Tema 6 Seminario de Vida en El Espíritu
Tema 6 Seminario de Vida en El Espíritu
Tema 6 Seminario de Vida en El Espíritu
La condicin necesaria
"El ltimo da la fiesta, que era el ms solemne, Jess, puesto en pie, exclam con voz
potente: El que tenga sed, que venga a m i. Pues el que cree en m tendr de beber. Del
corazn del que crea en m, como dice la Escritura, corrern ros de agua viva"(Juan 7,
7-9).
Quin, si no Jess, conoca tanto al espritu santo? Y es Jess quien nos dice algo que
debe cuestionarnos y ll amar nuestra atencin profundamente: si recibimos a Cristo por
la fe y la conversin, nuestra vida tiene que estar siendo renovada constantemente por
el Espritu Santo.
Quien est lleno del Espritu Santo no puede ser siempre el mismo. Tiene en su interior
esa fuerza dinmica, un verdadero torrente de vida, de agua viva y abundante, es decir,
inagotable.
Cuando Jess afirm a Nicodemo que haba que nacer de lo alto para ver el reino de
Dios, ste qued sorprendido y desconcertado. Pero Jess continu diciendo:
"En verdad te digo: El que no renace det agua y del Espritu no puede entrar en el
Reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, y lo que nace del Espritu es espritu"
(Jn 3, 5-6).
Cuando nosotros le entregamos nuestra vida a Jesucristo, cuando lo proclamamos
nuestro Seor y Salvador, se inicia nuestra conversin. Jess empieza a ser entonces el
Seor de todas las reas de nuestra vida, se inicia su reinado y seoro en nuestro ser y
quehacer. Se puede decir de nosotros, como lo afirma el apstol Pablo, que "el que est
en Cristo es una nueva criatura. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha llegado" (2 Co 5,
17). Somos nuevas criaturas, pues hemos nacido de nuevo, de lo alto, y el hombre
viejo ha muerto ya.
"De repente vino del cielo un ruido, como el de una violenta rfaga de viento, que llen
toda la casa donde estaban, y aparecieron unas lenguas como de fuego que se
repartieron y fueron posndose sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del
Espritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, segn el Espritu les conceda
que se expresaran" (Hch 2, 2-4).
Ante el desconcierto de todos los que se aceraron a verlos, Pedro, presentndose con los
Once, "levant su voz" (Hch 2, 14) y predic sin temor alguno, y lleno de la fuerza y
uncin del Espritu Santo, el mensaje de salvacin a todos los presentes. Ellos, luego de
or su predicacin, le preguntaron afligidos profundamente: "Qu hemos de hacer,
hermanos?". Pedro les contest:
Qu gran noticia para todos! Tuvieron los creyentes que llenarse de la presencia del
Espritu Santo para as poder recin ser testigos de Jesucristo, quien les haba anunciado
antes de ascender a los cielos:
"Juan bautiz con agua, pero ustedes sern bautizados en el Espritu Santo dentro de
pocos das... Recibirn la fuerza del Espritu Santo cuando venga sobre ustedes, y sern
mis testigos en Jerusaln, en Samaria y hasta los extremos de la tierra" (Hch 1, 5.8).
Sin la fuerza del Espritu, no podremos convertimos en testigos de Cristo, pero llenos de
l, lograremos lo que pareca imposible: "Aquel da se unieron a ellos unas tres mil
personas" (Hch 2, 41).
Como producto de este encuentro nuevo, vivo y palpitante con Cristo muerto y
resucitado, nos abrimos totalmente a la persona del Espritu Santo y a su accin en
nuestro ser.
Es una verdadera renovacin interior que se traduce en un cambio exterior, y que nos
mueve a comunicar esta maravillosa experiencia a los dems, como quien pasa a otro
una antorcha encendida.
La experiencia de la efusin del Espritu es un verdadero despertar a la vida, el inicio de
nuestra vida nueva en el Espritu.
Vida nueva!
La experiencia de la conversin y de la efusin del Espritu Santo deben partir nuestra
vida en dos. Establece un "antes de... " y un "despus de... . La palabra de Dios es clara
en este sentido: "El que est en Cristo es una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo
nuevo ha llegado" (2 Co 5, 17).
El hombre viejo muri: "Ustedes se despojaron del hombre viejo y de sus vicios y se
revistieron del hombre nuevo que no cesa de renovarse a la imagen de su Creador hasta
alcanzar el perfecto conocimiento" (Col 3, 9b-10). Lo engendrado por el Espritu, es
espiritual... Esto quiere decir para nosotros que tenemos que permitir que el Espritu
Santo realice en nosotros toda esa transformacin que necesitamos.
