San Pío X y Theodoro Herzl

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Le expuse mi demanda: Pero, tal vez enojado porque no le había besado la

mano, me contestó de modo demasiado brusco:

En estas dos expresiones se puede resumir la arrogancia sionista, que hace


presumir lo que fueron capaces de hacer, para tomar por asalto Palestina.
Antes de conseguir la promesa del Imperialismo Británico, hicieron gestiones
ante el Papá Pio X, ante el mismo Sultán del Imperio Otomano, llegado a
ofrecerle ayuda económica a cambio de permitirle a los sionistas establecer
una cabeza de playa en Palestina. Que se negó aceptar. Lo que nos hace
deducir que el siguiente paso, era propiciar los acontecimientos que
desembocaron en la I Guerra Mundial, que hizo en principio desaparecer el
Imperio Otomano y que justamente fue a los ingleses que le dieron el
mandato de administrar la ocupación del Medio Oriente. A finales de la I
Guerra Mundial es que los alemanes se enteran de la traición de los judíos
alemanes a su país a cambio de la promesa Británica de permitirle invadir
silenciosamente los territorios ocupados por los palestinos, mucho antes de
que los británicos recibieran el mandato de la Unión de Naciones de
administrar la ocupación del territorio Palestino.

La única forma de que el Imperio Británico pudiera hacer realidad su


promesa, era desarticulado el Imperio Otomano. En Alemania no existía
ningún movimiento nazi a finales de la I Guerra Mundial, pero ya los
alemanes sabían de la traición de los judíos Alemanes en plena guerra
Mundial. Si era grave para Alemania, la traición Judía, también lo era el hecho
de que la mayoría de sus líderes se inclinaban hacia los Bolcheviques que
para 1917 simultáneamente a la promesa británica de la invasión de
palestina, los Judíos del Wall Street estaban financiado a los Judíos Rusos en
la formación de lo que posteriormente se conocería como la Unión Soviética,
estado Comunista. Este es la historia que a cualquier precio quieren ocultar,
la vinculación y coordinación de sucesos que dieron con la creación del Estado
de Israel que ha costado a la Humanidad más de 100 millones de vidas,
incontables perdidas en destrucción y sufrimiento para que estos quieran
obligar a los sobre-vivientes a venerar a sus muertos como si fueran los
únicos que ofrendaron su vida y perdieron sus bienes por conseguir los
objetivos sionistas: La creación del 2do, Estado Judío, que como el primero se
hizo sobre una montaña de Cadáveres humanos y no precisamente sólo
de Judíos. Esa es la verdad que tratan de ocultar cuando persiguen a los
llamados revisionistas. En 1904 ya hablaban de sufrimiento Judío.

Felipe Torrealba
Aquí el relato original de la visita de Theodoro Herzl al Papá

SAN PÍO X Y THEODORO HERZL

A yer fui recibido por el Papa Pío X. Me recibió de pie y tendió la mano que
no besé. Se sentó en un sillón, especie de trono para “los asuntos menores” y
me invitó a sentarme cerca de él. El Papa es un sacerdote lugareño, más bien
rudo, para quien el Cristianismo permanece como una cosa viviente, aún en
el Vaticano. Le expuse mi demanda en pocas palabras. Pero, tal vez
enojado porque no le había besado la mano, me contestó de modo
demasiado brusco:

— No podemos favorecer vuestro movimiento. No podemos impedir a los


judíos ir a Jerusalén, pero no podemos jamás favorecerlo. La tierra de
Jerusalén si no ha sido sagrada, ha sido santificada por la vida de Jesucristo.
Como jefe de la Iglesia no puedo daros otra contestación. Los judíos no han
reconocido a Nuestro Señor. Nosotros no podemos reconocer al pueblo judío.

De modo que el antiguo conflicto entre Roma y Jerusalem, personificado por


mi interlocutor y por mí, revivía en nosotros. Al principio traté de mostrarme
conciliador. Le expuse mi pequeño discurso sobre la extraterritorialidad. Esto
no pareció impresionarlo. “Gerusalemme”, dijo, no debía a ningún precio,
caer en manos de los judíos.

— Y sobre el estatuto actual, ¿qué pensáis vos, Santidad?

— Lo sé; es lamentable ver a los turcos en posesión de nuestros lugares


Santos. Pero debemos resignarnos. En cuanto a favorecer el deseo de los
judíos a establecerse allí, nos es imposible.

Le repliqué que nosotros fundábamos nuestro movimiento en el


sufrimiento de los judíos, y queríamos dejar al margen todas las
incidencias religiosas.

— Bien, pero Nos, en cuanto Jefe de la Iglesia Católica, no podemos adoptar


la misma actitud. Se produciría una de las dos cosas siguientes: o bien los
judíos conservarán su antigua Fe y continuarán esperando al Mesías, que
nosotros los cristianos creemos que ya ha venido sobre la tierra, y en este
caso ellos niegan la divinidad de Cristo y no los podemos ayudar, o bien irán
a Palestina sin profesar ninguna religión, en cuyo caso nada tenemos que
hacer con ellos. La fe judía ha sido el fundamento de la nuestra, pero ha sido
superada por las enseñanzas de Cristo y no podemos admitir que hoy día
tenga alguna validez. Los judíos que debían haber sido los primeros en
reconocer a Jesucristo, no lo han hecho hasta hoy.

Yo tenía a flor de labio la observación: “Esto ocurre en todas las familias;


nadie cree en sus parientes próximos”; pero de hecho contesté: “El terror y
la persecución no eran ciertamente los mejores medios para convertir
a los judíos”.

Su réplica tuvo, en su simplicidad, un elemento de grandeza:

— Nuestro Señor vino al mundo sin poder. Era povero. Vino in pace. No
persiguió a nadie. Fue abbandonato aún por sus apóstoles. No fue hasta más
tarde que alcanzó su verdadera estatura. La Iglesia empleó tres siglos en
evolucionar. Los judíos tuvieron, por consiguiente, todo el tiempo necesario
para aceptar la divinidad de Cristo sin presión y sin violencias. Pero eligieron
no hacerlo y no lo han hecho hasta hoy.

— Pero los judíos pasan pruebas terribles. No sé si Vuestra Santidad


conoce todo el horror de su tragedia. Tenemos necesidad de una tierra para
esos errantes.

— ¿Debe ser Gerusalemme?

— Nosotros no pedimos Jerusalem sino Palestina, la tierra secular.

— Nos no podemos declararnos a favor de ese proyecto.

Teodoro Herzl

Nota: He aquí el testimonio luego de su visita a San Pío X, en Roma, el 26 de enero


de 1904. Aparecido originalmente en “La Terre Retrovée”, 1º de Julio de 1956.

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