Procedimiento Contencioso en Venezuela
Procedimiento Contencioso en Venezuela
Procedimiento Contencioso en Venezuela
Allan R. Brewer-Carías*
RESUMEN
ABSTRACT
SUMARIO
El Estado de derecho implica, ante todo, la necesaria sumisión de todas las actua-
ciones de los órganos del Estado al ordenamiento jurídico preestablecido, compues-
to no sólo por la Constitución y las leyes, sino por el conjunto de reglamentos y
normas dictados por las autoridades competentes. De ello deriva el principio de la
legalidad, que en relación con los órganos de la administración pública les impone la
obligación de actuar con arreglo a lo establecido en la ley y las otras normas jurídi-
cas que regulan su actividad1.
1 Véase MOLES CAUBET, ANTONIO, El principio de legalidad y sus implicaciones, Universidad Central de
Venezuela, Facultad de Derecho, Publicaciones del Instituto de Derecho Público, Caracas, 1974.
2 Véase BREWER-CARÍAS, ALLAN R., Justicia constitucional, t. VI, Instituciones políticas y constituciona-
les, Caracas, 1996; y Justicia contencioso administrativa, t. VII, Instituciones Políticas y Constitucio-
nales, Caracas, 1997.
LOS PROCESOS CONTENCIOSO ADMINISTRATIVOS EN VENEZUELA 339
3 Véase BREWER-C ARÍAS , A LLAN R., El derecho administrativo y la Ley orgánica de procedimientos
administrativos, Caracas, 1992; ALLAN R. BREWER-CARÍAS, Los principios del procedimiento adminis-
trativo en América Latina, Bogotá, 2002.
4 BREWER-CARÍAS, ALLAN R., Las instituciones fundamentales del derecho administrativo y. la jurispru-
dencia venezolana, publicaciones de la Facultad de Derecho, Universidad Central de Venezuela, Cara-
cas, 1964, pág. 295 y sigs.
5 Véase en general BREWER-CARÍAS, ALLAN R., La Constitución de 1999. Derecho constitucional venezo-
lano, 2 t., Caracas, 2004.
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Ha sido precisamente con base en esta norma constitucional, que repite casi
textualmente el contenido del artículo 206 de la anterior Constitución de 1961, que
en Venezuela se ha desarrollado la jurisdicción contencioso administrativa que se
ejerce por la Sala Político Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia y otros
tribunales establecidos por ley. La configuración de dicha jurisdicción, por otra par-
te, se ha completado en la Constitución de 1999, al regularse también en el artículo
297, a la “jurisdicción contencioso electoral” atribuyéndose su ejercicio a,
“la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia y los demás tribunales que determine
la ley”;
Ahora bien, de acuerdo con la Constitución y con la Ley Orgánica del Tribunal
Supremo de Justicia, la jurisdicción contencioso administrativa en Venezuela es una
jurisdicción especial integrada al poder judicial, por lo que los tribunales que la
integran, lo que tienen en realidad es una competencia especial. En Venezuela, por
tanto, el derecho administrativo no se ha construido con base en los criterios de
distinción entre jurisdicción judicial y jurisdicción administrativa, tan extendido en el
derecho administrativo francés, y que has sido seguidos en algunos países, como
por ejemplo en Colombia.
8 Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia del 30 de julio de 1976 (LOCSJ) en Gaceta Oficial nº 1.893,
extraordinaria del 30-07-1976.
9 Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia (LOTSJ), Gaceta Oficial, nº 37942 de 20-05-2004.
1 0 PÉREZ GUEVARA, MARTÍN, “Prólogo”, en BREWER-CARÍAS, ALLAN R., Jurisprudencia de la Corte Suprema
1930-1974 y Estudios de derecho administrativo, t. II, Ordenamiento orgánico y tributario del
Estado, Instituto de Derecho Público, Facultad de Derecho, Universidad Central de Venezuela, Cara-
cas, 1976, págs. 1-10.
342 VNIVERSITAS
ción declarase la nulidad de ciertos actos, decretos y reglamentos del poder ejecu-
tivo, referidos más precisamente en esta época, a los decretos y reglamentos del
Presidente de la República y de los actos ejecutados con “extralimitación de facul-
tades”11. Este principio, establecido en 1925, tuvo una evolución bastante rápida,
pues en la Constitución de 1931 se amplió a todos los actos administrativos e inclu-
so, agregó, los viciados “de ilegalidad o abuso de poder”12.
“Sobre todo, resolver, de una vez, en nuestro país, mediante un precepto constitucional,
la polémica que ha dividido a tratadistas y legisladores, tanto en Europa como en Amé-
rica, acerca de la conveniencia de que sean órganos independientes del poder judicial
los que conozcan de las cuestiones que se susciten entre los particulares y la adminis-
tración con motivo de la actividad propia de ésta, en sus diversos niveles.
“4. Dirimir las controversias administrativas que se susciten entre la república, algún
estado, municipio u otro ente público, cuando la otra parte sea alguna de esas mismas
entidades, a menos que se trate de controversias entre municipios de un mismo estado,
caso en el cual la ley podrá atribuir su conocimiento a otro tribunal.
1 6 Véase sentencia de la CSJ-SPA de 15-12-1970 en Gaceta Forense, nº 70, 1970, págs. 179-185 y en
Gaceta Oficial, nº 29.434 de 6-2-1971, págs. 219-984-5.
344 VNIVERSITAS
“contrarios a derecho es una enunciación general que evita una enumeración que puede
ser peligrosa al dejar fuera de control algunos actos administrativos”.
Pero la universalidad del control no sólo radica en que todos los actos adminis-
trativos están sometidos a control judicial, sino que lo pueden ser por cualquier
motivo de contrariedad al derecho, es decir, los órganos de la jurisdicción conten-
cioso administrativa tienen competencia constitucional para juzgar tanto la
inconstitucionalidad como la ilegalidad propiamente dicha de los actos administrati-
vos, siendo de la esencia del control judicial esa universalidad.
“declarar la nulidad de los actos administrativos del ejecutivo nacional, cuando sea
procedente”,
1. La jurisdicción especial
En este sentido, el sistema venezolano se aparta del sistema francés que nació
de la interpretación del principio de la separación de poderes realizada a la luz de
una peculiar tradición y evolución que tuvo su origen en los días de la Revolución
francesa. Basta recordar los textos legales históricos y fundamentales para com-
prender este inicio del sistema de derecho administrativo francés, que giraba en
torno a ese principio de la separación de las autoridades administrativas de las
judiciales, que prohibía al poder judicial juzgar a la administración19.
En primer lugar, la Ley 16-24 de agosto de 1790, la cual en su título II, artículo
13, contenía una disposición, siempre vigente, que constituye la base jurídica y teó-
rica de la competencia de la jurisdicción administrativa francesa. Dicho artículo
decía:
“Las funciones judiciales son y permanecerán siempre separadas de las funciones admi-
nistrativas. Los jueces no podrán, bajo pena de prevaricación, perturbar de cualquier
manera que sea las operaciones de los cuerpos administrativos, ni citar delante de ellos
a los administradores en razón de sus funciones”.
“Prohibiciones reiteradas son hechas a los tribunales de conocer de los actos de admi-
nistración de cualquier especie que ellos sean”.
1 8 La Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia de 2004, lamentablemente derogó las normas
transitorias de la vieja Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia, dejando sin soporte legislativo a
los órganos de la jurisdicción contencioso administrativa que se habían estructurado, hasta que se dicte
la futura ley de la jurisdicción contencioso administrativa.
1 9 Véase en general AUBY, J.M. and DRAGO,R., Traité de Contentieux Administratif, París, 1984, t. I. Véase
lo expuesto en la primera parte, t. I, págs. 75 y sigs.
348 VNIVERSITAS
El último paso importante que nos interesa destacar en esta rápida ojeada de la
evolución de la jurisdicción administrativa en Francia se produjo con la decisión del
Consejo de Estado, Cadot, del 3 de diciembre de 188920. La situación anterior a
esta fecha era la siguiente: el Consejo de Estado actuaba siempre como juez de
2 0 LONG, WEIL y BRAIBANT, Les grands arréts de la jurisprudence administrative, Sirey, París, 1962, págs.
24 y sigs.
LOS PROCESOS CONTENCIOSO ADMINISTRATIVOS EN VENEZUELA 349
La evolución posterior a 1889 puede decirse que se destaca por una separación
cada vez más profunda entre la jurisdicción administrativa y la administración acti-
va, y por una paulatina analogía de los procedimientos de la primera respecto a los
de los tribunales judiciales.
El año 1953, por último, marca una importante reforma en la competencia inter-
na de la jurisdicción administrativa, con la creación de los tribunales administrativos
en sustitución de los antiguos consejos de prefectura.
“la nulidad de los decretos o reglamentos que dictare el poder ejecutivo para la ejecu-
ción de las leyes cuando alteren su espíritu, razón o propósito de ellas”,
“conocer de las controversias que resulten de los contratos o negociaciones que cele-
bre el poder ejecutivo por sí solo o por medio de agentes”;
la cual fue ampliada por la Constitución de 1864 cuando atribuyó a la Alta Corte
Federal competencia para “conocer de los juicios civiles cuando sea demandada la
nación”27, dejándole también atribución para:
“conocer en juicio contencioso de todas las cuestiones sobre nulidad, caducidad, reso-
lución, alcance, interpretación, cumplimiento y cualesquier otra que se susciten entre la
nación y los contratistas o concesionarios a consecuencia de contratos celebrados por
el ejecutivo federal”29.
“conocer en juicio contencioso y en los casos que determine la ley, de las reclamaciones
por daños y perjuicios que se propusieren contra la nación, y de todas las demás accio-
nes por sumas de dinero que se intenten contra ella”31.
2. El control de la administración
3 2 BREWER-CARÍAS, ALLAN R., Régimen Jurídico de las Empresas Públicas en Venezuela, Centro Latino-
americano de administración para el Desarrollo (CLAD), Caracas, 1980.
354 VNIVERSITAS
integradas en la estructura general del Estado), ni todas las personas estatales son
de derecho público (las empresas del Estado, como sociedades anónimas, son de
derecho privado)33; pero cuando dicten actos administrativos los mismos están so-
metidos a control contencioso administrativo.
3 3 Véase BREWER-CARÍAS, ALLAN R., “La distinción entre las personas públicas y las personas privadas y el
sentido actual de la clasificación de los sujetos de derecho”, en Revista Argentina de Derecho Adminis-
trativo, n° 12, Buenos Aires, 1977, págs. 15 a 29; en Revista de la Facultad de Derecho, UCV, n° 57,
Caracas, 1976, págs. 115 a 135; y en Fundamentos de la administración pública, Caracas, 1980,
págs. 223 a 248.
3 4 Véase BREWER-CARÍAS, ALLAN R., Jurisprudencia de la Corte Suprema 1930-74 y estudios de derecho
administrativo, t. V, op. cit., págs. 193 y sigs. Esta doctrina ha sido recogida de nuevo en sentencia de
05-06-86, caso Fetra-educación. Véase en Revista de Derecho Público (RDP), nº 27, págs. 106-114.
3 5 BREWER-CARÍAS, ALLAN R., Las instituciones..., op. cit., págs. 311 y sigs.
LOS PROCESOS CONTENCIOSO ADMINISTRATIVOS EN VENEZUELA 355
pecto de la república y las otras personas jurídicas estatales nacionales. Por ello, en
nuestro criterio, no sólo los juicios de nulidad de actos administrativos emanados de
los entes de derecho público, cualquiera sea la naturaleza de su objeto (incluso los
que se refieren a la administración del derecho privado), corresponden a esta juris-
dicción, sino que también compete a sus órganos el conocimiento de las demandas
por cualquier causa intentadas contra la república y demás entes públicos naciona-
les, incluyendo las empresas nacionales del Estado.
Por ello, los órganos de la jurisdicción contencioso administrativa (aun los distin-
tos al Tribunal Supremo) son jueces constitucionales de los actos administrativos
cuando controlan la sumisión de éstos al derecho. Y ello además con basamento
constitucional: no se podría constitucionalmente confinar a los órganos de la juris-
dicción contencioso administrativa (distintos al Tribunal Supremo de Justicia) a co-
nocer de la nulidad de los actos administrativos por solos motivos de “ilegalidad”,
pues ello sería contrario a lo dispuesto en el artículo 259 de la Constitución, que les
atribuye poder para declarar dicha nulidad “por contrariedad al derecho”’, lo que
implica inconstitucionalidad e ilegalidad.
“acciones o recursos de nulidad que puedan intentarse por razones de ilegalidad contra
actos administrativos”
de diversas autoridades y que había conducido a que tanto la antigua Corte Supre-
ma de Justicia como la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo hubieran
interpretado que cuando en un recurso de nulidad se alegaren vicios de
inconstitucionalidad además de los de ilegalidad, la Corte Primera debía declinar su
competencia ante la Corte Suprema en Sala Político Administrativa, lo que en nues-
tro criterio era absolutamente inconveniente e improcedente, y contrario al espíritu
del artículo 206 de la Constitución de 1961.
“que el ordinal 3° citado (art. 185) se refiere a razones de ilegalidad las alegadas contra
dichos actos para que sea esta Corte la competente. De igual modo, el artículo 181
ejusdem en su primer aparte dispuso que cuando la acción se funde en razones de
inconstitucionalidad el Tribunal declinará su competencia en la Corte Suprema de Justi-
cia, disposición ésta aplicable a esta Corte por remisión hecha por el artículo 185 ejusdem,
al determinar la aplicabilidad para esta Corte del artículo 181 ejusdem. Cierto es que las
disposiciones anotadas excluyen a los tribunales contencioso administrativos como a
esta misma Corte, como órgano de facultades para pronunciarse en causa o acciones de
inconstitucionalidad. Así, el artículo 185 ejusdem al referirse a este Tribunal, dispone la
aplicación de lo previsto en el primer aparte del artículo 181 ejusdem, lo cual sustrae de
su conocimiento aquellas acciones de inconstitucionalidad. En esta forma lo ha senten-
ciado la Corte Suprema de Justicia con fecha 1° de marzo de 1983”36.
En nuestro criterio esa tesis, hasta allí, no tenía adecuado fundamento constitu-
cional, sobre todo cuando se impugnaba un acto administrativo alegando razones de
inconstitucionalidad e ilegalidad. En los términos del artículo 185 de la Ley Orgáni-
ca, lo que debería interpretarse era que la Corte Primera no era competente sólo
En esa sentencia del caso: CENADICA, en efecto, la antigua Corte Suprema, luego
de constatar que en el caso concreto de lo que se trataba era de determinar si el
recurso contencioso administrativo de anulación que se había interpuesto contra un
acto administrativo municipal, estaba fundado o no en solas “razones” de
“inconstitucionalidad” o de “ilegalidad” para delimitar su propia competencia, pro-
cedió a establecer una distinción no prevista en la ley y que fue la fuente de confu-
sión en la materia con posterioridad, entre un “recurso de inconstitucionalidad” y un
“recurso de ilegalidad”. La Corte en esta materia, entre otros aspectos, señaló lo
siguiente:
...podría agregarse que existe recurso por violación directa de la Carta Fundamental,
cuando sea factible llegar a la solución positiva o negativa del problema planteado con
la exclusiva aplicación de las normas constitucionales invocadas...
