De La Esclavitud en Cuba
De La Esclavitud en Cuba
De La Esclavitud en Cuba
LA ESCLAVITUD
EN CUBA
POR
PROLOGO.
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BUS duefios. Aristteles dice que los tesalios sufrieron mu-
cho con las sublevaciones de los penestas, lo :mJsmo quelo&
lacedemonios respecto de los ilotas.
108 escitas, volviendo de la Media, encontraron sus
esclavos sublevados, y tuvieron que abandonarles 1& patiia.
Csar nos indica que eran en extremo numerosos los siervos
en la Galia. En Egipto contempla el viajero admirado 108
restos de un antiquisimo trabajo ejecutado indudablemente
por esclavos; y tanto se difundi6 esta institucion por toda
la superficie de la tierra, que s610 en Australia no se han
encontrado vestigios de tan triste estado.
Entre los romanos habia cuatro clases de siervos. La
primera comprendia . los prisioneros de guerra. Si se ha-
ban entregado, rindiendo sin coaccion las armas, conser-
vaban los derechos de libertad y se llamaban tktUtiUi;
pero los cogidos con las armas en 1& mano en el a.saJ.to de
una ciudad, se vendian en la plaza pblica, su1J-luuta y se
denominaban sef'fJi, '6/,(zncipia.
Componan la segunda clase: V, 108 que de distintas
provincias se conducan . Roma, donde se vendian desnu-
dos, con una inscripcion al cnello, en que se expresaban
sus buenas malas cualidades, respondiendo el vendedor
de la verdad de lo que asi se afirmaba, mnos que colo-
case una especie de gorro en la cabeza del esclavo: llam-
hanse fJ8'Mlu, Sef'fJi nof'Uii, si eran recien importados,
fJeteratores en otro caso: 2.', los que con dolo se hacan ven-
der como esclavos para participar del precio de la venta,
los cuales un decreto del Senado declar efectivamente
Riervos, pesar de que imtes no estaba permitido al ciuda-
dano reducirse la condicion servil: 3., los hijos vendidos
por SUB padres, aunque al recuperar la libertad no se les
consideraba libertinos, sino ingnuos, como 8i nunca bu...
16
biesen sido esclavos; y 4., los deudores insolventes, que
eran entregados sus acreedores para que con el precio
de su trabajo pagaran sus deudas.
Bntraban en la tercera cIase los llamados I~,
siervos de la pena, porque en castigo de algan delito eran
reducidos ese estado. As sucedia con los ciudadanos que
Be ocultaban para que el censor no los matriculase, que
no ha.bian querido tomar las armas en defensa de la patria:
como tambien con los condenados minas, luchar con
las fieras, pena capital; respecto de todos los cuales era
preciso despojarlos previamente de la ciudadana y de la
libertad, convirtindolos por una ficcion de derecho en es-
clavos de la. pena.
La ltima clase era la de los hijos de las esclavas, los
cuales se llamaban "6f'n(JJ "emaculi.
No era licito los esclavos el matrimonio regular, propio
tan slo del ciudadano romano; mas si les estaba permitida
una especie de union consorcio llamado contu7Jenri.-m,
de donde marido y mujer tomaban el nombre de contuber-
nales.
Todos los esclavos de una casa cOnsiderados en conjunto
se llamaban familia. Ocupbanse en trabajos domsticos,
en el comercio y en las fbricas, y los que manifestaban
ta,lento se enseilaba la literatura y las artes liberales,
vendindose despues por precios muy subidos. Dicese que
esa. especulacion contribuy en gran manera crear las
inmensas riquezas de Creso. Unos amos les daban emple08
fciles como porteros, 08tiarii, conductor de nifi.os la es
cuela,~dagogi,etc.: otros 108 obligaban trabajar la tierra
atados una cadena, catenati cvltO'l'eI, en habitaciones
8ubterrneas, if&. ergaattslis su1JtefTgMil.
El poder dominico fu ilimitado en u~ tiempo, teniendo
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el seor derecho de vida y muerte sobre el esclavo. A ve-
ces ste era marcado en la frente con un hierro candente,
por lo cual tomaba el nombre de stigmatias d stigmaticu8:
otras se le ponia al cuello un yugo de madera, jwrca, de-
:\lominndosele entnces j,/!'fcijer; y otras se le correga
con encierros, hacindolo mover un molino de trigo.
Pero el ltigo era el instrumento frecuente del castigo, en
cuyo acto se le ataba 10l; pis un peso grande para dejarlo
inmvil. Los esclavos azotados menudo se nombraban
mastillia 'rJerberati. Los prfugos, jugiti'rJi, eran perse-
guidos por personas dedicadas ese oficio,lugiti'rJarii.
Los esclavos no eran hombres, sino cosas. No podian ser
testigos en juicio, ni hacer testamento, aunque los dueos
generosos les permitian dejar algunas mandas. Se halla-
ban excluidos del servicio militar; bien que despues de la
batalla de Canas fueron armados 8.000 siervos, quienes
posteriormente se di libertad en premio de BUS servicios.
Tampoco podian heredar ni adquirir para si; pero la cos-
tumbre era darles para su manutencion cierta cantidad de'
trigo y cinco dineros romanos, denarii, cada mes, lo que
se llamaba rnenstruum, una cuota diaria, diariu"In. Lo
que de esto ahorraban, lo que obtenian por cualquier
otro medio que les concedia el sefior, era. el peculio, pecu-
lium, que el esclavo manejaba, dndolo inters, 6 veces
comprando para si mismo otro siervo, que en este caso se
nombraba ser'li 'rJicarius. De su peculio, de tiempo en
tiempo, tenia que hacer algun presente su amo, y la
acumulacion de ahorros le permitia veces rescatar su
libertad. Se asegura que un esclavo industrioso y sbrio,
podia los seis afios salir de la esclavitud. Habia tambien
siervos del pblico que se ocupaban, en servir de criados
los magistrados, 6 en vigilar los dems esclavos, en
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otras tareas ms soportables, y recibian cierto sueldo
anual, annua. Otros e.staban afectos una finca como si
fueran parte de ella, I/leOt8 adscripti, y ~e ignora cul .era
verdaderamente su suerte.
Los siervos obtenian su libertad: 1.0, per censum: cuando
con beneplcito del dueo se matriculaban en el libro del
censor, hacindose ciudadanos romanos: 2., per f)indic-
tam: cuando despues de decir el amo ante el cnsul el
pretor, quiero que este hombre sea libre conforme al
derecho romano, el pretor cnsul daba en la cabeza al
esclavo con una varita llamada f)indicta, soltando. de la
mano el amo al siervo, a manu emitteoat, quien desde
luego quedaba libre: 3.\per testamentum: cuando el se-
or en su testamento hacia esa gracia al esclavo, bien di-
rectamente, 'Derbis directis, bien rogndolo al beredero,
f)erbis peca ti bis. Por ltimo por carta, per epstolas;
presencia de varios amigos, inter amicos,o haciendo sentar
al esclavo la mesa, per mensam,o y de otros modos intro-
ducidos por la costumbre.
El pueblo romano, mientras fu virtuoso y magnnimo,
tuvo pocos esclavos y los trataba con benevolencia. Qui-
/ nientos 6 seiscientos aos despues de la fundacion de
Roma, todavia los campos se cultivaban por los propieta-
rios con auxilio de trabajadores libres, mercenarii, y los
que poseian siervos los miraban como compaeros, ocu-
pndose juntos en las mismas tareas, y viviendo en las
mismas habitaciones. La leyera en extremo rigorosa pero
la virtud del ciudadano mitigaba en gran parte esa severi-
dad. Mas medida que la repblica fu creciendo en pros-
peridad y grandeza, el nmero de esclavos iba gradual-
mente aumentndose, ya con los que se hacian en las
frecuentes guerras, ya con los que se importaban de otras
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regiones, ya, en fin, con los que nacian en casa de sus due-
os. Considerbanse ya como objeto de lujo, y habia or-
gullo en mantener un gran nmero, pascere Se'f'OOS. Plinio
dice que parecian un verdadero ejrcito, ms bien que el
squito de una familia. Muchos poseian centenares. Puden-
tila, mujer de Apuleyo, di 400 cada uno de sus hijos.
Propietarios hubo que llegaron tener 20.000 ms. Re-
firese que el Senado se opuso que se les diese traje dis-
tintivo por temor de que a.si conocieran su nmero. Y
como las costumbres pblicas degeneraban y se pervertian
en la misma proporcion en que el Estado se engrandecia,
la antigua benevolencia fu extinguindose hasta ser reem-
plazada por el rigor y la crueldad.
Quinto Flaminio, en medio de un banquete, mat un
esclavo por capricho. Vedio Polion arroj las murenas
un siervo por haber roto un vaso. Y un suceso espantoso
nos comprueba hasta qu grado se hallaban desatendidos
los derechos de la humanidad en aquel pueblo tan grande
por sus crlmenes como por sus hazaas.
Habia en Roma la brbara costumbre de que siempre
que un propietario de esclavos era asesinado, todos sus
siervos debian ser ejecuta4os, por sospechas sin duda de
complicidad de negligencia. Ocu~ri el asesinato del pre-
fecto de Roma Pedanio Secundo, que poseia 400 esclavos,
y por consiguiente 400 hombres habian de perecer. Varios
del pueblo, movidos compasion, quisieron impedir tan
monstruosa carnicera, y el Senado lleg estar perplejo
por algunos instantes; pero el senador Cassio tom la pa-
lJI,bra y sostuvo con energa la necesidad ae llevar cabo
la sangrienta ejecucion. Triunf esta opinion, y pesar
de los amotinados, los 400 desgraciados fueron conducidos
al patbulo.
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Al fin, un rescripto del emperador Constantino quit
10l!! dueos el derecho de vida y muerte, y les prohibi en-
venenar descuartizar al esclavo, echarlo . las fieras, ma-
tarlo . palos . predadas, ahorcarlo, precipitarlo en una
sima, herirlo de tal manera que muriese cubierto de san-
gre, darle cualquier gnero de tormento. Basta esto para
comprender . qu extremo lleg la sevicia de los propieta-
rios. No en vano Augusto y Tiberio rehusaron el ttulo de
dominus, sefl.or, .que era el que tenia el amo.
Naturalmente tanta. crueldad en los dueos debia infun-
dir la desesperacion en los esclavos. Ni es de extraar que en
una sociedad desmoralizada, as como las clases superiores
no admiten freno en sus pasiones, as tambien las inferio-
res rompan los vinculos de disciplina y sumision. Innume-
rables eran los crmenes perpetrados pot los esclavos j fre-
cuentes sus alzamientos, y co"nsiderables los trastornos
que causaron las guerras serviles. EspartRco, . la cabeza.
de un ejrcito, llev . todas partes el terror y la desolacion,
y en varias ocasiones los siervos sacudieron hasta. los ci-
mientos del inmenso poder romano.
Tambien en el rden econmico se hizo sentir pernicio-
samente la influencia de la esclavitud. Con el esplendor de
las victorias y la acumulacion de las riqueza8, ya no culti-
vaban las tierras por s mismos los propietarios, encomen-
dando esa tarea los esclavos, regularmente bajo la direc-
cion de otro esclavo que se llamaba 'Dillicus: el sobrestante,
tambien esclavo, de los empleados en el servicio domstico,
se denominaba mediastinus. La plebe era cada dio. mnos
numerosa en las campias, tanto por las continuas guer-
ras de una repblica en que muy raras veces estuvieron
cerradas las puertas del templo de Jano, como por la de-
gradacion del trabajo, asociado ya con aquella funesta. IDa-
2;J.
titucion. El hombre libre no queriadesempear los mismos
servicios que el esclavo, y el trabajo libre p~rdi rpida-
mente terreno en la lucha que con gran desventaja tuvo
que sostener contra el trabajo esclavo. De los campos fue-
ron apoderndose los patricios hasta que llegaron pose-
sionarse de la mayor parte del territrrio: el cultivo en
grande escala sustituy al cultivo en pequeo: el siervo
sin estimulo, sin esperanza, sin porvenir y hasta sin inte-
ligencia, reemplaz al hombrE' libre en esas tareas; y la pro-
duccion disminuy de una manera considerable. De Espaa,
del Oriente y de otras regiones se importaban cereales para
el sostenimiento de un pueblo que, olvidando poco poco
Sus virtudes, sus verdade~ glorias y sus libertades, al-
canz6 al fin tal estado de humillacion y envilecimiento,
que ya no le quedaban voz ni energa sino para pedir: pa-
'Mm el circenses.
CAPTULO 11.
,
Tal era. el estado de la esclavitud cuando empez bri-
llar la luz del cristianismo; pero un despues de conocida
la doctrina evanglica, trascurrieron muchos siglos sin
que desapareciera. tan negra mancha en la civilizacion
cristiana.
El inmenso poder 'romano cay al fin, minado y soca-
vado por los vicios, contribuyendo no poco la extincion
de tanto esplendor y gloria esa misma institucion de la
esclavitud. Disminuyse probablemente el nmero de sier-
vos; pero ljos de desaparecer todos los males de ese estado,
la edad media slo ofreci de momento un cambio en las
fuentes de la servidumbre. Los sajones llevaron Ingla-
terra. las ms repugnantes formas de la esclavitud. El pre-
cio de un hombre equivala al cudruplo del de un buey,
y los parientes podian vender sus ms prximos deudos.
Los pueblos germnicos convirtieron las orillas del Baltico
en teatro de trfico tan desolador; el Dnieper brindaba su
curso los mercaderes rusos para. conducir Constantino.
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pla los siervos comprados en Rusia; y tal fu la actividad
que en este comercio hubo entre las tribus slavas, que se
supone que del de stas tom nombre nuevo la antigua
servidumbre. Francia, Espaa, Italia, la misma Roma, un
despues de ser el asiento del vicario de Jesucristo, pre-
sentan en la historia tan lamentable espectculo. ,Qu
mucho, empero, que entnces fuese el hombre esclavo del
hombre, cuando se le veia esclavo de sus propias pasiones,
cuando el derecho cedia su lugar la fuerza, y cuando la
voz de la razon quedaba ahogada en el estruendo y con el
fragor de las batallas'?
En medio de todo no puede negarse que el catolicismo,
suavizando las costumbres pblicas y alterando notable-
mente las relaciones que existian entre el seor y el esclavo,
coIrtribuy de una manera eficaz la extirpacion de aquel
grave mal.
El seor debia ver en el esclavo una criatura de Dios,
al prjimo quien habia de amar como si mismo, al des-
valido digno de auxilio y apoyo; al paso que el esclavo,
saliendo de la abyeccion propia de su antiguo estado, y
elevado la categora de hijo de Dios, no slo veia en su
seor al padre quien debia honra y respeto, sino que
aprendia conformarse con su suerte, sufrir con resig-
nacion y humildad los ultrajes de la fortuna, devolver el
bien por el mal, perdonar los agravios, Y merecer la
gloria eterna. Bienaventurados los que lloran, porque ellos
sern consolados, dijo el Salvador del mundo, y esta idea
consoladora no podia mnos de infundir tranquilidad y 8U-
mision en el siervo desgraciado, que pesar de las pena-
lidades de su situacion contemplaba el acceso una vida
futura de gloria y santifi~cion.
Preciso es recordar el estado de la opinion pblica sobre
t
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este punto ntes del cristianismo. El siervo no se estimaba
hombre; era simplemente una propiedad, una cosa. Y esto
dependia, no s610 de la declaratoria de la ley, sino tambien
de la creencia general, asi en el vulgo como en las ms
elevadas inteligencias. Homero habia dicho que Jpiter
quit6 la mitad de la mente los esclavos: Platon corrobor6
y amplific6 ese dicho; y Arist6teles intent demostrar que
la naturaleza misma habia marcado una diferencia esen-
cial entre el libre y el siervo.
Tal era la opinion casi unnime entre los hombres,
cuando el cristianismo empez esparcir por todas partes
su benfica doctrina. Desde luego se comprende que no
entraba en el propsito de la Iglesia cat6lica destruir por
medios rpidos y violentos la institucion de la esclavitud.
8610 P?r influencias puramente morales debia comenzarse
combatir la servidumbre; y si observamos paso paso lo
que con este objeto hizo el catolicismo, si examinamos
cada una de las medidas que para ello adopt, si con sus
respectivas fechas tenemos presente el gradual desarrollo
de la civilizacion en el mundo, quiz nos hallariamos in-
clinados pensar que todo fu un plan sbiamente concer-
tado desde el principio, previndose al travs de los siglos
lo que habia de acontecer. Sin embargo, los hombres no
formaron semejante plan; pues todo ha consistido en la
enseanza de la doctrina y en la sucesiva aplicacion de
sus preceptos, medida que lo iba permitiendo el adelanto
de la inteligencia humana.
Primero combati la Iglesia la idea de que existia una
diferencia muy marcada, moral y naturalmente, entre el
libre y el esclavo. El principio de que ante Dios no hay ex-
cepcion de personas, facilit argumentos poderosos contra
aquella preocupacion. Vino simultneamente la predica-
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cion de la caridad evanglica, y los ministros del culto di-
vino consiguieron grandes resultados sobre esto, n'o ya
tan slo con la enseanza, siuo tambien con el ejemplo.
Hay datos autnticos de que muchos sacerdotes y otros
cristianos, se sujetaron voluntariamente servidumbre
para libertar de esa triste suerte algunos desgraciados
que gemian bajo el peso de sus cadenas. Con esto se logr
suavizar notablemente el trato que se daba los esclavos;
pero todavia hizo ms el catolicismo. Ms adelante se de-
dic favorecer la libertad, ora defendiendo con calor los
manumitidos, ora facilitando medios para la redencion de
cautivos, ora, en fin, adoptando otras medidas prcticas con
aquellas tendencias.
Para reprimir el mal trato de los esclavos dict varias
disposiciones. El concilio iliberitano, en el ao 305, impuso
penitencia la seora que maltratara su sierva. El Epao-
nense, ao 517 , excomulg al dueo que por autoridad
propia matara un esclavo: disposicion repetida en el con-
cilio 17 de Toledo. Declar adems el Epaonense que el
esclavo reo de un delito atroz, se libraba de suplicios cor-
porales refugindose en la iglesia. El 5. de Orleans, en 549,
0
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entregaran una determinada cantidad de oro. En las otras
partes de la. isla, los ind.igenas debian entregar en las mis-
mas pocas una arroba de algodon por persona.. Y para
conocer y distinguir & los que habian pagado el tributo, se
les daban medallas de cobre que habian de llevar colgadas
al cuello.
Bl tributo era exesivo; los indios no podian pagarlo, y
Colon tuvo que modiftcarlo. Un cacique de la Vega Real,
deseoso de evitar . sus sbditos tan onerosa, prestacion,
babia propuesto crear una gran hacienda para sembrar y
cosechar granos suficientes para alimentar & toda Castilla;
y aunque su propuesta se desatendi en aquella forma,
sirvi6 para cambiar en servicio personal el tributo que en
oro y algodon habia querido exigirse . los indigenas. Eetos,
nte8 propietarios de la tierra, se vieron redtJeidos una
especie de sel'Vidumbre adscripticia la gleba; obligndo-
seles & trabajar gratuita y exclusivamente en beneficio del
poblador blanco, quien no se cuid.ab& de que al pobre ind-
gena le quedase lo necesario para su precisa subsiBtencia.
y no fu esto lo peor; porque si al principio el deber de 108
indigenas se limitaba & tl'abajar en los respectivos distritos
que se les mal'C3ban, mis adelante se les oblig & seguir
las huellas del colono blanco, cuando ste, por convenien-
cia 6 por capricho, abandonaba unas regiones para situarse
en otras. Es decir, que el sistema comenz simplemente
por conceder las tierTas & los colonos; pero luego se hizo
extensivo 1& designacion de cierta cuota de trabajadores
para labrar dieh8s tierras, y concluy6 por permitir que los
indios consignados & los colonos blancos en grandes parti-
das, fuesen trasportados de un lugar & otro merced de
sus seores 6 patron08.
Al sistema de encomiendas debe atribuirse la lpida des-
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poblacion de las isIas. La constitucion del indio no era.
propsito para semejantes trabajos, y mucho mnos para
resistir los rigores y crueldades con que se le compelia
desempefiar las tareas de'ellos exigidas. Dbil, mansa in-
ofensiva esa raza, lo mn06 en 188 Antillas, se vea impo-
sibilitada por la falta de costumbre, por la esca.sez de fuer-
zas y por la excesiva sobriedad de su vida, de satisfacer la.s
miras de sus superiores. El ~ultado fu que oprimida ms
all de lo que permitia la. aptitud fsica de sus individuos,
la raza indgena de la Espaola y otras islas se hundi,
y slo lleg tener descanso en el regazo de la madre
comun.
Ya cit el ao de 1492, en que Colon descuhrila isla de
Raiti. Se dice que quince aos despues, habian perecido
diez y nue"te vigsimas partes de los indgenas de dicha isla,
y que estaban desapareciendo rpidamente los de Cuba,
Puerto-Rico, Jamica y otras. Se supone que en la poca
del de8cubrimiento habia en Amrica de cincuenta se-
santa millones de indios; pero Humbold, tres siglos despues,
s6lo encontr6 ocho millones seiscientos diez mil. El seor
Canga Argl1elles, en su Diccionario de Hacienda, dice: Se
calcula en once millones de habitantes los que perecieron
manos de las naciones conquistadoras. En la Amrica
septentrional desapareci6 la dcimatercera parte de los
indgenas; en las Antillas perecieron todos; casi todos en las
Caribes y Lucay8S; y dos tercios en Mjico, Per y Brasil.
En vano se dictaron leyes para reconocer y'proteger la
libertad de 108 indgenas. Oponfase esto al inters de los
pobladores, y la apremiante necesidad de encontrar sub-
sistencias en el Nuevo Mundo; de suerte que ni las autori-
dades ni los particulares se prestaban de buen grado
cumplimentar aquellas disposiciones. No faltaban tampoco
3'7
otras dictadas en sentido contrario. Se ha notado que los
mismos Reyes Catlicos, en los permisos que expidieron
para intentar nuevos descubrimientos, se reservaron para
s la cuarla paite de los esclavos de las regiones descu-
biertas. Agrgase . esto que adems de tolerarse aquel
sistema de encomiendas y repartimientos, hay en los Cdi-
gos de Indias algunas leyes en que expresamente se per-
mitia esclavizar . determinados indios, si bien resultaron
finalmente derogadas. Por consiguiente, si hubiramos de
guiamos por estos antecedentes, y por la fatal desaparicion
de los indigen88 en las Antillas y otros puntos, serfa in-
evitable prontinciar un juicio muy severo sobre los legisla.-
dores de aquellos tiempos, como causantes de hechos tan
lastimosos.
Fuerza es, empero, no olvidar algunas circunstancias im-
portantes. Ha. dicho RobertBon, que si el Gobierno espaol
hubiera facilitado la investigacion 6 exmen de los docu-
mentos sepultados en sus archivos sobre la Historia de las
Indias, mucho se habra encontrado que disculpase 1..
nacion espaola. de los cargos de rapacidad y crueldad que
desde la conquista le ha dirigido la Europa civilizad... Pro-
bablemente es muy exacta la opinion de aqnel eminente
historiador; pero por los dooumentos que hasta ahora co-
nocemos, puede establecerse como verdad incontestable,
que en muchos 0880S las expresas instrucciones de los so-
beranos fueron desatendidas por las autoridades y por los
pobladores de los pases nuevamente descubiertos: que en
otras ocasiones en que se cometieron errores se debieron
stos' malos informes; y en fin, que la larga distancia y la
falta de comunieaciones rpidas y regulares, impidieron &
menudo el remedio de graves:males. Un decreto firmado en
Brgos 6 Sevilla, quiz. no llegaba sino al ao s~ente .
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del Virey quien iba dirigido, cuando tal vez se
ID.Il.D.OS
babia. hecho ya imposible lo que se mandaba.
Pero #,qn importaba la buena intencion de los reyes
ante los inconvenientes con que babia de luchar por la
naturaleza. misma de los hechos"
Nada demuestra. tanto esos ineonvenientA'la como lo que
ocurri respecto de Nicols de Ovando. Tan distinguido ha,.
bis sido ste por su carcter y otra8 cirouns1ailcia8 favora-
bles, que la. reina lo eligi para que fuese una de los com-
p8fieros del prncipe D. Juan. Lleg ser comendador
ma.yor de la Orden de Altntara, y se hizo notable entnces
por su humildad y sus virtudes, rehusando obstinadamente
siempre el tratamiento de saorla debido BU alta ge-
rarquia.
Este fu el gobernador nombrado para la Isla Espaola
en 1502. Jams recibi gobemador a.lguno tan~, tan ex-
tensas y tan humanitariaB instrucciones, en que descollaba
el precepto de que todos los indios de la Isla Espaflola. fue-
sen libres de servidumbre, no se viesen molestados por na-
die, y viviesen. como vasallos libres, protegidos por la
justicia, ta.n.to como los vasallos de Castilla.. Jams ha po-
dido parecer tan acertada la eleccion de un individuo para
desempear un puesto de semejante importancia. Y cul
fu el resultado del gobiemo de Ovando'
Cuando desembarc en la Bspafiola, los indios se hallar-
ban en "rmas y los blancos muy escasos de subsistencias,
y completamente desmoralizados. Con tacto y tino redujo
Ovando los espafloles la obediencia, por lo cual merece
sin duda elogios; si bien la posteridad lo condena justa-
mente por su crueldad con el gran Colon; pero su conducta
con 108 indios fu generalmente inicua. Declar guerra
sangre Y fuego contra los ind.1genas, quienes caz como
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bestias feroces, mutilando muchos que hizo prisioneros.
y sin embargo, ese hombre no tenia vicios, no se enrique-
ci, invirti de una manet pi&doBa. y caritativa lo poco
que adquiri 6 economiz durante su gobierno. La&-Ca.Baa
dice de l que era . prop81to para. gobernar, pero no 4
indios. Esta. 8iInple frase reasume y presenta una larga
histori~ de sufrimientos y penalidades, que viene con-
cluir con la ob8ervacion de que en breve tiempo qued
completamente exterminada la. mZ8. indigena de la Isla
encomendada. al mando de Nicols Ovando.
Un incidente notable me facilita OC88on de recomenda.r
de nuevo la. buena intencion del rey Catlico en medio de
las diflcultades inconvenientes eon que era. preciso lu-
char. En la Isla. Espaola, que por los indigenas se habia
llamado Hait, se' establecieron los padres de la rden de
88nto Domingo, quienes dispensaron grandes favores y
servicios . todos los habitantes, y especial y seftaladamente
los escasos restos de los indigenll8. En los primeros tiem-
pos, la defensa que hicieron de esa desgraciada raza atrajo
. los padrea la animadnrsion y el odio de todos los pobla
dores blancoe, sin que la model'8.cion, la piedad, los ejerci-
ci08 de viriud y la completa. abnegacion de los frailes de
Santo Domingo bastasen . templar el encono con que se
les miraba. Las autoridades de la Isla, y un los mismos
padres fr&neiscanos que se estableciel'on en ella, se afilia-
ron entre los antagonistas de los dominiCOB. Para destruir,
pues, el i.n1lujo de stos en Espaiia, niea cosa que los es-
cudaba eontl'a el rencor de los colons blancos; pll.8' . la.
Peninsn1a un padre franciscano lla.mado Alonso de Epi-"
na1, . llevar las quejas de la colonia contra los padres do-
minicos. 100. acompaftad de buenas recomendaciones de
las autoridades del pais, y. fu muy bien l'tlCibido en la
40
corte, teniendo libre acceso la pePBODa del rey, y -vin-
dose por ste muy favorecido. Como diputado de 108 de su
rden, fu Espaa un padre dominico llamado Antonio
Montesin6, pero no fu admitido en la corte. Ya desespe-
raba de alcanzar una entrevista con el rey, cuando un dio.
aprovech una oportunidad de forzar, por decirlo asi, la
entrada en palacio, inesperadamente se present ante
Fernando. Preguntle ste qu deseaba pidi el dominico
permiso de hablar, y despues de obtenerlo, exhibi sus pa-
peles, y empez hacer la defensa. de los indios, as! como
la de su propia rden. El rey prometi prestar al asunto
-toda la atencion debida; se oy la opinion de personas com-
petentes, y el resultado. fu, no slo que el padre dominico
obtuvo lo que pretendia, sino que el mismo padre francis-
cano Alonso de Espinal, se confes vencido por los argu-
mentos del padre Antonio Montesino, contribuyendo eficaz-
mente la victoria de ste.
Rectas eran, pues, las intenciones de los reyes, y rectas
las de sus consejeros. Con toda diligencia y empefto se
procuraba elegir las personas ms dignas para el gobierno
de los paises nuevamente descubierto8; y una y otra vez se
dictaron preceptos para proteger la seguridad individual de
los pobres indgenas. Pero todo era en vano. Babia que lu-
char con la distancia, con la avaricia, con eso que ha dado
en llamarse razon de Estado, y so~re todo con las opinio-
nes propias de aquellos tiempos, tanto en las clases ilus-
tradas como en el vulgo. No olvide esta ltima' circuns-
tancia quien aspire juzgar imparcialmente los hechos de
.. dicha poca. Era creeneia generalmente admitida que po-
dian ser reduoidos esclavitud todos 108 enemigos de la
Santa Fe Catlica. En los dias de la conquista poblacion,
la civilizacion europea no estaba tan adelantada que hiciese
41
extensivos los paganos los fueros de la humanidad. Bajo
este concepto, por qu hemos de extraar que los indios
fuesen tratados como siervos' Si los moros, quienes sea-
baban de vencer los espaoles, podian hacerse esclavos
pesar de su cultura y adelanto, pesar de ser superiores
los mismos espaoles en industria y ciencias, pesar de
haber sido dignos y leales enemigos en una contienda de
siete siglos, pesar de que adoraban un solo Dios, pe-
lilal' de que reconocian Abraham y Moiss como profe-
tas, POI' qu no haban de ser reducidos la servidumbre
los indios, que adoraban trozos de madera y de piedra; 108
indios, que ofrecian vctimas humanas al demonio; los in-
dios, que indolentes y perezosos por.carcter y naturaleza,
slo trabajaban compelidos ello por la in1lexible severi-
dad de un seoor, rbitro supremo de sus destinos'
Ya hemos visto un hecho y una proposicion de Colon
que en la presente poca se calificarian como afrentosas y
degradantes; Y sin embargo, el hecho y la proposicion, sin
ser disculpables, que tanto no aspiro, tienen una expli-
cacion sencilla. Colon en BUS primeros aos habia estado
en la costa de Amca, y habia visto comprar y vender ne-
gros. Verdad es que enflmces no se prevean los horrores
del moderno trfico; verdad es que Colon no pudo sospe-
char siquiera que al reducir la esclavitud los primeros
indgenas condenados tan triste suerte, al propone? la
servidumbre de otros, al autorizar con su gran nombre ese
inicuo sistema de encomiendas y repartimientos, dictaba
una espantosa sentencia de exterminio total contra una
raza inofensiva, que lo habia acogido con sinceridad y
franca hospitalidad. Pero Colon de todos modos lo hizo,
Colon lo propuso, y El8 preciso recordar que la posteridlld
ha visto en Cristbal Colon, no simplemente al genio, no
t. .
42
meramente al hombre de la ciencia, Bino al hombre de co-
razon, al buen cristiano, al justo, al recto, al varon, en
fin, digno de mejor suerte. QuiY.s la Providencia penniti6
que sus servicios fuesen tan tristemente remunerados, para
que en este mundo pagase por completo todas SWJ culpas,
y especial y seflaladamente las que cometi contra 108 in-
digenas de Amrica, . :fin de que en mejor vida pudiese
entrar desde luego en la posesion de la bienaventuranza
reservada . los buenos.
y si el gran Colon procedi de tal manera, ~qu mucho
que los espaioles tratasen con tanta crueidad ti. los indi-
genas~ Vinieron sin duda . estas iilas muchos europeos
dignos y honrados; vinieron eclesisticos humanos y pi&-
dosos; vinieron, en fin, individuos atraidos por eBa sed de
gloria, por ese espritu ca.balleresco y aventurero que tan
notable S6 hizo en el ltimo periodo de la guerra de los
moros, y que bajo el GraI) Capitan en Italia y bajo Reman
Corts y otros jefes en Amrica, di muchas pginas de
gloria la historia nacional. Pero no todos eran de esta
clase; y concurriendQ en todos la equivocada creencia de
que el pagano debia ser esclavizado, &cmo era posible que
se cumpliesen las leyes y reglamentos dictados para pro-
teger la seguridad individual de los indigenas'1
Deploremos, pues, el exterminio de stos: deploremos
como causa de semejante desgracia, la servidumbre que
de hecho se vieron reducidos: deploremos que los ReYe8
Catlicos y el emperador hubiesen dejado que alguna vez
se entibiase su ferViente celo en favor de una raza desgra-
ciada, que en las A.ntillas fu barrida de la superficie de la
tierra: deplo1'emos, sobre todo, ver el nombre del gran Co-
10D mezclado en un sistema tan repugnante la moral
cristiana. Pero en nedio de todo demos los tiempos y
43
las cil"C1lIl8tancias la plute que les cabe en la responsabi-
lidad de los suceeos. IOjal. respecto de nosotros mismos se
dig lo propio cuando la posteridad venga . juzgarnos por
hechos parecidos, y en que m.s mnos todos hemos te-
nido alguna culpa I
Esa servidumbre de los indios habia de ir precisamente
acompaada de uno de los caractres ms repugnantes que
han afeado esa. institucion donde quiera que ha sido esta-
blecida: el destierro de sus infelices vctimas. No era sin
duda tan triste la suerte de aquel que al rigor del trabajo
y del mal trato sucumbia en la intima confianza de que en
sus ltimos momentos su familia y BUS allegados hablan
de dispensarle los servicios propi08 de tan solemnes ocasio-
nes; no era tan triste la de aquel que estaba persuadido de
que al morir iria . descansar al lado de sus padres. Pero
muchos eran conducidos de un lugar otro, probablemente
de una isla otra: algunos fueron trasportados . Espaa;
Y cuando el nmero de los indfgenas se iba aminorando
extraordinariamente en las Antillas, no faltaron especula-
dores que fuesen buscarlos al continente. ,Las costas de
Amrica, como despues las de Afriea, se vieron visitadas
por buques que iban en busca de trabajadores. Co:rte-Real,
Vazquez dI) AyIlon, Porcallo, Boto y varios aventureros,
lograron trasportar muchos indios del Norte de Amrica
estas islas espaolas. Y ya se comprende que el destino
de stos, arrancados violentament de su patria, del lugar
en que nacieron y en que esperaban ser enterrados, al
lado de BUS padres, esposas hijos, de todo aquello que les
era mas caro, para ir servir en clase de esclavos tierras
desconocidas, debi haber sido mucho ms espantoso que
el de los que permanecian en sus propios hogares, las
inmediaciones de sus parientes y al1eg'ados, en cuyo trato
44
podian encontrar algun consuelo y alivio en sus males, si
por otra parte stos no se minoraban aspirando ese aire
natal que por lo regulr ofrece siempre esperanza, brios y
conformidad l corazon angustiado.
. Pero acabo de hablar de la Amrica del Norte, y esto me
facilita oportunidad de decir que no fueron los espaoles
solamente quienes cometieron la injusticia de que vengo
hablando.
Por espacio de dos siglos se vieron indios vendidos como
esclavos en las colonias inglesas, que despues 88 constitu-
yeron politicamente bajo el nombre de Estados-Unidos de
Amrica. El virtuoso Wintbrop incluy varios indios entre
las mandas legados que hizo en su testamento, y la pri-
mera Confederacion de la Nueva-Inglaterra designaba
individuos de la raza humana entre los despojos de la
guerra, cuya distribucion tenian derecho los vencedores.
Los restos de varias tribus, y hasta los inocentes hijos del
clebre jefe indio llamado el rey Felipe, cuyo espritu be-
licoso tanto alarm los colonos ingleses, fueron condena-
dos tan degradante inicuo estado.
Verdad es que la raza indgena no desapareci en esos
lugares con la dolorosa rapidez que se advirti en las co-
lonias espafiolas, principlmente en las Antillas; pero sin
que intente yo paliar excusar este hecho, puedo pre-
sentar mis lectores un contraste que no es favorable
las colonias inglesas del Nuevo Mundo. En las espafiolas,
las palabras de la ley tendan proteger la libertad perso-
nal de los indios. Se encom.endalJa cierto ntunero de stos
los nuevos pobladores, en el concepto de trabajadores, y
para que recibiesen instruccion religiosa. De aqu result
que de hecho estuviesen en servidumbre y sufrieran todas
las penalidades consiguientes ese estado; pero legal-
45
mente eran libres, y la ley prohibia fuesen vendidos 6
traspasados de unas otras manos. Slo en determinadas
ocasiones, slo respecto de individuos clases senaladas,
estuvo permitido, y no por largo tiempo, que fuesen redu-
cidos la. esclavitud. Fuera de esos casos, nuestro Cdigo
de Indias contiene varias leyes que expresamente declaran
que ni un so pretesto de justa guerra podian los indige-
nas ser esclavizados. No sucedia lo mismo en las colonias
inglesas. No slo de hecho, sino de derecho, eran alli sier-
vos los indios apresados en las guerras, y los que plagia-
dos de SUB respectivos douticilios fueren trasportados
otros lugares y alli vendidos. Podian comprarse y ven-
derse: podia disponerse de ellos por testamento otra l-
tima voluntad: en suma., eran verdaderos siervos, tan sier-
vos como los conocidos anteriormente en el antiguo Mundo.
Es decir, que si la esclavitud del indio fu entre los espa-
nolea un abuso " l Mcko, en las colonias inglesas fu
tambien 1m e'fIf()'f' del dereclw.
Caiga, pues, no sobre unos exclu~ivamente, sino sobre
todos los causantes de semejante agravio, cualquiera que
sea su nacionalidad, la parte que proporcionalmente les
toca en tanta injusticia. No es tazon que cuando se trata
de hechos perpetrados por muchos, en poca en que se ha-
llaba. muy viciado y corrompido el sentimiento moral de la
humanidad, se quiera hacer recaer solamente sobre algu-
nos todo el peso de la responsabilidad. Esto sera una in-
justicia, y la verdad es que no es necesario aumentar
exagerar el tamafio de la culpa, cuando sta por s1 sola es
ya suficiente grave.
Gradualmente, y . in1lujo de la. predicacion evanglica,
ms an que de las leyes dictadas, fu mejorndose la
suerte de los indgenas en la Amrica espaola. En 1580 se
46
reiter una resolucion de 1509 para que el repa.rtimiento
de indios se hiciese con la obliga.cion de ampararlos, de-
fenderlos y doctrinarlos, lo cual se previno de nuevo en
1680, so pena de privacion. Alterse tambien la forma del
servicio, que en vez de ser personal~ habia de consistir ya
en ciertos tributos, prohibindose los encomenderos en
1618 tener casa. y entrar residir en pueblos de indgenas;
y en 1621 y 1623 tener estancias y obrajes en los trminos
de sus encomiendas, fin de que no empleasen en prove-
cho propio el trabajo de los naturales. Pero aparece que el
virey del Per, D. Manuel de Guirior, en Memoria de 23 de
Agosto de 1780, abogando con calor por los indios, los lla-
maba miMrables, sujetos siempre padecer kjo la mano
de los q'Ue ejM'C8'1/, cualtj~ facultad 1na/luto, y se declar
muy opuesto al sistema de los repartimientos y comercios,
que como por via de dotacion se consentian los corregi-
dores y alcaldes mayores. A.n quedaban vestigios de
aquel sistema, cuando se separaron de la metrpoli 188
colonias espaiolas del Continente americano. De suerte,
que respecto de los indigenas de Amrica, ocurri6 lo que
ya habiA. sucedido en Europa respecto de la esclavitud.-
Trasformada en una especie de vasallaje, fu paulatina-
mente modificndose C<*l la suavidad. de costumbres , que
predica el cri8tianismo, y con la introduceion de un nuevo
rden econ6mico que hizo imp8ible la subsistencia del
trabaJo forzado.
