Semana 3formas de Resistencia Indígena
Semana 3formas de Resistencia Indígena
Semana 3formas de Resistencia Indígena
FACULTAD DE ECOLOGA
Curso: Historia y Geografa amaznica
Docente: Dr. Joiler Alvarado Villasis
Como hemos podido apreciar la Amazona sudamericana en general y la peruana en particular no fueron
espacios culturales primitivos, en ellos se procesaron importantes desarrollos culturales y tecnolgicos.
En el caso de la selva peruana podemos apreciar dos espacios geogrficos importantes que son a la vez
importantes centros de desarrollo cultural.
Existe prejuicio acerca de la capacidad cultural de la Selva Baja. Todos admiten, como hemos visto, la
existencia de altas culturas desarrolladas en los Andes amaznicos, y las vinculan con las culturas de la
sierra y costa peruanas. En cambio muchos consideran que la Selva Baja solo permiti el desarrollo de
culturas "primitivas", muy interiores a las del Antisuyo. Esto no es vedad. A la llegada europea, en la
corriente principal del Amazonas, a partir de Nauta en el Per, haba sociedades complejas con grandes
poblaciones, jefes o reyes poderosos, sacerdotes y templos. Un jefe Omagua del Siglo XVII, por ejemplo,
controlaba 100 leguas de propiedades y poesa esclavos capturados. Por desgracia estas sociedades
fueron las primeras en ser destruidas por la colonizacin. Sobrevivieron, en cambio, los grupos nativos
nter-fluviales del interior que tenan una organizacin social y cultural ms sencilla. A menudo algunos
observadores han credo que este modelo interfluvial era el nico que haba conocido la Amazona; en el
caso del Per conocemos muy poco acerca de las culturas a las que llamamos Selva Baja.
Descubrimiento y conquista
Ese mismo da, el 12 de octubre de 1492 naci la Resistencia Indgena en Amrica. Resistencia que an
pervive ante los despojos y atropellos de los cuales son objetos las comunidades indgenas que
sobrevivieron a la matanza de los europeos.
Las primeras crnicas escritas por Coln informaron a los reyes de Espaa que los indgenas, indios
como los invasores los llamaban, eran gentes tranquilas, sonrean continuamente, no se peleaban entre
ellos y con estas caractersticas sera muy sencillo dominarlos para convertirlos en esclavos.
Efectivamente los indgenas vivan felices en estas tierras, en perfecta armona con la naturaleza.
Felicidad que termin con la llegada del invasor que trajo consigo entre otras calamidades violaciones de
las indgenas, saqueos y matanzas.
Fue tan feroz la resistencia indgena en Venezuela, segn cuenta Eduardo Arcila Faras en su libro
"Economa Colonial de Venezuela", que mientras los virreinatos de Nueva Espaa, del Per y Nueva
Granada eran ya dominios florecientes a los que Espaa deba buena parte de su grandeza, en nuestra
patria los colonizadores no haban podido pasar de la costa, pues varias tribus continuaban guerreando
en su empeo por sacar de sus territorios a los invasores.
A la accin de los ejrcitos espaoles impusieron en marcha un brutal proceso de adoctrinamiento por la
fuerza practicando la abolicin de sus dioses y sus creencias milenarias. Espaa luch con dos tipos
armas: las convencionales y la Santa Cruz.
Fray Bartolom de las Casas denunci la brutalidad de los conquistadores hacia los indgenas para
arrebatarles el oro, la plata y su libertad, al narrar en su "Brevsima relacin de la destruccin de las
Indias" los crmenes cometidos por los invasores en la isla de La Espaola, en uno de sus pasajes
seala lo siguiente:
Cuenta la historia que el cacique Hatuey, de Santo Domingo, logr escapar de la carnicera huyendo a la
vecina isla de Cuba donde organiz la resistencia indgena, pero fue perseguido, hecho prisionero y
condenado a morir en la hoguera. "Atado fuertemente a un poste cuando las llamas comenzaban a
chamuscarlo, se le acerc un sacerdote para hacerlo cristiano antes de morir. Hatuey pregunt si
hacindose cristiano ira al cielo de los cristianos, y como el sacerdote le contest afirmativamente,
Hatuey le dijo que prefera ir al infierno antes de volver a ver un cristiano".
