Cuentos de Ciclismo
Cuentos de Ciclismo
Cuentos de Ciclismo
Desde entonces se dice que Rueda de Atrs es feliz, pues nunca ms tuvo que
enfrentarse a una cuesta sin su propio consentimiento, y si en cualquier momento
empezaba a cansarse poda pedirle a su hermana que la llevara a mojarse a un
charquito, para as luego, retomar la marcha y poder continuar su viaje juntas.
Manuel Atienza (Alcal de Henares, 1996) Compagina sus estudios filosficos con su inclinacin por
la literatura, escribiendo en secreto desde muy pequeo. Este es su primer relato pblico.
Pero como deca, por aquellos aos mis dos hijas eran muy pequeas, la menor
apenas un beb, y la otra, que fue precoz en eso de cobrar conciencia del lugar que
se ocupa en el mundo, una parlanchina, que no haca ms que interrogarme acerca
de la veracidad de ciertas noticias, que pillaba al vuelo en los informativos, en lo que
oa hablar a sus mayores, en el colegio Vamos, lo comn cuando los horizontes
de la infancia, se nos abren de pronto hacia todas partes de manera incontrolable.
Ella, mi hija mayor, posea incipientes algunas de las caractersticas ms singulares
de nuestra especie, como lo son la curiosidad, el tesn y la capacidad de ilusionarse.
Mi pareja y yo, intentbamos procurar coherencia y estabilidad econmica al
conjunto familiar, que era lo que estimbamos bsico para la correcta formacin de
nuestros retoos.
Ni que decir tiene, que agarrarme a cualquier trabajo guardaba estrecha relacin
con lo sealado anteriormente. El trabajo estable era mi caballo de batalla; no
olvidemos que, como deca ms arriba, el tiempo al que me refiero discurra bajo
los condicionantes de una crisis econmica.
De los estudios completados en la universidad, los mos, ni rastro; quiero decir,
que cuando me enfrentaba a una posible oferta laboral, mejor no sealar que lo era,
universitario. En ms de una ocasin, se me haba dicho que no me daban el puesto
de turno, porque con semejante nivel acadmico si me sala una cosa mejor Pues
eso, servidor chitn. De primeras, cuanto ms roma dibujase mi formacin ms
posibilidades tena. Creo que en la actualidad, dicha estrategia ha quedado
obsoleta; los tiempos cambian y las crisis econmicas se adaptan al ciclo de turno;
atenazan ms. Resulta que ahora, muchos desempleados son universitarios, saben
idiomas, poseen cursos de postgrado...
El caso es que yo, por entonces al menos tena algo, un puestecito de supervisor
en una empresa de servicios y un sueldo que viene a ser lo que hoy definira el
neologismo: un mileurista de perfil bajo; un desastre de la poca, vamos.
As y con todo, uno, o sea yo, procuraba no perderme cada sobremesa las
gestas de mi dolo, aunque a posteriori, semejante empacho de campeonsimo,
provocase que regresara del trabajo, con la conciencia de ser una especie de
gregario ciclista, que es ese seor que se infla a dar pedales como el que ms, pero
que siempre llega el ltimo, y en ocasiones incluso fuera de control.
En justicia, he de sealar que Indurain no era el culpable de mi frustracin;
entonces, como ahora (creo que los espaoles hemos avanzado poco, en aquello
que afecta a la parte ms negativa de nuestro carcter aludido ms arriba), era
frecuente andar sometidos a un jefe con una formacin, en todos los aspectos, no
muy por encima de la nuestra (en bastantes ocasiones muy por debajo), pero con
ms mala uva y, eso s, con una decidida vocacin por el garrotazo y tente tieso;
otra de las singularidades que definen la espaolidad.
Raro era el da, que regresaba del trabajo sin la sensacin agarrada a la tripa,
de que aqul haba sido el ltimo como privilegiado asalariado y por lo tanto, con la
incertidumbre de no poder afrontar en un futuro cercano, las deudas que
menoscababan mi pauprrima cuenta del banco. Y lo que todava era peor, con el
regusto maligno de la amenazadora espada de Damocles en forma de jefe de turno,
aquel mismo que, desde primera hora de la maana, porfiaba con la cantinela de
que como aquello no comenzara a enderezarse, muy pronto ms de uno nos iramos
a la calle. Yo, por supuesto, me esforzaba para que aquello se enderezase, o al
menos no se torciera ms, que vena a ser igual; o puede que no, pero da lo mismo.
Un da, cuando nuestro campen haba ganado todo lo que se poda ganar,
pero por partida doble, triple y ms; nada que ver con los anteriores campeones
hispanos, los del hachazo, el demarraje, los descensos a tumba abierta, o las
paradas de leyenda para tomarse un descanso; un da como digo, ese da en que
el gran Miguel Indurain pas de ser un campen ms, a cohabitar con los grandes
hroes del Olimpo, y dijo de la manera ms sencilla y natural que hasta all haba
llegado, que se volva a casa, mi hija mayor, que de ciclismo saba lo que me haba
odo a m y poco ms, o sea no mucho, me plante la gran cuestin. Acababa de
recogerla de la escuela infantil (por cierto que stas y al paso que vamos tambin
pronto sern leyenda), cuando me solt a bocajarro la siguiente pregunta: Pap,
Indurain existe?
