Jaccard. II Parte. Editada

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SEGUNDA PARTE

EL HOMBRE EN EL TRABAJO, _
HOY Y MAÑANA
CAPÍTULO VI

LA ACELERACION DEL PROGRESO TECNICO

La característica de nuestro tiempo es la aceleración del


progreso técnico. Antaño, pasó más ele un milenio entre el des·
cubrimento del molino de agua, en el Asia menor, poco antes
de la era cristiana, y la generalización de su empleo en F.ran·
cia, en la edad media. Más tarde, hizo falta un siglo de adap­
taciones y perfeccionamientos para que la «olla» de Papin o
la «bomba de fuego» de Newcomen se convirtiesen en la rná­
quj~ de vapor verdaderamente utilizable de James W.att;
dtrunos en 1780, en la época de la Revolución industrial. Hoy,
el lapso entre la invención y la aplicación se ha abreviado
más: veinte años entre la primera reacción en cadena cont ro­
laq~. en 1941, y el lanzamiento, a principios de 1962, del bu·
qlie tíe carga americano «N. S. Savannah», donde la energía
nuclear ha encontrado un amplio empico no militar. Después
Ran bastado diez años para que se difundiese en el mundo
entero la fabricación de los transistores. Finalmente, de año
en año, vemos perfeccionarse el mando a distancia de los
aparatos interplanetarios/Debemos esperar también que la
automación, última palabra de la técnica industrial, se irn­
ponga en nosotros más de prisa de lo que creemos.

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¿Qué ha sido del trabajo y del trabajador en el curso de entonces sobre todo indianas de pequeños dibujos, llamadas
este desarrollo precipitado? ¿Qué va a ser de ellos? Vamos mignonett es. impr imidas en telas mixtas, hilo y algodón, que
a intentar responder a estas preguntas en la segunda parte fueron utilizadas para los muebles y colgaduras y después
de esta obra. Lo primero que llama !a atención del psicólogo ­<"" para la confección de pañuelos, primer objeto, quizá, fabrica­
Y del sociólogo es el aumento o, mejor dicho, la extensión de do y vendido en Francia en serie. Todas las mujeres querían
las neccsídades.Í Daremos un ejemplo poco conocido al recor­ tener, de modo que a fin de siglo las campesinas más pobres
dar los comienzos de una industria que puso al alcance de se adornaron con ellos. Al mismo tiempo xe reproducían en­
todos, gracias a la disminución de los precios, una serie de ar· cantadores dibujos en percales de la India, con los que se ha­
tículos que sólo los ricos podían procurarse antes. Se trata cían vestidos que se vendían de 75 a 240 libras. La demanda
de la fabricación de telas pintadas, llamadas indianas, intro­ presionaba de tal manera que la fabricación no cesó de pcr­
ducida en Francia hace dos siglos, por un hombre cuyo re­ f cccionarsc. Durante mucho tiempo el grabar las planchas de
cuerdo se ha perpetuado únicamente en París por una calle cobre que imprimían los diferentes motivos de Jouy ocupaba
y una estación de metro: Christophe­Philíppe Oberkampf. Ori­ más de un año de trabajo. Estos se inspiraban en las modas
ginario de Wurtemberg, pero provinente de Suíza.. done.le su o en los acontecimientos rle la época: las fábulas de La Fontai­
tamilia había adquirido la burguesía de Berna, este audaz em­ ne, las Cuatro partes del mundo, la Granja, la Fiesta aldeana,
presario se instaló siendo muy joven en Jouy­en­Josas, en el las Palomas, los Trabajos de la Manufactura (1782), los Morir­
curso del Bievre, a alguna distancia de Versalles, en el momen­ golfieres (1783), la Federación (1790), etc. Los acontecimientos
to en que el rey .Luís XV­, por edicto del 9 de noviembre del Noventa y tres pasaron sin que el auge de esta industria
de 1759, acababa áe autorizar la manufactura de los tejidos resultase afectada por ellos. El grabado se hizo entonces so·
de algodón. Hastajentonces, tanto la importaqjón como la fa. bre cilindros que podían rodar incesantemente al servicio de
bricación de estos tejidos estaba prohibida en provecho de las la clientela. Finalmente se construyó en 1799 un máquina nue­
antiguas industrias del lino, del cáñamo y de Jai,~edn. La moda, va a la que los obreros llamaron el bust ringue y que su scltó
no obstante, eran las indianas, y entraban en ~r'andes cantida­ tanta inquietud como admiración, En efecto. esta máquina
des, de contrabando, de Suiza y del Condado ~\'eneciano. Los ~i:a~ba en cinco o seis días dibujos que requerían antes seis
! aduaneros, furiosos al no poder requisarlas enrla frontera, las meses: además de la ganancia de tiempo, se «ahorraban» cua­
,,
·1 ;.A
arrancaban de los hombros de las mujeres. ~ pesar de ese
rigor, o quizás incluso a causa del mismo», se nos dice, el
renta y dos grabadores.
Fue en aquel tiempo, en 1798, en París, cu .. ndo nació el
gusto de la nación por las telas pintadas llegó a ser tan gene­ historiador Jules Michelet. Dos años antes de su muerte, en
ral que el gobierno cedió: «Fue una verdadera revolución para "l87Í, pudo decir que el mundo había cambiado más durante
In industria francesa» ( 1 ). ,,ésta «simple vida de hombre» que en el curso de los veinte
Ya durante el año 1761 Oberkampf fabricó 3.600 piezas, es siglos que le habían precedido. Desde entonces, la máquina
decir, aproximadamente 86.000 metros, «lo que no era ni la se encarga cada vez más de hacer los trabajos para los que se
cuarta parte de lo que su hubiera podido vender». Se hacían necesita fuerza, en la agricultura, IH construcción, In ln d us­
tria y los t ransporrcs: realiza mucho mas de prisa, mejor, y a
un precio más bajo las fastidiosas tareas de producción. Nada
(1) A. Labouchere : Oberktunp] (1738­1815), Pañs, 1865 (5.0 cd.,
1884, 244 pp.). Je parece imposible al técnico ele .ih,>r,1 en adelante.
í ncc san

104 J'l·
temente, hay inventos que dejan p ..or inútiles una herramienta consumo nacional e incluso podrían, en ultramar, hacer frente
o una red entera de comunicaciones. Incluso un Luis Armand, al reto de las empresas de Europa y Japón que les hacen la
al que se sabe capaz de todas las audacias, se inquietaba hace competencia.
una decena de años por la competencia hecha a 'ibs
Ierroca­ Sabemos, por otra parte, hasta qué punto se ha desarro­
rr¡iles por otros medios de transporte. Un proyectorque él juz­ liado la industria electrónica en los Estados Unidos. Cada se­
gaba irrazonable en 1953 fue realizado no obstanteren 1957 en mana un constructor saca de fábrica dos calculadoras que va­
Ohio. Se trataba de un transportador automático para el car· len cada una cerca de dos millones de dólares y que hacen en
bón, de 180 Km. de longitud, que iba de la región de las minas algunos minutos operaciones para las que decenas de em­
a las centrales eléctricas de Cleveland. Mezclado con agua, el pleados hubieran necesitado meses. La adquisición de una de
mineral se desliza hasta la llegada, en que se le seca en hor­ estas máquinas ha permitido a la Asociación americana de
nos. Evidentemente, es una pérdida para las compañías ferro­ antiguos combatientes reducir de 17.000 a 3.000 sus efectivos
viarias, que hacían caminar antes a través del campo lentos de agentes encargados de calcular y distribuir los subsidios
e interminables trenes de carbón: bloqueado en el paso a ni· debidos a sus miembros. Si bien la operación ha sido fructí­
vel, el automovilista se distraía contando los vagones. Como fera, ha suscitado muchas críticas. Por el contrario, el amon­
la empresa resultó rentable, se crearon otras líneas que iban tonamiento del correo postal en las oficinas centrales ha obli­
de los Alleganes a las ciudades del Atlántico. El éxito de esta gado a mecanizar no solamente el matasellado, sino también
iniciativa le valió a su promotor, George Love, el ser llamado la selección de las cartas. Una sociedad de Alejandría, en Vir­
en 196 t a la presidencia de la Chrysler, cuyos negocios no tar­ ginia, curiosamente llamada Intelligent Machines Research
dó en revivificar (2). Corporation, ha puesto en servicio un aparato capaz de leer
direcciones mecanografiadas. Este ojo clcct rúnico reconoce
El auge de la automación los números de las dieciocho principales ciudade« americanas,
saca del montón los envíos que llevan esas direcciones y los
En cuanto a la automación, es corriente en las grandes ern­ encamina hacia su destino. «La automación, ha dicho el Post­
presas de los Estados Unidos, donde está favorecida por la mast~r.­,~eneral Summerfield, es nuestra única esperanza de
concentración de la potencia económica. La industria químl­ asegór;ar el servicio postal de los Estados Unidos.» En efecto,
ca está ya completamente automatizada y la metalurgia sigue los envíos anuales han pasado de 26 mil millones en 1940, a
sus pasos. Un nuevo dispositivo controlado por cuarenta y cin­ más de 60 mil millones en la actualidad, sin que haya nada
co personas puede hacer funcionar trenes de laminado que que deje entrever una disminución. 540.000 personas son res·
ocupaban a cuatrocientos cincuenta obreros. Se trata de re­ po1dabres de este enorme correo que representa, por sí solo,
conversiones masivas de las acerías americanas: nuevos «com­ los dos tercios del tráfico postal universal.
binats», con algunos millares de hombres solamente para eícc­ 'La razón que se invoca siempre en favor ele la autornat+­
ruar el servicio de comunicación, bastarlan para atender al zación no es tanto la economía de tiempo y dinero como la
periu ria de personal cuali ticado. En la era preindustrial, cada
individuo, podía asumir las tareas simples de producción.
(2) L. Arrnand : •J:.conomie et '"'chnique des transporta mo­ Por el contrario, el persistente aumcn tn ele las necesidades
derncs­, f/01111111:~ el Mmulrs. julio ele •195.l. p. 18­1; R. Shcchun :
«Coa! Man at Chryslcrj. For11111a, Nueva York, set. .1962, p. 105. obliga a fabricar objetor. cada vez más complicados que exi­

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.
,.
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~~~~~[ ~­­­ ­­­­~­­­

gen una creciente habilidad. Incluso e11 la U.R.S.S., en donde terminables discusiones o se agrupaban para cantar suave­
la mano de obra no faltaba antes de la guerra, la mecaniza· mente quejas nostálgicas.
ción se ha hecho necesaria debido a la falta de obreros espe­ Se comprende también el principal mot ivo de la famosa
cializados. El economista E. L. Manévitch ha dicho: «Si nues­ ley escolar del 24 de diciembre de 1958, hoy derogada, que
tra productividad hubiera permanecido en 1937 al nivel de obligaba a la mayor parle de los estudiantes soviéticos a hacer
1928, nos hubieran hecho falta ocho millones de obreros su­ dos o tres años de prácticas, la jornada completa o no, en las
plementarios para asegurar la producción que obtuvimos in­ empresas del Estado, antes de entrar en las Escuelas Supe­
mediatamente antes de las hostilidades. Igualmente, si la pro· riores. La economía sufría entonces una grave penuria de
ductividad no hubiera mejorado aún más en la industria pe­ mano de obra cualificada. El 18 de marzo de 1961, Pravda re­
sada desde 1940, hubiéramos necesitado 3'5 millones de obre­ velaba que, solamente en Ukrania, 30.000 máquinas agrícolas
rós más para alcanzar los niveles de 1950,. (3). se encontraban inutilizadas, mientras que 8.000 tractores en·
Se comprende por qué los rusos conservaron durante tan· viados a revisión, no se usaban porque se carecía de conduc­
to tiempo a sus prisioneros de guerra, en particular a los ale­ tores y de mecánicos competentes. Se necesitaban tres millo­
manes capturados en Estalingrado. Uno de estos últimos, que nes de trabajadores nuevos, a los que se pudiese adaptar a
consiguió escapar por Mongolia y que fue en 1954 a estudiar las técnicas modernas. Ahora bien, las pérdidas ocasionadas
a Lausana, me hizo m~1 relato que explica muchas cosas. Pri­ por la guerra y el déficit de nacimientos anterior a 1945 hacían
meramente se le envió: a una fábrica con doscientos camara­ sentir sus efectos. Se quiso colocar urgentemente a toda la
das suyos: todos los (\ue habían hecho estudios s:ecundarlos juventud en las fábricas.
fueron pronto empleados como contramaestres y él mismo Al mismo tiempo, el comité central del Partido ordenaba
fue elevado al cargo de ingeniero porque había estudiado el 24 de junio de 1959 el desarrollo sistemático de la automa­
cálculo y dibujo técnico hasta el bachillerato. AJ:>carecer de ción en la industria, los transportes y la producción de ener­
distracciones, todos trabajaron ccn celo y mínuciósidad, tan­ gía. He oído a un ministro ruso hablar de las centrales hidro­
to más cuanto que se les trataba bien. Esta aplicación, muy eléctricas del Dnieper, que desarrollan una enorme potencia,
g~rmánica, les valió no obstante la hostilidad de'1os obreros y sin embargo están controladas por algunos especialistas so·
yÍde la población: se les reprochaba el hacer demasiado, míen­ lamente,"· En 1961 se encontraban en la industria soviética va­
1
tras que, desde el principio, se les había acogido con arnabí­ rios ejemplos de una automatización muy avanzada. En las
lidad. La autoridad resolvió el problema dispersándolos en un Iábricas Kalinine, en Oulianovsk, dos cadenas, reservadas cada
gran número de empresas de la región, pero por todas partes una a un tipo normalizado de pistón para motores, arrastra­
se les encargó a estos extranjeros tareas especiales o respon­ ban~­
Jtihgotes de aleación de aluminio a través de fusiones, mol­
sabilidades. En efecto, al parecer la mano de obra indígena <leos, fresados, calibraciones, estañaduras, hasta la salida, en
era extremadamente ruda y sobre todo, refractaria a la dis­ que los productos terminados eran envueltos, embalados y al­
ciplina del trabajo industrial; en el momento en que los vígi­ macenados, siempre automáticamente. Cada día se fabrica·
lantes volvían la espalda, los obreros del país se lanzaban a in· ,! ban 3.500 pistones bajo la vigilancia de diez personas, mien­
tras que poco tiempo antes habían sido necesarios ciento se­
senta obreros para la misma producción con máquinas ord i­
(3) C. Matthicu: «Une nouvelle hygiene lndustrlelle», La Ne],
i Parfs, '1955, XII, 11, p. 136. narias. En cuanto al precio de coste, se redujo a la mitad. En
~
h
1 108
otros lugares, la Iabricacló­i de breques de motoresde camio­ que esta marca proclamaba lo que sigue: «Desde el momento
nes pudo llevarse a cabo con un solo equipo de tres, hombres, en que se le coloca en la cadena, y hasta el fin de su periplo,
'
en!yez ele ciento ochenta repartidos en tres equipos'.,(4). Así se a lo largo de las trescientas noventa y ocho estaciones de tra­
explican el prestigio del spetsiulnost, del especialista, en la bajo, el bloque del motor no es tocado por la mano humana.
U.R.S.S. y la constante publicación del creciente número­de Dieciséis cerebros electrónicos efectúan en él setecientas vein­
los que han alcanzado esta cualificación: 8.800.000 en :1964, ticinco operaciones perfectamente coordinadas. Estos cere­
contando los graduados de la enseñanza superior y los diplo­ bros electrónicos no conocen 'ní vísperas de fiesta ni cansan­
mados de las escuelas técnicas medias (5). · · .... , .. cio; son insensibles tanto al frío como al calor y nada puede
distraerles de su tarea ­ni siquiera la chica bonita que pasa,
rií tampoco las preocupaciones personales.» Es verdad que el
La. automaclón en la Europa oceídental
escrúpulo hizo decir al autor de esta desagradable compara­
ción que una parte de los obreros despedidos por la nueva
En los países índustrializados de la Europa occidental, la
máquina había sido afectado a misiones de control y que
automación tiende a generalizarse. La Alemania Federal y Sui­
algunos eran reemplazados por ingenieros. Esta nota final, en
za han introducido números postales con vistas a una próxi­
letra pequeña, daba una información veraz pero incompleta:
ma automatización; la falta de personal cualificado hace nece­
la disminución real del número de puestos de trabajo, en tal
saria esta transformación. La industria alemana del Rin re­
caso, es del 90 %.
curre a los equipos más costosos por carecer de mano de
En Suiza, In industria, que está muy dispersada y trabaja
obra. Si la firma de automóviles Borgward se ha declarado en
sobre todo en pequeñas series, permanece aferrada a las for­
quiebra afectando a 18.000 obreros es porque, según se dice,
mas tradicionales de producción. Por el contrario, toda la red
creyó que podría mantenerse, con métodos de trabajo anti·
telefónica, que comprende más de un millón y medio de apa­
cuados, frente a una empresa con un elevado grado de auto­
ratos, está automatizada desde 1959. No se encuentran más
matización. En Francia e Italia la nueva técnica penetra en la
que dos o tres empicados en las grandes centrales eléctricas,
industria por las mismas razones que en otros países: es in­
excavadas muy a menudo en la roca: en el exterior, de todas
suficiente el número de obreros competentes mientras que
rnanerass'numeroso personal técnico y administrativo trabaja
un excedente de mano de obra vegeta en tierras no rentables
en oñcínas. En Pallazuit, en la carretera del Gran San Ber­
o en viñedos que no encuentran mercado. Es así como he­
mos visto a la Régie Renault enorgullecerse de poseer en Pa­ nardo, una central completamente automatizada no tiene ni
rís «el taller U 5, uno de los más automatizados del mundo». siquiera guardián. El paro o la puesta en marcha de los gru­
En 1959, los periódicos publicaron un costoso anuncio en el pos ..~•lurbinas se realiza por telecomando desde la fábrica
de Orsieres, situada a 7'5 Km. de distancia y 1.000 metros más
aba~, en el vaJle. Este sistema suprime las molestias del es­
14) G. Hartrnann : «¿Se interesa también la Unión Soviética tablecimiento de un personal a gran altura, pero pensamos
por la automación? ... Revista ccvnóniica y social, Lausana, 1961,
XIX. 4, p. 366. ,. que al generalizarse tendría repercusiones en el empleo.
t5) Se ha dioho qu,c el plan scptcnal, basado en un censo En Francia se maravillaron de que la locomotora BB 9003
defectuoso . en '1959, ha subestimado In población total, que debía pudiera tirar, en 1955, de un tren especial de 1.800 toneladas
elevarse a 2.'0 millones en 1965. es dccrr. 10 millones/ más de lo
previsto. por ruando a distancia, sin que ningún agente estuviera a bor­

110 ,.¡, 111

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: Mientras tanto, gracias a una feliz coyuntura, gozamos de ple·
do; esta hazaña de la técnica ferroviaria no es más que un
ejemplo, que ha permanecido a nivel experimental, de la mo­ no empleo y, algunos países de Europa occidental, de super·
dernízación operada en la S.N.C.F. (6). Las siguientes cifras empleo. Pero algunos indicios hacen pensar que con el perfec·
pondrán de manifiesto la elevación de productividad, de 1946 cionamiento técnico, ocasionado por la competencia interna·
a 1961, en esta vasta empresa nacional. Por una parte, el trá­ cional, vamos a conocer a nuestra vez, si no tomamos las ne·
fico, expresado en unidades de recorrido (viajeros­kilómc­ cesarías medidas, no solamente dificultades crecientes en Jo
tro + toneladas­kilómetro) ha pasado de 67'5 a 92'1 miles de que concierne al reclutamiento de personal cualificado, sino
millones. Por otra parte, la racionalización y la mecanización también el sorprendente paro que sufren los Estados Unidos
del trabajo han permitido reducir de 490.000 a 349.000 el nú­ desde 1957. Dejando para un capítulo ulterior la cuestión del
mero de empleados: eso significa que 140.000 agentes han empleo, vamos a intentar definir brevemente las nuevas ex i·
sido despedidos o jubilados sin ser reemplazados, en quince gencias que la automación parece imponer a los trabajadores.
años. Apresurémonos a decir que la operación ha podido efec­
. tuarse sin demasiada extorsión gracias a la expansión de la
y
economía francesa a la prudencia de ]os dirigentes.
¿Qué sucedería, no obstante, si el conjunto de la industria
se adentrase demasiado de prisa en esta vía? De hecho, en Eu­
ropa no hay que temer esta eventualidad pordel momento,
porque el desarrollo técnico y la organización del trabajo es­
tán todavía lejos del nivel alcanzado en los Es tados Unidos .
1

.. Es peor para nuestro confort material, pero mejor para la se­


~·guridad del empleo. En efecto, nosotros nos encontramos to·
1c\avfa en lo que el sociólogo Alain Touraine ha llamado la
.. fase B de la evolución del trabajo industrial, marcada por el
empleo masivo, con máquinas herramientas y obreros apenas
instruidos. Esta fase B es transitoria. Ha sucedido al anti·
guo artesanado, representado por la fose A, en la que trabajan
hombres muy formados, pero poco numerosos. Tarde o tem­
prano, a continuación de los Estados Unidos, vamos a entrar
,·,
en ta fase C, la de la automación, en que solamente se requerí­ •. '
rán los especialistas que Ford llamaba «nuevos artesanos» (7).
,,
(6) Ferrocarriles franceses. ­
tradicional: 3, unión eontradictoria e ine~:able de <los i:eglmene.;
(7) A. Touraine: L'évo/ution du travail ouvricr atu: Usines
Renault, cd. del C.N.R.S., París. 1955, 202 p. ­ Nosotros sirnpll­ de trabajo y de vida social; 4, emergencia 9cl nuevo ~1stema en
ficamos el esquema del autor, quien distingue en realidad cinco medio de los restos del antiguo; 5, automación generalizada. (Re·
etapas: 1, antiguo artesanado: 2, desmoronamiento del sistema vista Sociología del trabajo, París. 1963, 2, p. 161.)

