GilbertoFreyreManifiestoTrad HernánMorales

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MANIFIESTO REGIONALISTA

Gilberto Freyre

Traduccin y notas Hernn Morales1

Comentario: Antnio Dimas (USP)

El Manifiesto que sigue fue ledo en el Primer Congreso Brasileo de


Regionalismo que se reuni en la ciudad de Recife, durante el mes de febrero de
1926 y fue el primero en su gnero, no solo en Brasil sino tambin en Amrica,
solo despus del Congreso de Recife, habindose reunido en los Estados Unidos
la Conferencia Regionalista de Charlottesville (Virginia), con el apoyo de Franklin
D. Roosevelt y de otros eminentes norteamericanos y del cual particip el autor del
Manifiesto de 1926 de Recife, por iniciativa e invitacin de su colega Ruediger
Bilden. Divulgado en parte por peridicos de la poca, este Manifiesto es, por
quinta vez, publicado en forma ntegra, ahora por iniciativa del Instituto Joaquim
Nabuco de Investigaciones Sociales. Apareci en primera edicin en el ao 1952,
lanzado por la Editora Regio. La presente edicin la 5ta. aparece, como la
4ta., revisada y con prefacio del autor. Pero sin ninguna alteracin esencial al texto
ledo en 1926 y publicado en 1952.

Hace dos o tres aos que se esboza, en esta vieja metrpolis regional que
es Recife, un movimiento de rehabilitacin de valores regionales y tradicionales de
esta parte de Brasil: movimiento del que maestros autnticos como el humanista
Joo Ribeiro y el poeta Manuel Bandeira van tomando conocimiento y al que,
ahora se unen por simpata, cuando no por solidaridad activa y militante, no solo
norte-americanos como Francis Butler Simkins que anuncia deber a un brasileo
de Recife su criterio regional de estudiar la historia del Sur de los Estados Unidos,
- sino tambin franceses como Regis de Beaulieau y alemanes como Ruediger
Bilden, adems de algunos de los ms adelantados arquitectos, urbanistas y
hombres de letras de Rio. Concurren ellos al Congreso de Regionalismo de Recife
con trabajos y tesis acrecentando sus contribuciones y las de hombres del propio
Nordeste o aqu radicados: hombres pblicos o de ciencia, preocupados por

1
La presente versin fue realizada como material de estudio de la Ctedra Literatura y Cultura
Latinoamericanas II de la Facultad de Humanidades de la UNMDP, el 6 de abril de 2017.
1
problemas urbanos y rurales de la regin como Amaury de Medeiros, Gouveia de
Barros y Ulysses Pernambuco; hombres de letras empeados en la defensa de
nuestros valores histricos como Carlos Lyra Filho, Luiz Cedro, Samuel Camplo,
Anbal Fernndez, Joaquim Cardoso, Mrio Melo, Mario Sette, Manuel Caetano de
Alburquerque y su hijo Jos Mara tan experto en el arte de la fotografa como en
el de la tipografa; hombres de saber interesados en dar sentido regional a la
enseanza, a la organizacin universitaria y a la cultura intelectual entre nosotros,
entre los que se cuentan Odilon Nestor y Morais Coutinho, Alfredo Freyre y
Antnio Incio; viejos labradores u hombres de campo volcados inteligentemente
hacia los problemas de defensa y valorizacin del paisaje o de la vida en sus
aspectos rurales o folklricos, como Jlio Bello, Samuel Hardman, Gaspar Peres,
Pedro Paranhos y Leite Oiticica. Hombres, todos estos, con sentido de
regionalidad encima del de pernambucanidad tan intenso o absorbente en un
Mrio Sette el de paraibanidad tan vivo en Jos Amrico de Almeida el de
alagoanidad tan intenso en Otvio Brando de cada uno; y ese sentido por as
decirlo eterno en su forma el modo regional y no solo provincial de ser alguien
de su tierra manifestado en una realidad o expreso en una substancia tal vez
ms lrica que geogrfica y ciertamente ms social de lo que la poltica es.
Realidad que la expresin Nordeste define sin que la investigacin cientfica
haya explorado hasta hoy, sobre el criterio regional de paisaje, a no ser en raras
obras como la de un Von Luetzelburg, admirable ecologista alemn todava ms
visible que el conocido Konrad Guenther, el sabio filopatologista, que hace poco
visit esta parte de Brasil por pedido de uno de nosotros Samuel Hardman
mientras que, por mi invitacin, estuvieron, tomando contacto con tradiciones y
problemas de la regin, mis antiguos colegas en la Universidad de Columbia,
Ruediger Bilden y su seora Francis Butler Simkins, tambin prometiendo ser este
ao mi compaero francs de aventuras intelectuales en Paris, Regis de Beaulieu:
aquel habindome llevado a conocer a su maestro, Charles Maurras, no evit en
ms de una oportunidad sentarse conmigo en una La Rotonde todava candente
por la presencia de Lenin.

Todos los martes, un grupo apoltico de Regionalistas viene reunindose


en casa del Profesor Odilon Nestor, alrededor de la mesa de t con galletas y
dulces tradicionales de la regin inclusive helado de Corazn de la India
preparados por manos de sinhs2. Discuten, en voz ms de conversacin que de
discurso, problemas del Nordeste. As se ha desenvuelto el Movimiento
Regionalista que hoy se afirma en este Congreso: no acadmico pero constante.
Animado por hombres prcticos como Samuel Hardman y por poetas como Odilon

2
Seoras.
2
Nestor; por hombres polticamente de izquierda como Alfredo Morais Coutinho y
de la extrema derecha como Carlos Lyra Filho.

Su fin no es sostener que la mstica, en Brasil, solo tenga valor en el


Nordeste, que solo las galletas hechas por manos pernambucanas o paraibanas
de sinhs sean sabrosas, solo las riendas y redes hechas por cearenses o
alagoanos tengan gracia, solo los problemas de la regin de la caa o del rea de
las secas o de la del algodn presenten importancia. Los animadores de esta
nueva especie de regionalismo desean ver desarrollar en el Pas otros
regionalismos que se puedan unir al del Nordeste, dando al movimiento el sentido
orgnicamente brasileo y, hasta, americano, no ms amplio de lo que debe ser.

La mayor injusticia que se podra hacer a un regionalismo como el nuestro


sera confundirlo con separatismo o con bairrismo 3. Con anti-internacionalismo,
anti-universalismo o anti-nacionalismo. Es tan contrario a cualquier especie de
separatismo que, ms unionista que el actual y precario unionismo brasileo, en
vista a la superacin del estadualismo, lamentablemente desarrollado aqu por la
Repblica este s, separatista lo intenta sustituir por un nuevo y flexible
sistema en que las regiones, ms importantes que los Estados, se completen y se
integren activa y creadoramente en una verdadera organizacin nacional. Pues
son modos de ser - los caracterizados en brasileo por sus formas regionales de
expresin que piden estudios o indagaciones dentro de un criterio de
interrelacin que al mismo tiempo que amplie, en nuestro caso, lo que es
pernambucano, paraibano, norte-riograndense, pauiense y hasta maranhense, o
alagoano o cearense en nordestino, articule lo que es nordestino en conjunto con
lo que es general y difusamente brasileo o vagamente americano.

Diciendo sistema no s si empleo la expresin exacta. Nuestro movimiento


no pretende sino inspirar una nueva organizacin de Brasil. Una nueva
organizacin en que los vestidos en que anda metida la Repblica ropas hechas,
ropaje extico, terciopelos para fro, pieles para hielos que no existen por aqu
sean sustituidas no por otras ropas hechas por modista extranjera sino por vestido
o simplemente tnica confeccionada pacientemente en casa: poco a poco y a toda
medida.

De ah es peligroso hablar precipitadamente de un nuevo sistema cuando


el camino indicado por el consenso para la reorganizacin nacional parece ser el
de darle, ante todo, atencin al cuerpo de Brasil, vctima, desde que naci, de las
estranjeridades que le han sido impuestas, sin ningn respeto por las

3
Se asocia con la defensa del barrio, negativamente refiere a la accin que desprecia todo lo que viene de
afuera.
3
peculiaridades y desigualdades de su configuracin fsica y social; y con otra pena
de indio o una y otra charla de tucn, a disfrazar el exotismo norte-europeo del
traje. Con la Repblica sta enquistada las Provincias fueron sustituidas por
Estados grandes y ricos, sin tomar en cuenta las turbulencias balcnicas de
algunos grupos populares y que deban ser todava Territorios y no,
prematuramente, Estados.