...La violación directa de cualquiera de esas normas —que constituyen lo que podría
llamarse la reserva constitucional— daría siempre lugar a un recurso de
inconstitucionalidad independientemente de que el contenido de la misma hubiese sido
reproducido en una norma de rango inferior.
“En conclusión, cada vez que se denuncie la violación directa de una norma constitucio-
nal, ya sea ésta de naturaleza sustantiva o adjetiva —inclusive en materia de competen-
cia—, el recurso para obtener la nulidad del acto impugnado es el de
inconstitucionalidad, y su conocimiento corresponderá este Alto Tribunal de la repú-
blica. En cambio, cuando se trate de la violación directa de una norma de rango inferior
cuya constitucionalidad no haya sido cuestionada, la acción o el recurso procedente
LOS PROCESOS CONTENCIOSO ADMINISTRATIVOS EN VENEZUELA 361
En efecto, la propia consideración hecha por los demandantes respecto a los supuestos
de carácter constitucional denunciados supone la admisión expresa de que la violación
a la Constitución es indirecta y no directa, expresamente así lo ha declarado la propia
Corte Suprema de Justicia, en Sala Político Administrativa (Gaceta Forense, tercera
etapa, año 1984, enero a marzo, nº 123, vol. I, 120), cuando afirmó:
“Es indiscutible que la violación de esta última lleva implícita la violación indirecta de
aquélla. Pero en ambos casos la denuncia que se hiciere de violación conjunta a la
disposición constitucional y de la legal no autoriza otro recurso que el de ilegalidad”.
3 8 Consultada en original.
362 VNIVERSITAS
“En este sentido, la Sala Político Administrativa analiza sus competencias en el texto de
la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, concretamente, la establecida
en los ordinales 4° y 5° del artículo 266, en concordancia con lo dispuesto en el artículo
259 que consagra expresamente la jurisdicción contencioso administrativa:
2. Declarar la nulidad total o parcial, cuando sea procedente de los Reglamentos y demás
actos administrativos, por razones de inconstitucionalidad e ilegalidad, conforme al
ordinal 5° del artículo 266 de la Constitución y 259 ejusdem...”.
4 1 Véase BREWER-CARÍAS, ALLAN R., La justicia contencioso administrativa, t. VII, Instituciones políticas y
constitucionales, op. cit., págs. 26 y sigs.
364 VNIVERSITAS
Esto implica que ambas jurisdicciones se diferencian por el objeto de las accio-
nes y no por el motivo de las mismas: la jurisdicción constitucional conoce de la
nulidad de las leyes y demás actos de rango legal o de ejecución directa e inmediata
de la Constitución; en cambio, la jurisdicción contencioso administrativa, conoce de
la nulidad de los actos administrativos, sea cual fuere el motivo de impugnación.
“…de forma indubitable, el criterio acogido por el constituyente para definir las compe-
tencias de la Sala Constitucional, atiende al rango de las actuaciones objeto de control,
esto es, que dichas actuaciones tienen una relación directa con la Constitución, por ser
en unos casos actos dictados en ejecución directa e inmediata de la misma, y, en otros,
omisiones de obligaciones indispensables para garantizar el cumplimiento de la Consti-
tución. Así las cosas, la normativa constitucional aludida imposibilita una eventual
interpretación que tienda a identificar las competencias de la Sala Constitucional con los
vicios de inconstitucionalidad que se imputen a otros actos o con las actuaciones de
determinados funcionarios u órganos del poder público”.
El criterio acogido por el constituyente para definir las competencias de la Sala Consti-
tucional, atiende al rango de las actuaciones objeto de control, esto es, que dichas
actuaciones tienen una relación directa con la Constitución que es el cuerpo normativo
de más alta jerarquía dentro del ordenamiento jurídico en un Estado de derecho contem-
poráneo. Así las cosas, la normativa constitucional aludida imposibilita una eventual
interpretación que tienda a identificar las competencias de la Sala Constitucional
con los vicios de inconstitucionalidad que se imputen a otros actos o con las actua-
ciones de determinados funcionarios u órganos del poder público, (sentencia de fecha
27 de enero de 2000, caso: Milagros Gómez y otros).
Ello significa que por su objeto, la Sala Político Administrativa y la Sala Electo-
ral, según su competencia, tienen atribución exclusiva, como juez constitucional,
para declarar la nulidad de los reglamentos por razones de inconstitucionalidad, así
como de todos los demás actos administrativos por los mismos motivos, y nada
autoriza del texto de la Constitución que pudiera conducir a concentrar en la Sala
Constitucional el ejercicio de dicha potestad anulatoria de actos administrativos por
motivos de inconstitucionalidad; pues la jurisdicción constitucional que corresponde
a la Sala Constitucional sólo se determina por el objeto de control (leyes, actos
estatales de rango legal y actos estatales de ejecución directa de la Constitución) y
no por los motivos de control.
4 4 Véase BREWER-CARÍAS, ALLAN R., Nuevas tendencias del contencioso administrativo, op. cit. pág. 47 y
La justicia contencioso administrativa, t. VII, Instituciones políticas y constitucionales, op. cit., pág.
28 y sigs.
LOS PROCESOS CONTENCIOSO ADMINISTRATIVOS EN VENEZUELA 367
Ahora bien, observa esta Sala que el artículo 181 de la Ley Orgánica de la Corte Suprema
de Justicia establece:
Artículo 181. Mientras se dicta la Ley que organice la jurisdicción contencioso adminis-
trativa, los tribunales superiores que tengan atribuida competencia en lo civil, cono-
cerán, en primera instancia en sus respectivas circunscripciones, de las acciones o
recursos de nulidad contra los actos administrativos de efectos generales o particula-
res, emanados de autoridades estadales o municipales de su jurisdicción, si son im-
pugnados por razones de ilegalidad.
En la tramitación de dichos juicios los tribunales superiores aplicarán en sus casos, las
normas establecidas en las secciones segunda, tercera y cuarta del capítulo ii, título v, de
esta ley.
Contra las decisiones dictadas con arreglo a este artículo, podrá interponerse apelación
dentro del término de cinco días, para ante la Corte Primera de lo Contencioso Adminis-
trativo a que se refiere el artículo 184 de esta Ley” (destacado de la Sala).
De acuerdo con la norma antes transcrita, los tribunales superiores con competencia en
materia contencioso administrativo son los competentes para conocer de los actos
generales o particulares de rango sublegal emanados de las autoridades estadales y
municipales; sin embargo, limitan tal conocimiento a violaciones de Ley, y las violacio-
nes constitucionales corresponderían a la Sala Político Administrativa de este Alto Tri-
bunal.
(…) por el hecho de que por mandato constitucional los tribunales de la jurisdicción
contencioso administrativa son competentes para anular los actos administrativos por
contrariedad al Derecho, lo que supone no sólo el control de la ley sino, evidentemente,
el de la Constitución, la disposición contenida en el último párrafo del artículo 181 de la
Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia —donde se establece que cuando en los
recursos de anulación que corresponda conocer originalmente a los tribunales superio-
res y a la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo se alegaren razones de
inconstitucionalidad la competencia será de la Corte Suprema de Justicia— debe ser
interpretada de la forma más restrictiva posible, es decir, que sólo y exclusivamente
cuando el fundamento del recurso de anulación sean violaciones directas y exclusivas
de la Constitución se debe remitir el expediente a la Sala (…) (sentencia de la Sala Político
Administrativa del 22 de mayo de 1996, caso: Reyes José Hernández).
368 VNIVERSITAS
Sobre la base del anterior precedente, debe esta Sala interpretar el artículo 181 de la Ley
Orgánica de la Corte Suprema de Justicia, a la luz de la Constitución, a los fines de fijar su
alcance, partiendo del hecho que la nueva Constitución delimitó claramente —como
fuera señalado— la competencia de la jurisdicción contencioso administrativa atendien-
do al rango de los actos administrativos y no al motivo de la impugnación.
Ahora bien, considera esta Sala Constitucional que el primer aparte del artículo 181 de la
Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia, al impedir a los juzgados superiores con
competencia en lo contencioso administrativo el conocer de la nulidad de los actos
administrativos (generales o particulares), cuando se aleguen vicios de
inconstitucionalidad, contradice lo dispuesto en el artículo 259 de la Constitución, por
cuanto éste otorga facultades a los tribunales en lo contencioso administrativo para
anular los actos administrativos generales o individuales por contrariedad a derecho,
que comprende —sin lugar a dudas— tanto la inconstitucionalidad como la ilegalidad.
Por otro lado, la norma a que se contrae dicho aparte del citado artículo 181 se aparta de
la verdadera intención del legislador al regular temporalmente la jurisdicción contencio-
so administrativa que era, por una parte, desconcentrar las competencias que tenía la
Sala Político Administrativa, como el único tribunal contencioso administrativo, y por la
otra parte, acercar más la justicia al ciudadano, sobre todo cuando existen controversias
entre éstos y los entes estadales y municipales.
De manera que, por tales circunstancias y en especial a que por mandato constitucional
los tribunales de la jurisdicción contencioso administrativa son competentes para anu-
lar actos administrativos por contrariedad al derecho, esta Sala Constitucional estima
que la disposición contenida en el primer aparte del referido artículo 181 es a todas luces
contraria a la Constitución, motivo por el cual en uso de la potestad prevista en el
artículo 334 de la Constitución, inaplica a los fines de determinar la competencia en el
caso de autos, el primer aparte del artículo 181 de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de
Justicia por ser inconstitucional, al enfrentar de manera incontestable la disposición
establecida en el segundo aparte del artículo 259 de la Constitución, en cuanto sustrae
a los tribunales contencioso administrativos distintos a la Sala Político Administrativa
de este Tribunal Supremo, la competencia que le fue otorgada por la propia Constitución
para conocer de la nulidad de los actos administrativos (generales o particulares) con-
trarios a derecho”.
LOS PROCESOS CONTENCIOSO ADMINISTRATIVOS EN VENEZUELA 369
“Planteado así la interpretación de los artículos 334, 335 y 336 de la Constitución, ¿en
materia de control concentrado de la Constitución tiene alguna competencia la Sala
Político Administrativa?
Con base en que el artículo 335 constitucional otorga al Tribunal Supremo de Justicia la
garantía, supremacía y efectividad de las normas y principios constitucionales, se ha
argüido que las salas del Tribunal Supremo de Justicia ejercen tal garantía, pero de la
letra del artículo y de lo que, en teoría, corresponde a la jurisdicción constitucional, lo
que se evidencia es que es a la Sala Constitucional a quien se refiere el artículo 335 y no
a las otras salas del Tribunal Supremo de Justicia, ya que dicha norma establece que el
Tribunal Supremo de Justicia es el máximo y último intérprete de la Constitución, y a
continuación establece: “Las interpretaciones que establezca la Sala Constitucional
sobre el contenido y alcance de las normas y principios constitucionales son vinculantes
para las otras salas del Tribunal Supremo de Justicia y demás tribunales de la república”.
Por lo tanto, el artículo 335 no está otorgando a ninguna Sala distinta a la Constitucional,
ningún tipo de control concentrado, sino sólo el control difuso, ya que si no ¿cómo
entender que siendo el Tribunal Supremo el máximo y último intérprete de la Constitu-
ción, sea la Sala Constitucional la que establece interpretaciones vinculantes para las
otras salas?
“la acción de amparo procede contra cualquier hecho, acto u omisión proveniente de los
órganos del poder público nacional, estadal o municipal”,
“La acción de amparo procede contra todo acto administrativo, actuaciones materiales,
vías de hecho, abstenciones u omisiones que violen o amenacen violar un derecho o
una garantía constitucionales, cuando no exista un medio procesal breve, sumario y
eficaz, acorde con la protección constitucional”.
Conforme a estas normas, por tanto, la acción de amparo procede contra los
hechos, actos u omisiones de la administración, siendo competentes para conocer
de la misma, en general, los jueces contencioso administrativos. Así lo había deter-
4 5 Véase en Revista de Derecho Público, n° 85-88, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2001, pág.
370 (en prensa).
LOS PROCESOS CONTENCIOSO ADMINISTRATIVOS EN VENEZUELA 371
y también,
“en razón del órgano del cual emana el acto que se pretende atentatorio contra derechos
y garantías constitucionales, pues que, tal criterio, define cuál es el tribunal de primera
instancia, dentro de la jurisdicción contencioso administrativa”47.
4 6 Sentencia de la CPCA de 08-10-1991 en Revista de Derecho Público, n° 48, 1991, pág. 134.
4 7 Sentencia de la CPCA de 10-10-1991 en Revista de Derecho Público, n° 48. 1991, pág. 135.
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“La Ley Orgánica de Amparo, al desarrollar los artículos 49, 50 de la Constitución, otorga
a las personas naturales o jurídicas, habitantes o domiciliadas en Venezuela, la posibili-
dad de acudir ante los tribunales que ella señala, con el propósito de ser amparados en
el goce y el ejercicio de los derechos y garantías constitucionales, mediante el restable-
cimiento inmediato de la situación jurídica infringida o la situación que más se asemeje a
ella.
A tal fin, el texto de la ley prevé fundamentalmente dos mecanismos procesales: la acción
autónoma de amparo, y la acumulación de ésta con otro tipo de acciones o recursos.
Ambas modalidades de ejercicio difieren sustancialmente en cuanto a su naturaleza y
consecuencias jurídicas.
En efecto, en el primer caso, al ser una acción que se ejercita en forma autónoma, inde-
pendiente, no vinculada ni subordinada a ningún otro recurso o procedimiento, es
indudable que esa acción, así ejercida, debe ser, por su naturaleza restablecedora, capaz,
suficiente y adecuada para lograr que el mandamiento de amparo que se otorgue se
baste por sí solo, sin necesidad de acudir a otro u otros procedimientos judiciales, para
volver las cosas al estado en que se encontraban para el momento de la vulneración y
hacer desaparecer definitivamente el acto o hecho lesivo o perturbador.
Por lo que atañe a la acción de amparo ejercida conjuntamente con otros medios proce-
sales, el texto normativo en referencia contempla tres supuestos: a. la acción de amparo
acumulada a la acción popular de inconstitucionalidad de las leyes y demás actos esta-
tales normativos (artículo 3º); b. la acción de amparo acumulada al recurso contencioso
LOS PROCESOS CONTENCIOSO ADMINISTRATIVOS EN VENEZUELA 373
Así, en efecto, rezan los dispositivos legales que contemplan tal figura:
“...La acción de amparo también podrá ejercerse conjuntamente con la acción popular de
inconstitucionalidad de las leyes y demás actos estatales normativos, en cuyo caso, la
Corte Suprema de Justicia, si lo estima procedente para la protección constitucional,
podrá suspender la aplicación de la norma respecto de la situación jurídica concreta
cuya violación se alega, mientras dure el juicio de nulidad” (artículo 3, LOA).
