Cambio Psiquico Segun Klein
Cambio Psiquico Segun Klein
Cambio Psiquico Segun Klein
El objetivo de este trabajo es presentar algunas ideas que permitan reflexionar sobre los
aportes de Melanie Klein a la teoría del cambio psíquico y que posibiliten una
comprensión de cómo éste puede realizarse según los descubrimientos de la autora respecto
al funcionamiento del mundo interno.
Con este fin presentaré primero los planteamientos de Melanie Klein sobre la formación y
características del mundo interno y luego los elementos que se pueden desprender de su
teoría que hacen posible pensar que el cambio psíquico puede ser logrado a través de un
trabajo psicoanalítico.
La autora plantea que los factores involucrados en el desarrollo de la psique son de diverso
origen, son interdependientes unos de otros y fruto de su influencia recíproca y de su
constante interacción, la mente se desarrolla. Este desarrollo puede acercarse o alejarse de
la normalidad, dependiendo de las características que presenten estas diversas variables en
cada individuo. Si bien Klein recalca que es muy difícil aislar unos factores de otros, los
presentaré de manera separada con el único objetivo de realizar una exposición teórica más
clara:
1. Factores Constitucionales:
La cualidad de estos factores varía de una persona a otra y es de vital importancia porque,
desde el nacimiento en adelante, determinan en gran medida el crecimiento mental. Al
hablar de factores innatos Klein se está refiriendo principalmente a los siguientes aspectos:
1.1. Pulsiones:
Klein, aceptando los planteamientos freudianos, postula que en todo individuo existe una
lucha, de origen constitucional, entre una tendencia a la vida y la integración y una
tendencia a la muerte y desintegración. En su modelo estas pulsiones de amor y de odio
originan el conflicto psíquico y el crecimiento mental, no sólo en el desarrollo temprano,
sino durante toda la vida (Klein, 1963 a). Además, la polaridad instintiva es la que
promueve distintos procesos psicológicos que buscan hacer frente a este conflicto
fundamental.
Uno de los primeros mecanismos empleados por este yo temprano para ‘defender la vida’
es la proyección, tanto del instinto de vida como del instinto de muerte sobre los objetos
externos. Paralelamente a la proyección actúa otro mecanismo de vital importancia, cual es
la introyección, por intermedio de la cual ambos objetos (formados por la proyección) el
‘pecho bueno’ y el ‘pecho malo’ (en primera instancia) pasan a formar parte del mundo
interno del bebé (Klein, 1958).
La autora dice que tras esto los instintos pasan a actuar bajo la forma de objetos dentro del
yo. En sus palabras: “En esta forma la imagen del objeto, externa e internalizada se
distorsiona en la mente del lactante por sus fantasías, ligadas a la proyección de sus
pulsiones sobre el objeto” (Klein, 1952c, pág. 72).
Esta autora relaciona el desarrollo normal con el predominio de los objetos buenos en el
mundo interno. Señala: “El objeto internalizado bueno forma el núcleo del yo, alrededor del
cual éste se expande y desarrolla. Cuando el yo es asistido por el objeto bueno internalizado
se encuentra más capacitado para dominar la ansiedad y preservar la vida, ligando con
líbido algunas partes del instinto de muerte que operan dentro de si” (Klein, 1958, pág.
244).
La fuerza de las pulsiones se traduce así, en mayor o menor capacidad para el amor, la
integración y el desarrollo normal.
1.2. Ansiedad:
Otro elemento constitucional que influye en el desarrollo del mundo interno es el monto de
ansiedad que siente el bebé desde el comienzo de la vida. La ansiedad está en íntima
relación con la intensidad relativa de las pulsiones.
Klein señala que la ansiedad surge de la polaridad instintiva y que en último término, es
provocada por el peligro que amenaza al organismo por la presencia del instinto de muerte
es su interior. Dice: “Pienso también que si suponemos la existencia de un instinto de
muerte también debemos suponer que en las capas más profundas de la mente hay una
reacción a este instinto en la forma de temor a la aniquilación de la vida. Así, a mi entender,
el peligro que surge del trabajo interno del instinto de muerte es la primera causa de
ansiedad” (Klein, 1948, pág. 38).