CAPTuLO IV.
,
y revestidos de ricas libreas: habialos visto en la misma
50
Isla Espaola, robustos, contentos, y llenos de las mejores
disposiciones; y no podia suponer que la servidumbre lle-
gara jams . presentarse bajo las horribles form~ que
despues la distinguieron. Slo cuid, pues, de salvar los
restos de la raza indgena que iban desapareciendo de una
manera rpida y alarmante; y su indicacion no pas des-
apercibida para los avarientos cortesa.nos del jven empe-.
rador. Por el contrario, fu acogIda con avidez: consultse
la Casa de Contratacion de Sevilla acerca del nmero de
esclavos que debian importarse; y fljado en cuatro mil para
cada ao, se otorg el primer privilegio por el trmino de
ocho aos, . uno de los favoritos flamencos: vendindolo
ste . los genoveses, quienes para cumplir el contrato tu-
vieron que comprar los esclavos . los portugueses.
Muy pronto comenzaron . notarse resultados desagra-
dables. Hubo trastornos y revueltas, que ocasionaron mu-
chas desgracias, pero se atribuyeron, no la institucion,
sino defectos de la clase de trabajadores trasportados.
Prohibi8e, pues, en 1526 el embarque de negros ladinos,
yen 1531 el de los esclavos berberiscos. En 1531 se mand
no se condujeran siervos de la isla de Gelofe, porque esta
casta era la causa de los alzamientos y muertes de cristia-
nos en Puerto-Rico y las otras islas. En 1543, se deneg
la conduccion de mulatos: en 1550, la de esclavo negro
que fuese de Levante: en 1552, la de mulatos y esclavos de
costas de moros judios; yen 1595, la de mulato mestizo,
turco morisco.
El trfico era inmensamente productivo. Los pobladores
blancos, qne no querian trabajar materialmente, preferian
que para ellos trabajasen otros hombres, y de este modo
se hallaban siempre dispuestos . adquirir los siervos que
se les ofrecieran en venta. Los mercaderes de esclavos ga-
J
51
naban sumas cuantiosas, hasta el exblemo de que en 6 de
Junio de 1556 se prohibi vender la pieza ms de cien
ducados: siendo de advertirse que aunque esta prohibicion
se revoc en 15 de Setiembre de 1561, despues aparece en
el asiento con la Compaa francesa de 1701, la formal es-
tipulacion de que no excederia de trescientos pesos el pre-
cio de los que se condujesen las islas de Barlovento, Santa
Marta, Cuman y Maracaibo. Es probable adems que los
importadores se aprovechasen del permiso de traer negros
para introducir mercancias de contrabando. De todos mo-
dos, lo cierto es que los asientos se solicitaban con ansie-
dad, diciendo un escritor contemporneo, que habia em-
peo en facilitarlos extranjeros: prueba iuequvoca de
que sobre ello trabajaba la intriga, con quejas y murmu-
raciones de los no favorecidos.
Pero la utilidad no era s610 para los pobladores blancos
y los mercaderes de esclaVos. La. misma Corona obtenia
ganancias crecidas por medio de la trata. Adems del
quinto que le correspondia en los rendimientos de las mi-
nas, adems de las rentas que recaudaba por importacion
y exportacion de mercaneias, cobraba pinges derechos
por el permiso de introducir esclavos en las colonias. A
principios del siglo xv esos derechos ascendian 2 duca.-
dos por cabeza, pero luego se fueron aumentando, y ya.
en 1701 importaban 33 pesos y l/a cada pieza, segun el
asiento con la Compaia francesa. Fuera de eso, tambien
tenia que pagarse el almojarifazgo, que era un tanto por
ciento de introduccion, cuya ascendencia vari6 repetidas
veces. Por ltimo, la misma Corona hizo en algunas oca.-
siones el trfico por su cuenta, encomendando la adminis-
tracion la Casa Contratacion de Sevilla, como aconteci6
desde 1609 1615, desde 1640 hasta 1642, Y tal vez desde
52
que termin elasieltto con los flamencos celebrado en 1517
hasta 1580: poca en que, segun se dice, los apuros del
Tesoro y la. necesidad de' reembolsar . los genoveses los
suplementos que hicieron para. la Invencible Armada,
obligaron . Felipe n concederles un asiento.
H aqu los datos que he }>odido consultar acerca de las
licencias; asientos contratos, y derechos de introduccion,
prescindiendo de las fechas anteriores . 1517, por no haber ...
adquirido noticias ms detalladas de las que ya he in-
dicado.
En 1517 se celebr contrata con los flamencos, quienes
trajeron un gran nmero con dao de la tranquilidad p-
blica, pues hubo alzamientos y muertes de cristianos,
segun el texto de una Real cdula. En 1518 se concedi
merced D. Jorge de Portugal, al marqus de Astorga y
al gobernador de Bres, para que importasen, el pri-
mero 200, el segundo 400, y el tercero 4.000 en ocho aftos.
Sin duda la contrata de los flamencos y la del gobernador
de Bres. son una misma cosa. Desde entnces hasta 1535,
la Compaa alemana, probablemente los propios flamen-
cos, disfrut la merced de introducir 4.000 en cada ao.
En 1580 se form asiento con los genoveses. En 1586 se
otorg merced . Gaspar de Peral para conducir 208.
En 1595 hubo asiento con Pedro Gomez Reynel, por nueve
aos, para. trasportar 4.250, distribuidos en las Antillas,
Nueva Espaa, Honduras, Bio de la Hacha, Margarita y
Venezuela, pagando al Gobierno 900 ducados. En 1600,
otro asiento con Juan Rodriguez Coutinho, gobernador de
Angola, por nueve aos, para traer en cada uno 4.250,
satisfaciendo anualmente 162.000 ducados. Por muerte de
Juan, en 1603, se hizo cargo del asiento su hermano
Gonzalo Baez Coutinho, con rebaja de 22.000 ducados.
53
Desde 1609 hasta 1615, estuvo ese servicio en administra-
cion cargo de la C8.B8. Contratacion de Sevilla, por cuenta
de S. M. Desde 1616 hasta 1639 se celebraron tres contra-
tas por ocho aos cada una: 1.0, con Antonio Fernandez
de Elbas, por 3.500 esclavos y 115.000 ducados anuales:
2.', con Manuel Rodriguez Lameco, por 3.600 esclavos
y 120.000 ducados anuales; y 3. 0 , con Cristbal Mendez de
Bosa y Melchor Gomez, por 2.500 esclavos y 95.000 ducados.
Fuera de los genoveses, parece eran portugueses todos los
que obtuvieron asientos desde que en 1580 el rey de Cas-
tilla ocup el trono de Portugal; pero el levantamiento de
Portugal en 1640, hizo que por largo tiempo no se volviese
conceder asiento portugueses.
Desde 1640 continu el asiento en Administracion, hasta
que en 1662 se ajust con Domingo Grillo y Ambrosio Ltv
melin por siete afos, que se prorogaron hasta 16'75, para
importar 24.500 negros, pagando 2.100.000 pesos. En 16'75
pas Antonio Garcfa y D. Sebastian Silicio por cinco
aos, para introducir 4.000 esclavos, pagando 450.000 pe-
sos. Por falta de cumplimiento se , concedi en 1676 al co-
mercio y consulado de Sevilla, que ofreci 1.125.000 pesos
y 200.000 pesos de donativo gracioso. En 1682 se otorg
D. Juan Barroso del Pozo y D. Nicols Porcio, de Cdiz,
por cuya quiebra, y con pago de 1.125.000 pesos, continu
el holands D. Baltasar Coimans hasta 1692. En este ao
se celebr con D. Bernardo Malin de Guzman, por cinco
aos y 2.125.000 pesos. En 1696 se acord con la Compaa
portuguesa de Guinea, por seis aos ocho meses, para con-
ducir 10.000 toneladas de negros, pagando la anticipa-
cion y derechos convenidos; y hubo sin duda dificultades
que Be dice terminaron .por transa.ceion entre Espaa y
Portugal. En 1701 se estipul con la Compaa Real de
54
Guinea-Francesa-hasta 1.0 de Mayo de 1712, para tras-
portar 48.000 piezas de ambos sexos, por 33 pesos y 1/,
cada pieza, no debiendo exceder de 300 pesos el precio de
los que se llevasen las islas de Barlovento, Santa Marta,
Cuman y Maracaibo. En 1713 se efectu el clebre asiento
con los ingleses,-South Sea Company,-p&ra traer en 30
afios 144.000 esclavos, pagando por cada nno, 33 pesos
Y lis; bien que de la cantidad total se rebajaria la corres-
pondiente 26.400 negros. Este asiento fu consecuencia
de la paz de Utrech, que reconoci la dinastia de Borbon en
el trono de Espaa; y como su cumplimiento se interrum- '
pi por la guerra qne sobrevino durante los ltimos aos,
fu confirmado por el tratado de Aquisgran en 1748; pero
por el del Retiro en 1750, la Gran Bretaa cedi todo el
derecho que le otorgaban esas estipulaciones, mediante la
indemniza.cion de 100.000 libras esterlinas. En 15 de Octu-
bre de 1765 se celebr el ltimo asiento, el cual fu ajus-
tado con Aguirre Arstegui YCompaia, y termin en 1779.
Por Real 6rden de 26 de Enero de 1780 se permiti traer .
negros de las colonias francesas. Por otra de 23 de Di-
ciembre de 1783 8e concedi D. Juan Bautista Oyarzabal
el permiso de introducir en la parte espaola. de Santo Do-
mingo 400 negros libres de derechos, considerndolos
como instrumentos de agricultura. Una. Real cdula de 28
de Febrero de 1'789 concedi franco permiso para importar
esclavos en Santo Domingo, Habana, Puerto-Rico y Puerto
Cabello. Y otra de 22 de Abril de 1804 di libertad a.bsoluta
la. trata de negros bozales.
Estas ltimas franquicias y libertades se otorgaron para
fomentar en grande escala el comercio de esclavos. Creiase
que las trabas Y restricciones impedian la. venida de mayor
nmero de trabajadores, y se quiso por consiguiente alla-
55
nar todos los obstculos que para ello hubiese. El econo-
mista notar, pues, con extratleza, que la primera vez que
entre nosotros se reconoci6 el principio de libertad en el
trfico, este reconocimiento se hizo en favor de la institu-
cion de la esclavitud. Con tal prop6sito Espaa y Portugal
celebraron un convenio en 11 de Marzo de 1778, cediendo
Portugal Espatla las islas de Annobon y Fernando P60,
para que ambas pudiesen hacer mpliamente el comercio
de negros, l'lin necesidad de recurrir al arbitrio de los
8sientos; y esto tambien aludia una instruccion reser-
vada que se habia remitido la Junta de Estado en 8 de
Julio de 178'7.
Acontecimientos imprevistos cambiaron sin embargo es-
tos planes; pero ntes de aludir ellos, conviene referir 10
relativo la trata de frica en la colonias extranjeras.
No entra, sin embargo, en mi plan resetlar minuciosa-
mente toda la parte que cabe en la introduccion de la 'es-
clavitud en Amrica, cada una de las naciones extranje-
ras que tuvieron 6 tienen colonias en el Nuevo Mundo.
Cul ms, cul mnos, todas han contraido por ello una
responsabilidad inmensa. Portugal, Fra:ocia, Holanda, In-
glaterra, Suecia y Dinamarca contribuyeron directamente
. crear esa institucion, y la inflexible historia, y un Juez
an ms inflexible, han sabido ya, y en lo sucesivo sabrn
demandarles aquella responsabilidad. Dir con todo, que
esa culpa parece mucho mayor en Portugal, en Francia,
en Holanda yen Inglaterra, porque no s610 hacian el co-
mercio de esclavos en sus respectivas colonias, sino que
tambien los llevaban las colonias extranjeras, general-
mente sin permiso y contra las leyes del gobierno de stas.
Pero respecto de Inglaterra debo ser algo ms explicito,
porque si grande, enorme, ha sido su culpa, tambien han
56
sido grandes, magnnimos, hericos los esfuerzos que ha
hecho para repararlas. No es posible tampoco escribir la
historia. de la abolicion de la trata, sin escribir la vez la
histora de Inglaterra en estos ltimos tiempos. Tan enla.-
zadas se ha.llan la una con la otra.
En la poltica colonial de Inglaterra se advierte el mismo
espritu de exclusivismo y monopolio que se distingue en
la de Espafa. Por corto tiempo la legiBlacion fiscal inglesa.
fu bastante liberal respecto de sus col0I.1ias; pero muy en
breve se adopt alli el propio sistema econmico que Es-
pafia, Francia y otras potencias colonizadoras creyeron,
con manifiesto error, muy conveniente las relaciones que
debian existir entre las respectivas metrpolis y los pases
por ellas colonizados. Mas por una de las extraas incon-
secuencias, la Inglaterra, que mantena y se reservaba para
si sola el comercio de sus colonias, codiciaba al mismo
tiempo el de las colonias espafolas y francesas, y no que-
ra que Espafa y Francia se lo reservasen para si. Lo que
era bueno y justo para Inglaterra, no lo era en sentir de
sta para las dems naciones. Tambien los pueblos suelen
ver la paja en el ojo del vecino, sin advertir la viga en el
propio. La Inglaterra, pues, hacia el contrabando en las
colonias exiranjeras, no slo respecto de mercancias co-
munes, sino tambien respecto de ese otro gnero de co-
mercio, que consistia en la adquiBicion, trasP.orte y venta
de esclavos trabajadores africanos.
El primer ingls que se interes en el comercio de escla-
vos africanos fu Sir John Hauskins, uno de los ms cle-
bres navegantes de su tiempo. En 1562 se apoder violen-
tamente de 300 negros en las costas de Guinea, y por via
de contrabando los introdujo y vendi en Haiti. Los
efectos coloniales que en cambio obtuvo y llev . Ingla.teJ:r&,
57
atrajeron la atencion del pblico en general, y un de la
misma Reina Elisabeth, quien en 1588 di su sancion rgia
una Oompaia, qne se form para el comercio anglo-
africano. Pero no slo protegi asi el trfico, sino que tom
participacion inters.u aquella Compaia, convirtindose
tan altiva soberana, no como quiera en comerciante de
esclavos, sino en contrabandista.
Virginia se coloniz en 1606, y en 1631 comenz el
trfico de esclavos bajo la bandera inglesa de una manera
mucho ms regular y extensa que hasta entnces. Crlos 1
sancion una Sociedad expresamente constituida p&ra ello,
segun el sistema que ya habian adoptado los holandeses y
franceses, que estaban haciendo entnces dicho comercio
en grande escala. Parece, sin embargo, que ntes de 1645,
no se trat de introducir negros esclavos en las colonias
inglesas, tal vez porqne carecian de la fertilidad del suelo
y abundancia del oro, que tanto contribuyeron en las Anti-
llas al fomento de la esclavitud. Lo que se Babe es que
. en 1645 se introdujo el primer cargamento de negros en
Boston. Todo Massachusetts levant un grito de indigna-
cion contra semejante acto, que se consider contrario la
ley de Dios y la del pas; y los introdnctores fueron juz-
gados y condenados, ordenndose que costa del Erario
pblico fuesen los negros conducidos su tierra natal. En
el propio ao de 1645, yen la misma colonia de Massachu-
setts, la Legislatura prohibi la compra-venta de esclavos,
si bien adoptando una excepcion puritnica: la de los apre-
sados en guerra legitima, la de los que con motivo de sus
crmenes fuesen reducidos servidumbre por sentencia
judicial; todos los cuales ha~ian de concederse los dere-
chos sealados en la ley de Moiss.
Sin duda esta prohibicion cay pronto en desuso, pues
en 1703 la mismalegislatllra decret una fuerte contribu-
cion por C1ld.a esc:lavo que en la colonia. se importase, y lun
se intent en 1767 aumentar ese impuesto de tal modo,
que equivaliese una verdadera supresion del trfico. Mas
el Consejo, cuyos miembros eran de-real nombramiento, se
opuso . esa medida, y por otra parte el gobernador tenia,
como todos los dems gobernadores de esas colonias, ins-
truccion expresa de desaprobar todo proyecto de ley con-
trario . la institucion de la esclavitud.
Lo prueba lo acontecido en Virginia. La. Asaplblea. de
esta. colonia habia decretado un impuesto sobre esclavos,
equivalente . una prohibicion; pero otra Asamblea derog
esa ley, impartiendo la Corona su inmediata. sancion la
deroga.cion. Desde entnces casi todas las Asambleas pos-
teriores votaron, una tras otra, la renova.cion del impuesto;
mas nunca se pudo conseguir para. ello el asentimiento de
la Corona, pesar de haberse puesto en planta. diversos
medios para obtenerlo.
Esa repugnancia de los colonos no estaba limitada
Massa.chusetts y Virginia. Tambien Pensilvania, tambien
New-Jersey, hasta la misma Carolina, manestaron su opo-
Bcion ese pelig-roso comercio. En cuanto Georgia, sabido
es se coloniz por el ilustre Oglethome, bajo la inteligen-
cia de que no habian de admitirse esclavos en su territorio.
Por ltimo, en Providence y Warwick se decret que nin-
gun negro estuviese sujeto servir perptuamente, sino
que al cabo de diez aos habria. de obtener su libertad,
prohibindose al dueo venderlo . otros con prolongacion
de ese perlado, so pena de 40 libras, que eran el duplo del
precio del esclavo. De suerte que en el Norte y en el Sur
una respetable porcion de los colonos miraba con hostili-
dad la institucion de la esclavitud africana. No parece sino
59
que conocian el grmen de males que sta encerraba en 8i,
y que habia de acarrear con el tiempo tantas lgrimas,
tantas ruinas y miseria tanta.
Mas la Corte favorecia la trata, lo cual ofrece la curiosa
observacion de que por la directa ge8ton del gobierno
metropolitano, y contra. los de8eos y esfuerzos de l~ colo-
nos, BE\ arraig tan funesta in8titucion en las antiguas. co-
lonias inglesas del Norte de Amrica.. Demustrase esta
verdad, entre muchos dato8, por el que brinda el mensaje
.que el Parlamento britnico elev6 al principe Regente
en 1819, donde se dice que la Gran Bretaa tuvo principal-
mente la culpa de que los americanos cometiesen seme-
jante crimen. E80 dependia de que la nobleza, el comercio,
la marina, el pueblo, hasta el gobierno mismo, se hallaban
pecuniariamente interesados en el trfico. Ya hemos visto
la proteccion que CompatUas negreras oBtuvieron de la
reina Elisabeth y de Crlo8 I: ya hem08 vi8to tambien que
en 1713, y por consecuencia de la paz de Utrech, 8e cele-
br el asiento de negro8 con la Sociedad inglesa titulada.
SoutJ, Se//, Companll. Era sta una Sociedad an6nima in-
corporada 6 constituida por 6rden del soberano, y con
directas miras de favorecer al Estado. Por ese medio una
gran parte de 108 acreedore8 de Inglaterra se asociaron
para gozar del trfico exclusivo de los mares del Sur, con-
cedindoseles para acrecentar 8US productos, 108 bene-
ficios del asiento, segun el tratado de Utrech. En 1719 el
capital social Be aument por nuevas suscriciones de deuda
nacional; y al 8iguiente ao se propu80 incorporar en el
mismo capital toda la deuda de Inglaterra. H aqu por
qu fu tan 8:6neral y profundo el inters pblico en el
buen xito de las expediciones de esclav08: h aqu por
qu el.gobierno ingls forzaba la introduccion de stos en
60
sus colonias. La Gran Bretaa pagaba sus deudas con tf-
tulos de acciones trasmiBibles libremente como otros cua-
lesquiera valores, y era preciso que esas acciones tuviesen
nn precio equivalente al que nominalmente represen-
taban.
Pareefase bastante ese sistema al de Law, sin embargo
de que el verdadero fundamento de ste consistia en un
Banco de emision; pero asi el uno como el otro tuvieron
resultados desastrosos, si bien el ingls no trajo consigo el
empobrecimiento general del pas, sino solamente la ruina
de los 'accionistas. Mas la Compaia South Sea qued con
bastante fuerza vital para dar cumplimiento al contrato
espaol de negros, y un para acometer, la sombra de
ese contrato, un comercio ilicito con la Amrica Espaola.
Jamica se convirti en un inmenso centro de operaciones
contrabandistas; y mientras aquella Compaia abastecia de
negros y otras mercancias las colonias espafiolas, la
Compaia Africana y otros tratantes se ocupaban en enviar
negros las colonias inglesas, donde al fin obtuvieron in-
greso en gran nmero pesar de la primera resistencia de
los colonos. De esta suerte lleg suceder que el trfico,
en que durante los primeros afios no tuvo Inglaterra tanta
participacion como Portugal, Holanda y Francia, creci
de tal modo bajo la bandera inglesa, que ya despues del
asiento fu gradualmente aumentndose, hasta el extremo
de suponerse que la mitad, algunos dicen los dos tercios de
108 esclavos trados Amrica, vinieron bajo aquel mismo
pabellon, que despues ha perseguido incesantemente la
trata.
En la costa de frica se adquirian los negros entre dis-
tintas clases. Habia delincuentes condenados la esclavitud,
6 multados en una cantidad que no podian satisface~, y para
61
cuyo pago se les vendia. Tambien eran vendidos los deu
dores insolventes, aunque rara vez se permitia trasportarlos
foera del pas. Padres desnaturalizados solan igualmente,
por obtener un pequeo lucro, condenar, perptu& es-
clavitud sus desgraciados hijos. Los campesinos igno-
rantes 6 dbiles eran asimismo plagiados, llevados la
costa y puestos allf en venta. Pero el gran reclutamiento
de esclavos se hacia entre los prisioneros de guerra, 6 en el
inmenso nmero de los que nacian en estado de esclavitud.
El despotismo, la supersticion y las costumbres de frica
han multiplicado extraordinariamente la clase de los infieles
sometidos perptua servidumbre; y lo peor de todo es, que
1& facilidad de vender los esclltVos, ha contribuido muy
poderosamente fomentar en aquellas brbaras regiones
una institucion tan contraria la ley natural.
Algo dir de los horrores de la navegacion. Pequeos
buques de doscientas toneladas poco ms, eran los desti-
nados al trfico, porque fcilmente podian entrar en las
balas y rios de la costa, y una vez obtenido el cargamento,
escapar apresuradamente del mortifero clima del frica
occidental. En embarcaciones de ese tamao se colocaban
quinientos negros ms, por mucho que nos parezca extrao
que tantos hombres vivieran por largos dias bajo el tr-
pico, en tan reducida localidad. La desigualdad de fuerzas
entre latripulacion y el cargamento exigi el uso de esposas,
y adems se ataban unas con otras las manos y.piernas de
los negros ms fuertes. La avaricia del tratante le hacia
adoptar algunas medidas con objeto de asegurar la vida de
los esclavos; pero la muerte cubria siempre con sus ~span
tosas alas la embarcacion negrera. Los negros que venian
del interior de la costa, muy escasamente alimentados
durante el camino, durmiendo sobre la tierra hmeda, sin
62
abrigo contra la inclemencia, y llegando la orilla del mar
en estaciones enfermizas, traian consigo el grmen de do-
lencias que se desarrollaban en breve con la. reunion de
tantas criaturas en buque de tan cortas dimensiones. En
muchos casos perecieron durante el viaje la mitad, y un
se dice que en algunos las dos terceras partes de los negros.
Por trmino medio se fija la prdida total en un catorce 6
quince por ciento, computndose adems en un cuatro y
medio por ciento las defunciones ocurridas en las costas de
las Indias occidentales. Este cculo es de por si horrible;
pero no hay horror ni angustia comparable la que produce
la. idea. de un barco negrero atestado de esclavos, pr6ximo
sucumbir y ya desmantelado, bajo una tempestad en alta.
mar,6 sufriendo las penalidades de un viaje prolongado,
con falta de alimentos y de agua potable.
No era posible que la civilizacion de los gobiernos de
Europa tolerase por ms tiempo semejante trfico. Tres
siglos habia durado bajo la proteccion y favor de las prin-
cipales naciones. Tiempo era ya. de poner coto tantos abu-
sos por un lado, tantos infortunios por el otro, y pronto
vamos ver todo lo que hizo para extiparlos la noble y mag-
nnima nacion que ms eficazmente habia. coadyuvado
su creacion.
CAPTULO V.
ABOLICION DE LA TRATA.
66
discutir la cuestion; pero todo fu en vano. Los horrores
de la insurreccion general de los negros de Haiti en 1793,
y los excesos de la revolucion francesa, se unan la con-
sideracion de la conveniencia de la.s coloni&s para alejar
toda idea de cualquiera innovacion.
Estaba reservada los miembros de la administracion
de M:r. Fox la gloria de la final abolicion.-En 1804:, los
esfuerzos de Mr. Wilberforce habian alcanzado que la. C-
mara Baja. aprobase su famoso bill; pero la de los Pares lo
desech. El siguiente ao la. misma. Cmara B8Ja se pro-
nunci contra esa propia. medida. Pero en 1806, se apl'Oba
ron dos bilis, que tendan restringir la trata. .M:r. Fox
falleci en Octubre de 1806, diciendo en los ltimos mo-
mentos de su vida, que su ms ardiente deseo era la com-
pleta prohibicion del trfico. En 2 de Enero de 1807, Lord
Grenville, miembro de aquella administracion, introdujo
en la Cmara de los Pares un bill para la abolicion, y no
sin gran trabajo para el ministerio y BUS amigos, qued
votado por ambas Cmaras. Hubo todava recelos de que
la Corona, opuesta . toda clase de novedades, crease un
confficto rechazando el bill; pero ste obtuvo, en fin, la
sancion de Jorge lIT en 22 del siguiente Marzo. Dictron.se
despues otras varias leyes sobre el particular, y todas se
hallan reunidas y compendiadas en la fechada en 25 de
Junio de 1824. Desde aquel clebre dia, 22 de Marzo de 1807,
desaparecieron en Inglaterra toda vacilacion incerti-
dumbre. La Gran Bretaa, hasta ent6nces tan protectora
del trfico, se convirti en la ms ardiente defensora de las
doctrinas que lo condenaban.
Veamos lo que para propagarlas hizo el gobierno ingls.
-Principiar por Espaa. Nada habia intentado Inglaterra
respecto de Espaa, .ntas de 1814. Mas en este ao, el mi-
j
67
nistro britnico en Madrid, Sir Henry Wellesley , llamado
despues Lord Cowley, abri negociaciones con el Gobjerno
espaftol. Intentaba aqul que Espafia prohibiese sus sb-
ditos la trata en general, y la importacion de esclavos en
sus colonias: pero el duque de san Crlos hizo presen~
que cuando la Gran Bretaila aboli el trfico, la proporcion
de negros y blancos en las colonias inglesas era. de veinte
uno ; al paso que en las espailolas no habia Dl$ negros
que blancos, ailadiendo que Inglaterra habia tenido tiempo
de prepararse para el cambio, desde que en 1794 se dieron
loa primeros pasos con ese objeto. Lo nico, pues, que se
consigui por ent6nces de Espafia, fu que sta prohibiera
sus sbditos el comercio de esclavos en otras posesiones
que no fuesen las colonias espailol8B; todo acompailado de .
la manifestacion de que Espaila participaba por completo
de los sentimientos de humanidad que animaban al rey de
la Gran Bretaila, respecto de ese trfico inhumano in-
jus1o, Y ofreciendo adoptar medidas que hiciesen encaces
esos sentimientos.-En consecuencia se ajust y firmo el
tratado de Madrid de 5 de Julio de 1814.
Poco despues, en 15 de Febrero de 1815, el Congreso de
Viena declar que la trata de frica era incompatible con
los principios de humanidad y de moral universal; y Es-
paa, una de las naciones alli representadas, fu tambien
una de las signatarias de la declaratoria, si bien junto con
Francia y Portugal, reBisti la adopcion de las medidas
que la Inglaterra proponia para. la abolicion inmediata,
para el sealamiento de un corto trmino. Dejse, pues, al
arbitrio de las naciones europeas, el determinar el periodo
en que en SUB respectivos territorios debia concluir el tr-
nco. En consecuencia, la Inglaterra comenz ~bre ello
nuevas negociaciones con el Gabinete espaol, y ijl resul-
68
tado fu el tratado de 22 de setiembre de 1817, en que E&-
paa se oblig abolir inmediatamente la trata de esclavos
al norte del Ecuador, prometiendo abolirlo tambien al sur
desde 1820, mediante la indemniza.cion de 400.000 libras
esterlinas. - El tratado contiene asimismo la concesion
del derecho de visita qne pedia la. Inglaterra., como igual-
mente la estipulacion de que se establecerian dos comisio-
nes mistas, una en territorio espaol y otra en el ingls.
-Qu contraste tan notable ofrece este tratado de- 22 de
Setiembre de 1817, con el clebre aaiento de 17131 La ln-
glateTS, que segun dijeron dos de sus ms grandes ora.-
dores en el Parlamento britnico, habia exigido como nico
precio de Ramillyes y de Blenheim una participacion en
el maldito trfico de esclavos, venia. al cabo de un siglo
subvencionar Espaa I la misma potencia de quien a.r-
ranc aquella. concesion, para que coadyuvase la extir-
pacion del trficol
En cumplimiento de estos compromisos, la Real cdula
de 19 de Diciembre de 1817, prohibi desde luego los es-
paoles comprar esclavos en la costa de Africa al norte del
Ecuador, haciendo extensiva esa prohibicion desde 30 de
Mayo de 1820, comprarlos al sur del Ecuador, y previ-
niendo que los que licitamente se adquiriesen hasta esta
ltima fecha. , no se trasportaran sino al respecto de cinco
negros por cad!l' dos toneladas del buque. As! es cierta-
mente cmo debe leerse el articulo 4.' de dicha Real c-
dula, pesar de su oscuridad, pues sta queda suficiente-
mente corregida con el tenor del siguiente articulo 5.
Consider6se suficiente este tratado, porque no compren-
dia la. estipulacion de que los cruceros ingleses pudiesen
detener barcos que sin haber recibido ya el cargamento
de esclavos, estuviesen equipados para el trfico.-Este
69
1lorecia tanto como ntes, y con ma.yores crueldades, por
la necesidad de eludir la vigilancia de los cruceros. Por tal
motivo, cinco aos despues se convino en un articulo adi-
cional, no empero para la detencion de buques equipados
con destino la trata, sino para el apresamiento de aque-
llos en que se encontrasen vestigios 6 pruebas innegables
d~ que. su bordo habia habido negros. Parece, sin em-
bargo, que este articulo adicional no fu oportunamente
comunicado las autoridades de Cuba, 10 cual di ocasion
algunas dificultades; pero los cuatro aos se hizo al fin
la comunicacion, celebrndose adems un nuevo tratado
entre Inglaterra y Espaa en 28 de Junio de 1825, en que
se confirmaba el anterior.-Por splicas del gobierno in-
gls, se enviaron tambien Reales rdenes Cuba en 2 de
Enero de 1826, 4 de Marzo y 2 de Agosto de 1830, 12 de
Abril de 1832 y 2 de Noviembre de 1838, previniendo la fiel
observancia de los tratados y de las leyes relativas la su-
presion del trfico.-Mas el trfico no cesaba. Segun datos
ingleses, de 1823 1832, salieron del puerto de la Habana
para la costa de Arica 325 barc08 negreros, de los cuales
volvieron 236 con ms de 100.000 negros. De los 89 restan
tes, unos pocos fueron apresados por cruceros ingleses, y
los dems perecieron con cargamento sin l. En 1832, los
comisarios ingleses de Sierra Leona, manifestaron que la
trata por Espaa era entnces tan activa como en otra
cualquiera poca, y que en su entender slo podria supri-
mirse, adoptndose un articulo referente barcos equipa-
dos para el ilcito trfico.-En 1833 dijeron que los espa-
oles se hallaban ms empeados en el comercio de esclavos
que otra nacan cualquiera. Al siguiente ao aadieron
que el nico medio de ~acer ineficacea la pericia y expe-
riencia de los negreros espaoles, consistia en la dopcion
70
de aquel articulo; y esto venia ao tras ao repitindose.
Empero, despues de la muerte de Fernando VII, la Gran
Bretaa logr en un nuevo tratado esa. conceaion que tanto
apetecia.-El ministro ingls, :Mr. Villiers, tuvo que en-
tenderse con el Sr. Martinez de la Rosa, personaje politico
que, aunque desgraciado como hombre de Estado, poseia
una inteligencia muy elevada, nobles sentimientos y una
ift.tegridad jams desmentida.. Habia sin embargo que lu-
char con inmensas dificultades, provenientes unas del es-
tado de la nacion por aquella. poca, y otras de los grandes
intereses comprometidos en el trfico en Cuba. As! es que
8610 al cabo de 18 meses de negociaciones, se fin el tra-
tado en que, obteniendo el gobierno espaol el ..poyo del
ingls en la. guerra emprendida. por el ex-infante D. Cr-
los, 8e estipulaban el apresamiento de barcos equipados
para. el trfico, el castigo de armadores, capitanes y sobre
cargos, la. destruccion del buque, la entrega. de los negros
encontrados bordo las autoridades britnicas, y por
ltimo la extension de los limites geogrficos para el de-
recho de visita.
Antes de ese tratado, los cruceros ingleses no aprMaron
por trmino medio, sino seis buques espaoles por ao.
Pocos meses despues, ya se habian apresado dos buques que
tenia.n bordo 35.000 pesos para la compn. de esclavos, y
habia. adems en Sierra Leona 19 barcos espaoles apresa-
do~ segun el nuevo tratado: Pero no por esto disminuy el
trfico: nte8 bien, mientras ms era perseguido, ms S6
fomentaba y prosperaba. El gobierno britnico crey y
sostuvo despues de ese desengao, que el nico medio de
impedir la. trata era que se declarase pirtica por Espaa
y otras naciones; pero ello jams se prest el Gabin~te
espaiiol..
71
Ljos de eBO, la ley de 2 de Marzo de 1845, al Bei'ialar pe-
n88 contra los infractores de la prohibicion de la trata , 188
determina tan leves insignificantes contra los armadores
y 188 autoridades que favorezcan el illcito comercio, que
no parece sino que est invitando que ste contine. Ms
adelante tendr ocasion de explicarme con mayor exten-
sion acerca de esto. - Veamos mientras tanto cmo abolie-
ron el 'trftco la Francia y otras naciones.
Apenas habian terminado las guerras con e\ imperio
francs, la Gran Bretana y el nuevo gobierno de Francia,
por un articulo adicional del tratado de Paria de 30 de Mayo
de 1814, convinieron en unir SUB esfuerzos para que el pr-
ximo Congreso que debia celebrarse aboliese la trata como
eontraria los principios de justicia natural y la ilu~
cion del siglo. Pero el Congreso de Viena, en vez de abolir
la trata, Be limit denunciarla en 15 de Febrero de 1815,
como opuesta los principios de humanidad y de moral
universal, reservando cada na.cion la libertad de determi-
nar la poca de la cesacion del trfico. Francia fu una de
las primeras signatarias de la declaratoria que ms se opu-
sieron la inmediata abolicion y al Bena~ento de un
corto trmino para ella, alegando, junto con Espaa, que
Inglaterra durante las guerras anteriores habia abaste-
cido de esclavos snpe;abundantemente SUB colonias.
Mas, despues de todo, el rey Luia XVIII tuvo que resolver
la cuestion en sentido favorable las miras de la Gran
Bretana.
A su regreso de la isla de Elba, Napoleon babia abolido
la trata; YLuis XVIII, al recuperar el trono, encontr ya es-
tablecido eBe hecho. Probablemente Be pens Be dese
dejar sin efecto legal esa medida; pero luego hubo de esti-
marse doloroso y perjudicial revocarla.;.si pues, por mb
72
que se considerase nociva las colonias, el rey tuvo que
sancionar la prohibicion dictada por el emperador. Parece
con todo qile fu por mucho tiempo ilusoria, no s6lo por
razon del inters colonial, sino tambien porque el espiritu
pblico en Francia se hallaba muy predispuesto contra los
africanos con motivo de los horrores de Santo Domingo. No
era fcil por consiguiente que la generalidad de los france-
ses admitiese de un modo incontrovertible la inmoralidad
de la trap.: sobre todo cuando en primera linea figuraba
denunciando esa inmoralidad, la odiosa rival de Francia, la
que en ms de una guerra maritima 6 terrestre habia arre-
batado la victoria de las manos del soldado francs.
No se extraar, pues, que la Francia, que durante la
guerra, 6 por veinte aos al mnos, no habia hecho el tr-
fico, comenzase de nuevo . hacerlo sin obstculos verda-
deros por parte del gobierno. La trata prospero y :floreci6
desde entnces, comprometindose en ella nuevos capitAles
y poderosos intereses, y equipndose abiertamente bajeles
con ese destino en los puertofl de Francia. De una comuni.
cacion escrita por un o:flcial ingls, se deduce que en Octubre
de 1830 se abordaron en la mar cinco buques franceses
con 1.622 esclavos, y que en Noviembre habia diez buques
con esa bandera en el rio Calabar para embarcar negros.
De estos ltimos no fu posible detener . ninguno, porque
el tratado con Francia no permitia abordar ninguna nave
protegida con el pabellon francs.
Creyse por tanto indispensable solicitar ~l derecho de
viSita, y la monarqua de Julio, ms liberal. que la rama
primognita de Borbon, no ofreci6 para ello tantos obs-
tculos como sta. En 4 de' Marzo de 1831 se dict una ley
que hacia punibles el trfico y todo preparativo y compli-
cidad con l; y en el mismo ao Lord Grenville obtuvo de
'73
Mr. Seba8tiani una convencion en que se estipul el mtuo
derecho de visita. Pronto se advirti sin embargo que esto
no bastaba, porque el tratado no contenia autorizacion para
apresar los barcos preparados equipados p~ra el trfico, ni
disponia tampoco la perentoria desiruccion del buque que
fuese declarado buena presa. Y esto ltimo era. tanto ms
necesario, cuanto que esos buques por lo general volvianJ,
ser comprados en cortas sumas por los anteriores propieta-
rios, ya porque nadie queria hacerles competencia al tiempo
de la venta. en almoneda, y ya porque la estructura especial
de la mayor parte de esos barcos no 108 hacia apetecibles
sino para el trfico.
Obtuviernse al fin una y otra concesion en 1833, en un
tratado firmado por :Mr. Broglie y Lord Grenville, en el cual
ambas naciones se comprometieron adems emplear los
mayores esfuerzos, y ayudarse mutamente para conse-
guir que todas las dems potencias maritimas accedieran
en esos mismos trminos iguales convenciones.
Dirigironae, pues, ambos gobiernos las dems poten-
cias maritimas con la indicada pretension. Holanda, Suecia
y Austria no dieroJ?- contestacion alguna. Sin embargo,
Holanda, en los decretos de 15 de Junio y 13 de Agosto
de 1815, habia anteriormente prohibido la trata y la impor-
tacion de esclavos en sus colonias. Suecia habia aceptado
la cesion de la ,isla de Guadalupe, con la condicion de pro-
hibir la introduccion de siervos en todas sus posesiones.
Es1&8 dos naciones tenian tambien tratados sobre la abol-
cion con Inglaterra, en los cuales se hallaban estipulados
el establecimiento de comisiones mistas y el articulo de
equipos. Y en cuanto Austria, una de las potencias
signatari.s de la denuncia de la trata en 1815, habia publi-
cado en 1826 un decreto, dando libertad todo esclavo que
74
toease el suelo austriaco, y haCiendo altamente punible. el
participio directo 6 indirecto en el trfico.
Eludieron una respuesta terminante Rusia, Prusia Y
Naples, manifestando que no teman comercio 6 buques
que navegasen en las aguas en que se haCia la trata.
