Historia Roseta de Tenerife

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LA ROSETA DE TENERIFE, ORIGEN Y EXPANSIN

Milagros Amador Gonzlez


Museo de Artesana Iberoamericana de Tenerife

Resumen

La roseta es un tipo de encaje de aguja representativo de las Islas Canarias cuyo antecedente
directo son los trabajos de deshilados que se hacan en algunas zonas de la pennsula como
Cceres, Astorga, Salamanca y que en la actualidad pervive en Adeje, Arona, La Laguna,
La Orotava, Granadilla y Vilaflor, tras haber desaparecido de otras zonas de Tenerife donde
se elaboraban a finales del siglo xix y principios del xx. La emigracin canaria fue la res-
ponsable de su extensin por otros pases de Amrica, Asia y Europa, donde se mantiene su
realizacin y reciben diferentes nombres dependiendo del lugar donde se elabora.
Palabras clave: roseta, encaje de Tenerife, artesana.

Abstract

Teneriffe Lace. The rosette is a type of lace representative needle of the Canary Islands
whose direct antecedent is the work of openwork that were made in some areas of the pen-
insula as Caceres, Astorga, Salamanca and now survives in Adeje, Arona, La Laguna the La
Orotava, Granadilla and Vilaflor, having disappeared from other areas of Tenerife which
were produced in the late nineteenth and early twentieth centuries. Canary emigration

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was responsible for its extension to other countries in America, Asia and Europe, where
its performance is maintained and given different names depending on where it is made.
Keywords: roseta, Teneriffe Lace, Crafts canaria.

INTRODUCCIN

El arte del encaje de aguja se remonta al siglo xvi, cuando por primera vez
se usa la palabra encaje para designar este tipo de labor que aparece descrita en docu-
mentos e inventarios del momento. A partir de ah, su manufactura empez a tener
un mayor desarrollo en los pases europeos, sobre todo en Italia, Flandes y Espaa,
llegndose a insinuar que a nuestro pas lleg con la invasin de los rabes a Granada
y Crdoba. Aparte de los documentos donde se utiliza este vocablo, tambin queda

Revista de Historia Canaria, 198; abril 2016, pp. 167-178; ISSN: 0213-9472
reflejada su importancia en diferentes obras pictricas donde se muestra el gusto
por la ornamentacin, tanto en el vestir como en el ajuar domstico y eclesistico1.
Una vez que Canarias se incorpora a la Corona de Castilla, los aborgenes
fueron asimilando progresivamente la forma de vida de los habitantes venidos de
Castilla, Andaluca, Extremadura y Portugal, de modo que poco a poco compar-
tieron sus usos y costumbres. Gaspar Fructuoso, que visit las Islas en el siglo xvi,
indica que bordan bien, pero casi no saben ni hilar ni tejer, cosas que dejan para los
portugueses...2. En este sentido, las mujeres canarias comenzaron a especializarse en
dos grandes ramas textiles: el calado y la roseta. Ambas modalidades se practicaron
en el Archipilago desde hace siglos, convirtindose con el paso de los aos en una
de las artesanas ms relevantes de las Islas.
La documentacin escrita sobre este tema es escasa, a excepcin de algn
artculo de revista y/o antiguos libros de trabajos de aguja. Es por lo que el resto del
material hemos tenido que estudiarlo directamente, partiendo de las piezas antiguas
o recogiendo informacin de boca de las artesanas del lugar, superando muchas de
ellas los setenta aos de edad.

