BEAUD PIALOUX - Repensar La Condicion Obrera
BEAUD PIALOUX - Repensar La Condicion Obrera
BEAUD PIALOUX - Repensar La Condicion Obrera
1
Introduccin
Por qu escribir hoy sobre los obreros? No son los sobrevivientes de un viejo
mundo industrial en vas de extincin? No se ha dicho todo lo que haba para decir
sobre el fin de la clase obrera?
Qu se podra agregar a los desencantados inventarios que, desde principios de los
aos 90, se les ha dedicado1? Desocupacin en masa (los obreros son las primeras
vctimas), desaparicin de los bastiones tradicionales (Norte, Lorena, Loire, periferia
parisina), derrumbe electoral del Partido Comunista Francs (PCF) y crisis de los
sindicatos obreros, precarizacin de las condiciones de existencia de las clases
populares. La clase obrera tal como se constituy durante el siglo XIX como un
referente estable, como un problema central capaz de movilizar en forma duradera
mentes y corazones2 ha desaparecido. Ahora bien, de esa clase, qu es lo que
queda? A primera vista, individuos aislados, atomizados, divididos, sometidos cada vez
ms a la intensificacin del trabajo3, que parecen haber renunciado a la accin
colectiva4. Los obreros del sector privado no son, acaso, los grandes ausentes de los
principales movimientos sociales que han nacido desde hace tres aos: huelga de los
ferroviarios y de los asalariados del sector pblico en noviembre-diciembre de 1995;
lucha de los sin papeles de la iglesia Saint-Bernard en septiembre de 1996;
movimiento de los desocupados de diciembre de 1997? As, en el espacio pblico, los
excluidos y los inmigrantes han ido ocupando progresivamente el lugar dejado
vacante por los obreros. Todo indica que, en los ltimos diez aos, ha habido un
repliegue de los obreros, que han sido reducidos al silencio por la fuerza de las cosas y
por la manera en que se ha hecho silencio a su alrededor. Una suerte de velo se ha
extendido sobre sus condiciones de trabajo y de vida, como si no se quisiera saber lo
que ocurre dentro de las fbricas: lo importante es que los operarios nombre que se
les da actualmente a los obreros no calificados no pongan en peligro la competitividad
de la industria. Sin duda, de vez en cuando reaparecen en el espacio pblico, con motivo
de paros puntuales que revelan a la opinin pblica la degradacin de las condiciones de
trabajo en las empresas. Fue el caso de las obreras de la fbrica Maryflo, en el
Morbihan, que pedan el despido de un director de produccin tirnico que las acosaba y
las humillaba, o del paro de los conductores de camiones que protestaban contra las
1
En qu estado se encuentra la clase obrera?. Es la pregunta que se hacen Jean-Nol Retire y Olivier
Schwartz en Problmes politiques et sociaux, n727, mayo de 1994, Pars, La Documentation franaise.
Mientras que la revista Autrement le dedica un nmero a: Obreros, obreras. Un continente fragmentado y
silencioso, enero de 1992. Por su parte, Grard Mauger, en su larga introduccin al relato de fbrica del
periodista Lionel Duroy, evoca Un mundo deshecho, en Actes de la recherche en sciences sociales, n
114, septiembre de 1996. Esta lista es parcial. Ver la bibliografa temtica al final del libro.
2
Michelle Perrot, La cause du peuple, Vingtime Sicle, n 60, octubre-diciembre de 1998, p. 10.
3
Ver como demostracin estadstica de este hecho los trabajos de Michel Czard, Michel Gollac y Serge
Volkoff.
4
Si se deja de lado el conflicto de los obreros de Peugeot de Mulhouse y de Sochaux en septiembre-
octubre de 1989 y algunos conflictos menores (CGE-Alsthom, Moulinex) que nunca estuvieron en
primera plana de los diarios, los obreros del sector ya no hacen paros; el chantaje del desempleo, que no
deja de extenderse a todos los sectores profesionales, pesa cada vez ms sobre ellos.
2
ritmos desenfrenados. Pero una vez que estos episodios se olvidan, el silencio vuelve a
caer sobre el mundo de la fabricacin de bienes.
Cmo explicar que los obreros sigan siendo el grupo social ms importante de la
sociedad francesa y que su existencia pase cada vez ms desapercibida? Por qu el
grupo obrero se ha vuelto, de algn modo, invisible para la sociedad francesa? A fines
del siglo XX, la clase obrera tradicional ya no est presente fsicamente: las grandes
fbricas y las grandes concentraciones obreras han desaparecido en gran parte del
paisaje, los barrios obreros no son sino barrios (eufemismo utilizado cada vez ms
para designar a los suburbios perifricos), los inmigrantes ya no son considerados
como trabajadores sino que son definidos principalmente por su origen nacional. Los
obreros han, de alguna manera, desaparecido del paisaje social5; ahora, cuando se va
en busca de ellos es para hacer revivir la memoria obrera o para estudiar, con
inquietud y de manera precipitada, el enigma del voto obrero a favor del Frente
Nacional.
En pocas palabras: los obreros existen pero ya no se los ve. Por qu? El proceso de
rehabilitacin de la empresa, que se desarrolla desde principio de los aos 80 y que
coincide con el adis al proletariado de muchos intelectuales marxistas, presenta a
los obreros como obstculos a la modernizacin de la industria, como los herederos de
un pasado remoto, que necesariamente llevan a cabo combates de retaguardia.
Progresivamente, casi imperceptiblemente, han ido saliendo del horizonte mental de los
hacedores de opinin (intelectuales, periodistas, polticos, etc.). Esto ocurre
precisamente en el momento en que, en razn del debilitamiento de formas colectivas de
resistencia, el trabajo se intensifica en los talleres, las relaciones sociales se deterioran,
los trabajadores son, por as decirlo, transformados en simple variable de ajuste,
reducidos a ser un componente de la masa salarial que hay que comprimir siempre ms.
Durante los ltimos quince aos, la cuestin obrera ha sido verdaderamente
reprimida.
5
Una ilustracin de este fenmeno es la subestimacin de su cantidad, en particular por los jvenes. La
ancdota que sigue ocurri en una facultad parisina de sociologa y nos parece muy significativa. Durante
una clase con estudiantes de primer ciclo, en enero de 1997, despus de haber evocado durante tres meses
el trabajo obrero, surgi la necesidad de cuantificar las cosas. Le preguntamos a los estudiantes: segn
ustedes, cuntos obreros hay en Francia desde un punto de vista estadstico? Hubo primero un largo
silencio, luego una alumna valiente propuso: 200 000. Varios estudiantes protestaron: No, no es
suficiente. Otro dijo: 2 millones. Se arm una discusin general. Se les record a los estudiantes que
haba que incluir a los desocupados en la poblacin activa. Despus de varios intercambios se lleg a la
cifra de 1,5 millones. Tres das despus, en una clase magistral de ciencias sociales (de nivel ms alto,
varios alumnos haban realizado ya estudios superiores, entre ellos, en Sciences-Po), se coment las cifras
recogidas en aquel curso de primer ciclo. No escondemos nuestra sorpresa ante esas cifras. Cuando les
hicimos la pregunta: Pero a ustedes, qu les parece?, estos estudiantes se mostraron ms seguros de s
mismos, respondieron ms rpido y con mayor facilidad. Una estudiante propuso la cifra de 300 000. Se
abri una discusin, otro dijo 3 millones. La discusin fue algo confusa pero la cifra final gir alrededor
de 2.5 millones. Tenan una idea relativamente precisa de la poblacin total de Francia y de la cantidad de
activos, que situaban entre 20 y 25 millones. Al hacerles tomar conciencia de estas cifras tuvieron la
tentacin de aumentar la cantidad de obreros. Pero, an as, la minimizaron sistemticamente. Se
sorprendieron al conocer las verdaderas cifras, las del censo de 1990 (alrededor de 6,5 millones) y los
invitamos a reflexionar sobre el sentido sociolgico de esta subestimacin, en particular sobre los
discursos que se sostienen, desde hace quince o veinte aos, respecto a la descalificacin del grupo obrero
y su relegacin al estado de supervivencia, sobre la desvalorizacin simblica de la que el grupo ha sido
objeto y sobre la manera en que esta desvalorizacin ha sido vivida, sentida.
3
Sus portavoces (los sindicatos obreros, los delegados en la fbrica, los militantes
asociativos, el partido), que tenan como vocacin representarlos en el espacio
pblico, han ido perdiendo su influencia. La imagen que el grupo obrero se haca de s
mismo se ha visto opacada. Esta crisis de representacin ha contribuido fuertemente a la
no-visibilidad del grupo. Digmoslo brutalmente: los obreros, que tenan para s la
fuerza del nmero, poco a poco dejaron de infundir temor y ya no intimidan a los
dirigentes. Se trata de una ruptura importante en la historia de las relaciones de clase.
Significa que las barreras que el movimiento obrero haba construido a lo largo del
tiempo para oponerse a la explotacin, dotar al grupo de una conciencia de clases y
resistir mejor a la dominacin simblica, cedieron. Resultado: la altivez, la arrogancia y
las diversas formas de desprecio de parte de los dominantes, que durante mucho
tiempo estuvieron reprimidas por la existencia de una cultura poltica obrera
(institucionalizada), se han liberado y se expresan a veces sin complejo. Por ejemplo,
llama la atencin la importante desvalorizacin en los ltimos quince aos de los
representantes o los portavoces obreros en el campo meditico.
En estas condiciones, por qu seguir trabajando sobre la realidad obrera? Porque
pensamos que la cuestin obrera es, hoy ms que nunca, actual, y que es necesario ir a
ver lo que pasa dentro de la fbrica, en particular cmo se trabaja, por ms que las
buenas noticias que claman un cambio radical del modo de gestin (gestin
participativa, empresa inteligente, empresa de tercer tipo, fin del taylorismo,
llamado a las competencias de los asalariados) intenten disuadir a los investigadores.
As fue como intentamos reformular en tanto socilogos problemas importantes de la
economa poltica: las condiciones sociales de la obtencin de ganancias de
productividad, la mejora de la calidad, tomando en cuenta aspectos que los economistas
suelen dejar afuera de su reflexin (efectos de la escolarizacin, dispositivos de los
asalariados).
Nuestra investigacin tuvo que ver con la regin obrera de Montbliard, con la
fbrica de produccin automotriz de Sochaux y sus proveedores de componentes, y en
especial, con las transformaciones del trabajo obrero en los talleres de montaje. Cuando
se evoca este trabajo, las palabras robotizacin, informatizacin de la produccin,
just in time, objetivo calidad, la inactividad cero vienen inmediatamente en
mente. Componen una nueva visin idlica del universo industrial. La expresin
trabajo en cadena parece designar una realidad arcaica y residual. Ahora bien, aun a
riesgo de decepcionar a los que creen en la modernidad, la investigacin etnogrfica y
estadstica indica que el trabajo encadenado (como se deca antes) sigue existiendo y
no de manera marginal. Sin duda, las palabras que nombran el trabajo han cambiado
los operarios se desempean a lo largo de las lneas, llevan trajes de color verde
fluorescente, se les invita a tutear a sus jefes, pero el trabajo obrero sigue siendo
apremiante, incluso cada vez ms. Los obreros lo experimentan da a da.
La originalidad de esta investigacin, a nuestro modo de ver, consiste en ofrecer otra
visin del universo de los talleres de produccin, y, ms fundamentalmente, en
reintroducir la cuestin de la dominacin en el mbito del trabajo. Porque hoy, nuevas
formas de dominacin simblica se superponen a las antiguas formas de explotacin.
Los asalariados se sienten en situacin de vulnerabilidad objetiva y subjetiva y trabajan
con miedo, por s mismos y por sus hijos. La amenaza de la desocupacin y de la
precariedad pesa sobre el conjunto de los asalariados e, incluso si las mujeres, los
jvenes y los obreros son los ms afectadores, todas las categoras de asalariados temen
4
perder algn da su empleo. La presin de la desocupacin se ejerce sobre los que
trabajan no slo reduciendo sus exigencias en relacin al trabajo, sino tambin
aumentando su carga de trabajo6. Para que el lector pueda adentrarse en este universo,
hemos elegido evocar historias de taller que tienen que ver con dilemas que slo
pueden parecer menores a quienes no los viven: dilemas financieros en primer lugar
(bonificacin colectiva de 70 francos, puntos de clasificacin que permiten ganar 150
francos ms por mes), dilemas de dignidad tambin (conflictos y encontronazos
con los jefes).
Para entender las diversas actitudes en el trabajo y, bajo esta perspectiva, las
diferencias entre generaciones, es necesario considerar la cuestin de la escuela. Este
enfoque nos condujo progresivamente a distanciarnos de cierto tipo de sociologa del
trabajo que, durante mucho tiempo, privilegi como objeto de investigacin la empresa
y el taller, los puestos de trabajo, el momento trabajo, los cambios tcnicos y sus
efectos sobre las relaciones en el trabajo, las relaciones de poder en los talleres. Pero
esta perspectiva tuvo tendencia a aislar lo que pasa en la empresa de lo que ocurre
afuera, y a separar la situacin de los trabajadores de las trayectorias que han tenido.
Ocurre que estas trayectorias remiten a los orgenes (sociales, geogrficos, nacionales),
al espacio de vida, a los modos de categorizacin de los individuos. La sociologa del
trabajo tiende a estudiar de manera separada las decisiones tomadas por los managers y
sus efectos en la empresa, por un lado, y por otro, las caractersticas socioculturales de
los asalariados. No tiene como proyecto estudiar conjuntamente la manera en que se
ajustan estas decisiones y estas caractersticas sociales. Nosotros pensamos, por el
contrario, que los cambios que se producen en un taller y la manera en que son
percibidos no pueden ser aprehendidos por fuera de relaciones de fuerza sociopolticas
tal como se fueron constituyendo en el trabajo a travs de la historia de una empresa
especfica, a travs tambin de la constitucin de una cultura de clase, a travs de un
incesante trabajo de construccin poltica cuyos efectos no se disipan jams de una vez
por todas. Por ltimo, la sociologa del trabajo ignora la cuestin de las formas de
socializacin primaria abandonando su estudio a otros sectores de la sociologa.
Desconoce el rol desempeado por la familia, las grandes instituciones, la escuela, el
Estado benefactor, el sistema de proteccin social, que estructuran la vida social y
esbozan las grandes relaciones de fuerzas que precisamente van a ser retomadas y
trabajadas por la empresa. Tiende a ver a los asalariados solamente en el trabajo. Pero
si bien existe una socializacin en y mediante el trabajo, existe tambin otra
socializacin que es anterior o simultnea.
De la misma manera, la investigacin sobre la escolaridad de los hijos de obrero nos
permiti tomar cierta distancia con la sociologa de la educacin que, en la actualidad,
se reduce cada vez ms a una sociologa de la escuela. Haba que salir del estricto marco
de la institucin escolar para analizar la demanda de escuela por parte de las familias
obreras desde el exterior del sistema escolar, es decir desde la fbrica y el barrio. Este
cambio de perspectiva permite visualizar la demanda obrera de una escolarizacin
prolongada como un reflejo inverso a las transformaciones de la fbrica. Lo que
observamos es que una larga investigacin etnogrfica, que toma en cuenta los
diferentes campos sociales, permite trabajar en las fronteras de las sociologas
especializadas y lo que es quiz ms importante permite cuestionar las divisiones
institucionales de ciertos campos de la sociologa, en especial los que existen entre una
sociologa de la educacin centrada en el colegio, y en gran parte separada del mercado
6
Gabrielle Balazs y Michel Pialoux, Crise du travail et crise du politique, Actes de la recherche en
sciences sociales, n 114, septiembre de 1996, p. 3.
5
laboral, y una sociologa del trabajo o de la empresa centrada en la fbrica, como algo
separado de la institucin escolar.
En las diferentes esferas de la sociedad, la posesin de un capital escolar tiende a
convertirse en un elemento decisivo, que permite adquirir un valor social y econmico.
Lo que se juega en torno al colegio (los diplomas, la certificacin de competencias, pero
tambin la cuestin de la dominacin dentro y mediante la cultura, dentro y mediante el
colegio) es entonces esencial para entender las nuevas formas de legitimacin de la
dominacin. Es la ausencia de toda perspectiva de futuro profesional obrero en la
fbrica lo que, en los aos 90, incit rpidamente a las familias obreras, en particular
esas en que los padres eran obreros especializados (en adelante OS), a orientar a sus
hijos hacia los estudios largos e indeterminados. Ahora bien, los obreros de Peugeot no
estaban preparados para esta nueva configuracin, porque el paternalismo local
garantiz durante mucho tiempo la contratacin de los hijos del personal. De tal manera
que este cambio se presenta ms como una huida de la enseanza profesional que
como una adhesin positiva al modelo de los estudios prolongados. Por lo mismo, no es
tanto una estrategia de educacin elaborada con antelacin (en funcin de las
transformaciones del campo escolar) sino ms bien una estrategia de adaptacin, en
funcin de las circunstancias, a la evolucin del mercado laboral local y a las
transformaciones de la fbrica tal como las perciben los padres.
No se toma lo suficientemente en cuenta el costo moral y afectivo que ha
representado para los padres obreros la entrada, cueste lo que cueste, en la competicin
escolar (sobre todo en el liceo, donde permanentemente se estn esforzando por
descifrar un universo que, para ellos, es opaco), y tambin la desvalorizacin de la
enseanza profesional. Esta representaba antes no solamente una va de promocin
escolar sino tambin un lugar donde se construa (o se reforzaba) una cultura tcnica, el
orgullo de ser obrero, disposiciones contestatarias7. El modelo de los estudios largos, en
su forma actual de huida hacia adelante en relacin al colegio, engendra disposiciones
totalmente diferentes. Si uno adopta el punto de vista de las familias (obreras en
particular), la prolongacin indefinida de los estudios transforma en profundidad las
relaciones intergeneracionales. Al no tener una socializacin escolar por completo
lograda, la mayora de los hijos de obreros tienden a encontrarse en el liceo como en un
callejn sin salida. A menudo estn relegados en las secciones ms desvalorizadas y
terminan por dudar de su futuro. Los padres, que han hecho grandes sacrificios
econmicos dado la estagnacin de los salarios obreros, los presupuestos de las
familias son cada vez ms restrictivos, asisten, desamparados, a esta progresin escolar
meramente formal, sabiendo que es posible que la inversin que han realizado no ser
retribuida con nada.
Al mismo tiempo, la sucesin de las generaciones obreras se vio fuertemente
perturbada por las transformaciones del mercado del trabajo de los jvenes (la
multiplicacin de las pasantas y el aumento de la edad a la que se puede esperar un
empleo estable) y por la prolongacin de la escolaridad de los hijos. En muchas familias
obreras, los hijos no siguen el camino de los padres. Cuando se sabe lo que representa
para las familias burguesas (burguesa econmica y burguesa intelectual) la suma de
esfuerzos y de energas movilizadas a favor de los hijos para conservar su rango (social
y cultural) y asegurar sin obstculos la transmisin de una herencia, se puede imaginar,
en sentido inverso, en las familias obreras, la forma de sufrimiento social sufrimiento
callado, contenido, pero siempre presente que produce la prdida de una herencia que
7
Cf. Claude Grignon, LOrdre des choses. Les fonctions sociales de lenseignement technique, Pars,
Minuit, 1971, y, para el caso ingls, Paul Willis, Lcole des ouvriers , Actes de la recherche en
sciences sociales, n 24, noviembre de 1978.
6
se pueda legar a los hijos, y su alejamiento sociocultural. Paradoja de la situacin
actual: es en el momento en que la familia, dentro el sector obrero, tiene una legitimidad
y un rol cada vez ms importante (casa, normalizacin de las relaciones familiares,
prolongacin del tiempo en que los hijos conviven con sus padres, conflictos menos
brutales, etc.) que la transmisin filial deja de operar
8
Cf. Michel Pialoux, Le vieil ouvrier et la nouvelle usine en Pierre Bourdieu (dir.), La Misre du
monde, Pars, Seuil, 1993, pp. 331-348.
7
Nos encontramos aqu, a partir de una investigacin etnogrfica, con cantidad de
problemas que Robert Castel plante en su ltimo libro9, fundado, en su caso, en una
investigacin socio-histrica que va del siglo XV al siglo XX: el desmoronamiento de la
sociedad salarial, la erosin de las protecciones que gozaban los miembros del grupo
obrero, la desestabilizacin de los estables. No se puede sino estar sorprendido por la
manera en que hoy la angustia, el miedo, el sentimiento de vulnerabilidad vuelven a
visitar al grupo obrero, incluso a los que gozan todava por cunto tiempo? de cierta
seguridad. No existe ya una franca lnea divisoria entre los obreros ubicados del lado
malo y los que estaran definitivamente protegidos contra la adversidad social.
Es solamente en este marco estructural de debilitamiento del grupo obrero, tanto en
su base material como en su capacidad de resistencia colectiva, de fragilidad de su
sistema de valores, de derrumbe de creencias polticas (que afecta sobre todo al grupo
de militantes) que se puede entender la atraccin creciente que ejerce el Frente Nacional
en los sectores obreros. En este contexto, se insistir en el punto siguiente: la cuestin
de las relaciones entre franceses e inmigrantes no existe en s sino que debe ser
estudiada en estrecha relacin con lo que es la condicin obrera hoy10: un futuro ms
que inseguro, el fin de las esperanzas de promocin profesional o social.
En la primera parte, centrada principalmente en la fbrica de Sochaux, describiremos
las condiciones de trabajo de los OS a lo largo de las cadenas de produccin, trataremos
de analizar el tipo de relaciones que se tejen en el trabajo, apoyndonos ante todo en el
relato detallado del traslado (que dur cuatro aos) de los obreros desde la antigua
planta a la nueva planta de carrocera (captulos I y II)11. Luego insistiremos en el
bloqueo de la movilidad obrera en la fbrica (captulo III), tan caracterstico de la
condicin obrera hoy. La segunda parte estar dedicada a los cambios de la relacin de
los obreros con la escolaridad de sus hijos y los efectos sociales de la prolongacin de
los estudios en las familias obreras: marginalizacin de la enseanza profesional
(captulo IV), desorientacin de los padres obreros en los colegios de la ZEP (captulo
V), malentendidos y conflictos entre los hijos, promovidos en tanto estudiantes
secundarios, y sus padres (captulo VI). En la tercera parte, las transformaciones
conjuntas del trabajo en la fbrica y de la relacin de las familias obreras con la escuela,
nos llevarn a interrogarnos sobre el futuro del grupo obrero o sobre lo que llamamos su
deconstruccin, analizada aqu en tres situaciones diferentes. Las contradicciones de un
joven monitor (capitulo VII) nos harn aprehender la cuestin del conflicto de
generaciones en la fbrica. Luego, el desaliento de los delegados que no logran hacer
funcionar en los talleres el sistema poltico a la antigua, fundado en una cultura de
oposicin arraigada en las prcticas de trabajo (captulo VIII), nos permitir abordar la
crisis del militantismo obrero. Por ltimo, trataremos de mostrar (captulo IX) que el
crecimiento de las tensiones racistas, en la fbrica pero sobre todo fuera de la fbrica,
cobra sentido en un contexto de competencia laboral, y que expresa la desestabilizacin
simblica del mundo obrero en su conjunto.
9
Robert Castel, Les Mtamorphoses de la question sociale, Pars, Fayard, 1996. Ms precisamente en los
dos ltimos captulos, en los que el autor aborda el problema de la constitucin en los aos 50 de la
sociedad salarial.
10
Otros investigadores en ciencias sociales lo han dicho antes que nosotros. Es el caso en particular de los
trabajos sobre inmigracin en Francia del socilogo Abdelmalek Sayad y del historiador Grard Noiriel.
11
Al final de cada captulo, hemos ubicado recuadros: se trata en la mayora de los casos de fragmentos
de entrevistas que permiten esclarecer o profundizar los anlisis realizados en el captulo.
8
REGRESO A LA CONDICIN OBRERA
Stphane Beaud
Michel Pialoux
***
Primera Parte
***
12
Las mujeres representan el 12,5% de los asalariados. Hay pocas en los talleres salvo en ciertos sectores
como el taller de guarnecido. El peso de los inmigrantes en la fbrica ha disminuido considerablemente
(alrededor del 10% de los efectivos, 20% a principios de los aos 80) tras las partidas, favorecidas por el
Estado y la empresa en 1984 y 1985.
9
En los ltimos veinte aos, la zona de empleo (espacio geogrfico en el que la
mayora de la poblacin vive y trabaja), que estaba poblada por alrededor de 120 000
personas, se ha convertido con el cierre de las fbricas metalrgicas y textiles en una
zona prcticamente mono-industrial: adems de Peugeot-Sochaux, hay grandes fbricas
que cuentan con miles de trabajadores y que estn directamente vinculadas a Peugeot
(ECIA, Peugeot Cycles), se trata sobre todo de subcontratistas instalados recientemente.
Por otra parte, el sitio de Sochaux dej de ser una fbrica completa o integrada (una
de las caractersticas que haca tambin su reputacin industrial) para convertirse casi
exclusivamente en una fbrica de montaje, es decir en un centro de ensamblaje de
piezas producidas en otro lugar, en particular en las PyMES subcontratistas. As es
como los baluartes industriales de la fbrica desaparecieron progresivamente, sobre todo
una parte importante de la fbrica de mecnica (bastin de los obreros profesionales)
cuya produccin de motores fue trasladada, en 1979, al norte de Francia. El receso
industrial de la fbrica se aceler de manera evidente a principios de los 90: los
smbolos obreros de la vieja fbrica como la fundicin y el taller de guarnecido
(preparacin e instalacin de los asientos) no fueron modernizados, lo que los
condenaba a desaparecer rpidamente.
La singularidad de la regin de Montbliard en relacin a otras regiones industriales
como el Norte o la Lorena remite al hecho de que la fbrica de Sochaux y ms
globalmente la industria automotriz local no ha desaparecido. Las transformaciones
tuvieron lugar ah mismo, la modernizacin de la vieja fbrica se hizo gracias a la
construccin de nuevas fbricas de carrocera y de pintura.
10
CAPTULO PRIMERO
11
denunciar la visin de la direccin). La apreciacin que reproducimos a continuacin es
la de un mando medio de la fbrica (treinta aos de antigedad en la empresa), fue
grabada en julio de 1989, y expresa claramente esta manera de pensar: Usted sabe, ac
en Sochaux, vivimos en una poca remota. Los obreros siguen trayendo la vianda que
sus mujeres les preparan en casa, y prefieren comer en los talleres, en sus puestos de
trabajo, en vez de venir ac [al self-service de la empresa]. Y no hay nada que hacer, no
se los puede hacer cambiar16
En un primer momento (segunda mitad de los aos 80), los diversos intentos por
generar un cambio de mentalidad en los obreros de la fbrica el anlisis se va a centrar
en el caso de los obreros especializados de los talleres de carrocera se enfrentaron a
cierto tipo de resistencia obrera. Ante las dificultades para transformar las actitudes en
el trabajo de los obreros especializados, el reclutamiento de jvenes trabajadores
temporarios (entre 1987 y 1990) parece haber sido la manera de resolver las
contradicciones ligadas al peso del pasado. Esta experiencia no logr su propsito por
razones en parte coyunturales (guerra del Golfo y despido de los temporarios). La
empresa no tuvo ms remedio que enfrentarse al aspecto quizs ms decisivo del legado
taylorista: el desgaste en el trabajo y el envejecimiento social de los obreros de estos
talleres.
La carrocera, con sus 7 000 obreros, en mayora OS, ms jvenes en promedio que
los obreros de otros talleres, con ms inmigrantes tambin, era considerada en los 70
uno de los sectores ms duros, ms combativos de la fbrica. El sector est
compuesto por varios departamentos guarnecido, chasis, acabado, pintura. Ms all de
esta divisin en subsectores, se presenta como una fbrica dentro de la fbrica y, segn
la opinin de todos, se caracteriza por un espritu especial, una mentalidad original. La
CGT est ms slidamente implantada ah que en otros talleres. En 1968, la carrocera
junto con la fundicin fueron el bastin de la ofensiva y, ms tarde, de la resistencia
obrera. Fue tambin en este taller donde explot, en octubre de 1981 poco despus de la
llegada de la izquierda al poder, un movimiento de huelga que se extendi a toda la
fbrica.
En el trabajo realizado con Christian Corouge17, uno de nosotros intent dar cuenta,
ms all del estereotipo del obrero fordista, de lo que se puede llamar la otra cara del
taller: las modalidades de ayuda mutua en los puestos de trabajo (un OS puede ocupar
por un tiempo el puesto de su vecino en la cadena de montaje mientras el compaero se
fuma un faso, o puede ayudarlo a remontar la cadena cuando tiene alguna dificultad
en su puesto, etc.), la distancia que se observa en relacin a las consignas de la oficina
de mtodos, las astucias que se implementan en el trabajo y las tcnicas para preservar
secretos (especialmente para escabullirse a la mirada de los que controlan el tiempo,
los encargados por la direccin de examinar atentamente y medir los gestos en el trabajo
para tratar de ganar tiempo a beneficio de la empresa), las condiciones de adquisicin de
los saberes18, etc. Junto con la estabilizacin de los colectivos de trabajo en los aos 70
16
Stphane Beaud y Michel Pialoux, Lesclave et le technicien, Autrement, Ouvriers, ouvrires ,
enero de 1992, pp. 44-65.
17
Cf. Christian Corouge y Michel Pialoux, Chroniques Peugeot, Actes de la recherche en sciences
sociales, nmeros 52-52, 54, 57, 60, 1984-1985.
18
Un enfoque etnogrfico del trabajo en cadena de montaje permite descubrir que, si bien es vivido como
algo agotador y odiado, a menudo es tambin algo que se piensa como un trabajo complejo que reclama
varias semanas de aprendizaje, una forma particular de iniciativa y de inteligencia, el dominio de muchos
saberes, de mucha experiencia acumulada. En pocas palabras: el dominio de un oficio.
12
y las luchas llevadas a cabo en los talleres, se desarroll progresivamente, luego se
consolid, lo que se puede llamar un sistema cotidiano de solidaridades prcticas, al
interior del cual estaba inscrito el trabajo poltico realizado por los delegados del taller
(este punto ser desarrollado en detalle en el captulo VIII). Estos ltimos contribuan,
por su trabajo diario a mantener oposiciones abruptas entre, por un lado, los
alcahuetes, los que estaban del lado del patrn y, por el otro, los amigos.
Es particularmente interesante observar en estos talleres tayloristas la manera en que
se estableci progresivamente una suerte de acuerdo entre obreros y pequeos agentes
de supervisin (agent de matrise). Los delegados juegan un rol muy importante en la
construccin de estos acuerdos. Son garantes (cuando se presenta una situacin de mala
fe, de no-dicho, de malentendido), defienden al obrero (en relacin a la carga de trabajo,
sus derechos), realizando, como dicen, un trabajo de asistencia social. A grandes
rasgos, en este tipo de taller, si bien formalmente se respeta el orden tcnico-social,
existen muchas (pequeas) transgresiones que no pueden no ser toleradas por los
agentes de supervisin, tanto en el mbito del trabajo en sentido estricto como en los
intervalos y momentos de pausa: el jefe otorga a veces un poco de libertad, deja un
margen a los obreros, tolera que usen su tiempo libre como quieren19. Y aquel que ha
negociado oficialmente en reunin de delegados del personal intenta, con el acuerdo de
los dems obreros, quizs no contar con su apoyo, pero s lograr que los agentes de
supervisin sean buenos defensores de los obreros frente a los mandos medios. A
menudo, el grupo lo logra. Los jefes negocian. As, el poder de los delegados es algo
que se reconoce, o ms bien es algo que se reconoce y que se cuestiona.
Para evocar de qu manera exista una cultura de taller20 en los sectores de OS de la
fbrica de Sochaux, disponemos de un documento bastante excepcional, que puede ser
usado prcticamente de manera etnogrfica. Tiene que ver con lo que era el ambiente
del taller en la fbrica de carrocera (ms precisamente en los talleres de acabado) en los
aos 70: se trata del libro de Marcel Durand, Grain de sable sous le capot, escrito
despus de la huelga de 198921. La primera parte del libro, que cubre los aos 1973-
19
En esta resistencia multifactica al orden de la empresa, las afinidades sociales (vinculadas con el
habitus de origen) juegan ms que las solidaridades que podran nacer en el trabajo o el miedo percibido
como sentimiento simple. Si algunos agentes de la supervisin pactan con los obreros, es porque existe un
sentimiento de proximidad, es porque tal jefe de equipo est casado con una obrera, etc.
20
Precisemos que, contra la tentacin de construir una teora intemporal de la cultura de taller, hay que
insistir en la necesidad de tomar en cuenta el tiempo, la manera en que a medida que pasan los meses y
los aos en un lugar de trabajo dado, las tcnicas patronales de vigilancia y de encuadramiento de los
obreros se reorganizan, el modo de cohesin y de resistencia del grupo se modifica, las relaciones sociales
se reestructuran.
21
Cf. Marcel Durand, Grain de sable sous le capot, Paris, La Brche, 1991. Cuando se public el libro
hicimos un informe de lectura (que retomamos ac en parte) en la revista Politix. Travaux de sciences
politiques, n13, 1992. Se trata de un libro bastante excepcional, un libro de obrero, escrito por un OS de
Sochaux que pas veinte aos en la cadena de montaje. Por lo mismo era tentador reducirlo a un simple
testimonio militante, elaborado como denuncia. Pero lo que hace la rareza de este libro y su profunda
originalidad, es que permite or la voz de lo que se podra llamar un obrero ordinario, ese que
habitualmente no es escuchado porque no tiene ttulos particulares (no es militante, ni est especialmente
politizado, no es bocn, ni mrtir) o legitimidad particular que pueda esgrimir para tomar la
palabra. El libro est compuesto por tres tipos de textos: una primera parte retoma los mil trucos y bromas
de un grupo de amigos OS alrededor de la cadena de un taller de acabado a inicios de los aos 70 (el
clan de los salpicaderos), una segunda parte est dedicada al paro de los OS de carrocera de 1981, y por
ltimo, la tercera parte de tono ms sombro, evoca durante los aos 1985-1988 la resistencia de una
minora de viejos OS de este mismo taller de acabado a la introduccin de la gestin participativa y la
aceleracin de las cadencias de la cadena (la resistencia de los hein-hein). En un primer momento esos
textos tuvieron como funcin distraer a un pequeo grupo de OS que trabajaba en el mismo sector que el
autor, se trataba de pasar un buen momento, de divertirse un rato (circularon en la fbrica bajo forma de
texto mimeografiado). Este grupo de colegas y amigos vivi un momento de felicidad colectiva al
13
1977, cuenta las aventuras de cuatro OS de cadena de montaje que forman el clan de
los salpicaderos. Son los hroes de mltiples sainetes de la cultura del taller donde se
produce todo tipo de bromas, juegos, inversiones simblicas de relaciones de fuerzas.
Se ve entonces emerger algunos personajes centrales del taller: la jerarqua y los jefes
(el contramaestre, los jefes de equipo llamados el Cebra o Mi nudo), luego el
conjunto de personas que transmiten rdenes, dan trabajo o vigilan a los obreros los
cronometradores, reemplazantes, conductores de carretilla elevadora, de los que
siempre se tiene la visin de que exageran su sumisin ante los jefes o de que estn ms
o menos acomodados, por ltimo los otros compaeros (buenos o malos) de trabajo.
Estos personajes tienen todos apodos evocadores (el Grasa, el Gordo, el Gringo,
el Rasca-huevos, Marsella, Mi querida). En estos talleres, las palabras no se
dicen: se escupen, se largan. Los chistes, las bromas, salen de todas partes, a cada rato
se busca la ancdota y existen los virtuosos de la palabra, especialmente los que se
burlan de los jefes. No solamente uno se entera de las artimaas de los OS cuando
trabajan, sino tambin de la mecnica compleja de las relaciones de poder: la guerra
cotidiana con los jefes, la manera en que los OS marcan su territorio, la lucha por
conquistar y defender pequeos espacios en el trabajo contra la jerarqua, la
omnipresencia y la violencia de las farsas, las bromas, los chistes que se les hacen a los
jefes, pero tambin a los propios compaeros de trabajo (ritos de pasaje para los recin
llegados). A travs de la invencin de ruidos propios para cubrir los del taller, la
importacin de objetos familiares y la manera que tienen de darle otro uso casi de
manera sistemtica a los objetos en relacin al uso tradicional, se pueden ver los
esfuerzos continuos y multiformes que despliegan los obreros para apropiarse este
mundo un poco salvaje y violento que es la fbrica. Estas prcticas, lejos de ser
insignificantes, deben ser restituidas en su lgica social y en su coherencia, constituyen
una verdadera cultura de taller22, que opone radicalmente el Nosotros del grupo
obrero al Ellos de los otros, de los que no forman parte de esta cultura, que son
rechazados violentamente y se convierten en objeto de burla (los alcahuetes, los jefes,
los cuadros).
En este universo de trabajo donde los OS parecen objetivamente dominados (el
tiempo siempre est contado, el trabajo es repetitivo, no es posible obviar las relaciones
jerrquicas), la cuestin central es: cmo defender su dignidad? Uno observa que es
mediante una lucha de todos los instantes, una sucesin de batallas sobre pequeos
entuertos de poder que los OS logran marcar su territorio, elegir sus aliados y sus
participar en este esfuerzo que buscaba esencialmente relatar la cara escondida del taller, burlar a los
jefes, ridiculizarlos. Los textos de esta tercera parte empezaron a ser escritos en los lugares de trabajo
(durante las pausas o los reemplazos), o sea que se trataba de textos escritos en vivo, no en la accin
pero inmediatamente despus, y que luego fueron retomados. El conjunto de los textos fue reelaborado y
enriquecido con una suerte de lectura colectiva por algunos OS del grupo. Las condiciones mismas de la
escritura y de la lectura de estos textos hacen que sea un muy pequeo grupo de amigos de trabajo el que
se reconoce ah, que se encuentra en ellos, y uno podra decir que se encuentra por completo y sin
maquillaje, en toda la verdad social de su condicin de OS.
22
Cf. Pauls Willis, Lcole des ouvriers, Actes de la recherche en sciences sociales, n24, 197. En el
libro de Marcel Durand, esta cultura de taller es descrita en su apogeo, y uno ve bien que no podra
desplegarse sin algunas condiciones objetivas: a nivel del trabajo de OS, la juventud de los OS, la
posibilidad de que haya fallas, el control no integrado, la falta de informatizacin en la produccin; a
nivel de las condiciones econmicas generales, la ausencia de desocupacin, la relativa despreocupacin
de estos jvenes obreros que pueden permitirse vivir un tiempo su situacin de OS. Sin embargo, si estos
OS pudieron efectivamente elaborar una suerte de contra-cultura, que no existe solamente de manera
reactiva y negativa sino que debe tambin ser comprendida positivamente, esto no quiere decir que uno
lo pasaba bien en esos aos en las cadenas de montaje: esa felicidad del momento era frgil, era algo
que haba que conquistar a cada momento, y que slo exista con un fondo de violencia.
14
enemigos, en pocas palabras, hacerse respetar. Para lograr estos acuerdos inestables con
la pequea supervisin, hay que saber usar las armas de las que se dispone y dar
muestras de ingenio y de espontaneidad en su utilizacin: la risa, el humor, la farsa pero
tambin las palabras que ridiculizan, el sentido del desafo y de la provocacin (saber ir
suficientemente lejos como para correr las fronteras del otro campo, pero no demasiado
para no ponerse en situacin de riesgo y recibir fuertes sanciones), la invencin o el uso
de situaciones que trastornan simblicamente el orden de las cosas, etc. Esas pequeas
batallas por ejemplo no saludar al jefe cuando el grupo de OS hace una pausa, esas
pequeas victorias tomar sistemticamente el caf que prepara y sirve un colega y no
el del distribuidor oficial slo pueden parecer sin valor a quienes nunca han vivido en
esos contextos. Permiten reforzar el frente de resistencia del Nosotros. Mediante estos
desafos, y acumulndolos, se consolida la identidad del grupo. Esta pequea guerra
cotidiana, de la que todos son testigos y saben perfectamente lo que est en juego, la
vive el grupo de los OS en su conjunto y ellos son los que hacen fuerza, detrs de los
franco-tiradores, contra la jerarqua. A travs de esta lucha cotidiana contra el
enemigo, se trata tambin de forjar una moral, de fortalecer simblicamente el campo
del Nosotros porque uno aprende tambin que la dignidad es algo que se gana, que se
conquista da a da. Dentro de esos grandes talleres de la fbrica, el proceso de
obrerizacin de los OS, especialmente de los de origen rural o inmigrante, se haca a la
vez con el trasfondo de esta cultura de taller y de politizacin por intermedio de los
delegados. En esos aos de lucha, el sentimiento de indignidad cultural poda ser
usado contra los jefes, de tal manera que entre los que haban sido llevados hacia esta
forma de cultura se estableca una suerte de relacin feliz con la condicin obrera en
razn de la correspondencia entre las disposiciones de estos jvenes obreros y las
posiciones ocupadas en la fbrica. Durante este perodo de pleno-empleo, el grupo
obrero todava poda pensarse a s mismo en trminos de clase: al tener representes en la
fbrica los militantes obreros eran personajes respetados en los talleres, sta ofreca
un marco de identificacin y de socializacin a los recin llegados.
No se puede entonces reducir el taylorismo a la cuestin de la organizacin tcnica
del trabajo, tambin involucraba cierto tipo de relaciones sociales que se haban
construido a lo largo de los aos a partir de las caractersticas de los obreros y de los
contramaestres de la fbrica. Esa trama de relaciones quedar profundamente
desestabilizada cuando, a principio de los aos 80, la empresa tratar de introducir un
nuevo modo de gestin de la produccin y de organizacin del trabajo. El caso aqu
privilegiado ser el de la fbrica de carrocera.
2. Autocontrol y autovigilancia
15
adopcin de un sistema de pequeas bonificaciones colectivas (de 70 a 100 francos por
obrero) para movilizar a los operadores.
Denis Guigo, etnlogo, describe la manera en que el sector de control de calidad de
la fbrica de carrocera fue modernizado en los aos 1981-1983:
Este servicio, escribe, fue considerado como un sector duro con una fuerte
concentracin de revolucionarios. El nuevo jefe observ: Por una cosa o por otra,
haba reclamos, agrupamientos, era un polvorn. Adems, este servicio, encargado de
filtrar los defectos de fabricacin, haca particularmente mal su trabajo ya que slo el
35% de las fallas eran detectadas. La misma observacin haba sido hecha por un consejo
de expertos que realizaba en ese momento una consultora en la fbrica: en este servicio
con slo mirar, se ahorraba el 30% de los puestos, pero los mtodos radicales eran
impensables. El jefe del taller ejerca el mando de manera militar y haca alarde de sus
simpatas por la extrema derecha. Pero esta dureza no lograba sus fines, ya que los
contramaestres y sobre todo los jefes de equipo eran incapaces de dirigir el trabajo;
sometidos a la amenaza constante de un movimiento, no se atrevan a hacer nada sin
pedir la aprobacin de los delegados de la CGT o de la CFDT (los delegados de los otros
sindicatos no eran escuchados si expresaban reivindicaciones), los jefes de equipo se
hallaban desresponsabilizados23.
Lo que se trata aqu en trminos de mejora equivale a menudo a una carga de trabajo
para los OS: por un lado, la alternancia de modelos diferentes (un 205, un 405, con
todas las opciones) los obliga a mantener la ficha pegada en la caja del auto para poder
hacer un trabajo diferente con cada uno de ellos y, por otra parte, se intensifica el
control del uso del tiempo. El autocontrol traduce sobre todo la presin por as decirlo
moral que obliga a cada obrero a sentirse comprometido con la calidad del producto
terminado y su propio trabajo. Esta presin moral se revela especialmente eficaz en la
reorganizacin de los equipos en los cuales el poder de la antigua pequea
supervisin se encuentra prolongado (al mismo tiempo que cuestionado) por el de los
23
Denis Guigo, Lempire du consensus , Les Annales des Mines, n6, marzo de 1987.
16
jvenes BTS y los monitores (nuevo escalafn intermedio entre obreros y jefe de
equipo). Al mismo tiempo que desaparece la antigua proximidad que autorizaba a
veces cierta complicidad entre jefes de equipo y obreros, el sistema de bonificaciones
(individuales pero sobre todo colectivas que son suprimidas si uno de los miembros del
equipo hace mal su trabajo) instaura en el equipo de trabajo una lgica de
competencia y de control recproco. No se entendera lo que esto implica si no se viera
al mismo tiempo que cada obrero se siente individualmente amenazado de despido y se
sabe incapaz de encontrar rpidamente un trabajo. Estos nuevos grupos de trabajo (o
mdulos) desarrollan un nuevo espritu fundado en la responsabilidad (incluso
financiera, aunque sea en una pequea parte de su salario) de cada uno en relacin al
equipo, y del equipo en relacin al producto terminado. La bsqueda obsesiva del cero
falla y de la calidad perfecta tiende a reducir, objetiva y subjetivamente, los mrgenes
del juego, y en particular del juego con el tiempo.
Para funcionar, este nuevo sistema de trabajo exige una fuerte cohesin de los
nuevos grupos que estn ejerciendo tareas que antes les correspondan a las instancias
de control pero tambin a la jerarqua, especialmente los llamados de atencin de los
desviados por los miembros del grupo mismo, los cuales, en este sistema, tienden a
ser terriblemente marginalizados. Esta nueva organizacin produce nuevas solidaridades
de trabajo, fuertes y extremadamente limitantes para los miembros del grupo. Genera de
por s la marginalizacin de los que no quieren aceptar las formas mnimas de
participacin imperativamente requeridas. Adems de esta lgica de integracin por el
nuevo grupo, una individualizacin de los salarios que descansa principalmente en la
distribucin arbitraria por parte de los supervisores de las bonificaciones selectivas
(una unidad de aumento equivale, a fines de los aos 80, ms o menos a 50 francos) le
quita todo sentido al antiguo sistema de clasificacin. Este sistema de bonificaciones
ser muy eficaz tratndose de dividir a los obreros: los OS que se niegan a jugar el
juego corren el riesgo de pasar ante los ojos de los dems por egostas,
aprovechadores o traidores. Se produce entonces una inversin del modo antiguo de
solidaridad obrera en el trabajo, lo que es vivido como una perversin por los
veteranos que comienzan entonces a hablarnos de degradacin del ambiente en los
talleres.
La mayora de los OS no aceptan sino lentamente y con mucha dificultad la nueva
cultura reformista, centrada en la idea de gestin y totalmente opuesta a los hbitos
que ellos tenan en el taller. Los que se niegan a entrar en el juego de la empresa ellos
dicen en la lgica del patrn pertenecen a otra generacin que se form dentro de
una cultura de oposicin en los aos 70. Paralelamente a la transformacin de la
organizacin tcnica del trabajo en los aos 80, la direccin intent disolver
progresivamente lo que podramos llamar, como primera aproximacin, el espritu o la
cultura de resistencia las formas de solidaridad (pasivas o activas que se haban
constituido en los talleres aislando a los obreros, rompiendo vnculos con los
delegados sindicales para lograr en cierta manera hacer funcionar las solidaridades del
taller a beneficio de la direccin. Es el objetivo de los nuevos dispositivos que buscan
incorporar a los trabajadores: formacin, pausas, crculos de calidad, grupos de
progreso. Los cambios de denominacin, que suavizan mediante toda clase de
eufemismos la dureza de la vida en el trabajo, tienen los mismos objetivos: ya no se
debe decir cadena sino lnea, no hay ms equipos sino mdulos, no hay OS
sino operadores, etc. En este contexto, la resistencia de los OS formados en la cultura
de oposicin de los aos 70 se organiza primero en torno a las palabras que ofrecen una
primera lnea de defensa. As lo muestra la manera en que se obstinan en usar viejos
17
trminos o la necesidad de aferrarse a smbolos de su autonoma en el trabajo, tales
como la posibilidad de personalizar la caja de herramientas:
Las cajas de herramientas pueden ser de plstico, todas son estndar y de color gris, es
como para deprimir a cualquiera. La caja de herramientas no es un objeto personal. Sin
embargo, pasamos el da juntos, qu cuernos! Es casi una compaera, entonces uno pone
su marca, la decoramos, la transformamos. Se hace un agujero en tal lugar para ubicar un
destornillador. Se suprime una tapa para guardar ms piezas, se agregan compartimentos.
Los alcahuetes, estpidamente, van a pegar la etiqueta que les dio el jefe como
gratificacin. Los hein-hein [los que fingen no entender nada] prefieren pegar eslganes
que recortan en los volantes o en los diarios: no somos ovejas. Efectivos reducidos,
salarios livianos y cadencias turbo. No hay lugar para pegar una mujer completa. Se
pone un cacho de seno, un pedazo de trasero y listo. Los collages en la caja de
herramientas van cambiando segn las ocurrencias. Animales (chancho, mono, vaca,
oveja) dibujos humorsticos, playas, atardeceres, cosas que invitan a soar. Pero hasta
estas cosas pequeas desaparecen. Racionalizacin del trabajo. Slo se tolera los afiches
de la direccin. Un ejemplo? El jefe inscribe en un gran tablero la cantidad de fallas
frente al nombre del culpable24.
Se podra decir que la nica manera que tienen estos OS incorruptibles de resistir,
es a grandes rasgos hacerse el tonto o jugar al loco con los representantes de la
empresa: en algn punto se perciben como los ltimos Mohicanos organizando una
resistencia de desesperados frente a un proceso de erosin de la antigua cultura25. Sin
embargo no hay que exagerar el impacto y la fuerza de esta resistencia. Es imposible
para estos OS disimularse a s mismos que se trata de una resistencia pasiva que le
hace dao a los que la impulsan, que desgasta a la gente y que trae como respuesta
golpes bajos. Tanto es as que los que la llevan a cabo lo hacen sin conviccin, como si
todo estuviera perdido de antemano: resistencia no dicha, resistencia de bribones,
organizada por individuos sin futuro. Al menos esto es lo que evoca en los espritus el
desprecio, la arrogancia de los jefes. Pareciera que la nica arma que les queda a los
inconvertibles es la irona26 o formas individuales y un poco desesperadas de
resistencia en el trabajo, como cuando se trata de luchar, a su manera y
espontneamente, contra la presin del grupo engendrada por la poltica de deteccin de
fallas. Es lo que muestra Jean, obrero de acabado, en una entrevista realizada en julio de
1987:
24
M. Durand, Grain de sable, op. cit. p. 181.
25
Sin embargo hay que tener en mente que estas diferentes formas de resistencia emanan del sector de los
obreros anti-peugeotistas que desde hace mucho han participado en esta cultura de oposicin. Si
identifican hasta qu punto el encuentro de cierta coyuntura y de prcticas de la direccin produce efectos
muy profundos de desmoralizacin, no perciben (y no pueden percibir) ciertos cambios en los talleres: a
grandes rasgos, justamente todo lo que no est en el campo visual de los OS, como las transformaciones
tecnolgicas, sobre las cuales mantienen un gran silencio, y tambin todo lo que tiene que ver con la
transformacin de la posicin de los OS y de los tcnicos.
26
Que, en el libro de Durand, llegar milagrosamente al nivel de la expresin, no solamente verbal sino
tambin escrita. Uno puede interrogarse sobre las condiciones sociales de emergencia de esta risa
swiftiana (o a la manera de Reiser), y especialmente sobre su funcin social. Habra que analizar ms
precisamente la situacin objetiva de esos inconvertibles subjetiva y objetivamente desprovistos de
cualquier esperanza de ascenso, de capacitacin, y que, en la mayora de los casos, no tienen otro porvenir
como no sea el deterioro material que permite la constitucin de esa suerte de mirada en blanco, de esa
risa que pone un poco incmodo porque es siempre un poco contra s mismo (y a la que no se sabe qu
responder).
18
Ahora, es una cosa que no se puede creer, lo anotan todo Cada vez ms. Vigilan a la
gente individualmente Por ejemplo, a nivel de las fallas, el jefe tiene un grfico
Justo, el viernes me mand a llamar y discutimos porque no consideraba normal que mi
hoja tuviera cada vez ms fallas: Enero era as, luego as, entonces le dije:
demasiado trabajo, jefe, demasiado trabajo Oh, pero no, hay que encontrar una
solucin Nos vigilan, no se puede creer Porque el asunto, cul es? Si no hay fallas
es que laburs bien y si laburs bien es que pods, entonces te van a dar ms laburo el
prximo mes Yo pienso, y me digo: bueno, hoy no me olvid nada, porque en general,
dado que siempre hago el mismo trabajo, es raro, puede pasar, pero es raro que me olvide
cosas, entonces digo: bueno, hoy no me olvid de nada Y, a propsito, me olvido algo
para mantener mi cuota, mi pequeo promedio de fallas, porque de lo contrario
Es el sistema de freno: cuando la gente trabajaba por tarea, el equipo frenaba por s
mismo
En cambio ahora, voy a volver a empezar porque hay un nuevo jefe; bueno, ste, hay que
acostumbrarlo Entonces, el jefe no sabe Una falla por da, en 100 autos, con todo el
trabajo que uno tiene, una o dos fallas Pero te dicen todo el tiempo que no tiene que
haber ninguna, y en un equipo de 30 tipos, puede haber 5 o 6 que hagan fallas, bueno,
involuntariamente, quizs haya dos que lo hacen a propsito, como yo. Y luego los otros,
ninguna falla, es una locura. Incluso puestos ms difciles que el mo, esto quiere decir
que no protestan, en cambio, si todo el mundo dejara unas cuantas fallas Bueno, haran
algo, pero estn realmente en la ptica del patrn y todo, ya ni siquiera tenemos tiempo
de conversar, no tenemos tiempo de nada
Pero el control no fue siempre as
No, el jefe era un tipo que haba trabajado en la cadena de montaje, que ya conoca el
trabajo, que haba pasado por lo mismo; entonces haba ido subiendo en el escalafn,
incluso los contramaestres, los jefes de taller haban sido, en un principio, trabajadores de
la cadena de montaje. En cambio ahora, el jefe, uno no sabe de dnde sali, caen del
cielo Bueno, tienen ideas Seguro que tienen ideas, algo deben saber, pero los
papeles, todo eso, las normas, es algo que se escribe, pero hay tambin un dejo de
paternalismo, pero escondido, por debajo: Si tienen problemas, hay que decirlo. []
Supongamos que un tipo tiene problemas, va a hablar con el jefe, y el jefe lo da vuelta:
pero sabes lo que pasa, vos me entends Y, en realidad, no va a hacer nada por el
tipo pero sabr todo lo que el tipo vino a decirle, va a actuar de otra manera, puede ser
nefasto para el tipo, para l o para los amigos Es por eso que yo, con el jefe, tengo el
menor contacto posible Cualquier tema de conducta es interpretado, anotado. Entonces
mientras menos sepan, mejor Antes las cosas eran ms francas Con el jefe se poda
tener una conversacin franca y el asunto quedaba ah Ahora la cosa es ms retorcida y
est mal que as sea porque eso te obliga a pensar a cada rato: a ver, cuidado, no tengo
que decir esto porque si no me van a cagar.
Obreros como Jean, formados y politizados en los aos 60 y 70, adquirieren entonces
disposiciones que, en el marco de las actividades ordinarias de la vida en el trabajo, se
convirtieron en reflejos sociales. Los mismos les hacen rechazar casi todo lo que es
propuesto por el patrn (crculo de calidad, sistema de sugerencias, etc.). Las diversas
empresas de renovacin organizativa adoptadas por la direccin van a intentar luchar
contra esta suerte de inercia y de resistencia obrera, especialmente esforzndose por
cambiar la funcin de la pequea supervisin que est en contacto directo con los
obreros en los talleres.
Durante mucho tiempo las tareas del supervisor en los grandes talleres fueron
relativamente claras: gestionar, organizar el proceso de produccin cotidiano, asegurar
la buena reparticin del personal en los puestos y la colaboracin de los servicios
19
tcnicos en caso de incidente, verificar el nivel de calidad. Los supervisores, que eran
casi siempre antiguos obreros que haban ascendido, estaban fsicamente presentes en el
taller; tenan una relacin de proximidad con sus obreros, tenan poder sobre ellos,
especialmente respecto a la designacin en tal o cual puesto ms o menos duro. A partir
de mediados de los 80 las cosas cambian tendencialmente: La competencia tcnica
reconocida o la capacidad de auditora se substituye a las prerrogativas jerrquicas
tradicionales. Mientras que el supervisor tradicional acta a corto plazo, el nuevo
supervisor se sita en el mediano y largo plazo. La marcha cotidiana del taller se
supone est bajo la responsabilidad del colectivo obrero y el supervisor debe dedicarse,
cada vez ms, a mejorar los rendimientos del taller, lo que implica adoptar herramientas
de anlisis cuyos resultados van a ser explotados en otro momento27. El supervisor
tiende a convertirse en manager de su sector de produccin. Su rol va mucho ms all
de una difusa animacin del colectivo obrero, como se le propona en los aos 1970, a
principios de la gestin participativa. Ahora tiene la responsabilidad casi completa de
una unidad de produccin. Por ende debe tener un verdadero saber tcnico. Es as
como debe imponerse, especialmente ante los obreros calificados. Su poder directo
sobre los OS disminuye poco a poco: las tareas de distribucin de las bonificaciones,
por ejemplo, estn cada vez ms a cargo del director de recursos humanos (DRH).
En la medida en que el jefe de taller y el contramaestre, y en menor grado el jefe de
equipo, intervienen sobre todo a nivel tcnico y a nivel de la gestin de conjunto, tiene
que haber una persona que siga de mucho ms cerca los problemas de los obreros de
base, alguien que sea un entrenador, capaz de dinamizar, especialmente en los talleres
donde la poblacin obrera envejece. Se trata de dar un poco de poder pero no
demasiado a este personaje que debe estar cerca del obrero de base y al mismo tiempo
aceptar la novedad organizativa. El monitor, cuyo nombre aparece en los organigramas
en 1984, va a jugar ese rol, que pasar a ser fundamental en la segunda mitad de los
aos 80. Es a travs suyo que los proyectos de autocontrol, de participacin sern
adoptados. En contacto directo con los operadores de base, est en la interseccin de
los problemas de mando, de trabajo, de sociabilidad.
En los aos 1985-1988, que corresponden a lo que se puede llamar la primera ola
de monitores, sus tareas no son muy diferentes de las que hacen los dpanneurs28
asistentes anteriormente: ayudar a los amigos en problemas, ensear a los recin
llegados. Lo que se espera de ellos es, primero, que tengan la capacidad de trabajar
rpido en nuevos puestos29. Al principio, la direccin trataba de seducir un poco a los
muchachos, y estaba el hecho de ser un poco responsable de los jvenes, de convertirse
en pequeos jefes Era gente que conoca el terreno un poco alcahuetes igual, o
27
Cf. Anne Labit, La matrise de production, une catgorie charnire , Centre franais de recherche en
sciences sociales, Berlin, 1994, p. 11.
28
En las cadenas tradicionales, antes de la adopcin del justo a tiempo exista el sistema de los
asistentes o super-asistentes, sin hablar de otras categoras que intervenan en la cadena en ciertos
momentos al lado de los OS), cuyo rol principal consista en suplir la ausencia momentnea de un OS de
la cadena o ayudar a un obrero que bajaba la cadena, o sea que no lograba seguir el ritmo. Estos
asistentes eran siempre antiguos OS, de 35-40 aos, experimentados, que conocan varios puestos;
capaces de aprender rpido, tenan la ambicin de subir un poco sin llegar a la cima. No se les peda ni
efectuar tareas de gestin de hombres ni dominar tcnicas particularmente complejas.
29
El trabajo especfico del monitor consiste ms precisamente, por un lado, en hacer controles de diversas
maneras para asegurar la calidad de los productos (control unitario, control secuencial, es decir seis
controles diario de tres autos); por otro lado, en ayudar a los montadores cuando estn en dificultad,
remplazarlos en su puesto, ya sea cuando tienen un problema tcnico, una dificultad, ya sea cuando
quieren ausentarse algunos minutos (problema por ejemplo del delegado que pide salir de la cadena), por
ltimo, cambiar los contenedores en las cadenas cuando estn vacos y mantener el contacto con los jefes
de equipo para asegurarse que el abastecimiento se hace correctamente.
20
sea en la lnea del jefe. Tenan que conocer bien a sus compaeros de trabajo y ser
estimados por ellos.
El tipo [el asistente], la mayora de las veces haca dos o tres autos, remplazaba a los tipos
para que fueran al bao, te poda remplazar a las 13:30 o a las 16 horas Todo eso estaba
bastante improvisado Ganaba quizs 100 francos ms que los otros obreros. [] El
monitor, en cambio, deba saber trabajar, deba poder remplazar a cualquier persona, o
sea cubrir diez o quince puestos, y eso no era fcil! No era cualquier persona Haba
que tener oficio. No es posible hacerse cargo de un puesto sin tener oficio. [] El
monitor continuaba haciendo de asistente Haca realmente todos los trabajos pero
haca algo ms: toda la mierda entre el obrero y el jefe: llenar formularios, retomar las
operaciones mal hechas y todo eso
Durante este perodo, la direccin contrat asistentes pero tambin algunos OS que
tenan la misma edad y perfiles comparables30. Ahora bien estos viejos asistentes se
vieron rpidamente desamparados frente a la complejidad, la multiplicidad de las tareas
que les pedan, as como su relativa novedad. Entonces se preguntan si las
compensaciones estn realmente a la altura de las obligaciones.
Tambin estaba el problema de que hacan falta varios escritos, fichas tcnicas. Un poco
difcil para los muchachos! (Se re). Saban trabajar con las manos pero con el papel, todo
eso, ms o menos! En realidad era un problema para muchos. Uno se daba cuenta. En
fin, yo no fui monitor! Pero el tipo, uno lo vea, que se agarraba la cabeza, pero qu
quiere decir todo esto? No entenda bien los nuevos grficos, haba que presentar todas
las fallas, haba que saber usar una computadora, entrar datos: haba un seguimiento
increble de cada obrero Al final de la jornada, el monitor pasaba un cuarto de hora,
media hora para hacer un grfico. Vea las fallas: toc, toc. Adems, a veces iba a buscar a
uno, lo llevaba a la oficina, le deca: Pero vos viste, el trabajo que hiciste hoy? Toc,
toc Cinco fallas! Y al mismo tiempo haba que saber hacer los retoques! Haba que
conocer el trabajo desde luego!
30
Son sobre todo los contramaestres los que eligen a los monitores, que consultan tambin a los jefes de
equipo. Se toma en cuenta la disponibilidad y la proximidad del domicilio de los monitores en relacin
a la fbrica: porque a menudo hacamos horas suplementarias y todo. Entonces, el monitor tena que
estar presente y quedarse. Por ende no tena que vivir muy lejos, tena que tener un auto, porque si tena
que tomar el colectivo Tena que desplazarse fcilmente.
21
informaciones directamente Ah fue que muchos veteranos se fueron, y sacaron a unos
cuantos. Luego hubo muchos que se desanimaron y que en algn momento dijeron lo
dejamos hasta ah La verdad es que prefiero volver a la cadena de montaje.
Las tareas del monitor tienen que ver sobre todo con el trabajo sucio que los
supervisores tradicionales, envejecidos, ya cansados de todas esas modas de gestin y
siempre dispuestos a llegar a un acuerdo con los obreros del sector para frenar las
reformas de la jerarqua, ya no tienen ganas de hacer: el trabajo de vigilancia, a veces la
presin a los OS de la cadena para mantener los ritmos del trabajo, respetar las
cadencias, limitar el ausentismo. El monitor es entonces el que le permite al grupo
vigilarse, autocontrolarse. Durante ese perodo (1985-1989), el grupo de trabajo est
organizado alrededor de la personalidad del monitor. Comprende a la vez a los obreros
que continan resistiendo al orden nuevo y los obreros que, en nombre de sus intereses
individuales, estn listos a admitir los valores de la empresa y a no hacer obstruccin
sistemtica del trabajo. Este grupo es ms frgil, ms lbil, que el antiguo grupo de los
aos 1970. El sistema de implicacin de los obreros, tal como est organizado, crea e
involucra una suerte de divisin, de cizaa, de celos estructurales. Es en este contexto
de tensiones crecientes al interior de los grupos de trabajo que se puede entender la
esperanza puesta en el reclutamiento de los jvenes obreros al final de los aos 80.
31
La creacin en 1992 de la fbrica de Sevelnord, sobre el modelo de las fbricas inglesas que tenan en
promedio 24 aos de edad, se haca contratando obreros de menos de 30 aos (a menudo desocupados
con ganas de trabajar).
22
ms tarde, algunos de los veteranos lo siguen llamando en esos trminos. En realidad,
hay pocos intercambios entre viejos OS y jvenes, como si cada uno estuviera a la
defensiva y vivieran en una suerte de desconfianza mutua.
Empleados sobre todo en los sectores del montaje como el acabado, los trabajadores
temporarios ocupan puestos que tenan la reputacin de ser los ms duros, esos que
exigen a la vez resistencia fsica y rapidez de ejecucin, puestos que los antiguos
tenan cada vez ms dificultades para asumir en este periodo de fuerte intensificacin de
las cadencias. Aziz, 25 aos, hijo de un OS argelino de la fbrica, trabaj varios meses,
en 1989, como temporario en carrocera. Se neg a una contratacin fija. Tuvimos un
encuentro con l en la misin local del empleo donde, acompaado por su novia
(cajera), fue a buscar una pasanta para obtener una calificacin (dej el colegio en
cuarto ao del secundario, sin diplomas). En el fragmento de la entrevista que
presentamos, evoca las dificultades que tuvo para desempearse en su puesto de trabajo.
Tard quince das en aprender pero era un puesto realmente difcil, se trataba del
montaje de haces de cableado elctrico. Tena que montar los haces en los motores. Y
tambin tena que ocuparme de los frenos de la parte trasera. Para poner los haces de
cableado elctrico haba que saber un nmero. Al principio me perda, no saba qu hacer,
era horrible. Y lo que pasa es que uno termina empujando al otro [al del puesto vecino],
uno se atrasa, los dems se ponen a gritar y se arma flor de quilombo. Hasta ha habido
peleas, es una cosa... Porque nosotros, los temporarios, somos muy mal vistos, ellos [los
otros obreros] no nos quieren, eh? Cuando te llaman es: Mumm, el temporario
(silencio). Y eso que me port un poco mal, para que me dejen tranquilo, pero he visto
casos de temporarios, (risas) en que se pudre la situacin. Pero yo les dije: Basta! Hago
mi trabajo y eso es todo. (Silencio)
En tu sector, no haba militantes, no veas a los delegados?...
No, no Yo, lo nico que vea eran los haces! No tena tiempo para ver otra cosa
(risas). No, pero, es que va tan rpido Al principio, cuando llegu, tena miedo, vea la
gente trabajar. Ah! El ruido que haba. Eran golpes de todos lados, era demasiado.
Pens que no iba a poder soportarlo toda la vida. Tres meses! Entonces me iba al trabajo,
volva, coma, me daba una ducha y me quedaba dormido. Y me despertaba para ir al
trabajo. No poda hacer nada ms durante la semana
Su novia Eran ms los inconvenientes que las ventajas las ventajas en Peugeot,
cules son?
Pues no hay!
Su novia. Es tener un puesto seguro, estar contratado (Silencio.) La seguridad
l (con violencia). Pero para m eso no es un trabajo! Es un trabajo de perros! No es un
trabajo
Y ya habas conversado con gente que trabajaba en cadena de montaje?
S. Me decan: Bueno, es muy duro. Me dijeron: Anda y vers. Te vas a dar cuenta.
Vas a ver lo que es laburar en cadena.
Su novia. Y adems beben. Terminan bebiendo Bueno, eso
l. Eso es cierto, se chupaba en mi sector! No s ni cmo hacan para estar de pie
Cuando hay un hueco en la cadena, un motor que tiene un atraso, hop, un traguito []
Hace un rato me dijiste que podras haberte quedado, pero quin te propuso que te
quedaras?
Se basaron en mi trabajo, vean que yo trabajaba, que era un buen trabajador, entonces
decan: Ese de ah, sirve. Pero a m no me interesaba. Hay algunos que vienen a
aprender el puesto en dos das y despus se van Ellos [los jefes] estn acostumbrados
Porque, por semana, no s cuantos trabajadores temporarios entran a Peugeot pero hay
muchos Entran, se van, otros entran. Cuando ven el trabajo Y que te paguen una
miseria por hacer un trabajo as, no estamos de acuerdo! Es normal, eh? S, el trabajo es
demasiado duro
Su novia. Son esclavos
23
l. S, es eso... Eso seguro!...
Su novia. Esclavos esclavos (busca la palabra justa) civilizados []
[Evocamos otra vez la escolaridad de Aziz]
Cuando estaba en el secundario, me deca a m mismo: Quiero trabajar, quiero
comprarme un auto, quiero un equipo para escuchar msica, quiero pasarla bien. Y
cuando vi el trabajo Si es para trabajar as, no es interesante. Despus me despert. Me
dije: Yo prefiero seguir con los estudios para salir con dos o tres diplomitas y estar
bien
Tener un trabajo que te inspire respeto
Eso! Hacer algo que a uno le guste aunque sea un poco, algo que sea respetable para uno
mismo. Porque trabajar as, yo digo que es una esclavitud. Es realmente atroz. Ah, no!
Para estar enfermo a cada rato No. Yo creo que uno termina no teniendo vida Uno
deja de vivir, trabaja, duerme, se levanta y otra vez a trabajar. No hay otra cosa como no
sea dormir, trabajar, dormir. (Silencio.) Ya no hay tiempo libre, no hay deporte, no hay
nada A m me gustaba hacer deporte, haca futbol, andaba en bicicleta, un poco de
todo. Y el trabajo nos roba toda nuestra energa. Ya no poda hacer ms nada Dorma
ms de diez horas, hasta doce horas por da, para recuperar las horas trabajadas. Es
verdaderamente demasiado Porque funciona as en Peugeot, eh? Uno trabaja dos
horas y es sin parar no paras, hay cinco minutos de descanso y se retoma por dos horas
ms, veinte minutos para comer algo y se retoma, y no pars, no pars. [] No tena
tiempo de conversar, nada de nada Haca mi haz, el nmero de haz, ir a buscar a los
casilleros, todo eso Hay que agacharse, subir, encaramarse. No hay que equivocarse,
hay que seguir la cadencia porque, si no, uno se va retrasando, y vas avanzando hacia el
vecino Y entonces el vecino se enoja Me ests empujando, me voy a atrasar, el otro se
va a atrasar, y el otro, y toda la cadena. Y me tocaba a m recibir las quejas Y en tanto
trabajador temporario, lo que not, es que es el puesto ms difcil (Silencio.) Lo ms
duro S que incluso los que haban sido contratados se quejaban, no podan elegir. Una
vez que se entra, el puesto, hay que mantenerlo hasta el final (Silencio.) Es por eso que
prefiero retomar mis estudios, ir a un mbito que me gusta...
24
popular, con el secundario completo, productos del nuevo sistema escolar. Le parece
que los intereses de la empresa (que se resista a contratar a BTS porque salan
demasiado caros) y los de estos jvenes recin diplomados son perfectamente
compatibles, con la condicin de que estos ltimos no se muestren demasiado
ambiciosos y no aspiren a subir demasiado rpido en el escalafn de la empresa.
Nosotros consideramos muy seriamente contratar para tareas de supervisin a jvenes que
acaban de terminar el secundario. O sea que tienen el bachillerato. Usted sabe que vamos
a tener ms bachilleres en una franja etaria, vamos a tener progresivamente 60, 70, 80%
de personas en el bachillerato. Bueno. Pienso que esto corresponde efectivamente a la
evolucin tecnolgica de los empleos tal como los vemos en la empresa. Ahora bien, es
necesario adaptar la herramienta de formacin a lo que se est preparando. [] El
presidente de la universidad de Besanon nos ha dicho eso: nosotros le hemos
respondido: Mire, lo que nosotros quisiramos es contratar a jvenes que tienen el
bachillerato. Hace mucho que estamos pensando en esto, diciendo: Pero, en el fondo,
los bachilleratos de la seccin A o los G no tienen salidas laborales Pero un buen
bachillerato A o un buen bachillerato G sabe razonar bien, ese chico o esa chica tienen
cierta cultura. Si aceptan venir a una empresa como la nuestra, por qu no seran buenos
supervisores? Desde luego, tendran que aceptar recibir una formacin tcnica, pero lo
esencial es tener una buena cultura general, en el sentido que he dicho: saber razonar,
saber plantear un problema, saber expresarse, saber hacer una sntesis. Ocupmonos de
tomar gente que tiene este perfil y dmosles, con su acuerdo, desde luego, una formacin
tcnica que deberan asimilar bastante rpido, porque razonan bien. La tcnica no es algo
ms complicado que hacer una composicin en francs, s? A menudo se opone ambas
cosas [Evoca luego a sus colegas PyME que tienen, dice, necesidades comparables a las
suyas.] El sector de plasturgia que se ha desarrollado tan rpido, ah tambin hay
necesidades de conductores de instalacin. Tambin hace falta un nivel de bachillerato,
un nivel de cultural general No se sabe qu va a pasar en un futuro prximo. Si uno no
tiene una buena cultura general para poder, dira cambiar de orientacin, el asunto no
funcionar. [] Entonces hemos propuesto a la universidad de Besanon lanzar de
manera experimental desde este ao una formacin concebida como profesionalizacin
dirigida a los bachilleres limites, es decir a personas que tienen el bachillerato, y que
son un poco ms grandes que los dems, que tienen algunas dificultades o que han
digerido mal los conocimientos en algn aspecto. Como yo digo, caricaturizando, se los
ha empujado y pasaron, pero estn al lmite. Llegaron al otro lado, no saben bien dnde,
estn, bueno, un tanto agobiados. Entonces, nosotros decimos: Vamos a tomarlos y a
proponerles una formacin de quince meses que va a empezar con una introduccin a la
empresa, o sea que vamos a decirles: Esta es la formacin que les proponemos con el
objetivo de formarlos a un empleo, entonces al principio van a ir a ver todos los empleos
que es posible realizar dentro de la fbrica con esta formacin. Tendramos que bajar un
poco nuestras exigencias. Tenemos tendencia a juzgar en trminos de diplomas, tenemos
mucha tendencia a tomar BTS y DUT. Esa gente nos va a costar muy caro Hemos
tomado por ahora bachilleratos livianos, sucede que los bachilleratos de la seccin C y E
van hacia el ciclo largo; los buenos bachilleratos D pueden ir a otros lugares pero podran
venir ac si estn un poco al lmite y no son muy exigentes.
25
veteranos, como empezaron a llamarlos en ese perodo) a travs de la dura prueba de
la competencia en el trabajo y el contraste que revela en la forma fsica.
Lo ms llamativo durante las entrevistas que realizamos con regularidad en los aos
1988-1992 con obreros de la fbrica32, era la suerte de tristeza velada, el cansancio, la
resignacin que apareca en sus palabras, con excepcin de los meses que siguieron a la
huelga de septiembre de 1989. La mayora de los obreros con lo que hablamos, sobre
todo los que no eran militantes, hacan un verdadero esfuerzo para aceptar evocar ante
nosotros los diferentes aspectos de su trabajo en la fbrica (el trabajo, el ambiente, el
futuro.) o su vida fuera del trabajo (los hijos, las dificultades de dinero) y uno senta
que, espontneamente, no queran hablar. La situacin de entrevista los obligaba a
sumergirse en un mundo que se haba convertido, de alguna manera, en extranjero,
hostil: mundo que habran ms bien querido olvidar, ya de regreso a casa. Porque todos
los relatos de estos OS dan cuenta de un fuerte sentimiento de agravacin de las
condiciones de trabajo33. El desgaste va ganando a los que estn trabajando en cadena
de montaje desde hace ms de veinte aos y que consideran con angustia su porvenir en
la fbrica, como lo hace sentir Jean, nacido en 1945, con el que tuvimos varias
entrevistas entre 1986 y 1991:
Donde yo trabajo, nos ocupamos de los accesorios del auto, se ponen los paragolpes, los
vidrios Se hace el revestimiento. De hecho, tambin cambian las palabras, ya no se
habla de cadenas sino de lneas; ya no hay equipos son mdulos, pronto no se hablar de
acabado sino de chasis, ste ser el sector del revestimiento-auto En fin, uno se siente
inmediatamente mejor ya no somos OS, somos agentes de fabricacin claro, uno se
siente inmediatamente mejor!.. [Y a nivel de trabajo] se convierte en algo infernal, una
locura, es cierto que desde hace dos aos todo se ha acelerado a un ritmo Cansancio y
todo, y la represin detrs: no tiene que haber fallas [] Y luego, todos los meses, la
produccin cambia en una cadena: por ejemplo, este mes se hacen 100 autos, el mes que
sigue vamos a hacer 102, despus 98 o incluso 20 ms o 20 menos, lo que hace que
nuestro trabajo cambie a cada rato, tenemos operaciones que se agregan o que se sacan
Y luego los modelos tambin cambian. Por ejemplo, hay un modelo USA, otro
Suecia [autos para la exportacin a los Estados-Unidos o a Suecia] Segn el tipo de
auto es diferente. Pero al cambiar todos los meses de produccin, nos agregan o nos sacan
operaciones Y a medida que pasa el tiempo uno se da cuenta de que tiene cada ms
trabajo, vos ves, entonces son cosas que se hacen de soslayo, insidiosas Durante tres
das no se puede manejar totalmente el puesto y luego uno se acostumbra a la cadencia.
[Evocamos la entrevista con un tcnico en LEnclave libro de J.-O. Goux y recordamos
que, segn l, a partir de 1983-1984, con la aparicin de las consultoras exteriores a la
fbrica, los tiempos fueron sistemticamente reformulados.] Pero hay cosas peores
porque hay trabajos diferentes, poner un perno ac, un hilo all Todo eso Y cuando
cronometran, todo est recortado: volver a poner el perno, poner esto otro, y nosotros,
para ganar tiempo, porque ya estamos desbordados Para ganar tiempo, encontramos un
truco, para juntar las dos operaciones, por ejemplo, y esa manera de ganar tiempo que nos
32
Principalmente OS de carrocera cuya edad vara entre 35 y 50 aos y algunos OP.
33
Las encuestas efectuadas a nivel nacional por el INSEE establecen que desde mediados de los aos 80
hay una intensificacin del trabajo. Cf. especialmente Michel Gollac y Serge Volkoff, Citius, altus,
fortius. Lintensification du travail, Actes de la recherche en sciences sociales, n 114, septiembre de
1996. Los dos nmeros de esta revista, coordinados por Gabrielle Balazs y Michel Pialoux, estn
dedicados al tema de la dominacin en el trabajo.
26
ayuda, tambin nos la van recortando. Es decir que una operacin que ha sido
cronometrada, nos la vuelven a cronometrar despus con la idea de ir cada vez ms
rpido
Pero cmo pueden lograrlo, esto de los cronmetros, qu es lo que pasa? ustedes lo
aceptan?
Bueno, pase lo que pase no hay eleccin: algunos ven eso y tienen miedo, les da pnico y
trabajan ms rpido que antes, es una locura, y hay gente que es al revs, como yo, que se
hacen un poco los locos Pero eso, la persona que est cronometrando, lo ve, si uno
fuerza un poco, lo ve. Una vez pas que uno fue a ver al jefe y le dijo: se de ah est
haciendo trampa. Y no quiso cronometrarme y como era un puesto doble [hace un
auto, cada dos: Hago el primer auto, salto el otro, hago el tercero] fue a ver al otro, y
bueno, se es un alcahuete. se no para, en cambio yo trato de Cuando uno trabaja, yo
bajo, es decir que no logro seguir el puesto; en cambio l no tiene problema, va bien.
(Risas) [Juillet 1987]
Tres aos despus, volvemos a ver a Jean, en un momento en el que los obreros con
los que habamos hablado se ven muy desanimados:
27
tenamos costumbre, no haba prctica. Y como la cadena va rpido hay que buscar
trucos, todo eso, para lograrlo, entonces, por ejemplo, en vez de tomar una pieza a la vez,
se toman dos piezas, y uno se las va ingeniando para ganar tiempo. El cronometrador
vuelve a recuperar ese tiempo que uno ha ganado. Y la prxima operacin ser sobre ese
nuevo tiempo. Entonces la ganancia que uno ha hecho, te la sacan. Lo que hace que uno
est Siempre tiene que hacer ms, s? Es por eso tambin que estamos agotados. Y a
veces pasa el jefe de los cronometradores, se fija en los que estn en descanso o bien en
los que trabajan rpido, y cuando ve uno que est un poco tranquilo, le manda al
cronometrador y luego (Silencio.) Ya no hay manera de escapar. Porque antes uno
haca trampa un poco con los cronometradores, todo eso, uno poda regatear Y todo el
mundo lo haca. Ahora voy a hacerlo y luego van a cronometrar a mi amigo que hace
mejor el laburo y tendr tres puntos de diferencia No es posible!! Y adems uno no
puede porque hay mucho trabajo para hacer. Si uno se demora, no se hacen los autos.
Entonces, incluso si no quers, tens que correr para seguir la produccin. No es fcil. Si
nos cronometran fuera de cadena, sera No piensan siquiera en hacerlo porque
trabajaramos cinco veces menos rpido. Porque ahora ya no cronometran todo un puesto,
es raro, cronometran una operacin del puesto. Y como ests preso de la dinmica del
puesto completo, bueno, lo haces rpido. Y hay un fenmeno que ocurre tambin ahora,
es que si quers ir a la enfermera, no hay nadie, no hay nunca nadie para remplazarte,
mientras que antes haba siempre un reemplazante, todo eso. Nadie. Entonces a veces es
el mismo jefe toma el puesto o
S, sin embargo, antes, los jefes de equipo siempre tenan un grupo de reemplazantes,
pero ahora economizan tanto sobre el tiempo
Desarrollan tambin la idea de que cada equipo tiene cierta autonoma, que forman un
ncleo, que tiene que arreglrselas. Arrglate con tus obreros, el laburo tiene que hacerse.
Tienen esa idea. Pronto habr, por ejemplo, tantos autos para hacer, bueno, hay tantos
obreros: Arrglense. Organcense como quieran entre ustedes pero Entonces el tipo
que va a estar enfermo, los otros se van a enojar porque tendrn que hacer ellos todo el
trabajo. [] No hace mucho se dispuso que hubiera sesiones informativas. Entonces,
comenzbamos a las 1:18, a las 2:15, crac! La cadena se detena cinco minutos, todo el
mundo corra a ver al jefe y el jefe haca su balance del da. Pero ahora las suprimieron
porque hay que producir, producir La cadena se detena cinco minutos y despus se
recuperaba esa pausa acelerando la cadena. [] Pero bueno, hay dos o tres que no van a
esas sesiones de informacin. Pero lo mismo, el jefe y el contramaestre estn atentos.
Entonces yo le pregunt al jefe: Pero estamos obligados o no? Bueno, es Hay
algunas informaciones interesantes, me dijeron.
Igual, hay algunos que no quieren saber nada.
S, de todas formas. Los ms veteranos sobre todo. Los viejos combatientes. Pero los que
van esas sesiones, es porque tienen miedo tambin [Julio de 1989]
No se puede entender los efectos de las nuevas formas de organizacin del trabajo
sobre los obreros sin tomar en cuenta este fenmeno central del envejecimiento que es,
a la vez, fsico y social, objetivo y subjetivo, individual y colectivo. Envejecer en la
cadena de montaje es un sufrimiento, indisociablemente, fsico y moral. Es en la vida
cotidiana que los OS advierten que su capacidad de resistencia fsica en el trabajo
disminuye, que los horarios en doble turno (doublage)34 son cada vez ms difciles de
soportar, que tienen mayor necesidad de tiempo de recuperacin y de reposo. Las
nuevas formas de trabajo ligadas a la informatizacin de la produccin hacen que su
34
La mayora de los OS trabajan en equipos, en 2 x 8 (desde las 5 hasta las 13:18 horas; desde las 13:18
hasta las 21:30 horas), los otros trabajan en horario normal, de da. Una semana trabajan en el turno
maana, la semana siguiente en el turno tarde. Estos horarios de trabajo marcan, en gran parte, el
ritmo de la vida de las familias obreras. Por ejemplo, el obrero del turno de maana necesita una siesta
para recuperar sus fuerzas.
28
sentimiento de desposesin sea todava ms fuerte. Adems, con la transparencia cada
vez mayor de las relaciones en el trabajo en los nuevos grupos, les cuesta ms tomar
distancia, aunque sea por un tiempo corto, del orden de la fbrica. Todo lo que permita
ganar tiempo (los fragmentos de segundos que, acumulados, permitan descansar un
poco), las viejas formas de relativa marginalizacin del trabajo, lo que poda
constituir nichos de proteccin contra el dominio total de la fbrica, las modalidades
particulares de apropiacin del espacio del trabajo fueron desapareciendo
progresivamente. Lo que caracteriza el sufrimiento de los OS que se estn haciendo
viejos, es que su vida est cada vez ms sometida al dominio del taller y marcada por
sus ritmos (horarios de entrada y de salida de la fbrica, espera de los tiempos de
reemplazo o de pausa). La posibilidad de defenderse a s mismo pasa entonces por un
combate cotidiano y la construccin de una relacin de fuerzas que marque, al menos,
los lmites del dominio de la fbrica. Frente a la imposicin de nuevas obligaciones en
el trabajo, muchos OS han tratado de protegerse contra cualquier desbordamiento sobre
el tiempo libre, guardar un tiempo para ellos fuera del taller y, en el taller, imponer a
la jerarqua el estricto respeto de los horarios de trabajo. Todo lo que pudiera parecer
una violacin de la frontera entre tiempo de trabajo y tiempo para s mismo (como la
imposicin del trabajo voluntario los sbados a la maana o la cuasi-obligacin de
hacer horas suplementarias en ciertos perodos) es resentido como una forma de ataque
a la vida familiar que sigue siendo el momento privilegiado de la existencia social
obrera. Proteger su tiempo libre de la influencia de la fbrica constituye la ltima lnea
de defensa que los obreros oponen a la elasticidad creciente del tiempo de trabajo
(testimonio de esto es la manera en los ltimos resistentes se niegan rotundamente a
darle a la supervisin su nmero de telfono personal para ser llamados en caso de
urgencia).
De cualquier manera, la intensificacin del trabajo tiene repercusiones sobre la vida
de los OS por fuera de trabajo. Durante las entrevistas, muchos insisten en su
irritabilidad, cada vez mayor, tanto en el taller como en la casa, y el hecho de que
muchos fines de semana los pasan encerrados, porque parecen haber perdido las ganas
de ver gente. Muchos obreros que viven en viviendas populares (HLM) nos cuentan que
soportan cada vez menos los ruidos, la cohabitacin en los monoblocks, y que suean
con construir. Otros se dan cuenta que ya no tienen ganas de salir, de ir de
vacaciones, de practicar las actividades a las que antes se dedicaban cazar, pescar,
caminar, leer, hacer fotografa. La sensacin es que todo lo que haba sido arrancado a
la vida de la fbrica, esos momentos robados al cansancio y que eran parte de las
pequeas alegras de la existencia se haba ido desmoronando a medida que avanzaba
el cansancio acumulado. Se sienten gastados y su cansancio que es colectivo (todo el
mundo duerme en los transportes, segn nos cuentan para darnos una prueba concreta
de ese cansancio que es de todos) se lee en los rostros, se inscribe en los cuerpos, en la
manera de caminar cada vez ms pesada, ms arrastrada. Muchos llegaron a una
situacin en que tienen la impresin de no poder seguir luchando contra el cansancio y
las ganas de renunciar. Un antiguo OS de carrocera 35 aos, 10 en cadena de montaje
y que en 1988 pas a ser conductor de instalacin, despus de una pasanta AFPA de
seis meses evoca, despus de haber hablado de las dificultades que tuvo para seguir
una capacitacin, las razones que lo llevaron a querer salir de la cadena:
No hay que dejarse enterrar, no hay que seguir siendo OS, no es posible No es el hecho
de ser OS, porque yo tambin soy OS En fin, lo nico que cambi, es que soy
profesional Pero quedarse en produccin en cadena, apretando pernos (hace un gesto
de horror, se tapa la cara con las manos), cuando uno es OS, no te queda ms tiempo
para leer porque la carga de trabajo Antes [alusin a los aos 1979-1983], siempre
29
haba un libro que andaba circulando, una informacin, un volante de tal o cual fbrica,
todo eso daba vueltas pero ahora se acab. La carga de trabajo es tanta que hasta la gente
de produccin ya no pueden conversar entre ellos A lo ltimo me senta tan mal que ya
no quera ir a trabajar En esta lgica, llega un momento en que uno siente maldad, uno
ya no es consciente de lo que hace, uno acta segn la manera en que te influencia la
fbrica, y no es algo bueno, porque uno termina teniendo reflejos que estn dirigidos
contra Peugeot. Uno trabaja con odio y uno trabaja bien con odio. Yo no quera entrar en
ese sistema. Porque no hay nada mejor para Peugeot que un obrero que trabaja con odio.
[] Ah donde estoy ahora, trabajo con BTS, son gente que tiene una inteligencia ms
desarrollada, tienen ms aptitud para analizar las cosas que un OS que estuvo diez aos
en la cadena de montaje. Despus de diez aos en cadena de montaje, ya no se analiza
gran cosa si no se est en un sindicato o si no se es militante; uno pasa a ser una suerte de
vegetal, nos dan la ficha de pago, te mandan directamente el dinero a una cuenta bancaria,
no sabemos siquiera cmo lo calculan. Conozco gente que tiene veinticinco aos en la
fbrica, no saben leer cuanta antigedad tienen en la ficha de pago, ni cuantas horas han
hecho35.
30
entonces, vuelve a instalarse en los talleres. Ese miedo es multiforme: el miedo, siempre
presente en el caso de los obreros sin calificacin, de perder el trabajo, el miedo de no
poder hacerse cargo del puesto de trabajo o de hacerlo con cada vez ms dificultades, el
miedo de ser mandando a un mal puesto (un puesto ms duro fsicamente), pero
tambin el miedo ms difuso de tener que enfrentar el universo de la nueva fbrica.
31
espera otra cosa del patrn. Piensan que para lo que hacen, para lo que tienen que hacer,
es insuficientemente pago y punto! Esa es su manera de pensar, no es: Voy a
formarme para acceder a tal o cual puesto, es: Lo que hago, tengo mucho ms trabajo
que mis superiores, que en las oficinas donde no hacen nada, y soy yo el que gana
menos. Es sobre todo esa manera de pensar, y eso es lo que prevalece en el taller.
Todas las personas que conozco en estos talleres de fabricacin tienen una muy mala
imagen del que est en una oficina y tranquilo. No es se el que se cansa, no es se.
(Con irona). Todo el mundo sabe que no cansa ser jefe, solo cansa el trabajo que uno
hace. A partir de ah, no hay mucho ms que decir.
Y eso es algo que se abord durante el paro?
No mucho, no a ese nivel, porque no hay tanta confianza como para que se hable de
estas cosas. Se habl ms bien de temas vinculados con la organizacin de la fbrica tal
como est actualmente: que el jefe no viene a ver, que el jefe que no saluda, que hay
cada vez ms trabajo, que la jerarqua habla cada vez menos con nosotros, ms bien ese
tipo de quejas.
Esa suerte de distancia que se profundiz entre los jefes y los obreros, le parece
corresponder a una realidad?
Usted sabe, respecto a este puesto, yo siempre voy a los talleres, conozco la atmsfera
del taller. Entonces siempre he sabido ms o menos lo que se dice en los talleres, pero
tena ganas de que nadie lo escuchara.
Se puede decir que el paro no lo sorprendi complemente?
No. No Me lo esperaba un poco haca varios aos que pensaba que esto poda
explotar (Silencio, luego retoma en un tono muy bajo y cansado, disgustado). Vino
vino vino tranquilamente (Suspiros ahogados.) Haba un clima difcil en la fbrica
(Silencio.) Habra que vivirlo ms en el terreno porque cuando uno mira solamente en
las revistas o en los libros, no es eso. Puf!! No es comparable Porque entre lo que se
ve y lo que se trata de analizar, las cosas son diferentes, es a la vez quizs ms
complicado y ms simple. (Silencio.) De todas maneras, con la capacitacin de los OS
no se va a cambiar nada. Yo no creo en eso!... A los que estn ac, los van a gastar
hasta el final as. El problema de la capacitacin es eterno. Y es cierto que estamos
pasando de un sistema a otro.
Y estos OS llegan un poco en una mala fase de transicin.
Mientras tanto, lo que se les est pidiendo es que sigan montando autos como se hace
y como se ha hecho durante cincuenta aos. El trabajo en lnea, hay gente que le gusta y
que no quiere hacer otra cosa, existen Hay sectores enteros con un jefe de equipo que
es apreciado y que no se movieron durante la huelga. Esa gente no quiso dejar de lado a
su jefe de equipo. Porque era un buen jefe de equipo, en quien tenan confianza. Y como
el paro est extremadamente politizado, no quisieron dejar su sector De todas
maneras, se ven todos los casos aqu, es un verdadero mosaico.
32
En Peugeot, en este momento, toman OP y tcnicos y los ponen en las cadenas de
montaje Es por el tema de la reduccin de efectivos con las prejubilaciones, y eso es
lo que hacen, eh? Pero eso no les impide hacerte trabajar los sbados, adems!
Entonces cuando hay una reduccin de efectivos as, no debera haber horas
suplementarias. Y en este momento, yo lo s, hay horas suplementarias los sbados. Mi
marido fue excepcionalmente el sbado y me dijo que haba dos cadenas que estaban
funcionando cuando normalmente no debera haber horas suplementarias [Otro
pasante acota: Algunos se van a las dos de la maana.] Es una vergenza! Porque
cuando dicen que se reducen los efectivos con partidas a los 55 aos, es que no hay
trabajo. Y no es el caso. [] Y luego cuando uno quiere entrar a Peugeot, te piden
todo! La familia, todo! Porque a m me hicieron llenar una ficha con el padre, la madre,
el nombre de la madre De hecho, fui a una empresa, hace quince das, me hicieron
llenar una hoja, pero yo pregunt si era para la polica (Risas de los dems.) Es
cierto! Te pedan cada cosa, pero yo pens: No puede ser! Que me pidan mi nombre,
mi apellido de soltera, mi nmero de seguridad social, perfecto. Pero que me pidan el
nombre de mi padre, de mi madre, todo eso y hasta el nombre de soltera de mi madre
y no s qu ms! (Con indignacin.) Entonces les dije: Pero esto qu es? Una ficha
de polica? Y luego te pedan ms datos del otro lado de la hoja, sobre el tiempo libre,
todo eso Pero qu les importa! Uno no puede preguntarles lo mismo, lo que hacen
en su tiempo libre! Es inadmisible! Inadmisible. Ya en nuestro CV, nos dicen que
tenemos que indicar lo que hacemos durante el tiempo libre, los deportes, todo eso. Y
yo encuentro que no tienen porqu saber, no es asunto de ellos, no pongo nada.
Bueno, mis aptitudes profesionales s, es asunto de ellos. El tipo de trabajo que hago,
eso s pero el resto no! Uno llega a un sistema que no es posible, eh? Donde todo el
tiempo uno tiene que estar justificndose Van a mirar el pasado [de los obreros] De
hecho, en HC, es igual! Les hacen firmar una carta. Tienen que estar disponibles
Entonces si los llaman por telfono a la noche, tienen que venir. En fin, la vida familiar
no existe ms, s? Uno es realmente una herramienta la herramienta de la empresa
entonces, no puede ser. Uno va y, bueno, te pagan, pero me parece que producimos.
Es un intercambio, pero ac, ni siquiera es asunto de intercambio, uno tendra que estar
completamente a su disposicin []
33
CAPTULO II
Durante cinco aos, de julio de 1989 hasta julio de 1994, los obreros de la antigua
fbrica de acabado38 fueron trasladados a una nueva planta llamada Habillage Caisses
(en adelante HC, sector de guarnecido), construida a unos cien metros de la primera.
Dos talleres fueron sucesivamente abiertos (HC1 en 1989 y HC2 en 1992). Dos mil
obreros dejaron entonces los viejos talleres, sucios, ruidosos, en los que las cadenas de
montaje estaban muy cercas unas de otras, para ir a talleres inmensos, claros, luminosos,
que se parecan cada vez ms a un hall de aeropuerto (estn pintados de amarillo y azul)
en vez de fbricas de tipo clsico. Al principio de nuestra investigacin, no pensbamos
ocuparnos de ese traslado pero poco a poco nos pareci que permita entender mejor las
formas de la desesperanza que habamos registrado estando en carrocera39, y que
permita visualizar procesos interdependientes como el envejecimiento objetivo de los
OS, su miedo ante el porvenir, su sentimiento de vulnerabilidad y de desposesin
consecutivo a la informatizacin de la produccin, el nacimiento de nuevas lgicas de
solidaridad y de nuevos grupos de trabajo en competencia con los antiguos. En esta
situacin casi experimental se poda quizs medir mejor la violencia de las luchas
simblicas, especialmente alrededor de la modernizacin y cuyos desafos no se
limitaban a las transformaciones tecnolgicas u organizativas sino que tambin remiten
a la reorganizacin de los poderes de la jerarqua como la restructuracin de las
identidades individuales y colectivas.
Lo que muchos managers, economistas e incluso responsables sindicales no ven o no
quieren ver en estas operaciones de modernizacin (sobre todo si estaban acompaadas
de un traslado a nuevos lugares), es que implican necesariamente un proceso de
desmoralizacin de los obreros. Los afectan en su identidad porque obedecen
implcitamente a una lgica de desvalorizacin social que ellos, los viejos OS, no
quieren admitir pero que perciben perfectamente bien.
A travs de entrevistas en profundidad junto a cierta cantidad de obreros en estos
talleres de carrocera, OS de base y militantes, nos propusimos dar cuenta de su punto
de vista y comprender las causas y los funcionamientos de su resistencia, no bajo el
modo, casi evidente hoy, de la denuncia de un conservadurismo o de un arcasmo
obrero, sino tratando de percibir lo positivo de sus prcticas y reinscribirlas en cierto
tipo de cultura obrera (cultura de taller y cultura poltica).
Este enfoque toma en consideracin tanto las estrategias de la direccin40, sus
objetivos, como las estrategias individuales o colectivas de los asalariados mismos, ante
38
Los talleres de carrocera donde son montados los ltimos elementos del auto: haces elctricos, vidrios,
parachoques, etc.
39
Habra sido posible efectuar este trabajo en los talleres (como el de las prensas) donde el proceso de
automatizacin haba sido iniciado tiempo atrs. Pero pareca ms interesante estudiar un taller en el que
el proceso estaba en curso.
40
Cabe por lo mismo subrayar la manera en que la direccin impone sus estrategias. Sin embargo, est
claro que estas estrategias cambiaron en el tiempo, que fueron ampliamente determinadas por una suerte
de anlisis implcito (o de anticipacin), por parte de los miembros de esa direccin, de las caractersticas
de los asalariados presentes en la fbrica, y, ms precisamente hoy, de las categoras de jvenes y
viejos. Desde luego habra que analizar, con ms precisin, las condiciones en las que las decisiones de
gestin fueron tomadas: el rol especialmente que desempearon las consultoras, la manera en que estas
percepciones sentidas de manera confusa por los agentes de supervisin, y dirigidas haca arriba fueron
34
estas obligaciones que pesan sobre ellos, y los pronsticos que pueden hacer sobre su
porvenir profesional. No se trata entonces slo de examinar (incluso en una perspectiva
crtica) cmo, en teora, nuevos dispositivos son adoptados o relanzados, cmo
tecnologas son introducidas segn el organigrama definido en las oficinas. Se trata de
ver cmo, en diferentes momentos del proceso, la relacin entre los que dirigen y los
que ejecutan se constituye concretamente, tomando en cuenta las caractersticas sociales
de diversos subgrupos en presencia. Si bien es cierto que la iniciativa viene de arriba, el
hecho es que los dominados siempre tienen distintas posibilidades dignas o indignas
de reaccionar ante la dominacin, que tienen recursos, mrgenes de maniobra para
reaccionar ante su suerte41.
tematizadas, y desembocaron en cambios (o giros bruscos) de la poltica social. No hay dudas que la
capacidad que tienen los cuadros dirigentes de anticipar las cualidades sociales de los trabajadores es
capital. Se subestima la manera en que la direccin percibe las caractersticas sociales de los asalariados,
e intenta usarlas.
41
Esto puede de hecho engendrar contradicciones y violencias al infinito. Todo el tiempo los dominantes
se ven obligados a inventar nuevos modos de gestin y nuevas maneras de administrar sus recursos
humanos (como lo muestra la rpida renovacin de las modas de gestin). Algunas de estas estrategias
son visibles y cautivan la atencin, otras lo son menos, por ejemplo, la percepcin de las cualidades
sociales, la anticipacin de lo que van a ser las disposiciones de los trabajadores.
42
Que muchos OS de carrocera buscaban combatir con cierta forma de irona. Por ejemplo, la adopcin
en la segunda mitad de los aos 1980 de una pequea instalacin prototipo automatizada, a lo largo de las
viejas cadenas de montaje, suscitaba bromas y chistes varios. Fue rpidamente bautizada irnicamente la
NASA por los OS de carrocera.
35
que van a encontrar como si all cierta historia se interrumpiera43. Tambin se
expandi una creencia, segn la cual slo una minora de la antigua poblacin de los OS
de carrocera (los que aceptaban todas las obligaciones y estaban bien vistos por la
direccin) iba a ser trasladada, en circunstancias en que haba buenas razones para
pensar que se iba a trasladar a todos, a corto o largo plazo.
En la vieja carrocera, se haba construido progresivamente un sentimiento de
osmosis, una suerte de acuerdo sensorial entre el espacio fsico y los OS de las cadenas
de montaje. Muchos haban envejecido juntos, en un mismo marco material que procura
esa imagen tranquilizadora (de la que habla Maurice Halbwachs44) de la continuidad y
de la familiaridad de los lugares: ya sea el espacio de trabajo en sentido estricto el de
su cadena (que los OS designan por el nmero: Yo trabajo en la 33, o: El es de la
36) o los espacios intermedios donde se hacen las pausas (legales cada 4 horas o
durante los reemplazos) y los pequeos momentos de reposo y distensin donde se
fuma un faso. Tambin estn los espacios de la fbrica secreta, espacio privado y a
veces clandestino, constituido por pequeos rincones que cada uno habilita: el
guardarropa, el pequeo refrigerador, el rincn de las herramientas, el rincn de las
fotos. Es ese espacio hecho de ruidos y olores, fabricado por la historia, que los obreros
se haban ido apropiando colectivamente, que constituye el decorado del taller. Ese
ambiente, incluso odiado, pasa a ser constitutivo de la memoria colectiva del grupo. Por
lo mismo, cambiar de espacio de trabajo es ms que un simple traslado, constituye una
forma de desarraigo vinculado a la prdida de puntos de referencia familiares (visuales,
corporales) que han permitido la apropiacin del lugar de trabajo. Este espacio de
trabajo, teatro de luchas y del combate militante cotidiano, jugaba un rol tranquilizador.