Yo, que siempre he andado peleado con la aludida mentalidad (y puede que
excesivo), entenda que cuando a Indurain se le llamaba de aqullas y otras
maneras parecidas, de alguna forma se nos estaba negando al conjunto de los
espaolitos la capacidad de ilusionarnos por lo verdadero, por lo que existe, por lo
material si se prefiere, por todo aquello en definitiva que es de este mundo, por lo
que podemos llegar a alcanzar con el tesn bien entendido... Vamos, que intua que
en el caso aludido, como en tantos, se nos estaba dando el cambiazo, que para los
que manejan el cotarro no vala un tipo normal, que el meritorio tena que ser un
extraterrestre, o lo que es igual, una especie de muequito virtual manifestndose
en la piel de un deportista.
Pues no, no y no! Los hroes virtuales, algunos hroes virtuales no existen... O
s?
Por fin, intent explicar a mi hija lo que debera argumentar a cuantos le dijesen
que Indurain no exista, pero como me di cuenta de que mis torpes explicaciones
acabaran confundindola un poco ms, acab por, valindome de una pequea
treta, dejarle claro que Indurain s exista.
A ver querida hijita; dije, t tienes ilusiones, verdad? Claro pap, tengo
muchas ilusiones! Respondi. Lo ves, pues lo mismo que t, las ha tenido Indurain;
sin ilusiones jams hubiese ganado lo que ha ganado. Sin ilusiones y con mucho
esfuerzo -subray esto ltimo-. Lo que pasa, y esto es la prueba de su existencia,
de que es alguien como t y como yo, es que un da se sinti tan satisfecho, que
decidi que en adelante le tocaba disfrutar de sus logros. Puede que a partir de ah
algunos no lo entendiesen y por eso lo confunden con un juego virtual. Pero a ti te
parece correcto que alguien quiera disfrutar de sus xitos, verdad?...
Su vocacin viene desde la infancia (Madrid 1957) y continu bajo la tutela de su padre gracias a la
ayuda en el oficio paterno del diseo grfico e ilustracin de libros. Al da de hoy rene varias novelas
largas y breves, as como colecciones de relatos y poemarios como: Ex socios y ex amigos recogido
en una antologa de textos de escritores espaoles, la novela corta el Fotgrafo en 2006, Amaluba
en 2009, texto incluido en Relatos Solidarios Juan Bonald, obras seleccionadas en prosa y fotografa
Cruce de Caminos en el 2009 y el relato A otro hombre en el 2013, relato publicado en la revista
Barcarola. En el 2010 obtuvo el premio FELIPE TRIGO con la novela corta CEREZAS, que ha sido
publicada por Algaida en 2012. De Lara es licenciado en geografa por la Universidad de Alcal y
LA BICICLETA
(Mecnica aplicada)
.
La pregunta, siempre que veo una bicicleta, es: "alcanzar la rueda de detrs a la
rueda de delante?" Y la respuesta es: s. Cada vez que la rueda de detrs pise por
donde la otra haya pisado, la alcanza en ese instante. La bicicleta es la materia
donde el razonamiento coge velocidad y se dispara. A setenta kilmetros por hora,
el cerebro que monta en bicicleta tiene la sensacin de ir ms deprisa. Eso por
qu? Porque va ms deprisa realmente. Ello sucede por la especial disposicin de
los piones y el cuidado diseo de la mquina. Pongamos que una rueda girara en
una direccin y otra, en la otra. Que la traccin sobre cada una de las ruedas se
ejerciera en sentidos opuestos. Qu pasara entonces? Habramos usado de
nuestra inteligencia para nada. La Ley de la Palanca y el principio de la transmisin
de la potencia se habran formulado intilmente. Pensemos, al contrario, que una
rueda girara, y la otra no. Asistiramos a la generacin del crculo infinito. Que, en la
prctica, no lleva a parte alguna. Se ha resuelto el problema disponiendo el conjunto
en orden a su objeto. De esa forma, una rueda va detrs de la otra y las dos en el
sentido de la marcha y a la velocidad que el impulso ejercido determina.
Federico Volpini
Naci en Bogot en 1952 y se traslad a Madrid un ao despus, si bien pas gran
parte de su infancia en Suecia y Blgica. En 1977 comenz a trabajar en Radio
Nacional de Espaa, donde fue director de Radio 3 desde 1999 hasta 2003.