Es necesario aclarar que Klein enfatiza que es el instinto de muerte en su interacción con lo
libidinal, lo que origina la ansiedad. Dice: “... es por consiguiente la interacción entre
agresión y libido – en última instancia tanto la fusión como la polaridad de los dos instintos
lo que causa la ansiedad y la culpa” (Klein, 1948, pág. 51).
Mientras mayor sea el impulso de muerte en relación con lo libidinal, existe mayor
ansiedad. Además, así como para Klein es inevitable el conflicto psíquico por la lucha entre
los dos instintos es también inevitable y consecuencia de lo anterior, el surgimiento de la
ansiedad. Plantea, no obstante, que un monto moderado de ansiedad promueve el desarrollo
de la mente. Sólo cuando la ansiedad es excesiva tiene un efecto patologizante sobre el
funcionamiento mental, interfiriendo el desarrollo del yo y de las relaciones objetales.
Otro elemento innato que incide en el curso del desarrollo es la ‘Capacidad del yo para
soportar la ansiedad’ (Klein, 1952 a). Un yo mejor dotado es un yo fuerte, cohesionado y
con mayor tendencia a la integración.
La disociación además de ser una defensa del yo, se relaciona con su falta de integración en
los primeros momentos de la vida.
Además señala que existe un poderoso impulso que tiende a ligar las fantasías a diversos
objetos. Estos objetos se convierten en símbolos y proporcionan un escape para las
emociones del bebé ya que este vuelca en ellos sus emociones y conflictos. Los símbolos
representan primero objetos parciales y luego de unos pocos meses predominantemente
objetos totales (Klein, 1963 a).
Todos los mecanismos descritos son utilizados de alguna forma por el yo para disminuir la
ansiedad. Sin embargo, si logra o no tener éxito depende finalmente de la cantidad de
ansiedad que experimenta y de su fortaleza innata. Esto obviamente también se relaciona
con la interacción entre ambos instintos (Klein, 1952b).
2. Factores Externos:
Klein dice: “ ... desde el comienzo de la vida posnatal, y en cada estadio del desarrollo, los
factores externos afectan su evolución” (Klein, 1952d, pág. 103). Así, las situaciones de
vida del bebé desde el nacimiento afectan el curso de su desarrollo.
La primera situación (sin considerar el estado intrauterino) que afecta al niño es el trauma
del nacimiento y la pérdida de la situación intrauterina (Klein, 1952d). El grado de
dificultad que presente el parto genera mayor o menor ansiedad en el niño (Klein, 1957). Se
suma al temor provocado por el nacimiento, la necesidad de tener que adaptarse a
situaciones externas totalmente nuevas. Frente a esta incierta realidad, el bebé se siente y es
físicamente muy dependiente y frágil, lo que aumenta su ansiedad.
Para ayudar al niño a que vayan prevaleciendo las experiencias buenas, la autora plantea
que es importante que el objeto externo busque evitar frustraciones innecesarias ya que la
frustración excesiva incrementa las pulsiones agresivas y el odio, lo que trae serias
dificultades para el desarrollo (Klein, 1936). Por lo tanto, esta autora le da gran relevancia
al tipo de vínculo que establezca la madre con su hijo.
Además, Klein plantea que no sólo son importantes los cuidados y gratificaciones concretas
que le brinde la madre a su bebé sino también es de vital importancia la actitud inconsciente
que tenga hacia él (Klein, 1936). Dentro de esta actitud recalca la capacidad de la madre de
transmitir amor, paciencia y comprensión de la mente del niño. Destaca el respeto a sus
necesidades, su propio ritmo de crecimiento y sus características individuales. En otras
palabras, el poder considerar al niño como un ser distinto, como un individuo separado que
se debe acoger y respetar y no como una extensión de sí misma (Klein, 1936).
La autora relaciona la disposición de la madre con las experiencias y ansiedades que ella
sufrió siendo pequeña. Da especial importancia al curso que siguieron sus ansiedades
primitivas, ya que éstas se reviven ahora en su rol de madre (Klein, 1937).
