Tutela
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Tutela
Módulo de autoformación
judicial.
Aspectos procesales de la acción
de tutela:
SEGUNDA PARTE1
Catalina Botero*
Sylvia Fajardo*
Diego Peña*
1 Los autores agradecen a la Vicepresidencia de Desarrollo de la Fundación Social el
apoyo prestado para la elaboración del presente documento y, en general, para la
implementación del curso de autoformación judicial.
* Directora de la Asesoría de Derechos Humanos y Paz de la Fundación Social.
* Consultora de la Asesoría de Derechos Humanos y Paz de la Fundación Social.
* Consultor de la Asesoría de Derechos Humanos y Paz de la Fundación Social.
CONTENIDO:
I. Introducción.
II. Los derechos protegidos a través de la acción de tutela. Los
derechos fundamentales por conexidad y los derechos fundamentales
innominados.
1. Los derechos fundamentales innominados: dignidad, mínimo vital y
seguridad personal.
2 1.1. Derecho a la dignidad humana.
1.2 Derecho al mínimo vital.
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1.3 Derecho a la seguridad personal.
2. Los derechos fundamentales por conexidad.
2.1 Derecho a la seguridad social en salud y el mínimo vital.
2.2 Derecho a la seguridad social en pensiones y el mínimo vital.
2.3 Derechos salariales: el derecho al pago oportuno del salario y el
mínimo vital.
2.4 Derecho a la educación.
2.5. Derechos colectivos: Derecho a un medio ambiente sano.
III. Los actos impugnables a través de la acción de tutela.
1. Autoridades legislativas.
2. Autoridades administrativas.
3. La acción de tutela frente a las omisiones de la administración.
4. Autoridades judiciales: tutela contra sentencias.
5. Tutela contra particulares.
IV. Distribución de competencias en materia de acción de tutela.
V. Legitimación para actuar.
VI. Causales generales de improcedencia de la acción de tutela.
1. La existencia de otro mecanismo de defensa judicial.
2. Improcedencia de la acción de tutela cuando existe posibilidad de
invocar el recurso de habeas corpus.
3. Improcedencia de la acción de tutela para proteger derechos
colectivos.
4. Improcedencia de la tutela por consumación del daño iusfundamental.
5. Improcedencia de la tutela contra actos de carácter general,
impersonal y abstracto.
VII. Facultades del juez de tutela.
1. La facultad del juez de tutela para solicitar pruebas y su deber de
notificar a todas las partes.
2. El juez como defensor de los derechos fundamentales: la justicia
constitucional no es justicia rogada.
3. La facultad de decretar indemnizaciones.
4. Las ordenes del juez de tutela.
VIII. Efectos de las sentencias de la Corte Constitucional y valor del
precedente judicial. 3
1. Los tipos de sentencias: el Estado de cosas inconstitucional y las
Siguiendo las directrices del constitucionalismo contemporáneo, la
tutela fue diseñada como una acción judicial subsidiaria, residual y
autónoma, dirigida a facilitar el control judicial de todos los actos u
omisiones de los órganos públicos o de los poderes privados que
pudieran vulnerar los derechos fundamentales. Para dotar de verdadera
eficacia a este importante mecanismo de garantía, el constituyente
asignó a todos los jueces de la República – con la excepción de los jueces
penales militares – la competencia para conocer acciones de tutela.
Igualmente, estableció, en cabeza de la Corte Constitucional la tarea de
unificar la jurisprudencia constitucional y satisfacer así, entre otros, los
principios de igualdad y seguridad jurídica.
2 Al respecto, Eduardo García de Enterría, la Constitución como Norma y el Tribunal
Constitucional, Ed. Cívitas, Madrid, 1981; Ignacio de Otto, Derecho constitucional Sistema
de Fuentes, Barcelona 1987; Pablo Pérez Tremps, Tribunal Constitucional y Poder Judicial,
Centro de Estudios Constitucionales, Madrid 1985; Manuel Aragón Reyes, Estudios de
Derecho constitucional, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid 1998;
Favoreu Louis y otros, Tribunales Consitucionales Europeos y Derechos Fundamentales,
Centro de Estudios Constitucionales, Madrid 1984; A. Pizzorusso,y otros, La
experiencia Jurisdiccional: Del Estado Legislativo de Derecho al Estado Constitucional de
Derecho, Consejo General del Poder Judicial, Madrid, 1991; Diego Eduardo López
Medina, El Derecho de los Jueces, Ed. Legis, Bogotá 2000; Carlos Bernal Pulido, El
principio de proporcionaidad y los derechos Fundamentales, Ed. Centro de estudios
Constitucionales, Madrid, 2003; Miguel Carbonell (edit), Neoconstitucionalismo(s), Ed.
Trotta, Madrid, 2003, entre otros.
En el corto tiempo de vida de la acción de tutela, este mecanismo se ha
convertido en una de las herramientas más eficaces para la protección
de los derechos fundamentales de los habitantes del territorio nacional.
En este sentido, incluso sus críticos más acérrimos coinciden en destacar
la importancia que ha tenido la acción de tutela para acercar el derecho
a la realidad, proteger a los sectores más débiles y vulnerables, y
promover una cultura genuinamente fundada en el respeto de los
derechos fundamentales.
En general, las críticas contra la acción de tutela tienen tres orígenes 5
diferentes. En primer lugar, existen quienes impugnan la tutela por que
Sobre este concepto, ver, entre otros, Miguel Carbonell (edit), Neoconstitucionalismo(s),
3
Ed. Trotta, Madrid, 2003.
unificación de la jurisprudencia de tutela dentro de la jurisdicción
constitucional.
En este sentido, esta última sección del Módulo de Autoaprendizaje tiene el
objetivo concreto de actualizar y complementar algunos aspectos de
derecho procesal constitucional ya mencionados en las secciones 2 y 6
del mismo Módulo. En consecuencia, en el presente capítulo se exponen
de manera breve y sumaria, las reglas jurisprudenciales más recientes y
relevantes sobre los siguientes temas: I. Los derechos protegidos a
6 través de la acción de tutela. II. Los actos impugnables a través de la
acción de tutela. III. Distribución de competencias en materia de
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acción de tutela. IV. Legitimación para actuar. V. Causales generales
de improcedencia de la acción de tutela. VI. Facultades del juez de
tutela. VII. Efectos de las sentencias de la Corte Constitucional y valor
del precedente judicial.
Finalmente es importante aclarar que la mayoría de estos temas se
encuentran mencionados en secciones anteriores del Módulo. Sin
embargo, por su importancia así como por los conflictos de
interpretación que han generado, consideramos fundamental reforzar su
explicación y actualizarlos con la jurisprudencia más reciente y/o
relevante. En consecuencia, para adelantar exitosamente el proceso de
autoaprendizaje, esta sección debe ser entendida, simplemente, como un
complemento al Módulo principal ya elaborado.
II. LOS DERECHOS PROTEGIDOS A TRAVÉS DE LA
ACCIÓN DE TUTELA. LOS DERECHOS
FUNDAMENTALES POR CONEXIDAD Y LOS
DERECHOS FUNDAMENTALES INNOMINADOS.
Según el artículo 86 de la Constitución, la acción de tutela es un
mecanismo procesal que sirve para que, reunidos ciertos requisitos
procesales, las personas puedan reclamar la protección judicial
inmediata de sus derechos constitucionales fundamentales.
Sin embargo, como se mencionó en la sección 2‐c del Módulo de
autoaprendizaje, no parece que la Constitución hubiere definido de
manera explícita y univoca la lista taxativa de los derechos susceptibles
de ser amparados mediante este mecanismo judicial. Por el contrario, la
Carta estableció lo que puede denominarse un catálogo abierto de derechos
fundamentales, para cuya concreción es fundamental conocer los criterios
que han sido elaborados por el legislador y por la jurisprudencia. En 7
este sentido, el artículo 2 del decreto 2591 de 1991 dispuso:
4 Esta norma fue declarada exequible en la sentencia de la Corte Constitucional C‐018
de 1993 M.P. Alejandro Martínez Caballero.
5En este sentido pueden consultarse entre otras: Corte Constitucional: Sentencias T‐
002/1992, M.P. Alejandro Martínez Caballero; y T‐008/ 1992, M.P. Fabio Morón Díaz.
(1) Son derechos fundamentales los derechos de aplicación inmediata6.
En efecto, el artículo 86 que consagra la acción de tutela indica que los
derechos fundamentales son aquellos cuya protección inmediata puede
ser solicitada al juez. En este orden de ideas, no cabe duda alguna que
los derechos que por expreso mandato constitucional son de aplicación
inmediata constituyen derechos fundamentales. Se trata de los derechos
enumerados en el artículo 85 de la Constitución, es decir, los derechos a
la vida; a la integridad personal; a la igualdad; a la personalidad
jurídica; a la intimidad y al habeas data; al libre desarrollo de la
8 personalidad; a la libertad personal en todas sus formas; a la libertad de
conciencia, de cultos, de expresión y de información; a la honra y al
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buen nombre; a los derechos de petición, de libre circulación; a la
libertad de escoger profesión y oficio y de enseñanza, aprendizaje
investigación y cátedra; al habeas corpus; al debido proceso; a no ser
sometido a las sanciones de destierro, prisión perpetua o confiscación; a
las libertades de reunión y manifestación; y a los derechos políticos.
(2) La Corte ha reconocido que son derechos fundamentales,
adicionalmente, aquellos que por expreso mandato constitucional
poseen “un plus para su modificación”, siempre y cuando tengan un
contenido deóntico que admita su protección mediante una orden
judicial. A este respecto, la Corte ha reconocido que el artículo 377 de la
Constitución es una guía para el juez de tutela, pues en él se establece
que ciertos derechos constitucionales poseen “más fuerza” que otros, al
señalar que “(d)eberán someterse a referendo las reformas
constitucionales aprobadas por el Congreso, cuando se refieran éstas a
los derechos reconocidos en el Capítulo 1, Título II y sus garantías (...), si
así lo solicitan dentro de los seis meses siguientes a la promulgación del
Acto Legislativo un cinco por ciento de los ciudadanos que integran el
censo electoral...”. No obstante, algunos de los derechos contenidos en el
precitado Capítulo 1 del Titulo II de la Carta no confieren derechos
subjetivos susceptibles de ser protegidos cabalmente mediante una
Ver entre otras, Corte Constitucional: Sentencias, T‐403/1992, M.P. Eduardo Cifuentes
6
(3) En tercer lugar, son derechos fundamentales aquellos que pese a no 9
encontrarse en el Capítulo 1 del Título II, tienen, por expreso mandato
de la Constitución, el carácter de derechos fundamentales. Según este
7 Si bien la Corte no ha tutelado el derecho, en abstracto, a exigir del Estado un puesto
de trabajo, lo cierto es que ha protegido derechos derivados del derecho al trabajo
como el derecho al salario, el derecho a que el lugar de trabajo reúna condiciones
mínimas de dignidad, el derecho a la igualdad de acceso a un empleo, etc. Ver sobre el
tema, entre otras, las siguientes sentencias: Corte Constitucional: T‐475/1992 M.P.
Eduardo Cifuentes Muñoz; T‐537/1994, M.P. Antonio Barrera Carbonell; T‐046/1995,
M.P. José Gregorio Hernández; T‐291/1995, M.P. Fabio Morón Díaz; T‐271/1997, M.P.
Antonio Barrera Carbonell; T‐527/1997, M.P. Hernando Herrera Vergara; T‐089/1999,
M.P. José Gregorio Hernández.
8 Ver entre otras, las siguientes sentencias: Corte Constitucional: T‐542/1992, M.P.
Alejandro Martínez; C‐606/1992, M.P. Ciro Angarita Barón; T‐463/1994, M.P. José
Gregorio Hernández; T‐003/1994, M.P. Jorge Arango Mejía; T‐374/1996, M.P. Antonio
Barrera Carbonell; T‐247/1998, M.P. (E). Carmenza Isaza de Gómez.
9 Sobre derecho de asociación sindical pueden encontrarse, entre otras, las siguientes
(4) La Corte ha señalado que los derechos recogidos en los tratados
internacionales de derechos humanos ratificados por Colombia que no
pueden ser suspendidos en Estados de Excepción hacen parte del
10 llamado “bloque de constitucionalidad” e integran el catálogo de
derechos fundamentales, es decir, de aquellos derechos susceptibles de
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ser protegidos mediante la acción de tutela11.
10“(E)l juez constitucional es competente para aplicar directamente, en ausencia de
prescripción legislativa, el núcleo esencial de aquellos derechos prestacionales de que
trata el artículo 44 de la Carta. En estos casos, debe ordenar a los sujetos directamente
obligados el cumplimiento de sus respectivas responsabilidades, a fin de asegurar la
satisfacción de las necesidades básicas del menor. Si se trata de asuntos que sólo
pueden ser atendidos por el Estado ‐ bien por su naturaleza, ora por que los restantes
sujetos no se encuentran en capacidad de asumir la obligación ‐ la autoridad pública
comprometida, para liberarse de la respectiva responsabilidad, deberá demostrar (1)
que, pese a lo que se alega, la atención que se solicita no tiende a la satisfacción de una
necesidad básica de los menores; (2) que la familia tiene la obligación y la capacidad
fáctica de asumir la respectiva responsabilidad y que las autoridades administrativas
tienen la competencia y están dispuestas a hacerla cumplir; (3) que, pese a haber
desplegado todos los esfuerzos exigibles, el Estado no se encuentra en la posibilidad
real de satisfacer la necesidad básica insatisfecha”. Corte Constitucional, SU‐225 de
1998, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.
11 “(L)a Corte ha adoptado una noción lato sensu del bloque de constitucionalidad,
según la cual aquel estaría compuesto por todas aquellas normas, de diversa jerarquía,
que sirven como parámetro para llevar a cabo el control de constitucionalidad de la
legislación. Conforme a esta acepción, el bloque de constitucionalidad estaría
conformado no sólo por el articulado de la Constitución sino, entre otros, por los
tratados internacionales de que trata el artículo 93 de la Carta, por las leyes orgánicas
y, en algunas ocasiones, por las leyes estatutarias”. Corte Constitucional. Sentencia C‐
191/1998, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz. Sobre el mismo tema, pueden consultarse,
entre otras, las siguientes sentencias. Corte Constitucional: C‐295/1993, M.P. Carlos
Gaviria Díaz; C‐179/1994, M.P. Carlos Gaviria Díaz; C‐225/1995, M.P. Alejandro
Martínez Caballero; C‐578/95, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz, C‐358/1997, M.P.
Eduardo Cifuentes Muñoz; C‐327/97, M.P. Fabio Morón Díaz.
(5) En virtud del mandato contenido en los artículos 94 de la Carta y 2
del decreto 2591 de 1991, la Corte Constitucional ha entendido que
existen derechos que si bien no ostentan en sí mismos la categoría de
derechos fundamentales, pueden ser objeto de protección a través de la
acción de tutela siempre que su vulneración, en el caso concreto, apareje
una violación o amenaza de un auténtico derecho fundamental. El
criterio de conexidad ha fundamentado la tutela de ciertos derechos,
como el derecho a la seguridad social en salud y pensiones, o el derecho
al medio ambiente, entre otros, cuando su amenaza o vulneración 11
comprometa la vigencia de un derecho fundamental12. Sobre este tema
12 Sobre este punto puede consultarse la primera parte de este documento en los
apartes dedicados a los derechos de los enfermos, los derechos de las personas de la
tercera edad o los derechos de los vecinos y las comunidades.
13 Corte Constitucional: Sentencias T‐002/92, Alejandro Martínez Caballero; T‐406/92,
M.P. Ciro Angarita Barón.
aquellos derechos fundamentales diferentes a los contemplados
expresamente en el texto constitucional.
1. Los derechos fundamentales innominados: dignidad,
mínimo vital y seguridad personal14
El artículo 94 de la Constitución establece que “la enunciación de los
derechos y garantías contenidos en la Constitución y en los convenios
12 internacionales vigentes, no debe entenderse como negación de otros
que, siendo inherentes a la persona humana, no figuren expresamente
en ellos”. En consecuencia, parece corresponder a la Corte
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14 Esta parte del documento constituye un desarrollo del estudio realizado por Sylvia
Fajardo Glauser denominado “Tutela de derechos enunciados en otros capítulos”,
como parte de un proyecto de investigación realizado para la Universidad Externado
de Colombia y que se encuentra en vía de publicación.