Desde 1492 hasta avanzado el siglo XVIII, el genocidio se desat impunemente por todas las tierras de
Amrica provocando la muerte de millones de aborgenes. Por ello, no es casual que el Canto Guerrero
de los Cuicas sea el poema-combate por excelencia ante la llegada de los invasores, quienes, a sangre,
fuego y cruz, impusieron su imperio, sus smbolos religiosos y su cultura expoliadora.
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Resulta absurdo cmo algunos historiadores con la complaciente actitud de la mayora de los gobiernos
americanos que sucedieron a la gesta independentista que acab con el dominio espaol en Amrica,
hayan ocultado tan horrendo crimen celebrando como una feliz efemrides el 12 de Octubre como del
Da de la Raza, del Idioma, de la Madre Patria, que no son ms que la misma lengua, el mismo imperio y
la misma religin impuestos a sangre y fuego sobre millones de nuestros aborgenes para arrasar con
las riquezas y las culturas de sus civilizaciones.
Para rescatar el verdadero y autntico significado de esa fecha que los pueblos del continente han
rebautizado como el "Da de la Resistencia Indgena" en justo homenaje a la nacin aborigen americana
que enfrent al invasor espaol y a la religin que le fue impuesta a sangre y fuego, se han creado
organizaciones y movimientos indgenas y agrarios que buscan fortalecer la lucha contra la globalizacin,
el neoliberalismo y sus diferentes instrumentos y formas de dominacin.
Se trata de la respuesta ms oportuna que los pueblos de Amrica Latina puedan dar a las pretensiones
de los nuevos conquistadores y colonizadores a poco ms cinco siglos del 12 de Octubre de 1492, fecha
que no fue la de un descubrimiento como pretendieron llamarlo durante mucho tiempo, repito, sino el
punto de partida de la Resistencia Indgena que hoy se fortalece y agiganta con la participacin de los
pueblos latinoamericanos que estn dispuestos a preservar la soberana y libertad que conquistaron
Bolvar, Sucre, San Martn, O Higgins, Morazn y otros prceres y alcanzar la integracin que les fue
vedada entonces por la traicin de las oligarquas criollas y sus amos imperialistas.
Comnmente se piensa que la resistencia indgena al espaol se limit al proceso de conquista que
culmin en la segunda mitad del siglo XVI. Inolvidables son las descripciones de cronistas e historiadores
que narran episodios tan memorables como la cada de la ciudad de Tenochtitln -capital del imperio
azteca- o el desbande de Cajamarca, donde Francisco Pizarro logr apresar al Sapa Inca Atahualpa.
Sin embargo, la resistencia al europeo fue una constante del largo perodo colonial. A medida que las
huestes hispanas avanzaban e intentaban dominar los extensos territorios americanos, se enfrentaron a
muchos pueblos que les opusieron una tenaz lucha.
El rechazo se manifest de diversas maneras, abarcando desde la simple resistencia pasiva incorporada
al quehacer diario, hasta la rebelin armada y generalizada. En muchas zonas conquistadas por el
espaol, los nativos continuaron con sus viejos ritos y creencias, desafiando a la autoridad que intentaba
imponer su religin. Estallidos locales y motines de variada intensidad conmovan de tanto en tanto a
todas las provincias de la Amrica colonial. Por ltimo, en importantes regiones alejadas de los grandes
ncleos urbanos, la guerra permanente caracteriz las relaciones hispano-indgenas.
Las sublevaciones del siglo XVI se deben comprender en el contexto del proceso de conquista. En la
mayora de ellas predomin la violencia con todos sus excesos, practicados por ambos bandos. Por citar
un ejemplo, en la guerra de Arauco en el reino de Chile, las crueldades eran pan de cada da. Fueron
numerosos los empalamientos que afectaron a los mapuches, siendo quizs el ms conocido el
realizado al toqui Caupolicn. Por el otro lado, los soldados espaoles se estremecan con el sonido de
las flautas, fabricadas por los mapuches con los huesos de las canillas de hispanos capturados en
combate.