Igual sucede cuando el agraviado opta por recurrir a las vías judiciales ordinarias, en
cuyo caso, al alegar la violación o amenaza de violación de un derecho o garantía
constitucionales, el juez, acogiéndose al procedimiento establecido en la Ley de Ampa-
ro, deberá ordenar la suspensión provisional de los efectos del acto cuestionado (art.
6, ord. 59).
De lo anterior se deriva, para esta Sala, que la acción de amparo propuesta conjuntamen-
te con una de otro tipo participa de todos los caracteres procesales inherentes a la
acumulación de acciones, esto es: que ha de ser resuelta por un solo juez (el mismo que
sea competente para conocer de la acción principal), y. que ambas pretensiones (la de
amparo y la nulidad u otra) deben ser tramitadas en un solo proceso que tiene dos
etapas: la del amparo, previa, y la contenciosa, la cual forzosamente cubre, en la decisión
374 VNIVERSITAS
final, tanto la medida cautelar que inevitablemente perece en esa oportunidad, como el
pronunciamiento judicial acerca de la nulidad solicitada. En otras palabras, si por las
características analizadas el mandamiento de amparo se traduce única y exclusivamente
en la suspensión provisional del acto recurrido en nulidad, la sentencia que decida ésta
deja sin efecto aquella medida cautelar dictada en forma previa, tanto si el acto cuestio-
nado es anulado como si es confirmado, porque en uno u otro o caso, carece ya de
sustentación jurídica.
En efecto, siendo distintas las consecuencias que dimanan de una acción autónoma de
amparo y de la ejercida conjuntamente con otro recurso (restitutorias en el primer caso y
cautelares en el segundo), basta en esta última el señalamiento de la norma o garantía
constitucional que se consideren violadas, fundamentado además en un medio de prue-
ba que constituya presunción grave de la violación o amenaza de violación denunciada,
para que el juez, en forma breve y sumaria, acuerde procedente la suspensión de los
efectos del acto como medio de tutelar anticipadamente los posibles efectos de la sen-
tencia que posteriormente habrá de dictar en el juicio de nulidad (artículos 5 y 22 Ley
Orgánica de Amparo).
Considera esta Sala, por otra parte, que en el amparo acumulado, ese “medio de prueba”
a que alude el artículo 22 de la Ley Orgánica de Amparo puede consistir en el propio acto
administrativo impugnado en nulidad, cuyo texto debe ser examinado por el juez de
amparo para concluir si, a su juicio, del mismo acto administrativo de efectos particulares
LOS PROCESOS CONTENCIOSO ADMINISTRATIVOS EN VENEZUELA 375
5. El control de la legitimidad
Por otra parte, el control de la legalidad de los actos administrativos en los términos
indicados no es el único objeto de la jurisdicción contencioso administrativa. Esta
también tiene por objeto el control de la legitimidad de la actuación administrativa,
no sólo de los actos administrativos, sino también de los hechos, relaciones jurídico-
administrativas y demás actuaciones de los entes sometidos a su control. En este
contexto entendemos por legitimidad la conformidad con el orden jurídico, el cual
no sólo está compuesto por actos normativos49, por lo que, una actividad es legítima
cuando está fundada en un título jurídico según el orden jurídico50. Por tanto, la
investigación de la legitimidad administrativa se reduce a la búsqueda del título
jurídico regular y suficiente según el orden jurídico, en el cual esa actividad está
fundada y según el cual es desarrollada. Para determinar esa legitimidad bastará
preguntarse si el orden jurídico permite la existencia y realización de esa actividad.
4 9 Entendemos por orden jurídico no solamente el conjunto de normas de carácter general e imperativas,
sino también las normas de carácter particular, como los contratos, sentencias, actos administrativos,
etc., siguiendo la terminología y concepción nacida en KELSEN. Véase al respecto EISENMANN, CH., curso
de doctorado, Droit Administratif Approfondi, 1956, 1957, Ed. Cujas, París, 1957, pág. 33 y sigs.
5 0 Sobre el concepto de legitimidad en relación a las situaciones jurídicas, véase ROUBIER, P., Droits
Subjetifs et Situations Juridiques, Dalloz, París, 1963, pág. 224 y sigs., y concretamente pág. 228.
LOS PROCESOS CONTENCIOSO ADMINISTRATIVOS EN VENEZUELA 377
“como el máximo órgano y rector del poder judicial... y su máxima representación” (art.
1).
“El Tribunal Supremo de Justicia funcionará en Sala Plena y en las salas Constitucional,
Político Administrativa, Electoral, de Casación Civil, de Casación Penal y de Casación
Social, cuyas integraciones y competencias serán determinadas por su ley orgánica. La
Sala Social comprenderá lo referente a la casación agraria, laboral y de menores”.
Para ser magistrado del Tribunal Supremo de Justicia, conforme al artículo 263
de la Constitución, se requiere:
Los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia deben ser elegidos por un
único período de 12 años, conforme al procedimiento de elección determinado en la
Ley Orgánica. A tal efecto, establece la Constitución que pueden postularse candi-
datos ante un Comité de Postulaciones Judiciales, por iniciativa propia o por organi-
zaciones vinculadas con la actividad jurídica; y el comité, oída la opinión de la co-
munidad, debe efectuar una preselección para su presentación al poder ciudadano,
el cual debe efectuar una segunda preselección que es la que debe ser presentada
a la asamblea nacional, la cual debe hacer la selección definitiva. Durante el proce-
dimiento de selección, los ciudadanos pueden ejercer fundadamente objeciones a
cualquiera de los postulados ante el Comité de Postulaciones Judiciales o ante la
asamblea nacional (art. 264 Constitución). Lamentablemente, ningún nombramien-
to de magistrados del Tribunal Supremo hasta junio de 2004 se ha realizado confor-
me a este procedimiento, y en la Ley Orgánica de 2004, en lugar de regularse el
Comité de Postulaciones que regula la Constitución (art. 270), integrado exclusiva-
mente por representantes de los diversos sectores de la sociedad, se configuró
como una inconstitucional “comisión parlamentaria” ampliada, integrada en su ma-
yoría por diputados a la asamblea nacional.
“4. Dirimir las controversias administrativas que se susciten entre la república, algún
estado, municipio u otro ente público, cuando la otra parte sea alguna de esas mismas
entidades, a menos que se trate de controversias entre municipios de un mismo estado,
caso en el cual la ley podrá atribuir su conocimiento a otro tribunal.
“24. Conocer de las demandas que se propongan contra la república, los estados, los
municipios, o algún instituto autónomo, ente público o empresa, en la cual la república
ejerza un control decisivo y permanente, en cuanto a su dirección o administración se
refiere, si su cuantía excede de setenta mil una unidades tributarias (70.001 UT);
25. Conocer de las cuestiones de cualquier naturaleza que se susciten con motivo de la
interpretación, cumplimiento, caducidad, nulidad, validez o resolución de los contratos
administrativos en los cuales sea parte la república, los estados o los municipios, si su
cuantía excede de setenta mil una unidades tributarias (70.001 UT);
27. Conocer de las reclamaciones contra las vías de hecho imputadas a los órganos del
ejecutivo nacional y demás altas autoridades de rango nacional que ejerzan el poder
público;
29. Conocer de las causas que se sigan contra los representantes diplomáticos acredita-
dos en la república, en los casos permitidos por el derecho internacional;
30. Declarar la nulidad total o parcial de los reglamentos y demás actos administrativos
generales o individuales del poder ejecutivo nacional, por razones de inconstitucionalidad
o ilegalidad;
32. Dirimir las controversias administrativas que se susciten cuando una de las partes
sea la república o algún estado o municipio, cuando la contraparte sea alguna de esas
mismas entidades, por el ejercicio de una competencia directa e inmediata, en ejecución
de la ley;
34. Dirimir las controversias que se susciten entre autoridades políticas o administrati-
vas de una misma o diferentes jurisdicciones con motivo de sus funciones, cuando la ley
no atribuya competencia para ello a otra autoridad;
36. Conocer de las causas por hechos ocurridos en alta mar, en el espacio aéreo interna-
cional o en puertos o territorios extranjeros, que puedan ser promovidos en la república,
cuando su conocimiento no estuviere atribuido a otro tribunal;
37. Conocer y decidir, en segunda instancia, las apelaciones y demás acciones o recur-
sos contra las sentencias, dictadas por los tribunales contencioso administrativos, cuan-
do su conocimiento no estuviere atribuido a otro tribunal, que decidan sobre las accio-
nes de reclamos por la prestación de servicios públicos nacionales”.
“45. Conocer los recursos que se ejerzan contra actos, actuaciones y omisiones relacio-
nados con la constitución, denominación, funcionamiento y cancelación de las organi-
zaciones políticas con la designación de miembros de organismos electorales, con el
Registro Electoral Permanente, con la postulación y elección de candidatos a la Presi-
dencia de la república y a la asamblea nacional;
46. Conocer de aquellos fallos emanados de los tribunales con competencia en materia
electoral, que aun cuando no fueren recurribles en casación, violenten o amenacen con
violentar las normas de orden público o cuando la sentencia recurrida sea contraria a la
reiterada doctrina jurisprudencial de la Sala Electoral”;
“47. Conocer de cualquier controversia o asunto litigioso que le atribuyan las leyes, o
que le corresponda conforme a éstas en su condición de más alto Tribunal de la repúbli-
ca;
48. Solicitar de oficio, o a petición de parte, algún expediente que curse ante otro tribu-
nal, y avocarse al conocimiento del asunto cuando lo estime conveniente:
50. Conocer de los juicios en que se ventilen varias acciones conexas, siempre que al
tribunal esté atribuido el conocimiento de alguna de ellas;
51. Decidir los conflictos de competencia entre tribunales, sean ordinarios o especiales,
cuando no exista otro tribunal superior y común a ellos en el orden jerárquico, remitién-
dolo a la Sala que sea afín con la materia y naturaleza del asunto debatido;
52. Conocer del recurso de interpretación y resolver las consultas que se le formulen
acerca del alcance e inteligencia de los textos legales, en los casos previstos en la ley,
siempre que dicho conocimiento no signifique una sustitución del mecanismo, medio o
recurso previsto en la ley para dirimir la situación si la hubiere”.
“1° De los conflictos de competencia que surjan entre tribunales de cuyas decisiones
pueda conocer en apelación.
3º De las acciones o recursos de nulidad que puedan intentarse por razones de ilegalidad
contra los actos administrativos emanados de autoridades diferentes a las señaladas en
los ordinales 9°, 10, 11 y 12 del artículo 42 de esta Ley, si su conocimiento no estuviere
atribuido a otro Tribunal.
Contra las decisiones dictadas por esta Corte Primera en los asuntos señalados
en los ordinales 1º al 4º de este artículo 182, conforme a sus disposiciones, no se
debía oír recurso alguno. En cambio, disponía el artículo 185 de la derogada Ley
Orgánica, que contra las sentencias definitivas que dictase la Corte primera en los
demás juicios de que conociera, podía interponerse apelación dentro del término de
cinco días, ante la Corte Suprema de Justicia
Estos tribunales, de acuerdo a la misma derogada Ley Orgánica (art. 182) co-
nocían también, en sus respectivas circunscripciones:
3º De las apelaciones contra las decisiones que dicten otros tribunales de su jurisdicción
en los juicios intentados ante ellos contra un estado o municipio.
4º De las apelaciones contra las decisiones que dicten los Jueces de Distrito en materia
inquilinaria.
5º De los recursos de hecho cuyo conocimiento les corresponda de acuerdo con la Ley”.
En todo caso, contra las decisiones de estos tribunales podía interponerse apela-
ción dentro del término de cinco días para ante la Corte Primera de lo Contencioso
Administrativo a que se refería el artículo 184 de la ley.
1. La delimitación de la competencia
legalidad, y por la otra por los sujetos controlados, los entes públicos, particularmen-
te en el caso de las demandas contra los mismos, o control de legitimidad, con
referencia particular a los concesionarios de servicios públicos.
“la competencia por razón de la materia se determina por la naturaleza de la cuestión que
se discute, y por las disposiciones legales que la regulan”63.
Pero hemos dicho, que además del control de legalidad, los órganos de la juris-
dicción contencioso administrativa ejercen el control de legitimidad, lo que conlleva
al conocimiento de las demandas que se intenten contra los entes públicos o los
concesionarios de servicios públicos. En esta materia, antes de la derogada Ley
Orgánica de la Corte Suprema de Justicia de 1976, la competencia podía decirse
que también estaba establecida por razón de la materia, por lo que sólo las deman-
das basadas en cuestiones de derecho administrativo, correspondían a los órganos
de la jurisdicción contencioso administrativa64. Sin embargo, como se ha dicho, la
6 3 Artículo 28 CPC.
6 4 BREWER-CARÍAS, ALLAN R., Las instituciones..., op. cit., pág. 108 y sigs.
LOS PROCESOS CONTENCIOSO ADMINISTRATIVOS EN VENEZUELA 389
derogada Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia desde 1976 varió esta
definición en la competencia por la materia, definiéndose materialmente como un
fuero de la república y de las personas jurídicas estatales nacionales, lo que se sigue
en la normativa de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia de 2004. Así,
la jurisdicción contencioso administrativa es competente para conocer de cualquier
demanda contra las personas jurídicas de derecho público estatales y contra las
empresas nacionales del Estado, es decir, de las demandas que se propongan con-
tra la república, los estados, los municipios, o algún instituto autónomo, ente público
o empresa, en la cual la república ejerza un control decisivo y permanente, en
cuanto a su dirección o administración se refiere, si su cuantía excede de 70.001
unidades tributarias (UT) (art. 5,25).
En cuanto a los actos de gobierno, es decir, aquellas actividades del poder ejecu-
tivo cumplidas en ejecución directa de la Constitución, quedan también excluidos de
la jurisdicción contencioso administrativa, pues caen bajo el ámbito de control de la
jurisdicción constitucional67.
En cuanto a los actos administrativos de los otros poderes públicos, como los
que conforman el poder ciudadano (Fiscal General de la República, Contralor Ge-
neral de la República, Defensor del Pueblo), caen bajo el control de la Sala Político
Administrativa del Tribunal Supremo; y los actos de los órganos del poder electoral,
caen bajo el control de la Sala Electoral del Tribunal Supremo y de los otros tribuna-
les de la jurisdicción contencioso electoral que se creen.
6 6 BREWER-CARÍAS, ALLAN R., Las instituciones... op. cit., pág. 108 y sigs.