Esa desorganizacin constante parece resultar principalmente del hecho de


que las regiones vienen siendo olvidadas por los estadistas y legisladores
brasileos, unos preocupados por los derechos de los Estados, otros, con las
necesidades de unin nacional, cuando la preocupacin mxima de todos
debera ser la de la articulacin inter-regional. Pues de regiones es que Brasil,
sociolgicamente, est hecho, desde sus primeros das. Regiones naturales a las
que se superpusieron regiones sociales.

De modo que siendo esa su configuracin, lo que se impone a los


estadistas y legisladores nacionales es que piensen y acten inter-regionalmente.
Y recuerden siempre que gobiernan regiones y que legislan para regiones
independientes, cuyas realidades no deben ser olvidadas nunca por las ficciones
necesarias, dentro de sus lmites, de Unin y de Estado. El conjunto de
regiones es lo que forma verdaderamente a Brasil. Somos un conjunto de regiones
antes de ser una coleccin arbitraria de Estados, unos grandes, otros pequeos,
los que se combaten econmicamente como otras tantas Bulgarias, Servias y
Montenegros y se hacen de partidos polticos So Paulo contra Minas, Minas
contra el Rio Grande del Sur en un juego peligrossimo para la unidad nacional.

Regionalmente es que debe Brasil ser administrado. Es claro que


administrado sobre una sola bandera y un solo gobierno, pues regionalismo no
quiere decir separatismo, al contrario de lo que le dijeron al Presidente Artur
Bernardes4. Regionalmente debe ser estudiada, sin sacrificio del sentido de su
unidad, la cultura brasilea, del mismo modo que la naturaleza; el hombre de la
misma forma que el paisaje. Regionalmente deben ser considerados los
problemas de la economa nacional y los del trabajo. Como me aventuro a decir en
una imitacin de poema que acabo de entregar al pintor Lus Jardim, para que l
lo ilustre con su trazo admirable.

El mapa de Brasil en vez de colores de Estados tendr colores de las


producciones y de los trabajos.

4
Durante el Gobierno de Bernardes (1922 1926) se sostuvo que exista una campaa orquestada desde el
Palacio del Catete para impedir que So Paulo prosperara.
4
Intentando rehabilitar valores y tradiciones del Nordeste, repito que no
juzgamos estas tierras, en gran parte ridas y heroicamente pobres, devastadas
por el cangao5, por la malaria y hasta por el hambre, las Tierras Santas o la
Cocagne de Brasil. Intentamos defender esos valores y esas tradiciones, esto s,
del peligro de ser del todo abandonadas, tal el furor nefilo de dirigentes que,
entre nosotros, pasan por adelantados y progresistas por el hecho de imitar
ciega y desbordadamente la novedad extranjera. La novedad extranjera de modo
general. De modo particular, en los Estados o en las Provincias, lo que Rio o So
Paulo consagran como elegante y como moderno: inclusive ese carnavalesco
Papa Noel que, armado con sus botas de andar en trineo y pisando nieve, sobre
las viejas lapinhas6 brasileas, verdes, olorosas, de tiempo de verano, est dando
una nota de ridculo a nuestros natales de familia 7, tambin adornados ahora con
pinos extranjeros mandadas a pedir de Europa o de los Estados Unidos por los
burgueses ms llenos de cofres de dinero.

Tal vez no haya regin en Brasil que exceda el Nordeste en riqueza de


tradiciones ilustres y en nitidez de carcter. Varios de sus valores regionales se
tornaron nacionales despus de ser impuestos a otros brasileos, ms por la
superioridad econmica que el azcar dio al Nordeste durante ms de un siglo,
que por la seduccin moral y fascinacin esttica de los mismos valores. Algunos
hasta ganaron renombre internacional como el mascavo 8 de los viejos ingenios9, el
Pau- Brasil de las viejas matas, el cuchillo de punta de Pasmado o de Olinda, la
red de Cear, el rojo conocido entre pintores europeos antiguos por
Pernambuco, la goiaba de Pesqueira, el fervor catlico de Dom Vital, el algodn
de Serid, los caballos de corrida paulistas, los anans de Goiaba, el caramelo de
Augusto Severo, las telas de Rosalvo Ribeiro, el talento diplomtico de Baro de
Penedo doctor honoris causa por Oxford y el letrado Joaquim Nabuco
doctor honoris causa por universidades anglo-americanas. Cmo se explicara,
entonces, que nuestros hijos de regin tan creadora, fueran a abandonar ahora las
fuentes o las races de valores y tradiciones de las que Brasil entero se
enorgullece y se viene beneficiando con valores bsicamente nacionales?

Sin juzgar astutamente la sal de Brasil, como mayor y mejor productor de


azcar en los tiempo coloniales azcar que est al nivel de una dulcera rica
como ninguna, del Imperio, y al nivel, tambin de una dulce aristocracia de

5
Tambin cangaceiros fue el nombre que se dio a los hombres que vivan en grupos armados fuera de la ley
en el nordeste brasileo desde mediados del siglo XIX hasta la dcada del 1930.
6
Gruta o pesebre.
7
Festividad navidea.
8
Azcar sin refinar.
9
Ingenios azucareros, hacienda colonial.
5
maneras y refinamiento, de modos de vivir y de sentir, vuelta as por la produccin
y exportacin de un mascavo tan internacionalmente famoso como, despus, el
caf de So Paulo es el Nordeste quien tiene el derecho de considerarse una
regin que ya grademente contribuy a dar a la cultura o a la civilizacin brasilea
autentiticidad y originalidad como as tambin dulzura a su tiempo. Con Duarte
Coelho madrugaban en la Nova Lusitania valores europeos, asiticos, africanos
que solo despus se entendieron con otras regiones de la Amrica Portuguesa.
Durante la ocupacin holandesa, otros valores surgieron o fueron aqu recreados
para beneficio de Brasil entero. Apenas en los ltimos decenios es que el
Nordeste viene perdiendo la tradicin del creador o recreador de valores para
volverse una poblacin casi parasitaria o una tierra de reliquias: el paraso
brasileo de anticuarios y de arquelogos. O el refugio de aquellos patriotas medio
necrfilos cuyo patriotismo se dice es capaz evocar, en los das de fiestas
nacionales, glorias remotas y anticipaciones gloriosas, exagerndolas, en los
discursos, adornndolas en los elogios histricos con brillos falsos, revistindolas
en las composiciones genealgicas de azules tambin excesivamente herldicos.

Me acuerdo - y record el hecho en una de los primeros artculos que aqu


publiqu al regresar de Europa en 1923 del inters con que, hace tres o cuatro
aos, en Versailles, entre hidalgos franceses y aristcratas rusos que me dieron el
gusto o la impresin de una Europa ya ms histrica de la actual, el viejo Clement
de Grandprey ilustre tropicalista y tal vez el nico espritu joven en aquel medio
de condes arcaicos y vizcondesas ancianas me interrogaba: y los mucambos
de Pernambuco? No lo maravillaba aqu, en los finales del siglo XIX, la iglesia de
la Penha o el palacio de Estrada de Ferro Central: dos de las primeras
lamentables arriendas de la civilizacin que Geddes llamara paleotcnica con que
fue ms ostensivamente perturbada, en su autenticidad y en su proceso de
adaptacin al medio, la arquitectura tradicionalmente portuguesa de Recife:
honesta arquitectura llena de buenas reminiscencias orientales y africanas,
inclusive la del color, la de los verdes, azules, prpuras, amarillos y rojos vivos de
sobrados altos, de las casa de sitio, de las propias iglesias. La mayor impresin de
Clemenet de Grandprey, en Pernambuco, fue la de los simples mucambos, de la
casa de caboclo, de la casa paja de los pescadores de las playas.

Es que el mucambo se armonizaba con el clima, con las aguas, con los
colores, con la naturaleza, con los coqueiros y las mangueiras, con los verdes y
los azules de la regin como ninguna otra construccin. Lo percibi el orientalista
francs en su rpido pasaje por Pernambuco como el alemn, tambin pintor, Ph.
Von Luetzelburg. Tienen ojos para ver y admirar lo que es caracterstico de la
regin y para saber separarlo de lo simplemente pintoresco o curioso. Como los

6
que tienen ojos para ver a su Provincia o a su regin como Lafcadio Hearn vio a
Lusiana y a las Indias Occidentales Francesas.

Con todo su primitivismo, el mucambo es un valor regional y, por extensin,


un valor brasileo, y, adems de eso, un valor de los trpicos: estos calumniados
trpicos que solo ahora el europeo y el norte-americano vienen redescubriendo y
encontrando en ellos valores y curiosidades etnogrficas o motivos patolgicos
para alarmarse. El mucambo es uno de esos valores. Valor por el que representa
armonizacin esttica: la de la construccin humana con la naturaleza. Valor por el
que representa adaptacin higinica: la del abrigo humano adaptado a la
naturaleza tropical. Valor por el que representa solucin econmica del problema
de la casa pobre: la mxima utilizacin, por el hombre, en la naturaleza regional,
representada por la madera, por la paja, por el cip10, por el capim11 fcil y al
alcance de los pobres.

