Teoría General Del Derecho y El Marxismo

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TEORA GENERAL DEL

DERECHO Y MARXISMO
Evgeni B. Pashukanis

PRESENTACIN Y TRADUCCIN DE
VIRGILIO ZAPATERO
5
NDICE

Presentacin. En torno a E. B. Pashukanis,


por V. Zapatero...................................................................39

Prlogo a la tercera edicin sovitica................................63

Prlogo a la segunda edicin sovitica..............................64

Introduccin. Finalidad de la teora general


del derecho..........................................................................77

Captulo I. Los mtodos de construccin


de lo concreto en ciencias abstractas..................................98

Captulo II. Ideologa y derecho........................................108

Captulo III. Relacin y norma...........................................122

Captulo IV. Mercanca y sujeto.........................................150

Captulo V. Derecho y Estado...........................................182

Captulo VI. Derecho y moral...........................................202

Captulo VII. Derecho y violacin del derecho...................220


6
PROEMIO

Evgeni B. Pashukanis es uno de los juristas soviticos, junto


a Stucka, ms destacados de la poca de la Revolucin Rusa.
Ambos continuaron en el campo del Derecho el pensamiento
marxista, durante los primeros 20 aos de la revolucin.

El punto nodal de la teora de Pashukanis consiste en su


afirmacin de que la forma del derecho tiene un carcter tan
fetichista como la mercanca en economa poltica.

Pashukanis plante la extincin del Estado y del Derecho


al comps de la socializacin y de la desaparicin de las
clases. Fue enjuiciado por mantener estas opiniones, que
eran contrarias a las posiciones oficiales rusas.

El documento que el Ministerio de Trabajo, Empleo y


Previsin Social pone a consideracin de los trabajadores es
valioso porque es la teorizacin marxista de lo que se espera
del Derecho y del Estado en una nueva sociedad, en una
sociedad postcapitalista.

La distribucin del texto ser gratuita.

Ministerio de Trabajo, Empleo y Previsin Social


Diciembre de 2016
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PREFACIO

1. Pashukanis, junto a Stucka, se constituyen en los dos


ms grandes juristas soviticos de la poca heroica de la
revolucin. Como es sabido, ambos pagaron con sus vidas
ante Stalin a mediados de los aos 30, por el delito de la
originalidad de su pensamiento y del remozamiento o ms
bien de la continuacin de la elaboracin del pensamiento
marxista, en este caso en particular del pensamiento jurdico
marxista en una realidad concreta como fue la de la Rusia
sovitica de los primeros 20 aos de revolucin.

Como es conocido, la teora marxista del derecho no haba


sufrido ninguna modificacin importante desde que Marx y
Engels la desarrollaron; luego a principios del siglo XX se
produjo el intento de modificarla a partir del denominado
pensamiento marxista austriaco, ligado a forzamiento de
posiciones fundamentalmente engelsianas en cuanto a la
posibilidad de un desarrollo pacfico de la sociedad, todo esto
luego de la hecatombe de la Comuna de Pars. El hecho de que
los partidos social-demcratas europeos hubieran dedicado
sus esfuerzos a la toma del poder va democrtica en un intento
de copar mayoritariamente los parlamentos de sus respectivos
partidos, implic la renuncia de la va insurreccional.

Con la ruptura de la fraccin bolchevique al POSDR, se


inicia la elaboracin de una nueva manera de comprender
el marxismo revolucionario, posicin fraccional que se
internacionalizar y organizar luego de la bancarrota de
la II Internacional en 1912, cuando definitivamente quedan
en pie dos grandes fracciones socialistas, la nacional-
8
chauvinista y la revolucionaria internacionalista. Ni bien
esta situacin estaba siendo comprendida por el movimiento
revolucionario internacional, se inicia la I Guerra Mundial
(1914 -18), que en poco tiempo envolvi a todo el mundo y
lo arrastr al conflicto.

Resultado de la aplicacin de la tctica leninista del


derrotismo de guerra, en 1917 se produce en el mes de
febrero la revolucin burguesa en Rusia, pero posteriormente,
de la compulsa de la situacin real sobrevendr la
rectificacin de la lnea del partido en sentido de avanzar
ininterrumpidamente hacia la conquista total del poder para
los obreros y campesinos, acontecimiento que se produce en
octubre de ese mismo ao.

Como ya se dijo en anteriores ocasiones, en materia jurdica


no haba existido mayor desarrollo del pensamiento marxista,
bastando cuando era necesario hacer referencia a los textos
y frases clebres de los clsicos sobre la materia, todo en el
entendido de que en lucha abierta contra la burguesa y sus
aliados no tena mayor sentido elaborar una teora marxista
del derecho, cuando lo que se requera era una teora poltica
que englobe el resto, incluso al derecho, para lanzar las
masas a la lucha, para hacerles comprender que no haba
que confiar en la ideologa jurdica, ya que era burguesa, es
decir era de clase, tena un inters econmico que proteger,
inters que no tena relacin con aquellos que concernan
al proletariado y al movimiento popular. El derecho era la
voluntad de la clase dominante erigida en ley y nada ms.

A ello habr que incluir que en la tradicin marxista que fuera


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manejada de manera general, el derecho no tena su propia
esencia, o ms bien no era esencial. El derecho no era un ser
en s, sino un ser en otro. Metafsicamente hablando, era un ser
derivado, secundario. Tal como es de conocimiento pblico,
en el famoso Prefacio a la Crtica de la Economa Poltica
de Marx, haba quedado claro que la esencia del derecho era
la economa, la cual permita realizar la investigacin para
obtener conocimiento casi con la misma exactitud que en
las ciencias naturales. El derecho estaba condenado. Deba
contentarse con ser una mera ideologa, una forma falsificada
de representacin de la realidad.

2. La revolucin rusa trajo sus novedades sobre el particular,


ya que hubo que legislar desde el primer da de la toma
del poder, y el carcter legislativo de los soviets y de los
comisarios no se suspendi por un slo da. Es tambin
conocido que el primer legislador de puo y letra fue
Lenin, tanto en los decretos econmicos (materiales) como
en aquellos de derechos y garantas como la Declaracin
de Derechos del Pueblo Trabajador. A pesar de lo que
se diga la revolucin avanz en materia de legislacin,
de administracin e interpretacin de la norma jurdica, y
tambin claro est en cuanto a la ejecucin de la sentencia
ejecutoriada pasada en autoridad de cosa juzgada. Los
tribunales populares se multiplicaron desde la base, de
manera natural (como hongos), y tambin hubo que
organizarlos desde el poder sovitico. El derecho estaba all
omnipresente y en el cnit de su podero; disuelto entre las
masas trabajadoras en lucha, disuelto entre las decisiones
polticas y econmicas del partido.
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En todo caso podra decirse que la accin directa y creativa
de las masas as como la direccin poltica del proceso era
ms, mucho ms que derecho, era la insurreccin armada,
la transformacin total de la sociedad, era el evento ms
grandioso al que haba acudido la humanidad desde la gran
revolucin francesa de 1789, era un hecho tan imponente
que no poda ser entendido en trminos jurdicos, no tena
sentido decodificarlo jurdicamente, era la transformacin
de la materia en forma directa sin mediaciones normativas,
era el salto dialctico en vivo y en directo. Pero es claro
que a pesar de esta evidencia, cualquier hecho social puede
ser interpretado desde del derecho, como lo puede ser
desde cualquier disciplina del saber humano. En fin, no era
el inters de nadie realizar tal interpretacin, salvo de los
contrarrevolucionarios o de los profesores universitarios y
juristas de renombre que desde todas las latitudes geman
y se rompan las vestiduras ante los abusos y atropellos
a sus majestades: la Constitucin y la ley. Tal y como
en su momento lo seal Engels al decir que el da de la
insurreccin, a las fuerzas de la contrarrevolucin no le
quedar ms alternativa que elevar el grito de defensa de la
democracia y de su orden jurdico establecido.

En Bolivia es particularmente frecuente escuchar a juristas e


intelectuales repetir la frase del gran literato Franz Tamayo de
que la nica servidumbre que no mancha, es la servidumbre a
la ley. De ah el reforzamiento de la idea de que el derecho es
imparcial y est al margen de cualquier inters particular o de
grupo. Nada ms absurdo. Empero, una cosa es el entenderlo
as y otra diferente el hacer funcionar un sistema de derecho
diferente. A eso es a lo que se enfrentara la revolucin en Rusia.
11
Foucault en su Microfsica del poder haciendo referencia
al tema jurdico cuando comenta el tema de los tribunales
populares, los justifica como tales y naturales siempre
que sean de clase, de la clase social que est realizando el
hecho revolucionario. En realidad l habla de las masas del
movimiento revolucionario que en su lucha contra el enemigo,
se ve en la necesidad de ejercer una forma propia de derecho
revolucionario, esa forma propia, como que por necesidad
debe generar su justicia (entendida como su aparato judicial
y procedimientos), justicia que es tomada en sus manos
con la venganza directa de la masas hacia el enemigo, o
mediante la construccin de tribunales populares, los cuales
son plena y directa representacin de los insurrectos, motivo
por el cual ejecutan sus sentencias en forma inmediata contra
el enemigo, se entiende que en este caso tanto las normas
sustantivas como las adjetivas son inherentes y concordantes
con los intereses de las masas movilizadas, por tanto el acto
de justicia en realidad ya era algo conocido de antemano,
las masas podan saber con antelacin el resultado del
veredicto final o de la sentencia, es ms la ejecucin de la
resolucin final estara completamente fiscalizada por ellas.
En el mismo texto, Foucault hace notar que en determinados
casos, esas masas entregan la facultad que tienen de hacer
justicia a un rgano de intermediacin (tal ejemplo que se
utiliza del Ejrcito Rojo en China), pero el autor cree que
esa intermediacin propiamente no es tal, ya que el rgano
encargado de hacer justicia (desde la denuncia, detencin,
procesamiento y ejecucin) es parte integrante de esas
mismas masas, las representa a plenitud. A diferencia, como
tambin lo seala, de aquellos otros tribunales populares,
como los que se crearon en la revolucin francesa que en
12
1792, que constituan intermediaciones reales entre el pueblo
y los acusados enemigos de la revolucin, intermediacin
compuesta por juristas o quienes asuman el papel de tribunal
popular pero que asuman una forma de imparcialidad, es
decir que no eran parte de las masas en lucha, eran parte
de la pequea burguesa que no comparta la plenitud de
los intereses de los insurrectos, y por ello eran tribunales
populares ajenos a la revolucin, de tal manera que sus
procesos y sentencias no constituan ningn peligro para
los aristcratas feudales, al contrario al estar en las crceles
estaban bastante bien protegidos de la accin directa de las
masas revolucionarias.

En el caso sovitico, la revolucin haba sido el


acontecimiento del siglo, transform los cimientos de la
sociedad, al punto que era imposible que los tribunales
populares pudiesen representar intereses ajenos a los del
proletariado y el campesinado.

Ni Stucka ni Pashukanis (ni ningn otro jurista de la


poca) dan cuenta o explican los sucesos revolucionarios
acontecidos en materia jurdica en esos primeros dos o tres
aos de revolucin.

se es un tema bastante sintomtico que pudiera demostrar,


no slo que el hecho revolucionario era tan grandioso que
obnubilaba la visin de todos aquellos que pensaban en los
contenidos y formas jurdicas, ya que se encontraban en
aquel momento de desarrollo histrico tan profundo que
simplemente haba que ver cmo las masas se organizaban
para su defensa y dentro de ello creaban tribunales populares
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y ejercan su jurisdiccin y competencia, sino que con
seguridad, los trminos militares como se producan los
acontecimientos, hacan que sea principalmente se el
lenguaje que se escuchara a tiempo de hablar del derecho.
Razn por la cual los textos de los juristas soviticos recin
comienzan a publicarse a principios de los aos 20, pero no
antes. Es ms estos textos no hacen referencia histrica a
los aos de la guerra extranjera e interna que correspondi
al Estado sovitico enfrentar, ni a la manera cmo se
organiz el poder sovitico o el poder jurdico de ese Estado.
Prcticamente teorizan cuando el Estado sovitico se ha
asentado, se ha consolidado, y cuando ya existe una nueva
realidad estable sobre la cual es mucho ms fcil explicar.

3. Pashukanis sostena que haba un solo derecho, una sola


forma de existencia del derecho, el derecho burgus, como
lo dice su prologuista Virgilio Zapatero: Y ante las crticas
de que ser objeto, insistir Pashukanis en su idea clave
de que slo hay un derecho el burgus porque slo la
sociedad burguesa precisa la unificacin de las condiciones
de trabajo para que sea posible el principio del cambio de
equivalentes.

Pero adems, a decir de Zapatero: Lo realmente novedoso es


la metodologa que utilizar. Como dice Cerroni, Pashukanis
advierte los lmites de la tradicional interpretacin del nexo
estructura-superestructura en Marx y se da cuenta de que
la representacin del derecho como forma ideolgica no
puede significar negacin de la historia real de los institutos
jurdicos. Y en busca de esa historia real se arma Pashukanis
con el mismo mtodo que utiliza Marx en El Capital: lo mismo
14
que para Marx la mercanca es la forma mixtificadora de las
relaciones de produccin capitalista, Pashukanis tratar de
demostrar que el derecho es la forma mixtificadora de una
relacin social especfica. El derecho es la forma velada
de ciertas relaciones sociales, dentro de las cuales, dir, el
ncleo ms slido de la nebulosa jurdica si se me permite
hablar as est precisamente en el campo de las relaciones
privadas, en el derecho privado. Pues lo caracterstico de
la relacin social apta para convertirse en relacin jurdica
la clula primaria del tejido jurdico es ser una
relacin entre poseedores de mercancas que se relacionan en
el mercado mediante el cambio de equivalentes El punto
nodal de la teora de Pashukanis consiste en su afirmacin
de que la forma del derecho tiene un carcter tan fetichista
como la mercanca en economa poltica. Cmo est y por
ello el derecho en su desarrollo ms acabado corresponde a
la poca de 1a produccin mercantil capitalista en el actual
Estado burgus. Derecho y Estado hallan, pues, su mxima
expresin en la sociedad burguesa: el paso siguiente no es,
as, la metamorfosis del Estado y del derecho ni su disfraz
con ropajes proletarios, sino su desaparicin al comps de la
socializacin y de la desaparicin de las clases.

Pashukanis fue enjuiciado por mantener sus opiniones


respecto a la extincin del Estado y derecho; en cuanto
al Estado se lo denunci como un traidor al servicio del
imperialismo, e incluso se lo consider como parte de la
oposicin de izquierda trotskista; en lo que respecta al
derecho se discurri que su teora era lgico-formalista,
privatista y ahistrica. Zapatero indica que el: Congreso
de Constitucionalistas Marxistas que se celebrara en Mosc
15
en 1931 y donde, dice Strogovic, se llam la atencin de
los juristas soviticos sobre la necesidad de considerar el
derecho sovitico como un instrumento contra el enemigo
de clase al tiempo que se recomendaba Stucka, Korovine
y Pashukanis entonar su autocrtica delante de los miembros
del instituto jurdico del que Pashukanis era director Y
citar P. Yudin las palabras de Lenin: No reconocemos nada
privado; para nosotros todo, en el campo de la economa,
tiene carcter de derecho pblico y no de derecho privado.
Lo que se discuta era la existencia de un derecho sovitico
as como su sentido y funcin en el perodo de transicin

Pero en este punto ni su compaero ms afn, Stuka, aceptar


las radicales tesis de Pashukanis: Por ltimo dir
Stucka no estoy de acuerdo siquiera en la valoracin del
proceso de extincin del derecho. El camarada Pashukanis
dibuja este proceso como un paso inmediato del derecho
burgus al no derecho. Yo considero; en cambio, que, como
escribi Lenin citando a Marx, hay un Estado burgus sin
burguesa; que en la prctica este Estado es la dictadura
proletaria o el poder sovitico y que, de manera igualmente
necesaria, se crea tambin un derecho sovitico temporal del
perodo de transicin Pashukanis va a responder ya a
algunas crticas en el prlogo a la edicin de 1927. Pero ser
fundamentalmente en el trabajo que publiqu en 1930 con el
ttulo de El Estado sovitico y la revolucin en el dominio
del derecho en el cual rectificar ciertas tesis secundarias al
tiempo que insiste con mayor fuerza en las ideas clave. Dos
son los temas fundamentales que toca en este trabajo:

a) Su concepcin del Estado, que Pashukanis reconoce


16
como errnea. Los razonamientos en torno al Estado y a su
desaparicin son radicalmente falsos, reconoce Pashukanis
la victoria de una clase no implica e1 aniquilamiento de su
adversario y en este sentido, puesto que la clase enemiga no
desaparece, sigue siendo necesario el Estado como mquina
de dominacin clasista durante el perodo de transicin. La
consolidacin y construccin del socialismo as lo exigen.

b) En cuanto al derecho proletario, sigue insistiendo, tiene


que perecer. Su razonamiento es el siguiente: el perodo
de transicin no es un sistema social aparte; slo hay dos
posibilidades: sistema capitalista y sistema socialista
de produccin. Entre el derecho burgus (propio del
capitalismo) y la superacin del derecho (socialismo) no
hay un derecho intermedio, sino solamente un proceso de
desaparicin del primero; desaparicin que ser definitiva
cuando se haya socializado toda la produccin de bienes.
Y as se preguntar con cierto asombro: Cmo vais a
construir un sistema jurdico definitivo si parts de relaciones
sociales que implican 1a necesidad de que se extinga todo
tipo de derecho? No podemos ocuparnos de la creacin
de un ordenamiento jurdico proletario especfico, porque
partimos de relaciones objetivas que la dictadura proletaria
est cambiando a cada momento Stalin no slo llegar a
afirmar la necesidad de un Estado y de un derecho sovitico,
sino que llegar a poner en duda la desaparicin del Estado y
del derecho incluso en la fase comunista (lo que no se poda
defender sin violentar clarsimamente las doctrinas de Marx
y Engels).

Finalmente, agrega Zapatero: Por otra parte, se perdan


17
de vista dos cosas: en primer lugar, que el principio del
sujeto jurdico (nos referimos con ello a los principios de la
igualdad y de la libertad, el principio de 1a autonoma de la
persona, etc.) no es nicamente un instrumento de engao
y un producto de la hipocresa de la burguesa en cuanto se
opone a la lucha proletaria para la eliminacin de las clases
sino, al mismo tiempo, un principio realmente operante en
la sociedad burguesa, cuando sta se genera a partir de la
sociedad feudal-patriarcal y 1a destruye; en segundo lugar,
que el triunfo de este principio es no solamente y no tanto un
proceso ideolgico (es decir, referido en un todo a la historia
de las ideas), sino ms bien un proceso real de juridizacin
de las relaciones humanas que acompaa al desarrollo de
la economa mercantil-monetaria (y, en la historia europea,
al desarrollo de la economa capitalista) y que implica
profundas y completas transformaciones. Estas comprenden
lo siguiente: el nacimiento y consolidacin de la propiedad
privada, su universalizacin en relacin tanto a los sujetos
como a todos los posibles objetos, la liberacin de la tierra
de las relaciones de dominio y sujecin, la transformacin
de toda propiedad en propiedad mueble, el desarrolla y el
predominio de las relaciones de obligacin y por ltimo, la
separacin del poder poltico como fuerza particular al lado
de la cual aparece el poder puramente econmico del dinero,
con la consiguiente divisin, ms o menos neta, entre la esfera
de las relaciones pblicas y la de las relaciones privadas, entre
el derecho pblico y el derecho privado. Pero el contrato no
es ya un fenmeno de orden psicolgico; no es una idea,
una forma de la conciencia: es un hecho econmico
objetivo, una relacin econmica indisolublemente unida a
su tambin objetiva forma jurdica. El fin prctico profundo
18
de la mediacin jurdica es el de asegurar el movimiento,
ms o menos libre de obstculos de la produccin y de la
reproduccin social que en la sociedad mercantil se realiza
formalmente mediante una serie de contratos privados. Este
fin no puede conseguirse nicamente con el auxilio de las
formas de la conciencia, esto es, de elementos puramente
subjetivos: para ello se necesita recurrir a criterios precisos,
a leyes y a interpretaciones de leyes, a una casustica, a los
tribunales y a la ejecucin coercitiva de las sentencias. Slo
por este hecho uno no se puede limitar, en la consideracin
de la forma jurdica, a la pura ideologa y no puede dejar
de examinarse todo este aparato objetivamente existente.
Todo resultado jurdico, por ejemplo, la resolucin de una
controversia jurdica, es un hecho objetivo que est fuera de
la conciencia de las partes como el fenmeno econmico que
en determinado caso est mediado por el derecho.

Pashukanis consideraba que: La teora general del derecho


puede definirse como el desarrollo de los conceptos jurdicos
fundamentales, es decir, los ms abstractos. A esta categora
pertenecen, por ejemplo, las definiciones de norma
jurdica, relacin jurdica, sujeto jurdico, etc. ()
Por supuesto que estos conceptos jurdicos ms generales
y simples son el resultado de una elaboracin lgica de las
normas de derecho positivo y constituyen el ms reciente
y elevado producto de la creacin consciente en relacin
con el carcter espontneo de las relaciones jurdicas y de
las normas que las expresan. Pero esto no es un obstculo
para que los filsofos neokantianos consideren las categoras
jurdicas fundamentales como algo que se sita por encima de
la experiencia y que hace posible la experiencia misma. Otra
19
objecin que se hace a la concepcin que defendemos acerca
de las tareas de la teora general del derecho consiste en decir
que las abstracciones que sirven de fundamento a su anlisis
son propias nicamente del derecho burgus. El derecho
proletario, se nos dice, debe encontrar otros conceptos
ordenadores y su investigacin deber ser precisamente el
fin de una teora marxista del derecho. Es sta una objecin
que parece a primera vista bastante grave; pero reposa sobre
un equvoco. Reivindicando para el derecho proletario
nuevos conceptos ordenadores, esta orientacin parece ser
revolucionaria por excelencia. Pero en realidad proclama la
inmortalidad de la forma jurdica ya que tiende a desvincular
esta forma de las condiciones histricas que determinaron
su pleno florecimiento y a declararla capaz de una perpeta
renovacin. La desaparicin de las categoras del derecho
burgus (precisamente de las categoras y no ya de estas o
aquellas prescripciones) no significa de suyo su sustitucin
por nuevas categoras de un derecho proletario, 1o mismo
que la desaparicin de las categoras del valor, del capital,
del beneficio, etc., con el paso al estadio de un socialismo
desarrollado, tampoco significar la aparicin de nuevas
categoras proletarias del valor del capital, de la renta, etc.
En aquellas condiciones la desaparicin de las categoras
del derecho burgus significar la extincin del derecho
en general, es decir, la gradual desaparicin del momento
jurdico en las relaciones humanas.

Pashukanis contina proclamando que: En una poca de


transicin, como indic Marx en la Crtica del programa
de Gotha, es caracterstico e1 hecho de que las relaciones
entre los hombres continan por un tiempo determinado
20
necesariamente encerradas dentro del estrecho horizonte
del derecho burgus. Y es interesante analizar en qu
consiste, segn Marx, ese estrecho horizonte del derecho
burgus. ste presupone un sistema social en el que los
medios de produccin pertenecen a toda la sociedad y en
el que los productores no intercambian sus productos; un
estadio, pues, ms avanzado que aquel en el que vivimos con
la NEP. La relacin de mercado est, pues, ya enteramente
sustituida por una relacin de organizacin, de forma que el
trabajo transformado en productos no aparece como valor
de estos productos, como una propiedad objetiva poseda
por ellos, puesto que desde ahora, en contraposicin a la
sociedad capitalista, los trabajos individuales no operan
ms como partes constitutivas del trabajo total mediante un
proceso indirecto, sino de modo directo. Pero incluso con
la completa eliminacin del mercado y del cambio mercantil
la nueva sociedad comunista, segn Marx, debe, por un
cierto perodo de tiempo, seguir llevando en toda relacin
econmica, moral, intelectual, los estigmas de la vieja
sociedad de cuyo seno ha surgido. Esto se manifiesta en
el principio de la distribucin segn el cual todo productor
recibe de la sociedad un resguardo en el que consta que ha
prestado tanto trabajo (tras la deduccin de su trabajo para
el fondo comn) y con este resguardo retira del fondo social
tantos medios de consumo como cuesta el correspondiente
trabajo. Marx insiste en el hecho de que, pese a la radical
transformacin de la forma y del contenido, domina el
mismo principio que en el cambio de equivalentes de
mercancas: se cambia una cantidad de trabajo en una forma
por una igual cantidad en otra forma.
21
Pashukanis dir: En razn de la evolucin del modo
de produccin capitalista el propietario se desentiende
progresivamente de las funciones tcnicas de produccin y
pierde as igualmente la dominacin total sobre el capital. En
una sociedad por acciones el capitalista individual no posee
sino una cuota sobre la renta que se obtiene sin trabajar. Su
actividad econmica y jurdica a ttulo de propietario est casi
enteramente limitada a la esfera del consumo improductivo.
La masa principal del capital se convierte enteramente en
una fuerza de tipo impersonal. En la medida en que esta
masa de capital participa en la circulacin mercantil, lo
que supone la autonoma de sus diferentes partes, estas
partes autnomas aparecen como la propiedad de personas
jurdicas. En realidad es un grupo relativamente restringido
de grandes capitalistas los que disponen de la gran masa del
capital y quienes, adems, no actan directamente sino por
intermedio de representantes o de apoderados pagados. La
forma jurdica ntida de la propiedad privada no refleja ya
la situacin real de las cosas, ya que, por los mtodos de
participacin y de control la dominacin efectiva se extiende
mucho ms all del cuadro duramente jurdico. Nos estamos
acercando ya al momento en que la sociedad capitalista est
madura para transformarse en su contraria. La condicin
poltica indispensable para este cambio es la revolucin
clasista del proletariado.

Pero mucho antes de esta transformacin, el desarrollo del


modo de produccin capitalista edificado sobre el principio de
la libre competencia transforma este principio en su contrario.
El capitalista monopolista crea las premisas de un sistema
econmico distinto en el que el movimiento de la produccin
22
y de la reproduccin social se realiza no por medio de
contratos particulares entre unidades econmicas autnomas,
sino gracias a una organizacin centralizada y planificada.
Esta organizacin est creada por los trusts, los crteles y
otras uniones monopolistas. La simbiosis observada de las
organizaciones capitalistas privadas y las organizaciones
estatales en un poderoso sistema de capitalismo de Estado
burgus durante la guerra representa la realizacin de estas
tendencias. Esta transformacin prctica en la estructura
jurdica no poda pasar inadvertida en la teora. En el alba
de su desarrollo el capitalismo industrial rode el principio
de la subjetividad jurdica con una cierta aureola exaltndola
como una cualidad absoluta de la personalidad humana.
En el presente se comienza a considerar este principio
nicamente como una determinacin tcnica que permite
delimitar los riesgos y las responsabilidades o tambin se
le presenta sencillamente como una hiptesis especulativa
sin ningn fundamento real. Y como esta tendencia dirige
sus golpes contra el individualismo jurdico ha recogido las
simpatas de ciertos marxistas que pensaron encontrar all
los elementos de una nueva teora social del derecho en
consonancia con los intereses del proletariado. Por supuesto
que tal juicio testimonia una posicin puramente formal
con respecto a esta cuestin. Sin contar incluso con que las
teoras mencionadas no ofrecen ningn punto de observacin
para una concepcin sociolgica verdadera de las categoras
individualistas del derecho burgus y que critican adems
este individualismo no desde el ngulo del socialismo
proletario, sino desde el punto de vista de la dictadura del
capital financiero. La significacin social de estas doctrinas
es la apologa del Estado imperialista contemporneo y de
23
los mtodos que ste emplea, sobre todo durante la ltima
guerra. Por ello no puede causar asombro que un jurista
norteamericano saque, sobre la base de las enseanzas de la
guerra mundial la guerra ms reaccionaria y la ms cruel
de la historia moderna, conclusiones con resonancias
socialistas: Los derechos individuales a la vida, a la
libertad, a la propiedad no tienen una especie de existencia
absoluta o abstracta; son derechos que no existen desde el
punto de vista legal sino en tanto que el Estado los garantiza
y, por consiguiente, estn subordinados enteramente al
poder del Estado. La conquista del poder poltico por el
proletariado es la condicin fundamental del socialismo.
Pero la experiencia ha demostrado que la produccin
y la distribucin organizadas y planificadas no podan
reemplazar inmediatamente, de la noche a la maana, los
cambios mercantiles y la unin de las diferentes unidades
econmicas a travs del mercado. Si esto fuera posible, la
forma jurdica de la propiedad quedara completamente
agotada histricamente. Habra acabado el ciclo de su
desarrollo volviendo de nuevo a su punto de partida: a los
objetos de uso individual e inmediato; es decir, se habra
convertido de nuevo en una relacin de vida inmediata.
Pero la forma jurdica en general estara as igualmente
condenada a muerte. Mientras la tarea de la edificacin de
una economa planificada unitaria no est resuelta persistir
el engarce entre las diferentes empresas y grupos de empresas
mediante el mercado, por tanto, la forma jurdica continuar
igualmente en vigor. No es necesario mencionar que la
forma de la propiedad privada de los medios de produccin
en la pequea economa campesina y artesanal persiste
totalmente casi sin cambio en el perodo de transicin. Pero,
24
en la gran industria nacionalizada la aplicacin del principio
del clculo econmico significa la formacin de unidades
autnomas cuyo engarce con las otras unidades econmicas
est mediatizado por el mercado. En la medida en que las
empresas estatales estn sometidas a las condiciones de
la circulacin, sus interrelaciones no revisten la forma de
una interdependencia tcnica sino la forma de contratos.
Y la reglamentacin puramente jurdica, es decir, judicial,
de las relaciones se convierte entonces en algo igualmente
posible y necesario. Adems, la direccin inmediata, es
decir, la direccin administrativo-tcnica, que se refuerza
sin duda con el tiempo, subsiste igualmente a travs de la
subordinacin a un plan econmico comn. Tenemos as,
de un lado, una vida econmica que se desarrolla en unas
categoras econmicas naturales y relaciones sociales
entre unidades de produccin que aparecen bajo una forma
racional, no enmascarada (es decir, no bajo una forma
mercantil). A esto corresponde el mtodo de prescripciones
directas, es decir, tcnico-contenidistas, bajo la forma de
programas, planes de produccin y de distribucin, etc.,
instrucciones concretas que cambian continuamente a
medida que se transforman las condiciones. Por otro lado
tenemos una conexin entre unidades econmicas que se
desarrolla en la forma del valor de las mercancas circulantes
y por tanto que se expresa bajo la forma de contratos. A esto
corresponde entonces la creacin de limitaciones formales
ms o menos fijas y constantes y de reglas de correlacin
jurdica entre los sujetos autnomos (Cdigo civil y tal vez
Cdigo comercial), y la creacin de rganos que ayudan
a realizar prcticamente estas relaciones resolviendo los
litigios (tribunales, comisiones arbitrales, etc.). Es evidente
25
que la primera tendencia no ofrece perspectiva alguna de
desarrollo para el derecho: la victoria progresiva de esta
tendencia significar la extincin progresiva de la forma
jurdica en general. Ciertamente se puede objetar a esto que
un programa de produccin, por ejemplo, es, igualmente,
normacin de derecho pblico, puesto que procede del
poder del Estado que posee una fuerza coercitiva y que crea
derechos y obligaciones, etc. Ciertamente, mientras la nueva
sociedad se edifique sobre elementos de la antigua sociedad,
es decir, a partir de hombres que conciben los nexos sociales
slo como medios para sus fines privados, las simples
prescripciones tcnicas racionales revestirn igualmente la
forma de un poder extrao al hombre y colocado por encima
de l. El hombre poltico ser an un hombre abstracto,
artificial, segn la expresin de Marx. Pero cuanto antes
sean radicalmente suprimidas de la esfera de la produccin
las relaciones mercantiles y la psicologa mercantil, ms
rpido sonar la hora de esta liberacin definitiva de la que
ha hablado Marx en La cuestin juda: nicamente cuando
el hombre real, individual ha retomado en si al ciudadano
abstracto, y como hombre individual en su vida emprica,
en su trabajo individual, en sus relaciones individuales se ha
convertido en miembro de la especie humana; nicamente
cuando el hombre ha reconocido y organizado sus propias
fuerzas como fuerzas sociales y por ello se separa ya de si la
fuerza social en la figura de la fuerza poltica, solo entonces
la emancipacin humana es completa.

4. Pero el mismo hecho de la revolucin traa consigo una


gran cantidad de problemas antes no previstos en su solucin,
aunque s algunos ya planteados.
26
4.1. La existencia del derecho en la sociedad socialista, o
de transicin como se suele decir a los primeros aos de
la revolucin, confundi mucho ms las cosas, puesto que
implicaba la necesidad de distinguir entre el verdadero
derecho socialista y el derecho que corresponda al que
generaba la Nueva Economa Poltica impuesto por Lenin
desde el ao 18. La NEP implic el retorno a formas
capitalistas de produccin y por tanto al mercado, a pesar
de que el Estado socialista controlaba la macroeconoma y
consideraba que poda moldear la economa bajo supuestos
socialistas hasta el punto de no necesitar a la NEP, luego
del periodo de industrializacin en las ciudades y de la
reorganizacin de las relaciones sociales y de propiedad en
el campo. Pero entonces: Qu parte era derecho socialista
y qu otra derecho burgus? Stucka haba sealado que el
derecho corresponde a las relaciones sociales, por tanto en
su forma I es parte de la estructura econmica de la sociedad,
era derecho concreto. Derecho concreto real, material,
no ideolgico (aunque existan sus otras formas II y III,
norma jurdica y teorizacin jurdica respectivamente como
formas ideolgicas), pero de ello se entenda que podan ser
formas jurdicas vlidas en toda sociedad en la cual existiera
derecho, pero adems tampoco existi inters en discriminar
la legalidad estrictamente socialista de la capitalista heredada
o impuesta por la NEP. Una cosa s era evidente, en cualquier
forma o versin que se quiera, el derecho estuvo vigente
durante esos primeros aos de revolucin.

Aun es de preguntarse sobre la importancia que se le


atribuy a la superestructura ideolgica por parte del
partido bolchevique, ya que una vez que se produce la toma
27
del poder y que se hace realidad la consigna de todo el
poder a los soviets, el propio partido toma la decisin de
arrebatar ese poder para traspasarlo a una entidad diferente,
a la Asamblea Constituyente, la cual fue convocada para
principios de 1918, pero que luego del recuento de votos,
viendo que el partido era minoritario a su interior respecto
a los eseristas y mencheviques, se dispuso su disolucin y
cierre, qu esperaba el partido que fuera a aprobarse en la
Asamblea Constituyente que no estuviera siendo aprobada
por el real y existente y real Estado sovitico? Aparte de
constituir la continuacin del modelo revolucionario de la
revolucin francesa de 1789, la Asamblea Constituyente
era algo totalmente ajeno a la realidad rusa, ni siquiera
comparable con la Duma (parlamento). Pero esto acredita
la importancia que el partido le daba a las formas polticas
y jurdicas superestructurales, de las cuales, como en el caso
de la Asamblea Constituyente no tena ninguna necesidad,
tal cual qued finalmente demostrado.

4. 2. Otro problema que la revolucin tuvo que enfrentar fue


el asumirse como Estado obrero, realmente era un Estado
obrero? No slo que la flor y nata del proletariado haba
abandonado la industria para asumir cargos de direccin
poltica en el nuevo Estado, sino que el resto haba tomado
su lugar en el Ejrcito Rojo para la defensa de la revolucin
y estas circunstancias militares prcticamente fue diezmado.
Pero lo importante era que al desaparecer la propiedad privada
de medios de produccin, haba desaparecido la burguesa
como clase social, como clase social econmicamente
dominante y por tanto la eliminacin incluso fsica de la
clase antagnica significaba que la unidad de contrarios
28
que hasta entonces constituyeron obreros y burgueses haba
desaparecido, el salto dialctico, la revolucin impuso la
desaparicin de uno de los aspectos de la contradiccin, de la
burguesa, por tanto, al erigirse el proletariado como la clase
social vencedora, por las condiciones histricas rusas, y tal
como lo vaticin Engels en sus Principios del comunismo,
para liberarse el proletariado deba acaudillar al resto de
la sociedad para obtener la liberacin de todas las clases
sociales. Los medios de produccin haban sido socializados
por la revolucin no en beneficio de la clase obrera, sino en
beneficio y a nombre de toda la sociedad. Era la sociedad la
propietaria social, no el proletariado.

4. 3. Al abolir la revolucin la ley del valor, al desaparecer el


plusvalor, tanto la burguesa como el proletariado, en trminos
propios y estrictos, tambin haban desaparecido, y a ello slo
habr que agregar lo dicho en el punto anterior respecto a la
propiedad social de los medios de produccin en beneficio de
la sociedad en su totalidad, y no a nombre de una parcialidad
proletaria. Desaparecida la propiedad privada de los medios
de produccin y socializados stos, no hay ni burgueses ni
proletarios propiamente dichos, ya que stos existen y se
relacionan entre s (las relaciones sociales de produccin)
por su lugar respecto a los medios de produccin como
propietarios o no propietarios, en todo caso al desaparecer el
plusvalor, desaparece la fuerza de trabajo no pagada por el
empresario, ya que toda la riqueza social va a un solo fondo
comn para beneficio de la sociedad en su conjunto lo cual
incluye a los trabajadores industriales; en esas condiciones
puede existir un Estado obrero o un derecho obrero?
29
4. 4. Pashukanis tom muy en serio la existencia de la NEP,
ya que ello implicaba la base econmica capitalista vigente
en Rusia, de tal modo que si bien a un principio, cuando
la revolucin aboli la ley del valor, poda hablarse de la
posibilidad de la tendencia cierta a la extincin del derecho,
pero este tema como se dijo no est estudiado para nada,
por el contrario Pashukanis toma como base de sus tesis el
hecho de la existencia de la NEP, la NEP es la estructura
econmica capitalista que todava permanece en la sociedad,
por tanto el derecho que se encuentra en Rusia, es el derecho
capitalista. Para l la extincin del derecho se producir
con la desaparicin de la NEP, ya que con su eliminacin
desaparecern las bases capitalistas, y que ellas tambin
debern finalmente desaparecer el derecho. Aunque la realidad
demostrar la existencia de formas jurdicas anteriores a la
revolucin, durante la revolucin, con la abolicin de la ley
del valor, durante la NEP y luego sin la NEP.

4. 5. Otro gran problema respecto al derecho que los


juristas soviticos no resolvieron y que slo merodearon
lejanamente es el de que el derecho no tiene historia. Este
es un tema bastante profundo que por la situacin a la que
estaban dedicados en aquel momento por su praxis, es
decir la construccin de un sistema de legalidad socialista
como aporte urgente e inmediato al proceso revolucionario,
no permiti ver aquello otro de que ni la ideologa ni el
derecho tienen historia. De la lectura de los textos de Stucka,
Pashukanis o Karner, se observa que el estudio se refiere a la
consolidacin del sistema, pero no a todo el conflicto previo
a la consolidacin de ese sistema, es decir al caos que
implica la revolucin y que parece no tener sus propias reglas
30
de anlisis y por tanto no era necesario o preciso estudiarlo.
Lenin en Los cuadernos filosficos analizando la Ciencia
de la Lgica Tomo II de Hegel seala: La imaginacin
corriente capta la diferencia y la contradiccin, pero no la
TRANSICIN de lo uno a lo otro, que es lo ms importante,
y el mismo Lenin en Las cartas de lejos (marzo del 17) y
en Las tesis de abril (17) tambin expresa algo semejante
cuando hace referente a que lo importante es comprender
que en tiempos de revolucin la situacin objetiva cambia
tan rpida y bruscamente como corre la vida en general. Y
nosotros debemos saber adaptar nuestra tctica y nuestras
tareas inmediatas a las particularidades de cada situacin
dada; pero tambin indicar que en determinados momentos
histricos el cambio de la situacin es tan dinmico que no da
tiempo al estudio minucioso de la nueva situacin razn por la
cual ante el peligro de desactualizarse en cuanto a la situacin
objetiva y el ritmo del proceso habr que actuar por intuicin.

El estructuralismo, por ejemplo, renunci a explicar el


carcter de la diacrona.

En todo caso, estos momentos o procesos revolucionarios


cuando se producen suelen ser tan dinmicos y tan veloces
que el ritmo poltico se acelera, se suele vivir en 1 3 aos
lo que antes se haba vivido en 20 30 aos, los tiempos
polticos son de esa naturaleza y claro, ante esa emergencia
social se suele privilegiar la accin poltica en cuanto a
tctica y estrategia para la toma y conservacin del poder
poltico. Apenas esto es posible analizar, difcilmente se
analizar el aspecto jurdico. Por lo menos, ante la lucha
de clases y de los pueblos en toda su pureza, poltica
31
descarnada, los temas ideolgicos quedan postergados. Lo
que no quiere decir que el derecho desaparezca o ceda su
lugar a otros niveles regionales o particulares del modo de
produccin, sino que la explicacin radica en las formas
jurdicas (I), (II) y (III) que estableci Stucka, el derecho
como relacin social, directa sin intermediaciones (en ese
mismo sentido de Foucault) se halla presente, pero no suele
ser estudiado a profundidad, como disciplina especfica, sino
simplemente mediante el comentario de sentido comn que
las clases sociales suelen realizar. Los unos proclamando que
se estn violando y transgrediendo el Estado de derecho, la
Constitucin y la leyes, y que se trata de una dictadura de
las masas abusivas; y los otros, de que se est pagando con
la misma moneda que la burguesa y los empresarios desde
el poder desde decenios de aos aplicaron al pueblo sin que
nadie diga ni haga nada. Cuando el anlisis cede al paso a los
jurisconsultos, se tienen debates y polmicas interminables
sobre el significado de los diferentes textos legales, sus
libros, ttulos, captulos, artculos, pargrafos, numerales
e incisos; se insiste en la estricta comprensin de cada
disposicin legal (conforme al mtodo jurdico exegtico:
aplicando el mtodo gramatical y la intencin del legislador,
para entender el alcance de la norma legal), discusiones
interminables, aburridas y confusas, de las cuales finalmente
la audiencia no entiende nada y prefiere reforzar su posicin
de clase, aquella que intuitivamente asumi como la correcta
interpretacin de la norma jurdica; ya que de otra manera
es imposible explicarse lo que realmente est sucediendo,
all se encuentra la falencia y derivacin de las explicaciones
normativistas o logicistas, peor todava de las jusnaturalistas.
32
4. 6. En La ideologa alemana, Marx haba postulado que:
El derecho carece de historia propia, como carece tambin
de ella la religin. ste es un asunto que ser estudiado muy
posteriormente por Stoyanovich. Slo la base material de la
sociedad (la estructura econmica) tiene historia, es decir
que slo ella cambia, tiene automovimiento, y por tanto de
ella podra decirse que evoluciona o se revoluciona, pero
que finalmente se desarrolla. Claro que no habr que pensar
de manera positivista de que el desarrollo al que aludimos
es necesariamente progreso y que existen pueblos ms
desarrollados o avanzados y otros en menor grado, la ciencias
sociales de mediados del siglo XX ya superaron esa visin
eurocentrista, bsicamente en la antropologa de Boas y Mauss
pueden encontrarse todos los argumentos para tal afirmacin
que hoy es la que rige en el pensamiento humano. Las formas
sociales se producen una detrs de otra (una clasificacin
simple dir del esclavismo al feudalismo y al capitalismo,
etc.), hay una historia que observa de cmo se producen
esos acontecimientos de cambio y cul la base que en ellos
se manifiesta para la produccin de tal cambio; se podra
seguramente realizar las mediciones casi matemticas que las
ciencias suelen exigir a tiempo de pedir razones. Pero en el caso
de la ideologa y propiamente del derecho, no encontramos
una relacin causal o por lo menos de concatenamiento o
relacionamiento entre una forma derecho y otra.

Aquello de que el derecho evoluciona y lo hace desde


milenios atrs, de situaciones inferiores a superiores y que
incluso es una prueba de ello el endulzamiento del derecho
en materia penal (Beccaria y Howard), no tiene sentido.
En otro momento se habl de una cultura jurdica (Cohen),
33
la cual constituye un patrimonio de la humanidad y de los
juristas, normas, reglas, axiomas y otros que son parte de
un arsenal jurdico al cual la humanidad no puede renunciar
y que entonces acreditan el desarrollo o evolucin del
derecho ya que acumula estos conocimientos entendidos
como cultura, que son el recoger lo mejor del mundo jurdico
antiguo y perpetuarlo o mejorarlo desde la perspectiva actual.

En verdad, lo que cambia y puede ser medido al estilo de


las ciencias naturales o exactas como deca Marx en el
Prefacio es la base material. Una vez que se transforma
la base material, esta base edifica su propia superestructura, la
cual es diferente a la estructura anterior, por tanto no es que se
revoluciona la base y que ello produce un revolucionamiento
de la superestructura tambin o adicionalmente. Lo nico que
cambia es la materia. La materia porque tiene automovimiento
(unidad y lucha de contrarios), pero la ideologa y el derecho
no pueden cambiar de la misma manera porque no tiene su
propio automovimiento. Asumir que s cambian, es aceptar
que Hegel tena razn, que la idea tiene su motor propio y
que se autodesarrolla. Esta esencialidad de la idea implicara
que avanza sola hacia sus fines propios o que conduce por
necesidad a la materia hacia esos fines, o que cada cual
se conduce a sus fines particulares, debiendo en este caso
explicar el por qu lo haran hacia fines comunes, o cual es
la consecuencia de que lo hagan hacia fines distintos? Ya en
su tiempo Aristteles haba resuelto el problema criticando
el modelo dual total de Parmnides y la duplicidad de la
realidad de Platn.

Las ideas no se engendran unas a otras, no se produce una


34
situacin de generacin espontnea o de otra naturaleza. As pues
lo que cambia es la base material de la sociedad, la cual crea su
propia superestructura. Aquello que denominamos historia de
las ideologas (religin, poltica, derecho, etc.), en realidad es la
historia de las superestructuras yuxtapuestas entre s, pero eso no
autoriza a hablar de una historia en sentido gentico, lo cual no
existe. Como las transformaciones en la base material se producen
por salto dialctico o socialmente hablando por revolucin, lo que
tenemos es una gran crisis que se debe resolver materialmente.
Resuelta la crisis material, entonces se da paso a la edificacin de
lo ideolgico y con ello lo jurdico. La tentacin siempre ser la
de sumar esas edificaciones ideolgicas y presentarlas en formato
de historia, cronolgicamente hablando, abstrayndolas de su
realidad material social.

El mismo Lenin en Los cuadernos filosficos en uno de los


comentarios a las Lecciones de Historia de la filosofa de
Hegel dice que: En el siglo XX (y por cierto que tambin
a finales del siglo (XIX) todos estn de acuerdo con el
principio del desarrollo. S pero este acuerdo superficial,
no meditado, accidental, filisteo, es un acuerdo de tal pito,
que ahora y vulgariza a la verdad. Si todo se desarrolla,
entonces todo pasa de lo uno a lo otro, pues, como bien se
sabe, el desarrollo no es un crecimiento, una ampliacin
simple, universal y eterna (respective, disminucin), etc.
En este caso, entonces, en primer lugar, la evolucin tiene
que ser entendida con ms exactitud, como el surgimiento
y desaparicin de todo, como transiciones recprocas. Y en
segundo lugar, si todo se desarrolla, no rige eso tambin para
los conceptos y categoras ms generales del pensamiento?
De lo contrario, ello significa que el pensamiento no est
35
vinculado con el ser. Pero en caso afirmativo, significa que
existe una dialctica de los conceptos y una dialctica del
conocimiento que tiene significacin objetiva. Es claro que
esa segunda opcin no puede ser, puesto que sera el sistema
dialctico de la evolucin de la idea planteado por Hegel;
pero tampoco puede ser un desarrollo y automovimiento
de las ideas, de los conceptos y categoras ms generales
por s mismas, que vayan acompaando al desarrollo del
movimiento real de la sociedad. En realidad lo que sucede es
que conforme cambia la realidad objetiva, los seres humanos
modifican tambin su manera de pensar de entender esa
realidad. Sucede entonces que se producen casos en los cuales
los ser humanos o las clases sociales o las etnias o naciones
dominantes no asumen o no se dan cuenta de los cambios
que se estn produciendo en la sociedad, razn por la cual
siguen pensando y actuando conforme a la realidad anterior
ya superada o en proceso de superacin (la famosa imagen
residual en los jugadores de ajedrez). A eso precisamente es
a lo que se refiere el ser clase en s (propiamente ser en s),
no bastando saber cmo se es dominado y cmo liberarse de
esa dominacin, sino tambin entender la realidad concreta
del momento concreto, el gran aporte de Lenin; Kosic
proclamar que eso concreto, esa realidad histrica material,
realmente existente, es la cosa en s, el ser.

De todo lo cual se desprende que a tiempo de producirse el


salto dialctico, la revolucin social, se destruye el sistema
anterior de ideologa y por tanto tambin su sistema de
derecho, lo que hace que la nueva formacin social traiga
consigo o deba engendrar su propia superestructura, que
incluye al derecho.
36
A diferencia de proposiciones clsicas anteriores, habr que
aceptar que esas nuevas propuestas ideolgicas (y jurdicas)
ya existen en germen en las clases sociales y masas o pueblos
que ingresan a la lucha, durante el periodo de transicin (de
la potencia al acto aristotlico) de una sociedad a la otra,
esas formas ideolgicas en su forma (I) y desarrollando su
forma (II) en el sentido de Stucka, son las que acompaan el
movimiento revolucionario.

Hacer una historia del derecho, es lo mismo que plantear hacer


un estudio de las diversas superestructuras y presentarlas en
forma cronolgica, su explicacin estar por tanto en las
relaciones sociales y de ninguna manera en el autodesarrollo
o movimiento propio de la ideologa o el derecho.

4. 7. Aquello que se denomina legalidad socialista, es la manera


de cmo se relacionan los seres humanos en la sociedad,
seguramente a un principio todava como expresiones
recurrentes de lo que fueron las clases sociales en el sentido
de propiedad o no de medios de produccin. En todo caso
es un tipo diferente de derecho en cuanto a sus contenidos, a
los bienes a tutelar por el Estado y la sociedad. Seguramente,
en cuanto a sus formas habr que convenir que los juicios
por su relacin con el predicado (categricos, hipotticos y
disyuntivos inclusivos y exclusivos) son la base formal lgica
genrica sobre la cual se enuncia esta forma de derecho.

A fines de los aos 60 y durante los 70 se discuti bastante


sobre si la URSS y los pases socialistas de Europa del este,
eran realmente socialistas, o si en realidad a pesar de las
formas que asumieron de propiedad social, en los hechos
37
no eran otra cosa que formas de propiedad privada bajo un
cobertor de propiedad social. El tema a pesar de su inters ya
no forma parte de discusin alguna en el presente. En todo
caso lo que queda como realidad es que ms all de la NEP,
el derecho sigui existiendo con sus propias caractersticas
en los estados socialistas (reales, degenerados, etc.).

Claro que en cuanto a construccin del socialismo en su


primera fase, en el gobierno obrero-campesino o de la
dictadura del proletariado antes de pasar al socialismo y al
comunismo, se tendr que las masas debern realizar y cumplir
las tareas pendientes de la burguesa, de los empresarios
privados, tareas pendientes que hacen al desarrollo material
y cultural de la sociedad. Es precisamente ante la incapacidad
de los empresarios privados de desarrollar al Estado, que las
masas populares deben tomar en sus manos su propio destino
y desarrollar esas tareas, pero lo harn desde su propia
perspectiva de propiedad social, no ya capitalista.

A eso se refiere aquello de que lo que se discuta era la


existencia de un derecho sovitico as como su sentido
y funcin en el perodo de transicin en cambio, como
escribi Lenin citando a Marx, hay un Estado burgus sin
burguesa; que en la prctica este Estado es la dictadura
proletaria o el poder sovitico y que, de manera igualmente
necesaria, se crea tambin un derecho sovitico temporal del
perodo de transicin.

La discusin sobre el asunto sigue abierta, y en lo que hace al


derecho prcticamente muy poco o poqusimo se ha escrito,
ya que los estudios ms se referan al aspecto econmico
38
en el socialismo real. El tema del derecho como realidad
prctica, como existencia real y objetiva todava es una selva
virgen que precisa de mayores y mejores estudios, mucho
ms lo que hace a la teora marxista del derecho.

GONZALO TRIGOSO AGUDO


LA PAZ, SEPTIEMBRE DE 2008
39
PRESENTACIN

En torno a E. B. Pashukanis

Evgeni Bronislavovic Pashukanis fue, y sigue siendo, un


autor maldito. Su ausencia del panorama jurdico actual da
fe de la maldicin que sobre l pesa y que est ntimamente
relacionada con la propia evolucin del marxismo sovitico en
el que al esplndido florecimiento de los aos veinte le seguir
la esclerosis ms pertinaz y finalmente la liquidacin de su
faceta ms crtica y revolucionaria. En este marco de purga
revolucionaria del marxismo por obra y gracia de Jos Stalin hay
que situar las razones de la maldicin y olvido de Pashukanis.

Olvidado y marginado no slo en Occidente (esto no sera,


al fin y al cabo, de extraar) sino (y aqu radica la piedra de
escndalo) en la propia cultura sovitica de la que, tras ser el
idelogo indiscutible de los primeros tiempos heroicos, sera
expulsado a golpes de insultos como traidor, feln,
espa a sueldo de Alemania y del Japn, etc.

El olvido tiene sus razones que son, obviamente, diferentes


en uno u otro caso.

Para los pases socialistas es suficiente causa explicativa de


dicho olvido la condena fulminante que Stalin y su testaferro
Vysinskij, el antiguo menchevique, hicieran de las teoras
de Pashukanis. Definida la verdad por decreto y, si fuere
necesario, con la vara de la ortodoxia en la mano, slo haba
40
que cumplir la orden: enterrar al espa, feln y traidor
Pashukanis metafrica y literalmente.

Por lo que se refiere a los pases de Occidente, la ausencia es


ms explicable: alguno la entender como simple reflejo de la
lucha de clases a nivel terico. Y algo de esto hay. Pero tambin
puede que exista una razn ms simple: la lejana fsica
tambin social, econmica y poltica de la Rusia bolchevique
y su lgica marginacin de la cultura jurdica occidental.

Han pasado ya muchos aos desde que Pashukanis fuera


fusilado. Ha habido tiempo para perdonar a las vctimas y
tambin a los verdugos, pero no para rehabilitarle totalmente.
No somos tan ingenuos como para creer que se trata de un
simple olvido. Es miedo. Se trata de un cadver molesto,
para unos, y peligroso para otros, porque su obra sigue viva,
crtica, abierta y con una lozana que resiste el paso del tiempo.
No es un clsico en el sentido de vieja gloria cargada de
honores y reconocimientos pero inofensiva. Es un moderno.
A Pashukanis le es aplicable perfectamente y an mejor
lo que J. R. Capella dijera de P. I. Stucka: que sus escritos
no son todava un documento porque para convertirse
definitivamente en documento les falta a estos escritos lo
esencial: que quede consumada prcticamente la solucin
al conjunto de problemas subyacentes a ellos. El aparente
olvido, pues, de Pashukanis no es ms que miedo a la letra
viva del marxismo. Y en este sentido una vuelta a Pashukanis,
a la hora de plantear el tema de las relaciones entre marxismo y
derecho, no significa el recurso erudito y acadmico de buscar
en la historia los antecedentes del problema: en Pashukanis
est ya su exacto, preciso y correcto planteamiento.
41
Tampoco en otro sentido tendramos rubor en postular una
vuelta a un pensador marxista de los aos veinte como
Pashukanis: como catarsis frente a un marxismo que se repite
en frmulas escolsticas, frente a inspidos cientificismos
de cualquier tipo, frente a un normativismo absolutamente
encantado con la contemplacin de s mismo.

