Juan 18,1-11

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Lectura continuada del evangelio de Juan abp Dicesis de Vitoria

Adaptacin del comentario de F. J. Moloney

JUAN 18,1-11

TEXTO

181Tras decir estas palabras, sali con sus discpulos hacia el otro lado del valle del Cedrn,
donde haba un huerto, en el que entraron l y sus discpulos.
2
Pero Judas, el que lo entreg, tambin conoca el lugar, pues muchas veces Jess se reuna all
con sus discpulos. 3As que Judas, tomando consigo un destacamento de soldados y algunos
guardias de los sumos sacerdotes y los fariseos, con linternas, antorchas y armas, va all.
4
As que Jess, sabiendo todo lo que iba a ocurrirle, sali y les dice: A quin buscis?.
5
Le respondieron: A Jess el nazareno.
Les dice: Yo soy.
Pero tambin Judas, el que lo entreg, estaba de pie con ellos. 6As que, cuando les dijo Yo
soy, se echaron para atrs y cayeron al suelo.
7
As que les pregunt de nuevo: A quin buscis?.
Ellos dijeron: A Jess el nazareno.
8
Respondi Jess: Os he dicho que yo soy; as que si me buscis a m, dejad marchar a stos.
9
(Para que se cumpliera la palabra que haba dicho: No he perdido a ninguno de los que me
diste).
10
As que Simn Pedro, que tena una espada, la sac e hiri al siervo del sumo sacerdote y le
cort la oreja derecha. El siervo se llamaba Malco.
11
As que Jess dijo a Pedro: Mete la espada en la vaina; la copa que me ha dado el Padre no
la voy a beber?.

COMENTARIO

.- LA PASIN (18,1-19,42): Un relato del sufrimiento y la muerte de Jess es fundamental para


la tradicin narrativa del cristianismo primitivo. El relato de la pasin en el cuarto evangelio no
es ninguna excepcin. El sufrimiento de Jess tiene su lugar en este evangelio, pero el relato
jonico hace mucho ms que repetir la antigua historia. La versin jonica de la vida de Jess
se ha dirigido hacia el acontecimiento de la cruz como el clmax de la experiencia humana de
Jess, el hecho de ser levantado (cf. 3,14; 8,28; 12,32-33). En relacin con este
levantamiento se encuentra la idea de la hora de Jess que, durante la mayor parte del
ministerio pblico de Jess, remita a cierto momento en el futuro (cf. 2,4; 7,6.30; 8,20). Jess
anunci que ya haba llegado la hora cuando el ministerio tocaba a su fin (cf. 12,23). El
encuentro final de Jess con sus discpulos se abre (13,1) y concluye (17,1) con el
reconocimiento de que ha llegado la hora. Hacia el final del ministerio de Jess emerge un
estrecho vnculo entre la muerte de Jess, la glorificacin de Dios y la de Jess (cf. 11,4;
12,23.28). Durante la ltima cena se confirman estas sugerencias (cf. 13,31-32; 17,1-5). El
levantamiento de Jess en una cruz conducir a la reunificacin de muchos que anteriormente
estaban dispersados (cf. 10,16; 11,52; 12,11.19.32). En aquella ltima tarde con sus
discpulos les instruy sobre la necesidad de una unin amorosa (cf. 13,34-35; 15,12-17), la
fecundidad que brota al ser integrados en el amor que existe entre el Padre y el Hijo (cf. 14,23;
15,9-11; 16,26-27). Jess ha pedido al Padre que esta unin fuera tal que otros llegarn a creer
que Jess era el Enviado de Dios (cf. 17,23-24.26).
A menudo, a lo largo del cuarto evangelio se han introducido nuevos lugares y personajes al
comienzo de una nueva secuencia de acontecimientos (cf. 2,1-2.13-14; 3,1-2a; 4,1-7a; 5,1-5;
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6,1-4; 7,1-14; 9,1-5; 10,22-23; 11,1-4; 12,1-2). A partir de este criterio formal, podemos dividir
Jn 18,1-19,32 en cinco escenas diferentes:
1.- 18,1-11: Jess y sus enemigos se encuentran en un huerto.
2.- 18,12-27: La aparicin de Jess ante los judos.
3.- 18,28-19,16a: Jess ante Pilato.
4.- 19,16b-37: La crucifixin de Jess.
5.- 19,38-42: Jess es enterrado en un huerto por sus nuevos amigos.
El relato comienza (18,1) y termina (19,41) con unas escenas en un huerto, y el proceso ante
Pilato se encuentra en el centro del relato.