15 Esta cláusula general de reconocimiento de derechos que no se encuentran
expresamente contemplados en la Carta Política, es común en el derecho comparado.
Se encuentra consagrada en la novena enmienda de la Constitución Americana así
como en las Constituciones de Argentina (art. 33) Paraguay (art. 45) y Perú (art. 3). Los
tratados internacionales de derechos humanos contemplan normas similares: (Artículo
5 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, artículo 5 del Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, artículo 29 de la
Convención Americana de Derechos Humanos.)
1.1. Derecho a la dignidad humana
16 En Sentencia T‐881/02, M.P. Eduardo Montealegre Lynet, la Corte Constitucional
sostuvo que “los ámbitos de protección de la dignidad humana, deberán apreciarse no
como contenidos abstractos de un referente natural, sino como contenidos concretos,
en relación con las circunstancias en las cuales el ser humano se desarrolla
ordinariamente”. En esta sentencia se estudiaron dos casos relacionados con la
suspensión del servicio de energía a una cárcel y a un municipio por mora en el pago,
debido a problemas presupuestales. La Corte tuteló los derechos a la dignidad, a la
salud por conexidad con la vida y la integridad de las personas privadas de la libertad
y de los habitantes del municipio por considerar que, sin discutir el deber de pagar por
la prestación del servicio, la empresa prestadora tiene un deber de solidaridad frente a
los reclusos y los habitantes del municipio no responsables del pago y sometidos a
condiciones que violan sus derechos fundamentales.
17 Corte Constitucional. Sentencia T‐881/02. M.P. Eduardo Montealegre Lynet. .
amenaza o vulneración de la dignidad humana. En este sentido,
es fundamental tener en cuenta los criterios enunciados pues no
parece probable que la Corte admita o formule una
argumentación más amplia que la expuesta.
1.2 Derecho al mínimo vital
18 Ver, entre otras, Corte Constitucional, Sentencias: T‐426/92, M.P. Eduardo Cifuentes
Muñoz; T‐263/97, M.P. Hernando Herrera Vergara; T‐1103/00, M.P. Alvaro Tafur
Galvis.
19 Al respecto, Rodolfo Arango, Julieta Lemaitre. Jurisprudencia Constitucional sobre el
derecho al mínimo vital. Estudios Ocasionales Cijus, Facultad de Derecho, Universidad
de los Andes, 2002, p.11 y 12.
20 Ver entre otras, Corte Constitucional. Sentencias: T‐005/95, M.P. Eduardo Cifuentes
21 Corte Constitucional. Sentencia T‐426/92, M.P. Fabio Morón Diaz.
22 Al respecto, Rodolfo Arango, Julieta Lemaitre, op cit, p. 16.
23Corte Constitucional. Sentencia SU‐111/97, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.
24Corte Constitucional. Sentencia T‐011/98. M.P. José Gregorio Hernández.
• Desprotección absoluta de personas en situación de
debilidad manifiesta.
Ahora bien, es fundamental indicar que en los casos
mencionados, la Corte ha protegido los derechos antes
mencionados ‐ el derecho a la pensión, a la asignación mensual, al
reintegro de la mujer embarazada, etc ‐ sólo cuando se ha
demostrado que la afectación de tales derechos compromete las
condiciones mínimas de vida de la persona afectada. En este
16 sentido, como se verá al estudiar el tema de la conexidad, la Corte
ha elaborado una serie de criterios para que, en casos como estos,
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pueda entenderse que la violación de un derecho social afecta,
por conexidad, el derecho fundamental al mínimo vital.
1.3 Derecho a la seguridad personal
Corte Constitucional. Sentencias: T‐590/98, M.P. Alejandro Martínez Caballero ; SU‐
25
256/98, M.P. Fabio Morón; T‐028/00, M.P. Carlos Gaviria; T‐1619/00, M.P. Fabio Morón;
T‐1206/01, M.P. Rodrigo Escobar Gil.
contenido es variable y su alcance – a la hora de identificar la
obligación correlativa ‐ debe ser determinado en función del
contexto socio‐político y jurídico en el cual se encuentra la
persona amenazada. En este sentido, señala que si bien es un
derecho de toda persona, debe ser particularmente garantizado –
por ejemplo, mediante la acción de tutela ‐ a sujetos de especial
protección por sus condiciones personales.
En la jurisprudencia mencionada, la Corte parte de una escala de
riesgos que sirve como criterio fundamental para definir cuando 17
se debe proteger en sí mismo y a través de la tutela el derecho a la
26 Corte Constitucional. Sentencia T‐719/03, M.P. Manuel José Cepeda. En este caso, la
Corte protegió temporalmente el derecho a la seguridad personal de la compañera y el
hijo de un reinsertado asesinado, como sujetos de especial protección constitucional,
por subsistir la amenaza contra ellos. La Corte concluye que las autoridades
competentes deben evaluar la situación de riesgo y de considerar la existencia de un
riesgo extraordinario, deben definir oportunamente las medidas especiales de
2. Los derechos fundamentales por conexidad
protección y asignarlas, así como evaluar periódicamente el riesgo y tomar las
decisiones correspondientes.
27 En la sentencia T‐571/92 la Corte Constitucional introduce la doctrina de la
conexidad así: “Los derechos fundamentales por conexidad son aquellos que no siendo
denominados como tales en el texto constitucional, sin embargo, les es comunicada
esta calificación en virtud de la íntima e inescindible relación con otros derechos
fundamentales, de forma que si no fueron protegidos en forma inmediata los primeros
se ocasionaría la vulneración o amenaza de los segundos.”
persona alegue la violación de un derecho fundamental por vía de la
violación de derechos constitucionales de otra naturaleza, se acerque a
la realidad social28 y realice un análisis suficiente del marco fáctico en el
cual se desarrollan los hechos y del acervo probatorio, de forma tal que
pueda determinar si, efectivamente, los hechos del caso permiten pensar
que la vulneración o amenaza de derechos sociales o colectivos, da lugar
a la violación o amenaza de los derechos fundamentales de la persona
afectada. Esto significa que la conexidad debe ser verificada y
demostrada en cada caso para que sea procedente conceder la acción de
tutela. 19
28 Respecto a la labor del juez constitucional como garante de la efectiva protección de
los derechos fundamentales, la Corte ha sostenido que: “El juez de tutela debe tener
una especial sensibilidad por los derechos fundamentales y su efectiva protección,
para lo cual, no basta limitarse a argumentos lógicos o probabilísticos. Debe apreciar
las circunstancias del caso en su temporalidad e historicidad concretas…” Corte
Constitucional. Sentencia T‐439/92 M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.
Los beneficiarios directos de la teoría de la conexidad, en particular
cuando se trata de proteger el mínimo vital, han sido los sujetos de
especial protección constitucional, esto es, personas o grupos sociales
que se encuentran en situación de vulnerabilidad e indefensión por sus
condiciones personales o como resultado de la discriminación y
marginación social. Por disposición del constituyente son considerados
sujetos de especial protección constitucional la mujer embarazada y la
mujer cabeza de familia (art. 43 CP), los adolescentes (art. 45 CP), las
personas de la tercera edad (art. 46), las personas con discapacidad (art.
20 46 CP) y los trabajadores y los sindicatos (arts 53, 54, 55 y 56 CP). La
jurisprudencia constitucional también ha atribuido este carácter a los
MÓDULO DE AUTOFORMACIÓN JUDICIAL
grupos étnicos, las personas privadas de la libertad, las personas en
situación de desplazamiento forzado, las personas en situación de
indigencia y las personas con diversa orientación sexual.
Vale la pena señalar que, en general, la Corte ha podido constatar que,
en la mayoría de los casos, los medios ordinarios de defensa judicial son
inexistentes o ineficaces para amparar los derechos de los sujetos de
especial protección, especialmente si se tiene en cuenta que en la
mayoría de los casos queda demostrada la necesidad de protección
inmediata debido a las graves condiciones de vulnerabilidad e
indefensión en que tales sujetos se encuentran.
A título de ejemplo, y advirtiendo que no se trata de realizar un estudio
a fondo de lo derechos fundamentales por conexidad, a continuación se
presenta una síntesis de las subreglas jurisprudenciales sobre la
procedencia de la acción de tutela como mecanismo para proteger
algunos de estos derechos, como el derecho a la salud, a la educación o
al pago de salarios y pensiones. Se trata en este aparte, simplemente, de
ilustrar la aplicación de la conexidad como requisito de procedibilidad
de la acción de tutela.
2.1 Derecho a la seguridad social en salud y el mínimo vital
La seguridad social y la salud tienen, de acuerdo con el orden
constitucional, un doble carácter: por un lado son servicios
públicos a cargo del Estado, sujetos a los principios de eficiencia,
universalidad y solidaridad y, de otro lado, son derechos
irrenunciables de los habitantes en el territorio nacional (arts. 48 y
49 CP).
Por disposición del constituyente los derechos a la salud y a la
seguridad social son derechos fundamentales de los niños (art. 44
CP) pero respecto de los restantes sujetos, son derechos
constitucionales no fundamentales que el legislador debe
desarrollar progresivamente. 21
29 Ver entre muchas otras, Corte Constitucional, Sentencias: T‐499/92, M.P. Eduardo
Cifuentes; T‐571/92, M.P. Jaime Sanin; SU‐039/98; SU‐562/99; T‐344/99, M.P. Eduardo
Cifuentes; T‐457/01, M.P. Jaime Córdoba Treviño.
30 Ver, entre otras, Corte Constitucional. Sentencias T‐1081/01, M.P. Marco Gerardo
Monroy; T‐540/02, M.P. Clara Inés Vargas.
para definir la procedibilidad de la acción de tutela en estos
casos.
Para comenzar es importante reiterar que la Corte ha entendido
que la acción de tutela procede como mecanismo para proteger el
derecho a la salud cuando, se demuestre que, por conexidad,
existe una afectación inminente del derecho a la vida del actor, o
de sus derechos a la integridad personal y a la dignidad
humana31. En este sentido, por ejemplo, la Corte ha entendido
22 que la tutela procede cuando a la persona se le niega un
tratamiento necesario para calmar dolores insoportables o un
MÓDULO DE AUTOFORMACIÓN JUDICIAL
31 Corte Constitucional. Sentencia T‐753/01. M.P. Rodrigo Escobar Gil.
(iii) Que el paciente se encuentre en incapacidad real de sufragar
el costo del medicamento o tratamiento requerido.
(iv) Que el paciente se encuentre imposibilitado para acceder al
tratamiento, implemento o medicamento a través de cualquier
otro sistema o plan de salud.
(v) Que el medicamento o tratamiento hubiere sido prescrito por
un médico adscrito a la Empresa Promotora de Salud a la cual se
halle afiliado el demandante.32
Ahora bien, es importante recordar que la Corte ha tutelado el 23
derecho al diagnóstico, como medio necesario para identificar la
32 Corte Constitucional, Sentencias T‐283/98, M.P. Fabio Morón; T‐784/01, M.P. Alfredo
Beltran; T‐015/02, M.P. Alfredo Beltrán.
33Corte Constitucional. Sentencias T‐1204/00, M.P. Alejandro Martínez ; T‐849/01, M.P.
Marco Gerardo Monroy; T‐178/03, M.P. Rodrigo Escobar; T‐364/03, M.P. Marco
Gerardo Monroy; T‐674/03, M.P. Rodrigo Escobar; T‐453/04, M.P. Rodrigo Escobar.
(iii) Si demuestra que la persona está en capacidad – directa o
indirectamente ‐ de asumir el costo del medicamento o
tratamiento solicitado y excluido del POS.34
Ahora bien, la Corte ha entendido que las EPS no pueden negarse
a prestar el servicio de salud bajo el argumento de que el paciente
no cumple el periodo mínimo de cotización exigido legalmente,35
por mora del patrono en el pago de los aportes de seguridad
social36, o por ser la enfermedad preexistente a la afiliación37.
24
Por último, es importante recordar que de acuerdo con la
MÓDULO DE AUTOFORMACIÓN JUDICIAL
2.2 Derecho a la seguridad social en pensiones y el mínimo vital
En relación con el derecho a la seguridad social en materia
pensional la Corte admite la procedencia excepcional de la tutela
en dos situaciones:
34 Corte Constitucional, Sentencia T‐170/02, M.P. Manuel José Cepeda.
35 Corte Constitucional, Sentencias T‐283/98, M.P. Fabio Morón; SU‐562/99; T‐787/01,
M.P. Eduardo Montealegre.
36 Corte Constitucional, Sentencias SU‐562/99; T‐484/01, M.P. Eduardo Montealegre.
37 Corte Constitucional, Sentencias SU‐039/98, M.P. Eduardo Cifuentes; T‐1003/99, M.P.
José Gregorio Hernández.
• Cuando existe mora en el reconocimiento de la pensión,
por demoras injustificadas en el trámite administrativo y
se demuestra la afectación del derecho al mínimo vital38 y
• Cuando existe mora en el pago oportuno de las mesadas
pensionales, y se comprueba la inexistencia de otros
recursos para la subsistencia del actor y en algunos casos
de su familia39.
Se presume la afectación del derecho al mínimo vital cuando se
25
trata de una persona de la tercera edad,40 o frente a la cesación
prolongada e indefinida de pagos de las mesadas pensionales.41
2.3 Derechos salariales: el derecho al pago oportuno del salario y el
mínimo vital.
La Corte admite la procedencia excepcional de la tutela cuando se
presenta mora en el pago del salario adeudado al trabajador y se
vulnera su mínimo vital y el de su familia, por carecer de otros
Carlos Gaviria; T‐009/99, M.P. Alfredo Beltrán; SU 090/2000.
40 Corte Constitucional. Sentencias: T‐278/97, M.P. Vladimiro Naranjo.
41 Corte Constitucional. Sentencias : T‐205/00, M.P. Antonio Barrera; T‐573/02, M.P.
Alvaro Tafur; T‐997/02, M.P. Jaime Córdoba.
medios de subsistencia.42 La afectación se presume cuando la
mora se prolonga en el tiempo.43
Al igual que en el caso de las pensiones, el pago oportuno del
salario constituye una prestación jurídicamente debida, ya sea
por parte del Estado o de los particulares, y es deber del juez
constitucional garantizar el cumplimiento efectivo en aquellos
casos en que se amenaza la subsistencia de las personas.
26
Sin embargo, la Corte ha reiterado que la acción de tutela no
procede como mecanismo para solicitar el aumento o ajuste
MÓDULO DE AUTOFORMACIÓN JUDICIAL
salarial44, pues no se trataría en este caso de asegurar el mínimo
vital. En el mismo sentido, la regla general es la improcedencia de
la tutela para obtener el pago de vacaciones, primas y cesantías
parciales o, en general, para agilizar u obtener el pago de otras
prestaciones sociales.45
2.4 Derecho a la educación
La educación es, en principio, un derecho constitucional (art. 67
CP) que sólo puede ser protegido mediante la acción de tutela en
dos circunstancias: (1) cuando se trata de proteger el derecho de
los niños, por expresa disposición constitucional (art. 44 CP) y (2)
cuando, por conexidad, al ser vulnerado, se viola un derecho
fundamental, como la igualdad, el libre desarrollo de la
personalidad o el debido proceso. Pero la educación no sólo es un
42 Corte Constitucional. Sentencias: T‐651/98, M.P. Antonio Barrera; T‐144/99, M.P.
José Gregorio Hernández; T‐434/99, M.P. Eduardo Cifuentes; T‐261/00, M.P. Jose
Gregorio Hernández; T‐1031/00, M.P. Eduardo Montealegre.
43 Corte Constitucional. Sentencias: T‐808/98, SU‐995/99, T‐802/01, M.P. Clara Inés
Vargas; T‐703/02, M.P. Eduardo Montealegre.