No sera tarea interesante ni fcil la de componer una


biografa de E. B. Pashukanis. Lo primero porque, si bien
es cierto que nuestro autor ocupar importantes cargos
en el joven Estado sovitico, no menos cierto es que su
prestigio derivaba fundamentalmente de la calidad de su
produccin terica. Respecto a la dificultad de escribir tal
biografa no es preciso extendernos: los escasos datos que es
posible reunir en torno a su vida no slo ponen de relieve la
escasa incidencia inmediata de Pashukanis sobre la poltica
concreta, sino tambin la pasin con que se ha trabajado
para enterrarla. Los datos que en torno a su vida es posible
encontrar, pueden resumirse as:

E. B. Pashukanis naci en Staritsa (cerca del actual Kalinin) el


10 de febrero de 1891 en el seno de una familia de campesinos
lituanos. De su juventud slo sabemos que se interesa por el
Derecho y consigue graduarse como licenciado. En 1912,
a los veintin aos, ingresa en el Partido Bolchevique con
el que es de suponer participar en la lucha poltica
que desembocar en la Revolucin de 1917. Todava muy
joven ser nombrado Adjunto del Comisario del Pueblo
para la Justicia bajo la direccin de su colega P. I. Stucka.
La novedad del proceso revolucionario enfrentar al joven
Estado sovitico con graves problemas jurdicos, en parte
42
derivados del escaso desarrollo y aplicacin del marxismo
al Derecho. Pero sern fundamentalmente las perentorias
necesidades prcticas, que derivaban de la estructuracin y
puesta en funcionamiento de un nuevo poder, lo que lleva a la
creacin de la Academia Comunista: en sta Pashukanis ser
nombrado vicepresidente del Instituto para la Construccin
del Derecho, cargo que ocupar hasta 1936 en que ser
nombrado director de la Academia de Ciencias de Mosc.

Estas son las escasas noticias que se tienen en torno a la


actividad de E. B. Pashukanis en los primeros tiempos de
lucha revolucionaria. Y de esta temprana poca data su
primer trabajo (del que tengamos noticia) que gira en torno
al tema del imperialismo y la cuestin colonial. Es en 1924
cuando sale a la luz su obra ms importante, La teora
general del Derecho y el Marxismo. Ensayo de una crtica
de los conceptos jurdicos fundamentales, obra que, en poco
tiempo, tendr tres ediciones (1924-26/27)

La obra de Pashukanis surge en un momento donde


la produccin jurdica, alentada por las especiales
circunstancias, est dando ya sus frutos. Pero entre todos
ellos destaca la obra de Pashukanis como la exposicin y
sistematizacin ms completa que sobre el tema se hace en
la Rusia sovitica.

Citemos algunas de las producciones del momento para


enmarcar la obra de Pashukanis. Por supuesto que, dejando a
un lado el planteamiento metodolgico y ciertas sugestiones
de Marx y Engels, la primera obra que incide sobre la teora
marxista del derecho es El Estado y la Revolucin de Lenin.
43
No aporta ciertamente, un tratamiento sistemtico, sino
algunas orientaciones que servirn de punto de referencia
para posteriores elaboraciones.

Efectuada ya la toma del poder poltico por el proletariado


ruso se promulgarn los primeros textos legales (de 1918
a 1923 entrarn en vigor la primera Constitucin de la
RSFSR, los Principios directivos del derecha penal, Ley
Judicial, Cdigo civil, Cdigo penal, Cdigo de trabajo,
Cdigo de la tierra, Cdigo procesal, Cdigo de la familia,
etc.) que van a suscitar ya una teorizacin ms concreta. As
en 1921 aparece una obra realmente importante dentro del
panorama sovitico: La funcin revolucionaria del Estado
y del Derecho de Stucka, as como la Teora del Estado y
la Constitucin de la RSFSR del mismo autor. Otra obra
importante surge en 1923, Sobre el Estado, de Adoratskij.
En 1924 Pashukanis publica su citada obra y Korovine El
derecho internacional en el perodo de transicin, obra de
matices similares a la de Pashukanis. El penalista Krylenko
publicar tambin en 1924 sus Coloquios sobre el derecho
y el Estado y en 1925 saldr la obra principal de Rejsner
El Derecho. Nuestro Derecho. El Derecho extranjero. El
Derecho en general, mientras que P. I. Razumovskij publica
sus Problemas de teora marxista del Derecho. Tales son los
juristas ms importantes del momento y que constituyen la
primera generacin de juristas bolcheviques. De ellos los
que dan una visin ms general y sistemtica autnticos
jefes de escuela sern Stucka, Pashukanis y Rejsner.

La obra de Pashukanis supona, en estas circunstancias, una


profundizacin del tema de las relaciones entre marxismo y
44
derecho, escasamente iniciada por la obra de Stuka La funcin
revolucionaria del Derecho (que en esos momentos conoce
numerosas ediciones). La obra de Pashukanis es, respecto de
la de Stucka y pese a diferencias importantes, no un cambio
de ptica ni una crtica, sino ms bien una reelaboracin ms
cuidada, sistemtica y exquisitamente jurdica, por lo que
consigue muy pronto un gran predicamento. Esto se pone de
relieve no slo en los cargos que Pashukanis pasa a ocupar sino
tambin en el testimonio de sus propios colegas. Para Stucka,
por ejemplo. La forma marxista y revolucionara de entender la
esencia del derecho era la contenida en la obra de Pashukanis.

En idntico sentido se pronunciar Kelsen para quien


el representante ms prominente de la teora jurdica
sovitica durante el primer perodo de su desarrollo es E. B.
Pashukanis. Por ltimo, y para no incurrir en reiteraciones
de reconocimientos, no resistimos la tentacin de citar las
palabras de un pensador habitualmente tan crtico como Karl
Korsch para quien la significacin terica revolucionaria del
presente libro no es puesta en tela de juicio por el hecho de que
las ideas de Pashukanis no sean verdaderamente nuevas, sino
que representen un restablecimiento y renovacin de ideas
que el mismo Marx expresara hace ya ochenta aos, en parte
implcitamente, pero tambin en gran parte explcitamente,
en su critica de La Ideologa Alemana, en el Manifiesto
Comunista y, algunos aos despus, de nuevo en El capital
y en las Glosas marginales al programa del Partido Obrero
Alemn de 1875. En este marco de florecimiento de los
estudios jurdicos soviticos y como su ms alta expresin
aparece, pues, la obra de Pashukanis.
45
Por lo que se refiere a la situacin poltica interna del momento
en el que sale a la luz dicha obra, recordemos que 1924 es el
ao de la muerte de Lenin que marca el inicio de la lucha por
el poder en la URSS; lucha que, a largo plazo, determinar un
importante cambio en la lnea poltica, econmica y cultural
sovitica. Pero no adelantemos acontecimientos: cuando
Pashukanis escribe su obra las esperanzas de una revolucin
mundial todava no se haban esfumado totalmente y hablar
de socialismo en un solo pas no slo era una hereja sino
tambin una autntica traicin. Son momentos en los que
la teora se hace eco de una situacin a la que se considera
esencialmente revolucionaria. Es e1 momento de los grandes
tericos: G. Lukcs, K. Korsch, Gramsci, etc.

La obra de Pashukanis est en 1a lnea de la gran teora


socialista que, en manos fundamentalmente de Lukcs y
Korsch, alcanza en esa poca sus ms elevados frutos. La
obra de Pashukanis muestra un claro e ntimo parentesco con
Historia y conciencia de clase que se publicar en 1923 y
con Marxismo y filosofa que Karl Korsch publica por las
mismas fechas. As lo har notar el propio Karl Korsch
quien, refirindose a Historia y conciencia de clase dir que
por sus desarrollos acerca de los fenmenos particulares de
la reificacin (es decir, el disfraz fetichista de la realidad
social en la poca de la produccin mercantil) en la ciencia
del derecho, Lukcs debe ser considerado el precursor
directo de 1a presente obra de Pashukanis. En cuando a Karl
Korsch anotemos que su marxismo y filosofa revela una
semejante actitud metodolgica y de objetivos respecto a la
obra de Pashukanis. Similar es el mtodo de los tres autores;
similares son sus preocupaciones: se trata, cada uno por su
46
parte, de tres marxistas autnticamente revolucionarios que
representan la izquierda marxista, crtica, que todava no
ha sido liquidada (Pashukanis) ni ha ido a Canosa (Lukcs)
ni ha roto con el Partido (K. Korsch). Escriben los tres en
un momento donde, para ellos, todo an era posible: la
revolucin mundial, la liberacin absoluta del hombre, la
desaparicin definitiva del Estado, la completa superacin
del derecho. No consideraron el marxismo todava como
conocimiento puro, a la moda, socialdemcrata, sino
fundamentalmente como arma contundente en la lucha
por el socialismo; arma imprescindible para acometer esa
tarea urgente de correr el velo a todas las representaciones
ideolgicas porque la premisa para la desaparicin de stas
es descubrir las relaciones sociales que ellas ocultan.

En pocas palabras: Pashukanis escribe en una situacin interna


en la que se comienza a echar los cimientos para una teorizacin
marxista en torno al derecho; en un contexto internacional al
que se concepta como esencialmente revolucionario y en
1a mejor lnea marxista de la poca. Tener en cuenta estos
datos es imprescindible si se quiere comprender la obra de
Pashukanis, con sus aciertos y sus errores.

II

No es posible resumir en estas lneas toda la riqueza de tesis


y orientaciones que la obra encierra. Se trata de una autntica
visin general y sistemtica del derecho desde una ptica
marxista. Trata, pues, de todos los problemas que hoy en da
ocupan a una teora general del derecho: relacin jurdica,
derecho subjetivo-derecho objetivo, derecho pblico-derecho
47
privado, derecho y Estado, derecho y moral, etctera, hasta el
punto de hacer, injusta, o inexacta, la habitual idea de que el
marxismo carece de una teora general del derecho. Porque
precisamente de esto se trata para Pashukanis: construir una
teora general del derecho sobre bases automticamente
marxistas y con una metodologa especfica que no incurra ni
en sociologismo ni en psicologismo, no a la vez que evita el
procedimiento habitual marxista (que toma en consideracin
nicamente los contenidos y desprecia las formas jurdicas).
Difcil tarea realmente la que se propone Pashukanis. Por
si no fuera ya difcil pasar entre Scila y Caribdis, tiene que
maniobrar para no chocar contra el normativismo.

Pashukanis mismo explicita su proyecto: Es, por el


contrario, evidente que la teora marxista debe no slo
analizar el contenido material de la reglamentacin jurdica
en las diferentes pocas histricas, sino dar tambin una
explicacin materialista a la misma reglamentacin jurdica
como forma histrica determinada. Teora histricamente
determinada pues tiene como objeto este derecho, el derecho
burgus, ya que es solamente la sociedad burguesa la que
crea todas las condiciones necesarias para que el momento
jurdico asuma toda su determinacin. Las categoras
jurdicas as descubiertas son, por ello, histricas y en
absolutos eternas. Y ante las crticas de que ser objeto,
insistir Pashukanis, en su idea clave de que slo hay un
derecho el burgus porque slo la sociedad burguesa
precisa la unificacin de las condiciones de trabajo para que
sea posible el principio del cambio de equivalentes.

Establecida la necesidad de una teora general del derecho que


48
desvele los misterios reales que se ocultan tras el derecho, y
hecha la reduccin de derecho a derecho burgus, Pashukanis
acomete la tarea de construir tal teora. Lo realmente
novedoso es la metodologa que utilizar. Como dice
Cerroni, Pashukanis advierte los lmites de la tradicional
interpretacin del nexo estructura-superestructura en
Marx y se da cuenta de que la representacin del derecho
como forma ideolgica no puede significar negacin de
la historia real de los institutos jurdicos. Y en busca de
esa historia real se arma Pashukanis con el mismo mtodo
que utiliza Marx en El capital: lo mismo que para Marx
la mercanca es la forma mixtificadora de las relaciones
de produccin capitalista, Pashukanis tratar de demostrar
que el derecho es la forma mixtificadora de una relacin
social especfica. El derecho es la forma velada de ciertas
relaciones sociales, dentro de las cuales, dir, el ncleo ms
slido de la nebulosa jurdica si se me permite hablar as
est precisamente en el campo de las relaciones privadas,
en el derecho privado. Pues lo caracterstico de la relacin
social apta para convertirse en relacin jurdica la clula
primaria del tejido jurdico es ser una relacin entre
poseedores de mercancas que se relacionan en el mercado
mediante el cambio de equivalentes.

Planteado as el problema, acometer el anlisis y


desvelamiento de los conceptos jurdicos fundamentales:
sujeto jurdico (el poseedor de mercancas transpuesto en las
nubes), derecho subjetivo-derecho objetivo, derecho pblico-
derecho privado, Estado y derecho, derecho y moral, etc.,
remitindoles a su respectiva base econmica. El punto nodal
de la teora de Pashukanis consiste en su afirmacin de que
49
la forma del derecho tiene un carcter tan fetichista como la
mercanca en economa poltica. Cmo esta y por ello el
derecho en su desarrollo ms acabado corresponde a la poca
de 1a produccin mercantil capitalista. Y como sta, ha tenido
en su evolucin diferentes etapas que van desde las formas ms
embrionarias e imperceptibles hasta la forma ms desarrollada
y perfecta como la que se presenta en el actual estado burgus.
Derecho y Estado hallan, pues, su mxima expresin en la
sociedad burguesa: el paso siguiente no es, as, la metamorfosis
del Estado y del derecho ni su disfraz con ropajes proletarios,
sino su desaparicin al comps de la socializacin y de la
desaparicin de las clases. Hic Rodha, hic saltus.

III

Para Hans Kelsen la teora jurdica sovitica se adapta


sumisamente a todos los cambios de poltica del gobierno
sovitico. El examen que haremos de esa teora mostrar
la vergonzosa decadencia de una ciencia social que no es
capaz de emanciparse de la poltica. Hablar de una teora
ajena totalmente a la economa, a la sociedad y a la poltica,
slo lo puede hacer quien, obsesionado por la pureza
metodolgica, rechace como metajurdico todo aquello que
no sea reductible a puro momento normativo. No vamos
a justificar nosotros las graves aberraciones de la ciencia
jurdica en la poca de Stalin ni a afirmar que aqulla tenga
que seguir, como humilde ancilla domini, las directrices del
jerarca de turno, o lo que es peor, del jerarca de siempre.
nicamente sealaramos que, en concordancia con la
teora del derecho, lo aberrante no es una ciencia jurdica
dcil (al fin y al cabo la funcin del jurista ha sido muchas
50
veces la de explicar en latn las leyes que el legislador ha
dictado). Lo aberrante es una legislacin injusta y de esto,
por metajurdico, el jurista puro no puede hablar.

Pero adems no es ste el caso de Pashukanis, quien comete


el error y la osada de escribir contra corriente, de mantener
unas tesis que, por ortodoxas que fueran, haca tiempo que
haba sido decretada su falsedad. En el mismo ao en que
publica Pashukanis su trabajo comienza en la Internacional
Comunista la depuracin ms perseverante dirigida contra su
lnea izquierdista. En 1924 Zinoviev anatematiza a Karl Korsch
quien dos aos ms tarde ser expulsado del Partido Comunista
alemn. Lukcs comienza a dar un giro en sus tesis para no estar
fuera del sujeto histrico el Partido en un momento en que
avanza incontenible el fascismo. La Tercera Internacional, en su
Congreso de 1924, interpreta el perodo histrico que se avecina
como de estabilizacin relativa del sistema capitalista. Las
expectativas de una revolucin mundial tras el fracaso del
espartaquismo alemn fundamentalmente desaparecen del
horizonte inmediato. Muere Lenin y en Rusia se comienza a
hablar de socialismo en un solo pas. Por lo que se refiere a la
lucha por el poder en la Rusia bolchevique, el nuevo perodo se
caracteriza por el ascenso y progresiva consolidacin de Stalin,
la liquidacin de la NEP y una progresiva reforma de los medios
coercitivos. Es en este contexto donde, decimos, se producen las
tesis de Pashukanis que pecan, as, de ingenuidad y defectuosa
visin poltica, pues es dice Remigio Conde al finalizar
la nueva poltica econmica cuando Pashukanis crey que se
haba terminado la fase burguesa del derecho sovitico y que
haba llegado el momento de ir pensando en 1a desaparicin
del derecho.
51
Aunque todava Pashukanis se encuentra en la cumbre
de su prestigio, como lo prueban los cargos que ocupaba,
comienzan a aparecer, a finales de la dcada de los veinte, las
primeras tmidas crticas contra sus tesis si bien los autores
eran, de momento, personajes muy jvenes y de segunda fila.
Tales crticas alcanzarn su punto lgido en el Congreso de
Constitucionalistas Marxistas que se celebr en Mosc en
1931 y donde, dice Strogovic, se llam la atencin de los
juristas soviticos sobre la necesidad de considerar el derecho
sovitico como un instrumento contra el enemigo de clase al
tiempo que se recomendaba Stucka, Korovine y Pashukanis
entonar su autocrtica delante de los miembros del Instituto
jurdico del que Pashukanis era director. Podramos resumir
las crticas a las tesis de Pashukanis o al menos las ms
importantes de la siguiente manera:

1. Su metodologa idealista. Dice a este respecto K.


Stoyanovitch que se le reprochar, principalmente, haber
partido, en la elaboracin de su teora general del derecho, de
conceptos abstractos para descender despus a los hechos en
lugar de seguir el camino inverso. Ha imitado as la metodologa
idealista, cayendo en el individualismo y el subjetivismo
del derecho burgus...; acusacin sta que se basar en el
hecho de ver en el sujeto jurdico el elemento bsico de la
relacin jurdica y, por tanto, del derecho con la consiguiente
marginacin y olvido del elemento objetivo, constituido por
los bienes y en los que se puede encontrar, mejor que en el
sujeto jurdico, el contenido histrico de la regla de derecho.

2. Su economicismo. El primero en hacer esta acusacin ser


Vysinskij quien criticar a Pashukanis la tendencia a reducir
52
las relaciones jurdicas a relaciones econmicas, perdiendo
as de vista la especfica estructura normativa del derecho
Realmente, creemos que este es uno de los puntas ms
dbiles de Pashukanis: su reduccin, en ocasiones alegre, de
todo el derecho a relaciones de cambio, impedir encontrar
el camino que le permita, sin caer en el normativismo puro,
afirmar la especificidad del momento normativo. Por ello,
este punto es el ms unnimemente criticado. As, por
ejemplo, Kelsen, Vincent y Poulantzas entre otros muchos.
Su proyecto de construir una teora marxista del derecho y
no una teora jurdica coloreada de sociologismo no siempre
tiene un feliz resultado como en todo lo relativo a la reduccin
privatstica del derecho penal donde la argumentacin
parece un tanto forzada.

3. De indudable peso ser la crtica que le har Stucka


cuando seala que el punto ms rechazable del sistema de
Pashukanis es su teora del cambio de mercancas como
base explicativa del fenmeno jurdico. Para Cerroni si se
quisiera identificar el punto nodal de los lmites y dificultades
tericas que emergen en la doctrina de Pashukanis podramos
resumirlo en la inadecuada comprensin de aquella misma
relacin de cambio que, no obstante, Pashukanis tiene el
gran mrito de haber colocado en el centro de su anlisis de
la forma jurdica. Para Stucka, Pashukanis reduce todo el
derecho al campo del mercado, al cambio como mediacin
de relaciones entre poseedores de mercancas, lo que
significa que e1 derecho es un fenmeno propio nicamente
de la sociedad burguesa. En otro artculo, dir Stucka: creo
que si queremos comprender el derecho burgus no hay que
detenerse en la abstracta sociedad mercantil simple ms de lo
53
necesario para descubrir los secretos de las abstracciones de
ese derecho. Conseguido esto, hay que volver a la realidad, a
la sociedad clasista de la burguesa.

Definir, por otra parte, el derecho a partir del cambio de


equivalentes significa marginar el elemento clave de la
lucha de clases. As lo ver Stuka: Pero de estas ltimas
palabras se infiere otra con secuencia y aqu est nuestra
divergencia: que se niega, se ignora o al menos se subestima
el carcter clasista de todo derecho. Puesto que las compras y
las ventas se concluyen solamente entre individuos aislados,
est fuera de lugar la bsqueda de relaciones entre clases
sociales enteras. Esto es, que siguiendo este mtodo en la
economa poltica y en el anlisis terico de las instituciones
jurdicas, deberamos rechazar la introduccin del elemento
de clase en el derecho civil; sin embargo, esto conducira a
esa separacin entre teora de la economa poltica y teora
de la lucha de clases que hemos experimentado en nosotros
mismos no hace mucho tiempo. En idntico sentido
se pronunciar en 1930 K. Korsch cuando criticar de
Pashukanis su sobrevaloracin, extraa para un marxista,
de la circulacin que no concibe solamente como una razn
determinante de la ideologa tradicional de la propiedad, sino
tambin como el nico fundamento econmico de la actual
propiedad y entre sus errores enumerar su oposicin
igualmente injustificada a todos los tericos socialistas y
comunistas, presentes o pasados, que han considerado el
descubrimiento del carcter de clase del derecho, inherente
tanto a todos sus contenidos particulares como a su forma,
como la tarea esencial de la crtica marxista del derecho.
54
4. Su teora conduce a considerar el derecho privado como
la esencia de derecho mientras que el derecho pblico
no es un verdadero derecho. Y puesto que el derecho se
refiere al cambio de equivalentes, Pashukanis asimilar el
derecho burgus al derecho en general sin preocuparse por
las particularidades de los diferentes sistemas jurdicos que
han surgido a lo largo de la historia. Las consecuencias que
de ello se derivaban eran realmente peligrosas: si el derecho
ms desarrollado es el derecho burgus, qu es el derecho
sovitico? Este no es ms que derecho burgus no slo por
su contenido sino, incluso, en su forma misma. Debe, por
consiguiente, desaparecer. Pero esto era lo inaceptable: Slo
un enemigo implacable del socialismo o un idiota rematado
dir P. Yudin podra dejar de entender realmente que el
derecho socialista sovitico nuevo tanto en su contenido
como en los problemas planteados comenz a ser creado
desde los primeros das de existencia de la autoridad sovitica.
Y citar P. Yudin las palabras de Lenin: No reconocemos
nada privado; para nosotros todo, en el campo de la economa,
tiene carcter de derecho pblico y no de derecho privado.
Lo que se discuta era la existencia de un derecho sovitico
as como su sentido y funcin en el perodo de transicin.

Pero en este punto ni su compaero ms afn, Stuka, aceptar


las radicales tesis de Pashukanis: Por ltimo dir Stucka
no estoy de acuerdo siquiera en la valoracin del proceso de
extincin del derecho. El camarada Pashukanis dibuja este
proceso como un paso inmediato del derecho burgus al no
derecho. Yo considero; en cambio, que, como escribi Lenin
citando a Marx, hay un Estado burgus sin burguesa;
que en la prctica este Estado es la dictadura proletaria o
55
el poder sovitico y que, de manera igualmente necesaria,
se crea tambin un derecho sovitico temporal del perodo
de transicin. Mucho ms tajante ser Vysinskij: He aqu
dice por qu es una burda deformacin de la teora de
Marx sobre el derecho afirmacin de los Pashukanis; los
Berman, etc., de que el paso al comunismo no comporta
el paso a nuevas formas de derecho sino la extincin de la
forma jurdica en general. La rehabilitacin en este punto
no se ha producido: todava hoy el punto en que se centran
las crticas soviticas de forma unnime sigue siendo ste.
As un autor actual, como Strogovic, dir al respecto: Toda
esta concepcin mercantil estaba equivocada, disminua
el alcance del derecho sovitico configurndolo como un
residuo o una supervivencia de la sociedad burguesa que es
preciso utilizar pero del que conviene separarse tan pronto
como sea posible. Con ello se rechazaba el concepto de un
derecho socialista y se negaba la posibilidad de construir un
sistema jurdico sovitico.

5. Lo mismo que se rechaza su tesis sobre la desaparicin


del derecho, se criticar su concepcin del Estado y su
postulacin de una radical liquidacin del mismo. Es la
misma lgica que le lleva a asimilar el Estado al Estado
burgus la que le lleva a afirmar que el Estado socialista no
es sino una prolongacin del Estado burgus. En Pashukanis,
dice Cerroni, el concepto de Estado tiende a construirse
como concepto lgica e histricamente indiferenciado en
cuanto queda reducido al aparato coercitivo igual, ms o
menos, a cualquier tipo concreto de Estado: el Estado surge
cuando ninguna clase social logra imponerse a las dems y
como aparato coercitivo que est por encima de las clases.
56
El razonamiento de Pashukanis es el siguiente: si en Rusia ha
vencido ya el proletariado, para qu el Estado?

IV

Hemos expuesto hasta aqu algunas de las objeciones ms


importantes que se hicieron a las tesis de Pashukanis desde
la perspectiva marxista. No menos importantes sern las que
la orientacin normativista lance contra Pashukanis aos ms
tarde. Nos referimos, en concreto, a la crtica de autores como
Hans Kelsen y Norberto Bobbio, entre otros y que, por motivos
de espacio y unidad expositiva, no hacemos sino sealar.

Pashukanis va a responder a algunas crticas en el prlogo a


la edicin de 1927. Pero ser fundamentalmente en el trabajo
que publique en 1930 con el ttulo de El Estado sovitico
y la revolucin en el dominio del derecho donde rectificar
ciertas tesis secundarias al tiempo que insiste con mayor
fuerza en las ideas claves. Dos son los temas fundamentales
que toca en este trabajo:
1. Su concepcin del Estado, que Pashukanis reconoce
como errnea. Los razonamientos en torno al Estado y a su
desaparicin son radicalmente falsos, reconoce Pashukanis:
la victoria de una clase no implica e1 aniquilamiento de su
adversario y en este sentido, puesto que la clase enemiga no
desaparece, sigue siendo necesario el Estado como mquina
de dominacin clasista durante el perodo de transicin. La
consolidacin y construccin del socialismo as lo exigen.

2. En cuanto al derecho proletario, sigue insistiendo, tiene


que perecer. Su razonamiento es el siguiente: el perodo
57
de transicin no es un sistema social aparte; slo hay dos
posibilidades: sistema capitalista y sistema socialista
de produccin. Entre el derecho burgus (propio del
capitalismo) y la superacin del derecho (socialismo) no
hay un derecho intermedio, sino solamente un proceso de
desaparicin del primero; desaparicin que ser definitiva
cuando se haya socializado toda la produccin de bienes.
Y as se preguntar con cierto asombro: Cmo vais a
construir un sistema jurdico definitivo si parts de relaciones
sociales que implican 1a necesidad de que se extinga todo
tipo de derecho? No podemos ocuparnos de la creacin
de un ordenamiento jurdico proletario especfico, por que
partimos de relaciones objetivas que la dictadura proletaria
est cambiando a cada momento.

No es derecho lo que se necesita. Es absurdo pensar que e1


derecho pueda acelerar el proceso hacia el socialismo ya que
aquel, por definicin, no es sino la cristalizacin en frmulas
estables de ciertas relaciones sociales. Por ello, Pashukanis dir
que, en lugar de derecho, lo que se precisa es poltica audaz,
atrevida, que se desenvuelva, durante el perodo de transicin, en
el marco como mal menor de una legislacin con el mximo
de flexibilidad. Esta primaca que otorga a la poltica sobre el
derecho slo es explicable en una situacin revolucionaria como
la que viva la Rusia bolchevique y, como indica Cerroni, se basa
en la conviccin de que la fase de transicin de una sociedad sin
Estado y sin derecho iba a ser, a pesar de todo, breve....

En este contexto adquieren plena significacin las palabras


que pronuncia Pashukanis: La aspiracin a crear sistemas
jurdicos cerrados, definitivos, sin contradicciones internas,
58
es propia de los juristas burgueses. Tal aspiracin no tiene
sentido entre nosotros. En nuestro caso pedimos que nuestra
legislacin posea el mximo de elasticidad. Nosotros
tenemos una poltica proletaria en la que debe orientarse el
derecho. Rechazamos un derecho que dirija y que absorba la
poltica. Para nosotros es la poltica la que ocupa un primer
lugar ante el derecho. Y por todo ello seguir afirmando que
exaltar el derecho sovitico es, en el fondo, una tendencia
seudorevolucionaria y esencialmente conservadora.
Si observamos, pues, sus rectificaciones nos daremos cuenta
de que stas no son tan grandes. As lo reconoce y critica
Strogovic para quien Pashukanis no lleg, sin embargo,
a construir una nueva teora cientfica acabada y as en el
volumen Ucenie a gosudartsvo i pravo (Doctrina del Estado
y del derecho) publicado en 1932 por un grupo de juristas
entre los que est Pashukanis, nada se dice del derecho
sovitico como derecho de tipo socialista y el tratamiento
que los autores hacen de la evolucin histrica del derecho
termina con el derecho burgus.

Pero lo que hasta entonces no pasaban de ser crticas


tericas muy pronto van a convertirse en ataques polticos.
Pashukanis va a estar muy pronto fuera de la correcta lnea
general que Stalin iba imprimiendo a la poltica en la
URSS; lo que, en tales circunstancias, no dejaba de ser un
tanto peligroso. Todava Pashukanis ser nombrado director
de la Academia de Ciencias de la URSS en 1936, en su cargo
de director del Instituto Sovitico para la construccin del
Derecho. Igualmente seguir dirigiendo la principal revista
59
jurdica poltica, Estado Sovitico y Derecho. Pero e1 signo
de los tiempos no apuntaba en su direccin.

Desde haca algunos aos que Stalin vena manteniendo


tesis abiertamente contrarias respecto de las que Pashukanis
siempre defendiera. Stalin no slo llegar a afirmar 1a
necesidad de un Estado y de un derecho sovitico, sino que
llegar a poner en duda la desaparicin del Estado y del
derecho incluso en la fase comunista (lo que no se poda
defender sin violentar clarsimamente las doctrinas de Marx
y Engels). Pero la seal de ataque, por lo que a Pashukanis
respecta, ser el artculo citado de P. Yudin publicado en el
nmero 17 de la revista Bolsevik (Mosc, 1937) en el que
las crticas se convertirn en clarsimas amenazas. A partir
de aqu, lo habitual es referirse a Pashukanis y a su grupo
utilizando eptetos como cretinos, enemigos del pueblo,
agentes fascistas a sueldo de Alemania y del Japn, etc. Y
el ataque sera continuado en profundidad y virulencia por
A. Ja. Vysinskij, antiguo menchevique y ahora fiel admirador
del genial camarada Stalin, as como su sumiso fiscal
general. La ocasin escogida sera el informe presentado al
Primer Congreso de Juristas celebrado en Mosc en 1938.
Pero... qu haba ocurrido para que el que fue mximo
representante de la ciencia jurdica sovitica fuera insultado,
encarcelado y fusilado?

Precisamente cuando Pashukanis terminaba la tercera y ltima


edicin de su Teora General del Derecho y el Marxismo (1927)
se haba liquidado ya la NEP y se haban iniciado los famosos
Planes Quinquenales. La idea de una revolucin mundial slo
la seguan defendiendo los trotskistas a quienes, para justificar
60
su eliminacin, se identificaba con agentes del fascismo de
Alemania y del Japn. Conseguir la colectivizacin total de la
agricultura, controlar los sectores industriales y de comercio,
planificar una economa nueva sustituyendo as el mercado,
fortalecerse militarmente ante el amenazante avance del
fascismo... eran objetivos que no podan ser conseguidos sin
un fortalecimiento de los medios represivos: ejrcito, polica,
tribunales, nuevas leyes, etc. Es decir, se necesitaba un fuerte
Estado y un rgido e inflexible orden jurdico.

Pero, para conseguir esto, Stalin consideraba de todo punto


necesario eliminar las tendencias opuestas representadas por
adversarios tan peligrosos como Trotsky, Bujarin, Kamenev,
etc. Por ello, una vez conseguida la mayora en el Comit
Central, denunciar en abril de 1929 la tendencia anarquista
de la teora de Bujarin y su hostilidad a toda forma de Estado
y en consecuencia al Estado sovitico, propio del perodo
de transicin. En noviembre del mismo ao, Bujarin, Rykov
y Tomsky harn una declaracin en la que reconocen
haber defendido en el partido ideas errneas inclinndose
seguidamente ante la correccin de 1a lnea general. Y en
enero de 1933 en e1 Pleno del Comit Central dir Stalin
estas tajantes palabras: La abolicin de las clases no se
obtiene mediante la extincin de la lucha de clases sino a
travs de su reforzamiento. La extincin del Estado se har no
mediante el debilitamiento del poder estatal, sino mediante
su reforzamiento, indispensable para aniquilar los residuos
de las clases que se estn extinguiendo y para organizar la
defensa contra el cerco capitalista que ni ha sido destruido
ni lo ser en breve tiempo. Haba, pues, que proporcionar
al Estado sovitico la mxima autoridad para que preparara
61
las condiciones de su propia desaparicin: una de las cuales,
segn Stalin, era la desaparicin de los contrincantes. Fruto
de esta nueva situacin poltica ser el cambio total de
postura de Pashukanis en 1936 en un artculo titulado El
Estado y el Derecho bajo el socialismo.

El proceso de su desaparicin est relacionado con la


depuracin de N. Bujarin y otros veinte viejos bolcheviques.
La acusacin contra Bujarin se basar en cierto artculo
escrito por ste en 1916 en el que defenda la desaparicin
del Estado y del derecho una vez realizada la socializacin
de los medios de produccin. En idntico sentido se
pronunciar un ao despus de la muerte de Lenin, con un
artculo titulado La teora del Estado imperialista, y que,
si creemos a Vysinskij, haba sido escrito en colaboracin
con Pashukanis. Tal es la disculpa para que, cuatro aos ms
tarde, se les acusara de querer destruir el Estado sovitico, y
abrir las fronteras de la URSS a los fascistas.

La detencin de Pashukanis se produce con motivo de


los famosos procesos de Mosc. Tras el segundo proceso
(23 y 30 de enero de 1937) en el que sern juzgados,
fundamentalmente, viejos bolcheviques como Piatakov
y Karl Radek, comienzan los preparativos para el tercer
proceso. El 20 de enero de dicho ao se produce un ataque
a Pashukanis en Pravda mientras que el nombre de Bujarin
haba salido en todos los procesos celebrados hasta ahora.
Para P. Broue es inmediatamente despus del segundo
proceso cuando se produce la detencin de Bujarin, Rikov
y el jurista Pashukanis. Se les acusar de formar parte
del bloque de derechistas y trotskistas. En dicho proceso
62
no aparece personalmente Pashukanis pero, segn Harold
J. Berman, tras la denuncia de los crmenes de Stalin en
1956 los juristas soviticos declararon que Pashukanis fue
fusilado poco despus de ser detenido. Su muerte marca
el fin de un perodo y el comienzo de la etapa llamada, por
eufemismo, del culto a 1a personalidad que, en la ciencia
jurdica, significar e1 predominio de un normativismo
teida de marxismo, como el de A. Ja. Vysinskij. La rica
relacin entre marxismo y derecho que, aun cuando con
evidentes simplificaciones, iniciaran viejos bolcheviques
como Stuka y Pashukanis queda truncada por derecho y
la tarea impuesta al jurista desde ahora es la de buscar una
definicin consoladora del derecho.

Ni siquiera la posterior rehabilitacin de Pashukanis (8


de octubre de 1956) tendr significado para la ciencia del
derecho de la URSS. Si bien se reconoce que las acusaciones
lanzadas contra Pashukanis eran de todo punto falsas, se
sigue insistiendo en la heterodoxia y peligrosidad de su
pensamiento. Y es que el error imperdonable que Pashukanis
cometiera fue como dice J. M. Vincen el que como toda
una generacin de viejos bolcheviques se haba tomado
demasiado en serio los temas liberadores de Marx y Lenin
sobre la desaparicin del Estado y del Derecho. Este es el
motivo de que valga la pena de ser ledo por todos los que
luchan verdaderamente por el socialismo.

VIRGILIO ZAPATERO
Universidad Autnoma de Madrid
63
PRLOGO A LA TERCERA EDICIN SOVITICA

Esta tercera edicin del libro no contiene modificaciones


sustanciales respecto de la segunda. La causa de esto, naturalmente,
no estriba en el hecho de que no tenga nada que aadir a cuanto ya
haba dicho antes o que considere que una posterior reelaboracin
no sea ni necesaria ni posible. Por el contrario, ha llegado el
momento de que las ideas, slo brevemente delineadas en este
libro, puedan y deban ser expuestas de manera ms sistemtica,
concreta y detallada. Los ltimos aos no han pasado en vano
para la teora marxista del derecho; existe ya material suficiente
en orden a las distintas disciplinas; muchos problemas parciales
han sido examinados y han sido puestas, si bien a grosso modo,
las bases sobre las que se puede intentar formular una orientacin
marxista para la teora general del derecho.

Precisamente porque me propongo para el futuro inmediato 1a


tarea de exponer tal orientacin, he decidido renunciar a hacer
ulteriores modificaciones al presente trabajo. Ser mejor que
este esbozo contine siendo lo que ha sido: un primer estudio
de crtica marxista de los conceptos jurdicos fundamentales.

Las nicas notas aadidas en esta tercera edicin han sido


indicadas en el texto.
Julio de 1927
64
PRLOGO A LA SEGUNDA EDICIN SOVITICA

Lo que menos me esperaba, cuando publiqu mi libro, era


que tuviera necesidad de una segunda edicin; sobre todo en
un lapso tan breve. Por otra parte todava sigo convencido de
que si esto ha ocurrido se debe nicamente a que el trabajo
que, en el mejor de los casos, habra debido servir de estmulo
y material para una posterior discusin, ha encontrado un
uso convertirse en libro de texto que el autor ni siquiera
imaginaba. Este hecho, a su vez, se explica por la extrema
pobreza de la literatura marxista en relacin con la teora
general del derecho (y no puede por otra parte dejar de ser as
puesto que hasta hace poco tiempo se pona en duda, en los
crculos marxistas, la existencia misma de una teora general
del derecho).

Sea como fuere, el presente trabajo no pretende en absoluto


merecer el honroso ttulo de texto de orientacin marxista
para la teora general del derecho. En primer lugar, aunque
slo sea por el hecho de que ha sido escrito en gran medida
con fines de esclarecimiento personal; de aqu su abstraccin
y su forma de exposicin concisa y a veces casi esquemtica;
y de aqu tambin la unilateralidad, inevitable cuando la
atencin se centra sobre algunos aspectos del problema que
se presentan como centrales. Todas estas caractersticas
hacen que el libro sea poco idneo como texto de enseanza.

Sin embargo, aunque soy plenamente consciente de


estas deficiencias, he renunciado a la idea de introducir
correcciones a la segunda edicin en atencin a las
siguientes consideraciones. Una crtica marxista de la teora
65
general del derecho apenas est en sus inicios. En este campo
ciertamente no se alcanzarn de forma inmediata soluciones
definitivas que deben basarse en el estudio profundo de cada
una de las ramas del derecho en particular; y en esta direccin
todava queda mucho camino por recorrer. Basta decir que
ciertas ramas como, por ejemplo, el derecho internacional,
la crtica marxista casi ni las ha rozado todava. Lo mismo
cabe decir respecto del proceso y, ciertamente en menor
medida, respecto del derecho penal. Por lo que se refiere a
la historia del derecho, nicamente tenemos lo que nos ha
proporcionado la historiografa marxista general. A este
respecto slo el derecho constitucional y el derecho civil
representan en cierto modo una feliz excepcin. El marxismo,
pues, apenas acaba de conquistar una regin nueva para l. Y
naturalmente esto ocurre hasta ahora en forma de discusiones
y lucha entre puntos de vista contrapuestos.

Mi libro, que ha sometido a discusin algunas cuestiones


de teora general del derecho, sirve precisamente, y sobre
todo para este objetivo preliminar. Y ste es el motivo por el
que he decidido que el libro conserve fundamentalmente su
precedente carcter, sin tratar de adaptarlo a las exigencias
que todo texto de enseanza debe satisfacer, aadindole
nicamente aquellos complementos necesarios, debido en
parte a las indicaciones de la crtica.

Considero til exponer aqu, en el prlogo, algunas


precisiones previas respecto a los conceptos fundamentales
de mi trabajo.

El camarada P. I. Stucka ha definido con toda exactitud


66
mi posicin ante la teora general del derecho como una
tentativa de acercar las formas del derecho y las formas de
la mercanca. A juzgar por las opiniones expuestas, este
concepto, no obstante algunas reservas, ha sido reconocido
fundamentalmente como positivo y fecundo. La razn
de ello se debe, con toda seguridad, a la circunstancia de
que en este caso yo no he necesitado descubrir Amrica.
En la literatura marxista y ante todo en el propio Marx, es
posible encontrar suficientes elementos en relacin con el
mencionado planteamiento. Aparte de las citas de Marx que
aducir en el libro, basta adems con recordar nicamente
el captulo Moral y derecho. Igualdad del Anti-Dhring.
Aqu Engels da una formulacin bastante precisa del nexo
que existe entre el principio de la igualdad y la ley del valor,
haciendo notar que esta deduccin de las modernas ideas
de igualdad a partir de las condiciones econmicas de la
sociedad burguesa ha sido expuesta primeramente por Marx
en El Capital. Por consiguiente lo que haba que hacer
era reducir a unidad los conceptos formulados por Marx y
Engels y tratar de valorar atentamente ciertas consecuencias
que de aqu se derivaban. La tarea no era ms que esto. La
tesis fundamental de que el sujeto de las teoras jurdicas est
en estrecha relacin con el poseedor de mercancas, no era
preciso demostrarla nuevamente despus de Marx.

De igual manera, tampoco contena nada nuevo la otra


conclusin segn la cual la filosofa del derecho, que
considera como su fundamento la categora del sujeto con
su capacidad de autodeterminacin (y la ciencia burguesa
no ha creado otros sistemas coherentes de filosofa del
derecho) en sustancia, la filosofa de la economa mercantil
67
que instaura las ms generales y abstractas condiciones sobre
las que el cambio puede realizarse conforme, a la ley del
valor sobre las que pueden efectuarse la explotacin en las
formas del libre contrato Esta concepcin est en la base
de la crtica que el comunismo ha realizado y realiza contra
la ideologa burguesa de la libertad y de la igualdad y contra
la democracia formal burguesa, en la cual 1a repblica
del mercado oculta el despotismo de la fbrica. Esta
concepcin nos proporciona la conviccin de que la defensa
de los llamados conceptos abstractos del sistema jurdico
son 1a forma ms general de defensa de los intereses de
clase de la burguesa, etc. Pero si el anlisis marxiano de
la forma de mercanca y de la correspondiente forma del
sujeto ha sido ampliamente utilizado como instrumento de
crtica de la ideologa jurdica burguesa, no ha sido utilizado
en absoluto para el estudio de la superestructura jurdica
como fenmeno objetivo Lo ha obstaculizado, ante todo, el
hecho de que los pocos marxistas que se ocuparon de los
problemas del derecho han considerado, sin duda alguna,
como caracterstica central, esencial y la nica tpica de
los fenmenos jurdicos, el momento de la reglamentacin
social coercitiva (estatal). Pareci, en efecto, que nicamente
este punto de vista garantizaba una actitud cientfica, es
decir, sociolgica e histrica, ante el problema del derecho
en contraposicin con los sistemas idealistas, meramente
especulativos de la filosofa del derecho, que postulaban como
su fundamento la concepcin del sujeto con su capacidad
de autodeterminacin. Fue as natural pensar que la crtica
marxiana del sujeto jurdico, directamente derivada del
anlisis de la forma de mercanca, no contuviese referencia
alguna a la teora general del derecho, dado que la exterior
68
reglamentacin coercitiva de las relaciones entre poseedores
de mercancas constituye slo una parte irrelevante de la
reglamentacin social en general.

En otras palabras, todo lo que se puede deducir de la


concepcin marxiana del Waarenhter, cuya voluntad
se encuentra en las cosas, pareci, segn este punto de
vista, nicamente relevante para una esfera relativamente
pequea, para el llamado derecho comercial de la sociedad
burguesa y absolutamente intil para las dems ramas del
derecho (derecho constitucional, penal, etc.) y para las
otras formaciones histricas, por ejemplo, para la esclavista
o feudal, etc. es decir, por un lado, la importancia del
anlisis marxiano estaba limitada a una sola regin, muy
especializada del derecho y, por otro lado, sus datos eran
utilizados nicamente para desenmascarar la ideologa
burguesa de la libertad y de la igualdad; nicamente para la
crtica de la democracia formal y no para esclarecer tambin
las caractersticas fundamentales, en cuanto principio, de
la superestructura jurdica como fenmeno objetivo. Por
otra parte, se perdan de vista dos cosas: en primer lugar,
que el principio del sujeto jurdico (nos referimos con ello
a los principios de la igualdad y de la libertad, el principio
de 1a autonoma de la persona, etc.) no es nicamente un
instrumento de engao y un producto de la hipocresa de la
burguesa en cuanto se opone a la lucha proletaria para la
eliminacin de las clases sino, al mismo tiempo, un principio
realmente operante en la sociedad burguesa, cuando sta se
genera a partir de la sociedad feudal-patriarcal y 1a destruye;
en segundo lugar, que el triunfo de este principio es no
solamente y no tanto un proceso ideolgico (es decir, referido
69
en un todo a la historia de las ideas), sino ms bien un proceso
real de juridizacin de las relaciones humanas que acompaa
al desarrollo de la economa mercantil-monetaria (y, en la
historia europea, al desarrollo de la economa capitalista) y
que implica profundas y completas transformaciones. Estas
comprenden lo siguiente: el nacimiento y consolidacin
de la propiedad privada, su universalizacin en relacin
tanto a los sujetos como a todos los posibles objetos,
la liberacin de la tierra de las relaciones de dominio y
sujecin, la transformacin de toda propiedad, el desarrollo
y el predominio de las relaciones de obligacin y por ltimo,
la separacin del poder poltico como fuerza particular al
lado de la cual aparece el poder puramente econmico del
dinero, con la consiguiente divisin, ms o menos neta, entre
la esfera de las relaciones pblicas y las relaciones privadas,
entre el derecho pblico y el derecho privado.

Si, por consiguiente, el anlisis de la forma de mercanca


descubre el significado histrico concreto de la categora
del sujeto y desvela la base de los esquemas abstractos de
la ideologa jurdica, el proceso histrico del desarrollo de la
economa mercantil-monetaria y de la economa mercantil-
capitalista acompaa la realizacin de estos esquemas en la
forma de una concreta superestructura jurdica. En la medida
en que las relaciones entre los hombres se construyen como
relaciones entre sujetos, nos encontramos ante la condicin
misma del desarrollo de la superestructura jurdica con
sus leyes formales, con los tribunales, los procesos, los
abogados, etc.

De esto se deduce que los rasgos fundamentales del derecho


70
privado burgus son al mismo tiempo los rasgos determinantes
ms caractersticos de la superestructura jurdica en general.
Si en los primeros estadios del desarrollo el cambio de
equivalentes, en la forma del talin y del resarcimiento del
dao producido, gener la ms primitiva forma jurdica que
reencontramos en las leyes llamadas brbaras, en el futuro
las supervivencias del cambio de equivalentes en la esfera de
la distribucin, que se conservan tambin en la organizacin
socialista de la produccin (hasta el paso al comunismo
desarrollado), obligar a la sociedad socialista como
previ Mar a moverse durante algn tiempo dentro de los
estrechos horizontes del derecho burgus. Entre estos dos
puntos extremos se efecta el desarrollo de la forma jurdica
que logra su momento culminante en la sociedad burguesa-
capitalista. Este proceso puede tambin definirse como
proceso de disolucin de las relaciones patriarcales orgnicas
y su sustitucin por relaciones jurdicas, esto es, relaciones
entre sujetos formalmente iguales. La disolucin de la familia
patriarcal, en la que el pater familias era propietario de la fuerza
de trabajo de la mujer y de los hijos, y su transformacin en
familia contractual, en la que los cnyuges estipulan un contrato
patrimonial y los hijos (como por ejemplo en las factoras
americanas) reciben del padre un salario, constituyen uno de
los ejemplos ms tpicos de esta evolucin. El desarrollo de
las relaciones mercantiles-monetarias acelera esta evolucin.
La esfera de la circulacin, que se expresa mediante la
frmula mercanca-dinero-mercanca, desempea un papel
preeminente. El derecho comercial ejerce la misma funcin
respecto al derecho civil que la que desempea este ltimo
respecto a todos los dems sectores, es decir, les indica 1a va
del desarrollo. Por consiguiente, el derecho comercial es, por
71
una parte, el sector especfico que nicamente tiene relevancia
para las personas que han hecho de la transformacin* de
mercancas en dinero y viceversa, su profesin. Por otra parte,
el derecho mercantil es el mismo derecho civil en su dinmica,
en su movimiento hacia esquemas ms puros, donde ha
desaparecido ya todo rastro de organicismo, hacia esquemas
en los que el sujeto jurdico opera en su forma acabada como
complemento necesario e inevitable de la mercanca.

El principio, pues, del sujeto jurdico y los esquemas


basados en e1 que para la jurisprudencia burguesa son
coma esquemas a priori de la voluntad humana derivan
con absoluta necesidad de las condiciones de la economa
mercantil-monetaria. La concepcin estrictamente
emprica y tcnica de la conexin existente entre estos dos
elementos se manifiesta en discusiones acerca del hecho
de que el desarrollo del comercio exige garantas para la
propiedad, buenos tribunales, una buena polica, etc. Pero
si examinamos la cuestin con ms detenimiento, est claro
que no slo las diferentes estructuras tcnicas del aparato del
Estado surgen sobre el terreno del mercado, sino que entre
las mismas categoras de la economa mercantil-monetaria
y la forma jurdica existe un nexo interno indisoluble. En
una sociedad en la que existe el dinero, en la que el trabajo
privado individual se hace social slo con la mediacin
del equivalente general, se dan ya las condiciones para la
forma jurdica con sus contradicciones entre lo subjetivo y lo
objetivo, lo privada y 1o pblico.

Slo en una sociedad de este tipo el poder poltico tiene la


posibilidad de oponerse al poder puramente econmico, que
72
se presenta de la manera ms ntida como poder del dinero.
Al mismo tiempo se hace posible tambin la forma de la ley.
Para el anlisis, pues, de las fundamentales definiciones del
derecho no hay necesidad de partir del concepto de ley y de
servirse de el como hilo conductor, ya que el mismo concepto
de ley (como volicin del poder poltico) corresponde a un
estadio del desarrollo en el cual se ha verificado y consolidado
la divisin de la sociedad en civil y poltica y en la cual, por
consiguiente, se han conectado ya los elementos esenciales
de la forma jurdica. La constitucin del Estado poltico
dice Marx y la descomposicin de la sociedad civil en
individuos independientes cuyas relaciones estn regidas
por el derecho, lo mismo que la relacin de los hombres de
las corporaciones y gremios era el privilegio se realiza por
un mismo y nico acto.

De lo que llevamos dicho no se deduce, naturalmente, en


absoluto que yo considere la forma del derecho como un
mero reflejo de la ms pura ideologa (cfr. P. I. Stuka,
Revoliutsionnaia rol prava i gosudarstva [La funcin
revolucionaria del derecho y del Estado], prlogo, p. v).
Tengo 1a impresin de haberme expresado al respecto
en forma suficientemente clara: El derecho como forma
no existe nicamente en las mentes y en las teoras de los
especialistas del derecho. Este tiene una historia real paralela,
que se desarrolla no como sistema de conceptos, sino como
sistema especfico de relaciones (cfr. p. 55). En otro lugar
hablo de los conceptos jurdicos que reflejan tericamente
el sistema jurdico como un todo orgnico (cfr. p. 58.)
En otras palabras: la forma jurdica, expresada mediante
abstracciones lgicas, es el producto de una real o concreta
73
(segn la expresin del camarada Stucka) forma jurdica,
de una mediacin real de las relaciones de produccin. Yo
no solamente he afirmado que hay que buscar la gnesis de
la forma jurdica en las relaciones de cambio, sino que he
identificado tambin el elemento que, segn mi punto de
vista, constituye la ms plena realizacin de la forma jurdica
esto es, el tribunal y el proceso.

Es evidente que en el desarrollo de toda relacin jurdica


subsisten en la cabeza de los participantes diferentes
representaciones ideolgicas, ms o menos acabadas, de s
mismos en tanto que sujetos, de las obligaciones y derechos
propios, de la libertad de las propias acciones, de los
lmites de la ley, etc. Sin embargo, la significacin prctica
de las relaciones jurdicas no consiste naturalmente en
estos estados subjetivos de conciencia. Cuando el poseedor
de mercancas toma conciencia de s como poseedor de
mercancas, todava no ha mediado la relacin econmica de
cambio con todas sus ulteriores consecuencias que escapan
a su conciencia y a su voluntad. La mediacin jurdica se
realiza en el momento del contrato. Pero el contrato no es
ya un fenmeno de orden psicolgico; no es una idea, una
forma de la conciencia: es un hecho econmico objetivo,
una relacin econmica indisolublemente unida a su tambin
objetiva forma jurdica.

El fin prctico profundo de la mediacin jurdica es el de


asegurar el movimiento, ms o menos libre de obstculos
de la produccin y de la reproduccin social que en la
sociedad mercantil se realiza formalmente mediante una
serie de contratos privados. Este fin no puede conseguirse
74
nicamente con el auxilio de las formas de la conciencia, esto
es, de elementos puramente subjetivos: para ello se necesita
recurrir a criterios precisos, a leyes y a interpretaciones
de leyes, a una casustica, a los tribunales y a la ejecucin
coercitiva de las sentencias. Slo por este hecho uno no se
puede limitar, en la consideracin de la forma jurdica, a la
pura ideologa y no puede dejar de examinarse todo este
aparato objetivamente existente.

Todo resultado jurdico, por ejemplo, la resolucin de una


controversia jurdica, es un hecho objetivo que est fuera de
la conciencia de las partes como el fenmeno econmico que
en determinado caso est mediado por el derecho. La otra
crtica que me hace el camarada Stuka de que yo solamente
acepto la existencia del derecho en la sociedad burguesa, la
acepto pero con ciertas reservas. Efectivamente he afirmado,
y sigo afirmando, que 1a mediacin jurdica ms desarrollada,
ms universal y acabada est generada por las relaciones
mercantiles de produccin y que, por consiguiente, toda
teora general del derecho y toda jurisprudencia pura es una
descripcin unilateral de relaciones entre los hombres que
operan en el mercado como propietarios de mercancas, sin
tener en cuenta todas las dems condiciones. Pero una forma
desarrollada y acabada no excluye formas no desarrolladas
y embrionarias, sino que, al contrario, las presupone. As,
por ejemplo, ocurre en la propiedad privada: nicamente el
momento de la libre disposicin revela plenamente la esencia
fundamental de esta institucin aunque, sin duda alguna, la
propiedad, en tanto que apropiacin, haya existido antes no
slo de las formas desarrolladas sino tambin de las formas
embrionarias del cambio. La propiedad como apropiacin es
75
la consecuencia natural de cualquier modo de apropiacin,
pero slo en el interior de una determinada formacin social
la propiedad asume su forma lgicamente ms simple y
universal de propiedad privada, en la cual se caracteriza como
la condicin elemental de la ininterrumpida circulacin del
valor segn la frmula mercanca-dinero-mercanca.