112 113
~AP{TULO VII

RECONVERSION, PERO PERMANEN~


DEL TRABAJO

Según el profesor Barish, de la Universidad de Nueva


York, la economía, en los Estados Unidos, estaría en condi­
clones de poner en el mercado, en una sola jornada, tantos
objetos como fabrica hoy en la semana de cuarenta horas
­con tal de que mantenga, claro está, su ritmo de crecímien­
to y que encuentre salidas. Todo eso plantea numerosas y di·
ffciles preguntas. Primeramente, ¿córyo explicar este vértigo
de producción? Es, repitámoslo, qu,/ en el mundo las nece­
sldades son inmensas. Aún más, que las naciones más favorc­
cldas son insaciables. El progreso llama siempre al progreso.
En efecto, este último crea toda clase de comodidades y de
costumbres sin las que no se puede pasar. Ya la familia ame·
ricana de clase media, que se establece en los verdes alrede­
dor.d)le las ciudades, a kilómetros del centro comercial y de
laá escuelas, tiene que poder disponer al menos de dos co­
ches para el padre, la madre y los hijos. Hace diez años se
podía ver en la periferia de Nueva York, a las seis de la tarde,
a las esposas que iban a esperar a su marido a la vuelta del
ttabajo con el único auto familiar. Hoy ya no hay nadie, por·
9..ue el señor tiene su coche personal en la estación, donde lo
1 deja por la mañana en vastos espacios de parques reservados.
i~· Con el segundo coche, la señora va y viene todo el día para
hacer sus compras y sus visitas, y también para llevar y traer
­~
,: a los niños al colegio. Ahora, ya los hijos mayores piden un
tercer coche para ir a la High School, más alejada, y para

.. 115
~.·
l
1

encuentra un empleo satisfactorio. La situación es distinta entre los operadores y el mando intermedio» ( 1 ). La recten te
para los que permanecen. en su puesto; unos ascienden de ca­ experiencia indica no obstante que la proporción de estos úl­
tegoría Y otros descienden. En la clasificación de las cartas timos va a elevarse, y que a los primeros se les pedirá un ma­
por eje~plo, se tenla que recurrir hasta ahora a empleados yor grado de cualificación. Esto sucede ya en las cadenas
que. t~v1er.m extensos conocimientos geográficos, aptos para automatizadas de la industria automovilística, en las rcíinc­
de~1dir con conocimiento de causa el camino quedebería se­ rías y en las centrales hidroeléctricas. A menudo el control
~1­~ cada envío. La introducción del número postal ha sim­ de las señales es tan arduo como la conducción de una loco­
phl icado ya este trabajo. Con la clasificación mecánica, cuan­ motora; entonces no se puede permanecer en tales puestos
do se presenta cada carta la operadora no tiene más que pul­ más de algunas horas sin peligro. Siempre se necesita una
sa: el botó~ correspondiente a la cifra que ha visto. Se llega atención muy viva, capacidad para juzgar y una compren­
ast al es~ac!io del más i.rritante trabajo parcelario. Pero el ojo sión global del proceso ,;e fabricación, que supone numero­
electrónico, ya perfeccionado, va a suprimir esta codificación sos conocimientos técnicos. «En la casa Rcnault, escribe
~~ual: es la automación completa, con la que unos pocos M. Rustant, se exige del personal de entretenimiento que sea
vigilantes van a controlar un despacho cien veces más rápido polivalente: el electricista debe poseer nociones de mecánica
del correo. De ello resultará una disociación del personal en­ y el encargado del suministro puede ignorar cada vez menos lo
cargado de aparatos automatizados, Este régimen existe en­ concerniente a la elcctricidad.» En una fundición automatiza­
tre nosotros desde hace ya mucho tiempo en la industria tex­ da, dice la Unesco, el operador consagra el 50 % del tiempo a
til '. Unos reguladores sin cualificación van y vienen entre má­ la vigilancia, el 20 % a la dirección del proceso tecnológico,
quinas en las que millares de lanzaderas dan vueltas incan­ el 15 % a tareas de ejecución y el 15 % a medidas, informes
sablemente sobre sí mismas. Cuando una de estas últimas se o cálculos analíticos.
detiene, basta a menudo con un toque dado con el pulgar hu­ La pérdida de cualificación del trabajo parece no ser en de­
medecido en saliva para unir un hilo roto y volver a poner en finitiva más que un estadio ocasional y transitorio hacia la au­
marcha la lanzadera. No obstante, se producen frecuentemen­ tomatización. El efecto más evidente de ésta es el desplaza­
t~ s.ituaciones más delicadas; entonces es necesario un espe­ mieJ}~geográfico y profesional de los obreros, que lleva con·
cialista con su caja de herramientas y su habilidad de mecá­ sigo Ja suplantación progresiva, en el proceso de fabricación,
nico. de la mayoría de los trabajadores no cualificados en provecho
En Francia.r la encuesta de Pierre Navillesobre L'automa­ de una élite de responsabilidades que provienen a menudo del
tion et te travail humain, efectuada en 1957­59 en ciiversos sec­ per5iqnal de base y a los que en adelante se paga por meses.
tores ind~striales, puso de relieve que «el 80 % ~~l personal La' distribución de la mano de obra en las refinerías Shell­
que trabaja con las máquinas automáticas más rtÍ'odernas en Becre, cerca de Mansella, nos da ya una idea de las tendcn­
las ramas estudícdas está compuesto por variedacles de obre­ d\s del empleo en una empresa parcialmente ~utomatizad~:
ros especializados», y por lo tanto sin una tormacíón general. se contaron recientemente 35 peones, 69 obreros «especializa­
No obstante, el autor observa que estos obrerosrespeciallza­ dos», 362 profesionales, llamados O. P. y 91 operadores cspc­
ios eran mandados por «jefes de equipo, vigilantes, I
contro­
ladores y personal de entretenimiento. los cuales logran una
(l) Ediciones del Centro Nacional de investigación cicnt íf ice,
clara elevación de categoría que les sitúa a mitad de camino París, 1961, pp. 707 y 712. ·

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salir por la noche. Una publicidad insensata, cuyo presupuesto tornan. Resulta afectado por las transformaciones que se or i­
anual se eleva a 14 mil millones de dólares, excita todos esos ginan en su trabajo, el cual absorbe todavía la mayor parte de
deseos. Recientemente, la American Telcphone and Telegraph su. tiempo y de sus preocupaciones. Sólo en raras ocasiones
r
¡1 Company ha iniciado una vasta campaña publicitaria para per­ llega a dominar con maestría las nuevas técnicas de su oficio.
!1 suadir a las mujeres para que tengau en su casa tres teléfo­ Los organizadores y los propios jefes quedan desbordados. La
1
nos, el primero en el pasillo, el segundo en la cocina y el ter­ demanda de productos nuevos llega a ser· imperativa, mien­
cero en el dormitorio. El slogan escogido recurría a la envi­ tras que el aparato de producción está entorpecido: hay que
dia de unas y al orgullo de otras: «She's so lucky ... has 3 amortizar el antiguo utillaje, reorganizar las empresas, modi­
phonesl»] :·1, ,. ficar las rutinas del trabajo, liberarse de todo conjunto de
I Observemos que en Íturopa y en los países en vía~ de desa­ convenciones, de reglas y de leyes anticuadas. Las estructuras
rrollo, las masas ciudadanas, y también las ruralesJo sueñan económicas y sociales, que necesitan tiempo para constituir·
sino con un confort material semejante. La alimenfhción, ba­ se, se transforman también con lentitud. A la sed ele bienestar
sada todavía hace cien años en el consumo de panj' patatas, y de novedad, la invención responde más ele prisa ele lo que
se ha diversüicado y enriquecido considerableme,,ie en los haría falta: crece la distancia entre la potencia de los unos
países industrializados/ A pesar de ello, y como #nsecuen­ y la debilidad de .os otros. El progreso técnico exige inver­
cil, de la baja de precios y la elevación de la ren~} la parte siones enormes y conocimientos cada vez más numerosos: son
d~,gasto familiar que se destina a Ja alimentación, que era escasas las empresas o los pueblos que pueden disponer de
anfes del 7j %, se ha reducido al 44 % en Italia, al 30 % en ellos según les conviene. Los más ricos son incluso los que
Bélgica, al 26 % en Suiza, y al 24 % en los Estados Unidos. tienen más dificultad en procurarse los colaboradores indis­
Ya· Engel lo dijo el siglo pasado: a medida que el nivel de vida pensables. En efecto, la incapacidad de muchos hombres para
se eleva, hay un desplazamiento del consumo, que va del sec­ llevar a cabo las tareas ele la producción moderna explica el
tor de la simple subsistencia hacia el sector que podríamos hecho, sorprendente a primera vista, de que los países que
llamar de la civilización. En Suiza la parte de renta destinada han estado desde hace mucho tiempo mejor dotados en inge­
a educación, seguros, cuidados corporales, vacaciones y des­ nicrqs ·~ técnicos son precisamente los que hoy sufren más
plazamientos, ha pasado del 16'4 % al 38'3 % en los obreros, la penuria de empleados que puedan ejercer una función de
y de 18'1 % al 40'3 % en los empleados, de 1912 a··1963. Esta dirección y de obreros cualificados, lSolamentc se le ha en·
proporción media de más de la tercera parte del gasto famí­ centrado una salida a esta contradicción: construir más má­
liar consagrada a fines que sobrepasan la necesidad inmedia­ qui1.\ª''Y racionalizar más la producción. Es un círculo vicio·
ta, es indicio del cambio radical que se está operando en la soa1 cual parece ditícil escapar. /
manen, de vivir. Al igual que el progreso técnico, del que es \

consecuencia, este proceso es ineluctable, irreversible y está


••
Et'ccto!­l de In. automación en el empico
sometido a la ley de la 'aceleración. Seguramente es algo bue­
no, pero lleva consigo riesgos cuya gravedad no hay que des­ Se dice a menudo en Europa que el primer efecto de la
preciar.¡ automación en el obrero es privarle de cualificación. Eso es
/, Efectivamente, el hombre se adapta mal a este progreso cierto, desde luego, en todos los casos en que al trabajador
acelerado: sus ideas, sus costumbres, sus hábitos, se tras· se le cambia ele puesto o se 'e despide; sólo en raras ocasiones

116 117
\
,.

cializados. Eso representa una proporción del 78 % de cuali­ mico de uno de los mayores bancos americanos advierte a la
ficados en el personal de taller. En los Estados Unidos, el se­ nación que « todas las empresas están amenazadas por la re·
cretario de la Comisión nacional de empleo de jóvenes ha conversión de su personal». La nueva alineación se hace hacia
dado un ejemplo límite de la transformación que se está ope­ arriba, y no hacia abajo. Bajo la influencia del progreso téc­
rando en la Industria.jSe trata de una fábrica de vidrio com­ nico, la propia naturaleza del trabajo cambia rápiclamen te.
pletamente automatizada, cuyo nombre no ha siq,"O revelado, Por una parte, la simple labor ele ejecución deja lugar a la
y que podría producir' el 90 % de las bombillas ~~e se nece­ construcción, al control y al entretenimiento de las máquinas.
sitan en todo el país, el 100 % de los tubos de rá'.dio y tele­ Por otra, se ven extenderse por todos los sitios los servicios
visión, sin contar el surtido de adornos requerido,para todos de compra, de distritiución y de venta, mientras se multipli­
los árboles de Navidad. Ahora bien, esta empresa .J ocupa en can las tareas de organización, de investigación y de ense­
t.égimen de pleno funcionamiento, al lado de sus'rnumerosos ñanza.
~pipleados técnicos y administrativos, más de c~~orce obre­ Conviene que demos algunas cifras concernientes a esta
~ps, todos ellos controladores de máquinas. :.: reagrupación profesional que es la consecuencia más visible,
f: En su comentario, 'este último autor decía: «Se puede du­ en los Estados Unidos, de la generalización del maquinismo.
<lar de que sea necesaria una educación secundaria superior El cuadro que insertamos a continuación. establecido por el
para vigilar cuadrantes y pulsar botones. Hay que saber, no Departamento <le Comercio americano, da la lista de las in·
obstante, que las empresas dudan en confiar el control de apa­ dustrias y actividades cuyo personal se ha reducido des de
ratos costosos a operadores que no les parecen seguros. Aho­ hace una veintena de años en los Estados Unidos:
ra bien, el nivel de instrucción les parace un índice de res­
ponsabilidad válido. Está claro, en todo caso, que la era de la
automación no ofrece ninguna oportunidad a los peones sub­ Sectores en los que el empleo está en baja en los
instruidos» (2). Estados Unidos ( 19·11·59)
Otro corresponsal, hablando en la misma ocasión en nom­ ==================<======;:===============,;===========
Total <le empleos Disminución
bre de la National Education Association, declara que la habi­ I,
,, 1

(en millares) <le los cm·


lidad manual por sí sola pronto no bastará ya para asegurar ­­­­­­­­­­­ ·­· __ p~cos
o meaningjul and steatiy employment, un empleo estable y 19U /959
sensato (es decir, interesante, útil y saríslactorio en todos los Agricullurn . 7.730 4.9112 2.74S
Minas . 699 289 410
sentidos). «La educación, prosigue, debe preparar a los jó­ 973 413
lr\dti's.tria textil . 1.386
venes para adaptarse a nuevas situaciones que nosotros no po­ Cuero ­ Tabacos .. 515 462 53
demos todavía imaginar: debe, pues, continuar durante toda Fqrrocarrlles . 1.285 923 362
Otros transportes . 307 228 79
la vida del adulto, porque es probable que poca gente pueda Empleos domésticos . 2.o57 J.592 4Í).)
depender durante mucho tiempo de lo que ha aprendido en Cinernarografo . 191 177 1,1
sus años de escuela y de aprendizaje.» Ya un boletín econó­ Total 14.170 9.626 .¡_5.14
1

Según E. F. Dcnlson : Tite Sourccs o/ Economic Growtt¡ in ti e


(2) «Speeial Education Survey», Tite New York Times, abril U.S.A., tabla 22, p. 207.
22, 1963. ­:­··­·;.. ­­·­· .
120 1 :! 1
El descenso indicado esta, no obstante, ampliamente com­ la inteligencia y la instrucción Jo que permiten al hombre en­
pensado por un aumento de los empleos en otros sectores. contrar trabajo.
El Comisario Ewan Clague, responsable de las estadísticas de
r rabajo en Washington, ha dado recientemente las siguientes Inmensos tubajos continúan siendo neceaarlos
cifras. De 1950 a 1960 la agricultura, las minas y la industria
americana han perdido 2'5 millones de: puestos de trabajo. ¿Hay que decir ahora que la función o el valor económi­
La construcción es la única que conserva sus efectivos. Por co del trabajo deban «anularse» en la era de la automación
el contrario, los servicios han proporcionado en el mismo pe­ v de la cibernética, estadio último de una evolución en que la
ríodo de tiempo 6 millones de nuevos puestos, de los cuales máqulna se controlará 1' si misma y podrá diversificar las
1 '5 millones correspondían a las administraciones públicas operaciones? Si se quiere hablar solamente de trabajo físic~,
v 1 '5 millones a la enseñanza. Los otros empleos fueron crea­ del esfuerzo del brazo e incluso de la simple respuesta fast i­
­dos en el comercio, la banca, los seguros, los hoteles, los res­ diosa y agotadora a señales luminosas, esta claro que toda
taurantes v centros de esparcimiento, las empresas de limpie­ esta actividad tiende a desaparecer de la producción indus­
za y servicios diversos (3). En Francia y en Italia se ha pre­ trial. A este respecto puede admitirse: el razonamiento que
visto que la proporción de empleos que no requieren forma­ desarrolla el P. Jean Weiller: lo mismo, dice, que los precios
ción particular disminuiría, entre los años 1959 y 1975, del varían «en sentido contrario a los progresos técnicos realiza­
60 al 20 % del total de puestos de trabajo ocupados. Por el dos» y que «la utilidad marginal de los bienes que se hacen
contrario, la proporción de les empleos cualificados se ele· relativamente más abundantes no hace sino decrecer», lo mis·
varía de 27 a 43 % y la de los puestos de empleados medios Y mo, «paradójicamente, el valor­trabajo se desvanece con el
superiores de 13 a 32 %. Hoy se puede dudar de que esta crecimiento de la productividad (en otras palabras, con el
reconversión se realice enteramente en tan breve plazo, pero descenso de los costes reales de produccíón)» ( 4 ). Esta última
es cierto que tarde 01 temprano se efectuará. El otro aspecto fórmula no juega ya, no obstante, si se reconoce que el tra­
del mismo fenómeno', mucho más aparente, es 'el desplaza­ bajo no f!S solamente labor de las manos o de los dedos (lo
miento del empleo, a partir del sector primario (~gricultura), que el ~st'>ciólogo Théo Pirker, <l~ Munich, llama 1~1 «digitalis­
hacia el secundario (Industria) y el terciario (servicios no ma­ mo» del trabajo moderno), sino investigaclón científica, es·
nuales). En el estadio en que nos encontramos ;tora en los fuerzo de organización y perf eccionamien Lo incesante <le la
países desarrollados, el sector secundario, desptl~s de haber técnica.
acogido en masa a los trabajadores eliminados ~gr el prima­ ~l •c¡unpo de acción del trabajo de mañana sigue siendo
rio, empieza a despedir a su mano de obra. El empleo indus­ ilimitado. Louis Armand lo ha observado por lo que respecta
trial se hace más escaso al mismo tiempo que exige más pre­ u Ja. 'fuerza atómica: «Lo que hace falta para servirse de ella
paración. Solamente queda ampliamente abierto en el porve­ es aún más dlñcil de poner a punto que lo que se ha adqui­
nir et sector terciario, en el que no es la fuerza del brazo, sino rldo ya» (5). Por otra parte, Jean Fourastié atrae la atención