Ya a partir de la segunda mitad del siglo XVI, la excesiva intransigencia de los misioneros catlicos
respecto a las costumbres y creencias nativas, desencaden diversos movimientos locales que
combinaban la violencia con rasgos milenaristas. Generalmente estas rebeliones fueron estimuladas por
hechiceros que anunciaban la llegada de nuevos tiempos. Se predicaba el abandono del cristianismo y la
vuelta a las tradiciones precolombinas a travs del restablecimiento del orden interrumpido por la
conquista.
Un ejemplo de esta situacin es la llamada guerra del Mixton en el norte de Mxico (Nueva Galicia),
entre 1541 y 1542. All las tribus cascanes se levantaron en la regin de Tlatenango y Suchipila,
quemando iglesias y cruces, matando misioneros y castigando severamente a los indgenas que
persistan en la fe catlica.
Pero la evangelizacin no siempre fue resistida violentamente. En muchos lugares el milenarismo actu
silenciosamente a espaldas del espaol, originando movimientos que cuestionaban la dominacin
hispana en un plano ideolgico y cultural. Quizs el caso ms conocido fue el del Taqui Ongo en el Per
de las ltimas dcadas del siglo XVI. Este movimiento preconiz el enfrentamiento de los dioses
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indgenas con el dios cristiano, donde el triunfo pertenecera a los primeros. De esa manera, los
europeos seran expulsados del mundo andino, inicindose un nuevo ciclo csmico.
A la rebelin violenta y al milenarismo hay que agregar la incorporacin parcial de algunos elementos de
la doctrina catlica, con el propsito de esconder la vigencia del culto a los dioses antiguos. El
sincretismo religioso de nuestros das deriva precisamente de esta reaccin, que permiti al indgena
mantener parte de sus creencias bajo las formas del culto cristiano.
Si bien a lo largo del siglo XVII la religin catlica fue paulatinamente asimilada en las zonas urbanas
dominadas por los espaoles, en las fronteras del imperio colonial la resistencia indgena fue un
fenmeno permanente.
Cuando empleamos el trmino "frontera", nos referimos a lo que Cspedes del Castillo defini como "un
espacio geogrfico en el que un pueblo en movimiento entra en contacto con otro u otros de cultura muy
diferente a la de aquel. Frontera es, al mismo tiempo, el proceso de interaccin entre esos pueblos y sus
respectivas culturas, que en mayor o menor medida quedan influidas unas por otras. ... La frontera que
se acaba o cierra en un lugar se abre en otro si el pueblo que la inici con su movimiento contina
desplazndose, hasta el instante en que ese dinamismo cese".
A lo largo de todo el perodo colonial existieron fronteras desde el desierto del norte de Mxico o la selva
amaznica, hasta el extremo sur de la gobernacin de Chile. En estas extensas regiones habitaban
pueblos nmades o seminmades que retrasaron o imposibilitaron la conquista espaola de dichos
territorios.
Cmo estas culturas pudieron hacer frente al europeo durante tantos aos? Sin duda, se pueden
enumerar muchos factores para comprender esta situacin. Dejando de lado peculiaridades de ndole
netamente local, se aprecian caractersticas ms o menos similares que son propias de la resistencia
fronteriza.
En primer lugar habra que sealar la difcil geografa de estas reas en disputa, cuyo perfecto
conocimiento por parte de los indgenas caus ms de un dolor de cabeza a los espaoles. Por ejemplo,
los chichimecas del norte de Nueva Espaa subsistan en zonas muy ridas gracias a un ptimo
aprovechamiento de la flora y fauna del desierto, mientras los hispanos deban desplazarse con enormes
bultos que les restaban movilidad.
Por otra parte, la apropiacin y asimilacin de elementos materiales desconocidos para los indgenas, les
permiti enfrentar con mayor eficacia al invasor. Uno de los ejemplos ms ilustrativos fue el uso que los
nativos dieron al caballo, que les otorg una mayor movilidad, rapidez y sorpresa en la guerra y tambin
fue incorporado al mundo ritual y a su dieta alimenticia.