6 7 Idem, y BREWER-CARÍAS, ALLAN R., “El control de la constitucionalidad de los actos estatales”, EJV,
Colección Estudios Jurídicos, n° 2, Caracas, 1977, pág. 84. artículo 215, ord. 6º de la Constitución.
LOS PROCESOS CONTENCIOSO ADMINISTRATIVOS EN VENEZUELA 391
cia cuya normativa es la que regula legalmente, por ahora, esta jurisdicción. Con-
forme a estas normas, como se ha visto, el Tribunal Supremo de Justicia y los
tribunales con competencia en lo contencioso administrativo, tienen atribución para
declarar
“30. Declarar la nulidad total o parcial de los reglamentos y demás actos administrativos
generales o individuales del poder ejecutivo nacional, por razones de inconstitucionalidad
o ilegalidad;
Pero además, de acuerdo al artículo 21, párrafo 18º de la Ley Orgánica, con la
pretensión de anulación también puede formularse una pretensión de condena deri-
vada precisamente de esa anulación, y así la sentencia, además de anular el acto
puede resolver condenar a la administración al pago de sumas de dinero, y a la
reparación de daños y perjuicios originados en responsabilidad administrativa, así
como disponer lo necesario para el restablecimiento de las situaciones jurídicas
subjetivas lesionadas por la actividad administrativa. En este campo, la pretensión
de anulación, por tanto, también puede estar acompañada de una pretensión de
condena e, incluso de una pretensión de amparo de los derechos fundamentales.
“24. Conocer de las demandas que se propongan contra la república, los estados, los
municipios, o algún instituto autónomo, ente público o empresa, en la cual la república
ejerza un control decisivo y permanente, en cuanto a su dirección o administración se
refiere, si su cuantía excede de setenta mil una unidades tributarias (70.001 UT);
27. Conocer de las reclamaciones contra las vías de hecho imputadas a los órganos del
ejecutivo nacional y demás altas autoridades de rango nacional que ejerzan el poder
público”;
6 9 En 1964 nos habíamos inclinado por la primera solución, dada la naturaleza del recurso. Véase BREWER-
CARÍAS, ALLAN R., Las instituciones..., pág. 336 y sigs.
394 VNIVERSITAS
7 0 BREWER-CARÍAS, ALLAN R., y PÉREZ OLIVARES, ENRIQUE, “El recurso contencioso administrativo de interpre-
tación en el sistema jurídico venezolano”, en Revista de la Facultad de Derecho. Universidad Central
de Venezuela, n° 32, Caracas, 1965, págs. 103-126.
7 1 Artículo 64 de la derogada Ley de Carrera Administrativa de 1970.
LOS PROCESOS CONTENCIOSO ADMINISTRATIVOS EN VENEZUELA 395
“conocer del recurso de interpretación y resolver las consultas que se le formulen acerca
del alcance e inteligencia de los textos legales”, —pero— “en los casos previstos en la
Ley” (art. 42,24),
con lo cual quedaba por ser regulada dicha competencia. Con base en ello, en todo
caso, la antigua Corte Suprema de Justicia se reservó conocer, incluso, del recurso
de interpretación previsto en la derogada Ley de Carrera Administrativa.
7 2 Esta competencia estaba regulada en los artículos 42, ordinal 23, y 182, ordinal 1° de la derogada LOCSJ.
Véase BREWER-CARÍAS, ALLAN R., “La abstención, silencio y negativa de la administración y su control”
en El derecho venezolano en 1982, UCV, Caracas, 1982, pág. 603 y sigs.
396 VNIVERSITAS
7 3 Véase en BREWER-CARÍAS, ALLAN R., Derecho y acción de amparo. t. V, Instituciones políticas y consti-
tucionales, Caracas, 1998.
7 4 Artículo 30, Ley de Expropiación por causa de utilidad pública o social. GO 37475 de 01-07-2002.
LOS PROCESOS CONTENCIOSO ADMINISTRATIVOS EN VENEZUELA 397
Sin embargo, debe señalarse que en materia de control de legalidad, los actos
administrativos sometidos a control no necesariamente son siempre dictados por
órganos de las personas de derecho público territoriales o no territoriales, sino que
pueden emanar de entidades orgánica y formalmente de derecho privado, incluso
constituidas por particulares, pero que en virtud de ley ejerzan prerrogativas del
poder público y autoridad, de manera tal que al lesionar el derecho o interés legítimo
de un individuo, puedan considerarse actos administrativos a los efectos del control
contencioso administrativo. En este sentido, la jurisprudencia de la Corte Primera
de lo Contencioso Administrativo amplió progresivamente el ámbito de la jurisdic-
ción contencioso administrativa75, considerando como actos recurribles, por ejem-
plo, actos emanados de asociaciones privadas reguladas por ley, cuando ejercen
7 5 Véase en general RONDÓN de SANSÓ, H., “Ampliación del ámbito contencioso administrativo”, Revista
de Derecho Público, n° 22, EJV, Caracas, 1985, págs. 33-49.
398 VNIVERSITAS
7 6 Por ejemplo, Asociación de Autores y Compositores, regulada en la Ley de Derecho de Autor (senten-
cia de la Corte Primera de lo Contencioso Administrativa, 14-05-1984); y federaciones y asociaciones
deportivas.
LOS PROCESOS CONTENCIOSO ADMINISTRATIVOS EN VENEZUELA 399
Por ejemplo, la Constitución, en su artículo 187, ordinal 21, señala que es atribu-
ción de la asamblea nacional organizar su servicio de seguridad interna; en cuyo
ejercicio la asamblea actúa en función administrativa. Por tanto, los actos dictados
en relación con dicha atribución son actos administrativos susceptibles de ser recu-
rridos por ilegalidad mediante el recurso contencioso administrativo de anulación.
En este mismo sentido, la responsabilidad que pueda resultar para el Estado por el
mal funcionamiento de esos servicios de policía de la asamblea o por el daño que
causen en sus funciones, es una responsabilidad administrativa y, por tanto, suscep-
tible de ser controlada por la jurisdicción contencioso administrativa.
A tal efecto, cuando los órganos judiciales por ejemplo, dictan actos de nombra-
miento de determinados funcionarios, o imponen sanciones a los abogados litigantes,
esos son actos administrativos y no judiciales y, por tanto, son susceptibles de ser
recurridos por ilegalidad ante los órganos de la jurisdicción contencioso administra-
7 7 Véase fundamentalmente la sentencia de la antigua Corte Federal de 26-01-1960, Gaceta Forense (GF)
n° 27, 1960, págs. 40-41. Véase también CF, 15-10-1959, GF n° 26, 1959 pág. 26.
400 VNIVERSITAS
Por último, los actos de gobierno, como actos del poder ejecutivo dictados en
ejecución directa e inmediata de la Constitución y, por tanto, sometidos directamen-
te a ella y con el mismo rango jurídico que la ley, tampoco están sometidos al control
de conformidad con el derecho por los órganos de la jurisdicción contencioso admi-
nistrativa, sino por la jurisdicción constitucional. Por supuesto, esta noción de acto
de gobierno es totalmente distinta a la desarrollada en Francia79, ya que en Vene-
zuela, los actos de gobierno no pueden considerarse como actos administrativos, ya
que no tienen carácter sublegal, sino que son dictados en ejecución directa de la
7 8 Tal es el caso de la atribución que la disposición única derogativa, transitoria y final de la Ley Orgánica
del Tribunal Supremo de Justicia asigna a la Sala Plena para dictar un reglamento especial que regule el
funcionamiento y la competencia de los tribunales respectivos de la jurisdicción contencioso adminis-
trativa.
7 9 Mucha controversia ha surgido en la doctrina y jurisprudencia francesas sobre los “actos de gobierno”,
a los cuales no se aplica el principio de legalidad por excepción, pues no pueden ser objeto de ningún
recurso jurisdiccional, ni judicial ni administrativo. Véase al respecto, MIGNÓN, “Une emprise nouvelle
du principe de legalité: “Les actes de gouvernements”, Dalloz Crónicas, 1951, pág. 51; CHAPUS ,
“L’acte de gouvernement, monstre ou victeme”, Crónicas Dalloz, 1953, pág. 2; DUEZ, P., Les actes de
gouvernement, Sirey, París, 1953; CIRALLY, “L’introuvable acte de gouvernement”, Revueau Droit
Public, 1952, pág. 317; CHAPUS, “Acte de Gouvernement”, Repertoire de Droit Public et Administratif,
Dalloz; APELT, “L’acte de gouvernement dans la jurisprudence et la doctrine en France et en Alemagne”,
Libre Jubilaire du Conseil d’Etat, Sirey, París.
La existencia de actos de gobierno en Francia, escapando a todo control jurisdiccional, no es compa-
tible con el régimen y el principio de la legalidad, y deja subsistir una zona inaccesible a los jueces donde
puede reinar la arbitrariedad de las autoridades ejecutivas. La existencia de esos actos en Francia tiene
un origen histórico, como la gran mayoría de las instituciones jurídico-administrativas de ese país:
Cuando la justicia delegada remplazó la llamada justicia retenida, en 1872, el legislador conformó la
existencia de un dominio de actos administrativos prohibido al juez, y que la doctrina llamó posterior-
mente actos de gobierno. Ese dominio, sin embargo, cada vez ha sido más estrecho, gracias a la
creación pretoriana de la institución. Los fundamentos de la teoría de los actos de gobierno fueron
diversos para la jurisprudencia francesa. En primer lugar se habló del móvil político. Eso fue hasta
1875; un acto administrativo cualquiera era un acto de gobierno y escapaba del control jurisdiccional
del Consejo de Estado, cuando su realización estaba inspirada por un móvil político. Este fundamento
fue abandonado desde los inicios de la III república por la decisión del Consejo de Estado, “Príncipe
NAPOLEÓN”, de 19 de febrero de 1875 (véase en LONG , WEIL y BRAIBANT , Les Grands arrèts de la
jurisprudence administrative, Sirey, París, 1962, pág. 14). Es el inicio entonces, de la teoría de la
distinción entre administración y gobierno. Esta situación cambió, sin embargo, en el primer cuarto de
este siglo, cuando el Consejo de Estado comprendió que no podía aplicar un criterio único para la
calificación de esos actos de gobierno que la doctrina francesa consideraba actos administrativos que
escapaban al control de la jurisdicción contencioso administrativa. Desde esta época, el Consejo de
Estado se ha limitado a hacer una lista empírica de los actos llamados de gobierno. Lista que, por otra
parte, se ha ido reduciendo considerablemente en los últimos años. En definitiva, el acto de gobierno
es indefinible en Francia. Sólo puede darse de él una noción parcial. El acto de gobierno es el que cumple
el poder ejecutivo en sus relaciones con una autoridad pública que escapa a todo control jurisdiccional,
principalmente, con el legislador. Véase, BREWER-CARÍAS, ALLAN R., “Comentarios sobre la doctrina del
acto de gobierno, del acto político, del acto de Estado o de las cuestiones políticas como motivo de
inmunidad jurisdiccional de los estados en sus tribunales nacionales”, RDP, n° 26, Caracas, 1968, págs.
65-68.
LOS PROCESOS CONTENCIOSO ADMINISTRATIVOS EN VENEZUELA 401
“conocer de los juicios en que se ventilen varias acciones conexas, siempre que al
tribunal esté atribuido el conocimiento de alguna de ellas”.
Las razones de esta acumulación de acciones son, en general, las mismas que
rigen en el procedimiento ordinario. La competencia de la Corte es, en este caso,
una competencia por conexión o por continencia de la causa, y se admite por el
interés que existe de evitar el riesgo de que se dicten sentencias contrarias o con-
tradictorias en asuntos que tengan entre sí una conexión.
De acuerdo a estas normas resulta, ante todo, que sólo podrán acumularse ac-
ciones cuyo conocimiento corresponda a la jurisdicción contencioso administrativa,
pero siempre que las acciones no se excluyan mutuamente o cuyos procedimientos
sean incompatibles. Por ello, es causal de inadmisibilidad de las demandas o recur-
sos ante la jurisdicción contencioso administrativa,
pues no hay ley alguna vigente que indique quién debe resolver los conflictos de
competencia en los cuales intervenga un órgano de la jurisdicción administrativa.
Esta misma atribución está consagrada en la Constitución artículo 266, ordinal 7°,
cuando faculta a las salas del Tribunal Supremo para
8 1 Véase por ejemplo la sentencia de 23-06-1954, del Juzgado de primera instancia en lo Civil del distrito
federal y del estado Miranda, en Jurisprudencia de los tribunales de la república, Ministerio de
Justicia, Instituto de Codificación y Jurisprudencia, vol. IV, t. I.
404 VNIVERSITAS
En efecto, en ausencia de una norma tan expresa y amplia, y con base en las
muy escuetas normas constitucionales de la Constitución de 1953, la antigua Corte
Federal que funcionó hasta 1961 y luego, la Corte Suprema de Justicia, fueron
definiendo jurisprudencialmente los contornos de la jurisdicción contencioso admi-
nistrativa que ejercía básicamente, y en única instancia correspondía al Supremo
Tribunal, conforme al clásico esquema francés de la división entre un contencioso
administrativo de anulación y un contencioso administrativo de plena jurisdicción,
según el tipo de pretensiones que se formularan en la acción o el recurso.
Puede decirse que ese esquema del contencioso administrativo, aun cuando no
aprovechaba todas las posibilidades de protección de los particulares frente a la
administración que contenía el fundamento constitucional de la jurisdicción conten-
cioso administrativa (art. 206), fue el que desarrolló la jurisprudencia nacional, par-
ticularmente hasta cuando se promulgó la Ley Orgánica de la Corte Suprema de
Justicia, de 197684, la cual sentó nuevas bases en el derecho positivo para la amplia-
ción del contencioso administrativo como medio de protección de los particulares
frente a las conductas de la administración, lo cual fue advertido rápidamente por la
doctrina nacional85, y posteriormente se comenzó a derivar de la jurisprudencia.
8 2 LARES MARTÍNEZ, ELOY, Manual de derecho administrativo, Caracas, 1970, pág. 570 y sigs. MOLES
CAUBET, A., “Rasgos generales de la jurisdicción contencioso administrativa”, en Instituto de Derecho
Público, El control jurisdiccional de los poderes públicos en Venezuela, Caracas, 1979, págs. 67-77;
RODRÍGUEZ GARCÍA, NELSON, El sistema contencioso administrativo venezolano y la jurisdicción conten-
cioso administrativa, Valencia, 1982.
8 3 BREWER-CARÍAS, ALLAN R., Las instituciones..., op. cit., págs. 239-440.
8 4 Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia, GO n° 1.893 Extraordinario de 30-07-1976.
8 5 PÉREZ-LUCIANI, GONZALO, “Los recursos contencioso administrativos en la Ley Orgánica de la Corte
Suprema de Justicia”, en Instituto de Derecho Público, El control jurisdiccional, cit., págs. 135-148;
PÉREZ-LUCIANI, GONZALO, “El sistema contencioso administrativo y el procedimiento administrativo”,
en MOLES CAUBET, A. y otros, Contencioso administrativo en Venezuela, Caracas, 1981, págs. 60-61.