DESCRIPCIN DEL TRABAJO DE LA ROSETA

La roseta es un tipo de encaje que surge en Tenerife, que se convirti en uno


de los trabajos de aguja ms importantes y una de nuestras seas de identidad. Los
estudiosos del tema coinciden en afirmar que su origen proviene de las labores de
deshilado o calados, tanto por su modo de ejecucin como por los puntos y motivos
que en ellos se desarrollan. Los deshilados eran ya conocidos en Occidente antes
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de la conquista de los rabes y a partir del Renacimiento se elaboraban en las zonas


costeras del Mediterrneo. Por lo tanto, los antecedentes ms cercanos de la roseta los
encontramos en los soles o estrellas encerrados en grecas o cuadrados que se hacan
en los trabajos de Astorga, Salamanca o Extremadura, de especial desarrollo durante
los siglos xvi, xvii y xviii. Como apunta Mara de Los ngeles Gonzlez Mena, la
roseta pudo haber recibido las influencias de las labores similares elaboradas en el
territorio peninsular, pues son anteriores a las canarias, pero cuando llega a Tenerife
toma su propio camino y personalidad, permaneciendo vigente hasta nuestros das,
mientras que en el resto del territorio espaol los soles dejaron paso a otras tcnicas
y variedades de encajes de influencia francesa3.
Cuando estos trabajos llegan a Tenerife, no se sabe con exactitud el momento,
se prescinde de la tela y se comienza a elaborar sobre una base, normalmente redonda,

1
lvarez Moro, M.a de las Nieves Concepcin. Resea histrica del encaje. Los ante-
cedentes de la roseta en el marco de los encajes de aguja. i Jornadas Internacionales del Encaje: La
Roseta. 14 al 16 de octubre de 2009. Adeje. Tenerife. p. 1.
2
Fructuoso, Gaspar. Descripcin de las Islas Canarias. Bilbao. 2004. p. 93.
3
Gonzlez Mena, Mara de los ngeles. Artes textiles canarias. Narria, n. 18. Madrid.
1975. pp. 11- 16.
conocida como pique, a la que se le han colocado una serie de alfileres equidistantes

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donde se va cruzando el hilo de una forma ordenada, enganchndolos una y otra
vez a esos alfileres diametralmente opuestos hasta llenar con una urdimbre radial
toda la circunferencia o cuadrado4.
Es a partir de este momento cuando comienza la parte artstica de la roseta,
pues ahora son las manos de la artesana y su imaginacin las que van a jugar un
papel primordial en el resultado final, fruto de ese cruzar las hebras hasta conseguir
el dibujo deseado. Existen una gran variedad de motivos, desde los estrictamente
geomtricos a los de tipo floral, porque en Tenerife no aparecen los modelos figurati-
vos. Estos recuerdan los rosetones que cubren los huecos de las ventanas de las iglesias
romnicas y gticas, encontrndose similitudes incluso en los trabajos en madera de
los artesonados mudjares, con estructuras en forma de rosas que recuerdan tambin
los rayos del Sol. Esa relacin con el sol o con las rosas se pone de manifiesto en la

4
Fernndez del Castillo, Sixto. Gua de la Artesana de Santa Cruz de Tenerife. Direc-
cin de la Pequea y Mediana Industria. Seccin de Artesana. Cabildo Insular de Tenerife. Santa
Cruz de Tenerife. 1982. p. 64. Cuando se finaliza esta etapa, con la ayuda de la aguja e hilo de igual
o diferente color al de la base, se van agrupando los hilos que tenemos sobre el pique, segn el diseo
de la pieza deseada.
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manera que tienen de denominar a las rosetas en el sur de Tenerife, pues algunas
artesanas las llaman rosas, mientras que en otros pases de Iberoamrica optan por
la denominacin de sol, por su parecido con los rayos solares: soles de Maracaibo,
soles de Brasil o soles de Naranjito son algunos de esos ejemplos. En las muestras de
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trabajos de rosetas, abundan las de tipos simtricos porque son las menos complicadas
de hacer; para las piezas asimtricas se crean bases siguiendo el modelo del proyecto
y desde el punto de vista de la tcnica son ms difciles de elaborar.
El color tpico en Tenerife es el blanco y el beige, o la combinacin de ambos
para crear rosetas matizadas, mientras que en la isla de Lanzarote y fuera de nuestras
fronteras se juega con la variedad de tonos. En este ltimo caso existe una gama
variada de rojos, verdes, azules, violetas, encontrndose adems la combinacin de
dos colores y matizadas.
Los emigrantes canarios son los responsables de llevar la roseta a Amrica,
Europa y Filipinas. Su tcnica se expande por diferentes zonas del mundo, donde
fue adoptando las costumbres y modelos del lugar. Al mismo tiempo cambia de
nombre, de modo que en Paraguay se la conoce como andut; en Brasil, Mxico,
Venezuela y Puerto Rico como soles y en los pases de lengua inglesa se les denominan
Teneriffe Lace. En la actualidad este tipo de encaje se sigue elaborando siguiendo los
modelos y tcnica del pasado, y hasta tal punto es valorado que en Paraguay o en
Maracaibo (Venezuela) se le considera el smbolo nacional. A pesar de que, como ya
hemos mencionado, los motivos y la base de apoyo son diferentes a los utilizados en
Tenerife, los escritos del momento hablan de su procedencia de las Islas Canarias.
Josefina Pl opina que
es encaje de Tenerife [rosetas] tanto por sus esquemas bsicos como por su logotipo
solo que al llegar a un nuevo territorio sufre las modificaciones tcnicas y ecolgicas
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del lugar5.