Vida nueva es un corazn nuevo, en el cual Jesucristo ocupa el primer lugar, es decir, un
corazn gobernado por Jesucristo y regido por el mandamiento del amor que l nos
comunic.
Vida nueva es tambin una mente renovada, despojada de los contravalores, principios y
criterios del hombre viejo que haca lo que el mundo le indicaba para poder agradarle, y
que ha asumido una nueva mentalidad, la del hombre nuevo, en la cual lo nico que
cuenta es hacer la voluntad de Dios y agradarle a l:
"No sigan la corriente del mundo en que vivimos, sino ms bien transfrmense a partir
de una renovacin interior. As sabrn distinguir cul es la voluntad de Dios, lo que es
bueno, lo que le agrada, Jo que es perfecto" (Rm 12, 2).
Vivir la vida nueva es realizar ahora el plan de Dios en mi vida, anteponindolo a mis
proyectos y deseos personales. Es "tener los mismos sentimientos que tuvo Cristo" (Flp
2, 5) y "portarse como l se port" (1 Jn 2, 6), 'dejndonos renovar y conducir por su
Espritu. Eso es estar (vivir) en Cristo.
Esta vida nueva est llamada a crecer hasta llegar a la edad adulta en Cristo, a la
madurez de comprensin y de virtud es, hasta alcanzar la plenitud de gracia e
identificacin con Jess en la
gloria. La meta es una: la santidad.
Esto se logra con mucha oracin, con la lectura constante de la Palabra de Dios, la
frecuentacin de los sacramentos y la viva participacin en una comunidad cristiana.
Todo lo descrito aqu es autntico fruto de la conversin. Sin conversin no hay vida
nueva, y sin vida nueva no hay conversin. La vida nueva se produce cuando la
conversin interior (del corazn) se traduce en un cambio de nuestra forma de vivir y
ver las cosas. Cuando hay un cambio de actitud. Es estar ahora siempre disponibles cada
vez que sintamos el llamado del Seor, como lo hizo Mara.
Mara: la mujer disponible al Espritu
En las Escrituras vemos aparecer una ntima relacin existente entre el Espritu de Dios
y la Virgen de Nazaret.
Mara era, ante todo, la llena de gracia. Ella fue llena de gracia en el momento de su
concepcin inmaculada, luego en la Encarnacin y posteriormente en el cielo, despus
de su Asuncin.
Ella estaba cada vez ms llena de gracia, pues Dios ensanchaba a cada paso la capacidad
del alma receptora de Mara. As, la Virgen estaba siempre llena de gracia y, al mismo
tiempo, creca constantemente en ella. Y qu es esto si no el estar llena del Espritu
Santo, que es la Persona-Don, la mayor de las gracias de Dios. El Espritu Santo estaba
presente en ella de una manera viva, ntima, vital e intensa. Por ello, nada hizo al
margen del Espritu, pues siempre estuvo toda sumergida y compenetrada en l y con
l.
En ese sentido, Mara era a la vez Sagrario y Esposa del Espritu Santo. Sagrario del
Espritu, pues Pablo dijo: "No saben que son templo de Dios y que el Espritu de Dios
habita en ustedes?"
1 Co 3, 16). Y si todo aquel que cree en Cristo es sagrario del Espritu Santo pues l
mora en su alma, en Mara el Espritu de Dios no encontraba, como en nosotros,
pecadores, a alguien remiso en su vida espiritual y que cae fcilmente en el pecado.
Este Sagrario, que era Mara, le proporcionaba al Espritu Santo mximo bienestar, pues
en ella se encontraba como en otro cielo, seguridad plena, pues no tema verse arrojado
algn da del alma de Mara, y exclusividad, pues Mara jams admiti en su corazn a
ningn otro husped que no fuera el Espritu de su Seor.
Es Esposa del Espritu Santo, pues por su intervencin consagr e hizo fecunda la
virginidad de Mara para transformarla en Arca de la Alianza.
El Espritu Santo encontrar en nosotros, como en Mara, aquel lugar cmodo y seguro
donde habitar y siempre disponible para actuar?
Llenos del Espritu
Los primeros creyentes tenan muchas diferencias entre s. Los haba de toda raza y
condicin social, econmica y cultural. Pero haba algo que los caracterizaba, igual que
a Mara, y que era algo que tenan en comn: estaban todos llenos del Espritu Santo.
Esta expresin puede quizs llamamos la atencin.
