Jaccard. II Parte. Editada
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SEGUNDA PARTE
EL HOMBRE EN EL TRABAJO, _
HOY Y MAÑANA
CAPÍTULO VI
103
¿Qué ha sido del trabajo y del trabajador en el curso de entonces sobre todo indianas de pequeños dibujos, llamadas
este desarrollo precipitado? ¿Qué va a ser de ellos? Vamos mignonett es. impr imidas en telas mixtas, hilo y algodón, que
a intentar responder a estas preguntas en la segunda parte fueron utilizadas para los muebles y colgaduras y después
de esta obra. Lo primero que llama !a atención del psicólogo <"" para la confección de pañuelos, primer objeto, quizá, fabrica
Y del sociólogo es el aumento o, mejor dicho, la extensión de do y vendido en Francia en serie. Todas las mujeres querían
las neccsídades.Í Daremos un ejemplo poco conocido al recor tener, de modo que a fin de siglo las campesinas más pobres
dar los comienzos de una industria que puso al alcance de se adornaron con ellos. Al mismo tiempo xe reproducían en
todos, gracias a la disminución de los precios, una serie de ar· cantadores dibujos en percales de la India, con los que se ha
tículos que sólo los ricos podían procurarse antes. Se trata cían vestidos que se vendían de 75 a 240 libras. La demanda
de la fabricación de telas pintadas, llamadas indianas, intro presionaba de tal manera que la fabricación no cesó de pcr
ducida en Francia hace dos siglos, por un hombre cuyo re f cccionarsc. Durante mucho tiempo el grabar las planchas de
cuerdo se ha perpetuado únicamente en París por una calle cobre que imprimían los diferentes motivos de Jouy ocupaba
y una estación de metro: ChristophePhilíppe Oberkampf. Ori más de un año de trabajo. Estos se inspiraban en las modas
ginario de Wurtemberg, pero provinente de Suíza.. done.le su o en los acontecimientos rle la época: las fábulas de La Fontai
tamilia había adquirido la burguesía de Berna, este audaz em ne, las Cuatro partes del mundo, la Granja, la Fiesta aldeana,
presario se instaló siendo muy joven en JouyenJosas, en el las Palomas, los Trabajos de la Manufactura (1782), los Morir
curso del Bievre, a alguna distancia de Versalles, en el momen golfieres (1783), la Federación (1790), etc. Los acontecimientos
to en que el rey .Luís XV, por edicto del 9 de noviembre del Noventa y tres pasaron sin que el auge de esta industria
de 1759, acababa áe autorizar la manufactura de los tejidos resultase afectada por ellos. El grabado se hizo entonces so·
de algodón. Hastajentonces, tanto la importaqjón como la fa. bre cilindros que podían rodar incesantemente al servicio de
bricación de estos tejidos estaba prohibida en provecho de las la clientela. Finalmente se construyó en 1799 un máquina nue
antiguas industrias del lino, del cáñamo y de Jai,~edn. La moda, va a la que los obreros llamaron el bust ringue y que su scltó
no obstante, eran las indianas, y entraban en ~r'andes cantida tanta inquietud como admiración, En efecto. esta máquina
des, de contrabando, de Suiza y del Condado ~\'eneciano. Los ~i:a~ba en cinco o seis días dibujos que requerían antes seis
! aduaneros, furiosos al no poder requisarlas enrla frontera, las meses: además de la ganancia de tiempo, se «ahorraban» cua
,,
·1 ;.A
arrancaban de los hombros de las mujeres. ~ pesar de ese
rigor, o quizás incluso a causa del mismo», se nos dice, el
renta y dos grabadores.
Fue en aquel tiempo, en 1798, en París, cu .. ndo nació el
gusto de la nación por las telas pintadas llegó a ser tan gene historiador Jules Michelet. Dos años antes de su muerte, en
ral que el gobierno cedió: «Fue una verdadera revolución para "l87Í, pudo decir que el mundo había cambiado más durante
In industria francesa» ( 1 ). ,,ésta «simple vida de hombre» que en el curso de los veinte
Ya durante el año 1761 Oberkampf fabricó 3.600 piezas, es siglos que le habían precedido. Desde entonces, la máquina
decir, aproximadamente 86.000 metros, «lo que no era ni la se encarga cada vez más de hacer los trabajos para los que se
cuarta parte de lo que su hubiera podido vender». Se hacían necesita fuerza, en la agricultura, IH construcción, In ln d us
tria y los t ransporrcs: realiza mucho mas de prisa, mejor, y a
un precio más bajo las fastidiosas tareas de producción. Nada
(1) A. Labouchere : Oberktunp] (17381815), Pañs, 1865 (5.0 cd.,
1884, 244 pp.). Je parece imposible al técnico ele .ih,>r,1 en adelante.
í ncc san
104 J'l·
temente, hay inventos que dejan p ..or inútiles una herramienta consumo nacional e incluso podrían, en ultramar, hacer frente
o una red entera de comunicaciones. Incluso un Luis Armand, al reto de las empresas de Europa y Japón que les hacen la
al que se sabe capaz de todas las audacias, se inquietaba hace competencia.
una decena de años por la competencia hecha a 'ibs
Ierroca Sabemos, por otra parte, hasta qué punto se ha desarro
rr¡iles por otros medios de transporte. Un proyectorque él juz liado la industria electrónica en los Estados Unidos. Cada se
gaba irrazonable en 1953 fue realizado no obstanteren 1957 en mana un constructor saca de fábrica dos calculadoras que va
Ohio. Se trataba de un transportador automático para el car· len cada una cerca de dos millones de dólares y que hacen en
bón, de 180 Km. de longitud, que iba de la región de las minas algunos minutos operaciones para las que decenas de em
a las centrales eléctricas de Cleveland. Mezclado con agua, el pleados hubieran necesitado meses. La adquisición de una de
mineral se desliza hasta la llegada, en que se le seca en hor estas máquinas ha permitido a la Asociación americana de
nos. Evidentemente, es una pérdida para las compañías ferro antiguos combatientes reducir de 17.000 a 3.000 sus efectivos
viarias, que hacían caminar antes a través del campo lentos de agentes encargados de calcular y distribuir los subsidios
e interminables trenes de carbón: bloqueado en el paso a ni· debidos a sus miembros. Si bien la operación ha sido fructí
vel, el automovilista se distraía contando los vagones. Como fera, ha suscitado muchas críticas. Por el contrario, el amon
la empresa resultó rentable, se crearon otras líneas que iban tonamiento del correo postal en las oficinas centrales ha obli
de los Alleganes a las ciudades del Atlántico. El éxito de esta gado a mecanizar no solamente el matasellado, sino también
iniciativa le valió a su promotor, George Love, el ser llamado la selección de las cartas. Una sociedad de Alejandría, en Vir
en 196 t a la presidencia de la Chrysler, cuyos negocios no tar ginia, curiosamente llamada Intelligent Machines Research
dó en revivificar (2). Corporation, ha puesto en servicio un aparato capaz de leer
direcciones mecanografiadas. Este ojo clcct rúnico reconoce
El auge de la automación los números de las dieciocho principales ciudade« americanas,
saca del montón los envíos que llevan esas direcciones y los
En cuanto a la automación, es corriente en las grandes ern encamina hacia su destino. «La automación, ha dicho el Post
presas de los Estados Unidos, donde está favorecida por la mast~r.,~eneral Summerfield, es nuestra única esperanza de
concentración de la potencia económica. La industria químl asegór;ar el servicio postal de los Estados Unidos.» En efecto,
ca está ya completamente automatizada y la metalurgia sigue los envíos anuales han pasado de 26 mil millones en 1940, a
sus pasos. Un nuevo dispositivo controlado por cuarenta y cin más de 60 mil millones en la actualidad, sin que haya nada
co personas puede hacer funcionar trenes de laminado que que deje entrever una disminución. 540.000 personas son res·
ocupaban a cuatrocientos cincuenta obreros. Se trata de re po1dabres de este enorme correo que representa, por sí solo,
conversiones masivas de las acerías americanas: nuevos «com los dos tercios del tráfico postal universal.
binats», con algunos millares de hombres solamente para eícc 'La razón que se invoca siempre en favor ele la autornat+
ruar el servicio de comunicación, bastarlan para atender al zación no es tanto la economía de tiempo y dinero como la
periu ria de personal cuali ticado. En la era preindustrial, cada
individuo, podía asumir las tareas simples de producción.
(2) L. Arrnand : •J:.conomie et '"'chnique des transporta mo Por el contrario, el persistente aumcn tn ele las necesidades
derncs, f/01111111:~ el Mmulrs. julio ele •195.l. p. 181; R. Shcchun :
«Coa! Man at Chryslcrj. For11111a, Nueva York, set. .1962, p. 105. obliga a fabricar objetor. cada vez más complicados que exi
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.
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~~~~~[ ~ ~
gen una creciente habilidad. Incluso e11 la U.R.S.S., en donde terminables discusiones o se agrupaban para cantar suave
la mano de obra no faltaba antes de la guerra, la mecaniza· mente quejas nostálgicas.
ción se ha hecho necesaria debido a la falta de obreros espe Se comprende también el principal mot ivo de la famosa
cializados. El economista E. L. Manévitch ha dicho: «Si nues ley escolar del 24 de diciembre de 1958, hoy derogada, que
tra productividad hubiera permanecido en 1937 al nivel de obligaba a la mayor parle de los estudiantes soviéticos a hacer
1928, nos hubieran hecho falta ocho millones de obreros su dos o tres años de prácticas, la jornada completa o no, en las
plementarios para asegurar la producción que obtuvimos in empresas del Estado, antes de entrar en las Escuelas Supe
mediatamente antes de las hostilidades. Igualmente, si la pro· riores. La economía sufría entonces una grave penuria de
ductividad no hubiera mejorado aún más en la industria pe mano de obra cualificada. El 18 de marzo de 1961, Pravda re
sada desde 1940, hubiéramos necesitado 3'5 millones de obre velaba que, solamente en Ukrania, 30.000 máquinas agrícolas
rós más para alcanzar los niveles de 1950,. (3). se encontraban inutilizadas, mientras que 8.000 tractores en·
Se comprende por qué los rusos conservaron durante tan· viados a revisión, no se usaban porque se carecía de conduc
to tiempo a sus prisioneros de guerra, en particular a los ale tores y de mecánicos competentes. Se necesitaban tres millo
manes capturados en Estalingrado. Uno de estos últimos, que nes de trabajadores nuevos, a los que se pudiese adaptar a
consiguió escapar por Mongolia y que fue en 1954 a estudiar las técnicas modernas. Ahora bien, las pérdidas ocasionadas
a Lausana, me hizo m~1 relato que explica muchas cosas. Pri por la guerra y el déficit de nacimientos anterior a 1945 hacían
meramente se le envió: a una fábrica con doscientos camara sentir sus efectos. Se quiso colocar urgentemente a toda la
das suyos: todos los (\ue habían hecho estudios s:ecundarlos juventud en las fábricas.
fueron pronto empleados como contramaestres y él mismo Al mismo tiempo, el comité central del Partido ordenaba
fue elevado al cargo de ingeniero porque había estudiado el 24 de junio de 1959 el desarrollo sistemático de la automa
cálculo y dibujo técnico hasta el bachillerato. AJ:>carecer de ción en la industria, los transportes y la producción de ener
distracciones, todos trabajaron ccn celo y mínuciósidad, tan gía. He oído a un ministro ruso hablar de las centrales hidro
to más cuanto que se les trataba bien. Esta aplicación, muy eléctricas del Dnieper, que desarrollan una enorme potencia,
g~rmánica, les valió no obstante la hostilidad de'1os obreros y sin embargo están controladas por algunos especialistas so·
yÍde la población: se les reprochaba el hacer demasiado, míen lamente,"· En 1961 se encontraban en la industria soviética va
1
tras que, desde el principio, se les había acogido con arnabí rios ejemplos de una automatización muy avanzada. En las
lidad. La autoridad resolvió el problema dispersándolos en un Iábricas Kalinine, en Oulianovsk, dos cadenas, reservadas cada
gran número de empresas de la región, pero por todas partes una a un tipo normalizado de pistón para motores, arrastra
se les encargó a estos extranjeros tareas especiales o respon ban~
Jtihgotes de aleación de aluminio a través de fusiones, mol
sabilidades. En efecto, al parecer la mano de obra indígena <leos, fresados, calibraciones, estañaduras, hasta la salida, en
era extremadamente ruda y sobre todo, refractaria a la dis que los productos terminados eran envueltos, embalados y al
ciplina del trabajo industrial; en el momento en que los vígi macenados, siempre automáticamente. Cada día se fabrica·
lantes volvían la espalda, los obreros del país se lanzaban a in· ,! ban 3.500 pistones bajo la vigilancia de diez personas, mien
tras que poco tiempo antes habían sido necesarios ciento se
senta obreros para la misma producción con máquinas ord i
(3) C. Matthicu: «Une nouvelle hygiene lndustrlelle», La Ne],
i Parfs, '1955, XII, 11, p. 136. narias. En cuanto al precio de coste, se redujo a la mitad. En
~
h
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otros lugares, la Iabricaclói de breques de motoresde camio que esta marca proclamaba lo que sigue: «Desde el momento
nes pudo llevarse a cabo con un solo equipo de tres, hombres, en que se le coloca en la cadena, y hasta el fin de su periplo,
'
en!yez ele ciento ochenta repartidos en tres equipos'.,(4). Así se a lo largo de las trescientas noventa y ocho estaciones de tra
explican el prestigio del spetsiulnost, del especialista, en la bajo, el bloque del motor no es tocado por la mano humana.