Osvaldo Salerno, por su parte, seala que el origen del anduti proviene de
la versin criolla del encaje de Tenerife (Canarias) realizada en hilo fino e hilos de
seda6 . Mientras que Azucena Millares lo considera el resultado de la unin entre
Amrica y Espaa, tratndose de

un tejido que asombra por su infinita delicadeza y por su fortaleza sutil: el andut:
hilos de Espaa (Tenerife) y Amrica se entrelazan en el tiempo acogiendo nuevas
modalidades y colores que rejuvenecen una antigua tradicin7.

Otro de los pases de Iberoamrica donde mantiene un papel importante es


en Venezuela. All se las conoce desde el tiempo de la colonia con el nombre de soles

Pl, Josefina. Paraguay: el andut. Cuadernos de Divulgacin. Museo Paraguayo de


5

Arte Contemporneo. Asuncin. 1983. p. 28.


6
Salerno, Osvaldo. Paraguay: artesana y arte popular. Cuadernos de Divulgacin.
Museo Paraguayo de Arte Contemporneo. Asuncin, 1983.
7
Millares, Azucena. Encajes y soles. Revista Artesana latino Americana, p. 2.
por sus formas redondas y radiadas. Su origen se relaciona con el asentamiento, en los
aos 90 del siglo xix, de un grupo de mujeres canarias en la villa de Rosario, donde
instalaron el primer taller artesanal. Ms tarde, y siguiendo la tradicin aprendida
en este lugar, la familia Cepeda, descendientes directos de esas primeras artesanas,
emigraron a Maracaibo y una vez all fundaron un escuela para la elaboracin, venta
y aprendizaje de soles.
Los soles de Maracaibo comienzan a venderse entre los extranjeros que vivan
en la zona y aquellos que venan de visita. Un aliado en su consumo es la explotacin
de petrleo, que trae a un gran nmero de familias de origen alemn responsables de
las empresas relacionadas con la extraccin del producto. Estas familias germanas se
convierten en las nuevas consumidoras de soles, tanto para uso personal como para
obsequio a sus familias y amigos en su pas de origen. Con la aparicin de nuevas
costumbres y modalidades textiles, la realizacin de soles fue perdiendo inters,
teniendo que esperar a la dcada de los 80 del s. xx, para entrar en una nueva poca
de esplendor gracias al apoyo de las autoridades de Maracaibo, que se comprometen
a rescatarlos y preservarlos.
En cada lugar al que llega la roseta y tras su aceptacin por los miembros
de las comunidades indgenas y criollas, se transforma y se adapta a los gustos de
la zona. En sus investigaciones, Marlene Nava acepta su procedencia de las Islas
Canarias, indicando que

los soles de la tierra tienen su antecedente ms directo en las rosetas de Tenerife,


lugar de donde partieron esos trabajos de aguja considerados lo ms fino y delicado
dentro de la tcnica del encaje de aguja que se convirtieron en parte integrante de
la cultura y tradicin de esta regin de Venezuela, hoy en da son el Icono Cultural

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de Maracaibo8.

