las canciones. Pero las visiones de
frica o de su herencia no eran uniformes, como se puede comprobar al
contrastar las canciones de Los Pobres Negros Orientales y las de La Raza
Africana174. Imitando los clichs de los poetas y periodistas blancos, que
solan representar a los esclavos y a los libertos africanos hablando en un
espaol incorrecto, lleno de inflexiones y de acentos particulares, Los Pobres
Negros compusieron canciones en ese supuesto dialecto negro en las que los
MEMORIAS DE FRICA 79
hombres habitualmente declaraban su amor por su amita blanca. El amor
por esas damiselas era aparentemente tan fuerte que en varias canciones
los negros que haban ganado su libertad estaban dispuestos a perderla en
aras de la relacin amorosa. En un caso, el cantante se ofreca a cargar la
alfombra de su amada hasta la iglesia (una prctica comn para los esclavos
domsticos de Montevideo); en otro, la comparsa entera expresaba su deseo
de servir como alfombra para los pies de la doncella175; y todava en otra, el
cantante declaraba:
Claro que estas canciones eran parte del humor del carnaval y se supona
que nadie las tomaba demasiado en serio177. Sin embargo, para La Raza
Africana, el hecho de presentarse como esclavos o de usar la esclavitud como
objeto de burlas y ridculo era inadmisible. Ese recurso humorstico, en todo
caso, no aparece en sus canciones que, a pesar de imitar el habla del negro
bozal, lo hacen con menos frecuencia y con ms suavidad (por ejemplo,
los errores en la pronunciacin de las palabras no son tan exagerados) que
las de Los Pobres Negros. Tampoco aparecen en ellas negros enamorados de
blancas; por el contrario, toda su atencin est dirigida a las negras y a las
morenas, como bien se ve en la Cancin de la raza africana de 1870:
80 MEMORIAS DE FRICA
un atractivo especial, bien distinto al de las blancas. Mientras las blancas
eran fras, distantes y altivas con los hombres negros, las negras eran ms
abiertas y mejor dispuestas, tanto social como fsicamente. Como La Raza
Africana ya lo haba cantado en 1870 y como lo haran en 1876 Los Pobres
Negros, las mujeres negras eran las mejores y ms buscadas bailarinas:
MEMORIAS DE FRICA 81
ocasin de expresar su apoyo al Partido Colorado. El ao anterior, la comparsa ya
se las haba ingeniado para incluir el tema de la inflacin y la poltica monetaria
del gobierno en un tango. Por lo de a diez pesos, dejuro [sic], no nos dan ni tres
Que el papel nadie lo quiere, ni para envolver, deca la letra181.
A diferencia de Los Pobres Negros, La Raza Africana inclua el tema de
la raza entre los asuntos polticos de los que se ocupaban sus canciones. En
1872, la comparsa contrat al letrista blanco Julio Figueroa para que com-
pusiera una cancin sobre un tema inusualmente sombro para el contexto
del carnaval: la condena del prejuicio y la discriminacin racial:
82 MEMORIAS DE FRICA
En contraste, Los Pobres Negros Orientales nunca tocaron el tema
del prejuicio racial o de la discriminacin, excepto en 1878, en un corto
brindis por Momo (el dios griego de la stira y el ridculo que preside el
Carnaval). Solo l consigue que negros y blancos, sin ser en la tumba, mez-
clados estn184. En efecto, slo el carnaval (y la muerte) lograban levantar
las barreras raciales que impedan que blancos y negros se juntaran en el
Montevideo del siglo XIX.
Si slo fuera por su nombre, Los Negros Lubolos podran haber sido
una comparsa ms de afrouruguayos. De hecho, compartan algunas
cosas con esos grupos. Usaban disfraces parecidos, tocaban los mismos ins-
trumentos una combinacin de cuerdas y vientos europeos con tambores
africanos , cantaban y bailaban tangos basados en el candombe. Pero a
diferencia de las comparsas afrouruguayas, los Negros Lubolos no tenan
entre sus integrantes ni mujeres ni negros.
Todos los miembros de Los Negros Lubolos eran jvenes blancos,
generalmente de clase media o alta. Cuando recin aparecieron, en 1876,
declararon que su objetivo era hacer conocer entre el pueblo las costum-
bres de los antiguos negros (se sobreentenda que se referan a las naciones
africanas). Con esta idea en mente, se vestan con trajes que supuestamente
provenan de esas naciones y se entrenaban en los cantos y bailes [que]
MEMORIAS DE FRICA 83
los negros ejecuta[ban] en sus sitios o candombes y, pintados con holln o
corcho quemado se presenta[ban] perfectamente teidos de negro186.
No era la primera comparsa compuesta por blancos pintados de ne-
gros. En Buenos Aires, exista un grupo popular, Los Negros, que vena
desfilando en los carnavales desde 1865, y en Montevideo hay referencias a
por lo menos dos grupos de blancos tiznados (Los Negros y Los Negros
Esclavos) funcionando desde 1868187. Los Negros Esclavos desaparecieron
en 1870 pero resucitaron en 1876, el mismo ao en que Los Negros Lubolos
lanzaron su carrera. Ambos grupos estaban formados por jvenes de lo ms
selecto de nuestra sociedad y tenan suficiente dinero como para no aho-
rrar sacrificios en la compra de disfraces verdaderamente originales. Segn
informaba el peridico El Ferrocarril, Los Negros Lubolos encargaron un
estandarte magnfico hecho de seda bordado con oro y felpa. Nos dicen
que ha costado una buena suma, no lo extraamos, pues es una obra de
mucho mrito, agregaba el cronista188.
La aparicin de estos grupos de blancos pintados de negros en el car-
naval de 1876 no era una coincidencia. Como parte de una campaa para
civilizar el carnaval, tres aos antes, el gobierno municipal haba prohibido
el juego de agua, la prctica tradicional de arrojar agua, huevos y otros
lquidos a los peatones. En lugar de contribuir a la fiesta, argumentaban
las autoridades, el juego de agua la arruinaba al forzar a la mayora de la
gente (especialmente, a la de clase media y alta) a quedarse encerrada en sus
casas. Slo si se prohiba arrojar agua a los espectadores y paseantes poda
el carnaval transformarse en un verdadero evento pblico en el que todos
pudieran participar189.
Estas nuevas ordenanzas, seguidas de cerca por la polica de la ciudad,
tuvieron el efecto esperado. Al recordar los carnavales de 1873 y 1874,
El Ferrocarril los calificaba de esplndida victoria de la civilizacin y
felicitaba a la ciudad por el cambio tan magnfico y radical que, aparen-
temente, haba ocurrido de la noche a la maana. Una vez ahuyentado el
miedo al agua, afirmaba el peridico, todas las clases incluyendo la
alta y la media se haban lanzado a participar de la hermosa, risuea y
84 MEMORIAS DE FRICA
popularsima fiesta. El Siglo coincida en esta apreciacin, contrastando el
carcter digno de los pueblos civilizados de estos dos ltimos carnavales
con las festividades pasadas por agua de los aos anteriores, y cerraba el
artculo con un poema que declaraba muerto al carnaval del pasado: Cada
barbaridad tiene su era! Descansa en paz mojado carnaval190.
Ahora que no corran el riesgo de que sus trajes fueran arruinados, los
montevideanos empezaron a esmerarse ms en sus disfraces y las calles se
llenaron de personajes: gauchos, turcos, marineros, italianos, cocineras,
lavanderas y pieles rojas, por slo mencionar algunos de los ms comunes.
Pero el negro les ganaba a todos en popularidad. Especialmente el negro
lubolo (es decir, el blanco pintado de negro), un disfraz que probara ser de
los ms atrayentes y duraderos en la historia del carnaval.
Ya que no existen documentos o memorias del siglo XIX sobre el negro
lubolo en Uruguay que nos ayuden a comprender el porqu de esta imita-
cin y cmo era interpretada socialmente, es til examinar los estudios que
se han hecho sobre este tipo de mimesis racial en los Estados Unidos durante
la misma poca. Concretamente, el anlisis que Eric Lott hace del fenmeno
de blackface minstrelsy en ese pas puede proporcionarnos algunas claves a
la hora de tratar de entender porqu las comparsas uruguayas adoptaban
la prctica de pintarse de negro como centro de su actuacin carnavalesca.
Generalmente, en los Estados Unidos, se entiende por blackface minstrelsy
un espectculo decimonnico de msica y danza a cargo de blancos pintados
de negro. En primer lugar, seala Lott, este fenmeno social era un impor-
tante campo de lucha de y por la cultura de los negros...para los blancos
significaba una gran inversin en la cultura negra, caracterizada por una
dialctica racial inestable que se mova entre la envidia y el insulto, entre
momentos de dominacin y momentos de liberacin. En segundo lugar,
esa dialctica inestable tena una dimensin sexual muy poderosa basada
en la fascinacin y atraccin del hombre blanco por el hombre negro y su
cultura y, al mismo tiempo, en el miedo que ese mismo hombre negro le
produca. Por ltimo, en estos espectculos, los blancos usaban personajes
negros como marionetas ventrlocuas para expresar sus preocupaciones y
MEMORIAS DE FRICA 85
ansiedades acerca del lugar que la sociedad estadounidense le otorgaba a la
masculinidad, a la blancura y a las cuestiones de clase. En este proceso de
canalizacin de sus propias ansiedades, los actores blancos que jugaban a ser
negros representaban, en realidad, un rol central en la marcacin y delimita-
cin de las fronteras de clase, raza y gnero en los Estados Unidos191.
Puede ser que en Uruguay ocurriera algo parecido? Como ya hemos
visto para el caso de las naciones africanas, los uruguayos blancos en verdad
haban invertido mucho en la cultura negra. Y esa inversin se manifes-
taba a travs de esa misma dialctica oscilante entre el insulto y la envidia
que Lott seala para el contexto norteamericano. Para los montevideanos
blancos, el candombe era a la vez ridculo e irresistible. La cuestin sexual no
aparece en primer plano en las descripciones decimonnicas de los candom-
bes (aunque las referencias frecuentes a las muchachas del pblico no son del
todo inocentes); pero sin duda era evidente en las coreografas elegidas por
las comparsas de negros lubolos (como lo era tambin, por supuesto, en las
de las comparsas afrouruguayas).
Con su intencin de recrear las costumbres de los antiguos negros, las
comparsas lubolas iniciaron un largo proceso de ocupacin o de usurpacin
en el que actores blancos se metieron en la piel de sus otros sociales....
habilitando as la produccin continua (y el mantenimiento) de la diferencia
racial192. Una de las formas que adopt en Uruguay esta ocupacin fue la
de la creacin de ciertos personajes estables en el elenco de las comparsas.
Podemos rastrear los orgenes de dos de ellos tan atrs como hasta la dca-
da de 1870. Uno era un anciano negro, que deba verse centenario, que
siempre iba rezagado detrs de la negrada, ofreciendo yuyos medicinales y
amena charla bozal en puertas y ventanas. El otro era el bastonero, [al]
que llamaban escobero, por haber adoptado una escoba como bastn de
mando. Tena que ser un experto candombero y de resistencia a toda
prueba193.
Los lectores familiarizados con las prcticas actuales del carnaval monte-
videano reconocern fcilmente en estas figuras los antecedentes del grami-
llero (un negro viejo, vestido de galera y levita cargando una bolsa con yuyos,
86 MEMORIAS DE FRICA
que avanza penosamente, vencido por la edad, para de pronto sorprender al
pblico con sbitos arrebatos de danza y energa) y del escobero, un bailarn
experto que cautiva a los espectadores con malabares imprevistos y desafos
a las leyes del equilibrio realizados con su humilde escoba. Las dos figuras
constituyen distintas encarnaciones del poder del hombre negro. A pesar de
(o mejor dicho, gracias a) su edad avanzada, que le ha permitido adquirir
su mgico conocimiento, el gramillero manda sobre las fuerzas naturales y
sobrenaturales que pueden curar enfermedades, inducir el amor y embrujar
enemigos a voluntad194. Por otra parte, el escobero representa la fuerza y la
gracia de la juventud a pleno. Gimnasta, acrbata, bailarn; slo hace falta
ver el uso alternativamente delicado y agresivo que hace de su escoba
bastn para concluir que su poder sexual queda ms que manifiesto195.
El sexo tambin aparece en las canciones que cantaban las comparsas
lubolas. Estas composiciones no estaban basadas en la msica de las naciones
africanas sino en el tangocandombe, esa forma musical nueva que tocaban
las comparsas afrouruguayas. Esa msica y ese baile haban hecho furor
en la sociedad uruguaya, lo cual tambin explica porqu los jvenes blancos
empezaron a experimentar con las identidades y formas culturales negras.
En 1877, El Ferrocarril felicitaba a Los Negros Lubolos por su xito en la
composicin y ejecucin de canciones que tienen el aire idiosincrtico de
los tangos africanos y, en verdad es sorprendente leer, en una de las letras
de las canciones que el grupo toc ese ao, lo que bien puede ser el primer
registro escrito (en frmula onomatopyica) de lo que luego constituira la
clave rtmica del candombe moderno (es decir, el del siglo XX)196:
MEMORIAS DE FRICA 87
mostraban respeto por sus amitos. Pero al igual que Los Pobres Negros
Orientales, estaban mucho ms interesados por sus amitas. La cancin
caracterstica de Los Negros, la comparsa portea de blancos tiznados, es
un ejemplo anterior de este motivo comn que se repetira en muchas de
las canciones de las comparsas lubolas: el amor no correspondido entre un
(falso) negro y su dama blanca, objeto desdeoso de toda a su adoracin:
Oh nias blancas!
Por compasin
Od de los negros
La triste voz.
Que aunque sus rostros
Son de color
Tienen de fuego
El corazn198.
Todas las comparsas lubolas insistan en este tema. Sin duda, parte del
efecto buscado era el humor; ya se saba que, despus de todo, no hacan
ms que cantar para las mismas muchachas que nunca le har[an] caso a
un negro como el carbn200. Pero, al mismo tiempo, estas canciones ejem-
plifican la ventriloquia racial analizada por Lott: en este caso, se trata de
88 MEMORIAS DE FRICA
jvenes blancos que, al usar la restriccin racial como vehculo retrico, en
realidad estn poniendo en primer plano la rigidez de las convenciones de
gnero que regulaban las relaciones entre los jvenes de clase mediaalta
para evitar que el amor se desbocara antes de tiempo201. En otra cancin,
La Nacin Lubola usaba el mismo recurso para quejarse de la exasperante
distancia que separaba al hombre negro de la hermosa joven blanca. La
cancin sugera que si las muchachas pudieran elegir el camino de su co-
razn, seguramente no dudaran en elegir a algn miembro de la comparsa
como objeto de su afecto. Pero en lugar de las convenciones de gnero, eran
las barreras raciales las que impedan tan natural seleccin:
El negro no puede
Decirles ya nada
A mnos que quede
La pobre manchada.
Nos miran con gracia
Nos quieren hablar,
Es mucha desgracia,
Ay! Dios qu querrn?202
MEMORIAS DE FRICA 89
canciones impresionan por su seriedad, cuando se las observa en el contexto
de diversin liviana con el que en general se asocia a las composiciones de
carnaval. Son composiciones sombras, cargadas de enojo y resentimiento.
Algunas recuerdan los tormentos de la poca de la esclavitud y del trfico
as como la lucha por la libertad204. Pero quizs las canciones ms duras
son aquellas que reflexionan sobre lo que sucedi con los africanos y sus
descendientes luego de la emancipacin. En 1883, Los Negros Africanos
denunciaban la conscripcin forzada de los negros, mientras que Los Negros
Gramillas protestaban por el desalojo de los vendedores ambulante negros,
que haban perdido terreno a manos de los competidores italianos y exigan
la intervencin del gobierno a su favor205.
A excepcin de La Raza Africana, las comparsas afrouruguayas eran
ms medidas y circunspectas que las comparsas lubolas en su ataque al racis-
mo o a la desigualdad. Sin duda, los jvenes blancos de clase mediaalta se
sentan lo suficientemente seguros como para desafiar al orden establecido
(una de las funciones ms importantes de ese tiempo de excepcin que
constituye el corazn del carnaval), sobre todo en el tema de la raza. No
es imposible que algunos de ellos se sintieran verdaderamente ofendidos
por la disparidad evidente entre los principios republicanos de ciudadana e
igualdad y la realidad cotidiana de rgidas jerarquas y discriminacin racial.
Como fuera, las comparsas afrouruguayas en general criticaban la situa-
cin de una manera ms oblicua, preferentemente a travs de la evocacin
del paraso africano. El compositor annimo de Recuerdos de la patria,
una cancin interpretada por La Raza Africana, recordaba as su infancia a
la orilla del Ro Danda206:
90 MEMORIAS DE FRICA
Pero la belleza y la paz de esta vida en frica en seguida son destruidas
por el vil mercader, el brbaro blanco sediento de oro.
MEMORIAS DE FRICA 91
la gente de estos pases, cuando quieren diferenciarse del resto, muestra una
preferencia tan extraa por imitar los tipos ms bajos de la escala humana,
como el negro o el indio211. La Mosca (1892) expres su desagrado por la
mana de muchos blancos de embetunarse la cara a fin de imitar a la raza
ms atrasada del mundo; mientras que el Montevideo Noticioso (1891)
deploraba el fastidioso espectculo de la negrada polvorienta y sudorosa
que arrastra por las calles los jirones del Carnaval, al son de una msica
(lase ruido) tan montona como destemplada212.
Basta de negros! peda El Siglo en 1905, solicitando a la ciudad que
desalentara la formacin de nuevas comparsas lubolas. El Times coincida:
Todo el mundo est harto de ellos y ya va siendo hora de ver algo ms
original213. Pero cuando ese ao, las comparsas amenazaron con boicotear
el carnaval a menos que se estableciera una competencia formal para las
sociedades de negros, las autoridades tuvieron que ceder a las demandas214.
Por qu, si era verdad que todo el mundo estaba harto de estas comparsas,
el gobierno de la ciudad ceda tan rpidamente ante ellas? Y cmo se ex-
plicaba la cantidad impresionante de espectadores que estos artistas seguan
convocando cada vez que tocaban, como en 1911, cuando fue imposible
transitar por las veredas y hasta por las calles y, otra vez en 1916, cuando la
multitud fue tan grande que las comparsas no pudieron llegar al escenario y
el concurso tuvo que ser suspendido?215
Evidentemente, lo que para los observadores de clase mediaalta se
haba vuelto aburrido y hasta vergonzoso, segua atrayendo con xito al resto
de la poblacin. Y en los ltimos aos del siglo XIX y los primeros del siglo
XX, ese resto de la poblacin, es decir la clase trabajadora, empez a hacerse
notar cada vez ms en todos los aspectos de la vida urbana, incluyendo el
carnaval. Milita Alfaro seala que durante la dcada final del siglo empiezan
a notarse los primeros sntomas de un progresivo distanciamiento por parte
de las clases altas que, en el siglo XX, desertaran definitivamente de las fes-
tividades de carnaval. El Montevideo Times pareca anticipar esa tendencia,
cuando en 1894 comentaba que la fiesta estaba siendo delegada a las clases
bajas, con la consecuencia de que la monotona y la vulgaridad se han vuelto
92 MEMORIAS DE FRICA
su caracterstica predominante. Esa vulgaridad, segua el diario, se poda
comprobar especialmente en la obvia preferencia del pblico por conjuntos
de negros y lubolos: de las comparsas que desfilaron por las calles [este
ao] casi ninguna vala la pena, de hecho, casi todas eran una reproduccin
constante del eterno negro de cara embetunada o del marinero vestido de
azul y blanco216.
En Montevideo no faltaba gente de las clases bajas que se alistara
en esos grupos. Los inmigrantes europeos seguan llegando a la ciudad,
radicndose con sus familias en los conventillos del Barrio Sur, Palermo
y Cordn217. stos eran los barrios que antiguamente ocupaban las salas
de nacin y tambin el sector donde hacia final del siglo viva gran parte
de la poblacin afrouruguaya. De modo que los inmigrantes tuvieron la
oportunidad de ver, escuchar y aprender de primera mano la msica y los
bailes de esa comunidad. Otra cosa que aprendieron rpidamente fue que
los ritmos africanos no eran privativos de los afrodescendientes. Los negros
lubolos de las clases media y alta tambin haban adoptado esa msica
como propia, para mayor regocijo del pblico del carnaval. Tan fuerte era
la presencia negra y lubola en el carnaval que asistir a esa fiesta significaba
exactamente ir a ver y escuchar tangos y candombes.
Todo esto implica que una de las formas de ser (o de volverse) uruguayo
era participar (ya sea como espectador o como intrprete) de esas formas
culturales de origen africano. Hacia el 1900, muchos inmigrantes europeos,
y ms an, sus hijos y nietos uruguayos, optaron por esa forma de integracin
a la cultura nacional. Estos nuevos negros lubolos de clase obrera adopta-
ron el candombe, pero lo hicieron de manera selectiva; tomaron elementos
tanto de la comunidad afrouruguaya como de las comparsas lubolas de
clase media y alta. De las comparsas lubolas tomaron, obviamente, la idea
de pintarse y disfrazarse de negros y la prctica de utilizar elementos de la
cultura africana. Tambin tomaron de ellas la composicin exclusivamente
masculina de sus grupos y los personajes del gramillero y el escobero. Las
formas musicales del tango y el candombe las fueron tomando de los dos
tipos de comparsas, es decir, de las afrouruguayas y de las lubolas. Y,
MEMORIAS DE FRICA 93
especficamente de los grupos afrouruguayos, los nuevos lubolos de la
clase obrera tomaron sus tropos y temas favoritos: la danza sensual, las
morenas enloquecedoras y la nostalgia por el paraso africano que haban
dejado atrs218.
Pero las nuevas comparsas proletarias no slo tomaron prestados elemen-
tos de las viejas comparsas, tambin se alejaron en algunos sentidos de ellas e
introdujeron cambios importantes tanto en la dimensin esttica como en la
social. Cuatro de estas innovaciones resultan especialmente interesantes: la
integracin racial; la invencin de un nuevo personaje africano (la mama
vieja); la adopcin de una identidad guerrera; y, en conexin directa con
la anterior, un nfasis renovado en los tambores y otros instrumentos de
percusin de origen africano.
Al principio, durante las dcadas de 1860 y 1870, las comparsas negras
y las comparsas lubolas estaban racialmente segregadas. Esta tendencia
probablemente se mantuvo durante la dcada de 1880 y posiblemente hasta
llegar a los 90, aunque faltan datos concretos para afirmarlo con certeza.
No hay fotografas de los grupos de esta poca ni tampoco comentarios
sobre su composicin racial en los peridicos (probablemente porque sus
lectores ya los conocan lo suficiente como para prescindir de estas des-
cripciones). Simplemente, todas las comparsas, fueran eurouruguayas o
afrouruguayas eran consideradas sociedades de negros219.
