El Regreso Del Exilio - Mary H. Herbert

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Linsha ha sobrevivido a las batallas de las Praderas, pero ha cado prisionera y

teme que todos sus amigos hayan muerto. Lo nico que puede hacer, si quiere
mantener su promesa de proteger los huevos de dragn, es casarse con el temible
Akkad, el lder de los invasores Tarmak. En la lejana isla de donde provienen estos
guerreros, encuentra esperanza donde menos lo esperaba: entre sus enemigos.

Mary H. Herbert

El regreso del exilio

Dragonlance: La Triloga de Linsha 3

ePub r1.0

Banshee 25.09.13

Ttulo original: Return of the Exile

Mary H. Herbert, 2005

Traduccin: Roco Monasterio

Diseo de portada: Matt Stawicki

Editor digital: Banshee

Digitalizador: Etriol

ePub base r1.0

Para Keith

Tras dos hijos, tres perros, doce libros

y veintids aos, sigues siendo mi Elegido.


1

En alta mar

Agitando las clidas aguas del norte del ocano Courrain, la tormenta morda con
sus punzantes dientes, y el viento aullaba como los mismsimos condenado. Anuncio
del cambio de estacin, el temporal levantaba las aguas, avanzando de sur a este en
direccin al continente de Ansalon. Era una tempestad monstruosa, armada con nubes
densas y grises y parapetada tras cortinas de lluvia que oscurecas el cielo. Los
vientos huracanados formaban olas inmensas que desgarraban el horizonte y hundan
el mundo en aquella masa de agua.

A Linsha no se le ocurra un escenario ms apropiado para su estado de nimo,


mezcla de miedo e ira. Se arranc la capa, que de poco lo haba servido, y la tir
tras de s. Se aferr con ms fuerza a un cabo de proa y se asom a la furia de la
tempestad. El viento se enred en su pelo. La espuma le lami el rostro. A su
espalda, el barco gema en su lucha por vencer al agua y el viento. La vela que se
desplegaba con la esperanza de controlar el barco chasqueaba contra el viento como
un saco de huesos. Se oan voces que gritaban en tarmakian, pero Linsha finga no
orlas.

La embarcacin se alz sobre una gran ola y volvi a caer sobre la inmensidad del
mar. Un muro de agua verde se derrumb sobre la pro. El peso y el mpetu de aquella
masa lquida impactaron en las piernas de Linsha y lucharon por tirar de ella.

Una voz perversa le susurraba en la oscuridad: Sera tan fcil, bastaba con que
se dejara llevar. Un poco ms. Soltar los dedos y terminar con tanto dolor. El
cabo arda bajo sus manos. Sera tan fcil un pequeo movimiento, entregarse al
agua y la paz.

El agua lami su cuerpo mientras el barco ascenda dificultosamente la siguiente


montaa salada. Linsha se quit el agua de los ojos y afianz los pies. Adelant un
pie y mir la ola que se abalanzaba sobre ella. Era especialmente grande, coronada
de espuma y engalanada con burbujas plateadas.

Los ojos verdes de la mujer siguieron el descenso del agua que caa a sus pies. La
proa del barco cortaba la cresta de la ola. Linsha tena la mirada fija,
hipnotizada por el poder arrollador del mar que la rodeaba, sin darse cuenta de que
con las manos se aferraba a la cuerda. Por qu no? pensaba. Qu le quedaba?
Por qu no poda dejarse ir sin ms?

El barco se hundi a sus pies y el agua la golpe. Resbal sobre la cubierta mojada
mientras torrentes de agua salada caan sobre ella. Linsha no dejaba de notar que
su cuerpo era azotado por el agua helada, pero lo nico que realmente senta con
dolorosa claridad era el mordisco del cabo mojado en las manos. Le dolan los
msculos, tena los hombros agarrotados, el tosco camo le despellejaba los dedos
y las palmas de las manos, pero no se soltaba.

El agua desapareci, resbalando sobre las cuadernas del navo. Dolorida y empapada,
Linsha se puso de pie sobre la cubierta inclinada y esper a que el barco volviese
a alzarse trabajosamente sobre la siguiente ola. Sinti que algo se mova detrs de
ella y sus msculos se tensaron, deseando por ensima vez tener un arma.

Una espada, una daga, incluso un cuchillo de mesa sera bienvenido.

Unos brazos la rodearon y unas manos aferraron el cabo junto a las suyas, de manera
que qued atrapada en un abrazo. Un cuerpo se pegaba a su espalda como si quisiera
darle estabilidad.
No has tenido suficiente? le grit al odo una potente voz masculina. Tena que
hacerse or por encima de los chasquidos del casco del barco, el aullido del viento
y los truenos.

La aversin se impuso sobre cualquier otro pensamiento o emocin en la mente de


Linsha. Habra dado casi cualquier cosa por clavarle un codo en las costillas y de
una patada tirar a aquel traidor a las aguas revueltas. Pero no se haba hecho Dama
de Solamnia ni haba trabajado durante aos para conseguir el rango ms alto de la
Orden de la Rosa, para perder los nervios y matar a la nica posibilidad que le
quedaba de recuperar su honor. Su honor y una pequea nidada de huevos de Dragn de
Latn, eso era la nico que le quedaba, y debido a una promesa que haba hecho a la
hembra de dragn Iyesta, la nidada y ella estaban inextricablemente unidos.

Recurriendo al poco autocontrol que le quedaba, Linsha curv los labios en algo que
poda recordar a una sonrisa y grit su respuesta.

Me gustan las tormentas.

Pues eres la nica contest Lanther. Todas las dems mujeres estn mareadas bajo
cubierta. l pareca tan poco afectado por la tormenta como ella. Por qu te
quedas aqu fuera, en la proa? Es que quieres ahogarte?

Por qu no? replic ella con fro sarcasmo. Haba perdido a muchos amigos, haba
visto morir a todo un Crculo de Solamnia y a prcticamente todo un cuerpo de la
Legin. Lanther la haba separado de su compaera, Varia, y alejado del mejor amigo
que jams hubiera tenido. Su vida se haba reducido al fracaso, el deshonor y el
sufrimiento, y ante s no vea ms que la derrota y la esclavitud. Aadi con
desprecio. Por qu no dejarme morir antes de que las cosas empeoren an ms?

Lanther ri, una carcajada sincera cargada de mordacidad.

Porque eres demasiado tozuda. Y yo sigo teniendo tus preciosos huevos encerrados
en una sala segura en la Ciudad Perdida. Si quieres que sobrevivan, t debes
sobrevivir.

En ese momento, el barco se hundi bajo sus pies mientras descenda la ladera de
otra ola gigantesca. Linsha tom una bocanada de aire y contuvo la respiracin. El
agua pas por encima de su cabeza. Cay alrededor de ella, sobre ella. Era un
monstruo gris y verdoso que ruga en su cabeza y le llenaba los odos y la nariz de
agua salada. En esta ocasin logr mantenerse en pie, agarrada a la proa con los
dos brazos. Pens que sera demasiado pedir que el agua arrastrara a Lanther por la
borda.

La embarcacin se bambole sobre el turbulento mar, enderezndose justo a tiempo


para enfrentarse a la siguiente ola.

Linsha dej escapar el aire y se quit el agua de los ojos. Tena que admitir que
ese navo estaba bien construido. Era una especie de trirreme, un barco de guerra
de alta mar, con lneas puras, obra de los Tarmak, muy parecido a las naves de los
minotauros.

Era resistente, rpido y maniobrable. A pesar de tantas cualidades, Linsha decidi


que ya haba tenido ms que suficiente de pensamientos negativos, de empaparse y
del hombre que tena detrs.

Se apoy en la madera slida de la proa y a punto estaba de apartar a Lanther de un


empujn cuando oy un grito salvaje proveniente de la cofa del mstil. Ella no
poda ver nada a travs de la cortina de lluvia, pero pareca que el viga s, y la
tripulacin confiaba en su visin. Los gritos y la actividad bajo cubierta se
hicieron ms ruidosos.

Ms Tarmak subieron a la embarcacin, mientras otros ocupaban su puesto en los


remos.

Los brazos de Lanther la abrazaron con ms fuerza y su rostro empapado se abri en


una sonrisa.

No te vayas ahora. Ya casi hemos llegado. El mar se calmar a medida que nos
acerquemos. Qudate y vers el Orchemenarc.

Linsha sinti que se le caa el alma a los pies. Casi hemos llegado. Esas
palabras resonaron en su cabeza como una sentencia terrible. Durante ms de catorce
das haba sobrevivido en aquel barco cargado con ciento cincuenta guerreros
Tarmak, veinte prisioneras, arcas y cofres con el tesoro robado, un atad y apenas
la comida y agua suficientes para resistir todo el viaje. Por incmodo y triste que
fuera, mientras estuvieran en alta mar, podra pasar por alto las millas que
dejaban atrs y la distancia cada vez mayor que la separaba de su hogar. Ahora ya
no podra seguir negando la realidad de que la haban arrancado de su tierra y
alejado a travs de aquel mar inmenso, lejos de su hogar, de su familia y de la
ayuda de todos aquellos que se preocupaban por ella. Sinti que el dolor le
atenazaba la garganta y que le sofocaba el rostro. Saba que lo siguiente seran
las lgrimas y jur que jams llorara delante de Lanther.

Vino otra ola. La rode y enfri su piel. Luch contra el dolor y la autocompasin
y contuvo las lgrimas. Era una dama, una Majere, hija de hroes, nica protectora
de una nidada de huevos dragn. No poda ni se dara por vencida.

Empapada y furiosa, se qued donde estaba y dej de pensar en dejarse arrastrar por
el mar. Segua sin ver ningn indicio de tierra firme, pero observando la fuerza y
el grado de inclinacin de las olas, pareca que la tempestad amainaba. El viento
ya no era tan fuerte, ni el mar estaba tan encrespado. El capitn tambin debi de
darse cuenta del cambio, pues de repente grit unos rdenes a la tripulacin. Los
marinos Tarmak, as como los altos y musculosos guerreros, treparon gilmente por
los mstiles y soltaron ms vela.

Linsha observaba con una mezcla de respeto y frustracin cmo se extenda la vasta
tela, silbando y danzando con el viento. Rpidamente, los marinos afianzaron las
venas y saltaron a cubierta. Son un tambor en la cubierta inferior de los remeros,
Linsha oy un grito y con un movimiento suave los remos del barco se hundieron en
el mar y mordieron las olas. El redoble marcaba el ritmo y los remos iniciaron su
acompasado movimiento. El barco comenz a avanzar.

Nos estamos moviendo a sotavento de una gran pennsula explic Lanther. Cuando
lord Ariakan lleg aqu, su barco fonde al norte del extremo occidental de la
pennsula. No vino a Saczatha hasta ms adelante.

Linsha se estremeci al or el nombre de aquel hombre, el caballero negro que haba


descubierto la tierra de Ithin'carthia muchos aos antes de la Guerra de Caos.

Debera haberse ahogado en el viaje de ida, o en el de vuelta, o simplemente


haberse quedado all y haber dejado que los Tarmak siguieran matndose entre ellos
sin ms.

Pero no. Haba visto un ejrcito en potencia en los guerreros Tarmak y haba
llevado a cientos a Ansalon para que combatieran en sus legiones. Los cafres, como
se los conoca, eran responsables de millares de muertes en todo Ansalon. No slo
luchaban al servicio de los caballeros negros, sino que tenan sus propias
motivaciones, y ahora ansiaban conquistar las Praderas de Arena.

Una nueva ola rompi sobre Linsha y su acompaante, dejndolos sin aire y
chorreando. Aqul fue el ltimo vestigio de la violenta tormenta. Impulsado por los
remos y el viento en las velas cuadradas, la embarcacin se alejaba velozmente de
las garras de la tormenta, en busca del abrigo de la tierra.

Linsha parpade bajo la lluvia y por fin lo vio: una lnea oscura y poco definida
en el horizonte. Antes de lo que le hubiera gustado, las siluetas borrosas se
convirtieron en altas cordilleras, praderas mojadas y riscos escapados de piedra
gris.

All! exclam Lanther. Con el dedo sealaba un promontorio que sobresala. En lo


ms alto se alzaba un laberinto de recios muros e imponentes torres. Una nica luz
brillaba en la torre ms alta, una luz tan intensa que atravesaba la tormenta como
un faro. Eso es Orchemenarc le dijo con orgullo. Mi padre ayud a construirlo.
Seala la entrada al puerto.

Linsha record que su padre haba sido un Caballero de Takhisis destinado con los
Tarmak como enlace. Se call el comentario grosero que le vino a la cabeza y
simplemente se qued observando mientras el barco se acercaba. No le sorprenda or
que un caballero negro hubiera ayudado a construir algo como aqulla. Emita un
poder y una seguridad lgubres que le ponan la piel de gallina.

Ahora las olas se limitaban a golpear los laterales del barco y salpicar a sus
ocupantes. El balanceo del navo se redujo a un movimiento de ascenso y descenso
mucho ms agradable. Sobre sus cabezas segua diluviando, pero ya no haba
relmpago y el viento se haba convertido en una brisa fra. La luz griscea de la
tarde daba paso al atardecer.

Linsha oy que el capitn bramaba otra orden y el redoble bajo cubierta se hizo ms
rpido. Los remeros se inclinaban sobre los remos. Impulsado por las velas y los
remos, el barco Tarmak avanzaba hacia los muros oscuros de la fortaleza y diriga
su proa hacia un gran puerto natural en forma de media luna que se abra en las
colinas de piedra caliza.

Por primera vez, Linsha vio la desembocadura de un ro y las altas colinas que se
alzaban a ambos lados. Al este del ro distingui unas construcciones de piedra que
ascendan desde las playas de arena del puerto hasta las laderas cubiertas de
hierba que desaparecan tras la niebla y la lluvia. Aqulla era la capital de los
Tarmak, Sarczatha. Cubra cinco montaas con concurridas calles, grandes edificios,
templos y numerosos mercados. En un cerro ms al este, vio otro complejo de
edificios de piedra. Resultaba difcil distinguirlos bajo la luz cada vez ms
tenue.

Lo que la dej sin respiracin no fue el tamao de la ciudad o la belleza de su


arquitectura multicolor. Lo que hizo que se le helara la sangre fue la visin de la
flota amarrada en el puerto. En los muelles se sucedan filas y filas de temibles
barcos de guerra que apenas dejaban espacio para las embarcaciones de placer. Mir
a Lanther y comprob con creciente preocupacin que ste luca una expresin de
macabra satisfaccin. Despus de haber descubierto su verdadera identidad y una vez
asumido el liderazgo de los Tarmak como el Akkad-Dar, se haba dejado crecer una
barba bien cuidada, al estilo de muchos Tarmak, Bajo la luz griscea del final del
da, su expresin resultaba intimidante, modelada por la conviccin intensa de los
fanticos.

Lanther descubri su mirada y la sonrisa arrogante regres a su rostro.

Ah estn los medios para conquistar las Praderas. Con esos barcos lanzaremos una
ofensiva que llevar a los Tarmak hasta las montaas Kharolis, al oeste, y al Nuevo
Mar, al norte. Nos adentraremos en el bosque de Silvanesti. Hizo un gesto que
abarcaba toda la flota. Eliminaremos de las Praderas a todas las tribus y los
clanes, limpiaremos los bosques de esos lamentables refugiados elfos, destruiremos
los ltimos focos de la resistencia. Incluso Sable, en su cubil, se lo pensar dos
veces antes de invadir nuestro imperio.

Linsha, que haba estado cara a cara frente a la monstruosa hembra de Dragn Negro,
coment:

S, quiz se lo piense dos veces. Pero no dejar que esa segunda reflexin la
detenga.

La sonrisa de Lanther se ensanch.

Entonces tal vez no nos quede ms remedio que manchar la Lanza del Abismo tambin
con su sangre.

Linsha dej de escucharlo. No quera or ni una fanfarronada ms, y ciertamente


tampoco quera saber nada de esa terrible Lanza del Abismo. Aquella arma cruel
haba matado a Iyesta y malherido a Crisol. Ni siquiera saba si el Dragn de
Bronce estara vivo a muerto. Se pregunt si la lanza estara en el barco o si
Lanther la habra dejado en la Ciudad Perdida. Si tuviera la oportunidad, la
lanzara al mar.

Volvi a fijarse en el puerto y en la flota de barcos de guerra. Desde la torre ms


alta del Orchemenarc, un cuerno que reson en todo el puerto, les dio la
bienvenida.

Le respondieron desde prcticamente todos los barcos, hasta que el hmedo atardecer
qued envuelto en msica. Aparecieron figuras en las cubiertas y en el muelle
lejano.

Por encima del rtmico golpear de los remos sobre las olas, se oan gritos de
bienvenida y vtores.

Con la mirada propia de un espa, Linsha cont los barcos mientras se adentraban
por un canal que conduca al muelle central. Por lo menos haba cincuenta y dos
embarcaciones, algunas con doble fila de remos, otras con triple y todas ellas con
pequeas catapultas en el puente, las proas reforzadas y capacidad para llevar
entre ciento cincuenta y doscientos Tarmak. Lo peor de todo era que estaban
decididos y preparados para arrasar las Praderas de Arena, cuyos defensores estaban
agotados y desmoralizados.

A su espalda, Lanther la sujet por los hombros y la oblig a mirar hacia l. La


bes con fuerza, apretando los labios y la lengua salados contra los de ella.
Despus se ech a rer y la dej all para volver al puente del barco. Linsha
escupi al lugar donde haba estado el hombre hasta ese instante y sacudi la
cabeza como si quisiera alejar de s un olor pestilente. Haba pactado que se
casara con el traidor, que sera su esposa. Pero estar junto a l en ese momento,
solos y sin casarse an la turbaba. Cmo iba a soportarlo cuando se encontraran
solos, como marido y mujer? Gracias a Kiri-Jolith que todava faltaba tiempo,
porque en aquel momento no poda ni imaginarlo. En el pasado lo haba considerado
un amigos, y si l hubiera pretendido algo ms que una amistad, tal vez lo hubiera
considerado. Pero aquella amistad estaba muerta, sepultada bajo los cadveres de
demasiados amigos, sustituida para siempre en su corazn por recuerdos terribles y
un dolor sin fin. Los nicos sentimientos que despertaba ahora en ella eran
sanguinarios.
Respirando profundamente, se apart el pelo mojado de los ojos y trabajosamente
ingres bajo cubierta.

El nico aliado con el que contaba en ese momento era el tiempo.

La elegida de Lanther

Mientras Linsha, chorreante, se abra paso hacia la cubierta inferior, los Tarmak
recogieron las velas, detuvieron los remos y guiaron el barco por un largo
embarcadero en el que una multitud aguardaba su llegada. Desde las embarcaciones
cercanas, los tambores entonaros la bienvenida y los cuernos resonaron por todo el
muelle.

En su pequeo camarote, Linsha oa el ruido que vena de la parte superior y se


preguntaba cunto tardaran los Tarmak en arrastrar afuera a las mujeres para
exhibirlas junto a los cofres con oro, joyas y otros objetos preciosos robados del
tesoro de Iyesta. Pensando que ms bien sera pronto que tarde, recogi sus pocas
pertenencias, envolvi a Calista en una manta y le urgi a que bebiera un poco de
agua.

La cortesana levant los prpados lnguidamente. Aunque acompaaba a Linsha en


calidad e doncella, se haba pasado la mayor parte del viaje mareada y Linsha haba
dedicado gran parte del tiempo a cuidarla. A Linsha no le molestaba. Jams en su
vida haba tenido una doncella, dama de honor, camarera o ni siquiera una muchacha
encargada de la limpieza. Ni la haba echado de menos. Pero aqul pareca el nico
modo de evitar que Calista pasara a formar parte de las esclavas que Lanther haba
llevado al emperador. Lanther, que en el pasado haba gozado de los favores de
Calista, se haba mostrado de acuerdo con el arreglo.

El rostro plido de Calista palideci an ms al ver lo que haca Linsha.

Ya hemos llegado verdad? pregunt en voz baja.

S. Estamos ya amarrados en el muelle, si no me equivoco. Tierra firme.

Mientras Linsha terminaba de recoger sus cosas, la cortesana se cubri con la manta
y se sent, balanceando los pies en el camastro. Quiz la mencin de tierra firme
le haba dado fuerzas, o tal vez fuera porque haban cesado las sacudidas del
barco, pero el resultado fue que bebi un poco de agua, comi alguna galleta y
logr ponerse de pie. Tard en encontrar el equilibrio unos minutos, pero al final
pudo mantenerse erguida y recuper un poco de color en sus mejillas inmaculadas.
Incluso encontr las fuerzas necesarias para pasarse un cepillo por la larga
melena. Observ las ropas empapadas de Linsha y su pelo revuelto por la tormenta.

Parece que te hayan sacado de los restos de un naufragio. No vas a cambiarte?


pregunt, aunque ya saba la respuesta. Las dos eran muy diferentes.

No. Linsha sacudi los rizos mojados. Estaban rgidos por la sal y tan
descuidados como su ropa empapada. Sigue lloviendo. No tiene sentido que me seque
si voy a volver a mojarme.

Oyeron voces y gritos provenientes de los dos camarotes contiguos y supieron que
los Tarmak ya iban a buscarlos. Reson un puetazo en su puerta, antes de que la
abrieran de golpe y asomara la enorme cara cubierta de barba de uno de los guardias
de Lanther. Dijo algo en la lengua gutural y spera de los Tarmak y dio un
taconazo.

Linsha se call un comentario desdeoso. Siempre haba tenido facilidad para los
idiomas y, desde la aparicin de los Tarmak en la Ciudad Perdida, haba intentado
aprender aquel idioma tan complicado. Durante las dos ltimas semanas en el barco,
haba escuchado a los guerreros y a los marinos en cada oportunidad que se le
presentaba y estaba empezando a dominar la fontica, la sintaxis y muchas de las
palabrotas Tarmak. Esperaba que con el tiempo pudiera serle de ayuda.

Intentando armarse de resignacin, se ech a la espalda el Saco con sus cosas y


sali del camarote. Calista la sigui en silencio, con la manta cubrindole la
cabeza rubia como un largo velo. El grupo de esclavas pasaba por delante,
escoltadas por musculosos guardias Tarma, y Linsha y Calista se mezclaron con
ellas. Lanther no les haba dicho que hicieran otra cose y Calista estaba deseando
salir de aquel barco oscuro y hmedo. Por su parte, Linsha estaba demasiado abatida
para hacer otra cosa.

A la cola de la fila de mujeres angustiadas y llorosas, Linsha y Calista salieron


bajo la lluvia. Calista, que todava estaba dbil a causa del mareo, tuvo que
apoyarse en el brazo de Linsha mientras cruzaban la cubierta. Siguieron a las
jvenes y a los guardias hasta llegar al concurrido muelle, donde se detuvieron
frente a un grupo numeroso de Tarmak, que haba acudido a recibir al barco.

Era la primera vez que Linsha vea Tarmak de ambos sexos, y tena que reconocer que
estaba impresionada. Las mujeres eran casi tan altas como los hombres, tan
elegantes como ellos y con un aire de gran dignidad y de seguridad en s mismas. Su
piel luca el bronceado intenso de las personas que pasan mucho tiempo al aire
libre y la mayora llevaba el cabello peinado en una nica trenza, a diferencia de
los hombres, que solan llevar complicados recogidos.

Tanto hombres como mujeres vestan ropas anchas y cmodas, diseadas para un clima
clido. Las mujeres llevaban vestidos o faldas holgadas, y los hombres briales o
tnicas y bombachos. Aunque los varones iban engalanados con joyas de oro y plumas
de pjaros exticos, nicamente los guerreros lucan las plumas blancas en el pelo,
mientras que las mujeres parecan evitar todo adorno visible.

Algunos de los Tarmak que Linsha vea parecan muy importantes, pues se dio cuenta
de que un grupo de hombres con tocados de oro e incrustaciones de gemas rojas
intercambiaban saludos y reverencias con Lanther, el capitn del barco y muchos de
los oficiales. Tambin vio que otro numeroso grupo se acercaba a la multitud con un
palio en el centro, numerosas banderas y estandartes que se agitaban bajo la
lluvia.

Estaba observando a la comitiva que se acercaba cuando sinti que alguien se mova
su espalda. Una gruesa mano la apart de un empujn y un Tarmak se coloc junto a
Calista. Linsha se tambale empez a caerse y, antes de tocar el suelo, recuper el
equilibrio como un gato. Se dio la vuelta justo a tiempo de ver que aquel hombrn
arrancaba la manta de las manos de Calista.

La cortesana profiri un gruido de protesta e intent recuperar la manta, pero ya


estaba fuera de su alcance y qued al descubierto su melena rubia y su incomparable
belleza. Las otras diecinueve muchachas de la Ciudad Perdida tenan el cabello ms
oscuro, ya fuera castao, de un tono rojizo o negro. Ninguna poesa una melena como
la de Calista, que caa como un velo dorado sobre un rostro tan hermoso como el de
una doncella elfa. A pesar de estar dbil y plida por el viaje, Calista segua
teniendo el rostro ms delicado de todas las humanas y, para los Tarmak,
seguramente el ms extico.

Los rasgos toscos del Tarmak se iluminaron con una mitad lasciva y agarr a la
cortesana por el brazo. A favor de Calista ha de decirse que no grit. La ira
oscureci sus ojos azules, y se volvi hacia Linsha pidindole ayuda en silencio.

Linsha estudi la situacin durante una dcima de segundo. El Tarmak que tena ante
ella no era uno de los hombres de Lanther. Si hubiera estado en el barco, sabra
que aquella mujer era intocable. Se fij en las cicatrices que tena en las
piernas, recuerdo de los famosos juegos de guerra de los Tarmak; en los duros
callos de las manos; y en los msculos abultados de los brazos y el pecho. Tena la
barba cerrada y el cabello largo y trenzado con las plumas blancas propias de un
guerrero, y llevaba la espada corta tradicional, tan recia que poda decapitar a un
caballo. Linsha actu rpido, aprovechando el factor sorpresa.

Con la rapidez de un asesino de los arrabales, apoy todo su peso en un pie y dio
una patada al Tarmak con el otro. La bota empapada aterriz con fuerza justo en la
entrepierna cubierta por el brial tableado. El Tarmak dio un grito ahogado al
recibir el golpe y solt a Calista. Al mismo tiempo que el Tarmak se inclinaba
hacia adelante por el dolor, Linsha levantaba la palma de la mano para golpearle en
la nariz. Era como dar una bofetada a un buey, pero el sorprendido Tarmak gimi y
se cay. Con el movimiento adecuado, y aprovechando el peso del guerrero, Linsha lo
cogi del brazo y lo lanz por el muelle. El sonido que hizo el cuerpo al caer al
agua le pareci de lo ms agradable.

Linsha lo mir debatindose en las aguas agitadas y durante un segundo dud si


saltar tras l. Una vez haba hecho algo parecido para salvar a Ian Durne, pero
haba resultado ser un caballero negro asesino. Decidi que aquel Tarmak se
ahogara o nadara, pero en todo caso sin su ayuda.

Se volvi y se encontr cara a cara con media docena de guerreros furiosos, las
espadas desenvainadas, apuntndola. A su alrededor todo eran rostros recelosos que
la miraban con sorpresa y expresin hostil. Linsha les escupi una nica palabra en
Tarmak cargada de desprecio. Su descaro los paraliz. Y en ese momento Lanther
lleg hasta ella.

sa no es la palabra de muy buen gusto, querida le dijo. Tu ltimo deseo?

Los guerreros retrocedieron ante el Akkad-Dar mientras uno le contaba con


encendidas palabras lo que haba sucedido. A la orden de Lanther, envainaron las
espadas y se quedaron mirando hoscamente a la mujer que crean que era una esclava.

Lanther se asom por el embarcadero y despus dio la espalda al guerrero cado.

Por qu lo han hecho? pregunt.

Linsha se irgui cuan larga era.

Ese idiota intent tocar a Calista. Tengo que proteger mi reputacin.

Lanther nicamente alz una ceja antes de que sus ojos azules empezaran a brillar y
comenzara a rer con admiracin.

Un comienzo excelente, mi seora. Le hizo una reverencia. Cambi a la lengua


Tarmak y, dirigindose a quienes lo rodeaban, encaden una larga secuencia de
frases chirriantes.

Aunque Linsha no pudo entender ms que unas cuantas palabras, vio el efecto que
tuvieron en los rostros de los guerreros. Los Tarmak se relajaron, unos pocos
sonrieron. La estudiaron de pies a cabeza y se encogieron de hombros. Linsha se
percat de que nadie hizo el menor amago de ir en busca de del guerrero que estaba
en el agua, ni siquiera de lanzarle una cuerda.

Vais a dejarlo ah? pregunt.

Lanther hizo un gesto desdeoso.

Fue lo suficientemente estpido para dejarse sorprender. Ya se las arreglar.

Los guardias, el palio y varios ancianos Tarmak con aspecto distinguido y ataviados
con tnicas azules se acercaron escoltando a uno de los hombres ms inmenso que
Linsha haba visto en toda su vida. Su envergadura hara parecer endebles a la
mayora de los minotauros. Alcanzara los dos metros de altura, y la cabellera y la
barba entrecanas y tupidas le hacan parecer ms alto y voluminoso. Coronaba la
magnfica cabeza un impresionante tocado de oro con unas largas plumas. Cubra sus
hombros la piel de una pantera negra. En el cuello luca un torques dorado y sus
brazos estaban cubiertos de brazaletes de oro. Se alzaba bajo el palio y miraba
desde lo alto a su pueblo con la seguridad impertrrita de una montaa. Todos los
Tarmak hincaron una rodilla y alzaron las manos, enlazadas. Calista y las
prisioneras lo observaron aterradas hasta que los guardias tambin las obligaron a
arrodillarse. nicamente Lanther, los criados que sostenan el palio y Linsha, que
se cruz de brazos y no pareca impresionada, seguan de pie.

Sin hacer caso a Linsha, Lanther abri los brazos y en su rostro apareci una
enorme sonrisa de bienvenida y alegra.

Pata asombro de Linsha, una joven Tarmak bastante mojada, dej escapar un grito de
placer. Se puso en pie de un salto, se separ del majestuoso squito, se lanz al
los brazos de Lanther y lo bes en un arrebato tan apasionado que Linsha qued
boquiabierta. Volvi la cabeza y mir a Calista, arrodillada detrs de ella, por lo
que no pudo captar la expresin cautelosa y sorprendida de Lanther.

Con curiosidad, Linsha observ a la joven Tarmak. La muchacha sera unos quince
centmetros ms alta que ella y era evidente que estaba en mejor forma fsica.

Mientras Linsha haba sufrido casi cinco meses de privaciones, combates, mala
alimentacin, heridas y enfermedades, aquella mujer deba de haber pasado el tiempo
corriendo por las laderas y sacrificando reses. Tena la misma elegancia atltica
en su complexin y movimientos que los hombres y una fuerza increble que denotaba
toda una vida pasada al aire libro y llevaba el cabello negro recogido en una
sencilla y prctica trenza adornada con cuentas de piedra pulida.

Lanther apart a la mujer con cuidado pero con firmeza y le dijo algo en su propia
lengua.

Fuera lo que fuese lo que le haba dicho, Linsha vio que la joven no se lo tomaba
bien. La ira le ensombreci la expresin, y frunci el entrecejo, pasando de la
alegra al desprecio.

El Tarmak enorme bajo el palio lanz un par de preguntas atronadoras al Lanther con
una voz que hizo pensar a Linsha en un montn de piedras rodando por una ladera. El
Akkad-Dar hizo una profunda reverencia, Timando a Linsha del brazo, hizo que
quedara frente al inmenso Tarmak, y se lanz a una larga explicacin. Linsha no
entenda ms que palabras y expresiones sueltas, pero capt lo esencia. Por lo
visto Lanther estaba ensalzando sus virtudes como guerrera. En una pausa de su
discurso, seal ms all del muelle, al agua, lo que provoc una risita en el
Tarmak y miradas de curiosidad en el resto.
Si los hombres del grupo estaban interesados en las palabras de Lanther, no as la
joven. sta apoy las manos en las caderas mientras Lanther hablaba y fij una
mirada poco amistosa en Linsha. Sus ojos castaos se clavaron en Linsha.

Qu est pasando aqu? pregunt Linsha. Se apart el pelo de los ojos e intent
pasar por alto el desagradable escalofro que le recorra la espalda.

Lanther pas al Comn y dijo:

Mi seora, me gustara presentarte a Khanwhelak, emperador de Ithincarthia, seor


subyugante, elegido de Kadulawah. Le he hablado de tu valor como guerrera.

Con una sonrisa forzada, Linsha se trag su orgullo. Enlazando las manos, hizo una
reverencia al emperador. Poda lanzar al mar a un guerrero Tarmak, pero saba
evitar un peligro cuando lo vea. Aquel gigante poda destrozarla con una sola mano
y ordenar a una decena de guerreros que la despedazaran.

Lanther tambin hizo una reverencia y aadi algo ms, pero una palabra cortante lo
detuvo. La joven Tarmak se coloc frente a l, airada, y se lanz a una larga
diatriba recalcada con gestos furiosos y palabras altisonantes dirigidas tanto a
Lanther como al emperador. Linsha no necesitaba un intrprete para captar la burla
y el desdn con que se refera a ella o los encendidos argumentos que dira a los
dos hombres. Se pregunt si sera familiar del emperador, ya que se le permita
utilizar ese tono con l.

El emperador dej que vociferara un rato antes de hacerla callar con una sola
palabra. Dijo algo a Lanther que pareci calmar un poco a la muchacha, pero Linsha
se percat de que la mandbula del Akkad-Dar se tensaba y la cicatriz de su mejilla
derecha enrojecida. Se sec la lluvia de los ojos y se pregunt qu iba a pasar a
continuacin.

El emperador grit algo a sus sbditos, que vitorearon agradecidos. A continuacin


l y sus guardias, junto a Lanther y los oficiales del barco, emprendieron la
marcha por el ancho camino que se alejaba de los embarcaderos y se perda entre las
concurridas calles de la ciudad.

Linsha observ cmo se alejaban a medida que su aprensin creca. Ella y Calista
haban sido dejadas atrs, con el resto de las prisioneras. La mujer Tarmak les
dedic una mirada cargada de desprecio, se dio media vuelta y se march con un
golpe de coleta.

No es un encanto? murmur Linsha, ayudando a Calista a ponerse de pie.

Si trabajara en mi profesin, utilizara cadenas y ltigos respondi la cortesana


con un toque de desprecio profesional. Volvi a cubrirse el cabello mojado con la
manta, mir con preocupacin al pequeo grupo de mujeres y pregunt en voz baja:
Qu hacemos ahora?

La respuesta lleg rpidamente en forma de un pelotn de guerreros. Unos diez


Tarmak escoltaron a las esclavas, a la cortesana y a Linsha a travs del concurrido
muelle hacia un camino pavimentado que zigzagueaba por la ladera de una colina
ancha y anta. Linsha se puso a la cabeza del grupo y sigui a los guardias con la
cabeza levantada y escudriando la ciudad. El resto de las mujeres form una fila
tras ella.

Avanzaron por calles anchas repletas de peatones, carretillas, carros y animales de


cuatro patas. Linsha distingui mulas, cabras, perros y algunas criaturas extraas
que nunca antes haba visto. Vio pollos y patos que tal vez procedieran de Ansalon,
unos animales peludos que parecan cabras sin cuernos y con el cuello muy largo,
unos monos dorados diminutos que corran entre los rboles y gatos del tamao de
zorros.

Los edificios de la ciudad eran de piedra y estaban pintados con colores


brillantes.

Ninguno tena ms de tres pisos y la mayora estaban coronados por un tejado plano
y lucan amplios toldos de colores que daban sombra a la entrada y a los
escaparates.

Tarmak de todas las edades y de ambos sexos iban de un lado a otro bajo la lluvia,
resguardndose en los toldos o con paraguas, que se agitaban en una danza
multicolor que ofreca un sorprendente contraste con el da ceniciento y hmedo.

En la Ciudad Perdida el otoo estaba haciendo su entrada, acompaado por los


vendavales, las heladas y el fro, pero el clima en las estribaciones del sur de
Ithincarthia era semitropical y evidentemente clido. Mirara donde mirara, Linsha
vea flores colgando, trepando y enredndose en los muros y edificios de piedra.
Haba plantas en flor en macetas y jardineras. rboles en flor, propios de aquel
continente, adornaban los parques y jardines. Linsha vio unas mariposas muy
grandes, parecidas a una liblula con alas iridiscentes, y unos pjaros pequeos de
un intenso azul que volaban entre las flores. Siempre haba pensado que los cafres
eran un pueblo hosco e inculto, pero contemplando aquella gran ciudad llena de vida
empezaba a darse cuenta de que eran algo ms que unos brbaros sanguinarios. Los
edificios estaban bien construidos y cuidados, las notas de color verde resaltaban
en los jardines y los pasajes, prsperos puestos se instalaban en cada cruce,
ofreciendo a los compradores chucheras y alimentos cuidadosamente, dispuestos bajo
los toldos que protegan de la lluvia. Todos, desde los guerreros que pasaban
contonendose por las calles hasta la multitud de trabajadores y esclavos humanos
que se afanaban en sus tareas, tenan un aspecto sano y limpio.

Haba varios edificios grandes cuya finalidad Linsha no supo ver, mientras que en
otros reconoci almacenes, tiendas, talleres, tabernas, mercados de ganado y
sastreras. Casi a las afueras de la ciudad vio una gran curtidura y una tienda de
objetos de metal. Cerca se alzaba un arsenal, un vasto complejo con campos de
entrenamientos y lo que parecan pirmides escalonadas y templos.

El camino discurra por un lado ms elevado, detrs de unos barracones, despus se


desviaba hacia el sudeste y comenzaba a ascender. Linsha trat de ver lo que haba
al final, pero las nubes y la lluvia ocultaban la cumbre y la niebla envolva la
ladera.

Alrededor, los edificios daban paso a parcelas y viedos cultivados en terrazas.

Las muchachas que caminaban tras ella aminoraron la marcha y miraron alrededor con
enormes ojos inquietos, pero los guardias no les dejaron entretenerse. El grupo
avanz penosamente bajo la lluvia por el camino que ascenda la ladera. Al otro
lado de la montaa, las tierras de cultivo se convertan en praderas de hierba
alta, sin rboles ni matorrales. En el punto ms alto el viento soplaba con fuerza,
arrastrando la lluvia a su paso.

Mira dijo Calista en voz baja. Con una mano agarr el antebrazo de Linsha y con
la otra seal los campos. Linsha mir a donde apuntaba Calista, el punto ms
alejado de las praderas, y el alma se le cay a los pies. Si los barcos estaban
listos para partir hacia Ansalon, lo que no faltaran seran guerreros que los
ocuparan. Unidad tras unidad de Tarmak, los dekwullik y los dekwullik ms
numerosos, entrenaban y marchaban por los campos indiferentes a la tormenta que
descargaba sobre sus cabezas.
Debe de haber miles susurr Calista.

Por lo menos convino Linsha entre dientes. Ves all? Tambin tienen caballera.

No eran buenos jinetes la primera vez que vinieron a las Praderas, pero estn
aprendiendo. Por todos los dioses, mira esa maniobra. Sion casi tan buenos como las
tribus de las Praderas.

Linsha habra querido quedarse bajo la lluvia observando los ejercicios del
ejrcito en la lejana, pero los guardias la hicieron avanzar junto a las dems y
no opuso resistencia. El camino trazaba otra curva y vieron por primera vez el gran
complejo de edificios que se alzaba en el promontorio que Linsha haba visto desde
el barco.

Rodeado por altas murallas, tena un aspecto imponente y muy seguro.

El palacio del emperador dijo un guardia en un Comn algo tosco. Os quedaris


all. En el Akeelawasee.

El A keena? Intent repetir aquella palabra extraa. El lugar de?

De los elegidos respondi el guardia.

De los elegidos? A Linsha no le gustaba nada cmo sonaba aquello. De los


elegidos para qu?

El camino se allanaba y llevaba en lnea recta a una puerta enorme que se abra en
la primera muralla y que daba paso a un patio con guardias apostados. De all
partan varios corredores que conducan bajo Arcadas a establos, barracones,
almacenes, arsenales y otras dependencias. Continuaron a travs del patio, entre
estatuas amenazadoras que parecan leones en diferentes poses de ataque. Estaban
esculpidas en piedra arenisca y miraban desafiantes a todo aquel que pasara.
Cruzaron otra muralla y un pasaje arbolado, para dar a un segundo patio donde ms
guardias vigilaban en silencio varios corredores. Finalmente, la tercera muralla se
alz ante las mujeres y las guiaron al patio ms impresionante de todos los
palacios en los que Linsha haba estado.

El patio medira unos sesenta metros, definidos por unos muros altos pintados de un
blanco brillante, tras los cuales se alzaban unos edificios inmensos cuya finalidad
Linsha no poda ms que adivinar. Una escalera ancha descenda a un patio empedrado
de unos doscientos metros en el que se alzaba una estatua magnfica, y que daba a
una segunda escalera de piedra que ascenda graciosamente a un impresionante patio
de cinco pisos de altura. ste estaba pintado de azul intenso, mientras que las
innumerables columnas eran rojas. El tejado era a dos aguas y unos altsimos
pinculos relucan dorados bajo la luz tormentosa del final del da.

No se vea un alma en el patio, hasta que apareci un guardia Tarmak que hizo una
pregunta. Otra voz le respondi. Un guerrero Tarmak sali de la sombra que
proyectaba el muro e hizo un gesto a un tercero, que abandon su puesto y abri una
gran puerta. Linsha comprendi que seguramente haba docenas de guerreros ocultos
en las esquinas, las puertas y los arcos que se abran a lo largo del patio. El
grupo de taciturnas mujeres mojadas empez a moverse de mala gana hacia la puerta,
conducidas por los guardias. Linsha y Calista fueron tras ellas.

El guardia con el que Linsha haba hablado antes les cerr el paso con la lanza.

Drathkinkela. T no. Vosotras dijo sealndola a ella y a Calista, vosotras


vais a Akeelawasee.
S respondi enfadada Linsha, eso ya lo dijiste antes. No es ah donde estn
yendo?

El Tarmak se ri divertido.

sas? Son esclavas. Obsequios que el Akkad-Dar presenta al emperador. Nuestro


glorioso emperador las tomar. Si alguna sobrevive, puede conservarla o drsela a
los guardias.

Linsha frunci las cejas.

Qu quieres decir con si alguna sobrevive?

El guerrero profiri un gruido burlesco.

Las humanas son demasiado pequeas. Frgiles. El emperador es un guerrero


poderoso. No es delicado.

Linsha pareca indignada.

Tampoco es ligero.

Pobrecillas dijo Calista en voz baja, mirando con pena a las mujeres que
desaparecan al otro lado de la puerta. Apret an ms el brazo de Linsha.

Por aqu. El guardia seal con la lanza al otro extremo del patio. Avanzado en
primer lugar, cruz el patio adoquinado con la seguridad de que las dos mujeres lo
seguiran.

Linsha mir por ltima vez a las mujeres de la Ciudad Perdida y sigui al soldado,
con el brazo an cogido con firmeza por Calista.

A medio camino se encontraron con una serie de puentes estrecho que cruzaban un
canal de piedra por el que corra alegremente un ro, describiendo meandros. Daba
un toque de serenidad y equilibrio al gran espacio abierto de piedra. Tambin era
una manera excelente de detener al enemigo que quisiera atacar a travs de patio.
Linsha se pregunt qu otros trucos habran ocultado los Tarmak en aquel palacio.

Mientras recorran el espacio que los separaba de la escalera que llevaba al gran
saln, Linsha mir ms atentamente la estatua que guardaba el pie de la escalera.

Aunque la ejecucin del artista haba sido imaginativa y un tanto extica, las
lneas bsicas le eran muy familiares. La estatua representaba un dragn agazapado
en actitud protectora, con una pata levantada y la boca abierta en un gruido que
mostraba los colmillos. Tena las alas medio plegadas y sus ojos fros miraban con
malevolencia al transente.

Linsha se detuvo frente a l y mir la cabeza, que se alzaba unos treinta


centmetros por encima de su altura.

No saba que estas tierras hubiera dragones.

Para su sorpresa, el guardia hizo una profunda reverencia ante la estatua.

Aqu no hay dragones. Son sagrados para Amarrel. ste era Methanfire, el dragn
del padre del Akkad-Dar.

El dragn de un caballero oscuro. Un Azul, si las escamas pintadas no mentan.


Linsha repas todo lo que recordaba sobre los Tarmak y los dragones. Aparte de
lder de guerra anterior, el Akkad-Ur, nunca haba visto uno sobre un dragn. El
general tambin llevaba un collar de colmillos de dragn y una malla de escamas de
dragn.

De dnde venan y por qu los llevaba? Eran trofeos de una matanza o una manera
de honrar a los dragones? En las Praderas, los Tarmak haban ayudado a Trueno a
matar a Iyesta y ms adelante haban provocado la muerte del Azul. Haban intentado
obligar a Crisol a que se uniera a ellos, y despus casi lo matan. Qu pensaban
los Tarmak de los dragones? La verdad es que no lo saba. Habra dicho que odiaban
a esos magnficos animales, pero tenan uno en el palacio del emperador al que
prcticamente veneraban, El guardia haba dicho que eran sagrados para Amarrel.

Recordaba que supuestamente Amarrel era la encarnacin del semidios lord Ariakan,
que haba adoptado esa forma para convencer a los Tarmak de que se unieran a l.

Quiz debido a su influencia tenan ese respeto por algo que los Tarmak amaban y
odiaban al mismo tiempo.

Sacudiendo la cabeza, Linsha pas frente al dragn y sigui al guardia y a Calista


escalera arriba, hacia una enorme puerta doble de latn cuyo marco era de una
madera rojiza. El guardia abri una de las hojas y las condujo al interior, a salvo
de lluvia. Linsha y Calista se detuvieron un momento en el umbral, boquiabiertas
ante las dimensiones y la decoracin del espacio. El suelo estaba cubierto por
mosaicos geomtricos de colores vivos y murales de batallas Tarmak decoraban las
paredes.

Bajo la luz tenue brillaba una hilera de columnas doradas. El guardia gir hacia la
izquierda y apresur a las mujeres. Con los ojos bien abiertos, avanzaron por
anchos pasillos que cruzaban salones y salas de reuniones. Todas las estancias que
pudieron ver estaban decoradas con madera pulida, magnficos tapices y frescos de
animales fantsticos y de sangrientas escenas de batalla. Ninguna de las dos se
esperaba aquello.

Para Linsha, los Tarmak slo eran una raza dedicada a la destruccin. No se le
haba ocurrido que podan tener una civilizacin muy antigua, y que entre tantas
batallas haban encontrado tiempo para construir magnficos palacios y para
aprender los secretos de la artesana y los arcanos del arte.

Despus de caminar varios minutos, se acercaron a unas puertas dobles flanqueadas


por dos guardias enormes equipados con espadas, cuchillos y unos pequeos escudos
redondos. Las puertas cerraban una abertura redonda y tenan esculpido un
complicado diseo de ramas y flores. Una palabra de su escolta hizo que ambos
Tarmak se inclinaran ligeramente y las puertas se abrieran de par en par.

Un individuo ms pequeo y gordinfln, ataviado con un sencillo jubn blanco y un


brial de piel, se apresur a recibirlos, como si estuviera esperando junto a la
puerta. El guerrero le habl. Linsha distingui el nombre del Akkad-Dar. Tambin
oy aquel ttulo tan extrao que ya haba utilizado antes. La Drathkinkela. Qu
significara eso?

Prometida? Deseada? Idiota? Fuera lo que fuese, bast para que el Tarmak de ms
edad sacudiera la cabeza. Durante un segundo sus ojos buscaron el rostro de la
mujer y asom a su cara una expresin de asombro. Pero desapareci de inmediato, el
Tarmak menudo enlaz las manos e hizo una profunda reverencia, dejando al
descubierto su calva.

El guardia se inclin ante Linsha.


El Akeelawasee dijo, y empuj a las dos mujeres al interior.

Linsha se dio la vuelta para hacerle una pregunta, pero antes de que pudiera
pronunciar una sola palabra la puerta se cerr frente a ella.

El lugar de los elegidos

Bienvenida, seora dijo el menudo sirviente.

Era un hombre mayor, apenas un poco ms alto que ella. Su piel arrugada pareca ms
rojiza que la de la mayora de los Tarmak y no tena las orejas tan puntiagudas.

Cubra su delgado cuerpo con un sencillo jubn de lino descolorido y sin mangas,
atado a la cintura con una cuerda azul llena de nudos.

Hizo otra reverencia y le indic el camino hacia un gran saln.

Si la Drathkinkela fuera tan amable de seguirme dijo. Todo rastro de sorpresa


haba desaparecido, su rostro cubierto por una anodina mscara de servilismo
enmarcada por unas gruesas cejas. Cuando hablaba, su voz era suave y bien modulada,
como si le hubieran enseado a no ofender a nadie.

Pero Linsha se senta ofendida. Segua malhumorada. Se cruz de brazos y se neg a


moverse.

Hablas el Comn muy bien. No sabes nada ms que dar la bienvenida?

Por supuesto que s, seora. Hablo con fluidez varias lenguas entre ellas
tarmakian, damjatt, nerakiano y vuestro Comn.

Linsha observ el rostro arrugado del hombre. Los ojos grandes, de un color gris
claro, se mantenan bajos en seal de respeto.

Entonces dime qu significa Drathkinkela. Soy una dama de la Rosa, una guerrera
veterana, no una mujer tonta a la que se pueda llevar de cualquier manera, como a
un perro.

El hombre entrelaz las manos, en un gesto que Linsha empezaba a comprender que
denotaba respeto.

Seora, esas palabras son un ttulo que los guerreros del Akkad-Dar os han
concedido. Literalmente significa algo as como amiga del dragn o elegida del
dragn.

Oh Linsha dej caer los brazos y una mano vol hacia las escamas que colgaban de
la cadena que penda de su cuello. Sus dedos se aferraron a ellas. Y eso es
bueno?

l sonri dbilmente.

Para ellos s. A pesar de que sois humana, os han acogido en el Akeelawasee, donde
seris tratada con honor y respeto.
A pesar de que soy humana repiti irnicamente. El hombre no haba mencionado su
posicin como prometida de Lanther. Linsha se pregunt si Lanther no se lo habra
contado a nadie todava. Debes de haber aprendido nerakiano y Comn con los
caballeros negros.

El hombre asinti.

Sir Bendic me ense. Un gran lingista. Aprendi tarmakian en pocos meses.

Conozco el tarmakian. Qu es el damjatt? Crea que era la raza de los caballos


que utilizan los Tarmak.

Un brillo cargado de significado ilumin los plidos ojos grises del hombre.

Desapareci la sonrisa de sus labios finos.

Hubo un tiempo en que los caballos eran nuestros. Nuestro orgullo y deleite. Se
detuvo y despus continu hablando; Mi pueblo es el damjatt, el pueblo de las
praderas altas. Fuimos la ltima tribu que cay ante el poder militar de los
Tarmak, Ahora no somos ms que meras bestias de carga, como nuestros caballos.

Si vosotros fuisteis los ltimos, quines fueron los primeros? intervino


Calista.

Los keena. Confiaron demasiado en que su selva los protegera.

Linsha lade la cabeza, pensativa. Aquel nombre le era familiar. Lo haba odo
antes.

Entonces lo record.

Lanther haba llamado a un keena para que sellara su compromiso antes de partir, y
un par de keena guardaba los huevos de dragn cuando Lanther se los ense.

Los keena son sus sacerdotes? pregunt.

Los que sobreviven s. Son un pueblo profundamente religioso y aquellos que han
llegado hasta aqu han encontrado su lugar entre los Tarmak como sacerdotes,
videntes, maestros y otras cosas.

Linsha resopl de forma muy poco femenina. Era obvio que los Tarmak no haban
tratado a sus vecinos mejor de lo que haban tratado a los pueblos de las Praderas.

Disgustada, ech a caminar sin esperar al sirviente ni a Calista.

Qu es este lugar? pregunt mientras se apresuraban para alcanzarla.

El Akeelawasee respondi el damjatt.

Eso qu significa?

El Lugar de los Elegidos, seora.

Linsha mir alrededor. Avanzaban por un pasillo largo que comenzaba a sumirse en la
penumbra del atardecer. Unas pocas lmparas de aceite derramaban charcos de luz
sobre el suelo de piedra e iluminaban los delicados murales y frescos que cubran
las paredes. El silencio era tal que poda orse el repiqueteo de la lluvia.
Los elegidos para qu? pregunt Linsha.

Para el emperador y la familia real. Esas hembras, o mujeres como las llamis, son
las esposas, hijas, concubinas y familiares des emperador. Se detuvo frente a una
puerta grande, la abri e hizo un gesto a las dos mujeres para que pasaran.
Entraron en una galera que daba a una gran estancia. Las deslumbr una luz
brillante y las envolvi un zumbido de sonidos.

Linsha parpade sorprendida y mir hacia abajo. No tena ninguna idea preconcebida
sobre las mujeres Tarmak, En la guerra de las Praderas slo se haba enfrentado a
hombres y a su crueldad y sed de sangre. Nunca se haba parado a pensar en las
mujeres. Pero el nombre de El Lugar de los Elegidos le evocaba imgenes de
mujeres mimadas reclinadas indolentemente sobre blandos almohadones, esperando dar
placer a su seor. Jams habra imaginado un lugar que recordaba a las dependencias
de entrenamiento de los solmnicos. La habitacin pintada de blanco estaba
perfectamente iluminada con lmparas que colgaban del alto techo de madera,
proyectando un resplandor amarillento. Repartidas por la estancia haba varias
docenas de mujeres, altas y musculosas, practicando diferentes ejercicios fsicos.

Todas tenan la piel bronceada, el cabello oscuro, las orejas puntiagudas y aspecto
de estar tan en forma como un guerrero.

Linsha se qued mirndolas fijamente.

El sirviente vio su expresin e intent explicrselo: Seora, todos los Tarmak


poseen un ideal de virtud y disciplina militares. A los hombres se les ensea a
luchar y de las mujeres se espera que den a luz nios que conserven la gloria del
imperio Tarmak. Para tener nios sanos, las mujeres tambin tienen que estar sanas,
as que hacen mucho ejercicio, siguen una dieta sencilla, aprenden una disciplina
frrea y

Vaya, de verdad? Lo interrumpi Linsha. Una disciplina frrea? Y qu pasa con


sa? Seal una esquina alejada de la sala, donde pareca que se estaba
produciendo un altercado. La joven que haba visto en el muelle con Lanther haba
entrado por otra puerta e interrumpido a una Tarmak mayor que ella que se entrenaba
con pesas de piedra. Su tono de voz, alto e insistente, capt la atencin de todos.

En fin dijo el sirviente en voz baja, seguramente ella sea la excepcin.

Cmo te llamas? pregunt Linsha. No quera ser tan brusca, pero el nerviosismo y
el mal humor la volvan impaciente.

El hombre dud, observando la pelea con cierto nerviosismo, y acab por contestar.

Aqu me llaman Afec. Soy el boticario y uno de los esclavos ms antiguos del
Akeelawasee. Me han ordenado que os lleve ante la emperatriz.

Linsha miraba a las dos Tarmak que discutan en la esquina.

Hay una emperatriz?

Por supuesto. Tzithcana es la primera esposa del emperador. Ella es la matriarca.

Se dice as?

S, entiendo lo que quieres decir.

Afec se encogi de hombros y la mir preocupado.


Seora, si me permits un consejo. Sera mejor que obedecieseis las rdenes de la
emperatriz. Estis bajo la proteccin del Akkad-Dar, pero aqu la emperatriz es la
mxima autoridad. Si ella no os acepta, no viviris el tiempo suficiente para
quejaros.

De repente, un grito hizo que todo se detuviera. La joven Tarmak cruz airadamente
la estancia hasta llegar al pie de la escalera. Seal a Linsha. Se entreg a otro
airado discurso en tarmakian. Debi de decir algo sorprendente, pues todas las
mujeres que la rodeaban dieron un grito de asombro y se quedaron mirando a Linsha.

Linsha sinti que empezaba a perder la paciencia. Ya estaba ms que harta de


aquella joven y de sus airados ataques verbales, y ni siquiera saba lo que la
enervaba de aquella manera. Dio un paso adelante, pero una mano la agarr por el
brazo.

Drathkinkela le advirti Afec en voz baja.

Mi nombre es Linsha Majere le contest secamente.

Lady Linsha, la emperatriz exige respeto, obediencia y autocontrol. No caigis en


la provocacin de Malawaitha. La emperatriz se ocupar de ella.

En los ojos verdes e Linsha llameaba la furia, pero el sentido de las palabras del
criado cal en ella. Si no le quedaba ms remedio que vivir en aquel lugar, sera
mejor que se adaptara a sus normas y se esforzara por dar buena impresin. Tal vez
al emperador no le importara que derribara a un guerrero en el puerto, pero a la
emperatriz no le gustara que tuviera una pelea antes de que se la presentaran.

Linsha se cuadr bajo las ropas mojadas, levant la barbilla e indic a Afec que la
guiara. Con Calista cerrando la comitiva, descendi los escalones y cruz la sala
de entrenamiento.

La alta joven se lanz tras ella. En sus labios ya se lea la siguiente acusacin.
El rostro rojo de rabia, furia y dolor.

Linsha se detuvo y esper. No le contest ni hizo amago de retroceder, la expresin


inmutable. Sin pestaear, se qued mirando fijamente a la muchacha mientras sta
descargaba su ira en trminos que no dejaban lugar a dudas. Linsha nada deseaba ms
que poder responderle de alguna forma.

Malawaitha! El nombre reson como un ltigo por encima de la furiosa diatriba.

Linsha qued asombrada al ver que la acalorada joven se callaba de repente y se


pona firme, casi cuadrndose a la solmnica. El silencio se impuso en la estancia.

Una mujer enorme avanz desde el extremo ms alejarlo. Vindola acercarse, Linsha
supo sin sombra de duda que aqulla era la emperatriz del imperio Tarmak.

Ninguna otra de los presentes poda compararse a la primera esposa del Khanwhelak
en cuanto a estatura, volumen o actitud de arrogante seguridad. Se dirigi al
pequeo grupo de mujeres con la endiablada velocidad de un barco de guerra con las
velas desplegadas y todos los remeros en sus puestos. En su rostro se reflejaba la
ira, sus ojos grises refulgan con el brillo de una amenazadora tormenta.

Linsha no tuvo que esperar a que Afec le diera ninguna indicacin. Enlazando las
manos, hizo una profunda reverencia ante la emperatriz. Calista y Afec la imitaron
rpidamente y se quedaron en esa posicin hasta que la emperatriz hubo pasado.

nicamente Malawaitha tard una dcima de segunda de ms en inclinarse. Un fuerte


golpe con el revs de la mano la hizo caerse de espalda. Qued tendida en el suelo
sin que emitiera una palabra o un sollozo, la mirada clavada en la matriarca, con
la expresin de un nio que por fin comprende que debe quedarse callado.

La emperatriz Tarmak hizo una pregunta con un tono cortante. Afec hizo una
reverencia an ms profunda y le respondi con su voz tranquilizadora y suave.

Linsha, tensa como la cuerda de un arco, no poda ms que esperar. Haba tenido esa
misma sensacin de sumisin inquieta y recelosa la primera vez que haba visto al
comandante Ian Durne, capitn de la guardia personal de lord Rada. Emita la misma
autoridad incuestionable y control inquebrantable que aquella formidable mujer.

La emperatriz tom aire, alzando su enorme cavidad torcica. En ella no haba


rastro de las mejillas aterciopeladas, el pelo blanco y la voz agradable de la
tpica abuela. Era una cabeza ms alta que Linsha, seguramente veinte aos mayor y
con la piel tan curtida como un roble. Su cabello oscuro se haba vuelto gris casi
por completo y lo llevaba recogido en un moo cmodo para hacer ejercicio, lo que
acentuaba los rasgos austeros de su rostro y la fuerza de su mirada. Nacida en una
sociedad militar y criada en el Akeelawasee, era una hembra atractiva, musculosa y
con aspecto de estar ms que satisfecha con su estatus de primero esposa. Dijo algo
a Afec que inclua el ttulo Drathkinkela.

Afec se dirigi a Linsha.

La emperatriz exige saber qu llevis al cuello. Normalmente aqu no se permiten


joyas.

Linsha toc la cadena de oro que asomaba reluciente por el cuello de su tnica.

Reticente, se quit las dos escamas de dragn. Una escama de latn, de Iyesta, y la
otra de bronce, de Crisol, colgaban de la cadena que le haba regalado lord Rada.

Ignoraba por qu Lanther le haba permitido conservarlas, ya que odiaba a Crisol y


era en parte responsable de la muerte de Iyesta, pero la verdad era que nunca haba
intentando arrebatarle la cadena y ni siquiera haba sugerido que se la quitara.

Esperaba que la emperatriz se mostrara igual de comprensiva. Observ cautelosamente


como la matriarca coga las escamas y las tocaba con inters.

Te las ganaste? pregunt la emperatriz en un Comn muy rudo.

Tena un acento tan marcado que a Linsha le costaba entenderla. Pero almacen la
informacin en un rincn de su cabeza. La emperatriz saba hablar Comn, aunque no
bien, as que lo ms probable era que entendiera ms de lo que saba hablar. Linsha
se dio cuenta de que tendra que ser muy cuidadosa cuando hablara con Afec o
Calista en presencia de la emperatriz. Reflexion sobre las escamas de dragn que
Tzithcana tena entre los dedos. La emperatriz le haba preguntado si se las haba
ganado.

Los Tarmak consideraban las escamas de dragn, como medallas o como smbolo de
desgracias? Decidi ser honesta.

Fueron regalos en seal de amistad, emperatriz respondi lo ms claramente que


pudo. De dos dragones a los que admiraba profundamente.

Inesperadamente le sobrevino una ola de dolor. Haba admirado, respetado y sentido


simpata por Iyesta y segua echndola mucho de menos, pero haba llegado a querer
a Crisol. Aunque lo conoca desde la temporada que haba pasado en Sanction, se
haba unido mucho a l durante el tiempo que haban compartido en las Praderas de
Arena. Su compaa se haba convertido en una amistad basada en la confianza, el
respeto y un aprecio mutuo y sincero, lo que haba hecho que su engao y sus
mentiras fueran mucho ms dolorosos cuando por fin le haba revelado su identidad
como humano. Se mordi el labio y aprovech el dolor para combatir aquella pena
repentina, Crisol haba desaparecido. Seguramente para siempre. No tena sentido
que siguiera albergando ningn sentimiento hacia l.

Parpade y alz los ojos para encontrarse con los de la emperatriz. La intensa
mirada de la Tarmak se clav en la suya, como si pudiera arrancarle todas las
mscaras y fingimientos, y mirar su alma desnuca. Linsha no baj los ojos. Haba
pasado por muchas cosas en su vida para sentirse intimidada por una simple mirada.

Finalmente la mujer asinti. Camin alrededor de Linsha observando sus brazos,


hombros y piernas. Le palp los huesos de las caderas y los callos de las manos.

Qutate la tnica orden.

Con una mueca, Linsha se desprendi de la camisa hmeda y qued frente a la


emperatriz en ropa interior. La matriarca prosigui la inspeccin de los msculos y
las cicatrices de Linsha. La estudi de tal manera que Linsha acab sintindose
como un yegua en un mercado.

Ests herida? pregunt, sealando con un gesto brusco una cicatriz roja reciente
que Linsha tena en el brazo.

Una ballesta contest Linsha.

Las manos?

Quemaduras.

Y stas?

Espadas.

La emperatriz sigui observndola, como un animal al acecho, durante un minuto o


dos ms y a continuacin dio una palmada, dando el reconocimiento por terminado. El
resto de las mujeres Tarmak se arremolinaros alrededor, todas ellas esforzndose,
por demostrar que no hacan caso a Malawaitha, que segua en el suelo. Sealando a
Linsha, la emperatriz se dirigi a las mujeres con unas palabras breves y
categricas que no daban lugar a discusin. Cuando termin con ellas, le gruo a
Linsha: Ests delgada. Ests dbil. Tienes que trabajar. Afec ser tu sirviente.

Ya tengo una sirviente se atrevi a replicar.

La emperatriz dedic una mirada de desprecio a Calista.

sa es demasiado pequea. Trabajar. Afec te ensear el camino de una autntica


Tarmak. Hablar por ti a los dems hasta que aprendas nuestra lengua.

Linsha hizo una reverencia.

Satisfecha, la emperatriz dio la espalda a Linsha y le ofreci su mano enorme a


Malawaitha. Tir de la joven para ponerla de pie y la empuj hacia una puerta que
haba en la pared ms alejada.

La muchacha volvi la cabeza y mir malignamente a Linsha antes de salir de la


estancia, seguida de cerca por la emperatriz. La puerta se cerr de golpe tras
ellas. En un segundo el grupo de mujeres se dispers, cada una se apresur a volver
a su ocupacin anterior. Los ruidos y las veces volvieron a alzarse.

Linsha oy un ligero suspiro de alivio junto a ella.

Lo habis hecho bien dijo Afec en voz baja, haciendo un pequea inclinacin a
Linsha. La emperatriz os ha aceptado. Por ahora.

Afec dijo Linsha en un tono que hizo que Calista retrocediera un paso. Quin es
Malawaitha y por qu est tan enfadada conmigo?

El viejo damjatt volvi a suspirar.

Es una hija menos del emperador. Siempre ha sido desafiante e impulsiva.

Y por qu yo no le gusto? El resto de Tarmak no parece enfadado.

Afec mir hacia la muerta por la que haban desaparecido la joven y la emperatriz.

Est comprometida con Lanther Darthassian. Cree que habis venido a arrebatrselo.

La hija del emperador

Un golpe fuerte en el dintel de la estrecha puerta de Linsha la despert antes de


que amaneciera. Bostez y se estir antes de sentarse y, por ensima vez en
aquellos das, pens en Varia con tristeza. La hembra de bho haba sido su
compaera incansable durante ms de cinco aos y normalmente era quien la
despertaba por la maana, dando saltitos sobre ella y ululndole suavemente al
odo. Era una manera de despertar mucho mejor que aquel golpe desagradable e
impersonal en la puerta. Por Kiri-Jolith, echaba de menos a su amiga. Ni siquiera
tena el consuelo de saber qu le haba pasado. Lanther se haba negado a que viera
a la bho antes de irse de la ciudad de preguntrselo desde que haban desembarcado
en Ithin'carthia. La ventaja que encontraba al hecho de estar separada de la
poblacin masculina era que no haba tenido que ver a Lanther desde haca casi dos
semanas.

Refunfu al levantarse, justo cuando Calista entraba sigilosamente en la


habitacin pequea con una palangana de agua fra y un vaso de zumo. La cortesana
pareca cansada. Tena un velo gris en los ojos y pareca que llevara un saco en
los hombros.

No era difcil adivinar por qu. Linsha calcul que cuando terminaba todo el
trabajo que se les exiga a los sirvientes en el palacio, no le quedaran ms de
cuatro o cinco horas antes de tener que empezar de nuevo. La pequea rubia le
sonri y tendi el zumo a Linsha.

Linsha hizo una mueca.

ste maldito zumo es asqueroso. Con qu lo hacen?

Calista coloc la palangana sobre su soporte.

Dicen que con dodgagd, pero mejor no preguntes. Pero me han dicho que es muy bueno
para la circulacin. Y buena circulacin significa

Msculos fuertes, y msculos fuertes significan bebs sanos y bebs sanos


significan una nacin Tarmak ms poderosa recit Linsha. Juro que si vuelvo a or
hablar de los bebs Tarmak, mato a alguien. Hablaba en voz alta, perfectamente
consciente de que podan orla a travs de los finos biombos que separaban las
celdas de los dormitorios.

Pero Calista no era tan audaz y le contest en voz mucho ms baja.

Ya lo s. Slo piensan en eso. Los sirvientes dicen que hay siete mujeres
embarazadas en el Akeelawasee, y cinco de ellas son del emperador.

Linsha hizo una mueca al or mencionar al emperador y a las mujeres embarazadas en


la misma frase. Les record a las prisioneras que haban trado desde la Ciudad
Perdida. Todava no haba vuelto a ver a ninguna y no poda ms que aferrarse a la
esperanza de que siguieran vivas. Los pensamientos le acudan rpidamente a la
cabeza mientras pona un jubn sin mangas por la cabeza. La mencin de bebs le
hizo pensar en algo que se le haba ocurrido antes.

Si todas estas mujeres estn teniendo hijos como conejas, dnde estn los nios?
pregunt.