(3) E. Clanuc: «Las consecuencias sociales y económicas de (4) J. Weiller: «economic politiquc el soclologíc économiquc»,
la automatiza;ión». Svnopsis, revista de l,1 Oficina belga para el Traité de soclologie, editado 1)0r Gurvitch!. París. 1958, t. I. p. 371.
crecimiento de la productividad. Bruselas. 196.'\, n," 68, p. 6. (S) Revista Realités, París, enero 196:>, p. 33.
123
122
~1obre la amplitud delos trabajos necesarios solamente para La parte de recursos naturales ya no aparece, debido a que no
mantener situaciones, incitaciones y consumos necesarios cambia apenas y tiende a ser prácticamente despreciable. En
para la humanidad, 'y que el medio natural daba gratuita­ cuanto al capital, representado por el creciente volumen de
mente ... , para llm.ita.~ los ,~.re~.i~1;1;tes incOJl'f~Di~~.t{¡.1~el~ido, utillaje y·de equipo físico, su importancia relativa disminuye
de las radiaciones, de las poluciones engendrádas por'~~inedio en­favor de la del trabajo. Queda un margen entre la aporta·
técni.co... , para ?rose.guir, finalmente, el ~~vimifp~p.ft.~rpro: ción aumentada de los tres factores (inputs¡ y el aumento to­
moción económicas (6). Parafraseando el comentáfío de,Álain tal de la producción {output): es el aumento de la produc­
~ue hemos citado más arriba, diremos «que ri.~ h;y 'creci~ tividad. Ahora bien, esta última debe ser asimilada al traba·
~iento de productividad sin inmensos trabajos'!,;'. Esta tesis jo, pues es el fruto indisociable de la aplicación y del ingenio
~tá verificada por el reciente análisis de los factores del cre­ humanos. He aquí los porcentajes establecidos por E. F. De·
cimiento económico y del desarrollo. D: una obra publicada nlson para el período 1929­1957, comparados con los que Ken­
en 1962 por E. F. Deriison, sobre Las f uentcs del crecimiento drick y Kuznets calcularon para el período 1909­1929:
económico en los Estados Unidos, vamos a recordar algunos
porcentajes que demuestran que desde 1929 en este país au­ Análisis de la tasa de crecimiento de la renta en los
menta regularmente la contribución del trabajo a la renta na­ Estados Unidos (%)
cional, en la medida en que disminuye la parte de factores : J')()f).29 1 1929-57
materiales, tierra y capital (7). Crecimiento ele la renta nacional 1. ­·­··'­­­­­­
1 100 : l 100
Fuentes ele renta en los Estados Unidos ·¡ % ) ··­­­­­­­­­­­­­­­­­­­ ­­­ ;­­1· ·­ .
=====;===­s­==:::¡===== . ······ .. T. Contribución del trabajo .
Años Trabajo Tierra Capital Aumento ele! número de horas de ·
­­­··­ ­­­­­­ ·­­­­· .. .1',
1929­33 69 6 25 M~ji~~irm~~·ió~. ·~;~~¡;·;. ·a~i. ·t~~b~: 27
1939­43 72 5 23
1949­53 75 3 22 . Mfsd~~pe·;¡~~~¡·~·. d~·¡. ·¡;;i,~i~d~~·.: : 11
2
23
4
1954­58 77 3 20 1 '
JI. Recursos naturales .. o o
Según E. P. Denison, op. cit., tabla 4, p. 30. lll. Contribución del capital 23 15
Mejor equipo de las empresas 1? 13
,Mejor alojamiento de los trabaja· ,
La evolución es todavía más asombrosa si analizamos la ··' 'dores . . . . .. . . . . . . . . . . .. . . . .. .. . . .. .. . ... . . . . ·1 2
contribución de los tres factores tradicionales no ya a la for­ IV.,
., Crecimiento de In productividad . 2? 31
rnación de la renta, sino al crecimiento anual de esta renta. Migración ele la granja a la indus­
tria . 2
Racionalizaclón y extensión de los
mercados . io ')
(6) J. Fourastié : Les 40.000 heurcs, Laffont, París, 1965, p. 218. Progreso de la ciencia y de la téc­
'
i (7) E. F. Denison: The Sources o/ Economic Growth tn tire nica . 20
e United States and the A/ternatives Be/ore Us, Committee for Eco­
nomic Development, Nueva York, 1962, 297 pp. (cuadros reprodu­
­­­­­­­ ­­­­­­­ ·­­­­·­ ...
Según E. f. Dcnison, oµ. cit., labia 32, pp. 266·268.
cidos con la amable autorización de los editores). ­­­··­
124 125
Denison y otros autores americanos han llevado el análisis
de los factores de crecimiento más lejos de lo que es nece­
sario hacerlo aquí. Por Jo que se refiere a la contribución del
trabajo, han tenido en cuenta a la vez la reducción de los ho­
rarios y la mayor eficacia del trabajo ejecutado en un tiempo
más corto. Han intentado valorar la parte de crecimiento de CAPÍTULO VIII
la productividad debida a una mejor utilización de los recur­
sos naturales, a la mejora tanto de las técnicas de dirección PARO Y HUELGAS EN LOS ESTADOS UNIDOS
como de la calidad del utillaje, etc. Lo que queremos hacer
observar es solamente el hecho de que el desarrollo, en la so­
ciedad más industrializada del mundo, es atribuible en un Durante mucho tiempo, después de la guerra, los américa­
85 % a lo que Alfred Sauvy llama «la aptitud de los hombres nos han temido la vuelta a los años de intenso paro que ha·
para forzar a la naturaleza», es decir, esencialmente a la labor bían sucedido al desastre de 1929. Recordemos que todavía
y al saber humanos. Ahora bien, esta proporción no parece en 1940 contaban con un 14 % de población activa sin trabajo.
que haya de cambiar de una manera notable en el porvenir, a Pero en 1955 el economista Peter F. Drucker les sorprendió
despecho de los progresos de la automación. Para el período al declarar en el Harper's Magazine, periódico no especializado
1960­1980, que estamos estudiando, E. F. Denison prevé sola· y muy leído entre el público culto, que los Estados Unidos
mente un débil aumento por parce de la productividad en la debían esperar una penuria más bien que una superabundan­
tasa de crecimiento (34 % ), compensado por un ligero des· cia de mano de obra: por una parte, el crecimiento dernográ­
censo por parte del trabajo bruto (51 %). Eso da c~mo resulta· fico acentuado sobre todo en las edades no activas (niños,
do el mismo total del 85 % para los factores humanos, per­ adolescentes y ancianos), y por otra parte, el incesante au­
mar.eciendo en el 15 % la parte del capital, es decir, el equipo mento de las necesidades en los consumidores, y finalmente la
material. Estos factores humanos, indudablemente, están ani­ insistencia de los sindicatos en reducir la duración de la jor­

. mados por mil ambiciones, esperanzas e intereses, pero su


puesta en marcha depende de un esfuerzo comú'n que es el
nada p.~)rabajo, pesarían cada vez más en las fuerzas de pro­
duccíón disponibles, tanto humanas como materiales. Por eso
':
trabajo, primera fuente del desarrollo. ·~i la industria americana apeló a la mano de obra negra, mal
' empleada en el Sur, y se lanzó a una vasta expansión de su
·­
't

utillaje. No se tardó en rnodificar la línea de conducta: tres


añds' más tarde, la US Steel despedía a 50.000 y la General Mo­
tors­a i0.00) agentes.
'besde entonces, el Estado debe asegurar la subsistencia
de un número anormal ele parados que oscila entre los seis
y los cinco, y después entre los cinco y los cuatro millones.
No obstante, la economía americana sigue estando viva: sin
que haya habido peligro de inflación como en Europa, la ren­
ta nacional bruta, que era de 185.000 millones de dólares en

126 127
r·­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­ . ··­­···­·

1950 y <le 464.000 mi!¡l.ones en 1959, se elevó aún a cerca di! industria automovilística, importantes contingentes de obre­
550.000 millones en Í­962 para alcanzar los 624.000 millones ros hubieran sido despedidos. Prr eba de ello es que los des­
en 1964. Indudablemente la producción industrlal.ha marcado pidos han continuado a pesar de la recuperación. En 1962 más
e~ paso hasta el nuevo impulso provocado en 196~ por el pre­ de 300.000 cbreros, de un total de 6 millones (2 % de la mano
sidente Kennedy al bajar los impuestos. No hay;[que olvidar de obra industrial}, perdieron su empleo por el único hecho de
<JUe las salidas al exterior se restringen y que eli.fuercado in· la mecanización del trabajo. En el conjunto de la economía,
~erior no puede estar siempre sociíitado. En ni{Íguna parte en 1963, los progresos de la técnica y la organización han oca­
~el mundo tienen las familias tantas facilidade~~ según una sionado, según las estimaciones de dos expertos americanos, la
~ncuesta de 1963, de la que hablaremos más adelante, el 60 % supresión de 1'4 o de 2 millones ele empleos ( 1 ). Es por eso
eran propietarias de su vivienda: (aunque con fuertes hipote­ por lo que el paro de 1958 no ha terminado: nosotros lo pre­
cas), el 91 % tenían al menos un aparato de radio, el 87 % un dijimos, en el momento culminante de esta crisis, el 30 de
aparato de televisión, el 78 % un coche y el 22 % dos coches abril de 1958, en Lausana, en un informe presentado a la asam­
(había 62 millones de automóviles para una población de 1S6 blea anual de la Cámara de oficios de Vaux (2).
millones). Aún mas, el 35 % de los jóvenes de ambos sexos; de Peter Drucker no estaba equivocado al afirmar, en 1955,
18 a 22 años de edad, tienen el privilegio de poder dedicar que el gran problema de la segunda mitad del siglo xx en los
todo el día a estudiar, antes de entrar en la vida profesional. países industrializados, sería el de la penuria de trabajadores.
¿Por qué no consigue esta economía tan próspera dar trabajo Pero la evolución de los acontecimientos ha demostrado que
a esos parados que representan todavía del 5 al 6 % de la po­ había que precisar y decir: trabajadores farmados. La expe­
blación válida y deseosa de trabajar? riencia demuestra que la mayor parte de los que han tenido
Para ello hay sin duda razones económicas y sociales. Si las que abandonar sus antiguas ocupaciones, condenados por el
clases acomodadas y medias están, a juicio nuestro de euro­ maquinismo, no consiguen, como suele decirse «reclasificar­
peos, sobresaturadas de comodidades, queda una minoría de se». Es el precio que hay que pagar por el progreso técnico.
familias, que comprenden 15 millones de personas, que no Efectivamente, este último crea nuevas posibilidades de tra­
tienen ni coche, ni televisor, ni lavadora, simplemente porque bajo a medio y largo plazo. El ejemplo clásico es el de la in·
su renta es insuficiente o porque el alquiler que pagan es abu­ vencíón 'd~l automóvil que da hoy de comer ­entre la cons­
sivo (este último caso es el de los negros y portorriqueños en truccióri y el entretenimiento de los coches y calzadas, el apro­
las grandes ciudades}. A estos «pobres», el plan Johnson inten­ visionamiento de carburantes y el alojamiento de turistas­
ta dar recursos más abundantes, lo que aseguraría, además del a un suizo de cada treinta, a un francés ele cada dieciséis, a
bienestar de los interesados, un nuevo auge de la demanda un i~glés. de cada doce y un americano de cada siete. Tarn­
global de bienes de consumo. Pero el meollo del problema blén es verdad que a corto plazo el progreso técnico y la ra­
no está ahí. La crisis de 1958 ha presentado un aspecto tecno­ •• '
lógico bastante nuevo: la principal causa era el reemplaza·
(1) US News and World Repon, Nueva York, junio 24, 1963. ­
miento demasiado rápido del hombre por la máquina. El he· Informaciones y documentos, Centro cultural americano, París,
cho de que haya habido que malvender algunos productos no n.• 184, p. 27 (!.~ de julio de 1963).
ha sido más que un factor agravante, pero secundario. Inclu­ (2) P. J.: «Récession et chórnage aux l!tats­Unis», Beruj sbe-
ratung und Beru] sbildung, órgano de la Asociación suiza para la
so si no se hubiera producldc el marasmo en las acerías y la orientación profesioual, Zurich, XLIII, JO, p. 170 (octubre de 1958).
128 129
9

,
t.!. •
cionalización que le acompaña engendran esa calamidad indi­ todos los meses que hay de 5 a 6 % de jobless, lo cual des­
vidual, familiar y social que es el paro llamado tecnológico moraliza a la nación y la desacredita en el extranjero, el go­
0 estructural, y que nosotros designaremos más bien como bierno debería insistir más en la hazaña que supone, en una
cualitativo porque alcanza sobre todo a los obreros menos comunidad tan grande, el empleo constante y ampliamente
cualificados. En las familias obreras del Middle­West ameri­ remunerado del 95 % de las personas en edad y con capacidad
cano, cuando el padre está en paro es la hija, vendedora para trabajar. Por otra parte, se preguntan. ¿hasta qué punto
o mecanógrafa, la que gana dinero para todos. De ello se de­ son acertadas las estimaciones oficiales del paro? Los criterios
riva un penoso conflicto de generaciones: los trabajadores sobre el mismo son demasiado amplios, en comparación con
de edad, insuficientemente formados y demasiado aferrados aquellos a los que están acostumbrados los europeos. Estos
a la rutina de su antiguo oficio resultan sacrificados. Por otra últimos se forman desde ese momento una imagen de los Es­
parte, la industria ya no recluta nuevos obreros, lo que per­ tados Unidos que no corresponde a la realidad. Es la prepara­
judica a los jóvenes, y el sector de servicios expulsa a su vez ción y la movilidad de los trabajadores lo que, i:>n todo caso,
a gran número de pequeños comerciantes y empleados. Para­ escasea más: prueba de ello sería que en los mejores oficios
dójicamente, el 15 % de los menores de 25 años no están em­ se acumulan horas extraordinarias que se pagan hasta el do­
pleados, hecho inusitado en los anales del Departamento de ble. Por otra parte, más de tres millones de obreros, sin con·
Trabajo. Debido a ello, el Secretario de Estado encargado, tar a los clandestinos, tienen un segundo empleo regular que
William Wirtz propuso en 1964 prolongar hasta los dieciocho les ocupa doce horas semanales, además de las treinta y ocho
años el límite de la escolaridad obligatoria: «Hay que mandar del horario normal de su profesión.
a la escuela a los tres millones y medio de jóvenes ociosos que Es verdad, responderemos nosotros, que no solamente el
entorpecen el mercado de trabajo». La movilización y el es­ Tercer Mundo, sino numerosos países medianamente desarro­
fuerzo industrial de guerra han modificado poco fa situación. Hados, no ofrecen una ocupación estable, continua y remune­
,! radora más que a una pequeña parte de su población: basta
¿Cómo poner remedio n. lns dlstorslones detie:mploo? atravesar por el Sur iá frontera de Méjico para que estalle la
,:,· diferentJa. Si bien debemos alegrarnos de los mayores hori­
El malestar de los americanos ante la persistencia del paro zonte~ · que la industrialización ha dado a largo plazo al ern­
tecnológico, es significativo. Les vemos hoy muy divididos pleo en 1os países económicamente avanzados. no por eso hay
respecto a las medidas a tomar. Algunos economistas y cier­ que dejar de intentarlo todo para prevenir y curar los males,
tos grandes empresarios creen que deben acomodarse a la príncípalmente la ociosidad forzada, que engendra a corto pla­
situación que hemos descrito. Primeramente, dicen, la des­ zo ii\ aceleración del progreso técnico. Un economista cana­
gracia es buena para algo: esta reserva de mano de obra sin díense, cuyo país sufre las mismas enfermedades <le abun­
empico preserva a la economía del recalentamiento y atem­ daricia que los Estados Unidos, ha llegado incluso a proponer
pera las reivindicaciones, a menudo excesivas, de los sindica­ que el Estado se encargue definitivamente, a título de pensio­
tos. Por otra parte, afirman que se le da demasiada importan­ nistas, de un millón de trabajadores que se consideran irrecu­
cia a las estadísticas de paro al ignorar el hecho de que el nú­ perables en los nuevos empleos. Sabemos que John Kenneth
mero de personas ocupadas se ha elevado en once millones Galbraith opta por la misma solución, pero solamente en lo
desde 1948 en siete millones desde 1955: en lugar de anunciar que concierne a los trabajadores de edad y con la reserva de
130 131

que este régimen nq; podría ser más que un mal.remedio pro· ington, ante el Comité parlamentario sobre la automación.
visional. Insiste con tanta más fuerza en la nec~~idad de pre· «Acogemos a ésta, decfa Vl:11ter P. Reuther, presidente de los
parar mucho mejor a los jóvenes para las tareas de mañana. United Automobile Workers, como una fuerza mayor de cre­
Medidas pasivas, como la subvención legal ,qe los que no cimiento, que comporta la promesa de una mayor abundancia
tienen trabajo, son, en efecto, insuficientes e iriá'decuadas. Es para todos, pero a cor.dicíón de que se haga buen uso de ella.
;!odioso tener que decir que el progreso técnico, fpente evíden­ Ahora bien es necesario mirar la realidad cara a cara: desde
~ te de prosperidad, debe permitir al Estado ma:i:itener perma­ hace cinco años, ha supuesto para millones de familias una
~ nenternente a la minoría de trabajadores que ·~ mismo pro­ enorme carga de pruebas 7 de sufrimientos que podrían ha­
<;· greso técnico ha privado de su manera de ganarse el pan. berse evitado» (3 ). En 1964 George Meany, presidente de la
:; Más juiciosas han sido las iniciativas que tienden a hacer po­ AFL­CIO, la organización cumbre del movimiento obrero, no se
. síbles las jubilaciones anticiparlas en caso de pérdida del em­ mostró menos amargo cor ocasión de una entrevista televisa­
pleo. Siguiendo el ejemplo de los seguros privados, el Congre­ da en que criticaba a la Administración Johnson, Consideran­
so americano autorizó desde 1961 a los afiliados a la Seguri­ do al paro como «el problema capital en el campo socio­eco­
dad Social para que hagan valer, mediante una reducción, sus nómico», habló de «la tiranía que la automación ejerce sobre
derechos a la jubilación desde la edad de 62 años, es decir, el pueblo americano». Pensemos que los sindicatos mantie­
tres años antes de lo previsto. Más de un millón de personas nen equipos de observadores y analistas que siguen las inci­
han hecho ya uso de este derecho. En 1962 el 1ob Retraiting dencias de las «novedades tecnológicas» sobre el empleo in·
Bill financió la puesta en marcha de un plan de reeducación dustrial. Et asunto es grave para las uniones obreras que han
profesional de los parados que dio, en cambio, resultados muy perdido dos millones de miembros a causa del paro: desde
. limitados; en 1963 solamente 6!.0vO personas se habían íns­ 1956, el efectivo total no sobrepasa los 13'5 millones, pues el
crito en esos cursos! El proyecto Kennedy de reducción masi­ reclutamiento de jóvenes viene justo para colmar los vacíos.
va de impuestos, entrado en vigor en marzo de 1964, parece Los sindicatos hacen a los estadísticos oficiales reproches
haber espoleado la· producción de bienes duraderos, pero contrarios a los del patronato: el disimular notablcmen te la
corno este sector es precisamente el más autorizado, el efecto ext~ión del paro parcial. En el total de personas ocupadas,
sobre el empleo ha. sido mínimo: la esperanza del difunto dthnado por él en 65'5 millones en 1960, Georges Meany no
Presidente de reducir la tasa de paro al nivel, que él juzgaba contaba más que 50'9 millones de trabajadores con jornada
aceptable, del 4 % no se ha realizado. completa, es decir, apenas más que en 1953 (50'2) y 1957 (50'8).
As(,tl número de personas privadas de trabajar más de treinta
De todas maneras, ¿es solamente al Estado a quien corres­ y'cuf'ltro horas por semana, pero no clasificadas como para·
ponde remediar no tan sólo los males existentes, sino además dos se habría elevado en siete años de 9'3, a 12'2 millones.
adaptar la producción a las nuevas exigencias? ¿No es más 'Todo este cálculo fue rebatido en 1961 por el senador Paul
bien tarea de los dirigentes inclustriales por una parte, y de H. Douglas. para quien la última cifra debería ser diez veces
los representantes de los obreros por otra? De hecho, si unos menor, es decir, l '2 millones. Incluso si J;,. medición acertada
y otros se preocupan vivamente por estas cuestiones, no se
ponen en absoluto de acuerdo en cuanto a la solución del pro­
(3) l ssues of the Slxties, Watlsworth. San Francisco, 1961,
blema. Se les vio enfrentarse principalmente en 1960 en Wash­ p. 21.
132 Ri
.t}
133
1,
está a la mitad del camino entre estas dos evaluacícnes.vla ción eléctrica, en el que reina la mayor penuria de personal,
amplitud del paro completo y parcial parece inquietante. Com­ exigió la· semana de veinte horas sin reducción de salario. La
prendemos el por qué los sindicatos, en los Estados Unidos·, huelga fue de corta duración, ya que toda la construcción que­
tienden actualmente a frenar la automación con todas sus dó inmovilizada en Nueva York. Acordaron una semana de
fuerzas, o al menos a lograr que todo cambio tecnológico en veinticinco horas, es decir, cinco días a cinco horas a la tarifa
las empresas sea previamente negociado con las uniones obre­ normal, con una hora diaria extraordinaria a una tarifa más
ras. Si bien la intención es loable, no lo son siempre los me· elevada. Los nueve mil electricistas A (que percibían 165 dóla­
dios puestos en práctica. Nada ha sido más estúpido que la res semanales con el régimen anterior de treinta horas más
huelga llamada de los «lavabos», que bloqueó sin aviso y du­ cinco extraordinarias} hicieron un aparente sacrificio al firmar
rante diez días, en septiembre de 1961, la producción de la Ge· un contrato que les aseguraba 161 dólares, pero sabían bien
neral Motors en el mismo momento en que se apuntaba una que las cinco horas que ganaban les serían muy provechosas,
tímida recuperación de la demanda de coches nuevos. Oficial· porque en lugar de pasarlas en sus casas, las dedicarían a un
mente se trataba de mejorar las condiciones higiénicas del trabajo por el que se les pagaría el doble. En cuanto a la soli­
trabajo al extender de veinte a cuarenta minutos el tiempo daridad obrera y al interés general del país, del cual Van Ars­
concedido diariamente a :los obreros fuera de los descansos, dale ha querido hacerse campeón en este asunto, vemos bien
par ir al W. C. En realidad, bajo todo aquello no había más Jo que se ha hecho de ellos: mientras que el salario semanal
que una prueba de fuerza, ., llevada a cabo según una táctica medio de todos los empleados y obreros por cuarenta horas
nueva: con pretextos fútiles, atacar sucesivamente a.Jas ma­ de trabajo era entonces de 96 dólares, los electricistas de
yores empresas en vez de­al"· conjunto ele la industrias ',
Nueva York han podido asegurarse una renta de 200 dólares
!
' si les place trabajar de treinta a treinta y cinco horas por se­
mana. Y eso es el doble del sueldo medio no solamente de los
La pujanza. de las huelgas .,
. , ~. obreros, sino también de los profesores de Universidad en los
Vemos hasta qué punto se ha elevado el nerviosismo de Estados Unidos.
los dirigentes del sindicalismo americano. «Si seguimos pro· Había "~e esperar que los otros cuerpos de especialistas
ducisndo cada vez más con un número cada vei· menor de Nucvd York exigiesen ser tan bien tratados como los elec­
de obreros, dijo George Meany, tendremos que reducir las tricistas. Los tipógrafos, miembros de la más antigua de las
·:.
horas de trabajo sin disminuir los salarios: si eso significa la Uniones americanas se lanzaron a la gresca antes de Navidad,
semana de treinta horas o incluso menos, adoptérnosla.» Esta justa11]~P1t~ al comienzo del período de las fiestas y de los
pujanza tienta fuertemente a los pequeños sindicatos de es­ saldos que proporcionan a los periódicos sus mayores anun­
pecialistas que saben que su ausencia en una cantera o una cios p\l'blicitarios. Según la nueva estrategia, la emprendieron i.
empresa pone inruediatarnente Iin a tocia actividad. Es así con los diarios más importantes y pidieron 18 dólares de au­
como en Nueva York, Harry Van Arsdale, presidente de la mento por semana, siendo que el salario medio de unos 3.500
Unión de electricistas de la categoría A, obtuvo por sorpresa interesados era de 160 dólares. El patronato hubiera podido
de un patronato u astornado, en enero de 1962, uncontrato aceptar y hacer repercutir en el público la carga suplemen­
único en el mundo. Pretextando las amenazas del paro tecno­ taria, como lo había hecho en el transcurso de estos últimos
lógico, que sin embargo no exlstía en el campo ele la instala­ años, con ocasión de las grandes huelgas del acero o del auto­