Esta ausencia de fuentes acerca de la composicin racial de las compar-
sas, hace difcil detectar el momento exacto en que esa composicin empez
a cambiar. Pero s es posible afirmar que hacia la primera dcada del siglo
XX (y probablemente un poco antes tambin), los grupos ya no estaban se-
gregados. Por el contrario, ahora incluan tanto a afrouruguayos y blancos
uruguayos como a los nuevos inmigrantes europeos.
Claro que los niveles de integracin racial variaban segn la comparsa.
La sociedad de negros ms importante de esos aos, Los Esclavos de
Nyanza, fundada en el ao 1900, estaba formada casi en totalidad por
inmigrantes italianos y espaoles que vivan en el conventillo La Facala, en
el barrio de Palermo. Hay alguna evidencia que sugiere que desde el inicio
94 MEMORIAS DE FRICA
de las comparsas en la dcada de 1860, cualquier grupo que usara la palabra
esclavos en su nombre era o una comparsa integrada completamente por
blancos o (a partir del 1900) por una mayora blanca. Los afrouruguayos,
obviamente, eran menos propensos a elegir esa parte de su pasado como
fuente de inspiracin para su nombre artstico. De modo que los Nyanzas,
junto con otros grupos de esclavos de principios de 1900 los Esclavos
del Congo, Esclavos de la Habana, Esclavos de Asia y otros eran mayo-
ritariamente blancos. Sin embargo, para esos aos, cada uno de esos grupos
tena al menos algunos miembros negros. Uno de los fundadores de los
Nyanzas fue Juan Delgado, un famoso jugador de ftbol que tambin era
el director de los tambores del grupo220. Un rol similar desempeaba Jos
Leandro Andrade, otra estrella del ftbol uruguayo y lder de la cuerda de
tambores de los Libertadores de frica221.
Otro grupo integrado predominantemente por blancos era la nueva
encarnacin de Los Pobres Negros Orientales. La comparsa, que haba
desaparecido en algn momento de la dcada de 1880, fue resucitada en
1894, esta vez como un grupo de blancos. El hecho fue lo suficientemente
curioso como para que La Propaganda se preguntara quin haba autorizado
esa usurpacin del nombre de Los Pobres Negros y lamentaba que el
fundador original de la comparsa, Jos Lisandro Prez, no estuviera vivo
para protestar. Sin embargo, hacia 1912 ya haba entre los miembros de la
comparsa algunos negros. Tal vez por eso ese ao el conjunto fue invitado a
tocar en el baile de carnaval de la sociedad de color en el Teatro Cibils222.
Ms parejos en su balance entre integrantes blancos y negros eran los
grupos Los Congos Humildes (fundado en 1907) y Los Guerreros del
Sur223. Seguramente, existan an ms grupos interraciales, pero como no
han quedado fotografas u otros documentos que revelen su composicin,
no podemos especular sobre la proporcin de negros y blancos que los in-
tegraban. Dentro de esta lnea estn incluidos Los Pobres Negros Cubanos
(comparsa fundada en 1896), los Hijos de la Habana (1912), Guerreros de
las Selvas Africanas (1915), Libertadores de la Habana (1915) y otros224.
MEMORIAS DE FRICA 95
Sin importar su composicin racial, todas las comparsas acordaban en
proclamar el calor de su ritmo. Con solo or el comps / Nuestros cuerpos
se estremecen / Como si le introdujesen/ Fuerza electricidad!! cantaban
los Guerreros de las Selvas Africanas en 1916225. Los Congos Humildes
(1912) no se quedaban atrs:
En el Congo
Lo bailamos
Y era aquello
De admirar
Como el cuerpo
Se quebraba
En el tango
Al empezar.
Dle el parche
Compaero
Aunque rompa
El tamboril.
Que este canto,
Que este baile
Hace al Congo
Revivir.
Nuestro pecho
Ya fogoso
Hoy se empapa
De sudor,
Al bailar este tanguito
Que por cierto
Da calor226.
96 MEMORIAS DE FRICA
Era imposible no bailar al ritmo caliente de esa msica, el pblico no
tena otro remedio ms que moverse como si le introdujesen a fuerza la
electricidad227. Lo cual inmediatamente lleva a preguntarse: con quin se
bailaban estos ritmos tan potentes? Los Pobres Negros Hacheros se decla-
raban dispuestos a hacerlo con cualquier muchacha joven, sin importar su
raza: vengan rubias y morenas / que el color no desentona / con tal de
ser quebrachona / para el tango rajador228. La mayora de los grupos, sin
embargo, se pronunciaban a favor de la morena hechicera a la que los
Lanceros del Plata dedicaban esta cancin: [a] la morena hechicera / que
requebr sus caderas / con donaire original / grabando en su pensamien-
to / los besos que se cruzaron / cuando en pareja bailaron / algn tango
Nacional229.
MEMORIAS DE FRICA 97
2.2 Escobero, mama vieja y gramillero, 1964
Los negros lubolos de clase media y alta evitaban a las mujeres negras; siempre
hacan de las muchachas de su propia clase el objeto privilegiado de sus canciones.
Retomando la tradicin de las comparsas afrouruguayas, las comparsas prole-
tarias volvieron a las morenas. Pero al mismo tiempo, trataron de minimizar la
carga ertica de la mujer negra transformndola en un nuevo personaje africano,
igual que el gramillero o el escobero. As surgi la mama vieja, una negra anciana
vestida con pollera larga y enagua, blusa de mangas acampanadas y un pauelo
colorido en la cabeza. Por lo general, tambin lleva un paraguas y baila al ritmo del
candombe con su compaero habitual, el gramillero230.
Aunque hoy es un personaje esencial de las comparsas, la mama vieja
no hizo su debut hasta principios del 900. Y aunque hoy en da su papel
98 MEMORIAS DE FRICA
es representado por mujeres, en ese entonces, los que la encarnaban eran
hombres231.Por qu habr aparecido la mama vieja en ese preciso momento
del carnaval de Montevideo? Ya que no contamos con relatos de los inte-
grantes de las comparsas de la poca, slo podemos especular. Al igual que
el escobero y el gramillero, la mama vieja simbolizaba una de las formas del
poder negro; de hecho, distintos tipos de poderes asociados a la historia de
los africanos en Uruguay. Era la Madre Negra encargada de amamantar,
cuidar y criar tanto a los nios blancos como a los negros232. Tambin era la
sirvienta de confianza y la principal responsable por el buen funcionamiento
de los hogares de clase media y alta de Montevideo. Y en algunos casos
(nunca sabremos el nmero exacto) era objeto de los deseos sexuales del
patriarca dueo de la casa y/o la que iniciaba a los hijos varones de la elite
uruguaya en los secretos de la vida sexual233.
Hacia 1900, ya casi no haba mujeres africanas en Montevideo y las pocas
que quedaban no vean con buenos ojos la idea de exponerse pblicamente
saliendo a la calle a bailar nacin (es decir, bailar al estilo africano)234. Al
crear a la mama vieja, las comparsas se apropiaron del valor simblico de esta
figura femenina asociada al poder maternal, domstico y sexual. A la vez que
un acto de apropiacin de clase (recordemos que las comparsas proletarias
estaban, de este modo, tomando para s una figura cercana a la clase alta
montevideana) era, obviamente, un acto de apropiacin racial (de ahora
en ms, las mujeres africanas ya no se negaran a entretener a los blancos
bailando nacin) y tambin sexual. Que en la mayora de los casos estas
mujeres africanas fueran en realidad hombres europeos no haca ms que
agregar posibilidades cmicas a esa triple apropiacin235. Por mucho tiempo,
los montevideanos se haban burlado del contraste entre la dignidad de los
reyes africanos y su pobre estatus social; ahora podan rerse todava ms de
la distancia insoslayable entre la femineidad aosa de las mamas viejas y la
virilidad evidente de los jvenes blancos que las encarnaban.
Adems de las encantadoras morenas, fueran jvenes y sensuales o viejas
y graciosas, las comparsas proletarias tambin tomaron de las comparsas
negras su evocacin nostlgica del hogar perdido en el continente africano.
MEMORIAS DE FRICA 99
La prueba nmero uno de esta tendencia es la comparsa Los Esclavos de
Nyanza, la ms importante del 900. El grupo estaba compuesto casi en su
mayora por inmigrantes europeos, de ah que sus canciones expresaran con
tanta fuerza la melancola por el abandono de su tierra natal al otro lado del
ocano. Sin embargo, la figura utilizada para hablar de esa melancola, no
era Europa, sino el paraso mtico africano:
En herico resurgir
Nyanzas el pecho mostrad
Es de cobardes gemir
Es de valientes luchar
Los tambores africanos fueron la voz de la clase obrera, una voz que se
hizo or por toda la ciudad. Cuando marchaban por las calles, las comparsas
proletarias marcaban la hora de la fiesta y el pblico los saludaba con entu-
siasmo; pero los comerciantes y las elites polticas no siempre se sumaban
a la alegra generalizada de estos festejos. Luego de la cruzada civilizadora
del carnaval lanzada durante el siglo anterior, el objetivo del 900 fue el de
transformar el evento en una atraccin turstica para los extranjeros. Como
consecuencia, surgieron nuevos grupos, con un estilo mucho ms teatral.
En el caso de las comparsas, esta tendencia se traducira en la creacin del
ltimo y ms importante de los personajes de su elenco estable: la vedette.
Hacindose eco de estos cambios, el Montevideo Times de 1913 repor-
taba: el paulatino reconocimiento que esta ciudad est recibiendo como
lugar de veraneo para los turistas de Brasil y Argentina...y el carnaval es uno
de los puntos ms importantes de la temporada de verano. Por lo tanto, hoy
en da se puede decir que el carnaval se ha transformado en una empresa
comercial, por el bien de los visitantes que l mismo atrae247. Cada ao,
la revista ilustrada Mundo Uruguayo se ocupaba de cubrir los esfuerzos
de la ciudad por organizar un carnaval orientado al pblico extranjero. En
una nota de 1923, apoy la iniciativa de la Municipalidad de subsidiar la
construccin de tablados en los principales barrios de la ciudad para que las
comparsas actuaran y compitieran por distintos premios248. Sumado al apoyo
econmico proporcionado por los negocios y organizaciones comunitarias,
este subsidio llev a una verdadera proliferacin de los tablados en toda la
ciudad hasta llegar a 150 entre 1930 y 1940249. Como culminacin de estos
esfuerzos, en 1944, la ciudad inaugur el Teatro del Verano, un anfiteatro
donde a partir del ao siguiente, los grupos de carnaval empezaron a com-
petir todos los aos por premios municipales250.
Black melody
Rara cancin
Msica de locura
Ritmo sensual
7DEODGR(O&RQJRHVWiGHHVWD
Educacin
(19502010)
Esa noche de febrero de 1956 fue tibia y estuvo llena de luz. Brillaba la
luna y 100.000 espectadores llenaban las calles de Palermo y el Barrio Sur
esperando las primeras Llamadas, el desfile de comparsas de negros recin
creado por la Comisin de Fiestas de la Municipalidad409. Para ese momen-
to, ya haca casi un siglo que las comparsas marchaban por las calles de
Montevideo; pero hasta entonces lo haban hecho solas o en los desfiles de
carnaval que combinaban todo tipo de grupos (marineros, gauchos, murgas,
etc.). Ahora, por primera vez, la ciudad haba decidido dedicar toda una
noche a las sociedades de negros y la expectativa del pblico era enorme.
Mientras esperaba el comienzo del evento, la gente no dej de moverse
y de charlar. Pero cuando se oyeron los primeros toques del tambor a la
distancia, ese sonido casi misterioso que se acercaba ms y ms, un silencio
absoluto, de rito religioso, call sobre la multitud. Las comparsas, reportaba
El Pas, daban la sensacin de que llegaban del mar, que hubieran desem-
barcado de una nave invisible, bajo la magia de la luna llena, no como hace
un siglo, esclavos, sino como estn ahora, libres, dueos de su destino con
ese imborrable son rtmico que les viene de siglos sin amenguar jams410.
Posedas por el ritmo atronador de los tambores, las bailarinas de las
comparsas estaban frenticas y danzaban como verdaderos trompos locos
de alegra. En cada grupo, las negras hacan ochos inverosmiles como
posedas de Luzbel y se retorcan como serpientes sobre las que hubieran
Sin embargo, como lo reconoce el mismo Guss, las imgenes y los sm-
bolos presentes en esas fiestas nacionales no son impuestas automticamente
por las autoridades del Estado. Compositores y letristas, coregrafos, baila-
rines, actores y el pblico mismo intervienen en la creacin de estos eventos
que, como las Llamadas, son sitios de negociacin y disputa permanente
en torno al contenido y al significado de la cultura popular de una Nacin.
En el caso de las Llamadas, esas negociaciones comenzaron en 1955 con
el proyecto que ACSU (Asociacin Cultural y Social Uruguay) le propuso
a la Municipalidad de Montevideo: la creacin de las Fiestas Negras, un
Negra!
Cuerpo de palmera!
Divina, flor carnal,
Eres mensajera
De aquel Carnaval.
Negra!
Tu piel azabache
Tiene suave vaivn:
Al sentir los parches
Vuelves otra vez480.
El show que arm Balle en 1980 para la comparsa Calle Ancha abra con
Hermanos a cantar, un nmero en el que una diosa africana mecindose
romnticamente traa la paz a dos tribus en guerra. Una fantasa volva a
saludar a la morena sensual, y Ansina, al viejo y leal moreno sirviente de
Jos Gervasio Artigas. El cuadro que cerraba el show, Es mi raza insista en
las imgenes ms estereotpicas de los afrouruguayos:
Es mi raza la morena!
Es mi raza, la morena!
La que dice en su Chs Chs:
Cuando blanco tiene pena,
Negro lo quiere abrazar!
Es mi raza la morena!
La que sabe ms reir!
Porque corre por mis venas
Sangre roja Lucum481!
Las comparsas siempre haban cantado sobre el tema del poder que el
tambor ejerca en la gente negra. Ahora tambin hablaban de su poder sobre
los blancos y de su papel como forjador de la identidad nacional. En 1980,
el grupo Races hablaba de cmo los tambores del candombe
DICTADURA Y DEMOCRACIA
(19602010)
Dictadura y democracia
Durante los aos 70, una ola de dictaduras militares sacudi al Cono
Sur y Uruguay no fue la excepcin. La crisis econmica, la movilizacin
creciente del sector sindical y el accionar cada vez ms visible de la guerrilla
de los Tupamaros terminaron por convencer a las fuerzas armadas de que
la situacin poltica y econmica del pas estaba fuera de control. Una vez
derrotados los Tupamaros (en 1972) y asumido formalmente el poder (en
1973), los militares trataron de imponer una disciplina frrea sobre todas
la reas de la sociedad uruguaya, tanto en la economa como en el sistema
poltico. Segn su razonamiento, la democracia a la uruguaya haba llevado
a demandas excesivas de sectores como el sindicalismo y el movimiento
estudiantil que, a los ojos de los militares, eran las principales fuentes de
peligro para la unidad nacional. Dos instituciones encarnaban ese peligro
para las fuerzas armadas: la Convencin Nacional de Trabajadores (fundada
en 1964) y el Frente Amplio (una coalicin de partidos de izquierda insti-
tuida en 1971), organizaciones que pronto seran el blanco de la represin
organizada del rgimen militar. Entre 1973 y 1985, en todo Uruguay fueron
arrestadas aproximadamente 8.700 personas por razones polticas, lo cual en
ese momento consista en la tasa ms alta de presos polticos en el mundo.
La mayora de esos detenidos fueron torturados505.
En lo econmico, la dictadura tambin actu con extrema dureza. En
un intento por disminuir la inflacin, reprimi las demandas de los trabaja-
dores de mejores salarios; redujo el gasto pblico en programas sociales y en
la promocin de la industria nacional, adems de levantar las restricciones a
la importacin. El resultado fue el desequilibrio inmediato de la balanza co-
mercial, el aumento del desempleo y la cada dramtica de la calidad de vida
en todo el pas. Para 1978, el salario promedio real en Uruguay constitua
Uruguay Brasil
Negro Blanco BN Negro Blanco BN
2529 8.6 10.0 1.4
3039 8.2 9.5 1.3 2544 5.2 7.5 2.3
4049 7.1 8.9 1.8
5059 6.0 7.6 1.6 4559 3.1 5.5 2.4
60 4.2 5.8 1.6 60 1.6 3.5 1.9
Uruguay Brasil
Negro Blanco BN Negro Blanco BN
46 89.7 90.8 1.1 56 83.0 86.4 2.6
713 98.4 98.9 0.5 714 97.1 98.4 1.3
1417 68.4 80.5 12.1 1517 79.6 85.1 5.5
1819 45.1 48.9 3.8
1824 22.3 40.7 18.4
2024 22.0 29.1 7.1
Fuentes: Bucheli y Cabella, Perfil demogrfico, 42; IBGE, Sntese de indicadores sociais, 2007, table 8.4
Uruguay Brasil
Fuentes: INE, Encuesta Continua, 12; IBGE, Censo demogrfico, 1991: Mo de obra, 223.
Dado que Uruguay contaba con niveles ms bajos de desigualdad racial
en la totalidad de su mercado laboral, las diferencias raciales en cuanto al
salario tambin eran menores que en Brasil. Sin embargo, en los dos pases
esas diferencias seguan siendo importantes: para 1996, el salario promedio
de los afrobrasileos representaba el 48 por ciento de lo que ganaban los
blancos, mientras que los afrouruguayos ganaban el 61 por ciento de lo
que cobraban sus compatriotas blancos548. Sin embargo, la diferencia entre
los dos pases en cuanto a la disparidad racial en el ingreso no se traduca en
diferencias significativas para los ndices de pobreza: tanto en Brasil como
en Uruguay, los negros pobres duplicaban a los blancos. En 2006, el 50 por
Tabla 5.5. Poblacin de Uruguay y de Brasil, por raza y quintil del ingreso
nacional, en porcentajes, 2006.
Uruguay Brasil
TABLA 5.6 Promedio anual del gasto pblico social en algunos pases lati-
noamericanos, por categoras principales y segn el porcentaje del Producto
Interno Bruto (PIB) que representan,19902005
Seguridad
Educacin Salud Otro Total
Social
Argentina 4.3 4.6 9.9 1.5 20.3
El diputado candombero559
Despedida
Archivos y Bibliotecas
Archivo de la Ciudad de Montevideo
Archivo Fotogrfico de Montevideo
Archivo General de la Nacin
Asociacin Cultural y Social Uruguay Negro (ACSUN)
Biblioteca del Poder Legislativo
Biblioteca Nacional
Materiales Especiales (BN-ME)
Sala Uruguay (BN-SU)
Cinemateca Uruguaya
Organizaciones Mundo Afro
Museo Romntico
Museo y Archivo Histrico Municipal (MAHM)
Servicio Oficial de Difusin Radio Televisin y Espectculos (SODRE)
Entrevistas
Eduardo Acosta, Montevideo, 26 de agosto de 2008
Milita Alfaro, Montevideo, 10 de octubre de 2001
Pilar Alsina, Montevideo, 9 de noviembre de 2001
Benjamn Arrascaeta, Montevideo, 9 de octubre de 2001
Hugo Arturaola, Montevideo, 23 de octubre de 2001
Jorge Canepa, Montevideo, 28 de agosto de 2008
Enrique Daz, Montevideo, 23 de noviembre de 2001
Ricardo Durn, Montevideo, 11 de octubre de 2001
Amanda Espinosa, Montevideo, 19 de octubre 2001
Luis Ferreira, Montevideo, 3 de diciembre de 2001
Pedrito Ferreira Tabrez, Montevideo, 3 de diciembre de 2001
Tina Ferreira, Montevideo, 11 de diciembre de 2001
Padre Pedro Frontini, Montevideo, 18 de diciembre 2001
Rubn Galloza, Montevideo, varias entrevistas, septiembre - diciembre de 2001
Miguel Garca, Montevideo, 5 de febrero de 2002
Gustavo Goldman, Montevideo, varias entrevistas, aos 2001, 2004 y 2008
Fernando Gmez Germano, Montevideo, 11 de octubre de 2001
Vicente Greco, Montevideo, 2 de septiembre de 2008
Jorginho Gularte, Montevideo, 28 de noviembre de 2001
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2001
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Fernando Lobo Nez, Montevideo, 24 de octubre de 2001
Pedro Ocampo, Montevideo, 4 de septiembre de 2001
Toms Olivera Chirimini, Montevideo, 16 de octubre de 2001
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256 BIBLIOGRAFA
NOTAS
1 Blancos y Colorados, los dos partidos polticos principales del pas, jams
lograron ponerse de acuerdo sobre la fecha que marcara el aniversario patrio.
Los Blancos siempre insistieron en 1825 (ao en que el lder de su partido,
Juan Antonio Lavalleja, encabez el movimiento independentista contra
Brasil) y los Colorados sostenan que deba ser 1830, fecha en la que uno de
sus lderes, Fructuoso Rivera, supervis la redaccin de la Constitucin de
ese mismo ao. Finalmente, los dos partidos acordaron celebrar ambas fechas
y por eso, hasta el da de hoy, Uruguay tiene dos feriados patrios: el 25 de
agosto (Da de la Declaracin de la Independencia en 1825) y el 18 de julio
(fecha en la que se jur la Constitucin de 1830). Caetano, Los uruguayos del
Centenario, 1114.
2 Sobre las reformas de Batlle, ver Vanger, Jos Batlle y Ordez; Vanger, The
Model Country; Frega, La formulacin de un modelo; Ehrick, Shield of
the Weak. En cuanto a las estadsticas, ver BulmerThomas, Economic
History, 85, 110, 147; Thorp, Progress, Poverty, 354. Tal vez el indicador
ms gratificante de todos para el pas haya sido la medalla de oro en ftbol en
las Olimpadas de 1924 y 1928. Uruguay cuenta adems entre sus orgullos
el hecho de haber sido sede de la primera Copa Mundial en 1930 en la que,
le gan la final a Argentina en el recin inaugurado Estadio Centenario.
Galeano, El ftbol, 5053, 5960, 6264.
3 El libro del Centenario, 6.
4 El libro del Centenario, 6, 43.
5 Arajo, Tierra uruguaya, 4850; Leone, Manuales escolares, 175; Arajo
Villagrn, Estoy orgulloso, 78,80. El viajero estadounidense, W. J. Holland
anotaba en 1913 los uruguayos alegan con orgullo que no es probable que
las cuestiones raciales afecten a su repblica en el futuro. El nuestro, dicen,
es un pas de blancos. Holland, To the River Plate, 94. Ver tambin Herrera,
El Uruguay internacional, 28; Fedwick y Delaney, Twentieth Century
Impressions, 78, 518.
6 Sobre estos textos, ver: Leones, Manuales escolares.
7 Abadie Soriano y Zarrilli, Democracia, 12830
8 Abadie Soriano y Zarrilli, Democracia, 15.
9 Abadie Soriano y Zarrilli, Democracia, 23, 912, 11011, 182.
10 Abadie Soriano y Zarrilli, Democracia, 180.
11 Sobre el perodo de Terra, ver: Jacob, El Uruguay de Terra; Porrini, Derechos
humanos.