U.R.S.S. y la constante publicación del creciente númerode Dieciséis cerebros electrónicos efectúan en él setecientas vein
los que han alcanzado esta cualificación: 8.800.000 en :1964, ticinco operaciones perfectamente coordinadas. Estos cere
contando los graduados de la enseñanza superior y los diplo bros electrónicos no conocen 'ní vísperas de fiesta ni cansan
mados de las escuelas técnicas medias (5). · · .... , .. cio; son insensibles tanto al frío como al calor y nada puede
distraerles de su tarea ni siquiera la chica bonita que pasa,
rií tampoco las preocupaciones personales.» Es verdad que el
La. automaclón en la Europa oceídental
escrúpulo hizo decir al autor de esta desagradable compara
ción que una parte de los obreros despedidos por la nueva
En los países índustrializados de la Europa occidental, la
máquina había sido afectado a misiones de control y que
automación tiende a generalizarse. La Alemania Federal y Sui
algunos eran reemplazados por ingenieros. Esta nota final, en
za han introducido números postales con vistas a una próxi
letra pequeña, daba una información veraz pero incompleta:
ma automatización; la falta de personal cualificado hace nece
la disminución real del número de puestos de trabajo, en tal
saria esta transformación. La industria alemana del Rin re
caso, es del 90 %.
curre a los equipos más costosos por carecer de mano de
En Suiza, In industria, que está muy dispersada y trabaja
obra. Si la firma de automóviles Borgward se ha declarado en
sobre todo en pequeñas series, permanece aferrada a las for
quiebra afectando a 18.000 obreros es porque, según se dice,
mas tradicionales de producción. Por el contrario, toda la red
creyó que podría mantenerse, con métodos de trabajo anti·
telefónica, que comprende más de un millón y medio de apa
cuados, frente a una empresa con un elevado grado de auto
ratos, está automatizada desde 1959. No se encuentran más
matización. En Francia e Italia la nueva técnica penetra en la
que dos o tres empicados en las grandes centrales eléctricas,
industria por las mismas razones que en otros países: es in
excavadas muy a menudo en la roca: en el exterior, de todas
suficiente el número de obreros competentes mientras que
rnanerass'numeroso personal técnico y administrativo trabaja
un excedente de mano de obra vegeta en tierras no rentables
en oñcínas. En Pallazuit, en la carretera del Gran San Ber
o en viñedos que no encuentran mercado. Es así como he
mos visto a la Régie Renault enorgullecerse de poseer en Pa nardo, una central completamente automatizada no tiene ni
rís «el taller U 5, uno de los más automatizados del mundo». siquiera guardián. El paro o la puesta en marcha de los gru
En 1959, los periódicos publicaron un costoso anuncio en el pos ..~•lurbinas se realiza por telecomando desde la fábrica
de Orsieres, situada a 7'5 Km. de distancia y 1.000 metros más
aba~, en el vaJle. Este sistema suprime las molestias del es
14) G. Hartrnann : «¿Se interesa también la Unión Soviética tablecimiento de un personal a gran altura, pero pensamos
por la automación? ... Revista ccvnóniica y social, Lausana, 1961,
XIX. 4, p. 366. ,. que al generalizarse tendría repercusiones en el empleo.
t5) Se ha dioho qu,c el plan scptcnal, basado en un censo En Francia se maravillaron de que la locomotora BB 9003
defectuoso . en '1959, ha subestimado In población total, que debía pudiera tirar, en 1955, de un tren especial de 1.800 toneladas
elevarse a 2.'0 millones en 1965. es dccrr. 10 millones/ más de lo
previsto. por ruando a distancia, sin que ningún agente estuviera a bor
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: Mientras tanto, gracias a una feliz coyuntura, gozamos de ple·
do; esta hazaña de la técnica ferroviaria no es más que un
ejemplo, que ha permanecido a nivel experimental, de la mo no empleo y, algunos países de Europa occidental, de super·
dernízación operada en la S.N.C.F. (6). Las siguientes cifras empleo. Pero algunos indicios hacen pensar que con el perfec·
pondrán de manifiesto la elevación de productividad, de 1946 cionamiento técnico, ocasionado por la competencia interna·
a 1961, en esta vasta empresa nacional. Por una parte, el trá cional, vamos a conocer a nuestra vez, si no tomamos las ne·
fico, expresado en unidades de recorrido (viajeroskilómc cesarías medidas, no solamente dificultades crecientes en Jo
tro + toneladaskilómetro) ha pasado de 67'5 a 92'1 miles de que concierne al reclutamiento de personal cualificado, sino
millones. Por otra parte, la racionalización y la mecanización también el sorprendente paro que sufren los Estados Unidos
del trabajo han permitido reducir de 490.000 a 349.000 el nú desde 1957. Dejando para un capítulo ulterior la cuestión del
mero de empleados: eso significa que 140.000 agentes han empleo, vamos a intentar definir brevemente las nuevas ex i·
sido despedidos o jubilados sin ser reemplazados, en quince gencias que la automación parece imponer a los trabajadores.
años. Apresurémonos a decir que la operación ha podido efec
. tuarse sin demasiada extorsión gracias a la expansión de la
y
economía francesa a la prudencia de ]os dirigentes.
¿Qué sucedería, no obstante, si el conjunto de la industria
se adentrase demasiado de prisa en esta vía? De hecho, en Eu
ropa no hay que temer esta eventualidad pordel momento,
porque el desarrollo técnico y la organización del trabajo es
tán todavía lejos del nivel alcanzado en los Es tados Unidos .
1
112 113
~AP{TULO VII
encuentra un empleo satisfactorio. La situación es distinta entre los operadores y el mando intermedio» ( 1 ). La recten te
para los que permanecen. en su puesto; unos ascienden de ca experiencia indica no obstante que la proporción de estos úl
tegoría Y otros descienden. En la clasificación de las cartas timos va a elevarse, y que a los primeros se les pedirá un ma
por eje~plo, se tenla que recurrir hasta ahora a empleados yor grado de cualificación. Esto sucede ya en las cadenas
que. t~v1er.m extensos conocimientos geográficos, aptos para automatizadas de la industria automovilística, en las rcíinc
de~1dir con conocimiento de causa el camino quedebería se rías y en las centrales hidroeléctricas. A menudo el control
~1~ cada envío. La introducción del número postal ha sim de las señales es tan arduo como la conducción de una loco
phl icado ya este trabajo. Con la clasificación mecánica, cuan motora; entonces no se puede permanecer en tales puestos
do se presenta cada carta la operadora no tiene más que pul más de algunas horas sin peligro. Siempre se necesita una
sa: el botó~ correspondiente a la cifra que ha visto. Se llega atención muy viva, capacidad para juzgar y una compren
ast al es~ac!io del más i.rritante trabajo parcelario. Pero el ojo sión global del proceso ,;e fabricación, que supone numero
electrónico, ya perfeccionado, va a suprimir esta codificación sos conocimientos técnicos. «En la casa Rcnault, escribe
~~ual: es la automación completa, con la que unos pocos M. Rustant, se exige del personal de entretenimiento que sea
vigilantes van a controlar un despacho cien veces más rápido polivalente: el electricista debe poseer nociones de mecánica
del correo. De ello resultará una disociación del personal en y el encargado del suministro puede ignorar cada vez menos lo
cargado de aparatos automatizados, Este régimen existe en concerniente a la elcctricidad.» En una fundición automatiza
tre nosotros desde hace ya mucho tiempo en la industria tex da, dice la Unesco, el operador consagra el 50 % del tiempo a
til '. Unos reguladores sin cualificación van y vienen entre má la vigilancia, el 20 % a la dirección del proceso tecnológico,
quinas en las que millares de lanzaderas dan vueltas incan el 15 % a tareas de ejecución y el 15 % a medidas, informes
sablemente sobre sí mismas. Cuando una de estas últimas se o cálculos analíticos.
detiene, basta a menudo con un toque dado con el pulgar hu La pérdida de cualificación del trabajo parece no ser en de
medecido en saliva para unir un hilo roto y volver a poner en finitiva más que un estadio ocasional y transitorio hacia la au
marcha la lanzadera. No obstante, se producen frecuentemen tomatización. El efecto más evidente de ésta es el desplaza
t~ s.ituaciones más delicadas; entonces es necesario un espe mieJ}~geográfico y profesional de los obreros, que lleva con·
cialista con su caja de herramientas y su habilidad de mecá sigo Ja suplantación progresiva, en el proceso de fabricación,
nico. de la mayoría de los trabajadores no cualificados en provecho
En Francia.r la encuesta de Pierre Navillesobre L'automa de una élite de responsabilidades que provienen a menudo del
tion et te travail humain, efectuada en 195759 en ciiversos sec per5iqnal de base y a los que en adelante se paga por meses.
tores ind~striales, puso de relieve que «el 80 % ~~l personal La' distribución de la mano de obra en las refinerías Shell
que trabaja con las máquinas automáticas más rtÍ'odernas en Becre, cerca de Mansella, nos da ya una idea de las tendcn
las ramas estudícdas está compuesto por variedacles de obre d\s del empleo en una empresa parcialmente ~utomatizad~:
ros especializados», y por lo tanto sin una tormacíón general. se contaron recientemente 35 peones, 69 obreros «especializa
No obstante, el autor observa que estos obrerosrespeciallza dos», 362 profesionales, llamados O. P. y 91 operadores cspc
ios eran mandados por «jefes de equipo, vigilantes, I
contro
ladores y personal de entretenimiento. los cuales logran una
(l) Ediciones del Centro Nacional de investigación cicnt íf ice,
clara elevación de categoría que les sitúa a mitad de camino París, 1961, pp. 707 y 712. ·
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salir por la noche. Una publicidad insensata, cuyo presupuesto tornan. Resulta afectado por las transformaciones que se or i
anual se eleva a 14 mil millones de dólares, excita todos esos ginan en su trabajo, el cual absorbe todavía la mayor parte de
deseos. Recientemente, la American Telcphone and Telegraph su. tiempo y de sus preocupaciones. Sólo en raras ocasiones
r
¡1 Company ha iniciado una vasta campaña publicitaria para per llega a dominar con maestría las nuevas técnicas de su oficio.
!1 suadir a las mujeres para que tengau en su casa tres teléfo Los organizadores y los propios jefes quedan desbordados. La
1
nos, el primero en el pasillo, el segundo en la cocina y el ter demanda de productos nuevos llega a ser· imperativa, mien
cero en el dormitorio. El slogan escogido recurría a la envi tras que el aparato de producción está entorpecido: hay que
dia de unas y al orgullo de otras: «She's so lucky ... has 3 amortizar el antiguo utillaje, reorganizar las empresas, modi
phonesl»] :·1, ,. ficar las rutinas del trabajo, liberarse de todo conjunto de
I Observemos que en Íturopa y en los países en vía~ de desa convenciones, de reglas y de leyes anticuadas. Las estructuras
rrollo, las masas ciudadanas, y también las ruralesJo sueñan económicas y sociales, que necesitan tiempo para constituir·
sino con un confort material semejante. La alimenfhción, ba se, se transforman también con lentitud. A la sed ele bienestar
sada todavía hace cien años en el consumo de panj' patatas, y de novedad, la invención responde más ele prisa ele lo que
se ha diversüicado y enriquecido considerableme,,ie en los haría falta: crece la distancia entre la potencia de los unos
países industrializados/ A pesar de ello, y como #nsecuen y la debilidad de .os otros. El progreso técnico exige inver
cil, de la baja de precios y la elevación de la ren~} la parte siones enormes y conocimientos cada vez más numerosos: son
d~,gasto familiar que se destina a Ja alimentación, que era escasas las empresas o los pueblos que pueden disponer de
anfes del 7j %, se ha reducido al 44 % en Italia, al 30 % en ellos según les conviene. Los más ricos son incluso los que
Bélgica, al 26 % en Suiza, y al 24 % en los Estados Unidos. tienen más dificultad en procurarse los colaboradores indis
Ya· Engel lo dijo el siglo pasado: a medida que el nivel de vida pensables. En efecto, la incapacidad de muchos hombres para
se eleva, hay un desplazamiento del consumo, que va del sec llevar a cabo las tareas ele la producción moderna explica el
tor de la simple subsistencia hacia el sector que podríamos hecho, sorprendente a primera vista, de que los países que
llamar de la civilización. En Suiza la parte de renta destinada han estado desde hace mucho tiempo mejor dotados en inge
a educación, seguros, cuidados corporales, vacaciones y des nicrqs ·~ técnicos son precisamente los que hoy sufren más
plazamientos, ha pasado del 16'4 % al 38'3 % en los obreros, la penuria de empleados que puedan ejercer una función de
y de 18'1 % al 40'3 % en los empleados, de 1912 a··1963. Esta dirección y de obreros cualificados, lSolamentc se le ha en·
proporción media de más de la tercera parte del gasto famí centrado una salida a esta contradicción: construir más má
liar consagrada a fines que sobrepasan la necesidad inmedia qui1.\ª''Y racionalizar más la producción. Es un círculo vicio·
ta, es indicio del cambio radical que se está operando en la soa1 cual parece ditícil escapar. /
manen, de vivir. Al igual que el progreso técnico, del que es \
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cializados. Eso representa una proporción del 78 % de cuali mico de uno de los mayores bancos americanos advierte a la
ficados en el personal de taller. En los Estados Unidos, el se nación que « todas las empresas están amenazadas por la re·
cretario de la Comisión nacional de empleo de jóvenes ha conversión de su personal». La nueva alineación se hace hacia
dado un ejemplo límite de la transformación que se está ope arriba, y no hacia abajo. Bajo la influencia del progreso téc
rando en la Industria.jSe trata de una fábrica de vidrio com nico, la propia naturaleza del trabajo cambia rápiclamen te.
pletamente automatizada, cuyo nombre no ha siq,"O revelado, Por una parte, la simple labor ele ejecución deja lugar a la
y que podría producir' el 90 % de las bombillas ~~e se nece construcción, al control y al entretenimiento de las máquinas.
sitan en todo el país, el 100 % de los tubos de rá'.dio y tele Por otra, se ven extenderse por todos los sitios los servicios
visión, sin contar el surtido de adornos requerido,para todos de compra, de distritiución y de venta, mientras se multipli
los árboles de Navidad. Ahora bien, esta empresa .J ocupa en can las tareas de organización, de investigación y de ense
t.égimen de pleno funcionamiento, al lado de sus'rnumerosos ñanza.
~pipleados técnicos y administrativos, más de c~~orce obre Conviene que demos algunas cifras concernientes a esta
~ps, todos ellos controladores de máquinas. :.: reagrupación profesional que es la consecuencia más visible,
f: En su comentario, 'este último autor decía: «Se puede du en los Estados Unidos, de la generalización del maquinismo.
<lar de que sea necesaria una educación secundaria superior El cuadro que insertamos a continuación. establecido por el
para vigilar cuadrantes y pulsar botones. Hay que saber, no Departamento <le Comercio americano, da la lista de las in·
obstante, que las empresas dudan en confiar el control de apa dustrias y actividades cuyo personal se ha reducido des de
ratos costosos a operadores que no les parecen seguros. Aho hace una veintena de años en los Estados Unidos:
ra bien, el nivel de instrucción les parace un índice de res
ponsabilidad válido. Está claro, en todo caso, que la era de la
automación no ofrece ninguna oportunidad a los peones sub Sectores en los que el empleo está en baja en los
instruidos» (2). Estados Unidos ( 19·11·59)
Otro corresponsal, hablando en la misma ocasión en nom ==================<======;:===============,;===========
Total <le empleos Disminución
bre de la National Education Association, declara que la habi I,
,, 1
(3) E. Clanuc: «Las consecuencias sociales y económicas de (4) J. Weiller: «economic politiquc el soclologíc économiquc»,
la automatiza;ión». Svnopsis, revista de l,1 Oficina belga para el Traité de soclologie, editado 1)0r Gurvitch!. París. 1958, t. I. p. 371.
crecimiento de la productividad. Bruselas. 196.'\, n," 68, p. 6. (S) Revista Realités, París, enero 196:>, p. 33.