Klein postula que existen otros hechos externos que pueden afectar profundamente el
desarrollo del niño. Alude a sucesos tales como la muerte de un ser querido, el viaje de un
miembro de la familia, la enfermedad de uno de ellos, una situación nacional o social
conflictiva, etc. Ella plantea que lo fundamental radica en la forma en que el niño
experimenta estas situaciones, cómo las elabora y cómo las enlaza con determinadas
fantasías inconscientes (Klein, 1932k).
Formula que es la realidad externa donde el niño contrasta sus fantasías y ciertos sucesos de
la realidad, pueden ser percibidos por él como fruto de sus propios deseos y fantasías,
debido a la omnipotencia de la mente infantil. Al incorporarse las experiencias de esta
manera, se ven incrementadas la ansiedad y la culpa del pequeño. En los casos en que el
niño es expuesto a situaciones traumáticas, la realidad externa, en vez de refutar sus
angustias y temores, corrobora sus fantasías sádicas omnipotentes aumentando sus
ansiedades e interfiriendo en la normal elaboración de las mismas.
Klein plantea que no se puede establecer una clara diferenciación entre la realidad interna y
la externa. Esto se debe en parte a que la realidad es experimentada siempre a la luz de las
propias características del mundo interno.
Así, desde el principio de la vida interactúan y se refuerzan las ansiedades provocadas por
conflictos intrapsíquicos y por experiencias externas.
Pese a que, en términos generales, Klein habla de la interacción de estos factores, se refiere
también a la mayor influencia que a su juicio tienen los aspectos internos en el curso que
adquiere el desarrollo. No pocas veces plantea que los factores externos solo pueden
disminuir los conflictos del niño dentro de un cierto margen. Piensa que para que el mundo
externo pueda aminorar la ansiedad la carga constitucional no debe ser extremadamente
conflictiva. Así, en ciertos casos, el peso del factor constitucional es tal que lo externo es
insuficiente (por más buena que sea la calidad de la madre y los demás objetos del niño)
para contrarrestar el monto pulsional agresivo y la angustia que conlleva (Klein, 1940).
También se refiere a casos en los cuales la capacidad innata para el amor y la integración es
tal que circunstancias de vida muy traumáticas no logran frenar el desarrollo normal de la
mente (Klein, 1960b).
Además, la autora plantea que un niño con excesiva ansiedad, provoca un aumento en la
ansiedad de su madre, debido a la profunda conexión que existe entre el inconsciente de
ambos. Dice: “... un bebé que tiene dificultades de tipo alimentario puede despertar
ansiedad y culpa en su madre, y ejercer así una influencia desfavorable sobre la relación
que ella tiene con él” (Klein, 1963b, pág. 319). Dada esta situación, la madre es muy
probable que se vuelva menos capaz de satisfacer las necesidades de alivio del pequeño. De
esta manera el factor innato estaría afectando la calidad del externo.
En síntesis, respecto a las series complementarias se podría decir que esta autora ve una
limitación a la capacidad del ambiente para contener las ansiedades del niño cuando éstas
son extremas por una constitución desfavorable. En todos los demás casos, la interacción
entre el mundo interno y el ambiente es muy estrecha pudiendo siempre el objeto que cuida
al niño poner en acción su capacidad o incapacidad para contrarrestar sus angustias, lo que
finalmente se traducirá en un mundo interno más o menos cercano a la normalidad o
integración.
De este modo, el superyó contiene impulsos destructivos que de esta manera quedan
ligados. También son desviados hacia él cierta cantidad de impulsos libidinales y parte de
los objetos buenos y malos. Así, en sus primeros momentos, el superyó está constituido
principalmente por aspectos destructivos que tienden a provocar ansiedad y persecución en
el yo. Sin embargo, también contiene aspectos libidinales desde sus inicios y objetos
buenos orientados a la protección del yo (Klein, 1958).
Todo lo anterior sucede en la fantasía del bebé ya que para Klein todos los procesos
mentales son enlazados a fantasías inconscientes. Dice: “Las fantasías inconscientes
acompañan todas las actividades; nuestra mente, nuestros hábitos y nuestros enfoques se
han ido constituyendo a partir de las más tempranas fantasías y emociones infantiles y
nunca dejan de desempeñar un papel importante en la vida mental” (Klein, 1959, pág. 255).