Entrar en la nueva planta significa tambin romper con un pasado, con maneras de
hacer y de ser que, con el tiempo se haban vuelto naturales. Todos los obreros saben
(se lo han hecho saber) que, en los nuevos talleres, tendrn que resignarse a no fumar en
sus puestos de trabajo, a conversar en lugares previstos para eso, a no comer ah, cerca
de las cadenas, sino a hacerlo en el comedor, con su jefe de equipo o en presencia de
ste. Saben que el hecho de preservar un espacio privado, aislado del espacio pblico,
va ser abiertamente cuestionado. Por ejemplo, el hecho de que se difunda msica
permanentemente por altoparlantes en los talleres de HC1 provoc una gran inquietud
en muchos viejos OS. Fue el caso de Chantal, 52 aos, OS, antigua delegada CGT:
Sabes, tambin, lo que me choca y que no voy a soportar, es la msica en los nuevos
talleres Hay altoparlantes Y bueno, la direccin present las cosas de tal manera que
pareca que era algo para mejorar las condiciones de trabajo, para que los obreros
estuvieran contentos Hasta hubo un cuestionario: Qu radio le gusta ms? Prefiere
escuchar noticias? Es una pena, ya no tengo el cuestionario. Para m, es algo
insoportable, es insoportable pensar que durante toda mi jornada de trabajo voy a tener
que escuchar msica que no eleg, noticias Para m es una aberracin, no puede ser!
una mejora de las condiciones de trabajo! Es algo daino, algo ms que voy a tener que
padecer! [] Ac donde estoy [en la vieja carrocera] no es el sector ms bullicioso, para
nada comparado con el sector de prensas En fin, realmente, al lado de la cadena hay
43
Esta desaparicin del lugar tradicional no puede, claro est, ser dicha, o gritada de la misma manera
que durante el cierre de la empresa o como en las minas del Norte o en los altos hornos de la siderurgia en
Lorena. En Sochaux, la fbrica nueva simboliza la renovacin del centro de produccin, la salvaguardia
de un porvenir industrial a nivel local. La forma de sufrimiento vinculada a la prdida de la antigua
carrocera no puede entonces expresarse abiertamente. En efecto, cmo luchar contra el himno a la
modernizacin que se expande por todos lados? Cmo rechazar los beneficios de esa suerte que es la
reconstruccin, ah mismo, dentro de la fbrica?
44
Maurice Halbwachs, La Mmoire collective, Pars, PUF, 1950.
36
algunas pocas zonas que tienen decibeles un poco superior a lo que est autorizado Los
85 decibeles, si se quiere. Es por ejemplo el caso del lugar donde atornillan los cinturones
traseros, hay zonas un poco ms ruidosas, pero no se puede decir, globalmente, que es un
sector bullicioso Y para m, que me pongan msica todo el da, es un dao ms, un
ruido ms, y eso es todo. No lo voy a soportar Para m es una aberracin porque yo
escucho lo que quiero cuando quiero. Y acaso no era tambin para tapar ciertos ruidos,
que los obreros a veces se ponan a cantar o a silbar, o hacer gritos de animales?
La capacitacin de tres semanas en Morvillars, prevista para el personal que iba ser
trasladado al sur dio lugar a una serie de comentarios que revelaban el miedo de tener
que soportar un lavado de cerebro: citaban el caso de tal o cual que habra vuelto
completamente cambiado, revelando un fuerte prejuicio hacia ese tipo de capacitacin.
Hubo distintas maneras de defenderse contra la apertura de la nueva planta. Prepararse
para lo peor, anticipar, para tratar de dominar un destino social sobre el cual los obreros
no tenan poder de decisin. Minimizar la amplitud del cambio (un delegado CFDT:
los obreros de mi sector me dicen: Tampoco es que va a ser una revolucin. Seguir
siendo como antes) fue otra manera de tranquilizarse. Pero lo que cada uno,
individualmente o, en ocasiones, colectivamente, trataba de disimular (quizs incluso de
exorcizar) era ms bien un sentimiento de miedo difuso: miedo de perder sus antiguas
costumbres de trabajo y de enfrentar otros valores, miedo tambin de no estar a la altura
del nuevo juego propuesto y de verse quizs un da expulsado de la fbrica. En realidad,
la percepcin de los viejos talleres era ambivalente: si bien tiene el carcter
tranquilizador de los objetos y los espacios familiares, tambin son reveladores, por su
antigedad, su suciedad y su arcasmo tecnolgico, del confinamiento, incluso el
hundimiento de los obreros en un desuso que amenaza con dejarlos sin trabajo. Las
viejas cadenas (que, como dice un delegado CFDT marroqu, se parecen a las de los
pases del tercer mundo), simbolizan su situacin de excluidos potenciales, indignos,
en algn punto, de trabajar en instalaciones nuevas o con herramientas modernas. As, el
envejecimiento de los equipos acompaara el envejecimiento social. Lo que resulta es
una suerte de rebelin silenciosa, de protesta sorda, especialmente por parte de los
militantes ms lcidos, contra su entorno de trabajo que a medida que se precisan los
contornos de la modernizacin de la fbrica objetiva paradjicamente la condicin
presente de desvalorizacin econmica de todo el grupo, y que prefigura tambin su
porvenir en tanto futuros inconvertibles.
37
Las paredes son rosas, lo que le haca decir a un tipo de la CGC que me acompaaba: Ya
ni siquiera hay necesidad de militar. Mira qu bonito, me gustara verlo, en cadena y en
horarios de doble turno Porque los tipos ni siquiera tienen tiempo para comer. No se
podr fumar, no se podr comer, es increble. Habr que cambiarse de ropa para ir al
comedor Va a ser el tentempi por reemplazo, ahora, y habr un momento para comer
de dos horas y media para no detener las instalaciones. Los primeros comern a las 6 ms
o menos y los ltimos a las 8.30.
Ya no habr ms referencias de nada. Yo, lo que veo en las cadenas, es que cuando se les
da por cambiar algo, siempre hay algn veterano para decirle a los amigos: Ojo!
Cuando hacamos tal cosa, ramos tres, ustedes son dos! Tengan cuidado! All uno ve
que va a ser un desastre No habr ms referencia de nada.
Durante ese perodo de espera, en el que cada uno de los obreros de carrocera se
pregunta si ser elegido o no para ir a trabajar a HC1, los militantes, tratando de analizar
y criticar la manera en la que la modernizacin se estaba desarrollando, temen
desmoralizar an ms a su base. Cierta cantidad de temas no pueden ser evocados o
escuchados. En particular esta cuestin del envejecimiento. Un militante CGT refiere
las dificultades que tiene para hablar de esto:
En estas condiciones, los delegados corren el riesgo de ser vistos como eternos
quejumbrosos, como revoltosos incapaces de adaptarse al nuevo curso de las cosas. Al
mismo tiempo cuando tratan de mostrar los riesgos y las ventajas de la nueva situacin,
como es el caso de algunos militantes CFDT, pueden perder la confianza. Porque los
delegados siempre estn en la cuerda floja: se trata de evitar, por un lado, ciertas formas
de contestacin sistemtica que podran aislarlos del grueso de los obreros que tienen
miedo y, por otro, de evitar tambin la fuga hacia adelante modernista que los pondra
en ruptura con su tradicin. Conscientes de que la nueva planta no es un lugar para
ellos, la mayora de los obreros de la antigua carrocera, que estn envejeciendo, se
tranquiliza gracias a actitudes que les dan por un tiempo la sensacin de cierto dominio
prctico sobre los hechos, por ejemplo el hecho de considerar su admisin como una
45
Denis Guigo, Lempire du consensus, Annales des Mines, n 6-7, marzo-junio de 1987.
38
signo de eleccin. Una militante CGT cuenta de qu manera, a principios de 1990,
durante los primeros traslados hacia HC1, los obreros con quienes trabaja en su sector
se representan la nueva fbrica:
De todos modos, este sector de trabajo representa la seguridad del empleo, aunque no sea
cierto Como es moderno, la gente dice: Si me llevan a los nuevos talleres es porque
me voy a quedar ah. Mientras que los otros se cuestionan. Pero para estos tipos hay un
poco de seguridad: Mira, me llamaron para ir al nuevo taller, y el tipo se queda
tranquilo porque primero tuvo miedo.
Ese miedo difuso, ese sentimiento de vulnerabilidad que se fue instalando en los
talleres, gener reacciones diversas: a veces lo que predomina son las actitudes de
repliegue, de precaucin, que remiten a la voluntad de protegerse, de no generar
conflictos. Para quienes no disponen de la fuerza social que otorga un pasado o un
presente de militante, o para los que buscan otras formas de seguro social o cultural, es
muy difcil luchar contra los efectos de la estigmatizacin que encierra a los viejos OS
de cadena en la imagen negativa de inconvertibles; a menudo, lo nico que queda, como
manera de asumir esta situacin, es una suerte de conformismo tembloroso, que en
ocasiones es vivido con vergenza o remordimiento.
En los nuevos talleres, la direccin haba anunciado en 1988 que el 40% de los
puestos de trabajo estara robotizado. En realidad, slo el 20% lo est, especialmente en
la instalacin de los tableros y de algunos vidrios. En cambio, hay muchos ms
automatismos. Vinculados con la nueva gestin justo a tiempo requieren la presencia
de tcnicos o de nuevos obreros profesionales (tales como conductores de instalaciones
automatizadas). Sin embargo, el trabajo de montaje sigue siendo duro, incluso muy
duro: el OS debe adaptarse a las cadencias definidas por los robots, leer rpidamente
grandes cantidades de informacin sobre fichas que corresponden a cada modelo de
auto. La nica innovacin importante en este trabajo de montaje sobre lneas es que el
obrero se desplazaba en un trineo y una cinta transportadora con la pieza que est
montando. La lnea en s misma no est profundamente transformada, las zonas de
montaje manual alternan con zonas de robots; alrededor de las cadenas, la cantidad de
puestos llamados de preparacin, por fuera de la cadena, aument. A nivel de la
organizacin del trabajo y la produccin, el sistema de justo a tiempo que ya exista fue
mejorado. Y, sobre todo, en estos nuevos talleres, la direccin trata de imponer de
manera voluntariosa su nueva concepcin del grupo, estigmatizando de hecho las
antiguas maneras de agruparse. El eje central es la polivalencia, la disponibilidad
(estar presente ms all del tiempo prescrito), la capacidad de hacerse cargo
momentneamente del puesto del vecino. Lo esencial es que el flujo no se rompa. Este
sistema es frgil, genera muchas faltas de piezas relacionadas con el hecho de que los
subcontratistas traen piezas no conformes. Pero no se les presta mayor atencin a los
sindicatos, los delegados se sienten desilusionados y desmoralizados al ver que los
temas tradicionales y las consignas generales ya no funcionan con los obreros. La CGT
apuesta entonces ms bien a los volantes por sector (versin concreta de un
sindicalismo de proximidad que los dirigentes sindicales alaban a nivel nacional).
Estos se presentan como crnicas cotidianas de la vida de los talleres, cuentan historias
vividas u observadas, los jefes que se esmeran demasiado son motivo de burlas y
sealados para la vindicta de los obreros, etc. Si muchos estn resignados, algunos estn
39
esperando que pase lo peor, otros resisten todava con humor negro, un humor que no
deja a nadie de lado, ni siquiera a ellos mismos.
El taller entra progresivamente en funcionamiento durante la primavera de 1989. A
partir de junio, algunos obreros del antiguo sector de acabado son trasladados; en
septiembre de 1989 trabajan en la planta alrededor de 300 personas. En un inicio, los
obreros que van a HC1 son jvenes. Han sido seleccionados por la supervisin y se
presentan como personas esmeradas; varios han sido elegidos entre los antiguos
temporarios que acaban de ser contratados. Estos primeros obreros son sacados de los
antiguos talleres uno por uno, agrupados en nuevas estructuras (o mdulos) que
quedan bajo la autoridad de un jefe de equipo y de un monitor. Durante dos semanas
tienen que hacer una pasanta en Morvillars, luego se reinstalan en los nuevos talleres46.
Durante esta pasanta, no reciben capacitacin tcnica propiamente dicho, pero se los
invita a escuchar charlas informativas y moralizadoras. Se les explica en especial que
sus condiciones de trabajo van a ser mejoradas. Se enfatiza el tema del grupo, de la
disponibilidad, de que las nuevas obligaciones econmicas y tcnicas son una realidad a
nivel mundial. Durante la instruccin tcnica (que se reduce a pocas horas) se les
sensibiliza al tema de la polivalencia (poder hacerse cargo de varios puestos) y se les
informa sobre lo que pasa en distintos lugares del taller (por ejemplo, sobre lo que es el
cronometraje). Se les pide tambin que adhieran a los principios de una carta cuyos
temas principales son: Estar siempre disponible, ser voluntario: comprender lo que
son las necesidades de mi empresa; no har ninguna declaracin que pueda afectar la
reputacin de la misma, etc. Luego se instala a los asalariados en el nuevo taller, donde
descubren que finalmente el trabajo no ha cambiado fundamentalmente, incluso si el
espacio est reorganizado de otra manera: hay muchas prohibiciones (beber o fumar en
las cadenas de montaje sobre todo); hay nuevas obligaciones (estar vestido de la misma
manera), se imponen nuevas reglas de sociabilidad (tutear los jefes).
Al principio, durante la primavera de 1989, cuando se inician los nuevos talleres,
todo va bien. La empresa se ve beneficiada por las circunstancias: se est, a nivel
nacional y regional, en una fase de fuerte crecimiento. En septiembre de 1989, hay
alrededor de 300 asalariados en los nuevos talleres de HC1 que fascinan y asustan a la
vez. Para los asalariados, encarnan la renovacin de la empresa, despus de un perodo
de mucha inquietud. Estos elegidos firman, sin la menor reticencia, la carta que les
propone la supervisin, se comprometen a estar disponibles, aceptan la polivalencia.
46
Al comienzo esta pasanta de capacitacin fue tomada en serio por todo el mundo, tanto por los que la
organizaban como por los que estaban invitados a participar. Se haca en el castillo de Morvillars, donde
slo iban hasta ese momento, para reciclarse o formarse, los tcnicos y los cuadros. A los obreros se los
reuna en grupos de trabajo compuestos de manera heterognea: no solamente evitando juntar a los
amigos sino tambin evitando que algn viejo grupo de trabajo volviera a encontrarse en su conjunto.
Las sesiones estaban a cargo de un animador. Las primeras jornadas fueron dedicadas a la presentacin
del entorno econmico internacional y la competencia de los constructores japoneses. Se trataba de
ensear a los obreros a establecer el vnculo entre los nuevos mtodos de trabajo y lo que implicaba, en
trminos de obligaciones, la competitividad econmica. El animador del grupo se encargaba, recurriendo
a argumentos preparados de antemano, de convencer de los fundamentos de las nuevas exigencias
(disponibilidad, limpieza) del trabajo obrero en HC1. El objetivo de estas reuniones era sobre todo
constituir un aprendizaje de las nuevas relaciones sociales en HC1, especialmente el aprendizaje del
mando por el grupo que, de ahora en ms, tomara a cargo una parte de las antiguas actividades del
jefe de equipo. Segn los militantes que evocaron estas sesiones de formacin, las discusiones estaban
hechas para generar un consenso; los militantes cuidadosamente diseminados en cada grupo y a veces
designados como ovejas negras del grupo no eran excluidos pero su rol de contestacin formal
otorgaba una suerte de diploma democrtico a las sesiones de trabajo. El acercamiento voluntarista entre
dos universos sociales (cuadros y obreros) que anteriormente se enfrentaban y se ignoraban intentaba
hacer descubrir a algunos (una mayora quizs) que estos cuadros y estos agentes de supervisin no eran,
si se iba ms all de la fachada, enemigos. En ese sentido, esta pasanta prefiguraba los talleres de HC1.
40
La mayora de los obreros parece estar maravillada por la promesa de modernidad y
tambin por las esperanzas de promocin profesional individual y colectiva que
despiertan los nuevos lugares. En ese momento, los militantes sindicales piensan (y
dicen): A nuestro modo de entender las cosas, los trabajadores que se van a esos
talleres estn totalmente perdidos [de un punto de vista sindical]. En realidad, los
nuevos talleres ejercen una verdadera fascinacin, son el smbolo de un futuro radiante
en la empresa, representan la modernidad, el futuro. Ir a HC1 ir al sur como dicen
los obreros (ya que HC1 se encuentra al sur de la vieja carrocera) , es estar seguro de
permanecer en la fbrica. Los jvenes obreros que usan la nueva ropa de trabajo verde
fluorescente son designados con palabras que no denotan una verdadera hostilidad en
contra de los que se van: lagartos verdes, ranas, marcianos, pequeos hombres
verdes. El traje verde fluorescente es ampliamente aceptado como smbolo de
modernidad, aunque genera algunas burlas.
Las primeras olas de obreros que han sido cuidadosamente elegidos entran de lleno
en el juego de la direccin. Y no solamente dentro de una lgica de sumisin (como
en el caso de los alcahuetes denunciados por los militantes). En realidad, muchos
estn felices de poder participar en el proceso de renovacin de la empresa y esperan
salir adelante esta vez. Se sienten, en ese momento del traslado de la carrocera, parte de
una espiral ascendente, tanto ms que ciertas declaraciones de la direccin son lo
suficientemente vagas respecto a temas como la perduracin de pasantas y
capacitacin. No van a quedarse ah, quizs algn da podrn convertirse en monitores o
en conductores de instalacin. En todo caso estn convencidos de que ya no los
amenaza un despido. En septiembre-octubre de 1989, por ejemplo, los 300 obreros que
trabajan en HC1 no participan en la huelga, en cambio s lo hace el conjunto de la
carrocera (es cierto que la direccin, por precaucin, ha hecho soldar las puertas de la
nueva fbrica para evitar que las filas de manifestantes entren). Parece ser que durante
ese perodo los nuevos grupos funcionaron correctamente en HC1, que hubo una
dinmica alrededor de los monitores. En la fase casi experimental de inicio de la
produccin en HC1 (lanzamiento de la 605), el sistema adoptado, aparentemente
funcion bien gracias a una fuerte seleccin de la mano de obra (relativamente joven,
con buenos antecedentes, capacitada).
4. La huelga de 1989
41
prisa por enterrarlos, que ellos, los inconvertibles, eran todava capaces de reaccionar,
no sin saber que sa sera su ltima batalla antes de la retirada. Durante la huelga hay
una suerte de trabajo colectivo del grupo para luchar contra la representacin
despreciativa que se tiene de l. Se trata por lo mismo de salvar el honor social. Algunos
elementos de este grupo, que constituyen, se podra decir, la vanguardia cultural,
supieron usar el sarcasmo con el que se los trataba habitualmente rindose de s mismos
bajo una forma teatralizada.
Pero el paro tambin le permiti al grupo, unido bajo la bandera de 1500 mangos
(1500 balles)48, olvidar por un tiempo el sentimiento de desposesin, de relegacin
tanto en el trabajo como en la existencia social. Asimismo, las asambleas generales
durante las cuales era posible una verdadera libertad de expresin, la simbiosis entre la
cpula y la base, el funcionamiento concreto de la democracia directa a travs del
movimiento, revestan una gran importancia a los ojos de los representantes sindicales.
Pero todos estos elementos no disimulaban acaso la incapacidad de elaborar una
verdadera lnea estratgica distinta a la defensa paso a paso de los obreros ms atacados
y a la denuncia de los mtodos de Peugeot? El cuestionamiento ah mismo, en el paro,
de las viejas formas en que la CGT represent los intereses obreros podra ser una
manera para esta generacin OS de saldar cuentas con un pasado en que se vio a
representantes autorizados, legtimos (los obreros profesionales), hablar en nombre de
los OS y confiscar su palabra. La indiferenciacin tendencial del grupo obrero y la
debilitacin del poder de representacin de los militantes sindicales hicieron posible una
representacin del conjunto del grupo obrero por parte del colectivo de OS. Las
aspiraciones polticas de los OS a una forma de democracia directa, muy propia de los
grandes talleres de OS y engendradas por las condiciones mismas del trabajo en cadena
de montaje (a la vez expresadas por los delegados de cadena y contenidas por la
representacin sindical oficial) se liberaban por ltimo y aprovechaban la brecha abierta
por la crisis de la representacin obrera, sindical y poltica. Si bien es cierto que la
reivindicacin de la ciudadana en la empresa se vincula con la perseverancia de los
mtodos Peugeot, en cuanto a lo que revelan de arcaico en la concepcin de las
relaciones sociales dentro de la empresa, tambin puede entenderse como la afirmacin
de una identidad de substitucin la del ciudadano, para suplantar la identidad en
crisis del trabajo, del productor manual y como un medio de reunir segmentos del
grupo obrero cada vez ms objetivamente separados.
La huelga contribuy (temporalmente) a cambiar la idea que se tena de ellos y su
propia idea sobre s mismos. Sin duda los efectos directos de este paro (y de los
acontecimientos que lo acompaaron) no se hicieron sentir por mucho tiempo. Bastante
rpido, el curso antiguo de las cosas se restableci: el miedo, la desmoralizacin, el
sentimiento de estar sobrepasado, se vuelven a imponer. Sin embargo, no se puede
explicar nada de lo que pas durante los aos siguientes en estos talleres en renovacin
sin tener en cuenta los efectos simblicos y polticos de este paro, en particular la
manera en que los militantes sindicales y los delegados estuvieron presentes, fsica y
simblicamente, en el paro y ms all, en las luchas de los talleres que tuvieron lugar
ms adelante, en la bsqueda de una nueva imagen del obrero Peugeot, en la
representacin que los obreros tenan de s mismos.
Los dirigentes no lograrn sacar las lecciones del paro (aunque el director del sitio
fue remplazado seis meses despus), se adoptar una suerte de doctrina oficial que juega
el rol de explicacin, de racionalizacin hacia el exterior (la prensa econmica,
social) y las instancias de encuadramiento de la fbrica: los viejos OS hicieron el
48
Reivindicacin salarial que significa tambin: Devulvannos por lo menos, lo que nos sacaron desde
hace diez aos, Nos lo deben.
42
paro y, como siempre, arrastraron a los dems, pero no es ms que el simple efecto de
los cabecillas de la vieja carrocera, esos obreros que no entendieron que el porvenir ya
no est en la lucha de clases sino en la gestin participativa. Ms adelante, para sacar
lecciones ms especficas del paro (en trminos de comunicacin), se har una
encuesta telefnica con los asalariados, lo que permitir un diagnstico ms aceptable
(del que se hablar en sesin de comit de la empresa). La conclusin ser que hubo una
mala comunicacin entre obreros y agentes de supervisin. Por ende, los responsables
no eran slo algunos obreros rebeldes sino tambin los viejos agentes de supervisin,
los de la vieja escuela, ignorantes, obtusos, corrompidos por los acuerdos que
tuvieron que establecer con los obreros de su sector y por ende incapaces de subir la
informacin hacia las instancias de encuadramiento, frenando as la adopcin de las
reformas de gestin de produccin a nivel del taller.
[En HC1] Lo que me llama la atencin es que es el mismo pnico que haba ah donde
estaba antes, el mismo desorden. Te dicen: espritu de grupo, no tiene que haber falta
de piezas. Pero no hay espritu de grupo Hacen todo para destruirlo. Ni bien se forma
un grupo sin jefe, sin nada, tratan de dispersar a la gente. Lo mismo con los temas de los
reemplazos puntuales y todo eso Antes uno poda encontrarse como quera, ahora hay
lugares de descanso cerca de la oficina del jefe, que viene y escucha lo que decimos No
se puede hablar ms. [] Y a nivel del trabajo, lo que hay, es que, ahora, tenemos que
tomar a cargo varios puestos, cualquiera debe poder encargarse de varios puestos. En mi
caso, me parece interesante conocer varios puestos. Pero ellos [los jefes] usan esto para
reemplazar a los enfermos, no es en funcin de nosotros. Cuando la cadena vuelve a
empezar, es: Vos, ah. Vos ac Cuando hay gente enferma o con licencia, est hecho
slo para eso Capacitan a cada persona para dos puestos, esto permite una continuidad
cuando falta uno. [] Yo s que ahora aumenta la produccin pero la cantidad de obreros
sigue siendo la misma. No ponen ms. En este momento estn llegando 405, antes
tenamos los 605, y como son autos ms chicos nos dan menos tiempo para montarlos
En cambio, la cadena va ms rpido [] All [en HC1], terminaron con las
frecuencias, suprimieron todo. Antes hacan las feuilles de gamme formularios en los
que se presenta el orden de ejecucin de diferentes operaciones y las hacan en relacin
a los autos grandes, poda ser que slo hubiera autos grandes o 1 de 3, 1 de 4. Mientras
que ahora hace falta un promedio Toman pequeas y grandes y hacen un promedio y
cuentan el tiempo a partir de los promedios Nosotros tenemos que arreglarnos para
pasar menos tiempo en algunos autos Entonces, cuando hay dos autos grandes de golpe
hay que apurarse, si viene uno pequeo hay que parar un poco En cambio, si vienen 10
grandes, hay que meterle con todo Y si no se puede, llaman a otros, a tipos que estn
ah para eso, para ayudar Uno levanta la mano y llegan ellos son los monitores o los
43
jefes de equipo A menudo es el monitor el que da una mano. [] Esto existe desde que
est HC1. Desde que suprimieron la frecuencia Antes hacan cien autos, ahora sacan
400 o 500 por da, esto existe desde el mes de julio de 1990.
Y cuando hay que hacer 10 autos grandes uno tras otro, hay reclamos?
No, todo sigue su curso Si alguno no logra hacer su trabajo normalmente, llama a un
monitor: Mira, me olvid de poner esto, o bien lo marca en una hoja; pero en
principio es mejor no poner nada porque eso deja huellas. La semana pasada, justo, vino
el nuevo director, vestido de verde l tambin y estuvo dando vueltas Parece que hubo
unos cuantos comentarios (risas) Bueno, miraba cmo iba todo, y bueno, todo iba un
poco mal. Siempre problemas de calidad. Porque los puestos estn demasiado cargados
Los retoques que no se ven y que impiden que los autos salgan Ac, hay ms o menos
300 autos para retocar por da, sobre 400 o 450. Uno se pregunta a veces si lo hacen a
propsito o qu. Estiran los puestos: la menor cantidad de gente posible para hacer la
mayor cantidad de autos [] pero es cierto que los retoques, la calidad, es algo que les
preocupa cada vez ms
Para enfrentar estas nuevas dificultades, especialmente para atenuar los efectos de las
faltas que pueden durar horas, la direccin intenta pedir voluntarios para que se
queden y recuperen el tiempo perdido; casi siempre es un fracaso, como lo cuenta aqu
Patrick.
El problema, all, son las faltas de piezas Siempre hay una suerte de pnico con ese
tema. Las piezas no llegan, todo se para durante quince minutos, hasta que llega el
camin. En principio, es en los 20 Km. a la redonda. En nuestro caso, todo est
almacenado en Bthoncourt (a 3 kilmetros de la fbrica), los calefactores, los haces
entonces a menudo es la camioneta de Sochaux la que va a Bthoncourt porque el camin
[del responsable de los equipos] no llega: tienen una 504 pick-up, un tipo va, la toma y se
va a buscar las piezas Hasta que vuelve pasan 15 minutos. [] Cuando volv, en el
mes de julio de 1990, un da tenamos una hora de falta de piezas, otro da, cuatro horas
Todos los das haba grandes faltas Todos los das no hacamos ni la mitad de la
produccin, lo que implicaba que despus de un tiempo, en la fbrica, se iban
acumulando los contenedores, y nadie saba donde ponerlos. [] Ahora ya est mejor
Pero el lunes pasado, los haces llegaron realmente al lmite, tuvimos que parar dos
veces un cuarto de hora para esperar los camiones.
Y nunca se prolonga la jornada de trabajo?
No, eso no se hace Un cuarto de hora ms a la tarde, por los buses. Pero en cambio lo
que pueden hacer: tomarnos nuestro reemplazo ms temprano a las 2.30 nos dicen:
Reemplazo ahora. O corren el momento de la comida de un cuarto de hora. Pero no
tienen derecho a hacerlo ms de cuatro veces por mes porque sino sera una rutina. Uno
llegaba a las 13.30 h, hay una falta de piezas a las 14 horas: Reemplazo! y luego uno
trabaja sin parar hasta las 17 horas. Entonces los delegados CHSCT se quejaron mucho de
esto. Y la direccin dijo: Lo hacemos una vez por semana, no ms.
44
conservar objetos personales en el puesto de trabajo (la botella de agua o el pequeo
refrigerador instalado al lado49).
El paro fortalece a los militantes, los enardece. Durante las pasantas en Morvillars
lanzan verdaderos desafos a los agentes de supervisin, desafos que a menudo son
acogidos de manera poco hbil. El descontento vinculado con la gestin de las
bonificaciones colectivas va creciendo, provocando en los nuevos grupos de trabajo una
discordia que tiene efectos negativos en trminos de calidad. Desde luego, muchos
obreros estn tambin contentos porque trabajan en un lugar ms limpio, ms luminoso
y donde las formas de trabajo particularmente difciles han sido suprimidas. Sin
embargo, globalmente, la nueva organizacin es cada vez ms cuestionada. La calidad
de los productos se deteriora de tal manera que se reintroduce al final del proceso de
produccin a los controladores y a los encargados de retoques. Por otra parte el
servicio de control de calidad (autnomo y gestionado desde Pars) pesa cada vez ms
sobre la fabricacin. Al mismo tiempo, nuevas tcnicas de evaluacin de calidad son
adoptadas: sistema del desmrito, generalizacin de consultoras, etc. Dos fechas
marcan este deterioro del ambiente y de las condiciones de la produccin en HC1.
Marzo 1990: eleccin de los DP (delegados de personal). Fuerte presencia de la CGT
que sorprende a todo el mundo y primero que nada a los militantes, que haban tenido
mucho miedo de ser expulsados de los talleres (en marzo de 1991, la CGT registrar
nuevos progresos), como lo cuenta un delegado CGT de HC1:
[Cuando llegamos a HC1 al principio del ao 1990] como deca, fue una fiesta, una
fiesta! No se pude contar lo que fue. Cuando llegamos No vean nada! No pensaban
que los delegados podan venir! Para ellos fue una fiesta ver que los delegados, no los
largaban, que podan conversar con ellos, explicarles todo, como si hubiera sido una
fiesta (no s si se lo contaron) la primera vez que vimos a los que llamamos los hombres
verdes. La primera vez que vinieron a la antigua planta de acabado, el primer
quilombo que hicimos juntos Cuando estbamos en la antigua planta, antes de que las
dos ltimas cadenas fueran transferidas a HC2 Hicimos algunos movimientos de paro
en torno a las condiciones de trabajo Justo, porque ponan en aplicacin cargas de
trabajo en la nueva fbrica cuando las estructuras no eran para nada las mismas Haba
gente de HC1 entonces que haban venido vestidos de verde [Algunos minutos
despus, Matthieu evoca este momento que lo impact cuando los obreros de HC1 los
abrazaron y reconocieron el sentido de su presencia y de su accin. Momento que los
recompensaba por todas las penas y miedos anteriores.] Si uno analiza las cosas, est
claro que estuvimos bordeando un precipicio Podramos habernos hundido, creo, me
refiero a la CGT. Dado cmo se presentaba el asunto, la nueva planta, con la salida de
muchos veteranos era mucha gente la que se haba ido y eran tambin de la CGT o de la
CFDT, y eso nos asustaba Y finalmente no nos fue tan mal. Porque yo tena un poco
de miedo con la nueva. Pensaba: Si logran aplicar su programa, nos va a costar mucho,
me temo Bueno, yo soy ms bien un militante cmo decirlo? De terreno Estoy en
contacto con las lneas Por eso digo: la alegra ms grande que tuve, fue cuando fuimos
al taller de guarnecidos en febrero de 1990, cuando volvimos y que hicimos lo mismo que
habamos hecho en acabado y cuando nos pusimos a conversar con la gente: Ah qu
bueno que vinieron, qu bueno. Nadie viene a vernos! Era realmente una felicidad con
Hamid, porque Hamid, es cierto, es un militante de terreno, un buen militante. Fuimos los
primeros: nadie, antes, haba querido ir. Fuimos, los dos, para distribuir, fue un gran
recibimiento. Eso lo dijimos en el sindicato: nos hace bien a todos. Pero despus, bamos
a menudo, los tipos se ponan contentos cuando nos venan, y luego seguimos
desarrollando la actividad sindical. Porque, antes, cuando veamos el edificio, las puertas
49
Cf. Michel Pialoux, Le vieil ouvrier et la nouvelle usine, in Pierre Bourdieu (dir.) La Misre du
monde, op. cit.
45
cerradas, todo eso, uno llegaba ah y pensaba: encontraron la manera de prohibirnos y lo
mismo con los volantes Si uno se pone en las entradas no logra alcanzar la mitad del
personal. Entran con una rapidez absoluta No tienen tiempo de tomar ni un volante.
Entonces pensbamos que no se iba a poder hacer nada
En septiembre de 1990, tras la recesin vinculada con la guerra del Golfo, surge un
acontecimiento capital: el despido de los trabajadores temporarios, que genera una
sucesin de traslados de los antiguos talleres hacia los nuevos y, en especial, hacia
guarnecido. As, en 1990 y 1991, la direccin se pone a trasladar obreros de la antigua
planta de acabado, uno por uno, buscando formar nuevos grupos, compuestos por
asalariados que hasta entonces no haban trabajado juntos. Las antiguas solidaridades
son sistemticamente rotas. Pero estos cambios tienen que ver con los obreros de ms
edad y cercanos al polo militante. Los viejos militantes (y los viejos hein hein en el
sentido de Durand) siempre salen ltimos, y la mayora de los obreros son conscientes
de que lo que inspira esta poltica de gestin de la mano de obra es el miedo a la
contaminacin. La situacin es entonces ms o menos la que habamos evocado en
los textos publicados en La Miseria del mundo. La direccin intenta imponer a toda
costa nuevas formas de vida social, de vida de grupo. Resultado: en los talleres, un
ambiente podrido que los militantes no han creado, aunque intentan explotarlo. Desde
el punto de vista de la direccin, hay que asegurar el flujo cueste lo que cueste. Sobre
la pequea supervisin (jefes de equipo y monitores) recae en gran parte el peso de esa
responsabilidad. Esto llevar a que todas los 605 vuelvan a Sochaux a raz de la gran
cantidad de fallas, fallas que tenan sobre todo que ver con los haces elctricos (en los
nuevos autos la multiplicacin de estos haces es algo llamativo).
Yo trabajo ahora en la mitad de la lnea. Entonces todo el mundo me ve, yo tambin veo a
todo el mundo. Y es ah que veo que las relaciones han cambiado: incluso los viejos jefes
de equipo, sabiendo que van a irse, estn mucho ms tranquilos. Es cierto que tuvieron
miedo del taller. Porque las nuevas responsabilidades, todo eso, a los 53 o los 54, no es
sencillo. Pero en realidad, en nuestro caso, yo encuentro que el traslado se hizo bastante
suavemente Se hizo bien. Es decir que se calcul bien. Organizaron varias visitas al
taller, semanas antes. Los hacan venir de vez en cuando. Por ejemplo, cuando haba
grandes faltas de piezas en sus talleres, organizaban un traslado y los traan para visitar
los espacios en los que iban a trabajar. Nosotros los veamos pasar Y as, la gente se
fue acostumbrando de a poco No hubo tensiones En HC2 se olvidaron de todo,
quiero decir, de las prohibiciones Hasta volvieron a hacer y eso, para ellos, era un gran
desafo, el mismo puesto de trabajo en el mismo lugar en HC0 y en HC2. El tipo tena su
mquina en tal lugar, y vino a HC2 y se encontr con su mquina Bueno, casi En fin,
es mi visin. Hubo tensiones, sin duda, que nosotros no vimos, porque son internas.
Sin embargo, haba un discurso moralizador muy fuerte, como no fumar en cualquier
lugar, etc.
S, eso existe! Es cierto que hay que fumar en algunos lugares, pero como no hubo
presin o represin se fue haciendo suavemente. Los tipos, a veces uno vea que
atravesaban el taller con el cigarrillo, pero nadie los corra atrs para decirles que lo
46
apagaran, mientras que en HC1 era una guerra. Te agarraban los tipos de la solapa y los
llevaban para hacerles un discurso. [] Hubo un cambio importante, pero es por eso que
en HC2, por ahora, no ha habido mayores problemas. Hubo algunos desordenes, s, pero
sobre todo por las cargas de trabajo Pero no sobre asuntos de disciplina y todo eso. La
disciplina, yo encuentro que es en fin, si hubiese pasado hace diez aos, una disciplina
as en la empresa, es algo que no habra sido aceptado. Pero no es HC1, quiero decirlo,
con tipos que estn saboteando el trabajo, que no van al trabajo, con un nivel de
inasistencia gratuita, en fin, gratuito no era gratuito pero. Tengo la impresin que
funciona mucho mejor, que hay mucho menos ausentes, menos problemas cuando se
empieza a trabajar a la maana. En HC1 todo eso sigue existiendo: cuesta arrancar a la
maana, a menudo faltan 40 o 50 personas [].
Se podra hablar (desde la direccin) de una suerte de vuelta atrs. En efecto, las
cosas no se desarrollan para nada como cuando haba que poblar HC1. La impresin
es que la direccin hubiera hecho una suerte de balance crtico de lo que haba ocurrido
en el primer taller, asumiendo que para salvar lo esencial y obtener un nivel de calidad
mnimo, hay que modificar profundamente la estrategia, dejar de imponer mtodos que
producen el efecto contrario a lo que se espera. Sin embargo est claro para la direccin
que no se puede volver atrs, a una forma de organizacin taylorista rgida. Por lo
mismo se adentra en una suerte de repliegue tctico, impuesto por las circunstancias y
del que dan testimonio tres tipos de decisiones.
Se suprime la pasanta en Morvillars, que primero se haba reducido a una semana,
como tambin cualquier referencia a la carta o reglamento. La preparacin al traslado
se reduce a media-jornada de pasanta durante la cual la supervisin organiza la visita
del nuevo taller a pequeos grupos. Los obreros dejan la antigua planta de acabado en
equipos de quince personas, tal como han sido constituidos en el antiguo taller. Y la
jerarqua se ocupa sistemticamente de que todos los miembros de un equipo estn
presentes y sean trasladados en bloque. Pero esto se hace ms o menos sin
comentarios, sin justificaciones, nadie teoriza esa prctica.
En el taller, se establece una lgica de tolerancia que, en algunos aspectos, puede
hacer recordar la antigua planta de acabado. Comportamientos que dos aos antes
habran sido prescritos ahora pueden ser cuestionados. Las antiguas prohibiciones (no
fumar, no comer en su puesto de trabajo, vestirse con las dos piezas del traje verde
fluorescente) ya no son impuestas de la misma manera y, en gran medida, ya no son
respetadas. Viejas prcticas van reapareciendo. Por ejemplo, las botellas de cerveza, de
pastis: las bebidas alcoholizadas consumidas en una semiclandestinidad. Todos los
testimonios confirman que el ambiente ha cambiado que, sobre ciertos puntos, el
clima de la antigua planta de acabado ha sido reconstituido. Se podra hablar del
establecimiento de un nuevo acuerdo entre direccin, supervisin y obreros. Es ese
regreso a una forma de buena convivencia que describe Patrick en diciembre de 1992:
Es como en vacaciones, como en Navidad, cada grupo hace lo suyo: viene el monitor,
cada uno pone un poco de dinero, se traen dos o tres botellas y se beben entre
nosotros Pero somos nosotros los que decidimos, esta vez Nadie decida nada Y
de pronto, as, de golpe, yo dije: Ya pongamos cada uno, 10 mangos, el monitor dijo:
Bueno, est bien, pero lo pongo a cuenta ma, y as fue Pero era por grupo, porque el
otro grupo, por ejemplo, el otro grupo no quiso hacer como nosotros Era entre
amigos Como cuando uno trabaja a la tarde, se lleva un litro junto con la comida todo
eso Y siempre hay una suerte de equipo, de grupo de amigos Pero ni bien se pone
una botella en la mesa, aparecen los jefes, los contramaestres, que miran y vienen y te
dicen: No, no No es que lo prohben pero no les gusta. Sobre todo, lo que no les
gusta, es el pastis. Es cierto que un tipo que se toma dos pastis, por ah, no lo soportaY
47
para los cumpleaos, hay tipos que traen tres botellas para el grupo, son tres botellas de
espumante. [] Todo el mundo en principio toma espumante, nosotros el viernes siempre
tomamos Pero en semana, es ms bien un tinto para el almuerzo, todo eso Pero una
vez haba una mesa, les tuvimos que decir que se calmaran: eran seis o siete en la mesa y
haban trado tres o cuatro botellas, bueno, eso ya es complicado. Una vez puede ser, pero
no demasiadas
Se toma tanto como en la antigua planta
(Dudando). Bueno, quizs no tanto, para empezar hay menos tiempo, y luego, a m,
personalmente, no me gusta emborracharme Me gusta tomarme una copita, dos, tres
sorbos porque, bueno, hay que trabajar. Me parece que en la antigua fbrica se tomaba
ms. Y luego hace mucho, poda pasar que alguno viniera con un pollo asado o un gallo
al vino que preparaba, y lo morfbamos en media hora y luego bueno mucho no se
trabajaba
A pesar de la reaparicin de estos oasis que son los momentos de buena convivencia,
todo el mundo, tambin los agentes de supervisin, reconocen que hay una
intensificacin del trabajo (los puestos son cada vez ms duros, todo el tiempo se
est pidiendo ms). Los obreros tienen la impresin de que a cada rato se agregan
operaciones. Por otro lado, la presin sobre los enfermos y la lucha contra la
inasistencia se acenta, las visitas a domicilio son cada vez ms frecuentes. Los
agujeros en las cadenas de montaje (obreros ausentes, enfermos, etc.) obligan a los
monitores a tomar varios puestos, a estar en todos lados, a lo largo del da. Si los
obreros pueden reinsertarse en la antigua lgica taylorista, los monitores, en cambio,
deben estar siempre disponibles. Tambin se observan cambios de puestos todo el
tiempo. Asalariados de otros talleres llegan sin cesar a HC1, a menudo tienen mayores
calificaciones y ms edad de ah que surjan conflictos alrededor de la cuestin de las
bonificaciones tanto como alrededor de la designacin a un puesto ms o menos difcil.
La sensacin es que la direccin le est diciendo a los asalariados: Ustedes quisieron
mantenerse en su esquema, pues bien, se van a quedar, nadie los va a perturbar en sus
costumbres, pero tendrn que pagar las consecuencias. No habr sorpresa al constatar
que existe una fuerte tensin entre las exigencias de la direccin nacional de PSA, tal
como son formuladas en Pars, que exige un crecimiento de la produccin del 10 o del
12% por ao, y la direccin local, que debe, con los hombres de los que dispone,
esforzarse por obtener una calidad mnima.
7. Resistencias obreras
Se puede hablar de victoria obrera? De ninguna manera aunque, sin duda alguna,
hubo un retroceso por parte de los directivos. Basta con pensar en la intensificacin muy
neta del trabajo. Se puede decir que la vieja cultura obrera, la antigua cultura de
taller, pudo imponerse por sobre un modelo cultural impuesto segn los mtodos
japoneses de gestin? S y no. S, porque los obreros percibieron el paso atrs dado por
los directivos sobre las cuestiones de autonoma, de margen de maniobra en los puestos
de trabajo. No, porque esta victoria, los obreros no la asumieron y no podan asumirla:
tenan demasiado conciencia del revs de la medalla; la agravacin bajo una forma
clsica de las cadencias de trabajo. Es lo que explica ac un delegado CGT de HC1:
48
Pero por nada del mundo se comprometeran ellos mismos Luego, bueno, todo lo que
hemos hablado: el hecho de que ya no hay solidaridad, esa solidaridad hay que volver a
inventarla Cada cual anda en lo suyo Cada cual quiere su promocin, aunque sea una
muy pequea promocin O sea, se que est en un puesto ms o menos tranquilo tiene
miedo que lo saquen de ah Son un montn de cosas as que hacen el individualismo.
[] Lo que pasa tambin es que los puestos son cada vez ms difciles. Alguna veces no
es que haya ms operaciones sino que son difciles: la manera de acercarse al auto, por
ejemplo, aunque est el trineo y entonces el coche puede variar de altura, a uno le cuesta,
tendra que estar ms abajo. [] Cada vez exigen ms de los puestos, los puestos son
cada vez ms duros, van agregando operaciones todo el tiempo. Actualmente el plan FNE
lo aplican plenamente, todos los da hay gente que se va y que no es remplazada
Algunos vienen de otros talleres, y tambin estn utilizando personal llamado de
capacidad restringida.
Durante estos tres aos del traslado, los directivos de la fbrica no se enfrentaron a
una oposicin de tipo sindical a la antigua, consciente, organizada y sostenida por una
perspectiva estratgica, que hubiera expresado, por ejemplo, la nostalgia o el deseo de
volver a un orden antiguo donde el poder de los representantes sindicales era ms
fuerte. No se confrontaron tampoco a un retraso de los obreros, a un arcasmo
congnito, porque hay que insistir la angustia que estaba presente en las familias
obreras no tena casi nada que ver con la representacin que se haban hecho la mayora
de los cuadros. La resistencia fue sorda, pasiva, atravesada por el miedo de estar
desarmado, de no sentirse a la altura de lo que se les poda proponer en la fbrica. Una
resistencia hecha de incertidumbres y, a veces, de incoherencias en cuanto a la manera
correcta de combatir, de preservar todava un mnimo de posibilidades para el futuro.
Una resistencia que no lograba desembocar en la definicin de objetivos estratgicos
sino que se caracterizaba ms bien por la constatacin resignada del quilombo y en la
satisfaccin poco entusiasta de denunciar ese quilombo. Es lo que expresa el hecho de
que se hayan retomado consignas como los 1500 mangos (en las que no se crea
realmente). Tales consignas, por irrealistas que fueran, expresaban ms bien el rencor y
el sufrimiento acumulados. Esquemticamente, los OS se presentaban como gente que
se rebelaba contra la imposicin, bastante torpe y hecha de la manera ms
voluntarista, de un orden (relativamente) nuevo cuya filosofa profunda no conocan
mientras que se ajustaba inmediatamente a las estructuras mentales de los tcnicos o de
los nuevos obreros profesionales. Se tena el sentimiento de que, para poder adherir en
profundidad, era necesario que estos OS tuvieran otra relacin con el futuro, a la vez
individual y colectivo, algo que simples operaciones de remotivacin no les permiten
adquirir. Ahora bien eso fue lo que los directivos no quisieron ver focalizndose tan
solo en los problemas de trabajo, en sentido estricto, haciendo como si creyeran que
mediante una accin sobre los grupos de trabajo se iba a poder transformar a estos
obreros.
Lo que la historia del traslado a HC2 muestra bien es la facilidad con la que la
direccin renuncia a su estrategia voluntarista y termina por aceptar las relaciones
sociales en el taller tales como son. Se resigna a una solucin pragmtica, acepta que los
obreros trabajen en gran medida fuera del marco normativo que haba dispuesto y que,
en un primer momento, haba prcticamente sacralizado. Si los grandes principios de la
gestin participativa son tan fcilmente dejados de lado, no es acaso porque no eran
tcnicamente hablando tan necesarios? Todo indica que, al no contar con las
condiciones suficientes para aplicar estos principios de manera satisfactoria, los
directivos pudieron abandonarlos sin demasiados problemas y replegarse en una suerte
de adaptacin realista. A partir de ah obtienen lo que les parece esencial un mnimo
49
de implicacin en el trabajo, cierta ruptura con la estupidez taylorista, la disminucin
de la asistencia y el mantenimiento da las cadencias para realizar su objetivo
fundamental que es un crecimiento regular de la productividad y un mnimo de
calidad50, los directivos ya no intentan quebrar los grupos que se haban construido de
manera espontnea y dejan que se retome un conjunto de prcticas extraamente
parecidos a las que se toleraban en el antiguo taller.
Este cambio de situacin entre HC1 y HC2 deja al descubierto la profunda
desesperanza de los obreros. En efecto, pueden adoptar sucesivamente y a veces
simultneamente posiciones contradictorias, pasar de una actitud de implicacin en los
proyectos propuestos por la direccin a una posicin de menor participacin o incluso
de rechazo. Aceptan el juego de la competencia entre ellos en un momento dado, y en
otro lo rechazan abiertamente para adherir a las actitudes de resistencia que promueven
los representantes de la antigua cultura sindical. En realidad, casi todos los asalariados
vacilan entre dos tentaciones51: por un lado, jugar el juego de la fbrica, pero sin adherir
en profundidad a su filosofa, porque los nuevos proyectos y las nuevas lgicas de
competencia se presentan como ms realistas a largo plazo52. Por otro lado, el
repliegue en los antiguos modelos de resistencia obrera: hacer cuerpo con el grupo de
trabajo, retomar las prcticas y la calidez de la antigua cultura y hacer que reviva el
modo de restructuracin del grupo de entonces. De ah un fuerte apego a los delegados,
como si fueran el ltimo recurso, eso a lo que no se puede renunciar porque bien podra
ser que algn da haya que recurrir a ellos. Este apego no est exento de ambigedades.
Se vota masivamente por ellos en las elecciones de delegados de personal, pero mucho
menos en las elecciones del comit de empresa, que ponen en juego la definicin de una
estrategia general de la empresa. Se les critica o se desconfa de ellos y a la vez se les
pide todava que salven el honor moral del grupo. Una situacin frecuente lo muestra
perfectamente: los obreros de un taller que acostumbran trabajar todos los sbados de
manera voluntaria, contra la doctrina sindical, pueden encarar violentamente a su
delegado el da en que ste necesita dinero y se presenta a trabajar un sbado.
Lo que, finalmente, impide a muchos OS pasar definitivamente del otro lado, lo
que los mantiene del lado de los amigos, es que frente a la condescendencia y al
desprecio con el que los tratan, presienten que slo las modalidades tradicionales de
resistencia que les proponen los sindicatos seguirn siendo eficaces, y esto a pesar de
los bellos discursos de la direccin. Aunque sientan que la dominacin de la tcnica y
la descalificacin de los antiguos saberes se van acentuando, aunque tengan conciencia
tambin de que las formas de resistencia a la antigua conducen a un callejn sin salida,
la mayora no se atreve a abandonar por completo el viejo sistema poltico-sindical de
referencia. Porque no solamente organiza la resistencia y mantiene la esperanza
50
Desde luego, sin duda muchos responsables piensan quizs que no hay que limitar demasiado la
espontaneidad obrera, porque eso podra pagarse muy caro en trminos de calidad de autos.
51
No es posible distinguir entre los obreros (como lo harn naturalmente los militantes, en un primer
momento) los que estaran a favor y los que estaran en contra. Ms bien hay gente que no se siente
ni de un lado ni del otro, y que van de uno a otro permanentemente. Esta vacilacin de las actitudes que se
observa en casi todos (incluyendo a muchos agentes de supervisin), va ms all y trasciende las antiguas
divisiones polticas. Indica una dificultad para encontrar puntos de referencia en un universo donde
resulta evidente que es cada vez ms difcil organizar una defensa colectiva, que sta tiene cada vez
menos posibilidades de desembocar, y que, finalmente, tiene cada vez menos sentido.
52
En esta actitud, a menudo hay miedo, pero muchos otros componentes entran en juego: el sentimiento
de que la situacin en algunos talleres no puede seguir as, que es incompatible con el mantenimiento de
cierta dignidad obrera en el trabajo. Porque en muchos obreros subsiste una forma de conciencia
profesional, un gusto por el trabajo bien hecho que no va con la desidia, ni con el sabotaje, que pudo
haber en HC1 en los momentos de mayor desorganizacin.
50
colectiva, sino que permite tambin hacer frente a la fbrica, ofrece una mnima
proteccin contra los golpes bajos de los directivos.
En relacin a los acontecimientos que se produjeron entre 1989 y 1993 en los nuevos
talleres, la direccin parece haber sacado varias conclusiones. En primer lugar, debe
renunciar a transformar otros talleres de Sochaux bajo el modelo de guarnecido
(Habillage Caisse) porque el fracaso es patente, la mezcla viejos-jvenes, la
dinamizacin de los viejos por los jvenes, ha fracasado, y una operacin del mismo
tipo lanzada en todos los talleres correra el riesgo de llegar al mismo resultado; en
segundo lugar, es necesario en los talleres nuevamente (y costosamente) construidos
negociar con la antigua cultura de los obreros activos ya que no se puede despedir
masivamente a los viejos, por razones sociopolticas, por ltimo, es necesario, fuera de
la fbrica de Sochaux, desarrollar otra estrategia de deslocalizacin de los talleres y de
creacin de nuevas unidades de produccin compuestas prcticamente en su totalidad
por jvenes no calificados (o considerados como tales), pero despus de una seleccin
muy severa. Esta ltima estrategia parece tanto ms realista que las empresas de
componentes automovilsticos (cada vez ms solicitadas por las grandes empresas en el
marco de su poltica de justo a tiempo) desarrollan tambin (por razones que se parecen
mucho a las de las fbricas que cumplen un rol de mando) una poltica de construccin
de pequeas unidades de produccin.
No se puede estudiar lo que pasa en los talleres de Sochaux y la manera en que la
direccin introduce innovaciones tcnicas y organizativas mltiples, sin evocar dos
puntos. Primero, la lgica segn la cual esta direccin considera la deslocalizacin de
algunos servicios o de ciertas unidades. Luego, el tipo de reclutamiento que practican
estas nuevas empresas, generalmente de pequeo tamao y construidas desde 1992-
1993 a poca distancia de Sochaux (25 o 30 kilmetros), y la manera en que gestionan la
mano de obra, especialmente las relaciones entre diferentes generaciones provistas de
cualidades sociales muy diferentes53. Hoy, objetivamente, una gran empresa piensa los
problemas de gestin de su personal al interior de un espacio mucho ms amplio que
hace quince aos. Un elemento capital de su estrategia es la posibilidad de deslocalizar
ciertos talleres cuando ve que las resistencias sociales (que pueden ser de origen muy
diverso) se acumulan. En cuanto a la argumentacin brindada, reviste matices muy
variados, incluso si fundamentalmente se deslocaliza en nombre de imperativos
tcnicos. El hecho es que ciertos problemas que se planteaban a nivel de la gran
fbrica van a tender, por lo mismo, a verse simplemente desplazados en el espacio
geogrfico
En marzo de 1993, Andr Vardanega, antiguo director del personal de Sochaux en
los aos 1970, luego responsable del personal para el conjunto de PSA, saca en LUsine
Nouvelle dos grandes lecciones de los acontecimientos ocurridos en Sochaux entre 1989
y 1993. Primera leccin: los viejos obreros slo pueden trabajar sobre instalaciones
fiables. Tcnicamente, en el sector guarnecido, las instalaciones no eran fiables. De ah
53
Se podra retomar ac la intuicin central de Margaret Maruani y de Emanuelle Reynaud, Sociologie de
lemploi, Pars, La Dcouverte, 1994. En pocas palabras, no se puede aislar la cuestin de las formas del
trabajo en una empresa de la cuestin de la organizacin del mercado del trabajo en la zona de empleo
que la rodea. Dentro de esta lgica, no hay que considerar slo la fbrica de Sochaux sino tambin la zona
de empleo de Montbliard, y, ms all, ubicar en el campo de anlisis la evolucin de las fbricas de
Peugeot cercanas (como las de Mulhouse o de Vesoul) y sobre todo la de proveedores de componentes
que ya estn muy presentes en la zona de Sochaux (Ecia, Foggini) o que estn implantando nuevos
establecimientos.
51
una multiplicacin de faltas de piezas que contribuyeron a desmoralizar, segn sus
dichos, a los trabajadores. Al mismo tiempo las fbricas de componentes encargadas de
entregar las piezas son cuestionadas. Quizs es una manera de no atribuirles
responsabilidades demasiado grandes a los responsables jerrquicos de Sochaux.
Ningn operador, declar, estar jams satisfecho si las mquinas y los robots no son
fiables. Hubo muchos problemas al principio por ese motivo, lo que desacredit el taller a
los ojos de los trabajadores. La prxima vez trataremos de asociarnos con los fabricantes
de componentes desde el inicio y tomar mejor en cuenta las dificultades reales de los
obreros.
Me parece que los operadores incluso polivalentes o casi autnomos deben poder contar
con un encuadramiento fuerte. No hay misterios: los verdaderos jefes tienen
competencias de gestin, deben motivar a la gente, no son solamente tcnicos. El sector
de guarnecido ha sufrido con motivo de un encuadramiento demasiado dbil.
En el artculo que acompaa esta entrevista, se insiste en los mismos puntos: la falta
de cultura de los OS, su arcasmo mental presentado como la cuestin de fondo; la
presencia de la CGT, que haba retomado fuerzas en 1992 en virtud de las torpezas y de
los fracasos de la direccin (no se dice nada del paro de 1989, que parece
completamente olvidado); la precipitacin de la jerarqua, que se lanz en un
programa de reformas de actitudes obreras sin haber asegurado el terreno, sin haber
formado jefes para lograr su programa. Claramente, el hecho de retomar este tipo de
anlisis equivale a un rechazo de examinar en profundidad el modo en que se constituye
y se perpeta una cultura de resistencia de la que no se quiere medir ni la fuerza, ni
las races, ni las razones que la hacen sobrevivir, ni las condiciones, en cierta manera, de
su renovada juventud. Tambin es llamativo que no se hable ms de lo que haba sido
un tema mayor de los aos 1988-1989: la incorporacin de los jvenes como recurso
para dinamizar a los viejos
En los alrededores de la fbrica de Sochaux, parece de ahora en ms posible llevar a
cabo una estrategia de deslocalizacin sistemtica. El objetivo ser desmantelar
progresivamente los grandes talleres. El desmembramiento de algunos (o de una parte),
por ejemplo el guarnecido, la fundicin, es programada a corto plazo. Estas
deslocalizaciones, que acompaaron el lanzamiento de nuevos modelos, deben permitir
realizar trabajos muy comparables a los de la antigua planta, pero con un menor costo y
en condiciones sociales transformadas. Al mismo tiempo ventaja subsidaria, se espera
que contribuyan a una restructuracin controlada de la cultura que emana de los talleres
llenos de viejos obreros54. La mayora de las tendencias que se observan en la zona de
empleo de Montbliard estn tambin presentes en todo el territorio nacional (algunas
de manera ms patente todava), en particular en todas las zonas en las que coexisten
una gran fbrica y un tejido industrial heterogneo de tipo antiguo: reorganizacin del
trabajo manual, bsqueda de un aumento rpido de la productividad, supresin de los
empleos de montaje, deslocalizacin de ciertos tipos de produccin, dbil presencia de
54
Cf. Armelle Gorgeu, Ren Mathieu, Filire automobile et sous-traitance industrielle, Documents du
Centre dtudes de lemploi, 1995.
52
los sindicatos, mano de obra joven considerada como ms maleable y ms apta a
movilizarse al servicio de la empresa.
El estudio del traslado de los OS puso en evidencia la incertidumbre, el miedo, las
dudas de los obreros, durante el perodo de 1989 a 1994. Esta suerte de crnica de cinco
aos permite entender mejor la complejidad de las luchas, de los desafos, de los
intereses en juego, pero tambin pone en evidencia la necesidad de deconstruir las
categoras colectivas que se usan habitualmente para tratar de escapar al riesgo de la
reificacin. Este traslado sirve como revelador porque se inserta en un proceso ms
amplio de desestabilizacin del grupo obrero (y de la cultura obrera) iniciado varios
aos antes pero que sufre ahora una violenta aceleracin. Durante el traslado, los
colectivos de trabajo se encuentran profundamente desorganizados. El grupo se ve
afectado, desde luego, en su manera de trabajar, pero tambin en la imagen que tiene de
s mismo y en la que quiere dar de s mismo a los dems. Este traslado es la ocasin de
una conversin llevada a cabo por la jerarqua y que toma entonces un vuelco
violento, en la descalificacin de las antiguas maneras de ser obreras. La
desvalorizacin simblica de los OS desemboca finalmente en la constitucin de una
figura, la del viejo OS, viejo campesino, viejo inmigrante inconvertible
irremediablemente encerrado en sus costumbres que es intil querer cambiar55. Lo que
aparece claramente, a medida que se analiza en detalle lo que haba pasado dentro de los
talleres renovados, es un solo y nico proceso de desestructuracin, de debilitamiento
simblico del grupo obrero, un cuestionamiento radical de los esquemas y de las
prcticas que durante mucho tiempo le han permitido existir dndole coherencia y
cohesin. Lo que primero se vio afectado, en su principio mismo, son los esquemas
lgicos y cognitivos del trabajo poltico de los militantes a medida que la crisis de las
creencias de los militantes se desarrolla en el contexto general del derrumbe de los
partidos de izquierda y de la crisis de los valores del socialismo. Sin embargo, sera
errneo ir muy rpido y demasiado lejos. Si los directivos tratan de imponer a sus
trabajadores ciertas representaciones de s mismos, los militantes tambin desarrollan
una suerte de contra-propaganda apoyndose en las realidades de todos los das y en el
recuerdo de los momentos de lucha. Junto a los militantes an organizados, estn los
viejos. Lo que se ve entonces claramente es un apego a los antiguos militantes porque
simbolizan en algn punto la resistencia que durante mucho tiempo fue eficaz frente a
cierto tipo de dominacin. No hay en todo caso nunca un movimiento unilateral de
desorganizacin o de conciencia pura y simple de la desvalorizacin.
Lo que quieren es que los grupos sean suyos. El otro da, en el sector de trabajo de
Hamid [un delegado CGT del sector], haba una falta de piezas y ellos saban que iba a
durar por lo menos dos horas Entonces hicieron un crculo de calidad durante la
falta Hamid quera hablar de la calefaccin porque es cierto que haca mucho fro, era
el principio del invierno Son los obreros los que dijeron: Un crculo de calidad no
est hecho para hablar de eso. Pero el jefe les dijo: No, precisamente, se puede hablar
55
Veremos en la segunda y la tercera parte que existen tambin mecanismos de agravacin de esta
valorizacin que se constituyen por fuera de la fbrica y que deben ser pensados como tales. Se trata de
procesos que se juegan en el espacio nacional. Se puede mencionar ac dos puntos: mercado del trabajo y
cambios en el sistema escolar. En esos dos niveles, se construyen relaciones de fuerza, cuyos efectos,
desde luego, se hacen sentir localmente.
53
de eso, entonces usted ve el otro tena fro, igual que nosotros! (risas) [] Hace
falta cuatro o cinco para hacer un crculo de calidad. Hay un monitor porque est
obligado, porque si no no sera monitor. Y luego dos o tres tipos que todava piensan
que lo van a lograr. Y luego los nuevos contratados, los antiguos temporarios a
quienes les prometieron todo tipo de cosas. Esos entran mucho ms fcilmente en la
lgica de los patrones [] Para ser monitor hay que estar motivado Hay que saber
ocuparse de las piezas. Al principio, en HC1, haba que establecer las gamas del trabajo.
En acabado, en HC0 cada uno tena su formulario de trabajo donde el operador marcaba
lo que tena que hacer. Pero ac hay todo un asunto de grupo Y luego, antes, cada
monitor tena una reunin con los jefes y deca: Yo necesito tantos tipos para hacer tal
cosa sera mejor si a este habra que ponerlo ac Pero ahora, ya no quieren que
los monitores participen de estas cosas porque se pelean entre ellos Hay algunos que
no estn nunca contentos: Yo necesito tantos tipos para hacer esto Mientras que los
jvenes siempre es S, de acuerdo, jefe, all vamos! []
54
l. Una vez un contramaestre me dijo: t. Me di vuelta y le dije: Se puede saber a
quin le est hablando? y se acab.
Y usted (a ella), usted lo trata de usted al contramaestre?
Ella. Claro, lo trato de usted Lo que yo digo es cada cual en su lugar Pero, bueno,
los contramaestres me tratan de usted El jefe de equipo (dudando) bueno, es un jefe
de equipo Es brbaro Le gusta hacer bromas Lo menos que se puede decir es que
no es serio. Pero bueno, no nos tuteamos, lo evitamos Pero No nos tuteamos pero
no s No me permitira tutearlo igual Pero de todas maneras, l tampoco
l. Lo que pasa es que l est en una clase superior, no veo porqu
Ella. Pero el otro, el otro me dice Janine, bueno, no me molesta, pero que me digan
t, no me gusta para nada En relacin a esa gente Algunos se permiten
tutearme Y saben que no me gusta, pero siguen Qu le voy a hacer Mala suerte!
No voy a pelearme con ellos
l. No hay que responder No les respondas y listo
Ella. S, pero cuando necesito una informacin o un favor, no voy a decir bueno,
espero A veces es urgente
l. Al principio te llaman por el nombre
Ella. Oh! Pero prefiero eso al t de todas formas
l. Se creen ms que nosotros, entonces no veo porqu... Al menos para hacerles
entender que Que somos cmo ellos, eh! Si el tipo te hincha todo el da y luego
viene y
El viernes pasado vino el director del centro, estaba muy enojado Vena por unos
retoques. Por el lado nuestro pas sin ms Pero en el piso superior, parece que fue a
ver los autos: tomaba las hojas, miraba todos los retoques, todo eso. Y parece que estaba
muy enojado. Hubo un problema enorme a nivel de los retoques: porque quieren que
hagamos todo, el control, los retoques, y no tenemos tiempo. Es un pequeo tornillo que
est mal, y no tenemos tiempo de ir a buscar la herramienta, se pone un poco de grasa,
se vuelve a intentar: si pasa, pasa, pero si no pasa igual. Nos dicen: Si tens un
amigo que est mal, que tiene gripe, hay que ayudarlo. S pero incluso si uno quisiera
ayudarlo no podra, uno puede trabajar en su coche un rato para ayudarlo un poco pero
todo un da es imposible Nosotros, montamos los haces de cables elctricos, si alguno
se equivoca de haz, luego lo ven porque tienen que hacer conexiones Nos dicen: Se
equivocaron de haces. Este mes somos tres en los haces elctricos, quisieran que
hubiera uno que fuera a descargarlos y que nosotros tres hiciramos el resto del
trabajo Lo intentan, pero los cuatro autos que hicimos, hay que ver (Risas, alusin
a los defectos.) Despus llaman a un monitor porque tampoco va Entonces sera
mejor dejarlo ah Lo mismo con las sugerencias: nos dicen todo el tiempo que
hagamos sugerencias. Pero ni bien uno dice algo no s ponamos un elstico y a m
me pareca que no serva para nada, dije: Me revienta no pongo ms el elstico..
Antes haba que atar las haces con el elstico, y despus cambiaron y ese elstico no
serva para nada, yo no lo pona y arriba no me decan nada. Haca una semana que no
pona ms el elstico y un da hubo un control y el responsable del control vino a verme:
No ests poniendo el elstico, voy a tener que hacer un informe. Le digo: No sirve
de nada! As es, pero nadi dijo que haba que sacar el esttico Pero te dije que lo
puedo sacar, que hace una semana que lo estoy haciendo. Entonces inmediatamente:
55
Has una sugerencia! Le digo: Yo no hago sugerencias, es el grupo que las hace.
Vos ves, todas esas pequeas cosas: a vos te pagan para poner un elstico, despus lo
suprimen porque no lo ponemos pero nos darn una bonificacin. Para poner el elstico
haca falta quizs cinco segundos, pero son cinco segundos que uno gana. Te doy otro
ejemplo, haba un tipo que pona un pedazo de scotch, tena que ir a buscar el scotch, un
da dijo: Lo voy a poner ac no ms, y entonces ya no tena que desplazarse. Hoy,
tuvieron una bonificacin de 55 francos cada uno por eso: son diez los que la tuvieron,
por cinco o seis centsimos de segundos menos. Son 5 francos por minuto, lo que
pagan, creo, y cuentan que en seis meses habrn recuperado eso. [] Entonces, sobre
las pequeas astucias, lo mejor es no decir nada.
Pero no es cada vez ms difcil?
S, porque como ahora uno gira en los puestos, como uno no est nunca en el mismo
puesto, entonces el tipo que ve el problema dice: Yo tambin podra hacer una
sugerencia Yo, actualmente, estoy en tres puestos: haces, climatizacin y adems
abastecimiento de climatizacin. En principio, todo el mundo debera estar girando en
los puestos pero en el piso no giran porque no tienen la capacidad, y dicen: Yo hago la
sugerencia pero no tienen derecho a hacerlo solos, tiene que ser en nombre del grupo.
Todo es en grupo Porque antes, uno estaba solo, si hacas una sugerencia sabamos
que haba un riesgo de arrepentirse cuatro o cinco meses despus. Entonces uno dudaba.
Ahora encontraron una astucia, te dicen: Lo vamos a hacer por grupo, entonces es as,
siempre va a haber uno en el grupo que, terco como un burro, saldr disparado para
ganar 5 o 10 francos. []
56
Les dije: Oigan yo no soy presidiaria
(Una OS que trabaja en un puesto de preparacin a HC2, julio de 1993)
Ahora, la gente se matara casi por obtener el puesto del otro. Yo veo la cadena de
montaje que tengo al lado Hay un turno que directamente casi no se hablan Es
aberrante porque pasamos todo el da juntos Como yo en ese turno con mi colega
Bueno, hablamos, a veces nos remos porque es cierto que hay que relajarse un poco
Pero en el otro turno no tengo contacto con nadie, encuentro que incluso cuando se tiene
mucho trabajo, los das son largos. Pero cuando traigo los materiales [a la gente de la
cadena] o cuando voy a buscar mis carros vacos, no pasa nada, nada de nada, la gente
no se habla Incluso con Nadine, del otro turno, hablo un poco, pero mucho menos
que con Pierrette del otro turno Porque con ella puedo hablar de cualquier cosa Eso
es lo bueno. Ahora es un poco menos largo porque sin estar todo el tiempo hablando a
veces hablamos un ratito. Bueno, yo almuerzo con ella, pero la chica del otro turno,
este verano, yo coma ah, lea, haca crochet Incluso en las pausas para almorzar, ya
no hay nada. [] Ni siquiera podemos fumar en el puesto de trabajo Y hay que estar
vestido como te dicen... Porque a m, en un momento dado, me lo hicieron notar:
tendra que ponerse la ropa de trabajo. Yo le dije: Oiga, yo no soy presidaria. Nos
imponen la ropa pero yo no estoy obligada a usarla. [] Oh, de todas maneras, como
esta maana me vest normalmente [es decir sin el traje verde], trabaj cmoda No
voy a Uno est obligado a soportar esos pantalones en principio Algunos tienen
sacos ahora, camisas. Es cierto que haba uno que cort su pantaln y lo transform
en short porque haca demasiado calor Pero zaf. A veces me dicen: Tiene que
respetar las normas No quiere usar los pantalones? No, no quiero, cuando quiera
me los voy a poner Y entonces traje los viejos delantales de donde estaba antes, por
encima del pantaln verde porque todo el tiempo estamos manipulando grasa
Yo me doy cuenta tambin en la diferencia que puede haber con los tipos que estn en
las oficinas Bueno, llegan, van al fumadero, fuman un cigarro Y se quedan ah lo
ms tranquilos En fin, no quiero exagerar Pero por lo menos quince o veinte
minutos mientras que usted tiene al obrero que va corriendo al fumadero cuando tiene
un tiempito, una pausa, o no s qu Entonces se da prisa para fumar la mitad de su
cigarro porque lo ms comn es que no lo termine Entonces me da rabia tambin
porque pienso: en el fondo, estamos obligados a fumar en el fumadero y no es muy
prctico Es cierto que la gente se portaba mal, tambin, haba momentos en que haba
colillas de cigarrillos por todos lados, una cosa aberrante Pero bueno la gente no tiene
tiempo de fumar Yo conozco gente que todava fuma en sus puestos de trabajo y tiene
razn Bueno, yo voy al fumadero porque no estoy excesivamente lejos y porque a
veces pasa algo en mi cadena Tengo tiempo entre dos autos para ir a fumar un faso,
rapidito, pero igual [] De todas maneras ellos [la supervisin] no quieren que uno
se quede en el puesto, incluso el caf, tampoco les gusta, cuando uno trae el caf al
puesto Yo lo hago igual Pero en principio no les gusta Si usted come en el
puesto, yo lo que digo es no voy a ir al auto cuando en invierno hace tanto fro Pero,
bueno, como ah, en mi puesto de trabajo Porque bueno, en el comedor, est lleno de
57
clanes. Pero yo, como en uno de los turnos estoy como encerrada y en el otro no tengo
problema Si quiero leer para eso hay que estar un poco tranquila, incluso si quiero
hacer crochet o tejer durante una pausa de media hora.
58
CAPTULO III
56
Mientras que en el trabajo llevado a cabo con Christian Corouge, OS de la fbrica, a mediados de los
aos 80, la cuestin de las relaciones entre los OS y los OP estaba todava omnipresente. Los
profesionales de la fbrica eran a la vez admirados y objeto de celos por parte de los OS. Para
profundizar esta cuestin y hacer aparecer el punto de vista de los OP, un trabajo de entrevistas fue
llevado a cabo en esa poca con ciertos profesionales de la fbrica.
57
Ninguna movilizacin colectiva intent salvar lo que representaban en trminos de cultura del trabajo y
de cultura poltica. Slo, en 1990, el caso Fallot, obrero profesional despedido por la empresa por haber
sacado de la fbrica (pedido prestado dice, robado responde la direccin, con carta de despido), un
soldador, los volvi a poner durante un corto momento en el primer plano de la actualidad periodstica.
59
los obreros en la fbrica es el teln de fondo sobre el que se despliegan las estrategias
individuales de unos y otros.
Lo que nos proponemos es encarar de otro modo el problema del funcionamiento del
mercado interno de la empresa, de manera a que se haga visible el punto de vista de los
trabajadores retomando preguntas que ellos mismos se hacen: cmo subir? Cmo
hacer carrera? Cmo lograr un mejor puesto en los talleres, dado que la barrera que
separa el grupo de los obreros y el de los tcnicos parece infranqueable? Cules son los
desafos de las vivas luchas que se desarrollan alrededor de los puestos de trabajo para
escapar a las tareas ms duras?
Sin querer dar, retrospectivamente, la ilusin que hubo una edad de oro obrera, no
es intil recordar que en los aos 60 y 70 exista en la fbrica, sin duda bajo una forma
rudimentaria (poco formalizada y con intervencin de lgicas personalizadas), un
sistema de promocin de los obreros. Esta promocin era relativa, lenta, difcil. Se
puede distinguir dos tipos: uno, el ms importante, pasaba por la obtencin de una
calificacin (la de obrero profesional) o por el acceso a la pequea supervisin, y el
otro se haca, sobre todo en los talleres de OS, accediendo a pequeos puestos (en
tareas de reemplazo, de ajuste, de retoques). La primera retuvo especialmente nuestra
atencin ya que, para los OS de la fbrica, la va de promocin ms corriente consisti
durante mucho tiempo en convertirse en profesional; la palabra, con fuertes
implicaciones, simbolizaba de por s el respeto y la consideracin que se les tena a los
obreros profesionales58.
Estos constituan la aristocracia obrera de la fbrica, encarnaban localmente el
ideal del nosotros obrero; era especialmente el caso de los que haban pasado por la
escuela de aprendizaje Peugeot (EAP), llamada escuela profesional que cerr en 1970
despus de cuarenta aos de existencia. Haba sido creada en 1930, por un lado para
brindar obreros calificados a la fbrica de Sochaux, que se ampli en los aos 20 (en
1926 se agreg la planta de carrocera), y por otro lado para compensar localmente la
ausencia de una institucin escolar que permitiera la formacin de estos obreros. Los
alumnos pasaban un examen de entrada (que despus de 1945 pas a ser un concurso),
el caso de los hijos del personal tena prioridad. Desde el primer ao de la formacin,
que dura tres aos, los aprendices perciben una remuneracin. El objetivo de la EAP es
ser un lugar de excelencia obrera, lo que los resultados del CAP demuestran (92% de
xito durante todos los aos de su existencia: 1930-1970). Su organizacin escolar
mezcla un sistema de sanciones positivas el monto de las remuneraciones aumenta con
el promedio de las notas, la competencia escolar es valorizada (discurso del mejor de la
promocin durante la entrega de premios) y un sistema de sanciones negativas
seleccin de los alumnos con malos resultados, amenaza de expulsin, examen
trimestral de compensacin de resultados. El examen final, que permite clasificar a los
aprendices, es muy solemne (diez das de pruebas, movilizacin para la correccin de
los directores de las diferentes fbricas de Sochaux). De la nota obtenida depende
entonces la atribucin del diploma del mejor aprendiz y, entre los laureados, la
clasificacin segn el esquema profesional de la empresa: ya sea la obtencin inmediata
del P1 con un derecho a postular a P2 para los mejores, ya sea la admisin al grado de
P1 a los 18 aos. ltimos resultados esenciales: de la clasificacin en el concurso
58
Los mbitos de la calificacin obrera en la fbrica de Sochaux no se reducan solamente a la mecnica
(ajustador, fresador, tornero), sino que se extendan tambin a la fundicin, guarnecido, al
acondicionamiento de las herramientas, etc.
60
depende el orden de prioridad para la designacin en los diferentes sectores al salir de la
escuela; adems, durante los ltimos aos, el diploma permite evitar la pasanta en
produccin instaurada para todos los antiguos alumnos que entran a la fbrica. A travs
de estos diferentes medios, los mejores de cada promocin tienen un inicio de carrera
particularmente rpido que les permite aspirar a una promocin importante59.
Roger J., 58 aos al realizar la entrevista, es un ex alumno de la escuela. Obrero
profesional durante treinta aos en guarnecido (sin ir ms all del nivel P2), estuvo
bloqueado en su carrera por su compromiso militante, primero en la CFTC luego en la
CFDT (era hijo de un resistente fusilado por los alemanes). Nos concedi una entrevista
muy larga (cuatro horas) en julio de 1988, en la que evoc muchos aspectos de su
actividad de militante sindical en la fbrica de Sochaux. Lo que privilegiamos aqu es
un fragmento que mezcla de manera muy caracterstica su formacin, sus inicios en el
trabajo y en la militancia.
Cuando entr a la escuela profesional tena 14 aos. No quiero decir que era la lite pero
no estaba nada mal, sobre todo para los hijos de obreros. Estbamos saliendo de la guerra.
Los que podan entrar ah, era (expresin de admiracin) Fue mi caso, logr quedarme
porque el hecho es que haba una seleccin. Tenas que dar un concurso de admisin en
septiembre, ramos unos 300 y slo tomaban a 100, y luego dejaban afuera a un cuarto
para Navidad, en el primer trimestre. Quedbamos 75. Ah aprend los oficios del
guarnecido, especficamente lo relacionado con los asientos. En realidad, entr a la vida
activa a los 17 aos, en guarnecido, en el sector que se encargaba de montar los asientos
de los autos, lo que, en ese momento, era un trabajo repetitivo. Cada uno montaba un
pedazo de asiento y nos lo bamos pasando. Lo bamos pasando y al salir de la cadena
estaba terminado. Haba una produccin []. En la escuela, haba varios oficios: los
oficios tradicionales fresador, tornero, ajustador y luego el sector de los asientos-
guarnecido Estaba el electricista tambin. Es difcil decir exactamente cmo eleg el
oficio. Yo no fui con una idea particular, se dio as. Me gust. Era una especializacin
que hoy no existe y que, lgicamente, deba llevarme a una calificacin. [] Es cierto
que los que salan de la escuela profesional, en general, era una lite Todos los amigos
con los que me encuentro, ya que ahora tengo treinta y nueve aos de antigedad, nos
vemos para las medallas, los banquetes, todos ellos son por lo menos agentes de
supervisin, tcnicos, incluso hay mandos medios. En mi caso, por diversos motivos, no
funcion, pero en principio, era as (Silencio) En mi oficio, trabaj en serie. Pero tena
una supervisin, un jefe de servicio que no nos favoreca, no le gustaba la gente que sala
del colegio. El se haba formado as noms, trabajando, era competente de hecho, pero no
nos quera. Entonces no hizo nada para favorecer la evolucin de nuestra carrera, pero
eso, lo digo bien, es en mi oficio [guarnecido, asientos], no tiene nada que ver con los
dems. Entonces trabaj dos o tres aos as Un trabajo repetitivo Y luego me pasaron
a las piezas desmontadas. Es decir que recuperbamos cierta cantidad de piezas a travs
de todos los talleres de carrocera, que centralizbamos, que empaquetbamos y que
volvamos a mandar para la exportacin. Me pusieron ah [en ese servicio] no s muy
bien porqu Porque tena algunos dones, conoca las piezas quizs un poco mejor que
los otros. Entonces empujaba el carro, recuperaba las piezas, ya no estaba en guarnecido.
[] Esto dur quince aos. Era interesante porque cuando programaba mi trabajo, era
ms o menos responsable, pero no me pagaban por esa responsabilidad Bueno, se haca
as. En ese momento entr al sindicato. A la CFDT de la poca, ms o menos tres aos
despus de haber entrado a trabajar, habr sido en 1955-1956. Fui delegado, la primera
vez en 1961, cuando fue la famosa huelga en que ocupamos las oficinas, donde
supuestamente le cortaron un dedo al Sr. Rouget [el director de la planta]. []
Era un paro ms bien impulsado por los profesionales o por los OS?
59
Nicolas Hatzfeld, Lcole dapprentissage Peugeot (1930-1970): une formation dexcellence,
Formation-Emploi, n27-28, julio-diciembre de 1989, p. 121.
61
Entonces siempre hubo (Duda) Ay Va a ser difcil [explicarlo]. Para ser delegado
hay que estar disponible, para un tipo que trabaja en cadena de montaje no es fcil. Hay
que tener, iba a decir quizs cierta instruccin, no s cmo decir Quizs no instruccin
pero Me parece que tiene que ver con la facilidad que ofrece un puesto de trabajo para
formarse, leer, estar en contacto con los amigos, lo que hace que uno puede progresar por
s mismo En cadena de montaje, eso no es posible. Entonces, nos encontramos con este
fenmeno, los delegados en general eran profesionales, en detrimento de la gente de la
cadena, fatalmente Sobre todo a nivel de los responsables, rara vez vi a un responsable
sindical en una empresa como Sochaux, que estaba en esa poca, detrs de Renault, la
ms importante, en una concentracin No creo haber visto jams que alguien que
trabajara en cadena de montaje fuera responsable del sindicato de Sochaux, ni en la
CFDT de la poca y tampoco en la CFDT de despus. Y adems, siempre hubo esa idea
de que un tcnico o un mensual es mejor que un OS porque un OS es
subdesarrollado Aunque no sea necesariamente cierto Pero es evidente que el
profesional est ms disponible
Este fragmento deja entrever de qu manera los profesionales, especialmente los que
salan de la escuela Peugeot, estaban dotados de recursos a la vez profesionales,
culturales (especialmente en la relacin al lenguaje y a la cultura) y polticos. Sobre
todo nos da a entender la consideracin que les otorgaban no solamente los otros
obreros sino tambin los agentes de supervisin y las instancias de encuadramiento. El
crdito, la confianza que se tena en los OP era a la vez profesional y moral. Por su
saber profesional y por la fuerte cultura poltica de los militantes, provocaban, o mejor
dicho, imponan respeto, eran los vectores y casi siempre los portavoces de la cultura
poltica a la antigua. El profesional era el que, en el taller, frente a los jefes, no se
dejaba imponer, era capaz de responder. A menudo era el militante que representaba
dignamente a la clase obrera. De hecho, en una fbrica como Sochaux, los OP jugaron
un rol central en relacin a la aparicin de una nueva generacin de militantes en los
OS.
No se puede entender algunos rasgos de la cultura obrera de Sochaux ni el rol de los
OP en la construccin de los OS en tanto grupo obrero sin analizar la manera en que la
cultura sindical y poltica de ambos grupos se compenetr con el tiempo. Al final de los
aos 70 y a principios de los aos 80, se produjo una suerte de smosis entre la cultura
de los OP y la de los OS. Muchos delegados OS eran hijos de OP o de agentes de
supervisin (o pertenecan a familias de OP) y entonces se formaron en contacto con la
antigua cultura de los profesionales. Adquirieron los reflejos, los hicieron funcionar
en otro contexto (el de los talleres de OS). Pero con el tiempo, una interpenetracin de
dos culturas se oper, contribuyendo a unificar el grupo. Por otro lado, los profesionales
de la fbrica haban socializado a los OS en el marco de instituciones que antes eran
propiamente obreras el sindicato, el comit de empresa, las actividades culturales
fuertemente controladas aculturndolos parcialmente a la cultura obrera antigua. Si
bien ciertas formas de esta cultura obrera, sostenida por los OP, se presentaban como
arcaicas y un poco ridculas para estos OS lenguaje, ropa, maneras de ser , esto no
impeda que los valores obreros como la solidaridad, la valorizacin de lo colectivo, la
oposicin abrupta entre ellos y nosotros se transmita realmente. Se podra decir
que el viejo sistema de representacin del grupo obrero que instal la CGT (marcado
por dcadas de glaciacin estaliniana) ofreca a estos obreros sobre los cuales segua
pesando la indignidad cultural medios rutinizados para conciliar los intereses
individuales y el inters colectivo. Incluso cuando, en los aos 70, algunos militantes
OS se opusieron a los OP (muy violentamente durante lo que se llam las luchas OS),
reprochndoles en particular lo que haban sentido como un desprecio, cosa que se
62
advierte en la entrevista citada ms arriba, se tiene la impresin de que siempre fue con
un fondo de respeto y que haba una suerte de satisfaccin al poder reconocerse en el
grupo superior.
Respecto a los otros OP que entraban a la fbrica de Sochaux con un CAP obtenido
en los colegios de enseanza tcnica de la regin, tenan que poner a prueba cunto
saban en fabricacin. Bastante rpidamente estas pruebas era lo que les permita
convertirse, ya con pleno derecho, en obreros profesionales y luego seguir subiendo
en la jerarqua obrera (de P1 a P2, de P2 a P3, incluso de P3 a OHQ obrero altamente
calificado u obrero comisionado escaln obrero muy calificado propio a Peugeot).
La planta de mecnica, que produjo motores y mquinas-herramientas (ms de 2000
profesionales trabajaban ah) y el utillaje central eran los verdaderos feudos de los
obreros profesionales en Sochaux. Henri, ajustador del sector del utillaje, nos cont
cmo fue su recorrido:
Entr a trabajar a la fbrica en 1972, con un CAP de ajustador de mecnica general, haba
estudiado en una pequea ciudad cercana y luego entr a Peugeot, y ah me pusieron a
trabajar en cadena de montaje, en mecnica, hasta mi servicio militar. Despus entr a
OCS, al taller de utillaje. Ah se trabajaba sobre todo con mquinas-herramientas, y se
entraba prcticamente sin calificacin pero con un CAP, tomaban gente con CAP en esa
poca. Y luego se pasaban las pruebas profesionales, entonces uno era P1, P2 y as,
sucesivamente. Entonces, entr al ejrcito en 1974 y despus pas la prueba, la P1 en
1976 Bertrand (seala a un camarada) est en la misma situacin, es un poco el mismo
itinerario. La prueba P1 consista en hacer una pieza con lima, el ajuste con lima, y
despus, si tenas la nota suficiente eras P1, si no obtenas nada, no eras nada. Pero en esa
poca haba que tener ms de 12 para ser P1 y ms de 15 en la prueba P1 para pretender
pasar la prueba P2. Yo haba tenido 16 as que poda pretender pasar la prueba P2.
Para evocar con rigor lo que haca el prestigio de un obrero profesional es necesario
describir tambin las condiciones objetivas en las que ejerca su trabajo, que no tenan
punto de comparacin con las de los OS. Los profesionales trabajan en horario
normal (salvo algunos que trabajaban de noche) mientras que la gran mayora de los
OS trabaja por turnos. Designados a tareas de mantenimiento, de ajustes y de
fabricacin de herramientas, tenan por costumbre gestionar ellos mismos su ritmo de
trabajo, muy diferente al de las cadenas de montaje, como lo relat Henri.
El nuestro no es un trabajo duro. Usted sabe, tenemos tiempo para el montaje, tiempo
para la fabricacin, pero bueno, no hacemos trabajo en serie, entonces a partir de ah no
podemos fijarlo con una precisin terrible, y adems tenemos una carga de trabajo que
flucta mucho, entonces, en ciertos momentos, es cierto que hay que apurarse un poco,
pero rpidamente despus baja el ritmo, y uno se siente hasta un poco subempleado en
ese momento.
Mientras que en los sectores OS
(Cortando) As es, es la explotacin
Pero usted, ms o menos, usted tiene la impresin de que desde el punto de vista de los
ritmos no es lo mismo
No el ritmo (El secretario que est en el local sindical se re. Henri, con humor, como
en broma). Por qu te res cuando hablamos de los ritmos de trabajo?
El secretario. Y es tranquilo ese sector (risas).
Y no hubo intentos para
(Cortando). Claro que s, pasa que es muy difcil Son permanentes esos intentos, pero
como le deca, finalmente, lo nico que hacemos son prototipos, la mquina unitaria,
solamente fabricamos productos unitarios, entonces hay una oficina que hace el estudio,
que nos lo propone y nosotros hacemos el montaje, entonces hay un montn de
63
modificaciones que aportar, uno se da cuenta de las incompatibilidades para ensamblar
las piezas en el momento del montaje, ah es cuando uno se da cuenta, entonces Bueno,
hoy, me dieron un trabajo, tena que hacer un montaje y cuando quise montar, no era
conforme al diseo, entonces tuve que mandar todo para un retoque en mquina, bueno
de todas formas me apur para que lo hicieran esa misma tarde, porque tengo prisa de
terminar con este asunto, pero de ltimas, podra haber esperado un poco ms, y me lo
retocaron, lo voy a poder montar maana, pero durante ese tiempo nada, estoy ac. Y
cuando uno monta una mquina, durante el perodo de montaje de la mquina, todo es as,
y luego, hay que hacer un ajuste, y bueno eso funciona o no funciona, hay que buscar
dnde est el problema, qu es lo que ocurre, hay que llamar a los ingenieros, a los
tcnicos, para que miren los problemas, se trabaja, si usted quiere, nos ocupamos,
buscamos pero no tenemos una actividad uno puede coordinar eso uno mismo.
60
Durante el juicio Fallot al que asistimos en el tribunal de Montbliard, haba entre el pblico muchos
obreros que quisieron asistir y en algn punto acompaar a su compaero. Acusado de haber robado un
soldador pedido prestado deca l, haciendo valer una costumbre que prevaleca en los talleres de OP
de tomar herramientas para hacer trabajos en casa durante unos das, Fallot fue en cierta manera una
vctima del cambio de jurisprudencia de Peugeot, que hasta entonces haba sido extremadamente tolerante
hacia estas prcticas, por todos conocidas en los talleres, y que haba sbitamente decidido reprimirlas
(esto ocurri dos meses despus del finalizado el paro de 1989). Durante el alegato del abogado de
Peugeot que denunciaba la actitud de Fallot, los obreros presentes en la sala empezaron a reclamar en voz
alta, citando los casos de tal o cual gran jefe (cuadros) que haban movilizado tiempo de trabajo de los
obreros de su sector para hacer obras en su casa personal: A Dupont, los obreros de su sector le
arreglaron toda la casa, por qu no lo interrogan?, etc.
64
grupo superior y al desprecio, que lo acompaa, de los otros grupos61. Sin duda, esta
descripcin fue vlida hasta principios de los aos 80, pero desde entonces una nueva
configuracin del mundo obrero se impuso en Sochaux, marcada por el neto
debilitamiento del grupo de los OP en la fbrica.
Y luego el miedo que tiene que ver con el ascenso Ascenso es mucho decir, porque no
se puede aspirar a tanto, incluso nosotros en nuestros sectores de profesionales. Hay cada
vez menos posibilidades de ascender porque con la poca cantidad de puestos que nos
quedan Antes, los tipos iban ascendiendo, era una recompensa, ms o menos, incluso si
los tipos hacan un poco siempre el mismo trabajo, pero esto no impeda que los tipos
pudieran ascender. Se les daba la posibilidad de pasar pruebas, antes era comisionado,
61
Norbert Elias y John Scotson, Logiques de lexclusion, Pars, Fayard, 1997 (traduccin de Established
and Outsiders, 1965). Se puede retomar ac los anlisis hechos sobre una comunidad obrera inglesa: los
autores muestran las condiciones sociales de la oposicin entre el grupo establecido, instalado desde hace
mucho en la localidad y el grupo de recin llegados (outsiders). Jean-Nol Retire estudi un proceso
parecido en Lanester, donde el grupo establecido estaba constituido por los obreros del arsenal de Lorient.
Cf. Jean-Nol Retire, Identits ouvrires. Histoire sociale dun fief ouvrier en Bretagne (1909-1990),
Pars, LHarmattan, 1994.
65
ahora es TA1, TA2 Ah donde yo estoy, hay gente muy dotada en el trabajo, pero
realmente muy dotada! Gente capaz, a partir del diseo de una pieza, de construir cosas
(gesto de admiracin). Son ajustadores, tipos que tienen el CAP pero que tienen una
experiencia desde hace mucho tiempo. Son capaces de concebir la herramienta necesaria
para hacer la pieza, hacer el diseo, preparar los elementos para hacer la herramienta,
hacer la herramienta, fabricar las piezas. Y entonces, a ese tipo, le dicen: Ests
bloqueado en TA1, no irs ms alto porque tu puesto corresponde a eso. El tipo est
haciendo el trabajo de un diseador, del preparador, es necesario todo eso para fabricar la
pieza. Entonces, vos ves, no puede haber motivacin.
Mi sector, el rea de prensas, no era fuerte a nivel del paro. Tuvimos igual el despido de
Fallot Por haber pedido prestado un soldador, no era un muy buen pretexto que
digamos Seamos un poco serios! Yo, lo que digo es que el miedo se ha
institucionalizado, es prcticamente eso. Y el miedo, existe Exista antes, pero sigue
existiendo. Desde la cpula hasta la base, todo funciona por el miedo! Entonces como
desde la cpula hasta la base, nadie quiere que le hinchen las pelotas, entonces cada cual
se encarga de hincharles las pelotas a los dems, y, en definitiva, son los pequeos, los de
abajo, los que se joden. De hecho, a Fallot lo despidi un tipo, un BTS y hace poco que
est ac. Es la nueva supervisin. Podras decir: Bueno, ac hay tipos que tienen
diplomas, que tienen una formacin ms importante, quizs van a pensar un poco ms.
62
Ver Michel Pialoux, Les contradictions du dlgu , en Pierre Bourdieu (dir.). La Misre du Monde,
op. cit.
66
Pero no, para nada! Primero, los seleccionaron bien; segundo, son tipos que tienen la
esperanza de ascender un poquito, y luego yo creo que no se les perdonar nada.
Entonces, como no se les perdonar nada [ellos van...]. El jefe de equipo que yo tena, un
BTS tambin, que no est nada mal cuando conversas con l No es demasiado boludo,
asimil rpidamente el trabajo Yo estoy en los ajustes, se dice que hace falta para
formar a un ajustador (mecnico montador) y veo que l, dentro de todo, asimil bien el
trabajo. Bueno, no se lo ve demasiado mal dentro del equipo pero voy a decirte que,
despus del paro, una vez que yo estaba llamando por telfono, me dice: Te prohbo
llamar por telfono. Y resulta que debo ser uno de los que menos habla por telfono
dentro del equipo. Porque imagina que pase el contramaestre o el jefe de taller: Mira,
qu hace F.? Por qu est llamando? Y bueno, yo digo que es por miedo! No es otra
cosa. Si voy a otro lado, es no. Tengo que desplazarme lo menos posible porque Todo
eso. Uno vive eso. Uno lo vive mal, por un lado, porque es cierto que no es divertido. []
Para volver a lo que te deca antes, las prensas es el peor sector, yo pienso que es el
miedo, el miedo a que te jodan. Es: Si me quedo tranquilo, a lo mejor no me van a
joder! Por ejemplo, los tipos de mi equipo, yo estoy en lo que se llama los pequeos
ajustes. Porque hay tambin un sector de grandes ajustes en el que se ocupan de las
grandes herramientas, ah hay problemas. Trabajan en malas condiciones y, adems, con
ruido. Y en los pequeos ajustes, son herramientas ms pequeas, se hace mantenimiento
de las herramientas que intervienen en las prensas y el ajuste de las pequeas
herramientas. Es ms tranquilo, es menos ruidoso y tenemos condiciones de trabajo casi
normales Los tipos me dijeron: Vos entends, si hacemos paro, nos van a mandar a los
grandes ajustes. Es un riesgo, entonces vamos a estar peor de lo que estamos. Entonces
siempre es el miedo de estar peor, es un poco eso. Y en realidad cinco meses ms tarde
nos anunciaron que supriman nuestro equipo, que la iban a fundir con el equipo de los
grandes ajustes y que, geogrficamente, nos bamos con la grande. Entonces les dije a los
tipos, despus: Vieron, eso es una agradecimiento de Peugeot porque no hicieron paro!
Los tipos son conscientes, pero entonces te dicen: Tengamos cuidado, porque nos van a
mandar al doble turno si hacemos paro. Vos ves, individualmente, cada uno reacciona
as. O bien va a ser: Nos van a poner en los ajustes pero directamente en las prensas
porque tambin est el reemplazo en las prensas [] Cuando te hablo del miedo es ese
miedo, el miedo de estar peor, el miedo de no tener aumento selectivo Como hay
mucho menos aumentos generales, hay ms aumentos selectivos.
Lo que llama la atencin ac, es la cercana entre las actitudes de los OP y las de los
OS. Las mismas lgicas de crculo vicioso se activan entremezclndose con las
restricciones de los puestos y la competencia en el trabajo. Simplemente, el miedo de
los OP a ser desclasados remplaza el miedo al despido o a no poder hacerse cargo del
puesto, predominante en los OS. Uno entiende entonces que, para luchar contra el
desclasamiento, la va de la capacitacin pueda imponerse a ciertos OP que disponen de
ms recursos escolares y culturales, de tiempo y de disponibilidad fsica y mental.
Hay en casi todos los OP de la fbrica antiguamente politizados un discurso que no
se formula sino con cierta reserva, cierta circunspeccin, pero que expresa mucho
rencor en relacin al pasado, al sindicato y a los OS, como lo indican las expresiones
recurrentes en sus relatos, durante los aos de modernizacin: dejamos de defender
nuestras propias reivindicaciones, No supimos defender nuestra propia especificidad,
No mantuvimos la distancia que nos separaba de los dems, Dejamos que los OS
monopolizaran la palabra del sindicato y que hablaran en nombre nuestro. Sin
embargo, prisioneros en algn punto de su cultura poltica que los lleva a valorizar la
antigua unidad obrera, algunos OP no pueden ir muy lejos en la denuncia de los OS.
Muchos le dan vuelta a su resentimiento, pronuncian incluso la palabra amargados e
insisten en su pasividad poltica. Se podra contar en detalle la historia de tres OP que
realizaron una capacitacin en 1990, se convirtieron en bachilleres (bac F3 de electro-
67
tcnica), no pudieron seguir con el BTS y se encontraron bloqueados en la fbrica. Uno
se da cuenta que la clave de ese emprendimiento es el miedo a no ser relegados al rango
de los ltimos OS, el miedo a tener que compartir la condicin de los obreros no
calificados, con los que siempre han marcado una distancia. Pero lo que advierten es
que la diferencia entre los dos subgrupos obreros se redujo considerablemente. Algunos
no vacilan en decir que en definitiva estn mucho peor que los OS: el argumento es que
los OS estn acostumbrados a trabajar en condiciones duras y que siempre tendrn
trabajo de montaje mientras que los OP corren el riego de ser eliminados de la fbrica.
Es un trmino cargado de sentido: el profesional era aquel que se haba elevado a la
cima de la condicin obrera y que, en los aos 80 y 90, haba cado, vctima de una
suerte de pauperizacin material y de un desclasamiento social que no pudo expresarse
pblicamente. La huelga de 1989 era un paro de OS, e incluso si algunos OP militantes
apoyaron el movimiento, su caso no fue abordado.
Lo que desaparece as con el deterioro de la situacin de los profesionales no es
solamente un saber obrero, una tradicin del oficio (un lenguaje, gestos, actitudes)
que pueden transmitirse entre generaciones sino, tambin, una figura obrera que tena
prestigio, con la que uno poda identificarse. Los obreros deseaban naturalmente para
sus hijos que prepararan un CAP para convertirse un da en obreros profesionales.
Algunos OS de la fbrica aspiraban a pasar a profesionales sin tener la impresin de
traicionar a su grupo de pertenencia, al contrario, con una suerte de buena conciencia
anclada en la valoracin del mrito. Con el declive del grupo de los obreros
profesionales63, es cuestionada la posibilidad de un ascenso colectivo dentro del grupo
obrero, que durante tanto tiempo haba existido y haba sido reconocida. Porque, contra
la idea de ascenso individual, durante un tiempo se alberg la esperanza de un ascenso
colectivo, una suerte de mstica que quizs fue ms fuerte en los profesionales, pero que
tambin se expandi en algunos OS. En un juego complejo de creencias siempre
fortalecido por la experiencia, se trataba, para los verdaderos militantes, de que los otros
obreros descubrieran el sentido de lo colectivo y de la solidaridad. Era el aprendizaje de
la idea segn la cual haba que pelear por y mediante lo colectivo, contra lo individual
(y lo familiar), contra el egosmo. Ese aprendizaje funcionaba, no era vivido como
violencia porque estaba sostenido por toda la experiencia del taller y del trabajo.