123
122
~1obre la amplitud delos trabajos necesarios solamente para La parte de recursos naturales ya no aparece, debido a que no
mantener situaciones, incitaciones y consumos necesarios cambia apenas y tiende a ser prácticamente despreciable. En
para la humanidad, 'y que el medio natural daba gratuita cuanto al capital, representado por el creciente volumen de
mente ... , para llm.ita.~ los ,~.re~.i~1;1;tes incOJl'f~Di~~.t{¡.1~el~ido, utillaje y·de equipo físico, su importancia relativa disminuye
de las radiaciones, de las poluciones engendrádas por'~~inedio enfavor de la del trabajo. Queda un margen entre la aporta·
técni.co... , para ?rose.guir, finalmente, el ~~vimifp~p.ft.~rpro: ción aumentada de los tres factores (inputs¡ y el aumento to
moción económicas (6). Parafraseando el comentáfío de,Álain tal de la producción {output): es el aumento de la produc
~ue hemos citado más arriba, diremos «que ri.~ h;y 'creci~ tividad. Ahora bien, esta última debe ser asimilada al traba·
~iento de productividad sin inmensos trabajos'!,;'. Esta tesis jo, pues es el fruto indisociable de la aplicación y del ingenio
~tá verificada por el reciente análisis de los factores del cre humanos. He aquí los porcentajes establecidos por E. F. De·
cimiento económico y del desarrollo. D: una obra publicada nlson para el período 19291957, comparados con los que Ken
en 1962 por E. F. Deriison, sobre Las f uentcs del crecimiento drick y Kuznets calcularon para el período 19091929:
económico en los Estados Unidos, vamos a recordar algunos
porcentajes que demuestran que desde 1929 en este país au Análisis de la tasa de crecimiento de la renta en los
menta regularmente la contribución del trabajo a la renta na Estados Unidos (%)
cional, en la medida en que disminuye la parte de factores : J')()f).29 1 1929-57
materiales, tierra y capital (7). Crecimiento ele la renta nacional 1. ···'
1 100 : l 100
Fuentes ele renta en los Estados Unidos ·¡ % ) ·· ;1· · .
=====;===s==:::¡===== . ······ .. T. Contribución del trabajo .
Años Trabajo Tierra Capital Aumento ele! número de horas de ·
·· ·· .. .1',
192933 69 6 25 M~ji~~irm~~·ió~. ·~;~~¡;·;. ·a~i. ·t~~b~: 27
193943 72 5 23
194953 75 3 22 . Mfsd~~pe·;¡~~~¡·~·. d~·¡. ·¡;;i,~i~d~~·.: : 11
2
23
4
195458 77 3 20 1 '
JI. Recursos naturales .. o o
Según E. P. Denison, op. cit., tabla 4, p. 30. lll. Contribución del capital 23 15
Mejor equipo de las empresas 1? 13
,Mejor alojamiento de los trabaja· ,
La evolución es todavía más asombrosa si analizamos la ··' 'dores . . . . .. . . . . . . . . . . .. . . . .. .. . . .. .. . ... . . . . ·1 2
contribución de los tres factores tradicionales no ya a la for IV.,
., Crecimiento de In productividad . 2? 31
rnación de la renta, sino al crecimiento anual de esta renta. Migración ele la granja a la indus
tria . 2
Racionalizaclón y extensión de los
mercados . io ')
(6) J. Fourastié : Les 40.000 heurcs, Laffont, París, 1965, p. 218. Progreso de la ciencia y de la téc
'
i (7) E. F. Denison: The Sources o/ Economic Growth tn tire nica . 20
e United States and the A/ternatives Be/ore Us, Committee for Eco
nomic Development, Nueva York, 1962, 297 pp. (cuadros reprodu
·· ...
Según E. f. Dcnison, oµ. cit., labia 32, pp. 266·268.
cidos con la amable autorización de los editores). ··
124 125
Denison y otros autores americanos han llevado el análisis
de los factores de crecimiento más lejos de lo que es nece
sario hacerlo aquí. Por Jo que se refiere a la contribución del
trabajo, han tenido en cuenta a la vez la reducción de los ho
rarios y la mayor eficacia del trabajo ejecutado en un tiempo
más corto. Han intentado valorar la parte de crecimiento de CAPÍTULO VIII
la productividad debida a una mejor utilización de los recur
sos naturales, a la mejora tanto de las técnicas de dirección PARO Y HUELGAS EN LOS ESTADOS UNIDOS
como de la calidad del utillaje, etc. Lo que queremos hacer
observar es solamente el hecho de que el desarrollo, en la so
ciedad más industrializada del mundo, es atribuible en un Durante mucho tiempo, después de la guerra, los américa
85 % a lo que Alfred Sauvy llama «la aptitud de los hombres nos han temido la vuelta a los años de intenso paro que ha·
para forzar a la naturaleza», es decir, esencialmente a la labor bían sucedido al desastre de 1929. Recordemos que todavía
y al saber humanos. Ahora bien, esta proporción no parece en 1940 contaban con un 14 % de población activa sin trabajo.
que haya de cambiar de una manera notable en el porvenir, a Pero en 1955 el economista Peter F. Drucker les sorprendió
despecho de los progresos de la automación. Para el período al declarar en el Harper's Magazine, periódico no especializado
19601980, que estamos estudiando, E. F. Denison prevé sola· y muy leído entre el público culto, que los Estados Unidos
mente un débil aumento por parce de la productividad en la debían esperar una penuria más bien que una superabundan
tasa de crecimiento (34 % ), compensado por un ligero des· cia de mano de obra: por una parte, el crecimiento dernográ
censo por parte del trabajo bruto (51 %). Eso da c~mo resulta· fico acentuado sobre todo en las edades no activas (niños,
do el mismo total del 85 % para los factores humanos, per adolescentes y ancianos), y por otra parte, el incesante au
mar.eciendo en el 15 % la parte del capital, es decir, el equipo mento de las necesidades en los consumidores, y finalmente la
material. Estos factores humanos, indudablemente, están ani insistencia de los sindicatos en reducir la duración de la jor
126 127
r· . ······
1950 y <le 464.000 mi!¡l.ones en 1959, se elevó aún a cerca di! industria automovilística, importantes contingentes de obre
550.000 millones en Í962 para alcanzar los 624.000 millones ros hubieran sido despedidos. Prr eba de ello es que los des
en 1964. Indudablemente la producción industrlal.ha marcado pidos han continuado a pesar de la recuperación. En 1962 más
e~ paso hasta el nuevo impulso provocado en 196~ por el pre de 300.000 cbreros, de un total de 6 millones (2 % de la mano
sidente Kennedy al bajar los impuestos. No hay;[que olvidar de obra industrial}, perdieron su empleo por el único hecho de
<JUe las salidas al exterior se restringen y que eli.fuercado in· la mecanización del trabajo. En el conjunto de la economía,
~erior no puede estar siempre sociíitado. En ni{Íguna parte en 1963, los progresos de la técnica y la organización han oca
~el mundo tienen las familias tantas facilidade~~ según una sionado, según las estimaciones de dos expertos americanos, la
~ncuesta de 1963, de la que hablaremos más adelante, el 60 % supresión de 1'4 o de 2 millones ele empleos ( 1 ). Es por eso
eran propietarias de su vivienda: (aunque con fuertes hipote por lo que el paro de 1958 no ha terminado: nosotros lo pre
cas), el 91 % tenían al menos un aparato de radio, el 87 % un dijimos, en el momento culminante de esta crisis, el 30 de
aparato de televisión, el 78 % un coche y el 22 % dos coches abril de 1958, en Lausana, en un informe presentado a la asam
(había 62 millones de automóviles para una población de 1S6 blea anual de la Cámara de oficios de Vaux (2).
millones). Aún mas, el 35 % de los jóvenes de ambos sexos; de Peter Drucker no estaba equivocado al afirmar, en 1955,
18 a 22 años de edad, tienen el privilegio de poder dedicar que el gran problema de la segunda mitad del siglo xx en los
todo el día a estudiar, antes de entrar en la vida profesional. países industrializados, sería el de la penuria de trabajadores.
¿Por qué no consigue esta economía tan próspera dar trabajo Pero la evolución de los acontecimientos ha demostrado que
a esos parados que representan todavía del 5 al 6 % de la po había que precisar y decir: trabajadores farmados. La expe
blación válida y deseosa de trabajar? riencia demuestra que la mayor parte de los que han tenido
Para ello hay sin duda razones económicas y sociales. Si las que abandonar sus antiguas ocupaciones, condenados por el
clases acomodadas y medias están, a juicio nuestro de euro maquinismo, no consiguen, como suele decirse «reclasificar
peos, sobresaturadas de comodidades, queda una minoría de se». Es el precio que hay que pagar por el progreso técnico.
familias, que comprenden 15 millones de personas, que no Efectivamente, este último crea nuevas posibilidades de tra
tienen ni coche, ni televisor, ni lavadora, simplemente porque bajo a medio y largo plazo. El ejemplo clásico es el de la in·
su renta es insuficiente o porque el alquiler que pagan es abu vencíón 'd~l automóvil que da hoy de comer entre la cons
sivo (este último caso es el de los negros y portorriqueños en truccióri y el entretenimiento de los coches y calzadas, el apro
las grandes ciudades}. A estos «pobres», el plan Johnson inten visionamiento de carburantes y el alojamiento de turistas
ta dar recursos más abundantes, lo que aseguraría, además del a un suizo de cada treinta, a un francés ele cada dieciséis, a
bienestar de los interesados, un nuevo auge de la demanda un i~glés. de cada doce y un americano de cada siete. Tarn
global de bienes de consumo. Pero el meollo del problema blén es verdad que a corto plazo el progreso técnico y la ra
no está ahí. La crisis de 1958 ha presentado un aspecto tecno •• '
lógico bastante nuevo: la principal causa era el reemplaza·
(1) US News and World Repon, Nueva York, junio 24, 1963.
miento demasiado rápido del hombre por la máquina. El he· Informaciones y documentos, Centro cultural americano, París,
cho de que haya habido que malvender algunos productos no n.• 184, p. 27 (!.~ de julio de 1963).
ha sido más que un factor agravante, pero secundario. Inclu (2) P. J.: «Récession et chórnage aux l!tatsUnis», Beruj sbe-
ratung und Beru] sbildung, órgano de la Asociación suiza para la
so si no se hubiera producldc el marasmo en las acerías y la orientación profesioual, Zurich, XLIII, JO, p. 170 (octubre de 1958).
128 129
9
,
t.!. •
cionalización que le acompaña engendran esa calamidad indi todos los meses que hay de 5 a 6 % de jobless, lo cual des
vidual, familiar y social que es el paro llamado tecnológico moraliza a la nación y la desacredita en el extranjero, el go
0 estructural, y que nosotros designaremos más bien como bierno debería insistir más en la hazaña que supone, en una
cualitativo porque alcanza sobre todo a los obreros menos comunidad tan grande, el empleo constante y ampliamente
cualificados. En las familias obreras del MiddleWest ameri remunerado del 95 % de las personas en edad y con capacidad
cano, cuando el padre está en paro es la hija, vendedora para trabajar. Por otra parte, se preguntan. ¿hasta qué punto
o mecanógrafa, la que gana dinero para todos. De ello se de son acertadas las estimaciones oficiales del paro? Los criterios
riva un penoso conflicto de generaciones: los trabajadores sobre el mismo son demasiado amplios, en comparación con
de edad, insuficientemente formados y demasiado aferrados aquellos a los que están acostumbrados los europeos. Estos
a la rutina de su antiguo oficio resultan sacrificados. Por otra últimos se forman desde ese momento una imagen de los Es
parte, la industria ya no recluta nuevos obreros, lo que per tados Unidos que no corresponde a la realidad. Es la prepara
judica a los jóvenes, y el sector de servicios expulsa a su vez ción y la movilidad de los trabajadores lo que, i:>n todo caso,
a gran número de pequeños comerciantes y empleados. Para escasea más: prueba de ello sería que en los mejores oficios
dójicamente, el 15 % de los menores de 25 años no están em se acumulan horas extraordinarias que se pagan hasta el do
pleados, hecho inusitado en los anales del Departamento de ble. Por otra parte, más de tres millones de obreros, sin con·
Trabajo. Debido a ello, el Secretario de Estado encargado, tar a los clandestinos, tienen un segundo empleo regular que
William Wirtz propuso en 1964 prolongar hasta los dieciocho les ocupa doce horas semanales, además de las treinta y ocho
años el límite de la escolaridad obligatoria: «Hay que mandar del horario normal de su profesión.
a la escuela a los tres millones y medio de jóvenes ociosos que Es verdad, responderemos nosotros, que no solamente el
entorpecen el mercado de trabajo». La movilización y el es Tercer Mundo, sino numerosos países medianamente desarro
fuerzo industrial de guerra han modificado poco fa situación. Hados, no ofrecen una ocupación estable, continua y remune
,! radora más que a una pequeña parte de su población: basta
¿Cómo poner remedio n. lns dlstorslones detie:mploo? atravesar por el Sur iá frontera de Méjico para que estalle la
,:,· diferentJa. Si bien debemos alegrarnos de los mayores hori
El malestar de los americanos ante la persistencia del paro zonte~ · que la industrialización ha dado a largo plazo al ern
tecnológico, es significativo. Les vemos hoy muy divididos pleo en 1os países económicamente avanzados. no por eso hay
respecto a las medidas a tomar. Algunos economistas y cier que dejar de intentarlo todo para prevenir y curar los males,
tos grandes empresarios creen que deben acomodarse a la príncípalmente la ociosidad forzada, que engendra a corto pla
situación que hemos descrito. Primeramente, dicen, la des zo ii\ aceleración del progreso técnico. Un economista cana
gracia es buena para algo: esta reserva de mano de obra sin díense, cuyo país sufre las mismas enfermedades <le abun
empico preserva a la economía del recalentamiento y atem daricia que los Estados Unidos, ha llegado incluso a proponer
pera las reivindicaciones, a menudo excesivas, de los sindica que el Estado se encargue definitivamente, a título de pensio
tos. Por otra parte, afirman que se le da demasiada importan nistas, de un millón de trabajadores que se consideran irrecu
cia a las estadísticas de paro al ignorar el hecho de que el nú perables en los nuevos empleos. Sabemos que John Kenneth
mero de personas ocupadas se ha elevado en once millones Galbraith opta por la misma solución, pero solamente en lo
desde 1948 en siete millones desde 1955: en lugar de anunciar que concierne a los trabajadores de edad y con la reserva de
130 131
~·
que este régimen nq; podría ser más que un mal.remedio pro· ington, ante el Comité parlamentario sobre la automación.
visional. Insiste con tanta más fuerza en la nec~~idad de pre· «Acogemos a ésta, decfa Vl:11ter P. Reuther, presidente de los
parar mucho mejor a los jóvenes para las tareas de mañana. United Automobile Workers, como una fuerza mayor de cre
Medidas pasivas, como la subvención legal ,qe los que no cimiento, que comporta la promesa de una mayor abundancia
tienen trabajo, son, en efecto, insuficientes e iriá'decuadas. Es para todos, pero a cor.dicíón de que se haga buen uso de ella.
