Detalles La Guaracha Del Macho Camacho PDF
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distintos de los de los autores de la Generacin del Cuarenta como para justificar que
hablemos del nacimiento de un arte nuevo de hacer cuentos en Puerto Rico" (Barradas 1983,
XVII). Por su parte, Edward Mullen (pg. 88) seala que la publicacin de En cuerpo de
camisa "served as a paradigm both linguistically and culturally for the literary activity that
was to take place a decade later". En El pas de cuatro pisos, y especficamente en el ensayo
Plebeyismo y arte en el Puerto Rico de hoy, contenido en ese libro, Jos Luis Gonzlez pone
en evidencia algo ms que cambios I itranos y generacionales, y habla de un contexto general
de redefinicin de las condiciones de dependencia de la sociedad puertorriquea, de crisis de
sus sectores dominantes y de un vaco cultural-ideolgico en el conjunto de la vida social.
Entre los artistas que reflejan bien ese contexto, Gonzlez considera a Snchez. Juan Gelp,
en su construccin cntica del dilogo histrico-cultural de Insuralismo de Antonio Pedreira
y La guaracha del Macho Camacho, precisa que la novela de Snchez "se publica en los aos
en que el populismo puertorriqueo ha perdido el poder y la efectividad que tuvo en dcadas
anteriores. Y al entrar en crisis ese ltimo avatar del discurso paternalista [puertorriqueo],
tambin comienza a resquebrajarse la retrica que lo haba sustentado; concretamente la
metfora matriz de ese discurso: la gran familia puertorriquea" (pg. 40).
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Para dar una imagen de esta ubicacin generacional cito a E. Barradas, en cuyo decir
en la Generacin del Treinta "se destacan los ensayistas Pedreira, Blanco, Melndez, Arce
de Vsquez mientras que en la del Cuarenta dominan los narradores [...]: Rene Marqus,
Jos Luis Gonzlez, Abelardo Daz Alfaro, Pedro Juan Soto, Emilio Daz Valcrcel"
(Barradas 1983, XIV-XV). El mismo autor seala que los primeros cuentos de Snchez
"siguen fielmente los patrones estticos e ideolgicos establecidos por los cuentistas de la
generacin anterior, la llamada "Generacin del Cuarenta". A partir de 1961 empiezan a
aparecer los cuentos que Snchez recoge en su primera coleccin [En cuerpo de camisa,
1966]. Estos se distinguen por un manejo desenfadado y virtuosista del lenguaje popular,
mientras que en los primeros cuentos utiliza un lenguaje ms estndar y filosfico. En estos
cuentos, como en las primeras obras de teatro de Snchez, el peso del existencialismo, escuela
filosfica que marca y hasta desfigura a algunos miembros de la "Generacin del Cuarenta"
Rene Marqus y Pedro Juan Soto, por ejemplo-, evidente en el lenguaje y la temtica. Se
evidencia tambin en los primeros cuentos (...) un marcado criollismo que recuerda a otros
autores de la generacin anterior, a Abelardo Daz Alfaro en particular...". (Barradas 1981,
68, nota 2).
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R. Ferr (1942) publica Papeles de Pandora en 1976; M. Ramos Otero (1948)
publica La novelabingo en 1976;y A. L. Vega(1947) publica en 1981 su coleccin conjunta
con Carmen Lugo Filippi: Vrgenes y mrtires. Edward Mullen hace una lectura de textos
especficos de Ferr y Ramos ubicndolos en el contexto histrico de Puerto Rico, y resume
los rasgos narrativos y culturales constantes en la generacin posterior a 1966. Para el caso
de Vega, similar aproximacin aparece en el ensayo indito de Carlos Cauelas, Ni vrgenes
ni mrtires apasionadas: el placer de Barthes y el 'feminismo' de Ana Lydia Vega
(presentando a la Conferencia sobre Literatura y Feminismo en el rea Hispnica y Luso-
Brasilera, Minneapolis, Octubre de 1990), y en La necesaria innovacin de Ana Lydia Vega:
Prembulos para lectores vrgenes de Efran Barradas.
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En la lectura contrastada que hace de nsuralismo de Pedreira y de La guaracha, Juan
Gelpf encuentra en esta novela "una escritura hbrida" que "por un lado, se distancia del
discurso paternalista [plasmado de manera paradigmtica en el texto de Pedrcira] al inscribir
elementos de la cultura popular, parodias de la cultura letrada, un lxico callejero, un humor
irrespetuoso, pero, por otro lado, retiene la voz magisterial que en gran medida define el
discurso al cual se enfrenta" (GELPI, pg. 41). En ese marco, Gelp caracteriza al narrador
como "un narrador hbrido" (43) y se refiere a "la multiplicidad de inflexiones que marca al
narrador de la novela" (44). Sin usar el trmino hibridismo, y con nfasis y perspectiva de
anlisis tal vez distintos, en lo que sigue rastreo los efectos de tal complementacin y conflicto
en la estructura de La guaracha.