Calista doblaba las mantas y recoga el jergn para parecer ocupada, por si acaso
alguien pasaba por delante de la puerta.

Los nios de la realeza estn en otra parte del palacio. Sus madres les dan de
comer y los visitan hasta que cumplen los siete aos ms o menos, despus envan a
los nios a un campamento militar y a las nias a algn otro lugar para que se
eduquen y entrenen.

A los siete aos? repiti Linsha, horrorizada ante la idea. A esa edad, ella
viva feliz con toda su familia, rodeada de sus padres, abuelos y un hermano. No
soy capaz de imaginrmelo. Un nio debe estar con su familia.

Calista asinti.

Mi madre poda ser una cortesana, pero me tuvo a su lado hasta que muri. Se
detuvo y se encendi una luz en sus ojos azules. Has tenido hijos?

Linsha dio un bufido.

Una vez tuve un caballo.

Se acab el tiempo para hablar. Son una campana en el pasillo que llamaba a las
mujeres a la primera tanda de ejercicios del da. Linsha gru. Llevaba catorce
das en aquel lugar y ya odiaba esa campana. La dominaba como a una esclava,
marcando la rgida rutina del Akeelawasee. Mientras se estiraba, se pregunt qu
haran las mujeres normales. Si estuvieran sujetas a aquella rutina de la nobleza,
jams se conseguira nada.

Estaba a punto de salir del cubculo cuando se dio la vuelta bruscamente y mir a
Calista.

Cmo sabes lo que dicen los sirvientes? Ya hablas tarmakian?

La cortesana hizo un gesto despreocupado con la mano.

Los sirvientes hablan. Algunos saben un poco de Comn. Todos los esclavos han
venido de diferentes sitios. Incluso hay una anciana de Solamnia que lleg aqu
trada por los caballeros negros. Suele hablar conmigo. Ah! Otra cosa. Del
boticario, Afec, algunos de los esclavos de ms edad dicen que es profeta. Dicen
que a veces tiene visiones. Dej escapar una risita. Seguramente es por los
vapores de todas esas hierbas y medicinas. Quiz tenga una visin de cmo podemos
escapar de aqu.

Linsha sonri.

Le preguntar. Mantente alerta. Cuntame todos esos dicen.

El buen humor de Calista desapareci de golpe y levant una mano.

Slo una cosa ms. Malawaitha no est aqu porque estaba siendo debidamente
castigada, sea lo que sea lo que signifique eso. Pero alguien dijo que volver a
pronto.

Estar alerta. Gracias.

Malawaitha, pens Linsha mientras sala corriendo para unirse a las mujeres de la
nobleza. Afec le haba dicho que la hija del emperador haba sido enviada fuera del
palacio durante una temporada como castigo por su arrebato ante la emperatriz, pero
nadie haba mencionado dnde estaba o qu le estaba pasando. Haba sido bastante
agradable no tener que preocuparse de que la airada Tarmak la apualara por la
espalda o le tendiera una emboscada durante una de aquellas largas carreras.

Los dioses eran testigos de que costaba un poco acostumbrarse a aquel sitio. Ni
siquiera durante sus primeros aos con los solmnicos haba estado tan controlada
como en ese momento. Ella y todas las dems mujeres de la nobleza se levantaban
antes de que amaneciera con un vaso de zumo para hacer una marcha de tres millas
alrededor del palacio, seguida de calentamiento y natacin. A continuacin el
desayuno, ms ejercicio, un masaje, un almuerzo ligero, ms ejercicio y cualquier
trabajo que a la emperatriz le pareciera conveniente. Despus haba clases de
msica o prctica con armas, gimnasia, una cena frugal y charlas que venan a ser
unas clases de belleza. Entonces llegaba a hora de dormir vctima del aburrimiento.
Estaba demasiado acostumbrada a seguir su propio horario, a tomar decisiones, a
hacer las cosas a su manera. Le gustaba leer, visitar a sus amigos, montar a
caballo, comer alimentos variados, enfrentarse a desafos, utilizar la cabeza! En
aquel lugar la nica actividad consista en hacer ejercicio, comer cosas inspidas
y dormir. Ms que suficiente para que se volviera loca.

Sin embargo, mientras corra, se dio cuenta de que entre las cosas positivas poda
contar que la comida, el descanso y el ejercicio, le haban hecho mucho bien.
Despus de tantos meses de combates, hambre y problemas, tena una necesidad
imperiosa de buena alimentacin para recuperar las fuerzas, el descanso para ganar
resistencia y el ejercicio puramente fsico para recordar sus habilidades. La
verdad es que se senta mejor que haca muchos meses.

Estaba tan inmersa en sus pensamientos que no prestaba demasiada atencin al


terreno. Haba recorrido ese camino durante catorce das consecutivos y ya lo haba
estudiado detenidamente para encontrar una va de escape. Desgraciadamente, los
campos estaban cerrados por murallas altas de piedra y guardias Tarmak los
patrullaban. Todava no haba descubierto ninguna salida. Aquella maana el sol
estaba muy bajo y pesadas gotas de roco doblegaban las briznas de hierba. Las
sombras de los rboles seguan siendo densas, pero el cielo estaba despejado y
prometa otro da clido y soleado.

Haba tantas mujeres corriendo que Linsha no prest atencin a las pisadas que
resonaban a su espalda. De repente alguien la golpe entre los omoplatos y le hizo
perder el equilibrio. Se tambale hacia un lado, resbal sobre el suelo hmedo y
cay de rodillas. En una de ellas se golpe con algo duro y un escalofro de dolor
le recorri la pierna. Linsha levant la vista a tiempo para ver pasar a Malawaitha
corriendo, con una sonrisa cruel en los labios.

Malawaitha, espera! Me gustara hablar grit Linsha, pero la Tarmak sigui


corriendo y no tard en desaparecer entre los rboles.

Con una mueca de dolor, Linsha se pudo de pie y sigui corriendo. No se mir la
rodilla. Era evidente que tena una herida, ya encontrara un poco de agua y algo
con lo que vendarse. A partir de ese momento sigui corriendo con los cinco
sentidos puestos en el camino que tena delante. Dado que Malawaitha poda hacer
algo as, haba que tener cuidado para que la Tarmak no le tendiera una emboscada
en alguna de las arboledas que haba a lo largo del trayecto. Cuando oy que se
acercaban ms mujeres corriendo, aminor un poco el paso para le alcanzaran. Era
mejor correr en grupo que sola. Normalmente el resto de las mujeres del Akeelawasee
actuaban como si no existiera, pero al menos no la tiraban al suelo.

Cuando acab la carrera matinal, tena regueros de sangro seca por la espinilla. La
emperatriz que esperaba al final del camino, vio la herida y dijo algo a Afec, que
aguardaba pacientemente cerca. No haba rastro de Malawaitha, Linsha hizo una
reverencia a la emperatriz como era habitual y no dijo nada del desagradable
incidente con la hija del emperador. Se tomara su tiempo y esperara para ver si
la animosidad decreca.

El viejo esclavo se acerc a Linsha arrastrando los pies.

Seora, debis limpiaros esa herida antes de entrar en el comedor. Es


antihiginico.

Por supuesto contest Linsha.

Se mir la rodilla y frunci el entrecejo. Tena la rodilla raspada como se


imaginaba, pero haba un corte profundo bajo la rtula, como si hubiera cado sobre
una piedra puntiaguda. Enfadada, sigui a Afec, que dej atrs el comedor y
recorri un pasaje abovedado hasta llegar a un gran jardn baado por la luz del
sol.

Linsha camin ms despacio para mirar en derredor. Unos cuantos rboles bajos
crecan en los parterres bien cuidados, pero la mayora de las plantas que vea
parecan hierbas. Reconoci algunas que haba en su tierra: peltre, tomillo,
maravilla y salvia. El resto le era desconocido, seguramente provenan de las
tierras altas y las selvas de la isla de los Tarmak. Mientras caminaba a lo largo
de un edificio siguiendo a Afec, le llegaban los diferentes aromas.

Al otro extremo del jardn, el damjatt entr en una pequea habitacin y la invit
a que hiciera lo mismo.

El cuarto deba de ser el taller de Afec, pues los nicos muebles que haba all
eran una mesa grande, una ms pequea y un estante tras otro repleto de botellas,
cajas, jarras, hileras de cestos y cuencos. Del techo colgaban ramilletes de
hierbas secas. En otra balda se alineaban pequeos frascos de polvos, ungentos y
lquidos de varios colores. Sobre la mesa pequea arda un brasero, calentando algo
que borboteaba en una olla y ola como el marrubio.

Quera advertiros antes de que fuerais a correr dijo Afec, sealndole la mesa
alta para que se sentara. Iba y vena entre las mesas y los estantes con total
familiaridad. Malawaitha ha vuelto.
Linsha estudiaba la herida sucia y sangrante, y el corte en la rodilla.

S, la vi.

Vio que Afec coga una palangana con agua y un trapo limpio. Los gruesos dedos del
anciano recorrieron varios frascos y cajas, pera acabar escogiendo una botella
cerrada y una jarra.

Ya s que me han dicho que Malawaitha est comprometida con Lanther, pero qu
pasa si uno de ellos cambia de idea? pregunt. Los Tarmak rompen sus votos de
compromiso?

El damjatt verti un poco de un lquido transparente en la palangana de agua y la


llev a la mesa en la que estaba sentada Linsha.

Esto escocer un poco. Con cuidado, le limpi la rodilla con el trapo empapado.

Linsha contuvo el aliento. S que picaba! Pero el dolor era tan fuerte como para
alejarla de su cadena de pensamientos. Estaba a punto de repetirle la pregunta
cuando por fin Afec le respondi con su habitual discrecin.

Es posible si el emperador lo desea. No obstante, Malawaitha es una mujer hermosa,


testaruda y ambiciosa que alberga los deseos de la familia de su padre.

Desafortunadamente, tiene la sangre y la inteligencia de su madre. Ante la mirada


sorprendida de Linsha, el viejo criado se encogi de hombros y continu: Como ya
os habris dado cuenta, los Tarmak dan mucha importancia al rango, pero su idea de
rango no siempre est determinada por el nacimiento ni por la sangre. A menudo el
rango se gana. El seor de la guerra Lanther es un buen ejemplo. No es un Tarmak,
pero sus cualidades impresionaron tanto que el hermano del emperador lo adopt y se
convirti en un lder militar muy importante.

Y qu tiene que ver todo eso con Malawaitha? Pregunt Linsha. No es la hija del
emperador?

S, y eso le garantiza ciertos derechos y privilegios. Pero su madre era una


esclava.

A no ser que Malawaitha se caso con un lder de alto rango o un oficial de la


corte, siempre ser una hembra de segunda categora en el Akeelawasee.

A Linsha se le ocurran pocas cosas peores. Ya se haba fijado en que las hembras
de segunda categora no solan abandonar el complejo de las mujeres y normalmente
se encargaban de las tareas ms prosaicas, como hilar, tejer, limpiar las armas y
cuidar por turnos a la numerosa prole que viva en otra parte del palacio. No poda
culpar a la enrgica y ambiciosa Malawaitha por querer algo mejor.

As que ha puesto sus miras en Lanther.

Afec asinti mientras le limpiaba el corte de la rodilla.

Desde hace algunos aos. Lo vio en las fiestas y los juegos de la corte e intent
convencer a su padre de que le permitiera casarse con l. A pesar de no pertenecer
al Pueblo, Lanther es de un rango ms alto y la hara subir de posicin. Convenci
al emperador para que organizara el compromiso. Entonces Lanther y el Akkad-Ur
planearon atacar vuestras tierras. Lanther dej nuestra ciudad y se ausent durante
casi tres aos. Ahora que ha regresado, Malawaitha pretende continuar su plan donde
lo haban dejado.
Pero yo soy un obstculo.

Afec la mir fijamente por debajo de sus espesas cejas.

Sin duda eso opina Malawaitha. Si me permits preguntar, seora, por qu estis
aqu? No creo que sea para disfrutar de nuestras costumbres. Deseis casaros con
Lanther?

Linsha se ech a rer ante la irona de todo aquel asunto. No poda evitarlo.

Afec, sorprendido por la amarga furia que brillaba en los ojos de la mujer, apart
el trapo manchado de sangre y se qued observndola. Su rostro se llen de arrugas
en una expresin de intensa concentracin.

No es eso lo que deseis? pregunt con curiosidad.

No respondi Linsha, negando con la cabeza. No es eso lo que deseo. Todo es una
cuestin de honor y un asunto relacionado con una nidada de huevos de dragn.

Para su sorpresa, la expresin del damjatt se ilumin por el inters.

Huevos de dragn. Los trajisteis con vos? Tienen un poder medicinal increble. Me
gustara ver un huevo entero.

A Linsha le asalt una sospecha. Dnde haba visto huevos de dragn y qu quera
decir con entero?

Qu sabes de los huevos de dragn? pregunt, esforzndose por mantener un tono


de voz neutro. El dragn del caballero oscuro era hembra?

No, no. Methanfire era macho. Haba huevos de otros dragones.

Qu otros dragones? Linsha ya no pudo disimular su excitacin. En esta isla


hay dragones? Qu hicisteis con los dragones?

El creciente inters de Afec desapareci tan repentinamente como haba llegado.

Algo debi de pasarle por la cabeza, pues se escondi rpidamente en su mscara de


reticencia e hizo una profunda reverencia, con las manos enlazadas frente a l.

Fue hace mucho tiempo, seora. Cuando la curandera anterior me enseaba su arte.
Tena cajas con escamas de dragn y pedazos de cscara de huevos que utilizaba en
sus pociones y medicinas. Hace mucho que se han agotado.

As que en esta isla no haba ningn otro dragn que fuera Methanfire?

Ninguno que yo haya visto murmur y se aplic en su tarea para evitar ms


preguntas.

Linsha contuvo su enfado. Tena el presentimiento de que no le estaba diciendo toda


la verdad, pero no estaba segura de cul poda ser esa verdad. Pareca que saba
algo que no quera compartir con ella, pero si realmente el damjatt estaba
ocultando algo, ya tendra tiempo de sonsacrselo.

Seora, el corte es profundo y os doler unos cuantos das. Pero curar. Extendi
un ungento sobre la herida y se limpi las manos en un trapo limpio. Si os da
cualquier problema, por favor, decdmelo.

Linsha asinti y se dej caer de la mesa. En las dos ltimas semanas haba llegado
a conocer algo mejor al damjatt. A pesar de lo que odiaba aquel lugar, haba
aprendido a apreciar al viejo criado. Tena una dignidad discreta que la
impresionaba y una fuerza interior indefinible que reluca por encima de la cabeza
humillada, y las manos enlazadas propias de su estatus de esclavo. Era eficiente,
solcito sin ser servil, y una fuente de informacin muy til, al menos de la
informacin que a l le pareca que Linsha deba conocer. Por lo visto, los
dragones no eran un tema del que quisiera hablar. Le vinieron a la cabeza las
palabras de Calista, y Linsha se pregunt por un momento si habra algo de verdad
en los rumores que circulaban en las dependencias de los criados, que afirmaban que
Afec era un profeta.

Lo sigui de vuelta por los soportales y entr en el comedor. En una mesa en el


extremo ms alejado de la sala, vio a Malawaitha ganduleando con un grupo de
muchachas ms jvenes. Linsha se imagin que seran sus amigas y hermanas.

Parecan alegrarse de volver a verla.

Haciendo caso omiso de la presencia de Malawaitha, Linsha encontr una mesa vaca y
se sent. Normalmente los Tarmak se sentaban en el suelo y coman juntos en una
mesa baja en la que haba cuencos de comida y vasos con bebida. Las mujeres no
beban apenas vino ni cerveza, sino que tomaban zumos de fruta, agua y una mezcla
muy fuerte de hojas, corteza y los dioses saban qu ms, que llamaban tazeer.
Segn Afec, era una receta que haba pasado de generacin en generacin y que
supuestamente vigorizaba el cuerpo, fortaleca la mente y aumentaba la fertilidad.

Linsha pens que ms bien pareca comida para cerdos y habra dado lo que fuera por
un vaso de hidromiel fro, un tazn de cerveza de primavera de su abuela o incluso
un trago abrasador de kefre.

En cuanto se sent, Calista le llev un cuenco de un pur de un tipo de grano que


Linsha no conoca. La masa gelatinosa del cuento humeaba y por encima de la mesa se
extendi un olor parecido al delo trigo que empieza a enmohecerse.

Linsha ahog un gemido. Es que aquella gente no rompa su rutina jams? No le


importaba tomar pur de cereales de vez en cuando siempre que pudiera acompaarlos
con nata y miel. Pero no as, hervidos sin ms. Y no todos los das!

Es que aqu no se come carne? se quej. Dnde estn las salchichas? Y los
filetes? El venado y el cordero? El jamn y las manos de cerdo?

Afec palideci.

Manos de cerdo? De verdad comis eso?

Estn bien, lo de las manos de cerdo era broma. A m tampoco me han gustado nunca.
Pero carne! Por qu aqu no se sirve carne? Hasta nuestra cena se compone slo de
sopa, sopa, pan sin sal y sopa. Esto es peor que vivir en una ciudad sitiada.

Hierven demasiado la verdura, la fruta est pasada y esta cosa deberan drsela a
los caballos. Apart de s el cuenco. Saba que estaba siendo infantil, pero no
quera paras. Tena hambre, por Caos, pero no de aquella porquera. Sopas, guisos,
tubrculos, cereales hervidos y ni un pedacito de carne a la vista.

No te olvides del pescado aadi Calista.

Os estn alimentando bien protest Afec al mismo tiempo.

Linsha alz las manos al cielo.


Pescado! Estoy harta del pescado. Lo ms que se distingue son trocitos
desmenuzados de pescado. Cada vez alzaba ms la voz y no se esforzaba por bajarla
. Y qu pasa con el pollo? Y los huevos? Nunca comis pollo?

Afec permaneca inmvil a su lado, con la esperanza de que no llamara la atencin


de la emperatriz.

No tenemos suficiente pollo. Lo traen de vuestro pas y se considera un manjar.

Calista asinti, ansiosa por ayudar.

Parece que no tienen mucha carne. Yo he estado en las cocinas. Toda la carne que
hay es para el emperador y sus guerreros. Ayuda a fortalecer sus atributos. Hizo
un guio a Afec, recogi unos cuencos sucios y se alej apresuradamente para coger
una jarra de tazeer.

Linsha la vio marcharse con una dbil sonrisa. La figura menuda de la cortesana
adoptaba un aire travieso en presencia del sombro damjatt. Aunque ninguna de las
dos se lo haba preguntado nunca, ambas suponan por su cuerpo gordinfln y el
timbre tan agudo de su voz que Afec era un eunuco. Era la nica forma de que le
permitieran estar en el Akeelawasee con todas las mujeres de la realiza.

Recordar la posicin de Afec en aquel lugar la consol un poco. Estaba tan


prisionero como ella y sin embargo se quejaba muy poco. No haba pronunciado ni una
sola palabra de protesta cuando haban puesto a su cargo a una extranjera que se
quejaba por la comida y que no poda controlar su malhumor. Linsha volvi a
sentarse tranquilamente, acerc el cuenco y clav una cuchara en la espesa papilla.
Para retrasar unos minutos ms el momento de comer aquello, pregunt: Por qu la
carne est reservada para los guerreros? Es una ley religiosa o moral?

Seora, la mayor parte de la carne es para ellos porque son quienes luchan por la
gloria de nuestro pueblo. Las mujeres embarazadas tambin comen carne con la
esperanza de que tengan un hijo varn. El resto de la poblacin debe comer pescado,
cereales y verdura. Un velo de tristeza le cubri el rostro, similar a la
expresin de pena que tena al hablar de su pueblo y sus caballos. No siempre ha
sido aqu aadi en voz tan baja que a Linsha le cost odo.

Ella tambin baj la voz.

Qu cambi?

Esta tierra est demasiado poblada. Los Tarmak se han extendido como langostas.

Talan las junglas para conseguir campos y madera. Arrasan las praderas con su
ganado vacuno y bovino. Apenas queda tierra cultivable para mantener a tantas
personas.

Las palabras se unieron como un puzle en la mente de Linsha y sta empez a


comprender algunas cosas.

No es raro que quieran el reino de Iyesta dijo. Se sucedieron los recuerdos de


campos verdes, las agitadas aguas del ro Toranth, los bosques y los rebaos bien
alimentados y por un momento la nostalgia se le clav en el corazn con la fuerza
de una flecha.

Alguien se movi detrs de ella. De repente sinti algo caliente y pastoso en la


nuca.

El calor le quemaba.
Malawaitha! grit Afec. Con el rostro rojo. La reprendi con una cadena de
palabras bien escogidas.

Una voz suave y sedosa le respondi con una disculpa tan evidentemente fingida que
a Linsha le vinieron ganas de rer.

Oh, pequeo, lo siento mucho. Yo no eso fue todo lo que pudo entender Linsha.

El resto del discurso en tarmakian estaba ms all de los conocimientos que tena
por ahora de esa lengua, pero comprenda la intencin de Malawaitha. La Tarmak
quera obligarla a que la atacara en presencia de la emperatriz, lo que pondra a
Malawaitha en mejor posicin y provocara problemas a Linsha. Linsha curv los
labios. Estaba claro que aquella joven no haba odo hablar de los rituales de
iniciacin de los Caballeros de Solamnia. A su lado era una aficionada.

Con nervios de acero, Linsha se qued sentada y se toc el cuello con un gesto
despreocupado. La papilla de cereal, como sospechaba. Con gestos pausados se quit
un poco de la papilla y apunt hacia donde vena la voz de Malawaitha. Debi de
tener buena puntera, pues oy que la mujer, furiosa, daba un bufido.

La voz de la emperatriz reson por encima del ruido del comedor.

Malawaitha! Te mantendrs alejada de la Drathkinkela.

Malawaitha hizo una reverencia a la emperatriz y se alej con paso airado.

Linsha ahog un gruido. Cada vez entenda ms la lengua tarmakian y captaba mejor
los matices de su discurso. Su autocontrol la haba salvado una vez ms.

Desgraciadamente, tena la sensacin de que la joven Tarmak en edad casadera tena


un rencor tan largo como la calzada del Rey. Linsha se acab de limpiar el cuello y
se prometi que resistira. No dejara que eso mujer celosa y malintencionada la
arrastrara a una pelea.

Seora dijo Afec en tono de disculpa, lo siento. No la vi.

Linsha acept la excusa con un gesto de la mano y volvi a hundir la cuchara en la


papilla. Por poco apetecible que fuera, los cereales la alimentaban y le daban
fuerza en aquellas maanas interminables.

Era consciente de que necesitara toda la fortaleza que pudiera reunir si tena que
esquivar las atenciones de la prometida de Lanther hasta que encontrara la manera
de regresar a casa.

La decisin de Linsha tuvo que superar innumerables pruebas en los das siguientes.

Tal como se haba imaginado. Malawaitha intent una y otra vez irritarla,
enfurecerla o herirla. Despus de la gran tormenta, el tiempo permaneci tranquilo,
por lo que las mujeres podan pasar gran parte del tiempo al aire libre corriendo,
luchando, nadando en la piscina o entrenando con los palos largos o las mazas.
Todas aquellas actividades daban a Malawaitha un sinfn de oportunidades para
acosar a Linsha sin llamar la atencin de la emperatriz. Siempre encontraba la
manera de tropezar con Linsha en los caminos o lanzarle piedras escondida detrs de
un rbol. Una tarde, en la piscina, la agarr por el tobillo y tir de ella debajo
del agua hasta que Linsha casi muere por la falta de aire. No faltaba ocasin en
que, si poda escoga a Linsha como compaera en las luchas con las mazas, los
palos o las espadas de madera, y luchaba con tal intensidad que Linsha siempre
acababa cubierta de moretones y araazos.
Por suerte, ninguna de las otras mujeres se una a Malawaitha en su empeo
rencoroso. Teman demasiado a la emperatriz. Pero miraban con recelo a Linsha, como
si esperaran que hiciera algo, y no la ayudaban. Normalmente le daban la espalda y
actuaban como si no existiera.

Aquella situacin tan frustrante se alarg durante seis das ms, hasta que una
tarde Malawaitha se puso a su lado en un pasillo dbilmente iluminado cuando se
dirigan a cenar. Linsha vio salir a alguien de una habitacin a oscuras justo
cuando ella pasaba, y al segundo siguiente una mano agarraba la cadena que llevaba
al cuello y tiraba de ella. La cadena era resistente y no se rompi, pero se le
clav en la nuca y le hizo perder el equilibrio. Sinti un intenso dolor en el
cuello.

Pero el dolor no poda compararse con su ira. Sin emitir un solo sonido, peg un
salto y propin un fuerte puetazo a Malawaitha en el estmago, justo debajo del
esternn. Como esperaba, la Tarmak estaba completamente indefensa para un
movimiento as. Hundi el puo en el diafragma de Malawaitha y expuls el aire de
sus pulmones. La mujer gru y se encogi, llevndose las manos al estmago.

Linsha agarr la larga trenza de Malawaitha y tir de ella para poner su rostro a
la altura de sus ojos.

Si vuelve s a tocar estas escamas, te matar.

Malawaitha no entendi sus palabras, pero capt perfectamente la intencin


amenazadora de lo que haba dicho.

Un da ser a m a quien Lanther d esas escamas dijo en su lengua, y t sers


la cena de los perros del emperador.

Linsha pudo traducir la mayora de las palabras y casi comete la equivocacin de


gruirle una respuesta en tarmakian. Pero se mordi los labios y apart a
Malawaitha de un empujn.

En ese momento la emperatriz llegaba al comedor, seguida de sus esclavas y de


varias de las mujeres de rango inferior. Aplast a las dos mujeres con su mirada y
su expresin se oscureci.

La Drathkinkela tiene sangre en el cuello. Qu has hecho ahora? le pregunt a


Malawaitha. Sin esperar respuesta, se acerc a Linsha y estudi su cuello y la
cadena con las escamas de dragn. Furiosa, se volvi hacia la mujer ms joven. Me
avergenzas. Conoces las normas del Akeelawasee, pero sigues exhibiendo tus deseos
ante los dems. Hay un tiempo para rezar y otro para que la paciencia gue nuestros
actos. Lo entiendes?

Linsha no lo comprendi del todo. Pareca que haba un significado oculto en la


eleccin de palabras de la emperatriz que iba ms all de sus limitados
conocimientos de tarmakian. Sin embargo, Malawaitha la entendi perfectamente. Hizo
una profunda reverencia y aguard dcilmente mientras la emperatriz le deca a una
de sus esclavas: Llvala a la sala de castigo y dale siete latigazos por el
intento de robo. A continuacin prosigui su camino hacia el comedor seguida de
sus sirvientes.

Linsha las observ alejarse hasta que volvi a quedarse sola en la entrada.

Lentamente, dio media vuelta y regres al dormitorio, donde su celda atrapaba las
primeras sombras de la noche. Olvidando su apetito, se tumb en el jergn aferrando
entre los dedos las escamas de dragn. Senta una necesidad profunda y dolorosa de
volver a ver a sus amigos. Le serva cualquier rostro amigo: sir Hugh con su
sonrisa fcil y franca, Lenidas (preferiblemente sin su ballesta), Falaius Taneek
o incluso el curandero, Danian, con su halcn y el aprendiz pelirrojo.

Pero ms que nadie, deseaba ver desesperadamente a Varia y a Crisol.

Especialmente a Crisol. En el campo de batalla de la Rosa Roja no se habra


imaginado que podra volver a sentirse as, pero el gran Bronce se haba convertido
en una parte esencial de su vida. Al rechazarlo sin darle la oportunidad de
explicarse ni darse a s misma el tiempo necesario para pensar, haba desgarrado su
vida en dos partes. Lo haba alejado de s para que muriera o sobreviviera sin
ella, y todo lo que le quedaba ahora era un gran vaco en el corazn y el dolor que
se apoderaba de su mente como un cncer. Deseaba tanto volver a verlo, volver a
sentarse en el espacio entre su cuello y la cola para hablar, como solan hacer.
Quiz con el tiempo comprendiera por qu no le haba hablado de su forma humana,
aquella forma que conoca tan bien como lord Hogan Rada. Quiz. Pero seguramente ya
sera demasiado tarde. Estaba atrapada en aquel pas lejano donde no podra
encontrarla, prisionera en un palacio con una rival odiosa y prometida a un futuro
marido al que despreciaba. Crisol, por lo que ella saba, estaba muerto.

Linsha yaca en el catre, en la oscuridad cada vez ms cerrada, y llor en silencio


por sus amigos. Pas mucho tiempo hasta que le lleg el consuelo del sueo.

La eleccin de Malawaitha

Estoy invitada a qu? pregunt Linsha, colgando boca debajo de una barra.

Utilizaba la barra para fortalecer los msculos del estmago haciendo flexiones en
esa posicin. Era un ejercicio que odiaba, pero el resultado mereca la pena.

A la iniciacin del Akkad dijo Afec por segunda vez. Habr una ceremonia y un
banquete.

En qu consiste la ceremonia? inquiri Linsha mientras suba y bajaba.

Por la tarde el emperador, sus guardias, los guerreros de alto rango, los
sacerdotes y algunos cortesanos celebran unos ritos para preparar al Akkad-Ur
muerto para su viaje al ms all. Despus terminarn con la ceremonia del
nombramiento de Lanther Darthassian como el Akkad-Dar, el nuevo lder de las
fuerzas Tarmak.

Y estoy invitada a la ceremonia del nombramiento?

Por qu no? pregunt. Le bajaba el sudor por el rostro, o ms bien le suba, y


goteaba en las esteras que haba en el suelo. Tomaba aire trabajosamente cada vez
que levantaba la parte superior del cuerpo. Yo ya he estado en muchas. Varias
iniciaciones de rango, ceremonias de armas caballeros, una vigilia de un
legionario tambin fui a una boda militar y no me han faltado los tribunales
militares.

Afec suspir, consciente de que no le estaba prestando demasiada atencin.


Las mujeres no asisten a ceremonias militares. Sencillamente sa es la tradicin
Tarmak.

Est bien. Est bien. De todos modos, no quiero ir. Volvi a levantar el tronco,
se sujet a la barra con las dos manos y dej caer las piernas al suelo. Y cmo
es el banquete? Lanther estar all?

El banquete es para toda la corte. El Akkad-Dar ha pedido expresamente vuestra


asistencia.

S? Se sec cuidadosamente el rostro con una pequea toalla. Y ser


oficialmente nombrado el lder de guerra. Me pregunto lo que piensa hacer con
Malawaitha.

No tengo la menor idea respondi Afec. Pero espero que acte con cuidado. No
querr ofender al emperador.

Supongo que no podra escabullirme, bajar a los muelles y coger el prximo barco a
Ansalon verdad? dijo Linsha, mitad en serio, mitad en broma, mientras se estiraba
para aliviar los msculos doloridos del abdomen.

Afec pareca horrorizado.

Seora, se lo ruego. No hagis eso. Los nicos barcos que van a Ansalon son
militares. Os atraparan y daran muerte, y ni siquiera el lder de guerra podra
evitarlo.

Linsha haba albergado una pequea esperanza al pronuncia aquellas palabras, pero
el tono firme del viejo esclavo le hizo pensar. Aunque haba estudiado varias
maneras de escapar del palacio, no haba tenido oportunidad de observar la ciudad y
buscar alguna va de escapar de la isla. Era duro recibir la noticia de que no
haba barcos mercantes que partieran hacia Ansalon. Haba dado su palabra de que se
casara con Lanther, pero si se le presentaba alguna oportunidad para huir, haba
decidido de antemano que la aprovechara. La mera idea de librarse de su destino,
sin importar lo difcil que eso fuera, haba permanecido en un rincn de su mente.
Mientras esa idea estuviera ah, la inminente boda no le resultaba tan amenazadora.
Afec acababa de desvanecer esa idea casi por completo. Se oblig a s misma
esconder sus emociones y cogi un cucharn de agua.

Entonces dijo antes de dar un buen trago de agua, qu se ponen las autnticas
damas Tarmak para asistir a un banquete?

El banquete se celebr dos noches despus en el gran patio que haba delante del
saln de audiencias del palacio. Los esclavos y las mujeres del Akeelawasee
prepararon las mesas, llevaron lmparas y recogieron ramos enormes de guirnaldas,
flores y ramas para decorar el lugar. Se dej un espacio libre para bailar y los
esclavos colocaron una plataforma para los msicos.

Al atardecer, cuando el sol agonizante tea el cielo de naranja y los pavos reales
chillaban en los jardines, los hombres acudieron a la plaza del palacio iluminada
con una luz dorada, al encuentro de las mesas repletas de comida y vino, de la
msica y de las mujeres engalanadas del palacio. Haban llevado los bancos de las
salas de audiencia y uno de los tronos de oro del emperador estaba situado en lo
alto de la escalera, donde poda observar el banquete desde una posicin
privilegiada. Un toldo daba sombra al trono y a ambos lados se alzaban unos
estandartes en los que ondeaba el blasn de los leones en pleno salto.

Mientras todos los presentes hacan una profunda reverencia, el enorme Tarmak subi
los escalones pesadamente y tom asiento en el trono dorado. Se oyeron los gongs,
resonaron los tambores y por una puerta lateral entraron vacilantes una docena de
esclavos de la cocina llevando una bandeja enorme con un toro entero sobre un lecho
de ramas verdes. Colocaron la fuente sobre una mesa a los pies de la escalera para
que el emperador lo probara y retrocedieron para esperar.

La emperatriz, resplandeciente con una tnica larga de lino color rojo y una capa
decorada con plumas de aves, se acerc a grandes pasos a la mesa sombreada por el
dragn de piedra y, con un cuchillo, cort un trozo del lomo. Tras colocar la carne
humeante en un plato, se la llev al emperador y se la ofreci.

El emperador anunci su aprobacin con un gruido, despus seal a Lanther, que


estaba justo al pie de la escalera. La emperatriz llev el plato al nuevo Akkad y
le ofreci el segundo trozo. Lanther tambin dio su aprobacin. Tomando el cuchillo
que sostena la emperatriz, empez a trinchar el toro asado en grandes trozos que
se servan en fuentes que empezaron a distribuirse por las mesas. La multitud
observaba hambrienta. A la seal del emperador, los msicos empezaron a tocar la
primera pieza, una composicin tpica Tarmak en la que resonaban los tambores, los
gongs y el silbido de las flautas Tarmak. Un grito se alz y todos se abalanzaron
sobre la comida y el vino.

Linsha se qued atrs, a la sombra de un muro, y observ con expresin taciturna a


los Tarmak arremolinados alrededor de las mesas como una jaura de lobos
hambrientos. Los esclavos iban de un grupo a otro con bandejas de gruta, copas de
vino, queso y rebanadas de pan. En otras mesas haba fuentes con aves asadas, pavos
rellenos, cordero asado, pescado en escabeche, verduras y dulces de varios tipos.
Pero esos platos permanecan olvidados, pues todos los Tarmak estaban atiborrndose
de toro asado.

Para ellos es un manjar dijo Lanther en voz baja a su lado.

Linsha sinti que el corazn le lata ms de prisa. No haba visto a Lanther desde
que llegaron en barco y a ella la haban llevado al Akeelawasee. Se haba
preguntado cmo reaccionara cuando por fin volviera a verlo. Se alegrara de ver
un rostro familiar? Estara enfadada porque no haba ido a buscarla antes?
Furiosa porque haba traicionado a otra mujer por ella? Se volvi hacia l y lo
observ atentamente antes de responder.

Los das de descanso y buena alimentacin tambin le haban sentado bien. Tena
buen aspecto, pareca sano e inmensamente satisfecho de s mismo. Tena el pelo ms
largo y trenzado al estilo Tarmak, con plumas blancas y cuentas de heliotropo.
Llevaba la barba cuidadosamente recortada y su color oscuro y entrecano resaltaba
sus brillantes ojos azules. Vesta un ancho jubn color azul intenso que le cubra
la poderosa espalda y se abra en la parte delantera, para descubrir unos
pantalones anchos de tejido fino, que sujetaba a la cintura con un cinturn
adornado con piedras preciosas. Por su aspecto era evidente que perteneca a los
nobles seores de la guerra de rango ms alto.

Tomndola de la mano, Lanther hizo una pequea inclinacin.

Es un placer verte, Linsha. Ests preciosa. Casi tan hermosa como la primera vez
que te vi.

Cmo no iba a estarlo? A Linsha le costaba contener su tono. Me han cuidado tan
bien como a un yegua de cra que haya ganado todos los premios.

Lanther se rio.

Las costumbres Tarmak son muy diferentes a las que t ests acostumbrada, pero
llegars a apreciar sus ventajas.
Cuando los cerdos vueles murmur Linsha.

El Akkad-Dar no la oy. Con su mano todava entre las suyas, la arrastr a la luz
de una lmpara que colgaba del muro y le hizo darse la vuelta, para poder observar
todo su atuendo.

A pesar de que ella quera vestir su vieja tnica y la falda manchada, le haban
dado el vestido cruzado de seda que era el atuendo habitual de las nobles Tarmak.
Pronto se dio cuenta de que la gran pieza de seda poda ponerse de diferentes
maneras.

Algunas mujeres se ponan el vestido sin mangas sobre un hombro o con una tnica
ancha, con un chal con un ribete de flecos, collares de cuentas o fajas de colores
claros. Otras, socaderas, completamente desnudas de cintura para arriba. Linsha
haba desechado esa opcin y se haba envuelto la tela dorada lo ms arriba que
pudo bajo los brazos, combinada con un gran chal de plumas. Aunque Calista la haba
peinado, Linsha, como el resto de las asistentes al banquete, no poda llevar
cosmticos y joyas.

En vez de eso, las mujeres se adornaban el rostro y los brazos con la pintura azul
Tarmak, dibujando final rayas y figuras geomtricas. La nica cosa diferente que se
le permiti llevar a Linsha fueron las escamas de dragn en la cadera de oro.
Vestida de aquella manera ella no se senta cmoda ni hermosa, pero Lanther la
miraba de una forma desconcertante.

Ests preciosa. Por qu no te quitas el chal para que puedan apreciarse tus
encantos? sugiri.

Cules? Los brazos llenos de cicatrices? Mascull Linsha entre dientes. A


quin puede interesarle verlos? Adems mira todos los pjaros que han dado su vida
por este chal. Me siento obligada a honrar su sacrificio.

Lanther la atrajo hacia s y pas un brazo alrededor de su cintura.

Esta noche habr otra ceremonia. En calidad de Drathkinkela puedes asistir, si


elijo llevarte. En sus ojos haba un entusiasmo y una luz que a Linsha no le
gustaban nada.

Se encogi de hombros y evit mirarlo al rostro.

Por qu iba a querer ir?

Lanther le habl suavemente al odo:

He trado un huevo de dragn.

Linsha contrajo todos los msculos. Sus ojos se clavaron en los de Lanther como un
halcn.

Qu quieres decir? Los dejamos en la Ciudad Perdida. Por qu tienes uno aqu?

Lanther slo sonri.

Para saberlo tienes que venir.

Linsha era lo suficientemente lista para saber ver la amenaza implcita. Si quera
ver el huevo de dragn, tendra que complacerlo. A regaadientes, se quit el
pesado chal de plumas y se lo lanz a una esclava que pasaba. Sintindose
totalmente expuesta, dej que Linsha la llevara a una mesa, donde le prepar un
plato de carne, ave asada y pescado. Luego fueron a un asiento preparado
especialmente l enfrente de dragn asiento preparado especialmente para l
enfrente del dragn de piedra, al pie de la escalera, y la dej all mientras l se
preparaba otro plato y buscaba una jarra de vino y dos copas.

Linsha se qued quieta, sosteniendo el plato entre el bullicio y las risas que la
rodeaban. No le gustaba la msica Tarmak ni los esclavos que haban salido al patio
para bailar y entretener a los comensales; y la visin de todos aquellos Tarmak
comiendo, bailando, riendo y divirtindose era ms de lo que su estmago poda
soportar. Haca varios das se haba quejado de la falta de carne, pero ahora que
tena un palto lleno delante, no poda ni tocarlo.

Lanther volvi y se ri al verla.

Sintate dijo, sealando una silla de respaldo alto. Esta noche cenas en
presencia del emperador y su Akkad.

Linsha hizo esfuerzos por callar una respuesta impropia de una dama y se oblig a
doblar las rodillas para sentarse. El plato de oro cargado de comida le pesaba
entre las manos. Lanther le dio una copa de vino y se lanz sobre su plato.

Como no poda hacer otra cosa, Linsha cogi un poco de carne con los dedos
preguntndose si podra comer algo sin vomitar. Habra preferido un poco de pan y
queso para asentar el estmago, pero Lanther no le haba ofrecido. Por lo visto la
carne era lo adecuado para el Akkad-Dar y su mujer.

No ests comiendo observ Lanther. Se meti un trozo de pescado en la boca y toc


plato de Linsha con la otra mano. Sera un insulto que no comieras lo que te
ofrece el emperador.

Linsha mir escalera arriba, donde el emperador, sentado en su trono, se meta en


la boca trozos enormes de carne que coga de una gran fuente. Dos de sus esposas de
menos rango sostenan el palto, mientras una tercera lo mantena siempre lleno con
alimentos que haba en las mesas de ms abajo. Por lo que ella vea, el emperador
no prestaba atencin a nada ms. Se ech hacia adelante con aquel vestido tan
incmodo e intent coger algo de su plato. Iba a ser una noche muy larga.

Para cuando se hizo completamente de noche y una solitaria luna plida se alz
sobre las montaas al este de la ciudad, el banquete estaba en pleno apogeo. La
carne de toro haba desaparecido y algunos Tarmak seguan sentados a la mesa
rompiendo los huesos y chupando ruidosamente el tutano. Los hambrientos comensales
haban pasado el resto de los platos y se hartaban de pescado, aves de corral,
cordero asado y otros platos de acompaamiento. El vino llegaba en tinajas enormes
y se serva en las jarras. Mientras la corte coma y beba, las bailarinas,
msicos, cantantes y malabaristas actuaban para los invitados y el emperador. El
nivel de ruido ascenda rpidamente y la msica no tard en hacerse ms veloz y
alta, mientras los comensales sustituan a las bailarinas en el espacio reservado
para el baile. Otros hablaban y rean en pequeos grupos dispersos y beban
cantidades ingentes de vino. Los que ya sentan los efectos del alcohol y la
copiosa comida haban cabriolas bajo los arcos de piedra.

Desde su posicin al pie de la escalera, Linsha estuvo mirando a los malabaristas


durante un rato, porque le gustaban los malabares y quera aprender algn truco
nuevo. Pero no tard en aburrirse y dedic a observar la fiesta que se desarrollaba
alrededor, preguntndose si podra escabullirse a su habitacin sin que nadie se
diera cuenta. Se senta cansada, de mal humor y muy sola entre tantos Tarmak.
Lanther hablaba con algunos oficiales y nadie ms pareca dispuesto a dirigirse a
ella. A Calista no le haban permitido asistir y no haba rastro a Afec. Linsha
deseaba or una vez amiga y un poco de paz y tranquilidad.

Al otro lado, el dragn de piedra la miraba fijamente, recordndole demasiado a


otro Dragn Azul feo y con un cuerno. Mir hacia el cielo para ver a los
murcilagos descender y aletear al lmite de la zona iluminada, donde se agolpaban
las polillas, atradas por la luz. Ms all brillaban las estrellas sobre la noche
aterciopelada. Entre ellas pasaban algunas nubes, a la merced de un viento fro que
soplaba desde el oeste.

Detrs de la masa montaosa al noroeste. Linsha distingui el resplandor lejano de


un relmpago en el corazn de una tormenta. Seguramente llovera ms tarde.

Akkad-Dar dijo una voz muy dulce en tarmakian, te doy la enhorabuena por tu
nuevo rango.

Linsha casi se atraganta. Volvi la cabeza y vio a Malawaitha haciendo una


reverencia a Lanther.

Gracias respondi Lanther secamente, sin esforzarse por parecer corts.

Los oficiales con los que estaba hablando se sonrieron unos a otros y retrocedieron
para observar la escena.

Malawaitha se irgui todo lo alta que era y dedic una sonrisa resplandeciente al
Akkad-Dar. Como joven y soltera, llevaba el vestido ajustado a la cadera, dejando
bien al descubierto su generoso pecho. Al cuello, luca una malla preciosa de hilas
de oro y cuentas relucientes que se apoyaban sobre su pecho como gotas de lluvia
doradas.

Llevaba la larga melena suelta, que le caa sobre la espalda como una cascado
oscura.

No pareca desanimarse por la aparente falta de inters de Lanther.

Mi seor insisti, quera hablar contigo desde que regresasteis a casa. Por qu
no has visitado el Akeelawasee?

He tenido muchas obligaciones, Malawaitha respondi.

Ella se acerc ms a Lanther, como si Linsha no estuviera all.

Por supuesto. Pero esta noche la corte est reunida. Hay tiempo de sobre para
comer, bailar y hablar. Ya no recuerdas cmo hablbamos antes? Hemos disfrutado
mucho juntos en nuestros tranquilos paseos por el jardn. Por favor, ven a hablar
conmigo. Tengo muchas cosas que contarte.

Aunque ambos hablaban en tarmakian, Linsha poda seguir el sentido de la


conversacin bastante bien. Ya empezaban a notarse las clases de Afec. No estaba
segura de cuntos sentidos poda tener la palabra hablar, pero el lenguaje
corporal de Malawaitha aclaraba perfectamente a qu se refera. Linsha se pregunt
cmo recibira Lanther la invitacin de Malawaitha. Ya no albergaba ningn
sentimiento hacia la muchacha o todava senta deseo por ella? Ahora que ella
estaba tomando la iniciativa en pblico, cmo iba a manejar la situacin sin
enfurecer al emperador? Con un rostro deliberadamente inexpresivo, Linsha los
observaba y deseaba con todas sus fuerzas coger los huevos de dragn e irse a casa.
Lanther y aquella mujer se merecan el uno al otro.

El Akkad-Dar decidi no prestar atencin a Malawaitha y su invitacin. Se volvi


hacia los oficiales y retom la conversacin.
El rostro de Malawaitha enrojeci. Lanz una mirada de puro odio a Linsha.

Lentamente dobl una pierna y se arrodill detrs de Lanther.

Mi seor le dijo mirndolo con los ojos orgullosos, has olvidado ya la promesa
que me hiciste? Diste tu palabra a mi padre.

Los labios de Lanther se tensaron en un gesto irritado y finalmente se volvi hacia


ella.

Levanta, Malawaitha. En esa posicin ests ridcula. Tengo un pas que conquistar.

Te libero de nuestro compromiso. Vuelve al Akeelawasee, encuentra un marido


apropiado para tu rango y da luz a nios dignos de nuestros gloriosos ejrcitos.

Linsha no pudo evitar sentir una pequea punzada de lstima por la joven.

Malawaitha era una guerrera, una luchadora obstinada y tenar con el corazn de una
leona. Tendra que haber nacido en las tribus de las Praderas o en los clanes de
los centauros, donde sus intensos deseos y su apasionada ambicin seran
apreciados. Por el contrario, estaba obligada a vivir entre las nobles Tarmak,
enjaulada y controlada como los damjatt y los keena. Linsha comprendi que
Malawaitha haba tenido que echar mano de toda su determinacin para arrodillarse
ante el Akkad-Dar y rogar por su causa perdida, y Lanther se la haba quitado de
encima. Saba que aquello no poda acabar bien.

Pero Malawaitha lo intent una vez ms.

Lanther, como Akkad-Dar, puedes tomar varias concubinas. No me importa ser la


segunda esposa por debajo de esta humana, si eso significa que te tengo como
marido.

Linsha casi da un grito. Lo evit metindose rpidamente un trozo de carne en la


boca y masticando enrgicamente. Todo sentimiento de pena por Malawaitha se
extingui como la llama de una vela bajo un viento huracanado. Casarse con Lanther
ya era demasiado malo, pero si adems tena que convivir con aquella maldita Tarmak
se clavara un pual en el estmago.

Lanther le ech una mirada y se ech a rer.

No, Malawaitha. Esta humana ser suficiente esposa. He luchado a mi lado, me ha


salvado la vida, se ha ganado mi respeto. Es amiga de dragones, amazona y la hija
de un gran hechicero. A travs de ella, mis hijos llegarn a dirigir un imperio que
traer gloria y riquezas al pueblo Tarmak, No necesito otras esposas. Ni
concubinas.

Si el comentario viniera de otra persona, prcticamente cualquier otra, Linsha se


habra sentido halagada y agradecida por tantos elogios. Viniendo de Lanther,
aquellas palabras slo le dolan e irritaban.

A Malawaitha aquellas palabras hicieron algo ms que dolerle. La furia y la


humillacin le iluminaros el rostro, enrojecindolo an ms que antes. Se qued
mirando fijamente a Linsha. No dijo nada, pero Linsha poda ver la furia que se
agolpaba en sus ojos.

A Linsha se le eriz el vello de la nuca, pues se dio cuenta de que la mujer Tarmak
se haba vuelto ms peligrosa. Se oblig a s misma a adoptar una expresin de
curiosidad e incomprensin y pas la mirada de Malawaitha a Lanther, para volver a
Malawaitha.

Qu ha dicho? Pregunt a Lanther en Comn. Por qu est tan enfadada?

Quiere ms de lo que merece contest l, mostrando su aversin en su voz.

Malawaitha no entenda las palabras, pero capt el tono y un brillo mortfero asom
a las profundidades de sus ojos castaos. Sin pronunciar palabra, se dio media
vuelta y se apresur hacia la escalera que conduca al emperador, la espalda
rgida.

Es por algo que has dicho? pregunt Linsha inocentemente.

Lanther dio una carcajada.

No intentes engaarme. Entiendes mucho ms de lo que dejas ver, y apostara mi


mejor caballo a que sabes exactamente lo que quiere.

Dej de rer al ver a Malawaitha hacer una reverencia ante su padre. Y del
semblante de Lanther desapareci todo rastro de buen humor. Se le tensaron los
msculos alrededor de la nariz y la boca. Con un gesto brusco, despidi a los
oficiales.

Aferr la mueca de Linsha. El cuerpo de sta se tens. Poda sentir el calor que
transmita la piel desnuda de Lanther y oa su respiracin rpida.

Ha llegado el momento susurr. Tendrs que retar a Malawaitha a un ket-rhild.

La desconfianza cubri todos sus pensamientos como una desagradable marea.

Un qu?

Un duelo. Se ha convertido en un problema. Tenemos que ocuparnos de ella antes de


que provoque ms dificultados.

Linsha oy sus palabras y no poda creer lo que estaba oyendo. Retarla a un duelo?
Ocuparse de ella? De qu est hablando?.

Lanther tom su mano y se la acerc a los labios.

El poder es lo nico que este pueblo respeta. Ahora yo soy su Akkad, el lder de
la guerra. Merezco una mujer mejor que una hija inferior. Por las leyes del
Akeelawasee, slo una mujer puede retar a otra. T eres mi primera eleccin, as
que debes iniciar el reto.

Linsha apart la mano bruscamente. La atraves el latigazo helado del a


comprensin. Mir a la mujer que hablaba vehementemente a su padre.

Maldito manipulador ladr. Siempre has sabido que acabara pasando esto. Ella no
es una esclava cualquiera que puedas abandonar a tu antojo. Es la hija del
emperador. La nica manera de que puedas librarte de ella sin ofenderla es
obligndome a hacerlo as.

Lanther se inclin hacia adelante, los labios en una sonrisa forzada.

Hermosa e inteligente. Sers la madre de mi dinasta.

Linsha se apart, con un dolor sobrecogedor en el pecho, como si estuviera cayendo


en una oscuridad abrasadora. Sus manos deseaban arrancarle los ojos, pero saba que
sera intil.

Soy una Dama de Solamnia. No puedo hacer ni har tu trabajo sucio. Ya la has
humillado. Djala ir. Yo no voy a asesinarla. No lo har por ti ni por nadie.

Le dio la espalda y se habra marchado, pero Lanther volvi a agarrarla por la


mueca y tir de ella con fuerza. Linsha perdi el equilibrio y cay de rodillas a
sus pies. Los dedos se le clavaban en la mueca, triturndole los huesos.

Dama, no slo retars a Malawaitha a un ket-rhild, sino que la matars, pues de lo


contrario entregar los huevos a mis sacerdotes para que los utilices como ellos
decidan.

Linsha levant la mirada hacia l, intentando olvidar el dolor de la mueca.

Me prometiste esos huevos si me casaba contigo.

No puedo casarme contigo si estoy prometido a Malawaitha.

Por qu no la tomas como segunda esposa?

La oblig a ponerse de pie y contest.

Conoces a Malawaitha. Intentara matarte en la primera oportunidad que se le


presentara. No, debe quedar fuera segn la tradicin Tarmak, con un Juicio por
Oposicin, y t eres la nica que puede hacerlo.

Linsha retorci la mueca para soltarse y qued mirndolo como si no pudiera


moverse. Qu poda hacer? Si acceda a lo que le peda y retaba a Malawaitha
nicamente porque Lanther deseaba librarse de ella, violara el juramente de honor
como Dama de la Rosa. Eso era un asesinato. Simple y llanamente. Se esperaba que
los Caballeros de la Rosa defendieran la justicia, no que fueran unos asesinos.

Pero si no acceda, pondra en peligro las ocho pequeas vidas que haba jurado por
su honor que protegera. Se senta sujeta a ambas promesas y tendra que romper una
para mantener la otra.

Sus pensamientos se revolvan como serpientes. Senta los pulmones pequeos y


pesados. Pregunt a los dioses cul era el camino del honor. Dnde se esconda la
justicia en aquella trampa? Por un momento pens lo que hara Lanther si se negaba.
Conoca perfectamente su carcter manipulador y astuto.

No tenga ninguna duda de que entregara los huevos a los sacerdotes para que
hicieran sus terribles ritos y seguramente hara que ella volviera a la Ciudad
Perdida, slo para presenciarlos. Y entonces qu? Matara a Malawaitha de todas
maneras? Se ocupara de ella ms adelante, sin llamar la atencin? Su gesto por
salvar a la mujer sera totalmente intil?

Le vino a la cabeza una imagen muy clara de Iyesta: esplndida, orgullosa,


resplandeciente bajo el sol. Oy claramente sus palabras, como si la hembra de
dragn se las estuviera diciendo en voz alta.

No como solmnica. Quiero tu palabra de honor. Es ms fuerte y comprometedora que


tus votos a la Orden. En el pasado su palabra de honor ya haba demostrado ser ms
fuerte. Haba salvado a lord Rada y Sanction. La haba llevado a hacer una promesa
a un dragn y la haba conducido por todo el mundo. Haba prometido proteger esos
huevos. Eran todo lo que le quedaba.

Lanther adivin en sus tempestuosos ojos verdes que la aceptacin se iba formando,
aunque con reticencias. Se acerc a un guardia, le dijo algo y cogi la larga lanza
Tarmak, Se la puso en las manos.

Llvale esto. Simplemente di ket-rhild. Ella lo entender.

Linsha tom aire y cogi el mango de la lanza. A pesar del ruido que la envolva,
ella estaba atrapada en un hondo silencio. Se senta vieja, pesada y condenada con
un sentido del honor que la despedazaba. Con caminar lento, ascendi la escalera
que la llevaba hacia el emperador y su hija. La miraron con expresin sorprendida.

Lleg junto a Malawaitha y alz la mirada a sus ojos. Los rasgos de la mujer
estaban ensombrecidos por una nube de envidio, dolor e ira, adems de un atisbo de
comprensin.

Linsha se inclin ante el emperador, despus levant la lanza por encima de su


cabeza y su voz se alz sobre la msica y las risas: ket-rhild!

Sorprendidos, los Tarmak que estaban cerca quedaron en silencio.

Entonces Malawaitha le arrebat la lanza de las manos y la levant. Un aullido


atronador, mitad chillido mitad grito de guerra, estall entre los muros de piedra,
cortando el resto de sonidos y la msica como un cuchillo.

Linsha sinti que se le erizaba el vello al recordar aquel grito terrible. Haba
odo demasiadas versiones de aquel aullido en la Ciudad Perdida y en las Praderas
de Arena.

Mir hacia el patio, esperando en parte que todos los hombres respondieran con otro
grito y cargaran contra ella para derribarla a golpes. Malawaitha grit algo a su
pueblo que Linsha no entendi, pero la multitud s. Y los Tarmak rugieron su
aprobacin.

Juicio por Oposicin

Afec apareci a su lado. Linsha no tena ni idea de dnde haba salido, pues no lo
haba visto antes. Pero ahora estaba junto a ella, con el rostro surcado de arrugas
ensombrecido por la preocupacin.

Un ket-rhild? Dijo con tristeza. Oh, lady Linsha, por qu? De qu os servir?

Tengo que hacerlo respondi, las palabras fras como el acero.

El viejo damjatt se pas la lengua por los labios. Era difcil adivinar por su
expresin lo que pensaba.

El Akkad-Dar lo ha provocado dedujo, hablando en voz bajo. Quiere librarse de


ella.

Antes de que Linsha pudiera responder, Lanther subi la escalera e hizo una
profunda reverencia al emperador. Haba muy rpido, demasiado para que Linsha
pudiera seguirlo, e hizo un gesto hacia la mujer Tarmak con evidente preocupacin.
Qu est diciendo? pregunt Linsha a Afec en voz baja.

Lanther est en contra del juicio murmur el esclavo, jugueteando con su cinturn
de nudos. No quiere arriesgarse a disgustar al emperador.

Una intensa emocin se apoder de Linsha, dejndola a medio camino entre el grito y
las lgrimas. No voy a luchar por este cobarde. Que se lo quede todo ella. Las
palabras resonaron en su cabeza y pugnaban por salir, pero se mordi la lengua. Si
quera los huevos, si quera salvar la vida de esas cras de dragn, tendra que
seguir adelante con aquella farsa, pero si Lanther no mantena su parte del trato,
lo desollara vivo con un cuchillo mal afilado.

Malawaitha respondi con una arenga larga y encendida en tarmakian, que inclua
muchos gestos hacia Linsha.

Los Tarmak observaban la escena fascinados.

En ese momento la emperatriz se acercaba entre la multitud y Malawaitha volvi a


repetir que aceptaba el reto ante la matriarca del Akeelawasee. La emperatriz
escuch impasible.

Ella tiene la ltima palabra dijo Lanther a Linsha en voz baja. Os conoce a las
dos y juzgar si es adecuado.

Qu pasar si dice que no? pregunt, mientras vea hablar a las dos mujeres.

No lo har. Cree que Malawaitha podr matarte.

La emperatriz levant una mano para cortar el vehemente flujo de palabras de


Malawaitha y a continuacin se acerc al trono para consultar al emperador.

Y t no? Pregunt Linsha. T no ests preocupado por m?

Mi querida Linsha, claro que estoy preocupado. Malawaitha est en una perfecta
forma fsica, mientras t sigues sufriendo los efectos de la guerra. Se volvi y
la coci por el codo con fuerza, sin dejar de mirar a la emperatriz y el emperador
. Pero eres hija del destino, Drathkinkela. Debes hacer esto por nuestra
dinasta.

Linsha no se molest en responder. Maldita sea la dinasta, pens. Aquel hombre


se dejaba llevar por las fantasas de gloria. Observ a la pareja imperial hablando
y supo que aqul no era un final con suspense, porque estaba segura de conocer la
respuesta de la emperatriz. Los Tarmak no podan resistirse a una buena pelea,
especialmente si era entre un extranjero y uno de los suyos.

En su rostro no se adivinaba ninguno de esos pensamientos cuando la emperatriz se


detuvo a su lado.

T has retado dijo con su Comn bsico. Malawaitha aceptado. Cul es la razn
para este duelo?

Linsha volvi a ser presa de una oleada de irritacin. Por todos los dioses, no
quera hacerlo. Qu sentido tena? Por qu no podan hablarlo sin ms? Detestaba
a Malawaitha, pero no tanto como para matarla. O dejarse matar por ella. La mirada
rpida que lanz a Afec estaba cargada de resentimiento y teida de temor. El
esclavo era el nico que pareca mostrarse un poco comprensivo.

Est sularus oth mithas susurr. Mi honor es mi vida. O mi muerte, pens. Con
este reto defiendo mi derecho a ser la Elegida del Akkad-Dar dijo en voz alta para
que todos lo oyeran, y escuch en un fro silencio cmo traduca Afec.

La sangre acudi al rostro de Malawaitha. Algo caliente oscuro reluca en sus ojos.
Su cuerpo musculoso, su fuerte personalidad, todo se enfrentaba a Linsha con
evidente malevolencia. Sonri. Retrocedi un paso y, con un potente lanzamiento,
clav la punta de la lanza en el suelo, de manera que el arma separ a las dos
mujeres.

Drathkinkela, tendrs tiempo para prepararte. Afec, llvala contigo y preprala


para el juicio orden la emperatriz.

Linsha descubri que la preparacin para el juicio inclua desnudarla sin hacer
caso de sus protestas y cubrirle la piel con la pintura de guerra azul de los
Tarmak. Aunque eran esclavas las que aplicaban la pintura, Linsha encontr todo el
proceso embarazoso y capaz de poner nervioso a cualquiera. De verdad esperaban que
saliera ante aquella multitud y luchara slo cubierta por esa pintura azul? Claro
que no, le contestaron, slo los hombres hacan eso, y acto seguido le dieron un
diminuto taparrabos y unas cintas que le sujetaban el pecho y dejaban todo lo dems
a la vista.

Con la pintura picndole sobre la piel mientras se secaba, pens con nostalgia en
la armadura solmnica con el Martn pescador y la rosa repujada que le haban hecho
a medida. El peto, las grebas, los guanteletes, el casco todo se haba perdido
cuando Trueno destruy la ciudadela. Ahora no tena ms que pintura azul y un
taparrabos. Yel azul ni siquiera era su color favorito.

No quiero luchar as les dijo, malhumorada y nerviosa al mismo tiempo.

Las mujeres no la entendan y siguieron frotndola con la pintura.

Sin embargo, recordaba que la pintura tena una ventaja, pues se la haban aplicado
en la herida que haba sufrido en la emboscada en el palacio de Iyesta. El
cuadrillo de una ballesta la haba herido en el brazo y le haba hecho un corte
bastante profundo, pero los guerreros Tarmak se lo haban sacado y aplicaron la
pintura azul sobre la herida. sta haba curado en la mitad de tiempo que se
necesitara en circunstancias normales. Sospechaba que esa pintura tena
propiedades curativas que rayaban en lo mgico.

En cuanto la pintura estuvo seca, Afec orden a las esclavas que se retiraran. La
observ con mirada crtica durante un minuto o dos y despus sacudi la cabeza. Con
delicadeza, toc las escamas de dragn que colgaban de la cadena.

Malawaitha tiene los brazos largos. No dejis que os agarre. Sabe cmo partir un
cuello. Si tiene un punto flaco, es su arrogancia y cierta tendencia a echarse
demasiado hacia adelante. Sus labios desaparecieron en una lnea muy fina, vacil
como si no supiera si dar el siguiente paso y finalmente dijo: esperad aqu.

No tard ms que un momento. Al volver llevaba una taza y un frasco pequeo.

Destap el frasco y sirvi en la copa dos buenos tragos de un lquido espeso y de


un tono dorado verdoso.

sta es una bebida especial que los damjatt crearon para sus guerreros. Da fuerza,
claridad de mente y aumenta la resistencia.

Linsha lo mir con desconfianza.

Los Tarmak beben esto?


Afec se ech a rer.

Los Tarmak creen que su propia fuerza es suficiente y que todo lo dems es falso.

Yo hago esto como tnico para los esclavos y las mujeres que estn de parto. Pero
funciona y esta noche necesitaris todos vuestros recursos y habilidades para
enfrentaros a Malawaitha.

Y matarla?

Ahora eso es lo mejor le respondi Afec. Si no, os destruir.

Linsha cogi la taza y mir su contenido.

Qu har el emperador si mato a su hija?

Afec pareci preocuparse an ms.

No lo s. Debera someterse a la ley del ket-rhild. Pero l es el emperador, y a


menudo sus reacciones son impredecibles.

Hasta qu punto aquello podra resultar irnico?, pens Linsha. Lanther la


manipulaba para que matara a Malawaitha y as poder casarse con ella, pero si el
emperador la ejecutaba en un ataque de rabia, Lanther se quedaba solo con los
huevos.

Gracias dijo Linsha con frialdad.

Sintiendo nuseas, se bebi de un trago hasta la ltima gota de aquel lquido. Le


baj por la garganta una ola de calor, que pareci estallar en llamas en cuanto
lleg a su estmago. La energa se propag por todo su flujo sanguneo y le hizo
cosquillas en los msculos.

Vamos dijo Afec. Antes de que se pase el efecto.

La sac del palacio apresuradamente y la condujo al patio iluminado con antorchas,


donde la esperaban la multitud y Malawaitha, que ahora llevaba un atuendo similar
al suyo.

Linsha se detuvo en los escalones junto al emperador y le hizo una profunda


reverencia a l y a la multitud. Mir al patio y vio que los Tarmak no haban
perdido el tiempo mientras las esclavas la pintaban de azul. Haban despejado una
zona amplia frente a la escalera de palacio, delimitada por los espectadores
impacientes.

Malawaitha estaba en el centro, balanceando un hacha de mango largo.

Por todos los dioses! Linsha tom una bocanada de aire. Afec no bromeaba cuando le
dijo que aquel tnico daba claridad de mente. La escena que haba ante ella se
defina en su mente con un increble detalle y unos colores magnficos. Los sonidos
eran ms altos y claros; la luz de las antorchas y las lmparas brillaban con ms
fuerza y ahuyentaba hasta las sombras ms profundas. Alz la vista hacia los muros
del palacio y vio danzar los relmpagos al noroeste. La tormenta se haba acercado
y poda sentir el viento que se levantaba sobre el palacio y la lluvia que se
aproximaba. La energa concentrada en la tormenta le pellizcaba la piel, pero en
esta ocasin disfrutaba de ello y senta que su poder le daba energa. Levant los
brazos hacia la tormenta que se aproximaba y tom una profunda bocanada de aire.

Era una buena noche. Si tena que morir esa noche, que as fuera. Pero haba una
cosa que quera hacer. Con el tnico damjatt ardindole en el cuerpo y la mente,
reuni todos sus pensamientos y esperanzas, y los lanz a la inmensidad de la
noche.

Saba que estaba demasiado lejos para alcanzar a Varia o a Crisol a travs de su
conexin menta, pero tena que decrselo o no.

Varia, eres mi amiga, esta noche y siempre. Crisol perdname.

Los ojos oscuros de la hembra de bho se abrieron de golpe y volvi la cabeza. No


le sorprendi encontrarse donde se encontraba, porque all era donde esperaba
estar: en una jaula que colgaba en el cuartel general del comandante Tarmak en la
Ciudad Perdida. Pero algo la haba sobresaltado y sacado de su sueo. Mir
alrededor de la habitacin, a los guardas Tarmak que estaban junto a la puerta y a
los oficiales que rean y beban sentados a la mesa. Por las sombras que se
extendan por el suelo, supo que era ltima hora de la tarde y ella normalmente
dorma la siesta a aquella hora.

Pero en las profundidades de su sueo haba odo una voz, la voz querida de alguien
que crea que se haba ido mucho tiempo atrs. Slo haba odo una palabra Varia
y ya era suficiente.

Linsha estaba muy lejos, totalmente fuera del alcance de su capacidad habitual para
comunicarse, pero an as haba encontrado la manera de enviarle una palabra.

Nerviosa, Varia ahuec las alas y camin hacia adelante y hacia atrs sobre el palo
que los Tarmak llamaban percha. Tendra que escapar de esa jaula.

T, perro! Dijo uno de los oficiales con un ladrido. El pjaro se se ha


despertado. Dale de comer.

Un guerrero Tarmak abandon su posicin junto a la pared y se acerc con desgana a


la jaula. Sac un ratn muerto de una cesta que haba cerca, abri la puerta de la
jaula y lo tir dentro. Con aspecto malhumorado, cerr la puerta y regres a su
puesto en espera de la prxima orden.

Varia emiti un sonido que pareca una risita y que hizo que el Tarmak volviera la
cabeza para mirarla. Por lo que la hembra de bho saba de tarmakian, aquel
guerrero estaba siendo castigado por no haber sabido cumplir alguna misin. Su
castigo consista en servir en la Unidad de Perros como criado, mensajero
ocasional, limpiador de letrinas o encargado de cualquier otra tare desagradable
que se les ocurriera a sus superiores, hasta que estuviera convenientemente
arrepentido. Le haban encargado cazar ratones para el pjaro del Akkad-Dar y darle
de comer siempre que tuviera hambre. Lo que aquel guerrero no saba, lo que la
mayora de los oficiales no saban, era que Varia poda pensar y hablar.