Dinamarca, que de~de 1792 dict su primer edicto conf.m
1& trata, accedi en Z7 de Julio de 1834 . las convenciones
de Francia Inglaterra. Tambien Cerdea accedi . ellas
en tratado de 8 de Agosto de 1834; y como uno de }os a.rtf-
culos de ste estipulaba que los buques sardos apresados
habian de conducirse . Gnova, lo cual ofrecia el inconve-
niente de prolongar la navegacion, aumentando los sufri-
mientos.y las defunciones de los negros, se conVino en ar-
ticulo adicional de Diciembre del mismo ao, en que dichos
barcos se llevasen al puerto . que en semejantes circuns-
tancias hubieran de ser conducidos los buques ingleses 6
franceses.
Portugal en 1810 habia estipulado con Inglaterra que
prohibiria la trata en todas sus posesiones, menos en las
que tenia en frica al sur del Ecuador, que eran cabalmente
las que ms abastecian los mercados de esclavos. En nuevos
tratados de 21 y 22 de Enero de 1815, mediante una inden-
nizacion pecuniaria, prohibi . sus sbditos el expresado
trfico en la costa occidental de frica al norte del Ecuador,
concediendo el derecho de visita y el establecimiento de
una comision mista, comprometindose solemnemente . asi-
milar su legislacion sobre la materia, tanto Como le fuBse
posible, . la legislacion inglesa, y reservndose la trata al
sur del Ecuador con el nico objeto de abastecer de esclavos
. sus posesiones trasatlnticas: de suerte, que cuando reco-
noci la independencia del Brasil, de hecho debieron consi~
de1W86 Qastantes aquelloe tratados, para que se estimara ill-
75
cito el trtlco, tanto al sur como al norte del Ecuador, puesto
que ya no quedaban Portugal posesiones trasatlnticas.
Adems, en 1826 el gobierno portugus, en otra convencion
con la Gran Bretaa, reconoci que habia llegado el mo-
mento de poner coto para siempre la inhumana trata, obli-
gndose entrar en tratados ms eficaces para destruirla.
Pero pesar de todo esto, cuando recibi la comunicacion
de Lord Palmerston sobre las convenciones de Francia
Inglaterra, el gobierno de Portugal procur eludir una
contestacion directa.
El Brasil, que habia sido y era uno de los mayores mer-
cados de esclavos, mostr deseos de abolir el trfico, mnos
por consideraciones de humanidad, qne por la. bvia poli-
tica de no aumentar la inmigracion africana. Y como dicho
trfico slo se Aada alli bajo la bandera portuguesa, que
por otra parte se facilitaba. todo el que la solicitara, el
gobierno del Brasil contest Lord Palmerston, que tan
pronto como cesara la. trata por Portgal, no la habra en-
tre frica y el Brasil.
Por ltimo, los Estados-Unidos, que espontneamente
habian declarado piratera el trfico, evadieron asimiBmo
una. l'e8puesta favorable. Lord Pa.lmers"')n insisti procu-
rando desvanecer las objeciones formuladas; pero el go-
biernC\ de Washington contest definitivamente qne con
ningunas condiciones y de ninguna. manera entraria. en el
tratado que se pretendia. No se olvide que entre otras 00-
BaS se solicitaba. el derecho de visita que, un ejercido por
Inglaterra como beligerante, habia. sido una de las prin-
cipales causas de la guerra de 1812; lo cual explica. la
enrgica resistencia de los Estados-Unidos . las indicadas
convenciones.
H aquf, pues, los adela.ntos que para la abolicion del
'76
trfico se habian logrado hasta 1834, impulsos y por
virtud de las gestiones de la nacion protestante ms ilus-
trada y podeI'088. Veamos ahora lo que con el propio
objeto hizo el catolicismo.
La Iglesia catlica no omiti alzar su voz en condenacion
de la trata; ntes bien, an no habia principiado todava
la importacion de esclavos en Amrica, an no estaba to-
davia descubierta la Amrica, cuando ya la ,Santa Sede
encontr justos motivos de censura en el comercio de es-
clavos, que los purtugueses hacian en frica. Po n, en le-
tras Apostlicas de '7 de Octubre de 14'72 al obispo de Rubo,
reprendi severamente la conducta de los cristianos que
reducian esclavitud los nefitos de aquellas regiones.
Paulo m, por letras Apostlicas de 20 de Mayo de 153'7, y
de 10 de Junio del mismo ao, conden los europeos que
esclavizasen los indios 6 otra cualquiera clase de hom-
bres. Urbano VIII, en 22 de Abril de 1639, reconvino igual-
mente los que se atrevian reducir la esclavitud los
habitantes de la India occidental meridional, venderlos,
comprarlos, cambiarlos, regalarlos, separarlos de sus mu-
jeres y de sus hijos, despojarlos de SUB bienes, llevarlos
enviarlos rein~ extranjeros, y privarlos de cualquier
modo de su libertad, retenerlos en la servidumbre, bien
prestar auxilio y favor los que tales cosas hacian bajo
cualquier causa 6 pretexto, predicar ensear que esto
era licito, y por ltimo cooperar ello de cualquier modo.
Benedicto XIV con1lrm despues, y renov estas pres-
cripciones por nuevas letras Apostlicas, los obispos del
Brasil y otros, en 20 de Diciembre de 1'741, excitando con
el mismo objeto la solicitud de dichos obispos. Po VII,
animado del propio espiritu de caridad y religion que sus
antecesores, interpuso con celo sus buenos oficios cerca
77
de los hombres poderosos, para. hacer que cesase enter&-
mente el trafico de los negros entre los cristiauos. Y el
para. Gregorio XVI, en 3de Noviembre de 1839, recordando
los beneficios que la predica.cion de la ley evanglica di6
la causa de la libertad en Europa, dijo que pesar 'de
ello, todava se vieron hombres, un entre los cristianos,
que vergonzosamente cegados por el deseo de una ganan-
cia srdida, no vacilaron en reducir la esclavitud, en
tierras remotas, los indios, los negros y otras des-
venturadas razas, 6 en ayudar tan indigna maldad,
instituyendo y organizando el trfico de esos desgraciados
quienes otros habian cargado de cadenas. Refiri6 en
seguida de qu manera habian tratado de poner coto la.
conducta de semejantes hombres, como contraria su sal-
vacion y degradante para el nombre cristiano, muchos
Pontfices romanos, y especialmente Paulo m, Urbano VITI,
Benedicto XIV, Pio II Y Pio VII. Expres despues que si
el trfico de los negros ha sido abolido en parte, merced
la ayuda de Dios y la solicitud de sus antecesores en de-
fender los indios y otros pueblos, todava se ejercia. por
un gran nmero de cristianos.
Por esta causa-afladi6,-deseando borrar semejante
oprobio de todas las comarcas cristianas, despues de haber
conferenciado, con todo detenimiento, con muchos de
nuestros venerables hermanos, los cardenales de la Santa
Iglesia Romana reUniG08 en consistorio, y siguiendo las
huellas de nuestros predecesores, en virtud de la autoridad
apostlica, advertimos y amonestamos, con la fuerza. de.l
Seor, tod08 los cristianos de cualquiera clase y condi-
cion que fuesen, y les prohibimos que ninguno sea osado
en adelante molestar injustamente . los indios, . los ne-
gros 6 . otros hombres, sean los que fueren, despojarlos
.
78
de sus bienes reducirlos la esclavitud, ni prestar
ayuda favor los que se dedican semejantes excesos,
ejercer un trfico tan inhumano por el cual los negros,
como si no fuesen hombres, sino verdaderos impuros
animales, reducidos como ellos la servidumbre ,sin nin-
guna distincion, y contra las leyes de la justicia y de la
humanidad, son comprados, vendidos y dedicados los
trabajos ms duros, con cuyo motivo se excitan desave-
nencias, y se fomentan continuas guerras en aquellos
pueblos por el celo de la. ganancia propuesta. los raptores
de negros.
y concluy6 diciendo: Por esta razon, y en virtud de la
autoridad a.postlica, reprobamos todas las dichas cosas
como absolutamente ind1gnas del nombre cristiano, yen
virtud de la propia autoridad prohibimos enteramente, y
prevenimos todos los eclesisticos y legos, el que se atre-
van soatener como cosa permitida el trfico de negros,
bajo ningun pretexto ni causa, 6 bien predicar y ensear
en pblico ni en secreto, ninguna cosa que sea contraria
lo que se previene en estas letras apostlicas.
y todas estas censuras y recriminaciones no estaban li-
mitadas los documentos en que se invocaba la autoridad
de que los Sumos Pontifices estn revestidos. Tanto los
Papas como los sacerdotes catlicos, y como los buenos
cristianos, sostuvieron siempre esos mismos principios, no
s610 de palabra por escrito, sino tambien en sus propias
obras. La historia enaltece el nombre de Fr. Bartolom de
las Casas, por los servicios que prest 1& causa de la
libertad en la persona de 10l;! indios; pero la historia, como
obra humana, ha cometido el error la injusticia de rele-
, gar al olvido los nombres de muchos catlicos, que quizs
prestaron mayores servicios. Sbese, sin embargo, que
79
fines del siglo XVI, el Padre Alonso de Sandova.l dedic toda
su vida. al alivio de los escla.vos africanos en Amrica.. S-
bese que su discpulo el bienaventurado Petko Claver,
llamado el Apstol de los negros, mereci este nombre por
su celo, sus sacrificios, su completa abnegac!m ~n favor
de esas miserables criaturas durante un largo perlodo,
desde 1615 . 1650. Sbese que el jesuita espaol Avendao
y el consejero de Indias Antunez, condenaron el comercio
de esela.vos como violacion de los ms sagrados derechos
de la naturaleza, aun ntes de que los partkla.rios de otras
creencias religiosas descubriesen los justos fundamentos
de semejante doctrina. Sbese, por ltimo, que hasta el
mismo Papa Leon X, en quien el protestantismo slo ve al
hombre ilustrado, protector de las artes liberales, declar
enfticamente que no slo la religion cristiana, sino la
naturaleza misma, alzan su vog contra el estado de escla-
vitud.
No est de moda citar la Iglesia catlica en lo que tenga
conexion con la libertad natural 6 la libertad politica del
hombre; pero no es posible borrar de la historia los datos
que sta se ve en el caso de presentarnos, para apreciar los
medios que en todos sentidos han facilitado el progreso de
la humanidad; entre los cuales resaltan en primera linea
el influjo y los esfuerzos del catolicismo. Dice Balmes, que
la filosoffa, ocupada en comentar las doctrinas de Platon y
de Aristteles, no se hubiera quizs resistido mucho que
renaciese para los pases conquistados la degradante teora
de las razas nacidas para la esclavitud; pero de todos mo-
dos, es preciso convenir en que la filosoffa por si sola, sin
auxilio de la enseanza evanglica, poco nada hubiera
podido hacer para reprimir la esclavitud. Grandioso es el
espectculo que ofrece un Pontifice romano, condenando
80
hace cerca de cuatro siglos lo que la civilizacion y cultura
de Europa viene condenar ahora. El catolicism.o fu la
causa principal de la extirpacion de la esclavitud en Eu-
ropa. Esta es una verdad innegable por todos reconocida.
Pero no ~s n!'nos cierto que el mismo catolicismo ha tenido
una parte muy importante, quiz la ms efizaz, en prepa-
rar la opinion'del mundo civilizado para. la abolicion de la
trata de frica, por ms que aparentemente resulte que las
primeras medidas encaminadas obtener es abolicion
hayan sido adoptadpB por naciones.protesta.ntes.
CAPTULO VI.
DE LA ElrIANCIPACION DE ESCLAVOS.
89
hallaban los magistrados en una situa.cion verdaderamente
crtica. Lo probable es qu~ en la mayora de las ocasiones,
los propietarios tuviesen que experimentar tristes conse-
cuencias de. tal estado de cosas.
Tantos fueron, pues, los embarazos creados por el nuevo
sistema, que los hacendados al cabo de los primeros cuatro
aos, juzgaron procedente y acertado desprenderse del de-
recho que tenian para exigir dos aos ms de servicio en
sus fincas. Los negros quedaron por lo general libres de
hecho dos aos ntes de la poca prefijada, y ese nuevo
estado foment en ellos la pereza. Jl,hogando todo estimulo.
El trabajo de esos desgraciados lleg hacerse deficiente
irregular. En ciertos perlodos de la cosecha se combina-
ban para rehusar toda especie de ocupacion, mnos que
se les pagasen salarios extravagantes, y estos salarios se
empleaban como medios de obtener, no tanto mayores co-
modidades de presente, como una segura indolencia en lo
futuro. Pediase cierta cantidad por el jornal de un dia, con-
sagrndose los tres 6 cuatro dias siguientes la pereza
la disipacion, y en pases en que no habia prvio tipo del
precio del trabajo, las pretensiones y las esperanzas del
jornalero se presentaban necesariamente como irraciona-
les. Consideraban los libertos que el trabajo agrcola era
un mal y una degradacion, y los crecidos salarios no ba.s-
taban para vencer la repugnancia al servicio, ni para aho-
gar la inclinacion al ocio. Apenas se cuidaban ya de obte-
ner ms que lo absolutamente preciso para las perentorias
necesidades de la vida. Algunos emprendieron el cultivo
. en pequeo, y otros adoptaron oficios fciles y poco pen~
808. 8610 un nmero reducido convino en continuar traba-
jando en las haciendas de sus anteriores dueos, pero
exigiendo, segun acabo de indicar, jornalell considerables,
90
cuya ascendencia qued sujeta las fluctuaciones consi-
guientes la completa desorganizacion de la industria. A -
veces se pagaban tres pesos, otras dos, otras uno por cada
dia durante la cosecha. Hubo, en fin, una verdadera reac-
cion. El hombre que se habia hallado toda BU vida en estado
de esclavitud, no podia mnos de aborrecer el trabajo y
apetecer la holganza.-Con tal que obtuviese lo necesario
para mitigar el hambre, ya se habia logrado lo bastante.
Si ni Aun eso se conseguia, en un pais rico y feraz no ha-
bria de faltar ocasion de deber la casualidad, la cari-
dad, quiz~ al crimen, los medios de prolongar la vida. Lo
apetecible era no trabajar.
Fu, pues, necesario abandonar muchas fincas, y la
produccion del azcar disminuy en ms de un tercio.
Eate es un dato positivo, que sI al principio se someti
duda, hoy se halla confirmado de una manera incontesta-
ble al cabo de treinta anos. Dijeron los partidarios de la
abolicion, que en todas las colonias, menos en Jamica,
produjo buen efecto la emancipacion, y que en Jamica la
mayor palie de la culpa de lo acontecido debia atribuirse
los mismos colonos, que nO'supieron aprovechar las cir-
cunstancias favorables del cambio; pero lo cierto es que
donde quiera que el trabajo esclavo se sustituy de repente
con el trabajo libre, la industria qued entorpecida, la pro-
duccion diBminulda.-En algunos puntos, donde mnos
esclavos hubo, la poca de transicion fu mnos larga, y
mn08 MP8ibles los perjuicios de la medida; pero en otras
localidades an duran los efecto! pernicio808 de sta.
Por consecuencia natural y precisa, disminuyewon las
importaciones de los productos ingleses en las coloniBS: e
suerte que la industria de 1& metrpoli sufri "tambien con
el cambio. Y no fu este el nico perjuicio que la metr-
91
poli experiment. Con la baja de la produccion colonial y
con medidas proteccionistas adoptadas en beneficio de las
colonias, el precio del azcar nf\cesariamente encareci, y
. este fn un dao que el pueblo ingls tuvo que lamentar
hasta 184'7, poca en que con la reforma de la tarifa de
azcares realizada en 1846, los azcares extranjeros pu-
dieron entrar en mayor proporcion en el consumo, ha-
ciendo bajar el precio al mismo nivel en que se encontraba
ntes de la emancipacion.
Si todo esto se agrega que la Gran Bretaa invirti
generosamente para el rescate de los esclavos la suma
de 100 millones de duros, que aument la cifra de los pre-
supuestos anuales, fuerza ser convenir en que la misma
metrpoli particip tristemente de los desastres consiguien-
tes la abolicion de la servidumbre.
En las colonias franCl'sas, esa medida produjo el mismo
fenmeno econmico. Abolida la esclavitud y la trata en
tiempos de la repblica, fueron restablecidas por Napoleon,
y ya dije que la Restauracion tom parte en la prohibicion
general del trfico. La monarqua de Julio no se mostr
indiferente las exigencias de la poca en esta materia, y
en 1845 la agitacion abolicionista era ya 'tan considerable,
que se dict una ley para que los esclavos pudiesen adqui-
rir peculio y emanciparse. MM la revolucion de 1848 apre-
sur 108 suce!108, y la esclavitud qued inmediatamente
abolida, b&jo el concepto de indemnizar 1\ los propietarios.
Desde ese momento el negro ya no quiso trabajar, sino
lo bas1Bnte para acudir sos ms imperi08M necesidades.
'Faltaron brazos al cultivo, disminuy la produccion, se
desorganiz la indusma, y la riqueza pblica sufri un
quebranto conside18.ble.
Asi, pues, la emaneipacion, tal como Be llev cabo en
92
las colonias inglesas y francesas 1 ha sido una operacion
desastrosa, econmicamente considerada. Quedaron libres
un millon de hombres, y la conciencia humana dice que
,1
108
poseer un ferr<>-earril subiel'rneo (cunder gronnd ra.il road)
p6la llevar salvamento los esclavos que se acogiesen
uno de los Estados libres.
~xasperad06 loa del Sur, ~ada omitieron en defensa de
su ill$titucion. Aument6se la severidad de los propieta-
rios, y S6 hizo mucho mayor la represion de los esclavos.
-En algunos Estados, los negros libres fueron expulsados.
Rasia. personas blancas, venidas del Norte, sobre quienes
recayeron 808pechas de inducir facilitar recursos los
siervos para que sefu~ fueron perseguidas, emplu-
madas, martiriZadas, y en algunas ocasiones asesinadas:
siendo probable que 81guBas viotimu de tan bruW prooe-
der fuesen completamente inocentee. Las leyes, ya bas-
tante severas, S6 hicieton todava ms rigurosu.-Prohi-
bi86 ensear leer los WlgrOs; prohibise en algunos
Estados dar libertad los esclavos: "no falt legislatura que
ineurrieee en el verdadero aieIltado de disponer que todo
individllo de ~olor perteneciente la tripulacion de buques,
que llegaran uno de los puertos del Estado, fuera condu-
cido la crcel pblina, donde pennanooeria hasta que el bu-
que se hiciese la mar. Pero sobre todo, entncee empez
cundir la doctrine. de seoesion separacion, que a.padrinada.
con el nombre de Thomll.s Je1ferson y otI'os ~ntes de la.
poca de la OOIlStitucion, habia pasado sin gran acogida
por dos tres generaciones, hasta que el inmenso talento
de John C. Oalhouncomenz darle en la Carolina del
Sur Y otros Estados slgodoneros, la influencia y prestigio
qu.e 'por desgracia. de todos lleg por ltimo alcanzar.
Sin embargo, por entnces esa opinion qued suficiente-
mnte,ahogada, en parte por la firmeza de carcter del
general J&cuan, que nO obstante ser tan avanzado como
el que ms en la ieorla de la 80berania de los Estados, supo
104
impedir el conato de nli1ica.cion de leyes federales qne
mostr la Carolina del Sur; y en parte porque tambien so-
brevinieron en toda la Union acontecimientos polticos de
suma gravedad importancia, que absorbieron la atencion
universa.l. Tales fueron la guerra contra el Banco de los
Estados Unidos, la reconstruccion de los partidos polticos,
y por ltimo las concesiones que el Norte estaba. haciendo
en la misma cuestion de servidumbre los Estados del Sur.
Para conservar el equilibrio de ambas secciones en el
poder legislativo del pais, se emprendi con aplauso de la
mayora la guerra de Mjico, que a.eegur la &nexioD. !le
Tejas y la adquisicion adems de un inmenso territorio,
destinado evidentemente entender y propagar el sistema
orgnico del trabajo del Sur. Verdad es que la admiBion de
Calomia como Estado libre frustr en ,parte las esperan-
zas del Sur; pero ni era posible pretender que contra la
voluntad de los habitantes de ese Bstado , formal y solem-
Remente expresada, se importase alli esa institucion, ni el
Sur dej de recibir un& exhuberante compensacion por la
deficiencia de los votos de California. El afio de 1860 se
promulg la ley de esclavos prfugos que; so pretesto de
obedecer las presoripciones de la Constitucion, fu haata el
extremo de no exigir ms que el juramento del propieta.-
rio , para que Bin ms formalidades, y por un simple juez
comisario que carecia dejurisdiccion en otro cualquier ne-
gocio, se detuviera al individuo denunciado como esclavo
prfugo, que seria. entnces condueido expell888 y
riesgo de la Federacion , al Estado de donde se le dijese
procedente, entregndolo al que 10 reclamaba como duelo,
. reserva de ventilar despues la cuestion de propiedad
dominio; todo, sin emb&rgo, de la provision de Habeas
Corpus, de 108 derechos constitucloDales, de las leyes de
105
los Estados, y en fin, de las ms triviales nociones de jus-
ticia admitidas en el derecho comun que rige en aquel
pas. Asf es que la ley fu recibida. con disgusto 'universal
en el Norte, por ms que Da.niel Web8ter, Millard Filmore,
y otros campeones del partido whig, la amparasen con su
gran nombrada inftujo.
Verdad es tambien que continuaba en el Norte el sistema
de hostilidad contra la institucion del Sur, expeditndos6
101 esclavos prfugos el ferro-carril subterrneo, y ha.-
cindose en la prensa, en la tribuna. y en el plpito una
guerra. sin desca.nso contra. la esclavitud; de tal modo, que
el proviso Wilmot, creando el partido jrees9ilflr , tuvo por
cierto tiempo probabilidades de conquistar todas las sim-
patas del Norte. Pero por un lado, el' Sur se deElquitaba
proclamando su vez y defendiendo en 18 prenaa, en la
tribuna y en el plpito, que la raza. africana habia. sido
criada expresamen te por Dios para permanecer siempre en
estado de servidumbreo Y por otro lado el Sur siempre es-
taba recogiendo ventajas POsitiV88 de esa agitacion , pues
los dos partidos politic08 que se disputaban el imperio del
pas, estaban ambos 8ometidos su intiuencia; especial-
mente el democrtico, que era el mnos opuesto la sub-
sistencia de la institucion, y que en ste como en otros
.particulares de su programa de gobierno, consigui' una
victoria brillante con la eleccion del general Franklin
Pie1'ee.
Tal era el estado de las cosas, cuando ocurri6la olebre
cllestion de Kansa.s. De advertir es ante todo que el partido
democrtico babia encontrado un medio sencillo de eludir
las dificultades de la cuestion de la esclavitud, al paso que
proclamaba en su credo politico todos los principios ms
favorables la libertad politiea, civil, religiosa y econ-
106
mica. 1& esclavitud,-decian,-es una iIl8titucion nociva
al esclavo, al duefl.o y al Estado: todo Estado har, pues,
perfectamente bien en abolirla; pero como el principio de
autonomia local no permite que unos Estados impong1l.D. ll.
otros leyes que no sean de.J. agrado de stos , por muy fa-t
vorables y benficas que se consideren, el partido demo-
crtico, que no es seccional sino nacional, que no debe po-
ner en riesgo la buena armonia de los Estados entre si, se
abstiene de intervenir en la cuestion de esclavitud, y deja
la resolucion de sta . los habitantes de cada uno de los
Estados.
El juez Douglas, demcrata, seI18dor por IDinois, presi-
dente de la Comision de Territorios, present en el Senado
un bill para organizar el territorio de Kansas, en cuyo bill
se reconoca y reiteraba el compromiso de Hissouri, segun
el cual Kansas no podria tener esclavos, por hallarse al
Norte de la latitud 36', 30'. Un senador fDMg, deseando
arrojar en medio del partido democrtico una bomba. que
lo destruyese por completo, ll.un despu68 de la gran victo-
ria que obtuvo con 1& eleccion del general Pierce, ofreci
una enmienda abrogando el compromiso de Missouri. 'El
golpe era terrible. Si Mr. Douglas no acep13.ba 1& en-
mienda, se ponia en contradiccion con su propia dOctrina,
que iba fundada en la soberana de los EBiados, con lo cual
los demcratas se enajenarian las simpatias del Sur. Si
por el contrario la enmienda. era aceptada, recaeria sobre
dicho partido en el Norte la odiosidad de haber infringido
un solemne compromiso, acarreando esto una desorgani.-
zacion completa en la democracia, que a.unque de mo-
mento parecia slida, compacta inquebrantable, contena
en su seno algunas fracciones de jr6IJsoilM's, IOjt-sltelll,
y otros mL? mnos opuestos 1& e~tension de 1& escle.vi-
un
tud territorio libre. Mas Mr. DougllUl, quien llamaban
el Peq-urio (Jiga'Jl,te, no era hombre que se intimidase en
circunstancias algunas. Tomse el tiempo necesario para
consultar con 108 otros miembros de la comision, con el
presidente de los Estados Unidos y BUB ministros, y con
algunaa otras entidades de BU partitlo , y todos reconocie-
\'on que no era posible eludir la admision del principio de-
mocrtico que autorizaba cualquiera de los Bstados, ya
constituidos por constituil'Be, . darse . si propios cuales-
quiera leyes que con razon sin ella estimasen convenien-
tes. )(r. Douglas volvi presentar por consiguiente el bill
revocando el compromiso de Missouri; y asi se di origen
una nueva agitacion, de que surgieron las dificultades
que ltimamente causaron tantos estragos y desgracias en
la vecina repblica.
ID Benado vot fcilmente la revocatoria del bill. No con
tanta facilidad 1& vot tambien la Cmara de Representan-
tes, si bien la oposicion, aumentada por varios demcratas
que abandona.--on las filas de su anterior partido, provoc
en la Cmara e&cenas de desrden y escndalo, las cuales
por mucho tiempo atrajeron la atencion del pais , que era
lo que se pretendia. El senador whig tuvo en parte razono
La democracia qued desmoralizada y debilitada; pero el
senador no sabia que el partido whig primero, y despues
la nacion en masa, tambien hablan de ser victimas de
aquel aet. Disolvise instantneamente el partido whig
a1Uin.dose una pequena parte en el democrtico, y for-
mando el resto, con otras accesiones que recibi, un gran
partido con efnombre de f'epwblicano, mejor dicho, una
coallcion de diferentes opiniones politie&ll, que haciendo
abstrsccion de todo otro pensamiento, se combinaban nica
y exclusivamente para derrocar el gran poder del Sur.
108
Este nuevo partido se vi favorecido por las circunstan
cias que ocurrian en Kansas.
Pronto tarde, ese Estado, cuyo clim~ es muy desfavo-
rable la institucion peculiar, habr de constituirse como
libre; pero los abolicionistas quisieron dominar los hechos,
y tal vez provocar conflictos. Environse emigrantes
Kansas, los cuales al principio tuvieron que atravesar ;
Missouri; pero como alli fue~n mal recibidos, la emigra-
cion continu por el estado libre de Yowa. Del Sur fueron
tambien algunos nuevos pobladores, y entre estos y los
del Norte se promovieron luchas personales, que solian ter
minar con destruccion de vidas y propiedades. Cada vez
que esto se anunciaba en el Norte, los abolicionistas con-
seguan nuevos recursos y nuevos hombres para mandar
refuerzos los de Kansas; y su vez los ciudadanos de
Missouri y otros Estados de esclavos, no slo enviaban to-
dos los pobladores que podian, sino que de tiempo en
tiempo se organizaban en partidas ms 6 mnos numero-
88B, para llevar auxilio momentneo sus hermanos. De
esta suerte la guerra civil principi6 de una manera san-
grienta y asoladora en uno de los extremos de la Union
Americana.
Era muy reciente la formacion del partido republicano,
para que lograse derribar al democrtico, cuya disciplina,
un en medio de las considerables defecciones que hubo,
10 sostuvo por algun tiempo firnle y pujante al parecer.
Pero en la pr6xima ,eleccion presidencial, el coronel Fre-
mont, candidato de los republicanos, lleg obtener una
votacion tan numerosa, que nadie habia podido preverla.
Fu necesario que los demcratas desplegasen todos BUS
recursos para no ser derrotados, y ya se podr juzgar de
los esfuerzos que hicieron, al consi~erar que el coronel
109
Beuton, padre politico de Mr. Fremont, y enemigo perso-
nal de Mr. Buchanan, que era el candidato de los dem-
cratas, tuvo que salir personalmente . recorrer las pobla-
ciones de MiBsouri, Estado de esclavos, tomando parte
activa en la campaa electoral, en favor de su enemigo
Ur. Buchanan, y contra su hijo politico el coronel Fre-
monto As quedaron elegidos Mr. Buchanan para la presi-
dencia, y para la vicepresidencia Mr. John C. Brecken-
ridge, eminente ciudadano de Kentucky, cuyas dotes le
haban hecho acreedor . que se le considerase digno suce-
sor de Henry Clay.
El 4 de Marzo de 1857, Mr. Buchll.nan tom poeesion de
la primer magistratura del pas. Cuatro cinco dias des-
pues se public una sentencia que en un pleito llamado de
Dred 8cott habia pronunciado la Corte Suprema de los Es-
tados Unidos. Esa sentencia decidia que en todo el territo-
rio inmenso que ocupaba la Union Americana, existia'de
derecho la institucion de la esclavitud, excepto en aquellas
localidades en que expresamente hubiese sido abolida: de
suerte que esta doctrina iba mucho ms all. de la que ha-
bian establecido Mr. Douglas y otros intrpretes del credo
democrtico. Es grande, casi inexplicable para nosotros,
el poder judicial en los Estados Unidos, pues llega hasta
el caso de hacer inaplicables las disposiciones del poder
legislativo, cuando las considera inconformes con la Cons-
titucion ley fundamental. Sin embargo de esto, la (pi-
nion pblica, que en otras circunstancias se hubiera incli-
nado ante la decision de JaCorte Suprema, no la acept
como vlida. La influencia. del partido republicano se acre-
cent con aquella resolucion. El democrtico se dividi.
Mr. Douglascon la mayora de los demcratas del Norte,
continu sosteniendo su anterior teora. Los demcratas
no
del Sur, con Mr. Bucbanan su frente, aceptaron el prin-
cipio emitido en el juicio de Dred Scott.
Un acontecimiento, por ms de un titulo deplorable, vino
. aumentar la ya gravisima excitacion del pas. Jobn
Brown, fantico abolicionista, invadi el territorio de Vir-
ginia. Hallbase casi solo, y sin armas, intentaba sin
embargo provocar una. guerra servil. Si se hubiera tratado
con benignidad al autor de ese hecho aislado, que apareci&
como obra de un monomaniaCo, es seguro que la clemen-
cia no bubiera sido perdida para los Estados del Sur; pero
en vez de ello, las autoridades de Virginia hicieron uso de
la mayor severidad compatible con las formas externas de
la justicia.--Jobn Brown fu aprehendido, juzgado, conde-
nado y ejecutado.-Y no fu esto slo.-El Senado Federal
instituy procedimientos para averiguar qu complicacio-
nes podia tener el proyecto de aquel desgraciado fan-
tico.-Nombr6se una comision, con facultades, como alli
se estila, de emplazar y hacer com~recer los que debian
declarar, como tambien con las de prevenir la produccion
de documentos papeles.-Bsta comision hizo reducir
prision una dos personas que se negaron contestar,
previno adems el arresto de un ciudadano de Massachu-
seta, lo cual ocasion un motin, que puso en libertad al
detenido; y de esta manera se provpcaro:n escndalos, que
as! desprestigiaban el poder, como concitaban el odio de
las masas contra las instituciones del Sur.
En medio de esta agitacion se verificaron las subse-
cuentes elecciones presidenciales. El resultado no era du-
d08O. El juez Douglas era el candidato de los demcratas
del Norte; Mr. Breckenridge, el de los del Sur; y Abrabam
Lincoln el de los republicanos. El ltimo fu c9nstitucio-
nalmente elegido, si bien por una minora, comparados los
111
votos de su ticut con la suma de los que haban obtenido
S08 rivales. Inmediatamente que se supo en Charleston el
rtlBultado de la eleccion, el gobernador de la Carolina del .
Sur tom6 medidas para provocar un rompimiento de la
Union.-Oiros gobernadores de derente8 Estados del Sur
imitaron esa conducta; y las pasiones populares se rle8en-
cadenaron contra 1& ntes venerada Federacion.-En vano
muchos hombres eminentes del Sur procuraron con~er
los desbordamientos de las turbas. Estas todo lo arrastra-
ron consigo, y consiguieron que se proclamase la separ&t-
cian.-Error grave, error indisculpable, error funesto.- _
Porque aparte de lo que sobre el dwecluJ de 1& separacion
pudiera decirse, el Meno no estaba suficientemente ameri-
tado con 1& eleccion de )(r. Lineoln, quien pesar de todo,
al subir al poder, se hubiera encontrado con una oposicion
mucho ms numerosa que los amigos de la administracion
en el Congreso, si los diputados y senadores del SU~ se
hubieran hallado en sus puestos, alIado de los demcratas
del Norte, que se hallaban en los dos Cuerpos co1egisla-
dores.
Ni por un momento debo intentar la resatia de la guerra
ms sangrienta, de la contienda. ms titnica. que se regis-
tra en los anales de la poca que alca.nzamos.-eump1e
tan s610 mi propsito manifestar que, pesar de los indis-
putables talentos que revelaron los jefes de la Confedera-
cion del Sur, pesar del genio de SUB generales, pesar
del heroismo, valor y abnegacion de sus soldados, se vie-
ron por fin en el caso de sucumbir. Si el Norte para al-
gunos demostr inferioridad en las dotes de gobierno, y en
aquellas ~udes militares, para todos ostent una fuerza
material, un poderlo, un pujanza incontrastables, que han
caussdo 1& admiraeion y quizs los recelos de Europa.
112
Puerto tras puerto, todos los del Sur cayeron en poder de
las armadas federales. Ferro-carril tras ferro-carril, todos
los del Sur fueron repetidas veces deshechos por los sol-
dados federales. Ejrcitos tras ejrcitos, todos los del Sur
tuvieron al fin y al cabo que rendirse ante los federales. ~o
qued ciudad alguna importante en el Sur que no fuese
invadida y ocupada por los yankees: no qued campia.
qua por elloe no fuese holl.a.da, y un algunas devastadas:
no qued Estado que no se viese en la necesidad de entre-
garse iJ. merced. del conquistador. Hasta los mismos Jeffer-
son Davis y Alex JI. Stephens, presidente y vicepresidente
de la que fu gloriosa Confederacion, cayeron al fin en
manos de SUB enemigos.
Esta es sin duda la mejor oportunidad de decir:
116
en 4.000 millones de pesos los gW;tos que ha hecho el go-
bierno federal para vencer la insurreccion, incluyendo en
el clculo no slo la deuda contrada, sino los dems recur-
sos consumidos.-Ahora bien: con 4.000 millones de pesos
. ,
habria habido lo bastante para. rescatar por su justo precio
los 4 millones de esclavos del Sur, razon de 500 pesos
cada uno, con inclusion de nifios, ancianos intiles; para
trasportarlos las frtiles regiones del Fu West, dndoles
alli una propiedad territorial, que un con escasa industria
los habria hecho todos comparativamente ricos: para cons-
truir las dos lineas proyectadas del ferr()-C8,rril al Pacifico,
una por la region del Norte y otra por la del Sur, facili-
tando asi la comunicacion y defensa de California, y el tras-
porte de las producciones que rendiran las V88tas reglotre8
pobladas por los negros.-Y despues de todo, quedara
todava un sobrante bastante respetable para comprar y
emancipar todos loa esclavos de las Antillas espaolas, y
todos los del Brasil.
Si es cierto que la historia nos brinda enseftanza prove-
chosa, no debemos olvidar la que encierran los ltimos
sucesos ocurridos en los Estados Unidos.-Como habremos
de aprovecharla, ser materia que me ocupar en 1& ltima
parte de esta obra.
CAPTULO VIn.
lEn ,............ 100.000 14 por 100. 14.000 25.000 18.000 44.000 86.000
De 17~ 1805.. 85.000 12.000 15.000 20.000 38.000 73.000'
1805 1810 .. 85.000 12.000 15.000 25.000 ~OOO 73.000
...i 1810 1815 .. 93.000 13.000 30.000 30.000 20.000 80.000 ....
~
....
N>
z-CI 1815 1817 . 106.600 25 por 100. 26.000 32.000 31.000 17.000 80.000
o 1817 1819.. 106.600 26.000 34.000 34.000 12.000 80.000
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I'l Apr.....o.
:ll por.....,......
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llIl
Po 1819 1825.. 100.000 26.800 39.000 37.000 1.200 77.900
1825 1830.. 125.000 31.000 40.000 50.000 4.000 91.000
1830 1835.. 78.500 19.600 40.000 18.000 3.900 58.900
\ 1835 1840.. 185.800 33.900 29.000 65.000 790 101.000
DeAtle lMO l848.
1841..................
1842..................
45.097
28.400
11.274
3.150
11.857
3,150
16.000
14.200
5.966
3.960
33.823
21.300 -
ti
184:3..... , ............ 55.062 8.000 8.000 30.500 2.7m 41.297
1844.................. 54.102 10.000 10.000 26.000 4.577 40.597
1845.................. 36.758 1.350 1.350 ~.700 3.519 27.569
1846.................. 76.117 1.700 1.700 52.600 2.788 57.008
1847.................. 84.556 1.OO 1.500 57.800 3.967 63.267
-
123 ,
Estas tablas estadisticas, debidas Mr. Hutt, han sido
impugnadas por los abolicionistas en la proporcion del 25
por lOO de defonciOlles con posterioridad la abolicion de
la irata; mas parece que la impugnacion naci del oomor
de que llegara abandonarse la perseeucion por el go-
bierno ingls, si se admitia como cierto un hecho que de
todos modos ha resultado acreditado; el de que la trata se
hizo ms cruel dellde que fn~ prohibida.
8egnn estas cifras, d8!del807 , 6poca de la abolicion de
1& trata en Inglaterra, hasta 1819, se exportaron de frica
'dos millones doscientos noventa mil negros, de 108.cuaIelll
fueron seiscientos ochenta mil al Brasil, ee'eientoB quince
mil las colooi8s espaAo119, y quinientos sesenta y dos mil
otros paises. Las bajM ascendieron drante la travesfa
cuatrocientos trein1a y tres mil. Desde 1819 hasta 1847, Be
exportaron dos millones setecientos cinouenta y ocho mil
quinientos sei!, distribuidOB en esta forma: para el Brasil,
un millon ciento veinte y un mil ochocientos: para 1M Clr
lonias MpaDoias, ochocientos treinta y un mil veinte y
siete: apresadoS, ciento diez y siete mil trescientos ochenta:
~ durante la traV8lJa, un millon ciento veinte y un mil
doscientos noventa y nueve. Deseo, espero que en estos
guarismos haya mucha exageracion, porqne un reba,.-
jando UD cincuenta por ciento en la tUtiina cifra, todavia
hay IObrado motivo para temer que no sean de tDdo punto
injus1&s las acriminacioIlil8 que contra los habitantes de los
pales en que se ha. tolerado la trata, ha dirigido la huma-
nidad indignada.
,
El Sr. Canga Argtlelles, en 8U Ditcionario de H acefulf,
ya citado, dice lo siguiente en la palabra Negro,: El co-
mercio geneml que cada &Ao hacia la Europa, llegaba.
ochenta mil cabezas. De ellas vendiau los ing'leses 8'QS
124
colonias veinte y cuatro mil, y las dems sesenta y seis
mil: empleaban dosciento.s buques, veinte y cuatro mil
toneladas y ocho mil marineros. El Bdltor del DiccicMrio
Geogrfico Uni'Dersal regula el nmero de los negros que
cada afio salian de frica en sesenta mil, de los cuales
se.caban tres millos dkut.ln.a.rqueses, ci.nco millos portu-
gueses, trece mil los franceses, seis mil los holandeses,
y treinta y tres mil los ingleses. El :amera de negros
que consumi la Amrica desde el ao de 1517, en
que se hizo la primera. remesa arreglada, fu nueve mi-
llones.