.- Jn 18,1-11: Los comentadores, en general, ponen de ttulo a 18,1-11 el prendimiento de


Jess, pero este ttulo no refleja, en realidad, el dominio que Jess muestra sobre los
acontecimientos del jardn o huerto. No se le prende hasta el v. 12. Jess y sus discpulos se
desplazan a un lugar desconocido donde haba un huerto, mientras que las fuerzas
adversarias, Judas, una cohorte de soldados romanos y algunos guardias del templo se renen
y se acercan a Jess portando linternas, antorchas y armas (vv. 1-3). Esta combinacin es
histricamente improbable, pero los elementos de la tiniebla se unen contra Jess, la luz del
mundo (cf. 8,12; 9,5). Armados de violencia, los enemigos de Jess, Judas, romanos y judos,
que representan al mundo, vienen a buscar a la luz del mundo, llevando consigo su propia
luz, es decir, linternas y antorchas.
Jess sabe lo que va a ocurrirle (v. 4a) y da un paso adelante para preguntarles a quin
buscaban, slo para ponerlos al nivel del suelo al identificarse a s mismo como YO SOY tras la
respuesta de que buscaban a Jess de Nazaret (vv. 4b-6). Al repetir la frmula de la revelacin
de s mismo (YO SOY), informa a sus adversarios de que sus planes sobre Jess de Nazaret
pueden llevarse a cabo si dejan marchar en libertad a los discpulos (vv. 7-8). El narrador
recuerda las palabras de la oracin de Jess: No perd a ninguno de los que me diste (v. 9; cf.
17,12). Ni siquiera Judas, el traidor, es excluido de aquellos a los que debe dejarse en libertad.
El hecho de que incluso en este contexto hostil no se haga ninguna excepcin en el v. 9, No
perd a ninguno, es un indicio de que este evangelio no emite un juicio final sobre el discpulo
Judas. Por muy perversa que haya sido su accin, ahora se le integra en la proteccin del Padre
cuyo magnificente amor ha sido revelado por Jess (cf. 17,11-12). Judas est con los
adversarios de Jess (v. 5), pero no juega ningn papel activo en el prendimiento (en contraste
con Mc 14,42-45 y paralelos). Jess rog por sus discpulos (cf. 17,9-19) y por quienes han odo
la palabra mediante el ministerio de stos (vv. 20-26), para que fueran integrados en la unin
de amor que exista desde el principio entre el Padre y el Hijo, para que as el mundo crea que
t me has enviado y les has amado como me amaste a m (17,23). Al comenzar Jess el
proceso que le conducir a su levantamiento (cf. 3,14; 8,28; 12,32), exige que sus discpulos
sigan su camino para llevar a cabo su tarea misionera (cf. 13,20.34-35; 15,5-8.16.26-27; 17,18-
19.20-23).
Pedro no entiende el significado de lo que va a ocurrir y saca una espada en un intento
violento por cambiar el curso de los acontecimientos (18,10), pero es reprendido, pues la
pasin tiene que comenzar ahora. Se estn cumpliendo las profecas de 13,1-17.21-38. Jess
bebe voluntariamente la copa que el Padre le da (v. 11; cf. 12,27), y el relato jonico de la
pasin comienza porque Jess permite que comience. l es el dueo de la situacin. Desde
esta primera escena, 18,1-11, los discpulos son objeto de una atencin especial. A diferencia
de la escena paralela de la tradicin sinptica, en la que se subraya la soledad de Jess (cf. Mc
15,32-42; Mt 26,26-46; Lc 22,40-46), Jess est en el huerto con sus discpulos (cf. 18,1). Se les
menciona tres veces en dos versculos (vv. 1-2), mientras que a Judas, otro discpulo de Jess,
se le describe como el que estaba con los enemigos de Jess (v. 5). Frente a la hostilidad y la
violencia, Jess exige que se deje marchar en libertad a los discpulos (v. 8). La pasin de Jess
en el cuarto evangelio no slo trata de lo que le ocurre a Jess, sino que tambin determina el
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futuro de los discpulos. La primera escena en el huerto inicia una serie de acontecimientos
durante los que Jess amar a sus discpulos hasta el fin (cf. 13,1), un amor que da a conocer a
Dios (cf. 13,18-20).

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