La hembra de bho se acomod en la percha, hundi la cabeza y volvi sus ojos


redondos y grandes hacia el guerrero Tarmak que estaba junto a la pared. Lo
pensara bien, Tena que haber un modo de escapar de esa jaula y del edificio, y
una vez fuera podra buscar ayuda. Linsha estaba en algn lugar, con vida y segua
pensando en ella.

Tena que escapar.

Linsha le dijo Lanther. Ha llegado el momento.

Linsha sali bruscamente de su ensimismamiento y sinti que la embargaba la intensa


animosidad que albergaba hacia l.
Si muero, que me quiten esta pintura horrible antes de enterrarme.

Los Tarmak queman a sus muertos le dijo, y le tendi un hacha parecida a la de


Malawaitha. Dio un paso atrs cuando Linsha se la arranc de las manos.

Mir el arma un momento, lo suficiente para ver que el mango meda ms de medio
metro y que la hoja se curvaba, despus clav la mirada en la mujer que la
esperaba.

En un cambio de humor repentino, dej de contemplar la noche y su miedo desapareci


para dar paso a un arrebato de ira inesperado. Cada frustracin contenida, cada
enfado reprimido, la furia que haba mantenido bajo control; todo se uni y estall
en una llamarada en el centro de su mente, arrasando el poco autocontrol que le
quedaba. Pens en dar un grito de guerra solmnico, pero el sonido que se escap de
su garganta fue un alarido primario de furia, ms animal que humano.

Levantando el hacha, baj corriendo los escalones y atac a Malawaitha como un


demonio engendrado en Caos. La joven Tarmak retrocedi. Malawaitha haba pensado
que estaba dbil y que era reacia a luchar, pero ahora todos vieron que no era as.
Tras unos segundos de rechazos desesperados. Malawaitha recuper el equilibrio y
pudo defenderse.

Aqul no era un combate elegante, pues no tena ninguna norma. Las hachas de ambas
mujeres estaban muy afiladas y aquellos mangos tan largos podan utilizarse como
una barra o una porra. Malawaitha posea la fuerza y aos de entrenamiento en la
tradicin Tarmak. Su habilidad con el hacha era mayor y tena ms resistencia, pero
estaba demasiado acostumbrada a los ejercicios de entrenamiento, y su experiencia
limitada a ciertos estilos de lucha, le dejaba vencer a la Dama de la Rosa
fcilmente.

Linsha entrenada tanto por los Caballeros de Solamnia como por los matones de la
calle, tena un estilo que abarcaba muchas habilidades. Luchaba con puos y pies, y
uas y dientes, y se entregaba con tal furia que incluso ella misma se sorprendi.

En el centro de aquel huracn rojo de ira que llenaba su mente, Linsha intentaba
desesperadamente conservar algo de autocontrol. Conoca el trmino berserker,
pero nunca hasta ese momento haba experimentado tal transformacin. Su sentido
comn le susurraba que s, que su furia se alimentaba de das de animosidad
contenida, de desilusiones, de soledad y sentimientos de culpabilidad, pero haba
algo ms, algo que arda en su mente y prenda fuego a sus entraas. Quera herir a
Malawaitha, derramar su sangre, despedazarla de mil y una maneras. Era aterrador y
estimulante al mismo tiempo.

En un ncleo aislado de su autocontrol fro, una vocecita le deca: s


inteligente.

Utiliza su furia a tu favor. No te entregues completamente a la ira.>> Era ms


fcil decirlo que hacerlo.

Linsha levant el hacha con las dos manos y a duras penas pudo parar un poderoso
golpe de Malawaitha que le habra arrancado el brazo. El golpe hizo que le
temblaran todos los huesos. Malawaitha sonri con maldad, cogi el mango con la
mano izquierda y volvi a balancear el hacha. Linsha se apart y le dio una patada
en las costillas. Respirando pesadamente, se alej de un salto del alcance de
Malawaitha mientras su enemigo segua luchar por coger aire. Linsha no le dio
tiempo a que se recuperara. Malawaitha estaba demasiado bien entrenada con el
hacha. Saba cmo coger el mango de latn tallado con un complicado diseo, que tan
fcilmente se escurra de la mano sudorosa. Gracias a aos de prctica, saba
calcular el peso de la hoja y cmo aprovecharlo a su favor. Conoca la mejor manera
de utilizar el extremo romo del mango para estamprselo a Linsha en la nariz, ojos
o boca. Al tener ms fuerza y los brazos ms largos, blanda el arma con una
habilidad y eficacia aterradoras. La nica esperanza de Linsha era mantenerse fuera
del alcance de la hoja y agotar a Malawaitha antes de que sus propias fuerzas
flaquearan o aquel fuego propio de un berserker se extinguiera.

Con un grito salvaje, Linsha volvi a dar un salto. Le propin una patada a
Malawaitha y desvi el hacha para golpearle en los pies y hacer que cayera al
suelo.

Balance el hacha sobre la cabeza de su enemiga.

Malawaitha se apart y le dio un golpe en los tobillos que oblig a Linsha a


alejarse de un salto. En ese momento Malawaitha se impuls con las piernas y volvi
a plantarse frente a Linsha.

La multitud daba vtores salvajes.

Linsha distingui el placer en los ojos de Malawaitha, vio su expresin desdeosa y


confiada en que pronto sera la ganadora. Su ira volvi a encenderse a y
prcticamente se apoder de todos sus sentido, menos del de la vista. No senta los
msculos doloridos, ni los golpes y magulladuras en los brazos y las piernas ni el
profundo corte en el abdomen, ni el escozor de la pintura azul sobre la piel. No se
daba cuenta de que le goteaba sangre sobre el labio, ni oa los gritos salvajes de
los espectadores. Lo nico que vea, lo nico que quera ver, era su oponente.
Observ el sudor que brillaba sobre el rostro de Malawaitha, la sangre que manaba
de una herida profunda en el hombro y contrastaba con el azul de la pintura. Sus
ojos seguan cada movimiento de la Tarmak, cada mirada de sus ojos oscuros, cada
gesto de su rostro.

Intercambiaron ms golpes, sus cuerpos azules avanzaban y retrocedan sobre el


pavimento del patio. Las hachas entrechocaban con fuerza, filo contra filo, o filo
contra mango. Al poco tiempo ambas sangraban profusamente por los brazos y el
torso. A Linsha se le hinch un pmulo y un ojo por un fuerte codazo que le dio
Malawaitha y sta cojeaba por culpa de una rodilla magullada.

Esto no puede durar mucho ms, le dijo a Linsha su voz interior. Aunque todava
no senta la ftica, vea que los msculos le temblaban con el esfuerzo de cada
nuevo movimiento. A Malawaitha tambin le costaba respirar y mantener el
equilibrio, y sus ataques cada vez eran menos precisos.

Linsha mostr los dientes. Por todos los dioses, cmo detestaba a aquella mujer.

Malawaitha era la representacin de todo lo que odiaba de los Tarmak: la arrogancia


y la tirana, la terquedad que la tena atrapada all, la maldad que no provocaba
ms que dolor a ella y a sus amigos.

Por qu

Linsha balance el hacha.

no

Volvi a balancearla, bajndola para golpear la de Malawaitha con fuerza fusto en


el momento en que las palabras resonaban en su cabeza.

se

Las hachas entrechocaron, haciendo que le temblaran los brazos.


cae

Apret los dientes y golpe de nuevo.

de una vez!.

Las hojas chocaron por quinta vez y Linsha sinti que quedaban enredadas. El mango
se le escurri un poco de las dbiles manos. La hoja desvi el golpe del hacha de
su oponente y resbal por su palma sudorosa. Aquel giro inesperado le hizo perder
el equilibrio, se tambale hacia un lado y cay sobre un brazo de Malawaitha. La
dolorida mano solt el hacha, que cay sobre la piedra.

La mujer Tarmak se tambale bajo el peso de Linsha y solt su propia arma.

Buscando alguna ventaja, consigui agarrar a Linsha del pelo y arrastrarla con
ella. Las dos mujeres cayeron al suelo, una junto a la otra.

Al instante Linsha sinti que un brazo se enroscaba alrededor de su cuello y se


encontr atrapada. Sinti que la Tarmak apretaba su abrazo, como si tuviera barras
de hierro por extremidades. Intent respirar y se dio cuenta de que no le llegaba
el aire.

Malawaitha le cortaba la respiracin con el brazo.

El aliento caliente de Malawaitha le quem la oreja.

Te voy a matar lentamente le susurr en tarmakian.

Linsha no poda contestar. El dolor se agolpaba en su mente, le punzaba el cuello,


la espalda y los pulmones. La sangre se le agolpaba en la cabeza y detrs de los
ojos. El pnico se mezcl con la furia que todava no le haba abandonado.
Intentaba araar el brazo de Malawaitha con las uas, pero era como querer romper
una roca. Se le nubl la vista, al tiempo que se le acumulada el dolor en los ojos
y la presin en la cabeza.

Pataleaba con los pies, intentando golpear a Malawaitha en las espinillas, las
rodillas o los pies. De poco servan todos sus esfuerzos. La presin implacable
sobre su garganta segua arrebatndole la vida.

Entonces sus dedos tocaron un disco duro que colgaba de su cuello y que le era muy
familiar. La cadena estaba atrapada bajo el brazo de la Tarmak, pero las escamas
descansaban sobre su pecho. Linsha las agarr. Saba distinguirlas por el tacto.
Lord Rada haba ribeteado la escama de bronce con un hilo de oro. Pero Iyesta le
haba dado su escama de forma imprevista y no haba habido tiempo para ribetearla.
La escama de latn era dura como el metal, fina como un disco y tan afilada que
poda herir. Linsha la coloc con los dedos y con la parte curva cort el antebrazo
de Malawaitha. La Tarmak ahog un grito, pero no lo profiri en voz alta ni afloj
su abrazo. Sintiendo que las fuerzas la abandonaban, Linsha lo intent de nuevo.

Desesperada, asest a Malawaitha un segundo, tercero, cuarto corte. Saba que la


escama se hunda en el brazo de la mujer, porque sta se estremeca cada vez que lo
haca la sangre caliente y pegajosa le manchaba el pecho. No obstante, segua
apretando obstinadamente la garganta de Linsha.

A Linsha ya no le quedaba ms aire en los pulmones. Se le nublaba la mente, le


palpitaba la cabeza. Totalmente desesperada, reuni las ltimas fuerzas que le
quedaban y clav la escama de dragn en la parte interna de la mueca de
Malawaitha. Algo cedi bajo el dilo de la escama.
En su odo reson un sonido mitad grito mitad jadeo, y el brazo de la Tarmak afloj
lo suficiente su presa para que pudiera inspirar. La garganta le dola
terriblemente y senta que el aire apenas poda pasar, pero un hilo de aire se col
hasta sus doloridos pulmones y por fin pudo respirar. Volvi a inspirar y tosi.
Malawaitha se revolvi bajo ella e intent atraparla de nuevo con el brazo sano. El
terror ante la posibilidad de que volviera a agarrarla fue como una inyeccin de
energa en los msculos agotados de Linsha. Levant la cabeza todo lo que pudo y la
baj con fuerza para golpear a Malawaitha en el rostro. Un terrible dolor le
atraves el crneo, pero, por el grito que haba dado su adversaria, no se haba
llevado la peor parte.

Cogida por sorpresa, Malawaitha haba recibido todo el golpe en la nariz. Gimiendo,
se llev las manos a la cara. Linsha se ech rodando hacia un lado, se puso a
cuatro patas y busc un hacha. La Tarmak se revolva cada vez ms lejos, la sangre
manaba de la nariz rota y le bajaba por el brazo. Las dos vieron el hacha a la vez.

Ambas mujeres se lanzaron a por el arma. El brazo ms largo de Malawaitha alcanz


el hacha una fraccin de segundo antes, pero la mano de Linsha gir a medio camino,
se convirti en un puo y le propin un puetazo tremendo sobre la nariz ya rota.
La sangre las salpic a las dos. La Tarmak se encogi, sorprendida por el golpe.

Temblorosa por el esfuerzo, Linsha se lanz sobre la segundo hacha, se irgui como
pudo y qued de pie junto a Malawaitha, con el hacha en la mano. El tnico que Afec
le haba dado segua burbujendole en la cabeza, pero ya haba desaparecido el
ansia de matar y slo senta arrepentimiento y una honda tristeza por la inutilidad
de todo aquello. Baj los ojos anegados en lgrimas hacia Malawaitha y oy que la
multitud que la rodeaba bramaba su ansia de sangre. Queran una muerte. Pareca que
no les importaba de quin.

Vivir o morir? ofreci en tarmakian, en voz tan baja que slo Malawaitha poda
orla.

Durante unos segundos interminables no obtuvo respuesta. La joven Tarmak yaca en


el suelo boca abajo, resollando y sangrando profusamente. Sobre sus cabezas, un
relmpago ilumin las nubes que cubran el cielo. Linsha oy el retumbar del trueno
por encima de los gritos de los espectadores.

Malawaitha se movi. Lentamente se puso de rodillas frente a Linsha y levant el


hacha.

Jams compartir a Lanther con una humana dijo con la boca llena de sangre.

Lanther te ha traicionado respondi Linsha con tristeza. Si me hubieras ayudado


en vez de enfrentarte a m, no habra tenido que compartirlo con nadie.

Sabiendo que no haba otro final posible para aquel duelo, tir el hacha de
Malawaitha y describi un arco amplio con su arma. El hacha se encontr con el
cuello de la mujer y su cabeza cay al suelo.

El cuerpo se balance lentamente y cay hacia adelante, inmvil ya sobre el suelo


pavimentado del patio. Linsha tir su hacha al suelo. Se qued quieta frente a los
Tarmak expectantes y alz la mirada hacia Lanther. Las primeras gotas de lluvia se
estrellaron alrededor de Linsha.
7

El funeral de Urudwek

Un relmpago chasque en el cielo sobre el palacio y el trueno retumb en las


colinas, pero los Tarmak no prestaban atencin a la tormenta. Miraban el cuerpo de
Malawaitha desplomado en el suelo. Sin dedicar un momento a entristecerse por su
muerte o llorarla, se entregaron a un coro salvaje de gritos de guerra y un
torrente de aplausos de admiracin. La mujer muerta haba fracasado y ya no
exista. La vencedora haba lucha bien, con una ferocidad inesperada, y haba
ganado su posicin como Elegida del Akkad-Dar.

El emperador se levant de su trono de oro. Inclin la cabeza en direccin a


Linsha, grit una orden a su pueblo y se retir gravemente al palacio seguido de
sus esclavos y de la emperatriz. Los Tarmak gritaron presos del placer, y cada
hombre y mujer cogi su copa, sus platos, su ropa y sus instrumentos musicales, y
en algunos casos hasta a sus compaeros, y subieron la escalera que llevaba al gran
saln de audiencias. Los esclavos llevaron las mesas, los bancos, las lmparas y el
vino. El banquete se trasladaba al interior.

Linsha no se movi. Segua junto al cadver de Malawaitha mirando el cuerpo, con


expresin vaca. Que se mantuviera erguida ya era todo un triunfo.

Afec fue el primero en llegar junto a ella a travs de la riada de personas que
avanzaban hacia la escalera. Le toc el brazo y mir con preocupacin aquellos ojos
de un verde tormentoso que se volvan hacia l.

Qu pusiste en esa bebida? le pregunt.

El esclavo pareca un poco avergonzado.

Tal vez os diera una dosis un poco mayor de la que necesitaras. Con las prisas,
no tuve en cuenta que vuestra estatura es menor.

Lanther lleg junto a ellos. En sus ojos azules brillaba la alegra y el orgullo,
mientras le cubra los hombros con su tnica azul y la instaba a ir hacia la
escalera.

Linsha estaba demasiado cansada para discutir. Lo nico que la mantena en pie era
el tnico de Afec. Tena la sensacin de que cuando desapareciera su efecto, se
derrumbara sin remedio. Slo mir atrs una vez, y vio a Afec con la cabeza baja,
arrodillado junto al cuerpo de Malawaitha, mientras los esclavos recogan la cabeza
de la mujer y la llevaban junto al cuerpo para llevrsela de all. En ese momento,
el agua caa del cielo en un diluvio inacabable y Lanther la empuj al interior del
saln de audiencias a travs de la puerta doble.

Deseara que la hubiera llevado a al Akeelawasee, poder tumbarse, beber un buen


trago de agua y que le curaran las heridas. El ojo izquierdo se le estaba hinchando
tanto que apenas poda ver, le dola la garganta y el corte en el estmago le
escoca.

Nosotros vamos por aqu dijo Lanther, empujndola en otro sentido, lejos de las
celebridades.

Lanther, por favor. Ya he tenido bastante.

No le cont nada ms a pesar de sus protestas y preguntas, hasta que hubieron


recorrido varios pasillos largos y se detuvieron frente a una puerta.
Linsha se qued callada y observ detenidamente la entrada. Muchas de las otras
puertas del palacio apenas eran autnticas barreras, hechas de una madera rojiza
con figuras geomtricas talladas; pero aquella puerta era imponente, de color
oscuro, teida por los aos, y por nica decoracin tenan dos bandas de hierro. A
ambos lados de la puerta, como dos pesadas estatuas, haba dos guardias del
emperador que no miraban ni a derecha ni a izquierda.

Linsha lanz una mirada interrogativa a Lanther con su ojo bueno, pero ste se
llev el dedo a los labios y neg con la cabeza. Entonces se dio cuenta de que no
estaban solos con los guardias. Haban acudido silenciosamente ms guerreros
Tarmak, llevando antorchas. Formaban una hilera detrs del Akkad-Dar y aguardaban
pacientemente, aunque Linsha no tena ni idea de a qu. Esperaba que no estuvieran
all por el huevo de dragn, pues aquella idea le pona muy nerviosa. Nada bueno
poda pasar si se juntaban los Tarmak y los huevos de dragn. Pero seguro que
Lanther no permita que hicieran ningn dao al huevo. Se los haba prometido a
ella. Ella haba luchado por ellos.

El redoble de un tambor, lento y acompasado, retumbaba al final del pasillo, y los


guerreros se pegaron a las paredes. Enlazando las manos, hacan una profunda
reverencia a medida que una procesin avanzaba majestuosamente hacia donde ellos se
encontraban. Linsha esperaba ver al emperador en primer lugar, pero tras la larga
hilera de sacerdotes keena, de guerreros y guardias, lo primero que vio fue el
atad del barco, transportado a hombros por seis fornidos guerreros. A su lado,
Lanther hizo una profunda reverencia.

El rostro magullado de Linsha se arrug en una mueca de ira. Saba quin estaba en
ese atad: Urudwek, el Akkad-Ur, el anterior general de los ejrcitos Tarmak y el
hombre que haba liderado la invasin de la Ciudad Perdida, ordenado la masacre del
campamento del Escorpin y asesinado a su amiga Mariana. Los Tarmak deberan ser
confinados a las profundidades del Abismo, no devueltos a casa con honores y
ridculas ceremonias funerarias.

Lanther la agarr de la mueca y la oblig a inclinarse.

Hazlo o te matarn le advirti.

Aunque sus manos se cerraron en puos y en su estmago anudaba la furia, Linsha


hizo una profunda reverencia cuando los dos guardias tiraron de las enormes hojas
de la puerta y pasaron el atad ceremoniosamente por el pasillo iluminado que se
abra tras ella. Detrs avanzaban los sacerdotes y su squito seguidos del
emperador y sus guardias. El enorme Tarmak hizo una inclinacin de cabeza a
Lanther. El Akkad-Dar, sin soltar el brazo de Linsha, se situ detrs del emperador
y a continuacin avanz el resto de los guardias.

La procesin se mova al comps del redoble de tambor, lenta, reverentemente, a lo


largo del pasillo y descendi un tramo de escalones hasta un nivel inferior. Una
vez all, siguieron descendiendo por una espiral de escalones, ms y ms abajo,
hasta la misma piedra del promontorio.

Linsha intent imaginar adnde iban. Estaba entrenada como espa y como Dama de
Solamnia de la orden ms alta, preparada para tomar notas mentalmente y asimilar
todo lo que viera. Pero con mantenerse en pie ya se senta afortunada, mientras
bajaba penosamente la interminable escalera detrs de Lanther. Le dola todo el
cuerpo, de pies a cabeza, por los golpes, raspaduras, cortes y magulladuras. Aquel
tnico horrible segua dndole vueltas en el estmago y le burbujeaba en la cabeza
y el olor de la pintura azul y de la sangre de Malawaitha le daba nuseas. Lo peor
de todo era el mareo que le provocaban el humo y la luz en movimiento de las
antorchas. Rez para que alcanzaran el final de la escalera antes de que se
desmayara o vomitara. No saba cul de las dos cosas le pasara primero.

Por suerte, la procesin lleg al ltimo escaln antes de que perdiera el control
de su cabeza o su estmago. Siguieron por un pasadizo ancho e inclinado. La
oscuridad era intensa, nicamente perturbada por las antorchas que llevaban los
sacerdotes y los guerreros.

Linsha levant la cabeza y oli. Haba algo en aquel lugar que le recordaba a otro
sitio, el olor, una sensacin, un toque de aire fro y cerrado que le hizo pensar
en el laberinto bajo la Ciudad Perdida o en las cavernas subterrneas de Sanction.
Supuso que estaban en un complejo bajo tierra en el corazn del promontorio. Era
all donde los Tarmak enterraban a sus muertos ms honrados? All abajo habra
tumbas? Linsha gimi y se frot las sienes palpitantes.

Caminaba lentamente detrs de Lanther, concentrada en que sus pies siguieron


movindose y en que su cuerpo no se derrumbara. Oa a los Tarmak hablando en voz
baja alrededor de ella, pero no prestaba atencin a lo que decan. Traducir la
lengua gutural tarmakian le supona demasiado esfuerzo. Por ella, como si hablaban
de la ltima cosecha.

Linsha dijo Lanther en vez baja. Mira hacia adelante.

Por su nico ojo abierto, vio una luz temblorosa que se curvaba alrededor de una
gran entrada en forma de arco al final del pasadizo. La luz era amarillenta y
danzaba al mismo son que las llamas. Linsha se dio cuenta que el aire que sala por
el arco ola a humo. Se le despert la curiosidad. Mir alrededor mientras la
procesin recorra el ltimo tramo del pasadizo y pasaba a la caverna iluminada.
Inesperadamente, el inters de Linsha cambi de objeto. Haban entrado en una gran
cueva natural de techo alto y paredes lisas. A Linsha le pareci que era una
caverna abierta por el mar y se pregunt a qu distancia estara del puerto. Una
pasarela de piedra recorra las dos paredes, antes de caer hacia el suelo en una
inclinada rampa. Haba antorchas sujetas a la pared, y a lo largo de la galera que
dominaba la caverna se distribuan guardias imperiales.

Linsha los observ con curiosidad y estaba a punto de hacer una pregunta a Lanther
sobre las tumbas, cuando capt un sonido familiar. Sobre el sonoro redoble del
tambor, el arrastrar de los pies y el susurro de los guardias, le pareci or el
dbil sonido de la respiracin de un ser enorme. Era un sonido inconfundible una
vez lo captabas: el ligero roce de escamas, el ruido parecido al de un fuelle que
haca aire pasando por un cuello largo, el crujido de las alas de piel curtida. Un
dragn! Linsha haba pasado tanto tiempo en compaa de Crisol que poda reconocer
la respiracin de un dragn, y a oscuras. Aqul no era Crisol. Quin sera? Se
alej de Lanther, se meti entre dos guardias enormes y se asom a la caverna
inferior.

Lanz un grito ahogado que todos pudieron or. Unos cincuenta metros ms abajo,
haba un dragn acurrucado sobre un banco de arena. Estaba demasiado oscuro para
distinguir qu tipo de dragn era, pero la luz de las antorchas que se reflejaba en
sus escamas pona en evidencia que se trataba de un metlico. Sus dedos se
aferraron al borde de piedra.

Pero yo no empez a decir.

Una pesada mano cay sobre su hombro. Se volvi, esperando ver a Lanther y se qued
en silencio al encontrarse con el rostro de acero del emperador que le miraba desde
su altura.

Drathkinkela, es la hora tron en tarmakian. Ven. Hay mucho que hacer.


Aturdida, descendi la trampa de la caverna junto al emperador y se detuvieron a
medio metro del dragn. Con la luz de las nuevas antorchas, Linsha pudo ver que se
trataba de un Latn, por su tamao era bastante joven. Dorma pesadamente, formando
un apretado ovillo, con la cabeza escondida debajo de un ala. Linsha dio un paso
hacia l, pero el emperador volvi a cogerla del brazo y llam a Lanther, pero el
emperador volvi a cogerla del brazo y llam a Lanther. Por preocupacin, no
intent zafarse del inmenso Tarmak, aunque no lograba apartar los ojos del dragn.
Cientos de preguntas acudieron a su mente, pero no poda ms que quedarse quieta y
observar.

El Akkad-Dar avanz orgullosamente hasta situarse junto a Linsha. Los guerreros los
rodearon en un semicrculo. Los sacerdotes se afanaban de un lado a otro,
preparando una ceremonia que, Linsha no entenda. Haban dejado el atad de Urudwek
sobre una gran piedra plana que tena las manchas inconfundibles del fuego. En un
momento determinado ces la actividad y los presentes quedaron en silencio. Linsha
se dio cuenta de que el dragn no se mova.

A su derecha, un sacerdote keena con una tnica negra sin mangas empez a salmodiar
algo que pareca una oracin larga a algn dios cuyo nombre no reconoci.

Lo escuch unos minutos, pero su mente agotada pronto perdi todo inters y se
dedic a observar al dragn. Lo que vea la preocupaba mucho. Era evidente que el
Latn no estaba sano. Linsha haba visto a Iyesta en plenas capacidades y saba
cmo era un Dragn de Latn en perfecto estado. No tendra que estar tan delgado.
Los huesos se le marcaban bajo la piel escamosa y su color ms pareca de ptina
verdosa que metal pulido. Alrededor del hocico y en el lomo tena zonas grandes en
las que le faltaban las escamas. Pero Linsha saba que lo peor de todo era ese
sueo tan profundo, pues ni siquiera reaccionaba ante la invasin de su nido. Era
posible que el dragn se hubiera entregado al sueo como autodefensa, pero Linsha
se preguntaba si sera por algo ms grave. Los Dragones de Latn jvenes eran
demasiado sociables y sentan demasiada curiosidad por la vida para aislarse
deliberadamente de las cosas que los rodeaban. Le estaran haciendo algo los
Tarmak?

Un intenso dolor en la palma de la mano la sac de sus pensamientos y volvi a la


ceremonia, para descubrir que el emperador le haba cortado la palma de la mano con
un cuchillo afilado. La sangre manaba de la herida superficial y le goteaba por la
mueca.

Basta! chill. Si queris sangre, tengo de sobra por todas las heridas de mi
cuerpo.

Pero ni los Tarmak ni Lanther le prestaron atencin. El emperador cort tambin la


palma de Lanther y, para disgusto de Linsha, junt sus dos manos para que se
mezclara la Sangre. Los guerreros aclamaron en seal de aprobacin. El emperador
mantena una actitud formal, ni mucho menos alegre, pero pronunci un discurso
sobre las habilidades, el valor y la capacidad del Akkad-Dar, la excelente eleccin
de compaera que haba hecho y cmo el Akkad-Dar continuara la causa del imperio
Tarmak. Linsha se tambaleaba y decidi que si iba a vomitar, aqul sera el momento
perfecto. El emperador anunci oficialmente el compromiso entre el Akkad-Dar y la
Drathkinkela y amenaz con una muerte atroz a todo aquel que intentara romperlo.
Linsha ahog un bostezo.

Para su alivio, pareca que aquella parte de la ceremonia haba terminado, porque
Lanther apart la mano y los sacerdotes se volvieron hacia el atad que descansaba
sobre la piedra. Un sacerdote joven llev un texto antiguo encuadernado en piel y
atado con cintas de seda. Estaba apoyado sobre un cojn tambin de seda y se lo
present con gran reverencia al sacerdote principal. El keena mayor pas las
pginas de vitela y comenz otra serie de salmodias.
Linsha entendi el nombre de Amarrel y poco ms. El sacerdote hablaba demasiado
rpido.

Oh, por favor, date prisa murmur, frotndose las sienes doloridas.

Lanther la oy mientras se limpiaba la sangre con una tela que le haba dado un
sirviente. Asinti con simpata.

Pronto terminar susurr.

Otro sirviente se acerc con algo en las manos tapado con una tela roja. Lanther lo
cogi y lo destap para que Linsha lo viera. Era la mscara dorada del Akkad.

Linsha ahog un grito desesperado ante la visin de aquel rostro de metal. Haba
mirado demasiadas veces aquellas cuencas oscuras y haba sufrido en manos de su
portador. Demasiados recuerdos terribles.

Lanther sonri sin ms y se puso la mscara sobre el rostro. La luz refulgi sobre
la superficie de metal pulido y se reflej en su piel desnuda cuando levant un
brazo hacia el atad de su amigo y general, y se uni a los rezos.

Sintindose cada vez peor, Linsha se arrebuj ms en la tnica azul y se apart. No


quera formar parte de ninguna otra ceremonia Tarmak, Afortunadamente, los
guerreros ya no parecan prestarle atencin una vez finalizada la ceremonia de
compromiso. Estaban concentrados en los ritos funerarios del antiguo Akkad, en los
sacerdotes que cantaban rezos y salpicaban el atad con una especie de aceite de
hierbas. Linsha se desliz unos pasos ms y volvi a mirar en derredor. Nadie se
fijaba en ella. Dejando caer la tnica sobre la arena, se alej de la luz de las
antorchas y de los guerreros, y lentamente avanz pegada a la pared hacia el
dragn. Se mantuvo oculta en las sombras y no hizo movimientos bruscos que llamaran
la atencin.

Tard varios minutos, pero cuando por fin lleg al costado del dragn, los
sacerdotes seguan con su canto montono y nadie le haba ordenado que se alejara
del animal. Mir ms de cerca al dragn bajo la luz temblorosa de las antorchas y
qued asombrada por lo que vio. Por Kiri-Jolith, qu han hecho los Tarmak esta
pobre criatura?, pens horrorizada. El dragn no estaba amarrado a ninguna cuerda
ni cadena, pero las cicatrices de algn tipo de atadura se distinguan claramente
en sus patas. Su costado no era ms que una sucesin de costillas y el cuello era
muy delgado y estaba hundido. Ni siquiera su olor era el apropiado. Linsha saba
por experiencia que los Dragones de Latn tenan un olor especial que se pareca al
de la arena o el metal caliente. Pero aquel ola a algas podridas y a carne
enferma. En la parte ms alta del lomo, Linsha vio otra herida que le era
tristemente conocida, una zona de escamas ennegrecidas del tamao de un plato.
Haba visto una herida como aqulla slo en otro dragn, Crisol, y casi lo haba
matado. Volvi a sentir que su ira se inflamaba.

Cmo podan? Cmo poda alguien tratar as a un dragn?

Vio varias escamas esparcidas por la arena. Con movimientos lentos, se agach y
cogi una. No saba ni necesitaba escamas de aquel dragn, pero cogindolas no
haca ningn dao al animal y pens que tal vez le fuera de utilidad. Mir
rpidamente de reojo y, tras comprobar que nadie le prestaba atencin, puso la mano
sobre una pata delantera del dragn.

Lo que necesitaba en ese momento era magia. No mucha, slo lo suficiente para
despertar la poca energa que le quedaba y poder utilizar su habilidad para leer
las auras. Haba intentado no utilizar la magia desde que enter de que los
espritus de los muertos, retenidos en el mundo como esclavos de la Reina Oscura
Takhisis, absorban los poderes mgicos de todo aquel que intentara utilizarlos.
Pero pens que aqul era un pas diferente, un pas separado de Ansalon por muchas
millas y poblados por gentes que crean en Takhisis. Tal vez all la magia siguiera
funcionando. Con esa esperanza, cerr su mente a todo lo que la rodeaba y se
concentr en el poder que resida en su interior. Muchos aos atrs Goldmoon le
haba enseado el poder que ella llamaba Magia del Corazn. A Linsha no se le daba
muy bien, pero haba practicado tanto los hechizos que poda ayudar a curarse a s
misma, leer el aura invisible de cualquier ser sensible y comunicarse con algunas
mentes receptivas. Quiz, con un poco de suerte, podra observar el aura de aquel
dragn y saber un poco ms de l.

Drathkinkela! El ttulo reson como un ltigo en el silencio de la cueva y sac


a Linsha de su ensimismamiento. Era la voz del emperador.

Linsha maldijo para s y alej la mano del dragn.

Linsha! Grit Lanther. Aljate de ella. Es el momento de la cremacin.

Ella?. As que el dragn era una hembra. Frustrada, Linsha guard para s
aquella informacin mientras esconda la escama bajo la palma de la mano y
regresaba al lugar donde haba dejado caer la tnica. No era fcil ocultar la
escama en las correar o en el taparrabos, as que recogi la tnica y al hacer el
movimiento de ponrsela, desliz la escama cuidadosamente en la pieza de piel que
le sujetaba el pecho derecho.

Si nadie se fijaba atentamente en ella en la penumbra de la cueva, la escama


estara a salvo. Se uni a Lanther arrastrando los pies. Si iban a quemar el
cuerpo, eso tal vez quera decir que la ceremonia casi haba terminado y podra
volver a la paz y tranquilidad del Akeelawasee.

Pero si el sacerdote principal se dispona a prender fuego al atad del Akkad-Ur,


no iba a hacerlo a la manera tradicional. En vez de utilizar una antorcha o alguna
otra llama para prender el aceite, l y dos sirvientes se acercaron a la hembra de
Dragn de Latn, le sacaron la cabeza de debajo del ala y le estiraron el cuello,
de manera que con la cabeza apuntara al atad y a la superficie de piedra.

Linsha los observaba cada vez ms preocupada. Qu le estaban haciendo?

El sacerdote levant una mano hacia el dragn y empez a recitar algo que Linsha
saba que no era una oracin. Sonaba como un hechizo. Los sirvientes cogieron un
cubo que contena un lquido y lo vertieron en la boca del dragn. Tuvieron que
levantarle la cabeza y cerrarle la boca para que lo tragara. Menos de un minuto
despus la hembra de dragn daba arcadas, tosa y estornudaba. Un ojo enorme se
abri lentamente.

Linsha alz las cejas. Qu sera esa pocin?

Sirenfal, levntate y humllate ante m! grit el sacerdote principal a la


hembra de dragn.

Los guerreros lanzaron exclamaciones asombro y excitacin al ver que la hembra de


dragn levantaba lentamente la cabeza.

Linsha tena ganas de llorar. No haba energa ni inters en la mirada aptica del
dragn.

Qu le pasa? pregunt Linsha a Lanther.


ste se encogi de hombros.

No es cosa tuya.

Linsha tuvo que tragarse la respuesta. Para entonces la hembra de dragn ya estaba
completamente despierta y miraba al sacerdote como un gato mira a una vbora
amenazadora. Tena los labios curvados en un rugido silencioso y la cabeza se le
iba de un lado a otro como si estuviera mareada.

El sacerdote dio una orden. La hembra de dragn silb a intent incorporarse sobre
las cuatro patas, pero el sacerdote levant la otra mano en un gesto que era
evidente que la hembra de dragn reconoca y tema, pues se dej caer en la arena y
obedeci la orden. Tom una bocanada de aire y lanz un chorro de fuego
directamente sobre el atad de madera. El fuego lami la caja empapada de aceite y
la prendi con una feroz llamarada.

Los Tarmak creen que estn honrando a su lder de guerra envindolo a la otra vida
en una llama de dragn explic Lanther, mientras contemplaba el humo alzndose
hasta el techo.

Y matndola a ella de paso? Dijo Linsha. Qu sentido tiene eso?

Lanther dej escapar una risita condescendiente y no respondi. La propia Linsha


echaba humo mientras vea al Akkad-Ur reducindose a cenizas. Los sacerdotes
continuaban con sus oraciones cuando levant la vista y vio que la joven hembra de
dragn haba recuperado algo de conciencia. Tena los ojos ms despiertos y miraba
toda la cueva como si buscara algo. Linsha pens que quiz haba captado el olor de
alguien diferente. Desliz la mano bajo la tnica y aferr la escama. Rpidamente,
antes de que nadie pudiera impedrselo, reuni la energa que le quedaba, invoc el
poder latente en la escama y envi un corto mensaje a la mente de la hembra de
dragn. Era mucho ms difcil hacerlo a aquella distancia, pero tena que
intentarlo.

Come. Descansa. Aqu tienes una amiga. Intentar ayudarte.

Las palabras debieron de llegar al dragn, ya que Sirenfal volvi la cabeza y se


qued mirando directamente a Linsha con sus ojos ambarinos.

Una amiga de Iyesta.

Tal como Linsha esperaba, Sirenfal reconoci el nombre de la ms grande de todos


los Dragones de Latn, porque sin querer emiti un sonido de esperanza. Por
desgracia, ese sonido llam la atencin del sacerdote principal, que mir receloso
a la hembra de dragn y luego a Linsha.

Linsha supuso que no tena ms que un momento. Reuni todos los recuerdos que tena
de Iyesta, de Crisol y de la cada de la Ciudad Perdida, abri su mente al dragn y
ya estaba a punto de transmitrselo todo, cuando el sacerdote principal grit una
orden y cerro las manos en un puo. Sus sirvientes sacaron una bolsa de piel y
lanzaron unos polvos amarillentos a la cara de la hembra de dragn.

La hembra de Latn gimi lastimeramente. Intent mantener la mirada en Linsha, pero


el sedante del sacerdote era demasiado fuerte. Estornud y se hundi en la arena.
Volvi a curvarse en una bola, cerr los ojos y meti la cabeza debajo del ala.

Linsha sinti que sus fuerzas tambin se le escapaban como agua entre los dedos.
Los ltimos vestigios del tnico de Afec desaparecan y el intento de alcanzar la
mente de Sirenfal haba agotado sus ltimas reservas. Un sudor fro le cubri la
piel y empez a sentir el latido del dolor en la cabeza. Se abraz a s misma y se
apoy en Lanther. ste la sujet con mirada preocupada.

Dnde est? Mascull Linsha. Dnde est el huevo de dragn?

Puso los ojos en blanco y se desvaneci en sus brazos.

Sueos con dragones

Lo siento, mi seora. Tendra que haberme dado cuenta de que esto sera demasiado.
Has luchado un ket-rhild y por derecho deberas haber vuelto al Akeelawasee.

Aquella voz le hablaba como un zumbido mientras Linsha senta que la llevaban junto
a la pared y cuidadosamente la sentaban con la espalda apoyada en la fra piedra.
Entreabri los ojos y por la estrecha rendija vio un rostro difuso. Lanther.

Maldita sea, pens, no deba de haberse desvanecido ms de un minuto o dos. Se


acomod sobre el duro respaldo, las piernas estiradas al frente, los hombros
cados, y volvi a cerrar los ojos. Lanther la dej sola para volver junto a los
guerreros congregados alrededor de la losa humeante y de las cenizas del Akkad-Ur.
Linsha trat de dormir. Cada msculo de su cuerpo le gritaba que necesitaba
descansar. Pero no encontraba una posicin cmoda y en su mente bailaban las
palabras que ella misma haba pronunciado. Dnde estn los huevos?.

Se debata entre la consciencia y la inconsciencia, su cuerpo medio dormido y su


mente medio despierta. Dnde estaba el huevo que Lanther le haba prometido? Y
quin era esa Sirenfal? Qu haca all en esas condiciones? Cundo terminara
todo aquello? Resbal sobre la roca y sinti un escalofro que le lleg hasta los
huesos.

Empez a temblar y ya no pudo parar.

De repente unos vtores hicieron que fijara su atencin en el grupo que estaba en
la cueva. Volvi a abrir los ojos y vio a dos sacerdotes keena llevando una gran
caja metlica colgada de dos palos. La caja era lo suficientemente grande para
llevar Un huevo de dragn? Linsha abri ms los ojos y se incorpor apoyada en la
pared.

Ceremoniosamente, los dos sacerdotes dejaron la caja sobre las cenizas humeantes en
lo alto de la losa de piedra y se retiraron. Uno de ellos tendi al Akkad-Dar un
par de gruesos guantes de piel. La caja deba de estar caliente, porque incluso son
los guantes Lanther quit rpidamente la tapa y sac el contenido para ponerlo
sobre la piedra. Los guerreros se arremolinaron, tapando la vista a Linsha.

La Dama de Solamnia se apoy trabajosamente sobre manos y rodillas. Segua sin


poder ver entre los corpulentos Tarmak. Una sospechosa cada vez ms intensa le dio
fuerzas para levantarse justo en el momento en que Lanther levantaba el objeto para
que todos pudieran verlo. Los Tarmak vitorearon.

Linsha ahog un grito. Tena entre las manos enguantadas una forma oblonga, de un
poco ms de cincuenta centmetros de largo. Resplandeca bajo la luz de las
antorchas con un brillo plido de oro pulido. Era un huevo de Dragn de Latn. Su
huevo, Linsha avanz trabajosamente sobre unas piernas que tenan la consistencia
de la gelatina, pero antes de que le diera tiempo a dar tres pasos Lanther baj el
huevo y se oy un crujido horroroso.

A Linsha se le cay el alma a los pies.

Lanther, bastardo! grit.

Los Tarmak, sorprendidos y sobresaltados, le dejaron paso ante su furioso avance.

Cruz el cerco de guerreros tropezando y tambaleante hasta llegar a la piedra y a


Lanther, a tiempo para ver cmo clavaba una daga en la parte superior del huevo,
donde ya se haba abierto un pequeo agujero.

Sujetadla! orden Lanther.

Dos guerreros agarraron a Linsha por los brazos y se los sujetaron por la espalda,
sin dejarle acercarse ms. A Linsha no le quedaban fuerzas para matar a una mosca,
mucho menos para enfrentarse a dos fornidos Tarmak. En su rostro se dibuj una
mueca de dolor y asco.

Cmo puedes hacer eso? Chill. Me habas prometido esos huevos.

Lanther sonri con su sonrisa pcara.

Te promet unos huevos de dragn que estn a salvo donde los dejamos. ste me lo
haba reservado para esta ocasin. Ahora qudate quieta y observa. sta es una
oportunidad nica. Normalmente a las mujeres no se les permite asistir a estas
ceremonias.

Ante su mirada consternada, Lanther continu clavando la daga en el huevo hasta que
hubo hecho un agujero circular en la parte superior. Retir la parte de la cscara
que haba cortado y dej caer el contenido del huevo en un gran cuenco de piedra.

Horrorizada, Linsha vio el embrin de dragn, pequeo y perfectamente formado,


retorcerse un par de veces en el albumen antes de quedarse inmvil. Estaba ms
desarrollado de lo que esperaba. Sin que se diera cuenta, a Linsha empezaron a
correrle las lgrimas por la pintura azul que le cubra la cara.

Lanther se volvi hacia los guerreros y alz la daga manchada.

El banquete de sangre de dragn se celebrar esta noche! Quin va a beber el


Awlgurud drathkin?

Un rugido atronador de los guerreros fue la respuesta, que reson en todos los
rincones de la cueva. Mientras el emperador, el Akkad-Dar y los guerreros
observaban, los dos sacerdotes keena trocearon el embrin muerto en partes
pequeas, lo mezclaron con el contenido sanguinolento del huevo y aadieron agua
caliente.

Tambin echaron unos polvos y otros lquidos, algo oscuro que pareca sangre y unas
cuantas hierbas y vino, hasta que consiguieron una especie de sopa de aspecto
repugnante. El tambor volvi a sonar y todos los reunidos entonaron un canto
disonante que puso a prueba el poco autocontrol que le quedaba a Linsha. Contempl
horrorizada a los sacerdotes, que revolvan el contenido del cuenco de piedra y lo
dejaron hervir lentamente sobre la losa. Cuando la pocin estuvo lista, el
sacerdote principal pesc en el lquido caliente el crneo de la cra de dragn. Lo
llen de lquido y, con una reverencia, se lo ofreci al Akkad-Dar.

Lanther alz el crneo.


Aclamo al ahijado, Amarrel. Guardin de los Dragones, hroes de la Llama Blanca y
protegido de la diosa, y saludo a la Reina Oscura, ama del mundo y seora de los
muertos! Con una reverencia, le tendi el crneo al emperador, que bebi su
contenido de un solo trago.

Lanther y los Tarmak bramaron en seal de aprobacin. Al mismo tiempo que los
guerreros se acercaban para recibir su parte, Linsha sinti que se aflojaba la
presin en sus brazos. Los dos guardias ansiosos por participar en el banquete, la
soltaron y la empujaron hacia atrs para apartarla de su camino. Linsha se tambale
varios pasos, se inclin y vomit sobre la arena. Le temblaban las piernas, la
cabeza le lata. No quera formar parte de aquella ceremonia salvaje, pero no le
quedaban fuerzas para subir la escalera y llegar a los niveles superiores del
palacio. Tena que tumbarse y tena que hacerlo ya. Limpindose la boca, alz los
ojos y vio a la hembra de dragn hecha un ovillo en su sueo inducido. Era una
desconocida. Pero Linsha tambin estaba prisionera y en aquel momento tan breve en
que sus mentes se haban unido, haba percibido en Sirenfal una soledad y un miedo
tan profundos que se correspondan con los que ella misma senta. La hembra de
dragn la atraa y comprenda su situacin desesperada, as que esperaba que a
Sirenfal no le importara un poco de compaa.

Sintindose ms dbil por momentos, Linsha oblig a sus piernas a avanzar hasta el
nido de arena de Sirenfal. Sinti el calor que emita la hembra de Latn, como un
horno encendido, y aliviada se apoy sobre las manos y las rodillas. Gate hasta
una de las patas dobladas de la hembra de dragn, sobre la que se apoy. A pesar de
los gritos de los Tarmak y del redoble del tambor, se qued dormida antes de
reclinar la cabeza sobre las escamas de latn.

Se despert en una cmara de sombras plidas. Mirando en derredor, pens que tal
vez siguiera en la cueva de la hembra de dragn. El ambiente estaba hmedo y ola a
piedra y a agua salada, el eco resonaba alrededor. Pero si realmente estaba all,
haba pasado algn tiempo, pues los Tarmak se haban ido y la cueva estaba vaca y
en silencio. No haba rastro de Sirenfal. La luz se filtraba por alguna rendija del
techo y se reflejaba sobre una ligera neblina que bailaba frente a una abertura que
poda sentir, pero que realmente no vea.

Quin eres,? una voz suave y femenina, le hablo directamente en su mente.

Linsha escudri la neblina que la rodeaba y no vio ms que sombras.

Ya te lo dije. Soy una amiga.

Eso dices. Pero ests cubierta de la pintura de los guerreros Tarmak y asistes a
sus ceremonias.

Linsha se mir la piel, que era cierto que segua pintada de azul. Lo nico que
haba desaparecido era el dolor, el hormiguero, los cortes y las magulladuras.

Soy una Dama de la Rosa de la Orden Solmnica y una amiga de Iyesta. Me capturaron
y me trajeron aqu por una deuda de honor.

Deba de ser una deuda importante.

Iyesta me pidi que protegiera una nidada de huevos.

Alguien tom aire bruscamente, interrumpindola. Linsha se detuvo, mirando ms


atentamente las brumas.

Hasta ahora no he tenido demasiado xito aadi.


El pensamiento de Sirenfal lleg cargado de pesar.

Si queda al menos uno, has sido ms afortunada que yo. Los Tarmak destrozaron toda
mi nidada.

Linsha se incorpor lentamente. Ya no senta ningn dolor ni nuseas. De hecho, no


senta nada, ni siquiera el fro de la neblina que flotaba alrededor.

Cunto tiempo llevas aqu?

Una vida entera. Una respuesta lleg en un suspiro. Unos ocho aos, creo. Sus
sacerdotes y ese hombre horrible me capturaron con hechizos y robaron mis huevos.

Creo que mataron a mi compaero.

Linsha estaba horrorizada.

Cmo pueden mantenerte prisionera?

Por qu soy un dragn? Se oy una risa suave y sencilla y de la neblina sali una
mujer menuda y delicada, que se detuvo ante Linsha. Sus ojos castaos claros se
hundieron en el verde de los de Linsha. Incluso los dragones son vulnerables.

Sirenfal.

La mujer asinti. Eran tan hermosas como una doncella elfa, con el cabello dorado
como la miel rodendole los hombros y unos rasgos delicados que parecan de
porcelana.

Linsha no se sorprendi. Algunos dragones podan cambiar de forma con facilidad y


lo hacan a menudo por diversas razones. A los Bronces les gustaba especialmente y
no era raro que pasaran muchos aos ocultos bajo su forma humana, algo que Linsha
saba demasiado bien. Enfrent la triste mirada de Sirenfal sin juzgarla ni
temerla, slo con curiosidad. La mujer dragn no tena buen aspecto.

El cabello dorado caa lacio sobre el rostro delgado, tena la piel plida y
macilenta.

No haba en ella vivacidad y energa que irradiaba Iyesta en su forma humana.

Pareca un fantasma, una sombra delgada de lo que haba sido.

El hombre llamado Lanther ha enseado a esos sacerdotes keena a utilizar los


hechizos creados por los msticos oscuros. Ellos, a cambio, le han enseado algunas
de las pociones de los keena. Me mantiene sedada, esclavizada, mientras
experimentan conmigo, me arrancan las escamas y absorben mi magia. Mataron mis
huevos en esas ceremonias horribles.

Linsha escuchaba, horrorizada por la desgracia de la hembra de dragn. Una sospecha


terrible se abri paso entre sus pensamientos, despertada por el recuerdo de la
herida descolorida que le haba visto en el lomo.

Sabes lo que es la Lanza del Abismo?

El cuerpo delgado de Sirenfal se estremeci.

La probaron conmigo, musit, con voz temblorosa, como si le diera miedo compartir
sus pensamientos.
Linsha! una voz spera retumb en la caverna. Sirenfal se sobresalt y se alej
un paso de Linsha. Su silueta empez a desvanecerse.

Debo irme. No le cuentes nada. La neblina se arremolin torno a ella.

Instintivamente, Linsha alarg una mano en un gesto de consuelo y despedida, pero


no dijo nada por miedo a atraer aquella voz odiosa hacia la hembra de dragn.

Linsha! Despierta! Es hora de irse. Las palabras de Lanther se abrieron paso


entre la penumbra y las sombras, y Linsha se despert bruscamente.

Volva a estar en la cueva, de noche, con los guerreros Tarmak, las antorchas, el
olor a humo y el hedor de la pocin. Volva a estar junto a Lanther. Deslumbrada
por la luz de las antorchas, alz la mirada hacia su rostro oculto tras la mscara
dorada y tuvo que reprimir el odio que senta hacia l. La presencia de la hembra
de dragn se haba desvanecido, por la intensidad de su tristeza y la injusticia de
su lucha seguan ahogando el corazn de Linsha, despertando un nuevo odio hacia
Lanther. Cmo poda haber hecho algo as a un dragn? A cualquier dragn? Era
eso lo que tena pensado hacer a Crisol? Experimentos. Pruebas. Matarlo de hambre.
Absorber su magia. En su mente se agolpaban las maldiciones. Cuando le ofreci la
mano para ayudarla a levantarse, no pudo mirarlo al rostro, sino que clav la
mirada en la mano que le tenda. Nunca antes se haba dado cuenta de cuntas
cicatrices y marcas tenan sus manos tras aos de combates, una naturaleza hostil e
incidentes con espinos, cuchillos, escamas de dragn y los dioses sabran qu ms.
sas eran las manos que torturaban y mataban dragones que asesinaban a sus amigos y
dominaban una magia que ella no poda entender. No le quedaba ms remedio que
obligar a sus dedos a entrar en contacto con los suyos y aceptar su ayuda para
ponerse de pie.

En cuanto se hubo levantado, apart rpidamente la mano y retrocedi como si huyera


de una plaga. Todava estaba dbil y daba pasos vacilantes, y el dolor haba
regresado. Pero se senta con un poco ms de fuerzas despus de haber dormido un
rato y ya no tena nuseas. Con un poco de suerte y decisin, podra llegar al
Akeelawasee sin la ayuda de Lanther.

Mir atrs, hacia la hembra de dragn que dorma, y sinti algo en lo ms recndito
de su mente que haca mucho tiempo que no senta: compasin. Por primera vez
durante das, la negra depresin que se cerna sobre ella cedi un poco, como una
nube de humo alejada por un viento fresco. Aunque saba que estaba soando, no dud
ni por un instante de lo cierto de su conversacin con Sirenfal. Ya haba soado
con dragones antes y descubierto su utilidad. Como haba hecho Crisol antes,
Sirenfal haba elegido aquella manera ntima de comunicarse con ella con la
esperanza de que la entendera.

Afortunadamente, haba sido as. Tena una afinidad con los dragones que no acababa
de comprender, una empata ms intensa y poderosa de la que tena con la mayora de
los humanos. De dnde proceda sta, lo ignoraba, pero desde que tena uso de razn
se senta cmoda en la presencia de casi todos los dragones, y ellos le respondan
de igual manera. Incluso el compaero Azul de Sara Dunstan, Cobalto, siempre tan
distante, le haba otorgado privilegios. Linsha saba que Sirenfal haba asumido un
gran riesgo al comunicarse con alguien que segua siendo un desconocido, pero quiz
ella tambin haba percibido la sinceridad en Linsha. La mujer se jur que no
traicionara la confianza de Sirenfal. La hembra de dragn estaba herido, enferma,
necesitaba ayuda desesperadamente. Seguro que como Drathkinkela poda encontrar la
manera de ayudar a la dragona.

Sigui a Lanther por la larga escalera, por delante de una interminable hilera de
guerreros Tarmak. Ms de una vez, mientras suba penosamente los peldaos, habra
querido detenerse y descansar para recuperar el aliento y dejar que sus doloridos
msculos se relajaran. Pero los guerreros suban detrs de ella y no quera volver
a mostrarse dbil ante ellos aquella noche. Se oblig a seguir hasta que las
piernas le ardan, jadeaba y senta un dolor en la cabeza que pareca que le
estaban martilleando el crneo.

Cuando por fin lleg a la puerta que conduca al primer nivel del palacio, Linsha
volva a temblar de agotamiento. Los efectos teraputicos del breve descanso y el
sueo con la hembra de dragn haban desaparecido. Lo nico que quera era un bao
y una cama. En cuanto entraron al saln, torci para escapar hacia su habitacin.

Lanther la cogi por el brazo.

Ven conmigo. Tenemos que hablar.

Hablar con Lanther era una de las dos cosas que menos le apeteca hacer con l.

Ahora? le contest bruscamente. No se esforz por disimular su antipata e


irritacin. Estoy cansada ms all de lo imaginable. Tuve que luchar en un duelo
sin sentido, despus me arrastraste a una cueva para que viera cmo torturabas a un
dragn, quemabas el cadver de mi enemigo y mataban a una cra de dragn que me
habas prometido. No tengo nada que hablar contigo.

Sin hacerle caso, Lanther se quit la mscara, se la dio a un sirviente y la cogi


por el codo, pero conducirla a travs del saln y por una puerta pequea que daba a
un hermoso jardn. La tormenta haba pasado y el aire estaba fresco, la luna baaba
con su luz blanca los rboles y los macizos de flores. Alrededor de ellos, las
ranas arbreas croaban una cancin sin fin.

Yo s tengo algunas cosas que decirte le dijo Lanther, obligndola a sentarse en


un banco de piedra.

Linsha hizo una mueca de dolor. La piedra fra y hmeda no era un asiento muy
agradable cuando no se viste ms que un msero taparrabos. Con un movimiento liber
su codo de la mano de Lanther, apoy la cabeza entre las manos y gimi. Es que
aquella noche no iba a acabar nunca?

Esta noche has luchado bien dijo Lanther, caminando lentamente delante de ella.
Es una vergenza que Malawaitha se ofreciera as.

Linsha no se molest en responder. No haba tenido ni el tiempo ni la tranquilidad


necesarios para pensar en Malawaitha y en su muerte intil.

Por suerte, el emperador est impresionado contigo continu Lanther. Por fin me
ha dado su bendicin para que nos casemos y ha hecho las gestiones necesarias con
el sacerdote principal para que celebre la ceremonia dentro de cinco das.

Linsha se irgui, horrorizada. Cinco das. Oh, dioses, volved y lanzadme un rayo
aqu mismo, pens.

Lanther se detuvo y mir la luna llena. Tom una profunda bocanada de aire.

Los barcos se prepararn a lo largo de la siguiente semana aadi apresuradamente


. Tengo intencin de partir hacia la Ciudad Perdida antes de la prxima luna
nueva.

Linsha se sinti presa del miedo, la ira y la incredulidad. Quera decir lo que
ella le haba parecido entender? No era posible que le hiciera eso.
Has dicho tengo. Querrs decir tenemos. Vamos a regresar juntos Ansalon. En
sus palabras haba ms esperanza que conviccin.

Lanther cruz los brazos y sigui con la mirada fija en la luna.

Llevarte de nuevo a la guerra y sus penurias? Creo que no. No, no. Te quedars
aqu, donde s que estars a salvo y sers respetada, y donde no puedes encontrar
una manera de escapar de m. Te quedars aqu y esperars a que yo vuelva.

Gracias a su increble autocontrol no salt del banco y arranc los ojos a Lanther.

Preferira ir contigo logr decir, en vez de dejar escapar el grito que se le


agolpaba en la garganta.

No lo dudo.

Queras que estuviera junto a ti, que luchara a tu lado. Me pediste que fuera la
emperatriz de las Praderas. Y ahora pretendes dejarme aqu como a una concubina de
segunda categora?

Es lo mejor.

Y los huevos de dragn? Son mi regalo de compromiso. Quiero verlos.

En su voz se adivinaba una nota de histeria que no poda contener. No poda creer
lo que le deca Lanther, no era capaz de aceptarlo. Quedarse en aquella isla, en
aquella prisin de mujeres Casada y seguramente embarazada. Con nadie ms que
Calista para hacerle compaa. Jams volvera a ver su casa, su familia. No tendra
oportunidad de encontrar a Crisol y Varia.

Los huevos estarn bien atendidos le asegur.

Linsha acab perdiendo el poco domino sobre s misma que le quedaba y se puso de
pie de un salto.

Con las mismas atenciones que dispensaste al ltimo? chill, a pesar de tener la
garganta dolorida y seca. No! No te creo. Tengo que volver a la Ciudad Perdida.

No puedes dejarme aqu!

Puedo y lo har. Eres mi prometida y dentro de cinco das sers mi esposa. Te


quedars en Ithincarthia para criar a mi hijo. Sus ltimas palabras resonaron en
sus odos como una sentencia de muerte.

Los preparativos

Linsha tena que admitir que los Tarmak saban cmo tratar un cuerpo dolorido.

Casi no le haba dado tiempo a volver al Akeelawasee cuando la recibi la


emperatriz.

Calista rondaba cerca, con mirada de preocupacin y consternacin. Detrs de ella


aguardaba Afec, con una expresin fra e inescrutable, junto a otros sirvientes.

Sin saber cul sera la reaccin de la emperatriz tras la muerte de Malawaitha,


Linsha enlaz las manos e hizo una profunda reverencia.

Me disculpo por haber matado a una hija de la familia real dijo en voz baja.

La matriarca resopl poco delicadamente. Observ a Linsha de pies a cabeza, asinti


unas cuantas veces y le contest en su spero Comn: Acept un duelo lo perdi. No
te disculpes. Con un chasquido de dedos, alarg el brazo pidiendo un vaso de zumo
de dodgagd, que un sirviente le acerc rpidamente. Se lo entreg a Linsha. Me han
dicho que te casas dentro de cinco das. Te quedars aqu cuando el Akkad-Dar se
vaya.

Linsha oy el grito ahogado de desesperacin de Calista por encima de los ruidos


apagados de la habitacin. Asinti lentamente y bebi el zumo. Por una vez, aquel
sabor tan raro no le dio asco y el lquido fro fue un alivio para su garganta
irritada y su cuerpo exhausto.

La emperatriz dio una palmada y Linsha se encontr rodeada por Calista, Afec y dos
esclavas. Las mujeres la acompaaron rpidamente a los baos, donde le frotaron
todo el cuerpo para quitarle la pintura azul, le masajearon las extremidades
doloridas y le limpiaron las heridas con agua fra. Afortunadamente, se acord de
la escama de la hembra de dragn a tiempo y la cogi de la pechera de piel sin que
nadie se diera cuenta. En cuanto acabaron, Afec le dio una compresa fra para el
ojo hinchado, lav las heridas superficiales con el lquido que escoca y aplic un
ungento en el corte de la palma de la mano y en la laceracin del estmago.
Calista le llev ms zumo y un cuenco de sopa. Linsha les dio las gracias a otros,
dedic una sonrisa alentadora Calista y regres a su celda relativamente calmada.
Aunque deseaba hablar con Calista y Afec, se rindi ante las exigencias de su
cuerpo y se tumb en el catre. Se qued dormida antes de apoyar la cabeza en la
almohada.

Podras arreglrtelas para conseguir ropa o tela verde oscuro en un par de das?

De color gris tambin servira.

Linsha estaba inmvil sobre el catre, intentando estirar los msculos para
convencerse de que algn da volveran a responderle. Sigui a la cortesana con el
ojo sano para ver si entenda lo que quera decir.

Me imagino que s. Para qu lo necesitas?

Un asesino que conoc una vez me dijo que es mejor vestir de verde oscuro si
quieres escabullirte de noche. Es mucho ms difcil de ver que el negro, que
normalmente resalta entre las sombras.

Aquella maana las dos mujeres estaban solas en la zona de dormitorios, pues la
emperatriz haba eximido a Linsha de la marcha matinal. Linsha estaba convencida de
que haba sido la decisin correcta, pues ni siquiera saba si podra mantenerse en
pie.

Correr era algo que ni se planteaba.

Ests planeando escabullirte a algn sitio? pregunt Calista con una media
sonrisa.

Aunque lo ms probable era que estuvieran solas en el dormitorio, Linsha baj la


voz hasta hablar en susurros y le cont a Calista todo lo relativo a la hembra de
dragn que haba en la cueva bajo el palacio.

Quiero hablar con ella sin una guarnicin de Tarmak merodeando, y sin el sacerdote
principal. l y Lanther la controlan.

Sabes qu es?

No. Pero quiz Afec pueda ayudarme.

Calista contuvo la respiracin.

Y esa Sirenfal podr llevarnos volando a casa?

Linsha tard un momento en contestar. A ella ya se le haba ocurrido lo mismo y eso


haba encendido una pequea chispa de esperanza entre sus pensamientos oscuros.

Pero no olvidaba la evidente debilidad del dragn y la palidez de sus escamas. No


estaba segura de que Sirenfal pudiera sobrevolar la baha, mucho menos llegar hasta
Ansalon. Tampoco saba cmo sacar a la hembra de dragn de la cueva, cmo superar
los guardias Tarmak, cmo salir del Akeelawasee con Calista y otras muchas
cuestiones. Primero tena que hablar con la hembra de Dragn de Latn.

Tal vez respondi por fin. Si muchas cosas salen bien.

Y tu matrimonio? Pasars por eso?

Linsha sinti un escalofro.

Har lo que deba repuso.

Sin que lo llamara ni lo esperase, apareci la imagen de un hombre alto de espalda


ancha, el cabello dorado oscuro y unos ojos en los que brillaba la sabidura de un
dragn con ms de cian aos. Lo haba visto encendido por la pasin de salvar a su
ciudad, dando rdenes indiscutibles en las emergencias, inocente cuando disfrutaba
de los goces de la vida jugando en un estanque. Le haba salvado la vida en ms de
una ocasin y, cuando haba sido necesario, haba dejado atrs su ciudad para
acudir en su ayuda. Si pudiera ayudarla ahora. Por favor rog en silencio al
firmamento vaco. Por favor, que siga vivo.

Con ayuda de Calista, Linsha se masaje las partes ms doloridas de los brazos y
las piernas, y lentamente se dirigi a desayunar. Para sorpresa de Calista, Linsha
comi el pur de cereales, tom el zumo y todo lo que le pusieron delante sin
protestar.

Despus de desayunar, fue al pequeo lago para nadar en el agua templada.

Aunque nadar le aliviaba, Linsha saba por experiencia que tendran que pasar
bastantes das antes de que su cuerpo recuperara algo parecido a la normalidad tras
los esfuerzos de la noche anterior. Diez aos antes le habra bastado una noche de
sueo para sentirse tan fresca como un potrillo. Pero el cuerpo acusaba la edad y
los aos combatiendo pasaban factura. Ya no se recuperaba tan rpido como antes, lo
que significaba que tendra que cuidarse los prximos das.

Cuando termin de nadar, Afec fue a buscarla y la condujo a la enfermera para


curarle las heridas. Linsha dej que entrara primero y cerr la puerta tras ella.
El criado levant la vista sorprendido justo cuando ella lanzaba la escama de
Dragn de Latn sobre la mesa. La escama describi un arco reluciente en el aire
que capt su atencin y aterriz con un sonido metlico en la mesa de madera. Los
ojos de Afec se abrieron asombrados, sus dedos nudosos se extendieron hacia el
disco brillante.

Linsha avanz rpidamente hacia la mesa y seal la escama.

Qu sabes de este dragn?

La expresin del viejo damjatt se hizo inescrutable, se retir a una distancia


respetuosa e hizo una pequea reverencia.

Slo lo que he odo, seora.

Linsha no se movi.

Y qu has odo?

Afec mir ms all de ella, hacia la ventana, donde los postigos entreabiertos
dejaban pasar la brisa de la maana.

Una vez o dos o que haba un dragn en las viejas cuevas marinas que hay bajo el
palacio respondi en voz baja.

Nunca lo has visto?

Neg con la cabeza, con la mirada clavada en el suelo, en los pies de Linsha.

Est prohibido. nicamente los sacerdotes, los guerreros y los elegidos por el
emperador o el Akkad pueden bajar all.

Linsha se qued pensando un momento, despus cogi la escama y la dej en la mano


del esclavo. Su rostro impertrrito se abri en una gran sonrisa. Sostuvo la escama
hacia la luz, admirando su brillo y color.

Linsha haba frotado deliberadamente la escama hasta que resplandeci se sinti


satisfecha al comprobar que su pequeo truco haba funcionado. Adoptando un aire
desenfadado, se sent en la mesa frente a Afec y extendi la mano en la que tena
el corte. Nunca haba logrado comprender por qu algunos pueblos vean necesario
cortarse la mano para hacer un juramente de sangre. Por qu no el brazo? O las
nalgas? O el meique? Algn sitio que no molestara a la hora de coger la espada.
Por suerte, la pintura de los Tarmak haba funcionado mgicamente una vez ms. El
corte de la mano y la cuchillada del estmago estaban curndose sin problemas, y el
ojo ya no pareca tan hinchado.

Su nombre es Sirenfal dijo como si acabara de ocurrrsele. Es una joven hembra


de Dragn de Latn.

Con la escama todava en las manos, Afec iba de un lado a otro alrededor de la mesa
de trabajo y los estantes, cogiendo sus medicinas, trapos y agua.

Una hembra decas? Y es joven?

No haba tenido ms que su primera nidada de huevos.

El viejo damjatt dej las cosas en la mesa junto a Linsha y distradamente le cogi
la mano.

Tiene huevos?

Tal como Linsha esperaba, el esclavo estaba fascinado. Lo cogi en brazos y


pregunt:
Por qu los guerreros y el emperador romperan un huevo para hacer una especie de
sopa?

Le describi cmo haban partido el huevo y la mezcla de ingredientes que


constitua la bebida. Afec se llev la mano al cinturn y agarr sus nudos.

Hicieron eso? No haba odo ms que rumores. Queda algn huevo?

De ella no. El huevo del que te hablo era de la Ciudad Perdida. Formaba parte de
la nidada que jur proteger.

Que prdida murmur l.

S. Qu rumores has odo?

Afec se encogi de hombros.

Ya sabis que los sirvientes hablan mucho. He odo que la bebida que habis
descrito es una antigua pocin que conocen los sacerdotes keena.

Muy bien. Pero para qu sirve? Pregunt Linsha. Al principio no poda tener
huevos de dragn como principal ingrediente.

No. Os lo he dicho. No tenemos dragones originarios de Ithincarthia. Aadir un


huevo de dragn fue sugerencia del Akkad-Dar. Creo que originalmente los keena
hacan la pocin para aumentar la virilidad.