El mal de los mucambos en Recife, como en otras ciudades brasileas, no


est propiamente en los mucambos sino en la situacin en reas despreciables y
hostiles a la salud del hombre: alagados, pantanos, mangues, lodo podrido. Bien
situado, el mucambo y la casa rural cubierta de paja o de vegetal seco no nos
olvidemos que se encuentra tambin en Irlanda y en la propia Inglaterra la
vivienda de estas tristes tumbas no siempre bien encaladas que son, entre
nosotros, tantas casas de piedra y cal, sin paredes libres e iluminadas por tristes
claraboyas que disfrazan un poco la falta de luz y la pobreza de aire, dentro de las
cuales vive la vida breve o muere prematuramente cuando no a las prisas,
arrastrada por la tsica galopante la mayor parte de la gente media de la regin,
en las ciudades y hasta en los poblados.

No fue contra los mucambos que se volvi la mayor indignacin de


sanitarista de Saturnino de Brito cuando estudi el problema de la casa de Recife:
fue contra aquellas casas verdaderamente sepulcrales. Ellas, s, es que pecan
contra la naturaleza regional: y no los mucambos. No los calumniados mucambos.
No las casas que los caboclos, los negros, los pardos, los pescadores, los
pobres de la regin levantan ellos mismos, a veces por medio de esfuerzo comn
de mutiro12, revistindolas y cubrindolas de paja, hojas y hierbas secas que
franciscanamente defienden a los moradores de las lluvias y de los vendavales
fuertes sin privarse del sol, del aire y de la luz tropicales.

10
Enredadera.
11
Planta herbcea perteneciente a la familia de las poceas..
12
Auxilio gratuito que prestan a los otros los miembros de una determinada comunidad reunindose todos
en provecho o de uno de sus miembros o de todos, como en el caso, por ejemplo de la implementacin de
obras de infraestructura.
7
Lo mismo podra decir alguien de las viejas y estrechas calles del Nordeste.
Bien situadas, son entre nosotros, superiores no solo en pintorescas sino en
higiene y largas. Las calles anchas son necesarias nadie dice que no, desde que
exigidas por el trfico moderno; pero no deben excluirse las estrechas.

Todava hace poco un extranjero viajadsimo era como que se encantaba


con Rio de Janeiro: con las viejas calles estrechas. Y no con las amplias. No con
avenidas impropias. No con nuestras imitaciones a veces ridculas de boulevares
y de broadways, por donde a la gente que anda a pie solo le falta derretirse
sobre el sol fuerte con el que el buen Dios ora nos favorece, ora nos castiga.
Entretanto, cuando primero elogi aqu las calles estrechas y lament el
desaparecimiento de los viejos arcos que se armonizaban con ellas y de las casas
y sobrados pintados de rojo, de verde, de azul o revestidos de azulejos azulejos
que llegaron a ser condenados estpidamente, en Recife, por ley municipal fue
como si tuviera escrito hereja en puerta de iglesia u obscenidad en muro de
colegio de chicas. Tambin cuando alab en ciudad de Recife el resto de recato
moro: otro absurdo para los modernistas de la tierra, pues las ciudades deban ser
todas abiertas al sol y a los ojos de los turistas y nunca cerradas dentro de las
paredes, muros y rtulas, aqu ms protectoras del hombre que el vidrio en los
pases de poca luz al igual que el sol con la luna.

Reconocemos la necesidad de calles largas en una ciudad moderna, sea


cual fuese la situacin geogrfica o el sol que la ilumine; pero no nos olvidemos de
que a una ciudad del trpico, por ms comercial o industrial que se vuelva, le
conviene cierto nmero de calles acogedoramente estrechas en las cuales se
conserve la sabidura de los rabes, antiguos dueos de los trpicos: la sabidura
de calles como la Estrecha de Rosario o de callejones como el de Cirigado que
defiendan a los hombres de los excesos de luz, de sol y del calor o que los proteja
con la dulzura de sus sombras. La sabidura de las calles con arcadas, de las que
Recife debera estar lleno. La sabidura de las casas con rtulas o ventanas en
Ajedrez, que todava se sorprenden en calles viejas de aqu y de Olinda.

Al viejo Recife el genio de los moros, maestros, en tanta cosa, de los


portugueses a los cuales, entretanto, dieran el mal ejemplo, tan seguido por los
brasileos, del horror al rbol transmiti su ligacin preciosa de las calles
estrechas; y, siempre que fuera posible, debemos conservarlas al lado de las
avenidas americanamente largas o como afluente de ellas boulevards
amaznicos en lugar de dejarnos desorientar por cierto anti-lusismo que ve en
toda la herencia portuguesa un mal despreciable; o por cierto modernismo u
occidentalismo que ve en todo lo que es antiguo y oriental un arcasmo a ser
abandonado.
8
El modernismo es responsable por otra innovacin contra la cual se levanta
nuestro regionalismo: la horrible mana que hoy nos persigue de cambiar los ms
sabrosamente regionales nombres de calles y de lugares viejos Rua do Sol,
Beco do Peixe Frito, Rua da Saudade, Chora Menino. Sete Pecados Mortais,
Encanta Moa en nombres nuevos: casi siempre nombres inexpresivos de
poderosos de turno. O fechas insignificantemente polticas.

Es otro punto en que vengo insistiendo en mis artculos desde que aqu
llegu; es, como en el caso de los mucambos, tal actitud me tiene puesto no solo
en soberano desprecio de los ingenieros ms simplistas msticos del cimiento
armado y mistagogos de las avenidas largas, gente que hace aos domina esta
como otras ciudades de Brasil y, al contrario de los ingenieros ms esclarecidos,
solo saben derribar iglesias, sobrados de azulejos, arcos como el de la
Concepcin, palmeras antiguas, gameleiras viejas, jardines o jardines coloniales,
con tal de que los viejos burgos de fundacin portuguesa se asemejen a las ms
modernas ciudades norteamericanas o francesas como una mancha de
blagueur. O de literato venido a superior que, harto de viajes por Amrica del
Norte y por Europa, desease, como un nuevo y barato Fradique de suburbio,
divertirse a costa de la ingenuidad de la gente ms simple de su Provincia: de ah
alabarle los atrasos en vez de glorificarle los progresos. Querer museos con
panelas de barro, cuchillos de punta, cachimbo de matutos 13, sandalias de
sertanejos14, miniaturas de almanjarras15, figuras de cermica, bonecas de pano16,
carros de boi17, y adems con reliquias de hroes de guerras y mrtires de
revoluciones gloriosas. Exaltar bumbas-meu-boi18, maracatus19, mamulengos20,
pastoris21 y clubes porpulares de carvanal, en lugar de trabajar por el desarrollo de
Radio Club o concurrir para el brillo de los bailes del Club Internacional.
Levantarse contra el loteamiento de sitios viejos alegando que las ciudades
necesitan de rboles, de jardines, tanto como de casa y calles. Querer grandes
edificios pblicos y plazas decoradas con figuras de hombres de trabajo, mestizos,
hombres de color en pleno movimiento de trabajo, cambiteiros22, negros de

13
Dispositivo para fumar usado en el campo.
14
Sertanejo: relativo al campo.
15
Palos a los que se amarran los animales para hacer girar el molino.
16
Muecas de tela.
17
Carros transportados por bueyes.
18
Es una de las fiestas folklricas ms tradicionales del Brasil que a modo de auto mezcla msica,
danza, teatro, etc. En cada regin adquiere un nombre diferente.
19
Danza folklrica de origen afro-brasilea, en la que un cortejo carnavalesco, representado por personajes
histricos (rey, reina, embajadores, ministros, vasallos, esclavos, cortesanos) bailan al son de la percusin.
20
Tipo de fantoche tpico del nordeste brasileo.
21
Representacin dramtica religiosa desarrollada entre Navidad y Reyes.
22
Empleado que transporta paja en lomos de animales.
9
fornalha23 de ingenio, caberas de trapiches y de almanjarras, negros cargadores
de azcar, carros de buey llenos de cana, jangadeiros 24, vaqueros, mujeres
haciendo rendas25 y no con las imgenes convencionales y color de rosa de
diosas europeas de Fortuna y de Libertad, de dioses romanos de estos y de
aquello, de figuras simblicas de las Cuatro Estaciones. Desear un museo regional
lleno de recuerdos de las producciones y no solo de los trabajos de regin y
adems de antigedades ociosamente burguesas como joyas de baronesas y
bastones decorados del tiempo del Imperio.

