AZPITIA
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AZPITIA
AZPITIA EL COMERCIO
Azpita ofrece actividades para todos los gustos. Desde tranquilas caminatas hasta paseos a
caballo y cuatrimoto. Otros de su imperdibles son sus platos a base de camarones. Debido a
sus innumerables áreas verdes es perfecta para visitarla cualquier fin de semana con los
amigos o la familia.
En esta galería conoce algunas de las actividades que puedes disfrutar en Azpitia.
¿Cómo llegar?
En auto.Para llegar, ve por la Panamericana Sur hasta el km 80, a la altura de la playa León
Dormido, y luego toma el desvío por debajo del túnel que lleva a San Antonio. Desde ahí,
debes tomar el desvío hacia la izquierda, en la Cl. Pablo Nosiglia, que conduce hasta el distrito
de Santa Cruz de Flores, y continúa el camino de trocha hasta llegar a San Vicente de Azpitia.
En Bus. Sigue la ruta Lima- Mala. Puedes tomar los buses que van a Mala (más conocidos
como “maleños”) y luego tomar una combi o taxi hasta Azpitia. ( Entre S/2 Y S/ 15). De lunes a
sábado los buses te cobran S/. 4.00 y domingos S/. 5.00. Los días feriados el pasaje puede
llegar a costar S/ 20. Se demoran un promedio de 2 horas y media.
Los puedes tomar en: Jr. Leticia, casi al cruce con el Jr Ayacucho, a una cuadra de la Av.
Abancay y a 2 cuadras de la Av Grau en el centro de Lima; Av. Circunvalación frente a Plaza Vea
de Salamanca; afuera de la Facultad de Medicina Veterinaria de San Marcos; Av.
Circunvalación: Paradero Las Viñas, frente al Policlínico de Essalud de San Luis; Av.
Circunvalación con Av. Canadá; Puente Atocongo y Puente Alipio Ponce
A solo una hora y media de Lima se encuentra Azpitia, un lugar en el que no solo podrás disfrutar
de una vista inmejorable al valle del río Mala, sino también practicar distintas actividades de
aventura y probar lo mejor de su gastronomía.
Para llegar, deja Lima y enrumba hacia el sur por la Panamericana hasta el kilómetro 79 a la
altura de la playa León dormido. Ahí toma el desvío a la izquierda que lleva hasta San Antonio.
Si eres un amante de la naturaleza, en Azpitia la pasarás de maravillas ya que cuenta con diversas
zonas verdes, además su plaza es ideal para realizar caminatas cortas.
Anímate a comer en el restaurante campestre El Balcón del Cielo, que tiene una excelente vista
a las áreas verdes de Azpitia. ¿Con hambre? Sus platillos con camarones son otros de los
imperdibles del lugar.
El hotel El Mayoral de Azpitia ofrece una alternativa divertida para demostrar tu resistencia
física. Cuenta con un parque de cuerdas con seis rutas activas.
Otra zona que puedes visitar cerca a Azpitia es Santa Cruz de Flores. En este colorido distrito de
Cañete podrás conocer más de 10 bodegas de piscos y vinos.
A 3km de Chilca, anímate a conocer Las Salinas, que cuenta con lagunas curativas.
De setiembre a diciembre, Azpitia cuenta con un clima con mucho sol. En tu visita , quedarás
encantado con su campiña que alberga manzanos, lúcumos y paltos.
¡Hey gente! ¿Qué tal? El día de hoy les voy a dar una breve descripción de un viaje imprevisto
que hice con mi mamá y una tía a uno de los lugares más visitados y mencionados por aquellos
que gustan de la buena cocina, en especial de aquella gran variedad de platos que tienen como
gran protagonista al camarón, rey absoluto de la gastronomía fluvial.
En fin, para aquellos que deseen ir a Azpitia, recuerden que las opciones son variadas, caminar
por la orilla del río, degustar deliciosos platos, vinos y derivados de la uva, cremoladas épicas e
incluso el alquiler de bicicletas de montaña y cuatrimotos.
Para poder ir a Azpitia, debemos ir en primer lugar a Mala. Para llegar a Mala tenemos distintas
opciones: la primera y la más conocida es viajar en el Maleño, que antiguamente salía del Jr.
Leticia (espalda de Abancay, altura del cruce con Grau). Si bien los buses ya no salen de ahí, al
menos hay minivan que constantemente (cada 5 ,minutos aprox.) recogen a los usuario y los
llevan a la nueva dirección, a una cuadra y media de la Plaza Manco Cápac. Son
aproximadamente entre 2 y 3 horas hasta Mala. una vez en Mala tienen la opción de tomar
colectivos, minivan o incluso un taxi (te cobran aprox. S/.15) para ir al siguiente destino. En fin,
unos 20-30 minutos más y ya estamos en Azpitia.