Linsha alz las cejas.

Y qu hacen el huevo?

Afec dej escapar una risita seca y spera.

Proporciona su magia innata al brebaje. Cambia la naturaleza de la bebida y la


convierte en una especie de tnico general. Se supone que potencia las habilidades
naturales de cada uno: fuerza, resistencia, virilidad

Est claro por qu los guerreros la quieres dijo Linsha y se pregunt si el


talento para usar la magia sera una de esas habilidades que la pocin poda
aumentar. Eso explicara muchas cosas sobre Lanther. Los huevos de dragn son muy
difciles de conseguir, por eso los Tarmak han organizado una ceremonia religiosa
en torno a la preparacin.

Afec la miraba fijamente.

Os dejaron beber?

La expresin de Linsha fue suficiente respuesta.

Dudo que la compartan con mujeres. Creo que Lanther slo quera que estuviese
presente para demostrarse lo que poda hacer con los huevos si no obedezco.

Qu haca la hembra de dragn durante la ceremonia?

Linsha guard para s una sonrisa. Haba logrado atraer toda su atencin. Ahora
quera su solidaridad y cooperacin. Afec era un hombre mayor y un esclavo, pero
conoca muy bien el palacio y, aunque no fuera un sacerdote, pareca saber mucho
sobre medicinas. No tena mucho aprecio por los keena ni los Tarmak. Podra ser su
mejor aliado. Con esa idea en mente, le cont todo lo que recordaba sobre Sirenfal,
el estado de la hembra de dragn y lo que el sacerdote haba utilizado contra ella.

Cuando termin, Afec se qued callado un buen rato y se concentr en limpiarle la


mano y el corte del estmago. Lee palp las magulladuras y el ojo amoratado. Puso
un ungento en las heridas que escoca un poco y que produca el mismo calor que la
pintura azul.

Cules son vuestros planes? le pregunt por fin. Por qu crees que tengo algn
plan? le repuso ella.

Por primera vez, viejo criado levant la vista para mirarla directamente a los ojos
y le dedic una sonrisa cmplice. Linsha estaba encantada. En sus ojos se
distingua el brillo de la fortaleza y de una inteligencia profunda. Que hasta
entonces haba camuflado tras sus ojos cados y las reverencias serviles.

Os he observado, seora dijo. No estarais aqu, viva y preparndoos para


vuestra unin con el gran Akkad si no fueseis fuerte, tenaz y llena de recursos.
Tienen buenas razonas para llamaros Drathkinkela. No creo que dejis a esa joven
hembra de dragn languidecer miserablemente si podis hacer algo por evitarlo.

Linsha supo que hablaba sinceramente. No le quedaba ms que esperar que tuviera la
valenta necesaria para ayudarla y permanecer en silencio.

Necesito hablar con la hembra de dragn sin Tarmak alrededor que oigan todo lo que
diga. Dijiste que la dragn estaba en una cueva marina. Tiene que haber una entrada
por el acantilado.

Se qued callada y lade la cabeza. A travs de la ventana oa el zumbido de los


insectos bajo el sol resplandeciente y el suave silbido del viento entre los
esbeltos rboles del jardn. Entonces volvi a or el ruido que le haba llamado la
atencin, las pisadas de unas sandalias sobre el camino empedrado.

Afec le dio un golpecito en el brazo y cambi de tema sin la ms leve vacilacin.

Descansad hoy. Dejad que vuestros msculos se recuperen. Maana hablaremos de los
ritos de la boda y de vuestras obligaciones como esposa Tarmak.

Las pisadas se detuvieron tras la puerta, llamaron y abrieron bruscamente. Entraron


dos guardias del Akeelawasee y una esclava con aspecto acongojado. El vestido de
lino de la mujer estaba manchado de sudor y sangre, y llevaba un bulto envuelto en
una manta.

Afec dijo la mujer en tarmakian. Tena los ojos anegados en lgrimas. El beb de
Loruth ha nacido hace un momento.

Ni Linsha ni Afec tenan que preguntar si el parto haba ido bien. La expresin
sombra de los guardias y la angustia de la mujer eran suficientes. Linsha salt de
la mesa y observ con inters a la esclava mientras poyaba el bulto y lo
desenvolva. Bajo la manta de lana apareci un beb Tarmak bastante grande que,
asustado al verse repentinamente expuesto a la luz y el fro, se ech a llorar.

Linsha estudi al nio y no vio ningn problema. Lo haban lavado apresuradamente y


todava tena el cordn umbilical.

Afec seal los pequeos pies.

Qu ha dicho la partera? pregunt a la esclava.


Es martok respondi ella entre sollozos.

El viejo curandero suspir. Linsha estaba perpleja. Marthok? Qu significara?

No me queda ms remedio que estar de acuerdo. Afec levant al beb que segua
llorando. Una pena. Y la madre?

Linsha cada vez lo entenda menos. Por qu hablaban como si el beb estuviera
muerto, si estaba llorando ruidosamente ante ellos? Observ asombrada como Afec
cortaba el cordn umbilical, lo meta en un frasco de alcohol y sacaba otra botella
ms pequea. _Unt abundantemente una pasta verdosa en el ombligo del nio y se lo
entreg a los guardias. La mujer empez a llorar en voz baja. Mientras los guardias
se llevaban al beb desnudo, la esclava recogi rpidamente la manta y ech a
correr en direccin opuesta.

Qu pasaba? Pregunt Linsha, mientras Afec se limpiaba cuidadosamente las manos


con un trapo. Qu significa Marthok?

Significa que el beb tiene una malformacin. No dejarn que viva.

Qu? pregunt con la vez entrecortada. Pareca que todo estaba bien.

Tena un pie zopo. Para los Tarmak, cualquier malformacin o defecto en un beb es
una sentencia de muerte. Un nio con un pie zopo no se convertir en guerrero, y
por tanto no tiene valor. Es un estorbo para la sociedad y es necesario deshacerse
de l.

La madre lo permite? exclam Linsha, horrorizada ante la idea.

Es una Tarmak. No tiene otra opcin. Tampoco lo aceptara. Entonces su voz adopt
un tono fro que Linsha nunca antes haba odo en l. Y yo no intento detenerlos
porque cuantos menos Tarmak, mejor.

Linsha se acerc a la ventana y mir hacia fuera, pero los guardias ya haban
desaparecido.

Qu van a hacer con l?

Lo dejarn morir en la colina ms alta. La diosa tomar su espritu y quiz lo


enve de nuevo con un cuerpo mejor.

Linsha se estremeci.

Eso es de salvajes. De dnde salen estos Tarmak? grit. Comen embriones de


dragn y matan a sus propios hijos.

El viejo curandero asinti.

Entre otras cosas. Pero al menos el pequeo no sentir nada.

Se pase por la habitacin colocando cosas. Linsha se volvi y frunci los labios,
pensativa.

La crema. Pusiste algo en esa crema verde.

Es un sedante muy fuerte. Normalmente se lo aplico a los adultos antes de


operarlos o coserlos.

Linsha dio un vistazo al cordn umbilical rojo que flotaba en el lquido y decidi
que sera mejor no preguntar para qu medicinar y pociones necesitara algo as.
Poco a poco se le pas el asombro y el enfado, dando paso a una sensacin que le
haca sentirse intranquila. Tena que haber una manera de abandonar aquella isla y
alejarse de aquella gente. Tena que haberla!

Ahora, seora, si regresaris a vuestra habitacin y descansaseis. Nos reuniremos


para hablar de vuestro matrimonio esta tarde.

Linsha sinti un pinchazo en el corazn, no saba si de miedo o de furia. Lo


control y lo hizo desaparecer en un rincn de su mente. Todava tena cuatro das
podan pasar muchas cosas en cuatro das y tena otras cosas en las que pensar.
Sirenfal estaba enferma y maltratada. Si aquello no era necesario para mantener su
mente ocupada, poda terminar con toda su autocompasin, acordndose del pequeo
embrin de dragn en el charco de su propia sangre o del beb que los soldados
Tarmak llevaban a morir en un paisaje desolado.

Triste, dio las gracias a Afec y sali fuera. El sol intentaba prender fuego a las
paredes de piedra y sobre su cabeza se extenda un cielo sin nubes. Pens en el
consejo que le haba dado Afec y lo desech. El calor le haca bien en los hombros
doloridos y estaba demasiado inquieta para poder descansar. Necesitaba soledad y un
lugar para pensar.

Consciente de que los jardines estaran muy concurridos en un da tan agradable


como aqul, rode los campos de entrenamiento y tom el camino por el que salan a
correr. El recinto amurallado que formaba el Akeelawasee cubra un terreno
rectangular de unas cuatro hectreas. Era, con mucha diferencia, la zona al aire
libre ms grande dentro de los lmites del palacio imperial. Linsha haba explorado
su mayor parte con la esperanza de encontrar una salida, pero la muralla estaba
fuertemente vigilada y hasta entonces no haba dado ni con un hueco por el que
cupiera un ratn.

Record todo lo que haba visto. No haba explorado ms que por la fuerza de la
costumbre, pues saba que todo intento de huida hacia la ciudad o hacia el interior
estaba condenado de antemano. No haba pensado en escapar por mar y por eso no se
haba molestado en comprobar lo cerca que estaba la muralla del acantilado.

Senta los msculos calientes bajo el sol matinal y las articulaciones un poco ms
giles, as que ceb a correr despacio alrededor del lago, a travs de las
arboledas y enredaderas en flor, hasta llegar a las praderas del extremo ms
alejado del Akeelawasee. Resultaba extrao estar all fuera sin Malawaitha
hostigndola. No se haba dado cuenta de lo obsesionada que estaba con la Tarmak
hasta que aquella matona rencorosa desapareci. Calista le haba dicho que haban
enterrado a Malawaitha sin ostentaciones, en una tumba sin sealar en algn lugar
de los jardines de palacio. Aunque todava se arrepenta y la reconcoma la culpa,
Linsha se senta como si le hubieran quitado un gran peso de encima.

Al trote, se acerc ms a la muralla del jardn y durante un rato sigui el camino


bajo la sombra del gran muro de piedra. Senta la mirada de los guardias clavada en
su espalda, pero no les hizo caso. Que mirasen. Ella tambin quera mirar.

Lleg a una extraa formacin rocosa que sala de la tierra como la proa de un
barco. Estaba cubierta de liquen y unas tenaces florecillas salvajes. Serva de
marca en el camino, que en ese punto giraba a la izquierda y zigzagueaba hasta
llegar a la parte opuesta de la muralla. La parte ms corta que una los dos muros,
la muralla que discurra en paralelo al acantilado, quedaba oculta tras un
promontorio y unos matorrales siempre verdes.

Linsha aminor el paso y dej el camino, como si simplemente quisiera dar un paseo.
Caminando sin rumbo encontr un sendero estrecho, seguramente hecho por los
centinelas, que segu la muralla y suba el promontorio. Los matorrales, altos y
muy tupidos, la envolvan con sus hojas verde oscuro y su intenso aroma. Cuando
cruz al otro lado, se encontr en un mundo totalmente diferente.

A su espalda, detrs del seto, los jardines del palacio eran exuberantes y estaban
perfectamente cuidados pero all, al otro lado del promontorio, la vegetacin haba
desaparecido y no vea nada ms que la muralla de piedra y rocas moldeadas por el
viento. Sigui avanzando hasta donde se alzaba la fortaleza, una estructura
impresionante de aproximadamente tres metros de ancho y nueve metros de alto.

Una escalera angosta suba hasta el parapeto en lo alto del muro y una pequea
torre de guardia dominaba la muralla y lo que hubiera al otro lado. Vea a dos
guardias en la pasarela, dndole la espalda, pero saba que lo ms probable era que
hubiera ms por los alrededores. Ambos Tarmak iban bien armados y llevaban arcos ya
encordados.

Concluy que sera mejor hacerles saber que estaba all, que no sorprenderlos y
acabar con una flecha elevada en el pecho. Grit un saludo en su tarmakian ms
bsico.

Los dos Tarmak se dieron la vuelta sorprendidos y como haba imaginado, dos ms
salieron corriendo de la torre. La miraron con expresin hosca, farfullando algo en
tarmakian demasiado rpido para que pudiera entenderlo, mientras le indicaban que
diera la vuelta. Linsha hizo caso omiso a sus gestos y ascendi los escalones de
piedra tranquilamente. Enlazando las manos, les hizo una educada reverencia.

Alguno de vosotros habla Comn? pregunt.

Drathkinkela respondi un guardia con voz spera. Era el ketkegul, el guerrero a


cargo de una unidad de diez hombres. No deberas estar aqu. ste no es un lugar
para mujeres.

Volvi a hacer una reverencia y les dio las gracias en silencio. All su arma era
la cortesa, y no saba tanto tarmakian como para fingir la suficiente educacin.

No he venido a molestaron, ketkegul dijo. Slo quiero sentarme en la muralla y


contemplar el mar. Quiero sentir el viento y el sol. Se coloc de tal manera que
pudieran ver claramente sus magulladuras en el cuello y el ojo. Yo no soy como las
otras mujeres. Vosotros sabis lo que es montar a caballo en pleno campo y navegar
por el vasto ocano. Yo tambin. Yo he luchado en batallas como vosotros y he
montado sobre magnficos dragones. Este lugar con un gesto seal el palacio a su
espalda es bonito, pero mi espritu se siente inquieto. Slo quiero mirar ms
all de esta muralla. No os molestar. Lo prometo.

El Ketkegul estaba perplejo, y Linsha le dedic su mirada ms persuasiva.

Seguramente nunca se le haba presentado una mujer del Akeelawasee para pedirle si
poda sentarse en su muralla. Habl durante unos minutos con sus guardias mientras
Linsha esperaba, y al final le hizo un gesto de asentimiento.

Puedes quedarte un poco, pero te irs cuando te lo diga. Y Tuthig se quedar


contigo.

Linsha mir al enorme Tarmak que le indicaba y se encogi de hombros. Los cuatro
podan quedarse con ella, siempre que le dejasen mirar al otro lado de la muralla.
Con un cuidado deliberado, eligi un lugar en el que los Tarmak la vieran
perfectamente, trep y se sent con las piernas cruzadas sobre la piedra caliento
por el sol. El viento del mar le revolva el pelo y la embriagaba con el olor del
agua salada. Cerr los ojos y tom una profunda bocanada de aire. El viento vena
del oeste, y, aunque no ola ms que la roca caliente y el mar fro, le gustaba
imaginar que aquel mismo viento haba soplado sobre Ansalon unos das antes y que
todava llevaba la esencia de su hogar en su brisa caprichosa.

Haba recorrido un largo camino para llegar hasta esa muralla, pero no mir haca
debajo de inmediato. En vez de eso, pase la mirada por el mar que se abra ms
all del puerto, haca el ocano Courrain, que resplandeca azul y gris bajo la luz
de la ltima hora de la maana y que avanzaba sin descanso hacia su hogar y su
libertad.

Mir ms all de las lejanas costas de la baha, ms all de las torres oscuras del
Orchemenarc, se concentr en el horizonte desdibujado que una cielo y mar, y
cuando aquella visin qued grabada indeleblemente en su memoria, cerr los ojos y
repleg su atencin hacia los secretos de su corazn y el poder que saba que lata
dentro.

Haca tiempo que no lo intentaba, sencillamente porque le haba fallado tantas


veces que no mereca la pena hacer el esfuerzo. Pero haba conocido la razn por
medio de Danian en la reunin del rbol Ancestral: los espritus de los muertos
absorban el poder para sus propias necesidades. Nunca haba llegado a saber por
qu los espritus se haban quedado atrapados en el mundo de los vivos o para qu
necesitaban la energa; lo nico que conoca eran los efectos de su hambre voraz.
Sin embargo, aquel lugar estaba lejos de Ansalon y de las guerras que asolaban
aquellas tierras marchitas. Quiz, slo quiz, las almas no estuvieran all
tambin.

Se sumergi ms en s misma, dej a un lado el nico del ojo hinchado y la garganta


irritada, del corte de la herida y los msculos entumecidos, hasta que el mundo
qued en un segundo plano y por fin encontr la tranquilidad que tanto ansiaba. El
latido de su corazn se calm; sus msculos se relajaron. Lentamente invoc el
poder mstico del corazn y dej que se extendiera por todo su cuerpo para aliviar
el dolor, fortalecer sus extremidades y estimular su mente. Fluy por su cuerpo,
una clida sensacin de hormigueo que le encenda el cuerpo y el espritu. El
hechizo casi haba llegado a su fin cuando sinti aquel suave cosquilleo tan
familiar en el rostro y el cuello. De repente el poder se le escap como el agua
que huye de una taza rota, y no poda hacer nada por detenerlo. El hechizo se
rompi y se desvaneci. Suspir. Por lo visto las almas hambrientas tambin estaban
en esas tierras y la magia haba desaparecido por el momento. Al menos el hechizo
haba funcionado el tiempo suficiente para cumplir su cometido. Se senta ms
fuerte y vigorosa de lo que se haba sentido en das.

Le dieron un golpe en la espalda y oy una voz que le hablaba: Drathkinkela,


pronto va a cambiar la guardia. Debes irte.

Regres al mundo real: a los sonidos del exterior, del mar a sus pies, a los
olores; al calor; al viento. Abri los ojos y mir hacia el horizonte del mar,
desliz la mirada lentamente tierra adentro hasta ver el borde del acantilado. Su
rostro se ilumin con una amplia sonrisa.

10

Ms all de la muralla

Cuando regres del almuerzo, Afec estaba esperndola. La mir con atencin y dijo:
S que mis conocimientos son tan buenos como los de cualquier keena, pero creo que
nunca he visto a nadie curarse tan rpido como vos. La hinchazn del ojo casi ha
desaparecido, ya no tenis magulladuras en el cuello y mirad vuestra mano! El
corte ya se ha cerrado.

Linsha se encogi de hombros.

Esa pintura azul hace maravillas.

Era evidente que la crea del todo, pero como no mostraba muy comunicativa, la
condujo a una habitacin tranquila alejada de los ruidos y el ajetreo de las
actividades de primera hora de la tarde. All dedic una hora a contarle cmo era
una boda real Tarmak y lo que se esperaba de ella.

Linsha escuch un rato y retuvo lo esencial de la ceremonia. Habra muchos rezos,


una bendicin a la pareja y una procesin en la que ella ira caminando y Lanther a
caballo. Normalmente la novia iba a acompaarla por su familia y sirvientes, pero
como Linsha careca de ellos, caminara sola. Por lo visto todo aquello implicaba
muchas fiestas y banquetes. Eso estaba bien. Ni siquiera poda pensar mucho menos
pararse a hablar sobre ello en la noche de bodas. Deduca por las palabras de
Lanther de la noche anterior que la noche de bodas empezara inmediatamente y no
terminara hasta que embarcara para Ciudad Perdida. Su mente se resista a pensar
en aquello y empez a distraerse con diferentes cosas mientras imaginaba maneras de
esconder un pequeo pual en su vestido O los Tarmak se casaran desnudos como
luchaban? Le vino a la cabeza una imagen que le revolvi el estmago. No, Afec
haba mencionado un vestido en algn momento. Sus pensamientos volvieron a vagar en
otra direccin.

Un bostezo la atac por sorpresa y se le escap antes de que pudiera retenerlo. Si


Afec se haba dado cuenta, no se haba detenido. Continuaba explicndole con su voz
modulada cmo tena que saludar al emperador y a la emperatriz. Era evidente que la
boda de un Akkad era un evento muy importante y los Tarmak se pasaban la mayor
parte del tiempo bebiendo y comiendo. Bostez de nuevo, y en aquella ocasin Afec
interrumpi su charla y la envi a su catre con rdenes estrictas de que
descansara.

Antes de dejarle ir, la cogi por la mueca.

No planeis nada para esta noche susurr. Estoy buscando algo que podra ser de
ayuda. Si esperis, presiento que maana cambiar el tiempo.

Linsha le estrech la mano como toda respuesta y sin discutir se dirigi a su


habitacin. Sonrea. Pareca que contaban una nueva arma en su arsenal: un aliado.

Linsha crea que no haba dormido nada, pero cuando Calista entr en la pequea
celda, se despert sobresaltada y vio que la estancia estaba en penumbras. La
sensual cortesana coloc una lmpara en la mesa e hizo una pose.

Qu te parece? pregunt, dejando adivinar en su voz el orgullo y un poco de


picarda.

Linsha escudri entre las sombras y vio que la cortesana tena ms curvas que
nunca bajo el vestido liso de lino.

Calista le dirigi una sonrisa y de debajo del vestido sac un fardo de tela
oscura.

Los Tarmak no prestan atencin a los esclavos. Encontr esto en la lavandera y lo


cogi prestado. Dej la tela sobre la figura recostada de Linsha y se ech hacia
atrs para su reaccin.

Sentndose, Linsha puso las ropas a contraluz. La eficiente cortesana haba


conseguido una tnica de seda de color verde oscuro, seguramente de uno de los
nobles menores que vivan en el segundo anillo del palacio. Los pantalones tambin
eran de seda gruesa y a un Tarmak alto le llegaran hasta las rodillas. A Linsha le
quedaban anchos y le colgaban casi hasta los tobillos.

Linsha abraz a la cortesana.

Esto servir perfectamente. Gracias!

Si eso ayudara a sacarnos de esta maldita isla, robara el armario de la mismsima


emperatriz repuso Calista con decisin.

Ests segura de que quieres arriesgarte a escapar? le pregunt Linsha. No poda


dudar de la joven si iban a intentar algo tan arriesgado. Hay otras opciones.
Podemos quedarnos aqu y confiar en que Lanther nos libere algn da. Podemos
resistir con la esperanza de que Crisol est vivo e intente encontrarnos. O se
detuvo, intentando ser lo ms sincera posible podemos intentar convencer a
Sirenfal de que nos lleve volando, si logramos liberarla y tiene fuerzas para
volar.

La cortesana estudiaba la expresin de Linsha, los ojos de color azul semiderruidos


mientras pensaba.

Me parece que ninguna de las dos cree que Lanther vaya a liberarnos nunca de esa
isla. Frotando la seda entre los dedos, pregunt: Crees que Crisol todava vive?

Linsha no contest al momento. Volvi a ver el campo de batalla envuelto en humo,


apestando a sangre y sembrado de cadveres. Record el escozor en sus manos y el
agotamiento y el dolor indescriptibles que se apoderaron de ella. Ante s estaba un
hombre, malherido y sangrando profusamente, un hombre medio muerto por la flecha
maligna que le haba arrancado de la espalda. Le haba mentido y haba traicionado
su confianza desde el mismo da que se haban conocido, pero la necesidad de volver
a verlo se le clav en el corazn como un dardo. Se cubri el rostro con las manos.

Para su sorpresa, Calista le rode los hombros con un brazo.

Lo echas de menos verdad? le susurr.

Ms de lo que nunca hubiera imaginado, pens Linsha, pero a la cortesana le


respondi.

No s si seguir vivo. Y si logr sobrevivir a la batalla, no s si las alas se le


habrn curado, como para poder volver a volar.

As que descartamos a Crisol declar Calista. Entonces, lo que yo digo es que


aqu estamos y aqu nos quedaremos, a no ser que ahogamos algo por nosotros mismas.
Yo no quiero quedarme aqu.

El gesto carioso de la cortesana y sus palabras decididas bastaron para que Linsha
recuperara el dominio sobre s misma. Se frot la cara y oblig a sus recuerdos a
que volviesen a encerrarse en lo ms recndito de su mente. Necesitaba todas sus
habilidades sin pretenda traspasar las defensas del palacio y llegar a salvo hasta
la cueva de la hembra de dragn.

Lo nico que tena que hacer ahora era esperar a Afec.


El cuarto da antes de la unin de Linsha y Lanther transcurri como cualquier otro
en el Akeelawasee. Fue un da caluroso y despejado. Linsha comi e hizo ejercicio
por su cuenta, pues el resto de las mujeres la evitaba y ella no les prestaba la
ms mnima atencin. Se senta ms fuerte y menos dolorida, y su ojo casi haba
vuelto a la normalidad. A media tarde, cuando los Tarmak dormitaban en las horas
ms calurosas y los insectos zumbaban sobre las acacias. Linsha tuvo que soportar
otro largo discurso en torno a las tradiciones de los Tarmak y las
responsabilidades de una esposa de la realiza. Tras una clase tediosa, Linsha hizo
un sonido poco delicado, se tumb sobre la hierba y dijo:

Por qu no resumes diciendo que el marido tiene todos los derechos, toda la
diversin, todos los privilegios, y la esposa no hace nada ms que corretear a su
alrededor, ponerse boca arriba y tener bebs?

Afec lade la cabeza.

Queris tener hijos, lady Linsha?

Suspir ante la mera idea.

Mi querido Afec, tengo treinta y cuatro aos. He sido una Dama de Solamnia durante
casi veinte aos. Los das en que quise tener hijos pueden contarse con los dedos
de una mano, y hace muchos aos que se desvanecieron.

Pero qu pasa con el Akkad-Dar? l espera de vos que deis a luz sus hijos.

Puede esperar todo lo que quiera. Yo jams.

Se detuvo perpleja cuando el damjatt se inclin hacia adelante y le tap la boca


con una mano.

No hagis juramentos precipitados, mi seora. Haced lo que debis para sobrevivir.

Un filsofo damjatt dijo una vez: Ver en la oscuridad es claridad. Saber ceder es
fortaleza.

Linsha abri los ojos sorprendidos, luego los entrecerr mientras reflexionaba. Con
delicadeza cogi su mano su mano y la separ de sus labios. Sosteniendo an sus
dedos encallecidos, dijo:

Es eso lo que has hecho t, Afec? Ves en la oscuridad? As has sobrevivido


tanto tiempo?

Le pareci que tena una expresin de cansancio, Afec cerr los ojos y, por un
momento, Linsha crey que se haba quedado dormido. Pero finalmente suspir y
respondi:

Cuando no era ms que un nio, los Tarmak arrasaron mi clan. Cogieron a los
jvenes como esclavos y mataron al resto. Me convirtieron en un eunuco y me
pudieron a trabajar aqu. Nunca antes de eso haba tenido visiones. He estado en el
palacio cerca de cincuenta aos, sirviendo a los Tarmak, esperando el momento
propicio. Cre que ya era demasiado tarde para m, pero ahora vos estis aqu.
Tenis mpetu y compasin. Y luchis. Su voz se hizo tan baja que apenas poda
orlo. Sois la Drathkinkela.

Linsha se incorpor sobre los codos y lo mir fijamente, con la boca un poco
entreabierta. La intensidad de su voz la sorprenda; el significado de sus palabras
la dejaba sin aliento. Su tono era inconfundible. Era autntico temor.
Iba a contestarle algo cuando Afec se puso trabajosamente de pie y mir hacia el
palacio, que resplandeca bajo el sol de la tarde.

Si me excusis, seora, os dejar con vuestras meditaciones. La emperatriz desea


veros esta noche para que elijis un vestido. Vendr a buscaros.

Linsha, cuya idea de un vestuario de etiqueta inclua una armadura y una mala de
metal, mir la coleccin de tnicas de colores y vestidos largos, y pronto perdi
todo inters. Las habitaciones de la emperatriz atraan mucho ms su atencin.
Aquello no tena nada que ver con una pequea celda en una especie de barracn. La
emperatriz dispona de una amplia serie de estancias para ella y sus esclavas, que
inclua un saln de visitas, vestidores, un dormitorio privado y un bao. Todas las
salas estaban decoradas con telas exquisitas, pieles de leopardo, plantas y armas.

Afec carraspe, llamando su atencin hacia las ropas. Linsha se encogi de hombros.
Le traa absolutamente sin cuidado lo que fuera a vestir.

No obstante, la emperatriz la sorprendi. Tras probarle un vestido drapeado verde


con el que apenas poda caminar, le mostr una tnica negra de manga larga con el
bordado de un Dragn Azul enroscado alrededor de la falda de amplio vuelo.

Tu quartal firm orgullosa la Tarmak.

Linsha tena una mirada tan burlona que Afec se apresur a explicrselo.

No tenis una familia que os represente, por lo tanto no tenis un quartal


familiar o el emblema de un clan. Todas las antiguas familias Tarmak lo tienen. La
emperatriz ha pensado que un dragn sera lo ms apropiado para vos.

Linsha se qued pensndolo y acarici el rico bordado de seda azul. Era un Dragn
Azul, un dragn maligno, un seguidor de Takhisis. Pero al menos era un dragn y
tena algo que le recordaba a Cobalto, el extraordinario Azul de Sara Dunstan. A
Linsha le pareca mejor tener un su propio smbolo que no tener nada que la
representara frente al Akkad-Dar. Con una reverencia, dio las gracias a la
emperatriz.

Tras la reunin, Afec la escolt hasta su celda. En la puerta le entreg la tnica


y el vestido verde. Mientras se lo daba, se inclin respetuosamente y susurr algo
que slo ella pudo or:

Cuando vayis a ver a la hembra de dragn, no utilicis el polvo con los guardias
ms que en caso de emergencia. Poneros el cinturn. Os proteger de la magia de los
sacerdotes. El lquido es pala hembra de dragn. Haced que lo beba. Le ayudar a
recuperar las fuerzas.

Linsha vio que se acercaban dos mujeres y rpidamente pos una mano sobre la mueca
del criado. Sin cambiar de expresin, Afec le dio las buenas noches y se alej
arrastrando los pies. Sujetando el vestido, la tnica y los objetos ocultos entre
sus pliegues. Linsha observ cmo caminaba hasta que desapareci de su vista.

Entr rpidamente en su celda, donde colg sus galas para la boda y escondi los
pequeos objetos bajo el catre, junto la tnica y los pantalones verdes.

Con una paciencia fruto de las cientos de misiones clandestinas que haba realizado
en el pasado, se tumb en el jergn a esperar.

En algn momento cerca de la medianoche, Linsha se despert con el silbido del


viento. Quedndose quieta, escuch los sonidos del barracn dormido y, al no or
nada ms que el gemido del viento, el crujido de las vigas del techo y los ruidos
habituales de las mujeres que dorman, se levant sigilosamente. Cogi las ropas y
las cosas que haba reunido y los apret contra su cuerpo, despus se envolvi en
una manta. Si alguien la descubra y le preguntaba qu haca, podra decir que no
conciliaba el sueo e iba al bao. De todos modos, no era necesario esconderse. Los
dormitorios estaban en silencio, y los salones vacos. Linsha se apresur por un
pasillo y se escabull fuera.

El viento le dio la bienvenida con un gemido y una bofetada. Las nubes que haba
visto por el oeste se haban agolpado al anochecer y ahora cubran todo el cielo
con un manto de terciopelo negro. El compaero de las nubes, el viento, ruga y
soplaba sobre el palacio llevando un intenso olor a lluvia entre los pliegues de su
tnica.

Linsha inhal profundamente y corri a ocultarse detrs de un tupido macizo de


arbustos. Se puso las ropas oscuras, se envolvi una bufanda gris en la cabeza y se
at a la cintura el cinturn de nudos de Afec. No haba tenido oportunidad de
preguntarle por qu le pareca que el cinturn era importante para protegerse de la
magia de los sacerdotes, pero le resultaba til para colgarse el saquito de polvos
y el frasco con lquido que le haba dado, un par de guantes de arquero y varios
metros de una cuerda fina que haba cogido en la sala de entrenamiento. Escondi su
tnica ligera y la manta, y se ensuci con tierra el rostro, las manos y los
tobillos. En aquella noche oscura, saba que sera muy difcil verla.

Convertida en una sombra ms entre las sombras temblorosas, se precipit en la


noche ventosa. Cruz el promontorio y lleg al pie de la muralla. Si nos e
equivocaba, el relevo de la guardia no tardara en llegar, lo que servira de
distraccin para que trepara por la muralla.

En el parapeto que haba sobre su cabeza se oan voces y de repente Linsha se dio
cuenta de que el cambio de guardia ya se estaba produciendo. Silenciosamente, subi
los peldaos que llevaban a la torre y se peg a las sombras que proyectaba la
torreta.

La torreta tena un arco por el que los guardias entraban al interior y accedan a
una escalera que llevaba arriba del todo. Tres guardias se iban y tres se quedaban.
O cuatro. No haba contado cuatro el otro da?

Sobre su cabeza resonaron unas pisadas y de repente se abri una trampilla en el


techo de la torreta. Un guardia baj la escalera y se apresur a reunirse con los
dems.

Dos oficiales empezaron a conversar.

Linsha se acurruc en las sombras del arco de la torreta y agudiz el odo para
captar sus voces. Le costaba entender lo que decan debido al rugido del viento y
el estallido de las olas, pero le pareci or las palabras enfermo y tres.

Los Tarmak se hicieron un saludo y a continuacin cuatro se fueron por la escalera,


dejando slo a tres en la muralla. Linsha sonri. Por lo visto, uno de los guardias
de la unidad estaba enfermo y no les haba parecido necesario sustituirlo en una
noche como aqulla. Mucho mejor as.

Antes de que los Tarmak decidieran avanzar en su direccin, se alej rpidamente de


la entrada y cogi un trozo de cuerda, en cuyo, extremo ya haba hecho un nudo. La
afianz bien y tir para que el nudo quedara tirante. En las tupidas sombras de
aquella noche nubosa, era casi imposible distinguirla. Se puso los guantes de
arquero los nicos que haba logrado encontrar, lanz una mirada rpida a la
torreta y dej que su cuerpo resbalara. En cuanto sus pies tocaron el suelo, sigui
la muralla alejndose de la torreta, hacia la zona donde el suelo se estrechaba
ms.

All haban arrancado todos los arbustos y quitado las rocas, pero a Linsha le dio
la impresin de que aquella seccin de la muralla no era tanto para mantener a los
enemigos fuera como para atrapar a las personas dentro. El da que haba estado
sentada en las almenas haba visto que aqulla era la nica muralla. A diferencia
de otras partes ms vulnerables del palacio que contaban con dos grandes muros
defensivos, aquella zona slo tena uno y un escarpado promontorio rocoso.

Encontr el lugar que buscaba y se alej del muro. Bajo la luz de la luna le habra
resultado difcil deslizarse por la muralla sin ser vista, pero tena suerte de que
la noche fuera tan oscura. Siempre que no se delatara con un movimiento brusco,
podra trepar por la grieta que haba visto y desaparecer.

No reson ningn cuerno. Ninguna voz spera de Tarmak le grit desde lo alto.

Ningn flecha se le clav en la espalda. nicamente el viento ruga sobre la piedra


y tiraba de ella mientras intentaba encontrar un camino para llegar a la arista.

Afortunadamente, la pendiente del promontorio no llegaba a formar un acantilado,


semejante a los escarpados peascos cerca de la Ciudad Perdida. La tierra se
precipitaba hacia el mar, pero la inclinacin de la pared haca posible el
descenso.

Debati consigo misma si era conveniente utilizar uno de los dos preciados trozos
de cuerda que le quedaban y finalmente decidi hacerlo. No saba lo que le
aguardaba al pie del promontorio. Tal vez necesitara una cuerda. Era mejor ser
precavida que acabar estropendolo todo a ltima hora, as que at un trozo largo
de cuerda y descendi por la pared de piedra con tanto cuidado como poda en medio
de la oscuridad y zarandeada por el viento.

Roca a roca, se desliz por la pendiente, comprobando cada paso con los pies,
tanteando cada movimiento. Buscaba lo mejor que poda una grieta o un agujero que
llevara hasta la cueva del dragn, pues recordaba haber visto en su sueo que la
luz se filtraba por un hueco en la pared de la cueva. Pero si realmente haba una
abertura, no logr encontrara a oscuras.

A mitad del camino, se detuvo para dar un descanso a sus brazos doloridos y ms
abajo distingui el plido resplandor de las olas rompiendo. Pareca que baaban
una playa, o una lengua de gravilla que se adentrara en el mar, o un saliente a
varios pasos de la pared de piedra, lo que daba a Linsha la esperanza de encontrar
un lugar donde pudiera ponerse de pie y buscar la entrada de la cueva caminando.

Cuando not que la cuerda llegaba a su fin hizo un nudo y la enganch en un pequeo
saliente que esperaba encontrar de nuevo cuando tuviera que trepar por la pared.
Sigui bajando cuidadosamente un poco ms, pero los dedos temblorosos resbalaron
sobre una roca cubierta de liquen y cay de espaldas. Aterriz sentada, dndose un
buen golpe, r inmediatamente el gua le empap el trasero y las piernas.

Durante un momento respir trabajosamente por el dolor, sin saber si rer por la
posicin tan absurda en la que haba acabado o llorar a causa del dolor de la
rabadilla.

Estaba en una pequea playa que naca en el pie del promontorio y no se adentraba
en el mar ms que siete y ocho pies. Empujadas por el viento y la marea, las olas
laman la diminuta playa.

Empapada y dolorida, Linsha se puso de pie y mir a ambos lados de la escarpa.


Tena que haber una entrada a la cueva. Tena que haberla! Se haba jugado mucho.

Pero no saba con exactitud dnde estaba y no quera tropezarse con un guardia
Tarmak en la oscuridad. Hacia qu lado deba ir?

Justo entonces empez a llover. Apenas cayeron unas gotas de advertencia antes de
que las nubes se partieran en dos y descargaran un diluvio. Lo poco de Linsha que
quedaba seco, se empap en cuestin de segundos. Por pura suerte, estaba mirando a
la derecha cuando vio un destello de luz roja. No dur ms que un segundo o dos
antes de que desapareciera tras la cortina de lluvia, pero le dio tiempo a adivinar
la forma de un guardia y la oscuridad que se abra a su espalda. La entrada de la
cueva. Se protegi los ojos del aguacero y avanz lentamente hacia el lugar donde
haba visto la luz.

Para cuando lleg all, estaba empapada y muerta de fro, pero la lluvia, el dolo
en la espalda y el viento helado no eran nada comparado con la alegra que sinti
al ver la entrada de la cueva. No era muy alta, quiz poco ms de medio metro en el
punto ms elevado, pero era lo suficientemente ancha para que un Dragn de Latn se
deslizara sinuosamente por ella.

Se acerc con cuidado a la boca de la cueva y escudri dentro para ver al guardia.

Si haba uno, habra ms.

Eran dos. Los vio sentados junto a una msera hoguera que apenas servira para
calentar un cuenco de agua. A su lado, en el suelo, tenan una linterna con el
cristal rojo. Haban buscado un saliente de piedra para sentarse, donde la pared se
abombaba, y as se protegan del viento y de las salpicaduras del agua del mar.

Linsha encontr un escondrijo nada ms entrar en la boca de la cueva y estudi la


situacin. No tard en darse cuenta de que no podra deslizarse dentro. La cueva no
era lo suficientemente grande para que pudiera moverse a salvo de la aguda vista de
los Tarmak y no pareca que los guardias tuvieran pensado quedarse dormidos pronto.

Poda intentar engaarlos para que saliesen, pero si sospechaban algo seran
doblemente peligrosos.

Palp la bolsa de piel que le haba dado Afec y la cas. Qu sera? No le haba
dicho cmo utilizarla, slo que la reservara para una emergencia. Abri la bolsa e
inspir. Los vapores le llegaron hasta el cerebro y por poco la dejan sin sentido.
La cabeza le daba vueltas. Se apoy, tambaleando, en la pares, intentando
torpemente cerrar la bolsa. Por todos los dioses, estos polvos actan
rpidamente, pens. Si olindolo una sola vez ya tenan ese efecto, qu pasara
si te llenaran la cara con ellos? Tuvo que tomar varias bocanadas de aire para
despejar los pulmones y la cabeza.

Lentamente su mente sali de las brumas provocadas por la droga. Tal vez un
acercamiento directo funcionara. Se quit la bufanda, cort la parte ms seca que
pudo encontrar e hizo una pequea bolsa. Con muchsimo cuidado, ech unos pocos
polvos en la tela y la at con un nudo flojo. Balance el nudo un par de veces para
comprobar su movimiento, se puso en pie, se cubri el rostro con las manos y entr
con pasos vacilantes en la cueva.

Ayudadme! grit.
11

La promesa de Sirenfal

Los Tarmak se pusieron de pie de un salto. El que estaba ms cerca intentaba coger
la espada cuando la improvisada bolsa de Linsha lo golpe en la cara. El polvo le
entr en los ojos, la nariz y la boca, y le cay al suelo como si hubiera muerto.
El segundo guardia logr desenvainar la espada antes de que los polvos lo
alcanzaran. Linsha se alej diez pasos corriendo para escapar de los polvos, antes
de darse cuenta la vuelta y ponerse en posicin de combate.

No haca falta. Los dos Tarmak estaban tendidos en el suelo, como muecos de trapo,
los ojos en blanco. Se acerc a ellos con cautela. Cuando hubo comprobado que an
respiraban, los arrastr junto al fuego y los coloc de tal manera que pareciera
que estaban durmiendo, por si acaso otros Tarmak pasaban. Esperaba que siguieran el
mismo horario que las otras guardias del palacio, as tendra unas horas. Pens en
coger alguna de sus armas, pero despus lo consider mejor. Quera que los guardias
se sintieran lo ms atontados y confundidos posible cuando recuperaran la
conciencia.

Si les faltaba un arma, sera un indicio claro de que alguien haba estado all.
Borr las pisadas. Con suerte, habra entrado y salido antes de que los guardias se
despertaran.

Una cosa que s cogi fue una rama del fuego. El extremo encendido era mejor que
nada en la oscuridad de bano de la cueva. Dejando a los guardias atrs, se adentr
con cuidado. La caverna desprenda un fuerte olor a algas y a agua de mar, y el eco
repeta los sonidos de la lluvia y las olas. El suelo era de piedrecillas y arena.
Al momento, encontr un camino estrecho que iba al interior, y lo sigui aliviada.

No haba avanzado ms de cien pasos cuando vio delante de s un tenue resplandor.

Tir la rama y camin despacio hacia la luz. Avanzaba cautelosamente, atenta a


cualquier cosa que hiciera las veces de barrera. Seguro que haba algo que mantena
a la Latn en la cueva adems de la intimidacin y una combinacin de venenos y
sedantes.

Si haba alguna barrera en la cueva, ella no poda verla. La luz era ms intensa
cuanto ms avanzaba. Se peg al muro y se desliz paso a paso. Sus ojos
escudriaron la sala de la caverna. El cuerpo de Sirenfal yaca en el mismo sitio
que dos noches atrs, prcticamente es la misma posicin. Tena la cabeza bajo el
ala y su respiracin era superficial y regular. Las antorchas parpadeaban en el
nivel superior, donde el tnel de la escalera desembocaba en la cueva, pero Linsha
no vio rastro de guardias ni sacerdotes. Sera posible que los sacerdotes
confiaran tanto en su brebaje y sus hechizos que dejaran a la hembra de dragn sin
vigilancia?

Estudi el interior. Nadie chill ni grit una amenaza, as que se adentr un poco
ms en la gran cmara. El corredor superior estaba vaco, no haba nadie en la
cueva.

La lluvia entraba por una abertura en lo ms alto del techo y caa en un hilo fino
que formaba un charco cada vez ms grande. Los sonidos sordos de la tormenta
llegaban amortiguados.

La cola de la hembra de dragn se movi nerviosamente.


Sorprendida y esperanzada, Linsha dijo entre dientes: Sirenfal.

El ala de la hembra de dragn hizo un leve movimiento y sus ojos brillantes la


miraron por encima del ala plegada.

Saba que vendras susurr. No hagas ruido. Hay guardias a la entrada de la


escalera y un sacerdote duerme en una pequea habitacin ah arriba. Levant la
cabeza un milmetro ms. Cmo pasaste por delante del centinela?

Linsha camin silenciosamente. En cuanto estuvo junto a Sirenfal, se agach detrs


de ella.

Los guardias? Los he dejado fuera de combate.

No. El centinela de la muralla. Hay una alarma mgica que se supone que deja sin
sentido a los intrusos. Mi propia magia ha desaparecido, pero me han dicho que sa
funciona.

Teniendo en cuenta el estado de la magia en Krynn, a Linsha le costaba creerlo. No


obstante, algunos objetos y hechizos antiguos seguan funcionando. Linsha levant
los extremos mojados del cinturn de nudos que llevaba y pase los dedos por ellos.

Afec me dio esto para protegerme de los hechizos. Habr sido de ayuda?

Sirenfal mir con inters el cinturn.

Ah, nudos mgicos. He odo que algunos damjatt creen que su poder protege a quien
los lleva. Deberas conservar ese cinturn para siempre.

Linsha pens que tena que acordarse de dar las gracias a Afec y se ajust el
cinturn con otro nudo, para asegurarse de que no se le caera. Toc a Sirenfal en
la paletilla.

Tienes mejor aspecto le dijo en voz baja. Tus escamas estn ms brillantes.

No he comido le contest Sirenfal mentalmente. Saba que me estaban drogando con


algo, pero coma de todos modos porque no tena esperanza. Esta noche enterr mi
comida cuando no miraban.

Por qu? Por qu esta noche era diferente?

Quera ver lo que pasaba. Necesito saber si el efecto de la droga se pasa rpido o
si tengo que dejar de comer hasta que podamos escapar.

Linsha sinti que la alegra rebrotaba en su interior.

Escapar? Ests segura de que eso es lo que quieres hacer?

T no? Pensaba que habas venido por eso. Para preparar un plan.

S! S! se apresur Linsha a asegurar. Se apoy sobre el clido cuerpo del


dragn y sonri a las sombras que la rodeaban. Slo quiero estar segura de que
sabes el peligro que supone.

Conozco el peligro que corremos mejor que t contest Sirenfal. No estoy bien y
nunca volver a estarlo. Cuando los Tarmak me atormentaron con la Lanza del Abismo,
me dejaron algunas astillas en el lomo. Son pequeas, pero estn ah y, al igual
que la lanza, tiene el poder de matar. Un da, las astillas me llegarn al corazn
y morir. Si eso pasa mientras estamos volando
Entonces nos preocuparemos de eso cuando suceda la interrumpi Linsha. Ests
dispuesta a correr el riesgo?

Sirenfal no se movi, pero su cuerpo temblaba por la emocin.

Salir libre de este lugar? Volar por el viento? Ver mi hogar y a mi compaero?

Correra los riesgos que hicieran falta. Aydame a salir de esta cueva horrible y
te llevar a cualquier sitio.

Puedes llevar a dos personas? Tengo una amiga que me ha ayudado a sobrevivir
todos estos das. No puedo dejarla atrs.

Una o dos, no agravar mis males. Creo que mis alas nos llevarn al menos hasta la
isla ms cercana.

Linsha asinti.

Entonces, antes de que perdamos la oportunidad, aprovechmosla. Tengo esto para


ti.

El ojo castao de Sirenfal mir con recelo la petaca que Linsha le mostraba.

No tomar nada hecho por esos Tarmak. Ya me han trado suficientes desgracias.

Esto lo ha hecho mi amigo, Afec, ya te he hablado de l, un damjatt, un esclavo


del Akeelawasee. Siente fascinacin por los dragones y slo quiere ayudarte.
Linsha quit el corcho y oli el contenido. Huele bien dijo sorprendida.

El mismo que te dio el cinturn? Entonces s convino la hembra de dragn. Abri


la boca lo justo para que Linsha vertiera el contenido del frasco en su lengua.
Oh!

Tambin sabe bien. Se lami los labios y suspir. Esto es lo mejor que he
probado desde hace mucho tiempo. Por favor, felictalo de mi parte. Se supone que
tiene algn efecto?

Linsha lade la cabeza.

No lo s.

Y qu hacemos ahora? pregunt Sirenfal. Cmo piensas sacarme de aqu?

Qu es lo que te retiene? Por qu no los quemas y sales volando?

Cuando los sacerdotes y ese Akkad-Dar me trajeron por primera vez me rompieron las
alas y me durmieron. Creo que las alas ya se me han curado, pero estoy encadenada a
esta pared y mi comida siempre est envenenada Linsha oy las palabras de la hembra
de Dragn de Latn en su mente y sinti una profunda tristeza. Los Tarmak no slo
le haban roto las alas y le haban puesto una cadena en una pata, tambin
doblegaron casi por completo su espritu. Un dragn adulto, con mejor salud y ms
amor propio, habra intentado escapar de esa caverna muchos aos antes. Pero los
Tarmak haban mantenido a esa joven hembra en tal estado de esclavitud y miedo que
haba asumido su cautividad. Quiz ahora Sirenfal y ella pudieran cambiar eso.

Debo casarme dentro de tres das dijo Linsha.

S, lo he odo. Con el Akkad-Dar. Pasars por eso?


No, si puedo evitarlo. Lanther, mi novio, ya me ha dicho que nunca volver a
llevarme a mi hogar, como me prometi. Cunto tiempo necesitas para recobrar las
fuerzas y volar?

Sirenfal se lo pens un momento.

Unos pocos das me vendran bien.

Entonces dentro de dos das intentar volver. Y nos iremos de aqu.

Resonaron unas voces en el tnel del piso superior y a Linsha le recorri un


escalofro.

La voz teleptica de Sirenfal reflejaba su pnico.

Vete, vete mientras puedas. Esperar, dos das, doscientos das.

Linsha se apoy sobre el lomo de la hembra de dragn, le empuj suavemente el


hocico para mirarla a los ojos y dijo con firmeza: No. Si algo me ocurriera a m,
encuentra una manera de huir! Puedes hacerlo!

Vete a las Praderas de Arena y encuentra a un dragn llamado Crisol. Hblale de m.

Tienes que prometerlo!

En los ojos de Sirenfal brillaba una dbil chispa de miedo, pero pareca que la
intensidad de las palabras de la mujer le daba fuerzas.

Lo prometo le dijo a Linsha en voz baja.

Como un ciervo perseguido por una jaura de lobos, Linsha se lanz hacia el camino
que llevaba afuera, corriendo con todas sus fuerzas mientras las veces en el nivel
de la escalera se oan cada vez ms cerca. En cuanto encontr el cobijo de la
oscuridad, aminor el paso y se volvi para mirar por ltima vez a la hembra de
Dragn de Latn.

Sirenfal haba vuelto a colocarse como si estuviera dormida, la cabeza bajo el ala
y la cola enroscada alrededor del cuerpo. Las voces resonaban en la cueva y, para
su consternacin, una de ellas pareca la de Lanther.

Linsha no esper a comprobar si estaba en lo cierto. El miedo dio alas a sus pies y
la condujo por el camino que llevaba a la pequea entrada de la cueva, donde los
dos guardias seguan durmiendo junto a las brasas. Fuera, la lluvia caa sin
descanso y el viento aullaba.

Linsha se despert con la campana que llamaba a las mujeres a los ejercicios
matinales. Con un gemido, se puso boca arriba sobre el catre hmedo y clav la
mirada en el techo. Esperaba no tener que pasar una noche como aqulla nunca ms.

Descender el acantilado y entrar en la cueva del dragn no haba sido especialmente


difcil, ni tampoco escapar de la caverna. Los guardias seguan inconscientes
cuando pas sigilosamente a su lado. Pero trepar por el acantilado bajo la lluvia
torrencial haba sido una labor herclea.

Los problemas haban empezado cuando se dio cuenta de que las olas, impulsadas por
el fuerte viento y la marea alta, se estrellaban contra la pared de piedra del
promontorio. Tuvo que abrirse camino entre el agua, que a veces se abrazaba a sus
caderas y la amenazaba con arrastrarla a la baha. Tampoco haba sido nada fcil
encontrar la cuerda que haba dejado enganchada. Recorri trabajosamente la
superficie rocosa donde le pareca que la haba dejado, hasta que por fin la vio
sacudida por el viento.

Si no hubiera sido por esa cuerda, jams habra podido escalar aquella pared. Haba
sido un ascenso horrible, debido a las rocas escarpadas que se volvan resbaladizas
y traicioneras bajo la lluvia. Cuando lleg a lo alto del promontorio, le dola
todo el cuerpo. Magullada y sin aliento, tuvo que detenerse a descansar antes de
pensar en trepar la muralla del palacio con ayuda de la cuerda. El viento
huracanado y la lluvia la ayudaban a esconderse de los ojos de los Tarmak y
mantenan a los guardias acuclillados detrs de las almenas o en la torre, pero
tambin la empujaban contra el muro de piedra y hacan que la cuerda fuera tan
difcil de agarrar como una serpiente viscosa. La temblaban los brazos y las
piernas, que ya acusaban el esfuerzo de trepar por el acantilado. Sent que se le
iban a romper cuando por fin asom la cabeza por encima de la muralla y se dej
caer en la pasarela como un pez que boquea fuera del agua. Con guardias o sin ellos
se acurruc al abrigo de la torre para recuperar fuerzas, luego recogi la cuerda,
baj los peldaos dando traspis y regres a los dormitorios de mujeres antes de
que la echaran en falta.

Escondi las ropas oscuras, recuper su tnica hmeda y se tumb aterida y mojada,
en su catre para intentar robar una hora de sueo.

Calista se detuvo en el umbral de la puerta.

Menos mal que has vuelto susurr.

Entr con un tazn de un t muy especiado y el zumo de dodgagel de costumbre.

Linsha bebi las dos cosas agradecida. Refunfu y se tumb boca arriba un momento,
con los ojos cerrados.

Lo intentaremos maana por la noche le dijo a Calista en voz baja. Antes de la


ceremonia. Necesitaremos ropa de abrigo, agua y comida, si puedes conseguirla.

Calista sonri con orgullo.

Puedo.

Aunque estaba agotada y dolorida, Linsha acudi a la carrera matinal con las dems
mujeres. No quera salirse de sus actividades normales y dar motivos a los Tarmak
para que sospechasen algo. Pero de todos modos tuvo una sorpresa desagradable
cuando volvi de la marcha. Dos guardias enormes del Akeelawasee la esperaban en el
comedor. Formaban parte del ketkullik que sola vigilar las entradas y los muros
del recinto de las mujeres, por lo que su presencia caus impacto entre las Tarmak.
Los miraban con recelo, hacan comentarios disimuladamente y evitaban cruzarse con
ellos. La emperatriz tampoco pareca alegrarse de verlos all, pero no trat de
echarlos.

Los guardias se quedaron detrs de Linsha mientras sta devoraba el desayuno y


siguieron cada uno de sus pasos durante toda la maana.

Linsha cay en una espiral de emociones y pensamientos, pues tena miedo de que los
Tarmak se hubieran enterado de su visita secreta a Sirenfal. La habran reconocido
los guardias de la entrada de la caverna? Habra dejado huellas? Habran obligado
a la hembra de dragn a que revelara sus planes? Los guardias no le dijeron nada.
Lo nico que hacan era mirarla framente y seguir de cerca sus pasos. Ni siquiera
le hablaban cuando ella les exiga respuestas. Sin embargo, no registraron sus
pertenencias en busca de cuerdas o ropas robadas o los polvos de Afec, ni siquiera
intentaron llevarla a rastras a presencia de Lanther.

Deseaba hablar con Afec, que sabra a qu se deba aquello. Pero con los guardias
pisndole los talones, no se atrevi a acercrsele por miedo a llamar la atencin
sobre l. Esper a que l acudiera a ella durante la tarde para darle otra clase
sobre las costumbres Tarmak, pero el damjatt no apareci. Aquello hizo que Linsha
hiciera especulaciones ms terribles todava, imagin que tal vez los Tarmak lo
haban encerrado o que lo estaran torturando para que les contase lo que tramaban.
Al ver que por la tarde tampoco lo vea, Linsha empez a estar seriamente
preocupada. No recordaba ni un solo da en que no lo hubiese visto en algn lugar
del Akeelawasee.

Agotada como estaba, aquella noche no logr ms que dormir a ratos, mientras su
cabeza daba vueltas y ms vueltas a todas las preocupaciones y horrores que se
haba ido imaginando. Deseaba fervientemente que los guardias ya no estuviesen al
da siguiente, pero una sola mirada al rostro de Calista al amanecer le confirm
que seguan a la puerta de los dormitorios.

Qu vamos a hacer? Murmur la cortesana mientras le serva el zumo. Si los


guardias no te dejan, no podremos salir de aqu.

Ya lo s, ya lo s contest Linsha, susceptible por la falta de sueo y sus


propias preocupaciones. Sabes dnde est Afec? Lo has visto?

Desde ayer no. Recibi rdenes de atender a los sacerdotes.

Eso no suena bien susurr Linsha.

No Calista puso su delicada mano sobre el brazo de Linsha y trat de sonrer.


Tengo el agua y la comida que necesitamos. Estoy intentando encontrar unas tnicas
o capas que abriguen. Qu quieres que haga esta noche?

Linsha sinti que algo fro se le revolva en el estmago: el miedo y la


preocupacin.

Si los dioses no lo evitaban, aquella sera la ltima noche que podra alejarse de
Lanther. Tenan que escapar. Fuera como fuese, tenan que zafarse de los guardias,
bajar a la cueva de Sirenfal y sacar a la Latn de all. Por Kiri-Jolith, cunto
echaba de menos a Varia. Hasta que no se haban separado, no se haba dado cuenta
de cmo haba llegado a depender de la hembra de bho por su valenta, inteligencia
y valor como espa. Realmente esa noche le habra sido de gran ayuda.

Pero contaba con una cortesana atrevida y un viejo eunuco testarudo. Ellos lo
hacan lo mejor que podan, simplemente costaba un poco acostumbrarse al cambio.

Fingir que estoy enferma y tratar de convencerlos para que te dejen quedarte
conmigo, as no tendrs que escabullirte de los barracones de esclavos dijo Linsha
. A lo mejor as tambin llaman a Afec.

Calista asinti y fue a buscar la vasija de agua para el aseo de Linsha, mientras
sta sala a correr. Como se tema, los dos guardias se le pegaron a los talones y
en esa ocasin la siguieron a lo largo de todo el camino. La acompaaros durante
todo el da, desde el desayuno, los ejercicios y el bao, hasta la cena y el tiempo
de descanso que tenan las mujeres antes de retirarse a sus celdas. Linsha rechaz
la cena y se arrastr hasta su habitacin, donde pensaba mandar a Calista a
informar a la emperatriz de que estaba enferma y pedirle que, por favor, alguien
llamara a Afec.

En vez de eso, en su cubculo se encontr con un sacerdote keena ataviado con una
tnica negra sin mangas. Calista estaba detrs de l, plida y muerta de miedo.

Drathkinkela el sacerdote se dirigi a ella haciendo una reverencia, si me


acompaas, las sacerdotisas te estn esperando.

Por qu? grit Linsha. Su instinto ms irracional le deca que retrocediera y


echara a correr hacia la muralla, pero los dos guardias armados estaban a su
espalda, cerrndole el paso.

Si me acompaas insisti el keena, cogindola del brazo y arrastrndola hacia la


entrada.

Linsha lanz una mirada angustiada a Calista y no tuvo ms remedio que obedecer.

Aquella noche no habra huida.

12

Casarse con el enemigo

Linsha se debata entre sentirse profundamente enfadada o inmensamente aliviada


cuando el keena la condujo a otra habitacin del palacio y la dej al cuidado de
cuatro sacerdotisas. Las mujeres, todas con tnicas negras, llevaban el cabello muy
corto y ocultaban su plida tez con un maquillaje rojo oscuro. Hablando entre
ellas, llevaron a Linsha a otra habitacin en un nivel subterrneo, donde una
profunda laguna formaba una gruta. Al comps de tambores y platillos, las
sacerdotisas desnudaron a Linsha, tiraron sus ropas al suelo y la hicieron
sumergirse en la laguna. La frotaron varias veces con un jabn con granos hasta que
le escoci la piel y le lavaron el pelo con champs perfumados. Cuando estuvo
perfectamente limpia, le dijeron que saliera y junto a una hoguera bien caliente le
cubrieron la piel de aceites y la golpearon con ramas de un tipo de rbol que
creca en la isla.

Fueron las armas las que hicieron que por fin Linsha recordara vagamente algo que
Afec haba dicho en uno de esos momentos que dejaba de prestar atencin. Ritual de
purificacin. La elegida de un guerrero Tarmak de alto rango tena que ser
purificada y prepararse la noche antes de la ceremonia de matrimonio. No haba
escuchado la mayor parte de sus descripciones de los ritos, pues haba planeado
fugarse esa noche; pero, por lo visto, los Tarmak (o Lanther) no confiaban en ella
y le haban enviado unos guardias para asegurarse de que seguira all.

En cuanto dejaron de golpearla con las ramas, las sacerdotisas trenzaron su


abundante melena rizada lo mejor que pudieron y despus la envolvieron en una tela
de color azul. La sacerdotisa principal la bendijo en tarmakian en nombre de
Berkrath, una diosa que Linsha no conoca. Al final le dieron un vaso de vino y la
comida tradicional a base de carne, para la energa; pan, para la fidelidad, y
huevos para la fertilidad. Nada ms terminar, las sacerdotisas la condujeron a una
pequea habitacin y le dijeron que durmiera. Necesitara fuerzas para el da
siguiente.

Linsha se prometi que no dormira, tena que encontrar una manera de escapar.

Pero las sacerdotisas deban de haber puesto algo en la comida, porque lo siguiente
de lo que tuvo consciencia era que haban pasado varias horas y de que las mujeres
estaban despertndola para seguir con su preparacin. La certeza le hel la sangre.

Tendra que pasar por todo aquello. No podra escapar de la isla a tiempo. Tendra
que casarse con Lanther y seguramente rendirse a l, si quera sobrevivir hasta la
noche siguiente y mantener a salvo los huevos.

El proceso de vestirse y los preparativos de la maana se alargaron durante una


eternidad marcada por el aburrimiento. Linsha, que no estaba acostumbrada a
acicalarse ni a tardar ms de cinco minutos en vestirse, volvi a ver cmo la
lavaban y la frotaban con ms lociones perfumadas. Las sacerdotisas le dibujaron
unas formas geomtricas a base de puntos azules en el rostro. Le adornaron el
cabello con abalorios y plumas bancas. Le limpiaron las uas y se las pintaron con
un polvo de color marrn dorado que las haba brillar como madera pulida. Limpiaron
incluso las escamas de dragn, y las volvieron a dejar ceremoniosamente sobre su
piel ms que frotada. Despus la emperatriz llev el vestido verde y la tnica del
dragn, y vistieron a Linsha con cuidado.

Toda aquella operacin hizo recordar a Linsha una mueca que sus padres le haban
regalado cuando todava no haban aceptado que iba a unirse a los Caballeros de
Solamnia. Haba jugado con la mueca un solo da, vistindola y peinando el pelo de
lana hasta que la encontr de su gusto. Despus la haba tirado en una esquina y
nunca ms haba vuelto a jugar con ella. No le sorprendera que las mujeres Tarmak
la tiraran a una esquina y la abandonaran all.

Pero por desgracia no lo hicieron. Con el redoble de los tambores y el tintineo de


los platillos, la escoltaron por la escalera, salieron del palacio y fueron al
campo donde los guerreros solan ejercitarse. Una vez ms, la corte luca en todo
su esplendor. Los sacerdotes y sacerdotisas keena, ataviados de negro, la guiaron
entre la multitud hacia un gran toldo donde estaban el emperador y su emperatriz.
Los dos Tarmak de la realeza la observaron y dieron su aprobacin.

Lanther lleg a caballo de forma parecida, escoltado por guerreros vociferantes,


tambores ensordecedores y esclavos que llevaban recipientes con incienso. Aquel da
se le vea imponente con la mscara dorada del Akkad y la coraza de escamas de
dragn, que refulga bajo el sol como un espejo. Con los ojos azules brillando tras
la mscara, se inclin ante la pareja imperial y despus ante Linsha. El sacerdote
la llev junto a Lanther y, en presencia de todos los reunidos, uni a los futuros
esposos con un cordn de seda atado a la mueca. Con voz aguda y montona, enton
varias oraciones interminables en tarmakian.

Linsha escuchaba y observaba, pero no deca nada. Estaba sudando copiosamente bajo
aquellas ropas tan pesadas y le dola la cabeza. Adems, se senta adormecida. La
furia y el miedo que borboteaban bajo la superficie haban desaparecido, y todos
los dems sentimientos que ocupaban su cabeza haban levantado un muro impenetrable
y se haba ocultado detrs. No tena nada que hacer o decir en un rato, nada que
exigiera una respuesta, as que miraba fijamente un punto lejano por encima del
hombro izquierdo de Lanther, y deseaba en una oracin silenciosa que Crisol
apareciera volando por encima de la muralla.

Se sobresalt al or una ovacin y de repente Lanther la cogi con rudeza por el


brazo que tena libre y la bes con fuerza.

Pronto, mi querida esposa le susurr al odo.

Linsha se zaf de su abrazo y se solt el cordn de la mueca. La ira nubl su


rostro.

Yo he cumplido mi parte del trato le espet en Comn. T cumplirs la tuya.


Para su asombro, Lanther ri y sostuvo en alto una cadena de oro para que la viera.

De la cadena colgaba una llave aproximadamente del tamao de su meique.

ste es mi regalo para ti.

Una llave dijo incrdula.

Una llave. La de la cmara especial de la Ciudad Perdida donde se estn incubando


nueve huevos de Dragn de Latn. Es para ti.

Se neg a tocarla.

Y de qu me servir grit si me abandonas en esta prisin que ms parece una


granja de yeguas reproductoras.

Enrosc la cadena entre sus dedos y dijo:

No sabes con seguridad si te voy ya dejar aqu para el resto de tu vida. Tal vez
llegue el da en el que te lleve a nuestro nuevo reino para que gobiernes a mi
lado.

Quieres decir cuando Crisol est muerto y las Praderas de Arena bajo tu yugo?

S. Asinti con una carcajada. Por esa poca. T y nuestro hijo podris venir a
la Ciudad y veris los huevos.

En un arrebato de dolor Linsha estuvo a punto de arrancarle la cabeza y tirar lejos


la llave. No tena ningn valor para ella. Jams la llevara de vuelta a las
Praderas y si los huevos estaban en la Ciudad Perdida, para ella era como si
estuvieran en el extremo ms lejano del Muro de Hielo. Alarg los dedos, cogi la
cadena y muy lentamente, como si levantara un peso enorme, la llev hasta su otra
mano. Trala! Trala!, le ordenaba su mente. Pero su corazn no quera
abandonar la esperanza, por pequea que fuera, de un da estar en el umbral de la
cmara y volver a ver los huevos de Dragn de Latn. Se llev la llave al pecho y
la apret contra s tan fuerte que sinti el mordisco del metal en su piel.

Con una sonrisa triunfante, Lanther la cogi del brazo, la oblig a dar media
vuelta y la condujo a un pabelln sombreado donde haban dispuesto unos asientos
para la pareja de recin casados, el emperador y su squito, y que as pudieran
presencia los juegos que se celebraban en honor de Lanther. Por lo visto los juegos
no estaban abiertos al pblico, pues nicamente estaban presentes los residentes en
el palacio imperial. Los miembros de la alta nobleza se apresuraron a sentarse en
su privilegiado lugar a la sombra, los dems se acomodaron en el suelo y buscaron
alivio bajo unos enormes parasoles de colores intensos.

No se perdi el tiempo en fanfarrias. Los primeros combatientes salieron al campo,


desenvainaron las espadas y el duelo dio comienzo. Linsha haba odo que
normalmente las peleas en los juegos Tarmak eran a muerte, pero en esa ocasin el
combate termin cuando uno de los oponentes cay inconsciente. Qu pena, pens de
mal humor. Si se mataban entre s en gran nmero, no seran suficientes para luchar
contra la guarnicin de la Ciudad Perdida.

Lo que quedaba de la tarde pas en una sucesin de competiciones sangrientas,


concursos de habilidad y audacia y un juego muy cruel en el que participaban varios
jabales, una vejiga de cerdo inflada y dos equipos de Tarmak armados con
cuchillos.

Linsha no prest demasiada atencin. Su mente vagaba por caminos ms oscuros y


distantes.

Cuando lleg al atardecer y se llevaron a rastras a los heridos, la corte del


emperador y se retir muy excitada al gran patio del palacio, para asistir a otro
banquete de todo asado, platos variados y tinajas de vino. Linsha escudri el
ejrcito de sirvientes en busca de Afec o Calista, por no vio a ninguno de los dos.
Su ansiedad, que haba logrado olvidar a lo largo de casi toda la noche, volvi en
oleadas cada vez ms fuertes, como los avisos previos a una erupcin volcnica.
Sentada junto a Lanther, no prest atencin a la comida, mientras senta que su ira
y resentimiento se alimentaba de su miedo, hasta convertirse en una fuerza a punto
de estallar. Si no pasaba algo pronto, iba a explotar.

La luna menguante se alz tras las cordilleras del este, la noche avanzaba y el
baile y el festn seguan. Pero no poda durar eternamente y, mucho antes de lo que
le habra gustado a Linsha, Lanther se levant de su silla e hizo un gesto al
emperador.