8 6 Cfr. BREWER-CARÍAS, ALLAN R., “Los diversos tipos de acciones y recursos contencioso administrativos
en Venezuela”, Revista de Derecho Público, n° 25, EJV, Caracas, 1986, págs. 5-30, y en Estado de
derecho y control judicial, cit., pág. 243 y sigs. Véase en defensa del recurso de plena jurisdicción,
ENRIQUE IRIBARREN M., “¿Existe en Venezuela un recurso autónomo de plena jurisdicción?”, Revista de
la Fundación Procuraduría General de la República, n° 1, 1986, págs. 113-153.
406 VNIVERSITAS
8 7 Por ejemplo, RONDÓN de SANSÓ, H., ha señalado que en su lugar, por ejemplo, podrían distinguirse ahora
tres tipos de acciones contencioso administrativas: acciones de impugnación de actos administrativos
unilaterales o bilaterales, que conducen a la anulación de los mismos como consecuencia del control de
legalidad; acciones de condena, de prestación o declarativas de condena, particularmente en materia de
responsabilidad contractual y extracontractual y de restablecimiento de situaciones jurídicas subjetivas
lesionadas por la actividad administrativa, que conducen a decisiones del juez de dar, hacer o no hacer
frente a la administración; y acciones declarativas tendientes al reconocimiento o protección de un
derecho subjetivo o a la interpretación de una situación jurídica o una norma; en “Medios de proceder
por la vía contencioso administrativa” en MOLES, A. y otros, Contencioso administrativo,, cit., págs.
110-123.
8 8 Cfr. BREWER-CARÍAS, ALLAN R., “Los diversos tipos de acciones...” loc. cit., pág. 6 y sigs.
LOS PROCESOS CONTENCIOSO ADMINISTRATIVOS EN VENEZUELA 407
En todo caso, con esta disposición puede decirse que se consolidó el carácter de
proceso subjetivo del contencioso de los actos administrativos90, en el cual además
de ser un juicio contra un acto administrativo en relación al cual se solicita del juez
declare su nulidad en el mismo puede haber pronunciamiento de condena que se
pretenden como consecuencia de la anulación. Por tanto, en el contencioso de
los actos administrativos, contrariamente a lo que ocurría conforme a la Ley Orgá-
nica de 1976, ahora se demanda a la persona jurídica de derecho público o estatal
que dictó el acto recurrido y no sólo se impugna el acto, pudiendo además, formu-
larse pretensiones de condena contra dichas personas de derecho público u otros
entes que hayan dictado el acto. Por tanto, ahora, en el contencioso de los actos
administrativos si hay propiamente un demandante y un demandado, debiendo ci-
tarse al representante del organismo o al funcionario que haya dictado el acto, así
como a los interesados en la impugnación del acto recurrido o en la defensa del
mismo. De acuerdo con el artículo 21, párrafo 9º de la Ley Orgánica
“El Fiscal General de la República y demás funcionarios a quienes las leyes les atribuyen
tal facultad, podrán también solicitar la nulidad del acto, cuando éste afecte un interés
general”.
8 9 En cuanto a los interesados citados por cartel, el lapso es de 10 días contados a partir de la publicación
del mismo artículo 21, párrafo 12º LOTSJ.
9 0 Como lo señaló la antigua Corte Suprema, el recurso de nulidad debe considerarse como un recurso
“subjetivo” pues “se protege la integridad de la norma sólo en función de la situación jurídica subjetiva
igualmente alterada”. Véase sentencia de la Corte Suprema de Justicia en Sala Político Administrativa
de 03-10-1985 en Revista de Derecho Público, n° 24, EJV, Caracas, 1985, págs. 156-162.
408 VNIVERSITAS
Ahora bien, de acuerdo con el artículo 21, párrafo 12º de la Ley Orgánica, una
vez presentada la demanda de nulidad de un acto administrativo, en el auto de
admisión de dicha demanda se debe ordenar la citación del representante del orga-
nismo o del funcionario que haya dictado el acto. Asimismo, cuando fuere proce-
dente, en esa misma oportunidad, el juez puede ordenar la citación de los interesa-
dos, por medio de carteles que se deben publicar en un diario de circulación nacional,
para que se den por citados, en un lapso de 10 días hábiles siguientes contados a
partir de la publicación del cartel o de la notificación del último de los interesados.
El recurrente debe consignar un ejemplar del periódico donde fue publicado el car-
tel, dentro de los tres días siguientes a su publicación. En incumplimiento de esta
obligación se entiende como desistimiento del recurso, en cuyo caso se debe orde-
nar el archivo del expediente.
La misma norma dispone que se debe “citar” (en realidad es notificar) al Fiscal
General de la República, si éste no hubiere iniciado el juicio, el cual debe consignar
un informe hasta el vencimiento del plazo para presentar los informes; y al Pro-
curador General de la República en el caso de que la intervención de éste en el
procedimiento fuere requerida por estar en juego los intereses patrimoniales de la
república.
9 1 Así lo disponía el artículo 137 de la Ley Orgánica de 1976. Esta norma relativa a la legitimación
positiva en el contencioso administrativa fue incomprensiblemente eliminada en la Ley Orgánica de
2004.
9 2 Artículo 21, párrafo 9º LOTSJ.
En el pasado hubo discusión en torno a los criterios de distinción entre los actos
administrativos de efectos generales y los actos administrativos de efectos particu-
lares que adoptó la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia de 1976 para
regular dos procedimientos distintos95. Con la nueva ley, a pesar de que se sigue
con la misma distinción para definir la legitimación activa para la impugnación de
los actos administrativos, sin embargo, el interés adjetivo de la misma desapareció
al establecerse ahora un sólo procedimiento para la impugnación de los actos admi-
nistrativos (art. 21, párrafo 9º y sigs.).
“Toda persona natural o jurídica, que sea afectada en sus derechos o intereses por una
ley, reglamento, ordenanza u otro acto administrativo de efectos generales emanado de
alguno de los órganos del poder público nacional, estadal o municipal, o que tengan
interés personal, legítimo y directo en impugnar un acto administrativo de efectos parti-
culares, puede demandar la nulidad del mismo ante el Tribunal Supremo de Justicia, por
razones de inconstitucionalidad o de ilegalidad”.
9 6 BREWER-CARÍAS, ALLAN R., El control de la constitucionalidad de los actos estatales. Caracas, 1977,
págs. 7-10; y “El recurso contencioso administrativo, contra los actos de efectos particulares” en
Instituto de Derecho Público, El control jurisdiccional, cit., págs. 173-174.
LOS PROCESOS CONTENCIOSO ADMINISTRATIVOS EN VENEZUELA 411
tivo y general, obra erga omnes, y, por tanto, su vigencia afecta e interesa a todos por
igual”97.
“pueden ser impugnados por la vía de la acción popular, ejercida libremente por cual-
quier ciudadano que se encuentre en el pleno goce de sus derechos, esto es, que tenga
capacidad procesal”,
invocando simplemente
“el derecho que tiene todo ciudadano a que la administración respete la legalidad”98.
“la acción que se da... a cualquiera del pueblo (de allí su denominación) está dirigida a la
defensa de un interés público que es a la vez simple interés del accionante quien por esta
sola razón no requiere estar investido de un interés jurídico diferencial o legítimo”99.
Ahora bien, la Ley Orgánica de 1976, lo que siguió la Ley Orgánica de 2004,
como se ha visto, exige que el recurrente contra un acto administrativo de efectos
generales, sea “afectado en sus derechos e intereses” por el acto recurrido100,
mención de la ley que había llegado a provocar dudas en torno a la supervivencia de
la acción popular y a su posible eliminación en el país101. Sin embargo, quedó dilu-
cidado por la propia jurisprudencia de la antigua Corte Suprema de Justicia, que la
exigencia de que el acto administrativo de efectos generales, para ser recurrido en
vía contencioso administrativa (al igual que la ley mediante la acción de
inconstitucionalidad) deba afectar los derechos e intereses del recurrente, no signi-
97 Véase la sentencia de la antigua Corte Federal de 14-03-1960 en Gaceta Forense n° 27, 1960, págs.
127-132 y la sentencia de la Corte Suprema de Justicia en Sala Político administrativa de 18-02-
1971 en GO n° 1.472 Extra. de 11-06-1971. Véase en BREWER-CARÍAS, ALLAN R., Jurisprudencia… de
la Corte Suprema 1940-1975 y Estudios de derecho administrativo, t. V, vol. I, Caracas, 1978, págs.
209-304.
98 Véase la sentencia de la Corte Suprema de Justicia en Sala Político Administrativa de 06-02-1964 en
GO n° 27.373 de 21-02-1964. Véase en BREWER-CARÍAS, ALLAN R., Jurisprudencia..., cit., t. V, vol. I,
pág. 296.
99 Véase la sentencia de la Corte Suprema de Justicia en Sala Político Administrativa de 18-02-1971 en
GO n° 1.472 Extra, de 11-06-1971, y la sentencia de la Corte Suprema de Justicia en Sala Político
Administrativa de 21-11-1974, en GO n° 30.594 de 10-01-1975. Véase en BREWER-CARÍAS, ALLAN R.,
Jurisprudencia..., cit., t. V, vol. I, págs. 304 y 314.
1 0 0 Artículo 21, párrafo 9º LOTSJ.
1 0 1 PARÍAS MATA, LUIS H., “¿Eliminada la acción popular del derecho positivo venezolano?”, Revista de
Derecho Público, n° 11. EJV, Caracas, 1982, págs. 6-17.
412 VNIVERSITAS
En todo caso, debe señalarse que además de a las personas naturales o jurídicas
afectadas en sus derechos o intereses por el acto recurrido, la Ley Orgánica otorga
legitimación para intentar la acción popular, al Fiscal General de la República y
demás funcionarios a quienes las leyes les atribuyen tal facultad (Defensor del
Pueblo), cuando el acto recurrido afecte un interés general.
“que los actos generales del poder público podrán intentarse en cualquier tiempo”,
Este recurso, por supuesto, procede no sólo contra los actos administrativos de
efectos particulares expresos, sino también contra los actos tácitos denegatorios
producto del denominado silencio administrativo negativo previsto en la Ley Orgá-
Ahora bien, en todos esos casos la legitimación activa para interponer los recur-
sos corresponde a los titulares de un interés personal, legítimo y directo, noción que
había sido delineada por la jurisprudencia contencioso administrativa antes de la
entrada en vigencia de la Constitución de 1999, como la situación jurídica subjetiva
que deriva de la relación jurídica que se establece entre un sujeto de derecho y la
administración pública con ocasión de un acto administrativo, por ser dicho sujeto
de derecho el destinatario del acto o por encontrase en una particular situación de
hecho frente a la conducta de la administración, que hace que el ordenamiento
jurídico proteja particularmente su interés en la legalidad de la actividad administra-
tiva108. En la configuración de esta noción de interés legítimo, personal y directo, es
de interés destacar, algunas decisiones de la antigua Corte Suprema y en particular
las siguientes:
“que ser la persona concreta, con facultad de poder reclamar o imponer una decisión
administrativa. En resumen, puede estimarse la legitimación como la consideración es-
pecial en que tiene la Ley, dentro de cada proceso, a las personas que se hallan en una
determinada relación con el objeto del litigio”,
“Esta relación determina precisamente el interés que vincula a los particulares con el
proceso a través del nexo jurídico que se establece, por efecto del acto administrativo,
entre la administración y los administrados. Por consiguiente, la persona que resulte
lesionada a causa de la decisión administrativa debe estar procesalmente asistida de su
derecho o su interés legítimo”,
“sólo pueden actuar los sujetos que resulten directamente afectados por el acto admi-
nistrativo”,
1 0 9 Véase en Gaceta Forense, n° 27, págs. 127-132. Véase además en BREWER-CARÍAS, ALLAN R., Jurispru-
dencia de la Corte Suprema... t. V, vol. I, cit., pág. 293.
1 1 0 Véase GO n° 27.373 de 21-02-1964, págs. 203-509 y 203-510. La Corte siguió en esta decisión la
opinión de GONZÁLEZ PÉREZ, JESÚS, Derecho procesal administrativo, t. II, Madrid, 1966, pág. 263.
416 VNIVERSITAS
“como la garantía, utilidad o provecho que puede proporcionar alguna cosa, de modo
que el del demandante y del reo, consisten en el beneficio que deba reportarles la
decisión de pleito, ya sea haciéndoles adquirir o evitándoles perder...”112.
“carácter prioritario la defensa del interés general o colectivo, son admitidos a recurrir en
vía contencioso administrativa, de una parte, los titulares de derechos subjetivos admi-
nistrativos, es decir, quienes derivarían su capacidad procesal de vínculos establecidos
previa y especialmente por la administración con el particular, en virtud de lo cual resulta
justo que el afectado solicite la nulidad del acto ilegal lesivo y hasta la restauración de su
derecho mediante dicho acto desconocido, por haberse irrumpido contra esos vínculos
previos (contratos, concesión, permiso...); desconocimiento que configura la lesión de
ese derecho subjetivo preexistente y de índole administrativa. Pero además, detentan
esa misma capacidad procesal para actuar en juicio los interesados legítimos —concep-
to diferente en Derecho Público del anteriormente expuesto—, es decir, aquellos particu-
lares que sin ser titulares de derechos subjetivos administrativos se encuentren en una
especial situación de hecho ante la infracción del ordenamiento jurídico, la cual, por eso
mismo, los hace más sensibles que el resto de los administrados al desconocimiento del
interés general o colectivo por parte de la administración al violar la Ley”114.
Esta noción de interés personal, legítimo y directo, además, fue precisada con
acuciosidad por la Corte Primera de lo contencioso administrativa en su sentencia
del 13-10-1988 (caso CEMEMOSA), en la cual la Corte declaró inadmisible un recurso
de nulidad intentado por unos miembros de un concejo municipal contra acto de la
Cámara Municipal que había acordado prorrogar un contrato de concesión de ser-
vicio público, por considerar que los mencionados concejales recurrentes no eran
titulares de un interés personal, legítimo y directo en la impugnación del acto del
Concejo Municipal del cual formaban parte. Aun cuando no estamos de acuerdo
con el pronunciamiento de inadmisibilidad, es de interés destacar lo argumentado
por la Corte a los efectos de la precisión de la noción de interés legítimo, personal y
directo:
“De allí que, el interés legítimo debe entenderse como la existencia de una tutela legal
sobre la pretensión del actor e incluso, a falta de ella, de la no existencia de una norma
que impida su satisfacción, restringiéndola, limitándola o negándola. Al mismo tiempo,
la noción se enlaza con la doctrina a la cual hemos aludido, por haber sido asimilada por
el sistema venezolano, en el sentido de que el recurrente debe estar situado en una
particular situación de hecho frente al acto administrativo en forma de que el mismo
recaiga sobre su esfera, afectándola de manera determinante.