Raynal considera. que la exportacion de negi'os portodaa
las naciones europeas nte8 de 1776, lleg 9 millones.
Alberto Hume estima muy bajo este clculo. Otros, con
evidente exageracion, lo han hecho subir- nada .mnos que
50 millones. Banoroft, que es quien me parece ms mo-
derado y discreto en sus apreciaciones, asienta que durante
el siglo an1;erior la prohibicion de la trata. por el Oon-
greso americano en 1776, debi ascender aproximlitDr
mente 3 millones el nmero de negros importadoll por
los ingleses en las colonias espaolas, france8&8 y britni';'
cas, cuyo nmero aade 250.000 comprados en frica y
arrojados al Atlntico durante la navegacion. Bn seguida
agrega que la mitad de los negros exportados para Am-
rica ae conducian en buques ingleses: de suerte que si .
los 3 milWnes aadimos otros tres, podremos fijar en 6
millones el total de negros extraidos de frica durante
aquellos cien aos. No ser por lo tanto muy aventurado
admitir la cifra de lO millones para. representar el nmero
de victimll8 del odioso trfico, desde que comenz~ hasta.
nuestros dias, supuesto que es evidente ha't>erse aumen-
tado la trata en el presente aiglo.
125
El bal'On de Humboldt, en BU Ensayo Polito 80lJre la
ifla " Oda, presenta el siguiente cuadro:
128
En cuanto Cuba, la trata fu en estos ltimos afios
disminuyendo, y con placer reconozco que en 1865 no hay
probabilidad de que se introduzcan ea~lavos, sino en todo
evento, como algun hecho aislado, de esos que no pueden
impedirse. Todo esto sin embargo depende de la voluntad
de la energa del jefe de la isla, asi como de la probidad
de las autoridades inferiores; pues mientras no Be enmiende
la ley penal de 2 de Marzo 1845, y mientras no se adopten
otras medidas, la represion de este delito no estar tanto en
las manos de los tribunales de justicia, como en las de las
.
autoridades administrativas. Ya se comprende
'
por lo mismo
que si de momento 1& trata no encuentra tolerancia entre
nosotros, un cambio en el personal del gobierQ.o de la isla
puede producir una grave alteracion en las circunstancias
del caso. Una prohibicion que no tiene su fuerza y eficacia
en la letra de la ley, ni en el castigo que sta seale, Bino
en la voluntad de una ms personas, carece ciertamente
de estabilidad y firmeza, y en el momeJ?-to ,mnos pensado
probablemente llega infringirse.
Puede, pues, decirse que de todas las naciones cristia-
nas de Europa, Espafia es la nica que reconoce legalmente
la existencia. de la. esclavitud, as1 como fu la ltima que
de hecho puso coto la trata, hab'lelldo todavia temores de
que sta. se reanime. De todas las naciones de Europa, slo
la Espafa y la Puerta Otomana &:dmiten la esclavitud como
institucion legal. De todas las naciones del mundo que
pu~en aspirar al titulo de cultas, slo la Ef5pana, la. Puerta
Otomana y el Brasil sancionan el estado de servidumbre.
Para remediar la escasez de brazos que con la abolicion
y persecucion de la trata. se experimenta en la posesiones
esp&Qlas, britnicas, francesas y holandesas, se ha adop-
tado un nuevo sistema de emigracion forzada, trasportn-
129
dose en gran nmero individuos de la raza. asitica que
han de suplir el trabajo de los escl:J.vos africanos. En las
posesiones britnicas, principalmente en la isla Mauricio,
se qUiso favorecer de tal modo esta inmigracion violenta,
que se di ocasion graves quejas de parte de los que habi-
tualmente residian en dichas posesiones. El gobierno tom
la precaucion de intervenir en esaoperacion para impedir
abusos, que se prestaba fcilmente el nuevo comercio
creado; pues la experiencia mostr desde el principio que
los empresarios de las expediciones de trabajadores no eran
nada escrupulosos, ni en el enganche contrata de stos,
quienes tristemente engaaban, ni en su trasporte, en que
slo cuidaban de traer el mayor nmero con el menor
gasto posible, ni en su trato mientras se hallaban en de-
psito en espera de la contrata definitiva. Pero como la 1n-
tervencion ocasionaba necesariamente gastos, el gobierno
los carg las colonias; resultando de aqu que los traba-
jadores habitualmente residentes en dichas colonias, se
lamentaban de satisfacer los gastos consiguientes la im-
portacion del trabajo extranjero, que venia hacerles com-
petencia. Y es de advertirse que esos gastos eran tanto ms
considerables, cuanto que el gobierno ingls concedia una
alta prima los que, con sujecion las condiciones que
seal, introducian en los respectivos paises la nueva clase
de trabajadores.
A pesar de todo, la emigracion asitica ha ido aumen-
tando de una manera extraordinaria en las colonias ex-
tranjeras. En Jamica, Trinidad y la Guayana inglesa,
entraron 60.000 de 1834 1846. En la isla Mauricio, en so-
108 dos aos, de 1837 1839, se introdujeron 25.468; y de
1843 1848, 75.000. Las islas de Jaba y Sumatra, y la pe-
mnsula de Malaca, han recibido un gran nmero, y la ma-
I
130
yor parte de la poblacion de Singapore se compone de chi-
nos. ,Por ltimo, en Zeilan, desde 1839 1846, entraron
nada mnos que 220.000 asiticos.
En la isla de Cuba se ha ensayado tambien en gran es-
cala ese nuevo siBtema de inmigracion, y la verdad es que
se han notado los mismos mayores abusos que los que
quiso corregir Inglaterra. Generalmente los asiticos son
halagados en su pas con la oferta de una cuota mensual
que ellos les parece exorbitante, porque ignoran los al-
tos precios que aqu en Cuba se satisfacen por cualquier
objeto; y los agentes que por rden de nuestro gobierno
han de intervenir en la contrata, no tienen inters en evi-
tar esas decepciones, y slo se cuidan de devengar los
derechos que por su intervencion les corresponde. El tras-
porte se verifica despues con condiciones mucho ms favo-
rables que las de los esclavos africanos, y por consiguiente
con menor mortandad por lo regular; pero siempre con las
penalidades y privaciones consiguientes una larga nave
gaeion, la conveniencia necesidad de hacer poco cos-
tosa la expedicion, y las seguridades precauciones que
es preciso tomar con tan gran nmero de hombres reuni-
dos en una embarcacion. Y cuando ya han llegado al
puerto de la Habana, se les contrata, sin consultar la vo-
luntad 6 profesion del colono, sin conside~ion ninguna
ste, que pasa de esta manera poder de un patrono,
quien desde el primer dia lo dedica rudas faenas, ha-
ciendo muy poca distincion entre el asitico y el africano.
Con mucha frecuencia se han visto casos en que el MiMico
ha recibido crueles castigos corporales, sin embargo de
estar prohibidos por el Reglamento respectivo. Y no ha
dejado de acontecer que se le niegue retarde el pago de
la miserable p~nsion mensual que se halla estipulada en
131
la contrata. De aqui han resultado muchos desrdenes,
muchas muertes, muchas calamidades de todo gnero,
porque la raza asitica no es tan humilde y sufrida. ~omo
la africana, sino por el contrario, vengativa, rencorosa, y
sabe llevar su astucia, su perfidia y la maldad de sus
propsitos, hasta un grado increible de refinamiento en
su crueldad.
Otro gnero de esclavitud, de lteclw, debe mencionarse en
este lugar. Llmanse entre nosotros emancipados,-voz
evidentemente impropia,-los bozales pertenecientes . una
expedicion que ha sido sorprendida apresada por el Go-
bierno. Hasta hace poeo, las autoridades solian repartir
esos negros entre las personas que los solicitaban, con el
objeto ostensible de instruirlos en la doctrina cristiana,
infundirles hbitos de laboriosidad; pero realmente con UD
resultado muy distinto. De aqui se han originado varios
inconvenientes dignos de llamar la atencion.
Fcil es conocer que con esa medida se daba entrada .
la intriga, siendo como habian de ser muy numerosos los
que pretendian consignaciones de emancipados, y de-
biendo verifkarse stas precisamente con intervencion de
empleados subalternos, por cuanto las autoriQ.ades supe-
riores, despues del decreto de concesion , no podian tomar
parte directa en la distribucion, ni en la material entrega
de los negros. Aun para la misma cancesion, preciso era
escoger unos pocos entre muchos suplicantes; y si hubo
ocasiones en que viudas desvalidas, empleados cesantes
otras personas pobres fueron agraciadas, tambien habian
de ocurrir casos en que familias ricas -acomodadas obtu-
vieran un favor, que respecto de ellas no estaba ameritado.
Lo peor de -todo era que muy menudo, inmediatamente
despues de la concesion, 6 algun tiempo despues, los soli-
132
citantes afortunados traspasaban su cdula., segun el
lenguaje por ellos empleado, rendian al emancipado se-
gun~as manos, de donde veces pasaban terceras, como
si se tratara de un verdadero esclavo.
y verdaderamente esclavo era de hecho y un es el
emancipado. Ya se ha visto que el concesionario contraia
la obligacion de ensear la doctrina cristiana al negro,
infundirle hbitos de industria, y ahora aadir que ade-
ms debia satisfacer cierta cuota al Gobierno, y determi-
nadas pensioneS al mismo emancipado; pero la verdad es
que en muchos casos, tal vez en la mayor parte, desde el
momento en que el africano era entregado su patrono,
quedaba al servicio de ste como esclavo, se confundia en
el nmero de los dems esclavos de ste , Y ni recibia ins-
truccion, ni obtenia el pago de sus pensiones. Aun res-
pecto de las cuotas que debian pagarse al Gobierno, la
Gaceta ojlcial suele de vez en cuando publicar llamamien-
tos que demuestran que un ese deber era y es desatendido
por varios. Por lo dems, ninguna diferencia se hacia! ni
se hace, entre el esclavo hbilmente adquirido como tal, y
el emancipado, quien se trata. maltrata. exactamente
como a.q nl; y si alguna diferencia existia, era en perjui-
cio del emancipado, que ni siquiera tenia la facultad de li-
bertarse como podria libertarse el siervo, supuesto que por
toda su vida estaba condenado no saFr de una condicion,
irregular y anmala, en que con el nombre de emancipado
libre se hallaba efectivamente sujeto una opresora y
dura servidumbre. Por ltimo, este sistema ha dado oca-
sion fraudes y delitos que por algunos se han cometido,
bien vendiendo al africano en calidad de esclavo, y con
oculta.cion de SU verdadera condicion de emancipado,
bien suponiendo el fallecimiento de ste, para que con otro
/
133
nombre se confunda ms eficazmente con los dems sier-
vos de un predio.
De suerte que en medio del siglo XIX habiamos vuelto
al mismo sistema de repartimientos encomiendas inau-
gurado fines del siglo xv, aunque tal vez con peores cir-
cunstancias.
La Real rdende 28 de Octubre de 1865, -que tiende
alterar este estado de cosas, previene sean trasladados
Fernando Po, otra posesion espaola del golfo de Gui-
nea, los bozales aprehendidos por las autoridades espao-
las, inmediatamente q~ sean declarados emancipados; los
cuales quedarn completamente libres su llegada . cual-
quiera de dichas posesiones, y sern conducidos al puerto
que designen en el continente de Africa, si no prefieren
permanecer en ellas bajo la proteccion del Gobierno,
contratarse como trabajadores libres: revocndose la facul-
tad de consgnar emancipados, 88i como 1& de traspasar
las consignaciones ya hechas, y previnindose que . me-
dida que vaya cumpliendo el trmino de las existentes,
ingresen los emancipados en el depsito, dondE' el Gobierno
proveer. . todo lo necesario para su subsistencia y rem.u-
Mracio-n, ocupndolos en las obras pblicas como trabajo
obligatorio, mientras permanezcan en ese estado. Dice un
articulo, que el Gobierno podr declarar completamente
libres los emancipados que ingresen en el dep6sito y ll~
ven ms de cinco aos en Cuba Puerto-Rico, autorizn-
dolos para permanecer alli con 188 condiciones en que de-
terminen los reglamentos, d tra8pO'l'tndolos . una posesion
espaola del golfo de Guinea otro cualquier punto que
los mismos designen. Temo que ia experiencia se encargue
de comprobar graves inconvenient~s en la medida de tras-
lacion y otras.
134
Tal es el estado de la esclavitud en Cuba. Ha llegado ya
la poca en que los habitantes de esta isla, apremiados por
la opinion pblica y por la fuerza de 108 acontecimientos,
tienen que resolver la gran cuestion de la esclavitud, que
envuelve otras cuestiones de inmensa. trascendencia. Como
uno de tantos habitantes, voy entrar en el exmen de la
una y de las otras , con la misma sinceridad de propsito,
y con el mismo empeo de apartarme de toda pasion, que
espero se hayan advertido en la parte de este trabajo,
cuyo desempeo doy fin en este punto.
CAPITuLO X.
...
.
CAPTULO XII.
165
expediciones, burlando la caza y persecucion de algunos
buques ingleses.
8610 a.si se comprende, teniendo en cueuta el estado de
la opinion pblica en la Habana en 1842, que el Regla-
mento de esclavos de entnces ftise tan inferior tomo lo
es, hasta en mrito literario, la Instruccion de 1789. Y
cuenta que no soy admiradordecidj.do de esta Instruecion,
que no apruebo el sistema de espionaje y delacion que
exiga de los sacerdotes consagrados al servicio divino en
las haciendas, y que si se pidiese mi voto sobre una nueva
il1Struccion reglamentaria, es&aria ljos de conformarme
con 10 poco que contiene la de 1789, en favor de los intere-
ses y derechos de la humanidad; pero por lo mismo, no
puedo mnos de sealar algunas de las omisiones que se
advierten en el Reglamento, y que son puramente volun-
tarias, porque en otros particulares el Reglamento no es
ms que la copia de la Instruccion..
El captulo 1 de sta exiga que lo! duefi.os de fincas cos-
teasen sacerdote que dijese misa y explicase la doctrina
cristiana los esclavos; y cuando se sepa que los ingenios
de azcar tienen, por lo mnos, de 100 200 negros; que
hay varios en que hay 400 6 500, Y que en algunos, aun-
que pocos, llegan 1.000, no se extrafiar esa exigencia:
el Reglamento nada dice del f'~rdote, ni de misa, aunque
vagamente habla de las prcticas religiosas. El capitulo II
de 1& Instruocion declaraba la obligacion del duefio de sU-
mentlu' los hijos libres de sus esclavos hMia' la. edad de
doce catorce aos, 10 cual era resolver del nico modo
posible una de las ms dificiles operaciones del dificil pro-
blema de la emancipacion gradual: el Reglamento nada
dice sobre ello. El mismo capitulo prevenia que 108 ali-
mentolily vestnarioque hubiesen de darse 108 esclavos
166
Be le! suministrasen conforme la costumbre del pais, Y
los que comunmente se dan l~s jornaleros y usan 108
trabajadores libres: el Reglamento, al se&Jar el alimento
y vestuario, prescribe muchsimo mnoB de lo que aqu
tienen los trabajadores Ubres. El capitulo III ordenaba que
el trabajo principiase y concluyese de sol sol, y que de
ese tiempo Be dejasen dos horas en el da. los esclavos
para emplearlas en su bene1icio y utilidad pe1"9OntIl, y que
no se ocupara las esclavas en trabajos no conformes con
su sexo, en que tuviesen que mezclaTBe con 106 varones:
sobre esto ltimo el Reglamento slo dice que los mayo
res de sesenta, 6 menores de diez y siete anos, y las es-
clavas, no se les obligue trabajar por tareas, ni se emplee
ninguno de estas c1&Bes en trabajos no conformes su
sexo, edad, fuerza y robustez. Y en cuanto las horas de
trabajo, ya hemos visto que el articulo 12 senala hasta 16
diarias, durante la zafra.
El capitulo X de la Instrueeion hace distincion entre las
infracciones sobre educacion, alimentos, etc., Ylos exC6808
en las penas correccionales, y diapone que respecto de es-
tas ltimas se imponga. la sentencia correspoJ?diente al de-
lito, como si fuese libre el inj'lWfUlO. Tambien a1l.adia el
capitulo XI, que si una persona que no fuese el duefio 6
mayordomo, injuriara, e8stigara, hiriera. 6 matara al ea-
172
tanto necesita su cuerpo" ,No es, pues, triste y doloroso
que ese Reglamento emanado de la autoridad gubernativa,
ese Reglamento encomiado por los defensores del stat1l
(jUD, ese Reglamento que seala diez horas de trabajo en
los tiempos ordinarios y diez y seis en los no ordinarios,
diga que con 188 manufacturas ocupaciones del esclavo,
en los- dias y horas de descanso, podr adquirir peculio y
proporcionarse la libertad '1
. Otros muchos ejemplos pudiera citar, y algunos de sevi-
cia, en el trato de los eselavos; pero me he propuesto ID&-
recer el dictado de imparcial, aunque en efecto sea parcial
en favor del propietario. Deseo que Pl'Opi<>s y extra()8,
amigos 6 desconocidos, todos, en fin, conozcan que no hay
exageracioD. en lo que digo., que huyo de todo lo que no
sea verdad clara y manifiesta, y que ms bien me inclino
. no decir toda la verdad, ya para evitar que se me impu-
ten exageraciones, ya por otros respectos y consideracio-.
nes, que para mi tienen grave peso.
y sin embargo de todo, son muchos los que, en obsequio
al statu (jUD, invocan la opinion pblica y defienden con
calor que si en la ley torica hay injusticia, el sistema, en
la prctica, es suave y liberal. :MaJa sus.iitucion de la ley
es sin duda la opinion pblica. SUB reglas son defectu0888,
y sus decisiones caprichosas. A veces liberta al culpable,
y . veces condena al inocente. Si para el hombre generoso
es respetable, el depravado no se cuida ablilOlutamente de
ella. De aqu Be sigue que las prescripciones de la opinion,
cuando no van sancionadas por la ley, son , . cada mo-
mento, bolladas, vilipendia.d8B infringidsa.
Pero la opinion tampoco es generen s610 consiste en el
juicio de 108 propietarios, esto es, de los interesados -en in-
frngil', si les son contrarios, los preceptos de esa mism a
173
opinion. ,De qu sirve sta en consecuencia' Los propie-
tarios son hombres susceptibles de parcialidad, y ms in-
clinados escuehat la v07Jde su inters y de sus pasiones,
que la de 10 que deberia ser el sentir pblico. Es decir, que
prescindir de la ley y dejar la justicia cargo de la opinion,
equivale favorecer la propension la tirana 6 . la .cruel-
dad individual. Y si esto no es cierto, #,por qu no se pres-
cinde de toda clase de leyes' Por qu no se deja en trmi-
nos absolutos la opinion pblica el encargo de exigir el
cumplimiento de todos nuestros deberes morales'
De todos mod08, fcil es comprender que nada se pierde,
y mucho debe. ganarse, si la ley sanciona el precepto de la
opinion. Bs intil, por consiguiente, discutir acerca de la
conveniencia de la reforma.
Mas, SUPUe8to que he hablado de reforma de legi~la
cion, bueno ser fijar la atencion por un momento siquiera
sobre la ley de 2 Marzo de 1845, destinada ostensiblemente
. reprimir el trfico de esclavos y castigar sus infraccio-
nes. He tenido ocasion de"advertir, ntes de ahora, que el
articulo 9. de dicha ley previene, que en ningun caso ni
tiempo podr. procederse, ni inquietar en su posesion,
los propietarios de esclavos, con pretexto de su procedencia;
y no es dificil comprender que esto importa tanto como
imposibilitar la averiguacion del delito, en la generalidad
de los casos, y en casi todos la rept\racion del dao
causado.
Ni es esto s610. Los artculos l ., 2., 3. Y4." sefialan penas
de presidio por ocho, seis, cuatro y dos aos, respeotiva~
mente, contra los capitanes, sobrecargos, pilotos y contra-
maestres de los buques negreros, y por seis, cuatro, dos y
uno, contra los marineros y dems individuos de la tripula-
cion;pero el artculo 5. slo prefija, contra los propietarios
1'14
de los buques, 108 annaGores, losduefi09 del cargamento, y
aquellos por cuya cuenta 86 hieiere la expedieion, tantos
afios de destierro, . ms de cinCl:leata leguas de su domi-
cilio, como se impongan de presidip al capitBn.del buque,
C',on una multa adems que no baje de 1.000pesos, ni ex-
ceda de 10.000. Y el artioulo 10 determina: que 1M autori-
dades y empleados residentes en un punto en que se haya
verificado un desembarco de negros bozales, 8 se probare
eomplicidad 6 connivencia. 6 soborno cohecho, sufrirn
las penas que las leyes imponen esta clase de delitos. Si
del juicio resultare negligencia omision, y si la falta se
estimare leve, sern relevados de sus destinos: si la culpa
fuere grave, sufrirn dichas autoridades la pena de seis
cuatro aos de suspension de empleo. Es decir que esta ley,
trastornando hasta cierto punto laa buenas.teorias de la
ciencia, fija las penas ms graves contra los meros agentes
de los verdaderos culpables; y condena . presidio . los
pobres marineros y tripulantes, gente ignorante, que no
comprende la verdadera importancia del delito que comete,
y que slo busca de esa manera un pedazo de pan para
remediar sus necesidades; al paso que no impone ms que
pena de destierro, . cincuenta leguas del domicilio, los
armadores y dueos, y de suspenaion de empleo las au-
toridades que cometan culpa grave en el cumplimiento de
las leyes que prohiben la trata. bNo podria, pues, decirse
que esa misma ley de 2 de Marzo de 1845 est invitando de
una manera directa los contrabandistas, para que hagan
el contrabando'l
Presento, pues, mis lectores, con las explicaciones que
preceden, el cuadro fiel de las leyes dictadas para el r-
gimen de la esclavitud entre nosotros. Jusgue, PU68, el que
Be& imparcial, juq'Ue con calma, y procurando el acierto,
175
si seria no necesaria la reforma de esa legislacion, en caso
de que hubiese de continuar la esclavitud como institucion
social en estas regiones. Por mi parte me reservo am-
pliar estas observaciones, y presentar mi opinion leal y
sincera. acerca de esto, en la ltima parte del presente
trabajo.
,
18'7
de ste. Las fuerzas humanas no se aplicarn, pues, con
todo su vigor y poderlo . faena alguna, sino en la propor-
cion que determine la razon individual; y como el esclavo
carece de espontaneidad y de inters personal, la razon no
le inclina desplegar todos sus recursos, toda BU energa en
la produccion de valores. No nos es dado borrar la dis-
tincion que la Providencia hizo entre los brutos y la especie
humana. Aquellos no necesitan l'8zon en la aplicacin de
todas sus fuerzas; pero el hombre la requiere indispensa-
blemente, porque su voluntad ha de ir guiada porell'8cio-
cinio. De suerte que el esclavo, como agente econmico del
trabajo, debe considerarse inferior al mismo bruto, en
cuanto . la capacidad de producir.
Qu estimulo tiene, en efecto, que excite su actividad
indu8tria'? Nada de lo que produce ha de ser suyo. Seguro
de su miserable sustento, nada pierde, si su trabajo no
produce. Su buena opinion no le mueve. Su razon, en fin,
no le aconseja que piense en el dia de manana. Por el con-
trario, todo el tiempo que deja de trabajar es para l una
ganancia negativa. De manera que, en las condiciones de
la esclavitud, no hay estimulo natural que promueva y fa-
vorezca el trabajo. El nico estimulo que existe es el temor
al castigo; pero es claro que mientras ms se aumentan
108 castigos, mnos sensible se har. el individuo . ellos.
Por otra parte, ese temor no le inspirar. la aficion al tra-
bajo, y slo contribuir hacer pusilnime, perezoso y
torpe al hombre que podria ser vigoroso, activo y diestro.
La inteligencia! Qu inteligencia ha de esperarse en
semejante estado'? La 'naturaleza puede haber dotado al
individuo de una buena orgallizacion intelectual; pero la
. institucion, no slo se opone . su desarrollo, sino que llega
ahogarla por completo. No hay educacion para el esclavo.
188
Los antiguos favorecian su instruccion; pero la poca mo-
derna ha descubierto que la educacion del siervo, en quien
s610,se busca fuerza muscular, es, por un lado, intil, y
por otro peligrosa. Se principia, pues, por eliminar en ese
individuo toda propension la adquisicion de conocimien-
tos, y lugo se completa la obra de embrutecimiento, acOfr
tumbrando al esclavo, exigiendo de l imperiosamente que
no piense, que si piensa no obre con arreglo sus pensa-
mientos, un en el trabajo que se le encomienda, que se
limite hacer lo que se le manda, aunque esto sea tan
absurdo que se haga incomprensible para la razon mnos
desarrollada. Y en efecto. el esclavo se llega habituar
esto de tal manera, que al fin viene perder la facultad de
raciocinar. Qu inteligencia, repito, ha de esperarse en
semejante estado? Y sin embargo, la Economa Politica
aconseja la educacion, la ilustracion, la completa civiliza-
.cion de las clases trabajadoras, porque de eso dependen el
bienestar de las mismas clases y de la sociedad en g~neral,
as como el aumento y la perfeccion de los productos, y
porque sin eso no se lograrian los inventos y descubri-
mientos que la industria humana necesita indispensable-
mente, . hasta para poner en relacion la cuanta de las
sub!'listencias con la cuanta de la poblacion, cuando sta
obtenga, por la.~ leyes naturales, ese incremento que va
tendiendo, y que ms de una vez ha excitado los recelos de
entendidos economistas.
Vemos, pues, que con la supresion de la libertad del
trabajo, el esclavo deja de ser hombre. Su inteligencia se
extingue, su voluntad desaparece, sus fuerzas producto-
ras menguan. Por consiguiente, el trabaj, la ley de la
naturaleza, la ley proclamada por el" mismo Dios, queda
degradado y envilecido. Y esa degradacion, ese envileci-
189
miento no se concretan la persona del siervo, sino que se
extienden las condiciones de existenCia del mismo tra-
bajo. Asi vemos que en paises en que existe la esclavitud,
la mayor parte de las industrias, y especialmente la agr-
cola y las mecnicas, estn, por decirlo asi, en la infancia.
La razon de esto es muy 6bvia. i, Quin ha de querer tra-
bajar como el esclavo'? Quin ha de colocarse voluntaria,-
mente al nivel del esclavo'? Si ste se halla en la ms pro-
funda abyeccion; si ha dejado de ser hombre; si hasta se
le puede considerar inferior al bruto, quin ha de colo-
carse espontneamente en la misma situacion de un ser
tan degradado'? i,Quin ha de desempear las mismas fun-
ciones de ste'? Quin ha de confundir su existencia con
la existencia de un individuo, que se halla, por decirlo asi,
fuera del gremio de la humanidad? Muy comun entre
nuestros campesinos, cuando quieren desacreditar cierta
clase de trabajos, es decir: eso se queda palfa los 'neflros; y
esto, por si solo, revela el dao inmenso que la institllcion
irroga la industria.
No creo necesario demostrnr que, tanto en lo moral como
en lo econmico, no existe trabajo alguno deshonroso. Sin
embargo, la esclavitud le da apariencias de deshonra; re-
trae de l las clases no sujetas la servidumbre; lo convierte
en una maldicion, en vez de ser, como es, una fuente in-
agotable de moralidad y de placeres honestos, licitos y
saludables. Bien pueden la historia, la moral y la politica
alzar su voz atronadora contra la servidumbre; nunca la
alzarn ms que la ciencia econmica, la cualjams podr
perdonarle el dao inmenso que ocasiona la industria,
degradando, deshonrando, envileciendo una de las leyes
ms sbias que debemos la bondad del Supremo Criador
de la natur&leza: el trabajo.
CAPTULO xv.
191
ciones roturas, y para trasmitir sus economi88 su fami-
lia; y porque ,.h88ta en la clasificacin de la familia mia,
de la familia tuya, y de la familia de otro, 8e ve encamado,
de una manera indeleble, ese principio de propiedad, eea
necesidad absoluta de distincion, entre lo que unos per-
tenece y lo que corresponde . otros.
M88 no hay propiedad tan sagrada como la que tiene el
hombre sobre s mismo, sobre su trabajo, y sobre el fruto
de ste. El clebre Turgot ha dicho: Dios, al dar al hom-
bre necesidades, al hacerle indispensable el recurso del
trabajo, ha hecho de la facultad de trabajar, la propiedad
de todo hombre; y esta propiedad es la primera, la ms
sagrada y la ms imprescriptible de tod88 188 propieda-
des. Nada puede ser ms injusto, moralmente hablando,
que quitar uno lo que ha trabajado, para drselo otro
que ha estado ocioso; y es claro que esa violacion del dere-
cho de propiedad quita al trabajo la remuneracion que le
es debida; de lo cual proviene la extincion del inters, uno
de los principales estimulas del trabajo, hacindose as
menor, 6 casi nula, la. produccion de los valores.
Quin ha de trabajar con ahinco, cuando sabe que su
misma persona no es propia, y que su individualidad per-
tenece otro'? ,Quin ha de trabajar, convencido de que l
mismo no trabaja, pues otro es quien trabaja por medio de
l'? Quin ha de trabajar bajo la persnasion de que otro se
ha de apropiar el fruto de su trabajo'? Quin ha de traba-
jar, en fin, conociendo que de todos modos tiene seguro
su miserable sustento, y que, por mucho que trabaje, este
sustento no se ha de aumentar ni mejorar'? La industria
8610 prospera cuando la cl88e trabajadora est segura de
gozar del fruto de su trabajo. Si el hombre trabaja, es, pri-
meramente, por obedecer la ley de la naturaleza, que slo
! . _0_
192
con el sudor de su frente le permite evitar las escaseces,
privaciones, sufrimientos, destitucion, miseria y la muerte
prematura, y despues de esto, porque quiere gozar del
froto de su trabajo y de sus ahorros, porque el cario que
tiene su familia le obliga mirar por el porvenir de sta,
porque considera que cuanto adquiera y cuanto econo-
mice ha de ser suyo, y de los suyos.
Evidente es que en el esclavo no puede existir el esti-
mulo que proporciona el inters para la creacion de los
valores. 8u subsistencia presente y'futura se halla asegu-
rada para conveniencia del propietario, trabaje 6 no trabaje,
produzca 6 no produzca, y para l desaparece la ley de la
necesidad, de la dura necesidad de trabajar para evitar las
penalidades de la pereza. Esa subsistencia no se disminuir
ni aumentar aunque trabaje poco 6 mucho, un cuando
produzca poco 6 mucho, y despues de todo esto, el fruto de
su trabajo nunca habria de ser suyo, ni de su familia. La
consecuencia de ello es la" completa indiferencia para el
esclavo, en cuanto producir 6 no producir, porque est
desconocido su derecho . la propiedad de lo que trabaja,
porque se niega . su trabajo la renumeracion que le es
debida, y porque desaparece el estimulo necesario para la
produccion.
Hato resultar ms claro y evidente considerndolo bajo
otro punlode vista. Hay productos, como una caja de azcar.
por ejemplo, que no pueden ser propiedad de un solo indi-
\1iduo, porque se crearon con el trabajo de muchos, y con
los capitales de uno 6 muchos. Entrando, pues, en c\?mbi-
nacion para. la produccion el capital y el trabajo, la moral
y la ciencia econ6mica, que en este, como en otros muchos
particulares, estn completamente de acuerdo, exigen que
del precio del producto comun sean completamente indem
193
niz&d08, tanto el capital como el trabajo, oon la proporcion
que respectivamente lescorre1lpon~e. Esto es lo que llaman "
,
196
buques que todo el Sur. Solamenre las impo1't&ciones y
expormciones de Nueva-York fueron mayores, en 1859,
que las de todo el Sur. La exrension de ferro-earrilea y
canales en el Norte era tres veces como la de igilales vias
de comunicacionen el Sur. La renta de correos no cubra
sus gastos en los Estds del Sur, al paso que .Mllssachus
seta, despues de pagar los suyos; daba un sobrante mayor
que la total recaudacion de la Carolina del Sur. Anterior-
mente las dos secciones tenan, con corta diferencia, el
mismo nmero de colegios pero en 1860 los Estados de
esclavos educaban 747 ministros del Evangelio, mientnu;
que-los libres educaban 10.712. El Sur tenia 3.812 estu-
diants, y el Norte 23.513 en otras ciencias. Por ltimo,
habia ms negros en las escuelas del Norte que blancos' en
las del Sur.
Es preCL'lO admitir que la esclavitud er. 1& nica catull
de tan marcada diferencia. Y es preciso admitirlo, no slo
porque lo ensea la estadistica, sino porque larazon lo
persuade asi. Ya dije que la esclavitud degrada y deflhonra
el trabajo, y que un en las IIlBmas personas qtle no per-
tenecen tan abyecta clase se encontr&ba esa aV6nio1l,
ese horror al trabajo, que slo se explica: con la mesta
preocupacion de que puede ser deshonroso para ~llibre'un
trabajo que- se encomienda al esclavo. Asi, pUes, la indus-
tria ha de retrasarse considerablemente en paises en que
predominan semejantes ideas. Degradado el trabajo por su
asociacion con 1& esclavitud, se hace imposible, ' dificil al
mnos, para el hombre libre, en todaa aquellas '!Areas que,
desempeadas por esclavos, demuestran, segun se Cl'ee,
una inferioridad natural en la persona que las ejecuta. Y
como la prosperidad de la industria est intimame'Dte li
gada con la honra y esttmacion del trabajo, fuerza ser
19'7
admitir que aquena. inmtReion lleva coll8igo el ~tanea
miento graves embarazos en la produceion. Donde quiera
que la esclavitud, el trabajo y la subordiDacion se hallen
en inmediato contacto, el traba.jo Y la subordinacion S6
hacen casi imposibles en quienes no eean eselavos. Y esto
trae daos inmensos para la industria.
Bajo este supuesto, no ser. dificil comprender que donde
existo semejante retraso en la industria en general, por 1&
C8U8S expresada; un el trabajo" del libre se halla poco re-
muneraao. Tal vez se considere esto como una verdadera
paradoja, porque 86 quiera comparar, por ejemplo, la
ascendencia de 108 jornalea en Cuba con 1& de los que se
melen pagar en los pueblos europeos, en los Blltados del
Norte de la Union americana; pero esta compare.cion no
ofrecerla eIactimd y seguridad en los dos extremos opues-
tos de la proporciono En efecto, si un obrero puede ganar
un duro diario en Ouba, y en Europa 8610 obtiene medio
duro, mn<l8, preciS es tener presente que con un duro,
en Cuba, no se 8Stisfacen las necesidades del trabajador
con 1& amplitud con que en Europa se sati8farian con m~
nos de medio duro. Y no Be satisfacen, porque entre 108
fenmenos econmicos que presenta la. esclavitud, entra en
pmnera linea el encarecimiento de las subsistencias y la
111m subida de todos los valores un punto extraordina-
rio, por lo mismo ~ue el trabajo va acompanado de trabas
y restricciones, que hacen menores los productos: de
suerte que el obrero, con el relativamente mezquino 8&la-
rio que disfruta en Cuba, se halla en la imposibilidad de
hacer frente todas BUS necesidades y gastos con el des-
ahogo con que lo .eri1learia en Europa con una cantidad
mucho menor, por ser allf ms baratas, no slo las Bubsi8-
tenC88 en general, sino tambien las mismas comodidades.
198
Y si se quieren ms demostraciones de esta verdad, las
encontraremos ClI.eilmente comparando loa actuales salarios
del hombre blanco y del esclavo en 1& isla de Ouba. No es
dificil encontrar, en la Habana, jvenes l'eeien llegados de
la Peninsula, que por atender sus rn8 precisas necesida-
des, aj ustan sus servicios en una. casa por seis, ocho, diez,
6 cuando ms doce duros mensU{1lea; pero por un esclavo
dedicado . los mismos serviCios domsticos, se pegan, por
lo mnos, diez y siete 6 veinte pesos. En cuanto los tra-
. bajos a.gricolas, sabido ea que 108 esclavos alquilados de-
vengan al mes desde diez y siete h8,8ta veinte y cinco p8808,
adems de los gastos de manuntencion, al paso que un ope-
rario blanco, de segunda 6 tercera gerarquia, enca.rgado,
no como quiera. de lo que llamamos un trabajo simple, 6
puramente material, ino del trabajo educado, que deberla
ser ms caro que el otro, tl(l consigue, .con cortadiCerencia,
el mismo sueldo. Esto consisie en que bt\io las bases da
organizacioD del ~o, en 1& isla de Ouba, se cree prefe-
riblela clase trabajadora esclava la libre, porque aquella
no requiere tantos miramientos como sta, y porque l$ta
no es susceptible de moverse por el solo estimulo del temor,
como sucede con la otra. Pero cualquiera. que sea. 1& CU'nsa,
eso revela claramente que no slo est mal remunerado el
trabajo del esclavo, sino que tambieu eP institucion trae
consigo la otra consecuencia forzosa Qe bac6l' escasa 1&
retribucion del trabajo del hombre libre, despues de ha..-
berlo degradado, despues de haber encarecido las subsis-
tencias, y despues de haberse dificultado, en lo general, el
desarrollo de la industrIa.
RiBibles son, por tanto, las pretensiones de los que
aspiran desarrollar, en la. isla de Cuba, la inmigracion de
las numerosas clases trabajado1'88 que abundan en EU!'Qp8
199
Y en otros pai8es del globo. La historia. y la. ciencia nos
persuaden de que la inmigracion no puede forza1'8e, no
puede debel'8e directamente artlcios ms 6 mnos Babi08,
sino de una 80la manera; tratndose de la esclavitud, bien
ron este mi8tno nombre, como ha sucedido respecto de los
africanos, 6 bien bajo la desigDacion de colonos, como eet
aconteciendo con la de los asitiCOB. La inmigracion, para
ser Blida, eficaz, vigorosa y benfie&, hade ser precisa-
mente espontnea, y la espontaneidad no se obtiene sino
donde se estimula el inters individua.l de un modo per-
manen~, y en la proporcin Deceflaria pMa vencer esa re-
si8tenci& abandonar la patria, 108 dulces campos que el
hombre contempl n los primeros afios de su infancia.. Bi
se quiere inmigracion, es preciso principiar remunerando
competntemente el trabajo, en tal grado que baste elsa-
lario algo ms que para Batisfacer las necesidades del mo-
mento, habida consideraeion la relativa caresta de los ft-
lores. Es preciso quitar al trabajo esa deshonra que lo
agovia. Es preci!o que el derecho de propidad sea verda-
deramente respetado, no en el trabajo, y en el fruto del
trlt.bajo de uno aolamente, sino respecto de todos, porque
todos estn in~resados en la supresion de las trabas de la
industria. Es preciso que cese ese prurito de atraer Cuba
una inmigra.cion forzada, de 188 regiones africanas 6 asir-
ticas. Es preciso que el trabajo se asiente sobre bases di-
ve1'8&8, y B6g'I1ll un si8tetna muy distinto del que entre
nosotros se ob8erva. EB preciso que, en lugar de pedinle
prodnctoB la fuerza muscular, que . pesar de cuanto se .--
haga no se aplicar con todo su vigor, donde se ha elimi-
nado la espontaneidad, se busquen favoreciendo la liber-
tad del trabajo y el verdadero estimulo de 8~: el inters.
As se conseguir la inmigracion, y de aqui debemos de-
200
dudr que entre los dems daftos que la industria irroga.
la esclavitud, se hall& el de hacer poco apeteeiblepara el
trabajador libre, fo1'88tel'P extranjero, la. permanencia en
un pa! en que existe semejante sis~a.