Las tcticas militares empleadas por los naturales se fueron modificando, adaptndose a una guerra de
emboscadas o "guerrillas", que evitaba la batalla a campo abierto contra las huestes hispanas.
Estas caractersticas sin duda nos ayudan a entender mejor la larga duracin de la resistencia que
opusieron mapuches, chichimecas, chiriguanos, guaranes, mayas, apaches y navajos, entre muchos
otros.
Adems de las guerras fronterizas, en los siglos XVII y XVIII se registraron numerosas rebeliones
indgenas al interior de las unidades administrativas coloniales. Estos conflictos fueron mucho ms
importantes de lo que la historiografa tradicional ha querido admitir. Por ello, los estudios monogrficos
sobre este tema son muy escasos. Si omitimos el caso del clebre levantamiento de Tpac Amaru en
1780 -conflicto que cuenta con una vastsima bibliografa- la mayora de los otros movimientos ha
permanecido casi en las tinieblas.
Muy poco se han difundido los alzamientos de Enriquillo en La Espaola, de los mayas del Yucatn, de
los acaxes en el actual Estado de Durango, de los indios pueblo del norte de Mxico, de los nativos de
la selva amaznica liderados por Juan Santos Atahualpa, de los calchaques del noroeste argentino o de
Tpac Catari en la Audiencia de Charcas.
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Las rebeliones indgenas del perodo colonial se producen por diversas motivaciones que se pueden
englobar en la imposicin de un sistema econmico y social que haba quebrado las antiguas estructuras
nativas. La resistencia germina cuando el aborigen decide rechazar dichas imposiciones por la fuerza de
las armas.
El pesado servicio personal, la mita, la encomienda, instituciones laborales donde el indgena reciba
escasos beneficios tras grandes esfuerzos, provocaron insatisfacciones. Si a ellas le sumamos el trauma
de la conquista y la aparicin de lderes que ensalzaban el milenarismo, podemos entender el estallido
de numerosos motines de carcter local y de grandes rebeliones de mayor alcance.
Sobre todo en el siglo XVIII, el clamor del indgena se dirigi contra la figura del corregidor. Estos
funcionarios, mal pagados por la corona, acostumbraban realizar los "repartos de mercancas". Mediante
este sistema se obligaba al indio a adquirir artculos que no eran de primera necesidad (medias de seda,
libros de teologa, porcelana china, etc.) e incluso se lo forzaba a endeudarse. Adems, muchos
corregidores actuaban despticamente en su jurisdiccin, tolerando abusos y disponiendo de la mano de
obra indgena.
La rebelin encabezada por Jos Gabriel Condorcanqui (Tpac Amaru) simboliza la respuesta indgena
ms radical frente a la situacin descrita. No fue casual el temprano ajusticiamiento del corregidor de
Tinta, hecho que se constituy en la seal para el alzamiento de miles de indgenas del virreinato del
Per en noviembre de 1780.
Tambin hubo convulsiones producto de la ubicacin del nativo en la pirmide social. La sociedad
estamental colonial relegaba al aborigen a uno de los estamentos ms bajos, existiendo escasas
posibilidades de integracin en la sociedad liderada por el estrato hispanocriollo. Los motines urbanos,
con participacin de mestizos y castas, estallaban precisamente por estas desigualdades.
En primer lugar se establece una forma de resistencia que ha sido denominada por mucha autores
como resistencia pasiva, que fue la que inicialmente desarrollan los indgenas amaznicos, en ella, se
convocan fuerzas espirituales y naturales para enfrentar a los conquistadores.
En segundo lugar se revisa en forma general y sin entrar en mayores detalles el proceso de expansin
colonial, inicialmente de carcter militar y posteriormente religioso. A continuacin se presentan
algunas formas de resistencia activa de las etnias amaznicas frente a dicho proceso de expansin
colonial. De la misma manera podemos distinguir dos etapas principales en el proceso de conquista
espaola de la Amazona:
La etapa militar: que en el caso de la Amazona peruana se inicia a partir de 1538 con las
expediciones de Alonso de Alvarado, Gonzalo Pizarro, Francisco de Orellana, Pedro de Urza y Lpez
de Aguirre. Empresas militares que no se caracterizaron por ser particularmente exitosas.