Hemos odo decir tantas veces que recibimos el Espritu Santo en nuestro Bautismo
sacramental -lo cual es cierto-, y que mora all, como una llamita que lucha por
mantenerse viva.
Esto ltimo puede que se haya dado en nosotros hasta hoy, pero no puede seguir siendo
as. Ahora tendr que ser como nos lo pide la Palabra de Dios: "Llnense del Espritu
Santo" (Ef 5, 18b). Este es, pues, un mandato del Seor para todo creyente en Cristo
Jess.
El libro de los Hechos de los Apstoles, que nos narra el testimonio inicial de la primera
comunidad cristiana, emplea numerosas veces esta expresin para decimos que estos
primeros testigos estaban llenos de la presencia del Espritu de Dios.
As, el da de Pentecosts, "todos quedaron llenos del Espritu Santo" (2, 4). Luego,
Pedro, "lleno del Espritu Santo" (4, 8), ante las autoridades judas que lo haban
arrestado junto a Juan, les dijo bien claro: "No hay bajo el cielo otro nombre dado a los
hombres por el que nosotros debamos salvamos" (4, 12). Y tras su liberacin, al reunirse
con los dems creyentes, empezaron todos a orar, y el lugar donde estaban reunidos
tembl; "y todos fueron llenos del Espritu Santo, y se pusieron a anunciar con valenta
la Palabra de Dios" (4, 31).
Cuando los apstoles eligieron diconos para que se dediquen al servicio de las mesas,
buscaron "siete hombres de buena fama, llenos del Espritu y de sabidura" (6, 3), entre
los cuales se encontraba Esteban, "hombre lleno de fe y Espritu Santo" (6, 5).
Es as que cuando Esteban, "hombre lleno de gracia y de poder" (6, 8), realizaba
grandes prodigios y seales milagrosas entre el pueblo, los judos comenzaron a
discutirle, pero no podan hacerle frente, "porque hablaba con la sabidura que le daba el
Espritu Santo" (6, 10). Por ello, en un momento de su defensa, exclam Esteban a sus
acusadores: "Siempre estn en contra del Espritu Santo" (7, 51). Al orlo, se
enfurecieron y rechinaron los dientes contra Esteban. Pero l, "lleno del Espritu Santo,
mir al cielo y vio la gloria de Dios, y a Jess de pie a la derecha de Dios" (7, 54).
A Saulo, luego de quedar ciego en su camino a Damasco, Ananas le impuso las manos
mientras le deca: "El Seor Jess, el que se te apareci en el camino por donde venas,
me ha enviado para que recobres la vista y quedes lleno del Espritu Santo" (9, 17).
Del mismo modo, Bernab, compaero de Pablo en los inicios de su predicacin, "era
un hombre excelente, lleno del Espritu Santo y de fe" (11, 24).
Podemos notar de estos textos que era el Espritu Santo el gran protagonista de la
primera evangelizacin. El Espritu dijo a Felipe: "Ve y acrcate a ese carro" (Hch 8,
29) en el que se encontraba el funcionario etope, y luego de haberlo bautizado, "el
Espritu del Seor se llev a Felipe" (8, 39). La Iglesia "aumentaba en nmero con la
ayuda del Espritu Santo" (9, 31). A Pedro, luego de mostrarle una visin en oracin, "el
Espritu le dijo: Tres hombres te vienen a buscar ..."' (1O, 19).
Poco despus, al narrar lo sucedido en casa de Cornelio y cmo "el Espritu Santo baj
sobre todos" (10, 44), Pedro afirm:
"El Espritu me mand que, sin dudarlo, fuera con ellos" (11, 12).
Un da, mientras los creyentes estaban celebrando el culto del Seor y ayunaban, "el
Espritu Santo les dijo: Seprenme a Bernab y a Saulo, y envenlos a realizar la misin
para la que los he llamado"' (13, 2). De esta forma, Bernab y Saulo, "enviados por el
Espritu Santo'', bajaron a Seleucia y de all navegaron hasta la isla de Chipre (13, 4).
Incluso, en una ocasin, "el Espritu Santo no les permiti anunciar el mensaje en la
provincia de Asia" (16, 6), por lo que Pablo y sus acompaantes tuvieron que atravesar
Frigia y la regin de Galacia.
Las citas sobre el tema abundan. Las aqu mencionadas son slo unas muestras de cmo
era el Espritu Santo quien diriga e impulsaba la primera predicacin de los apstoles.
Es l quien tiene que guiarnos, enviarnos, ensearnos, corregirnos, darnos su fuerza,
ungimos ...