No quiero decir que slo con la libertad del trabajo,
con la supresion de la esclavitud, se lograr tal atluenci&
de pobladores estas nueV88 regionJJ, que de repente 86
pongan en cultivo nuestros feraces campos, y de .repente
se improvisen todas las industria.e que nos son desconoci-
das, Y se aumenten y pe:rfeecionen las exilltentes. No. Ni
es 'po8ible, ni siquiera apetecible esa atlU'IDcia extn.ordi-
naria de inmigrante8, q~ traera, entre otros funestos re-
sultados, el. de ,hacer demlWado abundante el trabado,
desprecindolo, por consiguiente, en la. proporcion que re-
lativamente debe guardar con el capital. Lo que COIlviene
es una corriente no voluminosa, pero firme y constante de
tJ:&bajadoreli!, para que gradualmente vaya aumentndo&e
el nmero de lu>s, y para. que el capital pueda. ir tambien
gradualmente aumentndose, de suerte que siempre en-
tren en eombinaoion el capital y el trabajo, dejando cada
cual desembarazado y expedito el terreno en que haya de
ejercer sus funcionQ! bienhechoras. Adems de esto, es de
tenerse pl'6llente que los intereses materiales no son los
nicos que traen consigo el desarrollo de la pobla.cion y
de las producciones de un paie, porque e~ hombre no vive
slo del pan, porque su t'6ZQn, crea otras necesidades, que
l1Bm&remos del espritu, y que son tan apremiantes, si
cabe, como las del mismo ouerpo. Creo, por tanto, que
nunca bastara para lograr la iInigracion apetecida, la.
simple concesion de mayor retribl1oion al trabajo libre,
porque no Tendra Ouba el trabajador que, en su pro-
pia patria en otro punto cualquieta, C&Crutaee mejorel
j
201
derechos civiles y politicos, que los que habria de disfrutar
en Cuba. Pero en medio de esta verdad, es incuestionable
que de todos modos no se conseguir la inmigracion es-
pontnea, en grandes masas, sin garantizar al obrero ms
conveniencias materiales de las que disfruta bajo el pre-
sente rgimen. El trabajo li'Qre,debe ser mplia y genero-
samente remunerado, para que traiga consigo el aumento
del nmero de trabajadores libres.
CAPTULO XVI.
*YJ
bajo' ni del capital. Porque no impunemente ha podido
violarse la ley providencia! en que se funda la espontanei-
dad del trabajo: porque no impunemente ha podido el dueo
del capital esclavizar y degradar el trabajo; y porque el
trabaj9 del esclavo no produce lo que debiera producir el
del libre. Oomprndese perfecqunente que 8i la. retribucion
del trabajador es inadecuada injusta, la produccion no
deber ser muy CuantiOM. Este el un principio econ6mico,
tanto ms exacto, cuanto qve viene fundado en la ley de
la natal1L1eza, qne slo pot medio del inteJ!s formenta el
estimulo al tmbajo. La esclavitud suprime Me inters en el
trabajador, yen vea del e&timulo"Datural crea uno artificial,
como'"14 hemos visto, el temor al castigo. Pero no hay ver-
dad tan bien demostrada en la ciencia como la de que el
estimulo del inters es superior a! eMimulodelltigo, por-
que aqul, colDo Qbra de Dios, siempre ea eticazy poderoso,
y porque el ltimo, como obra del hombre, no 'en toda8
OOlUIiones obtienel& in1iuencia que.se le atribuye. Verdad
es que'se obliga. al eeolavo irabajar; pero. ~a sin vo-
hurtad, sin int8l's., por mejor decir, contra su voltmtad
y contra iU propio inters. Su fuerza de inercia ea un arma
podel'OEl&, que emplea contra el propietario, quien no puede
domiDarla siempre, y cuando la domina s610 CODseguir un
efecto negativo. 'El dueAp lograr que el esclavo no se est
quieto, y no haga lo que se le prohiba; pero no lograr que
tome .empep en la produceion, ni que aplique tQdas sus
fuel'l88 y todo 8U tiempo al trabajo, ni que el trabajo del
esclavo rinda tanto como rend.ir pudiera el del libre.
lI aqu UDa ruon poderosa para demostrar por qu el
capital, un ~pues de no baberconcedido la debida remu-
neracion al trabajo, deja de obteDer, cuawio se asocia. con
la esolavitwi, la. re~ibUtJion que le ea debida; pero bal
20(
, 209
tanda todo lo que puede su se!lor, quien por otra parte
.pierde todo lo que el esclavo malgasta y destroza, un sin
nimo deliberado. En quinto lugar, el trabajo del esclavo
prod~oo poco, unas veces porque el siervo se halla prfugo,
otras porque est enfermo, otras porque no quiere, y otras
porque no sabe trabajar.
En mi sentir, el mejor medio de plantear la cuestion no
es indagar cul de los dos trabajadores, el esclavo el li-
bre, cuesta mnos, sino cul de ellos produce ms, un
habida consideracion sus respectivos gastos. En estos
1rmin~s, sin necesidad de entrar en clculos dificiles y
complicados, nadie, hasta ahora, ha vacilado en asegurar
que, sean cuales fueren los mayores costos del trabajo li-
bre, la produccion de ste ha de ofrecer un resultado tan
ventajoso, comparada con la del esclavo, que un despues
de apearse el exceso de sus gastos, el sobrante todavfa ha
de resultar mucho ms crecido. Be nota, en efecto, en
cuanto al servicio domstico, que todas las tareas que en
Europa desempe!lan regularmente uno, cuando m.s dos
criados en una familia, no pueden desempearse en la isla
de Cuba sino por ocho diez criados. Y esta m.isma dife-
rencia se advierte igualmente en la produccion de la indus-
tria a.gricola de otra cualquiera, en que se ve siempre
que el trabajo de dos ms esclavos no llega rendir tanto
entre nosotros como el trabajo de un hombre libre en Eu-
ropa. Porque falta los unos el estimulo que el otro tiene;
el inters: porque falta los unos la espontaneidad que en
el otro existe: porque la asociacion del trabajo de los unos,
con el capital empleado en la industria, es viciosa y defec-
tuosa, al paso que en el otro la combinacion de ambos
agentes est. basada en ciertas reglas de.proporcion, justi-
cia y equidad.
I~
.
210
H aqu por qu la esclavitud no permite obtengan a
remuneracion debida. los capitales que con esa institucioD
se asocian. Sin embargo de la preponderancia del C&pa.l
sobre el trabajo; sin embargo de la injusta retribucloD que
en esas circunstancias da el capital al trabajo, el mismo
capital no obtiene los frutos 6 utilidades que debiera obte-
ner si estuviese asociado con el trabajo libre. Falta al ea-
clavo el estimulo para la produccion. La inteligencia no
ri,ge la combinCLCion de esos dos agentes de 1& industria, y
DO da. por resultado los adelantos y las mejoras, los aumen-
tos inventos que de otra suerte se conseguiran. No hay
di,ision de trabajo, sino coniusiou de industria: no hay
ms que desperdicio de capital, de trabajo y de tiempo. El
resultado de todo es que la produccion disminuye, y que
el capital invertido en la industria respectiva no rinde loa
beneficios que d~bieran corresponderle: es de~ir, que en la
misma institucion de la esclavitud van envueltas su repre-
sion y la condigna pena de los capitalistas que con e~ se
han asociado.
CAPTULO XVII.
216
de negar los placeres qu,e han de traerle ~s gastos? El
no tiene necesidad de trabajar, y por consiguiente no tra-
baja. Su posicion exige de l que para no confundirse con
las clases trabajadoras, se deje dominar por la pereza. Esta
produce el fastidio,.y, en su sentir, el nico medio de
combatirlo es el placer. Qu es, pues, lo que ha de pro-
porcionarie ese placer que mata el tdio? Es el j uegoY Pues
en el juego invertir sus caudales. ,Es la gulaY Pues en su
mesa nada faltar que pueda satisfacer ese apetito. Es la
sensualidad brutalY Pues no escasear medio alguno de
conseguir la ~lizacion de sus deseos.
Tenga la satisfaccion de decir que me admira que este
cuadro, brevemente bosquejado, no sea tan general, tan
unn~ como debiera serlo en toda la sociedad cubana
que conozco. Me admira no verlo en cada una de las casas
de propietarios de esclavos. Sin embargo, debo confesar
que, grandes C9lO0 son los incentivos que la esclavitud
ofrece al vicio, hMta ahora no son comunes entre nosotros
la.orgiay la crpula; queun la mismainclinacionaljuego,
que tantos estragos caus en otrapoca en nuestra sociedad,
va disminuyendo considerablemellte; yen fin, que las re-
glas de moralidad tienen regular observancia en el interior
de casi todas nuestras
, familias. Pero siempre tendriamos
mnos vicios si no tuviramos la esclavitud, y de todos
modos siempre tenemos que lamentar la falta de economia,.
la falta de ~umulacion de ahorros nuestros capitales.
En efecto, si los vicios, si las faltas, si los crimenes no
abundan, y son, por el contrario, ms mnos raros entre
los propietarios de esclavos, siempre queda en p~ la mayor
de las dificultades que en elrd.en econmico vengo rese-
ando, entre 1M que trae consigo la esclavitud para el
acrecentamiento de los capitales. Nadie comprende lns pe-
217
nalidades del trabajo de otros. Nadie comprende la conve
niencia de hacer ahorros cuando es el trabajo de otros el
que proporciona los productos. Nadie comprende las venta-
jas de la abstinencia en gastos ms mnos licitas, cuando
consigue con el trabajo de otros los medios de hacer esos
gastos. y el mundo ofrece tantos atractivos, y cada uno de
estos es de por si tan costoso, que no es extrao que cada
familia gaste, entre nosotros, lo que en otro pais se conside-
raria una suma fabulosa. Pero lo peor de todo es que, en
muchos casos, esos gastos no slo comprenden la verdadera
renta, sino una parte, ms 6 mnos cuantiosa, del mismo
capital, sin saberlo el propietario, sin que ste considere
posible que, al invertir en sus necesidades y placeres lo que
le parece ser la produccion liquida de sus fincas, est in-
virtiendo una parte ms mnos considerable del verda-
dero valor de dichas fincas.
Esta es, sin embargo, una verdad P06litiva en casi ,tQdag
las familias que constituyen nuestra sociedad'. Quizs en
Europa haya algunos que tambien estn viviendo del capi-
tal, cuando creen que viven solamente de la renta; pero si
all es mayor menor el nmero de los que p888.n 8U exis-
tenciarbajo semejante ilusion, tal vez no me engae &1 decir
que entre nosotros s610 una reducida minoria deja de ha-
liarse en semejantes circunstancias. Me refiero especial-
mente los propietarios de prdios rsticos y de gran n>-
mero de esclavos. Esos propietarios no pueden ignorar,
y sin embargo no se detienen considerar, que cada ao
que pasa disminuye el valor de cada uno de SUB esclavos,
de sus terrenos, de sus animales, mquinas, instrumen-
tos, etc., y el valor, en fin, de su capital, pues todo tiende
. desmerecer en este mundo material, sin que de esta ley
de destruccion se hallen libres, esclavos, animales,mqu-
218
nas, instrumentoe, sembrados, etc. No basta, pues, separar
de las producciones de un ao los gastos del mismo ao;
preciso es separar tambien una cantidd considerable para
constituir un fondo de reserva, 6 un fondo de amortiza.cion,
con el cual pueda reemplazarse, en su caso, la prdida 6 E8-
minucion gradual del capital. Slo lo que quede sobrante,
desJlues de separar los gastos ordinarios y extraordinarios,
yel erecido fondo . que acabo de aludir, podr. llamarse
renta liquida, en la cual todava debiera hacerse, racional-
mente, otra deducclon, supuesto que no basta consen'ar el
eapf't81, sino que es necesario ir aumentndolo gradual-
mente, por lo Imismo que la poblacion va naturalmente
creciendo, y ha de ofrecer, con el tiempo, . la industria
mayor nmero de trabajadores de los que el capital actual
pudiera emplear.
Pero entre nosotros no se hace esta. econornfa, y ljos de
ello, los propietarios de nuestros prdios rsticos ni siquiera
separan, en lo general, ese fondo de reserva y &mortizacion,
que es tan indispensable para la conservacion del capital.
Los ms cuidadosos, por lo comun, slo procuran reducir
sus gastos . lo que producen sus ftncas, despues de haber
rebajado BOlamente los costos aparentes de la produccion; y
no faltan much88 familias que, t\un de esto ltimo, tambien
prescinden, viviendo de dia en dia sin cuidarse del de ma-
Mna, sin buaear otra cosa que los medios de satisfacer las
ueceeidades y un placeres, y los caprichos del momento.
Esfa es, Bin duda, la eausa. de que entre nosotros a.bunden
~nto los concursos de acreedores, en la clase de propieta-
ri08 de predios msticos. No faltan quiebl"M de comerciantes
en otrO! paises: fampoco deja de haber algunos casos en
que 108 propietarios contraigan ms deudas de las que pue-
den 8$tis!aeer de momento, y procuren un acomodamiento
219
con sus acreedores. Pero estos casos son raros en compara-
cion con los que entre nosotros ocurren, yes efectivamente
fcil de comprender que con el sistema de administracion
que observan nuestros propietarios, y que est ntimamente
enlazado con la organizacion del trabajo, debe haber, como
hay realmente, mayor propension ir gastando el capital,
en vez de vivir sobre aquella parte de la renta que quede
despues de 188 segregaciones indicadas.
Otra observacien se me ocurre lICeroa. de esto. En otros
p&8eS1le conservan en 188 familias las propiedades de los
sntepaad08, aunque no intento decir que esto sea a.bsoluto
y general. Por el contrario, 1M vicil!litudes de la \'ida son
tan vrias, qne no creo qne exista un pe.1s en que deje de
verse un cambio' frecuente en el dominio de las propieda-
des inmlllebles; pe~ en Europa hay muchos que fll.n po-
seen los bienes de sus &bUe1os y bisabuelos. Entre nosotros
son mny mros semejntes CMOS. Un hombre ha hecho Ul'l
grari capital con su laboriosidad y con 8ll economi&,. Y' en
los ltimos aos de su vid&. C1rida n&tnr.almente de goZar
del fruto de sus &Dteriores t1:abajos y ahorrue; pero sus
hijos no heredan aquella laboriosidad ni &quel deseo de
hacer economias, sino tan slo la propenBlon ti. ~Z&l' Y
satisfacer sus apetitos. No tienen necesi?&d de traba.Jar:
otros trabejan por ell08, y s610 procuran gastar. De esa.
8Uerte queda ya muy reducido el primitivo capital cuando
lo trasmiten las terceras manos, esto es, los nietos del
fundador, quienes ntes de mncho tiempo han' di8ipMo ya
los restos de aqnella fortuna, y S6 encuentran reducid08
la. indigencia.
Todo esto es efecto, C3Si exclusi~mente, de la institu...
cion de la esclavitud, no porque los hombres sean ms
malos en paisea en que'esa instituciOD existe, sino po~e
220
indudablemente son mlS irrellexivos. La servidumbre,
que fomenta la pereza, que ofrece ocasiones brillantes la
disipaeion y al desarreglo, que hace que el hombre de-
,penda, no de su trabajo -propio, sino del trabajo ajeno,
tiende indudablemente destruir los capitales. .
Pero entremos en otro gnero de rellexiones que nos
conducirn al mismo convencimiento. Be ha advertido que
la esclavitud no ha adquirido profundas mices sino en pat.
868 excesivam8Ilte feraces. Donde la explotacion de las
ti~rras requiere asiduo inteligente trabajo, los esclavos
no han' sido tiles, y el cultivo se ha encomendado . bra,..
1.lO8 libres, ms .. propsito' p.am obtener la produccion
apetecida. S610 en las regiones excesivamen~ frtiles, en
que el terreno ha estado dispuesto rendir con la mayor
generosidad y amplitud lo que se desea, ha prosperado y
se ha ar~o esa institucion. llas en esos mismos felices
diatritos, ,q" basucedidoY Bn los primeros aflos ll!o6 10086-
c.has 1}.~ sido abundantes r aplm88 ha sido necesario algun
tre.beJo para COJlSeguir crecidos rendimientos. Bin embargo,
al; cabo de. algQn 1ie~po los prodllc$os disminuyen; elpro.
pietario CQDsnme todos sus recursos en el sostenimiento de
sus h8ciendtl.s; en seguida contrae deudas: lugo llega el
caso de. advertir que las hipotecas qne pesan aobre sus
bienes absorben el total valor de stos, y por. ltimo, con..
cluyesbB.ndpnando 8808 terrenos que llama canaaJJs, para
ir en busca de otros, virgenea, con lo cual' pierde: un in-
meneo ca.pital. fijo represe.ntado en fbricas y. otroa objetos.
.No se r~ouerd& lo que entre J;losotros sueedi, no h BlU-
cho tiempo, respecto de los valiosos cafetales, cuyos ,pi'o-
pieti&rios, 'arruinados ya, tuvieron al finque demolerlt>sY
&No se est. ob8ervando 88to mismo enmuchos defnue8tros
ingenios'1 i.No se ha visto lo propio en las dem$ Antillas,
221
en los Estados del Sur de la Union americana, y en otros
paleS, en que el trabajo ha estado asi organizado Y
La causa principal de esto consiste en que la esclavitud
ahoga las condiciones de existencia del capital y del tra-
bajo. Deja exhaustas las tierras, porque no ha sabido cul-
tivarlas con inteligencla. 'ni ,devolverles las fuerzas de que
las ha. privado. Acarrea pobreza. general, hipoteCM, cen-
sos y ruinas, porque se ha gastado, por todos conceptos,
ms de lo conveniente, y porque no se ha obtenido toda la
produccioh competente. Y viene, al fin, ti. demostrar, de
una. manera incontestable, que una vida de indolencia. y
deudas ha de ser, y es, muy inferior . una vida de indus-
tria independencia.
.1 .
,
CAPTULO XVIII.
..
228
medio ms racional y acertado de sacar b~neficios conside-
rables de los descubrimientos que se hicierpn. Sin duda se .
habia pensado en fomentar de otro modo el trabajo; y con-
cedindose . ste en las colonias espanolas la espontanei-
dad, libertad, respeto, oonsideracio:tleB y franquicisa nece-
sarisa, lo probable es que con el tiempo los tlabajadores
europeos hubieran verlido paulatinamente poblar estas
regiones, atraidas por la justa y merecida. fama da sus ri-
quezas, y por la fundada esperanza. de que en la nueva
patria encontrarian el bienestar moral y material que tanto
apetece el hombre.
En este caso la pobla.cion y la industriahubiera.n crecido
gradualmente; pero de una manera. Blida, permanente y
estable. AQu nos importa, en efecto, . nosotros los que
vinimos en la. presente poca, que artificialmente se haya
desarro11a.do, bajo un defectuoso sistema de organiza.cion
del trabajo; la industria qne en apariencia. resulta tan p~s
pera en la isla de Cuba. y en otros puntos del Nuevo M:undo~
Si vemos que ese desarrollo ha. sido vicioso; si estamos
contemplando, por decirlo a.si, una planta que prematura-
mente creci frondosa, pero que sobre no dar los fruto que
en otras circustancias pudieran recogerse de ella, est con-
denada, . un fin tambien prematuro, . permanecer en
estado de laguidez y postracion, Apor qu hemos de rendir
tributos de elogios y veneracion . una institucion que, si ha
producido bienes, ocasion tambien males mayores?
Ntese bien el estado de angustia incertidumbre en
que nos hallamos, y en que se hallan otros muchos paises
en que existe la funesta institucion. Comprendemos el mal
moral que en ella Be encierra; comprendemos, asimismo, el
inmenso dao que econmicamente nos ocasiona. Deseamos
encontrar remedio . todo esto; y sin embargo de nuestra
229
buena. voluntad, no 10 h&11amos tan fcil y hs.cedero como
seria de apetecerse. Esto, por si slo, ba8taria para maldecir
el momento en que pOI' primera vez lleg ponerse en
ejecucion el proyecto de traer semejante institucion lo
que puramente se llamaba un Nuevo Mundo, paises ente-
ramente nuevos, ricOs, feraces, colocados por la Divina
Providencia en circunstanciM de contribuir eficazmente al
desarrollo del comercio y de la industria de todM 1M nacio--
nes; paises, en fin, libres de los vicios que aquejaban la
sociedad europea, y propios, mM que ningun otro, para
asentar en medio de la tranquilidad y del rden, y sin ms
ba8e que el trabajo libre y la recompensa al mrito personal,
el rden de cosas ms favorables al progreso de la civiliza..
cion y al provecho de la. humanidad.
No: por mucho que reconozcamos lo que el trabajo for-
zado, por medio de los productos coloniales, y en la. ex-
plot8cion de las minas de Amrica ha hecho para fomentar
loscambios, yel eomrcio de los pueblos, y la industria en
general, no podemos ni debemos reconocer en tnninos
absolutos su conveniencia. Lo que es forZado puede dar y
dacierfmente resultados: puede anticiparlos; pero siempre
lleva consigo las consecuencias inherentes las circuns-
tancias de fuerza y coacciono Mejor es, sin duda, llegar
paulativamente; pero de un modo seguro, firme y estable,
los fines que nos proponemos alcanzar. En Amrica hu-
biers podido ariaigarse una. poblacion industriosa, sbria,
inteligente, capaz de servir de modelo los mismos pueblos
antIguos de donde procediera. Seguramente en la primera
mitad del siglo XIX, esa poblscion no habria alcanzado to-
davia en las regiones intertropicales, y en" 1M adyacenteS,
el grado de prosperidad que parece haber llegado la que
ahora existe; petoes seguro que en la. segwida mitad delsi
230
glo XIX, no tendriaque lucha.r con los inconvenientes que
ahora nos aquejan, ni con los trastornos y reveses que en
determinadas localidades se han advertido ya, y que mu-
chos temen para 1&9 islas de Cuba y Puerto Rico.
Por lo dems, es una preocupacion vulgar la. idea. de que
han sido y son fabulosamente ricas las coloni.a.!l del Nuevo
Mundo. No creo posible que bajo un sistema colonial, esto
es, encaminado directamente 'proteger la industria me-
tropolitana, haya. verdadera riqueza prosperidad; pero
sin necesidad de ent1'a.l' en esta cuestion, puede aseverarse
que donde el trabajo est. basado en la esclavitud, la indus-
tria carece de 1&9 condiciones necesarias para su desarrollo,
perfeccion y mejora. Juzgo haberlo demostrado asi, y
juzgo adems que lo que acabo de exponer sobre las pro-
ducciones coloniales, que con el trabl\io forzado se consi-
guieron prematuramente, no se estimar bastante para
destruir la fuerza imporlancia. de 1&9 anteriores demos-
traciones. La cue1Jtion no est reducida. . sabe\' de qu ma-
nera pueden traerse, en breve tiempo, trabajador~ fuertes
y robU8tos . paises nuevos. Si en eetos trminos se plan-
teara, me abstendriade emitir mi opinion sobre ella, de-
jando el campo libre . los partidarios de la servidumbre,
para encomiar 1& facilidad de este gnero de eolonizacion.
La euestion, tal como la concibo, tal como he querido re-
aolverla, se reduce;' investigar si el trabajador esclavo
produce tanto como el trabajador libre, si el estimulo del
miedo suple el estimulo del inters, si la industria besada
en el trabajo forzado es tan prspera como la. que est ha.-
88da en el trabajo libre, espontneo inteligente. No es
dudosa la eleecion que, con arreglo B. 108 principios de la
ciencia, har. cualquier hombre impa.reial y de buena fe en
favor del trabajo libre, oon referencia &1 del eaclno. Qu
231
importa que por medio de la esclavitud se hayan obtenido
considerables productos'? ,Qu importa. que stos se hayan
logrado ntes, quiz, de la poca en que se hubieran al-
canzado por otros medios ms legitimos'? El bien &Si cau-
sado, que slo consiste en 1& anticipacion de algunos resul-
tados, no guarda proporo!0n con los males ocasionados.
Pero, SeR de ello lo que fuere, sin necesidad de volver la
vista lo pasado, y limitndonos ver las cos&s, tales
como son en el da, Y tales como pudieran ser; variadas
las bases condiciones 'de existencia del trabajo entre nOIr
otros, fuerza es convenir en que si todos los trabajadores
que emplea actualmente nuestra industria, tuviesen espon-
taneidad inters propio; si el trabajo fuese libre, volun-
tario y adecuadamente remunerado, daramos JUayores y
mejores produetoe, y habramos ya alcanZado un grad de
prosperidad que no podremos llegar bajo las presentes
circunstancias. En ltimo extremo, todo esto quiere decir
que si la esclavitud pudo tener, '1 tuvo en otro tiempo,
motivos para su establecimiento y desarrollo en nuestro
suelo, y8. ha- pasdo esa poca,' ya han desaparecido e808
movos, ya bancambiado por eompleto las C0888; ,Ha pro-
ducido bienes ntee de ahora' sea en buena hora; pero en
1& actualidad produce males: en 1& actualidad impide que
alcancemos mayores bienes de los que, en tiempo de su
esplendor y gloria, pnd? ocasionar. t,Cabe, pues, duda en
1& apreoiacion que de 68a Dstitucion debe hacer el econo-
mista"
CAP1TULO XIX.
t
A.cabo de decir que es una preocupa.cion vulgar 1& fabu-
108& riqueza atribuida 188 colonias espaftolas del Nuevo
Mundo. Esto requiere .una explicacion detenida; porque,
en efecto, cualquiera que examine 108 datos estadsticos,
que con referencia la isla de Cuba y 8US produccionM 88
publican; cU&1quiera que note la 88Cen~enclade nuestras
importaciones y exportaciones anuales, y vea la suma total
de 188 recaudaciones de nuestras aduanas, estar muy dis-
puesto creer que n08 hallamos efectivamente nadando en
la abundancia, yen medio de la mayor proeperidad y gran-
deza. As lo dicen, al mnos, 108 partidario8 del sttl,t. po,
y en es1x> se fundan para combatir toda clase de reformas,
y especial y seiialadamente la de 188 condiciones del tra-
bajo en 188 posesiones de Espaa en Amrica. Es, pues,
conveniente comprobar que, sin ser la isla de Cuba pobre,
sin que deje de ser cierto que posee inmensos elementos de
riqueza, su industria no se halla en 188 circunstanci88 de
prosperidad, desarrollo y adelanto qne muchos suponen.
233
Pudiera, en verdad, evitarme este trabajo, porque ya he
explicado lo que alcanzo en los principios de la. ciencia
econmica, con referencia . la institucion de la esclavitud;
y porque siendo ciertos, fijos invariables esos princifios,
y estando, por otra parte, comprobados por la experiencia,
no debiera haber necesidad de entrar en pormenores para
justificar la aplicacion de aquellas verdades la isla de
Cuba. Mas, aparte de 108 datos que hasta ahora he ido con
Bignando, importa expresar otros que llevan en si mayor
grado de conviccion, pues nada debe omitirse que tienda
desarraigar toda duda que sobre el particular exista.
Voy, pues, examinar el estado de la industria azuca-
rara da la isla de Cuba, que es, por decirlo Rsf, la industria
madre, la que da alimento y vida . todas las demas. Al
hacer este exmen creo oportuno aprovechar los T&1iosos
datos que me ofrece un informe escrito por el Sr. D. Juan
Poey, uno de nuestros ms entendidos hacendados, con re-
ferencia al p1'Oyecto de reforma de los aranceles de la Pe-
nnsula, en lo que toca nuestros azcares. Y aprovechar
esos datos, con preferencia los que por otros conductos
he podido adquirir: 1. porque, Bin 88r tan completos los
mos como los del Sr. Poey, concurren, en lo sustancial,
dar 108 mismos resultados: 2. porque el nombre del se-
fior Poey es ya por si slo una garantia de cordura, medi-
tacion y acierto, que no debo desperdiciar: 3. porque diri-
gindose el informe del Sr. Poey establecer conclusiones.
en que, dicho sea de paso, no estoy en lo absoluto entera-
mente de acuerdo, y en que no reslta ma.rcada. una iden-
tidad de miras en lo que dice relacion con el objeto de esta
obra, han de aparecer los clculos y la opinion del Sr. Poey
de mucha fuerza importancia, supuesto que nada. indica
que el Sr, Poey haya tenido empei'lo, grande 6 pequefio,
,
234
directo indirecto, en revelar los males de la institueion
de que vengo hablando; y 4. porque, si los datos aparecie-
sen exclusivamente mios, podra cr~rse que habian sido
amoldados expresamente A. las circunstancias, cuando al
presentar los de una persona tan competente y respetable,
y extractndolos de una obra escrita con anterioridad, y
con distinto objeto al que me ocupa, no ser posible atri-
buirme obcecacion, deseo de exagerar, motivo alguno
que desvirte las apreciaciones que someto al buen juicio
de mis lectores.
El Sr. Poey, en la iutroduccion su trabajo, dice 10 si-
guiente: Durante mucho tiempo se ha 'creid.o que era tal
la riqueza de 108 ingenios de la isla, que pudiendo com..
11 pararse rios de oro, ningun inconveniente habia en
sujetar sus producciones A. los crecidos derechos que, bajo
lO diversos nombres, pagan en 1& Peninsul&; pero demostrar
Cloalo IObre el oosto 7 pzoodu.ooionH de loa iJlpnioa
de la Isla de Cuba.
TIBRRAS.
SIEMBRAS.
(1) En YO. <lo t.&OO ,..-Iljedol, .Ia dada por error de eI\Ia. <lobea _ 1.000 peIM
..... que le obleDla el predacto d. 16.210.
(2) Ea Ya de 8 debea _ 4 ..baller'........ qu. , rasoa de 800 ...-.......p
el procI8etD .. 3.200 pe-..
(SI Eale pJ04Mto "_lit! r , l1ueo ,...
~
Bueyes - yuntas ............... 42 100 .284
Carretas y carretones para caa
y bagazo ..................... l. 100 1.428
Edificios del ingenio y sitio '.' ... 40.589
Mquina de vapor, trapiche, chi-
menea, materiales, etc........ 18.000
Trenes jamaiquinos, dos medios. .500 9.000
llormas de hierro............. 3.700 1 3.700
Cercas y divisiones. de pilla y
pion........................ 1.000
Animales para carga y potrero,
pozos. utensilios , botiquin,
muebles de casa y enferme-
r[a, etc., etc ................. 3.000
SUELDOS DB OPBRARIOS.
Aoe
OBJETOS. A..lo. de dQrae!oll. Prdida cada afio. IMPORTE.
Negros.................................
Bueyea.............................. ,.
113.000 (1)
4.284
6
2.50 por 100
16.66
2.825
713.7
r. (2)
Carretas ~ carretones ................. " 1.428 5 ~ 285.60
Edificios el in~nio y sitios ............ 40.58'7 ~ 3.~ 1.352.00 (3)
Mquina y mo' o ...................... 18.000 18 5.55 999
Trenes comunes. dos ................... 9.000 15 6.66 500.40
Hormas ..... '" ......................... 3.700 12 8 296
Utensilios, animales, etc....... , ....... 2.000 8 12.15 250 (4}
Total de amortizaciones anuales.. ... ... ... 7.321.61 ps. (5)
~
. - -
ro
o.
c. (t) Posos tt3.GOO.
'<
(2) Sobre tt3.600 pesOl, 01 2 ~ por 100 Importa 2.840 ~
C) (3) Sobre 4U.;'87 pesol, el 3.B3 por 100 iJaporta 1.3M.n.ti pe_ IOb... 40.689 pe_o qQe el la caQtidad &Jada
el 3.33 por tOO da 1.3L1.61.37 peIna.
.11 la caellla d.I . . . . . llIl IllraJo,
O (4) Debe IU 213 peSOI.
..,
243
RESMEN.
Por el interl!l del capital de Z74.919 ps. 24:.742. 9 por 100
!Lnos, por prdidas sufridas......... 13.401. 4.fJ7
Rendimiento definitivo (4).. 11.341.Z7 4.13 (5)
.
OBSERVACIONES SOBRE LOS PRECEDENTES CLCULOS.
------- -~-
....--
.
253
produccioa lo q\le baste para cubrir esta prdida, bien en
una. partida. expresa en el fondo de amortizacion reserva,
6 bien aumentando el tipo del inters. A.doptando, pues,
este ltimo extremo, juzgo que el capital invertido en la
creacion 6 fomento de un ingenio de azcar debiera pro-
du.cir ms del '1.2 por 100, para redituar lo que los capitales,
en otra. cualquiera. inversion, suelen dar en la. isla. de Cuba.,
ypara proporcionar, al propio tiempo, una. prima. de seguro,
fin de hacer frente & los riesgos y prdidas tan frecuentes
y comunes en esa. industria, en aquellas ocurrencias yob-
jetos de que no se ha. hecho mrito, particularmente en el
clculo de refaccion extraordinaria que nos ofrece el sefior
poey.
Este sefior se ha encargado antieipadamente de darme la
razon en las eonsideraciones que estoy haciendo, y no creo
posible comprobarlo de mejor modo que con SUIl mismas
palabras. Dice, hablando de intereses: Cuando resuelve
cualquiera fomentar 6 comprar un ingenio, #,qu es lo que
se proponeY Invertir de tal modo un gran espital que rinda,
& ms de un buen inters, la. mayor ganancia posible.
8upnga.ee que, teniendo un individuo completa amplitud
para esa. clase de empresa, pero careciendo de fondos dis-
ponibles, haya de solicitarlos de un banquero. ste se
dir. indudablemente & si mismo, que si como agricola ha
de estar sujeta la especula.cion vicisitudes de cierta con-
sideracion, como fa.bril que ha de ser tambien, lo el'ltBr.
a.D ms: contar, por otra parte, el tiempo que ha. de
tardar el ingenio en pagarle, que sin duda ser. bien largo;
y si hechas estas y otras cuentas, no exigiese ms que
el 9 por 100 que he adoptado, sEri. el fnix de los banque-
ros cubanos. Ahora. bien, segun Courcelle Seneuil, es
preciso para una. buena. contabilidad, estimar el inters
254
del capital invertido, conforme los riesgoB de prdida
paroial total. que est expuesto, fin de asegurar en
10 posible. su conservacion y reproduccion. Paga.m,
por consiguiente, el indicado premio el empresario, y lo
cargar la nica cuent& posible, la del ingenio, dn-
dome con es10 la norma de lo que debia. bacer y de lo que
he hecho en mis clculos.
. y luego, bajo el nombre de omisiones voluntarias, aflade
las siguientes re1lexiones: ~diera. introducir, como gastos
de los ms legtimos: l. o Un seguro de incendios, necesa-
riamente muy elevado en un p&is que t&ntas prdidas su-
0
fre cada ao en este. clase de desastres. 2. , Otro no mnos
considerable por las grandes epidemias, que con hMta
frecuencia han diezlllldo nuestras dotaciones de esclavos
y nuest~ boyadas. 3. Pudiera, en fin, aadir una par-
0
258
no dan para pagar sino los 18.250 pesos de lo. baja refao-
cion ordinaria, y los 7.321 de la baja refaccion extraordi-
naria, quedando slo un sobrante de 12.233 pesos, que no
bastan para cubrir {!.Un el inte,s al 9 por 100, Y mucho
mnos la comision el trabajo del dueo. Ese inters, bajo
el tipo del 9, que tanto y con tan buenas razones he com-
batido, debiera ascender 24.042.71 pesos; pero lo. pro-
duccion, rebajados los otros gastos, aunque no la I:emune-
meion del trabajo del dueo, slo ofrece por razon de
inters 12.233 pesos, que es aproximadamente la mitad.
Luego el capital invertido con tantos riesgos inconve-
nientes, apenas alcanza cubrir un 4 por 100 en un pas en
que ellO el 12 por 100 es ordinariamente el precio del
dinero, fuera de circunstancias especiales.
Es, en efecto, un hecho positivo, que los provechos del
cultivo del azlicar son en extremo bajos. Si esa industria
no se ha abandonado ya, es porque una gran cantidad de
capital fijo existe convertido en formas inlitiles para otro
objeto, siendo preciso principiar por destruir el capital
para verificar un cambio. Y si todavia sejomentan nuevos
ingenios, es porque mucMI suelen entrar incautamente en
una empresa riesgosa, esperanzados de verse tan favore-
cidos de la fortuna como U'1UJ8.pOCOS lo fueron, sobre todo
en terrenos nuevos, que con corto trabajo dan cosechas
abundantes.
Luego la industria azucarera. en Cuba no proporciona
ventajas, y puede, bajo ese aspecto, considerarse como
ruinosa.
Luego se equivocan considerablemente los que suponen
rica, prspera y feliz la isla de Cuba, bajo el sistema en
que aqu est. organizado el trabajo.
CAPITuLO XXI.
266
isla de Cub& s6lo alcanza 2.109. De todos esos Plses, Ja
mMea. es el que se encuentra, por su situacion y otras cir-
ClmstAmcias, en mayor analogia respecto de la isla de Cuba;
y hay que advertir que Jamica no puede competir con
Cuba en cuanto la fera.cidad de sus terrenos, ni en otras
condiciones favorables la industria azucarera. Sin em-
bargo, Jam!ica produce por caballera mucho ms del du-
plo de lo que produce Cuba: y cuenta, que en la actualidad
todava la colonia inglesa no ha podido recoger todos los
beneficios' consiguientes la emancipacion, porque an
subsisten en parte las influencias funestas de aquella ins-
titucion. .En qu consiste este fen6meno'? Tal vez en Ja-
mMca haya mejor esmero en el cultivo 6 en la fabrica.cion
del azcar; pero ese esmero se conseguirla igualmente en
cualquier otro pas, en que el trabajo llegara' constituirse
de la manera en que esta constituido en Jamica respecto
de la industria azucarera. No hay, pues, necesidad de in-
dagar si nuestraproduccion sera mayor que la. de Jamica,
en identidad de circunstancias, para el irabajo, habida
consideracion las ventajas que para esa industria se en-
cuentran en la isla de Cuba. Si consiguiramos que en ese
caso, con el trabajo lihre, y con mayor esmero en el cultivo
yen la t&brica.cion, la produccion de azcar por caball~a
en Cuba fuese de 5.755 arrobas en vez de 2.109, los resul-
tados serian inmensamente favorables.
8eguramente esos resultados irian acompaados de
grandes ahorros y economias, tanto en la crea.cion de la
industria como en su explotacion. Entnces un ingenio no
tendria 42 caballeras, ni costarla274.919 pesos; yent6nces
la refaccion ordinaria, con exclusin de jornales, no llega-
ria 18.250 pesos, ni 1& extraordinaria 7.321. Entnces,
en fin, no se necesitarlan 142 trabajadores, para lo que
266
la mitad, tal vez la tercera parte, pudiera hacer ancha y
desahogadamente. Pero no hay necesidad de que nos de-
tengamos calc,ular cunto ahorraramos en la creacion,
en la explotacion de la industria, pues bastaria simple-
mente que con la misma 'extension de terrenos, con la
misma inversion de capitales, fuera del precio de los escla-
vos, con los mismos gastos anuales, fuera de los relativos
los esclavos, en una palabra, con el mismo sistema que
en los dems rige actualmente, llegBemos alcanzar por
caballera la misma produccion que se alcanza en Jamica.