44 Corte Constitucional. Sentencias SU‐ 509/95, SU‐ 1382/2000
45 Corte Constitucional. T‐681/00, M.P. Alvaro Tafur.
derecho, adicionalmente es un servicio público que tiene una
función social (art. 67 CP).
El núcleo esencial del derecho a la educación cubre cuatro
aspectos generales que se encuentran en estrecha relación y
conexión: la disponibilidad, el acceso, la permanencia y la
calidad. Si bien existen diversas subreglas jurisprudenciales sobre
cada uno de estos cuatro aspectos, en este aparte, para efectos de
ilustrar uno de los ámbitos de procedencia de la acción de tutela,
sólo se resalta la regla básica y general que se refiere a la garantía 27
de acceder al sistema educativo. En efecto, según la Constitución,
2.5. Derechos colectivos: Derecho a un medio ambiente sano
El derecho al medio ambiente sano es un derecho colectivo que,
en principio, debe ser garantizado a través de las acciones
populares. No obstante, en algunos casos excepcionales, la Corte
ha considerado que se trata de un derecho fundamental por
conexidad, siempre que su afectación vulnere o amenace el
derecho a la vida y la integridad personal del actor. En general, la
tutela ha procedido como remedio urgente frente a graves
situaciones de contaminación producidas especialmente por
deficiencias en el servicio de alcantarillado o aseo47. Sin embargo,
en algunos casos la Corte ha concedido la protección del derecho
46 Corte Constitucional. Sentencias: T‐323/94, M.P. Eduardo Cifuentes; T‐534/97, M.P.
Hernando Herrera; T‐356/01, M.P. Manuel José Cepeda.
47 Corte Constitucional. Sentencias: SU‐1116/01, T‐771/01, M.P. Jaime Córdoba; T‐
123/99, M.P. Fabio Morón; SU‐442/97.
a la intimidad y a la tranquilidad por contaminación auditiva48,
cuando se ha demostrado niveles insoportables de ruido,
acompañados de una inacción evidente de las autoridades
administrativas responsables de proteger los derechos
ciudadanos.
En general, para que proceda la acción de tutela como mecanismo
de protección de un derecho colectivo es necesario que se reúnan,
cuando menos, los siguientes requisitos49:
28
i) Existencia de conexidad entre la vulneración del derecho
MÓDULO DE AUTOFORMACIÓN JUDICIAL
colectivo y la amenaza o vulneración de un derecho fundamental
ii) El actor debe ser la persona directamente afectada en su
derecho fundamental
iii) La vulneración del derecho fundamental no debe ser
hipotética sino que debe encontrarse expresamente probada en el
expediente
iv) La orden judicial debe buscar el restablecimiento del derecho
fundamental afectado y no del derecho colectivo, aunque por
efecto de la decisión este último resulte protegido.
v) A partir de la expedición de la ley que regula las acciones
populares, debe demostrarse en el expediente que dicho
mecanismo no es idóneo en el caso concreto para la protección
efectiva del derecho fundamental vulnerado.
Finalmente, no sobra mencionar la clara interconexión entre los
derechos innominados y los derechos fundamentales por
conexidad, con los derechos de los sujetos de especial protección
constitucional. En efecto, son ellos quienes, por el contexto social
de desigualdad, vulnerabilidad y marginación en el que se
encuentran, generalmente están en situación de plena indefensión
y necesitan, por ello, la sensibilidad del juez constitucional así
48 Corte Constitucional. Sentencias: T‐028/94, M.P. Vladimiro Naranjo; T‐226/95, M.P.
Vladimiro Naranjo.
49 Corte Constitucional. Sentencia SU‐1116/01
como su efectiva intervención para lograr el amparo de sus
derechos fundamentales.
III. LOS ACTOS IMPUGNABLES A TRAVÉS DE LA
ACCIÓN DE TUTELA
Corte Constitucional, Sentencia T‐091 de 1992. M.P. Dr Fabio Moron Díaz
50
Corte Constitucional Sentencia T‐501 de 1992. M. P. Dr. José Gregorio Hernandez
51
Galindo
ejercicio de funciones públicas. Por el contrario, el servidor público más
que ningún otro sujeto de derecho, se encuentra compelido a demostrar
cabalmente, siempre que así se requiera, que sus actos se sometieron al
derecho vigente y, en particular, a los derechos fundamentales.
Resta determinar, según la jurisprudencia de la Corte Constitucional,
contra que actuaciones de las autoridades públicas procede la acción de
tutela.
30
1. Autoridades legislativas
MÓDULO DE AUTOFORMACIÓN JUDICIAL
En principio, la acción de tutela procede contra actos de carácter
administrativo, procedimental o de trámite legislativo de las
autoridades legislativas. Sin embargo, ha aclarado que tal acción no
procede contra las leyes de la República.52 En efecto, como se
mencionará más adelante, las impugnaciones contra las leyes que
puedan vulnerar los derechos fundamentales deben realizarse mediante
la acción de inconstitucionalidad o, si fuera el caso, la excepción de
inconstitucionalidad. No obstante, lo anterior no obsta para que se
pueda interponer una acción de tutela contra un acto administrativo
que, en aplicación de una ley inconstitucional, amenace con producir
una violación iusfundamental irreparable. En estos casos, la tutela puede
ser interpuesta contra el acto administrativo que no puede ampararse en
una ley abiertamente inconstitucional para producir una lesión
irreparable sobre un derecho fundamental.
2. Autoridades administrativas
En primer lugar, es importante señalar que respecto a los decretos con
fuerza de ley expedidos por el Gobierno Nacional, se aplica la misma
norma de procedencia de la acción de tutela contra leyes de la República
(ver supra).
Corte Constitucional, Sentencia T‐430 de 1994, junio 24 de 1994, M.P. Hernando
52
Herrera Vergara.
Ahora bien, la Corte ha entendido que la acción de tutela procede, en
general, contra las actuaciones administrativas de las autoridades que
integran la rama ejecutiva del poder público, siempre que no exista otro
mecanismo de defensa o que la acción se interponga para evitar un
perjuicio irremediable53. En este sentido, los actos, las omisiones, los
hechos y los contratos de la administración, pueden, eventualmente, ser
objeto de un juicio de tutela pero sólo si se cumplen las restantes
condiciones de procedibilidad antes mencionadas.
31
Sin embargo, la Corte ha indicado que en materia de actos de trámite o
3. La acción de tutela frente a las omisiones de la
administración
La acción de tutela se encuentra consagrada en el artículo 86 de la Carta.
Establece la citada norma que la tutela procede para la defensa de los
derechos fundamentales siempre que estos resulten vulnerados o
amenazados por la acción o la omisión de una autoridad pública. En
otras palabras, el constituyente no limitó la procedencia de la acción a
aquellos casos en los cuales la lesión del derecho se produjera por una
acción del Estado. Por el contrario, la extendió a amenazas o
53Al respecto, pueden consultarse entre otras, las sentencias T‐202/1994, M.P. Antonio
Barrera Carbonell; T‐640/1996, M.P. Vladimiro Naranjo Mesa; SU‐039/1997, M.P.
Antonio Barrera Carbonell; T‐173/1997, M.P. Antonio Barrera Carbonell; T‐269/1997,
M.P. Jorge Arango Mejía.
54Corte Constitucional, Recurso de Súplica 201, M.P. Dr. Antonio Barrera Carbonell.
vulneraciones causadas por la inacción de las autoridades públicas, es
decir, por el incumplimiento de sus deberes constitucionales y legales de
protección. Y ello, no sólo por que las omisiones de las autoridades son,
en muchos casos la fuente de la violación, sino porque algunos de los
derechos fundamentales, como el derecho de petición, son usualmente
vulnerados por una omisión administrativa.
En este sentido, el artículo 86 señala que la protección que dispensen los
jueces competentes para dar trámite a la acción de tutela ʺconsistirá en
32 una orden para que aquel respecto de quien se solicita la tutela, actúe o se
abstenga de hacerloʺ. Si la causa de la lesión es una actuación positiva la
MÓDULO DE AUTOFORMACIÓN JUDICIAL
orden debe consistir en una abstención, pero si la misma proviene de
una omisión, el derecho sólo se protege si el juez le ordena a la
autoridad que cumpla sus deberes, es decir, que actúe. Como es obvio,
si la acción de tutela se interpone por una omisión administrativa, la
orden de protección no puede ser otra que la de ordenar proferir el acto
administrativo a través del cual se restablece el derecho vulnerado o se
conjura la amenaza creada por la inacción de la administración. Este
tema sin embargo, será objeto de desarrollo posterior en el acápite
destinado a estudiar las facultades del juez de tutela.
Más de la mitad de las acciones de tutela interpuestas hasta hoy, se
orientan a solicitar la protección de derechos fundamentales vulnerados
o amenazados por omisiones de las autoridades administrativas. Se
trata, fundamentalmente, de aquellos casos en los cuales el Estado omite
dar respuesta a derechos de petición debidamente interpuestos55; dilata
durante años y de manera injustificada el pago de pensiones a personas
Sobre el tema, ver Corte Constitucional, Sentencias: T‐446/1994, M.P. Eduardo
55
56Sobre el tema, pueden consultarse entre otras, las sentencias T‐471/1992, M.P. Simón
Rodríguez Rodríguez; T‐356/1993, M.P. Hernando Herrera Vergara; T‐362/1993, M.P.
Hernando Herrera Vergara; T‐403/1993, M.P. Hernando Herrera Vergara; T‐437/1995,
M.P. Fabio Morón Díaz; T‐438/1995, M.P. Fabio Morón Díaz; T‐014/1999, M.P.
Alejandro Martínez Caballero; T‐065/1999, M.P. Alejandro Martínez Caballero.
57Sobre nombramiento a quien obtuvo el primer lugar en concurso de méritos, pueden
consultarse, entre otras, las siguientes sentencias de la Corte Constitucional: T‐
046/1995, M.P. José Gregorio Hernández; T‐256/1995, M.P. Antonio Barrera Carbonell;
T‐326/1995, M.P. Alejandro Martínez Caballero; T‐459/1996, M.P. Antonio Barrera
Carbonell; SU‐133/1998, M.P. José Gregorio Hernández; SU‐134/1998, M.P. Hernando
Herrera Vergara; SU‐135/1998, M.P. Hernando Herrera Vergara;SU‐136/1998, M.P.
José Gregorio Hernández. Sobre la omisión de afiliación a la seguridad social, pueden
consultarse las sentencias T‐295/1997, M.P. José Gregorio Hernández; T‐075/1998, M.P.
José Gregorio Hernández; T‐327/1998, M.P. Fabio Morón Díaz; T‐749/1998, M.P.
Alfredo Beltrán Sierra.
58Puede citarse como ejemplo la sentencia T‐739/1998, M.P. Hernando Herrera, donde
la Corte revocó los fallos de instancia, y ordenó a la empresa accionada reintegrar a la
accionante al oficio que venía desempeñando al momento del despido, con
reanudación inmediata del pago de su salario y afiliación a la entidad de previsión
social pertinente.
59Ver, entre otras, Corte Constitucional, Sentencias T‐046/1995, M.P. José Gregorio
Empresa Puertos de Colombia ‐FONCOLPUERTOS‐ cesar, a partir de la notificación
de la sentencia, todo pago ordenado judicialmente por la vía de tutela, en los
expedientes examinados, a los accionantes o a sus apoderados.
61Entre las sentencias de la Corte Constitucional que ordenan la adecuación de un
trámite administrativo o disciplinario a las normas legales sobre debido proceso se
encuentran: T‐011/1993, M.P. Alejandro Martínez Caballero; T‐201/1993, M.P.
Hernando Herrera;T‐347/1993, M.P. Vladimiro Naranjo Mesa; T‐524/1997, M.P. Carlos
Gaviria Díaz; T‐359/1997, M.P. Jorge Arango Mejía; SU‐036/1999, M.P. Alfredo Beltrán
Sierra.
62Téngase como ejemplo la Sentencia T‐501/1995, M.P. Fabio Morón Díaz, en la que la
Corte Constitucional ordenó al Alcalde Municipal de Nóvita Chocó que en el término
de cinco (5) días iniciara los trabajos necesarios para reparar la planta física del Colegio
Departamental “Carlos Holguín Mallarino”.
63Puede citarse como ejemplo la sentencia T‐487/1994, M.P. José Gregorio Hernández
en la que la Corte Constitucional ordenó a las autoridades de policía con competencia
en la Calle 68J No. 18‐L‐71 sur, Barrio Villa Gloria Segundo Sector de Santa Fe de
Bogotá, D.C., que ejercieran vigilancia permanente y cercana sobre la conducta del
esposo de la accionante, para la efectiva protección de los derechos a la vida y a la
integridad personal de la accionante y de sus hijas. Ver también sobre el tema las
sentencias T‐529/1992, M.P. Fabio Morón Díaz y T‐557/1995, M.P. Hernando Herrera
Vergara.
64Puede citarse como ejemplo la sentencia T‐455/1998, M.P. Antonio Barrera Carbonell,
en la que la Corte Constitucional ordenó que se oficie a la División de Reseña e
Identificación del Departamento Administrativo de Seguridad DAS, y a la Policía
Nacional ‐Dijín, Sijín, con el fin de que elaboren o abran sendos folios o registros
independientes, cada uno con la correspondiente cartilla decadactilar, al abogado e
historiador actor de la tutela, y a N.N. que utiliza el nombre del actor, incluyendo en
cumplir con su deber de asistencia a los colombianos detenidos en el
exterior. En fin, la Corte y, en general los jueces de tutela, han proferido
múltiples decisiones que tienen el efecto de promover el cumplimiento
de los deberes de la administración cuando ello es necesario para la
defensa de los derechos fundamentales de las personas.
En estos y otros múltiples casos de tutela por omisión administrativa,
los jueces de tutela y, en particular, la Corte Constitucional, verificada la
existencia de la omisión – es decir, del deber legal o constitucional
incumplido – han proferido decisiones que ordenan actos 35
administrativos, pero siempre que dicho acto constituya el
4. Autoridades judiciales: tutela contra sentencias65
La cuestión sobre la procedencia de la acción tutela contra sentencias
judiciales es quizá uno de los temas de mayor debate, en particular,
frente al tema de la tutela contra las sentencias de las altas cortes. No
obstante, en general, podría afirmarse que, en principio, los restantes
elementos de la doctrina de la tutela contra sentencias han sido
aceptados por la comunidad jurídica. En consecuencia, para efectos de
este documento, nos limitaremos a exponer tales elementos y, en
relación con este último las condenas proferidas por el Juzgado 33 Penal del Circuito y
por la Justicia Regional de Santafé de Bogotá.
65
El presente aparte se elaboró a partir de una investigación de Catalina Botero sobre el mismo
tema, publicada en el anuario Precedente, de la Universidad Icesi y posteriormente
complementada y actualizada dentro de un proyecto colectivo de investigación sobre la acción
de tutela, dirigido por la Universidad Externado de Colombia, en vías de publicación.
particular, los criterios de procedibilidad de la acción de tutela contra
decisiones judiciales. No obstante, parece importante antes de entrar al
tema de procedimiento constitucional que nos convoca, hacer una breve
síntesis del debate actualmente existente.
Como se mencionó, el debate en torno a la tutela contra sentencias se
cifra, fundamentalmente, en la procedencia de la acción contra
decisiones de la altas cortes cuando quiera que estas actúan como
máximo órgano de la respectiva jurisdicción. Sin embargo, no parece
36 existir una polémica importante frente a los otros temas de esta figura
que son, justamente, los que se tratan en este documento.