De ahora en ms, para esperar ascender en la fbrica hay que franquear la barrera
que separa a los obreros del resto de los trabajadores. Por todas estas razones, la
desvalorizacin y la marginalizacin de los obreros profesionales son hechos decisivos
en la historia del grupo obrero. La descalificacin de las virtudes OP (as como las de la
pequea supervisin obrera) deja el campo libre a la empresa para imponer los valores
de la competencia, valores individualistas que, antes, pesaban poco en relacin a los
valores comunitarios de solidaridad sostenidos y encarnados por los OP. Esta
descalificacin de los profesionales va a constituir, como lo veremos en la segunda parte
de este libro, el teln de fondo de las estrategias escolares (la eleccin de seguir
estudiando) de las familias obreras, especialmente de los OS. El peso cada vez menor de
los OP en la estructura socioprofesional de la fbrica (y, ms all, en todo el espacio
social) crea tambin un agujero entre el nivel de los OS y el de los tcnicos
recientemente instalados que, al estar totalmente separados de los obreros (a diferencia
de las generaciones precedentes y aun cuando a menudo provienen de sectores
populares), tienden a imponer otras actitudes y otros valores en el trabajo.
68
En paralelo al movimiento de homogeneizacin hacia abajo entre la condicin de los
OP y la de los OS, hay que insistir en la nueva forma de competencia que se introduce
con la llegada masiva a la fbrica de nuevas categoras: los que tienen un bachillerato
profesional; y, sobre todo, los que tienen un diploma universitario, el BTS (diploma de
tcnico superior). En efecto, muchos jvenes tcnicos fueron contratados durante el
perodo de modernizacin. Su trabajo en Sochaux suele ser un primer empleo, no lo han
elegido por el salario sino para adquirir un saber, una reputacin de tcnico de
Peugeot que despus de algunos aos pueden hacer valer en las PyMES. Por lo mismo
son personas muy disponibles, no andan cuidando sus horas, hacen su trabajo con una
suerte de entusiasmo de debutantes, apasionados por los automviles. Pero al no tener
un buen salario, la rotacin de tcnicos es bastante importante. La mayora sabe
cuando entra a Peugeot que slo est de paso. Su reclutamiento masivo tuvo como
primer efecto impedir la capacitacin de los viejos OP, a quienes a menudo se los dej
envejecer en sus puestos, luego, bloquear la promocin de los viejos OS. Con la
adopcin del justo a tiempo, los tcnicos estn cada vez ms presentes en los talleres de
fabricacin y, por lo mismo, son cada vez ms llevados a establecer contacto directo con
los operadores. El nuevo sistema los lleva a intervenir rpidamente para resolver
faltas de piezas, anticipar errores, estar pendientes de las fallas, actuar lo ms posible
para prevenir. Son ellos tambin los que, objetivamente, juegan un rol en la imposicin
a los OS de un aprendizaje de los nuevos procedimientos del trabajo sobre las cadenas
(lectura de los cdigos de barra en los vehculos, visualizacin rpida de los diferentes
modelos, deteccin de fallas). Para los operadores, simples ejecutantes, estos jvenes
se convierten en los que sostienen una lgica tecnicista percibida como tcnica de
poder, tanto ms difcil a contrarrestar que se presenta bajo la mscara de la
racionalidad tcnica y econmica (la competitividad, las prestaciones de las fbricas
japonesas).
La hostilidad de los viejos en relacin a estos jvenes tcnicos es muy fuerte, y la
violencia de los relatos que los nombran es llamativa. Los BTS como los llaman los
viejos obreros generan un rechazo unnime, como haba pasado con los
cronometradores en el antiguo orden taylorista. Se les acusa de contribuir a la
desaparicin de los ltimos mrgenes de maniobra, de las ltimas astucias que los OS
de cadena han protegido de los jefes. Sobre todo, los viejos obreros se sienten (con
o sin razn) despreciados por los BTS, quienes en las pequeas cosas del trabajo, les
dan a entender que fueron superados, que son viejos, incultos. Segn esta
percepcin, los OS encarnan otra edad de la fbrica, la supervivencia de un tiempo
industrial remoto (taylorismo), de un tiempo social arcaico (no tienen un buen
espritu, estn focalizados en sus prcticas de resistencia, chupan).
En julio de 1992, un OS de HC1 hizo este relato:
Van a ser capaces, en Peugeot, de reequilibrar a los BTS? No creo. Y sin embargo,
tendran que hacerlo. Porque lo menos que se puede decir es que son un tanto obtusos
Quiero decir, personalmente me da lo mismo, no los conozco Yo lo que digo es que la
manera en que funcionan, y tambin la manera en que son contratados, sin haber estado
en cadena de montaje, sin haber compartido tantas cosas No es necesariamente algo
bueno En realidad es francamente lamentable!
Sin embargo, la mayora de los BTS han hecho una pasanta en las lneas
Una pasanta de supervisin. Ese es el problema. Porque antes, cuando queras ser cuadro
[mando medio] de la fbrica, pasabas por lo menos tres meses como obrero y luego tres
meses como jefe de equipo, y despus solamente pasabas a ser cuadro En cambio ahora
pasas directamente a la supervisin. El tipo adems muchas veces no quiere ni ir
69
Qu es lo que hace exactamente en la cadena?
Pero si no hace un carajo! Se ocupa del personal, de los ausentes. Pasa lista, los bonos de
salida, cosas as. Y se es el problema. No s. Nunca se tomaron un caf con los tipos, ni
nada. Es un problema eso. No me gusta el ejrcito pero cuando ests en maniobra con un
soldado vas y toms algo con l. Es as. No, pero ac son dos mundos totalmente
separados [Conversamos acerca de los antiguos OS que se han convertido en
conductores de instalacin en el sector automatizado y del malestar que sienten en
relacin a estos jvenes BTS.] Nosotros nos damos cuenta Te digo, nosotros, en el
sector en el que estamos, para lo nico que los vemos es para retarlos, para decirles que
no va Entonces dejan de venir a vernos (Risas.) Pero cuando vienen a HC1 o a
pintura, en los nuevos talleres, yo veo ah a los amigos, lo que dicen. Entran vienen a
mirar el puesto Ni buenos das, nada! Siempre orgullosos! Es absolutamente.
inhumano Pero incluso un tipo de recursos humanos, cuando viene, le da la mano a
todo el mundo: Cmo va todo? (Risas.) No pero es cierto! No s, hay un mnimo, s?
Uno no llega as, a mirar lo que hace un tipo sin saludar! No existe eso Son cosas que
no existen Son gente de estudio eh (dicho con gran desprecio). [Su mujer
interviene]: Hay un mnimo de cortesa No es porque somos obreros
Pero, precisamente, ellos son ms bien de origen obrero
Desprecian! Eso es seguro! Te desprecian. Es una manera de despreciar, quieren marcar
una distancia. [Discusin alrededor de los BTS, algunos vienen de la regin parisina pero
la mayora de regiones rurales o pocos industrializadas, algunos tambin de Auvergne, de
Saint-tienne, de pequeas ciudades industriales.]
Nunca hay conversaciones con ellos?
No, nunca! no conversan Te das cuenta de que los tipos son verdaderos locos. Atraviesan
una fila de autos con una carpeta bajo el brazo Ves al tipo que viene mirando hasta que
llega a tu auto Le dices (sin amabilidad): Y vos que quers? Oh nada, nada,
miro. Y eso sera todo. Ni siquiera dice lo que est tratando de mirar, cuando lo ms
probable es que le hayan sealado una falla, etc. Y el tipo tiene que venir a ver qu es lo
que no funciona, porqu no funciona. Pero eso, no lo dice
70
legitimidad de un nuevo saber tcnico. Los OS, acostumbrados a trabajar con una
supervisin socialmente cercana (muchos haban sido antiguos obreros de cadena), de la
que conocen las debilidades y por ende las maneras de ganarla para su campo o
neutralizarla (por ejemplo invitando a tomar algo en el lugar de trabajo), se
encuentran desarmados frente a las nuevas formas de autoridad, a menudo teidas de
condescendencia, que encarnan estos jvenes tcnicos. Los OS se dan cuentan de que
no podrn contrarrestarlos con sus armas tradicionales.
Es posible que la violencia de las reacciones de los obreros de la fbrica, en especial
la de los OS en relacin a los BTS, sea la otra cara de la impotencia frente a las
transformaciones tecnolgicas que invaden los talleres en los aos 80. Impotencia que
ellos lo sienten as los condena a ms o menos corto plazo o, por lo menos, que los
hace ver como atrasados. La extensin de la cultura tecnicista en los talleres tiene un
trasfondo de desprecio cultural, de discurso moralizador, de descalificacin de las
antiguas actitudes en el trabajo o prcticas de sociabilidad. Esta cultura es una mezcla
de fuerte implicacin en el trabajo64 el hecho de no contar sus horas forma parte de
la ideologa profesional de los nuevos tcnicos, slo importaba la pasin y de desapego
hacia los problemas de la fbrica. Este tipo de comportamiento les brinda a los OS un
espejo en el que su imagen es, rasgo por rasgo, lo opuesto. En tanto simples
proletarios, ellos son prisioneros de la fbrica, no tienen la ms mnima posibilidad de
mantener una distancia de rol. Estn totalmente compenetrados con su trabajo (tanto
dentro como fuera de la fbrica), sumergidos de manera vital en las relaciones de poder,
en las luchas del taller. Al estar en contacto con los BTS, y ms exactamente con sus
maneras de ser, con su cuerpo, las antiguas cualidades que hacan al buen amigo en el
trabajo la ayuda mutua, la risa, la ausencia de seriedad, la franqueza se ven
desvalorizadas como si progresivamente, en los talleres y en las cabezas, se hubiera
impuesto un modelo escolar del buen obrero: atento, disciplinado, abierto,
emprendedor, siempre en bsqueda de progreso y de capacitacin, desprovisto de
referencias polticas o sindicales que se han vuelto molestas. Uno observa entonces que
este conflicto entre BTS y obreros conflicto ms latente que manifiesto, pero que
puede estallar brutalmente durante algn caso (Cf. recuadros) gira sobre todo
alrededor de los valores interiorizados, del no-dicho, de las maneras, de las apariencias,
de todo lo que remite a la diferencia de trayectorias escolares y sociales. Al desprecio
del BTS por la falta de cultura de los OS, stos opondrn la desconfianza y, en
ocasiones, el rechazo ms visceral ante la arrogancia, la soberbia de esos pequeos
BTS de morondanga, como dice un OS de 45 aos. Lo que est en juego en el paso del
grupo de referencia de los OP a los BTS, es tanto el abismo escolar entre las dos
categoras como la desaparicin de valores comunes, de valores obreros, de las
manera de hacer y de ser que tenan como consecuencia que muchos OS podan
reconocerse y proyectarse en las actitudes de los OP, mientras que se sentan muy lejos
del universo de los BTS. El abismo cada vez ms grande entre OS y tcnicos es paralelo
a la fuerte conciencia colectiva en todos los obreros de que las posibilidades de ascenso
se estn reduciendo inexorablemente. Este proceso puede explicar el desarrollo continuo
en los ltimos diez aos de luchas de competencia entre OS.
64
Al respecto, no se trata de la alcahuetera a la antigua, que descalificaba por principio a quien la
practicaba
71
Hasta mediados de los aos 80, el sistema de ascenso obrero en la fbrica funcion
de una manera relativamente coherente y slida, hasta que progresivamente se fue
estancando. Los nuevos profesionales, especialmente en el sector de mantenimiento, son
reclutados actualmente en el mercado del trabajo externo65 (la mayora son jvenes que
han salido hace poco del sistema escolar con un diploma profesional). La lnea
jerrquica de los talleres se ha ido achicando ya no existe sino un grupo indiferenciado
y mayoritario de operadores, lo que reduce las posibilidades de ascender para los OS
de las cadenas de montaje que, antes, podan convertirse en polivalentes, asistentes.
La rareza de los puestos intermediarios entre obreros de base y tcnicos contribuye
tambin a esa disminucin de las posibilidades de promocin66. Por ltimo, no hay que
olvidar una evolucin capital para entender las transformaciones del mercado interno
del trabajo: en la fbrica, la nocin de calificacin fue progresivamente remplazada
por la de competencia67. La calificacin obrera estaba certificada ya sea por un
diploma entregado por el Ministerio de la Educacin, ya sea en el marco de una
capacitacin realizada en la fbrica pero cuyo valor era reconocido. Haba que pasar
pruebas para ascender, era posible mejorar en trminos de clasificacin (gracias a
un sistema de puntaje) y automticamente en salario. Se poda contar con este sistema
como con un recurso, haba un examen. Hoy los obreros estn confrontados a un
sistema mucho ms impreciso donde la competencia es la palabra clave. Se les asigna
un puesto en funcin de criterios que nunca estn claramente definidos, que no se
pueden transferir y que no son universalizables, y, sobre todo, que le dan un lugar
importante a las cualidades sociales (como la docilidad). En consecuencia, las
experiencias adquiridas en empresa, los saberes prcticos conquistados a fuerza de
trabajo, o sea, cierta forma de calificacin concretizada por un ttulo, quedaron
descalificados. Antes, la calificacin, en el sentido de ttulo, garantizaba los derechos,
hoy la competencia es definida por la direccin que, sin duda, toma en cuenta criterios
escolares pero que acta tambin y sobre todo en funcin de sus propios intereses. Est
claro que la competencia se sita del lado de lo arbitrario (relaciones personales)
mientras que la calificacin se situaba del lado de la negociacin alrededor de desafos
claramente constituidos y objetivados por el derecho. La aparicin del monitor en los
talleres de OS tom todo su sentido en el marco de este movimiento de substitucin de
la calificacin por la competencia. Estos puestos de polivalentes o de monitores eran en
gran parte ajenos a la carrera obrera, entendida como una serie de etapas que
marcaban un itinerario profesional en la fbrica. As, una simple decisin de un jefe,
seguro de estar en su derecho, puede generar el ascenso de un joven de 20 aos y
desclasificar a un OS de 40 aos, sin que haya posibilidad de negociar.
Esto obliga a los OS que quieren ascender en la fbrica a pelear en terrenos que no
conocen, justo cuando se sienten cada vez ms vulnerables en torno a la cuestin del
empleo en sentido estricto. Se podra hablar de una desestabilizacin de los sistemas de
acumulacin de capital profesional en la fbrica. Por pequeos y mediocres que
65
Cuando la capacitacin existe, se trata de una formacin al puesto de trabajo que sigue estando bajo
control estrecho de la direccin (que prefiere individuos ya formados).
66
Sin contar con el hecho de que una carrera de agente de supervisin que pueda permitir un ascenso
significativo ya no es concebible. Son demasiados, estn sobrepasados. Estos agentes de supervisin
tradicionales, cercanos en muchos aspectos a sus antiguos compaeros de trabajo estn, ellos tambin,
desacreditados. La direccin les ha reprochado haber sido responsables del paro de 1989 (no habran
sabido anticiparlo, ni comunicar; una consultora, movilizada para establecer un diagnstico, los
seal).
67
Esta evolucin no es propia de Peugeot, ni del sector automotriz, sino que afecta al conjunto del sector
econmico (industrial y terciario). Ver Franoise Rop y Lucie Tanguy, Du savoir la comptence, Pars,
LHarmattan, 1995.
72
fueran, estos permitan pequeas promociones tanto para los jefes de equipo como para
los OS que se convertan en profesionales o, en su defecto, controladores, conductores,
reparadores (todos esos empleos perifricos cuyas tareas estn cada vez ms integradas
a las tareas de produccin). Y es precisamente durante ese perodo en el que la
intensificacin del trabajo pesa tan fuerte sobre los obreros de fabricacin que las
aspiraciones de ascenso ya no pueden ser satisfechas. Las posibilidades de escapar a la
cadena de montaje o de evitar los puestos duros fuera de la cadena de montaje se hacen
cada vez ms escasas. El porvenir se va cerrando, la decepcin toma varias formas, hay
una palabra recurrente en los relatos de los que han esperado algo de la nueva fbrica:
estamos decepcionados (on a dchant). El sentimiento de que no habr manera de
substraerse a un porvenir de obrero ordinario e inconvertible se hace cada vez ms
presente y se expande a lo largo de esos aos. Y este sentimiento afecta la
representacin que la gran mayora de los obreros tiene de sus condiciones de trabajo y,
ms all, del conjunto de sus condiciones de existencia, la visin que tienen del futuro.
Para algunos, la idea de no poder ascender resulta intolerable, quedarse con los
dems, contentarse con ser un simple obrero toda la vida. Este deseo de ascender
es primero que nada un rechazo: se trata de no dejarse aprisionar en la cadena, de no
quedarse para siempre bloqueado en los mismos puestos. Si esta cuestin del encierro
en un mismo puesto, en un mismo destino, parece haber tomado en algunos una
dimensin obsesiva, es porque responde a una ausencia de reconocimiento social y se
entiende como una lucha contra el deshonor. Cules son esas formas de
reconocimiento? Puede ser, siendo un operador, la posibilidad de acceder a un nuevo
puesto (de monitor, de super-asistente), la esperanza de cambiar de coeficiente (por
ejemplo pasar de 180 a 190 puntos, lo que permite un aumento de salario mensual de
ms o menos 200 francos) u obtener una bonificacin individual selectiva. Si bien
este sistema de bonificacin ha sido muchas veces criticado, casi todos los trabajadores
que entran en l intentan sacar provecho y no lo rechazan. Es fcil identificar a los que
no entran: los muy viejos que ya han renunciado moralmente, los militantes activos que
se perciben a s mismos como sacrificados, los ex militantes que a veces encuentran
compensaciones de otra forma.
En realidad, a travs de las luchas por esas pequeas promociones o esas
pequeas bonificaciones, se puede leer el miedo de ser apartado de todo lo que
conforma la modernidad (la tecnologa, la informtica, etc.), el miedo tambin de
quedarse encerrado en una representacin negativa de s mismo. Y, ms generalmente,
el miedo de la desclasificacin, que afecta a todo el grupo obrero desde hace unos
quince aos. Estas transformaciones de la gestin de los puestos no son percibidas
inmediatamente desde abajo pero terminan por componer una serie de indicios
relativamente claros para los OS de los talleres: los buenos puestos (fuera de la
cadena) a los que se aspira desde hace tiempo tienden a desaparecer, los puestos de
trabajo no muy pesados se van cargando de manera insidiosa cada vez ms, las
puertas parecen cerrarse inexorablemente para el que est en la cadena. La reduccin
de las opciones de salida (ya fuera por ascenso o cambiando de puesto) de la condicin
de OS y el envejecimiento social, fsico y moral de los obreros de la fbrica se conjuga
para endurecer terriblemente las pequeas luchas alrededor de la cuestin del ascenso:
luchas cotidianas por pequeas cosas para hacerse notar, para quedar bien ante la
jerarqua, o para denigrar sin que se note o hacerle sombra a un competidor. De ah que
resulte interesante observar ms de cerca lo que pasa alrededor de los pequeos puestos
que tienen en comn no obedecer a criterios rgidos: los obreros son designados para
esos trabajos de manera provisoria, movilizan cualidades o competencias que cuesta
definir, se le pide a la gente que se ocupen de tareas mltiples.
73
Para ilustrar este anlisis, hasta ahora abstracto, del estancamiento del sistema de
ascensos, decidimos centrar nuestra atencin en la presentacin y el comentario de dos
entrevistas que nos parecieron ejemplares sobre la cuestin del ascenso, tal como se
plantea para una mujer, OS en guarnecido, y para un hombre, inmigrante, OS en
carrocera.
68
Esta entrevista fue llevada a cabo en el marco de una investigacin dirigida por la INSEE y realizada
junto a personas que respondieron en dos ocasiones a una encuesta sobre las condiciones de trabajo.
Acerca de las dificultades y las ventajas de tal enfoque, ver Michel Pialoux, Louvrier et le chef
dquipe, ou comment parler du travail?, Travail et Emploi, n52, 1993.
74
marido para decir todo lo que se ha guardado y como si todo su honor estuviera puesto
ah: en la posibilidad de cumplir con la autoexigencia de contarlo todo. Lo que la lleva a
adoptar una postura de denuncia: condiciones de trabajo, ambiente, hipocresa de las
supuestas amigas.
Una vez hechas las primeras preguntas, me pareci que nunca ms iba a poder
detener a Annick. Se puso a hablar con una suerte de pasin a rienda suelta, un poco
como si se expresara en nombre de todas las mujeres de su taller. No pude hacer
preguntas precisas y directas sobre su puesto de trabajo. Slo mediante las ancdotas
(que encadena de manera casi continua) logro reconstituir con un poco de precisin la
naturaleza de las tareas que efecta con su mquina de coser. Hay en la eleccin de los
detalles y las ancdotas una suerte de trabajo por parte suya. Annick trata de hacerme
entender cmo es el ambiente viciado de los talleres (lo que hace que, llegados a
cierta edad, tantos trabajadores declaren que quieren irse de la fbrica). Lo que hace que
su personaje sea especialmente interesante es el hecho de que ha sido monitora y que
vive su situacin presente de obrera o de simple asistente como una regresin
profesional. A ella le parece que su fututo est prcticamente bloqueado. En algn
punto, se puede decir que se presenta como una persona decepcionada por el
peugeotismo.
Entr a Peugeot en 1970, o sea hace veintin aos, y casi siempre trabaj en la mquina
de coser, salvo siete aos en los que hice trabajo en cadena de montaje Fui monitora
durante unos aos, era muy interesante, pero hay que decir que las condiciones de trabajo
de las mujeres en la fbrica no son tomadas en consideracin y de un da a otro, por
cualquier motivo, te mandan a produccin, en cadena, lo que quiere decir que no se toma
nada en cuenta. De todas maneras, el trabajo de las mujeres en el sector automotriz es
muy difcil. Por qu? Porque las producciones estn demasiado cargadas. Primero
porque el jefe es un hombre, yo creo que todo el mundo es En fin, no voy a hablar!
Pero es un hombre Uno no tiene derecho a equivocarse, pero en cambio otros tienen
derecho a decir cada cosa (con violencia). [] Usted no ha visto a personas que trabajan
en Peugeot-Sochaux?
S, s, pero no en el taller de guarnecido
No en el taller de guarnecido Bueno, nosotras hacemos los asientos. Los cosemos.
Bueno es cierto que, desde el punto de vista de la produccin, es muy difcil porque
trabajar todo un da sin poder equivocarse de un milmetro, no es sencillo. Nosotras
estamos obligadas a trabajar con mucha precisin, lo que es totalmente normal de todas
maneras. Pero tenemos muchos problemas porque es duro a nivel de las manos, se cansan
los ojos, la espalda y hay una gran cantidad de produccin. Cuando hacemos la ltima
pieza, uno se pregunta cmo pudo hacer todo eso. Es cierto que es muy difcil por ese
lado []
Y usted tiene la impresin de que hay una degradacin de las condiciones de trabajo?
Es cierto. Las condiciones de trabajo se deterioran porque se pens que bamos hacia el
modernismo y luego no fue tan fcil, claro es evidente que falta personal, lo que
implica que tenemos que trabajar cada vez ms, pero no somos mquinas Uno tiene su
lmite tambin y nosotras, las mujeres ya Yo s que un patrn no puede tomar en
cuenta los casos personales pero tenemos una jornada de trabajo y no nos est permitido
estar cansadas Es tanto un da, tanto el otro y tanto el otro, todos los das se agrega algo
ms, todos los das algo ms [] Es cierto que las condiciones de trabajo no mejoran,
hay que andar corriendo detrs, si me puedo expresar as, de los japoneses, habra que ver
all si es cierto que trabajan en las condiciones en que se trabaja ac. Entonces nos piden
cosas imposibles pero no se toma nada en cuenta para que haya una facilidad No, no es
posible. Y nosotras hace veinte aos que estamos, y yo digo que los jvenes que acaban
de ser contratados, y bueno, me dan pena, porque nosotras estamos acostumbradas,
estamos acostumbradas a trabajar aunque sea difcil, pero es cierto que no es sencillo, y
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luego tenemos 40 aos, ya no tenemos 20 aos. Hacemos el doble de lo que se haca hace
veinte aos Pero no es posible! Vamos a llegar a la saturacin! No se puede hacer
calidad y produccin siempre rpido rpido Rpido No es posible! Se corre tras
la produccin pero no se corre tras la calidad, cuando debera ser al revs, es obvio No
pero es un problema, ahora, la productividad es un problema! No es posible!
Su marido. Hay gente que est en prejubilacin que se va y no van a contratar a otra
gente. Entonces nosotros, los que nos quedamos, estamos obligados a hacer el trabajo de
los que se fueron.
Ella. De los veteranos que se fueron.
Su marido. Siempre nos piden ms
Ella. Es eso que no va. Porque eso es seguro
Su marido. Y el salario no cambia
Ella. Un patrn no va a pagarnos por no hacer nada, [de acuerdo], pero bueno, hay
lmites para todo! Y aparte si uno quiere calidad no se puede hacer rpido Nunca vi
eso... Nunca vi que alguien trabajara estando pagado tan por debajo, eh? El problema es
se, en todo caso, en el sector automotriz, en Peugeot []
Fui monitora de 1985 a 1988 Por qu fui monitora? No tengo miedo de decirlo porque
haba hecho un buen trabajo, siempre estaba presente, era voluntaria porque pensaba que
el trabajo era eso. Era lo mo, desde el colegio Siempre hice lo mismo en todas partes,
era as!... Me gustaba, es cierto, bueno. Entonces, le voy a decir: la situacin se dio
vuelta cuando me dieron la licencia por maternidad. Mi hija naci en 1988 y
transformaron el taller de guarnecido: reduccin de personal. Y ah, haba una seora,
desde 1985, y es una pena decirlo pero era una amiga, es cierto, es un ejemplo que doy,
pero es cierto que era una de mis amigas. No es culpa suya, la mandaron a hacer unos
cursos de conduccin de instalaciones, lo que quiere decir que pretendieron que iba a
haber nuevos oficios. Bueno, mandaron a la gente hacer los nuevos oficios. Ella era ms
joven que yo, tena diez aos menos, de ella tambin se tena un buen concepto. Qu es
lo que pas? Reduccin de personal, no se les puede dar puestos a esa gente, entonces
formamos gente pero sabiendo perfectamente que no le vamos a dar los puestos a esa
gente! Porque, adems, es cierto que una mujer no puede hacerlos tampoco por una
cuestin fsica y por ciertas cosas que hacen que no somos del mismo sexo, no podemos
hacer todo lo que hacen los hombres. En un taller, cuntos somos? Las mujeres se
defienden como hombres, pero reconozco igual que en algunos casos El asunto es que
no era posible nombrar a esa chica en un puesto adecuado a su formacin. Qu hicieron?
Le dijeron: Como los ausentes siempre se equivocan, ms o menos, yo no estaba,
entonces, durante nueve meses, dijeron lo que iban a hacer, no fue la nica razn pero, un
poco, haba algo de eso Le vamos a dar puestos de monitoras a gente as. Lo que es
normal, reconozco el hecho, mandan gente en formacin, hay que encontrarles un puesto,
hay que pagarles. No se los puede dejar de lado. Qu hicieron? No se ocuparon del
hecho de que yo haba tenido el puesto de un jefe de equipo durante dos aos, no
remunerado porque me daban 6 francos por da, se da cuenta? Para hacer el trabajo de
un tipo al que le pagaban dos veces ms que a m! Pero bueno, no tena el estatuto, estaba
contenta de todas formas, ya estaba contenta por el hecho de haber salido de la
produccin, estaba bien! Pero volv en mayo de 1988, me convocaron, me dijeron
bienvenida pero fue corta la bienvenida. Me dijeron: Usted entiende la situacin
actualmente Vamos a poner a la Sra. X, entonces era esta chica, la vamos a poner en su
lugar porque, usted entiende, no la podemos dejar a usted como monitora por causa de los
conductores de instalacin [que son ms jvenes]. No se puede! No hay suficiente
gente. Y entonces, le digo: Gracias! Pero cmo, no toman en cuenta mis
antecedentes, no toman en cuenta el hecho de que hice el trabajo sola? Me felicitaron, es
cierto, cuando hubo inventarios, es algo difcil de hacer en una fbrica, me felicitaron,
pero me sacaron. Y entonces, dnde la vamos a poner? La vamos a volver a poner en
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produccin, y estoy en produccin! Lo que quiere decir que la promocin que me haban
dado me la sacaron! Por qu? Porque haba que drsela a otra persona. Pero, yo digo,
cmo puede ser? Uno trabaja en una empresa, eh? Cmo quiere que me sienta
motivada? Estoy motivada para hacer un buen trabajo porque es lo mo, es as. Pero
cmo no voy a estar indignada?
Pero no, no se puede andar contando cualquier cosa! Me convocaron para decirme que
tena el mismo potencial que ella. Pero no hay que soar! Peugeot va a terminar solo con
una fbrica de montaje de ac a algunos aos. Qu van a hacer? Van a ubicar gente
como esta chica, que nada poda hacer, yo no estoy enojada con ella, si usted quiere, lo
que no admito es el principio. Y luego, a los otras, les van a decir: pero seoras ya no hay
lugar para ustedes. Entonces que no anden diciendo que motivan a la gente o que habr
capacitaciones, no! Yo no pienso ir a ninguna capacitacin, seor, me niego, eh! No
quiero gastarme haciendo una capacitacin durante dos meses para no tener nada, para las
apariencias. Porque entonces voy a decir que estoy harta! Ahora es as, yo hago una
produccin, todo eso, de hecho lo que me espera es algo a tiempo parcial. De hecho no se
los voy a decir, porque si les digo que quiero trabajar a tiempo parcial ellos van a decir:
Ah! Mrenla, qu bien! Para m, el ascenso, se acab. Espero que eso (muestra el
grabador) Pero me hicieron algo que no se hace, y yo voy a hacer los mismo as
quedamos mano a mano. Porque despus de veinte aos, es triste pensar as, pero es lo
que tendrn! Y dicen que motivan a la gente. No, no motivan a la gente. De un da al otro,
si tienen que ubicar a alguien por el motivo que sea, ni siquiera miran los antecedentes.
Te dicen chau, ni siquiera gracias. Chau y ponen a una persona ms joven y a vos te
mandan a produccin. Me dijeron: usted conoce el trabajo, no es el problema. Eso. []
Pienso que una mujer se guarda menos lo que tiene ganas de decir Un hombre
que quiere un ascenso se callar ms que una mujer. Una mujer no acepta.
77
que nos cuesta cada vez ms pero no hay que burlarse de la gente. No se reconoce el valor
de la gente: cero ascenso, capacitacin, bien y al finalizar la capacitacin, no se tiene
nada. Entonces uno hizo un montn de esfuerzos, yo vi el programa sobre Renault, yo
creo que haban hecho un sistema no s si lo vio donde mandaban a la gente para
reciclarse. Pero vi los testimonios, la mitad de la gente no iba tampoco... Por qu?
Porque al final no tenan nada.
Yo le voy a decir, me pele con mi monitora la semana pasada y sin embargo, Dios sabe
que es amiga ma. Me va a decir que soy dura, que no le perdono nada nadie, porque
pienso que en la vida tampoco nos regalan nada. Tenamos un problema Bueno, es una
ancdota A lo mejor usted pensar que no es la buena. Tenamos entonces una
produccin que hacer y estamos con la 205XT, un auto de lujo que nos cuesta mucho
revestir. Es minucioso y es un sistema, si usted quiere, no es realmente posible ganar
tiempo, en la manera de trabajar Y la seora que me remplaz lo sabe muy bien. No me
da vergenza decirlo, es cierto que hice el trabajo antes que ella, ms difcil de lo que es
ahora, ella tiene ms problemas a nivel del personal, lo reconozco. Pero a nivel del
trabajo como se haca antes, yo tena el doble de produccin, lo hice, entonces conozco la
manera de hacer. Y la monitora siempre me hablaba bien de una obrera que se ocupaba
bien de su puesto. Y a m me deca: Hay 45 autos que hacer en ese puesto, y yo me
daba cuenta de que no aceptaba que yo tuviera una deficiencia en el trabajo. Hubiera
querido que tuviera una para ponerme una [sancin], si usted quiere. Porque an siendo
compaera nuestra, el sistema de Peugeot es que, de todas maneras, hay que avanzar. Y
algunos, para avanzar, ya no te conocen. As era ella. Pienso que cambi desde la semana
pasada porque me parece que entendi que, conmigo, se est encontrando con alguien
diferente a los dems. No es que me crea mejor que los dems, no, no crea eso, pero
entend lo que ella quera. Entonces me pone en el puesto, la seora no est, est atrasada.
Entonces me dice, 45 autos, cuatro minutos a la hora. Bueno, perfecto. Los tiempos son
los tiempos, ella no los invent. Trato de hacerlas, yo sabia que mi jornada se haca con
45 autos, no poda hacer nada ms. Seis y cuarto a la maana, llega la seora del otro
turno que se supone tena que estar en mi puesto. Entonces, bueno, como no confo en
mucha gente, me digo, voy a informarme. Capaz que me est diciendo tonteras para decir
que soy peor que las otras. No quiero que me pongan mala nota desde el punto de vista de
la productividad, eso no quiero, tengo mis cualidades. Entonces le pregunto: Oye, no
entiendo Vos, cuntos autos hacs? Porque yo te digo, es difcil, pero 45 autos, me
cuesta hacerlos, me vuelvo loca porque no los puedo hacer. Ella me dice. Mira, yo 40,
no puedo ms. Le digo a la monitora, yo a 40 estoy saturada. Vea lo que es el sistema de
Peugeot, la monitora me haba dicho: 60 por lo menos, ella puede. Entonces me dije,
cuidado, est diciendo cualquier cosa o quiere hacerme pasar por la que hace menos.
Qu hice? Algo muy deshonesto, en vez de ir a verla y decirle escchame, ests
diciendo mentiras. Qu le vas a decir a mi jefe? Fui directamente a ver al jefe y le dije:
Me va a dar mis notas [de evaluacin]. Entonces me las dio Pero no es tonto,
entendi. Me dijo: Mira, cualidad: bien. Productividad: bien, pero en algunos puestos
estn a igualdad. Eso quiere decir que no hace ms o que le cuesta hacerlo. Lo que puede
pasar porque es cierto que hay veces en que no es fcil. Entonces le digo: pero cmo
puede ser? y le hablo del problema. Le digo: Lo que a m no me gusta, es cmo fui
evaluada ac. Despus de eso, fuimos convocadas. Pero no juntas! Porque por ningn
motivo hay que convocar a la gente junta. Una despus de la otra. Y le dijeron a la
monitora que lamentaban el asunto, que no era normal que haya dicho eso! Entonces
cuando le habl, me dijeron, se va a explicar con ella. Le dije: Mir, Brigitte, ests
mintiendo. Por qu ands contando historias? Por qu quers hacerme creer que hay
otra que hace ms? Pero usted ve, el sistema, quizs le cuesta entender, pero ella
minti! Ella quera que dijeran que yo no poda hacer [mi produccin]. Entonces minti.
Usted ve que la competencia es tal Y nos explicamos Y me dijo: Yo lo que te
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reprocho es que no tuviste confianza en m! Yo le dije: No, no tuve confianza en vos.
Conozco el sistema ac y es terrible. Si vos criticas el sistema de nuestra supervisin,
cmo puedes ser como ellos? Porque entre nosotras no va a funcionar. Y usted ve, eso
pas la semana pasada, reconoci sus errores
Annick sigue sufriendo esa herida de la degradacin de la que fue vctima, que la
entrevista de evaluacin, una semana antes de nuestro encuentro, revivi. Esa herida
que no est curada hace que sea sensible a una serie de pequeos detalles, pequeos
desencuentros que siendo comunes en la vida de los obreros en la fbrica para ella
toman gran importancia. Lo ms doloroso sin duda es el descubrimiento de que la
antigedad, que antes era un valor, se haba vuelto un problema, una suerte de tara
social. A travs de una expresin recurrente No tomaron en cuenta mis antecedentes,
Annick trata de hacer entender que los (pequeos) privilegios que los veteranos
podan esgrimir ya no existen. En un estado antiguo del sistema de las relaciones
sociales, las lgicas de prelacin estaban fundadas en la antigedad y la calificacin
profesional. Haban sido tomadas a contracorriente por las innovaciones organizativas.
Otro hecho llamativo en la entrevista es la extrema sensibilidad de Annick ante los
juicios que se puede hacer sobre su persona. De lo que dan cuenta expresiones
recurrentes (bajo distintas formas) de tipo: Nos toman por idiotas, o: perdneme,
pero nos toman por boludos. Ms all de la constatacin de una falta de consideracin,
se encuentra en estos dichos toda la temtica de la desvalorizacin social y de la
degradacin. Ms que la descripcin de su taller, de las relaciones entre obreras y jefe
y obreras entre s, la violencia y la agresividad de las palabras de Annick denuncian un
nuevo sistema de trabajo que empuja a los obreros, sean cuales sean las relaciones que
han trabado (como aqu la amistad), a competir entre ellos, y que se opone a la moral
antigua del grupo (es el sentido de la frmula que usa: tratndose de una amiga, yo le
rest importancia).
Un elemento central en la entrevista es el desfase constante entre, por un lado, las
palabras usadas en el lenguaje de los recursos humanos para hablar de las relaciones
sociales en el taller, y, por otro, la realidad tal como la vive. Obstinadamente, opone a
todo lo que es discurso oficial (Nos quieren motivar, movilizarnos por el bien de la
empresa que es nuestro bien) la realidad de lo que vive y de todo un conjunto de
prcticas, injustas y arbitrarias, que, desde su punto de vista, engendran la
desmotivacin, en un contexto global que la jerarqua no quiere ver. Al argumento
oficial (limitaciones internacionales, presiones japonesas, exigencias de calidad), no
deja de oponer el miedo a ser desplazada a un mal puesto, el miedo de perder una de sus
pocas ventajas (o pequeos contra-hndicaps) de las que dispone, y a ser despedida.
Driss (OS, marroqu de 50 aos) y Christian (OS, 45 aos) trabajaron mucho tiempo
juntos en el taller de guarnecido de la fbrica de Sochaux. En esta entrevista, Driss
relata entre otras cosas, la lucha que lleva a cabo, como todos los obreros de cadena de
montaje, para encontrar un buen puesto o escapar a los peores69. En este taller, el
trabajo de montaje relacionado con los asientos que antes se haca sobre un carrusel fue
remplazado, a fines de los aos 80, por un trabajo sobre mesa que, a los ojos de la
mayora de los obreros, es menos duro. Despus de haber trabajado mucho tiempo en
69
Si bien las palabras de Driss no son respuestas a una pregunta directa sobre el racismo, su relato est
atravesado por esa pregunta: y es que las afrentas y los insultos racistas forman parte, totalmente, de esta
lucha alrededor de los puestos.
79
cadena en realidad sobre estos carruseles, con pinza, la herramienta por excelencia de
quienes trabajan en guarnecido, Driss fue asignado hace tres aos a un puesto fuera de
cadena reputado por poco difcil. Le cost mucho adaptarse a ese nuevo trabajo (varios
meses de aprendizaje) que requiere un importante esfuerzo de memorizacin, pero en el
momento de la entrevista est satisfecho con su posicin profesional, aunque su estado
de salud se debe al puesto que ocupa. En los carruseles ya no poda seguir, sufra cada
vez ms enfermedades profesionales propias de las personas que trabajan en guarnecido
(formas agudas de tendinitis, hernias, lumbalgias); tuvo que ser operado varias veces,
casi siempre de urgencia. As, gran parte de la entrevista gira alrededor de la cuestin de
los puestos de trabajo en general y ms particularmente de la manera en que los obtuvo,
de los celos que esto provoc y de la manera en que tuvo que defenderse contra las
acusaciones de ciertos obreros. Su situacin de inmigrante, de marroqu los
marroques, junto con los turcos, son los inmigrantes ms presentes en la fbrica, no es
lo nico que interviene, sino que lo que est en juego es el conjunto de las
transformaciones de la estructura profesional y jerrquica.
Driss. [] Hace quince aos no era as Vos podas montar un auto [a lo largo de la
cadena], ganabas un poquito de tiempo, te invitaban a tomar algo. Ahora no es as Pero
Christian sabe eso tanto como yo, cuando uno no conoce a alguien, hoy por hoy, de
verdad, de verdad, no hay que tenerle confianza No se puede tener confianza en
cualquiera. Siempre hubo tipos que te saludaban, pero ahora incluso los tipos que trabajan
con vos, que uno no conoce, por ah estn celosos (dicho con mucho nfasis), celosos de
mi puesto, del puesto que tengo ahora
Christian (riendo). Lindo lugar el tuyo!
Driss. Pero yo digo, el que trabaj conmigo durante veinticinco aos en la cadena; se
puede hablar, pero ellos hace slo cuatro o cinco aos que estn (A Christian).
Trabajamos duro, eh? No trabajamos duro?
Christian (riendo). S, muy duro! Lo pasamos bien tambin,..
Se entiende en estos primeros intercambios lo que est en juego: la cuestin del lugar
y de la confianza entre amigos de trabajo (especialmente del que trabaja en el mismo
puesto en otro turno), del ambiente y de su degradacin, en particular por la presencia
de los jvenes. Driss describe la presin que pesa sobre todos, la manera en que los
jvenes (que son casi todos antiguos trabajadores temporarios reclutados en 1989-1990)
son llevados por la lgica de la situacin a entrar en el juego de la direccin. Los
desafos alrededor de los puestos de trabajo en los talleres de montaje ascenso de
unos hacia un puesto fuera de la cadena, mientras que otros permanecen en puestos que
pueden ser ms o menos duros, asignacin a los puestos que son objeto de todas las
atenciones y de muchos comentarios han pasado a ser tan importantes para los obreros
que se desgastan en la cadena, que todos los medios parecen ser vlidos para salir de
ah. Para los viejos OS, se trata prcticamente de una cuestin de vida o muerte. Driss
evoca as las condiciones en las que, despus de muchos trmites y de muchas licencias
mdicas, logr salir de los carruseles de guarnecido.
Haba recibido una carta que explicaba que me haban operado del estmago. Ah saban
que si haca un esfuerzo iba a haber un desgarro. Entonces me cambiaron. Me pusieron en
la descarga de los asientos. Dur dos aos. Pero despus de un tiempo les dije: No va!
Dije: Tuve un accidente de trabajo pero no es que no quiero trabajar [] Quiero
trabajar pero hagan algo por m. Yo hice algo por ustedes [quiere decir que siempre fue
un buen obrero], ustedes hagan algo por m. Y mostr los papeles, como dije tena un mes
de licencia [mdica] y no haba parado, haba seguido trabajando sin parar [] entonces
un da el contramaestre me llam y me dijo: Te propongo un puesto Cul? El puesto
80
de arriba. Dije: Bueno, con algunas condiciones. Primera condicin: voy a probar. Si
me va bien no voy a decir que no. Segunda condicin, unos mangos y puntos [de
clasificacin]. Si me dan eso, estoy de acuerdo en tomar el puesto. No soy yo el que pidi
[ese puesto]. Me dijo: Bueno, vamos a ver. Le dije: No hay nada que ver, es s o es
no. Me dijo: Anda a ver tu nuevo puesto. Era un lunes, trabaj una semana y el lunes
siguiente, me dijo: Qu tal? Dije: Va bien. Entonces dme el resto. Pero igual me
sacaron la bonificacin de la cadena, le dije: Me tiene sin cuidado. []
Este fragmento deja entrever lo que son las relaciones entre obreros y agentes de
supervisin: no es habitual que se realicen imposiciones bruscas, los cambios de puesto
dan lugar a negociaciones que se producen con un trasfondo de percepcin de las
relaciones de fuerza. Pero tambin es aprehensible en este relato el desgarro entre dos
exigencias contradictorias que reflejan la manera en que su autor tiene conciencia, sobre
todo en relacin a Christian (cercano al polo sindical), de estar ubicado en una situacin
embarazosa. Por un lado, Driss se expone a la acusacin de alcahuetera, lo confiesa
al pasar: hubo una licencia mdica, y fue varias veces a trabajar para ser bien visto por
los jefes; espera que stos estn agradecidos. Por otro lado, quiere demostrarle a
Christian que no se deja impresionar por los jefes, que ha mantenido su manera directa
de hablar con ellos y que no se ha pasado al campo de los alcahuetes. Ms adelante,
en la entrevista, hay momentos en que aborda con cierta irona la situacin de los viejos
rabes aterrorizados por la idea de perder la bonificacin de cadena y que por lo mismo
estn totalmente doblegados ante los jefes. Al mismo tiempo, es recurrente su
preocupacin por ser bien visto por los jefes. Al principio de la entrevista, Christian y
Driss van a intercambiar muchas bromas. Driss no tiene totalmente conciencia de que
sus palabras estn siendo grabadas. Poco despus del inicio de la entrevista, Driss y
Christian hablan del nuevo jefe de taller, de la llegada de los jvenes BTS, luego de un
antiguo jefe de equipo, Robert.
81
una broma, sin nimo de molestar. O si fue dicho con intencin de ofender. Hay varias
cosas
Es un problema de contexto, claro!
Driss. Eso! Hay amigos rabes que no entienden! Me dijo tal cosa entonces tendra
que haber una pelea? No. Hay que reaccionar pero no tomarlo demasiado en serio.
Depende del tipo que lo dice depende El tipo puede decirlo (Reflexiona.) De todas
formas, lo ves en su mirada, si lo dice con maldad en el corazn o para hacerte una
broma Hay un tipo, lo conozco hace veinte aos, entramos al caf, me empieza a
chicanear: no lo dice para hacerte dao. Vos decs: Bueno, lo dejamos. Es todo, te dice
dos palabras, tres palabras, no das bola.
Christian (siguiendo su idea). Porque es un despelote el guarnecido. Yo vuelvo a menudo
al sector, durante un tiempo iba a buscar mi ficha de pago todos los meses. Nos veamos,
haba otros amigos que eran diferentes, que yo no conoca, seguamos con nuestros
alborotos normales con los viejos amigos, y los otros, claro, nos miraban sin entender.
Lo que quizs Christian no mide bien aqu es la nueva forma de violencia que afecta
tanto a Driss como a los otros inmigrantes de la fbrica, en la vida ordinaria, a medida
que se van deteriorando las relaciones con los franceses y que se profundiza el abismo
entre jvenes y viejos. Los jvenes pueden envidiar a los viejos por las pequeas
ventajas que obtienen de los jefes. Driss habla, en un momento de la entrevista, de las
buenas relaciones que tiene en la actualidad con los agentes de la supervisin de su
sector (con los viejos) y de los celos que esto provoca en los otros, especialmente en
los jvenes.
Los otros preguntan porqu nos decimos todas esas palabras en broma, l y yo Hay
uno, un tipo de Alsacia (dicho con un poco de desprecio), un monitor, un monitor medio
tarado que se pregunta eso. Un da me agarr, no s de dnde era [de qu taller era], y me
dijo: Te quiero decir algo, te quiero decir algo, me dice enfrente, me dice: sos un
alcahuete. Le digo: Por qu me decs eso a m? No es tu jefe, trabajo en el 4to y vos en
2do, y vos no sos mi jefe. Me dice: Vos cenas con l [el jefe del equipo]. Hablas con l,
intercambias palabras con l, nosotros no podemos hablar con l. Le respondo. Es eso,
vos no pods hablar con l, yo puedo decirle lo que pienso, l me dice lo que piensa, vos
no pods porque le tens miedo, pero yo no tengo miedo. Me dice entonces (subiendo la
voz). Alcahuete! Le respondo: No es as, si fuera un alcahuete no estara ac, me
habran ascendido porque conozco tipos que hasta trajeron regalos y todo. No est en
mis costumbres. [Hablamos de los portugueses que les traen regalos a los jefes]. El jefe
me dice: Tus amigos marroques no me trajeron regalos este ao, y el portugus s. Le
dije: No siempre son las fiestas, no se puede traer un regalo a cada rato!..., porque el
ao pasado le pidi a un tipo que le trajera algo y el tipo le trajo. Incluso a m me pidi
unas babuchas [sandalias], se las traje, no voy a decir que no se las traje Me haba
pedido que le trajera babuchas de cuero pero me las pag.
82
perdido su fuerza, pero ya no hay acuerdo sobre su definicin. Un obrero (en este caso
inmigrante) que tiene simpatas hacia la CGT puede parecerle a otros un alcahuete, y
tambin puede ser que a un peugeotista le reconozcan cualidades de buen amigo. La
oposicin est desdibujada, los viejos obreros como Driss pueden desenvolverse bien,
pero el resentimiento y los altercados que remiten a esto siempre pueden resurgir bajo
formas complejas.
En el actual estado de las relaciones sociales, la posicin de alguien como Driss es
difcil y ambigua. A menudo parece estar escindido entre dos mundos y sometido a
acusaciones opuestas. Algunos agentes de supervisin lo ven con desconfianza en razn
de sus amistades con los sindicalistas de la CGT. Por su parte, otros obreros sospechan
que se ha acomodado con los jefes, no tanto los viejos sindicalistas sino los jvenes
contratados que aspiran a ascender. La prudencia con la que se maneja en este mbito
le es reprochada como cobarda. En esos aspectos, tambin, Driss puede sentirse
amenazado desde distintos lados y tiene que mostrarse diplomtico para no caer bajo las
dos acusaciones opuestas. El inters de su relato es que muestra de qu manera los
viejos inmigrantes, inscritos desde hace mucho en el sistema complejo de las relaciones
de fuerza, estn en permanencia obligados a negociar. Se desconfa de ellos en todos
lados tanto los jefes como los obreros, siempre estn como en la cuerda floja,
obligados a dar garantas y cuidar las susceptibilidades exacerbadas de unos y otros,
como si no pudieran permitirse salirse de la raya en ningn momento.
El bloqueo de la movilidad obrera desde hace unos diez aos es un hecho mayor de
la evolucin de la fbrica de Sochaux. La consideracin de esta mediacin esencial que
constituye el cierre de toda expectativa es lo que marca la diferencia de nuestro enfoque
de la mayora de los anlisis sociolgicos que se abocan al estudio de organizaciones
tcnico-sociales, y que ignoran la importancia de la relacin con el futuro como
construccin subjetiva que siempre se hace en relacin a un contexto. El cierre
objetivo de las posibilidades de ascenso explica en parte la desilusin creciente que
afecta profundamente el estado de nimo de todos los asalariados. Todos tienen
conciencia de que, para ellos, las puertas se cierran o van a cerrarse. La esperanza de un
ascenso en la fbrica parece haber desaparecido completamente (y esto contrariamente a
lo que dan a entender muchos discursos sobre la formacin permanente en la empresa).
El estancamiento del sistema de ascensos contribuye a reforzar el corte, que se ir
haciendo, a medida que pasen los aos, cada vez ms profundo, entre el mundo de los
obreros y los otros. Es tambin en este contexto que hay que volver a interrogar el
sentido que puede tener actualmente el trabajo obrero.
El lugar y el ambiente
Palabras como ambiente, lugar, [pion], son palabras nativas que remiten a lo que los
economistas y los ergnomos designan con el trmino de condiciones de trabajo. Pareciera ser
que hay que pesar cada una de estas palabras y reflexionar sobre la manera en la que pueden
introducirnos casi directamente en la representacin obrera de los puestos de trabajo y de las
condiciones de trabajo. Esquemticamente, para un agente de supervisin o un jefe de equipo, el
lugar (la place), es el puesto de trabajo en el sentido en que los tcnicos y los ergnomos
entienden la palabra, es el hecho de tener que trabajar en una mquina de cierto tipo y en un
espacio determinado. Tambin son las obligaciones que estn directamente vinculadas a ese
puesto: desgaste fsico, dificultades, cierta cantidad de cosas que pueden ser medidas y
aprehendidas en trminos fsicos. El ambiente (lambiance) tiene que ver con las condiciones
fsicas en las que se lleva a cabo el trabajo: el ruido, el polvo, la suciedad, la luminosidad, la
polucin, etc. A menudo se puede remplazar la palabra por la de entorno. Se puede llegar hasta
designar con este trmino ciertos aspectos de las relaciones sociales, como la mayor o menor
83
distancia entre la jerarqua y los asalariados, la homogeneidad o la heterogeneidad del grupo,
etc. Pero estos aspectos estn considerados abstractamente como un factor ms que se agrega
a los dems.
Para un obrero, es totalmente diferente: el lugar, es sin duda el puesto de trabajo, pero es
tambin el puesto de trabajo en la medida en que uno lo maneja, es eso que uno conoce en todas
sus facetas al trmino de un verdadero proceso de apropiacin. Es entonces el puesto de trabajo
que permiti la formacin de ciertos saberes, astucias, artimaas que permiten ahorrar
esfuerzo y ganar un poco de tiempo ese tiempo que se podr aprovechar para tener buenas
relaciones con los amigos del grupo, del equipo. Por lo mismo, irse de su lugar, ser
trasladado, asignado a otro lugar, equivale a perder sus marcas y un conjunto de conocimientos
que difcilmente se pueden decir, esos que ayudan a soportar la monotona de la existencia en el
trabajo y que permiten la creacin de un buen ambiente. El ambiente, es sobre todo la
posibilidad de encontrarse con los suyos, entre amigos que forman parte del grupo de trabajo,
con los que se tiene una cercana por las caractersticas culturales y que fueron reunidos por el
hecho de estar sometidos, en un mismo lugar, a las mismas obligaciones, de tener que enfrentar
los mismos jefes. El buen ambiente, es la certidumbre adquirida en el tiempo de que se lograr
preservar (contra otros, contra los jefes...) ese dominio prctico del saber tcnico, esa mano
que no puede adquirirse sino en una relacin de intensa familiaridad con los amigos y que exige
tambin que se est protegido contra la intrusin de otras personas, que uno est ubicado en
medio de un grupo relativamente homogneo. El mal ambiente es, primero, el hecho de tener
que enfrentar solo el mundo de los jefes, estar sumergido en el mundo de los celos. La
creacin del ambiente en los grandes talleres pasa siempre, en realidad, por una suerte de
negociacin compleja que los obreros no quieren a menudo nombrar con los representantes
de la otra cultura, la de los tcnicos o la de los cuadros. Negociacin cuya responsabilidad les
incumbe a los agentes de supervisin y que se desarrolla, desde luego, de manera muy diferente
segn que el agente sea por ejemplo un antiguo obrero que tuvo una promocin a los 50 aos o
un joven BTS de 25 aos que no conoce el trabajo e intenta ser bien visto.
En la medida en que las palabras adquieren sentidos tan diferentes, se entiende que un agente de
supervisin o un obrero que trabajan en un mismo taller puedan tener juicios que parecen
totalmente contradictorios sobre la evolucin de las condiciones de trabajo en la fbrica, y ms
precisamente sobre la evolucin de los puestos de trabajo y del ambiente. Para el primero, los
puestos de trabajo los lugares mejoran sensiblemente con el tiempo. Los puestos de trabajo
demasiados duros son suprimidos o modificados. En cambio, el ambiente que remite a todo lo
que se llama el entorno, las condiciones exteriores del trabajo, que exigen inversiones ms
pesadas, no es algo que se modifique rpidamente, no tan rpido en todo caso como los tcnicos
podran desearlo. Para el segundo, en cambio, es la evolucin de los puestos la que es
considerada como catastrfica. En realidad, no es sobre el contenido de los puestos de trabajo
que se pronuncia sino ante todo sobre el hecho de que, por el juego combinado de la
intensificacin del trabajo y de las mutaciones, los obreros estn completamente
desestabilizados. Porque estas mutaciones impiden la adopcin de esos saberes prcticos que
permitan ganar tiempo y que generaban seguridad en el taller.
El estudio de la manera en que las bromas en el trabajo, especialmente las que tienen una
connotacin racista, cambiaron con el tiempo, y la manera en que son dichas o solamente
sugeridas, muestra hasta qu punto las relaciones sociales se han deteriorado y se han
desestabilizado. Se puede analizar las bromas de taller que alimentan la vida cotidiana en
relacin con lo que antroplogos llaman relacin de broma70. Constituyen un buen revelador
70
Las relaciones sociales adoptadas en estos intercambios corresponden bastante bien a la nocin de
relacin de broma tal como la define Radcliffe-Brown: Lo que se designa por el trmino de relacin
de broma es una relacin entre dos personas en la que una de las dos, por costumbre, tiene el permiso y,
en ciertas ocasiones, el deber de burlarse de la otra. Y la otra no debe mostrarse ofendida. Se trata de una
84
de las relaciones en el trabajo. Recordemos que los intercambios de las bromas entre s, con lo
jefes pueden ser tomados como indicadores de familiaridad. Cierta forma de etnocentrismo de
clase est fundado sobre la incomprensin de lo que son las relaciones de familiaridad en los
sectores populares, del lugar que tiene ah la broma, la manera en la que se organizan las
clasificaciones indgenas. Las palabras ms fuertes, las ms violentas, no son la expresin de los
antagonismos ms grandes. El uso de palabras neutras puede conllevar una intencin de herir.
Todo radica en la manera de decir. Hay una suerte de desafo en la broma: el otro se ofender?
Responder? Sabr responder y neutralizar?
Ms fundamentalmente, la desregulacin del sistema de bromas en la fbrica es una expresin
de la anomia de la vida social de los talleres. Es comparando sistemticamente dos tipos de
bromas, especialmente entre franceses e inmigrantes, en perodos diferentes de la vida de la
fbrica de Sochaux los aos 1960-1970 (talleres de OS tayloristas) y los aos 1986-1995
(reorganizacin de los talleres de montaje en la lgica del justo a tiempo), que hemos medido
hasta qu punto el sistema de bromas habitual en los talleres que se mantuvieron rgidamente
tayloristas estaba sobre todo fundado en el reconocimiento y la aceptacin del objeto de la burla.
Esas bromas se dirigan tanto a los obreros de provincia los Chtimis, gente del norte, los
marselleses, los bretones (su acento, su manera de actuar, de beber, etc.) como a los jvenes, a
las mujeres o a los inmigrantes, especialmente los rabes o los turcos de los que se burlaban
apuntando a sus maneras de ser y los signos ms visibles de su extranjeridad (chechia, burnous,
djellaba, sandalias babuchas). Los inmigrantes compartan con otros su condicin de tema de
burla. De hecho, a medida que pasaron los aos, despus de un perodo de aclimatacin y
gracias a su mejor dominio del idioma y de los cdigos de conducta, muchos de ellos
aprendieron a responder, a entrar as, sin duda ms tmidamente y con menos seguridad que
los ofensores naturales (los obreros inscritos en una tradicin obrera ms antigua), en el juego
interactivo de la relacin de broma que funcionaba como uno de los modos de sociabilizacin
en la cultura de taller. Las bromas dirigidas a los inmigrantes eran sobre todo la expresin de un
grupo ms o menos integrado que posea valores comunes. Lo que, desde luego, no impidi,
especialmente durante la guerra de Argelia y en los aos que siguieron, o al momento de la
llegada masiva de los inmigrantes despus de 1968, la existencia de una rivalidad entre obreros
franceses e inmigrantes y la expresin de una xenofobia. Pero, en esos aos, el grupo obrero
tena una cierta fuerza social, y la violencia hacia los extranjeros en la fbrica estaba dominada,
canalizada, gracias en particular al trabajo poltico llevado a cabo por los delegados obreros71.
Hoy, las bromas en el trabajo que se dirigen a los rabes son muy diferentes a las que se
dirigan a la gente del norte o a los marselleses: son cada vez ms agresivas, insultantes y a
veces formuladas con odio. Las mltiples formas de solidaridad en el trabajo entre obreros de
montaje de un mismo sector tendieron a desaparecer: Ya no tenemos confianza los unos en los
otros, es lo que nos decan sin cesar, con tono desesperanzado, los diferentes obreros con los
que nos encontramos a inicio de los aos 1990. La broma se transform cada vez ms en
comentario insultante, deliberadamente ofensivo por parte de los franceses (o europeos, entre
otros portugueses): siempre en contra de los rabes o de los turcos. La relacin de broma
tradicional se limitaba a las relaciones entre ciertos antiguos viejos franceses y viejos
rabes y se encontraba de alguna manera limitada al sector de los obreros que estaban cerca del
polo sindical. Su substrato social se fue desmoronando: los obreros de un mismo sector forman
cada vez menos un verdadero grupo de inter-conocimiento. La desregulacin del sistema de
bromas puede entonces ser considerado como un sntoma de desregulacin de las relaciones
sociales. A media que el tiempo pasa, que las relaciones entre obreros de montaje se alteran, que
combinacin especial de amistad y de rivalidad. El comportamiento es tal que, en cualquier otro contexto
social, expresara y hara nacer una hostilidad: pero ac no es serio y no debe ser tomado como algo serio.
En otras palabras, se trata de una relacin de irrespeto permitido. (Cf. Alfred R. Radcliffe-Brown,
Structure et fonction dans la socit primitive, Pars, Seuil, 1972).
71
Haba en Sochaux, en los aos 60-70, grandes figuras sindicales (entre los responsables de la CGT o
de la CFDT) que, originarias de la inmigracin italiana o espaola de los aos 30, siempre buscaron
expresar su solidaridad con los inmigrantes.
85
cada subgrupo de la fbrica, incluso que cada individuo tiende a no considerar sino sus intereses
inmediatos, una suerte de situacin anmica se establece.
86
Segunda parte
***
La prolongacin de los estudios en los sectores populares, que tiene lugar desde hace
quince aos, mantiene una estrecha relacin con la desvalorizacin de la condicin
obrera. Es el trabajo, tal como se vive en los talleres, lo que infundi en las familias
obreras locales la idea de que las antiguas formaciones tcnicas de tipo CAP o BEP ya
no protegan contra la desocupacin y que era necesario tener bagajes (palabra
recurrente en las entrevistas) es decir por lo menos el bachillerato y ojal tambin el
BTS, diploma Tcnico Superior] para enfrentar el mercado laboral. La gran mayora de
los obreros especializados se dejaron convencer por la necesidad de empujar a los
hijos tan lejos como fuera posible, para evitar que padecieran como ellos humillaciones
y estigmatizaciones. Por ende, la escuela se fue convirtiendo en un lugar donde era
posible transferir todas las aspiraciones frustradas de las familias obreras, como si los
hijos hubieran recibido la misin de salvar simblicamente el honor de los padres. Pero
la democratizacin de la educacin secundaria tuvo su reverso. Sin duda permiti que
los hijos de obreros pudieran estudiar pero desdibuj, al mismo tiempo, las fronteras y
los pilares del antiguo sistema escolar. Los fenmenos de distanciamiento y los cortes
ya no son tan claros, ms bien han sido desdibujados, son ms opacos, los padres ya no
estn seguros del valor de los veredictos pronunciados por la escuela respecto a sus
hijos. Una suerte de inquietud, incluso un sordo rencor contra la escuela, se hace cada
vez ms presente en las familias obreras. El hecho de estudiar, incentivado de
mltiples maneras (entre las cuales, la primera y no la de menor importancia, fue la
poltica del 80% en bachillerato) no era acaso un engao? Una suerte de huda ante
un mercado laboral cada vez ms cerrado para los jvenes desprovistos de diplomas72?
72
Ver, entre la abundante literatura sobre el tema, Jean-Pierre Terrail (dir.), La Scolarisation de la
France, Pars, La Dispute, 1997. Sobre la insercin de los jvenes en el mercado del trabajo, ver
especialmente los trabajos de ric Verdier, entre los cuales Linsertion des jeunes la franaise: vers
un ajustement structurel?, Travail et Emploi, n69, 1997, pp. 37-54.
87
CAPTULO IV
73
En 1968 aqu hubo hasta 150 ajustadores, me dijo con orgullo un antiguo profesor de mecnica.
Muchos son los testimonios recogidos que evocan con nostalgia este perodo en el cual los alumnos
encontraban trabajo cuando salan del CET. El fin del reclutamiento de obreros en 1979 detuvo el
desarrollo del CET y provoc una grave crisis de puestos laborales para los alumnos de la regin que
venan de la educacin profesional. A partir de los aos 80, empezaron a formar desocupados, se me
parta el alma por los chicos cada vez que tena que poner los nombres de los alumnos admitidos en el
CAP porque estaba seguro de que no iban a encontrar trabajo (uno de los responsables del liceo).
88
de restructuracin y se ven directamente confrontados a lo que queda de la resistencia
obrera en el mundo del trabajo. Lo que se juega en esas pasantas es quizs una forma
de aprendizaje durante el cual estos hijos de obreros, que conocen un (pequeo) ascenso
escolar y que han interiorizado el imperativo de racionalizacin productiva, hacen la
experiencia, desde la fabricacin industrial, de la distancia social que los aleja de la
generacin de sus padres y de la necesidad de distinguirse del mundo obrero, su medio
social de origen. El anlisis de las transformaciones de los liceos profesionales locales
opera entonces como una suerte de espejo que aumenta los malentendidos y las
contradicciones que afectan al grupo obrero local (pero tambin, ms generalmente, en
Francia): qu tipo de legado los padres obreros, debilitados por la inseguridad
econmica y por su menor representatividad poltica y sindical, pueden todava
transmitir a sus hijos? Y cmo se elabora, especialmente a partir del colegio, cierto
rechazo del legado obrero por parte de los hijos?
74
El director adjunto del liceo resume bastante bien esta jerarqua: los que estn en electrotcnica, estn
ms seleccionados, tienen ms voluntad. Lo ms bajo, es torneado-fresado, o ajustamiento cuando haba
ajustamiento pero lo que hay ahora, es torneado-fresado, ah estn los que antes iban a ajustamiento. Se
comprimi todo.
75
En 1991, 0% de xito en el CAP de fresado, 20% en el CAP de torneado, contra 70 a 80% para los
mismos CAP quince aos antes.
89
nivel del bachillerato profesional (dos cada quince alumnos76 en mantenimiento y
plasturgia).
La desvalorizacin de la antigua seccin de mecnica general corresponde a la del
BEP, cuyos alumnos han cambiado mucho en quince aos, como lo subraya el jefe de
trabajos (que est en el establecimiento desde principio de los aos 1970):
En el centro del liceo est el gran taller de mecnica y se lo puede apreciar desde un
pasillo que lo recorre en altura. Un visitante podra tener la impresin de hallarse en una
fbrica metalrgica; los tornos y las viejas fresadoras con batera, viruta de acero por
todos lados, alumnos vestidos con ropa de trabajo, anteojos de proteccin y zapatos de
seguridad, chispas que salen por momentos de los arcos de soldadura, suelo gastado y
lleno de grasa que se queda pegada en los zapatos, olor a aceite caliente, ruidos diversos
de herramientas y mquinas que se entrechocan. Y al mismo tiempo, el visitante tiene la
extraa sensacin de estar frente a un taller casi vaco: pequeos grupos de alumnos
trabajan aqu y all, el resto est compuesto por grandes espacios en los que lo nico
que se ve son mquinas-herramientas en situacin de relativo abandono. El taller de
mecnica parece adormecido. Este taller, visto desde arriba, da la impresin de un
collage en los que pequeas islas de modernidad (mquinas-herramientas de control
numrico [CNC], pantallas de computadoras) se destacan sobre ese fondo de viejos
equipos industriales que ocupan el lugar77. Se puede percibir la sedimentacin de varios
estratos del pasado como si fueran huellas de diferentes perodos de la vida industrial
local: las primeras mquinas (algunas todava estn en servicio y son de principio de los
aos 60) y de nuevas mquinas con control numrico compradas a mitad de los aos 80.
76
Como lo dice el jefe de los trabajos: Todos paran a nivel del CAP-BEP, no van ms all. El
bachillerato profesional es una seccin que no tiene nada que ver con ellos. De hecho la cuestin de la
cohabitacin entre alumnos franceses y los de origen inmigrante se plantea de una manera original en
estas clases de CAP-BEP. No porque estos ltimos sean ms numerosos, sino porque se presentan ms
unidos, inscritos en redes ya constituidas por barrio, tejiendo alianzas con amigos franceses de los
suburbios. Ellos marcan el territorio, movilizan para ellos lgicas de banda, logran hacerse elegir
como delegados de clase (en CAP-BEP). Los alumnos franceses de estas mismas clases, ms dispersos
geogrficamente (hijos de obreros rurales o que viven en casas) se encuentran ms aislados y
marginalizados en el LEP. De hecho, deben aceptar la dominacin de los rabes es decir callarse la
boca o renegar por su lado. Se percibe una suerte de resentimiento por parte de estos hijos de obreros
relegados en el LEP, obligados a compartir el mismo destino escolar que los hijos de inmigrantes, siendo
totalmente extranjeros a la cultura del suburbio (lgica del honor, gusto del desafo y, arte de la disputa
verbal). Los hijos de inmigrantes se presentan a la vez como el grupo fuerte y como el que simboliza
la relegacin y el desclasamiento. En cierta medida, la gran visibilidad social que tienen amenaza la
empresa de promocin del LEP y la estrategia de ascenso de las secciones.
77
Los responsables del liceo preferiran que no existiera el viejo taller o tratan de volver invisible esa
mancha en el centro del liceo. Un mircoles a la tarde, cuando los alumnos ya se han ido, aprovecho
[Stphane Beaud] el hecho de que el taller est casi desierto para hacer una serie de fotos, con la idea de
realizar una presentacin del lugar vaco, fotografiando los rincones del taller. Vindome fotografiar el
lugar del stand de torneado, un profesor de plasturgia, trnsfugo de mecnica, que pasaba por ah, me
pone en alerta, casi espantado: Ah! No le tome fotos!. El mismo da, mientras volva con un profesor
de torneado por el pasillo del taller y mientras mi mirada se posaba en los viejos tornos, ste se enoja:
S, pero todas estas mquinas, este set de mquinas, es un desorden, habra que hacer algo, poner orden.
90
El taller de mecnica, ese vestigio del pasado, resiste a la modernidad con una suerte
de complicidad por parte de quienes estn apegados a este lugar de memoria local.
Estos profesores de taller, estos veteranos de mecnica general que iniciaron su
vida laboral como obreros en la fbrica estn apegados a sus viejas mquinas, a sus
mesas de madera llenas de inscripciones, a sus herramientas. Todo eso hace que se
sientan en un lugar familiar (nosotros tres, hace ms de veinte aos que trabajamos
aqu, me dice uno de ellos, con un orgullo teido de nostalgia). Ese espacio de trabajo
se ha ido modificando con el tiempo; cada uno de los profesores de taller tiene ah sus
costumbres, sus puntos de referencia, lo ha dispuesto a su manera, ha dejado su marca.
Los diferentes sectores del taller llamados stands no estn separados por tabiques o
por fronteras ntidas (se dice ms bien el rincn de fresado, el rincn de torneado).
Si el taller da la impresin de estar saturado de mquinas ms o menos vetustas,
tambin est constituido por una multitud de pequeos nichos. Cada uno de los
profesores que trabajan en el taller central tiene ah su sector donde est como en su
casa: uno de ellos est siempre en el stand de fresado tradicional (y no se acerca a las
CNC), otro est entre lo tradicional y el control numrico. Del otro lado, los
profesores de mantenimiento tienen una sala para ellos, ms all de la pequea barrera
que marca la frontera del taller de mecnica78. La manera en que los profesores de taller
circulan y se apropian el espacio difiere sensiblemente segn su especialidad. El
profesor de mantenimiento (Este es un crack se dice de l) est instalado de por vida
fuera del taller, en una sala (su antro) de donde prcticamente no sale. Los profesores
del bachillerato profesional vienen al taller ms que nada para pedir informaciones o
pedir prestadas herramientas tradicionales (una lima, un transportador, una mesa de
trigonometra) a sus colegas de mecnica general que a veces se molestan (No tens
nada? le dice uno de ellos, irritado, a un profesor de mantenimiento). Los profesores de
las secciones de mecanizado y de electrotcnica son reducidos a menudo al rango de
proveedores de los de mantenimiento o de proveedores, a travs de sus estudiantes, de
herramientas y conexiones para trabajos prcticos de los bachilleratos profesionales.
Los profesores de fresado-torneado aparecen ms confinados en su espacio, sus
desplazamientos son menos frecuentes y ms limitados hacia el stand vecino o a la
sala de profesores. Puede ser incluso que durante la pausa algunos se queden para
discutir en medio del taller, tampoco tienen prisa de regresar a sus casas despus de
clases, se quedan conversando. El espacio materializa la jerarqua de los niveles de
formacin del liceo: mientras que todas las clases de CAP-BEP estn agrupadas en el
taller central, las clases del bachillerato profesional tienen lugar en la periferia (los
alumnos de los bachilleratos profesionales viven como un grupo aparte).
La reparticin de los crditos y del material expresa claramente una jerarqua de
prestigio que vale tanto para alumnos como para los profesores. Las secciones modernas
tienen mayores subvenciones y son prioritarias en el uso de la tasa profesional en gastos
de equipamiento (sus profesores estn en mejor situacin para negociar los precios con
los proveedores locales). La limitacin del presupuesto obliga a cada responsable de
stand a gestionar de la mejor manera los fondos de equipamiento, a negociar los
precios en julio con los proveedores, a obtener material gratuito, y a mantener buenas
78
Uno de ellos se organiz su sector dentro del viejo taller, una suerte de galpn de mantenimiento.
Este profesor, apodado afectuosamente el petit Bouygues por sus antiguos colegas mecnicos, siempre
parece ocupado, siempre en movimiento; cuida su espacio de trabajo, buscando mejorarlo, pasando sin
cesar de un proyecto a otro. Como no le alcanza su sala, desborda en el espacio vecino, instalando
maquetas al exterior, sin dejar de hacer un ida y vuelta, soando con un espacio ms grande, que sea suyo,
una verdadera sala de regulacin que sea el equivalente de la sala de plasturgia o de la sala de
informtica.
91
relaciones con las empresas para recibir material reciclado o de bajo costo. En cambio,
la escasez de material es evidente en la seccin mecanizado: las fresadoras estn
gastadas (la afiladora, en falta desde hace ya bastante tiempo, no ha sido reparada), los
alumnos deben esperar la fresadora que funciona para trabajar sus piezas, sus profesores
viven haciendo pequeos ahorros (obligados a trabajar el aluminio y casi nunca el
acero). El sector mecanizado, claramente, ha sido dejado de lado, casi abandonado. Lo
muestra claramente el hecho de que los alumnos, a diferencia de los de mantenimiento,
no dispongan de computadoras en el aula.
79
Fue llamativo durante una entrevista con dos hermanos de una familia obrera, el mayor y el menor de
una familia numerosa el primero, de 32 aos, obrero electricista, antiguo alumno de CET (en la seccin
de mecnica general) a principio de los aos 70, y el segundo, de 18 aos, alumno de CAP de mecanizado
en el liceo profesional de Niepce, que el mayor hablaba de su CAP de ajustador con cierto orgullo,
pronunciado bien cada letra C.A.P., mientras que el menor, que tena gran conciencia de estar, como lo
deca, en una va de segunda clase, pronunciaba sape.
92
conducan a trabajos de obrero calificado), pero existe una diferencia esencial y es que
no es percibida como una formacin obrera.
Los alumnos que concurren a un liceo profesional, minoritarios dentro de su franja
etaria, tienen adems tendencia a vivir su escolaridad a la sombra de los verdaderos
estudiantes secundarios; sus experiencias escolares pasan a constituirse en una pobre
copia de las verdaderas experiencias secundarias80. Los alumnos del liceo profesional
tienen, de hecho, el sentimiento de estar continuamente fuera del sistema normal y
nunca estn seguros de la legitimidad de sus prcticas. Este efecto de imposicin que
ejerce el modelo del liceo general sobre los alumnos del liceo profesional es
particularmente visible en el mbito de la apariencia exterior, fsica y de la vestimenta.
Por ejemplo, casi todos los alumnos del LEP van al liceo con un tipo de mochila muy
especfico81, como si tuvieran que exhibir pruebas de su normalidad adoptando los
emblemas tpicos de los verdaderos estudiantes secundarios que pueden proyectarse
suficientemente en el futuro y adoptar actitudes de estudiantes universitarios. Esa es su
manera de tomar distancia con las afiliaciones estatutarias del lugar que los ubica del
lado de la produccin, de la materia (de la grasa, como dicen los estudiantes de los
liceos generales que lograron escapar al liceo profesional). Un conjunto de ndices que
seala la reticencia, incluso la imposibilidad que tienen estos alumnos para vivir y
pensarse como futuros obreros. Por el contrario, lo que quieren es presentarse, aunque
sea de manera provisoria, como verdaderos estudiantes secundarios.
Esto se manifiesta, por ejemplo, en el tema de la vestimenta y la obligacin de usar
ropa de trabajo, cosa que viven como una verdadera imposicin. De hecho los
estudiantes han inventado distintas maneras que son ms o menos toleradas para no
cumplir con esa obligacin (los profesores de taller insisten en el carcter funcional de
la ropa de trabajo y se molestan ante lo que consideran una mojigatera social que se ha
adueado de los alumnos en los ltimos aos82). Lo que hacen es cambiar la manera de
usar esa ropa para, dentro de lo posible, no parecer obreros; algunos sacan la insignia de
Peugeot cuando utilizan el delantal del padre que trabajaba en la fbrica, muchos no lo
abotonan del todo para tener un aspecto ms informal y liberarse de una prenda que los
uniformiza, otros optan por la tcnica (es la astucia que le confiesan al investigador) que
consiste en lavarlo con frecuencia para que se destia y pierda su tono caracterstico de
ropa de trabajo. Lo esencial est ah: significar que se niegan a dejarse encerrar en esa
ropa de obrero, que se niegan a ofrecer ante la mirada del otro esa identidad social que
perciben como reductora y sobre todo como desvalorizadora. Asimismo, la obligacin
de usar zapatos de seguridad (para los alumnos que trabajan con mquinas-herramientas
80
Las normas de conducta en vigor en el universo social de los verdaderos liceanos se impone a ellos a
travs de los amigos del barrio y de los miembros de la fratra. En efecto, con la prolongacin de los
estudios, las escolaridades de los hermanos y hermanas en las familias populares se diferencian cada vez
ms. El modelo de los estudios largos, encarnado por tal o cual hermano o hermana, compite y
marginaliza dentro de la familia al que est orientado en la va de la enseanza profesional, doblemente
percibida como una va de relegacin (en el especio social en general y en la familia en particular).
81
Resulta llamativo ver ese tipo de mochilas mezclarse con la ropa de trabajo, el estatuto envidiado de la
frivolidad estudiantil, con el estatuto repelente de las obligaciones del mundo industrial. A la salida del
taller, los estudiantes tienen prisa por cambiarse de ropa y sacarse las ltimas marcas de suciedad que
tienen al contacto con la materia y con el trabajo manual (llevan bolsos que no tienen nada, muy pocas
carpetas, que a menudo slo estn ah para la chapa, para hacer ilusin o una presentacin de s mismo
que sea aceptable).
82
De hecho les cuesta entender esta actitud aunque saben que revela la vergenza de asumir el rol de
futuro obrero. Tienen tanto ms dificultades para admitirlo en la medida en que ellos siguen usando la
ropa de trabajo y que siempre lo han hecho naturalmente e incluso con orgullo, reivindicndola como
un signo de pertenencia colectiva. En la sala de profesores, los profesores de taller se distinguen
netamente de los dems por esta ropa que nunca se sacan salvo para ir a almorzar o volver a casa.
93
tradicionales o que tienen que soldar) es mal percibida: los profesores reconocen que
tienen dificultades para imponerlo, los alumnos se quejan porque tienen que cambiarse
y ponrselos, tienen la impresin de estar disfrazados es decir transformados en
trabajadores a la fuerza (como hombres de mrmol del orden productivo), imagen
obrera y viril a los antpodas de aquello con lo que se identifican en tanto estudiantes
secundarios. Ms generalmente se puede decir que todo lo que remite a la vida
industrial, al trabajo obrero en sus aspectos difciles o montonos, es objeto de una gran
desconfianza. Esto tiene sobre todo que ver con los talleres que son oscuros y sucios,
que estn llenos de mquinas viejas. Lo que le inspira a un alumno de electrotcnica la
frase siguiente, pronunciada en tono asqueado: Ni que estuviramos en Peugeot!,
expresin que resume esa suerte de rechazo difuso del universo de la fbrica (el hecho
de estar encerrado, el ruido, los olores, la suciedad, la falta de luz) por parte de gran
cantidad de alumnos. Las mquinas tradicionales (torno, fresadora) son evitadas ya que
les recuerdan demasiado la fbrica, mientras que las CNC o las computadoras suscitan
el inters y las ganas de aprender. En realidad, las tareas que implican ensuciarse las
manos los desaniman como si hubiera que mantenerse lejos de toda mancha del mundo
industrial. El orgullo que poda sentir un ex alumno al convertirse en un buen
trabajador manual, al entrar de verdad en el mundo de la produccin parece haber
desaparecido totalmente.
Estos alumnos de las secciones obreras del liceo (mecanizado, torneado) parecen
vencidos, como si no pudieran defenderse colectivamente (no tenemos ante quien
quejarnos, me cuenta un alumno de 19 aos, alumno de CAP mecanizado), como si ya
estuvieran a merced de los dems. El ltimo da de mi estada en el liceo profesional,
cuando muchos me conocan y me identificaban dentro del establecimiento, me puse a
sacar una serie de fotos de los alumnos trabajando en los talleres. Saba que este
ejercicio poda incomodarlos (el temor a ser tomados por animales de zoolgico,
como me dijeron muchas veces los obreros de la fbrica en relacin a las visitas al
taller, que no les gustan por lo mismo) y tom algunas precauciones: les ped permiso
explcitamente a los alumnos que quera fotografiar o convers con ellos
inmediatamente despus de haber sacado las fotos. Sucedi que uno de los alumnos del
BEP de mecanizado (el mejor alumno de su clase, con el que estuve varias veces en el
taller o en educacin fsica) fue fotografiado mientras trabajaba en una fresadora
tradicional. Me di cuenta que no le gust que le hubiera sacado una foto en esa
situacin, no se atrevi a decrmelo explcitamente pero la cara que puso no dejaba
lugar a dudas. Me acerqu para explicarle el sentido de esas fotos, el uso que iba a hacer
de ellas. Mientras segua metdicamente su trabajo, me dijo en voz baja: No sirve de
nada, seor, est malgastando su rollo de fotos. Cuando le ped que me explicara, me
respondi, con voz prcticamente inaudible y desviando la mirada, siempre pendiente
de su trabajo: Por qu me sac una foto? Qu inters puede tener un obrero?, luego
retom su trabajo, como si no hubiera nada ms que agregar.
Los alumnos de los liceos profesionales se ven tambin distanciados de los
verdaderos secundarios en mbitos extraescolares, en otros escenarios sociales en los
que ya no pueden jactarse de lo que hasta hace poco era su punto fuerte. Es el caso del
deporte. Es un dato significativo: los profesores de educacin fsica de los liceos
profesionales de la regin tuvieron que renunciar, a partir de 1989, a inscribir a sus
equipos en los campeonatos escolares de deportes colectivos (A nuestros alumnos les
iba mal y esto los desanimaba an ms explica uno de ellos). Para proteger a sus
alumnos de nuevas contrariedades se resignaron a organizar competiciones deportivas
alternativas (los juegos olmpicos de los liceos profesionales.) En efecto, este tipo de
competiciones, lejos de darles confianza, se converta en una nueva fuente de
94
humillacin y de desmoralizacin para los alumnos de los liceos profesionales: no
solamente los verdaderos secundarios (a los que llaman intelectuales porque
pudieron seguir adelante con estudios largos) ganaban con facilidad en todas las
disciplinas incluso en futbol, lo que no ocurra antes83 sino que tambin, siempre
segn los testimonios de profesores de educacin fsica, marcaban distintas formas de
desprecio. Las competencias terminaban cada vez peor, a veces en peleas generales (lo
que hicimos fue ponerle trmino a la masacre, nos coment con amargura uno de los
profesores de educacin fsica). El contraste no puede ser mayor con lo que pasaba en
los aos 60-70, cuando los encuentros deportivos entre secundarios eran una ocasin de
revancha para los alumnos de CET, especialmente en los deportes populares (como el
ftbol, donde dominaban claramente los CET), una oportunidad para afirmar su
identidad, su virilidad, para probar su excelencia deportiva y corporal.
As, a la desvalorizacin de s mismos, producto de los veredictos escolares, se
agrega una desvalorizacin colectiva que tiene efecto sobre el conjunto de la
personalidad social, incluso en su relacin con el cuerpo. Esto lleva a estos jvenes a
pensarse como un cero a la izquierda. El testimonio de uno de los profesores de
educacin fsica que ense durante veinticinco aos en clases de aprendizaje
(conozco bien a estos alumnos) result muy interesante. Explic que haba renunciado
a hacer con sus alumnos de BEP un aprendizaje de gestos y de posturas, a mejorar sus
tcnicas, a cronometrar sus ejercicios: Estn desanimados, ya no quieren participar en
competiciones, ya no quieren aprender. Si bien observa pequeas diferencias entre
secciones (Es cierto que se puede trabajar un poco ms con los alumnos de
mantenimiento que con los de mecanizado), lo que ms le interesa a los alumnos de los
liceos profesionales son los juegos, el placer inmediato y no la descomposicin de los
gestos, el aprendizaje de las tcnicas (es demasiado largo, demasiado duro, ya no
tienen ganas de aprender). Los deportes practicados en clase han cambiado en los
ltimos aos: el futbol, practicado en un espritu mucho ms ldico que competitivo, ha
remplazado al voleibol o al handball, la gimnasia ha sido remplazada por el trampoln,
el perodo de natacin (demasiado difcil y aburrido) ha sido reducido, etc. Todos los
profesores de educacin fsica tuvieron que ir ajustando las actividades deportivas
propuestas a los alumnos. Por ejemplo, en atletismo, se renunci a cronometrar, los
profesores resolvieron organizar carreras sin medir los tiempos; en trampoln lo esencial
pas a ser dejar que los chicos hagan el esfuerzo divirtindose, liberando su energa
(eso, realmente lo necesitan). La idea de una progresin ya sea fsica o intelectual,
individual o colectiva no interesa a la mayora de los alumnos, los que parecen ms
bien resignados a su suerte y se niegan tozudamente a cualquier idea de competicin,
como si hubieran perdido todo inters por el placer de la contienda o de cualquier
esfuerzo para ir ms all.
La desclasificacin deportiva de los alumnos de los liceos profesionales ilustra bien
las dificultades crecientes que tienen para deshacerse del estigma escolar, defenderse
contra la dominacin ejercida por el liceo general. El grupo CAP-BEP del liceo
profesional es muy distinto, aunque en grados diversos segn las secciones, a lo que
describa Claude Grignon hace veinte aos84. Dnde estn el orgullo y la respetabilidad
83
Para dar un principio de explicacin a este fenmeno, precisemos que las secciones deportes-estudios
estn concentradas en los liceos generales y que los bueno jugadores de futbol de los liceos
profesionales dejan progresivamente de jugar en club y prefieren los partidos entre amigos en el
suburbio. Porque la relegacin escolar a menudo va junto con otras formas de ausentismo, por ejemplo en
el deporte de competicin, que exige entrenamiento, regularidad y tenacidad.
84
Claude Grignon, LOrdre des choses, Pars, Minuit, 1971.
95
caractersticos de la moral de la cultura tcnica del grupo? Hay que preguntarse ahora en
qu medida esta descripcin es vlida para los alumnos del bachillerato profesional.
85
Lo que explica la dureza de las luchas entre liceos profesionales engendradas por la creacin de
diferentes secciones de bachilleratos profesional.
86
Los alumnos que logran pasar son los que han obtenido notas superiores a la nota media [en Francia
es 10 sobre 20] tanto en educacin profesional como en las materias generales (lengua, matemticas,
idiomas).
87
Precisemos que este resultado vale por lo menos para el perodo de nuestra investigacin (1992).
96
preocupa para el futuro. Esta crisis de reclutamiento explica la importante competencia
que existe entre los diferentes establecimientos profesionales ubicados en las zonas de
empleo para obtener la creacin de bachilleratos profesionales que, como lo esperan los
responsables, puede canalizar el movimiento creciente de desafeccin de los jvenes
locales en relacin a los liceos profesionales y los sacar de la situacin en la que se
estn hundiendo88.
Los alumnos de bachillerato profesional se diferencian claramente del alumno medio
del liceo profesional: son ms grandes, han realizado pasantas, tienen pocos contactos
con los otros alumnos, disponen de instalaciones ms caras (pueden trabajar con
computadoras), prcticamente no tienen obligacin de trabajar con ropa de trabajo,
saben que encarnan la aristocracia del liceo profesional. Sin embargo, todava est por
verse si estos alumnos, promovidos a rango de lite del liceo, responden a las
esperanzas que se han puesto en ellos. Una reunin de profesores de primer ao de
bachillerato profesional de plasturgia, a la que asistimos, arroj elementos de respuesta
a esta pregunta.
Se trataba, en un principio, de una reunin de profesores cualquiera, pero a medida
que se fue desarrollando vimos cmo se iba resquebrajando la presentacin oficial del
liceo89. De los doce alumnos que componan el curso, la mayora haba llegado a
plasturgia para poder seguir estudiando y despus de haber sido rechazados en primer
ao de adaptacin en mantenimiento (la seccin ms requerida). El director (adjunto)
empez leyendo con cierta solemnidad un informe que le haba sido entregado por el
profesor de lenguaje: Los alumnos de este grado no tienen las caractersticas requeridas
para efectuar un bachillerato profesional. Habra que eliminar a algunos para salvar al
conjunto. No aprenden nada. Es muy grave. Son personas que no hacen nada. Los
profesores de educacin general estaban de acuerdo; el profesor de matemticas, el ms
mal dispuesto hacia los alumnos, denunci su indolencia (la mitad trabaja y la otra
mitad, uno se pregunta lo que estn haciendo aqu) y utiliz varias veces la misma
expresin (se ponen a resguardo) que parece definir con precisin lo que, para los
docentes, es la actitud de estos alumnos. Sin embargo, todos los docentes presentes
estn de acuerdo respecto al hecho de que la falta de trabajo y la ausencia de
motivacin no son caractersticas de este curso (en tanto bachilleres profesionales no
se distinguen en relacin a otros).
88
Esta competencia entre LEP conduce, por ejemplo, a la creacin superpuesta de bachilleratos
profesionales. Los responsables de la administracin son los primeros que deploran lo que les parece ser
una aberracin administrativa: El liceo de Lorcourt, este ao, nos hace sombra, abren un bachillerato
de robtica cuando nosotros no logramos llenar los cupos. Entonces, ah hay algo que no va a nivel del
rectorado. Con el bachillerato en robtica, el problema es que hay menos mecnicos. El problema de
bachillerato de robtica es que hay menos BEP y en su mayora no obtienen el BEP entonces no hay una
cantera de personas. [] Yo me pregunto si nuestros inspectores son realmente concientes de estos
problemas del sector de Montbliard. No es normal por ejemplo (duda). Tome el bachillerato de
robtica que quieren abrir en Loncourt este ao mientras que nosotros no tenemos cmo llenar los
cupos en Delle, hay ocho alumnos para una seccin de doce, en Lure tampoco llenan, y se abre otro en
Lorcourt. Adems no hay equipamientos completos para hacer una enseanza correcta, es como
demasiado, entonces, son presiones, no s (quiere decir polticas) [] cada cual quiere su bachillerato
de robtica, quiere mantener su alumnado porque el problema de Lorcourt es que no hay alumnado. Y
entonces hay una voluntad del rectorado de ayudarlos a salir adelante y esto ha pasado varias veces En
fin, a m, personalmente, esto me irrita porque uno se da cuenta que siempre se puede tratar de hacer algo
correctamente y luego, uno se da cuenta que para salvar a uno se va a hundir a los dems.
89
Una de las fuerzas de la observacin, sobre todo para el estudio del sistema escolar contemporneo, es
que da acceso directamente a las prcticas. Es, por ejemplo, evidente que voy a escuchar durante esa
reunin cosas que, de ninguna manera, se pueden decir en situacin de entrevista, o se dicen de manera
muy alusiva.
97
Durante la discusin hubo un primer momento en que algunos profesores se quejaron
de la manera en que ciertos alumnos exhiban los signos aparentes del estatuto de adulto
(estacionando sus autos en el espacio reservado de los profesores90, o exhibiendo en la
cintura los llaveros), al tiempo que mostraban una actitud de vagancia escolar
permanente. Para los docentes estaba claro que, detrs de estos comportamientos91,
haba una forma de burla. El examen ulterior de las situaciones individuales result
abrumador: ningn alumno sobresala, no haba un solo buen expediente, slo dos
alumnos podan ser distinguidos porque trabajaban y daban seales de buena voluntad.
Los docentes parecan decididos a oponerse a que los alumnos pasaran de manera
automtica al grado superior. La revuelta era conducida por los profesores de
educacin general contra seis alumnos presentados como turistas (el club de los
Seis) que no haban desempeado dignamente su rol en el bachillerato profesional.
Por su actitud despreocupada, su liviandad incluso, estos alumnos ponan en riesgo el
trabajo de promocin colectiva que llevaba a cabo el liceo. Esta reunin pas a ser, en
alguna medida, una oportunidad para dar una leccin a estos alumnos recordndoles
que no podan sacar una ventaja simblica de su inscripcin en bachillerato profesional
sin un compromiso por parte suya (un mnimo de trabajo escolar y un comportamiento
digno del estatuto de estudiante secundario). Lo que estaba en juego era importante, se
trataba del futuro de la seccin plasturgia, y por ende del liceo mismo.
El examen del caso de un delegado de curso, presente en la reunin, fue
especialmente problemtico. El director le hizo primero una serie de preguntas en tono
amable92. El profesor de matemticas intervino brutalmente: [Este alumno] no hace
nada! No se puede aceptar, es una falta de seriedad. Se acab lo que se daba. El
delegado, por su parte, acus a los profesores de estar mal predispuestos contra el
curso. Los profesores, que durante un momento vacilaron ante la osada del alumno,
hicieron frente comn. El profesor de matemticas, despus de haberle preguntado su
edad (19 aos) lo invit, en un tono sardnico, a ir a trabajar (Tienes un BEP! Al
igual que los dems!). El alumno intent justificar los malos resultados durante ese
trimestre (Perdimos confianza, repiti varias veces). La reaccin fue uniforme por
parte de los docentes, comentarios irnicos brotaron de todas partes: Uy nos vas a
hacer llorar. La calma volvi poco a poco, el director tom partido por los docentes:
Lo que usted tendra que hacer es ir a probar suerte en el mercado del trabajo con el
BEP
La situacin de esos seis alumnos se iba poniendo cada vez ms difcil, ninguno de
los profesores pareca dispuesto a defenderlos, lo que se vislumbra era la exclusin.
Frente a la amenaza, el delegado intent una vez ms sensibilizar a los presentes
poniendo en relieve sus potencialidades reales de trabajo (la verdad es que puedo dar
90
Este comportamiento es resentido como una verdadera provocacin por parte de los docentes. Con
motivo del examen de uno de estos alumnos, cuyos resultados son por otra parte muy insuficientes, el
profesor de matemticas comenta en un tono de enojo contenido: En cuanto a C. estacion su auto al
lado, le dije que la prxima vez le voy a pinchar las ruedas. El profesor de gimnasia aprovecha la
ocasin para denunciar la actitud de los alumnos que usan el auto para ir al gimnasio que queda a 200
metros del liceo.
91
El conseil de clase [reunin de profesores en la que participa tambin autoridades del liceo y
delegados de alumnos y padres], como se sabe, es la ocasin de ajustar cuentas. Cuando se llega a
examinar los casos individuales, el anuncio de algunos apellidos provoca un Ah! colectivo, casi alegre,
como si los profesores saborearan de antemano los comentarios irnicos de unos y otros sobre el caso
en cuestin.
92
Despus de haber ledo el conjunto de sus notas (4,3 en matemticas, 2,6 en francs, 11 en educacin
profesional). Le pregunta luego con una sonrisa, si ha trabajado ese trimestre. El alumno hace como si
no se diera cuenta de la dimensin irnica de la pregunta: Ms o menos, me esforc. El director sigue
interrogndolo con gentileza, pidindole por ejemplo que se auto-evale.
98
ms, mucho ms, y no soy el nico en ese caso!). Ninguno de los profesores estaba
dispuesto a creerlo. Entonces el delegado jug su ltima carta y propuso una suerte de
contrato entre los profesores y los alumnos del curso: Lo que yo propongo es que nos
deje pasar de curso y el prximo ao, a la primera ausencia, nos echan. El profesor de
educacin fsica le record entonces lo que haba sido su propia escolaridad bastante
mediocre (ao tras ao estuviste a punto de ir al tribunal correccional). El alumno no
lo neg, se hubiese dicho que hasta senta cierto orgullo por haber sido capaz de eludir
toda sancin (Es cierto que no hice nada en BEP Desde la 4T, siempre fue igual y de
todas formas pas de curso. Haciendo lo mnimo). Estos dichos, considerados como
una provocacin, desataron la indignacin de los profesores, excedidos por la libertad
de palabra que se le conceda al alumno.
La situacin pareca bloqueada. El director, aparentemente decidido a no dejar que
los alumnos siguieran pasando de curso automticamente, amenaz seriamente a los que
presentaban problemas: Hace ya mucho tiempo que estn dentro del sistema y me temo
que haya llegado la hora de la sancin. El delegado no se dej impresionar y sigui
defendiendo su causa (y la de sus compaeros), pidiendo que no se expulsara a los
alumnos del Club de los Seis: Somos capaces, no estoy loco. Nos embarcamos en un
ciclo de dos aos, por qu vamos a dejar pasar esa posibilidad? Esta defensa
desesperada slo provoc irona y disgusto, y el director anunci el castigo para quienes
haban traspasado los lmites: Es hora de que vayan a probar suerte en la empresa
Hay momentos en los que hay que enfrentar la vida. El delegado no se daba por
vencido: Por qu no nos dan una oportunidad? Slo faltaba la toma de decisin. El
director expuso los trminos de la alternativa: O se hace un pequeo curso de seis
alumnos, o, no termin la frase, dejando que cada cual adivinara la alternativa.
Todos saban que la primera solucin (expulsar a los estudiantes) era muy costosa y
difcil de considerar, pero nadie estaba dispuesto a tomar la defensa de esos estudiantes.
Hubo un largo silencio. El delegado relanz su idea de una admisin con condiciones,
que fue rechazada por el director (Cuando uno va a ver cmo trabajan los dems, es
algo que motiva considerablemente, me parece que es eso lo que les hace falta). El
profesor de matemticas record con solemnidad la regla que haban fijado a principio
de ao: Creo que si se entra en el engranaje que consiste en decir: si los tomamos van a
hacer un esfuerzo, vamos a dejar que se queden, y esto va a ser todava peor []. El
bachillerato profesional es una oportunidad suplementaria: o la toman o la dejan! Si la
dejan, que vaya a trabajar!... Y volvern luego para la formacin profesional cuando
quieran. Pero volvern con otra disposicin.
Sus palabras parecan expresar lo que pensaba el colectivo de docentes. El delegado
sigui defendiendo la causa de los alumnos (Con un poco de voluntad, lo lograramos,
estoy seguro). Hubo un momento de indecisin, nadie se atreva a tomar la iniciativa
de la expulsin. Fue el profesor de matemticas, el ms combativo durante la reunin,
quien hizo marcha atrs y acept el desafo lanzado por el delegado. La tensin afloj
de pronto, todos se sintieron aliviados, el director adjunto retom la palabra mgica de
contrato. Se decidi que los seis alumnos que planteaban problemas pasaran al grado
superior pero que deberan firmar un contrato mediante el cual se comprometan
individualmente a trabajar, de lo contrario seran expulsados. Se pactara una cita en la
oficina del director, das despus, con esos seis alumnos para firmar su contrato de
buena conducta para el prximo ao.
Aunque la situacin se aparentaba a un caso evidente de freno escolar, la
institucin se hallaba prisionera del estrecho margen de maniobra: su obligacin es
llenar el aula. Los docentes y la administracin se encuentran hasta cierto punto
atrapados por los alumnos, que pueden ejercer un doble chantaje en trminos de
99
desocupacin y en trminos de reputacin del bachillerato profesional que ubica
paradjicamente al delegado en situacin de fuerza93. En cierto modo esta reunin era
reveladora del funcionamiento de este liceo profesional. La tensin que reinaba, el enojo
y la revuelta por parte de los docentes, expresaban la angustia al estar privados de todo
poder de sancin a medida que la crisis de reclutamiento de los alumnos se agrava. Esta
reunin revel tambin el desajuste entre las exigencias escolares y las disposiciones
efectivas de los alumnos del bachillerato profesional94.
La argumentacin en trminos de desesperanza escolar que sostuvo el delegado
tambin mostr las contradicciones inherentes a la prosecucin de los estudios en liceo
profesional. Para evitar sufrir la desocupacin o el aprendizaje de la descalificacin
que afecta de cerca al entorno de estos hijos de obreros (la familia, las relaciones de
vecinos o de barrio), los alumnos siguen sobrevalorando el diploma que supuestamente
los protegera. Para el delegado, que expresa ac su punto de vista compartido por
muchos otros compaeros de clase, est claro que fuera del bachillerato profesional no
hay salvacin social. El nivel BEP es descartado porque, si bien garantiza un empleo,
slo permite obtener un salario mnimo (un salario de miseria dice el delegado). Uno
entiende que, por un lado, la prosecucin de los estudios a nivel del bachillerato
profesional aumenta las aspiraciones de estos alumnos el bachillerato profesional
permite aspirar a ms que el salario mnimo y a resguardarse de la inseguridad cada vez
ms asociada a la condicin obrera, lo que desvaloriza al mismo tiempo el nivel BEP.
Pero, por otro lado, el hecho de seguir adelante con los estudios se hace sin ningn tipo
de herramientas (como dice uno de los docentes) y acarreando problemas escolares
acumulados desde el principio de la escolaridad. En un contexto marcado por la
desocupacin endmica, pareciera que los alumnos ms vulnerables pudieran reclamar
una suerte de derecho al asilo dentro de la institucin escolar. La cual tiene, adems, la
obligacin de garantizar que los estudios se seguirn desarrollando de manera pacfica,
sin cargas ni obligaciones, para alumnos cuya meta confesable y confesada es retrasar
la entrada al mercado de trabajo.
93
Como lo muestra el dominio que termina teniendo sobre el desenlace de la reunin. Es l quien da la
posibilidad de relanzar, cada vez, la discusin, de prolongar los intercambios, cortando y retomando la
palabra segn su voluntad, interviniendo como un miembro eminente del consejo.