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dose incluso fraseos en los que la voz del narrador se fusiona con la
de un(os) personaje(s)).
Esta conjuncin de personajes y lenguaje arma la coherencia
de la novela, pese a su presentacin fragmentizante y fraccionada,
instantnea y por montaje. Pero sobre todo y es lo ms importan-
te esa relacin de espejo entre el sentido de la guaracha (eptome
y sincdoque de la cultura popular) y el sentido de la literatura
(eptome y sincdoque de la cultura oficial), permite que ambos
discursos se refracten uno al otro, pero tambin que se abran a la
proliferacin de voces que el relato incorpora.
As, el encuentro de escritor, locutor y voces diversas, crea un
entramado en donde son dichos el sentido comn, el sentido
cientfico y pseudocientfico (p.e. Severino), el sentido histrico y
su falseamiento (p.e. Vicente), el sentido artstico y su parodia, el
sentido de la cultura de masas o de la cultura popular en sus diversas
vertientes, e incluso el sentido de la propia literatura y de la propia
guaracha.
En el entrecruzamiento de La guaracha, el lenguaje de la
literatura y el lenguaje de la cancin son penetrados e incluso
desventrados, para mostrar su cascara fofa y su inutilidad; pero
tambin para que otros discursos y sus parodias sean violentados,
mostrando la fragilidad y la vacuidad del orden cultural en que la
novela se produce y las posibilidades de su renovacin.
II. LAS VIDAS SON LOS ROS QUE VAN A DAR A LA MAR
QUE ES EL MORIR (Y EL HABLAR)
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A ese lugarque ocupan los hijos en el relato confluye Tutu, el hijode Chon: encerrado
en la crcel, condenado por la droga: atrapado sin salida, y sin esperanzas para su madre.
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El texto que leemos aparece como el producto de un corte que
la ficcin realiza en el flujo de la vida (representada) y como un corte
en el flujo incesante del habla. Cogidos en ese mbito que el texto
delimita se presentan las vidas de los personajes y los fraseos del
escritor y del locutor que, a su vez, desencadenan los fraseos de
todos los personajes. Estos fraseos se entrecruzan, a veces delimi-
tados, a veces confluyendo y montndose en las mismas unidades
lingsticas, dando la imagen de la composicin y la proliferacin
que musicalmente caracterizan a una guaracha. Algunos elementos
de esa composicin son los siguientes.
La novela tiene una presentacin por fragmento y el frag-
mento puede ir de la frase mnima al segmento en cada prrafo, y
al fragmento separado por espacios blancos, hasta llegar al captulo
(e incluso el texto todo podra considerarse un fragmento de la
cadena interminable del habla). En paralelo a esa presentacin por
fragmento, aparecen las vidas de los personajes: pedazos de vidas
que el texto trata de unir. La escritura, pues, corresponde bien con
las vidas que carecen de un sentido integrador, y cuyo centro
unificador solo puede ser el mundo de las 'fantasas' ideolgicas, el
inters individual llevado al extremo, los mitos surgidos de la
cultura de masas (en acumulacin catica de retazos de la penetra-
cin imperialista y extranjera, y de la tradicin latinoamericana) o
los miedos y atisbos de conocimientos explicativos provenientes
del sentido comn.
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Obtendramos una largusima lista si juntramos todas las citas 'directas' que
aparecen a lo largo del texto y las 'indirectas' que se pueden asociar con diversos campos de
la cultura caribea y latinoamericana (El propio 'nudo' narrativo del 'tapn' es una cita del
cuento La autopista del .surde J. Cortzar, comocl mismo narrador lo explcita). Soloquisiera
sealar que esas citas se proyectan en las direcciones ya sealadas a propsitos de los campos
'familiares' y a propsito del escritor y el locutor, provocando la parodia de lo escrito y lo
oral, lo institucional y lo annimo, lo contemporneo y lo tradicional, lo cosmopolita y lo
local.
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No cito ejemplos de esa repeticin pues tendra que repoducir casi toda La
guaracha: repeticin de repeticiones.
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Todos los personajes son sorprendidos en el momento en que
se produce el tapn y/o empieza a sonar la guaracha en la radio.