;!odioso tener que decir que el progreso técnico, fpente evíden Ahora bien es necesario mirar la realidad cara a cara: desde
~ te de prosperidad, debe permitir al Estado ma:i:itener perma hace cinco años, ha supuesto para millones de familias una
~ nenternente a la minoría de trabajadores que ·~ mismo pro enorme carga de pruebas 7 de sufrimientos que podrían ha
<;· greso técnico ha privado de su manera de ganarse el pan. berse evitado» (3 ). En 1964 George Meany, presidente de la
:; Más juiciosas han sido las iniciativas que tienden a hacer po AFLCIO, la organización cumbre del movimiento obrero, no se
. síbles las jubilaciones anticiparlas en caso de pérdida del em mostró menos amargo cor ocasión de una entrevista televisa
pleo. Siguiendo el ejemplo de los seguros privados, el Congre da en que criticaba a la Administración Johnson, Consideran
so americano autorizó desde 1961 a los afiliados a la Seguri do al paro como «el problema capital en el campo socioeco
dad Social para que hagan valer, mediante una reducción, sus nómico», habló de «la tiranía que la automación ejerce sobre
derechos a la jubilación desde la edad de 62 años, es decir, el pueblo americano». Pensemos que los sindicatos mantie
tres años antes de lo previsto. Más de un millón de personas nen equipos de observadores y analistas que siguen las inci
han hecho ya uso de este derecho. En 1962 el 1ob Retraiting dencias de las «novedades tecnológicas» sobre el empleo in·
Bill financió la puesta en marcha de un plan de reeducación dustrial. Et asunto es grave para las uniones obreras que han
profesional de los parados que dio, en cambio, resultados muy perdido dos millones de miembros a causa del paro: desde
. limitados; en 1963 solamente 6!.0vO personas se habían íns 1956, el efectivo total no sobrepasa los 13'5 millones, pues el
crito en esos cursos! El proyecto Kennedy de reducción masi reclutamiento de jóvenes viene justo para colmar los vacíos.
va de impuestos, entrado en vigor en marzo de 1964, parece Los sindicatos hacen a los estadísticos oficiales reproches
haber espoleado la· producción de bienes duraderos, pero contrarios a los del patronato: el disimular notablcmen te la
corno este sector es precisamente el más autorizado, el efecto ext~ión del paro parcial. En el total de personas ocupadas,
sobre el empleo ha. sido mínimo: la esperanza del difunto dthnado por él en 65'5 millones en 1960, Georges Meany no
Presidente de reducir la tasa de paro al nivel, que él juzgaba contaba más que 50'9 millones de trabajadores con jornada
aceptable, del 4 % no se ha realizado. completa, es decir, apenas más que en 1953 (50'2) y 1957 (50'8).
As(,tl número de personas privadas de trabajar más de treinta
De todas maneras, ¿es solamente al Estado a quien corres y'cuf'ltro horas por semana, pero no clasificadas como para·
ponde remediar no tan sólo los males existentes, sino además dos se habría elevado en siete años de 9'3, a 12'2 millones.
adaptar la producción a las nuevas exigencias? ¿No es más 'Todo este cálculo fue rebatido en 1961 por el senador Paul
bien tarea de los dirigentes inclustriales por una parte, y de H. Douglas. para quien la última cifra debería ser diez veces
los representantes de los obreros por otra? De hecho, si unos menor, es decir, l '2 millones. Incluso si J;,. medición acertada
y otros se preocupan vivamente por estas cuestiones, no se
ponen en absoluto de acuerdo en cuanto a la solución del pro
(3) l ssues of the Slxties, Watlsworth. San Francisco, 1961,
blema. Se les vio enfrentarse principalmente en 1960 en Wash p. 21.
132 Ri
.t}
133
1,
está a la mitad del camino entre estas dos evaluacícnes.vla ción eléctrica, en el que reina la mayor penuria de personal,
amplitud del paro completo y parcial parece inquietante. Com exigió la· semana de veinte horas sin reducción de salario. La
prendemos el por qué los sindicatos, en los Estados Unidos·, huelga fue de corta duración, ya que toda la construcción que
tienden actualmente a frenar la automación con todas sus dó inmovilizada en Nueva York. Acordaron una semana de
fuerzas, o al menos a lograr que todo cambio tecnológico en veinticinco horas, es decir, cinco días a cinco horas a la tarifa
las empresas sea previamente negociado con las uniones obre normal, con una hora diaria extraordinaria a una tarifa más
ras. Si bien la intención es loable, no lo son siempre los me· elevada. Los nueve mil electricistas A (que percibían 165 dóla
dios puestos en práctica. Nada ha sido más estúpido que la res semanales con el régimen anterior de treinta horas más
huelga llamada de los «lavabos», que bloqueó sin aviso y du cinco extraordinarias} hicieron un aparente sacrificio al firmar
rante diez días, en septiembre de 1961, la producción de la Ge· un contrato que les aseguraba 161 dólares, pero sabían bien
neral Motors en el mismo momento en que se apuntaba una que las cinco horas que ganaban les serían muy provechosas,
tímida recuperación de la demanda de coches nuevos. Oficial· porque en lugar de pasarlas en sus casas, las dedicarían a un
mente se trataba de mejorar las condiciones higiénicas del trabajo por el que se les pagaría el doble. En cuanto a la soli
trabajo al extender de veinte a cuarenta minutos el tiempo daridad obrera y al interés general del país, del cual Van Ars
concedido diariamente a :los obreros fuera de los descansos, dale ha querido hacerse campeón en este asunto, vemos bien
par ir al W. C. En realidad, bajo todo aquello no había más Jo que se ha hecho de ellos: mientras que el salario semanal
que una prueba de fuerza, ., llevada a cabo según una táctica medio de todos los empleados y obreros por cuarenta horas
nueva: con pretextos fútiles, atacar sucesivamente a.Jas ma de trabajo era entonces de 96 dólares, los electricistas de
yores empresas en vez deal"· conjunto ele la industrias ',
Nueva York han podido asegurarse una renta de 200 dólares
!
' si les place trabajar de treinta a treinta y cinco horas por se
mana. Y eso es el doble del sueldo medio no solamente de los
La pujanza. de las huelgas .,
. , ~. obreros, sino también de los profesores de Universidad en los
Vemos hasta qué punto se ha elevado el nerviosismo de Estados Unidos.
los dirigentes del sindicalismo americano. «Si seguimos pro· Había "~e esperar que los otros cuerpos de especialistas
ducisndo cada vez más con un número cada vei· menor de Nucvd York exigiesen ser tan bien tratados como los elec
de obreros, dijo George Meany, tendremos que reducir las tricistas. Los tipógrafos, miembros de la más antigua de las
·:.
horas de trabajo sin disminuir los salarios: si eso significa la Uniones americanas se lanzaron a la gresca antes de Navidad,
semana de treinta horas o incluso menos, adoptérnosla.» Esta justa11]~P1t~ al comienzo del período de las fiestas y de los
pujanza tienta fuertemente a los pequeños sindicatos de es saldos que proporcionan a los periódicos sus mayores anun
pecialistas que saben que su ausencia en una cantera o una cios p\l'blicitarios. Según la nueva estrategia, la emprendieron i.
empresa pone inruediatarnente Iin a tocia actividad. Es así con los diarios más importantes y pidieron 18 dólares de au
como en Nueva York, Harry Van Arsdale, presidente de la mento por semana, siendo que el salario medio de unos 3.500
Unión de electricistas de la categoría A, obtuvo por sorpresa interesados era de 160 dólares. El patronato hubiera podido
de un patronato u astornado, en enero de 1962, uncontrato aceptar y hacer repercutir en el público la carga suplemen
único en el mundo. Pretextando las amenazas del paro tecno taria, como lo había hecho en el transcurso de estos últimos
lógico, que sin embargo no exlstía en el campo ele la instala años, con ocasión de las grandes huelgas del acero o del auto
134 IJ5
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móvil. Pero esa vez los empresarios se pusieron firmes, te· quienes no dejaron de soportar una considerable pérdida tic
.miendo que se desatasen nuevas huelgas en serie en caso de salarios. Un conflicto del mismo género, pero mucho más ge
)dctoria de los tipógrafos. No obstante, después.de ochenta y neralizado, dificulta desde hace años la situación competitiva
~iete días la propietaria del New York. Post, periódico de gran de los ferrocarriles americanos frente al transporte por ca
~iirada especializado en crímenes y escándalos, anunció que rretera y el aéreo. Para poder mantenerse, las compañías,
cedía, y veintisiete días más tarde, en abril de 1966, terminó que están vigiladas por los Estados, pero no subvencionadas.
la huelga. Más de veinte mil personas ajenas al conflicto ha han introducido numerosas innovaciones técnicas y admi
bían perdido sus medios de ganarse el pan durante este tiem nistrativas, privando de empleo, al igual que en Francia, :1
po, sin contar a todos los que habían visto su renta disminuir un elevado número de agentes: 750.000 en dieciséis años, de
por el hecho de la ausencia de periódicos; comerciantes, em 1947 a 1963. Sin tener en cuenta el hecho de que la tercera
presarios de espectáculos, etc. Esta loca aventura, funesta parte de esos despidos eran debidos aparentemente al des
tanto para el país como para las dos partes directamente censo del tráfico más bien que al perfeccionamiento técn i
afectadas, no ha sido más que una semivictoria para los sin co, los sindicatos ferroviarios hicieron huelga tras huelga
dicatos: obtuvieron la promesa de dos aumentos sucesivos de durante todo este período. El desorden fue mantenido por
(; dólares, con un año de intervalo, y una semana de treinta las vacilaciones de las autoridades de vigilancia quienes, a
y cinco horas de trabajo en vez de treinta y seis. A decir ver menudo por razones electorales, se opusieron a las medidas
dad, el motivo fundamental de este conflicto no era pecunia de racionalización, retardando una reorganización general que
rio: con 160 dólares semanales una famílía puede vivir muy al parecer no puede tardar. La situación es precaria también
bien en un pabellón con jardín en los alrededores de Nueva en las minas de carbón, donde el empleo ha bajado de
York. Lo que se puso en juego fue primeramente la vanidad: 419.000 unidades en 1947, a 180.000 en 1959. Gracias a que la
\In tipógrafo no quería estar en inferioridad de condiciones productividad se ha duplicado en el mismo período los mi
con respecto a un electricista. Aún más, fue el temor a la au neros tienen los salarios obreros más altos de los Estados
tomación el que ocasionó esta impremeditada huelga. En Unidos, pero saben que su porvenir, lo mismo que el ele las
efecto, los tipógrafos saben que las agencias de prensa pron empresas, está comprometido.
to dejarán de solicitar de los periódicos la redacción de tex '¡odtls estas experiencias deberían conducir a menos in·
tos; les enviarán bandas perforadas que pasarán directamen transigencias por una y otra parte. ¿Hay que admitir que la
te a las máquinas de imprimir. convención obtenida por Walter Rcuthcr ele los dirigentes de
la Chrysler, y después de Ford y de la General Motors en oto
Todavía en 1963 en Houston, Tejas, se advirtió a los sin· floAe'' 1964 sea, como él lo ha proclamado, «el acuerdo más
dicatos que la automación podría hacer pronto ineficaces los importante en la historia del movimiento obrero americano?»
golpes de fuerza de los descontentos. Durante un afio ente Potemos dudar de ello. Ciertamente, las ventajas concedidas
ro, los obreros de una'\ empresa petroquímica habían hecho al personal son extraordinarias: aumento repentino del sala
huelga para protestavrcontra la supresión de algunos puestos rio por hora en más de medio dólar, pensión de 400 dólares
de trabajo. Por fin t~vieron que ceder porque .los ingenie al mes, desde la edad de sesenta años para los obreros que
ros y los empleados consiguieron hacer funcionar la fábrica tengan al menos treinta años de servidos, etc. Ahora bien,
sin interrupción por sí solos. Se apaciguó a los .huelguístas, todo eso no hará más que acelerar la automatización y los
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despidos por causa tecnológica. Se llega a hacer de los sin so, crean nuevas ocasiones de empleo y de ganancia. Hac,e
dicatos de ciertas ramas florecientes de la industria una es falta agilidad y discernimiento para ejecutar la política, segu
pecie de aristocracia próspera, pero cada vez más restringida, ramente legítima y no puesta en duda por nadie, que tiende
mientras que la inmensa mayoría de los asalariados del país, a disminuir la duración del trabajo en la medida en que se
organizados con menos fuerza en actividades menos remunera eleva Ja productividad.
doras, apenas podrán librarse de los hardships and sufferings Más cauto esta vez que su colega Meany, el presidente Wal·
atribuidos a esta automación y tan elocuentemente evocados ter Reuther propuso en el verano de 19ó2 que las empresas.
por W. P. Reuther en 1960. De nuevo será el consumidor el que asistidas por el gobierno y los sindicatos, asegurasen la pro
deba pagar la factura en último término, ya que los precios moción general de las masas obreras preparándolas para las
tendrán que bajar para favorecer la exportación. Ahora son actividades terciarias. Evidentemente, a largo plazo es la úni
los obreros metalúrgicos, les Steel Worki~rs, cuyo número ha ca solución posible al paro tecnológico en los Estados Unidos,
disminuido mucho deslíe la famosa huelga de los ciento die del mismo modo que el paso de la agricultura a la industria
ciséis días, en 1960, Jo/que obtienen nuevos aumentos: es un fue la solución al empobrecimiento del campo. Pero la real i
feudalismo que emerge en el mundo americano. En 1964 un zacíón de tal proyecto tropieza en los primeros tiempos con
sindicato de pintores neoyorkinos venció por tres puntos a los obstáculos que a menudo son insuperables. La reeducación
tipógrafos al asegurarse una semana de treinta y,:,dos horas de los parados de má~ de cuarenta años ha resultado decep
sin disminución de salario: el juego del "trabajo negros va a cionante, incluso cuando se trataba de una simple transfe
ampliarse. rencia a una actividad próxima a la que había tenido que ser
abandonada. La instrucción escolar o profesional de la ma
La eoncllíación es posible yor parte de los obreros de la industria americana es tan so·
mera que difícilmente permite una nueva cualificación técni
El presidente Johnson, al igual que su predecesor Kenne ca y aun menos los desplazamientos en el campo de los ser
dy, se ha opuesto abiertamente a la disminución general y vicios o de las oficinas. ¿ Se sabe que el S % de los adultos son
forzada de la duración del trabajo que George Meany pide con ,.
todavíailetrados
. en los Estados Unidos?
insistencia desde hace años: según el jefe de la central sindi Sdlamente la nueva generación todavía no está suficien
cal, la semana legal de treinta y cinco horas liberaría de cin temente preparada podrá pasar al sector terciario y ser útil
co a seis millones de empleos. Ahora bien, se reconoce que las en él. Como quiera que sea, la formación profesional sigue
medidas obligatorias y sistemáticas de esta clase logran muy siendo ~l único medio válido y duradero para remediar el paro
a menudo un fin contrario al que se proponen. El paro no al tecnólógico. Nosotros lo hemos afirmado en muchas ocasio
canza más que a ciertos sectores, mientras que otros sufren nes desde 1954. En el mismo año, el economista Simon Kuz
penuria de mano de obra. Las dificultades de estos últimos net~• daba la siguiente acertada fórmula: « El capital más irn
aumentan con ocasión de tales intervenciones, sin que los portante de un país industrialmente avanzado no ~s su equipo
primeros resulten verdaderamente aliviados. Aún más, al pa material; es más bien, por una parle, el conjunto de los cono·
ralizar las industrias en expansión y las etapas que animan cimientos adquiridos en experiencias seguras y, por otra par
la vida profesional, se agrava el paro en Jugar de disminuir te, la capacidad de la poblacíón para utilizar eficazmente estos
lo, ya que los sectores activos. situados en cabeza del progre conocimientos».