94
Hay que saber que, segn la opinin unnime de los docentes, las exigencias de los bachilleratos
profesionales son desproporcionadas en relacin al nivel de los alumnos. Segn el profesor de taller de
plasturgia, el referencial del bachillerato de plasturgia es de un nivel muy alto, casi de un nivel BTS. Un
profesor de robtica abord largamente durante la entrevista esta cuestin del nivel de los bachilleratos
profesionales: La primera vez que trabaj con bachilleratos pro, los mand a hacer una pasanta y en un
momento dado su tutor pidi que calcularan el peso de una pieza (lo que tenan que hacer era
simplemente el volumen del cilindro multiplicado por la densidad), y un alumno de bachillerato pro, en
ltimo ao, no fue capaz de calcular el volumen del cilindro. Yo pens, no puede ser! No entendi o no
s qu. Hice una prueba con el mismo curso y me di cuenta que por lo menos tres cuartos de ellos no
lograban calcular el volumen de un cilindro, si no se les daba la frmula. De ao en ao, vuelvo a plantear
esa pregunta y por lo menos la mitad no saben, y eso es demasiado porque un alumno normal de 11 aos
debera poder hacerlo, el volumen, s? Y a menudo por ejemplo cambio de tema esto remite un poco a
lo que deca, pero para lengua; uno debera trabajar con el expediente. A nivel del ltimo ao de liceo, se
trabaja con dossier, es decir una carpeta con documentos, habr quizs diez, doce documentos. Se dan
diez, doce documentos a un alumno, y est completamente perdido, pero es una cosa que no se puede
imaginar; tiene demasiado que leer, hay que leer bastante rpidamente, hay que entender, hay que
descodificar. Entonces tienen de todas formas una hoja, se les dice cual es el trabajo que hay que hacer (la
gama, etc.) y en cada hoja hay que tomar algo, pero eso ya es un problema, a los bachilleratos les cuesta y
los CAP, con tres pginas, estn totalmente perdidos, y eso no s de donde viene. Hay un problema de
lenguaje, porque les cuesta leer, cuando leen, les cuesta entender y a partir de ah no se puede hacer
nada.
100
Al otro da, la reaccin de los alumnos fue significativa. A la entrada, un pequeo
grupo de alumnos de BEP de mecanizado se reuni en el patio para evocar la reunin
del da anterior. Las noticias circulan rpido y los comentarios iban de un lado a otro: la
victoria haba sido de los alumnos (uno de ellos dijo: Estuvieron a punto de
expulsarlos pero finalmente los dejaron quedarse bajo contrato). Al acercarme al
pequeo grupo reconstituido de la case de plasturgia, felicit al delegado porque haba
sabido defenderse, me respondi no sin orgullo: No hay que dejarse doblegar, como
si hubiera sido vctima, l y a travs suyo, el conjunto de sus compaeros, de una
agresin por parte de los profesores. Sus amigos se mostraban satisfechos por tener un
delegado que haba sabido sacarlos de un mal paso (s, se comport como un buen
abogado, no le parece?).
95
El informe de pasanta representa un cuarto de la nota final del examen del bachillerato profesional. En
teora, la nota del informe de pasanta est dada conjuntamente por el profesor que sigue al alumno y por
el tutor. En la prctica, son sobre todo los docentes que evalan para compensar les notas demasiado
buenas que ponen los tutores, a menudo poco expertos en evaluacin. La nota conjunta es algo que
siempre trae problemas, los tutores no estn acostumbrados a esa situacin. Es muy difcil ponerle nota a
alguien. Entonces a menudo la nota que proponen es una nota que no tiene relacin con el trabajo del
alumno. Algunos dicen 20 cuando el alumno es solamente regular. No se atreven [a poner malas notas],
se sienten incmodos (el profesor de tecnologa en robtica).
96
Los docentes que se encargan del seguimiento de las pasantas se esfuerzan por ubicar a los alumnos
buscando adaptar sus caractersticas a las de las empresas. Por ejemplo, reservan sus mejores alumnos a
las empresas dinmicas o a las que toman pasantes con regularidad.
101
empresas que procuran pasantas97. El balance de la pasanta es examinado atentamente
por los docentes y por el tutor (asalariado de la empresa) que dan cada uno su opinin.
Puede llegar a pasar que le pidan a un alumno que suprima algunas partes de su
informe, especialmente las que se relacionan con la actividad sindical.
Un docente cuenta que tuvo que intervenir, una vez, para que un alumno suprimiera
un fragmento de su informe que reproduca un volante de la CGT. El alumno haba
trabajado en una PyME que, poco despus de su pasanta, tuvo un conflicto social
importante a raz de la tentativa por parte de la direccin de despedir a un delegado de la
CGT. La unin local haba provocado un movimiento de huelga bastante duro del que
se habl en la prensa local. Durante el paro, el alumno en pasanta que trabajaba en el
taller entr en contacto con militantes sindicales y huelguistas. Habiendo simpatizado,
haba insistido un poco por provocacin, segn los jefes de trabajo para que figurara
en su informe de pasanta un folleto de la CGT realizado durante el paro. El tutor haba
convocado al jefe de trabajos para explicarle la situacin y pedirle que lo retirara.
Asist a dos sesiones dedicadas a informes de pasanta (instancia que existe desde
hace ya varios aos) con tres das de diferencia. Tenan que ver con alumnos de ltimo
ao de liceo en bachillerato profesional, primero en mantenimiento, luego en robtica,
donde una sesin improvisada fue organizada por los profesores a pedido del
investigador98. Los alumnos exponan el informe frente a un jurado compuesto por
sus docentes, en calidad de entrenamiento al oral porque, como lo explic un profesor
de taller de plasturgia, es una buena formacin que les ensea a hacer informes; y esto
se hace cada vez ms de este modo en la empresa. El informe de pasanta, adems de
una presentacin general de la empresa, contiene una descripcin detallada del trabajo
que realiz el alumno: del tipo de equipamiento en el cual trabaj, las tareas que
efectu, incluso las propuestas que hizo para mejorar el trabajo.
Durante los informes de pasanta a nivel de los bachilleratos profesionales, los
profesores de taller tienen tendencia a evaluar a los alumnos en funcin de su capacidad
a ir ms all de las competencias tcnicas. Sobre un alumno que slo se limita a realizar
correctamente su trabajo, sin ir ms lejos, se dir: Es un muy buen ejecutante que
nunca tomar iniciativas. Estos alumnos que se revelan tan flojos en el oral, parecen
condenados a no ser sino buenos ejecutantes. Pero una persona que tiene un
bachillerato profesional debe ser ms que un buen ejecutante o un buen obrero o
incluso un buen trabajador (expresiones que siempre aparecen tratando de ser
97
Para prevenir cualquier riesgo de digresin por parte de los alumnos, la presentacin de la pasanta
debe limitarse a un registro estrictamente tcnico y econmico. Los alumnos aplican con rigor las
consignas que les dan e indican, por orden, el estatuto jurdico de la empresa, el monto del capital y las
ganancias anuales, la produccin anual, la parte del mercado nacional y mundial, los sectores de venta y
el nombre de los principales abastecedores, etc. La empresa es nicamente presentada a partir de sus
caractersticas econmicas y comerciales: los alumnos estn atentos a no limitarse al mercado francs y
abordan tambin el mercado mundial. Ninguna indicacin proviene del balance social, los sindicatos y el
comit de empresa no son nunca mencionados. A menudo, lo nico que hacen los alumnos es retomar la
presentacin oficial de la empresa, que puede figurar en los documentos para accionarios.
98
Los docentes del bachillerato profesional de robtica respondieron en alguna medida al equipo de
docentes de los bachilleratos profesionales de mantenimiento organizando rpidamente una sesin
anloga a la cual asist. Todo fue hecho para causar buena impresin, para convencer al investigador de la
seriedad de la formacin, para elevar el estatuto de la seccin de robtica, que ocupa objetivamente el
nivel ms bajo en la jerarqua de los bachilleratos profesionales del establecimiento: los docentes hicieron
pasar a los alumnos por nivel escolar en orden decreciente, el examen de cada caso fue lo bastante largo
(ms o menos tres cuartos de hora) como para que solo los buenos alumnos fueran examinados en
presencia del investigador. Los docentes no tenan como objetivo evaluar al candidato: el ambiente era
distendido, la prestacin no iba a tener nota, no se trataba de poner a prueba al alumno que expona, se
trataba ms bien de valorar el trabajo hecho durante la pasanta.
102
evaluadas). Debe poder innovar, estudiar, anticipar, etc. Si todos los docentes
estn de acuerdo en considerar que la mayora de estos alumnos podran ser buenos
obreros, es decir trabajadores competentes en el plano manual (otra manera de alabar
este tipo de cualidades es decir que son extremamente habilidosos, que se dan maa)
reconocen al mismo tiempo que no pueden pasar a la etapa siguiente (la de las
iniciativas y tareas de encuadramiento). Se les reprocha a ciertos candidatos que no se
atrevan a lanzarse, que no sepan tomar la palabra o argumentar. De entrada, se
desaniman, no saben reaccionar, se lamentan entre bambalinas los profesores. En
realidad, les gustara que sus alumnos de bachillerato profesional tuvieran ms recursos
(escolares, sociales) para poder afirmar, defender una posicin, incluso cuestionar. Al
mismo tiempo no se dan cuenta de lo que implica este tipo de oral para los alumnos.
Pueden hasta pensar que los alumnos disimulan, que lo hacen a propsito, que podran
hacerlo mejor.
Al finalizar la parte oral del informe de pasanta de los bachilleratos profesionales de
mantenimiento, el jurado delibera, establece las notas definitivas y comenta el conjunto
de las prestaciones. Un solo alumno tiene ms que regular. La incomodidad de los
profesores es particularmente visible cuando se trata de atribuir una nota a la exposicin
de los alumnos porque las diferencias entre sus prestaciones son mnimas: nadie se
distingue, todos tienen las mismas dificultades cuando se trata de tomar la palabra. Pero
es necesario poner nota a las prestaciones para establecer una diferencia entre ellos; los
profesores alinean a menudo sus notas en base a los resultados obtenidos durante el ao.
Para resolver esta dificultad, un profesor propone dividir la nota en dos: una para el
informe de pasanta y otra para la presentacin oral, de manera a salir de la
contradiccin entre buenos informes de pasanta y presentaciones orales mediocres (un
candidato obtiene un 2 al oral y tiene un informe de pasanta considerado serio,
documentado). Una prestacin correcta (calificativo empleado para no decir malo)
obtiene apenas el mnimo para aprobar. Hay que evitar ser demasiado severo. Una
pequea diferencia a favor de un candidato le permite al jurado subir la nota. Cuando se
produce la deliberacin final, cada docente busca puntos para evitar un promedio
demasiado bajo. Tal docente dir: Los grficos estn mal pero por lo menos hay
grficos, o: De igual forma, algo trabajaron, etc. La nota del informe de pasanta se
hace, por as decirlo, a contracorriente, como si los candidatos solo pudieran ser
evaluados de manera relativa, en comparacin con todos los que ya pasaron.
El presidente de sesin, como conclusin, enuncia un juicio global (el nivel es
bajo); el profesor de taller suscribe pero agrega, en calidad de circunstancia atenuante,
bajo, pero no son malos chicos. El presidente insiste y lamenta las lagunas en materia
de reflexin: Todo lo que es interpretacin, investigacin, todo lo que pide un esfuerzo
intelectual, no lo hacen. Son chicos muy amables, no molestan, pero no hacen nada. El
presidente de sesin se dirige a sus colegas para preguntarles qu se puede hacer para
remediar a esta situacin preocupante. El profesor de taller no duda en proponer su
propia solucin, que tiene el mrito de ser simple: Yo tengo una solucin! Hay que
reunirlos a todos y soplarles un poquito los bronquios Durante el oral del informe de
pasanta en robtica, los alumnos le otorgan una atencin especial a los nuevos modos
de organizacin del trabajo y de gestin de la produccin (justo a tiempo). Las
preguntas de los profesores apuntan a que digan lo que hicieron en la empresa, las
iniciativas que tomaron o las mejoras (palabra recurrente por parte de los profesores)
que pudieron aportar, el hecho de ganar tiempo y/o la ganancia de dinero que
procuraron, la evaluacin en cifras que pudieron hacer de tal o cual iniciativa, etc. La
manera que tienen los profesores de insistir en la experiencia de sus alumnos y,
simultneamente, de sorprenderse por las fallas o las lagunas de las empresas, busca
103
mostrar al investigador que los saberes y los mtodos enseados en los talleres del liceo
profesional pueden ser aplicados en empresa y que los alumnos formados en el liceo son
directamente operativos99.
Las preguntas de los profesores tienen como objetivo conocer con precisin el
proceso de fabricacin, las tcnicas de produccin, el tipo de equipamiento de las
empresas. Los alumnos son as invitados a describir en detalle, mediante dibujos y
esquemas en el pizarrn, las instalaciones en las que trabajaron, a exponer mtodos
nuevos de fabricacin y de organizacin del trabajo que nunca estudiaron en clases. Es
la ocasin para los profesores de mejorar el conocimiento que pueden tener de las
empresas, y poder, por su parte, adaptarse de la mejor manera a sus exigencias estando a
la vanguardia de lo que les parece ser el progreso tcnico y organizativo. Pasan mucho
tiempo con los alumnos que durante sus pasantas pudieron hacer estudios (estudio de
falta de piezas, estudio de circuito) o innovaciones. Cuando un alumno logra aplicar
durante su pasanta trabajos prcticos realizados en el liceo, se le somete a una serie de
preguntas interesadas y benvolas (Utiliz CFAO? [Concepcin y fabricacin
asistida por ordenador] o Qu programa utiliz?). Las preguntas cambian de registro
cuando el alumno expone el funcionamiento de un procedimiento innovador del que los
profesores pensaban hasta entonces tener el monopolio100. En esos casos hay cierta
desconfianza. En cambio, no esconden su decepcin cuando los alumnos se han
contentado con simples trabajos de montaje y ejecucin y no pudieron demostrar
iniciativa. Lo que se valoriza e incentiva es el alumno que durante su pasanta busc
sistemticamente poner en prctica lo que aprendi en el liceo profesional, divulgando
as en empresas sus innovaciones pedaggicas.
Estos orales muestran que el modelo de referencia de los profesores de robtica es
explcitamente el modelo japons de gestin de produccin. Los objetivos que se les
ensean a los alumnos son, aqu como en la fbrica, la reduccin de los stocks, la
elevacin de la tasa de utilizacin de las mquinas, la mejora de la calidad de las piezas
producidas (el cero falla) y una sensibilizacin continua a todo lo que puede permitir
ganar tiempo o dinero. Los elementos valorizados en el comportamiento de los alumnos
en pasanta son la cooperacin, la polivalencia y, sobre todo, el espritu de iniciativa101.
Las preguntas de los docentes durante estos orales apuntan a verificar que estos
principios indisociablemente tcnicos y organizativos, enseados en el liceo, son
efectivamente puestos en prctica durante las pasantas en empresa. Es lo que se observa
en el ejemplo siguiente.
Christophe (casco de moto en mano que pone al lado de la tarima, usa aro), es el primer
alumno de bachillerato profesional de robtica que entra. Hizo su pasanta en una PyME
99
Cuando se iniciaron las pasantas en empresa para los alumnos del bachillerato profesional, los
docentes pensaron que partan con un punto en contra, que estaban atrasados. Ahora bien, segn ellos, lo
que pas es lo contrario: Con los bachilleratos profesionales, en los referenciales, estamos un poco
adelantados en relacin a las empresas. A inicio de las pasantas de bachillerato pro, nos decamos: Nos
mandan a las empresas. Qu vamos a parecer! Y nos dimos cuenta que tenan cincuenta aos de atraso.
100
Al mirar el informe de pasanta, el esquema de la pieza que el alumno fabric, el profesor de
tecnologa queda impresionado (como es una bella pieza, se podra hacer un estudio de direccin digital
a partir de esto) pero el profesor de torneado est ms bien intrigado, mira casi con desconfianza (se
parece mucho a lo que se hace ac).
101
La iniciativa es algo que los tutores valoran. De hecho la toman en cuenta en sus evaluaciones, como
lo muestra el informe de un tutor: Tuvimos el placer de recibir al Sr. Gilbert durante dos aos en nuestra
empresa. Se mostr especialmente cooperativo participando en los trabajos de taller. Mostr espritu de
iniciativa y un carcter muy abordable. Sus cualidades tuvieron una influencia segura en los resultados de
su trabajo. Su informe es el reflejo de un trabajo realizado con asiduidad. Su carcter reservado es un
elemento ms para valorar. [] Su futuro parece asegurado.
104
de la regin donde la direccin est por despedir a obreros no calificados de cierta
antigedad para contratar a obreros ms calificados. Explica de manera encubierta que lo
que hicieron fue disminuir la produccin a propsito para obtener lo que queran, es
decir para poder justificar los despidos por motivos econmicos. Presenta su trabajo en un
grupo de mquinas, explica la lnea jerrquica obrera a travs de un esquema (obrero de
fabricacin, preparador, operador) y el trabajo que efectu (tena que anotar los tiempos
y entrar todo en la computadora, y luego eso iba a la oficina de estudios). Ms adelante,
en la discusin, uno de los profesores le hace notar que queda un pequeo problema por
resolver y es el almacenaje: el alumno no lo discute, subraya que la empresa est
realizando un rpido reajuste desde hace cuatro o cinco aos (antes estaban muy
atrasados). Cosa que segn el profesor habra que ponerlo como activo en el aporte que
hacen los alumnos del liceo profesional (desde que mandamos alumnos a la empresa, ha
habido una mejora. Hay que decirlo). El profesor de torneado le hace notar que les hizo
ganar tiempo y dinero. El alumno est de acuerdo: Cuando les di el informe, estaban
contentos. Y el profesor concluye a la manera de una leccin de moral: Viste, siempre
hay una posibilidad de ganar dinero, sin perjudicar a nadie, sin perjudicar al obrero en su
trabajo. El alumno est contento de su pasanta (estuvo bien) pero no pudo ver toda la
secuencia, la gestin de produccin. Los profesores estn de acuerdo en considerar que
hara falta casi un ao ms. Le preguntan si a l le gustara trabajar en esa empresa; el
alumno responde: No est mal pero es demasiado familiar. Se puede entrar si se conoce
alguien. Hay que conocer gente, y todos los que entran, hacen un contrato para saber lo
que quieren. De lo contrario, no se quedan mucho tiempo. Normalmente entro sin
problema. Me toman como BTS en pasanta CIPES102. Eso est bien, con el CIPES, ya
que es una pasanta en la que estn contentos conmigo. Haba conversado con el jefe del
personal porque tambin sirven para eso las pasantas. Es una suerte de matrimonio a
modo de prueba. Los profesores le recomiendan que lo haga escribir con todas las letras
porque hay que estar bien seguro (l traduce s: un pequeo contrato). Una vez que los
profesores se quedan entre ellos, uno reconoce dirigindose a m: Es el mejor alumno.
Ese era el plato fuerte.
Los alumnos que hacen su pasanta en las empresas de la zona adoptan de alguna
manera la posicin de embajadores del liceo profesional. Se les incita a poner en valor
lo que han aprendido, la modernidad de los saberes y de los mtodos enseados y, a
su vez, se les asigna la misin de combatir los prejuicios negativos que pueden nutrir los
patrones y los cuadros de empresa en relacin a los liceos profesionales. Las preguntas
de los docentes sobre los trabajos que sus alumnos han efectuado en pasanta son muy
reveladoras de la ambigedad de la relacin que existe entre las empresas y los docentes
del liceo. Estos ltimos suelen pensar que la empresa ha copiado al liceo, que ha
usado en beneficio propio los saberes de los alumnos (y el de los profesores103), ni bien
se dan cuenta que la empresa aplica un procedimiento parecido a alguno que han
introducido recientemente en el liceo. A la inversa, las preguntas a menudo evasivas de
los alumnos y su reticencia a entregar informaciones que perciben como confidenciales
dan a entender que la empresa no divulga sus secretos de fabricacin a los elementos
extranjeros sino en pequeas dosis (incluso en torno a cosas banales, como el nombre de
un programa de informtica, los alumnos se sienten obligados a ser reservados). La
oposicin entre el colegio y la empresa parece sin embargo resolverse, bajo el efecto de
102
Organismo de formacin continua que depende de Peugeot.
103
Durante un informe de pasanta de mantenimiento, este punto tambin apareci. Los docentes hicieron
ver a los alumnos durante la discusin que el trabajo de su tutor, y ms generalmente el trabajo en la
fbrica, no era tan minucioso como el que hacan en el liceo profesional porque no haba tiempo para eso.
Por ejemplo, en relacin a los dibujos y esquemas mal hechos o mal terminados, un profesor de
mantenimiento dijo: Si no se les da el ejemplo ellos no lo van a dar. Los profesores del LEP siempre se
ubican del lado de la verdadera cultura tcnica, del saber terico y de las cosas bien hechas.
105
la crisis del empleo obrero, en una complementariedad a veces cercana a la simbiosis, al
trmino de un proceso que ve a los agentes de la institucin escolar convertirse en los
principales abogados, incluso los iniciadores del acercamiento operado por el colegio
hacia la empresa. Ellos son los que, siempre atentos a no estar atrasados en relacin a
la modernizacin, siempre pendientes de los cambios tcnicos y organizacionales que se
producen en las empresas que se mueven (como dice uno para calificar las empresas
modernas del sector), intentan anticipar las transformaciones que se imponen en el
mundo empresarial104. Para preparar a sus alumnos a convertirse en innovadores,
calidad que acrecienta sus posibilidades de obtener un empleo, insisten en el programa,
sobre todo en lo que atae a los nuevos modos de gestin de produccin (que figuran en
los manuales de robtica).
104
Muchos docentes se informan leyendo la prensa local, las muchas publicaciones especializadas de
empresas y federaciones industriales. Por otra parte, sus contactos regulares con los responsables de
formacin de empresa les permiten conocer con mucha precisin las transformaciones tcnicas y
organizativas de las empresas locales
105
Mtodo japons de gestin de produccin justo a tiempo, en vigor especialmente en la industria
automvil.
106
una empresa subcontratista de Peugeot, conocida por su dinamismo y su capacidad de
adaptacin tecnolgica. Mientras realizaba la pasanta, la empresa despidi a 67 obreros.
A l le encargaron la tarea de hacer un estudio sobre la racionalizacin de un bloque de
mquinas para optimizar su funcionamiento. Lo que explica durante su presentacin es
de qu manera procedi al estudio del tiempo de utilizacin de las mquinas y del tiempo
otorgado a los operadores. Al estar en contacto con ellos descubri que los obreros
trabajaban intensamente cinco o seis horas durante la jornada de trabajo (hay cinco o
seis horas en las que o s o s hay que darle con todo dice, y el resto del tiempo estn
tranquilos). Para disminuir la porosidad del tiempo de trabajo obrero, procedi a una
optimizacin de su tiempo efectivo (racionalizacin mayor del ensamblaje de piezas),
estimando haber hecho ganar 50% de tiempo a la empresa. Por otro lado, contribuy
directamente a la construccin de una unidad de fabricacin que permite acrecentar la
tasa de ocupacin de las mquinas (que slo era de 80%). Estas dos innovaciones
fueron evaluadas como resultados muy positivos de su pasanta, tanto por la empresa (que
le propuso contratarlo despus de la obtencin del bachillerato profesional) como por los
docentes del liceo. Las innovaciones en trminos de organizacin que este alumno
introdujo permitieron suprimir un puesto de trabajo en el sector que le toc. Ninguno de
los profesores intent averiguar cuales haban sido las consecuencias sociales de estas
innovaciones, que fueron presentadas como una necesidad. El mismo alumno slo
encar esta mejora desde una lgica tcnica: desde su punto de vista no aument la carga
de trabajo, y la prdida de un empleo se justificaba desde el punto de vista de la gestin
(ya que estaban despidiendo dice, desconociendo cualquier tipo de responsabilidad).
Tras su exposicin, que tuvo fundamentalmente un carcter tcnico, un profesor le dice,
en tono amable, como para dirigirle un cumplido: Finalmente jugaste el rol de una
consultora El alumno, casi alagado, responde tmidamente: Ms o menos.
Las iniciativas de racionalizacin de Philippe fueron mal percibidas por los obreros
del sector donde hizo la pasanta. Al principio tuvo incluso problemas con uno de
ellos. Los profesores lo tranquilizaron (siempre habr riesgos), pero Philippe insisti
sin embargo para contar el pequeo conflicto que lo enfrent con este obrero.
Philippe: Saben para empezar, cada vez que llegaba al taller (Duda.) Ah estaba
Nono, es un ajustador. Le dicen esquimal en el taller (risas), bueno, no me vea con
buenos ojos [ni l ni los otros]
Docente (torneado) (al alumno pero tambin dirigindose al investigador que est detrs
de l). Y claro! Ni bien aparece uno para recoger tres datos, inmediatamente se imaginan
que son espas.
Philippe. Y adems yo tena un cronmetro Y estaba obligado
Docente (tecnologa). Eso, el cronmetro, es muy, muy mal visto (risas)
Philippe. Entonces mi tutor me dijo: te doy todos los medios y todo para que me
encuentres soluciones. Bueno, luego, me di cuenta de que las herramientas que usaban
tenan varios problemas. (Cuenta en detalle los diferentes problemas tcnicos).
Es llamativo que, cuando estos alumnos exponen las dificultades relacionales que
tuvieron con los obreros del sector, los docentes prestan poca atencin, evitan abordar el
tema y minimizan el asunto. Los conflictos en trminos de competencia y de poder que
surgen en el lugar de trabajo entre los alumnos (futuros tcnicos de taller) y los
operadores parecen ser parte del aprendizaje del oficio; se podra incluso decir que a
travs de estos micro-conflictos es un poco el oficio que se va aprendiendo. Pareciera
ser que los profesores de educacin profesional de los bachilleratos profesionales han
adherido en gran parte al punto de vista de la legitimidad industrial: como vanguardia
modernista del cuerpo docente local, tienen tendencia a ubicar a sus alumnos en esa
lgica tecnicista, en abierta oposicin a la lgica obrera, es decir a las formas diversas
107
de resistencia que implementan, en el lugar de trabajo, los simples operarios. La
cultura obrera, en el sentido de cultura de taller, en el mejor de los casos, es ignorada,
cuando no descalificada. Los docentes se presentan como personas animadas por la
voluntad de rehabilitar la enseanza profesional: sus alumnos estn formados
(tericamente) en la escuela y, en la empresa, su deber es la bsqueda constante de
ganancias de productividad, por mnimas que sean.
Sin embargo, los diversos incidentes que se producen durante las pasantas
constituyen para los alumnos una suerte de prueba social: se encuentran tironeados
entre, de un lado, el deseo de no entrar en conflicto con los obreros del sector, de no
ofender a los veteranos, lo que debera llevarlos a silenciar o a hacer la vista gorda
ante las diferentes astucias que estos despliegan y que ellos van descubriendo a
medida que hacen la pasanta; y, del otro, la necesidad de respetar las directivas y
obedecer las rdenes de sus tutores, efectuando tareas que buscan substraerse o romper
con las resistencias obreras en el trabajo y que ponen en peligro los acuerdos
establecidos desde hace mucho entre agentes de supervisin y obreros del sector.
El rol que se les hace jugar objetivamente a estos estudiantes durante sus diferentes
pasantas en empresa, especialmente el rol de espa de las prcticas obreras en el
trabajo, es especialmente difcil de asumir. Las condiciones en las cuales a menudo
efectan su pasanta (restructuracin de la empresa, despido de obreros) y su percepcin
del lugar que tendran en el taller (entre tcnicos y operadores) pueden incitarlos a huir
de la empresa, que perciben como un lugar de conflictos permanentes. Cabe entonces
preguntar si el ajuste de las disposiciones de los alumnos al perfil de los empleos en
empresa realizado por los profesores no tiene tendencia, en este sector de empleo, a
volverse contra ellos, contribuyendo a disuadir todava ms a los alumnos de tomar la
va industrial. La delicada posicin de los bachilleratos profesionales entre la
supervisin o los tcnicos y los obreros del taller (de los que hablan con cierta distancia,
como si fuera gente que se ubica debajo de ellos) refuerza as los prejuicios negativos o
la aversin instintiva que pueden alimentar hacia el trabajo en fbrica.
108
trabajo. La distancia social entre padres obreros e hijos, agravada por los malentendidos
entre las dos generaciones ligados a la prolongacin de la escolaridad, es tanto ms
fuerte en la medida en que los bachilleratos profesionales estn en algn punto
instrumentalizados por la fbrica. Se podra entonces decir que los hijos alumnos en
pasanta, llenos de buena voluntad escolar y profesional y ampliamente desobrerizados
matan al padre obrero en el taller. El programa escolar del bachillerato profesional
que incluye las pasantas en empresa, le pone trmino a los diferentes procesos, dentro y
fuera de la fbrica, que conducen a la debilitacin simblica de los padres obreros,
promoviendo as una suerte de parricidio social dentro del mismo grupo obrero.
Las personas que estamos formando en torneado o en fresado son (no se atreve a
decirlo) no son muy interesantes (Rectifica.) Es muy difcil. Y se siente
prcticamente a todos los niveles. Entonces, primero, hay problemas de disciplina, cada
vez ms. Aumentan cada ao. Y tienen problemas de comprensin pero tremendos!
Tremendos! Uno no se puede imaginar hasta qu punto! Y ni siquiera es un problema
de trabajo o alguna carencia puntual, a menudo es un problema de comprensin de los
109
trminos ms sencillos. Sin ir ms lejos, esta maana di unos ejercicios en tecnologa, y
bien, hubo varios que no supieron lo que haba que hacer porque no entendieron lo que
se estaba preguntando, respondieron sin ningn sentido comn porque no haban
entendido el enunciado. Yo lo siento mucho. No logran entender los textos ms simples.
Entonces, nosotros, cuando damos una consigna, lo primero que hacemos es verificar lo
que saben, ver si hay que hacer clculos, entonces hay que verificar primero si son
capaces de hacer una suma, una resta, una multiplicacin. Entonces se verifican las
bases y uno se da cuenta que no tienen las bases necesarias, les falta algo, entonces,
problema: hay que empezar de cero? Se sigue adelante? Si uno hace como si hubieran
entendido, o si uno intenta volver atrs, ya no se hace el trabajo. Tomo un ejemplo: en
el taller se hacen conos, para hacer esos conos tienen que calcular primero lo que es una
conicidad, y en un momento dado tienen que trabajar la pendiente, con la tangente (la
tangente de un ngulo) y ser capaces de buscar el ngulo. Por ejemplo, la tangente, si no
lo vieron o si no lo entendieron en matemticas, nos corresponde a nosotros hacerlo,
entonces si uno lo hace, toma mucho tiempo y es un tiempo en el que no se trabaja lo
otro que hay que hacer. Eso es en matemticas, pero el problema se plantea en lenguaje
o en cualquier materia. No tienen las bases fundamentales, prcticamente nada que
pueda ser considerado como base vlido.
Y en trminos de comportamiento, hace un rato usted hablaba de disciplina. Cmo se
traduce?
Gran cantidad de gente que llega tarde. No se dan cuenta Mucha gente que falta sin
motivos. Ahora, a partir del momento en que tienen 18 aos, pueden llenar su cuaderno
de comunicados ellos mismos, me parece. Francamente no se dan cuentan. Algunos
vienen da por medio
Y en relacin al docente, no hay formas de desconfianza
Oh s! Claro que s! Por ejemplo, el CAP de torneros, los tuve esta maana, es muy
difcil Es muy difcil (con tristeza en la voz). Todo el tiempo uno est obligado a
hacer un llamado de atencin, etc. Se insultan unos a otros, hacen cualquier cosa.
Tienen enormes dificultades para mantener la atencin, ya s que estar dos horas en
clase es difcil Entonces, no s. (Silencio.) No prestan atencin, no comprenden
mucho, no pueden recordar [] Lo que tambin se perdi completamente es el gusto,
la actitud del buen artesano, el trabajo bien hecho, todo eso, se acab No lo veo para
nada, eso Por ejemplo hay cosas que cuesta mucho obtener. Hay varias partes en una
pieza (toma una pieza en sus manos), todas son evaluadas, etc. Y hay una parte que
siempre se evala que es la presentacin. Entonces una pieza tiene que ser bonita, no
tiene que tener marcas, no tiene que estar rayada, usted ve, no tiene que tener rayas as.
Entonces hay que tener un cuidado especial. Uno lo logra fcilmente pero hay que
prestar atencin, s? Es extraordinariamente difcil lograr que hagan una linda pieza,
me entiende. O sea que todo tiene que estar en su lugar para que no se enganche, no
tiene que haber golpes, rayas. Y eso, es muy difcil. Es simplemente una cuestin de
cuidado y de atencin, yo dira incluso de respeto por la materia, me entiende? algo as.
Eso no lo tienen es muy difcil. Cuando tengo una linda pieza, la guardo y se la
muestro. Esta es una linda pieza y esta es la tuya, vas a un negocio, cul compras?
Cul prefieres? Pero ellos no se dan cuenta. No, no es nada, la pieza est bien igual.
[] Cuando tienen alguna cosita que hacer, uno los empuja, los obliga a hacer algo y
lo hacen, pero (duda) sin ganas, sin nada, me entiende? Entonces les digo, cuando les
toque trabajar ms adelante, si no les gusta lo que hacen, no van a ser felices. Pero eso,
ni lo escuchan, les resbala Yo soy el rezongn. Usted ve, tienen esa actitud, lo que
yo puedo decir, realmente, no tiene ninguna importancia [].
110
Usted ha visto, a nivel de sus habilidades, diferencias entre los alumnos actuales y los
antiguos alumnos? O son habilidosos como los otros?
S, los bachilleres son relativamente habilidosos, de todas formas. Con los CAP tenemos
ms problemas. Hay algunos que no logran apretar correctamente el pico de pie de rey,
se encuentran con una mordaza que es ms grande, por ejemplo, s? Pareciera que no
es nada pero eso es lo que hace toda la diferencia entre una mordaza bien hecha y una
mal hecha. Sin embargo es una manipulacin extremadamente simple y algunos la
hacen con mucha dificultad. Pienso algo muy tonto, se utiliza un comparador (me
explica), es muy preciso pero tambin muy delicado. No hace mucho tiempo, le hice
montar a uno un comparador y cuando uno lo monta, se desliza una parte as, en el
agujero, y luego se aprieta delicadamente un tornillo para bloquearlo. Bueno hay uno
que us una pinza multitomas para apretar un pequeo tornillo, no se dio cuenta que el
comparador estaba arruinado, hay que hacerlo muy delicadamente. Y uno entiende solo
que hay que hacerlo con delicadeza y no forzando. Y claro, es cierto, eso no lo dije
nunca, pero es que pareca tan evidente. Es como tirar un beb al suelo, no se hace,
aunque nadie nos haya dicho nunca que no hay que hacerlo. [] En fin se pueden dar
muchos ejemplos. Por ejemplo, ordenar sus cosas, sus apuntes, tienen 18-20 aos y
todava no lo logran.
Y a nivel del orden? Llevar un organigrama?
Eso es prcticamente imposible! Es un problema para los CAP. [] Hay que decirles
lo que tienen que traer, si tienen que comprar un cuaderno, si tienen que traer una
carpeta, tal color, etc. Ellos piden eso, no lo hacen por s mismos. Si uno los deja sin
control, pierden todo, veinte hojas en la misma carpeta, eso no es clasificacin. Por
ejemplo, tiene un bolso y ah no ponen su cuaderno. La mayora de las veces el
cuaderno queda ac. Tienen un casillero, dejan su cuaderno de tecnologa y todo lo
dems en el casillero, los del bachillerato ponen su cuaderno pero no todos, algunos
ponen su cuaderno en nuestro armario all. Esto quiere decir que no trabajan en sus
casas, no se llevan lo que necesitan si hay algn ejercicio que hacer. Si lo nico que hay
que hacer es repasar una clase tampoco pueden hacerlo, tienen su cuaderno aqu. Una
vez que salieron del liceo, la jornada se acab. [] En el taller es ms difcil. Primero,
ah, tienen que quedarse quietos, y eso ya es un problema. Porque en el taller es
peligroso, uno deja una mquina mientras sigue funcionando, puede pasar algo, hay que
estar cerca del botn para apagar y luego estar vigilando. Lograr que se queden en las
mquinas sin moverse, es muy, muy difcil (silencio.). Tienen un poco la mentalidad
de nios de jardn que se paran y van a todos lados. Tienen un poco esa mentalidad
[] Antes, el liceo profesional era una instancia difcil de pasar. Hoy se tiene la
impresin de que no hay tantas posibilidades. Antes Peugeot estaba en todas partes, en
Sochaux, en Audincout, en Beaulieu, en Valentigney. Haba fbricas por todos lados,
ahora en todas esas grandes empresas el personal disminuye [] En todo caso se
tiene esa impresin, no digo que sea siempre el caso, pero se tiene esa impresin de que
en el sector tcnico hay una degradacin. Y las campaas para la educacin profesional
son un poco un engao. Es cierto, no todo es negativo pero no es tan lindo como
(Silencio.) El nivel de reclutamiento de nuestros alumnos ha bajado por eso. Pero toda
esa gente, es necesario que uno logre que hagan algo, pero es difcil. Uno no puede
evitar comparar lo actual con lo que hubo antes. Siempre se tiene tendencia a ver la
edad de oro en el pasado pero es cierto que antes, uno no se daba cuenta, haba una
seleccin muy severa al principio. Los que segua hasta el bachillerato eran muy buenos
elementos. Y ahora, de a poco, se acepta a cualquiera Y cuando se acepta a cualquiera
se tiene una curva de Gauss, y se puede poner lo que uno quiera el nivel intelectual o la
voluntad de trabajo, ahora tiene que entrar la curva entera.
111
CAPTULO V
Padres desorientados
106
Richard Hoggart, La Cultures du pauvre, Pars, Minuit, 1970, (primera edicin inglesa, 1958).
107
Cuya primera versin fue objeto de un artculo, retomado aqu bajo una forma sensiblemente
modificada. Ver Stphane Beaud, Lcole et le quartier. Des parents ouvriers dsorients . Critiques
sociales, n5-6, enero de 1994, p. 13-47.
112
primaria108). El padre (Jacques F.) es obrero en la fbrica de Sochaux, la madre
(Mireille F.) es asistente maternal a tiempo parcial. Este trabajo, hecho a partir de dos
largas entrevistas efectuadas con un ao de intervalo (en julio de 1992 y en julio de
1993) permite tambin entender la imbricacin estrecha entre, por un lado, la
experiencia profesional de los padres y, por otro, su relacin con la escolaridad de los
hijos.
1. La escuela hoy
108
NdT. Los estudios secundarios en Francia estn estructurados en dos ciclos que se desarrollan en dos
tipos de recintos: el collge (ciclo de cuatro aos), luego el liceo (ciclo de tres aos). El bachillerato
(baccalaurat o bac en su forma abreviada) marca el fin de los estudios secundarios: se trata a la vez de
una serie de exmenes y de un diploma. En los liceos de orientacin general el bachillerato se pasa
durante los dos ltimos aos del ciclo: el primer ao slo se da el examen de lengua (comprende un
examen escrito y un examen oral); el segundo ao, se pasan las otras materias. Cada examen le permite al
estudiante sumar puntos segn un coeficiente determinado o, al contrario, si le va mal, tener puntos en
contra o atrasados. Los estudiantes a los que se refieren los autores en este captulo vienen de distintos
collges. A nivel del liceo existen ramas o secciones que gozan de distintas valorizaciones segn una
jerarqua implcita y por todos conocidas dentro del ambiente escolar. Dos en especial: la cientfica y la
literaria (la primera siendo ms valorada que la segunda) que, a su vez, tienen especializaciones y
preparan a distintos tipos de bachillerato. La consigna del 80% en el bachillerato o sea del 80% de
xito en el bachillerato fue lanzada en 1985 como objetivo de la enseanza secundaria.
109
Se advierte aqu la amplitud del cambio que sobrevino, en veinte aos, en la relacin entre lo pblico y
lo privado
113
completando o corrigiendo lo que dice su marido. Se siente que est tan involucrada
como l en estos temas.
Al principio de la entrevista, Jacques no se siente totalmente cmodo, no se atreve
a desarrollar y prefiere dejar la palabra al investigador, ms autorizado en este
mbito. Hablar de la escuela, de la escolaridad de los hijos con un docente en el
marco solemne de una entrevista grabada es siempre una prueba. As, las preguntas
sobre las secciones del liceo, los programas, el modo en el que se realiza el seguimiento
escolar de sus hijos, las expectativas de los docentes los ponen a la defensiva como si
reforzaran el sentimiento difuso de no estar a la altura. Mireille es especialmente
sensible a los efectos de legitimidad cultural. Por ejemplo, es ella la que busca a lo largo
de la entrevista dar signos de buena voluntad cultural, subrayando el hecho de que sus
hijos frecuentan regularmente la biblioteca municipal, que hacen msica, que leen
mucho (lo que su marido va a discutir inmediatamente).
La entrevista dur tres horas y esto da cuenta de la suerte de urgencia que hay en
hablar de estas cuestiones de escolaridad110. Para ellos es la ocasin de aclarar un poco
estas cuestiones de colegio discutiendo con un especialista, poniendo a prueba con l
sus propios anlisis de la situacin, avanzando tmidamente ideas o reflexiones que
someten para su aprobacin. A menudo les doy la razn, cosa que los refuerza en sus
frgiles convicciones. Sintindose apoyado, Jacques puede entonces develar ciertas
actitudes que observa en los secundarios y que, aunque se han vuelto hoy banales, no
dejan de escandalizarlo. Pero su indignacin est hecha de inquietud y de control, casi
de pudor, nunca es demostrativa: se lee sobre todo a travs de frecuentes mmicas de
estupefaccin, que a menudo remplazan las palabras que no encuentra para describir su
sorpresa frente a la escuela de hoy.
110
Jacques no se dio cuenta del tiempo que pas. Ir a su cita con el dentista con una hora y media de
atraso (Siempre se atrasa, me puede esperar).
114
Jacques. El pibe [su hijo mayor] va a cumplir 15 aos, recin est en cuarto. El que sigue
est en segundo y el tercero en primero. Entonces, a nivel de educacin, hay que
repensarlo todo, en relacin a nosotros, hemos visto (Silencio.) En fin, yo tampoco fui
muy lejos eh? Con los padres, todo eso, no era (Duda y retoma el hilo de su
reflexin.) Bueno, fui hasta el CAP, BEP, eso es todo (bajando la voz)! Y luego,
despus, haba que trabajar. Despus de los 18 aos. Pero ellos [sus hijos], la escolaridad
es: pasar de un grado a otro porque llega gente. Yo no lo puedo concebir as, y lo vi
claramente en la ltima reunin, hace quince das, tres semanas Se ve tambin en el
caso del paso a tercer grado. Porque, de todas maneras, siempre se puede hacer bajar [en
cuarto grado tecnolgico, en el LEP que est abajo] a los que quieren hacer (duda un
poco, no est seguro de la palabra) tecnolgico. Bueno, esos son los que tiene un poco
dificultades. Pienso que all arriba [en el collge] todo el mundo tiene dificultades. Pienso
que mi pibe, el que va a pasar a cuarto, tiene el nivel de segundo, no ms que eso (con
amargura en la voz) Bueno, no repiti, pero sus notas son muy bajas. Pero el problema
all, en la administracin, es el paso de grado. Tuvimos un caso hace poco, no dir el
nombre. Con una nota promedio de 8 [sobre 20]! Pas! Los padres se quejaron [para
que pasara] Porque hay que hacerlo pasar!... [Silencio] Con 8 de promedio (en un tono
incrdulo) Y era el promedio de todo el ao, eh?
Y pas?
Jacques. Bueno, los profesores se negaron, el director se neg, el orientador mand una
carta a la academia (Silencio). Pero igual, pas, entonces esto sigue Hay que
pasar!... hay que pasar (en un tono de indignacin contenida)!... Entonces hay casos que
son especficos, es decir que tiene que haber dos que pasen por un tema de edad, por el
beneficio de la edad. Aunque tengan dos, tres, aos de atraso. Hay una nia que tiene 19,
20 aos, seguro llegar a cuarto grado. Pienso que eso tampoco es lgico. Bueno, por el
hecho de esas grandes concentraciones de inmigrantes aqu en el barrio Entonces a los
padres no les importa. Cuando los invitan a optar por un cuarto ao passerelle
[dispositivo especfico para alumnos con dificultades] tecnolgico, no quieren, no saben
de qu se trata. A lo mejor tambin hay una mala informacin de entrada. Pero bueno, no
va (con voz cansada) Yo esperaba ms de la escuela secundaria, all arriba! Sobre
todo buena reputacin, en fin, se supona Siempre hay situaciones retorcidas
[Jacques describe largamente el caso de un alumno.] Todos discutimos un rato porque
consideramos un caso, no recuerdo su nombre. Tena 11 11 y algo, cerca de 12. Y los
profesores queran que repitiera. Mientras que el que tena 8 lo queran hacer pasar.
(Silba.) Oh! No fue el nico, eh? Hubo que pelear. Le dijimos: Y por qu ste pasa y
ste no? En realidad el que pasaba [con 8 de promedio] tena dos aos de atraso y el otro
no tena. Es como si mi hijo no hubiera tenido el promedio, podran haberlo hecho
repetir
Es por eso que dice que algunos pasan por antigedad?
Jacques. No va ms! El beneficio de la edad, no va!... Un alumno que repiti dos o tres
veces y en la reunin: S, pasa Y bueno, se ver despus. Bueno pero es as
Examinan un caso particular e inmediatamente preguntan: qu edad tiene? Bien, que
pase
A usted le parece que los casos de los alumnos son estudiados con seriedad?
Jacques. S, s, est bien hecho pero hay casos Hace muchos aos que estoy y
siempre son los mismos nombres los que plantean problemas, entonces a veces uno est
ah haciendo dibujitos. Porque todo lo que dicen, ya lo dijeron en aos anteriores, siempre
lo mismo: qu vamos a hacer? Bueno, tienen que pasar. Se les avisa a los padres, se
les manda un correo, no pasa nada, y siempre: Qu hacemos? Entonces hay una
consulta, lo hacen pasar en cuarto grado especial, de insercin. El otro haba hecho un
pedido, se lo haban dado. Pero ya no quiere ir, quiere ir al collge. Entonces, qu?
115
presenta estable, coherente, seguro de sus fundamentos. Los profesores eran respetados,
las notas eran objetivas, los pasos de un grado a otro estaban justificados, el hecho de
repetir y las orientaciones no se cuestionaban. Al evocar lo que fue su propia escuela en
el pasado, describe, en alguna medida tambin, los males la escuela hoy. Lo que le
molesta y lo que incluso en ocasiones le parece chocante en el sistema tal como lo
percibe a travs del prisma del collge del barrio, es que parece haber renunciado a
fabricar buenos o malos alumnos, como si se hubiera resignado a no distinguir sino
una masa ms o menos homognea de alumnos que pasan y una minora de
perturbadores. El sentido del xito escolar se obscurece si el colegio no clasifica y no
jerarquiza a los alumnos, si no asegura la funcin, esencial a sus ojos, de inculcar y
reconocer el valor del trabajo. En el estado anterior del sistema de educacin que
conoci durante su propia escolaridad, una de las primeras funciones de la institucin
escolar era establecer calificaciones, no cuestionables ni cuestionadas, aceptadas e
interiorizadas por los alumnos. Hoy, todo lo lleva a pensar que el colegio produce
clasificaciones discutibles, negociables o enmendables.
Con la opacidad de estas clasificaciones, padres como Jacques y Mireille pierden un
punto de referencia central para orientarse en el sistema educativo. Porque slo el
conocimiento del valor escolar de sus hijos puede permitirles nutrir aspiraciones
educativas y sociales aproximadamente ajustadas a las capacidades de los nios111. Es
la nica posibilidad que tienen de no equivocarse. Necesitan un juicio que inspire
confianza por parte de los profesores. Si la duda sobre el valor escolar de sus hijos se
introduce en sus mentes, entonces toda la inversin que se hizo respecto al colegio
pierde sentido. Cmo asegurar que las notas sean justas? La prueba se da casi de
manera experimental cuando los chicos llegan al liceo, donde muchos padres quedan
sorprendidos por la manera en que bajan las notas durante el primer ao. Se sospecha
y, en ocasiones, se los acusa que los docentes de los collges del ZEP sobrevalan a
los alumnos. Al poner notas que los chicos no se merecen, se falsea el juego de la
evaluacin y de la competencia escolar. As, Jacques sostiene exagerando sin duda esa
distancia que su hijo mayor, alumno de cuarto grado, tiene el nivel de segundo,
comparndolo con su primo, alumno de segundo en una escuela rural tranquila. Si la
sobrevaluacin es un problema que preocupa a Jacques y a Mireille, es porque temen,
a travs de la instauracin de un sistema de notacin propio de la escuela de ZEP, que
sus hijos sufran una relegacin escolar precoz112.
Esta cuestin de la sobrevaluacin, los padres obreros, miembros de la FCPE, se la
plantean a menudo a los docentes y a la administracin. Sus miedos son regularmente
desmentidos por un discurso que pretende ser tranquilizador pero que no basta para
disipar la sospecha. Lo que ms los hiere, quizs, es la manera insidiosa y disimulada
con la que este sistema de notas est siendo adoptado. Segn ellos, todo se va haciendo
a las escondidas, por detrs, con pequeos negociados. En la entrevista, aflora de
manera recurrente la misma herida, es decir la poca importancia que se le da a su
presencia en tanto delegados de los apoderados de la escuela. Tienen la impresin de ser
mantenidos a raya, sin derecho de saber lo que pasa al interior de la escuela. Este
distanciamiento alimenta la sospecha y los rumores no dejan de expandirse alrededor.
Lo que provoca la amargura, e incluso la violencia, de los apoderados obreros como
Jacques, es la especie de hipocresa de lo que llaman el sistema, la disimulacin de los
111
Es algo que Jacques Testanire observaba en sus investigaciones de los aos 70, con los mineros del
Norte. Jacques lo dijo varias veces durante la entrevista: Yo no puedo conocerlos son los profesores
los que lo tienen que decirlo.
112
Es el mismo miedo lo que alimenta el rumor de que existe un sub-bachillerato para los liceanos de
Seine-Saint-Denis, evocado durante el paro de los docentes en marzo-abril 1998.
116
verdaderos problemas por la administracin, como si se les quisiera esconder las
cosas, engaarlos. Finalmente, tanto en la escuela como en la fbrica, se tiene el
sentimiento de que algo se les quiere esconder, de que las cosas siempre estn dichas a
medias, que no se dirigen a ellos como a padres responsables. Se siente de hecho,
aunque se expresa de manera velada, la humillacin de no ser verdaderamente
escuchados en las reuniones de la escuela, o muy superficialmente, lo que hace que
tienen la impresin de ser mirados de arriba. De entrada, sus palabras parecen ser
descalificadas porque salen de la boca de simples obreros equivocados, extraviados en
ese mbito reservado a los pedagogos. Lo que aparece es el miedo a ser vctima de un
doble lenguaje, de ser, tanto en la escuela como en la fbrica, engaados por el discurso
de la institucin. La confrontacin con la administracin escolar les hace tomar
conciencia de golpe del poco peso social que tienen, el de los dominados, a quienes,
para su bien, para no abrumarlos, no hay que decirles toda la verdad.
Jacques y Mireille, como los otros padres obreros entrevistados, reprochan tambin a
los docentes que no se atrevan a decir las cosas con franqueza, sin desvos. Como
padres, lo que ellos quisieran es sencillamente saber a qu atenerse, para decidir con
conocimiento de causa cmo sigue la escolaridad de sus hijos. Ahora bien, estn
perturbados por hechos que no corresponden a la representacin que se hacen del orden
escolar: es, por ejemplo, el caso de las faltas de ortografa en las tareas de sus hijos y el
poco trabajo que los docentes piden hacer en casa.
113
Dice de este profesor: Ensea, ensea bien, es decir que pone notas estableciendo una jerarqua entre
sus alumnos: encarna la figura del ltimo resistente dentro de la escuela. Con l, se sabe lo que los
alumnos valen, lo que se puede esperar (puede entonces decir que su hijo con 12 en matemticas es
bueno, confortado en esto por su moral del trabajo y por la sancin positiva necesaria cuando se trata de
esfuerzos hechos en el colegio).
117
Jacques. El ao pasado defendimos a un profesor de matemticas porque algunos
apoderados, el grupo de la PEEP, para qu vamos a andar con cuentos, quiso echarlo.
Entonces no nos pareci porque ese profesor de matemticas es bueno, es duro. Ense
durante cuatro aos en frica, y no s qu ms. Es un matemtico, no hay nada que hacer.
Se ocupaba de segundo, tercero y cuarto ao. Y a los de segundo les daba la misma
materia que a los de tercero, entonces muchos chicos no podan seguir. Y nosotros vimos
los resultados, vimos que haba seis o siete que podan seguir, que tenan una nota
suficiente para aprobar en matemticas, los otros no. Los padres se enojaron: Por qu
nuestros chicos no tienen buenas notas? Iban a ver al profesor. Todos los das, todos los
das haba gente ah para ver a este profesor de matemticas. Les dijo: Bueno, tengo a
seis que siguen, eso es todo! Los otros no quieren. Hubo un montn de informes hechos
as, a nivel de la administracin, diciendo que haba que echarlo. Entonces, nosotros [la
FCPE] hicimos uno en contra, y no lo echaron. Pero lo pusieron a dar clases a los de
primero y segundo, un rango ms abajo. Y se explicaba diciendo simplemente: Yo les
enseo matemticas a los nios que estn en segundo, cuando llegan a tercero, les resulta
fcil. Mi hijo lleg a tercero, tena amigos que venan a estudiar matemticas con l, o
sea ac, porque les iba lo ms bien. As fue. (Silencio). Hay buenos profesores. Pero su
rol, lo que tienen qu hacer, no puedo [hablar de eso]
Entonces, este profesor de matemticas era considerado como demasiado severo porque
mantena su nivel de notas?
Jacques. Demasiado severo porque los alumnos no podan seguir. No podan o no
queran, siempre es lo mismo, eh? El es un tipo, era un tipo, no pareca profesor,
Siempre vestido as noms, el pelo despeinado (risas) A uno no se le hubiera ocurrido.
Bueno, hubo varias ancdotas con este profesor de matemticas. Fuera de eso, a nivel de
la evolucin de las notas, bueno, eso es el chico el que tiene que mantenerse. Porque uno
lo ve regularmente en la escuela: el primer trimestre, todo brbaro, 16, 17 de promedio!
Tercer trimestre, 11, 12. Y en general ya sea en primer ao, todos los primeros aos, hasta
cuarto ao, todos tienen malos resultados en el tercer trimestre. Es el declive Primero,
segundo, tercero (acompaando con un gesto hacia abajo de la mano) Entonces, no s
si los chicos anotan todo, si aprenden correctamente, si los profesores (Silencio.) Yo
pienso que hay un poco de abandono por parte de los profesores tambin.
En las reuniones de principio de ao con el director y los docentes, hay posibilidad de
decir algo?
Jacques: Ah bueno, el dilogo (Imitando al director). Todo lo que he hecho, es
seguridad Eso es todo! Claro, para las peleas y ese tipo de cosas: robos, cuchillos,
cosas clsicas en barrios as
O sea que la escuela no est protegida del barrio? Es conflictiva?
Jacques. Mummm Conflictiva?... Pidieron ms seguridad pero todo lo que ocurre en
la vereda, ms all de las rejas, el director, niet! Entonces, de vez en cuando pasa una
patrulla, un pobre tipo con una motoneta en la que est escrito milicia municipal y se va
corriendo porque no tiene nada en la cabeza
Mireille. Los profesores tampoco estn seguros.
Jacques. Los profesores, en el interior, ellos [los delincuentes] los van a desmontar,
eh? (Silencio). Los autos, y no queda nada. Y todo se acumula Pienso que a medida
que pasan los meses, no s si es la televisin, la prensa escrita o los noticieros que ponen
eso en la cabeza de los chicos pero (Silencio.) Hay un tema psicolgico tambin porque
hubo hace dos o tres meses en la regin parisina o en el Norte un joven con una barra de
hierro, y no s bien qu es lo que pas en una escuela, y dos o tres das despus, hubo
otros que quisieron hacer lo mismo, con una palo de madera en este caso, que le queran
pegar a todos. Bueno, yo no digo que son todos iguales, franceses, inmigrantes. Es un
poco todos mezclados. Se trata de imponerse por sobre los dems []
Mireille. Yo pienso que hasta sptimo grado, los chicos no reaccionan. Van al colegio
porque estn obligados, eso es todo. Hasta sptimo. Trabajen o no trabajen. Buenos, hay
algunos chicos que trabajan. Por qu? Porque hay un seguimiento, a los otros no les
importa nada, van al colegio y nada ms. Cuando llegan a la secundaria, es un poco lo
118
mismo. O estn orgullosos de estar ah y estn atentos, o bien les da lo mismo y no estn
atentos. O hay algunos que reaccionan en ese momento y que dicen: Bueno ya es hora de
trabajar.
Jacques. Es ah que hay saber porqu. Por qu? (Con gravedad.) Por qu pasa eso?
Mireille. Habra que poder analizar a los chicos uno por uno. Pero no se los puede
analizar a todos
Jacques. No, los chicos, son los padres tambin. Hay un tema. Yo no quiero decir que son
todos iguales pero hay algunos padres franceses, los chicos trabajan o no trabajan, les da
lo mismo, no les importa. Hay casos as. Haba uno en la clase de Cdric, el chico a la
maana ayudaba al padre a poner las cajas en el camin porque iba a la feria. Y llegaba a
la escuela a las ocho de la maana, y estaba muerto, el nio. Y despus de la escuela, iba
a ver a su padre para ayudarlo. A los 12-13 aos, ya no hay forma de que le vaya bien en
la escuela. Francs, desde luego Entonces hay que ver si no hay Antes de educar a
los chicos, hay que ver si no hay que educar a los padres. [] En mi caso, mis padres
jams se ocuparon de lo que yo haca. Se fijaban en la nota al final. Si no era buena, un
cachetazo! Si era buena, pues nada. Eh? No era mucho ms que eso Era as, a lo bruto
(Risas). Y s. Con castigos. Los profesores tambin, lo mismo, no se hacan mucho
problema. En ese momento, hace quince o veinte aos, si no funcionaba el asunto, te
daban no ms. Bum! Y nadie iba a quejarse (Mireille agrega: Los golpes con el
puntero en los dedos.)
Pero ahora, los profesores ya no son as, todo cambi, ya no son autoritarios hasta ese
punto
Jacques. Ah no! Precisamente (en tono apenado) el problema est ah
Mireille. No lo son ms, ahora, ya no pueden Ya no pueden
Jacques. No tienen autoridad
Mireille. Llegan a hacerle un comentario a un chico, y hay cuatro que los molestan
Jacques. Hay cuatro atrs, cuatro que vienen, y el profesor est en problemas. Porque van
a buscar a su familia y esperan al profesor
Mireille. Entonces a veces son los hermanos mayores, y cuando uno ve a los hermanos
mayores, son bestias, gracias
Jacques. Ahora se cuidan Los profesores, los maestros Un castigo que no gusta, uno
no ms y puede ser el elemento que va a desencadenar toda una pelea a la tarde en la
escuela. El chico [su hijo], lo dice, a la noche, a veces, tiene que dar todo un rodeo para
no verse en medio de una pelea
Yo le dije a mi hijo: De todas maneras, si quieres trabajar, habr que buscar en otro
lugar, no en la regin. Entonces si quieres un trabajo, lo primero es ir a la escuela. De lo
contrario, lo que queda, es la cadena en Peugeot. Ah le dije: Yo no quiero verte
trabajando en cadena en Peugeot! Eso es todo! No hagas la misma estupidez que yo!
Porque yo s que hice una linda. Conduca trenes a los 20 aos Rodante, era.
(Risas). [] De todas maneras Peugeot ya no tomar a nadie que no tenga bagajes, eso
se acab! Peugeot ya no toma nada de eso, se acab Ahora, toman como mnimo por
encima del CAP, BTS, es as! No gente que tenga un nivel inferior
119
Una vez hecha la eleccin del liceo general, los padres obreros cuyos hijos tienen
resultados medios no dejan de hacerse preguntas, a lo largo de la carrera escolar de sus
hijos, sobre lo menos malo en trminos de orientacin. Una vez en el liceo, qu es lo
que conviene elegir? Tal o cual seccin no resultar demasiado difcil para sus hijos,
que ya tuvieron dificultades en el collge? Cmo evaluar sus aptitudes? Cmo saber
para qu estn hechos? Y qu hacer una vez terminado el liceo, despus del
bachillerato? Estas preguntas, se las van planteando a los docentes, a los diversos
profesionales que se ocupan de la orientacin escolar, pero las respuestas, a menudo
divergentes, no resultan convincentes. La progresin en el mundo escolar y universitario
se hace al tanteo por el lento aprendizaje de un saber emprico bajo la forma de
astucias, ayudas sobre las secciones, la orientacin, los oficios. Estas tcticas
improvisadas, ao tras ao, sumadas y conjugadas, terminan por componer una suerte
de estrategia.
As, Jacques y Mireille estn constantemente en bsqueda de informacin sobre la
orientacin pero se esfuerzan por cotejarla con testimonios de los vecinos del barrio o
de los amigos de la fbrica para tratar de forjarse una opinin. La entrevista muestra
que observan, analizan, disecan incluso las experiencias escolares de los hijos ms
grandes, en el barrio, que ya han entrado a la educacin superior (BTS, IUT, incluso
clases preparatorias de liceo). Lo que sorprende en estas entrevistas con apoderados
FCPE, es que tienen, desde el collge, los ojos puestos arriba en la universidad, en los
BTS, en las clases preparatorias, como lo indica el hecho de que utilicen varias veces
en la entrevista las palabras ms prestigiosas de la institucin escolar (mate sup.,
prepas, escuela de ingenieros). Estas familias obreras parecen dominar mejor el
universo de las instituciones de la educacin superior que el de la educacin profesional
desclasada, de la que Jacques por ejemplo, en esta primera entrevista, no conoce las
nuevas denominaciones.
A pesar del esfuerzo por familiarizarse con los misterios del sistema educativo, el
conocimiento que tienen sigue siendo relativo. De hecho, durante la entrevista, me
piden algunos consejos, que corrija las informaciones errneas del sistema escolar o
universitario y, a veces, que me pronuncie a favor de tal o cual posicin en caso de
desacuerdo en la pareja. Porque la prolongacin de los estudios no es solamente una
necesidad dictada por la situacin del mercado laboral, sino que tiende a convertirse en
una suerte de obligacin moral. Negar la posibilidad a sus hijos de seguir estudiando,
sera, como dice Jacques, cortarle la rama en la que estn sentados. No quiere
reproducir el viejo modelo educativo de su padre, sobre todo preocupado por reproducir
la estirpe familiar de ferroviarios.
Yo no quiero (Reflexiona). Bueno, yo no quiero volver como hace veinte o treinta aos
atrs Mi padre me dijo: Vos vas a hacer tal cosa, le dijo a otro de mis hermanos:
Vos va a hacer esto otro, y a otro: Vos esto. No, yo no quiero llegar a eso. Yo no tuve
eleccin, hice, fui hasta el final, no para que estuviera contento sino para poder por lo
menos hacer algo. Pero no era lo que yo quera hacer. Yo no quiero que les pase eso a mis
hijos. [] Yo no tengo el CAP, que yo quera hacer, a mi me gustaba la hotelera. Otro
de mis hermanos quera hacer no me acuerdo qu y termin de mecnico. Otro quera
hacer no s qu, ahora est en un oficina de arquitecto, tampoco era eso. Mi padre dijo:
Vos hars esto, vos tal cosa. En casa era as, haba que andar derecho, no haba que
[discutir] Entonces, para ellos, para los pibes (Reflexiona). Hay que ver qu pasa de
ac a un par de aos con el tema del laburo. Es triste decirlo: Vas a encontrar un empleo
que funcione al principio pero cul? De ac a diez aos, qu ser mejor para ellos?
(Con escepticismo. Mireille agrega: Y qu salida laboral?). S, es eso, cul es el
mejor trabajo para ellos? No se puede decir ah donde se pague mejor porque, al
120
principio, cuando trabajas, nunca ganas mucho. Despus, son ellos los que ven su carrera
pero no se trata de ir a trabajar como leador porque pronto ya no habr madera que
cortar Y s (risas) Est eso tambin.
Cuando nos referimos al futuro escolar de los hijos, lo que llama la atencin es la
serie de contradicciones en las que los padres estn envueltos. Temen siempre que
alguien (el director, los docentes) quiera imponerse dictando una orientacin para sus
hijos. Por lo mismo, las opiniones emitidas por los miembros de la institucin escolar
siempre son interpretadas con mucha desconfianza. Al mismo tiempo, se niegan, en ese
mbito, a guiar a los hijos, a definir, por miedo a reproducir el modelo familiar
autoritario. Les gustara poder remitirse a los deseos de sus hijos, pero ellos no se
sienten totalmente concernidos y estn indecisos (El pibe no sabe exactamente lo que
quiere, tampoco. Al principio tena la idea de dedicarse a la informtica, despus fue
otra cosa. No tiene una base, sabe no sabe todava). Lo que vuelve las cosas
propiamente indecidibles.
Evocamos una de esas historias de la escuela que, al igual que las del taller, ayudan
a comprender cmo se plantea en la prctica la cuestin de la orientacin escolar. Al
final del segundo ao, el consejo de clase [reunin trimestral de profesores, el director y
los delegados de curso] le propuso a Jacques y Mireille que su hijo mayor (Cdric)
pasara a un tercer ao tecnolgico para que preparara luego un bachillerato profesional.
Primero que nada, no entendieron por qu no se lo propusieron directamente al nio:
Es raro este asunto, porque le piden a los padres si uno quiere o no. Pero habra que
preguntarle primero al nio si quiere El nio no tiene porqu saber de qu se trata. Lo
van a poner all, el nio va a decir: Bueno pero a lo mejor no tengo ganas, a lo mejor
quiero ir ms lejos. El tambin tiene que ver porque le preguntan a los padres, pero
nosotros Desconfiados, buscaron por su lado y se informaron preguntndole a los
docentes de qu se trataba esa clase de tercero que no conocan. Se dieron cuenta
entonces de que esta seccin tecnolgica reuna sobre todo a alumnos que tenan
dificultades para seguir lo que se llama la va normal. Esa propuesta de orientacin
fue inmediatamente interpretada como un intento de bloquear el camino del hijo, de
privarlo de una escolaridad normal.
Y cuando le propusieron que su hijo pasara a una clase de tercero tecnolgico, ustedes
hablaron antes con los docentes, les dijeron que tena dificultades?
Jacques. No, no Mandaron un correo a todas las familias, en fin, a m, el pibe me dijo:
tens que llenar Yo le dije: Qu cosa? Tercero normal o tercero tecnolgico? Le
pregunt Tecnologa bueno haba una posibilidad para poder hacer despus un
bachillerato tcnico. Y es lo que yo puse al principio Pero me puse a pensar Un da,
dos das, tres das. (Para s mismo) Pero bachillerato tecnolgico, para qu? Oooohhh
(con desconfianza) Dije: Y despus? Entonces le pregunt a Cdric: Quers hacer
un tercero T? Y me dijo: S. Bueno, a partir de ah fui a ver al director, le pregunt y
me dijo. Pero no, puede perfectamente seguir adelante en un tercero normal. No se
preocupe, me dijo, si usted no quiere, no responda, que siga con su ciclo normal
(Silencio). Entonces hay otros que se dejan engaar, llenan los formularios, los
expedientes son otorgados, y sus hijos van al LEP. []
Mireille. Despus, ya es tarde. Pero lo que hay, es que a uno no lo informan exactamente
cmo van a ser las cosas. Nosotros dudamos, tratamos de informarnos un poco tambin
Jacques. A m me pareci raro que nos llegara un correo as, el ao pasado
Mireille. A lo mejor es su manera de mostrarnos las cosas al menos, que nosotros
veamos si nuestros pibes son capaces de continuar normalmente o si es preferible que
vayan a otra seccin. Y si por ah nos dicen: Mire, quizs el nio no va a ser capaz de ir
121
hasta el final. Pum! Te lo correr inmediatamente a un costado Entonces, el que no lo
piensa, lo mandan rpidamente a otra seccin.
114
Durante las entrevistas sobre la escolaridad con los padres obreros, esta cuestin, sin embargo central,
nunca fue abordada directamente, como si fuera secundaria en relacin al objetivo de seguir con los
estudios.
122
por otra parte, el costo financiero y la incertidumbre en cuanto al futuro profesional.
Pero son cuestiones de mediano plazo, porque lo que ms les preocupa, esta vez a muy
corto plazo, es la degradacin del barrio. La entrevista cambia de rumbo y toma una
tonalidad ms grave cuando el hilo de los acontecimientos escolares lleva a abordar
naturalmente los problemas del barrio.
Jacques. El ao pasado, el director nos pregunt si conocamos a los padres de chicos que
van a clases. Entonces, nos corresponda a nosotros hacer las gestiones, ir a hablar con los
padres, todo eso Pero no somos asistentes sociales! (Enojo): slo somos apoderados!
123
Entonces intentaron darnos ese rol de asistentes sociales. Pero una vez quise intervenir
Y bueno! Me tuve que ir corriendo. Era algo bien Ay s, s.
De qu se trataba?
Jacques. Bueno Con mi hijo, hubo un problema en clases, recibi un tremendo golpe
de yeso en la cabeza y lo mandaron a direccin, inmediatamente, pero no tena nada que
ver. Fui a ver al cmo es que lo llaman? No recuerdo, relaciones sociales, no s qu
[Le digo el nombre: consejera de educacin.] Eso! Consejera de educacin. Convers
conmigo y me dijo: Hay que ver esto con los padres. Le dije de todas maneras: Pero es
su trabajo ir a hablar con los padres. Bueno, as y todo, fui, all arriba, a su casa. Y
bueno, el hecho es que, eh inmigrantes, s? (En un tono fatalista.) No hay manera de
entenderse. Me dije, entonces, bueno, si es as, vamos a ir ms lejos, vamos a escribir a la
academia y hacer informes.
Su hijo haba sido vctima de un error, haba tenido un incidente
Jacques. Un incidente s s (Silencio.)
Se haba peleado?
Jacques: No, ni siquiera haba reaccionado, nada. A l le pegaron, lleg ac, lloraba y
todo eso. Llam para tener una reunin con la consejera de educacin (Imitando el tono
de la respuesta): Oh, eso no es asunto nuestro, no estamos al tanto de los hechos. Al
otro da, lo que pas es que el chico ste volvi a hacer lo mismo pero esta vez con la
profesora. Entonces ah s hicieron un informe. Pero lo que ocurri despus nunca lo
sabremos. Minimizan totalmente estos asuntos, y fuera de eso no hay problemas
(imitando el tono tranquilizador). []
Mireille. Los delegados del curso, bueno, son la bestia negra para los otros amigos.
Porque ellas no tienen que [en el collge son ms bien mujeres] Tienen que tener
cuidado con lo que dicen, si no quieren tener problemas despus, en relacin a los otros
amigos. [] Cdric, el primer ao, quiso ser delegado. Cuando estaba en primer ao, me
negu. Fui yo que no quiso
Jacques. S. Aprietan a los chicos, es infecto
Mireille. Ya haba problemas con amigos dentro del collge, yo le dije: Si te metes otra
vez en eso, se acab. [] Por ejemplo, los chicos que, en clase, provocaron al profesor,
dijeron groseras, cosas as, y bueno, inmediatamente: No vayas a decirlo porque de lo
contrario (imitando el tono amenazante) O sea, no hay que denunciar! No hay que
denunciar a los amigos. O bien son robos de agendas, de cuadernos de asistencia. []
Todo eso, empieza cuando son chiquitos (con tristeza). Pero el problema tambin con las
reuniones de profesores, es (Duda). No quiero decir que todo el mundo es as pero, es
un poco como los polticos. Antes de aparecer en televisin donde todo est escrito. Ac
no hay que olvidar que los chicos del colegio hacen reuniones antes, con su profesor gua,
y nosotros, los apoderados, no podemos asistir. Entonces entre amigos se dicen: Bueno,
entonces, tal cuestin y tal otra deben ser planteadas. Uno llega a la reunin: Hay
preguntas?. No tienen nada para decir. Nada que decir Todo est bien (imita el
aire entendido del director). A nosotros, nos ponen en problemas porque nosotros
tampoco sabemos
Mireille. Lo sabemos por nuestros chicos
Jacques. S, pero el pibe tampoco lo quiere decir porque si yo voy y planteo el tema all,
van a saber de donde viene. Entonces, los pibes no dicen nada
Mireille. La queja la reciben los chicos
Jacques. La sufren
Sus hijos son catalogados como hijos de padres que pueden intervenir en la reunin
Jacques. Exactamente!
Mireille. Y lo son desde muy chicos. Cuando era apoderada en 1982, en el jardn, con los
ms chicos, no haba problemas, no haba problema cuando eran bebs. En primer grado
tampoco, segundo, tercero, tampoco pero a partir de cuarto, ya empieza a descarrilarse
la cosa
Jacques. S, porque digamos que algunos docentes se molestan con el chico porque los
padres asisten a las reuniones o son representantes de apoderados.
124
Mireile. No es tanto que se molesten con los chicos sino que saben que nosotros sabemos
lo que pasa. Primero que lo sabemos a travs de los chicos y luego saben muy bien que
vamos a ir a hablar, y hay un montn de cosas de las que no hay que hablar (Jacques
agrega: Todava hay temas intocables, tabes) O sea, lo que pasa es que quieren sobre
todo proteger su enseanza, el colegio en tanto profesor, en tanto director, quieren
protegerse ellos mismos. Y nosotros, es cierto que no queremos insistir, no se trata de
echar todo abajo
Para entender la relacin que mantienen con el colegio los padres obreros como
Jacques y Mireille, que viven en un barrio habitado por una mayora de familias
inmigrantes, importa restituir los rasgos caractersticos de la actitud de estos ltimos en
relacin al colegio. La investigacin estadstica sobre la orientacin en cuarto ao, que
realizamos en 1991, con 1200 alumnos de 14 collges de la regin de Montbliard,
muestra que son los hijos de marroques y argelinos (OS en la mayora de los casos) los
que, sean cuales sean los resultados escolares, son los ms reticentes cuando se trata de
considerar una orientacin en liceo profesional. Tambin muestra que, en estas familias
inmigrantes, no son tanto los padres sino los hijos que determinan la orientacin escolar,
a menudo con la ayuda de sus hermanos y sus hermanas mayores. Estos ltimos,
fortalecidos tras sus experiencias anteriores de liceano o estudiante, y/o concientes del
hndicap que constituye actualmente la ausencia de certificacin escolar, desean ante
todo evitar a los ms pequeos lo que ellos mismos sufrieron: ausencia de referencias
escolares, desconocimiento del sistema, y para los que vinieron en los aos 60, una
orientacin en CET que pareca imponerse por s misma. Les importa entonces ofrecer a
los ms chicos las informaciones escolares estratgicas, las que aumentan sus
posibilidades de xito escolar (y que no tuvieron cuando ellos estudiaban). Tienen
tendencia a utilizar toda la gama de medios disponibles para oponerse a una orientacin
en CAP o BEP y, en alguna medida, forzar el ingreso a una va normal:
procedimiento de apelacin en relacin a las decisiones tomadas en reuniones de
profesores, negociacin con los profesores, visita a los directores. Incluso si los
resultados escolares de estos alumnos son objetivamente insuficientes, tanto la
repeticin del grado como la orientacin en educacin profesional son rara vez
aceptados porque parecieran condenar socialmente a sus hijos. La orientacin en LEP,
que no hace sino reforzar el sentimiento de relegacin social, puede ser percibida por las
familias inmigrantes ms desprotegidas y fragilizadas como el resultado de una suerte
de conjura de los profesores y de la administracin contra ellas, incluso como un acto de
racismo que los tiene otra vez como blanco.
El importante rol que desempean los hijos en materia de elecciones escolares no
habla sin embargo de un desinters de los padres inmigrantes hacia el colegio. Al
contrario, sus expectativas en relacin al colegio son muy fuertes pero se expresan de
manera diferente, esencialmente en el mbito privado, por fuera de la institucin
escolar115. Hay que estar en el interior de la familia para entender en su justa medida
esta aprehensin inquieta de los padres hacia el colegio, como puede pasar durante
alguna entrevista con sus hijos.
115
Se puede retomar ac las observaciones hechas por Bernard Lahire en relacin a las familias populares
en general. Discutiendo el mito del abandono de los padres, sugiere que se trata de una explicacin ad
hoc formulada por los docentes. Se pregunta si los docentes no piensan la relacin de las familias
populares bajo el modelo utpico (utpico por el hecho de las distancias sociales que elude) de la relacin
de los docentes con las familias de clase media, es decir bajo el modo del intercambio, de la sociabilidad,
interpretando por lo mismo las actitudes de repliegue o de retraimiento de las clases populares de una
manera nicamente negativa, como un abandono, en Bernard Lahire, Tableaux de famille, Pars,
Gallimard-Seuil, 1995, p. 271.
125
Por ejemplo, durante una entrevista con Zahia, una alumna de segundo ao de liceo,
realizada en casa de sus padres (un departamento HLM de Grandval), ella me presenta
brevemente a su madre que sale inmediatamente para, como dice, dejarnos trabajar en
el saln. Poco despus del inicio de la entrevista, su padre, OS en la fbrica, que ese da
trabajaba en el turno de maana y que estaba almorzando cuando llegamos, viene a
saludarme e intercambiar algunas palabras. Despus de que le haya explicado el sentido
de mi trabajo y la naturaleza de mi entrevista con su hija, me incentiva enfticamente a
seguir en esa direccin: Usted ve a los padres. Eso est bien! Es una buena idea!
Poco despus, reinterpretando a su manera el sentido de la investigacin: Usted
defiende los derechos de los alumnos, eso est muy bien! Siga as!... Como si hubiera
venido para entregarme su apoyo y su garanta moral a mi emprendimiento. La
intervencin del padre contribuye quizs, no a cambiar el sentido de la entrevista, pero
al menos a colocarme, a ojos de su hija, como abogado de los liceanos del barrio, de la
mayora de los hijos de inmigrantes. El padre me incentiva a que eche luz sobre el
sistema escolar que muchos padres inmigrantes perciben de manera opaca, a defender a
sus hijos en su lugar. Yo soy el que llevar, quizs, su palabra ms arriba, ms lejos,
hacia los grandes responsables, hacia el Estado, y que podr atraer su atencin sobre
la situacin que viven.
En realidad, en la medida en que la mayora no puede referirse a su propia
experiencia escolar, los obreros inmigrantes, que viven en los barrios HLM de la regin,
tienen, frente al colegio y la escolarizacin de sus hijos, una actitud diferente a la de sus
homlogos franceses. Pocos OS inmigrantes de la fbrica116 pudieron continuar estudios
ms all del colegio primario, y sus mujeres rara vez estn alfabetizadas. En el caso de
la gran mayora de las familias inmigrantes del barrio, su punto de vista sobre el colegio
y la orientacin no est informado por una tradicin, ni guiado por una referencia
(positiva o negativa) que viene de su historia personal o familiar, contrariamente a las
familias obreras francesas, donde los padres escolarizados en el colegio o en CETC no
dejan de comparar la escuela de hoy a la escuela de ayer la suya, constituida en
modelo de referencia. En las familias inmigrantes, el hecho de estudiar es la nica va
posible para huir de la fbrica y convertirse en algo. Estos padres inmigrantes ubican
sus esperanzas ms grandes, desmedidas en algunos casos, en el sistema escolar, sin
poder medir siempre la distancia que existe entre los resultados escolares de sus hijos y
el porvenir escolar objetivo que se ofrece a ellos. Esta falta de realismo de una parte de
las familias inmigrantes del barrio puede entenderse si se la relaciona, por un lado, con
lo que se podra llamar la ausencia de memoria escolar y, por otro, la ausencia de futuro
de los hijos de inmigrantes sin diplomas en el barrio, que es lo que quieren evitar estas
familias. La nica salida despus del collge es el liceo, aunque sea a la fuerza,
oponindose al veto de los profesores o de los directores de las escuelas. Como dice el
director del liceo Curie, que observa que son sobre todo los inmigrantes los que
discuten las decisiones para poder pasar al liceo, los hermanos y las hermanas conocen
muy bien todos los procedimientos, todas las cosas que hay que saber.
A la luz de esta descripcin, sin duda demasiado sumaria de las estrategias escolares
de las familias inmigrantes, se entiende que Jacques y Mireille, como padres de la
FCPE, no pegan con la base de su barrio, compuesto en mayora por familias
inmigrantes. Ellos no las representan, o lo hacen mal. Por ejemplo, pueden verse
116
Se observa durante las entrevistas con hijos de inmigrantes, estudiantes secundarios, que el xito
escolar de la mayora se vincula fuertemente con los estudios secundarios del padre o de la madre
realizados en Marruecos o en Argelia. Lo que les da la posibilidad y las ganas de estar atentos a la
escolaridad de sus hijos. Sin contar con el hecho de que esta actitud prolonga la estrategia de fecundidad
que les hace restringir su descendencia a cuatro o cinco hijos.
126
llevados a enfrentarse con familias inmigrantes que a sus ojos empujan de manera
desconsiderada a sus hijos a hacer estudios largos. En tanto delegados cuya misin
consiste en representar al conjunto de apoderados, van en gran medida a contra-
corriente de algunas familias inmigrantes y se niegan a hablar en su nombre. Tienen
conciencia de que las actitudes irrealistas en materia de orientacin minan
progresivamente el antiguo modelo fundado en el mrito de las carreras escolares al que
siguen apegados. Pero perciben tambin que hay alianzas objetivas que pueden anudarse
entre jefes de establecimientos, docentes que han bajado el nivel de exigencia en
trminos de notas y delegados de clases, voceros auto-proclamados de algunos hijos de
inmigrantes, que aseguran la derrota de los defensores de cierto tipo de tradicionalismo
escolar. De hecho, los inmigrantes son a menudo acusados de haber en gran parte
difundido en las familias del barrio la norma de los estudios largos. Dicho de otra
manera, de haber hecho entrar el caballo de Troya de la modernidad escolar en el
sistema de aspiraciones de los hijos de obreros franceses.
Otro inters del testimonio que aportan Jacques y Mireille sobre su barrio es su
anclaje en el tiempo; observan su evolucin desde 1978, fecha de su instalacin en
Hauts-de-Court. Hablan ac en tanto veteranos, como dice Jacques. Conocieron el
barrio de antes, es decir antes de su transformacin en barrio de inmigrantes117. Los
vecinos, obreros franceses, solan ser amigos, y de a poco se fueron yendo. Ellos, a
pesar de todo, se quedaron. Sin duda, en algn momento pensaron hacer como sus
amigos: comprar una casa en zona rural e irse. Podran quizs haberlo hecho a
principios de los aos 80 pero, ahora, es demasiado tarde, confiesa Jacques, sin
esperanzas: los chicos son demasiado grandes, el estatuto de obrero de Peugeot ya no
garantiza la obtencin de un prstamo bancario. Pero Jacques y Mireille siguen
apegados a su barrio. Incluso se siente en ellos cierto orgullo de haber resistido la huida
colectiva, de haberse mantenidos fieles a su historia y haber conservado cierta forma de
realismo negando la aventura de la compra de la casa individual. Las ventajas que
podan tener cuando vivan en un barrio popular respetable especialmente el modo de
sociabilidad, las formas de ayuda mutua y de solidaridad, la proteccin del entre soi
popular desaparecen progresivamente a medida que la cohabitacin entre familias se
vuelve ms difcil en los monoblocs.
Hoy, su antigedad en el barrio ya no basta para protegerlos de la irritabilidad de
quienes llegaron ms recientemente. Algunos hermanos mayores defienden de manera
especialmente puntillosa el honor de los menores y a veces hacen resurgir el miedo de
formas de venganza directa que parecan ya pasadas. El relato que hacen, hacia el final
de la entrevista, de la vida cotidiana del barrio y la multiplicidad de ancdotas que
encadenan (las que les vienen espontneamente a la mente, pero se percibe que hay
otras que podran ser fcilmente movilizadas) muestran bien de qu manera se ven
progresivamente obligados a volverse discretos en su propio espacio local: no deben
responder, deben saber no contestar, no prestar atencin a las pequeas provocaciones,
intervenir con delicadeza en los asuntos de los chicos para que no se les acuse
inmediatamente de racismo. Se han replegado en sus casas a medida que las ocasiones
de salida y el modo de sociabilidad tradicional desaparecieron.
Lo que cuentan, sin pathos, es la manera en que progresivamente se sienten o se
descubren expulsados de su hogar, expulsados de su barrio. En tanto adultos
117
En los aos 70, las familias inmigrantes del barrio eran minoritarias en los edificios.
127
franceses son minoritarios y no pueden ya imponer el uso antes legtimo del espacio
pblico. Es sobre todo a travs de lo que viven y lo que sufren sus hijos que sienten que
han pasado a convertirse, en algn punto, en inmigrantes de su propio barrio (es duro
para los padres, dir Jacques en un murmullo). Son los hijos de los inmigrantes quienes
invaden los juegos de bocha, se mezclan inocentemente en las comidas organizadas por
las familias francesas en el csped, bajo los monoblocs. A la inversa, sus hijos se ven
privados, segn cuentan, por una suerte de delito de facies a la inversa (como rubios,
as dice Jacques), de uno de los sectores de juegos para chicos, y relegados a la periferia
del centro recreativo del barrio. El espacio de los juegos est totalmente cerrado, las
condiciones de admisin privan a los hijos de los mejores terrenos de juego. En pocas
palabras, a su manera, los `pequeos inmigrantes se imponen morfolgicamente.
Jacques y Mireille asisten, como resignados e impotentes, a su propia desposesin y le
otorgan a los otros (el trmino que utilizan a menudo para designar a los
inmigrantes) la superioridad del nmero, concedindoles el uso exclusivo del espacio,
de manera a evitar tambin los problemas con las otras familias.
Jacques cuenta, con una mezcla de pudor y de humor respecto a s mismo, los
pequeos incidentes del barrio, por miedo tambin a decir y dejarse llevar por la
violencia, por la herida que constituye la estrechez de su vida de barrio y la suerte de
relegacin en el departamento a la que se han visto, progresivamente, obligados. Las
ancdotas sobre la vigilancia de sus bienes (los VTT, el subsuelo) o las salidas por los
chicos muestran bien la suma de energa que tienen que gastar para que sus hijos lleven
una existencia normal. Lo que est en juego a travs de estas descripciones, hechas en
un tono bajo, de los mecanismos de exclusin del barrio que pesan sobre ellos, es su
dignidad de habitantes del barrio aunque por otra parte estn implicados en
asociaciones locales, y el sentimiento de que son, aqu como en el colegio, parias cuya
palabra no ser escuchada.
118
Esta cuestin se plantea en los mismos trminos para otras familias inmigrantes, cuyos hijos tienen
xito en el colegio, cuyos padres estn sumamente atentos a sus hijos. Estas familias, de las que se dicen
que estn integradas, soportan tambin difcilmente la vecindad con las familias inmigrantes con
problemas, a las cuales no obstante son siempre asimiladas en el discurso unificador sobre los
inmigrantes.
128
el espacio pblico, ser amenazado. De ahora en ms, Jacques debe probar su estatuto de
buen vecino: trabaja para reproducir la situacin de aceptacin mutua sin estar nunca
fuera del peligro de una altercacin que podra escaprsele de las manos, y siempre est
atento para proteger a sus hijos. Cabe preguntar tambin si lo que Jacques y Mireille
designan como degradacin, al hablar del barrio, no es, ms all de los incidentes de
la vida cotidiana, la prdida del respeto de ciertas reglas de civilidad y del sentimiento
de pertenecer a un colectivo a nivel local (un Nosotros). Experimentan
particularmente esta prdida al observar la sociedad local de los nios, especialmente la
violencia que gana e involucra ahora a los ms jvenes. Ya no se reduce al mundo de
los adolescentes: violencia de las palabras, de los juegos, de las exclusiones que ganan
cada vez ms a los nios. Ven alrededor suyo el comportamiento ms agresivo (en
palabras) de los chicos de las escuelas primarias, los de la banda de perf (alumnos de
clases de perfeccionamiento del colegio primario), por ejemplo, compuesta casi
exclusivamente por hijos de inmigrantes que se comportan como excluidos en potencia
al rechazar a los otros. Quisieran minimizar el fenmeno, slo son juegos de nios,
pero hay ah una inquietud inconfesable: la que remite a sus propios hijos, que pueden
ser atacadas y marginalizados en calidad de francesitos. Pareciera ser que la violencia
de los adultos violencia de la fbrica y de la competencia que es una forma de
violencia insidiosa, latente, comprimida al interior de los talleres tuviera su equivalente
en el barrio, en el espacio privado y tambin en las relaciones entre adultos del barrio y
el mundo de los nios. En su manera de evocar estas ancdotas las que muestran cmo
sus hijos, a medida que crecen, son expulsados por los otros, en las precauciones
tomadas para no emplear palabras hirientes o definitivas, para decir con pudor la auto-
exclusin que sus hijos deben elegir, se siente una forma de cansancio que es siempre
necesario tratar de comprender, de aceptar.
En el barrio tanto como en la escuela, Jacques y Mireille tienen la impresin de que
las actitudes obreras tradicionales las actitudes realistas estn hoy superadas,
descalificadas de antemano incluso cuando nada en las condiciones sociales de
existencia de las clases populares parece deber o poder justificar tal abandono, al
contrario. Se encuentran aislados, marginalizados, sin el recurso de una entidad
colectiva, de un grupo para ayudarlos a enfrentar estas transformaciones (en el
colegio, en el barrio). Lo que el ambiente cuestiona necesariamente objetivamente,
se podra decir, es la manera en que educan a sus hijos. Todo ocurre como si hubieran
perdido en gran parte el apoyo del grupo local y como si fueran minora tratndose de
hacer respetar ciertos principios elementales de la educacin (las prohibiciones y las
sanciones, el lenguaje y la actitud). Pero la institucin escolar, un recurso antes posible
para los padres, ya no los ayuda, y en verdad ya no educa.
129
haber seguido una capacitacin de un mes y medio, en supervisor de cadena. Su
trabajo es ahora ms interesante; observa aspectos del funcionamiento de la fbrica que
no poda ver estando en cadena. La imagen que tiene de s mismo ya no es la del
sirviente sino la del asalariado competente (y reconocido como tal: Tengo un mejor
coeficiente, dice con orgullo), autnomo en su trabajo (en el trabajo, soy mi propio
jefe), que intenta mantener buenas relaciones con los operadores. Se encuentra
entonces en una posicin en la que dispone de un pequeo poder sobre los obreros de su
sector.
La apertura de su porvenir profesional explica sin duda la nueva tolerancia que
manifiesta en relacin a acontecimientos que, algunos meses antes, lo habran
espantado. Ya no habla como obrero desclasado, gastado y sin esperanzas del ao
precedente: es que, con cuarenta aos recin cumplidos, cuenta ya el tiempo que le falta
para jubilarse y no deja de preocuparse por la escolaridad y el porvenir de sus hijos.
Esta vez se siente ms fuerte, ms confiado, menos angustiado por la seguridad
econmica, con lo cual parece vivir la escolaridad de sus hijos ya no como una sucesin
de mini-dramas (que ponen en cuestin en todo momento su proyecto escolar y
profesional), sino como simples hechos, sin duda perjudiciales pero que no pueden
hacerlos desviar del camino que l traz. Jacques se siente cada vez ms autorizado a
pensar en posibilidades de futuro para sus hijos. Para el mayor, que acaba de terminar su
cuarto ao de collge, piensa en un futuro en la fbrica como obrero calificado o
tcnico, aunque sea empezando desde abajo (como dice), contentndose con obtener
un bachillerato profesional. Es significativo que, desde el primer intercambio de
palabras en el hall de entrada, Jacques me cuenta inmediatamente su tranquilidad (el
mayor, ya est fuera de peligro) por haber logrado que su hijo entre al centro de
aprendizaje industrial de Peugeot para preparar un BEP y luego un bachillerato
profesional119. Ponerlo fuera de peligro es, al optar por el aprendizaje en Peugeot,
protegerlo contra la precariedad cada vez ms grande del mercado laboral y de la ola de
despidos que arrasa en la regin ese primer semestre del ao 1993120. Su opinin
sobre la orientacin escolar y sobre el porvenir profesional vacila en funcin de la
conjetura econmica y los ejemplos de los jvenes del barrio que conoce. Ahora bien,
mirando a su alrededor, qu es lo que observa ese ao 1993? Amigos, obreros,
despedidos en masa e hijos de vecinos que le dan la impresin de estar estancados en
sus estudios superiores. Alude as al caso del hijo de uno de sus vecinos, que estudia un
DEUG de matemticas a los 22 aos, y que no puede esperar tener un trabajo con ese
nivel de diploma, por lo que se ve obligado a seguir estudiando. La experiencia de sus
vecinos, obreros y que viven en HLM como l, que se sacrifican para asegurar
escolaridades cada vez ms aleatorias, no hace sino alimentar el escepticismo de
Jacques en relacin a la carrera en pos del diploma. La estrategia menos mala le
parece ser la que consiste en ocupar el sector, dejado de lado, de las calificaciones
obreras de alto nivel. Jacques tiene como prueba a su sobrino, que tiene un bachillerato
119
Todava no le ha dedicado a esta idea una reflexin profunda, le vino de golpe viendo una pizarra de
anuncios en la fbrica. Entonces pens: Por qu no? Antes, no consideraba estas cosas, le pareca que
el aprendizaje estaba destinado a los hijos de los alcahuetes. Con su nuevo trabajo se da cuenta de que
la empresa ha cambiado, que tiene confianza en las capacidades (lo que la escuela no hace, segn l).
Este descubrimiento hay que relacionarlo con la apertura de su horizonte profesional. Hacer entrar a sus
hijos al centro de aprendizaje (incluso si es por concurso) sigue siendo uno de los ltimos privilegios de
los obreros de Peugeot: poder ubicar a sus hijos (est reservado a los hijos del personal, dice no sin
orgullo a su vecina que tambin quisiera enviar a su hijo, que no es un hijo del personal).
120
Recordemos que durante esta recesin, mientras que los obreros Peugeot son suspendidos varios das
al mes, cantidad de obreros de las PME de los alrededores, y especialmente los ltimos que fueron
contratados, son despedidos.
130
en plasturgia, diploma profesional que los empleadores solicitan (los piden, eh!).
Pero intentar protegerse eligiendo el centro de capacitacin es tambin optar
deliberadamente por el sector selectivo de la enseanza profesional y evitar el sistema
pblico que alberga a todo el mundo.
En el centro de capacitacin, ah, al menos habr menos quilombo, para hablar claro,
eh? Porque las clases, ya lo veo en los liceos de abajo [el liceo profesional] Lo hemos
hablado con mam y parece que mucho no va en estos momentos en Niepce (silba). Hay
problemas (en voz baja como si quisiera que no se expandiera el rumor). Hay
expulsiones, hay bastantes [problemas] y tambin hay un CETC (rectifica), no, est el
LEP por un lado y del otro, estn los alumnos que vienen y que entran al liceo para hacer
lo. Si, si, hay un montn de trenzas No es muy recomendable
131
descalificadas de antemano, por las familias de OS del barrio quienes, ms que nunca,
ven en el colegio la nica va de salvacin social para sus hijos.
Mireille. Romain [el hijo menor, quinto grado de la primaria], no hizo nada durante dos
aos
Jacques. No puede asimilar No sabe qu hacer con los nmeros. No sabe en fin no
sabemos si lo hace a propsito o si es cierto que no sabe Yo no pienso que sea tan
tonto
Mireille. Yo creo que encuentra que es cansador, pienso que debe ser eso, que es
demasiado cansador reflexionar
Jacques. En cambio, es el primero en msica, es el primer ao de solfeo, est esperando
su instrumento a principio de ao, entonces (en un tono dubitativo) Eligi el saxo y lo
va a tener a principio de ao. Ah s, ah s que le va bien, pero en el colegio (suspira)
Me hubiera gustado que hiciera bien ambas cosas.
El quiso hacer msica?
Jacques. Hace dos, tres aos, su profesor dijo: Bueno, habra que darle un instrumento
de msica. Yo dije: S, es posible Yo tambin hice msica Pero dije tambin:
A condicin de que tenga buenos resultados en el colegio.
Mireille. Y como no los tiene
Jacques. Entonces estamos esperando los resultados del colegio despus de un ao
dos aos Le dije, bueno, el ao pasado hiciste un esfuerzo Le dije: Vas a poder ir
a msica. Y luego el primer trimestre estuvo bueno, y el segundo volvi a caer
[]
Mireille. Su profesor mont un coro hace tres aos y funcion lo ms bien. Y luego nos
presion para integrarlo canta bien, tiene odo, en flauta es impecable. Habra que
probar y ponerlo en cualquier lado, pero en msica. Entonces probamos este ao, en
fin, en septiembre Parece que funcion. El asunto es que l [el profesor] se
imaginaba al chico en msica y como a l le gustaba mucho
Porque para ustedes hay cosas que son ms importantes que ensear msica?
Mireille. Para nosotros, lo importante era ms bien el colegio, y bueno el hecho es que
no quisimos meternos demasiado pero hubo un momento en que casi nos enojamos con
l.
Porque sentan que presionaba demasiado
Mireille. Hablaba demasiado de msica y no tanto del colegio
Jacques. Ah, s! Y luego es un profesor, es as, es as. Hicieron una salida para esquiar,
no s cundo, el ao pasado, un da, y me negu a mandar a mi hijo porque me haba
trado malas notas en todas las materias, dije que lo iba a castigar a mi manera. Y no ira
ah maana o pasado. Sub [a la escuela] y le prohib que fuera a esquiar (Imitando al
profesor): Pero s, es un sistema pedaggico, es una obligacin, todo esto. Entonces le
dije: Yo no veo la relacin, no hay nada en la escuela, nada concreto Lo castigo a mi
manera, no quiere hacer nada Convengamos que el padre soy yo, tengo el derecho de
hacer lo que quiero Y bueno (suspiro)
Mireille. Y de entrada el tema es: Pero no hay que castigarlo as
Jacques. Para m es simple: No hay trabajo, no hay solfeo, no hay msica. (Mireille
agrega No hay coro a la tarde.) Y adems el otro [el profesor] me quiere agarrar
No es una razn, me dice
132
Mireille. Ah! [Romain] Estuvo enojado durante mucho tiempo
Jacques. Incluso dije en un momento: No vamos a ir a buscar a la asistente social! Me
corresponde a m ocuparme del chico. Porque tena el apoyo de su profesor, de su
escuela y todo, eh?
Son los magrebinos, pero tambin los turcos, los que ms se niegan al LEP. Este ao
[1992-1993] me llam la atencin, fue tanto ms llamativo. En estas reuniones [con los
padres], voy a dar un ejemplo de un papa turco que sali de mi oficina llorando porque
termin por comprender, y yo estaba enfermo [estaba mal], lo que le dije. l quera que
su hijo fuera mdico. El chico, que estaba en primer ao de liceo, tena 5 en
matemticas, 6 en fsica, todo giraba en torno a estas notas, no era una situacin
favorable. bamos hacia una repeticin del grado pero le dije al pap, va a haber que
reflexionar. Puede repetir, pero la cuestin es otra. El se haba puesto en la cabeza que
su hijo deba ser mdico y nada ms. Y bueno, en esos casos uno no tiene nada, quiero
decir, se queda sin argumento, y esta constatacin la he hecho muchas veces. Son
padres que no han hecho muchos estudios. Lo que es llamativo es la cantidad de dinero
que ponen en clases particulares. Yo estaba muy sorprendido, descubr esto este ao
porque cuando me encuentro con ellos me cuentan cosas, me hablan de esto. Hay padres
que han pagado 700 francos de clases particulares en una disciplina que no responde ni
a lo que espera ni a lo que le gusta al nio. Y ah, no se puede convencer, porque est la
integracin en la sociedad francesa y debe hacerse al ms alto nivel.
Y al mismo tiempo, para ellos, el LEP es la fbrica. Y se tiene la impresin que el
fracaso de los alumnos repite el fracaso personal
Absolutamente! Y ah uno no est cmodo. El pap turco que se fue llorando, yo no
estaba cmodo. Bueno, era el primer accidente, pero yo pens, va a haber que hablar de
otra manera.
Pero no hay agresividad por parte de los padres?
No, de manera general, no, pero son casos que estn ms bien ligados al fenmeno de la
exclusin temporal. Eso es mal visto. Yo tuve casos de padres, pero entend despus que
era porque haba un problema de exclusin. Los ocho das de exclusin es un deshonor
para la familia. Y yo lo sent as y lo entend hace unos aos: eran dos alumnos que se
haban peleado, golpeado en clases, pero entonces Uno tena la nariz quebrada. Oh!
Fue una historia de aquellas. Nunca se pudo saber qu haba pasado. Llegaron a mi
oficina, los traan otros dos otros que los sujetaban de la cintura. Yo dije: Est bien,
quiero ver a los padres ahora, ya. Pude ver a los padres al otro da. Les dije: Ustedes
saben lo que les pas a sus hijos? S, se rompi la nariz jugando al basket. Y el otro
padre: Se cay en la escalera. Bueno, primero, los chicos no haban contado lo que
haba pasado, que se haban peleado. Y en lo que a ellos respectaba, el honor de la
familia estaba a salvo, los chicos iban al liceo a las 8 h y volvan a las 5 h30.
133
134
CAPTULO VI
121
Las entrevistas realizadas en el marco de esta investigacin se centraron en estos estudiantes que
haban sido orientados hacia las malas secciones de la enseanza secundaria y que por ende son
vulnerables. La atencin que se les dedica en este trabajo no debe hacer olvidar que existe tambin una
fraccin de hijos de obreros que estn bien encaminados en la vida escolar.
122
A travs de gran cantidad de entrevistas con estudiantes secundarios, hijos de obreros, estudiamos el
pasaje del collge de Grandval (clasificado en Zona de Educacin Prioritaria, ZEP) al liceo Curie. Ese
paso permiti identificar simultneamente un cambio escolar el trnsito del ltimo ao del collge al
primer ao del liceo, un cambio de estatuto no menos importante de colegial a liceano y un cambio
geogrfico para los alumnos de los suburbios del barrio de viviendas sociales enclavado en los barrios
residenciales de la subprefectura. Los liceanos de Grandval llegan colectivamente en bus (el especial
que les est reservado), son ruidosos y exuberantes, mientras que otros alumnos son llevados por sus
padres hasta la puerta del liceo (pequeo ceremonial de despedida, besos, recomendaciones, hora de cita
frente a la puerta para el regreso).