Pese a que la fantasía inconsciente es una inferencia y por tanto no puede ser vista ni
manipulada, pudiendo observarse solamente sus derivados, Isaacs (basándose en Klein)
postula que sus efectos son reales y determinantes en el funcionamiento y accionar de todo
individuo. Dice: “Es una verdad fundamental y tiene efectos reales no sólo en el mundo
interno de la mente, sino también en el mundo externo del desarrollo corporal y conducta
del sujeto y por lo tanto de las mentes y cuerpos de otras personas” (Isaacs, 1962, pág. 99).
Klein describe el mundo interno de la siguiente manera: “... el niño al incorporar a sus
padres los siente como personas vivas dentro de su cuerpo, del modo concreto en que él
experimenta estas fantasías inconscientes ... así se edifica un mundo interno en la mente
inconsciente del niño, correspondiendo a las experiencias reales y a las experiencias del
mundo externo, aunque alterado por sus propias fantasías e impulsos” (Klein, 1940, pág.
348).
Este mundo interno consiste, entonces, en una gran cantidad de objetos dentro del yo, los
cuales corresponden a diferentes aspectos buenos y malos en que los padres (y otras
personas) aparecen en el inconsciente del niño. Este conjunto de objetos internalizados se
va organizando, junto a la organización del yo, y en los más altos estratos de la mente llega
a formar el superyó (Klein, 1940).
La autora señala que el hecho de que los objetos internos no sean accesibles a la
observación del niño y no puedan ser verificados por los medios de percepción de que
dispone en relación con el mundo externo, tiene una gran importancia en la naturaleza
fantaseada de su mundo interno (Klein, 1940).
Estos objetos amados y odiados, sentidos como buenos y malos están interrelacionados los
unos con los otros y con el sujeto, es decir, constituyen un mundo interno (Klein, 1940). La
autora señala que cuando el niño “ ... siente que contiene objetos buenos experimenta
confianza y seguridad. Si los objetos que contiene son malos, experimenta sospecha y
persecución” (Klein, 1952b, pág. 68).
Para Klein el modo en que se dan estas relaciones entre los objetos internos determina el
funcionamiento psíquico del individuo, el cual depende en gran medida de las
características de las primeras relaciones objetales. Los objetos y el tipo de relación entre
estos van variando a lo largo del desarrollo. Esto es lo que la autora describe a través de su
teoría de las posiciones.
De esta manera cada individuo atraviesa a lo largo de su vida y luego mantiene una
oscilación constante de acuerdo a las características de las situaciones que enfrente entre la
posición esquizo paranoide y la posición depresiva. Este tema no lo voy a profundizar en
este trabajo. Solamente es necesario mencionar que cada posición se constituye a partir del
entrelazamiento de un tipo de ansiedad predominante, ciertos mecanismos de defensa para
hacerle frente y finalmente un tipo determinado de relaciones objetales (Klein, 1946).
En primer lugar, cabe destacar que Klein plantea que el desarrollo del mundo interno
depende en última instancia del nivel de ansiedad que el yo experimenta. De esta manera en
la medida en que la ansiedad es menor o se ve reducida evoluciona naturalmente la vida de
fantasía y el simbolismo (Klein, 1929 a).
La autora plantea que la mente tiende al desarrollo y que si se pueden ir aminorando los
obstáculos que lo han impedido, el mundo interno evoluciona hacia un funcionamiento más
adecuado. En relación a esto Strachey señala que si se pudiera abrir una brecha en el circulo
vicioso (que caracteriza a las distintas patologías) el desarrollo se restablecería
espontáneamente (Strachey, 1934).
Estos postulados tienen relación con los planteamientos de Klein sobre el desarrollo
psíquico temprano en el cual se va avanzando desde un primer momento de desintegración
a niveles cada vez mayores de integración. Además todos los sujetos presentan permanentes
oscilaciones entre estados más Depresivos y otros más Esquizo paranoides.
Dado estos aspectos generales del desarrollo mental en el modelo de Klein, analizaré a
continuación, ciertas características de la mente que permiten la intervención terapéutica y
la progresiva integración del mundo interno a través de ésta.