12 Los nicos peridicos afrolatinoamericanos que superaron en duracin a
Nuestra Raza fueron A Alvorada (190763?), publicado en el estado de Rio
Grande do Sul (Brasil) y el Panama Tribune (publicado en ingls de 1928
BIBLIOGRAFA 257
a 1973). Loner, Construo de classe, 459; Westerman, Los inmigrantes
antillanos, 12428.
13 Adems de los consignados en la bibliografa (que pueden consultarse en la
Biblioteca Nacional de Uruguay), existen dos ms que no tuve tiempo de
revisar: Democracia (Rocha, 19426) y Orientacin (Melo, 194145).
Otros ttulos adicionales de los que tengo referencia pero que no pude lo-
calizar son: CIAPEN (Montevideo, 1951), La Crnica (Montevideo, 1870),
El Erial (Montevideo, 1942), PAN (Montevideo, 193738), El Peligro
(Rivera, 1934), El Porvenir (Montevideo, 1877), Renovacin (Montevideo,
193940); El Sol (Montevideo, c.1870); El Tribuno (Montevideo, aos
indeterminados entre 1870 y 80).
14 Sobre la prensa afrobrasilea y la afrocubana, ver: Ferrara, A imprensa
negra paulista, 23777; Mello, Para o recreio; de la Fuente, Nation for
All, 415. Las comparaciones demogrficas estn basadas en el ao 2000.
Ver: Andrews, AfroLatin America, 156. Sobre la prensa afrouruguaya,
ver: Rodrguez, Mbundo malungo, 57154; Lewis, AfroUruguayan
Literature, 2746.
15 Sobre la equivalencia legal de negros y mulatos, ver: Petit Muoz, La condi-
cin jurdica, 6169; la cita pertenece a la pgina 61. Sobre las restricciones
legales que pesaban sobre ambos grupos, consultar las pginas, 33465,
385434.
16 Andrews, AfroArgentines, 7792; Platero, Piedra libre; Geler, Otros
argentinos?; Cirio, Tinta negra.
17 En el ao 2005, el Banco Mundial realiz una encuesta en dos barrios histri-
camente negros de las ciudades de Santa Fe y Buenos Aires. El tres por ciento
de los residentes de esos barrios se autodefini como afrodescendiente,
mientras que un 0.8 no se identific como afrodescendiente, pero reconoci
tener uno o ms ancestros africanos. Obviamente, la representacin de los
afroargentinos en el pas es considerablemente menor que en esos vecinda-
rios. Resultados de la Prueba Piloto.
18 Para los datos de inmigracin, ver SnchezAlbornoz, Population, 92;
para los datos de poblacin, Rock, Argentina, 153; y Nahum, Manual, vol. 1,
205.
19 Borucki y otros, Esclavitud y trabajo,12651, 17590.
20 Directoria Geral de Estatstica, Sexo, raa, 23; Bucheli y Cabella, Perfil
demogrfico, 57. Sobre Artigas y Rivera, ver Chagas y Stalla, Recuperando la
memoria.
21 Sobre este tema, ver el captulo 5.
22 Bucheli y Cabella, Perfil demogrfico,1011.
23 Telles, Race in Another America, 85; para estudios estadsticos recientes que
utilizan las categoras raciales blanco/negro, ver Shicasho, Desigualdade racial;
Lopes y Moreira, Relatrio; Paixo y Carvalho, Relatrio anual.
258 BIBLIOGRAFA
24 CarvalhoNeto, Estudios afros, 197. Los resultados finales fueron: 106
miembros negros, 135 pardos y tres blancos (estos ltimos, casados con
miembros negros); pp. 19799. Algunos investigadores en Brasil han en-
contrado la misma incertidumbre y permeabilidad en la lnea divisoria de
pretos y pardos. Telles, Race in Another America, 8891; Lovell y Wood,
Skin Color, Racial Identity, 9194.
25 CarvalhoNeto, Estudios afros, 21525. En Ro de Janeiro, 81 por ciento
de los estudiantes encuestados no se casara con un preto, mientras que un 66
no lo hara con un mulato; en total, 53 por ciento de los estudiantes senta
hostilidad hacia los negros, mientras que 68 por ciento la senta hacia los
mulatos. Pinto, O negro no Rio, 180, 193.
26 CarvalhoNeto, Estudios afros, 231.
27 Merino, El negro en la sociedad, 100.
28 La idea de analizar sistemticamente el uso de la terminologa racial en estas
publicaciones se me ocurri cuando ya haba terminado mi investigacin en
Uruguay y estaba de vuelta en los Estados Unidos. Por lo tanto, las tablas I.2
y I.3 no son el producto de un estudio exhaustivo del universo de peridicos
que consult, sino que estn basadas en las notas que tom sobre artculos
y columnas especficos. El nmero de referencias raciales en esas notas es,
sin embargo, lo suficientemente grande 367 provenientes de la prensa
masiva y 496 de la prensa negra como para constituir una muestra bastante
representativa del uso de esos trminos en los peridicos del pas.
29 Sobre el uso del trmino clase para referirse a la raza, ver Andrews, Afro
Argentines, 204.
30 Sobre esta distincin, ver: Wade, Race and Ethnicity, 1619.
31 Lpez Reboledo, Isabelino Gradn; Blixen, Isabelino Gradn, 23.
32 Sobre Andrade, ver: Morales, Andrade; Chagas, Gloria y tormento. Sobre
Varela: Pippo, Obdulio; Mancuso, Obdulio. Sobre los jugadores afro
uruguayos famosos, ver: Gutierrez Cortinas, Los negros en el ftbol.
33 Dios es negro, La Repblica (26 de noviembre de 2001), 1.
34 Gutirrez Cortinas, Los negros en el ftbol, 218.
35 Coronel Feliciano Gonzlez, Rumbo Cierto (mayo de 1945), 3.
36 Nuestra personalidad, Revista Uruguay (abril de 1947), 10.
37 Pierri, Una mujer, 29.
38 Afrouruguayos sienten discriminacin en tiendas y escuelas, segn informe,
El Pas (8 de septiembre de 2004).
39 El diputado candombero, El Pas (17 de febrero de 2001).
40 Outerelo Souto y otros, Carnaval, vol. 1, 81.
41 Sobre esas reglas, ver: Outerelo y otros, Carnaval, vol. 1, 4244.
42 Nyanza es una provincia de Kenya en la frontera con el Lago Victoria.
Casualmente, tambin es el lugar de nacimiento de Barack Obama, Sr., el
padre del actual presidente de los Estados Unidos.
BIBLIOGRAFA 259
43 Para ms informacin sobre los Nyanzas, ver: Trouppes y comparsas que ob-
tuvieron los primeros premios en el Concurso Municipal, Mundo Uruguayo
(3 de abril de 1930), 2627; Evocacin de Nianza, Mundo Uruguayo
(7 de marzo de 1935), 1213; Palermo ya no tiene carnavales Mundo
Uruguayo (6 de marzo de1941), 45, 83; Al chas chas de sus tamboriles los
esclavos [sic] de Nyanza volvern a recorrer las calles montevideanas, Mundo
Uruguayo (10 de febrero de 1949), 2223. Acompaan a estos artculos al-
gunas fotografas del grupo que, desafortunadamente, no tienen la definicin
de imagen necesaria como para poder ser reproducidas en este libro.
44 Lott, Love and Theft. Ver tambin la referencia de Radano al fenmeno
estadounidense de los minstrels negros como una combinacin de desprecio
[y] deseo. Radano, Lying Up a Nation, 6.
45 Los black minstrels fueron msicos y humoristas blancos (en su mayora;
algunos fueron negros) que se pintaban y se disfrazaban para presentarse al
pblico como negros del Sur de Estados Unidos. Cantaban y contaban chistes
en lenguaje supuestamente afroamericano y de contenido frecuentemente
grosero y racista.
46 Lane, Blackface Cuba; Leal, La selva oscura. Sobre las tensiones raciales aviva-
das por las guerras de Independencia, ver: Ferrer, Insurgent Cuba; Helg, Our
Rightful Share. Sobre el impacto posterior del teatro bufo en Puerto Rico, ver
Rivero, Tuning Out Blackness, 2266.
47 Chasteen, National Rhythms.
48 Chasteen, National Rhythms; Moore, Nationalization of Blackness; Lane,
Blackface Cuba,14979; McCann, Hello, Hello Brazil; Vianna, Mystery
of Samba. Para el caso de la msica costea afrocolombiana, ver: Wade,
Music, Race, and Nation.
49 La cita est tomada de Chasteen, National Rhythms, 63.
50 Los principales trabajos disponibles en esa poca eran: Petit Muoz, La
condicin jurdica; Rama, Los afrouruguayos; Pereda Valds, El negro en el
Uruguay; Isola, La esclavitud; CarvalhoNeto, El negro uruguayo; Merino,
El negro en la sociedad; Santos y Porzecanski, Historias de vida; Britos Serrat,
Antologa de poetas negros; Pelfort, 150 aos; Santos, La herencia cultural
africana; Montao, Umkhonto; Ferreira, Los tambores del candombe;
Goldman, Salve Baltasar!.
51 Sobre los debates y discusiones promovidos por los activistas afrouru-
guayos, ver el captulo 5. Sobre los temas y tendencias ms generales en el
estudio de AfroLatinoamrica, ver Wade, AfroLatin Studies; Andrews,
AfroLatin America.
52 Olivera Chirimini y Varese, Los candombes de reyes; Ferreira, El movimiento
negro; Rodrguez, Racismo y derechos humanos; Rodrguez, Mbundo malun-
go; Borucki y otros, Esclavitud y trabajo; Lewis, AfroUruguayan Literature;
Porzecanski y Santos, Historias de exclusin; Betancur y otros, Estudios
260 BIBLIOGRAFA
sobre la cultura; Acree y Borucki, Jacinto Ventura de Molina; Gortazar, El
licenciado negro; Betancur y Aparicio, Amos y esclavos; Goldman, Lucamba;
Goldman, Cultura y sociedad; Borucki, Abolicionismo y trfico; Montao,
Historia afrouruguaya; Scuro Somma, Poblacin afrodescendiente; Chagas y
Stalla, Recuperando la memoria.
53 El libro que ms se acerca a una perspectiva de largo plazo, es: Rodrguez,
Mbundo malungo.
54 Hasta ahora, estos lectores podan acceder a algunas introducciones breves
a la historia afrouruguaya en: Rama, Passing of the AfroUruguayans;
Rout, African Experience, 197205; da Luz, Uruguay; Olivera Chirimini,
Candombe, African Nations.
55 Andrews, AfroArgentines; Andrews, Blacks and Whites; Andrews,
AfroLatin America.
56 Sobre la democracia racial en otros pases, ver: de la Fuente, Myths of Racial
Democracy; Andrews, Brazilian Racial Democracy; Lasso, Myths of
Harmony; Alberto, Black Intellectuals; Wright, Caf con Leche; Montaez, El
racismo oculto.
57 Sobre estos debates en Brasil, ver: Telles, Race in Another America, 23970;
Fry y otros, Divises perigosas; Kamel, No somos racistas; Risrio, A utopia
brasileira; Guimares, Racismo e antiracismo, 165210; Santos, Aes
afirmativas; Brando, Cotas raciais.
58 CD 185, Archivo Sonoro Lauro Ayestarn, Museo Romntico. En el mo-
mento de la entrevista (27 de abril de 1963) Pardo Larraura tena 89 o 96
aos (primero declar que su edad era 89, pero despus dijo que haba nacido
en 1867). Corrigi a su entrevistador, el musiclogo Lauro Ayestarn, en
varias cuestiones: l pensaba que el evento haba ocurrido en 1894 (1892,
segn ella) y en el Teatro Sols (no, rectific ella, en el Teatro San Felipe). En:
Goldman, Candombe, 12728, pueden verse fotos de Pardo Larraura c.
1890 y de 1966.
59 La gente de color en el Centenario, El Da (14 de octubre de 1892), 3.
60 La velada de San Felipe, La Tribuna Popular (13 de octubre de 1892), 2;
nfasis en el original.
61 Resea general de las fiestas del Centenario, La Semana (16 de octubre de
1892), 3; La velada de San Felipe, La Tribuna Popular (13 de octubre de
1892), 2. Ver tambin: La gente de color en el Centenario, El Da (14 de
octubre de 1892), 3; La gente de color, La Nacin (15 de octubre de 1892),
2.
62 Glosando reminiscencias, Nuestra Raza (octubre de 1933), 811;
Crnicas de antao, Revista Uruguay (septiembreoctubre de 1946),
1314.
63 Montao, Historia afrouruguaya, 21124. Sobre los tipos de trabajo que
hacan los esclavos, ver: Kandame, Coleccin de anuncios.
BIBLIOGRAFA 261
64 Montao, Umkhonto, 120.
65 De los africanos y afrobrasileos que vivan en Ro de Janeiro en 1799,
63 por ciento estaban esclavizados, mientras que el 37 por ciento vivan en
libertad; hacia 1808, en el estado de Baha (caracterizado por una economa
basada en la plantacin) el 47 por ciento de africanos y afrobrasileos eran
esclavos. En la poblacin total de Brasil, el porcentaje de esclavos era de 55
por ciento. Hasta Buenos Aires, una ciudad ms parecida a Montevideo en
muchos aspectos, mostraba un porcentaje menor de esclavizamiento (77 por
ciento). Ver: Karasch, Slave Life, 62; Reis, Slave Rebellion, 45; Andrews,
AfroLatin America, 41; Andrews, AfroArgentines, 50.
66 De los 94.000 africanos trados al Ro de la Plata entre 1600 y 1812, casi dos
tercios (60.000) llegaron despus de 1777. Borucki, Slave Trade. No est
documentado cuntos de esos 60.000 estuvieron destinados a Montevideo
y cuntos a Buenos Aires. A partir de 1791, los barcos negreros fueron obli-
gados a recalar en Montevideo para inspecciones de carga antes de seguir
hacia Buenos Aires. No se ha registrado cuntos esclavos desembarcaron en la
capital uruguaya durante esos aos. Dado que Buenos Aires era un punto de
pasaje obligado para los esclavos con destino al interior de Argentina, Chile,
Bolivia y Paraguay, es lgico suponer que la mayora de esos africanos sigui
hacia el puerto argentino y que el resto se qued en Uruguay.
67 Klein y Vinson, African Slavery, 20006.
68 Estos clculos estn basados en la poblacin esclava de 2.874 registrada
para 1805 y en los datos documentados por Arturo Betancur que arrojan
un total de 741 cartas de libertad otorgadas entre 1790 y 1820 (Betancur y
Aparicio, Amos y esclavos, 25). Esta combinacin da un promedio de 24.7
manumisiones por ao, lo cual implica un ndice de manumisin del 0.9 por
ciento anual. Pero si tenemos en cuenta que los registros de cartas de libertad
de la ciudad incluan a esclavos del interior (es decir, que se basaban en una
poblacin esclava mucho ms grande), el ndice de manumisin baja todava
ms. El ndice anual de manumisin para Buenos Aires en esa poca era de
1.3; para Lima, 1.2; para el estado de Baha (Brasil) era de alrededor del uno
por ciento. Ver: Johnson, Manumission; Hnefeldt, Paying the Price, 211;
Schwartz, Sugar Plantations, 332.
69 Sobre las sociedades africanas de ayuda mutua en otros pases, ver Chamosa,
To Honor the Ashes; Howard, Changing History; Brown, Santera
Enthroned, 2561; Friedemann, Cabildos negros; Chasteen, National
Rhythms, 88113. Sobre las salas de nacin en Uruguay, ver: Goldman,
Candombe, 3764; Borucki, Abolicionismo y trfico, captulo 4.
70 Chamosa, To Honor the Ashes.
71 Pereira, Los reyes negros; Rossi, Cosas de negros, 6070.
262 BIBLIOGRAFA
72 Para las prcticas religiosas de estas naciones, ver: Olivera Chirimini y Varese,
Los candombes de reyes, 11015; Gallardo, Un testimonio sobre la
esclavitud.
73 Nstor Ortiz Oderigo y Robert Farris Thompson reconstruyen, respectivamente,
la etimologa de candombe segn el lenguaje de Angola (el Kimbundu) y el de
Congo (KiKongo). En ambas lenguas, candombe significa relacionado o per-
teneciente a los negros (ka + ndombe). Ortiz Oderigo, Calunga, 19; Thompson,
Tango, 97 Sobre el candombe en Brasil, ver: Kiddy, Blacks of the Rosary, 59, 61.
74 Al igual que en otros pases de Amrica Latina, la Ley de Libertad de Vientres
en Uruguay era un programa de emancipacin gradual a partir del cual los
hijos de las mujeres esclavas pasaban a nacer legalmente libres. Sin embargo,
estaban obligados a servir al dueo de su madre hasta la mayora de edad,
momento en el que alcanzaban la libertad completa. La ley fue primero anun-
ciada como parte del programa revolucionario de Independencia en 1825 y
luego confirmada por la Constitucin de 1830. Pelfort, 150 aos, 5053.
75 Olivera Chirimini y Varese, Los candombes de reyes, 96.
76 Olivera Chirimini y Varese, Los candombes de reyes, 105; para otras descrip-
ciones de las danzas, ver 10306.
77 Ayestarn, El folklore musical uruguayo, 15157.
78 Olivera Chirimini y Varese, Los candombes de reyes, 137.
79 Olivera Chirimini y Varese, Los candombes de reyes, 13845; de Mara,
Montevideo antiguo, vol. 1, 278; nfasis en el original.
80 De Mara, Montevideo antiguo, vol. 1, 274; Goldman, Candombe, 86, 109,
111; ver tambin: Rossi, Recuerdos y crnicas, vol. 1, 48.
81 Harding, A Refuge in Thunder, 153.
82 As relata un autor un episodio durante el cual uno de los monarcas tena
puesto un traje que le iba demasiado grande: las faldas de la casaca le arras-
traban por el suelo, y los pantalones se los haba doblado por la mitad, que
al verlo no era posible contener la risa. Para empeorar las cosas, los zapatos
del rey eran tan chicos que en cierto momento tuvo que sacrselos y pas el
resto de la velada descalzo, caminando por la calle con los zapatos en la mano.
Pereira, Los reyes negros, 16163; ver tambin: Rossi, Cosas de negros,
62.
83 Goldman, Candombe, 58; Rossi, Cosas de negros, 62; ver tambin: Olivera
Chirimini y Varese, Los candombes de reyes, 13940. Una de las pocas
estatuas de un afrouruguayo que se conservan en el Montevideo de hoy
es, justamente, la del limpiador de letrinas. Fue erigida en 1930, como parte
de las celebraciones del Centenario. Al principio, iba a ser un aguatero (otra
de las ocupaciones asociadas con la negritud). Pero el escultor, Jos Belloni,
equivoc en su representacin la tpica figura del Aguatero y en su lugar
plasm la figura del recolector de excrementos. ntola y Ponce, La nacin
en bronce, 225. En 1942 el peridico Nuestra Raza exigi que la escultura
BIBLIOGRAFA 263
fuera retirada de su lugar de exhibicin. El escultor Belloni, con un falso
concepto esttico y un inconcebible desconocimiento de las costumbres de la
poca, plasm en el bronce ese adefesio, simbolizando al negro en un oficio
que si bien realiz, no haba porque perpetuarlo en el bronce. La estatua del
aguatero, Nuestra Raza (30 de octubre de 1942), 12.
84 Goldman, Candombe, 58, 60; la elipsis aparece tal cual en el original.
85 Las citas provienen de Acree y Borucki, Jacinto Ventura de Molina, 56. Las
obras completas de Molina (de ahora en ms, JVM), estn compuestas por
ms de 1.000 pginas de manuscritos encuadernados en tres gruesos vol-
menes. Se encuentran en la Sala de Materiales Especiales de la Biblioteca
Nacional de Montevideo. Acree y Borucki publicaron una edicin crtica de
los mismos (Jacinto Ventura de Molina). Ver tambin: Acree, Jacinto Ventura
de Molina; Gortzar, El licenciado negro.
86 Esprecyon natural agradecida, 1836, Libro 3, JVM; Acree y Borucki, Jacinto
Ventura de Molina, 56.
87 Acree y Borucki, Jacinto Ventura de Molina, 8384.
88 Acree, Jacinto Ventura de Molina, 50; Miguel Angel Berro, Secretario del
Gobierno a Jacinto Ventura de Molina, 4 de mayo de 1832, Libro 3, JVM;
Acree y Borucki, Jacinto Ventura de Molina, 204.
89 Carta de haviso, escrita S.M.Y en 20 de Avril: de 1827, Libro 1, JVM;
Acree y Borucki, Jacinto Ventura de Molina, 137.
90 Peticin a M.A.I.P.SSs, sin fecha (La anotacin de Prez est fechada el 6 de
diciembre de 1832), Libro 3, JVM; nfasis en el original.
91 Conclusin Poetica de Todo el Discurso, sin fecha, Libro 3, JVM; Acree y
Borucki, Jacinto Ventura de Molina, 203.
92 Acree y Borucki, Jacinto Ventura de Molina, 209; para otras descripciones
peyorativas de Molina o respuestas a sus peticiones, ver 20008.
93 Naciones del 1er Nordeste y Regulos que los Preciden, Libro 3, JVM; Acree
y Borucki, Jacinto Ventura de Molina, 11213.
94 Acree y Borucki, Jacinto Ventura de Molina, 129.
95 Acree y Borucki, Jacinto Ventura de Molina, 139.
96 Molina al Yllmo y Exclmo. Sr Capn. General, sin fecha (la respuesta en el
margen est fechada el 15 de abril de 1834), Libro 2, JVM; Acree y Borucki,
Jacinto Ventura de Molina, 125.
97 Molina al Yllmo. Y Exclmo Sr Capn. General; Acree y Borucki, Jacinto
Ventura de Molina, 126. Sobre la supuesta conspiracin de esclavos de 1833,
ver: Pedemonte, Hombres con dueo, 6169.
98 Acree y Borucki, Jacinto Ventura de Molina, 139. En sus propias peticiones
al gobierno colonial y luego al nacional, Molina se refiere frecuentemente a
sus aos de servicio en el ejrcito, que habran comenzado, segn l mismo
lo declara, en 1771, cuando a la edad de 5 aos, l y otros nios sirvieron en
una unidad de artillera espaola cargando municiones y otras provisiones
264 BIBLIOGRAFA
para los soldados. Molina lleg a ser sargento mayor en la milicia colonial,
primero bajo el dominio espaol y, luego de 1816, al servicio de Portugal y
Brasil. Primero Memorial Ystorico, Libro 2, JVM; Molina al Illmo. Sor.
Secretario, encargado de los Asuntos de la Guerra, (30 de octubre de 1823),
Libro 2, JVM; Acree y Borucki, Jacinto Ventura de Molina, 81.