Nuestros terrenos son ms feraces que los de Jamica.
bPor qu no habrian de dar tinto como se logra. en Jamica'l
Nuestros hacendados son tan capaces de comprender y
practicar los adelants de la ciencia, como los hacendados
, de Jamica da otra. cualquieraregion del globo: APorqu
no habrian de esforzarse tanto, por lo mnos, como en los
de JamicaY Nuestros trabajadores son de la misma raza
que pertenecen los de Jamica: por qu no obtendrian aqu
lo mismo queitiquellos obtienen YNuest;08 capitales son
probablemente mayores que los que existen en Jamica y
si hubiera alguna deficiencia, muy pronto se equilibrarian
con la afluencia de capitales extraos: por qu no podrian
combinarse aqu con el trabajo, de manera que la produe-
cion equivaliese lo que equivale en Jamica'l Con mejores
terrenos y mayores capitales, con hombres tan susceptibles
de adelantar y progresar tanto ,como los de otro cualquier
pas, y consiguiendo la libertad y espontaneidad del tra-
bajo, nica cosa que por ahora nos falta: por qu no ha-
bramos de ver que la caballeria de cafia en Cuba, produ-
jese, como en Jamica, 5.'765 arrobasY
Pero convengamos en que no produciri. tanto. Dir ms
todava; convengamos en que nunea produciri. m5 de 2.1~
267
arrobas. Esto choca contra todas las nociones de la ciencia,
contra 10l!! resultados prcticos que en gr1m.de y en pequeo
estamos palpando en Cuba y fuera de Cuba. Prescindamos,
sin embargo, de ello. Aun en ese caso, el ingenio que slo
produce 1.88'7 cajas, no necesitarla 42 caballeriae de tierra,
ni 142 trabajadores, ni tantos desembolsos, si en vez del
trabajo esclavo tuviramos el trabajo libre. El costo de la
creacion de un ingenio de igual produccion no pasaria en-
tnces probablemente de un 33 por 100 de lo que hoy im-
porta, y los gastos de refaecion admitirlan tambien una
rebaja tan considemble como la que acabo de indicar, fuera
del salario de los jornaleros, que por una ley econmica
estara. siempre en proporcion con los beneficios de la. in-
dustria. No tengo los conocimientos y datos necesarios para
formular un cmputo de lo que entnces podra costar y gas-
tar, y de lo que habria de producir un ingenio; pero estoy
I
seguro de que si cualquiera de nuestros hacendados, con
la pluma en la mano, acomete esa tarea para formar un cl-
culo racional y prudente, el resultado serla favorable al
nuevo rden de cosas, y muy distinto del que revelan los
cmputos y cuenta.c: del Sr. Poey. Combinado el capital en
proporcion necesaria., con el trabajo libre y espontneo, y
acompafado ste de la inteligencia en terrenos tan maravi-
llosamente favorecidos por la Providencia como los de Cuba,
la industria no puede mnos que prosperar, si por otro lado
no se la sujeta trabas inconvenientes. Quien siembra ha
de cosechar, y el trabajo y los capitales han de quedar m-
pliamente remunerados con la cosecha. Esta es la ley <le
la naturaleza, que reconoce y proclama la economa poli-
tica, y que es inalterable y fija en sus resultados. La nica
desviacion que en estos casos se advierte, respecto de dicha
ley, slo se encuentra cuando el hombre busca, l mismo,
268
obstcul08 que se opongan al desarrollo de 1& industria.
Trabajo libre y en~ndido, y capital suficiente, aprovechn-
dose los otros elementos agentes naturales, ha de dar
precisamente, en circunstancias normales, una. produccion
bastante para hacer prspera la industria. Esto es una ver-
dad innegable fuera de Cuba. por qu no habia de serlo
en Cuba?
,
CAPTULO XXII.
272
Az6.car Azcar
d.lulndlu oc Precio
d. 1&1 IlIdla.
cidentales. Pro- orientales, legnn la
AOS. Man- TOTAL.~
lIIBdio anual de
ricio
imr:;rtacioDeI en Prome 3lo
Cellan.
anual.
GoeetIJ d.
Lndre
e Reino Unido.
277
lonias, en que el hombre esclavo habia dado ya pasos, mils
6 mnOB avanzados, hcta la cultura. y civilizacion, bno de-:
beremos espe1"&1' racionalmente que, si no se adoptan pnl-
dentes precauciones, esOs males, que la experiencia. nos ha
demostrado, se reproduzcan con mayor intensidad y vif)..
lencia enCuba, como consecuencia del eambio~ En Cuba
el esc1&vo 00 necesita zapatos ni vestidos, ni mils alimentos
que algunos de muy fcil adqoieicio~, ni medicinas; no
tiene, en fin, laS necesidades de la vida civilizada. El dueo
lo ha. acostumbrado . vivir sin esas necesidades: de suerte
que, si rpidamente y Sin precauciones ningunas, ll~
semos 18. 8m8.lcipacio~; casi todos los que en el dia son
esc1&vos en Cuba deja.Tn de' tmbajar absolutamente, li-
brando su subsistencia id aCMO, n trabajarn sino "lo
a.bsOlutamente preciso para conseguir lo poco que ya se
hallan habituados.
Verdad es que por esa misma estupidez del salvaje, que
es esclavo en Cuba, no hay que temer que la mayora de
ellos llegue exigir los jOT'nales de dos y tres duros diarios,
que en las colpn8S 'extrajeras pidieron y. obtuvieron mu-
chos libertos, en los primeros tiempos del cambio; pero
es esto 11n' mal, ,6 un bien p~a. la produccion'?
'Desengamonos. La institucion de la esClavitud es un:
mal de muy funestas consecuencias, como creo haberlo
dem:ostrado exuberantemente en los capitulos que prece-
den; siendo, por' tanto, intil que reitere ahora, un en li.
gerisimo resmeil, los razonamientos que anteriormente
hice; pero es un mal que, por lo mismo que ha estado tan
profundamente arraigado' en nuestra industria, por Id
mismo que ha s1ilbsistido tanto tiempo, no puede arrancarse
de raiz sin dejar considerablee vestigios; DO puede curarse
repentinamente de tal maAet'a, qu~ desde ,luego desap~
278
rezcan 1"OO.as las funesta8 infiuencias que consigo ha traido;
no.puede prestarse, en cuanto la supreson de BUS deplo--
rabIes resultados, una. instantnea. trasforma.cion. Creo
de buena. fe que puede y debe verificarse el cambio sin las-
tUnar gravemente la produccion, y un es posible que
todava los resultados protico8 sean desde el primer mo-
mento mucho ms benficos de lo que me prometo; pero de
todos modos, no es prudente, no es racional pretend~ que
sbitamente pesemos de un estado 8. otro sin experimentar
dao alguno, y obteniendo, pot la inversa, desde luego
todas las ventajas consiguientes al nuevo rden de COMB.
Debemos luchar con inconvenientes, para llegar eatable-
cer la industria bajo el pi de prosperidad y engrandeci-
miento que en Cubo. le est predestinado. Los inconvenientes
sern ms mn08 graves naturalmente, segun sean Ils
mnos acertadas las precauciones que se adopten. Si, sin
precaucion alguna llegamos al estado de emancipaeion,
seguro el!! que, !un cuando no haya. otra clase de trastorno,
que no espero en ningun caso, la industria sufrir un golpe
terrible, lo bastante para hundirla, tal vez por siglos, en
el abismo de la desorganiza.cion, .del dee6rden y del C8.08.
Habr entnces un. i~mensa poblacion, que vivir sin tra-
bajar, y que criRl" su posteridad en 109 hbitns de la hol-
ganza, tal vez del desenfreno y de 108 ~j.cios, quizs del
crimen. Generacion tras generacion se sucedern, adelan-
tando un poco hoy en el camino de la eivillzacion y del
progreeo, para atrasar maiiana mucho ms de lo que se ha
adelantado. Y la isla de Cuba, que puede ser el emprio
de las artes y del comereio, tendra. en vez de tan brillante
destino, la misma vida. trabajOl!l& y triste que cupo e6 merte
la isla de Santo Domingo, Y . otras regiones tan feraces
y frtile8, ms que la nlSma Cuba.
2'79
8i, por el contrario, se ll.doptan precauciones prudentes:
si llegamos, rpida y brevemente, pero de un modo se-
guro y eficaz, al fin que nos prometemos, la produccion
tal vez 8e disminuir en los primeros tiempos del cambio;
pero esa disminucion ser mayor menor, segun el acierto
de las medid88 que se tomen, segun los esfuerzos que ha-
gan nuestros hMend&dOl!l, y segnn los auxilios que ee
obtengan del Gobierno.
Que mlll tarde, ms temprano, habremos de llegar al
cambio, es una verdad que no necesita demostracion. Bajo
este concepto, mientr8s ms pronto lleguemos ese trmino,
con la. adopcion de precauciones que indico, menores sern ,
los inconvenientes con que tendremos que luchar, y mM
brevemente empezaremos disfrutar 1a.B ventaj88 que nOl!l
prometemos. Hoy tenemos elementos favombles, ~no!'l
capitales, algun espiritu de ~preS9., paz y sosiego; pero
si dejamos trascurir afio trae ao; si de esa suerte se van
minorando nuestros no muy abunda.ntes capitales; si con
nuevos desenga:tl.os, el espiritu de empresa. llega amorti-
guarse, quin dudar de que en semejantes circunstancias
la ti-ansiciori sera J:mcho ms dificil que ahora, no ya para
la flCtual, sino t&mbien para una dotiJ generaciones mlts'
y si Memlll tle"lafaltade capitales y del espiritu de empresa.
ocurriese contemporneamente algun ()~ aContecimiento
econmico, como la adopcion del cultivo de la remolacha
en los Estados Unidos, en Rusia y en otros paises, como
una baja permaJ?ente en los precios, 6 como entorpeci-
miento en el comercio d,e 188 naciones, bien de resultas de
una guerra general, que tanto se teme, bien por virtud
de esa. guerra de tarifas que suelen hacerse los pueblos,
con mM funestos resultados, si cabe, que los de 185 otras,
#,Do lamentaramos, como una necedad imperdonable, ha-
280
ber dejado para otro dia lo mismo que pod1amos y debamos
haber hecho ya~
El cambio es riesgoso; pero mucho mnos riesgOBO hoy
de lo que seria maana. B:oy tenemos capitales, tenemos
brazos, por ms que lo contrario digan los hacendados;
tenemos inteligencia, tenemos espritu de empresa, tene-
mos paz y comercio con todas las naciones mercantiles, y
adems de esto no tenemos verdadera competencia, en
cuanto nuestros productos, porque la remolacha no puede
rivalizar con 1& caa sino por los medios ficticios de las ta-
rifas; porque el cultivo de la remolacha no est todava
generalizado, y nunca llegar generalizarse si el azcar
de caa puede producirse en gran abundancia y venderse
precios reducidos; y en fin, porque los Estados americanos,
de origen espBool, no se hallan, ni en algun tiempo se ha-
llarn, en aptitud de ofrecer al mundo comercial los frutos
que. actualmente ofrece, Cuba.
H aqu lo que tenemos, y lo que no tenemos hoy. Quiz.
maana no tendremos lo primero, y si tendremos lo se-
gundo. Si en circunstancias semejantes se ofrece el pro-
blema, puramente econmico, la resolucion de un nimo
imparcial, 1& contestaeion no podria ser dudosa. Hgase
cuanto ntes el cambio. Asi creo lo aconsejan los buenos
principios de 1& ciencia.
PARTE CUARTA.
CAPTULO XXIV.
301
cmplices y los encubridores. Considera autores los que
inmediatamente toman parte en la ejecucion del hecho-:-
los que fuerzan inducen directamente otros ejecutar el
delito-y los que cooperan la ejecucion del hecho por
un acto sin el cual no se hubiera. ejecutado. Designa con el
nombre de cmplices los que, no hallndoli6 comprendidos
en la clase de autores, cooperan la ejecucion del hecho
por actos anteriores simultneos. Y da el nombre de encu-
bridores los que, con conocimiento de la perpetracion del
delito, sin haber tenido parte en l, como autores ni como
cmplices, intervienen con posterioridad su ejecucion de
alguno de los modos siguientes: 1.. aprovechndose por si
mismos, auxiliando los delincuentes para que se apro-
vechen de los efectos del delito: 2. ocultando 6 inutili-
zando el cuerpo, los efectos instrumentos del delito para
impedir !lU descubrimiento: 3. albergando, ocultando
proporcionando la fuga al culpable, ya en el caso de que
intervenga abuso de funciones pblicas de parte del encu-
bridor, ya de ser el delicuente reo de regicidio, de parri-
cidio, de homicidio atroz, de ser reo conocidamente ha-
bitual de otro delito. Todos los que en cualquiera de estas
distintas clases se han encontrado 'yen lo sucesivo se en-
cuentren, sern moralmente responsables como autores,
.
como cmplices, como encubridores de . la. fraudulenta
imporlacion de negros esclavos en la isla. de Cuba; adems
de la responsabilidad consiguiente otros hechos ilicitos
ms 6 mnos encadenados con esa importacion. Refirome
aqu al homicidio, la sevicia, al cohecho y otros delitos
que son, por decirlo as, consecuencia natural y lgica de
la misma trata. De manera que esa obligacion moral, que
por algunos puede 8uponerse limitada slo los que tomen
hayan tomado parte en la importacion de bozales, se ex-
302
tiende todos los que por si mismos se aprovechan 6 auxi-
lian los delincuentes para que se aprovechen de los efec-
tos del delito: esto 68, los que eompran n~s bozales,
adquirindolos d.ire~ente de loa armadores 6 de terceros
poseedore8. De todo esto no quedar duda alguna, si se
,
comidera que si el &1'IDador no encontrase quien le com-
prara negros, seguramente no los importaria. El que los
compra loa armadores, no los compraria probablemente,
6 de todos modos no pagarla por ellos tan alto precio, si
supiese que cuando la conveniencia 6 la necesidad lo im-
pulsaran deshacerse de esa ilegal propiedad, no habria de
encontrar quien le satisficiera el precio. En esas circuns-
til.Dcias la especulacion no. podria sel luorativa 6 provechosa
para el armador. Luego el que compra negros bozales, bief\
da los armadores, 6 bien de un tercero, contribuye eficaz-
mente fomentar el trfico, incurre en la consiguiente
responsabilidad.
Debo aadir aqu, que en el fuero interno de la concien-
cia, si se quiere morapnente, son tambien obligatorias
l~ letras apostlicas de Gregario XVI de 3 de Noviembre
de 1839; lo cual ha de tener necesariamente importancia
para todo el que se considere miembro de la Iglesia Cat-
lica. Vironse hombres SUD entre cristianos>>-88i dijo Su
Santidad - que vergonzoaamente cegados por el de,seo de
una ganancia srdida, no vacilaron en reducir S la ese1&-
vitud en tierras remotas los indios, los negros y . otras
desventuradu razas, 6 en ayudar tan indigna maldad,
instituyendo y organ~ndo el trfico de estos desventura-
dos quienes otros haban cargado de cadenas. Muchos
Pontidces romanos, nuestros predecesores, de gloriosa me-
moria, no se olvidaron en cuanto estuvo de su parte, de
poner un cotA:> la conducta de 8emejantes hombres, como
303
contraria su salvacion, y degradante para el nombre cris-
tiano; porque ellos veian bien que esta era una de las cau-
sas que ms influyen para que las ~ones infieles man-
~ngan un odio eonstante ti la verdadera religion.
Por esta causa, deseando borrar semejante
oprobio de todas las comarcas cristianas.. en virtud de la
autoridad apostlica, advertimos y amonestamos con la
fuerza del Seor todos los cristianos de cualquier clase y
cOndicion que fuesen, y les prohibimos que ninguno sea
osado en adelame molestar injustamente los indios,
los negros, y s.'otros hombres, sean los que fuesen, despo-
jarlos de BUS bienes, reducirlos s. la esclavitud, ni prestar
ayuda favor los que se dedican semejantes excesos, .
ejercer un trfico tan inhumano, p01'el cual losnegros, como
si no fuesen hombres, Bino verdaderos impU1'08 animales
reducidos cual ellos la servidumbre, sin ninguna distin-
cion y contra las leyet' de la justicia y de la humanidad, son
comprados, vendidos y dedicados los trabajos m.s duros,
con cuyo motivo se excitan desavenencias, y se fomentan
continuas guerras en aquellos pueblos por el cebo de la ga-
nancia propuesta los raptores de negros. Por esta razon,
yen virtud de la autoridad apostlica, reprobamos todas 188
dichas C0888 como absolutamente indignas del nombre
cristiano; y en virtud de la propia autoridad, prohibimos en
teramente, y prevenimos todos los eclesisticos y legos, el
que se atrevan sostener como cosa permitida el tr.fico de
negros, bajo ningun concepto, pretexto ni causa, bien pre-
dicar y ensear en pblico ni en secreto ninguna cosa que
BeS contraria lo que se previene en estas letras apost-
licas.
En materia puramente de moral, la autorizada voz del
Vicario de Jesucristo ha de ser precisamente respetable para
SO'
todo buen catlico.-No hay en esto medios de tr&nsigir
con la conciencia.-El que crea que el sucesor de San Pedro
est revestido de la autoridad apostlica que invoc Su
Santidad el Papa Gregorio XVI, no podr negar 1& obe-
diencia debida tan terminantes y decisivos preceptos. La
Iglesia ha condenado la trata como inmoral: no hay, pues,
1rmin08 hbiles para dudar de esa inmoralidad.
Moralmente son obligatorios los tratados para la nacion
que los celebra,'y para sus sbditos 6 ciudadanos. Moral-
mente son obligatorias las leyes para los sbditos ciuda-
danos del gobierno que las promulga. Moralmente son obli-
gatorias las decisiones de la Santa Sede para todo fiel
cristiano.-8i, pues, el trfico de esclavos est condenado
por los tratados celebrados con la Gran Bretaa, por varias
leyes dictadas y por resoluciones de la Iglesia, lA conse-
cuencia natural es que la trata es altamente inmoral, y
digna de 1& ms severa censura y reprobacion.
,'1,.'
,
,, ,
'1 :
1
"1 -:
. ,') , ,1
, ',1.
30'1
mas, ya con gu~ UlceS&l1te8, provocadas con los ms
frivolos pr~tos y revestidas de las formas ms brbaras,
ya por me<lio de ofzoa actos de violencia injusticia.
Bajo semejante estado de eo8as, es impoable que la civi-
lizacion Be 88ente. La seguridad individual e8 alli desco-
nocida, y la ms sagrada de las propiedades no es respe-
tada. ~ Qu industria ha de desarrollarse en esos pa.1sed
~Omo habrian de prolperar la agricultura y las arte8'i
,Qu comercio .licito ha de vivificar las fuentes de la pro-
ducciou? El paganismo I la ba.rbar:ie, la vida. salvaje: esta
es la consecuencia precisa de un tr1ieo, por todos titulos
pernicioso para aquellos desgraciados paises.
Qu seria del frica si 108 lO millones de hombres que
supongo eXportados para. Amrica hubieran permanecido
aJIj.'l No faltar. quien conteste que unos otros se Mbrian
devorado. Propable es que muchos hubieran sido victimas
de sus freouentes guerras y epidemiu, 6 hubieran sucum-
bido por falta de llubsistencias; pero un gran nmero se
habria salvado de todafl esas calamidades, y BU descenden-
ci.., aguijoneada por la necesidad de trabajar y adoctrinada.
en el cristianismo, habria quizs llegado cierto grado de
adelanto y prosperidad. En lugar de ese cuadro, frica. s6lo
nos presenta el ms triate Ydesconsolador que la humani-
dad puede contemp~r.
Asf, pues: ntes de que el negrero conciba el proyecto de
6Bvia.r una. expedicion frica en busca de esclavos, ya ese
proyecto est causando daos graves qUElla. moral condena.
Consideremos ahora ou'os males relacionados con la ejecu-
cion del pensamiento.
Elarmador induce otros que le presten reCUrBO$ pe-
cuniarios. auxilio personal en la realizacion de su empresa;
lo cual envuelve Ja responsabilidad de incita.r {. otros que
308
infrinjan sus deberes morales. Pone ademis el armador en
grave riesgo . los ignorantes hombres de la tripulacion,
que envia' una csta mortifera, donde los peligros S6
a.umentan con los mismos desrdenes, propios de un tt1lco
reprobado, sin contar con los riesgos de apresamiento. Ya
en la costa de frica el buque, los infelices negros, que
ntes de ese momento han experimentado sufrimientos OOr
ribles, ora cuando se les redujo la esclavitud, ora durante
el trnsito hasta el lugar del emba.rque, son en gran nm"el'Q
confinados en una embsrcacion que carece de capacidad
bastante para tantos hombres. Mientras estuviron en tierra,
expuestos siempre la inclelpenciadel tiempo y losrigo-
res del clima, teniendo que dormir sobre el hmedo suelo,
privados de los alimentos necesarios, obligados quizs
recorrer extensas distancias, travs de rios, pantanos y
arenales inmen808, y constantemente baj el-peso del ltigo,
sus penalidades han sido espantosas; pero son todava ma-
yoreslas que les aguardan bordo de una nave que enar-
bola el pabellon de uria nacion cristiana.
Preciso es atender la seguridad del buque, y para ello
hay que cargar de prisiones los negros, y aglomerllrlos
en un reducido espacio, privados casi de ventilacion, sofo-
cados por el calor excesivo, mortificados por los insectos,
y nadando materialmente en inmundicia, pues el aseo y la
limpieza son de todo punto imposibles. Dcese que las naves
que han servido para una de esas expediciones, despiden,
un muy larga distancia, un olor ftido insoportable. La
navegacion ha de ser larga, las provisiones son cortas, el
agua especialmente escasea, y los negros, reducidos ' 10
ms indispensable para la vida, tienen que sufrir los rigores
del hambre y de la sed. Si hay algunos acometidos de en-
fermedades contagiosas, principalmente de la viruela, que
309
...;
tantos estragos hace entre los africanos, son arroJa.dos . la
mar. Si es necesario aligerar la embarcacion, atacada por
una tempestad, 6 perseguida por un crucero, gran nmero
de esclavos son sepultados en el abismo, con grave pesar,
no por lo que se hace, sino por lo que se pierde. Si lleg el
caso de abandonar la nave, la tripulacion se salvar. en los
botes, Y los miseros negros quedar.n entregados un
espantoso destino.
Salv.ronse por fin los :restos de la e'l.pedicion. En vez
de 800 hombres, s610 llegaron 600 6 mnos . las costas de
Cuba. El desembarco se hace con dificultad, y la inhospi-
talaria playa carece de agua y provisiones. pnense en
marcha los negros h.cia el interior, dejndose en la playa 6
en el camino, en el ms horrible abandono, . los infelices
enfermos, imposibilitados de moverse,si no se encuentran
f.ciles medios de trasporte. Quizs un agente de la autori-
dad se presenta. . embarazar ~l tr&.nsito; y el armador, si
tiene la fortuna de consegui~lo, comete un nuevo delito, el
soborno, y es causa de que otro falte SUB deberes civiles
y morales. Tal vez los vecinos inmediatos se presentan
mano armada . participa.r del botin, Y de grado 6 por
fuerza se apoderan de cierto nmero de negros, que as!
plagian, . BU turno, de entre las manos de los primitivos
plagiarios.
Llegan los negros lugar donde el armador los considera
seguros. Va procederse BU venta. Congrganse en
en aquella- localidad varios individuos, vidos de' aquirir
esclavos. Alli son las disputas, las rivalidades, la envidia,
los 'odios. No es imposible que el brazo del amigo se arme
contra el pecho del amigo. Los vinculos de la aInistad, un
los de la sangre, se han aftojado, y tal vez quebrantado en-
teramente, y quizs el amigo 6 el deudo cay privado de
I
,!
310
vida en una querella ocasiona.da como consecuencia de
trfico tan infame.
y cuando los compradores, felices, contentos, se retiran
de esos lugares, y retiran de ellos su mercancia, no sin
cometer un nuevo delito, proporcionandose documentos
falsos, y acaso sacrilegamente adquiridos, cnducen . los
infelices negros.... i&. "d6ndeY A un ingenio: donde, desde el
momento en que entran, son puestos . las l'den88 de otro
negro, armado perptua1'llente con el ltigo. ocupado (mica
y exclusivamente en manejar el ltigo: donde, puedan no
puedan, quieran 6 no quieran, tienen que trabajar, durante
diez y eeis 6 diez y ocho horas diarias en la mayor parte elel
ao, y diez 6 doce, por lo mriOs, en los restantes meses:
donde, en cambio de tan recio mbajo, se les dan, si~ge les
dan, Mis ocho pltanos, 6 rafees alimenticias, ocho onzas
de C&rne salada 6 bacalao, y cuatro onzas de arroz, con ms
.
dos oamisas, dos calzon~, dos gorros y un pauelo, con
una frazada para abrigo: donde estn privados d~ los goces
de la familia; siendo desconocidos el poder marital y el
poder paterno, . los cuales se sobrepone el poder dominico:
donde los desventurados, ljos de "adquirir nociones de mo-
ralidad, slo encuentran incentivo para el mo.
No: no es moral el trfico de esclaVfls. 'Maldad indign:
oprobio de las comarcas cristianas: injustos excesos: inhn-
mano tri.fico: h aqui las eali1loaciones qu.e ese comercio
ha obtenido del Vicario de Jesucristo. Apenas hay delito 6
crimen que no se halle comprendido en 1& trata. Desde la
estafa hasta el ase&inato; desde el contrabando huta el
cOhecho; desde la falsedad hasta el sagrilegio, apen hay
perversidad que no vepga acompaar esos aetos. Yes
preciso un completo extravo del sentimienlo moral para
que en 1x>das las esferas, asi en 1M el~ ~amo snlas
....
311
humildes, de los habitantes de la isla de Cuba, ha~a encon-
trado acogida un trfico condenado por las leyes de Dios y
las de los hombres. Ohl Si es fuerza admitir la teora de la
retribucion: ~i las acciones justas han de ser premiadas y
las injustas castigadas: si no es posible aspirar la impuni-
dad, debemos espeft!.r con terr~r la suerte que la Divina
Providencia nos tiene reservada; mnos que con el ar-
repentimiento necesario, y confiando en la bondad del
Dios de las Misericordias, entremos deliberadamente y.
con pasofirme al par que acelen.do, en el camino de l~
Re,paracion.
',',
CAPTULO xxvi: ,/ :
r t .. ;1
. ,.
. AaGUKB'NTOSDB LOS DBnW80BBB U::TBATA.
321
ve'r808 conceptos, que revelan suma inteligencia, y un gran
p~vecho obtenido en medio de una completa :deficieneia
de educacioo.-Tambien en Santo Domingo y en Haiti exis--
ten hombres de esa raza, notables por su saber y prendas
personales.
Pero no es nooesario bu8C&1' ejemplos fuera de nuestro
circulo. En Cuba los enoontraremos f<;ilmente, l'in que sea
preciso acudir C8I08 raros, que tal vez se considerarian
excepcionales.-El bozal recien importado est revelando BU
.na.turaleza salvaje cQn la torpeza de SUB movimientos, 'Con
la. estupidez retratada en sU,semblante, con todas sus accio-
nes, deseos inclinaciones: ese mismo hombre, al cabo de
diez afios, si sobrevive, est tan cambiado, en todo, que en-
tre nosotros se acostumbra darle entnees el nombre de la-
difw. No es esto s610. Al fin de una generacion es mucho
mayor y mas notable el adelanto del negro. El hijo de padres
bozales no hereda la torpeza y estupidez de los que le dieron
el ser, y en dos 6 tres generaciones ms, s610 el color indica
la descendencia de la raza africana. - En las artes y en la
industria, nuestros negros criollos muestran tanta aptitud
y destreza como cualquier hombre blanco. - Y puede ase-
gurarse que apenas hay familia, entre las que poseen gran
nmero de esclavos, en qlle no se cite frecuentemente
uno 6 ms por Sil inteligencia, industria 6 capacidad.
. Quiere decir todo esto, que un en medio de los horrores
de la esclavitud, el simple contacto del negro con la civili-
zacion produce el resultado de civilizarl, hasta ciElrto punto
al IIlnos.-I.Qu.ser, pues, cuando desaparezca esa i.nsti-
tucion, y salgan los descendientes de africanos de la degra-
dacion social, en que la preocupacion de la opinion pblica
mantiene an los que han obtenido 6 heredado su.libertad
personal?
21
322
VaMad es que en frica no Be ban logrado tod08 108 ade-
lanto apetecidos; pe1'C) esto depende seguramente de 0tra8
e8Us8s; entre 188 cuales figura en primera linea ese comer-
cio de esclavos que dea-rada Y,desmoralit.a ti. todo el pafs.
Respetables viajeros manifiestan que, tanto en el interior
como en la costa, se obsenan b8stante actividad industria
en las pooas en que ha estado ~n suspenso el trfiCO al
paSo que cuando se presentan comerciantes de esclavos, las
aldeas parecen de801ad8s, S8 '\'eD conducir cautivos en ma-
nadas, y se cometen las mayONS atrocidades. Sobte Wd.o,
en el interior, mientras mlullj08 se halle el teatrQ de 108
aetos referentes la trata, ms conformes Be muesiran &1
progreso de la civilizacion las disposiiones naturales del
negro.
Nada revela en la constitueion ftsioa 6 moral del negro
que ste sea unaexcepcion del ca.rcter general de ~a espe-
cie humana. Fuera de frica, ha adelantado, al slo con-
tacto con la civilizadon, tanto como su degradacion social y
su carencia de instruecion lo han permitido. Aun en frica,
es indudable que el estado social del negro ha mejorado en
el presente 5iglo, lo cual es argumento irrefutable en fAVal'
de mi opinion si bien lo contrario jams pMbaria que en
derentes condiciones los &fricanos no fueran susceptlb1ea
de progreso. .
Por 10 dems, si 1& Ma de mayor menor aptitud para.
adelantar en el camino de la civttizacion, autorizase la re-
duccion de los hombres al estado de servidumbre, las con-
secqencias de este principio nos llevarian mucho ms all
de lo que generaimente se prev. La c\tilizacion en SUB
diferentes grados es relativ&.. Aun en Europa, hay naciones
mnos adelantadas que las otl'8.8, Y hasta en un mismo
pueblo hay habitantes que, comparados con otros, no Be ha-
323
Uan suficientemente civilizados. ~ 6Habriamos de decir por
esto que las naciones atrasadas deben ser esclavas de las
adelantad88, qne los individuos ignorantes han de ser
sierVos de los instruidos YA esto nos conducirla seguramente
el argumento que vengo refutando; pero esto es tan
monstruoso, tan absurdo, que por si s610 desautoriza todas
las eonclusiones que se hacen depender de la supuesta in-
capacidad del negro.
Lo mismo debe decirse de la inmoralidad del negro en
frica y fuera de frica.-Suelen citarse casos aislados en
demostracion de esa inmoralidad, y en contrario pudieran
recomendarse muchos casos particulares en que resaltan
la abnegacion, la paciencia, la lealtad y otras virtudes re-
levantes de algunos individuos de esa raza.-No admito,
pues, que el negro, s610 por ser negro, haya de 8er preci-
samente inmoral, si bien comprendo perfectamente que en
el e*do de esclavitud por un lado, y en la degradacion
~l de toda la raza por otro, hay cuantos incentivos ne-
cesita la inmoralidad para cebarse mpliamente. Pero en
ltimo evento, acaso es la inmoralidad de muchos 6 de
pocos, motivo bastante para reducir ella un los mis-
mos culpables de conducta desordenada 6 desarregladaY Si
se contesta afirmativamente, seria preciso someter la
condicion servil cuantos individuos, blancos 6 de color,
se encontrasen en circunstancias semejantes; y esto seria
tan poco conforme con las exigencias de la ciencia moral,
que habria motivos para asegurar que el remedio seria in-
finitamente peor que la doleDcia.-Porque la pretension de
curar una inmoralidad por medio de un estado, que es,
por decirlo asi, la sntesis de todas las inmoralidades, ljos
de corregir mitigar, exacerbara los mismos males que
se ptocurase extirpe.r.
324
Qu importancia tienel pues, elfamoso argumento de la
ineptitud personal del negro?
Quinto argumento. Sin la trata, la riqueza y la prospe-
ridad de la iBla de Cuba no podrian sostenerse, por la nece'-
sidad de reponer los brazos que pierde la. industria anual-
mente.
Cules sean las exageradas riqueza y prosperidad de l~
isla de Cuba, bajo el rgimen de la rutina, de la pereza, de
la disipacian' y de las hipotecas, se ha demostrado ya en
capitulos anteriores. - Pero aun cuando fuer& admisible la
solidez de ese esplendor ficticio que nos rodea, ,ser cierto
que de la importacion de bozales dependa el porvenir in-
dustrial de Cuba't y dado que esto sea tambien aceptable,
bastara eso slo para ameritar la trata'?
Que la prosperidad de la industria colonial no es incom
patible con la Bupresion de la trata, es una verdad demos-
trada con lo acontecido en Puerto Rico, donde, sin embargo
de que hace much<JS aos que allf no se han impor'tM.o es-
clavos, sin embargo de haberse reducido extraordinaria-
mente la poblacion esclava, la riqueza pblica no ha men-
guado. El trabajo libre se ha ensayado en esa isla, un
bajo los inconvenientes de su competencia y rivalidad con
el trabajo forzado; y los resultados, que son ya bastante
satisfactorios, lo hubieran sido mucho ms todavfa, si ade-
ms de aquellos inconvenientes no fuese tan atrasado y
rutinario el sistema de cultivo que allf prevalece.
Tambien se habia demostrado anteriormente esa verdad
en Jamica y dems colonias britnicas, en las francesas,
en los Estados del Sur de la Union Americana, en el Bra-
sil, y en todos los paises coloniales en que se hizo sentir.
la. abolicion de la trata; pues pesar de disminuir consi-
derablemente en unos, y de extinguirse por completo en
325
otros el indicado trfico, la produccion creci, y la indus-
tria obtuvo mayor desarrollo.-Si los Estados del Sur de
dicha Union tienen que deplorar las consecuencias de la
manumision general de los esclavos, hecha en medio de
escenas de violencia, sangre y fuego, y en momentos en
que se hallaban furiosamente excitadas todas las pasiones
popularea que cre una guel'l'8. civil de estupenda mag-
nitud: si en las colonias britnicas y francesas el cambio
de la esclavitud l. la libertad se verific con dao positivo
de la industria, todo esto ser, si se qui~re, argumento
fundado, no contra la trata, ni siquiera contra la emanci-
, pscion, sino contra los medios que en esas localidades '8e
adoptaron para plantear y resolver esta ltima cuestion;
siendo digno de advertil'lle que todos esos contratiempofl
son p1l1'amente transitorios.-Pero sea de todo ello lo qm
fuere, nada de lo indicado autoriza para decidir que, sin la
trata, sin la inmigracion de nuevos esclavos, est amena-
zada de Tuma la riqueza de la isla de Cuba.
Es una vulgaridad IR. creencia de que slo el africano
puede trabajar en tareas rudas bajo el clima tropical. La
experiencia prueba que el europeo, una vez aclimatado,
es capaz de vencer mayores dificultades que el africano.....
Rl asitico, de cuya importRcion no soy partidario, d. sin
duda mejores resultados que el bozal.-Pero pres~cindiendo
de todo esto, hay motivos muy poderosos, ya indicados an-
teriormente, para sostener que no son brazos los que fal-
tan 6 han faltado en la isla de Cuba; pues por el contrario
siempre ha habido y hay un empleo innecesario, un con-
sumo improductivo de trabajo 6 trabajadores, a~ndida \a
produccion que de hecho se ha obtenido. -- Si, pues, la
abolicion de la trata se hubiera observado rigorosamente,
en el da acontecera en Cuba, por lo mnos, lo milJ1llo que
326
ha acontecido en Puerto-Rico. Seria muy escasa la pobla-
clDn eselva, pero no faltanan trabajadores. Loe blancos y
negros libreB, competentemente retribuid08, darian 6. la
industria el auxilio necesario.--Quizs el cultivo se baria
bajo sistema distinto: quizs la inmigrftcion espontnea
habllia alcanzado proporciones gigantescas; pero de todos
modos, la produceion nunca seria menor de lo que ha &ido
y es, y casi puede asegurarse que el resultado llJ'tido ha-
bria de Mlr mayor que lo que h88ta ahora se ha logrado.
Si admitiramos, empero, que la imprtacion de bozales
fuElle conveniente, y un necesaria, pBra el engrandeci-
miento y prosperidad de Cuba, seria. esto motivo suficiente
para mantener viva la trata~ Pues qu! en lo moral basta-
tia acaso la conveniencia 6 utilidad material pa1'8 haoer lf-
citos Yvlidos los hechos~ No hay que atender lajusticia'
La cualidad moral de 188 acciones, ha de estar precisa.-
mente sometida al grosero inters~
Increible parece! No slo los comerciantes de esclavos,
interesados en gozar de las utilidades del tr1ico: no slo
tos hacendados, interesados en no abandonar BU sistema
... rutinario y en no comprometer los rendimientos de 8U8
fincas, sino tambien los que direetamente no tentan interes
en la continuacion de la trata, han estado por espacio de
cuarenta y cinco aos S08teniendo la neeesidad de ese co-
merero para la prosperidad de la isla, sin detenerse . con-
siderar., eiquiera fuera some~mente, la cualidad moral de
esoe actos. Esto prueba hasta qu grado puede extraviarse
la conciencia humana cuando no est habitoada dirigir
las aecio~es individuales. Y sin embargo, hay tanta ini-
quidad en la trata, que se nota un en los mismos trminos
en que se formula este quinh argumento.
Hay necesidad de repO'lle/J' los braz08 que piMvl6 liL in-
~
...
338
fueron redimidos con el precio de su valiosa sangre; y no
hay quieIP te,nga derecho considerarse autorizado para
disfrutar especiales beneeios. A mi juicio, 1& ley moral
aplicable este caso se encierra en las siguientes senten-
cias: y as!, todo lo que quereis que 108 hombres hagan
con vosotros, hacedlo tam bien vosotros con ell08. (San
Mateo, VII, 12.) y lo que quereis que hagan vosotros los
hombres, eso mismo haced vosotros ellos. (San Lu-
cas, VI, 31.)
No .es por cOIl$iguiente exacta la opinion de que los textos
sagrados autoricen sancionen el estado de esclavitud, y
vacilo tanto ?lnos en expresarlo as, cuanto que la Iglesia
Catlica no ha perdonado medio de combatir esa institucion,
un desde los priIheros siglos, segun he tenido ocasion de
advertirlo en otro lugar de esta obra. Ya hemos visto, en
efecto, que Pio JI, en 7 de Octubre de 1472, reprendi se-
veramente la conducta de 108 cristianos que reducian la
esclavitud los nefitos de las regiones africanas: que
Faulo m, en 20 de Mayo y 10 de Junio de 1637, conden
los europeos que esclavizasen ls indios otra cual-
quiera clase de hombres: que Urbano VIII, en 22 de Abril
de 1629, reconvin9 los que reducian la esclavitud los
habitantes de la India Occidental Meridional: que Bene-
dicto XIV, en 20 de Diciembre de 1741 , renov esas pres-
cripciones: que Pio VII tambien pretendi C61W1e el trfico
de negros entre los cristianos; y que Gregorio XVI lo con-
den y censur de la manera ms enrgiea.
Dirse tal vez que todo esto slo se refiere la trata, esto
es, const1tuir en esclavitud hombres libres, pero no
mantener en ser"idumbre los que ya se hallan en ese
estado. Creo, SiD embargo, que la prohibicion de la trat
envuelve en lo moral la prohibicion de 18 esclavitud. ,Por
339
qu se ha condenado el trfico'1 ,Por qu se le considera
inmoral'? Porque el hecho de tener como esclavo un hom..
bre, pugna contra los preceptos evanglicos, y sefialada'
mente contra el amo~ que debemos al prjimo. Seguro es
que la Iglesia Cat6li~ ha condenado la trata, no slo por
la inmoralidad de los actos que en ella se encierran, sino
por la inmoralidad de BUS consecuencias, y entre stas por
lainmoralidad de la misma institucion. Y seguro es adems
que si la esclavitud no fueeeinmoral, si estuviese autori-
zada por las leyes del Altsimo, el catolicismo no hubiera
mostrado tanto empefio en impedir ese ominoso comercio.