Khanwhelak asinti y de repente resonaron en el patio un vtor estridente y un


estallido de gritos. Los guerreros se acercaron y levantaron a Linsha en su silla
sobre sus hombros. Todo aquel que todava lograba coordinar sus movimientos
aplauda y segua a los guerreros mientras llevaban a Linsha por todo el patio,
agarrada a la silla bamboleante con todas sus fuerzas. Tras los pasos de Lanther el
ruidoso grupo avanz en tropel por varios pasillos del palacio y salieron a un
jardn que Linsha nunca haba visto antes. En el jardn haba arbustos y rboles y
en cada claro se respiraba un ambiente de soledad y aislamiento. La luz de la luna
tea los rboles y de algn lugar cercano llegaba el sonido de una fuente. El
grupo al completo lleg hasta otro claro cercado por un bosquecillo de majestuosos
y esbeltos bambes, en cuyo centro se alzaba una pequea construccin del mismo
estilo que los techos abovedados del palacio. Haba una puerta abierta, dando paso
a una clida luz que se extenda sobre el camino oscuro.

Lo observ con recelo, Afec no haba mencionado nada de eso. Tal como se tema, los
guerreros la bajaron al suelo y se la entregaron a Lanther entre comentarios y
bromas procaces. La empujaron hacia la puerta y el grupo se dio media vuelta y
desapareci en la noche. Un silencio imponente se pos sobre el bosquecillo y la
delicada construccin, Linsha sinti que empezaba a temblar. Una necesidad
imperiosa de huir se apoderaba de sus msculos pero antes de que pudiera moverse
Lanther ya tiraba de ella.

Aturdida, se qued en el umbral y mir hacia el interior. No haba ms que una


habitacin, una cmara nupcial con grandes ventanales abiertos a las brisas que
jugueteaban en el jardn y una cama inmensa con un colch mullido y un montn de
almohadones. Linsha tard un minuto en darse cuenta de que Calista y otro sirviente
estaban junto a la cama. Ambos hicieron una profunda reverencia a los recin
casados.

El pabelln est listo, milord Akkad dijo el criado a Lanther. Seal una bandeja
con vino fro, copas y exquisitos dulces. Despus ayud al seor de la guerra a
quitarse la mscara y la coraza.

Calista se acerc diligentemente a Linsha y con delicadeza le quit la tnica del


dragn.

He trado vuestras cosas, mi seora, por si deseis refrescaros. Hay una vasija de
agua y algo de ropa. Despus baj la voz tanto como pudo: Afec te manda sus
felicitaciones.

Linsha clav su mirada en los ojos de Calista, tan intensa como un pual.
Est bien?

S. Lo mandaron aqu para que os preparara esta casa. Es el pabelln que utiliza
toda la familia imperial las cinco noches siguientes a su boda. Te quedars aqu
con Lanther hasta que parta hacia la Ciudad Perdida. Afec me ha dicho que te diga
que si te vuelve el dolor de cabeza, ha dejado un frasco para ti en el armario
pequeo, junto a la vasija.

Podis iros orden Lanther bruscamente a los dos criados.

Calista no se atrevi a entretenerse ms. Apret el brazo de Linsha en seal de


nimo.

Buenas noche, Linsha le dijo en voz baja, despus su voz se convirti en un


murmullo. Afec dice que no lo mates. Si lo haces y los Tarmak te atrapan, te
torturarn durante das. Si escapas, intentaremos esperarte.

Fuera! grit Lanther.

La cortesana hizo una reverencia y con su sonrisa ms pcara, gui un ojo a


Lanther y se apresur a salir detrs del criado. La puerta se cerr detrs de ella
y Linsha qued a solas con su marido.

Linsha permaneci quieta por un momento y lo mir framente, despus se acerc a la


vasija con agua que le haba preparado Calista.

Lanther se sent en la cama para quitarse las sandalias.

Calista tena muchas cosas que decir coment distradamente.

S respondi Linsha, ocupada con la ropa y el agua fra. Tena el rostro cubierto
de polvo y los dibujos en pintura azul le escoca. Me estaba dando consejos.

l se ech a rer.

No eres una virgen que necesite el consejo de una prostituta.

Linsha no contest. Haba encontrado una bolsa de tela doblada que contena su poca
ropa, un par de sandalias, su cepillo de pelo y en el centro un morral de piel que
le resultaba conocido, algunas prendas de seda verde oscuro y dos trozos de cuerda.

En los ojos de Linsha se encendi una chispa de brillo. Disimulando como si se


pusiera un poco de perfume y se deshiciera las trenzas, cogi el saquito de piel.

Aqu hay aseo? pregunt con voz indiferente. Me temo que he bebido demasiado
vino en el banquete.

Lanther asinti y le indic una puerta que haba en la habitacin.

Est all. Pero que no se te ocurra escapar por una ventana. El jardn est
rodeado de guardias.

Jams se me pasara por la cabeza refunfu.

Cogi una vela y sali airada. Cerr de un portazo. El servicio result ser una
habitacin diminuta para una sola persona, comunicada con la casa por un pasillo
muy corto Se sent tanto para aliviar sus necesidades, como para tranquilizar el
recelo de Lanther. Mientras tanto, se ech cera caliente en la palma de la mano. La
cera tard un poco en enfriarse, pero mientras todava era moldeable se la extendi
por la mano hasta formar una fina capa protectora. En cuanto hubo terminado y se
hubo alisado el vestido, se ech un puado del polvo sedante sobre la palma de la
mano. El corazn se le dispar, en el estmago se le form un nudo.

Logr fingir una especie de sonrisa antes de regresar a la habitacin. Lanther


haba servido ms vino y apagado la mayora de las lmparas. No quedaban encendidas
ms que unas pocas velas, que alumbraban la estancia con una tenue luz romntica.
Linsha saba que no tendra que acercarse a l. l mismo llegara hasta su lado.

Entr en la habitacin, las manos de la espalda cerradas en un puo, con postura


rgida y recelosa. Lanther no vacil. Se acerc a ella, le quit la vela de la mano
y la envolvi con sus brazos, atrapando los suyos contra sus costados.

Linsha apenas poda respirar bajo aquel abrazo. Perciba el intenso deseo que
senta por ella y la sola certeza le dio asco. No quera a ese hombre y en ese
momento sopo que jams soportara entregarse a l, ni siquiera fingiendo. Luch
para liberar sus brazos, pero la tena cogida con demasiada fuerza. Lanther
recorra su cuello con los labios mientras las manos se deslizaban por su espalda.
Su vestido se solt y nicamente lo sostena la presin de los cuerpos pegados.

Linsha se oblig a relajarse. Apartando todos los sentimientos de repulsin,


intent imitar un gemido y se apret ms contra l. Gracias a Takhisis que ya eres
ma le dijo al odo con voz ronca. Llevo esperando demasiado tiempo.

Linsha sinti que dejaba de cogerla con tanta fuerza para poder seguir recorriendo
su cuerpo. _Se retorci e inspir profundamente. Lanther le sonri, interpretando
equivocadamente su movimiento, y ella le devolvi la sonrisa. Conteniendo la
respiracin, Linsha zaf un brazo. Extendi la mano y le sopl el polvo al rostro.

Lanther tosi y se qued sin respiracin un momento antes de desplomarse en el


suelo.

Linsha lo mir.

Tendrs que seguir esperando ladr al cuerpo inconsciente.

De repente, la cabeza le empez a dar vueltas y lo vea todo borroso. Se dio cuenta
demasiado tarde de que hablar mientras el polvo segua suspendido en el aire no
haba sido muy buena idea. Retrocedi dando traspis y se sent en la cama, donde
podra respirar sin caer al suelo. Durante un rato tom aire lentamente para
despejarse y mientras descansaba, observaba a Lanther.

Apenas poda resistir la tentacin de rodear su cuello con los dedos y apretar esa
arteria que adivinaba bajo su piel. Sus dedos hormigueaban ansiosos por
estrangularlo o estrellar la jarra de vino en su cabeza. Ese hombre era una
amenaza, un peligro constante para su mundo y su vida. No haba dudado en
traicionar a los hombres del campamento del cauce del Escorpin, en asesinar a sir
Remmik o mandar que se masacrara a cientos de defensores de Duntollik. Si tuviera
la oportunidad, volvera a las Praderas de Arena y matara a todo aquel que se
interpusiera en su camino hacia el imperio.

Se oblig a dejar de rechinar los dientes e inspir profundamente unas cuantas


veces ms. Deseaba matarlo, lo deseaba con tanta fuerza que sent que el deseo se
apoderaba de ella como la fiebre. Pero no poda. Por ahora lo dejara vivir. Si l
se le acercara con un arma, no dudara un segundo en matarlo; pero, incluso sin
tener en cuenta el consejo de Afec, ella no se consideraba igual que Lanther. Ella
era una Dama de Solamnia de la Orden de la Rosa, entrenada en el Cdigo y la Medida
y haba jurado que el honor guiara sus pasos. Su conciencia no le permita matar a
Lanther si estaba indefenso y desarmado.
Por supuesto, aquello no significaba que no pudiera amordazarlo, atarlo y hacer que
estuviese lo ms incmodo posible mientras ella se escapaba. Rpidamente apag las
velas y se movi silenciosamente bajo la luz de la luna, mientras ataba al Akkad-
Dar con fuerza y lo amordazaba para que no pudiera gritar. Por si acaso, a algn
centinela se le ocurra mirar por la ventana abierta, tir a Lanther sobre la cama
y lo tap con una manta. Para asegurarse de que no se despertaba demasiado pronto,
le ech ms polvos.

Cuando todo estuvo a su gusto, se dirigi al pequeo armario que haba junto a la
vasija de agua y encontr un frasco de cristal que contena un lquido oscuro. Al
ponerlo a contraluz de la vela, tena un ligero brillo rojizo. No quera dejarlo
all, as que lo envolvi en la bolsa de tela y se la at a la altura del estmago.
No tard ms que un minuto en cambiarse y ponerse la ropa oscura, atarse el
cinturn de nudos de Afec y colgarse el saquito con polvos. Segua teniendo la
palma de la mano cubierta de cera, pero decidi que por el momento no se la
quitara. Tal vez le fuera til se desliz por una ventana con la agilidad de un
gato y se escabull por la arboleda llena de sombras.

Su mente discurra mientras se mova sigilosamente de una sombra a otra. No estaba


segura de dnde se encontraba respecto al Akeelawasee, pero si encontraba el
palacio encontrara a Calista y podran huir hacia el promontorio a tiempo. La idea
de la cortesana descendiendo por la pared de piedra le hizo dudar, pero no tenan
otra opcin. Prefera no atacar a los guardias que estaban apostados en la escalera
que descenda a la caverna.

As que lo nico que tena que hacer era esquivar a los guardias, encontrar el
Akeelawasee, dar con Calista, escalar la muralla y bajar la escarpada pared del
acantilado para despertar a la hembra de dragn. Sus dos nicos deseos eran que la
noche y los polvos sedantes duraran todo el tiempo necesario.

13

Magia esclava

Linsha encontr el edificio principal del palacio y la puerta de entrada. Escudri


las sombras de los muros y de las esquinas, y al no ver ningn movimiento entr.

Algo se movi a su espalda. Oy el arrastrar de unas sandalias sobre el suelo de


madera y de repente una mano fra y hmeda le tap la boca.

Silencio le susurr una voz en el odo. Le lleg el olor de hierbas e incienso.


Afec.

Linsha se relaj y asinti.

El esclavo se apart, le hizo un gesto para que lo siguiera y la gui a una


habitacin vaca a unos pocos pasos de all.

Espero que hayis podido libraros de l murmur el damjatt.

Linsha lo abraz.

Ests bien? le pregunt. Dnde has estado?


Afec le devolvi el abrazo, pero se retir rpidamente, pareca desconcertado y
avergonzado.

Ocupado. Preparando vuestra ceremonia de matrimonio. Entre otras cosas, me


mandaron preparar el pabelln real. Era de vuestro gusto?

Del de Lanther s. Levant una mano para adelantarse a sus preocupaciones. No lo


he matado, aunque me cost reprimirme. Duerme en su cama, como corresponde a estas
horas de la noche.

Afec asinti.

As debe ser. Habis trado el frasco? Al ver que Linsha asenta, hizo el gesto
de destapar un corcho. Bien. Ahora llevdselo. Si la hembra de dragn est
dormida, vertedlo en su boca. Haced que lo beba. Es un tnico que contrarresta los
hechizos del hechicero principal y le dar nuevas fuerzas.

Es lo que le di el otro da?

Algo muy parecido. ste tiene ms Para ayudarle a luchar contra los venenos
keena.

Los damjatt tienen las mismas pociones?

No. Hemos aprendido a hacer las nuestras. La cogi por el codo y la condujo en
silencio hasta la puerta. No quedan ms que unas horas de oscuridad. Debis ir en
busca de la hembra de dragn. En cuanto haya recuperado las fuerzas, volad lejos de
aqu.

Linsha se par en seco.

Pero tengo que recoger a Calista. No puedo dejarla aqu. Y, qu hars t? No


podemos abandonarte. Ven con nosotras.

Afec neg con la cabeza.

He bajado a la caverna para a la hembra de dragn. No tiene fuerzas necesarias


para llevar a tres personas. Id a liberarla. Yo ir a buscar a Calista. Os
esperaremos junto al lago del jardn del Akeelawasee.

A Linsha el plan le pareca razonable, mucho ms que la idea de ayudar a Calista a


bajar por la pared de piedra. Pero no poda aceptar que Afec se quedara. Tena que
haber algn modo de ayudarlo.

Y si

El esclavo la interrumpi.

Vamos orden. Conozco otros caminos hacia los niveles inferiores del palacio.

A buen ritmo, se adentraron en el laberinto de pasillos secundarios y pequeas


escaleras que nicamente los esclavos y los sirvientes conocan bien. Vieron a unos
pocos guardias y a una patrulla, pero Afec saba ocultarse en las sombra y no
llamaron su atencin. Descendieron unos tres pisos antes de bajar una serie de
peldaos, que se adentraban en un corredor que se perda en la oscuridad.

Yo ir por aqu hacia el Akeelawasee le dijo Afec. Id hacia la derecha,


llegaris a una puerta pequea que da a la escalera principal que baja a la
caverna. Los esclavos tienen prohibido ir por ah, as que no puedo deciros ms que
lo que he odo.

Linsha se llev la mano al cinturn para devolvrselo, pero el viejo damjatt detuvo
su movimiento.

Quedoslo. Siempre puedo hacerme otro.

Se separaron rpidamente y tomaron caminos opuestos por el largo pasillo. Linsha


sigui las indicaciones de Afec y no tard en encontrar a un guardia que vigilaba
con actitud rgida y alerta. Junto a l colgaba una lmpara de aceite de un
candelabro que haba en la pared, sin llegar a alumbrar la sala lo suficiente.
Detrs de l se vea una puerta pequea.

Afloj un poco el nudo del saco de los polvos y lo sopes. No quedaba demasiado,
pero si todo iba bien, no necesitara mucho. De todos modos era una pena. Aquel
polvo era muy til. Como casi no le quedaba cera en la palma de la mano, hizo otra
bolsa improvisada con una tira de la tnica y puso un puado de polvo. Trag para
aliviar su seca garganta dio un paso adelante con determinacin.

T! Grit en perfecto tarmakian. Adnde conduce esta puerta?

El guardia era un joven, seguramente lo haban destinado a aquel lugar tranquilo en


plena noche para probar su paciencia y autodisciplina. Se qued asombrado al verla
all.

Drathkinkela! Qu ests? empez a decir. Fue todo lo que le dio tiempo a


pronunciar.

Linsha se acerc a l rpidamente, tanto que percibi su olor a sudor seco y la


grasa con la que haba limpiado las piezas de piel de su equipo. El guardia
retrocedi un paso asustado, y Linsha aprovech para aplastarle en el rostro la
bolsa con los polvos. Sali una nube blanquecina que la oblig a apartarse. El
Tarmak cay al suelo entre el ruido metlico de las armas. En aquella ocasin
Linsha no dud en llevrselas. Le quit la daga, el hacha y la espada corta que
llevaba colgada a la cintura. Despus lo empuj fuera de la zona iluminada, para
que quedara oculto entre las densas sombras. Se senta a gusto con las armas en la
mano. Se puso la daga y el hacha en el cinturn cogi la bolsa con los polvos con
una mano y con la otra la espada. Era como reencontrarse con un viejo amigo.

Abri la puerta con cuidado y mir hacia adentro. Tal como esperaba, daba a una
escalera en penumbra que descenda a la cueva de la hembra de dragn. Baj
rpidamente los peldaos, siempre atenta por si se encontraba con algn guardia en
el camino. La escalera estaba desierta y cuando lleg al ltimo escaln, vio que el
tnel que llevaba a la entrada de la cueva estaba despejado. Sin embargo, en la
abertura haba dos guardias flanqueando la puerta. Los dos parecan muy despiertos
y amenazantes. Aquellos Tarmak custodiaban la entrada principal a la cueva sagrada
y eran oponentes muy distintos al joven inexperto de antes. Tampoco lograra pasar
sin que se dieran cuenta, pues el tnel iba en lnea recta desde la escalera hasta
la cueva, sin ms cobijo que las sombras que se extendan entre una antorcha y la
siguiente.

Linsha frunci el entrecejo. No haba tiempo para delicadezas ni margen de error


posible. Tena que acabar con esos dos rpidamente o jams lograra despertar a
Sirenfal a tiempo para reunirse con Calista antes del amanecer. Era muy importante
escapar antes de que saliera el sol, antes de que Lanther recuperara la conciencia.
No quera enfrentarse a su clera, como tampoco quera que Sirenfal tuviera que
luchar contra los Tarmak. La hembra de Dragn de Latn necesitara todas sus
fuerzas para cruzar volando el ocano Courrain.
Se ocult en unas sombras e intent pensar. No tena dos cuchillos ni un arco.

nicamente contaba con el polvo sedante, una espada y su fama como amiga de los
Dragones. La aproximacin frontal ya lo haba funcionado antes. Por lo visto los
Tarmak no parecan concebir que una mujer se les acercara desarmada por algo que no
fuera curiosidad o por molestar.

Se coloc la daga y el hacha a la espalda. Muy a su pesar, dej la espada atrs. La


haba disfrutado muy poco tiempo, pero si la llevaba no podra ocultarla. Cogi una
antorcha de la pared, sali al pasillo y camin resueltamente hacia los guardias.

Hola grit. El Akkad-Dar est durmiendo profundamente. Solt una risita cargada
de significado. Pero yo no puedo. Me ha dado permiso para que visite a la hembra
de dragn.

Los guardias se miraron entre s. Aunque el tarmakian de Linsha no era demasiado


bueno, pareca que haban entendido todas sus palabras. La cuestin estaba en s
las creeran, pensaba Linsha.

La cueva de la hembra de dragn est prohibida a las mujeres le respondi un


guardia.

Linsha sigui avanzando hacia ellos.

Yo ya he estado all, no os acordis? Yo s os recuerdo. Ayudasteis a los


sacerdotes a preparar la pira funeraria e hicisteis guardia en los escalones de la
cueva.

Los guardias se miraron desconcertados y Linsha sigui hablando con su tono de voz
ms arrogante.

Yo no soy como las otras mujeres. Yo he luchado a muerte y he vencido. Soy la


Elegida del Akkad-Dar. Tendr que volver a su lado y decirlo que no me habis
dejado entrar en la cueva de la hembra de dragn, aunque l me haya dado permiso?

Ya casi haba llegado junto a los dos Tarmak, La miraban con el entrecejo fruncido,
con expresin tensa.

Preguntar al sacerdote Imshallik si puedes entrar dijo uno de los guardias.

Estaba dndose la vuelta para entrar en la cueva, cuando Linsha lanz la bolsa con
los polvos que llevaba oculta y dio al otro guardia en el rostro. El primer guardia
se volvi, desenvainando la espada al mismo tiempo, y se encontr con la daga de
Linsha, que iba directa a su estmago. La hoja se hundi justo debajo de las
costillas del Tarmak. Dio un gruido de sorpresa, se llev una mano a la herida y
con la otra balance la espada para cortarle la cabeza a Linsha.

sta esquiv el golpe y alcanz la bolsa con los polvos y se la lanz al Tarmak
herido.

Le pas rozndole la cabeza y fue a dar a la pared que haba detrs de l. Linsha
crey que haba errado el tiro, pero el roce haba sido suficiente para que cayera
un poco de polvo sobre l. Se tambale, cay de rodillas y se derrumb hacia
adelante, con la daga todava clavada en el estmago.

Satisfecha, Linsha consigui otra espada y otra daga y se apresur a entrar en la


cueva. Los guardias la haban advertido de que dentro haba un sacerdote en algn
sitio. Con lo tarde que era, esperaba que estuviera durmiendo en el cuarto que
Sirenfal haba mencionado. Tal vez pudiera asegurarse de que seguira durmiendo.

Corri silenciosamente hacia la cueva y descendi rpidamente los escalones. Vio a


Sirenfal dormida junto al muro pero no se acerc a la hembra de dragn, sino que se
desliz hacia la puerta que daba al dormitorio del sacerdote. La habitacin estaba
oscura y en silencio. La cama estaba vaca. Dnde estaba el keena?

Linsha mascull unas palabras de frustracin y ech a correr hacia la hembra de


dragn. En aquella ocasin la Latn no se despert con su llegada. Estaba hecha un
ovillo. Tena los ojos completamente cerrados. Apenas respiraba.

Oh, no susurr Linsha.

Pareca que la hembra de dragn estaba hibernando. Saba que era una costumbre de
los dragones, pero no crea que Sirenfal lo hubiera hecho voluntariamente. Y menos
despus de su conversacin de slo tres das antes. La hembra de dragn de Latn
deseaba sinceramente escapar de su cautividad. Lo que significaba, concluy Linsha
cada vez ms angustiada, que seguramente los sacerdotes haban vuelto a drogarla.

Desesperada, se acerc a la cabeza de Sirenfal y la sac de debajo del ala. Con


dificultad, por el peso muerto de la enorme cabeza, tir de ella y logr estirarle
el cuello sobre el suelo de piedra. Desat el frasco y lo sac de debajo de su
tnica. Afec le haba dicho que derramara su contenido en la boca de la hembra de
dragn, as que le abri la boca a Sirenfal y, sujetando la mandbula superior con
una mano, dej caer sobre su lengua el lquido espeso y oscuro.

Evidentemente, la hembra de dragn no poda tragar mientras dorma, as que cmo


llegara el lquido a su estmago? Linsha no saba la respuesta. Quiz no hiciera
falta que llegara al estmago. A lo mejor se absorba hasta llegar al riego
sanguneo.

No lo saba, y Afec no se lo haba dicho. No poda ms que confiar en el damjatt y


esperar que su tnico actuara rpidamente.

Tir el frasco y puso las manos sobre la frete de Sirenfal. Cerrando los ojos, se
concentr en el poder de las escamas de dragn que llevaba colgadas al cuello.
Reuni todo el poder y lo envi a la mente de la hembra de dragn. Estando tan
cerca, no debera tener problemas para llegar a la conciencia de Sirenfal, si es
que segua teniendo conciencia. No encontr nada. La Latn estaba totalmente
inconsciente y sus pensamientos estaban enterrados bajo una mortaja de densa
oscuridad. Linsha dese tener el talento necesario para llegar ms all. Lo nico
que poda hacer era hablarle.

Sirenfal. Estoy aqu. Es el momento de irse. Tienes que luchar! Te he dado un


tnico.

Sintelo en tu cuerpo y haz que funcione. Te ayudar, si quieres abandonar este


lugar.

Continu enviando mensajes a la hembra de dragn inconsciente, cada vez con ms


urgencia.

De repente sinti un dolor terrible que se propagaba por su espalda. Linsha peg un
grito y cay sin fuerzas junto a la hembra de dragn. El sacerdote principal,
ataviado con su tnica negra, se inclin sobre ella, con un bastn en la mano y una
expresin de ira en su rostro de rasgos severos. Detrs de l haba muchos guardias
Tarmak, uno de ellos con una daga sangrienta en la mano.

Dnde est el libro, mujer? ladr el sacerdote. Qu has hecho con l?


Linsha no tena ni idea de lo que le hablaba y tampoco su tnica y sac un amuleto
hecho con el colmillo de un dragn, que colgaba de un cordel que llevaba al cuello.

Linsha se retorca entre las manos de los guardias.

Sirenfal! chill. Despierta!

El sacerdote ri, un sonido lgubre que reson en toda la cueva.

El dragn no puede orte y el Akkad-Dar no va a salvarte. Con un amuleto en alto,


extendi la mano hacia Linsha.

sta vio la mano del sacerdote acercndose a ella y se ech hacia atrs. Buscaba
con desesperacin el saco con los polvos, pero lo haba dejado en el corredor,
donde haba cado cuando se lo haba lanzado al guardia. Los guerreros la sujetaron
con ms fuerza, obligndola a quedarse quieta.

La mano del sacerdote le toc el rostro. Un dolor intenso y atroz explot en su


cabeza, pero incluso mientras la magia del sacerdote le arrancaba la fuerza y
torturaba su mente, puso darse cuenta de que no era tan terrible como cuando el
Akkad-Ur o Lanther haban utilizado sus hechizos con ella. El sacerdote no era tan
poderoso o algo interfera en su magia.

Sin embargo, los Tarmak la arrastraron escalera arriba, alejndola de Sirenfal. Se


sacudi presa de la desesperacin. Las posibilidades de despertar a la hembra de
dragn haban desaparecido. La llevaran ante Lanther, y si ste se mostraba
indulgente, la castigara y encerrara en algn lugar donde no volvera a ver la
luz del da. Si no era compasivo, la matara.

El silencio se desliz de nuevo por la cueva.

Regres la soledad.

Los Tarmak se haban ido; la humana se haba ido. No se oa nada, excepto el lejano
batir de las olas que laman pacientemente la gruta marina. Sobre el fro suelo de
piedra de la caverna, el frasco yaca en la sombra de la pared.

Entonces otro sonido perturb la tranquilidad; el sonido de unas escamas.

La hembra de dragn se despert.

Linsha senta que la llevaban en volandas por una larga escalera y no poda hacer
nada por evitarlo. En cuanto intentaba moverse y oponerse de alguna manera, el
sacerdote la tocaba y le enviaba su magia desgarradora a la cabeza, hasta que
pareci que el crneo le iba a estallar con el roce ms leve de los dedos del
hechicero.

Finalmente ces de luchar y dej que la arrastraran por los salones y la sacaran
por una puerta grande.

Hasta que no oy las voces de otros guardias, no abri los ojos y reconoci el
pavimento del gran patio del palacio. Las antorchas seguan encendidas en los
candelabros, y algunos esclavos deambulaban entre las mesas haciendo un esfuerzo
poco entusiasta por recogerlas. Entonces record que aqulla era su noche de bodas,
y que el banquete que se estaba celebrando en el patio cuando ella y Lanther haban
sido escoltados hasta el pabelln seguramente ya haba terminado. Los Tarmak, lo
que todava podan moverse, le haban retirado.
La encontramos en la cueva de la hembra de dragn explic el sacerdote a un
ketkegul. Y el Libro de Amarrel ha desaparecido. Quisiera ver al emperador.

Enva a alguien a comprobar cmo est el Akkad-Dar dijo el oficial a otro guardia
. Si lo ha herido o matado, el emperador debe saberlo.

De dnde vienen esos dos? pregunt el sacerdote.

Linsha abri los ojos llorosos para ver de quin hablaba y se estremeci
horrorizada.

All estaban Afec y Calista aterrorizados, flanqueados por tres guardias del
Akeelawasee. Uno de los Tarmak llevaba varia bolsas de piel.

Los sorprendimos intentando salir de los barracones de mujeres. Llevaban consigo


objetos robados. sta es una esclava, as que iba a informar a la emperatriz.

Linsha sinti la mirada concentrad del sacerdote, que despus observ al damjatt y
a la cortesana. Por el bien de Afec, rog que no estableciera ninguna conexin
entre ellos, pero resultaba difcil no hacerlo.

Debemos llevar a los tres ante el emperador dijo el sacerdote principal. Creo
que tramaban algo juntos.

El oficial estaba a punto de decir algo, cuando una sombra se desliz sobre el
patio.

Ms oscura que la noche y ms veloz que una tormenta, sobrevol el palacio


acompaada por una rfaga de viento y desapareci en un abrir y cerrar de ojos. Los
Tarmak alzaron la vista alarmados.

Linsha ech la cabeza hacia atrs y grit:

Sirenfal!

El grupo que haba en el patio se dispers en medio del caos. Se oan gritos de
aviso de un extremo a otro y las campanas daban la alarma desde los muros y las
torres ms altas.

Pero los gritos llegaban demasiado tarde. Las estrellas se apagaron cuando una
forma gigantesca pas volando sobre el patio, gir y volvi atrs, retumbando con
el mismo estrpito que la explosin de una estrella. Linsha oy el sonido
inconfundible del batir de unas alas grandes como velas de un navo y se liber de
los atnitos guardias. Advirti a gritos a Afec y Calista y se tir al suelo. Lo
hizo justo a tiempo. El viento que levantaban las poderosas alas de la hembra de
dragn derrumb a los Tarmak y arrastr al keena, de complexin ms menuda. Las
piedras temblaron al recibir al animal. Linsha oy un gruido de ira y
reconocimiento. El sacerdote principal gritaba. Levant la cabeza y vio que
intentaba levantarse y alzar las manos, pero Sirenfal ya no era la criatura drogada
y atemorizada de antes. Le lanz una pesada cadena que se le enrosc en los muslos
e hizo que se desplomara. Con un leve movimiento de sus alas, la hembra de dragn
se alz y aterriz sobre las cuatro patas.

Sirenfal lade la cabeza y lanz un chorro de fuego a las puertas abiertas del
palacio.

Las llamas rugieron sobre el techo de madera del gran saln, iluminando el patio
con un resplandor cegador.
Una flecha roz la cabeza de Linsha. La dama luchaba por mantenerse erguida.

Sirenfal, vamos! Ahora antes de que lleguen ms guerreros!

La hembra de dragn, en medio de la masa sanguinolenta que una vez haba sido su
torturador, chill jubilosa.

Pues dmonos prisa. Tengo que hacer unas cosas antes de irnos.

Linsha no prest demasiada atencin a las palabras de la hembra de dragn ni a lo


que quera decir. Le segua doliendo la cabeza por el efecto de la magia y estaba
ansiosa por recoger a la Calista e irse. Los guardias Tarmak empezaban a ponerse de
pie, a la vez que desenvainaban sus espadas. Si atacaban a la hembra de dragn y la
heran en las alas, no podran volver a casa. Un guardia que estaba cerca de Linsha
segua arrodillado. Vio a Linsha en el mismo momento en que ella lo miraba. Se tir
hacia ella para derribarla. Los aos de entrenamiento se impusieron sobre el dolor
y el cansancio. Gir sobre el pie izquierdo, levantando el derecho para propinarle
una patada fortsima en la cabeza, que lo tir de lado sobre el suelo. Antes de que
pudiera recuperarse, le dio otra patada y le quit la espada.

La hembra de Dragn de Latn lanz otro chorro de fuego al muro ms alto del patio,
desde donde unos guardias seguan disparndole flechas. Las piedras estallaron por
el intenso salir y el fuego prendi en los edificios cercanos. La hembra de dragn
ruga satisfecha.

Linsha senta el calor de las llamas a pesar de estar en el centro del patio. Era
como estar en un horno. Desesperada, busc a Calista entre el humo cada vez ms
intenso y las siluetas que corran de un lado a otro. Por fin la vio junto a Afec,
amenazando a un guardia del Akeelawasee con una daga.

Dioses dijo en voz baja, impresionada por la audacia de la cortesana.

Aferrando la espada, ech a correr hacia el pequeo grupo. El inmenso guardia la


vio acercarse y se centr en ella, olvidndose de la rubia menuda que sostena un
arma insignificante. Detrs de l, Calista avanz su hermoso rostro transformado en
una mueca de dolor y clera. Linsha la vio y chill el grito de guerra de los
solmnicos para atraer toda la atencin del guardia. Velos y mortal, la daga de
Calista refulgi a la luz de las llamas cuando la joven peg un salto a la espalda
del Tarmak y le cort el cuello.

La sangre le empap el cuello y el pecho. El guardia cay hacia adelante, y Calista


sobre l. El Tarmak luchaba por darse la vuelta mientras su sangre formaba un
charco sobre los adoquines.

Calista baj del cuerpo y lo insult con una palabra que Linsha slo haba odo en
las calles de la Ciudad Perdida. La cortesana alz la mirada hacia Linsha con
lgrimas en los ojos.

Afec! fue lo nico que pudo decir.

Los ojos de Linsha corrieron hacia el esclavo tendido en el suelo. Crea que
simplemente haba cado cuando haba llegado la hembra de dragn, pero ahora vea
que tena la tnica blanca manchada de sangre. Demasiada sangre. Entre sollozos se
arrodill junto a l y lo tom de la mano. Todava no haba muerto, pero Linsha
vea que apenas le quedaba vida.

Gracias dijo.

Un atisbo de sonrisa asom en su rostro envejecido.


Coge esto murmur, intentando poner una bolsa en las manos de Linsha. Para ti.

Lelo. Ariakan no era Amarrel. l no era.

Linsha cogi la bolsa slo por complacerlo, pues en el momento no entendi sus
palabras. Estaba demasiado preocupada por l. Se inclin y le susurr al odo:
Eres libre.

La sonrisa permaneci. La vida que la iluminaba se desvaneci.

Linsha!

Levant la cabeza. Sinti que se le erizaba el vello. No poda ser. Le haba dado
polvos suficientes para dormir un caballo durante todo un da. Cmo poda estar
despierto? Y sin embargo, all estaba en la escalera del palacio a su espalda las
llamas, el rostro transformado por la ira.

Lanther pronunci su nombre como se pronuncia una maldicin.

Linsha no esper a ver su siguiente movimiento. Dej caer la mano de Afec, agarr
la bolsa y ech a correr hacia la hembra de dragn.

Calista! Sirenfal! grit. Hay que irse!

La joven Latn la oy y extendi una pata delantera. Linsha y la cortesana treparon


por ella y apenas les haba dado tiempo a llegar al lomo cuando la hembra de dragn
ya se encoga para lanzarse hacia el cielo de la noche. Las alas del animal se
extendieron y batieron con tanta fuerza que avivaron las llamas que consuman el
palacio. La fuerza del despegue aplast a las dos mujeres contra el cuello de la
hembra de dragn.

Sujtate! grit Linsha a Calista mientras Sirenfal se alejaba del palacio.

No haca falta que se lo advirtiera, pues la cortesana abrazaba la cintura de


Linsha como si en vez de brazos tuviera barras de hierro. Hunda la cabeza en el
hombro de la Dama de Solamnia.

Mir hacia abajo una vez y vio a Lanther todava en la escalera. Levantaba el
rostro hacia ellas. En la mano una espada. Un escalofro le recorri la espalda.

Se volvi para mirar hacia adelante. El palacio quedaba a su espalda y vio el campo
donde haban tenido lugar las celebraciones de la boda. Estaban yendo en direccin
equivocada.

Al sur, Sirenfal! Grit por encima del crujido de las alas de la hembra de
dragn. Tenemos que ir hacia el mar!

Todava no respondi la Latn en tono fro como el acero.

Linsha volvi a mirar hacia abajo y vio la ciudad Tarmak a sus pies, salpicada de
las luces de las antorchas y repleta de personas durmiendo.

El aliento de la hembra de dragn atraves los grandes edificios parecidos a


barracones que Linsha haba visto el da de su llegada. Las construcciones se
prendieron fuego, y en aquellas llamas Linsha vea esperanza.

Sirenfal! Deja la ciudad! No tienes tanta fuerza!


No! Aull la hembra de dragn. Ellos me arrebataron los huevos! Ellos me
arrebataron a mi compaero! Acabaron conmigo! Los matar a todos!

Escchame! Vngate, pero usando la cabeza! Los barcos que hay en el puerto
partirn hacia Ansalon dentro de cinco das! Puedes salvar nuestra tierra. Quema
los barcos!

El cuerpo de la hembra de dragn se lanz en picado tan repentinamente que Linsha


se qued sin respiracin. Se agarr con fuerza, esperando que Calista lograra
sujetarse. Oy la voz de la cortesana alzndose en un chillido, despus todos los
ruidos se ahogaron en un rugido ensordecedor de la furiosa Latn. De sus fauces
sali una llamarada.

Linsha vio el puerto bajo ellas. All estaban los navos amarrados, uno al lado del
otro, muchos de ellos cargados con alimentos, armas y todo lo que necesitaba un
ejrcito conquistador. El aliento del dragn alcanz las embarcaciones de madera y
les prendi fuego al instante. Se elev sobre el puerto, quemando todos los barcos
que vea. Despus dio la vuelta para prender los que haba fallado la primera vez.
El puerto se convirti en un torbellino de llamas. Sirenfal volvi a girar y quem
los embarcaderos, las drsenas, los almacenes y las provisiones que estaban en el
muelle a la espera de que las cargaran. En sus ojos se reflejaban las llamas y su
luz haca brillar las escamas.

Respiraba trabajosamente mientras sobrevolaba el puerto por cuarta vez y pareca


que le costaba volar.

Sirenfal, ser mejor que nos vayamos le advirti Linsha, mirando hacia el muelle
en llamas.

La Latn no se opuso. Lanz otra llamarada a la ciudad, despus gir hacia el sur y
se sumergi en la noche, que ya tocaba a su fin.

14

Sobre el ocano

La luz del sol ya tea el horizonte cuando Linsha por fin se movi. Volvi la
cabeza para mirar a Calista. A pesar de los nervios, las manchas de humo, la
suciedad y la sangre, la cortesana segua estando adorable. Son ojos se encontraron
con los de Linsha y dej escapar una risita nerviosa. Linsha tambin empez a
rerse y un segundo despus las dos mujeres se desternillaban, aliviando la
tensin, el miedo y el dolor.

Rieron tanto que los ojos se les llenaron de lgrimas y enrojecieron por la
emocin.

Linsha lade la cabeza para escuchar.

Sirenfal, eso fue increble! dijo con voz entrecortada. Nunca haba visto una
imagen tan hermosa como t sobrevolando el palacio. Cmo escapaste de la cueva tan
rpido?

La hembra de dragn aminor la velocidad de su vuelo y lade las alas para


aprovechar una brisa marina ascendente y as planear un rato. En su cara se
reflejaba su exultante alegra.

El lquido que me diste No s lo que era. Nunca me haba sentido as. Te o


entrar en la cueva y hablarme, pero no poda moverme ni contestarte. Resopl.
Ayer por la maana, ese sacerdote puso algo en mi agua y me oblig a beberla. Me
qued paralizada. Fue horrible. Quera responderte, pero no poda. Entonces me
diste ese lquido. La cabeza empez a darme vueltas! El corazn me lata ms de
prisa y de repente estaba despierta, perfecta y poderosamente despierta! Romp la
cadena que me ataba y fui a buscarte.

Gracias a Kiri-Jolith que lo hiciste dijo Linsha. Gracias a Afec por ese
lquido. Se volvi hacia Calista y pregunt. Qu le pas? Cmo lo mataron?

La alegra abandon los ojos azules de Calista y suspir al recordarlo.

Cuando Sirenfal lleg volando, uno de los guardias del Akeelawasee intent
empujarnos hacia el interior del palacio. Afec se enfrent a l. Me dijo que
corriera hacia ti y que huyramos. Luch contra el guardia para mantenerlo alejado
de m. Se sec los ojos con la palma de la mano. Por qu hara eso? Por qu se
sacrificara por nosotras?

Linsha no respondi inmediatamente. Afec haba sido un regalo inesperado en un


mundo extrao, un amigo y un aliado. Volvi a repasar el tiempo que haba pasado
con el viejo damjatt, su inteligencia disimulada, sus modales discretos y su
determinacin a ayudarlas a escapar. Al pensar en l, se acord de la bolsa que la
haba puesto en las manos. Qu podra ser tan importante? Abri el cordn y sac
un libro antiguo encuadernado en piel y atado con hilos de seda.

Por todos los dioses! Dijo en voz baja. Es el texto que estaban leyendo los
sacerdotes y que habla de Amarrel, el clrigo guerrero. l lo rob! Por qu me lo
dara a m?

Calista intent encogerse de hombros sin dejar de agarrarse a la hembra de dragn


con todas sus fuerzas.

Qu te dijo? No mencion el nombre de Amarrel?

Linsha busc en su memoria las palabras que casi no haba ni odo.

Dijo que Ariakan no es Amarrel.

Lord Ariakan no haba convencido a los cafres de que s lo era?

S contest Linsha. Tena que gritar para hacerse or por encima del rugido del
viento. Pero si no es l quin es?

Era un tema demasiado complicado para preocuparse por l en ese momento.

Todava tenan que volver a casa. Linsha meti el libro con cuidado en la bolsa y
dijo para s una oracin de despedida. Tir de los extremos del cinturn de nudos
de cuerda azul que llevaba a la cintura y admir cmo estaba hecho. Mientras ella
viviera, Afec jams caera en el olvido.

Al menos no tendr que sufrir la clera de Lanther dijo por fin.

Calista cambi de postura con cuidado.

Lanther. Se ri. Supongo que no tuvo la noche de bodas que esperaba.


Yo dira que no.

Bien. As que crees que tu matrimonio Tarmak ser vinculante legalmente en


Ansalon?

Yo creo que no, o voy a tener que dar unas cuantas explicaciones. Sinti un
pinchazo de hambre en el estmago que desvi su atencin. Qu provisiones
tenemos? Pudiste traer algo?

Calista le ense slo un odre y una bolsa pequea con comida que haba escondido
bajo su ropa durante la huida. No era mucho, y tendra que racionarlo
cuidadosamente, pero con un poco de disciplina y una parada o dos en las islas que
salpicaban el Mar Sangriento de Istar, lo lograran.

Las mujeres hablaron un poco ms antes de acomodarse en las paletillas anchas y


clidas de la hembra de dragn para intentar dormir a turnos. Sirenfal sigui
volando.

El mar se extenda ante ella y a su izquierda el amanecer coloreaba de rosa el


cielo.

Linsha fue la primera en despertarse unas horas ms tarde. Abri los ojos y mir
cansada el mundo que la rodeaba, preguntndose por qu el cielo se mova en un
ngulo tan extrao. Algo estaba cambiado, y lo haca muy rpido y hacia abajo. Se
sent, repentinamente alerta y preocupada por Sirenfal. Bajo ella el mar corra a
su encuentro y, por lo que poda ver, no haba ms que agua formando suaves olas.

Sirenfal? la llam preocupada.

Lo siento, Linsha. Tengo que descansar. Mis alas ya no estn acostumbradas a volar
le contest la hembra de dragn. Le costaba controlar su vuelo, y en su
respiracin haba un resuello que Linsha no haba notado antes.

Descansar? Descansar dnde? pregunt Linsha con incredulidad.

Bueno, ah abajo. No s nadar como un Bronce, pero s flotar. Slo necesito


descansar las alas.

No quedaba tiempo para respuestas. Linsha no pudo ms que sujetar a la cortesana,


que dorma, en el momento en que la hembra de dragn extenda las patas hacia
adelante. Lade las alas para disminuir la velocidad y se pos sobre la superficie
como un cisne inmenso. Form una estela de agua y una ola moj las piernas de
Linsha. Calista se despert con un grito y se agarr a la cintura de Linsha.
Sirenfal extendi las alas como si fueran unos portaremos para ayudar a su gran
corpachn a mantenerse a flote. Por su largo hocico se escap un suspiro de alivio.

Linsha despeg los dedos de Calista de su cintura.

Estamos a salvo sobre Sirenfal dijo tanto para convencer a Calista como a s
misma. Senta las olas que se estrellaban suavemente contra la exhausta hembra de
dragn. Puedes alzar el vuelo as, verdad? pregunt despus de un rato.

Si no, podis bajaros y empujar fue la rplica somnolienta de la Latn. Curv el


largo cuello, hundi la cabeza de la misma manera que hacen los cines y se qued
flotando. Vamos en la corriente del sur dijo a Linsha. Seguimos avanzando hacia
casa.

La hembra de dragn se qued callada y Linsha decidi dejarla descansar. Por


increble que pareciera, Calista segua sentada bien erguida sobre las amplias
paletillas de la hembra de dragn. Mir hacia el sol, que segua luciendo al oeste.
Mir a la hembra de dragn y a las olas, y sin pensrselo dos veces sigui su
impulso. Sus ropas cayeron a sus pies y se sumergi en el agua tibia.

Con brazadas perezosas nad junto a la hembra de dragn, buceando y chapoteando


como un nio para quitarse el hedor de los Tarmak de la piel. Al final acab por
quedarse quieta apoyada en el ala de Sirenfal para descansar.

Dnde aprendiste a nadar as?

Levant la vista y vio a Calista mirando las olas con desconfianza y miedo. Se
haba recogido el cabello rubio en una cola de caballo y segua teniendo el rostro
y los brazos sucios de holln y barro, adems de las manchas de sangre.

Mi hermano me ense, pero Crisol me ense a disfrutar del agua dijo Linsha.
Por qu no vienes conmigo?

Una mueca deform los rasgos perfectos de la cortesana.

No s nadar confes. Parpade y mir de nuevo hacia Linsha. Dnde conseguiste


esa llave? No recuerdo haberla visto antes.

Los dedos de Linsha palparon las escamas y la llave colgando de la cadena de oro.

Fue un regalo de Lanther.

Una llave? pregunt Calista.

Se supone que es la llave de la cmara donde guardan los huevos.

Lo crees?

Estoy deseando llevar la llave a la Ciudad Perdida y probarla.

Quin es Crisol? pregunt la voz de Sirenfal.

Era mi amigo contest Linsha.

Hblame de l.

Linsha trep al lomo de la hembra de dragn, se puso su ropa mugrienta y se sent


para secarse a la brisa clida.

Es una historia muy larga suspir.

Tenemos tiempo seal Calista. Yo tampoco s toda la historia.

As, mientras la hembra de dragn descansaba, mecida suavemente por las olas,
Linsha les habl a las dos de Crisol y lord Rada, de Iyesta, de sir Remmik y de la
cada de la Ciudad Perdida. No tena intencin ms que de hablar rpida y framente
del Dragn de Bronce, pero cuando empez, la historia fue surgiendo apasionadamente
con todos sus detalles. Calista y Sirenfal no la interrumpieron ni en una sola
ocasin.

Escucharon con avidez el final, cuando Linsha le cont a Sirenfal su encuentro con
Lanther y la promesa que l le haba hecho sobre los huevos.

Cuando por fin se detuvo y se qued mirando en silencio el cielo cada vez ms
oscuro, Calista dijo:
Por todos los dioses, Linsha, no saba nada

El tenue resplandor de las lgrimas asom a los ojos de Linsha, pero se las sec
rpidamente antes de que se dieran cuenta.

S, vaya historia cuando la conoces entera.

Cogi el odre y dio un sorbo para aliviarse la garganta seca.

Sabes si Crisol est vivo?

Neg con la cabeza.

Estaba malherido por la Lanza del Abismo. No s si habr sobrevivido.

Linsha sinti en sus rodillas el leve temblor que recorri a la hembra de Dragn de
Latn al recordar la lanza. La vieja herida ennegrecida provocada por las astillas
del arma se abra en el cuello de Sirenfal, cerca de donde Linsha estaba sentada.
Las escamas alrededor de la cicatriz estaban combadas y descoloridas; debajo, la
carne pareca dura y al tocarla se notaba caliente.

Ests bien? le pregunt a la hembra de dragn.

Sirenfal levant las alas y las bati lentamente al viento para que se secasen.

Slo estoy cansada. Volar un rato y despus descansar otra vez. Debera saber
una cosa: dnde queris? Kern o Nordmaard? Debemos intentar evitar a Malys a toda
costa.

Las tres estuvieron de acuerdo. La gigantesca hembra de Dragn Rojo, Malys, era la
dragn de mayor tamao y ms peligrosa de todo el mundo. Poda comer y comera
encantada como aperitivo a una joven Latn como Sirenfal. Su reino se extenda de
sur a oeste, en la regin que ahora se llamaba La Desolacin, que limitaba al sur
con el Mar Sangriento de Istar. Para evitarla, Linsha saba que Sirenfal tendra
que volar hacia el sur, bordeando el Mar Sangriento y despus girar hacia el
suroeste alrededor de Silvanesti. Ese camino era ms largo y pasaran mucho ms
tiempo volando sobre mar abierto, pero se mantendran alejadas de Malystryx. O
tambin poda volar ms hacia el oeste e ir hacia el sur entre los reinos de
Khellendros, Malys y Sable. Ninguna de las dos opciones era muy tentadora.

S que es un camino largo, pero yo necesita ir a l reino de Iyesta, a las Praderas


de Arena. Adnde quieres ir t?

Tan lejos como pueda dijo la hembra de dragn y se qued en silencio y no habl
durante un rato. Bati las alas al aire, las levantaba para que acabaran de
secarse, despus dijo: Sujetaos!

Eso hicieron y la hembra de dragn estir el cuello y alete con todas sus fuerzas.

Mientras bata las alas, su cuerpo se mova lentamente hacia adelante y se alzaba
trabajosamente, formando una estela de agua a su espalda.

Linsha y Calista se pegaron a su lomo y la animaron a que ascendiera.

El estmago de la hembra de dragn se despeg del agua, despus las patas traseras
y por ltimo la cola. Por fin estaba en el aire, Sirenfal ascendi hasta una altura
cmoda y se situ sobre una corriente fuerte y estable que las llevara hacia el
sur por encima de ondeantes leguas del ocano Courrain. El sol se pona por el
oeste, marcando con fuego un camino dorado a travs de las aguas, antes de hundirse
en ellas y entregar el cielo a las estrellas.

Como no poda hacer mucho ms que sujetarse, Linsha dej vagar sus pensamientos. Se
alegraba mucho de haber escapado de Lanther y de la isla de los Tarmak, pero le
rondaban la cabeza demasiadas cosas y apenas haba tenido tiempo para asimilar todo
lo que haba ocurrido. Por lo que poda calcular, ella y Calista haban pasado unas
tres semanas en la isla, lo que significaba que llevaban por lo menos mes y medio
fuera de las Praderas. Quin sabra lo que haba pasado en las Praderas en todo
ese tiempo? O lo que habra sucedido a Varia, Crisol, Falaius, Lenidas y los
defensores de las Praderas? Su estancia en el Akeelawasee haba sido casi peor que
estar en un calabozo, pero por lo menso le haba dado la oportunidad que tanto
necesitaba de recuperarse de la guerra. Haba aprendido muchas cosas sobre los
Tarmak y sobre su idioma. Haba conocido a Afec, un damjatt de cualidades
incalculables, y haba encontrado a Sirenfal.

Pero ya que Calista se haba ofrecido y quera seguir arriesgando su vida, no la


rechazara.

Si hablas en serio, lo primero que quiera hacer es encontrar a Varia.

Oh, probablemente est en los cuarteles generales Tarmak. Cuando Lanther me daba
las instrucciones para cuidar ti, tambin le o decir a un oficial que se llevara
la hembra de bho y la mantuviera con vida hasta que l volviera, o el hombre
sufrira una muerte lenta y dolorosa.

Eso suena muy del estilo de Lanther. Perfecto! Primero Varia, despus Crisol.

Tendremos que ir hasta Duntollik para encontrarnos con lo que quede de la tribu de
Wanderer y con un chamn llamado Danian.

Le pareci or el suspiro ms suave que pueda darse, pero Calista asinti. Para ser
alguien a quien le gustaba remolonear en la cama hasta bien pasado el amanecer, la
cortesana se mostraba tan voluntariosa como cualquier caballero solmnico novato.

Te enamoraste de l, verdad? pregunt Calista despus de un momento de silencio


. Un dragn y un hombre. No ser fcil.

Linsha volvi el rostro hacia la cortesana, pero sus ojos se perdieron ms all, en
el oscuro horizonte.

Conoc a un elfo, Gilthanas. Era un amigo de mis abuelos que se enamor de una
elfa kalanesti. Cuando descubri que en realidad era una hembra de Dragn Plateado,
se sinti ansioso y herido, y la alej de s. Aos ms tarde me dijo que su orgullo
era el que haba rechazado a Silvara, pues haba sido demasiado orgulloso para
admitir lo profundamente que la amaba y cunto lo haba herido su engao. Vagaba
por el mundo al borde de la locura intentando encontrarla. Yo no quiero terminar
as. No quiero pasar el resto de mi vida arrepintindome de ese momento de orgullo
y furia. Sus ojos volvieron a clavarse en Calista. Crees que es posible tener
una relacin con un dragn?

La muchacha acarici las escamas del lomo de Sirenfal.

Por qu no? La mayora de los jinetes de dragones estn unidos a sus dragones de
una forma mucho ms sutil y profunda que muchos humanos. T tienes la suerte de ser
una mujer que se siente atrada por un dragn que durante mucho tiempo es un
hombre. Podra tener ventajas.

Linsha apenas saba qu decir. Era consciente de que se senta intensamente unida a
Crisol y haca aos que la atraa lord Rada. Pero el descubrimiento de que eran un
mismo ser la haba dejado tan perpleja que no poda pensar racionalmente. Lo nico
que poda hacer ahora era aceptar cunto echaba de menos a Crisol y lo furiosa que
estaba con lord Rada por haberle mentido. Cmo poda reconciliar las dos cosas?

Importara algo que lo hiciera? No saba con seguridad lo que l senta por ella.
Tal vez a l no le importaran lo ms mnimo sus sentimientos. Al fin y al cabo no
era ms que una humana. Quiz aqulla no fuera ms que otro ejemplo de su suerte
espantosa con los hombres.

Por supuesto, para l tampoco ser fcil seal Calista. Si te quiere, tendr
que verte envejecer y morir mucho antes que l.

O l podra morir el da siguiente de tu regreso intervino Sirenfal, participando


en la conversacin por primera vez. Volvi la cabeza, de manera que podan ver el
brillo de sus ojos. Toma lo que se te ofrece y deja que el futuro hable por s
mismo. Te preocupa que sea un dragn? Tal vez eso sea un problema insuperable.
Para la mayora de las personas sera as. Pero los Tarmak no te llamaron
Drathkinkela por tu habilidad con la espada ni por tus ojos verdes. Hemos unidos
nuestro pensamientos y he sentido una fuerza en mi interior, una simpata por los
dragones que la mayora de los humanos no tiene. Si Crisol est de acuerdo, una
relacin entre los dos podra ser muy satisfactoria.

Detrs de las palabras de la hembra de dragn, Linsha oa el eco de la voz de otra


Latn. El lazo entre un dragn y un humano es merecedor del esfuerzo que se
requiere para forjarlo. Iyesta le haba dicho eso en una visin, pero no se lo
haba explicado ms ni haba intentado analizar las dificultades de una unin entre
un humano y un dragn.

Ms que con cualquier otra persona, en ese momento Linsha deseaba hablar con su
hermano, Ulin. Sera el nico de la familia que la entendera. Haba sido un
dragomago y haba entablado una profunda amistad con un Dragn Dorado llamado
Sunrise. Si alguien poda ayudarla a aclarar todo aquello, era l. Pero slo los
dioses saban dnde estara y lo nico que poda hacer era encontrar a Crisol (si
no haba muerto) e intentar solucionarlo ella misma. Si haba muerto no podra ms
que llorarlo.

Necesito descansar otra vez dijo Sirenfal a las dos amazonas. Lo siento.

No lo sientas repuso Linsha. Eres t la que hace todo el trabajo.

Ella y Calista se sujetaron con fuerza cuando la hembra de dragn se lade para
descender y volver a posarse en el mar. Sirenfal extendi las alas, agach la
cabeza y se qued dormida al instante. Las mujeres compartieron un poco de agua y
comieron un mendrugo de pan duro, despus Linsha se qued vigilando mientras
Calista dorma. La cortesana por fin se haba relajado un poco en el lomo de la
hembra de dragn y pudo dormir un rato.

Cuando la luna creciente se alz en el cielo, Linsha despert a Calista para que se
encargara de hacer guardia, se reclin sobre el cuello clido de Sirenfal e intent
dormir. Aquella noche las olas eran un poco ms fuertes y el aire un poco ms fro,
seal de que estaban ms cerca de los mares de sur y del inminente invierno. Pero
cmo de cerca? Cunto habra avanzado ya? Estaba claro que iban ms rpido que
con la embarcacin Tarmak y, a pesar de los numerosos descansos de Sirenfal,
llegaran a las Praderas en menos de dos semanas. Pero en cunto menos? Llegaran
a tierra antes de que se agotara el agua y la comida? Y la comida para Sirenfal?
Estaba en los huesos y no le quedaban fuerzas. Tal vez pudiera comer pescado. Y a
lo mejor no le importa utilizar su aliento caliente para cocinar unos cuantos peces
para sus amazonas.
Con ese pensamiento esperanzador, Linsha se qued dormida. A Sirenfal no le
entusiasmaba la idea de comer pescado. Pero tena hambre y saba que necesitaba
toda la fuerza que pudiese reunir. Vol lo ms cerca del agua que se atrevi, hasta
que encontr un banco de unos peces plateados que nadaban formando una nube
reluciente junto bajo la superficie. Sirenfal lanz un chorro preciso de aire
caliente en el centro del banco y esper a que los peces muertos salieran flotando
a la superficie, antes de posarse y empezar a comrselo. Linsha sac dos peces dela
agua que parecan ms hechos y, utilizando la daga de Calista, sac las tripas y
los cort en trozos.

Hasta Sirenfal tuvo que admitir que la idea no haba sido mala.

No haban terminado de desayunar cuando Calista se aferr al brazo de Linsha con


tanta fuerza que le tiro el pescado.

Mira! Qu es eso?

La cortesana tan asustada que Linsha se quej por el trozo de pescado que se le
haba cado, ni por el moretn que le saldra en el brazo. Mir hacia lo que
inquietaba tanto a su amiga y vio una aleta gris cortar el agua, a una distancia de
Sirenfal similar a la que ocupara otro dragn. Durante un segundo de alegra pens
que era la aleta de un delfn, uno de los compaeros acuticos preferidos de
Crisol, pero al mirarla ms atentamente y ver la lnea recta de la aleta dorsal y
los movimientos amenazadores de la criatura en el agua se dio cuenta de que era
algo muy diferente.

Es un tiburn dijo con asco. Seguramente los peces muertos lo han atrado hasta
aqu.

Calista grit consternada:

Odio a esos bichos.

Sirenfal mir hoscamente al tiburn. Lanz unos cuantos peces en la direccin del
depredador, para hacer que se acercara ms. El tiburn mordi el anzuelo. La cabeza
de la hembra de dragn se hundi muy rpidamente. Lanz agua en todas las
direcciones, se form un remolino de sangre y la cabeza de la Latn sali del agua
con un tiburn de casi tres metros colgndole de las fauces. Lo escupi a un lado.

Esto le enseara a no robarnos el desayuno dijo Linsha.

La comida dio fuerzas a la hembra de dragn y pudo volar la mayor parte de la


maana. Descans varias horas cerca del medioda y despus volvi a volar hasta el
atardecer, cuando el viento cambi y se convirti en una fuerte corriente en
contra.

Las nubes se agolpaban sobre sus cabezas, tapando el sol y adelantando la llegada
de la oscuridad. Aunque no eran nubes de lluvia, el viento agit el mar y se
formaron olas ms altas de los que le gustaban a Sirenfal. Como el casco medio
hundido de un barco se bambole y dej arrastrar por las olas y pas la mayor parte
de la noche esforzndose por colocarse de tal manera que el agua no pasara por
encima de ella. Ni ella ni las mujeres lograron dormir demasiado.

Con la llegada del da, Sirenfal se oblig a alzar de nuevo el vuelo y reemprender
el viaje. Pero Linsha se daba cuenta de que volar le suprima un enorme esfuerzo.
Las alas ya no batan bien y el silbido de su respiracin se intensificaba. Lo que
le daba ms miedo era que la herida provocada por la Lanza del Abismo estaba
enrojecida e hinchada. Linsha saba que ella no haba sido la causa del
enrojecimiento y la hinchazn, porque se haba esforzado todo el tiempo por no
sentarse sobre ella ni tocar esa zona. Algo debajo de la piel estaba enconndose.

Sirenfal! la llam. Tenemos que girar ms hacia el oeste para encontrar las
islas del Mar Sangriento. Seguro que ya estamos cerca de Karthay.

No lo s respondi exhausta la hembra de dragn. No s dnde estamos. El viento


sopla del oeste. No s si lograr volar en direccin contraria, pero lo intentar.

Gir ms hacia el oeste y vol tenazmente contra el viento. El cielo estaba


encapotado y el aire era fro. Bajo ellas, el mar se haba envuelto en sombras
grises y verdes, ribeteado con la espuma blanca que coronaba las olas.

Linsha dese tener algo ms que una tnica fina para protegerse del viento, pero lo
nico que poda hacer era acurrucarse con Calista, lo ms pegadas que pudiera.

Mientras volaban, Linsha escudriaba el horizonte en busca de tierra firme o


incluso un barco, pero no vea ms que una masa interminable y ondulante de agua.

Horas ms tarde fue Calista quin divis, muy lejos a su derecha, una pequea isla.

Tir del brazo de Linsha con insistencia y seal la mancha oscura que apenas se
vea entre las nubes y el agua. Linsha recit una oracin de gracias para s y
avis a Sirenfal.

La hembra de dragn no necesit que se lo dijeran, dos veces. Con las alas
doloridas y la respiracin entrecortada, se lanz hacia la isla, que desde lo alto
no pareca ms que un peasco. A ella no le importaba lo pequea que fuera. Era
tierra que no se mova, ni oscilaba ni intentaba cubrirla. Cansada ms all de lo
que pueda decirse con palabras, aterriz pesadamente en una playa y no esper ms
que lo necesario para que las amazonas se deslizasen a tierra.

Linsha y Calista se apartaron para no molestarla y observaron cmo buscaba una duna
a sotavento y empezaba a excavar. La arena sala disparada en todas las
direcciones. Con las ltimas fuerzas que le quedaban, Sirenfal cav un crter para
que cupiera su cuerpo hecho un ovillo. Plegando las alas, se meti en l, se
enrosc y cay en un profundo sueo.

Las dos mujeres se miraron. No tardaron mucho en llegar caminando al extremo ms


alejado de la isla. No era ms que un islote con una cueva, una pequea playa, unas
cuantas dunas y rocas. Eso era todo. Ni casas t refugios. Ni agua ni comida.

15

El final del vuelo a casa

Despus de buscar concienzudamente, Linsha y Calista encontraron algo de madera y


algunas algas secas, suficiente para encender un fuego. Linsha utiliz un antiguo
mtodo para hacer fuego que su padre le haba enseado, que consista en rotar muy
fuerte unos palitos sobre un montn de yesca. Tardaron un rato, pero finalmente
lograron encender una pequea hoguera protegida por las dunas. Asaron un pez que
Linsha haba guardado por la maana, comieron un poco de pan de sus escasas
provisiones y bebieron un trago de agua. Aquella noche se turnaron para hacer
guardia, sobre todo para que no se extinguiera el fuego.
Lleg la maana y con ella se fue el viento. Las nubes se alejaron hacia el esto.
El sol brillaba benevolente sobre la isla y el mar se calm. Pero Sirenfal no se
despertaba.

Estar bien? pregunt Calista con preocupacin.

Est viva inform Linsha. Comprob la respiracin y el pulso de la hembra de


dragn y acarici delicadamente la herida amoratada que tena en la paletillo. Si
est bien? Eso no lo s. Esa herida me preocupa. Ha empeorado mucho. Dejaremos que
duerma. Lo nico que podemos hacer es esperar.

Pasaron el resto del da buscando ms materiales para hoguera y algo para comer.

Calista por fin se limpi el holln y la sangre que le cubran el cuerpo, y Linsha
cort unas tiras de sus pantalones para cubrirse los pies descalzos. El calor del
sol y la sed las acosaron durante todo el da, mientras unas pulgas de mar la
picaban sin piedad. La noche siguiente las dos mujeres durmieron en las dunas entre
sobresaltos, deseando con todas sus fuerzas que Sirenfal despertara pronto. Casi no
les quedaba agua.

Al llegar la maana y ves que Sirenfal segua durmiendo totalmente inmvil, Linsha
decidi intentar entrar en contacto con ella por medio de la magia. Sus poderes
msticos del corazn no eran especialmente intensos y la magia segua siendo
impredecible, pero si poda hacer algo que ayudara a la hembra de dragn aunque
slo fuera un momento, mereca la pena intentarlo. Se arrodill junto a Sirenfal,
cogi sus escamas con la mano y se apoy en el clido costado de la Latn. Mientras
Calista la observaba, Linsha se concentr y se sumergi en su corazn y su mente.
Sinti que el poder corra por sus venas, que se extenda por su piel y sus
msculos. En las escamas que tena en la mano despert el poder de una fuerza mucho
ms antigua para unirse al suyo. Y unidos como una misma magia fluyeron por sus
manos hacia la dbil hembra de dragn. Los pensamientos de Linsha acompaaban a la
magia. Propag el poder por el cuerpo de Sirenfal para curarla y darle fuerzas;
pero, para su sorpresa, encontr resistencia. Un nudo de oscuridad, malvado, creca
junto al corazn de la hembra de dragn. Se aferraba a ella como un tumor mortal
que se extenda sin piedad por sus venas y su corazn. Linsha reconoci la mancha
de la maldad. Tena la misma sensacin repugnante que haba sentido al arrancar del
lomo de Crisol el cuadrillo hecho con la Lanza del Abismo.

Oh, Sirenfal.

No puedo luchar contra l, respondi la Latn en la mente de Linsha. Ya lo he


intentado.

Qu puedo hacer para ayudarte?

Ya me has ayudado. Me has liberado. Ahora yo har lo que pueda por ti mientras me
quede un soplo de vida.

Linsha sinti que la hembra de dragn se estremeca bajo sus manos. Sirenfal estaba
despertando de su profundo sueo.

No! Grit Linsha, mortificada por la preocupacin. Qudate dormida. Date el


tiempo necesario para curarte y recuperarte.

No voy a curarme. No os dejar a ti y a tu amiga solas en esta isla para que


muris.

El hechizo se rompi, y la unin de la mujer con la hembra de dragn se desvaneci.


Linsha se qued junto a la Latn sintindose intil, impotente y al borde las
lgrimas.

Tuvo que retroceder, pues la hembra de dragn se levantaba y extenda las alas.

Es hora de irse dijo a sus compaeras.

Sirenfal, no tienes que hacerlo insisti Linsha. Si vuelas ahora, el mal se


extender ms rpidamente. Las esquirlas estn cerca de tu corazn. El esfuerzo
fsico de volar las mover ms.

Encontraremos otra isla. Una con agua y alimentos. No voy a dejar aqu. Curv el
cuello y se dio cuenta de que se le haba cado varias escamas en la arena. Con una
delicadeza sorprendente, cogi una escama de latn con las garras y la dej caer a
los pies de Linsha.

sta se qued mirando el plido brillo metlico de la escama antes de cogerla.

Sabes? Iyesta habra estado orgullosa de ti dijo, mirando a la joven hembra de


Dragn de Latn con los ojos anegados en lgrimas.

Linsha, qu est pasando?

Linsha decidi no entrar en detalles y no preocupar a Calista. Sirenfal tena


razn. Si se quedaban en aquella isla sin agua ni comida, podan darse por muertas.
Tendran que correr el riesgo de echar a volar y esperar que la hembra de dragn
pudiera llegar a tierra firme antes de que las esquirlas de la lanza la matasen.

Quiere partir ahora contest. Coge la daga y el odre.

Juntas apagaron la pequea hoguera, reunieron sus mseras pertenencias y treparon


por la pata de la hembra de dragn, que las esperaba. En cuento las dos mujeres se
acomodaron en su lomo, la Latn salt al aire y bati las alas con fuerza para
elevarse cobre las olas del mar. La isla desapareci tras de s y la inmensidad del
ocano se abri a sus pie, brillando a la luz del sol.

Durante bastante tiempo Sirenfal vol en silencio, concentrada en batir las alas.
No volaba alto, se mantena cerca de las olas. De esa manera, si le pasaba algo no
caera desde una gran altura.

Desafortunadamente, a esa altura tan baja Linsha y Calista no tenan una buena
perspectiva del mar, y Linsha tena mucho miedo de que pasaran algo por alto.