Sin embargo, Klein plantea que en la relación que el paciente establece con el analista, se
puede acceder a las fantasías inconscientes del primero, ya que estas determinan las
características de esta relación. La situación analítica privilegia la observación de los
derivados de la fantasía inconsciente. A través de la transferencia, el analista puede inferir y
rastrear las fantasías inconscientes del analizado (Klein, 1955 a).
Así, por medio de la transferencia, el analista puede tomar contacto de alguna forma con el
acontecer más profundo del psiquismo del paciente y esto mismo le brinda alguna
posibilidad de modificarlo. Dada esta relevancia revisaré las principales ideas de Klein en
cuanto al fenómeno transferencial, poniendo el acento en su origen y en su relación con la
fantasía inconsciente y con el cambio psíquico.
Esta externalización es una forma mediante la cual, el yo busca proporcionar una descarga a
las fantasías, realizar y satisfacer deseos, lograr mejores relaciones entre los distintos
aspectos de sí mismo, elaborar los conflictos y en último término, reducir la ansiedad. Klein
dice: “El conflicto intrapsíquico se hace así menos violento y puede ser desplazado al
mundo externo. El placer así obtenido se incrementa cuando el yo descubre que este
desplazamiento hacia el mundo externo le proporciona diversas pruebas reales de que los
procesos psíquicos, con su catexia de ansiedad y culpa, pueden tener un resultado favorable
y puede reducirse la ansiedad” (Klein, 1929 a).
Etchegoyen destaca que el simbolismo pasa a ser para Klein el fundamento de la vida de
fantasía, y sobre él se estructura la relación del sujeto con la realidad. Plantea que si el
proceso de formación de símbolos se desarrolla normalmente (hecho supeditado a un nivel
moderado de ansiedad), el yo se enriquece, se expande la vida de fantasía y se van
diversificando los contactos con la realidad. Si no ocurre así, la relación con la realidad se
interrumpe y queda paralizado el desarrollo (Etchegoyen, 1984).
A propósito de la relación con este primer objeto, Etchegoyen comenta: “Esta relación es
determinante, deja su impronta en el sujeto y lo influirá desde el inconsciente el resto de la
vida: en la relación del ser humano con la realidad está siempre el rastro de aquellas
ansiedades y defensas que se establecieron inicialmente con el cuerpo de la madre”
(Etchegoyen, 1984, pág. 200).
Posteriormente, Klein se refiere a que más que objetos internos lo que se transfiere son
relaciones objetales. Así como la fantasía inconsciente implica pensar en términos de
relaciones objetales, con un correspondiente tipo de objeto, de ansiedad y de defensa, del
mismo modo, la transferencia, como expresión de la fantasía inconsciente, debe pensarse
como un tipo de relación en que estos tres aspectos están presentes. Para aludir a esta
característica, Klein habla de: “ ... situaciones totales transferidas del pasado al presente,
tanto como de emociones, defensas y relaciones objetales” (Klein, 1952 a, pág. 64).
Klein concibe el fenómeno de la transferencia más allá del ámbito puramente analítico.
Plantea: “En una u otra forma la transferencia actúa durante toda la vida e influye en todas
las relaciones humanas” (Klein, 1952 a, pág. 57). De esta manera para la autora la
transferencia subyace a toda actividad y relación humana.
De este modo, las características que presentaron las primeras relaciones objetales y las
demás relaciones significativas del sujeto no desaparecen, sino que están ‘vivas’ y
determinan de manera importante el accionar del individuo, no solo en su infancia, sino
durante toda la vida y por lo tanto en el presente. Así, en la situación analítica, la fantasía se
concretiza en la relación que establece el paciente con el analista; relación, por cierto
siempre cambiante porque refleja, según el momento, diversas características de los objetos
del mundo interno (Klein, 1952 a).
Por tanto, la constante actuación de la fantasía inconsciente en toda actividad del sujeto,
unida al despliegue de la transferencia en el proceso de análisis, permite pensar que este
último puede producir cambios en la mente del paciente, ya que, lo que determinó su
funcionamiento y sus conflictos puede ser conocido por el analista y a partir de esto,
modificado. La autora plantea respecto al análisis: “ ... es sólo analizando a fondo la
situación de transferencia que somos capaces de descubrir el pasado en sus aspectos
realistas y fantásticos” (Klein, 1952 a, pág. 63).