138 139
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dad de conservas de carne Arrnour, de Chicago, en el acuerdo Dado que la actual revolución tecnológica ocasiona en los · ÍI
que firmó el 10 de septiembre de 1961, con los sindicatos de la Estados Unidos la eliminación de un elevado número de obre 1
1
alimentación. Los 15.000 obreros de esta compañía tienen aho ros industriales y de empleados de oficinas (se habla menos
ra la seguridad de recibir, si hay despido por causa tecnoló de estos últimos porque rara vez están sindicados), algunos
gica, no solamente un preaviso de tres meses, sino también, piensan que se debería obligar a las empresas o a los poderes
desde su marcha, un salario de 65 dólares semanales llamado públicos a «pagar a la gente para que no trabajase», bajo pre·
technological adiustment pay, durante un período de veinti texto de que en el futuro la producción se harta ella sola. Una
séis a cincuenta y nueve semanas según la antigüedad, en d vez más, es una peligrosa ilusión. En primer lugar, las necesi
caso de que la oficina de reempleo no encontrara un puesto dades de los consumidores se elevan de tal manera que un iró
para los despedidos, ni en la empresa ni fuera de ella. Acuer nico ha podido decir: «No hay nada más difícil que los pla
dos semejantes se han establecido recientemente en la TWA zos, para un hogar obrero americano que gana 750 dólares al
para los mecánicos de vuelo, en las acerías Kaiser y en la so mes». Aún más, estas necesidades familiares se extienden
ciedad American Motors. Asimismo en Europa las convenció cada vez más a dominios poco accesibles a la mecanización:
ne~ de la CECA y de la CEE tienen reglas de principio sobre distracci<?11cs, , iajcs, instrucción, cultura, servicios de toda
la readaptación de los trabajadores. Hay que avanzar por esta clase. , . ··.,,
vía si se quiere desembocar en un régimen de trabajo que sea I Por otra parte, hay que reconocer que el hombre se can
equitativo para todos. ~ sa de las distracciones más de prisa que de su oficio, en el
u l
~l.
caso de que este último le proporcione una renta equitativa y
le S,li~.i.il~,un i.nterés suficien1~ se entiende. Pero la automa
ción tiende a suprimir precisamente las tareas penosas, ingra
tas y.,fastidiosas a las cuales tanta gente está sujeta aun hoy.
1
Es hacia .una labor más variada, más inteligente, más respon
.¡: sable, donde nos conduce el progreso técnico. No es en abso
luto utópico el prever que la falta de apego al trabajo, engen
drada por la primera expansión del maquinismo, se atenuará
con la vida más rica, más completa, que se puede esperar de
140 141
·
nosotros. El tiempo libre y la libertad no tienen sentido más secundarios, técnicos y superiores, responde no solamente a
que en un juicioso equilibrio de actividad útil y de esparci legítimas aspiraciones sociales, sino también a fuertes impc
miento. En la medida en que el trabajo responda a las pro rativos económicos» (1). Ya nadie duda hoy del buen funda
fundas necesidades de creación, de expansión de sí mismo mento de esta afirmación. La penuria de especialistas forma·
y de comunicación con otro: en otras palabras, mientras llene dos, que era ya sensible hace diez años, a nivel de los mandos,
sus funciones vitales conservará su razón de ser, aún más, su se ha agravado por todas partes y se extiende a las escalas
irreemplazable valor Po/ª el homhre.j.,s preciso, en lo suce subalternas del trabajo, donde se tiende a necesitar un grado
sivo, asegurar una aY\ida a los «sin..trabajo», afectados ma de cualificación más alto. En todos los países industrializa·
terial y moralmente por su inhumana situacíón.l'ál mismo dos, las metas y los métodos de enseñanza, en sus tres gra
tiempo importa adaptar en el más breve plazo la 'vida social dos, son objeto de importantes estudios y revisiones. El des
y particularmente el régimen educativo a las nuevas exigen plazamiento acelerado: del empleo hacia el terciario superior
cias del desarrollo económico. El esfuerzo debe ci'Írigirse ur no permite dejar a los futuros trabajadores sin una fuerte
genternente a la preparación y la orientación de lps jóvenes, preparación general, desde el estadio de la enseñanza pri
. •;,
Vamos a examinar sucesivamente estos dos puntos'en los dos maria.
•
ú\Jimos capítulos de esta obra. Estas consideraciones, válidas para los países adelantados,
Jo son también para los países subdesarrollados, a condición
El desarrollo va unido a la inRtrucci6n de· que se adapte la educación a las necesidades regionales.
La insuficiencia de instrucción, primeramente escolar, pero
En los Estados Unidos se calculó que había en 1962, 'en sobre 'todo profesional, entre los negros de Africa, es indu
proporción, diez veces más parados entre los trabajadores que dablemente la causa principal, no solamente de su atraso,
habían asistido solamente algunos años a la escuela elemen sino también de su actual impotencia para organizarse. Como
tal, que entre los College graduates, que habían estudiado has hemos visto, derrochan sumas enormes en empresas estériles
ta la edad de veintidós años. Ya que los términos de esta com o· en equipos cuyo empleo no conoce nadie. Lo que falta es el
paración son extremos, recordemos al menos que la tasa de saber, ~!)nterés por el perfeccionamiento técnico. Un profe
paro entre estos últimos (1'4 %) se elevaba a 4'8 % por lo que sor franeés, que conoce bien Africa, me decía que durante
respecta a los graduados de la High School, que tienen cuatro mucho' tiempo los jefes del país prohibieron a sus hijos que
años menos de escolaridad, y a 7'5 % en los jóvenes que ha· fuesen a las escuelas misionales o coloniales por temor o des
bían entrado en la vida activa a la salida de la escuela prima precio de la instrucción. Ahora estos dirigentes iletrados son
ria. Los negros, alcanzados por el paro dos veces más que los sup1Wft~dos por jóvenes de familias modestas que habían
blancos, están en su mayor parte menos instruidos. Por otra aprendido a leer, a escribir y a contar. Desgraciadamente,
parte, veremos más adelante, en una especie de contraprueba añadla mi informador, la mayor parte de estos últimos dejan
de estas primeras observaciones que la renta de las familias
en los Estados Unidos sé eleva en correlación perfecta con el
(!) P. J.: «L'enseignement secondairc et supéricur au service
número de años di! escolaridad del cabeza de familia. d'un plus grand nombre», Revista económica y social. Lausana,
Estas observaciones confirman la siguiente tesis, que nos 1954, pp. 241265.Ver también: Politica de empleo y de educa-
GÍl511 (·1957) y Sociologla de In educacián ( 1962), Blhliotnca cconó
otros sosteníamos en 1954: 11Ln gcncrnlización de los estudios mica, Payot, Parfs,
142 143
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el campo para trabajar en los puestos bien remunerados y Todos estos errores humanos y estas circunstancias ad·
muy a menudo inútiles de las administraciones urbanas. Mu versas no invalidan la advertencia de la O.e.o.E. proclamando
chos de ellos, no consiguiendo colocarse porque no pertene que en el Tercer Mundo «la educación debe desarrollarse con
cen al clan racial o al partido dominante, viven dé expedien mayor rapidez que se haya hecho hasta ahora en cualquier
tes antes que dedicarse a la agricultura o al artesanado, que otro lugar. Efectivamente, sólo la difusión de la instrucción
juzgan indignos de su cualificación. hará comprender a esa juventud le necesidad de la ayuda
Por su parte, los profesores americanos Harbison y Myers, mutua, la disciplina y el trabajo. En los países en vías de
cuya obra principal comentaremos más adelante, han demos desarrollo se necesita una formación mejor. más realista, más
trado en un reciente simposium que en la mayor parte de los práctica, más científica. Es evidente que las subvenciones pro
países subdesarrollados los errores pedogégicos y, de manera cedentes del exterior son vanas si no se utilizan racionalmen
general, the wrong kind of education, la mala clase de educa te. Si la U.R.S.S. ha llegado en cuarenta años al nivel que hoy
ción, crean literalmente el paro al formar numerosos ínem conoce es porque ha definido y practicado una política cohe
pleables, Estos últimos, que no son solamente licenciados en rente y sostenida de generalización de los estudios desde el
derecho, en humanidades o en arte, sino que poseen diplomas Gosplan de 1924. Ya antes, desde comienzos de siglo, los Es
secundarios o primarios sin tener práctica alguna «rehusan tados Unidos habían puesto en práctica por otros rredios una
ocupar empleos vacantes que juzgan inferiores, o se revelan política semejante, generosa y realista a la vez, de expansión
incapaces de llevar a cabo las tareas indispensables (en los de la ensefi.anza. Desde hace sesenta años, aunque con altiba
campos de la técnica o de la organízacién)s (2). Todavía son jos, la han proseguido incansablemente, sin coacción, alcan
más inquietantes las observaciones presentadas en el Con zando resultados hasta ahora inigualados tanto en lo que con·
greso europeo <le cultura de Basilea en septiembre de 1964, cierne a la tasa de la escolarización como a la de crecimiento
por el profesor E. de Vries, quien ha ejercido su profesión económico. Es eso Jo que ha permitido a los americanos. des·
durante muchos años en Indonesia: según él, un gran núme pués de la guerra, ayudar tan ampliamente a Europa occiden
ro de los hombres del; Víetcong, de los rebeldes congolefios tal y después a los países subdesarrollados. Contrariamente
y rde los revolucionarios de Zauzíbar, son jóvenes de 15 a 18 a lo sucedido con la ayuda al Tercer Mundo, el Plan Marshall
años, antiguos alumnosíde las escuelas de los pueblos, que no ha sido un"éxito extraordinario porque los beneficiarios fran
han aprendido ningún dficio, que desprecian la tien\:h. y a quie ceses, alemanes, italianos o ingleses eran pueblos laboriosos,
nes nadie ha podido dar empleos útiles. El auge demográfico ahorrativos, emprendedores y sobre todo cualificados en todos
alarma a los expertos: en varios países de Asia ~jde Africa los niveles de la vida profesional.
la.mitad de la población tiene ya menos de quince ·~fios según .... \
,·,
lo~ estudios realizados. Y sin embargo E. de Vri~ dice que La medida. de las lnverslones intelectuales
I
«HÍly pocas esperanzas de crear suficientes empleos en estas
'(C ·'
••
regiones». El perfeccionamiento técnico ha sido tan rápido, sobre
todo en los Estados Unidos. que la formación de los adultos
que ya trabajan y la preparación de los jovenes no han podi
(2) F. Harbison y C. A. Mycrs: « F.<.lut:ntio:i and Employment do seguir, desde hace algunos años, el mismo ritmo de pro·
In thc Ncwly Devcloplng Bconomics», Comnarativc Eáucation Re·
view, Columbia University, New York, junio 1964, p. 7. grcsión. Lo5 resultados han sido deficiencias de adaptación
144 145
'º
,···
y paro. De esta manera, la falta de instrucción escolar y pro estudio clásico titulado « Education and relative wage rates»
fesional, que representa un obstáculo para el despegue de los y publicado en 1932 en la Revista internacional del trabajo en
países subdesarrollados, afecta igualmente, pero en un esta Ginebra. En los Estados Unidos un instituto privado de estu
dio más elevado, a Iospaíses más avanzados, frenando el cre dios científicos, The National Industrial Conjerence Board, ha
cimiento de la economía. Es la confirmación, en él plano de estudiado .recíentemente con minuciosidad la relación de la.
las sociedades globales, pueblos o naciones, de w.ia antigua .
.Í
escolarización con la ;renta familiar. A continuación repro
convicción de los padres de familia, según la cua\!~o hay in ducimos algunas cifras del citado estudio:
versión más segura que la educación de sus hijos. bejos de ser 1
$ lujo o simplemente lo que los economistas ~~ llamado 1 Escolarización y renta en los Estados Unidos en 1963 (4}
un gasto de consumo privado, la instrucción es un4Jverdadera
inversión de la que se aprovechan 110 solamente los indíví 1 íRenta medial
Bscolarización del cabeza Número
familias
del
% : familiar %
duos, sino también las colectividades. En otras palabras, la 1 de familia
! en mi.lones 1¡ ___ 'en dólares
enseñanza aparece hoy como un factor decisivo de bienestar
1
material y de progreso social, tanto como de cultura y civili Escuela elemental 1
148 149
Ln ley de Alfred Sauvy contrario, tales excepciones confirman la regla; no tardaremos
' en damos cuenta de ello.
A pesar de las enojosas divergencias que puedan encon Mucha gente, digámoslo de pasada, teme que el aumento
trarse en el caso de ciertos países, hallaremos un elevado gra de los efectivos universitarios engendre una penuria de diri
do de correlación en gran número de encuestas recientes, en gentes medios y una plétora de intelectuales. El riesgo es real
tre el desarrollo educativo, la generalización del empleo y la si no se mantiene un ritmo, si no se modifica la orientación
elévacíón del nivel de vida. Con toda seguridad esta última tradicional de los estudios, si la economía no se presta a la
mejora es, en gran medida, la causa del progreso de la ins necesaria reconversión. Demasiados empresarios que no dís
1
.¡ trucción, pero también es su consecuencia. Los expertos de frutaron de una escolarización avanzada cuando eran jóvenes
y las circunstancias eran distintas, y que no por ello han de
h la 0.C.D.E. se arriesgan a decir que «las inversiones en capi
tales reales son menos productivas si no están apoyadas por jado de hacer brillantes carreras, vacilan hoy en contratar
1 inversiones correspondientes en la enseñanza». Nuestra con técnicos diplomados y graduados universitarios. El relevo de
clusión, más categórica, será la que Alfred Sauvy ha formu los puestos de responsabilidad en las empresas, las adminis
lado con tanto acierto en la imagen siguiente: lo mismo que traciones y los servicios debe hacerse, no obstante, según cri
11cl huevo prefigura al animal», el estado presente de la pobla terios nuevos. En la enseñanza en Francia, por ejemplo, se re
ción escolar de un país prefigura no solamente a la población querirá un título de licenciado en pedagogía para el nivel pri
activa, sino también el nivel del desarrollo económico del por mario, en tanto que no será posible cualificarse, sin título de
venir (8). Si la concordancia no es siempre clara, es porque profesor auxiliar para el nivel medio y el doctorado para la
el crecimiento de la renta depende también de otros factores. Universidad. Es el régimen que preveía, ya en 1945, el proyec
Además, se trata de un proceso a largo plazo: de quince a to LangevinWallon: la cantidad de jóvenes que estudian ac
veinte años, decía Allan Fisher en 1932. Los islandeses, cuyo tualmente y el auge económico del país deberían permitir 1
país está desprovisto ele recursos naturales, invierten sobre pronto su realización.
r.
todo «en hombres»: la mayor parte de los jóvenes hablan una Se puede no estar <le acuerdo por lo que respecta a las con·
lengua extranjera y están formados en las profesiones cuali secuen.d~ inmediatas de la automación. pero sigue siendo f¡
ficadas. La misma adaptación se. lleva a cabo, pero en un gra evidente que el progreso técnico impondrá normas de cualifi
do menos marcado, en las regiones áridas y pobres del Medio cación más severas a toda la población activa. Sin embargo,
día de Francia. La tasa de escolarización a nivel secundario una reciente encuesta hecha en Francia ha puesto de relieve la
es más elevada allí que en los departamentos prósperos del insuñciencía de la preparación escolar y profesional, a pesar
Norte: los padres animan a sus hijos a continuar los estudios del ehorrne esfuerzo realizado desde la guerra. En una mues
con el fin de que puedan encontrar en las ciudades una ma tra de mil reclutas del contingente 1963/1 del Ejército del
nera de ganarse el pan que sus pueblos no pueden ya asegu Aire! casi todos de veinte años de edad, 293 no poseían certiñ
rarles. En estos dos ejemplos, no hay correlación entre el des cado alguno de enseñanza o de oficio, 262 tenían solamente
arrollo educativo, el empico y el actual nivel de vida. ¿Es eso el certificado de enseñanza primaria, 291 habían obtenido el .ij
un fallo de lo que aquí llamaremos la ley de Sauvy? Por el certificado de aptitud profesional y 154 tenían títulos más ele·
vados (diplomas diversos, bachillerato). Otra muestra que
(8) Revista Population, Parfs, 1959, p. 101, y 19&1, ,· p. 463. comprendía numerosos beneficiarios de prórrogas de más
150 Jf 151
edad, dio no obstante, mejores resultados en los cuatro gro· Si la inmigración extranjera ha permitido esta promocion
pos: ningún certificado, 178; C.E.P., 148; C.A.P., 254; títulos profesional, ésta ha sido posibilitada no sólo por la generali
más elevados, 420 (9). En Suiza, donde los nacionales frecuen zación de los aprendizajes (que aparece en la tabla II) sino
tan menos las universidades que en Francia, la formación es también por la asistencia a cursos de perfeccionamiento y so
colar y profesional es, por el contrario, más general a nivel bre todo por la elevación de los niveles de escolaridad: la
medio. La comparación puede efectuarse por los exámenes proporción de jóvenes suizos que han proseguido sus estu
a que se someten anualmente y desde hace mucho tiempo to dios hasta el grado medio se elevó de 49 a 59 %.