MÓDULO DE AUTOFORMACIÓN JUDICIAL
Contra la procedencia de la tutela para controvertir sentencias de las
altas Cortes se ha pronunciado, en particular, la Honorable Corte
Suprema de Justicia. En criterio de esta Honorable Corporación, la
acción de tutela no procede contra providencias proferidas con ocasión
de la casación y, en consecuencia, ha decidido no dar trámite a las
mismas. A juicio de quien fuera Presidente de la Corte al momento de
adoptar tal decisión, con ella se busca “defender la seguridad jurídica
del país, la cosa juzgada y el respeto al orden y a la estructura señalados
en la Carta Fundamental de los colombianos”66. Entiende la Corte que
en la medida en que la Constitución le confiere el carácter de máximo
tribunal de la jurisdicción ordinaria, sería inconstitucional que otros
jueces de inferior jerarquía o de otras jurisdicciones pudieran revisar,
anular o corregir sus decisiones pues, en este caso, dejaría de ser el
órgano de cierre de la respectiva jurisdicción. Por lo tanto, para
mantener el carácter que la Constitución le ha asignado, la acción de
tutela no puede proceder contra sus providencias cuando quiera que
(estás) éstas sean el resultado de un proceso en el cual la Corte actúe
como tribunal de casación, es decir, como máximo órgano de la
jurisdicción ordinaria. Cosa distinta, (continua) continúa la Corte, es la
revisión de las sentencias de tutela proferidas por esta Corporación. En
tales casos, la Corte Constitucional tiene la última palabra como tribunal
supremo de la jurisdicción constitucional. Adicionalmente, algunos
66
Diario El Tiempo, 1-26, 21 de marzo de 2002.
honorables Magistrados de la Corte encuentran que la acción de tutela
contra providencias judiciales viola el principio de la seguridad jurídica,
la cosa juzgada y el principio de autonomía funcional del juez.
Por su parte, la Corte Constitucional ha sostenido que la acción de tutela
procede contra toda actuación u omisión de las autoridades públicas,
como un mecanismo para dar prelación a los derechos fundamentales
sobre cualquier otra consideración. En consecuencia, dicha acción
procede contra las decisiones de las cortes de justicia – incluyendo a las
altas cortes – pero sólo para definir si con ellas se produjo una amenaza 37
o lesión de un derecho fundamental y de ninguna manera para
Mediante sentencia No. C‐543 del 1º de octubre de 1992, la Sala Plena de
la Corte Constitucional declaró la inconstitucionalidad de los artículos
11, 12 y 40 del Decreto 2591 de 1991, referentes a la procedencia de la
tutela contra sentencias. No obstante, la Corte consideró que la tutela sí
era procedente contra actuaciones u omisiones del juez distintas a la
38 providencia judicial o contra vías de hecho judiciales.
En la sección 4 del Módulo de Autoformación Judicial se hace un
MÓDULO DE AUTOFORMACIÓN JUDICIAL
67
Corte Constitucional. Sentencia 173/93, M.P. Alejandro Martínez; SU-159 de 2002, SU-
1159 de 2003, T-685 de 2003.
2. La acción de tutela sólo es procedente si previamente han sido
agotados todos los mecanismos ordinarios de defensa, salvo que se trate
de evitar un perjuicio irremediable. Ahora bien, cuando la tutela se
interponga como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio
irremediable, los efectos del fallo serán transitorios, mientras se llega a
una decisión en el proceso ordinario68. La Corte ha sido enfática al
establecer que no es posible entablar la acción de tutela como camino
para convertir a la jurisdicción constitucional en una jurisdicción
paralela o para proteger derechos fundamentales cuya protección ya ha
sido solicitada – y esta siendo estudiada ‐ por medio de otro mecanismo 39
de defensa idóneo. Se entienden como mecanismos idóneos, los recursos
68
Corte Constitucional. Sentencia C-543/93, M.P. Jorge Arango; T- 327/94, M.P. Vladimiro
Naranjo; T-054/03, M.P. Alvaro Tafur.
69
Hasta este momento la única sentencia que se ha apartado de esta línea jurisprudencial es la
T-1031 de 2001 en la que se reconoce la existencia de una clara línea jurisprudencial frente al
requisito de agotamiento de los recursos extraordinarios, pero de todos modos se inclina más
por la defensa de la pasada postura por considerar que “la adopción rigurosa de ésta
postura llevaría, en el caso concreto, a una desproporcionada afectación de un derecho
fundamental”.
70
Este principio posee algunas excepciones cuando la responsabilidad del vencimiento de
términos no se puede atribuir al accionante. Al respecto, Corte Constitucional. Sentencia. T-
567/98, M.P. Eduardo Cifuentes ; T-329/96, M.P. José Gregorio Hernández.
71
Corte Constitucional, Sentencias T-008/98, M.P. Eduardo Cifuentes; y SU-159/2000
5. A diferencia de otras hipótesis de procedibilidad de la acción de
tutela, cuando esta acción se interpone contra una sentencia judicial
compete al actor identificar con claridad la causa de la violación, así
como el derecho vulnerado72.
6. El juez de tutela no está autorizado para proferir una nueva decisión
de fondo. Cuando considere procedente la tutela, debe limitarse a
ordenar la anulación de la decisión judicial impugnada e indicar los
parámetros constitucionales bajo los cuales se debe proferir una nueva
40 decisión que resulte acorde con los derechos fundamentales
vulnerados73.
MÓDULO DE AUTOFORMACIÓN JUDICIAL
7. La tutela contra una decisión judicial debe interponerse ante el
superior funcional del juez que profirió la decisión impugnada. En
efecto, el inciso 2 del artículo 1 del decreto reglamentario 1382 de 2000,
señala:
Artículo 1°. Para los efectos previstos en el artículo 37 del Decreto
2591 de 1991, conocerán de la acción de tutela, a prevención, los
jueces con jurisdicción donde ocurriere la violación o la amenaza
que motivare la presentación de la solicitud o donde se
produjeren sus efectos, conforme a las siguientes reglas(...)
2. Cuando la acción de tutela se promueva contra un funcionario
o corporación judicial, le será repartida al respectivo superior
funcional del accionado. Si se dirige contra la Fiscalía General de
la Nación, se repartirá al superior funcional del Juez al que esté
adscrito el Fiscal.
Lo accionado contra la Corte Suprema de Justicia, el Consejo de
Estado o el Consejo Superior de la Judicatura, Sala Jurisdiccional
Disciplinaria, será repartido a la misma corporación y se
resolverá por la Sala de Decisión, Sección o Subsección que
corresponda de conformidad con el reglamento al que se refiere
el artículo 4° del presente decreto.
72
Corte Constitucional. Sentencia. T-654/98, M.P. Eduardo Cifuentes.
73
Corte Constitucional. Sentencia T-500 de 1995. M.P. Vladimiro Naranjo.
Cuando se trate de autoridades administrativas en ejercicio de
funciones jurisdiccionales, conforme al artículo 116 de la
Constitución Política, se aplicará lo dispuesto en el numeral 1° del
presente artículo.”
8. No procede la acción de tutela contra sentencias de tutela. La Corte
Constitucional ha considerado que resulta improcedente la acción de
tutela contra sentencias de tutela. Para fundamentar su aserto, señaló
que si bien es cierto que los jueces de tutela no están exentos de la
posibilidad de cometer irregularidades dentro del trámite de la acción 41
de tutela, el mecanismo judicial que el constituyente ideó para solventar
74
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia SU-1219/01 M.P. Manuel José Cepeda.
75
La primera sentencia en la que la Corte se refiere explícitamente a estos cuatro defectos es la
T-231/94.
3. Defecto fáctico, que se produce cuando el servidor público
deja de decretar o practicar pruebas absolutamente
conducentes o pertinentes que han sido debidamente
solicitadas, o cuando deja de valorar pruebas
fundamentales radicadas en el expediente o existe una
evidente contradicción entre los datos fácticos del proceso
y la decisión judicial finalmente adoptada;
4. Defecto material o sustantivo, que se produce por carencia
absoluta de fundamento jurídico76; por aplicación de una
42 disposición abiertamente inconstitucional77; por abierta y
franca incompatibilidad entre los fundamentos jurídicos y
MÓDULO DE AUTOFORMACIÓN JUDICIAL
la decisión adoptada78, o por violación directa e inmediata
de un derecho fundamental por omitir su aplicación,
aplicarlo indebidamente o por la interpretación de una
disposición legal al margen del principio de interpretación
conforme.79
5. Finalmente, existe la vía de hecho por consecuencia, que se
configura cuando el juez fundamenta su decisión en una
valoración fáctica equivocada, inducida por la actuación
inconstitucional de otros órganos estatales80. En otras
palabras, lo que acontece en estos casos es que el
funcionario judicial es víctima de una inducción al error,
que le es difícil apreciar dado que su actuar se encuentra
guiado por la confianza legítima en la actuación estatal que
en todo caso causa un daño a un derecho de importancia
constitucional81.
76
Corte Constitucional Sentencia T-158/93; T-804/99; SU-159/02; Catalina Botero. Op cit.
Pág. 43.
77
Corte Constitucional. T-572/94; SU- 1722/00.
78
Corte Constitucional, sentencia, T 100/98. M.P. José Gregorio Hernández.
79
Al respecto, Pablo Pérez Tremps. Tribunal Constitucional y Poder Judicial. Centro de
estudios constitucionales, Madrid, 1985. Pág. 263; José Angel Marín. Naturaleza jurídica del
Tribunal Constitucional. Ed. Ariel S.A., Barcelona, 1998. Pág. 17. Sobre el valor de la
jurisprudencia constitucional Diego Eduardo López Medina, op. Cit; y Carlos Bernal Pulido, La
fuerza Vinculante de la Jurisprudencia Constitucional en el orden Jurídico Colombiano,
Universidad externado de Colombia, 2004, en vías de publicación.
80
Corte Constitucional, ver Sentencias : SU-014 de 2001, T-407 de 2001, T-759 de 2001, T-
1180 de 2001, T-349 de 2002, T-362 de 2002 y T-705 de 2002.
81
Corte Constitucional. Sentencia T-705/2002. M.P. Manuel José Cepeda.
5. Tutela contra particulares
La acción de tutela procede contra particulares en los casos establecidos
por la Constitución y la ley.
La Corte ha entendido que la procedencia de la acción de tutela contra
particulares es uno de los avances más importantes de la Carta de 1991.
43
Ahora bien, en este tema resulta particularmente importante señalar los
criterios concretos que habrá de utilizar el juez para definir la
inconstitucional restringir la tutela a los eventos en los cuales el
particular prestara los servicios públicos de educación o salud. En su
criterio todo particular que presta un servicio público – cualquiera que
este sea ‐, se encuentra en una posición dominante respecto de los
usuarios del mencionado servicio, de tal manera que debe poder ser
susceptible de control mediante la acción de tutela83.
Por su parte, el numeral 4 del mencionado artículo 42, establece la
procedencia de la acción de tutela cuando la solicitud sea dirigida contra
una organización privada, contra quien la controle efectivamente o fuere
el beneficiario real de la situación que motivó la acción, siempre y
cuando el solicitante tenga una relación de subordinación o indefensión
respecto de la organización.
La Corte ha advertido a los jueces que la finalidad de la hipótesis
referida es la de evitar que en uso de la personalidad jurídica o
mediante figuras como el testaferrato, los sujetos burlen su deber de
respeto de los derechos fundamentales. En efecto, la figura del
beneficiario real, perteneciente al derecho financiero, obliga a los jueces
a estar atentos para reconocer a los verdaderos causantes de la violación
y dirigir contra ellos sus órdenes o advertencias, en los términos del
artículo 86.
82Corte Constitucional, Sentencia T‐507 de 1992. M.P. Alejandro Martínez Caballero.
83Corte Constitucional, sentencia C‐134 de 1994. M.P. Vladimiro Naranjo Mesa.
En quinto lugar el decreto 2591 señala que la acción de tutela es
procedente siempre que contra quien se hubiera hecho la solicitud viole
o amenace el artículo 17 de la Constitución. El artículo 17 en mención,
proscribe la esclavitud, servidumbre y trata de seres humanos. Con la
inclusión de esta causal se persigue evitar la consumación de tales
delitos y lograr un remedio eficaz ya que si bien existen los tipos penales
que sancionan la conducta, no siempre su protección cuenta con medios
de defensa oportunos. En este punto, debe remitirse a la doctrina de la
Corte sobre el otro medio de defensa, estudiada en aparte siguiente de 45
esta sección.
84 Corte Constitucional, SU‐089 de 1995, M.P. Jorge Arango Mejía.
85 Corte Constitucional, sentencia SU‐307 de 1999, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.
86Ibídem.
La Corte ha considerado que este supuesto tiende a evitar que los
medios de comunicación que ostentan un poder de hecho, por su gran
capacidad de difusión, hagan uso del mismo en desmedro de los
individuos aislados87. Se busca entonces que, mediante la rectificación,
se restablezca el equilibrio entre particulares. Pero la Corte ha llamado
la atención de los jueces para señalar que, por ejemplo, una opinión
editorial que se funde en hechos ciertos no puede ser objeto de una
tutela88. La labor jurisprudencial de esta Corporación ha estado
encaminada a defender los derechos de los particulares sin desmedro de
46
la libertad de prensa89.
MÓDULO DE AUTOFORMACIÓN JUDICIAL
El numeral 8 del artículo 42 del Decreto 2591 de 1991 establece que la
tutela procede también cuando el particular contra quien se interpone la
acción, actúe o deba actuar en ejercicio de funciones públicas, en cuyo
caso se aplicará el mismo régimen de las autoridades públicas90.
La novena causal del mencionado Decreto señalaba la procedencia de la
tutela cuando la solicitud se realizara para defender la vida o integridad
de quien se encuentre en situación de subordinación o indefensión
respecto del particular contra el cual se interpuso la acción. No obstante,
como fue mencionado, la sentencia C‐134 de 17 declaró inexequible
algunos apartes de los numerales 1, 2 y 9 del artículo 42 y extendió el
ámbito de acción de la tutela a todos los derechos fundamentales que
puedan resultar vulnerados o amenazados en una relación de
subordinación o indefensión, o por un particular encargado de la
prestación de un servicio público. Como resultado del fallo mencionado,
puede afirmare que la causal más importante de procedencia de la
acción de tutela contra particulares es la existencia de una relación de
subordinación o indefensión.
87 Corte Constitucional, Sentencia T‐074 de 1995, M.P. José Gregorio Hernández
Galindo.
88 Corte Constitucional, sentencias T‐050 de 1993, M.P. Simón Rodríguez Rodríguez; y
T‐472 de 1996, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.
89 Corte Constitucional. Sentencia T‐066 de 1998, M.P. Eduardo Cifuentes; T‐526/2004,
M.P. Alvaro Tafur.
90 Corte Constitucional, Sentencia T‐507 de 1993, M.P. Alejandro Martínez Caballero.
Acorde a lo anterior, resulta fundamental aclarar el alcance de los
conceptos de subordinación o indefensión en la jurisprudencia
constitucional.
La subordinación91 hace referencia a una relación de dependencia jurídica
entre dos o más sujetos. Se trata, en otras palabras, de una relación de
desigualdad originada, entre otras cosas, en el propio ordenamiento
jurídico. Son relaciones de subordinación, en consecuencia, las
47
relaciones laborales entre el empleador y el trabajador92; la relación que
existe entre el menor y su representante legal93; o las de los miembros de
91 Al respecto se pueden consultar, entre otras, las sentencias T‐473/00; T‐708/00; T‐
1586/00; T1750/00; T‐905/2002; T‐869/2002.
92 Corte Constitucional, sentencias T‐102 de 1995, M.P. Alejandro Martínez Caballero; y
T‐136 de 1995, M.P. José Gregorio Hernández Galindo.
93 Corte Constitucional, Sentencia T‐293 de 1994, M.P. José Gregorio Hernández
Galindo.
94 Corte Constitucional, Sentencia T‐697 de 1996, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.
869/2002, M.P. Manuel José Cepeda.
La Corte ha indicado que se produce indefensión cuando no existen en el
ordenamiento jurídico mecanismos – administrativos o judiciales – para
evitar la lesión de los derechos amenazados. En estos casos el requisito
de procedibilidad de la acción contra particulares se confunde con un
mecanismo general de procedibilidad consagrado en el artículo 86 C.N.:
la inexistencia de otro mecanismo de defensa96.
Adicionalmente, existe una relación de indefensión en aquellos casos en
los cuales los mecanismos de defensa existentes han sido insuficientes
48 para salvaguardar el patrimonio iusfundamental del sujeto afectado.