La etapa religiosa: es la empresa que inician las rdenes religiosas con el patrocinio del estado
espaol para controlar a las poblaciones indgenas de la Amazona. Sin embargo la forma en que se
plante esta estrategia de dominacin fue contraproducente para los espaoles, ya que generaron las
condiciones para el establecimiento de una economa monopolizada por las rdenes religiosas y sobre
las cuales las autoridades virreinales tenan poco o nulo poder, lo que posteriormente se manifestara en
las rebeliones jesuticas que se produjeron en todo el territorio amaznico en donde los jesuitas tenas
establecidas misiones.
Por ltimo, con la intensin de desmitificar la reaccin de los indgenas con respecto al poder espaol,
se analiza cmo existi en ese contexto una relacin directamente proporcional entre la presencia
colonial, el intercambio amistoso entre aborgenes amaznicos y europeos y el crecimiento de los
conflictos intertnicos.
La conquista ibrica del territorio amaznico, propici la aparicin de diferentes formas de resistencia, de
las cuales queremos resaltar la que denominamos 'pasiva'. Esta modalidad de resistencia corresponde a
una forma de rechazo al conquistador europeo mediante la cual el indgena intenta convocar a fuerzas
espirituales, naturales y extra-naturales, de modo de evadir o enfrentar la accin devastadora del
conquistador. Este tipo de resistencia comprendera la brujera o hechicera, usada como "herramienta
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de guerra" (Parra 1991: 22) y como "defensa clave contra los extranjeros" (Langdon 1990: 21), as como
otras prcticas rituales y/o espirituales que contribuyen a preservar el orden social tradicional de las
etnias amaznicas ante el proceso de conquista emprendido por los ibricos.
Un relato Inga titulado La leyenda del pjaro dormiln nos da una primera muestra de la
'confrontacin' espiritual y extra-natural que planeaban los Inga frente a la posible llegada del
conquistador y que se basaba en el uso del ayahuasca. La parte inicial de la leyenda dice:
"Antes del descubrimiento el cacique inga dice a los dems curacas: "el que pueda dejnderse,
defindase, porque van a venir gentes que nos van a venir matando. Ya no es gente de nosotros,
sino gente blanca. Ellos nos van a matan. El que quiera
dejenderse, pues defindase; el que pueda hacerse tigre, pues tigre se hace". Y para que no los
robaran se hacan enterrar; por eso es que hay unos tontos ingenuos que hablan deguacas. Haba
uno que de que se iba a la luna, que all no lo matan... (Entrevista Inganos.1989)
Veremos a continuacin la localizacin de las principales rebeliones indgenas del perodo colonial en los
siguientes mapas:
1. rebelin del Bahoruco encabezada por el cacique Enriquillo en La Espaola entre 1519 y 1533
2. alzamiento en Puerto Rico en 1511
3. guerra de Mixton en el norte de Mxico (regin de Tlatenango y Suchipila), donde se levantan las
tribus cascanes al mando de Tenamaxtli en 1541
4. guerras chichimecas que enfrentan a los zacatecos, guachichiles, pames, cascanes y guamares
con los espaoles, entre 1550 y 1590 y alzamiento general de los guachichiles en Nueva Len,
en 1624
5. sublevacin de los acaxes de la sierra de San Andrs abanderados por el "Obispo", en 1604
6. levantamientos de los tepehuanes en Nueva Vizcaya, en 1616 y 1617
7. rebelin de los indios guazaparis en 1632 en Sinaloa
8. rebelin de las siete naciones desde 1643 en el norte de Nueva Vizcaya (Chihuahua), que
aglutina a tobosos, cabezas, salineros, mamites, julimes, conchos y colorados
9. alzamientos tarahumaras en 1646, 1650-1652 y 1684-1690
10. sublevacin de los indios pueblo liderados por el hechicero Pop, en 1680 en torno a la ciudad
de Santa Fe
11. levantamiento de los indios de la Baja California (perices y coras) contra las misiones jesuitas,
instigados por los jefes Botn y Chicori en 1734 y 1735
12. alzamiento de yaquis, pimas y mayos de Sonora en 1740 y rebelin de los pimas entre 1768 y
1770
13. enfrentamientos con grupos apaches de Tejas, en 1758
14. movimiento milenarista encabezado por Jacinto Caneq en Yucatn, en 1761
La repblica en la Amazona
La historia republicana del Per es la historia peruana bajo gobierno republicano independiente, que se
prolonga hasta la actualidad. Oficialmente, la historia del Per independiente empieza el 28 de julio de
1821, da en el que el general argentino Jos de San Martn, jefe de la Expedicin Libertadora, proclam
la independencia del Per en Lima, la capital del entonces Virreinato del Per. Para el historiador Jorge
Basadre el punto de partida del nacimiento de la Repblica del Per es la instalacin del Primer
Congreso Constituyente del Per, el 20 de septiembre de 1822.