Calculaba que estaban cerca de la cadena de islas que separaban el Mar Sangriento
de Istar y el ocano Courrain, y que la isla diminuta en la que haban descansado
era el anuncio de esas islas. Pero si era as, dnde estaban las dems? Llevaban
varias horas volando y ya deberan ver Karthay, Kothas e incluso Saithum. Pero no
vea nada. No haba ms que agua y el horizonte vasto y vaco.

De repente Sirenfal dio un bandazo hacia abajo. Empez a dar sacudidas como si no
pudiera ver dnde estaba yendo. El batir de las alas se interrumpi. Dio un grito
de dolor agudo y penetrante.

Oh, dioses murmur Linsha. Sujtate! le grit a Calista.

Las dos mujeres se aferraron desesperadas mientras la hembra de dragn se


estremeca bajo ellas.
Aunque la Latn haca lo posible por mantenerse en el aire, no poda luchar contra
su cuerpo moribundo. Se acercaba cada vez ms haca el agua, hasta que extendi las
patas como si fueran un timn, abri las alas todo lo que pudo y se dej caer hasta
las aguas. El mar recibi a las dos mujeres levantando dos olas enormes, que las
empaparon. Cuando se calm el mar, Linsha y Calista se miraron, jadeantes, sentadas
sobre un dragn inmvil medio hundido entre las olas.

Sirenfal! grit Linsha. Se lanz al agua nad hacia la cabeza que flotaba en el
agua. Empuj y golpe el morro de la hembra de dragn y le frot la frente, pero no
obtuvo respuesta. Los ojos claros de la hembra de dragn estaban semiabiertos. Se
les vea dbiles y empaados. De los orificios nasales no salan burbujas.

Lo siento, lleg a la mente de Linsha un susurro suave, seguido nicamente por un


silencio y un vaco que desgarr el corazn de Linsha. El mundo se sacudi.

No! chill Linsha. Golpe la cabeza de la dragn con los puos, azot las olas y
grit todas su rabia a los dioses ausentes. No! Otra vez no! Ya he tenido
suficiente!

No puedo perder ms amigos! Me os? Parad ya! No puedo seguir soportndolo!

Llevaba mucho tiempo reprimiendo el dolor por tantos y tantos amigos. De repente
ese sufrimiento se desat en un ataque furioso y descontrolado de emociones que
descarg contra la crueldad de los dioses, en un grito que no ces hasta que se
qued ronca. Por fin sus chillidos se convirtieron en profundos sollozos
atormentados. Llor durante horas que parecieron interminables, liberando el dolor
que haba reprimido por sir Morrec, sir Remmik, los caballeros de la Ciudadela, los
legionarios que haban sido sus amigos, la capitana Mariana, el general Dockett y
la milicia, los centauros, las gentes del cauce del Escorpin, Afec y especialmente
por Iyesta y Sirenfal. Crea que haba sobrellevado sus muertos, bien, ocultndolas
en un cajn oscuro de su mente, mantenindose fra y profesional cuando tena que
serlo. Pero la prdida de otra amiga, de otro dragn, era ms de lo que su voluntad
poda controlar. Se abraz al cuello de la hembra de dragn y entreg sus lgrimas
al mar indiferente, hasta quedarse vaca y exhausta.

Calista estaba sentada en el lomo de la hembra de dragn y la observaba con la boca


abierta. Despus de un rato, cuando los sollozos de Linsha haban dado paso a unos
espasmos cansados, la cortesana apret los dientes y se tir al agua. Sujetndose a
la cresta que recorra el cuello de la hembra de dragn, se impuls hasta llegar
junto a Linsha y tocarle suavemente el brazo. La condujo de nuevo hacia el cuerpo
del animal y la ayud a salir del agua. Las dos mujeres estaban muertas de fro y
empapadas y se abrazaron para darse calor hasta que el viento secara sus ropas.

Calista le dio a Linsha los ltimos sorbos de agua que quedaban en el odre.

Linsha se senta cansada y ms indefensa que un gatito. Con la ayuda de Calista se


tumb en el nacimiento del ala de Sirenfal y al poco tiempo cay en un sueo
profundo. Durmi el resto de la tarde y hasta bien entrada la noche.

Segua durmiendo profundamente cuando sinti que una voz familiar la arrancaba del
sueo.

Linsha, hermosa ma. Ven a hablar conmigo.

Volvi la cabeza y lo vio sobre el agua, cerca del ala de la hembra de dragn. La
luz de las estrellas llenaba su silueta de una luz plida y se reflejaba en sus
ojos azules. Vio que haba abierto los ojos y le dedic una sonrisa ms pcara.

As est bien. Sal de tus sueos. Ya has derramado tus lgrimas por todos nosotros,
ahora debes preocuparte por ti misma.

No lloraba por ti respondi Linsha. Por todos los dioses, Ian! Por qu sigues
viniendo para atormentarme?

Intent parecer ofendido, pero la emocin no quedaba bien en su rostro espectral.

Atormentarte? Tena entendido que la ltima vez te advert y ayud a salvarte la


vida.

Linsha resopl, poco dispuesta a admitir que tena razn.

Y qu haces para venir a visitarme? Pensaba que Takhisis tena todas las almas de
los muertos bajo su control o algo por el estilo.

Algo por el estilo, convino l.

Sabe que vienes a visitar a una Dama de Solamnia?

Est ocupada con otras cosas.

Linsha se irgui lentamente y mir al fantasma de Ian Durne flotando cerca de la


paletilla de Sirenfal.

Qu quieres esta vez? Ahora ya s lo de Lanther y seguro que no hay draconianos


por los alrededores.

Ojos verdes, no me aprecias? Sonri, encantador y guapo hasta la sepultura.

Los ojos de Linsha se entrecerraron, como si de repente se le hubiera ocurrido


algo.

Dime, caballero, sabas que lord Rada era un dragn?

Hasta que me cort la cabeza, no. Si lo hubiera sabido, no habra ido detrs de l
armado con una simple espada.

Sabes dnde est ahora?

Te refieres a si est muerto? No. Si s dnde est exactamente en este momento?

Tampoco.

Linsha ech la cabeza hacia atrs y cerr los ojos para ocultar el repentino alivio
que la invada.

Bien. Si no vas a ser de ayuda, puedes marcharte.

Algo fro como la niebla le acarici el rostro y al abrir los ojos vio a Ian
flotando muy cerca de ella.

Sus rasgos eran claros y definidos como el cristal bajo la luz de la luna y la
expresin de su rostro era triste.

Te am a mi manera, le dijo en voz baja. Pero existe otro hombre que es ms


merecedor de ti. Mantente con vida para l. Ten cuidado con los tiburones.

Tiburones? La palabra atraves a Linsha con la flecha del miedo. Se sent de un


salto en el mismo momento en que el espritu de Ian se desvaneca en la brisa de la
noche.

Ian, espera! lo llam, demasiado tarde.

A su lado, en la otra ala de Sirenfal, se despert Calista.

Linsha? A quin ests gritando?

Confusa, Linsha mir en derredor y se dio cuenta de que Ian haba desaparecido, si
es que en algn momento haba estado all. Ahora estaba despierta, temblando en la
noche helada, deseando no haber despertado. Incluso hablar con Ian en sueos era
mejor que estar sentada en un cadver que se hunda en un ocano inmenso, mientras
le dola todo el cuerpo por el hambre y la garganta le arda de ser. Estudi el mar
que las rodeaba con la esperanza de ver una mancha oscura de tierra, la
fosforescencia blanca de las olas rompiendo en una playa, o incluso las luces de un
barco. Lo nico que vio fue una lejana luz al este que anunciaba el nacimiento del
sol.

Ian dijo que tuviramos cuidado con los tiburones.

Quin es Ian y cmo ha podido hablar contigo? pregunt la cortesana.

Linsha sacudi la cabeza para despejar las ideas.

Ian es un amigo mejor como fantasma de lo que lo era como hombre. No lo s. Tal
vez slo sea un fantasma en mis sueos. Pero tena razn. El cuerpo de Sirenfal
atraer a los tiburones. Necesitamos estar ms alto.

Adems se est hundiendo dijo Calista, con una nota de miedo en la voz. No s
cmo se ha mantenido a flote todo este tiempo, pero ahora su cuerpo est ms
hundido en el agua.

Se deslizaron por las paletillas y se sentaron juntas en el punto ms alto del lomo
de Sirenfal, esperando el amanecer. Tenan suerte en una cosa: el mar estaba
tranquilo y el cielo despejado.

Cuando sali el sol, Linsha comprob que, efectivamente el cuerpo de la hembra de


dragn estaba hundindose. Tena la cabeza y el cuello debajo del agua y las olas
saltaban por los costados hasta casi llegar a los pies de Linsha. Presa de la
angustia, Linsha se devan los sesos en busca de un plan, de algo que pudiera
ayudarlas. Qu iba a hacer con Calista cuando la hembra de dragn se hundiera del
todo? La cortesana haba dicho que no saba nadas y Linsha saba que no podra
sujetar a la joven por mucho tiempo.

La aleta de un tiburn cort el agua cerca de la cabeza de Sirenfal y desapareci


bajo el agua antes de que Linsha pudiera lanzar un grito.

Oy que Calista se quedaba sin respiracin y su mano se aferr a su brazo.

Lo has visto? dijo la cortesana en un murmullo.

Ambas sintieron que algo tiraba con fuerza del cadver. Una sombra oscura pas
velos, seguida de por una segunda y una tercera. Se form un remolino cerca de la
cola sumergida de la hembra de dragn. Linsha se volvi y vio otras dos aletas
triangulares que cortaban las olas muy cerca de ellas.

Estn por todas partes! grit Calista, presa del pnico.

El cadver se lade un poco mientras los tiburones tiraban de la carne protegida


por las escamas. La sangre formaba un remolino en el agua. Y la sangre, Linsha lo
saba, atraera a ms tiburones. Senta la ira agolpndose en su mente. Tena que
sentarse sin hacer nada mientras aquellos monstruos marinos despedazaban a la
hembra de dragn. Y luego la mataran a ella y a Calista. No quera morir as.
Haba sobrevivido a batallas y duelos, pestes e invasiones, herida y hechizos. Es
que iba a morir ahora en las fauces de unas criaturas tontas a las que slo mova
el hambre? No sabra nunca lo que les haba pasado a Crisol o a Varia, nunca
volvera a ver a sus padres, nunca cumplira la promesa que haba hecho de salvar
los huevos de Latn. No era justo!

Tena que haber algo que pudiera hacer para que ella y Calista salieran de aquel
embrollo.

Dame la daga dijo con los dientes apretados.

Calista se la tendi al instante.

Qu vas a hacer? pregunt temerosa.

Todava no lo s. Algo.

Pero no haba nada que pudiera hacer. No tena una barca, ni herramientas, ni
ningn arma real contra los tiburones, ni ayuda ni huida posible. Se sent y
observ a los tiburones agolpados alrededor del cuerpo de su amiga, desgarrndolo
por debajo.

Un tiburn se retorci por encima de una de las alas mordisqueadas y cole


demasiado cerca de los pies de Linsha. Ella mir su ojo sombro e inexpresivo y le
peg un golpe en la cabeza. Sangrado profusamente, el tiburn volvi a deslizarse
al agua y los dems escualos se lanzaron sobre l de inmediato.

Calista empez a llorar detrs de Linsha.

T sabes nadas. Intenta huir mientras puedas.

Mientras pueda? respondi Linsha tan pausadamente como pudo. No durara ni diez
brazadas.

Dio otra patada a un tiburn que se haba acercado demasiado y repar en que el
agua ya llegaba a la mitad de los costados de Sirenfal. Levant los pies.

Los tiburones chapoteaban y se retorcan a ambos lados, arrancando trozos del


cadver de la hembra de dragn. Linsha poda ver que por algunas partes asomaban
los huesos. Creci su clera, agudizada por el miedo.

De repente, el cuerpo dej escapar una enorme burbuja de aire y se hundi ms.

Calista dio un grito. Las dos mujeres se pusieron de rodillas y guardaron el


equilibrio como pudieron sobre el lomo del cadver. Linsha gritaba llena de furia y
se enfrentaba a los tiburones que se acercaban demasiado.

Estaba tan preocupada por las aletas grises y los desgarradores dientes que la
rodeaban que no vio las otras aletas grises que se deslizaban y desaparecan entre
las olas. Tampoco prest atencin a la dbil voz que la llamaba a en su mente.

Linsha!

Calista perdi el equilibrio y resbal al agua. Gritando, intent aferrarse a


cualquier cosa que pudiera servirle de sujecin sobre las escamas pulidas. Linsha
la agarr del brazo y logr tirar de ella hasta volver a colocarla en la espina
dorsal de la hembra de dragn. Las dos mujeres se sujetaron una a la otra,
jadeantes y temblorosas mientras los tiburones las acorralaban, a no ms de un
metro de distancia.

Linsha!

En esa ocasin Linsha oy la llamada, tan clara y grata como nada que hubiera odo
antes. Levant la cabeza. Alz los ojos hacia el cielo.

Varia? grit incrdula. Concentr sus emociones y las transform en un grito


mental de ayuda, un grito que esperaba que recogiera su amigo. Varia! Estoy
aqu!

Rpido!

Qu pasa? pregunt Calista.

Ayuda fue la respuesta de Linsha. Eso espero.

Ms aletas grises surcaban el mar, pero stas eran ms cortas, ms redondeadas y


curvas. Los peces que nadaban bajo ellas eran veloces, estilizados y valientes.
Cargaron contra el grupo de tiburones que estaban dndose el festn y los embestan
con sus morros poderosos una y otra vez, sin descanso. Linsha y Calista vean sin
poder crerselo a los delfines matando a varios tiburones y hostigando a los
supervivientes que se negaban a abandonar su comida.

La presencia de los delfines fue para Linsha como el alba de un nuevo da.

Ponindose de pie con movimientos vacilantes, mir al cielo y vio una forma pequea
que descenda en picado. Era demasiado pequea para ser un dragn, pero era del
tamao justo para ser una hembra de bho de plumaje marrn y blanco.

Gracias dijo. Ella y Calista intercambiaron miradas alivio y tristeza cansada.

Entonces Linsha levant el brazo para invitar a su tan aorada amiga, Varia, que
acept y descendi en picado. Se pos en la mueca de la Dama de la Rosa y, dando
delicados pasitos de lado, subi por su brazo hasta sentarse muy contenta en el
hombro. Linsha hundi el rostro en las clidas plumas de Varia e inhal el olor tan
familiar de la hembra de bho.

Gracias tambin a ti. No me estaba olvidando de ti.

Ya lo s respondi la bho. Puedo esperar mi momento Roz cariosamente la


oreja de Linsha. Es una alegra verte con vida.

Creo que todos tenemos historias que contar.

Y muchsimo tiempo para contarlas respondi Varia irnicamente.

Escoltado por el grupo de alegres delfines, el Dragn de Bronce se sumergi un poco


en el agua. Impulsndose con su poderosa cola, emprendi el largo viaje a nado
hacia las Praderas y la Ciudad Perdida.

16
De nuevo en la Ciudad Perdida

A peticin de Linsha, Crisol nad directamente a la isla ms cercana, una gran


porcin de tierra montaosa llamada Karthay, la isla ms septentrional de la cadena
de Mar Sangriento. Linsha se sinti consternada al enterrarse de que no estaba a
ms de medio da de nado del punto en que se haban detenido en el ocano Si
Sirenfal hubiera resistido slo medio da ms, habran llegado a tierra. Aquello no
habra alargado la vida de la hembra de dragn, pero al menos no habra muerto
pensando que haba fallado a Linsha y a Calista.

Encontraron una pequea ensenada donde un arroyo bajaba desde las montaas para dar
al mar, y all levantaron su campamento para pasar la noche al abrigo un saliente.

Con la noche ya avanzada, se sentaron junto a una gran hoguera y hablaron, contaron
cmo escaparon, la huida, las historias de sus amigos En algn recoveco escondido
tras la alegra de aquel da. Linsha deseaba que Crisol adoptara su forma humana
para poder ver a lord Rada. Pero no lo hizo. Se sent junto a la hoguera, a su
lado, su cuerpo inmenso haca las veces de cortavientos de la brisa de soplaba
desde el mar. Quiz no quisiera arriesgarse a provocar su ira en una noche as, o
quiz no tena la fuerza necesaria.

Todava no puedo volar bien le dijo. Danian me cur las heridas y me trat las
alas, pero dijo que pasaran meses antes de que pudiera volar largas distancias, e
incluso entonces no volver a volar como antes, pues el dao es muy grande.

Entonces cmo llegaste tan lejos? pregunt Calista, perpleja por el viaje que
haba hecho.

Nad la mayor parte del tiempo. Puedo volar distancias cortas, despus tengo que
nadar.

Sientes alguna molestia? pregunt Linsha. La muerte de Sirenfal le rondaba la


cabeza todo el tiempo y la idea de que Crisol pudiera tener alguna astilla la
horrorizaba.

l neg con la cabeza.

No he notado nada, adems de un dolor entre las paletillas de vez en cuando.

Danian dijo que debas de habrmela quitado toda. Cmo supiste cmo hacerlo?

Los ojos de Linsha se posaron en las manos que descansaban en su regazo y vio las
cicatrices que todava se distinguan en las palmas y los dedos.

Iyesta vino a m en una visin en el rbol Ancestral. Me dio dos hojas del rbol y
me dijo que poda ayudarte.

El dragn inclin la cabeza en seal de agradecimiento y le dio un golpecito


carioso.

Pero, dime, qu te pas a ti? Cre que estabas con el otro centauro y que l te
traera.

Una vez ms Linsha relat lo que le haba pasado desde la batalla de la Rosa Roja
hasta la muerte de Sirenfal. Habl a Crisol y a Varia de los Tarmak, de Malawaitha,
del Akeelawasee y de Afec. Por un momento pens pasar por alto todo lo referente a
Lanther y su matrimonio, pero saba que Crisol tena que conocer lo que haba
sucedido y por qu, as que tambin lo cont. Tampoco olvid la muerte del embrin
de dragn y los experimentos que haban hecho con Sirenfal. Crisol permaneci en
silencio durante todo su relato sin interrumpirla, y cuando dej de hablar sigui
sentado y contemplando el fuego.

Por el contrario, Varia no lograba reprimir su ira al or hablar de Lanther.

Linsha lanz una mirada preocupada al enigmtico dragn y frot suavemente las
plumas de Varia.

Y t? pregunt. Cmo huiste de los Tarmak?

Eso fue pan comido respondi la bho con desdn. Me tenan en una jaula y
pusieron a mi cargo a un guerrero al que estaban castigando por algo.

Uno de esos guerreros perro? pregunt Linsha.

S, simplemente una noche esper hasta tarde, cuando no prestaba demasiada


atencin al darme de comer, y le arranqu parte de un dedo. Cuando sac la mano, no
cerr la puerta de la jaula lo suficientemente rpido y sal volando. En cuanto
dej atrs la ciudad, fui en busca de Crisol.

Cmo sabas dnde encontrarme?

Escuch a los Tarmak. Hablaban de la Drathkinkela que iba a Ithincarthia a


casarse con el Akkad-Dar y supe que hablaban de ti. Entonces, una tarde, o tu voz
llamndome.

Linsha se sent un poco ms erguida, perpleja.

Qu? Cundo?

Contaron los das y las horas, y Linsha record la noche que haba tenido que
luchar contra Malawaitha y que haba lanzado un grito a la noche con la mente.
Mujer y bho se miraron y sonrieron, maravilladas.

Habras recorrido todo el camino hasta Ithincarthia si no hubiramos escapado?


Pregunt Linsha a Crisol. Lade la cabeza para mirar su rostro iluminado por el
fuego.

sa era nuestra intencin dijo Crisol, su voz profunda retumbaba sordamente en su


pecho. Me salvaste la vida. No poda dejarte all sufriendo esclavitud o cosas
peores.

Pero cruzar todo el ocano Courrain intervino Calista. Es increble Realmente


debes

Con un movimiento brusco, Linsha se estir por delante de la cortesana para coger
unas bayas y le dio un fuerte golpe con el codo, interrumpiendo lo que iba a decir
Calista a continuacin.

Ahora no murmur Linsha con brusquedad.

Le resultaba obvio que Crisol no quera hablar ms que de cosas sencillas. Si no se


equivocaba, en ese momento no quera discutir delante de Varia y Calista qu
sentimientos y motivos le hacan ayudarla. Ahora se preguntaba si habra acudido a
rescatarla por un cario que no mora, por respeto hacia Iyesta o por la obligacin
ms elemental hacia la persona que le haba arrancado el cuadrillo de la espalda.
Despus de todo, no era eso lo que haba dicho?
Calista la mir con curiosidad, pero termin la frase.

Realmente debes de estar muy cansado.

El dragn sigui en silencio, sus profundos ojos mbar iluminados por las llamas.

Dices que has visto a Danian continu Linsha, con demasiado mpetu, supongo que
la tribu de Wanderer ha sobrevivido.

Varia sacudi la cabeza, las plumas de las orejas erguidas por la importancia de
las noticias que iba a contar:

Oh, s! Ese hombre es ms astuto que un zorro del desierto. Tiene una fortaleza
escondida en el corazn del desierto que los Tarmak todava no han logrado
encontrar, y ha estado reuniendo a todos los guerreros que quedan de otras tribus y
clanes para hacer la guerra a los Tarmak. Falaius est con l, y tambin los
supervivientes de la milicia.

Qu hay de sir Hugh y Lenidas?

Lenidas est bien. Se llev a Crisol de la batalla para encontrar a Danian y


despus se qued con el grupo de Wanderer. Creo que hay unas cuantas potras por ah
que le mantienen entretenido.

Y sir Hugh? repiti Linsha.

Varia parpade y respondi a regaadientes.

No s dnde est sir Hugh. No volvi despus de la batalla y todava no ah dado


seales de vida.

Est muerta? pregunt Calista con miedo.

Varia volvi a parpadear.

No lo s. He odo por el cuartel Tarmak que tienen un grupo numeroso de


prisioneros y esclavos que han llevado al Akkad-Dar, Quiz est entre ellos

Tendremos que buscarlo cuando volvamos a por los huevos anunci Linsha.

Bho, mujer y dragn la miraron sorprendidos, pero nadie hizo ningn comentario, al
menos por el momento. Todos estaban demasiado cansados y la noche avanzaba.

Mientras Calista se acurrucaba cerca del calor de la hoguera y Varia buscaba un


sitio cmodo en el lomo de Crisol, Linsha gate hasta el clido costado del dragn
y se tumb lo ms pegada a l que pudo. El Bronce se qued mirndola hasta que se
qued dormida, despus la envolvi formando un ovillo con la cola y el cuello y la
protegi con su abrazo. l tambin se durmi, profunda y reparadoramente por
primera vez desde el da en que Linsha haba desaparecido.

Al da siguiente dejaron Karthay, volaron hacia el sur y llegaron a la isla de


Mithas, donde Crisol descans sus alas y nad. El Dragn de Bronce era un nadador
excelente y tena un cuerpo que le permita moverse rpidamente por el agua.
Normalmente buceaba, pero con las dos mujeres y la hembra de bho en su lomo, se
qued en la superficie y avanz como una gran barca propulsada, con los delfines
jugueteando alrededor. Incluso en la superficie, se mova ms rpido que ninguna
embarcacin hecha por manos humanas y adems contaba con la gran corriente del sur
para ayudarlo.
Volando y nadando, recorrieron la distancia que los separaba a de Elian, que se
alzaba tranquilamente en la frontera nordeste del territorio de Malystryx, La
Desolacin. Despus iran hacia el suroeste, por la vastedad del ocano Courrain,
donde la gran corriente del sur se encontraba con la del norte, ms fra. En
aquella zona el tiempo sola ser muy desapacible y no era raro que el mar estuviera
turbulento y peligroso. Crisol quera sobrevolar la regin mientras pudiera, pues
no quera exponer a condiciones tan duras a las mujeres, vestidas con topas tan
finas. Si todo iba bien, llegaran a las costas del este de Silvanesti en dos das.

Por una vez, la suerte los acompa al da siguiente. El tiempo sigui siendo
agradable y un viento continuo del norte ayudaba a Crisol a cruzar la gran
extensin de agua. No haba rastro de Malys y las nicas embarcaciones que
desviaron eran enormes barcos de guerra de los minotauros que temblaban en el
horizonte y rpidamente se desvanecan por el oeste. Crisol no intent
perseguirlos. En dos ocasiones se vio obligado a posarse para descansar las alas,
pero las olas eran suaves y pudo recorrer varias millas propulsndose con la cola y
utilizando las alas como venas.

Llegaron al reino elfo de Silvanesti despus de que cayera la noche del segundo
da.

Descendieron a tierra en la costa de la pennsula alargada y estrecha que


constitua el punto ms oriental del reino de los elfos.

Varia cont a Calista y a crisol la cada del escudo que antes rodeaba el reino
elfo y la invasin por parte de los Caballeros de Neraka; y Linsha les habl de la
destruccin de Qualinesti que haba llevado a cabo la gran hembra de Dragn Verde,
Beryl, y el xodo de los elfos a travs de las Praderas de Arena hasta llegar junto
a sus familiares, en Silvanesti. Haban huido de la devastacin que asolaba sus
tierras, ignorantes del desastre que se cerna sobre el bosque.

Calista abra los ojos como platos mientras escuchaba.

Qu ha pasado desde entonces? Dnde estn los elfos ahora?

Omos decir que muchos estn dispersos, refugiados en algn lugar respondi
Crisol. Algunos se han reunido y avanzan hacia el norte, hacia Sanction.

Linsha se estremeci al distinguir la aoranza en su voz. Ansiaba con todas sus


fuerzas volver a su ciudad, saber cul haba sido su destino, enfrentarse a sus
opresores. Pero no lo hizo. Linsha se preguntaba por qu.

Tambin nos han llegado rumores continu Crisol, nada ms que rumores, de que
Khellendros est muerto, que Malys lo ha matado.

Linsha y Calista se quedaron sobrecogidas por la noticia.

Es posible? murmur Linsha. Los grandes dragones estaban cayendo uno tras otro.
Si al menos Malys fuera la siguiente.

En la cuarta jornada de viaje, Linsha insisti en que se quedaran en la playa a la


que haban llegado para conceder a Crisol un da de descanso. Se haba forzado
mucho y notaba que estaba agotado. El Bronce deba de estar en peores condiciones
de las que ella se haba imaginado, pero no discuti su idea, se hizo un ovillo en
un nido de aren y durmi la mayor parte del da.

Mientras, Varia se fue en un vuelo de reconocimiento, y Linsha y Calista pasaron el


clido da otoal dormitando y cogiendo cangrejos para la cena. No vieron elfos ni
caballeros negros en aquella playa solitaria, por lo que se sintieron agradecidas.
Linsha slo peda soledad y paz por un da ms.

Al da siguiente el tiempo empeor. Las nubes se agolpaban al sur, preludio de una


tormenta, y el viento cambi de direccin, del norte al suroeste. Crisol haba
planeado volar sobre el agua hasta llegar a las Praderas para poder nadar si lo
necesitaba, pero cuando oli el hielo en el viento y sinti las presiones
inestables en el aire, decidi volar directamente sobre una parte de Silvanesti,
pasar por las ciudades de Phalinost y las torres de Eli, y seguir la costa lo que
quedaba de camino hasta las Praderas. El nuevo plan significaba ms tiempo de vuelo
y el riesgo de que los vieran, pero tardaran menos.

Y dnde piensas posarte? pregunt Linsha, cuando le cont sus planes aquella
maana.

En algn lugar de las Praderas que nos ofrezca un buen refugio.

Qu tal Mem-Thon? Est cerca de la Ciudad Perdida y seguro que sus habitantes
estn dispuestos a ayudarnos.

Estaba demasiado cerca de la Ciudad Perdida repuso Crisol con una voz que
retumbaba. Los Tarmak la arrasaron. Tambin enviaron una guarnicin a los Pozos
Profundos y destruyeron la entrada al cauce del Escorpin. No hay ningn sitio
seguro al que ir en los alrededores de la Ciudad Perdida. Os llevo con Falaius.

Falaius! Linsha sinti que el malhumor la dominaba. No voy a esconderme en una


fortaleza perdida en el medio del desierto!

Crisol se levant del nido y extendi las alas antes de contestar con calma: No
est en la fortaleza. l y Wanderer estn conduciendo un ejrcito hacia el sur a
travs del antiguo reino de Trueno. Los Tarmak estn ms dispersos por all y no
esperan una invasin.

Qu? Pregunt Linsha con brusquedad. Adnde se dirigen? Por qu no


mencionaste eso antes?

Calista y Varia fueron testigos de la conversacin por un momento y ambas se


alejaron silenciosamente a una zona ms tranquila de la playa, dejando a Linsha y
al dragn con su discusin.

Van a atacar al ejrcito Tarmak antes de que vuelva Lanther. Esperan que vuelva
contigo antes de que se enfrenten a los Tarmak en el campo de batalla.

Linsha sinti que se le incendiaba el rostro y que una bola de fuego incontrolable
le creca en el estmago.

Y no has credo conveniente decrmelo hasta ahora? Es una costumbre que tienes?
Qu otras cosas deberas decirme? Es porque no soy ms que una humana, en la que
no se puede confiar ni respetar? Se acerc al pecho del dragn y sigui gritando
mirando hacia arriba, cada palabra cargada de furia. Pues bien, no me importa
quin est planeando atacar a los Tarmak ni quin nos est esperando!

Tampoco me importa adnde vayas t! Yo voy a la Ciudad Perdida a salvar esos


huevos!

Claro que confo en ti intent decir Crisol. Slo que

No me vengas con historias! le chill. Transfrmate en lord Rada y dmelo a la


cara!
De repente una luz cubri las escamas del dragn y Linsha retrocedi de un salto,
sorprendida. En realidad no esperaba que adoptara su forma humana; no obstante,
mientras lo miraba, una nube de luz deslumbradora y chispeante lo envolvi y pas
de ser un gran dragn de cuatro patas a un hombre esbelto. Cuando la magia hubo
cumplido su cometido y la luz se desvaneci, Linsha descubri ante ella al hombre
que una vez haba credo firmemente unido a Sanction. Una sensacin extraa se
apoder de sus sentidos y su corazn rebelde empez a latir a otro ritmo. Por todos
los dioses, era tan guapo como recordaba, alto y musculoso, con el pelo y la barba
de un color dorado oscuro, el rostro elegantemente cincelado. Pero fueron sus ojos
los que la atraparon y la mantuvieron inmvil. Brillaban como los rayos de sol a
travs del mbar y en lo ms profundo de ellos reconoci la misma sabidura y
carcter que haba visto en los ojos de Crisol.

El hombre levant una mano, como si quisiera detener cualquier acusacin que ella
pudiera hacerle.

Siento no haberte dicho la verdad sobre mi funcin como lord gobernador de


Sanction. Mantuve mi identidad en secreto durante muchos aos sin confiar en nadie
y, como al principio no te conoca bien, no te lo dije.

Linsha hizo un gesto vago de asentimiento. Hasta ah poda entenderlo. Su furia se


retiraba lentamente. Mirando al hombre cara a cara, sumergindose en los ojos de
Crisol, no poda seguir sintiendo dolor ni rabia hacia l. Hombre y dragn eran un
mismo ser. Si poda perdonar a uno, tena que ser capaz de perdonar al otro. Ella
no sera Gilthanas, condenado por su propio orgullo. Se qued quieta y no se
atrevi a hablar.

Ms adelante continu l con un suspiro, supongo que no supe manejas la


situacin como debera. He vivido como hombre durante muchos aos, pero sigo sin
entender bien las emociones humanas en lo que respecta a las mujeres. Me acerqu
tanto a ti como Crisol, que no quera poner en peligro nuestra amistad contndote
que yo tambin era lord Rada. Ahora veo que fue un error. Deba haber confiado en
que se aceptaras en todas mis formas.

S, deberas haberlo hecho dijo Linsha. Habra hecho que tu transformacin en


hombre en medio de la batalla fuera un poco ms fcil de aceptar. Habra sabido qu
esperar, en vez de enterarme de repente que el hombre que respetaba y admiraba es
tambin el dragn al que amo.

l tom aire con fuerza, con la duda de si habra entendido bien lo que haba
querido decir.

Y Lanther?

La expresin de Linsha se endureci con la mera mencin de aquel nombre.

Qu pasa con Lanther? pregunt a su vez.

Te casaste con l.

Linsha se ech las manos a la cabeza. Indudablemente, tena ciertas cosas en comn
con los varones humanos.

No me estabas cuando te habl de Lanther? No te ocult nada. Tena que elegir


entre casarme con l o que me dejaran a la merced de sus oficiales y sus hombres.

Qu habras preferido? El matrimonio no se consum y nunca se consumar. Creo que


la viudez ser lo que mejor me siente!
Ver qu puedo hacer dijo en voz baja. De forma espontnea, alz la mano hacia su
rostro y puso su palma sobre la mejilla de Linsha. He aprendido muchas cosas sobre
ti estos ltimos meses, y t no eres una simple humana. Tienes ms cualidades,
talento y honor que muchos dragones que conozco.

Se acerc un poco ms y el calor de su cuerpo envolvi el de Linsha. sta sinti


que se echaba a temblar, sus msculos se derretan en el calor de su proximidad.
Apoy la mejilla en su mano y no despeg los ojos de l.

Te prometo que no hay nada ms que no te haya contado. Al principio no te habl


del ejrcito de Wanderer porque, para ser sincero, no quiero llevarte all ni a la
Ciudad Perdida. Preferira llevarte a un lugar lejos del peligro, porque no s si
soportara

Un grito interrumpi sus palabras.

Caballeros oscuros! chill Varia.

Se acercaba volando, seguida de Calista, que corra lo ms rpido que poda por la
arena. Pisndoles los talones corran cinco Caballeros de Neraka, ansiosos por dar
caza a tan preciada pieza. Al ver a la segunda mujer y a un hombre desarmado,
dieron alaridos de alegra ante la inminente captura.

Lord Rada gru. Se alej de Linsha y se volvi de un salto para enfrentarse a los
caballeros.

Ponte detrs de m! orden.

Linsha sinti un fuerte desgarro al separarse de l y la clera que haba provocado


en ella lord Rada se despert de nuevo con un nuevo blanco. Se ech a rer.

En el Akeelawasee luch contra mujeres Tarmak celosas. En comparacin, stos no


son ms que nios.

Justo cuando Calista llegaba a su lado, Linsha se lanz hacia el caballero que
tena ms cerca. La expresin de triunfo que iluminaba el rostro del hombre se
convirti en sorpresa al verla correr hacia l sin espada, escudo ni lanza.
Detenindose en seco, Linsha se ech hacia un lado y le puso la zancadilla. El
caballero cay pesadamente.

_Intent apartarse, pero el segundo caballero tropez con l, se cay y solt la


espada.

Lord Rada cogi el arma y decapit al hombre con un poderoso movimiento del brazo
derecho.

Los otros cuatro hombres gritaron enfurecidos. El primer caballero que haba cado
intent levantarse. Logr ponerse de rodillas antes de que Linsha se subiera a su
espalda, le arrancara la daga de su vaina y se la clavara en la base del cuello,
justo donde terminaba el peto. No esper a que acabara de morir para levantarse de
un salto e ir tras el tercer caballero. Pero ya era demasiado tarde. Crisol poda
estar en su forma humana, pero segua teniendo mucha ms fuerza y velocidad que
cualquier hombre. Mat a dos caballeros sin que tuvieran tiempo de defenderse y se
volvi hacia el tercero con un rugido. El caballero, presa del ms absoluto terror,
se dio media vuelta y ech a correr hacia el bosque, donde seguramente aguardaran
ms caballeros. Linsha gir la caga en su mano, la cogi por la hoja y la lanz
hacia el caballero. Fue un buen tiro, pero rebot en la armadura.
Sonriendo, lord Rada dijo:

Esto es mejor. Y lanz su espada. Acert al caballero en plena carrera, entre los
omoplatos. El arma se le clav hasta la empuadura y lo propuls varios pasos ms,
hasta que se desplom muerto.

Linsha mir a los dos caballeros cados con satisfaccin. Eso les enseara a no
interrumpir las conversaciones importantes Por desgracia, aquella conversacin no
poda continuar en ese momento. Seguramente aquellos caballeros eran una patrulla.

No tardaran en llegar ms a la playa. Era hora de irse. Vio el resplandor de la


luz reflejado en la arena y levant la vista cuando lord Rada se transformaba en
Crisol.

Aquella metamorfosis segua asombrndola.

Varia descendi revoloteando y se pos sobre su hombro.

Ests bien? le pregunt vacilante.

No estoy enfadada con l, ni contigo, si es a eso a lo que te refieres.


Simplemente me habra gustado que uno de los dos hubiera considerado conveniente
contrmelo, o advertirme. Se apart un mechn de pelo de los ojos y acarici con
la mejilla las clidas plumas de Varia. Creo que nunca olvidar lo que sent al
ver que Crisol se converta en lord Rada y darme cuenta de que perdera a los dos.

No me dejaba que te lo dijera explic Varia. Iyesta tampoco te lo dijo porque


pensaba que deba ser Crisol quien lo hiciera. Ella nunca se rio de ti, Linsha.
Siempre lo aprob. Creo que por eso te pidi que defendieras los huevos. Saba que
Crisol estara a tu lado para ayudarte.

Linsha hizo un leve gesto de asentimiento y se agach para examinar a los


caballeros muertos.

Sigo decidida a ir a la Ciudad Perdida, con o sin l, para rescatar esos huevos.

Ya lo s respondi Varia. Y l tambin.

Linsha hizo un gesto a Calista para que la ayudara y juntas despojaron a los
caballeros muertos de dos capas, una tnica de lana, un par de botas, un paquete
pequeo con comida, un cuchillo largo, una espada y una vaina. Todo lo dems lo
dejaron, porque estaba demasiado sucio o no era de su talla. Normalmente Linsha no
consenta que se robara a los cadveres, pero en aquella ocasin le pareci que era
necesario para su supervivencia. Dio la daga a Calista, as como una capa y la
bolsa con comida. Se deshizo de su mugrienta tnica de sea, se puso la otra ms
caliente, y se la at con el cinturn de nudos que Afec le haba dado.

Varia casi se cae de su hombro intentando ver el cinturn.

Dnde lo conseguiste?

El damjatt, Afec, lo hizo. Me lo dio para protegerme de los hechizos de los


sacerdotes keena. No s si funciona demasiado bien.

Varia sofoc una carcajada.

La magia de nudos es muy, muy antigua. No es demasiado poderosa, pero creo que
puede proteger contra hechizos menores y debilitar los ms potentes. Ese Afec era
un hombre inteligente.
S, lo era respondi Linsha orgullosa. Pens en ensear a Varia el libro que Afec
le haba entregado, pero decidi esperar. No haba tiempo para aclarar todos sus
recelos. Se puso una bota en el pie desnudo. Ahora, qu puedes contarme de ese
ejrcito que avanza hacia la Ciudad Perdida?

Y han vencido a un ejrcito de los Tarmak en una batalla. Estn bien organizados,
bien dirigidos y son resueltos. Estn intentando romper el dominio de los Tarmak
sobre las Praderas. En realidad no quieren la ciudad, porque su ejrcito no es lo
necesariamente numeroso para tomarla. Pero si pueden hacer que las fuerzas
principales Tarmak la abandonen y las vences antes de que lleguen los refuerzos,
esperan liberar Duntollik.

Entonces se alegrarn de saber que los refuerzos no llegarn en una buena


temporada gru Linsha mientras se pona la otra bota. Se puso de pie de un salto
. Es hora de irse.

Las dos mujeres y la hembra de bho se apresuraron hacia el dragn y treparon sobre
l. Sin perder tiempo, el Dragn de Bronce se lanz al aire con un potente salto
que hizo que sus amazonas se pegaran a su lomo. Las alas batieron hacia abajo y al
momento ya estaban volando hacia el oeste, en direccin a la Ciudad Perdida.

Ests segura de que es ah a dnde quieres ir? Pregunt Crisol y Linsha despus
de un largo silencio. Podra llevarte a cualquier parte. Incluso a Solace.

Los huevos estn en la ciudad respondi Linsha tras los pliegues de su clida
capa. Los he visto. Tambin he visto lo que hacen con ellos los Tarmak.

Y yo gru Crisol resignado ante su determinacin. Iremos a buscarlos.

17

En la ciudad

Entrar en la Ciudad Perdida fue ms fcil de lo que Linsha esperaba. Aunque los
Tarmak patrullaban las calles y haban impuesto el toque de queda a sus habitantes,
no haba guerreros suficientes para vigilar cada callejn y entrada oculta a la
ciudad, y ningn Tarmak conoca la ciudad tan bien como Calista y Linsha.
Protegidos por una persistente lluvia, se adentraron en las ruinas del norte, donde
la ciudad antigua.

Encontraron abrigo en una casa abandonada no muy lejos del bullicioso barrio del
puerto. Tuvieron suerte, porque era una casa con bodega y, aunque los alimentos y
provisiones haca mucho que haban dejado de estar all y el techo tena goteras,
la bodega estaba seca y protegida de miradas indiscretas.

Linsha no quera perder un segundo y ansiaba ir en busca del edificio en el que


recordaba que estaban los huevos, pero lord Rada se neg. Era noche cerrada y los
Tarmak estaran patrullando para hacer respetar el toque de queda. Lo que
necesitaban los cuatro, y lo necesitaban desesperadamente, era descansar. Todos
estaban agotados tras el largo viaje. Pensaran con ms claridad despus de haber
dormido un poco. Linsha estaba demasiado cansada para discutir. Encontraron unos
cuantos sacos viejos, algunas mantas carcomidas por las polillas y se acostaron
sobre el fro suelo de tierra.
Lord Rada mir el suelo y la arpillera de los sacos, gui un ojo a Linsha y
retrocedi para cambiar de forma. Cuando se desvaneci la luz, frente a ellos
estaba un gato pelirrojo. Ronroneando de contento, se acurruc entre Linsha y
Calista, y se acomod, dndoles tanto calor como una manta de piel. Linsha se ri
medio dormida: Dragones.

Linsha se despert a la maana siguiente sintiendo un peso sobre el pecho y un


suave ululato que provena de algn lugar cercano a su rostro. Abri los ojos y vio
lo que tanto haba aorado todas y cada una de las maanas que se haba despertado
sola en el Akeelawasee: dos enormes ojos oscuros enmarcados por unas plumas color
crema y un anillo de plumas ms oscuras que parecan unos anteojos. Varia vio que
abra los ojos y volvi a saltar sobre su pecho.

Linsha sonri somnolienta a la hembra de bho.

Sabes cunto echaba de menos esto?

Muchsimo, espero, pero lo que quera decirte es que Calista se ha ido.

Linsha se sent.

Qu? Pase la mirada por toda la bodega y no vio a la cortesana en ninguna


parte. No haba rastro de la joven. Su capa y sus sandalias haban desaparecido.
Sabes a dnde fue?

No. Estaba dormida, y ni vi ni o nada.

Adnde puede haber ido? Linsha se puso de pie torpemente y cogi una capa,
dispuesta a salir en busca de la cortesana.

Tanto movimiento y las voces despertaron al gato. Se sent dando un gran bostezo y
observ a Linsha con sus ojos dorados.

Qu ests haciendo? Le pregunt mentalmente.

Calista se ha ido. Voy a buscarla.

Dale tiempo. Volver. Bostezando de nuevo, se acurruc para seguir durmiendo.


Conoce bien las calles y no llama la atencin de los Tarmak tanto como t.

Lo que deca tena sentido, as que Linsha se sent junto a l para esperar.

Concedera a Calista una hora ms o menos, despus ira en su busca.

Linsha se qued dormida al momento, con Varia haciendo guardia sobre su rodilla.

La mujer y el gato durmieron casi dos horas ms antes de que Calista volviera.

Bajando silenciosamente la escalera, la joven indic con gestos a alguien que la


siguiera. Desliz en la bodega sin hacer el menos ruido.

Linsha se despert de inmediato y sacudi con cuidado a Crisol el gato.

Linsha traigo a alguien que he pensado que podra ayudarnos dijo Calista,
haciendo una seal a su acompaante encapuchado para que se acercara. La persona
que se ocultaba bajo la capa larga y pesada asinti y se retir la capucha del
rostro.
Linsha sonri y se puso de pie de un salto. La mujer que tena delante rozaba la
cincuentena, por lo que saba Linsha, era de estatura media y llevaba la larga
cabellera pelirroja recogida en un moo tirante. Aunque trabajaba como panadera, y
as lo demostraba el que estuviera cubierta de harina del pan que haba horneado
esa maana, haca quince aos que era miembro del crculo de legionarios de Falaius
que actuaban en secreto en la ciudad, como espas. La mujer salud a Linsha con
alegra.

Las tres mujeres se sentaron juntas sobre los sacos. Varia se pos sobre un tonel
vaco que haba cerca, mientras el gato se colocaba en el regazo de Linsha y all
se qued ronroneando tranquilamente.

Perdona si te asust esta maana dijo Calista, pero quera encontrar a Mae antes
de que se fuera del horno. Pens que ella podra contarnos lo que ha pasado en la
ciudad ltimamente.

La legionaria se sacudi las gotas de lluvia de la capa y asinti.

Me alegro tanto de verte con vida, lady Linsha. Lo ltimo que omos era que te
llevaban en sus barcos. Se detuvo, debatindose entre dos ideas. Significa es
que los Tarmak han vuelto? No haba barcos en el puerto, pero

Calista y yo escapamos. Volvimos de otra manera.

Alabados sean los dioses. Sabemos que el regreso del Akkad-Dar es inminente, pero
tenamos la esperanza de ter un poco ms de tiempo. Mae vacil, mirando a una
mujer y despus a la otra. Qu pasa? Por qu sonres?

La flota de refuerzo de los Tarmak fue destruida le contest Calista, y se


dispuso a hablarle de Sirenfal y de la venganza de la hembra de dragn sobre los
Tarmak, El rostro de Mae se ilumin por el alivio y la alegra.

Los Tarmak de aqu todava no lo saben. Siguen con los preparativos para el
regreso del Akkad-Dar. Esperan que llegue antes de que salgan a enfrentarse con los
rebeldes.

Pues ser una larga espera dijo Linsha. Pero s que Lanther volver en cuanto
pueda. Lo nico que hemos conseguido es ganar un poco ms de tiempo para Falaius y
Wanderer.

Deberamos hacrselo saber repuso Mae pensativo. Eso podra cambiar su


estrategia. Tendr que enviarles un mensajero.

Linsha lanz una mirada interrogativa a Varia, que ahuec las alas y asinti.

Yo mandar a la hembra de bho. Es ms veloz y conoce a Falaius. Lo nico que


tienes que hacer es decirme dnde est el ejrcito.

Mae describi un viejo sendero que bordeaba el brazo ms oriental del ro Toranth.

Pueden estar cerca del ro o camino de la ciudad.

Bien. En cuento pueda escribirles un mensaje, se lo enviar dijo Linsha,


perfectamente consciente de que Varia misma podra contrselo todo a Falaius.

Siguieron hablando sobre los Tarmak y la situacin de los habitantes de la ciudad.

Los Tarmak estn haciendo muchos trabajos de reconstruccin, sobre todo en la


muralla y el puerto. Utilizan ciudadanos y prisioneros, todo aquel que haya cado
en sus manos, incluidos elfos. Hace meses que no hay caravanas slo se permite
arribar a unos pocos barcos mercantes. La mayor parte de los alimentos los traen
los Tarmak y ellos son quienes los guardan. Han robado muchas cabezas de ganado a
sus dueos.

De hecho Mae seal a Crisol con el dedo, deberas tener cuidado con tu gato.

ltimamente los gatos y los perros se han convertido en un plato muy codiciado.

Linsha se ri y rasc al gato entre las rodillas.

Has odo eso? Cuida de tu pellejo o acabars en un puchero.

Pellejo? Crisol protest. A quin dices que tiene pellejo? Hace cunto que no
te miras en un espejo?

Entonces Linsha volvi a ponerse seria, qu puedes decirme del edificio del
gremio de tesoreros? Tengo que robar algo que estn en el stano.

Mae pareca sorprendida.

Vuelves para robar dinero del stano del gremio de tesoreros? Por qu?

Prcticamente no queda nada. Los Tarmak echaron a patadas al gremio en cuanto el


Akkad-Dar volvi de la campaa de las Praderas.

Dinero no. Huevos. Una nidada de huevos de Dragn de Latn. Lanther los tiene en
el stano, vigilados por los keena.

En el rostro de Mae se reflej comprensin.

Ah, eso explica que haya tanta vigilancia en ese edificio. Creamos que los
sacerdotes slo lo utilizaban como templo o algo parecido.

Siempre hablas en plural dijo Linsha. Acaso quedan ms de los vuestros en la


ciudad?

La expresin de Mae se ensombreci.

Slo unos pocos que trabajaban en el ms absoluto secreto. La mayora de los


miembros de nuestro crculo estn muertos. Algunos cayeron prisioneros en el campo
de batalla y estn en los barracones de esclavos, pero no somos suficientes para
liberarlos.

Nosotros tampoco somos suficientes dijo Linsha, abarcando con un gesto a su


pequeo grupo para robar una docena de huevos de dragn. Necesitamos un seuelo,
caballos, una red grande

Una red? La interrumpi Mae. Qu vas a hacer con una red?

Linsha se encogi de hombros, rascando suavemente al gato detrs de las orejas.

Sacar los huevos de all. Como puedes ver, necesitamos un poco de ayuda. Hay
algn barracn de esclavos cerca del edificio del gremio?

Mae todava pareca confundida, pero no sigui insistiendo. La mera idea de robar
unos huevos de dragn a los Tarmak la intrigaba.

S, hay uno cerca. A las personas que tienen all las emplean como esclavos para
reparar, los edificios y las instalaciones del puerto. Hay algunos soldados de la
milicia, unos pocos centauros, un grupo de elfos y ah, s un Caballero de
Solamnia.

Hugh? dijeron Calista y Linsha al mismo tiempo. Por lo que saba Linsha l y
ella eran los nicos caballeros solmnicos vivos en el este de las Praderas.

Mae asinti, contenta por no ser ella la nica sorprendida.

Cuntame lo que tienes en mente y ver si podemos arreglarlo. Puede llevar unos
cuantos das.

Claro convino Linsha. Quiero conseguirlo a la primera y escapar.

Se senta perpleja al saber que sir Hugh estaba tan cerca. Con un poco de buena
suerte y unos planes bien hechos, podran rescatarlo a l y a los huevos en una
sola noche.

Esa tarde descubrieron que quedaban tres legionarios en la Ciudad Perdida que no
haban sido atrapados ni asesinado por los Tarmak. Acudieron por separado a la
bodega de la casa abandonada, llevando comida, ropa y agua; y se quedaban un rato
para escuchar a Linsha y a Calista hablarles de la isla Tarmak, de Lanther y de la
destruccin de la flota Tarmak, Varia parti poco despus de la medianoche para
encontrar al ejrcito rebelde y Crisol se fue en misin de reconocimiento.

Cuando volvi a ltima hora aquella noche, encontr a Linsha de guardia y a Calista
dormida sobre las mantas. Cansado, se acomod entre ellas como haba hecho antes.

Qu has visto? pregunt Linsha. Pas la mano por el suave pelaje del costado del
gato.

Mae tiene razn. El edificio est muy bien vigilado y esos sacerdotes de negro
estn por todas partes. Pero creo que con unos buenos arqueros y algo que los
distraiga, podremos entrar. El problema ser el tiempo. Necesitamos mucho tiempo
para proteger bien los huevos, sacarlos y cargarlos en la pared.

Ummm. Es mala suerte que Falaius y Wanderer estn tan lejos. Los Tarmak han
tenido que apagar algn buen incendio ltimamente?

No lo s. Intentar arreglarlo.

Los labios de Linsha se curvaron en una sonrisa y sus mejillas se colorearon.

Aunque me gustan mucho los gatos, crees que podras ser lord Rada durante un
ratito?

El gato se alej de las dos mujeres y pronto qued envuelto en la trmula luz de su
magia. Se transform en el hombre que haba sedo lord gobernador de Sanction
durante casi treinta aos, de pie delante de Linsha con la mano extendida como un
mendigo suplicante.

Linsha descruz sus largas piernas y se levant para tomar su mano. Se alejaron de
la cortesana que dorma y se sentaron uno junto al otro, apoyados en la pared ms
distante. Hablaron en voz baja de cosas sin importancia, de la familia de Linsha y
de Sanction, de ancdotas que recordaban del verano de la plaga, cuando Linsha
serva en la guardia personal de gobernador.

Si alguna vez vuelvo a Sanction dijo lord Rada, necesitar un nuevo capitn de
la guardia. Si decidieras que los Caballeros de Solamnia ya no te bastan
Linsha se sorprendi al or sus palabras. Ya no le bastaban? No haba pensado en
eso. En realidad, se haba concentrado tanto en huir de Ithincarthia y en
recuperar los huevos, que no haba pensado en nada de lo que pudiera pasar despus
de aquella guerra. Hasta donde ella saba, permanecera en las Praderas hasta que
el Gran Maestre la relevara o ella muriera. Qu pasara con Crisol? La dejara
para regresar a Sanction? Y qu hara ella con los huevos? Las preguntas y las
diferentes posibilidades la sobrepasaron, hasta que sinti ganas de gritar. Ahora
no! No poda pensar con tanta antelacin. Primero tena que rescatar los huevos y
llevrselos de all a salvo.

Despus tenan que enfrentarse a los Tarmak. Ms adelante, quiz, si ambos


sobrevivan, podran pensar en qu haran.

Ahora no murmur. Ahora no.

El hombre abri la boca para decir algo y ella lo acall de la nica manera que se
le ocurri. Se inclin hacia l y lo bes.

18

Caza de huevos

Al da siguiente los legionarios los llevaron a otra zona de la ciudad, para no


llamar la atencin por el movimiento que haba alrededor de la casa abandonada. Los
condujeron por callejuelas oscuras hasta una puerta que llevaba a una bodega ms
profunda, donde se almacenaban barriles vacos de cerveza y unos cuantos toneles de
vino que seguan sobre sus soportes. En las vigas del techo se alineaban numerosos
quesos y colgaban jamones. Junto a la escalera de madera haba un cubo con manzanas
secas.

Estamos en la Taberna del Huerto! Exclam Linsha. Me acuerdo de los


propietarios. Eran encantadores, y la mujer haca el mejor pastel de manzana.

Pues muchas gracias, dama. Yo tambin te recuerdo. Siempre pagabas la cuenta. Una
mujer de cabello cano estaba agachada en los primeros escalones y miraba con los
ojos entrecerrados a sus invitados, alumbrados tenuemente por una sola linterna.
Ya no queda casi nada. Los Tarmak mataron a mi hombre y lo arrasaron todo. Pero
podis tomar lo que encontris. Slo os pido que estis en silencio mientras haya
clientes.

Linsha y Mae le dieron las gracias con un gesto. La mujer volvi sobre sus pasos y
cerr la puerta tras ella.

Linsha y Mae le dieron las gracias con un gesto. La mujer volvi sobre sus pasos y
cerr la puerta tras ella.

Ha dicho que podis quedaron aqu abajo unos cuentos das hasta que reunamos las
armas y resolvamos los detalles dijo Mae. Tenemos algunos hombres escondidos que
os enviaremos para que os ayude. Sabis ya lo que queris hacer para distraerlos?

Qu organizacin tienes los Tarmak para combatir incendios? pregunt Linsha.

Tienen nuestro viejo equipo anti incendios: las escaleras, los cubos y la bomba de
agua. Pero nosotros siempre contbamos con la ayuda de Iyesta para apagar los
incendios de la ciudad as que en realidad cuentan con muy poco. Ha pasado mucho
tiempo, no creo que se hayan preocupado por eso.

Bien. Hay algn almacn donde guarden algo que merezca la pena quemar?

Los ojos de Mae brillaron y se le formaron las arrugas de la risa alrededor de la


nariz y la boca.

Muchas de sus provisiones las guardan en un almacn cerca del mar, pero est
demasiado cerca del edificio del gremio. Hay otra en Espejismo, donde almacenan la
mayor parte del vino y los licores que robaron a los mercaderes y los granjeros.

Linsha mir a Calista, que sonri. Espejismo era el nombre de la parte nueva de la
ciudad, donde se encontraban muchas dependencias oficiales, almacenes y tiendas.

Los edificios que los gremios ms antiguos estaban en su mayora en la parte


antigua de la ciudad.

Vino y licores dijo la cortesana. Arden bien.

Linsha mir al gato que tena entre los brazos y le gui el ojo.

Tres das ms tarde un grupo compacto de nubes lleg desde el sur y se detuvo sobre
la Ciudad Perdida, cubrindolo todo de una luz gris. Aquella noche oscureci antes
y los habitantes de la ciudad se retiraron pronto a sus casas, donde los esperaban
sus mseras cenas, abandonando las calles a las patrullar Tarmak. A medianoche, las
calles estaban prcticamente desiertas.

Pocas personas vieron la silueta enorme en el cielo y ninguna de ellas supo de


dnde vena. Descendi desde las nubes y plane silenciosamente sobre Espejismo
durante un momento. Hubo un intenso relmpago de luz, el breve retumbar de un
trueno y la silueta desapareci tan rpidamente como haba aparecido. Ninguno de
los Tarmak que la vio pudo identificarla debido a las nubes y a la niebla, pero
algunos adivinaron que se trataba de un Dragn Azul por la luz del relmpago. Otros
dudaban de que lo hubieran visto. Seguramente no era ms que una nube de tormenta
errante.

De lo que no podan dudar era de las campanas de alarma. De un almacn de Espejismo


sala humo. En poco tiempo el humo form torres oscuras y las llamas laman lo ms
alto de los muros. Una gran explosin hizo temible el edificio y lanz escombros en
todas las direcciones. El fuego se extendi a los tejados de las casas colindantes
y a un estable repleto de forraje. Las campanas de alarma resonaron por toda la
ciudad.

El dekegul Tarmak a cargo de las fuerzas de la ciudad reuni a sus hombres y sali
de la ciudad antigua hacia el distrito del Puerto para luchar contra el fuego.
Llev consigo a varias docenas de esclavos, pero acab dejndolos, bajo vigilancia,
en los rediles que haba junto a las casas del gremio, pues pens que daran ms
problemas que ayuda. Tenan la mala costumbre de intentar escaparse.

Los prisioneros estaban alojados en una serie de rediles y establos que antao
haban sido el mercado de ganado. Al ver el resplandor que sala de los tejados, se
acercaron para ver lo que pasaba y quedaron asombrados al descubrir a dos mujeres
acercndose descaradamente al par de guardias que vigilaban la puerta principal.

Ambas mujeres se cubran con una capa y una de ellas llevaba un pastel. Uno de los
prisioneros, un joven delgado y demacrado, casi se ahoga al contener un grito de
reconocimiento.
La mujer ms alta dijo algo en tarmakian que hizo que los guardias se echaran a
rer.

Ella avanz, hablando en voz alta y moviendo el pastel como si quisiera drselo a
alguien. En el momento en que los guardias se acercaban para cogerlo, se lo lanz
al que tena ms cerca. La ms menuda sac una ballesta de debajo de su capa y
dispar al segundo guardia, mientras la ms alta coga dos puales de su cinturn y
mataba al guardia con el pastel en la cara y a un tercero que se acercaba
corriendo.

De repente se despleg mucho movimiento alrededor del redil de esclavos.

Aparecieron silenciosamente unos hombres vestidos de negro, rpidamente mataron a


los guardias Tarmak que quedaban sin hacer ruido y, antes de que los esclavos se
dieran cuenta de lo que estaba pasando, sus rescatadores abrieron las puertas y los
instaron a salir.

Linsha se acerc corriendo a los rediles.

Sir Hugh! Llam en voz baja. Ests ah?

Llorando y riendo al mismo tiempo, el hombre enjuto, cubierto con harapos, dio un
paso adelante para abrazarla.

Por todos los dioses, Linsha, te crea muerta! grit. Y Calista! Sois una
alegra para estos ojos cansados. Y quin eres t? pregunt cuando un hombre
alto y rubio se detuvo junto a Linsha.

Lord Hogan Rada, ste es sir Hugh Bronan, Caballero de Solamnia. Sir Hugh, ste es
el lord gobernador de Sanction. Pero seguramente lo conozcas mejor como Crisol.

El caballero parpade. Saba que estaba que estaba cansado y enfermo, que aqul no
era su mejor momento ni su mente estaba muy despierta, pero seguro que Linsha no
estaba diciendo lo que l estaba entendiendo.

Es una larga historia dijo ella sin ms explicaciones. Pero ahora necesitamos tu
ayuda, la de todos vosotros. Vamos a robar unos huevos de Dragn de Latn que los
Tarmak arrebataron a Iyesta. Si nos ayudis, haremos lo posible para que podis
salir de la ciudad y uniros al ejrcito de Falaius, que viene hacia aqu.

Los esclavos, casi todos ellos prisioneros de guerra, prorrumpieron en vtores.


Unos pocos se ocultaron en la oscuridad para escapar de la ciudad por sus propios
medios, pero la mayora (cerca de veinte hombres y centauros) se quedaron.
Rpidamente despojaron de sus armas a los guardias muertos y dejaron los cuerpos en
los establos.

Tambin liberaron a unos cuantos caballos que haba en las cuadras. Con un poco de
suerte, los Tarmak estaran demasiado ocupados con el incendio para darse cuenta de
que los rediles de esclavos estaban vacos, hasta que fuera demasiado tarde.

Cuatro elfos se acercaron a lord Rada y a Linsha e hicieron una profunda


reverencia.

Iremos con vosotros dijo el mayor. Pues ningn huevo de dragn debera estar en
manos de esos cafres. Pero, una vez que hayamos abandonado la ciudad, nos gustara
ir a Silvanesti.

Al reconocer que se trataban de elfos de Qualinesti, Linsha tambin les hizo una
reverencia.

Podis acompaarnos el tiempo que deseis. Pero debis saber que los caballeros
negros dominan el bosque de vuestros compaeros.

S suspir el portavoz. Nos enteramos de la peor manera posible. Intentamos huir


de los caballeros negros cuando los cafres nos atraparon nada ms salir de Mem-Ban.

Mem-Ban era otra poblacin situada en la frontera entre el reino de Iyesta y los
bosques de Silvanesti, no muy lejos de la Calzada del Rey.

Linsha se fij en que los elfos eran jvenes y parecan guerreros. Supuso que eran
rezagados del grupo principal de elfos que haba cruzado el desierto un tiempo
atrs.

Quiz se haban quedado en Qualinesti como parte de la retaguardia y haca poco que
haban llegado a los bosques. Pens en la triste bienvenida que haba tenido.

Reuniendo a los esclavos liberados y a los hombres de la milicia, Linsha gui al


pequeo grupo hacia el edificio de piedra que haba albergado el gremio de
tesoreros.

El edificio estaba construido siguiendo la construccin original de dos pisos que


se alzaba en la antigua ciudad elfa de Gal TraKalas. Tena un elegante diseo, con
ventanales grandes, columnas en el prtico delantero y habitaciones espaciosas
donde los miembros del gremio se reunan y alternaban. Bajo el edificio haba un
stano, protegido del agua y muy resistente, construido especialmente para guardar
las piezas de acero, las monedas del tesoro de la ciudad y los bienes personales de
los miembros del gremio. Linsha saba que el tesoro haba sido robado y que la
mayor parte de las piezas de acero, el oro y la plata haba sido enviada a
Ithincarthia o gastada por los Tarmak en armas, barcos y mercenarios. Lo nico de
valor que quedaba eran los huevos. O eso esperaba Linsha. No los haba visto desde
que Lanther le permitiera mirarlos rpidamente antes de partir. Pero pareca que
los haban dispuesto para que estuvieran all de forma permanente y Mae haba dicho
que los keena seguan utilizando ese lugar. Seguro que los huevos seguan all.

En las tupidas sombras de un taller adyacente que haba al otro lado de la calle,
Linsha y los dems se encontraron con Mae y otros dos legionarios que los
esperaban.

Con aspecto de estar satisfechos consigo mismos, de par en par las puertas del
comercio y les mostraron un carro enganchado a dos caballos. Mae apart la lona y
les ense unos arcos que los elfos y los centauros cogieron con alegra, y unas
cuantas espadas y hachas para los dems. Tambin haba un bulto grande envuelto en
tela en la parte de atrs del carro.

Linsha resumi el plan a los esclavos liberados y observ satisfecha cmo se


apresuraban a cumplir sus rdenes. Mae y Calista se subieron al carro y tomaron las
riendas, a la espera de la seal. Durante unos pocos minutos, Linsha, sir Hugh y
lord Rada esperaron en las sombras a que los atacantes tomaran posicin.

En ese momento de quietud antes del ataque, Linsha escuch todos y cada uno de los
sonidos y oy algo en lo que no haba reparado antes. Sir Hugh respiraba
trabajosamente. Sus pulmones silbaban cada vez que tomaba aire e intentaba por
todos los medios ahogar la tos.

Se acerc a l y le dijo en voz baja:

No ests bien. Qudate en el carro con Calista. No voy a perderte ahora.


Los dientes del hombre lucieron plidos en su rostro barbudo cuando sonri.

Tengo un resfriado. No es ms que eso. No vas a dejarme sin mi pequea venganza


por todos estos das miserables. Adems, verte me ha dado fuerzas. Tienes que
contarme qu te ha pasado y por qu dices que ese hombre es Crisol.

De acuerdo convino Linsha. Se puso la capucha. Preparados? Quedaos detrs de


m. Los dos.

Alzando la barbilla en el ngulo ms arrogante posible, arrincon los nervios y


sali de la tiendo hacia la calle. El incendio haba distrado a los guardias de la
ciudad, pero Linsha y los dos hombres seran la distraccin de los sacerdotes y los
guardias del edificio del gremio. Linsha camin resueltamente hasta el medio de la
calle, donde los Tarmak podan verla claramente. Actuaba como si tuviera pleno
derecho de estar all y supiera exactamente qu quera. En otras ocasiones le haba
surtido efecto.

Orgwegul! Grit en tarmakian antes de que los guardias le dieran el alto.


Dnde est el Orgwegul?

Los guardias de la puerta principal hablaron precipitadamente y despus gritaron


algo hacia dentro. Sali un oficial fuertemente armado.

Yo soy el Orgwegul dijo. No te acerques ms, mujer.

Linsha ech hacia atrs su capucha y mostr su rostro.

Utiliza un tono ms respetuoso con la Elegida del Akkad-Dar dijo con brusquedad.
Soy la Drathkinkela y he venido a ver los huevos.

Los guardias se cuadraron y borraron la expresin hosca de sus rostros.

El Akkad-Dar ha regresado? pregunt el oficial.

Por supuesto respondi Linsha, como si fuera obvio. Ha venido en una embarcacin
muy veloz. Acabamos de arribar hace un rato. Pero est ocupado con los incendios y
me ha dado permiso para ver los huevos. Tengo la llave. Sac la llave que colgaba
de la cadena y la sostuvo para que la vieran.

Y quines son esos dos? inquiri el oficial desdeosamente, mirando a los


hombres de aspecto desaliado que estaban detrs de ella.

Mi esclavo y mi guardia personal, evidentemente. Son los nicos que quedan.

Todos los dems estn apagando el fuego.

El oficial Tarmak mir pensativamente hacia el resplandor lejano por encima de los
tejados. No poda ver el puerto desde donde estaba, por lo que no poda confirmar
si haba llegado un barco. Pero reconoca a la mujer de rizos rojizos y la llave de
la cmara de los huevos.

Muy bien gru. Adelante.

En ese momento sali al prtico un sacerdote keena ataviado de negro.

Qu est pasando aqu?

Linsha y sus guardias se acercaron mientras el oficial se lo explicaba. Ella


levant la llave para que el sacerdote la viera.

Pero eso no puede ser dijo, confuso. El barco del Akkad-Dar no ha podido llegar
ya, zarp hace muy poco.

Linsha se sinti como si le acabaran de dar una patada en el estmago. Lanther


estaba de camino! Por todos los dioses ausentes. Sinti que se encenda su clera.
Y menos iba a privarla de esos huevos. No ahora que estaba tan cerca.

Ahora! grit.

Linsha, Hugh y lord Rada se echaron al suelo justo cuando una lluvia de flechas
pasaba por encima de ellos. Los tres guardias Tarmak y el sacerdote murieron al
instante. Linsha rod sobre el suelo y solt de la correa las dos espadas que
llevaba a la espalda. Lanz una a Hugh. A su espalda oy gritos y entrechocar de
armas. Los arcos taan y alguien grit. Unas ruedas de madera retumbaron sobre el
suelo empedrado y Linsha supo que el carro estaba en camino. Media docena de
legionarios y elfos liberados salieron corriendo de la oscuridad y se unieron a
ellos.