Lo mismo ocurre en lo que se refiere a la explotacin.


Esta no esta unida en absoluto a relaciones de cambio y es
posible tambin en una economa natural. Sin embargo, slo
en la sociedad burguesa-capitalista en la que el proletario
se mueve como sujeto que dispone de su fuerza de trabajo
como mercanca, la relacin econmica de explotacin est
jurdicamente mediatizada bajo la forma del contrato.

A esto se une precisamente el hecho de que en la sociedad


burguesa, a diferencia de la sociedad esclavista y la feudal,
la forma jurdica asume significado universal; la ideologa
jurdica se convierte en ideologa por antonomasia y la
defensa de los intereses de clase de los explotadores se hace
ms eficaz, precisamente como defensa de los principios
abstractos de la persona jurdica.

En una palabra, el sentido de mi estudio no era, en absoluto,


el de impedir a la teora marxista del derecho el acceso a los
perodos histricos que no conocan una economa mercantil-
capitalista desarrollada. Por el contrario, he tratado y trato de
facilitar la comprensin de aquellas formas embrionarias que
encontramos precisamente en tales pocas y de ponerlas en
relacin con las formas ms desarrolladas segn una lnea de
evolucin general.
76
El futuro dir hasta qu punto es fecunda esta orientacin.
Por supuesto que en este mi pequeo ensayo nicamente
puedo tratar las lneas fundamentales del desarrollo histrico
de la forma jurdica, sirvindome para ello principalmente de
los conceptos que he encontrado en Marx. No entra dentro
de mis objetivos la solucin de todos los problemas de la
teora del derecho ni incluso de slo algunos. Unicamente
me gustara mostrar desde qu ngulo de observacin se les
puede abordar y cmo se les puede plantear. Me doy por
satisfecho con el hecho de que entre los camaradas marxistas
haya ya algunos a los que les ha parecido que mi forma de
tratar los problemas del derecho no slo es interesante, sino
que tambin abre perspectivas. Esto reafirma ms mi deseo
de seguir trabajando en la direccin escogida.

E. P.
77
INTRODUCCIN

FINALIDAD DE LA TEORA GENERAL DEL


DERECHO

La teora general del derecho puede definirse como el


desarrollo de los conceptos jurdicos fundamentales, es decir,
los ms abstractos. A esta categora pertenecen, por ejemplo,
las definiciones de norma jurdica, relacin jurdica,
sujeto jurdico, etc. A consecuencia de su naturaleza
abstracta estos conceptos son igualmente utilizables en todas
las ramas del derecho y su significacin lgica y sistemtica
permanece invariable con independencia del contenido
concreto al que sean aplicados.

Nadie negar, por ejemplo, que el concepto de sujeto en el


derecho civil y en el derecho internacional est subordinado
al concepto ms general de sujeto jurdico como tal y
que, por consiguiente, esta categora puede ser definida y
desarrollada independientemente de este o aquel contenido
concreto. Por otra parte, si permanecemos dentro del mbito
de cualquiera de las ramas del derecho, podemos comprobar
que las mencionadas categoras jurdicas fundamentales no
dependen del contenido concreto de las normas jurdicas en
el sentido de que conservan su significacin, incluso cuando
vara este contenido material concreto. Por supuesto que estos
conceptos jurdicos ms generales y simples son el resultado
de una elaboracin lgica de las normas de derecho positivo y
constituyen el ms reciente y elevado producto de la creacin
consciente en relacin con el carcter espontneo de las
relaciones jurdicas y de las normas que las expresan. Pero
78
esto no es un obstculo para que los filsofos neokantianos
consideren las categoras jurdicas fundamentales como algo
que se sita por encima de la experiencia y que hace posible
la experiencia misma. As, por ejemplo, leemos lo siguiente
en Savalskij (Osnovy filosofii prava v naucnom idealizme
[Principios de filosofa del derecho en el idealismo cientfico],
Mosc, 1908, p. 216): Sujeto, objeto, relacin y regla de
relaciones son a priori de la experiencia jurdica, categoras
lgicas necesarias que la hacen posible. Y un poco ms
adelante dir: La relacin jurdica es la condicin necesaria
y nica de todas las instituciones jurdicas, por tanto, tambin
de la jurisprudencia ya que si no existe relacin jurdica no
hay ciencia que la estudie, esto es, jurisprudencia; lo mismo
que sin el principio de causalidad no hay ni naturaleza ni, por
consiguiente, ciencia de la naturaleza (ibid., p. 218). En sus
argumentaciones, por lo dems, Savalskij se limita a repetir
las conclusiones de uno de los mximos representantes del
neokantismo, Cohen (cfr. Cohen, Ethik des reinen Willens,
1907, pp. 227 y ss.). El mismo punto de vista lo encontramos
en Stammler tanto en su primera obra fundamental Wirtschaft
und Recht (1896) como en su ltimo trabajo Lehrbuch der
Rechtsphilosophie (3.a ed., 1923). En este ltimo leemos 1o
siguiente: Es necesario distinguir en los conceptos jurdicos
por una parte los conceptos puros y por otra los conceptos
condicionados. Los primeros representan las formas generales
del pensamiento de los conceptos jurdicos fundamentales.
No necesitan para su comprensin ms presupuestos que la
idea misma del derecho. Por consiguiente, encuentran su
aplicacin en todos los problemas jurdicos que puedan surgir
porque no son ms que las manifestaciones diversas del
concepto formal del derecho. Deben, por tanto, ser extrados
79
de definiciones del derecho que tengan validez inmutable
(bleibende) (op. cit., p. 245).
Los neokantianos pueden asegurarnos que segn su
concepcin la idea del derecho precede a la experiencia no
genticamente, esto es, cronolgicamente, sino slo desde un
punto de vista lgico y gnoseolgico; sin embargo, debemos
reconocer que la pretendida filosofa crtica nos lleva en este
punto, como en otros muchos, a la escolstica medieval.

Se puede considerar seguro que un pensamiento jurdico


desarrollado no puede prescindir de un cierto nmero
de definiciones muy abstractas y generales. Incluso
nuestra jurisprudencia sovitica en cuanto sigue siendo
jurisprudencia, es decir, en cuanto responde a un fin
prctico, no puede prescindir de las mismas. Los conceptos
jurdicos fundamentales, es decir, los conceptos formales,
continan viviendo en nuestros cdigos y en los comentarios
a los mismos. El mtodo del pensamiento jurdico con sus
procedimientos especficos contina igualmente en vigor.

Pero, queda con ello demostrado que una teora


cientfica del derecho deba ocuparse del anlisis de dichas
abstracciones? Una concepcin ampliamente difundida
atribuye a estos conceptos jurdicos ms generales y
fundamentales un significado meramente condicionado y
tcnico. La jurisprudencia dogmtica, se nos dice, no utiliz
estas denominaciones sino por razones de comodidad. Estas
no tienen otro valor teortico-cognoscitivo. Sin embargo, el
hecho de que la jurisprudencia dogmtica sea una disciplina
prctica y en cierto sentido tcnica, no permite todava sacar
la conclusin de que sus conceptos no puedan pasar a formar
80
el cuerpo de una correspondiente disciplina teortica.

Se puede estar de acuerdo con Karner, en que la ciencia del


derecho comienza all donde termina la jurisprudencia, pero
de esto no se deduce que la ciencia del derecho deba echar
por la borda las abstracciones fundamentales que expresan
la esencia terica de la forma jurdica. La misma economa
politica comenz a desarrollarse a partir de problemas
prcticos referidos fundamentalmente a la circulacin
monetaria, y en los inicios se propuso indicar los medios
de enriquecimiento de los gobiernos y de los pueblos. No
obstante ya en estos consejos tcnicos encontramos las
bases de aquellos conceptos que en forma profundizada
y generalizada pasaron luego a constituir una disciplina
teortica: la economa poltica.

Est en condiciones la jurisprudencia de llegar a convertirse


en teora general del derecho sin disolverse por ello en
la psicologa por ella la psicologa o en la sociologa? Es
posible un anlisis de las definiciones fundamentales de la
forma jurdica lo mismo que en la economa la forma jurdica
lo mismo que en la economa poltica nos encontramos con
un anlisis de las definiciones fundamentales y ms generales
de la forma de mercanca o de valor? stos son los problemas
de cuya solucin depende el que la teora general del derecho
pueda ser considerada una disciplina teortica autnoma.

Para la filosofa del derecho burgus, que en la mayora de sus


exponentes se basa en posiciones neokantianas, el problema
indicado queda resuelto con la simple contraposicin de dos
categoras: la categora del ser y la categora del deber ser.
81
Conforme a esto, se reconoce la existencia de dos tipos de
ciencias: causales y normativas. Mientras las ciencias causales
o explicativas dice, por ejemplo, Wundt tratan de encontrar
las leyes de la naturaleza en base a las cuales se desarrollan de
hecho, o deben desarrollarse, con necesidad natural los procesos
de la vida real, el fin y el objeto de las disciplinas normativas,
que no tratan de explicar lo que sucede, es exclusivamente
las normas en base a las cuales algo debe suceder, aunque de
hecho a veces no se verifique. En Simmel la categora del
deber ser define un tipo particular de pensamiento, separado
por un abismo infranqueable de aquel orden lgico en el
cual pensamos el ser, que se realiza con necesidad natural. El
concreto T debes puede ser fundamentado slo recurriendo
a otra deontologa. Si nos mantenemos en el mbito de la lgica
no podemos deducir de la necesidad el deber ser y viceversa.
Esta misma concepcin segn la cual las uniformidades pueden
ser establecidas con dos mtodos diferentes el causal y el
teleolgico es sostenida con una amplia gama de variantes
por Stammler en su obra principal, Wirtschaft und Recht. As
la jurisprudencia, como una de las disciplinas normativas, fue
adquiriendo una base metodolgica que pretenda ser estable.
Hay ms: la tentativa de profundizar esta metodologa condujo
por ejemplo, a Kelsen a la conviccin de que precisamente la
jurisprudencia era la ciencia normativa por excelencia, porque
puede mantenerse mejor que ninguna otra disciplina de este
tipo dentro de los confines de una concepcin lgico-formal
de la categora del deber ser. En la moral y en la esttica, de
hecho, la normatividad est impregnada de psicologa y puede
considerarse como volicin cualificada, es decir, como hecho,
como algo existente: la causalidad se introduce en ella en todo
instante alterando la pureza de la concepcin normativa. En
82
el derecho, por el contrario, del que Kelsen considera a la ley
estatal como su suprema expresin, el principio del deber ser
opera en forma indudablemente heternoma, definitivamente
separado del hecho, de lo que es. Basta por tanto transferir la
misma funcin legislativa a la esfera metajurdica y esto es
precisamente lo que hace Kelsen para que entonces no le quede
a la jurisprudencia ms que la esfera pura de la normatividad,
de suerte que su tarea consistir exclusivamente en disponer en
riguroso orden lgico los distintos contenidos normativos.

Sin duda, es, preciso reconocer un gran mrito a Kelsen: con


su impertrrita lgica ha conducido al absurdo la metodologa
del neokantismo con sus dos categoras. Es evidente que la
categora pura del deber ser, liberada de todo contacto
con el ser, con el hecho, de toda escoria psicolgica y
sociolgica, no tiene en general, ni puede tener, definiciones
racionales: para el deber ser jurdico, es decir, para una
deontologa incondicionadamente heternoma el fin mismo es
algo accesorio e indiferente. T debes a fin de que... es, para
Kelsen, una proposicin diferente del t debes jurdico.

En el plano de la deontologa jurdica existe slo el paso de


una norma a otra segn una escala jerrquica en cuya cima
est la autoridad suprema omnicomprensiva que dicta las
normas, un concepto lmite del que la jurisprudencia parte
como si se tratara de un dato.

Esta actitud hacia los fines de la jurisprudencia teortica ha


sido representada por uno de los crticos de Kelsen de la
siguiente manera en este caricaturesco discurso que dirige un
jurista al legislador: Nosotros ni sabemos ni nos preocupa
83
qu leyes debis dictar, ya que ello pertenece al arte, al que
somos ajenos, de la legislacin. Dictad las leyes que queris.
Cuando lo hayis hecho, os explicaremos en latn qu leyes
habis promulgado.

Una teora general del derecho que no trata de explicar


nada, que vuelve la espalda de antemano a los hechos de la
realidad, es decir, a la vida social y que tiene por objeto las
normas sin interesarse en su origen (cuestin metajurdica)
ni en su relacin con ningn tipo de inters material, puede
naturalmente pretender e1 nombre de teora nicamente en
el sentido en que se habla, por ejemplo, de una teora del
juego de ajedrez. Pero una tal teora nada tiene en comn
con la ciencia. Ella no se preocupa de analizar el derecho, la
forma jurdica como forma histrica ya que no se ocupa en
general de analizar lo que existe. De ella, por consiguiente, y
para utilizar una expresin vulgar, no hay nada que sacar.

Algo diferente ocurre, por el contrario, con las llamadas


teoras sociolgicas y psicolgicas del derecho. Son ms
aprovechables ya que, con la ayuda del mtodo empleado,
intentan explicar el derecho como fenmeno, en su origen
y en su desarrollo. Pero stas nos reservan, a su vez,
otra decepcin. Las teoras sociolgicas y psicolgicas
del derecho dejan habitualmente fuera de su campo de
observacin la forma jurdica como tal; en otros trminos, no
ven, pura y simplemente, los problemas en ella implcitos.
Desde el principio operan con conceptos extrajurdicos, y
si someten a examen las definiciones puramente jurdicas
lo hacen nicamente para presentarlas de inmediato como
ficciones, fantasmas ideolgicos, proyecciones, etc.
84
Esta actitud naturalista o nihilista a primera vista inspira
ciertamente simpata sobre todo si se la compara con las
teoras idealistas del derecho embebidas de teologismo
y moralismo. Tras las frases ampulosas sobre la idea
eterna del derecho, o sobre el significado absoluto de la
persona, el lector que busca una explicacin materialista de
los fenmenos sociales se inclina con particular satisfaccin
a las teoras que consideran el derecho como resultado de
una lucha de intereses, como manifestacin de la coaccin
estatal o incluso como proceso que se desenvuelve en la
psique real del hombre. A muchos camaradas marxistas
les ha parecido que sera suficiente introducir en las
mencionadas teoras el elemento de la lucha de clases para
construir una teora del derecho autnticamente materialista
y marxista. Pero el resultado es, por el contrario, que con
ello se obtiene una historia de las formas econmicas con
un, ms o menos dbil, colorido jurdico, o una historia de
las instituciones, pero no una teora general del derecho. Por
otra parte, mientras los juristas burgueses que han intentado
desarrollar una concepcin ms o menos materialista, por
ejemplo Gumplowicz, se han considerado obligados, por
as decirlo por deber de oficio, a inspeccionar el arsenal de
los conceptos jurdicos fundamentales aunque slo sea para
considerarlos construcciones artificiosas y convencionales,
los escritores marxistas, como personas no responsables
ante la jurisprudencia, olvidan casi siempre las definiciones
formales de la teora general del derecho y dedican toda
su atencin al contenido concreto de las normas jurdicas
y al desarrollo histrico de las instituciones jurdicas.
Es preciso, en general, poner de manifiesto que los
escritores marxistas, al hablar de los conceptos jurdicos,
85
se refieren fundamentalmente al contenido concreto de
la reglamentacin jurdica propia de sta o aquella poca,
esto es, a aquello que en un determinado nivel de desarrollo
consideran los hombres como derecho. Esto es lo que se
pone de manifiesto en la formulacin siguiente: Sobre la
base de un determinado estado de las fuerzas productivas
se constituyen determinadas relaciones de produccin que
encuentran su expresin ideal en los conceptos jurdicos de
los hombres y en las reglas ms o menos abstractas, en las
costumbres no escritas y en las leyes escritas (Beltov, K
voprosu [Sobre el problema], etc.). Aqu el concepto jurdico
es considerado exclusivamente desde el punto de vista de su
contenido; no se plantea en absoluto el problema de la forma
jurdica como tal. En cambio, no hay duda de que la teora
marxista debe, no solamente analizar el contenido material
de la reglamentacin jurdica en las diferentes pocas
histricas, sino que debe dar, adems, una explicacin
materialista a la misma reglamentacin jurdica en cuanto
forma histricamente determinada.

Si se renuncia al anlisis de los conceptos jurdicos


fundamentales nicamente obtenemos una teora que
explica el origen de la reglamentacin jurdica a partir de
las exigencias materiales de la sociedad y por consiguiente
la correspondencia de las normas jurdicas con los
intereses materiales de esta o aquella clase social. Pero la
reglamentacin jurdica en s, pese a la riqueza del contenido
histrico que introduzcamos en este concepto, contina
inexplicada en cuanto forma. En lugar de una riqueza de
determinaciones y de nexos internos nos veremos obligados
a servirnos de determinaciones tan pobres y aproximativas
86
que desaparecer totalmente el lmite que separa la esfera de
lo jurdico de las esferas contiguas.

Un procedimiento de este tipo puede ser considerado


legtimo hasta cierto punto. La historia de la economa
decimos puede ser expuesta dejando completamente a
un lado las sutilezas y los detalles de la teora de la renta
o del salario. Pero, qu diramos de un historiador de las
formas econmicas para quien las categoras fundamentales
de la economa poltica valor, capital, beneficio, renta,
etc. se disolvieran en el concepto vago e indeterminado
de economa? Y no vamos a hablar de la acogida que se
dispensara a la tentativa de presentar tal historia como
teora de la economa poltica. Sin embargo, en el campo
de la teora marxista del derecho las cosas se presentan en
estos trminos. Siempre nos podremos consolar diciendo
que los juristas todava andan buscando sin encontrarla
la definicin de su concepto del derecho. Pero si la mayor
parte de los textos de teora general del derecho comienzan
habitualmente con esta o aquella frmula, de hecho slo dan
una representacin vaga, aproximativa, indeterminada de lo
jurdico en general. Se puede afirmar en forma axiomtica
que del derecho conocemos menos precisamente por las
definiciones que se dan del mismo y que, inversamente, el
cientfico nos da a conocer mejor el derecho en cuanto forma
cuanto menos se atiene a su propia definicin.

La causa de ello es clara: un concepto tan complejo como


el concepto de derecho no puede agotarse en una definicin
basada en las reglas de la lgica escolstica per genus et
differentiam specificam (Nota del editor: por gnero superior
87
y diferencia especfica). Desgraciadamente los pocos
marxistas que se ocuparon de teora del derecho no han
escapado a las tentaciones de la sabidura escolstica. As por
ejemplo, Renner (Marx studien, I, 1905) coloca en la base de
su definicin del derecho el concepto de imperativo dirigido
por la sociedad (considerada como persona) al individuo.
Esta construccin simplista le parece suficiente para seguir
la evolucin pasada, presente y futura de las instituciones
jurdicas.

El defecto fundamental de estas formulaciones estriba en su


incapacidad de abarcar el concepto de derecho en su efectivo
movimiento, descubriendo la plenitud de sus nexos internos.
En lugar de darnos el concepto de derecho en su forma ms
plena y precisa y mostrar, en consecuencia, la importancia
que tal concepto tiene para una determinada poca histrica,
nos dan una definicin abstractamente general de la
reglamentacin autoritaria externa, que corresponde
indistintamente a todas las pocas y a todos los estadios del
desarrollo de la sociedad humana. Es este un procedimiento
anlogo a la tentativa que, en la economa poltica, tratan de
dar una definicin del concepto de economa que abarque en
s todas las pocas histricas. Ahora bien, si toda la teora
econmica consistiera en tales infecundas generalizaciones
escolsticas, difcilmente merecera el nombre de ciencia.

Marx, como sabemos, comienza su anlisis no ya tratando de la


economa general, sino partiendo del anlisis de la mercanca y
del valor. Y esto porque slo al aparecer el cambio la economa
se diferencia como especfica esfera de relaciones. Hasta
entonces no existen relaciones de valor y la actividad econmica
88
difcilmente puede distinguirse del conjunto de las funciones
vitales con las que precisamente forma un todo orgnico.

Una economa meramente natural no puede constituir el


objeta de la economa poltica como ciencia autnoma.
Unicamente las relaciones mercantiles-capitalistas
constituyen por primera vez el objeto de la economa
poltica como disciplina terica particular que opera con
sus conceptos especficos: La economa poltica comienza
con la mercanca, en el momento en que se cambian unos
productos por otros, ya sea por obra de individuos aislados o
de comunidades de tipo primitivo.

Anlogas consideraciones pueden legtimamente hacerse con


relacin a la teora general del derecho. Las fundamentales
abstracciones jurdicas elaboradas por el pensamiento
jurdico desarrollado, que constituyen las definiciones
ms aproximadas de la forma jurdica en general, reflejan
relaciones sociales determinadas y bastante complejas.
La tentativa de encontrar una definicin del derecho que
respondiera no slo a estas relaciones complejas, sino a la
naturaleza humana o a la humana convivencia en general,
deba inevitablemente desembocar en frmulas escolsticas,
puramente verbales. Cuando es preciso pasar despus de
tales frmulas sin vida al anlisis de la forma jurdica tal
y como la encontramos, se nos plantean necesariamente
una serie de dificultades que nicamente es posible superar
mediante evidentes sutilezas y artificios. Habitualmente
despus de drsenos la definicin general del derecho es
cuando aprendemos que, hablando con precisin, existen
dos tipos de derecho: derecho subjetivo y derecho objetivo,
89
el jus agendi y la norma agendi. Pero en la definicin no
estaba prevista la posibilidad de una tal dicotoma por lo
cual es entonces preciso, o negar uno de los dos tipos de
derecho declarndolo mera ficcin, fantasma, etc., o bien
establecer entre el concepto general del derecho y sus dos
tipos una conexin meramente extrnseca. Sin embargo, esta
doble naturaleza del derecho, esta su distincin en norma y
poder jurdico tiene una significacin tan importante como,
por ejemplo, el desdoblamiento de la mercanca en valor de
cambio y valor de uso.

El derecho en cuanto forma resulta difcil captarlo fuera


de sus ms inmediatas definiciones. No existe ms que en
las contradicciones: derecho objetivo-derecho subjetivo,
derecho pblico-derecho privado, etc. Pero todas estas
distinciones fundamentales estarn referidas mecnicamente
a la formulacin principal si la hemos construido para
que comprenda todas las pocas y todos los estadios del
desarrollo social, incluso aquellos que no han conocido en
absoluto las mencionadas contradicciones.

La sociedad burguesa capitalista, nicamente, es la que crea


todas las condiciones necesarias para que el momento jurdico
asuma en las relaciones sociales su plena determinacin.
Dejando a un lado las civilizaciones primitivas donde
difcilmente podemos distinguir el derecho en la serie de
fenmenos sociales con carcter normativo, hay que decir
que incluso en la Europa feudal de la Edad Media las
formaciones jurdicas estn caracterizadas por un escassimo
desarrollo. Todas las contradicciones mencionadas se
funden en un todo indiferenciado. Falta una demarcacin
90
entre el derecho como norma objetiva y el derecho como
poder. La norma de carcter general no se diferencia de su
aplicacin concreta; por consiguiente la actividad del juez
se confunde con la del legislador. La anttesis entre derecho
pblico y derecho privado est totalmente borrada tanto en
la organizacin de la marca como en la organizacin del
poder feudal. En general falta aquella anttesis caracterstica
de la poca burguesa entre el hombre como persona privada
y el hombre como miembro de la sociedad poltica. Para
que todos estos lmites de la forma jurdica pudieran asumir
toda su determinacin fue necesario un largo proceso
evolutivo que tuvo como principal escenario las ciudades.
El desarrollo dialctico, pues, de los conceptos jurdicos
fundamentales no slo nos proporciona la forma del derecho
en su ms completa expansin y articulacin, sino que refleja
igualmente el proceso histrico real que no es otro sino el
proceso de desarrollo de la sociedad burguesa.

Contra la teora general del derecho como la entendemos


nosotros no se puede objetar que tal disciplina tenga por
materia nicamente definiciones formales y convencionales
y construcciones artificiales. Nadie pone en duda que la
economa poltica estudia una realidad efectiva aunque
Marx haya hecho la advertencia de que el valor, el capital, el
beneficio, la renta, etc., no pueden observarse con el auxilio
del microscopio y del anlisis qumico. Ahora bien, la teora
jurdica opera con abstracciones no menos artificiales; el
sujeto jurdico o la relacin jurdica tampoco pueden
ser estudiados con los mtodos de las ciencias naturales,
pero detrs de tales abstracciones se ocultan tal vez fuerzas
sociales absolutamente reales.
91
Desde el punto de vista de un hombre que vive en una
economa natural, una economa basada sobre relaciones de
valor aparecer como una deformacin artificial de cosas
simples y naturales; del mismo modo se presenta al buen
sentido del hombre medio el modo de pensar jurdico.

Es preciso sealar adems que para la conciencia del hombre


medio el punto de vista jurdico es bastante ms extrao
que el punto de vista econmico, ya que, incluso cuando la
relacin econmica se realiza simultneamente como relacin
jurdica, es en la mayora de los casos el aspecto econmico
precisamente el que aparece como actual para los sujetos que
participan de esta relacin, mientras que el elemento jurdico
permanece en segundo plano y nicamente se nos muestra
con claridad en casos particulares y excepcionales (el
proceso, la controversia sobre el derecho). Por otra parte, los
representantes de una casta particular (los juristas, los jueces)
son habitualmente los portadores del elemento jurdico en
el estadio de su actividad, ya que para el hombre medio el
pensar mediante categoras econmicas se presenta ms fcil
y natural que el pensar en categoras jurdicas.

Sostener que los conceptos fundamentales que expresan la


forma jurdica son producto de construcciones arbitrarias
significa caer en el error que Marx denuncia en los iluministas
del siglo XVIII. Ya que estos ltimos dice Marx an no
haban logrado explicar el origen y el desarrollo de las formas
enigmticas de las relaciones sociales, tendan a eliminar de
las mismas aquello que no entendan afirmando que eran una
invencin humana y que no haban cado del cielo. (Cfr. El
capital, ed. rusa I, p. 61.)
92
No se puede negar, sin embargo, que una parte considerable
de las construcciones jurdicas presentan, en efecto,
caracteres muy inestables y convencionales. Tal es el caso,
por ejemplo, de la mayor parte de las construcciones del
derecho pblico. Trataremos posteriormente de esclarecer
las causas de este fenmeno. De momento nos limitaremos
a poner de relieve que la forma del valor, en las condiciones
de una economa mercantil desarrollada, se universaliza y
reviste, junto a formas primarias, una serie de expresiones
derivadas y artificiales: aparece as, por ejemplo, en forma
de precio de venta de bienes que no son productos del trabajo
(tierra) o que no tienen incluso nada que ver con el proceso de
produccin (por ejemplo, unos secretos militares comprados
con un espa). Esto, sin embargo, no basta para que el
valor como categora econmica pueda ser comprendido
considerndolo desde el punto de vista de la cantidad de
trabajo socialmente necesario para producir este o aquel
bien. Del mismo modo la universalidad de la forma jurdica
no nos debe impedir buscar las relaciones que constituyen su
base real. Esperamos poder demostrar seguidamente que esta
base no est dada por las relaciones denominadas relaciones
de derecho pblico.

Otra objecin que se hace a la concepcin que defendemos


acerca de las tareas de la teora general del derecho consiste
en decir que las abstracciones que sirven de fundamento
a su anlisis son propias nicamente del derecho burgus.
El derecho proletario, se nos dice, debe encontrar otros
conceptos ordenadores y su investigacin deber ser
precisamente el fin de una teora marxista del derecho.
93
Es sta una objecin que parece a primera vista bastante
grave; pero reposa sobre un equvoco. Reivindicando para
el derecho proletario nuevos conceptos ordenadores, esta
orientacin parece ser revolucionaria por excelencia. Pero en
realidad proclama la inmortalidad de la forma jurdica ya que
tiende a desvincular esta forma de las condiciones histricas
que determinaron su pleno florecimiento y a declararla capaz
de una perpeta renovacin. La desaparicin de las categoras
del derecho burgus (precisamente de las categoras y no ya
de estas o aquellas prescripciones) no significa de suyo su
sustitucin por nuevas categoras de un derecho proletario,
1o mismo que la desaparicin de las categoras del valor,
del capital, del beneficio, etc., con el paso al estadio de un
socialismo desarrollado, tampoco significar la aparicin
de nuevas categoras proletarias del valor del capital, de la
renta, etc. En aquellas condiciones la desaparicin de las
categoras del derecho burgus significar la extincin del
derecho en general, es decir, la gradual desaparicin del
momento jurdico en las relaciones humanas.

En una poca de transicin, como indic Marx en la Crtica


del programa de Gotha, es caracterstico e1 hecho de que
las relaciones entre los hombres continan por un tiempo
determinado necesariamente encerradas dentro del estrecho
horizonte del derecho burgus. Y es interesante analizar en
qu consiste, segn Marx, ese estrecho horizonte del derecho
burgus. Este presupone un sistema social en el que los medios
de produccin pertenecen a toda la sociedad y en el que los
productores no intercambian sus productos; un estadio, pues,
ms avanzado que aquel en el que vivimos con la NEP. La
relacin de mercado est, pues, ya enteramente sustituida
94
por una relacin de organizacin, de forma que el trabajo
transformado en productos no aparece como valor de estos
productos, como una propiedad objetiva poseda por ellos,
puesto que desde ahora, en contraposicin a la sociedad
capitalista, los trabajos individuales no operan ms como
partes constitutivas del trabajo total mediante un proceso
indirecto, sino de modo directo. Pero incluso con la completa
eliminacin del mercado y del cambio mercantil la nueva
sociedad comunista, segn Marx, debe, por un cierto perodo
de tiempo, seguir llevando en toda relacin econmica, moral,
intelectual, los estigmas de la vieja sociedad de cuyo seno ha
surgido. Esto se manifiesta en el principio de la distribucin
segn el cual todo productor recibe de la sociedad un
resguardo en el que consta que ha prestado tanto trabajo (tras
la deduccin de su trabajo para el fondo comn) y con este
resguardo retira del fondo social tantos medios de consumo
como cuesta el correspondiente trabajo. Marx insiste en el
hecho de que, pese a la radical transformacin de la forma y del
contenido, domina el mismo principio que en el cambio de
equivalentes de mercancas: se cambia una cantidad de trabajo
en una forma por una igual cantidad en otra forma.

Dado que las relaciones entre el producto aislado y la


sociedad continan conservando tambin la forma de un
cambio de equivalentes, continan tambin conservando la
forma jurdica ya que el derecho puede consistir nicamente,
por su naturaleza, en la aplicacin de una medida igual.
Pero puesto que con esta forma no se toman en cuenta las
diferencias naturales de las capacidades individuales, este
derecho es por ello, para su contenido, un derecho de la
desigualdad, como todo derecho. Marx no menciona la
95
necesidad de un poder estatal que con sus instrumentos de
coercin garantice la ejecucin de estas normas del derecho
desigual que conserva su limitacin burguesa; pero
esto cae por su propio peso. Lenin saca precisamente esta
conclusin: Ciertamente e1 derecho burgus, por lo que se
refiere a la reparticin de los objetos de consumo, supone
necesariamente un Estado burgus, puesto que el derecho
no es nada sin aparato capaz de obligar a la observancia
de las reglas jurdicas. De aqu se deriva que en el rgimen
comunista subsisten, durante cierto tiempo, no slo el derecho
burgus sino tambin el Estado burgus sin burguesa. Dada
la forma de la relacin de equivalentes est dada la forma
del derecho, es decir, la forma del poder pblico, o lo que
es lo mismo del poder estatal, la cual, sin embargo, subsiste
durante algn tiempo aun cuando ya no existan ms divisiones
de clases. La extincin del derecho, y con el la del Estado,
nicamente se produce, segn Marx, cuando el trabajo,
al dejar de ser un medio para la existencia, se convierta en
una necesidad primaria de la vida, es decir, cuando con
el desarrollo multiforme de los individuos se acrecienten
igualmente las fuerzas productivas, cuando cada uno trabaje
espontneamente segn las capacidades o, como dice Lenin,
no haga clculos a lo Shylock para no trabajar media hora
ms que otro; en una palabra, cuando est definitivamente
superada la forma de la relacin de equivalentes.

Marx, pues, conceba el pasaje al comunismo desarrollado,


no como pasajes a nuevas formas de derecho, sino como
extincin de la forma jurdica en general, como liberacin de
esta herencia de la poca burguesa, destinada a sobrevivir a
la burguesa misma.
96
A1 mismo tiempo Marx pone en claro la fundamental
condicin de existencia de la forma jurdica que hunde sus
races en la economa misma: la unificacin de las condiciones
del trabajo efectuada sobre la base del principio del cambio de
equivalentes. As descubre el profundo nexo interno que une la
forma jurdica a la forma de mercanca. Una sociedad que est
obligada por el estado de sus fuerzas productivas a conservar
la relacin de equivalencia entre el gasto de trabajo y la
remuneracin en una forma que, aunque sea de lejos, recuerda
el cambio de mercancas-valores, tambin se ver obligada a
conservar la forma jurdica. Slo partiendo de este elemento
fundamental se puede comprender por qu toda una serie de
otras relaciones sociales revisten la forma jurdica. Afirmar, por
el contrario, que los tribunales y las leyes subsistirn siempre
porque, incluso cuando exista la mxima seguridad econmica,
no desaparecern ciertos delitos contra la persona, significa
considerar como principales y fundamentales elementos
que son nicamente secundarios y derivados. Incluso la
criminologa progresista burguesa ha terminado tericamente
por convencerse de que la lucha contra la criminalidad puede
considerarse en s y por s misma un problema de carcter
mdico-pedaggico para cuya solucin no es necesario
recurrir al jurista y a sus tipos legales, a sus cdigos, a su
concepto de culpabilidad, de responsabilidad penal plena
o reducida, a sus sutiles distinciones entre complicidad,
auxilio, instigacin, etc. Y si esta conviccin no ha conducido,
hasta ahora, a la eliminacin de los cdigos penales y de los
tribunales se debe, evidentemente, a que la superacin de la
forma jurdica va unida no slo a la trasgresin del cuadro de
la sociedad burguesa, sino tambin a una eliminacin radical
de todas sus supervivencias.
97
Una crtica de la jurisprudencia burguesa efectuada desde
el punto de vista del socialismo cientfico debe tomar
como modelo la crtica de la economa poltica tal como
la ha desarrollado Marx. A este respecto debe, ante todo,
penetrar en el territorio del enemigo, es decir, no debe
dejar a un lado las generalizaciones y las abstracciones
que han sido elaboradas por los juristas burgueses sobre
la base de las exigencias de su tiempo y de su clase, sino
que, sometiendo a anlisis estas categoras abstractas, debe
descubrir su significado real; debe, en otras palabras, mostrar
el condicionamiento histrico de la forma jurdica.

Toda ideologa muere juntamente con las relaciones sociales


que la han generado. Pero esta extincin definitiva est
precedida por una fase en la que la ideologa, a causa de
los golpes que sobre la misma descarga la crtica, pierde la
capacidad de cubrir y velar las relaciones sociales de las que
ha surgido. El develamiento de las races de una ideologa es
el verdadero preludio de su fin. Ya que, como dice Lasalle,
el anuncio de una nueva poca no se manifiesta ms que por
la adquisicin de la conciencia de lo que la realidad era hasta
entonces en s misma.
98
CAPTULO PRIMERO

LOS MTODOS DE CONSTRUCCIN DE LO


CONCRETO EN LAS CIENCIAS ABSTRACTAS

Toda ciencia que procede de generalizaciones se dirige, en el


estudio o su objeto, a una sola misma realidad total. Una sola
y misma observacin por ejemplo la observacin de un
cuerpo celeste pasando por el meridiano puede dar lugar a
conclusiones no slo astronmicas sino tambin psicolgicas.
Un solo y mismo hecho por ejemplo, el arrendamiento
de la tierra puede ser el objeto de anlisis econmicos
o jurdicos. Por ello, las diferencias existentes entre las
diversas ciencias reposan ampliamente en las diferencias
en sus mtodos de aproximacin a la realidad. Toda ciencia
posee su propio plan a partir del cual intenta reproducir la
realidad. Y toda ciencia construye as la realidad concreta con
toda su riqueza de formas, relaciones y correlaciones como
el resultado de la combinacin de los elementos ms simples
y de las ms simples abstracciones La psicologa quiere
descomponer la conciencia en sus elementos ms simples.
La qumica ejecuta la misma tarea en lo relativo a la materia.
Cuando en la prctica no podemos descomponer la realidad
en sus elementos ms simples la abstraccin viene en nuestra
ayuda En las ciencias sociales el papel de la abstraccin es
particularmente importante. La madurez de cada una de las
ciencias sociales se define sobre la base de mayor o menor
plenitud de las abstracciones en cuestin. Es lo que Marx
expone magnficamente a propsito de la economa poltica:
parecera correcto deca comenzar el anlisis por lo
real y lo concreto a partir de la premisa efectiva, esto es,
99
por ejemplo, por la economa de la poblacin que vive y
produce en unas circunstancias geogrficas determinadas;
pero la poblacin es una abstraccin vaca si se deja a un
lado las clases de la que est compuesta. Estas a su vez no
son nada si no se conocen los elementos sobre los que se
basan, tales como trabajo asalariado, beneficio, renta, etc.
El anlisis de estos ltimos presupone las categoras ms
simples de precio, valor y mercanca. Partiendo de
estas determinaciones ms simples, el economista recrea
la misma multiplicidad concreta pero ya no como un todo
catico y desarticulado, sino como una totalidad plena
de numerosas determinaciones e interrelaciones. Marx
aade que el desarrollo histrico de la ciencia ha seguido
precisamente el camino inverso: los economistas del siglo
XVII comenzaron por lo concreto, por la nacin, Estado,
poblacin, para llegar despus a la renta, beneficio, salario,
precio y valor. Pero lo que fue histricamente necesario, no
es en absoluto metodolgicamente correcto.

Estas observaciones son plenamente aplicables a la teora


general del derecho. En este caso igualmente la totalidad
concreta, sociedad, poblacin y Estado, debe ser el
resultado y la etapa final de nuestras bsquedas, y no ya
su punto de partida. Cuando se procede de lo ms simple
a lo ms complejo, cuando se va de la forma ms pura del
proceso a sus formas ms concretas, seguimos un camino
metodolgicamente ms preciso, ms claro y por lo mismo,
ms correcto que cuando se avanza tanteando, no teniendo
delante de s nada ms que una difusa e indiferenciada
representacin de la totalidad concreta.
100
La segunda observacin metodolgica que tenemos que hacer
aqu se refiere a una particularidad de las ciencias sociales o
ms exactamente a unos conceptos que ellas utilizan.

Si tomamos un concepto cualquiera de las ciencias de la


naturaleza, por ejemplo, el concepto de energa, podemos
establecer el momento cronolgico preciso en que aparece
por primera vez en la historia. Tal fecha no tiene, sin
embargo, significacin sino para la historia de la cultura y
de las ciencias. En la investigacin propiamente dicha de las
ciencias de la naturaleza, la utilizacin de este concepto no
est restringida por ninguna suerte de lmite cronolgico. La
ley de la transformacin de la energa actuaba bastantes aos
antes de la aparicin del hombre sobre la tierra y continuar
actuando despus de la extincin de toda forma de vida
sobre la misma. Esta ley se encuentra fuera del tiempo, es
una ley eterna. Se puede plantear, ciertamente, la cuestin de
la fecha del descubrimiento de 1a ley de la transformacin
de la energa, pero sera absurdo cuestionarse de qu poca
datan las relaciones de las que ella es expresin.

Si nos volvemos hacia las ciencias sociales por tanto


tambin a la economa poltica y si consideramos uno de
sus conceptos fundamentales por ejemplo, el de valor
aparecera enseguida que este concepto, en tanto que
elemento de nuestro pensamiento, es no solamente histrico
sino que nosotros tenemos tambin, como pendant de la
historia de este concepto, como parte de 1a historia de la
teora de la economa poltica, una historia real del valor, es
decir, el desarrollo de las relaciones humanas que han hecho
progresivamente de este concepto una realidad histrica.
101
Sabemos exactamente qu condiciones materiales son
necesarias para que esta cualidad ideal, imaginaria de
las cosas adquiera una importancia real, an ms decisiva
en relacin a sus cualidades naturales, al transformar el
producto del trabajo de fenmeno natural en fenmeno
social. Conocemos as el substrato histrico real de estas
abstracciones de las que nos servimos y podemos verificar
igualmente que los lmites en los que la utilizacin de estas
abstracciones tiene sentido coinciden con el cuadro del
proceso histrico real y estn de igual modo determinados
por el. Otro ejemplo, citado por Marx, nos da la evidencia de
este hecho. El trabajo, como relacin social ms simple del
hombre con la naturaleza, se encuentra en todos los estadios
del desarrollo sin excepcin; pero, como abstraccin
econmica aparece relativamente tarde (cfr. la sucesin de
las escuelas mercantiles, fisicratas, clsicos). La evolucin
real de las relaciones econmicas que releg a segundo plano
las distinciones entre las diferentes clases de trabajo humano
para poner en su sitio el trabajo en general, corresponda a
esta evolucin del concepto.

La evolucin de los conceptos corresponde as a la


dialctica real del proceso histrico. Tomemos otro ejemplo
ms; esta vez ya no del dominio de la economa poltica.
Consideremos el Estado. Podemos observar as; por una
parte, cmo el concepto de Estado adquiere progresivamente
una forma precisa y acabada y desarrolla toda la riqueza de
sus determinaciones y, por otra parte, cmo el Estado nace en
realidad de la sociedad primitiva y de la sociedad feudal, cmo
se abstrae y se transforma en una fuerza independiente
que penetra por todos los poros de la sociedad. El derecho,
102
igualmente tomado en sus determinaciones generales,
el derecho en tanto que forma no existe solamente en el
cerebro y en las teoras de los juristas. Tiene una historia real,
paralela, que no se desarrolla como un sistema de conceptos
sino como un sistema especfico de relaciones que los
hombres contraen, no mediante una eleccin consciente sino
bajo el constreimiento de las condiciones de produccin. El
hombre llega a ser sujeto jurdico por la misma necesidad por
la cual se transforma el producto natural en una mercanca
dotada de la enigmtica propiedad de valor.

El pensamiento que no sale fuera del cuadro de las


condiciones de existencia burguesa no puede concebir
esta necesidad de otra manera que bajo la forma de una
necesidad natural; por esto la doctrina del derecho natural es,
consciente o inconscientemente, el fundamento de las teoras
burguesas del derecho. La escuela del derecho natural no fue
solamente la expresin ms clara de la ideologa burguesa
en una poca en la que la burguesa apareci como clase
revolucionaria y formul sus reivindicaciones de manera
abierta y consecuente, sino que nos dio tambin el modelo de
concepcin ms profunda y ms clara de la forma jurdica.
No es una casualidad que el apogeo de la doctrina del derecho
natural coincida aproximadamente con la aparicin de los
grandes tericos clsicos de la economa poltica burguesa.
Las dos escuelas se impusieron como tarea formular bajo la
forma ms general y adems ms abstracta, las condiciones
de existencia fundamentales de la sociedad burguesa que les
parecan ser las condiciones de existencia de toda sociedad.

Incluso un defensor del positivismo jurdico y adversario


103
del derecho natural como Bergbohm tiene que reconocer
los mritos de la escuela del derecho natural en la fundacin
del orden jurdico burgus moderno: El derecho natural
hizo vacilar los fundamentos del derecho servil y de las
relaciones de dependencia feudal y abri la va para la
liberacin de la propiedad de la tierra. Rompi las cadenas
de las corporaciones y las limitaciones del comercio [...];
consigui la libertad de conciencia. Asegur 1a proteccin
del derecho privado de todo hombre, cualesquiera que sean
sus creencias y su nacionalidad [...]. Elimin la tortura y
disciplin el proceso penal. (Bergbohm, Jurisprudenz und
Rechtsphilosophie, p. 215.)

Sin tener la intencin de examinar aqu en detalle la sucesin


de las diferentes escuelas en la teora del derecho, no podemos
dejar de indicar un cierto paralelismo entre la evolucin
del pensamiento jurdico y la del pensamiento econmico.
As la escuela histrica puede ser considerada en ambos
casos como una manifestacin de la reaccin aristocrtico-
feudal y en parte pequeo-burguesa corporativista. Adems,
cuando la llama revolucionaria de la burguesa se extingui
definitivamente en la segunda mitad del siglo XIX, la pureza
y la precisin de las doctrinas clsicas dejaron de ejercer
su atractivo sobre ella. La sociedad burguesa aspira a la
estabilizacin y e1 poder fuerte: Por eso el centro de inters
de la teora jurdica no es ya el anlisis de la forma jurdica,
sino del problema de la legitimacin de la fuerza coercitiva
de las prescripciones jurdicas. De lo cual resulta una mezcla
singular de historicismo jurdico y de positivismo jurdico
que se reduce a la negacin de todo derecho que no sea el
derecho oficial.
104
El pretendido renacimiento del derecho natural no
significa el retorno de la filosofa del derecho burgus a las
concepciones revolucionarias del siglo XVIII. En tiempos de
Voltaire y de Beccaria todo juez ilustrado consideraba que
era un mrito poner en prctica, bajo pretexto de aplicar la
ley, las concepciones de los filsofos que no eran otras que la
negacin revolucionaria del sistema feudal. En la actualidad
un profeta del derecho natural renaciente, Rudolf Stammler,
sostiene la tesis de que el derecho justo (richtiges Recht)
exige ante todo la sumisin al derecho positivo, aunque este
ltimo sea injusto.

La escuela psicolgica en economa poltica es paralela a la


escuela psicolgica del derecho. Ambas se esfuerzan en transferir
el objeto del anlisis a la esfera de las condiciones subjetivas de
la conciencia (valoracin, emocin imperativo-atributiva)
y no ven que las categoras abstractas correspondientes expresan
con la regularidad de sus estructuras lgicas relaciones sociales
que operan a espaldas de los individuos y que superan el cuadro
de la conciencia individual.

En fin, el formalismo extremo de la escuela normativa


(Kelsen) expresa sin ninguna duda la tendencia general
decadente del ms reciente pensamiento cientfico burgus
que se agota en los artificios metodolgicos y lgico formales
estriles, coqueteando con la idea de una ruptura total con 1a
realidad. En la teora de la economa los representantes de la
escuela matemtica ocupan una posicin similar.

La relacin jurdica es, para utilizar la expresin de Marx,


una relacin abstracta, unilateral, pero no aparece en esta
105
unilateralidad como el producto de la evolucin social.
Como en toda ciencia histrica o social en general no es
posible olvidar, al ordenar las categoras econmicas, que
el sujeto, en este caso la sociedad burguesa moderna, est
ya dado tanto en la realidad como en el cerebro, que las
categoras expresan por tanto formas de ser, determinaciones
de existencia, a menudo slo aspectos particulares de esta
sociedad determinada. Lo que Marx dice aqu de las
categoras econmicas es tambin totalmente aplicable a las
categoras jurdicas. En su universalidad aparente expresan
en realidad slo un determinado aspecto de la existencia
de un sujeto histrico determinado: la sociedad burguesa
productora de mercancas.

Encontramos finalmente an, en la misma Introduccin tan


a menudo citada, una segunda aguda reflexin metodolgica
de Marx. Se refiere a la posibilidad de explicar las
formaciones anteriores mediante el anlisis de las formas
que les han sucedido y que estn, por consiguiente, ms
desarrolladas. Cuando se comprende la renta de bienes
races dice Marx se comprenden igualmente los diezmos
y los tributos feudales. La forma ms desarrollada explica
los estadios pasados en que apareca de manera embrionaria.
La evolucin ulterior descubre, por as decir, los elementos
que se pueden encontrar en el pasado. La sociedad
burguesa es la organizacin histrica de la produccin ms
desarrollada y ms compleja. Las categoras que expresan
las relaciones de esta sociedad y que permiten comprender
su estructura, permiten tambin darse cuenta de la estructura
y de las relaciones de produccin de todas las formas de
sociedad desaparecidas, sobre cuyas ruinas y con cuyos
106
elementos ella se ha edificado, de la que sobreviven ciertos
vestigios, parcialmente no superados an, mientras que lo
que en aqulla apenas estaba insinuado ha adquirido toda su
significacin.

Si queremos aplicar las reflexiones metodolgicas anteriores


a la teora del derecho, debemos comenzar con el anlisis de
la forma jurdica en su configuracin ms abstracta y ms
pura y luego pasar, por complicacin, hasta la concrecin
histrica. No podemos olvidar que la evolucin dialctica
de los conceptos corresponde a la evolucin dialctica del
proceso histrico mismo. La evolucin histrica implica no
slo un cambio en el contenido de normas jurdicas y una
modificacin de instituciones jurdicas, sino tambin un
desarrollo de la forma jurdica como tal. Esta, despus de
haber aparecido en un estado determinado de la civilizacin,
permanece largo tiempo en un estadio embrionario, con una
dbil diferenciacin interna y sin separarse de las esferas
vecinas (costumbres, religin). Solamente al desarrollarse
gradualmente alcanza su apogeo supremo, su diferenciacin
y su determinacin mxima. Este estadio de desarrollo
corresponde a unas relaciones econmicas y sociales
determinadas. Al mismo tiempo este estadio se caracteriza
por la aparicin de un sistema de conceptos generales que
reflejan en teora el sistema jurdico como totalidad orgnica.
Podemos identificar dos pocas de mximo desarrollo de los
conceptos jurdicos generales: Roma y su sistema de derecho
privado y los siglos XVII y XVIII en Europa cuando el
pensamiento filosfico descubri la significacin universal
de la forma jurdica como potencialidad que la democracia
burguesa estaba llamada a realizar.
107
Por consiguiente, slo podemos obtener definiciones claras y
exhaustivas si ponemos como fundamento de nuestro anlisis
la forma jurdica enteramente desarrollada que entiende
las formas jurdicas pasadas como sus propias formas
embrionarias. Slo en este caso podremos comprender
el derecho no ya como un atributo de la sociedad humana
abstracta, sino como una categora histrica que corresponde
a una estructura social determinada, edificada sobre la
oposicin de intereses privados.
108
CAPTULO II

IDEOLOGA Y DERECHO

En la polmica habida entre el camarada P. I. Stucka y el


profesor Rejsner se ha ocupado el centro de la misma el
problema de la naturaleza ideolgica del derecho. Haciendo
acopio de un considerable nmero de citas, el profesor
Rejsner ha tratado de demostrar que los mismos Marx y
Engels consideraban el derecho como una de las formas
ideolgicas y que ste fue tambin el pensamiento de
muchos otros tericos marxistas. Naturalmente que estas
afirmaciones y estas citas no pueden ser rechazadas. Lo
mismo que tampoco se puede negar que el derecho sea
experimentado por los hombres, psicolgicamente, en
particular bajo la forma de principios generales, reglas o
normas. El problema, sin embargo, no es en absoluto el de
reconocer o negar la existencia de una ideologa (o psicologa)
jurdica, sino, demostrar que las categoras jurdicas no
tienen ningn significado aparte del ideolgico. Slo en este
ltimo caso aceptaramos como necesaria la conclusin
del profesor Rejsner, es decir, que el marxista solamente
puede estudiar el derecho como un subtipo de una especie
general: la ideologa: Toda la substancia de la cuestin
consiste en esta palabrita: solamente. Aclarmoslo con
un ejemplo sacado de la economa poltica. Las categoras
de mercanca, valor de cambio son, sin duda, formaciones
ideolgicas, formas alteradas, mistificadas segn la
expresin de Marx de representacin en las cuales la
sociedad fundada sobre el cambio concibe las relaciones de
trabajo de los diferentes productores. El carcter ideolgico
109
de estas formas est demostrado por el hecho de que basta
pasar a otras estructuras econmicas para que las categoras
de mercanca, valor, etc., pierdan todo significado. Podemos
por ello hablar con toda exactitud de una ideologa mercantil
o, como la llam Marx, de un fetichismo de mercanca e
incluir este fenmeno en la serie de fenmenos psicolgicos.
Pero esto no significa, en absoluto, que las categoras de la
economa poltica tengan un significado exclusivamente,
que se refieran nicamente a experiencias, representaciones
y dems procesos subjetivos. Sabemos perfectamente
que, por ejemplo, la categora de mercanca, pese a su
manifiesto carcter ideolgico, refleja un fenmeno social
objetivo. Sabemos que este o aquel grado de desarrollo, de
tal relacin su mayor o menor universalidad, son hechos
materiales que deben ser tomados como tales, y no slo en
la forma de procesos psicolgicos. Los conceptos generales
de la economa poltica son, por tanto, no slo elementos
de una ideologa, sino igualmente un tipo de abstracciones
a partir de las cuales podemos reconstruir cientficamente,
es decir, tericamente, la realidad econmica objetiva.
Para decirlo con las palabras de Marx: son formas del
pensamiento solamente vlidas, por tanto objetivas, para
las relaciones de produccin de este modo de produccin
social histricamente determinado, para las relaciones de
produccin de la produccin de mercancas.

Lo que, por tanto, debemos demostrar no es que los


conceptos jurdicos generales puedan entrar y de hecho
entren en los procesos y sistemas ideolgicos (lo cual
queda fuera de discusin), sino que esos conceptos no
pueden darnos ms que una realidad social que ha sido
110
en cierto modo mistificada. En otras palabras, debemos
esclarecer si las categoras jurdicas representan o no formas
del pensamiento objetivas (objetivas para una sociedad
histricamente determinada que corresponden a relaciones
sociales objetivas. En consecuencia, planteamos la cuestin
de si es posible entender el derecho como relacin social, en
el mismo sentido en que Marx calificaba al capital como una
relacin social.

Tal planteamiento del problema elimina de entrada toda


referencia al carcter ideolgico del derecho por lo que todo
nuestro anlisis se sita en un plano diferente.

El reconocimiento de la naturaleza ideolgica de diferentes


conceptos no nos exime, en general, de la investigacin de
la realidad objetiva, es decir, de una realidad existente en
el mundo externo y no ya solamente en la conciencia. En
caso contrario estaramos obligados a eliminar todo lmite
entre el mundo de ultratumba, que efectivamente existe en
la representacin de ciertas gentes y, digamos, el Estado. El
profesor Rejsner, despus de todo, hace esto precisamente.
Apoyndose en una conocida cita de Engels a propsito del
Estado como fuerza ideolgica primaria que domina sobre
los hombres, no duda en identificar el Estado con la ideologa
estatal: El carcter psicolgico de las manifestaciones del
poder es tan evidente y el mismo poder estatal, existente slo
en la psique de los hombres, est tan desprovisto de caracteres
materiales que nadie, al parecer, puede considerar al poder
estatal como algo diferente de una idea que opera en la
realidad sino en la medida en que los hombres hacen de ella el
principio de su propia conducta. As pues, finanzas, ejrcito,
111
administracin: todo esto carece de caracteres materiales,
existe slo en la psique de los hombres. Y, qu ocurre,
para decirlo con palabras del profesor Rejsner, con esa masa
enorme de poblacin que vive fuera de toda conciencia
del Estado? Es preciso, evidentemente, excluirla. Para la
existencia real del Estado estas masas no tienen ningn
significado. Pero, qu ocurre con el Estado desde el punto
de vista de su unidad econmica? Y de la poltica aduanera?
Se trata tambin de un proceso ideolgico y psicolgico?
Podramos plantearnos muchsimas cuestiones similares pero
su sentido ser siempre el mismo. El Estado no es solamente
una forma ideolgica sino al mismo tiempo una forma del
ser social. El carcter ideolgico del concepto no anula la
realidad y la materialidad de las relaciones que expresa.