Hace poco fui acusado de estar llevando satnicamente al ridculo a


algunos de los hombres ms respestables de la regin, ya envueltos por m
dicen los crticos en lo que llaman el carnaval regionalista. Esto porque
consegu del viejo Leite Oiticica que, de su ingenio de las Alagoas, escribiese para
el libro conmemorativo del primer centenario del Diario de Pernambuco, no un
ensayo retricamente patritico sobre Deodoro o Floriano, sino un estudio
minucioso y objetivo del arte de la renda en el Nordeste que, ilustrado, a la base
de muestras de rendas venidas de Alagoas, por diseadores dignos de la mejor
admiracin brasilea Manuel Bandeira enriquece aquel libro con pginas
verdaderamente originales de documentacin e interpretacin de la vida regional;
de Odilon Nestor, que recordase la vida del estudiante en Recife del Siglo XIX y no
las doctrinas alemanas aqu divulgadas un tanto pedantescamente por Tobas; de
Julio Bello, que contribuyera para la misma obra conmemorativa, no evocando en
tono de discurso de Instituto Histrico los hroes de Guararapes o los Patriotas del
17, pero s los bumbas-meu-boi, las cheganas26, los pastoris, los mamulengos de
los ingenios de la regin.

Este propio Congreso el Primer Congreso de Regionalismo que se realiza


en Brasil y, tal vez, en Amrica y, dentro de su programa, diferente de cuantos
hayan sido realizados en otros pases donde ya florece, como otros aspectos, la
idea regionalista, animada en Francia por el espritu potico de Mistral y por la
inteligencia realista de Marraus est siendo criticado por los mismos aristarcos
por alejarse de los estilos convencionales de los congresos; y juntar las voces de
sabios higienistas como la de Gouvela de Barros, las de poetas folkloristas como
Ascenso Ferreira; las conmemoraciones o cultos como el de palmeira, o de
plantas humildemente provincianas o regionales como el jasmin-de-banha o la
erva-cidreira o tambin el pega-pinto, del que la medicina casera prepara ts tan
23
Horno de mquina a vapor.
24
Populaciones tradicionales martimas que viven en el litoral nordestino.
25
Tejido transparente de malla abierta, fina y delicada, sobre el que se forman variados diseos.
26
Juego o entretenimiento popular en las fiestas de Navidad en que figuran danzas y escenas martimas
entre cristianos y moros.
10
tiles; la evocacin de viejas modinhas27 de los salones del tiempo de Pedro II la
revitalizacin de divertimentos de la gente mas plebeyamente del pueblo que los
requintados desprecian como cosas de negros: maracatus, bumba-meu-boi,
mamulengo, coco, fandango28, xang29, nau-catarineta30.

Pero el pecado mayor contra la Civilizacin y el Progreso, contra el Buen


Sentido y el Buen Gusto y hasta las Buenas Costumbres que estara siendo
cometido por el grupo de regionalistas a quien se les debe la idea o la
organizacin de este Congreso, estara en intentar reanimar no solo el arte arcaico
de los quitutes31 finos y caros en que se esmeraban, en las viejas casas
patriarcales, algunas seoras de las ms ilustres familias de la regin y que est
siendo olvidada por los dulces de los confiteros franceses e italianos, como el arte
popular como el de barro, el de la cestera, el de la paja de Ouricuri, el de la
piaaba32, el de los cachimbos y de santos en madera, el de las esteiras33, el de
los exvotos, el de las redes, el de las rendas y bicos, el de los brinquedos de nios
hechos granos de choclo, de canudo de mamo, de lata de dulce de goiaba, de
quenga de coco, de cabaa que es, en el Nordeste, el preparado del dulce, de la
torta, del quitute de tabuleiro34, hecho por manos negras y pardas con una pericia
que iguala, y a algunas veces excede, el de las sinhs blancas.

Pues hay comidas que no son las mismas compradas en los tabuleiros que
hechas en casa. Arroz dulce, por ejemplo, es casi siempre sabroso hecho por
mano de negra de tabuleiro que en casa. Y tambin es cierto de otros dulces y de
otros quitutes. Del pescado frito, por ejemplo, que solo tiene gracia hecho por
negra de tabuleiro. De la tapioca molhada, que de calle y servida en hoja de
bananeira es que es ms sabrosa. Del zarapatel: otro plato que en mercado o
quitanda es ms sabroso del que en casa finamente burguesa opinin que no
solo es ma, sino de mi amigo y compaero de recorridas en los mercado y en
Dudu, el grande juez y gran periodista Manuel Caetano de Albuquerque y Melo.

27
Primer gnero de msica popular brasilea proveniente de la moda portuguesa. En el siglo XVII ya se
tocaba en las calles de Baha.
28
Baile popular de origen espaol, de movimiento vivo y apasionado, en comps de tres por cuatro o seis
por ocho.
29
Oix de la regin yoruba.
30
romance de tradicin oral que alude el viaje del navo Santo Antnio que transport a Jorge de
Alburquerque Coelho en 1565.
31
Comida que se sirve como acompaamiento.
32
Escoba pequea y redonda para limpiar el interior de los sanitarios.
33
Tejido de paja.
34
Quitute que se vende en los puestos como los tabuleiros de las bahianas en los que venden sus acarajs.
11
Las negras de tabuleiro y de quitanda como que guardan masnicamente
secretos que no transmiten a las sinhs blancas del mismo modo que, entre las
casas ilustres, unas familias vienen escondiendo de las otras recetas de viejas
tortas y dulces que se conservan hace aos, especialidad o secreto o singularidad
de familia. De ah el hecho de que se sucedan generaciones de quituteiras casi
como generaciones de artista de Edad Media: doas de secretos que no
transmiten a los extraos.

Hechos estos reparos, estoy enteramente dentro de uno de los asuntos que
me pareci deber ser comentado por alguien en este Congreso: los valores
culinarios del Nordeste. La significacin social y cultural de esos valores. La
importancia de ellos: de los manjares, los populares. La necesidad de ser todos
defendidos por la gente del Nordeste contra la creciente des-caracterizacin de la
cocina regional.

Solo en la falta de voz que dijera autorizadamente del asunto, del punto de
vista y al mismo tiempo regionalista y tcnico, es que me animo a hacerlo. Osada
que los competentes han de disculpar al intruso.

La verdad es que no solo de espritu vive el hombre: vive tambin del pan
inclusivo del po-de-l, del po-doce, de la torta que es todava pan. No solo con
los problemas de bellas artes, de urbanismo, de arquitectura, de higiene, de
ingeniera, de administracin debe preocuparse el regionalista: tambin con los
problemas de culinaria, de alimentacin, de nutricin.

Tres regiones culinarias se destacan hoy en Brasil: la Bahiana, la


Nordestina y la Minera. La Bahiana es de cierto la ms poderosamente imperial de
las tres. Pero tal vez sea la ms importante del punto de vista sociolgicamente
brasileo.

Otras tradiciones culinarias menos importantes, podran ser acrecentadas,


con sus colores propios, al mapa que se organizase de las variaciones de mesa,
sobremesa y tabuleiro en nuestro pas: la regin del extremo Norte, con la
predominancia de influencia indgena y de los complejos culinarios de tortuga de
la cual se prepara all una rica variedad de quitutes y de castaa, que se destaca
no solo en la confitada sino tambin en las propias sopas regionales todo
refrescado con el aa clebre: lleg a Par, par, tom aa, qued; la regin
fluminense y norte-paulista, hermana de la nordestina en mucha cosa pues se
presenta condicionada por idnticas tradiciones agrariopatriarcales a ms de una
regin fluminense, por el mismo uso abundante del azcar; la regin gacha, en la
que la mesa es un tanto rstica, aunque ms abundante que las otras en buena

12
carne, caractersticamente comida como churrasco casi crudo y a cuchillo de
punta. Ms podras ser descripto, desde el punto de vista culinario, como serto:
reas caracterizadas por una cocina todava agreste; por el uso, tambin, del
quibebe, franciscanamente simple, y de rapadura; y, en las florestas del centro del
Pas, por la utilizacin de caza y de pescado de ro todo asctica y rsticamente
preparado.

