Globalización y Discapacidad
Globalización y Discapacidad
Globalización y Discapacidad
Resumen
El presente artículo tiene la pretensión de generar reflexiones en torno a los desafíos
históricos de la Educación Especial, poniendo especial énfasis en los acontecimientos que
transcurren del siglo XIX al siglo XXI, lo que permite situar históricamente el lugar del Otro
construido como discapacitado en el proyecto político de la globalización y sus efectos en la
configuración de identidades.
Palabras clave: discapacidad, globalización, historia, Educación Especial, identidad.
Introducción
Dentro de este orden de ideas, tiene lugar la evolución de la Educación Especial y sus
objetivos, los cuales parecen responder al paradigma social en cuestión, es así que en el
contexto de la globalización el contrasentido de la inclusión-exclusión parece robustecerse,
ya que si atendemos a uno de los objetivos del nuevo milenio que se refiere al acceso a la
educación primaria universal, el informe del 2015 menciona que 57 millones de niños en
edad de asistir a la escuela no lo hace, argumenta que una de las causas es la discapacidad,
ya que muchos de los niños requieren una atención especializada que sobre todo los países
en vías de desarrollo carecen (Organización de las Naciones Unidas, 2015).
Esto no se puede desligar de la lógica del modelo educativo; en México el modelo
propuesto a finales del siglo XIX, se observa mayor injerencia del Estado y políticas de
carácter social. A principios del siglo XXI, la educación parece virar hacia la competitividad,
de ahí que, aunque se busque educación para todos, las desigualdades que se producen como
efecto de la globalización obturan las posibilidades de lograrlo.
Lo anterior no quiere decir que los actores del siglo XIX tenían la problemática
resuelta, sino que encontraron a partir de la escuela especial una posible respuesta al reto que
implicaba educar y establecer un lazo con el Otro. La era global tiene nuevos desafíos que su
misma inercia parece complicar.
La escuela especial se constituyó para sustituir las antiguas instituciones, como asilos,
orfanatos, prisiones, para dar paso a la educación y recuperación del niño deficiente (De la
Vega, 2010). En el siglo XIX, aparecen las primeras escuelas de Educación Especial; para el
caso de México es en la época de Benito Juárez (1858-1872), momento en que el Estado no
sabía qué hacer con esta población. En 1865, se creó la escuela para sordomudos, en donde
aprendían la lengua española escrita por medio del alfabeto manual; todos los gastos de
manutención quedaron a cargo de erario federal. Cinco años más tarde, se inaugura la Escuela
Nacional para Ciegos, así como la Dirección General de Educación Especial en la Secretaría
de Educación; durante el porfiriato se hicieron visitas, de las cuales los inspectores quedaron
profundamente sorprendidos, ya que los alumnos eran capaces de llevar a cabo operaciones
aritméticas y ubicarse espacialmente en los mapas.
En 1881 la operación de los centros de asistencia fue defectuosa, ya que no había
continuidad administrativa, lo que provocó la modificación de su estructura. Los centros de
beneficencia, que estaban a cargo de los Ayuntamientos, pasaron a formar parte de la
Dirección de Beneficencia Pública de la Secretaría de Gobernación; dentro de los
establecimientos estaban el Hospital de Dementes y el Hospital de Mujeres Dementes. Si
bien se pretendía que sólo el Estado proveyera esta atención, en el periodo de gobierno de
Porfirio Díaz hubo distintas organizaciones privadas relacionadas con la iglesia que
brindaron este servicio (Fuentes, 1999).
Es en 1890, cuando tiene lugar el segundo congreso nacional de instrucción, se abordan
sistemas y procedimientos para trabajar en escuelas especiales, en donde los ciegos y
sordomudos estaban agrupados junto a los considerados “idiotas” y los delincuentes
(Sánchez, 2010).
A principios del siglo XX se lleva a cabo la primera clasificación de niños anormales,
subcategorizados como: anormales físicos, anormales sensorios, anormales intelectuales,
anormales del sistema nervioso y anormales pedagógicos. Algunos de ellos no recibían
atención debido a un temor de contagio. Asimismo, se pensaba que si existieran las
condiciones para una mejor instrucción se podrían salvar de ser vagabundos, delincuentes y
viciosos (Sánchez, 2010).
A partir de 1921 dado el primer congreso mexicano del niño, existe una relación
médico-pedagógica para atender a los niños anormales, el instituto médico pedagógico abrió
sus puertas en 1935 y en 1959 se crea la coordinación de Educación Especial, después en
1970 la Dirección General de Educación Especial.
En la década de 1970, da inicio el modelo centrado en la rehabilitación y se promueve
la atención desde un enfoque interdisciplinario, dando atención a aquellos niños que
presentaban dificultades en el aprendizaje, por lo que se hace énfasis en el diagnóstico y la
prevención. Diez años después surgen las iniciativas de integración educativa, con la
finalidad de otorgar herramientas al profesorado para poder atender a los niños que
presentaran dificultades dentro del aula con el propósito de “normalizarlos”, extendiendo el
proyecto de grupos integrados. El modelo pedagógico en el que se basaron fue el
psicogenético de Piaget.