134 IJ5
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móvil. Pero esa vez los empresarios se pusieron firmes, te· quienes no dejaron de soportar una considerable pérdida tic
.miendo que se desatasen nuevas huelgas en serie en caso de salarios. Un conflicto del mismo género, pero mucho más ge­
)dctoria de los tipógrafos. No obstante, después.de ochenta y neralizado, dificulta desde hace años la situación competitiva
~iete días la propietaria del New York. Post, periódico de gran de los ferrocarriles americanos frente al transporte por ca­
~iirada especializado en crímenes y escándalos, anunció que rretera y el aéreo. Para poder mantenerse, las compañías,
cedía, y veintisiete días más tarde, en abril de 1966, terminó que están vigiladas por los Estados, pero no subvencionadas.
la huelga. Más de veinte mil personas ajenas al conflicto ha­ han introducido numerosas innovaciones técnicas y admi­
bían perdido sus medios de ganarse el pan durante este tiem­ nistrativas, privando de empleo, al igual que en Francia, :1
po, sin contar a todos los que habían visto su renta disminuir un elevado número de agentes: 750.000 en dieciséis años, de
por el hecho de la ausencia de periódicos; comerciantes, em­ 1947 a 1963. Sin tener en cuenta el hecho de que la tercera
presarios de espectáculos, etc. Esta loca aventura, funesta parte de esos despidos eran debidos aparentemente al des­
tanto para el país como para las dos partes directamente censo del tráfico más bien que al perfeccionamiento técn i­
afectadas, no ha sido más que una semi­victoria para los sin­ co, los sindicatos ferroviarios hicieron huelga tras huelga
dicatos: obtuvieron la promesa de dos aumentos sucesivos de durante todo este período. El desorden fue mantenido por
(; dólares, con un año de intervalo, y una semana de treinta las vacilaciones de las autoridades de vigilancia quienes, a
y cinco horas de trabajo en vez de treinta y seis. A decir ver­ menudo por razones electorales, se opusieron a las medidas
dad, el motivo fundamental de este conflicto no era pecunia­ de racionalización, retardando una reorganización general que
rio: con 160 dólares semanales una famílía puede vivir muy al parecer no puede tardar. La situación es precaria también
bien en un pabellón con jardín en los alrededores de Nueva en las minas de carbón, donde el empleo ha bajado de
York. Lo que se puso en juego fue primeramente la vanidad: 419.000 unidades en 1947, a 180.000 en 1959. Gracias a que la
\In tipógrafo no quería estar en inferioridad de condiciones productividad se ha duplicado en el mismo período los mi­
con respecto a un electricista. Aún más, fue el temor a la au­ neros tienen los salarios obreros más altos de los Estados
tomación el que ocasionó esta impremeditada huelga. En Unidos, pero saben que su porvenir, lo mismo que el ele las
efecto, los tipógrafos saben que las agencias de prensa pron­ empresas, está comprometido.
to dejarán de solicitar de los periódicos la redacción de tex­ '¡odtls estas experiencias deberían conducir a menos in·
tos; les enviarán bandas perforadas que pasarán directamen­ transigencias por una y otra parte. ¿Hay que admitir que la
te a las máquinas de imprimir. convención obtenida por Walter Rcuthcr ele los dirigentes de
la Chrysler, y después de Ford y de la General Motors en oto­
Todavía en 1963 en Houston, Tejas, se advirtió a los sin· floAe'' 1964 sea, como él lo ha proclamado, «el acuerdo más
dicatos que la automación podría hacer pronto ineficaces los importante en la historia del movimiento obrero americano?»
golpes de fuerza de los descontentos. Durante un afio ente­ Potemos dudar de ello. Ciertamente, las ventajas concedidas
ro, los obreros de una'\ empresa petroquímica habían hecho al personal son extraordinarias: aumento repentino del sala­
huelga para protestavrcontra la supresión de algunos puestos rio por hora en más de medio dólar, pensión de 400 dólares
de trabajo. Por fin t~vieron que ceder porque .los ingenie­ al mes, desde la edad de sesenta años para los obreros que
ros y los empleados consiguieron hacer funcionar la fábrica tengan al menos treinta años de servidos, etc. Ahora bien,
sin interrupción por sí solos. Se apaciguó a los .huelguístas, todo eso no hará más que acelerar la automatización y los
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B6 Y 137

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­­­­­­­­­­­­ ­·­ ­ ­ ­ ­···'"'

despidos por causa tecnológica. Se llega a hacer de los sin­ so, crean nuevas ocasiones de empleo y de ganancia. Hac,e
dicatos de ciertas ramas florecientes de la industria una es­ falta agilidad y discernimiento para ejecutar la política, segu­
pecie de aristocracia próspera, pero cada vez más restringida, ramente legítima y no puesta en duda por nadie, que tiende
mientras que la inmensa mayoría de los asalariados del país, a disminuir la duración del trabajo en la medida en que se
organizados con menos fuerza en actividades menos remunera­ eleva Ja productividad.
doras, apenas podrán librarse de los hardships and sufferings Más cauto esta vez que su colega Meany, el presidente Wal·
atribuidos a esta automación y tan elocuentemente evocados ter Reuther propuso en el verano de 19ó2 que las empresas.
por W. P. Reuther en 1960. De nuevo será el consumidor el que asistidas por el gobierno y los sindicatos, asegurasen la pro­
deba pagar la factura en último término, ya que los precios moción general de las masas obreras preparándolas para las
tendrán que bajar para favorecer la exportación. Ahora son actividades terciarias. Evidentemente, a largo plazo es la úni­
los obreros metalúrgicos, les Steel Worki~rs, cuyo número ha ca solución posible al paro tecnológico en los Estados Unidos,
disminuido mucho deslíe la famosa huelga de los ciento die­ del mismo modo que el paso de la agricultura a la industria
ciséis días, en 1960, Jo/que obtienen nuevos aumentos: es un fue la solución al empobrecimiento del campo. Pero la real i­
feudalismo que emerge en el mundo americano. En 1964 un zacíón de tal proyecto tropieza en los primeros tiempos con
sindicato de pintores neoyorkinos venció por tres puntos a los obstáculos que a menudo son insuperables. La reeducación
tipógrafos al asegurarse una semana de treinta y,:,dos horas de los parados de má~ de cuarenta años ha resultado decep­
sin disminución de salario: el juego del "trabajo negros va a cionante, incluso cuando se trataba de una simple transfe­
ampliarse. rencia a una actividad próxima a la que había tenido que ser
abandonada. La instrucción escolar o profesional de la ma­
La eoncllíación es posible yor parte de los obreros de la industria americana es tan so·
mera que difícilmente permite una nueva cualificación técni­
El presidente Johnson, al igual que su predecesor Kenne­ ca y aun menos los desplazamientos en el campo de los ser­
dy, se ha opuesto abiertamente a la disminución general y vicios o de las oficinas. ¿ Se sabe que el S % de los adultos son
forzada de la duración del trabajo que George Meany pide con ,.
todavía­iletrados
. en los Estados Unidos?
insistencia desde hace años: según el jefe de la central sindi­ Sdlamente la nueva generación ­ todavía no está suficien­
cal, la semana legal de treinta y cinco horas liberaría de cin­ temente preparada­ podrá pasar al sector terciario y ser útil
co a seis millones de empleos. Ahora bien, se reconoce que las en él. Como quiera que sea, la formación profesional sigue
medidas obligatorias y sistemáticas de esta clase logran muy siendo ~l único medio válido y duradero para remediar el paro
a menudo un fin contrario al que se proponen. El paro no al­ tecnólógico. Nosotros lo hemos afirmado en muchas ocasio­
canza más que a ciertos sectores, mientras que otros sufren nes desde 1954. En el mismo año, el economista Simon Kuz­
penuria de mano de obra. Las dificultades de estos últimos net~• daba la siguiente acertada fórmula: « El capital más irn­
aumentan con ocasión de tales intervenciones, sin que los portante de un país industrialmente avanzado no ~s su equipo
primeros resulten verdaderamente aliviados. Aún más, al pa­ material; es más bien, por una parle, el conjunto de los cono·
ralizar las industrias en expansión y las etapas que animan cimientos adquiridos en experiencias seguras y, por otra par­
la vida profesional, se agrava el paro en Jugar de disminuir­ te, la capacidad de la poblacíón para utilizar eficazmente estos
lo, ya que los sectores activos. situados en cabeza del progre­ conocimientos».

138 139
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Es cierto que la indispensable promoción de los trabaja­


dores, en todas las escalas, requerirá muchos más esfuerzos
Y tiempo. En espera de que la instrucción se adopte a las nue­
vas exigencias del empleo, hay que poner remedio a los nefas­
tos efectos del paro tecnológico. En los Estados Unidos pre­
CAPÍTULO IX
valece la opinión de que la carga debe ser soportada no sola­
mente por el Estado, sino también por los sindicatos y los 1
empresarios. Las empresas deben comprender que la segu­ LA FORMACION ESCOLAR Y PROFESIONAL ./ l
ridad del empleo de su personal forma parte de sus deberes ·l
sociales. A este respecto ha dado un buen ejemplo la socíe­ ,¡ 1

dad de conservas de carne Arrnour, de Chicago, en el acuerdo Dado que la actual revolución tecnológica ocasiona en los · ÍI
que­ firmó el 10 de septiembre de 1961, con los sindicatos de la Estados Unidos la eliminación de un elevado número de obre­ 1
1
alimentación. Los 15.000 obreros de esta compañía tienen aho­ ros industriales y de empleados de oficinas (se habla menos
ra la seguridad de recibir, si hay despido por causa tecnoló­ de estos últimos porque rara vez están sindicados), algunos
gica, no solamente un preaviso de tres meses, sino también, piensan que se debería obligar a las empresas o a los poderes
desde su marcha, un salario de 65 dólares semanales llamado públicos a «pagar a la gente para que no trabajase», bajo pre·
technological adiustment pay, durante un período de veinti­ texto de que en el futuro la producción se harta ella sola. Una
séis a cincuenta y nueve semanas según la antigüedad, en d vez más, es una peligrosa ilusión. En primer lugar, las necesi­
caso de que la oficina de reempleo no encontrara un puesto dades de los consumidores se elevan de tal manera que un iró­
para los despedidos, ni en la empresa ni fuera de ella. Acuer­ nico ha podido decir: «No hay nada más difícil que los pla­
dos semejantes se han establecido recientemente en la TWA zos, para un hogar obrero americano que gana 750 dólares al
para los mecánicos de vuelo, en las acerías Kaiser y en la so­ mes». Aún más, estas necesidades familiares se extienden
ciedad American Motors. Asimismo en Europa las convenció­ cada vez más a dominios poco accesibles a la mecanización:
ne~ de la CECA y de la CEE tienen reglas de principio sobre distracci<?11cs, , iajcs, instrucción, cultura, servicios de toda
la readaptación de los trabajadores. Hay que avanzar por esta clase. , . ··.,,
vía si se quiere desembocar en un régimen de trabajo que sea I Por otra parte, hay que reconocer que el hombre se can­
equitativo para todos. ~ sa de las distracciones más de prisa que de su oficio, en el
u l
~l.
caso de que este último le proporcione una renta equitativa y
le S,li~.i.il~,un i.nterés suficien1~ se entiende. Pero la automa­
ción tiende a suprimir precisamente las tareas penosas, ingra­
tas y.,fastidiosas a las cuales tanta gente está sujeta aun hoy.
1
Es hacia .una labor más variada, más inteligente, más respon­
.¡: sable, donde nos conduce el progreso técnico. No es en abso­
luto utópico el prever que la falta de apego al trabajo, engen­
drada por la primera expansión del maquinismo, se atenuará
con la vida más rica, más completa, que se puede esperar de

140 141
­­­­­­­­­­­­·

nosotros. El tiempo libre y la libertad no tienen sentido más secundarios, técnicos y superiores, responde no solamente a
que en un juicioso equilibrio de actividad útil y de esparci­ legítimas aspiraciones sociales, sino también a fuertes impc­
miento. En la medida en que el trabajo responda a las pro­ rativos económicos» (1). Ya nadie duda hoy del buen funda­
fundas necesidades de creación, de expansión de sí mismo mento de esta afirmación. La penuria de especialistas forma·
y de comunicación con otro: en otras palabras, mientras llene dos, que era ya sensible hace diez años, a nivel de los mandos,
sus funciones vitales conservará su razón de ser, aún más, su se ha agravado por todas partes y se extiende a las escalas
irreemplazable valor Po/ª el homhre.j.,s preciso, en lo suce­ subalternas del trabajo, donde se tiende a necesitar un grado
sivo, asegurar una aY\ida a los «sin..trabajo», afectados ma­ de cualificación más alto. En todos los países industrializa·
terial y moralmente por su inhumana situacíón.l'ál mismo dos, las metas y los métodos de enseñanza, en sus tres gra­
tiempo importa adaptar en el más breve plazo la 'vida social dos, son objeto de importantes estudios y revisiones. El des­
y particularmente el régimen educativo a las nuevas exigen­ plazamiento acelerado: del empleo hacia el terciario superior
cias del desarrollo económico. El esfuerzo debe ci'Írigirse ur­ no permite dejar a los futuros trabajadores sin una fuerte
genternente a la preparación y la orientación de lps jóvenes, preparación general, desde el estadio de la enseñanza pri­
. •;,
Vamos a examinar sucesivamente estos dos puntos'en los dos maria.

ú\Jimos capítulos de esta obra. Estas consideraciones, válidas para los países adelantados,
Jo son también para los países subdesarrollados, a condición
El desarrollo va unido a la inRtrucci6n de· que se adapte la educación a las necesidades regionales.
La insuficiencia de instrucción, primeramente escolar, pero
En los Estados Unidos se calculó que había en 1962, 'en sobre 'todo profesional, entre los negros de Africa, es indu­
proporción, diez veces más parados entre los trabajadores que dablemente la causa principal, no solamente de su atraso,
habían asistido solamente algunos años a la escuela elemen­ sino también de su actual impotencia para organizarse. Como
tal, que entre los College graduates, que habían estudiado has­ hemos visto, derrochan sumas enormes en empresas estériles
ta la edad de veintidós años. Ya que los términos de esta com­ o· en equipos cuyo empleo no conoce nadie. Lo que falta es el
paración son extremos, recordemos al menos que la tasa de saber, ~!)nterés por el perfeccionamiento técnico. Un profe­
paro entre estos últimos (1'4 %) se elevaba a 4'8 % por lo que sor franeés, que conoce bien Africa, me decía que durante
respecta a los graduados de la High School, que tienen cuatro mucho' tiempo los jefes del país prohibieron a sus hijos que
años menos de escolaridad, y a 7'5 % en los jóvenes que ha· fuesen a las escuelas misionales o coloniales por temor o des­
bían entrado en la vida activa a la salida de la escuela prima­ precio de la instrucción. Ahora estos dirigentes iletrados son
ria. Los negros, alcanzados por el paro dos veces más que los sup1Wft~dos por jóvenes de familias modestas que habían
blancos, están en su mayor parte menos instruidos. Por otra aprendido a leer, a escribir y a contar. Desgraciadamente,
parte, veremos más adelante, en una especie de contra­prueba añadla mi informador, la mayor parte de estos últimos dejan
de estas primeras observaciones que la renta de las familias
en los Estados Unidos sé eleva en correlación perfecta con el
(!) P. J.: «L'enseignement secondairc et supéricur au service
número de años di! escolaridad del cabeza de familia. d'un plus grand nombre», Revista económica y social. Lausana,
Estas observaciones confirman la siguiente tesis, que nos­ 1954, pp. 241­265.­Ver también: Politica de empleo y de educa-
GÍl511 (·1957) y Sociologla de In educacián ( 1962), Blhliotnca cconó­
otros sosteníamos en 1954: 11Ln gcncrnlización de los estudios mica, Payot, Parfs,
142 143
­­~~ ev... . •
........:.•,~~~~~~-.--~~~~~~~-~·~ .. ... .

el campo para trabajar en los puestos bien remunerados y Todos estos errores humanos y estas circunstancias ad·
muy a menudo inútiles de las administraciones urbanas. Mu­ versas no invalidan la advertencia de la O.e.o.E. proclamando
chos de ellos, no consiguiendo colocarse porque no pertene­ que en el Tercer Mundo «la educación debe desarrollarse con
cen al clan racial o al partido dominante, viven dé expedien­ mayor rapidez que se haya hecho hasta ahora en cualquier
tes antes que dedicarse a la agricultura o al artesanado, que otro lugar. Efectivamente, sólo la difusión de la instrucción
juzgan indignos de su cualificación. hará comprender a esa juventud le necesidad de la ayuda
Por su parte, los profesores americanos Harbison y Myers, mutua, la disciplina y el trabajo. En los países en vías de
cuya obra principal comentaremos más adelante, han demos­ desarrollo se necesita una formación mejor. más realista, más
trado en un reciente simposium que en la mayor parte de los práctica, más científica. Es evidente que las subvenciones pro­
países subdesarrollados los errores pedogégicos y, de manera cedentes del exterior son vanas si no se utilizan racionalmen­
general, the wrong kind of education, la mala clase de educa­ te. Si la U.R.S.S. ha llegado en cuarenta años al nivel que hoy
ción, crean literalmente el paro al formar numerosos ínem­ conoce es porque ha definido y practicado una política cohe­
pleables, Estos últimos, que no son solamente licenciados en rente y sostenida de generalización de los estudios desde el
derecho, en humanidades o en arte, sino que poseen diplomas Gosplan de 1924. Ya antes, desde comienzos de siglo, los Es­
secundarios o primarios sin tener práctica alguna «rehusan tados Unidos habían puesto en práctica por otros rr­edios una
ocupar empleos vacantes que juzgan inferiores, o se revelan política semejante, generosa y realista a la vez, de expansión
incapaces de llevar a cabo las tareas indispensables (en los de la ensefi.anza. Desde hace sesenta años, aunque con altiba­
campos de la técnica o de la organízacién)s (2). Todavía son jos, la han proseguido incansablemente, sin coacción, alcan­
más inquietantes las observaciones presentadas en el Con­ zando resultados hasta ahora inigualados tanto en lo que con·
greso europeo <le cultura de Basilea en septiembre de 1964, cierne a la tasa de la escolarización como a la de crecimiento
por el profesor E. de Vries, quien ha ejercido su profesión económico. Es eso Jo que ha permitido a los americanos. des·
durante muchos años en Indonesia: según él, un gran núme­ pués de la guerra, ayudar tan ampliamente a Europa occiden­
ro­ de los hombres del; Víetcong, de los rebeldes congolefios tal y después a los países subdesarrollados. Contrariamente
y rde los revolucionarios de Zauzíbar, son jóvenes de 15 a 18 a lo sucedido con la ayuda al Tercer Mundo, el Plan Marshall
años, antiguos alumnosíde las escuelas de los pueblos, que no ha sido un"éxito extraordinario porque los beneficiarios fran­
han aprendido ningún dficio, que desprecian la tien\:h. y a quie­ ceses, alemanes, italianos o ingleses eran pueblos laboriosos,
nes nadie ha podido dar empleos útiles. El auge demográfico ahorrativos, emprendedores y sobre todo cualificados en todos
alarma a los expertos: en varios países de Asia ~jde Africa los niveles de la vida profesional.
la.mitad de la población tiene ya menos de quince ·~fios según .... \
,·,
lo~ estudios realizados. Y sin embargo E. de Vri~ dice que La medida. de las lnverslones intelectuales
I
«HÍly pocas esperanzas de crear suficientes empleos en estas
'(C ·'
••
regiones». El perfeccionamiento técnico ha sido tan rápido, sobre
todo en los Estados Unidos. que la formación de los adultos
que ya trabajan y la preparación de los jovenes no han podi­
(2) F. Harbison y C. A. Mycrs: « F.<.lut:ntio:i and Employment do seguir, desde hace algunos años, el mismo ritmo de pro·
In thc Ncwly Devcloplng Bconomics», Comnarativc Eáucation Re·
view, Columbia University, New York, junio 1964, p. 7. grcsión. Lo5 resultados han sido deficiencias de adaptación