En realidad, Azpitia es para relajarse, no es como los otros destinos a los que estoy
acostumbrado (y alos que los he acostumbreado tambien, jejeje), en los que hay que volar de
u lado al otro, para conocer al menos un 30% del lugar y no irnos con la terrible sensación de
que no conocimos nada.
Como sea, el tema es que hay puntos y actividades bien diferenciadas sobre qué hacer en
Azpitia. Un pequeño resumen:
RELAJO: Se pueden realizar tranquilas caminatas por el pueblo, en especial por el camino que
va paralelo al río Mala, desde donde podemos apreciar la belleza de este valle.
HOSPEDAJES: Si lo que buscan es quedarse y pasar la noche hay gran variedad de hospedajes,
los precios son variados (S/.50- 100). Como no pasé la noche ahí no podría recomendar
ninguno
Los azpitianos, siguen conservando sus tradiciones. Son un pueblo que vive en comunidad y
gusta de las festividades. Las obras en Azpitia han sido realizadas con el esfuerzo y
colaboración de todo el pueblo y como antes comentamos donde no falta el PICANTE
AZPITIANO. No por nada el ex presidente Fernando Belaunde Terry los premio con la Lampa de
Bronce, en honor a su empeño laboral
Por 1900, 30 agricultores y pioneros, se juntaron para abrir un antiguo canal de regadio, estos
30 esforzados emprendedores venían desde muy lejos a realizar sus labores con entusiasmo
pero siempre en colaboración, característica que aun conservan los actuales pobladores de la
zona, otra costumbre el PICANTE AZPITIANO que consta de la mezcla de 12 ingredientes que
formaron parte de los almuerzos que llevaban estos 30 pioneros, y que ahora forman parte de
la tradición Azpitiana cada vez que tienen que hacer un evento realizan este picante para su
venta y recolectar los fondos necesarios para la actividad o necesidad que tengan. Este pueblo
a base de empuje y solidaridad han logrado muchos objetivos por lo que en 1901, el
presidente Eduardo López de la Romaña, otorgó la concesión para irrigar las pampas de
Azpitia.
Azpitia- PERU21
Azpitia. Los tesoros siempre se esconden en nuestras narices. Pasamos de largo sin verlos,
buscamos donde ya conocemos sin darnos cuenta de lo que dejamos atrás.
Algo parecido ocurre con Azpitia, un pueblo oculto por los cerros secos y el paisaje monótono
de la Panamericana Sur, a tan solo 1 hora y 20 de Lima, desviándose a la altura del km 79.
Azpitia combina gastronomía con hermosos paisajes del valle del río Mala. Pero, sobre todo,
ofrece descanso. Así lo dice Angelita Caballero y a ella hay que creerle, pues no solo lleva 20
años en la zona sino que es la pionera hotelera de la localidad, su hotel restaurante, El Mayoral
de Azpitia, ya tiene 12 años.
Esta es la mejor opción donde quedarse a pasar la noche, especialmente para quienes van en
familia. Jardines, piscina, bar y área para campamentos son algunos de sus servicios. Además,
posee habitaciones matrimoniales, dobles y triples. Según le apetezca, su estadía puede incluir
la alimentación.
Los fines de semana, al lado del restaurante, destacan puestos de canastería, frutas y dulces
típicos (manjar blanco, nísperos, duraznos, tejas, chocotejas y membrillo). Perfectos para
llevarse de regreso.
De frente (pasando una curva) encontramos La Posada del Cielo; recreo con piscina, juegos
para niños y platos en base a camarones tipo saltados, solterito, causa, chupe, entre otros.
Aquí nos detendremos un poquito para intentar una breve referencia acerca de los
recónditos misterios de nuestros antepasados. ¿Cómo lograron los incas construir
enormes y pesados edificios sin contar con herramientas de hierro, vehículos con ruedas
ni animales de tiro? Sólo conocían mazos de piedra, palancas de madera, cinceles de
bronce y sogas fabricadas con hojas de caña brava. ¿Usarían también en sus
construcciones, herramientas de oro y plata?
Las obras de ingeniería incaica abundan en nuestro territorio y por eso no le tomamos
gran importancia o es que no le damos el valor que ellas encierran. Allí está
Sacsayhuamán construida con grandes peñas talladas, de más de 300 toneladas cada
una, una sobre otras. Machupicchu es otro ejemplo.
Al norte de Lima, en el valle de Supe, existen los restos de la ciudad de Caral, la más
antigua de América.
En la costa norte del Perú, en el valle de Moche, los peruanos construyeron hacia el año
300 de nuestra era, la estructura más descomunal que el hombre haya hecho: una
pirámide de 160 metros de ancho por 300 metros de longitud, con más de 140`000,000
de ladrillos de arcilla. Su altura de más de 30 metros daría un espectáculo deslumbrante
en su época de gloria. Los estudiosos se vienen asombrando con lo que vienen
encontrando en las excavaciones de las huacas del sol y de la Luna
Y qué decir de las numerosas pirámides de Túcume y la tumba del señor de Sipán.