MÓDULO DE AUTOFORMACIÓN JUDICIAL
Sin embargo, existen algunas circunstancias en las que la indefensión no
alude a insuficiencia de mecanismos jurídicos de defensa. Se trata de
eventos en los cuales las circunstancias de hecho demuestran la
existencia de una relación intersubjetiva, de tal jerarquía, que es
necesario dotar a la parte sometida de un mecanismo eficaz de defensa
de sus derechos, so pena de que sucumban ante el poder de la parte
dominante97. Se encuentra indefenso, por ejemplo, el anciano frente a la
persona encargada de procurarle el sustento98 o el ciudadano común
frente a los medios de comunicación99.
IV. DISTRIBUCIÓN DE COMPETENCIAS EN MATERIA
DE ACCIÓN DE TUTELA
Según el artículo 86 de la Constitución: “Toda persona tendrá acción de
tutela para reclamar ante los jueces,…la protección inmediata de sus
derechos constitucionales fundamentales…”. Desde esta perspectiva,
podría pensarse que la acción puede ser resuelta por cualquier juez de la
96 Corte Constitucional, Sentencia T‐161 de 1994 , M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.
97 Corte Constitucional, Sentencia T‐338 de 1993, M.P. Alejandro Martínez Caballero.
98 Corte Constitucional, Sentencia T‐125 de 1994, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.
99 Corte Constitucional, Sentencia T‐605 de 1998, M.P. Antonio Barrera Carbonell.
República. No obstante, para efectos de organizar la respuesta de
sistema judicial a las demandas de los ciudadanos en esta materia, se
han desarrollado una serie de parámetros para la asignación de
competencia que vale la pena mencionar.
En primer lugar, el articulo 37 del Decreto 2591 de 1991 estableció un
criterio general de asignación de competencia en el siguiente sentido:
“Son competentes para conocer de la acción de tutela, a prevención, los
jueces o tribunales con jurisdicción en el lugar donde ocurriere la
violación o la amenaza que motivaren la presentación de la solicitud...”. 49
Se tomó así el factor territorial como único derrotero para asignar la
Artículo 1°. (…)1. Las acciones de tutela que se interpongan
contra cualquier autoridad pública del orden nacional, salvo lo
100 En este sentido, Bernardita Pérez Restrepo. La acción de tutela. Consejo Superior de la
Judicatura‐Escuela Rodrigo Lara Bonilla. Bogotá, 2003. Págs. 43 ‐46.
101 El proceso surtido por el decreto y algunas dudas que dejan aun su aplicación se
pueden observar en el módulo del curso editado por el Consejo Superior de la
Judicatura. Bernardita Pérez Restrepo. La acción de tutela. Bernardita Pérez Restrepo. Op
cit.
dispuesto en el siguiente inciso, serán repartidas para su
conocimiento, en primera instancia, a los Tribunales Superiores
de Distrito Judicial, Administrativos y Consejos Seccionales de la
Judicatura.
A los Jueces del Circuito o con categorías de tales, le serán
repartidas para su conocimiento, en primera instancia, las
acciones de tutela que se interpongan contra cualquier organismo
o entidad del sector descentralizado por servicios del orden
50 nacional o autoridad pública del orden departamental.
MÓDULO DE AUTOFORMACIÓN JUDICIAL
Por su parte, en el numeral 2 del artículo 1 se regula la competencia en
acciones de tutela cuando se trata de acciones promovidas contra
autoridades judiciales. El tema resulta de vital importancia
especialmente en lo relacionado con la regulación de la tutela contra
providencias judiciales. Según el mencionado artículo,
2. Cuando la acción de tutela se promueva contra un funcionario
o corporación judicial, le será repartida al respectivo superior
funcional del accionado. Si se dirige contra la Fiscalía General de
la Nación, se repartirá al superior funcional del Juez al que esté
adscrito el Fiscal.
Lo accionado contra la Corte Suprema de Justicia, el Consejo de
Estado o el Consejo Superior de la Judicatura, Sala Jurisdiccional
Disciplinaria, será repartido a la misma corporación y se
resolverá por la Sala de Decisión, Sección o Subsección que
corresponda de conformidad con el reglamento al que se refiere
el artículo 4° del presente decreto.
Cuando se trate de autoridades administrativas en ejercicio
de funciones jurisdiccionales, conforme al artículo 116 de la
Constitución Política, se aplicará lo dispuesto en el numeral
1° del presente artículo.
51
Parágrafo. Si conforme a los hechos descritos en la solicitud de
tutela el juez no es el competente, éste deberá enviarla al juez que
En cuanto a las reglas de competencia de las acciones de tutela
presentadas contra el Consejo de Estado, Corte Suprema de Justicia,
Consejo superior de la Judicatura y Consejos seccionales de la
judicatura, la Corte Constitucional ha señalado que el numeral segundo
del artículo 2 mencionado resulta aplicable. No obstante, establece una
excepción cuando se trata de providencias de los Consejos Seccionales
de la Judicatura y del Consejo Superior de la judicatura, pues en la sala
jurisdiccional de esta última Corporación no existe una subdivisión en
salas o secciones. Ello implica que las acciones de tutela presentadas
ante este ente carecerían de una segunda instancia y, en consecuencia, se
vulneraría la Constitución102. Ahora bien, el mismo decreto previó en su
artículo 4 la posibilidad de subdividir en subsecciones esta
corporación103. No obstante, hasta tanto no se proceda a realizar este
102 Corte Constitucional. Auto 028 de 2003. Magistrado Sustanciador. Eduardo
Montealegre Lynet.
103 El artículo 4 del decreto mencionado señala: Artículo 4°. Los reglamentos internos de la
Corte Suprema de Justicia, del Consejo de Estado y de la Sala Disciplinaria del Consejo
Superior de la Judicatura, podrán determinar que los asuntos relacionados con el conocimiento
procedimiento, no es posible aplicar la norma y el juez competente será
cualquiera que se encuentre en el lugar donde hubiese ocurrido la
violación del derecho.
Por otra parte, el decreto 1382 de 2002 determina las reglas generales de
reparto y acumulación, conforme las siguientes normas:
Artículo 2°. Cuando en la localidad donde se presente la acción
de tutela funcionen varios despachos judiciales de la misma
52 jerarquía y especialidad de aquél en que, conforme al artículo
anterior, resulte competente para conocer de la acción, la misma
MÓDULO DE AUTOFORMACIÓN JUDICIAL
se someterá a reparto que se realizará el mismo día y a la mayor
brevedad. Realizado el reparto se remitirá inmediatamente la
solicitud al funcionario competente.
En aquellos eventos en que la solicitud de tutela se presente
verbalmente, el juez remitirá la declaración presentada, en acta
levantada, o en defecto de ambas, un informe sobre la solicitud al
funcionario de reparto con el fin de que proceda a efectuar el
mismo.
En desarrollo de la labor de reparto, el funcionario encargado
podrá remitir a un mismo despacho las acciones de tutela de las
cuales se pueda predicar una identidad de objeto, que permita su
trámite por el mismo juez competente.
Artículo 3°. El juez que avoque el conocimiento de varias acciones
de tutela con identidad de objeto, podrá decidir en una misma
sentencia sobre todas ellas, siempre y cuando se encuentre dentro
del término previsto para ello.
de la impugnación de fallos de acción de tutela sean resueltos por Salas de Decisión, Secciones o
Subsecciones conformadas para tal fin. Así mismo determinará la conformación de Salas de
Decisión, Secciones o Subsecciones para el conocimiento de las acciones de tutela que se ejerzan
contra actuaciones de la propia corporación, a las que se refiere el inciso 2° del numeral 2 del
artículo 1° del presente decreto
De esta forma, el decreto adiciona al criterio territorial plasmado en el
decreto 2591 un criterio orgánico de asignación de competencias
determinado por la calidad del sujeto o entidad demandada. Frente a los
conflictos de competencia estos son definidos por el superior jerárquico
común de las dos autoridades judiciales (cuando hacen parte de la
misma especialidad y el mismo circuito), o ante la Corte Constitucional
en caso en que aquel no exista104.
53
Por su parte, tal como lo señala el parágrafo del artículo 2 del decreto
1382 y como lo ha reiterado la Corte Constitucional, cuando la acción es
104 “…Frente al primer argumento, es de recordar que los juzgados de jurisdicciones y
jerarquías distintas, funcionalmente hacen parte de la jurisdicción constitucional cuando
actúan como jueces de tutela. En la estructura de la jurisdicción constitucional, esas
autoridades judiciales pueden plantear entre sí conflictos de competencia, los cuales deben ser
resueltos por el superior jerárquico común a los jueces o tribunales involucrados. Únicamente
cuando no existe tal superior jerárquico común, adquiere competencia la Corte Constitucional
para conocer de tal evento. Corte Constitucional. Auto 031 de 2002. Magistrado
Sustanciador. Eduardo Montealegre.
105 Al respecto, Consejo de Estado. Sentencia de 18 de julio de 2002. C.P. Camilo
Arciniegas Andrade; Corte Constitucional. Auto 030 de 2003. Magistrado sustanciador.
Manuel José Cepeda.
106 En este sentido Corte Constitucional, Auto 031 de 2002, Auto 010 de 1995.
circuito), caso en el cual, como se señaló es el superior jerárquico de los
dos quien debe resolver el conflicto107.
V. LEGITIMACIÓN PARA ACTUAR
Tal como se indica en el Módulo “La acción de tutela”, esta acción
puede ser presentada por cualquier persona. No obstante, en virtud de
54 su reglamentación existen casos en los cuales el recurso puede ser
rechazado en virtud de que el sujeto que la presenta no posee
legitimidad para hacerlo. Por tal razón es importante hacer una breve
MÓDULO DE AUTOFORMACIÓN JUDICIAL
mención de los casos en los cuales la tutela no procede por ausencia de
legitimidad por activa. En su artículo 10, el Decreto 2591 de 1991 señala:
“La acción de tutela podrá ser ejercida en todo momento y lugar,
por cualquier persona vulnerada o amenazada en uno de sus
derechos fundamentales, quién actuara por sí misma o a través de
representante. Los poderes se presumirán auténticos.
También se pueden agenciar derechos ajenos cuando el titular de
los mismos no esté en condiciones de promover su propia
defensa. Cuando la circunstancia ocurra deberá manifestarse en
la solicitud. También podrá ejercerla el Defensor del Pueblo y los
personeros municipales.”
A partir de este artículo se puede señalar que para promover la acción
de tutela existen cinco posibilidades: i) En primer lugar, el ejercicio
directo de la acción por quien sienta vulnerados o amenazados sus
derechos; ii) el ejercicio de la acción por parte de representantes legales
como es el caso de menores de edad, incapaces, interdictos y personas y
jurídicas; iii) por medio de apoderado judicial, para lo cual se requiere
que sea abogado titulado y anexe el poder correspondiente iv) cuando
Montealegre.
se ejerce por medio de un agente oficioso108 y v) cuando la acción se
presenta por el defensor del Pueblo o los personeros municipales.
La primera hipótesis corresponde a la situación regular y no ofrece
mayor discusión. En cuanto a la segunda, cuando la acción se promueve
por parte de un padre en representación de su hijo, no sobra señalar que
resulta necesario verificar la condición de menor de edad de este. En
caso de que este requisito no se cumpla, salvo que se obre bajo los
supuestos del agente oficioso, la tutela se torna improcedente pues el
55
único legitimado para alegar sus derechos sería el hijo109. La Corte ha
señalado en este sentido:
En cuanto a la tercera hipótesis, es decir, la presentación de la tutela por
medio de apoderado judicial, se debe recordar en primer lugar que el
poder conferido debe ser especial, es decir, aquel que se otorga por una
vez para un fin específico y determinado referente a la protección de los
derechos fundamentales del afectado. Los poderes otorgados para fines
generales de representación judicial no son suficientes para legitimar la
actuación del apoderado111. En segundo lugar, es necesario que éste “sea
un profesional del derecho habilitado con tarjeta profesional.”112
108 Al respecto, Corte Constitucional, Sentencia 531 de 2002. M.P. Eduardo Montealegre
Lynet.
109 Frente a este caso particular la Corte Constitucional ha llamado la atención frente a
situaciones en las cuales los jueces de instancia no han verificado la mayoría de edad
del hijo.
110 Corte Constitucional. Sentencia T‐1012 de 2001. M.P. Alfredo Bentrán Sierra.
111 En este sentido, Corte Constitucional. Sentencia T‐695 de 1998.
112 Corte Constitucional, Sentencia T‐531 de 2002. M.P. Eduardo Montealegre Lynet.
En cuarto lugar, frente a la posibilidad de presentar la tutela como
agente oficioso es necesario recordar que cualquier persona puede
actuar en esta calidad siempre y cuando se cumplan los siguientes
presupuestos113:
• Que exista una manifestación del agente oficioso en el
sentido de que actúa como tal;
• Que efectivamente el titular del derecho fundamental no
56
esté en condiciones físicas o mentales para promover su
propia defensa;
MÓDULO DE AUTOFORMACIÓN JUDICIAL
• Que exista una ratificación oportuna por parte del titular
del derecho respecto a los hechos y pretensiones de la
acción114.
De otra parte, el Defensor de Pueblo y los personeros municipales tienen
facultad para presentar acciones de tutela cuando media la voluntad de
la persona afectada o cuando ésta se encuentra en estado de desamparo
o indefensión. Por lo tanto, tal como sucede en el caso de la agencia
oficiosa estas autoridades no pueden presentar acciones en contra de la
voluntad del titular del derecho115. No obstante, la Corte ha indicado
113 La Corte realiza una exposición detenida de estos presupuestos en la sentencia T‐
531 de 2002. M.P. Eduardo Montealgre Lynet.
114 Al respecto, Corte Constitucional. Expediente T‐486400 de 2002. M.P. Rodrigo
Escobar Gil.
115 En este sentido, “el Defensor del Pueblo sólo puede interponer acción de tutela cuando
sucede alguno de estos eventos : que lo haga a nombre de una persona que se lo solicite, o que la
persona esté en situación de desamparo e indefensión. La jurisprudencia de la Corte se ha
limitado a aplicar lo ordenado por la Constitución y la ley en cuanto al campo de acción del
agente oficioso, del Defensor del Pueblo y de los Personeros Municipales, en el sentido de no
pasar por encima del querer de aquel que se presume interesado. Es decir, realmente, lo que
pretenden las normas, y así lo ha entendido la Corte, es reconocer la capacidad de decisión de las
personas, que actúen por su propia voluntad, cuando pretendan ejercer la acción de tutela.
Asunto que adquiere mayor claridad e importancia, en esta clase de acciones, que, por su
naturaleza, están desprovistas de formalidades, y pueden ser ejercidas por el afectado
directamente, sin tener que acudir a un abogado o a un representante. Por consiguiente, se
discrepa del planteamiento de la Defensoría en el sentido de considerar estricta o rigurosa la
que el Ministerio Público puede ejercer la defensa judicial, por vía de la
acción de tutela, de los derechos de los menores o incapaces, no sólo sin
el respaldo de la persona concernida sino, incluso, en contra de su
voluntad.
Ahora bien, la Corte aclaró que los agentes del Ministerio Público, como
cualquier ciudadano que acude a la acción de tutela, están sometidos a
las sanciones por temeridad consagradas en el derecho vigente. En
efecto, la Corporación ha condenado a algunos de estos funcionarios,
cuando ha quedado demostrado que acudieron a la acción de tutela 57
cuando ésta resultaba abiertamente improcedente116.
jurisprudencia de la Corte al denegar las acciones de tutela interpuestas por el Personero,
cuando no medie autorización del interesado, salvo en los casos de desamparo o indefensión.”.
Corte Constitucional. Sentencia T‐420 de 1997. M.P. Jorge Arango Mejía.