Reconocido por sus seriales radiofnicos, su trabajo Herederos del tiempo fue
obsequiado en 1998 con el ms importante galardn europeo, el Premio Italia. Fue
profesor de guin y realizacin radiofnica entre 1989 y 2009 del Master de Radio
de Radio Nacional de Espaa y Universidad Complutense. Ha publicado libros sobre
radio como Diseo de programas en radio (1995), junto con M. A. Ortiz; novelas
como El enigma del caballero en el espejo (1996) ,cuentos Las horas del gato y
otras horas (1986), y Panta rei ( 1992); Con el seudnimo El Soso Custico, relatos
en Ciencia y ficcin en el Mono Temtico y Trelatos, su ltima obra es la novela
juvenil La noche de los lobos (2011)
COLGADA EN LA PARED
Cuando me fui a Berln tena dieciocho aos. Recuerdo la fecha con exactitud
porque para m fue el ltimo verano. El ltimo verano que corr con la Pea de los
Amigos de los Alczares, el ltimo verano en que yo era el chico de las pulseras.
No he podido sacar de mi memoria las sentidas lgrimas del Abuelo el da que nos
despedimos. l, el corredor ms longevo del equipo, se encari conmigo desde
el primer momento, la diferencia de edad nos haca semejantes. El ltimo verano,
el ltimo en que no fui de visita como ahora. Alguien pag el uniforme del equipo.
Como yo pesaba poco se me daba bien la montaa, me crea Pantani con el
maillot de puntos rojos subiendo los puertos, era mi momento, atacaba en las
escaladas y pona distancia entre ellos y yo. Oa sus voces de nimo y admiracin
apagndose tras mi espalda, el mstico silencio del que va a la cabeza, vea en mi
sombra el balanceo del escalador sobre la rampa, el perfil de mi cuerpo de pie
sobre los pedales. Luego me volvan a coger en las bajadas, tambin debido a mi
poca envergadura, pero ya no me importaba, haba vuelto a ser yo, en los
descansos se hablara de m, caas de cerveza en mano.
LA BICI ROSA
Rosa y con cesta. As quera Estrellita su bici, toda rosa, con lacitos en el manillar y
una cesta delantera donde ir guardando sus tesoros en bolsitas de plstico. Ya se
imaginaba ella pedaleando por el camino del cementerio, el ms arreglado del
pueblo, tocando su timbre para apartar a los gatos curiosos, saludando a sus
amigas, con la sonrisa del triunfo reflejada en su carita de nia buena, que dira:
sta bici es ma, slo ma . Pero todos pensaban que no mereca la pena y la bici
nunca lleg.
Hasta hoy.
Estrella Dorado Luna, primera mujer medallista en velocidad pasea su bici rosa por
las pistas de los estadios. No tiene cesta, ni timbre, pero s un lacito, rosa tambin,
el que adorna con un bonito trenzado su pierna ortopdica.
Cabezona , la estrellita.
Anika Jimenez
Escritora secreta que recin comienza a hacer pblico sus microrelatos, llenos de
magia y de inocencia. Esta escritora vasca representa lo mejor de la literatura oculta
que se dice, pero no se publica. Anika Jimenez es la voz de la literatura que no se
lee, pero se presiente. Incluso para ella la literatura es algo desconocido que no le
pertenece, pero no tal. Las bicicletas de Anika demuestran que las bcicletas no slo
son para el verano.
A TROMPADAS
Mi padre intent ensearme a montar en bicicleta cuando era pequeo. Me compr
una BH azul, con dos ruedas atornilladas atrs, que poco a poco iba subiendo para
que me acostumbrase a ir sin ellas y, finalmente, aprender a montar en bici a dos
ruedas. Por desgracia, por muchas veces que bajbamos al parque y a una
pequea plazoleta que haba debajo de mi casa, nunca se produjo ese mgico
momento, un tanto de pelcula, que mi padre buscaba: se en el que su mano me
soltase del asiento de atrs y yo saliese disparado y raudo hacia adelante, sujeto
slo por mi propio equilibrio, sin la ayuda de las dos ruedas de atrs.
Unos aos despus, cuando mi padre ya no estaba, volv a coger la misma bici, y
como me daba vergenza que mis amigos me viesen montando con las dos ruedas
de atrs, decid quitarlas y aprender a montar solo. Los golpes y cadas se iban
sucediendo inexorablemente, uno tras otro: me estrellaba contra coches aparcados,
bocas de riego y contenedores de basura, hasta que as, solo, a base de trompadas,
aprend a montar en bici. Y en el fondo, esa es la nica manera que he tenido de
aprender las cosas.
ALEJANDRO PALACIOS
Joven poeta espaol de alto calado, que representa en estos momentos a lo mejor
de la poesa ltima espaola, ha publicado "Desposesin" en Ed. Mingaseda, ao
2002 y est en prensa su ltima obra "Carne de luna", que se editar a comienzos
de ao. De profesin economista, compagina esta actividad con la literaria, en la
que predomina su gusto por los clsicos barrocos espaoles y la modernidad ms
acendrada.
OCAA CONTRA OCAA
PEDRO ATIENZA
Poeta y escritor espaol