La existencia de que el interés sea personal alude a la de que el actor haga valer en su
nombre o en el de un sujeto o comunidad a los cuales representa, su pretensión. La
relación del actor con la decisión impugnada es la de un sujeto afectado por ella en su
propia esfera. Lo que se plantea a través del recurso es un derecho o una expectativa de
derecho que es posible individualizar, que no es un anhelo vago o difuso, sino que
incide sobre una esfera patrimonial o moral en forma específica.
La tercera condición que el legislador establece, y que no es otra cosa que una conse-
cuencia de las anteriores, es la existencia de un interés directo, esto es, la necesidad de
que el efecto del acto recaiga sobre el actor. Se requiere así que el acto esté destinado al
actor. Los efectos de los actos, como es bien sabido son de múltiple naturaleza: algunos
son directos, esto es, su producción es el motivo general del acto, y es a ellos a los que
alude la Ley con relación a la legitimidad; otros son indirectos en el sentido de que la
voluntad manifiesta en el acto no estuvo destinada fundamentalmente a producirlos
sino que los mismos operan en forma oblicua, circunstancial o mediata.
1 1 4 Véase Revista de Derecho Público, n° 24, EJV, Caracas, 1985, págs. 156-162.
418 VNIVERSITAS
Las condiciones precedentemente analizadas son acumulativas, esto es, deben estar
presentes en la totalidad para que el impugnante o recurrente de un acto tenga la condi-
ción de parte activa en el proceso de impugnación. Es aquí donde el recurso contencio-
so administrativo de nulidad sobre los actos particulares revela una naturaleza mixta, por
cuanto si bien, a través del mismo y en el mismo, se le imputa al acto objeto del recurso
su contrariedad con el orden jurídico, lo cual implicaría una naturaleza esencialmente
objetiva; sin embargo, simultáneamente se exige que el impugnante sea el afectado, el
que recibe los efectos inmediatos de la decisión sobre su esfera de intereses”115.
“una relación directa entre el acto que se impugna y el sujeto que lo impugna, de manera
que la actividad administrativa afecte de manera particular la esfera jurídica del adminis-
trado”;
señaló lo siguiente:
1 1 5 Consultada en original.
LOS PROCESOS CONTENCIOSO ADMINISTRATIVOS EN VENEZUELA 419
“Se aprecia, pues, que los criterios de legitimación fijados en la Ley Orgánica de la Corte
Suprema de Justicia no son coincidentes con los de la nueva Constitución: la legitima-
ción prevista en la citada Ley es más restringida que la de la Constitución de 1999. El
concepto de “interés” es obviamente más amplio que el de “interés personal, legítimo y
directo”. De allí que considera esta Sala que, a partir de la entrada en vigor de la Consti-
tución de 1999, ha quedado tácitamente derogado el criterio legitimador exigido en la Ley
Orgánica de la Corte Suprema de Justicia, pues dicho criterio resulta incompatible con
los principios que establece la nueva Constitución (disposición derogatoria única de la
Constitución de 1999), al menos en lo que respecta a la exigencia de que el interés
legitimador sea personal y directo.
En efecto, el interés para recurrir que exige la nueva Constitución, obviamente, sigue
siendo “legítimo”, ya que el ordenamiento jurídico no puede proteger intereses ilegíti-
mos. La legitimidad del interés es consustancial al interés como criterio de legitimación
para la admisión del recurso contencioso administrativo, pues el ordenamiento jurídico
no puede otorgar protección a los particulares en razón de intereses contrarios a la
Constitución o a las leyes. Sin embargo, en lo que respecta a la condición de “directo”,
debe afirmarse que, a partir de la entrada en vigencia de la nueva Constitución no se
puede exigir tal condición a los recurrentes. Así que, cuando el particular pueda obtener
de la impugnación del acto administrativo una ventaja o evitar un perjuicio, aunque no
exista una relación inmediata entre la situación derivada o creada por el acto administra-
tivo y el recurrente, debe admitirse que éste es titular de un “interés indirecto”, lo cual lo
legitima para ejercer el recurso contencioso administrativo.
Ahora bien, por último, cabe destacar que, no puede confundirse la legitimación por
simple interés legítimo que exige la nueva Constitución con la denominada acción popu-
420 VNIVERSITAS
lar. En esta última, en los casos en que la ley la acuerde, al particular deberá admitírsele
la interposición del recurso con independencia de que pueda ostentar un derecho o
interés lesionado. El fundamento de la acción popular es la voluntad del legislador, y
sólo procede en los casos en que éste la admita”116 .
1 1 6 Véase en Revista de Derecho Público, n° 82, EJV, Caracas, 2002, págs. 582-583.
1 1 7 SÁNCHEZ MORÓN, M., La participación del ciudadano en la administración pública, Madrid, 1980,
pág. 125.
LOS PROCESOS CONTENCIOSO ADMINISTRATIVOS EN VENEZUELA 421
En otros casos, se trataba de entidades que como las juntas conservadoras del
ambiente o de consumidores y usuarios, también podrían asumir frente a
determinados actos administrativos, la defensa de intereses difusos, por ejemplo,
relacionados con la calidad de vida que en este caso correspondían a una pluralidad
indeterminada o indeterminable de sujetos y que el ordenamiento protegía jurídica-
mente, en razón de su carácter social y comunitario. En este orden de ideas, por
ejemplo, el reglamento 1 de la Ley Orgánica de Régimen Municipal sobre partici-
pación de la comunidad120, asignó a las asociaciones de vecinos dentro de sus
actividades de interés comunitario, entre otras,
En esta forma, la asociación de vecinos como tal, sólo podía ejercer recursos
contra actos administrativos que lesionasen el interés colectivo vecinal de orden
urbanístico o en general “los derechos de los vecinos”; lo que no las autorizaba para
actuar en procesos en los que sólo correspondía la legitimación a un vecino concre-
to, y no a la comunidad vecinal, en cuyo caso era aquél quien tenía que ostentar un
interés personal, legítimo y directo. En tal sentido, por ejemplo, la Corte Primera de
lo Contencioso Administrativo en sentencia 1037 de 1° de agosto de 2000 (caso:
Asociación de Propietarios y Residentes de la Urbanización Miranda (APRUM)
vs. Alcaldía del municipio Sucre del estado Miranda) analizó el tema de la
legitimación de las asociaciones de vecinos o del ente que las agremia o agrupa,
para participar en los procesos contencioso administrativos en los que se discute la
nulidad de un acto que afecte a la comunidad urbana121.
1 1 8 BREWER-CARÍAS, ALLAN R., “El derecho administrativo y la participación de los administrados en las
tareas administrativas”, Revista de Derecho Público, n° 22, EJV. Caracas, 1985, págs. 14-51.
1 1 9 Artículo 173, LORM . GO n° 4.409 de 15-06-1989.
1 2 0 Véase en GO n° 34.609 de 05-12-1990.
1 2 1 Véase en Revista de Derecho Público, n° 83, Caracas, julio-septiembre, 2000, págs. 391-399.
122 GO n° 37.930 del 4 de mayo de 2004).
422 VNIVERSITAS
“la protección de los intereses individuales o colectivos en los términos que establece
esta Ley” (art. 6,7);
Con los derechos e intereses difusos o colectivos, no se trata de proteger clases sociales
como tales, sino a un número de individuos que pueda considerarse que representan a
toda o a un segmento cuantitativamente importante de la sociedad, que ante los embates
contra su calidad de vida se sienten afectados en sus derechos y garantías constitucio-
nales destinados a mantener el bien común, y que en forma colectiva o grupal se van
disminuyendo o desmejorando, por la acción u omisión de otras personas...
Independientemente del concepto que rija al derecho o interés difuso, como parte que
es de la defensa de la ciudadanía, su finalidad es satisfacer necesidades sociales o
colectivas, antepuestas a las individuales. El derecho o interés difuso, debido a que la
lesión que lo infringe es general (a la población o a extensos sectores de ella), vincula a
personas que no se conocen entre sí, que individualmente pueden carecer de nexo o
relaciones jurídicas entre ellas, que en principio son indeterminadas, unidas sólo por la
misma situación de daño o peligro en que se encuentran como miembros de una socie-
dad, y por el derecho que en todos nace de que se les proteja la calidad de la vida,
tutelada por la Constitución…
LOS PROCESOS CONTENCIOSO ADMINISTRATIVOS EN VENEZUELA 423
Pero es esa defensa del bien común afectado, el que hace nacer en los miembros de la
sociedad un interés procesal que les permite accionar, a causa de la necesidad de exigir
al órgano jurisdiccional que mantenga la calidad de vida, si es que el lesionante se la
niega…
Consumidores son todos los habitantes del país. El daño a ellos como tales, atiende a un
bien supra individual o supra personal, y a una prestación indeterminada a favor de
ellos, por los manipuladores de bienes y servicios. Su calidad de vida se disminuye,
tomen o no conciencia de ello, ya que muchos mecanismos de comunicación masiva
podrían anular o alterar la conciencia sobre la lesión. El interés de ellos, o de los afecta-
424 VNIVERSITAS
dos, por ejemplo, por los daños al ambiente, es difuso, e igual es el derecho que les nace
para precaver o impedir el daño.
Lo que sí es cierto en ambos casos (difusos y colectivos) es que la lesión la sufre el grupo
social por igual, así algunos no se consideren dañados porque consienten en ella,
estando esta noción en contraposición a la lesión personal dirigida a un bien jurídico
individual. Esta diferencia no impide que existan lesiones mixtas que un mismo hecho
toque a un bien jurídico individual y a uno supraindividual”123.
“1. Que el que acciona lo haga en base no sólo a su derecho o interés individual, sino en
función del derecho o interés común o de incidencia colectiva.
2. Que la razón de la demanda (o del amparo interpuesto) sea la lesión general a la calidad
de vida de todos los habitantes del país o de sectores de él, ya que la situación jurídica
de todos los componentes de la sociedad o de sus grupos o sectores, ha quedado
lesionada al desmejorarse su calidad común de vida.
4. Que se trata de un derecho o interés indivisible que comprenda a toda la población del
país o a un sector o grupo de ella.
5. Que exista un vínculo, así no sea jurídico, entre quien demanda en interés general de
la sociedad o de un sector de ella (interés social común), nacido del daño o peligro en
que se encuentra la colectividad (como tal). Daño o amenaza que conoce el juez por
máximas de experiencia, así como su posibilidad de acaecimiento.
1 2 3 Destacados nuestros. Véase sentencia de la Sala Constitucional n° 656 de 05-06-2001, caso: Defen-
sor del Pueblo vs. Comisión Legislativa Nacional.
LOS PROCESOS CONTENCIOSO ADMINISTRATIVOS EN VENEZUELA 425
“del representante del organismo o del funcionario que haya dictado el acto” (art. 21,
párrafo 12),
1 2 4 Véase sentencia de la Sala Constitucional n° 1048 de 17-02-2000, caso: William O. Ojeda O. vs.
Consejo Nacional Electoral.
1 2 5 Sentencia de 13-10-1988, caso Cememosa. Consultada en original.
1 2 6 Artículo 19, ord. 2º y artículo 82 LOPA. Véase BREWER-CARÍAS, ALLAN R., “Comentarios sobre la
revocación de los actos administrativos” en Revista, de Derecho Publico, n° 4, EJV, Caracas, 1980,
págs. 27-30.
1 2 7 Artículo 19, ord. 2º LOPA, BREWER-CARÍAS, ALLAN R., El derecho administrativo y la ley orgánica de
procedimientos administrativos, Caracas, 1982, pág. 186.
426 VNIVERSITAS
dición de demandados corresponde a los interesados que también deben ser citados
mediante cartel (art. 21, párrafo 12).
Por otra parte, el artículo 21, párrafo 13º de la Ley Orgánica dispone que,
“una vez practicada la citación, cualquiera de las partes podrán solicitar la apertura”
del lapso de pruebas; por lo que el concepto de partes es fundamental. Por ello, en
una importante sentencia dictada por la antigua Corte Suprema de Justicia el 26-9-
1991 (caso Rómulo Villavicencio), la Corte entró a precisar el tema de la interven-
ción de terceros en el juicio de nulidad, para poder determinar cuándo tal interven-
ción es a título de verdadera parte. Para ello, la Corte recurrió a las normas del
Código de Procedimiento Civil aplicables conforme al artículo 88 de la derogada
Ley Orgánica de 1976 (art. 19, párrafo 2º, LOTSJ), y entre otros conceptos, precisó
los siguientes:
Esta posición, precisó la Sala, se identifica con los interesados a que se refieren los
artículos 22 y 23 de la LOPA. Estos interesados pueden ser los que inician los procedi-
mientos administrativos o los que por ser titulares de derechos subjetivos o de intereses
legítimos, aunque no los hubiesen iniciado, se apersonan en los mismos en cualquier
estado en que se encuentre la tramitación (art. 47 y 22 LOPA). Estos interesados no sólo
pueden ejercer los recursos administrativos, sino la acción de nulidad, siendo partes en
los procesos, con todo derecho para obrar en juicio y de gestionar en él (arts. 136 y 150
CPC).
LOS PROCESOS CONTENCIOSO ADMINISTRATIVOS EN VENEZUELA 427
Conforme al derogado artículo 137 de la Ley Orgánica de 1976, además, podían hacerse
parte en el proceso de anulación, las personas distintas al recurrente o a la administra-
ción recurridas, que tuvieran el mismo interés; intervención que sería de carácter adhesiva.
Estas personas que podían hacerse parte, distintas al accionante, en el procedimiento de
anulación, por reunir las mismas condiciones exigidas, para éste, es decir, de interesado
(titular de derechos subjetivos o de intereses legítimos), no se consideraban terceros.
b) El tercero adhesivo simple, por otra parte, conforme lo dijo la Sala, no es propiamen-
te parte, sino tercero coadyuvante de una de las partes. Su interés en el proceso deriva
de
“la eficacia refleja que puede tener la decisión a dictarse en un proceso pendiente entre
otras personas, por la unión o dependencia que presentan sus derechos o intereses con
la relación deducidas en aquel proceso”.
El tercero adhesivo simple, le interesa la sentencia que sólo es ley para las
partes,
“por las consecuencias que tiene para una de las partes, pero que pueden manifestarse
a cargo de ese tercero (eficacia refleja de la cosa juzgada)”.
“Coadyuva a la pretensión de una de las partes, por el interés en que ésta venza a la otra,
y por ello coopera o colabora con la parte principal, solicitando, alegando, y probando
junto a ella o para ella, o hasta supliendo su inactividad, pero no podría, por ejemplo, por
esa misma condición instrumental, oponerse a los actos procesales del coadyuvado,
debiendo en todo caso, estar y pasar por ellos”.