Graciela, Chon y Severino no se vinculan directamente al tapn y
es su relacin con la guaracha la que los integra en el relato. Benny,
Vicente y La Madre, en cambio, al mismo tiempo que reaccionan,
a su manera, ante la guaracha, aparecen en el momento previo a salir
de sus lugares de origen y luego aparecen desencontrados por el
tapn. El tapn impide que se produzca el encuentro de La Madre
y Vicente, y es tambin lo que detiene a Benny; y, contradictoria-
mente, la apertura del tapn de lo que trataba el encuentro de La
Madre y Vicente conduce al Benny y liberado a salir en su carrera
veloz para aplastar un cuerpo que probablemente es el del Nene.
El tapn significa un corte y una suspensin del movimiento.
A la inversa, la guaracha convoca al movimiento, al baile y a la
exteriorizacin corporal. Antes de que su duracin acabe, debe
percibirse lo que une y separa estos elementos articuladores del
relato. Al tapn se podran atribuir diferentes significados, depen-
diendo del personaje a que se vincule. El tapn aparece como una
contraparte a la verborrea de Vicente, pero metafricamente equi-
vale a los bloqueos psquicos y verbales de Graciela y al tartamudeo
y al 'o sea' de Benny. El tapn metaforiza los intentos de Chon por
detener el habla soez de La Madre y, al contrario, Severino por su
parte es lo que permite 'destaponear' los bloques de Graciela. En el
otro extremo, el tapn es lo ms opuesto a la tendencia al perpetuo
movimiento de La Madre.
Pero si bien la guaracha es de signo opuesto al tapn, ambos
coinciden en ser repetitivos y en incorporar en el relato la repeticin
caracterstica del modo de ser verbal de la novela. El tapn se repite
cada tarde y la guaracha como la voz del narrador-locutor (que
es el espacio privilegiado de la repeticin) reproduce una y otra
vez la misma forma, en tanto forma fija de la tradicin musical y
reproductora de los lugares del saber popular pasivo.
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La guaracha tambin puede ser leda como si en ella se
plasmaran las diferentes caras de una misma conciencia, o al menos
como si los personajes 'femeninos' configuraran las contradictorias
faces de un solo ncleo, y los 'masculinos' (sobre todo Vicente y el
narrador) las de otro ncleo. En este caso, cada ncleo funcionara
como alteridad del otro, para seguir un desarrollo que llevara a una
lectura de la pareja en sus conflictivos encuentros y desencuentros.
Creo que bien se podra concebir a La Madre como el 'centro'
de una conciencia que en sus vacilaciones y ambigedades tiene una
tendencia-Graciela (y por ah hacia la cultura norteamericana y
cierta tradicin hispnica y aristocrtica) y una tendencia-Chon
(hacia lo popular, lo negro y lo oral) 13. El narrador a su vez
aparecera como una propuesta de mediador, tambin conflictivo y
ambiguo, entre, por un lado, una tendencia-escritor (que paraleliza
pero que se diferencia de Graciela y que se abre hacia el poder y la
13
En el contexto social y cultural de Puerto Rico se podra considerara La Madre como
metfora de la patria, vuelta totalmente hacia afuera: "Belle de Jour insular", "puta a
domicilio", y, dado el estatuto especial que tiene Puerto Rico de ser y no-ser estado de los
Estados Unidos, poseda por un padre ajeno (el 'presidente' de Puerto Rico es el presidente
de los Estados Unidos). En ese cuadro, Vicente como se desprende de otras partes de este
ensayo siendo puertorriqueo, es un padre inadecuado. De ah que el encuentro de ese
'padre', Vicente y su cpula con La Madre no se produzcan, por lo menos en el tiempo del
relato (y en el deseo del narrador).
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Justamente lo que opone La Madre a los otros personajes es lo
que la une con el narrador: hablar y decir. El narrador y La Madre
son igualmente deslenguados. Pero para lograr identificar y parti-
cipar en un encuentro con La Madre que sera comunin y
cpula el narrador parece sentir que debe cumplir ciertos actos,
que el texto plasma. Por un lado, se hace necesario, desde luego del
varn, redescubrir el cuerpo de la mujer, que est prostituido. La
Madre para vivir debe ser la 'corteja' del El Viejo, usufructuario de
la riqueza y el poder. Entonces ella debe ser recuperada. Para esa
recuperacin por el varn, en la novela se oficia la exagerada
mostracin del cuerpo. El narradortanto en el caso de Graciela como
en el de La Madre, aunque de di verso modo se entretiene morosamente
en una reconstruccin del cuerpo, pedazo a pedazo, desde las uas y los
pelos, hasta la cara, los ojos y el sexo de la mujer 14. Pero el narrador
busca recuperar a La Madre, tambin en sus actos erticos ms
ntimos e intensos. Ah otra vez se hace necesario el contrapunto
entre Graciela y La Madre. La repeticin minuciosa que el narrador
hace de la primera noche de bodas y el posterior infortunio sexual
de Graciela, hasta llegar a su repeticin paroxstica en el consultorio
del psiquiatra, contrasta con la morosidad con que describe la
historia ertica de La Madre, comenzando por las referencias a sus
abuelos, pasando por sus juegos sexuales de nia, hasta llegar el
descriptivismo incansable de su encuentro con el primo bombero.
