Pablo Bonorino La Abduccion Como Argumento
Pablo Bonorino La Abduccion Como Argumento
Pablo Bonorino La Abduccion Como Argumento
RESUMEN
ABSTRACT
The aim of this study is to clarify the Peirce’s proposal on the nature of
abductive reasoning and discuss its possible uses in the justification of judi-
cial decisions. Our hypotheses are (1) that there are two ways to rebuild the
structure or logical form of abductive arguments in the works of Peirce, and
1
Este trabajo ha sido realizado en el marco del proyecto DER2010-19897-C02-02
financiado por el MICINN y titulado «Razonamiento abductivo y argumentación
judicial».
(2) that judges use both types of abductions in their arguments, mainly to
justify the truth of factual statements. The inquiry into the nature of abduc-
tion should be the basis to offer an original contribution in the discussions
about the nature of legal reasoning.
Key words: Abduction, Argument, Logic, Legal Argumentation, Evidence.
2
Véase Brown 1993, Bunt y Black 2000, Bybee 1996, Domino 1994,
Heathcote 1995, Magnani 2001, White 1997, Walton 2004, Aliseda 2010.
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En el campo del derecho existen obras dedicadas a la proyección del pensamien-
to de Peirce en el ámbito jurídico (Kevelson ed. 1991, Haas 1964), e incluso que
exploran la incidencia de sus propuestas lógicas en el razonamiento jurídico (Bono-
rino 1993, De Asís 1998, Gascón Abellan 1999, Uusitalo 1991, Whitney 1991).
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Peirce utiliza indistintamente a lo largo de sus obras las expresiones «abduc-
ción», «hipótesis», «retroducción» y «razonamiento hipotético» para aludir al mismo
tipo de argumentos.
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Todas las referencias con este formato aluden a los ocho tomos de sus Collec-
ted Papers (Peirce 1960). Utilizo la forma habitual de citarlos: el número de volumen
seguido del número de parágrafo.
Inducción
Premisa 1: [Caso] Estas judías proceden de este saco.
Premisa 2: [Resultado] Estas judías son blancas.
Conclusión: [Regla] Todas las judías que proceden de este saco
son blancas.
Abducción
Premisa 1: [Regla] Todas las judías que proceden de este saco son
blancas.
Premisa 2: [Resultado] Estas judías son blancas.
Conclusión: [Caso] Estas judías proceden de este saco.
A pesar de la aparente claridad de ambas presentaciones, debemos
examinar con más detalle cuál es el fundamento lógico de esta carac-
terización. Para Peirce la forma general de todo argumento es la de un
silogismo categórico: una estructura compuesta por dos premisas y
una conclusión, todas ellas enunciados categóricos (reducibles a la
forma básica S es P) en los que aparecen tres términos generales o
predicados (S, P y M). El argumento deductivo por excelencia al que
pueden reducirse los otros esquemas silogísticos válidos es Barbara,
que puede representarse de la siguiente manera:
Todo M es P
Todo S es M
Todo S es P
Según Peirce, «a las tres proposiciones que se relacionan entre sí
como la premisa mayor, la menor y la conclusión del silogismo de la
primera figura se las puede llamar respectivamente, Regla, Caso y
Resultado.» (1968: 41) 6. Esta terminología es deudora, en parte, de la
forma en la que Kant aludía a los modos válidos de la primera figura
(Barbara, Celarent, Darii, Ferio y subalternos). En todos ellos consi-
deraba presente el mecanismo de la subsunción: se establece una regla
o ley general (positiva o negativa) en la premisa mayor, en la premisa
menor se afirma que algo cumple cierta condición, y se concluye que
–por ello– queda incluido o excluido de la regla inicial.
Para examinar con mayor precisión la estructura lógica que le atri-
buye a la abducción en este período deberíamos proceder a formalizar
su explicación general y su famoso ejemplo utilizando el lenguaje de
la teoría silogística 7.
6
Las premisas del silogismo se clasifican en mayor o menor teniendo en cuenta
la aparición en ellas del término mayor (predicado de la conclusión) o menor (sujeto
de la conclusión). Las figuras aluden a la posición del término medio en las premisas:
la primera figura es aquella en la que es sujeto en la premisa mayor y predicado en la
menor.