116Se cita, a modo de ejemplo, el caso que analizó la Corte Constitucional en sentencia
T‐443/1995, M.P. Alejandro Martínez Caballero, en el cual se concluyó que, dentro de
la trascendencia que se le da al término TEMERIDAD, como elemento calificador y al
mismo tiempo como único elemento cuantificable, se deduce que tal condena sólo
opera en casos excepcionales, como el que se analiza, ya que es ostensible el abuso
cometido por el Personero instaurando una tutela de manera injustificada,
desprotegiendo a quien ha debido proteger y defendiendo posiciones injustas y
contrarias a la Constitución, conllevando, además, una desvalorización de la tutela, lo
cual es imperdonable.
117Ver, entre otras, las siguientes sentencias de la Corte Constitucional: T‐08/1992, M.P.
Fabio Morón Díaz; T‐402/1992, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz, T‐499/1992, M.P.
Eduardo Cifuentes Muñoz; T‐439/1992, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz; T‐450/1992,
M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz; T‐531/1992, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz; T‐
593/1992, M.P. José Gregorio Hernández; C‐005/1993, M.P. Ciro Angarita Barón; C‐019
de 1993, M.P. Ciro Angarita Barón; T‐036/1993, M.P. José Gregorio Hernández; T‐
la procedencia de la acción a criterios como la nacionalidad, el género o
cualquier otra circunstancia de esta naturaleza118. Por el contrario, tanto
el artículo 86 como el artículo 13 de la Carta garantizan la plena
igualdad de las personas naturales en esta materia.
La única restricción consiste en determinar si el actor es titular del
derecho cuya tutela solicita. En este sentido, por ejemplo, es obvio que
un menor o un extranjero no pueden hacer uso de la acción para
solicitar la protección de derechos que la Carta confiere de manera
58 exclusiva a los ciudadanos, es decir a quienes siendo mayores de edad,
sean nacionales colombianos.
MÓDULO DE AUTOFORMACIÓN JUDICIAL
En todo caso, si bien resulta cierto que la Constitución admite la
legitimidad por activa de todas las personas, incluyendo menores o
incapaces, la Corte ha advertido que el juez de tutela debe ser cauteloso
y proceder con rigor al momento de identificar una posible coacción
sobre un menor para que interponga una acción de tutela. En estos
casos debe actuar con severidad respecto del sujeto que ha coaccionado
directamente al menor o al incapaz.
De otra parte, la jurisprudencia constitucional es clara al sostener, de
manera reiterada y unívoca, que las personas jurídicas son, en principio,
178/1993, M.P. Fabio Morón Díaz; T‐200/1993, M.P. Carlos Gaviria Díaz; T‐290/1993,
M.P. José Gregorio Hernández; T‐311/1993, M.P. Fabio Morón Díaz; T‐339/1993, M.P.
Carlos Gaviria; T‐414/1993, M.P. Carlos Gaviria; T‐462/1993, M.P. Eduardo Cifuentes
Muñoz; T‐500/1993, M.P. Jorge Arango Mejía; T‐597/1993, M.P. Eduardo Cifuentes
Muñoz; C‐371/1994, M.P. José Gregorio Hernández; T‐090/1994, M.P. Hernando
Herrera Vergara; T‐122/1994, M.P. Hernando Herrera Vergara; T‐124/1994, M.P. Fabio
Morón Díaz; T‐165/1994, M.P. Hernando Herrera Vergara; T‐378/1994, M.P. Eduardo
Cifuentes Muñoz.
118“La Constitución ha conferido la acción de tutela a todas las personas, es decir que
no limita las posibilidades de acudir a ella por razones de nacionalidad, sexo, edad,
origen de raza o capacidades intelectuales, razón por la cual es factible que la ejerzan
los niños, los indígenas, los presos, los campesinos, los analfabetas y en general todo
individuo de la especie humana que se halle dentro del territorio colombiano.” Corte
Constitucional. Sentencia T‐459 del 15 de julio de 1992, M.P. José Gregorio Hernández.
titulares de la acción de tutela119. Al respecto, la Corte indicó que si bien
existen derechos fundamentales que sólo pueden ser predicados de las
personas naturales, también es cierto que las personas jurídicas son
titulares de ciertos derechos, bien por que se trata de derechos objetivos
– como el debido proceso – ora porque su vulneración puede afectar
directamente el derecho fundamental de las personas naturales que las
componen.120
59
fundamentales, dijo la Corte:
ʺ(P)ero otros derechos no son exclusivos de los individuos aisladamente considerados,
sino también cuando se encuentran insertos en grupos y organizaciones, cuya
finalidad sea específicamente la de defender determinados ámbitos de libertad o
realizar intereses comunes. En consecuencia en principio, es necesario tutelar los
derechos constitucionales fundamentales de las personas jurídicas, no per se, sino en
tanto que vehículo para garantizar los derechos constitucionales fundamentales de las
personas naturales, en caso concreto, a criterio razonable del juez de tutela. Otros
derechos fundamentales legales, sin embargo las personas jurídicas los poseen
directamente, luego las personas jurídicas poseen derechos fundamentales por dos
vías: (a) Indirectamente: Cuando la esencialidad de la tutela gira alrededor de la tutela
de los derechos fundamentales de las personas naturales asociadas. ( b) directamente:
Cuando las persona jurídicas son titulares de los derechos fundamentales no porque
actúan en sustitución de sus miembros sino por que los son por si mismas, siempre
claro está que estos derechos sean ejercitables por ellas mismas.ʺ. Corte Constitucional,
Sentencia T‐411 de 1992. M.P. Alejandro Martínez Caballero.
En todo caso, la Corte ha indicado que si se trata de personas jurídicas,
la acción debe ser impetrada por su representante legal121 y, si es una
persona natural que decide contratar a un abogado para interponer la
acción, éste debe ser un profesional titulado con licencia profesional122.
VI. CAUSALES GENERALES DE IMPROCEDENCIA DE
LA ACCIÓN DE TUTELA:
60
La acción de tutela es una acción judicial subsidiaria, residual y
MÓDULO DE AUTOFORMACIÓN JUDICIAL
autónoma, en virtud de la cual es posible, mediante un procedimiento
preferente y sumario, el control judicial de los actos u omisiones de los
órganos públicos o de los poderes privados que puedan vulnerar los
derechos fundamentales. Con el fin de satisfacer, al mismo tiempo, las
características mencionadas, el legislador, en el artículo 6 del decreto
2591 de 1991, estableció 5 causales generales de improcedencia de la
tutela. En este aparte haremos una breve descripción de cada una de
ellas.
1. La existencia de otro mecanismo de defensa judicial
121Sobre el tema, pueden consultarse las sentencias T‐463 de 1992, M.P. Eduardo
Cifuentes Muñoz, y T‐550/1993, M.P. José Gregorio Hernández.
122Corte Constitucional. Sentencia T‐550 de 1993, M.P. José Gregorio Hernández.
existencia de otro medio judicial y la definición de perjuicio
irremediable123.
En consecuencia, al estudiar la eventual procedencia el juez no puede
“…Pero ese medio que desplaza la viabilidad del amparo tiene
que ser materialmente apto para lograr que los derechos
fundamentales en juego sean eficientemente protegidos.
123 Bernardita Pérez Restrepo. La acción de tutela. Consejo Superior de la Judicatura‐
Escuela Rodrigo Lara Bonilla. Bogotá, 2003. Págs. 61‐81.
124 En este sentido, Corte Constitucional. Sentencia T‐001 de 1992.
En consecuencia, no tienen tal virtualidad los medios judiciales
apenas teóricos o formales, pues según el artículo 228 de la Carta,
en la administración de justicia debe prevalecer el Derecho
sustancial.
Así las cosas, para los efectos de establecer cuándo cabe y cuándo
no la instauración de una acción de tutela, el juez está obligado a
examinar los hechos que ante él se exponen así como las
pretensiones del actor, y a verificar si, por sus características, el
caso materia de estudio puede ser resuelto, en relación con los
62 derechos fundamentales posiblemente afectados o amenazados, y
con la efectividad indispensable para su salvaguarda, por los
MÓDULO DE AUTOFORMACIÓN JUDICIAL
procedimientos judiciales ordinarios, o si, a la inversa, la falta de
respuesta eficiente de los medios respectivos, hace de la tutela la
única posibilidad de alcanzar en el caso concreto los objetivos
constitucionales.”125
No se trata entonces de que la tutela proceda simplemente cuando su
protección resulte más ágil o más rápida, pues en este caso la tutela
dejaría de ser un mecanismo subsidiario. Se trata si de que el juez
verifique si someter el caso a un procedimiento alternativo puede dar
lugar a la consumación del perjuicio sobre el derecho fundamental
amenazado o conculcado. En estos casos, por ejemplo, cuando quede
demostrado el inminente peligro por la lentitud del proceso ordinario o
por la incapacidad del juez para proferir la orden necesaria para
proteger el derecho o por su resistencia a hacerlo, el juez constitucional
puede y debe dar prioridad a la acción de tutela.
A partir de este análisis la Corte ha considerado, por ejemplo, que por
regla general la tutela no procede para exigir acreencias laborales
teniendo en cuenta que existen otros medios judiciales diseñados para
ese objetivo. Sin embargo, cuando el mínimo vital se encuentra de por
Corte Constitucional. Sentencia T‐001 de 1997. M.P. José Gregorio Hernández. En el
125
mismo sentido, Sentencias T‐003 de 1992, T‐ 441 de 1993,
medio, la Corte concluye que los mecanismos ordinarios no son
efectivos y por lo tanto el amparo constitucional es procedente126.
En resumen, la acción de tutela no es procedente cuando existe un
medio alternativo idóneo y eficaz para la protección del derecho
fundamental en el caso concreto. Cuando ello es así, la tutela solo es
procedente para evitar un perjuicio irremediable.
63
2. Improcedencia de la acción de tutela cuando existe
posibilidad de invocar el recurso de habeas corpus.
En este sentido señala la Corte: “…ha encontrado la Corte que puede tutelarse el derecho
126
del trabajador a obtener el pago de su salario cuando resulta afectado el mínimo vital (Cfr.
sentencias T‐426 del 24 de junio de 1992, T‐063 del 22 de febrero de 1995 y T‐437 del 16 de
septiembre de 1996); que es posible intentar la acción de tutela para que se cancelen las mesadas
pensionales dejadas de percibir por una persona de la tercera edad en circunstancias
apremiantes y siendo ese su único ingreso (Cfr. sentencias T‐426 del 24 de junio de 1992, T‐147
del 4 de abril de 1995, T‐244 del 1 de junio de 1995, T‐212 del 14 de mayo de 1996 y T‐608 del
13 de noviembre de 1996); que cuando la entidad obligada al pago de la pensión revoca
unilateralmente su reconocimiento, procede la tutela para restablecer el derecho del afectado
(Cfr. Sentencia T‐246 del 3 junio de 1996); que es posible restaurar, por la vía del amparo, la
igualdad quebrantada por el Estado cuando se discrimina entre los trabajadores, para fijar el
momento de la cancelación de prestaciones, favoreciendo con un pago rápido a quienes se acogen
a determinado régimen y demorándolo indefinidamente a aquellos que han optado por otro (Cfr.
Sentencia T‐418 del 9 de septiembre de 1996); …”. Corte Constitucional. Sentencia T‐001
de 1997. M.P. José Gregorio Hernández.
resulta más expedito para proteger el derecho a la libertad personal. En
este sentido señala la Corte:
“(…), según lo previsto en el artículo 30 de la Carta Política, quien
estuviere privado de la libertad, y creyere estarlo ilegalmente, “tiene
derecho a invocar ante cualquier autoridad judicial, en todo tiempo,
por sí o por interpuesta persona, el Habeas Corpus, el cual debe
resolverse en el término de treinta y seis horas”. Es pertinente anotar
que si bien el actor instauró la acción de tutela para evitar un
64 perjuicio irremediable, circunstancia que, cuando está previsto por el
ordenamiento jurídico otro mecanismo de defensa judicial, puede
MÓDULO DE AUTOFORMACIÓN JUDICIAL
3. Improcedencia de la acción de tutela para proteger
derechos colectivos
Como se mencionó en un aparte anterior de esta sección destinado al
estudio de la doctrina de los derechos fundamentales por conexidad, en
principio, la tutela no procede para proteger derechos colectivos. Esta
regla general, sin embargo, tiene una excepción consagrada en la última
parte de la causal 3 del artículo 6 comentado según la cual: “lo anterior no
obsta para que el titular solicite la tutela de sus derechos amenazados o violados
en situaciones que comprometan intereses o derechos colectivos, siempre que se
trate de impedir un perjuicio irremediable.”. En virtud de esta disposición y
de la doctrina constitucional de los derechos colectivos que pueden
llegar a ser fundamentales por conexidad, la Corte ha protegido, por
127 Corte Constitucional. Sentencia T‐054 de 2003. M.P. Alvaro Tafur Galvis.
ejemplo, el derecho a la vida, a la integridad o a la intimidad
amenazados por procesos agudos de contaminación ambiental.
4. Improcedencia de la tutela por consumación del daño
iusfundamental
El numeral 4 del artículo 6 del decreto 2591 establece que la tutela
resulta improcedente cuando de los hechos del caso resulta claro que se 65
ha generado un daño consumado128.
128 Corte Constitucional. Sentencia T‐223 de 1993. M.P: Jorge Arango, Antonio Barrera,
Eduardo Cifuentes.
129 En este sentido señala la Corte, “…de conformidad con la jurisprudencia reciente,
procederá a revocar los fallos objeto de examen y conceder la tutela, sin importar que no proceda
a impartir orden alguna.” Corte Constitucional. Sentencia T‐758 de 2003. M.P. Alvaro
Tafur. En el mismo sentido, Sentencia. T‐137 de 2001. M.P. Carlos Gaviria Díaz. T‐ 716
de 1999. M.P. José Gregorio Hernández.
derecho es a través de la orden de indemnización, como sucede en los
casos en que como consecuencia de una información pública se ha
vulnerado el derecho a la intimidad y por tanto no existe posibilidad de
rectificación. Al respecto ha afirmado la Corte:
“En síntesis, puede decirse que cuando un tercero pone en
conocimiento público lo que compete sólo al resorte íntimo de
una persona o de su familia, se configura una lesión que no
puede ser subsanada a través de la rectificación, ya que el daño
66 en este caso no es posible de retrotraerse, pues ya se divulgó
aquello que debía mantenerse en privado. Por lo tanto, el único
MÓDULO DE AUTOFORMACIÓN JUDICIAL
medio eficaz a través del cual el juez puede hacer efectiva la
protección directa e inmediata del derecho a la intimidad, de
acuerdo con la obligación que le impone el artículo 15 Superior,
es a través de la condena in abstracto de los perjuicios morales
causados por la difusión de la información. El reproche de tales
conductas, sin proveer al afectado una protección de sus derechos
implicaría una omisión estatal, en manifiesta contradicción la
obligación que tiene el Estado de hacer respetar el derecho a la
intimidad (C.N. art. 15).” 130
A pesar de estos pronunciamientos es posible afirmar que el tema del
daño consumado no posee gran desarrollo jurisprudencial. No obstante,
en particular frente a la posibilidad de ordenar una indemnización in
abstracto constituye un tema que amerita mucha atención.
5. Improcedencia de la tutela contra actos de carácter
general, impersonal y abstracto.
El último numeral del artículo 6 del decreto 2591, hace referencia a la
improcedencia de la tutela para controvertir actos de carácter general y
abstracto. El fondo de esta causal se encuentra nuevamente en el hecho
130 Corte Constitucional. Sentencia T‐033 de 2003. M.P. Rodrigo Escobar Gil.
de que por determinación legal se entiende que contra los actos de esta
naturaleza ya existen recursos alternativos que admiten su
cuestionamiento. En este sentido, las leyes o los actos administrativos
generales pueden ser cuestionados a través de las acciones de
inconstitucionalidad o nulidad respectivamente. Así por ejemplo, la
Corte ha señalado la improcedencia de la tutela cuando en el fundo lo
que se pretende es dejar sin efecto un acuerdo municipal:
“6.‐ Los acuerdos municipales son precisamente actos de
naturaleza general e impersonal, cuya legalidad debe ser 67
cuestionada ante la jurisdicción contencioso administrativa por
131 Corte Constitucional, Sentencia SU‐1052 de 2000.
132 Corte Constitucional. Sentencia T‐119 de 2003. M.P. Eduardo Montealegre Lynet. En
el mismo sentido. Corte Constitucional, Sentencias T‐151 de 2001, T‐321 de 1993, T‐105
de 2002, T‐1120/02.