La influencia portuguesa donde parece manifestarse todava hoy ms fuerte


es en el litoral, del Maranho a Rio de Janeiro. Al Rio de Janeiro o a Santos. En
Rio, los mejores restaurantes continan a los portugueses con sus pescadas y sus
iscas a la moda de Porto o del Minho. La influencia africana sobresale en Baha.
La influencia amerindia es particularmente notable en el extremo Norte. Y en Rio
Grande do Sul y en Santa Catarina se encuentran trazos considerables de
influencia espaola y de influencia alemana, para dar alimentacin; en So Paulo
y en Paran, seales de influencia italiana y alguna influencia siria o rabe,
adems de israelita, presente tambin en Rio de Janeiro, aunque no revele el
poder de expansin de las otras. Pero como en otras artes, las tres grandes
influencias de cultura que se encuentran en la base de las principales cocinas
regionales brasileas y de su esttica son la portuguesa, la africana y la
amerindia, con las predominancias regionales sealadas.

Donde parece que esas tres influencias mejor equilibraron o armonizaron


fue en la cocina del Nordeste agrario donde no hay exceso portugus como en la
capital del Brasil, ni exceso africano como en Baha, ni exclusivamente amerindia
como en el extremo Norte. El equilibrio que Joaquim Nabuco atribua a la propia
naturaleza pernambucana.

Es clara la divisin de la cocina brasilea, en general, y del Nordeste


agrario, en particular, con las tradiciones de horno y de fogn de Portugal, es una
divisin intensa. Sin ese lastro, de tocino y de paio, de gro-de-bico y de couve,
bien diversa sera la situacin culinaria de Brasil. No habra unidad nacional sobre
la variedad regional.

No olvidemos que la colonizacin de Brasil se inici en la poca en que la


mesa de Portugal mejora en la primera de Europa: opinin un tanto periodstica
de Ramalho Ortigo que los estudios de historia social parecen de cierto modo
confirmar. El portugus con su genio de asimilacin trajo para su mesa alimentos,
condimentos, dulces, aromas, colores, adornos de platos, costumbres y ritos de
alimentacin de ms refinadas civilizaciones de Oriente y del Norte de frica. Esos
valores y esos ritos se juntaron a combinaciones ya antiguas de platos cristianos
con quitutes moros e israelitas, entre los cuales, segn parece, se debe situar el
13
famoso cocido a la portuguesa, pariente del puchero. La costumbre de feijoada
dormida parece haber sido asimilada por el luso-basileo, del israelita, amigo de
esos misterios por el gusto y por la necesidad de esconder ciertos quitutes como
ritual o liturgia, de los ojos de Cristianos Viejos y segn sus das de precepto.

Se desenvolvieron aquellas combinaciones en los palacios, en las casas


nobles, en las casas burguesas, en las tabernas plebeyas de los puertos y de las
ciudades martimas, pero, de modo todo particular, en los monasterios. En las
vastas cocinas de los monasterios que, en Portugal, se conservaron hasta la
decadencia de las rdenes monsticas y mismo despus de ellas, verdaderos
laboratorios donde nuevos sabores o gustos de carne, de pescado, de azcar, de
arroz, de canela, y verdura, fueron descubiertos o inventados por monjes
voluptuosos y paciente, peritos en el praparado de molhos y condimentos capaces
de despertar los paladares ms lnguidos como otros afrodisacos, del sexo, ya
cuasi moribundo, de los hombres viejos o gastados. A las monjas se les deben
dulces, tortas, pasteles, postres, golosinas, tambin caractersticamente luso-
monsticos. En sus conventos, se especializaron en el arte de adquirir tambin,
con relacin al paladar, un carcter un tanto afrodisaco. Que lo digan los hombres
de algunos de esos dulces pasteles de monjas ya notados por el erudito
Afraanio Peixoto y tambin acrecentamos nosotros los de varios dulces de
dulcera popular o plebeya de Portugal. Hasta testculo de So Gonalo se
intitula uno, ms pagano y groseramente plebeyo.

Todas esas tradiciones de mesa y sobremesa de Portugal la cristiana, la


pagana, la mora, la israelita, la palaciana, la burguesa, la campesina, la
monstica, la fradesca, la freirtica transmiti de algn modo Portugal a Brasil,
donde las matronas portuguesas es la informacin de Gabriel Soares de Souza
no tardaron en aventurarse a las combinaciones nuevas con las carnes, los
frutos, las hierbas y los condimentos de la tierra americana. Aventuras de
experimentaciones continuadas por las brasileas, seoras de ingenio, por las
sinhs de las casas-grandes, unas, grandes quituteiras, otras, dulceras, casi
todas peritas en fbrica de vino de caju, de licor de maracuy, de garapa de
tamarindo: smbolos de hospitalidad patriarcal, en esta parte de Brasil, antes del
cafezinho ha sido generalizado como seal de cortesa o buenas bienvenidas.

Por otro lado, donde se fue levantando un monasterio o un reconocimiento


de religiosos o un convento de monjas es casi cierto que fue tambin irguindose
en Brasil un nuevo reducto de valores culinarios. Un nuevo laboratorio en que
monjes y monjas se especializaron en inventar nuevas combinaciones culinarias,
dentro de las buenas tradiciones portuguesas como o eclesistico paio y el
gtico presunto fumerio, al que se refiere Ortigo.
14
A tales maestros se juntaron cunhs y negras Minas 35 con sus saberes
tambin considerable de hiervas, de condimentos, de races, de frutos, de
animales de los trpicos: hiervas, frutos y animales buenos para el horno y para el
fogn. Y ese saber no sera portugus, siempre amigo de las aventuras y de los
descubrimientos, siempre franciscanamente dispuesto a confraternizar con los
hermanos pardos y negros, que lo despreciasen. Lo que explica la creciente
influencia amerindia y africana sobre la mesa y la sobremesa del colonizador, por
intermedio no solo de cunhs y negras Minas como de cocineros o Mestres-cucas:
en general negros corpulentos y afeminados.

Y siempre muy lrico, el portugus fue dando a sus dulces y quitutes, en


Brasil, nombres tan delicados como los de algunos de sus poemas o de sus
madrigales: Pudim de Iai, Arrufos de Sinh, Bolo de Noiva, Pudim de Veludo.
Nombres suaves como los propios dulces. Y no solo nombres de un crudo
realismo, algunas veces lascivo, sino como barriga de freira36.

Paralelamente, se fue manteniendo la tradicin, venida de Portugal, de


mucha quitute morisca o africana: el alfenim, la alfloa, el cuscuz, por ejemplo.
Fueron ellos conservndose en los tabuleiros al lado de los brasilerismos: las
cocadas tal vez adaptacin del dulce indiano, las castaas de cartucho, el
manu. Y el tabuleiro se fue volviendo, en las principales ciudades de Brasil, y no
solo del Nordeste, expresin de un arte, una ciencia, una especialidad de las
baianas o de las negras: mujeres, casi siempre inmensas de gordura que,
sentadas a la esquina de una calle o a la sombra de una iglesia, parecan
volverse, de tan corpulentas, el centro de la calle o del patio de la iglesia. Su
majestad a veces en monumentos. Estatuas gigantescas de carne. Y no simples
mujeres iguales a las otras.

Muchas envejecieron eternas, como los monumentos las fuentes, los


chafarices, los rboles matriarcales vendiendo, en el mismo patio o en la misma
esquina, dulce o torta a tres generaciones de nios y hasta hombres golosos.
Algunas se hicieron famosas por el aseo de sus trajes de color y de las manos
negras o azules, rojas, verdes, amarillas, dentro de los cuales arrumaban sus
dulces o sus quitutes; papeles caprichosamente recortados. Otras, por sus
pregones. Otras, todava, por sus blusas picadas de encaje, por sus paos, por
sus chinelas, por sus balagands 37, por sus turbantes, por sus tetias, por su aire
de princesas o de reinas no de maracatus, pero de verdad; por los angus que solo
ellas saban hacer tan sabrosos. Rara es la infancia, raro es el pasado de
35
Cunhs refiere a las negras de caboclo y negras de Minas Gerais.
36
Barriga de monja.
37
Argollas decoradas.
15
brasileo, hoy persona grande o grave, a la que falte la imagen de una negra de
esas, vendedora casi mstica de ang, de tapioca o de torta o alfenim recortado en
forma de gente, de cachimbo, de bicho, de rbol, de estrella. O la figura de una
madre, abuela, madrina, seora de ingenio, que haya iniciado en los secretos de
glutonera de las casas grandes.