Pero se equivocan los que creen que la Iglesia se ha li-
mitado condenar llt trata: tambien ha combatido noble y
generosamente contra la instituciOJl, de la esclavitud. No
considero oportuno repetir aqu la mencion de todos los
servicios que en este particular ha prestado el catolicismo
la causa de la humanidad, yque se hallan detenidamente
detallados en el capitulo II de esta obra. Basta mi prop-
sito recordar, que el espritu de todas las disposiciones dic-
tadas para reprimir el mal trato de los esclavos, iba enca-
minado condenar la esclavitud:. que todas las prescripcio-
nes dirigidas conceder defensa los libertos, importan
tanto como la reprobacion de la esclavitud: que cuanto se
hizo para facilitar la redencion de los cautivos, hasta que-
brantndose para ello los vasos sagrados, tendia directa-
mente hacer odiosa la esclavitud: que el Papa Alejan-
dro nI declar que la naturaleza nadie cre esclavo, y
que nadie por condicion natural est sujeto la esclavitud:
que el Papa Leon X sostuvo decisivamente que no slo la
religion cristiana, sino la naturaleza misma, alzan su voz
contra el estado de esclavitud: que en los primeros tiempos
de la Igleflia, segun nos lo atestigua el Papa Clemente I,
340
muchos cristianos cargaron ellos mismos con las cadenas
para aliviar y rescatar los cativos, bajo el impulso de ese
a.mor al prjimo que predic la santa doctrina de Jess; y
en fin, que Fray Bartolom de las Casas, el Padre Alonso
de Bandoval, el Bienaventurado Pedro Claver y un nmero
inmenso de hroes que pertenecen la comunion Catlica,
han hecho sacrificios considerables, Yactos de abnegacion
y caridad imponderables, en dio de la. inmoral institucion,
y en favor de la libertad. individual del hombre, que es uno
de los ms preciosos dones que nos dispens61a bondad del
Omnipotente.
y despues de esto, ,habr quien sostenga de buena fe que
los textos sagrados sancionan y autorizan el estado de es-
clavitud'1 No. Esa instJ.tucion es inmoral, contraria los
preceptos evanglicos, derogatoria de los derechos de 1&
humanidad, y no ha podido recibir semejante sanciono
Mi opinion es que en el terreno de la moral, y mirada 1&
cnestion en abstracto, 1& institucion de 1& esclavitud no ad-
mite defensa alguna. Veremos en el prximo capitulo de
qu llianera debe resolverse, en mi sentir, esta cuestion,
concretndola al caso en que nos hallamos colocados.
...
CAPTULO XXVIII.
BBPARACION.
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362
poltica, motivos poderosos para destruir lo existente y
orear un nuevo rden de C088.8.
Pero no fa.ltan otras consideraciones que nos inclinan
forzosamente la reforma. Examinemos brevemente algu-
n8.s de ellas:
}." Efectos de la institucion sobre toda la poblacion.
En todos los pases en que ha existido existe la escla-
vitud, se ha advertido y se advierte que la reputacion y
fama de los habitantes blancos, un de los ms acaudalados,
queda menguada y rebajada en el extranjero.-Depende
esto seguramente, en primer lugar, de que se consideran
inmoralmente adquiridas las riquezas, yen segundo lugar
de que, stas se estiman muy precarias y eventuales, pu-
diendo ser destruidas en un momento por cualquier acon-
tecimiento imprevisto; en cuyo caso sera dificil, si no
imposible, reponerlas, por lo mismo que la. industria des-
cansa en bases poco slidas. De suerte que la institucion
degrada el cari1.cter nacional, pone obstculos con la Ieg8-
cion del crdito al progreso de la indlL"ltria local, envilece
ante extr&fos ojos la conducta individual, y nn compr~
mete las relaciones polticas y mercantiles con las potenciaa
extranjeras.
No es esto solo por desgracia. Aun entre los mismos
habitantes del pas,' la paz domstica se envenena, laa
opjniones y los coraZones se dividen, y la existenoia. de 1&
scieda.d del rden pblico queda comprometida y am&-
gada: A8i ha sucedido en Jamica y otl'M posesioneS ex-
tranjeras, y especialmente en la Union americana, donde
han sido ms desastrosos ls estragos causados por el anta-
gonismo, fruto pernicioso de semejante sistema. La arro-
ganoia de los propietarios va creciendo ~ hacerse in-
tolerable, lo mlios para las procupaciones y deseos de
363
los que, creyndose tan buenos como aquellos, no tienen
sin embargo tantos elementos de riqueza'y bienestar.-
Para los unos, todo el que no sea negro pertenece '8. la
porcion privilegiada, sin distincion alguna entre SUB indi-
viduos. En los otros, eS casi inevitable la propension
buscar honraS y preeminencias, creyndose superiores, no
slo los negros, no s610 8. los blancos que ~o poseen es-
clavos, sino tambien aquellos blancos que no poseen
tantos esclavos como el'que hace la compa.ra.cion.-Y si de
otrosdistritoa, aunque no sean extranjeros, l'l8len voces
clamando contra. la. inmoralidad de la institucion, el con-
flicto llega adquirir proporciones colosales, y puede ter-
minar en una guerra. civil, como la que ha inundado en
s&rigre 108 campo.q de la veCina Repblica.
No necesito hablar de la posibilidad de una guerra ser-
vil. Por fortuna juzgo remoro este evento en la isla de
Cuba, no slo por lt.3 considerables fuerzas de que dispone
el Gobierno, sino tambien por la misma estupidez y pe-
reza de los esclavos de lss fincas rsticas. Pero si la insti-
tucion continuara como hasta aquf, y de vez en cuando
encont1"8se nuevo alimento en la trata, llegaria ciertamente
un dia en que corriesen gran peligro la paz y tranquilidad
domllticas, el rden social, la vida y la honra de 1M fami-
lias.-El espectculo de Santo Domingo cubre de angustia
el corazon mnos sensible. La tea Y el pufial por annas;
el nifo y la mujer por vctimas; la conftagracion y lo."l la-
mentos por seal de alarma; y por resultado final, la d~
solacion, la barbarie..... h aqui el cuadro horrible que la
imaginacion nos presenta en el evento de que estoy ha-
blando.
y si, hasta ahora tenemos la dicha, no ya. tan slo de ver
muy'remoto semejante evento, sino de que no se hayan
364
desarrollado entre nosotros, tanto como en otros paises.
esos 6d.ios y rivalidades, ese antagonismo y encono que
dividen las opiniones y los corazones, #, no sed prudente
aprovechar tan iavorable coyuntura, para alterar por
completo la institucion que puede ser grmen de todas
esas desgracias'? ,IIabd en Espaa hombres de Estado que
no reconozcan como necesaria. esa alteracion'?
2. La reforma es cuestion de honra para Espaa.
&
376
la ley que, un refirindose distintos partos, niegue ti una
criatura derechos que reconoce en otra, slo porque aquella
naci un poco ntes que estaY
, y quin ha de educar y alimentar hasta su completo
desarrollo ese ser que naci libre de una madre esclava"
El dueo de la.madre, se dice.--,Y por qu se le ha de im-
poner esta carga'? Porque es dueo de la madre, y la natu-
raleza no permite la separa.cion de uno y otro ser. H aqu
lo que se contesta. No es esa respuesta satisfactoria; pero
admitmosla, y supongamos que la madre ha fallecido, y
que el padre y los abuelos pertenecen . distintos seores.
,Por qu se ha de compeler al quefu dueo de la madre,
que crie, alimente y eduque los hijos de una esclava ya
difunta'? Porque es preciso.-Triste confesion, fe.
Pero se agrega que el dueo puede aprovechar los ser-
vicios del liberto hasta que llegue determinada edad. Es
decir, que el liberto queda de hecho en la condicion servil,
dependiendo del propietario que lo ms tarde posible en-
tienda aquel liombre que ya ha cumplido la edad en que
debe ser libre. Es decir, que mientras tanto, elliberlo ser
explotado, y se le obligar. trabajar reciamente, para in-
demniza.r al seor de todo cuanto ste juzgue que ha per-
dido. Es decir, que el dia en que el liberto se hace efectiva-
mente libre, se hallar tan estpido, tan embrutecido, tan
degradado, tan desmoralizado, como si hubiese de ser pero
ptuamente esclavo. Es decir, que la sociedad nada haga-
nado, despues de haber cometido todas aquellas injusticias,
y se hallar. expuesta los mismol:l riesgos inconvenientes
de la emancipacion directa.
El mtodo, por consigtente, me parece muy poco acer-
tado.
4.' CO'JlCIdw la libertad d todallal A6mfwtu pe tIUCa1&
3'77
f 'fII4d'I'U uelt&'DaI, flpUU f ~tenniMdo dia. E8te sis
tema envuelve el mismo incentivo al f1'J1ude, la misma in-
justicia, y los demu inconvenientes que acabo de aludir.
Es adems injusto, porque de hecho niega desconoce
en el va.ron los derechos que otorga la hembra, no ha-
biendo razon plausible, Beg1m la ley natural, para que 188
hembras, s610 por nacer tales , sean libres, y los varones,
s6lo por serlo, hayan de experimentar todas las miserias,
toda la cJegradacion, to~ las penalidades, toda la infamia
del estado de servidumbre.
Por otra parte, hay graves inconvenientes en esa me-
dida. En primer lugar, cuando la ley hace artificialmente
la hembra de una clase 6 gerarquia superior la del va-
ron, perteneciendo ambos una misma raza; cuando de
esa suerte se intenta alterar lo que ha hecho el Supremo
Criador del Universo, el resultado habr de ser que la hem-
bra, despreciando al varon, busque fuera de su raza la.
union que por naturaleza se halla inclinada; ~o cual equi-
valdria en la ley fomentar y procurar uniones illeitas,
contra la moral cristiana y un contra la conveniencia so-
cial, altamente interesada en la morigeracion de todas las
clases del Estado. Y en segundo )UgaI', si en un dia dado
todas las hembras han de ser libres, y la mayor parte de
los varones han de permanecer en la esclavitud, cmo se
criarn, alimentarn y educarn esos hijos, suponindose
que han de nacer de padres esclavos y de madres libres?
Si cada una de stas no tuviere ms q1te un hijo, la di1icul-
tad no seria tan grave, porque la madre podria trabajar
para ella y para su hijo; pero en la conocida fecundidad de
la mujer de origen africano, racional es pensar que mu-
chas llegarn dar luz un gran nmero de nifl.os.
iCmo atender las necesidades de stos'? Los padres 8'~~
318
mirian en perptua servidumbre, obligados trabaJar, n6
para SUB hijos, sino'para sus seores. Las madres se verian
obligadas cuidar . sUs hijos, . quienes no habian de de-
jar &bandonados; y por otra p&rte, siempre carecerian de
fuerzas bastantes para proporcionarse todos los recursos
necesarios para tan vastas atenciones. Las consecuenci&t
de todo esto, habrian de ser deplorables. La exposicion de
las criaturas, el infanticidio, la miseria con su ms repug-
nante aspecto, la inmoralidad, el crimen. H aqui . dnde
nos conduciria la determin~ion de que vengo hablando.
Bn vista .de tantos inconvenientes como se ofrecen, tanto
.en la emancipacion instantnea como en lo que se llama
emancipacion gradual, hay quienes piensan que nada ab-
solutamente debe 1).acerse en beneficio de los esclavos. Di-
cese que lo mejor es dejarlos entregados su suerte, im-
pidindose solamente nuevas importaciones, fin de que
con el tiempo vaya disminuyendo el nmero de siervos
basta la completa extincion de la esclavitud. Citase el ejem-
plo de Puerto-Rico, en cuya isla hay efectivamente pocos
esclavos, y la produccion depende del trabajo libre, que d
buenos resultados, sin embargo de estar combinado con
un sistema de cultivo atrasado. Es de~ir que, en sentir de
algunos, lo ms ~rtado es dar tiempo al tiempo, cruzar
los brazos, y mirar .impasiblemente la paulatina desapari-
cion, no tanto de la esclavitud como de los esclavos. Sin-
gular modo de entender el cumplimiento de deberes mo-
rales! Pilatos, lavndose las manos, crey quedar exonerado
de toda responsabilidad en la muerte del Justo; yen nues
tra poca hay quienes creen que no hacer nada por los
mervos, impedir solamente la inmigracion de bozales. es
todo cuanto los buenos principios reclaman.
Bsto es UD error. Preciso es advertir ante todo, que si se
,
379
deja intacta la institucion de la esclavitud; si no se iotro
ducen en e11& reformas tan grandes y radicales como las
que sean compatibles con 108 intereses materiales 'y mora-
les de toda 1& isla, y especial y sealadamente de la misma
poblacion escla.va., desde luego se dejar la puerta entor-
~a.da para que, de vez en cuando, siempre que se presente
una oportunidad favorable, se introduzca un eargamento
de bozales, confundindose inmediatamente los recien im-
portados con los dems que existan en la isla. AsIlo reco-
nocen los mismos que emiten aquella. opinion, supuesto
que piden se haga. imposible la nueVa inmigracion por me-
dio de leyes restrictivas y severas. Conforme estoy con
ellos en cuanto la promulga.cion de esas leyes; pero me
A.siste la firme persuasion de que mientras no exista una.
grave alteracion en las relaciones del seflor y del sirviente, .
la trata jam.'lse har imposible. Terribles son las leyes que
condenan y castigan los deijl.'l contrabandos,. y sin em-
bargo el contrabando existe y existir, aqu y en otros
paises, mientras los derechos fiscales excedan de su justo
nivel. No hay medio de evitar la conniveneia y la compli-
cidad; y cuando el contrabandista de negros, 6 de otro
cualquier comercio, tropiece inesperadamente con la hon-
radez y la moralidad, todavfa le quedarian recursos en la
proteccion que las masas del pueblo le dispensen para bur-
lar la vigilanci& de los empleados. Por consiguiente, es
intil pretender que s6lo por las nuevas leyes restrictivas
se ponga trmino al trfico; y as! desaparece toda la base
del edificio levantado por los que estiman que la esclavitud
8e extinguir por 8i misma. Nuevo alimento encontraria la
institucion de dia en dia; y con alguna diferencia, al cabo
de un siglo, subsistir!a la servidumbre en Cuba casi en el
mismo estado en que hoy se encuentr&..
380
t Pero adems, es imposible admitir la idea. de que deban
dejarse las cosas en la situacion en que actualmente se
hallan. Ya conocemos todos los. males morales y econmi-
oos que Be encierra.n en la institucion: ya conocemos todos
los deberes morales y todos los principios econmicos que
nos aconsejan y exigen el cambio. bY hemos de quedarnos
impasibles, frias espectadores de esos males, sin aplicar,
sin buscar siqlera remedio alguno'i Por trmino medio, en
cada ingenio de fabricar azcar, y despues de tomar en
cuenta los nacidos, se advierte una baja prdida anual
de un 2 ti. por 100, clculo del Sr. Poey queme ha pare-
cido excesivamente bajo. Y pudiendo salvar algunas vidas,
#,habremos de limitarnos presenciar el espectAculo de la
extincion paulatina de tod,os los esclavos'i No hay duda de
que correulgrimas ocasionadas por la injusticia: hay jus-
tos temores de que en C880S ms mnos raros, corra tamo
bien la sangre de una mane1'!" inicua: podemos impedirlo;
podemos por lo mnos mitigar esos dolores; 6Y nada ha-
bremos de hacer para ello?
Hay una iIl!Uensa poblaoion esclava, sumida en la igno-
rancia, privada del CQnocimiento de Dios, incitada por su
mismo estado la pereza, ,la vagancia, al hurto, la in-
moralidad y los dosrdenes: ~ada.haremos por sacarla
de esa lamentable situaeion'1 Los mismos propietarios, in-
clinados la indolencia, la disipacion, los excesos, por
ms que las virtudes de muchos los hayan retraido del
sendero de los vicios y delitos; los mismos propietarios que
moralmente se encuentran en una triste posicion, en que
tienen que infringir lqs preceptos de la ley natural, ,no
merecen que acudamos todos en su auxilio, y que em-
pleemos de buena fe cuantos esfuerzos estn nuestro al-
cance, para que se lixij.ien @ la culpa que sobre ellos pesa,
381
Y puedan hacer la reparacion que moralmente estn obli-
gados'i Por ltimo, i,no pesa sobre el Gobierno una respon-
sabilidad moral por lo que ha hecho, por lo que ha consen
tido, y por lo que en lo sucesivo puede hacer' #,Y de todo
esto habremos de prescindir'i i, Deberemos dejar las cosas
en el ~o en que se encuentran, hasta. que de por si se
extingan, 6 mejor dicho, hasta que.nosotros extingamos
los esclavos?
Mas el caso es que, adems de los intereses morales,
estn tambien interesados en el cambio los materialeR.
Dia tras dia, el trabajo y el capit&lse ven privados de su
justa remuneraoion: da tras dia, el capital va minorndose:
da tras da, nos vamos engolfando en un absurdo sistema
de trabajo rutinario, de deudas, de disipacion: da tras dia,
estamos empobreciendo nuestras tierras, agotando nues-
tros recursos, y prepi.ri.ndoD.OIl un porvenir sombrio y des-
consolador. #,Y nada.brem08j)a1'& conjurar la tempestad?
,Habremos de persistir en ese mismo s1Btema de rutma, de
indolencia, de imprevision, de despilfarro, de hipoteca Y
de tmbajo forzado'
No ciertamente. Si 10& medios indicados puala ema.J1'to
c1pacl<m ofrecen grave inconveDientes, no por eso debe-
remos dejar las 00!&8 en el estado en que 8e hall.,n. La re-
forma es necesaria, es urgente, como ya lo he demos1rado.
Es tambien inevitable, como se infiere del estado de la opio-
Dion pblica)aI18io8a de lJ.ePr. una'Bolucion acertada y
definitiva, en UDa cueetiou d tan4P'8V8 importancia:como
esta
, .,
'.
CAPTULO XXXI.
391
indica el camino en que debemos entrar, yes preciso pres-
cindir de todo lo que puede servirnos de obstAculo.-Ay de
108 que por consideraciones trivia.les se hacen sordos los
clamores de la. conciencial
..
': , ",
: I
"" I .
, ir;
., ;:
,;
,
Ir,
'J
l'
CAPTULO XXXII.
LA BVOLUCION.
89S
negro emor al trabajo, hbitos de induatrla y estimulo para
la producmon: ' ' , .. ,'
No le ha~de ,inferir de esto q-6 eer preciso el traSCUl"8O
d~ muchos siglos puS que. el DegI'O e8ten aptitud de dla.
frutar de SIl'libertad, asi como en el Antiguo' Mundo loa
siervos Y'en' Amrica. los indigenas no llegaron obtene7
6SO$ benefleiossiBo despues de larguisimotiempo. Sise
..
S9'7
jemosla esclaTitud 'llmniul, pero teviatiendola de 'tantas
eoncemones, limi1ando ental manera los derechos:.dels&-
flor, Y amPliando' tan extensamente lO del siervo, que
ste desde luego goCe de tl'>da8 bis franquiciaS de que en
medio de 8u~ igIwraneis pudiera goiar sin perjuicio propio.
Hagtmoslo libre d81JecluJ, aunque esclavo tl6 def'eclw, para
lo que actualmente puede esperarse de l. Y no nos arre-
dren 108 nombres: bU8qUem08los hecli08 procuremos ha-
cer.el bien, yno llevemos 18.8 cosaahasta,el extremo de
que,en pbsequio al ciego fanat8mo,quM'espeto en cuanto
es' resPeQl.ble, vayamos ocasionar males graves, aun la
millma clase cuya 'suerte queremos mejorar. La lifJwtarl
con tN,;aa ha resultado perjudicial: veamos si Be logra el
objeto apetecido por medio de l~escltt1'itlUlconconcuiones.
lJ Demos al escla.vo todos los derechos de que pueda gozar
405
fuese completamente inadecuado, y si lo que entregase al
dueflo por cuenta del precio de su libertad, no le propor-
cionara aumento de bienest&rl
bQu Balario se pagar, pues, al siervo? Si por un lado
advertimos las tristes condiciones de la industria cubana,
que no dan al capital toda la remuneracion adecuada, y si
por otro lado tenemos presente que no debe ser mezquino
el salario para que surta sus efectos bienhechores, creo
que pudiera satisfacerse los esclavos de 1.' clase cuatro
pesos mensnales, que es la pension de un asitico, cuyos
servicios se contratan adems pagndose una crecida can-
tidad por precio 6 prima de la contrata. Al esclavo de 2.'
clase se le daran 6 pesos, y al de 3.' 8 pesos mensuales;
todo esto adems de alimentos, vestidos, y asistencia en
caso de enfermedad, senectud, etc. El esclavo coartado,
por cada 50 pesos que hubiese entregado por cuenta del
precio de su libertad, debiera tener un aumento de 50
centavos de peso al mes en su salario, tipo equitativo, no
s610 por guardar relacion con el del inters comun en la
isla, sino porque no es de olvidarse que si el duefto repre-
senta una cantidad considerable en el valor del trabajo del
esclavo coartado, ste, que tambien representa en ello otra
cantidad, aunque menor, es una criatura perecedera, que
se hace mas y ms intil medida que avanza en aftos.
De suerte que es preciso proporcionarle medios de rescatar
por completo su .persona, ntea de que la edad, los acha-
ques y el cansancio en vida tan afanosa hagan inaprecia-
bles sus servicios.
Todo esto ser ciertamente gravoso para el propietario;
pero en muchos casos el pago de salarios ms 6 mnos
crecidos los esclavos, no ser ms que un desembolso
temporal. Lo que el seflor d su siervo por el trabajo de
iI
406
ste, lo devolver: el siervo al cabo de algun tiempo por
razon de coartacion y de libertad; pero cuando el esclavo,
sujeto la ley comun de mortalidad en mayor proporcion
que el hombre libre, fallezca poco ntes 6 despues de al-
canzar Sil libertad, el dueo no habria perdido entnces
los Balarios p~os al siervo, si ste se los ha ido entre-
gando paulatinamente.
Tiene actualmente el esclavo coartado el derecho de exi-
gir al seor que lo venda otra persona por el precio de
su coartacion, y es preciso conservarle ese derecho. Pero
por la legislacion hoy vigente, cuando el siervo quiera
coartarse 6 libertarse, si el seor y l no se pon~n de
acuerdo en el precio, habr de designarse ste por peritos
que nombrarn el propietario, el sindico procurador gene-
ral en representacion del esclavo, y la justioia en caso de
discordia; tenindose presente para el justiprecio los mri-
tos y circunstancias que concurran en el esclavo. ,Ser
esto justo~ ;,Deber quedar establecida semejante dsposi-
cion'l De ninguna manera. En medio de un sistema tan
absurdo y tan injusto como la esclavitud, nada hay ms
chocante inmoral que el principio de que mientras mejor
sea el esclavo, mientras mejor conducta observe, mientras
ms industrioso, sbrio y aplicado se muestre, ms difi-
cultades encontrar para libertarse, mayor precio tendr
que pagar por el rescate de su persona. Si fuera perezoso
y ratero, si tuviera muchos vicios, una corta suma bastaria
para hacerlo hombre libre; pero si es fiel, leal, industrio80,
diestro, entendido y laborioso, necesitar reunir para redi-
mirse una cantidad considerable, que probablemente por
medios licitos jams llegar conseguir. ,No es esto fo-
mentar lQ!:3 vicios, proteger la inmoralidad y provocar fal-
~ y delitos~ Indudablemente; y si hasta ahora la ley ha
40'7
sido tan inconsecuente, tan poco previsora y sbia que
haya admitido semejante monstruosidad, ser preciso que
en lo sucesivo nos desviemos de ella, en beneficio del es-
clavo y de la. sociedad que el mismo dueo pertenece.
Una cuota fija debe determinar el mximum que en caso
de coart.acion 6 libertad haya de entregarse al seor. Tres~
cientos pesos por esclavos de primera clase; cuatrocientos
por los de segunda, y quinientos por los de tercera, son
las cantidades que mi juicio podrian sealarse como
mximum en las respectivas clases; salvo el derecho del
esclavo, para pedir que, falta de comun acuerdo, se de
termine por peritos nomb~os de aquella manera un pre-
cio menor que el tipo ~pectivo, por enfermedades otras
causas que lo ameriten.
Tambien deben entrar en la reforma otros particulares
importantes. 1, Por qu no ha de adquirir el siervo para si,
siempre que lo haga por medios licitos y Bin perjuicio de
su seorY Si trab&;ja en ho:a.s extraordi~rias, ,por qu no
habr de apropiarse el fruto de ese trabajo' Por qu no Be
le estimula de esa manera que emplee productivamente
sus ratos de ocio, y un que desempee con ms pronti-
tud los trabajos debidos su seor, fin de tener ms
tiempo que dedicar su beneficio propio, en el ejercicio de
una industria honesta '1 Todo lo que sea excitar el inters
e:q. el esclavo; todo lo que tienda inspirarle laboriosidad,
ha de ceder necesariamente en provecho del dueo y de 1&
sociedad. Pero sobre todo, I,por qu la ley ha de servir de
obstculo para que el escla.vo disfrute los efectos de la 1i~
ralidad. ajena' A todo esto se dir que la costumbre permite
al siervo disfrutar lo que otros le regalen, y lo que gane
con su trabajo, fuera del tiempo que debe invertirse en
utilidad de su seor. Si es~ es cierto, no hay inconveniente
408
en que la ley sancione el principio que la. costumbre haya
admitido.
y i.por qu han de lastimarse los derechos naturales del
padre y del marido, cuando stos son esclavos 7 Bien veo
que este particular ofrece inconvenientes muy graves;
porque si es cierto que la violacion de aquellos derechos es
repugnante la conciencia humana, tambien es cierto que
su libre ejercicio, en lo absoluto, no se concibe en el estado
de servidumbre, sin dao de la potestad dominica. No hallo,
sin embargo, imposible encontrar medios de conciliar el
ejercicio de la una con el de las otras potestades. Conviena
crear en el esclavooel sentimiento y los hbitos de familia.
A este fin, siervo y sierva casados, y sus hijos, si los tuvie-
ren, deberian residir en habitaciones separadas, exclusiva-
mente suyas. Durante el tiempo en qp.e hayan.de trabajar
en beneficio del seor, cada. cual ir ocupar el lugar que
le corresponde entre los dems individuos de la dotacion.
Pasado ese tiempo, volvern su residencia particular, en
la oual no penetrar la potestad dominica sino en casos
graves, y slo para evitar los abusos del padre 6 del ma.-
rido. Es decir, que fuera. de las horas dedicadas al servicio
del seor, ste no habr de ejercer otro oficio que el de
juez imparcial y recto en las relaciones mtuas de los es-
clavos casados, 6 en la de padres hijos. Por desgracia,
son raros los hombres revestidos de las dotes necesarias
para desempear con acierto esa. judicatura, que es pura-
mente arbitrarla, y no depende de reglas fijas y conocidas;
pero no nos es dado crear un sistema perfecto y entera-
mente libre de inconvenientes. Harto se har si mante-
niendo al seor en la plenitud de la facultad dominica en
las horas de trabajo que deben dedicrsele, se le dejan tan
s610 en las otras horas las facultades inherentes una
409
I .
especie de vasallaje, semejanza del antiguo sistema.
feudal.
Ma.s i,cules sern esa.s horas ordinaria.s y cules la.s ex-
trordinaria.s? ,Dejaremos vigente el artculo 12 del Regla-
mento de esclavos, que designa diez y seis horas diarias
para el trabajo en pocas de cosecha, y nueve 6 diez en las
dems pocasY De ningun modo. Es un error grave creer
que pueda. lograrse buen pro,echo, de un trabajo que se
exige constantemente, sin descansa.r ni un el domingo,
por espacio de diez y seis, y un de nueve 6 diez horas
diarias. Estas exigencias s610 se conciben bajo un sistema
puramente rutinario, en que la primera condicion que se
apetece, es destruir en el trabajador la calidad de hombre,
para convertirlo simplemente en fuerZa muscular. Si algun
propietario quisiera experimentar, no por un dia ni por una
semana, sino por una larga serie de semanas, cunto pro-
duce el trabajo de diez hombres segun el sistema actual, y
cunto produciria el de otros diez bajo el diverso sistema
que propongo, estoy seguro de que los resultados habrian
de ser tan altamente favorables la alteracion, que el
mismo hacendado se admiraria de que ntas no se hubiese
. puesto en planta el nuevo 6rden de cosas. Pero aunque as!
no fuese; un cuando con la reforma no se lograsen sino los
mismos 6 menores productos que en el dia, siempre seria
indispensa.ble introducir una modificacion esencial en la
designacion del tiempo que el esclavo ha de invertir en
beneficio de su seor.
Siete horas de trabajo constante 80n sin duda ms que 8U-
ficientes para remunerar al seor el sa.lario que debe pagar
al esclavo, la renta del capital invertido en la adquisicion de
ste, y todos los dems gastos de su industria, incluso un
tanto por ciento como prima de seguro. Pero no creo que de.
410
ban exigirse siete horas diarias, sino cuarenta y dos la se-
mana, porque habr dias en que el esclavo se halle indis-
puesto, 6 tenga necesidad absoluta de descanso, 6 quiera
consagrar, con consentimiento del dueo, todo el da ocu~
paciones que cedan exclusivamente en provecho del mismo
siervo. En cualquiera de estos casos, lo que en dia deter-
minado deje de trabajar el esclavo en beneficio de su amo,
podr reemplazarse aumentndose. gradualmente la tarea
en los dias subsecuentes. O de otro modo: si durante los
cinco primeros das de la semana ha trabajado el esclavo
cuarenta y dos horas completas en beneficio del sefor, de-
ber tener libertad de dedicar otras ocupaciones el sexto
dia, mnos que el dueio y el siervo estipulen que por un
estipendio convenido trabaje tambien el esclavo durante el
sexto da, despues de las cuarenta y dos horas del trabajo
ya desempeado. El domingo en todo caso deber consi-
derarse dia de descanso, inviolable al mnos en provecho
del propietario, aunque remunere el trabajo del siervo. La
ley de Dios es y debe ser obligatoria; como tambien lo es la
ley natural, segun la cual las fuerzas del hombre se debi-
litan, si despues de seis das de trabajo no tiene uno de
descanso.
Sin embargo de la limitacion de las cuarenta y dos horas
de trabajo por semana, creo que por via de disciplina, y
cuando ocurra un justo motivo de correcclon, el dueo
podr exigir del esclavo seis horas ms la semana, lo cual
establecer el mximum de cuarenta y ocho horas sema-
nalO8. Y habr de tenerse siempre presente que las siete, 6
en un caso las ocho horas diarias de trabajo, no podrn exi-
girse sino de sol sol, y con intermedio de dos horas libres
en las del trabajo, fin de que el siervo las dedique ali-
meqtarse, reposar, y hacer alguna obra en utilidad propia.
411
Si las circunstancias lo permitieran, el dueflo deberia dar
al esclavo la porcion de terreno que ste por si mismo, si
fuera soltero, y con ayuda de su familia, si la tuviere, pu-
diera cultiv&l' en sus horas extraordinarias, y en provecho
. exclusivamente propio. Esto es esencialmente importante;
porque no s610 se fomentar asi la laboriosiUd del esclavo,
sino que insensiblemente se 'ir introdEciendo de esa ma-
nera el sistema de colonias aparceras, que es el que sin
disputa est destinado reemplazar la 8.Ctual organizacion
de nuestro trabajo agrcola.
Se ha advertido sin duda que hasta ahora he estado tra-
tando exclusivamente de los esclavos dedicados al cultivo
de los campos, sin referirme . los destinados al servicio
domstico 6 . ocupaciones fabriles. Depende esto de que
toda la dificultad de la cuestion se halla limitada . reem-
plazar por otro el actual sistema de trabajo agrcola. En el
servicio domstico y en las ocupaciones fabriles, el reem-
plazo pudiera hacerse desde luego sin ningun inconve-
niente; porque por un lado todos los que se hallan empleados
en uno otro ejercicio no son generalmente tan ignorantes,
ni tan deficientes en industria,. como los ,esclavos del
campo, y porque por otro lado fcilmente se conseguirian
criados 6 trabajadores libres que desempe1asen todos 880S
oficios por una remuneracion adecuada. Sin embargo, ya
que ha de permanecer vigente por algun tiempo la insti-
tucion de la esclavitud, y ya que ante semejante necesidad
serian odiosas, irritantes y excesivamente inicuas todas
distinciones entre los unos y los otros, creo lo ms pru-
dente hacer extensivas los dl servicio domstico yofi-
cios fabriles las mismas prescripciones que he indicado,
respecto de los esclavos del campo, eI\ cuanto aquellos
trean aplicables.
412
No ser posible . mi ver hacer las clasificaciones de pri-
mera, segunda y tercera categora entre los del servicio
domstico y ocupaciones fabriles. Pero hay que considerar
que los trabajos de stos son siempre mnos rudos que los
empleados en el cultivo de la tierra; aunque por otra parte,
si los ltimos no habrn de trabajar sino siete horas dia-
rias, de soH. sol, y con intermedio de dos horas, para to-
mar alimento, descanso, etc. , los otros siervos, especial-
mente los del servicio domstico, tienen que ocuparse
constantemente, desde que se levantan, no muy tarde, hasta
que se acuestan, no muy temprano, . sus respectiva.a ta-
reas. Por el uno y el otro motivo entiendo que . los siervos
. de que vengo hablando deberla senalarse la remuneracion
de los de segunda clase; esto es, la de se~ pesos mensuales,
adems de alimentos, vestidos y asistencia; tipo sin du~
el ms equitativo. Por lo dems, las horas de trabajo en
ellos no podr.n limitarse como en los otros; bastando que
el dueno le conceda siete horas por la noche, y tres de des-
canso al dio.. Aun en, los domingos, debern prestar oficios
puramente serviles, pero no los fabriles, ni de otra clase
cualquiera.
Vese, pues, que el elemento econmico que indico con-
siste en las dos importantes medidas de la tarea y del sala-
rio, con sus consecuencias naturales, que son: el derecho
de coartacion y de libertad: el de que el esclavo coartado
pueda exigir que se le venda otro dueno de su eleccion:
el de que en casos de libertad 6 coartacion se fije como va-
lor del esclavo un precio mximo: el de que el esclavo
pueda adquirir por medios licitos: el de que se respeten en
cuanto es dable las potestades marital y paterna de los que
se hallen en condicion servil; y el de que se senalen horas
fijas y limitadas para que los seores se aprovechen del
413
trabajo de sus siervos, quedando stos el tiempo restante
para emplee.rlo en beneficio propio.
Para que ambos elementos, moral y econmico, asi en-
tendidos, entren en combinacion natural, ser forzoso que
respecto del uno y del otro se consignen prescripciones
invariables en una ley sbia y acertadamente coordinada.
Por regla general, mi opinion es que la. ley debe mandar
lo mnos posible; pero puesto que en este caso se hace in-
dispensable alterar un 6rden de cosas ya establecido y
sancionado por disposicionel:l:iegales, juzgo acertado intro-
ducir la reforma por medio de la legmlacion. Entiendo; sin
embargo, que cuanto mnos se mezcle el legislador en
materias tan delicadas, ser tanto mt'jor para el amo y para
el esclavo. El inters mtuo del uno y del otro constituir.
la mejor ley, la ms justa, la ms acertada, la ms practi-
cable. Dejando en cuanto es posible al negro entregado
sus propios recursos en lo econmico, fuera del servicio
debido su seor, y suponindolo bajo el influjo de ideas
morales, llegar reconocer que en lo presente y en lo
futuro depende precisamente de su propia industria. Y el
seor llegar tambien asi persuadirse de que es inters
suyo, dada la necesidad del cambio, favorecer de todos
modos el inters de su siervo.
Bajo este sentido, creo que la ley que haya de dictarse
debe proponerse los siguientes objetos:
1.o La extincion inmediata, no de la e&ela'Ditvd, sino
del principio esencial de la esclavitud, del principio que
slo reconoce en el esclavo una cosa sujeta al capricho del
dueo, 6 cuando ms un semoviente, que es modificacion
favorable del bruto, sin otorgar proteccion legal, Bino en
casos raros, un ser racional.
2. Eficaz alivio en la condicion fisica del trabaJador,
0
414
para que no Be le obligue trabajar diez y Beis horas da-
riaB, para que se le den alimentoB adecuados, para que
obtenga el descanso del sbado, etc; ...
0
3. El allanamiento de los obstculos que existen para
la civilizacion relatif>a de la poblacion servil, proporcio-
nndole medios de recibir salario y educacion, de mejorar
moral y materialmente BU condicion, y de llegar con el
tiempo adquirir por si mismos la libertad absoluta, sin
que nadie se la d, Bin deberla nadie, sino su trabajo,
en cuyo caso es bien seguro ~ue no abusar de la libertad
quien BUPO conquistarla por si propio y con su propia in-
dUBtria.
y 4. Conservar mientras tanto el rden y la actual es-
0
415
ser ntes de cinco aos. Antes de siete aos slo sern
esclavos los que merezcan serlo.-En diez aos, el nmero
de esclavos ser ya tan corto, y adems la resolucion del
problema se habr facilitado tanto, que seguramente no
habr inconveniente alguno en manumitir instantnea-
mente los restos de la presente institucion. -y casi todos
habrn debido su libertad si mismos, su propio trabajo,
f
y saldrn de esa abyecta condicion con industria personal,
con laboriosidad, y limpios de la mancha que su degrada-
cion habia arrojado sobre ellos.
De esa manera, todos los hll.Cendados que sean capaces
de comprender la necesidad del cambio y las exigencias de
. .
ste; todos los que hayan prestado eficaz y entendida
ayuda al plan propuesto; todos los que hayan procurado
sacar las ventajas y evitar los inconvenientes de una posi-
cion ms mnos dificil; todos los que, en fin, se muestren
activos, laboriosos, inteligentes, Bbrios y econmicos,
habrn logrado ntes de cinco aftos, ms tardar ntes
de diez, sustituir el cultivo irracional por el racional; las
dotaciones de esclavos por las colonias aparceras, 6 por
otra cualquiera aplicacion del trabajo; y en fin, una vida
de indolencia y deudas, por otra de independencia personal
industria prospera.
De esa manera se afianzar seguramente la hipottica
riqueza actual de la isla de Cuba.
CAPTULO XXXIII.
RRFUTACION DB OBJECIONES.
.
18
que el escla.v.o .,lrtuoso 1 bueno' halle ms tli1ioultadea pela
sureseate eo~()n qu~ el vicioso el .pel'VerSQ.~Estq
supuesto, si se tratara. de una. ve~ prop~, PQY
7fez primera. Wl.dria yo que 4efener la tasa ~~ pdr :vez
primera..tendria que pedir la ley 'otras llinit&ciones al
ejercicio de ~ueUas fa.cultMe6; ~ro .un entl>oces no creo
hubi.eBe pe.raonas im~oiales yaepsa.1M- que condeQMen
mi. pretension, Anta que. dejar 1ft,s eosu eIl' el estad.o en
que ooy se.encuenu:an, valllria mB deolaru tille el esclavo
juns puede rescatar BU liberWI; va.ld.ria.Dl.a resi~tuir .l
dueo el derecho de vida. Y muerte ,sobre su siervo. Bato
eeria m0!lstru.oso, levantaria. gri14a tle lndipaci<ni en todas
las np.ciones civilizadu, y noa hllria mu~. ms .mere~e ..
liores ~ la clera divina de lo qae somos. ~n 1& aetu&ided f
pel'f)al fin la ley lieria coDsecuentecoQ.iigo misms.y oon
los p:rincipios qne establecerla. Ml$8 CQn~t: al esclavo la
(acuItad de res~r su libertad, y dejar.al :misQlP ijempo ~
luellO, 6. peritos elegidos sin la illtervenmon personal .del
slervo, la designacion del p~iode dicho J."eS<*~; peJ'Qti6
. Wmb~~n que segun sean'108 buenolHnriWs ., citcUD8tan-
~i~ diel esclavo, asi 80 eleve la ou01'l& que, llW: deba entre-
gar para. obtener el indicado beneficio, es unO' Q~ los m.a-
yores ~u.rdos qua en tan &bsurdo ~teroa se encuentran.
Es provocar los siervos que 'Sean inm(),f8,\es.y malos: e8
premiar el vicio y c"'gar la virtud;. es; en fin, minar el
edi1icio social por sus ms prmciplllea 'bases.
y no se diga que las buenas cualidades .del eac1avo de-
penden de que el dueo ha invertido dinaro ,. empleado
cuidados, perdido ti~mpo en .e118OOa,,10 ,educarlo. No
siempre ~ cierto que en los mritos del. ~rvo baya tenido
parte alguna etsei1or; y un en IOS;C8SQS en q,ue ste, por
utilid~d propia) ha CQutribu410 ia,creacioQ.de dichQB m
419
ritos t la verdad 8 que sin: las dispos.iciones natu;ales, '1
sin la buena indole del siervo, poco nada habria logrado
el propietario, pesar de sus atenciones y prop6sito&.-
De todos modos, siempre quedaria en pi, la diAcultad de
que con la acw,ll legislacion, ~ l1<lnredo Y virtuQSO se hace
dificil lo que se faeilita al perrersolo cual basiaria. en l~
timo evento para hacer imperiosa. una alteracion en iau
monstrl1Ol5O ~t.ema.