144 145


­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­,­­­­­­­­­­­­­­··­­­­­­·­­­­­­­­­­­­­­­

y paro. De esta manera, la falta de instrucción escolar y pro­ estudio clásico titulado « Education and relative wage rates»
fesional, que representa un obstáculo para el despegue de los y publicado en 1932 en la Revista internacional del trabajo en
países subdesarrollados, afecta igualmente, pero en un esta­ Ginebra. En los Estados Unidos un instituto privado de estu­
dio más elevado, a Iospaíses más avanzados, frenando el cre­ dios científicos, The National Industrial Conjerence Board, ha
cimiento de la economía. Es la confirmación, en él plano de estudiado .recíentemente con minuciosidad la relación de la.
las sociedades globales, pueblos o naciones, de w.ia antigua .

escolarización con la ;renta familiar. A continuación repro­
convicción de los padres de familia, según la cua\!~o hay in­ ducimos algunas cifras del citado estudio:
versión más segura que la educación de sus hijos. bejos de ser 1
$ lujo o simplemente lo que los economistas ~~ llamado 1 Escolarización y renta en los Estados Unidos en 1963 (4}
un gasto de consumo privado, la instrucción es un4Jverdadera
inversión de la que se aprovechan 110 solamente los indíví­ 1 íRenta medial
Bscolarización del cabeza Número
familias
del
% : familiar %
duos, sino también las colectividades. En otras palabras, la 1 de familia
! en mi.lones 1¡ ___ 'en dólares
enseñanza aparece hoy como un factor decisivo de bienestar
1
material y de progreso social, tanto como de cultura y civili­ Escuela elemental 1

zación. parcial (0.7 años) 7'1 15'0 ; 3.460 9


Vemos el camino recorrido entre la afirmación de la ur­ Escuela elemental
gencia del desarrollo y la generalización de los estudios, para
responder a las crecientes necesidades de la economía, y la
comteta (8 años)
High chool
parcial (1­3 años)
.........
.........
t!'4
8'8
1 17'7
.
18'5 '
1 5.300
5.930
15
17
H1gh Scflo:>l
atrevida tesis que descubre ahora en los progresos de la Ins­
trucción uno de los secretos, antaño tan buscados, de «la rí­
completa (4 años)
College parcial (1­3
.........
años).
13'4
4'5
28'2;
9'4 ·
6.850
7.740
30
11 ..
j
queza de las naciones». Toda la teoría general del crecimiento College completo (4 años). S'3 •11'2 1 9.700 18
económico se ha vuelto a poner en cuestión hoy. Se han em­ Total de familias 47'4
­
100'01 6.250
­­
100
i
1

prendido recientemente numerosos estudios para verificar la


hipótesis de una relación de causa a efecto entre «la Inversión
'
. ..f'~
intelectual» que representa el auge de la enseñanza y, por otra Cápitalizando estas rentas medias se ha creído poder in­
parte, la elevación del nivel de vida. Nos saldríamos demasia­ dicar la suma a que equivaldrf a, en un plano económico, no
do de nuestro tema si nos detuviésemos en esta cuestión; que solamente un antiguo alumno de escuela primaria o media,
ya hemos estudiado en otro lugar (3). sino también el conjunto de la nación americana. Es tranquí­
Observemos, no obstante, que hasta aquí hemos utilizado Hzatlbr pensar que dicho total tendría más valor que la masa
al menos tres aproximaciones a este problema. Primeramente de ~pitales físicos del pafs.
hemos intentado calcular el rendimiento de la instrucción re­ Por otra parte, se determinó en la tasa de crecimiento de
cibida en la enseñanza primaria, media y superior. Es eso lo • 1 la renta nacional la parte que correspondía al trabajo y al ca­
que hizo el economista neozelandés Afü,n G. B. Fisher en un 1
1 (4) J. Rogcr O'Mehara: Company sponsored Scholarship and
(3) P. J.: Investir en hommes, Centro clP. estudios Europeos, Students Loan Plans, Collection Studies in Personnel, N.' 192, The
Lausana, 1965, 71 p. Conference Board Record. New York, oct. 1964, p. 42.
146 147
l
pital: queda, como hemos visto más arriba, un «residuo» atrí­ Nos extrañamos al ver a Noruega colocada entre los sern ¡.
buible a diversós factores inmateriales de los cuales el más· avanzados: ¿se debe a que es el país de Europa que tiene una
importante sería precisamente la educación escolar y profe· mayor proporción de jóvenes cursando estudios en el extran­
sional. Finalmente, un tercer método conduce a averíguar.ien' · jero y que, por consiguiente, no están incluidos en las estadís­
.. ­:·. diversos países, si .hay une correspondencia fuerteentreel­ ticas nacionales? Todavía más; nos sorprendemos al encon­
índice de prosperidad que representa el crecímíentovde la ­trar a los tres países escandinavos, colocados siempre muy
renta nacional y, por otra parte, el desarrollo educativo .. En altos en las publicaciones de la O.C.D.E., por debajo del nivel
su obra Education Manpower and Economic Growth, publí­ de la República Argentina. En cuanto al índice atribuido a los
cada en 1964, los profesores Frédérick Harbíson y Charles A. Estados Unidos, de tres a cuatro veces más elevado que el que
Myers han realizado el mayor intento para establecer esta se reconoce a la Unión Soviética o a Suecia, proviene simple­
última correlación. Con ayuda de un indicador original han mente del hecho de que los autores americanos se atienen
agrupado setenta y cinco naciones en cuatro categorías: sub· siempre a una tasa global de escolarización que les favorece
desarrolladas, parcialmente desarrolladas, semi­avanzadas y exageradamente, antes que reconocer que la mayor parte de
avanzadas (5). sus Freshmen y Sophomores (1'2 millones) son, a pesar de su
El nivel de desarrollo económico se mide según dos cri­ edad (18­19 años), de un nivel no superior, sino secundario.
terios: el producto nacional bruto per capita, expresado en De todas maneras, en los Estados Unidos hay educadores que
dólares, y la proporción de agricultores en la población acti­ osan decir hoy que las comparaciones establecidas por las
va {es el sector primario el que sirve de término de compa­ grandes organizaciones internacionales entre los distintos pa ¡.
ración, mientras que 19.., más frecuente ha sido escoger el ter­ ses en lo que respecta al desarrollo de la instrucción, «care­
cíarío, aparentemente más significativo). En cuantoal desarro­ cen a menudo de rigor o de precisión .. , debido a que «no se
llo educativo, se le juzga según la tasa global de ,'~scolariza­ presta ninguna atención a las diferencias de calidad .. (6). Aún
ción en los dos grupos de edades 15­19 y 20­24, con cierta pon­ más, una gran revista de pedagogía comparada editada en
deración en favor del segundo. Los autores no ocultan la in­ Nueva York, acaba de acoger un ensayo de su autor latino·
suficiencia relativa de estos criterios, pero les c9.~1ceden no americano, Héctor Correa, el cual se esfuerza precisamente
obstante más valor que a otros índices más difíciles de esta­ en défjn1'r criterios que permitan medir la calidad de la edu­
blecer: gastos anuales en educación, proporción 4~
personal cación para que se la tenga en cuenta en las cc nparaclones
docente, ingenieros, sabios o médicos por 10.000 habitantes. De internacionales. Es evidente que la empresa encierra algunos
e~te «índice compuesto del desarrollo de los recursos huma­ riesgos, pero abre camino hacia una mejor comprensión mu­
nos» resultan unas estimaciones que van {I): de 0'3 en Nige­ tua.tntre comparadores de la educación, en el Antiguo y el
ria a 7'5 en Sudán; (11): de 10'7 en Guatemala a 31'2 en lrak; Nuevo Mundo (7).
(III): de 33'0 en Méjico a 73'8 en Noruega y (IV): de 77'1 en ••
Dinamarca a 92'9 en la .U.R.S.S., a 107'8 en Francia, 123'6 en
Bélgica y ... 261'3 en los Estados Unidos (p. 33). (6) B. Holmes y S. B. Robinsohn: Relevan¡ Data i11 Compara·
tive Education, New York, 1963, p. 14.
(7) H. Corren: «Quality of Educar ion and Socio­Econom ic
Development», Co111parative Education Revie111, Ncw York, IQ6,t
(5) Ediciones McGraw­Hill, New York, 1964, 229 pp. pp. l 1·16.

148 149
Ln ley de Alfred Sauvy contrario, tales excepciones confirman la regla; no tardaremos
' en damos cuenta de ello.
A pesar de las enojosas divergencias que puedan encon­ Mucha gente, digámoslo de pasada, teme que el aumento
trarse en el caso de ciertos países, hallaremos un elevado gra­ de los efectivos universitarios engendre una penuria de diri­
do de correlación en gran número de encuestas recientes, en­ gentes medios y una plétora de intelectuales. El riesgo es real
tre el desarrollo educativo, la generalización del empleo y la si no se mantiene un ritmo, si no se modifica la orientación
elévacíón del nivel de vida. Con toda seguridad esta última tradicional de los estudios, si la economía no se presta a la
mejora es, en gran medida, la causa del progreso de la ins­ necesaria reconversión. Demasiados empresarios que no dís­
1
.¡ trucción, pero también es su consecuencia. Los expertos de frutaron de una escolarización avanzada cuando eran jóvenes
y las circunstancias eran distintas, y que no por ello han de­
h la 0.C.D.E. se arriesgan a decir que «las inversiones en capi­
tales reales son menos productivas si no están apoyadas por jado de hacer brillantes carreras, vacilan hoy en contratar
1 inversiones correspondientes en la enseñanza». Nuestra con­ técnicos diplomados y graduados universitarios. El relevo de
clusión, más categórica, será la que Alfred Sauvy ha formu­ los puestos de responsabilidad en las empresas, las adminis­
lado con tanto acierto en la imagen siguiente: lo mismo que traciones y los servicios debe hacerse, no obstante, según cri­
11cl huevo prefigura al animal», el estado presente de la pobla­ terios nuevos. En la enseñanza en Francia, por ejemplo, se re­
ción escolar de un país prefigura no solamente a la población querirá un título de licenciado en pedagogía para el nivel pri­
activa, sino también el nivel del desarrollo económico del por­ mario, en tanto que no será posible cualificarse, sin título de
venir (8). Si la concordancia no es siempre clara, es porque profesor auxiliar para el nivel medio y el doctorado para la
el crecimiento de la renta depende también de otros factores. Universidad. Es el régimen que preveía, ya en 1945, el proyec­
Además, se trata de un proceso a largo plazo: de quince a to Langevin­Wallon: la cantidad de jóvenes que estudian ac­
veinte años, decía Allan Fisher en 1932. Los islandeses, cuyo tualmente y el auge económico del país deberían permitir 1
país está desprovisto ele recursos naturales, invierten sobre pronto su realización.
r.
todo «en hombres»: la mayor parte de los jóvenes hablan una Se puede no estar <le acuerdo por lo que respecta a las con·
lengua extranjera y están formados en las profesiones cuali­ secuen.d~ inmediatas de la automación. pero sigue siendo f¡
ficadas. La misma adaptación se. lleva a cabo, pero en un gra­ evidente que el progreso técnico impondrá normas de cualifi­
do menos marcado, en las regiones áridas y pobres del Medio­ cación más severas a toda la población activa. Sin embargo,
día de Francia. La tasa de escolarización a nivel secundario una reciente encuesta hecha en Francia ha puesto de relieve la
es más elevada allí que en los departamentos prósperos del insuñciencía de la preparación escolar y profesional, a pesar
Norte: los padres animan a sus hijos a continuar los estudios del ehorrne esfuerzo realizado desde la guerra. En una mues­
con el fin de que puedan encontrar en las ciudades una ma­ tra de mil reclutas del contingente 1963/1 del Ejército del
nera de ganarse el pan que sus pueblos no pueden ya asegu­ Aire! casi todos de veinte años de edad, 293 no poseían certiñ­
rarles. En estos dos ejemplos, no hay correlación entre el des­ cado alguno de enseñanza o de oficio, 262 tenían solamente
arrollo educativo, el empico y el actual nivel de vida. ¿Es eso el certificado de enseñanza primaria, 291 habían obtenido el .ij
un fallo de lo que aquí llamaremos la ley de Sauvy? Por el certificado de aptitud profesional y 154 tenían títulos más ele·
vados (diplomas diversos, bachillerato). Otra muestra que
(8) Revista Population, Parfs, 1959, p. 101, y 19&1, ,· p. 463. comprendía numerosos beneficiarios de prórrogas de más
150 Jf 151
edad, dio no obstante, mejores resultados en los cuatro gro· Si la inmigración extranjera ha permitido esta promocion
pos: ningún certificado, 178; C.E.P., 148; C.A.P., 254; títulos profesional, ésta ha sido posibilitada no sólo por la generali­
más elevados, 420 (9). En Suiza, donde los nacionales frecuen­ zación de los aprendizajes (que aparece en la tabla II) sino
tan menos las universidades que en Francia, la formación es­ también por la asistencia a cursos de perfeccionamiento y so­
colar y profesional es, por el contrario, más general a nivel bre todo por la elevación de los niveles de escolaridad: la
medio. La comparación puede efectuarse por los exámenes proporción de jóvenes suizos que han proseguido sus estu­
a que se someten anualmente y desde hace mucho tiempo to­ dios hasta el grado medio se elevó de 49 a 59 %.
dos los reclutas de veinte años de edad. En 1963 realizaron Se ha dicho que este auge, quizá demasiado rápido, ha ido
dichas pruebas 31.600 jóvenes que representaban casi la tota­ acompañado de un descenso de la calidad en la formación de
lidad de su grupo de edad.· Los dos cuadros· que siguen' "dan .los aprendices, de los colegiales y de los estudiantes; pero no
el tanto por mil, en 1943 y 1963 de los niveles de escolaridad . es esa la opinión de los expertos en los exámenes de reclu­
y de las orientaciones profesionales: '· ··­­ · tamiento. Lo que habría que deplorar, nos parece a nosotros,
:.,'? es el estancamiento del número de jóvenes que han asistido
Escolaridad y profesión de los jóvenes reclutas en Suiza a escuelas profesionales (llevando consigo una bajó en las
proporciones del cuadro T) y el aumento demasiado débil del
l. Escuelas a que asistieron (9&,) 1943 1963 número y la promoción de bachilleres, futuros dirigentes in­
­­ ­­
Escuela primaria solamente (8­9 años obligatorios). 510 413
termedios de la nación. El primer hecho se explica por los
altos salarios pagados en la industria a los que no han hecho
Escuela secundaria de 1~ grado . 292 401
Escuelas profesionales, técnicas, etc. .. . 1'12 70 nada más que un aprendizaje: muchos jóvenes vacilan en em­
Escuela secundaria de 2.' grado (Instituto y Univer­ prender el difícil y costoso camino de las escuelas profesio­
sidad) : . ,6 116 nales, que desemboca en una remuneración apenas más ele­
f;:
.:·,
II. Profesiones (9&,) .¡
.,¡ vada. Actualmente se han introducido correctivos en esta si­
tuación, de modo que el número de alumnos de las escuelas
Peones y obreros sin aprendizaje . 250 105
Agricultores formados o no
Artesanos, obreros cualificados
. .}'86
. ,369
80
562
técnkas';·)>or ejemplo, se ha duplicado en el curso de estos
último9 años. En cuanto al insuficiente desarrollo de la ense­ ...
:,
Coñ,erciantes, empleados y funcionarios formados. f09 138 ñanza superior en Suiza, se debe a diversas causas que he­
Estudiantes, maestros y bachilleres que desempeñan
un trabajo . 86 115 mos analizado en otro lugar. Hoy se Je pone remedio, pero
es un poco tarde. Si el número de estudiantes suizos en las
uni~tsidades aumenta desde los años ~esen ta, se debe sobre
Lo que más sorprende en este cuadro es el desplazamien­ todo,, al aumento que la natalidad experimentó veinte años
to del empleo hacia las categorías superiores: en veinte años atrás. Se puede prever desde ahora que la proporción de maes­
la proporción de puestos ­de trabajo de media o alta cualifica­ tros y bachilleres ( 115 por mil, en 1963) no se elevará sino e.le
,..,
ción ocupados por jóvenes suizos se ha elevado de 57 a 82 %. una manera moderada en los próximos años.
Serán necesarias profundas reformas en los rcg.rnencs edu­ •I
cativos, el establecimiento de programas y los métodos de en­
(9) Encuestas estadísticas sobre el reclutamiento del ejército,
32 y 23 pp. Oficina universitaria de estadística, París, 1964. señanza. Ante todo, no se realizará ningún progreso sin una

152 153
ampliación de las bases sociales de reclutamiento secundario,
técnico y superior. Importantes reservas de comp~fencia per­
manecen inutilizadas en muchos países desarrollados, Alfrecl
Marshall lo dijo en 1890: «Buena parte de los talentos natura­
les de la nación nacen en la clase obrera y son desperdiciados
con demasiada frecuencia en las actuales circunstancias». Es CAPÍTULO X
notable que los economistas se hayan dado cuenta de este
hecho antes que los educadores. Volviendo a considerar sus LA ELECCION DE OFICIO
cálculos, se podría demostrar que existe una correlación en­
tre la renta nacional y lo que nosotros hemos llamado la tasa
social de escolarización en los niveles superiores. Pero ya he­ ­~Hasta ahora hemos hablado del trabajo entendido en un
mos insistido suficientemente, dentro del marco de esta obra, sentido muy amplio, sin referirnos a la actividad particu­
en la necesidad del desarrollo de la formación escolar y pro­ lar de cada individuo. Pero el trabajo no tiene para los hu­
fesional. Todavía tenemos que subrayar la importancia en el manos este carácter impersonal y abstracto. Estos sólo co­
porvenir de orientación de los jóvenes en la elección de oficio. nocen el trabajo bajo la forma concreta del oficio (métier).
También en esta cuestión puede establecerse una fructuosa Derivada del latín minísterium, la palabra métier significa pri­
colaboración entre los economistas, los psicólogos y los edu­ meramente servicio, con la restricción de que se trata siern­
cadores. pre de una tarea útil, importante, que presupone capacidad
natural y ciertos conocimientos. En el siglo x el «mcnestier»
era por excelencia el servicio de Dios o el servicio del rey: de
esta acepción nos han venido los términos corrientes de minis­
terio y de ministro, aplicables al culto divino o a la administra­
ción del Estado. De todas maneras, si los propios reyes han
habl~d6)1urante mucho tiempo de su oficio, en sentido de un
servlcío cualificado, prestado a Dios o a su pueblo, esta noción
se ha generalizado muy pronto a toda función pública o acti­
~dad profesional que exigiese una formación particular.
,!(, Ho, convendría establecer toda una psicología y una so­
clorógía · del oficio. A este respecto no existe más que un cier­
to u"tümero de monografías dispares, publicadas en su mayor
parte en los Estados Unidos. En el prefacio a su Sociology o/
Work, el americano Theodore Caplow explica por qué, que­
riendo hablar del trabajo, se ha visto llevado a ocuparse del
oficio: la división del trabajo, dice es un tema «sorprenden­
temente descuidado» y es lamentable que los análisis de Adam ·I
.! HI Smith y de Emite Durkheim no hayan sido continuados en '
154 :": 1
155
i
·1.1
l?,1.
­~­­­­­­­­­­­­­­­··­···­­­ ­­­­­­ ..