135
estudiante secundario y a la imposicin de cierta manera dominante de serlo. Se
podra hablar de una lucha de clases cotidiana. Por ejemplo, la ubicacin en el espacio
fsico del aula revela la interiorizacin por los estudiantes de los suburbios de la
jerarqua social y escolar entre alumnos. Cuando se inician las clases en primer ao, los
nuevos estudiantes de Grandval se ubican en las ltimas filas, lo hacen naturalmente y
casi de manera instintiva, como si ese lugar les hubiera sido asignado: detrs de los
dems, a una distancia que los protege del profesor y que permite evitar la mirada o el
juicio de los alumnos que provienen de otros colegios. Ms tarde, algunos de ellos,
alentados por sus resultados, irn tomando confianza e irn desplazndose hacia las
primeras filas. Los estudiantes que estn en situacin de ruptura o de abandono escolar
se van deslizando casi sin darse cuenta hacia las ltimas filas. Monia, hija de un OS
marroqu de la fbrica, cuenta cmo, durante su primer ao de liceo, fue retrocediendo
progresivamente hacia el fondo de la clase, a medida que sus notas iban bajando y que
perda confianza en s misma: Pasaban los das y yo iba retrocediendo. Despus me di
cuenta que haba que ir hacia adelante. Mientras ms adelante ests, ms ganas de
hablar te dan.
Las maneras de hablar constituyen otra forma de distanciamiento. Para los alumnos
de Grandval, los otros, o sea los alumnos de los colegios del centro, hablan mejor.
Muriel (hija de OS, vive en una casa, en un barrio popular), es alumna de primer ao de
la seccin literaria y la marc su paso por una clase de latinistas:
Yo, los contactos que tuve con los alumnos del Curie, me (Se corrige.) Me ponan
nervioso porque cuando uno viene de Grandval, es (Duda.) Quiere decir un montn de
cosas, no exactamente que uno viene de un barrio marginal y que necesariamente es hijo
de obrero, pero bueno, tus viejos no ganan millones por mes. Uno no se puede comprar
ropa cara y todo es as. En el liceo Curie, a m me mat la entrada a primer ao. Haba
llegado y bueno tena un pantaln con parches, una camisa y el pelo un poco largo. Llego
all y los tipos estaban sper bien vestidos, con mocasines y te miraban de una forma
como diciendo: Y este salvaje de dnde sali!. Y bueno, las relaciones se hacen
mucho as, por lo menos es lo que me pareci (Duda.) Bueno, no necesariamente es
En qu trabajas? porque uno no trabaja todava pero es: De dnde vens?. En
realidad logran ubicarte un poco: Este es hijo de obreros, ves. Bueno, eso es lo que
pasaba y yo no soport todo eso era de locos Formamos un pequeo clan de no
136
necesariamente de chicos de Grandval pero ramos un clan de tipos que venamos de
barrios un poco as donde en realidad uno tiene una identidad porque tiene la misma vida,
vivimos en un monobloc, somos hijos de obreros. (Duda.) Y luego te vas encontrando
con los dems porque uno tiene Bueno, no necesariamente la misma manera de pensar,
pero no s, uno se pone contento cuando algunos te ven de otra manera y no cmo ests
vestido o la marca de tu ropa. Eso me impact, de verdad, sobre todo en el liceo, era un
perodo fuerte en relacin a eso, eh? Y luego el tema de las chicas, tambin. Ah, pero
con ellas era de terror Termin asqueado, la verdad, haba chicas que llegaban a la
maana maquilladas de una manera, peinadas de una manera, vestidas de una manera, se
iban al medioda, volvan a la tarde y era otro peinado, otro maquillaje, otra ropa de tal
marca. Bueno, no siempre era de marca, pero no era ropa barata, eran, creo, hijas de
mdicos, hijas de cirujanos, hijas de esto o de lo otro, algo as! Hijas de cuadros de
empresas, entonces con ellas ni vala la pena, ni bien vos sabes qu es lo que son
[socialmente] y al mismo tiempo
137
Las entrevistas en profundidad con estudiantes de los suburbios, que a menudo han
sido orientados hacia secciones que no eligieron, rpidamente pusieron en evidencia
tensiones entre sus disposiciones escolares y las exigencias de los docentes. Tomaremos
como ejemplo privilegiado de la distancia con la cultura escolar la relacin que los
estudiantes, en particular los varones, mantienen con la lectura123. Durante esas
entrevistas centradas en su escolaridad pasada y presente, pocos fueron los estudiantes
que evocaron espontneamente el tema de la lectura, salvo cuando mencionaban en la
discusin los libros que el profe te hace leer. Cada vez que abord este tema, se
instal un malestar, las respuestas se hacan ms breves y los silencios ms largos, lo
que me ubicaba una vez ms en la posicin del profesor que estaba evaluando
conocimientos y midiendo la conformidad ante la norma del deber de lectura. Leer,
era necesariamente poder hacer referencia a lo que ellos consideran como libros
verdaderos: novelas, clsicos. En efecto, en el liceo, donde aumenta el nivel de
exigencia (el programa impone un canon literario, viejo francs, etc.), la definicin
escolar de leer excluye sus prcticas ordinarias de lectores reticentes. Para quedar
bien conmigo preocupacin constante durante las entrevistas, la mayora no se
atreva a confesar que en el liceo no lean (en el sentido de lectura legtima).
Reconocerlo hubiese sido dar de s mismos una definicin contradictoria con la que est
contenida en el pacto implcito de la entrevista con un estudiante secundario y por
ende hubiese sido revelar la distancia que los separaba de los verdaderos estudiantes.
La pregunta sobre su lectura reforzaba la duda sobre la legitimidad de su posicin de
estudiantes (en especial en los alumnos llamados literatos) y, una vez ms, volva a
caer sobre ellos la sospecha de incultura que los profesores alimentan (no leen, no
saben escribir, son incultos, etc.)
Ahora bien, muchos de ellos leen, no novelas o libros para la escuela (como dicen),
sino revistas para jvenes, historietas, el diario local (LEst rpublicain), la prensa
deportiva (Lquipe, France-Football). Las hijas de inmigrantes entrevistadas indican
que les gusta leer novelas verdaderas, cosas vividas. Dentro de esa perspectiva se
puede entender mejor el rechazo al ejercicio de comprensin de texto, percibido como
gratuito o intil por un grupo de tres estudiantes124 de Grandval.
123
Las investigaciones estadsticas sobre la lectura de los franceses han puesto en evidencia una fuerte
reduccin de esta prctica en veinte aos, de 1967 a 1988, particularmente fuerte en los alumnos y
estudiantes. Esta se observa en todos los sectores sociales, pero es especialmente fuerte entre los alumnos
que tienen bajos resultados o que no practican actividades recreativas, en particular entre los que preparan
el bachillerato. Cf. F. Dumontier, F. De Singly, C. Thlot, La lecture moins attractive quil y a vingt
ans, conomie et Statistique, n233, junio de 1990, p. 73. La investigacin reciente dirigida por Christian
Baudelot, que descansa en un anlisis grupal (jvenes seguidos desde el tercer ao de collge al segundo
ao del liceo, o sea durante 4 aos), muestra de manera muy interesante que la lectura de los alumnos
disminuye cuando entran al liceo (competencia con otras actividades, programa muy literario de las clases
de lengua, etc.). Ver Christian Baudelot, Marie Cartier y Christine Dtrez, Et pourtant ils lisent, Pars,
Seuil, 1998.
124
Monia, Sabrina y Sahia son tres alumnas de primer ao del liceo Curie. Sus padres, marroques, son
OS en la fbrica.
138
Para estos estudiantes, el texto es un mensaje o un testimonio que se basta a s
mismo, pero uno podra preguntar si el hecho de comentar los textos no es entrar ya
en el juego de las referencias, de las crticas cruzadas, de las lecturas en segundo grado.
Es decir, en cierta manera, de desacralizar a los autores, de situarse en un plano de
igualdad con ellos, permitindose criticarlos. Estas son actitudes que slo pueden
establecerse si se est en presencia de una certitudo sui escolar o cultural que estos
alumnos no poseen en ese momento. El comentario sobre las obras los ubica en una
posicin de aprendices intelectuales que se niegan a adoptar porque implica franquear
de una manera demasiado drstica las barreras sociales y culturales.
En la medida en que no han sido iniciados a la lectura (especialmente por textos que
hablen de su experiencia social), en la medida tambin en que no pueden rechazar las
mltiples ofertas de distraccin disponibles en sus barrios (los amigos sobre todo), las
prcticas de lectura de los estudiantes de Grandval toman un carcter muy
instrumental125. Es en particular el caso durante el ao en que preparan el bachillerato
de francs. Mehdi126, como muchos de sus amigos, esper el ltimo momento para
preparar el examen. El da antes, va a la biblioteca de Montbliard para consultar
diccionarios de literatura francesa. Sabe, gracias a sus compaeros que ya haban dado
el examen oral, que algunos examinadores les permiten a los candidatos elegir un autor.
Conciente de sus baches decide apostarle a Rousseau:
Era el autor que me interesaba porque era diferente a los dems. Los dems te decan: Lo
importante en la sociedad es la felicidad, los progresos, hace falta progreso. Rousseau en
cambio dice lo contrario, dice: La sociedad est pervertida, el Hombre La teora del
buen salvaje, usted sabe Entonces yo le digo, me gusta Rousseau porque no tiene las
mismas ideas que los dems y de verdad quiso imponer sus ideas. Porque a m tambin
me gusta hacer las cosas segn mis ideas. Cuando usted ve, los otros, que pensaban de
una forma, l de otra y no se dijo: uy no, bueno, a lo mejor soy yo el que est
equivocado ya que todo el mundo piensa de una manera diferente, no se dijo eso,
persever en sus pensamientos.
Rousseau tuvo una vida interesante, has ledo las Confesiones, algunos fragmentos?
Yo nunca le un libro, nunca le un libro en mi vida salvo Le Pre Goriot de Balzac,
porque estaba obligado, nunca le un libro en mi vida, ni de Rousseau ni de otro autor
Pero me gusta Rousseau, tambin me gusta Voltaire, pero nunca le
Pero, desde tu punto de vista, qu es lo que te impide
La pereza, luego es (Duda.) Lo que pasa es que no me interesa mucho francamente, no
es algo que me guste
(Largo silencio.)
Pero tuviste una buena nota en el examen oral, tens una sensibilidad literaria
(Interrumpiendo): No, pero son demasiado gruesos [quiere decir los libros], me Me
me deprime de verdad! Ah no, yo pienso: Ni siquiera lo intentes, no lo vas a lograr.
Le Pre Goriot, no s cuanto tiempo me demor [para leerlo], por lo menos una semana.
Toda una tarde, no poda Tuve que leer a la maana una hora, a la tarde otra hora, a la
noche otra hora. Pedacito por pedacito, de a poco Porque todo de golpe no hubiera
podido, me hubiera dado mucha rabia Ah! y adems, es aburrido! Los pequeos
125
Jacques Testanire, en su estudio sobre familias de mineros del Norte y su relacin con la escuela ya
insista sobre este instrumentalismo: Tener xito en sus estudios es la manera de enfrentar el futuro
gracias a los diplomas: el inters por los estudios no es intelectual, es social, en Jacques Testanire, Les
Enfants des milieux populaires lcole. Une pdagogie populaire est-elle possible?, tesis de doctorado
de Estado, Universidad Pars V-Sorbonne, 1981, p. 161.
126
Realic con l diversas entrevistas a lo largo de sus aos de liceo. En la medida en que se presentaba
como una figura del barrio que pasaba gran parte de su tiempo fuera de su casa, en compaa de sus
amigos (en el caf, en el futbol, en el centro de la ciudad), en las entrevistas con l abordaba rara vez el
tema de la lectura.
139
textos estn bien, puede ser, como Rousseau, pero el resto [] Rousseau es el nico,
de verdad mir un libro Tom un diccionario, mir Rousseau, despus encontr el texto
Los males de la propiedad. Utiliza la retrica, la elocuencia, todo eso... Le dije todo eso
al profesor y seguro que pens: Ah la flauta este tipo debe tener conocimientos
Pero en realidad, todo (Duda.) Todo sale de la biblioteca.
140
escolaridad en el liceo, especialmente sus dificultades en disertacin y ms
generalmente en lengua
En el ltimo ao del liceo, seccin B, la ltima nota que tuve fue 9 Siempre giraba
alrededor de 9. Pero fue en ese momento [en el ltimo ao del liceo] cuando empec a
aprender ms o menos cmo se hacan las disertaciones porque al principio, tanto en
primer ao como en segundo, era un verdadero problema (con un tono un poco
desanimado) No me salan las disertaciones, nunca supe Los profesores nos decan:
tiene que haber una introduccin, luego una estructura, un plan, en tres partes, que se
debe anunciar en esa introduccin, y despus no s qu (Intenta recordar las frases
exactas). Hay que desarrollar el plan Nos decan eso no ms, y qu! Nos daban
planes y yo no los entenda. Pero el profesor de economa, el ltimo ao, nos mostr bien
cmo haba que hacer Porque, no s, me interes lo que l haca Me interes y
todo Y luego para que me fuera bien, sobre todo porque la economa era coeficiente 4,
es bastante. Me dije: Bueno si ac me saco un 5 o un 6, se acab!... Me dara no s
cuantos puntos de atraso, slo con eso!. Entonces trabaj con un amigo, porque a este
amigo le iba bien, el amigo con el que yo siempre estaba se sacaba 12-13, algo as. Yo
lea sus trabajos y trataba de hacer lo mismo. Miraba y trataba de hacer lo mismo. El
ltimo trabajo que hicimos intent hacer lo mismo y me saqu 9. Hice lo mismo en el
bachillerato y me saqu 10
Queda claro que aprender es una tcnica. Y antes de ese profesor de economa que
tuviste en ltimo ao, no hubo otros profesores, de lengua por ejemplo, que te ensearan
a hacer eso?
A lo mejor es porque no me enseaban o quizs (Se corrige.) Porque yo (duda) Se lo
voy a decir francamente, en lengua no soy muy bueno Soy (duda) Lo que escribo, no
es lo que aprendo, escribo como hablo, pero cuando uno escribe, hace falta ms
(Reflexiona). Hace falta ms vocabulario, hace falta ms tcnica Pero yo sobre todo, mi
problema, es que escribo como hablo, eso! Cosas as (Risas)
Entonces, en lengua, los profesores siempre te decan. Tenga cuidado con el estilo
Exactamente! Siempre lo mismo (contento de que lo entienda)! Siempre: Estilo!
Estilo! Estilo! Todo el tiempo as (sonriente) Estilo (pensativo) Era todo el
tiempo eso: El estilo Tuve esa anotacin en todos lados, en todos mis trabajaos, en
historia, en todas partes, siempre el estilo!...
Y nadie durante tu escolaridad te dijo cmo haba que hacer para mejorar el estilo?
No, me decan: Mmm, el estilo no va, el estilo no va Yo me deca: Bueno
(pequea sonrisa). Ni siquiera entenda lo que era el estilo (Reflexionando). Bueno, el
estilo es mi manera de escribir Bueno, es (sigue buscando lo que poda significar)
En realidad, no me deca nada (Silencio). Pero bueno, me iba mejor en matemticas,
me pareca que con eso poda compensar
A diferencia de lo que ocurre con la expresin escrita, con la que mantienen una
relacin difcil, incluso dolorosa, los estudiantes secundarios (los varones) se sienten
mejor cuando se trata de hablar porque la expresin oral tiene cierta afinidad con su
experiencia de grupo (el grupo de amigos, los juegos de palabras, los desafos orales, la
virtuosidad valorizada en ese mbito127). Sabri, alumno de ltimo ao del liceo seccin
B. que ha sido un buen estudiante desde que est en segundo ao, explica bien ese
contraste:
Ahora hablo mucho, por ejemplo en historia y geografa, en ingls, me gusta el oral, me
ayuda luego para los exmenes escritos. En el oral, la profesora siempre est para
ayudarme. Y tengo ms facilidades que en los exmenes escritos para utilizar lo que ya
hicimos, las figuras estilsticas, todo eso. Por escrito, busco frmulas que hemos
127
Cf. David Lepoutre, Cur de banlieue, Pars, Odile Jacob, 1997.
141
estudiado pero no siempre las recuerdo. [] En todas mis disertaciones, ellos [los
profesores] dicen que tengo ideas pero es un poco la expresin, tengo ms dificultades, a
menudo uso las mismas palabras. Sin embargo, cuando me toca hablar, lo hago bien
No s cmo ni porqu, pero logro encontrar las palabras cuando se trata de hablar, en
cambio cuando es por escrito
Para reducir la distancia entre las exigencias objetivas de la institucin y sus propios
recursos escolares y culturales, estos alumnos movilizan a lo largo de su carrera como
estudiantes secundarios diferentes tcnicas para enfrentar la situacin en clase. Se
insiste ac en las que remiten a una forma de instrumentalismo escolar128, especialmente
en las disciplinas literarias, donde la falta de capital cultural es especialmente
perjudicial. En francs, al no haber ledo las obras, los alumnos aprenden a menudo de
memoria las respuestas a los ejercicios para luego recitarlas el da del examen oral.
Durante una entrevista con Gundur (hijo de OS turco de la fbrica), que acaba de
obtener su bachillerato A2, me explica largamente su tcnica de revisin para la prueba
de francs en el bachillerato. Como nunca lea novelas, tena la sensacin de partir con
un hndicap, se aprendi de memoria las respuestas a los ejercicios del profesor de
francs. No intent profundizar el conocimiento de la biografa de los autores (yo
nunca me acuerdo de las fechas, para qu! No hace falta acordarse de las fechas. Ni
saber cuando muri o cuando naci un autor! Lo que importa es lo que escribi). En
realidad, Gundur y su amigo Moussa siguieron con precisin el consejo que les haba
dado el profesor de francs tal como lo reinterpretaron: en comprensin de texto, ms
vale explicar la forma que el fondo:
Yo me concentr en eso todo el ao. De hecho, el profesor nos llamaba los tcnicos.
Hablbamos siempre de la forma, del cmo haca [el autor], los pies, contbamos las
slabas, esto es un alejandrino, esto es una rima, as. Hablbamos ms bien de eso.
Entonces nos habamos especializado un poco y ramos los mejores en comprensin de
texto. En clase, cada vez que los otros tenan un problema, nos preguntaban a nosotros
(pequea risa cmplice) Ves, siempre me dio risa, porque ellos siguen creyendo que yo
soy bueno para eso, para los comentarios de texto; yo les deca Yo no s, hago as, o sea,
por lo general yo no soy [quiere decir especial] no tengo nada ms que ustedes, eh?
Me preguntaban, me pedan consejos y yo les deca, les daba consejos y ellos crean que
eran unos consejos buensimos (risas). [El da del examen oral en el bachillerato de
francs, le toc Cndido, un libro que no haba ledo, pero frente a la examinadora se
acord como en sueos de todas las correcciones de su profesor.] Como haba trabajado
bien en clase, haba entendido todo en clase, lo nico que tena que hacer era leer, lea
una frase del texto y me acordaba de todo, como si hubiera tenido los ejercicios
corregidos al lado. Y adems era simple, sala solo. Incluso la pregunta de sntesis, la
haba ledo un poco en casa antes de ir al oral pero justo al ltimo momento. Y en el
examen, me dije: Qu lo pari, cmo era esto. Y entonces hice un poco al azar, pero
en realidad no era al azar, haba encontrado el asunto que habamos visto en clase. Estaba
bien, y as fue como me saqu un 15.
128
Estas tcnicas de trabajo escolar no son propias de los hijos de las clases populares. Se observan
conductas similares en otros casos, en especial en los concursos de entrada a los liceos de excelencia, pero
en esos casos hay un fondo de familiaridad con la cultura escolar. La diferencia est en la manera de
presentar ese instrumentalismo.
142
recurso fundamental para estos estudiantes. Recurso que, desde el punto de vista de los
profesores que han interiorizado todos los cdigos de la cultura letrada, no puede ser
considerada sino como desviante (Estos alumnos, trabajan Pero tontamente).
Quizs sea en filosofa donde la distancia entre las exigencias de la disciplina el
juego con la cultura escolar, el brillo129, etc. y las disposiciones escolares de estos
estudiantes es ms flagrante. Para los muchos alumnos que se encuentran por
eliminacin en la seccin llamada literaria, las primeras clases constituyen una
conmocin. Descubren, ms all del carisma del profe de filosofa, un universo
mental totalmente abstracto y gratuito (la imagen misma del Pensamiento) y, al
mismo tiempo, tienen grandes dificultades de comprensin (del vocabulario tcnico, del
razonamiento, de los temas de filosofa). Lo que genera un sentimiento profundo de
impotencia intelectual (no entiendo nada en filosofa es una frase recurrente en las
entrevistas). Algunos alumnos me cuentan que les hubiera gustado tener una suerte de
ao propedutico de filosofa en segundo ao, para poder abordarlo mejor en tercero.
La preparacin de una disertacin de filosofa es rica en enseanzas respecto a las
modalidades concretas del trabajo escolar de estos estudiantes. En la biblioteca
municipal, los estudiantes de Grandval buscan al tanteo documentos, primero consultan
diccionarios y enciclopedias con la esperanza de encontrar, por ejemplo en la
Encyclopdia Universalis, el tema tratado. Luego, fotocopian muchos textos pareciera
que el stock de fotocopias constituye en s mismo una fuente de materia gris luego
intentan, cueste lo que cueste, construir una disertacin, retomando los consejos bsicos
del profesor (hacer un plano, una intro, poner conceptos) y recuperando una que
otra idea de sus clases y de los diccionarios. Nadia, alumna de ltimo ao seccin A2,
me explica cmo est preparando un trabajo de filosofa:
Bueno, entonces el tema de la disertacin era: tiene sentido hablar, respecto al hombre,
de comportamiento inhumano? Primero, hay que tomar el diccionario, saber qu
significa inhumano, comportamiento, en fin, la filosofa, eh? Y luego, como dicen,
en la intro, hay que definir los conceptos, y luego, como cada vez que hacemos una
disertacin, tomar las ideas de los autores que se vieron en clase. Mi profe me deca:
Lee, pero yo deca: No, no leo, porque automticamente voy a tomar sus ideas.
Cuando leo, obligatoriamente estoy influenciada. [] Entonces tom un diccionario, un
diccionario de filosofa, tom un vocabulario. Haba fotocopiado unos textos de la
Universalis. Haba marcado humanidad y animalidad, encontr algo ah pero es amplio
lo que ponen. En fin, profundizan pero mir, encontr frases, lo que subray es lo que
entend. Porque haba otras cosas que no entenda lo que queran decir, entonces
(Silencio.) Es cierto, la filosofa es difcil. En fin, lo que uno entiende, uno se interesa
pero lo que no entiende (Largo silencio).
Uno de los problemas que plantea la enseanza de la filosofa es que esta disciplina
supone la adopcin de cierta forma de intelectualismo que, en el universo local, ser
inmediatamente calificada como pretenciosa. En el barrio, especialmente entre los
varones, ser catalogado de intelectual implica siempre el riesgo de romper con los
dems, de querer distinguirse mostrando un orgullo fuera de lugar en relacin a los
amigos que se encuentran en los segmentos ms desvalorizados del sistema escolar.
Muchas veces el hecho de transitar por el liceo se aparenta a la historia de una
identificacin imposible con un universo demasiado lejano. Por ende, es difcil para los
que empiezan estudios llamados literarios (bachillerato L, incluso ES) adherir a la idea
de una cultura desinteresada, porque se dan cuenta que ese placer de estetas los puede
poner en una situacin de conflicto en relacin a la visin de su grupo local.
129
Cf. Louis Pinto, La Philosophie dans les classes terminales, Pars, LHarmattan, 1989.
143
5. Trucos para salir del paso
Las tcnicas de trabajo ilcitas en el liceo son rara vez declaradas en situacin oficial
de entrevista, pero pueden ser descritas una vez que se establece una relacin de
confianza con el investigador. En el liceo de masas, la distancia entre las exigencias y
los resultados escolares de los alumnos se plasma mecnicamente en el recurso a la
trampa durante los ejercicios vigilados130. Para los alumnos con grandes dificultades
escolares, y progresivamente desalentados, a menudo es la nica manera de llenar una
serie de lagunas anteriores y de asegurar el avance que los har perdurar en su condicin
de liceanos. Los consejeros de educacin descubren, cada ao, los nuevos trucos
inventados por los alumnos, que en algunos casos se convierten en virtuosos. Durante la
investigacin en el liceo Curie, algunos alumnos de ultimo ao de la seccin D haban
adoptado un sistema de trfico, suerte de compra y venta de machetes (20 francos cada
uno).
Medhi, por ejemplo, diez das despus de haber obtenido su bachillerato seccin B
(junio de 1992), recuerda las buenas notas que obtuvo ese ao en historia y en idiomas.
Tres meses ms tarde, una vez que ya es estudiante universitario, vuelvo a entrevistarme
con l. Evocamos su ltimo ao de liceo, especialmente los aspectos clandestinos de la
vida escolar. En esta ocasin los evoca con una suerte de jbilo:
[En el liceo] Por supuesto que se copia! Yo copi durante el bachillerato (risas). En el
bachillerato, con un tipo, haba un tipo justo detrs mo, en matemticas, recuerdo. Yo
haba puesto una hoja ah, porque, la verdad, no est muy separado. Ves, l haba puesto
su hoja ah y miraba as pero haba una chica al lado mo. Ella pona su hoja as [hacia l]
y yo estaba as [hacia ella] y entenda. No haba problemas, yo lo haca. [Describe en
detalle la tcnica que adopt y que us a lo largo del ao.] En mi machete, yo pona mis
notas, mis correcciones, todo! Todo, en todas las materias, en historia, todo Y si no
para las pruebas, usaba esas correcciones en borrador y se las pasabas al vecino. A
veces directamente le pasabas la hoja al vecino [] El profesor no se daba cuenta.
Bueno, de vez en cuando vea, de vez en cuando a alguno lo descubran, y entonces era
un cero. Directamente cero, Nadie te regalaba nada en el liceo Curie! Nada. Era un cero.
No te daba miedo?
No, no me daba miedo porque tena confianza en m. Yo miraba, lo haca cuando de
verdad estaba seguro. Cuando vea que el profesor estaba en su mesa corrigiendo sus
cosas, ah lo haca. Incluso el borrador, no poda ver nada. El borrador uno lo escribe
rpido. [] De todas maneras, yo copiaba en casi todas las materias. Salvo en idiomas y
en economa. En economa no copiaba porque me gustaba la economa. Copiaba en
historia y geografa! Es un plomo, la historia y la geografa! A veces, incluso,
hacamos Nos llevbamos los temas que haban dado los profesores, los temas para las
pruebas, de los mismos casilleros, unos casilleros reservados que hay en la sala de
profesores. Sacbamos la traba y cuando haba temas los tombamos, hacamos una
fotocopia y luego los volvamos a poner. Entonces volvamos a poner el coso se debajo,
que copia todo, ese coso [el papel carbn]. El papel carbn, eso. Cuando estbamos en
grupo. Yo me acuerdo, en segundo ao, haba una chica, una buena amiga ma, tenamos
un examen en ciencias naturales, no nos interesaban las ciencias naturales, para nada,
despus el ltimo ao ya no tenamos esa materia. Pero ella, ella quera algo de puntaje
porque estaba muy al lmite con las otras materias [para pasar] Entonces tena que irle
bien en el tercer semestre. Yo puse papel carbn abajo, hice todo el examen, le pas el
130
Esta trampa vara segn las secciones de enseanza, segn las clases, segn las actitudes de los
profesores, etc.
144
papel carbn y para el examen ni siquiera calcul, us el papel y copi todo, pero todo,
haciendo trampa. Pero los profesores no vean nada.
Y los otros alumnos no decan nada? O todo el mundo haca lo mismo? No haba
buchones?
No, los que no copian no sienten celos. Lo s porque en mi clase haba unas chicas sper-
inteligentes, y me decan: No me importa que copies pero no molestes, a m me da igual.
Pero mientras escribo, nada de estar hablndome. O sea, escribo dos hojas, cuando voy
por la segunda, fjate en la primera, a m me da igual. Si miras mientras escribo, tampoco
me importa. Era Sandra la que me dijo eso. Y vio ella ahora va a la facultad de
derecho. Es una chica a la que aprecio mucho de verdad, eh? De verdad tena corazn
esa chica. Era sper-inteligente y sper buena onda adems, no era una chica que iba a
hacerse la importante, de verdad
145
destino permitieron, durante las huelgas de los liceos de 1990 y 1994, la emergencia de
portavoces legtimos del grupo.
Es sobre todo durante el ltimo ao de liceo que muchos de estos liceanos toman
conciencia de la inmensa distancia entre sus disposiciones y las exigencias de los
profesores. La dificultad o la imposibilidad de reducir esa distancia les hace tomar
conciencia del tiempo perdido y puede transformarse en un violento resentimiento
contra la cultura, contra el saber y contra aquellos que lo encarnan. Ellos (los
polticos, el Ministerio de Educacin, los directores y, en menor grado de
responsabilidad, los docentes) accedieron a entreabrir las puertas del liceo pero
olvidando dar un manual de uso para profundizar los saberes dispensados. No puede
sorprender entonces que llevados por las olas, arrastrados por la corriente, se encuentren
perdidos en un universo que rara vez tiene sentido para ellos, como no sea reforzando la
conciencia que tienen de su inferioridad (escolar, social, personal). Los menos
preparados se ven entrampados, obligados a continuar a pesar de s mismos en un
camino que cada vez ms se les presenta como abstracto e intil. Algunos abandonan
(los que han acumulado ms atraso escolar131), otros van a clases pero toman pocos
apuntes (tienen la lapicera siempre en el aire dicen los docentes), manifiestan
abiertamente su aburrimiento; otros se esfuerzan lo justo y necesario, se limitan a
obtener la nota media, minimizando los esfuerzos porque saben por experiencia que un
8-9 terminar siendo ponderado y transformado en 10 en consejo de clase a fin de ao
o el da del bachillerato. Frente a estos alumnos, que Bourdieu y Champagne llamaron
los excluidos del interior132, los padres se encuentran a la vez inquietos y desarmados.
Los padres obreros, sorprendidos por el vagabundeo escolar durante los estudios
secundarios, se enfrentan a hijos que, durante ese perodo de su vida, experimentan una
juventud que adopta rasgos de la adolescencia burguesa. El paso por el liceo crea, y a
veces refuerza, el conflicto entre el ethos obrero de los padres y el ethos liceano de los
hijos. La participacin en la cultura adolescente, el descubrimiento en el liceo de la
ilegitimidad de cierta cantidad de prcticas populares y la adopcin (por limitacin de
presupuesto) de un estilo de vida liceano conducen a una cierta distanciacin con el
medio de origen.
La Sra. S., 42 aos, vive en el barrio HLM de Hauts-de-Court donde es portera en
una residencia privada. Originaria, como su marido, de una familia de mineros polacos
del norte de Francia, ha conservado de su origen obrero una espontaneidad y un sentido
del contacto que hacen de ella una portera estimada y respetada que no vacila en zanjar
problemas frente a frente, o en retar a los pequeos rabes cuando stos hacen
travesuras. Su marido, que termin el secundario y tiene un CAP de contabilidad,
vino a trabajar a fines de los aos 1970 para Peugeot como empleado. Tienen dos
hijos: el mayor (21 aos) estudia en segundo ao de IUT133, el menor, Anthony, 16 aos
y medio, es alumno de segundo ao de liceo seccin S. La entrevista se desarroll en un
departamento de un edificio de Hauts-de-Cour, en presencia del hijo liceano, Anthony,
131
La estadstica que mejor registra ese lento proceso de toma de distancia con el orden escolar es la
inasistencia. Inasistencia crnica, a medida que se va avanzando desde el primer al ltimo ao de liceo
(los alumnos que tienen ms de 18 aos se escriben a s mismos las justificaciones de las ausencias), y
hacia las secciones desvalorizadas (G, B et A). Inasistencia puntual, cuando llegan los exmenes que
pueden sancionar la falta de trabajo de los alumnos.
132
Pierre Bourdieu y Patrick Champagne, Les exclus de lintrieur , en Pierre Bourdieu (dir.) La
Misre du monde, op. cit.
133
Repiti el segundo ao y el ltimo en la seccin C antes de obtener un bachillerato D.
146
convocado por su madre para participar. Este ltimo, desde el fondo de un silln, con
cara de enojado, no intent disimular su mal humor; se prest con desagrado al juego de
la entrevista, manifestando abiertamente su irritacin ante preguntas que le parecan sin
inters. Su fastidio fue creciendo a medida que se prolongaba la entrevista, sin duda no
haba imaginado que poda durar ms de dos horas. Al momento de partir, olvid
levantarse para despedirse de m, lo que provoc el enojo de la madre incmoda por su
falta de cordialidad (por lo menos podras pararte, Anthony! No es posible!...). La
situacin de entrevista en s misma merecera ser largamente contada ya que permiti
esclarecer lo que ponen en juego estas entrevistas dedicadas a la escuela. La reparticin
de roles entre la madre y el hijo, y, sobre todo, los micro-conflictos que no cesaron de
aparecer entre ellos ecos ensordecidos de otros ms abiertos que se desarrollan en el
espacio cerrado de la familia constituyeron una experimentacin de investigacin que
ofreci, en ciertos momentos, una suerte de precipitado, sociolgicamente puro, de la
naturaleza de las relaciones entre padres e hijos liceanos en un medio popular.
La Sra. S. intent, a lo largo de la entrevista, establecer una alianza conmigo:
buscando mi aprobacin, buscando en mis palabras la confirmacin del punto de vista
que se haba ido forjando sobre el colegio, de manera a debilitar la posicin adversa,
sostenida por el hijo. Se trataba, para ella, de zanjar gracias a una autoridad exterior
pequeos conflictos que los oponan (por ejemplo, la eleccin del alemn como segunda
lengua viva, impuesta por la madre). Ella aprovech la ocasin de la discusin con el
profesor me llam as ante su hijo para restaurar una autoridad estatutaria en
peligro. Tambin esperaba que el investigador pudiera proponer perspectivas de futuro a
su hijo. Un conflicto latente no dej de oponerlos durante la entrevista. La madre haca
presin sobre el hijo para que se fijara con decisin un horizonte escolar y profesional
porque, los padres, deben hacer sacrificios, usted sabe, no vaya a creer. Cuesta bastante
caro estudiar; en realidad se diriga a su hijo que, por su parte, se comportaba como si
esta cuestin no tuviera que ver directamente con l.
As, la entrevista fue un momento durante el cual pudo insistir, esta vez con la
garanta del socilogo, en lo que eran los imperativos del estudio. Porque la Sra. S., que
en un principio prefera que su hijo hiciera estudios profesionales (cortos), termin por
optar por estudios largos, no sin algunas dudas. Fue esa prudencia la que llev a los
padres a elegir el IUT para su hijo mayor, contra su voluntad (no era un chico que
pudiera haber ido a la facultad. Digamos, no era suficientemente serio en su trabajo.
Necesitaba una escuela donde hubiera un seguimiento. En la facultad, quizs, no habra
ido a clases.).
Durante toda la entrevista, Anthony se mantiene en una actitud de reserva y de
desconfianza. Tras haber repetido el primer ao de liceo seccin S para asegurar su paso
a segundo, Anthony se dio cuenta, dos meses despus del inicio de clases, que ya no
poda seguir en relacin a los dems alumnos. Su posicin de alumno en situacin de
dificultad explica que, primero, haya intentado escabullirse ante el investigador,
prefiriendo no expresar opiniones o escondindose con prudencia detrs de la opinin
de su madre, que no dudaba en responder en su lugar. Confiesa que en matemticas la
situacin era catastrfica. Frente al silencio que sigue, su madre le pide con tono
firme que no eluda el tema: Y eso qu significa exactamente? Puedes decirle tu nota,
Anthony! Cosa que hace dcilmente, en el tono del nio que ha sido descubierto:
Debe ser 5 ms o menos, y en fsica 8,5. Hay en esta preocupacin por hacerle decir
sus verdaderas notas una advertencia respecto a la actitud que hay que adoptar en el
liceo: no mentir, no disimular los malos resultados, no hacer trampa en los exmenes.
Porque la Sra. S. sabe perfectamente que esos alumnos de las clases cientficas entran en
una competencia escolar a veces feroz y que han aprendido a trampear, a esconder sus
147
notas, a mentir por omisin. Le recuerda entonces a su hijo que dentro de la familia se
puede y se debe decir las cosas: nada de lo que ocurre en la escuela es secreto ni
vergonzoso. Tambin es significativo que, inmediatamente despus de ese pedido de
clarificacin, la madre busque tranquilizarlo, evitando dramatizar y esforzndose por
guiarlo (el trimestre no est terminado, todava se puede compensar). En ese tramo de
la escolaridad de sus hijos, los padres de los sectores populares se asignan
principalmente es esa misin de sostn moral y afectivo. Durante la entrevista, cada vez
que puede, la madre intenta valorizar a Anthony en relacin a su hermano (que tiene 5
aos ms y del que dice que es ms dotado). A su manera, trata de incentivarlo, de
darle confianza. Insiste en su carcter ansioso (el no es como su hermano, no ir a un
examen sin haber hecho su trabajo), en el hecho que es organizado y serio (pero
avanzas igual bastante bien en tu trabajo, no esperas al ltimo momento. Siempre hace
sus tareas con anticipacin, se organiza).
Sintindose doblemente vigilado durante la entrevista (por su madre y por el
socilogo), Anthony intenta sobre todo preservar lo que podramos llamar su
intimidad escolar (su actitud en clase, sus amigos). Se cuida de no revelar aspectos
clandestinos de la vida liceana, que podran aumentar las sospechas de su madre. En su
presencia, prefiere ser evasivo, elptico. Insensiblemente al hacerle preguntas,
reproducimos una situacin de examen que lo confronta con sus insuficiencias de
alumno de segundo ao de seccin S (hace dos meses que descubri que no est a la
altura: Hay un abismo reconoce con amargura).
Cuando le pregunto por sus estudios, Anthony se cierra. Y no es casual que haya
sido al final de la entrevista cuando se enfrenta directamente con su madre sobre el liceo
profesional, los alumnos del LEP a quienes toma como dice su madre en un tono de
reproche por idiotas. Esa es la ocasin de volver a lanzar la conversacin sobre el
liceo profesional y las relaciones con los otros alumnos del LEP:
148
al collge. A mi madre, quizs, no se le habra ni ocurrido que hiciera el secundario, es
porque el maestro vio que mi hermana era capaz de trabajar, la incentiv, y dijo: Tiene
que ir. Mi madre, yo creo que no lo habra pensado.
149
Sra. S. Algn da, a lo mejor, vas a necesitar un plomero en tu casa, eh?
Anthony. Mmm
Sra. S. O no? (risas)
Anthony. Pero no hay que ver las cosas as Con ese criterio uno tendra que saber todos
los oficios.
Sra. S. tendrs que darte maa
No haces trabajos manuales?
Sra. S. S, s, s! Sabe pintar, pinta, empapela, da una mano, un poco de todo. [Paso a
explicar entonces extensamente el inters del cuestionario, el hecho de que se trata de
comprender la desafeccin cada vez ms grande del LEP, la importancia de la percepcin
de los dems, etc.]
A lo mejor te parece que los que van al LEP son diferentes. Tienen centros de inters
diferentes a los tuyos, no? Te sents diferente a ellos?
Anthony. Mmm S podra ser (incmodo).
Sra. S. (en un tono indignado). Pero vos te crees que son idiotas, cmo puede ser!
Anthony. Y si qu s yo (con aire falsamente arrepentido)
Sra. S. Pero si cmo puede ser (muy sorprendida)
Anthony (Justificndose) Hay que hablar con esas personas En realidad, no quieren
discutir Cuando hablan dicen cualquier cosa. Uno tiene la impresin que inventan. Para
poder seguir la conversacin
8. La vergenza social
134
Es el trmino que emplea para designar a los hijos de burgueses del liceo que se visten con ropa de
marca
150
ingratitud y se atreve finalmente a cuestionar la autoridad moral de su madre. Lo que
lo exaspera es esa defensa pasada de moda de la formacin a un oficio (zapatero,
plomero) en circunstancias en que l eligi otra va. El hijo hace exactamente lo que le
pide la madre, dice su verdad, es decir que realmente los toma por idiotas. Le lanza
pblicamente una suerte de desafo moral. Lo que sin embargo es esencial en el
encadenamiento de los intercambios entre madre e hijo es el momento en que la madre
decide aclarar las cosas: quiere saber a qu atenerse, desenredar el nudo. En la medida
en que sin duda ya conversaron estos temas muchas veces, ella debe haberlo criticado
por sus juicios que, a sus ojos, son juicios de clase, tpicos de un cambio reciente, de
un hijo de obrero que ha sido dado vuelta por el liceo y que, en alguna media, se ha
pasado al bando enemigo.
Cuando su madre habla, queda claro en algunos momentos que el hijo se siente
incmodo, en especial cuando alza los ojos al cielo o se defiende con una sonrisa
irnica. El contraste entre la manera de hablar de uno y otro es de hecho impactante:
elle habla con espontaneidad, con vivacidad, con una voz bastante fuerte, no le importa
especialmente hacer lindas frases, usa lo que se puede llamar un habla popular, mientras
que l habla de una manera ms pausada y medida, empleando a veces expresiones o
palabras que revelan su paso por el liceo (tener trato), como un alumno que se
expresa de manera reflexiva. Desde luego, la Sra. S. se da cuenta de la distancia que
va creciendo entre ella y su hijo, sabe que el liceo no es ajeno a esa situacin, en
especial por la frecuentacin de los que llama, con violencia en la voz, esos pequeos
snobs. Est decidida a hacerse respetar, a asumir sin vergenza la herencia y lo que ella
es socialmente. Lo que la lleva a reaccionar enrgicamente ante las palabras de su hijo
(qu te pasa) y a ponerlo en su lugar, reafirmando el respeto del orden familiar y de la
jerarqua de la edad (por ejemplo, cuando critica a uno de sus profesores porque tiene 50
aos). Quiere creer que su hijo no est tan corrompido (moralmente), que el dao no es
tan profundo y que su hijo pronuncia palabras sin consecuencia. Teme que se
transforme en una suerte de monstruo social que, contaminado por la inflacin de sus
aspiraciones escolares, descalifique la historia de sus padres. A pesar de que los padres
siempre estuvieron atentos a la escolaridad de sus hijos, la escuela se volvi contra
ellos: su hijo les reprocha sus viejos diplomas, sin tener conciencia de su anacronismo
cuando evala los diplomas de ayer en funcin de los de hoy.
En esa parte de la entrevista, dos historias sociales, dos generaciones encarnadas por
la madre y el hijo, se enfrentan. Al hacer el relato pormenorizado de sus estudios
primarios, la madre intenta expresar el peso del contexto (histrico y social), el camino
estrecho que podan transitar los hijos de esas familias obreras del Norte, la poca
ambicin que los padres tenan para sus hijos. La entrevista con el socilogo le permite
decirle a su hijo cmo se form socialmente, todo aquello que explica en gran medida
lo que ella es en ese momento (una portera que a menudo tiene que dedicarse a tareas
de limpieza) y la diferencia de condicin con su hermana menor que se convirti en
docente (es cierto que ella fue favorecida, dice con un poco de amargura en la voz).
Finalmente lo que cuenta, quizs por primera vez, ante su hijo, es toda su historia.
Este, con su actitud escptica y su aire superior, reacciona como un liceano de su
generacin que se encamina hacia los estudios largos y que interioriz la
desvalorizacin de los estudios profesionales. Haciendo indirectamente un juicio por
incultura a las personas que hacen (o han hecho) estudios profesionales, desde la cima
de su nueva posicin de liceano, el hijo dilapida, en presencia de su madre y sin
pensarlo ms, una parte esencial de la herencia familiar.
A lo largo de la entrevista, Anthony se contuvo para no desparramar todo su hiel ni
mostrar su rencor. Pero las miradas que le lanzaba a su madre daban cuentan de un rabia
151
apenas disimulada que sin duda tena que ver con la vergenza que senta por s mismo:
la vergenza de ser un falso cientfico, inseguro respecto a sus capacidades para
continuar en esa seccin pero que deba de todas formas seguir aparentando ser un
alumno de S (dotado, trabajador, combativo). Esa vergenza, que tanto le cost
esconder en mi presencia, tambin tena que ver con las maneras directas de su madre,
con su franqueza, con sus gustos. Al final de la entrevista, con el grabador apagado,
habl con ella de su pasado en el Norte. Se puso contenta al poder evocar sus historias
familiares, la inmigracin polaca y sus tradiciones (idioma, cantos y msica) y fue a
buscar debajo de un armario del saln los viejos vinilos con cantos polacos. Su hijo, a
quien le gustaba la msica (tocaba la guitarra, escuchaba rock de los aos 70) puso el
grito en el cielo, un poco en broma, un poco en serio: Oh! No! No saques esas
reliquias!. A su madre le dio risa pero le hubiera gustado poder transmitirle esa parte
de la memoria familiar. En realidad, Anthony expres un punto de vista de liceano
aculturado, en ruptura con su medio social de origen, con sus antiguos amigos del barrio
a los que les reprocha su incultura, su manera de pavonearse.
En su liceo, donde haba una cantidad importante de hijos de mandos medios de
empresa, no le gusta mencionar su barrio (un barrio de rabes, dijo con tono seco), ni
el hecho de que su madre sea portera (todos los rabes la conocen dijo lamentando esa
visibilidad comprometedora de su madre, que a veces limpia casas cerca del centro
comercial). El liceo es un lugar de competencia social donde no puede jugar su juego.
Es su madre la que insiste en distintos momentos para hacerle decir que Doncourt (el
sitio donde est el liceo) est lleno de snobs. Anthony se ve obligado a reconocerlo
(s, es un liceo de snobs). Para la madre el trmino tiene que ver con esa preocupacin
por distinguirse mediante el dinero, por la ostentacin de un capital econmico (snob,
es la pinta). Ocasin tambin de hacerle reconocer que, desde que est en el liceo,
prefiere no tener que confesar su pobreza econmica.
Sra. S. Pero vos no decs que tu madre te hace las camisas (en tono agresivo)
Anthony. Y no, no veo porqu tendra que decirlo
Sra. S. Tendras que decirlo!... (Silencio, incomodidad). No cuesta nada! Slo el
precio de la tela Le decs Pero no, no lo va a decir, tendra que estar escrito
encima Lacoste (risas)
Anthony. No, a m eso no me importa Lo que importa es que me guste
Sra. S. Ah s? Bueno, eso est bien
Esta entrevista ejemplar, por la sorda violencia de las relaciones entre la madre y el
hijo prcticamente ennoblecido por haber entrado a la seccin cientfica, muestra bien
de qu manera padres e hijos de los sectores populares se encuentran, a pesar de s
mismos, en la trampa de los estudios. En un principio, los padres alentaron, aunque la
prolongacin de la escolaridad nunca se impuso como una evidencia, y, finalmente, se
encontraron ante criaturas que, de diversas maneras, se les escapaban. Lo que llama
sobre todo la atencin en el caso de Anthony es la violencia con la que se niega a ser
heredero de la herencia la herencia profesional (el CAP, los trabajos manuales),
cultural (el mundo obrero del Norte) pero tambin residencial135.
135
Hacia el final de la entrevista, dice que le dan asco su barrio y sus habitantes (a pesar de que su
madre es una de sus figuras conocida y estimada). Cuando se le pide precisar de que est hecho ese
asco, insiste en el ruido (el del bus que pasa cada veinte minutos), en el entorno, pero ese asco
visceral no lo puede explicar con palabras.
152
Mientras que en la fbrica los padres y/o las madres son sometidos a la
intensificacin del trabajo, a un stress y a una vulnerabilidad cada vez ms grande, los
hijos, liceanos involucrados con ms o menos seguridad y entusiasmo en los estudios
largos, han obtenido cierto margen de libertad respecto a las exigencias escolares:
muchos de los que son orientados, por eliminacin, en las secciones-refugio del liceo,
hacen como que trabajan, ms que lo que trabajan realmente mientras se benefician
plenamente de las ventajas de estatuto ligadas a su condicin de liceano. Cmo
podran entenderlos sus padres? Cmo podran no estar intrigados, afectados, por la
diferencia entre lo que ellos mismos vivieron como obreros (desde los 16 o 18 aos,
cuando empezaron a trabajar) y el dulce farniente que parece ser hoy lo propio de la
vida del estudiante secundario? La escolaridad en el liceo es un misterio difcilmente
penetrable cuando no se tiene las claves para interpretarlo. As, qu actitud adoptar
frente al fraude escolar (del que vimos que tena tendencia a desarrollarse en las
secciones desvalorizadas del liceo)? Si los padres le dan, desde luego, importancia a las
notas, stas deben ser obtenidas de manera legal. Pero, en relacin a la nueva moral de
la competencia entre liceanos, donde todos los golpes estn permitidos para no volver
a caer a nivel de los alumnos de LEP, la moral popular se presenta brutalmente
devaluada. Para qu sirve la honestidad en un universo donde solo cuentan las notas,
los resultados?
Cierto ethos popular hecho de orgullo y de honestidad se encuentra entonces
invalidado. En este mbito, la incomprensin es grande entre las dos generaciones,
sobre todo entre los hijos y las madres, que son las guardianas de la antigua moral. El
endurecimiento de la competencia escolar contribuye a la desvalorizacin de los valores
de los padres (pobres pero honrados) por sus propios hijos que, al frecuentar a los
hijos de las clases medias y superiores perciben a veces la necesidad de la trampa para
seguir en la carrera. Durante la entrevista colectiva con las madres de familia (miembros
de la federacin de apoderados), en un momento dado la conversacin deriv en el tema
de los fraudes en clase, de los alumnos que hacan trampa (el machete, en lenguaje
local). Una de ellas lo relativiz (eso siempre existi), otra le ech la culpa a los
profesores que deban vigilar mejor durante los exmenes. Todas, sin embargo,
reconocieron que esta tctica no traa buenos resultados el da del examen (el da del
bachillerato, a la menor falta, te sancionan), aunque no siempre esa amenaza resultaba
disuasiva (algunos hacen trampa igual). Ah fue que la Sra. H. cont de qu manera
trat este tema con sus hijos:
Sra. H. Usted sabe, yo siempre les recomend, les dije: prefiero que tengan un 0, no un
10 que le robaron a alguien. Eso siempre se los dije. No digo que no lo han hecho. Son
como los dems, pero en ese punto siempre fui muy exigente. Es la honestidad, eso sobre
todo
Esto tiene que ver con lo que usted deca anteriormente sobre lo que poda transmitir a
sus hijos Tambin tiene valores para transmitir?
Sra. F. S! S, es eso. La honestidad. Hay cosas que uno puede transmitir y hay un
montn de conocimientos que uno no puede. Pero el trabajo, la honestidad, la exactitud,
no las mentiras.
Sra. H. (Su voz es tapada por las otras). Nos lo reprochan de hecho.
Sra. J. En la actualidad, no s si la honestidad los va a ayudar mucho (sonriendo)
(A la Sra. H.) Y usted dice que ahora que crecen, algunos de sus hijos se lo reprochan?
Sra. H. S! Sos de los aos 50 (risas de las dems). Usted se imagina (risa general):
entonces yo digo que siempre me ensearon as, que robar una nota, era robar. No es
tu trabajo, les digo. Y despus, en el prximo examen, estars perdido, no habrs
153
aprendido nada, estars totalmente perdido. Es necesario que tengan una educacin de
base, o sea un mnimo, despus si no quieren [escuchar]
Y entonces, usted les dice que hay que trabajar de manera regular. Usted intenta
controlar el trabajo, por ejemplo el fin de semana
Sra. H. S, s, uno intenta (Silencio.)
Es ms difcil a esa edad?
Sra. H. S, es ms difcil porque est en su cuarto (Silencio.)
Sra. F. Yo deca que mi hija trabaja pero est en su cuarto, tampoco s. Porque cuando
voy a verla, me dice (imitando su voz chillona): Me ests molestando! (Risas.)
Sra. H. Si en vez de trabajar, estuvo descansando, uno no lo ve.
Si, con motivo de la entrevista, estas madres, todas ellas esposas de obreros de la
fbrica, hicieron largamente el inventario de las crticas que tenan contra el sistema
escolar actual, es porque, a sus ojos, ste cuestiona objetivamente los elementos
constitutivos del ethos de las clases populares, esos mismos que ellas estn encargadas
de transmitir a las nuevas generaciones y que hacen la respetabilidad obrera: la
valorizacin del trabajo, del esfuerzo, el gusto por la actividad y el trabajo bien hecho,
el respeto hacia los iguales, la solidaridad, el aprendizaje de los medios legtimos para
defenderse. Por eso, pareciera ser que los padres obreros siempre se ven obligados a
emprender combates de retaguardia (repitiendo sus mismas lecciones de alumnos de los
aos 50) contra sus propios hijos, acostumbrados en el colegio a obedecer a otros
principios. Las transformaciones del colegio (derecho a estudios largos y prolongados)
y la modernizacin de los mtodos pedaggicos (mezcla de indiferencia y de juego con
la institucin de tipo post-68) imponen un modelo social y tico de comportamiento que
no siempre est adaptado a la situacin de sus hijos.
Cuando entran al liceo general, los hijos tienen la impresin de haber franqueado una
barrera. El prestigio inherente al estatuto de estudiantes secundarios los sita en
posicin de fuerza para negociar arreglos con sus padres, para cuestionar ciertas formas
de su autoridad. En el liceo, la intensificacin de la competitividad escolar y la apertura
del horizonte social de los hijos les hacen adoptar progresivamente un sistema de
actitudes y de conductas sociales que los llevan a tomar distancia o a romper con la
cultura obrera de sus padres. La evocacin de la escolaridad de los hijos siempre da
lugar, de una manera ms o menos marcada, a una comparacin entre la escuela de ayer
y la de hoy, y entonces a la confrontacin (implcita) de puntos de vista generacionales
sobre las transformaciones del colegio. Si las generaciones se caracterizan por
estratificaciones diferentes de experiencias sociales (y en especial de primeras
experiencias, las que son decisivas en la percepcin del mundo social), el desfase entre
las experiencias escolares de la generacin de los padres obreros y las de sus hijos
ofrece una suerte de caso experimental para el estudio de los malentendidos entre
generaciones en medio obrero. Ms all del fenmeno de la continuacin de estudios
que se puede medir estadsticamente, se juega otra escena, esta vez al interior de las
familias, la de la confrontacin ms o menos abierta entre culturas de clase. Las
mltiples incomprensiones entre padres e hijos, reflejo de la distancia escolar, social y
cultural entre estas dos generaciones, ponen en evidencia las ambigedades inherentes
al fenmeno de la prolongacin de los estudios en los sectores populares.
El objeto principal del malentendido entre padres e hijos tiene que ver con el valor de
los estudios y de los diplomas de los padres. Los hijos juzgan el pasado escolar de sus
padres en relacin a la jerarqua actual de los diplomas y de la norma de la prolongacin
154
de los estudios. El estado presente del campo escolar y la escala de los valores escolares
desvalorizan el CAP de la generacin precedente, que asimil al CAP o al BEP su
propia generacin. La mirada retrospectiva aplasta la jerarqua de las secciones del
antiguo rgimen escolar: los hijos ignoran las diferenciaciones pertinentes entre los
niveles de estudio de sus padres (tener o no el certificado de estudios, y todava ms
del CAP, que desembocaba frecuentemente en un oficio o en un puesto de obrero
calificado). Solo el valor nominal del diploma les habla a las nuevas generaciones,
que son vctimas no de una ilusin sobre el valor de los antiguos diplomas
profesionales, sino al contrario de una suerte de hiperrealismo que los conduce a
exagerar la desvalorizacin de los diplomas profesionales de hoy.
Durante estos aos de crisis, alrededor del valor del diploma fue progresivamente
tomando cuerpo una ilusin. Es la que lleva a los mismos padres a subestimar su propio
diploma tcnico, a evaluarlo nicamente a partir de su valor actual, efectivamente muy
desminuido. Hoy, la desvalorizacin acelerada del CAP y del BEP descalifica,
retrospectivamente, el CAP de ayer, el CAP de los padres, que sin embargo poda
conducir a empleos de obrero calificados. Las entrevistas con los padres que obtuvieron
un CAP o un BEP muestran que aunque no retomen totalmente esa visin reconstituida
con posterioridad del CAP de ayer, tampoco se atreven a jactarse de estos diplomas ante
sus hijos. Esta actitud que consiste en no reivindicar el valor de sus ttulos escolares, es
decir su valor social, se explica en el contexto de desvalorizacin de su historia personal
y de la historia colectiva del grupo obrero. Los padres obreros a menudo admiten el
veredicto escolar sobre su CAP, y se dejan imponer una visin anacrnica de su
historia. Se podra decir esquemticamente que a medida que sus hijos van subiendo
en la jerarqua escolar los padres retroceden, pasando de un estatuto de fracasados
escolares en trminos relativos, durante su propia escolaridad, a fracasados en
trminos absolutos, hoy.
La mirada que los hijos en particular los que han entrado al liceo tienen sobre los
estudios de sus padres obreros no es tan diferente de la visin que tienen los
responsables de la fbrica en diferentes niveles (cuadros dirigentes, tcnicos, jefes.)
de sus obreros (ignorantes, inconvertibles, etc.). Los padres obreros viven y sufren
la descalificacin del valor de su fuerza de trabajo y de sus diplomas a la vez en la
fbrica, en el mercado del empleo, y, si se puede decir, en sus hogares, donde el
cuestionamiento viene de sus propios hijos. Es cierto que no todos los padres capitulan
sin condiciones, muchos quisieran poder explicar a sus hijos que slo el contexto ha
cambiado, que es difcil, incluso falaz, comparar dos perodos que se oponen
diametralmente. Tendran que recurrir a la historia para volver a darle un sentido y una
coherencia a su propia trayectoria escolar y profesional, para reinscribirla en un marco
sociohistrico, y ponerla en relacin, por ejemplo, con la historia de las empresas y del
mercado del trabajo, la historia de las relaciones entre padres e hijos, la historia del
recorte de las edades sociales (todas estrechamente relacionadas). Pero, cmo y en
nombre de qu legitimidad se podra transmitir esa memoria familiar y obrera136?
Cmo hacer sentir la estrechez del margen de maniobra que tenan cuando eran
adolescentes (el trmino incluso resulta anacrnico), la fuerza de la presin familiar y
social para trabajar pronto (la jerarqua de los valores era tan diferente), la voluntad
de emanciparse de sus propios padres (deban obedecer, callarse o partir) con los
cuales la distancia era mucho ms grande que la de hoy?
136
La memoria de las luchas obreras se transmite ms fcilmente, la memoria de las huelgas, de los
conflictos, de las manifestaciones, de las disputas sindicales, mientras que la memoria escolar est
como descalificada de antemano, como una memoria que siempre es un poco indigna.
155
El apego a una vieja tradicin escolar, especialmente a emblemas del antiguo orden
escolar (el portafolio y el libro), hace que los hijos perciban a sus padres obreros como
ms viejos de lo que son. Para esos padres, la escuela primaria y la escuela secundaria
estn asociadas al apego por la forma tradicional de la relacin pedaggica y al
equipamiento simblico del alumno. Pero ocurre que valores como el respeto hacia
los docentes y al saber, materializado por el libro y el portafolio, se han ido perdiendo,
arrastrados por una suerte de disolucin de las reglas elementares del orden escolar.
Cuando las madres de los sectores populares buscan imponer las reglas y las costumbres
de antes, se ven sistemticamente rechazadas como algo del pasado, arcaico (de
entrada, te dan 50 aos, dice la madre que intenta que su hijo use un portafolio). A esas
madres les cuesta imaginar que la escuela pueda desviarse de los objetivos que les
parecen fundamentales, como la transmisin de saberes, el aprendizaje de una
disciplina, la neutralizacin de las diferencias sociales y que, en cambio, d lugar a
consideraciones que les parecen ftiles, como la moda (ropa, mochila). Esos
accesorios son el smbolo de una transformacin que les parece atentar contra una
suerte de culto que las madres militantes de la laica han sentido por el colegio. A su
manera, ellas intentan resistir a la ideologa del soft y del cool, tratando de
preservar algunos aspectos de la tradicin escolar a la que siguen apegadas.
Sra. F. Me parece que los chicos tampoco tienen los mtodos correctos para trabajar, me
parece ms bien que tienen malos mtodos de trabajo y voy a un asunto de fondo. Cuando
a toda hora te repiten que en la primaria los chicos no necesitan hacer tareas, que los
chicos no tienen porqu trabajar tanto, que basta con que sigan normalmente en clase,
esto y lo otro Apenitas si Bueno, yo digo que es grave. Cuando no se ayuda a los
chicos a ir ms all, no tienen la costumbre de trabajar! No tienen la costumbre de hacer
el esfuerzo! Lo que hacen es un mnimo. Y hace diez aos que los chicos hacen lo
mnimo, y es por eso que despus uno llega a esta situacin de tantos fracasos, porque
siempre se hace lo mnimo! Se va logrando, pero con lo mnimo No tienen desde
chiquitos la preocupacin por el trabajo, la preocupacin por la tarea bien hecha y eso. Y
esto tambin tiene que ver con el Ministerio de Educacin
Sra. H. Antes, los docentes le daban importancia a eso
Sra. J. En primaria tienen tareas, yo veo mi hija, ooooh (en tono de espanto)!
Sra. F. Es normal, su maestra es de los aos 50 (Risas). Y es por eso que cuando te dicen
que no hace falta ayuda para hacer las tareas (el suspiro significa lo dudo) Nosotras,
ayudamos a nuestros hijos. Todava tenemos esa suerte cuando estn en primaria, y
cuando uno ve todas esas familias inmigrantes, all arriba, no los pueden ayudar,
entonces si uno no hace algo por ellos, quien lo va a hacer? Todo el mundo est
descolgado! Es una catstrofe despus [] [Antes, la escuela primaria] era rgida y
Sra. J. Las horas de castigo, el puntero en los dedos, ahora no se podra hacer eso, los
padres se quejaran, y sin embargo no les hara mal de vez en cuando a estos chicos. De
todas maneras, en la escuela secundaria ya estn acostumbrados a no hacer nada. (Corto
silencio.) A lo mejor es culpa nuestra tambin, porque a los chicos ahora se los defiende
mucho. Quiero decir, antes, el maestro deca algo y a nadie se le ocurra discutir, si el
maestro haba dicho tal o cual cosa, era cierto. Ahora, est la versin del nio. Se toma en
cuenta la versin del nio, y luego el nio dice lo que quiere. Con el reconocimiento de
los derechos del nio y todo eso
Sra. F. No est bien eso, no est bien. Yo prefera como era antes Ellos [los maestros]
estaban ah para tirarte un poco el pelo, dola bastante, los golpes con el puntero, pero
funcionaba, por lo menos
Sra. H. Pero ya no son los mismos maestros, porque yo vuelvo a la idea de que antes, ser
maestro de escuela era una vocacin, no les importaba quedarse hasta las 6 de la tarde con
un nene si no haba entendido algo. Ahora, vaya usted a hablar con un maestro a las
4.30 h! No se puede! Se acab, no se puede. Salen a la hora exacta y no se puede
156
discutir. Uno puede ir la 1.30, antes de clases, o durante el recreo pero de ninguna
manera despus de las horas de trabajo. Hay una o dos, como la Sra. Fraissange, Lucie
[su hija] est ah, suele pasar que todava est a las 6.
Sra. G. Haba una, la Sra. Briffault, estaba bien, nos mandaba a llamar, vngame a ver,
hay un problema.
Sra. J. Con los maestros jvenes, la hora es la hora. Son horarios de oficina. No se puede
ir a verlos a las 16.30. Si uno tiene un problema, hay que ir durante el recreo, eso es lo
mejor, te dicen. A principio de ao, el da de la vuelta a clases, nos hacen entrar al aula,
nos dicen cmo van a trabajar, esto, lo otro, y si hay un problema, pueden venir ya sea a
las 13.20 o durante el recreo, pero a las 11.30 o a las 16.30 entendern que nosotros
tambin tenemos una vida familiar, el da ha terminado. Y adems, los docentes de ahora
hacen muchas actividades para-escolares. La maestra de mi hija, todava es del mtodo
antiguo Con un aprendizaje muy slido, muy duro. Pero lo que pasa es que choca un
poco porque es la nica que hace eso Antes no hubo ese rigor y despus tampoco lo
habr Est sola en un contexto. Antes todos eran as.
[Un poco ms adelante en la entrevista, la discusin se orienta al libro como soporte
pedaggico.]
Sra. F. El libro, es sin duda un soporte. El chico puede referirse a l si busca algo. Los
mimeografiados estn bien, pero no totalmente. Porque un libro es un soporte, le da la
idea al nio de aprender buscando en un libro. Yo no estoy de acuerdo con esos
mimeografiados.
Sra. H. Y luego sus hojas estn ms o menos ordenadas
Y estos problemas pedaggicos, libro o mimeografiado, han podido charlarlo con los
docentes?
Sra. F. Sobre pedagoga, ustedes, los padres, no tienen nada que decir. Es el trabajo de
ellos. De pedagoga, ustedes no saben nada. De entrada, eh?
Sra. J. S, no hay que entrar en eso.
Sra. F. Nosotras no tenemos vela en este entierro [me ro de la expresin] Es cierto! La
pedagoga no es asunto suyo, te dicen. De hecho, en los textos eso tambin est precisado.
Nosotros los padres, no tenemos que intervenir. S, quizs, un poco a fin de ao, cuando
hay que elegir el manual, pero fuera de eso, no se hace. En cuanto a los mimeografiados,
estoy en contra, se pierden.
Sra. J. Cada vez trabajan ms con eso, incluso en primaria. Slo trabajan con eso.
Sra. H. Nosotros no los conocamos
Sra. F. Pero el libro (Busca la palabra justa). Es sagrado, un libro es parte de No
s De todas formas, la escuela sin libro, no es escuela, para m! Un libro se puede
tocar, se pude retomar, se puede dar vuelta, se puede agarrar y dejar, se puede Pero las
hojas las hojas. (Con exaltacin). Las hojas no son nada!...
Sra. H. Yo pele durante aos por un portafolio en la escuela secundaria pero tomaba la
mochila, una mochila toda blanda. Yo estaba en contra pero no pude luchar
Sra. J. Se les rompen los libros ah adentro
Sra. H. Es lo que yo le deca pero me responda: Todos usan lo mismo Entonces
hubo que hacer as Tuvimos unas historias con ese asunto del portafolio Una de esas
historias dios mo Porque a principio de ao, yo les compraba un portafolio como
antes, de cuero No verdaderamente de cuero Y luego, tres semanas despus, voy al
stano y veo el portafolio: Pero entonces, con qu va a la escuela? Haba tomado
Sra. F. Un zurrn y s
Sra. H. (recordando lo que le haba dicho a su hijo). Pero tendra que haberme dicho que
de verdad ya no estaba.
Sra. J. De moda
Sra. H. Ese es el reproche, esconder por No me gusta esa actitud
Mientras que los sobrevivientes escolares (los pocos nios de las clases populares
que lograban franquear los obstculos de la seleccin escolar en los aos 50-60)
157
tomaban de la escuela armas culturales y una forma de seguridad social (que les
permita objetivar la distancia que se haba creado con los padres), gran cantidad de
estudiantes secundarios de la democratizacin permanecieron lejos de la cultura
escolar, estudiando a los tumbos (seguimos la corriente dicen algunos cuando estn en
la universidad). El distanciamiento en relacin a los padres en este caso se nutre de un
malentendido, y a menudo de mala fe, en especial porque ya no se justifica por la
ejemplaridad de su carrera escolar. El contra-don relacional de los hijos hacia los
padres, sino inexistente, es aqu por lo menos muy limitado. Por un lado, los padres
hacen sacrificios financieros, morales, hacen una apuesta respecto a la escuela que es
costosa y riesgosa. Pero el plazo del retorno de la inversin educativa (hablando como
los economistas) se alarga, y el liceo le da a los hijos malas costumbres en relacin
al tiempo, al dinero, a la mirada que se tiene sobre la gente simple, se vive, al
parecer, tan solo como un lugar de aculturacin en relacin al modo de vida de la
adolescencia burguesa, aculturacin que se reduce, para muchos, a una aspiracin
soadora. La distancia social y afectiva entre padres e hijos no tiene como contraparte
obligada la seguridad de un mejor destino escolar y social. Ese modo de escolarizacin
tiene entonces un doble precio. En este caso, que los hijos estudien ms tiempo hace que
los padres se vuelvan todava ms viejos: viejos por su incultura y sus maneras de
hacer y de sentir, viejos tambin porque no pueden transmitir ninguna herencia a sus
hijos.
158
Cuadro 1: Evolucin de la distribucin de los alumnos de segundo ao de liceo137 de tres
liceos generales y polivalentes (1982-1983/1991-1992)
Cuadro 2: Distribucin de los alumnos de segundo ao de liceo por seccin segn su origen
social (1993-1994)
Cuadro 3: Distribucin de los alumnos de ltimo ao de liceo por seccin segn origen
social (1993-1994)
137
NdT. En Francia los tres aos del liceo se llaman respectivamente Seconde, Premire (ac indicado
con el 1) y Terminal (T), son cursados en ese orden. Las letras indican secciones y diversas
especializaciones.
159
Conjunto 55,1 29,3 15,7 100
Cuadro 5: Distribucin de los alumnos de ltimo ao segn atraso escolar y segn seccin
Cuadro 6: Evolucin de la tasa de xito en el bachillerato de los alumnos del liceo Curie
(1982-1983 / 19912-1992)
El liceo Curie, que tena la reputacin de ser el buen liceo de la regin, tuvo que
enfrentar un aflujo importante de alumnos que venan, en su mayora, del colegio de
ZEP de Grandval. Su director (de 1981 a 1992) estaba en contra de la
democratizacin forzada y quiso ante todo preservar la reputacin de su liceo:
primero con la ayuda de los docentes de ciencias, manteniendo cierta selectividad en las
secciones cientficas, luego mediante un procedimiento de orientacin por
eliminacin despus del primer ao de liceo para los no-cientficos. Los alumnos con
resultados bajos o mediocres eran orientados se puede retomar ac el mismo trmino
que sirve a definir el pasaje al liceo profesional a la clase A y B, donde la resistencia
de los docentes a la democratizacin y a la baja del nivel parece haber sido menos
fuerte. La evolucin de la distribucin entre secciones muestra, por un lado, que la
seccin A ha sido destronada si se puede decir as por la seccin B (sus efectivos de
1981 a 1994 pasaron respectivamente de 24,7% a 13,9% y de 14% a 25%) y por otra
parte, que las secciones S y G han conservado sus proporciones respectivas. El anlisis
de la tasa de feminizacin de las secciones pone en evidencia, en el perodo, una
masculinizacin marcada de la seccin S (la proporcin de mujeres baja de 54,1% a
38,8%), menos fuerte para la seccin B. La desvalorizacin de la seccin B del liceo
Curie es visible no slo por el fuerte crecimiento de la proporcin de alumnos atrasados,
sino tambin por la manera en que es evitada por los alumnos que provienen de
familias de cuadros superiores138 La seccin B que era muy buena en 1980 su tasa
138
La proporcin de hijos de cuadros superiores en cada una de las secciones en segundo ao de liceo es
un indicador pertinente de la jerarqua de las secciones: mientras ms dbil es esa proporcin, ms bajo se
sitan las secciones en la jerarqua escolar (ac, por orden decreciente, S, A, B y G).
160
de xito en el bachillerato era comparable a la de las secciones C y ampliamente
superior a la de la seccin D, que constitua en ese entonces el punto dbil del liceo
sirvi de instancia de trnsito y de amortiguador al crecimiento de los nuevos
liceanos. El liceo Curie conoci una degradacin sensible de su tasa de xito en el
bachillerato (de 83,1% en 1982-1983 a 69,3% en 1991-1992), especialmente en las
secciones que acogieron la parte ms importante de nuevos liceanos (B y D), mientras
que la serie C sigui teniendo buenos resultados.
161
Epilogo
139
Para luchar contre la desocupacin de los jvenes, el gobierno de Balladur crea a inicios de 1994, en el
marco de la ley quinquenal para el empleo, el contrato de insercin profesional que permite a los
empleadores contratar jvenes desocupados, incluyendo el nivel del bachillerato + 2 [o sea, titulares de un
bachillerato + 2 aos de estudios superiores], por un salario correspondiente al 80% del SMIC [salario
mnimo]. Los liceanos y estudiantes universitarios (principalmente los de los IUT y los del BTS) se
movilizan y reciben el apoyo de grandes organizaciones sindicales que denuncian el salario mnimo de los
jvenes (SMIC-jeune).
140
En otras partes de Francia, los sindicatos salieron a manifestar junto con los liceanos, aunque se
ubicaron tras ellos en el cortejo.
141
Ese da, no son ni los buenos alumnos ni los hijos de los mandos medios de la fbrica
(tendencialmente protegidos de las medidas del CIP) que manifestan, sino los hijos de las clases
populares, relegados en las secciones menos nobles, esos liceanos, en parte aculturados, mencionados en
el captulo anterior.
142
La manifestacin, en tanto actividad social que exige la movilizacin de recursos y de un capital
simblico colectivo ya dispuesto, plantea la cuestin de la invercin aqu y ahora de un tipo de saber
manifestante. En su ausencia, lo que queda en evidencia a travs de la improvisacin, es que los
nuevos liceanos no estn politizados como sus predecesores y que la tradicin de la politizacin liceana
contra el orden establecido se interrumpi con su llegada.
162
administracin del liceo Curie143. Estos delegados liceanos (en su mayora varones)
nunca intentaron acercarse a los sindicatos para preparar la jornada unitaria del 17 de
marzo. Los sindicalistas, que por su parte intentaron hacerlo, se encontraron ante un
rechazo por parte de los delegados liceanos. Militantes CGT de la fbrica tomaron
contacto telefnico con los delegados liceanos. El lunes anterior a la gran manifestacin
del jueves, un delegado CGT de la fbrica se present incluso, sin avisar, al patio de su
antiguo liceo para encontrarse con los delegados. Su llegada provoc un revuelo; fue
mal recibido segn me cont el director del liceo de la ZUP. No se entendi su
presencia en el recinto, a los alumnos no les gust, tenan la impresin que se los quera
manipular, y adems se fue en el momento preciso en que hubo algunos disturbios, eso
no fue bien percibido por los jvenes que tuvieron la impresin de que el hombre hua
cuando el asunto se pona difcil. Hay ah una profunda incomprensin entre
generaciones. El militante CGT de la fbrica que volvi, seguro de s mismo, a su
antiguo liceo, quizs con una reminiscencia post-68 del acercamiento entre obreros y
estudiantes, no supo ver hasta qu punto los liceanos haban cambiado entretanto.
El da de la manifestacin, cuando los estudiantes han terminado de desfilar y se
dispersan en la ciudad, los obreros de la fbrica se renen en la estacin y toman el
relevo. La escena es sorprendente: los jvenes vuelven a sus casas con sus banderas
dobladas y se cruzan en la misma vereda con los viejos que vienen de sus talleres (han
pedido un bono de salida, algunos van con el viejo traje azul y otros con los nuevos
trajes verde fluorescente) para ir a manifestar su solidaridad con la juventud explotada
(eran unos 500 o 600). La manifestacin de los sindicatos obreros da la extraa
impresin de que se trata de los mismos obreros que en 1989, pero cinco aos despus,
prematuramente envejecidos, como en una foto antigua. Hay pocos obreros jvenes,
todos miembros de FO (usan el distintivo en sus camperas), pero van de donde est su
grupo (FO) al sector de la CGT. Uno ve ah, en vivo, una generacin obrera envejecida
y que parece volver a representar, como por un deber moral, una escena ms de
movilizacin obrera y de desfile a lo largo de la calle peatonal. Ese da, los obreros de la
fbrica se ven aislados, sin fuerza que pueda tomar su lugar. La juventud a favor de
la cual estos viejos obreros estn manifestando los mantiene abiertamente a
distancia, como si los abandonara a su suerte. Hasta el ltimo momento, los viejos
quisieron transmitir su preocupacin de solidaridad. En vano. De ah, un dejo de tristeza
rodea esa manifestacin. Una generacin obrera descubre ese da que est hurfana, sin
sucesores, sin esperanzas y tiene la sensacin de haber sido abandonada por la
juventud. Como si hubieran sido condenados, en tanto obreros, al olvido de la historia, a
encarnar definitivamente el pasado.
Los miembros de la coordinadora liceana no quieren por ningn motivo tener
relaciones con los sindicatos, como dicen. Al contrario, pretenden marcar sus
distancias, pblica y fsicamente. Desfilar junto con los sindicatos obreros significara
entrar de lleno en la poltica, que les provoca una suerte de horror instintivo. Los
representantes polticos, delegados obreros (esos sindicalistas que ni siquiera son
143
Infraestructuras (salas de reunin, fax, fotocopiadoras) son puestas a disposicin del colectivo
estudiantil. Los delegados de los liceos generales tienen un rol predominante en la coordinadora, ya que
los alumnos del LEP ms reivindicativo rechazaron jugar el juego de la concertacin. Los miembros de la
coordinadora dos representantes por cada liceo son todos delegados de curso o de recinto y la
mayora de ellos son parte del Comit de Accin de la Vida Liceana (CAVL), a nivel acadmico. Sus
mismas funciones en la institucin local los han designado como representantes naturales del
movimiento en su liceo. La legitimidad de estos lderes no remite a afiliaciones polticas o sindicales y
siempre insisten en la independencia de su movimiento. Esta caracterstica de los delegados, que opera
como garanta de no-politizacin del movimiento, fue subrayada por ellos mismos para oponerse a todo
tipo de acercamiento con las organizaciones sindicales o estudiantiles.
163
capaces de ponerse de acuerdo entre s) despiertan el mismo rechazo. La poltica
constituye a sus ojos la defensa de intereses adquiridos por generaciones que les parecen
instaladas. El trmino que emplean de manera indiferenciada los sindicatos
remite a conflictos, a historias (quilombos retomando una de sus expresiones). La
evocacin de los sindicatos hecha por los delegados no contiene menciones a una
tradicin obrera, a una memoria de luchas y combates. Ms all de la crtica de lo
poltico (en sentido amplio) cabe preguntar si no hay tambin, en la actitud de los
estudiantes, une reticencia casi inconciente a codearse con gente que usa mamelucos,
con gente sin diplomas. Desfilar junto a los obreros es correr el riesgo de ser
asimilados a ellos, de anular la pequea diferencia que, durante toda su trayectoria
escolar, han intentado construir y fortificar. En cierto modo, los sindicatos aunque
slo sea por la exposicin de los cuerpos de los manifestantes (cuerpos de obreros
gastados, prematuramente envejecidos) y de las voces (fuertes y graves) encarnan
fsica y moralmente una realidad del mundo del trabajo a la que su experiencia de
estudiantes secundarios le ha dado, en gran parte, la espalda.
La manifestacin sindical opera como regreso de lo reprimido obrero en los
estudiantes, en parte aculturados al orden escolar: permite que la mayora tome
conciencia de que la condicin obrera es parte, lo quieran o no, de sus horizontes
posibles. La diferencia, en ese momento, es inmensa entre esos obreros envejecidos y
esos estudiantes con un futuro potencialmente abierto (la carrera de estudiantes les abre
los brazos). Pero, para esos estudiantes, cuyo equilibrio escolar es precario, ese rechazo
violento y patente de todo acercamiento con los sindicatos, con los obreros, expresa
quizs otra cosa: la negacin de su huda hacia la escuela y de un futuro escolar
indeterminado y ya inquietante. Ahora bien, pareciera que el hecho de poder mantener
esa esperanza pasa por una fuerte ruptura pblica con el mundo obrero, una manera para
los estudiantes de convencerse que ya se encuentran, de un modo que quisieran
irreversible, del otro lado. Es decir del lado de la escuela secundaria y de los estudios
y, por ende, del lado de la condicin social de estudiante144.
La separacin en el tiempo de las manifestaciones estudiantiles y obrera sugiere
entonces un no traspaso, una ausencia de trasmisin simblica entre las dos
generaciones, un rechazo de la herencia por parte de los herederos. Ese da, claramente,
un lmite, une frontera social, simblica fue trazada por los estudiantes secundarios
entre los dos grupos como si hubieran querido romper de una vez por todas
pblicamente con un pasado obrero que les impeda emprender el vuelo (escolar). Al
mismo tiempo, parecan querer conjurar el miedo (colectivo) de no poder asumir
totalmente esa ruptura. Ese acto de separacin por parte de los estudiantes secundarios
de la regin es tanto ms llamativo que los intereses comunes, que podan unir la lucha
de los liceanos y la de los obreros, parecan obvias en un principio, especialmente si
se toma en cuenta la situacin del empleo a nivel local. La consigna Padres
licenciados, hijos sub-pagados, que se haba escuchado mucho en otras
manifestaciones y que luego fue retomada a nivel nacional por los manifestantes y los
polticos de izquierda (Michel Rocard y Robert Hue), expresa con claridad la base de un
inters comn entre generaciones. Ahora bien, en Sochaux-Montbliard, la paradoja es
que esta temtica de solidaridad intergeneracional no fue retomada por el movimiento
estudiantil, an cuando el problema de las condiciones de reproduccin del grupo
144
Si resulta tan importante para ellos reafirmar abiertamente el sentimiento de pertenencia al mundo
estudiantil, al universo estudiantil, es tambin porque la manera en que se los mira especialmente el
conjunto del cuerpo de docentes del liceo, les hace sentir que no son verdaderos liceanos. Respecto a
esto, no es casualidad que sea el liceo de la ZUP el ms presente en el paro, el antiguo liceo de G, cuyo
reclutamiento es ms popular.
164
obrero se plantea ah con acuidad. Este ejemplo permite ver la profundidad de la crisis
de la politizacin obrera a nivel local (y nacional): la politizacin en el trabajo, en los
talleres, ya no se difunde por fuera de las paredes de la fbrica. Las instancias de
socializacin poltica de los jvenes que existan antes (la JOC, la ACO, los jvenes de
la CGT o de la CFDT) no han sido realmente remplazadas. La democratizacin de los
liceos no ha visto emerger temas de politizacin que aseguren el traspaso de la
politizacin anterior, y ha contribuido en gran parte a lo que se puede llamar la
despolitizacin de los estudiantes secundarios.
Durante esa jornada particular, los estudiantes secundarios no solo tomaron distancia
con los sindicatos sino tambin con los quilomberos (jvenes desocupados de los
suburbios). Una de las principales preocupaciones de la coordinadora es dar una imagen
respetable del movimiento estudiantil. Lo que est en juego en la manifestacin es la
construccin simblica de un grupo el grupo de los liceanos, que a travs de la
representacin poltica que da de s mismo ese da marca la frontera que lo separa de
otros grupos de jvenes: por un lado, excluyendo a los que no pueden legtimamente
pretender ser parte (los desocupados, los jvenes en pasanta que tienen dificultades, es
decir el conjunto de los quilomberos potenciales), y, por otra parte, manteniendo a
distancia a los alumnos de los liceos profesionales (cuya fraccin ms agitada inquieta y
es mantenida a distancia por la coordinadora porque siempre se corre el riesgo de que
opaque al movimiento), que pertenecen al grupo de manera estatutaria, slo por la
extensin semntica del trmino liceano. La organizacin por los estudiantes de esta
manifestacin separada se asemeja a una puesta en escena de su unidad que sirve para
esconder la enorme diversidad de sus caractersticas sociales y para negar la
diferenciacin probable de su destino escolar y profesional. Contribuye a construir y a
hacer creer en la ficcin social del grupo estudiantil, a la vez como grupo real y como
comunidad de destino, la de futuros estudiantes en va de ascenso social. Es la manera
de afirmarse de un grupo fragilizado por las contradicciones de la escolarizacin de
masas.
165
Tercera Parte
CAPTULO VII
Sbastien, 27 aos, trabaja como monitor en HC2. Tiene un bachillerato G3, entr a
la fbrica como trabajador temporario en junio de 1990, trabaj varios meses en cadena
en el taller de acabado (HC0), hasta que en 1992 lleg a HC2 como monitor. En su
calidad de monitor bachiller, concentra un conjunto de caractersticas que hacen de l un
personaje clave para entender ciertas prcticas laborales y las modalidades de mando en
los nuevos talleres modernizados. El anlisis de este caso permite, en efecto, entrar de
lleno en los problemas que plantea la transformacin de los talleres en los aos 1988-
1992. En el momento en que hacemos la entrevista (un viernes a la noche a fines de
septiembre de 1993), se encuentra en un estado de exasperacin muy grande: dos das
antes le anunci a su contramaestre y a su jefe de taller que renunciaba definitivamente
a su puesto de monitor y pidi volver a trabajar en lnea. Se declara absolutamente
decidido a dejar lo antes posible una fbrica donde la vida le resulta imposible y de
hecho se ir algunos meses ms tarde. Es por intermedio de su hermana, Dorothe, 22
aos, que tiene un CES (contrato empleo-solidaridad) en una biblioteca de Montbliard
que entr [Michel Pialoux] en contacto con l. Me haba hablado de su hermano que
trabajaba en HC2 y que estaba tan asqueado de su trabajo de monitor que muy
rpidamente haba decidido irse de la fbrica.
En alguna medida, despus de haber trabajado tantos aos sobre las transformaciones
de los talleres de acabado y guarnecido (Habillage Caisse, HC), haba preconstruido
el modelo de este personaje, bachiller y monitor, que encarnaba las nuevas
contradicciones del taller, pero slo entonces, por as decirlo, me lo encontr en carne y
hueso145. Saba que este tipo de personaje exista pero no pensaba que poda llegar a
conocerlo en estado de ideal encarnado. Todava tena en mente, hablando con l, el eco
de las afirmaciones de tantos obreros de HC1 o de HC2 sobre sus monitores y la
ambigedad de la relacin con ellos, ya que son a la vez percibidos como alcahuetes y
como gente con la que uno no puede realmente enojarse.
El anlisis del caso de Sbastien es muy importante por varias razones. Ofrece la
posibilidad de una reflexin sobre la manera en que se reacomodan las identidades
obreras, sobre su transformacin continua y catica, sobre los roces que se producen
entre identidades constituidas en momentos y condiciones diferentes. Desde esa
perspectiva, la cuestin de la relacin entre generaciones obreras es fundamental. En la
historia y la situacin de Sbastien se condensan de manera particularmente violenta la
cuestin del roce en un mismo lugar entre individuos que son todos obreros pero que
145
Se puede agregar que, si en todo trabajo de campo hay una parte importante de tanteo, de caminos que
no llevan a nada, etc., se siente cierta felicidad cuando se encuentra de pronto encarnada la figura cuyo
esbozo o cuyos rasgos uno construy idealmente y de la que, de pronto, se tiene la sensacin de que
condensa los principales aspectos de un conjunto de contradicciones.
166
lo son de una manera tan radicalmente diferente que cabe preguntar si la palabra sigue
teniendo sentido.
167
cambios que tuvieron lugar en los talleres HC1 y HC2. Despus de haber realizado en
julio de 1993 varias entrevistas informativas con viejos obreros o militantes
experimentados de diferentes sindicatos se me presenta la posibilidad de hacer, por fin
en buenas condiciones, una entrevista con un monitor. En un primer momento pens
realizar una entrevista de verificacin que a lo mejor no iba a aportar gran cosa en
cuanto a datos, pero que poda permitirme profundizar la cuestin de la identidad de
estas categoras que tienen, en algn punto, la obligacin de jugar el juego de la
promocin profesional. El monitor es, lo hemos visto, un personaje clave en el espacio
de estos nuevos talleres, se ubica en la interseccin de los problemas de mando, de los
cambios en la organizacin del trabajo, de las modalidades segn las cuales se
(re)constituyen las identidades profesionales.
Para entender el sentido de esta entrevista146, es indispensable situarla con precisin
en el tiempo, es decir en la historia de los talleres. HC2 termin de poblarse, como lo
vimos, durante la primavera de 1992. Esto significa que Sbastien se qued mucho
tiempo con los viejos de HC0 (antigua planta de acabado), que su relacin con ellos,
con su envejecimiento, en algn punto, lleg a un nivel de exasperacin. Cabe pensar
que si se hubiera ido antes a HC1, en 1990 por ejemplo, habra sido arrastrado,
aspirado por otra subcultura, la de los conductores de instalacin (CI), la de los
tcnicos que mantienen otra relacin con el cuerpo, otra relacin con el mundo. En
realidad, se vio obligado a trabajar durante dos aos codo a codo con los obreros de
acabado: los ms viejos, los ms cansados. No es de extraar entonces que la
distancia se haya ido agrandando con el tiempo.
Su llegada a HC2 (a principios de 1992) coincide con el momento en que la jerarqua
ha dado a entender, a travs de mltiples signos, que renunci a convertir esa masa de
viejos a la modernidad, a pesar de lo que esperaba tres o cuatro aos antes. En
cambio, les va a exigir cada vez ms, aumentar las cadencias, cargar las posiciones. Y
es a esa situacin que Sbastien va a estar enfrentado, eso es lo que tendr que vivir y
gestionar. Es precisamente el momento en que la supervisin dice (implcitamente):
Renunciamos a imponerles nuestra visin de lo que es un grupo, vamos a dejar libre
curso al funcionamiento de sus grupos informales, a perturbarlos lo menos posible,
vamos a mostrarnos tolerantes, van a poder hacer ruidos de animales, tomar pastis
como les gusta hacerlo, vamos aceptar que se restaure el viejo juego de las escondidas
entre agentes de supervisin y obreros, pero lo van a tener que pagar a nivel del trabajo,
porque los vamos a poner a trabajar en una lgica muy dura de regreso al taylorismo.
Es tambin el momento en que, correlativamente, se opera una modificacin del rol del
monitor. Entre 1989 y 1991, el monitor era todava un animador, un entrenador, un
dinamizador, el fermento que iba a levantar la masa, el que deba ensearle a los dems
la lgica de la disponibilidad y de la polivalencia. A partir de 1991-1992, y en la medida
en que se deja de solicitar a los OS en materia de disponibilidad, se tiende a pedirle ms
al monitor, a exigirle que tape agujeros. Se espera todo de l, lo mandan a todas partes,
se le hace jugar el rol de bombero y de reemplazante. Es lo que Sbastien va a resumir
diciendo que lo vuelven loco.
146
Tambin me parece interesante porque tiene todas las posibilidades de ser diferente de las que he
podido realizar hasta entonces, de manera bastante precipitada y en situacin semioficial, con monitores
de ms edad o con jefes de equipo.
168
bien su imposibilidad de seguir ah por ms tiempo. Y esa misma violencia me interesa.
Me parece que, sin duda, est dirigida a los directivos, que tiene que ver con una
profunda decepcin en relacin a las esperanzas que haba alimentado; pero, tambin,
que en algn punto se dirige a s mismo, que tiene que ver con una interrogacin sobre
su propio valor social, sobre aquello en lo que se est convirtiendo, sobre su miedo. Su
reflexin sobre el funcionamiento de la fbrica coincide con su reflexin sobre el
mundo fuera de la fbrica, sobre el valor que pretende darse, sobre la representacin que
se tiene de l y la que l mismo ha ido construyendo. Y eso, con una violencia que no
encontr en los ltimos meses en los obreros relativamente veteranos con los que me
entrevist.
A menudo tuve la sensacin de que la angustia, la sensacin de haber cado en una
trampa, a veces el deseo de violencia, las fuertes emociones, podan ahogarlo. Si, en un
primer momento, Sbastien controlaba bien el flujo de su voz, el ritmo de sus frases, me
pareci que rpidamente lo embargaba la emocin, la confusin, la sensacin de estar
enfrentando lo insoportable, todo aquello que lo haba marcado en esos das. Se diriga a
m, desde luego, no poda hacer abstraccin de m (que iba reactivando la conversacin
con algunas preguntas); pero, ms all de eso, me daba la impresin de que estaba
retomando una suerte de dilogo consigo mismo sobre temas que haba estado
examinando en esos das. Y su voz casi desfalleca cuando tena que volver a aludir a
algunas cuestiones como la de la miseria de los viejos en cadena su desgaste, la
inhumanidad de su condicin, la manera en que imitan ruidos de animales y su
profundo rechazo a ser como ellos. Lo que ms me llamaba la atencin eran los
mltiples cambios de tono (que la transcripcin no puede reflejar), la manera en que, en
ciertos momentos, su voz suba, luego bajaba y se rompa casi, y tambin la manera en
que asociaba sin cesar la referencia a su propia situacin a la de los otros,
manifestando as que se senta absolutamente diferente y al mismo tiempo tan cercano.
A la distancia, me parece tambin muy llamativo que nuestra entrevista no haya
tomado la forma de un verdadero cuestionario. De entrada me di cuenta que Sbastien
tena algo importante que decirme y que yo tena que dejarlo hablar y permitirle seguir
su curso. Me di cuenta que iba a enunciar un discurso sobre su taller que otros obreros
no habran enunciado. Hice muy pocas preguntas y ms bien preguntas de informacin.
Me dej guiar en algn punto por el deseo que tena de hablar de algunos temas,
entenda que no poda interrogarlo sobre ciertos puntos demasiado dolorosos para l. O
ms bien esperaba que l mismo los mencionara, directa o indirectamente. Lo que est
en el centro de su testimonio es a la vez la cuestin de lo duro que es el trabajo, para
l y para los dems, y la de su malestar social y su incomodidad en la fbrica, as como
la cuestin ms general de las posibilidades que tiene de ahora en ms.
Me parece que la situacin (el hecho de que Sbastien se disponga a dejar la fbrica,
que no tenga nada que perder) permiti levantar algunas censuras, mencionar algunos
puntos que la mayora de los obreros prefieren no evocar. Especialmente los que tienen
que ver con la cuestin de las negligencias en el trabajo, el me-da-lo-mismo, un cuasi-
sabotaje. La sensacin es que, sintindose cuestionado en los ltimos das, al borde de
una humillacin o de una pelea, Sbastien ya no teme hablar de esas negligencias como
de una prctica masiva a la cual estuvo confrontado a cada instante de su vida laboral.
Ahora bien, los actores del taller nunca tienen la ocasin de expresarse sobre estos
puntos, ni los obreros de base, ni los delegados, ni los agentes de supervisin, ni los
auditores tienen inters en hablar de eso. Sbastien tiene por su parte una motivacin
simblica para mencionar estas cuestiones durante la conversacin, en la medida en que
quiere transmitir la exasperacin que siente. Cabra decir que slo un monitor
exasperado puede entregar informaciones precisas sobre estos temas.
169
La forma del discurso de Sbastien (tanto la temtica como las modalidades de
expresin) me parece sobre todo determinada por la idea que se hace de m, de mi
persona, de mi rol, de mis intereses. Me percibe como un universitario parisino, amigo
de Christian, que conoce algunos aspectos de la evolucin de la fbrica. Por otra parte,
de entrada me tiene asociado a Christian, ya que no pude no mencionarlo en la
presentacin que hice de mi persona y de mi proyecto, desde un primer momento. Esa
idea se la construy tambin hablando con su hermana, que le explic en varias
oportunidades el sentido de mi trabajo y porqu me importaba tanto entrevistarme con
l. Me parece que espera ser interrogado sobre ciertos temas como los cambios en el
taller, presiente que los abordaremos, sabe que estoy al tanto de su intencin de dejar la
fbrica, que quiero hablar de eso, que quiero referirme tambin a su experiencia como
monitor, la relacin que tuvo con sus jefes. Sobre muchos puntos, sin duda se prepar
para hablar, lo que quiere es producir un discurso de denuncia sobre la fbrica y sus
directivos. Pero lo que me llama la atencin es la manera en que va a aprovechar la
situacin para hablar tambin de l, de sus problemas, para no solo dejarse imponer
mis preguntas. Mi impresin es que, al mismo tiempo, teme que yo mencione algunos
temas que podran ser delicados, que podran ponerlo en situacin de vulnerabilidad y
de debilidad. Comprendo rpidamente que no los abordar sino con prudencia, despus
de haberme tanteado.
Dos temas se revelan especialmente delicados: por un lado, su propia alcahuetera,
su sumisin a la empresa, la cuestin del juego que ha estado haciendo, la manera en
que intent asegurar su promocin en el taller; por otro lado, la relacin con los viejos
OS, especialmente los militantes y los delegados, con los que sabe que tengo afinidades.
Ese es sin duda el punto ms sensible, que compromete en cierta medida el problema de
su relacin con el mundo. Se trata de los litigios que ha tenido con los viejos, de la
manera en que lo perciben y de la manera en que l los percibe, de su rechazo a
identificarse con ellos. Puede realmente hablar conmigo acerca de lo que los viejos le
hicieron sufrir, de la manera en que los enfrent, de la manera en que lo enderezaron?
Probablemente no Busca construir una imagen valorizada de s mismo, por lo que
plantear esta cuestin es exponerse, mostrarse en sus aspectos ms frgiles.
Tengo la sensacin de que, en estas condiciones, si bien se siente dispuesto a abordar
algunos temas (sabe, por ejemplo, que podemos estar de acuerdo en la reprobacin de la
fbrica...), va a dejar pasar mucho tiempo antes de hablarme de las fricciones, de las
dificultades que tiene con los viejos y, sobre todo, de las formas precisas que han
tomado esas dificultades. Lo que se plantea ac es el problema de su relacin con otra
generacin, una generacin con la que supone que mantengo vnculos sentimentales y
polticos. A su vez, ignoro hasta qu punto va a estar en condiciones de confesarme la
vergenza que siente al ser considerado como OS, tema que lo percibo de entrada
es el meollo de su problema existencial.
Queda claro entonces que es necesario insistir en la presentacin que trata de dar
de s mismo desde el inicio. Tambin hara falta entender mejor porqu en un momento
no quiso entrevistarse conmigo tras haber aceptado la idea. Cansancio? Agobio? S,
sin duda, pero puede haber algo ms; me parece que lo atrae la idea de trabajar con un
intelectual; sabe tambin que corre el riesgo de ser condenado a un equilibrio que
difcilmente se puede sostener, especialmente porque de entrada me presento como
amigo de un militante. Sera entonces un exceso hablar de miedo pero presiente el
riesgo de que se traten temas demasiado comprometedores, peligrosos. Presiente que
habr que defenderse, cuando no justificarse. Su hermana le ha dicho que el hecho de
que quiera irse, justamente, le interesa al profe. Y pareciera ser que eso lo estimul
intelectualmente al tiempo que lo inquiet. Muchas partes de la entrevista se explican a
170
la luz de la percepcin que tiene de m, un profe capaz de entender ciertas cosas que
otros no entenderan.
Desde luego, todo esto no le quita nada al inters de la descripcin que hace de las
dificultades en la gestin de la mano de obra dentro del taller. Pero es tambin necesario
seguir la dinmica de la entrevista en sus sinuosidades y su complejidad, tomar en
cuenta por ejemplo el hecho de que al principio su hermana y su madre estn presentes,
y que al final vuelven y relanzan la conversacin sobre temas que no estn tomados al
azar. Rpidamente, a pesar de que parece sentirse a gusto y a pesar de la confianza que
me est otorgando, me da la sensacin de que existen puntos demasiados dolorosos
sobre los cuales de verdad no puede expresarse. Si bien acepta hablar bastante de sus
relaciones conflictivas con la jerarqua, siento que tiene una gran reticencia para
hablarme de algunos encontronazos que han ocurrido con los OS de su equipo (ahora
llamados montadores).
En realidad, tengo razones para pensar que estos montadores, que le llevan tantos
aos, se la hicieron particularmente difcil y que, entre las razones de su partida, su
psima relacin con ellos pes ms que lo que dice. En el fondo, no los entiende, no
puede y no quiere entenderlos. Lo que Sbastien siente de manera muy negativa es la
extrema dificultad que tienen esos viejos para adaptarse a la situacin de los nuevos
talleres, o ms bien a renegociar su identidad corporal (y, ms all, toda su identidad
profesional) para adaptarse, por ejemplo, a las nuevas zonas de descanso, al hecho de
que los jefes usen el tuteo, a admitir estas nuevas exigencias en materia de
disponibilidad, cosas que, por el contrario, le parecen a l bastante naturales. Lo que
literalmente no puede comprender es lo que implica para la mayora de estos obreros
dejar el antiguo taller, la ruptura que representa con estos monitores, las costumbres (en
el sentido fuerte de la palabra) que daban seguridad, que integraban, que protegan en
cierta manera, contribuyendo a dar a estos viejos OS una forma de cohesin. Si bien no
habla casi del traslado, de los problemas que se plantearon en ese momento, no es
solamente, como estuve a punto de pensar, porque se niega a someterse a una
problemtica que yo le estara imponiendo desde el exterior, sino tambin porque esa
cuestin no reviste a sus ojos el mismo sentido y la misma importancia que para la gran
mayora de los otros obreros. En su caso, el traslado a HC2 no gener inquietud, no fue
un acontecimiento traumatizante. Por el contrario, fue ms bien un momento de
esperanza que, rpidamente, qued en la nada.
Sbastien es hijo de obrero pero ignora todo de las prcticas del taller. Al ser
contratado como temporario despus de pasar algunos meses en taller, fue
inmediatamente designado para hacer tareas de mando y de entrenamiento147 de los
viejos obreros de 40 aos o mayores. Se implic totalmente en las tareas que le
encomendaron, trabaj catorce o quince horas por da, segn sus trminos, se rompi
el alma por la fbrica, fue voluntario durante tres aos para las tareas sucias incluso
acept varias veces remplazar a obreros de su taller que estaban en huelga, hasta que,
de pronto en realidad al trmino de un largo trabajo sobre s mismo Sbastien estim
que la situacin se haba vuelto intolerable. No iba a aguantar en el taller como
monitor una semana o incluso un da ms. La sensacin es que est deshecho. Su
decepcin parece tener un doble carcter: por un lado, estima haber sido engaado
respecto a sus esperanzas de ascenso profesional, entiende que, para l, el futuro es algo
147
Hay que insistir en el hecho de que todos los monitores del taller no tienen este perfil, algunos tienen
una larga experiencia, de diez aos o ms.
171
que se cierra; por otro lado, su decepcin es inseparable de una vaga conciencia sobre el
hecho de que los obreros que estn en cadena, ya viejos o envejeciendo, estn en una
situacin imposible, sumergidos en un sufrimiento que no puede no ver, y al que es
sensible, al tiempo que busca con fuerza mantener sus distancias. Una parte de su
drama tiene que ver con el hecho de que se siente a la vez como un semejante y
completamente diferente de ellos.
Con su bachillerato G, Sbastien pertenece a una generacin engaada. Encarna los
problemas de esta generacin, a la que le hicieron creer que podra escapar de la fbrica
y que se ve obligada a volver a ella. Forma parte de esos hijos de obreros que pudieron
evitar el LEP y la enseanza profesional a la que, en otros tiempos, habran tenido que
ir porque sus resultados les permitan probar suerte en la enseanza general y sobre
todo porque sus padres queran evitarle lo que ellos mismos haban vivido y seguan
viviendo. Pero Sbastien, a pesar de su bachillerato, se vio aspirado otra vez por la
fbrica, demasiado cercana como para romper realmente con ella. Dio vueltas
alrededor de ella, termin por volver despus de haber soado con inscribirse en la
universidad de Besanon. Y slo se alejar al precio de una ruptura sumamente costosa.