Pero todo esto es partir ,de UI:\ concepto notoriamente
equivocado: el de que los esclavos coJlStituye~ una pro-
piedad como otra cue.lquiera. Un Biervo no es una. propie-
dad romo una ailla, qne ppede destrour el dueo 8U
antojo? COIDQ un caballo, que puede matar en una j9f.,.
nada ~ga y r8.pida, sin respon.bilidad alguna, en uno
otro oaso, ante ~ ley. E" un ser .racional , hecho ,OOJ:iW ~
amo semejanza. del Criador; y si se hapa reducido la
trilte condicion ,servil; si la ley ha tolerado el despojo de
parte de los del!echos naturales que aquel ser perteneeen,
jams debe olvidarae' q~ esta es una institucion CQnfn.
D8tu.ra,~n la de1ini D. Alonso ~l Babio.~Por conai-
guiente, si es injusta la ley que ,infringe el derecho de pro-
piedad, injusta debemos llamar la que desconoce y ultraja
la mlas sagrada de 1M.propiedades : la que el h~bre tiene
por permision delAltisimQ, en su persona, en BU trabajo,
yen el fruto de su trabajo. As! es que, cuando la conve-
nienci.a general de la sociedad y la conveniencia del mismo
esclavo impiden su manumision instantnea, por los pero,
juicios trascendentales que ocasionaria; cu.a.ndo se procu~
encontrar un medio conciliatorio, que sin causar daoa
graves propenda naiu~ente facilitar al esclavo ~ ad-
quisicion ~e su libertad penonal, no ~~os detenernoS'
ante la cODilideracion de que se estimarn violados loa BU-
400
puestos derechos dfJl ~opietatw~ los ~ no han. podido
tlriginal'lJ0' BinO de l.i. vi(}~ion de. dareahos. aD. m. Il&-
.gr&OOe Y reape.tables; ,
86fJmula o*ion. No, se exige ~el plan propuesto la.
indemnizaeion p~UDiaria que. se debe al 'propietario, 'por
priV&Tlo de dereebos que adquirj bajo la expresa saneioil
ae la ley. I : ~
Si la. emancipacion se decretara. instantneamente, si
'8eBenalara. un dio. fijo para. .ella, nQ tehdtia yo reparo en
adm.itir la..jlli\ticia<18 laindemnizacionj si bien la Cutl.D.tfa
de. sta seria. un -obstculo 1lsQpen..ble para la adopcion .ae
medida..
l!ti Pero los esclavos quedan por ahora. bB.jo el do--
mbiio de Sl18 setOres, quienes oontinuarn gozando, aunque
conimportantea restricdones, de la suPuEJstll. propiedad.
LIlar en e8te.caso tfminoshi.biles ~ra. pedir iD.demniza~
~oil.~ ,
, Conaed.am08 que' los baya, en Virtud de que, Si. no se d~
truye por completo la IIp.mada.propieclad.; .de hecho se
fimita, se coarta, se disminuye. O\rnto debler pagarse
les dueflos por -cada esclavo? N eposibte :fijarlo.. Y si se
flj8.8e, ,quin habria. de pagl\?lQ? t,Cundp', emo deberla
pa,garse'l ' :.
'#,Lo pagarla la metl'pout Delirio '$el'a. pensarlor La me-.
trpoli nunca querr, y hoy no puede, ni en mucho tiempo
pod.r;satisfaoeJ' de 50 100 millones de pesos, que serian
el minimum de la indennizacion' en oualquier caso.-Por
cnsiguiente, @eria preciso que lmisma isla de 'Cuba se
encargara de hacer el pago, y ya. se sabe que esto equival~
dria. Is exigir dicho pago los propios aInOS. Para indemni-
zar stos se haria pesar sobre :1& i~la, :es decir, sobre los
hacendados, sobre los' dU8flos de esCl&V08, una fuerte con-
tribllcion, y el resultado seria q\ie lcis propiMariostendrian
421
que dar con una mano, ,or lo 1JUI:tw8'. lo mismo que coJ:lla
otra habian de recibir. Y digo por lo mnos, porque en estD
de contribuciones suele suceder que 188 que una vez lle-
gan imponetse, quedan permanentes por ms tiempo del.
que al principio' se sefiaIara.
Nada adelantara, pues, y al contrario JP.ucho podra .
perder el propietario, si se impusiera la isla una contribu..,
cion para indemnizarle los daos que sufriese, y esta con-
sider&clon podEm)M hay que afiadir otra de no menor peso 6
importancia. La legislaeion fiscal entre nosotros es ya ex-
cesivamente oneroaa, :y cualquiera adicioD: de. dereo~Q$
la hara de tdo punto Isoportable. Con ella se hundirla el:
pis en u!!.a espantosa ruina, y los duos de esclavOl3 seria~
los ms perjudicados. As es que 18 indemnizaoioo'-debe
bUBc8I'8e de otra maner&: por 'medio del trabajo' y 1lllvio en
ld8 impoeBtos, que pemrltan al hacendado hacer frente
Wd88 sus prdid.e.s, y obtener el resarcimiento apetecido.-
Bu, 8Bte partioular me Cnp8r 'en el.capitulo siguiente.-
.P-wterlJ, olJjecion; liPor qu DO se ha de haoer ,~sivo
td'og los esclav9sel dereCho deibu8C8.r ama dEf8U B~
cion'? O si se niega 8 'unos por f1mdado& moti'los, ,por qu
se concede ,los cartdos'
8iel hecho fuMamental de la esolavituLtonsUlte en,que
el eer- ha .invertido cierto capital en-la adquisiCion del
siervo, pareoe que tan pronto, como por' cualquier' medio
licito 8Ef deVlielve al seflor el capital, heria 1& tasa-legah de.
biera cesar el inters del .propietario en aquel e8Ol&vo. V
esto eoniribuira despojar la institucion de una 'de sus
ms odio8lUJ formas, porque sirviendo el eBC1a.vo amo' de
!!IU eleccion, podr'de una 'manera legal separarse de UD
duefo injusto. Pero de admitir como general este principio,
que en favor de los coartados establece la legislaoion del
~
difl., 'se eeguiria. nn perjuicio muy grave y muy fre,.
cuente.
En cualquiera poa del afio, y principalmente en la. esta
ion de la cosecha, loa esclav08 de 108 prdios rsticos se
presentarianen masa, pidiendo p~l para busCtl1' amo. Bn
ese caso, los propietariof! 86 veran privados de todos BUS
trabajsdoree en mi momento dsdo, yen oeNiiones critihas:
&Cmo reemplaza.rloa entnees, si los esclav08 encontrasen
efectivamente nuevo duei'o~ Esto, equivaldra tm8; ruina
absoluta; pero los 'PerjuiciM no serilin tampoco: insignift-
e&nte8, aun' cuando 108 8ierv~ en,los tres dias wncedidoe
l.I eteeoo l()$ 006rtados, dej8.8en de" h611Rr quien 108 com-
prase. En ese evento, los trabajos ae"habran interrumpido
y paralizado, no por tl'es di'88, sino por muchos m que
W8n8oU\-ririail segunmuinte Dies" de que la. tranquilidad se
teStableciera por oomple*o' en l8.8'heas.-Ya se oom,..eDde
que las prdidas Seran inm.ensasj'Y:COlIUleSto no sucederia
raramente, y no 8e limit.ari&I:U'IlB. pooas-ftnou, la indus-
tri& se aniq1l1laHa. Tmbiell se qmilirantaria 'cadftp680 la
mnquUidad ptJ.blica; y108 -e8Cla~, ljos de adquirir labo...
riosidatl; se Bmirian' arl' uno. desmoralizacion absiJIata.
Por esto, prescindo de la generalidlld del priricijrlo, limi-
tndome'. pedir I~ oonserm.cion de aqel derecM 'eti fa-
vOr de loscoartadbs, qtlieneslo otorga la"ley' actUalmente
vigente. Bntre ellos esa conceskm nO' ha producldohosta
ahora, los inconvenleri.ts que acabo de aludir. Dirse tal
v'ez qu en 188 tlncae tie campo t'lcin muy raros 108- esclaTs
eoartdos, y que cuando "se8.n numer08ofl, es "posible oca.-
BOnen aquellos males; pero cuando ee traAa de hacer gr8.n-
des, Ysi se quie1'e, radicales reformas' en lI; institlieion, en
beneficio de los _mel'V08, no vea cmo haya de principiaree
deflpojando . algunos de -stos' de lO1'! derechos de que ya
423
disfrutan" por la Noquttica 1eg1slac.ioo ~te. Y 8i los
que son coartados hoy han de continuar disfrutando esog
OOl'eeh08, tampoco veo cmo haya de estimarse justo
negar las 'mi8mas franquicias los que en 10 sucesivo 86-
coarten.
Por otra pane, en el pl&n que estoy indicando entra por
Imlcho la consi~raCion de que el propietario no omitin\
medio alguno racional de granjearse la estimacion y cario,
y de excita:r los sentimientos de lealtad de todt>s sus ea-
elal'os.,Bn tos CO&rtados es de suponerse adem.B may,
apego los hbitos de industri&, niayor moralidad, mayol
adhesion BU seor, especialmente si ha"debido ~;distin
cion gT8.C8 que el dueo le dJspensara., Su trab8.~
person8.l. Por 'consiguiente, B todol!l 10l!l' coartadOI!l, un;
m8motiempo, 'y en motnentos criticoa, pidiesen papel ft1
dueo, ser en la generalidad de 'los C8808 por 'culpa del
miSmo duelio. Bajo este'concepto, 1~08 de propender 18'
extinaian de &quel derecho, estoy porque ms Ampliamente
86 ratifique. 8i el' propietario de un Ingenio no trata bien,'
ni pags.puntualinente . BUS esclavos, en vez de cen8Ur8.r,
-,.0
apmudina que los co811ad.os hiciesen en cualquier tiempo
t1BO del derecho de buscar nuevo dueo. :Esto serviria de
freno .. 108 amos, y seria una garantia eficaz' cbntra 10fl
abUI!IM de estos. '
,Si en medio'de todo ocurrieren un muchos caSos en
q1le hacetidsd08honrados, que cumpliesen todos sus debe-
res pl'& can sus siervos; y que procurasenpol' cuantos me-
dios eatu'rieran su 8lcance el bien de sus esela;vs, fueran
victimas de una negra ingratitud, i sufrieran injustos da-
08 por eapricho 6 ignorancia de los coartados, esto 98rta
una dMgracla muy sensible, como un incendiO, un"a.epi-
demia, otra" oalamidad 'cualquiera, y sera preciso aoop...
m
tarla.: como una de tantas conseeuencias d 1& poaesion ck
una gran fortuna.
Por tOOaa estas ra.zones, y. adems porque conviene 6'1"
citar el estimulo de lQs siervos,pe.ra.que procuren coart&rse
y mejorar su condicion, entiendo que sin concedrselo 8.
todo ~lavo, debe conservame en favor de los QO&rtRd<l6~ el
derecho de buscar nuevo dueo que ms de su; agrado' sea..
eNrta o7JjmQ1l,. Posible ea que el esclavo,. ljos de
conformarse con las concesiones que se le- hagan , no en-
Quentre en ellas sino un medio de excitar sus asplra.ciondJ
y pretenda; adquirir su instantnea libertad.
Tal!seria. ciemmente el resultado, si la ley re.conocie1'&
la libertad del' trabajador, y sin embargo Wdejaee en su-
jemon forzosa, lo que ea lo mismo, en servidtmlbre, con
pretextq de la llamada organact61t del.tf'alJajo. Pero
euando el trabajador queda siendo esclavo, siquiera sea.
temporalmente, cl(&ndo la ley lo deja bajo la potestad do-
minica, se bace sin duda wdo lo que bumana.men~ puede
hacerse,pe.ra. evitar 1& interrnpcion del rden BOCi&!.
No quiero decir, sil,l embargo, que en niDgUUM cirouD&-
taneias g lWt8.ri. esa impaciencia nacida de la realizacion
parcial de naturales deseos; pero si llega~ ,advertirse
Q6~,deplorable ansiedad, no ser. sin duda absoluta y ge-
neral, ni pasar. de casos raros. Y nunca habr- temores de
que sriamente se altere la paf; pblica, ni de que se en-
torpezca la marcha regular de las 00ia8, porque los bcen-
dados, ~n el auxilio, si necesario fuere, de 118 formidables
fuerzas. @1 Gobierno, sabrn contener dentlo de lmit.e&
racionales, las pretensiones de sus esclavo8.-Doloroso ser.
cootemplar un con1lictosemejante, que s610 una indiscre-
cion, 6 mejor dicho la triste ignorancia de algulWS &ien'os,
podria provocar; pero en beneficio de ellos mismos, y en
425
beneficio de 'la sociedad en general, 86l' preci!O atender
con ab8olu1e. preferencia: la conservacionde16rden 8OO1al;
bieil.. qua esto no debe excluir todos los miramientolJ y 60n~
slder1leione8 que esa ignorancia y la equidad 'requieren en
fa'VOr de Beres ta.n desgraciados. Al mismo tiempo seria de
apetEicerse 'que si re,sultase evidente en estos suce~s culpa
alguna por pa~ del propietario, caiga sobre ste todo el
rigor de 1& ley; con tal severidad que sirva para siempre de
aaludable esCarmiento. Bn el hacendado no es disculpable
la 'i@'noraricia.
,Mucho ono en qUe ~l duefto aabr coloca.rse la altura
de la nueva posicion que le est reservada. Puesto en inme:-
diato oll'tclD con el esclavo, tendr much88ocas~ones de
estimular el celo de ste con algunos halagos, y de otros
variosmodos que seria dificil enumerar. Supongo que en
semejantes: circunstancias ,el duefto que no logre' gnm...
jearseelafeeto de SUB siervos, si mismo deber imputarse
la culpa; y conViene que el hacendado tnga presente que
en esta D:ueva via, l, BU fortuna" BU familia y todos sus
interelles. 'dependen del esclavo, tanto por lo mnoB como
el mismo siervo depende de su amo. Tales y tan fuerles80n
10B vinculoB que deben unirlos.
Pero tamben confi6 mucho en' el poder del intePllen el
esclavo. Cuando ste se vea atrado por ese estimulo al
trabajo; cuaudb llegue comprender que parte de lo que
produzca Ber suyo, exclusivamente suyo; cuando advierta
que ~ parte ~r. tanto mayor; cuanto mas se afane y es-
furee; atIandolaaatenciones y cuidados que observe en
el duef10 exciten BU gratitud Y lealtad, es seguro que aeep~
tart BU llueva poaicion con alegria, y que poco poco ir
hacindose mS, y,mas laborioso hasta dejar satisfechas ~
_ las :espe1'an:~ raC\ODales. 8i un escla.vo ve que otro
42G
. que trabaj mta que l, logr reunir en cortotieII1polo
neceeario par& eoe.rtal'8e; que dtl6p~ de ooa.rtado, 811 fI&1a.,
no se aUD'lent; que contmu 8I1treg8noo 8US gananoiM..
as! aumentadas, por cuenta del precio de su libert.d; qU&
al; fin se libert; que libert adems . BU l!l~er y BUS bi-:-
jea; y que;tod08, ya. personas libres, siguell tl'll.b8j8lldoen
la misma on flnea en clase de jornaleros, viven de BU
industria de cualquiera. otra. manera. licita, natl1r&1 es qq.&
la emula.cion se despierte; que los henefici08 del uno sean
codiciados por otro y otros; y que el buen ejemplo 8Urta: ea
8B~; como en todM ocasiones, 8US podel'0808 y bien.betb:o-
res '6feotos.
.No temo, pues, que el esclavo d ocaslon deerdene&
que si ocurrieseniparcialmente serian pronto sofocados. Bu
manos del dueo est hacer que el siervo aoopte con ~
faecion la auerte que se le prepara. Si el haceDdado es bu..
mano; si. es justo si conoce SU8 verdaderos intereBe8; 8i
sabe, en fin, doblegane les cUcunstanciu y Mear ~
ellas elpartido posible, .el eaelavo eeder inaensiblemen.te
al estimulo de BU propia utilidad. No hay, en efecto, mayor
aliciente qoe la conveniencia mtua, para. a.lla.nar obstcu-
los en situaciones como la de que se trata.
Qtt,i1d.. olJjecion. Posible es que el hacendado no acepte
de bUeD& fe 1& reforma, abuBe .de las facultades que 116 le
dejan, viole los derechos emlCedid08 al esclavo, y:no pa-
gue . ste 8U salario.
R aM por qu he pretendido que la ley qtte haya' de
dictal'86, cualquiera que sean. sus trmiDos, Be vote por los
mismos propietari08 pllr los representantea que eiV*n.
En: al caso, la observancia de laJayser punto dahonra y
conciencia, y el pl'ecepto legal se hallar revestidD del
pl'68tiei0 oon8~ieDte alapoy<>de la opinion pbliee:. NQ
42'1
se ver en e110 shnplmente la obra. delGobierno, que mu-
chos inconsideradamente estara.n dispuestos ~ censurar.
Ser, en el concepto geneml, una determinacion adoptada
en fuerza de laS circunstancias, por los mismos hacenda-:-
dos, con pleno conocimiento de causa, y despues de ma-
qura. deliberacion. Se considemr como el menor de dos
males, hbilmente esCogido, y un despojado de SU8 m~
nocivas conseouencias. N&da deberla, pues, omitirse para
conseguir qne el hacendado mirase 18: reforma bajo este
aspecto, que la revestir del carcter que en rigor le cor-
responde, hMindola estimar como un bien para el es-
elsvo, para. el propietario y para la. industria en ~
neral.
De todos modos, es de esperarse que el propietario com-
prenda que efectivamente la reforma propuesta es de dos
males el menor, si' en si misma no encierra un bien in-
menso. En el estado que han llegado 1M C088S, seria
necedad pretendet" que la esclavitud permaneciera con las
bases de la Mtu8-1 institucion. Lo que no hagamos por mo-
ti'Vos econmicos l 6 pOI' oonsideracianes puramente mora-
les" nos sera arrancado 'por causa.s polticas que no es
dable resistir. Hay que escoger, de momento, entre la ex-
tincion del principio, la extincion absoluta de ls esclavi-
tud. El medio propuesto es susceptible de operar fcil..
mente, sin producir graves perturbaciones, con tal que el
hacend&do le preste su ms efieaz ayuda. Si aa no lo hace,
si por cu&1quiera otra razon no se alcanza en breve
tiempo el objeto deseado, entnceB, no hay que dudarlo,
vendr.forzo8llmente la emancipacion, con todos sus hOl'-
rores, con todos sus tr&stornos, can la mina. inevitable de
toda la sociedad cubana. Escoja, pues, el hacendado.
Prceme que la elecoion no es dudosa: Pues bien; una
4i8
vez hecha, e8 preciao aceptar el medio elegido aon todas
SUB consecuencias. De lo contrario nos volveriltmos . colo-
432
privaci0De6; pero dbe tenerse entendido que, el objeto
que todos nos proponemos no es eoronar de laureles 1&8
sienes del propietario, ni prepararle un lecho de rosas,
sino simplemente curar. un grave mal. Mas por lo regular
los Diales, tanto los fisicos como los morales, slo se curan
por medios dolorosos, y seria una indiscrecion ridicuIa
pretender que del estado de esclavitud pasasen nuestros
trabajadores al de libertad, sin que la transicion 88.hiciese
sentir, sin que el cuerpo social sufriese mayor menor
sacudimiento.
-o
1:
CAPTULO XXXIV.
OTRAS REFORMAS.
451
en la isla, decla~Il que su oposicion es puramente tempo-
Jal, que la relonna. deb& hacel"Be mM adelante, y que por
ahora slo se necesitan las econm_ y administrativas;
p&1'O esto encierra. una iDoonlecuencia ma.niAesta, y revela.
adems un error deplorable en 1& apreciacion, nQ como
quiera de la cnestion polltiea, sino tambien de la moral.
Hay en ello inOOJisecuencia, pOl'que pedir la reforma
polltic& para un di&. lejano, equivale a admitir la justicia y
conveniencia de la medida. ji 8ta fuera mala en si, ni
ahora ni mb adelante debiera adopta.nm. Cuando se dice,
pues, que se aplace para otra poca, de hecho se reconoce
que eninces Aa tk ser buena. Y si 14 d8 serlo maana,
~por qu no es buena en la actualidad'? ~Qu motivo fun-
dado existe para este aplazamiento'? Por consiguiente, el
que pretendA que dentro de algunos afi08 se d a las pro-
viDrJiu ultramariDss una formal Constitucion, con las mis-
mas libert.ade8 y franquicias de que goza la metrpoli, se
haga extensiva las lIlismss provincias la Constitucion
metropolitana, de becho confiesa que esto es justo y con-
veniente, inoulTe en una verdadera cOIltradiccion al opo-
nerse a toda accion instantnea en la materia.
Hay error en 1& apreciacion de la cuestion polltica. por-
que la reforma de esta clase no debe suceder, sino prece-
der alas 6dminisirativas y ecop.micas: es decir, que para
llegar con acierto estas ltimas, es preciso resolver nte&
la primera. La ley j1JAUJa.rM1r,tal, &no ha de ser anterior
las otras leyes? La base del edifioio, t,no ha de ser colocada.
y asegurada ntes que las dems partes'l Se reconoce que
nuestro sistema administrativo es defectuoso: que tambien
lo e8 el fiscal; y que uno y otro deben alterarse. t,Cul
ser, pues, el mejor medio de lograr la alteracion? Sin
duda el d~ dar interv&ncion al pais en la discusion y vota-
452
ckJn de 188 ley'8 que hayan de dictarse; 'pero' p8.1'&' que ea
intervene10n Sea efctiva y venhldera; se tteee9i1& que'pr&-
viamen~ se l'esnelva la: ene9tion poUtica,' dndose al eu'-
hano los medios de nombl'&l' libremente ~1J8 repre8Ml.t&n-
tes, con tocias 1&8 dems i't'&nquicl88 y libertades de que
gozan los habitantes de la. Peninsul". ,Pedir, pues, de 1J()-l-
mento leyes administratiVa! y econmicas, y pedir que
despues de stas "VlIDg&. la ley palltlca, es demostrar- un
olvido completo del objeto de esta'ltima y de los benefi-
cios que habri. de ''Proporcionar; ea demOstrar que no 88
aprecia debidamente la cuestion polft!ca.
y tampooo 8e apreia la cuestion morai, porque ba:jo este
aspecto nO'hay aplazamiento que sea compatible con-lu
exigencias de la honra y de la coneiencia. Vein~ y oeho
alios hace que est em~8 la fe ~ la nacioh en la con-
cesion de leyee especiales p&\'& el gobierno de las pl'Olrin-
eias ultramarinas; ';'1 todava ha de aplazarse par m.8
tiempo el cumplimiento de tan solemne eompromiSo ~ ,No
se comprende que la 'honra nacional est intere88da en
que esto no se alargue ms'l 8eM que haya quien pre-
tenda que de plazo en 'pl&zo, 'de ao en ao, se vaya ale--
jando el dia de la reforma, para que OOntIne el presente
sistema, y se deje 8.81 burlMa aquellaprome8a' Perollres.
cf.t1da8e de sta, si s quiere. Siempre es un deber de eon
ciencia hace)" extensivas 1M provincias Wtramarinll8 las
. franquicias y libertades de que goza la metrpoli', porque
lo contrario equivaldria deja.r vigente pM8. 1813'provineias
lo que por ser pernicioso y nocivo ha rechazado la metr- .
poli.-Ahora bien: le. hora en que la conciencia nos seli&la
un mal moml y nos indica el medio de repararlo, es 1&
misma hora en que debemos principiar adoptar medid88
para la efectiva y ellca.z reparacion. No hay trminos hbi-
453
les para posponerlo. Inaiantneameute es for;zoBO aplicar
tratar de aplicar el remedioj y oualquiera dilacion, que no
sea absolutamente inevitable, habr de reagraV81 1& re&-
,po~ad ya,ameritada.
INMlGRACION.
\
, .
y esa 'Colonizacion seria contraria . una poUtiea bien en-
tendida, porque as1 se haria interminable la servidumbre
ehtre no9OtroB. Bs una nee8idftd econmiea.; es un deber
mol'&1; es \lna conveniencia polftica la extitlcion de la e8-
clavitud. En' ello nos ocupamos, y ciertamente no encon-
tramos muy raen y desemba1'8~do el camino.-Y ,habre-
mOa de ot'tecer nuevos inconvenientes . la reforma~ No se
comprende que en IllS fincas de campo se confundiran los
aprendices con los esclavos, de suerte que en muchos caBOS
saria dificil distinguir a los unos de los otros'? No Be com-
prende que cM8 vez que' f&1lfJCie1'8 un e~lavo, se hara
a~teeer que ha muerto un aprendiz, y ste ingresara en
la rlotacion de siervos con el mismo nombre del esclavo
difnnto'1 Si esto ha ocurrido m1.8 lnos frecuentemente,
un res)eeto de los negros emancipados, no eB claro que
en aquel evento debeTemos temer la repeticion de seme-
jantes fraudes'?
~Ni cmo seria posible llegar 8. la transieion propuesta,
otra. cualquiera que se procurase por medioB naturales
y 111m violencia, facilitando al hacendado el recurso de ton-
tinuar ab88t8cindose' en los mercados de frica, no de
hombres, Bino .implemente de fuerza muscular, si se
qutere de brutos en forma humana" Cuando todo nos in-
duce ti. pen88.r que la reforma ha de hacerse extensiva al
rden econmico, como tambien al rden moral, para que,
en caBO de no Burtir efectos favorables, no los surta tam-
poco -pernieioi508, I,habrem<l8 de contribuir de una manera
e'ftcaz 8. la contlnuacion del mismo Bistema de trabajo que
hasta ahora hemoa edoptado1 I,Hemos de fiar para siempre
nuestros productos al traba.jo brutal, torpe indolente,
al trbajo que s6l<> se estimula por el temor al ltigo'? i.No
no& ser 1feito oomemplat, siquiera sea en lontananza, 'los
458
efectos de nn trabajo activo, diligente, entendido, in-
:fluido por el poderoso aguijan del inters propio?
Sobre todo, i,Ilo se cOPlprende que los in~onveDientes de
la situacion en que nos encontramos proceden cabalmen1ie
de las circunstancias que concurren en esa raza salvaje, no
habituada los U808 y formas de la civilizacion1 A no ser
por eso, la emancipacion podria verificarse absoluta in&-
tantnea.mente sin graves riesgos que afectasen la indus-
tria y la tranquilidad del pais; pero tropezamos con un
obstculo insuperable: la incapacidad de la poblacion es-
clava para gozar de los beneficios de 1& libertad. Ante esta
dificultad nos vemos en la necesidad de aplazar, aunque
por corto tiempo, la gran medida, para. infundir en el n&-
gro conocimiento de sus deberes morales, aficion y apego I
m
JDeI1te ~
forma de sta, son coso la experiepcia y la. r&ZOD
lo dremUiestran~ tin obstculo para et'l6 mcrenwmtonatura.l,
principiemoil pormodiflca.r muy favOl'8.blemente las fol"Dl8B,
prooedamos 8D. breve extinguir la institucion~ faeilltemos
de8pues los medios de que vayan sucesivamentedesa.p&re-
ciendo tod08los vestigios de ell&, ye! r8Ultado lI!er&BegUrO.
No f61tran en Cuba brazos pa.ra.las a.tencibnes precisas de
1& industria. La.natnr&1eza, la sbia' y benfica natnraleza,
no.. d&r& en cada generaeion, por lo mnos, tres por cada
dos' tr&b~a.d0re8 que n08 quite; :y todo nuestr9 empeno,
todos nuestros esrnerzoil.; deben toncret&rse bll8t.r, no un
medio artificial de aumentar el nmel'O'de Iba trabajadores,
sino la manera de mejol&r~u'esbido:enle moral y en lo
etJmico, fin de que poco poeo, sin violencia ni sacu-
dimientos, 'Heguen disfrutar de. todOl'I68 ,bene&ios de la
eivillacion 'lQlS individuos pertenecientes una raza que se
halla en elllia sumida en la ms triste abyeoQOIl.
,No' es es10 decir que debamos oponernos sistemtica..
mente toda cllUl de inmigraciones. EstQy muy distante
de' 'pensa.r que la 181& de Cuba llegue eneontrarse, ni an
con el trsscurso de muchoS siglos, en 1& precari6. 8ituacion
de que las subsistencias no alcancen P8l"111apoblacion. Lo
que deseo es significar qUE! no nOB' conviene coloniz&elon
fotz&da 6 artifieialn:tente obtenida, sobre todo cuando 108
blmnmi principios de la cieneia dem~tnm'qu.e, de esa
~ , slo por medio de 1& esolavitud miis 6 mnos di&-
f'Jazad$ Be cOnsigue atraer un pas cleierm..iMrlO:UD gran
n'iunero de pobladores.-Por lodemS.ljas'tl resi8dr 18 in~
tfodoccioB de los inmigrados que espontDeamen~vengan
,regar con su 8udf>1' el suelo de Ouba, ljoJit de desco8.00er
las veni8j$8 del &umenrode pobl&cion. b.14anzado de Ste
Dioao, ,que es si se quieretan'naturJJ: COIDlQ el de la ~
.4'71
C!OD, estoy muy dispuesto aco~ar la. adopeion de me-
didas que, sinjor:zM, faciliten en el paJa la. entrada de todo
forastero 6 ex~ranjero) que voluntariamente, sin coaccion
ni sedtJ.CCiOll, aba.udone su 1l1g6r natal, y quiera. eje~r
aqui cualquien. industria licita.
Todo lo que facilite 18 inmigracion espGntnea ha de
ced6r tlq:nbien en beneficio del pa.is, y pa.rticularmente del
hacendado, por euanto ste podr encontrar en los nuevos
pobladores los artesanos, dependientes y quizs colonos
que necesite. Nada de/uerut; nada de contratas, que son
simplemente 18 simulacion.de un titulo de servidumbre;
nada. que se oponga. la libertad y espontaneidad, asi del
trabajador como del capitalista propietario. Porque esos
medios arti.fteialu, hasta ahora empleados, al reducir por
un lado . la condicion servil al bracero, imponen al mism~
propietario una servidumbre 6 una sujecion, que muchos
han lamentado cuando palparon los inconvenientes de te-
ner que emplear por UJ18. larga serie de aos ti. un trab&j~
dar que justamente se hubiese hecho odioso. Lo que por
tanto desearla. yo, es que se protegiese la introduccionin-
dividual y aislada de personas que de buen gra,do viniel'8Jl
ti. este pas buscar ep. l una. nueva patria, si fue:en ex-
tranjeros, y constituir su hogar domstico en Cuba. Esta
es la inmigracion que apetezco, porque es indudable-
mente la que ms debe fRVorecer al pas y sus actualea
habitantes.
Se ha advertido que cada. individuo de 1M numero~
familillS que inmigraron de Enropa. en los Estados Unidos,
bajo un upecto, no como quiera pobre, sino de la qM mi~
serable destitucion, lleva consigo cierto capital .represen-
tado por sus instrumentos y muebles, cuando no por las
sumas de dinero que consigo importa. De diferente modo
4'72
se ha avaluado ese capital. Unos lo fijan en 100 pesos
por persona, y otros lo hacen bajar hasta 50 pesos; pero
aunque se adopte como ms exacta esta ltima cifra, siem
pre resultaria que cada millon de hombreA ha importado
8Il aquella nacion 50 millones de pesos, BUJD8. en extremo
considerable para la riqueza de un paiB, especi&lmeJlte si
se considera su procedencia. Pero no es este el principal
beneficio que los inmigrados han proporcionado 108 Es-
tados Unidos. Casi todos sus ferro-carriles han Bido cons-
truidos con brazos extranjeros; muchos capitales iumenB08
se han creado con las industriaa extranjeras; y apenas es
posible encontrar un Estado, un distrito 6 un condado en
la Union Americana, que no presente ma~ indelebles de
lo que alli se ha obtenido por la energa y la a.etividad de
los ciudadanos de origen extranjero. Aun en la ltima
guerra que ha desolado las ms frtiles campifias de los
Estados Unidos, es probable que la victoria no hubiera
coronado los esfuerzos de las armas unionistas, si entre
los que las empuftaron no se hubieran contado, por cente-
nares de millares, soldad08 y jefes nacidos al otro lado del
Atlntico, aBi como soldados a quienes se considel", al
principio, degradados por la abyecta condieion de que
B&lian.
Una inm1graeion de esa clase, espontnea, individual,
que no ceda al apremio, que de buen grado venga impul-
Mda nica y exclusivamente por su inters, que traiga
deje de traer capitales propios, pero que Introduzca en el
pas su industria, su actividad y energfa: h aqui lo que
debemos buscar; h aqui lo que necesitamos proteger y
fomentar.
#,Cmo proteger esa inmigre.cion'l Creo que laconstitu-
clon de una junta, compuesta de vocales que ejerzan SUB
4'73
tnnetones gratutta y honorifleamente, seria el primer m~
dio que debiera adoptarse para el caso. A la disposicion de
1& junta deberi&n ponerse los fondos necesarios para el
desempello de BU cometido; y sus atribuciones habrian de
limitarse precisamente dos objetos: 1.0, pagar los gastos
de pasaje ode tOdo inmigrado, que al desembarcar en la
Habana presente certi1icados del cura de su parroquia y de
la autoridad local del punto de su procedencia, quejusti1i-
quen ser hombre de buena conducta y tener una industria
06cio conocido; nicas condiciones que se exigirian para
devolver al inmigrado, pagar al capitan del buque en
qae viniese, una suma equivalente al pasaje de tercera
clase; y 2.0 , facilitar al mismo inmigrado, ms tardar
dentro de quince dias, durante los cuales sus alimentos y
hospedaje habrian de correr cargo de la junta, una colo-
cacion en su respectivo oficio, para lo cual deberia la
junta haber hecho con anticipacion las investigaciones
convenientes entre los hacendados, y excitado el inters
de stos para admitir los inmigrados con un moderado
salario.
Excusado es decir que si el emigrado encuentra una
ocupacion que le convenga, desecha la que la junta le
proporcione, aqul estar en BU derecho al aceptar re-
hnsar, si bien la junta podr suspender la asistencia que
le estuviese dando. Be creer que en este caso los fondos
de la junta habrn sido mal gastados; pero en mi enten-
der, lo que se haya facilitado al inmigrado ser devuelto
con creces al pas ntes de un ano, siempre que efectiva-
mente se trate de una persona de buena conducta y de ofi-
cio conocido. Pero un cuando as no sea, nada debe per-
mitirse que parezca fuerza en el trabajo en los contratos
del nuevo inmigrado.
4'74
Ademu de esto, seria conveniente dar " los inmigrados
las dos garantas siguientes:
1.. Que trascurrido un corto tiempo pocbl naturali-
zarse en el pais y adquirir derechos politicoe, supnesto que
sin esto no sern muchos los individu08 digMl que aban-
donen la patria otro lugar en que gocen de esa. c18ll6 de
derechos, para ve1'8e en _erra extrafia privad08 de eonce-
8iOn6S~ que con ruon 6 sin ella, 86 consideran UMciclu
para el bien68tar moral y material de los pl;t8blos.
2. Qu& .no se les perturbar en 8U .conciencia ; porque
aunque la verdad no puede ser ni es sino wa , aunque la
ley no debe admitir el absurdo de que en materia.de rS-
gion haya dos 6 mM verdades al mismo tiempo, esta tMW'kJ
incontrovertible no requiere precisamente la intolenmeia
1I"ctice, nimncho mnos 1& persecucion~ propia, no del
presente, sino de 108 siglos pasados.
H aqui mis miras sobre inmigracion. La atrieana y 18.
asitica son inmorales, y por este y otros motivos, impo-
litiou. Tampoco la ciencia puede aprobar la colonimcion
que no descanse en la libertad Y espontaneidad. Ni hay en
...erdad necesidad de hacer sacriftciOl!l para atraer nuevos
pobladores Cuba, euando tenemos ya los que bastan para
nuestra industria, y ~mando los medios naturales de la re-
produecion y de la voluntaria inmigraci.on, nos propor-
cionan segu~mente mayor nmero de trabajadores de 101
que perdamos por defunciones regulares. Lo nioo qu.e
hay que hacer, ptrea, es remover los obstculos q'Je exis-
que 1i.cllmente
capitulo indico,
pu.
ten para el deMl'l'Ollo da 680S medios naturales: remocion
obtBneree de la ID8DIera que en este
OONCLUSION.
, Pp.
Prlogo..... ................ T
PARTB PRllIBllA.-DGtol jut6&icol lofwe la elclaf1ittHl.. .. 9
Capitulo I. De la esclavitud ntes del Orietianismo.... 11
II. De la esclavitud en las naciones cristianas
de Europa....................... ..... 2:a
III. De la servidumbre de los indios de Amrica. 83
IV. De la trata de frica...... ....... ..... 47
V. Abolicion de la trata.. . . . . . . . . . . . . . .. . . . . 63
VI. De la emancipacion de lllIClaVOS........... 81
Vll. De la esclavitud en los Estados Unidos de
Amrica.......... .................... 95
VIll. Continuacion de la trata. -Sus horrores.-
Estado actual de la cuestion......... . .. 117
PARTB SEOUNDA.-gulaciOfl upaRo14 lofwllla uclafJiltHl. 135
Cap. IX. Reconocimiento de la esclavitud.-Modos de
constituirse ese estado " . . . 137
X. Derechos y obligaciones de los seores..... 145
XI. Manumision, coartacion, patronato........ lliea
Xll. Instruccion de 00 de Mayo de 1780. Oompa-
racion con el Reglamento d esclavos.... 169
XIII. Breves rellexiones sobre nuestra legisla-
cion en esta materia.. . . . . . . . . . . . . . . . . 168
31
l
Pgs.
P AIlTB TBllCERA.-PrillCipiol ~cOfl.icfU.oTw~ 14 uc14fttM. 1'7'7
Cap. XIV. Libertad del trabajo . 179
XV. Remuneracion del trabajo bajo el rgimen
de la eselavitKd.............. " ... 100
XVI. Remuneracion del capital bajo el rgimen
de la eaclavitud ................. 202
,
XVII. Tenden&iu de l eselavltud la destruc-
cion de capitales ................... 211
xvm. Be deben beneftcios la esclavitud? .. 2?2
XIX. La industria azucarera en Cuba . 232
XX. Observaciones sobre los precedentes cl-
culos .................................
XXI. Causa de estos males .
XXII. Probables resultados de la reforma .....
PAIlTB CUAIlTA..-PriflCipio. de -.ot'1J1 lolwlla u ~.
Cap. xxm. Reglas para la apreciacion moral de la es-
clavitud h 283
XXIV. De la inmoralidad de la trata, en cuanto
infringe preceptos obligatorios.....
XXV. Dala inmoralidad de la trata en todOll sus
actos ............................... 305
XXVI. Argumentos tIe 108 defensores de la trata... 312
:XXV11. Es inmoral la esclavitud? oo. oo. 3!9
xxvm. Reparacion .......................... 341
PABTB QUINTA.-a~ ,olltlC1Juom la ,.tfONU. 355
Cap. XXIX. Necesidad 1 urgencia de la reforma . 357
XXX. Medios de reforma inaceptables........... 871
XXXI. Del mejor medio de llegar al acierto ..... 882 .
XXXll. La evolucion . 392
xxxm. Refutacion de objeciones............... 416
XXXIV. Otras reformas; .................. 433
xtlV. Inmigracion . ~
Ooncluaion..................................... 475
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