133 Corte Constitucional. Sentencia T‐823 de 1999. M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.
134 Corte Constitucional. Sentencia T‐117 de 2003. M.P. Clara Inés Vargas.
VII. FACULTADES DEL JUEZ DE TUTELA
El juez de tutela, como resultado de algunas de las características
procesales de esta acción, tiene ciertos rasgos especiales que lo
diferencian del juez ordinario. En efecto, la Constitución exige del juez
de tutela una sensibilidad particular y un compromiso indeclinable con
su función primordial: la defensa y protección real y efectiva de los
68 derechos fundamentales. En este sentido, el juez de tutela es un
funcionario que milita a favor de la Constitución y que no puede dejar
de hacer nada que este a su alcance para promover la eficacia de los
MÓDULO DE AUTOFORMACIÓN JUDICIAL
derechos fundamentales en cada una de las causas que le toquen en
suerte. En este sentido, para el juez de tutela siempre el derecho
sustancial tendrá prelación sobre el procesal. De la misma manera, para
este juez, entender la realidad en la cual opera es fundamental, pues
permite identificar cual es, verdaderamente, el grado de amenaza o
afectación de los derechos de las partes. En fin, este juez no ahorra
esfuerzo para entender las demandas de quienes acuden a su despacho
en busca de tutela judicial y, en consecuencia, no se limita a garantizar la
igualdad de armas o el debido proceso. El juez constitucional no
descansa hasta garantizar el amparo efectivo de los derechos
conculcados o amenazados. Para ello, la Constitución y la ley le han
otorgado algunas facultades y deberes especiales a los cuales haremos
breve alusión en el presente aparte.
1. La facultad del juez de tutela para solicitar pruebas y su
deber de notificar a todas las partes
La naturaleza informal característica de la acción de tutela y la brevedad
de su procedimiento exigen cierta flexibilidad en materia probatoria,
pero no eximen al juez de su deber de fallar con fundamento en medios
de prueba suficientes.
En efecto, de una parte es cierto que el solicitante debe presentar al juez
los hechos y demás circunstancias relevantes en que se fundamenta su
solicitud, (art. 14 Decreto 2591/91), y que el juez puede fallar
inmediatamente sin consideraciones formales y sin averiguaciones
previas siempre que la decisión se funde en un medio de prueba del
cual se deduzca una violación o amenaza de los derechos (art. 18
Decreto 2591/91). No obstante, lo anterior no exime al juez del deber de
asumir un papel activo en el proceso y desplegar la actividad probatoria
necesaria cuando no cuente con los medios probatorios que le permitan
llegar al convencimiento sobre la situación litigiosa (art. 22 Decreto 69
2591/91).135 Con este objetivo, la ley lo ha facultado para requerir
135 Ver entre muchas otras, Corte Constitucional Sentencias T‐321/93, T‐134/96, T‐
164/03. En sentencia T‐864/99, M.P. Alejandro Martínez. La Corte sostuvo que la
actividad del juez en materia probatoria no es una potestad judicial sino “un deber
inherente a la función judicial, pues la decisión con fuerza de cosa juzgada, exige
una definición jurídicamente cierta, justa y sensata del asunto planteado.
136 Corte Constitucional, Sentencia T‐489/01 A este respecto, el artículo 20 del Decreto
2591 de 1991 señala que el silencio de la autoridad demandada ante los requerimientos
judiciales, hace presumir la certeza de los hechos sobre los cuales se pregunta. En este
sentido, la Corte ha señalado que es a las autoridades públicas a quienes compete
justificar las razones en las cuales se sustenta la actuación u omisión que se reputa
violatoria de los derechos fundamentales. De otra manera, se impondría al ciudadano
una carga desproporcionada e incluso, en muchos casos, imposible de cumplir. Al
respecto la Sentencia T‐503 de 1992. M.P. Simón Rodríguez.
casos que exigen demostrar la vulneración del mínimo vital, el juez no
puede limitarse a afirmar que la información suministrada por el actor
es insuficiente, sino que debe ejercer su facultad probatoria para llegar
al convencimiento necesario que le permita fallar objetivamente.137
En materia probatoria, en todo caso, es importante recordar que según
la Sentencia T‐427 de 1992, la especial protección que debe brindar el
Estado a las personas marginadas o indefensas, tiene como consecuencia
la inversión de la carga de la prueba. En este sentido, “es a la
70 administración a quien corresponde demostrar porqué la circunstancia o
condición de desventaja de la persona protegida por el Estado no ha
MÓDULO DE AUTOFORMACIÓN JUDICIAL
sido desconocida como consecuencia de su decisión”138.
Finalmente, respecto a las notificaciones, la Corte ha dicho que el juez
debe procurar notificar a todas las partes a través de un medio idóneo
que garantice la seguridad de que la persona contra la cual se interpone
la acción tendrá pleno ejercicio de su derecho a la defensa139. La rapidez
que debe caracterizar el juicio de tutela no es una excusa que le permita
al juez vulnerar el debido proceso, y menos aún, el derecho de defensa.
2. El juez como defensor de los derechos fundamentales: la
justicia constitucional no es justicia rogada
La acción de tutela tiene la función principal de garantizar los derechos
fundamentales. Para el logro de ese objetivo, el constituyente entendió
que debía tratarse de una acción informal que diera lugar a un
procedimiento sencillo, caracterizado por el papel protagónico del juez.
En efecto, el juez es el encargado de impulsar oficiosamente el proceso
139 Corte Constitucional, sentencias T‐128 de 1994, M.P. Jorge Arango Mejía; T‐182 de
1994, M.P. Jorge Arango Mejía; T‐293 de 1994, M.P. José Gregorio Hernández Galindo;
y T‐132 de 1995, M.P. Jorge Arango Mejía.
y, para ello, deberá averiguar no sólo todos los hechos determinantes
sino los derechos que pueden resultar afectados en cada caso. En estos
casos corresponde al juez corregir los errores del actor al formular la
petición o al exponer los fundamentos de derecho. Igualmente, nada
obsta para que el juez, de considerarlo necesario, pueda fallar ultra y
extra petita, como lo ha sostenido reiteradamente la Corte
Constitucional.140
Esta facultad del juez le permite ir mas allá de los alegatos de las partes
para identificar realmente cuales son los derechos amenazados o 71
vulnerados y pronunciarse sobre aspectos que no hayan sido expuestos
140 Corte Constitucional, Sentencias T‐532/94, T‐310/95, T‐450/98, T‐494/02, T‐622/02
141 Corte Constitucional. Sentencia T‐886/00, M.P. Alejandro Martínez.
142 Corte Constitucional, Sentencia T‐090 de 1994 , M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.
143 Corte Constitucional, Auto T‐054 de 1995, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.
Así mismo, la Corte ha indicado que el hecho de que resulte procedente
conceder la protección de los derechos fundamentales invocados no
significa que el juez deba limitarse estrictamente a lo solicitado por la
partes. En este sentido, corresponde al juez definir el alcance de las
órdenes de protección a fin de garantizar efectivamente los derechos
fundamentales amenazados o vulnerados. Este caso se presentaría, por
ejemplo, cuando las pruebas allegadas al expediente demuestren la
necesidad de dictar una orden diferente a la solicitada por el actor para
72 garantizar la efectiva protección del derecho amenazado. En esta
hipótesis el juez debe proferir la orden que corresponda para lograr una
MÓDULO DE AUTOFORMACIÓN JUDICIAL
protección eficaz y no aquella que ha sido solicitada por la parte
actora.144
En la misma perspectiva, la Corte ha considerado que el juez no debe
rechazar una petición de tutela por considerar que no es el competente
territorialmente, sino que debe enviar la solicitud al juez o tribunal
competente145. Adicionalmente, la jurisprudencia ha indicado que la
labor del juez no cesa con el fallo, pues debe propender por que este sea
efectivo146.
3. La facultad de decretar indemnizaciones
En la sentencia C‐543 de 1992, en la que la Corte declaró la
improcedencia de la tutela contra providencias judiciales, se examinó la
constitucionalidad de la norma que faculta al juez para ordenar la
indemnización de perjuicios a través de la acción de tutela (artículo 25
del Decreto 2591 de 1991). La mencionada disposición se declaró
constitucional. Según dicha norma, los jueces de tutela, pueden decretar,
en abstracto, la indemnización del daño emergente causado por la
144 Corte Constitucional. Sentencia T‐264/03, M.P. Jaime Córdoba.
145 Corte Constitucional, Sentencia T‐574 de 1994, M.P. José Gregorio Hernández
Galindo.
146 Corte Constitucional, Sentencia T‐082 de 1997, M.P. Hernando Herrera Vergara.
vulneración de un derecho fundamental siempre que se reúnan las
siguientes dos condiciones: (1) que la violación sea manifiesta y
obedezca a una ʺacción clara e indiscutiblemente arbitrariaʺ; y (2) que la
indemnización sea necesaria ʺpara asegurar el goce efectivo del derecho
así como el pago de las costas del procesoʺ.
Ahora bien, lo cierto es que la Corte ha sido particularmente cautelosa
en materia de indemnizaciones. Si bien, en algunos casos excepcionales
en los cuales se cumplen con claridad los supuestos legales que
permiten al juez de tutela ordenar indemnizaciones en abstracto estas se 73
han decretado, lo cierto es que la jurisprudencia de tutela ha venido
4. Las ordenes del juez de tutela
Los artículos 23, 24, 25 y 27 del Decreto 2591 de 1991, disponen que si la
vulneración del derecho fundamental obedeció a una acción de la
autoridad demandada, la protección ʺtendrá por objeto garantizar al
agraviado el pleno goce de su derechoʺ y, si ello fuere posible, retornar
su situación al estado anterior a la violación. Pero si la violación del
derecho fundamental se hubiese debido a una omisión o a la denegación
de un acto, la orden que emita el juez constitucional deberá consistir en
que la autoridad accionada realice la actuación pertinente dentro de un
plazo perentorio.
Ahora bien, si en el término definido la autoridad estatal no expide el
acto administrativo de alcance particular correspondiente y lo remite al
juez de tutela, éste ʺpodrá disponer lo necesario para que el derecho sea
libremente ejercido sin más requisitosʺ (artículo 23). En todo caso, el
artículo 23 del Decreto 2591 de 1991 establece que los jueces de tutela
Corte Constitucional, sentencias T‐434 de 1994, M.P. Fabio Morón Díaz; T‐575 de
147
1996, M.P. Alejandro Martínez Caballero; y T‐649 de 1996, M.P. Alejandro Martínez
Caballero. Ver caso excepcional de procedencia de orden de indemnización en
abstracto en Sentencia SU‐256 de 1996, M.P. Vladimiro Naranjo Mesa.
tienen la potestad de fijar los ʺdemás efectos del falloʺ, de conformidad
con la especificidad de los casos sometidos a su consideración.
Como complemento a lo dispuesto en el mencionado artículo 23, el
artículo 24 del Decreto 2591 de 1991 determina que, si al momento de
concederse la tutela de un derecho fundamental, las actuaciones u
omisiones vulneratorias de la autoridad pública de que se trate hubieren
cesado o la violación del derecho se hubiese consumado de modo que su
restablecimiento ya no es posible, el juez podrá prevenir a la autoridad
74 para que no vuelva a incurrir en las acciones u omisiones que originaron
la vulneración y advertirle que, en caso de proceder de modo contrario,
MÓDULO DE AUTOFORMACIÓN JUDICIAL
incurriría en las sanciones respectivas.
De igual modo, ‐ como se mencionó en el aparte anterior ‐ el artículo 25
del Decreto 2591 de 1991 establece la posibilidad de que, de oficio, los
jueces de tutela decreten, en abstracto, la indemnización del daño
emergente causado por la vulneración de un derecho fundamental
cuando: (1) la violación sea manifiesta y obedezca a una ʺacción clara e
indiscutiblemente arbitrariaʺ; y (2) la indemnización sea necesaria ʺpara
asegurar el goce efectivo del derecho así como el pago de las costas del
procesoʺ.
Por último, el artículo 27 del Decreto 2591 de 1991 señala que las
órdenes impartidas por los jueces de tutela deben ser cumplidas sin
demora por las autoridades responsables de la vulneración del derecho
fundamental de que se trate. Así mismo, esta norma indica que si el
funcionario responsable no cumpliere la orden dentro de las 48 horas
siguientes a la expedición del fallo, el juez podrá requerir al superior
jerárquico para que lo haga cumplir e inicie los procedimientos
disciplinarios que sean del caso. Si, pasadas 48 horas, este funcionario
no cumple las órdenes respectivas, el juez ordenará la apertura de
investigación disciplinaria en su contra y ʺadoptará directamente todas
las medidas para el cabal cumplimiento [de lo ordenado]ʺ. Finalmente,
la norma anotada dispone que los jueces de tutela podrán sancionar por
desacato al responsable y a su superior jerárquico hasta que éstos
cumplan con las órdenes impartidas. Cabe mencionar que las sanciones
imponibles por el desacato de las sentencias de tutela pueden consistir
en arresto de hasta de seis meses y multa de hasta 20 salarios mínimos
legales mensuales (Decreto 2591 de 1991, artículo 52).
Ahora bien, uno de los temas más polémicos de la acción de tutela es el
de las órdenes con efectos fiscales. A este respecto, baste simplemente
recordar que los jueces de tutela no tienen, en principio, competencia
para proferir decisiones que tengan efectos fiscales. Sin embargo, el juez
de tutela puede proferir este tipo de órdenes cuando se trate de imponer
a un funcionario público el cumplimiento de un deber legal o 75
constitucional, claro, expreso y plenamente exigible, siempre que la
VIII. EFECTOS DE LAS SENTENCIAS DE LA CORTE
CONSTITUCIONAL Y VALOR DEL PRECEDENTE
JUDICIAL
Un último tema que es importante profundizar en esta sección es aquel
que se refiere a los efectos de las sentencias de la Corte Constitucional y,
específicamente, al valor jurídico del precedente. En efecto, si la Corte
tiene la función de unificar la jurisprudencia es importante conocer los
posibles efectos de un fallo de tutela y el grado de vinculación de los
órganos judiciales a la jurisprudencia de la Corte.
Como bien se sabe, la Corte puede proferir cuatro tipos de sentencias.
En primer lugar, sentencias con efectos inter partes, es decir, que
vinculan, fundamentalmente a las partes del proceso. No obstante, en
algunos casos la Corte puede proferir sentencias de tutela cuyos efectos
vinculan a personas que no actuaron como partes dentro del proceso. En
efecto, en primer lugar la Corte ha proferido algunas sentencias con
efectos inter communis, es decir, con efectos que alcanzan – y benefician ‐
a terceros que no habiendo sido parte del proceso, comparten
76 circunstancias comunes con los peticionarios de la acción148.
Adicionalmente, la Corte puede proferir sentencias con efectos inter
MÓDULO DE AUTOFORMACIÓN JUDICIAL
pares. Como entra a explicarse, una sentencia de esta naturaleza supone
que la regla que ella define debe aplicarse en el futuro, a todos los casos
similares149. Finalmente, en algunos casos la Corte ha proferido
sentencias con efectos erga omnes150.
De los tipos de sentencias mencionadas, resulta importante detenerse en
dos de ellas: las de efectos Inter. communis y las de efectos interpares.
Veamos cada uno de ellos.
1. Los tipos de sentencias: el Estado de cosas
inconstitucional y las sentencias con efectos inter pares
En principio la acción de tutela sólo puede producir efectos inter partes.