7
Los cambios de letras que se pueden percibir en las nuevas formulaciones
obedecen a la forma en la que se entienden los términos sujetos (S) y predicado
Inducción
S, S’, S’’ son P
Casi todo M tiene los caracteres comunes de S, S’, S’’
Por lo tanto Casi todo M es P.
Hipótesis
Todo lo que es a la vez P’,P’’, P’’’ es como M
S es P’,P’’,P’’’;
Por lo tanto S es como M.
«Por consiguiente, la inducción puede definirse como un argumen-
to que supone que una colección completa, de la que se han tomado al
azar algunos casos, tiene todos los caracteres comunes de tales casos,
y la hipótesis como un argumento que supone que un término que
entraña necesariamente cierto número de caracteres, que han ido reco-
giéndose a medida que se presentaban sin ninguna selección, se puede
predicar de todo objeto que tenga todos esos caracteres» (1968: 64).
Un ejemplo de abducción antes de ser sometida al proceso de
reducción a la forma de un silogismo categórico de modo Barbara, es
uno de los que propone Peirce en un artículo de 1892 llamado «La ley
de la mente» (1988: 251-280).
«O, supongamos, que encuentro a un hombre [S] de apariencia
semiclerical [M1] y de aire semifarisaico [M2], que aparece como si
mirara las cosas desde el punto de vista de un dualismo mas bien vacío
[M3]. Cita textos diversos de las Escrituras [M4], y siempre con especial
énfasis en sus implicaciones lógicas [M5]; y manifiesta hacia los malhe-
chores en general una severidad casi rayana a la vengatividad [M6].
Rápidamente concluyo que es un ministro de una cierta denominación
[Nota 28: Nombre con el que se conocen las sectas protestantes nor-
teamericanas.] [P].» (Peirce 1988: 271-72).
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He desarrollado esta crítica en la comunicación «La abducción en el derecho:
un nuevo punto de partida», que presenté en las XXIII Jornadas de la Sociedad Espa-
ñola de Filosofía Jurídica y Política llevadas a cabo en Jaén el 7 y 8 de abril de 2011.
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En 1902 afirma: «As long as I held that opinion, my conceptions of Abduction
necessarily confused two kinds of reasoning. When, after repeated attemps, I finally
succeeded in clearing the matter up, the fact shone out that probability proper had
nothing to do with the validity of Abduction, unless in a doubly indirect manner.»
(2.2102).
10
«Abduction is the process of forming explanatory hypotheses. It is the only
logical operation which introduces any new idea.» (5.145).
11
«The surprising fact, C, is observed; but if A were truth, C would be a matter
of course; hence, there is reason to suspect that A is true.» La traducción que utilizo
en el texto me pertenece.
12
«It appears to me that the clearest statement we can make of the logical situa-
tion… is to say that men have a certain insight, no strong enough to be overwhelmin-
gly more often wrong than right… The relative frequency with which it is right is on
the whole the most wonderful thing in our constitution.» [5.173].
13
«Proposal for hypotheses inundate us in an overwhelming flood, while the
process of verification to which each one must be subjected before it can count as at
all an ítem, even of likely knowledge, is so very costly in time, energy, and money –
and consequently in ideas which might have been had for that time, energy, and
money, that Economy would override every other consideration even if there were
any other serious considerations. In fact there are no others. For abduction commits us
to nothing. It merely causes a hypothesis to be set down upon our docket of cases to
be tried.» (5.602).
***
Propongo trabajar de manera inversa a como lo venimos haciendo.
En lugar de continuar analizando los debates y las distintas alternativas
que la propuesta de Peirce ha generado en el plano teórico, tomemos
algunos candidatos a servir como ejemplo de argumento abductivo en
el marco de la tarea de justificar una decisión judicial. A esta altura ya
debe haber quedado claro que he abandonado «el deseo de que los pro-
blemas filosóficos puedan reducirse, mediante algunas operaciones
estereotipadas, a los problemas típicos de la Lógica Formal» –como
afirma Ryle. «La Lógica Formal puede proveer al Lógico Informal de
una brújula que lo guíe en su exploración, pero no puede proporcionar-
le una trayectoria para su viaje, menos todavía rieles que lo dispensen
de conducir. Donde hay bosque virgen, no puede haber rieles; donde
existen rieles la jungla ha sido desmontada tiempo atrás.» (Ryle 1979:
146). Los trabajos de Peirce me servirán de brújula en estas primeras
exploraciones, aunque el objetivo sea mejorar la propia brújula al ter-
minar la aventura (más allá de los límites que impone este trabajo).