nuestros días O). ¿Puede deberse a que nuestros sociólogos nidamente: su número actual l­u sido evaluado en 15.000 por
estén demasiado convencidos, por influencia de uno de sus Jean Fourastié y en 40.000 por un americano. La Nomencla­
maestros, de que «el oficio ha muerto»? Hace poco, en un con­ tura oficial del Instituto nacional de estadística de Francia re­
greso de orientadores profesionales se anunciaba «el ffo de conoce más de 10.000; en Suiza, el número de profesiones ca­
]os oficios». En realidad, los interesados habían querido decir talogadas ha pasado de 7 .500 a 11.500 entre 1950 y 1960. A pe·
solamente que un grado de especialización de los jóvenes de­ sar de eso, la influencia del oficio en los hombres no ha dis­
masiado elevado era contrario a la previsible evolución del minuido. La profesión determina siempre el medio social, la·
trabajo: una formación polivalente en el interior de cierto elección de cónyuge, la vida familiar, el lugar ele residencia, los
campo de actividad respondería mejor a las exigencias de mo­ il).;ereses y las distracciones. (l .
vilidad, iniciativa y adaptabilidad del trabajo del día de ma­ ~ Ya en 1855 Le Play había observado la «distinción» de los
ñana. Todo eso es verdad, pero no signifíca que el oficio esté carpinteros. Más recientemente, el novelista La Varcncle decía
cercano a desaparecer. En efecto, después de un largo perío­ también: «Los oficios de la madera forman hombres amables
do en que numerosas profesiones se han degradado e incluso y valerosos. La profesión es ennoblecedora. La entibación le
disuelto, asistimos a una, especie de reestructuración dilatada añade peligro, aristocratiza al hombre por el riesgo que exige,
del oficio, el cual vuelveja ocupar el lugar que· el proceso mul­ por la autoridad que confiere. Finalmente, el oficio es uno de
timilenario de la divisió~ profesional del trabajo le ~abía pre­ los más íntegros que hay. Con él no es posible ninguna tram­
parado entre las ocupacfones humanas. En la época d'e los cos­ pa: todo el conjunto está al descubierto, visible y patente».
monautas y de los «obreros del espacio», son los pedhes­y no Esta dignidad se les reconoce hoy a los técnicos en general,
los hombres cualificados los que serán sacrificado{; ,t ·. · ·: ''. particularmente al personal de aviación, a los marinos y a los
empleados de ferrocarril. «El ferroviario, dice Jean Balensi,
;.. '.,, no cesa jamás de maravillarse, para sí, de ese contraste entre
i[ El hombre y su oficio , ,¡ su humildad nativa y el peso de sus responsabilidades» (2).
Le, que se llama «el espíritu ferroviario» ha marcado, en di fe·
Q ¡Antaño los oficios no eran numerosos: en Europa occíden­ <.­ rentes escalas los escritos ~e Pierre Harnp, Raoul Dautry y f
tal al final de la edad media, nueve de cada diez hombres Louis ArlYland. R t(Q_} {l'•{,; ·1 · 1 • ,,. • í,,
Son 'muy raros los obreros áe nudstro tiempo qu/.hah po­
1
eran campesinos, leñadores, pastores o pescadores. Se llama­
ban Longchamp, Bouvier, Berger, Hunter o Fisher. Los arte­ dido analizar sus condiciones de vida y dar una expresión li­

i
sanos y comerciantes eran tan raros que su actividad les sin­ teraria a las mismas. Sus testimonios tienen más interés que
gularizaba en seguida: los Chapuis eran carpinteros, los Fa­ los e\,(\ los intelectuales, desde luego bien intencionados, que
vre obreros que trabajaban metales, los Cosandey sastres, los han asumido voluntariamente, durante un tiempo, tareas obre­ ,.
Renevier prestamistas de dinero, los Ecoifey y los Courvoi­ ras . .fbr este motivo los escritos del antiguo mecánico de f;i. .
l.

siers curtidores o zapateros. Los patronímicos permanecieron brica Hyaclnthe Dubrcuil han encontrado gran eco en todo el
cuando los hombres cambiaron de ocupación. Con el tiempo mundo. Publicó principalmente, en 1953. interesantes notas
los oficios han perdido su fijeza y se han subdividido indefi­

r:~,
(2) J. Balensi : «Triagevillc­sur­Scinc» (Villcncuvc·Saint·Gco:·­
·(I) Universiry of Minucsota Prcss, Minneapolis, 1957, 330 pp. ges), Hommes et mondes, París, 1953, p. 3,99.
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sobre los oficios, que desarrolló en 1963 en Promoción. A cada t"" ganarse la vida y algunas veces incluso a ganársela bien, pero
profesión, dice, le corresponde no solamente un modo de vida casi nadie ha aprendido a vivirla. Los hombres todavía no
particular, sino también un conjunto de rasgos de carácter saben nada más que trabajar. Eso habría que cambiarlo» (5).
que se encuentran en todos los tiempos y lugares en que di· Tales llamadas no se han quedado sin respuesta. Antoine
cha profesión se ejerce. Conocemos la «respetabilidad» de los. de Saint­Exupéry, que compartió la existencia de sus me­
tipógrafos. La alegría del vinicultor y del pintor de brocha cánicos y de sus compañeros de equipo, se· preocupó cons­
gorda contrasta con la gravedad del campesino y del minero. tantemente de conciliar el oficio y la vida. El mismo estaba
El ambiente de una reunión de railroaders es el mismo en como embrujado por su peligrosa profesión. Se ha subraya­
Francia y en los Estados Unidos. Las tradiciones de taller so~ do a justo título «la gran medida en que el oficio de piloto
a menudo tan fuertes que, en un mismo oficio, pueden obser­ contribuyó a hacer de Saint­Exupéry el hombre que fue: aca­
varse sorprendente diferencias: el mecánico de Belleville y de bó de formarlo, le ayudó a conocerse» (6). Lo mismo se ha
Ménilmontant es otro hombre. en ciertos aspectos, que su podido decir de Guéhenno, «hombre cabal».
c~mpadre de las costas de Boulogne o de Puteaux (3). . Si el oficio hace al hombre, también le deforma: Sgana­
f, Habría que hacer todo un estudio sobre el lugar que el k"' relle, en la comedia Amor médico, no necesita escuchar mu­
oficio ocupa en la vida del hombre y sobre la influencia que cho rato al señor Josse para saber que es orfebre. 'Nadie es­
ejer5e diariamente en nuestras ideas y en nuestros sentímíen­ capa a la deformación profesional, y no menos el r rtista o el
tos.~Ya en 1754, el académico Charles Duelos en sus Conside­ escritor que el relojero, ya que «hacer un libro es un oficio,
raciones sobre las costumbres, citadas por Littré, observaba lo mismo que hacer un reloj», como observaba La Bruyere en
que «no hay profesión que no exija un hombre por entero». su capítulo «De las obras del espíritu». La huella del oficio
Por su parte. Diderot alababa al «hombre que pertenece por es tan fuerte que marca al hombre hasta lo más profundo de
entero a su oficio»; incluso sin genio, decía, «una tenaz aplí­ su ser. Un alienista decía a J.­Ed. Chable que «en su estable·
cación le eleva por encima de la mediocridad». Por acertado cimiento la mayor parte de los hombres internados continua­
que haya sido, en ciertos aspectos. este moralismo del si­ ban alimentando preocupaciones profesionales. mientras que
glo xv111 cometía el error de hacer de la actividad profesional las mu¡et~ estaban atormentadas por cuestiones sentimen­
un fin en sí misma. Atexandre Vinet lo dijo el 28 de noviem­ tales o extravagancias ajenas al trabajo. Un ingeniero cons­
bre de 1830 en uno de sus Discursos: «Podéis ocupar el tiem­ truía puentes gigantescos, un oficial se creía Napoleón, un
po. dedicar una obra a cada una de vuestras horas; pero ocu­ pintor cubría las paredes de su celda de dibujos informes, un
par el tiempo, ¿e1, ocupar la vida?» (4). Podemos creer que empleado de banca no sabía salir de un cálculo astronómico,
Jean Guéhenno no desaprobaría esta máxima, él que escribía un pOtítico pronunciaba interminables discursos. A través de
el 9 de abril de 1963 las siguientes líneas: «En el estado actual su lo,~11ra, el oficio deformado, aparecía. Se distinguía su res­
de nuestro sistema de enseñanza. los hombres aprenden a plandor como a través de una niebla. Había marcado a la per­
sona de una manera tan profunda que la enfermedad no con­
(3) H. Dubrcuil: Le travail et la civilisation, Pion. Parls, 1953, ¡
segura borrar su recuerdo».
pp. 191­228. . ¡.
(4) •A. Viuct : «El cristiano en la vida activa», Dlscours sur (5) «Ganarse la vida· y vívirla», crónica del Fígaro.
quelques suiets reíigieux (1831) (CEuvres. Lausana, 1910, III, 1, (ó) H. Hofer: «L'humanisme de Saint­Exupéry», Etudes de
p. 215). ,· lettres, Lausana, julio 1946, p. •JO().

158, 159
El pintor alemán Kaulbach había observado ya este hecho relatos de Jean Guéhenno sobre la huelga de los zapateros
en 1826, en el sorprendente dibujo titulado La Gavia, en el que de Fougeres (9).
representó con una perfección inigualable los principales ti­ Los estragos de un trabajo abusivo por todos los conccp­
pos de enfermos mentales. Se ven, uno al lado de otro, un sol­ tos no deben hacer olvidar la regla que Goethc, en la cumbre
dado que lleva un sable de madc ra, un político privado del de su carrera, enunciaba en los Años de via]e de Wilhelm
poder, un comerciante arruinado, un predicador· enajenado Meister: •La práctica de un oficio constituye el terreno más
mostrando una cruz, un crítico literario con expresión furí­ favorable para el desarrollo del individuo». Es también debi­
hunda, as( como otros personajes, todos agrupados, con excep­ do a que el apego al oficio ts el elemento más resistente a la
ción de algunos solitarios, uno de los cuales, moralista o filó­ degradación moral o a la degeneración, la reeducación por
sofo, había emprendido una sabia diser tación, sentado en una medio del trabajo, universalmente practicada hoy, es eficaz
piedra con unos libros abiertos sobre las rodillas. Mientras tanto por lo que respecta al enfermo mental como al delin­
que los hombres están acosados por su profesión, las muje­ cuente. Pestalozzi, a quien Goethe profesaba gran estima, ha­
res son presa de extraviados sentimientos o de pasiones tu· bía formulado ya esta observación: «Es para mí un hecho ex­
multuosas (7). ·!· perimentado que niños que han ~crdi,do la salud, (ª~ fuerzas
.
La patología del trabajo ha interesado siempt~
,. a los psi· y el ánimo en una vida de holgazanería ":J de mendicidad, una
quiatras. Antes de ultimar; en 1921, su famoso testde las man· vez sometidos a un trabajo regular al cual no estaban acos­
chas de tinta el Dr. Hermann Rorschach, de Zurich, había he­ tumbrados en absoluto, vuelven a encontrar en seguida la ale­
cho toda una serie de estudios sobre la Schwarmérei, eferves­ gría, la vivacidad, el buen aspecto y se desarrol~an de un~
cencia sectaria extendida sobre todo entre las familias de te· manera sorprendente debido únicamente al cambio de su si­
jedores de la Suiza alemana. En 1894, Pierre Janet, en su tuación».
Estado mental de los histéricos, hablaba de una joven obrera
cuyo pie derecho estaba constantemente sacudido por un irre­
sistible movimiento de pedal, mientras que la mano semi· Poder elegir prof eslón ni menos
cerrada giraba alrededor de la muñeca. Afectada de sonam­ ,,~ '
Otro' p!tquiatra y el más ilustre de nuestro siglo, Sigmund
bulismo, murmuraba incesantemente ­hay que trabajar, hay
que trabajar», preocupación justificada por la miseria de su
Freud ha ido más lejos al insistir en la gran importancia de
la elecciónde oficio: 11La actividad profesional. escribía, apor­
familia. Ahora bien, su actividad en una fábrica de ojos de mu·
ta una particular satisfacción cuando ha sido libremente es­
ñecas consistía precisamente en mover un pedal con el pie y
cogida\lBs una cuestión en la que Adler y Jung han aprobado
una rueda con la mano (8). Este trágico esbozo de lo que era
el trabajo a finales del siglo pasado está de acuerdo con los
íempre al iniciador d~l psicoanál.isis. Por su parte, l.os gran­
es dfúmadorcs de la vida económica proclaman unánirnernen­
e con Louis Arrnand que «el trabajo se convierte en una car­
·' a cuando la elección de estudios y carrera ha estado fun~a­
(7) Este dibujo está reproducido en el Manual de psiquiatrla da, como sucede a menudo, en el azar; entonces no se abriga
de los Ores. Morgenthaler y 0.­L. Forel, editado por H. Hubcr,
Berna, 1940, p. 126.
(8) Dr. H. Floumoy: «Les maladies psychosornatlques», Mé­
dicine et Hygiéne, Ginebra, 1 de mayo de 1949. (9) «Une grcvc en 1906», Clrn11ger la l'ie, pp, 147­160.
160 161
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más que una idea: librarse de él» (10). ~ ese el p¡:obh;ma gas y privilegios de generación en generación. Los cambios de J ,cl,,;_­z,.
~1cial del trabajo. «El ejercicio regular de un oñcío.idecía condi~ión eran raros y sólo se producían en circunstancias /t1.,~P"<l.. _
C.·G. Jung, asegura.al.hombre la mejor clase de vida,,No•óbs· especiales desacostumbradas. Por eso los Antiguos los hacían rnc.v::,
f. tante, el trabajo sólo­es saludable cuando es um acto.Iíbre.»: depender gustosamente de una decisión de los dioses o del •
Para el autor esta liberación debe llevarse a cabo primeramen­. destinQt'Para ellos, la fatalidad era dueña. absoluta de los hu­
te respecto de las coacciones psicológicas, infantiles e incons­ manos; nada de su existencia les pertenecía verdaderamente,
cientes. Por otra parte, puede realizarse, incluso en los oficios ni siquiera la elección de oficio, El examen del vocabulario
más modestos, por la aceptación de una condición humana demuestra que los antiguos griegos representaban el destino

' sional que toma la forma de una v~ci4n­ / O t=


forzosamente limitada, por la adhesión a una actividad profe·

(t También es verdad que la coacción, no solamente en la


bajo la imagen de una cadena o de una cuerda atada alrede­
dor del hombre por las potencias superiores. Intentaban cono­
cer la voluntad de los dioses por medio de prácticas adivina­
11 profesión sino también en la elección de profesión, subsiste torias (echar suertes, astrología, interpretación de sueños, et­
1 todavía para muchos de nuestros contemporáneos a pesar del cétera) cada vez que se trataba de elegir un jefe o de designar
creciente interés y de la inusitada variedad de las ocupacío­ al que tenía que ejecutar una misión particular. Y se mostra­
1 nes que nos propone la vida moderna. Que al menos el adoles­ ron muy irritados cuando Sócrates les dijo al proponer el
cente capaz pueda escoger el oficio que Je convenga, tal es el principio de una selección racional de las competencias: «Qué
1 deseo actual de todos/Comprendemos entonces que el prín­ tontería que un haba decida la elección de un magistrado,
cipal reproche de los americanos a ciertos dirigentes sindica· cuando no se echa a suertes a quien se confiará el gobierno
listas sea el que limiten el acceso a profesiones interesantes de un navío.»
y bien remuneradas a algunos privilegiados, hijos o parlen­ Sin duda porque era padre y escribía a su hijo, joven in­
tes de los antiguos miembros; la reprobación pública obligó, disciplinado de diecinueve años, el abogado y tribuno Marco
por ejemplo, a Harry Van Arsdale, dirigente de los electricis­
.
Tulio Cicerón dio pruebas de mucha clarividencia cuando ha·
tas de Nueva York, a garantizar la admisión de mil aprendí· bló de ,.,la elección de profesión en su tratado De 0/f iciis sobre
ces en el pequeño grupo de especialistas a los que había con­ los deberes del hombre. El autor traspone al plano de la psi·
ducido a la victoria. colegía todo el problema del destino: es en la naturaleza de
~ Tales monopolios, que antaño desacreditaron a las corpo­ los humanos más que en las decisiones de la fatalidad en don·
raciones, son todavía hoy la mayor tentación de todas las aso· de encuentran las razones profundas del comportamiento de
ciaciones profesionales: médicos, profesores, notarios, conta­ los _¡nd!viduos y, en cierto modo, la explicación de su des·
bles, técnicos, pintores de brocha gorda, etc. Estas medidas 'tino. He aquí Jo esencial de las observaciones de Cicerón:
restrictivas son una injustificada supervivencia de una época J)espués de haber insistido en la diversidad de los carac­
en que la práctica de las artes y oficios, como el ejercicio de teres humanos, el autor da como primer precepto a su hijo el
las funciones públicas, 'estaba reservado a un pequeño núme­ «atenerse a lo que es suyo», es decir, desterrando las malas
ro de familias que se transmitían secretos profesionales, car· inclinaciones, «seguir a su propia naturaleza». Lo mismo que
los actores que saben lo que se hacen escogen no los pape­
les más bonitos sino los que mejor les van, así el hombre pru­
( 10) L. Armand y M. Drancourt: Plaidoyer pour l'avenir, Pa· dente debe tener en cuenta sus aptitudes y sus posibilidades.
rls, Calrnann­Lévy, 1961, p. 167.
162 163
·J
¡
il
!