dos los reclutas de veinte años de edad. En 1963 realizaron Se ha dicho que este auge, quizá demasiado rápido, ha ido
dichas pruebas 31.600 jóvenes que representaban casi la tota acompañado de un descenso de la calidad en la formación de
lidad de su grupo de edad.· Los dos cuadros· que siguen' "dan .los aprendices, de los colegiales y de los estudiantes; pero no
el tanto por mil, en 1943 y 1963 de los niveles de escolaridad . es esa la opinión de los expertos en los exámenes de reclu
y de las orientaciones profesionales: '· ·· · tamiento. Lo que habría que deplorar, nos parece a nosotros,
:.,'? es el estancamiento del número de jóvenes que han asistido
Escolaridad y profesión de los jóvenes reclutas en Suiza a escuelas profesionales (llevando consigo una bajó en las
proporciones del cuadro T) y el aumento demasiado débil del
l. Escuelas a que asistieron (9&,) 1943 1963 número y la promoción de bachilleres, futuros dirigentes in
Escuela primaria solamente (89 años obligatorios). 510 413
termedios de la nación. El primer hecho se explica por los
altos salarios pagados en la industria a los que no han hecho
Escuela secundaria de 1~ grado . 292 401
Escuelas profesionales, técnicas, etc. .. . 1'12 70 nada más que un aprendizaje: muchos jóvenes vacilan en em
Escuela secundaria de 2.' grado (Instituto y Univer prender el difícil y costoso camino de las escuelas profesio
sidad) : . ,6 116 nales, que desemboca en una remuneración apenas más ele
f;:
.:·,
II. Profesiones (9&,) .¡
.,¡ vada. Actualmente se han introducido correctivos en esta si
tuación, de modo que el número de alumnos de las escuelas
Peones y obreros sin aprendizaje . 250 105
Agricultores formados o no
Artesanos, obreros cualificados
. .}'86
. ,369
80
562
técnkas';·)>or ejemplo, se ha duplicado en el curso de estos
último9 años. En cuanto al insuficiente desarrollo de la ense ...
:,
Coñ,erciantes, empleados y funcionarios formados. f09 138 ñanza superior en Suiza, se debe a diversas causas que he
Estudiantes, maestros y bachilleres que desempeñan
un trabajo . 86 115 mos analizado en otro lugar. Hoy se Je pone remedio, pero
es un poco tarde. Si el número de estudiantes suizos en las
uni~tsidades aumenta desde los años ~esen ta, se debe sobre
Lo que más sorprende en este cuadro es el desplazamien todo,, al aumento que la natalidad experimentó veinte años
to del empleo hacia las categorías superiores: en veinte años atrás. Se puede prever desde ahora que la proporción de maes
la proporción de puestos de trabajo de media o alta cualifica tros y bachilleres ( 115 por mil, en 1963) no se elevará sino e.le
,..,
ción ocupados por jóvenes suizos se ha elevado de 57 a 82 %. una manera moderada en los próximos años.
Serán necesarias profundas reformas en los rcg.rnencs edu •I
cativos, el establecimiento de programas y los métodos de en
(9) Encuestas estadísticas sobre el reclutamiento del ejército,
32 y 23 pp. Oficina universitaria de estadística, París, 1964. señanza. Ante todo, no se realizará ningún progreso sin una
152 153
ampliación de las bases sociales de reclutamiento secundario,
técnico y superior. Importantes reservas de comp~fencia per
manecen inutilizadas en muchos países desarrollados, Alfrecl
Marshall lo dijo en 1890: «Buena parte de los talentos natura
les de la nación nacen en la clase obrera y son desperdiciados
con demasiada frecuencia en las actuales circunstancias». Es CAPÍTULO X
notable que los economistas se hayan dado cuenta de este
hecho antes que los educadores. Volviendo a considerar sus LA ELECCION DE OFICIO
cálculos, se podría demostrar que existe una correlación en
tre la renta nacional y lo que nosotros hemos llamado la tasa
social de escolarización en los niveles superiores. Pero ya he ~Hasta ahora hemos hablado del trabajo entendido en un
mos insistido suficientemente, dentro del marco de esta obra, sentido muy amplio, sin referirnos a la actividad particu
en la necesidad del desarrollo de la formación escolar y pro lar de cada individuo. Pero el trabajo no tiene para los hu
fesional. Todavía tenemos que subrayar la importancia en el manos este carácter impersonal y abstracto. Estos sólo co
porvenir de orientación de los jóvenes en la elección de oficio. nocen el trabajo bajo la forma concreta del oficio (métier).
También en esta cuestión puede establecerse una fructuosa Derivada del latín minísterium, la palabra métier significa pri
colaboración entre los economistas, los psicólogos y los edu meramente servicio, con la restricción de que se trata siern
cadores. pre de una tarea útil, importante, que presupone capacidad
natural y ciertos conocimientos. En el siglo x el «mcnestier»
era por excelencia el servicio de Dios o el servicio del rey: de
esta acepción nos han venido los términos corrientes de minis
terio y de ministro, aplicables al culto divino o a la administra
ción del Estado. De todas maneras, si los propios reyes han
habl~d6)1urante mucho tiempo de su oficio, en sentido de un
servlcío cualificado, prestado a Dios o a su pueblo, esta noción
se ha generalizado muy pronto a toda función pública o acti
~dad profesional que exigiese una formación particular.
,!(, Ho, convendría establecer toda una psicología y una so
clorógía · del oficio. A este respecto no existe más que un cier
to u"tümero de monografías dispares, publicadas en su mayor
parte en los Estados Unidos. En el prefacio a su Sociology o/
Work, el americano Theodore Caplow explica por qué, que
riendo hablar del trabajo, se ha visto llevado a ocuparse del
oficio: la división del trabajo, dice es un tema «sorprenden
temente descuidado» y es lamentable que los análisis de Adam ·I
.! HI Smith y de Emite Durkheim no hayan sido continuados en '
154 :": 1
155
i
·1.1
l?,1.
~····· ..
nuestros días O). ¿Puede deberse a que nuestros sociólogos nidamente: su número actual lu sido evaluado en 15.000 por
estén demasiado convencidos, por influencia de uno de sus Jean Fourastié y en 40.000 por un americano. La Nomencla
maestros, de que «el oficio ha muerto»? Hace poco, en un con tura oficial del Instituto nacional de estadística de Francia re
greso de orientadores profesionales se anunciaba «el ffo de conoce más de 10.000; en Suiza, el número de profesiones ca
]os oficios». En realidad, los interesados habían querido decir talogadas ha pasado de 7 .500 a 11.500 entre 1950 y 1960. A pe·
solamente que un grado de especialización de los jóvenes de sar de eso, la influencia del oficio en los hombres no ha dis
masiado elevado era contrario a la previsible evolución del minuido. La profesión determina siempre el medio social, la·
trabajo: una formación polivalente en el interior de cierto elección de cónyuge, la vida familiar, el lugar ele residencia, los
campo de actividad respondería mejor a las exigencias de mo il).;ereses y las distracciones. (l .
vilidad, iniciativa y adaptabilidad del trabajo del día de ma ~ Ya en 1855 Le Play había observado la «distinción» de los
ñana. Todo eso es verdad, pero no signifíca que el oficio esté carpinteros. Más recientemente, el novelista La Varcncle decía
cercano a desaparecer. En efecto, después de un largo perío también: «Los oficios de la madera forman hombres amables
do en que numerosas profesiones se han degradado e incluso y valerosos. La profesión es ennoblecedora. La entibación le
disuelto, asistimos a una, especie de reestructuración dilatada añade peligro, aristocratiza al hombre por el riesgo que exige,
del oficio, el cual vuelveja ocupar el lugar que· el proceso mul por la autoridad que confiere. Finalmente, el oficio es uno de
timilenario de la divisió~ profesional del trabajo le ~abía pre los más íntegros que hay. Con él no es posible ninguna tram
parado entre las ocupacfones humanas. En la época d'e los cos pa: todo el conjunto está al descubierto, visible y patente».
monautas y de los «obreros del espacio», son los pedhesy no Esta dignidad se les reconoce hoy a los técnicos en general,
los hombres cualificados los que serán sacrificado{; ,t ·. · ·: ''. particularmente al personal de aviación, a los marinos y a los
empleados de ferrocarril. «El ferroviario, dice Jean Balensi,
;.. '.,, no cesa jamás de maravillarse, para sí, de ese contraste entre
i[ El hombre y su oficio , ,¡ su humildad nativa y el peso de sus responsabilidades» (2).
Le, que se llama «el espíritu ferroviario» ha marcado, en di fe·
Q ¡Antaño los oficios no eran numerosos: en Europa occíden <. rentes escalas los escritos ~e Pierre Harnp, Raoul Dautry y f
tal al final de la edad media, nueve de cada diez hombres Louis ArlYland. R t(Q_} {l'•{,; ·1 · 1 • ,,. • í,,
Son 'muy raros los obreros áe nudstro tiempo qu/.hah po
1
eran campesinos, leñadores, pastores o pescadores. Se llama
ban Longchamp, Bouvier, Berger, Hunter o Fisher. Los arte dido analizar sus condiciones de vida y dar una expresión li
i
sanos y comerciantes eran tan raros que su actividad les sin teraria a las mismas. Sus testimonios tienen más interés que
gularizaba en seguida: los Chapuis eran carpinteros, los Fa los e\,(\ los intelectuales, desde luego bien intencionados, que
vre obreros que trabajaban metales, los Cosandey sastres, los han asumido voluntariamente, durante un tiempo, tareas obre ,.
Renevier prestamistas de dinero, los Ecoifey y los Courvoi ras . .fbr este motivo los escritos del antiguo mecánico de f;i. .
l.
siers curtidores o zapateros. Los patronímicos permanecieron brica Hyaclnthe Dubrcuil han encontrado gran eco en todo el
cuando los hombres cambiaron de ocupación. Con el tiempo mundo. Publicó principalmente, en 1953. interesantes notas
los oficios han perdido su fijeza y se han subdividido indefi
r:~,
(2) J. Balensi : «TriagevillcsurScinc» (Villcncuvc·Saint·Gco:·
·(I) Universiry of Minucsota Prcss, Minneapolis, 1957, 330 pp. ges), Hommes et mondes, París, 1953, p. 3,99.
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sobre los oficios, que desarrolló en 1963 en Promoción. A cada t"" ganarse la vida y algunas veces incluso a ganársela bien, pero
profesión, dice, le corresponde no solamente un modo de vida casi nadie ha aprendido a vivirla. Los hombres todavía no
particular, sino también un conjunto de rasgos de carácter saben nada más que trabajar. Eso habría que cambiarlo» (5).
que se encuentran en todos los tiempos y lugares en que di· Tales llamadas no se han quedado sin respuesta. Antoine
cha profesión se ejerce. Conocemos la «respetabilidad» de los. de SaintExupéry, que compartió la existencia de sus me
tipógrafos. La alegría del vinicultor y del pintor de brocha cánicos y de sus compañeros de equipo, se· preocupó cons
gorda contrasta con la gravedad del campesino y del minero. tantemente de conciliar el oficio y la vida. El mismo estaba
El ambiente de una reunión de railroaders es el mismo en como embrujado por su peligrosa profesión. Se ha subraya
Francia y en los Estados Unidos. Las tradiciones de taller so~ do a justo título «la gran medida en que el oficio de piloto
a menudo tan fuertes que, en un mismo oficio, pueden obser contribuyó a hacer de SaintExupéry el hombre que fue: aca
varse sorprendente diferencias: el mecánico de Belleville y de bó de formarlo, le ayudó a conocerse» (6). Lo mismo se ha
Ménilmontant es otro hombre. en ciertos aspectos, que su podido decir de Guéhenno, «hombre cabal».
c~mpadre de las costas de Boulogne o de Puteaux (3). . Si el oficio hace al hombre, también le deforma: Sgana
f, Habría que hacer todo un estudio sobre el lugar que el k"' relle, en la comedia Amor médico, no necesita escuchar mu
oficio ocupa en la vida del hombre y sobre la influencia que cho rato al señor Josse para saber que es orfebre. 'Nadie es
ejer5e diariamente en nuestras ideas y en nuestros sentímíen capa a la deformación profesional, y no menos el r rtista o el
tos.~Ya en 1754, el académico Charles Duelos en sus Conside escritor que el relojero, ya que «hacer un libro es un oficio,
raciones sobre las costumbres, citadas por Littré, observaba lo mismo que hacer un reloj», como observaba La Bruyere en
que «no hay profesión que no exija un hombre por entero». su capítulo «De las obras del espíritu». La huella del oficio
Por su parte. Diderot alababa al «hombre que pertenece por es tan fuerte que marca al hombre hasta lo más profundo de
entero a su oficio»; incluso sin genio, decía, «una tenaz aplí su ser. Un alienista decía a J.Ed. Chable que «en su estable·
cación le eleva por encima de la mediocridad». Por acertado cimiento la mayor parte de los hombres internados continua
que haya sido, en ciertos aspectos. este moralismo del si ban alimentando preocupaciones profesionales. mientras que
glo xv111 cometía el error de hacer de la actividad profesional las mu¡et~ estaban atormentadas por cuestiones sentimen
un fin en sí misma. Atexandre Vinet lo dijo el 28 de noviem tales o extravagancias ajenas al trabajo. Un ingeniero cons
bre de 1830 en uno de sus Discursos: «Podéis ocupar el tiem truía puentes gigantescos, un oficial se creía Napoleón, un
po. dedicar una obra a cada una de vuestras horas; pero ocu pintor cubría las paredes de su celda de dibujos informes, un
par el tiempo, ¿e1, ocupar la vida?» (4). Podemos creer que empleado de banca no sabía salir de un cálculo astronómico,
Jean Guéhenno no desaprobaría esta máxima, él que escribía un pOtítico pronunciaba interminables discursos. A través de
el 9 de abril de 1963 las siguientes líneas: «En el estado actual su lo,~11ra, el oficio deformado, aparecía. Se distinguía su res
de nuestro sistema de enseñanza. los hombres aprenden a plandor como a través de una niebla. Había marcado a la per
sona de una manera tan profunda que la enfermedad no con
(3) H. Dubrcuil: Le travail et la civilisation, Pion. Parls, 1953, ¡
segura borrar su recuerdo».
pp. 191228. . ¡.