En otros pases de habla hispana tambin se elabor la roseta, pero no ha


sido fcil encontrar muestras de los trabajos ejecutados, aunque s existen catlogos
de finales del siglo xix y principios del xx donde aparece por primera vez la oferta
de rosetas adquiridas en Mxico, Nuevo Mxico y Arizona. De 1884 data el pri-
mer catlogo ilustrado de una tienda en la ciudad de El Paso, hoy Ciudad Jurez,
conocida por el nombre de su fundador, Empresas W.G. Walz, donde describen y
muestran diferentes tipos y aplicaciones de rosetas denominadas Wheel. Aparecen
sueltas, aplicadas en blusas, trajes, gorros de beb, paos, cuellos o en tapetes de
lino con aplicaciones. Cada ilustracin se describe como

piezas trabajadas en hilo muy fino, difciles de hacer y por ello su precio es elevado,
ya que dependen de la cantidad que llevan, de si estn aplicadas a la tela y de las
medidas del trabajo9.

8
Nava, Marlene. Un encaje llamado sol de Maracaibo. Caracas. 1996.
9
Mexican and Indian Souvenirs and Curiosities. Mexican drawnwork, n. 61, Ciudad de
Mxico y Jurez, 1906-1907.
De igual modo conocemos la existencia de rosetas en Estados Unidos,
concretamente en Luisiana, donde un grupo de mujeres descendientes directas
de los ms de dos mil canarios que fueron trasladados a la zona por mandato de
Carlosiii se renen desde hace mucho tiempo para hacer rosetas en una antigua
casa construida alrededor de 1840 por un descendiente canario, Vicente Nez,
que la cedi para fundar el Museo de los Isleos10.
En Europa encontramos trabajos parecidos en Croacia, cuya actividad ha sido
declarada por la UNESCO Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Son dos los
lugares donde se elaboran siguiendo la tcnica tradicional islea: en la isla de Hvar,
dentro del recinto del monasterio de las monjas benedictinas fundado en el siglo xvi,
y en el condado de Brod Posavina, en Eslavonia. La peculiaridad del encaje hecho
en la isla de Hvar es por el tipo de hilo utilizado. Se trata de una hebra obtenida
del aloe, de color blanco, muy fino y resistente, con la que se dibujan los motivos
geomtricos nicos, que solo conocen y elaboran las monjas del convento, que son
las responsables de mantener la tradicin. Estos trabajos son de tipo decorativo y se
colocan entre dos cristales para su conservacin, dado que el hilo es muy delicado
y no se pueden dejar sin proteccin.
En el condado de Brod Posavina, las mujeres, sobre todo de las zonas
rurales, realizan este encaje para incorporarlo a sus prendas de vestir, menaje del
hogar y religioso. Estamos ante autnticas filigranas hechas con hebras de hilo
blanco, elaboradas sobre marcos de madera de diferentes formas y tamaos. Esta
tradicin artesanal est ligada a uno de los ritos populares del condado, como es la
presentacin de ofrendas el Sbado de Pascua. Estas ofrendas se envuelven en paos
adornados con rosetas de creacin propia, llamados otarcic. Los paos se colocan en
unas cestas que llevan del brazo las mujeres del lugar durante la procesin, camino
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de la iglesia del pueblo.


Respecto a la llegada de la tcnica de la roseta a Croacia, se barajan varias
hiptesis. Una de ellas dice que la responsable fue una de las hermanas del con-
vento benedictino, de origen canario, mientras que para otros lleg de la mano de
marineros locales que trajeron unas muestras de Tenerife. Una vez en Croacia, se
copi la tcnica con hilo de agave. De una u otra manera, lo cierto es que el trabajo
arrib al pas y que las artesanas del lugar hablan de su origen tinerfeo cuando se
les pregunta por la procedencia de sus encajes.