Se puede comprender a un neokantiano consecuente como


Kelsen cuando afirma la objetividad normativa, es decir,
puramente ideal, del Estado dejando a un lado no slo los
elementos materiales sino tambin la psique humana real.
Pero nosotros renunciamos a entender en estos trminos
la teora marxista, es decir, una teora materialista que
quiere operar exclusivamente con sugestiones subjetivas.
Por lo dems, seguidor como es de la teora psicolgica de
Petrazickij que descompone completamente el Estado en
una serie de emociones imperativo-atributivas, el profesor
Rejsner como lo demuestran sus ltimas obras no vera
ningn inconveniente en combinar este punto de vista con
la concepcin lgico formal neokantiana de Kelsen. Tal
tentativa hace ciertamente honor a la versatilidad de nuestro
autor aun cuando sea en detrimento de la lgica y de la
claridad metodolgica. Una de dos: o el Estado es (para
112
Petrazickij) un proceso ideolgico, o bien es (para Kelsen)
una idea reguladora que nada tiene en comn con procesos
de todo gnero que se desarrollan al mismo tiempo y que
estn sometidos a la ley de causalidad. Al tratar de unificar
estos puntos de vista M. A. Rejsner cae en una contradiccin
que no es precisamente dialctica.

La perfeccin formal de los conceptos de territorio del


Estado, de poblacin, de poder refleja no slo una ideologa
sino la objetiva formacin de una esfera real de dominio
centralizado y por tanto, la constitucin sobre todo de una
real organizacin administrativa, financiera, militar y de
un correspondiente aparato humano y material. El Estado
no es nada sin medios de comunicacin, sin posibilidad de
transmitir rdenes y directivas, de movilizar sus fuerzas
armadas, etc. Cree entonces el profesor Rejsner que las vas
militares romanas o los modernos medios de comunicacin
constituyen fenmenos de la psique humana? O piensa que
estos elementos materiales deben ser excluidos totalmente
del estudio del proceso de formacin del Estado? Entonces,
naturalmente, no nos queda ms remedio que identificar
la realidad del Estado con la realidad de la literatura, de
la filosofa y de otros productos semejantes del espritu
humano. nicamente tendremos que lamentar que la
prctica de la lucha poltica, de la lucha por el poder,
contradiga completamente esta concepcin psicolgica del
Estado ya que continuamente nos hace topar con factores
objetivos y materiales.

A este respecto es preciso hacer notar que la consecuencia


inevitable del punto de vista psicolgico al que se adhiere
113
el profesor Rejsner es un subjetivismo sin salida. Es
totalmente natural que el poder estatal, al ser creacin de
tantas psicolgicas como individuos existen y presentan tan
diversos tipos como grupos y clases operan en el ambiente, ser
diferente en la conciencia y en la conducta del ministro y en la
del campesino que todava no ha llegado a la idea del Estado,
en la psique del hombre poltico y en la del anarquista, en una
palabra: en hombres de las ms diversas condiciones sociales,
profesionales, culturales, etctera. Se deduce claramente de
esto que si nos mantenemos en el plano psicolgico, perdemos,
pura y simplemente, toda motivacin para hablar del Estado
como de una unidad objetiva. Slo si consideramos el Estado
como organizacin real del dominio de clase, es decir si
tomamos en consideracin todos sus elementos, incluso por
consiguiente los que no son psicolgicos sino materiales y
a estos ltimos en primer lugar, pisaremos terreno slido y
podremos estudiar el Estado efectivamente tal y como es en
realidad y no slo las innumerables y diferentes formas en las
que es concebido y experimentado.

Pero si las abstractas definiciones de la forma jurdica no


se refieren solamente a ciertos procesos psicolgicos o
ideolgicos, sino que por el contrario son conceptos que
expresan una relacin social objetiva, en qu sentido
decimos que el derecho regula las relaciones sociales? No
queremos decir con ella, en efecto que las relaciones sociales
se regulan a s mismas? O, cuando decimos que esta o aquella
relacin social reviste forma jurdica no es esto una pura
tautologa: es decir que el derecho adopta forma de derecho?

La objecin, a primera vista, es hasta tal punto persuasin


114
que parece no dejar otra salida que la del reconocimiento de
que el derecho es ideologa y slo ideologa. Tratemos, sin
embargo, de aclarar estas dificultades y, para facilitar nuestro
cometido, recurramos nuevamente a una comparacin. La
economa poltica marxista ensea que el capital es una
relacin social. No se la puede observar en el microscopio,
dice Marx, pero no se agota en absoluto en la experiencia,
en la ideologa y en otros procesos subjetivos que se
desarrollan, en la psique humana, es una relacin social
objetiva. Adems, cuando observamos decimos
la esfera de la pequea produccin pequea gradual
transicin del trabajo para el que lo encarga al trabajo para
el comerciante, comprobamos que las correspondientes
relaciones han tomado forma capitalista. Quiere decir esto
que hemos cado en una tautologa? En absoluto: solamente
hemos dicho que aquella relacin social denominada capital
ha comenzado a adoptar un color diferente o bien que ha
dado su forma a otra relacin social. Podemos as considerar
todo lo que ocurre desde un punto de vista exclusivamente
objetivo, como un proceso material, eliminando totalmente
la psicologa o la ideologa de los protagonistas. Por qu
no puede ocurrir lo mismo con el derecho? Al ser el mismo
una relacin social, est en situacin de adoptar en mayor o
menor medida una coloracin diferente o bien dar su forma
a otras relaciones sociales. Ciertamente, no podremos nunca
abordar el problema de este modo si nos dejamos guiar por la
vaga representacin del derecho como forma en general, as
como la economa poltica vulgar no pudo captar la esencia
de las relaciones capitalistas partiendo del concepto de
capital como trabajo acumulado en general.
115
Evitaremos, por lo tanto, esta aparente contradiccin si
mediante el anlisis de las principales definiciones del derecho
conseguimos demostrar que esta es la forma mistificada de una
relacin social especifica, en este caso no ser absurdo afirmar
que tal relacin en este o aquel caso da relacin a otra forma
social o incluso a la totalidad de las relaciones sociales.

Sucede exactamente igual en lo que se refiere a la segunda


aparente tautologa: el derecho regula las relaciones sociales.
Si eliminamos efectivamente de esta formulacin cierto
elemento de antropomorfismo a ella inherente se reduce a la
proposicin siguiente: la reglamentacin de las relaciones
sociales en determinadas condiciones asume carcter jurdico.
Esta formulacin es, sin duda, ms correcta y sobre todo mas
historicista. No podemos negar que existe tambin una vida
colectiva entre los animales y que de un modo u otro existe y
est tambin regulada. Pero no se nos ocurrir nunca afirmar que
las relaciones entre abejas o entre hormigas estn reguladas por
el derecho. Si consideramos a los pueblos primitivos observamos
que aunque podamos rastrear rudimentos de un derecho la mayor
parte de sus relaciones esta reguladas con medios extrajurdicos,
por ejemplo con las prescripciones religiosas. Finalmente, incluso,
en la sociedad burguesa instituciones como la organizacin de
correos o del servicio ferroviario o de los asuntos militares,
etc., pueden ser reducidas a reglamentacin jurdica solo con
una consideracin bastante superficial que se deja engaar por
la forma externa de las leyes de los estatutos y los decretos.
El horario ferroviario regula el trafico de los ferrocarriles y de
forma totalmente distinta a como, por ejemplo, lo hace la ley de
la responsabilidad de los ferrocarriles que regula las relaciones
de estos ltimos con los expedidores de cargas. El primer tipo
116
de reglamentacin es eminentemente tcnico, el segundo
eminentemente jurdico: La misma relacin existe entre el plan
de movilizacin y la ley sobre el servicio militar obligatorio, entre
la investigacin dirigida a encontrar al criminal y el cdigo de
procedimiento penal.

Sobre la diferencia entre normas tcnicas y normas jurdicas


hablaremos en seguida. Es suficiente con hacer notar aqu
que la reglamentacin de las relaciones sociales reviste, en
mayor o menor medida, carcter jurdico, es decir, se colorea,
en mayor o menor medida, del mismo color que caracteriza
aquella relacin especfica fundamental propia del derecho.

La reglamentacin y formacin de las relaciones sociales


parece homognea en cuanto principio, y por tanto
plenamente jurdica slo en una consideracin muy
superficial o puramente formal. De hecho existe al respecto
entre los diversos campos de las relaciones humanas una
diferencia que llama la atencin. Ya Gumplowicz (cfr.
Rechtstaat und Sozialismus) estableci un lmite claro
entre el derecho privado y las normas estatales y consider
dominio de la jurisprudencia solamente el primer sector. En
efecto, el ncleo ms slido de la nebulosa jurdica (si se
nos permite expresarnos as) est precisamente en el campo
de las relaciones del derecho privado. Y es precisamente,
aqu donde el sujeto jurdico, la persona, encuentra su
ms adecuada encarnacin en la concreta personalidad del
sujeto que opera egostamente, del propietario portador
de intereses privados. Y precisamente es en el derecho
privado donde el pensamiento jurdico se mueve ms libre
y seguramente: sus construcciones revisten aqu la forma
117
ms seguramente acabada y armoniosa. La sombra clsica
de Aulus Aegerius y Numerius Negidius, estos protagonistas
de la frmula procesal romana, planea as continuamente
por encima de los juristas que se han inspirado en ella. Es
precisamente en el derecho privado donde las premisas
a priori del pensamiento jurdico se revisten de la carne y
de la sangre de las dos partes contendientes que defienden
con la vindicta en la mano el hecho propio. Aqu el papel
del jurista como terico se funde inmediatamente con su
funcin social prctica. El dogma del derecho privado no
es ms que una infinita cadena de argumentos en pro y en
contra de exigencias imaginarias y de demandas potenciales:
Tras cada artculo de ley est, invisible, un abstracto cliente
pronto a utilizar los correspondientes enunciados como
asesoramiento profesional. Las disputas jurdicas de la
doctrina acerca de la importancia del error o de la reparticin
de la carga de la prueba no se distinguen en absoluto de
aquellas que se desarrollan entre los tribunales. La diferencia
no es aqu ms grande que la que exista entre los torneos
de caballera y las guerras feudales. Los primeros, como es
sabido, se desarrollaban a veces con aspereza bastante ms
grande y exigan no menor dispendio de energa ni menor
nmero de vctimas que las colisiones blicas reales. Slo
cuando la economa individualista sea reemplazada por una
produccin y distribucin social planificada tendr fin este
gasto improductivo de fuerzas intelectuales del hombre.

La premisa fundamental de la reglamentacin jurdica es,


por consiguiente, el antagonismo de los intereses privados.
Y ste es, al mismo tiempo, el presupuesto lgico de la
forma jurdica y la causa real del desarrollo que toma la
118
superestructura jurdica. La conducta de los hombres puede
ser regulada por las normas ms complejas, pero en esta
reglamentacin el momento jurdico comienza all donde
comienza el aislamiento y la oposicin de los intereses.
La controversia dice Gumplowicz es el elemento
fundamental de lo jurdico. La unidad de fines, por el
contrario, constituye la premisa de la reglamentacin tcnica.
Por ello las normas jurdicas que regulan la responsabilidad
de los ferrocarriles presuponen exigencias privadas, intereses
privados diferenciados, mientras que las normas tcnicas que
regulan el trfico presuponen un fin unvoco que no es ms
que la consecucin de la mxima capacidad de transporte.

Tenemos otro ejemplo: la curacin de un enfermo presupone


una serie de reglas tanto para el enfermo mismo como para el
personal mdico; pero dado que tales reglas son establecidas
desde el punto de vista de un nico fin la curacin del
enfermo tienen un carcter tcnico. La aplicacin de esta
regla est acompaada por cierta limitacin con respecto al
enfermo, pero si esta constriccin es considerada desde el
punto de vista de un mismo fin (idntica para quien la ejercita
y para quien la padece) no es ms que un acto que tiene una
finalidad tcnica y nada ms. Entre estos lmites el contenido
de las reglas est fijado por la ciencia mdica y cambia con
el avance de la misma. El jurista, en el fondo, no tiene nada
que hacer. Su funcin comienza donde estamos obligados a
abandonar este terreno de la univocidad del fin y pasamos
a un punto de vista diferente, el de los sujetos aislados y
contrapuestos entre s y donde cada uno de ellos es portador
de un inters privado propio. El mdico y el enfermo se
convierten entonces en sujetos de derechos y de obligaciones,
119
y las reglas que les unen se convierten en normas jurdicas.
A1 mismo tiempo la coercin no es ya considerada solamente
desde el punto de vista de la conformidad con el fin sino
tambin desde el punto de vista formal, es decir; desde el
punto de vista de su permisibilidad jurdica.

No es difcil comprobar que la posibilidad de pasar al punto


de vista jurdico depende del hecho de que las ms diversas
relaciones en una sociedad que produce mercancas, se
plasman sobre el tipo del cambi comercial y, por tanto,
revisten forma jurdica. Del mismo modo, es del todo natural
para los juristas burgueses deducir esta universalidad de la
forma jurdica a partir de eternas o absolutas propiedades
de la naturaleza humana o bien de la circunstancia de que
las disposiciones del poder se pueden aplicar a todo objeto.
En relacin con este ltimo aserto no se necesitan pruebas
particulares. En nuestro cdigo existe un artculo que
impone al marido la obligacin de amar a la propia esposa
como a su propio cuerpo. Pero ni siquiera el ms audaz de
los juristas ha intentado nunca construir una relacin jurdica
correspondiente con la consiguiente posibilidad de accin
judicial y dems consecuencias jurdicas.

Por otra parte, una construccin jurdica, aun cuando pueda


parecer artificiosa e irreal, mientras permanece en el mbito
del derecho privado y en especial bajo el perfil del derecho
patrimonial, se apoya en terreno slido. Sera de otro
modo imposible explicar por qu las lneas fundamentales
del pensamiento jurdico romano han conservado valor
hasta nuestros das y han quedado como la ratio scripta de
cualquier tipo de sociedad productora de mercancas.
120
Con esto hemos anticipado hasta cierto punto la respuesta a la
cuestin planteada al principio: Dnde es necesario buscar
esta relacin social sui gneris de la que la forma jurdica es
reflejo necesario? Seguidamente trataremos de demostrar ms
detalladamente que tal relacin es 1a relacin que existe entre
poseedores de mercancas. El anlisis habitual que podemos
encontrar en cualquier filosofa del derecho construye
la relacin jurdica esencialmente como una relacin de
voluntad entre hombres en general. El razonamiento procede
aqu de resultados acabados del proceso, de las formas
corrientes del pensamiento y no percibe su origen histrico.
Mientras que en realidad, con el desarrollo de una economa
mercantil es como los presupuestos naturales del acto de
cambio se convierten en premisas naturales, en formas
naturales de toda comunicacin humana a la que imprimen
su marca, en la cabeza de los filsofos los actos de comercio
se presentan, por el contrario, como un caso particular de una
forma general que para ellos ha tomado carcter eterno (cfr.
El capital, trad. rusa, vol. I, pp. 44, ed. 1920).

El camarada Stucka, en nuestra opinin, ha planteado


correctamente el problema del derecho como problema de
una relacin social. Pero, en lugar de tratar de investigar
la especfica objetividad social de esta relacin, vuelve a
la habitual definicin formal, aunque tal definicin est
delimitada por una caracterizacin clasista. En la frmula
general que da el camarada Stucka el derecho no aparece
ya como una relacin social especfica, sino como todas
las relaciones en general, como sistema de relaciones
que responde a los intereses de la clase dominante y est
garantizado por la fuerza organizada. Dentro de estos lmites
121
de clase, por consiguiente, el derecho como relacin no
es diferenciable de las relaciones sociales en general y el
camarada Stucka no puede responder a la sinuosa pregunta
del profesor Rejsner: de qu modo las relaciones sociales se
transforman en instituciones jurdicas o bien de qu modo el
derecho se convierte en lo que es.

La definicin de Stucka, tal vez por provenir del Comisariado


del Pueblo para la Justicia, est modelada sobre las exigencias
del jurista prctico. Indica el lmite emprico que la historia
pone constantemente a la lgica jurdica, pero no pone al
descubierto las races profundas de aquella misma lgica.
Esa definicin revela el contenido de clase incluso en las
formas jurdicas, pero no nos explica por qu este contenido
toma una forma semejante.

Para la filosofa del derecho burgus, que considera la


relacin jurdica como forma eterna y natural de toda
relacin humana, tal problema no se plantea en absoluto.
Pero para la teora marxista, que se esfuerza por penetrar en
los misterios de las formas sociales y por referir todas las
relaciones de los hombres al hombre mismo, este problema
ocupa un puesto de primer orden.
122
CAPTULO III

RELACIN Y NORMA

Lo mismo que la riqueza de la sociedad capitalista reviste


la forma de una acumulacin enorme de mercancas,
tambin la sociedad en su conjunto se presenta como una
cadena ininterrumpida de relaciones jurdicas. El cambio de
mercancas presupone una economa atomizada. Entre las
diferentes unidades econmicas privadas y aisladas la unin se
realiza, cada vez, mediante los contratos. La relacin jurdica
entre los sujetos no es ms que el reverso de la relacin entre
los productos del trabajo convertidos en mercancas. Esto no
es obstculo para que ciertos juristas, como por ejemplo L.
Petrazickij, inviertan la relacin. ste cree que no es la forma
mercantil la que engendra la forma jurdica sino que, por
el contrario, los fenmenos econmicos estudiados por la
economa poltica representan el comportamiento individual
y colectivo humano determinado por unas motivaciones
tpicas que tienen su origen en las instituciones del derecho
civil (propiedad privada, obligaciones y contratos, derecho
de familia y derecho de sucesiones). La relacin jurdica
es la clula del tejido jurdico y es en sta nicamente el
derecho completa su movimiento real. El derecho en tanto
que conjunto de normas no es por el contrario, ms que una
abstraccin sin vida.

Es, pues, del todo lgico que la escuela normativa, con Kelsen
a la cabeza, niegue completamente la relacin entre los
sujetos, rehusando considerar el derecho bajo la perspectiva
de su existencia real y concentrando toda su atencin sobre
123
el valor formal de las normas. La relacin jurdica es una
relacin referida al orden jurdico, ms exactamente, al
interior del orden jurdico; no existe, pues, una relacin
entre sujetos jurdicos opuestos a este orden (Kelsen, Das
Problem der Souveranitt 1920, p. 125). Sin embargo, segn
la concepcin corriente, el derecho objetivo o la norma es
considerado como fundamento, no slo lgico sino real, de la
relacin jurdica. Segn esta concepcin, la relacin jurdica
est engendrada por la norma objetiva La norma sobre el
derecho a la devolucin de una deuda no existe porque los
acreedores habitualmente la exijan sino que, al contrario, los
acreedores la exigen debido a que existe la norma; el derecho
est establecido no a partir de la abstraccin de los casos
observados sino mediante una deduccin a partir de una
regla establecida por alguien (Sersenevic, Obscaia teoria
prava [Teora general del derecho], 1910, p. 274).

La expresin la norma genera la relacin jurdica


puede ser comprendida en un doble sentido: real y lgico.
Examinemos el primer caso. Es preciso subrayar ante todo
y los juristas mismos con frecuencia han tratado en vano
de persuadirse mutuamente que el conjunto de normas
escritas o no escritas pertenece en s ms bien al dominio
de la creacin literaria. Este conjunto de normas nicamente
adquiere una significacin real gracias a las relaciones a
las que se concibe como derivadas de estas normas y que
derivan efectivamente de las mismas. Incluso el partidario
ms consecuente del mtodo puramente normativo, Hans
Kelsen, ha tenido que reconocer que haba que conferir de
una manera o de otra un elemento de vida real, es decir,
de conducta humana efectiva al orden normativo ideal. En
124
realidad, quien considerara, por ejemplo, las leyes de la Rusia
zarista como el derecho actualmente en vigor estara loco.
El mtodo jurdico formal, que no trata ms que de normas
y de lo que es conforme a derecho, no puede mantener
su autonoma ms que dentro de lmites muy estrechos y,
por consiguiente, mientras la tensin entre el hecho y la
norma no supere un cierto mximum. En la realidad material
la relacin tiene primaca sobre la norma. Si algn deudor
no paga sus deudas la regla correspondiente debera ser
considerada entonces como efectivamente inexistente. Y
si, a pesar de todo, se quiere afirmar la existencia de esta
regla, sera preciso entonces fetichizar la norma de una u
otra manera. Muy numerosas teoras del derecho se ocupan
precisamente de una tal fetichizacin y la fundamentan con
consideraciones metodolgicas muy sutiles.

El derecho, en tanto que fenmeno social objetivo, no puede


ser agotado por la norma o la regla, sea sta escrita o no
escrita. La norma como tal, es decir, su contenido lgico,
bien es una inferencia de relaciones ya existentes, o bien
no representa, cuando es promulgada como le estatal, ms
que un sntoma que permite cierta verosimilitud el futuro
nacimiento de las relaciones correspondientes. Para afirmar
la existencia objetiva del derecho no es suficiente conocer su
contenido normativo, sino que es preciso igualmente saber
si este contenido normativo se produce o no en la vida, es
decir, en las relaciones sociales. La fuente habitual de errores
en este caso, es el mtodo jurdico dogmtico que confiere al
concepto de norma vigente una significacin especfica que
no coincide con lo que el socilogo o el historiador entiende
por existencia objetiva del derecho. Cuando el jurista
125
dogmtico debe decidir si una forma jurdica determinada es
vlida o no, generalmente no busca establecer la existencia
o no de un fenmeno social objetivo, sino nicamente la
presencia o no de un engarce lgico entre un caso normativo
dado y las premisas normativas ms generales.

No hay para el jurista dogmtico, pues dentro de los lmites


estrechos de su tarea puramente tcnica, nada fuera de las
normas; puede entonces identificar con la mayor serenidad
el derecho con la norma. En lo que se refiere al derecho
consuetudinario debe lo que quiera o no, volverse a la
realidad. Pero si la ley estatal es para el jurista el supremo
principio normativo, o para emplear una expresin tcnica la
fuente del derecho es una ley estatal , las consideraciones del
jurista dogmtico sobre el derecho vlido no son obligatorias
en absoluto para el historiador que quiere estudiar el derecho
realmente existente. El estudio cientfico es decir teortico,
slo puede centrarse en los hechos. Si ciertas relaciones se
han formado efectivamente, esto significa que ha nacido
un derecho correspondiente. Pero si una ley o un decreto
han sido promulgado nicamente sin que ninguna relacin
correspondiente haya aparecido en la prctica esto significa
que se ha llevado a cabo una tentativa para crear un derecho
pero que no ha tenido xito.

Este punto de vista no equivale, en absoluto a la negacin


de la voluntad de clase como factor de la evolucin o a
la renuncia a la intervencin planificada en el curso del
desarrollo social o incluso al economismo, al fatalismo y
otras cosas execrables. La accin poltica revolucionaria
puede hacer muchas cosas: puede realizar maana lo
126
que no existe todava hoy; pero no puede hacer existir
lo que efectivamente no ha existido en el pasado. Cuando
afirmamos, por otra parte, que el propsito de construir un
edificio, e incluso el proyecto de este edificio, todava no
representan la construccin verdadera, de aqu no se deduce
en absoluto que su edificacin no necesite ni propsito ni
proyecto. Pero si 1a decisin no ha ido ms all del proyecto,
no podemos afirmar que el edificio haya sido edificado.

Se puede por lo dems modificar la proposicin mencionada


antes y colocar en primer lugar no ya la norma como tal, sino
las fuerzas objetivas determinantes que actan en la sociedad,
o segn la expresin de los juristas, el ordenamiento jurdico
objetivo. Pero incluso bajo esta formulacin modificada,
esta tesis puede ser sometida a otra crtica. Si por fuerzas
sociales determinantes no se entiende ms que estas mismas
relaciones en su regularidad y continuidad, estamos ante una
tautologa; pero si por ello se entiende un orden organizado
conscientemente, que garantiza y preserva estas relaciones,
el error lgico se pone en claro. No se puede afirmar, en
efecto, que la relacin entre el acreedor y el deudor est
creada por un ordenamiento que obliga a la devolucin de la
deuda existente en el Estado en cuestin. Este ordenamiento
objetivamente existente garantiza por cierto la relacin, la
preserva, pero no la crea en ningn caso. La mejor prueba
de que no se trata de una disputa verbal y escolstica es
que pueden representarse y encontramos ejemplo en
la historia los grados ms variados de perfeccin en
el funcionamiento de este aparato de regulacin social
exterior y coercitiva y, por consiguiente, los grados ms
variados de garantas de estas o aquellas relaciones, sin que
127
stas supongan la menor modificacin en estructura de las
relaciones mismas. Podemos igualmente representarnos
un caso lmite donde no existira, al lado de dos partes que
entran mutuamente en relacin, una tercera fuerza capaz de
establecer la norma y de garantizar su respeto: por ejemplo,
cualquier contrato de los varegos con los griegos. Incluso
en este caso, sin embargo, la relacin subsiste. Pero basta
representarse la desaparicin de una de las partes, es decir,
de uno de los sujetos en tanto que portador de un inters
particular autnomo, para que desaparezca la posibilidad
misma de la relacin.

Se nos puede objetar que si se hace abstraccin de la


norma objetiva, los conceptos de relacin jurdica y de
sujeto jurdico quedan en el aire y no pueden ser captados
en general por ninguna definicin. En esta objecin se
expresa el espritu eminentemente prctico y emprico de la
jurisprudencia contempornea que slo est convencida con
seguridad de una nica verdad: a saber, que todo proceso se
perdera si la parte no pudiera apoyarse en un artculo dado
de cualquier ley. Tericamente, sin embargo, la conviccin
de que el sujeto y la relacin jurdica no existen fuera de la
norma objetiva es tan errnea como la conviccin segn la
cual el valor no existe ni es definible fuera de la oferta y la
demanda porque sta no se manifiesta empricamente ms
que en las fluctuaciones de precios.

El estilo hoy dominante en el pensamiento jurdico, que coloca


en primer plano la norma como regla de conducta establecida
autoritariamente, es caracterstico de un profundo empirismo
que como se 1o puede igualmente observar en las teoras
128
econmicas va acompaado de un formalismo extremo y
totalmente privado de vida. La oferta y la demanda pueden
existir para todo tipo de objetos entre los cuales se incluyen
tambin los que no son en absoluto productos del trabajo.
De ello se deduce que el valor puede ser determinado con
independencia del tiempo de trabajo socialmente necesario
para la produccin del objeto en cuestin. La apreciacin
emprica, individual, sirve aqu de fundamento a la teora
lgico formal de la utilidad marginal. Igualmente las normas
que emanan del Estado pueden relacionarse con los objetos
ms diversos y tener los caracteres ms variados. De aqu se
concluye que la esencia del derecho se agota en las formas de
las rdenes o leyes que provienen de una autoridad superior
y que la materia misma de las relaciones sociales no contiene
ningn elemento generador de la forma jurdica. La teora
lgico formal del positivismo jurdico reposa sobre el hecho
emprico de que las relaciones que se encuentran bajo la
proteccin del Estado estn dotadas de mayor garanta.

La cuestin examinada por nosotros se reduce para


utilizar la terminologa de la concepcin materialista de
la historia al problema de la relaciones reciprocas entre
la superestructura jurdica y la superestructura poltica. Si
consideramos la norma como el elemento primario de todas
las relaciones, debemos entonces, antes de buscar cualquier
superestructura jurdica, presuponer la presencia de una
autoridad que establezca la norma, en otros trminos, de
una organizacin poltica. De lo cual debemos concluir
que la superestructura jurdica es una consecuencia de la
superestructura poltica. Marx mismo, sin embargo, subraya
que las relaciones de propiedad que constituyen el estrato
129
fundamental, ms profundo, de la superestructura jurdica, se
encuentran en contacto tan estrecho con la base que aparecen
como las mismas relaciones de produccin expresadas en
lenguaje jurdico. El Estado, es decir, la organizacin de
la dominacin poltica de clase nace sobre el terreno de las
relaciones de produccin y propiedad dadas. Las relaciones
de produccin y su expresin jurdica forman lo que Marx
denominaba siguiendo a Hegel, la sociedad civil. La
superestructura poltica y sobre todo la vida poltica estatal
oficial es un momento secundario derivada.

La manera como Marx se representa las relaciones entre


la sociedad civil y el Estado aparece en la cita siguiente:
El individuo egosta de la sociedad burguesa puede, en
su representacin insensible y en su abstraccin sin vida,
inflarse hasta convertirse en tomo, es decir, en un ente
bienaventurado, carente de relaciones y de necesidades, que
se basta a s mismo y que est dotado de absoluta plenitud.
Pero la desdichada realidad sensible hace caso omiso de su
representacin; cada uno de sus sentidos le obliga a creer en
el sentido del mundo y de los individuos fuera de el, e incluso
su estmago profano le recuerda diariamente que el mundo
fuera de el no es un mundo vaco, sino lo que en rigor tiene que
llenarlo. Cada una de sus actividades esenciales y calidades,
dados sus impulsos vitales, se convierte en necesidad, en
imperativo que incita a su egosmo a buscar otras cosas y
otros hombres fuera de el. Pero, como la necesidad de un
individuo no tiene un sentido que se comprenda por s mismo
en cuanto al otro individuo egosta y que posea el medio de
satisfacer aquella necesidad y, por tanto, una concatenacin
directa con la satisfaccin, cada individuo tiene que crear
130
necesariamente esta concatenacin, convirtindose tambin
en mediador entre la necesidad ajena y los objetos de esta
necesidad. Por tanto, la necesidad natural, las cualidades
esenciales humanas, por extraas que las unas a las otras
puedan parecer, el inters, mantienen en cohesin a los
miembros de la poltica que es su vnculo real. No es, pues,
el Estado el que mantiene en cohesin los tomos de la
sociedad burguesa, sino el que sean esto, tomos, solamente
en la representacin, en el cielo de su imaginacin y en la
realidad, en cambio, sean entes enormemente distintos de los
tomos, es decir, no egostas divinos, sino hombres egostas.
Solamente la supersticin poltica puede imaginarse todava
en nuestros das que la vida burguesa debe ser mantenida en
cohesin por el Estado, cuando en realidad ocurre al revs,
que es el Estado quien se halla mantenido en cohesin por la
vida burguesa.

En otro ensayo, la crtica moralizante o la moral crtica,


vuelve Marx sobre el mismo problema. Polemiza contra el
representante del socialismo verdadero, Karl Heinzen,
y escribe: Por otra parte si la burguesa mantiene
polticamente, es decir, mediante su poder poltico, la
injusticia en las relaciones de propiedad, no las crea. Tal como
est condicionada por la moderna divisin del trabajo, por la
forma moderna del cambio, la competencia, la concentracin,
etc., no tiene en absoluto su origen en la supremaca poltica
de la burguesa; al contrario, es la supremaca poltica de la
burguesa la que tiene su origen en estas relaciones modernas
de produccin que los economistas burgueses proclaman
como leyes necesarias, eternas.
131
As, el camino que va de la relacin de produccin a la relacin
jurdica, o relacin de propiedad, es ms corto de lo que cree
la llamada jurisprudencia positiva que no puede prescindir
de un eslabn intermedio: el poder del Estado y sus normas.
El hombre que produce en sociedad es el presupuesto del que
parte la teora econmica. As, por ejemplo, es preciso que
la relacin econmica del cambio exista para que la relacin
jurdica del contrato de compraventa pueda nacer. El poder
poltico puede, con 1a ayuda de leyes, regular, modificar,
determinar, concretar de manera muy diversa la forma y el
contenido de este contrato jurdico. La ley puede determinar
de manera muy precisa lo que puede ser comprado y vendido,
cmo, en qu condiciones y por quin. La jurisprudencia
dogmtica saca de aqu la conclusin de que todos los
elementos de la relacin jurdica, incluso el sujeto mismo,
estn engendrados por la norma. En realidad, la existencia
de una economa mercantil y monetaria es naturalmente,
la condicin fundamental sin la cual todas estas normas
concretas no tienen ningn sentido. nicamente con esta
condicin el sujeto jurdico tiene un substrato material en
la persona del sujeto econmico egosta que la ley no crea
sino que se lo encuentra delante de s misma. Donde falta
este substrato la relacin jurdica correspondiente es a priori
inconcebible.

El problema se aclara todava ms si lo consideramos en su


dimensin dinmica e histrica. Vemos en este caso cmo
la relacin econmica en su movimiento real es la fuente de
la relacin jurdica que nace solamente en el momento de
la controversia. Es precisamente el litigio, la oposicin de
intereses lo que produce la forma jurdica, la superestructura
132
jurdica. En el litigio, es decir, en el proceso, los sujetos
econmicamente activos aparecen ya como partes, esto
es, como elementos de la superestructura jurdica. El
tributo representa, incluso en su forma mas primitiva,
la superestructura jurdica por excelencia. Por el proceso
judicial lo jurdico se separa de lo econmico y aparece
como elemento autnomo. Histricamente el derecho ha
comenzado con el litigio, es decir, con la accin judicial.
nicamente ms tarde es cuando el derecho se apodera
de las preexistentes relaciones de hecho, o puramente
econmicas, que revistieron as desde el principio un doble
aspecto, a la vez econmico y jurdico. La jurisprudencia
dogmtica olvida esta sucesin histrica y comienza
inmediatamente por el resultado ya acabado, por las normas
abstractas con las que el Estado llena, por as decir, todo el
espacio social, confiriendo a todas las acciones que en el se
realizan propiedades jurdicas. Segn esta concepcin no es
el contenido material, econmico, de las mismas relaciones
el momento fundamental, determinante en las relaciones de
compraventa, emprstito, prstamo, etc., sino el imperativo
dirigido en nombre del Estado a cada una de las personas. Este
punto de partida del jurista prctico es tan inutilizable para
el anlisis y la explicacin del orden jurdico concreto como
para el anlisis de 1a forma jurdica en sus determinaciones
ms generales. El poder del Estado confiere claridad y
estabilidad a la estructura jurdica, pero no crea sus premisas,
que se enrazan en las relaciones materiales, es decir, en las
relaciones de produccin.

Gumplgwicz (cfr. su Rechtstaat und Sozialismus) llega, a


partir de aqu, como se sabe, a la conclusin estrictamente
133
opuesta: proclama la primaca del Estado, es decir, del
dominio poltico. Acude a la historia del derecho romano
y cree haber probado que todo derecho privado fue un
tiempo derecho pblico. Esto proviene, segn l, del hecho
de que, por ejemplo, todas las instituciones fundamentales
del derecho privado romano han nacido como privilegios
de la clase dominante, como privilegios de derecho pblico
destinados a consolidar el poder de un grupo victorioso.
No se puede negar que esta teora subraya el momento de
la lucha de clases y pone fin a las representaciones idlicas
sobre el origen de la propiedad privada y de la autoridad.
Pero Gumplowicz comete, sin embargo, dos grandes errores.
En primer lugar atribuye a la violencia como tal, un papel
determinante y olvida completamente que cada sistema
social, incluso el basado sobre la conquista est determinada
por el estado de las fuerzas productivas sociales. En segundo
lugar, borra, al hablar del Estado, toda distincin entre las
relaciones primitivas de dominacin y la autoridad pblica
en el sentido moderno, es decir, burgus, del trmino. Este
es el motivo de que considere que el derecho privado est
engendrado por el derecho pblico. Pero a partir de la misma
comprobacin, a saber, que las instituciones esenciales del
antiguo jus civile romano propiedad, familia, herencia
fueron creadas por las clases dominantes para consolidar
su poder, se puede sacar una conclusin diametralmente
opuesta a saber: que todo derecho pblico fue en un tiempo
derecho privado. Esto sera igualmente correcto o, ms
bien, igualmente falso, porque la oposicin entre el derecho
privado y el derecho pblico corresponde a unas relaciones
mucho ms desarrolladas y pierde su significacin cuando
se le aplica a estas pocas primitivas. Si las instituciones
134
del jus civile romano representan efectivamente una
mezcla de elementos jurdicos pblicos y privados
empleando la terminologa moderna, en la misma medida
contienen elementos religiosos y, en el sentido amplio del
trmino, elementos rituales. A este nivel de evolucin, por
consiguiente, el elemento puramente jurdico no poda
todava distinguirse de otros y encontrar una expresin en un
sistema de conceptos generales.

El desarrollo del derecho como sistema fue engendrado


no por las exigencias del Estado, sino por las exigencias
de cambios mercantiles con tribus que precisamente no
estaban comprendidas en una misma esfera de poder. Esto
lo reconoce por otra parte el mismo Gumplowicz (cfr.
Rechtstaat und Sojalisnius 36). Las relaciones comerciales
con las tribus extranjeras, con los peregrinos, con plebeyos y,
en general, con el conjunto de personas que no forman parte
de la comunidad de derecho pblico (segn la terminologa
de Gumplowicz) dieron vida al jus gentium, que es un modelo
de superestructura jurdica en su forma pura. Contrariamente
al jus civile con sus rgidas y pesadas formas, el jus gentium
rechaza todo aquello que no es funcional con el fin y la
naturaleza de la relacin econmica que lo fundamenta. Se
adapta a la naturaleza de esta relacin y aparece as como un
derecho natural. Trata de reducir esta relacin al mnimo
posible de premisas y se desarrolla as con facilidad en un
sistema lgicamente armonioso. Gumplowicz tiene razn,
sin duda, cuando identifica la lgica especficamente jurdica
con la lgica del civilista, pero se equivoca cuando cree que
el sistema del derecho privado puede desarrollarse, por as
decirlo, sin el consentimiento de la autoridad constituida.
135
Su razonamiento es, poco ms o menos, el siguiente: dado
que las controversias privadas no afectan de modo directo y
material a los intereses de la autoridad, esta ltima concedi
a la casta de los juristas plena libertad para desarrollar sus
capacidades intelectuales en esta esfera (cfr. op. cit., 32).
En el dominio del derecho pblico, por el contrario, los
esfuerzos de los juristas se ven generalmente frustrados
por la realidad, ya que la autoridad no tolerara en sta, su
esfera, ningn tipo de intrusin y no reconocera, por tanto,
la omnipotencia de la lgica jurdica.

Es del todo evidente que la lgica de los conceptos jurdicos


corresponde a la lgica de las relaciones sociales de una
sociedad de produccin mercantil. Es precisamente en estas
relaciones, y no ya en el permiso de la autoridad pblica,
donde es preciso buscar las races del sistema de los conceptos
jurdicos. Por ello la concepcin jurdica del Estado no puede
nunca convertirse en una teora y continuar siendo siempre
una deformacin ideolgica de los hechos.

Nosotros comprobamos, as donde quiera que encontremos,


el estrato primario de la superestructura jurdica, que la
relacin jurdica esta engendrada directamente por las
relaciones materiales de produccin que existe entre los
hombres. De ello se deduce que no es necesario partir del
concepto de norma como mandato autoritario externo para
analizar la relacin jurdica en su forma mas simple. Es
suficiente con fundamentar el anlisis sobre una relacin
jurdica cuyo contenido esta dado por la relacin econmica
misma (Marx) y examinar enseguida la forma legal de
esta relacin jurdica como un caso particular.
136
Planteada en esta perspectiva histrico real la cuestin de
saber si la norma debe ser considerada como el presupuesto
de la relacin jurdica, nos ha conducido al problema de las
relaciones entre la superestructura poltica y la superestructura
jurdica. En la esfera lgica sistemtica esta cuestin es de
la relacin entre le derecho objetivo y el derecho subjetivo.

En su manual de derecho constitucional Duguit llama


la atencin sobre el hecho de que con una sola y misma
denominacin derecho se designan cosas que se
interpenetran profundamente sin duda, pero que tambin se
distinguen unas de otras muy netamente. Se refiere al derecho
objetivo y al derecho subjetivo. Abordamos efectivamente en
este caso uno de los puntos ms oscuros y ms controvertidos
de la teora general del derecho. Tenemos ante nosotros una
extraa duplicidad del concepto de derecho, dos aspectos
que, aun movindose sobre planos diferentes, se condicionan
recprocamente. El derecho es simultneamente, bajo un
aspecto, la forma de la reglamentacin autoritaria externa y,
bajo otro aspecto, la forma de la autonoma privada subjetiva.
En un caso lo fundamental y esencial es la caracterstica de
la libertad garantizada y reconocida dentro de ciertos lmites.
El derecho aparece unas veces como el principio de la
organizacin social, y otras veces como el medio que permite a
los individuos delimitarse dentro de la sociedad. En un caso
el derecho se funde por as decirlo, totalmente con la autoridad,
externa; en el otro caso se opone tambin completamente a
toda autoridad externa que no lo reconoce. El derecho como
sinnimo de existencia oficial del Estado y el derecho como
divisa de la lucha revolucionaria: he ah un campo de infinitas
controversias y de las ms increbles confusiones.
137
La conciencia de esta profunda contradiccin que tiene en s
ha suscitado algunas tentativas de suprimir de una manera
o de otra desintegracin desagradable de los conceptos.
Numerosas tentativas se han hecho para sacrificar uno de
estos significados al otro. As, por ejemplo, el mismo
Duguit, que califica en su manual las expresiones de
derecho objetivo y derecho subjetivo como felices, claras
y precisas, se esfuerza por demostrar en otra obra que
el derecho subjetivo es nicamente un malentendido, un
concepto metafsico que no puede no puede ser conservado
en una poca de realismo y de positivismo como la nuestra.
La corriente opuesta mantenida en Alemania por Bierling
y entre nosotros, por los psicologistas con Petrazickij a la
cabeza, se inclina por el contrario a considerar el derecho
objetivo como una fantasa una proyeccin emocional
privada del significado real producto de la objetivizacin
de proceso internos es decir psquicos.

Dejando a un lado la escuela psicolgica y las tendencias


afines, nos ocuparemos de la concepcin para la que
el derecho es entendido exclusivamente como norma
objetiva. En base a tal concepcin tenemos, por una parte,
la prescripcin autoritaria de un deber o norma y, por la
otra parte, la obligacin subjetiva que le corresponde y est
creada por ella. El dualismo parece radicalmente suprimido,
pero esta superacin no es ms que aparente porque cuando
se pasa a aplicar esta frmula aparecen las tentativas para
reintroducir de nuevo subrepticiamente todos los matices
indispensables para la formacin del concepto de derecho
subjetivo. Volvemos a estos dos mismos aspectos con
la nica diferencia de que uno de ellos, precisamente el
138
derecho subjetivo, es representado mediante procedimientos
artificiosos como una especie de sombra, ya que ninguna
combinacin de imperativos y de obligaciones nos dar
el derecho subjetivo en aquel significado autnomo y
plenamente real en que lo encarna todo propietario de la
sociedad burguesa. Y basta en realidad con tomar el ejemplo
de la propiedad para convencernos de ello. Si la tentativa de
reducir el derecho de propiedad a una serie de prohibiciones
dirigidas a terceros no es ms que un logicismo, una
construccin mutilada y deformada, la presentacin del
derecho de propiedad burgus como una obligacin social es
en s y por si una hipocresa.

Todo propietario, lo mismo que los que lo rodean, comprende


perfectamente que el derecho que le corresponde como
propietario tiene en comn con la obligacin slo una
oposicin diametral. El derecho subjetivo es el elemento
primario porque se basa, en ltima instancia, en intereses
materiales que existen con independencia de la reglamentacin
externa, es decir, consciente, de la vida social.

El sujeto en cuanto portador y destinatario de todas las


exigencias posibles, la serie de sujetos unidos los unos con
los otros por unas exigencias recprocas, constituyen la
estructura fundamental que se corresponde con la estructura
econmica, es decir, con las relaciones de produccin de una
sociedad basada en la divisin del trabajo y en el cambio.

La organizacin social que dispone de medios de coercin


es la totalidad concreta en la que tenemos que desembocar
despus de haber comprendido la relacin jurdica de modo
139
preliminar en su forma pura y ms simple. La obligacin
en tanto que resultado de un imperativo o de un mandato
aparece, por consiguiente, en el estudio de la forma jurdica
como elemento de concrecin y complicacin. En su forma
ms abstracta y ms simple la obligacin jurdica debe ser
considerada como el reflejo y el correlato de una pretensin
jurdica subjetiva. Al analizar la relacin jurdica vemos
clarsimamente que la obligacin no se agota en el contenido
lgico de la forma jurdica. Esta no es ni siquiera un elemento
suyo autnomo. La obligacin opera siempre como reflejo
o correlato del derecho subjetivo. La deuda de una parte no
es ms que lo que es debido a la otra parte y que a sta se
le garantiza. Lo que para el acreedor es un derecho, desde
el punto de vista del deudor es una obligacin. La categora
jurdica se agota lgicamente slo donde incluye al portador y
al titular de los derechos que no son, en sustancia, ms que las
obligaciones de los otros garantizadas en su confrontacin.
Esta naturaleza doble del derecho est insistentemente
subrayada por Petrazickij que hace de ella el fundamento
bastante inestable de su teora psicolgica ad hoc. Es preciso,
sin embargo, hacer notar que estas relaciones entre el derecho
y la obligacin fueron formuladas de manera muy precisa por
otros juristas independientemente del tipo de psicologismo
que las subtiende (cfr., por ejemplo, Merkel, Juristische
Enzyklopddie, 1885, pargrafos 146 y ss., y Korkunov,
Entsiklopedia prava [Enciclopedia del Derecho]).

La relacin, pues, no nos muestra nicamente el derecho


en su movimiento real, sino que descubre, por otra parte,
caractersticas ms peculiares del derecho en tanto que
categora lgica, La norma, por el contrario, es en cuanto tal,
140
es decir, en tanto que prescripcin de un deber ser, al mismo
tiempo elemento de la moral, de la esttica, de la tcnica y
del derecho.

La diferencia entre tcnica y derecho no consiste precisamente,


como piensa I. Alekseev (cfr. Vvedenie v iucenie prava
[Introduccin al estudio del derecho], p. 114), en la
circunstancia de que 1a tcnica presupone un fin externo al
propio material, mientras que en el orden jurdico todo sujeto
constituye un fin en s. Mostraremos en seguida que fin en s
del orden jurdico no es ms que la circulacin de mercancas.
En lo que se refiere, sin embargo, a la tcnica del pedagogo o
del cirujano que tienen como material propio, el uno, la psique
del nio y, el otro, el organismo del paciente operado, nadie
negar que el material constituya un fin en s mismo.

El orden jurdico se distingue precisamente de toda otra


especie de orden social por estar conectado con sujetos
privados aislados la norma jurdica deriva su diffrentia
specifica que la distingue de la masa de las dems reglas
morales, estticas, utilitarias, etc., precisamente del hecho
de que presupone una persona dotada de un derecho y que
por otra parte, esgrime activamente una pretensin.

La tendencia de hacer del concepto de reglamentacin


externa elemento lgico fundamental del derecho conduce
a la identificacin del derecho con el orden social instaurado
autoritariamente. Esta tendencia del pensamiento jurdico
refleja el espritu de la poca en que la escuela de Manchester
y la libre competencia fueron remplazados por los grandes
monopolios capitalistas y la poltica imperialista.
141
El capital financiero aprecia mucho ms el poder fuerte y
la disciplina que no los eternos e intangibles derechos del
hombre y del ciudadano. El propietario capitalista que
percibe hoy dividendos y beneficios en bolsa no puede
considerar sin un cierto cinismo el sagrado derecho de
propiedad. Basta con referirse a las divertidas lamentaciones
de Jhering (en La lucha por el derecho, trad. de S. Ersov,
pgina 46) sobre el fango de la especulacin en bolsa y del
giro donde perece el sano sentimiento del derecho.

No es difcil demostrar que la idea de una obediencia


incondicionada a una externa autoridad normativa no tiene
nada en comn con la forma jurdica. Basta considerar los
ejemplos lmites que son, por ello mismo, los ms claros:
el caso de una formacin militar en la que una multitud de
hombres est en sus movimientos subordinada a un orden
comn y en el que el nico principio activo y autnomo es
la voluntad del comandante. O todava mejor: el ejemplo
de una comunidad de jesuitas en la que todos los hermanos
ejecutan ciegamente y sin que medie discusin la voluntad
del superior. Basta con profundizar en estos ejemplos para
sacar la conclusin de que cuanto ms consecuentemente
se realiza el principio de la reglamentacin autoritaria que
excluye toda especificidad y autonoma de voluntad, tanto
ms se reduce el terreno de aplicacin de la categora jurdica.
Esto se advierte con particular evidencia en la esfera del
llamado derecho pblico donde la teora jurdica choca con
las mayores dificultades. En general aquel mismo fenmeno
que Marx defini como separacin del Estado poltico de
la sociedad civil, se refleja en la teora general del derecho
en dos distintos problemas que tienen un lugar especifico y
142
especificas soluciones. El primero tiene un carcter puramente
abstracto y consiste en la desarticulacin, que ya hemos visto,
de un concepto fundamental en dos distintos elementos. El
derecho subjetivo es la caracterizacin del hombre egosta, del
miembro de la sociedad civil concentrado sobre sus intereses
privados y sobre su arbitrio privado, separado de la sociedad.
El derecho objetivo es la expresin del Estado burgus en su
plenitud, que se siente Estado poltico y proclama su principio
universal slo en contraposicin con sus elementos.

El problema del derecho subjetivo y objetivo es el problema


del hombre burgus y del hombre-miembro del Estado, del
citoyen puesto en su forma ms general, filosfica. Pero este
mismo problema surge sin embargo nuevamente, y en forma
ms concreta, como problema del derecho pblico y privado.
Se trata aqu de distinguir algunos sectores realmente
existentes del derecho y de rubricar instituciones nacidas
histricamente. Bien se comprende que la jurisprudencia
dogmtica con su mtodo lgico formal no es capaz de
resolver ni el primero ni el segundo problema y ni siquiera
de aclarar el nexo que une a ambos.

La distincin entre derecho pblico y derecho privado


presenta dificultades especficas precisamente porque slo
en abstracto es posible trazar un lmite entre el inters
egosta del hombre como miembro de la sociedad civil y el
abstracto inters general del organismo poltico. En realidad
estos elementos se compenetran recprocamente. De aqu la
imposibilidad de individualizar las instituciones jurdicas
concretas en las cuales este famoso inters privado se realiza
plenamente, sin residuos y de forma pura.
143
Otra dificultad surge del hecho de que, fijando con mayor
o menor xito emprico entre las instituciones del derecho
pblico y del derecho privado, el jurista vuelve de nuevo
a plantearse en el mbito de cada una de las dos esferas el
mismo problema que haba dado ya por resuelto y que aflora
ahora con una forma diferente y abstracta. El problema se
le presenta ahora como una contradiccin entre el derecho
subjetivo y el derecho objetivo. Los derechos pblicos
subjetivos son de hecho los mismos derechos privados (y
por consiguiente tambin los mismos intereses privados)
resucitados, y nicamente un poco modificados, que
irrumpen en una esfera donde habra debido dominar el
inters general despersonalizado, reflejado en las normas
del derecho objetivo. Pero mientras la doctrina civilstica, la
cual tiene que operar con el estrato jurdico fundamental y
primario, utiliza abundantemente y con seguridad el concepto
de derecho subjetivo, en la teora del derecho pblico el
empleo de este concepto genera a cada momento equvocos
y contradicciones. Por ello precisamente el sistema del
derecho privado se caracteriza por su simplicidad, claridad y
plenitud, mientras que la teora del derecho pblico abunda
en construcciones forzadas, artificiosas y unilaterales hasta
el punto de convertirse en monstruosas. La forma jurdica
con su patrimonio subjetivo de derecho nace en una sociedad
estructurada por individuos separados, portadores de
intereses privados egostas. nicamente cuando toda la vida
econmica se fundamenta sobre el principio del consenso de
voluntades independientes, toda funcin social asume por
va ms o menos refleja una caracterizacin jurdica; no
es ya una mera funcin social, sino que se convierte en un
derecho del que cumple aquella funcin. Pero, puesto que
144
en la organizacin poltica, por su misma naturaleza, los
intereses privados no pueden desarrollarse con la plenitud ni
la importancia determinante que toman en la economa de la
sociedad burguesa, los derechos pblicos subjetivos operan
como algo efmero, privados como estn de autnticas races
y constantemente revocados. Y al mismo tiempo el Estado
no es una superestructura jurdica, sino que nicamente
puede ser pensado como tal.

La teora jurdica no puede identificar los derechos del


parlamento, los derechos del poder ejecutivo, etc., con el
derecho, por ejemplo, del acreedor al pago de la deuda , ya
que esto significara transponer el inters privado separado
all donde la ideologa burguesa presume, por el contrario
el dominio del inters publico general y despersonalizado.
Pero al mismo tiempo cada jurista se da cuenta de que no
puede conferir a estos derechos ningn otro contenido sin
que la forma jurdica se le escape de las manos. Un derecho
puede subsistir nicamente como reflejo de la forma jurdica
privada en la esfera de la organizacin poltica o bien deja
en general de ser derecho. Toda tentativa de representar la
funcin social simplemente y la norma como mera regla
organizativa, significa la muerte de la forma jurdica. Pero
el presupuesto real de esta superacin de la forma jurdica y
de la ideologa jurdica es una condicin de la sociedad en
la cual esta eliminada la misma contradiccin entre inters
individual e intereses sociales.

Rasgo caracterstico de la sociedad burguesa es precisamente


el hecho de que los intereses generales se separan de los
intereses privados y a ellos se contraponen, pero asumen
145
involuntariamente en esta contraposicin la forma de
intereses privados, es decir, la forma del derecho. Por otra
parte, como es de esperar, los elementos jurdicos de la
organizacin estatal son preeminentemente aquellos que
entran sin residuos en el esquema de los intereses privados
separados y contrapuestos.

A. G. Gojchbarg (Choziaistvennoe pravo [El Derecho


econmico], pgina 5, niega incluso la necesidad de
distinguir los conceptos de derecho pblico y de derecho
privado. Dice as: La divisin del derecho en derecho
pblico y en derecho privado nunca ha tenido un xito total
entre los juristas y actualmente no la aceptan sino los juristas
ms retrgados, entre ellos los nuestros.