El principio del uti possidetis iure fue aplicado durante el siglo XIX respecto a los territorios emancipados
del imperio espaol en la Amrica hispana. Es decir, que una vez independizado, cada Estado surgido
poseera el mismo territorio que le corresponda al final de la poca colonial. Se tom como base los
territorios posedos en 1810.
As en Amrica del Sur y Amrica Central, al pasar a la vida independiente, se fijaron para los nuevos
pases, el uti possidetis iure de 1810; en otras palabras, los territorios que tenan a 1810 como
integrantes del virreinato o capitana general correspondiente, seguan siendo posedos ahora como
estado.
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Al iniciarse la vida independiente del Per se constituy sobre el territorio del Virreinato del Per,
conformado por ocho intendencias: Trujillo, Tarma, Lima, Huancavelica, Huamanga, Arequipa, Cusco y
Puno; la Comandancia General de Maynas y el Gobierno de Guayaquil.
Por el principio del uti possidetis iure, la Repblica del Per se erigi sobre los territorios de las ocho
intendencias, la Comandancia General de Maynas y el Gobierno de Guayaquil, que eran territorios que
formaban parte del Virreinato del Per, segn las Reales Cdulas de 1802 y de 1803.
Por el principio de la libre determinacin pas a formar parte del Per, Jan de Bracamoros, que
perteneca a la Real Audiencia de Quito. Asimismo, Guayaquil, que perteneca al Per, pas a formar
parte de la Gran Colombia.
A comienzos de la Repblica, el Per limitaba al norte y noroeste con la Gran Colombia; por el este con
Brasil; por el sudeste y sur con Bolivia y por el oeste con el ocano Pacfico.
La explotacin del caucho, tambin llamado jebe o shiringa por los nativos de la selva, tom
importancia a finales del siglo XIX y signific el despertar de ciudades amaznicas como Iquitos en Per
(en 1851 era un modesto pueblo de pescadores con menos de 200 personas convirtindose, en 1900, en
una pujante ciudad de 20 mil habitantes) o Manaos en Brasil.
La demanda del comercio internacional impuls la extraccin de este recurso natural que trajo
importantes beneficios al tesoro pblico entre 1882 y 1912. Un nuevo mito de El Dorado se elaboraba
en la selva, aunque para las poblaciones de aborgenes represent la quiebra de su organizacin social,
de su vida econmica y de sus creencias. Esto sin contar el problema demogrfico. De esta forma se
escriba una nueva pgina del eterno choque entre las necesidades de Occidente y el modo de vida de
los indgenas americanos.
Para el pas la explotacin cauchera represent un importante, aunque violento, paso en la ocupacin,
bajo criterios nacionales, del espacio amaznico. En este sentido se explor la Amazona reinicindose
importantes estudios geogrficos a cargo de la Junta de Vas Fluviales, creada en 1901, que continu a
los de la Comisin Hidrogrfica que funcionara desde 1860.