Qu Don ms grande nos puede haber dado Dios! l es el nico Don, es la Persona-
Don que se nos ha dado y derrama en nuestro interior el amor del Dios-Amor: "Y la
esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por
el Espritu Santo que nos ha sido dado" (Rm 5, 5).
El Espritu Santo debe no slo habitar, sino actuar en nosotros. Tiene que transformar
todo nuestro ser, y lo har en la medida en que se lo permitamos. Dejemos que sea el
Espritu Santo quien regenere y renueve nuestra vida:
"Ms cuando se manifest la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor a los hombres,
l nos salv, no por obras de justicia que hubisemos hecho nosotros, sino segn su
misericordia, por medio del bao de regeneracin y de renovacin del Espritu Santo"
(Tt 3, 4-5).
Cmo ser lleno del Espritu Santo
Para obedecer este mandato de ser lleno del Espritu Santo, tenemos que:
"Tener sed espiritual.
Debemos desear la plenitud del Espritu reconociendo nuestra pobre a espiritual de la
que nos habla Jess en el Sermn de la Montaa (cf. Mt 5, 3). Si con sincero deseo de
llenamos de la presencia de Dios para as hacer su voluntad y convertirnos en sus
testigos ante el mundo, le pedimos el Don de su Espritu, el Seor no nos lo va a negar:
"Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, cunto ms el Padre del
Cielo dar el Espritu Santo a los que se lo pidan!" (Lc 11, 13).
La sed por las cosas de Dios es lo que debe impulsamos a llenamos de la presencia de
Dios y hacer su voluntad: "Como anhela la cierva estar junto al arroyo, as mi alma
desea, Seor, estar contigo" (Sal 42,1).
Entregarnos al Seor.
La entrega a Cristo es fundamental para el cristiano, pues de esta manera cedemos
nuestra propia voluntad para hacer ahora la de nuestro Seor. Es morir a s mismo y
tomar nuestra cruz, de tal manera que podamos decir algn da: "Y ahora no vivo yo, es
Cristo quien vive en m" (Ga 2, 20).
Si queremos recibir el Espritu y llenamos de su presencia, no cabe otra actitud que no
sea la de obediencia y docilidad a su voluntad: "Nosotros somos testigos de estas cosas,
y tambin el Espritu Santo que ha dado Dios a los que le obedecen" (Hch 5, 32), y "si
ahora vivimos segn el espritu, dejmonos guiar por el Espritu" (Ga 5, 25).
Creer la promesa.
Recordmosla una vez ms: "De lo ms profundo de todo aqul que crea en m brotarn
ros de agua viva" (Jn 7, 38).
Crees esto? Crees que es la voluntad de Dios que esto ocurra en tu vida?
Nosotros no hemos recibido un espritu de temor, "sino el Espritu que nos hace hijos
adoptivos" (Rm 8, 15) que nos hace clamar Abba!, o sea: Papito! Dejmonos llenar
por este Espritu de Dios y permitmosle libramos de toda atadura espiritual.
Si quieres llenarte de vida, llnate del Espritu Santo, pues l es Seor y Dador de Vida.
Esta vida est en ti, pero est esperando llenarte en plenitud hasta derramarse. Slo
cuando se derrama en nuestro interior es que pueden brotar esos ros de agua viva que
demostrarn que eres un testigo de Jesucristo.
Ven Espritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu
amor!
Slo el Espritu Santo puede realizar la transformacin de nuestra vida que quiere el
Seor.
Pidamos al Seor que nos llene con su Espritu como hizo con Mara y los apstoles el
da de Pentecosts, para as tener la fuerza para ser autnticos y fieles testigos de un
Cristo vivo.
Reflexin en grupos
Jeremas 24, 7
Joel 3, 1-3
Ezequiel 11, 19-20
Juan 7, 37-39
Hechos 1, 8; 2, 1-13
Hechos 8, 14-17
Apocalipsis 22, 17
Medita y Aprende
"En verdad te digo: El que no renace del agua y del Espritu no puede entrar en el Reino
de Dios" (Jn 3, 5).
Bibliografa
P. Diego Jaramillo: "El Espritu Santo -sus smbolos:': Centro Carismtico Minuto de
Dios, coleccin Neuma N 16; Bogot.
P. Diego Jaramillo: "El Don del Espritu Santo"; Sem. de Vida en el Espritu; C. C.
Minuto de Dios, Neum N 99; Bogot.
-Juan 15,
26:------------------------------------------------------------------------------------------------------
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-Juan 16, 13:
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-Juan 14, 26:
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