Vamos! grit Linsha a Hugh.

Y l? contest Hugh, sealando a lord Rada, inmvil en la calle.

Linsha sonri.

Est ocupado.

Los dos solmnicos se lanzaron corriendo al edificio, seguidos de los hombres y los
elfos. Encontraron resistencia en el saln principal, donde se agolpaban los
guardias y los sacerdotes que salan de varias habitaciones. El pequeo grupo luch
con valenta, pero haba ms Tarmak de los que Linsha haba esperado y estaban
entretenindose demasiado. Se col en una habitacin lateral e hizo un gesto a sus
hombres.

Al suelo! chill. Ha cubierto! Despus grit hacia la puerta. Ahora,


Crisol!

Ahora!

La lucha se interrumpi repentinamente cuando una enorme cabeza de dragn asom por
la puerta. Tarmak y humanos por igual se quedaron boquiabiertos. El dragn tom
aire y los humanos y los elfos se tiraron al suelo. Una intensa luz blanca recorri
el saln y explot sobre los Tarmak. Una vez, dos veces, tres veces, Crisol lanz
su aliento sobre las cabezas de los atacantes, haciendo desaparecer a grupos
enteros de guerreros Tarmak y de sacerdotes. Empez a salir humo de las paredes y
la estancia se cubri del hedor de madera quemada, piedra abrasada y carne
chamuscada. El saln qued en silencio.

Llegaron corriendo ms hombres de Linsha.

Fuera no queda un guardia vivo inform un legionario.

Vamos a por los huevos dijo Linsha sin ms. Lanther est de camino. Vio a Hugh
con la mirada clavada en Crisol.

De dnde has salido? pregunt el caballero atnito.

Linsha solt una carcajada brusca, tensa y crispada: Ya te lo contar despus.


El grupo de rescatadores de huevos se dirigi a la escalera que descenda al
stano.

Los atacaron ms Tarmak, pero no eran ms que unos pocos, desorganizados y


dispersos. Los legionarios y los escasos miembros de la milicia se separaron para
enfrentarse a los guardias, mientras Linsha y su grupo descendan rpidamente los
escalones. Entraron en un saln de piedra y se toparon con media docena de
sacerdotes keena que les cerraban el paso. Los keena, ataviados de negro, llevaban
escudos redondos y espadas cortas.

Aqul era un buen momento para utilizar los polvos de Afec, pens Linsha. Pero cono
no los tena, no quedaba ms remedio que recurrir a la fuerza.

Retroceded! Grit Linsha lo nico que queremos son los huevos!

Un sacerdote chill algo que no hizo falta que Linsha tradujera a los dems.

Los elfos lanzaron una cortina de flechas que hiri a un sacerdote, mat a otro y
dispers a los dems. Protegidos por las flechas, Linsha y sus hombres cargaron
escalera abajo. Los sacerdotes combatan con entusiasmo, pero se vean superados
por los resueltos rebeldes. La lucha fue dura y encarnizada y cuando termin haban
muerto todos los sacerdotes y cuatro compaeros de Linsha.

Con una maldicin en los labios, clav su espada en la garganta del ltimo
sacerdote y pas por encima de su cadver. Sac la llave y la meti en la
cerradura, rezando para que abriera la puerta. La llave gir, la cerradura se abri
y la puerta cedi. Sinti una ola de calor. Apenas haba sentido la luz del fuego y
el resplandor de las brasas, cuando una mano apareci por la puerta y la agarr por
el brazo con el que sostena la espada. Una segunda mano se cerr sobre su rostro y
tir de ella hacia el interior. La puerta se cerr de golpe con Linsha dentro.

El dolor explot en su cabeza.

19

Los huevos en la cesta

Linsha dio un grito ahogado. La cabeza le daba vueltas. El dolor la atraves, hizo
vacilar su determinacin y aliment su miedo. Intent descubrir quin le hablaba,
pero lo vea todo borroso. No distingua nada ms que una luz amarilla y un brazo
oscuro que se extenda ante ella. El sudor le baaba el rostro y le caa sobre los
ojos, haciendo que su visin fuera an peor.

Soy Shurnasir, sacerdote de la Llama Blanca y guardin de los huevos de dragn le


ladr una voz. Quin eres t, que osas perturbar la paz de este lugar sagrado?

Linsha apret los dientes y luch contra su miedo. No era Lanther. No era ms que
un sacerdote, un Tarmak de segunda fila y, al igual que keena del palacio imperial,
aquel sacerdote no tena la fuerza ni el talento que haban demostrado los Akkad.
El dolor remiti un poco. Tal vez el cinturn de Afec interfiriera en la magia que
martilleaba su cabeza. Linsha no saba lo que estaba debilitando el hechizo, y por
el momento no le importaba. Oblig a su mano a ascender hasta las escamas de dragn
que llevaba colgadas al cuello. Eran pesadas y a veces le irritaban la piel, pero
nunca se haba sentido tan agradecida de tenerlas. Se concentr en el poder
inherente a ellas y lo despert, invocando la magia de los dragones.

Yo soy la Drathkinkela y esos huevos me pertenecen! dijo con voz ronca.

La otra mano solt la espada y se aferr a la mueca del sacerdote. ste abri los
ojos sorprendido. Su hechizo se rompi y retrocedi, gimiendo de dolor. Linsha
estaba sobre l, retorcindole la mano de tal manera que lo obligaba a
arrodillarse. Sus ojos verdes se endurecieron.

Cuntos huevos hay aqu? pregunt.

El rostro del sacerdote estaba desfigurado por el dolor y su tez rojiza se volvi
plida.

Nueve dijo con la voz entrecortada. El Akkad-Dar se llev dos.

Ese bastardo maldijo Linsha, apretando con ms fuerza la mueca del sacerdote,
sin darse cuenta. Se oy un crujido. El hombre gimi y se dej caer hacia un lado.
Linsha lo dej en el suelo, pues en ese momento haba visto los huevos. Son
distintos! Tienen un color ms oscuro y apagado. Dnde estn los huevos de Latn?

Tir del sacerdote para que volviera a ponerse de pie y lo acorral contra el
brasero que resplandeca bajo una bandeja metlica, en la que haba una capa de
arena y un huevo.

Hemos estado tratndolos admiti el sacerdote. Gir los ojos para mirar el
brasero y se aferr nerviosamente a las muecas de Linsha.

Tratndolos? Tratndolos con qu?

Se oy un grito ensordecedor en el pasillo y la puerta se abri de golpe. Sir Hugh


y los rebeldes cargaron, listos para rescatar a Linsha. Cuando la vieron con
expresin terrible y su prisionero bien controlado, se detuvieron en seco,
aliviados y sorprendidos.

Con qu habis estado tratndolos? repiti Linsha. Mir a los soldados que la
rodeaban y asinti. Varios salieron rpidamente.

No lo s farfull el sacerdote. Con una mezcla que nos dio el Akkad-Dar.

Linsha alz las manos, apartndolo hacia un lado.

Matadlo dijo a sir Hugh. No va a colaborar.

Est bien! Estamos tratando los huevos con una pocin especial que hace que se
desarrollen ms rpidamente.

Linsha no poda creer lo que estaba oyendo.

Es eso posible? pregunt a los elfos.

Los cuatro Qualinesti observaron los huevos un momento, se miraron entre s y se


encogieron de hombros.

Nunca habamos odo algo as dijo uno de ellos.

Pero es verdad que parece que estn a punto de nacer aadi el de ms edad. He
visto una nidada de huevos en este estado y se abrieron en unos pocos das.
Por qu lo hacis? Pregunt Linsha. Se supone que esos huevos no deberan
romper en aos. Podrais matar a los embriones.

No repuso el sacerdote, con una nota de engreimiento en la voz. Hemos estudiado


varios durante los ltimos meses y su progreso ha sido excelente.

Linsha sinti que su clera renaca.

Estudiado! exclam. Yo he visto cmo los estudiabais. Es sorprendente que


todava quede alguno! Por qu lo hacis?

El sacerdote tembl al sentir la ira y el poder que emanaba de la mujer.

El Akkad-Dar quiere que nazcan pronto para utilizarlos.

Utilizarlos para qu?

Sir Hugh mir nervioso hacia la puerta e intervino: Linsha, creo que debemos coger
los huevos y marcharnos. Si realmente Lanther est a punto de llegar, no nos queda
mucho tiempo.

El recuerdo fue como un cubo de agua fra. Se tranquiliz y recuper la razn.

Todava le lata la cabeza por el hechizo del sacerdote y su propia magia, pero
saba que sir Hugh tena razn. Todava quedaban muchas cosas por hacer.

Atadlo. Que Lanther se ocupe de l.

Los ojos del sacerdote se abrieron como platos y gimi. Se levant con dificultad y
ech a correr hacia la puerta. Dos flechas se le clavaron al mismo tiempo y cay
derrumbado.

Seguramente eso ha sido mucho ms agradable que cualquier cosa que Lanther pensara
hacer con l dijo Linsha a los elfos.

El grupo se puso manos a la obra rpidamente. Linsha encontr un par de guates


gruesos y se los puso para coger los huevos de los nidos calientes y colocarlos
cuidadosamente en pesadas mantas de lana. Los envolvieron, los metieron en gruesos
sacos y los sacaron con delicadeza. Cuando el ltimo huevo ya haba salido por la
puerta, Linsha ech una ltima ojeada al stano de piedra. Sir Hugh estaba junto a
ella, el rostro encendido como si tuviera fiebre.

Sabes? Dabas miedo le dijo. Nunca te haba visto tan enfadada.

Malditos huevos repuso Linsha, masajendose las sienes. Son peores que los
nios.

El caballero ech a rer.

Sers una buena madre.

Los dioses no lo quieran. Respondi, dndose media vuelta. Se supone que esos
huevos no tienen que nacer en aos.

Tir de la puerta tras ella y, justo antes de que se cerrara del todo, arroj la
llave dentro.

Esos huevos rompern en das gru Crisol cuando Linsha sali por la puerta
principal. Qu ha pasado?

Linsha le cont lo que le haba dicho el sacerdote. No pas por alto que los tres
legionarios secretos haban hecho un buen trabajo. Haban llevado una red de pesca
grande, mantas y sacos. Ahora los huevos estaban bien protegidos, atados en un
fardo compacto y caliente en el centro de la red, listos para que los
transportaran.

Crisol refunfu algo sobre los experimentos sin precedentes de los keena, pero ya
no se poda hacer mucho ms que llevarse los huevos de all.

Podrs hacerlo? pregunt Linsha, preocupada por sus alas.

Claro, no pesan demasiado.

Oyeron una trpala de cascos y vieron a varios centauros acercndose por la calle
con unos cuantos caballos amarrados a una cuerda. Los elfos y los hombres montaron
rpidamente. Acomodaron en el carro de Calista a aquellos que estaban heridos y no
podan cabalgar. Mae estaba junto al carro, sujetando las riendas de los caballos.

Se las tendi a sir Hugh y se uni a sus dos compaeros.

Adis! grit. Buena suerte!

Linsha estaba perpleja.

No vens?

No. Lo hemos hablado. Nos quedamos aqu. Podemos ser de ms ayuda en la ciudad.
Dile a Falaius que estamos aqu, por si nos necesita.

Linsha y Calista les dijeron adis con la mano antes de que los tres legionarios
desaparecieran en la bruma y la oscuridad.

Vamos! exclam Linsha.

Subi al carro y se sent junto a sir Hugh. Hombres y elfos a caballo, centauros y
carro emprendieron el viaje hacia el norte, por un camino que cruzaba el barrio de
los Artesanos y ms adelante sala de la ciudad.

Crisol esper a que los caballos se perdieran de vista antes de alzar el vuelo.
Sujet la red cuidadosamente con las garras, la levant por encima de los tejados y
bati las alas hacia la negra noche.

20

La huida hacia las colinas

El Akkad-Dar se detuvo en el umbral de gremio de tesoreros y frunci el entrecejo.

En el suelo yacan guardias y sacerdotes muertos, en el prtico delantero y en los


salones. La sangre lo machaba todo. El saln principal estaba sumido en el caos y
haba sido pasto de las llamas, los escombros quemados se mezclaban con los
cadveres. A algunos cuerpos los haban despojado de sus capas de las armas o de
las botas y en el suelo haba montones de harapos abandonados.

Lanther dio una patada a una tnica harapienta, perfectamente consciente de lo que
significaba. A su lado, el dekegul de la ciudad permaneca en silencio, sin
intentar poner excusas.

As que dijo el Akkad-Dar con una voz afilada como el acero el Dragn de Bronce
sigue vivo. Bien. Lo matar yo mismo.

Se abri camino hasta la escalera que descenda al stano. Saba qu esperar, pero
quera comprobarlo. El dekegul lo acompa. Descendieron los peldaos sin hablar y
observaron la devastacin que los aguardaba al final de la escalera.

Estos sacerdotes fueron valientes, lo reconozco murmur Lanther.

Pas por encima de los cadveres y empuj la puerta para abrirla. La estancia vaca
se burl de l. Los huevos haban desaparecido, todos y cada uno de ellos. Slo
quedaban las bandejas vacas y el cuerpo del sacerdote principal en el suelo.

Algo pequeo llam su atencin y se agach para recogerlo. Era la llave que haba
dado a su esposa el da de su unin. Una sonrisa glida cruz su rostro y guard la
llave en el bolsillo. Jur que pronto se la devolvera.

Se dio la vuelta y estuvo a punto de tropezar con el silencioso oficial. Maldijo,


tentado de alzar la espada y corar la cabeza a ese intil, pero se detuvo y lo
pens mejor.

Estate tranquilo dijo finalmente. Hombres mejores que t han sido engaados por
eso mujer. Encrgate de capturarla a ella o al Dragn de Bronce y te permitir
vivir con honor. Si fracasas, yo mismo te matar.

El dekegul hizo un gesto de agradecimiento por esa segunda oportunidad. Era algo
muy raro viniendo del Akkad-Dar.

Lanther subi por la escalera con pasos airados y sali al exterior, lejos del
hedor y de las imgenes de su derrota. Por la gracia de la Reina Oscura, rez para
vengarse de su testaruda, traidora y prfida esposa y de ese dragn maldito, al que
Linsha quera de una manera que l envidiaba. No podran ir muy lejos, estaba
seguro. Los huevos eran pesados y haba que mantenerlos calientes. Tendran que
encontrar un lugar seguro donde guardarlos hasta que rompiera. Y, por supuesto,
estaba el ejrcito rebelde que avanzaba hacia la Ciudad Perdida. Con la ayuda de la
Reino Oscura, su venerada diosa, podra liberar las Praderas de su ejrcito y
librarse l mismo de Crisol de una tacada.

Traedme la Lanza del Abismo.

Aqu pasa algo murmur Linsha junto a sir Hugh. Escudri la oscuridad a ambos
lados y no vio nada. Esto me recuerda demasiado a la emboscada en la que mataron a
sir Morrec. Lo nico que falta es la lluvia. Una sensacin fra y desagradable le
atenaz el estmago al recordar aquella noche. No quera que se repitiera.

Crees que nos van a tender una emboscada? pregunt Hugh en un tono apenas ms
alto que un murmullo, sin apartar la vista de los caballos que tiraban del carro.

A pesar de la niebla, de lo tarde que era y del incendio en el distrito del


almacn, los Tarmak no abandonaban su disciplina. Ya lo haban atacado varias
patrullas y se haban visto obligados a aminorar la marcha y abrirse camino por las
cal es oscuras a golpe de espada. Por fin haban llegado a las ruinas del distrito
Norte, en el que muchas de las calles y de los edificios no se haban llegado a
reconstruir y la antigua muralla segua sin reparar. En aquella parte de la ciudad
no haba luz, ni antorchas, ni lmparas, ni hogueras, slo las sombras
sobrecogedoras y la oscuridad atrapada en la niebla. El carro y su escolta tuvieron
que aminorar la marcha an ms que evitar que los caballos se hiriesen. Slo haba
una calzada que se haba reparado, pero era difcil seguirla bajo aquella niebla y
a los lados haba traicioneros socavones, cimientos medio derruidos y montones de
escombros.

Es posible contest Linsha. Seguro que hay guerreros en la muralla, aunque no


est acabada. Los Tarmak son unos fanticos de los puestos de guardia y los
vigilantes.

Habrn odo los cuernos dando la seal de alarma y saben que sta es una de la
pocas calzadas que sale de la ciudad.

Tambin pueden ver el resplandor del fuego. Seguro que slo les preocupa eso.

Linsha segua escudriando la oscuridad.

Es una pena que Varia fuera en busca de Falaius.

Sir Hugh levant la vista.

Crisol sigue volando por aqu?

No s dnde est.

Siguieron en un tenso silencio, envueltos por los gemidos de los heridos que
llevaban en el carro y la trpala de los cascos sobre la vieja calzada. La neblina
pronto dio paso a una llovizna que no tard en empapar sus ropas y helarles la
piel.

Linsha. La advertencia de Crisol reson en su mente. Ms adelante hay Tarmak.

Deteneos dnde estis.

Parad orden Linsha. Que se detenga todo el mundo. Ahora!

El carro y los jinetes se detuvieron intranquilos.

Qu pasa? pregunt el elfo mayor a lomos de un caballo pequeo.

Una rfaga de viento sopl sobre ellos y adivinaron una forma grande y alada que
volaba por encima de sus cabezas.

Crisol ve algo delante respondi Linsha en voz muy baja. Va a ocuparse de ellos.

Esperaron, sin atreverse a hacer un movimiento, ni siquiera a respirar demasiado


fuerte, rodeados por la densa oscuridad.

Un cuerno emiti una nica nota antes de ser interrumpido por un rayo de intensa
luz blanca que, atravesando las nubes y la bruma, cay sobre algn punto de la
calzada que se extenda ante ellos. Se oyeron gritos apagados y ruidos confusos. Un
segundo rayo cort el cielo, para clavarse en la tierra, lo que dio nuevo mpetu al
caos reinante.

Crisol volvi a llamar a Linsha: Avanzad, ahora, mientras los Tarmak estn
desorganizados. Eso es todo lo que puedo hacer mientras llevo los huesos.
Linsha dio la orden y el grupo volvi a ponerse en movimiento. Espolearon a los
caballos para que fueran a medio galope a pesar del firme y cruzaron las ruinas lo
ms rpido que pudieron. Doblaron una curva y al otro lado se encontraron de frente
con los restos humeantes de una patrulla Tarmak. En el suelo haba algunos
cadveres y dos carros enormes que servan para bloquear el camino ardan
intensamente. El grupo avanz sin volver la mirada. Uno de los Tarmak escondido
entre las ruinas, les dispar una flecha, pero eso fue todo. No oyeron que los
persiguiera nadie.

Ante ellos aparecieron los cimientos de la antigua muralla y vieron una puerta de
piedra tosca, una torre de vigilancia y un pequeo grupo de centinelas que
levantaron sus arcos y tensaron las cuerdas hasta rozarse las mejillas con ellas.
Entonces la torre, los centinelas y una parte de la muralla se desintegraron en una
explosin de luz cegadora acompaada de un trueno. El humo form ms nubes, que se
sumaron a la niebla.

Linsha qued cegada por el resplandor y cuando pudo abrir los ojos, una parte de la
muralla haba quedado reducida a unos escombros humeantes.

Es muy til tenerlo cerca dijo sir Hugh. Ahora que puede volar otra vez. Me
imagino que eso quiere decir que le arrancaste el cuadrillo del lomo.

S respondi Linsha, mientras cruzaban la muralla. Con un poco de ayuda del


rbol Ancestral.

Cundo partir hacia Sanction?

Linsha poda adivinar en lo poco de su rostro que vislumbraba en la oscuridad que


estaba agotado y enfermo. Reflexion un momento en sus palabras y en las que
callaba.

Ests enfadado por lo del cauce del Escorpin? T estabas all, verdad? Durante
un tiempo cremos que te haban matado.

Fellion, una nia y yo fuimos los nicos supervivientes. Se encorv y contempl


la noche. Jams debera haberse ido, Linsha. Ninguna ciudad vale tantas muertes.

No, ninguna. Pero no es adivino, Hugh. Nunca pens que los Tarmak haran algo as.
Ninguno de nosotros lo pensaba. Deba su lealtad a otra ciudad que lo necesitaba,
una ciudad a la que llama hogar. Por eso se fue, pensando que estaramos bien.

Y ahora? Va a tirar esos huevos en cualquier parte y volver a irse? Se detuvo y


sopes su propia pregunta. Despus se sec el rostro hmedo con la manga y suspir
. Cmo es posible que parezca malhumorado?

Linsha le sonri en la oscuridad, aliviada por su cambio de humor. Realmente estaba


agotado.

Si le aades un poco de lloriqueo, te quedara perfecto.

El caballero tosi, pero logr esbozar una sonrisa.

Tendrs que contarme todo lo que te ha pasado a ti, y a l. Su voz se empap de


tristeza. Y lo que le pas a Mariana.

Te lo contar todo cuando tengamos unas horas de tranquilidad. Por ahora, lo que
necesitamos en poner toda la distancia posible entre nosotros y la ciudad. Si
realmente Lanther est aqu, vendr tras nosotros a la cabeza de todos sus
guerreros.
Lanther. El traidor. Todava me cuesta creerlo.

Linsha no respondi. Su perplejidad ante el descubrimiento de la traicin de


Lanther se haba ido borrando durante los ltimos meses, en gran medida porque
durante ese tiempo haba estado siempre cerca de l y del pueblo Tarmak. Pero lo
que no haba desaparecido era el dolor y la rabia que haba sentido al ver hasta
qu punto la haba engaado y cmo haba destrozado todo lo que ella amaba en la
Ciudad Perdida. Crisol tambin la haba engaado respecto a su identidad, pero l
haba ocultado su forma humana preocupado, sin razn, porque ella lo odiara si la
descubra, mientras que Lanther haba enmascarado su naturaleza monstruosa llevado
por su deseo de hacer dao. Poda perdonar a Crisol. Nunca perdonara a Lanther.

Mir hacia atrs y vio a Calista colocando un vendaje improvisado en la pierna de


un hombre. Los dems heridos estaban inconscientes o geman. El carro los
bamboleaba de un lado a otro, pero ninguno se quejaba.

Prosiguieron su viaje durante la noche, avanzando hacia el norte por la vieja


calzada llena de baches que se abra camino a travs de la Maleza, las tierras
rocosas y cubiertas de jarales en las afueras de la ciudad. Ms all de la Maleza,
la calzada se divida en un camino que iba hacia el este y otro que se diriga al
oeste. El grupo se detuvo y a cierta distancia Crisol descendi. Se pos
pesadamente y pleg las alas contra los costados. Los exhaustos jinetes desmontaron
para dejar descansar a los caballos.

Calista se gan el agradecimiento de todos sacando agua, comida y una botella de


aguardiente de moras casero que Mae les haba dejado en el carro. Se pasaron la
botella unos a otros para brindar por su huida y por el rescate de los huevos.

Luego, los cuatro elfos se acercaron a Linsha y a sir Hugh para despedirse.

Debemos separarnos aqu, dama dijo el mayor. Partimos en busca de nuestras


familias.

Aunque vuestra empresa es tan emocionante que se hace difcil marchar brome uno
ms joven.

El elfo de ms edad asinti, con el cabello rubio mojado enmarcndole el rostro.

Ya sabis adnde veis a llevar los huevos?

Lejos de los Tarmak respondi Linsha.

Si me permits una sugerencia, al oeste hay un viejo volcn llamado Llamarada.

Est a slo dos das a caballo del nacimiento del ro. Quiz el dragn pueda hacer
un nido all, fcil de defender. Es necesario dejar a esos huevos en algn sitio en
cuanto antes.

Linsha les hizo una profunda reverencia llena de gratitud. Le pareca una
sugerencia excelente.

Los elfos se despidieron de sus compaeros, se inclinaron ante Crisol y condujeron


sus caballos al trote por el camino del este, por donde pronto se alzara el sol.
No tardaron en desaparecer tragados por la intensa niebla.

Lo has odo? pregunt Linsha a Crisol.

El dragn gru un s.
No conozco el volcn, pero lo buscar. Podra ir bien para los huevos. Vendrs
conmigo?

Mirando a los hombres que la rodeaban, a Calista y a sir Hugh, Linsha se sinti
desgarrada por dentro. Deseaba con toda sus fuerzas estar con los huevos, pero ella
haba sido la responsable de liberar a aquellos hombres y centauros. Les haba
prometido que los ayudara a escapar si ellos hacan otro tanto con los huevos. No
senta que fuera correcto dejarlos ahora, teniendo varias jornadas de marcha por
delante y los Tarmak persiguindolo. Al menos se asegurara de que llegaran sanos y
salvos junto al ejrcito rebelde.

Tengo que quedarme con ellos contest, esperando que Crisol lo entendiera.

Su decisin no le gust, aunque la comprendiera. Era una Dama de la Rosa. No tena


alternativa.

Volver dijo Crisol.

Extendiendo las alas, cogi la red con los huevos y se alej volando por el oeste,
hacia la cabecera del ro Toranth y la promesa del volcn.

El resto del grupo hizo lo que pudo por los cuatro heridos que iban en el carro.
Uno haba muerto durante la huida de la ciudad a causa de las heridas, as que
colocaron varias piedras sobre su cuerpo y lo dejaron atrs. Al amanecer cruzaron
rpidamente las praderas, mientras el sol coloreaba el cielo.

21

Los mejores planes

Varia los encontr la tarde de la segunda jornada de viaje. Lleg revoloteando con
un ululato de bienvenida y descendi para posarse en la mueca que Linsha le
ofreca.

De un salto pas a la rodilla de su amiga y parpade a la dama con sus grandes ojos
oscuros.

Algunos hombres miraron asombrados al ave de presa, pero la mayora ya estaban


acostumbrados a Linsha y a su talentosa mascota y siguieron cabalgando sin hacer
ningn comentario.

He visto a Falaius dijo Varia en voz baja, de manera que slo sir Hugh y Linsha
pudieran orla. Se alegr tanto de verme que me obsequi con una rata para m
sola.

Quiere saber lo que pensis hacer.

Dnde estn? pregunt Linsha, rascando la parte de atrs del cuello del animal.

Varia repiquete con el pico en seal del placer e inclin la cabeza, para que
Linsha pudiera llegar a todo el cuello.

Avanzan hacia el sur por la parte oriental del ro Toranth. Tienen planeado vadear
el ro dentro de un da o dos, cuando puedan cruzar los carros, y luego dirigirse
al este.

Quieren hacer que los Tarmak salgan de la ciudad. Pero cmo hacer que los cafres
vayan al lugar que t quieres?

Dicindoles dnde estn los huevos respondi sir Hugh.

Eso podra funcionar.

Dnde estn los huevos? Pregunt la hembra de bho. Y dnde est Crisol?

Linsha frunci los labios mientras pensaba en la informacin de Varia, en los


huevos y en la probabilidad de sufrir la clera de Lanther. Se volvi y observ las
huellas que se extendan detrs del carro a medida que avanzaban sobre el suelo
hmedo. Haca dos das que llova a ratos y la tierra estaba blanda bajo los cascos
de los caballos.

Haban intentado borrar sus huellas, pero luego decidieron que no mereca la pena
perder tanto tiempo. El suelo estaba demasiado embarrado. Lo nico que habra
podido ayudarlos sera que hiciera tanto fro que se helara el suelo, pero el
tiempo era sorprendentemente clido para ser finales de otoo. Los centauros,
originarios de las praderas, le haban dicho que cuando terminara el tiempo clido,
seguramente vendra un temporal de nieve.

En qu piensas? ulul Varia.

En un modo de atraer a Lanther hacia los huevos contest. Ests demasiado


cansada para volver a volar?

Slo necesito descansar un poco respondi la hembra de bho, ahuecando las alas.

Perfecto. Esto es lo que quiero que digas a Falaius. Se lo explic cuidadosamente


a sir Hugh y a Varia y, cuando hubo terminado, ambos asintieron.

Mientras Varia revoloteaba hacia la parte de atrs del carro para sentarse junto a
Calista, protegida del viento, y dormir un poco, Linsha dio las riendas a sir Hugh
y salt al suelo. Se acerc corriendo a un centauro del que slo saba que se
llamaba Mennaferen. Era un ruano de mediana edad, con patas largas y musculosas de
los buenos corredores. Le haba parecido de confianza y, de los antiguos esclavos,
era el que estaba en mejores condiciones. La vio corriendo hacia l y aminor el
paso.

Querras llevar un mensaje a Crisol? le pregunt.

Por supuesto, dama contest con una voz profunda y suave. Adnde ha ido?

Le dio las indicaciones que los elfos les haban dado para encontrar el volcn. La
expresin grave del centauro no se alter.

Mi clan es del norte, pero creo que he odo hablar de ese lugar.

Si lo encuentras, dile a Crisol que vaya a buscar a Falaius y que vamos a


desviarnos hacia el noroeste.

Vais a engaar a los Tarmak para alejarlos del nido? Pregunt Mennaferen.

S, y espero que para acercarlos a la batalla dijo Linsha, as que no sigas el


camino directo y da un rodeo.
Entonces me voy ya. Hizo una reverencia y le gui un ojo. Pero no empecis la
batalla sin m. Despidi de sus compaeros y se alej al galope.

El resto de los jinetes y los centauros unos quince en total, se reuni alrededor
de Linsha para saber lo que pasaba. Les cont su plan.

No os esforcis por ocultar vuestras huellas dijo. Queremos que Lanther nos
siga.

Y qu pasar si nos alcanza? pregunt un hombre.

Linsha se llev la mano a la empuadura de la espada.

Entonces ms vale que nos aseguremos de que estamos cerca del ejrcito rebelde.

Cmo sabremos que los Tarmak abandonan la ciudad y nos siguen? inquiri otro
hombre.

Los labios de Linsha se convirtieron en una lnea fina, y su expresin se


ensombreci.

Conozco al Akkad-Dar. Seguramente ya ha partido.

Quiz, lady intervino un centauro bayo con una herida de espada en un flanco,
sea buena idea dejar atrs un grupo que vigile y nos advierta si se acercan los
Tarmak.

Es una idea excelente respondi, contenta de que lo hubiera propuesto. Te


sientes bien como para presentarte voluntario? No le gustaba la idea de perder a
otro buen arquero, pero los centauros eran los mejores para reconocer el terreno.

Por supuesto contest, dando una patada al suelo.

Satisfecha, Linsha regres al carro y volvi a subir al banco junto a Hugh. El


grupo sigui avanzando y un poco ms tarde el centauro bayo se qued atrs, entre
unos cerros pelados. El carro y su escolta empezaron a desviarse lentamente hacia
el norte.

Por la tarde avanzaban hacia el noroeste, en direccin al ro, alejndose de los


huevos.

Si todo iba bien, los Tarmak los seguiran al lugar que Wanderer y Falaius
eligieran el lugar donde pudieran combatir y ganar.

Aquella noche muri otro herido a pesar de los esfuerzos de Calista y de Linsha.
Sus heridas no eran demasiado graves, pero el viaje sin descanso en carro y el
tiempo fro y hmedo lo remataron. Escondieron el cuerpo en una grieta honda de una
roca de gran tamao y amontonaron piedras sobre ella. En vez de aligerar el carro,
lo cargaron con rocas para que mantuviera su peso. Al da siguiente avanzaron sin
descanso, conscientes de que todava les quedaba mucho trecho por recorrer. Ni
Varia ni el centauro regresaron y Linsha no poda hacer nada ms, aparte de
preocuparse.

Sir Hugh la distrajo un rato preguntndole por la historia de Lanther y de


Ithincarthia, y l le habl de su captura, de la terrible marcha de regreso a la
Ciudad Perdida, de la prisin y la esclavitud. Linsha se dio cuenta de que el
caballero haba cambiado mucho en los meses que haban pasado desde que haba
intentado defenderla en su juicio. No haban pasado ms que meses? Parecan aos.
Se haba borrado toda apariencia infantil que Hugh hubiera podido tener. Ahora era
ms duro, ms retrado y malhumorado. Su cuerpo, antao musculoso, se reduca a
pellejo y huesos. A veces, cuando se mova, Linsha adivinaba cicatrices y marcas de
latigazos en sus piernas, brazos y cuello. Linsha se pregunt qu hara el joven si
sobreviva a esa guerra. Permanecera con los caballeros solmnicos? Mereca la
pena tanto dolor y sufrimiento? No le pregunt, pero aquellos pensamientos se
clavaron en su mente como un aguijn, y las palabras de Crisol resonaron en su
memoria: Si decidieras que los Caballeros de Solamnia ya no te bastan. Por todos
los dioses, haba algo que s bastara?

Al cuarte da lleg Crisol volando por el cielo. Iba sin la red ni los huevos,
cangado nicamente con una expresin de satisfaccin. Bati cuidadosamente las alas
llenas de cicatrices y pos su gigantesco cuerpo sobre la cima de un cerro, a
cierta distancia de los caballos.

Para evitar que todo el grupo fuera presa del miedo al dragn, Linsha descendi del
carro y corri al encuentro del Bronce. Mientras se apresuraba, no poda evitar que
una sonrisa le iluminara el rostro.

Crisol baj la cabeza para saludarla y sinti su olor con regocijo.

Encontr el volcn le dijo. Es un volcn ya viejo, pero el cono sigue all y


tambin encontr algunos conductos de lava y una antigua cmara que convert en un
espacioso nido. All estarn calientes durante un tiempo.

Linsha estaba contenta. Saba que para l no era ningn problema construir un nido
para los huevos de Latn. Haba domesticado las violentas fuerzas de los tres
volcanes que rodeaban Sanction para que la ciudad pudiera crecer y prosperar, as
que no dudaba de que tuviera la habilidad y el poder para manipular un viejo volcn
extinto.

Lo que s le preocupara era no encontrar ningn lugar adecuado. El volcn haba


sido una bendicin.

Todava parece que falta poco para que rompan? pregunt.

Demasiado poco. No s qu habrn hecho esos sacerdotes con los huevos, pero han
acelerado su desarrollo cuarenta aos o ms. No quiero dejarlos solos demasiado
tiempo. Pero Falaius tiene un mensaje para ti y yo puedo venir ms rpido que
nadie.

Un escalofro de miedo la recorri.

Varia est bien?

Slo est cansada de tanto ir y venir. Vino a buscarme, as que la dej sentada
sobre los huevos y vine a transmitirte el mensaje.

En la mente de Linsha se form la imagen de una pequea hembra de bho marrn


intentando sentarse sobre nueve huevos de dragn. Empez a rerse tontamente y un
segundo despus se carcajeaba por primera vez desde haca muchsimo tiempo.

Te lo imaginas? logr decir entre carcajada y carcajada.

Crisol ri con ella, aunque en realidad no entenda querido decir que la hembra de
bho estuviera literalmente sentada sobre los huevos. Estaban demasiado calientes
para cualquier pjaro. En cualquier caso, le gustaba verla rer.

Despus de un rato Linsha se tranquiliz e intent recuperar la respiracin.


Lo siento. Estoy tan cansada que me ro por tonteras. Se frot la cara, respir
hondo y dijo: Y ahora cul es el mensaje?

Falaius y Wanderer se encontrarn con vosotros aqu. Dibuj un mapa tosco en el


suelo con su garra. Aqu est el ro. ste es un volcn, y aqu, a unos treinta
kilmetros al norte hay un cuello volcnico bajo en un valle ancho y bastante
llano. El cuello volcnico es un vestigio de esta cadena que se extiendo hacia el
ro. Hay montaas bajas por aqu y por aqu. Les tenderemos una trampa en este
valle, utilizando el cuello volcnico como nuestro nido de dragn.

Cmo encontraremos ese lugar?

Arrastr la garra sobre el suelo, hacia el este.

Ya os habis desviado demasiado. Torced hacia occidente. Si avanzis en lnea


recta, no tardaris en ver una cadena de cuellos volcnicos a vuestra derecha.

Quedaos al sur respecto a ellos y encontraris un cauce de escorrenta. Normalmente


est seco, pero ahora lleva algo de agua, as que lo veris sin dificultad. Creo
que podris llegar en dos das.

Falaius ya est all?

Su vanguardia s. l y sus exploradores encontraron el lugar anoche. Se ha


alegrado mucho al saber que has vuelto.

Dile que nos veremos pronto dijo Linsha. Alguien sabe dnde estn los Tarmak?

Todava no. Los exploradores an no han vuelto. Varia est demasiado cansada por
hacer de mensajera y yo he estado demasiado ocupado. Necesitamos dar con ellos.

Tal vez un vuelo alto y rpido? Lanther esperar algo as.

Linsha apoy la mano en su pata y sinti el calor de las escamas lustrosas.

Todava tiene la Lanza del Abismo, Crisol. Ten mucho cuidado.

Me duele la espalda, mis alas nunca se recuperarn y todava tiemblo al recordar


esa lanza. Creme, tendr cuidado. Se despidieron. El dragn dio un gran salto y
plane en el aire. Linsha deseaba tanto ir con l pero no poda. Todava no. An
tena que cumplir con su obligacin.

Baj del cerro corriendo para alcanzar el carro y contarle a sir Hugh cules eran
los planes.

Se desviaron hacia el oeste y se apresuraron en direccin al ro y a la relativa


seguridad que ofreca el ejrcito de las Praderas.

Transcurrida ya gran parte de la tarde, Crisol volvi para informarlos de que haba
encontrado al ejrcito Tarmak. Tal como Linsha haba sospechado, Lanther haba
reunido a todos los guerreros que se haba atrevido a sacar de la Ciudad Perdida y
los haba puesto en marcha. El ejrcito se extenda en una larga fila y apenas los
separaban dos das del grupo de Linsha.

Dos das! exclam. Los Tarmak deban de haber recorrido todo el camino
corriendo.

Hay una unidad de caballera en la vanguardia que est ms cerca. Casi han llegado
al punto donde os desviasteis hacia el norte. Pronto comprobaremos se creen que
tenis los huevos.

Qu hacemos si no nos siguen?

No lo s. Hablar con Falaius y con Wanderer antes de volver al volcn para ver
cmo estn los huevos. Te diremos qu hacer.

Y se fue de nuevo, alejndose por el azul intenso de la tarde.

El Akkad-Dar no se molest en hacer montar la tienda grande para pasar aquella


noche. Orden que levantaran una pequea como los dems y se sent en su interior a
la luz de una lmpara para estudiar los mapas, mientras su ejrcito acampaba
alrededor. Haba enviado rdenes para que las unidades dispersas se reunieran con
l.

Saba que el enemigo acudira a su encuentro y disfrutaba pensando en la batalla


que se avecinaba. Pero quera a todos los efectivos disponibles y reunidos. Haba
organizado aquella marcha muy rpido, gracias al oficial al cargo de la guarnicin
de la ciudad, pero muchos de los ekwullik carecan de armas, flechas, comida y
provisiones pero la larga marcha. Haban necesitado un poco de tiempo para
prepararse. Otras unidades ya estaban listas para partir. As que el ejrcito del
Akkad-Dar haba salido de la ciudad en grupos. Ahora era el momento de que se
unieran de nuevo.

Escudri los mapas de las Praderas, un legado del Akkad-Ur, y se pregunt por
ensima vez adnde habran llevado los huevos Linsha y Crisol. Saba que faltaba
poco para que rompieran y haba que dejarlos en un nido. Tambin saba que el
dragn no poda volar distancias largas. Despus de las heridas que le haban
infligido, era increble que pudiera volver a volar. Entonces, adnde habran ido?
Era Crisol quien tena los huevos? O Linsha? Se encontraba Linsha en el carro
que estaban siguiendo?

Y los huevos? Y dnde estaba el libro que haba robado Afec?

Golpe la mesa con el puo. No saba la respuesta.

Oy un gran revuelo en el exterior de su tienda y se puso de pie para detener tanto


alboroto. Antes de que llegara a salir, su segundo dekegul retir la puerta de tela
de la tienda y lo salud.

Akkad-Dar, los rastreadores han trado un centauro.

Quiz aquello fuera la respuesta a sus plegarias, pens Lanther. Pronunci en


silencio una palabra de agradecimiento a su diosa y sali de la tienda. Encontr a
tres de sus hombres alrededor de un centauro atado y furioso. Otros dos guerreros
estaban ms alejados, apuntndolo a la espalda con sus ballestas. Se trataba de un
bayo que tena aspecto de ser uno de los esclavos huidos. Estaba delgado, demacrado
y sucio, y tena una herida en el flanco producida durante su captura. La sangre le
caa por la pata. Mir ferozmente al Akkad-Dar, pero Lanther observ satisfecho que
un ligero temblor recorra sus manos y que pateaba los cascos con inquietud.

Akkad-Dar, lo encontramos vigilando el campamento inform uno de los rastreadores


. Se niega a hablar.

Lanther cruz los brazos y observ al centauro.

Estabas con la traidora Linsha Majere? pregunt. A dnde llevan los huevos?
El centauro no respondi.

Hemos estado siguiendo unas huellas que salen de la Ciudad Perdida y que son de un
carro y de unos cuantos caballos y centauros. El grupo se dividi cerca de la
ciudad y la parte ms numerosa se dirigi al este. La voz de Lanther era cada vez
ms cortante, fra y apremiadora. Ahora se han desviado hacia el oeste, en
direccin a dnde?

El centauro jade asustado. Sus ojos miraban a derecha e izquierda, pero sigui sin
decir nada.

Muy bien dijo Lanther.

Dobl los dedos e hizo un gesto de asentimiento a los guardias. stos se


abalanzaron sobre el centauro indefenso y lo tiraron al suelo. Aturdido y jadeante,
el centauro levant la mirada hacia el Akkad-Dar, cada vez ms aterrorizado.
Lanther se acerc a l y le sujet el rostro con la mano.

El campamento se haba sumido en un profundo silencio, hasta que el centauro lo


rompi con un grito agonizante. Se retorca de dolor bajo la mano de Lanther.
Sacuda las patas, vctima de violentos espasmos. El sudor oscureci su pelaje.
Grit de nuevo y repentinamente se hizo el silencio. Su cuerpo tembl antes de
entregarse a la ms absoluta quietud. Su respiracin ces.

Lanther retrocedi, satisfecho. Mir con disgusto el cadver e indic a los


guardias que lo tiraran lejos de all.

Mi seor?

Lanther clav su mirada en la negrura de la noche.

Los huevos no estn en el carro. Se los llev el dragn. El carro slo es un


seuelo. Se qued pensativo durante unos minutos mientras el oficial y los dems
esperaban en silencio. Iremos en busca de los huevos y haremos que esas ratas
vengan a nosotros. Se dio media vuelta y volvi a la tienda.

La llamarada. El nombre revoloteaba en su mente. Lo haba visto en algn punto


del mapa. Sus manos recorrieron los rgidos pergaminos y las viejas pieles. Tena
que estar all, en alguna parte. Y entonces lo encontr, una antigua montaa, un
volcn dormido. Claro! Dirigira all a su ejrcito y obligara a esas ratas de
las Praderas a acudir a su encuentro. El dragn sera un enemigo temible, por
supuesto, pero Lanther tena muchas armas con las que enfrentarse a l. Linsha
tambin estara all y, cuando la batalla hubiera terminado y volviera a tener los
huevos, consumara su noche de bodas y su venganza. Linsha no vivira ms que el
tiempo necesario para dar a luz a su hijo, el nio de la profeca, el Amarrel.

Y tal vez la dejara ser testigo de cmo se apoderaba de las cras de dragn, para
que comprendiera que haba fracasado totalmente. S, sera lo mejor.

Un da ms de viaje. Un da ms de dura marcha, si no se rompa una rueda del


carro, si ningn caballo se quedaba cojo, si no se terminaba la comida. Si todos
resistiera un solo da ms

Linsha mir a sus compaeros y supo que no llegaran mucho ms lejos. Haban
sobrevivo a semanas de trabajos forzados, de hambre y condiciones miserables todo
para que liberaran inesperadamente y los convencieran de que cruzaran las vastas
praderas con fro y lluvia, sin las provisiones necesarias o ni siquiera una
hoguera por las noche en la que secar sus ropas mojadas. Los dos heridos estaban
resistiendo, aunque a duras penas, y el resto de la tropa estaba agotado y
hambriento. Lo nico que los empujaba a seguir era la esperanza de que al da
siguiente llegaran al cuello volcnico y al campamento del ejrcito de Falaius.
Una vez all, con suerte, podran descansar un da o dos antes de que llegaran los
Tarmak, Linsha mir hace Calista, que esboz una sonrisa cansada. La cortesana
estaba tan agotada como los dems, pues pasaba la mayor parte del tiempo cuidando
de los heridos y, ltimamente, tambin de sir Hugh. El resfriado del joven
caballero se haba complicado y ahora tosa penosamente y tena fiebre. A veces se
sentaba junto a Linsha mientras sta diriga el carro, pero la mayor parte del
tiempo, se iba con Calista a la parte trasera. Linsha tena la esperanza de que
Danian hubiera viajado con la tribu de Wanderer y acompaara al ejrcito. Seguro
que el curandero tena medicinas.

Un grito y unos sonidos lejanos llamaron su atencin. Se volvi en su asiento y


comprob que el sonido lo producan unos cascos. Alguien se acercaba velozmente,
por el camino. Los hombres y los caballos se dieron media vuelta y empuaron sus
armas mientras Linsha detena el carro. Sir Hugh se sent junto a ella y todos
esperaron en tensin.

Apareci una silueta que se acercaba al galope, gritando y hacindoles gestos. Los
centauros se relajaron.

Es Mennaferen! .grit uno de ellos.

El centauro patin y se detuvo junto al carro. Tena el pelaje hmedo y cubierto de


barro, sus flancos suban y bajaban agitadamente en busca de aire.

Los Tarmak logr decir entre jadeos no cayeron en la trampa. No estn siguiendo
el carro.

Linsha maldijo y golpe con el puo el banco del carro.

Dnde estn? grit.

Mennaferen tom aire unas cuantas veces ms y contest.

Crisol me envi para que te lo dijera. Los Tarmak avanzan hacia el ro, en
direccin al volcn.

Linsha se llev las manos a la cabeza, furiosa y frustrada.

Cmo lo descubrieron?

Crisol cree que han capturado a alguien y as se han enterado de todo.

Los dems centauros se miraron entre s. Slo faltaba un rastreador de los que
haban enviado y que supiera adnde se dirigan, y haca dos das y medio que no lo
vean.

As que Crisol lo sabe dijo sir Hugh. Dnde est l?

Est yendo a ver a Falaius para advertirlo. El ejrcito tiene que dirigirse al
sur.

Un quejido inarticulado brot de todos los presentes. Acababa de esfumarse su


esperanza de encontrar sosiego y comida al da siguiente.

Qu hacemos? pregunt Linsha. Ella saba lo que quera hacer, pero se haba
ofrecido para acompaar al grupo y no iba a abandonarlos ahora.
Crisol dijo que si podais ir al volcn y esperarlo all. Est a unos cincuenta
kilmetros de aqu.

Cincuenta kilmetros. A la velocidad que iban, eso significaba dos das, quiz un
da y medio si se daban mucha prisa.

El volcn est seco y caliente? pregunt sir Hugh, con un brillo apagado en sus
ojos.

Crisol hizo el nido dentro contest Linsha para que todos la oyeran. Est
caliente como pan recin sacado del horno y seco como el desierto.

Hubo un cambio sutil en la postura y la expresin de todos los que formaban el


grupo. Se miraron entre s y se encogieron de hombros. Cincuenta kilmetros no eran
nada si ya haban llegado hasta all. Haran un esfuerza final, sobre todo si al
final les esperaba un abrigo seco y caliente.

Como ya no haca falta seguir disimulando, tiraron las rocas del carro y
emprendieron la marcha hacia el suroeste. Mennaferen se puso a la cabeza para
encontrar el camino ms fcil para el carro. Por suerte, aquella zona era de pastos
y suaves elevaciones. No era un camino difcil, nicamente largo y tedioso.

No obstante, tenan que darse prisa. Deban encontrar el volcn antes de que
llegaran los Tarmak, Linsha decidi que, si fuera necesario, ella y Crisol
volveran a cambiar los huevos de sitio para alejarlos de Lanther. No les quedaba
otra opcin que llegar antes que los Tarmak.

22

La llamarada

Crisol se qued con Falaius, Wanderer y el ejrcito rebelde el tiempo necesario


para verlos recoger y emprender la marcha. Tenan que recorrer treinta kilmetros
por la zona del valle del ro ms hmeda y cubierta de vegetacin. Era imposible
adivinar quin llegara antes al volcn, pero Crisol decidi que estara all para
recibir a quien fuera. Alz el vuelo acariciado por la brisa del atardecer y vol
hacia el sur, en direccin a la elevacin cnica que vea dibujarse contra el
cielo, que empezaba a oscurecerse. Volaba rpido, con la esperanza de que la
pequea hembra de bho que haba dejado al cuidado de los huevos siguiera
vigilndolos sana y salva. No le haba dicho que si los huevos rompan, lo primero
que haran los dragones sera buscar comida, cualquier comida. Quiz tendra que
habrselo advertido.

Al principio estaba tan preocupado por el da que se avecinaba que no se dio cuenta
de que algo haba cambiado, un cambio drstico en su ciudad, lejos de all. Pero lo
acab notando Crisol no saba con exactitud lo que estaba pasando, pero s que era
algo de importancia vital. Todo su ser ansiaba regresar, el deseo era tan fuerte
que le dola.

Pero no poda ir. Su corazn lo comprenda. Aunque sus alas estuvieran lo


suficientemente fuertes para llevarlo a Sanction en una sola noche, no poda dejar
a Linsha y a los huevos a la merced de Lanther y del ejrcito Tarmak, Sanction
tendra que esperar. Con un suave lamento, se desvi y sigui volando hacia el sur,
dando la espalda a la ciudad que tanto amaba.
Cuando lleg al volcn, encontr a Varia sobre una roca. Pareca extraamente
inquieta.

Las plumas de sus orejas estaban hacia arriba, tena el plumaje alborotado y
caminaba de un lado a otro, sacudiendo la cabeza. Cuando lo vio llegar, vol hacia
l y se pos sobre su cuerpo.

Lo sientes? Le pregunt antes de que pudiera decir nada. Qu est pasando?

La hembra de bho tena cualidades extraas y era muy sensible al mundo que la
rodeaba. Ella tambin deba de haber percibido las extraas corrientes en los
vientos que recorran el mundo.

No lo s le contest. Pero est pasando en Sanction.

Parece que no somos los nicos que se enfrentan a una batalla, repuso ella.

Casi estaban all. Todos vean la cumbre alzarse solitario sobre las praderas. A
sus pies se distinguan las manchas oscuras de grupos de pinos, intenso contraste
con los colores pardos y rojizos de la hierba seca y las rocas desnudas. El plido
sol de la tarde baaba el cono con su luz y lo haba relucir sobre el primer cielo
azul del que la compaa disfrutaba desde haca das.

Linsha entrecerr los ojos para intentar distinguir la entrada de una cueva o algn
rastro de Crisol, pero el volcn pareca abandonado. Tambin era cierto que todava
estaban a unos siete kilmetros y poda escaprsele algo. Pero no importaba. La
tarde acababa de empezar y era probable que su pequeo grupo fuera el primero en
llegar.

Realmente se haban esforzado. Todos haban dado lo mximo, durante la noche slo
se haban detenido a descansar dos veces y se haban forzado hasta el lmite de sus
fuerzas. Merecan un buen descanso, una comida caliente y un lugar seco en el que
dormir.

Se acercaron ms a la cumbre. El terreno, modelado por los antiguos estertores del


volcn miles de aos atrs, se haca ms accidentado cerca. Se alzaba y caa en
escarpadas hondonadas. Del suelo salan extraas rocas erosionadas que parecan
huesos viejos. Sin Mennaferen ayudndolos a encontrar un camino, les habra
resultado muy difcil llegar hasta el nuevo cubil de Crisol.

Estaban a slo tres kilmetros de la cumbre cuando una escarpada hondonada les
cort el paso. Tardaron mucho tiempo en descender y llegar aliviados al fondo, con
el carro todava intacto. A su derecha haba un grupo de pinos que sombreaba el
suelo; a su izquierda, una gran roca les bloqueaba la vista y los empujaba hacia
los rboles.

Linsha estaba mirando a los caballos y cuando alz la vista vio que los rboles
estaban a slo diez pasos. Mir a su izquierda y vio la roca. Algo pequeo reflej
el sol.

Se puso rgida, con todos los sentidos en alerta. Cogi el ltigo.

Pero ya era demasiado tarde. Unas figuras enormes con la piel pintada de azul
salieron de entre los rboles y de detrs de la roca y rpidamente rodearon al
pequeo grupo. Los Tarmak formaron un crculo alrededor del carro y su escolta y se
quedaron quietos, con los arcos tirantes y las espadas listas.

Rendos! grit una voz desde los rboles.


Linsha levant las manos, de manera que los Tarmak pudieran verlas. Sir Hugh y los
dems la imitaron a regaadientes.

Un grupo de cinco Tarmak sali de la arboleda y contemplaron a los prisioneros con


desprecio.

Coged a la mujer y matad a los dems ladr un oficial en tarmakian.

No! Linsha se levant en el carro y reuni toda su osada. Empez a hablar en


tarmakian para resultar ms convincente. No mataris a estos hombres. Son mis
escoltas.

Por qu no bamos a hacerlo? Quin eres t, mujer, para discutirlo?

Sabes perfectamente quin soy, pues el Akkad-Dar te envi para capturarme. No era
ms que una suposicin, pero Linsha se imaginaba que sera cierta. Yo soy la
Drathkinkela, la amiga de los dragones, y la Elegida del Akkad. Si matis a mi
escolta, no tendr ningn motivo para no enfrentarme a vosotros y, cuando me hayis
matado, tendris que informar al Akkad-Dar de que sois los responsables de mi
muerte.

El oficial no se movi ni habl, pero observ a los prisioneros como si estuviera


considerando las palabras de la mujer. Pase la miraba por los jinetes exhaustos,
los centauros, los heridos, la mujer en la parte trasera del carro y la atrevida
Drathkinkela que los defenda a todos. Asinti.

Traedlos a todos orden.

No os resistis dijo Linsha a su tropa. Por ahora colaborad.

Hombres y centauros tiraron las armas y siguieron a sus captores. Un Tarmak trep
al carro y empuj a Linsha a la parte de atrs para dirigirlo l. Pasaron junto a
la gran roca y se encaminaron hacia una ladera rodeada de muchos rboles y
atravesada por profundas grietas. Linsha no se sorprendi cuando se adentraron
entre los rboles y encontraron el ejrcito Tarmak oculto al abrigo del bosque.

El miedo le atenaz el estmago, Lanther la estaba esperando. Lanther y su clera


por haberlo traicionado. Empez a preguntarse si no sera mejor luchar a muerte
contra los Tarmak que volver a caer en manos de Lanther. Lo vio en un claro rodeado
de sus oficiales de ms graduacin, con el cuerpo pintado de azul y el rostro
cubierto por la mscara de Akkad. A pesar de ser ms bajo y de complexin ms
menuda, irradiaba una arrogante seguridad en s mismo y un sentido de justificada
superioridad que le hacan destacar entre el numeroso grupo de guerreros ms
fornidos. Linsha sinti que se le haca un nudo en el estmago.

El dekegul detuvo a sus guerreros cerca del lugar donde estaba el Akkad-Dar y mand
a dos de ellos a que fueran a buscar a Linsha.

La dama decidi no empeorar las cosas oponiendo resistencia. Apret la mano de


Calista, toc a sir Hugh en el hombro y baj del carro sin que los Tarmak tuvieran
que obligarla. Antes de que los guardias pudieran empujarla, se dirigi
directamente hacia el Akkad-Dar y lo abord, con los brazos cruzados e irradiando
ira por todos los poros de su piel. Si fij en que luca el peto de escamas de
dragn y una espada lo suficientemente grande para cortar la cabeza a un minotauro.

Cmo has llegado aqu tan pronto? pregunt con voz airada.

Yo tambin me alegro de verte. Lanther cruz los brazos e imit su postura.


Crees que permitira que mi esposa fuera a la guerra sin m? El dragn no quem
todos los barcos. Se acerc un paso ms y la cogi por la mandbula. Por qu te
fuiste? le silb al odo.

Sus dedos parecan de acero y se clavaban con tanta fuerza en su piel que Linsha no
poda mover la mandbula. Sus ojos encontraron los del hombre, detrs de la
mscara.

El terror se apoder de ella al pensar que utilizara aquel hechizo que le


desgarraba la mente. Se intent zafar de l con tal mpetu que tropez con una
piedra y cay de espaldas. Se dio en la cabeza. A travs del intenso dolor oy las
carcajadas y las palabras cortantes de los Tarmak.

Alguien la puso de pie y le at los brazos. Lanther observaba cmo la reducan y,


cuando hubieron terminado, registr el carro y encontr la bolsa de piel.

Sostenindola cerca del rostro de Linsha, dijo.

Cuando esto haya acabado, consumaremos nuestro matrimonio, y cuando haya terminado
contigo, ningn otro hombre volver a tocarte.

Por qu ese libro es tan importante? gru ella. Qu tengo que ver yo con lord
Ariakan y Amarrel?

Lanther lanz una carcajada de satisfaccin.

Es por la profeca ms importante de Afec, que hizo cinco aos antes de que yo
llegara a las Praderas. El emperador, la emperatriz y yo fuimos los nicos que la
escuchamos. Se inclin ms cerca de ella y Linsha sinti el fro metlica en su
oreja mientras le susurraba: El Amarrel todava no ha nacido. Ariakan enga al
padre de Khanwhelak. El clrigo guerrero ser Drathkinkelkhan, el hijo de la
Elegida de los Dragones. Y yo ser su padre, mi querida Drathkinkela.

Linsha estaba demasiado perpleja para comprenderlo. Lo nico que poda hacer era
mirarlo, inmersa en el dolor y la incredulidad.

Lanther se volvi hacia el grupo de Linsha.

se! exclam sealando a Mennaferen. El centauro mir a los cafres que lo


rodeaba y avanz hacia el Akkad-Dar.

Linsha mir hacia l, pero tena la visin borrosa y no distingua ms que su


pelaje rojizo.

Por favor, no lo mates susurr.

No tengo intencin de hacerlo repuso Lanther. Va a servirme para una cosa.

Ahora, escucha atentamente, centauro. Vas a subir a esa cumbre, por la ladera
occidental. Ve a la entrada que hizo el Dragn de Bronce. El dragn est all.

Se diriga al centauro como a veces los adultos hablan a un nio tonto y a Linsha
le pareci humillante. Se retorci bajo sus ataduras, pero nadie le hizo caso.

Dirs al dragn prosigui Lanther que los Tarmak han atacado a tu grupo cerca
del ro. Lady Linsha Majere necesita desesperadamente su ayuda. Hars lo que sea
necesario para que el dragn salga de la cueva o matar a estos amiguitos tuyos. Si
intentas advertirlo, los matar a todos. Lo has entendido?
El centauro asinti, inexpresivo.

Bien. Lanther levant un dedo.

Linsha oy el chasquido de una cuerda de un arco, el silbido de una flecha cortando


el aire y el gemido de Mennaferen, que dio un salto hacia atrs. Preocupada por l,
Linsha luch por aclarar su visin y por fin logr ver una flecha Tarmak saliendo
de la grupo del centauro. No era una herida grave, pero sera dolorosa y sangraba
tanto que pronto se pelaje se ti de rojo.

Ya puedes ir dijo Lanther haciendo un gesto con la mano.

Cojeando, el centauro se alej al trote corto tomando el camino ms directo hacia


la cumbre.

Linsha sinti que la levantaban y la cargaban como un fardo sobre el hombro de un


fornido guerrero. Levant la cabeza y vio que agrupaban a los suyos y los conducan
entre los rboles. No poda hacer nada por ellos, ms que albergar la esperanza de
volver a verlos. Calista la despidi con la mano. Y desaparecieron en la espesura
del bosque.

Entonces ya no tuvo tiempo para elucubraciones. La llevaron entre los rboles hasta
llegar a otra hondonada donde una hilera de caballos enormes descansaba a la sombra
de los pinos Linsha reconoci los caballos damjatt de Ithincarthia. Lanther y sus
guardias montaron y se prepararon para el trayecto, mientras colocaban a Linsha
detrs de Lanther, en su mismo caballo. l cogi una cuerda larga, la rode con
ella las muecas y la at.

Adentro. Con un movimiento de cabeza, seal hacia la entrada de la cueva. Esta


noche beberemos Awlguarud Drathkin!

Los guerreros vitorearon.

No! chill Linsha.

Lanther estaba dndose la vuelta para responderle cuando un guerrero grit:


Akkad-Dar! Ah viene!

Todas las cabezas se volvieron, todos los ojos se clavaron en el bosque que tenan
a sus pies, donde se ocultaba el ejrcito Tarmak, Una silueta alada sobrevolaba los
rboles tan rpido como sus alas se lo permitan.

La luz del sol se reflejaba en sus escamas de bronce. El dragn liber su furia en
un bramido y lanz un potente rayo abrasador hacia los rboles, donde esperaba el
grueso de los guerreros. Los rboles se envolvieron en llamas. Flanqueado por el
humo y las columnas de ceniza, el dragn se lade hacia la cumbre y carg contra el
grupo que estaba en la cornisa del volcn.

Con una maldicin, Lanther dej caer la cuerda y corri hacia los caballos. Slo
entonces, Linsha se fij en otra cosa que Lanther haba llevado consigo. Estaba
atada en el lomo de uno de los caballos. Uno de los guerreros se la llev el Akkad-
Dar. Linsha reconoci la lengeta oxidada y el astil largo y negro: la Lanza del
Abismo. Se multiplic el miedo que senta por Crisol. El Akkad-Dar apoy el peso
del arma sobre su hombro y mir a Linsha con crueldad. Mont en un caballo y puso
la lanza en ristre.

Crisol! Crisol, no! grit Linsha.

Corri delante del caballo, pero un Tarmak la agarr por los brazos y la levant
por encima de la montura de Lanther, sentndola delante de l. Linsha sinti que,
se le entrecortaba la respiracin, un intenso dolor en el pecho y que la cabeza le
iba a estallar.

El rugido del dragn reson sobre la cumbre e irradi su terror como una ola de
calor. Lanz una llamarada corta que mat a varios guerreros y pas volando, con la
cabeza ladeada, buscando a Linsha.

Ella sinti el golpe del viento que desplazaban sus alas cuando pas por encima.
Del suelo se levant una nube de polvo. Casi al mismo tiempo el caballo que
montaban Linsha y Lanther se encabrit, aterrorizado, y los guerreros
supervivientes se tiraron al suelo, presos del pnico.

Linsha se esforzaba por mantenerse sobre el caballo aterrado, pues saba tan bien
como Lanther que Crisol no lo atacara, mientras ella se interpusiera. Si tan slo
lograra que Lanther dejara caer la lanza Levant la cabeza y vio girar a Crisol.

Tarmak! Chill Lanther. De pie! Utilizad las flechas de acero! En veneno lo


har caer!

Linsha se qued paralizada. Qu veneno?

Obedeciendo la orden del Akkad, los guerreros se pusieron en pie. Sacaron unas
flechas con las lengetas forjadas y templadas en las fraguas de Ithincarthia.

Levantando los arcos clavaron la mirada en el dragn que se aproximaba.

El caballo de Lanther resopl. A pesar de los movimientos bruscos del animal, ms


los esfuerzos de Linsha por liberarse, el Akkad-Dar se mantena firme sobre la
silla y sujetaba con fuerza la lanza. Con un tirn brusco del freno, oblig al
caballo a girar la cabeza y consigui que se quedara quieto un momento.

Linsha oy el aleteo de las alas de Crisol y el chasquido de los arcos. El dragn


lanz otro rayo de fuego abrasador a los guerreros, despus se hizo a un lado y
emiti un rugido de dolor.

Le habis dado? grit Lanther.

Los pocos que seguan en pie vitorearon a destiempo. Por lo menos una de las
flechas hechas especialmente se haba clavado en las duras escamas del dragn.

Desesperada, Linsha vio fugazmente a Crisol en el cielo. Ganaba altura para girar y
sobrevolarlos por tercera vez.

De repente la cabeza del dragn qued colgando y su furioso batir de alas se


convirti en un aleteo desacompasado. Perdi el control del vuelo y su pesado
cuerpo empez a caer. Retorcindose en el aire, descendi por el cielo y se
derrumb en la ladera del volcn, slo a unos cientos de pasos por debajo de la
cornisa. Su cuerpo qued inmvil, nicamente las alas se contraan.

Linsha no poda emitir ningn sonido, se haba quedado aturdida al presenciar su


cada.

Rebosante de jbilo, el Akkad-Dar lanz un grito de guerra, alz la lanza y espole


el caballo hacia el dragn cado.

Rebosante de jbilo, el Akkad-Dar lanz un grito de guerra, alz la lanza y espole


el caballo hacia el dragn cado.
La silla de montar se clav dolorosamente en Linsha. Se debati por mantenerse
sobre el caballo en esta ocasin no slo para intentar ayudar a Crisol, sino para
no rodar por las rocas o caer bajo los cascos del caballo. Sus manos se aferraron a
las piernas y a la cintura de Lanther, y su peso desequilibr al jinete. ste la
maldijo, pero no poda soltar las riendas ni la lanza para quitrsela de encima.

Ambos se sujetaron con determinacin mientras el caballo se lanzaba ladera abajo


hacia el dragn herido. En su ataque de desesperacin. Linsha reuni todas sus
fuerzas e hizo un ltimo esfuerzo. Se ech hacia un lado y agarr la lanza.

Aquel movimiento brusco hizo perder el equilibrio al caballo, que se tambale. La


lengeta negra destinada a las costillas del dragn se desvi, se estrell contra
una piedra y se clav en el anca de Crisol, rompiendo el estupor en el que lo haba
sumido el veneno. El Ronce rugi, su agona ahog todos los sonidos del mundo.

El golpe tir a Linsha y a Lanther del caballo, y los lanz al suelo, cerca de
Crisol. El caballo, al verse libre de la pesada carga de su lomo y del intenso
dolor en la boca, ech a correr ladera abajo.

Linsha yaca boca arriba mientras el mundo le daba vueltas alrededor y unas
lgrimas le bajaban por las mejillas. Crisol haba dejado de chillar. A Linsha le
dola cada hueso, cada msculo y cada nervio de su cuerpo. Deseara quedarse
inmvil, pero oa los movimientos de Lanther entre las rocas y la respiracin
trabajosa de Crisol. Al menos el dragn segua vivo.

Gir sobre un costado y se puso de rodillas. El vrtigo y el dolor se apoderaron de


sus sentidos, pero pareca que no tena nada roto, slo estaba magullada.

Maldita seas! le grit Lanther.

ste se puso de pie trabajosamente y desenvain la espada. En la cada haba


perdido la mscara y un hilo de sangre le bajaba por el rostro pintado de azul, por
un corte profundo que tena sobre la ceja. Camin cojeando y levant la espada,
dispuesto a clavrsela a Crisol en el ojo y llegar al cerebro. Linsha cogi el arma
que tena ms a mano, una piedra del tamao de un puo, y la lanz a la espalda del
Akkad-Dar. Tantos aos de malabares le haban valido para tener una excelente
puntera, por lo que la roca lo golpe en toda la nuca.

Lanther se inclin hacia adelante, intent mantener el equilibrio con los brazos,
sin conseguirlo, y se le cay la espada de la mano, cerca de la cabeza de Crisol.
Trat de recuperar la espada mientras Linsha buscaba otra piedra. Se estaba echando
hacia atrs para lanzarla, cuando Crisol se movi. Abri un ojo lentamente, lade
la cabeza.

Lanther apenas tuvo tiempo de alejar la mano de la espada antes de que los
colmillos del dragn se cerraran justo encima de la hoja. Frustrado su intento de
recuperar la espada, el hombre se lanz hacia la Lanza del Abismo, que segua en la
pata trasera de Crisol.

No, no! chill Linsha, mientras le lanzaba ms piedra.

Furioso, el Akkad-Dar se alej del dragn. Una mezcla de sentimientos se reflejaba


en su rostro teido de sangre: odio, rabia, celos y dolor. Sus ojos azules
centelleaban con la intensidad de un relmpago, se dio la vuelta y ech a correr.

Linsha saba adnde se diriga, pero no poda ir tras l. Todava no. Se acerc
gateando a la cabeza de Crisol con los ojos anegados en lgrimas.