Los nativos de la selva usaban el caucho para sus juegos (hacan pelotas con l) o para impermeabilizar
bolsas. El mundo occidental comenz a necesitarlo desde 1823 cuando Macintosh logr patentarlo para
la manufactura de productos impermeables. Ms adelante, en 1839, Charles Goodyear descubri que si
el caucho se mezclaba con azufre y se calentaba se obtena un producto ms fuerte, elstico y resistente
tanto al fro como al calor. A raz de ese descubrimiento, el "vulcanizado", la produccin del caucho en
Brasil, por esos aos el primer productor mundial, se increment notablemente para subir de 338
toneladas en 1840 a 2,673 en 1860. A finales de siglo, el caucho se convirti en un producto
imprescindible para la industria automotriz cuando, en 1888, se patent el procedimiento para fabricar
llantas inflables. El auge cauchero atrajo a la Amazona a numerosos migrantes que trabajaron en su
explotacin (como los casi mticos Carlos Fermn Fitzcarrald o Julio Csar Arana) y en los servicios
vinculados a la misma.
Como cualquier industria extractiva, no consideraba til la conservacin del medio ecolgico ni la del
rbol productor del jebe, pues se pensaba que el recurso era inagotable (como antes pareca serlo el
guano). De esta manera, los rboles eran talados indiscriminadamente y los caucheros pronto se
ganaron una siniestra fama frente a la poblacin nativa. Eran los portadores del mal, adems de ser
transmisores de enfermedades, como el tifus o la malaria, que diezmaron seriamente a la poblacin
nativa. Se calcula que unos 40 mil nativos murieron de estas enfermedades durante el "boom cauchero".
Si miramos algunas cifras, en 1897 el caucho representaba el 9.3% del total de las exportaciones del
pas. En 1884 se exportaron 540,529 kilos mientras que, entre 1900 y 1905, salieron por el puerto de
Iquitos ms de 2 millones de kilos de caucho por ao. De otro lado, en 1900 el monto en libras esterlinas
por su exportacin fue de 378,318 y en 1905 fue de casi un milln. A partir de ese momento, le salieron
competidores de otras partes del mundo. Exploradores britnicos haban exportado plantas a la India y a
Ceyln donde se desarrollaron extensas plantaciones.
El precio del caucho empez a disminuir en el mercado. Luego aparecera el jebe sinttico. La era del
caucho estaba finalizando para el pas.
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Las atrocidades de los caucheros del Putumayo: pecado mortal de Colombia
Por: Alfredo Cardona Tobn*
Con dicho arreglo las tribus indgenas quedaban a merced de los peruanos al igual que los colonos y
los caucheros independientes que vivan entre el Putumayo y el Caquet. Con ese arreglo Colombia
entregaba al Per la extensa zona entre el Putumayo y el ro Amazonas y dejaba a sus tropas en
inferioridad de condiciones ante los empleados de la Casa Arana, que estaban mejor armados, con
mayor apoyo y conexin con Iquitos.
Hace cien aos Benjamn Saldaa Rocca, un valiente periodista de Iquitos, denunci a los caucheros de
la Casa Arana por el exterminio y por el rgimen de esclavitud al que sometan a los boras, huitotos y
matapis.
El 9 de agosto de 1907, Saldaa ofici ante el Juez del Crimen de Iquitos denuncias gravsimas: A
usted digo- escribi el periodista- que en mrito de los sentimientos de humanidad que me animan y en
servicio de los pobres y desvalidos indios pobladores del Putumayo y sus afluentes, denuncio a los
forajidos ( los enumera) .. Como autores de los delitos de estafa, robo, incendio, violacin, estupro,
envenenamiento y homicidios agravados con los ms crueles tormentos como el fuego, el agua, el ltigo,
las mutilaciones; y como encubridores de estos nefandos delitos a los seores Arana Vega y Compaa
y J.C Arana y hermanos, jefes principales de los denunciados, quienes tienen perfecto conocimiento de
todos estos hechos y jams los han denunciado ni han tratado de evitarlos
Saldaa Rocca cuenta en su denuncia que en 1903 llegaron a la Chorrera 800 indios ocainas.