Para entender cómo las fantasías pueden ser modificadas es necesario analizar otra
característica de la mente que permite pensar en que ésta puede cambiar, cual es, la
interacción entre el mundo interno y el externo.
Mediante la proyección las características del mundo interno influyen en la percepción del
mundo externo. Simultáneamente, mediante la introyección, las características del mundo
externo influyen en el desarrollo del mundo interior. En palabras de Klein: “... la vida
interior siempre influye en las actitudes hacia la realidad externa y a su vez es influida por
las adaptaciones a la realidad” (Klein, 1960b, pág. 273).
En el fondo lo que ocurre y lo que explica los cambios que caracterizan la evolución del
mundo interno, es que si bien se proyectan los propios impulsos, fantasías, emociones, etc.
Sobre los objetos externos, en la introyección posterior, se incorpora ‘algo’ del objeto real.
Klein dice: “Toda vez que admiramos y amamos a alguien – o que odiamos y despreciamos
a alguien – también incorporamos algo de esa persona en nosotros mismos, y nuestras
actitudes más profundas se ven modificadas por tales experiencias” (Klein, 1959, pág. 260).
Así, las experiencias que se tengan con los objetos externos a lo largo de la vida darán lugar
a nuevas incorporaciones en el yo.
De este modo, el objeto ‘real’ influye gradualmente en la formación de los objetos del
mundo interno ya que se introyectan a pesar de la influencia de lo proyectado, atributos y
cualidades propias del objeto que pueden ir modificando al yo introyectante. En el mejor de
los casos, las características del objeto externo pueden enriquecer al yo, pero pueden
también, por el contrario, empobrecerlo (Hinshelwood, 1989).
En síntesis, existe en el individuo un ‘espacio’ en donde el objeto externo puede
introducirse y según las cualidades que presente, ir alterando o modificando el mundo
interno. De este modo, mediante la continua introyección de aspectos de los objetos reales
(distintos a las proyecciones originales) puede modificarse, gradualmente, el mundo
interno.
Klein destaca que este espacio parece ser mayor mientras más sano haya sido el desarrollo
del individuo. En el sujeto con alteraciones psíquicas más graves el cambio psíquico es más
complejo debido a la creación de círculos viciosos: el sujeto proyecta su propia persecución
en la realidad y ésta la experimenta como persecutoria, en función de su proyección previa,
esto incrementa su ansiedad, sentimiento de persecución y frustración frente a la realidad
(Klein, 1959).
Es posible pensar entonces que si estos procesos continúan a lo largo de toda la vida,
cualquier sujeto (en mayor grado mientras ‘más sano sea’) podrá introyectar nuevos
aspectos de los objetos externos e identificarse con ellos. Siguiendo esta línea de
pensamiento, en la situación analítica el paciente podrá introyectar características de su
relación con el analista, que gradualmente modificarán su interioridad. Es decir, el objeto
externo (analista) puede ser progresivamente introyectado, en sus diversos aspectos y
funciones y mediante estas nuevas introyecciones modificar, desde dentro, el tipo de
objetos y fantasías que el paciente tiene en su mundo interno. Así como los procesos de
proyección e introyección son los ‘constructores’ del mundo interno en la infancia, también
lo son en la modificación de la interioridad a través del análisis.
Klein plantea que ambas pulsiones tienen un papel fundamental en el desarrollo normal así
como en el ‘patológico’. Cuando un sujeto presenta una ‘constitución desfavorable’ su
desarrollo se ve alterado. Sin embargo, la libido siempre está presente al igual que sus
derivados. Se podría decir que, de acuerdo a los postulados de Klein, esta presencia de la
pulsión de vida a lo largo de todo el desarrollo, incluso cuando éste ha sido patológico, es
un factor importante para pensar en que la mente puede cambiar si se dan ciertas
condiciones.
De la presencia de la libido se deriva un aspecto fundamental para el desarrollo normal,
cual es, la presencia de un objeto bueno interno. Este objeto existiría en el interior de todo
sujeto y se utilizan diversas defensas para mantenerlo a salvo. La autora dice: “ ... ningún
niño podría sobrevivir sin poseer en alguna medida un objeto bueno. Son estos hechos los
que posibilitan que el análisis produzca cierta medida de integración, a veces incluso en
casos muy severos” (Klein, 1955b, pág. 177).