Y, de hecho, cabe la posibilidad de que se vea obligado a volver con un terrible
resentimiento. Todo el discurso que sostiene sobre la fbrica est entonces marcado y
estructurado por esta historia. Su percepcin de la fbrica es indisociable de una
comprensin de lo que es su habitus, de lo que es su trayectoria. El principal problema
que enfrenta en el trabajo es su capacidad para convertirse realmente en jefe, y jefe en
un taller donde los viejos obreros estn todava masivamente presentes.
En el fondo, para lograrlo, tendra que tener los rasgos duros de un obrero. Porque
se trata de trabajar en un universo que, a pesar de las apariencias y de ciertos cambios
reales, no ha perdido su antigua rudeza, donde la violencia sigue estando presente e,
incluso, la competitividad entre obreros se ha endurecido y acrecentado. En realidad, el
paso por el sistema escolar, de alguna manera, ha fragilizado a los hijos de obreros no
calificados como Sbastien. La sensacin es que han perdido una suerte de seguridad de
clase, aunque han ganado otras cosas: una apertura al mundo, una curiosidad, una
sensibilidad que tiende a alejarlos de su cultura familiar de origen.
A partir del caso de Sbastien, se entiende que lo que pasa en el taller est
ntimamente ligado a lo que pasa en la cabeza y el cuerpo de los agentes sociales148. En
otras palabras, no se puede hacer el anlisis de los disfuncionamientos y de las
contradicciones que se producen en el taller si no se ha entendido examinando las
cosas de cerca cmo las disposiciones de los asalariados se han construido en gran
parte fuera de la fbrica. Sbastien es quizs un mal monitor ya que no tiene para
nada las caractersticas requeridas, o en todo caso, no las que algunos gestores
quisieron, en 1989, otorgarles a cierta categora de bachilleres. En un sentido, quizs
tenga su cuota de responsabilidad en el fracaso de la reorganizacin de estos talleres. Es
posible que no haya jugado el rol que los gestores quisieron que jugara, o que pensaron,
tras un clculo que se revel falso, que iba a jugar. Lo que est claro es que hacia 1988-
1989 la direccin de la fbrica crey necesario y realista introducir un poco de
inteligencia en los talleres, administrar el proceso de trabajo de los que, hasta
entonces, haban sido tratados como simples ejecutantes. Con ciertos jvenes,
exteriores a la regin, el asunto poda funcionar. Con un asalariado construido
socialmente como Sbastien, haba menos posibilidades, otras condiciones habran
tenido que ser reunidas. Entonces todo su pasado reprimido (una infancia obrera muy
148
El anlisis vale por s mismo pero, por extensin, los principios pueden ser aplicados a los dems
sub-grupos de asalariados de este taller.
172
dura, un padre violento que llega a casa agotado) reaparece y contribuye a impedir que
se comporte como la jerarqua hubiera querido que lo hiciera.
Sbastien pareci decirme, a su manera, lo que los economistas o los socilogos del
trabajo, especialistas reconocidos de este tipo de problemas, nunca logran formular bien
porque no toman en consideracin algunos elementos que, sin embargo, son
fundamentales para su comprensin. Estos problemas se construyen, en gran parte,
fuera de la fbrica, en la medida en que remiten a la representacin que los agentes
sociales se van haciendo de s mismos, a la cuestin de la identidad que construyen en el
tiempo y a travs de la relacin con los dems, a la cuestin de las formas de
dominacin que pesan sobre ellos, por ejemplo, la vergenza social (o el orgullo social)
que pueden sentir. En el caso de Sbastien, se ve claramente cmo un reajuste de
identidad, se que lleva a hacer de necesidad virtud, estuvo a punto de producirse.
Normalmente, Sbastien debera haberse convertido en agente de supervisin o en un
pequeo tcnico dedicado a la fbrica. Por qu ese ajuste que tendra que haberse
producido no fue posible? La pregunta se ubica en un conjunto de contradicciones que
remiten tanto al espacio social como al espacio econmico149.
149
Esto remite tambin a la manera en que Sbastien enfrenta un legado que lo aplasta y la doble
obligacin que resulta de esto. Cf. Pierre Bourdieu, Les contradictions de lhritage, in La Misre du
monde, op. cit. p. 711.
173
No haba trabajado nunca con mquinas?
No, no el bachillerato G es tcnicas de venta y es bastante tranquilo (risa). Si uno
mira el trabajo que tengo actualmente en Peugeot, no tiene nada que ver con mi
bachillerato! Ninguna relacin! Entonces llegu ah totalmente perdido, eh?
Y qu te pareci la fbrica?
Y bueno (Silencio.) Me hizo reflexionar, me hizo plantearme muchas preguntas...
(Silencio.) S, yo estaba, cmo decirlo? en otro mundo Yo que no haba conocido
nunca nada Ah ya de por s, un joven que llega con gente que... Hace veinticinco o
treinta aos (tono ligeramente asqueado) que hacen el mismo trabajo Que ponen la
misma pieza Trabajan como autmatas, es una locura (va a mantener el mismo tono, un
poco asqueado, para hablar de ellos) Entonces, a m, eso me choc Porque, cmo
decirlo? La reaccin de la gente, ellos hacen su trabajo, como autmatas y despus se
ponen (busca las palabras) no s, les agarra la locura (tono de gran cansancio)
ladraban Me acuerdo que cuando llegu imitaban a los animales de la granja
ladraban, uno imitaba una gallina, otro un gallo y todo el da as... Yo tambin me
volva loco Pens: Pero adnde fui a caer? Era una forma de desahogo Y ahora
todava Hay algunos que de pronto se ponen a gritar Pienso que es una energa que
tienen que gastar en un tiempo muy corto para deshacerse de todo ese estrs, ese
trabajo que te gasta, cansador, duro (Silencio.) Es cierto que es duro! Yo pienso
que es eso! Incluso hay veces que hasta tengo ganas de imitarlos A veces me doy
cuenta despus digo cualquier cosa me ro por cosas que no tienen importancia
pero me dan risa Me esfuerzo, a veces Porque de lo contrario, no es posible
Es como un tic nervioso?
S, es nervioso Uno se desahoga. Entonces, a veces, se ponen a gritar pero fuerte,
pareciera Uno se convierte en Pero (tono asqueado) es para exteriorizar, sacar todo
el estrs, el cansancio, tambin, y
[menciono algunas figuras del taller que no conoce, en su mayora. Decidimos
tutearnos. Pero le va a costar].
Muchos estn cansados Cuando los veo as y aparte ya cuando yo era chico mi
padre trabaj en Peugeot durante veinticinco aos, en fundicin Y yo lo vea cuando
se iba (Silencio.) Cuando yo era joven cuando sala con los amigos, cuando
volvamos a eso de las 4 de la maana, veamos el bus, era una cosa tremenda Los
veamos llegar en los buses En bicicleta tambin Yo deca:Miren, los pobres,
son pobres Yo soy uno de ellos (enderezando la cabeza, alzando un poco la voz).
Entonces realmente no quiero, no quier ms (dudando) No quiero ser como ellos Es
que se ve En sus rostros, en su manera de ser, ahora que hace tres aos que estoy en
cadena... ahora entiendo, entiendo Es realmente una esclavitud Uno habla de la
abolicin de la esclavitud, pero no creo no es posible las cargas de trabajo las
ganancias de productividad... La calidad Hay que ser los mejores, los primeros, s?
Sin embargo ests en guarnecido, el taller ultramoderno, presentado como modelo, en el
que se hacen las visitas
S, trabajo en HC2. HC2 es mejor que HC1, no hicieron las mismas estupideces Pero
no es todava No s cuantos miles de millones invirtieron, 6 u 8, no s Pero bueno,
hay uno montn de cosas que no tomaron en cuenta [] Pero lo peor son las
cadencias, la carga de trabajo! Eso es una locura! Yo, al principio, cuando llegu
Pasaba a lo largo de las lneas, los vea trabajar, entonces tomaban una pieza Uno los
vea caminar lento alrededor de un auto y ah una grampa instalacin de un haz de
luz en el coche. Ah uno piensa, est bien, es fcil, el tipo est haciendo su trabajo
tranquilo. Pero l lo hace durante ocho horas, durante meses, aos, lo puede llegar a pasar
en dos segundos mientras que uno se demora tres minutos en hacer lo mismo. Y es
increble! Una grampa o algo que parece simple de montar en el auto, uno cree que es
174
rpido y luego estn todos los gestos intiles que se hacen cuando uno llega (habla con
vehemencia como queriendo absolutamente convencerme) Cuando uno llega, cuesta
adaptarse al ritmo
Qu operacin hacas precisamente?
El ajuste del cap las muescas del cap, las rejillas de aire y tambin me ocupaba de
unir los haces de luz del lado derecho Tambin tena el pedal del acelerador Qu
ms? Durante mis seis meses como temporario estuve en el mismo puesto Despus
cambi Ah me qued bastante tiempo, varios meses, en el montaje de los parachoques,
en el modelo 205 Y luego Pero nunca fui realmente polivalente. Conoc solamente
esos puestos (Silencio.) Y adems, ah fue que pas a ser monitor Porque lo que yo
quera, cuando llegu ah con mi pequeo bachillerato G3 O sea no pensaba que sera
director de la fbrica pero pensaba que poda tener un trabajo interesante, un poco
dentro de lo que yo haba estudiado Porque, bueno, tengo conocimientos en
procesadores de textos... Y aparte siempre me haban prometido s, s no te quedars
mucho tiempo ya vas a ver Y en realidad hace tres aos que estoy! Hace tres aos que
estoy en cadena! Entonces yo luch pero luch por tener ese puesto de monitor, lo
reclam O sea, no dije que quera ser monitor. Dije: quiero cambiar Yo pensaba que
tena capacidades para hacer cosas ms interesantes, entonces tuve que pasar por el jefe
de personal, sin pasar por mi contramaestre Mi contramaestre vena a cada rato, pero
nunca tena tiempo de llamar por telfono Despus fui a ver a mi jefe de personal Y
entonces me dijo: Bueno, ah Est esto y esto... Puedes hacer tal cosa Bueno, no
tenan una solucin, de verdad, a mi problema. Quiero decir que nunca fueron capaces de
decirme: Puedes hacer esto, puedes hacer esto otro
Nunca te propusieron hacer una capacitacin, por ejemplo, para ser conductor de
instalacin, CI?
Ya no puedo ser CI! Pas mis tests La psico C, no s, as lo llaman un test para
poder ser CI, y luego Me dieron los resultados, s, muy bien sus tests estuvieron muy
bien pero no hay puestos CI (con una suerte de clera) no habr puestos hasta dentro de
cuatro aos! Tambin pas tests para ser AET: agente estudio de tiempo, es el nico
sector que me permita ser ETAM [una sigla que rene una categora de trabajadores:
empleados, tcnicos y agentes de supervisin]. Que me permita tener un trabajo un
poco (busca la palabra) honorable, un poco Y entonces en esos tests, me fue bien
pero tomaban a los mejores Es lo nico positivo que me propusieron desde que entr a
Peugeot. Fuera de eso, nada
Y entonces hubo un momento en que te propusieron ser monitor?
S, pero fui monitor antes de pasar los tests AET, trabajaba como montador y me dijeron:
Bueno, vas a ser monitor en tal lugar. Yo estaba en la lnea 205, 205-405. Ah
trabajbamos sobre todo el modelo 205, luego pas a una lnea donde hacamos
solamente 405. Y luego 405 MI 16, 405 US, en fin, eran todas gamas que no conoca
bien, y luego llegu all. Entonces ah todava estaba en lo que era la antigua planta de
acabado Empec all, como monitor, pero no mucho tiempo, era realmente el fin del
taller! Y entonces mi futuro jefe me dijo: Bueno, entonces, tomas un pequeo bloc y vas
anotando todas las operaciones de los montadores (en tono de indignacin contenida).
As es como aprend.
175
manifestar y que hasta me preguntaron si no quera ir yo tambin. Pero yo le deca que s
al jefe del taller Por qu? Porque de verdad esperaba y haca todo lo que poda para
obtener algo concreto Yo no quera estar en Peugeot, no quera estar en Peugeot
veinticinco aos en cadena (con violencia). No quiero, no quiero, es una pena decirlo,
pero no quiero Para m es, no es una cuestin de orgullo o de notoriedad o de... Porque,
si se quiere, no tengo porqu estar orgulloso eh? Tener un bachillerato hoy, no es
nada, es cero, ahora no se hace nada con eso. Pero bueno as y todo, yo pensaba hacer
algo por pequeo que fuera.
S, puede ser un trampoln
Eso, yo deca: mala suerte Entonces remplazaba a esas personas que manifestaban su
descontento, y luego ellos [la jerarqua] me deca: quieres venir? Vens? Y siempre dije
que s S, siempre dije que s, siempre hice todo, pero lo mximo, quiero decir, porque
lo que yo pensaba, era que algn da me iban a decir: Bueno ste es un buen elemento
Yo creo que ahora puedes hacer otra cosa, algo diferente a lo que haces ahora... Pero
nada, nada de nada. Nada!
Es una locura de su parte
Entonces dije: se acab (Silencio.) Donde estoy, le dije a mi contramaestre: Yo no
quiero seguir siendo monitor. No voy a seguir haciendo todo este trabajo, esforzarme...
Pero si corro como un loco, como un loco. Corro como un loco, es as! No s si es
porque soy joven y porque los veteranos se aprovechan un poco, porque Yo no s,
digo vivos, hay en todas partes, que te dicen ah! No le dice nada al jefe, bueno.
Hac el laburo, No dice nada
Hay algunos que tratan de aprovecharse
(Sin agresividad): Eso es. Bueno, lo que pasa es que, cuando hay un problema, hay
monitores que van inmediatamente a decrselo al jefe o al contramaestre, y luego, bueno,
viene el tipo, pega un grito, y no es lo mismo al final. Pero yo estoy cansado de correr,
cansado de hacer mi trabajo, y el de los dems Por supuesto que s que es duro lo que
ellos hacen (con una suerte de desesperanza) yo prefiero estar en un puesto. Hoy,
estuve en un puesto todo el da, poda elegir, poda hacer de monitor, o poda estar en ese
puesto. El que tena que estar ah era un antiguo monitor, adems es veterano, estuvo en
el puesto antes de ayer y molestaba al que vena detrs le daba fiaca. O digamos que no
haca lo mximo. Yo digo: uno no puede entregarse a fondo, a fondo, porque si uno se da
a fondo, te pueden demoler totalmente Pero el tipo no se esforzaba, para nada!
Entonces entorpeca a los dems y el otro, despus, el que estaba despus, dejaba pasar.
Y yo no quera hacer su trabajo, etc. Entonces yo remontaba al otro que no quera
trabajar mucho, me ocupaba de las piezas que no haban sido montadas por el otro, atrs.
Finalmente le dije al jefe: hoy me voy a quedar yo en el puesto y que l haga de
monitor Por lo menos s lo que tengo que montar, tengo tantas piezas para montar en
tal auto, tantas piezas para montar en tal otro auto A lo mejor es duro, no es fcil,
porque cuando uno no tiene la costumbre, te cuesta y mucho, pero uno hace lo que tiene
que hacer, uno hace sus ocho horas (golpea las manos) y ya est! Se acab! Yo cuando
estoy en puesto y escucho el telfono que no para de sonar porque: falta esto, falta esto
otro, hay que ir a tal lado, a tal otro Porque hay das... en que es una catstrofe! Ah, no
digo que no hay das tambin en los que estoy tranquilo Tampoco voy a mentir, hay
das en los que estoy tranquilo, donde todo est muy bien
Hay un tema con las radios, no? Parece ser que algunos se molestan mientras que a
otros les gusta...
Ah, si! Bueno, y bien, los que tienen una radio, la traen y la prenden. Entonces algunos
ponen, por ejemplo, NRJ, y otros Nostalgie, y otros Fun Radio. Y entonces hay uno que
puede ms que el otro, y el otro no escucha bien, y luego estn los que estn contentos, y
otros que se enojan
176
Se generan tensiones
S no es que sea Pero s, se generan tensiones Muchos viejos no soportan la
msica Yo estoy a favor, soy joven, reacciono En mi caso, menos mal que hay
msica! Porque no puedo ni imaginar lo que sera este taller sin msica Si ni siquiera
se puede hablar con los tipos porque no tienen tiempo para hablar Hay que trabajar, no
hay tiempo para hablar. Antes, en el antiguo taller de acabado, todos estaban apretados,
hablaban y entonces se trabajaba ms lento era un ambiente ms agradable era
ms Ahora, se acab, se acab! Entonces si no hay radio, bueno no s, no digo
Menos mal que hay eso Yo los entiendo casi Entiendo que a veces se enojen En
realidad prefiero un tipo que se enoje como hay uno [en mi sector], de pronto hace oh
yaya! (hace una suerte de grito gutural muy fuerte) pero hay que protestar La primera
vez que lo escuch, me asust, pens que haba pasado algo, algo grave, te das cuenta.
Pero no (gran suspiro) es una manera de sacar todo para afuera, eso es, todo lo que
tienen en la cabeza, todo ese asco, porque estn asqueados, eh? Todo lo que todo lo
que tienen en la cabeza todo su cansancio, todo su su hasto, bueno de un solo
golpe, tiene que salir as, es demasiado
Son gente de qu edad, ms o menos, en el sector donde eres monitor?
En mi sector hay de todo. Muchos jvenes, cuando digo jvenes, va hasta 35-40 aos.
Luego hay algunos un poco ms grandes Haba uno, no s qu pas con l, tendra
60, 60 o ms, porque era un turco que haba venido para trabajar, tena que tener tantos
aos, de lo contrario no lo contrataban Haba hecho trampa. Y eso hace que ahora, el
pobre, est todo arrugado (Largo silencio. Retoma en voz baja.) Entonces yo pienso:
tendra que trabajar hasta los 70 aos para tener una jubilacin, una pequea jubilacin,
setenta aos de cadena, o sea cadena hasta los setenta aos para tener una jubilacin!
Porque yo empec a no a los 24 aos. Entonces, no, no tengo ganas, no quiero hacer
eso. Y bueno por qu esta decisin, estas ganas de partir? Lo que digo es que tengo 27
aos, si no tomo la decisin si no lo hago si no lo hago ahora voy a pasar toda mi
vida ah dentro, y no es lo que quiero. Cuando los veo, es demasiado Es, es, es
demasiado, es lamentable Yo no quiero ser desdichado Y eso es lo que soy, me
siento mal, mal, mal
De todas maneras, al mismo tiempo el trabajo y
Bueno pero ahora sufro ms de ac (se golpea la cabeza), en fin, intelectualmente, en mi
cabeza, que fsicamente. Porque fsicamente soy joven todava, entonces puedo soportar
el esfuerzo. No tengo 60 aos, cuando uno empieza cuando el cansancio empieza a
hacerse sentir. Soy joven, todava puedo me las arreglo y listo. Pero no lo soporto, me
pregunto cmo soportar esto? Pero por qu? Todo el da estoy pensando lo mismo, todo
el tiempo. Y yo, lo que quisiera, es tratar de entender. No pero es cierto! No hay que
viste, en Peugeot, no hay que pensar! Es cierto adems. No hay que pensar, me dieron a
entender que no tena que pensar porque, de ltima, desestabilizaba al grupo (con
irona) Y al parecer, es lo que pas
Porque a veces le haces sentir a los dems que no ests
Y s, algunas veces, a mis montadores, les digo: estoy podrido, les digo: bueno, es
cierto, tienen razn. A veces digo eso Y otras: S pero a m no me importa, dejo
pasar. Cuando no puedo, no puedo, y hasta mi jefe no puede. No puedo seguir. A los
montadores, les cuesta! A m tambin me cuesta. Si ellos no pueden seguir el ritmo,
cmo voy a seguirlo yo? Porque si es uno el que no sigue Pero si son doce los que no
siguen! Yo solo, no puedo seguir por todos los dems! Entonces mi jefe de equipo me
dice: S, bueno, vamos a reemplazarte. Porque, al parecer, la culpa es ma Mandar no
es lo mo, no mucho Porque mandar es Me llamaron, me dijeron que estar a cargo
del personal es algo especial que se sabe o no se sabe. Todo indica que yo no s! Si
para ellos el mando es as, as como hacen ellos, no irn muy lejos Porque, no s, las
empresas estn recurriendo cada vez ms a socilogos, a psiclogos, a para tratar de
entender. Pero ac, en Peugeot, he visto, no pueden hacerlo. Por qu? []
Nunca fuiste a un crculo de calidad?
177
Nunca! Decan: todos los monitores irn a los crculos de calidad, todos los monitores
estarn obligados. Nunca fui. Hay monitores que, no s, que tienen que hacer 60
kilmetros, que vienen de Lure o de Vesoul, no s de dnde Cuando vienen en bus, no
quieren quedarse dos horas ms, cmo se van despus? Y por qu? Yo nunca tuve nada
que ver con los crculos de calidad, no s, sin embargo los elogiaron mucho. S tena la
impresin de que era verdaderamente el estudio (adopta un tono muy aplicado) de los
problemas como en el colegio, o sea Casi pareca que pasabas a otro mundo del
montador tonto al intelectual que reflexiona sobre un...
Era esa la imagen que queran dar de los nuevos talleres
Entonces, entre la prctica y la teora, hay un abismo, es completamente (buscando la
palabra) diferente, es, s, completamente diferente.
Entonces, realmente, no te dieron nunca esperanza en materia de capacitacin, e incluso
en los ltimos meses, cuando les dijiste: No quiero ser ms monitor, todo eso, no te
abrieron otras perspectivas?
Ah no, habl con el jefe de personal, con mi contramaestre, me dijeron (separando las
palabras): No, no hay futuro para usted. No hay! No tengo futuro en Peugeot, eso es lo
que me dijeron. Incluso, mi jefe de personal me dio una direccin para un trabajo afuera.
Porque estoy pidiendo entrevistas un poco en todos lados. Tengo una maana. O sea, a la
primera oportunidad, me voy. De todas maneras, dije que prefera, es una pena decirlo
porque hay muchos que quisieran un trabajo Pero, yo prefiero no hacer nada. Prefiero
morir sin hacer nada que morir trabajando en Peugeot. Es una pena decirlo, pero no es
posible! No lo acepto. Y hay gente que acepta! La prueba: algunos estn bien, hacen su
trabajo, hay gente que no quiere cambiar, no quieren cambiar de puesto! Yo conozco
gente all que me dijo: Pero l, ah, hace veinte aos que prepara las herramientas.
Realmente hace veinte aos que est golpeando con su mazo pero est contento! Le
gusta! No quiere cambiar! Y yo no lo acepto! Yo no acepto nada, en este oficio, nada!
No acepto nada! No acepto! Es ms fuerte que yo No entiendo. No entiendo nada
La miseria, para m, es la miseria No acepto. No acepto que haya gente que tenga que
sufrir tanto, y luego que Y luego lo que les pagan, porque no s, digamos Bueno yo
no saba mucho cmo hacer al principio: el primer recibo de sueldo todo el mundo te lo
muestra Yo no digo que estaba No quera esconderlo, no s, pensaba que haba ms
[quiere decir: ms recato, ms decencia] pero no, se muestran sus recibos de sueldo
Y t, t eras un poco reticente?
S, s. Porque, de ltimas, pensaba que mi recibo de sueldo no es asunto de nadie ms.
Aunque un montador, en Peugeot, cuando empieza, todo el mundo sabe cuanto gana.
Entonces, me dije que ni siquiera vala la pena esconderlo. No voy a decir que gano 8000
francos, eh? Entonces, era un poco reticente al principio Pero despus lo discutimos,
haba una persona, veintitrs aos de antigedad: 6131 francos. Y yo le puedo decir que
la persona que trabaja, lo hace de verdad. Es un delegado de la CGT, no s si no s si
eso cuenta o no bien puede ser (Duda antes de volver al tema, espera mi reaccin.)
Entonces bueno pero ahora, ese delegado, en cambio, tiene razn, yo lo entiendo, no est
nunca. Quiero decir que tiene licencia sindical, hace Y luego trata al mximo, mientras
se ocupa de de los obreros, de los problemas, todo eso
Busca
Y todos los que quieren entrar a un sindicato, me dicen (Interrumpindose): Yo no
pertenezco a ningn sindicato. Precisamente, hasta donde fui, me dije, no voy a entrar a
ningn sindicato, tengo miedo de tomar partido por esto, por lo otro. Porque, cuando uno
llega, est tironeado de todos lados. Y s, SIAP, es el sindicato de los representantes de
Peugeot, la CGT tambin, todo eso Yo tengo alguna sobre las cosas, quiero decir, todo
el mundo tiene una idea de la vida y de lo que ocurre. No tena ganas de decir... De
exhibirme en tal lugar, y luego, no s, haba como, le deca a todo el mundo, haba que
tener argumentos, yo tena que saber porqu iba ah. O sea, o se estaba ah y se estaba a
fondo, o entonces no vala la pena No lo s, en mi caso, saber argumentar, y luego
decir, eh?... Entonces no tena ganas de ponerme una etiqueta, no quera mostrarme con
tal sindicato, ser de un lado o de otro, no s, me daba miedo que eso provocara un
178
perjuicio en mi carrera. Porque eso (refirindose a su tarea como monitor; se pone a
hablar con solemnidad), ya hice todo lo que haba que hacer, hice de todo con la
esperanza de tener un trabajo, una recompensa, o sea: no estar ms en cadena de montaje,
porque para m es inaceptable; y adems tener un trabajo interesante. Quiero decir
(suspiro), pero (suspiro) todo eso por nada! Por nada! Pasaron tres aos y si hago un
balance, no digo que perd tres aos, porque tengo una remuneracin, pero bueno
Y la remuneracin de monitor en relacin a la de montador son 300, 400 francos ms?
Y s Yo tengo un fijo, hace tres aos que estoy ah, tengo un salario bruto de 6700
francos, 6730 francos Durante el mes de febrero, el ao pasado, catorce horas de
trabajo efectivo, quedan 5000, 5200. Estupendo! Ahora ya no se va a tener la ayuda de
Peugeot, despus de las tres cincuenta Despus de las cincuenta y una primeras horas
del ao, ya no hay derecho a eso [alusin a la manera en que se remunera la desocupacin
tcnica] Entonces, antes de marzo, no se tendr nada, casi nada. Como yo vivo con mi
madre, bueno, no tengo mucho digamos, puede ser. Cuando uno tiene su propia casa,
todo eso, una cosa, otra cosa (silbido). Y aparte, yo le digo, los tipos cuando salen estn
cansados estn cansados Gastados. Pero de verdad gastados! Y yo no quiero
terminar gastado as. No me da miedo trabajar. No me asusta el trabajo, pero trabajar,
trabajar. No correr, no estar siempre en la expectativa, porque son ocho horas pero con
todo. Y los de AET, los del estudio del tiempo, lo saben. Vienen a cronometrar, y
tienen ganancias de productividad, las hacen sobre los gestos intiles. Se fijan, por
ejemplo, me explicaron, uno toma un martillo tiene que golpear, pongamos, una pieza,
bueno no s, cualquier cosa. Tomas tu martillo, lo vuelves a poner y luego Bueno, todo
eso, lo cronometran, observan los gestos intiles, todo eso tiene un tiempo, todo eso es
tiempo perdido, o por lo menos tiempo que no se us para hacer el montaje o tu trabajo.
Es tiempo que habras podido usar para hacer un trabajo. Entonces, puedes trabajar ms.
Y me lo dijeron, en AET, los mandos medios, el obrero tiene tiene que hacer su
trabajo, durante ocho horas y diez minutos. Y cuando llega la noche, tiene que estar
cansado! Y s! Y s, me dijeron eso A las ocho y diez minutos, el tipo no tiene que
(largo silbido) no tiene que ser capaz de... Hop, hop, hop, el tipo tiene que haber hecho su
trabajo y tiene que estar, no digo muerto Pero tiene que estar casi muerto, tienen
que hacer su trabajo, tienen que estar cansados Primero ocho horas diez, su meta es
sa, es hacerlos trabajar as, es lo que quieren, es lo que quieren
Es una pena decirlo, hay algunos que quisieran un trabajo, pero lo juro, yo no
quiero este trabajo
Y sin embargo, precisamente, lo que es interesante, es que cuando abrieron esos nuevos
talleres, dijeron que iban a hacer lo contrario, que iban a romper con esa lgica
taylorista del cronmetro, de la divisin del trabajo, etc. Que iban a recompensar el
trabajo Los citaron como ejemplo en toda Francia, esos talleres, en 1989 Pero
cuando uno ve lo que ha pasado en tres aos, es una organizacin ms bien peor que la
anterior
Y s claro que s! Es la esclavitud moderna, es la esclavitud moderna. Ah s, es la
esclavitud moderna, pero la gente all, en HC2, son capaces de (baja la voz) algunos
son capaces de herirse ellos mismos, de decirte casi: Dale, cirrame el cap en las
manos! O tienen ganas el fin de semana Hay uno que me dijo no hace mucho tiempo:
ah Podra tener un accidente con la sierra elctrica y as no tendra que trabajar
ms. La gente ha llegado a esa situacin y me lo dice. No s si no son capaces de
hacerlo, estn tan asqueados. Hay otro que me dijo hace poco, ah te lo juro, me dijo:
Ah, te juro, hasta en la crcel son ms felices que nosotros, tienen televisin, tienen
todo, te dan la comida, pero nosotros, tenemos que sufrir para Y es cierto, si lo
piensas, es una pena decirlo, hay algunos que quisieran un trabajo, pero lo juro, yo no
quiero este trabajo. Es por eso, ni bien hagan el prximo plan social, me voy. Me puse un
lmite, porque tengo 27 aos, no voy a esperar diez aos ms, eh? Sino estoy frito, estoy
frito, y eso, si tengo que hacer mi vida ah, prefiero estar desocupado! Es una pena
179
decirlo pero Yo pienso que por el hecho de tener el bachillerato espero Pienso que
voy a tener, ms que otros, la posibilidad de encontrar otro trabajo. Pero es por eso que
pienso que puedo permitirme, un poco, entre comillas, porque uno no est a salvo
tampoco, pero s que jams (bajando la voz) no, no quiero trabajar, no quiero
trabajar Pregntele a mi madre, a mis padres, no puedo hablar de otra cosa, estoy
deprimido Y la noche, del domingo al lunes, cuando me toca trabajar a la maana, no
puedo dormir Y todo el mundo est igual, no es que soy yo, le pasa a todo el mundo.
Muchos dicen eso
[] Lo que pasa es que ahora estoy en un momento en que tengo ganas de que las cosas
sucedan de otro modo. Yo que remplazaba a los tipos que iban a paro, y bueno, yo ahora
lo digo abiertamente, muy fuerte, lo he dicho: Ser el primero, si llegan a hacer paro,
yo ser el primero, con las banderolas, dispuesto a gritar, a gritar, a decir lo que tengo que
decir, eso es! Y aqu estoy! Y sin embargo, dios sabe que di lo mejor, pensaba que era
lo que tena que hacer para zafar, pero hace tres aos que hago eso
En una fbrica que es la ms grande de Francia, debera haber posibilidad de hacer
carrera, de organizar un poco
Lo que uno ve es que no hay nada, cero, no hay ninguna compensacin, tengo la
impresin de que somos De hecho no es que tengo la impresin, somos peones, les da
lo mismo, les da totalmente igual, es cierto, no les importa para nada. Pero entonces yo
me ro, yo me ro cuando los escucho hablar, me hacen rer, me hacen rer
Pero los contramaestres tambin estn como entre dos fuegos
Los contramaestres estn, s, entre dos fuegos. De la misma manera en que yo estoy entre
mis montadores y mi jefe, y luego mi contramaestre, y bueno, mi contramaestre est entre
su taller, su lnea de montaje y el jefe de grupo o no s qu Entonces, el jefe de grupo
debe decirle: Eh, dime, la calidad, ah, pasamos el objetivo, no va ms Entonces traen
al jefe de equipo, o entonces, en este momento por ejemplo, lo que pasa es que estoy en
una fase en que pongo los tensores. []
180
digo: Esccheme, yo no s, sin embargo pega bien sobre cartn. Ah pero no es sobre
el cartn! Es sobre los fierros que hay que pegar! Quin te dijo eso? Mi jefe. Le digo:
Es mi contramaestre, entonces el jefe fue a ver al contramaestre: Sbastien dijo que
habas dicho que haba que apoyar sobre el cartn, ahora hay que apoyar sobre los fierros.
Ah no, no, qu est diciendo! En fin, se supone que yo estaba equivocado, y eso que
yo siempre escucho, registro, si me dicen que hay que apoyar sobre el cartn y apoyo, y
luego no va, soy el primero en recibir el reto, entonces est claro que me conviene
escuchar correctamente para tratar de hacerlo de la mejor manera, no? No era cierto,
entonces bueno, eso, es un ambiente feo, y es
El hecho de que tengas un bachillerato, y que los contramaestres no lo tengan, agrega
algo
Yo, lo que s es que el primer contramaestre que tuve tena un CAP de carpintero, el que
tengo actualmente, no tiene gran cosa, ni siquiera s si tiene un diploma y, luego, que
siempre elogiaron el hecho de que tuviera un bachillerato pero al final de cuentas me dan
lo mismo esos elogios, no tengo nada en contra... Pueden decir lo que quieran, soy el ms
lindo, el mejor, el gentil, el sper, me da lo mismo, a m...
No ironizan con eso, diciendo que no ests a la altura del trabajo aunque tengas un
bachillerato?
S, exactamente, de todas manera, al no querer ser ms monitor Me daba rabia, no
soportaba ms, bueno, ellos dijeron: S, es cierto, de todas maneras no va ms el grupo.
Bajo pretexto de que no s dirigir El mando, todo eso, es especial, yo no estoy hecho
para eso, no estoy a la altura. Bueno, les dije, si yo no soy competente pongan a otra
persona. Si no soy competente, pongan a otro. Y luego, resulta que hoy fue el primer da
en que me remplazaron, y a la maana, el otro, bueno, tuvo quince puntos en desmrito
porque haba tratado de ayudar a alguien, y luego las piezas que haba montado las haba
montado todas al revs. Entonces, yo me rea solo, estaba contento. Adems, pienso que
me voy a adaptar con la gente
Tienes la sensacin de que te dejan de lado?
Yo nunca ignor a nadie, nunca dije de alguien este es un boludo. Siempre me puse a su
nivel, siempre, incluso cuando alguno no saba muy bien hablar francs, hay rabes ah,
bueno a veces hasta les hablo en rabe, ya sabes, algunas palabras simpticas para
mostrar que soy O sea, que soy de la zona [alusin al barrio en que vive], no se puede
ser de otra manera, entonces uno es ubicado para ser un poco...
No hay tensiones en la lnea entre rabes y?...
S, s Pero yo, personalmente, con los rabes o con los extranjeros en general me llevo
bien, de todas maneras hace veintisiete aos que vivo en B. siempre viv aqu, es lo nico
que conozco, me acostumbr, aparte, a m no me molestan, quiero decir que es natural,
hemos vivido as. Pero hay gente, s, mi contramaestre... Ah, dale con esos rabes de
mierda y todos en el mismo barco y que explote, y resulta que los rabes de mierda
trabajan, no piden nada de nada y los dejan morir ah en su puesto.
Son tipos bastante grandes que a menudo llevan unos veinte aos trabajando en cadena
de montaje
S, yo pienso que a esos tipos, todos ellos, hay que respetarlos. De verdad, hay que
respetarlos, a m me parte el alma verlos. Se me parte el alma, siempre sent lo mismo
desde chico. Yo vea a mi padre, aunque lo menos que puedo decir es que mucho no
hablbamos de trabajo, l me contaba algunas pocas cosas aunque fue hace veinte aos,
no era como ahora. Deca que haca hasta 80 grados en verano en los hornos no s dnde.
Y despus yo los vea salir, cuando los vea salir de la fbrica era algo
Es ahora que quiero vivir, tengo la suerte de tener ese bachillerato [] Los otros
estn condenados, lo saben y te dicen: Estamos condenados
Eres el mayor?
S, siempre le dije a mi padre: Nunca voy a trabajar en Peugeot. Nunca, nunca, nunca.
Y el da en que entr a Peugeot, mi padre no tard mucho en decirme: Y bueno, ya ves,
181
finalmente, viene bien Peugeot por ahora. Cuando entr estaba contento de tener un
trabajo y un salario. Quera dinero, lo tuve, pero a qu precio! Y es eso, yo ya no quiero
ms ese dinero. Cada uno tiene su concepcin de la vida, pero yo s que a los 27 aos
Como me dijo mi jefe de personal: No s adnde vamos pero vamos derecho. Le dije:
As es, vamos derecho, pero yo no voy a ir derecho, no, porque no quiero gastarme
hasta los 70 aos para tener una jubilacin, para qu? Qu sentido tiene eso? Y aparte,
la vida, qu es eso? Es ahora que quiero vivir. No estoy diciendo que quiero dedicarme a
la joda y hacerme el vivo y no hacer nada, o entonces no s No hay lmites, lo saben,
eso, adems: si no vas a la fbrica, ests condenado a sufrir igual, quiero decir
O sea, la desocupacin
S, la desocupacin. Entonces un tipo como yo, por ahora todava zafa, no es demasiado
tarde para cambiar, para encontrar un trabajo Tengo la suerte de tener ese bachillerato
que no es gran cosa pero que me permite tener pequeas notoriedades, apenas un poco
ms que los dems Pero los otros estn condenados, lo saben y te dicen: Estamos
condenados. Y luego les van a imponer pautas de trabajo todava ms duras, los pobres,
de rodillas van a trabajar, de rodillas! Y s, de rodillas! Y lo saben
Pero la idea de ser parte de un sindicato, de pelear en la fbrica, no es algo en lo que
crees?
Puf! No s. No creo mucho, no s. No puedo decir que conozco mucho Estoy alejado
de todo eso, tengo la impresin de estar, no aparte pero porque me han todos me
fueron a buscar, todos ellos. Haba algunos que me interesaban, otros no
Es cierto que los jvenes hoy en da
Yo, al principio, o sea, yo no s, los jvenes cada vez ms En fin, los jvenes que
trabajan all, como yo, no estn en ningn sindicato. Y luego, no, no quieren Si ni
siquiera se puede tener una entrevista con tu jefe de personal, no es para ir a hablar.
Hablar, pero para decir, para hacer qu? Yo podra pelear en Peugeot, si yo s que me
voy a quedar toda la vida en Peugeot, s. Imaginemos que me quedo en Peugeot, que no
encuentro trabajo en otro lugar, que es mi nica solucin, bueno s, creo que entonces
peleara, porque la sufr durante tres aos, tres aos sin compensaciones y eso, me saca
de quicio! Es algo que me mata! Entonces, eso es seguro []
[] Yo, si no tengo trabajo, me voy a ir de todas formas, porque no quiero ser como
ellos. Estn enfermos! Los veo, son pobres desdichados, alcanza con ver cmo se visten,
sus caras, su Quiere que resuma? Uno llega el lunes, por ejemplo, turno de la maana,
a las 5 de la maana, Hola, qu tal? Cmo te va? Puf! Como un lunes. A media
maana: Ah cmo ests? Y en un rato el morfi. Llega la hora del morfi. Todo
bien? S, tabueno el morfi, despus: Bueno, qu tal? S, en un rato viene el
reemplazo, y despus: En un rato el otro reemplazo y despus: Todo bien? Ah, las
13, a las 13, y cuando llegan las 13 Cuando uno ve porque uno ve a cada rato la
gente Ests bien? A tal hora estar bien. Y todos los das es as, y cuando llega el
jueves: Cmo ests? Ah maana estar bien, y llega el viernes: Ests bien?
Bueno, esta noche o al medioda, o a las 13, cuando se termine la jornada, pronto el fin de
semana, va a estar bien, y despus: Ests bien? Ah, es fin de semana, est
perfecto, o sea eso.
Nunca conversas
Un poco pero no son conversaciones como cuando converso con usted, hay algunos,
aparte, que no entienden francs, de por s ya te cuesta
S, pero los militantes CGT, CFDT, no los ves?
Los veo s, a algunos los veo, converso un poco, hay un delegado de la CGT que est en
mi grupo que sale a menudo, es a l a quien remplazo, de hecho, como hoy que lo
remplac Converso un poco con l, me cuenta un poco pero no s, no son
conversaciones, bueno No los critico, pero lo que Digamos no es una
conversacin, quiero decir que no vamos a hablar de la economa del pas o del (risas)
182
Fondo monetario internacional, o del problema de (busca sus palabras) como que
rpidamente se concentra la cosa, rpidamente se sintetiza
Quieres decir que no son verdaderas conversaciones? Son tipos que tienen 40 o 50
aos, hay un hueco entre ustedes
Cuando me hablan, bueno yo siempre me voy a acordar cuando era temporario,
cuando al final me iban a contratar, haba uno con el que conversaba un poco as y le dije:
Oh s, pero me van a sacar de ac, tengo un bachillerato Yo estaba orgulloso de mi
bachillerato, le deca: S, me van a sacar de ac, voy a hacer tal y cual cosa, porque los
otros me haban dicho: Haremos esto, y vos tendrs esto y esto. Y l me dijo: en diez
aos vas a estar ac y vas a ser como nosotros. Y ahora que lo pienso, pasaron tres aos,
no puedo esperar que pasen diez, pero hace tres que estoy y sigo igual
Pero en ese momento, te doli, no?
Me doli un montn, me dije, pero qu me est diciendo este tipo, se cree que soy boludo
o qu, yo tengo ganas de hacer otra cosa, quiero hacer otra cosa, tengo posibilidades de
hacer otra cosa, y ste por quin me toma? Yo no soy un No lo denigro, les tengo
respeto, porque yo, cuando llegu era Yo deca: Pero qu est diciendo? Es un
boludo o qu? Que l haya estado veinte aos en cadena de montaje no quiere decir que
yo tambin vaya a estar veinte aos. Y bueno, a medida que pasan los aos, me doy
cuenta que si no hago nada estoy listo para mis aos de cadena. Pero me dieron a
entender, el jefe de personal me dio a entender que no tena ningn futuro, ningn futuro
y me lo dijo Me dijo: No s adnde vamos pero vamos derecho. Y yo dije:
Estupendo divino
Tengo 27 aos y no, para m la vida no es esto, me siento mal, infeliz, no quiero seguir
as. A lo mejor me voy a sentir peor, puede ser, porque es cierto que los que no tienen
dinero, los que no tienen trabajo no la pasan bien. Pero yo pienso que en fin, es mi
opinin Hay algunos que quizs no lo pasan tan mal porque terminar hecho bolsa
pero usted se da cuenta? No, pero para el que no acepta, hacer algo que hacer algo
que no se acepta, es muy duro, es terrible eso
Uno pierde los estribos
Yo hago algo que no acepto de ninguna manera, que odio, que me produce espanto,
que es simple, me... Como se lo digo, a veces estn las pausas y yo quiero decir al
menos es una locura, es una locura, a veces tengo ganas de llorar, pero tengo 27 aos,
no voy a llorar, o sea no voy a llorar por eso, por ellos... Pero tengo ganas de llorar, y s, y
s, tengo ganas de llorar...
Te ha pasado en la fbrica?
Llorar? Yo creo, al principio, cuando fui a ver al jefe de personal, cuando le expliqu
todo, s, creo que llor, me parece
Pero has visto a otros, incluso tipos ms grandes, me imagino
Llorar? No, yo nunca he visto llorar, pero yo nunca he visto llorar pero en sus caras
no hay lgrimas, pero tienen la cara de alguien que Cuando hablo con algunos que
estn ah, tienen la cara, uno ve las caras, me miran, a veces, me miran, creen que soy
el salvador porque voy a ayudarlos en su puesto, pero no puedo hacer slo eso. Y
pareciera que viene el Mesas, cuando me ven, pero No, no, es una miseria para m, es
una miseria para ellos la verdad. []
[Sbastien me hace preguntas sobre los artculos que voy a escribir y sobre la manera en
que voy a tratar su caso] Me gustara leer, despus, todo lo que usted va a hacer, me
gustara. Porque, bueno, yo no leo mucho desde que sal del colegio, pero me gustara,
adems tiene que ver conmigo, un poquito De todas maneras, el problema, slo yo lo
puedo resolver, soy yo el que tiene que tomar la decisin, tengo 27 aos, a lo mejor voy a
hacer una estupidez, ya hice varias en mi vida, a lo mejor voy a hacer otras, pero esta
estupidez, sta no, quiero salir de Peugeot. Con trabajo o sin trabajo.
183
Es cierto que el trabajo es duro pero est tambin esta suerte de situacin en la que
ests, de tener que ejercer una autoridad sobre los tipos
Eso, para empezar, no est en mi temperamento, no estoy hecho para entender, no tengo
el carcter de un jefe, no estoy ac para decir: Vos haces esto, vos tal cosa, y te callas la
boca. Yo los veo y les digo: Ah, en serio, bueno espera que te ayudo s, yo s que es
duro. Pero los tipos me dicen a m: No va, no va, les digo: Ya lo s, les digo: Ya lo
s pero no depende de m, si dependiera de m, todos tendramos buenos salarios y
trabajaramos normalmente, no estaramos en esta esclavitud, as Yo les digo: Ya lo
s, pero no puedo hacer nada, yo trato de hacer mi trabajo lo mejor que puedo, trato de
ayudar a todos los que puedo, lo intento Lo intent todo el tiempo, mientras fui
monitor, intent estar cerca de ellos, mucho lo intent, quiero decir, porque estaba
tironeado entre mi contramaestre que quera llevarme ms bien por el lado del jefe de
taller y de Peugeot. Y del otro lado, bueno, yo vea, la miseria Entonces ser de Peugeot
y luego sufrir todo el da, bueno, acept, acept, cuando digo que acept me refiero a
Cmo decirlo? A mis horas suplementarias, y todo eso, durante tres aos, fui un
alcahuete, es cierto. Ahora se acab porque con el prximo plan social me voy. Voy a ver
cmo me va en la entrevista de maana, si el otro me dice: Te tomo, te contrato maana
o pasado maana me voy inmediatamente, aunque sea con 2000 francos menos, incluso
con un salario inferior al mnimo, qu s yo Prefiero tener un oficio modesto con un
salario modesto, vivir, aunque sea comiendo un pedacito de pan y comprndome un par
de zapatos cada diez aos, me basta y me sobra, porque no soporto ms trabajar en
Peugeot. No, pero hay algunos que se ren, que dicen que soy un pelotudo, hay algunos
que se ren Pienso un poco en mi padre porque cree que si no tengo trabajo estoy frito,
que soy que no soy nada Pero no, porque para m la vida no es eso, no es tener un
trabajo, un auto, tener Quiero decir que no es solamente eso, no es solamente la cosa
material no es slo eso, ya s que eso cuenta, pero no es slo eso []
De todas maneras es imposible encontrar algo peor que Peugeot, en cadena de montaje.
Los amigos me dicen: tens 27 aos, pero ndate ya, busca cualquier cosa, cualquier
cosa, no puede ser peor! Para m, es lo ms bajo de la sociedad, es cierto. Antes era una
vergenza (mirando hacia donde est su madre), mam, cuando ramos chicos, nos
decan: Tu padre trabaja en la cadena, pero qu vergenza, era una vergenza trabajar
en cadena Ahora lo es un poco menos porque, porque ahora tener un trabajo ya es algo,
entonces que uno est en cadena de montaje o no Pero para m es lo ms bajo de la
sociedad, igual, a pesar de todo []
184
margen de maniobra. Y esto es cada vez ms cierto a medida que el tiempo pasa. Uno
puede preguntarse, por ejemplo, si en el caso de Sbastien el uso recurrente de la
palabra lamentable para caracterizar la forma de pensar de los viejos montadores no
remite a una relacin de fuerzas en la que est entrampado, que no logra dominar y de la
que le cuesta hablar
A menudo los viejos obreros les han impuesto a los jvenes monitores rudas
sanciones simblicas. No se puede descartar el hecho de que haya habido conflictos
entre Sbastien y algunos viejos, conflictos que lo marcaron y de los cuales no puede
hablarme durante una primera entrevista, sobre todo teniendo en cuenta que no conoce
exactamente cul es mi cercana con algunos viejos obreros. Me parece sobre todo que
la actitud de Sbastien, tan preocupado por marcar su distancia con esos viejos obreros,
esa voluntad de significar que no es y que no ser jams parte de ese mundo, provoc
inevitablemente de su parte una desconfianza mezclada de agresividad y de
resentimiento.
Lo que Sbastien proclama frente a m150 es su rechazo, su voluntad de no entrar en
el universo mental de los obreros de ese taller, de mantener las distancias, de no adoptar
los rituales propios a la antigua generacin. Es como si, a pesar de la distancia que lo
separa de estos trabajadores, viera en ellos la encarnacin de aquello que lo amenaza, de
todo eso con lo que, precisamente, quiere romper. Incluso busca como para justificar
su propia actitud imponer, naturalmente, una imagen muy negra de los viejos
obreros: segn sus dichos, esos trabajadores estaran condenados a una suerte de vida
vegetativa. Lo que Sbastien no quiere entender es tambin la forma compleja que
pueden tomar los rituales de consumo de alcohol o los rituales de transgresin, o las
formas arcaicas de negociacin que se instauran entre pequeos agentes de
supervisin y obreros. Ms generalmente, no puede entrar en las lgicas de resistencia
pasiva que, bajo mltiples formas, desarrollan los viejos obreros. No logra entender la
ambigedad de sus comportamientos, la cobarda que pueden manifestar en diversas
ocasiones, la manera en que algunos intentan participar, etc. Vacila as entre una
condena moralizadora que no admite prcticamente matices y una suerte de compasin
en relacin al desgaste de los viejos, a su miedo ante el mundo.
En realidad, Sbastien nunca pretendi entrar en una dinmica de comprensin de lo
que ocurre realmente en los talleres. Despus de haber trabajado durante tres aos, se
encuentra naturalmente llevado a retomar la mayora de las visiones globales y
estereotipadas de los tcnicos o las de los mandos medios de la fbrica. Pareciera que
los jvenes, los BTS, los bachilleratos profesionales o los antiguos temporarios,
marcados por el miedo, no logran ponerse en el lugar de los dems. Porque estn
desvalorizados o en va de desvalorizacin, porque representan una amenaza para l,
Sbastien est demasiado tomado por sus propios problemas para poder efectuar esa
distanciacin. No puede entender lo que son esas actitudes que consisten en rerse de s
mismos, la risa, la aversin, el humor negro y rudo, tan caracterstico del grupo de los
viejos obreros y que Durand, a su manera, mostr muy bien151 (Cf. la frmula hacerse
el loco para no volverse loco). Estos nuevos son incapaces de entender, por ejemplo,
150
Dos das despus, lo proclamar otra vez con una suerte de inocencia conmovedora frente a alguien
como Christian Corouge cuya identidad se construy como la de un obrero que, pase lo que pase, sigue
pensndose como un obrero.
151
El libro de Marcel Durand, Grain de sable sous le capot, ya citado, muestra en algn punto de qu
manera muchas prcticas de taller esas mismas que Sbastien evoca con una suerte de compasin o de
asco tienen un sentido social. Ese sentido social, Durand lo presenta a su manera pero, a grandes rasgos,
su visin de estas actitudes es valorizadora, las marca con un signo positivo. Es esta lgica lo que
Sbastien es incapaz de entender, especialmente esta mezcla de actitudes: hostilidad hacia el trabajo en la
fbrica y sometimiento a los mandatos de la supervisin, por miedo.
185
las actitudes de burla que algunos OS mantienen hacia ideas polticas, y a travs de las
cuales se expresa lo que podra llamarse un amor decepcionado. Sbastien, por su parte,
se presenta como decididamente apoltico, desconfiado de cualquier tipo de poltica
instituida.
En el otro extremo, hay que tener en cuenta la manera en que los viejos obreros de la
fbrica perciben a los jvenes como Sbastien y reflexionan sobre el significado de su
burla cuando se enteran de esas historias de jvenes que pretendan ascender jugando
el juego de la empresa y no pudieron hacerlo. Cuando Christian escucha, a pedido mo,
la primera entrevista con Sbastien, en varios momentos expresa el descontento que le
provoca este joven monitor y un inters apasionado por lo que cuenta, por el relato de
sus conflictos con la supervisin del taller. Siento que reacciona como si estuviera con
sus amigos del taller y que en algunos momentos hace un esfuerzo para que no quede en
evidencia todo el deprecio que siente por este alcahuete; al mismo tiempo, en mi
presencia, no se atreve a ir muy lejos y se esfuerza por entrar en mi lgica de
comprensin de todas las situaciones del taller.
En realidad, y Christian152 lo percibi de alguna manera, Sbastien no tiene ninguna
de las caractersticas que hacen un buen compaero, en el sentido tradicional (un
compaero, en oposicin a un alcahuete). El juego de las oposiciones, del modo de
categorizacin que hasta entonces haba ms o menos funcionado, se encuentra aqu
profundamente desestabilizado: Christian siente que Sbastien pas la barrera y que sus
ttulos escolares le impiden considerarse como obrero en la fbrica. Qu es lo que
compromete esta reticencia que no encuentra palabras para expresarse? Es a la vez una
forma de relacin con el cuerpo, con la sociabilidad y con la poltica; las tres estn
profundamente vinculadas.
Por sobre todas las cosas, todos los OS sienten que el conjunto de las cualidades
que crean poseer incluyendo la buena voluntad que algunos manifestaban en
relacin a la fbrica y que poda aproximarse a una forma de alcahuetera estn
absolutamente desvalorizadas. Y frente a eso, incluso si entienden las dificultades en las
que se encuentran algunos jvenes, incluso si son sensibles a algunas formas de su
desesperanza (en la que reconocen lo que sienten sus propios hijos), no pueden no
manifestar hacia ellos desconfianza, hostilidad y a veces odio. El malentendido pero
se trata solo de un malentendido? se vuelve ms fuerte cuando el que encarna su
desvalorizacin se encuentra, en un momento dado, encargado de darles ordenes o
consejos153.
Muchos viejos OS tienen la sensacin de estar condenados a permanecer en su
puesto de trabajo y de haber sido engaados respecto a la esperanza de poder escapar,
mediante un esfuerzo colectivo, a la condicin de obrero. Muchos se convierten en
exiliados del interior, se encierran en una micro-cultura hecha de auto-desvalorizacin,
de burla, de odio volcado contra s mismos. A menudo, sin embargo, este malestar se
traduce por un repliegue (en el alcoholismo por ejemplo), por una imposibilidad de
hablar, por una violencia que se transporta al interior de la familia. Al no encontrar
152
Habra que poder analizar de manera ms fina la situacin de Christian Corouge: en mi compaa, sabe
que debe entender y entiende. Pero a menudo su espontaneidad se impone y reacciona como un OS
bsico cuando escucha lo que sostiene este monitor.
153
Christian Corouge se re de mala manera cuando me escucha hablar de Sbastien, est convencido de
que Sbastien no es (o no es ms) un obrero. En el fondo, Corouge reserva su piedad para los
verdaderos obreros, esos que l designa como obreros o que se designan ellos mismos de esa forma. Si
se re, es sobre todo porque la mirada que tiene Sbastien sobre estos viejos obreros que siguen siendo
compaeros lo hiere. Si bien afirma entender (aunque solo sea en mi presencia), en el fondo no admite
que se hable y que se acte de esa forma; no puede evitar, a pesar de todo, percibirlo como un no-obrero,
adems de un obrero-alcahuete.
186
recursos exteriores, especialmente los que durante mucho tiempo les procuraron el
grupo del taller (cuando estaba unido), el sindicato y a veces el partido poltico a nivel
de cierta representacin que podan tener de s mismos y que les permita luchar contra
ese sentimiento creciente de ilegitimidad, muchos estuvieron cada vez ms aislados y se
sintieron cada vez ms infelices154.
Hay que insistir aqu sobre el tema del desprecio cruzado, de la extrema sensibilidad
al desprecio, que se sufre y se proyecta hacia los dems155. Se puede evocar una vez ms
la violenta hostilidad de los OS contra los BTS y la manera en que se manifiesta. Existe
una gran dificultad para hablar de este sufrimiento (de los OS), para encontrar tanto
palabras para decirlo como portavoces para expresarlo, es decir para simbolizarlo. Se
vive de manera privada, en la intimidad del pequeo grupo. A menudo, la burla o la
interjeccin los suplantan. Las posibilidades de quejarse de lo que se siente, en algn
punto, como una agresin, son limitadas. Lo ms llamativo es que las quejas no pueden
expresarse ya en el registro poltico. Aparece una suerte de odio que no logra ser dicho,
que recuerda lo que muchos obreros franceses sienten hacia los inmigrantes y las
formas de censura que pesan sobre l. Esa hostilidad no est solamente ligada a lo que
ocurre en el taller, a las dificultades, por ejemplo, que se tiene objetivamente para
ascender en la jerarqua de la empresa. Est ligada tambin a la casi-imposibilidad de
encontrar puntos de referencia, al miedo ante el futuro, al sentimiento de encontrarse
frustrado en las esperanzas que se haba tenido para s, o para sus hijos.
154
De ah ciertos intentos por asumir, en el registro del humor negro, una identidad social profundamente
desvalorizada. Algunos, por ejemplo M. Durand a travs de la escritura, lo logran de una manera que
sigue siendo honorable. Podra mencionarse aqu la suerte de ternura con la que muchos obreros hablan
de Durand y se reconocen en l, aunque algunos creen que exagera un poquito. Lo que gusta son sus
gestos de burla y de provocacin. Si aceptan en algn punto reconocerse en l, es porque saben que es el
producto de una historia por la que tambin ellos pasaron, que es el producto de experiencias fuertes, que
ellos mismos han vivido. Ellos estn sometidos y no pueden sino someterse, por lo mismo, les gusta esa
manera que tiene Durand de rebelarse y de rerse del mundo de los jefes. La fuerte desilusin poltica que
ha afectado la vieja esperanza obrera conden a los OS que no se resignaban a las nuevas formas de la
dominacin patronal, en algn punto, a encontrar refugio en el humor negro, en la risa irnica, etc. Lo que
parece ser un rasgo de la poca. Estas actitudes de burla chocan sobre todo a los jvenes que han
pasado por la enseanza secundaria. En realidad, por supuesto, detrs del humor negro habra que
reconocer tambin, el sufrimiento, la angustia Sbastien percibe con horror ese nudo de pasiones
mezcladas y les da la espalda rpidamente.
155
La actitud en relacin a los inmigrantes, en la fbrica, a la vez prximos y lejanos, no es tan
diferente. Ya no se controlan las emociones, ya no se tiene (o cada vez menos) la capacidad de
dominarlas. La poltica ofreci durante mucho tiempo un medio para controlarlas y dominarlas. Pero el
hecho es que las creencias polticas se han derrumbado. Se podra analizar simultneamente el desarrollo
de ciertas creencias religiosas (sectas) y la apertura a las acusaciones en trminos de brujera un poco
como en ciertas sociedades urbanas africanas en va de desorganizacin.
156
Cf. Michel Pialoux, Alcool et politique. La modernisation dun atelier de carrosserie dans les annes
1980, Genses, n7, 1993.
187
fines de los 80, estos OS se ven enfrentados a la obligacin de renegociar en los nuevos
talleres las antiguas posturas corporales construidas tiempo atrs en el viejo taller de
acabado. La mayora de las actitudes que parecan evidentes estn cuestionadas. Y no
encuentran en ningn lado los recursos indispensables para lograr (o por lo menos para
emprender) esa reconversin.
Con el tiempo, la mayora de los OS terminaron viendo la politizacin o un tipo de
politizacin, la que implicaba cierta relacin con el cuerpo, como una fuente identitaria
fundamental. Estaba ntimamente vinculada a la creencia de que el grupo de los
obreros constitua una fuerza social decisiva, porque dispona precisamente de la
fuerza de trabajo. La palabra fuerza conlleva una serie de connotaciones
valorizadoras: el trabajo es portador de un conjunto de posibilidades; esa fuerza de
trabajo puede ser mostrada, exhibida: en las marchas, las manifestaciones, etc. Se sabe
hasta qu punto estos esquemas han estado ligados a formas de teorizacin marxistas157.
Para entender la manera en que puede ser construida la desconfianza entre generaciones
incluso durante los procesos de trabajo, habra que retomar la cuestin del desgaste del
cuerpo en el esfuerzo del trabajo, retomar tambin lo que implican para el cuerpo los
rituales de sociabilidad: en el taller, en el caf, en la familia, etc. Se podra evocar las
reuniones en el sindicato, la manera en que cervezas, pastis, whisky aparecen a veces en
las mesas. Despus del trabajo, se retoma algo de aliento tomando alcohol (como en las
reuniones que muchos delegados llaman misas, en las que la postura tiene que ver con
la manera en que se trabaj durante el da y el tipo de esfuerzo fsico que se hizo). En la
confrontacin con los jvenes, los viejos OS sienten que algo se est deshaciendo
en la relacin que tienen con su cuerpo, en la manera en que durante mucho tiempo
pudieron valorizarlo.
Los jvenes, por su parte, pertenecen a una generacin formada por y en el colegio.
El colegio les dio cierta cantidad de deseos y aspiraciones, en algunos casos les otorg
un ttulo, un diploma. Por sobre todas las cosas, les dio otra apariencia fsica, otra
manera de ser, otro timbre de voz, nuevas maneras de expresarse y de comportarse, que
son ms bien percibidas como afectadas, pretenciosas, etc. Muchos de esos jvenes
son rpidamente designados, sin estar preparados, para ejercer tareas de animacin y de
encuadramiento particularmente delicadas; estn aislados en medio de los viejos. La
oposicin (que tambin percib en el terreno, especialmente durante las entrevistas) es
flagrante entre, por un lado, la estatura fsica de la mayora de los delegados OS: su
altura, su peso, su propensin a pegar un grito158, la manera en que muchos se dirigen
a los otros, y, por otra parte, la fragilidad de los jvenes que, habiendo pasado por el
liceo, ms o menos fracasaron, son reconocibles por su manera de hablar, por su
apariencia intelectual (tipo de ropa, forma de los anteojos, etc.). Un ex obrero
temporario que luego fue delegado a fines de los 90, explicaba: Para ser delegado,
157
Durante mucho tiempo la vulgata marxista de los sectores obreros magnific al obrero. La temtica del
hombre fuerte que alza un martillo tuvo un sentido durante mucho tiempo en una fbrica como la de
Sochaux Se puede decir que existi durante dcadas una suerte de afinidad entre ciertos esquemas de
esta vulgata marxista y la manera en que muchos de estos obreros de origen rural, duros en el trabajo,
vivan su relacin con el mundo. Y habra que seguir con el anlisis retomando los temas de la virilidad
obrera, de la confianza en s, de la arrogancia masculina.
158
A menudo vienen del campo (incluyendo a los inmigrantes), a veces son brutales, respiran fuerza
fsica, son capaces de hablar muy fuerte, dan la sensacin de fuerza contenida. La gran mayora de OS
se reconoce en ese tipo de delegados. A lo largo de las entrevistas con los viejos OS, advert
confusamente de qu manera stos sienten profundamente que un elemento esencial de su fuerza social,
uno de los raros recursos de los que pueden todava disponer su fuerza fsica, est siendo
desvalorizado, porque envejecen fsica y socialmente, porque su grupo no se ha renovado, pero tambin
porque, en los mismos talleres, la dominacin tcnica se acrecienta, porque el peso del capital intelectual
va en aumento da tras da.
188
entend inmediatamente que deba dejar de lado mis anteojos y usar lentes de
contacto Los anteojos, era algo que los viejos no toleraban. A travs de su mirada
poco segura, a menudo huidiza, los jvenes transmiten la sensacin de que no estn
totalmente en su lugar. En los esquemas corporales, en sus maneras de ser (se niegan a
beber con los dems, a asociarse a los rituales), son una suerte de negacin viva de lo
que son los OS.
Se podra decir que casi todos los jvenes de la fbrica tcnicos, BTS, jvenes
ingenieros, empleados, pero tambin jvenes obreros entran, al menos en parte, por s
mismos en este modelo meritocrtico con todos los cambios que esto implica en
trminos de relacin con el cuerpo, de relacin con la sociabilidad, etc. As es como
permanecen dentro del modelo competitivo difundido por el colegio y ms precisamente
por la enseanza media. Se podra hablar tambin de una suerte de complicidad o de
afinidad objetiva entre las prcticas de la empresa que trata de adoptar su nuevo
modelo de gestin de la mano de obra, y el movimiento general de la sociedad francesa,
a la vez incentivado y creado por el colegio, que tanto valoriza hoy posturas informales,
un cuerpo flexible, actitudes juveniles que parecen indisociables de la modernidad.
189
CAPTULO VIII
159
Para que el anlisis sea completo, habra que esforzarse por establecer el vnculo entre una historia
larga, nacional, del movimiento obrero y una historia local del sindicalismo obrero. Al no poder hacerlo
ac, se puede esperar mucho de la comparacin con otros estudios monogrficos sobre otros grupos
obreros localizados. Las investigaciones en profundidad de Jean-Nol Retire (sobre los obreros de
Lanester, comuna donde residen los obreros del arsenal de Lorient), de Olivier Schwartz (sobre los
obreros del Norte) y de Florence Weber (sobre los obreros de Montbard), de Bernard Pudal y de Jean-
Paul Molinari (sobre los obreros comunistas) ofrecen pistas fecundas para emprender este trabajo de
comparacin, incluso si sus investigaciones se detienen a principio de los aos 1990.
190
ejemplo, los obreros recurren a un delegado para que los ayude, en qu contextos
prefieren recurrir a un agente de supervisin, en qu condiciones lo que emprenden
funciona o fracasa. Ms all de una cultura de la solidaridad, se podra hablar de un
sistema poltico propio del taller, que tuvo durante mucho tiempo su coherencia
fundada en equilibrios y al interior del cual el delegado tena un lugar eminente. Lo
que estaba en juego en esas luchas era la dignidad o, ms exactamente, la manera en que
uno se defiende contra la cada siempre posible y presente en las mentes en la
indignidad.
Lo propio de esta politizacin obrera reside en su arraigo en el trabajo. En los
talleres, hablar del trabajo es hablar de poltica no tanto en el sentido de tener una
opinin poltica, sino en referencia a las peleas, a la relacin con los jefes, a los
incidentes, a las indignaciones, a las humillaciones. Entonces, siempre equivale, ms o
menos, a evocar formas de solidaridad y de oposicin a un enemigo. Para decirlo de otra
manera, uno no adhiere globalmente a ideas sobre la clase obrera o sobre la manera de
resolver tal o cual problema poltico. Uno se pronuncia sobre realidades concretas de las
que tiene experiencia en relacin a individuos precisos. El estilo, los valores que
proponen algunos militantes terminan por marcar la conciencia del grupo, por
impregnar las mentalidades de los miembros del grupo. Esta forma especfica de
politizacin, elemento central de la cultura de taller, contribuye as a formar literalmente
un grupo, el que ha experimentado esas luchas, la fragilidad de las conquistas, el
recuerdo de lo que fue obtenido. En los aos 70 y a principios de los 80, la relativa
cohesin del grupo OS estaba ligada a la existencia de una accin poltica persistente y
renovada, a cierto modo de presencia de los delegados y de los militantes dentro de los
colectivos de trabajo tal como haban sido constituidos en una organizacin taylorista.
La especificidad del militantismo OS est, desde luego, ligada a la particularidad
sociocultural de este grupo. La mayora poseen recursos sociales en los que pueden
apoyarse. Algunos tienen tendencia, frente a la dominacin cultural y simblica que
sufren, a reaccionar con violencia. Una violencia que suele estar latente, pero que puede
explotar en ciertas circunstancias tales como el paro (o, cmo lo dice uno de estos
delegados OS; se ve que son gente que va hacia delante). El delegado es, primero que
nada, aquel que est confrontado a la angustia de los obreros ms frgiles, los ms
humildes, los que nunca entendieron bien (su recibo de sueldo, la manera en que se
cuentan sus horas, etc.) y no pueden leer o llenar los papeles, etc. Los delegados deben
saber escuchar, comprender, serenar, encontrar soluciones incluso si esas historias
complicadas que deben desenredar los desconciertan, los irritan y, a menudo, los
desmoralizan porque ven en esto la sumisin de ciertos obreros ante el dominio de los
patrones. La fuerza del sindicato remite a la calidad de la relacin que los militantes
mantienen con los obreros de su sector de trabajo, con los que se codean a diario en su
equipo. La manera en que construye la relacin de fuerzas con el jefe de taller, el
contramaestre160 o el jefe de equipo, la capacidad que tiene de llamar a sus amigos a la
accin en el momento decisivo determinan la reputacin social del militante. Lo que
funda su carisma, es el estilo de trabajo que practica en la continuidad. La forma en que,
por ejemplo, agrede a su agente de supervisin, pero tambin la forma en que puede
trabajar con l, en que puede elogiar a uno y provocar a otro. Es, finalmente, el modo en
que su forma de ser se armoniza con los valores del grupo.
160
En los viejos talleres de carrocera, los agentes de supervisin (al menos los jefes de equipo, los
contramaestres) no son los enemigos, ya que siempre son percibidos como miembros del grupo, aun
cuando no lo son completamente. Hay por lo menos una relacin de complicidad que puede establecerse
sobre la base de una homologa de habitus y tambin de ciertas actitudes ticas.
191
La calidad de la relacin que los militantes mantienen con los obreros de base (su
entrega o lo que es tematizado como tal) remite al hecho de que son vistos como
obreros y a su capacidad de hacer prevalecer en su taller cierto tipo de valores y de
prcticas (valores que en gran medida son viriles). Pero hay que ver que, la mayora
de las veces, el militante no impone sus propios valores, slo retoma los del grupo
depurndolos, estilizndolos para transformarlos en herramienta poltica. El ideal del
militante, en estos talleres, tal como lo omos decir muchas veces, es ser el alma del
grupo, estar tan cerca de los OS que logre expresar la totalidad de sus aspiraciones. Se
podra incluso decir que el ideal de este tipo de militante es disolverse en el grupo,
anularse como portavoz, estar en alguna medida siempre bajo control del grupo,
rechazar as la lgica social inscrita en el proceso de la delegacin. De ah ese privilegio
acordado a los momentos de fusin, de comunin, durante los cuales se puede
entrever un mundo ms justo y solidario.
Esta relacin entre los militantes y la base no puede durar y estabilizarse sino a partir
de una afinidad (profundamente social) entre ellos, que es la que otorga las condiciones
estructurales de reproduccin de la relacin de confianza. Pero es necesario insistir en la
dificultad de la tarea de los militantes. Frente a la direccin, estn en primera lnea,
regularmente expuestos a las sanciones, y estigmatizados. Poseen a la vez una gran
fuerza de resistencia, se apoyan sin cesar, se ayudan mutuamente. Frente a otros
obreros, el militante OS, por su trayectoria social anormal en general, un poco ms
diplomado que los otros (tiene el BEPC o el CAP), podra haberse convertido en obrero
profesional pero qued prisionero del juego de la lucha en el taller, ya no coincide
con su grupo de pertenencia y expresa de manera tanto ms ejemplar la difcil condicin
de su grupo en la medida en que l mismo siente dolorosamente su infelicidad
cultural161.
En el fondo, se puede entender que el militantismo OS remite a la conjuncin de dos
tipos de factores. Por un lado, la proximidad social permite a los portavoces del grupo
hablar dignamente y con fidelidad (con sus palabras, sus humores y su violencia). Por
otra parte, algunas condiciones materiales favorecen la emergencia de una cultura de
taller que inscribe el trabajo militante en ciertas formas: regulacin de los mltiples
pequeos intercambios y servicios entre obreros, negociacin de arreglos y acuerdos
con la supervisin para autorizar algunas transgresiones (por ejemplo, el consumo de
alcohol162), implicacin en los ritos que favorecen la sociabilidad del taller y
especialmente todo lo que gira alrededor de la ocupacin de las pausas, de los tiempos
de detencin y ms precisamente en los momentos en que se come. Son momentos
capitales en la vida del taller porque estn cargados de sentido social: el grupo se
reforma y se recrea alrededor de una manera de compartir la comida, la bebida, los
cigarrillos, en una suerte de fraternidad cuya brevedad es saboreada con conocimiento
de causa.
En esos momentos fuertes de la vida del taller, la verdadera vida, la que no
responde a ningn tipo de obligacin, volva a imponerse por fuera de la disciplina de la
fbrica. Y uno podra decir que el trabajo del militante se desarrollaba principalmente en
esos momentos en que las bromas iban y venan y en que todo el universo domstico se
haca presente. Un ejemplo: las comidas de los das viernes, en las mesas del taller,
161
Para entender la difcil relacin del militante de la cadena con el grupo que representa, exalta y odia a
la vez, remitimos al trabajo realizado junto a Christian Corouge y publicado en Actes de la Recherche en
sciences sociales, en 1984 y 1985.
162
Remitimos al lector a los anlisis ya publicados. Michel Pialoux, Chroniques Peugeot, Alcool et
politique. Le militantisme ouvrier dans les ateliers de carrosserie, Crise du syndicalisme et dignit
ouvrire (entretien avec Florence Weber), Politix, n14, 2e trimestre 1991.
192
constitua una operacin de desvo del uso del espacio de trabajo experimentada
como tal; los obreros coman ah, los agentes de supervisin tenan sus costumbres en
otros lados. El hecho de comer en las mesas del taller era vivido como una suerte de
alegre revancha sobre el orden de la fbrica (se morfa y se escupe encima). Christian
Corouge cuenta que esas comidas en las mesas de la fbrica tenan algo especial, que se
trataba de una suerte de transgresin y cada uno de los participantes tena la sensacin
de pertenecer a una comunidad, a una fraternidad reencontrada, reconquistada. En esos
momentos se anudaban lazos que le permitan desempear mejor su rol, percibirse
indisociablemente ligados a un grupo, ser por ende eficaz, porque poda entonces
presentarse como la expresin de la comunidad del taller.
El trabajo militante contribuy as a marcar socialmente el espacio del taller,
facilitando o legitimando el trabajo (inconciente) de apropiacin de parte de los
miembros del grupo de este espacio extranjero y hostil que es la cadena de montaje. Se
tena la impresin de asistir en ciertos casos a una suerte de revancha mediante la cual
cada uno retomaba una parte del rol social dejado en el umbral de la fbrica: el
bricolaje, el trabajo por fuera de la fbrica, el mundo domstico, la poltica, el deporte,
los hijos, la familia, los alimentos, el alcohol, etc. hacan irrupcin en el taller.
El prestigio, el poder o la autoridad moral de un militante, su resplandor en este
tipo de taller, no se vinculan en prioridad con la calidad o la inteligencia de sus
intervenciones en trminos de estrategia, con su realismo, con la manera en que
retoma consignas que vienen de arriba, sino con su capacidad de expresar los valores
del grupo; a travs de las bromas, los chistes, debe ser capaz de dar del grupo una
imagen fiel y gratificante. El prestigio del militante se expresa tambin en su arte de
inventar conductas que no siempre se explicitan como desafos163 pero que son vividas
por el grupo como tales, su arte tambin de percibir el estado de la relacin de fuerzas
con la supervisin (saber hasta donde se puede ir) para poder ganar esas pequeas
victorias morales tan importantes para reforzar su capital de simpata y de admiracin
en el ambiente de los obreros de su taller.
En 1990, en HC1, algunos obreros haban redactado una peticin para pedir la
expulsin de un profesional que haca perder el dinero de las bonificaciones164.
Mathieu, un viejo delegado CGT, OS, cuenta cmo, en una situacin comparable,
funcionaron los antiguos reflejos.
Tuvimos otro caso: era una persona invlida que tena restricciones mdicas y que estaba
trabajando en HC1. Y el tipo no lo lograba. Haca muchas faltas, penalizaba a los tipos de
su equipo, exactamente como en el otro caso. Y los tipos comenzaron a quejarse.
Entonces, fuimos con un amigo, un delegado, y discutimos con los muchachos. Queran
dejar de trabajar para que se fuera esta persona porque perturbaba el buen
funcionamiento. Y logramos dar vuelta la situacin. Dijimos: Qu es lo que estn por
hacer? No es culpa suya, no es culpa del pobre tipo, la lnea no es su lugar, entonces hay
que buscarle otro lugar, fuera de la lnea, para que pueda desempearse Le dijimos al
jefe: Bueno, si no le encuentran otro puesto, paramos Dimos vuelta las cosas. Les
explicamos bien, les dijimos: Eso era una manera ms... (Busca las palabras y no las
encuentra, quiere decir: solidaria, fraterna) Ustedes se dan cuenta de lo que estn
haciendo? Es grave. Si cada vez que alguien tiene problemas, los compaeros empiezan a
decir: Bueno, a se hay que echarlo! adnde vamos? Eh?... O sea, el patrn ya no
163
Cf. la invencin de los eslganes o palabras que funcionan, como el trmino de corbatas, que
designa a los pequeos cuadros de la fbrica que se encargan del servicio de orden, a lo largo de las
cadenas, cuando hay movilizaciones de huelguistas en los talleres.
164
Cf. el relato realizado en Michel Pialoux, Le dsarroi du dlgu, en Pierre Bourdieu (dir.), La
Misre du monde, op.cit., pp. 413-432.
193
tiene nada que hacer, ustedes hacen el trabajo exactamente como quiere l, eh? En el
nuevo grupo, es eso tambin, es decir que todo el mundo tiene que tirar para un mismo
lado y si llega a ser que hay una oveja negra, hay que hacerle entender que no est en su
lugar y sacarla. Nosotros, en cambio, dimos vuelta el asunto, y funcion! Nos dijeron:
Vamos a ir a hablar con el jefe. Hay que sacar a ese tipo, no est en su lugar en la lnea.
Hay restricciones mdicas, no estn siendo respetadas. No puede hacerse cargo de su
puesto, no es culpa suya, tienen que encontrarle un puesto en otro lugar, de lo contrario,
el equipo va a la huelga. Bueno, nos dijo: Est bien, le vamos a encontrar otro
puesto. Son los dos casos en los que tuvimos que intervenir as. En el otro caso, nos
cost ms (risas). Haba tipos que estaban mucho ms que estaban ms cerca de
nosotros [los sindicatos], que eran miembros del sindicato pero que haban reaccionado
de manera hostil contra esa persona. Ah nos cost.
Y cmo se resolvi?
Bueno, el tipo termin integrndose, y despus, bueno, se calm la cosa. Habamos
sacado un volante tambin diciendo que eso era hacer el juego de la direccin, que era
algo que tena realmente muchas consecuencias. [] La direccin, tal como haba
concebido su grupo y todo eso, no quera intervenir ms Le dejaba la iniciativa al
personal para que hicieran las cosas a su manera en el grupo. Iba hasta la exclusin de los
compaeros que no eran capaces de seguir. Tuvimos la suerte de poder reaccionar a
tiempo. Porque el tema era adnde bamos a para con todo eso Seguramente volvern a
hacer algo as, no lo dicen, pero no se dan por vencidos. Pero digamos que actualmente
no tienen los medios para lograrlo. []
Usted tiene la impresin que haciendo estas gestiones pueden obtener algo, que no
siempre estn vencidos de antemano?
No, a menudo ganamos. (Dudando un poco). Siempre nos reprochan en el sindicato en
fin, la jerarqua del sindicato nos reprocha siempre, a los militantes de acabado, que no
hacemos gran cosa. Pero no es as, hacemos muchas cosas. Son cosas chicas que, a pesar
de todo, tienen cierto valor para el personal, en trminos de condiciones de trabajo, en un
montn de temas. Y ah dnde intervenimos, ganamos. Pero el tema es que no hacemos
suficientes volantes! No lo decimos.
2. El delegado y su base
194
otros. A cambio, stos deban mostrarse a la altura de la grandeza moral de sus
mandantes. El acuerdo entre las dos partes no era posible sino teniendo en cuenta no la
similitud pero s la homologa del habitus adquirido en la infancia y la adolescencia. En
otros trminos, cierta cantidad de experiencias fundamentales permitan comunicar,
sentir una pertenencia comn. Cada uno deba, de alguna manera, garantizar a los dems
cierta imagen de s mismo y tambin la afirmacin de que el grupo, el colectivo, era un
valor que haba que respetar, que la preservacin de la propia estima pasaba por la de
los valores del grupo. Haba una forma de equilibro inestable cada cual deba estar a la
altura de la idea que el otro se haca de l. Tambin caba la posibilidad de una
exasperacin del sistema, teniendo en cuenta una preocupacin en trminos de
bsqueda de dignidad, de defensa de un honor social obrero. Lo que est en juego ac es
el mecanismo mismo que, segn el anlisis que hace Bernard Pudal, permiti el pleno
desarrollo del estalinismo y de las lites estalinistas con un trasfondo de
humillacin165.
Por inestable que fuera el sistema, este orden tena ventajas para ambas partes. A
los OS de base les aportaba servicios, una asistencia en sus enfrentamientos con los
jefes, en la defensa de sus derechos, de sus salarios, de sus condiciones de trabajo166.
Traa tambin aparejado una imagen y un orgullo nutridos por el sentimiento de
pertenecer a un grupo los trabajadores de carrocera, los obreros de Peugeot,
elemento de una entidad ms amplia: la clase obrera, todo eso era inseparable de una
esperanza poltica vaga la idea de emancipacin y de promocin de la clase,
pospuesta.
A los delegados, el militantismo les aportaba pequeas ventajas: salir un momento
de la cadena, poder ir a reuniones, escapar a ciertas formas de intimidacin por parte de
los jefes. Era parte de una suerte de subcultura la subcultura militante que podra
haber sido la condicin de acceso a la gran cultura, mediante las actividades del
comit de empresa (biblioteca, foto-club, exposiciones, etc.) y las casas de la cultura.
Muchos vivan entonces una nueva vida, se sentan embarcados en otro mundo. Poda
ser un punto de partida para una suerte de aventura intelectual.
Los grandes momentos de la historia del grupo, los que brindan puntos de referencias
y por los cuales se define, son evidentemente los momentos de lucha y de paro (los
paros de 1981 y de 1989 dejaron recuerdos imborrables). Refuerzan la idea de que slo
mediante un movimiento colectivo se operan los avances sociales, pero transforman
tambin, al menos durante un tiempo, la imagen que los miembros del grupo tienen de
s mismos a nivel individual, provocando una suerte de intensificacin masiva de los
intercambios, cambiando el rgimen de las pasiones que existen en el grupo. Es
tambin a travs de los intercambios (de representaciones, de afectos) que las figuras
carismticas se construyen, que el resplandor de ciertos militantes se impone. Ese
sistema de dones y contra-dones, de intercambios simblicos, que era el fundamento
de la relacin entre los delegados y su base va a ser progresivamente alterado a lo
largo de los aos 80. Lo que se va a deteriorar, a travs de negociaciones y negociados,
es la posibilidad de que se construya esa estima de s. Pero esa desestructuracin del
165
Cf. Bernard Pudal, Prendre parti. Pour une sociologie historique du PCF, Presses de la FNSP, 1989.
166
Los compaeros del delegado (los de su grupo inmediato de trabajo, pero tambin los que lo
conocen personalmente) esperan mucho de l. Tambin se encuentra comprometido en un trabajo
multiforme, a menudo descrito como un trabajo de asistente social o de escribano pblico (resolver
pequeos asuntos, llenar formularios). A veces puede ser que tenga que negociar con los jefes, pero suele
hacer tareas ingratas a diario que considera indispensables para el logro de todo trabajo poltico. Dado el
nivel de conocimientos tcnicos de los que dispone en un principio, debe cultivarse, ser ms eficaz, a
menudo le importa asumir distintas responsabilidades en diferentes niveles, participar en diferentes
grupos de trabajo o comisiones (todo el sistema legislativo lo incentiva en ese sentido).
195
sistema poltico del taller estaba, en cierta medida, en germen en lo que se podra
llamar las contradicciones estructurales del delegado.
Para poder asegurar la defensa de los otros OS, es necesario que el militante sea
diferente, que acepte momentneamente separarse de las personas de su grupo. Es
necesario, en efecto, que participe en actividades exteriores a su grupo, por ejemplo, que
pueda capacitarse aunque sea un poco en un marco sindical o poltico, aprender a hablar
en pblico, vencer el miedo, la timidez; tomar apoyo en estructuras exteriores, las que le
brinda el movimiento obrero organizado (la instancia que va a legitimar su actividad de
defensa de los dems). El riesgo que corre y que descubrir progresivamente consiste en
distanciarse de los miembros de su grupo, a los cuales, al mismo tiempo, puede llegar a
identificarse de un modo particular, casi mstico, frente a la incomprensin de los
otros (los mandos medios, los externos a la fbrica, algunos OP a veces), frente a
las realidades de la condicin obrera, en particular la que viven los trabajadores en
cadena.
El saber que acumula, el dominio de la palabra que adquiere, hacen de l un
trnsfuga en potencia, alguien que puede querer ascender o escaparse de la fbrica.
Los dems lo saben o lo presienten, cabe sospechar que el militante puede traicionar al
grupo o que quiera un da traicionarlo. De ah, mltiples llamados de atencin por parte
de los otros, de los OS de base. Para evitar reforzar esa sospecha, es necesario
exagerar la abnegacin en relacin a los otros OS: convertirse en un militante por
completo, implicarse totalmente en su nueva tarea, estar siempre disponible para los
dems.
Porque el delegado funciona bajo la doble mirada y reivindicando una doble lealtad:
la de los compaeros del taller y la de los compaeros del grupo militante con quienes
se identifica cada vez ms. Lo que puede explicar la recurrencia en los discursos de los
viejos militantes de este tipo de afirmaciones: La CFDT [o la CGT] me lo dio todo, me
aport todo, y el sentimiento cada vez ms fuerte de que hay, por lo mismo, una deuda.
Para aplacar las tensiones que caracterizan su persona social, estos sindicalistas operan
frecuentemente una suerte de inversin simblica que busca demostrar que han
permanecido del lado de los proletarios, que no han pactado con los jefes ni con los
alcahuetes. Son lgicas poderosas y desgastantes, que pueden auto-nutrirse pero que
pueden tambin desreglarse ni bien se insina la duda. Y, hoy, las vas por las cuales
sta se insina son mltiples.
La posicin del delegado puede reproducirse mientras los militantes se siente seguros
de cierta representacin de s mismos (reafirmados por las alianzas con distintos
partidos o grupos sociales), mientras subsiste determinado tipo de creencias, por
ejemplo la conviccin de que, actuando como lo hacen, son parte de algo mayor. Pero
tambin, a nivel local, mientras existe cierta forma de organizacin del trabajo, un tipo
de relaciones violentas que llaman casi necesariamente al conflicto. En Sochaux, el
desarrollo (y a veces la exasperacin) de esta lgica militante en su forma antigua fue
posible hasta mediados de los aos 80, pero, desde entonces, el mecanismo de
reproduccin se fren: los antiguos militantes han perdido su fe, en todo caso ya no
creen como antes, se preguntan si hay que seguir y cmo hacerlo. No emergen nuevas
figuras (se podra decir que no se presentan ms) en el mercado del militantismo.
196
Estas dificultades, el militante puede tratar de resolverlas mediante negociaciones
provisorias y difcilmente decibles, o por una suerte de huida hacia delante.
Cabe insistir, en un primer momento, en los efectos de las transformaciones del
mundo obrero. En el marco del antiguo orden taylorista, las condiciones de trabajo eran
objeto de mltiples luchas durante las cuales el delegado haca sus pruebas. Este deba
mostrar su capacidad de resistir no solamente verbalmente o en el registro de la
provocacin lgica de inversin simblica en la que algunos eran virtuosos sino
tambin por una contestacin cifrada y argumentada desde el interior. Los delegados
haban conquistado, refirindose al anlisis marxista de la explotacin e identificando
ah mismo los mecanismos de extorsin de la plusvala (los mil y un trucos de la
direccin para ganar tiempo en las cadenas), una capacidad de negociacin informal
que haca tambin su poder simblico y generaba el respeto de los dems OS. El lugar
de trabajo era un mbito prcticamente ocupado polticamente y donde las palabras
mismas funcionaban en un registro poltico, un registro de denuncia casi permanente.
La politizacin de los OS se apoyaba en ese motor de la toma de conciencia de clases
que era la explotacin en el trabajo, las mltiples formas que revesta, su brutalidad.
Los militantes estaban tambin apoyados en esta empresa por la posibilidad de oponerse
violentamente a las figuras emblemticas que encarnaban fsicamente el orden taylorista
los pequeos agentes de supervisin, los cronometradores, la oficina de mtodos, todos
aquellos que ejercan funciones de supervisin. Estos personajes odiados cristalizaban la
animosidad de los OS y en ellos se concentraban los ataques de los militantes.
Encarnaban un enemigo comn, concreto, bien identificado: los que intentaban captar
los trucos de los OS, los que registraban los ritmos de trabajo para aumentar la
productividad en beneficio del patrn, los que estaban ah para acorralarte,
Ahora bien, estas figuras ya no estn tan presentes en los talleres, el estilo de mando
ha cambiado, lo encarnan personajes que difcilmente pueden ser atacados de frente
(como los BTS).
El leitmotiv de los militantes en los ltimos aos ya no hay sociabilidad, ya no
hay un buen ambiente traduce en gran parte la prdida del poder de accin que tenan
anteriormente. Antes, los militantes OS podan conducir una contestacin argumentada
frente a los jefes, guiados por la preocupacin de hacer que el trabajo de los OS fuera un
poco ms inteligente, de negar el orden de las cosas en los talleres porque estaban
convencidos que valan ms que eso167. Este trabajo fue vivido por los militantes
como una formidable apertura de su horizonte, como una conquista, una manera
desviada de acceder a la cultura. Era tambin, para algunos, la nica manera de
aguantar en tanto OS. Este saber prctico era sobre todo un saber de lucha, la
lucha que deba poner en dificultades a los jefes y que, a su manera, daba una imagen
positiva, a la vez combativa y constructiva, del grupo de los compaeros. Estos
viejos OS militantes, formados en los aos 60-70, haban forjado sus propias
categoras de pensamiento mediante la lucha. Por lo mismo, tenan tendencia a
interpretar las transformaciones en curso en los talleres a partir de esta cultura poltica.
No se plegaban al orden de la fbrica, siempre estaban pidiendo cuentas. Eran a la vez
los herederos de una historia colectiva (en particular de la historia de luchas muy duras
post-1968 y en los aos 70) y prisioneros de esa historia.
167
No olvidemos que estos militantes, que tienen a veces buenos CAP (obtenidos en los aos 60), podran
haber sido buenos profesionales. Algunos, que haban iniciado estudios superiores los interrumpieron sin
arrepentirse demasiado para entrar a la empresa, saban lo que hacan: haba ventajas muy tangibles
(un buen salario, la garanta del empleo) y, en cierta medida, era posible elegir una filiacin obrera,
aceptar un legado.
197
Ahora bien, la generalizacin del justo a tiempo y la presencia masiva de la
electrnica privaron a los militantes de los medios para contrarrestar a los jefes y por
ende para cuestionarlos. El riesgo es grande, entonces, de que el militante termine por
convertirse en un gritn de ltima fila como dice uno de los OS entrevistados. Slo
los militantes que dejaron el grupo de OS pueden decir eso abiertamente, los otros los
que se quedan no pueden confesarlo, o lo formulan con eufemismos.
Lo que est en juego no es solamente su imagen de militantes sino tambin el
fundamento material sobre el que se apoyaban: su saber prctico, su conocimiento de la
empresa, suerte de pequeo capital nativo, especfico al mundo de la fbrica. Tendran
que reconocer que estn tan sobrepasados como los dems en materia de
transformacin del trabajo168, lo que, objetivamente, los acerca a los OS de base. Les es
ms cmodo insistir en los cambios a la vez ms reveladores y ms manejables porque
cobran sentido en una historia (la conmocin de la vida colectiva en los talleres, la
presin del grupo en los individuos, la exigencia de disponibilidad, la prdida de los
pequeos espacios de libertad, etc.) y porque permiten encontrar el registro de la
denuncia.
Otro obstculo en el trabajo de los delegados es la dificultad cada vez mayor para
resolver luchas que tienen que ver con la competencia (entre obreros) cuando fueron
formados y entrenados en la antigua lgica del grupo para oponerse en luchas frontales
con la jerarqua. La capacidad de movilizar a la gente de su equipo era suficiente.
Frente a la lgica de enfrentamiento de hoy, los delegados no pueden (o no saben cmo)
oponerse, paralizados por los esquemas que continan estructurando sus mentes, como
no sea dando algo que no se atreven realmente a hacer una suerte de ctedra moral
cvica en nombre de la clase que ya no puede ser aceptada por los jvenes, en la
medida en que son vctimas de la competencia.
La actividad esencial del delegado consiste de ahora en ms en mantener contra
todas las maniobras de la direccin y con lo que se podra llamar la complicidad de
algunos miembros del grupo la antigua tica: la ayuda mutua y la solidaridad, el honor
del grupo, su capacidad de resistencia, la ostentacin de su dignidad, su frrea voluntad
de no rebajarse ante el patrn, de no permitir los juicios hirientes de los mandos medios
sobre los OS. Lo que intentan los militantes que quedan, casi solos y algo
desesperadamente, es mantener a pesar de todo la unidad del grupo contra todas las
fuerzas centrifugas (objetivas y subjetivas) que lo dispersan, lo disuelven o lo
fragmentan en pequeas individualidades. Pero, al perder confianza en s mismos,
pierden confianza en los dems. Muchos descubren poco a poco que el trabajo sindical
tiene cada vez menos sentido, a partir del momento en que las perspectivas polticas en
sentido amplio se desdibujan. Descubren entonces que estn asumiendo un rol de
asistente social169, expresin negativa que remite a tareas profundamente
desvalorizadas. Esta toma de conciencia se produce justo en el momento en que la
jerarqua de la fbrica comprende que puede y debe hacer uso de esa fragilidad. Muchos
militantes vivan el trabajo de OS como la contraparte obligada de un trabajo
propiamente poltico que ennobleca su existencia y en el que podan involucrarse. Se
alejan a medida que la accin sindical se desvaloriza. Desde luego, es necesario insistir
168
En las entrevistas con los militantes OS, estos cambios ligados a la informatizacin de la produccin
son a menudo evocados incidentalmente por la banda. Las nuevas palabras de la gestin productiva
(como cadenciamiento) no son explicitadas, como si no pudieran ser objeto de una apropiacin personal
o colectiva, que pertenece necesariamente al mundo de los ingenieros o de los BTS.
169
Trabajo que ya hacan con cierta reticencia y malestar (en todo caso como la compensacin obligada
del trabajo propiamente poltico que implicaba su accin). Subrayemos tambin que ese trabajo tiende
cada vez ms a ser tomado a cargo por los monitores.
198
en la diversidad de las situaciones. Pero es particularmente interesante reflexionar sobre
el caso de los militantes que se sitan en lo ms bajo de la institucin sindical, porque
parecen cercanos a los otros obreros. Algunos van a intentar a toda costa preservar la
antigua tica del grupo. Estos militantes movilizan el honor del grupo. Y a menudo lo
logran, por poco que la coyuntura se preste (paro de octubre de 1989).
[Hoy] ya no hay confianza entre obreros. Es una de las primeras cosas que nos
dicen los viejos militantes o los obreros durante las entrevistas. A sus ojos, esta
confianza exista en un momento en que dentro del grupo de trabajo las divisiones
eran claras. En efecto, durante mucho tiempo se supo exactamente quines eran los
peugeotistas y quines los anti-peugeotistas. Entre los dos se extenda una gama de
actitudes complejas, muchos obreros tomaban posicin en relacin al polo Peugeot o al
polo sindical. Haba tambin un sistema de distinciones claras: OS y OP, agentes de
supervisin y obreros. A mediados de los aos 90, el conjunto de este sistema se
opac. Ya no es posible para el observador exterior escindir en dos o tres bloques la
poblacin de los asalariados sobre criterios polticos o para-polticos. Las antiguas
referencias se desmoronan. Entre los que, en el trabajo, formaban ms o menos parte del
grupo de los compaeros o, por lo menos, no eran considerados como alcahuetes o
como SIAP (miembros del sindicato de Peugeot, vendidos a la fbrica, segn el
lenguaje militante), algunos entran en el juego de la empresa pero le piden a los
delegados (con los que a menudo han mantenido vnculos) que salven, a su manera, el
honor del grupo y tambin el suyo.
Se podra decir que, en los nuevos talleres, todos se comportan un poco como
alcahuetes. Pero la necesidad de protegerse contra un orden econmico que ejerce
sobre ellos (y sobre su vida privada) presiones enormes, siendo a la vez extrao e
indescifrable, incita a la indulgencia con los alcahuetes. Muchos tienen el sentimiento
de que las antiguas formas de resistencia se han vuelto intiles, que no impedirn la
obligacin de adaptarse, cueste lo que cueste, a la modernizacin. Los alcahuetes
tradicionales podan presentarse como tales, haban elegido su bando y, de alguna
manera, asuman esa eleccin. Los OS que entraron en los ltimos aos en el juego de
la direccin (se convirtieron en monitores, aceptaron un ascenso y se comportan como
alcahuetes para obtener una bonificacin), lo hacen con vergenza, disimulando, con
una suerte de mala fe, a menudo en perjuicio de los ms dbiles (por ejemplo, los
inmigrantes), tomando revanchas mezquinas sobre los dems. Lo que los mueve a
comportarse as es principalmente el miedo, el deseo de mantener su puesto. En algunos
casos, tambin se puede ver en esos comportamientos la voluntad de reformarse
moralmente, individualmente, de volverse ms constructivos (como dicen, usando
otras palabras, los jvenes temporarios), de querer creer que se puede, no escapar a la
condicin de OS pero s vivirla de manera diferente, por ejemplo, rechazando la
atmosfera de lo sucio, de la violencia y de la lucha, aspirando a formas de
participacin, de cooperacin.
Pero, a diferencia de los alcahuetes de antes, que combatan abierta y
persistentemente a la CGT y a la CFDT, los OS que entran al sistema no tienen una
ideologa. Por eso, es difcil estigmatizar sus acciones como prcticas indignas en
nombre de qu tica?, y eso tanto ms que la antigua tica sindical a menudo le resulta
arcaica a los mismos militantes en relacin a las nuevas exigencias econmicas y a las
obligaciones sobre la fbrica.
199
El antiguo grupo de trabajo se estructuraba en torno a los compaeros, algunos
valores, y sobre todo contra los jefes y los alcahuetes. Constitua una suerte de
comunidad autnoma en su manera de resolver problemas con los jefes; los delegados
especialmente conocan el arte de implicarlos o de hacerlos partcipes. Lo que ocurre en
los nuevos talleres (especialmente en la primera fase del traslado a HC1170), es que el
grupo se divide. La tica del grupo ya no logra imponerse, y, por lo mismo gracias al
trabajo de los alcahuetes, el grupo se vuelve transparente a los ojos de los jefes. Lo
informal, lo implcito, lo confidencial que una a los obreros est cuestionado. El grupo
ya no ofrece proteccin colectiva, todos se siente vigilados y amenazados por todos.
Pero esta transformacin no implica gente nueva, son los mismos obreros de antes los
que, en algn punto, se dieron vuelta, esos mismos que haban participado de los
paros, con los que se compartieron momentos importantes y con los que los militantes
se sentan en confianza. Viejos militantes se sienten traicionados desde el interior por
otros viejos, por tipos con los que envejecieron en el trabajo, a menudo antiguos
huelguistas, no alcahuetes. Los militantes tienen entonces la impresin de que todo
un mundo se derrumba, pierde sus valores, sus puntos de referencia, y que gira en
sentido contrario. El espectculo del grupo desunido es el emblema de una derrota en
acto, del fracaso de cierta moral.
170
En los inicios de HC1, era llamativo que no hubiera una lucha abierta, protestas pblicas sino gruidos
sordos, gente que reclamaba cada cual por su lado, que maldeca la empresa, que se quejaba de manera
aislada como si esas insatisfacciones, esos dolores no pudieran sumarse o cristalizarse. Las
insatisfacciones y los sufrimientos de la vida laboral tendan a expresarse tan solo en el registro de la
queja, dando de ellos una imagen de vencidos, de quejumbrosos.
171
Pero cul es el precio a pagar cuando se entra en una va que puede no aportar gran cosa, decepcionar
terriblemente? Habr que pagar renunciando al grupo de amigos y a todo lo que, hasta entonces, le haba
dado sentido a la vida? Sobre estas cuestiones de capacitacin, a menudo los delegados parecen tener
dificultades para expresarse. No son cosas que se puedan contar, decir Slo hay algunas reflexiones que
se expresan casi confidencialmente. Por qu? Porque es muy difcil encarar eso de frente, enfrentarlo,
intervienen cosas muy dolorosas. Las relaciones entre lo individual y lo colectivo, el sistema de
elecciones antes eran pensados de manera bien especfica. Es todo ese sistema lo que de pronto pierde
sentido.
200
aceptar una capacitacin, en el caso de los militantes, es vivida con mala conciencia y
mala fe, es porque la idea de que van a traicionar al grupo est ah en la mente de los
que se haban comprometido a representarlo, a servirlo. Llegados a cierto momento de
su historia individual172, no pueden hacer otra cosa que no sea tratar de salvarse
corriendo el riesgo de traicionar a los compaeros.
La huida de los delegados que se aceler despus de la euforia que sigui el paro de
1989 alimenta la suspicacia y el resentimiento hacia los portavoces tradicionales del
grupo. Con la partida de varios militantes que se fueron para seguir una capacitacin por
fuera de la fbrica (se sabe que no volvern), el resto de los OS condenados a
quedarse en cadena, descubren que ya no forman parte de una comunidad de destino.
Esas partidas de delegados refuerzan la sospecha de que muchos habran usado su
posicin para preparar mejor su porvenir, escapar a la cadena y, en definitiva, a la
fbrica. La crisis del militantismo obrero en la fbrica nutre el final de la creencia en la
actividad militante en tanto abnegacin desinteresada y agrava la suerte de
resentimiento que los OS de base no pueden evitar sentir en relacin a ellos, y por ende,
refuerza la conviccin de ciertos militantes de que hay que partir.