No obstante, en algunos casos la Corte ha encontrado que la conducta
del sujeto demandado no vulnera únicamente los derechos
fundamentales de quien, singularmente, interpuso la acción. Se trata de
casos en los que se ven comprometidos los derechos de otras muchas
personas que se encuentran en las mismas circunstancias del actor. En
un principio, la Corte utilizó mecanismos como los de la acumulación
de procesos o la reiteración de jurisprudencia para resolver todos los
148 Corte Constitucional. Sentencia SU‐1023/01..
149 Corte Constitucional. Sentencia T‐534/92. M.P. Ciro Angarita Barón.
150 Corte Constitucional. Sentencia T‐024/00, M.P. Alejandro Martínez; T‐427/98, M.P.
Alejandro Martínez.
casos similares que llegaban a su conocimiento. No obstante,
posteriormente entendió que este tipo de procedimientos no aportaban
soluciones claras y contundentes para resolver las causas estructurales
de la vulneración de los derechos fundamentales y, por el contrario, en
muchas ocasiones podían afectar principios como el de la igualdad.
Adicionalmente, la Corte pudo verificar que la interposición de acciones
de tutela por parte de cada uno de los sujetos afectados podía llegar a
congestionar de manera significativa el aparato judicial.
En estas circunstancias, la Corte entendió que, verificada la existencia de 77
un estado de cosas que amenaza o vulnera los derechos fundamentales
“(1) La Corte Constitucional tiene el deber de colaborar de
manera armónica con los restantes órganos del Estado para la
realización de sus fines (C.P. art., 113). Del mismo modo que debe
comunicarse a la autoridad competente la noticia relativa a la
comisión de un delito, no se ve por qué deba omitirse la
notificación de que un determinado estado de cosas resulta
violatorio de la Constitución Política.
(2) El deber de colaboración se torna imperativo si el remedio
administrativo oportuno puede evitar la excesiva utilización de la
acción de tutela. Los recursos con que cuenta la administración de
justicia son escasos. Si instar al cumplimiento diligente de las
obligaciones constitucionales que pesan sobre una determinada
autoridad contribuye a reducir el número de causas
constitucionales, que de otro modo inexorablemente se
presentarían, dicha acción se erige también en medio legítimo a
través del cual la Corte realiza su función de guardiana de la
integridad de la Constitución y de la efectividad de sus
mandatos.
Ahora bien, si el estado de cosas que como tal no se compadece
con la Constitución Política, tiene relación directa con la violación
de derechos fundamentales, verificada en un proceso de tutela
por parte de la Corte Constitucional, a la notificación de la
regularidad existente podrá acompañarse un requerimiento
específico o genérico dirigido a las autoridades en el sentido de
realizar una acción o de abstenerse de hacerlo. En este evento,
cabe entender que la notificación y el requerimiento conforman el
78 repertorio de órdenes que puede librar la Corte, en sede de
revisión, con el objeto de restablecer el orden fundamental
MÓDULO DE AUTOFORMACIÓN JUDICIAL
quebrantado. La circunstancia de que el estado de cosas no
solamente sirva de soporte causal de la lesión iusfundamental
examinada, sino que, además, lo sea en relación con situaciones
semejantes, no puede restringir el alcance del requerimiento que
se formule.”
Este tipo de decisiones no sólo evita la congestión del aparato judicial y
promueve el principio de igualdad sino que permite que las autoridades
públicas competentes adopten las medidas estructurales que consideren
adecuadas para eliminar los factores que conducen a generar la
vulneración masiva de los derechos fundamentales de las personas
afectadas. Se evita así que la autoridad deba adoptar medidas parciales
y singulares para acatar cada uno de los fallos judiciales que se van
produciendo y se promueve el principio de colaboración armónica entre
los poderes públicos en la medida en que se reconoce en las autoridades
competentes la función de solucionar, de manera mancomunada, las
causas estructurales de la vulneración de los derechos fundamentales.
La Corte ha adoptado este tipo de decisiones en casos dramáticos en los
que es evidente la vulneración de los derechos de un número plural y
significativo de personas. Así por ejemplo, se declaró un estado de cosas
inconstitucional y se conminó a las autoridades públicas competentes a
adoptar las decisiones respectivas (1) al constatar que varias decenas de
miles de maestros vinculadas a las plantas de personal de las entidades
territoriales no habían sido afiliados al Fondo de Prestaciones Sociales
del Magisterio y, por lo tanto, carecían de derechos elementales en
materia de seguridad social151; (2) cuando encontró que la conducta
negligente de la Caja Nacional de Prevision Social había originado que
más del 16% de todas las acciones de tutela instauradas en el país se
dirigieran contra dicha entidad. En la mayoría de los casos, se trataba de
ancianos a quienes se vulneraba, reiteradamente, los derechos de
petición y al mínimo vital152; (3) Por encontrar que a la gran mayoría de
los internos en los centros penitenciarios colombianos se encontraban en
una situación que amenazaba una gran cantidad de derechos
79
fundamentales, tales como la dignidad, la vida e integridad personal, los
derechos a la familia, a la salud, al trabajo y a la presunción de
151 Corte Constitucional, sentencia No. SU559 de noviembre 6 de 1997, M.P. Dr
Eduardo Cifuentes Muñoz
152 Corte Constitucional, sentencia No.T‐68 de marzo 5 de 1998, M.P. Dr. Alejandro
Martinez Caballero
153 Corte Constitucional, sentencia No.T‐153 de abril 28 de 1998, M. P. Dr. Eduardo
Cifuentes Muñoz
154 Corte Constitucional, sentencia No.C‐153 de marzo 10 de 1999, M.P. Dr Eduardo
Cifuentes Muñoz
Corte Constitucional, sentencia No.SU‐250 demayo 26 de 1998, M.P. Dr. Alejandro
Martunez Caballero
155 Corte Constitucional, sentencia No. T‐144 de marzo 15 de 1999, M.P. Dr. Jose
Gregorio Hernendaz Galindo
personas desplazadas por la violencia resultaba insuficiente y debía ser
ampliamente revisada156.
Las decisiones encaminadas a conjurar un estado de cosas
inconstitucional, no tienden a ordenar la expedición de actos
administrativos particulares y concretos, sino que convocan a todas las
autoridades públicas comprometidas con la defensa de la ley y la
Constitución, a que, de manera mancomunada, adopten las decisiones
que consideren adecuadas para erradicar las causas que la Corte
80 encontró como violatorias de los derechos fundamentales de un número
plural y significativo de personas.
MÓDULO DE AUTOFORMACIÓN JUDICIAL
El segundo tipo de sentencias mencionadas es el que se denomina
sentencias con efectos inter pares. La Corte ha sostenido que bajo ciertos
supuestos, las sentencias que ordenan la inaplicación de una norma
jurídica por ser manifiestamente inconstitucional tiene efectos intepares,
es decir, que deben ser aplicadas de la misma manera por todos los
jueces de la república cuando se enfrenten a situaciones de la misma
naturaleza157. En palabras de la Corte las condiciones para que los fallos
tengan este efecto son las siguientes:
“ a) Que la excepción de inconstitucionalidad resulte de la simple
comparación de la norma inferior con la Constitución, de la cual
surja una violación, no sólo palmaria, sino inmediata y directa de
una norma constitucional específica, tal y como ocurre en este
caso.
b) Que la norma constitucional violada, según la
interpretación sentada por la Corte Constitucional, defina de
manera clara la regla jurídica que debe ser aplicada, como
sucede en este caso porque el artículo 86 de la Constitución
Corte Constitucional. Sentencia T‐25/2004. M.P. Manuel José Cepeda.
156
Al respecto, Corte Constitucional. Auto 071 de 2001. Magistrado sustanciador.
157
Manuel José Cepeda.
dice que la acción de tutela puede ser presentada ʺante los
jueces, en todo momento y lugarʺ.
c) Que la inconstitucionalidad pueda ser apreciada claramente,
sin que sea necesario sopesar los hechos particulares del caso y,
por lo tanto, la inconstitucionalidad no dependa de tales hechos.
La inaplicación del Decreto 1382 de 2000 no resulta de los
derechos invocados, ni de la naturaleza del conflicto, ni de la
condición de las partes en este caso. Del conflicto de su texto con
la Constitución, independientemente de las particularidades del 81
caso, es posible observar su manifiesta inconstitucionalidad.
Corte Constitucional. Auto o71 de 2001. Magistrado sustanciador. Manuel José
158
Cepeda.
respeto por las facultades de control sobre los actos administrativos de
la jurisdicción contencioso administrativa esta solución constituye la
salida más adecuada. En efecto, cuando se trata de actos que deben ser
sometidos al control de legalidad por parte del Consejo de Estado de
normas que aparecen evidentemente contrarias a la Constitución
procede la inaplicación de la norma hasta tanto tal Corporación
competente emita el fallo definitivo.
Resta, finalmente, hacer un breve resumen del valor jurídico del
82 precedente en el derecho constitucional colombiano. A ello estará
dedicado el último aparte de esta sección.
MÓDULO DE AUTOFORMACIÓN JUDICIAL
2. El valor jurídico del precedente judicial
El desarrollo de la actividad judicial en Colombia ha enfrentado desde la
promulgación de la Constitución de 1991 un problema relacionado con
la tensión existente entre el principio de independencia judicial y los
principios de igualdad y seguridad jurídica. Tal tensión ha venido
siendo resuelta en especial en materia jurisprudencial a través de
reconocimiento de la labor de la Corte Constitucional como tribunal de
unificación no solo en materia de control de constitucionalidad de las
leyes sino también en lo relacionado con la protección de los derechos
fundamentales a través de la revisión de las acciones de tutela.
En virtud de lo anterior, se ha venido reconociendo que la
jurisprudencia de la Corte Constitucional en materia de derechos
fundamentales posee carácter vinculante. En efecto, tanto los efectos
erga omnes de las sentencias de constitucionalidad como la ratio
decidendi de las sentencias de tutela vinculan – aunque de distinta
manera – al resto de los operadores jurídicos y a la propia Corte. Ahora
bien, el carácter obligatorio de la ratio decidendi de las sentencias de
tutela, apareja no el deber de obediencia ciega, sino, si fuera el caso, la
obligación de argumentar, de manera suficiente y razonada, el cambio
de doctrina. En efecto, en el evento en el cual el juez decida apartarse del
precedente constitucional tiene el deber de argumentar adecuada y
suficientemente las razones que justifican su decisión.
Bajo el nombre de “Valor jurídico de la doctrina de las decisiones de
tutela” se presenta en la sección 3 del Modulo de Autoformación judicial
sobre acción de tutela, un análisis general relacionado con el tema que
ahora se estudia. La presente sección tiene entonces el objetivo de
reforzar la temática de aquel módulo a partir del estudio de algunas
cuestiones que han sido abordadas por la doctrina constitucional más
reciente.
83
Tal como se señala en el Módulo, la ratio decidendi159de las decisiones de
tutela tiene el valor de precedente judicial. Por lo tanto, es importante
“La pregunta central en este punto es establecer qué parte de la
motivación guarda relación de sentido con la parte resolutiva. En
la sentencia SU‐047 de 1999 la Corte resolvió este punto. En la
mencionada decisión indicó que la ratio decidendi “es la
formulación general, más allá de las particularidades irrelevantes
del caso, del principio, regla o razón general que constituyen la
base de la decisión judicial específica. Es, si se quiere, el
fundamento normativo directo de la parte resolutiva” (Negrillas
añadidas).161 Es decir, la ratio decidendi corresponde a aquellos
argumentos de la parte motiva de la sentencia que explican la
159 Corte Constitucional. Sentencia T‐960 de 2001. En el mismo sentido, Bernardita
Pérez Restrepo. La acción de tutela. Consejo Superior de la Judicatura‐Escuela Rodrigo
Lara Bonilla. Bogotá, 2003. Pág. 103.
160 En este sentido, Corte Constitucional. SU‐058 de 2003. M.P. Eduardo Montealegre
Lynet.
161 Ver sentencias SU‐1219 de 2001, SU‐1300 de 2001, C‐386 de 2001, C‐003 de 2003,
entre otras.
decisión. (…) Por lo mismo, tal como se indicó en sentencia T‐705
de 2002, “reiterar un precedente no consiste en repetir la misma
orden que en éste se impartió, sino en resolver un caso con base
en la misma ratio decidendi” 162.
De esta forma, la ratio decidendi constituye una especie de norma jurídica
circunscrita a la solución de un caso concreto. Usualmente no se
encuentra explícita en las sentencias salvo en alguna ocasiones o en
sentencias de unificación que precisamente se orientan a fijar
84 parámetros de interpretación. Por tal razón, corresponde al operador
jurídico encontrar la ratio decidendi en las sentencias que comparten
MÓDULO DE AUTOFORMACIÓN JUDICIAL
presupuestos de hecho con los casos a que se enfrenta, con el fin de
aplicar correctamente el precedente163.
Ahora bien, la obligatoriedad del precedente judicial – constitucional o
de cualquier otra naturaleza ‐ constituye una garantía de dos principios
esenciales del Estado de Derecho: la seguridad jurídica y el principio de
igualdad.
No obstante, la Corte Constitucional ha entendido que la fuerza
vinculante del precedente no puede ser de tal naturaleza que anule el
162 En este sentido, “…el papel de la Corte Constitucional como supremo interprete de la
Constitución Nacional y el valor de sus providencias frente a la actividad de los jueces de la
república., está compuesta, al igual que las reglas jurídicas ordinarias162, por un supuesto de
hecho y una consecuencia jurídica. El supuesto de hecho define el ámbito normativo al cual es
aplicable la subregla identificada por el juez.”Corte Constitucional. Sentencia C‐1317 de
2001. M.P. Rodrígo Uprimny.
163 Al respecto señala la Corte “En la sentencia que se viene siguiendo[SU‐047 de 1999], se
precisa que ʺen realidad son los jueces posteriores, o el mismo juez en casos ulteriores, quienes
precisan el verdadero alcance de la ratio decidendi de un asunto, de suerte que la doctrina
vinculante de un precedente ʹpuede no ser la ratio decidendi que el juez que decidió el caso hubiera
escogido sino aquella que es aprobada por los jueces posterioresʹʺ. El juez que decide el caso no
puede caprichosamente atribuir el papel de ratio decidendi a cualquier principio o regla sino que
únicamente tienen tal carácter aquellas consideraciones normativas que sean realmente la razón
necesaria para decidir el asunto.” Corte Constitucional. Sentencia SU‐1300 de 2001. M.P.
Marco Gerardo Monroy Cabra; SU‐ 047 de 1999. MP.Carlos Gaviria y Alejandro
Martinez;; En el mismo sentido, Carlos Bernal Pulido. Opcit.
principio de autonomía funcional del juez. En efecto, la jurisprudencia
de la corporación reserva un espacio importante a dicho principio en la
medida en que admite que, bajo ciertos supuestos, el juez pueda
distanciarse del precedente constitucional. Al respecto ha dicho la Corte:
De tal forma, si bien el precedente constitucional vincula a todos los
jueces incluidos los propios magistrados de la Corte Constitucional,
excepcionalmente estos pueden apartarse de aquel, siempre que
expongan de manera suficiente las razones que los llevaron a adoptar tal
decisión164. La carga en este sentido, corresponde al juez de la causa
quien no puede limitarse a expresar la mera diferencia de criterio entre
su decisión y el fallo que contiene el precedente.
Ahora bien, el ordenamiento jurídico ha arbitrado algunos mecanismos
para garantizar el carácter vinculante del precedente judicial165. En
particular, en materia constitucional, la fuerza del precedente se
garantiza, en primer lugar, a través de la figura de la reiteración de
164 Al respecto, Corte Constitucional. Sentencias C‐123 de 1995, C‐252 de 2001, C‐836 de
2001.
165 Sobre el tema Carlos Bernal Pulido. Opcit.
jurisprudencia. En segundo lugar, aparece la figura de la tutela contra
sentencias, herramienta que, como se puede observar en los apartes
anteriores de este Módulo, constituye la más importante herramienta de
control y garantía de la unidad del la interpretación judicial de la
Constitución. Y, finalmente, la Corte ha admitido la posibilidad de
anular las sentencias de sus Salas de Revisión que desconozcan sus
propios precedentes166.
86
MÓDULO DE AUTOFORMACIÓN JUDICIAL
En este sentido, Corte Constitucional. Sentencia A‐080 de 2000; Carlos Bernal
166
Pulido. Opcit.