La tendencia a la integración es una expresión de la libido (la cual tiende a ligar y a unir), y
existe desde el comienzo de la vida. Está presente en todo individuo y cuando el desarrollo
es normal, ocupa el primer plano durante la posición depresiva. Klein plantea que: “La
necesidad de integración deriva del sentimiento inconsciente de que partes de uno mismo
son desconocidas, de una sensación de empobrecimiento a causa de verse privado de ciertas
partes” (Klein, 1960b, pág. 278).
Por otro lado, la autora señala que esta tendencia“... deriva del conocimiento inconsciente
de que el odio sólo puede ser mitigado por el amor, y que si ambos se mantienen separados
es imposible el alivio” (Klein, 1960b, pág. 278). A partir de estas observaciones, Klein
llega a plantear que la integración es finalmente el medio más efectivo para contrarrestar la
ansiedad y que es en gran parte por esto que existe una tendencia a la integración en todo
ser humano.
En relación a un caso clínico, la autora comenta: “Este cambio confirma nuestra impresión
de que la ansiedad persecutoria ha disminuido y de que, junto con el sentimiento de culpa y
el deseo de la reparación aparecen sentimientos de amor que habían sido debilitados por la
ansiedad excesiva” (Klein, 1955 a, pág. 135).
Los descubrimientos de Klein han influido de manera importante en la ampliación del tipo
de pacientes tratados mediante la técnica del psicoanálisis (Del Valle, 1986).
Así, cuando los mecanismos esquizoides son muy extremos, la integración durante el
análisis se ve interferida, lo que limita el que se produzca el nivel de cambio psíquico
deseado. Klein señala: “En tales pacientes, el progreso hacia la síntesis es trabado por el
hecho de que bajo la presión de la ansiedad, se vuelven incapaces una y otra vez de
mantener los lazos fortalecidos en el transcurso del análisis entre las diferentes partes del
yo” (Klein, 1952c, pág. 76).
Por el contrario: “Cuando el paciente es capaz de expresar gratitud y esto significa que en
tales momentos es menos envidioso – se encuentra en condiciones más favorables para
beneficiarse con el análisis y consolidar lo que ya ha logrado. En otras palabras, cuanto
más predominen los rasgos depresivos sobre los esquizoides y paranoides, tanto mayores
son las perspectivas de cura” (Klein, 1957, pág. 225).
Una de las expresiones de una constitución altamente desfavorable que Klein observó e
investigó con gran profundidad en el tratamiento psicoanalítico y que se traducía en
limitaciones a los logros terapéuticos es la presencia de la envidia (Klein, 1957).
Así, en la medida en que se le brinde a través del tipo de vínculo establecido más las
técnicas verbales adecuadas la posibilidad de ir disminuyendo progresivamente su
ansiedad, podrá ir introyectando un objeto diferente a aquellos con los cuales quedó
indentificado a partir de las experiencias traumáticas. De esta manera, puede irse
produciendo en la mente del paciente un cambio gradual en el cual las tendencias a la
integración se vayan desplegando, la relación con el objeto bueno interno se fortalezca cada
vez más y comiencen a operar una serie de círculos virtuosos en los cuales la capacidad
para el amor y la reparación logren jugar el papel que estaba detenido, progresando así su
introyección de ‘objetos mejorados’, la confianza en la capacidad para amar y para
establecer relaciones buenas tanto con objetos externos como consigo mismo,
disminuyendo de esta manera sus fantasías ‘de destrucción’.
Este trabajo obviamente no será sin grandes dificultades, pero creo que la teoría kleiniana
permite comprender por qué cuando el factor del trauma psíquico está presente de
manera importante en la etiología de un trastorno grave, el pronóstico terapéutico será la
mayoría de las veces más favorable en comparación con la situación contraria.
Etchegoyen, Horacio
Los Fundamentos de la Técnica Psicoanalítica
Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1988.
Hinshelwood, R.D.
Diccionario del Pensamiento Kleiniano.
Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1989.
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