De los viejos ingenios de la regin es raro el que no tenga hecho su


especialidad culinaria modesta: un quibebe o un piro o una farofa ms sabrosa
que las otras. Algunos fueron famosos por sus seores, grandes quituteiros o
simples regales y hasta glotones. Que lo diga el nombre de Jundi do Guloso. Y
de varios ingenios ms ricos se sabe que, para regalo de los papa-pires,
conservaron hasta hace poco tiempo la tradicin de la mesa larga y siempre
pronta a recibir huspedes, como si todo da fuera en ellos da santo o da fiesta:
sbado de aleluya alegrado por las fritadas de siris; So Joo colorido por el
amrelo de las canjicas salpicadas de canela y por las manohas envueltas en paja
de choclo; o Carnaval azucarado por los hijos con miel de ingenio. Tradicin, esa
de casa de ingenio de mesa abundante, venida de poca remota. El Padre
Cardim, que estuvo en Brasil en el siglo XVI, se refiere a las cenas festivas con
que los seores de ingenios ms opulentos e a veces endeudados de
Pernambuco se regalaban con vinos y comidas raras. Y las crnicas de dominio
holands en el Nordeste registran igualmente cenas y hasta banquetes suntuosos,
algunos dados por el propio Conde Maurcio de Nassau, a hombres importantes
de la tierra, naturalmente para amainar en ellos el odio a la invasin nrdica que,
por otra parte, dej en la lengua del Nordeste un nombre holands de comida;
brote.

Tambin algunos sobrados de Recife, para los cuales, en los fines de siglo
XVIII se fueron transfiriendo de las casas-grandes del interior y de los sobrados
decadentes de Olinda, los refinamientos culinarios de la civilizacin regional,
quedaron famosos por la abundancia y por el primor de sus mesas. Entre esos
sobrados o esas casas de sitios, la de Bento Jos de la Costa y despus la de la
familia Siqueira, en Ponte dUchoa; la del viejo Maciel Monteiro; los sobrados de la
Madalena y, en el centro de la ciudad, los de Casi del Colegio, los de la Rua da
Praia, los de Patio do Carmo, los del Aterro de Boa Vista.

Eran casas donde se coma principescamente bien, los dos prncipes


recifenses del comercio, de la magistratura, de la poltica, de las letras, de las
armas. Donde desde la infancia de yoyos y iais38 dengosas39 tomaban t de la

38
Tratamiento muy usado en la poca de la esclavitud dado a las muchachas, nias y seoras.
39
Comportarse de manera seductora.
16
India con galletas con las que se saboreaban en la casa de la familia Lopes
Gama. Y todo eso, en porcelana de la mejor, de la ms fina, de la ms bella.
Como con cubierto de plata, mezclado con cuchara de la mejor plata portuguesa.
Me enorgullesco de poseer hoy, entre otras reliquias pernambucanas menos de
guerra que de paz, un plato de Oriente, hace casi doscientos aos en Brasil, que
fue del viejo Morais, del Diccionario: presente de mi amigo Eduardo de Morais
Gomes Ferreira, descendiente de aquel ilustre hombre del Sur que el casamiento
con una joven pernambucana transform en seor de ingenio del Nordeste. Por
otra parte, en su sobrado del Patio de So Pedro, en Olinda, Eduardo y Alfredo de
Morais guardan otra reliquia preciosa; vasto plato del Oriente donde se serva
arroz dulce tradicional, hoy raro como postre en las casa o como golosina en los
tabuleiros de calle.

No es solo el arroz: todos los platos tradicionales y regionales del Nordeste


estn sobre la amenaza de desaparecer, vencidos por los extranjeros y por los de
Rio. El propio coco verde es aqu considerado tan vergonzoso como la gameleira,
que los estetas municipales vienen substituyendo por el ficus benjamn, cuando
la arbolizacin que las calles nuestras, parques y jardines piden es la de los
buenos rboles matriarcales de la tierra o aqu ya enteramente aclimatados: pau
darco, mangueria, jambeiro, palmeira, gameleira, jaqueira, jacarand.

Al volver de Europa hace tres aos, uno de mis primeros descubrimientos


fue el de saber que el agua de coco verde era refresco que no se serva en los
cafs elegantes de Recife donde nadie se deba acordar de pedir una tigela de
arroz dulce o un plato de munguz o una tapioca molhada. Esto es para los
frejes del Patio de Mercado. Los cafs elegantes de Recife no sirven si no dulces
y pasteles afrancesados y bebidas embotelladas. Y en las casas? En las viejas
casas de Recife? En las casas grandes de los ingenios? Casi la misma
vergenza de servir a las seoras platos regionales que en los cafs y hoteles
elegantes de la capital.

Ni al menos por ocasin de Cuaresma, vuelven esas casas a los antiguos


das de esplendor. Ya casi no hay casa, en este decadente Nordeste de usineros y
de nuevos ricos, donde a los das de jejum40 se vuelva, como antiguamente,
vastas cenas de peixe de coco, de fritada de guaiamum, de pitu o de camarn, de
cascos de cangrejo y empanadas de siri preparadas con pimienta. Ya casi no hay
casa en que da de aniversario en la familia los dulces y tortas sean hechos en por
las sinhs y por las negras: cada dulce ms sabroso que otro.

40
Ayuno.
17
Casi no se ve cuento o novela en que aparezcan dulces y tortas
tradicionales como en romances de Alencar. Los romancistas, cuentistas y
escritores actuales tienen miedo de parecer regionales, olvidados de que regional
es el romance de Hardy, regional es la poesa de Mistral, regional es el mejor
ensayo espaol: el de Gavinet, el de Unamuno, el de Azorn.

Es claro que la poca ya no permite las tortas de antes, con docenas y


docenas de huevos. Pero el arte de la mujer de hoy est en la adaptacin de las
tradiciones de dulcera y de cocina patriarcal a las actuales condiciones de
economa domstica. Nunca repudiar tradiciones tan preciosas para substituirlas
por comidas no caractersticas de conserva y de lata, como las que ya imperan en
las casas de las ciudades y comienzan a dominar en las del interior.

Raras son hoy, las casas del Nordeste donde todava se encuentran mesa y
sobremesa ortodoxamente regionales: horno y fogn donde se cocinen los
quitutes tradicionales a la buena moda antigua. El dulce de lata domina. La
conserva impera. El pastel afrancesado reina. Raro un Pedro Faranhos Ferreira,
fiel; en su vieja casa de ingenio infelizmente remodelada sin ningn sentido
regional a los pitus del Rio Una. Raro un Geroncio Dias de Arruda Falco que
dirija l propio desde su silla de balanceo de patriarca antiguo el preparado de
quitutes ms finos para la mesa inmensa de la casa-grande casi un convento
que hered del Caipo Manuel Tom de Jesus, recordando a la cocinera un
condimento y no ser olvidado en el pescado, insistiendo por un molho ms espeso
en el cocido o por un arroz ms suelto para acompaar la gallina, recordando a las
seoras de la casa, las lecciones de ortodoxia culinaria guardadas en los viejos
libros de receta de la familia. Rara una Doa Magina Pontual que se esmere ella
misma en la fabricacin de manteca para la mesa de su casa-grande: para la del
Bosque. Rara una Doa Rosalina de Melo que haga ella misma los alfenins de los
que no se olvidan nunca los nios que ya pasaron algn fin de ao en el Ingenio
de So Severino dos Ramos. Y el profesor Joaquim Amazonas me recuerda el
famoso mingau-pitinga del Ingenio Trapiche: delicioso mingau del cual parece
haberse perdido la receta.

Toda esa tradicin est en declive o, por lo menos, en crisis, en el


Nordeste. Y una cocina en crisis significa un civilizacin entera en peligro: el
peligro de descaracterizar-se.

Las nuevas generaciones de muchachas ya no saben a no ser entre la


gente ms modesta, hacer un dulce o guisado tradicional y regional. Ya no tienen
gusto ni tiempo para leer los viejos libros de recetas de la familia. Cuando la
verdad es que, despus de los libros de misas, son los libros de recetas de dulces
18
y de guisados los que deben recibir de las mujeres lecturas ms atentas. El
sentido de devocin y de obligacin deben completarse en las mujeres de Brasil,
volvindose buenas cristianas, y, al mismo tiempo, buenas quituteras, para as
crear mejor los hijos y concurrir para la felicidad nacional. No hay pueblo feliz
cuando a sus mujeres les falta el arte culinario. Es una falta casi tan grave como la
de la fe religiosa.

Cuando los domingos salgo de maana por Recife por el viejo Recife pero
fiel a su pasado y en So Jos, en Torre, en Casa Amarela, en el Poo siento
venir todava de dentro de mucha casa el aroma de mungunz y de iglesias el
aroma de incienso, voy a almorzar tranquilo el cocido o el pescado de coco con
piro. Lleno de confianza en el futuro de Brasil despus de haber odo el Himno
Nacional ejecutado ruidosamente por banda de msica o el Porque me ufano de
mi pas, evocado por orador convencionalmente patritico.