Gojchbarg apoya adems esta idea de la inutilidad de la


divisin del derecho en derecho pblico y derecho privado
con el argumento de que los principios de la escuela de
Manchester acerca de la no intromisin del Estado en los
asuntos econmicos no son ya los del siglo XX de que el
arbitrio individual ilimitado en la vida econmica atenta contra
los intereses del conjunto; existe, incluso en pases que no han
pasado por una revolucin proletaria, numerosos institutos
mixtos de derecho privado y pblico y, entre nosotros por
ltimo, donde la actividad econmica est principalmente
concentrada en las manos de organismos del Estado, la
delimitacin del concepto de derecho civil en relacin con
otros conceptos no tiene ya sentido. Nos parece que esta
argumentacin se basa en toda una serie de malentendidos.
La eleccin de esta o aquella direccin en la poltica prctica
no resuelve nada en relacin con los fundamentos tericos
146
de los diferentes conceptos. Podemos as, por ejemplo, estar
convencidos de que la edificacin de relaciones econmicas
sobre la base de relaciones mercantiles tiene abundantes
consecuencias nefastas. Pero de aqu no se deriva que la
distincin de los conceptos de valor de uso y valor de
cambio sea tericamente inconsistente. En segundo lugar
la afirmacin (que, por otra parte, nada tiene de nuevo)
segn la cual los dominios del derecho pblico y del derecho
privado van integrndose no tendra ninguna significacin
si no consiguisemos distinguir estos dos conceptos. Cmo
podra integrarse lo que no tiene una existencia separada? Las
objeciones de A. G. Gojchbarg se basan en la idea de que las
abstracciones del derecho pblico y del derecho privado
no son el fruto del desarrollo histrico, sino simplemente el
producto de la imaginacin de los juristas. Sin embargo, es
precisamente esta oposicin la propiedad caracterstica de la
forma jurdica como tal. La divisin del derecho en derecho
pblico y derecho privado caracteriza esta forma jurdica
tanto desde el punto de vista lgico como desde el punto de
vista histrico. Si consideramos esta oposicin simplemente
inexistente no nos situaremos por encima de estos juristas-
prcticos retrgrados sino que, por el contrario, nos
veremos obligados a servirnos de las mismas definiciones
formales y escolsticas con las que ellos operan.

El concepto de derecho pblico slo puede ser desarrollado


en su mismo movimiento: que, por as decir, lo contrapone
al derecho privado para definirlo como su opuesto y lo
reconduce despus a aqul como a su centro de gravedad.

La tentativa inversa, es decir, de encontrar las definiciones


147
fundamentales del derecho privado que no son sino
las definiciones del derecho en general partiendo del
concepto de norma, no puede engendrar ms que vacas
construcciones formales que no estn por otra parte exentas
de contradicciones internas. El derecho, como funcin, deja
de ser derecho mientras que el poder jurdico se convierte,
sin el inters privado que lo sostiene, en algo difcilmente
captable, abstracto, que se convierte con facilidad en su
contrario, es decir, en la obligacin (todo derecho pblico
es en efecto al mismo tiempo una obligacin). Tan simple,
comprensible y natural como es el derecho del acreedor
a la restitucin de la deuda, as de precario, problemtico y
ambiguo es el derecho, por ejemplo, del parlamento a votar
el presupuesto. Si en el derecho civil los litigios son tratados
en el nivel de lo que Jhering denominaba la sintomatologa
jurdica, el fundamento de la jurisprudencia misma es lo
que se pone en duda. Aqu est la fuente de las bsquedas
metodolgicas y de las incertidumbres que amenazan con
transformar la jurisprudencia unas veces en sociologa y
otras en psicologa.

Algunos de mis crticos, por ejemplo, Razumovskij (cfr.


Vestnik Kommunisticeskoi Akademii, vol. III) e I. II nskij
(Molodaia Gvardia n. 6) han credo, en parte, al parecer,
sobre la base de las anteriores argumentaciones, que yo me
haba impuesto como tarea la de construir una teora de
la jurisprudencia pura. I. II inskij, por su parte, concluye
que este objetivo no ha sido conseguido y escribe que el
autor ha producido en esencia una teora sociolgica del
derecho aunque tuviera la intencin de construirla como
jurisprudencia pura. En cuanto a Razumovskij, aunque sin
148
expresar una opinin concreta acerca del resultado por m
conseguido, no duda de que en m est presente el mencionado
propsito que critica muy severamente: su [es decir, el mo,
E. P.] miedo a que las investigaciones metodolgicas puedan
transformar la jurisprudencia en sociologa y en psicologa
revela nicamente que tiene una representacin insuficiente
del carcter del anlisis marxista. Lo que es ms extrao
afirma perplejo mi crtico es que Pashukanis mismo
ve un cierto paralelismo entre la verdad sociolgica y la
verdad jurdica y sabe que el conocimiento jurdico es un
conocimiento unilateral.

En efecto, esto es realmente extrao. Por una parte, temo


que la jurisprudencia se transforme en sociologa; por otra,
reconozco que el conocimiento jurdico es un conocimiento
unilateral. Por una parte quiero producir una teora de la
jurisprudencia pura; por otra parte, parece: hago una teora
sociolgica del derecho. Dnde est la explicacin de esta
contradiccin? Es muy simple. En tanto que marxista, yo no
me he impuesto ni poda hacerlo la tarea de construir
una teora de la jurisprudencia pura. Desde el principio me
daba perfecta cuenta del objetivo que, segn la opinin de II
inskij, habra conseguido inconscientemente. Este objetivo
era el de dar una interpretacin sociolgica de la forma
jurdica y de las categoras especficas que expresan esta
forma jurdica. Por ello precisamente he subtitulado mi libro
Ensayo de crtica de los conceptos jurdicos fundamentales.
Pero mi tarea hubiera sido del todo incoherente si no hubiese
reconocido la existencia misma de esta forma jurdica y si
no hubiera rechazado las categoras que expresan esta forma
como vacuas invenciones.
149

Si, cuando defino la precariedad e inadecuacin de las


construcciones jurdicas en el dominio del derecho pblico,
hablo de dudas y de incertidumbres metodolgicas que
amenazan con convertir la jurisprudencia unas veces en
sociologa, otras en psicologa, no es lgico pensar que yo
quiera entonces precaver contra la tentativa de una crtica
sociolgica de la jurisprudencia desde el punto de vista del
marxismo. Tal puesta en guardia se dirigira entonces, en
primer lugar, contra m mismo. Las lneas que provocaron
el asombro de Razumovskij y que l explica por mi
representacin insuficiente del carcter del anlisis marxista
se refieren, sin embargo, a las desventuras de la jurisprudencia
burguesa que precisamente pierde la confianza y armona de
sus concepciones cuando se aleja de la relacin de cambio
en el ms amplio sentido del trmino. Tal vez hubiera debido
mostrar con una cita explcita que esta frase relativa al
peligro que amenaza a la jurisprudencia es una alusin a las
lamentaciones de un filsofo burgus del derecho.

Estas lamentaciones no se refieren ciertamente a la crtica


marxista sta todava no preocupaba entonces las mentes
de los juristas puros sino a las mismas tentativas de la
jurisprudencia burguesa tratando de velar la estrechez de su
propio mtodo pidiendo ayuda a la sociologa y la psicologa.
Pero yo estaba lejos de pensar que se pudiera ver en m un
jurista puro que sufre por las amenazas que hace pesar
sobre la jurisprudencia la crtica sociolgica marxista, hasta
el punto de recurrir a tales medidas de precaucin.
150
CAPTULO IV

MERCANCA Y SUJETO

Toda relacin jurdica es una relacin entre sujetos. El sujeto


es el tomo de la teora jurdica, el elemento ms simple e
irreductible a otro elementos. ste es el punto de partida para
nuestro anlisis.

El compaero I. P. Razmuvoskij no est de acuerdo conmigo


en que en la consideracin de la forma jurdica se deba
tomar como base el anlisis del concepto de sujeto. Piensa
que esta categora de la sociedad burguesa desarrollada es,
en primer lugar, demasiado compleja y, en segundo lugar,
no caracterstica para las precedentes pocas histricas.
En su opinin debe tomarse como base el desarrollo de
una relacin fundamental para todas las sociedades de
clase y tal sera, como indica Marx en su Introduccin,
la posesin que a partir de la apropiacin de hecho, se
desarrolla sucesivamente, hasta convertirse en propiedad
jurdica (I. P. Razumovskij, Problemy marksistskoi teorii
prava [Problemas de la teora marxista del derecho], 18).
Pero al dibujar las lneas de aquel desarrollo el compaero
I. P. Razumovskij llega 1 mismo a la conclusin de que la
propiedad privada se constituye como tal en el significado
actual de la palabra, slo en el proceso de desarrollo de
relaciones mercantiles, en la medida en que se da no slo
la posibilidad de poseerla sin impedimentos sino tambin
la posibilidad de enajenarla (ibdem. p. 114). Esto, sin
embargo, significa precisamente que la forma jurdica, en
su forma ms desarrollada, corresponde a las relaciones
151
burguesas capitalistas. Est claro que las formas especficas de
las relaciones sociales no suprimen estas mismas relaciones
y las leyes que constituyen su fundamento: as la apropiacin
del producto creado en el interior de una determinada
formacin social y de sus fuerzas es el hecho fundamental
o, si se quiere, la ley fundamental. Pero esta relacin reviste
la forma jurdica de la propiedad privada solamente en un
determinado estadio del desarrollo de las fuerzas productivas
y de la correspondiente divisin del trabajo. El compaero
Razumovskij opina que, al basar mi anlisis en el concepto
de sujeto, con esto excluyo del examen las relaciones de
dominio y de subordinacin, mientras que la posesin y la
propiedad estn unidas inseparablemente a tales relaciones.
Yo no pienso en absoluto negar esta relacin, naturalmente,
slo afirmo que la propiedad constituye la base del desarrollo
y de la forma jurdica slo en cuanto libertad de disposicin
sobre el mercado y que la ms general expresin de esta
libertad de disposicin es precisamente la categora de
sujeto. Qu significa, por ejemplo, propiedad jurdica de la
tierra? Nada ms a juicio de Marx que el propietario de las
mercancas puede disponer de las mismas (El Capital, III, 3,
cit.). Por otra parte el capitalismo transforma la propiedad de
la tierra en propiedad moderna precisamente en el sentido de
que libera completamente a la propiedad de la tierra de las
relaciones de dominio y de subordinacin (Herrschaft und
Knechtsschaftsverhltnisse). Precisamente porque el siervo
estaba bajo la total sumisin de su patrn, la relacin de
explotacin no exiga una estructuracin jurdica particular.
El trabajador asalariado, por el contrario, se presenta en
el mercado como libre vendedor de su fuerza de trabajo y,
por consiguiente, la relacin de explotacin capitalista est
152
mediada por la forma jurdica del contrato. Parece que estos
dos ejemplos son totalmente suficientes para comprobar el
significado decisivo que la categora de sujeto tiene en el
anlisis de la forma jurdica.

Las teoras idealistas del derecho desarrollan el concepto


de sujeto a partir de esta o aquella idea general, es decir,
por va puramente especulativa: El concepto fundamental
del derecho es la libertad [...]. El concepto abstracto de
libertad es la posibilidad de determinarse en cualquier
relacin [...]. El hombre es un sujeto de derecho porque
tiene la posibilidad de autodeterminarse, porque posee una
voluntad (Puchta, Institutionen, I, B, 1850, pp. 4, 9). Y
confrntese tambin Hegel (Filosofa del derecho, pargrafo
36): La personalidad contiene en general la capacidad
jurdica y constituye el concepto y el fundamento igualmente
abstracto del derecho abstracto y, por consiguiente, formal.
El precepto jurdico es, por consiguiente, s persona y
respeta a los dems como personas; y ms adelante (P. 42):
Lo inmediatamente diferente al espritu libre es, por s y en
s, lo externo en general, una cosa, algo no libre, impersonal,
carente de derechos.

Veremos un poco ms adelante en qu sentido esta


contraposicin de sujeto y cosa es la clave para la comprensin
de la forma jurdica. La jurisprudencia dogmtica, por
el contrario, emplea este concepto en su aspecto formal.
Para ella el sujeto no es ms que el modo de cualificacin
jurdica de fenmenos desde el punto de vista de su utilidad
o inutilidad para insertarse en la relacin jurdica (cfr. Rozh
destvenskij, Teora sub ektivnych publicnych prav [Teora
153
de los derechos pblicos subjetivos], p. 6. La jurisprudencia
dogmtica, por consiguiente, no se pregunta por las causas por
las que el hombre se ha transformado de individuo zoolgico
en sujeto jurdico puesto que considera la mediacin jurdica
como una forma lista, ya dada.

La teora marxista considera, por el contrario, toda forma


social como una forma histrica y acepta, por consiguiente,
la tarea de explicar las condiciones histricas-materiales
que han hecho reales esta o aquella categora, Los
presupuestos materiales de la mediacin jurdica o de la
mediacin de los sujetos jurdicos son explicados de modo
no diferente a como lo explica Marx en el primer tomo de
El Capital. Es cierto que Marx lo hace de pasada, a modo
de indicaciones generales: pero se trata de indicaciones que,
para la comprensin del elemento jurdico de las relaciones
humanas, ayudan bastante ms que los grandes tratados de
teora general del derecho. El anlisis de la forma del sujeto
se desarrolla en Marx directamente a partir del anlisis de la
forma de mercanca.

La sociedad capitalista es, ante todo, una sociedad de


poseedores de mercancas. Esto significa que las relaciones
sociales de los hombres en el proceso de produccin revisten
una forma cosificada en los productos del trabajo que se
relacionan entre s como valores. La mercanca es un objeto
en el que la concreta multiplicidad de las propiedades
tiles se convierte solamente en la simple envoltura csica
de la propiedad abstracta del valor, que se manifiesta
como capacidad de cambiarse por otras mercancas en una
proporcin determinada. Y tal cualidad se presenta como
154
inherente a las cosas mismas debido a una suerte de leyes
naturales que operan a espaldas de los hombres con total
independencia respecto a sus voluntades.

Pero si la mercanca adquiere valor con independencia de


la voluntad del sujeto que la produce, la realizacin del
valor en el proceso del cambio presupone, por el contrario,
un acto consciente de voluntad por parte del poseedor de la
mercanca, o, como dice Marx: Las mercancas no pueden
ir ellas solas al mercado y no pueden cambiarse ellas solas.
Debemos, por consiguiente, tratar de buscar a sus celadores,
los poseedores de mercancas. Las mercancas son cosas;
por consiguiente no pueden resistir al hombre. Si ellas no
se someten l puede usar la fuerza, en otras palabras, puede
apoderarse de ellas.

As pues, la conexin social de los hombres en el proceso


de produccin, objetivada en productos del trabajo y que
reviste la forma de una regularidad espontnea, exige para
su realizacin una relacin particular entre los hombres en
tanto que individuos que disponen de productos, es decir,
como sujetos cuya voluntad domina en las cosas. La
circunstancia de que los bienes econmicos contienen
trabajo es una propiedad inherente a los mismos; el hecho
de que puedan ser cambiados es una propiedad diferente
que depende solamente de la voluntad de los poseedores, la
cual supone solamente que estos bienes sean apropiables y
enajenables (Hilferding, BhmBawerck vals Marx-Kritik).
Por esto, al mismo tiempo que el producto del trabajo
adquiere la propiedad de mercanca y se hace portador de
valor, el hombre adquiere la propiedad de sujeto jurdico y
155
se hace portador de un derecho. La persona cuya voluntad
es definida como determinante es sujeto de derecho
(Windscheid, Pandektenrecht, I, pargrafo 49).

A1 mismo tiempo la vida social se escinde, por una parte,


en un conjunto de relaciones objetivadas de formacin
espontnea (tales son todas las relaciones econmicas: nivel
de precios, tasa de plusvala, tasa de beneficio, etc.), esto es,
de relaciones en las que los hombres no nos dicen ms de
lo que nos dicen las cosas. Por otra parte, en relaciones en
las cuales el hombre no se determina de otra forma que por
su contraposicin a la propia cosa, es decir, como sujeto, en
relaciones jurdicas. Son stas dos formas fundamentales que
se diferencian entre s en principios y que, sin embargo, estn
estrechamente unidas del modo ms estricto y se condicionan
recprocamente. La conexin social, productiva, se presenta
en dos formas incoherentes: como valor de la mercanca y
como capacidad del hombre de ser sujeto de derechos.

As como la natural multiplicidad de las cualidades tiles del


producto es en la mercanca solamente una mera envoltura
del valor, mientras las concretas formas del trabajo humano
se disuelven en trabajo humano abstracto, creador de valor,
la concreta multiplicidad de relaciones del hombre con las
cosas se desarrolla como abstracta voluntad del propietario;
y todas las concretas particularidades que diferencian a un
miembro del gnero del Homo sapiens de otro miembro se
disuelven en la abstraccin del hombre en general, en cuanto
sujeto jurdico.

Si desde el punto de vista econmico la cosa domina al


156
hombre porque como mercanca objetiva en s una relacin
social que no depende del hombre, desde el punto de vista
jurdico el hombre domina la cosa porque, como su poseedor
y propietario, se convierte en mera encarnacin de un
abstracto e impersonal sujeto de derechos, un puro producto
de relaciones sociales. Para decirlo con las palabras de Marx:
para poner en relacin unas cosas con otras como mercancas,
los celadores de las mercancas deben comportarse uno frente
a otro como personas, cuya voluntad habita en las cosas
mismas, de tal forma que el uno se apropia de la mercanca
del otro, alienando la propia, solamente con la voluntad del
otro; as pues, ambos realizan aquel acto solamente mediante
un acto de voluntad comn a ambos. Por consiguiente los
poseedores de mercancas deben reconocerse recprocamente
como propietarios privados (El Capital, I, II, p. 51).

Por supuesto que la evolucin histrica de la propiedad


como institucin jurdica, con todos los diferentes modos
de adquisicin y de tutela, con todas sus modificaciones en
relacin con diferentes objetos, etc., no se ha desarrollado
en absoluto con la coherencia y la lgica del razonamiento
mencionado ms arriba. Pero solamente aquella deduccin
nos aclara el sentido general del proceso histrico.

Despus de haber cado en una dependencia de esclavo con


respecto a las relaciones econmicas, que nacen a sus espaldas
bajo 1a forma de la ley del valor, el sujeto econmico recibe,
por as decirlo, en compensacin como sujeto jurdico un
singular presente: una voluntad jurdicamente presunta que lo
hace absolutamente libre e igual entre los dems poseedores
de mercancas como l. Todos deben ser libres y nadie debe
157
violar la libertad del otro... Todo hombre posee el propio
cuerpo como libre instrumento de su voluntad. He aqu el
axioma del que parten los tericos del derecho natural. Y esta
idea de la persona aislada y cerrada en s, este estado de a
naturaleza de donde se deriva un Widerstreit der Freheit ins
Unendliche corresponde plenamente al modo de produccin
mercantil en el cual los productores son formalmente
independientes el uno del otro y no estn unidos entre s
sino por un orden jurdico artificialmente construido. Esta
condicin jurdica o, para decirlo con las palabras del mismo
autor, esta existencia simultnea de muchos entes libres en
la cual todos deben ser libres y la libertad del uno no debe
obstaculizar la libertad del otro, no es ms que el mercado
en el que se encuentran los productores independientes,
idealizado y transpuesto en la ultratumba de la abstraccin
filosfica, liberado de su craso empirismo; ya que, como nos
advierte otro filsofo, en el contrato comercial ambas partes
hacen lo que quieren y no se toman ms libertad que la que
ellos mismos dan a los dems.

La creciente divisin del trabajo, la cada vez mayor facilidad


de las relaciones y el subsiguiente desarrollo del intercambio
que de esto deriva hacen del valor una categora econmica,
es decir, una encarnacin de las relaciones sociales de
produccin que dominan al individuo. A tal fin es necesario
que los diferentes actos accidentales de cambio se hayan
transformado en una amplia y sistemtica circulacin de
mercancas. En este estadio de desarrollo el valor se separa
de las valoraciones ocasionales, pierde su caracterstica
de fenmeno correspondiente a la psicologa individual y
adquiere un significado econmico objetivo. Condiciones
158
igualmente reales son necesarias para que el hombre se
convierta de ente zoolgico en abstracto e impersonal sujeto
de derechos, en una persona jurdica. Estas condiciones
reales consisten en el estrechamiento de los nexos sociales
y en la fuerza creciente de la organizacin social, es decir,
de clase, que alcanza su cima en el Estado burgus bien
organizado. Aqu la capacidad de ser sujeto de derechos
se separa definitivamente de la concreta personalidad, deja
de ser una funcin de la efectiva y consciente voluntad y se
convierte en una cualidad puramente social. La capacidad de
actuar se abstrae de la capacidad jurdica. El sujeto jurdico
adquiere el alter ego del representante mientras l mismo
asume el significado de un punto matemtico, de un centro
en el que est concentrado un cierto nmero de derechos.

De manera correspondiente, la propiedad burguesa


capitalista deja de ser una posesin provisional e inestable,
una posesin meramente de hecho que en todo momento
puede ser contestada y debe ser defendida con las armas
en la mano. Se convierte en un derecho absoluto, estable,
que sigue a la cosa all donde sta vaya y que, desde que
la civilizacin burguesa ha extendido su dominacin sobre
todo el globo, est protegida en cualquier sitio de la tierra,
por leyes, polica y tribunales.

En este estadio del desarrollo la llamada teora volitiva de


los derechos subjetivos comienza a mostrarse inadecuada
a la realidad (cfr. Dernburg, Pandekten, t. I, p. 39). Es
preferible ms bien definir el derecho en sentido subjetivo
como conjunto de bienes que la voluntad general reconoce
como inherentes a una determinada persona. Y a esta
159
ltima no se le exige, por otra parte, la capacidad de querer
y obrar. La definicin de Dernburg, naturalmente, est
mucho ms cerca de la concepcin del jurista moderno
que opera con la capacidad de los dementes, lactantes, de
las personas jurdicas, etctera. Por el contrario, la teora de
la voluntad es indiferente, en sus conclusiones extremas, a
la exclusin de las mencionadas categoras del acervo de
sujetos de derecho (cfr., por lo que se refiere a las personas
jurdicas, Brinz, Pandekten, II, p. 984). Indudablemente
Dernburg, concibiendo el sujeto de derecho como un mero
fenmeno social, est ms cerca de la verdad. Por otra
parte, sin embargo, tenemos perfectamente claro por que el
elemento de la voluntad ha desempeado una funcin tan
esencial en la construccin del concepto de sujeto jurdico.
En otras palabras lo reconoce el mismo Dernburg cuando
dice: Los derechos en sentido objetivo han existido mucho
tiempo antes de que se constituyese un ordenamiento estatal,
consciente de s. Estaban fundamentados en la personalidad
de cada individuo, y sobre el respeto que saba el guardar e
imponer para s y para su propiedad. Slo gradualmente, por
va de abstraccin, a partir de la concepcin de los derechos
subjetivos existentes se form el concepto de ordenamiento
jurdico. Por ello la concepcin de que los derechos en sentido
subjetivo son nicamente una consecuencia del derecho
objetivo, es antihistrica y errnea (Pandektenrecht, I,
pgina 39). Es evidente que nicamente quien posee no
slo una voluntad sino tambin una considerable parte de
poder puede ganar e imponer. Pero Dernburg, como la
mayor parte de los juristas, se inclina a tratar el sujeto de
derecho como personalidad en general, es decir, fuera de
condiciones histricas determinadas, como una categora
160
eterna. Segn este punto de vista es propio del hombre en
cuanto ente animado y dotado de voluntad racional ser sujeto
de derecho. En realidad esta claro que la categora de sujeto
de derecho se abstrae de los actos de cambio del mercado: en
ellos precisamente el hombre realiza prcticamente la forma
libertad de autodeterminacin. La conexin del mercado
manifiesta la oposicin entre sujeto y objeto: el objeto es
la mercanca, el sujeto es el poseedor de la mercanca que
dispone de ella con actos de adquisicin y de enajenacin.
Es precisamente en el acto de cambio donde el sujeto se
manifiesta, por primera vez en toda la plenitud de sus
determinaciones. El concepto formalmente ms pleno de
sujeto solamente connotado por la capacidad jurdica, nos
aleja mucho ms del viviente significado histrico real de
esta categora jurdica: he aquel motivo por el que le es tan
difcil a los juristas renunciar completamente al elemento
activo, volitivo, en la construccin de los conceptos de sujeto
jurdico y del derecho subjetivo.

La esfera del dominio que asume la forma del derecho


subjetivo es una fenmeno social inherente al individuo
del mismo modo que el valor; otro fenmeno social, est
adscrito a la cosa producto del trabajo. El fetichismo de la
mercanca se completa con el fetichismo jurdico.

En un determinado estadio del desarrollo pues las relaciones


humanas en el proceso de produccin asumen una forma
doble y enigmtica. Por una parte operan como relaciones
entre cosas-mercancas por otra al contrario, como relaciones
de voluntad de entes recprocamente independientes e
iguales: los sujetos jurdicos. A lado de la propiedad mstica
161
de valor aparece algo no menos enigmtico: el derecho. Al
mismo tiempo una nica y unitaria relacin asume dos
fundamentales aspectos abstractos: un aspecto econmico y
un aspecto jurdico.

En desarrollo de las categoras jurdicas la capacidad


de realizar actos de cambio no es ms que una de las
manifestaciones concretas de una propiedad general: la
capacidad jurdica y la capacidad de obrar. Histricamente
sin embargo, el acto de cambio precisamente ha hecho
madurar la idea del sujeto como portador abstracto de todas
las pretensiones jurdicas posibles.

Slo en las condiciones de 1a economa mercantil nace la


forma jurdica abstracta; dicho de otra forma, la capacidad
general de tener derechos se separa de las pretensiones
jurdicas concretas. nicamente la transferencia continua de
derechos que se opera sobre el mercado crea la idea de un
portador inmutable de estos derechos. Sobre el mercado el
que obliga se obliga simultneamente a s mismo. Pasa en un
instante de la situacin de parte pretensora a la situacin de
parte obligada. As se crea la posibilidad de hacer abstraccin
de las diferencias concretas entre los sujetos de derecho y de
reunir a stos bajo un nico concepto genrico.

Del mismo modo que los actos de cambio de la produccin


mercantil desarrollada han sido precedidos por actos casuales
y formas primitivas de cambio como los regalos recprocos,
por ejemplo, igualmente el sujeto jurdico, con la esfera de
la dominacin jurdica que se extiende en torno a l, ha sido
precedido morfolgicamente por el individuo armado, ms a
162
menudo, por un grupo de hombres (gens, horda, tribu) capaz
de defender en el conflicto, en la controversia lo que constitua
para l una condicin de su existencia. Esta estrecha relacin
morfolgica crea una unin evidente entre el tribunal y el duelo,
entre las partes de un proceso y los protagonistas de una lucha
armada. Pero con el crecimiento de las fuerzas socialmente
reguladoras, el sujeto pierde su concrecin material. En lugar
de su energa personal aparece el poder de la organizacin
social, es decir, de la organizacin de clase, que encuentra
su ms alta expresin en el Estado. Al abstracto e impersonal
poder del Estado que acta en el espacio y en el tiempo con
una regularidad y una continuidad ideales corresponde aqu el
sujeto impersonal y abstracto del que es el reflejo.

Este poder abstracto tiene un fundamento enteramente real


en la organizacin del aparato burocrtico, del ejrcito
permanente, de las finanzas, del sistema de los medios de
comunicacin, etc. Pero la condicin previa de todo esto es
el desarrollo adecuado de las fuerzas productivas. Pero antes
de servirse de estos mecanismos estatales, el sujeto se apoya
en la continuidad orgnica de las relaciones. Del mismo
modo que 1a repeticin regular del acto de cambio convierte
el valor en una categora universal que se eleva por encima
de la evaluacin subjetiva y de las proporciones ocasionales
de cambio, igualmente la repeticin regular de estas mismas
relaciones la costumbre confiere a la esfera subjetiva de
la dominacin un sentido nuevo, al dar un fundamento a su
existencia con una norma externa.

La costumbre o la tradicin, en tanto que fundamento


supraindividual de las pretensiones jurdicas, corresponde a
163
la estructura feudal con sus lmites y su estancamiento. La
tradicin o la costumbre es, por esencia, algo terminado dentro
de determinados lmites geogrficos, bastante restringido. Por
esto cada derecho no se relaciona sino con un sujeto concreto
dado o con un grupo limitado de sujetos. En el mundo feudal
cada derecho era un privilegio, dice Marx. Cada ciudad,
cada estamento social, cada corporacin viva segn su
propio derecho que segua al individuo donde quiera que
fuera. Faltaba en aquella poca la idea de un estatuto jurdico
formal comn a todos los ciudadanos, a todos los hombres. A
esto corresponda, en la esfera de la economa, la presencia
de unidades econmicas autosuficientes, la prohibicin de
importacin y de exportacin, etc. Nunca la personalidad
tuvo un contenido enteramente idntico. Originariamente, el
Estado, la situacin patrimonial, la profesin, la confesin, la
edad, el sexo, la fuerza fsica, etc., entraaban una desigualdad
profunda en la capacidad jurdica (Gierke, op. cit., p. 35). La
igualdad de los sujetos se postulaba slo para unas relaciones
comprendidas en una esfera relativamente estrecha. As, los
miembros de un nico y mismo estamento social eran iguales
entre s en la esfera de los derechos inherentes al estado mismo;
los miembros de una misma corporacin en la esfera de los
derechos corporativos y as sucesivamente. En este estadio
e1 sujeto jurdico como portador general abstracto de todas
las pretensiones jurdicas concebibles opera slo en calidad
de titular de privilegios concretos. La conciencia jurdica
ve en este estadio que los mismos o anlogos derechos son
inherentes a cada personalidad o a cada colectividad, pero de
aqu no deduce que esta personalidad o estas colectividades
sean idnticas en esta propiedad de tener derechos (Gierke,
op. cit., p. 34).
164
Concediendo que faltaba en la Edad Media el concepto
abstracto de sujeto jurdico, la idea de una norma objetiva
que se refiere a un crculo indeterminado y extenso
de personas se confunda y recaa en la institucin de
privilegios y libertades especficas. En el siglo XIII no
se encuentra todava ningn rastro de una representacin
clara de la diferencia existente entre el derecho objetivo y
derechos subjetivos o poderes jurdicos. En los privilegios y
franquicias concedidos por los emperadores y los prncipes
a las ciudades se encuentra a cada paso la confusin de estos
dos conceptos. La forma habitual del establecimiento de
una regla general o de una norma era el reconocimiento de
cualidades jurdicas en un dominio territorial determinado
o en una poblacin considerada como grupo. La clebre
frmula: Stadtluft macht frei tena igualmente este carcter
y la supresin de los duelos judiciales fue tambin realizado
de la misma manera, as como el reconocimiento de los
derechos de los ciudadanos a la utilizacin de los bosques
de los prncipes o del emperador. En el mismo derecho
ciudadano se puede observar inicialmente la misma
mezcla de momentos subjetivos y objetivos. Los estatutos
urbanos eran, en parte, reglamentos generales y en parte,
la enumeracin de los derechos o privilegios particulares
de que gozaban unos grupos determinados de ciudadanos.
Slo con el desarrollo de las relaciones burguesas el derecho
reviste un carcter abstracto. Cada hombre se convierte en
hombre en general, cada trabajo se convierte en trabajo
social en general, cada sujeto se convierte en sujeto jurdico
abstracto. Al mismo tiempo la norma asume igualmente la
forma lgica acabada de la ley general abstracta.
165
El sujeto jurdico es por consiguiente, el abstracto portador
de mercancas llevado a las nubes. Su voluntad en sentido
jurdico tiene su fundamento real en el deseo de enajenar
adquiriendo y de adquirir enajenando para que este deseo
se realice es indispensable que las voluntades de los
propietarios de mercancas se encuentren: jurdicamente
esta relacin se expresa como contrato o como acuerdo entre
voluntades independientes. Por eso el contrato es uno de los
conceptos centrales en el derecho.

Expresado de manera ms enftica: el contrato representa


una parte constituyente de la idea de derecho. En el sistema
lgico de los conceptos jurdicos el contrato no es sino una
variedad de acto jurdico en general; es decir, no es sino uno
de los medios de la manifestacin concreta de la voluntad
con la que el sujeto acta sobre la esfera jurdica que le
rodea. Histrica y realmente el concepto de acto jurdico, por
el contrario, ha nacido del contrato. Fuera del contrato los
mismos conceptos de sujeto y de voluntad en sentido jurdico
slo existen como abstracciones muertas. nicamente en el
contrato asumen estos conceptos su movimiento genuino
al tiempo que la forma jurdica, en su forma ms simple
y ms pura, recibe igualmente en el acto de cambio su
fundamento material. El acto del cambio concentra, por
consiguiente, en s como en un punto focal, los momentos
esenciales tanto de la economa poltica como del derecho.
En el cambio, como dice Marx, la relacin de la voluntad
o relacin jurdica viene dada por la relacin econmica
misma. Una vez nacida la idea de contrato tiende a adquirir
una significacin universal. Los poseedores de mercancas,
antes de reconocerse mutuamente como propietarios, ya lo
166
eran naturalmente pero en un sentido diferente, orgnico,
extrajurdico. El reconocimiento recproco no es sino una
tentativa de explicar con la ayuda de la frmula abstracta
del contrato las formas orgnicas de la apropiacin que
reposan sobre el trabajo, la conquista, etc., y que la sociedad
de productores de mercancas encuentra ya constituidas a su
nacimiento. En s y para s la relacin del hombre con la cosa
carece de toda significacin jurdica. Es lo que advierten los
juristas cuando intentan dar a la institucin de la propiedad
privada el sentido de una relacin entre sujetos, es decir, entre
hombres. Pero construyen esta relacin de manera puramente
formal y, por tanto, negativa, como una prohibicin general
que excluye a todos, fuera del propietario, del uso de la cosa
y de su disposicin. Esta concepcin aunque fue suficiente,
ciertamente, para los fines prcticos de la jurisprudencia
dogmtica, es del todo inservible para el anlisis terico.
En estas prohibiciones abstractas el concepto de propiedad
pierde toda significacin viva y se separa de su propia
historia prejurdica.

Pero si la relacin orgnica, natural, del hombre con la


cosa, es decir, la apropiacin de sta, forma el punto de partida
gentico del desarrollo, la transformacin de esta relacin en
una relacin jurdica tuvo lugar a impulsos de necesidades
creadas por la circulacin de bienes, es decir, esencialmente
por la compra y 1a venta. Hauriou llama la atencin sobre el
hecho de que el comercio martimo y el comercio ambulante
no haban an suscitado originalmente la necesidad de
garantizar la propiedad. La distancia que separa las personas
que entran en relacin de cambio unas con otras era la
mejor garanta contra toda especie de pretensin abusiva. La
167
formacin de un mercado estable crea la necesidad de una
reglamentacin del derecho de disponer de las mercancas
y, por consiguiente, del derecho de propiedad (cfr. Hauriou,
Principes de droit public, p. 286).

El ttulo de propiedad en el derecho romano antiguo,


mancipatio per aes et libran, ha nacido contemporneamente
con el fenmeno del cambio interno. Igualmente, la sucesin
hereditaria fue establecida como ttulo de propiedad a partir
del momento en que la circulacin social manifest inters
por un tal tipo de transferencia (ibdem, pgina 287).

En el cambio para emplear los trminos de Marx, uno


de los propietarios no puede apropiarse de 1a mercanca
extraa y enajenar la suya sino con el consentimiento del
otro propietario. Precisamente fue ste el concepto que los
representantes de la doctrina del derecho natural quisieron
expresar al intentar fundamentar la propiedad sobre un
primitivo contrato. Ellos tenan razn, no en el sentido de
que se haya dado histricamente tal contrato, sino de que
las formas naturales u orgnicas de apropiacin revisten un
carcter de razn jurdica en las acciones recprocas de la
adquisicin y de la enajenacin. En el acto de enajenacin la
actuacin del derecho de propiedad no es ya una abstraccin,
se convierte en una realidad. Toda aplicacin de una cosa
est unida a su tipo concreto de utilizacin como bien de
consumo o medio de produccin. Pero cuando la cosa
funciona como valor de cambio, se convierte en una cosa
impersonal, un puro objeto de derecho y el sujeto que dispone
de la misma un puro sujeto jurdico. Es necesario buscar la
explicacin de 1a contradiccin existente entre la propiedad
168
feudal y la propiedad burguesa en las diferentes relaciones
que tienen con el intercambio. El defecto fundamental de la
propiedad feudal a los ojos del mundo burgus no reside en
su origen (conquista, violencia, etc.) sino en su inmovilismo,
en su incapacidad de convertirse en el objeto de una garanta
recproca al pasar de una a otra en el acto de la enajenacin
y de la adquisicin. La propiedad feudal o de estado viola
el principio fundamental de la sociedad burguesa: igualdad
de oportunidad para conquistar la desigualdad. Hauriou,
uno de los juristas burgueses ms perspicaces, coloca, con
mucha razn, en el primer lugar a la reciprocidad como
la garanta ms eficaz de la propiedad, realizada con un
mnimo de violencia exterior. Esta reciprocidad garantizada
por las leyes del mercado da a la propiedad su carcter de
institucin eterna. La garanta puramente poltica, dada
por el aparato de coercin estatal se reduce, por el contrario,
a la proteccin de una cierta composicin personal del
grupo de los propietarios, es decir, a un elemento que no
tiene relevancia terica. La lucha de clases ha provocado a
menudo en la historia una redistribucin de la propiedad as
como la expropiacin de usureros y latifundistas. Pero estos
trastornos, por desagradables que hayan podido ser para las
clases y grupos que los sufrieron, no han podido conmover el
fundamento de la propiedad privada: el enlace, mediatizado
por el cambio, de las esferas econmicas. Los mismos
hombres que se levantaron contra la propiedad, tuvieron
que afirmarla al da siguiente, al encontrarse en el mercado
como productores independientes. Tal fue el curso de todas
las revoluciones no proletarias. Tal es la conclusin lgica
del ideal de los anarquistas, que rechazan las caractersticas
exteriores del derecho burgus, la coercin estatal y las
169
leyes, conservan su esencia intrnseca, el libre contrato entre
productores independientes.

As pues, nicamente el desarrollo del mercado hace posible


y necesaria la transformacin del hombre, que se apropia
de las cosas por el trabajo (o la expoliacin), en propietario
jurdico. Entre estas dos fases no existen fronteras estrictas.
Lo natural pasa imperceptiblemente a lo jurdico, lo
mismo que el robo a mano armada est estrechamente ligado
al comercio.

Karner (cfr. Die soziale Funktion. des Rechts) tiene otra


concepcin de la propiedad que define en estos trminos: la
propiedad no es, de jure, sino el poder que tiene la persona a
disponer de la cosa, una relacin simple entre un individuo
y un objeto de la naturaleza que no concierne a ningn otro
individuo [subrayado por m, E. P.] y a ninguna otra cosa; la
cosa es una cosa privada, el individuo es un individuo privado,
el derecho es un derecho privado. As es como ocurre en el
perodo de la produccin mercantil simple (op. cit., pgina
112). Todo este pasaje es un equvoco: Karner reproduce
aqu su robinsonada predilecta. Pero podramos preguntar
qu sentido tiene el que dos Robinsones, que ignoran
mutuamente su existencia, se representen sus relaciones con
las cosas jurdicamente, si esta relacin es enteramente una
relacin de hecho. Este derecho del hombre aislado tiene el
mismo valor que un vaso de agua en el desierto. Tanto el
valor como el derecho de propiedad son engendrados por un
mismo y nico fenmeno: por la circulacin de los productos
convertidos en mercancas. La propiedad, en sentido jurdico,
ha nacido no porque los hombres hayan decidido reconocerse
170
mutuamente esta cualidad jurdica, sino porque no podan
cambiar las mercancas a no ser revistindose con la mscara
del propietario. El poder limitado sobre las cosas no es,
ni ms ni menos, que el reflejo de la circulacin ilimitada
de las mercancas. Karner comprueba que al propietario
se le ocurre la idea de cultivar la realizacin jurdica de la
propiedad mediante la alienacin (p. 114), pero a Karner
no se le ocurre que la juridicidad comienza precisamente
desde aqu y que con anterioridad la apropiacin no
sobrepasa los lmites naturales. Karner reconoce que la
compraventa, el emprstito, el prstamo, existan igualmente
antes, pero con una esfera de accin subjetiva y objetiva
restringida (ibdem). En efecto, estas diversas formas
jurdicas de la circulacin de bienes econmicos existan tan
tempranamente que se encuentra ya una formulacin precisa
del emprstito, prstamo y empeo, incluso antes de que la
frmula jurdica de la propiedad haya sido elaborada. Este
nico hecho nos da la llave para comprender correctamente
la naturaleza jurdica de la propiedad.

Karner, por el contrario, cree que los hombres, incluso antes


de comprar, vender o hipotecar algo, e independientemente
de eso, eran ya propietarios. Considera estas relaciones slo
como instituciones auxiliares y secundarias que colmaron
las lagunas de la propiedad pequeo burguesa. En otros
trminos, parte de la representacin de individuos totalmente
aislados a los cuales se les ha ocurrido (no se sabe por qu
necesidad) crear una voluntad general y en nombre de
esta voluntad general ordenar a todos abstenerse de tocar
las cosas que pertenecen a otro. Despus de lo cual estos
Robinsones aislados deciden habiendo reconocido que el
171
propietario no puede ser un ente universal, ni en tanto que
fuerza de trabajo ni en tanto que consumidor completar la
propiedad con las instituciones de compraventa, emprstito,
prstamos, etc. Este esquema puramente intelectual invierte
la evolucin real de las cosas y de los conceptos.

Karner reproduce aqu simplemente el sistema de


interpretacin del derecho de las Pandectas que lleva
el nombre de Hugo Heiseus y cuyo punto de partida es
igualmente el hombre que somete a su poder las cosas
(derecho real), para pasar en seguida al cambio de servicios
(derecho de obligaciones) y finalmente a las normas que
regulan la situacin del hombre como miembro de una
familia y el destino de sus bienes despus de su muerte
(derecho sucesorio y derecho de familia). La relacin
del hombre con una cosa que ha producido el mismo, o
conquistado, o que constituye tambin una parte de su
personalidad (armas, joyas) representa histricamente, sin
duda alguna, un elemento del desarrollo de la propiedad
privada. Ella representa la forma original, brutal y limitada de
esta propiedad. Pero la propiedad privada reviste un carcter
acabado y universal solamente con el trnsito a la economa
mercantil o ms exactamente a la economa mercantil-
capitalista. Se hace entonces indiferente respecto al objeto
y rompe toda unin con los varios agrupamientos orgnicos
(gens, familia, obzcina) operando en su significacin
universal de esfera externa de la libertad (Hegel), es decir,
como explicacin prctica de la capacidad abstracta de ser
un sujeto de derecho.

Bajo esta forma puramente jurdica la propiedad, como es


172
lgico, tiene poco en comn con el principio orgnico o
natural de la apropiacin privada en cuanto resultado de
esfuerzos personales o como condicin del consumo y de
la utilizacin personal. La relacin del propietario con la
propiedad es, una vez que toda la realidad econmica se
ha fragmentado en la esfera del mercado, abstracta, formal,
convencional y racionalizada, mientras que la relacin del
hombre con el producto de su trabajo, por ejemplo, una
parcela de tierra cultivada por su propio trabajo personal,
representa algo elemental y comprensible, incluso para el
pensamiento ms primitivo. Si bien estas dos instituciones
la apropiacin privada como condicin de la utilizacin
personal libre y la apropiacin privada como condicin de
la enajenacin ulterior en el acto de cambio se relacionan
morfolgicamente la una con la otra por un engarce directo,
son, sin embargo, desde un punto de vista lgico, dos
categoras diferentes, y el trmino de propiedad crea,
referido a ambas, ms confusin que claridad. La propiedad
capitalista de la tierra no presupone ninguna relacin orgnica
entre la tierra y su propietario. No es, por el contrario,
concebible sino con el trnsito enteramente libre de la tierra
de una mano a otra, con la plena libertad de negociacin de
la tierra.

El mismo concepto de propiedad de la tierra surge al mismo


tiempo que la propiedad individual y enajenable. La tierra
comn del Almed no era, en absoluto, en su origen, propiedad
de una persona jurdica (tal concepto no exista en absoluto)
sino que era utilizada por los miembros de la comunidad
como tal (Gierke, op. cit., p. 146).
173
La propiedad capitalista es, en el fondo, la libertad de
transformacin del capital de una forma en otra, la libertad
de transferir el capital de una esfera a la otra con vistas a
obtener el mayor provecho posible sin trabajar. Esta libertad
de disposicin de la propiedad capitalista es impensable sin
la existencia de individuos sin propiedad, es decir, sin la
existencia de proletarios. La forma jurdica de la propiedad
no est, en absoluto, en contradiccin con la expropiacin de
cierto nmero de ciudadanos, porque la cualidad de ser sujeto
jurdico es una cualidad puramente formal, que define a todo
el mundo como igualmente digno de ser propietario, pero
no lo convierte en cambio en propietario. Esta dialctica de
la propiedad capitalista est magnficamente delineada en El
Capital de Marx, ya donde vislumbra formas inmutables
del derecho, ya donde, al contrario, las despedaza con una
violencia directa (en el perodo de la acumulacin originaria).

Las investigaciones ya mencionadas de Karner ofrecen,


desde este ngulo, muy poca novedad en comparacin
con el tomo I de El Capital. All donde Karner quiere ser
original, no engendra ms que confusin. Hemos hablado
ya de su tentativa de abstraer la propiedad del elemento que
1a constituye jurdicamente, es decir, del cambio. Y esta
concepcin puramente formal implica otro error: al examinar
el trnsito de la propiedad pequeo-burguesa a la propiedad
capitalista, Karner declara que la institucin de la propiedad
ha conocido un rico desarrollo en un tiempo relativamente
corto, ha sufrido una transformacin radical, sin que se
haya modificado su naturaleza jurdica (op. cit., p. 106) y
concluye, inmediatamente despus, que cambia la funcin
social de las instituciones jurdicas sin cambiar su naturaleza
174
jurdica. Uno se pregunta entonces: a qu instituciones se
refiere Karner? Si se trata de la frmula abstracta del derecho
romano, nada poda cambiar, por supuesto, en ella. Pero esta
frmula no ha regulado la pequea propiedad sino en la
poca de las relaciones burguesas capitalistas desarrolladas.
Si, por el contrario, consideramos el artesanado corporativo
y la economa rural en la poca de la esclavitud, encontramos
toda una serie de normas limitativas del derecho de propiedad.
Se puede ciertamente objetar que estas restricciones fueron
todas de naturaleza jurdico-pblica y que no afectaron a la
institucin de la propiedad como tal. Pero en este caso la
afirmacin se reduce nada ms que a esto: una determinada
frmula abstracta es idntica a s misma. Por otra parte, las
formas de propiedad feudales y corporativas, es decir, las
formas limitadas de propiedad, manifestaron ya su funcin:
la absorcin del trabajo ajeno no pagado. La propiedad de
la produccin mercantil simple que Karner ha opuesto a
la forma capitalista de la propiedad es una abstraccin tan
desnuda como la misma produccin mercantil simple, ya que
la transformacin de una parte, aunque sea parcial, de los
productos en mercancas y la aparicin del dinero crean las
condiciones para la aparicin del capital usurero que, segn
la expresin de Marx, participa con el capital comercial, su
hermano gemela, en las formas antediluvianas del capital,
que preceden de muy lejos al modo de produccin capitalista
y se encuentran en las formaciones econmicas ms diversas
de la sociedad (El capital, cit., III, 2, p. 302). Podemos,
por consiguiente, concluir, contrariamente a Karner, que
las normas se modifican, pero la funcin social permanece
invariable.
175
En razn de la evolucin del modo de produccin capitalista
el propietario se desentiende progresivamente de las
funciones tcnicas de produccin y pierde as igualmente
la dominacin total sobre el capital. En una sociedad por
acciones el capitalista individual no posee sino una cuota
sobre la renta que se obtiene sin trabajar. Su actividad
econmica y jurdica a ttulo de propietario est casi
enteramente limitada a la esfera del consumo improductivo.
La masa principal del capital se convierte enteramente en
una fuerza de tipo impersonal. En la medida en que esta
masa de capital participa en la circulacin mercantil, lo
que supone la autonoma de sus diferentes partes, estas
partes autnomas aparecen como la propiedad de personas
jurdicas. En realidad es un grupo relativamente restringido
de grandes capitalistas los que disponen de la gran masa del
capital y quienes, adems, no actan directamente sino por
intermedio de representantes o de apoderados pagados. La
forma jurdica ntida de la propiedad privada no refleja ya
la situacin real de las cosas, ya que, por los mtodos de
participacin y de control la dominacin efectiva se extiende
mucho ms all del cuadro puramente jurdico. Nos estamos
acercando ya al momento en que la sociedad capitalista est
madura para transformarse en su contraria. La condicin
poltica indispensable para este cambio es la revolucin
clasista del proletariado.

Pero mucho antes de esta transformacin, el desarrollo del


modo de produccin capitalista edificado sobre el principio de
la libre competencia transforma este principio en su contrario.
El capitalista monopolista crea las premisas de un sistema
econmico distinto en el que el movimiento de la produccin
176
y de la reproduccin social se realiza no por medio de
contratos particulares entre unidades econmicas autnomas,
sino gracias a una organizacin centralizada y planificada.
Esta organizacin est creada por los trusts, los crteles y
otras uniones monopolistas. La simbiosis observada de las
organizaciones capitalistas privadas y las organizaciones
estatales en un poderoso sistema de capitalismo de Estado
burgus durante la guerra, representa la realizacin de estas
tendencias. Esta transformacin prctica en la estructura
jurdica no poda pasar inadvertida en la teora. En el alba
de su desarrollo el capitalismo industrial rode el principio
de la subjetividad jurdica con una cierta aureola exaltndolo
como una cualidad absoluta de la personalidad humana. En el
presente se comienza a considerar este principio nicamente
como una determinacin tcnica que permite delimitar los
riesgos y las responsabilidades o tambin se le presenta
sencillamente como una hiptesis especulativa sin ningn
fundamento real. Y como esta tendencia dirige sus golpes
contra el individualismo jurdico ha recogido las simpatas de
ciertos marxistas que pensaron encontrar all los elementos
de una nueva teora social del derecho en consonancia
con los intereses del proletariado. Por supuesto que tal juicio
testimonia una posicin puramente formal con respecto a esta
cuestin. Sin contar incluso con que las teoras mencionadas
no ofrecen ningn punto de observacin para una concepcin
sociolgica verdadera de las categoras individualistas del
derecho burgus y que critican adems este individualismo no
desde el ngulo del socialismo proletario, sino desde el punto
de vista de la dictadura del capital financiero. La significacin
social de estas doctrinas es la apologa del Estado imperialista
contemporneo y de los mtodos que ste emplea, sobre todo
177
durante la ltima guerra. Por ello no puede causar asombro
que un jurista norteamericano saque, sobre la base de las
enseanzas de la guerra mundial la guerra ms reaccionaria
y la ms cruel de la historia moderna, conclusiones con
resonancias socialistas: Los derechos individuales a la
vida, a la libertad, a la propiedad no tienen una especie de
existencia absoluta o abstracta; son derechos que no existen
desde el punto de vista legal sino en tanto que el Estado los
garantiza y, por consiguiente, estn subordinados enteramente
al poder del Estado (E. A. Harriman, Enemy property in
America en The American Journal of International Law,
1924, I, p. 202).

La conquista del poder poltico por el proletariado es la


condicin fundamental del socialismo. Pero la experiencia ha
demostrado que la produccin y la distribucin organizadas
y planificadas no podan reemplazar inmediatamente, de la
noche a la maana, los cambios mercantiles y la unin de
las diferentes unidades econmicas a travs del mercado.
Si esto fuera posible, la forma jurdica de la propiedad
quedara completamente agotada histricamente. Habra
acabado el ciclo de su desarrollo volviendo de nuevo a su
punto de partida: a los objetos de uso individual e inmediato;
es decir, se habra convertido de nuevo en una relacin de
vida inmediata. Pero la forma jurdica en general estara
as igualmente condenada a muerte. Mientras la tarea de
la edificacin de una economa planificada unitaria no est
resuelta persistir el engarce entre las diferentes empresas y
grupos de empresas mediante el mercado, por tanto, la forma
jurdica continuar igualmente en vigor. No es necesario
mencionar que la forma de la propiedad privada de los
178
medios de produccin en la pequea economa campesina
y artesanal persiste totalmente casi sin cambio en el perodo
de transicin. Pero, en la gran industria nacionalizada la
aplicacin del principio del clculo econmico significa
la formacin de unidades autnomas cuyo engarce con las
otras unidades econmicas est mediatizado por el mercado.

En la medida en que las empresas estatales estn sometidas


a las condiciones de la circulacin, sus interrelaciones no
revisten la forma de una interdependencia tcnica sino la
forma de contratos. Y la reglamentacin puramente jurdica,
es decir, judicial, de las relaciones se convierte entonces en
algo igualmente posible y necesario. Adems, la direccin
inmediata, es decir, la direccin administrativo-tcnica, que se
refuerza sin duda con el tiempo, subsiste igualmente a travs
de la subordinacin a un plan econmico comn. Tenemos
as, de un lado, una vida econmica que se desarrolla en
unas categoras econmicas naturales y relaciones sociales
entre unidades de produccin que aparecen bajo una forma
racional, no enmascarada (es decir, no bajo una forma
mercantil). A esto corresponde el mtodo de prescripciones
directas, es decir, tcnico-contenidistas, bajo la forma de
programas, planes de produccin y de distribucin, etc.,
instrucciones concretas que cambian continuamente a
medida que se transforman las condiciones. Por otro lado
tenemos una conexin entre unidades econmicas que se
desarrolla en la forma del valor de las mercancas circulantes
y por tanto que se expresa bajo la forma de contratos. A esto
corresponde entonces la creacin de limitaciones formales
ms o menos fijas y constantes y de reglas de correlacin
jurdica entre los sujetos autnomos (Cdigo Civil y tal vez
179
Cdigo comercial), y la creacin de rganos que ayudan
a realizar prcticamente estas relaciones resolviendo los
litigios (tribunales, comisiones arbitrales, etc.). Es evidente
que la primera tendencia no ofrece perspectiva alguna de
desarrollo para el derecho: la victoria progresiva de esta
tendencia significar la extincin progresiva de la forma
jurdica en general. Ciertamente se puede objetar a esto que
un programa de produccin, por ejemplo, es, igualmente,
normacin de derecho pblico, puesto que procede del
poder del Estado que posee una fuerza coercitiva y que crea
derechos y obligaciones, etc. Ciertamente, mientras la nueva
sociedad se edifique sobre elementos de la antigua sociedad,
es decir, a partir de hombres que conciben los nexos sociales
slo como medios para sus fines privados, las simples
prescripciones tcnicas racionales revestirn igualmente la
forma de un poder extrao al hombre y colocado por encima
de l. El hombre poltico ser an un hombre abstracto,
artificial, segn la expresin de Marx. Pero cuanto antes
sean radicalmente suprimidas de la esfera de la produccin
las relaciones mercantiles y la psicologa mercantil, ms
rpido sonar la hora de esta liberacin definitiva de la que
ha hablado Marx en La cuestin juda: nicamente cuando
el hombre real, individual ha retomado en si al ciudadano
abstracto, y como hombre individual en su vida emprica,
en su trabajo individual, en sus relaciones individuales se ha
convertido en miembro de la especie humana; nicamente
cuando el hombre ha reconocido y organizado sus propias
fuerzas como fuerzas sociales y por ello se separa ya de
si la fuerza social en la figura de la fuerza poltica, slo
entonces la emancipacin humana es completa.
180
Tales son las perspectivas de un futuro lejano. Por lo que
respecta a nuestro perodo de transicin tenemos que indicar
lo siguiente. Si en la poca de la dominacin del capital
financiero annimo, las oposiciones de intereses entre los
diferentes grupos capitalistas (que disponen de su capital
y del capital ajeno) subsisten, en el capitalismo del Estado
proletario, por el contrario, del cambio mercantil, las
oposiciones de intereses son suprimidas en el interior de la
industria nacionalizada, y la separacin o la autonoma de
los diferentes organismos econmicos (segn el modelo de
autonoma de la economa privada) no se mantiene sino en
tanto que mtodo. De esta manera las relaciones econmicas
cuasiprivadas que nacen entre la industria del Estado y
las pequeas economas trabajadoras, as como entre las
diferentes empresas y grupos de empresas en el interior de
la industria del mismo Estado, son mantenidas en los lmites
muy estrictos que estn determinados a cada momento por los
xitos obtenidos en la esfera de la construccin planificada.
Por esto la forma jurdica como tal no contiene en nuestro
perodo de transicin estas posibilidades ilimitadas que se le
ofrecieron en la sociedad burguesa capitalista en sus inicios.
Por el contrario, nos encierra en su horizonte limitado
slo temporalmente; ella subsiste slo para desaparecer
definitivamente.