(4) •A. Viuct : «El cristiano en la vida activa», Dlscours sur (5) «Ganarse la vida· y vívirla», crónica del Fígaro.
quelques suiets reíigieux (1831) (CEuvres. Lausana, 1910, III, 1, (ó) H. Hofer: «L'humanisme de SaintExupéry», Etudes de
p. 215). ,· lettres, Lausana, julio 1946, p. •JO().
158, 159
El pintor alemán Kaulbach había observado ya este hecho relatos de Jean Guéhenno sobre la huelga de los zapateros
en 1826, en el sorprendente dibujo titulado La Gavia, en el que de Fougeres (9).
representó con una perfección inigualable los principales ti Los estragos de un trabajo abusivo por todos los conccp
pos de enfermos mentales. Se ven, uno al lado de otro, un sol tos no deben hacer olvidar la regla que Goethc, en la cumbre
dado que lleva un sable de madc ra, un político privado del de su carrera, enunciaba en los Años de via]e de Wilhelm
poder, un comerciante arruinado, un predicador· enajenado Meister: •La práctica de un oficio constituye el terreno más
mostrando una cruz, un crítico literario con expresión furí favorable para el desarrollo del individuo». Es también debi
hunda, as( como otros personajes, todos agrupados, con excep do a que el apego al oficio ts el elemento más resistente a la
ción de algunos solitarios, uno de los cuales, moralista o filó degradación moral o a la degeneración, la reeducación por
sofo, había emprendido una sabia diser tación, sentado en una medio del trabajo, universalmente practicada hoy, es eficaz
piedra con unos libros abiertos sobre las rodillas. Mientras tanto por lo que respecta al enfermo mental como al delin
que los hombres están acosados por su profesión, las muje cuente. Pestalozzi, a quien Goethe profesaba gran estima, ha
res son presa de extraviados sentimientos o de pasiones tu· bía formulado ya esta observación: «Es para mí un hecho ex
multuosas (7). ·!· perimentado que niños que han ~crdi,do la salud, (ª~ fuerzas
.
La patología del trabajo ha interesado siempt~
,. a los psi· y el ánimo en una vida de holgazanería ":J de mendicidad, una
quiatras. Antes de ultimar; en 1921, su famoso testde las man· vez sometidos a un trabajo regular al cual no estaban acos
chas de tinta el Dr. Hermann Rorschach, de Zurich, había he tumbrados en absoluto, vuelven a encontrar en seguida la ale
cho toda una serie de estudios sobre la Schwarmérei, eferves gría, la vivacidad, el buen aspecto y se desarrol~an de un~
cencia sectaria extendida sobre todo entre las familias de te· manera sorprendente debido únicamente al cambio de su si
jedores de la Suiza alemana. En 1894, Pierre Janet, en su tuación».
Estado mental de los histéricos, hablaba de una joven obrera
cuyo pie derecho estaba constantemente sacudido por un irre
sistible movimiento de pedal, mientras que la mano semi· Poder elegir prof eslón ni menos
cerrada giraba alrededor de la muñeca. Afectada de sonam ,,~ '
Otro' p!tquiatra y el más ilustre de nuestro siglo, Sigmund
bulismo, murmuraba incesantemente hay que trabajar, hay
que trabajar», preocupación justificada por la miseria de su
Freud ha ido más lejos al insistir en la gran importancia de
la elecciónde oficio: 11La actividad profesional. escribía, apor
familia. Ahora bien, su actividad en una fábrica de ojos de mu·
ta una particular satisfacción cuando ha sido libremente es
ñecas consistía precisamente en mover un pedal con el pie y
cogida\lBs una cuestión en la que Adler y Jung han aprobado
una rueda con la mano (8). Este trágico esbozo de lo que era
el trabajo a finales del siglo pasado está de acuerdo con los
íempre al iniciador d~l psicoanál.isis. Por su parte, l.os gran
es dfúmadorcs de la vida económica proclaman unánirnernen
e con Louis Arrnand que «el trabajo se convierte en una car
·' a cuando la elección de estudios y carrera ha estado fun~a
(7) Este dibujo está reproducido en el Manual de psiquiatrla da, como sucede a menudo, en el azar; entonces no se abriga
de los Ores. Morgenthaler y 0.L. Forel, editado por H. Hubcr,
Berna, 1940, p. 126.
(8) Dr. H. Floumoy: «Les maladies psychosornatlques», Mé
dicine et Hygiéne, Ginebra, 1 de mayo de 1949. (9) «Une grcvc en 1906», Clrn11ger la l'ie, pp, 147160.
160 161
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más que una idea: librarse de él» (10). ~ ese el p¡:obh;ma gas y privilegios de generación en generación. Los cambios de J ,cl,,;_z,.
~1cial del trabajo. «El ejercicio regular de un oñcío.idecía condi~ión eran raros y sólo se producían en circunstancias /t1.,~P"<l.. _
C.·G. Jung, asegura.al.hombre la mejor clase de vida,,No•óbs· especiales desacostumbradas. Por eso los Antiguos los hacían rnc.v::,
f. tante, el trabajo sóloes saludable cuando es um acto.Iíbre.»: depender gustosamente de una decisión de los dioses o del •
Para el autor esta liberación debe llevarse a cabo primeramen. destinQt'Para ellos, la fatalidad era dueña. absoluta de los hu
te respecto de las coacciones psicológicas, infantiles e incons manos; nada de su existencia les pertenecía verdaderamente,
cientes. Por otra parte, puede realizarse, incluso en los oficios ni siquiera la elección de oficio, El examen del vocabulario
más modestos, por la aceptación de una condición humana demuestra que los antiguos griegos representaban el destino
«Si sucede que las circunstancias nos han lanzado a ocupacío más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos:
nes extrañas a nuestro genio propio, hay que redoblar los cuí «Cada uno debería contentarse con pintar de buena gana
dados, la atención\~ la diligencia para salir de ellas con el aquello hacia Jo que se siente inclinado por su instinto na
menor deshonor.» 'Cicerón atribuye a la libre voluntad del tural, y no acometer por espíritu de emulación algo que no
hombre un gran poder cuando escribe que si «los rnándatos, le ha dado la naturaleza; eso le evitaría vanos esfuerzos y, a
los honores, las riquezas, el crédito y sus contrarios están so· menudo, la vergüenza.» Por el contrario, ·dice Vasari, nada
metidos al imperio del azar, de todos modos nosotros somos es más feliz que la expansión de un talento natural como el
los únicos que tenemos que decidir el papel que . queremos de Giotto. Sabemos en qué solemnes términos cuenta el au
desempeñar en el mundo». Es así, prosigue, como· «unos se tor la historia de este último:
dedican a la filosofía, otros al derecho civil y otros· a la elo ..Q «El arte de la pintura empezó a revivir en Etruria, en una
cuencias. En tal elección, «algunos son arrastrados.por el jui aldea próxima a la ciudad de Florencia que se llamaba Ves·
cio de la multitud; y los hay, no obstante, que, y~sea por pignano. Allí nació un niño de maravilloso talento, que sabía
suerte, ya por efecto de la disciplina de sus padres, ya por dibujar una oveja según la naturaleza. Un día pasó por el ca
la excelencia de su naturaleza, han tomado la carrera que les mino el pintor Cimabué, que iba a Bolonia. Vio al niño sen
conviene» ( 11 ) . .1 · · tado en tierra, dibujando una oveja sobre una piedra. Y se
Estas líneas fueron escritas en el año 44 antes de nuestra llenó de extrañeza a causa de aquel niño de tan tierna edad
era: han pasado dos milenios sin que se haya avanzado mu porque ya lo hacía tan bien. Al ver que tenía arte por natu
cho en el análisis de estos hechos de psicología individual y raleza, preguntó al niño cómo se llamaba ... •
social. Durante toda la Edad Media, y aun después, la idea En este relato, probablemente legendario, todo el acento
griega del destino, la filosofía estoica de la naturaleza y la recae sobre el carácter casi milagroso del talento ele dibujan
doctrina cristiana de la Providencia se han superpuesto y, a te que habla recibido Giotto. Un corncntndor anónimo de
menudo, confundido. En 1515 Tomás Moro se inspiró en gran Dante, que escribió a finales clcl siglo xv, había contado la
medida en los autores antiguos cuando redactó su Utopía, historia con más sencillez, insistiendo más en la vocación
en donde recomienda que «cada uno aprenda el oficio hacia del niño, es decir, en su interés precoz por el arte y su de
el que le lleva su inclinación natural» (12). Varias de las ex seo de',af)render; según él, Giotto fue colocado por su padre
presiones de las que Calvino se sirve para hablar de las voca con un comerciante de lanas, y al pasar todos los días ante
•ciones terrestres, sobre todo en la última página de la Insti el taller de Cimabué, acabaron por admitirle en él (13).~ •
tución cristiana, están literalmente tornadas del De Officiis 101
de Cicerón. Encontramos igualmente los propios términos del • , • Costumbre o naturaleza según Pascal
retórico latino en los consejos que Giorgio Vasari dirige a
los artistas en 1550, en su célebre obra sobre las Vidas de tos ,.J.1 cosa más importante de toda la vicia es la elección .¡,
de oñcío.» Es Pascal quien hace esto observación, e insiste
en ella en tres ocasiones en sus Pensamientos. Sólo nos ex·
( 11) M. T. Cicero11is ad Murcum [ilium de of /iciis líber pr»
mus, caps. XXXXXXJa.
/~André Pcrate : «La pintura italiana en el siglo xtv : Giot·
·'
( 12) Sir Thomas Morus: Utopia {1516), Libro II: Of Sciencss,
Crafts and Ocoupations, Col. "English Reprints», Londres, 11906, fo», en la Hlstoire de t'art, editada por André Michel, t. II, part. II,
p. 83. p. 777, París, 1906.
164 165
trañarnos de que no haya hecho más que repetir, a este res esta corta edad y tan oscura, que es difícil establecer un jui
pecto, su desengañada máxima: «el azar dispone» (14). He cio sólido sobre ella. Las crías de los osos, de los perros,
aquí su comentario: «La costumbre hace a los albañiles, a muestran su inclinación natural; pero los hombres, que en
los soldados, a los plomeros. Es un excelente plomero, dicen; seguida se lanzan a usos, opiniones, leyes, cambian o se dis
;, hablando de los soldados: están bien locos, dicen. Y los frazan, y se enmascaran fácilmente» ( 15).
otros, por el contrario: sólo es grande la guerra, el resto La Bruyere, que era de modesta condición, conoce mejor
de los hombres son unos bribones. Se escoge a fuerza de la vida de los trabajadores del campo y de la ciudad. Sabe·
oír en la infancia alebar estos oficios y despreciar todos los mos ya Jo que ha dicho de los primeros. En cuanto a los
demás. Tan grande es la fuerza de la costumbre que, de aque ciudadanos, observa que «algunos han realizado en su juveri
llos a los que la naturaleza no ha hecho más que hombres, · tud el aprendizaje de cierto oficio para ejercer otro, y muy
se hacen todas las condiciones de hombres; porque hay paí distinto, el resto qe su vida». Sus conclusiones son aproxima·
ses que son todos de albaniles, otros todos de soldados, et· damente las de Montaigne y Pascal, pero su acento es más
cétera, Indudablemente la naturaleza no es tan uniforme. amargo: «Si no lo viésemos con nuestros propios ojos, ¿po
Por lo tanto, es la costumbre la que hace eso, puesto que drtamos imaginamos jamás la extraña desproporción que la
ella fuerza a la r.aturaleza ... » (Art. III, 4). mayor o menor cantidad de monedas establece entre los
En otro lugar Pascal habla de nuevo de la costumbre: hombres? Esta mayor o menor cantidad determina la espada,
«Es ella la que hace tantos cristianos, es ella la que hace a la toga o la Iglesia: no hay casi ninguna otra vocación» (16 ).
los turcos, los paganos, los oficios, los soldados, etc.» (X, 8). Observemos ante todo que en estas frases se trata de algo
Y también: «Todos piensan en la manera de librarse de su más que de la simple elección de oficio: es toda la cuestión
condición; pero la elección de la condición y de la patria nos social lo que se plantea. Todavía no se habla de la justicia
la proporciona la suerte... Es lo que determina a cada uno en el sentido en que nosotros le damos hoy a esa palabra.
en cada condición, de cerrajero, soldado, etc. [Cuántas na En 1588 Montaigne dice muy acertadamente que «los prime
turalezas en la del hombre!, [cuántas vocaciones! Y por qué l'OS puestos suelen ser acaparados por los hombres menos
azar cada uno suele tomar Jo que ha oído estimar. Tacón capafeS~ que las grandezas de fortuna no se encuentran en
airoso ... Tacón de zapato. ¡Oh!, ¡qué bien hecho está!; ¡eso absoluto mezcladas con la suñclencia» '(es decir, con el mé
es un obrero hábil!; ¡qué valiente es ese soldado! Ese es el rito o el valor de las gentes). Por ello, no deja de defender
origen de nuestras inclinaciones y ele la elección de las con el orden establecido: «Estas consideraciones (sobre las va
diciones ... » (XXV, 8080 ter). ria<;.\Otl':_S de la costumbre) no disuaden, sin embargo, a un
Pascal ha tomado de Montaigne su relativismo 'social y sus
desenvueltas afirmaciones sobre el azar que decidiría el ofi
~5) Les Bssais de Montaigne, publicados según la edición
io. la patria o la religión. Hay que releer los capítulos que de 1588. Nueva Biblioteca clásica Jouaust, París, s. f., t. II, p. 26;
ratan de este tema, De la costumbre y De la institución de III, p. 182.
~ os niños: «La muestra de sus inclinaciones es tan tier na en ( 16) Les caracteres ou les m,n11rs de ce siecte, cap. VT: « Oc
los bienes de fortuna». Ver también el cap. IT «Del mérito
personal», las frases que dedica a Egésippe: «¿Qué hacer de Egé
sippe, que pide un empico? ¿Le introduciremos en las finanzas
(14) Pensécs de Pascal. edición E. Havct, París, 1918, t. I, o en las tropas? Eso es indiferente, y tiene que ser el interés el
pp, 36 y 156; II, p. 166. único que decida ... "
166 167
hombre de entendimiento de seguir el estilo común. El horn nos conduce al otro extremo: «Hombres por naturaleza plo
bre prudente debe, en su interior, apartar a su alma del apre meros, y de todas vocaciones» ( 19).
suramiento y mantenerla en libertad y con poder de juzgar Nos parece probable que este último correctivo se lo haya
libremente las cosas; pero, exterlormente, debe seguir por sugerido al autor de los Pensamientos la lectura de una fa.
completo las maneras y las formas recibidas. A la sociedad mosa obra de aquella época, de la que Montaigne, cincuenta
pública no le interesan nuestros pensamientos» (17). En 1687 añ.os antes, parece también haber sacado provecho en el pri
La Bruyere se muestra más sensible a las desigualdades de mer texto suyo que hemos citado. Nos referimos al tratado
la suerte de los humanos, pero también está obligado a apa que el médico español Juan Huarte habla publicado en 1575
rentar que se resigna. ¿, con el título Examen de ingenios para las ciencias. Esta obra
No obstante, al insistir de una manera apremiante en el tuvo una extraordinaria repercusión duran te dos siglos: re
papel desempeñado por la imitación, la costumbre, la educa editada setenta veces, fue traducida a la mayor parte de las
d~ la suerte o el azar en las de..::isiones más importantes lenguas europeas, sobre todo al francés, desde 1580. Habla
que toman los humanos. Montai ne, Pascal La Bruyhe remos de ello en el próximo capítulo, ya que él abre la his
tuvieron e mérito de atraer la atención sobre los aspectos, toria moderna de la orientación profesional.
no solamente sociales sino socioló icos de la elección de ofi
cio. Ellos sostuvieron también Ja interpretación psico s,ca
~ulada por Ja tradición estoica, ilustrada por Cicerón.