Despus de entregar el caucho uno de los jefes seleccion a 25 nativos, diciendo que eran perezosos
para el trabajo, luego les hizo poner como tnica un costal empapado de Kerosene y les pendi fuego
se present el pavoroso cuadro de ver esos infelices, dando los ms agudos y lastimeros alaridos,
sepultarse en las aguas del ro pensando en salvarse, pero todos perecieron.
Saldaa habla de mutilaciones, esclavitud y del secuestro de nias entre ocho y quince aos para los
serrallos de los caucheros y horrorizado denuncia la crueldad inaudita de las bestias humanas que
ensayan puntera con los indios y los dejan morir de hambre si no cumplen con las cuotas fijadas.
En 1909 el peridico londinense Truth public un informe del ingeniero norteamericano Walter
Handerburg donde relataba con detalles las torturas contra los indios. Deca que los cortaban en
pedazos y a los viejos y enfermos los mataban cuando dejaban de trabajar. A lo anterior se suman los
informes del colombiano Jorge Garcs que ratifican las denuncias del periodista Saldaa Rocca y del
ingeniero Handerburg.
El Parlamento ingls, viendo que la Casa Arana, con grandes accionistas britnicos, estaba inmersa en
semejantes actos criminales, orden en 1910 a su cnsul en Rio de Janeiro, Sir Roger Casement, que
viajara al Putumayo a investigar personalmente semejantes atrocidades.
Arana y sus esbirros no solamente atropellaron a los indios sino tambin a los colonos y a los caucheros
colombianos. En los primeros meses de 1909 los empleados de Mario Arana mataron en La Chorrera a
Emilio Gutirrez y a otros 66 compatriotas; lo mismo hizo con Vicente Luna y 18 compaeros entre La
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Chorrera y El Encanto y con Manuel Erazo y otros 22 colombianos en el sitio de La Reserva. Fuera de
eso, lanchas artilladas peruanas atacaron bases colombianas y asesinaron a numerosos soldados.
Mientras todas esas barbaridades llenaban de dolor y sangre la Amazona colombiana el presidente
Reyes se cruzaba de brazos diciendo que eran cosas de caucheros y Rafael Uribe, embajador en
Brasil, no pareca conmoverse con la tragedia de los indgenas y los colonos colombianos.
El nobel de literatura Vargas Llosa recrea la vida de Casement en la novela El sueo del celta. En la
obra, el escritor muestra las actividades del irlands en El Congo y en el Putumayo donde es testigo de
los crmenes de los belgas y de los caucheros de la Casa Arana.
Con la tolerancia del gobierno peruano y el silencio culpable del gobierno de Rafael Reyes los
explotadores de Iquitos secuestraban a los nativos y los forzaban a extraer el ltex. Si no entregaban la
cuota exigida se les castigaba con cepo, los flagelaban y los mutilaban. Prximos a la inanicin los
pobres indios eran bestias de carga; no les pagaban por su trabajo, a cambio les entregaban mercancas
intiles con precios exorbitantes que jams alcanzaban a cubrir. El rgimen de la Casa Arana era un
sistema basado en el terror, un sistema que estaba acabando con las tribus del Putumayo.
Premiado
Los peruanos pasaron por alto los crmenes de Mario Arana, a quien consideraban un empresario que
estaba llevando progreso al Amazonas y era una barrera para las pretensiones colombianas. En la
dcada de 1920 el departamento de Loreto llev a Mario Arana al Congreso, quien desde all combati
el tratado de lmites Salomn- Lozano que reconoca la soberana de Colombia en la franja entre los ros
Putumayo y Caquet y entregaba a Colombia un trapecio que la conectaba con el puerto de Leticia y el
ro Amazonas.
Arana continu con sus actividades caucheras al sur del Putumayo. En 1932 el tenebroso personaje
suministra armas a los policas y civiles de Iquitos para que ataquen a los indefensos funcionarios
colombianos de Leticia. Su intencin es recuperar su imperio cauchero y el de muchos loretanos es
tomar por la fuerza los territorios del Putumayo y el trapecio amaznico y anexarlos al Per.
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