99 Blanchard, Under the Flags of Freedom; Ferrer, Insurgent Cuba; Helg, Our
Rightful Share; Lasso, Myths of Harmony; Andrews, AfroLatin America,
5567, 87100.
100 Acerca del servicio prestado por los negros en las guerras de Independencia,
ver: Montao, Umkhonto, 157200; Pereda Valds, El negro en el Uruguay,
10723.
101 El nmero de enrolados en el ejrcito de los Colorados proviene de Borucki y
otros, Esclavitud y trabajo, 45; sobre el servicio de los afrouruguayos en la
Guerra Grande, ver: 3397. Sobre los varios decretos de emancipacin, ver:
Pelfort, 150 aos.
102 Sobre la ltima guerra civil entre Blancos y Colorados, ver: Chasteen, Heroes
on Horseback.
103 Algunos de los oficiales mencionados eran Feliciano Gonzlez, Jos Mara
Rodrguez, Isidoro Carrin, Agustn Bern, Simn Rodrguez, y tantos
otros. Caseros, La Regeneracin (1 de febrero de 1885), 1. Ver tambin:
Canto a mi raza El Peridico (14 de julio de 1889), 2; Pocos quedan, La
Regeneracin (4 de enero de 1885), 1; suplemento especial, Homenaje de
La Propaganda al centenario de la batalla de Las Piedras, La Propaganda
(10 de mayo de 1911). El oficial afrouruguayo (aunque raramente reco-
nocido como tal) de ms alto rango fue el Teniente General Pablo Galarza
(18511937), uno de los principales comandantes durante la guerra civil de
19034. Vanger, Jos Batlle y Ordez, 14565.
104 Igualdad ante la ley, El Progresista (18 de septiembre de 1873), 1.
105 El pasado y presente, La Conservacin (11 de agosto de 1872), 1. En 1876,
los afrouruguayos que estaban viviendo en Buenos Aires le pidieron al
gobierno de Montevideo que reinstalara en su cargo al cnsul uruguayo en
Argentina, Emilio Rodrguez. La clase de color sabe quin es un buen cnsul
y quien no; porque en general somos tratados sin consideracin alguna y so-
mos los ms sacrificados y los que mereceramos ms atencin. Concedido,
El Ferrocarril (5 de febrero de 1876), 2.
106 Negros Africanos, El Entierro del Carnaval (11 de febrero de 1883), 2.
107 Decamos ayer, El Peridico (5 de mayo de 1889), 1; LpezAlves, State
Formation and Democracy, 93.
108 Centro Uruguayo, La Regeneracin (25 de enero de 1885), 12. El Centro
todava exista en 1914. Correspondencia, La Verdad (30 de junio de 1914),
12. Al resear un baile poco concurrido, La Regeneracin atribuy la falta
NOTAS 265
de hombres a los rumores de que haba levas en la ciudad. Miscelnea, La
Regeneracin (15 de marzo de 1885), 2.
109 Sociedad Centro Uruguayo, El Peridico (9 de junio de 1889), 1.
110 Volvemos las andadas?, El Peridico (7 de julio de 1889), 1.
111 Soldados la fuerza, La Propaganda (3 de septiembre de 1893), 12.
112 La Propaganda (1 de octubre de 1893), 3; ltimo da, La Propaganda (12
de agosto de 1894), 3.
113 Ayer y hoy, La Conservacin (25 de agosto de 1872), 1; Siempre los mis-
mos, La Conservacin (6 de noviembre de 1872), 1; nfasis en el original.
114 Gortzar, La sociedad de color.
115 Acerca de las milicias ligadas a los partidos como formas de movilizacin
poltica en el Uruguay del siglo XIX, ver: LpezAlves, State Formation and
Democracy, 4995.
116 Sobre principistas y candomberos, ver: Pivel Devoto, Historia de los partidos,
vol. 2, 15559, 22781; Alfaro, Carnaval y modernizacin, 17982.
117 Gortzar, La sociedad de color. Hablando de uno de los varios presidentes
militares del pas, uno de los peridicos negros caracterizaba a esos hijos de
Marte como funestos a consecuencia de su absoluta carencia de dotes para
el gobierno civil; son militares sin instruccin alguna, y sin ms aspiraciones
que acumular riquezas y saciar sus apetitos y desenfrenos. El Peridico (9 de
junio de 1889), 3.
118 No ms silencio, El Progresista (25 de septiembre de 1873), 1. El peridico
no menciona el nombre del lder Colorado al que se atribuye la cita. Acerca
de la candidatura de Rodrguez ver: Rodrguez, Mbundo malungo, 5762.
119 Los hombres blancos y nosotros, La Conservacin (27 de octubre de 1872),
1.
120 No ms silencio, El Progresista (25 de septiembre 1873), 1.
121 Nuestro programa, La Regeneracin (14 de diciembre de 1884), 1.
122 No es obra de romanos, La Regeneracin (28 de diciembre 1884), 1.
123 La educacin, y varios padres de nuestra sociedad, El Progresista (4 de sep-
tiembre de 1873), 12; ver tambin: Notas de redaccin, La Propaganda
(7 de enero de 1894), 1.
124 Una buena iniciativa, La Verdad (5 de agosto de 1912), 2.
125 Comit Socialista Internacional: A los trabajadores de todos los pases, La
Voz del Obrero (marzo de 1904), 1; ver tambin: La influencia religiosa y la
libertad humana, El Amigo del Obrero (22 de enero de 1903), 1; Discurso
de un caballo inteligente al gran rey africano Mononene, La Voz del Obrero
(junio de 1904), 2; El Socialista (14 de mayo de 1911), 34.
126 Ver: Comit Socialista Internacional: A los trabajadores de todos los pases,
La Voz del Obrero (marzo de 1904), 1; La raza negra ante el Socialismo, La
Voz del Obrero (octubre de 1904), 34; Los negros en los Estados Unidos:
Lucha de razas, El Amigo del Obrero (27 de julio de 1904), 2; caricatura
266 NOTAS
en El Guerrillero (26 de julio de 1903), 1; La civilizacin de los negros, El
Amigo del Obrero (29 de marzo de 1905), 2. Para una lista completa de los
peridicos obreros revisados por mi asistente de investigacin (Lars Peterson)
en relacin con este proyecto, ver la Bibliografa.
127 Los negros en los Estados Unidos: Lucha de razas, El Amigo del Obrero (27
de julio de 1904), 2.
128 Sacrificios humanosAfrica, El Amigo del Obrero (19 de noviembre de
1904), 1; tira cmica en El Guerrillero (5 de julio de 1903), 23; El Amigo
del Obrero (11 de agosto de 1909), 1; El Amigo del Obrero (7 de septiembre
de 1909), 12. Sobre imgenes negativas de frica en la prensa obrera de
So Paulo, ver: Andrews, Blacks and Whites, 64.
129 Klaczko, El Uruguay de 1908.
130 Sobre la cuestin tnica y racial en los sindicatos latinoamericanos, ver: de la
Fuente, A Nation for All, 12328; Scott, Degrees of Freedom, 20715,
25369; Andrews, Blacks and Whites, 6066; Machado, From Slave
Rebels to Strikebreakers; Cruz, Puzzling Out Slave Origins; Loner,
Construo de classe, 26984.
131 Nahum, Manual de historia, vol. 1, 181.
132 Educacininstruccin, La Regeneracin (12 de abril de 1885), 1.
133 A la Escuela de Artes, La Regeneracin (19 de abril de 1885), 1; ver tambin:
La Escuela de Artes y Oficios, La Regeneracin (29 de marzo de 1885), 1;
La Escuela de Artes y Oficios, El Peridico (16 de junio de 1889), 1.
134 Ver, por ejemplo: Instruccin, El Eco del Porvenir (1 de octubre de 1901),
1; La apertura de las escuelas, La Verdad (15 de marzo de 1913), 1; Por
la instruccin de la raza, Nuestra Raza (20 y 30 de marzo de 1917), 1; La
terminacin del ao escolar, La Vanguardia (30 de noviembre de 1928), 1.
135 Refutando errores, Nuestra Raza (30 de julio de 1917), 12. En el mismo
tono, ver tambin: Instruccin, La Regeneracin (18 de enero de 1885),
1; Notas de redaccin, La Propaganda (7 de enero de 1894), 1; Pginas
femeninas, La Verdad (15 de diciembre de 1913), 1.
136 Necrologa, La Propaganda (3 de junio de 1894), 2. Esta nota reportaba
la muerte de un estudiante de Derecho, Hiplito Martnez, padre modelo,
quien haba fallecido sin haber podido finalizar sus estudios, pero habiendo
completado la mitad de la carrera.
137 Doctor Juan Crisstomo Diaz, La Regeneracin (8 de marzo de 1885), 1.
Rondeau dio sus primeros exmenes en 1894 y se gradu en 1901. El seor
Francisco Rondeau, La Propaganda (18 de noviembre de 1894), 12; Dr.
Francisco Rondeau, El Eco del Porvenir (15 de septiembre de 1901), 12.
138 Doctor Juan Crisstomo Daz, La Regeneracin (8 de marzo de 1885), 1.
139 Hablando con el Dr. Francisco Rondeau, Nuestra Raza (marzo de 1934),
23.
NOTAS 267
140 Los morenos de antes y ahora, Nuestra Raza (23 de agosto de 1934),
34.
141 Un tema interesante, La Verdad (15 de diciembre de 1912), 1. Estas re-
flexiones y conclusiones no impedan que el peridico publicitara los cursos
de preparacin para el ingreso a la universidad ofrecidos por el Club Social 25
de Agosto. Centros y sociedades, La Verdad (15 de enero de 1913), 2.
142 Citado en Goldman, Lucamba, 15
143 Todava no se ha realizado una investigacin sistemtica de estas organiza-
ciones. En cuanto a clubes de las mismas caractersticas en Buenos Aires, ver:
Gonzlez Bernaldo de Quirs, Civilidad y poltica.
144 Reglamento de la Sociedad Pobres Negros Orientales; Estatutos del Club Social
25 de Agosto. Mi agradecimiento a Gustavo Goldman, quien me inform de
la existencia de estos documentos en la Biblioteca Nacional. El Reglamento
aparece reproducido en Olivera Chirimini y Varese, Los candombes de reyes,
12328.
145 Centros y sociedades, La Verdad (15 de noviembre de 1912), 4.
146 Chasteen, National Rhythms, 11; especficamente sobre Montevideo, ver:
La ciudad bailando en Goldman, Lucamba, 5798.
147 Citado en Olivera Chirimini y Varese, Los candombes de reyes, 13637.
148 Goldman, Lucamba, 7476.
149 Olivera Chirimini y Varese, Los candombes de reyes, 18588. Durante
esas protestas, los lderes de la comunidad afrouruguaya sealaron un
caso similar ocurrido en Buenos Aires en 1880, donde la prohibicin racista
tambin haba sido levantada luego de manifestaciones en su contra. Sobre el
incidente, ver: Soler Caas, Pardos y morenos.
150 Goldman, Lucamba, 7879.
151 El Ferrocarril (22 de febrero de 1876); El Ferrocarril (6 de enero de
1883); y La Tribuna (12 de febrero de 1877), todos citados por Olivera
Chirimini y Varese en Los candombes de reyes, 173, 154, 178. Sobre los
bailes de negros hacia finales del siglo XIX, ver: Olivera Chirimini y Varese,
Los candombes de reyes, 17091 y siguientes.
152 Seccin amena, La Regeneracin (8 de marzo de 1885), 23.
153 Una amena entreview [sic] con Doa Melchora M. de Morales, Revista
Uruguay (mayo de 1945), 67.
154 Sobre los bailes, ver Crnica del baile, La Conservacin (8 de septiembre
de 1872), 2; Crnica, La Propaganda (18 de febrero de 1894), 3; En el
Teatro Stella dItalia, El Eco del Porvenir (25 de agosto de 1901), 12; y la
entrevista de 1963 del musiclogo Lauro Ayestarn a Toribia Petronila Pardo
Larraura citada en la nota 58.
155 La Comisin de Fiestas, La Verdad (5 de febrero de 1912), 1.
156 Sobre las dificultades financieras de la prensa negra, ver: ltimo da, La
Regeneracin (5 de abril de 1885), 4; La situacin del momento y nuestra
268 NOTAS
hoja, La Verdad (31 de julio de 1914), 12; Advertencias, La Vanguardia
(30 de noviembre de 1928), 1; A los suscriptores, La Vanguardia (15 de
marzo de 1929), 1.
157 No es para un da, La Regeneracin (19 de abril de 1885), 1. Del mismo modo,
cuando el Centro Uruguayo en Buenos Aires tuvo problemas econmicos en
1914, fue su Comisin Auxiliar de Damas y Seoritas la que lo salv gracias a
la organizacin de un baile a beneficio muy concurrido. Correspondencia,
La Verdad (15 de mayo de 1914), 2. Sobre el baile en particular, que tuvo lu-
gar en el elegante saln San Martn, ver Correspondencia (15 de junio de
1914), 23. Ver tambin el rol del Comit Femenino en la colecta de fondos
para la compra del terreno en el que posteriormente se construira el edificio
del Centro Uruguay, en la ciudad de Melo. A la colectividad femenina,
Accin (15 de noviembre de 1934, 3).
158 Nuestra situacin moral, La Propaganda (3 de diciembre de 1893), 1.
159 De la culta sociedad, La Propaganda (31 de agosto de 1911), 2.
160 Ver, por ejemplo, la larga serie de acusaciones y contraacusaciones alrede-
dor del balance financiero del Centro Social de Seoritas desarrollada en las
pginas de La Propaganda (marzomayo de 1894); y en las de La Verdad.
Sobre el mismo tema, La Verdad (5 de enero de 1912), 2 y (15 de enero de
1912), 2.
161 Barrn, Historia de la sensibilidad, 33967.
162 Por la educacin femenina, La Verdad (15 de octubre de 1911), 2.
163 La referencia es, por supuesto, a La maja desnuda de Francisco de Goya.
164 La mujer buena, La Propaganda (19 de noviembre de 1893), 2.
165 Carnaval: Las fiestas del ultimo da, El Da (26 de febrero de 1912), 56;
ver tambin: Carnaval: Las fiestas de hoy, El Siglo (25 de febrero de 1912),
4; Momo fu enterrado alegremente, La Razn (26 de febrero de 1912), 3.
Para fotos de los bailes, consultar el artculo de El Da y el de La Verdad (25
de febrero de 1912).
166 Las tertulias de Cibils, La Verdad (25 de febrero de 1912), 12; Ecos
de las tertulias de Cibils, La Verdad (15 de marzo de 1912), 23. La
Municipalidad continu financiando los bailes de carnaval de los afro
uruguayos hasta 1923. Glosando reminiscencias: Nuestros bailes al travs
[sic] del tiempo, Nuestra Raza (23 de marzo de 1935), 34.
167 Alfaro, El Carnaval heroico, 13.
168 Alfaro, El Carnaval heroico; Alfaro, Carnaval y modernizacin; Alfaro,
Memorias de la bacanal. La autora toma esta explicacin del marco terico
utilizado por Barrn en Historia de la sensibilidad.
169 Sobre procesos similares ocurridos en otros pases de Latinoamrica, ver:
Chasteen, National Rhythms; Moore, Nationalization of Blackness; Lane,
Blackface Cuba, 14979; McCann, Hello, Hello Brazil; Vianna, Mystery
NOTAS 269
of Samba. Para el caso (post1950) de la msica costea en Colombia, ver:
Wade, Music, Race, and Nation.
170 Alfaro, El Carnaval heroico, 69; Alfaro, Carnaval y modernizacin, 222.
Sobre las comparsas, ver El Carnaval heroico, 6372; Alfaro, Carnaval y
modernizacin, 21625.
171 El uso del trmino oriental deriva del nombre del pas, Repblica Oriental
del Uruguay, que, a su vez, deriva de la toponimia utilizada en la poca de la
Colonia (la Banda Oriental era el nombre que se le daba a esta regin por el
hecho de ser la costa Este del Ro Uruguay).
172 Reglamento de la Sociedad Pobres Negros Orientales, 4.
173 Rossi, Cosas de negros, 98. De acuerdo con el musiclogo Gustavo Goldman,
esas versiones tempranas del tango tendran tambin influencias de la habane-
ra cubana, otro de los ritmos acriollados que combina elementos africanos y
europeos. Ver: Goldman, Lucamba, 12136; Thompson, Tango, 11120.
Acerca de los primeros tangos en Buenos Aires, ver: Rodrguez Molas, Los
afroargentinos y el orgen del tango; Natale, Buenos Aires, 12742.
174 La letra de estas canciones y las de otras comparsas pueden consultarse en
Goldman, Lucamba, 20234.
175 Goldman, Lucamba, 202, 203.
176 Goldman, Lucamba, 202.
177 Sobre el carnaval como tiempo del humor, la fantasa y el juego, ver: Alfaro,
El Carnaval heroico, 1936.
178 Goldman, Lucamba, 206.
179 Los Pobres Negros Orientales, Tango, en Figueroa, El Carnaval (1876),
3334. Ver tambin bailando la alagre [sic] danza / les d como convulsin.
Los Pobres Negros Orientales, Tango, en Figueroa, El Carnaval (1877),
3536.
180 La Raza Africana, Tango, en Figueroa, El Carnaval (1878), 4748.
181 Alfaro, Carnaval y modernizacin, 180; Fiestas de Carnaval, El Ferrocarril
(10 de febrero de 1877), 2; Figueroa, Carnaval (1876), 3031.
182 Alfaro, El Carnaval heroico, 67.
183 Goldman, Lucamba, 209.
184 Los Pobres Negros Orientales, Brindis, en Figueroa, Carnaval (1878), 44.
185 Los Negros Lubolos, Brindis, en Figueroa, Carnaval (1877), 11.
186 Olivera Chirimini y Varese, Los candombes de reyes, 161; Rossi, Cosas de
negros, 106.
187 Antonio Plcido describe a Los Negros como a un grupo afrouruguayo.
Plcido, Carnaval, 71, 7374. Pero tanto Ortiz Oderigo como Goldman
sostienen que se trataba de un grupo de blancos pintados de negros. Ortiz
Oderigo, Calunga, 65; Goldman, Tango y habanera, nota 4.
188 Rossi, Cosas de negros, 106; Mas comparsas, El Ferrocarril (26 de febrero
de 1876), 2; Estandarte, El Ferrocarril (3 de marzo de 1878), 2.
270 NOTAS
189 Sobre estas reformas y el esfuerzo general por civilizar el carnaval, ver: Alfaro,
Carnaval y modernizacin; Barrn, Historia de la sensibilidad, 399408.
190 El Carnaval y Esplndida victoria de la civilizacin, El Ferrocarril
(1518 de febrero de 1874), 1; El Carnaval de antao, El Siglo (22 de
febrero de 1874), 2; El Carnaval mojado, El Siglo (24 de febrero de 1874),
2.
191 Lott, Love and Theft, 18, 57, 95; Holt, Marking.
192 Lane, Blackface Cuba, 16.
193 Rossi, Cosas de negros, 106.
194 Existen canciones dedicadas a esos poderes. Ver: No es broma, que es verdad,
y varias otras compuestas por la Sociedad Negros Gramillas y recopiladas
en El Carnaval de 1884 (24 de febrero de 1884), 12; tambin: Negros
Mozambiques, Danza, en Goldman, Lucamba, 21011.
195 Ms sobre estos personajes en: CarvalhoNeto, El Carnaval, 1419.
196 Olivera Chirimini y Varese, Los candombes de reyes, 16263.
197 Fiestas de Carnaval, El Ferrocarril (10 de febrero de 1877), 2.
198 Andrews, AfroArgentines, 161.
199 Figueroa, Carnaval (1877), 9.
200 Pobres Negros Esclavos, Tango, El Carnaval de 1884 (24 de febrero de
1884), 2.
201 Ninguna poca en la historia uruguaya fue tan puritana, tan separadora de
los sexos, contempl con tal prevencin, que a veces era horror, a la sexuali-
dad, como esta [18601920]. Barrn, Historia de la sensibilidad, 315. Ver
tambin el volumen 2, captulos 3 a 5 de ese mismo libro. En otro libro de
Barrn (Amor y transgresin) se contrasta la relativa apertura sexual de las
primeras dcadas del siglo XX con la rigidez de las convenciones sociales de
finales del siglo XIX.
202 La Nacin Lubola, Ay! Dios Qu querrn? El Carnaval de 1884 (24 de
febrero de 1884), 1.
203 Por ejemplo: Esclavos de Guinea, Danza, y (sin autor) El negrito pre-
tencioso, El Carnaval de 1884 (24 de febrero de 1884), 12. Acerca del
negro catedrtico, una figura anloga en Cuba, ver: Lane, Blackface Cuba,
7186.
204 Ver, por ejemplo: Los Esclavos, Habanera, en Figueroa, Carnaval (1876),
1719; Pobres Negros Esclavos, Danza, El Carnaval de 1884 (24 de febre-
ro de 1884), 2.
205 Negros Africanos y El cuchicheo, El Entierro del Carnaval (11 de febrero
de 1883), 12.
206 Probablemente se trate del Ro Dande en Angola; Miller, Way of Death, 10,
16.
207 La Raza Africana, Recuerdos de la patria, en Figueroa, Carnaval (1878),
46.
NOTAS 271
208 Estas inversiones son similares a las que aparecen en el poema del escritor
afroargentino Casildo Gervasio Thompson, Canto al frica, escrito el
ao anterior. Lewis, AfroArgentine Discourse, 5173.
209 Ver, por ejemplo: Esclavos de Guinea, Brindis, El Carnaval de 1884 (23 de
febrero de 1884), 1; Nacin Bayombe, Brindis, El Carnaval de 1884 (24 de
febrero de 1884), 1.
210 La cita proviene de: Cabos sueltos, El Entierro del Carnaval (11 de febrero
de 1883), 1. Las referencias a los nmeros de las comparsas figuran en: El
Carnaval de 1882, El Ferrocarril (17 de febrero de 1882), 3; Mas sobre el
Carnaval, El Ferrocarril (23 de febrero de 1887), 1; y de Alfaro, Carnaval
y modernizacin, 219.
211 Sundries, Montevideo Times (16 de febrero de 1893), 1.
212 Citado en Alfaro, Carnaval y modernizacin, 153.
213 El Carnaval, El Siglo (26 de febrero de 1905), 1; The Carnival, Montevideo
Times (9 de marzo de 1905), 1. Ver tambin una caricatura en Caras y Caretas
que muestra a dos enmascarados de carnaval, uno vestido como mendigo y
el otro como tamborilero africano. Viendo estas dos mascaritas, / que de
fijo los vern / pueden ustedes dar f / de haber visto las dems. Nuestro
Carnaval, Caras y Caretas (8 de febrero de 1891), 244.
214 El Carnaval, El Siglo (26 de febrero de 1905), 1. Las comparsas empezaron
a reclamar concursos con categoras especficas en 1903. Ver la serie de artcu-
los que aparecieron bajo el ttulo de Carnaval, en El Siglo (18, 20 y 21 de
febrero de 1903), 1.