Todos esos momentos y esos cuerpos estn antes y fuera de los
encuentros con El Viejo. Figurando la ruptura del bloqueo de la
prostitucin, el narrador querra volver con / en esas mujeres a otro
momento, sea por el relato de la represin (Graciela) o del exceso
(La Madre), para encontrar en el origen sea la contencin, sea el
jbilo amatorio del cuerpo.
14
Si en general el texto puede ser considerado como 'sinecdquico' (aspecto que debe
relacionarse con el fraseo fragmentario y las innumerables citas, antes sealados), en el caso
del cuerpo de la mujer ello se extrema, como si se partiera de la imposibilidad de 'ver' ese
cuerpo en su integridad para luego poco a poco buscar su unidad.
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Por esas vas, el narrador se dirige a la recuperacin de esa
Madre morena, duea del movimiento y la palabra. A este gesto
confluye ese acontecimiento central del relato que es el tapn. Antes
he sealado su significado polivalente. Ahora quisiera insistir en su
metaforizacin de la suspensin del tiempo y de la vida. En ese
momento ideal el narrador accede a todas las vidas, especialmente
a la de La Madre. Probablemente antes ella ha sido poseda por El
Viejo, y, una vez suelto el tapn, se repetir el encuentro de El Viejo
y La Madre. Pero de ese momento surgen dos movimientos opues-
tos: por un lado, el tapn se abre con el signo de la muerte: Benny
(el hijo de Vicente) mata, Nene (el hijo de La Madre) muere,
metaforizndose as la clausura total. Y, por otro lado, la duracin
del relato crea el espacio del sueo y el deseo en que La Madre pueda
15
Como dijimos antes, la escritura recibe el impacto de la guaracha (y, por esa va, de
la palabra popular), pero tambin 'rompe' el lenguaje social, se mete en los fraseos de sus
personajes, para desventrarlos, ridiculizarlos, revelarlos y transformarlos. Por el texto
desfilan las glorias y miserias de la cultura popular: la que nace en y viene de la tradicin
annima y secular, y laque tragay vomita los valores de los medios masivos de comunicacin
modernos. Por otro lado, esta tendencia frente a los discursos de algn modo explica la
necesidad de que la novela se caracterice por sus recurrentes inserciones de lo sucio, de la
excrecencia, sea corporal individual o social.
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Hay varios momentos del relato en que se puede atribuir un rol de 'mirones' al
narrador y al lector. Ello, al mismo tiempo que puede ser vinculado a la recuperacin del
cuerpo femenino y de una mirada integradora desde el varn, tambin sera un elemento
importante para hacer una caracterizacin ideolgica del perspectivismo narrativo en La
guaracha.
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[cama I macho]
fem. / mase.
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University of Texas at Austin.
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Poniendo la novela en dilogo con su entorno concreto en la sociedad de Puerto
Rico, podemos decir que La guaracha n o comporta solo un intento de 'violar' el lenguaje
literario por parte del escritor, sino tambin el deseo de violar los lenguajes socialmcnte
producidos, incluso el lenguaje popular, aquel que es producido incluso por aquellos sectores
sociales (proletariado, poblaciones populares de la urbe, etc.) que se convierten en los nuevos
puntos de referencia de los narradores q u e comienzan a publicar en torno a 1970. Es ms,
c o m o seala Luce Lpez-Baralt, La guaracha incluso neutraliza los brotes de 'antiguaracha'
que se esbozan desde ese punto ubicado en lo popular que es Doa Chon, y q u e podra ser
la anttesis dialctica de la espontaneidad sin fin de La Madre. (Ver LPEZ-BARALT, pg. 120-
121).
20
Al respecto, ver el artculo de A. CRUZ especialmente pgs. 45-46. Y tambin el de
LPEZ-BARALT, en particular pg. 121.
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BIBLIOGRAFA CONSULTADA
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