Iñ"mediatamente después de haber hablado de las «inclina
ciones naturales•, manifiestas en el animal pero oscurecidas
en el hombre por las costumbres o las leyes, Montaigne ob
serva que es «difícil forzar las propensiones naturales: de
donde sucede que, a falta de haber escogido bien el camino,
se trabaja a menudo para nada y se emplea mucho tiempo ¡,,.
(en vano) en preparar a los niños para cosas a las que no /'
pueden tomar gusto4(18). En cuanto a Pascal, que llega in
cluso a pretender que «la costumbre es nuestra naturaleza»,
reconoce después, al final del primer pensamiento suyo que
...
hemos citado, que, si la costumbre «fuerza a la naturaleza,
a veces la naturaleza la vence y retiene al hombre en su ins
.. '
\
tinto a pesar de toda costumbre buena o mala». El, que ha ••
dicho que es la costumbre o el azar quien «hace a los alba
ñiles, los soldados, los plomeros», deja escapar esta frase que
(17) Les Essais, libro l, caps, XXIII y XXIV (t. I, pp. 167 y
183).
(18) Essais, I, XXVI (t. II, p. 26). (19) Pensécs, XXV, 91 y Ill, 4 (t. 11, p iss v 1, p. 36).
168 i69
CAP{TCJ.O XI
171
dotado más que de un solo talento verdadero, ya que este se trasladó a París para consagrarse enteramente a la edu
don depende de su propia constitución y no es sino la expre cación de su hijo, un médico de París, Jourdain Guibe let,
sión de su temperamento. publicó un Examen del Examen de los Espíritus, que apor
Ahora bien, prosigue Huarte, el niño no está en condicio taba un complemento útil a la teoría de Huartc. Mientras
nes de juzgar eficazmente por sí mismo sus talentos y dones que este último sólo tenía en cuenta las aptitudes como cri
naturales: «A fin de que nadie se equivoque al escoger la terio de elección de una profesión, Guibclet ponía de relieve
profesión más propia y mejor para él, se debería confiar y la importancia que convenía atribuir a lo que él llamaba «la
delegar en hombres prudentes y sabios para descubrir en afección», es decir, la inclinación natural, la predisposición
tierna edad el espíritu de cada niño y forzarle a estudiar o el gusto por un cierto género de actividad. Si el médico
la ciencia que le conviene, sin que la elija él mísmo.s Aquí francés cometió el error de oponer la predisposición a la
.t..,. aparece la segunda tesis importante de Huarte: a cada don, aptitud, su distinción de los dos hechos estaba justificada.
a cada temperamento, corresponde una actividad particular a Sabemos hasta qué punto sen fugaces y cambiantes los ínte
la cual hay que dedicarse, so pena de «romperse la crisma» reses del adolescente. Rousseau ya lo había dicho: «Este oye
inútilmente y «trabajar en balde ... un tambor y se cree general; aquél ve construir y quiere
El autor se da cuenta de la novedad de sus ideas: «Nadie ser arquitecto. A cada uno Je tienta el oficio que ve hacer,
ha dicho nunca claramente que es la naturaleza la que hace cuando cree que los demás lo estlrnan.» Por lo que respecta
al hombre apto para una ciencia y no para otra; nadie ha a las aptitudes, Rousseau comparte los puntos de vista de
dicho nunca cuántas diferencias de espíritu se encuentran Platón y de los estoicos: en la vida, toda elección, dice, no
en el género humano, qué artes y ciencias convienen par será juiciosa y fecunda más que •Si es la ptopia naturaleza
f.
ticulannente a cada uno, ni por medio de qué signos puede la que la indica» (2). ¿Conoció el ciudadano de Ginebra el
!,·· reconocerse lo que, en cada caso, importa más. Habiendo Examen de Huarte? Podemos suponerlo, porque toda Europa
planteado perfectamente los problemas «con estas cuatro hablaba aún de él. En 1752 Lessing consagraba su disertación
cosas», Huarte aporta útiles datos para su solución. Es así sobre maestría en las artes a la obra del médico español y
como clasifica los «espíritus» en tres grupos según el pre la traducía al alemán. Veinticinco años más tarde, Lava ter
dominio de una u otra de las tres facultades principales que se r~fería a ella explícitamente en la obra en la que desarro
enumera: la memoria, la imaginación y el entendimiento. llaba ./los principios de su «Fisiognomonías. No obstante, en
Después hace una lista de las artes y ciencias que exigen Inglaterra, el crítico Samuel Johnson, apoyado por el pintor
aptitudes particulares derivadas de una u otra· de estas tres Josuah Reynolds, negaba que existiese «un pretendido genio
facultades de! ~spftitu. 1 · natural, una disposición del espíritu, recibida de la naturale
,._, l¡ ! ~a, •Hacia un arte o una ciencia más bien que hacia otra». El
'
J ¡'~ l al
. l ogía dlf ~ene
En los ongenes de l a psrco
historiador Edward Gibbon, que cita esta frase (en donde
·~·.
:. ,•J ~contramos el vocabulario de Huarte), se extrañaba de ella.
De igual manera SaíntcBeuve, que más tarde comentó este
Las ideas de Huarte fueron admitidas y rJogida~ por la
mayoría de los filósofos y sables de aquella é'i?oca. En 1631, debate, pensaba que no se podía dudar de la «diversidad orí·
es. ~ec~r, el mismo..~~ .. en que Etier.~c las~~r:"r~~·U,{ft1({~
su ¡ ...
\..,.
cargo de presidente: del tribunal de cuentas 1;~,iC.ÍermQnt. y 1 (2) Emilio o de la Educación, libro 11 l.
t .:
172 173
1
ginal que designa a cada individuo notable y que es el.alma pertenece a una familia ele viñadores y (el interés) público
de cada fisonomía» (3). A finales del siglo xvm todo el.rnun ,, requiere que se destine al cultivo de la tierra la mayor can
do se apasionaba por los estudios de psicología diferencial. ~ l
tidad posible de persouas.» No obstante, el muchacho se
En Berlín, Carl Philipp Moritz publicaba una. revístaique salió con la suya y le pusieron de aprendiz en casa de un
tenía por. titulo }? divisa sccrática: «Conócete a; ti mismo», tío suyo, sombrerero en Moudon ( 4 ).
Toda una serie de autores se 'esforzaban en renovar, la.peda · ~/!': 1 J ·' •
t l
...
nespara .. saber.;laf}que mejor. corr~spondían,i.,,i~~
fac~tades.:~el:alnia;.Sell_propon1~ «c,,ue~.el,E~tad~~ .. :. :
a hombres.preparados el .descubrir, las ~pti'µ~_e_sp'.í}~. .. · · ·~"•J.:··:,:
r~
i¡,; 'V:~ . : ~~"debatesobre la eleccíén de o fido toma una nuevá ím
~t"~f¡,ohálÍcia >'en Franela.' Sabemos que la Revolución francesa
1
, .: ha15Ía • gA'rimiizado a todos los ciudadanos el derecho a· acce
naciones de los .jévener en sus juegos y, ,eni~(las¡.¡J~~~sitµi¡,~'.:~t·;~·:· {f" : ':tiet a.' todos: los empleos públicos .. según su capacidad, sus
ciones en que obren libremente y sin ser aprerníadose: ·¡.,y: · · . ·::(l·: 'vittúdes y sus talentos». Vuelven a encontrarse estos térmi
otros aún definían las disposiciones indispe~s.ables para la · :1 nos en el primer .principio de la doctrina sansimoniana:
prosecución de estudios superiores. A .· ., , .: . · .· . ~ «A cada uno según su capacidad, a cada capacidad según
Son estos trabajos, al propio tiempo que lqs consejos de sus obras.s Más tarde, Karl Marx invertirá la fórmula al
Fellenberg y de Pestalozzí, los que animaron al ministro de decir en su carta a Bracke: «De cada uno según sus capaci
artes y ciencias de la República Helvética, Philippe,Albert dades, a cada uno según sus necesídades» (5). ·
Stapfer, a proponer en enero de 1799 la institución de;·,un • • Durante
1•
años, en la mayor parte de los sistemas de or'ga
nuevo examen en donde se tendrían más en cuenta los talen· nízacíón política, económica y social, todo gravita alrededor
tos naturales que los conocimientos adquiridos por los jóve de la noción de· capacidad individual. Y también se esforza.
nes candidatos en los estudios de letras y de ciencias, de rán no solamente en descubrir esta última, sino en medir
tal manera que fuesen apartados a tiempo todos aquellos su naturaleza e intensidad. Ya en el siglo anterior, el ingenie·
que, no reuniendo las necesarias aptitudes, fracasarían más ro sutzo Perronet, el físico Réaurnur y el economista Adarn
tarde o más temprano en tales carreras. En Lausana, ya S~th habían analizado el trabajo e intentado abordar el
en 1787, el reglamento de las Escuelas de caridad conminaban examen de las aptitudes de los obreros de la industria. En 1835
los educadores a «estudiar con cuidado los diferentes carac el sansimoniano belga Quételct aplica los métodos estadís
teres o talentos de los pensionistas, para estar en situación
de facilitar información a la dirección sobre las diversas vo
.. ,
caciones que puedan convenirles». Se cuenta la historia de un .,. , (4) L. Walther: Orienta/ion proiessionneüe et carriéres Hbéra
leis, Neuchátel, •1936, p. 7, 13, 63, 133 (sobre Garve, SeU y Stapfer);
joven de Vevey a quien habían colocado con un jardinero, \'S. Panobaud: Les dcoles vaudoises a la [in du réglme bernois,
y que quería ser sombrerero, A este deseo la comisión de Lausana, '1952, p. 363.
asistencia había respondido negativamente: «Este muchacho (5) Karl Marx: Critica del programa de Gotha (5 de mayo
de .1875), Ediciones sociales, París, 1950, p. 25, \ er el comentario
a esta fórmula de Marx en el tratado de V. Lcnin: Et Estado y la
Revolución (1917). Ediciones políticas del Estado, en lenguas ex
(3) PortRoyal, libro IV, capítulo S. tranjeras, Moscú, 1951, p. 97.
174 175
ticos al estudio de las facultades humanas en su Ensayo. Stendhal y Ba.lza.c
de física social. Los trabajos de este último autor fueron
utilizados por Francis Galton, que es conocido no sólo por, . E sta época cuando nació la doctrina psicológica. Y
s en e · l in
haber introducido la palabra test en la psicología, sino por .
r •
lológica del «naturalismo" moderno, que, sin negar a .
haber creado y perfeccionado este nuevo método., . ;~:!ncia de la costumbre, de la educación ~ incluso de! azar
Una preocupación común anima a todos los espíritus inno l d stino de los individuos y de las sociedades, atribuye,
vadores de aquella época: asegurar a cada uno el completo ~: :bs:ante, el mayor poder de decisión· a la n~turaleza ín~
y libre desarrollo de sus dotes naturales. En sus numerosas tima de cada ser humano. Eso era volver, d~spoJándola .casi
obras Charles Fouríer repite incesantemente que todo el mal siempre de su expresión religiosa y metafísica, a la antigua
social proviene de que la mayoría de los hombres están obli ex licación del destino humano tal como la habían e~pues to
gados a realizar un trabajo. que no está de acuerdo con sus p l' tas de la antlgü edad Con los nuevos términos se
1 os mora 1s · . · · d
aptitudes o sus inclinaciones. Es por medio de la libre elec 'dice que el hombre está predispuesto, si no a un oficio cter
1
• id d
ción del oficio, cree Fouríer, como el trabajo llegará a ser . d al menos a cierta clase de acuvi a , por su carácter
atractivo; la economía tendrá un nuevo vigor, la prosperidad
rmna o, Se admite que las ·
·me 1,maciones y las
o su temper amen to · · f{ • l
alcanzará a todos, la justicia y la armonía reinarán por fin. aptitudes son exponente de una predeter~ina~16n sica, a
en la humanidad. En el Nuevo mundo industrial y gremial, cual no excluye, sin embargo, cierta elección hbre.
del cual los falansterios intentarán ser una anticipación, cada Este tipo de explicación aparece ya en las novelas de
uno no realiza más que el trabajo que corresponde a sus Stendhal, de Balzac y de Flaubert. Ninguno d~ estos ~~~
gustos personales y al «deseo de In naturalezas (6). autores dudó durante mucho tiempo de su propia voca~t .
El fracaso de las primeras tentativas de reorganización Stendhal sabía bien «que a él le habían P.~esto en la uer~a
·.. del trabajo en el siglo XIX hará más ardiente y más amarga para crear obras maestras ». El mismo lo ~tJO e~ 1835 cuanbl:
la crítica social de aquel tiempo. Ruskin decía que si Giotto día al escribir Lucien Leuwert, la distancia q~e ha .
no hubiera tenido la suerte de que Cimabué le viese dibu me ' id pasada y su existencia en CivitaVecch1a: «¡Que
entre su vt a • . 03 p n
jando, hubiera seguido siendo pastor toda su vida: «¿Quién diferencia! Todo iba encaminado al espíritu en 18 ·. er~ e
nos garantiza, añadía, que no hayamos dejado a otros Giotto el fqrt~ la verdadera c,cupación del alma era la misma. to
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guardando corde;.os en las montañas de los, Apeninos? Que ma~,· una opus• (8). · d
yo sepa, puede haber dos o tres más Leonardo de Vinci tra Toda la vida del escritor fue un fatal encadenam~ento. e
bajando en vuestros puertos o en vuestros fe(tocarriles; pero decepciones y de fracasos en todos los planos: afectivo, Ií te
no empleáis sus maravillosas facultades, sól~ os preocupáis . humano ·Es por euo por lo que consagró toda su
de destruirlas» (7). l¡..
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rano, Y • e ·
?i~ á relatar la existencia de personajes excepc1on~ m
1 en te
~ :recidos por el destino Fabrice del Dongo, Juhen So·
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(6) Charles Fourier: «Le Nouveau Monde iri4ustriel et soclé rt\ o inexorablemente predestinados a
1~ de:rota com:
Octavio de Malivert? El autor puso a contnbuc16n todo s
taire ou Invention du procé:lé d'industrie attrayente et naturellc»
( 1829). f"Euvres, t. VI, p. 403, París. lMS. · '. ·¡'
(7) Texto citado sin referencia por Hyacint1he Dubreuil: Note·
dhal nistotre ele ses
L'CEuvrc <I e S er
veaux Stondards: les sonrees de l<t produotivité et de la ioie, Pa I
(8) Henri Martineau: '
rts, 1931, p. 138. livres et de sa perisée, París, ·1951, p. 449.
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