Las cualidades que hacan antes al buen militante la capacidad de tomar la
palabra, la aptitud para elaborar los temas, la especializacin en un mbito de accin
sindical, la adquisicin de un pequeo capital social e intelectual vinculado con la
actividad militante hoy pueden ser percibidas como amenazas indirectamente dirigidas
a los OS, condenados a quedarse y desprovistos de esos recursos. Los que, se supona,
deban defenderlos ahora pueden escapar a la injusticia suprema que es tener que
quedarse en cadena toda la vida, sin esperanzas de que mejore su situacin. La huida de
los militantes les hizo medir concretamente la distancia que los separa. Tambin les hizo
entender retrospectivamente la ficcin de la fusin entre los militantes y el grupo,
poniendo al da las diferencias sociales dentro del mismo grupo obrero local (diferencias
de edad, de nivel cultural, de ingenio). El hecho de que haya militantes que se vayan
para capacitarse les hace tomar bruscamente conciencia de su propia impotencia,
refuerza tambin su conviccin de que no tienen otra solucin para protegerse como no
sea asegurar una pequea puerta de salida al interior mismo de la empresa,
legitimando as las actitudes de desprendimiento en relacin a los antiguos valores que
encarnaban estos militantes y agravando an ms la perdida de confianza en relacin a
los delegados.
La mayora de los militantes tratan de responder a pedidos contradictorios de los
obreros de base con los medios que tienen en el momento. Algunos se retiran despacito,
en puntas de pie, haciendo como si creyeran que tras ellos otros estarn listos para tomar
el relevo, sin explicar demasiado su propia partida, en un ambiente de malestar. Otros
se crispan en formas antiguas del militantismo, buscan movilizarlas cueste lo que
cueste. Los que resisten mejor son los militantes solteros o de ms aos (cuyos hijos ya
estn ubicados en la vida) y que anteriormente se implicaron mucho en la fbrica y
tienen que preservar un capital simblico que les cost adquirir. Porque subsiste una
demanda de los obreros de base para que algunos sigan ocupando posiciones
militantes en el taller, continen defendindolos, a la manera tradicional lo que es
perfectamente compatible con la suspicacia creciente que nutren hacia ellos. En la
medida en que la oferta por parte de los militantes potenciales disminuye
considerablemente (las canteras se agotan, dicen muchos militantes, especialmente la
de la JOC para la CFDT y la de la JC para el PC), el sistema sigue descansando en los
viejos militantes OS, que aguantan y resisten, siendo respetados, ajenos a toda sospecha
172
Desde luego, habra que poder ubicar cada una de estas propuestas generales en el marco de estudios
abocados a las trayectorias profesionales y sociales de militantes.
201
de arribismo, y que van a permanecer hasta la prejubilacin, admirados, alabados, pero
a sabiendas de que, a menos que se produzca un milagro, no habr relevo. Es en
referencia a ellos, a su prestigio, que van a votar por la CGT para las elecciones de
delegado de personal (DP), como smbolo de una dignidad a la antigua que el grupo en
su conjunto ya no puede encarnar, cosa de la que son concientes173.
Muchos de estos militantes tienen la sensacin de que son (y deben permanecer)
fieles a s mismos, que pueden vivir esa fidelidad dentro del pequeo grupo de amigos,
grupo que ya no parece tan estrechamente centrado sobre s mismo como en el pasado.
Tienen la impresin de que no pueden ceder moralmente ante Peugeot pero no
reciben o lo hacen cada vez menos las gratificaciones que podan esperar en el
sistema antiguo. Adems, a menudo estn confrontados a problemas muy duros de la
vida familiar. Muchos han adoptado una lgica de defensa del honor social: lo
importante para ellos es no perder la fachada frente a los compaeros o frente a la
fbrica. Ahora bien, se dan cuenta de que los riesgos aumentan al convertirse en
delegado, de que no les aporta, a nivel individual, ms que problemas, y de que toleran
cada vez menos lo que soportaban cuando todava se poda esperar une mejora de la
situacin colectiva. Toman conciencia de que siempre se les tratar como ilegales en
la fbrica y que, por lo mismo, no tendrn la ms mnima posibilidad de ascender.
Sin embargo, el anlisis de la manera en que el militantismo fue perdiendo terreno y
de la crisis de los valores militantes no puede limitarse solamente al universo de la
fbrica. Debe tomar en cuenta los acontecimientos nacionales o internacionales. Ahora
bien, qu hechos marcan la coyuntura sociopoltica a fines de los 80 y a principio de
los 90? La cada del muro de Berln (1989), el derrumbe del comunismo al Este. Estos
acontecimientos tuvieron fuertes repercusiones en las conciencias obreras, incluso si a
los militantes les cuesta hablar de todo eso174. Porque el militante, aun si hace mucho
que participa en una accin poltico-sindical, termina por ser afectado por las crticas
lanzadas contra la utopa socialista y por la manera en que degener en rgimen
tirnico. Llega a no atreverse a pronunciar ciertas palabras, a sentirse desposedo de una
parte de su historia, central para l, en la medida en que estaba ligada a un trabajo de
rehabilitacin de s mediante el militantismo. Este trabajo de (re)construccin de s
vacila y no encuentra sus puntos de arraigo, las referencias (especialmente intelectuales)
exteriores al mundo de los obreros que lo sostuvieron durante tanto tiempo. Y esto, en
una coyuntura donde todo lo que ve en la fbrica pauperizacin moral, sentimiento de
un hundimiento inexorable no invalida, al contrario, los esquemas crticos que
implementaba para pensar su condicin y la de sus compaeros. No logra convencerse
de que est equivocado. Sobre este punto, es llamativo que el sufrimiento de los viejos
militantes CFDT (de sensibilidad socialista y cristiana) aparezca a menudo ms agudo,
o en todo caso sea dicho con palabras ms patticas, que la de los militantes CGT, como
si estos ltimos tuvieran en su historia suficientes recursos para, por una suerte de
cinismo teido de humor negro, tomar ms distancia con un pasado que a veces fingen
declarar totalmente pasado pero del que no pueden, desde luego, desprenderse.
Por toda su historia y tambin por lo que ven todos los das en la fbrica175, los
militantes OS tienen una dificultad especfica para romper con los esquemas que
173
En Sochaux, votar por la CGT es algo que se hace tanto ms fcilmente que los vnculos parecen muy
distendidos con el PC, desde la ruptura entre renovadores y ortodoxos.
174
Slo hablan con medias palabras, ante un interlocutor, cuando se establece una relacin que se parece
a la de confianza. Ver la entrevista realizada con un obrero comunista, en Michel Pialoux, Le vieil
ouvrier et la nouvelle usine, en Pierre Bourdieu (dir.), La Misre du monde, op.cit. pp. 331-348.
175
Como en la ltima etapa de nuestro trabajo de campo (mayo de 1998), ese obrero de apenas 50 aos
que cay fulminado por un paro cardiaco en su puesto de trabajo.
202
durante mucho tiempo los ayudaron a pensar y a ver el mundo y, por ende, a vivir. No
logran pasar de una visin del mundo dominada por el enfrentamiento y la lucha a una
visin ms apaciguada que deja entrever intereses comunes entre la empresa y sus
asalariados. Es la razn por la que se presentan, especialmente ante los ojos de los
asalariados ms jvenes de la fbrica, como gente tozuda, obtusa o sectaria, que
le da siempre vuelta a los mismos temas. Esta dificultad para operar una suerte de
reconversin mental tambin se vincula ntimamente con su casi-imposibilidad de
operar la menor reconversin social. A diferencia de los portavoces formados del grupo
obrero (antiguos cuadros, tcnicos o incluso profesionales), que disponan de cierto
capital cultural y que se presentan a veces como intelectuales los que, por ejemplo,
llegaron a los niveles centrales de los aparatos sindicales, estos militantes OS estn
mal armados para reconstruir otra identidad, lo que se podra llamar una identidad de
repliegue que les permitira mantener al menos las apariencias. En el fondo, se
presentan como personajes engaados, son los que tuvieron que pagar el precio ms alto
y no supieron retirar sus cartas a tiempo ni romper con ciertas creencias, como otros,
ms astutos, pudieron hacerlo. Pocos campos de actividad estn disponibles para
ellos, con excepcin del trabajo social (en sentido amplio) o ciertas acciones de
comunicacin y educacin popular (algunos tratan de lanzarse). La mayora se repliega
en el universo familiar, hacia el que se desplaza una forma de solidaridad y se pone en
los hijos la esperanza que ya no puede depositar en la promocin colectiva (como se
deca todava en los aos 70) de un grupo el de los obreros en va de desagregacin.
176
Son todos antiguos trabajadores temporarios, que trabajan fijo desde principios de los aos 90, y que
despus de haber jugado el juego de la empresa se decepcionaron (se rieron de nosotros). Adhirieron a
la CGT, abandonaron toda perspectiva de ascender e hicieron la eleccin difcil de seguir siendo
operadores.
177
Cf. Stphane Beaud, Le rve de lintrimaire, en Pierre Bourdieu (dir.), La Misre du monde, op.cit.
pp. 349-365.
203
En los relatos que algunos hacen de su trabajo en Sochaux, la fbrica se presenta
como un remanso de paz; el contrato de temporario es una ocasin nica para demostrar
algo y desmentir en hechos los prejuicios y las etiquetas impuestas cuando entraron a la
fbrica (a los temporarios no les importa nada). En el trabajo son corajudos, tenaces,
abnegados. No entienden que se obstaculice el trabajo, el sabotaje, las formas larvadas
de resistencia a la empresa. Lo que descubren en la fbrica, en las cadenas de montaje,
les indigna: viejos OS que se lo pasan reclamando, que chupan, que se divierten
jugando su pequea guerra con los jefes o, peor an, que sabotean el trabajo. Este tipo
de actitudes, lo que queda de la cultura de taller de los aos 70, la ven como un lujo de
privilegiados. No se les vendra a la mente oponerse a los jefes: los respetan. Entre
otras cosas porque resuelven sus problemas con la jerarqua y que sta los ayuda
cubrindolos en relacin a la agencia de trabajo temporario. Su jefe es quien evala
su trabajo y ejerce as una suerte de poder de contratacin sobre ellos. En su caso, no es
de los jefes que proviene el peligro, sino ms bien de los viejos OS que los
sermonean y los retan para hacerlos entrar en su juego. En cuanto a los delegados,
aunque no los ven (a los delegados no les interesan los temporarios porque nosotros no
nos quedamos), los perciben como protectores de los viejos que estn bien
instalados en el lugar e impiden que entren los jvenes.
A diferencia de sus mayores178 (los OS de 35-45 aos) que trabajan junto a ellos en
las cadenas, los temporarios ya tienen una experiencia de su impotencia social. Estn en
una situacin de debilidad estructural que se debe tanto a la marca negativa que opera
el sistema escolar como a su incapacidad de pensar lo que sea de la estructura social.
Por ejemplo, no saben cmo nombrar su exclusin. En su manera de presentar su
recorrido es significativo que duden constantemente entre el registro de la denuncia y el
de la racionalizacin. Incluso cuando podran dejarse llevar por un discurso violento y
acusador contra los patrones, la sensacin es que no pueden sostener hasta el final el
lenguaje del enfrentamiento de clase. Siempre vuelven a un discurso ms moderado y
ms moral, como si a cada rato tuvieran que preocuparse por ganarse los favores del
empleador (trmino que emplean mucho ms frecuentemente que el de patrn). La
utilizacin recurrente que hacen del vocabulario jurdico, vinculada con la diversidad de
los contratos de trabajo que conocen desde hace aos, es la principal manera que tienen
de dar cuenta de su exclusin y suavizarla. Son los hombres de los contratitos,
acostumbrados a contentarse con lo que hay. Por ejemplo, para evocar la interrupcin
de su contrato nunca dicen que los van a despedir o que los van a echar de una empresa
sino que el contrato est terminado, que estn al final del contrato. Su experiencia de
la precariedad y la situacin especfica del trabajo temporario sus empleadores en el
sentido jurdico son las agencias y no las empresas que recurren a ellos contribuyen a
producir una suerte de impunidad patronal y una conversin obligada al realismo
econmico: los patrones no son culpados en tanto empleadores potenciales, los
explotadores (tambin utilizan la palabra) son los otros, las agencias de trabajo
temporario y a veces el Estado que deja hacer.
No son verdaderamente obreros, su condicin obrera es superficial y casi siempre
corren el riesgo de tener que ser asistidos. Solos y aislados frente a enemigos
178
Uno de los intereses de hacer un trabajo comparativo entre los viejos OS y los jvenes precarios es
poder objetivar el grupo de viejos OS a travs de la mirada de los jvenes obreros (precarios
principalmente) y viceversa. Se puede as revelar la lucidez y la ceguera de dos grupos que son en s
mismas constitutivas de cada uno de ellos. Se podra decir que, de cierta manera, los jvenes precarios
dicen la verdad de los viejos, o ms exactamente la verdad que los viejos no pueden decir, a saber que la
angustia en la que viven tiene que ver con la exclusin y con lo que est asociado a ella, la angustia de la
decadencia (relegacin social, alcohol, prdida de la vivienda, soltera), el miedo al futuro
204
dispersos (las agencias de trabajo temporario, los albergues, etc.), terminan agotndose
en combates individuales perdidos de antemano. Una de las caractersticas de su
condicin es la manera en que su horizonte se ha ido achicando, el encierro en la vida
diaria producto de su estatuto de no-persona social (de no-adulto tambin): no
tienen trabajo estable y por lo mismo no tienen vivienda propia, ni posibilidad de
obtener prstamos de consumo (para un auto o para una moto, por ejemplo), de ah
cierta forma de des-socializacin. Estn apartados, en esa suerte de tierra de nadie para
semi-excluidos que son los albergues para trabajadores. El contraste es llamativo con
lo que fueron los albergues de jvenes trabajadores en los aos 60-70, lugares
politizados, abiertos a la vida cultural, donde haba cabida para un aprendizaje de la
rebelin y de la poltica, mientras que hoy la rebelin contra el gerente slo involucra a
individuos aislados que llevan a cabo combates solitarios, sin sostn colectivo.
Otra diferencia fundamental entre viejos y jvenes tiene que ver con la manera
de pensar su condicin, de ponerla en palabras, de tematizarla. Por un lado, el
militantismo obrero cre instrumentos de lucha que se rutinizaron, los militantes los
usaban naturalmente y hoy usan el sindicato como estructura objetivada de luchas
pasadas, construyeron en el tiempo tcnicas para protegerse de las marcas de indignidad
en la fbrica, para construir una resistencia colectiva al orden de la fbrica. Los jvenes
precarios, directamente confrontados a la dominacin econmica, no disponen de
herramientas simblicas que les permitan pensarse como grupo o como clase. No tienen
palabras colectivas a su disposicin para decir su desesperanza. Est claro, por ejemplo,
que no pueden reconocerse en el vocabulario sindical, para ellos esotrico, reservado a
algunos privilegiados, a pequeos ricos. No tienen portavoces y una de las maneras en
que se expresa su sufrimiento social, ms all de la violencia de la dominacin
econmica, es la ausencia de representacin en la escena pblica. De lo que deducen
que no son dignos de ser representados en el espacio pblico y eso justifica a sus ojos la
eleccin que han hecho de autoexcluirse de todo lo que remite a la poltica (voto en
las diferentes elecciones, vida sindical o asociativa)179.
Se entiende que, en el caso de los temporarios, el trabajo de politizacin de los
delegados no puede seguir apoyndose en las pequeas humillaciones y frustraciones de
la vida de la fbrica ya que stas no son percibidas como tales (ms bien se ignoran o se
niegan). El delegado es quizs justamente el que viene a recordarles lo que estn
obligados a aceptar. La postura tradicional de los delegados, que es una postura de
denuncia, no se ajusta a cierta disposicin al sometimiento por parte de estos jvenes
(subrayemos: cuando no estn estabilizados en su empleo). Todo indica que no estn
hablando de un mismo honor social: por un lado los established (los viejos OS)
defienden el honor social, histricamente elaborado por un grupo que luch y que busc
preservar adquisiciones materiales y simblicas, cosa que pag muy caro. Por otro,
los jvenes temporarios cuya dignidad social pasa primero por dejar atrs los trabajos
precarios que los agotan fsica y moralmente. Entonces, no es mediante la pelea en la
fbrica que cuentan defenderse.
Mientras que sus mayores estaban a la vez obrerizados y politizados, los jvenes
precarios se encuentran bloqueados en un estado de expresin pre-poltico y pre-
obrero, alejado de los partidos, de las consignas, condenados a la revuelta individual, a
la vociferacin desarmada, a los exabruptos para aliviarse. Lo que hacen tanto entre
ellos como frente al investigador tiene que ver con una suerte de fanfarronera
protestataria. Los viejos OS disponen del registro del humor negro, que constituye una
suerte de recurso simblico, tienen la fuerza de poder rerse de s mismos, en cambio los
179
Lo que se dice aqu sobre los trabajadores temporarios vale, nos parece, para la mayora de los
jvenes obreros.
205
temporarios son demasiado dbiles socialmente como para usar esa arma. Lo nico que
les queda es la violencia verbal, omnipresente en las entrevistas, que no pueden
contener cuando es demasiado. Privados a la vez de trabajo y de medios simblicos
para luchar, esta desposesin agravada los conduce a desarrollar una oposicin
multiforme a todos los que tienen tiempo para s (los viejos, los polticos) y el
Estado que no los ayuda.
A diferencia de los OS que entraron a la fbrica en los aos 60-70, marcados por el
modelo del obrero profesional vigente en ese momento (las grandes figuras de la
fbrica), los jvenes precarios se encuentran ante una generacin de OS desmoralizada
cuya nica herencia parece ser esa cultura de la oposicin que les parece estril. Lo
que quisieran probar es su propio valor en el trabajo dando una imagen de s diferente a
la que dan las instancias de clasificacin por las que han pasado (el colegio en primer
lugar, pero tambin las instituciones de capacitacin y de gestin de la desocupacin).
En ese momento de su trayectoria profesional, la empresa parece ser la nica
institucin que podra darles crdito social. Es una gran diferencia con los OS de los
aos 60-70, que siempre tenan la posibilidad de irse de la fbrica en algn momento. Y
si se quedaban era tambin porque podan tener cierto orgullo en tanto obreros de
Peugeot o, a travs del combate sindical, porque hacan un trabajo de rehabilitacin de
s.
A travs de la experiencia de los jvenes precarios de hoy se entiende mejor lo que
la actitud combativa de los OS deba no solo al pleno-empleo sino tambin a sus
disposiciones contestatarias (lo que tambin se ha llamado un humor anti-
institucional) desarrolladas en un primer momento en la escuela (en las escuelas de
enseanza tcnica [CET en francs] o en las escuelas profesionales180) y, en un segundo
momento, mantenidas en los primeros aos de socializacin obrera dentro de los
grandes talleres de OS. Lo que, fundamentalmente, ha desaparecido con la cultura anti-
escuela (en algn punto mermada por la eleccin generalizada de la enseanza
general), es el gusto del desafo y el espritu de desafo, una sensibilidad ante la
humillacin y una suerte de mecanismo contestatario que poda ser reactivado a la
menor manifestacin de injusticia. Se ve, por ejemplo, en la manera en que uno de
esos temporarios, para evocar posibles sanciones por faltas cometidas en el trabajo,
utiliza un vocabulario escolar (te van a retar, te van a castigar, habr sanciones,
expresiones que emplea como un alumno que siempre teme estar en falta). Como si las
advertencias en el trabajo fueran la prolongacin, en otro mbito, de sanciones escolares
y, sobre todo, como si no hubiera ninguna posibilidad de resistir a estas amenazas que
parecen constituir veredictos definitivos. Se ve hasta qu punto la ausencia de horizonte
profesional, la imposibilidad de proyectar, la conciencia del costo moral del fracaso
escolar tanto ms viva a raz de los desaires sufridos durante la bsqueda de empleo,
produce una suerte de naturalizacin de las jerarquas sociales y del sistema de las
sanciones en la sociedad. Uno de los principales mecanismos que llev al militantismo
,en el caso de muchos OS, a saber la frustracin escolar de personas que tuvieron que
trabajar precozmente, parece tener pocas posibilidades de funcionar con estos jvenes
precarios ms bien frustrados por el trabajo.
Para poder hacerse un lugar uno de los (escasos) recursos de los que disponen es su
disposicin para adaptarse a la modernidad convirtindose en operadores eficaces,
disponibles, serios, cooperadores, etc. Es as como esperan aduearse de su trabajo,
180
Podan desarrollarse plenamente en la fbrica de manera diferenciada segn los orgenes geogrficos y
sociales: por ejemplo, para los obreros urbanos, la cultura obrera familiar se transformaba fcilmente en
cultura anti-escuela, y, para los hijos de los campesinos, el gusto de la independencia, en horror a ser
mandados por pequeos jefes.
206
volverlo aceptable. Es decir, ser obrero de otra manera, obviando la bronca de sus
predecesores. De hecho, a menudo los militantes dicen de los jvenes contratados:
Entran en la lgica de la empresa, en el sentido de: Hacen el juego del patrn. Si
tomamos el punto de vista de estos jvenes, cabe preguntarse si muchos no estn
simplemente buscando una pertenencia comunitaria. Lo que explica que, en un primer
momento al menos, se complacen de las buenas relaciones en el trabajo (aceptan el
tuteo181 y no se quejan de la proximidad social impuesta por la jerarqua, al contrario).
La impresin es que, para ellos, lo esencial es no estar encerrados en una posicin de
OS que les parece demasiada obrera, demasiado dominada. Encuentran una
solucin temporal en el juego de las ambigedades estatutarias del operador que les
permite, una vez que entraron en la fbrica, no considerarse totalmente como obreros.
Los jvenes se apresuran a adoptar las nuevas denominaciones de la fbrica (operador,
lnea, grupo) y adhieren a la temtica de la calidad, cosa que los viejos obreros
cercanos a los militantes rechazan casi por principio. El trabajo simblico que consiste
en suavizar la condicin obrera (imposicin de un ritmo de trabajo, peso de las
relaciones jerrquicas, posicin de dependencia y de subordinacin, dominacin en el
trabajo, etc.) parece especialmente adaptado a las aspiraciones de los jvenes obreros
que usan esto para tomar distancia de la designacin de la identidad de obrero de
Peugeot, aunque puedan valerse de ella fuera de la fbrica, en otros escenarios sociales,
para obtener tal o cual ventaja (vivienda, comit de empresa, reducciones del CE,
etc.)
Sin duda, la oposicin entre viejos y jvenes obreros se sostiene en los diferentes
modos de insercin profesional directamente vinculados con las transformaciones del
mercado laboral desde hace veinte aos, pero sobre todo en una gran diferencia en los
modos de politizacin. Ningn principio transversal y unificador, como lo fue la lucha
contra el patrn o el capitalismo, une ya a los individuos; al contrario, micro-conflictos
atraviesan el grupo obrero. La cuestin que se plantea entonces es la de la formacin de
grupos de inters: por ejemplo, de quin nos vamos a sentir solidarios? Lo que los
viejos OS y los jvenes siguen compartiendo es quizs un conjunto de actitudes bsicas
relativamente prximas (que tienen que ver con la infrapoltica), un fondo de revuelta
comn que se nutre de una misma experiencia de la humillacin. Pero estas experiencias
comunes y ah est el problema no parecen poder dar lugar a una unificacin de
intereses.
Un sector de los temporarios, especialmente entre los que son de Sochaux y no
quieren ser contratados por Peugeot, marcaron una forma de distancia hacia el modelo
obrero tradicional que se debe distinguir de la actitud del joven obrero bien dispuesto.
Por sus actitudes trabajo con audfonos y msica, sin uniforme, en remera, taciturnos,
retrasos frecuentes en el turno de la maana, etc., o por la manera de denigrar el
trabajo y la vida de la fbrica, los temporarios dieron la impresin a los viejos OS de
no respetar los cdigos sociales establecidos desde hace mucho en los talleres. Se
conducan como obreros de paso. Su manera de relacionarse en el trabajo, marcando
las distancias y su indiferencia, estaba en completa oposicin con la imagen del obrero
tal como fue construida por el movimiento obrero francs, la que los militantes
encarnaban en cierta medida, imagen del productor, del creador de valor,
compenetrado de la nobleza del trabajo obrero, de los valores de solidaridad y de la
calidez de la clase, todo lo que haca que se pudiera luchar por y en nombre de esa
abstraccin llamada clase obrera. Lo que los viejos militantes perciban de estos
181
Entre otros, tenemos en mente a un alumno de primer ao de bachillerato que, evocando su pasanta de
un mes en empresa, dijo de su patrn: lo tutebamos, lo llambamos Jacques Era verdaderamente
simptico.
207
obreros de paso esa suerte de frivolidad en la conducta de algunos pareca
antinmico, casi un ataque a la clase obrera en su actitud y en su dignidad larga y
pacientemente construidas a travs de la lucha sindical y poltica contra, precisamente,
las representaciones dominantes y despreciativas de las clases trabajadoras. El joven
precario, para estos viejos OS militantes, es aquel que no puede ser considerado como
obrero en la medida en que esa palabra compromete fundamentalmente la idea de
luchas, de historia, de combate y de esperanza poltica (de futuro radiante). Para ellos,
estos jvenes nunca sern militantes. Su irrupcin en los talleres hizo que los OS
tomaran brutalmente conciencia de una distancia cultural irreversible entre las
generaciones obreras. Este cuestionamiento de su identidad fue tanto ms doloroso que
provena del interior mismo de la condicin obrera, de sus propios hijos. Los viejos
y, en especial, los militantes sintieron que no podan transmitir nada de su saber o de su
experiencia poltica: el hilo de las generaciones obreras en la fbrica estaba roto.
Pero hay que reexaminar el modo de construccin de estas generaciones. La
conciencia particularmente fuerte de que hoy es necesario tener diplomas superiores
(prcticamente medida en tiempo de estudios post-bachillerato) tuvo como efecto
objetivo, y casi retrospectivamente, hacer pasar a los OS que entraron en la fbrica sin
diplomas con nada por gente que tuvo suerte, que se benefici de un efecto de
generacin y que, en cierto modo, no debera quejarse. Con en el aumento de la
competencia escolar y la descalificacin de las formaciones profesionales cortas (CAP,
BEP), los jvenes con pocos o sin diplomas tendieron a construir, a contra-corriente, la
generacin de los OS de la fbrica (que, en muchos casos, es la generacin de sus
padres) como una generacin despreocupada, cuando no feliz, en la medida en que
haban conseguido fcilmente un empleo. Esta visin retrospectiva de la generacin de
los padres asla en realidad lo que fue un momento de su trayectoria profesional (el de
su insercin en el mercado del trabajo) y no toma en cuenta el sistema de obligaciones
en el que se ubicaba la gente de esta generacin (por ejemplo, como lo cuenta Grard,
un OS de origen rural, los hijos de campesinos huyendo del trabajo de la tierra para
acceder a los bienes y a las distracciones de la sociedad de consumo).
Durante estos ltimos quince aos, lo que se perdi es la idea misma de un avance
colectivo del grupo obrero. Con ella desapareci la esperanza poltica de un cambio
radical de las relaciones sociales sobre la base de un modelo de tipo socialista. La
desesperanza especfica de los militantes obreros reside quizs en la extrema dificultad
que tienen para pensar su condicin y la de su grupo en trminos polticos, tal como
se los haba enseado toda la historia del movimiento obrero francs. Hoy, cada cual
tiene que definir por s mismo sus propias maneras de defender su dignidad,
dignidad por la que se lucha con la misma vehemencia, pero ya resignado a que no
coincida necesariamente con la de los dems. Es una situacin que deja a menudo a la
gente desamparada porque afecta la estima de s, la representacin que cada cual se hace
de su valor en el mundo social, el sentimiento de la identidad, que estaba, en algn
punto, garantizada por el militantismo.
208
fbrica (o en la escuela profesional) se convirtieron en militantes sindicales de la CGT
o de la CFDT. Los profesionales dominaban las secciones sindicales de la fbrica:
eran elegidos en el CE, en el comit de higiene y seguridad, negociaban con los mandos
medios. La mayora adquira responsabilidades polticas a nivel local, dentro del PCF
en el caso de los militantes CGT, dentro del PSU o del PS en el caso de la CFDT.
Varias grandes figuras militantes salieron de ese universo de profesionales de la
fbrica, sus nombres, mencionados con respeto y admiracin, marcaron la memoria
obrera de la fbrica. Un OP relata.
Henri. En el intervalo cambiaron algunas medidas dentro de la fabrica, para ser P2 haba
que ser nombrado por su jerarqua, y como yo ya era militante, bueno, para los
militantes la puerta estaba cerrada, te demoraban un montn, trataban de hacerte perder
cualquier esperanza as que
En esa poca era una suerte de evidencia
S, pero en Peugeot siempre haba dificultades para los militantes, no era una novedad,
era Pero ac, el hecho de que hubiera que ser nombrado por la jerarqua era otra
dificultad porque hasta ese momento las cosas ocurran bastante bien, por principio, por
tradicin En fin, uno tena una nota en la prueba P1 con la que se poda pretender
pasar la prueba P2, si ibas a la prueba P2, te quedabas ms o menos tiempo pero se
haca as. Y ac la complicacin era precisamente la nominacin de la jerarqua
Entonces, pasaron los aos y yo ya no poda pretender ir a la prueba P2 ya que la
jerarqua no me nombraba. Y la nominacin era P1/1, creo, []. Tenas que estar
nombrado P2 para luego poder pasar la prueba P3, entonces bueno, yo qued bloqueado
as, bastante tiempo, y trato de acordarme Fue difcil durante bastante tiempo y
despus la jerarqua igual me nombr P2 en 1982 era con las leyes Auroux, digamos,
que los habamos preocupado un poco Y finalmente me nombraron P2 pero haba
siempre una obstruccin de mi jerarqua para dar la prueba P3, y no era mucho lo que se
poda hacer, porque, a final de cuentas, era una apreciacin subjetiva y contra la cual la
argumentacin es: yo hago mi trabajo, pretendo dar la prueba pero
En los aos 80, en la CGT y en parte en la CFDT, el comit de empresa (CE) era
concebido como un brazo armado institucional del sindicato. Era algo as como la caja
de resonancia de las consignas sindicales (cf. lo importante era su rol de contestacin de
los diferentes aspectos de la poltica patronal), su rol era defender con vigor cierta
concepcin de la gestin de las actividades sociales y culturales, expresando el punto de
vista de la cultura dada a los obreros y favoreciendo la solidaridad entre asalariados.
Ms fundamentalmente, se trataba de construir en las instituciones del CE una contra-
cultura local capaz de resistir a la empresa Peugeot y brindar cuadros obreros de
socializacin a las familias obreras de la regin, especialmente a sus hijos (lo que es por
ejemplo central en la argumentacin contra el cierre de las colonias de vacaciones). Hay
que entender que este modelo cultural, tambin simbolizado por la gestin CGT del CE,
entraba en sinergia con la cultura CGT a travs de formas de accin militante en los
talleres. Haba una reparticin de la accin sindical en la fbrica y fuera de la fbrica
con lo que se llamaba la Cit o suburbio (que agrupaba una gran biblioteca, salas de
209
reunin, etc.). La CGT y la CFDT pierden el CE en las elecciones de 1984. El nuevo
CE, dirigido por una alianza FO-CFTC-SIAP-CGC, cambia el curso de las cosas y
tiende a privatizar las actividades. En ese sentido, la lucha contra esta privatizacin
que instituye el CE peugeotista constituye una verdadera lucha poltica: la crtica del
enfoque individualizante de la nueva gestin del CE; denuncian el quiebre de antiguas
prcticas que producan y reproducan lo colectivo y una poltica que pone entre
parntesis la vida conflictiva de la empresa. Poltica que contribuye en alguna medida a
desrealizar la fbrica, operando una suerte de desvo de las funciones del CE
concebido, en la memoria militante, como propiedad de los asalariados cuyo rol era
ejercer un contra-poder mnimo frente a Peugeot. Lo que esto implica es una concepcin
totalizante del CE en tanto instrumento de politizacin de lo social y de la cultura pero
tambin de lo domstico y de lo privado que se opone drsticamente a la concepcin
consumista de la alianza FO-CFTC que pasaba por la privatizacin de lo social y de lo
cultural, constituyendo as una modalidad esencial del trabajo de despolitizacin llevado
a cabo por la direccin de Peugeot y sus aliados.
Un militante CGT denuncia aqu la manera en que los agentes de supervisin mezclan
vida profesional y vida familiar.
No creo que haya verdaderamente consejeros de taller. En nuestro caso son ms bien
los agentes de supervisin los que hacen las entrevistas. Y si ven que hay un problema
entonces convocan al tipo: Mira, nosotros estamos dispuestos a conversar, o sea, si hay
problemas familiares o de dinero, de prstamos, todo eso Nosotros estamos
dispuestos a ayudarte pero no hay que (a media voz) dejarnos caer as no ms Si ests
enfermo, tienes que avisarnos que ests enfermo! Empiezan con el tema familiar,
hablan mucho con l Despus viene otra persona y le dicen: mira, ac est el seor
Y, vino a vernos, nos dijo que su esposa quera divorciar Le dicen: S, fulano nos
habl, pudimos arreglar los problemas, lo fuimos a ver. Dan ejemplos precisos y a
menudo son cosas secretas entre la gente, y dicen: Usted vio por ejemplo los
problemas del seor Y
Es una manera de implicar a la gente
S porque tampoco es cierto Pero la gente, la gente que no est bien Cuando se
tiene problemas con los chicos, todo eso entonces te dicen: S, nos han hablado de
esos problemas sabemos que ests con licencia mdica, pero sabemos que hay un
problema estamos dispuestos a ayudarte Entonces el tipo hace un esfuerzo en el
sentido de que, incluso si est enfermo, viene Conoc a un tipo que estaba en
instancia de divorcio, todo eso, lo llamaron y despus de eso, ya no se ausentaba ms,
mientras que antes se ausentaba mucho. Lo fui a ver y me dijo: No me resolvieron el
problema pero me apoyaron moralmente, me dijo: La CGT no me apoy as. O
sea que adems estaba enojado con la CGT! Le dije: Pero no viniste a vernos y
aparte, nosotros, esos son problemas personales, nosotros no queremos. Y entonces
me dijo: S, s, pero hay que hacerlo no hay que temer Hay que abordar tambin
los problemas personales Entonces [la tctica de la direccin] sale ganando.
210
Lo que implican las horas de delegacin
para un militante en cadena
Patrick, 35 aos, de 1981 a 1990 fue delegado de cadena en acabado. Dej sus
funciones hace un ao. Siempre fue miembro de la CGT y acept figurar en la lista de
delegados de su sector como suplente.
Yo, ahora, sigo siendo suplente pero ya no tenemos horas [de delegacin], nada.
Pero el hecho de que los delegados tengan horas de delegacin sigue provocando
celos?
Bueno, digamos que como nosotros estamos bastante en el terreno eh? Los tipos, nos
ven [en torno a las cadenas] Saben que pasamos horas con ellos y todo Bueno no
entienden que tengamos quince horas [de delegacin], creen que nos vamos a una
oficina Pero como estamos en el terreno, les explicamos que, bueno, hay [que hacer]
tal y cual cosa, se pierde una hora, y tal cosa, otra hora A menudo uno dedica ms
tiempo que el que te dan, eh? Ellos [los tipos en la cadena] crean que era cosa de pedir
horas a voluntad, no entienden que tenemos quince horas y ni una ms (Silencio.) Sin
embargo son veteranos. Y todava hay algunos que me dicen: Ah, ya no sos delegado,
ya no vas a estar sin hacer nada, todo eso Cosas as Y bueno un delegado es un
tipo que pierde un salario por ao Y cuando llega el momento de las elecciones o
cuando hay un pequeo conflicto o cosas as, rpidamente se gastan ms horas. Es lo
mismo cuando los tipos nos llaman por esto o por lo otro Hay meses en que yo
tomaba veinte, veinticinco horas, segn.
Y ah, tu jefe te descontaba las horas?
Y s claro que s Bueno, haba dos o tres que me decan: Bueno te pongo una hora
menos Me haba pasado de una hora (tendra que encontrar la carta) Si uno se pasa
de una hora en marzo, treinta minutos en abril, una vez me haban contado todo y me lo
descontaron en un mismo mes, el mes de julio, justo antes de las vacaciones. Y ah, me
sacaban doscientos, trescientos francos Haban juntado todo lo que me faltaba, en
todos los meses, por ah treinta minutos, una hora, mximo.
Pero tengo la impresin de que la gente cree que el delegado es alguien que pierde el
tiempo, como vos decas.
Y, bueno, los tipos que trabajan ah donde hay un delegado CFTC, SIAP o algo as [los
sindicatos de la casa], los tipos que estn ah todo el da, no hacen nada. Ah ven
verdaderamente Los CFTC, FO, son tipos que nunca estn Y bueno los tipos [en
cadena] los ven. No se puede decir que todos son idiotas, no son obtusos (Silencio,
retoma otra idea.) Lo mismo, antes se distribuan volantes. Y ellos [los jefes] nos
convocaban: No tens derecho a volantear, y los otros [delegados, CFTC, SIAP],
ellos, hacan lo que queran. Y creo que tuvieron que parar un poco por eso.
Y ahora, con ese tema de los volantes, ya no los molestan?
No En HC1 se puede volantear mientras no se tire nada al suelo, o sea no hay que
tirar por todos lados Nos dicen: Los ponen en las reas de descanso. Pero, en
cambio, un delegado como Hamid no tiene que andar por ah sin bono de delegacin
Bueno, no hay mucho entusiasmo. Hace un ao [justo despus del paro de 1989] todo el
mundo estaba entusiasta, se terminaba el conflicto En un ao, volvi a bajar!
[Hablamos de las ltimas elecciones de delegados de personal en las que la CGT obtuvo
60% de los votos en HC1.] Cuando llegu al sindicato esa noche, inmediatamente, vino
uno y me dijo: Ah donde estn los zurdos, ah estn los problemas. Eso quiere decir
los tipos de LO No ve ms lejos S, porque en turno A, en turno B, votamos
211
juntos Pero le digo: En el sector de chasis, hay zurdos, y en acabado tambin
Pero ellos dicen que fueron ellos que hicieron perder cuando no puede ser el turno A
que vot mal, o el turno B, no se puede saber, eh Siempre esa pequea guerra (en
tono exasperado)
Y entre reconstructores y ortodoxos [del PCF] sigue habiendo una tensin?
Y s pero ahora no estoy ms no me ocupo mucho de eso Bueno, es un poco lo
que me asque Yo s que al principio hubo muchas tensiones tambin Era incluso
una cosa tremenda, ver eso, haba reuniones, terminaban a las patadas A veces, haba
hasta sillas que volaban en el sindicato, todo eso No lo vi pero hubo Bueno, una
vez, sali volando una silla, los tipos nunca lo supieron, qued entre nosotros Bueno,
lo mismo, le dbamos ms dinero al sindicato
Patrick. [Hoy], el delegado, puede actuar pero no solo si detrs estn los compaeros.
Hace dos semanas, ped que viniera el delegado porque ramos cuatro y haban
suprimido un puesto, entonces se complicaba. Despus pusieron a un tipo ms pero no
haca la misma gama que nosotros, estaba en capacitacin, vena para aprender []
Pero el delegado, cada vez ms, uno lo llama para que venga a hacer un trabajo de
asistente social. El tipo lo va a ver: Me faltan 1000 francos en mi recibo de sueldo!
Uno va a la oficina y es el tipo que hizo una macana, que no mand su licencia
mdica Siempre hay cosas as en realidad O bien el tipo que vuelve de una licencia
y que le da sus papeles al jefe de equipo cuando tendra que haberlos mandado a la
seguridad social O bien van despus de dos o tres meses: Falta esto o falta lo otro.
Bueno, las discusiones en torno a la calidad, son mucho ms defendibles: tipos que son
sancionados porque se olvidaron de hacer tal o cual cosa y que tienen una advertencia,
eso no es normal! Pero el tema de las fichas de pago Y los celos: Tal persona tiene
cuatro bonificaciones a eleccin y yo no tengo No es algo que se pueda pelear. Vas a
decirle al jefe: Usted le dio cinco bonificaciones a eleccin en el ao a tal persona y
nada a tal otra, el jefe va a llamar al primer tipo y le dir: No te doy ms
bonificaciones a eleccin, la culpa la tiene este otro porque se quej. Yo pienso que
hay que compartir las bonificaciones y listo. [] Me qued sin bonificacin a eleccin
y en un ao tuve tres: tuve dos el famoso da en que hubo un artculo en el diario que
deca que los que nunca haban tenido bonificaciones a eleccin iban a tener (risas)
(Julio de 1992.)
212
asqueado de la militancia La gente no dice nada Es eso, es eso (Cambiando
bruscamente y mirndonos a los ojos, nos hace una pregunta directa): Pero ustedes,
como personas, no analizaron los resultados de las elecciones del CE? (Julio de 1993).
El apogeo de la delegacin
Fragmento de entrevista con Jrme, joven obrero, delegado CGT (30 aos).
Pero a nivel de los obreros est claro que vamos de mal en peor, incluso ms all de la
radicalizacin de la vida laboral, de la vida cotidiana en las cadenas, es una desidia
total Un ejemplo, la semana pasada entregamos un ejemplar del Mtallo [diario de la
CGT] dedicado al tema mutualista, ah explicamos bien la trampa, que no son los
salarios ms altos los que van a soportar los costos Cuando lo distribuimos en las
puertas, entienden, se quejan, uno siente que estn enojados, pero lo que pasa despus
(reflexionando) es que viven prcticamente en el momento. Entonces lo interesante sera
hacer algo, encontrar cincuenta personas que puedan tirar la bronca al mismo tiempo.
No es tan fcil. Pero ellos viven en el momento. Hemos visto, sin ir ms lejos, la
semana pasada, ellos [la direccin] queran hacer un arreglo para las vacaciones, o sea
recuperar el sbado el ltimo da en cablero. El cablero es otra fbrica que trajeron de
Bart donde trabajan sobre todo mujeres. Fuimos, conversamos un poco con ellas para
ver qu pensaba la gente. No estn de acuerdo, desde luego, qued claro, pero cuando se
hace la pregunta: Si lo imponen de todas formas, qu van a hacer? Bueno, nada, ya
veremos. Y eso es todo. Yo creo que hay cada vez ms situaciones as: no estamos de
acuerdo, pero no sabemos qu hacer.
En parte porque tienen la sensacin de que no hay perspectivas, no hay posibilidades
de cambiar
Hay algo que encuentro interesante en las elecciones parlamentarias. Bueno, la
izquierda pas, Jospin, las treinta y cinco horas sin prdida de salario, etc. Se convers
un poco de poltica con los tipos para ver cmo reaccionan, un poco. Estaban bastante
felices, en el fondo, de que Jospin hubiera ganado porque as, ya no haba necesidad de
moverse, o sea que llegaron, yo dira, al apogeo de la delegacin, del sistema de
delegacin. Ahora no se necesitan ms delegados sindicales, vamos directamente al
gobierno. Nos van a ayudar. Y eso, ahora, uno lo ve todo el tiempo, eso es
precisamente el individualismo, o sea, no es que yo voy directamente, mando a los
delegados. Incluso tengo a algunos que mandan a otro obrero, sea o no miembro de un
sindicato, para hablar con el delegado del personal, para no estar directamente en
contacto con l (Risas).
213
conocen bien la situacin Yo creo que es mejor dejarlos hacer para que analicen lo
que sienten. [] Yo soy ms es decir cuando es un volante general, lo hago en mi
estilo, no dira austero porque no me gusta, pero cuando es un volante de mi sector, si se
quiere, me gusta trabajar la irona, mucho la irona, y puedo decirte que, de esos, en
principio, no queda ni uno No hay como la irona para matar a alguien Yo me
acuerdo de un volante Gran elenco en el festival de cine fantstico ah haba escrito:
Salarios: 20 000 leguas de viaje submarino, etc., y despus haca un pequeo discurso
y los tipos, yo los vea, se mataban de la risa, y dos meses despus seguan pidiendo
esos volantes. Hay que reconocer que no siempre se tiene los resultados esperados pero
el objetivo de un volante es que lo lean, no?... Y s!
Gilles, OS, antiguo responsable de la CGT, nos concede una entrevista en el momento
en que ha decidido dejar la fbrica y aceptar una capacitacin (julio de 1992)
Los mejores militantes que tenemos en los talleres son gente que estuvo en un sindicato
y si no es el caso, que estuvo impregnada de ciertas ideas, de principios (imitando un
tono firme y seguro de militante): Las cosas deben decirse as y no de otra manera. Y
a menudo, esos veteranos cuentan en la vida del taller, incluso si no necesariamente son
los ms dinmicos a nivel de la lucha, pero en la vida cotidiana y todo eso, impregnan
cierta cantidad de Doy un ejemplo: en mi taller, siempre hemos parado a las 12 h 45
[y no a las 13 horas, hora legal], cada uno su bolso, vamos al vestidor, etc. Y nos
llevamos a toda la gente. Son mtodos de accin, de resistencia, muy limitados, no son
percibidos as pero, sobre todo hoy, van completamente en sentido contrario de los
objetivos de la direccin. Y eso cuenta en los talleres. Cuando todos esos muchachos se
hayan ido, la generacin que quedar no habr estado impregnada de cierta lucha
sindical Incluso la gente de 30-40 aos, es una generacin que lee mucho menos, que
lee mucho menos los volantes, que es capaz de grandes broncas pero que no tiene esa
tranquilidad cotidiana que hace que uno sea capaz de oponerse da tras da, es un trabajo
de hormiga, a veces puede parecer as, pero es lo que permite que se constituya un
cuerpo (Silencio). Eso, de ac a un tiempo, ya no existir.
214
CAPTULO IX
182
Es por comodidad de lenguaje que empleamos estas palabras, pero por inmigrantes, claro est, hay
que entender los grupos que, dentro del espacio local, son visibilizados como extranjeros y esto
independientemente de su nacionalidad (lo que explica las comillas). En boca de los obreros locales, y
ms particularmente de los que viven en los barrios donde deben codearse con la poblacin extranjera
residente, la expresin inmigrantes remite a los magrebes (argelinos y marroques) y a los turcos.
Este grupo es socialmente heterogneo (por ejemplo, los argelinos conforman una inmigracin antigua,
que se remonta a los aos 50-60, incluso si se renueva en permanencia) pero sus diferentes elementos
tienen en comn el hecho de parecer igualmente extraos a los ojos de los autctonos, por su apariencia
fsica (rasgos, color de piel, vestimenta tradicional usada por los viejos) y sus costumbres culturales (en
primer lugar la religin, pero tambin las costumbres alimenticias, la divisin sexual de los roles, la
educacin de los hijos, etc.). Esta denominacin excluye a los inmigrantes de la inmigracin reciente
como los portugueses y los yugoslavos. Estos inmigrantes europeos no son los ltimos, segn una ley
bien conocida por los historiadores de la inmigracin, en tomar sus distancias con los rabes o con los
turcos. En el grupo de los obreros locales, se puede distinguir, por un lado, el grupo de los
establecidos (en el sentido de established) obreros franceses pero tambin obreros de inmigracin
europea (espaoles, portugueses, incluso yugoslavos, que a menudo han construido su casa y han educado
ac a sus hijos, que se han instalado, etc.) y, por otra parte, el grupo de los outsiders que llegaron a
Francia, que comprende a los inmigrantes de los aos 70 (marroques, turcos). Los argelinos instalados
desde hace mucho en la regin son percibidos a la vez como antiguos colonizados y como
vencedores de la guerra de liberacin. Durante los ltimos aos, con el fortalecimiento del islamismo
en Irn y en Argelia, cada vez se les acusa ms de llevar la amenaza islamista a tierra francesa.
183
Durante la eleccin presidencial de 1995, el Frente Nacional, con J.-M. Le Pen como candidato, se
convierte en el partido poltico francs que capta la proporcin ms fuerte de votos obreros (30%).
184
Los anlisis de los politlogos, por instructivos que sean en trminos de geografa electoral,
movilizan a menudo conceptos ambiguos y cuestionables (populismo, izquierdo-lepenismo, anomia
urbana) que no permiten tomar verdaderamente en cuenta la complejidad de las actitudes polticas de
este tipo de votante.
215
la atraccin ejercida por las temticas del Frente Nacional, especialmente la de la
preferencia nacional en los sectores populares.
Un hecho nos llam especialmente la atencin a principios de los 90: la coincidencia
entre la recuperacin de posiciones por parte de la CGT en los nuevos talleres de
montaje (60% de votos en HC1) y la progresin constante del voto Frente Nacional en
las ciudades obreras de la regin (entre 20 y 25% de los votos en las elecciones
presidenciales y municipales de 1995)185. Desde luego, no se puede deducir de esta
coincidencia una correspondencia entre obreros que votaron CGT en las elecciones
profesionales de la fbrica y los que votaron FN en las elecciones legislativas o
presidenciales. Sin embargo, se puede legtimamente suponer que cierta cantidad lo
hicieron y esto nos ha incitado a profundizar la comparacin de las relaciones entre
franceses e inmigrantes al interior de la empresa y en el espacio social fuera de la
fbrica. Una de nuestras hiptesis para explicar esta asimetra de los votos en estos dos
espacios sociales consiste en decir que la cristalizacin racista en los sectores populares
se dirige menos al comportamiento de los padres inmigrantes en la fbrica que al de sus
hijos fuera de ella. En otros trminos, lo que queda de un destino compartido y de
recuerdos comunes (trabajo, luchas, risas) entre los viejos obreros de la fbrica
constituye todava una pantalla protectora contra la contaminacin de las ideas
racistas, mientras que, fuera de la fbrica, estos mecanismos ya no juegan ms, dejando
as que se desarrolle la espiral del racismo en una fraccin del grupo obrero,
establecida, pero en vas de desclasamiento, contra los jvenes originarios de la
inmigracin, vctimas de la desocupacin y de diversas formas de estigmatizacin.
En las empresas, los viejos franceses se sienten a la vez cercanos y lejanos a los
inmigrantes (los militantes dicen los viejos compaeros inmigrantes) que tambin
tienen veinticinco aos de fbrica. Se sienten explotados al igual que ellos. Incluso si,
por momentos, las relaciones franceses-inmigrantes se tensionan en el trabajo (por
ejemplo durante la guerra del Golfo o durante las fases de terrorismo islmico en
Francia), subsiste siempre cierta solidaridad que se recrea en la hostilidad hacia
Peugeot, en la desconfianza absoluta hacia los jefes. Por otra parte, en la fbrica de
Sochaux, estos inmigrantes, que muchas veces envejecieron prematuramente, no son
percibidos como competidores en el mercado interno del trabajo; por un lado, porque
fueron progresivamente excluidos de la fbrica (quedan menos de 10%) y, por otra parte
porque se encuentran casi siempre en puestos duros. Si son ms retrados y no hacen
proselitismo religioso (como los que los obreros franceses llaman los barbudos), no
son considerados como una verdadera amenaza.
Durante las entrevistas u observaciones, lo que se dice explcitamente sobre los
inmigrantes (ver el recuadro cuestiones de mtodo) tiene que ver sobre todo con sus
hijos, la expresin pequeos inmigrantes sirve en general para designar a hijos de
rabes. De hecho, los entrevistados que temen ser identificados como racistas, ni bien
entran en este terreno denunciando las actuaciones de ciertos jvenes, se esmeran por
distinguir a los padres que trabajan de sus hijos, acusados de no hacer nada y de
faltar el respeto. Este discurso por parte de viejos obreros sobre jvenes inmigrantes
expresa tambin los miedos que nacen de la competencia entre jvenes con pocos
diplomas o con ninguno en el mercado externo del trabajo186. Pero es sobre todo, como
185
Especialmente en los cuatro grandes barrios perifricos donde viven obreros especializados, entre los
cuales una mayora de familias inmigrantes (magrebes y turcas), o en los barrios donde existe una
proximidad espacial entre familias obreras francesas con casa propia y familias inmigrantes en
departamentos sociales (HLM).
186
Ah, las sensibilidades estn exacerbadas. Aunque en la fbrica de Sochaux los hijos de rabes o de
turcos tambin son hijos del personal, no tienen prioridad. La presencia de hijos de inmigrantes en el
216
lo veremos, fuera de la fbrica, en los suburbios y en el espacio pblico, que las
distancias entre franceses e inmigrantes se hacen ms agudas, que las lgicas de
desvalorizacin material se aaden a las depreciaciones simblicas.
Lo que se evoca a continuacin es una de las escenas ms duras que nos toc vivir
durante el trabajo de campo, donde se plantea, de manera compleja, la cuestin de los
inmigrantes. La escena ocurre el 13 de julio de 1989 en Montbliard, en vsperas del 14
de Julio (es el ao del bicentenario de la Revolucin Francesa). Hemos pasado la tarde
con Daniel Z., hijo de un obrero de la fbrica. Conocemos a su padre desde hace varios
aos: es un OS de Sochaux, pero no trabaja en cadena; de origen campesino, si bien no
tuvo actividad sindical durante mucho tiempo, entr a la CFDT. Tiene tambin otro
trabajo, se ocupa de un jardn muy grande al que va todos los das. Le gusta ese trabajo,
tanto ms que viene del campo y no oculta que le permite tambin hacer economas:
Haba que alimentar a los nios. Su mujer, que hace trabajos de limpieza, es de
personalidad fuerte, enrgica y eficaz; ella es la que dirige todo en la casa. Militan en
varias asociaciones, entre ellas, la de apoderados. Los cuatro hijos tuvieron buenos
resultados en sus estudios, tanto en la escuela secundaria como en la universidad. Daniel
(el mayor), est en ese momento en una classe prparatoire de provincia [una
instancia que prepara, en Francia, a estudios superiores considerados de alto nivel], y su
idea es hacer estudios de letras en Pars. Se trata entonces de una familia de OS que, en
varios aspectos, es muy diferente a otras y que puede ser aceptada por los OP. La
familia vive en un barrio residencial, construido hace unos diez aos, donde viven
obreros (en su mayora calificados), algunos empleados y agentes de supervisin. La
mayora de las familias presentes vivan anteriormente en edificios HLM, de los que se
fueron en los 80 cuando la presencia de las grandes familias inmigrantes se hizo cada
vez ms invasiva.
Pasamos la tarde charlando con Daniel de su trabajo, de sus estudios, cenamos
juntos, hablamos de sus estudios secundarios, de Montbliard y de su regin. Tiene una
psima opinin del mundo obrero, lo describe como pequeo, estrecho, mezquino
(trmino recurrente en su relato), encerrado en sus rivalidades; slo suea con
escaparse. Suea sobre todo con Pars, con la gran ciudad abierta, con un mundo que le
parece muy distante de la pequeez de la gente de la regin. Los padres nos invitaron
a su casa para el postre y el caf. Estn agradecidos de que nos ocupemos de su hijo.
Daniel no viene con nosotros, como si no quisiera asistir a eso, vernos con ellos. Son
las diez de la noche. Varios vecinos han sido invitados. La reunin transcurre en la
cochera donde se han instalado varias mesas en el subsuelo de la casa, el ambiente,
por lo mismo, es muy diferente al que habra si esto ocurriera en un comedor o en un
saln. Desde las 19 horas, estn de fiesta en esa cochera: aperitivo, botellas, vino del
Jura, se siente que falta poco para las vacaciones, sopla un viento de libertad. Tres o
cuatro familias de vecinos estn presentes, entre las cuales la de los G., unas doce
persones en total; el medio social es homogneo. Y tambin est presente Henri H., ms
o menos 50 aos, jefe de equipo en la fbrica, que vino con su mujer. Polticamente,
este grupo se ubica claramente a la izquierda: varios han sido militantes del PC y del
PS.
lugar de trabajo es percibida por los padres franceses como un favoritismo hacia los inmigrantes, como
la prueba (o el indicador) de una suerte de discriminacin positiva que no se asume y que sera ms
ventajosa para los inmigrantes que para los hijos franceses.
217
Ni bien entramos a la cochera, se hace un silencio, luego nos saludan con entusiasmo
y bromas: Ah vienen los parisinos. Son amables pero marcan nuestra doble
extranjeridad (en relacin al lugar y al mundo obrero), o bien nuestra edad y el estatuto
que nos separa. De los dos, el que tiene ms edad (Michel Pialoux) ser llamado toda la
noche el maestro (por respeto a su estatuto universitario de matre de confrence) y
el ms joven (Stphane Beaud), en razn de su estatuto de asistente, ser apodado por
Guy, un vecino, obrero calificado de la fbrica, el milmetro. Toda la noche utilizar
la expresin el maestro y el milmetro, lo que har rer a sus amigos.
Es la hora del postre, se ha bebido mucho, las botellas vacas abundan en la mesa.
Nos esperaban. Los padres de Daniel haban avisado que bamos a llegar; vamos a ser el
plato fuerte de la noche: universitarios, parisinos, enredados con los OS de la parte
alta del pueblo que, en cierto modo, son percibidos de una manera similar a los
inmigrantes de Grandval. Ambiente jocoso, cargado de alcohol (hizo calor todo el da,
hay ambiente de fiesta, afuera se escuchan petardos). Nos invitan entonces a sentarnos y
a comer un trozo de torta. Conocemos a la mayora de los presentes. Muchos estn ms
o menos al corriente de nuestra investigacin en la regin. Saben quien es Christian
Corouge y a partir de lo que les han explicado los padres de Daniel, se hacen una idea
de nuestro trabajo. En cambio nunca habamos coincidido con Guy. En la medida en
que jug un rol importante esa noche, lo vamos a presentar ms detenidamente. Obrero
calificado, tiene alrededor de cincuenta aos, es miembro del PC. Estuvo en la guerra de
Argelia, y esto le genera una suerte de hostilidad visceral contra los rabes; pertenece a
esa generacin de la guerra de Argelia que nunca olvid de verdad. No soporta la
manera en que nos interesamos por los OS en general y los inmigrantes en particular.
No solamente no le gusta nuestro trabajo sino que da a entender que nosotros tampoco
le gustamos. Bajo el efecto del alcohol, rpidamente dejar al descubierto el fondo de
sus pasiones, de sus pensamientos, sobre los rabes y sobre nosotros. Esa noche, se
aprovecha de la situacin, de la coyuntura vspera de 14 de Julio de 1989, atmosfera
de broma y de nuestro inters por los obreros. Hace bromas que no podramos
reprocharle salvo a riesgo de quedar mal, como maleducados, como gente que no sabe
rer o vivir. Toda la noche se dedicar a provocar, sobre los inmigrantes pero
tambin sobre las mujeres, sobre los profesores, sobre los intelectuales. El contexto es
especial: sabe que estamos limitados, que no podemos irnos, ni dar ctedra, ni protestar,
lo que sera faltar a las leyes de la hospitalidad. No es el anfitrin: est en posicin de
fuerza.
De pronto, cuando estamos por empezar a comer, saca del bolsillo de su campera una
granada militar una granada de los aos 60, hace como que la prepara, la pasa por
sobre su cabeza gritando: Fuera! Ratas! Todo va a explotar, fuera! La tira debajo de
la mesa en direccin de nosotros. Todos levantan los pies, se paran, gritan, se miran
unos a otros, como diciendo qu mal que estuvo. Guy se vuelve a sentar rindose. Las
mujeres son las que vienen a disculparse: es su nmero, no hay que enojarse, tom
demasiado Es ms fuerte que l Se le da por hacerse el tonto con eso Es una
vieja costumbre, siempre lo hace cuando hay gente [quiere decir mucha gente]. Se
entiende inmediatamente que lo que quiso evocar es la limpieza. El gesto remite a la
guerra de Argelia: lo que represent en nuestro honor, si se puede decir as, es cmo se
lanza una granada en una aldea. Los que estuvieron en Argelia cuentan historias as: se
rodeaba una aldea, no se saba si haba o no combatientes ah y se lanzaban una o dos
granadas.
Cuando todos se han redo de la chiquillada y vuelve la tranquilidad, me voy (MP) a
sentar a la mesa de Guy y me pongo a conversar con l. Me queda claro que no es
posible escapar a la conversacin. No hablar del gesto, no evocarlo, sera ignorarlo,
218
marcar una forma de desprecio, podra tomarlo mal. Los otros invitados, de hecho, que
quisieran olvidar el incidente, preferiran que no entablara una conversacin. El hecho
es que me pongo a hablar con Guy: de la fbrica, de los cambios en el trabajo, del
sindicato, de la poltica. Desde luego, me hace preguntas sobre lo que hago, lo que he
visto. Dos o tres personas intervienen en la discusin, entre ellas, mujeres: la suya, la
del agente de supervisin. Al principio, aparecen frases halagadoras del tipo: Sabes
ms que yo, Conoces mejor la historia que yo, pero rpidamente, a medida que la
conversacin se prolonga, distingo lo esencial de su pensamiento: En realidad, en tu
investigacin, viste siempre el mismo tipo de personas, las que siempre se quejan.
Siempre se habla de esos tipos, no de los otros. De alguna manera, lo que trata de
decirnos es que a nosotros, los intelectuales, nos atraen esos tipos y no queremos
ver que hay gente como l que tambin est condenada a una vida de pobres tipos que
no merecen, porque antes era distinto, porque les haban prometido un mejor destino.
Despus de algunos minutos, todo eso est dicho con ms o menos amabilidad, con ms
o menos agresividad. Me reprocha mi compaerismo con Christian Corouge, sin
decrmelo de frente.
Varios temas van apareciendo. Los inmigrantes: slo se habla de ellos! No se habla
de los dems! Nos invaden y no decimos nada. Vinieron a trabajar como obreros, ya es
mucho que se queden. Que nos dejen en paz! En definitiva, los OS no estn tan mal. En
cambio los OP (como l), que fueron abandonados, que estn desbordados por los
tcnicos, nadie los nombra. Peugeot, sin duda, explota a sus obreros pero no es tan malo
como se cree. Segn l, se exagera, se dramatiza. Es cierto que las cosas van a
empeorar, pero igual, el verdadero problema es la baja de los salarios, que es continua, y
la ausencia de perspectivas. En pocas palabras, me enfrento a un despliegue donde todo
se mezcla. Me veo sumergido. Y, para complicar las cosas, Guy va a multiplicar las
declaraciones provocadoras contra las mujeres, frente a su propia esposa que no dice
nada (o que protesta tmidamente cuando va demasiado lejos), mientras que la mujer del
jefe de equipo y otras, protestan, lo retan. No recuerdo con precisin esas palabras,
lanzadas en un ambiente muy especial. Pero rpidamente entiendo que estaban
destinadas a nosotros, que es a nosotros, los intelectuales que hacemos un trabajo
sobre los obreros, que quiere provocar. Sus dichos se apoyan en un argumento que
vuelve sin cesar: ustedes, los intelectuales que creen poder hablar de los obreros, se
dejan engaar, toman todo al pie de la letra, los enceguece la emocin, y no ven lo que
ocurre realmente. Pero nosotros no vamos a dejar que nos engaen los rabes, los OS
piojosos de Grandval. Hablando de Corouge (tu amigo como me dice), puede admitir
que haya dos o tres OS que se puede frecuentar, como hay un puado de inmigrantes
que estn bien, si es que Pero se no es el problema. El problema es que no se
habla de nosotros, la gente que de verdad tiene mrito, los verdaderos obreros.
Me sorprende la manera en que una temtica CGT/comunista en la que se expresa la
hostilidad contra la fbrica, los patrones, se articule con una temtica de odio o de
desprecio hacia los inmigrantes. Intento que se refiera a su gesto: el arrojo de la
granada. Qu sentido quera darle? Soy prudente. Se niega a explicarse sobre el fondo,
responde riendo (Y adivina). Busca miradas cmplices alrededor, no las encuentra.
Las ratas y otras expresiones peyorativas para referirse a la poblacin rabe no son
palabras que se asuman, pero cuando se est con los suyos... La reputacin que
tenamos en trminos de que nos ocupbamos preferentemente de los OS por ende de
inmigrantes, que vivan en la parte alta de la comuna, en Grandval, sin duda jug un
rol. Adems, entre los hijos de obreros, nos interesamos por el hijo (Daniel) que expresa
claramente, en toda su manera de ser, que no soporta la vulgaridad del suburbio, de los
talleres, de la fbrica. Todo esto hace que los OP se sientan cuestionados en lo que son,
219
en su forma de ser, lo que refuerza el desprecio del que se sienten vctimas en la fbrica.
Estos viejos OP que en otros tiempos hubieran frenado el avance de ideologas racistas,
desarrollan al envejecer una relacin con la poltica sumamente escptica, cnica, cosa
que los acontecimientos que han sucedido en los ltimos diez aos incentivan.
Guy pertenece a una generacin de OP comunistas que tienen hoy entre 50 y 60
aos, en situacin de prejubilacin o prximos a estarlo. Muchos estuvieron en la guerra
de Argelia entre 1954 y 1962. En la fbrica tuvieron la posibilidad de ascender y
tienen afinidades con la pequea supervisin y los militantes. Hoy parecen
decepcionados, muy pocos son militantes activos, el derrumbe del comunismo implic
para ellos una gran desilusin poltica, tienen tendencia a adoptar un tono sarcstico y a
no esconder su desprecio por los OS y los inmigrantes. En la fbrica siguen votando por
la CGT pero ms por fidelidad que por conviccin. Han asistido a la destruccin de su
mundo. Si bien les quedan reflejos anti-derecha, en particular porque odian a Peugeot y
todo lo que simboliza, pueden tener un discurso francamente racista. Sin embargo, ante
los intelectuales, controlan su discurso y, en principio, no dejan filtrar esa parte de s
mismos.
Se ver que esta actitud de los OP difiere de la de los OS que, en los barrios HLM,
viven en contacto con familias inmigrantes. La proximidad espacial implica una
competencia en relacin al uso de las instalaciones colectivas del espacio urbano
(escuela, materiales culturales, deportivos, escaleras y parte delantera del edificio).
Quisiramos insistir especialmente en los conflictos que se producen alrededor de la
escuela y de la educacin de los chicos.
2. OS contra inmigrantes
187
Para entender las tensiones que existen entre las familias instaladas desde hace mucho en el barrio (ya
sean francesas o de antigua inmigracin) y las que llegaron ms recientemente al barrio (a fines de los
aos 70 y en los aos 80), hay que tomar en cuenta, por un lado, la concentracin de las familias de
inmigracin reciente (marroques, turcas) en los barrios clasificados como DSQ (Desarrollo social de los
barrios) y, por otro, la muy fuerte sobrerrepresentacin de los hijos de inmigrantes en los jvenes de
menos de 20 aos. Estos dos factores, conjugados con la sobrerrepresentacin de los jvenes de origen
inmigrante en la poblacin de desocupados en estos barrios, contribuyen a que haya una ms fuerte
visibilidad de los inmigrantes en el espacio pblico y a focalizar los conflictos en los modos de
educacin de los hijos o del comportamiento en el aula.
188
Esta acusacin es, en muchos aspectos, comparable a la crtica que las clases medias hacan de las
clases populares en los aos 1945-1965 en torno a la cuestin de la reproduccin.
189
Quizs no se tenga lo suficientemente en cuenta el costo de la restriccin de la fecundidad en trminos
de prdida de calidez del hogar (algo que describe muy bien Hoggart en el caso de las familias populares
inglesas) y de la desaparicin de la proteccin de proximidad de la que habla Robert Castel, es decir el
sentido de la ayuda mutua y de la solidaridad.
220
marido tiene 50 o 60 aos, la mujer, menos de 30) y donde el crecimiento de la familia
parece no tener lmites. En una de nuestras estadas en la regin (julio de 1997), nos
citan el caso de un marroqu de alrededor de 55 aos como ejemplo de
irresponsabilidad de ciertos inmigrantes; siendo que ya es padre de una familia
numerosa y que tiene un cncer incurable, acaba de tener otro hijo con su mujer:
Llega un momento en el que hay que parar!, nos dice, fuera de s, el obrero (francs)
con el que nos entrevistamos.
En segundo lugar, las familias numerosas, por la libertad que otorgan a sus hijos, la
ausencia de una estricta vigilancia, la flexibilidad de los horarios, encarnan el modo
antiguo de educacin popular con el que una fraccin creciente de familias populares
francesas quisieron romper para maximizar las posibilidades de promocin de su
descendencia. Los hijos de inmigrantes son acusados sin distincin de vagabundear
hasta tarde, de hacer ruido, de hablarles mal a los adultos, de comer mal, de
vestirse mal y de tener aspecto pobre. Gran parte de los comadreos giran en torno al
dinero: lo que importa, no es tanto el nivel de ingresos de los inmigrantes los bajos
salarios de los padres estn compensados por las prestaciones sociales (ayudas que son
el centro de las conversaciones y de la rivalidad franceses/inmigrantes) sino la
asignacin de los gastos y las prioridades que expresan en trminos de presupuesto. Los
padres inmigrantes que estn ms apegados al pas de origen (especialmente los
marroques y los turcos) tienen comportamientos de ahorro forzado para financiar los
regresos frecuentes y costosos al pas, lo que los lleva a comprimir sistemticamente los
gastos destinados a los nios. Los gastos de educacin son tratados comos costos
variables que fluctan segn las prioridades del momento, mientras que los gastos
vinculados con el pas de origen y el mantenimiento de la sociabilidad en la familia
ampliada percibidos como poco relevantes por los no-inmigrantes constituyen gastos
fijos. Este comportamiento de consumo se opone al de los obreros de la regin franceses
y extranjeros, que ponen en un primer plano los gastos para los hijos.
Las discusiones en torno a los inmigrantes evocan de manera recurrente el modo
en que se gasta el dinero pblico: una parte de su dinero es nuestro dinero, fruto de
la redistribucin. Es el argumento que las familias francesas utilizan para justificar un
derecho a opinar sobre las elecciones presupuestarias de estas familias inmigrantes.
Estas elecciones son finamente identificadas y disecadas por los vecinos que,
viviendo en el mismo edificio o en el mismo monobloque, conocen en detalle las
caractersticas de su forma de vida. As, los gastos juzgados intiles u ostentativos de
los inmigrantes, segn la norma de consumo francesa la de las familias obreras sirve
de norma local de referencia, son siempre fuertemente denunciadas190 como expresin
de prcticas arcaicas (Hace ya muchos aos que viven ac, podran hacer un
esfuerzo). Un da se enteran de que tal inmigrante de tal monobloque, padre de una
familia numerosa, se compr un nuevo J7 (furgn Peugeot), y otro da que compraron
cantidad de regalos para el regreso a su pas, o que algunos tomaron un mes de
vacaciones sin sueldo para volver dos meses al pas. Todos esos gastos sern hechos en
detrimento de la inversin educativa. Como se escucha a menudo: Mientras tanto, se
economiza a costa de los chicos, Nunca vern hijos de inmigrantes con bicicletas,
todo se destina a la compra del auto para volver, etc. Estos arbitrajes de los gastos
forman parte de un todo: segn los mismos dichos, los gastos de los inmigrantes
siempre se hacen en detrimento de los hijos y a favor del pas de origen, y, si se sigue
con este tipo de razonamiento, se llega a la idea de que esto no favorece al pas que los
acoge, e incluso que es algo en contra suya. As se alimenta sin cesar la crnica de las
190
Como lo son de hecho por otros obreros franceses. Esta actitud no apunta especficamente a las
familias inmigrantes. Es uno de los resortes del ethos econmico y de la tica de las clases populares.
221
habladuras del barrio. Al centro de este proceso estn los celos. Las acusaciones
contra este tipo de inmigrantes por parte de sus vecinos se sustentan en la idea de que
sacrifican el bien estar y el futuro de sus hijos a favor de su propia vanidad de
inmigrantes, que simulan haber tenido xito cuando vuelven a su pas de origen. Por lo
mismo, no actan como buenos padres preocupados por sus hijos. Esto genera una
condena moral radical por parte de los obreros franceses (y de los otros inmigrantes que
se han adaptado a la norma occidental) que les reprochan el riesgo que le hacen correr al
futuro de sus hijos.
La presencia de las familias inmigrantes191 y de sus hijos en los suburbios su peso
en las escuelas primarias y los colegios de la ZEP, la fuerte visibilidad de los hijos en el
espacio pblico (alrededor de los monoblocs, en los cafs, en la feria y en los
supermercados, en las plazas, etc.) evoca el antiguo modo de educacin popular y les
recuerda a las familias francesas (que han tratado de abandonar ese tipo de educacin)
aquello con lo que rompieron para asegurar la promocin escolar y profesional de sus
hijos. La inversin escolar supone, adems de cierta cantidad de condiciones
materiales de trabajo (por ejemplo tranquilidad y espacio para trabajar), el repliegue del
grupo familiar sobre s y un corte en relacin al exterior. Son condiciones favorables a
la construccin de un inters familiar en torno al xito escolar de los hijos. En las
familias inmigrantes que han llegado ms recientemente a Francia y que han comenzado
ms tardamente su ciclo de asimilacin192 (las familias son numerosas, la reparticin de
roles en la pareja sigue siendo tradicional), el modo de educacin de los hijos se
caracteriza por una fuerte diferenciacin de los estatutos entre mujeres y varones y por
una libertad ms grande otorgada a estos ltimos193.
191
Las familias inmigrantes que viven en estos barrios son especialmente numerosas (a menudo ms de
seis hijos) cuya descendencia est dilatada en el tiempo. Los hijos permanecen en el hogar mucho despus
de haber terminado el colegio (a menudo hasta un matrimonio tardo). Los varones de ms edad suelen
ser desocupados o pasantes (y en este caso tienen ms tendencia a jugar un rol de guardin de la
tradicin, especialmente de los roles sexuales), los ms pequeos juegan abajo del edificio (su
territorio). Adems de la reparticin tradicional de los roles que lleva a los varones a desenvolverse
afuera, los adolescentes de la escuela secundaria no pueden quedarse en sus casas porque a menudo no
tienen un lugar para ellos (comparten la habitacin con uno o varios hermanos) o porque, como nos lo
dijeron en entrevista, hay demasiado ruido.
192
Es especialmente el caso de las familias marroques y turcas que, a menudo, mantienen un sistema
tradicional de obligaciones vinculado con la emigracin. Incluso si la obligacin de mandar dinero poco
a poco ha ido aflojando (la casa ya est construida all), como lo mencionamos, los regresos al pas
siguen siendo frecuentes y costosos, ocasionalmente hay varios gastos vinculados con el viaje, la
preparacin del auto o su compra, los regalos para la familia. Al mismo tiempo, los gastos que tienen que
ver con la educacin de los hijos en Francia han ido aumentando a medida que stos crecan y seguan
estudiando. El presupuesto de la mayora de las familias inmigrantes de la regin, sobre todo los
marroques y los turcos, ms que los argelinos (cuya instalacin en Francia es ms antigua), sigue estando
organizado en torno a este sistema de gastos prioritarios destinados al pas de origen, aunque sabemos
que no se puede dar una visin homognea de estas familias. En realidad, estos inmigrantes vacilan
entre la fidelidad a su pas de origen y la integracin al pas que los acoge. Esta vacilacin vara
fuertemente segn la coyuntura econmica y poltica. Los progresos sucesivos del voto Le Pen, su
omnipresencia meditica y los acontecimientos internacionales como la guerra del Golfo, en un contexto
de inquietud en relacin al empleo en la fbrica, fragilizan terriblemente a los inmigrantes y descorazonan
cualquier veleidad de arraigo, teniendo a veces incluso el efecto de reforzar los vnculos con la cultura de
origen. A la inversa las fases de distensin poltica y/o de crecimiento econmico refuerzan su conviccin
de que se quedarn ac, en la regin y en Francia, y que lo principal es asegurar el futuro de sus hijos.
193
En el caso de los jvenes desocupados, los pasantes y aquellos que estn ms distanciados del
sistema escolar (menos obligados a estar en casa por la presin escolar), el tiempo libre y la falta de
dinero se conjugan para que pasen un tiempo considerable en el espacio pblico, libre de acceso, gratuito
(o poco caro): plazas, centros comerciales, calle peatonal de la gran ciudad, biblioteca municipal, buses,
etc. De tal manera que se los ve ms en el barrio y en la ciudad.
222
Este tipo de educacin hacer sobresalir, por contraste, la rigurosidad actual de
algunas familias populares (tanto francesas como extranjeras194). La observacin regular
de las prcticas educativas por parte de las familias numerosas del barrio y la
identificacin de lo que se ha convertido a sus ojos en malos modales, les hacen
medir mejor el costo moral y psicolgico de este esfuerzo por adoptar un nuevo modelo
educativo: efectuar una vigilancia constante, luchar contra la facilidad y el abandono,
lograr que sus hijos respeten prohibiciones que ellos mismos no conocieron, sin
certidumbre ninguna de que esta nueva actitud educativa vaya a producir ventajas
directamente perceptibles. La negligencia educativa de los dems siempre puede
contagiar (sus hijos pueden dejarse llevar), anular la suma de esfuerzos y privaciones
que se han impuesto para evitar reproducir los esquemas educativos transmitidos por
sus propios padres. En la medida en que se trata de fenmenos profundamente
interiorizados lo que se llama el ethos de clase, las posiciones sobre la educacin de
los hijos siempre toman un carcter eminentemente reactivo. Cmo aceptar que esta
disciplina que uno intenta imponerse a s mismo y a sus hijos sea cuestionada por el
laxismo de los dems?
Se puede dar como ejemplo la reparticin de las becas escolares entre padres e hijos,
que ilustra la manera en que los hijos de inmigrantes contribuyen a definir normas de
conducta dentro de la clase etaria, y ejercen por lo mismo una presin, vivida como una
intrusin, sobre ciertas familias obreras francesas. En una de esas familias francesas de
Grandval (donde en ese momento solo el padre ejerce una actividad profesional), los
padres perciben las becas escolares de sus dos hijas liceanas (una en seccin G, la otra
en BEP) que se suman a los ingresos habituales de la familia. Las hijas benefician
indirectamente, especialmente bajo la forma de compra de ropa la hija le pide a la
madre dinero para comprar tal o cual objeto, la madre en general acepta (No se las
priva de nada, Cuando pide, tiene lo que quiere). Ahora bien, en la mayora de las
familias inmigrantes del barrio, la beca es percibida directamente por el estudiante,
cuando es mayor, la utiliza como ahorro personal, especialmente para comprar su propia
ropa. La hija, alumna de segundo ao de liceo, descubre este principio de redistribucin
conversando con uno de sus amigos del barrio, alumno en el mismo liceo; como el
principio le resulta conveniente, reclama, como un derecho, el mismo tratamiento a sus
padres. Los padres se escandalizan ante la idea de que su hija pueda sospechar que se
aprovechan de su beca escolar; se niegan a cualquier forma de negociacin sobre lo
que les parece ser una cuestin de principios. El padre condena este tipo de
comportamiento que, segn l, refuerza en su hija la idea de que los hijos de
inmigrantes estn en mejor situacin en comparacin con ella y produce la ilusin de
una mayor autonoma, cuando esos chicos sufren ms que los suyos de restricciones. No
sin irritacin ve que esa racionalidad domstica de inmigrantes, donde interviene toda
la relacin tradicional con los nios y con el dinero (reinterpretada en funcin de las
posibilidades de la ayuda social francesa), funciona como un modelo para su hija
quien, buscando emanciparse de sus padres, simula ignorar el sistema de limitaciones
que es la contraparte obligada (ausencia de vacaciones y otras formas de privaciones
materiales, menor inversin educativa).
Este tipo de prcticas suele ser fuente de recriminaciones en relacin a las familias
inmigrantes (que viviran a costas de sus hijos), porque vuelve ms complicada la
tarea de los padres apegados a ciertos aspectos de la educacin obrera tradicional (a
grandes rasgos, la que recibieron de sus padres). La cohabitacin en el mismo barrio,
puesta a prueba sobre todo con motivo de los contactos mixtos entre chicos (en la
194
Estas familias de inmigrantes son invisibles en el barrio en razn de una focalizacin negativa sobre
las familias [inmigrantes] con problemas.
223
escuela, en la calle, en la entrada de los edificios), impone imperceptiblemente normas
que la mayora de los padres obreros franceses no pueden seguir, salvo a modificar la
reparticin de sus gastos, sus prcticas de consumo (y los principios que determinan las
prioridades presupuestarias). Sobre todo: salvo a aceptar un cambio en las relaciones
entre generaciones dentro de la familia. Lo que implicara alinearse con los
inmigrantes, aceptar sus normas econmicas y ticas.
195
Al analizar las fichas donde aparece el perfil deseado, destinadas a los reclutadores, figuran
indicaciones codificadas con 1, FS (Francs de origen) o BBR (azul-blanco-rojo) que significan que los
negros y los rabes no son deseables para esos puestos de trabajo.
224
dos o de a tres, a negociar o a veces a reclamar pasantas196. Relegados en estos lugares
donde fundamentalmente se acoge a quienes fracasaron en la carrera por el empleo, a
veces se hacen notar por su irona desengaada o por su violencia verbal. Mientras ms
visibles dentro de estas instituciones, ms se difunde la acusacin en trminos de solo
se ocupan de los rabes. Los consejeros de la misin local batallan para que los
acepten en las pasantas y darles confianza197; estos esfuerzos pueden ser interpretados
como una forma de preferencia a favor de los inmigrantes.
Las opciones que tienen estos jvenes inmigrantes198 son sumamente limitadas.
Excluidos de manera duradera del mercado del trabajo poco calificado, algunos se van
de la regin (entre las mujeres, algunas van a Suiza para trabajar en hotelera, los
hombres se van para hacer la cosecha de frutas y las vendimias en el sur o van a trabajar
a Oyonnax) o suean con crear una empresa. Otros no hacen nada, y a veces intentan
vivir de pequeos trficos. La ausencia dramtica de futuro refuerza considerablemente
su resentimiento y explica tambin la radicalizacin de su comportamiento en una suerte
de espiral incontrolable: la violencia que sufren en permanencia violencia econmica,
violencia de la pobreza material, violencia del racismo puede darse vuelta a veces
contra ellos mismos y a menudo contra los dems, esos franceses condenados a las
burlas. Frente al racismo difuso dirigido hacia los rabes, sus respuestas siguen la
lgica de la inversin: estigmatizados como rabes, terminan magnificando su
arabidad. Despus de la muerte de Khaled Kelkal, se vio florecer algunos Viva el
Islam en las paredes de los edificios destinados a ser demolidos: desde hace dos aos,
los respaldos de los asientos de los buses que llevan a los barrios estn cubiertos de
eslganes vengativos (Viva Argelia, Francia: jodete).
Estos jvenes inmigrantes constituyen en el espacio local la minora de lo peor
de la que habla Elias, a la que estn asimilados todos los otros hijos de inmigrantes.
Todo ellos son percibidos como amenaza por las familias respetables (tanto francesas
como extranjeras) del barrio y sus hijos: amenaza fsica (robos con violencia, peleas en
las escuelas secundarias, disputas en los edificios, provocaciones diversas en relacin a
los roumis o europeos, etc.) y sobre todo amenaza social (rol de los perturbadores
196
Cf. Stphane Beaud, Stage ou formation ? Les enjeux dun malentendu. Notes ethnographiques sur
une mission locale de lemploi, Travail et Emploi, n 67, 1996.
197
En el diario local, en las fotos de grupo de los pasantes (contratos empleo-solidaridad empleados por
las municipalidades de izquierda), los hijos de los inmigrantes son mayoritarios.
198
Retomando la expresin de Grard Noiriel, los jvenes inmigrantes no existen. Incluso limitando el
anlisis al grupo de los jvenes de origen rabe, la investigacin etnogrfica muestra que est compuesto
por diferentes sub-grupos. Si nos limitamos a los varones, los que tienen ms diplomas y han visto cmo
se cerraban progresivamente las puertas de los oficios de la clase media a causa de un nombre o del color
de la piel, tienden a redescubrir sus orgenes, su cultura mediante la msica (Ra), el baile, los libros
(Islam moderno). Algunos van hacia la religin y hacen proselitismo. Los que tienen menos diplomas, los
que se sienten ms en un callejn sin salida, pasantes de por vida y desocupados desde hace mucho,
terminan por auto-excluirse y expresan de diferentes maneras su bronca: provocando a los franceses,
insultando gratuitamente, escribiendo las fachadas de los edificios HLM (Abajo Israel). Apartados de la
sociedad francesa, se sienten en comunin con los desheredados del mundo musulmn, oprimidos como
ellos por Occidente. No dicen capitalista porque ignoran el lenguaje en trminos de clases, ms bien
tienen tendencia a verlo todo desde la etnicidad y en trminos de relaciones norte-sur. Por ejemplo, la
guerra del Golfo fue una gran leccin para los jvenes inmigrantes de los barrios HLM, una leccin de
poltica para la mayora: una humillacin que los hiri profundamente. Entonces, tuvieron la conviccin
de la cobarda de Occidente y de la omnipotencia de las fuerzas del dinero. Mediante esa guerra,
algunos (los norteamericanos, los europeos, los blancos, las potencias coloniales o neo-coloniales)
queran, ah tambin, humillar a los rabes, ponerlos de rodillas, llevarlos a una rendicin. El apoyo de las
autoridades francesas tanto los polticos como los profesores a la lucha anti-Saddam no hizo sino
reforzar su odio hacia el pas que recibi a sus padres y su acercamiento a una arabidad construida en
utopa social (muchos hablan dialectos rabes y no dominan el rabe literario).
225
en clase, o, ms grave, instalacin duradera en el mercado de la droga en el caso de
algunos). En la medida en que representan un modelo de identificacin posible para los
hijos especialmente los vendedores de droga que, siendo jvenes, ganan dinero
fcilmente, andan en BMW, sin haber trabajado jams, hacen pesar sobre los otros
hijos y sus familias el ms grande de los riesgos: hacer fracasar la estrategia de
ascensin a travs del colegio, rompiendo los sueos de promocin social de los padres.
Por ese motivo constituyen un punto fijo de atencin, estn al centro de las
conversaciones. El comadreo local se nutre cotidianamente de hechos y gestos de los
miembros ms turbulentos de esta minora: pequeos robos, pequeos asuntos de droga,
destrozos o trficos importantes. La prensa local difunde con regularidad este ritual de
asuntos locales y siempre son muy comentados por la poblacin: los nombres (rabes)
de los autores de estos hechos delictivos son mencionados, la delincuencia de los
extranjeros (es decir de los hijos de extranjeros) no es un mito, no hay que discutirla,
slo los que no viven diariamente este fenmeno pueden permitirse minimizarlo o
negarlo: Eso, uno lo ve todos los das, Es triste pero no se puede decir lo contrario,
etc. Esta pequea delincuencia alimenta continuamente el sentimiento de exasperacin
de los habitantes del barrio en relacin a los jvenes inmigrantes, que puede, en
funcin de cierta cantidad de parmetros, tomar la forma de un racismo ordinario.
El bus que conecta el barrio perifrico de Grandval con el centro de Montbliard es
un observatorio revelador de las relaciones entre generaciones en el barrio. En tanto
microcosmos social que condensa en un espacio limitado el modo predominante de las
relaciones sociales en el barrio, muestra el conflicto de vecindad y de valores que opone
esquemticamente jvenes y viejos (ac jvenes de origen inmigrante y viejos
franceses de las clases populares), especialmente en la competencia por los usos de
esta forma de espacio pblico. La parada del bus en la plaza comercial, es un lugar
donde a menudo los jvenes del barrio discuten, se pelean para subir antes que los
dems199. Una vez que han subido, se dirigen al fondo, muchas veces con precipitacin
y haciendo ruido. Esa parte de atrs vendra a ser su territorio reservado y ah se instalan
de a dos o de a tres. Ubicados levemente por sobre los dems pasajeros, dominan la
escena, hablan fuerte, gesticulan, ponen sus pies en los respaldos, se encargan de
cargar el ambiente. Desde el fondo llegan ruidos diversos, burlas, comentarios sobre
tal o cual habitante del barrio Grandval que sube al bus. Tambin se burlan unos de
otros, esto es constante y lo hacen ocupando teatralmente el espacio que transforman en
escenario. Cuando el nivel sonoro sube abruptamente o cuando alguno pronuncia algn
insulto o alguna palabra particularmente fuera de lugar, puede pasar que los pasajeros de
adelante se den vuelva en direccin de los perturbadores para marcar con la mirada su
desaprobacin. En realidad, pocos son los que protestan abiertamente, el chofer,
acostumbrado, se ha resignado a este tipo de comportamiento y ha terminado por
aceptarlo.
Los alumnos de los liceos generales se sientan en la parte central del bus, ocupan un
lugar intermedio entre los viejos y los jvenes del fondo (los atorrantes). Los
jubilados, las personas ms jvenes, o sea los adultos franceses, se ubican
rpidamente adelante, eligen los primeros asientos; manifiestan siempre un poco de
temor o de repugnancia cuando deben ir hacia atrs; las mujeres francesas se sientan
rpido y evitan la parte de atrs. Se instalan ligeramente encorvadas como hacindose
ms pequeas, la cartera puesta en sus rodillas, sujetada con firmeza. Una vez instaladas
evitan mirar atrs, fijan la ruta o se ponen a conversar con sus vecinas que, al igual que
199
Se observa en muchos de estos jvenes una ansiedad una febrilidad incluso por ocupar el espacio
pblico: tienen que ser los primeros en ocupar un espacio abierto, pavonearse en auto en el suburbio,
estacionar frente al centro comercial dejando el motor en marcha y la msica a todo volumen, etc.
226
ellas, van de compras. Las amas de casa inmigrantes, a menudo vestidas de manera
tradicional con largas tnicas de colores vivos, se suelen subir al bus de a dos o tres,
tambin van adelante, pero un poco ms atrs en relacin a las mujeres francesas con
las que no intercambian generalmente signos. Hablan en su idioma, en voz alta. Los
adultos, y ms exactamente los padres, evitan naturalmente el grupo del fondo. Una
barrera invisible separa el espacio interior del bus donde dos universos parecen codearse
sin conocerse. Del lado de los viejos predomina el miedo y el repliegue, el silencio o
el murmullo, la impresin de que hay que hacerse pequeo; del lado de los jvenes, la
provocacin, el exceso de palabra, el histrionismo y, a menudo, un aire de provocacin
que puede desembocar (es raro) en agresiones.
Las escenas del bus permiten entender en vivo y en directo, a travs de los usos
naturales del espacio, las posturas corporales de unos y otros, el juego de las miradas,
la manera que tienen los viejos de evitar confrontaciones que responden a la estrategia
de instalacin agresiva de los jvenes, la tensin permanente que existe entre el grupo
de los antiguos habitantes del barrio (los established que vienen de regiones rurales de
la zona o de los pases de vieja inmigracin como Espaa y Portugal) y el de los
recin llegados, principalmente familias inmigrantes magrebes o turcas (el grupo de
los outsiders). Esta tensin no encuentra siempre cmo expresarse en palabras pero es
muy sensible a travs las expresiones y las miradas de reprobacin, las mmicas de
exasperacin o de molestia, los miedos visibles en diferentes movimientos de repliegue,
las minsculas marcas de desconfianza frente a los hijos de inmigrantes200. Se puede
tambin constatar la degradacin de las relaciones a medida que pasan los aos: ciertas
barras metlicas de los asientos han sido arrancadas y no fueron remplazadas, los
asientos (que estaban limpios) estn cada vez ms deteriorados. El grado de
provocacin de los jvenes del fondo ha crecido: algunos fuman ostensiblemente
petardos delante de todo el mundo, pero no parece chocar a nadie, hablan cada vez
ms fuerte, como apropindose el bus. La violencia que se ejerca sobre los objetos se
desplaza hacia las personas: una seora una abuela del barrio fue recientemente
agredida por jvenes, lo que gener gran emocin en Grandval, un lmite haba sido
franqueado
227
que una cantidad creciente de obreros se haya pasado al Frente Nacional no debe ser
interpretado como una forma de protesta amarga, incluso desesperada, contra el
moralismo de izquierda. Porque, para la mayora de los obreros que han adoptado a
menudo temporalmente las ideas del FN, no se trata de una posicin ideolgica
firme. Al contrario, a menudo esta adhesin se hace dudando y con mala conciencia,
con un razonamiento que se podra formular as: ya que nosotros (obreros) somos tan
idiotas, arcaicos, inconvertibles, y ya que ustedes (los dirigentes, los
socialistas) no paran de decirnos o de hacernos sentir que no entendemos nada, que
somos tontos, que nuestros hijos no son cultos, que no son abiertos, no vamos a
seguir soportando esto impunemente, vamos a demostrar lo que somos capaces de
hacer, afirmar de otra manera lo que es nuestra nica fuerza la fuerza de la cantidad
votando a Le Pen o amenazando con hacerlo203. Y as, generando miedo, nosotros
obreros podremos ser tomados finalmente en serio. Nos parece importante insistir en el
aspecto eminentemente reactivo del voto Le Pen: hay ah una manera visceral de
expresar el odio social que sienten cada vez ms obreros; es tambin una forma, sin
duda amarga y poco gloriosa, de revancha contra el (mal)trato que han sufrido a lo largo
de los ltimos aos.
Lo que est en juego a travs del voto FN de los obreros es la respetabilidad de
personas que han trabajado duro toda una vida para adquirir su casa, educar a sus hijos,
construir una buena reputacin, etc. Esta respetabilidad, que efectivamente puede no
tener importancia para quienes estn lejos de los sectores populares, los obreros pueden
perderla hoy brutalmente. De diversas maneras: por la desocupacin que afecta a las
familias, por el desclasamiento del lugar donde viven (es el caso de aquellos que, hace
veinte o treinta aos, construyeron en un lugar hoy amenazado por la pauperizacin
social o que compraron en un suburbio a la deriva) pero tambin por el
cuestionamiento difuso de sus sistemas de valores, ya sea el localismo o la valorizacin
de lo autctono descalificados a beneficio del cosmopolitismo o del mestizaje, o an
por el cuestionamiento de la divisin sexual del trabajo204. Ahora bien esa respetabilidad
obrera, conquistada y conservada gracias al trabajo poltico de generaciones pasadas y
presentes, gracias al capital poltico y simblico acumulado (el de los delegados en la
sociales. La rpida promocin social y poltica de los aos 70, llev a muchos polticos socialistas de
origen obrero o de la pequea burguesa a romper progresivamente con el pueblo. Se fueron encerrando
en sus municipalidades, cada vez ms temerosos ante la idea de ir a los barrios populares, sordos ante las
protestas de lo que fue su antigua base obrera, buscando desesperadamente representantes en los barrios
HLM. Al llegar tal o cual eleccin, recurrieron, en esos barrios, a jvenes hijos de inmigrantes
(estudiantes o trabajadores sociales) para captar un pretendido voto tnico, instrumentalizaron en algn
punto a estos jvenes que, a menudo, se alejaron para siempre, asqueados, o que incluso se pasaron al
RPR que anunciaba abiertamente sus ambiciones
203
Subrayemos tambin que, por otra parte, la mayora no se hace ilusiones sobre el personaje Le Pen ni
sobre su partido, por ms que aprecien su hablar franco y su arte de decir lo que tiene que decir a los
poderosos (de derecha o de izquierda) que desprecian a las clases populares.
204
Lo que genera a su vez reacciones muy violentas de los obreros hombres que se ven cuestionados en
una de las dimensiones esenciales de su identidad social, en su sentido de clase. Un buen ejemplo es la
suerte de aversin que provoca en los militantes inscritos en la vieja tradicin obrera el personaje de
Nicole Notat, secretaria general de la CFDT. El enorme rechazo que se expres durante las
manifestaciones de diciembre de 1995 (fue, como se sabe, duramente atacada e injuriada en tanto mujer
por obreros en paro) tiene que ver con el hecho de que cristaliza en su persona social una mujer, docente,
alejada del mundo obrero por sus orgenes sociales (hija de agricultores de Lorena) una parte de las
fobias sociales ligadas a una vieja herencia obrera: el odio hacia los que dan ctedra, hacia los
profesores, hacia todos esos detentores de un pequeo capital cultural que tienen espontneamente
tendencia a sostener un discurso moralizador hacia los obreros. Estrechamente relacionado con esto,
existe un apego muy fuerte a una estricta divisin sexual del trabajo y a lo que se podra llamar un
antifeminismo.
228
fbrica, el de los responsables de izquierda locales y nacionales), hoy est menos
defendida y se ve fuertemente amenazada.
Y cuando se aborda el tema de la decepcin con la izquierda, en relacin a los
sectores populares, es necesario examinar en detalle de qu est hecha esa decepcin.
Sin duda, la izquierda no cumpli sus promesas, pero sobre todo sus representantes
polticos fueron evitando ir fsicamente al encuentro de los sectores populares205.
Muchos obreros tuvieron la impresin de que otras causas ms nobles o humanistas
interesaban a los representantes de la izquierda (la cultura, la lucha contra la pobreza o
contra el racismo). Mientras que, por as decirlo, las clases populares estaban
sufriendo frente a sus ojos.
Lo que, por ejemplo, alimenta la exasperacin de los obreros que viven en las
ciudades obreras de la regin, es el contraste entre el discurso sobre la inmigracin de
los polticos la detencin de la inmigracin legal y la lucha prioritaria contra la
inmigracin clandestina y las realidades locales. En los barrios perifricos donde se
ubican las viviendas sociales (HLM) se tiene la impresin de que los nuevos
inmigrantes siguen instalndose (A cada rato llegan nuevos, No hay que creer que se
detuvo la inmigracin), como lo muestra, indicador indiscutible a sus ojos, el hecho de
que las escuelas del barrio sigan abriendo clases especiales para los recin llegados206.
Estos nuevos inmigrantes, que a menudo llegan en el marco de la reunificacin familiar
son vistos como personas que han recurrido a otras vas, ilegales o para-legales,
especialmente el matrimonio con franceses de origen inmigrante207. El abismo entre los
discursos y la realidad funciona como prueba, para estos obreros franceses, de una
mentira oficial, sabiamente orquestada por el Estado y los polticos que no se atreven
a decir la verdad sobre la inmigracin. Esa mentira lleva, una vez ms, a engaar a los
trabajadores. Si esta nueva inmigracin es recibida con desconfianza no es
necesariamente por reflejo racista sino porque no har, a los ojos de los habitantes de
205
Un ejemplo tpico de esta incomprensin cada vez mayor entre la izquierda y una parte del mundo
obrero es la llegada de jerarcas socialistas (parisinos) a tierras obreras, supuestamente conquistadas desde
hace mucho. Los obreros locales les reprochan el poco tiempo que pasan ah: cuntas veces escuchamos
durante el trabajo de campo, en Sochaux, entre 1985 y 1995, quejas de los obreros (a quienes nunca se les
perdona nada en la fbrica, a quienes siempre se les pide que estn disponibles, etc.) por la inasistencia
de la diputada PS enviada ah (Huguette Bouchardeau) y que, por otra parte, publicaba libros Situacin
que era vivida como una marca de desprecio, una ausencia de consideracin mnima en relacin a sus
mandantes.
206
Es decir, los hijos que vinieron desde el pas de origen en el marco de la reunificacin familiar. Puede
llegar a pasar en la escuela secundaria que nios de 14-15 aos sean inscritos en primer ao aunque no
hablen francs. El hecho de que sigan existiendo estas clases para alumnos recin llegados en la escuela
secundaria es la prueba irrefutable de que el flujo de la inmigracin no se ha detenido.
207
El cierre de la inmigracin legal y la presin creciente a la emigracin en Marrueco y en Argelia
(especialmente desde el inicio de la guerra civil) han contribuido al desarrollo de estrategias complejas
que utilizan los intersticios del derecho de los extranjeros para poder hacer venir a las familias. En la
medida en que es cada vez ms difcil obtener certificados de alojamiento y que las posibilidades de que
vengan las familias a Francia se reducen dramticamente, el matrimonio entre parientes uno de ellos
inmigrante, el otro con documentos franceses es uno de los ltimos recursos que quedan para
instalarse legalmente en Francia. Habra que poner esta estrategia matrimonial en relacin con la situacin
de reciente exclusin de los hijos inmigrantes ac: las hijas que han tenido malos resultados en el
colegio encuentran una va de escape en el matrimonio tradicional (ofrecen un asilo en Francia a
candidatos de la inmigracin y obtienen un estatuto honroso de mujer casada); en cuanto a los varones,
desocupados o pasantes, honran a su familia yendo a buscar una esposa a su pueblo y retoman en una
lgica de compensacin una posicin de dominacin masculina que pueden hacer valer en la vida
domstica. En el marco de un barrio donde el comadreo juega un rol de vehculo de informacin y de
anlisis, estas diferentes estrategias terminan siendo conocidas y finamente disecadas. Nuestros diferentes
informantes saben analizar muy bien y en detalle el caso de tal o cual familia cuyos hijos entraron en esa
lgica.
229
estos barrios, sino agravar los problemas estructurales en el colegio y en el barrio. Si la
dinmica de la inmigracin siempre vuelve a reactivarse por debajo y sigue irrigando
los mismos barrios, se entiende que el discurso sobre la integracin suscite una
hostilidad creciente. Es en reaccin a las promesas incumplidas y a los discursos
moralizadores de las lites que una suerte de cinismo obrero se desarrolla contra los
valores universalistas y republicanos, los que defienden los intelectuales (en el
sentido ordinario) acusados de olvidar o de negar las formas ms concretas de la
competencia social a las que los obreros los de abajo estn confrontados todos los
das.
Jrme, ms o menos 30 aos, trabaja en HC1 y es delegado del personal CGT desde
hace un ao. Forma parte de la nueva ola de jvenes militantes de la CGT son unos
doce y est muy implicado en la lucha contra el Frente Nacional. En una entrevista
realizada en julio de 1997, conversamos sobre la cuestin del racismo en la fbrica:
[Los franceses] encuentran totalmente normal que un obrero francs tenga ms puntos de
calificacin, es una cosa, una reaccin que siempre se ve cuando hay problemas en los
recibos de sueldo. Por ah se trata de rearmar la solidaridad. Pero cuando Mohamed, por
poner un ejemplo, tiene 190 puntos [segn el sistema de clasificacin] y Christophe 180
puntos, lo que pasa es que Christophe empieza a quejarse. Incluso si l [Mohamed] hace
el mismo trabajo que yo y que lo contrataron al mismo tiempo, si por alguna razn, le
pagan ms que a m adems el sistema de ascenso en Peugeot es tan irracional que
cualquiera puede ascender de cualquier manera muchos son los que se van a quejar
porque le pagan ms a un rabe que a ellos
El problema es quizs que hoy se quejan abiertamente mientras que en otra poca haba
una forma de censura que se ejerca
Eso Y luego el ramadn Es el perodo ms horrible, desde ese punto de vista. Ah, en
el rubro bromas, las tenemos todas: la religin, el tema de la comida, el cerdo En estos
das [mediados de julio de 1997] es el momento de las vacaciones por turno, vacaciones
sin salario se llama, entonces en cada sector siempre hay uno o dos obreros, que
comienzan a quejarse: Ellos [los rabes] tienen derecho a irse pero yo, si pidiera, no
tendra derecho! [] Encuentro que hay una radicalizacin en prcticamente todo. Y
volviendo al tema del racismo [del que habamos hablado algunos momentos antes],
claramente hay una radicalizacin. Lo veo. Porque durante los dos aos en que no estuve
en la cadena, me fui a trabajar a un pequeo sector, un viejo sector donde se haban
mantenido prcticamente las condiciones de los aos 60. No tenamos jefes,
prcticamente nos autogestionbamos en nuestro pedacito de fbrica Entonces cuando
volv al taller [a la cadena] con, adems, un mandato de delegado que me permita ir a ver
a los tipos a su puesto, eso era verdaderamente flagrante. Una radicalizacin terrible en
todos los niveles!... No recuerdo con quin discuta... porque hay una nocin que nunca vi
en ninguna investigacin. Es la nocin, yo dira, del saboteo indirecto. Quiero decir que
un tipo, cuando se aburre de quejarse sin que nadie lo venga a remplazar [en la cadena],
hace tres fallas y listo! Eso quiere decir que los tipos sabotean verdaderamente el
trabajo Quieren fumar un faso hop! Tres defectos! Marcan van a fumar el faso
El monitor ya no pasa lista. Y eso, yo encuentro, es una posicin bastante radical...