215 Carnival, Montevideo Times (3 de marzo de 1911), 12; Competition
Frustrated, Montevideo Times (10 de marzo de 1916), 5.
216 Alfaro, Carnaval y modernizacin, 112; Carnival, Montevideo Times (8 de
febrero de 1894), 1.
217 Rial, Situacin de la vivienda; Rodrguez Daz, Los sectores populares, vol.
1, 3238.
218 Para canciones con estos tropos y temas, ver la coleccin de folletos de carnaval
archivada en la Sala de Materiales Especiales (de aqu en ms, BNME) y en
la Sala Uruguay (BNSU) de la Biblioteca Nacional de Montevideo.
219 Tambin en los Estados Unidos, los blackface minstrels se transformaron en
negros en los carteles, peridicos y folletos con canciones que daban cuenta
de sus carreras. Lott, Love and Theft, 97.
220 Sobre los Nyanzas, ver: El carnaval, Rojo y Blanco (24 de febrero de 1901),
230; Palermo ya no tiene carnavales, Mundo Uruguayo (6 de marzo de
1941), 45, 83; Gonzlez Samudio, Lubolos, Carnaval del Uruguay, vol.
10, 3.
221 Con el tamboril en la sangre, suplemento especial de El Pas (19 de marzo
de 1976), 5.
272 NOTAS
222 En La Semana (2 de marzo de 1912) aparece una foto de Los Pobres Negros
Orientales; ver tambin Noticias, La Propaganda (28 de enero de 1894), 3;
y La Verdad (25 de febrero de 1912).
223 Hay fotos de estos grupos en: Preparativos del Carnaval, Mundo Uruguayo
(26 de febrero de 1919); La Semana (2 de marzo de 1912); De como el
pueblo prepar el Carnaval, Mundo Uruguayo (26 de febrero de 1925).
224 Las fotografas que se conservan de estos grupos son de tan baja calidad que
es imposible distinguir en ellas la diferencia entre afrouruguayos y blancos
pintados de negro. Ver: La Verdad (25 de febrero de 1912); y los siguien-
tes nmeros de Mundo Uruguayo, Carnaval (19 de febrero de 1920);
Carnaval 1921 (10 de febrero de 1921); La conmemoracin del Carnaval
(2 de marzo de 1922); Algunas de las comparsas y murgas (18 de febrero de
1926); Ecos del Carnaval (17 de marzo de 1927). Una muy buena foto de
una comparsa interracial no identificada aparece en: Alfaro, Memorias de la
bacanal, 40.
225 Tango, Sociedad Guerreros de las Selvas Africanas (1916), carpeta 3,
Carnaval, 1916, BNME.
226 Tango, Sociedad Congos Humildes (1912), carpeta 2, Carnaval, 1911
1912, BNME
227 Uno de mis entrevistados decribe al candombe de hoy como un ritmo muy
llevadero. Waldemar Cachila Silva, entrevista, 29 se septiembre 2001. Sobre
la idea del ritmo caliente como propio de la negritud, ver: Wade, Blackness
and Race Mixture, 24749; Radano, Lying Up a Nation, 23438.
228 Tango, Sociedad Pobres Negros Hacheros, (1928), carpeta 43, Carnaval,
1928, BNME. Sobre el quiebre de cadera como movimiento tpico de todos
los ritmos de origen africano, ver: Chasteen, National Rhythms, 1721.
229 Tango, Sociedad Lanceros del Plata (1924), carpeta 21, Carnaval, 192324,
BNME.
230 Sobre la mama vieja, ver: CarvalhoNeto, El Carnaval, 16.
231 El musiclogo Gustavo Goldman fija el debut de la mama vieja alrededor
del 1900 dado que en su investigacin no ha encontrado pruebas de ningu-
na aparicin anterior. Entrevista, 29 de junio de 2004. Sobre los hombres
que representaban el papel de la mama vieja, ver los nombres masculinos
(usualmente dos o tres) que aparecen como negras en los folletos de las
comparsas.
232 Ver la representacin que el activista y pintor Rubn Galloza hizo de esta
figura en su mural AfroUruguay. En el centro del mural, una mujer negra
vestida de blanco amamanta a un beb tambin blanco. El mural est en
la sede de la Asociacin Cultural y Social Uruguay Negro (ACSUN); tam-
bin aparece reproducido en la tapa del libro de Lewis, AfroUruguayan
Literature, y en la de Chagas y otros, Culturas afrouruguayas. Sobre la mama
vieja, ver la cancin ya clsica que Eduardo da Luz compuso para el Carnaval
NOTAS 273
de 1981, Milongn de la mama vieja, Outerelo Souto y otros, Carnaval,
vol. 1, 6768.
233 Sobre las tas africanas, ver: Rossi, Recuerdos y crnicas, vol. 4, 2627;
Merino, El negro en la sociedad, 8687. Desde el perodo colonial hasta
el siglo XIX, estas mujeres fueron esenciales para el funcionamiento de los
hogares. Socolow, Women of Colonial Latin America, 132. Sobre la figura
de la Me Preta en Brasil, ver: Seigel, Uneven Encounters, 20634.
234 Un candombe, Rojo y Blanco (18 de noviembre de 1900), 565.
235 Nos referimos a los casos de negras con apellidos italianos como Lorenzo
Rossi (Guerreros de las Selvas Africanas), Constante Fedulo (Pobres Negros
Hacheros y Lanceros del Plata), W. Carusso (Lanceros del Plata) y otros.
236 Vals, Esclavos de Nyanza (1923), carpeta 19, Carnaval, 1923, BNME.
237 Marcha, Sociedad Esclavos de Nyanza (1916), carpeta 3, Carnaval, 1916,
BNME. Ver tambin: Himno, Sociedad Esclavos de Nyanza (1919),
carpeta 10, Carnaval, BNME; y el de Los Libertadores de Africa de 1923
que clamaba: Africanos, de pie! / No es posible ser eterno / del hombre
el dolor, / nadie impulsa la lanza y la lira / si no es de su cuerpo el seor!
Gonzlez Samudio, Carnaval, vol. 10, 4.
238 Puppo, En Carnaval, 171.
239 Carnival, Montevideo Times (10 de marzo de 1903), 1. Tambin en el
Montevideo Times, ver: News of the Day (12 de febrero de 1891), 1; Burial
of Carnival (21 de febrero de 1893), 1; Carnival (8 de febrero de 1894), 1;
The Burial of Carnival (6 marzo de 1900), 1; Combative Comparsas (10
de marzo de 1908), 1. Aparecen fotos de las dos comparsas en la estacin de
polica en: El Carnaval, Rojo y Blanco (24 de febrero de 1901), 22832.
240 Alfaro, Carnaval y modernizacin, 152; ZigZag, Caras y Caretas (28 de
febrero de 1892), 250; ver tambin: Plcido, Carnaval, 13336.
241 La cita proviene de: Accin que se impone, Mundo Uruguayo (17 de febre-
ro de 1921), s/p. En la misma revista, ver: Ha terminado el Carnaval (5 de
marzo de 1925), s/p; Carnaval (18 de febrero de 1926), s/p; Antes y ahora
(28 de febrero de 1929), s/p.
242 La triste historia de una mascarita entusiasmada, Mundo Uruguayo (7 de
marzo de 1919), s/p.
243 Se viene el Carnaval, Mundo Uruguayo (3 de febrero de 1921), s/.p. El ar-
tculo volvi a imprimirse con el mismo ttulo en el nmero del 17 de febrero
de 1927. Ver tambin una caricatura muy graciosa en la cual los miembros de
la Asamblea General estn representados como una comparsa lubola llamada
Los Parlamentarios. En vsperas del Carnaval, Mundo Uruguayo (23 de
febrero de 1922), s/p.
244 Alvarez Daguerre, Glorias del Barrio Palermo, 53, ver tambin la pgina 38;
entrevista a Pedro Ocampo, 4 de septiembre de 2001.
274 NOTAS
245 Sundries, Montevideo Times (2 de febrero de 1902), 1; Decadent
Carnival, Montevideo Times (13 de febrero de 1902), 1.
246 Alvarez Daguerre, Glorias del Barrio Palermo, 45.
247 Carnival, Montevideo Times (8 de febrero de 1913), 1.
248 El Carnaval que pas, Mundo Uruguayo (22 de febrero de 1923), s/p.
249 Percovich, El carnaval, 59; CarvalhoNeto, El Carnaval, 136.
250 Alfaro, Memorias de la bacanal, 84.
251 Percovich, El carnaval, 60.
252 Sobre las murgas, ver CarvalhoNeto, El Carnaval, 4466; Gonzlez
Samudio, Carnaval, vols. 57; Remedi, Carnival Theater.
253 Sobre el repertorio musical de las troupes, ver: Fornaro and Sztern, Msica
popular, 461. Sobre el impacto del jazz norteamericano y otras formas
musicales afrotransatlnticas en Pars, ver: Stovall, Paris Noir; Blake, Le
Tumulte noir; ArcherStraw, Negrophilia.
254 Sobre Josephine Baker, ver: Rose, Jazz Cleopatra; JulesRosette, Josephine
Baker. Sobre su influencia en el Carnaval de Montevideo, ver: Outerelo Souto
y otros, Carnaval, vol. 3, 13.
255 Fornaro y Sztern, Msica popular, 89, 93.
256 Gonzlez Samudio, Carnaval del Uruguay, vol. 4, 4.
257 Fornaro y Sztern, Msica popular, 35.
258 Ver, por ejemplo, las siguientes canciones (interpretadas por las troupes que se
detallan a continuacin del ttulo): Provocadora morena, Contigo Morena
(1930); La tiznada y Bullanguera, Centenario (1930); Labios de miel,
Carcajada de Momo (1933); Amor, amor, Oxford (1933); Mulatinha
do serto, Olmpica (1927); Buscando a mi negra, Farndula de Antao
(1942); y otras. En la tapa de Troupe 1930 (1930), hay una caricatura de
un anciano blanco muy bien vestido, con galera y bastn, que persigue a una
sensual muchacha negra por la calle. Este y otros folletos del carnaval citados
a continuacin se encuentran en la Sala Uruguay de la Biblioteca Nacional
de Montevideo (BNSU). Ver tambin: Fornaro y Sztern, Msica popular,
27, 28. Para canciones con letras similares en Brasil (es decir, que fetichizan
a la mujer negra), ver: Abreu, Mulatas, Crioulas, and Morenas; y en Cuba,
Kutzinski, Sugars Secrets, 16398.
259 Black melody, Troupe Oxford (1931), BNSU. Ver tambin la Troupe
Black Bottom, que tom su nombre de una danza afronorteamericana muy
popular entre 1910 y 1930.
260 Murga La JazzBand (1931), BNSU. Sobre la llegada del jazz norte-
americano a Argentina y Brasil hacia la misma poca, ver: Pujol, Jazz al sur,
1770; Seigel, Uneven Encounters, 95135.
261 Sobre Jolson como fuente de inspiracin de estos grupos, ver: Ramn Collazo,
10; 50 aos de DAECPU, 89; Alfaro, Memorias de la bacanal, 82. Sobre
NOTAS 275
los humoristas y parodistas, ver: Outerelo Souto y otros, Carnaval, vol.2;
CarvalhoNeto, El Carnaval, 6676.
262 Fotos de estos bailes pueden apreciarse en: Baile de los negros, El Pas
(18 de marzo de 1950), 3; Fiesta tradicional en Fray Bentos el baile de los
negros, Mundo Uruguayo (8 de marzo de 1951), 25; Hotel Carrasco de
Montevideo, El Diario (17 de febrero de 1956), 1.
263 El Carnaval se ha refugiado en los barrios, La Maana (13 de marzo de
1935), 2; Los tablados premiados, Mundo Uruguayo (28 de marzo de
1935), 45; archivo fotogrfico, SODRE, Montevideo.
264 Esta noche y maana se realizarn gran nmero de fiestas bailables, El Da (3
de marzo de 1945), 7; coleccin del autor. Hugo Arturaola, antiguo director
de los Esclavos de Nyanza, recuerda que ya haba mujeres en las comparsas en
la dcada del 40. Entrevista, 23 de octubre de 2001.
265 50 aos de DAECPU, 135.
266 Las grabaciones en vivo de Miscelnea Negra en el show de Carnaval de 1946
se parecen mucho a las versiones de Hollywood de la rumba cubana. CD 56,
Archivo Sonoro Lauro Ayestarn, Museo Romntico. Para grabaciones simi-
lares de los Lanceros del Congo (1948) y Aoranzas Negras (1957), consultar
los discos 64 y 103.
267 En una entrevista del ao 2001, la vedette Tina Ferreira, se esforz por hallar
esa conexin, explicando que las comparsas estaban basadas en las tribus
africanas, segn lo cual, la vedette correspondera a la princesa. Tina Ferreira,
entrevista, 11 de diciembre de 2001.
268 Algunos comentaristas han sostenido que el origen de la vedette hay que
buscarlo en las bailarinas del carnaval brasileo o, ms especficamente, del
carnaval del Ro. Probablemente sea cierto que estas bailarinas fueron una
fuente de inspiracin para la vedette; pero ellas mismas tambin haban
recibido la influencia de las coristas de los musicales franceses.
269 Negra Johnson, La Repblica (4 de junio de 1996), 38; Adis Negra
Johnson, La Repblica de las Mujeres (9 de junio de 1996), 10.
270 Marta Gularte, la Reina Negra, bail ayer para Xavier Cugat, La Tribuna
Popular (10 de marzo de 1950).
271 Sobre Varela, ver captulo 3.
272 Las piernas de Abbe son preciosas El Pas (8 de marzo de 1950), 16. Ver
tambin el poema de Martha Gularte, Recordando mi primer reinado de
Carnaval de 1950: Todos gritaban mi nombre / Se lo aprendieron ligero /
Me gritaban arriba Martha / Tu sos la reina del carnaval / No queremos reinas
del extranjero. Gularte Bautista, Con el alma, 34. Y sus recuerdos de aquella
noche en: El barquero del Ro Jordn, 4445.
273 Marta Gularte, la Reina Negra; ver tambin: La sangre africana desenreda
en su cintura la danza negra, Accin (6 de marzo de 1950).
276 NOTAS
274 Ver, por ejemplo, las declaraciones de la famosa vedette Rosa Luna, para quien
el candombe era innato, en la sangre. Para m el candombe no tiene coreo-
grafa, se siente y nada ms ... [yo] tena el fuego de la sangre, que haca que
mis movimientos fueran innatos y mi sonrisa sincera. Luna y Abirad, Rosa
Luna, 18, 31; ver tambin: Pierri, Una mujer, 19. O Lola Acosta: Para m el
candombe es todo. Lo escucho y me entra un no s lo qu; pero ya me pongo
a bailar y me enloquezco. Realmente lo es todo. La dicen la sucesora de
Rosa Luna, La Repblica (26 de enero de 1997), 11. Ver tambin la reflexin
de JulesRosette, que explica que al atribuir su danza salvaje a sus instintos
subconscientes, Josephine Baker logr desligarse de toda responsabilidad
consciente por la creacin de su propia imagen racializada. JulesRosette,
Josephine Baker, 61.
275 Entre las vedettes blancas que surgieron durante los 80 y 90, se destacan
Katy Gularte y Florencia Gularte, respectivamente hija y sobrinanieta de la
legendaria Martha Gularte.
276 Hugo Arturaola, entrevista, 23 de octubre de 2001; De tantos aos, El Pas
de los Domingos (8 de marzo de 1998), 3. Lima conclua que la integracin
del blanco ha aportado muchsimo. Tengo un cuerpo de baile de blancas
que son brbaras. Insertadas dentro de la comparsa dan la coreografa necesa-
ria para que se revalorice todo el espectculo.
277 Martha Gularte, entrevista, 23 de noviembre de 2001; Lgrima Ros, entre-
vista, 28 de noviembre de 2001; Amanda Rorra, entrevista, 19 de octubre
de 2001. La cantante Ester Fernndez recuerda que cuando le anunci a su
madre que quera sumarse a una comparsa: Se arm un lo brbaro: Hijas
comparseras no quiero. Al fin me ech de mi casa. Lamentablemente, tuve
que esperar que falleciera mi madre para salir en Carnaval. El sagrado
llamado del tambor, La Repblica (27 de octubre de 1996), 11.
278 La vedette Tina Ferreira, por ejemplo, describe su danza como un modo de
mostrar su amor y su afecto por el pblico al tiempo que recibe lo mismo de
los espectadores. Tambin sostiene que fue la primera vedette que bail en
botas de taco alto y en un diminuto traje de dos piezas, modificaciones que
ella misma dise con el propsito de poder moverse con ms facilidad en la
calle. Me criticaron mucho por eso pero ahora todo el mundo lo hace. A
su familia no le gusta que baile, admite Tina, pero respeta su decisin. A su
novio tampoco le agrada la cosa. Entrevista, 11 de diciembre de 2001.
279 Martha Gularte, entrevista, 23 de noviembre de 2001.
280 Margarita Mndez, entrevista, 11 de diciembre de 2001; Jorginho Gularte,
entrevista, 28 de noviembre de 2001. La historiadora Marysa Navarro recuer-
da que su madre, una inmigrante espaola, era fantica de Martha Gularte.
(Comunicacin personal con el autor).
281 Interesante exponente de cinematografa nacional, El Pas (26 de febrero de
1945), 5.
NOTAS 277
282 Carnaval de los negros, bienvenido seas! Mundo Uruguayo (26 de febrero
de 1953), 36.
283 Vino a Montevideo la maestra de color, La Tribuna Popular (29 de mayo
de 1956), 2. Ver tambin: Ayer lleg a Montevideo Adelia Silva, La Maana
(29 de mayo de 1956), 3; Lleg la maestra artiguense y nos dijo que no
aceptaron su color en la escuela, El Pas (29 de mayo de 1956), 6.
284 Una maestra negra ha sido obligada a renunciar, La Maana (22 de mayo de
1956), 1; Adelia Silva, desde su retiro en Artigas, nos relata como fue tratada
aqu, en Montevideo, La Maana (28 de mayo de 1956), 3. Despus de entre-
vistar a Adelia, un periodista de la capital concluy que habla perfectamente
el castellano, con una pronunciacin que ya quisieran muchas maestras de
las nacidas en Montevideo. Lleg la maestra artiguense y nos dijo que no
aceptaron su color en la escuela, El Pas (29 de mayo de 1956), 6.
285 Andrews, AfroLatin America, 178.
286 Especficamente sobre este caso, ver: CarvalhoNeto, Estudios afros,
20816.
287 Puede verse una foto de Adelia leyendo los tantos mensajes solidarios llega-
dos de todos los rincones de la Repblica en: El retorno a la paz hogarea
y el contacto humano y cordial con los habitantes de su pueblo sostienen la
esperanza de la maestra negra, El Pas (26 de mayo de 1956), 3. Ver tambin:
Prosiguen los pronunciamientos favorables a la actitud de la maestra Adelia
Silva de Sosa, La Maana (30 de mayo de 1956), 3.
288 Ver, por ejemplo: Aclara Primaria ante el problema planteado con la maes-
tra, Sra. de Sosa, La Tribuna Popular (24 de mayo de 1956), 3; Vino a
Montevideo la maestra de color, La Tribuna Popular (29 de mayo de 1956),
2; La situacin de la maestra Sra. Adelia Silva de Sosa, aclara la Inspeccin
Departamental, y Acerca de un presunto caso de discriminacin racial, El
Da (24 de mayo de 1956), 9; Enseanza Primaria, El Da (25 de mayo de
1956), 8; Enseanza Primaria, El Da (27 de mayo de 1956), 10.
289 El Consejo de Primaria interviene en el problema de la maestra negra, La
Maana (23 de mayo de 1956), 3; Discriminaciones raciales en nuestro
magisterio? La Maana (22 de mayo de 1956), 4.
290 Discriminacin racial? El Pas (25 de mayo de 1956), 5.
291 El caso de la maestra de Artigas debe investigarse exhaustivamente, El Pas
(24 de mayo de 1956), 4, 2.
292 Conflicto racial? El Pas (27 de mayo de 1956), 5.
293 Se aplicaron sanciones en el caso denunciado por la maestra Adelia Silva,
La Maana (31 de julio de 1957), 3; El Consejo di razn a la maestra que
denunci discriminacin racial en 1956, El Pas (31 de julio de 1957), 4.
An en Artigas, Adelia de Sosa logr recibirse de profesora secundaria varios
aos despus. Muri en 2004 a los 89 aos de edad. Karla Chagas, 23 de
agosto de 2009 (Comunicacin personal con el autor).
278 NOTAS
294 Podr continuar sus estudios de becaria la Maestra Silva de Sosa, La Tribuna
Popular (26 de mayo de 1956), 7.
295 Sobre ACSU y su rol en este caso, ver: El debate sobre el problema del negro,
La Maana (11 de junio de 1956), 3.
296 Sobre el crecimiento econmico y la poltica estatal en esos aos, ver: Nahum
y otros, Crisis poltica y recuperacin, 12345.
297 Nahum y otros, Crisis poltica y recuperacin, 161. Sobre la educacin uru-
guaya a lo largo del siglo XX, ver: Marrero, La herencia de nuestro pasado.
298 El problema racial Revista Uruguay (julio de 1945), 34.
299 En Revista Uruguay ver: La revista Uruguay y los nios (mayo de 1945), 3;
Orientacin cultural (junio de 1945), 2, 4; Comienzan las clases (marzo
de 1947), 3; Jvenes que triunfan en las aulas (diciembre de 1947), 6. Sobre
el tema de los padres que decidan sacar a sus hijos de la escuela, ver tambin:
Negligencia condenable, Nuestra Raza (enero de 1934), 11.
300 Notas y comentarios, Revista Uruguay (abril de 1945), 56.
301 De un consejo a la realidad, Nuestra Raza (30 de marzo de 1939), 10.
302 La terminacin del ao escolar, La Vanguardia (30 de noviembre de 1928), 1.
303 Prejuicio racial, BahiaHulan Yack (septiembre de 1964), 4748.
Arellaga no especific su pertenencia racial en este artculo, de modo que no
hay datos suficientes para inferir si l era blanco o negro.
304 Pedro Ocampo, entrevista, 4 de septiembre de 2001.
305 Margarita Mndez, entrevista, 11 de diciembre de 2001; tambin fue entre-
vistada por Porzecanski y Santos en: Historias de exclusin, 62.
306 Cuarenta aos en la pintura y en defensa de lo folklrico, La Maana (s/f,
1993); Porzecanski y Santos, Historias de exclusin, 109. Esto no era de nin-
gn modo una exageracin de Galloza. En la encuesta que CarvalhoNeto
realiz en las escuelas secundarias de Montevideo durante los aos 50, de
los 700 estudiantes entrevistados, 61 por ciento respondi que crea que
sus padres se opondran a que invitara a una persona negra a una fiesta de
cumpleaos. CarvalhoNeto, Estudios afros, 21519.