“No obstante, por excepción, estos terceros, y por supuesto, quienes también sean
parte legítima, pueden comparecer antes y darse por citados, a los efectos de suplir la
inactividad del accionante o recurrente —que es una forma de coadyuvar para evitar su
derrota judicial— para consignar el ejemplar del periódico donde hubiere sido publicado
el cartel, a los fines de evitar la declaratoria de desistimiento tácito del recurso, según lo
contempla el artículo 125 ya mencionado”.
d) Tanto las partes como los terceros que no sean parte, en virtud del carácter
preclusivo del proceso (arts. 202 y 364 CPC), sólo pueden oponer excepciones o
defensas en contra de las demandas de nulidad, en el lapso de comparecencia
de 10 días que ocurre después de admitida la demanda y de publicado el cartel
de emplazamiento (arts. 21, párrafo 12º LOTSJ);
“de manera que si se oponen antes o después, intempestivamente tales alegatos care-
cen de validez”129.
“tiene lugar cuando el tercero concurre sosteniendo las razones de una de las partes en
litigio, de modo que no reclama un pronunciamiento del órgano jurisdiccional para sí,
sino el reconocimiento del mejor derecho invocado por el coadyuvante”.
“Así pues, el interviniente adhesivo es un tercero al proceso que interviene por tener un
interés personal y actual (artículo 370, ord. 3° CPC), en la defensa de la pretensión de una
de las partes, es decir, su interés personal lo constituye la existencia de una relación de
hecho o de derecho tutelada por el ordenamiento jurídico, situación o interés que resul-
tará afectado por el fallo que se produzca en la causa, lo que induce a intervenir en la
relación procesal adoptando una posición subordinada a la parte principal que coadyuva.
Esta relación de dependencia circunscribe lo que debe ser la actuación del interviniente
en el proceso, ya que su posición se debe adecuar a la asumida por la parte principal y no
puede, obviamente, actuar en contradicción con la coadyuvada. De igual modo, no le es
dable modificar ni ampliar la pretensión procesal original u objeto del proceso.
Sin embargo, sí puede el adherente consignar alegatos propios que estén dirigidos a
apoyar la pretensión de la principal, así como presentar pruebas y objetar las de la
contraparte, y en fin, participar con cualquiera medios o elementos procesales en prove-
cho de la coadyuvada”130.
1 3 1 Véanse los comentarios de MOLES CAUBET, A., sobre lo que llamó “el contencioso mixto”, en ‘“Rasgos
generales de la jurisdicción contencioso administrativa”. loc. cit., págs. 76-77.
LOS PROCESOS CONTENCIOSO ADMINISTRATIVOS EN VENEZUELA 431
legitimación para impugnar los actos administrativos ilegales que los lesionen, sino
también para pretender la condena a la administración a la reparación de daños y
perjuicios originados por el acto ilegal, y al restablecimiento del interés legítimo
lesionado por la autoridad administrativa. Por ejemplo, el propietario de una parcela
de terreno en una zona urbana residencial, frente a un acto administrativo ilegal que
cambie la zonificación de la parcela colindante, no sólo tiene la legitimación para
impugnar el acto ilegal y solicitar su nulidad, sino para que se le resarzan los daños
y perjuicios ocasionados por el mismo (por ejemplo, daños ambientales, eliminación
del derecho a una vista o panorama, etc.) y, para que se le restablezca la situación
jurídica lesionada (demolición de la construcción realizada al amparo del acto ilegal
y anulado y restablecimiento de la zonificación original).
con lo cual se le está confiriendo una especie de jurisdicción de equidad similar a las
decisiones de injunction o mandamus del derecho angloamericano133.
Por tanto, al
1 3 3 Véase WADE, H.W.R., Administrative Law, Oxford, 1982, págs. 515, 629.
LOS PROCESOS CONTENCIOSO ADMINISTRATIVOS EN VENEZUELA 433
“Artículo 27. Toda persona tiene derecho a ser amparada por los tribunales en el goce
y ejercicio de los derechos y garantías constitucionales, aun de aquellos inherentes a la
persona que no figuren expresamente en esta Constitución o en los instrumentos inter-
nacionales sobre derechos humanos.
1 3 4 Véase GO n° 33.891 de 22-1-1988. Véase BREWER-CARÍAS, ALLAN R. y AYALA CORAO, CARLOS, Ley
orgánica de amparo sobre derechos y garantías constitucionales, Caracas, 1988, pág. 242. Véase lo
expuesto en la decimaquinta parte, t. V.
1 3 5 Por ejemplo, el recurso de amparo en España, cuyo conocimiento se atribuye al Tribunal Constitu-
cional, artículo 161, Constitución 1978.
1 3 6 Véase BREWER-CARÍAS, ALLAN R., “El derecho de amparo y la acción de amparo”, Revista de Derecho
Publico, n° 22, EJV, Caracas, 1985. págs. 51-61.
434 VNIVERSITAS
“La acción de amparo procede contra todo acto administrativo, actuaciones materiales,
vías de hecho, abstenciones u omisiones que violen o amenacen violar un derecho o
garantía constitucional, cuando no exista un medio procesal breve, sumario y eficaz,
acorde con la protección constitucional”.
Por tanto, la acción autónoma de amparo procede también contra actos admi-
nistrativos o contra conductas omisivas de la administración que violen o amenacen
violar un derecho o garantía constitucionales, pero siempre que no exista
“un medio procesal breve, sumario y eficaz, acorde con la protección constitucional”.
1 3 7 Idem. Véase BREWER-CARÍAS, ALLAN R., “Introducción general al régimen del derecho de amparo a los
derechos y garantías constitucionales”, Ley Orgánica de Amparo..., cit., pág. 52 y sigs.
1 3 8 En igual sentido, artículo 21, párrafo 18º LOTSJ.
En estos casos, prevé la ley que la acción de amparo puede ejercerse contra
actos administrativos de efectos particulares o contra abstenciones o negativas de
la administración, ante el juez contencioso administrativo competente, si lo hubiere
en la localidad,
“en forma breve, sumaria, efectiva, si lo considera procedente para la protección consti-
tucional suspenderá los efectos del acto recurrido como garantía de dicho derecho
constitucional violado, mientras dure el juicio”.
Por tanto, en relación a la existencia del requisito legal del lapso de caducidad
para la admisibilidad del recurso contencioso administrativo de anulación, conforme
a la Ley Orgánica de Amparo, si se trata de actos administrativos nulos de nulidad
absoluta violatorios de derechos constitucionales, no puede haber caducidad del
recurso contencioso administrativo por tratarse precisamente de una vía de ampa-
ro. Por tanto, el “recurso contencioso administrativo de anulación y amparo” se
podría intentar contra el acto administrativo inconstitucional y nulo en los términos
del artículo 25 de la Constitución en cualquier tiempo. Sin embargo, en otros casos,
como por ejemplo, en materia de actos de trámite, que por no ser definitivos no son
susceptibles de recursos contencioso administrativos de anulación, si violan un de-
recho fundamental podrían ser objeto de una acción autónoma de amparo. En estos
casos, por no ser definitivos, estos actos no serían recurribles en vía contencioso
administrativa, pero si son violatorios de derechos constitucionales, contra ellos
procedería la acción autónoma de amparo.
Por último, el otro elemento que debe destacarse respecto del proceso conten-
cioso administrativo de anulación y amparo, se refiere a los poderes del juez. En
este caso, de acuerdo a los artículos 259 y 25 de la Constitución y al artículo 21,
párrafo 18º de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, el juez contencio-
so administrativo tiene
LOS PROCESOS CONTENCIOSO ADMINISTRATIVOS EN VENEZUELA 437
Además del proceso contencioso contra los actos administrativos, que como hemos
señalado, tiene la característica de ser siempre un contencioso de anulación de los
actos, con la posibilidad de estar acompañadas las pretensiones de anulación, con
pretensiones de condena e incluso de amparo constitucional, el sistema contencioso
administrativo venezolano admite como segunda categoría de proceso, el conten-
cioso administrativo de las demandas contra los entes públicos, en el cual no sólo
también se establece una verdadera litis procesal entre demandante y demandado,
que se desarrolla a través de un proceso subjetivo entre partes, sino que tiene la
característica general de orden negativo, de que en el objeto de la demanda y de las
pretensiones del demandante, no hay actos administrativos envueltos. Por tanto,
la relación jurídica procesal que se origina en estas demandas contra los entes
públicos, no tiene su origen en un acto administrativo que deba recurrirse,
pues si ése fuera el caso, correspondería a lo que hemos denominado el contencio-
so de los actos administrativos.
accionar contra un ente público para lograr la satisfacción del mismo; y el procedi-
miento está regulado, siguiendo el esquema del procedimiento ordinario, en el artí-
culo 21, párrafos 21 y siguientes de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo, aun
cuando referido a las demandas contra la república. La Ley Orgánica, en todo
caso, atribuye a la Sala Político Administrativa, competencia para:
“Conocer de las demandas que se propongan contra la república, los estados, los muni-
cipios, o algún instituto autónomo, ente público o empresa, en la cual la república ejerza
un control decisivo y permanente, en cuanto a su dirección o administración se refiere,
si su cuantía excede de 70.001 UT” (art. 5,24).
En otras cuantías, así como en cuanto a las demandas contra entes descentrali-
zados de estados y municipios, la competencia de los otros tribunales de la jurisdic-
ción contencioso administrativa, al eliminarse las disposiciones transitorias de la
Ley Orgánica de 1976, ha quedado sin regulación inmediata.
Ahora bien, en cuanto a las demandas contra entes públicos (no originadas en
contratos administrativos suscritos por la república, los estados y los municipios), en
forma distinta a lo que establecía la Ley Orgánica de 1974, los órganos contencioso
administrativos tienen el conocimiento de aquellas que se refieren no sólo a los
entes nacionales, sino estadales y municipales. En cambio, la derogada ley de
1976 establecía que sólo las demandas contra la república caían dentro de la com-
petencia de los tribunales contencioso administrativos, pues las demandas contra
los estados y municipios se debían intentar ante los tribunales ordinarios, “de acuer-
do con las previsiones del derecho común o especial”, que eran los competentes
para conocer de ellas en primera instancia140.
Pero además de las demandas contra la república, los estados y los municipios,
la Ley Orgánica atribuye a la Sala Político Administrativa según la cuantía, el cono-
cimiento de las demandas contra algún
Sin embargo, del texto de la Ley Orgánica resulta que el contencioso de las
demandas contra los entes públicos está básicamente reducido a las demandas
contra la república, los estados, los municipios, o contra algún instituto autónomo,
ente público o empresa, en la cual la república ejerza un control decisivo y perma-
nente, en cuanto a su dirección o administración se refiere, distribuido precisado la
competencia jurisdiccional de la Sala Político Administrativa según la cuantía. En la
derogada ley de 1976 se había distribuido la competencia según la cuantía, entre la
Sala Político Administrativa, la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo y
los tribunales superiores contencioso administrativos142.
Por tanto, toda demanda contra todos los entes públicos político-territoriales
originada en “contratos administrativos”, corresponde a la jurisdicción contencioso
administrativa, y en particular, a la Sala Político-Administrativa del Tribunal Supre-
mo de Justicia.
1 4 3 Véase BREWER -CARÍAS , A LLAN R., “La evolución del concepto de contrato administrativo” en El
derecho administrativo en América Latina, curso internacional, Colegio Mayor de Nuestra Señora
del Rosario, Bogotá 1978, págs. 143-167; Jurisprudencia argentina, n° 5.076, Buenos Aires, 13-12-
1978, págs. 1-12; Libro homenaje al profesor ANTONIO MOLES CAUBET , t. I, Facultad de Ciencias
Jurídicas y Políticas, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1981, págs. 41-69; y BREWER-CARÍAS,
ALLAN R., Estudios de derecho administrativo, Bogotá, 1986, págs. 61-90; y “Evoluçao do conceito
do contrato administrativo” en Revista de Direito Publico n° 51-52, São Paulo, julio-diciembre
1979, págs. 5-19.
1 4 4 Véase BREWER-CARÍAS, ALLAN R., Contratos administrativos, Caracas, 1992, pág. 46 y sigs.; y “La
interaplicación del derecho público y del derecho privado a la administración pública y el proceso de
huída y recuperación del derecho administrativo” in Las formas de la actividad administrativa. II
jornadas internacionales de derecho administrativo BREWER-CARÍAS, ALLAN R., Fundación de estudios
de derecho administrativo, Caracas, 1996, pág. 59 y sigs.
1 4 5 Véase CABALLERO ORTIZ, JESÚS, “¿Deben subsistir los contratos administrativos en una futura legisla-
ción?”, en El derecho público a comienzos del siglo XXI. Estudios homenaje al profesor ALLAN R.
BREWER-CARÍAS, t. II, Instituto de Derecho Público, UCV, Civitas Ediciones, Madrid, 2003, pág. 1773 y
sigs.
LOS PROCESOS CONTENCIOSO ADMINISTRATIVOS EN VENEZUELA 441
sas personas político territoriales, de conformidad con lo establecido en los artículos 84,
86, 102, 103, 108, 156 numeral 29, 164 numeral 8, 178 y 196 numeral 6 eiusdem, como a su
vez el otorgamiento de una legitimación activa especial (mas no exclusiva como exclu-
yente), en titularidad de la Defensoría del Pueblo, consagrada en el artículo 281 eiusdem”.
“2. Velar por el correcto funcionamiento de los servicios públicos, amparar y proteger los
derechos e intereses legítimos, colectivos o difusos de las personas, contra las arbitra-
riedades, desviaciones de poder y errores cometidos en la prestación de los mismos,
interponiendo cuando fuere procedente las acciones necesarias para exigir al Estado el
resarcimiento a las personas de los daños y perjuicios que les sean ocasionados con
motivo del funcionamiento de los servicios públicos”. (Subrayado de esta Corte).
La Corte agregó:
“Por otra parte, advierte esta Corte que, ante la ausencia de parámetros legales y el
establecimiento de un régimen que sistematice la reclamación en materia de servicios
públicos, ha correspondido a los jueces con competencia en lo contencioso administra-
tivo, desarrollar la previsión contenida en el artículo 259 de la Constitución de la Repú-
blica Bolivariana de Venezuela, conforme a los supuestos de procedencia antes señala-
dos, en los casos en que se verifique: (i) la supresión o falta del servicio; (ii) la prestación
parcial o deficiente; (iii) el cobro no ajustado a la legalidad o anormal; (iv) los daños
derivados de la falta o deficiencia del servicio y; (v) los actos administrativos de autori-
dad, dictados por entes privados en materia de servicios públicos concurrentes o
virtuales, en donde se observa, entre otros fallos de esta Corte Primera de lo Contencio-
so Administrativo de fechas 10 de marzo de 2000 (caso HIDROCAPITAL); 14 de abril de 2000
(caso IVSS); 6 de noviembre de 2000 (caso HIDROCAPITAL II), y más recientemente, el con-
tenido en esta causa del 6 de julio de 2001 (caso Electricidad de Caracas)149”.