Posteriormente en la década de 1990, se continúa fortaleciendo el programa de
integración educativa, no obstante, el contexto histórico comienza a cambiar, ya que la
realidad social y política del país no se puede desentender de los acontecimientos de orden
global, tomando los valores de libertad, diversidad e igualdad.
El desafío de la Educación Especial en el siglo XXI
La inclusión del Otro dentro del panorama global no ha sido fácil, los discursos educativos
dan cuenta de la imposibilidad de llevar a cabo este proceso de manera satisfactoria. Ya que
si bien, el campo educativo en México aboga por un modelo de inclusión de los estudiantes
con discapacidad, dentro de las aulas los docentes muchas veces no cuentan con la formación
ni con los recursos para poder llevar a cabo dicho proceso, lo que conlleva a realizar de
manera pertinente la crítica y deconstrucción de este marco discursivo.
Por su parte, las escuelas de Educación Especial tienen dificultades para poder atender
todas las demandas, en tanto que, se requiere de grupos de atención diversos, pues los niños
que llegan a dichas instituciones presentan necesidades por demás diversas. Ahora bien, es
importante tomar en cuenta la concepción que se tiene de la persona con discapacidad y la
inclusión en el ámbito educativo, la SEP en el plan de estudios del 2011 sostiene que:
Evidencia tres categorías en las que se encuentran conformados los estudiantes “con
necesidades educativas especiales, con o sin discapacidad, y con capacidades y aptitudes
sobresalientes”. En un primer momento, se puede decir que la escuela prioriza aspectos de
orden cognitivo, más allá de promover espacios de convivencia y la diversidad. En un
segundo momento, parece evidente que la figura identitaria de alumno con discapacidad es
contrapuesta a alumnos con necesidades educativas especiales y sobre todo alumnos con
aptitudes sobresalientes lo cual se ve materializado en los siguientes párrafos:
Para atender a los alumnos que, por su discapacidad cognitiva, física, mental o
sensorial (visual o auditiva), requieren de estrategias de aprendizaje y enseñanza
diferenciadas, es necesario que se identifiquen las barreras para el aprendizaje
(SEP, 2011, p. 35).
Se lleva a cabo una diferencia en la forma de atender la diversidad, ya que para los
alumnos con discapacidad se requieren estrategias diferenciadas, mientras que para “los
alumnos con aptitudes sobresalientes, el sistema educativo cuenta con modelos de
enriquecimiento escolar y extraescolar” (SEP, 2011, p. 35). Más allá de que se lleven a cabo
las prácticas que se mencionan en el documento, es menester comentar que existe una
valoración distinta para ambos grupos, así como lo que representan dentro de dicho discurso.
En este caso fue importante colocar los dos fragmentos discursivos en un contexto más
amplio de acuerdo con la conceptualización de la discapacidad, mientras que los alumnos
con discapacidad requieren de estrategias de aprendizaje diferenciadas, los alumnos con
aptitudes sobresalientes requieren modelos de enriquecimiento, pero ¿a qué se refiere la
Secretaría de Educación Pública con estrategias de aprendizaje y enseñanza diferenciadas?
Y ¿a qué se refiere con modelos de enriquecimiento escolar y extraescolar?
Visto desde esta perspectiva, para cada categoría hay un valor otorgado, lo que el
análisis desvela es que para la Secretaría de Educación Pública (2011) los estudiantes con
discapacidad están más relacionados con la diferenciación mientras que los estudiantes con
aptitudes sobresalientes se les puede vincular más con el enriquecimiento.
Es así que, se puede advertir el antagonismo de normalidad-anormalidad en estas
enunciaciones, ambas categorías se encuentran en los extremos de lo que bien se podría
percibir como la media estadística, es así que subyace de manera subrepticia el imaginario
de alumno “normal” como aquel al que no se le necesita evocar pues para él está diseñado el
programa, en tanto que no requiere de ningún tipo de adecuación.
En este sentido, la escuela se quiera o no cumple con la demanda de ser un instrumento
de integración, sin embargo, el proceso de inclusión por medio del cual las desiguales
sociales deberían, por lo menos, disminuir se ve obturado, lo que se hace presente en el
discurso educativo y en las prácticas educativas. Por lo tanto, la escuela lejos de reducir los
efectos de la dominación parece incrementarlos.
La institución educativa figura como el primer contacto que el niño tiene con la
sociedad después de la familia, parece ser que representa nítidamente la manera en que se
encuentra estructurada la sociedad y el niño que presenta una condición de discapacidad a
temprana edad se ve enfrentado a la situación de desigualdad y las barreras que la escuela y
por tanto la sociedad imponen.
En el caso de las competencias para la vida que evoca la SEP (2011) se centran en el
individuo, pero la sociedad parece estar al margen de proveer un espacio que pudiese
contribuir a la educación y mejoramiento de las condiciones en las cuales vive un sujeto con
discapacidad.
Otro de los elementos es la sentencia que indica que el sujeto debe ser capaz de
razonar, analizar, identificar, emitir juicios, etc. Parece ser que se piensa en un individuo que
dentro de los parámetros cognitivos que la escuela detenta no posee las capacidades
competentes para la vida al parecer queda excluido de la condición de un sujeto educativo,
la estructura de planeación lo coloca al margen, por más que manifiestamente hablen de la
importancia de la integración y la inclusión educativa.
Conclusión
Referencias