307 Martha Gularte, entrevista, 23 de noviembre de 2001; Pierri, Una mujer, 127.
Ver tambin: La ta solidaria, Mundo Afro (21 de septiembre de 1997), 45;
La primera reina de las Llamadas, La Repblica (23 de febrero de 1997), 11.
308 El nmero de graduados proviene de Pereda Valds, El negro en el Uruguay,
190. Consultar los comentarios de Rodrguez Arraga en: Nuevo mdico,
Nuestra Raza (25 de mayo de 1935), 2.
309 La mujer moderna, Nuestra Raza (octubre de 1933), 45.
310 El problema racial Revista Uruguay (julio de 1945), 34.
311 El Mundial de 1950 fue el primero en jugarse desde la suspensin del evento
en 1938, ya que el de 1942 y el de 1946 fueron cancelado por la guerra. Sobre
la importancia del ftbol en Uruguay y sobre esos cuatro campeonatos, ver:
Galeano, El ftbol a sol y sombra.
NOTAS 279
312 Gutirrez Cortinas, Los negros en el ftbol, 233; Galeano, El ftbol a
sol y sombra, 42. Los dos jugadores negros en cuestin eran Juan Delgado
e Isabelino Gradn. Sobre Gradn, ver: Blixen, Isabelino Gradn; Lpez
Reboledo, Isabelino Gradn.
313 Sobre Andrade, ver: Morales, Andrade; Chagas, Gloria y tormento. Sobre
Varela: Mancuso, Obdulio; Pippo, Obdulio.
314 Reflexiones, Nuestra Raza (febrero de 1934), 34; Semillas: Sobre cul-
tura fsica, Nuestra Raza (23 de diciembre de 1934), 7; Nuestra raza y los
deportes, Nuestra Raza (24 de agosto de 1935), 1718.
315 Comit de ayuda a la viuda de I. Gradn, Nuestra Raza (abril de 1945), 12;
Comit proayuda a la viuda e hijos de Isabelino Gradn, Rumbo Cierto
(abril de 1945), 3.
316 Otro caso es el de Prspero Silva, que se retir del ftbol en 1998. Tres aos
despus estaba trabajando en la verdulera de su mujer y confesaba: No s
hacer otra cosa al haberme dedicado toda la vida al ftbol. Si volviera mi
vida atrs estudiara, me hara el tiempo necesario para las dos cosas. Con
permiso para jugar, El Pas de los Domingos (2 de septiembre de 2001), 7.
317 Las citas corresponden a: Desde el mirador, Nuestra Raza (23 de septiembre
de 1934), 3. Cuentos, poemas y artculos sobre los obreros aparecen, entre
otros, en: La Nochebuena de Jorge y Nochebuena (23 de diciembre de
1934); Del dolor proletario (25 de mayo de 1935), 5; Del natural (30 de
mayo de 1938), 9; Cuatro poemas para recitar en las esquinas (29 de febrero
de 1940); Teobaldo obrero negro (30 de junio de 1942); etc.
318 Sobre esas migrantes, ver: da Luz, Uruguay, 33739.
319 INE, Encuesta Continua de Hogares, 12; Diagnstico, 31.
320 Diagnstico, 33.
321 Gremio que se organiza, Nuestra Raza (30 de mayo de 1940), 3; Nuestras
obreras se movilizan, Nuestra Raza (30 de agosto de 1940), 89.
322 Cul es la situacin de los negros en el Uruguay? Marcha (4 de mayo de
1956), 10; La discriminacin racial en el Uruguay, Marcha (15 de junio de
1956), 9.
323 Ver referencia en la nota anterior.
324 Nahum, Manual de historia, vol. 2, 160, 178, 218.
325 Porzecanski y Santos, Historias de exclusin, 105; Graceras, Informe
preliminar, 18. Estos datos explican porqu el abogado Francisco Rondeau
se senta moralmente dolorido por no haber conseguido un puesto en la
administracin pblica (ver captulo 1).
326 Porzecanski y Santos, Historias de exclusin, 105.
327 Analfabetismo y semianalfabetismo, Nuestra Raza (30 de junio de 1940),
23.
328 Ver, por ejemplo: El seor Ignacio Maurente, La Propaganda (18 de noviem-
bre de 1894), 2; Ascenso merecido, La Propaganda (30 de septiembre de
280 NOTAS
1911); Notas sociales, La Verdad (15 de septiembre de 1912), 4; Merecido
ascenso, Nuestra Raza (22 de marzo de 1936), 5.
329 Insistiendo, La Vanguardia (15 de julio de 1928), 3; Insistiendo, La
Vanguardia (30 de octubre de 1928), 1.
330 La linea de color sigue imperando, Nuestra Raza (30 de noviembre de
1939), 11.
331 Recuerdos oportunos, Revista Uruguay (agosto de 1945), 15.
332 La discriminacin racial en el Uruguay, Marcha (15 de junio de 1956), 9.
Sobre la posicin del jefe de la polica (Juan Carlos Gmez Folle) contraria
a incorporar negros a la fuerza, ver: Cambiantes que tienen su origen,
Nuestra Raza (diciembre de 1945), 3; Sobre un reportaje, Nuestra Raza
(marzo de 1947), 67.
333 El nuevo negro tom su nombre de una coleccin de ensayos publicada
en 1925 por el filsofo y crtico literario afroestadounidense Alain Locke,
The New Negro. Sobre el uso del trmino y del concepto en otros pases,
ver: Butler, Freedoms Given, 6787; Schwartz, Cubas Roaring Twenties;
Guridy, Forging Diaspora, captulo 3; Edwards, The Practice of Diaspora;
Cunard, Negro Anthology.
334 Nahum, Manual, vol. 2, 31, 224.
335 En una coleccin reciente de historia oral se entrevistaron 11 afrouruguayos
ya ancianos. Seis haban nacido en Montevideo, uno en el departamento
vecino de Canelones y cuatro en distintas partes del interior (Cerro Largo,
Durazno y Tacuaremb). Porzecanski y Santos, Historias de exclusion. Sobre
la migracin negra a Montevideo, ver: da Luz, Uruguay, 33739.
336 El esfuerzo y la voluntad triunfan, Nuestra Raza (24 de noviembre de 1935),
14; Bienvenidos hermanos de la raza y Conjunto artstico, Accin (16
de octubre de 1935), 1; en la pgina 5 del mismo nmero de Accin, aparece
una foto del Comit de Damas Melenses.
337 Sobre estas corrientes en otros pases, ver: Dewitte, Les mouvements ngres;
de la Fuente, A Nation for All, 21043; Robinson, Black Marxism; Kelley,
Hammer and Hoe. El porcentaje aproximado de la poblacin nacional de
afrouruguayos viviendo Montevideo (entre el 30 y el 50 por ciento) est
basado en la encuesta nacional de 2006, que arroj un 41 por ciento del total
de afrouruguayos del pas viviendo en la capital, y 13 por ciento en el depar-
tamento vecino de Canelones. Bucheli y Cabella, Perfil demogrfico, 57.
338 De nuevo en la brecha, La Vanguardia (15 de enero de 1928), 1.
339 Insistiendo, La Vanguardia (15 de julio de 1928); ver tambin: Prejuicios de
raza, La Vanguardia (15 de marzo de 1928), 1; Insistiendo, La Vanguardia
(30 de octubre de 1928), 1.
340 La Regeneracin (188485) y La Propaganda (189394, 191112) haban
cubierto las noticias de los clubes sociales negros en Buenos Aires. Pero la si-
NOTAS 281
militud social y cultural entre las dos ciudades era tanta y la distancia tan corta
que esas noticias difcilmente podran considerarse como internacionales.
341 En La Vanguardia: Panamericanismo de pega (30 de enero de 1928), 1; El
13 de mayo (15 de mayo de 1928), 1; Apuntes de mi cartera (30 de agosto
1928), 2; Hacia el triunfo definitivo de nuestra raza (15 de noviembre de
1928), 1; Bolivia Paraguay (15 de diciembre de 1928), 1; Abajo la guerra
(31 de diciembre de 1928), 1. El peridico cometi un error en el nombre del
diputado estadounidense. Por alguna razn, public que su nombre era Oscar
Aldemar; pero est claro que el artculo se refera a De Priest, que fue elegido
en Chicago en 1928.
342 A los suscriptores, La Vanguardia (15 de marzo de 1929), 1.
343 Las citas provienen de: Nuestras miras, Nuestra Raza (10 de marzo de
1917), 1. Sobre la poesa de Barrios, ver: Barrios, Piel negra.
344 Lorenzo Ventura Barrios, 18.
345 Sobre los miembros del comit editorial de Nuestra Raza ver: Los redactores
de Nuestra Raza, Nuestra Raza (enero de 1934), 8. Bottaro haba sido
editor de La Propaganda, Surez Pea y Gares haban escrito para La Verdad,
y Gares y Betervide haban sido los editores de La Vanguardia.
346 Agradezco mucho a Hugo Achugar, quien me sugiri esta comparacin.
347 Sobre el blanqueamiento y las reacciones que suscit, ver: Andrews,
AfroLatin America, 11724, 15373. Sobre la obra de Pereda Valds,
ver: CarvalhoNeto, La obra afrouruguaya. Algunos de sus libros ms
importantes son: Raza negra; Antologa de la poesa negra; Negros esclavos; El
negro en el Uruguay. Una entrevista realizada al final de su larga carrera puede
consultarse en: Ildefonso Pereda Valds, Mundo Afro (agosto de 1988),
3436.
348 Sobre esos circuitos, ver: Robinson, Black Marxism; Edwards, The Practice of
Diaspora; Seigel, Uneven Encounters; Guridy, Forging Diaspora.
349 El primer nmero del peridico traa un artculo firmado por V (proba-
blemente Ventura Barrios) sobre el caso Scottsboro y los nmeros siguientes
continuaron reportando sobre el caso. En Nuestra Raza, ver: Scottsboro:
La lucha de razas (agosto de 1933), 23; Adhieren los grficos (mayo
de 1934), 2; El Comit Scottsboro (mayo de 1934), 15; Del proceso
Scotsboro [sic] (junio de 1934), 6; y otros. Los muchachos de Scottsboro
fueron nueve jvenes afroestadounidenses acusados de violar a dos mujeres
blancas en Alabama en 1931. El Partido Comunista de Estados Unidos tom
parte en su defensa y organiz una campaa internacional en contra de la
sentencia injusta que recibieron. Ver: Carter, Scottsboro; Goodman, Stories
of Scottsboro. Para los ensayos de Cabral y Bottaro, ver: Cunard, Negro,
51822. En el mismo libro aparece un ensayo de Pereda Valds sobre Brasil
(pp. 51417).
282 NOTAS
350 Ni clases, ni razas, ni color, Nuestra Raza (24 de agosto de 1935), 89; ver
tambin: Un ao ms, Nuestra Raza (agosto de 1945), 1.
351 Algunos ejemplos, todos en Nuestra Raza: La Nochebuena de Jorge y
Nochebuena (23 de diciembre de 1934), 56; Del dolor proletario (25
de mayo de 1935), 5; Del natural (30 de mayo de 1938), 9; Nuestros hijos
(30 de junio de 1938), 5; Cuatro poemas para recitar en las esquinas(29 de
febrero de 1940); Teobaldo, obrero negro (30 de junio de 1942), 89;
En pleno auge de la explotacin (enero de 1945), 2; 1o de mayo (abril de
1945), 9. Un artculo de 1936 se ocupaba especficamente de esa poblacin
blanca fabril del barrio del Cerro que se alojan entre las piedras y que tienen
como techo dbiles latas, envases de kerosene. El peridico llam a la orga-
nizacin de ollas populares y programas de trabajo para esos y otros obreros.
El dolor de pasar la vida, Nuestra Raza (25 de enero de 1936), 9.
352 Lorenzo Ventura Barrios, 54. Sobre la dictadura de Terra, ver: Jacob, El
Uruguay de Terra.
353 La democracia y la raza negra, Nuestra Raza (mayo de 1934), 5; La ultima
hoja, Nuestra Raza (23 de diciembre de 1934), 1.
354 Hermanos negros del Uruguay! Nuestra Raza (30 de enero de 1938), 2;
La Esperanza encarcelada, Nuestra Raza (marzo de 1945), 1011; Prestes
fue reintegrado al pueblo, Nuestra Raza (abril de 1945), 67.
355 Il lavoro dei fascismo, Nuestra Raza (24 de noviembre de 1935), tapa.
356 Enormes masas acompaan al pueblo negro en su lucha por su liberacin,
Nuestra Raza (25 de enero de 1936), 4.
357 Por la defensa de Abisinia! Nuestra Raza (24 de noviembre de 1935), 8.
358 Abisinia: Punto neurlgico de la hora, Nuestra Raza (26 de septiembre de
1935), 5.
359 Algo ms sobre Abisinia, Nuestra Raza (22 de junio de 1935), 3.
360 Sobre la cuestin racial en los Estados Unidos, Nuestra Raza, public, entre
otros, los siguientes artculos: Crmenes de lesahumanidad (enero de
1934), 45; Supervivencia de la esclavitud (22 de junio de 1935), 4; El
lynchamiento (22 de junio de 1935), 8; Otra vez Scottsboro (22 de marzo
de 1936), 23; Casos de barbarie (30 de enero de 1938), 910; La
poblacin de la raza negra en los EE.UU. (30 de abril de 1938), 34; La
linea de color no ha sido rota (30 de marzo de 1939), 2; La cultura del
negro yanqui (30 de junio de 1940), 1012; Un general negro en Estados
Unidos (25 de diciembre de 1940), 8; La barriada negra de Harlem (30 de
abril de 1942), 68; Angustias y traiciones en las esperanzas negras (junio
de 1946), 56.
361 La poblacin de la raza negra en los EE.UU., Nuestra Raza (30 de abril de
1938), 34. En el caso de Brasil, el peridico adopt una postura similar:
hay una clase obrera que conciente de su valor histrico y de su importancia
como clase, se pone al frente de ese pueblo. En suma, hay blancos, negros y
NOTAS 283
mulatos que aspiran a una vida mejor, a los ltimos nombrados los gua la
estrella de Sambi [Zumbi] de los Palmares (la referencia es al monarca que
en el siglo XVII reinara sobre el Quilombo de Palmares). Sobre la solidaridad
interracial de la clase obrera, ver tambin: Lo que no muere, Nuestra Raza
(28 de febrero de 1939), 1.
362 Sobre la relacin personal y poltica entre Hughes y Guilln, ver: Ellis, Nicols
Guilln and Langston Hughes; Guridy, Forging Diaspora, captulo 3.
363 Lewis, AfroUruguayan Literature, 4777; Britos Serrat, Antologa de
poetas negros.
364 Ver (todos aparecidos en Nuestra Raza): Recibimos y publicamos (26 de
enero de 1935), 2; Espaa, de Guilln (30 de enero de 1938), 5; Un nuevo
cantar, de Hughes (30 de marzo de 1939), 7; Poetas negros y poetas de
Espaa (30 de abril de 1938), 5; Poetas negros y poetas de Espaa (30 de
mayo de 1938), 24; Nicols Guilln, mirado desde lejos (30 de junio de
1939), 4; Langston Hughes, vocero de la esperanza negra (30 de junio de
1940), 68; F. Garca Lorca, el poeta fusilado, y Nicols Guilln (septiem-
bre de 1946), 89; Libros (mayo de 1947), 67.
365 Sobre la visita de Guilln a Montevideo, ver: Augier, Nicols Guilln,
29199; los nmeros de Nuestra Raza de enero a mayo de 1947 y Nicols
Guilln en el Uruguay, Mundo Afro (junio de 1990), 2122.
366 Acerca de esos esfuerzos, eventualmente infructuosos, ver: de la Fuente, A
Nation for All, 23147.
367 Hacia una confederacin de sociedades negras, Nuestra Raza (abril de
1947), 34.
368 Crimen! Nuestra Raza (febrero de 1948), 3. Sobre la partida de Guilln
de Montevideo, ver: CIAPEN tribut clido homenaje al poeta Nicols
Guilln, Nuestra Raza (junio de 1947), 34.
369 Bolles, Ellen Irene Diggs.
370 Sobre su investigacin en Argentina, ver: Diggs, Negro in the Viceroyalty.
371 Gran recepcin en la A. Cultural y Social Uruguay, Revista Uruguay (agosto
de 1946), 13; Sala de candombe, Revista Uruguay (septiembreoctubre de
1946), 5.
372 Al margen de una apreciacin, Nuestra Raza (enero de 1947), 56; Sobre
un reportaje, Nuestra Raza (marzo de 1947), 67; Una expresin franca y
sincera de la Dra. Ellen I. Diggs, Revista Uruguay (marzo de 1947), 9. Ver
tambin: Miss Irene Diggs habla para nuestras lectoras, Revista Uruguay
(diciembre de 1946), 5.
373 Al margen de una apreciacin, Nuestra Raza (enero de 1947), 56. Para
respuestas ms positivas a los comentarios de Diggs, ver: El negro y su pro-
blema y Una expresin franca y sincera de la Dra. Ellen I. Diggs, Revista
Uruguay (marzo de 1947), 5, 9.
284 NOTAS
374 Cincuenta aos despus, otros intelectuales afroestadounidenses expresa-
ran una decepcin muy parecida al estudiar los movimientos negros en Brasil.
Ver: Hanchard, Orpheus and Power; Twine, Racism in a Racial Democracy.
375 Como lo reconoca en su manifiesto fundacional, el partido se haba originado
en una iniciativa de la revista Nuestra Raza. La iniciativa de NUESTRA
RAZA, Nuestra Raza (26 junio 1936), 56. Su primer presidente fue
Salvador Betervide, el antiguo editor de La Vanguardia y colaborador habitual
de Nuestra Raza (bajo el seudnimo de El del Palet). Cuando Betervide
muri de tuberculosis en 1936, lo sucedi en la presidencia Mario Mndez, el
fotgrafo y dibujante del peridico. Pilar y Ventura Barrios, Isabelino Gares
y Elemo Cabral tambin figuran entre los miembros fundadores junto con la
esposa de Pilar Barrios, Maruja Pereira. Sobre el PAN, ver: Gascue, Partido
Autctono Negro; Rodrguez, Mbundo malungo, 12943.
376 La iniciativa de NUESTRA RAZA, Nuestra Raza (26 de junio de 1936),
56.
377 Sobre el PIC, ver: Fernndez Robaina, El negro en Cuba, 46109; Helg,
Our Rightful Share, 141226; de la Fuente, A Nation for All, 6691;
Scott, Degrees of Freedom, 22452. Sobre la FNB, Fernandes, A integrao
do negro, vol. 2, 7115; Butler, Freedoms Given, 11328; Barbosa, Frente
Negra Brasileira.
378 Los candidatos eran: Mario Mndez, Carmelo Gentile, Pilar Barrios, Rufino
Silva Gonzlez, Juan Carlos Martnez, Rolando Olivera, Victoriano Rivero,
Cndido Guimares, Sandalio del Puerto, y Roberto Sosa. Ver la tapa de
Nuestra Raza (25 de marzo de 1938).
379 Las citas provienen de: Porzecanski y Santos, Historias de exclusin, 60; y de
Gascue, Partido Autctono Negro, 20.
380 Nuestra Raza (25 de marzo de 1938), 3.
381 Fabregat, Elecciones uruguayas, vol. 1, 272. El Partido Independiente
Democrtico Femenino, fundado en 1933 como una alternativa feminista a
Blancos y Colorados, tambin obtuvo resultados desastrosos en esa eleccin:
recibi slo 122 votos y fue disuelto apenas un poco despus de esas eleccio-
nes. Lavrin, Women, Feminism, and Social Change, 34549.
382 Analfabetismo y semianalfabetismo, Nuestra Raza (30 de junio de 1940),
23.
383 Racismo en el Club Cuerpo de Bomberos, Revista Uruguay (abril de
1947), 8; Racismo en el Club Cuerpo de Bomberos, Revista Uruguay
(mayo de 1947), 6.
384 Insistiendo, La Vanguardia (30 de octubre de 1928), 1; El prejuicio de
razas no existe, pero Rumbos (febrero de 1940), 3; Dos casos inauditos
de descriminacin [sic] racial, Revista Uruguay (octubre 1948), 67;
Situacin econmica de la raza negra en el Uruguay, Nuestra Raza (30 de
abril de 1938), 9; La linea de color sigue imperando, Nuestra Raza (30 de
NOTAS 285
noviembre de 1939), 11; Barbarie, Nuestra Raza (29 de febrero de 1940),
34; Una gran honra para los negros, Nuestra Raza (febrero de 1945), 11;
Existen o no, prejuicios raciales? Nuestra Raza (septiembre de 1945), 3.
385 Porzecanski y Santos, Historias de exclusin, 10910.
386 Ver su publicacin anual: Ansina: Manuel Antonio Ledesma (193942).
Ansina era el sirviente y fiel acompaante del lder de la Independencia
uruguaya, Jos Gervasio Artigas. Acorde con su declaracin de que seguira a
Artigas hasta el fin del mundo, lo acompa durante su exilio en Paraguay, en
donde se qued hasta despus de la muerte del general en 1850. En 1939, los
restos de Ansina fueron repatriados a Uruguay y se los coloc al lado de los
de Artigas en el Panten Nacional. Durante la primera mitad del siglo XX,
las organizaciones negras solan invocar a esta figura como un modelo de la
lealtad negra a la Patria, especialmente en las regiones del interior, donde se
fundaron varios clubes sociales con su nombre. Hacia el fin de siglo, algunos
activistas empezaron a ver a Ansina como una figura ms independiente
y como un modelo precoz del intelectual afrouruguayo. Ver: Petillo, El
ltimo soldado artiguista; Equipo Interdisciplinario, Ansina me llaman.
387 Algunos de sus miembros fundadores fueron: Csar Techera, Pilar y Ventura
Barrios, Alberto No Mndez, la poeta Virginia Brindis de Salas y el com-
positor y director de orquesta Pedro Ferreira, entre otros. CIAPEN: Nueva
entidad de la raza negra, Revista Uruguay (abril de 1946), 12.
388 La juventud de pie, Revista Uruguay (junio de 1948), 5.
389 Sobre estas asociaciones, ver la columna regular de Revista Uruguay,
Panorama informativo.
390 El nico club afrouruguayo con una vida ms larga que ACSU es el Centro
Uruguay, fundado en la ciudad de Melo en 1923 y que hoy en da sigue
funcionando. Ver su peridico, Accin (193435, 194445).
391 En este sentido, ACSU se pareca bastante a los clubes de la clase media
negra en Cuba y Brasil; ver de la Fuente, Nation for All, 16871, 23238,
24448, 28184; Andrews, Blacks and Whites, 14143, 21316.
392 En Revista Uruguay, ver: Ideales sin rumbos (junio de 1945), 6; Recuerdos
oportunos (agosto de 1945), 15; Notas y comentarios (junio de 1945),
89.