10
Segn cuentan las seoras del lugar, esta tradicin se haba perdido, pero un da encon-
traron en un tico una pequea cesta con un rtulo que, entre otras cosas, deca: Tenerife y que
contena todos los elementos necesarios para hacer este tipo de encaje: aguja, hilos y piques. Como no
saban qu hacer con aquello, se pusieron en contacto con el Gobierno de Canarias, que los invit a
venir y estuvieron en el Cabildo Insular de Tenerife. Una vez en la Isla, pudieron aprender la tcnica
olvidada y hoy en da la roseta se ha convertido en uno de sus trabajos ms interesantes. Muchas de
sus mujeres han creado nuevos modelos, algunos muy complicados y de una belleza extraordinaria, de
los que se puede disfrutar en las exposiciones de artesana que se celebran cada ao en torno a marzo
en la Fiesta de los Isleos. Resultado de sus posteriores visitas a Tenerife es la muestra de roseta que
nos han enviado al Museo de Artesana Iberoamericana de La Orotava.
No obstante, para comprender la gran importancia que tuvo en la sociedad
del Archipilago la roseta, se hace necesario hacer hincapi en la ltima dcada del
siglo xix y principios del xx, cuando se convierte segn los cronistas del momento
en una autntica y prspera industria, responsable de generar ingresos a un numeroso
grupo de familias humildes. Era una actividad que ocupaba a mujeres de todas las
edades, pertenecientes a comunidades agrcolas y que, independientemente de su
estado civil, tenan que ingenirselas para sacar adelante sus hogares. Adems, dicha
actividad solo les exiga ocuparse de su realizacin, ya que la materia prima y su
comercializacin estaban en manos de los intermediarios, verdaderos conocedores
del tema. En el proceso de produccin, tambin intervenan los especialistas que se
encargaban de unir y montar las rosetas para formar los manteles, colchas y dems
productos, que quedaban listos para su venta.
Al principio los trabajos eran solo para el consumo familiar y se extenda
por La Orotava, Los Realejos, Puerto de la Cruz y La Laguna, mientras que en la
zona sur lo haca por Adeje, Arona, Granadilla y Vilaflor. El oficio se transmita de
generacin en geneacin, de madres a hijas, casi siempre por lnea materna. Tampoco
se necesitaba un taller, ni maquinara especializada, bastaba con una aguja, hilo,
alfileres, tijeras, dedal y un rinconcito en el hogar iluminado, que poda estar cerca
de una ventana o en el propio patio de la casa, donde se podan reunir y compartir
el momento con las vecinas de la zona. Sin embargo, a finales del siglo xix este tipo
de produccin familiar cambia, pues se pasa a trabajar a gran escala debido a la
creciente demanda del producto por parte de las casas comerciales afincadas en el
Puerto de la Cruz, que son las responsables de su exportacin a otros pases.
Durante los primeros aos del siglo xx, su distribucin y venta no dej de
crecer a la vez que se iban incorporando nuevos diseos e ideas. La documentacin

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del momento nos ofrece la informacin sobre el nmero creciente de mujeres que
hacan rosetas para la venta, aunque esta informacin no siempre es fiable, pues hay
un nmero no determinado de artesanos o intermediarios que vendan directamente
los encajes a los viajeros que hacan escala en el puerto de Santa Cruz Tenerife. Estas
personas recorran los caminos de la Isla con un hatillo al hombro donde llevaban
el material que haban comprado a las artesanas independientes o que proceda de
sus propios talleres.
Este floreciente negocio de exportacin nunca estuvo en manos de los
isleos. Fueron los comerciantes ingleses, franceses y alemanes los que primero se
interesaron por los encajes de Tenerife. Prueba de ello es la fundacin en 1901 de
la primera casa exportadora de origen ingls, cuyo propietario fue Mr. Sparrow,
empresario que lleg a Tenerife por motivos de salud y que fue el primero en reco-
nocer el gran valor que tenan las actividades textiles de la Isla. Para ver la aceptacin
del producto, comienza a enviar modelos a su familia y amigos ms cercanos en
Inglaterra, siendo tal su acogida que decidi comercializarlas. Para ello aprovech
la mano de obra empleada en los almacenes de frutas y en las vias de la zona, que
se dedicaban a su confeccin en temporada baja. La demanda fue creciendo y la
realizacin de rosetas se extendi por todo Tenerife. En cualquier rincn de la Isla
se poda encontrar a las mujeres elaborando este tipo de encaje. Uno de los ms
emblemticos fue y sigue siendo Vilaflor, cuyas piezas llegaron a adquirir un gran
valor y prestigio. En la actualidad sigue vigente como uno de los ltimos reductos
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donde se siguen manteniendo.