Y al mismo tiempo no hay lgicas de solidaridad con los que tienen problemas
Eso es! Ya sea el obrero siguiente o el monitor El jefe, eso es comprensible, pero que
sea el obrero siguiente o el monitor, les da lo mismo. Cada cual con lo suyo. Y eso se ve
ms ahora cuando ellos [la direccin] hicieron todo un discurso sobre el tema de avisarle
al monitor cuando llega un auto con un defecto cualquiera, que viene de otro lado. Por
ms que uno les explique: cuidado, hay un defecto, tiene que poner el haz de este lado,
230
por ejemplo, porque el obrero que est del otro lado no tuvo tiempo de hacerlo, etc. Y
no Llaman al monitor! No se puede creer. Es ese tipo de cosas que pudre
completamente el ambiente y que hace que, efectivamente, ya no hay solidaridad. Si
hiciramos un promedio, yo dira que ahora, por obrero, las relaciones de amistad no van
ms all del equipo [una decena de obreros], si es que Los tipos ya no se conocen. Es
cosa de ver los buses, antes uno conoca a fulano porque hablaba con l en el bus. Ahora,
eso se acab. Antes, los obreros de Peugeot se conocan, se invitaban unos a otros a sus
casas. Ahora nadie conoce a nadie. []
Hamid me hablaba tambin de la exasperacin de los franceses ante la idea de aumentar
la bonificacin de vuelta a clases, que es algo que beneficia sobre todo a los inmigrantes,
porque tienen ms hijos
Uy! Eso es terrible! Todo lo que tiene que ver con la cantidad de nios! Hace un ao
que soy delegado y que le comunico las reivindicaciones al CE, me doy cuenta de eso.
Soy tcnico encargado de calidad, slo tengo un nene, en cambio l tiene cuatro, cinco,
seis, siete Todo el tiempo es el mismo debate que se tiene ac, en el civil, entre
comillas vamos a militarizar un poco a Peugeot (risas). En todos los niveles de Peugeot,
por ejemplo el tema de los tickets para ir al cine, porque yo tambin distribuyo los tickets
del CE, a eso he llegado (risas), conozco un poco la situacin de la gente. Entonces s
que tal obrero [inmigrante] tiene tantos hijos, que esos hijos van al cine, le doy un buen
paquete. En cambio cuando voy a ver a un trabajador francs que tiene un solo hijo
siempre encuentra manera de enojarse porque no le doy ms. O sea es una situacin cada
vez ms insoportable
Es una cuestin central: nosotros estamos por la igualdad pero esa igualdad es lo que se
ha roto a favor de los inmigrantes a quienes se les da un tratamiento de favor
S. Para ellos, hay una nocin de sub-ciudadano, de sub-hombre, de sub-humano,
de no s qu. No deben ser como nosotros. Tenemos derechos que ellos no tienen porqu
tener. [] Volviendo a la idea de la preferencia nacional, uno se da cuenta que la
argumentacin del FN entr en la fbrica, con una rapidez impresionante, precisamente
aunque slo sea a travs del ejemplo de la bonificacin de vuelta a clases, est ms o
menos hecha bajo el modelo de las asignaciones familiares. Cada vez que se utiliza una
bonificacin o lo que sea, se toma en cuenta la cantidad de hijos me pregunto si gran
parte de los obreros no retoma la argumentacin, boludo como una paloma, de Le Pen:
hay que suprimir todo aquello que favorece especialmente a los inmigrantes. [] Se ve
que el lepenismo ha ido entrando en las mentes Hace algunos das, una obrera a la que
conozco desde hace dos aos sin calificacin cuarenta aos pero moderna que
vive en concubinato con un muchacho, etc., se puede decir que es una mujer moderna
pero de izquierda. A menudo tenemos nuestros pequeos debates en los diez minutos de
pausa que nos dejan Hace poco me dijo una cosa que me doli bastante. Habamos
vuelto a evocar las elecciones de mayo-junio y dijo directamente: Yo, de todas maneras,
no vot por los extranjeros, vot francs. Y ah entend que haba votado por el Frente
Nacional. No lo dijo as, directamente, pero quera que yo lo entendiera. Es la primera vez
que vea a un izquierdo-lepenista medio. Y como si fuera poco, una mujer! Que sin duda
vota por la CGT en las elecciones de DP, que ha participado recientemente a un paro, lo
que pasa cada vez menos. No voto por el extranjero, voto francs!
La hostilidad de los obreros ante todo lo que podra parecer una discriminacin
positiva en relacin a los inmigrantes remite al miedo que sienten de estar condenados a
una decadencia social insoportable para quienes, hace veinte aos, pensaban ascender:
convertirse en obrero profesional, luego en contramaestre, ser propietario de un chal.
Mejorar el futuro de sus hijos. Frente a este agravamiento de la competencia social y al
despliegue de esfuerzos cada vez ms importantes para simplemente mantenerse,
muchos obreros adoptan diversas estrategias. Residencial: huir de las viviendas sociales
(HLM), comprar un chal; escolar: evitar los malos colegios, elegir los que son
frecuentados por los hijos de las clases medias o superiores. Estas estrategias pueden
231
volverse contra ellos para concretarlas tienen que endeudarse, privarse y contra los
hijos que, al verse distanciados, a nivel escolar, pueden desanimarse. Estos posibles
fracasos agravan su decepcin y los llevan a volcar su resentimiento contra los
inmigrantes. Conviene analizar el conjunto de los procesos que conducen a los
obreros que no son completamente hostiles a los inmigrantes208 a transformarlos en
chivo expiatorio. Nunca se insistir lo suficiente en la distancia del discurso oficial
sobre la modernizacin a lo largo de los aos 80 y lo que sienten en la intimidad: la
amenaza que pesa sobre ellos, el miedo a la invasin. Los extranjeros cristalizan una
amenaza multiforme hecha de miedo ante el porvenir, miedo a ser abandonado,
ignorado por la sociedad. En este sentimiento difuso interviene la conciencia de estar
expuesto a mltiples pequeas injusticias la manera en que se burlan de ciertas
maneras de ser obreras, el sufrimiento que sienten al estar confinados en un universo de
pequeeces y des mezquindad por falta de dinero, de tal manera que muchos OS
terminan focalizndose sobre temas que pueden parecer sin importancia (los pequeos
regalos de la fbrica, las entradas al cine que son para los hijos y benefician ms a los
inmigrantes porque tiene ms hijos). Esta sensibilidad ante la desigualdad, la
injusticia, los favores, antes estaba considerada y defendida desde la oferta poltica
tradicional de la izquierda francesa. Ms que la expresin de un racismo obrero, se
puede considerar el voto obrero a favor del FN como el ltimo intento por diferenciarse
y reivindicar un derecho a existir en un contexto de desclasamiento estructural del grupo
obrero.
208
La mayora de los obreros abiertamente racistas o dispuestos a votar por el FN (o que ya lo han hecho)
tienen el sentimiento de estar renegando de algo, de estar en ruptura total con lo que dice el colegio, con
el discurso poltico tradicional, una suerte de vergenza, como si hubiera una necesidad de provocar y una
dificultad para expresarlo de otra manera que no desesperada.
232
Cuestiones de mtodo: los intelectuales y el racismo obrero
233
inmigrantes cuando ignoran todo de la complejidad de las relaciones sociales, tanto
dentro del mbito laboral como fuera de l, en los sectores populares. Se puede hacer
una comparacin entre esta actitud desconfiada en relacin a los investigadores
animados por una buena voluntad antirracista y la vieja actitud de los obreros
profesionales estalinistas de los aos 60 y 70 que no queran ver a los intelectuales
ocuparse de lo que ocurra en las fbricas, que aceptaban su apoyo pero de lejos.
Estaramos frente a una forma degradada de esa actitud, vigente, en una versin ms
apaciguada en muchos viejos profesionales. Hay que prestar una atencin especial a
la manera en que las acusaciones de racismo, siempre moralizadoras, funcionan como
injurias sociales que encierran a estas personas en esencias sociales reductoras. Por
ejemplo, las campaas antirracistas parisinas y con fuerte cobertura meditica (como
las de SOS Racisme, que tienen poca repercusin local) han con toda evidencia mal
predispuesto a muchos obreros. Su hostilidad ante estos golpes mediticos no es un
ndice ni una prueba de su racismo: simplemente tienen la impresin de que nadie
toma en cuenta sus propios problemas, sus propias dificultades diarias, al presentar a
los inmigrantes (en especial a los hijos de inmigrantes) como las nicas vctimas.
Hay ah un tema fundamental que nos remite al cuestionamiento del igualitarismo
obrero. Florence Weber, en su investigacin sobre la regin de Bourgogne, donde a
mediados de los 80 estudi el otro trabajo de los obreros de una fbrica metalrgica,
observ escenas de competencia entre obreros franceses e inmigrantes respecto a la
atribucin de las huertas municipales por el intendente, que entonces era comunista, en
una pequea ciudad de Cte-dOr. Analizaba as el sentido de la expresin Yo soy
racista, empleada por la mujer de un obrero y dirigida a ella: Los discursos racistas
enunciados, en relacin a la atribucin de las huertas, por obreros que polticamente se
sitan a la izquierda, tienen que ver, en parte, con una reaccin al antirracismo militante
defendido por el intendente local. Para encontrar una salida aceptable, la situacin
objetiva de competencia en el grupo de inter-conocimiento debe ser resuelta mediante
un igualitarismo quisquilloso (es el sentido del sorteo). Pero el antirracismo del
intendente les hace temer que haya incumplimientos, secretos o imaginarios, a esta regla
igualitaria. Adems, el carcter provocador de la frmula Yo soy racista la asemeja a
un Yo soy pobre o a un Yo soy tonto: uno se atribuye a s mismo la tara de la que se
lo acusa, uno se auto-atribuye la injuria por provocacin209.
Lo que sigue fue grabado en 1994. Es una entrevista realizada con un obrero de la
fbrica de Sochaux, en su casa Andr, OS, militante comunista, de origen italiano, 46
aos, padre de cuatro hijos, que vive en una pequea casa en un complejo habitacional
de una ciudad obrera cerca de la fbrica en la que trabaja. Estas palabras dicen bien,
y quizs mejor que muchos anlisis cientficos dedicados al voto obrero FN, la
complejidad de las relaciones entre franceses e inmigrantes en las clases populares de
hoy.
[] En la CGT, lo dije muchas veces: Ojo, compaeros, hay que tener cuidado.
Todava oigo a mi madre cuando me hablaba de la progresin del fascismo en Europa
con Mussolini porque la gente, en vez de rebelarse contra los que eran culpables
209
Cf. F. Weber, Des intellectuels de gauche face au racisme populaire, Critiques sociales, n2, p. 25.
234
buscaron chivos expiatorios. Ahora es contra los magrebes. Maana vaya uno a saber
contra quin
Y sin embargo, en B. casi un 20% de los votos son para Le Pen?
No tengo las estadsticas pero estoy dispuesto a apostar que gran parte del electorado
comunista vot por Le Pen, porque hay muchos que entraron al Partido Comunista por
rebelin, no por ideologa. Y esa gente no entr al partido en nombre de una ideologa,
sino por rebelin. Y cuando es por rebelin, es fcil hacer cambiar la opinin de la gente
porque muchos piensan que se han burlado de ellos
En la fbrica, hay quienes sostienen abiertamente un discurso racista que no
habran sostenido, por ejemplo, hace diez aos.
Los hay, no hay que negarlo. Los hay. Pero, ms que antes? A lo mejor, en relacin
al trabajo, a la desocupacin. Te van a decir: En vez de pagarle a la gente el seguro de
desocupacin, que los manden de regreso a sus pases. Pero digamos que no est muy
difundido. Trabajamos juntos, sufrimos juntos. Lo que s, me parece que hay cada vez
ms gente a la que no le gusta que los defendamos No es algo violento pero siento
que no es lo mismo que hace diez aos. Antes haba bromas, era djame de joder,
cosas as, ahora est ms definido polticamente, en el contexto actual. Antes no iba
muy lejos Antes, si lo pensaban, por ah no siempre lo decan; ahora lo dicen.
Pero ya que hablamos de los inmigrantes, quien dice derecho, dice tambin deber, y
la cuestin de la integracin Personalmente, si yo voy a otro pas, no voy a tratar de
imponerles a los dems mi cultura y mi manera de vivir, voy a intentar vivir como ellos.
Y creo que hay una resistencia [por parte de los inmigrantes] Hay muchos que se
resisten los turcos por ejemplo Pero tambin est hecho a propsito para que todo
eso se vea. Todos los aos se hace el mercado de la primavera, por ejemplo, en
Audincourt. Y la foto del diario, todos los aos, solo muestra a magrebes. El tipo que
compra su diario sale convencido de que ahora los hay por todas partes. La reaccin de
la gente: Vas al mercado y lo nico que ves es eso. Yo digo que si el periodista no es
racista, tambin sabe lo que hace. Y es lo mismo con los artculos, en vez de decir
Mohammed tal y cual, te dicen un residente marroqu o un francs de origen
magreb, qu significa eso?, todo eso Hay algunos que dicen que habra que
mandarlos de regreso a su casa, yo les digo: Pero ya mandaron a algunos con los
contratos ONI, y no solamente no se crearon nuevos empleos sino que todos los
comercios de la regin sufrieron con esa medida Si uno utiliza ese tipo de
argumentos, no convence, pero igual permite plantear algunas preguntas.
(Algunos minutos despus, agrega): A veces siento que me vuelvo racista, es
cierto Y despus me enojo conmigo mismo. Es gracioso porque X me dio el disco de
Gilles Servat Je ne hurlerai pas avec les loups [No aullar con los lobos], habla de un
combate en el que a veces uno es el vencido y, otras, el vencedor. Eso es un poco lo que
me pasa a m Te voy a dar un ejemplo. Ac en este barrio hay familias magrebes:
mis hijos salen a jugar, a veces se pelean, son cosas de nios, yo no me meto. Pero ya
van varias veces que cuando son los mos los que les pegan a los otros, los padres
vienen a casa. Cuando es un nio de 14 y uno de 7, es normal, pero cuando son nios de
la misma edad, no vas a ir a hacer de polica ah afuera. Pero ellos vienen y golpean la
puerta para quejarse y retarme, y a m me vienen sentimientos racistas. Sus hijos pueden
hacer lo que se les antoje, eso es normal! Pero cuando son los nuestros, no va. Y sin
embargo, yo estuve en la comisin inmigrantes en el CE cuando exista, precisamente
para defender sus intereses, sus diferencias, y cuando vienen a decirme que soy racista,
me duele, me digo por qu luchar por ellos?, no lo ando pregonando por todas
partes, no est escrito en mi frente que acepto las diferencias. Lo que quiero es que no
me hinchen las pelotas. Pueden vivir como quieran, no me molesta, pero que no me
235
hinchen las pelotas. Y que dejen a mis pendejos tranquilos, que nos los lleven por mal
camino, eso s, porque a ese camino, se llega rpido
Jacques. Se est volviendo un barrio (hace una pausa antes de decir la palabra) en
otros trminos, se est volviendo un barrio poco recomendable. Si uno pasa por ah a la
noche, bueno hay un grupo de jvenes, no hay que mirarlos. Incluso si conoces a
algunos, siempre pasa.
Qu es lo que pasa?
Jacques. Una pelea. Se te tiran encima, cuatro y se divierten
Mireille. Porque los miraste de soslayo. O sea, ellos piensan que uno los mira de
soslayo
Jacques. S (en voz baja), ahora hemos llegado a eso. Hubo una poca en que tenan 20-
22 aos. Se fueron a trabajar con Avenir [una asociacin] con los horticultores del Midi.
Ahora son chicos que tienen 16, 14, 12 aos, son cada vez ms jvenes. Incluso hay
chicos de 10-12 aos que forman bandas, y que van (Silencio.) Y en la ciudad, en
Barcourt, es cada vez peor tambin. Uno ve robos, extorsiones. A las seoras, seoras
grandes, les roban sus carteras. Hace cinco aos atrs no se vean cosas as, incluso ac
en el barrio. Parece ser, a nivel del colegio secundario, mi hijo nunca me dijo que
hubiera robos, porque yo tuve sospechas []
Ustedes estn protegidos, entre comillas, porque animan asociaciones, hacen
actividades pero debe haber familias que desarrollan una suerte de psicosis
Jacques. Ah s, algunos se preocupan por nada, algunos buscan por todos lados.
Mireille. Yo s que Karine, abajo, termin teniendo un ataque de nervios porque su hija
tena problemas todos los das con otros chicos. Vino a verme y se puso a llorar: me
quiero ir, no puedo ms. Porque la nia, todos los das, volva llorando. Bueno, le dije:
Qu vas a hacer? Hay que hablar con el director. Me dice: De todas maneras les da
lo mismo, voy a ir, les voy a decir, pero no es por eso que, en dos das, este asunto de la
nia no va a volver a empezar. Incluso si los chicos estn vigilados, habr un llamado
de atencin y el asunto volver a empezar, si no es dentro del colegio, es afuera.
Entonces tuvo un ataque de nervios, no poda ms. Hay casos as.
Jacques. Y luego, para evitar la psicosis, no siempre estoy mirando por la ventana. Pero
cuando veo a mi hijo que se va para cierto rincn, lo llamo. Le hago una seal. Tengo la
sensacin de que va a pasar algo. Bueno hay provocadores no es [fcil]. Tuve una
altercacin hace poco con un extranjero. Puf! Me mand a la polica. [] Es joven
pero es un poco loco, se meta con nios de 2 o 3 aos, tir la bronca desde la ventana,
quise intervenir. Bueno llam a la polica porque haba asustado a los nios
(Silencio.) Y eso (con un tono desolado) amenaza a sus hijos. Conversamos y el
polica se fue. Un barrio as (Silencio.) Es por eso que ahora ni bien veo que el chico
se va, veo adonde va, lo que hace. Es por eso que a la noche, es raro que salgan, bueno,
ahora estn de vacaciones, pueden ver tele pero no salen a la noche.
Pero pueden salir de da
Jacques. Ohhh! (Escptico.)
Mireille. A veces, hasta las 9.30 h... cuando ests trabajando, y cuando estn ac
adelante. Hay condiciones. Y si por ah no los veo, bajo y entran.
236
Jacques. No, porque se crean conflictos Y ellos lo saben. En todo el barrio, por ac,
es una pena decirlo, pero son los tres nicos franceses, en todo el barrio. Todos los
dems son inmigrantes, entonces, qu. Les van a caer encima. Por eso, nada, me meto
no ms. Evito las cosas, los llamo y les digo. No pasa nada, suban
Malik tiene 24 aos, su padre es OS en una fbrica textil. Es el mayor de una familia de
seis hijos que vive en Grandval, tiene una maestra en economa. Hacemos la entrevista
en julio de 1990, en un momento en que est desocupado. Lleva diez meses sin trabajar
y ya casi ha perdido toda esperanza de encontrar un trabajo.
237
APEC.] Cuando llegas a obtener la entrevista, es porque interesas a la persona. Pero
despus, no s qu que pasa. Porque bueno, la lgica quiere que sobre diez entrevistas,
uno logre un puesto. No hay misterios por ese lado Entonces, cuando tienes diez,
treinta, por lo menos treinta entrevistas, uno piensa (hace sonar los dedos), uno piensa
que hay algo que no va detrs. Es cierto que en las primeras entrevistas por ah uno mete
la pata... Pero despus de cierto tiempo vas adquiriendo experiencia Entonces el
problema no es se. Yo no s dnde est el problema. Me gustara saberlo Me
preocupa. Yo quisiera saber qu es lo que no va cuando hago una entrevista con una
persona, me pregunto qu es lo que no va, me gustara saber. Pero el problema, es que
nunca no te dicen lo que pasa, lo que va, lo que no va. Eso te permitira ver, corregir, si
hay algo que no va, tratar de corregir. Pero (suspira) la nica respuesta que uno
recibe, es la carta clsica: Lamentamos tener que etc.
No intentaste llamar por telfono?
S. S. Pero te dicen: Mire, nos parece que su perfil no es lo que estamos buscando,
encontramos un mejor perfil. Esa es la respuesta. Y cuando tratas de saber un poco
ms: No tengo mucho tiempo, sabe, tendra que volver a llamar. En realidad, te estn
bicicleteando Ya encontramos a alguien, no trates de entender
Desde tu punto de vista, el hecho de que nos seas de nacionalidad francesa, te juega
en contra?
Ah s. Claro que s. No, desde ese lado, eso es como una como una roca eh?.. No
lo dicen pero se ve, se siente. (Con ms vehemencia.) Cuando uno hace treinta
entrevistas y no logra obtener ningn puesto, est claro que hay algo que no va detrs!
Bueno si toman tu CV es porque algo les interesa. Entonces, hiciste todo un camino
cuando logras tener una entrevista. Y cuando vas a la entrevista, ves que lo haces bien,
ves que te sale bien, ests seguro de ti mismo, no hay problemas y luego recibes una
carta, entonces te dices: Vaya, pero qu es lo que no va? Le das vueltas al tema,
una y otra vez, y te encuentras con el problema del origen Haba hecho una entrevista
en una Mutualidad en Pars ves, es para decirte que estaba dispuesto a moverme, es lo
menos que se puede decir se me podr reprochar muchas cosas pero por ese lado,
me encontr con un tipo discutiendo y todo... Y al final, cuando le dije que no tena la
nacionalidad francesa Ah bueno, pero usted sabe que somos un organismo
semipblico? No s qu ms La prueba que el problema est ah, es que yo trabajaba
en Contrato de Duracin Determinada en esa Mutualidad [en Belfort] (sonriendo) y
ah ya no iba, o sea en Pars haba un problema Era la misma empresa, la misma
empresa. Por qu ellos me aceptaron y los otros no? No s, o pasa o no pasa.
Pero, incluso diciendo que ests haciendo el trmite de nacionalidad?
Y s. Habl de eso. Es lo primero que dije. Le expliqu: Actualmente, tengo la
nacionalidad argelina, pero estoy haciendo el trmite para tener la nacionalidad
francesa. S, bueno, pero usted entiende, necesitamos a alguien que pueda trabajar
ahora ya No insist, porque me pudr. O sea, me pago el pasaje a Pars, es todo un
gasto llegas all, ests cansado, ests Y adems hay que escuchar estupideces,
entonces no, no quise, no insist Al contrario, ms bien me dieron ganas de mandarlo
a paseo Por decirte []
Se puede decir que, en tu caso, la bsqueda de empleo trajo un cuestionamiento sobre
tu identidad Argelino? Francs?
S, exactamente. Exactamente. Porque ese problema no se planteaba antes. Yo era
argelino y punto
Un argelino que viva en Francia
Eso, y nada ms. Yo estaba bien ac, estaba bien en Francia, no buscaba otra cosa Es
despus que este asunto Bueno, es un golpe. Porque te despierta cosas, las dos sillas,
238
es el problema de las dos sillas, de qu lado te vas a inclinar Uno tiene su lugar aqu,
o lo tiene all?... Y luego, al final (sonriendo) conversando con los amigos, nos
decamos que, en realidad, a lo mejor, habra que ir a la luna. Seguro que all no te
hinchan con estos temas
239
Conclusin
210
Grard Noiriel, Les Ouvriers dans la socit franaise, Pars, Seuil, coll. Points, captulo IV.
211
Richard Hoggart, La Culture du pauvre, Pars, Minuit, 1970.
212
Cf. el conjunto de teorizaciones de Pierre Bourdieu sobre las clases sociales, especialmente La
paysannerie, une classe objet, Actes de la recherche en sciences sociales, n 17-18, 1978.
240
ido dejando de lado las viejas costumbres y ciertas formas de sociabilidad que resienten
como arcaicas, se esfuerzan por diferenciarse de lo que puede parecer demasiado
obrero. La reivindicacin difusa de no ser excluido de prcticas y actividades sociales
que antes estaban reservadas a otras clases corresponde a la profunda exigencia de
igualdad que los anima cada vez ms. Esta influencia creciente del modelo
meritocrtico no es tanto la prueba de su aburguesamiento sino ms bien la expresin de
un rechazo: se trata de no retomar como propia una identidad social meramente obrera,
antigua pero desvalorizada, para imponer una imagen ms positiva de s mismo.
Si la constatacin de este estallido de la clase obrera comprende aoranzas y
nostalgia, no es porque obliga a hacer el duelo de la clase obrera hay que decir que
su elevacin a rango de mito, incluso por parte de algunos socilogos, ha sido un
obstculo mayor para la comprensin sociolgica de las transformaciones que afectaban
al mundo obrero sino porque la perennidad de la cultura obrera se encuentra
fuertemente amenazada. Ahora bien, es esa cultura antigua, profundamente politizada,
forjada en las luchas, lo que permita conservar y afirmar un mnimo de estima de s
mismo.
241
gestin, sustentada por una lgica opaca, lo que hay son juicios de orden tcnico y
social213 .
Nuestro trabajo de campo que, desde 1996, se centr en el caso de las nuevas PyMES
instaladas a proximidad del sitio de Sochaux (componentes automotores), revela una
fuerte degradacin de las condiciones de trabajo en estas fbricas; recurso masivo al
trabajo precario (temporario y contrato de duracin determinada), reclutamiento casi
exclusivo de jvenes, a menudo bachilleres, contratados para ocupar puestos de
operador, gran variabilidad de los horarios, imposicin de ritmos de trabajo
desenfrenados, individualismo a ultranza, marginalizacin sindical. El salario mnimo
es el nico horizonte salarial posible; la idea misma de una progresin del salario y de
una carrera obrera parece fuera de lugar, inconcebible incluso. La competitividad entre
los jvenes por ocupar estos puestos basta para mantener una fuerte presin salarial.
Este modo de organizacin del trabajo214, en ausencia de un contrapoder, acrecienta las
luchas en trminos de competitividad y obstaculiza la construccin de solidaridades. La
sociabilidad obrera se vuelve imposible en estos universos profesionales atomizados
donde todo parece organizado para que los operadores no se encuentren (pausas breves,
horarios de trabajo que fluctan de un da a otro) y no se hablen (los operadores estn
demasiado absortos por su produccin). Esta precariedad institucionalizada la
rotacin de la mano de obra es muy elevada compromete adems cualquier forma de
arraigo en la fbrica e impide la transmisin de la cultura de trabajo: es as como, en las
pocas empresas donde intervienen delegados sindicales, el trabajo poltico diario se
vuelve sumamente difcil y los militantes se desalientan.
Dos grupos de obreros trabajan juntos en los talleres de estas PyMES. El primero
est compuesto por bachilleres que frecuentaron la enseanza superior, viven a diario su
condicin de trabajador en su aspecto ms restrictivo, en el plano fsico y mental, y ms
frustrante, en el plano de las relaciones sociales. Durante un tiempo estuvieron en
contacto con la cultura estudiantil, ahora, insertos en las discusiones del taller, toman la
medida de su relegacin en un universo social con el que pensaron romper a travs del
colegio. Consideran su condicin de obrero como algo provisorio, como un primer
empleo de insercin que les permite mientras tanto como dicen atenuar el choque
de la confrontacin con el mercado laboral. Esta manera de negarse a proyectarse en un
futuro obrero y la distancia cultural que los separa de los otros operadores los privan
del sentimiento de pertenecer a una comunidad de destino. Lo que sorprende, en este
caso, es la voluntad de no quejarse, la tendencia a aceptar este trabajo como algo bueno,
como una suerte. El segundo grupo est compuesto por obreros que tienen pocos
diplomas o ninguno y que a pesar de su hndicap escolar, han logrado hacerse un
pequeo lugar en la fbrica resistiendo a la competencia de los ms diplomados. Son
frgiles socialmente, a menudo viven en los suburbios. Hay muchas mujeres en esas
categoras que se hacen cargo solas de sus hijos. Esto le permite a la empresa ejercer
cierto control ya que no pueden permitirse ser despedidas. Las situaciones personales de
los obreros son cada vez mejor conocidas por estas PyMES, oficialmente por razones de
disponibilidad de los trabajadores. En realidad, las direcciones tienden a utilizar estas
situaciones de fragilidad social para imponer sin vergenza condiciones de trabajo
deplorables. Los jvenes obreros calificados de la regin no se dejan engaar: los que
213
Cf. el conjunto de los trabajos de Gabrielle Balazs y Jean-Pierre Faguer sobre la empresa Hewlett-
Packard, en particular: Lvaluation, Actes de la recherche en sciences sociales, n 114, septiembre de
1996.
214
Cf. las investigaciones de Armelle Gorgeu y Ren Mathieu sobre los subcontratistas del sector
automotriz.
242
han elegido positivamente el trabajo temporario nos hablan de estos puestos como de
trabajo de perro que no aceptaran por todo el oro del mundo.
Al trmino de esta evocacin sumaria, cabe interrogarse sobre la racionalidad y la
viabilidad de este modo de gestin de la mano de obra. De tanto exigir siempre ms, los
procesos de flexibilizacin y de precarizacin no corren el riesgo de resultar contra-
productivos? Cabe preguntar si una de las fragilidades estructurales del nuevo
capitalismo francs no remite al fuerte debilitamiento del estatuto obrero en las
empresas, que nos parece contradictorio con las nuevas exigencias de calidad de los
productos y de los componentes. Si uno mira hacia Alemania, se ve que el sistema
industrial (el famoso modelo renano) sigue apoyndose, digan lo que digan, en una
gran profesionalizacin obrera en la fbrica y en un fuerte reconocimiento social del
estatuto obrero en la sociedad. Y, en el fondo, si la nueva cuestin obrera vuelve a ser
actual en Francia, es precisamente a raz de las consecuencias sociales e industriales de
esta precarizacin del estatuto obrero215.
243
tuvieran que renunciar a mejorar sus ingresos. Pareciera que, en nombre de la
reparticin del trabajo, estuvieran condenados a permanecer en una situacin lmite,
siempre corriendo el riesgo de caer del lado de los nuevos working poor y de los que
viven de subsidios.
La inspeccin del trabajo. Todas las investigaciones estadsticas lo muestran: los
accidentes de trabajo aumentan, las condiciones de trabajo se degradan. Al mismo
tiempo, los inspectores laborales son tan pocos, en Francia, que es imposible que hagan
su trabajo de manera eficaz. Por ejemplo, en el partido de Doubs, slo hay dos
inspectores, uno de ellos est asistido por un controlador y una secretaria a tiempo
parcial, que tiene a su cargo el conjunto de la zona de empleo de Sochaux-Montbliard
(alrededor de 35 000 asalariados). Adems, Martine Aubry, ministra de Empleo y
Asuntos sociales, le pide hoy a los inspectores laborales que respeten escrupulosamente
la obligacin de reserva, como si quisiera reducirlos al silencio y disminuir su poder de
control (ya bastante reducido). El hecho de que los poderes pblicos, desde 1981, no
hayan considerado aumentar la cantidad de inspectores laborales y que no haya habido
un debate pblico sobre estos temas es algo sumamente significativo.
El salario. Last but not least: la estagnacin de los salarios obreros y la disminucin
de los salarios de contratacin son fenmenos muy mal percibidos. Las familias tienen
una percepcin muy aguda de la pauperizacin material y de la manera en que se ven
separadas de los grupos sociales ms cercanos: las pequeas clases medias y los
funcionarios (cuya lucha en diciembre de 1995 no gener unanimidad entre los obreros
del sector privado). La multiplicacin de los pequeos salarios y el aumento de la
desocupacin engendraron una clientela cautiva para los supermercados discount que,
bien adaptados a una clientela popular en va de proletarizacin, proliferaron en las
regiones obreras, como los supermercados de alimentacin a bajos precios.
Los obreros de hoy, lo hemos dicho, estn aislados, atomizados, a menudo privados
de medios de defensa colectiva. Estn por eso condenados a ser invisibles, aplastados?
El legado obrero, hecho de luchas y de resistencias (grandes o pequeas) tiene todava
posibilidades de transmitirse? Qu ser de la tica de clase, ese soporte de la identidad
que otorgaba armas para enfrentar el desprecio que los grupos sociales ms favorecidos
siempre expresaron hacia los obreros? Cul es el porvenir de una cultura obrera
privada de su dimensin poltica? Volvamos a leer la ltima frase del libro de Georges
Navel, antiguo obrero que se hizo escritor: Hay una tristeza obrera que slo puede
curar la participacin poltica216. Estas cuestiones desbordan el marco del mundo
obrero, plantean interrogantes sobre el modo de recomposicin de la sociedad francesa
en su conjunto. Y es as porque el movimiento obrero, por su combatividad pasada y por
las conquistas sociales que supo arrancar a las clases dominantes, jug un rol decisivo
en la constitucin y en la consolidacin de una sociedad salarial extendida a la
mayora de la poblacin activa: por ejemplo, en relacin a la adquisicin y la
consolidacin de los derechos sociales derecho laboral, seguridad social, derechos
sindicales.
La cuestin que se plantea es la del futuro del militantismo obrero. Las oposiciones
que atravesaban al grupo (calificados/no calificados), hombres/mujeres,
franceses/inmigrantes, viejos/jvenes) pasaban a segundo plano dado el trabajo de
unificacin llevado a cabo por los militantes. Su representacin del mundo (fueran
216
Georges Navel, Travaux, Pars, Gallimard, col. Folio, 1979 (primera edicin: 1945), p. 147.
244
adherentes de la CGT o de la CFDT, marxistas o cristianos) tena fundamentalmente
que ver con un progresivo fortalecimiento de un grupo unido y solidario. Y slo en
referencia a esa tradicin se puede entender la extrema dificultad que sienten los
militantes obreros para convertirse a las nuevas formas de lucha.
Por ejemplo, desde la toma de la iglesia Saint-Bernard, la CGT apoya el combate de
los sin papeles, cosa que ha generado no pocas reticencias de las bases que,
negndose a considerar que esa lucha es prioritaria, tienen la sensacin de actuar en
conformidad con la tradicin. De la misma manera, los viejos militantes, sumamente
afectados en sus creencias por la cada del muro de Berln y por el derrumbe de la
escatologa comunista, pueden verse tentados por un repliegue dentro del Partido
Comunista Francs. Esa parece ser la situacin de un obrero comunista entrevistado en
un noticiero, mientras jugaba a las bochas, despus de las elecciones europeas de junio
de 1999, y que declara, para justificar su oposicin a la lnea reformista de Robert Hue:
La hoz y el martillo, es nuestra bandera No se puede, as como as, abandonar
nuestra bandera. Se entiende, desde luego, que esta crispacin sobre el pasado genere
el rechazo de los jvenes obreros, cada vez ms ajenos a estas referencias que les
parecen, en relacin a lo que viven, realmente bizantinas. El hecho de que muchos se
nieguen a someterse a las nuevas exigencias de las empresas, no significa que estn
dispuestos a adoptar el antiguo vocabulario obrero y a reivindicar la tradicin. El xito
de los ecologistas entre los jvenes da cuenta de esto.
Cmo modernizar estas antiguas maneras de actuar y de pensar? Tomando
resguardos contra dos escollos. El primero consiste en negar las posibilidades de
entendimiento que existen entre las generaciones. El segundo, en adherir sin una mirada
crtica a la modernidad sin entender por ejemplo que el sindicalismo no puede
repuntar si sigue aislado en la defensa de sus intereses tradicionales, si no acta
eficazmente a nivel de la zona de empleo, si no logra tomar en cuenta las
transformaciones del sistema educativo (la prolongacin de los estudios de los jvenes y
la evolucin de sus aspiraciones) e integrar a los excluidos del nuevo modelo
productivo, especialmente a los jvenes inmigrantes desocupados.
En efecto, desde este punto de vista, la cuestin del modo de politizacin de los
jvenes inmigrantes nos parece central. Ahora bien, de tanto encarar a los inmigrantes
como una entidad aparte, uno termina olvidando que, en las regiones obreras donde las
empresas recurrieron masivamente a los trabajadores extranjeros, la cuestin de la
reproduccin de la clase obrera est, por razones morfolgicas, estrechamente ligada a
la del devenir de los hijos de los inmigrantes. Histricamente, los muchos extranjeros
(polacos, italianos, espaoles, argelinos) reclutados por los patrones de la industria
francesa durante las fases de fuerte expansin econmica del siglo XX, se integraron
mediante el trabajo, sin duda, pero tambin mediante la lucha sindical y poltica.
Muchos hijos (los siderrgicos italianos del este de Francia, los mineros polacos del
Norte) se convirtieron en verdaderas figuras militantes, sindicalistas miembros de la
CGT y/o electos locales del partido comunista. Hoy, los hijos de inmigrantes, con pocos
o con ningn diploma, son vctimas de formas insidiosas de discriminacin en las
contrataciones y son los que se ven ms afectados por la desocupacin. De ah, la
tensin entre viejos militantes obreros y la fraccin de hijos de la clase obrera que viven
en los suburbios y que a menudo tienen padres inmigrantes; las disposiciones de estos
jvenes, socializados en el barrio, los predisponan al cuestionamiento y a la
movilizacin poltica. Hay algo todava ms perjudicial, desde principio de los 90 (la
guerra del Golfo constituy una ruptura fundamental en las relaciones entre franceses e
inmigrantes originarios del mundo rabe), es que una parte cada vez mayor de hijos de
inmigrantes se ha sentido rechazada y asimilada al universo cultural de sus padres. A
245
menudo esto los ha llevado a adoptar formas ostentativas de apego al pas de origen lo
que se puede llamar la puesta en escena de una arabidad simblica o a acercarse a lo
religioso percibido como el ltimo recurso para los hijos perdidos de los suburbios
(ver el caso trgicamente ejemplar de Khaled Kelkal, hijo de obrero de la regin de
Lyon). Por todas estas razones, un abismo se abri entre franceses y una fraccin de
los hijos de inmigrantes que no se conforman con vivir la vida de rabes
sobreexplotados que fue la de sus padres.
Una de las paradojas de la situacin actual es que, dado el debilitamiento del
movimiento sindical, son los miembros de las clases superiores (en particular los
docentes, los artistas, los investigadores) los que reivindican ciertos valores antiguos del
mundo obrero (como el internacionalismo, el igualitarismo, la solidaridad) y cada vez
menos los hijos de obreros.
Es por eso que una de las tareas principales de un movimiento obrero que pretenda
ser fiel a su historia, y al mismo tiempo capaz de cambiar su curso, sera retomar el
vnculo entre generaciones, estrechar las relaciones entre universos sociales (empleados,
tcnicos, profesionales de la cultura), cercanos al mundo obrero, sacar enseanzas de
otras formas de lucha que se desarrollan lejos de los talleres.
246
Postfacio (2011)
A la distancia, nos parece que la originalidad de este trabajo tiene que ver con la
manera en que construimos el objeto de investigacin217. No se trataba de hacer un
libro ms sobre el trabajo obrero ni sobre un grupo profesional sino de proponer un
anlisis sociolgico de un grupo social de una clase social en plena transformacin o
en crisis, segn el lenguaje periodstico, que tuvo un rol esencial en las
representaciones que el siglo XX se forj de la sociedad. De ah el esfuerzo por
investigar distintos aspectos de ese mundo obrero: tanto en la fbrica como en diferentes
escenarios sociales fuera de la fbrica218 (vivienda y barrio, escuela, poltica). Se trataba
de poner en relacin, tanto tericamente como en las prcticas de investigacin, el
proceso de desestructuracin de la clase obrera y un conjunto de cambios que surgieron
no slo en el sistema de las relaciones econmicas ese fue (es necesario subrayarlo a
pesar de todas las sociologas que, en Francia, se complacen en lo post-moderno) el
aporte irremplazable de la tradicin marxista, sino tambin en otras esferas de la
actividad social (la escuela, el lugar de residencia, las estructuras familiares). En un
primer momento, en la parte que dedicamos a la fbrica de Sochaux, quisimos y es lo
que nos distingui de muchos libros escritos en los aos 90 adoptar otro punto de vista,
diferente al de los gestores y managers, de la racionalidad en trminos de gestin219,
tratando de poner en evidencia la manera en que se perpetan o se renueven lgicas de
dominacin y de explotacin en el trabajo, sugiriendo a veces que las nuevas lgicas de
dominacin pueden ser incluso peores que las que existan antes, pero que no aniquilan
toda forma de resistencia obrera. Pero, en un segundo momento del anlisis, adoptamos
una postura de investigacin que, situndose en la lnea de las investigaciones tericas y
empricas de Pierre Bourdieu220, intent ir ms all de este tipo de enfoque de
inspiracin marxista, tratando de tomar en cuenta otros cambios, para nosotros
decisivos, como los que se vinculan con las transformaciones del sistema escolar y las
relaciones intergeneracionales y, ms generalmente, el valor simblico de los miembros
de las clases populares221.
217
Es una expresin un poco pasada de moda hoy en la sociologa francesa que, a la diferencia de las
sociologas de ciertos pases europeos o de una parte de la sociologa norteamericana, desea en muchos
casos dar vuelta la pgina respecto de los trabajos de Bourdieu o, para decirlo de manera acadmica, ir
ms all de este autor. Pero es en Le mtier de sociologue (Pierre Bourdieu, Jean-Claude Chamboredon
y Jean-Claude Passeron, Pars, ediciones Mouton, 1968), libro que para nosotros sigue siendo una
referencia, que una parte importante est dedicada a este trabajo, fundamental para el socilogo, de
construccin del objeto. Larga fase de elaboracin de la investigacin que implica la crtica de las
prenociones y la construccin conjunta de hiptesis de investigacin y de modos de administracin de la
prueba adaptados.
218
Esta cuestin esencial de la construccin del objeto haba sido abordada en diferentes oportunidades
por Michel Pialoux en textos de los aos 1970/80. Primero en una serie de notas crticas, publicadas en
la segunda mitad de los aos 70, en la revista Critiques de lconomie politique, dedicadas, por un lado, a
una crtica del foucaltismo de Jacques Donzelot y, por otro, a la crtica de un tema por entonces muy a la
moda, vinculado con los sectores obreristas italianos (Toni Negri) del obrero-masa. Luego, en una serie
de artculos sobre los obreros de Amiens en el marco de trabajos llevados a cabo en colaboracin con
estadsticos del lINSEE (Alain Desrosires y Michel Gollac).
219
Un poco como Christophe Dejours pudo hacerlo con su equipo en psico-dinmica del trabajo.
220
Cf. Stphane Beaud y Michel Pialoux, Faire quipe. Ethnographie et monde ouvrier , Pierre
Encrev y Rose-Marie Lagrave (dir.), Travailler avec Bourdieu, Pars, Flammarion, 2003.
221
Cf. sobre este punto los trabajos de Jean-Claude Combessie sobre los obreros agrcolas en Andaluca,
especialmente March du travail et dynamique des valeurs. La cueillette du coton en Andalousie ,
247
1. La intensificacin del trabajo o la cara oculta de la modernizacin industrial
En este libro, fundamentalmente, si bien nos propusimos desde un inicio plantear
preguntas que para nosotros eran esenciales, como las que durante mucho tiempo
abord la sociologa de las clases sociales222 (especialmente, en Francia, la de la clase
obrera), no queramos plantearlas de manera abstracta como toda una tradicin
teoricista, proveniente de la filosofa (especialmente del althusserismo), lo haba
hecho en los aos 70, de manera a la vez sobreabundante y vana. De entrada, preferimos
lanzarnos en un anlisis de campo porque creamos en las virtudes del trabajo emprico
y, sobre todo, en este tipo de investigacin que implica una presencia larga en el medio
sobre el que se trabaja. Tanto en la investigacin como en el libro, nos propusimos
identificar el punto de vista de la experiencia obrera, las visiones del mundo (pero
tambin las prcticas) de manera a que pudiera escucharse, lo ms posible, cierta
palabra obrera. De ah la multiplicacin de fragmentos de entrevistas cuya vocacin no
era ilustrar.
Por qu adoptar esta postura? Porque nos pareca que, en el momento preciso
en que realizbamos nuestra investigacin, haba un gran desajuste entre, por un lado, lo
que observbamos en el terreno la intensificacin del trabajo, la suerte de guerra social
que tena lugar en los talleres para ganar tiempo y productividad, la violencia cotidiana
sufrida por los obreros, etc. y por otro, la representacin dominante que se daba de la
realidad obrera la conversin a un nuevo tipo de gestin, la robotizacin y las nuevas
tecnologas como medios de hacer desaparecer mediante un milagro tecnolgico la vieja
y problemtica cuestin obrera223. Tambin era sumamente llamativo el desajuste entre
lo que decan entonces los portavoces del mundo obrero (sindicalistas de alto nivel,
permanentes, etc.) y lo que viva la base, lo que le costaba decir y sobre todo su
dificultad cada vez ms grande para ser escuchada, incluso por aquellos que tenan
como caracterstica haber sido sus defensores naturales (histricos). Para decirlo en
pocas palabras, el mundo obrero, desde principio de los 60, haba tenido dos pilares
sindicales: la CGT y la CFDT. La CFDT representaba toda una parte del mundo obrero,
a menudo de origen rural, que haba frecuentado la JOC (Juventud obrera cristiana). Y,
de hecho, guste o no, el mundo obrero, viendo alejarse en los aos 80 a la CFDT hacia
otros horizontes, perdi uno de sus dos ejes. Esto desestabiliz en profundidad el
sindicalismo obrero que se alimentaba de esa rivalidad pero tambin de esta emulacin
entre la CGT y la CFDT.
En el nuevo paisaje ideolgico de los aos 80, muchos son los anlisis de
socilogos o de economistas del trabajo que tuvieron como tema la modernizacin de
Actes de la recherche en sciences sociales, n 41, 1982 y su libro (hoy demasiado poco conocido), Au
Sud de Despenaperros. Pour une conomie politique du travail, Editions de la MSH, 1989.
222
La mayora de estas cuestiones podan encerrarnos en el debate preconstruido donde las respuestas
estaban dadas de antemano. Esto no quiere decir que estas cuestiones nos parecen desprovistas de sentido.
Pero slo nos parece que pueden ser retomadas sobre la base de un material emprico.
223
Siendo todas las dems cosas iguales, nos encontramos en la misma posicin de investigacin que la
referida por Grard Noiriel cuando empez su investigacin de historiador en Longwy en 1979: Durante
la lucha de [Longwy] de 1979-80, me haba sorprendido la amplitud del sentimiento de incomprensin
que expresaban los obreros en paro. Los discursos sostenidos por los portavoces exteriores (ya fueran
gobernantes, dirigentes sindicalistas recentrados, periodistas, socilogos u otros) ilustraban su
ignorancia de las realidades sociales e histricas locales. Saqu la conclusin de que la mejor ayuda que
se poda aportar a los dominados no consista en hablar por ellos, ni en afirmar de manera perentoria lo
que haba que hacer para resolver sus problemas. Ms modestamente, haba que esforzarse por exponer
la lgica de sus prcticas sociales para tratar de explicarla a los que no la entienden porque no la viven; lo
que supone una proximidad geogrfica y social con el universo tomado como objeto de estudio, Grard
Noiriel, prlogo a la nueva edicin de Ouvriers dans la socit franaise (Points-Seuil Histoire, 2002).
248
las empresas, y ms exactamente la informatizacin de la produccin, las nuevas formas
de organizacin del trabajo y de gestin de la produccin (justo a tiempo, flexibilidad,
exigencias de calidad) que se difundieron en las empresas francesas a partir de
mediados de los 80. Estos diferentes trabajos, por interesantes que fueran, se
caracterizaban sin embargo por cierta forma de economismo implcito y a menudo por
la ausencia de una verdadera perspectiva histrica (especialmente del punto de vista de
la historia de los grupos profesionales y sociales). Quisimos estudiar la manera en que
las transformaciones de la organizacin del trabajo fueron vividas en un tiempo dado
por el grupo de los obreros en un espacio local, sin omitir sin embargo diversificar los
puntos de vista sobre nuestro objeto. Buscamos as poner al centro del dispositivo de
investigacin la restitucin de diferentes puntos de vista de asalariados, obtenidos a
partir de una serie de entrevistas en profundidad, especialmente con obreros de los
talleres de carrocera de la fbrica de Sochaux. En nuestro anlisis, la reflexin sobre el
trabajo obrero no poda ser aislada de las condiciones concretas en las que la
cooperacin obrera se efectuaba. En efecto, este trabajo obrero implica formas de
cooperacin, la construccin de relaciones colectivas, de ah la valorizacin de la ayuda
mutua y de la solidaridad224. El hecho de que estas realidades se hayan visto afectadas
(por lo que se llama la gestin participativa) no quiere decir que no sigan siendo
ineludibles
As, un eje central de nuestro proyecto era abordar conjuntamente temas
desarrollados sobre los obreros de los aos 90 por investigadores que centraban su
atencin sobre objetos muy diferentes y que no ocupaban el mismo lugar en el universo
poltico. La investigacin monogrfica, que llevamos a cabo conjuntamente, tena como
virtud poder abordar sucesivamente estos objetos (dando as una visin caleidoscpica
del mundo obrero local) buscando al mismo tiempo, por tanteo y aproximacin,
personajes que encarnaban tal o cual posicin (de ah ciertas formas de estilizacin en
relacin a la tcnica del ideal-tipo). Por otra parte, se trataba de observar las cosas en el
tiempo. Punto capital: se miden as las diferencias de ritmo, las formas diferentes de
temporalidad. Es la combinacin de estas dos tcnicas que dan el espesor tanto
temporal como humano. Esto permite especialmente reflexionar sobre todo lo que se
puede llamar en un primer tiempo desajuste e interrogarse sobre los grupos que
permiten que, finalmente, un ajuste o un equilibrio se produzcan.
Desde el inicio de este trabajo que emprendimos en Sochaux, nos ubicamos en
una perspectiva que no era la de la empresa, sus problemas y sus necesidades, a la
inversa de lo que hacen muchos economistas y socilogos. Adoptamos ms bien la
perspectiva de un grupo social, el grupo obrero, observando la deconstruccin-
reconstruccin de las identidades colectivas e individuales de los miembros del grupo.
Una de las especificidades de nuestras entrevistas con los obreros de la fbrica es que no
fueron conducidas a la manera de una estricta perspectiva de la sociologa del trabajo,
en el sentido estrecho de la expresin, en la medida en que la interrogacin nunca
estuvo circunscrita a lo que pasaba en el mundo del taller. De entrada intentamos
224
Se puede retomar aqu el anlisis sinttico propuesto por Bernard Pudal, Tanto como una relacin con
la materia, el trabajo obrero supone una relacin colectiva, una ciencia de la cooperacin y del grupo
eficaz. De ah este culto a la solidaridad, a la ayuda mutua, al compaerismo, base comn de todos los
militantismos obreros y de muchas otras prcticas de clase. Juego, fiesta, actividades de costado, lengua:
la lengua obrera se caracteriza por la riqueza de los lxicos del oficio y tambin por un uso extensivo de
las figuras y metforas que se relacionan con el cuerpo, sin recurrir a ningn eufemismo, que introduce
una forma de distancia. Se expresa con predileccin en cierta cantidad de gneros, como la broma o el
chiste, as como en repertorios anecdticos, que dicen la vida de clase y sacan lecciones, de manera
menos estereotipada que los refranes y proverbios, Le sicle des communismes, Editions de lAtelier,
2001, p. 517.
249
ampliar nuestras preguntas a lo que implicaba la proyeccin hacia el futuro, tanto en
trminos individuales como familiares, los problemas del trabajo, de la escuela, de la
capacitacin, de la vida familiar. O sea: a todo lo que poda ocurrir fuera del trabajo. En
las mismas entrevistas, los sujetos entrevistados pasan insensiblemente de un tema a
otro (por lo menos, cuando no hay control, vigilancia, censura225), vinculan los
problemas de su vida en el trabajo, en la fbrica, con la manera en que los enfrentan, se
sienten armados para hacerlo, con cuestiones que tienen que ver con los que pasa en
casa, fuera de la fbrica, la familia, la manera en que se sienten parte de redes de
sociabilidad, el cmo fueron escolarizados, el cmo han vivido y viven todava. As, de
lo que se les hablaba cuando abordbamos la cuestin del trabajo, era tambin, e
indisociablemente, de su relacin con el futuro.
De manera paradjica, nos pareci que haba ms violencia y pathos en el
discurso de los obreros contactados en el marco de la investigacin del Ministerio del
Trabajo226 que en el de los sindicalistas contactados a travs de la red militante. Los
obreros cercanos a la red militante, generalmente miembros de un sindicato, no son los
que se enfrentan con ms violencia a la fbrica, en todo caso esto no aparece en la
primera entrevista. En el fondo, esta paradoja se explica bastante bien. Los obreros
contactados a travs de la red militante dan por hecho que conocemos cierta cantidad de
cosas sobre la fbrica, la lgica que, en conjunto, regula su funcionamiento y la
evolucin, el desarrollo de sus grandes problemas, tales como fueron definidos y
presentados habitualmente automatismo, productividad, lugar otorgado al
sindicalismo, relaciones de fuerza en la fbrica. Por lo mismo, sobre diversos puntos,
muchos hablan por alusiones, prestando al entrevistador conocimientos que no siempre
tiene, dando por sentado entre nosotros una suerte de acuerdo de orden poltico (que la
mayora de las veces no desmentimos). Conociendo ms o menos nuestro estatuto de
universitario, y sabiendo que trabajamos desde hace mucho en Sochaux, tratan de evitar
los discursos demasiado generales como si desconfiaran de los mismos. Incluso si
utilizan ciertos estereotipos, su discurso no cae en automatismos. Remite a realidades
vividas por todos: empobrecimiento, cansancio, miedo, sensacin de humillacin.
Retoma una temtica conducida y articulada en y a travs de los volantes (que, hay que
subrayarlo, en Sochaux, no es vivida como una temtica impuesta desde arriba). Hay
en los obreros cercanos al polo militante une reticencia para abordar temas que no
aparecen en los volantes, especialmente los que podran contribuir a romper la imagen
de un grupo relativamente solidario. Todos los que uno puede evocar cuando se
pronuncian los trminos de celos, problemas entre personas, conflictos,
rivalidades. Todos los trminos que podran dar del grupo una imagen poco digna, la
de un grupo aquejado por lgicas de competencia activadas por la supervisin o un
grupo prisionero de la lgica de disminucin social: alcohol, miseria. Y uno entiende
muy bien las razones que, a nivel existencial o identitario, hacen que los sindicados se
resistan en algn punto a focalizar su atencin sobre estas cuestiones. Entonces, siempre
hace falta mucho tiempo para que se levanten ciertas censuras alrededor de estos temas.
Si bien estos entrevistados cuentan fcilmente ancdotas, especialmente las que
involucran a los agentes de supervisin (los jefes sobre todo), al tiempo que hablan de
sus condiciones de trabajo con precisin, evitan como por pudor lanzarse en un violento
225
Como sucede con ciertos sujetos entrevistados, tcnicos, agentes de supervisin que conocen
profesionalmente, en algn punto, la necesidad de separar la cuestin de las condiciones de trabajo y la de
otras esferas de la existencia.
226
En el marco de esta investigacin post-condiciones de trabajo, bamos a entrevistar personas que un
ao antes haban respondido a un largo cuestionario sobre las condiciones de trabajo del INSEE. Haban
aceptado, al rellenar ese cuestionario, ser reinterrogados en el marco de una entrevista en profundidad.
250
discurso de denuncia del que sienten que podra, por oleadas, llegar a involucrarlos, a
ellos o a su grupo. Por el contrario, los obreros contactados en el marco de la
investigacin post condiciones de trabajo se expresan a menudo una vez resueltas
ciertas inquietudes de inicio, una vez que estn seguros de que el investigador (en este
caso Michel Pialoux) no es un agente de la empresa en la fbrica sobre las relaciones
de poder en la fbrica, con una brutalidad y una violencia sorprendentes, que no intent
incentivar pero que tampoco trat de frenar. Es como si la situacin de entrevista dejara
la puerta abierta a una lgica de denuncia de las prcticas de la fbrica que remite a un
sentimiento de degradacin que tiene mltiples formas y que est siempre presente, y a
la expresin de un sufrimiento relacionado al presente (incluso contenido) y de una
inquietud relacionada con el porvenir. Esta denuncia se expresa en un primer momento
mucho ms en el registro tico que en el registro directamente poltico. A menudo se
tiene la impresin de que la persona entrevistada se dirige primero al sentido tico de su
interlocutor (en este caso el investigador) para denunciar la facilidad con la que la
empresa incumple las reglas elementales de justicia a las que estaban acostumbrados,
se niega a cumplir las promesas que han hecho, practica una poltica arbitraria de
favoritismo: hay una fatalidad que hace que las decisiones que en una lgica de
gestin son presentadas como racionales sean percibidas aqu, abajo, como
arbitrarias.
Tambin result sorprendente que las discusiones con los militantes
sindicalizados (hombres) casi nunca tuvieron lugar en el marco de discusiones
familiares. Si la esposa est presente, la mayora de las veces no interviene, no participa
como no sea con pequeas palabras que introduce un poco al azar en la conversacin.
En la investigacin post-condiciones de trabajo, la situacin fue casi siempre diferente.
Durante la entrevista a menudo intervenan otros miembros de la familia. Y en primer
lugar el conyugue. Muchas entrevistas, que empezaban alrededor de las 15 horas (en
razn de los turnos de 2X8) se prolongaban hasta las 18 h o 18.30 h, en presencia de
otros miembros de la familia y, a menudo, despus de que se apagara el grabador Est
claro que es toda la situacin del grupo familiar la que aparece en este asunto: su
historia, su pasado, las dificultades actuales, pero tambin sus perspectivas de futuro.
Mientras que los militantes obreros excluyen las ancdotas y las pequeas historias
entre personas las historias que revelan relaciones conflictivas entre asalariados de
un mismo nivel, disputas por los puestos de trabajo o por un ascenso que no prosper
son prudentemente dejadas de lado, estas ancdotas y estas historias aparecen
rpidamente y casi naturalmente en las entrevistas de la investigacin del Ministerio
del Trabajo. Siempre y cuando el entrevistador incentive al interlocutor con preguntas
que revelan el inters por cierto tipo de detalles, o que demuestre por su actitud o su
mmica que no considera esas pequeas historias como habladuras sin importancia
sino como ancdotas significativas. Es entonces evidente que, en una investigacin de
este tipo, el problema del lugar del investigador, de la posicin objetiva que ocupa
(pero tambin de su posicin subjetiva), de la definicin que construyen de l sus
interlocutores, de la percepcin que tienen de su rol, de su poder, es central. De ah por
ejemplo la importancia que tiene la carta de presentacin que manda el investigador (en
la que se define ms bien como un representante de las administraciones o ms bien
como universitario, en todos los casos como agente del Estado...).
Esta postura de investigacin es la que otorga los medios para reflexionar sobre
los procesos de estructuracin-desestructuracin del grupo obrero que hemos observado
durante quince aos, a travs de la constitucin de trayectorias obreras (trayectorias
escolares, profesionales, residenciales, polticas). Es ella tambin la que nos lleva a
tomar cierta distancia con la temtica, hoy predominante, de la exclusin. sta, al
251
focalizarse en los que son designados como excluidos, grupo heterogneo y
concebido sin historia, tiende a hacer olvidar el conjunto de los procesos socio-
histricos que conducen a esta situacin social. Gracias a una presencia larga en el
terreno, a las muchas entrevistas realizadas durante quince aos con los miembros de
diversas generaciones obreras locales, intentamos, en el trabajo de restitucin de los
datos de terreno, hacer sentir el peso de la historia colectiva historia social de las
familias, del grupo y del militantismo obrero pero tambin la historia de la empresa y
del sistema escolar que sigue pesando fuertemente materialmente y en las conciencias
de los individuos227.
227
Es el caso en especial del paternalismo. Peugeot que imprimi su marca en el paisaje industrial,
geogrfico (los barrios obreros construidos entre las dos guerras o despus de 1945, los antiguos Ravis,
almacenes de alimentacin Peugeot, los castillos de las diferentes generaciones de la dinasta patronal) y
mental de los obreros locales. Durante mucho tiempo los protegi y los hizo vivir.
228
Para un anlisis ms profundo, nos permitimos hacer referencia aqu al libro que publicamos en 2003,
Violences urbaines, violence sociale. Gense des nouvelles classes dangereuses (Fayard), que sigue este
primer libro. Pero tambin es necesario mencionar el conjunto de trabajos producidos por Elisabeth
Bautier, Bernard Charlot y su grupo (equipo ESCOL de Paris VIII), el libro de Jean-Pierre Terrail, De
lingalit scolaire, La Dispute, 2003 y los trabajos de Franois Dubet.
229
Cf. Marcel Martinet, Culture proltarienne, Agone, 2004.
252
desobrerirzacin, producidos fuera de la fbrica, especialmente a travs del cambio de
las aspiraciones escolares y profesionales de las familias obreras, la desvalorizacin de
prcticas tradicionales que no solamente afectaron la manera de educar a los hijos
sino tambin lo que se puede llamar el sentido de clase. Durante la investigacin,
surgi una cuestin central para las familias obreras de hoy: la dificultad o la
imposibilidad de transmitir una herencia. A la diferencia de lo que pasa en otros tipos de
familia en especial en las familias burguesas, en los sectores obreros pareciera ser que
los padres ya no saben qu transmitir a sus hijos, tanto a nivel individual, como familiar
o de grupo. Esta situacin conlleva desgarros muy profundos. La pelcula de Laurent
Cantet, Ressources Humaines, es desde este punto de vista muy relevante, y est
atravesada por el miedo del padre y la vergenza del hijo (que le grita al padre al final
de la pelcula: me transmitiste tu vergenza230). De ah la ambigedad de la
valorizacin del oficio y las diferentes formas de sacralizacin de la cultura legtima que
aparece tan a menudo en el mundo obrero y las aporas que esto engendra
Pero de qu herencia obrera estamos hablando? Nos parece que se trataba,
sobre todo, de una herencia poltica. Lo propio de los obreros, durante mucho tiempo,
fue la posibilidad de transmitir esa herencia. Se puede pensar que el orgullo obrero
proceda en gran parte de esa herencia poltica. No se trata de decir, desde luego, que
este orgullo obrero desapareci totalmente. Sigue existiendo en ciertos sectores
profesionales (lo que queda de los obreros-imprenteros, de los ferroviarios, de los
obreros altamente calificados) as como existen solidaridades en los distintos espacios
de trabajo, en el taller. Uno puede tambin preguntarse si no subsiste una herencia
propiamente obrera, institucional y poltica una herencia objetivada si se quiere que
puede ser utilizada, reactivada, como se puede ver con la creacin reciente de secciones
sindicales en ciertas PYMES subcontratistas nuevamente implantas en la zona de
empleo de Montbliard. A travs de esta cuestin de la herencia obrera, el libro trata
tambin, sin que esto haya sido subrayado, de la cuestin de la autonoma simblica del
grupo obrero. Es ah donde nos reencontramos con la cuestin del rol de los obreros
profesionales (OP) en el grupo, en la unificacin del grupo y en la valorizacin de cierto
tipo de experiencia obrera231. Los OP tenan (con o sin razn) el sentimiento de su valor,
por un lado a travs de su oficio (una formacin propiamente obrera, el CAP, las
pruebas, los trucos, la virtuosidad, el gusto y el don del trabajo manual, etc.) y por
otro, a menudo, a travs de su creencia en los valores del socialismo.
230
Se puede mencionar lo que podramos llamar la maldicin de la clase obrera francesa: hacer la
apologa de un mundo del que sus habitantes slo piensan en huir (Jacques Rancire).
231
Desde luego, este tema debe ser reinsertado en una historia de la clase obrera francesa, de su
marginalidad, a pesar de la historia poltica centrada en Pars y su clase. Cf. el nuevo prlogo de Grard
Noiriel a la reedicin de su libro, convertido en clsico, Les ouvriers dans la socit franaise, Points-
Seuil, 1986.
232
La troisime gnration ouvrire. Articulo publicado en Le Monde diplomatique, mayo de 2002.
253
Ese da, el pblico se divide en dos: por un lado, los habitantes de Chelles y
alrededores (militantes, obreros jubilados, docentes) y del otro, una decena de
estudiantes (todos muchachos, entre los cules una mayora de estudiantes negros y
rabes) de una clase de bachillerato profesional del liceo de Chelles, acompaados por
dos profesores. Tras las intervenciones de los socilogos, el organizador del debate se
dirige a los jvenes: Y ustedes, cmo ven la condicin obrera? Qu apreciacin
tienen sobre este mundo del trabajo? Alentado por sus compaeros, Samir (pelo corto,
gomina, pequeos anteojos metlicos, jean y zapatillas Adidas azules fluorescentes),
que al parecer es el portavoz natural del grupo, toma el micrfono y se lanza. Lo que
dice sale entonces de manera un poco confusa pero insiste en el tema siguiente:
Nosotros, no queremos depender de nadie. No queremos tener jefes encima que nos
den rdenes. Nosotros, no queremos ir a trabajar a la fbrica, queremos respirar,
queremos ser patrones. No queremos estar o permanecer en lo ms bajo de la
escala. Ser obrero o ser alumno en LEP, los dos van juntos, es una vergenza...
Sus palabras, que presentan una imagen sumamente desvalorizada de la
condicin de obrero, generan una reaccin inmediata en el resto de la sala. Los viejos
lo toman como un ataque contra la dignidad que han tenido tanto en el trabajo como en
el espacio pblico. Tratan de decirle(s) que no se puede o que no se debe hablar as, que
siempre ha habido obreros y obreras de pie, una dignidad obrera, etc. Bastante
rpidamente el debate se centra alrededor de la cuestin de la escuela y de la
orientacin: por qu esos jvenes van al liceo profesional? Por qu preparan un
bachillerato profesional? Samir da una explicacin: cuando lleg el momento de
definirse, no haba hecho ninguna eleccin y automticamente lo mandaron al LEP. O
sea: decidieron por l. Sus amigos tuvieron la misma experiencia que se vive como
una marginalizacin en relacin a la va de los estudios generales (la va normal como
se dice hoy en los barrios populares para designar el rgimen de estudios largos). Al dar
su propio ejemplo, Samir sabe que va a impactar, prepara su efecto es algo que debe
haber contado muchas veces y que funciona: Yo les voy a contar con franqueza cmo
fue que eleg el Diploma de estudios profesionales (BEP) en electrotcnica [risitas]
Bueno, fue porque electrotcnica era la palabra ms larga y me impresion, como si
hubiera querido, en el momento de su eleccin, contrabalancear el brutal veredicto
escolar. Desde entonces, ha seguido adelante, como ha podido, con su carrera escolar y
confiesa que hay una fuerte ruptura entre los aos tranquilos del BEP y los aos
difciles del bachillerato profesional: En BEP, ms o menos iba bien pero ahora, hay
un montn de clases magnetismo, electromagnetismos, y no s qu ms Confiesa
que no entiende nada, que no puede seguir.
Es un tema que luego vamos a evocar con los docentes: los alumnos en situacin
de fragilidad que son dirigidos al bachillerato profesional sin tener las bases ni el nivel
necesario, la desesperacin de los docentes. Es el caso de los estudiantes que finalizan la
primera parte del secundario y que contaminan las clases, razn por la cual se les
obstruye el camino. Samir insiste: Yo les voy a decir, y juro que es cierto, hay por lo
menos 90 % o incluso 95 % de alumnos en nuestro grupo que no quieren ser
electricistas Se siente cierto estupor en la sala. Uno de los auditores trata de decirles
que no hay suficientes obreros calificados en Francia que hacen falta electricistas,
plomeros Su intervencin no prende, el rechazo es total por parte de esos jvenes.
Han sido encerrados, apartados, en los LEP, y harn todo lo posible para salir, o por lo
menos, para resistir mentalmente a ese mundo y al futuro que implica. El debate vuelve
a centrarse luego sobre el tema de la jornada: la fbrica y la deslocalizacin. Se habla
del trabajo temporario, de las condiciones en las que se entra a la profesin, de la
precariedad estructural del mercado del trabajo. La ex obrera de Levi's, que ahora es
254
actriz, evoca la historia de su familia de siete hijos, el padre minero, la esperanza de
poder hacer estudios y la vida en la fbrica que no eligi. Pero tambin la dignidad
obrera (Uno se senta orgulloso; Nunca me sent disminuida). Insiste en la
transmisin de valores. Samir se siente obligado a hablar de sus padres: Mi padre
gana 7 000 francos por mes y somos seis hijos Evoca tambin el poco dilogo que
hay en la familia. Ibrahim, originario de frica negra (buzo rojo, Adidas verde
fluorescente), tiene ms dificultades para hablar, intentar hacerlo durante un tiempo
bastante largo repitiendo una palabra dinero suerte de hilo conductor de su
intervencin. Al estar en LEP (en calidad de futuros obreros), uno est rebajado, hay
que decir las cosas como son uno est rebajado cuando es obrero (pronuncia el
trmino?). Luego insiste en la falta de dinero, porque se es el futuro que les prometen y
que no quieren aceptar a los 18 aos. Visiblemente excedida por esta manera que tienen
los jvenes de evocar todo el tiempo el dinero, la antigua obrera de Levi's intenta
increpar a Ibrahim con una pregunta sobre las marcas de la ropa: Yo tengo un hijo de
16 aos y medio y no usa marcas. Le pregunta el precio de su ropa o del jean 501
(450 francos, por un costo de fabricacin de 27 francos). Los otros chicos se ren,
disimulando a penas (nosotros nunca pagamos ese precio). Entiende que se trata de
imitaciones de los modelos de marca; los jvenes saben que es el pequeo comercio, el
bizness, lo que est en juego.
Un viejo obrero, pelo blanco, anteojos de marcos gruesos, pequea corbata
debajo del pulver, interviene, la voz un poco atragantada por la emocin. Quiere
responderle a Ibrahim: Dices que te sientes disminuido en tanto obrero pero lo que
yo te digo es que cuando ests marchando con 500 obreros al lado tuyo, te sientes
fuerte, te sientes orgulloso de ti mismo y de los dems. Se calla, furioso y aliviado. Los
viejos obreros jubilados, militantes sin duda, y las obreras despedidas que
reconquistaron su dignidad gracias al taller de escritura y a su nueva profesin de
actrices (ahora tienen el estatuto de intermitentes del espectculo) quieren aprovechar la
oportunidad del encuentro con estos jvenes, felices de poder intercambiar para
infundirles coraje, fuerza y sobre todo dignidad. Lo que parece consternarlas, es la
impresin que dan esos jvenes, a los 18 aos, de estar perfectamente alienados por el
sistema, incapaces de una revuelta de tipo poltico. De ah la importancia de la discusin
alrededor de las marcas, de su fascinacin y de su necesidad de existir a travs de una
imagen (la facha, la ropa, la publicidad).
Nadie evoca este hecho mayor: esos alumnos tan derrotados, son todos hijos de
los barrios populares, hijos de inmigrantes venidos del Magreb y de frica Negra. Y se
supone que deben encarnar el devenir de una extinguida clase obrera. Por momentos,
Samir evocar a su propio padre, que trabaj duro, que estuvo dirigido en su trabajo por
incompetentes. Y declarar: De todas formas, yo, a los 19 aos, ya s que mi vida se
fue al carajo. Rematar un poco ms tarde: Un electricista? A qu mujer podra
interesarle un electricista?
A lo largo de este debate, se manifestaron y se opusieron tres generaciones
obreras. La primera es la de los obreros sindicalizados, politizados, hoy jubilados, en la
mayora de los casos. Lucharon, conquistaron beneficios sociales y sienten orgullo por
ese combate que prolongaba el de las generaciones anteriores. La segunda es la de los
obreras de Levi's, que fueron despedidas despus de veinte aos de antigedad, pero que
an as, en esa situacin, tienen el orgullo de haber trabajado duro, de haber luchado, de
haber sabido transmitir valores, conservando a pesar de todo el beneficio de la
socializacin en un universo obrero fuertemente estructurado mental y polticamente.
Por ltimo, la tercera generacin est encarnada por estos futuros operadores, casi todos
originarios de los barrios perifricos empobrecidos de los aos 90 y de la inmigracin.
255
Rechazan toda herencia del mundo obrero y suean con xitos individuales de pequeos
patrones. Son vctimas directas de la dinmica de segregacin social y espacial que
desde hace quince aos opera fracturas abismales en el universo de las clases populares.
Los aos 80 no solamente vieron el giro de la poltica de austeridad, el
aprendizaje del poder por parte de la izquierda, la modernizacin conservadora, el
crecimiento inexorable de la desocupacin. Tambin consagraron la descalificacin del
modo de resistencia de las clases populares y la rehabilitacin de la empresa, la
glorificacin de las historias exitosas a la manera del empresario Tapie, el culto del
dinero y del individualismo, que se difundieron luego en los suburbios.
De veinte a treinta aos de crisis: los jvenes, especialmente los de origen
inmigrante, soportaron el mayor peso y lo siguen pagando. Materialmente a travs de la
desocupacin y de la precariedad, pero tambin en sus mentes, a travs del refugio en la
religin, de la crispacin identitaria, de la reafirmacin del machismo, del odio hacia los
blancos, etc. contribuyendo al derrumbe de lo que haba en trminos de capital
colectivo en las clases populares.
El hecho es que el libro encontr una nueva vida en el contexto de las elecciones
presidenciales: la conmocin del 21 de abril de 2002, la derrota de Jospin en la primera
vuelta, la desercin de los obreros, la frase premonitoria de Mauroy al principio de su
campaa en Lille (oye, Lionel, vas a tener que hablar de los trabajadores). Haca falta
explicar rpidamente este sesmo histrico. Nuestro libro exista. Hubo periodistas que
lo redescubrieron, de ah gran cantidad de solicitaciones. Pasamos a ser, en algn punto,
algo as como expertos del mundo obrero: por un lado, no ramos muchos en ese
momento los que habamos trabajado sobre estos temas; por otro lado, habamos
publicado un libro que, dado la rareza de la produccin (y el poco entusiasmo de los
editores en materia de ciencias sociales) constitua, a su manera, una referencia.
233
Cf. Daniel Martinez, Carnets dun intrimaire, Agone, 2003, un testimonio apasionante, escrito en
primera persona, por un trabajador temporario de unos cuarenta aos de edad de la regin de Bordeaux.
256
investigacin ejemplar de Annie Thbaut-Mony sobre los trabajadores temporarios del
sector nuclear o la explosin de la fbrica AZF234.
Subrayemos que la politizacin obrera, en Francia, pas fundamentalmente por
la mediacin de los militantes. Primero hay que insistir sobre el hecho de que son cada
vez menos. La suerte de guerra social llevada a cabo en los ltimos veinte aos para
reducir el movimiento obrero ha dado ampliamente sus frutos. La batalla llevada a cabo
en las empresas para afectar, disminuir y a veces despedir a los delegados que
impiden la simple y llana explotacin de la mano de obra ha sido exitosa y ido ms all
incluso de las esperanzas de los patrones (ya que puede suceder que algunos deploren
hoy la ausencia de representantes sindicales). Se puede tomar ac el caso ejemplar de la
discriminacin sindical, que designa en lenguaje jurdico lo que se puede llamar la
persecucin de los militantes obreros en las fbricas. Ahora bien esto es algo que no
se ha querido ver, en los salones de la Repblica, a pesar de los gritos de alarma
lanzados por los observadores, especialmente los Inspectores del trabajo (como Grard
Filoche). Los pedidos de ayuda de los sindicalistas de empresa no fueron escuchados.
Por qu semejante sordera? Sin duda, hubo razones coyunturales pero, en el fondo, se
puede ver una profunda incomprensin de lo que haba representado la figura social del
militante obrero, un no menor desconocimiento del rol y de la funcin social de los
delegados en una fbrica. Pudo haber una forma de desprecio social hacia el delegado
obrero (el protestn, como dicen algunos cuadros de la fbrica de manera irnica) y se
puede decir que este desprecio tiene una historia que est ntimamente ligada a la del
PCF, a su victoria histrica: asegurar una representacin obrera sostenida por quienes
fueren elegidos por el pueblo235, imponer a los dominantes la presencia de obreros en
la escena pblica236. La crisis, al destruir los antiguos bastiones industriales y ampliar
parte del grupo de los obreros profesionales, afect la representacin obrera del mundo
obrero, sostenida por el PCF y la CGT pero tambin por la CFDT y las diferentes
corrientes del catolicismo de izquierda. Hubo tambin, durante esos aos de
modernizacin conservadora, una revancha de clase que se expres primero a nivel
simblico a travs de la empresa sistemtica de desvalorizacin de los representantes
obreros (ver en especial la manera en que los sindicalistas obreros fueron
caricaturizados por el programa televisivo los Guignols de lInfo, en los aos 90).
Entonces, hay que decirlo muy claramente : el profundo debilitamiento del
mundo obrero tiene causas que no se reducen a la dimensin econmica, a las causas
objetivas como se deca antes; se explica tambin por las modificaciones
substanciales de la imagen que se da de este grupo social, ellas mismas relacionadas
estrechamente con ciertas transformaciones del campo intelectual. Para decirlo cruda y
brutalmente, el movimiento de restauracin conservadora, bien analizado por Didier
Eribon237, que opera en el mundo intelectual, tambin contribuy fuertemente a
desarmar el movimiento obrero a travs de una serie de anlisis semi-cientficos y de
234
Treinta obreros muertos, el joven trabajador temporario de origen argelino que muri dos veces,
biolgica y simblicamente en razn de la sospecha insoportable para sus familiares de que podra
haber sido un terrorista porque llevaba puestos varios calzoncillos (en realidad, tena un complejo fsico,
se encontraba demasiado flaco).
235
Cf. el libro fundamental sobre esta cuestin de Bernard Pudal, Prendre parti. Pour une sociologie
historique du PCF, FNSP, 1989. Ver desde entonces, Julien Mischi, Servir la classe ouvrire. Sociabilits
militantes au PCF, PUR, 2010.
236
Cf. la irrupcin de esa palabra obrera en la televisin o en la radio, luego su declive y su
descalificacin.
237
Cf. Didier Eribon, Dune rvolution conservatrice et de ses effets sur la gauche franaise, Editions
Lo Scheer, 2007.
257
ceguedades no solamente de intelectuales mediticos sino tambin de investigadores
aspirados por la modernidad.
Para comprender las razones que han desarmado e l mundo obrero a este nivel,
hay que encarar las formas histricas de su representacin poltica. Contrariamente a la
imagen homognea y heroica del movimiento obrero que fue dada en los aos fastos
del PCF de post-guerra, conviene subrayar que, como se dice, la realidad era ms
compleja238. Por un lado, siempre existi en el mundo obrero una fraccin no
despreciable de obreros conservadores, que se mantenan a distancia de los sindicatos
revolucionarios, reacios frente a cualquier forma de colectivismo, votaban por la
derecha (gaullistas en los aos 60-70), etc. ; por otra parte, la otra fraccin del mundo
obrero, la que se reconoce ms o menos en la clase obrera en tanto fuerza social y
poltica de izquierda, adherida a la idea y a la causa de su emancipacin social y
poltica, estuvo histricamente divida, como en todos los pases europeos catlicos, en
dos campos que durante mucho tiempo fueron aliados histricos: por un lado, los
obreros que venan de los sectores comunistas y/o del sindicalismo revolucionario
(CGT) y por el otro, los obreros inscritos en la tradicin cristiana (una parte de la CFTC
que se transforma en CFDT en 1964) y/o en las formas renovadas del catolicismo
social239, que ms bien dieron lugar a un voto por el Partido Socialista de Epinay
(1971). Los aos 80 con la llegada de la izquierda al poder que, precisamente, fue
posible por esa alianza histrica (programa comn de la izquierda, acuerdo CGT-CFDT)
y sobre todo el giro hacia una poltica de austeridad en 1983, hacen que este equilibrio
poltico se bambalee. En el mbito de los partidos, el PCF, que vio desaparecer a su
base obrera, se derrumba electoralmente mientras que, en el plano sindical, la CFDT no
deja de querer romper con su pasado contestatario para convertirse, junto a Nicole Notat
en los aos 90, en el sindicato que negocia, casi todo, con los patrones (de ah la
creacin de SUD en 1988).
Ahora bien esta transformacin de la CFDT se hizo en gran parte a partir de una
falsa profeca la prxima desaparicin de los obreros y de una visin desde arriba
del mundo obrero, en un contexto de rechazo de todo lo que poda semejarse a actitudes
clasistas en la CGT. En efecto, recordemos, cul era la doxa que circul durante aos
en los crculos de la izquierda intelectual? Los obreros son arcaicos, les cuesta o no
quieren adaptarse, tienen mentalidades anticuadas: hay que esperar tranquilamente
que la tercera revolucin industrial la de la automatizacin-robotizacin los
marginalice prometindoles una extincin rpida. En la relacin que el PS y la CFDT
mantuvieron con el mundo obrero, nos parece tambin que pes fuertemente esa
obsesin anticomunista que apareca de una manera exasperada en algunos
intelectuales orgnicos de la CFDT. Este fenmeno tambin jug en la manera en que
los obreros se encontraron desarmados intelectualmente en situacin de repliegue
cuando se trataba de llevar a cabo combates decisivos.
A la distancia, se puede decir que ha habido una descalificacin bien francesa
del mundo obrero que se ha hecho a travs de un intento de liquidacin de las
conquistas materiales y simblicas, de las luchas obreras del periodo de un PCF
fuerte, de una CGT poderosa y de una CFDT obrera. Por ejemplo, el sistema de
238
Cf. sobre este punto el libro esencial de Jean-Nol Retire, que nace de su tesis de doctorado de
sociologa, Identits ouvrires. Histoire sociale dun fief ouvrier en Bretagne (1909-1990), LHarmattan,
1992. Ver tambin el libro-balance de sus trabajos de Guy Michelat y Michel Simon, Les ouvriers et la
politique, Presses de Sciences-po, 2004
239
Ver en especial Luc Berlivet y Frdric Sawicki, La foi dans l'engagement. Les militants
syndicalistes CFTC de Bretagne dans l'aprs-guerre (avec Frdric Sawicki), Politix, travaux de science
politique, n27, pp. 111-142.
258
representacin de los aos 1950-60 que se puede calificar de estalinista, a pesar de la
fuerza de anatema vinculada con esta palabra, aseguraba a la base obrera una cualidad
moral notable, una fuerte autonoma simblica, un alejamiento de los sectores
dominantes; en realidad, contribua a la produccin de militantes de fuerte personalidad
que se imponan, incluso si muchos estaban en paralelo condenados a vivir en la (o en
una) mentira240. Al mismo tiempo, este sistema era atacado por otras corrientes, entre
ellas la de la segunda izquierda que ironizaba sobre el simplismo de los argumentos
y/o sobre la falta de cultura de los militantes. La victoria triunfante del anticomunismo
hizo pasar al olvido las ventajas que este sistema ofreca en trminos de
representacin poltica.
240
Ver la tesis de Catherine Leclercq (Histoires d'"ex". Une approche socio-biographique du
dsengagement des militants du Parti communiste franais) que todava no ha sido publicada.
241
Ver Annie Collovald, le vote Le Pen : la faute au populaire ? Vacarme n 20, t 2002.
242
Ver, sobre el partido socialista, el gran libro de Rmi Lefebvre y Frdric Sawicki, La socit des
socialistes. Le PS aujourdhui, ediciones du Croquant, col. Savoir/agir , 2006, as como el conjunto de
sus trabajos y entrevistas dedicadas a ese tema decisivo de la sociologa del Partido Socialista.
243
Por ejemplo, nuestro libro sirvi de gua para la pelcula de Patrick Jan, Ouvrier, cest pas la classe,
INA, 2002. Filmada en Sochaux durante el perodo de crecimiento econmico del ao 2001, constituye
un documento valioso para entender el nuevo paisaje industrial de la regin, el pleno empleo precario y la
relacin entre las generaciones obreras. Ver desde entonces la pelcula de Laurence Jourdan, Cadences en
chane, sobre la fbrica de Sochaux filmada a fines de los aos 90.
244
Cf. la renovacin de una literatura dedicada al mundo obrero: Aurlie Filippetti, Les derniers jours de
la classe ouvrire, Stock, 2003, Franck Magloire Ouvrire (Editions de lAube, 2002).
245
Para una descripcin parcial de estos universos, ver el captulo 3 de Stphane Beaud y Michel Pialoux,
Violences urbaines, violence sociale, Fayard, 2003.
259
necesidad de descargarse sobre los dems Para entender el carcter de protesta
desesperada que a menudo tiene el voto FN en los sectores populares, hay que tener
siempre en mente esta degradacin multiforme de las condiciones de trabajo que es una
forma mayor de la inseguridad de la que tanto se habla.
La desvalorizacin del grupo obrero debe ser analizada objetivamente a travs
de los indicadores econmicos (salarios, ingresos, patrimonios, destinos sociales de los
hijos) pero tambin de manera relacional, es decir en referencia a la situacin de los
grupos socio-profesionales cercanos, esos otros sectores populares con los que los
obreros conviven. Por ende, slo provisoriamente uno puede focalizarse sobre el grupo
de los obreros. Por el contrario, hoy ms que nunca, hay que tomar en cuenta la
constelacin de otros grupos con los que los obreros coexisten y con los que comparan
sus condiciones de existencia, especialmente los pequeos funcionarios, los obreros de
Estado, los empleados comunales, los empleados de correo, etc. Se ha producido un
doble movimiento en estos ltimos veinte aos : por un lado, una desvinculacin de las
clases populares en relacin al espacio social y, por otro, una separacin cada vez ms
acentuada en su seno entre, por un lado, su fraccin numricamente ms importante,
vinculada con el sector privado los obreros de fbrica, los empleados de servicio que
parecen cada vez ms fragilizados y sometidos a los imperativos de los mercados y a la
arbitrariedad de los jefes en el trabajo y, por otro lado, la fraccin del sector protegido
en el mercado del trabajo que sigue beneficiando de una seguridad del empleo y que,
porque est fuertemente sindicalizada, pudo defenderse (ferroviarios de la SNCF desde
luego, pero tambin trabajadores del correo, obreros de Estado, pequeos funcionarios).
De ah una rivalidad creciente que, en el espacio social local, es perceptible a travs de
habladuras fomentadas por los miembros del primer grupo y que se dirigen muchas
veces a los oquis de los servicios pblicos. Nos parece que hay cierta tendencia a
sobre-interpretar la lucha de los ferroviarios de 1995; sin duda fue una victoria marc
una pausa en los proyectos de la derecha pero no fue provechosa para otros, no se
difundi al sector privado; sin duda, hubo un sentimiento de haber participado en el
paro a travs de los dems pero el paro concreto no se desarroll en las empresas
privadas. O sea, el paro de 1995 fue un acontecimiento significativo pero no hizo
avanzar los problemas como dicen los militantes del sector privado. Sobre todo, puso
en relieve la distancia creciente de las condiciones de estos dos grupos y permiti medir
concretamente la enorme ventaja que representa la garanta de empleo incluso si las
condiciones de trabajo se vuelven muy difciles. Estos obreros del Estado escaparon
durante mucho tiempo a las lgicas de la competencia en las que los otros trabajadores
estaban cada vez ms implicados. En realidad, todo ocurri como si la mecnica de
difusin de las conquistas sociales, el beneficio de las luchas, que unificaba y
homogenizaba relativamente al grupo de las clases populares (cf. el caso siempre
evocado de los obreros de Renault) hubiese sido revertido en los ltimos veinte aos.
Las luchas, siempre ms defensivas, de los trabajadores del sector privado (evitar los
cierres de las fbricas y los despidos, frenar la degradacin de las condiciones de
trabajo, asegurar la supervivencia de las organizaciones sindicales en la empresa, etc.)
contrastaban con la capacidad de resistir que seguan teniendo los asalariados del sector
pblico.
Por lo mismo, las lgicas de identificacin, sostenidas por una creencia en el
progreso, que contribuyeron durante mucho tiempo a unificar las diferentes fracciones
de las clases populares, no pueden ya desplegarse como antes. Estn debilitadas como el
antiguo sistema de promocin obrera. En la configuracin social de post-guerra (que
surge, a grandes rasgos, de 1936, marcada por la existencia de esta generacin
260
singular de la que habla Grard Noiriel246), exista un sistema que permita ascender
dentro del mundo obrero. Hoy, est claro que ese sistema se rompi. Primero porque la
reorganizacin de las empresas, que permiti eludir las antiguas fortalezas obreras y la
atomizacin de la mano de obra en las PYMES, a menudo subcontratistas, dio lugar a
un mundo que por un lado est hecho de tcnicos y, por otro, de operadores sometidos a
una presin constante y en competencia permanente en el trabajo. Hoy, hecho
sumamente relevante en la historia de este grupo profesional, ya no hay verdaderamente
una elite obrera. Los nuevos obreros calificados son los obreros de perfil tcnico247 que,
en sus aspiraciones, se dirigen fuertemente hacia las clases medias y que tienden a
renegar de lo que puede parecer demasiado obrero (de hecho son ellos los que ms
descartan la palabra obrero para definirse). La estrategia de los bachilleratos
profesionales es, por ejemplo, muy diferente a la de los antiguos obreros calificados:
parece orientada hacia la empresa y no hacia el espacio por fuera de la fbrica. Ahora
bien, incluso en los aos 90, los bachilleratos profesionales podan identificarse con los
obreros profesionales (eran franceses, haban hecho estudios, estaban relativamente
orgullosos de sus diplomas, en algunos casos haban protagonizado combates comunes
como el paro de los obreros de Belfort-Alstom de 1993). Pero las cosas evolucionaron
rpidamente: los nuevos bachilleratos profesionales estn ms desvalorizados, los liceos
profesionales reciben cada vez ms jvenes de los suburbios que llegan ah porque no
pueden ir a otra parte. El sentimiento de desvinculacin y de desclasamiento es tan
fuerte en el caso de las fracciones inferiores del grupo obrero que se sienten engaadas
por el Estado de Bienestar y amenazadas por su cercana objetiva con los excluidos y
los que perciben el salario mnimo. De ah la preocupacin que tienen por distinguirse
de estos ltimos, a menudo acusados de ser falsos desocupados o perezosos.
La recurrencia de los altos resultados obtenidos por el FN lo prueba desde hace veinte
aos: cierta forma de racismo se instala de manera duradera en el mundo de las clases
populares francesas. Desde luego, sus formas son diversas van del racismo asumido y
revindicado al racismo negado. Este racismo ser difcil de combatir. Por un lado,
porque en los sectores obreros, est permanentemente alimentado por el sufrimiento en
el trabajo y el miedo (respecto a la desocupacin, al desclasamiento, al futuro). Por
otro lado, porque hoy este racismo est masivamente legitimado tanto por los resultados
electorales del FN como por los cronistas de xito, los preferidos de los medios de
comunicacin (como pueden ser Eric Zemmour, Robert Mnard y otros) que crean
cada semana la actualidad meditica. Ese racismo, que tiene como blanco privilegiado
los negros y los rabes, se expresa ahora de manera abierta, sin tapujos. Este racismo
tambin est alimentado por los acontecimientos del Prximo Oriente y el combate
poltico de Al-Qaida (cf. los efectos del 11 de septiembre de 2011 sobre la
representacin acerca de los musulmanes en los pases desarrollados del Norte) cuyas
repercusiones se hicieron sentir inmediatamente y muy fuertemente en los suburbios.
Estas cuestiones eminentemente complejas, que merecen un examen etnogrfico
detallado, deben tambin ser analizadas a la luz de lo impensado de la cuestin colonial
246
Grard Noiriel, Les ouvriers dans la socit franaise, Points-Seuil, 1986.
247
Cf. los trabajos de Henri Eckert, Lmergence dun ouvrier bachelier, les bac pro entre dclassement
et recomposition de la catgorie ouvrire , Revue franaise de sociologie, XL-2, 1999, as como Les
bac pro lusine ou le travail du dsenchantement, Des formations pour quels emplois ?, 2005, coord.
por Giret J-F., Lopez A. y Rose J., La Dcouverte, Pars, 2005.
261
en la sociedad francesa y de las formas concretas del racismo anti-magreb y del contra-
racismo que ha suscitado desde hace veinte aos.
Otro punto que merece atencin es la fuerte atraccin que ejerce el voto FN en la
juventud popular (segunda vuelta de las elecciones de abril 2002, 21% entre los 18-24
aos y 22% entre los 25-34 aos). Para entender este voto, nos parece necesario evocar
los temas de la socializacin escolar y residencial. A menudo, estos jvenes que votan
por el FN estudiaron en las secciones a las que se llega por descarte, en los LEP,
confrontados a los jvenes de los suburbios que andan en grupo, que tienen a su favor la
fuerza del nmero. Se sienten minoritarios, a veces son vctimas de agresiones o salen
perdiendo en enfrentamientos fsicos248. Son los mismos que, una vez adultos obreros,
precarios o desocupados se encuentran en competencia con los jvenes de los
suburbios; algunos pueden tener tendencia a vengarse de las humillaciones sufridas en
la escuela y en el espacio pblico a travs de un voto, cada vez menos escondido a favor
del FN. Lo que parece poder explicar el aumento del voto FN entre estos jvenes, que a
menudo crecieron en barrios populares residenciales, en un momento tambin en el que
se dan cuenta que la huida de las antiguas viviendas populares (HLM) y la salvacin
residencial a travs de un nuevo tipo de vivienda (chalet) no implica una ruptura total
con los problemas de los suburbios249.
Tambin es necesario interrogar las razones por las que el racismo ha dejado de
ser un tab en los sectores populares (existe desde luego un racismo ideolgico, muy
diferente, sostenido por la extrema derecha nacionalista, que no tratamos aqu). Nos
parece importante considerar lo que pasa en la escuela, tomar en cuenta los ltimos
veinte aos en el sistema educativo, en especial respecto a la relacin entre docentes y
obreros. En pocas palabras, lo que nos llama la atencin es la distancia que se ha creado
entre estos dos universos: muchos docentes ignoran completamente la transformacin
del trabajo en las fbricas, tienen falsas representaciones de la vida obrera, muchos
parecen tomar cierta distancia respecto a la misin emancipadora que consideran
globalmente como suya, algunos incluso, en algunos colegios duros, desarrollan un
discurso bastante reaccionario (cf. ver el desplazamiento perceptible del voto de los
profesores hacia la derecha durante la primera vuelta de las elecciones presidenciales de
2007). Por otro lado, los obreros entrevistados en nuestras distintas investigaciones,
tienden a tener una percepcin cada vez ms negativa de los docentes: la de
funcionarios instalados en su historia y su bienestar material, que ahora se vuelven
indiferentes ante la suerte de los ms vulnerables, y que tienen segn ellos la mala
costumbre, por momentos, de querer dar lecciones. Lo que est en juego en esa
relacin docentes/obreros nos parece de gran importancia (de hecho a menudo no se
habla de eso). Por un lado, la decepcin respecto al colegio, las desilusiones provocadas
por la ineficacia de la poltica del 80% en bachillerato alimentaron una profunda
desconfianza en los sectores populares en relacin a los ideales de la izquierda y del
mundo docente que los encarn durante mucho tiempo localmente (en las comunas o en
248
Ver los trabajos en curso de Vincent Burckel sobre la socio-historia de la juventud popular en
Hagoncourt, una pequea ciudad de Moselle, especialmente su memoria de master 2, Les Ignobles ,
une bande de motards dans les annes 1970, Master Pratiques de linterdisciplinarit, EHESS/ENS,
dirigida por Stphane Beaud.
249
Tanto ms que el acceso a la propiedad y la periurbanizacin se difunden cada vez ms en las familias
inmigrantes que quieren salir de los barrios perifricos. Los gegrafos han establecido, despus de las
elecciones de abril 2002, un fuerte crecimiento del voto FN en las zonas periurbanas de la regin parisina
(en particular, Oise, Eure et Loir). Estos habitantes miden entonces el costo econmico y social del
acceso a la propiedad y se dan cuenta que no los libra de los problemas sociales que haban querido evitar
al salir de la periferia. Ver los trabajos del gegrafo Christophe Guilluy, en especial Fractures franaises,
Ed. Franois Bourin, 2010.
262
los barrios populares). Por otro lado, un importante sector de docentes de la educacin
primaria se encuentra hoy sociolgicamente cada vez ms alejado de los sectores
populares. Muchos de ellos tomarn partido en los combates polticos legtimos del
momento (ecologa, medioambiente, defensa de los inmigrantes, sin papeles, etc.)
mientras miran con reserva o desconfianza ese viejo mundo popular, relegado, sin ms,
a travs del lenguaje racial que ha invadido hoy el espacio pblico, del lado de los
pequeos blancos. El hecho es que la mayora de esos docentes no se consideran ya
como intermediarios culturales encargados de transmitir una cultura moral o poltica a
los jvenes de las clases populares. El fracaso siempre importante de los hijos en los
sectores populares en escuela primaria, medido no tanto por el hecho de repetir que por
los dficits de adquisicin de competencias de base (francs y matemticas), es el
sntoma250 sin duda el ms seguro, y el ms preocupante, de la profunda distorsin de
este vnculo histrico que une obreros y docentes, que de manera subterrnea
contribuy a forjar la clase obrera.
En el fondo, el grupo obrero es, en Francia como en todos los pases europeos,
un grupo social debilitado cuyos miembros, individual y colectivamente, tienen la
impresin de haber sido a la vez las vctimas y los engaados de la historia reciente. Si
cantidad de obreros que votan por el FN declaran sin embargo ser de izquierda es
porque existe el peso de esta decepcin y, para los ms comprometidos (algunos de
ellos son militantes), un sentimiento muy vivo de traicin251. Hay que subrayar el
contexto en el que el voto obrero se arraiga en los extremos: la formidable
desestabilizacin de las antiguas identidades obreras. Finalmente, los acontecimientos
que se desarrollan en la escena poltica desde hace veinte aos no son sino la
retraduccin de este proceso central que es la prdida del apoyo de la clase hacia los
obreros. sta aseguraba protecciones sociales, una fuerza de identificacin. Hoy, esas
lgicas y estos modelos de identificacin se han roto. Se asiste incluso a una opacidad
completa de las oposiciones que estructuraban el mundo obrero, entre las cuales la ms
fuerte era la que separaba objetivamente los obreros calificados y los obreros no
calificados (registradas por el derecho de las convenciones colectivas en 1945 y luego
por la estadstica pblica y el primer cdigo de categoras socio-profesionales de 1954).
A medida que las fuerzas sociales de identificacin al grupo (los militantes en la fbrica,
los representantes de asociaciones fuera de la fbrica, los responsables electos del PCF)
y que el grupo obrero, disperso en el espacio geogrfico, se frot al mundo de las clases
250
Lo que indica que los profesores de los colegios, en un contexto de transformaciones sociales de su
cuerpo, de las normas de evaluacin y del funcionamiento de la enseanza primaria, participan en un
sistema donde la adquisicin de estas competencias de base vitales para la prolongacin de la
escolaridad de los hijos de los sectores populares en el secundario no es hoy considerada como la
prioridad de prioridades. Ahora bien, si el Ministerio de Educacin no hace ese trabajo que le fue
encomendado histricamente, el destino de la escolaridad de los alumnos se encuentra entonces entre las
manos de las familias y/o de las oficinas del sector privado que se expanden hoy. Remitimos aqu a los
trabajos de Elisabeth Bautier y de Jean-Pierre Terrail que han mostrado de qu manera esta lgica de
abandono de los pilares histricos de la educacin primaria es a trmino fuertemente perjudicial, incluso
catastrfica, para la escolaridad ulterior de los hijos de las clases populares (sean inmigrantes o no).
Ver sobre este tema el libro del aprendizaje de la lectura, Genevive Krick, Janine Reichstadt, Jean-Pierre
Terrail, Je lis, jcris. Un apprentissage culturel et moderne de la lecture (CP), La Dispute, collection les
lettres bleues, 2009.
251
Ver el caso ejemplar de ese militante CGT (Fabien Engelmann), obrero comunal en Nilvange (en el
valle damnificado econmicamente de Moselle) que, en marzo de 2011, se present a las elecciones
cantonales en una lista del Frente Nacional, cosa que gener su expulsin por parte de la CGT, que le
record la regla a sus militantes: el Frente Nacional, incluso cuando adopta una temtica supuestamente
social bajo el mando de Marine Le Pen, es incompatible con los valores fundadores de la CGT, en
especial con el internacionalismo proletario.
263
medias en las zonas residenciales, hubo cada vez ms obreros que se identificaron
socialmente a travs del consumo (la casa, el auto, las vacaciones, las marcas de ropa,
etc.) y se vieron aquejados por la angustia ante el desclasamiento social, especialmente
por el miedo a caer en el sub-proletariado252.
Se entiende que estos procesos de desestructuracin del grupo obrero y ms
generalmente de las clases populares son fenmenos de gran alcance. No bastar con
tomar conciencia para reducir su impacto, como tampoco bastarn los discursos
moralizadores. De lo que se trata hoy es de de reducir la distancia o de volver a
establecer puentes entre las fracciones progresistas de las clases medias y las clases
populares. En especial, reduciendo de las diferencias de salarios entre cuadros y
asalariados de ejecucin, protegiendo el mundo del trabajo contra los efectos de
implosin de las nuevas formas de capitalismo salvaje, devolvindole a la escuela su
poder emancipador y por qu no?, dndole a la televisin pblica el rol que tuvo a
veces en la formacin cultural de la nacin, creando nuevas condiciones de un
encuentro entre intelectuales y clases populares en los suburbios, siguiendo el modelo
de las universidades populares, etc. El futuro de la izquierda en Francia y en Europa es
inseparable de una reflexin profunda sobre la manera de asegurar la reincorporacin de
las clases populares en el juego social y poltico.
252
Ver sobre este punto el interesante debate entre Annie Collovald y Olivier Schwartz, Haut, bas,
fragile. Sociologies du populaire, Vacarme, n 37, 2006.
264