Sigues vivo se asombr y le toc las mejillas, las cejas, el cuello, como si le
costara creer lo que le decan sus ojos. No me dejes! Lucha contra el veneno.
Lucha contra l!

Lo intentar.

Su respuesta lleg a su mente como un suave murmullo.

Linsha se llev la mano a las escamas que pendan de la cadena y se concentr para
invocar el poder curativo de su corazn. Tena que curarlo, pues la sola idea de
que muriera la desgarraba como la peor de las pesadillas. Aunque lo intent
vehementemente, no pudo completar el hechizo. La magia borbot en su sangre y
desapareci inmediatamente, absorbida por las almas de los muertos que la rodeaban.

Lo siento susurr.

No los sientas. Vete. Su prpado se cerr lentamente. Salva los huevos.

Las lgrimas de Linsha se deslizaron hasta las escamas brillantes del morro del
dragn y tuvo que luchar contra s para dejarlo tumbado en la ladera del volcn e
ir en busca del Akkad-Dar. Dej la espada de Lanther donde estaba, porque era
demasiado pesada para ella. Encontrara otra en la cornisa. Se apresur a subir la
pendiente.

Cuando lleg al saliente, descubri que todos los guerreros Tarmak, menso dos,
haba muerto. Los dos supervivientes la miraban mientras Linsha trepaba por el
borde de la cornisa para llegar a la entrada de la cueva. Con las espadas
desenvainadas, avanzaron hacia ellas.

Resonaron los cuernos entre los rboles del norte y la respuesta lleg desde la
cara sur del volcn. Los dos Tarmak se detuvieron y miraron hacia el prado que se
extenda a sus pies. Los guerreros que haban sobrevivido huan hacia la pradera
para escapar del humo y las llamas. De repente una cortina oscura de flechas sali
de los rboles y cay con certera y mortal puntera sobre los guerreros que
intentaban escapar. Los cuernos Tarmak emitieron otra seal de alarma cuando una
larga hilera de hombres de las llanuras a caballo y de centauros sali del bosque.
Volvieron a llover las flechas y los jinetes cargaron bajo ellas contra los Tarmak.
El valle qued envuelto en el fragor ensordecedor del encuentro de los cuerpos y
las armas, los gritos de los combatientes, los bufidos de los caballos y el rtmico
redoble de los tambores.

Desde la cornisa, los dos enemigos contemplaban el ataque del ejrcito del pueblo
de las Llanuras. Los Tarmak miraron hacia la caverna con inquietud y, con el
entrecejo fruncido, volvieron a concentrarse en la batalla encarnizada que tena
lugar a sus pies.

Linsha aprovech su distraccin. Pas rpidamente por delante de ellos hacia la


cueva, cogi la espada de un Tarmak muerto y se lanz hacia la entrada de la
caverna.

Ninguno de los dos Tarmak la sigui.

Corri hacia el interior y la luz del sol no tard en desaparecer a su espalda.

23
Instinto maternal

El tnel avanzaba en lnea recta, las paredes eran lisas y el suelo estaba
nivelado.

Una intensa oscuridad envolva a Linsha, lo que la obligaba a caminar pegada al


muro y tanteando el camino. Nada ms entrar not que el aire era clido y seco, y
que haba un ligero olor a piedras fundidas. Tema llegar al final y ver que los
huevos estaban a punto de romper. Lanther los destrozara y ella habra fracasado.
Le pas por la cabeza dnde estaran Varia y Mennaferen y dese que se hubiera ido
cuando crisol se fue volando.

No tard en vislumbrar una luz plida delante de ella y comprendi que el tnel
estaba a punto de llegar a su fin. No slo no aminor el paso, sino que se lanz en
una carrera frentica hacia la cmara y la luz. Saba que el Akkad-Dar estara
esperndola.

Con la espada firmemente agarrada, sali del tnel. Abri los ojos como paltos al
ver, maravillada, el montculo que se alzaba delante de ella.

Crisol haba encontrado una cmara formada mucho tiempo atrs por las violentas
fuerzas internas del volcn. Crisol haba nivelado el suelo, agrandado la estancia
y abierto dos pequeas grietas en un lateral del cono para que entrase el aire y la
luz.

Tambin haba construido un nido en el centro, formando un gran montculo con arena
y tierra en el que descansaban los huevos. Superaba los dos metros de alto y tena
unos seis de dimetro. El aire estaba muy caliente, lo que hizo preguntarse a
Linsha si crisol habra calentado rocas para dar ms calor al nido.

Sube aqu.

Alz la vista hacia el montculo y vio a Lanther en lo alto, con un huevo. Linsha
se fij que no llevaba guantes y que, an as, estaba sostenindolo entre las mano.

Tanto se habran enfriado los huevos?

Qu vas a hacer? pregunt.

Sube o los romper todos. Deja la espada.

Linsha saba que no tena opcin. No haba rastro de Varia ni de Mennaferen y nadie
ms saba que estaba all. Con el corazn en la garganta, tir la espada a la base
del montculo y trep por la inclinada pendiente.

En lo alto, el montculo se hunda formando una especie de cuenco. Semienterrados


haba ocho de los nueve huevos. Estaban ms oscuros de lo que recordaba. Tambin
parecan ms blandos, y descubri unas muescas y arrugas en la cscara que nunca
antes haba visto. Uno de los huevos se agit un poco.

Linsha parpade. Volvi a mirar, pero los huevos estaban inmviles. No puede ser,
pens. Era demasiado pronto.

Nunca tuviste la intencin de entregarme los huevos. Habras dicho cualquier cosa
con tal de convencerme de que fuera a Ithincarthia. Qu te hizo pensar que yo
sera la madre de un semidis Tarmak? pregunt, hablando en voz baja y con un tono
burlesco. O que t sera el padre?
Lanther miraba a lo lejos, su atencin se centraba en algo que slo l poda ver.
Al or sus palabras, lade un poco la cabeza y clav los ojos en Linsha.

Afec lo predijo contest. Y yo lo vi en mi visin de Takhisis, cuando super la


Prueba en Neraka. Gracias a mi diosa lo vi todo: la cada de la Ciudad Perdida, la
conquista de las Praderas, mi unin con la Drathkinkela. Nuestro hijo ser
Amarrel, el clrigo guerrero que traer la paz y la prosperidad a mi pueblo durante
mil aos.

Linsha se inclin hacia adelante y dijo:

Takhisis se ha ido. Abandon este mundo. Te han engaado. Y yo morira antes de


dar a luz un hijo tuyo!

Una sonrisa tan glida como los vientos del Muro de Hielo asom a los labios de
Lanther y se congel en sus ojos.

Te equivocas, esposa ma. Takhisis est aqu, en el mundo. Ha venido a reclamar lo


que le pertenece.

El rostro del Akkad-Dar estaba cubierto de sangre, suciedad y pintura azul. Pero se
distingua claramente la victoria arrogante y satisfecha que irradiaba su figura,
incluso pareca que poda tocarse. Framente, tir el huevo de dragn al suelo y lo
pisote.

No se hizo aicos como Linsha esperaba, sino que se parti con un crujido
espeluznante y se abri bajo el pie de Lanther. Apareci una cra de dragn boca
arriba. Lloraba lastimeramente y sacuda las patas. Las carcajadas de Lanther
resonaron en toda la cueva.

Horrorizada, Linsha intent cogerlo, pero Lanther levant el brazo y clav la punta
de su daga en el pequeo cuerpo. Lo levant por el cuello, inerte, para que lo
viera.

Linsha chill furiosa y se lanz sobre l, haciendo que los dos cayeran sobre el
suelo.

Lanther tanteaba con las manos para encontrar la daga mientras rodaban y
resbalaban.

Aqulla no era la manera ms inteligente de atacar a un hombre ms alto, recio y


mejor entrenado que ella, pero el nico pensamiento de Linsha era proteger las
jvenes vidas que encerraban los huevos. El cuerpo de la cra muerta la miraba
macabramente. El dolor de su muerte despertaba la fuera de Linsha. Luch con puos
y pies, con codos y rodillas, para alcanzar la daga y alejar a Lanther de los
huevos.

El Akkad-Dar le devolvi los golpes, con tanta determinacin como ella. Lanther le
peg un puetazo en la mejilla y se alej con grandes esfuerzos. La daga centelle
con velocidad endiablada y le desgarr la manga, hirindola en el antebrazo.

Linsha le agarr del brazo y lo oblig a apartarla. La mejilla le lata y el brazo


le quemaba, pero apenas se daba cuanta. Golpe la nariz de Lanther con la mano
abierta y sinti una enorme satisfaccin al notar que el cartlago cruja bajo la
palma y Lanther empezaba a sangrar. Golpe la nariz rota una y otra vez, la sangre
salpicaba a los dos.

Lanther empezaba a sangrar. Golpe la nariz rota una y otra vez, la sangre
salpicaba a los dos. Lanther puso los ojos en blanco y Linsha carg de nuevo,
luchando por hacerse con la daga, pero l retrocedi tambalendose y segua sin
poder alcanzarlo.

Mientras luchaban en el borde del mullido montculo, Linsha sinti que algo se
mova. Crisol haba amontonado apresuradamente la tierra, sin apelmazarla bien. De
repente, el suelo cedi bajo ellos y Linsha cay por un lateral en medio del
derrumbe.

Lanther cay a su lado y solt la daga. Se levant una nube de polvo, que se qued
danzando en el aire iluminada por el rayo de sol que haca brillar los huevos.

Ahogada por el polvo, Linsha tosi e intent levantarse. Lanther la tir de nuevo y
la aprision con una rodilla. Las manos de Lanther se aferraron a su garganta. El
desprecio deform su boca, se ech hacia adelante y cogi el cadver sucio y
pegajoso de la cra de dragn.

Mi diosa ha vuelto dijo entre dientes, escupiendo sangre. De ella y de la magia


de los dragones, obtengo mi poder. Se ech a rer y en su rostro azul se
reflejaron un odio y rencos espantosos. Te amaba y deseaba gozar de tu cuerpo y tu
mente. Pero ya que has elegido enfrentarte a m, me contentar con tu cuerpo. No
necesitar una mente para ser el vientre de mi hijo.

Sus palabras aterrorizaron a Linsha. Destrozara su alma, la reducira a una cabeza


vaca y un corazn fro. Intent hundirse ms en el montculo para no sentir tanta
presin en la garganta, intent escabullirse del peso que le oprima el pecho. No
logr zafarse de sus garras. El miedo agrand sus ojos. El corazn le lata
desbocado en el pecho.

Lanther cerr los ojos, murmur una sarta de palabras incomprensibles y pronunci
un hechizo para absorber la magia de la cra de dragn y de las escamas del peto
que llevaba. La magia negra acudi a su llamada y lo ba en luz. Con una mano la
sujet por la frente.

El dolor desgarr el alma de Linsha.

El lejano norte, en la ciudad de Sanction, tambin se combata encarnizadamente.

Dragones Plateados y Dorados, Caballeros de Solamnia, elfos y humanos se


enfrentaban a la Reina Oscura, Takhisis para proteger la ciudad que Crisol haba
reconstruido. Mientras hombres y elfos moran en los cielos y las murallas de la
ciudad, la misma diosa lleg envuelta en una tormenta de nubes negras en un carro
tirado por cinco dragones. Descendi del carro al campo de batalla y observ a la
audiencia que la contemplaba cautivada. Ellos era testigos de su llegada al mundo
mortal y ellos seran quienes se arrastraran ante ella.

Una mujer la aguardaba. Una joven, poco ms que una nia, con el cabello corto y
pelirrojo, ojos del color del mbar y el poder de liderar un ejrcito. Aquella
muchacha se lo haba entregado todo a su Reina y ahora esperaba, con la cabeza
inclinada. Su alma ansiaba ofrecerse ella misma en sacrificio.

Takhisis alarg el brazo para tomar la ofrenda de la joven.

Encontr resistencia. Su magia fallaba y sus fuerzas retrocedan consternadas.

Ella, que haba osado robar un mundo y convertirlo en su esclavo, se daba cuenta
ahora de que sus planes se estaban derrumbando a su alrededor.

Los dems inmortales por fin la haban encontrado, haban encontrado el mundo que
les haba ocultado.
Los dioses haban regresado.

Claro e intenso como el sol sobre el roco de la maana, un gorjeo atraves la


oscuridad del tnel. Se propag por la cueva y reson en las paredes, como los
primeros cantos de los pjaros que anuncian la primavera. La letra que acompaaba
la jubilosa meloda despejo la niebla oscura que atenazaba la mente de Linsha y
aclar su entendimiento.

Varia irrumpi en la cueva gritando cuanto le permita su magnfica voz.

Los dioses! Han vuelto! Describi un crculo y descendi en picado, cantando de


alegra.

Linsha not que Lanther titubeaba. Pareca que su magia, antes tan poderosa y
arrolladora, abandonaba la mente de Linsha. El intenso dolor se desvaneci para
convertirse en un latido sordo.

Lanther sacudi la cabeza.

No! Takhisis escchame!

No recibi respuesta. Linsha haba hablado muchas veces de los dioses. Haba
pronunciado sus nombres, haba escuchado sus historias de la boca de sus padres,
haba conversado con los clrigos solmnicos que se negaban a abandonar sus
deidades. Pero jams haba suplicado a un dios que la ayudara hasta que sinti que
la magia del Akkad-Dar se desvaneca y percibi con una seguridad inexplicable que
los dioses del pueblo, por fin haban regresado a su mundo.

Kiri-Jolith! implor al dios ms venerado por los caballeros solmnicos.


Aydame!

Por primera vez en su vida, su oracin obtuvo respuesta. El amor, clido y dulce,
se extendi por sus msculos y sus huevos, el consuelo arrop su mente. Se levant
y dio un golpe a Lanther en el pecho. l intent asirla, pero Linsha le apart la
mano y lo agarr por el peto de escamas de dragn.

Lanther haba intentado utilizar el poder de las escamas para sus malvados fines,
pero aquellas escamas pertenecan a un Dragn de Bronce. Los Dragones de Bronce era
metlicos; dragones del bien, dragones de luz. Su poder no poda corromperse por
mucho tiempo.

En ese momento la Majere invocaba la magia de las escamas y nada podra detenerla.
Su talento inherente y su empata por los dragones atrajeron la magia a su mente, y
la multiplicaron por cinco. Y ella la someti a su voluntad. La lanz contra el
Akkad-Dar, impulsada por todo el dolor y la furia acumulada.

La magia explot en l. Se agarr la cabeza entre las manos y su rostro se deform,


reflejo de su agona. Grit hasta quedarse sin voz. Retrocedi tambalendose,
alejando el peto de escamar de las manos de Linsha. Su cuerpo sugiri varias
convulsiones antes de quedar tendido sin fuerzas, gimiendo, con los ojos en blanco
clavados en el techo.

El poder se alej del control de Linsha, dejndola exhausta y entusiasmada a un


tiempo. Temblando, fue a recoger la espada que haba tirado. Lanther pareca
aturdido, pero, estuviese consciente o no, Linsha iba a terminar lo que tendra que
haber hecho en la casa del jardn del palacio imperial. Lanther no vivira para un
nuevo da.
Linsha! Grit Varia. Ven aqu arriba! Algo va mal! La hembra de bho
revoloteaba sobre el montculo, mirando los huevos.

Todo pensamiento relacionado con Lanther y la espada se desvaneci. Linsha trep


por la ladera del montculo y comprob preocupada que los huevos se agitaban.

No! Exclam con voz ahogada. Yo no s nada sobre cras de dragn a punto de
nacer!

No lo hacen ellos solos? pregunt Varia en su hombro.

Linsha trag saliva. Al darse cuenta de su ignorancia, se sinti como si le


hubieran pegado un puetazo en el estmago. No saba qu hacer para ayudarlos.

Supongo que contest, que la mayora s. Pero stos son distintos. Estn
naciendo demasiado pronto, estos huevos son diferentes! Las cscaras son blandas,
pero resistentes. No se resquebrajarn. Tal vez las membranas sean demasiado
gruesas. Si no logran salir del huevo

No termin la frase. Se agach y apoy las manos suavemente sobre uno de ellos.

Sinti en su mente una splica desesperada y silenciosa que provena del interior.

Extendi las manos sobre los dems huevos y percibi la misma desesperacin en
todos.

Estn en apuros! grit. Qu hago?

Qudate junto a ellos. Creo que pueden percibir tu presencial. Yo voy a buscar a
Danian.

Varia ulul y sali volando.

Linsha se tranquiliz al saber que el curandero estaba cerca. Danian haba hecho
que crisol sanara. l sabra encontrar la manera de ayudar a aquellas cras. Volvi
a pensar en Kiri-Jolith y, tras pronunciar una sincera oracin de gracias, aadi
una nueva splica por la salud de las cras y la vida del Dragn de Bronce, que
haba hecho tanto por ella.

Resiste, crisol murmur.

Linsha!

Se sobresalt al or que una voz familiar la llamaba, proveniente del tnel.

Resonaron unos cascos sobre el suelo y, para su alivio y alegra, Varia lleg
volando acompaada por un centauro que conoca muy bien. Lenidas. ste entr en la
caverna al trote, con dos hombres sobre su lomo: un anciano de las tribus con los
ojos lechosos y un joven extranjero de tez plida y cabello pelirrojo, Danian y
Tancred.

Ambos descabalgaron y corrieron hacia el montculo.

Lenidas, recurdame que despus te digo cunto me alegro de verte grit Linsha
antes de saludar a los dos recin llegados. Rpidamente les cont todo sobre los
huevos y el horrible experimento de los Tarmak Danian se arrodill junto a Linsha y
apoy las manos en un huevo. Sus ojos apagados miraron el infinito.

Esas cras estn en peligro dijo. Deben salir de los huevos.


Ya lo s respondi Linsha con impaciencia. Qu podemos hacer?

En primer lugar, tienes que consolarlos.

Linsha mir los ocho huevos.

Qu?

Danian le tom la mano y la dej descansar sobre la cscara rugosa de uno de los
huevos.

Debes ser una madre para ellos. Consulalos. Diles que los vas a ayudar, que no
hace falta que luchen contra la cscara. Cuando estn relajados, podemos intentar
abrir los huevos sin herirlos. Pareca darse cuenta de la confusin y
consternacin en que se hallaba sumida Linsha, pues volvi los ojos sin luz hacia
ella y asinti. Puedes hacerlo. He visto un gran poder en ti. Al principio no lo
entenda, hasta que pas ms tiempo con Crisol.

Linsha intent rerse, pero no logr ms que emitir un ruido ahogado.

Puede que sea una Majere, pero todo el talento para la magia se lo qued mi
hermano, no yo.

Danian neg con la cabeza.

Ests equivocada. Lo que pasa es que tu magia es diferente. Tienes empata con los
dragones, y ellos lo sientes y te corresponden. Aprovchalo con las cras.

Empata con los dragones? Ya lo haba sospechado. Afec se lo haba dicho muchas
veces. Era eso posible? Ella saba que senta atraccin y respeto por los dragones
de colores metlicos. Sera posible que ese aprecio estuviera basado en algo
innato?

Sus ojos buscaron a Varia, una de las criaturas ms sabias que conoca, y lanz una
mirada inquisitiva a los ojos tranquilos de la hembra de bho. Varia lade un poco
de cabeza. Le gui uno de sus enormes ojos marrones.

Lenidas dijo Linsha. Por favor, puedes ir junto a crisol? Dile que los huevos
estn rompiendo. Qudate con l. Yo ir tan pronto como pueda.

El centauro se alej trotando.

Linsha inspir profundamente. A pesar de que la magia haba vuelto a ella, se


senta agotada.

No s si podr conseguirlo con todos los huevos.

No creo que te cueste mucho replic Danian. Las almas de los muertos han sido
liberadas. Ya no estn bajo el control de Takhisis.

Linsha se detuvo. No haba pensado en eso. Sorprendida, por un momento pas por su
memoria una serie de rostros familiares: sir Morrec, los caballeros, sir Remmik,
Mariana, Iyesta, Ian y muchos otros que haban muerto y cuyas almas haban quedado
atrapadas en el mundo de los vivos. Esperaba que Danian tuviera razn y ya pudiera
irse, no slo por ellos, sino tambin por la magia. Qu maravilloso sera crear un
hechizo y poder concluirlo sin que las alamas de los muertos lo desbarataran.

Arrodillndose entre los huevos, Linsha extendi los brazos para abarcarlos todos.
Cerr los ojos para concentrarse mejor y se sumergi en su interior para encontrar
el poder que necesitaba. Cuando se hizo la quietud en su mente, se centr en el
latido de su corazn, donde resida su poder.

S una madre para ellos. Haba dicho Danian. Pero lo que haba sido durante toda
su vida adulta era una Dama de Solamnia. No saba cmo ser una madre.

S que sabes, susurr una parte de su instinto, los instintos que haba ignorado
hasta entonces. Piensa en tu madre. Recuerda su compasin. Su fortaleza. Su amor.
Su sacrificio. Su determinacin a hacer cualquier cosa para proteger a sus
pequeos.

Sinti que la energa de la magia se prenda como una chispa. La aliment


cuidadosamente con la yesca de su voluntad y la sinti arder como nunca. Haba
utilizado el poder de las escamas de dragn para enfrentarse a Lanther, pero ahora
era diferente. Aqulla era su propia magia, alimentada con su amor, su sangre;
encenda su corazn, arda en su espritu, envolva en llamas su mente.

Pequeos. Envi sus pensamientos a las incipientes vidas que haba en el interior
de los huevos. No tengis miedo. Ya estoy con vosotros.

Cada una de las ocho mentes respondi a sus palabras con tal clamor de miedo y
confusin que Linsha ahog un grito y se agarr la cabeza entre las manos. Estaban
tan desesperados! Se senta desgarrada por su necesidad. Era fcil hablar
telepticamente a un dragn, pero ocho era ms de lo que poda soportar. La
conexin con sus mentes empez a desvanecerse.

Qudate a su lado! La anim Danian. Te escucharn.

Linsha recurri a los antiguos recuerdos que tena de su madre, busc en ellos los
sentimientos de consuelo, cario y seguridad. Sinti que el calor la recorra desde
la cabeza hasta los dedos de los pies, dndole fuerzas y confianza. Volvi a
extender los brazos y atrajo hacia s las ocho corrientes de emociones
desesperadas.

No pasa nada murmur, y sinti que la magia se propagaba desde su corazn hasta
sus manos. Envolva a los huevos y se posaba como una delicada caricia sobre cada
uno de ellos.

Quedaos quietos, pequeos transmiti a sus mentes en un tono suave. Quedaos


quietos y os ayudaremos.

Las asustadas convulsiones en el interior de los huevos se calmaron poco a poco. A


su alrededor segua flotando un aura de nerviosismo y tensin, pero Linsha iba
aliviando sus temores con pensamientos tranquilizadores. Los cachorros es
entregaron a ella y sintieron su confianza y amor.

Danian sac un pequeo cuchillo y se lo tendi a Tancred.

Con cuidado, muchacho, haz un pequeo corte en uno de los huevos y veamos qu hay
dentro.

El aprendiz pelirrojo obedeci e hizo un delicado corte en la cscara.

La membrana es muy gruesa murmur, mientras haca otra abertura con el cuchillo.

Tal vez tengas que abrir t la cscara sugiri Danian.


Con cuidado, Tancred agarr los dos lados de la hendidura que haba hecho y tir de
ellos, dejando caer la cra, hmeda e inquieta, en el regazo de Linsha. sta no se
movi cuando el pequeo empez a lloriquear y a intentar batir las alas arrugadas.

No pares! Le dijo Tancred entre dientes. De prisa!

Concentrada en el centro de su magia, Linsha no oy los furiosos chillidos de Varia


ni vio que se lanzaba sobre algo a su espalda. Su atencin permaneci imperturbable
hasta que Tancred levant la vista grit:

Seora! Detrs!

Sus pensamientos se alejaron de los huesos y volvi la cabeza en el preciso momento


en que el cuerpo de Danian caa. Oy el crujido del acero contra el hueso.

Tancred lanz un grito de dolor y furia. Varia chill como un guila.

Con el rabillo del ojo, Linsha vislumbr a Lanther, con el rostro cubierto de
sangre y deformado por una expresin salvaje de odio. Sobre ella se apoyaba el
cuerpo inerte de Danian, senta su peso sobre la espalda. La cra de dragn que
tena en el regazo silbaba y se revolva entre sus brazos, mientras Tancred iba a
enfrentarse con el Akkad-Dar.

Inmersa en el torbellino que se suceda a su alrededor, Linsha sinti que perda la


conexin que haba establecido con las cras. Consternada, bloque su mente a todo
lo que no fuera los huevos, temiendo que si se perda el vnculo en ese momento,
las cras se asustaran de nuevo y moriran. Como si estuviera teniendo lugar muy
lejos de all, oy la lucha entre Tancred, Lanther y Varia, pero todava no poda
acudir en su ayuda. Tena que sacar las cras de los huevos. Invoc la magia de su
corazn en un ltimo intento desesperado y la envi a las mentes de las siete cras
que quedaban por nacer.

Sed fuertes, pequeos. Ha llegado el momento!

Se movi rpidamente. Con el mayor cuidado posible, abri los huevos y ayud a
salir a las delicadas criaturas. En cuestin segundos, Linsha se encontr rodeada
de pequeos dragones hmedos que lloriqueaban. Medan aproximadamente en metro
desde la cabeza a la cola. Cuando el hechizo mgico toc a su fin se qued
exhausta, pero sinti que se apoderaba de ella la alegra de los animales y,
levantando las manos, se ech a rer. Los pequeos pulmones de los dragones tomaron
sus primeras bocanadas de aire y el ambiente clido de la cueva y la alegra de
Linsha que an flotaba sobre ellos les dieron una fuerza repentina.

Linsha! chill Varia.

Volvi la cabeza y vio que Lanther haba atrapado a Tancred. En los ojos del Akkad-
Dar brillaba la llama salvaje de la locura y en sus manos sostena la daga con la
que haba matado a Danian. El odio, espeso y oscuro como la brea, se apoder de la
mente de Linsha.

Al mismo tiempo, los pequeos levantaron la cabeza y silbaron. Un repentino brillo


ilumin sus ojos y sus torpes msculos se tensaron bajo las escamas. Impulsados por
una misma fuerza, salieron de entre los huevos rotos y se abalanzaron sobre
Lanther.

Lanther lanz un grito de guerra Tarmak. Estaba de pie, con los dragones recin
nacidos arremolinndose alrededor, rodendolo con sus colas, arandolo,
mordindolo, desgarrndolo, despedazndolo
Gritando furiosamente, Lanther cay el suelo. Lanz un nuevo grito airado, pero
pronto se convirti en un chillido de dolor y pnico. Linsha no poda verlo, pero
oa sus gritos, cada vez ms desesperados y frenticos, y poda distinguir el
sonido de las pequeas garras desgarrando la piel, de las pequeas mandbulas
mordiendo la carne.

Linsha cerr los ojos. No hizo amago de detener a los pequeos dragones. Seguro que
estaban hambrientos, y despus de todo lo que Lanther les haba hecho, se merecan
una venganza. No prest atencin al ltimo grito que cort el aire ni al sonido de
las siete pequeas bocas que saciaban su hambre.

Mir el cuerpo de Danian, tumbado sobre el charco de su propia sangre. Su pecho no


se mova y sus ojos se haban apagado definitivamente. Or a los dioses para que
acogieran su alma.

Tancred se acerc arrastrndose y se arrodill con la cabeza del curandero entre


las manos. Las lgrimas le surcaban las mejillas. Mir a Linsha con ojos asustados.
Tena las manos teidas de la sangre que le manaba de un corte que tena en el
brazo y tambin de la herida de Danian.

No s lo que har sin l dijo con la voz ronca.

S que sabrs. Aqu. Linsha se toc la frente, y aqu aadi sealndose el


corazn La magia ha vuelto, Tancred. Utilzala.

Oyeron un suave aleteo y el cerncalo de Danian entr en la cueva, describi un


crculo y se pos suavemente junto al hombre muerto. Y pi una pregunta.

Varia respondi en voz baja, preada de tristeza.

La pequea ave de rapia lade la cabeza, sus ojos brillantes tan cortantes como
lascas de obsidiana, despus recorri delicadamente el brazo de Danian y se detuvo
en su hombro. Gorje un breve mensaje a Varia.

La hembra de bho volvi la cabeza hacia la entrada de la cueva.

El cerncalo dice que Crisol te necesita.

Linsha agarr a Tancred de la mano y tir de l para que se pusiera de pie.

Ven, curandera. Necesito tu ayuda. Arrastrndolo, sin volver la vista hacia el


cadver de su enemigo, su esposo, su tormento, sali de la cueva.

Al pie del volcn la batalla tronaba bajo el lmpido cielo. El humo se elevaba en
columnas sobre el bosque en llamas y el fuego empezaba a lamer la pradera.

Linsha no prest atencin a nada de eso. Tena todos sus sentidos puestos en el
Dragn de Bronces. Poda ver que la lanza negra, obediente a su hechizo maligno, se
haba hundido ms en la pata trasera del dragn. Aunque no lo fuera a matar
inmediatamente, si no se la quitaban pronto, acabara abrindose camino en su
cuerpo hasta aniquilarlo. Descendi la ladera corriendo hasta llegar donde se
hallaba Crisol y lo cogi por el morro con las dos manos.

Crisol, lo siento. Ahora qudate quieto y te sacaremos la lanza.

Has vuelto gimi el dragn, sin apenas fuerzas para hablar.

Claro que he vuelto.


Lanther?

Est muerto.

Los huevos?

Han nacido ocho. Los dioses han regresado, Crisol. Han devuelto la magia a nuestro
mundo. Takhisis ha sido derrotada.

Bien. En esa nica palabra era inconfundible el sonido del triunfo. La mir con
uno de sus ojos dorados. Hemos llegado muy lejos

Y recorreremos el resto del camino le contest. Juntos.

Con nuevas fuerzas gracias a su determinacin, Linsha hizo un gesto de asentimiento


a Tancred y le seal la lanza que sala de la pata del dragn.

Coge la daga y corta la lanza. Yo lo mantendr quieto. Los ojos del muchacho se
abrieron como paltos, y Linsha aadi: Danian fue un buen maestro, Tancred.

Recuerda la fe que tena en ti.

Linsha vio cmo el joven estudiaba la longitud del gran Bronce y la pata que
temblaba bajo el peso de la Lanza del Abismo, y supo que no era necesario que
dijera nada ms.

Sosteniendo an la cabeza de Crisol entre las manos, se arrodill. Supo que Tancred
haba empezado a actuar cuando el cuerpo de Crisol se contrajo y su respiracin se
aceler. Permaneca quieto, inmvil como una estatua. Mientras aguardaba, Linsha
reuni la magia que le quedaba. La magia para curar, la magia para unir sus
sentimiento, pensamientos y deseos con los del dragn y en cuanto oy el grito de
Tancred Lady Linsha, ya est fuera!, dej fluir el poder de sus dedos hasta
llegar a la mente y el cuerpo de Crisol, y lo cubri con la fuerza para curarlo.
Sinti jirones de magia negra en su pata y comprendi que esa segunda herida de la
Lanza del Abismo no sera fcil de curar.

Crisol se movi bajo sus manos. Alz la cabeza astada y se puso de pie de un salto.

Y extendi las alas llenas de cicatrices para cubrir a los dos humanos con su
sombra.

Linsha vio que las escamas que rodeaban la herida estaban ennegrecidas. Pero ya
haban sacado la lanza y no quedaban astillas. Dio gracias por eso.

Crisol baj la cabeza hasta la altura de Tancred y dio una golpecito al joven.

Gracias le dijo.

A Linsha le envi un mensaje silencioso sin palabras, nicamente la viva intensidad


de sus sentimientos hacia ella.

A continuacin dio otro salto y extendi las alas al viento.

Los Tarmak haban organizado una temible defensa y estaban a punto de imponerse al
ejrcito de Duntollik, apenas ms numeroso, cuando crisol se uni al combate. Al
Bronce todava le dola la herida abierta de la lanza, pero sus alas podan hacerle
volar y su ira lo impulsaba veloz por encima del campo de batalla. Carg contra las
lneas enemigas, quem a los guerreros sobre sus monturas y logr que los Tarmak
huyeran despavoridos por las Praderas. Los pocos que quedaron fueron hostigados sin
piedad por los hombres de las Llanuras y los centauros. nicamente unos pocos
Tarmak consiguieron regresar a la Ciudad Perdida para informar de su derrota y de
la muerte del Akkad-Dar. El campo de batalla era un caos humeante. Los hombres de
las Llanuras asistieron a los heridos, quitaron a los Tarmak muertos las armas que
no se haban fundido con el aliento del dragn, reunieron los caballos
supervivientes y encendieron una hoguera para celebrara la victoria que esperaban
desde haca tanto tiempo.

Linsha volvi junto a las cras de dragn, ya saciadas, y esper a que se


tranquilizaran. Despus de echarle un vistazo, evit mirar el montn sanguinolento
de jirones de tela y miembros mutilados que haban sido el Akkad-Dar. Cuando la
ltima cra de dragn se acost en el nido y se qued dormida, las dej bajo la
atenta mirada de Varia y se fue en busca de Calista y de sir Hugh.

Linsha y Calista fueron a ayudar a Tancred. Cuantas ms manos dispuestas a ayudar,


mejor para el joven curandero. Linsha trabaj hasta bien avanzada la noche antes de
despedirse de Tancred y subir por la ladera hacia la entrada de la cueva. Encontr
a los Latn todava dormidos, pero en esta ocasin rodeando el cuerpo recostado de
Crisol.

Varia estaba posada en uno de los cuernos del dragn, con los ojos cerrados y el
cuerpo marrn casi invisible en la oscuridad de la cueva. El cadver despedazado de
Lanther haba desaparecido.

Lo nico que hizo el gran Dragn de Bronce cuando la dama entr en la cueva fue
abrir un perezoso prpado. Sonrindole, Linsha encontr un sitio cmodo junto a la
pata delantera de Crisol. Sintindose ms feliz de lo que se haba sentido en aos,
Linsha se uni al sueo de los dragones.

Gracias.

Una voz hablo en silencio en la oscuridad, una voz suave pero tan profunda que
Linsha se despert sobresaltada. Parpade, todava sumida en el sueo, y vio una
gran silueta en la oscuridad. Irradiaba una luz plida, como los rayos plateados de
la luna, resaltando su contorno, no ms de lo necesario para revelar que se trataba
de un dragn.

Iyesta?

S. La voz reson en su mente. He venido para darte las gracias.

Linsha se sent apoyndose sobre la pata de Crisol y mir hacia las cras.

No lo hice muy bien. Los Tarmak mataron muchos.

Quedan ocho que estarn agradecidos de que hayas cumplido tu promesa.

Gracias por confiar en m.

Iyesta baj la cabeza.

Los pequeos estn en buenas manos. Ahora debo irme. La diosa oscura ya no nos
retiene.

Iyesta dijo Linsha. Para ella era importante que Iyesta lo supiera. Ahora ya s
quin es Crisol.

Los ojos plidos de la hembra de dragn brillaron con luz trmula.


No ser fcil.

El qu? pregunt Linsha.

El lazo entre un dragn y un humano es merecedor del esfuerzo que se requiere para
forjarlo.

Dragones, pens Linsha.

Iyesta empez a desdibujarse, su contorno desapareci en la oscuridad.

Adis exclam Linsha. Y si ves a un hombre atractivo llamado Ian Durne, dile que
adis. Y gracias aadi para s.

El silencio volvi a cubrir la cueva.

24

Las despedidas

Al da siguiente, los jvenes Dragones de Latn ya haban aprendido a volar lo


suficiente para describir crculos alrededor del volcn bajo la atenta mirada de
Crisol.

ste le asegur a Linsha que estaban sanos, teniendo en cuenta por todo lo que
haban pasado durante su incubacin, pero necesitaran algo de tiempo para crecer y
coger fuerzas antes de trasladarse a otro sito. No les quedaba ms remedio que
esperar para comprobar si la magia de los Tarmak para acelerar el desarrollo de los
embriones afectara a su crecimiento.

Ese mismo da Wanderer y Falaius reunieron a los heridos y a las unidades dispersas
para empezar a organizar el regreso a Duntollik antes de que llegara el invierno.
Saban que poco podan hacer por recuperar la Ciudad Perdida. Haban vencido al
ejrcito Tarmak, con ayuda de Crisol, pero los cafres seguan controlando la ciudad
y el invierno era demasiado duro para luchar. Tenan que reagruparse y planear una
nueva campaa para la primavera, antes de que los Tarmak reconstruyeran sus barcos
y llegaran en mayor nmero.

Linsha pas el da atendiendo a los heridos, jugando con la cras de dragn e


intentando no pensar en el futuro. La verdad era que tena el cuerpo y la mente
agotados. No poda pensar con claridad y no saba qu hacer. Falaius, despus de
dedicarle una efusiva bienvenida, la anim al volver a Duntollik con ellos. Sin
embargo, ella y sir Hugh eran los nicos Caballeros de Solamnia que quedaban all.
Segn sus rdenes, deberan seguir en la Ciudad Perdida, quiz trabajando en
secreto bajo el yudo de los Tarmak. Linsha senta que siempre le parecera
demasiado pronto para volver a verse rodeada de cafres.

Y tambin deba tener en cuenta a los dragones. Saba que tena que hablar con
Crisol sobre lo que pensaba hacer l, pero tema su respuesta. Evit plantear el
tema durante varios das, hasta que el ejrcito de las Praderas estuvo preparado
para partir hacia Duntollik, Falaius volvi a pedirle que se uniera a ellos. Linsha
era consciente de que deba tomar una decisin. Esper a que los Latn se hubieran
dormido en la cueva antes de decirle a Crisol que se reuniera con ella en el
exterior. Durante un buen rato se qued quieta, apoyada en l, contemplando en
silencio las dos lunas que pendan del cielo como dos perlas, una plateada y la
otra roja. Su presencia sobre el teln negro de la noche segua maravillndola.
Durante sus treinta y cuatro aos de vida slo haba habido una luna plida, pero
ahora que los dioses haban vuelto, las lunas Lunitari y Solinari haban regresado
para embellecer la oscuridad. Y, lo saba por las historias que le contaban de
nia, desde algn lugar en la negrura entre las estrellas, la negra Nuitari
contemplaba Ansalon.

Finalmente, le cont a Crisol la oferta de Falaius.

No s qu hacer reconoci.

El dragn no lo dud.

Decidas lo que decidas, yo ir contigo. No podra soportar perderte otra vez.

Morir mucho antes que t dijo Linsha. Y qu pasa con Sanction?

Podra morir maana contest, envolvindola con su cuello. Ya habra muerto, de


no ser por ti. No negar que quiero volver a Sanction. Es mi ciudad y deseo
recuperarla. No s lo que me espera all, pero quiero que me acompaes. T y las
cras.

Linsha se llev las manos al rostro, estaba tan cansada que le apeteca llorar.

No s qu hacer. Sigo siendo una Dama de Solamnia. Me debo al Gran Maestre,


Sancrist.

Eso es lo que quieres? Es suficiente?

Era lo que siempre haba querido contest. Pero pens en lord Rada/Crisol y en
los Latn, a los que se senta tan unida como si fuesen sus propios hijos, y su
corazn se llen de dudas. No lo s susurr.

Pas la noche en vela intentando tomar una decisin, y a la maana siguiente


descubri que el tiempo le conceda un aplazamiento. Durante la noche se haba
aproximado una ventisca y nadie poda partir por el momento. Nev durante varios
das y despus, en un capricho del otoo, la nieve se fundi una tarde calurosa.

Wanderer y Falaius saban que era momento de emprender el camino, antes de que la
nieve y el fro llegaran para quedarse durante meses. Finalmente Linsha rechaz la
oferta de ir a Duntollik, Le dijo a sir Hugh que no se dejara influir por su
decisin y le sugiri que l s fuera. Pero sir Hugh tambin rechaz la propuesta.
Quera permanecer al lado de su oficial superior. Argument que mientras estuvieran
juntos, seguira habiendo una especie de crculo. La decisin del caballero no
logr que Linsha se relajara.

Calista, por el contrario, decidi partir hacia Duntollik.

Para m no queda nada en la Ciudad Perdida le dijo a Linsha. Nunca he estado en


Duntollik, Quiz all encuentre otra profesin aadi, sonriendo a Tancred.

Al da siguiente, Linsha tuvo que despedirse de muchos amigos. Algunas de las


separaciones fueron alegres, otras muy duras, Lenidas le dio un fuerte abrazo y le
regal una daga de los centauros, Calista se ech a llorar y prometi ir a
visitarla cuando se estableciera. Falaius la nombr legionaria de honor y le
repiti que poda unirse a l en cualquier momento. Tancred le dedic una profunda
reverencia. Linsha le dio sus ms sinceras gracias por haber ayudado a Crisol a
recuperarse.
Fue un honor, seora repuso el joven curandero. Creo que los dos encontraremos
nuestro camino.

Entonces resonaron los cuernos, los caballos patearon inquietos y el ejrcito de


Falaius emprendi el camino hacia el oeste.

Dos das ms tarde, Linsha se vio obligada a cambiar de decisin. Una maana fra y
nubosa apareci un Dragn Plateado sobre el volcn y salud sonoramente a Crisol.

Los dos caballos solmnicos y las cras de dragn de Latn, contemplaron asombrados
el descenso del visitante, que se pos frente a la entrada de la cueva. Los
pequeos Bronces se arremolinaron alrededor. Varia ulul su bienvenida.

Chayne? Grit Linsha. Eres t?

El joven Dragn Plateado inclin la cabeza en una reverencia. Haba sido uno de los
compaeros ms cercanos a Iyesta y la haba acompaado en su viaje al cubil de
Trueno. Haba desaparecido la noche de la tormenta y desde entonces nadie lo haba
visto.

Mis disculpas, lady Linsha, por haberme ausentado tanto tiempo. Me alejaron de
Krynn junto a todos los dems Plateados y Dorados y estuve prisionero hasta hace
poco. Cuando nos liberaron, volamos a Sanction y combatimos contra las fuerzas de
la Reino Oscura. Acabo de volver a las Praderas y me he enterado de todo lo que ha
pasado. Tambin tengo un mensaje para ti.

Linsha, Hugh y Crisol se miraron.

Sabes lo que ha sucedido aqu? pregunt Linsha.

El plateado rechin los dientes.

En parte. Ayer encontr a Falaius y su ejrcito. Me contaron lo que le pas a


Iyesta y me hablaron de los cafres. Me dijeron que estaban aqu y que t podras
contarme muchas ms cosas. Pero antes quiero decirte que cuando los comandantes
solmnicos se enteraron de que iba a volver a la Ciudad Perdida, me pidieron que le
dijera a sir Morrec que regresara a Sancrist para informar de todo lo sucedido en
la ciudad. Estn intentando contactar con todos los solmnicos.

Sir Morrec est muerto anunci sir Hugh sin dejar traslucir emocin. Sir Remmik
est muerto. Todo el Crculo ha muerto. Excepto lady Linsha y yo.

Chayne hizo un gesto de asentimiento con su cabeza de plata.

S, eso es lo que me dijo Falaius. Supongo que lo mejor es que volvis vosotros
dos.

No creo empez a decir Linsha.

El Plateado, ansioso por agradar la interrumpi.

Oh, no hay ningn problema. Alguien debera contar a los solmnicos lo que ha
pasado aqu y ya que por el momento no puedo volver a la ciudad, yo os llevar.

Podemos llegar volando en pocos das. Si no, tardarais meses.

Linsha trag con dificultad, pues se le haba formado un nudo en la garganta.


Claro convino.

Tal vez sea mejor que partamos ya dijo el dragn de Bronce. Todava quedan
muchas horas de luz y es un buen momento para las cras y para m.

Linsha y Hugh reunieron la comida que tenan y se cubrieron con todas las prendas
de vestir y las mantas ms clidas que haban ido consiguiendo. Hugh trep al lomo
musculoso de Chayne, mientras Linsha suba sobre Crisol con la hembra de bho
cmodamente acurrucada delante de ella. Dando saltos por los nervios, las cras se
arremolinaron alrededor de los dos dragones adultos y anunciaron ruidosamente que
estaban listos para el viaje.

25

Una especie de vuelta a clase

El Primer Jurista, principal de la Orden de la Rosa, se reclin en su asiento y


repiquete los dedos sobre la mesa.

Quiero estar seguro de una cosa, dama. Dijisteis que el Akkad-Dar era aun
caballero negro acogido por los Tarmak Dirais que actuaba siguiendo las rdenes
de Takhisis o guindose por su propia ambicin?

Linsha suspir e intercambi una mirada con Varia, que estaba sentada en su hombro.
Ya haban pasado por eso. Muchas veces.

El Consejo de Caballeros, tras conocer su llegada al gran castillo uth Wistan, se


haba reunido para escuchar su testimonio sobre la destruccin del crculo de la
Ciudad Perdida. No le haban concedido ms que un da para descansar y disfrutar
una comida caliente antes de convocarla ante el Gran Maestre, sir Liam Ehrling, los
tres Altos Caballeros y varios escribas. La ltima vez que la haban convocado a un
consejo en el castillo, el proceso se alarg semanas.

Haba hablado durante dos horas, les haba contado sobre los juicios, las muertes,
la invasin, la guerra, las masacres, la captura, las batallas, la esclavitud y la
huida. Lo nico que haba obviado era el texto de Amarrel y la profeca de Afec.
Seguramente no eran ms que desvaros de un anciano, pero le haba dado el libro a
ella y quera traducirlo antes de entregrselo a nadie ms. Habl al consejo de la
emboscada, de su juicio y de la sentencia, de la obsesin de sir Remmik con su
culpabilidad. Tambin les habl de Crisol y de Iyesta, y de los huevos de Dragn de
Latn. Cuando hubo terminado y repas todas las decisiones que haba tomado,
concluy que no cambiara casi nada.

Entonces volvieron a empezar las preguntas.

Cmo se organiz la emboscada?

Quin formaba el consejo de vuestro juicio en la Ciudadela?

Cmo logr Lanther engaar a la Legin y al crculo durante tanto tiempo?

Por qu decidisteis aceptar la peticin de Iyesta de proteger los huevos?

Habladnos del liderazgo de las tribus de las Praderas.


Qu pensis de la capacidad de los Tarmak para reconstruir su flota?

Y las preguntas se sucedieron durante horas.

Contest lo mejor que pudo e intent que en ninguna respuesta la traicionaran sus
emociones, como corresponda a una Dama de la Rosa. Pareca que el consejo
reaccionaba positivamente ante su honestidad y la trataban con respeto, casi sin
recelo.

Cuando por fin terminaron, la estancia qued en silencio. Linsha slo oa los
chasquidos de los troncos en la chimenea y el rasgar de las plumas de los escribas
mientras anotaban las ltimas palabras.

Sir Liam se irgui, como si hubiera estado meditando muy concentrado, y se inclin
hacia los dems caballeros. Deliberaron entre ellos en voz baja.

En la sala haca calor. Linsha apoy la cabeza en el respaldo de su asiento y


sinti los prpados cada vez ms pesados. Si los caballeros no se daban prisa y la
deban ir pronto, tena miedo de quedarse dormida. Para mantenerse despierta, se
dedic a observar la sala del consejo, elegantemente decorada y revestida de
madera, y se sinti una andrajosa. No tena armadura, llevaba el cabello largo y
descuidado, vesta ropas que no combinaban entre s, heredadas de otras personas, y
la nica arma que le quedaba era una daga de los centauros. No obstante, conservaba
las escamas de dragn y su honor.

Los caballeros se enderezaron en sus asientos y la miraron desde el estrado.

Sir Liam habl en nombre de todos.

Vuestro informe es magnfico, lady Linsha. Ni siquiera sospechbamos la gravedad


de la desgracia de la Ciudad Perdida o la creciente amenaza del imperio Tarmak. El
testimonio de sir Hugh ha corroborado la mayor parte de vuestro informe en lo que
respecta al crculo y a ciertos episodios de la guerra. Sin embargo, hay partes de
vuestro relato que son problemticas: vuestra huida de la Ciudadela despus del
juicio, vuestra connivencia con el Akkad-Dar y especialmente la muerte de esa

Malawaitha. Esas acciones vuestras son transgresiones contra la Medida, aunque


hayis argumentado circunstancias atenuantes que presentan los hechos desde una
perspectiva favorable. Por desgracia, no hay testigos que puedan confirmar o negar
cules fueron esas circunstancias con exactitud

Claro que los hay! exclam Varia, interrumpindolo. Hasta entonces haba estado
callada como un bho corriente, pero ahora haba salido a relucir su genio. No me
habis preguntado a m ni a Crisol! Tampoco habis convocado a Calista, a Falaius
Taneek, ni al curandero Tancred. Todo lo que ha dicho lady Linsha es cierto. No
debera cuestionarse su honor.

Qu magia es sta? pregunt el Sumo Sacerdote.

Esto no tiene nada que ver con la magia ulul Varia. Soy un ser independiente.

Permanezco al lado de la Dama de la Rosa por su valenta, su capacidad de


sacrificio y su sentido del honor.

Linsha escondi una pequea sonrisa. La sorprenda que Varia hubiera decidido
hablar delante de los caballeros. Le sorprenda y emocionaba.

Si se me permite, seores continu Varia, me gustara traer a un testigo de la


defensa.

Sin dar oportunidad de responder al consejo, Varia dio un penetrante silbido.

Alguien llam a las puertas del saln. Desconcertado, el Gran Maestre hizo un gesto
de asentimiento a los guardias para que abrieran la puerta y dejaran pasar a quien
aguardara al otro lado.

En la sala entr cojeando un hombre alto y de cabellos dorados, con una barba bien
cuidada y los ojos del color del mbar. Hizo una reverencia a los caballeros.
Vesta magnficas galas que correspondan al lord gobernador de Sanction. Todos los
presentes quedaron eclipsados. Bien erguido, lord Rada irradiaba autoridad y
seguridad, como un len rodeado de mininos.

Linsha sinti que se le desbocaba el corazn y que la alegra la haca enrojecer.


En su cara apareci una gran sonrisa al verlo. Por todos los dioses pens para s
. Lo nico que ha hecho es entrar en la habitacin y me he puesto a temblar como
un flan.

Lord Rada lo salud sir Liam, es un placer veros. Os creamos muerto.

O huido puntualiz el caballero que se encontraba a la derecha del Gran Maestre.

Me retenan.

Cmo est vuestra pierna? Se interes sir Liam.

Se cura lentamente.

Deseis dirigiros al consejo?

Lord Rada inclin la cabeza en seal de asentimiento.

Quiz ms tarde. En este momento he venido a traeros el resultado del juramento de


Linsha para que lo tengis en cuenta.

Se volvi, indic la puerta y pronunci una palabra en la antigua lengua de los


dragones. Las puertas se abrieron de par en par. Hubo un repentino estallido de
topetazos, golpes, araazos y chillidos mientras las cras de dragn intentaban
entrar por la gran puerta al mismo tiempo.

Linsha sonri llena de jbilo y extendi los brazos. Resoplado y grundose unos a
otros, los pequeos corrieron a saludarla. Varia huy a una viga.

Era imposible abrazarlos a todos a la vez, pero Linsha acarici, dio unas
palmaditas o rasc a cada uno de ellos mientras se arremolinaban a su alrededor,
intentando hablarle y estar lo ms cerca posible de ella.

Los caballeros contemplaron la escena divertidos. Finalmente sir Liam hizo un gesto
a lord Rada, que orden a las cras que se callaran. stas obedecieron y en la sala
se hizo un agradable silencio, aunque uno de ellos silb al Gran Maestre.

Lord Rada, vuestro argumento ha sido tenido en cuenta debidamente.

Los caballeros se inclinaron para volver a hablar en voz baja entre ellos.

Mientras conversaban, lord Rada se acerc a la silla de Linsha, tom su mano entre
las suyas y esper en silencio a su lado. Los dragones la rodeaban en actitud
protectora y Varia regres a su hombro.
Linsha se reclin en su asiento y cerr los ojos.

Ests asustada? le pregunt lord Rada en un susurr.

No. Era la verdad. Se senta tan a gusto y satisfecha como aquella noche en la
cueva. Ya no le importaba lo que decidiera el consejo. De un modo y otro
encontrara la manera de estar junto a Crisol y las cras. Los dioses los haban
llevado a todos a su hogar. Seguro que ya no los separaran. Y t?

No. Yo estoy contigo.

Sinti que la sangre se le agolpaba en las mejillas.

Podran enviarme en una misin al Abismo como castigo, ya lo sabes.

Entonces te ayudar a cavar repuso con una sonrisa.

Sir Liam alz la voz.

Lord Rada, sabis que Sanction ha pasado momentos muy difciles Planeis volver?

se es mi deseo. Habra dado mi vida por la ciudad, pero los Tarmak decidieron
otra cosa.

Los caballeros reflexionaron sobre su respuesta, teniendo en cuenta su identidad


recin descubierta.

Sois uno de los pocos seores dragones que quedan en nuestro mundo seal el Gran
Maestre. Vuestros servicios seran muy valiosos.

Lord Rada enarc una ceja.

No me cabe duda.

El consejo observ el grupo que rodeaba a Linsha y consider su testimonio.

Despus se miraron entre s y asintieron.

Linsha aguardaba. Sus dedos se aferraban a la mano de lord Rada.

Sir Liam apoy los codos sobre la mesa y mir a Linsha.

Dama, est escrito: El valor reside en la determinacin a golpear en defensa del


bien, sin importar el sacrificio que eso exija. Sin duda, habis demostrado ese
valor mantenindoos fie al juramento sagrado hecho a Iyesta. Vuestra huida de la
justicia solmnica, dadas las circunstancias, est justificada. El celo de sir
Remmik, aunque parece haber sido sincero, pudo haberlo confundido. Vuestra
confabulacin con el Akkad-Dar parece responder a un esfuerzo verdadero por
proteger a otros, a los que sin duda habra hecho dao. No obstante, sigue la
cuestin del asesinato de Malawaitha. Sin duda os debatais entre dos juramentos,
pero de ninguna manera el Cdigo y la Medida pueden permitir que uno de los
nuestros se convierta en un asesino. Aunque vuestros motivos hayan podido ser
puros, este consejo debe juzgar vuestras acciones. Habis errado lady Majere.

Varia eriz las plumas y lord Rada abri la boca para hablar.

Por favor, lord Rada la interrumpi el Gran Maestre. Dejadme terminar. Lady
Majere, habis violado el Cdigo y la Medida. Dicha Malawaitha bien poda merecer
tal castigo, pero vuestro desafo, aunque fuese a la fuerza, no puede justificarse
en modo alguno. Mir a los hombres que estaban sentados a ambos lados de l. Todos
asintieron. Debe fallarse una sentencia. A partir de este momento quedis
suspendida del servicio activo. Seris una dama en el exilio hasta que os hayis
redimido. Como castigo, os asignamos la misin de proseguir la tarea que Iyesta os
encomend. Segus debindoos a vuestros votos, tanto a la orden como a la hembra de
dragn Iyesta.

Proteged esas cras, proteged vuestro honor y proteged a todos aquellos que lo
necesites; si fuera menester, con vuestra vida. En cuanto a los jvenes dragones,
creemos que lord Rada podra ser de gran ayuda. Cuando hayan crecido y encontrado
su propio camino, podris volver a este castillo y solicitar vuestra
reincorporacin. Este consejo queda disuelto.

Con esas palabras, los caballeros se levantaron y abandonaron la sala, los escribas
recogieron los pergaminos y los siguieron.

El rostro de Linsha resplandeca de felicidad. La estaban castigando a que jurara


hacer la nica cosa que su corazn ansiaba? Gracias, Kiri-Jolith!. Se levant de
un salto y rode a lord Rada con sus brazos.

Te apetece otro viaje por los aires? le susurr al odo.

Lord Rada asinti, estrechndola contra su cuerpo. Las cras se revolvan con
nerviosismo contenido.

Entonces vamos a Sanction dijo Linsha. Slo nos detendremos en Solaace. Mi


familia debera asistir a nuestra boda.

Varia y las cras profirieron gritos de jbilo.

FIN

Glosario

Caballeros de Solamnia

Castillo uth Wistan: Centro de los caballeros de Solamnia en Ansalon. Situado en la


isla de Sancrist.

Consejo de caballeros: Formado por el Gran maestre y los tres altos caballeros,
encargado de gobernar los asuntos de los rdenes Solmnicas.

Gran Maestre: Caballero de Solamnia de ms alto rango Guerrero Mayor: Cabeza de la


Orden de la Corona.

Primer Jurista: Cabeza de la Orden de la Rosa.

Sumo Sacerdote: Cabeza de lo Orden de la Espada.

Comandantes

Gran Maestre sir Liam Ehrling: Dirigente de los Caballeros de Solamnia.


Lady Linsha Majere: Hija de Palin y Usha Majere, Dama de la Rosa cuyo ltimo
destino fue servir como tercera comandante en el Crculo de Caballeros de la
avanzada solmnica en la Ciudad Perdida.

Sir Barron uth Morrec: Antiguo lord comandante del Crculo Solmnico de la Ciudad
Perdida. Asesinado en una emboscada la noche de la Gran Tormenta. Vase La Ciudad
de lo Perdido, captulos 7-8.

Sir Jamis uth Remmik: Caballero de la Corona de alto rango, asesinado por los
Tarmak. Vase El xodo de los vencidos, Captulos 23-24.

Caballeros

Sir Fellion: Caballero de la Espada. Amigo de sir Hugh Bronan.

Sir Hugh Bronan: Caballero de la Espada. Amigo ntimo de Linsha Majere.

Sir Johand: Caballero de la Espada.

Sir Korbell: Caballero de la Espada.

Sir Pieter: Caballero de la Espada. Era el caballero ms joven del Crculo de la


Ciudad Perdida.

La legin de Acero

Falaius Taneek: Comandante de la Legin de Acero en la Ciudad Perdida.

Lanther Darthassian: Hijo de Bendic Darthassian y miembro de la Legin de Acero en


la Ciudad Perdida.

Mae: Miembro que acta clandestinamente en la Ciudad Perdida.

Tomarick: Miembro de la Legin de Acero en la Ciudad Perdida.

Personajes, trminos y topnimos Tarmak

Afec: Boticario damjatt y uno de los esclavos ms importantes del Akeelawasee.

Akeelawasee: Lugar de los Elegidos. Una parte del palacio imperial reservado a las
mujeres y los miembros de la familia imperial.

Akkad (pl. akkadik): Trmino Tarmak para general. Traducido literalmente


significa principal o ms alto. El Akkad slo responde ante el emperador.

Akkad-Dar: Ttulo otorgado a Lanther Darthassian.

Akkad-Ur: Ttulo oficial de Urudwek.

Amarrel: Sacerdote guerrero, un lder sagrado de los cafres anunciado por una
profeca. Lord Ariakan consigui convencer al emperador Tarmak Kankaweah de que l
era el Amarrel, y as reforz su liderazgo sobre los cafres.

Awlgurud Drathkin: Literalmente significa bebida de huevo de dragn. Una pocin


hecha con el embrin y el lquido amnitico de un huevo de dragn. Se cree que
estimula la vitalidad y potencia la habilidad de controlar la magia a quien lo
bebe.

Berkrath: Diosa Tarmak.


Cafre: Trmino coloquial con el que los habitantes de Ansalon designan al pueblo
Tarmak.

Damjatt: Pueblo indgena de la isla de los cafres que fue sometido por los Tarmak.
Hace mucho tiempo que el pueblo Tarmak lo asimil. En la isla es conocido por su
habilidad para criar y entrenar enormes caballos de guerra.

Dekegul (pl. dekegullik): Oficial a cargo de un dekul. Los dekegullik responden


ante el Akkad.

Dekul (pj. Dekullik): Tipo de unidad del ejrcito Tarmak que est formada por 1.000
guerreros.

Dodgagd: Baya de sabor amargo de Ithin'carthia. Con ella, los Tarmak hacen un zumo
al que atribuyen la capacidad de mejorar la circulacin de la sangre.

Drathkinkela: Ttulo que significa Elegida por los Dragones o Amiga de los
Dragones.

Drathkin'kelkhan: Ttulo que significa Hijo de la Elegida por los Dragones.

Ekegul (pl. ekwegullik): Oficial a cargo de un ekwl. Los Ekwegullik responden ante
el Akkad.

Ekwul (pl. Ekwegullik): Tipo de unidad de ejrcito Tarmak que est formada por 100
guerreros.

Guerrero perro: Como castigo a los soldados Tarmak, se les rebaja al rango de
soldado perro, el grado ms bajo de la jerarqua, encargado de las tareas ms
humillantes.

Imshallik: Sumo sacerdote keena.

Ithin'carthia: Vasta isla y lugar de origen de los pueblos Tarmak, damjatt y keena.

Kadulawah: Nombre que dan los Tarmak a Takhisis, la Reina de la Oscuridad y Madre
de los Dragones.

Keena: Un pueblo indgena de la isla de los cafres que fue sometido por los Tarmak.
Hace mucho tiempo que el pueblo Tarmak lo asimil. Es el pueblo de esas tierras ms
dada a las cuestiones filosficas y religiosas y muchos keena se hacen sacerdotes,
escribientes y religiosas, y muchos keena se hacen sacerdotes, escribientes y
estudiosos.

Ketkegul (pl. ketkegullik): Oficial a cargo de un ketkegul. Los ketkegullik


responden ante el oficial.

Ketkul (pl. ketkullik): Unidad del ejrcito Tarmak formada por diez guerreros. Diez
ketkullik forman un ekwul.

Ket-child: Trmino Tarmak que designa un desafo a muerte.

Khanwhelak: Actual emperador de Tarmak.

Loruth: una de las mujeres del Akeelawasee.

Malawaitha: Hija menor del emperador Khanwhelak. Su madre era una esclava.
Marthok: Trmino Tarmak que literalmente significa forma enferma, aplicando
normalmente para designar una malformacin de nacimiento.

Mathurra: Soldado Tarmak.

Orchemenarc: Torre fortificada y faro que se encuentra en un promontorio fuera del


puerta de Sarczatha.

Ogwegul (pl. orgwegullik): Oficial a cargo de los guardias y los centinelas.

Quartal: En la aristocracia Tarmak, smbolo del clan o la familia. Suele tratarse


de algn tipo de pjaro.

Ruthig: Guardia del tercer ketkul destinado a vigilar el Akeelawasee.

Sarczatha: Capital de los Tarmak y residencia del emperador.

Shurnasir: Sacerdote keena que acompaa a las fuerzas Tarmak en la Ciudad Perdida.

Tarmak: el pueblo dominante de la isla de los cafres. Dominaron al pueblo damjatt


muchos aos atrs y terminaron de conquistar a los keena unos pocos aos antes del
Verano del Caos.

Tazeer: Bebida muy fuerte a base de hojas, corteza y otros ingredientes.

Supuestamente, potencia la agilidad mental y la fertilidad.

Tzithcana: Primera esposa del emperador Khanwhelak y emperatriz de los Tarmak.

Urudwek: Akkad de las fuerzas Tarmak enviadas a conquistar las Praderas de Arena.
Ttulo oficial: Akkad-Ur. Muerto por sir Remmik. Vase El xodo de los vencidos
captulo 23.

Personajes y otros trminos y topnimos

Amania: Nia que vive con los refugiados de la Ciudad Perdida.

Ansalon: Continente ms meridional de Krynn.

rbol Ancestral: Vallenwood gigantesco que crece en las Praderas de Arena. Las
gentes del lugar lo veneran. Hay quien incluso cree que es una manifestacin del
dios Zivilyn.

rbol del Mundo: Vase rbol Ancestral.

Ariakan: Hijo de Ariakas y la diosa Zeboim. Fundador de los Caballeros de Takhisis.


Antes del Verano de Caos, estableci la alianza entre los caballos negros y los
Tarmak y llev a muchos de stos a Ansalon para que sirvieran en sus ejrcitos.

Azurale: Centauro de la milicia de la Ciduad Perdida.

Bendic Darthassian: Padre de Lanther Darthassian.

Beryllinthranox: Dragn Verde. Comunmente se la conoce como Beryl.

Caballeros de Neraka: Tambin conocidos como caballeros negros, se formaron para


servir a la diosa oscura Takhisis.

Calista: Hermosa cortesana.


Calzada del rey: Uno de los caminos ms importantes que discurren al norte de las
Praderas de Arena. Antiguamente una Silvanost con Tarsis, pero hace tiempo que
est en mal estado.

Caphiatus: Centauro. Lder de la milicia de la Ciudad perdida y to de Lenidas.

Carrebdos: Centauro. Lder del clan de los Paseantes del viento.

Cauce del escorpin: Gran can al noroeste de la Ciudad Perdida.

Chayne: Dragn Plateado.

Ciudad Perdida; Ciudad en la costa este de las Praderas de Arena.

Mariana Tallopardo: Capitana semielfa de la milicia de la Ciudad Perdida.

Mem-Ban: Ciudad en el norte de las Praderas de arena.

Mem-Thon: Ciudad costera al nordeste de la Ciudad Perdida Mennaferen: Centauro.

Methanfire: Dragn Azul de Bendic Darthassian.

Mina: Joven dama oscura que lider los ejrcitos de Neraka en numerosas batallas en
Ansalon, de las que siempre sali victoriosa. Vase La guerra de los espritus, de
Margaret Weis y Tracy Hickman.

Mithas: Isla ms septentrional de las dos islas al nordeste de Ansalon que, junto
con Kothas, forma el imperio minotauro.

Montaas Khalkist: Cordillera que bordea el este de ansalon Montaas Kharolis:


Cordillera que recorre el sur de Qualinesti y el oeste de las Praderas de Arena.

Nordmaar: Uno de los reinos ms septentrionales de Ansalon.

Nuevo Mar: Extenso mar interior de Ansalon, llamado as porque se form durante el
Cataclismo.

Nuitari: Dios de la magia negra, encargado de la luna negra.

Ocano Courrain: Gran ocano al este de Ansalon.

Onysablet: Hembra de Dragn Negro, comnmente conocida como Sable.

Paseantes del Viento: Clan de las Praderas de Arena Phalinost: Ciudad en la


frontera sureste de los bosques de Silvanesti.

Pozos Profundos: Lugar preferido por la Legin de Acero para acampar en las
Praderas de Arena.

Praderas de Arena: Extensa regin rida en el sur de Ansalon.

Qualinesti: Bosque del reino de los elfos en el suroeste de Ansalon.

Riverwind: Uno de los conocidos Hroes de la Lanza y espeso de Goldmoon. Muri


combatiendo contra la hembra de dragn Malystryx.

Vase El asedio de Kendermore, de Chris Pierson.


Rosa Roja: Ro de las Praderas de Arena.

Sable: Vase Onysablet.

Saithum: Extensa isla que se encuentra entre Karthay y Kern en el Mar Sangriento de
Istar.

Sancrist: Extensa isla al oeste de Ansalon. Sirve de hogar a los Caballeros de


Solamnia.

Sara Dunstan: Fundadora de la Legin de Acero.

Silvanesti: Bosque del reino de los elfos al sureste de Ansalon.

Silvanost: Capital de Silvanesti.

Silvara: Hembra de Dragn Plateado que se enamor de Gilthanas.

Sirenfal: Hembra de Dragn de latn.

Solinari: Dios de la magia blanca, encarnado en la luna blanca.

Stenndunuus: Dragn Azul que domina la parte central de las Praderas de Arena.
Comnmente conocido como Trueno.

Sunrise: Dragn Dorado compaero de Ulin Majere.

Taberna del Huerto: Taberna de la Ciudad Perdida.

Takhisis: Diosa del mal, tambin conocida como Reina de la Oscuridad.

Tancred: Aprendiz de Danian. Vase Bertrem Guide to the War of Souls vol. 2.

Tanefer: Centauro de la milicia de la Ciudad Perdida que acompaa a Linsha y a


Lanther a buscar los huevos de dragn en La ciudad de lo Perdido, de Mary h.
Herbert.

Tarsis: Ciudad en la regin occidental de las Praderas de Arena.

Thon-Thalas: Ro que nace en las montaas Khalkist, atraviesa el bosque de


Silvanesti y desemboca en el ocano Courrain.

Toranth: ro de las praderas de Arena.

Torres de Eli: Torres que vigilan la entrada de Silvanesti y por el ro Thon-Thalas


y desemboca en el ocano Courrain.

Trueno: Vase: Stenndunuus.

Ulin Majere: Hijo de Palin y Usha Majere. Hermano de Linsha.

Varia: Peculiar y sensible hembra de bho, amiga de Linsha Majere.

Tiene la capacidad de hablar con diferentes voces y un gran talento para la


telepata y para leer las auras.

Wanderer: El hijo meyor de Riverwind y Goldmoon.

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