Por otra parte, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, en sen-
tencia de 8 de diciembre de 2000, señaló que ante la ausencia de mecanismos
inmediatos para la reclamación de los servicios públicos prestados mediante conce-
sión, la acción de amparo constitucional puede fungir como instrumento idóneo
para tales fines, en los siguientes términos:
“En materia de servicios públicos, como en el caso de autos, nacen derechos derivados
de la concesión, de su contexto, los cuales se incumplen y no fundamentan una acción
de amparo constitucional, pero cuando el abuso de esos derechos vacía el contenido de
un derecho humano fundamental o un derecho o garantía constitucional, haciéndolo
nugatorio, se está ante una violación directa de la Constitución, que da lugar al amparo,
y que con relación a la prestación masiva de servicios públicos, permite un amparo
protector de derechos o intereses difusos o colectivos, que incluso puede ser interpues-
to por la Defensoría del Pueblo. Ello sin perjuicio de otras acciones mediante las cuales
la participación ciudadana, directa, o indirectamente mediante la Defensoría del Pueblo,
controle la protección de los servicios públicos, procurando su correcto funcionamien-
to, la erradicación de la arbitrariedad, las desviaciones de poder, etc.
Basta pensar en el caso de que sin justificación, ni razonabilidad alguna, se tome una
medida que no obedece a argumentos que puedan ser justificados y explicados a los
usuarios del servicio, y de manera extorsiva se les niegue el servicio (luz, agua, teléfono,
etc.) si no cumplen con la exigencia de quien lo presta. Podría ser que el contrato consi-
derase tal posibilidad a favor del prestador del servicio, pero el uso abusivo (que no
puede ser tutelado por ningún convenio) al privar de las necesidades básicas a la pobla-
ción (agua, luz, teléfono, aseo urbano, etc.), afecta un derecho fundamental del ser
humano, cual es el del libre desenvolvimiento de su personalidad, que mal puede llevar-
se adelante cuando se ve privado de elementos básicos para ello, debido a la conducta
arbitraria del prestador del servicio.
No se trata del usuario que no cumple con la obligación y recibe la sanción a tal conduc-
ta (suspensión del servicio), sino de la actividad arbitraria de quien suministra el servi-
cio, que infringe derechos y garantías constitucionales básicas de las personas, actitud
que a pesar de que pudiese estar contemplada en los contratos, equivale a vías de
hecho...
LOS PROCESOS CONTENCIOSO ADMINISTRATIVOS EN VENEZUELA 445
Ante la injustificada privación de los servicios básicos esenciales a que tiene derecho el
ser humano en la vivienda que ocupa (artículo 82 de la vigente Constitución) y de los
cuales venía gozando; así como la privación del acceso de los servicios que garanticen
la salud en sentido amplio, lo que incluye la higiene en el lugar de trabajo o en el hogar
(artículo 83 eiusdem); y la infracción que las prácticas expresadas causan al artículo 117
de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, toda persona a fin de
ejercer los derechos consagrados en dichos artículos, tiene en su cabeza la acción de
amparo constitucional a fin de hacer cesar la amenaza al goce y ejercicio de los derechos
constitucionales señalados, y al restablecimiento de la situación jurídica lesionado por
la violación de esos derechos.
La Ley garantizará esos derechos, así como la defensa del público consumidor y el
resarcimiento de los daños ocasionados; pero la ausencia de una Ley no impide a aquél
a quien le lesionan la situación jurídica en que se encontraba con relación a un servicio,
defenderla, o pedir que se le restablezca, si no recibe de éste un trato equitativo y digno,
o un servicio, que debido a las prácticas abusivas, se hace nugatorio o deja de ser de
calidad. Ante estas infracciones a normas de la Ley Fundamental, el perjudicado tiene la
vía del amparo constitucional, sin perjuicio de que las acciones a favor de los consumi-
dores en general, si es que la práctica abusiva es generalizada, pueda incoarla la Defensoría
del Pueblo, conforme a los numerales 2 y 3 del artículo 281 de la vigente Constitución.
Una serie de derechos de protección al consumidor pueden generar las leyes, destina-
dos a las formas colectivas de resarcimiento, a las informaciones sobre el contenido y
características de los servicios, a la garantía de la libertad de elección de los mismos,
etc.; y su violación dará lugar a infracciones de Ley, que como todas aquéllas que
desarrollan la Constitución, no están tuteladas directamente por la acción de amparo,
pero que dan lugar a la cobertura protectora del consumidor conformada por las demás
acciones y recursos necesarios para el correcto funcionamiento de los servicios públi-
cos; y el correctivo a las arbitrariedades, desviaciones de poder y errores en la presta-
ción de los mismos, contemplado en los numerales 2 y 3 del artículo 281 de la Constitu-
ción de 1999, en cuanto a las acciones allí previstas, también pertenecen a los ciudadanos.
Hay servicios públicos, como el eléctrico, por ejemplo, en que la Ley (Decreto con rango
y Fuerza de Ley del Servicio Eléctrico), hace nacer derechos y obligaciones a los usua-
rios y a los prestadores del servicio, y lo relativo a esos derechos no estaría tutelados
446 VNIVERSITAS
por el amparo constitucional, por lo que deberán ventilarse mediante los procesos ordi-
narios, mientras no se dicte una Ley que rija el contencioso de los servicios públicos.
Esta norma, que consagra el recurso contra las conductas omisivas de la admi-
nistración151, tiene su fundamento, por una parte, en el incumplimiento por parte de
la administración de una obligación legal concreta de decidir o de cumplir determi-
nados actos, y por la otra, en el derecho de un sujeto de derecho a que la adminis-
tración cumpla los actos a que está obligada. Por tanto, en la base de este recurso
está una relación jurídica (deber-poder) específica, que se concreta en una obliga-
ción también específica de la administración de actuar, frente a una situación jurídi-
ca, asimismo específica de poder de un sujeto de derecho, que se configura como
un derecho subjetivo de orden administrativo a la actuación administrativa. No se
trata, consecuentemente, de la obligación genérica de la administración a dar opor-
tuna respuesta a las peticiones de particulares, ni del derecho también genérico de
éstos a obtener oportuna respuesta a sus peticiones presentadas por ante la admi-
nistración (art. 51, Constitución). Se trata, en cambio, de una relación obligación-
derecho establecida entre la administración y un particular, a una actuación admi-
nistrativa determinada.
“una carga u obligación legal que pese sobre la autoridad recurrida y a la cual la misma
no haya dado cumplimiento”, —carga que— “debe estar expresamente establecida en
una norma expresa”157.
Debe señalarse, por otra parte, que este ha sido el criterio adoptado por la
antigua Corte Suprema de Justicia en sentencia de 05-05-1988, en el caso Repre-
sentación y Distribución de Maquinarias (REDIMAQ), en el cual con motivo de
una acción intentada por causa de una abstención de pronunciamiento de una soli-
citud, estableció lo siguiente:
“...advierte la Sala que —limitada como se encuentra, en general, la competencia del juez
en lo contencioso a la anulación del acto administrativo contrario a derecho—, en el
caso de silencio de la administración interpretado por la Ley como respuesta negativa de
ésta, sólo puede el juzgador entrar a conocer de una acción fundada en ese silencio,
cuando el mismo se ha dado respecto de la no resolución del correspondiente recurso
administrativo. Mas, cuando un tal silencio ocurre, como en el caso de autos, en relación
con la solicitud formulada que emita un acto, no tiene la Sala, obviamente, acto alguno
que anular, ni puede tomar una decisión creadora del mismo —que es de la competen-
cia, sin duda, de otro poder del Estado—, sin violar el principio de la separación de
poderes”160.
En todo caso, debe destacarse, que la pretensión del recurrente en estos casos
de recursos contra las conductas omisivas no es, por supuesto, que sólo se declare
la ilegalidad de la omisión o negativa administrativa, o que sólo se declare la obliga-
toriedad de la administración de decidir, sino que lo que busca realmente es que se
ordene a la administración a adoptar determinados actos. Como lo señaló la antigua
Corte Suprema de Justicia:
Por tanto, la decisión del juez puede contener mandamientos de hacer frente a
la administración, e incluso, en nuestro criterio, puede en sí misma, suplir la caren-
cia administrativa, relevando al interesado de la obligación de obtener el acto en
cuestión, para ejercer su actividad particular. Como lo ha señalado la Corte Prime-
ra de lo Contencioso Administrativo, en estos casos, la acción:
1 5 9 BREWER-CARÍAS, ALLAN R., El derecho administrativo y la ley orgánica..., cit., pág. 230.
1 6 0 Consultado en original.
1 6 1 Consultado en original.
450 VNIVERSITAS
“se refiere al cumplimiento de actos, esto es, que no se agota en un simple pronuncia-
miento, sino que presume la realización de actuaciones tendientes a satisfacer la preten-
sión deducida por el administrado”162.
Por último debe mencionarse que en general, en el contencioso contra las con-
ductas omisivas, además de la pretensión de obligar a la, administración a actuar,
ésta puede estar acompañada de pretensiones de condena al pago de daños y
perjuicios ocasionados por el retardo, e incluso, pretensiones de amparo, cuando la
conducta omisiva viole un derecho o garantía constitucional; por ejemplo, cuando la
administración penitenciaria se niega a cumplir una orden de excarcelación.
1 6 2 Véase sentencia de 06-12-1984 en Revista de Derecho Público, nº 20, EJV, Caracas, 1984, pág. 174.
163. Véase sentencia de la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo de 28-09-1982, en Revista de
Derecho Público, n° 12, EJV, Caracas, 1982, pág. 176.
LOS PROCESOS CONTENCIOSO ADMINISTRATIVOS EN VENEZUELA 451
“...este medio de actuación procesal está reservado de manera exclusiva para aquellos
casos en los cuales el texto legal cuya interpretación se solicita lo permita expresamente.
Resulta, por tanto, improcedente el ejercicio y en forma indiscriminada y general, del
recurso de interpretación respecto de cualquier texto legal, si no sé encuentra expresa-
mente autorizado por el propio legislador”167.
1 6 4 P ÉREZ O LIVARES , E., “El recurso de interpretación” en Instituto de Derecho Público, El control
jurisdiccional de los poderes públicos..., cit., págs. 149-165.
1 6 5 Sentencia de la Corte Suprema de Justicia en Sala Político Administrativa de 27-04-1982 en Revista
de Derecho Público, nº 10, EJV, Caracas, 1982, pág. 174.
1 6 6 Sentencia de la Corte Suprema de Justicia en Sala Político Administrativa de 11-08-1981 en Revista
de Derecho Publico, n° 8, EJV, Caracas, 1981, pág. 138. Véase artículo 78 de la ley de licitaciones, GO
nº 34.528 de 10-08-1990.
1 6 7 Véase en RDP, nº 34, 1988, págs. 146-147.
452 VNIVERSITAS
“el requisito de conexión del recurso con un caso concreto tiene como fundamento
evitar que el mismo se convierta en un ejercicio académico, sin la finalidad práctica de la
mejor aplicación de algún texto legal. No es concebible que se abra la posibilidad para
cualquier particular de ocupar la jurisdicción en resolverle las dudas que en abstracto
tuviere acerca de la interpretación de una norma. Es necesario para legitimar la actividad
del recurrente, que éste demuestre por lo menos que ante una determinada situación
concreta se haya suscitado la duda por las diversas interpretaciones dadas al mismo
precepto legal, y que exista un interés general en la solución del conflicto. En tal forma
no sólo se legitimará el recurrente, sino que la Corte tendrá elementos para apreciar
objetivamente los criterios dispares y para zanjar la real dificultad que se hubiera presen-
tado”169.
2. Por otra parte, en sentencia de 21-11-1990 (caso PDVSA), la Sala Político Admi-
nistrativa precisó, con razón, que “no es del monopolio del poder judicial, la
interpretación”, agregando lo siguiente:
1 6 8 Consultada en original.
1 6 9 Véase en RDP, nº 26, 1986, pág. 146.
LOS PROCESOS CONTENCIOSO ADMINISTRATIVOS EN VENEZUELA 453
“Acción del gobierno al dictar y aplicar las disposiciones necesarias para el cumplimien-
to de las leyes y para la conservación y fomento de los intereses públicos, y al resolver
las reclamaciones a que da lugar lo mandado. 2. Conjunto de organismos encargados de
cumplir esta función”170.
“Dirimir las controversias administrativas que se susciten entre la república, algún esta-
do, municipio u otro ente público, cuando la otra parte sea alguna de esas mismas
1 7 0 Consultada en original.
171 RDP, nº 44, 1990, pág. 198.
172 RDP, nº 42, 1990, págs. 148-149.
454 VNIVERSITAS
Estas normas dan origen al proceso contencioso administrativo que tiene por
objeto la solución de conflictos administrativos entre entidades territoriales, lo que
tiene sentido dada la autonomía de estados y de los municipios (arts. 159 y 168 de
la Constitución) y la regulación de sus competencias en la Ley Orgánica de Des-
centralización, Delimitación y Transferencia de Competencias del poder público y
en la Ley Orgánica de Régimen Municipal. En estos casos, dispone la Ley Orgáni-
ca que las controversias “se iniciarán por la entidad que le interesen, mediante
demanda escrita, donde expondrá en forma clara y detallada el asunto de que se
trate, e indicará la otra entidad contra quien obra la acción” (art. 21, párrafo 23).
Además, el artículo 21, párrafo 25º, dispone que admitida la demanda, el Juzgado de
Sustanciación debe emplazar a la entidad demandada para comparecer ante el
Tribunal Supremo de Justicia, en un plazo de 20 días hábiles, más el término de la
distancia, en caso de que sea procedente, para que consignen el fundamento de sus
pretensiones, en relación con la materia litigiosa y las razones de hecho y de dere-
cho en que se funde.
“En caso de surgir una situación que amenace la normalidad institucional de un munici-
pio o Distrito, pueden las autoridades municipales o el gobernador del estado, ocurrir a
la Corte Suprema de Justicia en Sala Político Administrativa, para solicitarle que conozca
y decida la cuestión planteada. La decisión de la Corte Suprema de Justicia relativa a la
legitimidad de las autoridades municipales deberá ser emitida en el plazo de treinta (30)
días contados a partir de la admisión de la solicitud y bastará para producirla los docu-
mentos que se acompañen a ésta. Cuando la Corte Suprema de Justicia solicitare docu-
mentos adicionales, éstos deberán ser consignados dentro de un plazo de 10 días y la
decisión deberá producirse dentro de los 8 días siguientes”.
LOS PROCESOS CONTENCIOSO ADMINISTRATIVOS EN VENEZUELA 455
1 7 3 Consultada en original.
174 RDP, nº 8, 1981. pág. 101 y sigs.
175 RDP, nº 11, 1982, págs. 108-109.
176 RDP, nº 32, 1987, pág. 132.