La tarea de la teora marxista consiste en verificar y seguir


estas conclusiones generales con la gua del material
histrico concreto. El desarrollo no puede progresar de
manera igual en los diferentes dominios de la vida social. Por
esto es indispensable un trabajo minucioso de observacin
de comparacin y anlisis. nicamente cuando hayamos
181
estudiado a fondo el ritmo y la forma de la supresin de
las relaciones de valor de la economa y al mismo tiempo
la extincin de los elementos jurdicos privados en la
superestructura jurdica, y finalmente la erosin del conjunto
mismo de la superestructura jurdica condicionada por estos
procesos fundamentales, slo entonces podremos decir
que hemos explicado al menos un aspecto del proceso de
constitucin de la cultura no-clasista del futuro.
182
CAPTULO V

DERECHO Y ESTADO

La relacin jurdica no presupone por naturaleza una


situacin de paz, lo mismo que el comercio no excluye en
su origen la expoliacin armada, sino que, por el contrario,
lo acompaa. Derecho y arbitrio, esos dos conceptos
aparentemente opuestos, estn unidos en realidad muy
estrechamente. Esto es exacto no solamente para el
perodo ms antiguo del derecho romano, sino tambin
para los perodos posteriores. El derecho internacional
moderno comprende una parte muy importante de arbitrario
(represiones, represalias, guerra, etctera). Incluso en el
Estado burgus bien ordenado la materializacin de los
derechos, segn la opinin de un jurista tan perspicaz como
Hauriou, tiene lugar, para cada ciudadano, por su cuenta
y riesgo. Marx formula esto de manera an ms neta (cfr.
Introduccin a la crtica, cit.): Tambin el derecho del ms
fuerte es un derecho. No es una paradoja porque el derecho
es, lo mismo que el cambio, un medio de comunicacin entre
elementos sociales disociados. El grado de esta disociacin
puede ser histricamente ms o menos grande, pero no
puede nunca desaparecer totalmente. As, por ejemplo, las
empresas pertenecientes al Estado sovitico cumplen en
realidad una tarea colectiva; pero como deben ajustarse en su
trabajo a los mtodos del mercado, tienen cada una intereses
particulares. Se oponen la una a la otra como comprador y
vendedor, actan con sus propios riesgos y peligros y deben,
por consiguiente, encontrarse necesariamente en correlacin
jurdica. La victoria final de la economa planificada har
183
de su enlace recproco una unin exclusivamente tcnica y
racional y liquidar as su personalidad jurdica. Cuando se
nos presenta, por consiguiente, la relacin jurdica como una
relacin organizada y regulada, identificando as el derecho
con el ordenamiento jurdico, se olvida que la regulacin,
en realidad, no es sino una tendencia y el resultado final
(por otra parte, en absoluto conseguido), jams el punto
de partida y la condicin de la relacin jurdica. El mismo
estado de paz, que parece ser continuo y homogneo para
el pensamiento jurdico abstracto, no exista en absoluto
como tal en los primeros estadios de desarrollo del derecho.
El antiguo derecho germnico conoca diferentes grados de
paz: paz en el hogar, paz en el interior del cercado, paz en el
interior de la aldea. Y el grado ms o menos grande de paz se
expresaba por el grado de gravedad de la pena que caa sobre
el que lo violaba.

El estado de paz lleg a ser una necesidad cuando el


cambio se convirti en un fenmeno regular. Cuando las
garantas para el mantenimiento de la paz eran insuficientes,
los mercaderes preferan, en vez de reunirse en persona,
examinar alternativamente las mercancas en ausencia de la
otra parte. Pero el comercio exige en general que se renan
no solamente las mercancas sino tambin las personas. En
la poca de 1a vida tribal todo extranjero era considerada
enemigo y no gozaba de mayor proteccin que una fiera.
Solamente la costumbre de 1a hospitalidad daba ocasin para
relaciones con las tribus extranjeras. En la Europa feudal, la
Iglesia intent refrenar las ininterrumpidas guerras privadas
proclamando durante perodos determinados la tregua de
Dios. Al mismo tiempo los mercados y las ferias comenzaron
184
a gozar de privilegios particulares. Los comerciantes que
iban a las ferias obtuvieron salvoconductos y su propiedad
fue protegida contra los embargos arbitrarios, mientras que
jueces especiales aseguraron 1a ejecucin de los contratos.
As naci un especial jus mercatorum o jus fari que se
convirti en el fundamento del derecho ciudadano.

En su origen los centros de feria y los mercados eran partes


integrantes de los dominios feudales y constituan fuentes
de beneficios ventajosos. Cuando se estableca la paz del
mercado en una localidad cualquiera slo estaba destinada
a volver a llenar las arcas del seor feudal y a servir, por
consiguiente, a sus intereses privados. Pero en la medida en
que el poder feudal asumi el papel de garante de la paz,
indispensable para las contrataciones, revisti, gracias a sus
nuevas funciones, un carcter pblico que le era extrao en
sus orgenes. Un poder de tipo feudal o patriarcal no conoce
fronteras entre lo privado y lo pblico. Los derechos pblicos
del seor feudal sobre los villanos eran al mismo tiempo
sus derechos como propietario privado; recprocamente
sus derechos privados o sus pretensiones privadas pueden
ser interpretados, si se quiere, como derechos polticos, es
decir, pblicos. Igualmente, el jus civile de la Roma antigua
es interpretado por muchos juristas (Gumplowicz, por
ejemplo) como derecho pblico puesto que sus fundamentos
y sus orgenes eran la pertenencia de un individuo a la
organizacin gentilicia. En realidad nos enfrentamos con
una forma jurdica embrionaria que an no ha desarrollado
en s misma las determinaciones opuestas y correlativas de
privado y pblico. Por ello toda autoridad que tiene rasgos
de relaciones patriarcales o feudales est caracterizada al
185
mismo tiempo por la predominancia del elemento teolgico
sobre el elemento jurdico. La interpretacin jurdica, es
decir, racional, del fenmeno de la autoridad no ha sido
posible sino con el desarrollo de la economa monetaria y del
comercio. Solamente estas fuerzas econmicas llevan en s la
oposicin entre la vida pblica y la vida privada que reviste
con el tiempo un carcter eterno y natural y que constituye el
fundamento de toda teora jurdica del poder.

El Estado moderno, en el sentido burgus del trmino, nace


en el momento en que la organizacin de grupo o de clase
engloba relaciones mercantiles suficientemente amplias. As,
en Roma, el comercio con los extranjeros, los peregrinos, etc.,
exiga el reconocimiento de la capacidad jurdica civil a las
personas que no pertenecan a la organizacin gentilicia. Y
esto supona ya distingo entre el derecho pblico y el derecho
privado. El divorcio entre el principio de derecho pblico de la
soberana territorial y el principio de la propiedad privada de la
tierra se realiz en la Europa medieval, mucho antes y mucho
ms completamente que en otra parte, en el interior de los
recintos de la ciudad. As las obligaciones reales y personales
inherentes a la tierra se diferencian, antes que en otra parte, en
impuestos y en cargas en provecho de la comunidad urbana de
un lado y en rentas basadas en la propiedad privada por el otro.
La dominacin de hecho reviste un carcter de derecho pblica
pronunciado desde que nacen, al lado e independientemente
de ella, relaciones que estn engarzadas al acto de cambio,
es decir, relaciones privadas par exeellence. En la medida en
que la autoridad aparece como el garante de estas relaciones
se convierte en una autoridad social, un poder pblico, que
persigue el inters impersonal del orden.
186
El Estado, en tanto que organizacin de la dominacin
de clase y en tanto que organizacin destinada a llevar a
cabo las guerras con el exterior, no necesita interpretacin
jurdica e incluso sustancialmente no la permite. Es un
dominio en el que reina la llamada raison dtat que no es
otra cosa que el principio de la simple conformidad con el
fin. La autoridad como garante del cambio mercantil, por
el contrario, puede no solamente ser expresada en trminos
jurdicos, sino que se presenta ella misma como derecho y
solamente como derecho, es decir, se confunde totalmente
con la norma abstracta objetiva. Por esto toda teora jurdica
del Estado que quiera comprender todas las funciones del
mismo es necesariamente inadecuada. No puede ser el
reflejo fiel de todos los hechos de la vida del Estado y no da
sino una representacin ideolgica, es decir, deformada, de
la realidad.

La dominacin de clase, tenga o no una forma organizada,


est mucho ms extendida que el dominio de aquella regin
a la que podemos denominar esfera oficial del poder estatal.
La dominacin de la burguesa se expresa tanto en la
dependencia del gobierno frente a los bancos y agrupaciones
capitalistas como en la dependencia de cada trabajador
particular frente a su patrn, y en el hecho, en fin, de que el
personal del aparato del Estado est ntimamente ligado a la
clase dominante. Todos estos hechos, cuyo nmero podra
multiplicarse hasta el infinito, no tienen ninguna especie
de expresin jurdica oficial, pero concuerdan exactamente
en su significacin con los hechos que encuentran una
expresin jurdica muy oficial, tales como, por ejemplo, la
subordinacin de los mismos obreros a las leyes del Estado
187
burgus, a las rdenes y decretos de sus organismos, a las
sentencias de sus tribunales, etc. Al lado de la dominacin
inmediata de clase se constituye una dominacin indirecta,
refleja, bajo la forma del poder del Estado en tanto que fuerza
particular separada de la sociedad. Surge as el problema
del Estado que causa tantas dificultades al anlisis como el
problema de la mercanca.

Engels (cfr. El origen de la familia. etc.), considera al Estado


como la expresin de los antagonismos de clase de los que la
sociedad est preada sin esperanza: Pero a fin de que las
clases antagnicas, de intereses econmicos opuestos, no se
consuman a s mismas y a la sociedad con luchas estriles,
se hace necesario un poder que domine ostensiblemente a la
sociedad y se encargue de dirimir el conflicto o mantenerlo
dentro de los lmites del orden. Y ese poder, nacido de
la sociedad, pero que se pone por encima de ella, y se le
hace cada vez ms extrao, es el Estado (op. cit., p. 170).
En esta exposicin hay algo que no parece muy claro pero
que se explica despus cuando Engels dice que el poder del
Estado, naturalmente, cae en manos de la clase ms fuerte
que gracias a l se convierte tambin en clase polticamente
dominante. Esta frase deja suponer que el poder del Estado
no nace como una fuerza de clase sino que, como algo
situado por encima de las clases, salva a la sociedad de la
disgregacin y slo despus se convierte en un objeto de
usurpacin. Tal concepcin contrastara, por supuesto, con
los hechos histricos. Sabemos que el aparato de poder del
Estado ha sido siempre creado por la clase dominante; lo
construyeron con sus mismas manos. Creemos que Engels
mismo habra rechazado tal interpretacin pero, sea como
188
fuere, su formulacin no es, a pesar de todo, muy clara.
Segn ella, el Estado surge porque de otra forma las clases
se liquidaran mutuamente en una lucha encarnizada en la
que perecera la misma sociedad. Por consiguiente, el Estado
nace cuando ninguna de las dos clases en lucha es capaz de
obtener una victoria decisiva. En este caso, una de dos: o bien
el Estado establece esta relacin de equilibrio y entonces
sera una fuerza situada por encima de las clases, la que no
podemos admitir; o bien es el resultado de la victoria de una
clase. En este caso, sin embargo, la necesidad del Estado para
la sociedad desaparecera puesto que, con la victoria decisiva
de una clase, el equilibrio est de nuevo restablecido y la
sociedad salvada. Detrs de todas estas controversias se oculta
una misma y fundamental cuestin: por qu la dominacin
de clase no contina siendo lo que es, a saber, la sumisin de
una parte de la poblacin a la otra? Por qu reviste la forma
de un poder estatal oficial, o lo que es lo mismo, por qu
el aparato de coaccin estatal no se constituye como aparato
privado de la clase dominante? Por qu se separa aquel de
esta ltima y reviste la forma de un aparato de poder pblico
impersonal, separado de la sociedad?

No podemos contentarnos con la explicacin segn la cual le


conviene a la clase dominante erigir una pantalla ideolgica
y ocultar su dominacin de clase detrs de la mampara
del Estado porque, aunque tal explicacin sea, sin duda,
correcta, no nos dice por qu ha podido nacer tal ideologa
y, por consiguiente, por qu la clase dominante tambin
puede servirse de ella. Ya que la utilizacin consciente de
formas ideolgicas es, en efecto, diferente de su origen
que, generalmente, es independiente de la voluntad de los
189
hombres. Si queremos descubrir las races de una ideologa
dada debemos buscar las relaciones reales de las que es
expresin. Nos toparemos, por otra parte, con la diferencia
fundamental que existe entre la interpretacin teolgica y
la interpretacin jurdica del poder del Estado. En el primer
caso el poder de origen divino se trata de un fetichismo
en el estado puro; por esto no conseguiremos descubrir en
las representaciones y los conceptos correspondientes otra
cosa que el desdoblamiento ideolgico de la realidad, es
decir, de estas mismas relaciones efectivas de dominacin
y de servidumbre. La concepcin jurdica, por el contrario,
es una concepcin unilateral cuyas abstracciones expresan
solamente uno de los aspectos del sujeto real, es decir, la
sociedad que produce mercancas.

El camarada I. P. Razumovskij (cfr. sus Problemy


marksistskoi teorii prava [Problemas de la teora marxista
del derecho]), me reprocha reducir sin razn los problemas
del poder y de la dominacin a la esfera indeterminada
del desdoblamiento de la realidad y de no concederles
en el anlisis de la categora del derecho el lugar que les
corresponde. El que el pensamiento religioso o teolgico
representa un desdoblamiento de la realidad me parece
que no es necesario discutirlo despus de Feuerbach y Marx.
No veo en ello nada indeterminado. La cuestin es, por el
contrario, clara y simple: el sometimiento de los villanos al
seor feudal fue la consecuencia directa e inmediata del hecho
de que el seor feudal fuera un gran propietario terrateniente
y dispusiera de una fuerza armada. Esta dependencia
inmediata, esta relacin de dominacin de hecho, reviste
progresivamente un velo ideolgico: el poder del seor
190
feudal fue progresivamente deducido de una autoridad divina
suprahumana: No existe autoridad que no venga de Dios.
La subordinacin y dependencia del obrero asalariado del
capitalista existe igualmente de una forma inmediata: el
trabajo muerto acumulado domina aqu al trabajo vivo. Pero
la subordinacin de este mismo obrero al Estado capitalista
no es idntica a su dependencia respecto al capitalista
individual, ni est disfrazado bajo una forma ideolgica
desdoblada. No es la misma cosa, en primer lugar, porque
hay aqu un aparato particular separado de los representantes
de la clase dominante, situado por encima de cada capitalista
individual y que aparece como una fuerza impersonal. No es
lo mismo, en segundo lugar, porque esta fuerza impersonal no
media cada relacin de explotacin, puesto que el asalariado
no est obligado poltica y jurdicamente a trabajar para un
patrn determinado, sino que vende formalmente su fuerza
de trabajo por medio de un libre contrato. Porque la relacin
de explotacin acta formalmente como relacin entre dos
propietarios de mercancas independientes e iguales, de
los cuales uno, el proletariado, vende su fuerza de trabajo, y
el otro, el capitalista, compra sta, el poder poltico de clase
puede revestir la forma de un poder pblico.

El principio de la competencia que reina en el mundo burgus


capitalista no permite, como hemos dicho ya, ninguna
posibilidad de enlazar el poder poltico con el empresario
individual (como en el feudalismo en el que este poder est
unido al gran propietario territorial). La libre competencia,
la libertad de la propiedad privada, la igualdad de derechos
sobre el mercado y la garanta de la existencia conferida
nicamente a la clase como tal, crean una nueva forma de
191
poder del Estado: la democracia que hace acceder al poder
a una clase colectivamente (I. Podvolockij, Markasistkaia
teoria prava [Teora marxista del derecho], 1923, p. 33).

Es completamente exacto que la igualdad de derechos


del mercado crea una forma especfica de poder, pero el
nexo entre estos fenmenos no est, en absoluto, donde
Podvolockij cree verlo. En primer lugar, el poder, incluso si
no est unido al empresario individual, sigue siendo un asunto
privado de la organizacin capitalista. Las asociaciones de
industriales con su reserva financiera en caso de conflicto,
sus listas negras, sus lock-out y sus cuerpos de esquiroles
son indudablemente rganos de poder que subsisten al lado
del poder pblico, es decir, del poder del Estado. En segundo
lugar la autoridad en el interior de la empresa constituye un
asunto privado de cada capitalista individual. La instauracin
de normas internas es un acto de legislacin privada, es decir,
un elemento autntico de feudalismo, aunque los juristas
burgueses tratan de ocultarlo para dar a la cuestin un sesgo
moderno construyendo para ello la ficcin de un pretendido
contrato de adhesin o reconducindolo a la particular
potestad que el propietario capitalista recibira de los rganos
del poder pblico para desarrollar con xito las funciones
de la empresa, necesarias y socialmente tiles (cfr. Tal,
Yuridiceskaia priroda organizatsii ili vnutrennego poriadka
predpriiatia [La naturaleza jurdica de la organizacin u orden
interno de la empresa], Yurisdiceski Vestnik, 1915, IX (I).

En el caso presente, sin embargo, la analoga con las


relaciones feudales no es exacta, porque, como dijo Marx:
La autoridad del capitalista en cuanto personificacin
192
del capital en el proceso directo de produccin, la funcin
social que presenta en su cualidad de director y dominador
de la produccin, difiere esencialmente de la autoridad
basada sobre la produccin con esclavos, los siervos de la
gleba, etctera. De hecho sobre la base de la produccin
capitalista la masa de productores inmediatos se encuentra
cara a cara con el carcter social de su produccin, en
la forma de una autoridad organizadora severa y de un
mecanismo social, perfectamente jerarquizado, del proceso
de trabajo; autoridad que, sin embargo, corresponde a sus
depositarios en cuanto que personifican las condiciones
de trabajo respecto al trabajo, no, como en las anteriores
formas de produccin, en cuanto dominadores polticos o
teocrticos (El Capital, cit., III, 3, pginas 298-299).

Las relaciones de dominacin y de servidumbre pueden as


existir igualmente en el modo capitalista de produccin,
sin separarse, por tanto, de la forma concreta bajo la cual
aparecen: como dominacin de las relaciones de produccin
sobre los productores. Pero dado que precisamente no
aparecen aqu bajo una forma enmascarada como en la
sociedad esclavista y feudal (El Capital, cit., III, p. 3), pasan
inadvertidas a los ojos de los juristas.

En la medida en que la sociedad constituye un mercado,


la mquina del Estado se realiza efectivamente como la
voluntad general impersonal, como la autoridad del
derecho, etc. Sobre el mercado, como ya hemos visto,
cada comprador y cada vendedor es un sujeto jurdico par
excellence. All donde las categoras de valor y de valor
de cambio entran en escena, la voluntad autnoma de los
193
que cambian es una condicin indispensable. El valor
de cambio deja de ser valor de cambio, la mercanca deja
de ser mercanca cuando las proporciones del cambio
estn determinadas por una autoridad situada fuera de las
leyes inmanentes del mercado. La coercin en tanto que
mandato basado en la violencia y dirigido a otro individuo,
contradice las premisas fundamentales de las relaciones
entre poseedores de mercancas. Por esto, en una sociedad de
poseedores de mercancas y en el interior de los lmites del
acto de cambio, la funcin de la coaccin no puede aparecer
como una funcin social, sin ser abstracta ni impersonal. La
subordinacin a un hombre como tal, en tanto que individuo
concreto, significa en la sociedad de produccin mercantil
la subordinacin de un propietario de mercancas a otro.
Por esto tampoco la coaccin puede operar en forma directa
como simple acto de instrumentalidad. Debe aparecer
ms bien como una coaccin que proviene de una persona
colectiva abstracta y general y que no es ejercida en inters
del individuo del que proviene porque en una sociedad de
produccin mercantil cada hombre es un hombre egosta,
sino en inters de todos los miembros que participan en las
relaciones jurdicas. El poder de un hombre sobre otro se
efecta como poder del derecho, es decir como el poder de
una norma objetiva e imparcial.

El pensamiento burgus, que considera e1 cuadro de la


produccin mercantil como e1 cuadro eterno y natural de toda
la sociedad, considera as el poder abstracto del Estado como
un elemento que pertenece a toda sociedad en general. Esto
fue expresado de la manera ms ingenua por los tericos del
derecho natural que fundamentaron su teora del poder sobre
194
la idea de la comunidad de personas independientes e iguales
y que pensaron partir, as, de los principios de la comunidad
humana como tal. No hicieron en realidad sino desarrollar
bajo diferentes matices 1a idea de un poder que enlaza entre s
a los poseedores de mercancas independientes. Esto explica
los rasgos fundamentales de esta doctrina que aparecen ya
muy claramente en Grocio. Para el mercado los poseedores de
mercancas que participan en el cambio representan el hecho
primario, mientras que el orden autoritario es algo derivado,
secundario, algo que se aade del exterior a los poseedores de
mercancas que operan inmediatamente. Por esto los tericos
del derecho natural consideran la autoridad no como un
fenmeno nacido histricamente, y por consiguiente unido
a las fuerzas que actan en la sociedad en cuestin, sino
que lo enfocan de manera abstracta y racionalista. En una
comunidad de poseedores de mercancas la necesidad de una
coaccin autoritaria surge cada vez que la paz se ha turbado
o cuando los contratos no se cumplen voluntariamente. Por
esto la doctrina del derecho natural reduce la funcin de la
autoridad al mantenimiento de la paz y reserva al Estado la
determinacin exclusiva de ser un instrumento del derecho.
En fin, sobre el mercado cada poseedor de mercancas
posee esta cualidad por la voluntad de los otros y todos son
propietarios de mercancas por su voluntad comn. Por esto
la doctrina del derecho natural hace derivar el estado del
contrato concluido entre diferentes personas aisladas. Tal es
el esqueleto de toda doctrina que, segn la situacin histrica
o la simpata poltica, la capacidad dialctica de tal o cual
autor, permite las variaciones concretas ms diversas. Hace
posibles desviaciones tanto republicanas como monrquicas
y en general los grados ms diversos de democratismo y de
195
espritu revolucionario.
En general, sin embargo, esta teora fue el estandarte
revolucionario bajo el que la burguesa llev a cabo sus luchas
revolucionarias contra la sociedad feudal. Y esto determina
igualmente el destino de la doctrina. Desde que la burguesa
se convirti en clase dominante, el pasado revolucionario del
derecho natural comienza a despertar en ella sobresaltos y las
teoras dominantes se apresuran a archivarlo. Por supuesto
que esta teora del derecho natural no resiste ninguna crtica
histrica o sociolgica, porque da un cuadro absolutamente
inadecuado de la realidad. Pero lo ms singular es que la
teora jurdica del Estado que ha reemplazado a la teora del
derecho natural y que ha rechazado la teora de los derechos
innatos e inalienables del hombre y del ciudadano, dndose
a s misma la denominacin de teora positiva, deforma
la realidad otro tanto por lo menos. Ella se ve obligada a
deformar la realidad porque toda teora jurdica del Estado
tiene que colocar necesariamente al Estado como un poder
autnomo separado de la sociedad. En esto es donde reside
el aspecto jurdico de esta doctrina. Por esto, a pesar de
que la organizacin estatal tenga lugar efectivamente bajo
la forma de rdenes y decretos que emanan de personas
singulares, la teora jurdica admite, en primer lugar, que no
son las personas quienes dan las rdenes sino el Estado y, en
segundo lugar, que estas rdenes estn sujetas a las normas
generales de la ley que expresaran la voluntad del Estado.

Sobre este punto la doctrina del derecho natural no es ms


irreal que cualquier doctrina jurdica del Estado, incluyendo
la teora ms positiva. Lo esencial de la doctrina del derecho
natural consista, en efecto, en admitir, Al lado de las
196
diferentes clases de dependencias de un hombre frente a
otro (dependencias de las que esta teora hace abstraccin),
otro tipo de dependencia frente a la voluntad general,
impersonal, del Estado. Pero esta construccin precisamente
constituye el fundamento mismo de la teora jurdica del
Estado como persona. El elemento del derecho natural
en la teora jurdica del Estado est en un nivel mucho ms
profundo del que creen los crticos de la doctrina del derecho
natural. Reside en el concepto mismo de poder pblico,
es decir, un poder que no pertenece a nadie en particular,
que se sita por encima de todos y que se dirige a todos.
Enfocndolo conforme a este concepto, la teora jurdica
pierde inevitablemente el contacto con la realidad efectiva.
La diferencia entre la doctrina del derecho natural y el
positivismo jurdico moderno consiste nicamente en que
la primera ha percibido de una forma mucho ms clara la
conexin existente entre el poder abstracto del Estado y el
sujeto abstracto. Ella toma las relaciones mistificadas de la
sociedad de produccin mercantil en su conexin necesaria
y proporciona as un ejemplo de teora de claridad clsica.
El pretendido positivismo jurdico, por el contrario, no ha
clarificado ni sus propias premisas lgicas.

El Estado de derecho es un espejismo, pero un espejismo que


es muy conveniente para la burguesa, porque hace las veces
de una ideologa religiosa moderna y oculta la dominacin de
la burguesa a los ojos de las masas. La ideologa del Estado
de derecho conviene an ms que la ideologa religiosa
porque no refleja completamente la realidad objetiva, a pesar
de que se apoya sobre ella. La autoridad como voluntad
general, como autoridad del derecho, se realiza en la
197
sociedad burguesa en la medida en que sta se estructura
como mercado. Desde este punto de vista los reglamentos de
polica pueden igualmente aparecer como la encarnacin de
la idea kantiana de la libertad limitada por la libertad del otro.

Los propietarios de mercancas libres e iguales que se


encuentran en el mercado lo son nicamente en la relacin
abstracta de la adquisicin y de la enajenacin. En la vida
real estn mutuamente unidos por toda clase de lazos
de dependencia recproca. As, por ejemplo, el pequeo
comerciante y el comerciante mayorista, el campesino y el
propietario terrateniente, el deudor arruinado y su acreedor,
el proletario y el capitalista. Todas estas innumerables
relaciones de dependencia concreta constituyen el
fundamento real de la organizacin estatal. Para la teora
jurdica, por el contrario, todo ocurre como si stas no
existieran. Adems, la vida del Estado se articula en las
luchas de diferentes fuerzas polticas, es decir, de clases, de
partidos, y grupos: aqu es donde se ocultan los verdaderos
resortes del mecanismo del Estado. Estos siguen siendo tan
incomprensibles para la teora jurdica como las relaciones
mencionadas anteriormente. Ciertamente, el jurista puede
hacer gala de mayor o menor grado de sutileza y de
capacidad de adaptacin a los hechos; puede por ejemplo, al
lado del derecho escrito, tomar en consideracin igualmente
las reglas no escritas que han nacido progresivamente con
la praxis del Estado; pero esto no cambia nada su actitud
de principio hacia la realidad. Una cierta discordancia entre
la verdad jurdica y la verdad que constituye el fin de la
investigacin histrica y sociolgica es inevitable. Esto no
proviene solamente del hecho de que la dinmica de la vida
198
social arroje por la borda las formas jurdicas inmovilizadas
y de que el jurista est as condenado a llegar con un poco
de retraso en su anlisis; sino porque si e1 jurista acomoda
por as decirlo sus afirmaciones a los hechos, lo hace de
muy distinta manera que el socilogo. El jurista, en efecto,
si acta como jurista, parte del concepto del Estado como
una fuerza autnoma que se opone a todas otras fuerzas
individuales y sociales. Desde el punto de vista histrico y
poltico las decisiones de una organizacin de clases o de
un partido influyente tienen una importancia tan grande, y a
menudo ms grande, que las decisiones del parlamento o de
cualquier otra institucin del Estado. Desde un punto de vista
jurdico, por el contrario, esta clase de hechos no existen por
as decirlo. Por el contrario, dejando a un lado el punto de
vista jurdico, se puede percibir en cada decisin tomada por
un determinado grupo de hombres movidos por los mismos
motivos individualistas y egostas o clasistas que impelen a
cualquier otro grupo. El terico extremo del normativismo,
Kelsen, deduce de ello que el Estado no existe sino como
objeto del pensamiento: en tanto que sistema cerrado de
normas o de deberes. Esta infecunda reduccin del objeto de
la ciencia del derecho pblico ha debido ciertamente asustar
a los juristas prcticos. Estos perciben, en efecto, si no con
su razn al menos instintivamente, el valor indudablemente
prctico de sus construcciones conceptuales, precisamente en
este mundo inicuo y no solamente en el reino de la pura lgica.
El Estado de los juristas, a pesar de su ideologismo, est
unido a una realidad objetiva, de forma semejante a como el
sueo ms fantstico reposa, a pesar de todo, en la realidad.
Esta realidad es, ante todo, el aparato del Estado mismo con
todos sus elementos materiales y humanos.
199

Antes de crear teoras acabadas, la burguesa construy


su Estado en la prctica. El proceso comenz en Europa
occidental en las comunidades urbanas: mientras el mundo
feudal ignoraba toda diferencia entre los bienes personales del
seor feudal y los bienes de la comunidad poltica, el erario
municipal comn apareci en las villas, en primer lugar,
espordicamente y con posterioridad, como una institucin
permanente y as el, espritu del Estado encontr, por as
decirlo, su fundamento material.

La creacin de medios financieros estatales posibilita


la aparicin de hombres que viven de estos recursos:
empleados, funcionarios. En la poca feudal las funciones
administrativas y judiciales estaban a cargo de los
servidores del seor feudal. Los servicios pblicos, en el
sentido propio del trmino, no aparecan por el contrario
sino en las comunidades urbanas; el carcter pblico de
la autoridad encuentra all su encarnacin material. El
mandato, en el sentido del derecho privado de autorizacin
para realizar negocios, se separa del servicio pblico. La
monarqua absoluta no tuvo ms que tomar posesin de
esta forma de autoridad pblica que haba nacido en las
ciudades y aplicarla a un territorio ms extenso. Todo
perfeccionamiento ulterior del Estado burgus, que tuvo
lugar tanto por explosiones revolucionarias como por
una adaptacin pacfica a los elementos monrquicos
feudales, puede condensarse en un principio nico segn
el cual ninguna de las dos personas que intercambian en
el mercado pueden regular la relacin de cambio con su
propia autoridad; sta exige, por el contrario, una tercera
200
parte que encarne la garanta recproca que los poseedores
de mercancas conciertan mutuamente en su cualidad
de propietarios y que personifique, por consiguiente, las
reglas de las relaciones de cambio entre los poseedores de
mercancas.

La burguesa coloc este concepto jurdico del Estado en la


base de sus teoras e intent realizarlo en la prctica. Ella lo
hizo dejndose guiar, naturalmente, por el famoso principio
del considerando que. La burguesa, en efecto, no ha
perdido nunca de vista, en nombre de la pureza terica,
el otro aspecto de la cuestin; a saber, que la sociedad de
clases no es solamente un mercado donde se encuentran
poseedores de mercancas independientes, sino tambin, al
mismo tiempo, el campo de batalla de una guerra de clases
encarnizada en la que el aparato del Estado representa
un arma muy poderosa. Sobre este campo de batalla
las relaciones no se forman en absoluto en el espritu de
la definicin kantiana del derecho como restriccin de
la libertad de la persona dentro de los lmites mnimos
necesarios para la convivencia. GumpIowicz tiene en esto
razn cuando explica que tal clase de derecho no ha existido
jams, porque el grado de libertad de los unos no depende
ms que del grado de dominacin de los otros. La norma
de la coexistencia no est determinada por la posibilidad
de la coexistencia, sino por la posibilidad de dominacin.
El Estado como factor de fuerza en la poltica interior y
exterior: tal es la correccin que la burguesa debe aportar
a su teora y a su prctica del Estado de derecho. Cuanto
ms inestable se volva la dominacin de la burguesa, las
correcciones se hicieron ms comprometedoras y tanto
201
ms rpidamente el Estado de derecho se transform
en una sombra inmaterial hasta que al fin la agravacin
extraordinaria de la lucha de clases forz a la burguesa
a quitar la mscara del Estado de derecho y a develar la
esencia del poder como violencia de una clase sobre la otra.
202

CAPTULO VI

DERECHO Y MORAL

Para que los productos del trabajo humano puedan


relacionarse los unos con los otros como valores, los
hombres deben comportarse recprocamente como personas
independientes e iguales. Cuando un hombre se encuentra
bajo el poder de otro, es decir, cuando es esclavo, su
trabajo deja de ser creador y sustancia del valor. La fuerza
de trabajo del esclavo no transmite al producto, igual que
la fuerza de los animales domsticos, nada ms que una
parte de los costos de su propia produccin y reproduccin.
Tugan-Baranovskij saca la conclusin de que slo se puede
comprender la economa poltica si se parte de la idea tica
como directora del valor supremo y, por lo mismo, de la
igualdad de la persona humana. Marx, como sabemos,
saca la conclusin opuesta: relaciona la idea tica de la
igualdad de las personas humanas con la forma mercantil, es
decir, hace derivar esta idea de la igualdad prctica de todos
los tipos de trabajo humano.

El hombre, en efecto, en tanto que sujeto moral, es decir, en


tanto que persona equivalente, no es sino la condicin previa
del cambio sobre la base de la ley de valor. El hombre en
tanto que sujeto jurdico, es decir, en tanto que propietario
representa igualmente una tal condicin. Finalmente estas
dos determinaciones estn unidas estrechamente a una
tercera en la que el hombre figura como sujeto egosta. Estas
tres determinaciones, que no son reductibles la una a la otra y
203
que son aparentemente contradictorias, expresan el conjunto
de las condiciones necesarias para la realizacin de valor, es
decir, de una relacin en la que las relaciones de los hombres
entre ellos mismos en el proceso de trabajo aparecen como
una propiedad cosificada de los productos de cambio. Si
se separan estas determinaciones de la relacin social real
que expresan y si se intenta desarrollarlas como categoras
autnomas (es decir, por va puramente especulativa), se
obtiene como resultado un caos de contradicciones y de
proposiciones que se niegan recprocamente. Pero en la
relacin de cambio real estas contradicciones se articulan
dialcticamente en una totalidad.

El que cambia debe ser egosta, es decir, debe atenerse al


puro clculo econmico; de otro modo la relacin de valor
no puede manifestarse como una relacin socialmente
necesaria. Debe ser portador de derechos, es decir, debe
tener 1a posibilidad de una decisin autnoma, porque su
voluntad debe en efecto habitar en las cosas. Finalmente
encarna el principio de la igualdad fundamental de las
personas humanas, porque en el cambio todas las variedades
de trabajo son asimiladas las unas a las otras y reducidas a
trabajo humano abstracto.

As, los tres momentos mencionados ms arriba, o como se


prefera decir en otro tiempo, los tres principios del egosmo,
de la libertad y del valor supremos de la persona, estn
indisolublemente unidos el uno con el otro y representan
en su totalidad la expresin racional de una nica, y misma
relacin social. El sujeto egosta, el sujeto jurdico y la
persona moral son las tres principales mscaras bajo las
204
cuales aparece el hombre en la sociedad productora de
mercancas. La economa de las relaciones de valor nos da la
clave para comprender la estructura jurdica y moral, no en el
sentido del contenido de la norma jurdica o moral, sino en el
sentido de la forma misma del derecho y de la moral. La idea
del valor supremo y de la igualdad de la persona humana
tiene una larga historia: de la filosofa del estoicismo ha
pasado a las costumbres cientficas de los juristas romanos,
a los dogmas de la Iglesia cristiana y luego a la doctrina del
derecho natural. La existencia de la esclavitud en la antigua
Roma no ha impedido a Sneca estar convencido de que
incluso aunque el cuerpo pueda ser esclavo y pertenecer
a un dueo, el alma permanece siempre sui juris. Kant, en
el fondo, no supuso un gran paso adelante en comparacin
con esta frmula: segn l la autonoma de la persona se deja
conciliar muy bien con puntos de vista puramente feudales
sobre la relacin patrn-siervo (Gesinde). Pero cualquiera
que sea la forma que ha podido revestir esta idea se encuentra
en ella nicamente la expresin del hecho de que las
diferentes variedades concretas del trabajo socialmente til
se reducen al trabajo en general, una vez que los productos
del trabajo son cambiados como mercancas. En todas las
dems relaciones, la desigualdad de los hombres entre s
(desigualdades de sexo, de clase, etc.) salta a la vista de manera
tan evidente en el curso de la historia, que lo asombroso no
es la abundancia de los argumentos que han sido lanzados
en este dominio contra la doctrina de la igualdad natural de
los hombres por sus diferentes adversarios, sino el que nadie
antes de Marx y a excepcin de l se haya interrogado sobre
las causas histricas que favorecieron el nacimiento del
prejuicio jusnaturalstico. Porque si el pensamiento humano
205
en el curso de los siglos ha recado con tal obstinacin en la
tesis de la igualdad de los hombres y la ha elaborado de mil
maneras, es seal de que tena que haber detrs de esa tesis
alguna relacin objetiva. No cabe duda de que el concepto
de persona moral o de persona igual es una deformacin
ideolgica que, en cuanto tal, no se conforma a la realidad.
El concepto de sujeto econmico egosta es igualmente
una deformacin ideolgica de la realidad. Sin embargo,
estas dos determinaciones son, a pesar de todo, adecuadas
a una relacin social especfica, incluso aunque ellas no lo
expresen ms que de manera abstracta, por consiguiente,
unilateral. Hemos tenido ya ocasin de indicar que, en
general, el concepto o la palabrita ideologa no deba
impedirnos proseguir el anlisis en profundidad. Contentarse
con el hecho de que un hombre es igual a otro hecho
que es un producto ideolgico significa slo facilitar la
tarea: Los conceptos alto y bajo son conceptos que
expresan nuestra ideologa terrestre, pero ellos estn
fundamentados sobre la realidad efectiva, indudable, de
la gravedad. Precisamente cuando el hombre reconoci la
causa real que le oblig a distinguir lo alto de lo bajo,
es decir, la fuerza de la gravedad dirigida hacia el centro de
la tierra, comprendi tambin el carcter limitado de estas
definiciones que les impide ser aplicables a toda la realidad
csmica. As, el descubrimiento del condicionamiento
ideolgico no era sino otro aspecto del establecimiento de la
verdad de los conceptos.

Si la persona moral no es otra sino el sujeto de la sociedad


de produccin mercantil, la ley moral debe manifestarse
como una regla de interconexin entre los productores de
206
mercancas. Esto confiere inevitablemente a 1a ley moral
un carcter doble. Por una parte, esta ley debe ser social
y encontrarse as por encima de la persona individual; por
otra parte, el propietario de mercancas es, por naturaleza,
portador de la libertad (es decir, de la libertad de comprar
y de vender), de suerte que la regla que determina las
relaciones entre los propietarios de mercancas debe operar
en el nimo de cada propietario de mercancas y convertirse
en su ley interna. El imperativo categrico de Kant une
estas exigencias contradictorias. Es supraindividual, porque
no tiene nada que ver con los impulsos naturales (temor,
simpata, piedad, sentimiento de solidaridad, etc.). Segn las
palabras de Kant, aqul, en efecto, ni asombra, ni persuade,
ni adula. Est por encima de toda motivacin emprica, es
decir, simplemente humana. Al mismo tiempo se manifiesta
independientemente de toda presin exterior en el sentido
directo y tosco del trmino: opera exclusivamente por la
conciencia de su universalidad. La tica kantiana es la
tica tpica de la sociedad que produce mercancas, pero es
igualmente la forma ms pura y ms acabada de la tica en
general. Kant ha conferido a esta forma una figura lgica
acabada que la sociedad burguesa atomizada intent realizar,
liberando a la persona de las ataduras orgnicas de las pocas
patriarcales y feudales.

Los conceptos fundamentales de la moral pierden as su


significacin, si se les separa de la sociedad que produce
mercancas y si se intenta aplicarlos a otra estructura social.
El imperativo categrico no es, en ningn caso, un instinto
social, porque su destino esencial es operar all donde es
imposible toda motivacin natural-orgnica, supraindividual.
207
All donde existe entre los individuos una estrecha unin
emocional que elimina los lmites del yo, el fenmeno del
deber moral no puede tener sitio. Si se quiere emprender
esta categora, no es necesario partir de la unin orgnica
que existe, por ejemplo, entre la hembra y su pequeo, o
entre 1a familia y cada uno de sus miembros, sino de una
situacin de disociacin. El ser moral es un complemento
necesario del ser jurdico y ambos son instrumentos de
conexin entre productores de mercancas. Todo el pathos
del imperativo categrico kantiano se reduce a que el hombre
cumpla libremente, es decir, por conviccin interna, lo que
estara obligado a hacer en la esfera del derecho. En esto los
ejemplos que cita Kant para ilustrar su pensamiento son muy
caractersticos. Se reducen enteramente a manifestaciones
de honestidad burguesa. E1 herosmo y las proezas no
encuentran sitio en el cuadro del imperativo categrico
kantiano. No es necesario, en absoluto, sacrificarse por
lo mismo que no se exige de los dems tal sacrificio. Las
acciones irracionales de abnegacin, as como la renuncia
de sus propios intereses en nombre del cumplimiento de su
vocacin histrica, de su funcin social, acciones donde se
manifiesta la ms alta tensin del instinto social, estn fuera
de la tica en el sentido estricto del trmino.

Schopenhauer y tras l V. Solovev han definido el derecho


como un mnimo tico. Con igual razn se puede definir la
tica como un mnimo social. La ms grande intensidad del
sentimiento social se encuentra fuera de la tica en sentido
estricto de este trmino y es una herencia transmitida por
las pocas orgnicas precedentes, sobre todo por el orden
gentilicio. Engels dice, por ejemplo, comparando el carcter
208
de los antiguos germanos y de los romanos civilizados: que
su valor y su bravura personal, su espritu de libertad y su
instinto democrtico que vea en todos los asuntos pblicos
un asunto personal, en suma todas las cualidades que haban
perdido los romanos y que eran las nicas capaces de modelar,
con e1 barro del mundo romano, unos Estados nuevos y de
hacer desarrollar nuevas nacionalidades, qu eran si no los
rasgos caractersticos de los brbaros del estadio superior,
fruto del rgimen de la gens?.

El nico aspecto en el que la tica racionalista se eleva por


encima de los instintos sociales poderosos e irracionales es
su universalismo que se extiende a todos los hombres. Intenta
romper los cuadros orgnicos necesariamente estrechos de
la tribu, de la gens, de la nacin y convertirse en universal,
reflejando as determinadas conquistas materiales de la
humanidad y sobre todo la transformacin del comercio en
comercio mundial. La frmula ni griego ni judo es e1 reflejo
de una situacin histrica completamente real: la unificacin
histrica de los pueblos bajo la dominacin de Roma.

Precisamente porque el universalismo de la forma tica


(y, por tanto, tambin de la jurdica) todos los hombres
son iguales, todos tienen la misma calma, todos pueden
ser sujeto de derechos, etc. se basaba en 1a prctica del
comercio con los extranjeros, es decir, con los hombres
de costumbres, lengua y religin diferentes, aqul tuvo
dificultades, inicialmente, en ser aceptado como algo
positivo, aunque slo fuera porque implicaba el rechazo de
sus propias costumbres arraigadas, del amor hacia lo suyo y
del desprecio para e1 otro.
209

As, Maine indica, por ejemplo, que el mismo jus gentium


era una consecuencia del desprecio que tenan los romanos
a todo derecho extranjero y de su hostilidad a conceder a los
extranjeros los privilegios del jus civile de su pas. Segn
Maine, la antigua Roma quera tan poco al jus gentium como
a los extranjeros para los que haba sido hecho. La misma
palabra aequitas significa igualdad y ningn matiz tico era
verdaderamente inherente originariamente a esta expresin.
No hay ninguna razn para admitir que el proceso designado
por esta expresin haya suscitado en el espritu de un romano
primitivo otra cosa que un sentimiento de aversin mental.

Sin embargo, la tica racionalista de la sociedad productora


de mercancas se presenta ulteriormente como una gran
conquista y con un muy alto valor cultural del que se tiene la
costumbre de hablar nicamente con un tono de entusiasmo.
Es suficiente recordar la clebre frase de Kant: Dos cosas
llenan el corazn de una admiracin y de una veneracin
siempre nuevas y siempre crecientes, cuando la reflexin se
para y se aplica a ello: el cielo estrellado por encima de m, y
la ley moral que habita en m.

Sin embargo, cuando cita Kant ejemplos de un tal libre


cumplimiento del deber moral son siempre los mismos
ejemplos los que entran en escena: limosnas hechas a un
pobre o repulsa a mentir en unas circunstancias en que
sera posible hacerlo impunemente. Por otra parte, Kautsky
acenta muy justamente que 1a regla considera a tu prjimo
como un fin en s no tiene sentido sino donde el hombre
puede ser transformado prcticamente en un instrumento de
210
otro hombre. El pathos moral est indisolublemente unido a
la inmoralidad de la prctica social y de ella se alimenta. Las
doctrinas morales tienen la pretensin de cambiar e1 mundo
y de mejorarlo, pero en realidad ellas mismas no son sino un
reflejo deformado de un aspecto de este mundo real, el aspecto
precisamente que muestra las relaciones humanas sometidas
a la ley del valor. No es necesario olvidar que la persona
moral no es sino una de las hiptesis de un sujeto trinitario:
el hombre como fin en s, no es sino un aspecto diferente del
sujeto egosta. Una accin que es la encarnacin verdadera
y nica real del principio tico contiene tambin la negacin
de este principio. El gran capitalista arruina bona fide al
pequeo capitalista sin daar por ello el valor absoluto de
la persona. La persona del proletario es igual en principio
a la del capitalista; esto se expresa en el libre contrato de
trabajo. Pero de esta misma libertad materializada resulta
para el proletario la posibilidad de morirse tranquilamente
de hambre.

Esta duplicidad de la forma tica no se debe al azar, y no


es una imperfeccin exterior condicionada por los defectos
especficos del capitalismo. Es, por el contrario, un signo
distintivo, esencial, de la forma tica como tal. La supresin de
esta duplicidad de la forma tica significa el paso a la economa
socialista planificada; pero esto significa la edificacin de
un sistema social en el que los hombres pueden construir y
pensar sus relaciones con la ayuda de unos conceptos claros y
simples de perjuicio y de inters. La abolicin de la duplicidad
de la forma tica en el dominio ms importante, es decir, en
la esfera de la existencia material de los hombres, significa la
abolicin de la forma tica en general.
211

En su esfuerzo por disipar las brumas metafsicas que


rodean la tica, el utilitarismo puro considera los conceptos
de bueno y malo desde el punto de vista de lo til y
lo daoso. Pero, as, suprime por supuesto la tica o, ms
exactamente, intenta suprimirla y superarla porque la
supresin de los fetiches ticos no puede realizarse en la
prctica sino con la supresin simultnea del fetichismo de
la mercanca y del fetichismo jurdico. Orientndose en sus
acciones con conceptos claros y simples de til y daoso los
hombres no tendrn necesidad ni de la expresin de valor, ni
de la expresin jurdica de sus relaciones sociales. En tanto
que este estadio histrico de desarrollo no sea conseguido
por la humanidad, es decir, en tanto que la herencia de
la poca capitalista no sea superada, los esfuerzos del
pensamiento terico no harn sino anticipar esta liberacin
futura, pero no podrn realizarla en la prctica. Recordemos
las palabras de Marx sobre el fetichismo de la mercanca:
El descubrimiento cientfico tardo de que los productos
del trabajo, considerados como valores, no son ms que
expresiones materiales del trabajo humano invertido en
su produccin, es un descubrimiento que hace poca en la
historia del progreso humano, pero que no disipa ni mucho
menos la sombra material que acompaa al carcter social
del trabajo.

Pero se me objetar que la moral de clase del proletariado


se libera desde ahora de todos los fetiches. Es moralmente
obligacin lo que es til a la clase. Bajo tal forma la moral no
tiene nada de absoluto, porque lo que es til hoy puede dejar
de serlo maana; y no tiene nada de mstico ni de supranatural,
212
porque el principio de utilidad es simple y racional.
Pero es indudable que la moral del proletariado, o ms
exactamente la moral de su vanguardia, pierde su carcter
fetichista extremo purificndose, por ejemplo, de elementos
religiosos. Pero incluso una moral despojada de toda impureza
(sobre todo de elementos religiosos) contina siendo, a
pesar de todo, una moral, es decir, una forma de relaciones
sociales donde no todo est an referido al hombre mismo.
Cuando la unin viva que ata al individuo a la clase es tan
fuerte efectivamente que los lmites de su yo se esfuman, por
as decirlo, y que el inters de la clase llega a identificarse
efectivamente con el inters personal, es absurdo hablar
de un deber moral y el fenmeno de la moral es entonces
de todas formas inexistente. Pero donde no se haya dado
tal fusin de intereses aparece inevitablemente la relacin
abstracta del deber moral con todas las consecuencias que
derivan de ello. La regla Acta de tal forma que tu accin
aproveche al mximo a tu clase sonar de la misma manera
que la frmula kantiana Acta de tal forma que la mxima
de tu conducta pueda ser erigida como principio de una
legislacin universal. Toda la diferencia consiste en que
nosotros procedemos en el primer caso a una restriccin y
pondremos lmites de clase a la lgica de la tica. Pero dentro
de estos lmites ella conservara todo su valor. El contenido
clasista de la tica no destruye por s mismo su forma. Nos
referimos aqu no solamente a su forma lgica, sino tambin
a las formas con las cuales se manifiesta realmente. En el
interior de un colectivo proletario, es decir, de un colectivo
de clase, podemos observar los mismos mtodos formales
del cumplimiento del deber moral constituido por dos
elementos opuestos. Por una parte, el colectivo no renuncia
213
a todos los medios de presin posibles para incitar a sus
miembros a cumplir sus deberes morales. Por otra parte,
el mismo colectivo no caracteriza una conducta como
moral ms que cuando tal presin exterior no constituye la
motivacin. Por esto precisamente en la prctica social la
moral y 1a conducta moral estn tan estrechamente ligadas
a la hipocresa. Ciertamente las condiciones de vida del
proletariado constituyen las premisas para el desarrollo de
una forma, superior y ms armoniosa, de relaciones entre el
individuo y la colectividad. Numerosos hechos que expresan
la solidaridad de clase proletaria lo testifican. Pero al lado de
lo nuevo contina subsistiendo tambin lo viejo: al lado del
hombre social del futuro, que funde su yo en la colectividad,
encontrando en esto la satisfaccin ms grande y el sentido
mismo de su vida, contina igualmente subsistiendo el
hombre moral que lleva sobre sus espaldas la carga de
un deber moral ms o menos abstracto. La victoria de la
primera forma equivale a la liberacin completa del hombre
de todas las supervivencias, de relaciones de propiedad
privadas y la reeducacin definitiva de la humanidad en el
espritu del comunismo. Esta tarea no es ciertamente una
tarea puramente ideolgica o pedaggica: un nuevo tipo de
relaciones humanas necesita la creacin y la consolidacin
de una nueva base material, econmica.

Es necesario, por consiguiente, no olvidarse que la moral,


el derecho y el Estado son formas de la sociedad burguesa.
Y que, aunque el proletariado se vea obligado a utilizar
estas formas, esto no significa en absoluto que ellas puedan
desarrollarse progresivamente con la adicin de un contenido
socialista. Ellas no pueden asimilar este contenido y debern
214
desaparecer a medida que este contenido se realice. Sin
embargo, el proletariado debe, en el actual perodo de
transicin, explotar en beneficio de sus intereses de clase,
estas formas heredadas de la sociedad burguesa agotndolas
as completamente. Pero para esto el proletariado debe,
ante todo, tener una idea muy clara, liberada de todo
velo ideolgico, del origen histrico de estas formas. El
proletariado debe adoptar una actitud framente crtica, no
solamente frente a la moral y al Estado burgus, sino tambin
frente a su propio Estado y a su propia moral proletaria. Debe
ser consciente, para decirlo de otra forma, de la necesidad
histrica de su existencia pero tambin de su desaparicin.

En su crtica a Proudhon, Marx indica que el concepto


abstracto de justicia no es de ninguna forma un criterio
absoluto y eterno, a partir del cual se puede edificar una
relacin de cambio ideal, es decir, justa. Sera sta una
tentativa de explicar la transformacin qumica mediante
las ideas eternas de naturalidad y de afinidad en lugar de
estudiar sus leyes reales. Porque el concepto de justicia
mismo est sacado de la relacin de cambio y no tiene
sentido fuera de ella. En el fondo, el concepto de justicia no
contiene nada esencialmente nuevo en relacin al concepto
de igualdad de todos los hombres que hemos analizado
ms arriba. Por esto es ridculo ver en la idea de justicia un
criterio autnomo y absoluto. No obstante, esta idea, si se
utiliza hbilmente, permite interpretar la injusticia como
justicia y ayuda as, sobre todo y en particular, a ocultar la
ambigedad de la forma tica. Por otra parte, la justicia es
el escaln por el que la tica desciende hacia el derecho.
La conducta moral debe ser libre, pero la justicia puede
215
obtenerse por la fuerza. La coaccin incitando a la conducta
moral significa negar la existencia del otro, mientras que la
justicia viene abiertamente dada al hombre: permite una
actuacin exterior y una actividad egosta interesada. Es aqu
donde residen los puntos de contacto y de discordancia ms
importantes entre la forma tica y la forma jurdica.

El cambio, es decir, la circulacin de mercancas supone


que los comerciantes se reconozcan mutuamente como
propietarios. Este reconocimiento, que aparece bajo la forma
de una conviccin interna o del imperativo categrico, es el
mximo concebible al que puede elevarse una sociedad que
produce mercancas. Pero por fuera de este mximo existe un
mnimo que permite que se realice sin trabas la circulacin
de mercancas. Para realizar este mnimo es suficiente con
que los poseedores de mercancas se comporten como
si se reconocieran mutuamente como propietarios. La
conducta moral se opone aqu a la conducta jurdica que
est caracterizada como tal, con independencia de los
motivos que la han determinado. Desde el punto de vista
jurdico es exactamente igual que la deuda sea reembolsada
porque de todas formas al deudor se le obligar a pagar
o porque el deudor se siente moralmente obligado a
hacerlo. Evidentemente la idea de la coaccin exterior, y
no solamente esta idea sino tambin la organizacin de
la coaccin exterior, son aspectos esenciales de la forma
jurdica. Si la comunicacin jurdica puede ser construida de
manera puramente terica, como el aspecto de 1a relacin de
cambio, su realizacin prctica exige la presencia de modelos
generales ms o menos fijos, una casustica elaborada y
finalmente una organizacin particular que aplique estos
216
modelos a los casos particulares y que garantice la ejecucin
obligada de las decisiones. Estas necesidades son mucho
mejor satisfechas por el poder del Estado, aunque la relacin
jurdica se realice a menudo tambin sin su intervencin
gracias al derecho consuetudinario, al arbitraje voluntario, a
la tutela directa, etc.