393 Unificacin de la juventud, objetivo de URUGUAY, Revista Uruguay
(octubre de 1948), 6.
394 Las citas corresponden a: Hay que reprimirse ! Revista Uruguay (agosto
de 1945), 10; Bailes sociales esclavistas, Revista Uruguay (noviembre de
1947), 5. Ver tambin las exhortaciones a mantener el respeto, la honradez
y la moral de todo lo que est relacionado con la colectividad de color. En:
Hay que pagar, Revista Uruguay (marzo de 1946), 6.
395 Ver captulo 1.
286 NOTAS
396 La sociedad resurge con el prestigio de hace treinta aos, Revista Uruguay
(septiembre de 1945), 57.
397 Songoro cosongo en la noche montevideana, Mundo Uruguayo (6 de
septiembre de 1945), 45, 62.
398 Res non verba, Revista Uruguay (octubre de 1945), 3.
399 Songoro Cosongo en la noche, y Songoro Cosongo? Nuestra Raza
(septiembre de 1945), 67.
400 Cul es la situacin de los negros en el Uruguay? Marcha (4 de mayo de
1956), 10.
401 Ver nota 384. En Revista Uruguay, ver tambin: Notas y comentarios (abril
de 1945), 56; Comentarios raciales (marzo de 1947), 4; Siguen las
estampas ejemplares (junio de 1947), 6; Dos casos inauditos de descrimina-
cin [sic] racial (octubre de 1948), 67.
402 CarvalhoNeto, Estudios afros, 23033.
403 Un estudio de 1956 revel que de los 244 socios de ACSU, 58 por ciento eran
mujeres y 53 por ciento tenan entre 20 y 30 aos de edad. CarvalhoNeto,
Estudios afros, 19899.
404 Ver, por ejemplo, el rol de la Comisin de Seoritas en la organizacin de los
bailes de Carnaval de 1945. Homenaje al Cuerpo de Redaccin y colabora-
dores de la Revista Uruguay y Pginas Femeninas, Revista Uruguay (marzo
de 1945).
405 Amanda Rorra, entrevista, 19 de octubre de 2001; Rubn Galloza, entrevista,
3 de septiembre de 2001.
406 El debate sobre el problema del negro, La Maana (11 de junio de 1956),
3; Acerca de un presunto caso de discriminacin racial, El Da (mayo de 24,
1956), p. 9.
407 Rubn Galloza, entrevista, 3 de Septiembre. 2001.
408 El Retiro del Parque Rod ser sede del candombe y el arte negro, Accin
(7 de febrero de 1968).
409 Llama la atencin que el porcentaje de la poblacin de la ciudad que convoca-
ron las primeras Llamadas (ms o menos el 10 por ciento) fuera el mismo que
el que las naciones africanas convocaran cien aos atrs (el censo de 1963 dio
un total de 1.200.000 personas viviendo en Montevideo). Nahum, Manual
de historia, vol. 2, 224.
410 Cobr inusitada animacin el desfile de anoche realizado en el Barrio Sur,
El Pas (28 de febrero de 1956), 4.
411 Cobr inusitada animacin el desfile de anoche realizado en el Barrio Sur,
El Pas (28 de febrero de 1956), 4.
412 Pleamar del Carnaval en el barrio Palermo, Mundo Uruguayo (8 March
1956), 36; ver tambin: Ruidoso xito tuvo el concurso de Llamadas de
anoche, El Diario (28 de febrero de 1956), 1.
NOTAS 287
413 Olivera Chirimini y Varese, Los candombes de reyes, 8081. En el CD 90
del Archivo Sonoro Lauro Ayestarn se puede or con claridad la emocin del
pblico y de los locutores radiales que cubrieron el evento. CD 90, Archivo
Sonoro Lauro Ayestarn, Museo Romntico.
414 Raphael, Samba and Social Control; McCann, Hello, Hello Brazil, 5960;
Moore, Nationalizing Blackness, 8084; Grandin, Blood of Guatemala,
19496; de la Cadena, Indigenous Mestizos, 15276; Guss, The Festive
State, 20.
415 Guss, The Festive State, 1314. Sobre el mismo tema, Garca Canclini
comenta: Es raro que un ritual aluda en forma abierta a los conflictos entre
etnias, clases y grupos. La historia de todas las sociedades muestra los ritos
como dispositivos para neutralizar la heterogeneidad, reproducir autoritaria-
mente el orden y las diferencias sociales. Garca Canclini, Culturas hbridas,
179.
416 Ver captulo 2.
417 Sobre los comienzos de este desfile, ver: Olivera Chirimini y Varese, Los
candombes de Reyes, 20508.
418 La historia municipal del carnaval consigna que ese ao Fantasa Negra gan
el Primer Premio y Morenada el Segundo. Outerelo Souto y otros, Carnaval,
vol. 1, 77; Olivera Chirimini y Varese, Los candombes de reyes, 209. Sin
embargo, Olivera Chirimini recuerda que las dos comparsas compartieron
el Primer Premio (Los candombes de reyes, 81) y los archivos confirman su
recuerdo: Morenada y Fantasa Negra se impusieron en las Llamadas, El
Pas (29 de febrero de 1956), 6.
419 CarvalhoNeto, Carnaval de Montevideo, 17374.
420 Una seleccin de la msica de Ferreira se puede conseguir en: Bant
recuerda.
421 Outerelo y otros, Carnaval , vol. 1, 7781. Los premios del Carnaval se
otorgaban (y todava se otorgan) segn la actuacin del grupo en el escenario
del Teatro del Verano, mientras que los de Las Llamadas corresponden al
desempeo de la comparsa en el desfile anual.
422 Outerelo y otros, Carnaval, vol. 1, 81. Casi simultneamente a la fundacin
de Morenada en 1953 apareci una crnica fascinante de su nacimiento:
Mientras repican los tamboriles en sordina, se anima el vasto movimiento
del Carnaval cercano, Mundo Uruguayo (5 de febrero de 1953), 46.
Fantasa Negra se separ en la dcada del 70, pero Morenada contina activa
hasta nuestros das, aunque con un ritmo ms acompasado, dada la edad de
sus miembros fundadores. Wellington Silva muri en 1997 y Juan ngel Silva
en 2003.
423 Jos de Lima, entrevista, 12 de octubre de 2001; De tantos aos, El Pas
de los Domingos (8 de marzo de 1998), 3; A lonja y madera!, Jos, que la
Marabunta pide cancha , El Pas (21 de febrero de 1993), 18.
288 NOTAS
424 CarvalhoNeto, Carnaval de Montevideo, 37; Jos de Lima, entrevista, 12
de octubre de 2001; Waldemar Silva, entrevistas, 29 de septiembre de 2001 y
26 de noviembre de 2001.
425 Este fue el caso de Pedro Ferreira (que muri en 1980). Pedrito Ferreira,
entrevista, 3 de diciembre de 2001. Durante sus ltimos aos, Gloria Prez
Bravo, La Negra Johnson, no ganaba lo suficiente para mantenerse y tuvo que
mudarse a la casa de unos amigos. Negra Johnson, La Repblica (4 de junio
de 1996), 38; Adis Negra Johnson, La Repblica de las Mujeres (9 de junio
de 1996), 10. Ver tambin el caso del bailarn Carlos Pirulo Albn. Y la
antorcha se va, El Mercado (5 de febrero de 1989), 23; Adis al maestro
Carlos Abn [sic] Pirulo, La Repblica (5 de julio de 1995), 34.
426 Fernando Lobo Nez propone no slo candombe, Mundo Afro (agosto
de 1988), 89. Ver tambin: Las Llamadas: Los nmeros fros y el tambor
caliente, Mundo Afro (agosto de 1988), 2022. Quejas similares sobre el
carnaval de Ro aparecen en: Sheriff, The Theft of Carnaval; Rodrigues,
Samba negro.
427 Fernando Lobo Nez, entrevista, 24 de octubre de 2001.
428 Ver, por ejemplo, el caso de Martha Gularte, quien luego de una larga y exitosa
carrera como vedette era duea de la casa en la que viva ms o menos bien.
Martha Gularte, entrevistas, 23 y 28 de noviembre de 2001. O la vedette Tina
Ferreira, quien logr saltar de su carrera en el carnaval a la televisin, donde
trabaja como periodista. Tina Ferreira, 11 de diciembre de 2001. Pero estos
casos son raros.
429 Jos de Lima, entrevista, 12 de octubre de 2001. Otros directores coinciden
con la apreciacin de Lima de los problemas econmicos de las comparsas. Ver
entrevistas con: Benjamn Arrascaeta, 9 de octubre de 2001; Hugo Arturaola,
23 de octubre de 2001; Waldemar Silva, 29 de septiembre de 2001, 26 de
noviembre de 2001; Pilar Alsina y Roberto Righi, 9 de noviembre de 2001;
Alfonso Pintos, 26 de noviembre de 2001. En el ao 2001 Julio Sosa tuvo
que disolver su comparsa Kanela y su Barakutanga y formar un grupo nuevo,
Tronar de Tambores. Segn algunos informantes, lo hizo para escapar de las
deudas que el grupo haba acumulado durante aos.
430 Mientras estaba entrevistando al director de C 1080, Cachila Silva, lleg a
su casa un grupo de nios con sndrome de Down que vena a escuchar los
tambores del candombe. Ve lo que le digo? me dijo Cachila Cada vez
que quieren tambores y candombe, vienen a buscarme. Cmo voy a dejar de
hacer esto? Entrevista, 27 de octubre de 2001.
431 A las comparsas ms exitosas las invitan con frecuencia a Argentina y otros
pases; la C 1080 toc en Washington en 2004 y tambin se film un docu-
mental sobre su historia,Cachila, dirigido por Sebastin Bednarik (2009).
NOTAS 289
432 Sobre este punto, ver el comentario de uno de los integrantes de Mundo Afro
que aparece ms adelante en este captulo: el carnaval es el nico momento
en que el negro puede mandar.
433 Plcido, Carnaval, 157.
434 Juan Velorio, entrevista, 6 de octubre de 2001.
435 Luna y Abirad, Rosa Luna, 95, 97; Las amarguras quedaron en la va de Nico
Prez, El Observador (17 de enero de 1999), 6; En busca del quinquenio,
El Pas de los Domingos (3 de febrero de 2002), 12.
436 Fernando Lobo Nez, entrevista, 24 de octubre de 2001. Muchos de mis
entrevistados compartan este sentimiento: Rubn Galloza, entrevista, 3 de
septiembre de 2001; Beatriz Ramrez, entrevista, 21 de noviembre de 2001;
Amanda Rorra, entrevista, 19 de octubre de 2001; etc. Ver tambin: Martnez,
La historia del Carnaval, 2; Dolores y dlares de Momo, La Repblica (25
de enero de 1990), 33.
437 Pobre dios Momo! Te han privatizado y luego te hicieron burgus, Martes
(2328 de febrero de 2000), 23.
438 Carnival, Montevideo Times (23 de febrero de1912), 1. Tambin en el
Montevideo Times, ver: The Carnival (25 de febrero de 1909), 1; Carnival
(8 de febrero de 1913), 1; The Carnival (9 de marzo de 1916), 1. Opiniones
similares aparecen en:Antes y ahora, Mundo Uruguayo (28 de febrero de
1929), n.p.; Corso a contramano, Montevideo: Ciudad Abierta 9 (mayo de
1999), 2326.
439 Mientras repican los tamboriles en sordina, se anima el vasto movimiento
del Carnaval cercano, Mundo Uruguayo (5 de febrero de 1953), 46.
440 CarvalhoNeto, Carnaval de Montevideo, 172.
441 Cobr inusitada animacin el desfile de anoche realizado en el Barrio Sur,
El Pas (28 de febrero de 1956), 4.
442 Cosas de blancos, Marcha (11 de febrero de 1966), 28.
443 Se pueden consultar estas imgenes en los archivos de la Cinemateca Uruguaya
o en el documental de 1966 titulado Llamadas, dirigido por Mario Handler
(1966).
444 Milita Alfaro, entrevista, 10 de octubre de 2001; Enrquez, Momo encadena-
do; Remedi, Carnival Theater, 5684.
445 Pedrito Ferreira, entrevista, 3 de diciembre de 2001; Miguel Garca, entrevis-
ta, 29 de octubre de 2001.
446 Sobre los desalojos de los 70, ver: Benton, Reshaping the Urban Core;
Ferreira, Tambores del candombe, 7779. Tambin, la obra de teatro de
Jorge Cardoso, El desalojo de la calle de los negros (1996), en Cardoso,
Obras escogidas, 732; Boronat y otros, Sntesis simblica, 2737.
447 Sueo de lonja y tambor cerquita del mar, La Repblica (11 de febrero de
1989), 78.
290 NOTAS
448 Una comparsa que busca reflejar la realidad social, La Repblica (9 de
octubre de 1988), 11.
449 Waldemar Silva, entrevista, 29 de septiembre de 2001. Los exresidentes del
conventillo Gaboto, ubicado en el Cordn, tambin formaron una comparsa
nueva: Sarabanda, creada en 1988.
450 Fernando Lobo Nez, entrevista, 24 de octubre de 2001.
451 Rubn Galloza, entrevista, 23 de octubre de 2001.
452 Para una crtica del lenguaje y de los conceptos (ritmo y danza en la sangre)
muy parecidos en Brasil, ver: Pinho, Mama Africa, 15356
453 Corin Aharonin, Pero qu es un candombe?, Brecha (10 de julio de
1992), 16.
454 Waldemar Silva, entrevista, 29 Sept. 2001. Ver tambin los comentarios del
activista de Mundo Afro, Juan Pedro Machado: creo que el blanco no puede
tocar igual el tambor que el negro, porque es un instrumento con el que hay
una relacin de sensibilidad especial. Su colega, Silvia Carvallo coincide en
que los blancos tienen menor facilidad para aprender a tocar el tambor que los
negros, pero aclara que le cuesta un poco creer que les sea imposible hacer-
lo Qu va a pasar cuando los negros se den cuenta de que hay otros grupos
no negros que pueden tocar tan bien el tambor como ellos? Racismo al
revs?, Brecha (19 de noviembre de 1999), 27.
455 El arte del tambor, La Repblica (14 de agosto de 2001), 30.
456 Fernando Lobo Nez, entrevista, 24 de octubre de 2001.
457 Tal como lo observa Paul Gilroy, la leccin ms importante que la msica
nos ensea es que sus secretos ms ntimos y sus reglas tnicas pueden ser
aprendidas y enseadas. Gilroy, The Black Atlantic, 109.
458 Adems de conversar con los tamborileros de Mundo Afro, tambin particip
de los ensayos de los domingos por la maana (e incluso en el de la noche de
Ao Nuevo, que fue realmente emocionante) con La Gozadera, una comparsa
del barrio de Malvin integrada en su mayora por gente blanca y de clase
media. Adems, asist a los ensayos de Elumb, un grupo interracial tambin
proveniente de Malvin. Estas fueron muy valiosas experiencias, que me per-
mitieron conversar sobre estos temas con los miembros de las comparsas y con
los espectadores ocasionales.
459 Waldemar Cachila Silva, entrevista, 29 de septiembre de 2001.
460 Los lectores interesados en oir candombe, deberan empezar por los siguientes
discos compactos: Uruguay: Tambores del candombe, vol. 1 y 2; Arrascaeta,
La llamada de Charra; Candombe final. Tambin hay material disponible
online en www.candombe.com o en sitios como YouTube. Para anlisis y
descripciones del ritmo, ver: Ferreira, Tambores del candombe; Olivera
Chirimini y Varese, Memorias del tamboril, 3647. Sobre las formas
musicales africanas de las que desciende el candombe, ver el argumento de
Chernoff, quien sostiene que en toda la msica africana siempre hay al
NOTAS 291
menos dos ritmos simultneos. Chernoff, African Rhythm, 42; nfasis en el
original. El uso de ritmos aditivos en patrones dobles, triples o en hemiola
es el elemento caracterstico de la organizacin de la msica africana, que
encuentra su mxima expresin en la percusin Nketia, Music of Africa,
131.
461 Sobre la experiencia de tocar el tambor, ver: Ferreira, Tambores del candom-
be, 9092. Consultar tambin los comentarios similares (aunque menos
intensos) del historiador William McNeill sobre la experiencia de participar
como soldado en un desfile militar: Lo que ms recuerdo era una sensacin
de bienestar, ms especficamente, una extraa sensacin de ensanchamiento,
de hinchazn, como si uno se volviera grande, ms grande que la vida misma
gracias a la participacin en ese ritual colectivo... Movernos rpidamente y
marchar sin perder el ritmo era suficiente para hacernos sentir bien, satisfechos
con nosotros mismos, contentos de estar movindonos juntos y vagamente
complacidos con el mundo en general. McNeill, Keeping Together, 2
462 Corin Aharonin, La msica del tamboril afrouruguayo, Brecha (8 de
febrero de 1991), 16.
463 Durante una de las pausas en nuestras prcticas, vi que un muchacho que
tocaba el tambor piano siempre con gran concentracin tena toda la ropa y
el parche de su tambor llenos de sangre. Se le haba salido la piel de la palma
de la mano. Hora de irse a casa le dije. Y l me respondi: No. No hay
problema. La lonja cura. Es frecuente ver tambores manchados de sangre en
las prcticas y sesiones de candombe, lo cual, por supuesto es considerado una
marca de honor.
464 La comparsa La Gozadera es un buen ejemplo de la funcin comunitaria de
estos grupos. Fundada en el barrio de Malvin en el ao 2000, se ha vuelto
un punto focal de las actividades de ese vecindario, muchas de las cuales se
llevan a cabo en su sede, el recientemente restaurado Teatro Moreno. All, el
grupo organiza espectculos musicales, conferencias, actividades educativas y
otros eventos relacionados con el candombe y con la cultura afrouruguaya.
Entrevista a Pilar Alsina y Roberto Righi, 9 de noviembre de 2001; www.
lagozadera.org.uy.
465 Nstor Silva, entrevista, 28 de septiembre de 2001.
466 Pellegrino y otros, De una transicin a otra, 25. La imagen de Uruguay
como un barco que se hunde proviene del libro de Hugo Achugar, La balsa
de la medusa; un discurso elocuente sobre el desnimo imperante entre los
jvenes uruguayos de los 90 es el film 25 Watts, dirigido por Juan Pablo
Rebella (2000).
467 Ver el comentario del musiclogo Corin Aharonian (citado anteriormente)
sobre este tema, en el que resalta que para tocar correctamente el tambor, es
necesario ser culturalmente afromontevideano. Tambin ver las entrevis-
292 NOTAS
tas a Benjamn Arrascaeta, 9 de noviembre de 2001; y a Fernando Lobo
Nez, 24 de octubre de 2001.
468 Mi hija, Lena fue tambin mi compaera en las clases de percusin de Mundo
Afro, aunque no particip de Las Llamadas.
469 Se inici el Concurso de Agrupaciones, El Pas (12 de febrero de 1970),
1. A juzgar por la foto que acompaa a la nota (que no es de muy buena
calidad), Cuca parece haber sido blanca.
470 Grupo Nosotras: Queremos tener nuestra propia voz, La Repblica (28 de
enero de 1989), 9; Blancas con cultura negra, Mundo Afro (24 de agosto de
1997), 8.
471 Sobre ese espectculo, consultar: Perfume de mujer, El Pas (31 de enero
2002).
472 Andrea Silva y otros miembros de La Melaza, entrevista, 21 de septiembre de
2008; ver tambin la pgina Web del grupo, www.lamelaza.com.
473 No deja de ser interesante que La Melaza no haya seguido el mismo camino.
La comparsa tiene dos vedettes y las integrantes del grupo se sorprendieron
bastante cuando les pregunt si haba habido algn debate sobre el tema en
el grupo. Respondieron que no. Y agregaron que las reglas de Las Llamadas
requieren que la comparsa cuente obligatoriamente con al menos una vedette
y que, cuando en 2008 decidieron entrar en el concurso, tuvieron que aceptar
las reglas del juego. Les pregunt, entonces, si ellas no ponan ningn reparo
a la cualidad esencialmente sexual del personaje, a lo que ellas respondieron
que lo nico sexual en la vedette eran sus movimientos y sus trajes. Eso es
justamente de lo que estoy hablando! pens, pero ya no dije ms nada.
474 Jos Mara Silva, Entre libres y opresores (1989), Sarabanda, Lubolos
1987, Museo y Archivo Histrico Municipal (de aqu en adelante, MAHM).
En el mismo legajo, ver: Candombe calypso y Mandela. Tambin la entre-
vista a Alfonso Pintos, 26 de noviembre de 2001.
475 Frigerio, Cultura negra, 11819.
476 Frigerio, Cultura negra, 118.
477 CarvalhoNeto, Carnaval de Montevideo, 37. Un ejemplo de esta actitud
de las comparsas lubolas, fue el esfuerzo por recrear la comparsa Los Esclavos
de Nyanza en 1949 (el grupo se haba desarmado en 1934). Su nuevo direc-
tor, Ral Coureau, explicaba as los motivos para la resurreccin del grupo:
Queremos que el autntico conjunto negro no desaparezca de nuestros
carnavales. Nos hemos interesado en todos los detalles, queremos reconstruir
la agrupacin lubola, dentro del cuadro de su vieja autenticidad. Al chas
chas de sus tamboriles los esclavos [sic] de Nyanza volvern a recorrer las calles
montevideanas, Mundo Uruguayo (10 de febrero de 1949), 2223.
478 Frigerio, Cultura negra, 12425; para una discusin ms profunda de este
tema, ver: 11031.
NOTAS 293
479 Sobre los principales compositores y letristas de candombe, ver: Olivera
Chirimini y Varese, Memorias del tamboril, 93100. Para las letras de algu-
nas canciones de la segunda mitad del siglo XX, ver: Frigerio, Cultura negra,
11324; CarvalhoNeto, Carnaval de Montevideo, 4144; Outerelo y
otros, Carnaval, vol. 1, 6573; Pierri, Una mujer, 13748; y la extensiva
coleccin de materiales sobre el carnaval en la seccin Lubolos del Museo y
Archivo Histrico Municipal (MAHM).
480 Hugo Alberto Balle, frica tamb y Negra, Rapsodia Negra, Lubolos
(s/f ), MAHM.
481 Hugo Alberto Balle, Hermanos a cantar, Una fantasa, Ansina, Es mi
raza, Calle Ancha, Lubolos, 19781980, MAHM.
482 Frigerio, Cultura negra, 129. Esta retrica, con muy pocas modificaciones se
repite en: Dossier, Instituto de Estudios Municipales (2004), Archivo de la
Ciudad de Montevideo, 6.
483 Hugo Alberto Balle, Viejo carretn, Kanela y su Barakutanga, Lubolos,
19781980, MAHM. Para ms ejemplos de este gnero, ver: Carlos Pez
Vilar, Feria morena y Tamborileando, Morenada [1954?], Lubolos,
(s/f ) MAHM.
484 Elbio Olivera, Asi suena mi tambor, Kanela y su Barakutanga, Lubolos,
1985, MAHM.