Creo que no habra exageracin ninguna en que este Congreso, poniendo


en el mismo plano de importancia de casa, la mesa o la cocina regional, hiciera
sus siguientes votos:

1ro. Que alguien tome la iniciativa de establecer en Recife un caf o


restaurante al que no le falte color local unas palmeras, unas gaiolas de
papagayos, un carit de guaiamum a la puerta o una negra de fogareiro, haciendo
grude o tapioca caf o restaurante especializado en las buenas tradiciones de
cocina nordestina.

2do. Que los colegios de nias establezcan cursos de cocina en que sean
cultivadas las mismas tradiciones.

3ro. Que todos cuantos poseen en casa cuaderno o Mss. Antiguos de


recetas de dulces, tortas, guisados, asados, etc., cooperen para la reunin de esa
riqueza, hoy dispersa en manuscritos de familia, esfuerzo del que el Primer
Congreso Regionalista del Nordeste tomar la iniciativa, nombrando una comisin
para la recoleccin del material tan precioso y digno de publicacin.

Por otra parte, lo ideal sera que Recife tuviera su restaurante regional,
donde se cultivase la dulcera y la culinaria antiguas, en el medio de un resto de
mata tambin antigua y regional como la de los Dos-Hermanos, donde la persona
de la tierra o de afuera se regalase comiendo tranquilamente su paca asada o su
fritada de guaiamum con piro y molho de pimienta a la sombra de paus de arco,
de visgueiros, de mangueiras; donde los nios se deleitasen con castaa
confitada, garapa de tamarindo, bolo de goma, jugando, al mismo tiempo, de
empinar un balde, gamelo, bizarrona o tapioca, de jugar carrapeta o castaa, de
19
apostar carrera en quenga de coco, en un parque atestado de oleoso capim de la
tierra; donde los nios y personas grandes tuvieran al alcance de los ojos y de los
odos, tan naturalmente cuanto posible como se hace hoy en los jardines
zoolgicos de Alemania los insectos, los animales, las aves, las borboletas de
regin, animales que tantos de nosotros solo conocemos de nombre o de las
ilustraciones de libros: en general libros extranjeros.

Y cerca del restaurante no habra mal ninguno en instarse, ms all de una


botica donde solo se vendiera remedio de flora regional o brasilea inclusive la
tintura de la Preciosa, mejor para corregir cualquier indigestin que la sal de fruta
de los ingleses-, una tienda de juegos y objetos de arte regional y popular:
bonecas de pano, renda do Cear, farinheiras y colheres de pau, sombreros de
paja de Ouricuri, alpercatas sertanejas, cabaos de miel de ingenio, cachimbos de
barro, mans-sabrosos, figuras de mamulengo, carrapetas, panos da Costa,
balaios, cestos, bonecos de barro, potes, panelas, quartinhas, bilhas. Ni mal
ningn habra en que funcionase cerca del restaurante un mamulengo y, en los
das de fiesta, un bumba-meu-boi o un pastoris. Ni mismo en que hubiera una
casa de horrores, donde los horrores en lugar de ser los europeos, como en los
parques de diversin comn, fuesen la Cabeleira, la Cabra Cabriola, el Bicho
Carrapatu presentados de tal modo que no perturbaran la digestin de nadie, pero
divirtieran a grandes y pequeos.

Dulce de goiaba o experimentar el condimento de un adobado de pavo; o al


mercado para comer un zarapatel de la marca de los que hacen la fama del
Bacurau; o a Dudu para saborear una pescada a la moda de la casa, con piro y
pimienta; o al fondo de un viejo sitio lleno de mangueiras y jaqueiras para chupar
manga y comer jaca con las manos, lambuzando-se; o a una buena agua de
ingenio, para un regalado bao, haciendo antes de entrar en el agua la seal de la
cruz y chupando uno o dos cajus entre goles de cachaa que guarden el alma y el
cuerpo de los peligros que pueblan todas las aguas. Hay quien no quiera ni mirar
para un mucambo cuando el mucambo tiene lecciones preciosas de ensear a los
arquitectos, a los higienistas, a los artistas. Hay quien evite pasar por toda calle
estrecha o por todo callejn antiguo, cuando la calle estrecha o el callejn antiguo
es otro maestro de urbanismo y de higiene.

Maestras de la higiene tropical son tambin las mujeres del pueblo que
andan por las calles y estradas al sol del medio da protegas contra ese sol
excesivo por chales, mantillas, paos da Costa atados elegante y litrgicamente
sobre la cabeza y los hombros de diez o veinte formas diversas que merecen un
estudio, tanto es lo que pueden revelar sobre las culturas orientales y africanas
que se transfirieron para Brasil con esos chales, mantillas y paos, y los diferentes
20
modos, maometanos o no, que las mujeres usan. Maestras de arte de decoracin
son las negras de tabuleiro que envuelven sus dulces con papel recortado: otro
asunto popular, plebeyo, rastrero que merece un buen estudio regional. Maestras
del arte de promover lo que el sabio Branne llam el bienestar humano son las
muchas cocineras buenas, pretas 41, pardas, morenas, blancas, que todava
existen por este Nordeste; que no se dejan corromper por la cocina francesa ni por
la industria norte-americana de las conservas. Maestros de msica son algunos
cantores de modinha y de los tocadores de guitarra de este viejo trecho de Brasil.
Maestros de danza son algunos de los babalorixs 42 y algunas de las ialorixs43
de los xangs. Maestros de medicina son algunos de los curanderos de la regin,
doctores en hierbas y plantas regionales. Maestros de higiene regional del traje
son los sertanejos y los matutos que andan con camisas leves por fuera de los
pantalones tambin leves, sombreros de paja, alpargatas. Maestras de adorno
personal de acuerdo con el clima y el paisaje de la regin son las morenas, las
mulatas y las caboclas, cuyo cabello brilla a la luz de la luna amasados por el ms
puro leo de coco, perfumado por los ms aromticos jazmines. Maestras son,
todava, algunas de ellas, por las lecciones que dan a las blancas esclavas de
los figurines franceses viestindose segn sabias tradiciones rabes: turbante,
cabeza picada de riendas, pao largo y de colores vistosos que las protege sabia
y graciosamente del sol. Maestros del arte nutico son los jangadeiros de las
playas del Nordeste. Maestros de educacin fsica son algunos sobrevivientes de
capoeiras entre simples trabajadores, negros y pardos, de ingenios y trapiches,
cuyas formas de tiesos hombres de trabajo estn por pedir pintores que pinten
tambin mulatas y caboclas semidesnudas y no solo blancas finas; nuestras
seoras morenas y no solo rubias.

De modo que, en el Nordeste, es quien se acerca a las personas desde las


races y las fuentes de vida, desde la cultura y arte regionales. Quien llega a las
personas est entre maestros y se torna aprendiz, por ms bachiller en artes que
sea o por ms doctor en medicina. La fuerza de Joaquim Nabuco, de Silvio
Romero, de Jos de Alencar, de Floriano, del Padre Ibiapina, de Telles Jnior, de
Capistrano, de Augusto dos Anjos, de Rosalvo Ribeiro, de Augusto Severo, de
Auta de Sousa, de otras grandes expresiones nordestinas de la cultura o del
espritu brasileo, viendo principalmente el contacto que tuvieron, cuando nios de
ingenio o de ciudad, o ya despus de hombres hechos, como la gente del pueblo,
con las tradiciones populares, con la plebe regional y no solo con las aguas, los
rboles, los animales de la regin.

41
Pretas en lugar del despectivo negras.
42
Pai-do-santo (Padre Oficiante de la macumba y el candomble) en el xang pernambucano.
43
Me-de santo (Madre oficiante de la macumba y el candomble).
21
Es un contacto que no debe ser perdido en ninguna actividad de cultura
regional. Y de esas actividades no debe ser excluida nunca el arte del quitute, del
bolo que, en el Nordeste, es un equilibrio de tradiciones africanas e indgenas con
europeas; de sobrevivencias portuguesas con las artes de las negras de tabuleiro
y de las pretas y pardas del fogareiro. Por consiguiente, brasilersima.

Pues el Brasil es esto: combinaciones, fusin, mistura. Y el Nordeste, tal


vez la principal cuenca en que se vienen procesando esas combinaciones, esa
fusin, esa mezcla de sangre y valores que todava hierven: portugueses,
indgenas, espaoles, franceses, africanos, holandeses, judos, ingleses,
alemanes, italianos. De ah la riqueza de sabores todava contradictorios de su
cocina en el extremo Nordeste tal vez ms compleja y ms comprensiva que la
llamada Baiana, esto es, la de Salvador, de la Baha, su parienta en tanta cosa.
Por eso mismo, son las dos dignas y tambin paraense o amaznica de la
mejor atencin brasilea.