En toda esta actividad mercantil, juega un papel primordial el Puerto de La
Orotava. Las mercancas que partan para el extranjero lo hacan desde all, convir-
tindolo en un punto neurlgico del comercio de Tenerife. Dicha actividad estaba
en manos de un grupo de empresas inglesas, unas 30 o 40 segn los datos recogidos
de los escritos del momento. Las ms conocidas fueron la Reimers, Perry, Frank,
Martn, Williams, Whitheley y la Gregory & Reid, que mantenan la denominacin
de British Factory, concedida a sus predecesores en el reinado de Carlos ii, y por
esas fechas bajo la jurisdiccin del capitn general de Tenerife, en su capacidad de
juez de extranjeros11.
La produccin textil que se lleg a enviar fuera de la Isla estuvo en torno a
un 75%, motivando que otras potencias extranjeras se interesasen por su exporta-
cin. Alemania, Francia y Estados Unidos son los primeros en importar textiles de
Tenerife, aunque nunca llegaron a tener el nivel comercial del Reino Unido. Londres
fue la ciudad que acapar la mayor cantidad de textiles de esta procedencia, pues se

11
Martn Hernndez, Ulises. La artesana del calado en Canarias y Madeira. Breves
apuntes para su estudio entre 1880-1914. Actas del i Congreso Cultura Popular Canaria. 1986. p. 3.
convirtieron en sus mayores consumidores. Las piezas se vendan en los almacenes
ms importantes bajo el epgrafe de Obras de manos de los Salvajes de Canarias12.
Pero tambin el Reino Unido se convirti en el mximo responsable de la
importacin de la materia prima. El hilo y el lienzo procedan de Irlanda y una vez
en la Isla se reparta entre las artesanas, momento que se aprovechaba para la recogida
del producto terminado. Las firmas extranjeras fueron las que establecieron las con-
diciones y precios tanto de la materia prima como del producto final, lo que provoc
que la prensa islea, hacia 1909, tachase de monopolio esta relacin, comenzando
una campaa contra las casas comerciales, a las que acusan de acaparadores y de
imponer su ley a los productores.
Algunos propietarios de esas casas comerciales tambin se preocuparon por
alcanzar un mayor perfeccionamiento tcnico y esttico en el diseo de los modelos,
que al principio eran muy simples. Apostaron por otros ms complicados que se pu-
blicaban en las revistas de moda, y al mismo tiempo fueron tambin los responsables
de la creacin de soportes rgidos, diferentes a los piques hechos en madera o metal
de formas convexas, cuadradas o circulares. Surgen empresas especializadas en la
comercializacin y difusin de los nuevos soportes como la Proctor Patent Wheel
and Square. Con estas nuevas superficies, el proceso de produccin se aceleraba
permitiendo hacer varias rosetas a la vez con la mnima dificultad.
A partir de 1903 la produccin de rosetas comienza a declinar. Los moti-
vos son diversos, aunque dos son los principales: baja calidad por el deseo de los
comerciantes de reducir los costes de produccin y aparicin de trabajos orientales
(conocidos popularmente como chinos), que se convierten en una dura competen-
cia al ser sus precios ms bajos. Las consecuencias negativas fueron inmediatas y la
economa de las clases populares vio cmo se reducan sus entradas, redundando