485 Emilio Lpez Rey, Orizonte [sic] Azul, Races, Varios Lubolos
1968/70/81/85, MAHM. Otras canciones sobre la armona racial, pueden
consultarse en: Danza de tambores, Marabunta, Lubolos, 1985, MAHM;
Alma de moreno, 50 aos de DAECPU, 137; Eduardo da Luz, La verdad
de nuestra historia, Marabunta (1991), Outerelo y otros, Carnaval, vol.1,
65.
486 Gilberto Silva, El negro lleg, Balumba, Lubolos, 1987, MAHM.
487 Noche de Llamadas, La Repblica (8 de febrero de 2002), 35.
488 Rubn Galloza, entrevista, 27 de diciembre de 2001; La primera reina de
Llamadas, La Repblica (23 de febrero de 1997), 11.
489 Lilin Kechichin, entrevista, 15 de noviembre de 2001. Las candidatas para
los dos concursos son nominadas por los concejos barriales y despus son
seleccionadas por distintas comisiones municipales.
490 Sobre los concursos de belleza en otros pases (segregados segn la raza de las
participantes) ver: de la Cadena, Indigenous Mestizos, 17781; Konefal,
Subverting Authenticity; Lpez, The India Bonita Contest; Pinho, Mama
Africa, 13638.
491 ltimo candombe en el Medio Mundo, El Diario (2 de diciembre de
1978), 20; ver tambin: Desalojan el martes a moradores del Medio Mundo;
lo convertirn en museo, La Maana (3 de diciembre de 1978), 20; Entr
en agona el Medio Mundo, El Pas (3 de diciembre de 1978), 6.
294 NOTAS
492 Cay el teln de vieja historia, La Maana (6 de diciembre de 1978), 8; ver
tambin: Lgrimas y repique de tamboriles en el adis al viejo Medio Mundo,
El Pas (4 de diciembre de 1978), 14. En el artculo aparecen algunas fotos de la
fiesta del 3 de diciembre. Las mismas fotografas (de Hctor Devia) fueron ex-
hibidas en el Museo y Archivo Histrico Municipal a principios de los 2000.
493 Comienza hoy el desalojo del conventillo Ansina, La Maana (17 de enero
de 1979), 8.
494 Ver, por ejemplo: Da Nacional del Candombe, 10; Rodrguez, Racismo y
derechos humanos, 5960; Cardoso, El desalojo.
495 Consultar las fotos de Hctor Devia consignadas en la nota 2; Sanjurjo
Toucon, Conventillo Medio Mundo; da Luz, Los conventillos; Carvalho
Neto, Carnaval de Montevideo, 32. Ver tambin el cortometraje Carnaval de
Montevideo (dirigido por Juan Jos Gascu), que trata del Carnaval de 1957
y fue filmado en Ansina.
496 Al momento de su clausura, en diciembre de 1978, los inquilinos de Medio
Mundo pagaban un alquiler de US$ 1,50 por un cuarto. Dado que el edificio
tena 40 unidades de este tipo, el ingreso mximo que produca era de US$
60 (pero hay que considerar que, adems, muchos de los inquilinos no
pagaban el alquiler o deban varios meses de atraso). Los dueos sostenan
que el edificio estaba en un estado calamitoso y que se necesitaban al menos
U$S 150.000 para repararlo. No podemos decidir qu destino tendr el
Medio Mundo, afirma su propietario, La Maana (6 de diciembre de 1978),
8.
497 Derrumbe en el Centro; ver tambin, en el mismo peridico: Catastrfico
derrumbe, El Diario (6 de octubre en 1978), 1, 2226; Muerte, dolor,
herosmo: Todo un pueblo sumido en la angustia por la honda tragedia, El
Pas (7 de octubre de 1978), 1 y 110.
498 El 36 por ciento de los encuestados contest que la historia ms impactante
del ao haba sido el colapso de este edificio; la historia en segundo lugar
recibi apenas un tres por ciento de los votos. Muerte de Papas y derrumbe,
hechos impactantes de 1978, La Maana (13 de enero de 1979), 7.
499 Otros dos derrumbes ayer; 30 evacuados, La Maana (7 de octubre de
1978), 7.
500 Integrarn Comisin para tratar problema de fincas ruinosas, La Maana
(18 de noviembre de 1978), 1; Estn en galpones municipales los desalojados
por derrumbe, La Maana (19 de noviembre de 1978), 18; Se derrumb un
cielo raso y una anciana experiment lesiones, La Maana (14 de diciembre
de 1978), 9; Salvados por milagro: Salieron de la cama poco antes de desplo-
marse techo, La Maana (8 de enero de 1979), 13; Desalojan dos viviendas:
54 personas fueron trasladadas, La Maana (14 de febrero de 1979), 5.
NOTAS 295
501 Sicosis de derrumbes: ayer cundi alarma en el viejo barrio Palermo, La
Maana (11 de octubre de 1978), 8; Desalojarn hoy a 200 personas del
Barrio Sur, El Pas (11 de octubre de 1978), 8.
502 Desfile de llamadas, sera este ao por la Avda. 18 de Julio, La Maana (14
de febrero de 1979), 6.
503 Derrumbes: Unidad para prevencin de siniestros, El Pas (14 de diciembre
de 1978), 10; Controlan estado de todas las fincas de Ciudad Vieja, La
Maana (5 de enero de 1979), 1; Derrumbes: Se est realizando un releva-
miento casa por casa, El Pas (5 de enero de 1979), 7; Benton, Reshaping
the Urban Core, 42.
504 No existen datos sobre la cantidad de desalojados o sobre su pertenencia
racial. Benton calcula que en los barrios del centro de la ciudad, la cantidad
de desalojados habra sido de 4.000; Benton, Reshaping the Urban Core,
42.
505 SERPAJ, Uruguay Nunca Ms, 6566, 7879. Sobre el perodo de la
dictadura, ver: Caetano y Rilla, Breve historia de la dictadura.
506 Melgar y Cancela, El desarrollo frustrado, 17, 54. La inflacin volvi a bajar
al 21 por ciento en 1982, pero en 1983 lleg al 52 y en 1984 al 66. Ver
tambin: Finch, Economa poltica, 271300.
507 Gillespie, Negotiating Democracy.
508 El edificio estaba ubicado en la calle Cagancha, en el barrio de Cordn.
Asociacin Cultural y Social Uruguay, un lbum de fotos, recortes y otros
documentos, ACSUN.
509 Padre Pedro Frontini, entrevista, 18 de diciembre de 2001.
510 Beatriz Ramrez, entrevista, 21 de noviembre de 2001.
511 Beatriz Ramrez, entrevista, 21 de noviembre de 2001; Enrique Daz, en-
trevista, 23 de noviembre de 2001; Padre Pedro Frontini, entrevista, 18 de
diciembre de 2001; Romero Rodrguez, entrevista, 11 de febrero de 2002.
Para una descripcin contempornea a esa pelea ver: Una raza busca sus
races, El Pas de los Domingos (15 de marzo de 1987), 11.
512 Romero Rodrguez, entrevista, 11 de febrero de 2002. Sobre el movimiento
negro en el Brasil de los 70 y 80, ver: Andrews, Blacks and Whites, 188207;
Hanchard, Orpheus and Power; Telles, Race in Another America, 4777;
Alberti y Pereira, Histrias do movimento negro. Sobre Abdias Nascimento,
ver: Nascimento, Abdias Nascimento.
513 Beatriz Ramrez, entrevista, 21 de noviembre de 2001.
514 Sobre los primeros diez aos de la institucin, ver los artculos publicados en
Mundo Afro y: Ferreira, El movimiento negro.
515 Padre Pedro Frontini, entrevista, 18 de diciembre de 2001. CIPFE permiti
que ACSUN conservara su sede, donde sigue funcionando actualmente.
296 NOTAS
516 Los resultados electorales pueden consultarse en: Political Database of the
Americas, Georgetown University, http://pdba.georgetown.edu/Elecdata/
Uru/uruguay.html.
517 Acerca de los gobiernos del Frente Amplio en Montevideo, ver: Winn and
FerroClrico, Can a Leftist Government; Goldfrank, The Fragile
Flower; IMM, Montevideo.
518 Generando espacio, Mundo Afro (25 de enero de 1998), 3.
519 Otros grupos que funcionaban durante ese perodo eran: Centro Cultural
AfroUruguayo, ACSUN, Asociacin de Arte y Cultura Afrouruguaya,
Universitarios Afros, Centro Cultural por la Paz y la Integracin, Africana y
otros. Rodrguez, Mbundo Malungo, 22835.
520 Rodrguez, Mbundo malungo, 190.
521 CarvalhoNeto, Estudios afros, 208.
522 Merino, El negro en la sociedad, 60.
523 CarvalhoNeto, Estudios afros, 21525.
524 Graceras y otros, Informe preliminar, 2226.
525 Merino, El negro en la sociedad, 61.
526 INE, Encuesta Continua, 1, 5, 8, 15.
527 Sobre la campaa emprendida en el Brasil de los 70 por las organizaciones
negras para reclamar que los censos y estadsticas del pas volvieran a con-
siderar a la raza como una variable imprescindible, ver: Nobles, Shades of
Citizenship, 11619.
528 Semino: Si van a Montevideo no van a encontrar muchos negros, Sietedas
(2 de septiembre de 1999), 13.
529 Observaciones finales del Comit para la Eliminacin de la Discriminacin
Racial : Uruguay. 04/12/2001 (Ginebra, 2001). Disponible online: http://www.
unhchr.ch/tbs/doc.nsf/(Symbol)/CERD.C.304.Add.78.Sp?Opendocument
. La recomendacin de programas especiales para las afrouruguayas fue
probablemente una respuesta a un informe preparado por el Grupo de Apoyo
a la Mujer AfroUruguaya (GAMA) de Mundo Afro, Diagnstico.
530 Documento Uruguay.
531 Ley 17.817, Lucha contra el racismo, la xenofobia y la discriminacin.
Disponible en: http://www.parlamento.gub.uy/leyes/AccesoTextoLey.
asp?Ley=17817&Anchor=.
532 Lucha contra el racismo se institucionaliza en Uruguay, La Repblica (31 de
julio de 2005); Somos pobres porque somos negros, El Pas (10 de marzo de
2008). En 2009, la directora de la Secretara de la Mujer Afrodescendiente era
Beatriz Ramrez, activista y fundadora de Mundo Afro. Adems, se propuso
la creacin de oficinas similares en los Ministerios de Salud y Trabajo y en el
organismo que regula el sistema nacional de crceles.
533 Sobre la debilidad de grupos similares en Brasil, ver: Hanchard, Orpheus and
Power, 13337.
NOTAS 297
534 Conflictos en el Barrio Sur: Ni negros ni blancos, marginados o integrados,
Brecha (30 de abril de 1998), 1113.
535 Beatriz Ramrez, entrevista, 21 de noviembre de 2001; Romero Rodrguez,
entrevista, 11 de febrero de 2002. En esa entrevista, Rodrguez describi a
las luchas en torno a este proyecto como al asunto ms difcil que tuvo que
enfrentar en sus (hasta ese momento) catorce aos como director de Mundo
Afro.
536 Romero Rodrguez, entrevista, 11 de febrero de 2002; Rodrguez, Racismo y
derechos humanos, 2146; Ferreira, El movimiento negro, 66.
537 Sanguinetti y Arana destacaron el emprendimiento creativo de Mundo
Afro, El Pas (10 de octubre de 1998).
538 Preocupacin de Batlle, Sanguinetti, y Mercader, El Pas (15 de diciembre
de 2002).
539 Discriminacin en Uruguay, El Pas (11 de octubre de 1998).
540 Rompiendo mitos: Encuesta sobre percepcin de exclusin social y discrimi-
nacin, Montevideo en la Mano 13 (agosto de 2007).
541 Para anlisis comparativos de la desigualdad social entre distintos pases utili-
zando informacin estadstica, ver: Andrews, Racial Inequality; Telles, Race
in Another America, 10610, 11416, 13032, 17579, 20105;
Ferreira, Desigualdades raciais.
542 Sobre la desigualdad en Amrica Latina, ver: Ferranti y otros, Inequality in
Latin America; Hoffman y Centeno, The Lopsided Continent.
543 De la Fuente, Nation for All, 30729; Sawyer, Racial Politics, 10253.
Los indicadores raciales del censo cubano para el ao 2002 an no han sido
publicados en detalle. Puede consultarse el reporte del gobierno sobre este
censo en: www.cubagob.cu/otras_info/censo.
544 Andrews, Racial Inequality; Telles, Race in Another America, esp. 10710;
Casas Arz, Diagnstico del racismo. Hacia fines de los 90, Brasil lanz una
serie de programas sociales que entre 2004 y 2006 confluyeron en el programa
Bolsa Famlia. Este proyecto tuvo un impacto importante en la reduccin de
ciertos aspectos de la desigualdad racial y social en el pas (ver, por ejemplo,
las tablas 5.3 y 5.5, as como tambin la nota 546 en este captulo), pero
esa reduccin es relativamente reciente y en el ao 2000 todava no se haba
verificado. Sobre el programa de Bolsa Famlia y sus impactos, ver: Fenwick,
Avoiding Governors; Paixo and Carvano, Relatrio anual, 12631; Soares
y otros, Evaluating the Impact.
545 Para conclusiones similares, basadas en el analisis de las estadsticas de los dos
pases, ver: Ferreira, Desigualdades raciais.
546 Para 2003 las diferencias raciales en Brasil ya se haban reducido a menos de
dos aos. El promedio de los aos de educacin en ese momento eran de 7.3
para los blancos, 5.6 para los pretos, y de 5.4 para los pardos. IBGE, Sntese
de indicadores sociais 2004, 326.
298 NOTAS
547 INE, Encuesta Continua, 5; Telles, Race in Another America, 130.
548 INE, Encuesta Continua, 15; Shicasho, Desigualdade racial, tabla 8.3.
549 Bucheli y Cabella, Perfil demogrfico, 49; Paixo y Carvano, Relatrio anual,
121. En este caso, los ndices de pobreza para Uruguay son ms altos que los
de la tabla 5.1,y que los de Brasil. Esto se debe a que Uruguay fija la lnea de
pobreza en un umbral mucho ms alto que Brasil y otros pases latinoameri-
canos. Los nmeros consignados en la tabla 5.1 estn basados en el porcentaje
nacional de familias viviendo con un ingreso inferior a US$2 por da.
550 La discriminacin racial aument en todo Brasil entre 1960 y 1980. Lovell
and Wood, Skin Color, Racial Identity, 10003. En el estado de So Paulo,
la discriminacin de los hombres afrobrasileos parece haberse mantenido
constante entre 1960 y 2000, mientras que la de las mujeres de la misma
comunidad aument (y lleg incluso a niveles ms altos que la de los hom-
bres). Lovell, Race, Gender, and Work. Tambin sobre la discriminacin en
Brasil, ver: Telles, Race in Another America, 13972.
551 Bucheli y Porzecanski, Desigualdad salarial, 13940. Bucheli y Porzecanski
no incluyen la variable de gnero en su anlisis de las diferencias salariales. En
So Paulo, Lovell encontr que la discriminacin de gnero produce efectos
an ms fuertes en las diferencias salariales que la discriminacin racial, por
lo tanto los efectos combinados de la discriminacin racial y sexual tienen
efectos devastadores para las afrobrasileas. Lovell, Race, Gender, and
Work. Los datos de Uruguay sugieren conclusiones similares. Tabulaciones
especiales tomadas de la Encuesta Nacional de Hogares de 1996 y preparadas
especialmente por el INE para el autor, mostraron que en cada nivel del mer-
cado de trabajo (exceptuando el de servicios), y para los dos grupos raciales
(blancos y negros) la educacin promedio de las mujeres era mayor que la de
los hombres. Sin embargo, el salario de las mujeres estaba considerablemente
por debajo del de los hombres. De hecho, en todas las categoras del empleo,
los hombres negros ganaban ms que las mujeres blancas aunque tuvieran
niveles ms bajos de educacin. Los datos sobre el salario para el ao 2006,
desagregados segn la edad (pero no segn el sector econmico) mostraron
que las mujeres blancas ganaban un poco ms que los hombres negros. Los
tres grupos discriminados hombres negros, mujeres blancas y mujeres
negrasganaban mucho menos que los hombres blancos. Bucheli y Cabella,
Perfil demogrfico, 46.
Sobre las experiencias cotidianas de la discriminacin, ver: Rudolf y otros,
Las vivencias de la discriminacin
552 Bucheli y Porzecanski, Desigualdad salarial, 139.
553 Bucheli y Porzecanski, Desigualdad salarial, 137.
554 Sobre el envejecimiento de la poblacin uruguaya, ver: Pellegrino y otros, De
una transicin a otra, 3035.
NOTAS 299
555 Bucheli y Cabella, Perfil demogrfico, 28. Sobre los nios afrouruguayos y
la poblacin adolescente en general, ver: Cabella, Panorama de la infancia.
556 Paixo y Carvano, Relatrio annual, 8186; Brando, Cotas raciais.
557 Para conclusiones similares, ver: Ferreira, Desigualdades raciais.
558 Telles, Race in Another America, 26870; de la Fuente, A Nation for All,
32229, 33539; Sawyer, Racial Politics, 10253; ver tambin los artcu-
los aparecidos en: Amrica Negra 15 (Bogot, 1998), nmero editado por de
la Fuente.
559 Este subttulo hace referencia a la entrevista a Edgardo Ortuo aparecida en
El Pas: El diputado candombero, El Pas (17 de febrero de 2001).
560 Britos Serrat, Antologa de poetas negros, vol. 2, 2729; ver tambin:
Montero Bustamante, El parnaso oriental, 7678.
561 Sapriza, Memorias de rebelda, 212, 223. En una entrevista a tamborileros
del conventillo Gaboto realizada en 1966, el musiclogo Lauro Ayestarn les
pregunt sobre las ocasiones en que haban tocado para los eventos de cam-
paa de Roballo. Los percusionistas confirmaron que nunca haban pedido
retribucin monetaria alguna para apoyar a Alba, ms bien lo haban hecho
porque ella perteneca al Partido Colorado, que era el partido del pueblo.
CD 192, Archivo Sonoro Lauro Ayestarn, Museo Romntico. Roballo se
alej del Partido Colorado en 1968 y fue una de las primeras en integrar el
Frente Amplio, que se fundara tres aos despus.
562 Esta y otras referencias a continuacin (a menos que se indique lo contrario)
provienen de mi entrevista con Ortuo del 4 de septiembre de 2008.
563 Scuro Somma, Poblacin afrodescendiente.
564 Estos son slo algunos de los artculos que muestran a lo largo del tiempo
la constante reflexin de la comunidad negra sobre la necesidad de unirse
y sobre las dificultades para lograrlo: Nuestras palabras, La Conservacin
(agosto de 1872), 1; La unin, La Regeneracin (1 de febrero de 1885),
1; Agradecemos, La Propaganda (24 de septiembre de 1893), 1; La doc-
trina que debe poner en prctica, La Propaganda (3 de febrero de 1895),
1; Primer palabra, El Eco del Porvenir (25 de agosto de 1901), 1; Sin
programa ni razones, La Propaganda (20 de septiembre de 1911), 1; Hacia
el ideal, La Verdad (15 de septiembre de 1911), 2; El pasado y presente,
La Verdad (15 de octubre de 1911), 1; Ao nuevo! La Verdad (5 de ene-
ro de 1912), 1; Las dos tendencias, La Verdad (15 de abril de 1912), 1;
Ratificando algunos conceptos, Nuestra Raza (febrero de 1934), 13; La
falta de confianza es factor contrario a la unidad colectiva, Nuestra Raza (30
de junio de 1942), 12; Debe existir respetuosa consideracin entre las
diversas entidades negras, Nuestra Raza (abril de 1945), 78; Un eterno
problema irrealizable desde hace ms de seis dcadas, Revista Uruguay (mayo
de 1945), 2.
565 Ley 18.059, en Da Nacional del Candombe, 7.
300 NOTAS
566 Dia Nacional del Candombe, 16.
567 Al son del borocot chas, chas, Uruguay busca la equidad racial, La
Repblica (4 de diciembre de 2006).
568 La cultura afrodescendiente fue centro de preocupacin en la Cmara de
Diputados, La Repblica (8 de noviembre de 2006).
569 Dia Nacional del Candombe, 1999.
570 Para el libro informativo, ver: Chagas y otros, Culturas afrouruguayas; para la
agenda de actividades, consultar: Da del Patrimonio.
571 Pronto para salir al escenario electoral, La Repblica (4 de septiembre de
1994), 3.
572 Sobre la carrera artstica y la historia de vida de Lgrima Ros, ver: Cincuenta
aos de actividad, La Repblica (4 de septiembre de 1994), 3; Lgrima
va a ms, La Repblica de las Mujeres (16 de febrero de 2002), 1213;
Lgrima Ros; Chagas y otros, Culturas afrouruguayas, 1920.
573 Sobre la vida de Martha Gularte, ver: Blezjo y Ganduglia, Notas de historia
viva; Porzecanski y Santos, Historias de exclusin, 2755. Para su poesa,
ver: Gularte Bautista, Con el alma; Gularte, El barquero del Ro Jordn.
574 Algunas de estas letras aparecen en: Pierri, Una mujer, 13748.
575 Luna y Abirad, Rosa Luna, 7073; sobre la campaa en contra de la impu-
nidad de estos crmenes: ver: Weschler, A Miracle, 173236.
576 Algunas de sus columnas aparecen en: Pierri, Una mujer, 2776. Ver tambin
su artculo: El apartheid uruguayo, en Informes Exclusivos, Suplemento del
Domingo del diario El Da (8 de octubre de 1989), 22.
577 Pierri, Una mujer, 114.
578 Negras, El Pas (7 de octubre de 2007).
579 Para otras rememoraciones de Rosa Luna, ver: Pierri, Una mujer, 15170,
18792.
580 Ver, por ejemplo: Wade, Race and Ethnicity, 10105; Wade, Music, Race,
and Nation, 1623; Stepan, The Hour of Eugenics; Caulfield, In Defense
of Honor; Findlay, Imposing Decency; de la Cadena, Indigenous Mestizos;
Lovell, Race, Gender; Candelario, Black behind the Ears, 177255.
581 Umbanda es una religin sincrtica brasilea que incorpora elementos del
candombl afrobrasileo (ya en s mismo un rito sincrtico en el que
conviven elementos de la religin yoruba y el catolicismo) y el espiritismo
kardeciano. Ver: Brown, Umbanda; Birman, O que umbanda.
582 El dato estimativo sobre los 150 templos proviene de: Un da de flores en
el mar, El Pas (3 de febrero de 2002). Sobre el crecimiento de la religin
umbanda en Uruguay, ver: Pi Hugarte, La cultura uruguaya. Para infor-
macin actualizada sobre esta religin, ver la publicacin mensual Atabaque
(1997), www.atabaque.com.uy.
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