All donde la funcin coercitiva no est organizada ni dispone


de un aparato particular situado por encima de las partes,
aparece bajo la forma de la pretendida reciprocidad.
Este principio de reciprocidad representa hasta ahora en
las condiciones del equilibrio de fuerzas el nico y es
necesario decirlo muy precario fundamento del derecho
internacional.

Por otra parte. 1a exigencia jurdica, en oposicin a la


exigencia moral, no aparece ya bajo la forma de una voz
interior sino como una exigencia externa que procede de
un sujeto concreto que es tambin, por regla general, el
portador de un inters material correspondiente. Por esto el
cumplimiento del deber jurdico es extrao a todo elemento
subjetivo propio del obligado y asume la forma externa, casi
objetiva, de satisfaccin de una exigencia. El concepto de la
misma obligacin jurdica llega a ser muy problemtico. Si
se es, completamente consecuente hay que decir, en general,
como lo hace Binder, que una obligacin jurdica no tiene
nada en comn con el deber (Pflicht) y no tiene existencia
jurdica sino a ttulo de responsabilidad (Haftung); ser
obligado no significa sino responder, con sus bienes (y en
el derecho penal tambin con su persona) en va judicial y
tambin de forma ejecutiva. Las conclusiones, paradjicas
217
a los ojos de la mayora de los juristas, en las que desemboca
Binder y que pueden ser expresadas en la frmula sinttica
Das recht verpflichtet rechtlich zu nichts no son en
realidad sino la ejecucin consecuente de esta distincin de
conceptos que Kant haba ya emprendido. Pero precisamente
esta delimitacin neta de la esfera moral y la esfera jurdica
es el origen de contradicciones irresolubles para la filosofa
del derecho burgus. Si la obligacin jurdica no tiene nada
en comn con el deber moral interno no se puede entonces,
bajo ningn concepto, distinguir la sumisin al derecho de la
sumisin a la fuerza como tal. Pero si se admite, por otra parte,
en el derecho el momento del deber como su caracterstica
esencial, incluso con el matiz subjetivo ms dbil, la nocin
de derecho, como mnimo socialmente necesario, pierde en
seguida su sentido. La filosofa del derecho burgus se agota
en esta contradiccin fundamental, en esta lucha sin fin con
sus propias premisas.

Es interesante, adems, hacer notar que las contradicciones,


que son en el fondo idnticas, aparecen bajo dos formas
diferentes segn que se trate de la relacin entre el derecho
y la moralidad o de la relacin entre el Estado y el derecho.
En el primer caso, cuando se ha afirmado la autonoma del
derecho en relacin a la moral, el derecho se confunde con
el Estado en razn de la fuerte acentuacin del momento de
la coercin autoritaria externa. En el segundo caso, cuando
se opone el derecho al Estado, es decir, a la dominacin
de hecho, el momento del deber entra inevitablemente en
escena conforme al sentido del trmino alemn sollen (y
no mssen) y tenemos entonces, podramos decir, un frente
unido de derecho y moral.
218

La tentativa del profesor Petrazickij (cfr. Vvdenie v izucenie


prava [Introduccin al Estudio del Derecho]) de encontrar
para el derecho un deber que fuera absoluto, es decir, tico,
que se diferenciara al mismo tiempo del deber moral, ha
fracasado. Como se sabe, el profesor Petrazickij construye
la categora de la obligacin jurdica como un deber que
incumbe a un sujeto respecto a otro sujeto que puede exigirle
su cumplimiento. La obligacin moral, por el contrario, no
prescribe, segn l, sino una conducta determinada, pero
no concede a las terceras personas el derecho de exigirla.
El derecho tiene, por consiguiente, un carcter bilateral
imperativo atributivo, mientras que la moral tiene un
carcter unilateral o meramente imperativo. El profesor
Petrazickij, apoyndose en observaciones personales, nos
asegura que puede distinguir fcilmente la obligacin
jurdica que le hace devolver a un acreedor la suma prestada,
de la obligacin moral que le obliga a dar limosna a un pobre.
Pero sucede que esta capacidad de distinguir claramente
las cosas slo la tiene el profesor Petralickij. Porque otros,
como por ejemplo el profesor Trubeckoj (cfr. Entsiklopedia
prava [Enciclopedia del Derecho], p. 28), nos aseguran
que desde un punto de vista psicolgico el pobre puede
exigir la limosna como el acreedor sus deudas. (Una tesis
que, dicho sea de paso, no es nada peligrosa para el pobre,
pero s lo es para el acreedor). El profesor Rejsner, por el
contrario, es de la opinin de que el momento emocional de
una obligacin establecida se refiere enteramente a un poder
psicolgico. Si, segn el profesor Trubeckoj, el acreedor con
sus pretensiones est colocado, por consiguiente, al mismo
nivel psicolgicamente que el pobre, segn el profesor
219
Rejsner el acreedor es, ni ms ni menos, una autoridad.
En otros trminos: la contradiccin que hemos visto en el
plano lgico y sistemtico como una contradiccin de los
conceptos, aparece aqu como una contradiccin de los datos
psicolgicos. Pero el significado contina siendo el mismo.
La obligacin jurdica no puede encontrar en ella misma una
significacin autnoma y oscila eternamente entre das lmites
extremos: la coaccin externa y el deber moral libre.

Como siempre, y aqu igualmente, la contradiccin lgica


refleja la contradiccin de la vida real, es decir, del medio
social que ha producido las formas de la moral y del derecho.
La contradiccin entre lo individual y lo social, entre lo
privado y lo pblico que la filosofa burguesa del derecho
no llega a concluir a pesar de todos sus esfuerzos, es el
fundamento real de la sociedad burguesa misma, en tanto que
sociedad de productores de mercancas. Esta contradiccin
se ha encarnado aqu en las relaciones reales de hombres
que no pueden considerar sus actividades privadas como
actividades sociales sino bajo la forma absurda y mistificada
del valor de las mercancas.
220

CAPTULO VII

DERECHO Y VIOLACIN DEL DERECHO

La Russkaia Pravda que es el monumento ms antiguo


del perodo de Kiev de nuestra historia, no contiene en los
43 artculos del llamado ndice acadmico ms que dos
artculos que no se refieran a la violacin del derecho penal
o civil. Todos los dems artculos o definen sanciones o
contienen reglas de procedimiento que deben ser aplicadas
en caso de violacin del derecho. Tanto en un caso como
en otro, por consiguiente, se presupone 1a violacin de la
norma. Las llamadas leyes brbaras de las tribus germnicas
ofrecen el mismo panorama. As, por ejemplo, de los 408
artculos de la ley slica, solamente 65 no tienen un carcter
represivo. El ms antiguo monumento del derecho romano,
la ley de las Doce Tablas, comienza por la regla que define
el procedimiento procesal: si in jus vocat, ni it, antestamino
igitur im capito.

El clebre historiador del derecho, Maine, dice que por


regla general, cuanto ms viejo es un cdigo, ms detallada
y completa es la parte penal.

La no sumisin a la norma, la violacin de la norma, la ruptura


de la normalidad de las relaciones y el conflicto que resulta de
ello constituyen el punto de partida y el contenido principal
de la legislacin arcaica. La normalidad, por el contrario, no
es definida como tal: nicamente existe. La necesidad de fijar
y de determinar de manera precisa la extensin y el contenido
221
de los derechos y deberes recprocos no surge sino, donde ha
desaparecido la coexistencia pacfica. Segn este punto de
vista lleva razn Bentham, al decir que la ley crea el derecho al
crear el delito. La relacin jurdica adquiere histricamente su
carcter especfico sobre todo en relacin con la violacin del
derecho. El concepto de robo es definido mucho antes que el
concepto de propiedad. Las relaciones que derivan del prstamo
son definidas en el caso de que el deudor no quiera rembolsar
el prstamo: cuando alguien reclama a otro una deuda, y ste
niega, etc. (Russkaia pravda, artculo 14). La significacin
original de la palabra pactum no es absolutamente la misma
que la de contrato en general, sino que viene de paz, es decir,
representa el arreglo amistoso de una disputa: El Vertrag pone
fin a la Unvertrglichkeit (cfr. Jhering, Geist des rmischen
Recht, trad. rusa de 1875, I parte, p. 118).

Si, por consiguiente, el derecho privado refleja ms


directamente las condiciones ms generales de la existencia
de la forma jurdica como tal, el derecho penal representa la
esfera donde la relacin jurdica alcanza la mayor tensin. El
momento jurdico se destaca, en primer lugar y ms netamente
que en cualquier otro sitio, de las prcticas consuetudinarias
y se convierte en algo totalmente autnomo. En el proceso
judicial la transformacin de las acciones de un hombre
concreto en actos de una parte jurdica, es decir, de un sujeto
jurdico, aparece muy claramente. Para distinguir las acciones
y voliciones de todos los das y manifestaciones jurdicas
de la voluntad el derecho antiguo se serva de particulares
frmulas y de ceremonias solemnes. El carcter dramtico
del proceso judicial cre as una existencia jurdica particular
al lado del mundo real.
222

De todas las clases de derecho es precisamente el derecho


penal el que tiene el poder de agredir a la personalidad
individual lo ms directa y brutalmente posible. Por esto
tambin el derecho penal ha suscitado siempre el mayor
inters prctico. La ley y la pena que castiga su transgresin
estn, en general, estrechamente unidas la una a la otra de
suerte que el derecho penal juega, por decirlo llanamente,
el papel de un representante del derecho en general: es una
parte que reemplaza al todo.

El origen del derecho penal est histricamente unido a la


costumbre de la venganza de sangre. Estos dos fenmenos
estn muy prximos genticamente. Pero la venganza no
se convierte realmente en venganza sino en tanto que va
seguida de la indemnizacin y de la pena. Tambin aqu son
nicamente las fases ulteriores del desarrollo (como se puede
observar muy a menudo en la historia de la humanidad) los
que hacen comprensibles las implicaciones contenidas en las
formas anteriores. Si se aborda el mismo fenmeno por el
extremo opuesto no se podr ver all nada ms que la lucha
por la existencia, es decir, una realidad puramente biolgica.
Para los tericos del derecho penal que se refieran a una poca
ms tarda la venganza de sangre coincide con el ius talionis
es decir, con el principio de una reparacin equivalente que
excluye la posibilidad de una venganza ulterior cuando el
ofendido o su gens han sido vengados. En realidad, como
ha demostrado muy exactamente M. Kovalevskij, el carcter
ms antiguo de la venganza de sangre era distinto. Las
discordias entre las tribus continuaban de generacin en
generacin y toda ofensa, incluso la causada por la venganza,
223
se converta en motivo de una nueva venganza de sangre. El
ofendido y su parentela se convertan a su vez en ofensores y
el ciclo se prosegua de generacin en generacin, a menudo
hasta la exterminacin completa de los grupos enemigos.

La venganza no comienza a ser regulada por la costumbre y


a transformarse en una reparacin segn la regla del talin
ojo por ojo, diente por diente sino cuando, al lado de la
venganza, comienza a consolidarse el sistema de arreglos o de
reparaciones en dinero. La idea del equivalente, esta primera
idea puramente jurdica, encuentra de nuevo su origen en la
forma de mercanca. El delito puede ser considerado como
una variedad particular del cambio en la cual la relacin de
cambio, es decir, la relacin contractual, es fijada post factum;
dicho de otra forma, despus de la accin arbitraria de una
de las partes. La proporcin entre el delito y la reparacin
se reduce igualmente a una proporcin de cambio. Por esto
Aristteles, hablando de la igualacin en el cambio como
una variedad de justicia, distingue en ella dos subtipos: la
igualacin en las acciones voluntarias y la igualacin en las
acciones involuntarias, alienando las relaciones econmicas
de compra, venta, prstamo, etc., entre las acciones
voluntarias y las diferentes clases de delitos, que implican
sanciones a ttulo de equivalentes especficos, como acciones
involuntarias. Es a l a quien pertenece la definicin del
delito como contrato concluido contra voluntad. La sancin
aparece entonces como un equivalente que compensa los
perjuicios sufridos por la vctima.

Esta idea ha sido retomada, como se sabe, por Hugo Grocio,


y por ingenuas que puedan parecer estas construcciones a
224
primera vista denotan, sin embargo, una intuicin mucho
ms fina de la forma jurdica que las teoras eclcticas de los
juristas modernos.

Se puede observar muy claramente en base a los ejemplos


de la venganza y de la pena los procesos imperceptibles que
unen lo orgnico o biolgico con lo jurdico. Esta conexin
est acentuada por el hecho de que el hombre no es capaz
de renunciar a la interpretacin habitual, es decir, jurdica
(o tica) de los fenmenos de la vida animal. El atribuye sin
querer a las acciones de los animales una significacin que
no les ha sido conferida, a decir verdad, sino por la evolucin
ulterior, es decir, por el desarrollo histrico del hombre.

La autodefensa es, en realidad, uno de los fenmenos ms


naturales, de la vida animal, y se la encuentra ya bajo la
forma de reaccin individual de cada ser vivo, ya en el
comportamiento de grupo. Los sabios que estudian la vida
de las abejas han mostrado que stas guardan la entrada de la
colmena y pican a toda abeja extraa si sta intenta penetrar
en la colmena para robar la miel. Pero si una abeja extraa
ha penetrado ya en la colmena se la mata tan pronto como
se la descubre. No es extrao encontrar en el mundo animal
casos en los que las reacciones estn separadas de la accin
que las provoca por un cierto lapso. El animal no responde
inmediatamente al ataque, sino que remite su accin a ms
tarde, a un momento ms oportuno. La autodefensa se
convierte aqu en venganza en el sentido ms verdadero de
la palabra. Y como la venganza est indisolublemente unida
para el hombre moderno a la idea de la reparacin equivalente,
no es extrao que Ferri por ejemplo, est dispuesta a admitir
225
la existencia de un instinto jurdico en los animales.
La idea jurdica, es decir, la idea de la equivalencia no se
expresa efectivamente neta y claramente y no se realiza
objetivamente sino en aquel estado del desarrollo econmico
en que esta forma de equivalencia se convierte en una
costumbre de igualacin en el cambio; en ningn caso,
por consiguiente, en el mundo animal sino solamente en
la sociedad humana. No es en absoluto necesario para esto
que la venganza haya sido completamente suplantada por la
reparacin. En los casos precisamente en que la reparacin
es rechazada como algo deshonroso (una concepcin de este
tipo predomin largo tiempo entre los pueblos primitivos) y
en los que la ejecucin de la venganza personal es considerada
como un deber sagrado, el acto mismo de venganza reviste
un nuevo matiz que no tena con anterioridad cuando no
representaba todava una alternativa: a ella es, precisamente,
inherente la idea de que representa la nica reparacin
adecuada. El rechazo de la reparacin bajo la forma de
dinero evidencia, en suma, que la efusin de sangre es el
nico equivalente posible por la sangre ya derramada. De
fenmeno puramente biolgico la venganza se transforma en
una institucin jurdica desde que se relaciona de un modo u
otro con la forma de equivalente en el cambio, con el cambio
medido por el valor.

El derecho penal antiguo resalta este nexo con particular


evidencia y fuerza, poniendo directamente en pie de
igualdad el perjuicio causado al patrimonio y el perjuicio
causado a la persona con una ingenuidad a la que las pocas
ulteriores renunciaron pdicamente. Desde el punto de vista
del antiguo derecho penal romano no haba nada de anormal
226
en que un deudor insolvente pagara sus deudas con partes de
su cuerpo (in partes secare) y en que un culpable respondiera
con sus bienes por una ofensa fsica hecha a una persona. La
idea del arreglo sobre la base de una equivalencia aparece
aqu en toda su desnudez y no est complicada ni velada por
ningn tipo de elementos sobreaadidos. En consecuencia,
el proceso penal asume el carcter de un contrato comercial.
Debemos representarnos aqu dice Jhering un mercado
en el que una de las partes pide demasiado mientras la
otra insiste en una reduccin hasta que se ponen por fin
de acuerdo. Esto estaba expresado por el trmino pascere,
mientras que el acuerdo sobre el precio se indicaba con el
trmino pactum. Es aqu donde entra en juego el oficio de
un mediador, escogido por las dos partes, que determina el
montante de la suma para el arreglo (arbiter en el primitivo
significado romano).

En lo que se refiere a las pretendidas penas pblicas,


fueron introducidas en su origen en razn principalmente a
consideraciones de orden fiscal y sirvieron para alimentar
las cajas de los representantes del poder. El Estado dice
a este propsito Maine no exiga del acusado una multa
para el perjuicio que se supona le haba sido causado, sino
que exiga solamente una cierta parte de indemnizacin
debida a ttulo de justo resarcimiento por la prdida de
tiempo y por sus servicios. La historia nos ensea que este
justo resarcimiento por la prdida de tiempo era exigido
con tanto celo por los prncipes que, segn el testimonio
de las crnicas, el territorio ruso estaba devastado por
las indemnizaciones y los impuestos. Por otra parte, este
mismo fenmeno de pillaje judicial puede ser observado no
227
solamente en la antigua Rusia, sino igualmente en el imperio
de Carlomagno. A los ojos de los antiguos prncipes rusos
los beneficios que procuraban los gastos de justicia no se
distinguan en nada de las fuentes de rentas ordinarias. Ellos
los asignaban a sus servidores, los repartan, etc. Se poda
tambin sustraerse al tribunal del prncipe pagndole una
cierta suma (cfr. la dikaia vira de la Russkaia Pravda).

Por lo dems, al lado de la pena pblica como fuente de rentas,


aparece muy pronto la pena como medio para mantener la
disciplina y defender la autoridad del poder clerical y militar.
Se sabe que en la antigua Roma la mayora de los delitos
graves eran al mismo tiempo delitos contra los dioses. As,
por ejemplo, una de las violaciones ms importantes de la
propiedad terrateniente, el desplazamiento malvola de las
lindes de los campos, era considerado desde la antigedad
como un delito religioso, y la cabeza de los culpables era
ofrecida a los dioses. La casta de los sacerdotes que apareca
como la guardiana del orden no persegua as nicamente
un inters ideolgico sino tambin un inters material muy
slido, porque los bienes del culpable eran confiscados en
tales casos en su provecho. Por otra parte, las penas que eran
impuestas por la casta de los sacerdotes a los que producan
perjuicios a sus rentas rehusando las ceremonias o las
ofrendas establecidas, o intentando introducir nuevas doctrinas
religiosas, etc. tenan igualmente un carcter pblico.

La influencia de la organizacin sacerdotal, es decir, la


Iglesia, sobre el derecho penal se manifiesta en que, aunque
la pena contina conservando el carcter de un equivalente o
de una retribucin, sta no est ya unida inmediatamente al
228
perjuicio producido por la vctima y no est ya fundamentada
en pretensiones de esta ltima, sino que adquiere una
significacin superior, abstracta, en tanto que castigo
divino. La Iglesia quiere as asociar al elemento material
del resarcimiento el motivo ideolgico de la expiacin
y purificacin (expiatio) y hacer as del derecho penal,
construido sobre el principio de la venganza privada, un
medio ms eficaz de mantenimiento de la disciplina social,
es decir, de la dominacin de clase. En esta perspectiva
los esfuerzos del clero bizantino para introducir la pena de
muerte en el principado de Kiev son reveladores.

El mismo fin de mantenimiento de la disciplina determina


igualmente el carcter de las medidas punitivas tomadas por
los jefes militares. Estos ejercen la justicia tanto sobre los
pueblos sometidos como sobre sus propios soldados en caso de
motines, complots o simplemente desobediencia. La clebre
historia de Clodvig, que parte en dos con sus propias manos
la cabeza de un guerrero recalcitrante, muestra el carcter
primitivo de la justicia penal en la poca del nacimiento de
los estados brbaros germnicos. En pocas ms lejanas esta
tarea de mantenimiento de 1a disciplina militar incumba a
la asamblea popular; con el reforzamiento y la estabilidad
del poder real esta funcin volvi a manos de los reyes y
se identific con la defensa de sus propios privilegios. Por
lo que respecta a los delitos comunes, los reyes germnicos
(igual que los prncipes de Kiev) no tenan en ellos durante
largo tiempo sino un inters puramente fiscal.

Esta situacin se modifica con el desarrollo y la consolidacin


de las divisiones de clase y Estado. El nacimiento de una
229
jerarqua espiritual y laica hace de la proteccin de sus
privilegios y de la lucha contra las clases inferiores oprimidas
de la poblacin una tarea prioritaria. La disgregacin de
la economa natural y la intensificada explotacin de los
agricultores que de ello resulta, el desarrollo del comercio
y la organizacin del Estado basado en la divisin en
estamentos y en clases proponen a la jurisdiccin penal
otra tarea. En esta poca la justicia penal no es ya para los
detentadores del poder un simple medio de enriquecimiento,
sino un medio de represin implacable y brutal de los
malvados, es decir, contra los campesinos que huan de
la explotacin intolerable de los seores y de su Estado, as
como contra la poblacin empobrecida, los mendigos, etc.
El aparato policiaco e inquisitorio comienza a desempear
una funcin preeminente. Las penas se convierten en medios
ya de exterminio fsico, ya de terrorismo: es la poca de la
tortura, de las penas corporales, de las ejecuciones capitales
ms brbaras.

As se ha ido constituyendo progresivamente la amalgama


compleja del derecho penal moderno donde se pueden
distinguir sin trabajo diversos estratos histricos.
Fundamentalmente, es decir, desde un punto de vista
puramente sociolgico, la burguesa asegura y mantiene
su dominacin de clase con su sistema de derecho penal
oprimiendo a las clases explotadas. Bajo este ngulo sus
jueces y sus organizaciones privadas voluntarias de
esquiroles persiguen un nico y mismo fin. Si se consideran
las cosas desde este punto de vista, la jurisdiccin penal no
es sino un apndice del aparato de polica y de instruccin.
Si los tribunales de Pars tuviesen realmente que cerrar
230
sus puertas durante algunos meses, los nicos en sufrir las
consecuencias seran los criminales detenidos. Pero si las
famosas brigadas de polica de Pars dejaran su trabajo,
aunque slo fuese un da, el resultado sera catastrfico.

La jurisdiccin penal del Estado burgus es un terrorismo de


clase organizado que no se diferencia ms que hasta cierto
punto de las llamadas medidas excepcionales utilizadas
durante la guerra civil. Ya Spencer ha indicado la analoga
estrecha, la identidad incluso de las acciones defensivas
dirigidas contra los ataques externos (guerra) y la reaccin
contra los que alteran el orden interno del Estado (defensa
judicial o jurdica). El hecho de que las medidas del
primer tipo, es decir, las medidas penales, sean utilizadas
principalmente contra elementos desclasados de la sociedad
y las medidas del segundo tipo principalmente contra los
militantes ms activos de una nueva clase que est a punto
de alzarse con el poder, no cambia en modo alguno la
naturaleza de las cosas como sucede con la mayor o menor
correccin y totalidad del procedimiento empleado. No se
puede comprender el verdadero sentido de la prctica penal
del Estado de clase a no ser que se parta de su naturaleza
antagnica. Las teoras del derecho penal que deducen
los principios de la poltica penal de los intereses de la
sociedad en su conjunto son deformaciones conscientes o
inconscientes de la realidad. La sociedad en su conjunto
no existe sino en la imaginacin de los juristas: no existen
de hecho ms que clases que tiene intereses contradictorios.
Todo sistema histrico determinado de poltica penal lleva
la marca de los intereses de la clase que lo ha realizado. El
seor feudal haca ejecutar a los campesinos no sumisos y a
231
los ciudadanos que se oponan a su dominacin. Las leyes de
las ciudades hacan colgar a los caballeros que se dedicaban
al saqueo y destruir sus castillos. En la Edad Media todo
individuo que quera ejercer un oficio sin ser miembro de
la corporacin era considerado culpable de violar la ley; la
burguesa capitalista, apenas haba acabado de surgir, declar
delito las asociaciones de trabajadores.

El inters de clase imprime as a cada sistema penal la marca


de la concrecin histrica. En lo que respecta en particular
a los mtodos mismos de poltica penal, es corriente citar
los grandes progresos realizados por la sociedad burguesa
a partir de la poca de Beccaria y de Howard hacia ideales
humanitarios: abolicin de la tortura, de las penas corporales,
de las penas infamantes, de las ejecuciones capitales brbaras,
etc. Todo esto representa sin duda un gran progresa. Pero no
hay que olvidar que la abolicin de las penas corporales no
se ha realizado en todas partes. En Inglaterra el azote est
autorizado: hasta 25 golpes de vara para los menores de 16
aos; hasta 150 azotes para los adultos, culpables de hurto.
El ltigo es utilizado en Inglaterra contra los marineros.
En Francia el castigo corporal es aplicado como sancin
disciplinaria a los detenidos (cfr. Fojnickif, Ucenie o nakazanii
[Teora de la pena], p. 15). En Amrica, en dos Estados de
la Unin, se mutila a los criminales mediante la castracin.
Dinamarca ha introducido en 1905 para una serie de delitos
los castigos corporales del garrote y de la soga embreada.

Ms recientemente an, la cada de la Repblica sovitica


en Hungra supuso, entre otras cosas, la introduccin del
azotamiento aplicado a los adultos para toda una serie de
232
delitos contra la persona y la propiedad (cfr. Deutsche
Strafrechtszeitung, 1920, nmeros 11-12).

Es necesario, adems, sealar que los ltimos decenios


han visto nacer precisamente en un cierto nmero de
Estados burgueses una tendencia a la restauracin de penas
corporales, aflictivas e infamantes. El humanismo de la
burguesa cede el sitio a las llamadas a la severidad y a una
ms amplia aplicacin de la pena de muerte.

Segn Kautsky, esto se explicara por el hecho de que la


burguesa tena una actitud pacifista y humanitaria a1 final
del siglo XVIII y comienzos del XIX es decir, hasta la
introduccin del servicio militar obligatorio, porque no serva
en el ejrcito. Es muy dudosa que sea la razn fundamental.
La transformacin de la burguesa en una clase reaccionaria
que tiene miedo del ascenso del movimiento obrero, as
como su poltica colonial, que ha sido desde siempre una
escuela de crueldad, han sido las causas ms importantes.

nicamente la desaparicin completa de las clases permitir


crear un sistema penal en el que est excluido todo elemento
antagnico. La cuestin que se plantea ahora es la de saber
si ser necesario en tales circunstancias un sistema penal
general. Si la prctica penal del poder del Estado es en su
contenido y en su carcter un instrumento de defensa de la
dominacin de clase, en su forma aparece como un elemento
de la superestructura jurdica y forma parte del sistema
jurdico como una de sus ramas. Hemos demostrado con
anterioridad que la lucha abierta por la existencia reviste,
con la introduccin del principio de equivalencia, una forma
233
jurdica. El acto de legtima defensa pierde su carcter de
simple acto de autodefensa y se convierte en una forma de
cambio, un modo particular de cambio que encuentra su sitio
al lado del cambio comercial normal. Los delitos y las
penas se convierten as en 1o que son, es decir, revisten un
carcter jurdico sobre la base de un contrato de retroventa.
En tanto que se conserva esta forma la lucha de clases se
realiza cmo jurisdiccin. Inversamente, la denominacin
misma de derecho penal y pierde toda su significacin si
este principio de relacin de equivalencia desaparece.

El derecho penal es as una parte integrante de la


superestructura jurdica en la medida en que encarna una
variedad de esta forma fundamental de la sociedad moderna:
la forma de equivalentes con todas sus consecuencias. La
realizacin de estas relaciones de cambio en el derecho
penal es un aspecto de la constitucin del Estado de derecho
como forma ideal de las relaciones entre los poseedores
de mercancas independientes e iguales que se encuentran
sobre el mercado. Pero como las relaciones sociales no
se limitan a las relaciones abstractas de propietarios de
mercancas abstractos, la jurisdiccin penal no es solamente
una encarnacin de la forma jurdica abstracta, sino tambin
un arma inmediata en la lucha de clases. Cuanto ms aguda
y encarnizada se hace esta lucha, la dominacin de clase
tiene ms dificultades para realizarse en el interior de la
forma jurdica. En este caso el tribunal imparcial con sus
garantas jurdicas es sustituido por una organizacin directa
de la venganza de clase, cuyas acciones vienen guiadas
exclusivamente por consideraciones polticas.
234
Si se considera la sociedad burguesa en su esencia como una
sociedad de propietario de mercancas, es necesario suponer
a priori que su derecho penal es jurdico en el ms alto grado,
en e1 sentido que habamos precisado. Entonces parece que
nos topamos de repente con algunas dificultades. La primera
consiste en que el derecho penal moderno no tiene como
esencial punta de referencia el perjuicio causado a la parte
ofendida, sino la violacin de la norma establecida por el
Estado. Pero si la parte ofendida, con sus pretensiones, pasa
a un segundo plano, podemos preguntar cmo opera aqu la
forma de la equivalencia. En primer lugar si la parte ofendida
pasa a segundo plano, no quiere decir que desaparezca:
contina, por el contrario, constituyendo el trasfondo de la
accin penal. La abstraccin del inters pblico ofendido se
apoya sobre la figura enteramente real de la parte ofendida
que participa en el proceso, ya personalmente ya por medio
de un representante, dando as a ese proceso una concrecin
real. Esta abstraccin, por lo dems, encuentra su encarnacin
real en la persona del fiscal pblico, incluso en el caso donde
no ha habido realmente vctimas y donde es la ley nicamente
la que protesta. Este desdoblamiento por el cual el mismo
poder del Estado aparece tanto en el papel de parte judicial
(fiscal) como en el de juez muestra que el proceso penal
como forma jurdica es inseparable de la figura de la vctima
que exige reparacin y por consiguiente de la forma ms
general de un contrato. El fiscal pblico reclama como una
parte cualquiera un precio el valor, es decir, una pena
severa. El acusado solicita la indulgencia, una reduccin y
el tribunal se pronuncia en justicia. Si se le quita totalmente
esta forma de contrato, se suprime al proceso penal toda su
alma jurdica. Imaginmonos por un instante que el tribunal
235
no se ocupe sino de la manera en que las condiciones de vida
del acusado podran ser transformadas a fin de enmendarle
o a fin de proteger a la sociedad; entonces se volatilizara en
seguida toda la significacin del trmino mismo de pena.
Esto no significa que todo el procedimiento penal est
totalmente privado de los elementos simples y comprensibles
mencionados ms arriba. nicamente queremos demostrar
que este procedimiento contiene particularidades que no estn
determinadas por consideraciones sociales claras y simples,
sino que representan un elemento irracional mistificado y
absurdo. Queremos igualmente demostrar que este elemento
precisamente es el elemento especficamente jurdico.

Hay an otra dificultad. El derecho penal antiguo no conoci


nada ms que el concepto dao. Las nociones de culpa y de
culpabilidad, que ocupan en el derecho penal moderno un
sitio tan importante, faltaron totalmente en aquel estadio
de desarrollo. El acto doloso, el acto culposo, el acto
fortuito eran evaluados conforme a sus consecuencias. Las
costumbres de los francos salios y de los actuales osetes se
sitan bajo este ngulo al mismo nivel de desarrollo. Estos
ltimos no hacen ninguna especie de diferencia, por ejemplo,
entre una muerte provocada por una pualada y una muerte
provocada por la cada de una piedra desde lo alto de una
montaa a consecuencia de un tropezn de un buey ajeno.

Como podemos ver, no se deduce de esto en absoluto que


el concepto de responsabilidad haya sido desconocido por
el derecho antiguo. Pero en aquel tiempo la responsabilidad
se determinaba de otra forma. En el derecho penal moderno
nos encontramos, conforme al individualismo radical de la
236
sociedad burguesa, con un concepto de la responsabilidad
estrictamente personal. El derecho antiguo estaba, por el
contrario, penetrado del principio de la responsabilidad
colectiva. Se castigaba a los hijos por las faltas de sus
padres, y el grupo era responsable de cada uno de sus
miembros. La sociedad burguesa, por el contrario, disolvi
todos los lazos primitivos y orgnicos preexistentes entre
los individuos. Proclama el principio: cada uno para s
y lo realiza en todos los dominios incluso en el derecho
penal de forma enteramente consecuente. Adems, el
derecho penal moderno ha introducido en el concepto
de responsabilidad un elemento psicolgico, dando as
al concepto una gran flexibilidad; ha distinguido en el
varios niveles: responsabilidad por una consecuencia
prevista (dolo) y responsabilidad por una consecuencia
imprevista, pero previsible (culpa). En fin, construy el
concepto de inimputabilidad, es decir, de ausencia total de
responsabilidad. La introduccin del momento psicolgico
en el concepto de responsabilidad significaba evidentemente
la racionalizacin de la lucha contra el delito. nicamente
sobre la base de la distincin entre las acciones incriminables
y las acciones no incriminables ha podido ser construida una
teora de las medidas preventivas especiales y generales. En
la medida, sin embargo, en que la relacin entre el delincuente
y la autoridad penal est construida como una relacin
jurdica y se desarrolla bajo la forma de un proceso judicial,
este nuevo momento no excluye en absoluto el principio
de la reparacin equivalente sino que, por el contrario,
crea una nueva base para su aplicacin. Qu significan
estas distinciones de grado en la responsabilidad a no ser
precisiones de las condiciones de un futuro contrato judicial?
237
Tal graduacin de la responsabilidad es el fundamento de la
escala de penas; es un elemento nuevo, ideal o psicolgico
si se prefiere, que se aade al elemento material del dao
y al elemento objetivo del acto para constituir con ellos el
fundamento de la determinacin proporcional de la pena.
La accin dolosa implica una responsabilidad ms grave
y en condiciones iguales una pena ms severa; la accin
culposa comporta una responsabilidad menos grave y por
tanto coeteris paribus una pena menor; en fin, en caso
de ausencia de responsabilidad (culpable pero no imputable)
la pena no se pronuncia. Si reemplazamos la pena por la
Behandlung (en ruso, medida de influencia), es decir, por
un concepto jurdicamente neutral mdico-pedaggico, se
llega a resultados completamente diferentes. En este caso no
ser la proporcionalidad de la pena la que nos preocupar
por encima de todo sino la adecuacin de las medidas al
fin fijado, es decir, a los fines de defensa de la sociedad,
influencia sobre el delincuente, etc. Segn este punto de
vista la relacin puede ser completamente invertida: en el
caso precisamente de una responsabilidad atenuada pueden
ser necesarias las medidas ms intensas y las ms largas.

El concepto de responsabilidad es indispensable si la pena


se presenta como un medio de retribucin. El delincuente
responde con su libertad de un delito cometido y responde
por un quantum de libertad que es proporcional a la gravedad
del delito. Esta nocin es completamente superflua donde la
pena haya perdido su carcter de equivalencia. Pero si no
existe ya ningn rastro del principio de equivalencia la pena
deja de ser una pena en el sentido jurdico del trmino.
238
El concepto jurdico de culpabilidad no es un concepto
cientfico porque nos arrastra directamente a las
contradicciones del indeterminismo. Desde el punto de vista
del encadenamiento de las causas que determinan un suceso
cualquiera no existe la menor razn de privilegiar esta causa
ms que a esta otra. Las acciones de un hombre psquicamente
anormal (irresponsable) estn determinadas por una serie
de causas (herencia, condiciones de vida, ambiente, etc.),
igual, que las acciones de un hombre enteramente normal
(responsable). Es interesante sealar que la pena aplicada
bajo 1a forma de medida pedaggica (es decir, sin referencia
a la nocin jurdica de equivalencia) no est unida, en
absoluto, a consideraciones sobre la imputabilidad, la libertad
de eleccin, etc.: incluso no las necesita. La racionalidad de
la pena en pedagoga (hablamos aqu, evidentemente, de la
racionalidad en el sentido ms general, independientemente
de las formas, de la severidad de la pena) est determinada
exclusivamente por la capacidad para un individuo de captar
suficientemente la unin existente entre sus propias acciones
y sus consecuencias desagradables y de acordarse de ello. Las
personas que la ley penal considera como irresponsables de
sus propias acciones, es decir, los muy jvenes, los anormales
psquicos, etc., son igualmente imputables segn este punto
de vista, es decir, influenciables en un cierto sentido.

La pena proporcional a la culpabilidad es fundamentalmente


anloga a la reparacin proporcional al dao. Es la expresin
aritmtica, sobre todo, la que caracteriza el rigor de la
sentencia: tantos y tantos das, tantos meses, etc., de privacin
de libertad, multa de tanta cantidad, prdida de tales o
tales derechos, etc. La privacin de libertad por un tiempo
239
determinado a consecuencia de la sentencia del tribunal es
la forma especfica en la cual el derecho penal moderno, es
decir, burgus capitalista, realiza el principio de reparacin
equivalente. Esta forma est inconscientemente, pero a la vez,
profundamente unida a la representacin del hombre abstracto
y del trabajo humano abstracto medible en tiempo. No se
debe al azar que esta forma de pena haya sido introducida
y considerada como natural y racional en el siglo XIX
precisamente, es decir, una poca en que la burguesa pudo
desarrollarse y afirmar todas sus caractersticas. Las prisiones
y los calabozos existan igualmente en la Antigedad y en la
Edad Media al lado de otros medios de ejercicio de la violencia
psquica. Pero los individuos entonces permanecan detenidos
hasta su muerte o hasta que pudieran pagar rescate.

Para que la idea de la posibilidad de reparar el delito por


un quantum de libertad abstractamente predeterminado
haya podido nacer, ha sido necesario que todas las formas
concretas de la riqueza social hayan sido reducidas a 1a
forma ms abstracta y ms simple al trabajo humano medido
por el tiempo. Tenemos aqu indudablemente un ejemplo que
confirma la interconexin entre los diferentes aspectos de la
cultura. El capitalismo industrial, la declaracin de derechos
del hombre, la economa poltica de Ricardo y el sistema de
la detencin temporal son fenmenos que pertenecen a una
nica y misma poca histrica.

Si el carcter de equivalencia de la pena, bajo su forma


materialmente sensible de causacin de un dao fsico o
exaccin de una retribucin en dinero conserva, precisamente
a causa de esta brutalidad, su significacin elemental,
240
accesible a todo el mundo, pierde, por el contrario, bajo
su forma abstracta de privacin de libertad para un tiempo
determinado esta significacin evidente aunque, como antes,
siga siendo habitual hablar de la medicin de la pena por la
gravedad del delito. Por esto muchos tericos del derecho
penal, particularmente los que se consideran progresistas,
se esfuerzan naturalmente en suprimir totalmente este
elemento de la equivalencia como algo absurdo y concentran
su atencin sobre los fines racionales de la pena. El error de
los criminalistas progresistas es creer que nicamente estn
en presencia al criticar las pretendidas teoras absolutas
del derecho penal de concepciones falsas, de errores del
pensamiento que pueden ser refutados con la crtica terica.
En realidad, esta forma absurda de equivalencia no es una
consecuencia del extravo de algunos criminalistas sino una
consecuencia de las relaciones materiales de la sociedad
que produce mercancas y que de ellas se alimenta. La
contradiccin entre los fines racionales de la proteccin de
la sociedad o de la reeducacin del delincuente y el principio
de la reparacin equivalente no existe solamente en los
libros y teoras, sino tambin en la vida misma, en la prctica
judicial, en la estructura de la sociedad misma. Igualmente,
la contradiccin entre las conexiones interindividuales del
trabajo y la incoherente expresin formal de tales relaciones
en el valor de las mercancas, reside no solamente en los
libros y las teoras sino en la misma praxis social.

Para demostrarlo bastar con referirse a algunos elementos.


Si en la vida social la pena fuera efectivamente considerada
slo desde el punto de vista de su fin, la misma ejecucin de
la pena y sobre todo sus resultados deberan suscitar inters.
241
Quin, sin embargo, negar que el centro de gravedad
del proceso penal es, en la mayora de los casos, la sala de
audiencia y el instante en que se dicta sentencia?

El inters suscitado por los diferentes mtodos con que se


acta sobre el delincuente es insignificante en comparacin
con el inters suscitado por el instante impresionante en que
es pronunciada la sentencia y determinada la medicin
de la pena. Las cuestiones de la reforma penitenciaria no
preocupan sino a un pequeo grupo de criminalistas. La
cuestin, por el contrario, que preocupa al pblico es la de
saber si la sentencia corresponde a la gravedad del delito.
Para la opinin pblica, cuando el tribunal ha determinado
correctamente el equivalente, todo est, por decirlo as,
arreglado y el destino ulterior del delincuente ya no interesa
a nadie. La teora de la ejecucin de la sentencia dice
Krohne, uno de los especialistas ms conocidos en este
dominio es el punto dbil de la ciencia del derecho
penal, es decir, est relativamente olvidado. Si tenis
prosigue las mejores leyes, los mejores jueces, las mejores
sentencias pero los funcionarios encargados de la ejecucin
de las penas son incapaces, podis echar las leyes a la basura
y quemar las sentencias. Pero el predominio del principio
de reparacin equivalente no se demuestra solamente por esta
distribucin de la atencin pblica. Se manifiesta igualmente
en la misma prctica judicial. A qu otro fundamento se
refieren de hecho las sentencias citadas por Aschaffenburg en
su libro Das Verbrechen und seine Bakkmpfung? Tomemos
aqu dos ejemplos nada ms de los muchos existentes:
un delincuente reincidente que ha sido ya condenado 22
veces por falsedad, robo, estafa, etc., es condenado la 23
242
vez a 24 das de prisin por ultraje al funcionario. Otro
delincuente, que ha pasado 13 aos en la crcel y en colonia
penal (Zuchtaus), 16 veces condenado por robo y estafa, es
condenado la 17 vez a 4 meses de prisin por estafa. En este
caso no se puede hablar manifiestamente ni de una funcin
de defensa ni de una funcin correctiva de la pena. Es el
principio formal de la equivalencia el que triunfa aqu: a
culpabilidad igual, pena igual. Por otra parte, qu otra cosa
hubiera podido hacer el tribunal? No puede esperar reformar
en tres semanas de detencin a un reincidente, pero tampoco
puede encerrar toda su vida al sujeto en cuestin por simple
ultraje al funcionario. No le queda otro remedio que hacer
pagar al delincuente por un pequeo delito en calderilla
(algunas semanas de privacin de libertad). Por otra parte,
la justicia burguesa vigila cuidadosamente que el contrato
con el delincuente sea concluido con todas las reglas del
arte, es decir, que cada uno pueda convencerse y creer que
el pago ha sido equitativamente determinado (publicidad
del procedimiento judicial), que el delincuente ha podido
libremente negociar (proceso en forma de debate) y que
ha podido utilizar los servicios de un experto (derecho a la
defensa), etc. En una palabra, el Estado plantea su relacin
con el delincuente como un cambio comercial de buena fe:
en esto consiste precisamente el significado de las garantas
de procedimiento penal.

El delincuente debe, por consiguiente, saber con anterioridad


de qu responde y qu se le demanda: Nullum crimen, nulla
poena sine lege. Qu significa esto? Es necesario que
cada delincuente en potencia est exactamente informado
de los mtodos de correccin que le sern aplicados? No,
243
la cuestin es ms simple y ms brutal. Debe saber con
qu tanto de libertad deber pagar como consecuencia
del contrato concluido delante del tribunal. Debe conocer
con anterioridad las condiciones sobre cuya base deber
pagar. Tal es el sentido de los cdigos penales y de los
procedimientos penales.

No es necesario imaginarse que en el derecho penal haya


reinado inicialmente la falsa teora de la reparacin y que
haya sido en seguida suplantada por el justo punto de vista de
la defensa de la sociedad. No se debe considerar su desarrollo
exclusivamente en el plano de las ideas. En realidad la
poltica penal, tanto antes como despus de la aparicin de
la tendencia sociolgica y antropolgica en la criminologa,
tena un contenido de defensa social (o ms exactamente
clasista). Pero al lado de esto contena, y contiene, elementos
que no derivan de esta finalidad tcnica y que de esta forma
no permiten al procedimiento penal expresarse enteramente
bajo la forma racional y no mistificada de reglas tcnicas
sociales. Estos elementos cuyo origen deben buscarse no en
la poltica penal como tal, sino mucho ms profundamente,
dan a las abstracciones jurdicas del delito y la pena su
realidad concreta y les confieren una significacin prctica
en el cuadro de 1a sociedad burguesa, pese a todos los
esfuerzos en contrario de la crtica terica.

Un representante conocido de la escuela sociolgica, Van


Gammel, declar en el congreso penalista celebrado en 1905
en Hamburgo que el principal obstculo de la criminologa
moderna eran los conceptos de culpabilidad, de delito y
de pena. Cuando nos hayamos deshecho de estos tres
244
conceptos aada todo ir mejor. Se puede replicar a
esto que las formas de la conciencia burguesa no se dejarn
suprimir nicamente por una crtica ideolgica, porque ellas
constituyen un todo nico con las relaciones materiales
que expresan. La nica va para disipar estas apariencias
convertidas en realidad es la de la abolicin prctica de estas
relaciones, es decir, la lucha revolucionaria del proletariado,
la realizacin del socialismo.

No es suficiente proclamar que los conceptos de culpabilidad


y de culpa son un prejuicio para poder pasar en seguida en
la prctica a una poltica penal que de hecho haga superfluo
este concepto. Mientras que la forma de mercanca y la forma
jurdica que deriva de la misma continen imprimiendo su
sello en la sociedad, la idea, absurda en el fondo, es decir,
desde el punto de vista no jurdico, de que la gravedad de
cada delito puede ser pesada y expresada en meses o en aos
de encarcelamiento, conservar en la prctica judicial su
fuerza y su significacin reales.

Se puede naturalmente evitar proclamar esta idea de esta


forma tan brutal y chocante, pero ello no significa en absoluto
que de este modo evitemos su influencia en la prctica. La
modificacin terminolgica no cambia en nada la esencia de
la cuestin. El Comisariado del Pueblo para la Justicia de la
RSFSR public ya en 1918 los principios rectores del derecho
penal en los que se rechaz el principio de la culpabilidad
como fundamento de la pena y configur la pena misma no
como retribucin por una culpa sino exclusivamente como
medida de defensa. El cdigo penal de la RSFSR de 1922
deja a un lado igualmente el concepto de culpabilidad. En
245
fin, los principios fundamentales de la legislacin penal de
la Unin Sovitica dictados por el Comit Ejecutivo Central
de la URSS excluyen absolutamente el trmino mismo de
pena para reemplazarlo por la denominacin de medida de
defensa social de carcter judicial-correctiva. Tal cambio de
terminologa tiene indudablemente un carcter declarativo,
pero la esencia del problema no se solucionar mediante
declaraciones. La transformacin de la pena de retribucin
en medida adecuada de defensa social y de reeducacin de
los individuos socialmente peligrosos significa resolver un
gran problema organizativo que no slo tiene races fuera del
dominio de la actividad puramente judicial, sino que, en caso
de xito, hace sustancialmente superfluos el proceso y la
sentencia judicial. En efecto, cuando esta tarea est realizada
completamente, la correccin por el trabajo no slo deja de
ser una simple consecuencia jurdica de la sentencia que
sanciona un supuesto delictivo, sino que se convertir en
una funcin social completamente autnoma, de naturaleza
mdico-pedaggica. Nuestro desarrollo va e ir sin duda
alguna en este sentido. Provisionalmente, sin embargo, en
tanto que nos sea necesario poner el acento sobre e1 trmino
judicial al hablar de medidas de defensa social, mientras
las formas materiales del proceso judicial y del cdigo penal
subsistan, la modificacin de la terminologa continuar
siendo durante tiempo una reforma puramente formal.
Esto no poda escapar a la atencin de los juristas que se
han pronunciado respecto a nuestro cdigo penal. Cito aqu
nicamente algunas opiniones. N. Poljanskij (El cdigo
penal de la RSFSR y el proyecto alemn de cdigo penal,
Pravo i Zizn, 1922, 3), encuentra que en la parte especial
del cdigo penal la negacin del concepto de culpabilidad
246
es solamente formal y que la cuestin de la culpabilidad
y de sus grados es un problema incorporado a la prctica
cotidiana de nuestros tribunales. M. M. Isaev (El cdigo
penal, 1. de junio de 1922, Sovetskoe pravo, 1922, 2)
dice que el concepto de culpabilidad no es ignorado en el
cdigo penal de 1922 puesto que distingue el dolo de la culpa
contraponindoles al casus y distingue igualmente la pena de
la medida de defensa social en sentido estricto (cfr. tambin
Trachterov, La frmula de la no imputabilidad en el Cdigo
Penal de la URSS, Vestnik Sovetskof Justits, rgano del
Comisariado del Pueblo para la Justicia de la Repblica de
Ucrania, N 5, 1923).

El hecho es, naturalmente, que tanto el cdigo penal en s


como el procedimiento judicial para el que fue creado estn
penetrados todava por el principio de la equivalencia.
Qu es, en efecto, la parte general de todo cdigo penal
(comprendido el nuestro) con sus conceptos de complicidad,
de coautora, tentativa, premeditacin, etc., sino un medio
de evaluacin ms precisa de la culpabilidad? Qu
representa la distincin hecha entre dolo y culpa a no ser una
graduacin de la culpabilidad? Qu significa el concepto de
inimputabilidad si el concepto de culpabilidad no existe? Y
finalmente, para qu sirve toda la parte especial del cdigo
penal si slo existen medidas de defensa social (de clase)?

En realidad una aplicacin coherente del principio de defensa


de la sociedad no exigira la fijacin de cada supuesto de
hecho legal penal (a los cuales se refieren lgicamente las
medidas de la pena fijadas por la ley o el tribunal), sino
una descripcin precisa de los sntomas que caracterizan el
247
estado socialmente peligroso y una elaboracin precisa de
los mtodos a aplicar en cada caso particular para proteger
a la sociedad.

El punto crucial no se halla solamente como piensan algunos,


en el hecho de que la medida de defensa social est unida
en la aplicacin a unos elementos subjetivos (forma y grado
de peligrosidad social) mientras que la pena reposa sobre un
elemento objetivo, es decir, sobre una concreta figura legal
de delito definida en la parte especial del cdigo. El punto
crucial reside en el carcter de esta unin. Es difcil, en efecto,
separar la pena de una base objetiva porque aquella no puede
prescindir de la forma de equivalente sin desprenderse de su
caracterstica fundamental con todo, solamente una concreta
figura legal de delito da un cierto fundamento a la medicin
de la gravedad y, por consiguiente un cierto fundamento a
la equivalencia. Se puede obligar a un individuo a pagar
una cierta accin, pero es impensable que se pueda hacerle
pagar por el hecho de que la sociedad lo considere peligroso
precisamente por esto la pena supone un tipo legal delictivo
fijado con precisin, mientras que la medida de defensa social
no tiene necesidad de ella. La accin a pagar es una coercin
jurdica que se ejerce sobre el sujeto en el interior del cuadro
de las formas procesales, de la sentencia y de su ejecucin.
La medida de defensa social es, por el contrario, un puro
expediente de conformacin a un fin y, como tal, puede ser
determinada por reglas tcnicas. Estas reglas pueden ser
ms o menos complejas, segn que el fin sea la eliminacin
mecnica del individuo peligroso o su reeducacin. En cada
caso, sin embargo, los fines que se ha impuesto la sociedad a
s misma tienen en estas reglas una expresin clara y simple.
248
En las normas jurdicas, por el contrario, que establecen para
delitos determinados penas determinadas, este fin social
aparece bajo una forma mistificada. El individuo sobre el que
se quiere influir est colocado en la situacin de un deudor
que debe reembolsar sus deudas. No es por casualidad que
el trmino sancin significa al mismo tiempo ejecucin
coactiva de una obligacin jurdica privada y pena. El mismo
concepto expresa el trmino purgar su pena. El delincuente
que ha purgado su pena vuelve al punto de partida, es decir,
a una existencia individualista en la sociedad, a la libertad
de contraer obligaciones y de cometer delitos.

El derecho penal, como el derecho en general, es una forma


de conexin entre sujetos egostas aislados, portadores de
un inters privado autnomo o propietarios ideales. Los ms
agudos de los penalistas burgueses captan muy bien esta
conexin entre el derecho penal y la forma jurdica en general,
es decir, las condiciones fundamentales sin las cuales una
sociedad de productores de mercancas es impensable. Por
esto, a los representantes extremos de la escuela sociolgica
y antropolgica que invitan a archivar los conceptos de delito
y de culpabilidad y a terminar con 1a elaboracin jurdica
del derecho penal, les responden muy razonablemente: y
qu suceder en este caso con el principio de la libertad
civil, de las garantas de legalidad del procedimiento,
del principio nullum crimen sine lege, etctera? Tal es la
posicin precisamente de Cubinskij (cfr. M. Cubinskij, Kurs
ugolavnogo prava [Curso de derecho penal], 1909, pp. 20 y
siguientes) en su polmica contra Ferri, Dorado y otros. He
aqu una afirmacin caracterstica: Aun apreciando su bella
creencia [la de Dorado] en la omnipotencia de la ciencia
249
preferimos, a pesar de todo, histrica y los hechos reales;
en este caso tendremos que reconocer que no es un arbitrio
ilustrado y racional (y quin garantiza que el arbitrio ser
precisamente tal?) lo que es deseable, sino un orden jurdico
slido cuyo mantenimiento exige su estudio jurdico.

Los conceptos de delito y de pena son, como se deduce de lo


dicho precedentemente, determinaciones indispensables de
la forma jurdica, de la que no podremos desembarazarnos
mientras no comience la extincin de la superestructura
jurdica en general. Y cuando se comience a eliminar en
la prctica y no solamente a nivel de declaraciones estos
conceptos operando sin ellos, tendremos la mejor prueba de
que el limitado horizonte del derecho burgus se est por fin
desvaneciendo delante de nosotros.
250

NOTAS DE LA PRESENTACIN

1. Derecho, poltica y poder social en el socialismo. Prlogo a La


funcin revolucionaria del derecho y del Estado de . I. Stucka,
Ediciones Pennsula, Barcelona, 1969, P-5.

2. Ser tambin editada en alemn (Verag fr Literatur und Poour


Wien, Berln, 1929), francs Etudes et Documentaron Internationales,
Pars, 1969), ingls (en Soviet Legal Philosophy; The Twentieth
Century Legal Philosophy Seres, voi. 5, Cambridge, Mass; Harvard
University Press, 1951) e italiano (en Teorie sovietiche del diritto.
Giuffr, Miln, 1964. Edicin de U. Cenoni).

3. Vide, L. Cenoni, Il pensiero giuridico sovietico: Editori Riuniti, Roma,


1969, pp.24 ss. Prximamente se editar en Cuadernos para el
dilogo la traduccin de este libro realizada por Manuel de la Rocha
y Virgilio Zapatero.

4. En el mismo ao, se traduce al ruso otra obra clave dentro del


pensamiento jurdico marxista. Nos referimos a la obra de Karl
Renner, Die soziale Funktion des Rechts que vendr a significar una,
perspectiva antagnica, aunque donde se mantiene la necesidad de un
derecho y un Estado soviticos.

5. Se ha discutido en torno a las posibles clasificaciones de los juristas


soviticos. K. Stoyanovitch (La Philosophie du drot en URSS 1917-
1953, L.G.O.J., Pars, 1965) habla de dos perodos: el primero,
que cubrira de 1917 a 1938, englobara a juristas como Stucka,
Pasukaris, Rejsner, Korovine. El segundo perodo lo abrira Vysinskij.
Otros prefieren hablar de un periodo en el que todava se habla de la
251
desaparicin del derecho y del Estado y de otro periodo donde se
mantiene la necesidad de un derecho y un Estado sovitico.