Los argumentos probatorios que se formulan en la práctica judi-
cial constituyen nuestros mejores candidatos para servir como nue-
vos puntos de partida. Son aquellos argumentos que se utilizan
para probar que cierto enunciado fáctico es verdadero. Por «enun-
ciado fáctico» entiendo un enunciado en el que se describen ciertos
hechos relevantes para la determinación de un caso individual, o
bien aquel enunciado que describe un caso individual. Las normas
jurídicas regulan la conducta humana enlazando ciertas conse-
cuencias jurídicas a la descripción de ciertos hechos o conductas
mediante un conjunto de términos generales que delimitan lo que
se denomina un «caso genérico». La existencia en un tiempo y
lugar determinado de ciertos hechos con ciertas características
constituye un «caso individual». La expresión «matar a otro» deli-
mita el caso genérico de homicidio, mientras que la expresión
«Juan le clavó una daga en el corazón a su amigo Pedro en la noche
de su boda el día x, a la hora z, en el lugar w, causándole la muer-
te» describe un caso individual de homicidio (Cf. Alchourrón y
Bulygin 1975). La relación entre un caso genérico y un caso indi-
vidual es la denominada relación de subsunción, y no constituye
una relación lógica (Cf. Alchourrón y Bulygin 1991). Emplearé la
expresión «probar» para aludir a la tarea de explicar los datos o
elementos de prueba incorporados legalmente durante un proceso
judicial (formulados mediante los que denominaremos enunciados
probatorios), mediante la formulación de un enunciado diferente
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Estas cuestiones son objeto de importantes debates en los que no ingresaré
para poder continuar él con las cuestiones centrales de este trabajo. Como muestra de
esta diversidad se pueden consultar los siguientes trabajos: Iturralde 2003, Igar-
tua 2010, Gascón Abellán 1999, González Lagier 2003.
15
Los enunciados probatorios pueden a su vez estar apoyados por otros argu-
mentos probatorios (subargumentos), en ese caso cumplirían la función de enunciado
probado mientras que nuevos enunciados probatorios harían las veces de premisas.
Dichos argumentos probatorios pueden responder a distintas estructuras lógicas,
incluso en ocasiones pueden ser deductivas (Cf. Bonorino 1999). No obstante, el
argumento probatorio central, aquel cuya conclusión es el enunciado fáctico del argu-
mento con el que juez justifica el contenido de su acto de decisión, responderá en la
mayoría de los casos a la estructura que estamos analizando.
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Esta presentación está demasiado simplificada. Un análisis más profundo
debería tener en cuenta no sólo la cantidad de predicados que se comparan, sino tam-
bién su calidad. No es lo mismo tener en común con un narcotraficante la propiedad
de «necesitar oxígeno para vivir», que «poseer sustancias que habitualmente se utili-
zan para cortar estupefacientes» (Cf. Domino 1994). Esta cuestión deberá ser tratada
en futuros trabajos.
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¿No se debería incluir la pregunta en el esquema inferencial aunque ello nos
obligara a trasladarnos al espinoso terreno de la lógica erotética (o de las preguntas y
respuestas)?
18
Dar cuenta de estas cuestiones excedería los límites del presente artículo, por
lo que deberán ser analizadas en trabajos posteriores.
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REFERENCIAS
Van Frassen, Bas. 1980, The scientific image. Oxford: Oxford University
Press.
— 1987, «Armstrong on laws and probabilities». Australasian Journal of
Philosophy 65, núm. 3: 243-260.
Walton, Douglas N. 2004, Abductive Reasoning. Tuscaloosa: The Alaba-
ma University Press.
White, Susan. 1997, «Beyond retroduction? Hermeneutics, reflexivity and
social work practice». British Journal of Social Work 27, núm. 5: 739-754.
Whitney, Gordon E. 1991, «The place of thirdness in legal reasoning», en
Roberta Kevelson (ed.), Peirce and Law. Issues in pragmatism, legal
realism, and semiotics, New York: Peter Lag, 203-220.