Surge en conclusin, que hay en el Nordeste en este Nordeste en que


viene transformndose en valores brasileos, valores por algn tiempo apenas
subnacionales o mismo exticos una especie de franciscanismo, heredado de
los portugueses, que aproxima hombres, rboles y animales. No solo los de la
regin como los importados. Todos se tornan aqu hermanos, tos, compadres de
las personas. Conoc una negra vieja que toda tarde conversaba con una jaqueira
como si conversara con una persona ntima: mi negra, mi bien, mi benzinho.
Por qu los poetas no se sorprenden con esos idilios?

Hay en el Nordeste de hoy rboles y plantas venidas de Europa, de Oriente,


de frica que crecen en los sitios o en las quintas, no solo como si fueran
naturales de la regin, sino como si fuesen gente: gente de casa. Que no solo dan
de comer a las personas sino tambin sirven de remedio para los enfermos. Que
no solo cubren las casa pobres como tambin refrescan y perfuman el aire. Y
tanto cuanto los viejos rboles de la tierra como el cajueiro, todava sirven de
juego carrusel, gangorra, caballo a los nios, dejndolos trepar por sus galhos
como si fueran piernas de abuelos y tos; y no restos brutos e insensibles de mata
o de floresta. Siempre me pareci que Dos-hermanos deba ser en Recife un
parque que reuniese todos esos rboles regionales, importados o nativos, pero
camaradas de hombres; y no solo los ms agrestes y raros. Tambin todos los
animales ms ligados a la vista regional y no solo los ms ariscos y curiosos.

Augusto dos Anjos se apeg tanto, en sus das de nio de ingenio, a un pie
de tamarindo grande del quintal de la casa de sus padres, que de l guard el
recuerdo que se guarda de una persona particularmente amiga. El viejo rbol fue
22
para l un confidente bueno de los primeros amores o de los primeros sueos de
infancia. Qu nio del Nordeste no tuvo a su mangueira o a su cajueiro de
estimacin, parecido al pie del tamarindo de los versos de Augusto? O un
visgueiro o coqueiro de los que estn siempre asomando de los cuadros de Telles
Jnior como si fueran ms que rboles o ms que paisaje? Un rbol ms amigo
que los otros. Un rbol casi persona de la casa. Casi persona de familia. Casi
hermano de los nios o de esos nios eternos que son los poetas, los pintores, los
compositores que saben or no solamente estrellas sino tambin rboles, como
supieron Jos de Alencar y Augusto dos Anjos.

Y eso mismo es cierto de aquellos animales de la regin ms presos de las


vidas de los hombres y de los nios. Ms prximos de sus alegras. Ms
camaradas de ellos en los das difciles o de dolor. No digo que el caballo sea en
la vida del hombre o del nio del Nordeste el mismo personaje importante que es
en la vida o en el drama del hombre de Rio Grande do Sul. Pero en ciertas zonas
del Nordeste el aprecio del hombre hacia el caballo va casi al mismo extremo:

caballo bueno y mujer

Y es raro el nio de esta parte de Brasil que, sin haber sido rico, no lleg a
ser dueo de un carnerito manso que fuera su primer caballo. Que fuera para l no
solo lo que es para los nios de hoy el velocpedo o la bicicleta sino ms bien otra
cosa: casi persona, casi gente, casi malungo. Una casi persona digna de aparecer
en romances, en poemas, en cuentos, en teatro, en que se dramatizase la vida de
la regin, en que se evocase las aventuras de la infancia regional.

Y la vaca? El buey? La comadre-cabra de los sertones? La comadre


cabra cuya leche tiene creado tanto sertanejo tieso? El perro? El gato? El
papagayo? La araa? El canario? El Pombo? El sagim? Son todos
animales ligados a tal modo de vida, a la economa, a lo cotidiano de la regin que
varios de ellos han sido llorados despus de muertos tanto como los buenos de
los bumbas-meu-boi en los dramas populares de la regin. Llorados como si
fueran gente: gente amiga, gente de casa. Tlio Bello, en su Ingenio de
Queimadas, levant en la cima de un morro un casi monumento al perro leal del
que todava hoy recuerda con nostalgia: su amigo, su compaero, su camarada. Y
en el patio del ingenio del buen pernambucano que es Jlio de Queimadas, del
gusto al visitante por ver los rboles alegrados por los rojos y azules de las penas
de las arars que l cra: arars que daran brillo a un buen jardn zoolgico
regional. Arars que como los papagayos de gaiola, los galos, o los canarios, los
carneros llenos de cintas, deberan ser ms pintados por los pintores, ms
retratados por los fotgrafos, ms cantados por los poetas, ms considerados por
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los ensayistas, romancistas, cuentistas capaces de asociar el animal al humano, lo
regional o universal.

Pedro Paranhos, seor de Japaranduba, todava se acuerda del carnerito


gordo que recibi de presente cuando cumpli siete aos. En su compaa fui a
ver un da los gatos de briga del Coronel Frederico Lundgren; y o los dos
coroneles conversar sobre gallos y caballos, carneros y aves regionales, como si
conversaran sobre gente. Lo que encontr all sera un material ideal para
cuentos de O. Henry?

La buena Doa Maroquinha Tasso es otra que en su casa de Dos-Irmos


da de comer todos los das a cuanto bicho de calles o de matorral le aparece con
ojos de hambre en el quintal que es vecino: los acoge en una constante prctica
de los mejores principios franciscanos. Su ternura se extiende a todo el que es
bicho44 pobre: al pajarito, a la cabra y hasta el gaviln. Ninguno ms capaz que
ella para reunir animales para un jardn regional en el que vivieran casi todos a la
voluntad comiendo en las manos de personas volvindose amigos. En otro pas
una figura como D. Maroquinha ya estara en novelas, en los cuentos, en los
poemas.

De chico, conoc al viejo Joo Ramos, vecino de mi padre en la calle


llamada hoy de Joo Ramos. Despus de haber batido, al lado de Nabuco, en la
campaa de Abolicin, se torn uno de los paladines brasileos en la lucha por la
proteccin de los animales. Y uno de mis recuerdos de nio es el de la figura del
viejo ardiente, en el medio de la calle, gritando para un carroceiro tal vez antiguo
esclavo que se vengaba en los bichos de las cibatadas sufridas por los blancos en
su propia carne que se lamentara vea bien: usted se arrepiente! si
continuara maltratando su caballo de carroza. Yo iba por la calzada, montado en
mi carnero - un carnero blanco, lavado como si fuera gente, adornado con cintas
de campana como si fuese mujer; y manejado por la mano de un to. Pero llegu a
tener miedo del viejo Ramos, cuya voz de indignacin llen aquella tarde la calle
entera, desparramndose por la Rua Amlia y llegando hasta la esquina de la
Estrada dos Aflitos. Una voz de Da del Juicio contra los carroceiros que
maltrataban caballos y bueyes, los nios que maltrataban carneros, los
moleques45 que mataban pjaros, los italianos que exploraban macacas, los
ingleses que estaban acabando con las borboletas, los cazadores que estaban
dando fin a los marrecos, a los tatus, a las pacas.

44
Designa a los animales en general.
45
Nio negro. Se emple en forma despectiva como sinnimo de nio abandonado, travieso, endiablado,
satnico.
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Qu es de los poetas del Nordeste que no cantan figuras del vigor al
mismo tiempo regional y humano de la de Joo Ramos, como mi amigo Vachel
Lindsay, cant a la figura del General Booth: el general Booth, del Ejrcito de
Salvacin, entrando en el Cielo? Qu es de los romancistas que no descubren
tales figuras de Don Quijotes regionales? De los bigrafos que no las revelan?
De los ensayistas que no las interpretan?

Hoy precisamos de Joes Ramos, continuadores de Joaquins Nabucos y


cuyas voces se alcen no solo a favor de los hombres todava cautivos de hombres
o de animales todava maltratados y explorados por los dueos o de los
matorrales robados de sus bichos ms preciosos por cazadores al servicio de
comerciantes golosos de dinero fcil, sino a favor de los rboles, de las plantas, de
los frutos de la regin, de los dulces y de los quitutes, tanto como las artes
populares y los estilos tradicionales de casa, vienen siendo despreciados,
abandonados y sustituidos por las conservas extranjeras, por drogas suizas,
remedios europeos y por las novedades norteamericanas. Donde la necesidad de
este Congreso de Regionalismo se define a favor de valores as descuidados y no
solo en pro de las iglesias maltratadas y de los jacarands y vinhticos, de las
platas y oros de familia de iglesia vendidos a los extranjeros, por brasileos en que
la conciencia regional y el sentido tradicional de Brasil viene desapareciendo sobre
una onda de mal cosmopolitismo y de falso modernismo. Es todo el conjunto de la
cultura regional que precisa ser defendido y mejorado.

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