6. Mucho se ha discutido en torno a los puntos de contacto entre


Pashukanis y Stuka. Dice Strogovic (Sulla impostazione di alcuni
problemi del diritto nelle opere di . I. Stucka, N. V. Krylenko,- E,
B. Pashukanis, en Teorie sovietiche del diritto, op. cit., p. 316):
Confrontando las concepciones de Pashukanis de Stuka
es preciso poner de relieve diferencias substanciales que van
claramente en ventaja de Stuka. Para Stucka es fundamental la
funcin revolucionaria del derecho sovitico, funcin que (alta
por el contraro en Pashukanis. En el proceso de construccin del
socialismo Stucka considera que se produce una consolidacin, un
reforzamiento de la funcin del derecho; para Pashukanis, por el
contraro se produce una atenuacin, un debilitamiento del derecho.
Para Stucka el derecho expresa relaciones de produccin; para
Pashukanis expresa relaciones mercantiles, relaciones de cambio.
Pero a tales diferencias que hoy en da ve Strogovic en la obra de
ambos pensadores, l mismo no deja de reconocer que Stuka cree
perfectamente compatibles sus teoras con las de Pashukanis, como
lo expresa el propio Stucka en el artculo Estado y derecho, en el
periodo de la construccin socialista publicado en 1927 (recogido en
La funcin revolucionara..., op. cit., p. 307), y que en la poca en
que ambos escriben, el prof. A. K. Stalgevic (Las vas del desarrollo
del pensamiento jurdico sovitico, qd. Academia Comunista, Mosc,
1928) pone de relieve las afinidades entre ambas teoras, o mejor,
su identidad. Para otro autor, I.V. Pavlov (Sobre el desarrollo de la
ciencia jurdica sovitica en cuarenta aos en Sovetskoe gosudaitsvoi
pravo, 1957) dir refirindose a la teora de Stucka que prosecucin
lgica de esta concepcin (y no sus antpodas como piensan algunos)
fue la errada teora mercantilstica del derecho de E.B Paukanis.
252
Las razones de la predileccin que tiene Strogovic por Stucka
sobre Paukanis pueden tener alguna relacin con las diferencias
existentes en le tratamiento que uno y otro autor hacen del tema de la
desaparicin del Estado y del derecho.

7. El Derecho, en Enciclopedia del Estado y del derecho, tomo III,


Mosc, 1925-1927, cit. porK. Stoyanovilch, La Philosophie du droit
en URSS, op. ct., pgina 148)

8. La teora comunista del derecho y del Estado, Emec editores, Buenos


Aires, 1958, p.131.

9. Recensin publicada en 1930 en los Archiv fr die Geschichte des


sozialismus und der Arbeiterbegung sobre la obra de Paukanis y la
de Kart Renner Die Rechtsinstitute des Privatrechls und ihre soviale
Funktion. - Ein Beitrag zur Kritik des brgeriichen Rechts, publicadas
ambas en 1929. Recogida en la edicin francesa de la obra de
Paukanis (citada) con el titulo En guise dintroduction (de donde la
tomamos, pp. 15-16).

10. Ibdem, p.12.

11. El problema que preocupa a Kart Korsch, las relaciones entre


marxismo y filosofa es tratado de forma semejante a como Paukanis
trata su problema relaciones marxismo y derecho. Las palabras
de Kart Korsch que transcribimos podan ser firmadas perfectamente
por E. B. Paukanis: La erudicin burguesa y semisocialista
comete un grave error al suponer que el marxismo pretende poner
una nueva filosofa en el lugar de la filosofa habitual (burguesa),
una nueva teora del derecho y del Estado en lugar de la antigua
teora (burguesa) del derecho y del Estado, o tambin una nueva
253
sociologa en lugar de ese edificio inacabado que la actual teora
burguesa denomina la ciencia sociolgica: La teora marxista no
pretende esto de la misma manera que el movimiento social y poltico
del marxismo (del que es su expresin terica) no pretende sustituir el
antiguo sistema burgus de Estado y los miembros que lo componen
por nuevos Estados y un nuevo sistema de Estados. Marxismo y
Filosofa, Ediciones Era, Mxico, 1971, pgina 100.

12. La teora general del derecho....op.cit., p.96.

13. Ibdem, p.100.

14. Introduzone a Teorie sovietiche del diritto, op. cit., pp. XXXIII-XXXIV.

15. La teora general del derecho, op.cit., p.121.

16. Ibdem, p.122.

17. La teora comunista del Estado y del derecho, op. cit., p. 14, Para
el estudio de las relaciones entre la teora jurdica y los cambios en
la poltica del gobierno sovitico vase I. Schtsnger, Soviet legal
Thory.Its social Background arid Development. Routledge and
Kegan Paul, Londres, 1951.

18. Sociedad, Estado y derecho en la filosofia marxista, Cuadernos para


el Dilogo, Madrid, 1968, p. 35.

19. Sulla impostazione di alcuni problemi del diritto, op. cit, p. 317.

20. La Philosophe du droit en URSS, op. cit.,p. 149.


254
21. U. Cenoni, Introduzione a Teorie sovietiche del diritto, op. cit., p.
XXXVI.

22. Vide la obra de Vysinskj, Problemi del diritto e dello Stato in Marx,
en sovietiche del diritto, op. Cit.

23. La teoria del derecho de Pashukanis, La teoria comunista del


Estado y del derecho, op. cit., pp131 y ss.

24. Presentation de la edicin francesa de La teora general del derecho,


op. cit., pp. 4-5.

25. La teoria marxista del Estado y del Derecho y el problema de la


alternativa, en Hegemona y dominacin en el Estado moderno,
Ediciones Pasado y Presente, Buenos Aires, 1969, pp, 11-15. En
idntico sentido, vase U. Cenoni, Marxisme etdroit. Considerations
historico-critiques, A. Ph. D., N 12, 1967, pginas 131-145; 163.

26. Introduzione a Teorie sovietiche del diritto, op. cit., p. XLV.

27. Estado y derecho en el perodo de la construccin socialista, op. cit.,


pgina 309.

28. Ibdem, p. 309.

29. En Guise dintroduction, op. cit., p. 21.

30. P. Yudin, Socialismo y derecho, en Soviet Legal Philosophy op. cit.,


pgina 291.

31. Ibdem.
255

32. Estado y derecho en el periodo de la construccin socialista, en La


funcin revolucionaria, op. cit., p. 311.

33. Problemi del dritto e dello Stato in Marx, en Teore sovietiche del
diritto, op. cit., p. 282.

34. Sulla impostazione di alcuni problemi del diritto, op, cit., p.313.

35. Introduzione a Teorie sovietiche del diritto, op. cit, pp. XLII-XLIII.

36. Nos hemos referido hasta aqu a las crticas que se hacen a la teora
de Paukanis en la URSS. No deberamos olvidar otra importante
crtica realizada contra algunas tesis de Pashukanis desde el ala
ms izquierdista del marxismo europeo. Constantemente K. Korsch
(En Guise dntroduction, op. cit.). Aparte de adherirse a algunas de
las crticas hasta ahora sealadas, K.Korsch aade las siguientes: a)
Algunas inconsecuencias y razonamientos truncados: ...Pashukanis,
a pesar de su voluntad de ortodoxia, no ha dado toda su fuerza a todas
las conclusiones de la teora de Marx en el dominio del derecho y de
hecho incluso a la totalidad de las conclusiones expuestas claramente
por el mismo Marx, sino que, por el contrario, ha echado finalmente
marcha atrs ante algunas de las conclusiones ms importantes y
mes atrevidas de la teora marxista a pesar del vigor de su punto
de partida. Por ejemplo, dir, Pashukanis todava admite en la
sociedad comunista una cierta moral, y un cierto derecho penal,
b) Cierto intelectualismo despegado de la concreta realidad: ... el
defecto capital dir Korsch, p. 17 de esta critica materialista;
del derecho es su carcter terico, ideolgico, demasiado doctoral,
pedante y dogmtico que da dilectamente la impresin de ser
extrao por su aspecto jurdico a la realidad y a la prctica del
256
presente, c) Su proceder idealista puesto de relieve en su concepcin
del periodo de transicin: El hecho mismo, sin embargo dir en
la pgina 19, de que el autor sovitico mantenga evidentemente
el concepto de periodo de transicin, el que su concepcin
fundamental defina el conjunto del desarrollo que actualmente tiene
lugar en Rusia, en los campos del derecho, la politica, la economa,
y en todos los dems sectores de la vida social como una etapa
transitoria de evolucin hacia la sociedad comunista que reproduce
tras el cambio total del orden social capitalista, todo ello hace que el
conjunto de su reflexin sea inevitablemente ilusoria.
37. Por lo que se refiere a Kelsen, este criticar a PPPPP en La teora
comunista del Estado y del derecho (op. cit.): a) incurrir en el error de
reducir la validez del derecho a eficacia pp. 131-133 al concebir
el derecho como un sistema de relaciones sociales; b) reducir el
derecho a relaciones entre poseedores de mercancas, olvidando otras
como p. 135 La relacin entre marido y mujer, o entre padres e
hijos que pueden existir igualmente en una sociedad comunista; c)
dejar sin definirla forni a del derecho: Pero Pashukanis dir
Kelsen, p.136 no contesta ni puede contestar a esta pregunta que es
la pregunta esencial en una teora del derecho diferente de una teora
de la economa porque la interpretacin econmica de la sociedad lo
fuerza a identificar las relaciones jurdicas con relaciones sociales
especificas; d) su incorrecta reduccin al derecho al derecho privado
(pp.138 y ss.) y por tanto tambin del derecho penal (p. 144); e)
critica los diferentes dualismos que Pashukanis mantiene en su teora
general del derecho: derecho pblico-derecho privado; derecho
subjetivo-derecho objetivo; f) critica la diferencia que Pashukanis
hace entre las reglas jurdicas y las reglas tcnicas; h) rechaza la tesis
de Pashukanis de que el derecho sovitico es un derecho llamado a
desaparecer. Por lo que se refiere a N. Bobbio (La teora pura del
diritto e suoi critici, en Studi sulla teoria generale del diritto, G.
257
Giappichelli, Turin, 1955) objetar a Pashukanis haber olvidado lo
principal: que el derecho es una estructuras formal que, como tal, se
puede aplicara cualquier tipo de sociedad y que lo caracterstico del
mismo es ser una tcnica de organizacin social y no regulacin de
relaciones entre poseedores de mercancas (pp. 99 y ss).

38. En Soviet Legal Philosophy, op.cit.

39. El Estado sovitico y la revolucin en el dominio del derecho, op.


ct.,237 y ss.

40. II pensiero giuridico sovietico, op. cit.,p. 97

41. El Estado sovitico y la revolucin en el dominio del derecho, op. cit.,


pginas 279-280.

42. Sulla impostazionedi alcuni problemi del diritto, op. cit.; p. 318.
43. Segn Cenoni, todava en 1936 ser nombrado Vicecomisario del
Pueblo para la Justicia. No he podido encontrar mas noticias en este
sentido.

44. As se preguntar (Soviet Legal Philosophy) op. til, p. 349): Se


mantendr el Estado entre nosotros tambin durante el periodo
del comunismo? La respuesta es que si; que se mantendr a no ser
que haya desaparecido el cerco capitalista y se haya eliminado la
amenaza blica exterior.

45. Vide K. Stoyanovitch, La Philosophie du droit en URSS. op. cit,


pginas 160 y ss.

46. Tomado de Vysinskij, Problemi del diritto e dello Stato in Marx, op.
258
cit.- pgina 296.
47. Publicado en la revista Sovetskoe Gosudarstvo (Estado sovitico),
1936, nmero 3. Tomado de La Justicia en la URSS, Harold J.
Berman, Ariel, Barcelona, 1967.

48. Informe al Primer Congreso de Juristas, op. cit.

49. El Partido Bolchevique, ed. Ayuso, Madrid, 1974.

50. La justicia en la URSS, op.cit., p.429.

51. Presentation de la edicin francesa de La teora general del derecho,


op.cit., p. 6.

PRLOGO A LA SEGUNDA EDICIN SOVITICA

1. F. Engels, Anti-Dhring, Ciencia Nueva, Madrid, 1969, p. 116, n (N.


del T).

NOTAS DE LA INTRODUCCIN

1. Cfr. Kamer, Die soziale funktion des Rechts (La funcin social del
Derecho), trad. rusa, 1923, p.11.
2. 2 Wundt, Ethik (Etica), p. -1.
3. Cfr. Simmel, Elnleitung in die Moralwissenschaft (Introduccin a la
ciencia moral).

4. J. Offner, Das soziale Rechtsdenken (El pensamiento social jurdico),


1923, p. 54.
259
5. Ni siquiera el libro del camarada P. I. Stucka, Revoliutsionnala
rolprava i gosudarstva (La funcin revolucionaria del Derecho, ed.
castellana en Editorial Pennsula, Barcelona, 1969), citado, que trata
de una amplia serie de problemas de teora general de! Derecho los
presenta en una unidad sistemtica. En la exposicin, el desarrollo
histrico de la reglamentacin jurdica (desde el punto de vista de su
contenido clasista) pasa a primer plano respecto al desarrollo lgico
y dialctico de la forma jurdica. Hay adems que advertir que si se
compara la tercera edicin de este libro con la primera, salta a la
vista ciertamente el progreso realizado por nuestro ilustre autor en el
sentido que una mayor consideracin de los problemas de la forma
jurdica. Esto depende, entre otros motivos, del punto de partida del
camarada Stuka que entiende el derecho, en primer lugar como
sistema de relaciones de produccin y de cambio. Si se considera
inicialmente el derecho, en cierto modo, como forma de relaciones
sociales hay que cuidar de sus caracteres especficos no queden fuera
del campo de observacin. Por el contrario, el derecho en cuanto
forma de relaciones de produccin y de cambio manifiesta fcilmente,
con un anlisis ms o menos detallado, sus rasgos especficos.

6. Un ejemplo de cmo la riqueza de exposicin puede convivir con la


ms deficiente exposicin de la forma jurdica puede verse en el libro
de M. Pokrovskij, Ocefki po istorii russkoi kultury (Ensayo de historia
de la cultura nisa) en el que la definicin del derecho se limita a las
caractersticas de inmovilidad y estancamiento que caracterizan al
derecho a la fluidez de los fenmenos econmicos (op.cif.; 2. ed.
vol. I, p. 16).

7. Cfr. tambin Zieber, Sobranic socinenii (Obras), vol. II, p. 134: El


derecho no es ms que el conjunto de normas coactivas que dan
expresin a la realizacin tpica de fenmenos econmicos y que
260
tienen el fin de prevenir y reprimir toda desviacin del curso normal
del las cosas. Anloga definicin del derecho, como norma coactiva
establecida por el poder estatal, encontramos tambin en el libro
del camarada Bujarin, Istorieskii materializm (El materialismo
histrico, trad. castellana en Ed. Siglo XXI, Argentina, 1972), 2da.
ed., pgina 175. Bujarin se diferencia de Zieber y en particular de
Renner porque subraya fuertemente el carcter clasista del poder
estatal y, consiguientemente, del derecho. Una definicin ms
desarrollada de Podvolockij, discpulo de Bujarin: el derecho es
un sistema de normas sociales coactivas que reflejan las relaciones
econmicas y las dems relaciones sociales de un determinada
sociedad; normas que son puestas y tuteladas por el poder estatal
de la clase dominante con el fin de sancionar, regular y consolidar
estas relaciones y, por tanto afianzar el predominio de aquella clase
social (Podvolockij, Marksistkaia teora prava [Teora marxista
del derecho], p. 156). Todas estas definiciones subrayan la conexin
existente entre el contenido concreto de la reglamentacin jurdica
y la economa. Al mismo tiempo, sin embargo, tienden a reducir el
derecho, en cuanto forma, a la mera caracterstica de la coercin
estatal organizada y externa, con lo que no superan aquel tosco
empirismo que caracteriza a la jurisprudencia prctica o dogmtica,
cuya superacin debe constituir, en cambio, el objetivo del marxismo.

8. Es preciso decir, entre otras cosas, que entre los marxistas no existe
plena unidad de puntos de vista respecto al objeto de la economa
terica, como ha demostrado la discusin desarrollada a propsito
de la intervencin del camarada i. L. stepanov-Skvorcov sobre el tema
Qu es la economa poltica? (cfr. Vestnik Kommunsticeskoi
Akademii, 1925, N 12) La gran mayora de nuestros economistas
que intervinieron en tal debate rechaz decididamente el punto de
vista del camarada Stepanov, para quien las mencionadas categoras
261
de la economa mercantil y mercantil-capitalista no constituyen
precisamente el objeto especfico de la economa terica.

9. F. Engels. Recensin al libro de Marx ZurKritlc, etc., aparecida en


el peridico obrero londinense Das Volk el 6-20 de agosto e 1859 (K.
Marx, contribucin a la Crtica de la economa poltica, p. 294; Ed.
Comunicacin, Madrid, 1970).

10. Crtica del programa de Gotha, pp. 20-21; Ed. Ricardo Aguilera,
Madrid 1971.
11. Ibdem.
12. Lenin, Estado y Revolucin, Ed. Ayuso, Madrid, 1975; p. 1.21.

13. Lasalle, System dererworbenen Rechte.

NOTAS DEL CAPTULO I

1. Cfr. Marx, Prlogo a Contribucin a la crtica de la economa


poltica, citado, p. 269.

2. No se debe, ciertamente, suponer que las formas de valor y la teora del


valor se hayan desarrollado simultneamente, estos dos procesos no
coinciden en absoluto en el tiempo. Formas ms o menos desarrolladas
de cambio, y por tanto formas de valoren correspondencia con ellas,
se encuentran ya en la antigedad mientras que es comn afirmar que
la economa poltica es una de las ciencias ms jvenes.

3. Cfr. Marx, op. cit., p. 271.

4. Marx, Prlogo a Contribucin a la critica de la economa poltica,


262
op. cit., pgina 276.

5. Marx, op. cit., p. 275.

NOTAS DEL CAPTULO II

1. Cfr. Vestnik SocialisticeskoiAkademii, N 1.

2. Marx, El Capital, cap. I p. 43, La Habana, 1965.

3. M. Rejsner, Gosudarstvo (El Estado), 2da. ed., parte 1.

4. Cfr. M. Rejsner, Socialnaia pskologi i ucenie Frejda (La psicologa


social y la teora 161 de Freud) en Pecati revoliusia, voi. Ili, 1925.
5. Op. cit., p, XLVIII

6. Op. cit., p. XXXV.


7. El profesor M. A. Rejsner (cfr. su obra sobre la psicologa social y
el freudismo) busca apoyo para su punto de vista en una carta de
Engels a Konrad Schmidt en la que Engels considera el problema
de la relacin entre idea y realidad. Poniendo como ejemplo el
ordenamiento feudal, Engels afirma que la unidad de idea y fenmeno
es un proceso substancialmente infinito.

8. Cfr. la recensin del profesor Rejsner al libro de P. en Vestnik


Socialistiseskoi . Akademii. N 1, p.17 6.

9. Una idea de la magnitud de las dimensiones conseguidas por


aquel despilfarro puede ofrecerla el breve trabajo. de T. Jablodkov,
Suspenslvnoe uslovle i bremia dekazyvaniia La condicin suspensiva y
la carga de la prueba) (Yuridieskii Vestnik, 1916, voi. XV) que ilustra
263
la historia y la literatura del problema de la reparticin de la carga
de la prueba entre las partes en derecho privado cuando el acusado
aduce la existencia de una condicin suspensiva. El autor del artculo
cita no menos de cincuenta autores que han escrito sobre ste tema y
hace notar que sobre el mismo existe una literatura que se inicia ya
en la poca de los postglosadores, afirmando que para la solucin de
problema existe dos teoras que dividen en campos casi iguales todo
el mundo de la doctrina jurdica. Tras haber expresado su admiracin
por la agotadora riqueza de los argumentos aducidos por una y otra
parte desde hace cien aos (lo cual no ha impedido; naturalmente,
a los posteriores estudiosos repetir de modo diferente los mismos
argumentos) y tras haber rendido homenaje a la profundidad de
anlisis y a la agudeza de los procedimientos metodolgicos de
diferentes polemistas, el autor manifiesta que aquella discusin han
sido tan apasionada que ha provocado en la aspereza de la polmica
reciprocas acusaciones de calumnia, difamacin, inmoralidad,
deshonestidad intelectual, etc.

10. Cr. V.V. Adorackij, O gosudarstve (Del Estado), p. 41: La


excepcional influencia ejercida por la ideologas jurdicas, sobre todo
el modo de pensar de un ortodoxo de la sociedad burguesa, se explica
por el excepcional papel que desempea aquella en la vida de esta
sociedad. La relacin de cambio se efecta en la forma de negocios
jurdicos como la compraventa, el crdito, el comodato, el contrato
de trabajo, etc.. Y ms adelante dir que El hombre que vive en la
sociedad burguesa es siempre considerado como sujeto de derechos
y obligaciones; cotidianamente realiza un indefinido nmero de actos
jurdicos que comportan las mas diversas consecuencias jurdicas.
Ninguna sociedad que tiene mayor necesidad que la sociedad
burguesa de la idea del derecho (y precisamente para un uso prctico
cotidiano) ni lleva aquella idea a una elaboracin tan detallada,
264
transformndola en un instrumento necesario del trato cotidiano.

11. El camarada P. I. Stucka afirma haber resuelto este problema un ao


antes de que apareciese mi trabajo (cfr. Revoliutsionnaia rol prava
i gosudarstva, cit., 3. ed., p. 112, nota) El derecho como sistema
especifico de relaciones sociales se diferencia, en su opinin, por el
hecho de estar sostenido por un poder de clase organizado, es decir,
estatal. Este punto de vista me era naturalmente conocido, pero
incluso ahora, tras una segunda explicacin pienso que en el sistema
de relaciones correspondientes a los intereses de la clase dominante y
sostenidos por su fuerza organizada se pueden y se deben individuar
los elementos que fundamentalmente dan materia para el desarrollo
de la forma jurdica.

NOTAS DEL CAPTULO III

1. L.l Petrazickj, Vvedenie v izucene prava i nravstvennosti


(Introduccin al estudio del derecho y de la moral.) voi. I, p. 77.

2. Es preciso tener presente que las leyes generan el derecho en cuanto


existen, en cuanto las normas abandonan su existencia sobre el
papel y se manifiestan como una fuerza en la vida de los hombres (
A. Femeck, Die Rechtswdrigkeit (La ilegalidad), 1903, p. 11).

3. H. Kelsen, Der Sozologische und deruristche Staatsbgriff, Tubinga,


1922, p.96.

4. En el idioma ruso para designare derecho eficaz y el derecho vigente


nos servimos de trminos que tienen la misma raz. En la lengua
alemana la diferencia lgica se hace ms evidente por el empleo de
dos verbos absolutamente diferentes: wirken en el sentido de ser eficaz
265
y gelten en el sentido de ser vlido, es decir lgicamente relacionado
a una premisa normativa ms. general.

5. Hay que hacer notar al respecto que la actividad de regulacin social


puede tambin prescindir de normas prefijadas. Esto lo prueba la
creacin jurisprudencial del derecho.

Su importancia fue particularmente grande en los periodos que


no conocieron la produccin centralizada de las leyes. As, por
ejemplo, el concepto de una norma acabada, dada exteriormente, era
totalmente extrao a los tribunales de la antigua Alemania. Todo tipo
de recopilacin de leyes no eran para los tribunales leyes obligatorias
sino medios auxiliares que les permitan formarse su propia opinin.
S. Stintzing, Geschichte der deutschen Rechtswissenschaft, tomo I,
1880, p. 39.

6. Sobre semejantes relaciones contractuales, no garantizadas por


ninguna tercera fuerza, se basar todo el sistema feudal del
derecho. Igualmente el moderno derecho internacional tampoco
conoca una coercin externa organizada. Un tal tipo de relaciones
jurdicas no garantizadas, naturalmente, no se distingue por su
estabilidad, pero esto no autoriza en absoluto a negar su existencia.
Un derecho absolutamente estable no existe en general; por otra
parte la estabilidad de las relaciones jurdicas privadas en el Estado
burgus contemporneo bien ordenado, no se basa en absoluto
solamente sobre, la polica y sus tribunales. Las deudas se restituyen
no solamente porque en cualquier caso sern pagadas sino tambin
para conservar el crdito de cara al futuro. Esto resulta claro aunque
slo sea por el efecto prctico que tiene en el mundo de los negocios
el protesto de una letra.
7. K. Marx- F. Engels, La sagrada familia, Editora Poltica, La Habana,
266
1965, pginas 197-198.

8. Nachlass, II,p. 445. Marx pone entre comillas las palabras de


Henzen. Sera un error craso naturalmente concluir de aqu que la
organizacin poltica no desempea en general ningn papel que, en
particular, el proletario no debe tender a la conquista del poder estatal
por no ser esto lo esencial. Cometen este error los sindicalistas que
predican la accin directa. Una deformacin semejante es la teora
de los reformistas que repiten como aquella de que el dominio poltico
de la burguesa deriva de relaciones de produccin y sacan de esto la
conclusin de que la revolucin poltica violenta del proletariado es
imposible y carece de objetivo, transformando as el marxismo en una
teora fatalista y sustancialmente contrarrevolucionaria. En realidad,
naturalmente, las mismas relaciones de produccin de que deriva el
dominio poltico de la burguesa crean en el curso de su desarrollo los
presupuestos de un crecimiento de la fuerza poltica del proletariado y
en definitiva de su victoria poltica sobre la burguesa. Cerrar los ojos
ante esta dialctica de la historia slo se puede hacer ponindose,
conscientemente o no, a estas fugaces precisiones puesto que en este
lugar no es nuestra tarea refutar errneas conclusiones sacadas de la
teora de Marx acerca de la base y de la superestructura tanto ms
que el marxismo revolucionario ha desarrollado esto brillantemente
en lucha con el sindicalismo y con el reformismo, sino extraer de
esta teora histrica algunos puntos de vista tiles para el anlisis de
la estructura del derecho.

9. Este profundo nexo interno entre la lgica jurdica y al lgica del


civilista es puesto de relieve tambin por el hecho histrico de que
las definiciones generales del derecho se desarrollaron por largo
tiempo como partes de la teora del derecho civil. nicamente una
actitud, bastante superficial puede inducir a pensar, como en el caso
267
de Kavelin, que tal hecho se explica nicamente como un error o un
malentendido; cfr. Kavelin, Sbrenle socinenii (obras), vol. IV, pgina
838.

10. L. Duguit, Les transformationes genrales du droit priv, trad. rusa


de M.M: Sivers, p. 15.

11. Cfr. por ejemplo, Bierlng: La tendencia a representarse el derecho


sobre todo como algo objetivo, existente por si ms all de los
miembros de la comunidad jurdica, corresponde a una inclinacin
general del espirtu humano. Esto tiene naturalmente un cierto valor
jurdico, pero no se puede olvidar que el derecho objetivo, aunque haya
adquirido en el derecho escrito una forma externa especifica, sigue
siendo siempre nada ms que una forma de nuestra concepcin del
derecho y, como cualquier otro producto de nuestra vida squica, solo
tiene en efecto su autntica realidad, en la mente, y principalmente en
la mente de los miembros mismos de la comunidad jurdica (Bleing,
Jurstiche Prinzipienlehre, bd.l, 1894, p.145).

12. En su comentario al Cdigo Civil de la RSFSR, A. A Gojchbarg


subraya que los juristas burgueses rehusan siempre considerarla
propiedad privada como un derecho subjetivo arbitrario y ven en ella
un bien conferido a la persona y que lleva implcitas obligaciones
positivas hacia la comunidad, en particular A. Gojchbarg cita a
Duguit, que afirma que el poseedor del capital debe ser tutelado por
el derecho solamente y en la medida en que cumpla funciones sociales
tiles, aplicando justamente su capital.

13. Estas argumentaciones de los juristas burgueses son naturalmente


muy caractersticas como presagios del ocaso de la poca capitalista
pero, por otra parte, si la burguesa tolera tales argumentaciones
268
sobre el tema de la funcin social de la propiedad es porque aquellas
argumentaciones no la vinculan seriamente a nada. Las antpodas
reales de la propiedad, en efecto, no es la propiedad privada concebida
como funcin social, sino la economa socialista planificada, es
decir, la abolicin de la propiedad privada. Ya que el significado de
la propiedad privada, subjetivismo, no consiste en el hecho de que
cada uno coma su pedazo de pan; no consiste, pues, en los actos
del consumo individual, aunque sea productivo, sino en el cambio,
en los actos adquisicin y venta, en el cambio mercantil en el que
el fin econmico-social es nicamente el resultado ciego de los fines
privados y de las autnomas decisiones privadas.

Las afirmaciones de Duguit de que el propietario ser tutelado


solamente en el caso de que cumpla la obligacin social no tiene en
esta forma general ningn significado. Para el Estado burgus es
una hipocresa; para el Estado proletario es disimular los hechos.
Para el Estado proletario indica directamente a todo propietario su
funcin, significar quitarle el derecho de disponer de la propiedad.
Y si no lo puede hacer desde el punto de vista econmico significa
que debe tutelar el inters privado como tal ponindole solamente
determinados lmites cuantitativos. Sera una ilusin afrmar que todo
individuo que ha acumulado dentro de las fronteras de la Repblica
de los Soviets una cierta cantidad de dinero est tutelado por nuestras
leyes y nuestros tribunales, solamente porque el individuo ha aplicado
o aplicar el dinero acumulado del modo socialmente til. Parece
al respecto, que A. G. Gojchbarg olvida totalmente la propiedad del
capital en esta su forma ms abstracta, es decir, en la forma de dinero,
y razona como si el capital existiese solamente en forma material y
concreta del capital productivo. El carcter antisocial de la propiedad
privada puede ser paralizado solamente de facto, es decir, con el
desarrollo de la economa socialista planificada, a expensas deja
269
economa de mercado. Ninguna frmula, incluso aunque est tomada
de los juristas occidentales mas avanzados har que sean socialmente
tiles los contratos que constituyen la base de nuestro Cdigo Civil,
ni har de un propietario un sujeto que realiza funciones sociales.
Esta superacin verbal de la economa privada y del derecho privado
puede solamente oscurecer la perspectiva de su superacin real.

13 El derecho no viene dado gratuitamente a quien tiene necesidad del


mismo Muroncev, Obrazovanie prava (la formacin del derecho), 1885.
Pgina 33.

14 Para la conciencia jurdica se trata exclusivamente de responder a


la pregunta: Cmo debe pensar jurdicamente el Estado? (Jellineck),
System der Subjektiven ffentlichen Rechte, p. 13)

15 Cfr; por ejemplo, los argumentos de S. A. Kotljarevskij sobre el derecho


electoral: En el sistema representativo el elector cumple una determinada
funcin que le es dictada por el ordenamiento estatal y formulada en
la constitucin. Pero desde el punto de vista del Estado de derecho es
imposible adscribirle solamente tales funciones y perder de vista el
derecho a aquella inherente. Por nuestra parte aadiremos que esto es tan
imposible como lo es la transformacin de la propiedad privada burguesa
en una funcin social. S. A. Kotljarevskij subraya como toda razn que si
se niega, siguiendo a Lavand, el elemento de la investidura subjetiva del
elector la elegibilidad de los representantes pierde todo significado y se
reduce a una cuestin de tcnica y de oportunidad. Y encontramos aqu
la misma contraposicin entre oportunidad tcnica, en cuya base est la
unidad del fin, y organizacin jurdica, construida sobre la separacin
y contraposicin de los intereses privados. Y por ltimo, el sistema
representativo recibe su plena caracterizacin jurdica con la introduccin
de la tutela jurisdiccional o jurisdiccional-administrativa de los derechos
270
de los electores. El procedimiento judicial y la lucha de los pases operan
tambin aqu como el elemento ms esencial de la superestructura jurdica.
(Cfr. S. A Kotljarevskij, Vlasti prave (Autoridad y derecho), p. 25.

El derecho estatal se convierte, en general, en objeto de elaboracin


jurdica como derecho constitucional, es decir, con la aparicin de fuerzas
de lucha entre si: Rey y Parlamento, Cmara Alta y Cmara Baja, Gabinete
y representacin popular. Lo mismo vale para el derecho administrativo.
Su contenido jurdico se reduce a las garantas de los derechos de los
representantes de la jerarqua burocrtica, de una parte y del pueblo, de
la otra. Fuera de esto el derecho administrativo, como se le denominaba
antes, el derecho de polica, constituye una mezcla variada de reglas
tcnicas, formulas polticas, etc.

NOTAS DEL CAPTULO IV

1. K. Marx, EI Capital, cit.,l, cap. ll. p. 51.

2. Apenas el hombre-mercanca, es decir, el esclavo, opera como


poseedor de mercancas de cosas y se hace copartcipe del
cambio, asume por reflejo valor de sujeto (con los derechos de
los esclavos en orden a la estipulacin de contratos del derecho
romano: A. Pokroyskij, lstoria rimskogo prava [ Historia del
derecho romano) ] II, 1915, p. 294. En la sociedad moderna,
por el contrario, el hombre libre, es decir, el proletario, cuando
va como tal al mercado para vender su fuerza de trabajo, es
considerado como objeto y en las leyes sobre la emigracin est
sometido a prohibiciones y normas sobre cupo, etc., como las
dems mercancas exportadas al extranjero.

3. Fichte, Rechtsmehre, Leipzig, 1812, p. 10.


271

4. Spencer, Societ Statics, cap. XIII.

5. La evolucin del llamado derecho de guerra no es otra cosa


que la gradual consolidacin del principio de la intangibilidad
de la propiedad burguesa. Hasta la poca de la Revolucin
francesa la poblacin estaba expuesta al saqueo tanto de
sus soldados enemigos sin ningn obstculo y prohibicin.
Fue Benjamn Franklin quien, por primera vez, proclam (en
1785) el principio poltico segn el cual en las guerras futuras
los campesinos, los artesanos y los comerciantes deben
continuar pacficamente su actividad bajo la tutela de ambas
partes beligerantes. En el contrato social, Rousseau formula
despus la regla de que la quema se produce entre Estados y
no entre ciudadanos. La legislacin de la convencin castiga
rigurosamente los saqueos realizados por soldados tanto en el
pas propio como en el enemigo. Slo en 1899 en La Haya los
principios de la Revolucin francesa fueron reconocidos como
derecho internacional. Es de justicia, sin embargo, hacer notar
que Napolen, al declarar el bloqueo continental, sinti ciertos
escrpulos y que crey oportuno justificar ante el Senado esta
decisin que conculca los intereses de los ciudadanos a causa
de los conflictos entre los Estados y que recuerda la barbarie
de los siglos lejanos; en la ltima guerra mundial, por el
contrario, los gobiernos burgueses violaron sin escrpulos el
derecho de propiedad de los sbditos de los Estados beligerantes.

6. En Alemania esto se realiz solamente en la poca de la


recepcin del derecho romano, como prueba, entre otras cosas,
la ausencia de una palabra alemana para expresar el concepto
de persona y de sujeto de derechos. Cfr. O. Gierke,
272
Geschichte des deutschen Krperschaftsbegriff, Berln, 1873,
pgina 30.

7. A partir de este momento la figura del sujeto jurdico comienza a


aparecer no como aquello que es realmente, no como un reflejo
de relaciones que se constituyen a espaldas de los hombres, sino
como una construccin artificial del intelecto humano, Aquellas
mismas relaciones se hacen tan habituales que se presentan
como condiciones necesarias de cualquier tipo de convivencia
social. La idea de que el sujeto jurdico no sea ms que una
construccin artificial representa un paso en direccin a una
teora cientfica del derecho anloga a la representada en
economa porta idea del carcter artificial del dinero.
8. Para una sociedad de productores de mercancas cuyo
rgimen social de produccin consiste en comportarse respecto
a sus productos como mercancas, es decir, como valores, y
en relacionar sus trabajos privados, revestidos de esta forma
material, como modalidades del mismo trabajo humano,
la forma de religin ms adecuada es, indudablemente, el
cristianismo con su culto del hombre abstracto, sobre todo en
su modalidad, bajo la forma del protestantismo. (K. Marx, El
Capital, op.cit., p. 46).

9. As, por ejemplo, Wndscheid (Pardektenrecht,I. 39), aceptando


que un derecho puede nacer solamente entre una persona y otra
persona y no entre una persona y una cosa, llega a la conclusin
de que el derecho real conoce solamente normas prohibitivas,
su contenido, por tanto, es negativo. Consiste en que todos
abstenerse de actuar sobre la cosa y no deben interferir en la
accin que sobre la misma ejerce el titular del derecho. De
aqu saca una conclusin lgica Schlossmann DerVertrag que
273
considera el concepto mismo de derecho real solamente como un
instrumento terminolgico auxiliar. Dernburg, por el contraro
(Pandektenrecht, I, 22, Anm.5), rechaza este punto de vista
segn el cual incluso la propiedad, que es el ms positivo de
los derechos, parece tener solamente un significado negativo.

10. Tanto es as hace notar a este respecto Engels que desde


hace tres mil aos no ha podido mantenerse la propiedad sino
por medio de la violacin de la propiedad. F. Engels, El origen
de la familia, la propiedad privada y el Estado. Equipo editorial,
San Sebastin, 1968. p. 110.

11. As, por ejemplo, Proudhom afirma: Yo quiero el contrato pero


no las leyes. Para que yo sea libre es preciso reconstruir todo
el edificio social sobre principios de mutuo acuerdo (Ideas
generales de la revolucin en el siglo XIX. 1851, p. 138). pero
debe aadir en seguida: La norma en base a la cual el contrato
debe ser obedecido no se basar exclusivamente en la justicia,
sino tambin en la voluntad general de los hombres que viven en
comunidad, en una voluntad que obligar a cumplir el contrato
incluso con la violencia (Ibdem, p. 293)
12. Precisamente por esto a los defensores de la propiedad privada
les gusta acudir en especial a esta relacin elemental sabiendo
que su fuerza ideolgica supera ampliamente su importancia
econmica para la sociedad moderna

13. El posterior proceso de eliminacin de la fonna jurdica


conducira a un salto del mtodo de la distribucin por
equivalente (para determinadas cuotas de trabajo, determinadas
cuotas de producto social) a la realizacin de la forma del
comunismo desarrollado: de cada uno segn sus posibilidades,
274
a cada uno segn sus necesidades.

14. K. Marx, La cuestin juda, ed. Herclito, Buenos Aires, 2 ed.,


1974, pgina 188.

15. De esta formulacin originaria de la proposicin he sacado


despus de la caracterizacin de todo el sistema econmico
sovitico como capitalismo d Estado proletario. Tal
definicin estaba equivocada e insuficientemente analizada,
cuando trabajaba en la primera edicin en 1923 el error pudo
pasar inadvertido tanto para el autor como para los lectores.
Pero, tras la discusin desarrollada en el XIV Congreso, deba
levantar y levant la oportuna censura de la critica. Gracias
a esta correccin, el concepto clave no puede sino ganar en
claridad porque, empleando el trmino capitalismo de Estado
en este caso totalmente inadecuado tena presente slo un
aspecto de la cuestin: la conservacin del cambio mercantil y
de la forma del valor. (Nota a la tercera edicin).

NOTAS DEL CAPTULO V

1. Es interesante hacer notar que el proclamar la tregua de Dios


en ciertos das, la Iglesia legitimaba en cierto modo las guerras
privadas en el resto del tiempo. En el siglo XI se propuso
eliminarla totalmente pero encontr la enrgica protesta de
Gerardo, obispo de Cambrai, que declar que la exigencia de
una tregua de Dios permanente contradice a la naturaleza
humana (cfr. SA. Kotljarevsklj, Vlastipravo, cit., p.189)

2. Es caracterstico de Inglaterra que la rpida difusin de la


tregua real se convierta en la garanta normal y general del
275
orden pblico: En el continente parece que el rey ha sido
inicialmente el tutor reconocido de la paz general, sin haber
tenido el poder de garantizar una especial proteccin o una paz
de orden superior. Las iglesias tienen su paz. Cada juez tiene la
suya; incluso, cada jefe de familia tiene su paz... Si el rey puede
conceder su paz a un individuo privilegiado mediante un acto de
proteccin, no puede tal vez, poner a todos los hombres bajo
su paz mediante una proclama? (Pollock-Maitland,, History of
English Law, I, 45; II, 454).

3. Cfr. Hauriou, Principes de droit publique, p. 272.

4. Cfr. Gierke, op, cit., p. 648.

5. Si de hecho falt esta conciencia de la propia misin tanto en los


seores feudales occidentales como en los principes rusos que
vean sus funciones de tutela del orden como una pura fuente
de rentas, los historiadores burgueses no dudaron en adscribir
a tales funciones motivaciones inexistentes ya que para los
mismos historiadores burgueses las relaciones burguesas y la
publicidad del poder que de ello derivan constituan una norma
eterna e inmutable.

6. La misma norma objetiva, es por lo dems, configurada


como universal convencimiento de las personas que le estn
sometidas: El derecho es el convencimiento universal de
las personas que estn en relacin jurdica. El nacimiento
de una disposicin jurdica es por ello el nacimiento de un
convencimiento universal que tiene fuerza vinculante y que
debe ser obedecido (Puchta, Curso de derecho civil romano,
trad. rusa, 1874, p. 29). En su aparente universalidad esta
276
frmula es, en realidad, slo el reflejo ideal de las condiciones
de la comunicacin mercantil; fuera de sta ella pierde todo
significado. Nadie llegar en realidad a afirmar que la situacin
jurdica de los ilotas de Esparta, por ejemplo, fue el resultado de
su universal consentimiento, generador de fuerza vinculante.
Cfr. Gumplowicz, Rechsstoat und Sozialismus.
7. En nuestra poca de spera lucha revolucionaria podemos
observar cmo el aparato oficial del Estado burgus pasa a
segundo plano respecto a las escuadras de los fascistas. Esto
prueba una vez ms que cuando se pone en peligro el equilibrio
de la sociedad, sta trata de salvarse no ya en la creacin de
un poder que ste por encima de las clases, sino precisamente en
una tensin mxima de las fuerzas de clase en lucha.
8. No tengo necesidad de probar esta afirmacin en detalle,
porque puedo referirme aqui a la critica de las teoras jurdicas
de Laband Jellineck, etc., por Gumplowicz (cfr. sus libros,
Rechtsstaat und sozialismus y Geschichte der Staatstheorien
o todava ms al trabajo importante de V. V. Adorackij,
Gosudartsvo [El Estado], Mosc,1923.

9. No se puede dejar de poner de relieve aqu una pequea


incoherencia. Si quien acta es el Estado y no las personas, por
qu entonces insistir particularmente en la subordinacin a las
normas de este mismo Estado? Esto no es ms que la repeticin
de una misma y nica cosa. En general, la teora de los rganos,
constituye uno de los ms graves obstculos que encuentra la
teora jurdica. Cuando el jurista parece que ha conseguido la
definicin del concepto de Estado y se apresta a seguir adelante
tranquilamente, lo espera un segundo obstculo: el concepto
de rgano. As, para Jellineck el Estado no tiene una voluntad
propia, pero la tienen, sin embargo, los rganos. Pero se
277
pregunta cmo han sido creados los rganos? Y sin rganos
no hay Estado. La tentativa de resolverla dificultad con la ayuda
de la concepcin del Estado como relacin jurdica, no hace
sino disolver el planteamiento general del problema en una
serie de casos particulares en los que el problema mismo se
desintegra. Ya que toda la relacin jurdica pblica concreta
incluye en s exactamente el mismo elemento de mistificacin
que reencontramos en el concepto general del Estado-persona.

10. Como es sabido, Lorenz von Stein contrapuso un Estado ideal,


que est por encima de la sociedad, al Estado absorbido por
la sociedad, es decir en nuestra terminologa, el Estado
clasista. A esta ltima categora adscribe el Estado absolutista
feudal (tutor de los privilegios de los grandes terratenientes) y
el Estado capitalista (tutor de los privilegios de la burguesa).
Pero si priva al Estado de estas realidades histricas no queda
ms que la fantasa del funcionario prusiano o la abstracta
garanta de las condiciones del cambio medido del valor. En la
realidad histrica el Estado de derecho, es decir, el Estado
que est por encima de la sociedad se realiza efectivamente slo
como su contrario, es decir, como comit ejecutivo para los
asuntos de la burguesa.

11. Cfr. S.A. Kotljarevskij, Vlastipravo, cit. p. 193.

12. La antigua comunidad germnica la marca no era en


absoluto una persona jurdica con el patrimonio. El carcter
social estaba expresado por el uso comn que de ella poda hacer
todos los miembros de la marca. Las exacciones destinadas a
las necesidades sociales slo se realizaban espordicamente y
siempre en medida rigurosamente proporcionada a la necesidad.
278
Si sobraba algo, se lo destinaba a finalidades comunes, y esta
costumbre demuestra qu desconocida fue la idea de recursos
financieros permanentes.

13. La burguesa inglesa, que se asegur antes que ninguna el


domino de los mercados mundiales y se sinti invulnerable
gracias a su posicin insular, pudo ir ms lejos en la realizacin
prctica del Estado derecho. La subordinacin de los rganos
estatales a la jurisdiccin de un tribunal independiente (que,
por supuesto, no es independiente de la burguesa) constituye
la ms consecuente manifestacin del principio jurdico en las
relaciones entre la autoridad y el sujeto singular, as como la
ms eficaz garanta de que aquella no se extralimitar en su
funcin de ser la personificacin de una norma objetiva, El
sistema anglosajn es una especie de apoteosis de la democracia
burguesa. Pero en otras condiciones histricas la burguesa
se adapta tambin a un sistema que podemos denominar
sistema de separacin de la propiedad del Estado o sistema
del cesarismo. En este caso el grupo dirigente predispone en
cierto modo con su ilimitado o desptico arbitrio (que tiene dos
direcciones: una interna contra el proletariado y una externa
que se expresa en la poltica imperialista) el terreno para la
libre autodeterminacin de la persona en la vida civil. As,
segn S. A. Kotljarevskij, el individualismo jurdico-privado
se armoniza en general con el despotismo poltico: el Cdigo
Civil nace en una poca caracterizada no slo por la ausencia
de una libertad poltica en la estructura estatal de Francia,
sino igualmente por un cierto decaimiento en el inters por
esta libertad, advertible ya en la poca del 18 Brumario. Pero
tal libertad jurdico-privada no solamente obliga a conciliarse
con muchos aspectos de la actividad estatal, sino que confiere
279
a esta ltima en su conjunto una cierta impronta de legalidad.
(Vlasti pravo, cit., p. 171). Una lcida caracterizacin de la
actitud de Napolen I hacia la sociedad civil se encuentra en La
sagrada familia de Marx (ed. cit., pp. 201-202).

NOTAS DEL CAPTULO VI

1. Cfr. Tugan-Baranovskij, Osnovy politleskoi ekorbm


(Principios de economa poltico), ed. de 1917, p. 40.

2. En estas contradicciones, que se eliminan entre ellas, se vieron


envueltos trgicamente los jacobinos, revolucionarios pequeo-
burgueses, queriendo subordinar el desarrollo real de la
sociedad burguesa a las frmulas de la virtud cvica tomadas de
la antigua Roma. He aqu lo que dice a este respecto Marx: Qu
colosal ilusin tener que reconocer y sancionar en los derechos
del hombre la moderna sociedad burguesa, la sociedad de la
industria, de la competencia general, de los intereses privados
que persiguen libremente sus propios fines, de la anarqua, de
la individualidad natural y espiritual enajenada de si misma,
y a posteriori anular en algunos individuos concretos las
manifestaciones vitales de esta sociedad a la par que se quiere
formar la cabeza poltica de esta sociedad a la manera antigua
(K. Marx-F. Engels, La sagrada familia, cit., pp. 199-200).

3. La doctrina tica de Kant concuerda bastante bien la fe en


Dios: ms an, constituye su ltimo refugio, pero, en general,
esta conexin es lgicamente necesaria. Adems: el Dios que
se oculta en la sombra del imperativo categrico se convierte
l mismo en una ms sutil abstraccin poco apta para intimidar
a las masas populares. Por ello la reaccin clrigo-feudal se
280
cree en la obligacin de criticar el formalismo vaco de Kant
celebrando, por el contrario, a su Dios: un Dios ms slido y,
por as decir, un Dios que reina y sustituyendo el abstracto
imperativo categrico por los vitales sentimientos de pudor,
piedad y devocin (V. Solo ev).

4. Por ello tiene indudablemente razn, por ejemplo, el profesor


Magaziner que trata a la tica precisamente con este espritu
de moderacin y exactitud y la contrapone al herosmo que
impulsa a los hombres a ir ms all del deber. Cfr. Obsce ucenie
o gosudarstve (Teora general del Estado), p. 50.

5. F. Engels, El origen de la familia, de la propiedad privada y del


Estado, cit. en p. 148.

6. Cfr. Smmer Maine, Ancient Law, trad. Rusa, 1873, pp. 40 y 47.

7. E. Kant, Critica de la razn prctica, p. 312, ed. Victoriano


Surez, Madrid, 1963.

8. K. Marx, El Capital, cit., I, p. 41.

9. Por supuesto que una tica sin contenido de clase en una


sociedad lacerada por la lucha de clases no puede existir sino
en la imaginacin pero no en la prctica. El trabajador que
decide tomar parte en la huelga, pese a las privaciones que
personalmente le comporta esta participacin, puede formular
tal decisin como un deber moral de subordinar sus intereses
privados a los intereses generales. Pero de todas formas queda
claro que en este concepto de intereses generales no puede
incluirse los intereses del capitalista, contra el que se dirige la
281
lucha.

10. As ocurre en el derecho privado que es el prototipo de la forma


jurdica en general. Las exigencias jurdicas que emanan de
los rganos del poder pblico, tras los cuales no hay ningn
inters privado, no son ms que hechos polticos configurados
jurdicamente. El carcter de est configuracin jurdica vara
en relacin a las diferentes situaciones y es ste el motivo de
que inevitablemente la concepcin jurdica del Estado caiga en
el pluralismo jurdico. Cuando el poder estatal es representado
como encarnacin de una regla objetiva que est por encima de
los sujetos-partes, casi viene a fundirse con la norma alcanzando
un grado mximo de impersonalidad y de abstraccin. La
exigencia del Estado opera como ley desinteresada e imparcial.
El Estado, en este caso, es casi impensable como sujeto, hasta
tal punto carece de sustancialidad y est convertido en abstracta
garanta de la relacin entre sujetos reales y poseedores de
mercancas. Esta concepcin precisamente es la que defiende
la escuela normativa austraca, con Kelsen a la cabeza, como la
concepcin ms pura del Estado.

En las relaciones internacionales, por el contrario, el Estado


opera no ya como encarnacin de una norma objetiva, sino como
portador de derechos subjetivos, es decir, de todos los atributos
de sustancialidad y de inters egosta. Igual papel desempea
cuando interviene como fiscal en controversias con particulares.
Entre estas dos concepciones son posibles numerosas formas
intermedias e hbridas.

11. Binder, Rechtsnorm und Rechtspfcht,1912.


282

NOTAS DEL CAPTULO VII

1. Apenas merece mencin el hecho de que en este primer estadio del


desarrollo, lo ilcito penal y lo ilcito civil, todava estaban totalmente
indiferenciados. Dominaba el concepto de dao que exiga una
reparacin; el hurto, el saqueo, el rehusar pagar la deuda eran
considerados como motivos idnticos para la accin y para una
satisfaccin bajo la forma de pena pecuniaria.

2. XII Tablits (Las doce tablas), ed.Nikol kij 1897, p.1.

3. H. Summer Maine, Anclent Law, trad. rusa de N. Belozerskala, 1873,


pgina 288.

4. Cfr. M. Kovalevskij, Sovremenny obyai i drevnii zakon [La


costumbre moderna y la ley antigua], II, Mosc,.1886, pp. 37-38.

5. Cfr. E. Frri, Sociologa criminal, trad. rusa con prefacio de Dril,


vol.II, pgina 37.

6. Jhering, Geist des Rechts, trad. rusa, vol. I, p. 118.

7. H. Summer Maine, ndert Law, trad. rusa, 1873, p.269.

8. Como el juramento (juramentum) era parte integrante y esencial de


la relacin jurdica (segn Jhering obligarse y fundar un derecho
fueron largo tiempo expresiones sinnimas de jurar para los
romanos) as toda la relacin jurdica estaba bajo la tutela de la
religin ya que el acto mismo del juramento era un acto religioso y el
y falso juramento o perjurio eran delitos religiosos. Cfr. Jhering, Geist
283
des rmische Rechts, cit., vol. I, p. 259. V .
9. Manifiesta Jtiering que el trmino supplicium (pena de muerte) se
refiere etimolgicamente al aplacamiento de la divinidad (supplacare;
congraciarse, propiciarse), cfr. Geist des rmischen Rechts, cit., I, p.
238.

10. Se sabe que en el antiguo derecho ruso la expresin samosud (hacerse


justicia a si mismo) significa ante todo privacin del principio de
rentas judiciales que le correspondan; as, en la recopilacin de leyes
del rey Erich estaban rigurosamente prohibidas las conciliaciones
privadas entre la victima; sus cnyuges y el criminal si privaban
al rey de la parte que le corresponda. Sin embargo, en la misma
recopilacin de leyes la acusacin penal por parte del rey o de su
Amtmann solamente est admitida a ttulo excepcional. Cfr. Wilda,
Strafrecht der Gennanen, 1842, p. 219.

11. Spericer, Principies of sociology, trad. msa, 1883, p. 659

12. La satisfaccin del daado es considerada todava uno de los objetivos


de la pena. Cfr. F. von Liszt, Lehrbuch des deutschen Strafrechts,
1905, pargrafo 15.

13. Si en un rebao de cameros, o de caballos afirman las costumbres


escritas de los osetes uno de los animales hace caer una piedra de
un monte y esta piedra produce lesiones a un caminante o lo mata, los
parientes del herido o del muerto persiguen al dueo del animal con
la venganza de sangre como por un homicidio intencional o exigen de
l pagar la sangre. Cfr. M. Kovalvskij, Sovremenny Obycai i drevnii
zakon, cit. II, p. 105.

14. El famoso psiquiatra Kraepelin afirma que la actividad pedaggica


284
entre los dementes, tal como se realiza todava hoy de hecho y con
gran xito, ser naturalmente impensable si todos aquellos dementes
a los que la ley penal considera intocables estuvieran privados de la
libertad de autodeterminacin en el sentido querido por el legislador
(Kraepelin, Die Abschffung des Strafmasses, 1880, p. 13). Por
supuesto que el autor hace esta reserva para que no se crea que tiene
la intencin de proponer la responsabilidad penal para los dementes.
Pero estas consideraciones demuestran con suficiente claridad que el
derecho penal no utiliza el concepto de imputabilidad como condicin
de la pena, en el mismo y preciso significado establecido por la
psicologa cientfica y por la pedagoga.

15. Cit. Aschaffenburg, DasVerbrechen und seine Bekmfung, 1905,


pgina 200.

16. Aschaffenburg, op. cit, pp. 205-206.

17. Este carcter absurdo no es otro que el triunfo de la idea jurdica,


porque el derecho es precisamente la aplicacin de una medida igual
y nada ms.

18. Cfr. Piontkovskij, Mery socalnoi zascty y Ugolovnyi Kodeks Las


medidas de defensa social y el Cdigo penal, en Sovetskoe pravo, n.
3 (6), 1923.
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