«Si sucede que las circunstancias nos han lanzado a ocupacío­ más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos:
nes extrañas a nuestro genio propio, hay que redoblar los cuí­ «Cada uno debería contentarse con pintar de buena gana
dados, la atención\~ la diligencia para salir de ellas con el aquello hacia Jo que se siente inclinado por su instinto na­
menor deshonor.» 'Cicerón atribuye a la libre voluntad del tural, y no acometer por espíritu de emulación algo que no
hombre un gran poder cuando escribe que si «los rnándatos, le ha dado la naturaleza; eso le evitaría vanos esfuerzos y, a
los honores, las riquezas, el crédito y sus contrarios están so· menudo, la vergüenza.» Por el contrario, ·dice Vasari, nada
metidos al imperio del azar, de todos modos nosotros somos es más feliz que la expansión de un talento natural como el
los únicos que tenemos que decidir el papel que . queremos de Giotto. Sabemos en qué solemnes términos cuenta el au­
desempeñar en el mundo». Es así, prosigue, como· «unos se tor la historia de este último:
dedican a la filosofía, otros al derecho civil y otros· a la elo­ ..Q «El arte de la pintura empezó a revivir en Etruria, en una
cuencias. En tal elección, «algunos son arrastrados.por el jui­ aldea próxima a la ciudad de Florencia que se llamaba Ves·
cio de la multitud; y los hay, no obstante, que, y~sea por pignano. Allí nació un niño de maravilloso talento, que sabía
suerte, ya por efecto de la disciplina de sus padres, ya por dibujar una oveja según la naturaleza. Un día pasó por el ca­
la excelencia de su naturaleza, han tomado la carrera que les mino el pintor Cimabué, que iba a Bolonia. Vio al niño sen­
conviene» ( 11 ) . .1 · · tado en tierra, dibujando una oveja sobre una piedra. Y se
Estas líneas fueron escritas en el año 44 antes de nuestra llenó de extrañeza a causa de aquel niño de tan tierna edad
era: han pasado dos milenios sin que se haya avanzado mu­ porque ya lo hacía tan bien. Al ver que tenía arte por natu­
cho en el análisis de estos hechos de psicología individual y raleza, preguntó al niño cómo se llamaba ... •
social. Durante toda la Edad Media, y aun después, la idea En este relato, probablemente legendario, todo el acento
griega del destino, la filosofía estoica de la naturaleza y la recae sobre el carácter casi milagroso del talento ele dibujan­
doctrina cristiana de la Providencia se han superpuesto y, a te que habla recibido Giotto. Un corncntndor anónimo de
menudo, confundido. En 1515 Tomás Moro se inspiró en gran Dante, que escribió a finales clcl siglo xv, había contado la
medida en los autores antiguos cuando redactó su Utopía, historia con más sencillez, insistiendo más en la vocación
en donde recomienda que «cada uno aprenda el oficio hacia del niño, es decir, en su interés precoz por el arte y su de­
el que le lleva su inclinación natural» (12). Varias de las ex­ seo de',af)render; según él, Giotto fue colocado por su padre
presiones de las que Calvino se sirve para hablar de las voca­ con un comerciante de lanas, y al pasar todos los días ante
•ciones terrestres, sobre todo en la última página de la Insti­ el taller de Cimabué, acabaron por admitirle en él (13).~ •
tución cristiana, están literalmente tornadas del De Officiis 101

de Cicerón. Encontramos igualmente los propios términos del • , • Costumbre o naturaleza según Pascal
retórico latino en los consejos que Giorgio Vasari dirige a
los artistas en 1550, en su célebre obra sobre las Vidas de tos ,.J.1 cosa más importante de toda la vicia es la elección .¡,
de oñcío.» Es Pascal quien hace esto observación, e insiste
en ella en tres ocasiones en sus Pensamientos. Sólo nos ex·
( 11) M. T. Cicero11is ad Murcum [ilium de of /iciis líber pr»
mus, caps. XXX­XXXJa.
/~André Pcrate : «La pintura italiana en el siglo xtv : Giot·
·'
( 12) Sir Thomas Morus: Utopia {1516), Libro II: Of Sciencss,
Crafts and Ocoupations, Col. "English Reprints», Londres, 11906, fo», en la Hlstoire de t'art, editada por André Michel, t. II, part. II,
p. 83. p. 777, París, 1906.
164 165
trañarnos de que no haya hecho más que repetir, a este res­ esta corta edad y tan oscura, que es difícil establecer un jui­
pecto, su desengañada máxima: «el azar dispone» (14). He cio sólido sobre ella. Las crías de los osos, de los perros,
aquí su comentario: «La costumbre hace a los albañiles, a muestran su inclinación natural; pero los hombres, que en
los soldados, a los plomeros. Es un excelente plomero, dicen; seguida se lanzan a usos, opiniones, leyes, cambian o se dis­
;, hablando de los soldados: están bien locos, dicen. Y los frazan, y se enmascaran fácilmente» ( 15).
otros, por el contrario: sólo es grande la guerra, el resto La Bruyere, que era de modesta condición, conoce mejor
de los hombres son unos bribones. Se escoge a fuerza de la vida de los trabajadores del campo y de la ciudad. Sabe·
oír en la infancia alebar estos oficios y despreciar todos los mos ya Jo que ha dicho de los primeros. En cuanto a los
demás. Tan grande es la fuerza de la costumbre que, de aque­ ciudadanos, observa que «algunos han realizado en su juveri­
llos a los que la naturaleza no ha hecho más que hombres, · tud el aprendizaje de cierto oficio para ejercer otro, y muy
se hacen todas las condiciones de hombres; porque hay paí­ distinto, el resto qe su vida». Sus conclusiones son aproxima·
ses que son todos de albaniles, otros todos de soldados, et· damente las de Montaigne y Pascal, pero su acento es más
cétera, Indudablemente la naturaleza no es tan uniforme. amargo: «Si no lo viésemos con nuestros propios ojos, ¿po­
Por lo tanto, es la costumbre la que hace eso, puesto que drtamos imaginamos jamás la extraña desproporción que la
ella fuerza a la r.aturaleza ... » (Art. III, 4). mayor o menor cantidad de monedas establece entre los
En otro lugar Pascal habla de nuevo de la costumbre: hombres? Esta mayor o menor cantidad determina la espada,
«Es ella la que hace tantos cristianos, es ella la que hace a la toga o la Iglesia: no hay casi ninguna otra vocación» (16 ).
los turcos, los paganos, los oficios, los soldados, etc.» (X, 8). Observemos ante todo que en estas frases se trata de algo
Y también: «Todos piensan en la manera de librarse de su más que de la simple elección de oficio: es toda la cuestión
condición; pero la elección de la condición y de la patria nos social lo que se plantea. Todavía no se habla de la justicia
la proporciona la suerte... Es lo que determina a cada uno en el sentido en que nosotros le damos hoy a esa palabra.
en cada condición, de cerrajero, soldado, etc. [Cuántas na­ En 1588 Montaigne dice muy acertadamente que «los prime­
turalezas en la del hombre!, [cuántas vocaciones! Y por qué l'OS puestos suelen ser acaparados por los hombres menos
azar cada uno suele tomar Jo que ha oído estimar. Tacón capafeS~ que las grandezas de fortuna no se encuentran en
airoso ... Tacón de zapato. ¡Oh!, ¡qué bien hecho está!; ¡eso absoluto mezcladas con la suñclencia» '(es decir, con el mé­
es un obrero hábil!; ¡qué valiente es ese soldado! Ese es el rito o el valor de las gentes). Por ello, no deja de defender
origen de nuestras inclinaciones y ele la elección de las con­ el orden establecido: «Estas consideraciones (sobre las va­
diciones ... » (XXV, 80­80 ter). ria<;.\Otl':_S de la costumbre) no disuaden, sin embargo, a un
Pascal ha tomado de Montaigne su relativismo 'social y sus
desenvueltas afirmaciones sobre el azar que decidiría el ofi­
~5) Les Bssais de Montaigne, publicados según la edición
io. la patria o la religión. Hay que releer los capítulos que de 1588. Nueva Biblioteca clásica Jouaust, París, s. f., t. II, p. 26;
ratan de este tema, De la costumbre y De la institución de III, p. 182.
~ os niños: «La muestra de sus inclinaciones es tan tier na en ( 16) Les caracteres ou les m,n11rs de ce siecte, cap. VT: « Oc
los bienes de fortuna». ­ Ver también el cap. IT «Del mérito
personal», las frases que dedica a Egésippe: «¿Qué hacer de Egé­
sippe, que pide un empico? ¿Le introduciremos en las finanzas
(14) Pensécs de Pascal. edición E. Havct, París, 1918, t. I, o en las tropas? Eso es indiferente, y tiene que ser el interés el
pp, 36 y 156; II, p. 166. único que decida ... "
166 167
hombre de entendimiento de seguir el estilo común. El horn­ nos conduce al otro extremo: «Hombres por naturaleza plo­
bre prudente debe, en su interior, apartar a su alma del apre­ meros, y de todas vocaciones» ( 19).
suramiento y mantenerla en libertad y con poder de juzgar Nos parece probable que este último correctivo se lo haya
libremente las cosas; pero, exterlormente, debe seguir por sugerido al autor de los Pensamientos la lectura de una fa.
completo las maneras y las formas recibidas. A la sociedad mosa obra de aquella época, de la que Montaigne, cincuenta
pública no le interesan nuestros pensamientos» (17). En 1687 añ.os antes, parece también haber sacado provecho en el pri­
La Bruyere se muestra más sensible a las desigualdades de mer texto suyo que hemos citado. Nos referimos al tratado
la suerte de los humanos, pero también está obligado a apa­ que el médico español Juan Huarte habla publicado en 1575
rentar que se resigna. ¿, con el título Examen de ingenios para las ciencias. Esta obra
No obstante, al insistir de una manera apremiante en el tuvo una extraordinaria repercusión duran te dos siglos: re­
papel desempeñado por la imitación, la costumbre, la educa­ editada setenta veces, fue traducida a la mayor parte de las
d~ la suerte o el azar en las de..::isiones más importantes lenguas europeas, sobre todo al francés, desde 1580. Habla­
que toman los humanos. Montai ne, Pascal La Bruyhe remos de ello en el próximo capítulo, ya que él abre la his­
tuvieron e mérito de atraer la atención sobre los aspectos, toria moderna de la orientación profesional.
no solamente sociales sino socioló icos de la elección de ofi­
cio. Ellos sostuvieron también Ja interpretación psico s,ca
~ulada por Ja tradición estoica, ilustrada por Cicerón.
Iñ"mediatamente después de haber hablado de las «inclina­
ciones naturales•, manifiestas en el animal pero oscurecidas
en el hombre por las costumbres o las leyes, Montaigne ob­
serva que es «difícil forzar las propensiones naturales: de
donde sucede que, a falta de haber escogido bien el camino,
se trabaja a menudo para nada y se emplea mucho tiempo ¡,,.
(en vano) en preparar a los niños para cosas a las que no /'
pueden tomar gusto4(18). En cuanto a Pascal, que llega in­
cluso a pretender que «la costumbre es nuestra naturaleza»,
reconoce después, al final del primer pensamiento suyo que
...
hemos citado, que, si la costumbre «fuerza a la naturaleza,
a veces la naturaleza la vence y retiene al hombre en su ins­
.. '
\
tinto a pesar de toda costumbre buena o mala». El, que ha ••
dicho que es la costumbre o el azar quien «hace a los alba­
ñiles, los soldados, los plomeros», deja escapar esta frase que

(17) Les Essais, libro l, caps, XXIII y XXIV (t. I, pp. 167 y
183).
(18) Essais, I, XXVI (t. II, p. 26). (19) Pensécs, XXV, 91 y Ill, 4 (t. 11, p iss v 1, p. 36).

168 i69
CAP{TCJ.O XI

LA ORIENTACION ESCOLAR Y PROFESIONAL o/"

En su Examen de ingenios, publicado en 1575, Juan Huar­


te se refiere constantemente a Platón, Aristóteles y Cicerón,
al mismo tiempo que a los médicos Hipócrates y Galeno.
En medio de extrañas teorías sobre el calor y la hume­
dad, sobre «las diligencias que hay que emplear para engen­
drar niños y no niñas», enuncia tesis muy pertinentes sobre
la diversidad de los «espíritus» humanos, sobre la manera
de reconocerlos y sobre las directrices que hay que facilitar
a los niños llamados a escoger el estudio de una ciencia o el
aprendizaje de un oficio.
Su primera tesis está desarrollada en su prefacio al rey
Felipe II de Espafia: «Señor, a fin de que las obras de los
artesanos tengan la perfección propia y conveniente al uso
y provecho de la República, me parece necesario establecer
una lé,Y:l' que el carpintero no haga el oficio del campesino,
el tejedor el del arquitecto, el abogado el del médico ni el
médico el del abogado; sino que cada uno ejerza y haga
profesión solamente del arte y ciencia que ha aprendido y
par~ t:i6e
ha nacido, dejando aparte todas las otras ...... (1).
Efectivamente, el autor estima que el hombre no está nunca
., '
(1) Juan Huarte (Juan de Dios Huartc de San Juan): Examen
de ingenios para la; sciencias: / donde se muestra/ la differencia
de habilidades que ay en los hombres, y el género / de letras que
a cada uno responde / en particular.
Obra compuesta por el doctor Huarte, natural de S. Juan del
pie del Puerto. Valencia. Pedro de Huele, 1580.

171
dotado más que de un solo talento verdadero, ya que este se trasladó a París para consagrarse enteramente a la edu­
don depende de su propia constitución y no es sino la expre­ cación de su hijo, un médico de París, Jourdain Guibe let,
sión de su temperamento. publicó un Examen del Examen de los Espíritus, que apor­
Ahora bien, prosigue Huarte, el niño no está en condicio­ taba un complemento útil a la teoría de Huartc. Mientras
nes de juzgar eficazmente por sí mismo sus talentos y dones que este último sólo tenía en cuenta las aptitudes como cri­
naturales: «A fin de que nadie se equivoque al escoger la terio de elección de una profesión, Guibclet ponía de relieve
profesión más propia y mejor para él, se debería confiar y la importancia que convenía atribuir a lo que él llamaba «la
delegar en hombres prudentes y sabios para descubrir en afección», es decir, la inclinación natural, la predisposición
tierna edad el espíritu de cada niño y forzarle a estudiar o el gusto por un cierto género de actividad. Si el médico
la ciencia que le conviene, sin que la elija él mísmo.s Aquí francés cometió el error de oponer la predisposición a la
.t..,. aparece la segunda tesis importante de Huarte: a cada don, aptitud, su distinción de los dos hechos estaba justificada.
a cada temperamento, corresponde una actividad particular a Sabemos hasta qué punto sen fugaces y cambiantes los ínte­
la cual hay que dedicarse, so pena de «romperse la crisma» reses del adolescente. Rousseau ya lo había dicho: «Este oye
inútilmente y «trabajar en balde ... un tambor y se cree general; aquél ve construir y quiere
El autor se da cuenta de la novedad de sus ideas: «Nadie ser arquitecto. A cada uno Je tienta el oficio que ve hacer,
ha dicho nunca claramente que es la naturaleza la que hace cuando cree que los demás lo estlrnan.» Por lo que respecta
al hombre apto para una ciencia y no para otra; nadie ha a las aptitudes, Rousseau comparte los puntos de vista de
dicho nunca cuántas diferencias de espíritu se encuentran Platón y de los estoicos: en la vida, toda elección, dice, no
en el género humano, qué artes y ciencias convienen par­ será juiciosa y fecunda más que •Si es la ptopia naturaleza
f.
ticulannente a cada uno, ni por medio de qué signos puede la que la indica» (2). ¿Conoció el ciudadano de Ginebra el
!,·· reconocerse lo que, en cada caso, importa más. Habiendo Examen de Huarte? Podemos suponerlo, porque toda Europa
planteado perfectamente los problemas «con estas cuatro hablaba aún de él. En 1752 Lessing consagraba su disertación
cosas», Huarte aporta útiles datos para su solución. Es así sobre maestría en las artes a la obra del médico español y
como clasifica los «espíritus» en tres grupos según el pre­ la traducía al alemán. Veinticinco años más tarde, Lava ter
dominio de una u otra de las tres facultades principales que se r~fería a ella explícitamente en la obra en la que desarro­
enumera: la memoria, la imaginación y el entendimiento. llaba ./los principios de su «Fisiognomonías. No obstante, en
Después hace una lista de las artes y ciencias que exigen Inglaterra, el crítico Samuel Johnson, apoyado por el pintor
aptitudes particulares derivadas de una u otra· de estas tres Josuah Reynolds, negaba que existiese «un pretendido genio
facultades de! ~spftitu. 1 · natural, una disposición del espíritu, recibida de la naturale­
,._, l¡ ! ~a, •Hacia un arte o una ciencia más bien que hacia otra». El
'
J ¡'~ l al
. l ogía dlf ~ene
En los ongenes de l a psrco
historiador Edward Gibbon, que cita esta frase (en donde
·~·.
:. ,•J ~contramos el vocabulario de Huarte), se extrañaba de ella.
De igual manera Saíntc­Beuve, que más tarde comentó este
Las ideas de Huarte fueron admitidas y rJogida~ por la
mayoría de los filósofos y sables de aquella é'i?oca. En 1631, debate, pensaba que no se podía dudar de la «diversidad orí·
es. ~ec~r, el mismo..~~ .. en que Etier.~c las~~r:"r~~·U,{ft1­({~
su ¡ ...
\..,.
cargo de presidente: del tribunal de cuentas 1;~,iC.ÍermQnt. y 1 (2) Emilio o de la Educación, libro 11 l.
t .:
172 173
1
ginal que designa a cada individuo notable y que es el.alma pertenece a una familia ele viñadores y (el interés) público
de cada fisonomía» (3). A finales del siglo xvm todo el.rnun­ ­,, requiere que se destine al cultivo de la tierra la mayor can­
do se apasionaba por los estudios de psicología diferencial. ~ l
tidad posible de persouas.» No obstante, el muchacho se
En Berlín, Carl Philipp Moritz publicaba una. revístaique salió con la suya y le pusieron de aprendiz en casa de un
tenía por. titulo }? divisa sccrática: «Conócete a; ti mismo», tío suyo, sombrerero en Moudon ( 4 ).
Toda una serie de autores se 'esforzaban en renovar, la.peda­ · ~/!': 1 J ·' •
t l

gogía sacando partido de las observaciones de Huarte­y.sus


Un problema. soclál
continuadores: Garve intentaba determinar los signos¡­indi·, ::,. · ·
cativos de las diferentes aptitudes y analizaba las. profesío, :a•· T ::: . '!·: Desde comienzos del siglo XIX el aspecto social del anti·

...
nes­para .. saber.;laf}que mejor. corr~spondían,i.,,i~~
fac~tades.:~el:alnia;.Sell_propon1~ «c,,ue~.el,E~tad~~ .. :. :
a hombres.preparados el .descubrir, las ~pti'µ~_e_sp'.í}~. .. · · ·~"•J.:··:,:
r~
i¡,; 'V:~ . : ~~"debate­sobre la eleccíén de o fido toma una nuevá ím­
~t"~f¡,ohálÍcia >'en Franela.' Sabemos que la Revolución francesa
1
, .: ha15Ía • gA'rimiizado a todos los ciudadanos el derecho a· acce­
naciones de los .jévener en sus juegos y, ,eni~(las¡.¡J~~~sitµi¡,~'.:~t·;~·:· {f" : ':tiet a.' todos: los empleos públicos .. según su capacidad, sus
ciones en que obren libremente y sin ser ­aprerníadose: ·¡.,y: · · . ·::(l·: 'vittúdes y sus talentos». Vuelven a encontrarse estos térmi­
otros aún definían las disposiciones indispe~s.ables para la · :1 nos en el primer .principio de la doctrina sansimoniana:
prosecución de estudios superiores. A .· ., , .: . · .· . ~ «A cada uno según su capacidad, a cada capacidad según
Son estos trabajos, al propio tiempo que lqs consejos de sus obras.s Más tarde, Karl Marx invertirá la fórmula al
Fellenberg y de Pestalozzí, los que animaron al ministro de decir en su carta a Bracke: «De cada uno según sus capaci­
artes y ciencias de la República Helvética, Philippe,Albert dades, a cada uno según sus necesídades» (5). ·
Stapfer, a proponer en enero de 1799 la institución de;·,un • • Durante
1•
años, en la mayor parte de los sistemas de or'ga­
nuevo examen en donde se tendrían más en cuenta los talen· nízacíón política, económica y social, todo gravita alrededor
tos naturales que los conocimientos adquiridos por los jóve­ de la noción de· capacidad individual. Y también se esforza.
nes candidatos en los estudios de letras y de ciencias, de rán no solamente en descubrir esta última, sino en medir
tal manera que fuesen apartados a tiempo todos aquellos su naturaleza e intensidad. Ya en el siglo anterior, el ingenie·
que, no reuniendo las necesarias aptitudes, fracasarían más ro sutzo Perronet, el físico Réaurnur y el economista Adarn
tarde o más temprano en tales carreras. En Lausana, ya S~th habían analizado el trabajo e intentado abordar el
en 1787, el reglamento de las Escuelas de caridad conminaban examen de las aptitudes de los obreros de la industria. En 1835
los educadores a «estudiar con cuidado los diferentes carac­ el sansimoniano belga Quételct aplica los métodos estadís­
teres o talentos de los pensionistas, para estar en situación
de facilitar información a la dirección sobre las diversas vo­
.. ,
caciones que puedan convenirles». Se cuenta la historia de un .,. , (4) L. Walther: Orienta/ion proiessionneüe et carriéres Hbéra­
leis, Neuchátel, •1936, p. 7, 13, 63, 133 (sobre Garve, SeU y Stapfer);
joven de Vevey a quien habían colocado con un jardinero, \'S. Panobaud: Les dcoles vaudoises a la [in du réglme bernois,
y que quería ser sombrerero, A este deseo la comisión de Lausana, '1952, p. 363.
asistencia había respondido negativamente: «Este muchacho (5) Karl Marx: Critica del programa de Gotha (5 de mayo
de .1875), Ediciones sociales, París, 1950, p. 25, ­ \ er el comentario
a esta fórmula de Marx en el tratado de V. Lcnin: Et Estado y la
Revolución (1917). Ediciones políticas del Estado, en lenguas ex­
(3) Port­Royal, libro IV, capítulo S. tranjeras, Moscú, 1951, p. 97.
174 175
ticos al estudio de las facultades humanas en su Ensayo. Stendhal y Ba.lza.c
de física social. Los trabajos de este último autor fueron
utilizados por Francis Galton, que es conocido no sólo por, . E sta época cuando nació la doctrina psicológica. Y
s en e · l in
haber introducido la palabra test en la psicología, sino por .
r •
lológica del «naturalismo" moderno, que, sin negar a .
haber creado y perfeccionado este nuevo método., . ;~:!ncia de la costumbre, de la educación ~ incluso de! azar
Una preocupación común anima a todos los espíritus inno­ l d stino de los individuos y de las sociedades, atribuye,
vadores de aquella época: asegurar a cada uno el completo ~: :bs:ante, el mayor poder de decisión· a la n~turaleza ín~
y libre desarrollo de sus dotes naturales. En sus numerosas tima de cada ser humano. Eso era volver, d~spoJándola .casi
obras Charles Fouríer repite incesantemente que todo el mal siempre de su expresión religiosa y metafísica, a la antigua
social proviene de que la mayoría de los hombres están obli­ ex licación del destino humano tal como la habían e~pues to
gados a realizar un trabajo. que no está de acuerdo con sus p l' tas de la antlgü edad Con los nuevos términos se
1 os mora 1s · . · · d
aptitudes o sus inclinaciones. Es por medio de la libre elec­ 'dice que el hombre está predispuesto, si no a un oficio cter­
1
• id d
ción del oficio, cree Fouríer, como el trabajo llegará a ser . d al menos a cierta clase de acuvi a , por su carácter
atractivo; la economía tendrá un nuevo vigor, la prosperidad
rmna o, Se admite que las ·
·me 1,maciones y las
o su temper amen to · · f{ • l
alcanzará a todos, la justicia y la armonía reinarán por fin. aptitudes son exponente de una predeter~ina~16n sica, a
en la humanidad. En el Nuevo mundo industrial y gremial, cual no excluye, sin embargo, cierta elección hbre.
del cual los falansterios intentarán ser una anticipación, cada Este tipo de explicación aparece ya en las novelas de
uno no realiza más que el trabajo que corresponde a sus Stendhal, de Balzac y de Flaubert. Ninguno d~ estos ~~~
gustos personales y al «deseo de In naturalezas (6). autores dudó durante mucho tiempo de su propia voca~t .
El fracaso de las primeras tentativas de reorganización Stendhal sabía bien «que a él le habían P.~esto en la uer~a
·.. del trabajo en el siglo XIX hará más ardiente y más amarga para crear obras maestras ». El mismo lo ~tJO e~ 1835 cuanbl:
la crítica social de aquel tiempo. Ruskin decía que si Giotto día al escribir Lucien Leuwert, la distancia q~e ha .
no hubiera tenido la suerte de que Cimabué le viese dibu­ me ' id pasada y su existencia en Civita­Vecch1a: «¡Que
entre su vt a • . 03 p n
jando, hubiera seguido siendo pastor toda su vida: «¿Quién diferencia! Todo iba encaminado al espíritu en 18 ·. er~ e
nos garantiza, añadía, que no hayamos dejado a otros Giotto el fqrt~ la verdadera c,cupación del alma era la misma. to
'
guardando corde;.os en las montañas de los, Apeninos? Que ma~,· una opus• (8). · d
yo sepa, puede haber dos o tres más Leonardo de Vinci tra­ Toda la vida del escritor fue un fatal encadenam~ento. e
bajando en vuestros puertos o en vuestros fe(tocarriles; pero decepciones y de fracasos en todos los planos: afectivo, Ií te­
no empleáis sus maravillosas facultades, sól~ os preocupáis . humano ·Es por euo por lo que consagró toda su
de destruirlas» (7). l¡..
>
rano, Y • e ·
?i~ á relatar la existencia de personajes excepc1on~ m
1 en te
~ :recidos por el destino ­Fabrice del Dongo, Juhen So·
t'~­~
(6) Charles Fourier: «Le Nouveau Monde iri4ustriel et soclé­ rt\­ o inexorablemente predestinados a
1~ de:rota com:
Octavio de Malivert? El autor puso a contnbuc16n todo s
taire ou Invention du procé:lé d'industrie attrayente et naturellc»
( 1829). f"Euvres, t. VI, p. 403, París. lMS. · '. ·¡'
(7) Texto citado sin referencia por Hyacint1he Dubreuil: Note·
dhal nistotre ele ses
L'CEuvrc <I e S er
veaux Stondards: les sonrees de l<t produotivité et de la ioie, Pa­ I
(8) Henri Martineau: '
rts, 1931, p. 138. livres et de sa perisée, París, ·1951, p. 449.
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Para Balzac la protestón y la condición de un hombre son