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negativamente en su capacidad adquisitiva.
Pero la causa principal que motiv la desaparicin del comercio exterior
de los textiles canarios fue el estallido de la i Guerra Mundial. El mundo entra en
guerra y se interrumpen los envos de la materia prima procedente de Irlanda del
Norte, cayendo brutalmente la demanda de productos considerados de lujo que
solo satisfacan a esa sociedad prspera pero que no eran indispensables en la nueva
situacin blica. Entramos as en un perodo de retroceso del desarrollo de una
actividad econmica nacida a finales del siglo xix para satisfacer la demanda de
una serie de artculos que generaba el incremento de la prosperidad de las naciones
occidentales ms industrializadas y que fueron las responsables de las mejoras en la
economa canaria.
Tendremos que esperar a la llegada del franquismo, tras la finalizacin de la
guerra civil espaola, para volver a vivir el esplendor y auge de los oficios tradicionales
en toda Espaa. El Gobierno crea la Empresa Nacional de Artesanas al servicio de

12
Las Canarias, 20-5-1902. Cfr. Martn Hernandez, U. Op. cit., p. 3.
todos los artesanos para protegerlos y valorar la produccin13. Las labores femeninas,
que forman parte de esos oficios, cobraron tambin el auge y dignificacin que no
haban tenido hasta entonces. Ser de la mano de la Obra Sindical de Artesana
cuando se produzca un fuerte impulso de cara a la comercializacin artesanal,
organizando talleres donde se ensearon las formas y estilos de cada zona y puede
que de no haber sido por esto, las rosetas al igual que otros oficios tradicionales,
se hubiesen perdido para siempre. En Vilaflor, por citar un ejemplo, se llevaron a
cabo diversos talleres de introduccin y perfeccionamiento de rosetas, as como del
denominado encaje de Vilaflor.
Hay que destacar tambin la labor del llamado Canal de Exportacin que
tena montado este organismo, controlado desde Madrid. Ellos eran los responsa-
bles de recoger toda la produccin de los grupos de trabajo repartidos por las Islas.
Se comprometieron a mantener su calidad, as como a efectuar una remuneracin
adecuada, eliminando rigurosamente cualquier intermediario, a base de repartir y
recoger los trabajos directamente en los pueblos14.
En torno a los aos ochenta del siglo pasado, el fomento de los oficios arte-
sanos qued en manos del Ministerio de Cultura y otras entidades cuya iniciativa
se decant por organizar cursos de diseo, exposiciones, ferias y congresos, publi-
caciones, premios de investigacin, aperturas de centros de venta y museos. Hay
que destacar la labor llevada a cabo por los Cabildos Insulares, Ayuntamientos y
Consejera de Industria de Canarias. Un ejemplo de esta labor de rescate la llev a
cabo el Ayuntamiento del Puerto de la Cruz, organizando talleres de formacin y
exposicin de los trabajos fruto del aprendizaje de las alumnas que participaron. En
el taller de la roseta se contrat a una profesora que vena directamente de Vilaflor,
encargada de transmitir todos sus conocimientos.
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Actualmente asistimos a una difcil situacin, ya que la mayor parte de las


mujeres que se dedican a su elaboracin superan los setenta aos, pero la esperanza
de que este arte no se pierda est en las manos de los grupos que participan en los
cursos y talleres que siguen organizando diferentes Ayuntamientos, as como el
Cabildo de Tenerife a travs del rea de Economa y Competitividad, cuyo objetivo
es evitar la prdida de valores patrimoniales que representan parte de la identidad
del pueblo isleo, de sus hbitos y de sus costumbres.

Recibido: 3-3-2016
Aceptado: 17-3-2016

13
Segn el Gobierno, la artesana espaola posee una limpia y esplndida tradicin. Los
artesanos espaoles han heredado esa tradicin y la cultivan con amor y fidelidad. Los artesanos
espaoles han demostrado, asimismo, una capacidad de creacin fuera de lo comn. La obra de los
artesanos espaoles, en definitiva, se distingue por la fuerza y la originalidad de sus diseos, de su
dibujo, de sus colores. Al Servicio de la Artesana Espaola. Empresa Nacional de Artesana. Madrid.
1970. p. 9.
14
Mesa Martn, Jos Mara. La imagen del Artesano y los oficios tradicionales a travs
de la prensa escrita. 1879-1960. El Pajar. Cuadernos de etnografa, n. 11. Tenerife. 2002. pp. 15-16.

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