Por el año mil, después de Cristo, surgió el reino de Chimú, también en el norte peruano,
cuya capital Chan Chan asentada en un área de 2,100 hectáreas sería una de las ciudades
más grandes y ricas del mundo en aquella época
Por increíble que parezca, los antiguos peruanos desarrollaron sus grandes culturas sin
tener lengua escrita ni monedas. Comerciaban exclusivamente mediante el cambio o
trueque.
Entre los descubrimientos arqueológicos más desconcertantes de la humanidad están
los gigantescos trazados geométricos y las figuras de aves, bestias e insectos que existen
en Nazca. La mayoría fueron “dibujados” según María Reich, hace 1,400 años.
Los incas crearon una asombrosa estructura social, probablemente uno de los estados
de bienestar social más reglamentados y obsesionados con el trabajo que el mundo haya
conocido. Todos los hombres aptos servían en el ejército y trabajaban en la construcción
de caminos públicos. Nadie carecía de alimentos, ropa o techo. Las cosechas se repartían
entre la iglesia, el estado y la colectividad, y siempre había grandes reservas de
alimentos almacenados para proveer al ejército y para casos de emergencias. En casos
de terremotos, huaycos u otras calamidades, las peticiones de víveres llegaban a
torrentes de otras provincias del imperio. Los cronistas españoles dicen que cuando
éstos llegaron, encontraron almacenados en los tambos de la sierra grandes cantidades
de alimentos, muchos de ellos llevados desde la costa, tales como corvinas, lenguados y
camarones secos.
Pero el pueblo no era del todo libre, se le indicaba dónde vivir, qué sembrar, cómo vestir
y con quien casarse. Mentir, no trabajar y robar se castigaban con la pena capital.
El que 170 aventureros peninsulares hayan podido vencer en 1,532 a este imperio tan
admirablemente organizado es increíble, pero en gran parte se debió a una coincidencia
porque cuando Pizarro y sus hombres llegaron, finalizaba una desastrosa guerra civil de
cinco años, motivada por la sucesión al trono de los incas, encontrándose el ejército
imperial diezmado y con un gobierno desarticulado. Divididos en facciones disidentes,
algunos incas se aliaron a los invasores.
Cuando Atahualpa llegó al campamento español situado en Cajamarca, Pizarro lo tomó
preso y miles de sus hombres fueron asesinados. Por fin al darse cuenta de la ambición
de los invasores que sólo buscaban los metales preciosos, como todos sabemos,
Atahualpa prometió llenar con oro hasta la altura que alcanzaba su mano, no del cuarto
que se nos ha dicho de niño, sino de un gran salón donde se encontraba, y dos veces
con plata para que lo dejen en libertad. Aunque nuestro último gobernante inca sí
cumplió con su parte del convenio, los españoles lo traicionaron y lo mataron.
Con la llegada de los españoles, el imperio se desintegró. Fue aquella una irreparable
pérdida cultural para el mundo entero y una tragedia de la que el Perú aún no se
recupera.
Surgida la rivalidad entre Pizarro y Almagro por la posesión del Cuzco, ambos
conquistadores se reunieron en Mala a mediados de 1537, sin arribar a ninguna
conciliación. Es probable que a partir de esos sucesos don Nicolás Sáez de Elola
abandone las tierras de Azpitia y decide volver a España con gran riqueza, llegando
precisamente a su villa natal de Azpeitia hacia finales de 1541, donde fue bien recibido,
fundando y construyendo después una capilla en la parroquia y otras obras pías de
importancia. Es decir, el soldado que dio origen al nombre de Azpitia no fue un
derrochador ni malgastó su fortuna, pues hizo muchas obras de bien común. No se
puede negar por tanto la generosidad para con su villa natal.
La historia de Nicolás Sáez de Elola se hace latente al saber que en el año 2007 durante
una retauración en su villa de origen donde existe una estatua yacente de Elola, existía
una lápida con esta inscripción: "Panteón de Nicolás Sáez de Elola, intrépido Capitán y
conquistador del Perú, fervoroso cristiano, fundador de esta capilla, erigida en 1555 y
restaurada en 1898".
Entre las pruebas que la actual San Vicente de Azpitia, en el Perú, se denominaba
Azpeitia, tenemos el documento que dirige don Manuel Vivanco al Supremo Gobierno
Peruano, con fecha 02 de agosto de 1852, donde dice textualmente ser: "Dueño y
propietario de las tierras de Azpeitia en el valle de Mala..."
En los mapas del Perú impresos en 1910, que se usaban en las escuelas fiscales se
nombraba a estas tierras como Pampas de Azpeitia. Alcancé a ver uno de esos mapas en
el Centro Escolar de Varones Nº 469, de Santa Cruz de Flores, en 1954.
Anteriormente se suponía que el personaje que dio origen al nombre de Azpitia se había
afincado en otro lugar del Perú, pero después de un minucioso seguimiento de
investigación las dudas se han despejado totalmente.