genio para hacer verosímil el dcstlno feliz o fatal de sus efecto de una especie de determinismo, a la vez de nacimíen­
héroes; las circunstancias en las cuales la larga novela Ar· to y de medio; desde es'! momento, todo el arte del novelista
manee fue escrita e. incesantemente retocada, muestran bien se limita a descubrir en una «rápida visíón» el posible des­
esta preocupación. Sin duda si! trata en esta obra de un caso ( tino de sus personajes, y a mostrar con un vigor implacable
patológico de impotencia y de fracaso, peroel libro tiene un I todo lo que obliga a cada uno de ellos a ser lo que es. Hay
alcance más general, tanto, que podría titularse: Armance signos que no engañan, _y que hacen. de éste un notario, y de
o la afición por la desgracia. Sabemos cuánto interés tenia aquél un médico. Hablando del alguacil de la justicia de paz
Stendhal por la astrología y el papel que Ia#predicciones rdel de Soulanges, en los Campesinos, Balzac observa que «Bru­
ebate Blanes desempeñan en La Cartuja d~. Parma. No·obs· net ofrece el fenómeno de una fisonomía, de una postura
tan te, es en la íntima naturaleza del" hombr~. eri sus' disposi·. ,. y de un carácter que armonizan con su profesión».
ciones interiores, en los secretos reductosdel caracter, dondé •. ¿Quiere decir eso que el curso de nuestras vidas se en­
Stendhal encuentra la explicación de los ­destínos' .humanos: »Ó, cuentre fijado por anticipado por un destino ciego, por una
su sorprenden te perspicacia psicológica ha sido ­ígúalada­por fatalidad a la cual no podremos escapar? No es esa la idea
la de un Marcel Proust, pero nunca sobrepasadaaqrqc., '~?­ o de Balzac: tanto en su propia vida como en su obra, obró
En cuanto a Balzac, si bien :1 menudo aparece «obseslo­ siempre y habló como si nuestra suerte dependiese en defi­
nado por el azar» •. si no deja nunca de subrayar la parte· de nitiva del esfuerzo de nuestra voluntad. Su moral es la de
suerte o de desgracia que favorecía o arruinaba la~ F,mpre.sas,.;,... ,. ­, . la antigua sabiduría: «¡Hazte lo que eresb Esta fórmula se
desus personajesnno por .ello dejade .asi8f!átJ',,~dh1únc;­J:~~,~~f~ ?~/··. . ·
l: encuentra precisamente en uno de los libros en que plantea
estos.últimos un destinoIrrevocable .querda1.á1cono'é~r:·inme,.~·.;'\:, ~­ .' .. :, de una manera más cruda el problema de los destinos hu­
_di~~ente al lector.por.medío de sus1de_~9~p~r9.~~~~~'. ,r \.~;J; 1( ;,.:.:, ~WO$, Esplendores y miserias de lascortesanas: •Aquí aba­
. lis1s;yis\ls t'~la~o~.t,lndiferente en aparieno~9t:~~r.to~9­~~~,,r.i.~>··\~.~'.­, :·. j.9,1 dice, no se pu~de llegar a ser más que lo que se es»
seres infames o virtuosos a los que da vida eri su·obra, Balzac · Eso quiere decir seguramente que uno no puede sustraer­
se detiene ante el misterio de los destinos indívíduales.r El se a su destino, que uno no puede llegar a ser una cosa
novelista André Chamson lo ha puesto de relieve 'en un no­ di~inta de lo que es; pero también deja entrever que nos
table ensayo: «Para él todo forma un bloque en una existen­ , péttenece el realizarnos o no realizamos, el dar o no dar
cía humana: el paisaje cósmíco en donde esta existencia se unempuje a las posibilidades que están en nosotros. Para
desenvuelve, la ciudad y la casa que la han abrigado; los pa­ comprender mejor el pensamiento de Balzac no hay que ha­
drcs que le han dado origen, los incidentes absorbidos en la blar solamente de destino, sino de vocación. Esta palabra no
infancia y en Ia juventud, la constitución física, la ínfluen­ ., et ajena al vocabulario del novelista: que dice del gran pin·
cia de un nombre, de una profesión, de un clima, de un " tor León de Lora: « Este niño hecho hombre por el Arte o
conjunto de costumbres soportadas o creadas, algo, en fin, ••' por la Vocacíón.» Balzac emplea este término en el sentido
que se asemeja a las fatalidades que a veces se ha creído no estrictamente natural o psicológico, designando «la inclina­
podrían ser reguladas más que por los astros» (9). ción que se siente por un estado»; pero no excluye el sentido
metafísico, según el cual esta inclinación toma el valor de
una llamada divina a cierta actividad o a cierto género de
(9) André Charnson: • Réver sur Balzac», Mercurio de Francia,
1 de febrero de 1951, pp, 193­205. 179
178
.,

vida. Esa es, al menos, la tesis de André Chamsonaquíen


nir, del «dificilísimo problema social» que plantean las con­
habla en su ensayo del «sentido de la vocación». en el autor,
diciones «demasiadc, duras» de la vida de los hombres. Más
de la Comedia humana. ·
. . .·•..• . r· , .• ·. :¡ ,,
recientemente, los psicólogos Charles Baudouín e Ignace Me­
«Cosa extraña,. decía Balzac, casi todos los hombres · de yerson han vuelto a considerar esta cuestión. «El hombre
acción se inclinan por la ~atalidad, lo mismo que Ía 'mayor' decía este último, presiente lo que el trabajo podría ser para
parte de los pensadores se inclinan por la Provide~da.» El 0
él, lo que no es todavía. Es significativo que después de una
mismo hombre, de pensamiento y de acción a la vez,. observa mecánica y una química aplicadas, yluego una fisiología apli­
simultáneamente estos dos aspectos, estas· dos inter:i,retacio­ cada, la ciencia del trabajo haya tomado en nuestros días
nes del mundo, del hombre y de la vida. Antoine. de· Saínt­, la forma psicosocial que nosotros conocemos: estudio de los
Exupéry, otro hombre de acción y de pensamiento; liá me­ problemas humanos del trabajo, del hombre total en el tra­
ctitado como Balzac sobre el destino del hombre., tal como' bajo, del individuo trabajador. Y vemos que comienzan a
se expresa y se determina a la vez por la elección del oficio. plantearse problemas todavía más personales, más in dividua­
En una misión en Arras, mientras los obuses de la defensa lizados: análisis de las vocaciones, estudio de toda la vida
alemana estallan a su alrededor, Saint­Bxupéry piensa en el de trabajo de un individuo, de las relaciones entre su vida de
curso de su vida y en los destinos de sus camaradas: «Una trabajo y su vida, en una palabra, su existencias ( 11 ). Desem­
súbita luz parece a veces bifurcar un destino. Pero la luz bocamos en una concepción existencial del trabajo de la que
no es más que la visión repentina por el Espírítu de un ca­ no pueden desinteresarse el psicólogo y el sociólogo.
mino lentamente preparado» (10).
¿Cómo explicar' de otra manera, para referimos a existen­ · Consejeros de profesión
cias conocidas, elhrágico destino de un Paul Gauguin o de
un Vicente van Gógh? Indudablemente, se trata de persona, Nos es imposible exponer aquí las metas particulares, los
lidades excepcionales, de artistas eminentes cµya vocación y métodos y las dificultades de la orientación escolar y profe­
oficio no son accesibles, como se suele decir, 91ás que a una sional, verdadera técnica cuyo desarrollo ha sido considera­
minoría. No obstante, ¿está justificada esta opinión corrien­ ble desde el tiempo de Cattell, Binet, Simon y Claparedc. Esta
te? ¿No se ve que la evolución del ~aquinis1*0 orienta a la. , .V'9&atio11al Guidanáe, como la llaman los anglosajones, ha
humanidad hacia formas de trabajo espontáneas y más crea­ invadido los campuses de la enseñanza media y superior en
doras? En el plano de las ciencias del hombt\ y de la vida, los Estados Unidos. Sus mejores expertos reconocen que has­
puede y debe proponerse una interpretación. 'natural de los ta ahora no ha sido más que un mediano éxito, tanto en sus
hechos vocacionales. Tanto Adler como Jung se han preocu­ .aspectos psicológicos como en su actividad de información
pado siempre de ello. Freud decía al final de su carrera que ,.., profesional. Su generalización, no obstante, nos parece indis­
la libre elección de oficio era la única solución, en el porve­ ., , pensable.
Por una parte, se pueden afinar todavía los medios de in·
vestigación de las aptitudes y de las aficiones. Indudable­
( 10) Antoine de Saint­Exupéry : Pilote de guerre, París, 1942, mente, siempre habrá un cierto margen ele incertidumbre, no
p. 70. Sobre la idea de destino en las novelas de F. Mauriac, ver
nuestro estudio: Trols contemporain:;: Mauriac, Chardonne, Mo11·
therlant, Lausana, '1945, pp. 13­21.
(11) Op. cit., p. 17.
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sólo debido a las imperfecciones de los tests, sino sobre todo


a la propia naturaleza del hombre. «A mi alrededor, dice Al·
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fred Sauvy, ¡cuántas vocaciones tardías o falsamente preco­
t~
ces! No obstante, hay excelentes orientadores q1:le saben dis­
tinguir las ineptitudes innatas, .o que es una cosa importan·
.;
;.• te.» Théodore Caplow decía lo mismo: «Las decisiones sólo CONCLUSION
son relativamente seguras en los extremos. La~ baterías de
tests son útiles para eliminar a los candidatos que tienen
,. una gran probabilidad de fracasar (resultados bajos en cual­ Hay demasiada gente que quiere hacernos creer que el
quier prueba) y para descubrir a los que tienen gran proba­ desarrollo de la invención y el progreso técnico nos arrastra
bilidad de éxito (excelentes resultados en todas las pruebas); hacia una especie de economía en la que todo consiste en
la profusión de resultados medios revela únicamente nuestra apretar un botón y en donde unos pocos ingenieros o quími­
ignorancia sobre el porvenir del sujeto» ( 12). cos asegurarían la producción, mientras las familias disfru­
Por otra parte, se pueden extender y perfeccionar los tarían con toda felicidad de tiempo libre. Se nos dice que
métodos de previsión econórr ica y utilizarlos mejor en la «los hombres tendrán que aprender a vivir de una manera
elaboración de los programas escolares. Efectivamente, es ya constructiva aunque no hagan nada». Se encuentran incluso
en la escuela donde se llevan a cabo las opciones de las que psicólogos que quieren convencernos de que hoy «la automa­
dependen la mayor parte de las carreras. Y, así, se esfuerzan tización y la abundancia de nuevos productos nos fuerzan
en todos los sitios en aligerar los regímenes de estudios, en literalmente a disfrutar de la vida y a librarnos de todo corn­
retrasar el momento de la elección y en preparar ciclos de piejo de culpabilidad cuando preferimos el confort a la lu­
observación de los alumnos. Todo eso tiene una gran impor­ cha».
tancia, ya que la rutina, el azar, el temor o el prejuicio com­ Alfred Sauvy ha comparado esta ilusión con una «plata·
prometen a menudo todavía el porvenir de los jóvenes. Sin forma encantada» a la que los pueblos poco favorecidos sue­
embargo, las líneas generales ele la evolución del trabajo y fían con acceder. Ahora bien, la mayor parte de estos últimos
del empico aparecen claramente. Los padres y los hijos no ,~dan un hecho que el economista René Gendarme ha re·
están apenas informados de ello .. El consejero de: profesión . ' cordado hace poco en ~1 prefacio de su libro La pobreza de
podrá ·dar las instrucciones necesarias sobre, la; orlentacíém . las naciones, cuyo título está siniestramente inspirado en la
de la escolaridad, las exigencias de los oficios ·y, las per.s'pe:::­1 .: obra clásica de Adam Smith: «Las naciones industrializadas
tívás de empleo. Lo­hará tantomejor cuanto'.que:·c~no~~tl~s; '· . r :­¡.o· han Ilegado al estadio del bienestar sino después de lar­
circunstancias personales; familiares y locales .de .los.consul, · .­\ gc5s períodos de pruebas cuyos sacrificios han sido soporta­
tan tes. , dos por varias generaciones; en muchos casos la prosperidad
•• de esos países es el resultado de la labor realizada con ahínco
e ingenio por sus habitantes.»
A los que dicen que ha llegado el momento de «prefcri r
e) confort a la lucha» hay que recordarles primeramente que
( 12) Sociology of Work, p. 224. ­nuestro bienestar sigue siendo frágil en un mundo despro­
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mátaétpf1f¡ijur;1'ói~ffifi~\/' . .
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.visto;·l.as 'necesidades' aúmentan coge, controla y manifiesta. Era un signo en la agricultura,


díos.para: satísfacérlas, · Se 'pueden abaitdo­~at",f6s•'fiiÍk~'t­tJ~ · '.\ ·::: como volverá a serlo en la nueva industria. Es verdad que
piejos 'de'culpabilidad,·pefo no hayque ·~r~e'r',..qÜ~4'¡%cfrem8jl,. ;, •. ' los sistemas industriales tienen distintas características que
mantener el ímpetuvdel progreso económico y­1soci~'''shi''Ia·í'!1_,,~. . ·· los de la agricultura. Pero el automatismo tiende a confe­
iniciativa de los dirigentes, el ingenio de los inventores, la I rirles una autonomía que les acerca a los sistemas natura·
habilidad de los técnicos y la labor asociada de todos. Nos les» (1).
engañamos al imaginar que el trabajo desaparecerá en la Llegado a este punto el auto!", recordando «desde hace
nueva era de la automación: no hará sino transformarse, en dos siglos, tantas esperanzas plausíblcs que se han desva­
una larga evolución. Contando con este probable· futuro del necido», vacila en predecir si el hombre sacará de la «nueva
trabajo, el socíólogo francés Pierre Naville ha llegado a ­pen­ aventura industrial» que es la automación «otra cosa que un
sar que al término del actual período de transición los hom­ aumento de la ansiedad o la realización de lo que él llama
bres se encontrarán en cierto sentido en la misma situación una liberación». _Quizá de una manera menos prudente, noso­
que el cultivador de antaño, cuya tarea no era crear la cose­ tros creemos que la ansiedad y la liberación estarán presen­
­~­>
• ¡. cha, sino prepararla, favorecerla, por medio de cuidados con­ tes en el trabajo de mañana como lo han estado siempre en
tinuos y deliberados, y después, al filo de las estaciones, en­ la labor del pasado. La resistencia de la naturaleza al esfuer­
trojarla. El analista del trabajo está de acuerdo con el econo­ zo humano y la opresión social no cederán en un futuro pró­
mista Jean Fourastié en esta anticipación de una vuelta al ximo, hasta tal punto que podemos preguntarnos . si estas
equilibrio y a la estabilidad de una civilización terciaria dos principales causas del esfuerzo que necesita el trabajo
al volver a tomar, con un nivel de vida mucho más elevado, no están ineluctablemente unidas a la condición propia del
los caracteres fundamentales de la civilización tradicional. hombre. Por el contrario, la automación, prolongamiento del
Veamos cómo evoca Pierre Naville este fin imprevisto, pero progreso secular de la técnica, nos liberará más de lo que
verosímil, de la Revolución industrial: Pierre Naville llama «lo que hay de insoportable en el tra­
«La aparición de una sociedad técnica autónoma (ya no bajo de los hombres». Sin desaparecer, la coacción dismi­
de un simple medio), superpuesta a la sociedad humana y nuirá y dejará paso a una labor más libre y más espontánea,
dirigida por ella en simbiosis, en condiciones todavía muy . a~menos para la mayoría de los trabajadores. Por poco que
1
poco previsibles, es la tendencia a la que parece cada vez .la instrucción mejore y que la orientación profesional de los
más imposible sustraerse. Es bajo esta perspectiva como se jóvenes sea más general y más sensata, los riesgos de paro
ve cada vez mejor acentuarse la diferencia entre función y tecnológico disminuirán. Al aumentar la productividad, la au­
preparación para la función, entre el empleo de un sistema tomación proporcionará más tiempo libre a los humanos y
automático y su elaboración. Después de todo, ¿no es la for­ •' • favorecerá el acceso de las masas a la cultura. Estas pcrspcc­
ma casi natural del más antiguo trabajo agrícola? El trabajo , tivas no son utópicas: sólo transforman en realidad antiguas
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de la tierra consiste en preparar la recogida de las cosechas, esperanzas de las que no se podría decir que han siclo des·
en concebir y fabricar las condiciones en las que madurará mentidas.
la mies de una manera automática en el verdadero sentido
de la palabra, que quiere decir espontánea según su etimo­ (!) P. Naville: L'automation et le t ravail llumain, París. 1961,
pp. 7 y 9. ­ Cf. J. Fourastié: Le grand espoir áu XX• siécte. Pa­
logia griega. La mano de hombre anuncia, desencadena, re­ rís, P.U.F., 1949, pp. 211·7.20.
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